Después de la boda triple que celebraron junto con
sus amigos Tom y Cooan y Ail y Ann, Roy y Beruche estuvieron charlando con
ellos sobre sus respectivos viajes de novios.
-Nosotros volveremos al espacio con nuestro hijo.
Queremos encontrar un planeta adecuado para vivir.- Les comentaba Ail.-
-Así es.- Sonrió Ann, sosteniendo en brazos ahora a
su bebé y añadiendo.- Giaal debe conocer el valor de la naturaleza y de los
seres vivos que la componen. Plantaremos la semilla de nuestro árbol y él nos
cuidará.
-Y nosotros a él.- Apuntó Ail.-
-Eso es muy hermoso.- Sonrió Bertie, mirando ahora a
su hermana y a su cuñado para preguntar.- ¿Y vosotros?
-Bueno, todavía no lo tenemos decidido.- Declaró
Cooan.- A mí me gustaría ir a un lugar tranquilo, exótico y hermoso, con muchas
maravillas naturales por ver y cerca del mar.
-Seguramente que algo encontraremos.- Comentó su
marido.-
-¿Y vosotros?- Quiso saber Cooan.-
-Pues…estamos tratando e decidirnos entre algunas
alternativas.- Le respondió Beruche.-
-El principito nos ha animado a que vayamos a verles
a él y a Esmy a París.- Intervino Roy.-
El
aludido no estaba lejos y pudo aproximarse al oír como le citaban. De este modo
comentó.
-Os invito a todos. París es una hermosa ciudad. Con
muchas cosas por ver.
-Espero que si vamos, invites a algo por allí.- Dijo
Roy con tono jovial.-
-¡Me lo tendré que pensar, comes como un
regimiento!- Se rio su amigo.-
Los demás compartieron las risas. En ese ambiente
tan distendido y alegre iban y venían y uno de los que se aproximó fue el
príncipe de los cuatro cielos con su pareja.
-Pues pásate antes por Londres.- Le ofreció Nephrite
a su vez.- Amanda y yo estaremos encantados de haceros de guías.
-Desde luego que sí.- Convino esa rubia joven.-
Londres tiene mucho que ver.
-Hay que admitir que estos dos saben hacer un tour
por su ciudad.- Declaró Diamante dándole una amistosa palmada en la espalda al
señor Saint Join.-
-Creo que vamos a tener que hacer una gira, más que
una Luna de Miel.- Se sonrió Beruche.-
-Te encantará Europa.- Le aseguró Esmeralda,
aproximándose ahora hacia donde el grupo charlaba en tanto ofrecía a su amiga.-
Cuando veáis algo de Inglaterra, venís a Francia, y seremos Diamante y yo
quienes os mostremos París.
-Os tomaremos la palabra.- Sentenció Roy.-
Y
continuaron charlando hasta acabar la fiesta. Todos se separaron y en efecto,
cada pareja se decantó por un destino diferente. En tanto Ail y Ann volvían en
efecto al espacio con su bebé, Tom y Cooan fueron a Hawái. Respecto a Beruche y
Roy hicieron caso a los consejos
recibidos y finalmente decidieron irse a una larga Luna de Miel por Europa.
Planearon estar un mes y visitaron varios países, principalmente alguno en los
que amigos suyos residían. Los primeros días estuvieron en Inglaterra, donde
tuvieron tiempo de recorrer Londres, en la parte este de la capital británica,
a orillas del Támesis, ir a Tower Hill y entrar en la famosa Torre, viendo las
joyas de la corona, que despertaron en la muchacha una profunda admiración.
-¡Vaya, son preciosas! - Exclamó en tanto las observaba.
-Sí, la corona es bien bonita.- Observó Roy afirmando
con su característico humor.- Se lo diré al principito, a ver si se pone una
igual.
Su
esposa se rio divertida. Imaginaba a Diamante con semejante ornamento en la
testa y movió la cabeza.
-En Némesis no era costumbre llevar coronas.- Le
explicó ella.-
-Ya, con poneros el nombre de las joyas os bastaba,
¡ja, ja! - Se rio ahora él.-
Su
mujer sonrió de forma más marcada. ¡Este Roy era un caso! ¡A todo le sacaba
punta! Tras proseguir la visita y deleitarse con eso, no faltó el paseo por uno
de los puentes que cruzaban el Támesis para ver el parlamento y el Big Ben.
Beruche le explicaba a su atento esposo.
-En realidad se llama la Torre del Reloj. Big Ben es
el nombre de la campana.
-Vaya, no lo sabía.- Comentó despreocupadamente el
joven.- ¡Menos mal que no es un tema de conversación!
Su
esposa frunció el ceño como cuando quería hacerse la enfadada, pero le era
imposible no sonreír. Se hicieron unas cuantas fotos, y no faltó la
acostumbrada junto a los guardias del palacio de Buckingham, con Roy haciendo
todo tipo de gestos. Pero, eso sí, sin faltar al respeto al tipo que
estoicamente permanecía allí en pie y sin moverse.
-Ya tienen mérito estos tíos.- Comentó el admirado
muchacho.- Mira que no moverse por nada. ¿Y si se les posa una mosca en la
nariz?
-Son muy disciplinados.- Convino Bertie con una
sonrisa.-
-Tengo que agradecerle todo esto a Nephrite. Por el
ofrecimiento que nos hizo para venir a visitar Londres en nuestra Luna de Miel.
Creo que le pega mucho vivir en esta ciudad. Tiene el mismo estilo entre
tranquilo y elegante que él.- Afirmó Roy.-
-Sí, en cuanto podamos espero que hablemos con
nuestros amigos. Estaba tan ocupado con su tienda que no pudo venir con
nosotros. Y a Amanda le pasaba lo mismo con un reportaje que tenía que cubrir.-
Se lamentó Bertie.-
-¡O eso dice!. Creo que yo que Amandita estará a
otras cosas. Eso de trabajar para el servicio decreto ocupa mucho tiempo.- Afirmó
Roy.-
- A mí me dijo cuando llegamos y les llamé, que esta
vez sí que se trataba de un reportaje genuino. Algo de la familia Real.-
Rebatió Beruche.-
-¿Así que ha ido a entrevistar a Usagi y al Chapas?-
Se rio Roy.-
Bertie
a su vez no pudo evitar reírse por semejante comentario. Al fin, pudo
controlarse y negar con la cabeza, tras lo cual, replicó divertida, aunque
fingiendo algo de enfado.
-¡Mira que eres borrico! Me refiero a la familia
real británica!
-¡Ah! es cierto, que aquí también tiene reyes. Lo
siento cubito, comprende que me he criado en Nueva York. Los únicos reyes que
conozco son los del pop y del rock.
Suspirando
con un gesto de divertida resignación, Beruche pasó por alto ese comentario de
su marido y dijo.
-Una pena no poder hacer este recorrido con ellos.
-Tranquila. Les veremos luego a Amanda y a él.- Afirmó un desenfadado Roy.-
-Ya tengo
ganas de quedar con ellos y charlar. – Declaró Bertie agarrándose de un brazo
de su marido para suspirar.- ¡Les he echado de menos! Igual que al resto.
-Pero cubito, ¡estamos de Luna de Miel! No te
preocupes, ya montaremos una fiesta de las nuestras esta noche. Y con todos
juntos más adelante, igual que en los buenos momentos tras las victorias contra
algún enemigo.
-Ya sabes que cada uno se va a ir a vivir a un
extremo del mundo.- Dijo ella con algo
de pesar ahora.- Será difícil vernos como antes.
-Bueno, no te preocupes por eso, cariño.- La animó
él rodeándola afectuosamente la cintura con un brazo.- Nos veremos más a menudo de lo que crees.
Seguro. Para empezar, en dos días viajamos a Francia. Allí, el principito y
Esmy nos van a hacer de guías. Y con lo que se pican Nephrite y él, seguro que
competirán por ver quien nos muestra más cosas y nos trata mejor ¡Ja,
ja!...¡Vaya dos flipaos!¡será un gran duelo de principitos!
La
muchacha no pudo evitar reírse con él. ¡Vaya una forma de llamar a sus amigos! Al
pobre Nephrite que tenía el título de Príncipe de los Cuatro Cielos. Y sobre
todo a Diamante. Pese a todo lo sucedido, Bertie muchas veces no podía evitar
recordarle a él como el príncipe y a Esmeralda como la duquesa de Némesis, que
fueran sus superiores en el clan de la Luna Negra. Lo bueno es que ahora eran
sus amigos y les iban a mostrar muchas cosas bonitas y de gran interés
histórico.
-Esmeralda tenía razón. Me está encantando Europa.
Me hubiese gustado visitar Italia y Alemania también. ¡Hay muchas cosas
maravillosas! - Declaró una entusiasmada Beruche.-
-Bueno cubito, ya sabes que cuando planificamos el
viaje quisimos tener quince días y decidimos hacer la ruta de Europa occidental
y sur atlántica.- Le recordó él.- Constaba de estancia en Londres por tres
días, París por una semana y Madrid por cinco días. Más lo que podamos recorrer
por nuestra cuenta en cada país.
-Es cierto.- Admitió ella, afirmando no sin buen
ánimo ahora.- La próxima vez que viajemos tendremos que ir a Lisboa, Roma,
Berlín y Atenas. ¿Qué te parece? Así podríamos tener una buena visión de la
mayor parte de Europa.
-Por mí, si se come bien en todos esos sitios.- Sonrió
su marido afirmando con jovialidad.- Y a todo esto, ya voy teniendo hambre.
Aunque su esposa no respondió, nuevamente movió la
cabeza. ¡Este Roy siempre estaba igual! Entonces la joven dedicó su atención al
edificio del Parlamento que tenían tan cercano y leyó en un folleto turístico
que llevaba.
-Fíjate, la arquitectura es sobre todo del siglo
diecinueve, pero en un estilo revival gótico. Dado que el edificio primitivo
sufrió un incendio en el siglo dieciséis que hizo a Enrique Octavo trasladar su
residencia a otro sitio.
-¡Ey! Ahí pone exis palito exis…- Comentó
jocosamente él prosiguiendo con la broma.- Y aquí exis uve palito, ¡ja, ja!…
-Siglo Diecinueve, y siglo dieciséis, tonto.- Repuso
Bertie moviendo la cabeza para alegar divertida. Y Enrique VIII. Una uve con
tres palitos. - ¡Eres todavía peor que los niños!
Su
interlocutor se encogió de hombros asintiendo con una sonrisa. Ya lo sabía pero
le encantaba tomarle el pelo a su mujercita. Bertie tampoco ignoraba ese
peculiar sentido del del humor de su esposo de modo que se rieron los dos.
Después de ver aquel gran palacio se alejaron tomados de la mano en dirección a
una parada de autobús. Abordaron el clásico de dos pisos para turistas,
hicieron un buen recorrido por la ciudad y volvieron a su hotel. Allí Roy pudo comer al fin, dejando
atónitos a los camareros y al resto de la clientela. Aparentemente ajena a
ello, su mujer comentaba en modo pensativo.
-Mañana podremos visitar los alrededores de la ciudad,
quizás ir a Oxford y Cambridge. Ver Stonehenge con Nephrite y Amanda y poco
más.
Y es que habían telefoneado a sus amigos quienes se
disculparon por no haber estado disponibles aquel día, aunque les prometieron
que no faltarían al siguiente. Por ello, Bertie agregó.
- Lástima el disponer solamente de un día para ver
todo eso. Pero pasado mañana tenemos el vuelo a París.
-Fi… efo.- Asintió su esposo que ya repetía por
tercera vez el segundo plato.-
-Por favor. No hables con la boca llena.- Le pidió
Bertie mirando envarada a su alrededor.- No es de buena educación…
-Fi, pefdon cufito…- Fue capaz de replicar el
interpelado en tanto masticaba.-
Así
lo hicieron, tras recorrer algunos de esos lugares. Desde luego, las ciudades
sedes de las famosas universidades eran muy bonitas. Contaban con unas facultades
y claustros deslumbrantes, pero donde quedaron paradójicamente más
impresionados fue cuando visitaron el círculo de piedras cerca de la llanura de
Salisbury. Allí tal y como habían quedado, fueron acompañados por sus amigos
Nephrite y Amanda. La periodista destacó.
-En los últimos años se han hecho muchas
excavaciones aquí. Y se han descubierto cosas muy interesantes.
-¿Cómo por ejemplo?- Quiso saber Roy mirando
aquellos pedruscos de arriba abajo con aparente desapasionamiento.-
- Pues que está formado por piedras metamórficas
distribuidas en cuatro círculos concéntricos.- Respondió Amanda.-
-¿Piedras meta…qué..?.- Inquirió Roy con expresión
desconcertada.-
-Son rocas que se forman a partir de otras, debido
fundamentalmente a la compresión y al calor.- Le ilustró su amigo Nephrite.-
-Vale. Como Superman apretujando el carbón para
hacer diamantes.- Repuso su interlocutor.-
-No del todo, pero bueno.- Sonrió Nephrite.-
-Éste lugar era parte de un complejo mucho mayor.-
Terció Amanda.-
-Estás muy puesta en ello.- La halagó Bertie.-
-Sí, tuve un reportaje de investigación que incluyó
este lugar.- Se sonrió la joven mirando de manera cómplice a su pareja. El
señor Saint Join le devolvió ese guiño, lo que pasó desapercibido a sus amigos.
A lo que Amanda agregó.- Una joven estudiante de pos grado de arqueología que
me parece que era de por aquí, me explicó bastantes cosas. Por cierto,
trabajaba con una chica japonesa que también estaba estudiando lo mismo, creo
que en intercambio. Empezamos a charlar y surgió el tema. Me contó que esa
chica era la novia de un chico al que conocéis.
-¿Un chico? ¿Quién?- La interrogó Beruche sin
caer a quién podría referirse.-
La
periodista se tomó unos instante para intentar hacer memoria, entonces sonrió
al recordar.
-Me parece que su novio trabajaba en una cafetería a
la que solíais ir mucho con tu amiga Ami.
-¿No sería el Crown? - Quiso saber Bertie ahora con
una sonrisa.-
- Pudiera ser, no recuerdo exactamente el nombre que
me dijo. Aunque de lo que sí me acuerdo es que ese chico…trabajaba allí, su
novia me dijo que tenía una hermana muy simpática. Del nombre de ella sí que me
acuerdo. Unazuki…-Añadió Amanda.-
-¡Sí, claro!- Exclamó Beruche con visible alegría.-
Ella nos atendía muchas veces. A él le veíamos menos. Pero Unazuki nos contaba
que la novia de su hermano estaba estudiando en Europa.
-Y esa chica que dijo ser su novia, me parece que se
llamaba Raika, o Reika. Era algo así.- Comentó su contertulia.- Desde luego,
¡qué pequeño es el mundo a veces! Tanto ella como su compañera en la
excavación, una tal Alannah, me dijeron que este lugar parecía poseer una
especie de aureola mágica alrededor.
Los
demás parecieron convenir en eso asintiendo. Fue Roy quien declaró en un tono
más serio del suyo habitual.
-A veces tengo la impresión de que hemos estado en
un lugar así.- Pudo decir pensativamente contemplando aquellos menhires y
dólmenes.- Me parece familiar en algún modo.
-Me sucede lo mismo.- Convino Beruche.- Debe de ser
algún recuerdo de nuestras antiguas vidas…
Su
marido asintió, y siguieron recorriendo ese lugar. Mientras tanto la rubia
periodista les brindaba más explicaciones.
-El veintiuno de junio, cuando se produce el
solsticio de verano, el sol sale atravesando justo el eje de la construcción.
La parte más antigua del monumento ha sido fecha alrededor del tres mil cien
antes de Cristo.
-Sí, ¡ya decía yo que necesita una reforma! -
Comentó jocosamente Roy haciendo reír a sus amigos, sobre todo a Nephrite
cuando agregó.- Parece que los maestros Son Goku y Piccolo hubieran estado
entrenando aquí, a la vista de cómo lo han dejado.
-Pues es patrimonio de la humanidad desde mil novecientos
ochenta y seis. Así que no lo estropees más de lo que ya está. ¡Que te conozco
y eres capaz de apoyarte en alguna de estas piedras y tirarla abajo! - Le
comentó jovialmente su compañero de entrenamientos.-
Y su
amigo asintió divertido. El grupo prosiguió la visita durante una hora más. Al
fin retornaron a la capital inglesa. Comieron con sus amigos y tras departir
sobre sus proyectos y planes se despidieron.
-Dadles muchos recuerdos a Diamante y Esmeralda de
nuestra parte.- Les pidió Nephrite que añadió con gesto divertido.- Y por
supuesto, métete un poco con el principito por mí…
-Eso está hecho, amigo. - Sonrió pícaramente Roy.-
Sobre todo lo segundo…
Y así se dijeron adiós. Al día siguiente los recién
casados partían rumbo a Francia. No tuvieron ninguna incidencia en el vuelo que
llegó puntual al aeropuerto Charles De Gaulle. Allí, como habían quedado
previamente, les aguardaban sus amigos. Al salir por la terminal del aeropuerto
tras recoger las maletas pudieron ver un enorme cartel que ponía Malden.
Sosteniéndolo estaba un sonriente Diamante que destacaba de entre el gentío por
su elevada estatura y agarrada a uno de sus brazos, Esmeralda. La joven pareja
de turistas enseguida se acercó hasta sus amigos y se fundieron en sendos
abrazos.
-¿Qué tal el vuelo?- Quiso saber Esmeralda.-
-Bien, Londres está muy cerca, apenas si nos dimos
cuenta.- Replicó Bertie.- Por cierto, saludos de Nephrite y de Amanda.
-Ese mal queda.- Sonrió Diamante moviendo la cabeza
con desenfado para afirmar.- Lleva prometiéndome venir a vernos desde hace ya
más de tres meses.
-Sí, la última vez que nos vimos fue realmente
interesante.- Convino Esmeralda con un tono algo misterioso.- Lo pasamos
bastante bien.
-Pues ya ves, Esmy. ¡Antes hemos venido nosotros! -
Se rio Roy pasando un afectuoso brazo por la cintura de su esposa.-
-Bienvenidos a la vieja Europa continental.- Declaró
el príncipe.-
-Bueno, ¿qué tal os va por aquí?- Quiso saber su
contertulio palmeando la espalda de su amigo.-
-No nos podemos quejar.- Replicó él.- Ahora hemos
podido tomarnos unos días libres…
-Sí, Madame Deveraux es una mujer realmente
exigente.- Comentó Esmeralda.-
-Esa es tu jefa, en la casa de modas. ¿No?- Inquirió
Bertie.-
-Así es… - Repuso su interlocutora en tanto
comenzaban a caminar.- Y lo de Jefa no es solamente su cargo sino también su
apodo… ¡Menos mal que me dio permiso para venir a recibiros!
Y
en tanto seguían conversando salieron del aeropuerto y tras cargar las maletas
en un taxi partieron. Durante el trayecto hasta el hotel charlaron de temas
intrascendentes. Luego, una vez llegaron y subieron el equipaje, quedaron en
verse en un par de horas. Bertie y Roy querían descansar y arreglarse un poco
tras el viaje. Al fin, pasado ese tiempo. Sus anfitriones les aguardaban en
recepción.
-Vamos a dar una vuelta por Paris.- Les propuso
Esmeralda, añadiendo con entusiasmo.- Os haremos de guías.
-Estupendo.- Convino Bertie, para declarar.- Estoy
deseando ver los monumentos…
-Y yo estoy deseando comer.- Le susurró Roy a
Diamante que sonrió moviendo la cabeza.- ¡Tengo hambre, tío!…para monumentos ya
están las modelos colegas de Esmy.
Por
suerte para él las dos mujeres no se apercibieron del comentario. Subieron a un
taxi, Diamante iba en el asiento del copiloto y Roy entre su esposa y
Esmeralda. El chico, no pudiendo evitar otro de sus irreverentes comentarios,
sonrió afirmando divertido, sin perder detalle de los escotes de ambas damas.
-¡Tengo las mejores vistas de todo París! ¡U la,
la!…
Ahora
sí que todos se rieron, en cuanto pudieron bajaron para recorrer un poco de
aquel lugar.
-Ya veréis, “La Cite de la lumière” os va a encantar.- Les comentó Esmeralda con
visible entusiasmo.-
-¿Qué ha dicho?- Se extrañó Roy.- ¿La Cite de
qué?...
-Se refiere a París, tonto. También se la llama
así.- Repuso Bertie.-
- La Ciudad de la Luz
- Apuntó Diamante.- Es cierto.
De noche vais a comprender el porqué de ese apelativo.
Y
anduvieron hacia el campo de Marte. Lo primero que pudieron observar fue la
enorme silueta de la Torre Eiffel. Pasaron bajo ella viendo los distintos
complejos de tiendas, los ascensores y la gran altura que tenía.
-Así que éste es el campo de Marte.- Observó jocosamente
Roy para sentenciar.- Habrá que decirle a Rei que cobre entrada…
Todos
se sonrieron por la penúltima ocurrencia de su amigo. Aprovecharon para tomarse
unas fotos. Diamante llevaba una camiseta muy curiosa con I mayúscula junto con
un corazón de color rojo y la palabra París, completada con un dibujo de la
Torre Eiffel en color negro.
-Os voy a hacer una con la torre al fondo.- Les
sugirió Roy.-
Diamante
y Esmeralda posaron encantados. Pasándose las manos uno por la cintura del
otro. Ella con sus gafas de sol sobre la cabeza, su bolso colgándole del hombro
derecho y su collar con la piedra verde que engarzaba bien visible.
