domingo, 17 de agosto de 2014

GWHC04 Aventura recién casados de Roy y Beruche

Después de la boda triple que celebraron junto con sus amigos Tom y Cooan y Ail y Ann, Roy y Beruche estuvieron charlando con ellos sobre sus respectivos viajes de novios.

-Nosotros volveremos al espacio con nuestro hijo. Queremos encontrar un planeta adecuado para vivir.- Les comentaba Ail.-
-Así es.- Sonrió Ann, sosteniendo en brazos ahora a su bebé y añadiendo.- Giaal debe conocer el valor de la naturaleza y de los seres vivos que la componen. Plantaremos la semilla de nuestro árbol y él nos cuidará.
-Y nosotros a él.- Apuntó Ail.-
-Eso es muy hermoso.- Sonrió Bertie, mirando ahora a su hermana y a su cuñado para preguntar.- ¿Y vosotros?
-Bueno, todavía no lo tenemos decidido.- Declaró Cooan.- A mí me gustaría ir a un lugar tranquilo, exótico y hermoso, con muchas maravillas naturales por ver y cerca del mar.
-Seguramente que algo encontraremos.- Comentó su marido.-
-¿Y vosotros?- Quiso saber Cooan.-
-Pues…estamos tratando e decidirnos entre algunas alternativas.- Le respondió Beruche.-
-El principito nos ha animado a que vayamos a verles a él y a Esmy a París.- Intervino Roy.-

            El aludido no estaba lejos y pudo aproximarse al oír como le citaban. De este modo comentó.

-Os invito a todos. París es una hermosa ciudad. Con muchas cosas por ver.
-Espero que si vamos, invites a algo por allí.- Dijo Roy con tono jovial.-
-¡Me lo tendré que pensar, comes como un regimiento!- Se rio su amigo.-

Los demás compartieron las risas. En ese ambiente tan distendido y alegre iban y venían y uno de los que se aproximó fue el príncipe de los cuatro cielos con su pareja.

-Pues pásate antes por Londres.- Le ofreció Nephrite a su vez.- Amanda y yo estaremos encantados de haceros de guías.
-Desde luego que sí.- Convino esa rubia joven.- Londres tiene mucho que ver.
-Hay que admitir que estos dos saben hacer un tour por su ciudad.- Declaró Diamante dándole una amistosa palmada en la espalda al señor Saint Join.-
-Creo que vamos a tener que hacer una gira, más que una Luna de Miel.- Se sonrió Beruche.-
-Te encantará Europa.- Le aseguró Esmeralda, aproximándose ahora hacia donde el grupo charlaba en tanto ofrecía a su amiga.- Cuando veáis algo de Inglaterra, venís a Francia, y seremos Diamante y yo quienes os mostremos París.
-Os tomaremos la palabra.- Sentenció Roy.-

            Y continuaron charlando hasta acabar la fiesta. Todos se separaron y en efecto, cada pareja se decantó por un destino diferente. En tanto Ail y Ann volvían en efecto al espacio con su bebé, Tom y Cooan fueron a Hawái. Respecto a Beruche y Roy  hicieron caso a los consejos recibidos y finalmente decidieron irse a una larga Luna de Miel por Europa. Planearon estar un mes y visitaron varios países, principalmente alguno en los que amigos suyos residían. Los primeros días estuvieron en Inglaterra, donde tuvieron tiempo de recorrer Londres, en la parte este de la capital británica, a orillas del Támesis, ir a Tower Hill y entrar en la famosa Torre, viendo las joyas de la corona, que despertaron en la muchacha una profunda admiración.

-¡Vaya, son preciosas! - Exclamó en tanto las observaba.
-Sí, la corona es bien bonita.- Observó Roy afirmando con su característico humor.- Se lo diré al principito, a ver si se pone una igual.

            Su esposa se rio divertida. Imaginaba a Diamante con semejante ornamento en la testa y movió la cabeza.

-En Némesis no era costumbre llevar coronas.- Le explicó ella.-
-Ya, con poneros el nombre de las joyas os bastaba, ¡ja, ja! - Se rio ahora él.-

            Su mujer sonrió de forma más marcada. ¡Este Roy era un caso! ¡A todo le sacaba punta! Tras proseguir la visita y deleitarse con eso, no faltó el paseo por uno de los puentes que cruzaban el Támesis para ver el parlamento y el Big Ben. Beruche le explicaba a su atento esposo.