-Tú tampoco te quitas el collar.- Sonrió Bertie
mostrando bajo su blusa el suyo propio, con su piedra azul.-
-Ya sabes, siempre estamos de servicio.- Declaró
Esmeralda.-
Después
fueron los anfitriones quienes sacaron algunas fotos de los Malden, con la
famosa torre parisina de fondo. Una vez se inmortalizaron allí, anduvieron de
la mano de sus respectivas parejas.
-Se parece un poco a la torre de Tokio.- Comentó
Beruche.-
-Sí, pero ésta es más alta y más bonita.- Replicó
Esmeralda quién les contó.- Cuando es de noche las luces se ven preciosas desde
los apartamentos que tenemos en la casa Deveraux.
Prosiguieron andando para cruzar los Campos Elíseos,
pasar bajo el Arco de Triunfo, aunque tuvieran que cruzan una peligrosa y ancha
rotonda con coches que circulaban de forma rapidísima.
-No, si lo que no lograron los demonios lo mismo lo
consiguen los conductores de aquí.- Suspiró Roy, una vez estuvieron seguros al
otro lado.-
-París bien vale arriesgarse un poco, amigo mío.- Le
sonrió Diamante con gesto divertido.- Ya lo dijo Enrique IV de Francia, “Paris vaut bien une messe”.
-¿Qué
has dicho, principito?- Quiso saber Roy.-
-París
bien vale una misa.- Le tradujo Esmeralda.-
-Sí, pero no una fúnebre.- Resopló Bertie tras
respirar para recobrarse de esa carrera por atravesar la carretera.- ¿Verdad,
cariño?...
-Ya te digo. Y ahora que lo pienso, me parezco a
Jean Kelly, soy un americano en París, ¡Ja, ja! - se rio el esposo de la
muchacha.- Falta que llueva para ponerme a cantar…
Aunque el resto se miraron desconcertados, sin saber
a qué podría referirse.
-Siempre con tus bromas.- Le reprobó cariñosamente
Bertie.- Es que no puedes parar, mira que eres tonto.
El grupo
entre tanto se encaminó hacia el rio Sena, tras cruzar algunos bellos
puentes y una larga caminata, pasaron por supuesto por la catedral de Notre
Damme. Esmeralda se rio dejándoles un poco ensordecidos para declarar con
humor.
-Se supone que ésta es mi casa. Aquí vivía otra
Esmeralda. Al menos según el cuento del jorobado.
-Es una catedral preciosa.- Comentó Bertie.-
Empezaron a construirla en mil ciento sesenta y tres y tardaron casi dos siglos
en terminarla.
-En mil trescientos cuarenta y cinco, para ser
exactos.- Añadió su anfitriona.- Es de estilo gótico. De lo más antiguo de
París, aquí en la Île de la Cite. Durante muchos años fue la construcción
más alta de la ciudad.
Las dos
siguieron departiendo sobre ello y en esta ocasión, los chicos las escucharon
con interés. Entre los conocimientos de Beruche, que estaba estudiando arte
para dar clases en secundaria, junto con otras materias, y los de Esmeralda,
que quería empezar esa carrera por puro interés, tanto Roy como Diamante
aprendieron no pocas cosas de ese sagrado recinto. Las dos mujeres se
adelantaron un poco para conversar en tanto añadían más cosas sobre la ciudad.
Los chicos se las unieron de nuevo y finalmente, una vez concluyeron de ver la
catedral, decidieron ir a un restaurante de la zona del boulevard de Haussmann.
-Vamos a visitar las galerías Lafayette.- Les
propuso Esmeralda.- Os aseguro que merece la pena ver el interior.
Y
en efecto, entraron quedando admirados de aquella maravillosa e inmensa cúpula
de cristal, bajo la cual se disponía una arquitectura ricamente ornamentada.
-¡Es precioso!- Exclamó Bertie realmente admirada.-
Parece que estuviéramos en una ópera gigante, rodeados de palcos.
-Es impresionante, sí.- Convino Roy por una vez sin
bromear y mirando asombrado en todas direcciones.-
-Aquí hay restaurantes también. Podemos comer si lo
deseáis.- Les sugirió Diamante.-
Su
amigo asintió de inmediato, sonriente para afirmar.
-Creí que nunca ibais a decirlo…
-Siempre estás pensando en comer. ¡Es increíble! -
Pudo decir Beruche con tono de velado reproche, sin embargo, ya estaba
acostumbrada a la voracidad de su marido.-
-Lo siento cubito. Un saiyajin es lo que tiene.- Se
encogió de hombros su esposo.-
-Pues Diamante parece que descendiera de ellos a
veces. ¡Tiene un apetito tremendo! - Declaró Esmeralda.-
-Nos tendríais que haber visto en el rincón.- Afirmó
jocosamente el príncipe.- ¡Esto no es nada!
Y
tras unas risas se sentaron alrededor de una hermosa mesa de cristal. Allí
pidieron el almuerzo. La conversación prosiguió animada.
-Es curioso.- Comentó Beruche.- Pero esta
arquitectura y esa forma de cúpula me ha recordado a Némesis.
-Sí, algunos de los palacios y casas se hacían de
esta manera.- Convino Diamante.-
- Y yo recuerdo algunas historias que la reina me
contaba.- Suspiró Esmeralda ahora con un toque de añoranza.- Creo que su abuela
era de París. O algo así. Por eso tuve siempre mucho interés en conocer esta
ciudad. Y cuando volvimos a empezar nuestras vidas. Tanto Diamante como yo lo
tuvimos claro. Quisimos venir aquí.
-Pues a mi mujer también le pega. Mirad lo que he
visto.- Se sonrió Roy mostrando un cartel con un rifle que lucía como nombre
Berthier.- Al parecer tu nombre también es algo francés…como la bisabuela del
principito.
El
resto sonrió con la penúltima ocurrencia de ese muchacho. No obstante, Diamante
contestó con gesto pensativo.
-Yo no recuerdo muy bien eso. Aunque sí me parece
que mi bisabuela tenía algo que ver con
esta ciudad. Mi madre me dijo alguna cosa, pero entonces yo no prestaba
demasiada atención a eso.- Se lamentó.- ¡Ojalá lo hubiese hecho!
-Yo apenas sí recuerdo a la mía. Cuando fuimos a la
Corte perdimos el contacto. Al principio hablábamos vía pantalla, pero luego
ella…bueno, creo que mi padre la recluyó. – Pudo decir Bertie bajando la vista
y con lágrimas para remachar.- Mi pobre madre quedó trastornada cuando nos
fuimos. Ahora puedo darme cuenta de lo duro que debió ser para ella.- Sollozó
rememorando compungida.- Nunca nos volvimos a ver…Y luego, cuando al fin
supimos la verdad. ¡Ella dio su vida para tratar de acabar con ese maldito
Sabio, mientras nosotros seguíamos dócil y estúpidamente sus órdenes!
Tanto
Diamante como Esmeralda bajaron la cabeza consternados y avergonzados según
escuchaban aquello. Se sentía tan culpables como Bertie o incluso más. Roy miró
a todos sus amigos con una mezcla de estupor y tristeza. No tardó en querer
animarles, empezando por su mujer.
-¡Eh cubito! – Le dijo él con tono suave al tiempo
que pasándola un afectuoso brazo tras
los hombros.- Estamos de celebración. Con nuestros amigos. Alegra esa carita
tan blanquita y linda que tienes.
-Lo siento.- Pudo musitar ella enjugándose las
lágrimas, mientras esbozaba una leve sonrisa.- Tienes razón.
Sus
anfitriones se miraban entre tanto con la lástima reflejada en sus semblantes.
Ellos podían comprenderla muy bien. El recuerdo de sus padres y de todas
aquellas personas a las que quisieron y que tuvieron que dejar atrás, víctimas
de sus obsesiones de entonces, todavía estaba en sus corazones.
-Pagamos un altísimo
precio, es cierto.- Comentó Diamante que añadió.- Y nunca podré perdonarme el
haber estado tan ciego…
-Todos lo estuvimos.-
Se apresuró a decir su pareja, posando una mano sobre otra de él.- No te culpes
tú solo.
-Escuchadme chicos.-
Terció entonces Roy.- Todo eso está más que superado, y si lo miráis con
perspectiva incluso ni tan siquiera ha sucedido.
Entonces sus interlocutores le
observaron no sin asombro. El joven enseguida se explicó.
-Se supone que eso
sucedió en el siglo treinta, ¿verdad? Pues me alegra poder deciros que estamos
en el siglo veinte. Vuestros padres no han nacido todavía, ni tan siquiera los
abuelos de vuestros padres. No pueden estar sufriendo. Al menos ahora.
Deberíais pensar en ello.
Nadie replicó, al menos durante unos
momentos. Roy estaba acercando a su esposa hacia sí para confortarla y tanto
Diamante como Esmeralda se miraron pensativos. Fue el príncipe quién finalmente
contestó.
-Técnicamente tienes
razón. Y quizás se nos ha dado una oportunidad de enmendar todo eso. Si es así,
te aseguro que la vamos a aprovechar.
-Pues claro.- Le
animó su amigo.- Y dentro de poco vamos a llenar este mundo de pequeños Roys y
Diamantitos, ¿verdad?
Esas últimas palabras hicieron que
las dos mujeres se sonrojasen. Al final todos rieron de nuevo. Beruche,
agradecida por los intentos de su esposo para levantarla el ánimo, le dio un
cariñoso beso en la mejilla declarando con alegría recobrada.
-A veces eres todo
un filósofo.
-Bueno, pero no te
acostumbres, ¡que pensar tanto me da dolor de cabeza y muchas más ganas de
comer! - Rio él, haciendo que el resto le imitase de buena gana.-
Así terminaron la comida y pasaron el resto de los días
visitando más lugares emblemáticos de Francia. Desde luego que no faltó un
recorrido exhaustivo por el Louvre. Finalmente llegó la hora de tomar el vuelo
en Orly. Rumbo a Barcelona. Sus amigos les despidieron en la terminal
deseándoles un buen viaje.
-Ya vendréis a
vernos a casa cuando estemos de vuelta. Os contaremos como termina nuestra Luna
de Miel.- Les comentó Roy.-
-Descuida. Os visitaremos
un día de estos.- Le prometió Diamante.-
-Cuidaos mucho.- Les
pidió Bertie.-
-Lo haremos,
vosotros también.- Replicó Esmeralda.-
Por fin tuvieron que embarcar. El viaje en avión
apenas supuso un par de horas. Aterrizaron en el Prat y un guía que les
aguardaba les llevó al hotel. Tras descansar un poco en la ciudad Condal
visitaron la Sagrada Familia y el puerto Olímpico, así como el estadio del club
de fútbol más importante de esa región. Roy quiso probar su español y enseguida
abordó a un paseante para preguntarle una dirección.
-Perdone señor, ¿por dónde quedan las Ramblas?- Pudo
decir con un más que aceptable castellano.-
Sin
embargo, ese hombre le miró como si hubiese cometido algún crimen y se alejó
sin responder. El chico se quedó extrañado mirando a Bertie, que le devolvió la
mirada atónita también en tanto se encogía de hombros. Al fin, la joven pudo
conjeturar.
-No sé. A lo mejor no lo has dicho bien…
-No lo entiendo.- Repuso su marido visiblemente
desconcertado.- Juraría que la expresión era la correcta. Espero no haber
ofendido a ese tipo.
-Bueno, pues yo quería ver esas Ramblas y el parque
Güell.- Afirmó Bertie consultando un plano que le dieran en el hotel.-
-Ya preguntaremos a otro.- Dijo más
despreocupadamente él.-
Así
lo hicieron y esta vez sí que les indicaron sin problemas y de una manera
bastante amable.
-Al menos, no era cosa mía. He empleado la misma
expresión.- Suspiró un aliviado Roy.-
-Bueno, ese otro tendría un mal día.- Supuso
Bertie.-
Olvidándose de ese incidente, pudieron ver esos dos
sitios y sacar unas cuantas fotografías. Al día siguiente fueron al noroeste
del país, recorriendo la llamada “Cornisa Cantábrica”.
-Hermosos paisajes, muy verdes.- Elogió Beruche
cuando visitaron Asturias, Cantabria y Galicia
Después y tras admirar la catedral de Santiago de
Compostela, tomaron rumbo hacia la capital de España. Allí, Bertie insistió en
que debían de ver cuantos museos pudieran y la pareja recorrió el museo del
Prado, el museo Reina Sofía y el Thyssen entre otros. Algunas fotos de otros
monumentos como la Puerta de Alcalá y, ni que decir tiene, Roy estuvo
interesado en visitar los estadios de deportes, en este caso de lo que él
llamaba soccer, más importantes. En una zona llamada la Castellana pudieron
visitar la sala de trofeo del club que tenía la reputación de ser el más
laureado del mundo en aquel deporte. En otra parte de la ciudad vieron también
las instalaciones de otro club, cerca del río Manzanares, como les dijeron que
se llamaba el que transcurría por la capital de España. Curiosamente ambos equipos, acérrimos
rivales, tenían dos plazas en las que celebraban sus triunfos, dedicadas a
sendos dioses de la mitología, Cibeles y Neptuno. Tampoco obviaron un paseo por
la famosa Plaza Mayor.
-¿No es estupendo? - Le decía Bertie a su esposo
tras consultar un folleto. - Ya hemos visto los mejores cuadros y los
monumentos más hermosos. No pensaba que hubiera tantas maravillas en este país
¡Lo que podremos contarles a mi hermana y a Tom! Seguro que ellos vendrán
también con cosas muy interesantes que decirnos de Hawái.
-Sí, y lo bien que se come aquí. – Asintió
entusiásticamente él que ya le indicaba la cercanía de un restaurante puesto
que iban a ser las dos de la tarde.- Y lo mejor es que te atienden a cualquier
hora…
Aunque su mujer le miró con cierto gesto
reprobatorio para recordarle según entraban y se sentaban en una mesa en tanto
la chica sacaba una agenda que consultó.
-Roy has querido probar, si no recuerdo mal, esa
comida llamada fabada de Asturias, el pan tumaca en Cataluña, el cocido aquí,
en Madrid, y otros muchos platos tradicionales de cada sitio en el que nos
detenemos. Apunté la ternera de Ávila y las yemas mientras vimos las murallas,
o el cochinillo de Segovia en tanto visitamos su acueducto romano. Te pasaste
todo el día hablando sobre lo rico que estaba eso que aquí llaman lechal,
delante de una construcción en piedra romana de hace más de mil novecientos
años.- Remachó ella con cierto tonillo de reproche.- Es una obra tan imponente
que según las leyendas la llegaban a atribuir al diablo. Y tú pensando
solamente en comer…
-Claro – Sonrió divertido él, que parecía estar
deleitándose según ojeaba la carta, en tanto argumentaba. - Mira Bertie, el
turismo gastronómico está muy de moda en nuestros días, y tal y como hice
cuando visitamos los otros países quiero ponerme al corriente de las comidas
típicas. Igual que haces tú con cuanto
museo y monumento nos encontramos. Y esto también es cultura, no lo podrás
negar.
La muchacha tuvo que encogerse de hombros y sonreír.
Ahí su esposo le había dado un buen argumento. Eso era innegable desde luego.
Comieron por supuesto que muy bien y ya siendo tarde regresaron al hotel. Ahora
querían proseguir viaje. Se acostaron y a la mañana siguiente temprano, tras
desayunar en la cafetería que había cerca de la recepción, se prepararon. Aun
deseaban seguir hacia la parte meridional del país. Roy, que hablaba español
bastante bien, le comentó a Beruche el itinerario utilizando una especie de
guía local.
-¿Qué te parece si seguimos por carretera hasta el
sur? Podemos alquilar un coche y recorrer la región.
-¿Crees que eso será interesante?,- Le preguntó ella
bastante escéptica con esa posibilidad. -
-¡Claro que sí!- la animó su marido - podemos cruzar
la región por carretera y detenernos en algún parador.
-¿Parador? - Repitió Beruche extrañada pues ese era
un término en español que no entendía.-
- Son una especie de hoteles rurales que hay situados
por el recorrido.- Explicó su esposo. - Ya lo verás, te gustará.
- De acuerdo,- concedió ella sonriendo. - Si eso te
hace ilusión. ¡Hagámoslo!
Roy
asintió con entusiasmo, a su mujer le divertía verle tan contento, se
comportaba como un crío al que le hubiesen
concedido un capricho.
- Llamaré para pedir un coche.- Dijo él que descolgó
el teléfono para hablar con la conserjería. - Por favor envíennos un vehículo
para las doce. Gracias - colgó dirigiéndose a Beruche de forma muy entusiasta.
- ¡Ahora sólo tenemos que preparar las maletas!
Se
pusieron manos a la obra e hicieron el equipaje. El coche les esperaba en la
puerta a la hora convenida y Roy lo condujo hacia el sur.
-Es una suerte que mi carnet de Estados Unidos haya
podido ser convalidado aquí.- Declaró él.-
-Supongo que nuestros amigos del gobierno habrán
tenido algo que ver.- Comentó su mujer.-
-Sí, no me sorprendería.- Admitió el joven.-
Siguieron su camino atravesando la ciudad y saliendo
de la provincia de Madrid llegaron a la provincia de Toledo. Haciendo algunas
paradas a petición de la muchacha que no quiso perderse la Sinagoga del
Tránsito, la catedral primada y la
mezquita del Cristo de la Luz, aunque había muchas construcciones y monumentos
destacables más. Ella iba visiblemente entusiasmada en tanto ojeaba un folleto,
leyendo la parte en inglés, e informaba a su esposo.
-¿Sabías que esta ciudad antiguamente fue capital de
España? Bueno, pone que del reino visigodo.
-Vaya, ¡qué interesante! – Comentó descuidadamente
él a quién sus tripas ya comenzaban a darle una seria advertencia. -
-Quisiera ver un cuadro que tiene Doménikos Theotokópoulos aquí. - Añadió ella recordando. - Cuando estuvimos
en París, Esmeralda me dejó alguno de sus libros de arte para consultar y ese
era uno de los pintores más destacados en España, junto a Goya, Velázquez, etc…
-¿Estás segura de que era un pintor?- Inquirió su
esposo agregando divertido.- Con ese nombre creía que jugaba en los Nets, ja,
ja…
- Es más conocido por el Greco, o sea, el griego,
porque era de origen heleno.- Le explicó Bertie moviendo la cabeza ante tamaño
disparate.-
-Bueno pues preguntemos a ver.- Convino Roy, deseoso
de terminar cuanto antes y encaminarse a un buen restaurante. -
Después de preguntar un poco les indicaron la
dirección de una iglesia donde pudieron entrar, tras un grupo de turistas que
se apiñaban delante de ellos. Les costó un poco pero la joven suspiró encantada
al ver “El Entierro del Señor de Orgaz”
que era como les dijeron que realmente se llamaba ese gran cuadro. Representante
célebre del tenebrismo manierista.
-Mira lo que pone aquí.- Le comentó Bertie leyendo
un libro de arte que llevaba consigo.- “Se relaciona mucho con
Diego de Covarrubias, quien le comunica que Felipe II está buscando pintores y
artistas para la decoración del Monasterio de El Escorial. También tiene un
amigo en Toledo que le encarga un proyecto para un convento. Así, en mil
quinientos setenta y siete, el Greco llega a Toledo”. Este cuadro, sin ir más
lejos…
Su esposo
asentía mecánicamente sin hacer demasiado caso, pero tratando de sacar la
cámara de fotos de su estuche. Beruche, ajena a su falta de atención, prosiguió
leyendo fragmentos de su libro en tanto observaba el cuadro.
-“Es un encargo para la
Iglesia de Santo Tomé porque el retablo acababa de quemarse. El Greco, libre de
la presión de tener que gustar a Felipe II, busca el tema en la historia local.
Lo pintó entre mil quinientos ochenta y seis y mil quinientos ochenta y ocho.
En la parte inferior representa el momento milagroso en que el Conde Orgaz iba a ser sepultado y aparecen San Esteban y San Agustín que lo sujetan para enterrarlo”. Está muy bien este libro de Arte España.- Concluyó en tanto lo cerraba para admirar con más calma la pintura.-
En la parte inferior representa el momento milagroso en que el Conde Orgaz iba a ser sepultado y aparecen San Esteban y San Agustín que lo sujetan para enterrarlo”. Está muy bien este libro de Arte España.- Concluyó en tanto lo cerraba para admirar con más calma la pintura.-
-Sí, sí, cubito. Muy interesante.- Dijo
desapasionadamente él, a quién ya le sonaban las tripas. Con todo fue capaz de
añadir sin evidenciarlo en demasía.- Voy a hacer un par de fotos…
Aunque uno de los vigilantes obsequió a Roy con una
mirada de pocos amigos cuando éste quiso acercarse demasiado a retratar la
obra. Al fin, satisfecha la curiosidad artística de Bertie, los dos volvieron
al coche y se dirigieron hacia el río Tajo.
- ¡Este lugar es precioso! - Alabó la joven
describiéndolo admirada - el río pasa hundido
rodeando ese castillo. Y tiene un puente enorme. Éste que está más cerca
con una especie de placita redonda, se llama el “Puente de San Martín”. Y el
otro es el “Puente de Alcántara”. - Pudo pronunciar a duras penas del español.-
Y allí a lo lejos el castillo de “San Servando.” – Señaló una especie fortaleza
sobre un promontorio en el centro de una especie de islita. -
- Ya son casi
las tres. Busquemos uno de esos paradores y comamos algo. Luego podríamos
seguir. - Le propuso Roy que ya realmente tenía ganas de dedicarse a actividades
más prosaicas.- Tenemos tiempo y tengo hambre.
A
Beruche le pareció bien, satisfecha su curiosidad histórica - artística ya iba
siendo hora más que avanzada para el almuerzo, así que dejó que Roy siguiera
hasta llegar casi hasta el límite de la provincia. Hicieron un alto en uno de
esos paradores y allí comieron. Como de costumbre con buen apetito. Pidieron
carne y para asombro de Bertie y regocijo de su marido les sirvieron dos
enormes chuletas con abundante guarnición de verduras y patatas fritas. Roy por
supuesto se comió la suya y parte de la de su esposa con expresión de plena
felicidad. Pese a ese pantagruélico almuerzo no pasó por alto el postre
consistente en un gran plato de natillas. Su esposa suspiraba viéndole comer.
Por más que le observaba no dejaba de asombrarse. Incluso comentó entre
divertida e impresionada.
-¡Mira que Usagi comía cuando quedábamos con las
chicas de merienda! ¡Pero a tu lado casi me parece ahora que hacía ayuno!
- Ya sabes que los de mi raza comemos bien.- Sonrió
el chico por toda réplica, dándole a la cuchara y acabando la segunda tarrina
de natillas, dado que su mujer dijo no poder ya más con la suya.- Y encima esto
está buenísimo…
Tras la copiosa comida decidieron descansar un poco
paseando por algunas callejas y curioseando tiendas. Roy por supuesto quedó
encantado con los múltiples comercios dedicados a la venta de artesanía de
espadas y armas. Incluso las había hechas de encargo. Su apurada mujer tuvo que
disculparse cuando él se puso a juguetear con una de las que estaban expuestas.
-¡Muereee Freezer! – Gritaba como un poseso
enarbolando una espada con la que repartía mandobles al aire para pasmo del
dependiente, chismorreos de algunos turistas y vergüenza de su mujer.- ¡Ja, ja!
Ahora desintegro los pedacitos.- Remató elevando la palma de su mano y
apuntando hacia ningún sitio en particular.- ¡Debió de estar genial!
-¿Se poder saber que estás haciendo?- Le cuchicheó
una colorada Bertie.-
-Nada… recordaba una historia que me contó el maestro
Trunks. De un yo suyo del futuro. Se deshizo del que entonces era uno de los
villanos más poderosos del universo en cuestión de segundos. Es que era un
súper saiyajin…
-Ya.- suspiró su esposa haciéndole notar como les
estaban mirando.-
-¡Oh, perdón! –Se apresuró a disculparse el chico
dejando aquella espada.-
La joven estaba pasando realmente un gran apuro.
¡Aquello era como sacar a pasear a un crio de guardería! Pero claro, un nene de
casi dos metros por dos.
-Me encanta esa espada.- Pudo decir él.- Se parece a
la que el maestro Trunks me describió que tenía en esa otra dimensión.
No obstante, su mujer por supuesto que no le dejó
comprarla. Costaba bastante y ¿qué iban a hacer con ella para subir al
avión?...
-Una pena. – Suspiró él dejándola a regañadientes en
el expositor.- Le podría haber regalado
una a mi maestro Son Goku. Hace bastante que no le obsequio nada por su
cumpleaños. A decir verdad, nunca le he regalado nada porque ya estaba muerto
cuando le conocí en el Cielo. O me la podría haber quedado yo…
-A él no creo que le haga ninguna falta, y tú ya
tienes una espada. – Le recordó su mujer pensando en el arma que había exhibido
en algunos combates, procedente de sus anteriores vidas.- Con esa te sobra.
-Es cierto, nena. ¡Je, je!…- se rio el muchacho
susurrándole con tono pícaro.- Esta noche te voy a atacar con la mía…¡A
clavártela! ¡Je, je!
Bertie
se puso colorada y le arreó un buen coscorrón. Su marido se lo estuvo frotando
durante un buen rato. Finalmente decidieron retornar a Madrid. Al día
siguiente, repitieron la operación, ésta vez reservando un vehículo para las
once y dirigiéndose hacia el norte. La razón fue algo peregrina. Iban a salir del hotel y conectando la radio el
chico escuchó una canción de un grupo español que recomendaba visitar Soria. Él
cantaba el estribillo muy animado de
modo que Bertie, que no comprendía obviamente la letra, le pidió que se la
tradujera.
Todo el mundo sabe que es difícil encontrar
En la vida un lugar
Donde el tiempo pasa cadencioso y sin pensar
Y el dolor es fugaz.
A la ribera del Duero
Existe una ciudad
Si no sabes el sendero
Escucha esto:
Lentamente caen las hojas secas al pasar
Y el Cierzo empieza a hablar.
En una tibia mañana el sol asoma ya
No llega a calentar.
Cuando divises el monte de las Ánimas
No lo mires, sobreponte
Y sigue el caminar.
Bécquer no era idiota, ni Machado un ganapán
Y por los dos sabrás
Que el olvido del amor se cura en soledad
Se cura en soledad.
A la ribera del Duero
Existe una ciudad.
A la ribera del Duero
Mi amor te espero.
Voy camino Soria,
¿Tú hacia dónde vas?
Allí me encuentro en la gloria
Que no sentí jamás.
Voy camino Soria
Quiero descansar
Borrando de mi memoria
Traiciones y demás,
Borrando de mi memoria
Camino Soria.
A la ribera del Duero
Existe una ciudad.
A la ribera del Duero
Mi amor te espero.
Voy camino Soria,
¿Tú hacia dónde vas?
Allí me encuentro en la gloria
Que no sentí jamás.
Voy camino Soria
Quiero descansar
Borrando de mi memoria
Traiciones y demás,
Borrando de mi memoria
Pasiones y demás.
-Desde luego la música es bonita y la letra es
profunda. Como una poesía cantada.- Comentó Bertie cuando su marido le iba
traduciendo.-
Todo el mundo sabe que es difícil encontrar
Lentamente caen las hojas secas al pasar,
Bécquer no era idiota ni Machado un ganapán,
Que el olvido del amor se cura en soledad.
Camino Soria
Camino Soria…
Camino, camino, camino…
Camino, camino, camino Soria…
Camino Soria, Soria, Soria…
(Camino Soria, Gabinete Caligari,
crédito al autor)
Así, cuando su esposo terminó de traducírsela, le
comentó a Beruche visiblemente intrigado.
-Dicen algo del Monte de las Ánimas. La verdad, me
ha entrado curiosidad. Podríamos ir a comer algo por allí.
-¿Qué es eso?- Se interesó ella.-
-Podríamos traducirlo como la montaña de las Almas.
¡Uuuuh! – Le respondió Roy fingiendo un tono lúgubre. -
-¿Está muy lejos?- Quiso saber la muchacha mirando
su reloj, pues ya habían dado las doce del mediodía. – No me gustaría llegar
muy tarde.
-Creo que según el plano, desde Madrid tardaremos
unas tres horitas. - Calculó él dejándola pasmada.-
-¡Tanto! ¿Pero acaso no tendrás hambre antes? – Le
preguntó su asombrada mujer.-
-Sí, pero ya que estamos aquí, vamos a la aventura.
¿No crees? Anda cubito. Seguro que será divertido. - Le suplicó infantilmente
él. -
-¡Por mí no hay inconveniente! – rio Beruche para
recordarle -. El que se queja luego de que tiene ganas de comer siempre eres
tú. Y hemos terminado de desayunar a las diez. Bastante tarde por cierto…
Su esposo se encogió de hombros, pero eso de comer,
y más en este país, le encantaba. Así que, ni corto ni perezoso convenció
finalmente a Bertie. Salieron del hotel a las doce y veinte más o menos. Tras
aproximadamente esas tres horas habían entrado en los límites de la provincia
de Soria. Pasaron incluso cerca de las ruinas de una antigua ciudad llamada
Numancia. Beruche se lamentó de no tener tiempo de parar a verlas con calma,
dado que se les iba a hacer muy tarde para comer.
-Esa ciudad fue un bastión de resistencia anti
romana.- Le contó a su marido.- Tardaron muchos años en someterla.
-Esos tipos eran duros ¿verdad?- Inquirió Roy.-
Porque los romanos no bromeaban a la hora de pelear.
-Pues debieron serlo, sí.- Convino Beruche al
añadir.- Los Numantinos prefirieron morir a ser esclavizados.
-Ese es el espíritu de un saiyajin. Al menos eso
dicen mis antepasados. - Asintió Roy, agregando.- Creo que en España tienen un
dicho. Cuando alguien aguanta mucho, resistencia numantina…recuerdo que
dicen…Ahora lo comprendo.
Beruche asintió escuchando eso con interés. Era
apasionante como los dichos populares a veces reflejaban los hechos históricos.
Sobre todo en países con tan largas tradiciones. Y al menos su esposo estaba al
corriente de algunas de esas cosas.
-No es tan ignorante como a veces quiere hacer
creer.- Se sonrió divertida, más al pensar.- ¡Es un alivio!
Así guardaron
silencio durante un rato. Tras proseguir por la carretera unos pocos minutos
después encontraron un letrero que pudieron comprender ambos pues también
figuraba en inglés. El nombre de un monasterio, de San Juan de Duero, podía
leerse. Más allá se indicaba la existencia de un parador desviándose un par de
kilómetros por una carretera del interior. Roy tomó esa dirección y pronto
divisaron una gran casona muy bonita, edificada en piedra y rodeada por una
parte de bosque mediterráneo y en otra de un extenso páramo castellano que le
confería un aire añejo e incluso misterioso.
- ¡Ahí está!, por fin hemos llegado - anunció Roy. -
- Es un sitio muy bonito,- reconoció Beruche
observando en derredor, a la par que suspiraba. - Espero que también se pueda
comer. Ahora soy yo quien va teniendo hambre.- Confesó divertida.-
-¡Vaya, cariño! Al fin empiezas a hablar en mi idioma.- Rio él.-
-¡Oye! Que hasta a mí me entran ganas de comer
alguna vez.- Se reivindicó su esposa con tono jovial.-
- ¡Claro que sí, yo estoy loco por pedir un buen
asado! - Exclamó él con unas manifiestas ganas de devorar cuanto le pusieran
por delante. - ¡Qué hambre tengo!
Su
esposa movió ligeramente la cabeza sin poder evitar una media sonrisa. ¡Este
Roy siempre estaba igual! Como buen saiyajin, la comida para él era toda una
pasión. La misma chica debía de admitir que, revisando su anterior lista de
ciudades y platos típicos, en este país se comía muy bien, de modo que tampoco
podía oponer nada y a decir verdad tal y como había confesado, también iba
teniendo algo de hambre. Así que aparcaron el coche en la zona de parking en un
cobertizo exterior y salieron, la tarde estaba fresca en esas recias latitudes
y ella se echó por encima un chal.
- Vamos Bertie, ¡es la hora de comer! - Animaba Roy
para apresurar el paso. -
- Es bastante tarde ya. No creo que den de comer a
estas horas. – Opuso ella temerosa de que no hubiera servicio. -
- No te preocupes por eso. Para las costumbres de
este país, nunca es demasiado tarde para eso. - Sonrió él de modo triunfal
cuando en efecto, vieron a través de unas ventanas esmeriladas, actividad en el
comedor. -¡Oh! Me encanta España, cubito. ¡Sea cuando sea el momento en el que
aparezcas, siempre llegas a tiempo de comer!…-Exclamó encantado ante la atónita
mirada de su mujer.-
Llegaron
a la entrada, decorada con un portal labrado en maderas nobles que llevaba
grabado un escudo heráldico. Caballerosamente Roy dejó que Beruche entrase
primero y ambos avanzaron por un largo pasillo cuyo suelo de madera crujía
ligeramente bajo sus pisadas. Las paredes estaban adornadas por armaduras y
todo tipo de armas medievales colgadas por sus muros.
- Luego quisiera hacerle unas fotos a esto para
nuestra colección. - Comentó ella admirándose de la riqueza ornamental que no
podía imaginarse contemplando el espartano exterior. – Es sencillamente
espléndido.
-Pues nos hemos dejado la cámara en el coche. - Le
respondió su esposo que, más despreocupado, añadió. - Bueno, no importa,
después de comer iremos a por ella.
Llegaron
al fin al comienzo de un gran salón poblado por numerosas mesas ocupadas por un
nutrido grupo de comensales. Los dos miraron en derredor buscando alguna que
estuviera libre, para su alivio pronto se les acercó un camarero que les indicó
que le siguieran.
- Mesa para dos ¿verdad?,- les preguntó aquel hombre
delgado, de pelo moreno y estatura mediana, que rondaría la treintena. -
- Sí, gracias.- Respondió Roy que era el único que
le entendía. -
Tan
pronto como tomaron asiento el camarero les acercó una carta para que
eligieran. Beruche la ojeó algo perdida, estaba en español y no la entendía,
eso cambió tras volver algunas de las plastificadas páginas que contenían los
menús. Aliviada suspiró. Seguidamente aparecía una relación en inglés de
aquellos platos.
- Menos mal - le susurró a su esposo visiblemente
aliviada. - Creía que no podría pedir nada.
- No te preocupes cubito.- Sonrió él - ya te lo
hubiese traducido yo. Bueno. ¿Qué vas a querer?..
Bertie
se decidió por asado de cochinillo y Roy decidió pedir lo mismo. El camarero se
aproximó y él se lo dijo en un tono muy cortés.
-¿Y para beber, señores?- les inquirió acto seguido.
-
- Pregunta que queremos beber,- le tradujo Roy a
Beruche. -
- Una de esas botellas de vino español tan bueno-
sonrió ella. -
- Tendré que tener cuidado con la tasa de alcohol -
se preocupó él, aunque bien pensado, siendo un saiyajin, no creía que eso le
fuera a afectar mucho. – ¡Bah!, un día es un día, como dicen aquí.
-Sí, muchas gracias, señor. Traiga vino, por favor -
Repuso la chica, en un dubitativo español, tratando de pronunciar bien.-
El
camarero pareció comprenderla y le devolvió una breve sonrisa de cumplido. Se
alejó reapareciendo con una botella de vino tinto. Abriéndola con presteza
sirvió un poco a cada uno.
-Muy bien, cubito. Así me gusta. Aprendiendo
idiomas. ¿Cuantos sabes ya?...
-La verdad.- Repuso ella.- Inglés me fue fácil
porque en Némesis se hablaba algo muy parecido. Debió ser porque muchos de
nuestros antepasados provenían de países anglosajones. Y el japonés fue simple,
dado que parte de mi familia lo hablaba. El francés me gustaba y aprendí
bastante en la Golden. El alemán, bueno, estudiaba con Ami… Y aunque no sé nada
de español, como es similar al francés en muchas cosas, espero poder aprenderlo
pronto. Lo mismo que el italiano.
-¡Joer! – Exclamó Roy mirándola con los ojos como
platos.- Pareces una computadora. Y yo que creía que, con saber el mío y
español ya era un genio…. Bueno, y algo de la lengua de los saiyajin.
-Eso no tiene mérito. Aprendiste en el Cielo con la
telepatía de Landar, por lo que me contaste.- Le recordó Beruche.- No es igual
a estudiarla.
-Vale, pero cuenta como una igualmente.- Replicó
él.-
Bertie
sonrió moviendo levemente la cabeza. Probó el vino asintiendo ahora con
aprobación.
-Es muy bueno.- Comentó.-
-¡Vaya! , como el que bebe Diamante. - Rio Roy
afirmando. - Ahora comprendo por qué no se enteraba de nada en Némesis, el
Hombre Sabio ese estaría dándole botellas de estas. ¡El principito debía de
estar pimplado todo el día!
Quizás
se la jugó con esa chanza, recordando el mal momento que su mujer había pasado
en parís cuando lo recordó, pero él quiso precisamente desdramatizar aquello.
Por suerte dio la impresión de funcionar dado que Bertie se sonrió comentando,
eso sí, con un tinte de reprobación que no se sabía si era sincero o impostado.
-¡Qué cosas tienes! Como Diamante te oyese.
- Pues reconocería que tengo razón, ¡ja, ja!- se
carcajeó su esposo también alegando con jovialidad. –Mira, lo mismo le regalo
un par de botellas de éstas. Así le damos las gracias a Esmy y a él por su
acogida en París. Bueno, no sé yo si a ella le iba a hacer mucha gracia que el
chico se quedase dormido tras beber esto, ja, ja…
Y
entre esa y otras bromas y los recuerdos de su reciente estancia en la capital
francesa, esperaron la llegada de la comida. Bertie se acordaba de los paseos
que dieron por la zona del “Quartier Latin”, en la zona vieja de París. Esmeralda
y Diamante fueron muy amables al enseñarles las zonas más importantes. Luego
las consabidas fotos en el campo de Marte, con la Torre Eiffel de fondo. A ella
le recordó a la torre de Tokio.
-Me parece un sitio precioso.- Valoraba la muchacha
en tanto la modelo y diseñadora le decía cuando caminaban algo alejadas de los
muchachos.-Dan ganas desde luego de vivir aquí.
-La primera vez que vinimos a verlo también me
encantó. De hecho fueron Setsuna, Haruka y Michiru las que me trajeron.- Le
comentó su amiga, añadiendo. – Además, los museos son una maravilla, tenemos
que visitar el Louvre sobre todo. A mí me ha entrado la afición por el arte, de
hecho quiero matricularme para estudiar esa carrera.
-¡Vaya!- Sonrió Beruche animando su expresión.- Yo
también tengo interés por estudiar eso. En mi curso puente para dar clases de
secundaria quiero especializarme en historia e historia del arte.
-Pues qué mejor que aproveches tu Luna de Miel para
ver los mejores museos de Europa.- Afirmó su interlocutora.-
-Sí, en cuanto nos vayamos de Francia, vamos a ir a
España.- Le contó su amiga.-
-¡Olé!- Exclamó Roy que terció en la conversación
para sentenciar.- Bailes, vino…siesta,
fiesta. ¡Va a estar genial!
-Bueno, ya nos contaréis. - Intervino también
Diamante, añadiendo.- Por lo que yo sé, es un país muy bonito de visitar. Puede
que el día en que Esmeralda y yo nos casemos quizás vayamos.
Su
pareja sonrió algo ruborizada ante lo que había escuchado. No obstante, Beruche
le dijo animosa.
-Pues a ver si no tardáis demasiado. A este paso,
hasta mi hermana Petz y tu hermano Zafiro se os van a adelantar…
- Creo que ellos están muy ilusionados con hacer
prosperar la tienda que tenéis en Tokio. Luego pretenden que mi hermano se
estabilice en su trabajo…- Les comentó Diamante.-
-Nosotros queremos hacer lo mismo.- Le secundó
Esmeralda agarrándose de un brazo de su novio.-
- En nuestro caso la cosa ya está encauzada. ¿No es
verdad, cubito? - Comentó Roy abrazando de la cintura a su esposa.-
Beruche sonrió, recordaba esas conversaciones tan
agradables, desde luego el príncipe Diamante y la duquesa Esmeralda estaban muy
cambiados, nada tenían que ver con esos orgullosos gobernantes que en Némesis
ni tan siquiera se hubiesen dignado mirarla.
-Bueno, eso se debió sin duda a la influencia de la
energía oscura con la que nos irradiaron.- Reflexionó la muchacha.- Antes de
eso sí que eran agradables.
Aunque ella misma también había cambiado mucho,
claro. Se alegraba de que fuese así. Salió de esos recuerdos observando a su
marido. Con irrefrenable entusiasmo el joven ya empuñaba el cuchillo y el
tenedor.
-¡Que ganas tengo de que venga el primer plato!-
Afirmó él haciéndola reír.-
Por fortuna no tuvo que aguardar mucho más. Al cabo
de poco rato llegó la comida. En dos sendas fuentes de barro guarnecidas con
patatas cocidas en rodajas, verduras varias y una buena porción de salsa,
vieron un cochinillo con el inconfundible tono cobrizo que delataba el punto
justo del buen asado. A modo de improvisado homenaje al famoso perro de Paulov,
a Roy le caía la baba de ganas de hincarle el diente, en tanto que su mujer se
alarmaba por el tremendo tamaño de la bandeja.
-¡No voy a poder con todo esto!- exclamó ella
impresionada. - ¡Es demasiado!
- Tú no te preocupes por esa cuestión.- Replicó Roy alegremente sentenciando jocoso.
- ¡Que para eso estoy yo aquí!
Desde
luego que su marido cumplió con su palabra y Beruche no tuvo que inquietarse
por eso. El hambriento chico dio buena cuenta de su fuente y de la parte que
ella dejó, tras quedarse completamente llena. Para los postres Roy pidió un
plato de arroz con leche. La joven, que no lo conocía, se dejó convencer por su
esposo y pidió otro tanto pese a tan copiosa comida.
- ¡Esto está riquísimo! - declaró ella comiendo a
dos carrillos. - Nunca lo había probado. Es muy cremoso y con un saborcillo a
limón realmente delicioso.
- Chica, no sabías lo que te perdías - respondió Roy
que ya había devorado su plato. - ¡Qué bien me he quedado!,- añadió palpándose
la barriga con satisfacción, (eso sin duda lo aprendió de su maestro en el más
allá) para sentenciar. - Como se come aquí, no se come en ninguna otra parte.
- En Francia también se come muy bien- repuso
Beruche. - Esmeralda y Diamante nos llevaron a restaurantes muy buenos...
- Y muy caros, - puntualizó rápidamente Roy. - Pero
ni punto de comparación con esto. Allí en París, mucho “la pomme de terre aux
fines” lo que sea, pero te ponían un platito de nada y mucho perejil por encima
para adornarlo. ¡Tanto que casi ni veías la comida! Tardabas más en decir el
nombre del plato que en zampártelo. Y al bobalicón del principito le daba
igual, con tal de que le pusieran buen vino. Pero aquí es otra cosa, yo
prefiero las comidas con sustancia, recias y abundantes. Para eso soy un
saiyajin, y seguro que mi maestro Son Goku disfrutaría tanto o más que yo.