-En realidad se llama la Torre del Reloj. Big Ben es el nombre de la campana.
-Vaya, no lo sabía.- Comentó despreocupadamente el joven.- ¡Menos mal que no es un tema de conversación!

            Su esposa frunció el ceño como cuando quería hacerse la enfadada, pero le era imposible no sonreír. Se hicieron unas cuantas fotos, y no faltó la acostumbrada junto a los guardias del palacio de Buckingham, con Roy haciendo todo tipo de gestos. Pero, eso sí, sin faltar al respeto al tipo que estoicamente permanecía allí en pie y sin moverse.

-Ya tienen mérito estos tíos.- Comentó el admirado muchacho.- Mira que no moverse por nada. ¿Y si se les posa una mosca en la nariz?
-Son muy disciplinados.- Convino Bertie con una sonrisa.-
-Tengo que agradecerle todo esto a Nephrite. Por el ofrecimiento que nos hizo para venir a visitar Londres en nuestra Luna de Miel. Creo que le pega mucho vivir en esta ciudad. Tiene el mismo estilo entre tranquilo y elegante que él.- Afirmó Roy.-
-Sí, en cuanto podamos espero que hablemos con nuestros amigos. Estaba tan ocupado con su tienda que no pudo venir con nosotros. Y a Amanda le pasaba lo mismo con un reportaje que tenía que cubrir.- Se lamentó Bertie.-
-¡O eso dice!. Creo que yo que Amandita estará a otras cosas. Eso de trabajar para el servicio decreto ocupa mucho tiempo.- Afirmó Roy.-
- A mí me dijo cuando llegamos y les llamé, que esta vez sí que se trataba de un reportaje genuino. Algo de la familia Real.- Rebatió Beruche.-
-¿Así que ha ido a entrevistar a Usagi y al Chapas?- Se rio Roy.-

            Bertie a su vez no pudo evitar reírse por semejante comentario. Al fin, pudo controlarse y negar con la cabeza, tras lo cual, replicó divertida, aunque fingiendo algo de enfado.

-¡Mira que eres borrico! Me refiero a la familia real británica!
-¡Ah! es cierto, que aquí también tiene reyes. Lo siento cubito, comprende que me he criado en Nueva York. Los únicos reyes que conozco son los del pop y del rock.

            Suspirando con un gesto de divertida resignación, Beruche pasó por alto ese comentario de su marido y dijo.

-Una pena no poder hacer este recorrido con ellos.
-Tranquila. Les veremos luego  a Amanda y a él.- Afirmó un desenfadado Roy.-
 -Ya tengo ganas de quedar con ellos y charlar. – Declaró Bertie agarrándose de un brazo de su marido para suspirar.- ¡Les he echado de menos! Igual que al resto.
-Pero cubito, ¡estamos de Luna de Miel! No te preocupes, ya montaremos una fiesta de las nuestras esta noche. Y con todos juntos más adelante, igual que en los buenos momentos tras las victorias contra algún enemigo.
-Ya sabes que cada uno se va a ir a vivir a un extremo del mundo.- Dijo ella con  algo de pesar ahora.- Será difícil vernos como antes.
-Bueno, no te preocupes por eso, cariño.- La animó él rodeándola afectuosamente la cintura con un brazo.-  Nos veremos más a menudo de lo que crees. Seguro. Para empezar, en dos días viajamos a Francia. Allí, el principito y Esmy nos van a hacer de guías. Y con lo que se pican Nephrite y él, seguro que competirán por ver quien nos muestra más cosas y nos trata mejor ¡Ja, ja!...¡Vaya dos flipaos!¡será un gran duelo de principitos!

            La muchacha no pudo evitar reírse con él. ¡Vaya una forma de llamar a sus amigos! Al pobre Nephrite que tenía el título de Príncipe de los Cuatro Cielos. Y sobre todo a Diamante. Pese a todo lo sucedido, Bertie muchas veces no podía evitar recordarle a él como el príncipe y a Esmeralda como la duquesa de Némesis, que fueran sus superiores en el clan de la Luna Negra. Lo bueno es que ahora eran sus amigos y les iban a mostrar muchas cosas bonitas y de gran interés histórico.