Claro que, ni aun aquí tendrían comida
suficiente para él, ja, ja, ja...
Su
interlocutora también se rio por la ocurrencia. ¡Cualquiera se imaginaba allí
juntos a Roy y a ese tal Goku si era como él! Aunque era innegable que habían comido muy bien y estaban charlando
relajados en la sobremesa. No se habían percatado de que eran ya bastante más
de las cuatro y media. La gente que les había rodeado comiendo también se había
ido marchando sin que lo advirtieran siquiera, pero ellos no tenían ninguna
prisa. Desde luego era un cambio muy agradable, tras todas sus luchas y sus
aventuras, el poder pasar una tranquila velada de charla intrascendente era
algo sencillamente maravilloso. Y cuando quisieron darse cuenta en el comedor
sólo quedaba una pareja, joven como ellos, que se disponía a marcharse.
Roy miró entonces algo distraídamente
por una ventana que le quedaba en la pared a su izquierda y se percató de que
se había formado una tormenta. La lluvia había comenzado a caer torrencialmente
aporreando los cristales con un rítmico golpeteo y las luminarias de los rayos
con sus posteriores ecos de truenos retumbaban
con bastante frecuencia.
- Mal asunto, Bertie - le dijo a su mujer -
tendremos que esperar a que se pase este aguacero.
-¡Qué lata!- respondió ella preguntando. - ¿Cuánto
crees que durará?
- No lo sé, las tormentas de este tipo son
imprevisibles, de todas maneras enseguida anochecerá y estas carreteras no son
muy buenas sin luz diurna.- Le comentó él. -
La
pareja que restaba salía ya por la puerta, Roy les abordó para pedirles algunas
orientaciones pues le extrañó que se marchasen con aquel chaparrón que parecía
empeorar por momentos.
- Disculpen. - Les inquirió con tono sorprendido. -
¿Van a salir ustedes con este tiempo?
-Sí,- respondió el hombre, sensiblemente más bajo
que él, de pelo corto y castaño, y gafas mirándole a su vez con extrañeza. - No
nos quedaríamos aquí de noche ni por un millón de pavos.
- Pero la tormenta es muy fuerte.- Objetó Roy afirmando
con sincera preocupación. -Les puede ocurrir algo en la carretera.
- Peor sería si nos quedamos, fíjese bien, ya no hay
nadie aquí, hasta los camareros van a marcharse.
-¿Pero, por qué?- Les preguntó visiblemente
sorprendido y curioso. -¿Qué tiene de malo este lugar por la noche?
-¿No lo sabe?- le inquirió el hombre bastante más
sorprendido aún que su
interlocutor. -
- Mi mujer y yo somos extranjeros, norteamericanos.
- Explicó Roy - estamos pasando nuestra Luna de Miel aquí y...
Aquel hombre no le dejó acabar la frase
advirtiéndole con tono temeroso…
-Les aconsejo que busque otro sitio más seguro…
-¿Más seguro?- Se sorprendió su interlocutor.-
Estamos hospedados en un hotel, en Madrid, que está bastante bien.
- Entonces no se queden ni un minuto más aquí. -
Terció la mujer, rubia y de escasa estatura visiblemente asustada. - La
“Compaña” merodea por estos lugares y esta noche es la noche de las Ánimas.
-¿Noche de las Ánimas? - Inquirió su contertulio con
una mueca de sorpresa - ¿qué es eso?
- Es una larga tradición de nuestra tierra, sobre
todo en las regiones castellanas.- Le explicó el hombre, aclarándole. -
Parecido al Halloween en su país. Durante esta noche, las almas en pena de
todos los que murieron por estos parajes vagan por aquí tratando de apoderarse
de las almas de los vivos para que
ocupen su lugar...
-¡Pero que tontería!- rio Roy. - Eso son sólo
tradiciones y fiestas populares. Además, ¿qué les puede pasar si se quedan
aquí?. Tengo entendido que este lugar tiene alojamientos, con cerrar las
puertas...
- Verá, nosotros somos de por aquí y desde niños
hemos oído toda clase de historias. Este parador está construido sobre las
ruinas de un antiguo castillo. - Le contó la mujer. - Hace mucho que su señor,
un Conde, fue muerto. Creo que en época medieval. Se rumorea que cayó en
desgracia al ser asesinado mientras huía de la lucha contra los moros. Desde
entonces su espíritu vaga por aquí en espera de alguien que le sustituya. Y se
dice que solamente podrá conseguirlo en la noche de difuntos, que es cuando
estos pueden volver a contactar con los vivos. Por eso nadie se queda en este
lugar cuando oscurece en este día. Algunos que se atrevieron a pasar por aquí y
que pudieron escapar contaban cosas sobre apariciones terribles cuando se ponía
el sol y en esta época del año oscurece pronto. Además, ya le digo que siendo
hoy la noche que es, los poderes del más allá son más fuertes. ¡Hágannos caso y
váyanse!
- A mí no me preocupa un fantasma. - Contestó Roy
quitándole importancia a todo aquello para confesar con desenfado. - Me las he
tenido que ver con cosas mucho peores, créanme.
- Ustedes sabrán - le respondió aquel hombre mirando
con aprehensión su reloj. - Nosotros ya les hemos advertido, adiós, y que Dios
les guarde.
Dicho
esto la pareja se perdió por el pasillo. Al cabo de un instante se escuchó el
ruido de un coche que arrancaba.
- Pues vaya - se dijo Roy riendo con gesto
incrédulo. - ¡Qué miedosos son por aquí!
Beruche
se levantó de la mesa interesada por la larga conversación que su marido había
mantenido con esa pareja. Aunque estuvo tratando de escuchar, al producirse en
español evidentemente no se enteró de nada.
-¿De qué habéis estado hablando? Parece que era algo
interesante.- Comentó ella.-
-En cuanto te lo cuente te vas a reír.- Afirmó su
esposo.-
Y
en efecto, hizo un breve resumen. Sin embargo su mujer, lejos de reírse,
parecía inquieta cuando le dijo.
- Quizás deberíamos hacerles caso e irnos.
-¡Oh, venga ya! , no me digas que te vas a creer
todo eso. - Le contestó Roy con un ligero tono de burla que la hizo sentir un
poco tonta, para proponer a su mujer. - Alquilemos una habitación y pasemos
aquí la noche. A mí me gustan este tipo de lugares. Además Bertie, cariño. Yo
soy un descendiente de los guerreros del espacio y tú una justiciera, ¿qué nos
va a pasar?- Rio confiado para sentenciar. - ¿Conoces a alguien lo
suficientemente idiota en este mundo como para meterse con nosotros?
-En este quizás no…- Suspiró su esposa.- Pero…
Roy
se sonrió, ahora era él quién movía la cabeza con expresión incrédula. Y añadió
con claro retintín provocador.
-No me puedo creer que la Dama del Hielo, que ha
luchado contra los seres más poderosos y terribles, tenga miedo de unas
historias de fantasmas. Vale cubito. ¿Quieres que te traiga un osito de peluche
para que lo abraces?
- Tienes razón - sonrió Beruche a su vez recuperando
su seguridad, un poco avergonzada e incluso picada por aquella especie de reto.
- Pide que nos den un cuarto.
Su marido le guiñó un ojo y le indicó que fuera con
él, llegaron hasta la recepción donde el empleado encargado de los alojamientos
estaba también preparándose para irse. Se quedó bastante perplejo cuando le
anunciaron que deseaban una habitación para pasar la noche. La sorpresa pasó a
Roy y Bertie cuando el chico les comunicó que su estancia sería gratis.
- No es cristiano cobrar dinero a quien pone en
peligro su alma de esta manera.- Dijo con voz temblorosa mientras recogía sus
cosas a toda prisa.-
- Oiga, no será para tanto.- Sonrió incrédulamente
Roy moviendo la cabeza.-
-Aquí tienen ustedes este libro.- Les indicó el tipo
aquel dándole un tomo no muy grueso escrito en español e inglés.- Mejor léanlo
y ya verán.
- Gustavo Adolfo Bécquer, El Monte de las Ánimas. - Leyó él, en tanto
Bertie se acercaba curiosa y le quitaba aquel ejemplar.- Vamos amigo… esto es
solamente una novela…
- ¡Que la Virgen les
ampare!- Fue lo último que le contestó ese individuo antes de salir pitando de
allí. - ¡Cuídense!
Cuando
el muchacho se lo tradujo a Beruche ella comenzó a preocuparse seriamente esta
vez.
- Oye Roy, esto no me gusta, ¿has visto que cara
tenía? ¡Estaba asustadísimo! Y eso de no querer ni cobrarnos.
- Y ni siquiera nos ha dado una habitación, pues
bueno, la escogeremos nosotros… -Declaró él.-
Y ágilmente
el chico pasó tras el mostrador que parapetaba la recepción y eligió una llave
del compartimento de las habitaciones de matrimonio.
- Me leeré esto. Parece interesante.- Comentó su
mujer observando con alegría que ese tomo también estaba traducido al inglés.-
- Me parece bien. Sube a la habitación y échale un
vistazo al libro ese mientras yo recojo las cosas del coche. - Le pidió Roy. -
- Te vas a calar.- Le objetó ella - está lloviendo a
cántaros.
- Con mi energía me secaré enseguida, - contestó
despreocupadamente él. -
Asintiendo
Beruche hizo lo que su marido le decía aunque no de forma muy entusiasta. Aquel
lugar, tan agradable y acogedor cuando llegaron, se había tornado siniestro con
aquella tormenta de negros nubarrones que no dejaban ver el cielo. Además, la
poca luminosidad que podría traspasar aquel oscuro telón había decaído ya. La
joven conectó la luz del pasillo, debía subir unas largas escaleras que
ascendían en caracol hasta el piso de arriba. Fue por el largo corredor al que
éstas le dieron acceso hasta detenerse en el número de la habitación que tenía
la llave que Roy había escogido. Abrió con un ligero chirrido que le puso los
pelos de punta y entró tanteando la pared para buscar el interruptor de la luz
que se encontraba bastante alejado. Lo encontró tras la cama y lo pulsó
encendiendo una lamparita de noche que apenas iluminaba aquel cuarto dejándolo
sumido en una penumbra algo inquietante…
-No sé, no sé.- Pensaba ella con apuro.- Quizás nos
hayamos equivocado al decidir quedarnos aquí…
Por
su parte, su esposo llegó hasta el vehículo, abrió el maletero y sacó el
equipaje. En efecto se empapó de arriba abajo. Retornó al parador y entró con
las maletas, calado hasta los huesos.
-Bueno- se dijo tras suspirar.- Voy a subir con
Bertie. Seguro que se impacienta.
Iba
a hacerlo cuando un aparato radiocasete le llamó la atención. Tenía una cinta
dentro. Curioso lo miró.
-¡Vaya! Aquí todavía usan esto, no sé, a ver que
tienen…
Le
dio a la tecla del play y pudo oír una canción en español que le gustó bastante,
el intérprete tenía una magnífica voz. Apagó al cabo un minuto recordado que debía reunirse con su
esposa. Entre tanto Beruche aguardaba efectivamente con cierta impaciencia. Al
cabo de unos instantes que se le hicieron bastante largos, Roy reapareció
chorreando y con las maletas. A ella ni le había dado tiempo a comenzar a leer.
- Ya estoy aquí, ¡uf!, ¡como llueve!- reconoció él.
-Tenías razón, me he empapado nada más salir – y de inmediato se quitó el
jersey y la camisa que llevaba y emitió algo de energía, en pocos segundos
estaba seco -¡Ya está listo el secado instantáneo de los súper guerreros!- rio
quitándose el pantalón para querer saber. - ¿Qué hora tenemos?
- Todavía no son las seis, pero parece noche
cerrada. - Le respondió Beruche. - Con un tiempo así, no me extraña que esto
inspire tanto temor a la gente de por aquí.
- Vamos cubito, ¡no seas tan miedosa!- se burló Roy
añadiendo. - Si vas temblar de miedo te dejo agarrarme.
-¡No seas tonto!- replicó ella algo contrariada. -
- Bueno, anda. No te enfades- sonrió él pues le
encantaba hacerla rabiar. -¿Por qué no te quitas la ropa y lo pasamos bien tú y yo?- le propuso con voz melosa. - Te
aseguro que así se te olvidan todos los fantasmas del mundo.
- Eso suena bien,- sonrió Beruche con el mismo tono.
- Además, esta cama parece muy cómoda. - Añadió pasándose el jersey por la
cabeza para quitárselo en tanto se sentaba sobre el colchón rebotando en él y
haciendo resonar los muelles del somier. – Vamos a comprobarlo…
Su
marido no respondió, para cuando la muchacha se había quitado el jersey ya no
estaba allí, ella le buscó recorriendo la habitación con la mirada.
- Vamos Roy, deja de hacer el payaso. - Le pidió
ella sin dirigirse a ningún punto en particular. - Si crees que me vas a
asustar estás muy equivocado. - Añadió con una sonrisa que pretendía reflejar
seguridad. -
Pero
éste seguía sin dar señales. Suspirando, Beruche decidió dejarlo estar, seguro
que su marido estaría escondido fuera, riéndose. Mejor no seguir hablando para
darle más cancha, se levantó de la cama dirigiéndose hacia un recio y profundo
ropero. Abrió la puerta y entonces algo acompañado de una luz anaranjada y
mortecina saltó sobre ella.
-¡Auu!- chillaba aquella aparición haciendo que la
chica se pusiera a gritar como una
histérica saltando hacia atrás. – ¡Soooy el fantaasmaaa cataplaaasmaaa!
Una
vez que se le pasó el susto inicial, Beruche miró con más detenimiento. Esa
aparición no era otro sino Roy, enfocándose una linterna a la garganta haciendo
que su cara tuviera un tono rojizo luminoso, además de llevar anudada al cuerpo
una sábana. Las carcajadas de éste resonaron por la habitación mientras que su
mujer se enrojecía cada vez más por el enfado.
-¡Roy, eres un estúpido, tonto, cretino!- Le chilló
tirándole todo tipo de cojines y utensilios que alcanzaba a agarrar. -
- ¡Era una broma, mujer! No te enfades tanto. - Se
excusó él riéndose según soportaba la lluvia de objetos para pedir de forma conciliadora. – Anda,
dame un besito.
-¡No te acerques, bobo más que bobo! ¡Anata wa baka
des! - Le gritó indignadamente ella parapetándose con la almohada. -
- Pero no seas así,- le pidió melosamente el chico.
- Vamos, ¿no te habrás asustado tanto por esto?- Inquirió a la vez que se ponía
la sábana en la cabeza y levantaba los brazos. -
Su
esposa asomó media cara tras la almohada con la que se cubría, entornando el
ojo y con gesto severo repuso sin saber ya si enfadarse o reírse.
- Casi me matas del susto, ¡idiota!
Entonces Roy la sujetó por detrás levantándola
en vilo pese a los pataleos de Bertie, enseguida se arrojó con ella sobre la
cama y trató de quitarle la almohada. La joven se resistía chillando entre
risas. Pero por fin su esposo logró su objetivo tumbándose sobre ella.
- Ahora te compensaré por el mal trago.- Le aseguró
él con una voz insinuadora. -
Al
fin Beruche se dejó desvestir entregándose al juego y ambos hicieron el amor
sobre la cama. Pasaron un largo rato acostados sin hablar hasta que la chica
dijo.
- Bueno, te perdono, pero prométeme que no me
volverás a dar un susto como éste.
- Lo prometo.- Contestó Roy levantando la mano
derecha como si lo jurase sobre la Biblia. - ¡Y gracias por perdonarme al fin!
- rio animadamente el muchacho. -
- La verdad- admitió ella con una tenue sonrisa de
satisfacción - es que te sabes hacer perdonar.
Él se acercó a la chica y la abrazó de nuevo.
Tras unos instantes de besuqueos Roy se desperezó levantándose de la cama.
- Pues me han entrado ganas de explorar todo este
sitio, a ver a los fantasmas.
- Déjalo, mejor quédate aquí. - Le pidió su
interlocutora. -
-¡Ah, Bertie!,- rezongó Roy arguyendo. - A ver, ¿qué
nos ha pasado hasta ahora, eh? No son más que tonterías. Además, toda la noche
aquí nos vamos a aburrir, ¿Qué hora es?..
- Las ocho- repuso ella consultando su reloj. -
- Pues vamos a dar una vuelta, anda vístete. - Le
indicó él.-
Ella
no tenía demasiadas ganas pero se dejó convencer por su insistente esposo. A
pesar de su promesa no quería que él le diera otro susto, así que lo mejor
sería ir a su lado. La chica se llevó aquel libro pues tenía curiosidad por
leerlo. Una vez vestidos salieron de la habitación recorriendo el pasillo. Los
reflejos de los rayos aún les llegaban a través de alguna de las ventanas,
llovía pero de una forma más tenue. El chico dio la luz de otra estancia
indicándole a Beruche con un atónito susurro.
-¡Mira eso...no me lo puedo creer!
-¿Qué has visto?,- inquirió ella esperándose
cualquier tipo de aparición sobrenatural. -
-¡Una tele!- Exclamó Roy en voz alta levantando los
brazos. - ¡Qué bien, espero que tenga canales satélite! - Y el chico la conectó
enseguida dando una pasada por los canales nacionales. -
-¡Desde luego!- le recriminó Beruche con los brazos
en jarras. - Mira que lanzarte a por un televisor, ¿y es que no eres capaz de
decirlo de una forma que no me sobresaltes?
- Perdona cubito, no ha sido mi intención, pero es
que ha sido una suerte.- Pudo disculparse él.-
Roy
se sentó en un sofá que había a un par de metros del aparato, Beruche hizo lo
mismo pero decidió centrarse en la lectura. Aunque le fue algo difícil hacerlo.
En la televisión aparecía un individuo que andaba de una forma muy rara,
bamboleándose hacia adelante y hacia atrás, con los brazos encogidos y diciendo
algo así como jarl jarl..
-¿Qué dice ese hombre?- Preguntó Beruche
observándole atónita. -
- Está contando un chiste, espera que ahora te lo
traduzco. - Le respondió su esposo con tono expectante. -
Aquel
tipo debía de estar diciendo unas cosas bastante raras, Bertie no le comprendía
pero su marido se caía de risa.
-¡Ja, ja, ja, el doctor Grijander more! - repetía
Roy mientras su mujer le miraba extrañada. - ¡Nací después de los dolores...ja,
ja, ja!... Y “diche”…ja,ja…
-¿Quién es ese doctor?,- preguntó ella sin entender.
-
- No lo sé, pero tiene gracia y eso que los chistes
son malísimos. Seguro que este tipo hubiera pasado la prueba del maestro Kaio
más rápido que yo. - Reconoció él que repetía algunas de las sentencias de ese
tipo entre carcajadas. - ¡Cobarde, pecador de la pradera!
- Pues a mí no me hace mucha gracia que digamos.-
Rebatió Beruche cruzada de brazos. -
- Eso es porque no lo entiendes, espera que te lo
traduzco.- Le contestó su risueño interlocutor. -
Aunque
una vez traducidos los chistes su mujer seguía con la misma actitud.
- Pues sigue sin hacerme gracia.- Opinó ella
desapasionadamente. -
- Bueno, es un sentido del humor un poco particular-
admitió Roy. - Si no eres de aquí o no estás un poco al tanto de las costumbres
y modismos locales no te hará gracia.
¿Y cómo es que te la hace a ti?,- le preguntó
Beruche incrédula de que así fuera. -
- Bueno, a mí me va ese tipo de humor.- Repuso él
encogiéndose de hombros. -
El
programa terminó a eso de las diez, Bertie estaba aburrida y hambrienta. Roy
también tenía ganas de cenar y decidieron ir a buscar la cocina. Dieron algunas
vueltas hasta encontrarla. Por fin ante ellos aparecieron numerosas viandas.
-¡Tortilla de patatas!- exclamó Roy encantado - y
pimientos...también hay jamón serrano, ¡qué bien vamos a cenar! - Afirmó con
gesto radiante al tiempo que comenzaba a amontonar todo eso en una bandeja. -
- Creo que ya tenemos bastante. A estas horas cenar
demasiado nos sentará mal. Sobre todo tras la comilona que nos dimos. - Opinó
Beruche que se estaba comiendo a mordisquitos un trozo de jamón para reconocer
gratamente sorprendida. - ¡Está muy bueno!
- Veamos ahora que hay de beber.- Le dijo Roy. -
Espero que tengan algo rico,...
Dando
una ojeada el joven descubrió una botella de cava y otra de mosto, con eso hubo
suficiente para ambos. Entonces Roy recordó aquel aparato de música y le
comentó a su esposa.
-Escucha esto, cubito.
-¿Alguna otra de esas tontadas que tanta gracia te
hacen?- Inquirió ella con tono desconfiado y sus ojos entornados.-
-No, te lo aseguro. Es una cinta de música. Pulsé el
play por curiosidad y el cantante es muy bueno. No sé quién podrá ser pero
tiene una gran voz.- Admitió con admiración.-
-¿Canta en español?- Quiso saber ella con más
interés.-
-Sí, pero tranquila, ya te lo traduciré.- Le comentó
su esposo.-
Y
tras rebobinar hacia atrás un poco y conectar el aparato ambos escucharon.
Beruche tuvo que admitir que esa canción era muy bonita. Su marido, fiel a su
promesa se la tradujo.
donde yo logré ocultarme
y así poder mi tristeza llorar,
de un ayer cruel e infame.
Algunas horas allí pensando
pero nada conseguí.
De pronto en la cama estaba yo
y llorando al fin me dormí.
Y entre mis sueños yo me vi
de pie
en la nueva calle
buscando la puerta del amor
y yo ya no sufrí
al ver
que esa puerta se abre.
Hoy siento dentro de mí…
el amor.
Contento y sin dudas desperté
recordando aquella calle
de un pueblo llamado Libertad
donde yo llegué a encontrarme.
Salté de la cama, bajé al bar,
tú te hallabas junto a mí.
Perdona te dije, sonreí,
me miraste y fui feliz.
Y entre mis sueños yo me vi
de pie
en la nueva calle
buscando la puerta del amor
y yo ya no sufrí
al ver
que esa puerta se abre.
Hoy siento dentro de mí
el amor.
Junto a la puerta del amor
te hallé y logré besarte,
mis sueños son ya realidad, amor.
Junto a la puerta del amor
te hallé y logré besarte,
te siento dentro de mí.
Junto a la puerta del amor
te hallé y logré besarte,
mis sueños son ya realidad, amor.
Junto a la puerta del amor
te hallé y logré besarte,
te siento dentro de mí.
Junto a la puerta del amor
te hallé y logré besarte,
mis sueños son ya realidad, amor.
(La Puerta del Amor, Nino Bravo, crédito al autor)
-Es muy hermosa. Tiene una enorme fuerza. - Declaró
Bertie con una sonrisa.- ¡Qué bien canta ese hombre!
-Hay más, debe de ser un disco de este cantante.-
Conjeturó su esposo añadiendo con visible interés.- Mañana cuando vuelva el
tipo de la recepción le preguntaré. – Y dicho eso añadió de modo más
desenfadado.- Bueno, creo que ahora será mejor que tomemos algo…
Su mujer asintió. Se volvieron hacia la habitación y
cenaron dando buena cuenta de toda la comida. Luego charlaron un rato. Ya eran
más de las once cuando terminaron y llevaron la bandeja de nuevo a la cocina.
- Creo que deberíamos acostarnos ya,- propuso Bertie
- así mañana nos levantaremos temprano y podremos seguir viaje.
- No es mala idea- convino Roy - podríamos
acostarnos primero y ya nos dormiremos después. - Añadió tocando el trasero de
su mujer que se sonrió. -
-¡Siempre estás pensando en lo mismo!..
-¡A lo mejor tú no! - rio animadamente él. -
Beruche
tuvo que admitir que sí, entre las risas de ambos. Así que subieron de nuevo a
la habitación donde comenzaron a dedicarse mutuas caricias.
- Un momento,- le pidió ella. - Tengo que ir al
cuarto de baño.
El
chico asintió mientras su mujer se dirigía hacia el servicio que estaba a tan
sólo unos metros en un cuarto contiguo. Fue justo entonces cuando la luz se fue
repentinamente. Beruche aporreó la puerta del cuarto para llamar a Roy, él se
acercó rápidamente, brillando como un súper guerrero para alumbrarse.
-¿Qué te ocurre, Bertie?- Preguntó él no sin
graciosa sorna. - Algún espíritu está usando el lavabo.
- Muy gracioso. Se ha ido la luz y no veo nada. ¿Puedes
traerme una linterna? - Le solicitó ella tras la puerta. -
Roy
se alejó trayendo la suya y regresó tocando la puerta.
- Aquí la tienes.- Dijo él jugando con el haz de luz
que esta emitía. -
Beruche
abrió una rendija pasando una mano aferró la linterna y se metió dentro otra
vez. Al cabo de unos minutos salió.
-¡Vaya una lata, ahora se va la luz! - Se quejaba
ella. - Mira que pasarme justo en el baño.
- No te preocupes,- repuso Roy agregando divertido. - Para lo que la vamos a necesitar.
- ¡Por lo menos contigo no hacen falta linternas! -
rio su esposa cuando al fin estuvo lista - con ese resplandor se ve muy bien el
pasillo.
Y
precisamente andando a la luz del resplandor de Roy pronto llegaron a la
habitación. Beruche se echó sobre la cama invitando a su marido a hacer lo
mismo.
-¡Vamos muchachote!- se rio ella incitándole. -
Roy
estaba sonriente y dispuesto a lanzarse cuando escucharon unas graves
campanadas, estaban dando las doce.
- Qué extraño.- Comentó él, ahora con tono reflexivo - antes no he
oído ningún reloj.
Su
interlocutora no respondió, escuchaba igualmente sorprendida. Ambos aguardaron
hasta que terminó el tañido de las doce que pareció quedar suspendido durante
unos interminables instantes hasta que se extinguió.
-¿De dónde podrá venir eso?- Se preguntaba Roy en
voz alta. – No recuerdo haber visto ninguna iglesia por aquí cerca.
- Quizás el sonido se propague a mucha distancia por
aquí. Al ser esto zona de llanura. Mejor déjalo estar,- le aconsejó
Beruche a su pesar algo atemorizada. -
- Espérame un momento, voy a dar una vuelta.- Le
indicó su esposo arreglándose la ropa que aun no se había quitado. – A ver si
logro saber de dónde procede…
- ¡Por favor, no me dejes sola! - Le pidió su mujer
visiblemente nerviosa. -
Él
enseguida acarició el rostro de la chica para responder con voz
tranquilizadora.
-No tengas miedo, no hay motivo. Además, si ves u
oyes algo raro grita y me transportaré contigo instantáneamente.- Encendió una
palmatoria que había sobre una mesita para que su esposa tuviera luz y la animó. - Con esto no
estás a oscuras. ¡Y vamos...mujer, que no eres una cría! ¿Con todo a lo que te
has enfrentado y ahora te van a dar miedo las sombras?
Beruche
no pudo replicar más, aquella última declaración de su marido la había
avergonzado un poco. Lo cierto es que tenía toda la razón. Ya era mayorcita
para asustarse de la oscuridad, y más con
la cantidad de aventuras y de retos por los que había pasado. Asintió y
su esposo salió alumbrándose sólo con la linterna. Nada más cerrar la puerta la
muchacha se acurrucó en la cama al lado de la palmatoria. En el pasillo, Roy
avanzaba sin encontrar nada extraño. Sin embargo, algo raro flotaba en el
ambiente.
-No sé, debe ser que Bertie ha logrado
sugestionarme.- Se dijo él moviendo la cabeza.-
Y es que le daba la impresión de que una extraña
atmósfera, más densa de lo normal, se propagaba por ese corredor. Era como si
alguien hubiera metido neblina dentro. Unos ruidos raros se empezaron a oír al
otro lado de la esquina donde terminaba el pasillo. El joven corrió a doblarla
puesto en guardia, pero era el aire que entraba a través de una rendija de la
ventana y silbaba. Por su parte, en aquel cuarto de huéspedes, la joven seguía
tratando de racionalizar aquello.
- Este Roy, ¡que manía tiene de investigarlo todo!-
Se quejaba Beruche en voz alta, hablando consigo misma para quitarse un poco
ese tonto temor que pese a todo la embargaba. – Seguro que habrá sido la
campana de algún pueblo cercano. En este país son muy religiosos, o eso decían
en la agencia de viajes. De todas formas es un caso. Como se le puede ocurrir
dejarme aquí sola,...no es que tenga miedo, pero es desagradable.
La
luz de la palmatoria parecía brillar ahora con más intensidad, entre tenue y
neblinosa. Bertie pensó en tratar de leer algo a su luz, lo intentó pero apenas
sí pudo descifrar los primeros párrafos de ese libro con dificultad. Finalmente
desistió, eso no era bueno para la vista. Aunque la tonalidad de la habitación
estaba incrementándose. Miró hacia el fondo de la estancia y se quedó muda. Un
escalofrío le recorrió la espalda al ver como desde la pared se materializaba
una gran bola de luz, de un color apagado y ceniciento. Lentamente esa bola
tomaba forma humana.
-¿Roy?- Preguntó balbuceando en la improbable
esperanza de que fuera otra broma de él. – No tiene gracia…
Pero
no parecía ser su esposo. La figura en cuestión apareció más nítida mostrando
una armadura decorada con unos signos idénticos a los que vieron en la puerta
del parador, una cota de malla y un colgante de oro, una cara de mediana edad
con bigote y perilla. El rostro era agradable en general...pero claro,
pertenecía a una aparición fantasmal y eso quitaba de la cabeza cualquier
apreciación sobre la belleza...
-¡Ahh!- Chillo ella llevándose una mano a la boca.-
El
grito de Beruche retumbó por todo el parador, Roy por supuesto lo escuchó y se
transportó inmediatamente.
-¿Qué ocurre?- Preguntó en posición de guardia
mirando a su aterrada esposa que señalaba a la pared, con una mano, usando la
otra para taparse con una manta, y sin ser capaz de poder articular palabra.
-¿Qué pasa?...
El
chico se giró descubriendo aquella fantasmal silueta que le sobresaltó.
Enseguida se sobrepuso y le espetó.
-¿Quién eres? ¿Qué pretendes? Te advierto que soy
muy fuerte. Si pretendes atacarnos lo lamentarás.- Afirmó en un español
bastante claro. -
Aquella
figura se había transfigurado en una forma más nítida y para sorpresa de Roy le
contestó de inmediato con una voz grave y bastante seria.
-¿Cómo osas retarme, villano? Has de saber que soy
el señor de este feudo. Un mancebo como vos no me llega ni a la altura de mis
espuelas.
El
aludido se quedó perplejo, había palabras que no entendía, pero más o menos
comprendía lo fundamental.
-¿Pero qué dice?- Se preguntó el chico en voz alta.-
-Sois un piernas, señor y un malandrín...habéis
sobresaltado a la doncella.- Respondió el fantasma señalando a Beruche que no
comprendía nada, entre atónita y asustada. -
-¿Pero qué es lo que dice?- Le preguntó a su vez
ella a Roy con un tenue balbuceo. -
- No lo sé exactamente, habla en castellano antiguo
y hay palabras que no comprendo,- repuso su esposo también confuso. -
-¡Esas evasivas no os servirán conmigo canalla,
villano, babieca!- Espetó el fantasma desenvainando su etérea espada.-
- Ya me estoy hartando, ¡deja de insultarme de una
vez!- Tronó Roy convirtiéndose nuevamente en súper guerrero y logrando
sobresaltar al mismo fantasma sobre todo cuando agregó con enfado. - Espíritu o no te la estás buscando,
¡cretino!
-¡Oh! , sin duda debéis ser un enviado del cielo con
ese áureo resplandor. - Tartamudeó el fantasma asustado al presenciar tal
cambio. - ¿Por ventura venís en nombre de San Miguel y sus ángeles para
castigarme?, perdonad si os he ofendido, señor. Realmente sois un gigante…
Los
esposos se miraron atónitos, cierto era que aquella aparición apenas era algo
más alta que la propia Bertie. A buen seguro la estatura media de esa época
había sido muy inferior a la actual. Y teniendo en cuenta que la altura de Roy
sobrepasaba bastante el promedio del siglo veinte.
- Pues sí que era un cobarde el tipo, además de un
tapón- le susurró Roy a Beruche. - Bueno, no soy un ángel exactamente. Aunque
no puedo negar que estuve en el Cielo.- Le contestó al fantasma añadiendo en
tono más conciliador. - Pero deja ya de insultarme y quizás te pueda ayudar.
Creo que te hace falta, por lo menos así no darás la lata a estas horas.
-¿Lo haríais?- Exclamó el esperanzado espectro. -
¡Albricias! ¡Eso sería magnífico!
- Usted es el famoso fantasma del Conde. - Se
atrevió a preguntar Beruche por fin. -
El
espectro hizo una larga y pausada reverencia. Para asombro de los mortales
parecía entender el inglés.
- Así es bella y angelical señora, a vuestras
plantas se haya este humilde hidalgo que...
- Vale, vale- interrumpió Roy aburrido para rezongar
- y éste es el fantasma ese que tanto miedo despierta, ¡joder! Será por lo
palizas que es....se enrolla más que Mamoru cuando va de Tuxedo Kamen. Le
llamaré el espíritu chapas por lo cansino.
- Roy, no digas palabrotas. - Le reprendió Beruche
con un tono más maternal y condescendiente que otra cosa. -
Éste
refunfuñó pero se calló, la muchacha entonces le inquirió al fantasma de una
forma más amable.
-¿Qué podríamos hacer para ayudarle, señor?...
- Escuché la bella canción que pusisteis antes. Y me
he visto atraído por ella, concuerda mucho con mis propias circunstancias.-
Declaró el espectro.-
-¿Qué circunstancias son esas?- Le preguntó Roy no
sin desconfianza, para traducirle después aquella perorata a su mujer.-
-Seguro que tenéis una historia muy interesante que
contar.- Comentó ella.-
-A fe mía que lo es. Pero se trata de una larga
historia que merece la pena ser contada en circunstancias algo menos
intempestivas, bella doncella. - Repuso el fantasma señalando a Beruche que
pasado el inicial susto se había destapado y seguía en ropa interior. -
- ¡Oh sí, claro! - Sonrió la joven que no había
comprendido las palabras pero sí el gesto, lo solucionó poniéndose una bata. -
Bueno, usted dirá.
El
fantasma se tomó unos instantes para responder y por fin, comenzó su historia.
- Yo soy, o mejor dicho fui el Conde Sancho de Villa
Abril. Participé en las guerras contra los sarracenos y luché con gran valía.
Logrando muchas victorias sobre las hordas del infiel...
- No es esa la historia que nos han contado. -
Terció Roy con algo de sorna encubierta, tras explicarle a Bertie toda esa
parrafada del espíritu. -
-¡Lo demás son malintencionados embustes, fruto de
engaños de seres perversos y envidiosos! ¡Mal haya al rufián que esparza tales
infundios contra mi honor! - Repuso el Conde visiblemente irritado. -
- No se enfade, por favor- le pidió Beruche con
amabilidad al advertir aquel tono para añadir con visible interés - y
cuéntenos.
- Vuestros deseos son órdenes para mí, hermosa
doncella de cabellos dorados como el sol que…-
Pero el espectro se interrumpió al percatarse del casi albino color del
pelo de Beruche – Son blancos, pardiez, que extraño color. No sois anciana sino
joven. ¡Mágica criatura habéis de ser para poseer!...
- ¡No te enrolles, tío! Deja de tirarle los tejos a
mi mujer. - Le cortó Roy que ya estaba perdiendo la paciencia - y dinos que
pasó entonces.
- Extrañas palabras empleáis gigante luminoso pero
creo que os comprendo.- Respondió el fantasma algo sorprendido para relatar. - Yo luche contra el infiel
pero fue el amor quien me hizo retroceder. Amaba a la bella y sin par Blanca de
Nava La Sierra y supe de trágicas nuevas que anunciaban una enfermedad que la
consumía. Sin pérdida de tiempo corrí junto a ella pero eso supuso dejar a mis
huestes a merced del caudillo moro. Al llegar a su lado, las noticias de mi
huida y derrota me habían precedido y mi amada ya había muerto entonces. En mi
desolación volví hacia el campo de batalla para redimirme pero una flecha
enemiga me abatió antes de poder resarcir mi culpa. Fui maldito por mis
antepasados y confinado a vagar por este castillo durante todas las Noches de
Ánimas a la busca de alguien que pueda ayudarme a expiar mis culpas.
- Pues lo llevas claro, amigo. - Intervino Roy,
añadiendo. - Por aquí ya no quedan muchos moros, si exceptuamos a los que
venden alfombras. Así que para ayudarte a vencerlos...
- Bueno, bastará con que alguien se enfrente por mí
a la cuerda de las Ánimas.- Repuso el fantasma. -
-¿La cuerda de las Ánimas?- inquirió Roy
sorprendido. -
-¿Qué estáis diciendo?- Preguntó Beruche que no
comprendía nada de la conversación ya que toda se desarrollaba en español. -
- Ahora mismo te lo traduciré- le dijo su
marido - un momento.
- ¡Oh!, pero que desconsiderado he sido. La gentil
damisela desea entenderme.- Se percató el fantasma que esbozando algo similar a
una sonrisa, añadió. - Eso es algo que puedo conseguir si mis pensamientos le
llegan al corazón. No os preocupéis, desde ahora podréis comprender nuestras
palabras. Al menos tengo el poder de hacer que ocurra tal cosa.
- Pues sí que lo comprendo- sonrió la chica. -
- Pero cómo haremos para librarte de esos tipos o lo
que sean.- Le preguntó Roy, más centrado en el problema, tras hacerle un somero
resumen a su mujer de lo que habían comentado antes -
- La cuerda de Ánimas la forman espíritus errantes
que están malditos como yo. Pero de una forma mucho más horrible. En sus vidas
fueron malvados que atentaron contra Dios y los hombres. Están condenados a
vagar eternamente por la Tierra hasta lograr capturar a alguien que les releve
en su periplo.
-¿Y qué tienen que ver contigo esos tipos?- Quiso
saber su interlocutor que no veía la relación. -
- Ellos saben que yo vago por estos parajes y no me
permiten salir de estas paredes. Yo debo eludirles y llegar a tierra sagrada
donde reposa mi amada para poder unirme a ella, sería otra manera de poder
implorar misericordia al Todopoderoso.
-¿Y qué pasaría si sales y te atrapan?- preguntó
Beruche. -
- Me encadenarían eternamente a su cuerda, -
respondió el fantasma que parecía temblar sólo de pensarlo. – Sería mi
condenación eterna al infierno.
- Bueno, bueno, ya son más de las doce, casi la una.
- Comprobó Roy - yo voy a dar un vistazo por ahí, si me encuentro con esos
tíos, les desintegro y ya está.
- Nada podrás contra ellos si son espíritus. - Le
advirtió Bertie asustada, deduciendo. - No creo que la fuerza física les haga
el menor daño.
- La razón asiste a vuestra dama - intervino el
fantasma que le explicó. - Para vencerles sólo podréis usar la fuerza que os dé
nuestro Señor.
- Mira amigo, yo ya estuve en el Cielo y me entrené
allí ¿Vale? Y he liquidado a demonios muy poderosos. - Contestó Roy armándose
de paciencia. – Si aguanté además los chistes tan malos de Kaio Sama supongo
que podré apañármelas con unos fantasmas de pacotilla. Tú espérate aquí que yo
vuelvo enseguida.
Salió
del cuarto pese a los ruegos de Beruche de que no lo hiciera, el fantasma se
volvió hacia ella y declaró.
- Vuestro hercúleo caballero es noble y valeroso sin
duda, pero bastante necio y falto de seso si cree que podrá algo contra esos
espíritus. Exceptuando claro está, el caso de que sea un ángel.
- Me temo que no llega a tanto, - suspiró Beruche
con inquietud. -
Su
marido en tanto había salido del parador y sobrevolaba la planicie que rodeaba
a éste, su coche seguía aparcado allí, era lo único que podía ver. Descendió
tomando tierra, hacía un frío húmedo y ráfagas de viento desapacible agitaban
aquel lugar pero eso no le afectaba. Con su resplandor dorado iluminaba aquella
tenebrosa oscuridad. Escuchaba y creyó identificar una apagada letanía de
cánticos, aguardó en su posición. Lejos, a unos cien metros, distinguió lo que
parecían unas tenues llamas de un color azulado fatuo. De entre la oscuridad
surgían unas figuras que parecían encapuchados marchando en procesión. Los
sonidos monocordes que había escuchado se apagaban según se acercaban hacia él.
Entonces Roy notó frío, pero un frío mucho más intenso que el del ambiente. Diríase
que su propia alma estuviera congelándose según sentía la presencia cada vez
más cercana de esos entes.
- Deben de ser esos tipos.- Se dijo tratando de
mantener la calma. - Verás que pronto acabo con ellos.- Concentró energía y
lanzó unas ráfagas de rayos contra su objetivo. - ¡Tomad eso payasos! , ya
estoy harto de tenérmelas que ver con encapuchados.
Pero
los rayos atravesaron aquella comitiva como si nada, aquellos entes eran
completamente etéreos. Es más, desaparecieron como si nunca los hubiese lanzado.
Roy al ver esto se quedó espantado…
-¡Mierda, mejor será que me vaya de aquí!- Se dijo
notando como ese frio le invadía lentamente. -
Aunque
era incapaz de moverse del sitio, aquellos fríos seres clavaron sobre él lo que
parecían carbones encendidos sobre unas vacías cuencas situadas en sus cabezas.
Ululaban con un sonido estridente que taladraba los oídos. Finalmente Roy logró
reunir la escasa concentración que tenía y se transportó junto a Beruche.
Apareció jadeando alteradamente y con el gesto desencajado por el temor.
-¿Estás bien?,- le inquirió ella abrazándole
enseguida. -
- Sí, pero creía que no iba a contarlo, ¡malditos
monjes o lo que sean!- masculló - Mis ataques no les hacían nada.
- Ya te lo advertí- le reprochó suavemente su mujer.
- Pero eres un cabezota y nunca me haces caso.
- Lo único que se puede hacer frente a esas
criaturas infernales es combatirles con los sagrados signos.- Terció el Conde,
añadiendo. - Yo conservo algunos en la cripta donde me enterraron, está en el
sótano de este lugar.
-¿Y dónde está el sótano?,- Le preguntó el joven
interesado en tener algo que emplear contra aquellos siniestros seres. -
- Seguidme y os lo mostraré. - Contestó el fantasma
atravesando la pared contigua. -
Roy
se quedó con los brazos en jarras visiblemente molesto para declarar.
- Este espíritu es idiota, ¿cómo pretende que haga
eso yo?... ¿Acaso quiere que me cargue la pared?
Al
cabo de unos segundos reapareció el fantasma disculpándose por su descuido e
indicando a sus acompañantes.
- Tantos siglos me han hecho olvidar que mi condición
de alma en pena me permite hacer cosas imposibles para seres mortales. Salid
por la puerta y rodead esta estancia. Os lo imploro.
Y tras esas palabras volvió a desaparecer tras la
pared, Roy decidió hacerle caso.
- Espera, - le pidió Beruche - voy contigo.
- Pero no sabemos lo que podemos encontrar. - Objetó
él - puede ser peligroso.
- Roy, sabes de sobra que me he enfrentado a
situaciones parecidas y he salido de peligros mucho peores, así que no me trates
como a una niña. - Contestó ella, devolviéndole su propio argumento de antes y
ofendida en su amor propio. – Además, no quiero quedarme aquí sola….-Pudo
agregar con cierta prevención.-
- Vale, pero te lo he advertido- declaró él de una
forma cuasi solemne para sentenciar.- Si
luego te asustas o tienes pesadillas, no te quejes.
Bertie
suspiró resignadamente y decidió transformarse en justiciera.
-¡Corazón Puro del Hielo, dame el poder!- Gritó
sujetando el collar con la piedra que siempre pendía en su cuello. -
Tras
las luces y destellos de su transformación, la muchacha apareció vistiendo su
uniforme de justiciera.
- Ya estoy lista para todo.- Anunció con una sonrisa
que extinguió en tanto matizaba. – Bueno, casi todo.
- Entonces vamos para allá.- Le indicó él abriendo
la puerta. -
Beruche
salió primero y su marido la siguió, llegaron ante una pared donde les
aguardaba el fantasma que señalaba al suelo.
-Extraño y exótico atuendo, por los clavos de
Cristo.- Afirmó el espíritu observando atónito la minifalda de Bertie.- Y
bastante escaso de tela en verdad…
-¡Oye tío!- Intervino Roy llamando la atención del
fantasma.- Comprendo que llevas mucho tiempo sin ver a una mujer, pero deja ya
de mirarle las piernas a mi chica de esa manera.
El
espíritu miró hacia otro lado y cambiando de tema, le indicó a su interlocutor.
- La entrada está sellada aquí, deberás abrirla. Yo
bajaré y os estaré esperando.
El chico se adelantó y lanzando un haz de energía
controlada con sus dedos fue haciendo un corte en el suelo. Cuando completó una
figura de aproximadamente un metro cuadrado rompió un borde para meter las
manos, asir la piedra y levantarla. Aquello pesaba bastante pero él pudo
quitarlo sin mucho esfuerzo. Mirando hacia abajo iluminado como súper guerrero
trató de horadar esa lúgubre y húmeda oscuridad que les aguardaba.
- Déjame mirar con la linterna. - Le pidió Beruche
que tenía curiosidad por dar un vistazo. -
- Espérate, - le aconsejó su esposo. - Mejor me
aseguro yo primero.
Metió
la cabeza sólo para descubrir unos pares de ojos rojos que le miraban, Roy se
apartó enseguida chillando.
-¡Mierda, esos mamones están ahí!
De
las profundidades de la cripta salieron unos chillidos que se dirigían hacia
ellos, multitud de formas volaron a su encuentro mientras Bertie, que se había
echado a un lado, le dijo al sobresaltado Roy...
- Sólo son murciélagos. ¿No los ves?- señaló al
grupo de animales que se habían colgado cabeza abajo en una viga del techo. –
Son inofensivos.
- Ya lo sabía - sonrió el aludido de forma estúpida.
- Era para probar tus reflejos, cubito.
- Ya - musitó Beruche con los ojos entornados. -
¡Hala mi héroe, bajemos de una vez!- Le arengó irónicamente a Roy que no
parecía tan decidido como antes. -
- Esta vez iluminaré mejor - dijo él brillando con
más intensidad de forma que hacía visible aquel lugar a medida que descendían
por unos pétreos escalones que habían aparecido a la luz. -
Cuidadosamente
descendió y otro tanto hizo su esposa. Ambos se percataron de que estaban en
una especie de caverna de piedra donde goteaba el agua discurriendo en forma de
un débil hilo por el suelo. No había nada más destacable que mencionar excepto
una variada fauna de insectos que se arrastraban en todas direcciones y
numerosas telarañas que se les pegaban a la cara.
-¡Qué asco!- Exclamó Beruche poniéndose de puntillas
para no pisar ninguno de aquellos bichos y desprendiéndose a la vez de los
pegajosos hilos con las manos y visible aprehensión. -
- Ya te lo advertí, cubito. - Canturreó su marido en
forma jocosa, así se vengaba de lo de los murciélagos. -
-¿Se puede saber a qué esperáis?, ¡Por el santo
mártir San Ataúlfo!...- exclamó la voz del fantasma que precedió la aparición
de éste. -La noche avanza y cada vez me queda menos tiempo hasta el alba.
- Ya vamos, - le tranquilizó Roy para preguntar.
-¿Por dónde ahora?..
El espectro
les precedió desapareciendo tras una puerta de hierro forjado que estaba verde
del óxido de tantos siglos como había soportado.
- No me digas nada, tengo que abrir la puerta.-
Intuyó Roy en voz alta. -
No
hubo respuesta y el chico, harto de tanto misterio, volvió a preguntar con tono
impaciente.
- Tengo que abrir la puerta ¿No?..
- Si bien recuerdo vos me habéis pedido que no
dijera nada. - Respondió la extrañada voz del fantasma desde el otro lado. -
- Es una forma de hablar, ¡pues claro que tienes que
decírmelo! - Repuso el muchacho que comenzaba a perder la paciencia. - Será
estúpido - musitó casi para sí mismo. -
- Romped la cerradura en buena hora. - Le indicó el
fantasma. -
El
interpelado saltó el cerrojo con un fino hilo de energía y trató de abrir la
puerta pero estaba oxidada completamente
en sus goznes y atacada en el contacto con el suelo, no era precisamente fácil
de forzar. Logró por fin partir aquella resistencia y la puerta cedió
chirriando de una forma ensordecedora con el eco del ruido multiplicado por las
paredes de la estancia.
-¡Esto hace más ruido que mis tripas cuando tengo
hambre!- Exclamó Roy elevando el tono de su voz mientras cerraba los ojos y apretaba
los dientes tratando así de soportar mejor ese molesto estruendo. -
-¡Date prisa y ábrela de una vez!- Gritaba Beruche
también, tapándose los oídos. -
Y tras unos agónicos e interminables instantes, la puerta
quedó por fin lo bastante abierta como para que ambos pudieran entrar, Roy
avanzó al interior y su mujer le siguió. Ante ellos reposaba una gran losa de
piedra que cubría una tumba, en ella figuraban unas inscripciones en antiguo
castellano que el muchacho descifró con esfuerzo.
- Aquí yace Sancho, cuarto Conde de Villa Abril.
Muerto en el año de nuestro Señor de mil doscientos noventa y siete ¡Vaya, qué
casualidad! - sonrió Roy al percatarse -, hace justamente setecientos años.
- Eso me recuerda - intervino el espíritu que apareció junto a ellos
sobresaltando a Beruche. - Algo que me profetizaron.
-¡Pues a ver si le recuerda también que no debe
aparecer de golpe! -Le recriminó ella molesta, - me ha dado un buen susto.
- Disculpad gentil doncella. - Respondió el fantasma
con una sentida reverencia. – Os suplico mil perdones.
- Sigue - le pidió un impaciente Roy cruzado de
brazos, - ¿qué profecía era esa?
- Uno de mis antepasados me dijo que sufriría eterno
tormento vagando como un fantasma hasta
cien veces el periodo fatal de la ruptura de mi reflejo. Entonces, un
príncipe y una princesa de lejanas tierras serían mis salvadores. ”Sólo ellos
recompondrán el mal que hiciste, por tu afrenta en persona e imagen”. Esas
fueron sus palabras exactas.
-¡Pues vaya un chorra de antepasado!- rezongó Roy. -
¿Que quería decir con eso?
- No lo sé- contestó el fantasma con semblante
desconcertado. - Pero puede que tenga relación con lo que vos habéis dicho.
- Un momento. - Les interrumpió Beruche. - ¿Es que
no lo entendéis? Para mí está muy claro.
- Pues explícate - le pidió Roy bastante intrigado.
-¿Qué es lo que está tan claro?
- El periodo fatal de la ruptura de su reflejo… se
debía referir a un espejo- conjeturó Bertie. - Un espejo roto son siete años de
mala suerte y cien veces ese tiempo, setecientos años.
-¡Qué mujercita más lista tengo! - Exclamó su marido
besándola en la nariz. - ¿Y qué?..- añadió de nuevo con un tono desganado. -
- Bueno- dijo ella también confusa para dirigirse al
espectro. - Pues, ¿es que no tenía ningún espejo roto?
-¡Claro pardiez, por las barbas del infiel!- Clamó
el fantasma. - Ya lo recuerdo, albricias y mil alabanzas a vuestra sin par
hermosura e inteligencia, bella señora.
-¡Ve al grano de una puñetera vez!- Le pidió Roy
bastante irritado por la continua perorata del espíritu. - O se te va a hacer
de día.
- Mi amada tenía un espejo de delicado trabajo en
oro donde gustaba de contemplarse. Se lo trajeron directamente de las lejanas
tierras de Katay. Cuando ella murió lo hice añicos por que no reflejase más la
belleza de ninguna otra dama.
- Pues me parece muy bien pero, ¿qué demonios
significa eso?,- preguntó Roy con sentida impaciencia. -
- Ese espejo debe tener la respuesta.- Intervino
Beruche que tras reflexionar durante unos instantes declaró.- Si pudiéramos
encontrarlo daríamos con la clave de todo el misterio y creo incluso que con la
solución.
-¡Oh, el espejo!- repitió el fantasma con un
afectado tono. - Creo que lo sepultaron junto a ella. Pues mi amada lo
apreciaba en gran medida como os podéis figurar.
-¡Estupendo!- escupió Roy con manifiesto sarcasmo. -
Así que todo lo que tenemos que hacer es desenterrar a tu amada, sacar el
espejo, o lo que quede si es que aun queda algo y mientras tanto evitar que
esos tipos encapuchados, del club de fans del Hombre Sabio, nos agarren.
¿Verdad? ¿Es eso? ¿Lo he entendido bien?...
- Habéis hecho una brillante composición de lugar,
señor- le alabó el fantasma conviniendo
con entusiasmo. -Eso debemos hacer. Aunque ignoro quién es ese Sabio al que os
referís…
-¡Tú te pinchas!- Explotó su interlocutor. - Ni por
todo el oro del mundo salgo yo ahí fuera para vérmelas otra vez con esos.
¡Vamos hombre, anda ya!...
- Venga Roy, debe de haber alguna solución,-
intervino Beruche tratando de calmarle. -
- Si, claro que hay una solución, irnos a la cama,
esperar a que se haga de día y largarnos de aquí.- Sentenció él. -
-¡Os lo ruego, por todos los santos, no me
abandonéis aquí!- Suplicó quejumbrosamente el espíritu arrodillándose ante
ellos para remachar con angustioso tono. - No podría soportar otra eternidad
como la que llevo...
Bertie
miró con lástima a aquel pobre desgraciado, en el fondo debía de estar
sufriendo mucho y se apiadó de él. También había estado pensando en todas esas
palabras de la maldición. Ahora creía comprenderlo. De modo que se dirigió a su
esposo y le dijo con seguridad.
- Claro Roy, ¿no ves que esa profecía se refiere a
nosotros?, somos un príncipe y una princesa y de tierras muy lejanas. No
debemos enfrentarnos a esto como Roy y Beruche, sino como Asthel y Lorein.
- Vale, me parece muy bien.- Terció su marido
incrédulo para querer saber. -¿Y cómo hacemos para conseguirlo?
- Primero tenemos que encontrar ese espejo,-
contestó Beruche. - Ya nos preocuparemos por eso después.
- Debéis protegeros del mal con los sagrados símbolos.
- Les recordó el fantasma añadiendo. - Yo rezo siempre por el perdón de mis
pecados a esta cruz- señaló una esquina de la estancia donde se erguía un pie
dorado con una cruz del mismo material y explicó con orgullo. - Es una santa
cruz traída desde Constantinopla, regalo del Imperio de Bizancio. ¡Poderoso
baluarte de la cristiandad contra el infiel, a fe mía!
-¿De qué habla ahora?- Le preguntó un desconcertado
Roy a su mujer. -
- Del Imperio Bizantino,- repuso ella en voz baja
para no interrumpir el circunloquio del fantasma. -
-¿Y eso dónde está? ¿No será aquí al lado? - Se
interesó el muchacho creyendo que se trataba de una información importante. -
-¡Qué burro eres!, era el Imperio Romano de Oriente.
– Exclamó su mujer para explicarle.- Cuando el emperador Constantino murió
separó el Imperio entre sus hijos Arcadio y Honorio, el primero fundó el
Imperio de Oriente.
- Gran poderío el de los Bizantinos.- Refrendó el
fantasma, - aunque haya ido palideciendo con el tiempo.
- Bueno, ¿qué hay que hacer entonces?- preguntó el
chico. -¿Ir al imperio ese?..
- Me temo que el imperio de Bizancio cayó en mil
cuatrocientos cincuenta y tres, con la toma de Constantinopla por los Turcos.-
Dijo Beruche con un tono bastante magistral agregando divertida. - Roy voy a
tener que darte lecciones de historia.
-¡Malditos sarracenos infieles!- Escupió el fantasma
con tono de incredulidad.- ¿Quién lo iba a decir?
- Bueno, eso no es nada, ahora nos venden todo su
petróleo. – Suspiró el muchacho añadiendo algo molesto.- En fin. ¿Y exactamente
a dónde nos lleva esta estúpida discusión? Esto es absurdo. Estamos perdiendo
el tiempo yéndonos por las ramas.
- ¡A eso se le llama precisamente una discusión
bizantina, Roy!- Se rio Beruche
divertida por aquella coincidencia, proclamando. - Y no me extraña nada, ¡nunca
ha estado mejor dicho!
- El asunto es que no necesitamos llevar esa cruz
para protegernos, en todo caso puedes usarla tú cubito. Yo tengo también ésta.
- Replicó él que sacó un colgante con
otra pequeña crucecita al cuello, que fuera de su madre y que él siempre llevaba. – Seguro que me
protegerá.
- Id pues en buena hora y encontrad el espejo. - Les
pidió el fantasma- yo esperaré aquí rogando al Señor por vuestro éxito.
- Gracias amigo, es toda una ayuda. - Sentenció el
muchacho con tinte claramente irónico para dirigirse resignadamente a su mujer.
- Vamos Bertie, y espero que este cacharro nos sirva de algo.
- Habéis de creer verdaderamente en Dios y en su
misericordia, si no de nada os valdrá la cruz.- Les advirtió el fantasma. -
Roy
asintió y sujetando la cruz en una mano y a Beruche con la otra salió de la
cripta y se elevó por el agujero. Abriendo una ventana ayudado por su mujer,
salieron volando hacia la gélida y desapacible noche para reconocer el terreno.
- Desde aquí apenas se ve nada,- le dijo ella
indicándole. - Tendrás que bajar algo más.
-¡Qué le vamos a hacer!- repuso él descendiendo
bastante. -
- Mira - le señaló la muchacha con una mano. – Allí,
en frente, hay un montículo con una cruz solitaria en lo alto.
- Vamos a ver, eso parece una cripta - respondió su
marido. - Voy a aterrizar junto a su base.
Tomando
tierra y dejando en el suelo a la Cruz y a Beruche. Roy miró en busca de algún
indicio. Descubriendo una puerta semi enterrada por la grava y la vegetación.
-¿Has visto? Aquí está la entrada.- Le indicó él. -
Beruche
se acercó enfocando la linterna y descubriendo una inscripción.
- Y aquí pone algo, a ver si lo pues leer, no lo
entiendo.- Le pidió ella. -
Roy
se acercó para tratar de descifrar aquella leyenda. Trabajosamente pasó el dedo
por las letras mientras leía.
- Aquí dice, cripta de los Nava La Sierra, señores
de la comarca baja. Supongo que esa tal Blanca estará aquí.
- Pues, ¿a qué esperamos para averiguarlo?,- le
conminó su esposa con un insólito espíritu aventurero. -¡Vamos allá!
Pero
Roy no dijo nada, oía nuevamente aquella letanía de cánticos amortiguados por
la distancia. Mirando a lo lejos distinguía ese fatuo fuego de velas y aquellas
figuras semi opacas que se acercaban.
-¡Mierda! , ya están aquí otra vez. Espero que
podamos tener tiempo.- Trató de abrir la puerta pero necesitaba emplear
bastante fuerza pues estaba sólidamente clavada al paso de los siglos. -
Bertie, usa la cruz y trata de detenerles.
- Espero que eso resulte - dijo ella que comenzaba a
sentir una gran sensación de frío en su interior. - ¡Cuánto echo de menos a Rei
y a mi hermana Cooan! Ellas sabrían hacer conjuros contra este tipo de
espíritus
Roy
iba haciendo ceder la puerta en tanto Beruche, que ya veía a pocos metros a
aquella siniestra procesión, se escondía tras la cruz rezándoles a todos los
santos, creyese o no en ellos. Los carbunclos encendidos de aquellos seres se
fijaban en ella tratando de alcanzarla alargando unas manos fantasmales y
huesudas. Pero cuando parecía que iban a capturarla la cruz brilló con un
dorado resplandor haciéndoles retroceder a toda prisa.
-¡Atrás criaturas malvadas, debéis respetar lo que
esta cruz representa! - Les gritó la muchacha notando como si alguien le
dictase las palabras a la vez que el frío iba desapareciendo lentamente de su
interior. – ¡Vade retro, engendros de Satanás!….
Frustrados,
esos espíritus malignos se alejaron de allí. Beruche suspiró aliviada, un sudor
frío le recorría aun el cuerpo. A los pocos segundos Roy acabó con el mutismo
que pesaba en el ambiente con una exclamación.
-¡Ya está! ¡La he abierto! - Mostró una oquedad por
la que ambos podían pasar. -Venga, Cubito, has estado genial, pero vamos a
dentro antes de que esos tipos vuelvan.
Beruche
no se hizo de rogar y siguió a su marido al interior. Para su desgracia de
nuevo hubieron de sortear bichos y telarañas varias, humedad y raíces
atravesadas sobre el techo de la cripta. Por fin accedieron a lo que parecía
ser el santa sanctórum de la misma. Roy pudo leer sobre una larga fila de
pétreas tumbas los nombres de miembros de aquella dinastía y, por fin, se
detuvo ante la tumba de Doña Blanca.
- Aquí es. - Indicó él con un susurro como si
temiese despertar a los que allí yacían. -
- Bueno, espero que el espejo esté cerca,- dijo
Beruche. -
- Ojalá no lo enterrasen con ella porque si no habrá
que abrir la tumba. - Respondió Roy medio en serio medio en broma, pero
temiendo en el fondo que esa posibilidad se hiciera realidad para remachar. – Y
no creo que la señora esté muy presentable.
- No digas eso, ¡qué horror!- se escandalizó Bertie
que, de pronto, se quedó mirando hacia un lado del sepulcro. - Está aquí,-
sonrió añadiendo como si de una inspiración se tratase al explicar. - Lo
enterraron cerca de ella cuando el conde Sancho lo rompió.
Su
marido excavó cuidadosamente durante unos minutos dejando al descubierto un
arcón cerrado.
-¿Cómo sabías que estaba aquí? - Inquirió asombrado
a Beruche. -
- No lo sé, lo sabía y ya está.- Se encogió de
hombros ella. - Ahora tienes que abrir el arcón.
-¡Eso será fácil para mí!- se jactó Roy. -
- Utilizando tu super fuerza - le repuso su mujer de
forma suspicaz. -
- No, con la llave que dejaron al lado.- Contestó el
interpelado agitando en su mano derecha un herrumbroso llavín de apreciable
tamaño en tanto que con los dedos de la otra mano hacía la uve. – ¡Ja, ja!…
esto estará chupado.
Sin embargo hubo de hacer un gran esfuerzo por
introducir la llave en el cerrojo que estaba obstruido por el óxido y la tierra
de tantos siglos, pero al fin ésta giró y pudo levantar la tapa del arcón. Ante
sus maravillados ojos y los de Beruche, apareció brillando con el tono dorado
de la energía que Roy reflejaba, un bello espejo segmentado en tres partes.
Numerosas barras color oro se agrupaban junto a él.
- Hay que montarlo, - dijo la chica. - Y entonces
podremos saber que secreto esconde.
No
había terminado de hablar cuando una presencia luminosa llenó la estancia. Ante
ellos se materializó la figura de una dama de rubios cabellos y tez pálida. Era
de corta estatura y parecía muy delicada, flotaba sobre el suelo y les miraba
con unos profundos ojos azules como el cielo.
-¿Quién eres?- Preguntó Roy más admirado que
sobresaltado. -
-¿No lo adivinas, Roy?- Terció Beruche asegurando con una sonrisa. - Ella es
Doña Blanca ¿quién si no?..
La
voz del espíritu sonó con suavidad sin que pareciera despegar los labios.
- En efecto, yo soy, y vosotros debéis ser los que
la profecía anunciaba durante este largo tiempo.
-¡Es ella! , su voz me guio hasta el espejo y me
enseñó las palabras que debía emplear contra esos espíritus malignos.- Exclamó
Bertie. -
- La maldición debe ser rota esta noche, yo que
descanso en paz desde hace siglos sufro sin embargo por la suerte de mi amado.
Es lo único que no me deja adentrarme en el Más Allá. - Les dijo el espíritu.
-Vosotros podéis romper el embrujo, llevad mi espejo que tan inteligentemente
habéis identificado como la llave que abre la respuesta.
- Si, no estuvimos mal.- Respondió el muchacho que
tuvo que escuchar el carraspeo de su esposa llamando su atención. - La verdad,
es que fuiste tú la que estuvo fantástica, cubito mío. - Se corrigió de
inmediato él. -
- Eso está mejor,- sonrió Beruche con aprobación. -
- Entonces debéis usar el espejo,- les indicó aquel
espíritu. -
-¿Qué debemos hacer con él?,- le preguntó Roy con
gran expectación. -
- Ante todo recomponerlo como era.- Le respondió
aquella aparición. - Más tarde, él os abrirá la puerta hacia la dimensión de
los espíritus. Por la puerta del amor. Mi amado Conde deberá llegar hasta ella
para poder ir en paz. Pero tendréis que afrontar grandes peligros.
-¿Qué peligros?- Intervino su interlocutora. -
- Aquellos que os asediaron en el mundo de los vivos
tienen mucho más poder en el de los muertos. Tendréis que recurrir a toda
vuestra magia y a la fuerza de vuestro mutuo amor para libraros de ellos, pues
tratarán de impediros el acceso. Les siento afuera, rodeando este lugar, saben
que estáis aquí y esperan a que salgáis. Por desgracia yo no tengo gran fuerza
ya y la protección que puedo daros mengua con rapidez. Salid de aquí y llevaos
el espejo cuanto antes y que los ángeles de Dios sean con vosotros.
- De acuerdo,- respondió el muchacho levantando el
arcón. - Vamos Bertie, debemos salir de aquí.
- Una cosa debo deciros aun. - Añadió la aparición.
- Sancho debe hacer algo de valor para enmendar su falta o todo será inútil.
- Muy bien, ya se lo diremos, - asintió Roy. -
-Hasta siempre Doña Blanca y gracias. - Se despidió
Beruche del espectro que parecía sonreír amigablemente. - Después siguió a su
marido hasta la salida.
En
la profundidad de la noche ambos notaron mucho frío, de ese que entraba en el
corazón, aquellas figuras estaban a tan sólo unos pasos de la cruz. Bertie,
dubitativa al principio, se armó de valor y la tomó. Roy reuniendo energías se
elevó agarrándola a ella con una mano y al arcón con la otra. Volaron
remontándose a una altura suficiente para eludir a tan horrible compañía y
regresaron a través de la ventana del parador para bajar nuevamente al sótano
aquel donde estaba la tumba del Conde. Éste les salió al encuentro cuando
entraron por el agujero.
-¿Lo traéis?- les interrogó con gran ansiedad. -
- Por supuesto, ¿Qué te creías? - Respondió Roy con
seguridad, aunque objetando no sin inquietud. - Pero nos ha costado, esos
tipejos de los hábitos negros estaban pisándonos los talones.
- Nos ayudó vuestra amada Doña Blanca.- Terció
Beruche que le refirió lo ocurrido así como los consejos de ésta. -
-¡Oh, mi adorada Blanca! ¿Sigue mi sin par señora
tan bella cómo fue? - Inquirió el emocionado fantasma. -
- Era preciosa, eso es verdad. - Asintió Roy - rubia
y de ojos muy azules. Con una voz muy suave y unas…
Ahí se calló de inmediato porque se había percatado
de que su mujer le miraba de reojo de una forma un tanto molesta por pasarse en
demasía con los halagos.
- Si es por animarle un poco al Conde. - Le sonrió
él a la muchacha que ya movía la cabeza con reprobación.- Venga…que era una
broma…
- Era ella sin duda, ¡maravilla de las maravillas!-
Suspiró el fantasma con gesto de romántica añoranza. - Cuanto quisiera reunirme
con mi amada al fin.
- Pues nos ayudó mucho. - Intervino Beruche -,
gracias a ella lo encontramos sin problemas y pudimos salir de allí. Ahora
tenemos que arreglar el espejo.
-¿Pero cómo lo haremos?- Les inquirió el
desasosegado espíritu. - Esa es arte de los maestros orfebres.
- Mira tío, no hay problema. Yo me he visto en la
tele lo del bricolaje en casa. - Le respondió Roy dándose algo de bombo, - esto
estará chupado. Lo único que hay que hacer es unir los cachos, que sólo son
tres así que…
Mientras lo decía sacaba los fragmentos del arcón,
posteriormente también fue a sacar las barras que formaban el marco, pero con
la mala fortuna de que una de ellas cayó sobre el pedazo de cristal mayor al
que dividió en otros cinco. Beruche y el fantasma miraron horrorizados aquel
estropicio mientras Roy intentaba justificarse con una expresión algo idiota en
el semblante.
- Bueno, no pasa nada, ¿ahora son siete, no? Pues
pegaremos los siete.
-¡Tened cuidado por la efigie de Santo Tomás!- Aulló
el fantasma - o acabaréis con todas mis esperanzas...
- “Tranquilo, tronco” - Le calmó el chico usando las
manos para hacer un espacio. - Que yo soy un manitas. ¿Vale?, lo otro ha sido
un accidente.
- Debemos darnos prisa, son más de las cuatro. -
Informó Beruche consultando su reloj con inquietud. -
-¿A qué hora amanece aquí?- preguntó Roy al
fantasma. -
- Por esta estación sobre las siete, - les contestó.
- Pero el gallo canta a las seis y media y ese es el momento en el que yo debo
desaparecer.
- Pues tenemos más de dos horas para montar este
espejo, no será tan difícil. - Aseveró el muchacho con un tono convencido. -
- El espejo debe quedar como antaño,- le recordó
Beruche añadiendo con prevención y cierto desconfiado temor. - Así que no vayas
a hacer ninguna chapuza ¿eh?
-Mira que eres desconfiada, mujer.- Respondió Roy
con desaprobación. - Anda, primero montaremos el marco.
El
muchacho fue colocando las primeras barras y tratando de ensamblarlas, no se
aclaraba demasiado, de no ser por las indicaciones del fantasma hubiera tardado
una eternidad. Por fin, al cabo de una hora estaba montado aquel marco, que
resultó ser un rectángulo bastante alto, hasta la barbilla de Roy, sujeto por
un trípode.
- Bueno, no ha quedado nada mal.- Se dijo éste en
voz alta. -
- Sólo nos queda hora y media. - Le recordó Beruche
sin darle mucho tiempo para el triunfalismo - y hay que poner los cristales.
-¡Pues vamos allá! - Sentenció Roy con el ánimo
resuelto. - Esta vez será más fácil
Por
suerte durante el tiempo que él y el espíritu habían empleado en montar el
soporte Beruche se había entretenido haciendo casar las piezas de cristal. Su
marido metió algunas por los bordes del marco que luego debía apretar. Sin embargo,
esta labor era mucho más difícil de lo que él o ninguno suponía y las piezas
continuamente se soltaban obligándole a sujetarlas al vuelo, y produciéndole no
pocos arañazos y cortes.
-¡Maldita sea!- Mascullaba él secándose la sangre. -
Como odio esto.
-¿No decías que te gustaba tanto?- Le recordó
Beruche con un marcado retintín. - Señor manitas por televisión.
- Vale, vale, pues dime como unimos los pedazos
porque yo no encuentro la manera de hacerlo.- Se quejó él ahora realmente
contrariado. – Salvo que vendan pegamento o cola por aquí.
- Intenta soldarlos con tu energía.- Le sugirió su
esposa. -
- Se derretirían- objetó Roy. - Ya lo había pensado.
- Vaya, pues sí que es un problema. - Admitió
Beruche llevándose una mano a la barbilla para tratar de pensar aunque al poco
se le ocurrió. – ¿Y si los congelo?
-Entonces el hielo tapará el espejo y no se
reflejará bien.- Opuso su esposo con el asentimiento solidario del conde.-
- Ha de verse con total claridad, como en una
despejada noche del estío.- Declaró el fantasma.-
El
grupo quedó pensativo. Ninguno encontraba la solución, fue entonces la
casualidad la que vino en su ayuda, Roy se volvió a rozar con un borde del
cristal y lo manchó de la sangre que le produjo éste al cortarle. Maldijo
enfadado y lo puso junto a otro de los fragmentos y he aquí que ambos
ensamblaron perfectamente.
-¡La sangre!- Exclamó el espectro declarando.
-¡Claro! las afrentas se lavan con sangre, el espejo estaba afrentado por mi
causa y tu sangre borrará mi deshonra.
-¡Pues que bien!- repuso Roy con marcado sarcasmo. -
Y tenía que ser la mía, ¡qué casualidad!
- Eres mi caballero vengador.- Le explicó el conde.
–
-Para el carro. Si quieres vengadores ¿Por qué no
llamas al Capitán América?...
Aunque
viendo la suplicante expresión en los ojos del fantasma y el deseo de ayudarle
de su esposa, el chico suspiró encogiéndose de hombros.
- Pues nada, llamad a la UVI móvil –Les pidió Roy
con su toque irónico habitual para añadir.
-Me voy a desangrar un rato. Al menos espero que me den un carnet de
donante y un sándwich cuando termine.
Dicho
y hecho, el chico manchó los rebordes de los fragmentos restantes con un poco
más de su sangre y estos encajaron a la perfección. Todos sonrieron
entusiasmados. El espejo por fin estaba completo y brillaba como el sol
devolviendo los tonos dorados de Roy, transformado en súper guerrero para
comprobar el efecto de su arreglo. Estaban exultantes, ¡lo habían logrado!,
pero en ese momento la alarma del reloj de Beruche dio las seis sacándoles de
su euforia.
- Debemos darnos prisa. - Urgió ella - sólo resta
media hora.
-¿Qué debemos hacer pues?,- inquirió el fantasma con
todo su interés. -
- Entrar en el mundo de los espíritus.- Le respondió
Roy. - Eso nos dijo tu amada. Y tú debes comportarte con valor una vez allí o
todo esto no habrá servido para nada.
- Lo recordaré, ¡por San Jorge que lo haré!,-
exclamó el aparecido echando mano de la empuñadura de su espada. -
-¡Vaya! , creía que esa era una invocación galesa, -
intervino Beruche sorprendida. -
- Sí, es que tenía un tío que se fue a guerrear
allí.- Le explicó el conde con tono más distendido. - Me contaba historias de
los bretones y los gaélicos. Mitos de una espada clavada en una roca, ¡qué
pamplinas!...
- Sí, ya hemos visto Excalibur en el cine, no está
nada mal. - Le cortó Roy. – Venga, ahora debemos entrar,- añadió con carácter de urgencia. -
- Pero ella no nos dijo como hacerlo.- Objetó Bertie
mirando su reflejo en aquel espejo. - Sólo dijo entrad.
- Dejadme a mí tal labor- le respondió el fantasma
acercándose al espejo, él era el único que no se reflejaba, a pesar de ello, se
puso enfrente del objeto levantando los brazos y mirando hacia el espejo
exclamó. - ¡Oh, Señor todopoderoso y sagrados profetas y santos! Vosotros que
veláis por el reposo eterno de mis antepasados permitidme que yo, en buena
hora, pueda reunirme al fin con ellos y
sea digno de reivindicarme a sus ojos y a los vuestros.
Entonces
ocurrió algo más que notable, el resplandor dorado de Roy fue sustituido por
uno azulado, tanto Beruche como él dejaron de reflejarse y fue el espíritu del
fantasma quien se reflejó en una superficie que parecía ondular movida por una
inexistente brisa. El espectro entonces se volvió hacia ellos y les indicó.
- Ahora podemos pasar. Os lo ruego. Seguidme en
buena hora. - Atravesó el espejo sin dudar desapareciendo tras aquella pulida
superficie. -
-¿Vamos?- Preguntó Bertie nerviosa. -
-¿Qué otra cosa podemos hacer?,- le respondió Roy tratando de calmar las
inquietudes de su esposa. -
- Dame la mano y pasemos juntos.- Le pidió ella con
resquemor. -
Roy la sujetó de la mano y saltó a la de tres al
interior del espejo llevando a Beruche tras de sí. Aterrizaron de un modo
exento de brusquedad en una habitación muy amplia, iluminada por velas negras.
El espectro de Don Sancho les aguardaba allí, pero era más denso a la vista y
diríase que incluso podrían tocarlo si alargaban la mano.
- Las cosas son distintas aquí.- Les informó el
fantasma. - Ésta es la entrada al mundo de los espíritus. Más allá de esta sala
está la puerta que lleva a la Eternidad, donde podré reunirme con mi amada.
- Pues ¿a qué esperamos?- Le espetó Roy con
impaciencia, - ¡busquemos esa puerta, tío!...
-Realmente os aprecio y agradezco vuestra ayuda,
pero me temo que no somos familia.- Declaró el espectro.- No soy vuestro tío,
caballero.
Roy
suspiró moviendo la cabeza, Bertie en cambio se sonrió divertida. Finalmente se
centraron en lo que les ocupaba. Avanzaron los tres por aquel amplísimo salón
que parecía bordeado por ataúdes de recia madera. Sólo al cabo de unos segundos
se percataron de que estos crujían, el rechinar de unos goznes les puso en
guardia. De inmediato el fantasma advirtió con horror lo que pasaba.
- No me digas que esto es lo que yo creo que es…-
Pudo musitar Roy mirando de reojo.-
-¡Son ellos!, ¡las ánimas!, montan guardia aquí en
esta zona de espera, no quieren cruzar a la eternidad y tratarán de
impedírmelo.
- Pues estamos listos.- Respondió su interlocutor
colocándose en posición de combate. - ¿Qué vamos a hacer ahora, clavarles la
tapa?
- Escapar de ellas o acabarán con mis esperanzas y
con vosotros.- Les dijo el conde visiblemente aterrado. -
-¿Qué pueden hacernos?- inquirió Beruche asustada -
¿matarnos? ¡Qué horror!
- No sólo eso - le rebatió el fantasma - además de
quedarse con vuestros cuerpos para beber vuestra energía vital, se apoderarían
de vuestras almas a las que darían tormento eternamente.
- No suena demasiado bien-. Terció Roy aumentando su
energía e instando a sus compañeros -¡Vámonos!
Pero
ya era tarde, aquellos ataúdes de madera se habían abierto y de ellos se
alzaban figuras descarnadas ataviadas con unas oxidadas armaduras y jirones de
capas, sus esqueléticas manos iban armadas por herrumbrosas espadas y de sus
cuencas vacías brotaban dos refulgentes ojos rojos.
- ¡Son los templarios malditos! - Exclamó el conde con horror.-
-¡Joder! , esto parece una película de Bruce
Campbell. - Exclamó Roy preguntándose en voz alta con patente temor. - A ver
como luchamos contra esos capullos. Ya podría tener una motosierra y una
escopeta de cañones recortados…
Beruche
blandía su espada de hielo apoyada en la espalda de su esposo. Los esqueléticos
seres les habían rodeado sin dejarles ninguna posibilidad de salir de allí, el
olor a podredumbre y muerte que exhalaban saturaba el ambiente. Roy la
emprendió con rayos de energía pero estos
les atravesaban sin hacerles mella.
-¡Mierda, mierda, y más mierda!- Aullaba el joven. -
Es como si les enfocara con la luz de la linterna. No hay nada que hacer. Y encima
a estos tipos les ha abandonado el desodorante. ¿Hace cuánto tiempo que no se
ducharán?,- inquirió con su típico tono de chanza pese a que la situación era
cada vez más desesperada. -
Aunque
su mujer sostenía la mirada de esos entes diabólicos con entereza.
-¡Ahora no estamos para bromas, debemos luchar, ya
te dije antes, no como Roy y Beruche- Exclamó ella con decisión - sino como
Asthel y Lorein! ¡Naturaleza sagrada del bosque de Rarel, dame tu fuerza y
poder contra los seres de la muerte! - Invocó gritando al tiempo que levantaba
los brazos. -
La
espada de hielo de Beruche refulgió con un tono azul cielo intenso, con ella
pudo parar el primer mandoble que uno de esos seres le había asestado con
espasmódicos movimientos. Su marido entonces comprendió. Gritando a su vez.
-¡Inmemorial Sword de Alliance, ven en mi ayuda!
- y al punto se materializó en su mano
derecha una soberbia espada que brillaba en tonos dorados. Él vestía ahora una
blanca armadura y ella un ligero manto blanco de gasas y luz, cuya aura repelía
a los malignos seres que les acosaban. Roy contraatacó desarmando a uno de
ellos con un mandoble. - ¡Ahora vais a ver payasos a dieta! Esto ya es otra
cosa. Me he visto todas las películas de Errol Flynt.
No
obstante, aquellos terribles entes proseguían avanzando, saliendo de los
ataúdes como si su número fuera inagotable. La pareja luchaba con bravura pero
sus fuerzas decaían, notaban como si esos seres se las estuvieran arrebatando
poco a poco y las ánimas descarnadas les empujaban cada vez más hacia la pared.
Roy buscaba con la mirada al fantasma del Conde Sancho sin poder encontrarle.
Éste se había apartado de aquellos zombis que parecían ignorarle por el
momento, absortos en obtener la esencia vital de los mortales. El fantasma entonces
se encontró con que una puerta que hasta entonces no habían visto, estaba
abierta y reconoció enseguida la entrada de la Eternidad.
-¡Por fin, tras siglos de penar lo he conseguido,
ahora podré unirme a mi amada para siempre!- Exclamó lleno de júbilo. – Ésta es
la puerta del amor…
Entonces
escuchó los gritos de Roy que hasta en esa dramática situación estaban cargados
de sarcasmo.
- Eso, ¿tú no nos ayudarás, verdad? Te vas a quedar
ahí tranquilamente esperando a que llegue el autobús del Cielo para montarte en
él. Y vas a dejar que estos asquerosos nos hagan pinchos morunos.
El
Conde dudó, aquellos mortales le habían ayudado arriesgando sus vidas por él.
Pero el tiempo se agotaba, el gallo estaba a punto de cantar, si no cruzaba el
umbral, pronto, muy pronto perdería para siempre la oportunidad. Meditó unos
instantes, aquella puerta parecía cerrarse. Sin embargo, escuchó el grito de
auxilio de Beruche, a punto de ser desarmada por uno de esos esqueléticos
templarios y supo cuál era su deber.
-¡Esperad, teneos ahí, villanos sin alma! ¿Cómo
osáis atacar a una dama?- Les gritó a aquellas criaturas desenvainando su
espada. -Preparaos que ahora es un caballero castellano el que va a vuestro
encuentro, rufianes, malditos. Me dispongo a lidiar contra vosotros en desigual
combate. ¡Por el apóstol Santiago y cierra
las Españas!
El
Conde acometió con gran fuerza despedazando a varios de los seres que rodeaban
a Beruche y Roy. Los malignos se fijaron en su nuevo oponente y la pareja de
esposos, aliviada por unos instantes en los que pudieron recobrar el aliento,
contraatacaron eliminando a sus enemigos. Y ocurrió que sobre la cabeza del
espectro del Conde comenzó a brillar un halo de luz que hizo que los restantes
seres malignos se replegasen hacia sus túmulos.
-“¡Non fullades cobardes e viles criaturas que es
sólo un caballero el que os acomete!”-
Y el fantasma de Don Sancho lanzó aquella proclama
por grito de Guerra en tanto que desarbolaba cabezas de sus adversarios que
seguían huyendo aun sin ellas.
-¡Eso es lo que llamo yo olvidarse hasta de la
cabeza!- rió Roy aliviado - y es que las prisas no son buenas... y el caso es
que esa frase del Conde me resulta familiar.- Añadió pensativo -, ¿dónde la
habré oído yo antes?
- Mira Roy…- le llamó Beruche sacándole de su
concentración. - Esos seres se desvanecen...
En
efecto, los restos de armaduras de aquellos entes malignos caían al suelo, la
claridad del día parecía llenar esa estancia, el Conde se detuvo, sabía lo que
ello significaba, entonces se oyó el canto del gallo. Bajando la espada y la
cabeza con gesto alicaído, el espectro musitó.
- He perdido la esperanza, finalmente y cuando lo
tuve tan cerca. Deberé resignarme a mi maldición eterna.
-¡Oh no!,-
exclamó Bertie conmovida y entristecida. - ¡Cuanto lo siento!, pudo
haberse ido pero volvió a ayudarnos.
El
Conde dedicó una mirada hacia aquella puerta que ya se había clausurado por
completo. Pese a ello sonrió y dijo dirigiéndose a sus interlocutores que le
miraban apenados.
- Era mi deber y habría faltado a mi honor de
caballero de haberos dejado en ese peligroso trance sin auxiliaros señora y a
vos, señor, noble adalid de mi causa. Arriesgasteis vuestras mortales vidas por
mí y también vuestras almas inmortales. No podría haber sido feliz en la
Eternidad sin acudir en ayuda de seres tan valerosos y de noble espíritu.
- Te has portado, - asintió Roy agregando con pesar.
- Debo reconocer que no eras ningún cobarde en el fondo, sino un verdadero
caballero. Seguro que les darías una buena paliza a los moros aunque eso suene
ahora políticamente incorrecto. Lo siento, tío.
- Siempre te estaremos agradecidos por tu ayuda y
seguro que tu amada Blanca se sentirá muy orgullosa de ti. - Le sonrió
amablemente Beruche. -
- Esas palabras llenan mi espíritu de gozo.- Le
respondió el Conde iluminando su semblante con otra sonrisa y añadiendo
resignado. - En verdad que vuestros ánimos mi gentil señora serán un consuelo
para mí en este eterno deambular que me espera...
No
había terminado Sancho la frase cuando una luz blanca potentísima se hizo en la
estancia a la par que esa puerta volvía a abrirse. Ante sus maravillados ojos
apareció la figura etérea de Doña Blanca con un manto de tules ondeando con un
maravilloso fulgor.
-¡Por fin, lo has hecho mi amado y noble conde! ¡Has
logrado romper tu maldición!- Declaró con un tono jovial y lleno de felicidad.
-
-¡Oh, mi adorada!- Exclamó éste emocionado para
declarar con pesar. - Después de tanto tiempo se me concede el volverte a ver,
¿qué es esto? ¿Otro castigo cruel para recordarme por los siglos venideros la
felicidad que he perdido sin
remisión?...
- Nada de eso, mi valeroso Don Sancho. - Sonrió ella
rebatiéndole con dicha. -No es un castigo sino el premio a tu noble proceder,
con la salvación a tan sólo un paso volviste para ayudar a tus amigos y ese era
el acto de valor y sacrificio que tus mayores requerían de ti. Pues debes saber
que, la causa principal de tu castigo no fue la cobardía, que llegado el caso
se puede justificar, sino el egoísmo al dejar a tus vasallos desprotegidos
frente al invasor al preocuparte sólo de tus propios sentimientos. Mas ahora tu
gesto les ha conmovido y han levantado su maldición. Ya puedes reunirte con
ellos como el noble descendiente de su linaje que nunca debiste dejar de ser. Ahora
debes venir conmigo, camino a la Eternidad, pues tu penar en el mundo de los
vivos ha terminado, mi amor…
El
espíritu no podía hablar por la emoción, Roy y Beruche también le miraban
sonrientes, Bertie incluso dejó caer algunas lágrimas de felicidad.
- Lo has logrado.- Le comentó el muchacho al fin
para desearle, ahora sin ningún tipo de sarcasmo. -Muchas felicidades y mucha suerte, Sancho.
Te lo mereces, amigo.
-¡Claro!- Se sonrió Bertie que parecía haber tenido
un golpe de inspiración, al preguntarle a su marido.- ¿Recuerdas la canción esa
que me pusiste antes? ¿Cómo se llamaba?
-La Puerta del Amor.- Repuso él que se acordaba
bien.-
Y
Roy repitió no sin emocionarse una de esas estrofas…más cuando vio al espectro
del conde y al de doña Blanca darse un beso en los labios.
te hallé y logré besarte,
mis sueños son ya realidad, amor.
El
Conde se volvió hacia ellos entonces arrodillándose ante los dos y replicó
emocionadamente.
- Gracias por todo cuanto habéis hecho por el alma
de este humilde siervo del Señor. Mi gratitud será eterna y no dudéis que algún
día os devolveré tan grande favor. Sed felices con vuestras vidas y el día de
vuestra muerte en el mundo físico espero veros en el Paraíso.
- Se me ha permitido ver que estáis destinados para
hacer grandes cosas. - Añadió Doña Blanca con suma dulzura. - Vosotros y
vuestros hijos y los hijos de vuestros hijos. Todos estáis benditos por la Luz.
Nunca lo olvidéis. Ahora debemos dejaros.
-¿Cómo volveremos a nuestro mundo?- Le preguntó
Beruche sintiéndose confusa. - No sabremos salir.
- Volveréis, podéis creerme.- Les aseguró aquella
bella aparición. -
-¿Y esos tipos tan desagradables?,- inquirió Roy
preocupado al acordarse de ellos. - ¿Y si nos esperan ahí fuera?
- Su poder ha quedado roto por el gallo y el
amanecer, nada podrán hasta el siguiente día de difuntos.- Les dijo el Conde
levantándose para despedirse. – Ahora, mis queridos amigos, debo dejaros
ya...os deseo la mayor de las dichas en este mundo y un buen tránsito al venidero.
Y
andando hacia su amada se fundió con ella en un abrazo largo y emotivo, así,
juntos y agarrados por la cintura atravesaron aquella puerta que comenzó a
cerrarse. Lo último que de ellos vieron Beruche y Roy fueron las sonrisas de
sus rostros vueltos para despedirse. Aquel blanco resplandor desapareció con un
último brillo de gran intensidad que obligó a ambos a cerrar los ojos. Al
volverlos a abrir, se encontraron acostados en la cama de su habitación en el
parador. Se miraron atónitos, incrédulos de encontrarse allí. El chico
reaccionó incorporándose deprisa y mirando el reloj que tenía sobre la mesilla.
- Son las siete de la mañana.- Informó a su también
atónita mujer. -
-¿Cómo hemos vuelto aquí?- Le preguntó ella. - ¿Has
utilizado la traslación instantánea?
- No, no puedo usarla si no reconozco alguna energía
familiar en el lugar a donde quiero ir. Nos han traído, Bertie.- Respondió Roy
igualmente sorprendido. -
- Ojalá que el conde Sancho y su dama doña Blanca
sean felices.- Deseó ella con un suspiro. -
- Sí, eso espero yo también. La verdad es que hacían
muy buena pareja. - Convino él pasando un brazo por los hombros de su esposa
para cambiar de tercio y agregar con una sonrisa.- Por lo menos nos hemos
divertido. Y además, la comida, cena y pensión nos han salido sólo por cinco
mil pelas.
-¿Cuánto es eso en dólares?,- inquirió Beruche cuya
cabeza siempre funcionaba para tratar de negocios y economía doméstica. -
- Unos 30 dólares más o menos,- calculó Roy a bote
pronto declarando satisfecho. - Ha sido una estancia muy económica.
-¡Calla!,- rio su interlocutora abrazándose a él
para asegurar con buen humor en esta ocasión. - Hubiera preferido pagar algo
más y estar tranquila.
-¿De verdad crees eso, cubito?- Le susurró Roy para
afirmar convencido de ello. - Yo pienso que ha merecido la pena, seguro que
Tommy y Connie no podrán contarnos nada tan emocionante como esto. Conociendo
al paleto de Kansas llevará a tu hermana de Luna de Miel a ver trigales, ¡Ja,
ja, ja!…
- Tienes toda la razón, ¡ji, ji, ji!...- Se rio su
mujer solidariamente, tratando de imaginar a Cooan y a su amigo.-
- Anda, levantémonos y veamos cómo está todo.-
Propuso jovialmente su esposo. -
Los
dos se despabilaron y se vistieron saliendo a dar un paseo en aquella fresca
mañana, el sol aún era una perla roja que besaba el horizonte y las nubes
tenían aquel color sonrosado que anunciaba la claridad del nuevo día. Bien
sujetos de la mano observaron aquel creciente resplandor. Roy llevó a su esposa
hacia la cripta, allí, el agujero indicaba inequívocamente la realidad de su
aventura. Separándose de su mujer, el chico levantó aquella parte del suelo que
había arrancado para acceder a la tumba del conde.
- Creo que le gustaría que le dejasen tranquilo -
dijo en voz alta recibiendo la aprobación de Beruche. - Hasta siempre, amigo. –
Añadió con tono respetuoso y amable, tapando el agujero con ese gran pedazo de
piedra que selló con rayos de energía dejándolo como si nunca hubiera existido.
-
- Salgamos a pasear, me apetece mucho- Le pidió
Bertie una vez terminó con aquello. -
Su
marido la tomó en brazos y ambos salieron volando por la ventana, ¡qué
diferente era aquel paraje al hostil páramo que les había envuelto en esa fría
oscuridad la noche anterior! Ahora incluso la severidad de su vegetación rala
se les antojaba hermosa. Y tras dar unas vueltas en círculo para ubicarse,
descendieron ante la tumba de Doña Blanca. La puerta aún estaba entreabierta y
él la cerró de nuevo sellando también el metal para evitar que nadie turbase el
eterno descanso de la dama. Así, los dos recorrieron andando el camino que les
separaba del parador, no había llegado nadie aun. Todo el lugar era para ellos
solos, de modo que decidieron desayunar bien para recibir el nuevo día. Roy
compuso un delicioso menú a base de miel, jamón york y buñuelos que encontró en
la cocina. Así dieron las nueve y al fin se escucharon los primeros ruidos de
motores aparcando en el exterior. Al poco un preocupadísimo gerente corrió a
comprobar que había pasado con aquella desventura pareja. Su sorpresa fue
grande al encontrarles riendo y viendo los dibujos de la televisión, por
cierto, de unas divertidas chicas de minifaldas que luchaban por el amor y la
justicia.
-¿Te has fijado?- reía Roy preguntando con jocosidad. -¿De qué me suena
a mí ese ataque?..
-¡Desde luego son muy graciosas! - Admitió Beruche
remachando. - ¡Nunca cambiarán!
- ¡Oye! - Y esa tía buena del traje de baño y las
botas altas azules que hace trampas al ajedrez ¿quién será? - Exclamó
jocosamente él para llevarse un capón de su sonriente esposa que le replicó
divertida. -
- ¡Tsuki
ni kawatte oshioki yo!
Y
en esas bromas estaban cuando el gerente, seguido por alguno de los empleados,
se acercó a ellos con la ansiedad reflejada en su rostro.
-¿Están ustedes bien?- preguntó afectado, en un
dubitativo inglés. -
- Sí, gracias- contestó Roy en un relajado y
distendido español -, todo bien...
- Pero, ¿han pasado la noche aquí?- inquirió ese
individuo sin poder creerlo. -
- Sí, claro ¿dónde si no?,- sonrió Beruche en inglés.
-Y muy cómodamente. - Añadió
visiblemente divertida con la cara de asombro sus interlocutores. -
- Salvo por algún ruidillo no hemos tenido ninguna
molestia. - Terció Roy afirmando con despreocupación -...pero no se
preocupe ya por eso. Descubrimos las
causas del ruido y las solucionamos…, definitivamente.
- Ya, ya, claro- tartamudeó el anonadado gerente. -
- Díganos ¿cuánto es el desayuno y la cena?-
preguntó Beruche. -
- Nada, nada, la casa invita- sonrió su interlocutor
que no daba crédito a lo que oía. -
- Muchas gracias, ahora tenemos que marcharnos,-
dijo el chico levantándose junto con su mujer al término de los dibujos. - Los
que vienen ahora ya me los conozco.- Añadió señalando a la televisión, donde un
tipo que brillaba con el pelo dorado luchaba contra un bicho de larga cola en
un planeta a punto de estallar. - ¡Dale caña, amigo!- Animó a ese tipo dorado
que tenía destrozada su ropa y sangraba con profusión. -
De
esta forma tan particular la joven pareja de esposos dejaron atónito al gerente.
Aunque entonces sucedió otra cosa más, realmente extraña. El aparato de música
se conectó aparentemente solo y reprodujo otra canción de aquel artista.
cansado de soñar,
pero tras la frontera está su hogar,
su mundo, su ciudad.
Piensa que la alambrada sólo es
un trozo de metal,
algo que nunca puede detener
sus ansias de volar.
Libre,
como el sol cuando amanece,
yo soy libre como el mar...
libre...como el ave que escapó de su prisión
y puede, al fin, volar...
libre...como el viento que recoge mi lamento
y mi pesar,
camino sin cesar
detrás de la verdad
y sabré lo que es al fin, la libertad.
Con su amor por bandera se marchó
cantando una canción,
marchaba tan feliz que no escuchó
la voz que le llamó,
y tendido en el suelo se quedó
sonriendo y sin hablar,
sobre su pecho flores carmesí,
brotaban sin cesar...
Libre,
como el sol cuando amanece,
yo soy libre como el mar...
...como el ave que escapó de su prisión
y puede, al fin, volar...
libre...como el viento que recoge mi lamento
y mi pesar,
camino sin cesar
detrás de la verdad
y sabré lo que es al fin, la libertad”
Libre,
como el sol cuando amanece,
yo soy libre como el mar...
...como el ave que escapó de su prisión
y puede, al fin, volar...
libre...como el viento que recoge mi lamento
y mi pesar,
camino sin cesar
detrás de la verdad
y sabré lo que es al fin, la libertad”
(Nino Bravo. Libre, crédito al autor)
-Esa canción
se la dedicó a una víctima del Muro de Berlín.- Les explicó el empleado.-
-Es muy bonita.- Suspiró Bertie con una sonrisa
cuando su esposo le tradujo lo que significaba.- Y triste a la vez.
-Sí, aunque creo que en ésta ocasión sé por quién
está sonando, cubito. Y ahora por algo alegre. - Sonrió cómplicemente él que se
dirigió al gerente para pedirle con cordial amabilidad.- Oiga amigo. ¿Por
cuánto me vendería esa cinta de casete?
-Puede llevársela si quiere.- Afirmó el
interpelado.- Es muy vieja…
-El cantante es muy bueno.- Valoró el muchacho,
preguntando.- ¿Ha sacado más discos?
-No señor…- Repuso el gerente desvelándoles para
pesar de ambos.- Murió en un accidente de coche hará más de veinte años.
Los
dos se miraron no sin cierto pesar. ¡Era una lástima que alguien de semejante
talento no siguiera en el mundo!
-Quizás haya querido ayudarnos de algún modo.-
Susurró Bertie a su esposo que asintió despacio.-
Y tras dar las gracias a ese empleado volvieron a su
cuarto. Tras hacer las maletas salieron con ellas entrando en el coche. Éste
tardó algo en arrancar pues había tenido que soportar los rigores de la noche
pero, por fin, el motor ronroneó y Roy pudo salir tomando la carretera de
servicio para alejarse del parador.
-¡Oh vaya! , se me olvidó sacar fotos del lugar. -
Se lamentó Bertie. -
-¡Qué se le va a hacer!, no todo puede salir
redondo- repuso Roy jovialmente. - Pero no te preocupes, cuando lleguemos a la
próxima escala harás todas las que quieras. Lo importante es que hayas
disfrutado con la aventura ¡Estoy seguro de que no te podrás quejar!
- Ha sido una experiencia muy bonita. Y me llevo el
libro de la Leyenda de las Ánimas de recuerdo. - Reconoció Beruche que, de
inmediato quiso saber. - ¿Y ahora a dónde vamos?
- A Sevilla cubito, vamos a bailar y a movernos,
después del descanso nos vendrá bien.- Repuso jocosa e irónicamente él. -
-¿Descanso? ¡Tú estás loco!- rió entre atónita y divertida su mujer. -
Roy
secundó las risas y aceleró entrando en la autovía principal camino del sur.
Dispuestos él y Beruche a seguir disfrutando, como le gustaba decir al
muchacho, de nuevas experiencias. Pusieron aquella casete en el coche y la
siguiente canción que oyeron parecía estar compuesta para ellos mismos. Tanto
que, cuando su esposo se la tradujo algunas lágrimas asomaron a los ojos de
Bertie, recordando episodios de su propia existencia. Su marcha de Némesis, su
nuevo comienzo en la Tierra con sus hermanas, el viaje a los Estados Unidos con
Cooan para estudiar y las aventuras que allí vivieron, culminadas con la boda
con su marido y amor reencarnado de una anterior vida.
“Dejaré mi tierra por ti dejare mis campos y me iré
lejos de aquí
cruzare llorando el jardín y con tus recuerdos partiré
lejos de aquí…
de día viviré pensando en tu sonrisa
de noche las estrellas me acompañaran
serás como un luz que alumbra en mi camino
me voy pero te juro que mañana volveré
al partir un beso y una flor un te quiero una caricia y un adiós
es ligero equipaje para tan largo viaje
las penas pesan en el corazón
Más allá del mar habrá un lugar donde el sol
cada mañana brille más
forjara mi destino las piedras del camino
lo que nos es querido siempre queda atrás
buscare un lugar para ti
donde el cielo se une con el mar
lejos de aquí
Con mis manos y con tu amor
explorare encontrar otra ilusión
lejos de aquí
De día viviré pensando en tu sonrisa
de noche las estrellas me acompañaran
serás como una luz que alumbra en mi camino
me voy pero te juro que mañana volveré
al partir un beso y una flor
un te quiero una caricia y un adiós
es ligero equipaje para tan largo viaje
las penas pesan en el corazón
Más allá del mar habrá un lugar donde el sol
cada mañana brille más
forjará mi destino las piedras del camino
lo que nos es querido siempre queda atrás
al partir un beso y una flor
un te quiero una caricia y un adiós
es ligero equipaje para tan largo viaje
las penas pesan en el corazón
Más allá del mar habrá un lugar donde el sol
cada mañana brille más
forjara mi destino las piedras del camino
lo que nos es querido siempre queda atrás”.
(Nino Bravo
Un beso y una flor, crédito al autor)
Y Roy recordaba su propia peripecia vital. La lucha
por ser libre de ese demonio que le poseyó, su propia muerte y su
adiestramiento en el Cielo, soñando con volver a reunirse con Bertie.
Escuchando aquello estaba igualmente emocionado. Así, con los acordes de esas
melodías llegaron a su nuevo destino. Una vez en el sur, en Andalucía, no faltó
la visita a lugares con la Giralda de Sevilla, la Alhambra de Granada o la
Mezquita de Córdoba. Tampoco se quisieron
perder alguna que otra fiesta flamenca en la que Roy casi se cargó el tablao
tratando de imitar uno de aquellos zapateados. Bertie no podía dejar de reír
cuando tuvieron que ayudar a su esposo a
sacar un pie de entre las tablas.
-¡Qué bien te lo pasas conmigo, cubito! – Sentenció
él que también sonreía divertido. – No me lo negarás.
-¡Eres un caso! – Pudo replicar la muchacha, entre
carcajadas. – No se te puede llevar a ningún sitio…
Por toda respuesta Roy se hizo con una flor de un
jarrón cercano y, cortando un poco el tallo se la colocó en el pelo a su esposa
según le explicaba.
-Mira Bertie, esta flor es un clavel. Dicen que un
emperador muy importante lo mandó traer de Persia hasta aquí. Las mujeres
españolas suelen ponérsela en el pelo. Y la verdad es que a ti te queda muy
bien.
-Sí, fue Carlos Primero de España y Quinto de
Alemania.- Le explicó ella a su vez.- Para su gran amor la emperatriz Isabel de
Portugal.
-Cuanto sabes, cubito.- Sonrió él, realmente atónito
por semejante despliegue de conocimientos.- Eres otra Ami Mizuno…
¡Qué más quisiera que ser como ella! La verdad es
que leí algo antes de llegar, cuando me documenté sobre Sevilla y Granada.-
Repuso la muchacha sonrojada por aquella comparación con su querida amiga.-
-Anda, mírate. ¡Ya verás lo guapa que estás! - La
animó su esposo.-
La chica pudo contemplarse en un espejo y
efectivamente, aquella bonita flor de color rojo la alegraba bastante. Los dos
continuaron allí disfrutando del espectáculo y ya de noche volvieron a su
hotel. Allí Roy se había preocupado de organizar una rondalla nocturna y dio
una buena propina a un grupo de cantantes universitarios, (tunos los llamaban
en España) para que le dieran una serenata a su esposa. Por supuesto con él
participando activamente y cantando y bailando con aquellos modernos juglares.
Beruche salió al balcón encantada y divertida con todo aquello.
“Mocita dame el clavel,
Dame el clavel de tu boca,
Que pá eso no hay que tener
Mucha vergüenza ni poca.
Yo te daré el cascabel,
Te lo prometo mocita,
Si tú me das esa miel
Que llevas en la boquita.
(Estribillo):
Clavelitos, clavelitos,
Clavelitos de mi corazón.
Hoy te traigo clavelitos
Colorados igual que un fresón.
Si algún día clavelitos
No lograra poderte traer,
No te creas que ya no te quiero,
Es que no te los pude traer.
Música
La tarde que a media luz
Vi tu boquita de guinda,
Yo no he visto en Sta. Cruz
Otra mocita más linda.
Y luego al ver el clavel
Que llevabas en el pelo,
Mirándolo creí ver
Un pedacito de cielo.”
Clavelitos, clavelitos,
Clavelitos de mi corazón.
Hoy te traigo clavelitos
Colorados igual que un fresón
Si algún día clavelitos
No lograra poderte traer,
No te creas que ya no te quiero,
Es que no me dejó mi mujer
(Clavelitos canción de Tuna crédito al autor)
Y tras este tema tan tradicional de su repertorio
incluso cantaron una de las canciones que Roy había oído en la radio de un
grupo del país que le gustó bastante. Hasta se atrevió a rasgar un poco una
guitarra española acompañando a los músicos.
me encontré con la Negra Flor
que creció tan hermosa
de su tallo enfermizo
Al final de la Rambla
me encontré con la Negra Flor
¿Dónde vas negra rosa,
me regalas tu amor?
Que tu pena fuera sólo por mi culpa
que mi culpa fuera sólo por amor
que los besos, flores negras
de la Rambla son
O de un rincón… “
(La Negra Flor, Radio Futura, crédito al autor)
Al terminar se ocupó de traducirle a su encantada
esposa aquella tonada. Después se despidieron de esos tunos. Éstos, muy
simpáticos y joviales, le regalaron a él una capa y una bota de vino y a ella un raño de flores, parecidas a la que
describían en la canción, pero de colores rojos y blancos. El matrimonio
correspondió invitándoles a cenar. Esa era una bonita forma de cerrar su
estancia en aquel país y de terminar su viaje. Al día siguiente volvieron a
Madrid y tomaron el avión de regreso a EE.UU. Desde luego tendrían muchas cosas
que contar a su vuelta y ya estaban deseando ver a sus amigos para compartir
con ellos estas experiencias que serían unos bonitos recuerdos para toda la
vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)