-Esmeralda tenía razón. Me está encantando Europa. Me hubiese gustado visitar Italia y Alemania también. ¡Hay muchas cosas maravillosas! - Declaró una entusiasmada Beruche.-
-Bueno cubito, ya sabes que cuando planificamos el viaje quisimos tener quince días y decidimos hacer la ruta de Europa occidental y sur atlántica.- Le recordó él.- Constaba de estancia en Londres por tres días, París por una semana y Madrid por cinco días. Más lo que podamos recorrer por nuestra cuenta en cada país.
-Es cierto.- Admitió ella, afirmando no sin buen ánimo ahora.- La próxima vez que viajemos tendremos que ir a Lisboa, Roma, Berlín y Atenas. ¿Qué te parece? Así podríamos tener una buena visión de la mayor parte de Europa.
-Por mí, si se come bien en todos esos sitios.- Sonrió su marido afirmando con jovialidad.- Y a todo esto, ya voy teniendo hambre.

Aunque su esposa no respondió, nuevamente movió la cabeza. ¡Este Roy siempre estaba igual! Entonces la joven dedicó su atención al edificio del Parlamento que tenían tan cercano y leyó en un folleto turístico que llevaba.

-Fíjate, la arquitectura es sobre todo del siglo diecinueve, pero en un estilo revival gótico. Dado que el edificio primitivo sufrió un incendio en el siglo dieciséis que hizo a Enrique Octavo trasladar su residencia a otro sitio.
-¡Ey! Ahí pone exis palito exis…- Comentó jocosamente él prosiguiendo con la broma.- Y aquí exis uve palito, ¡ja, ja!…
-Siglo Diecinueve, y siglo dieciséis, tonto.- Repuso Bertie moviendo la cabeza para alegar divertida. Y Enrique VIII. Una uve con tres palitos. - ¡Eres todavía peor que los niños!

            Su interlocutor se encogió de hombros asintiendo con una sonrisa. Ya lo sabía pero le encantaba tomarle el pelo a su mujercita. Bertie tampoco ignoraba ese peculiar sentido del del humor de su esposo de modo que se rieron los dos. Después de ver aquel gran palacio se alejaron tomados de la mano en dirección a una parada de autobús. Abordaron el clásico de dos pisos para turistas, hicieron un buen recorrido por la ciudad y volvieron a  su hotel. Allí Roy pudo comer al fin, dejando atónitos a los camareros y al resto de la clientela. Aparentemente ajena a ello, su mujer comentaba en modo pensativo.

-Mañana podremos visitar los alrededores de la ciudad, quizás ir a Oxford y Cambridge. Ver Stonehenge con Nephrite y Amanda y poco más.

Y es que habían telefoneado a sus amigos quienes se disculparon por no haber estado disponibles aquel día, aunque les prometieron que no faltarían al siguiente. Por ello, Bertie agregó.

- Lástima el disponer solamente de un día para ver todo eso. Pero pasado mañana tenemos el vuelo a París.
-Fi… efo.- Asintió su esposo que ya repetía por tercera vez  el segundo plato.-
-Por favor. No hables con la boca llena.- Le pidió Bertie mirando envarada a su alrededor.- No es de buena educación…
-Fi, pefdon cufito…- Fue capaz de replicar el interpelado en tanto masticaba.-

            Así lo hicieron, tras recorrer algunos de esos lugares. Desde luego, las ciudades sedes de las famosas universidades eran muy bonitas. Contaban con unas facultades y claustros deslumbrantes, pero donde quedaron paradójicamente más impresionados fue cuando visitaron el círculo de piedras cerca de la llanura de Salisbury. Allí tal y como habían quedado, fueron acompañados por sus amigos Nephrite y Amanda. La periodista destacó.

-En los últimos años se han hecho muchas excavaciones aquí. Y se han descubierto cosas muy interesantes.
-¿Cómo por ejemplo?- Quiso saber Roy mirando aquellos pedruscos de arriba abajo con aparente desapasionamiento.-
- Pues que está formado por piedras metamórficas distribuidas en cuatro círculos concéntricos.- Respondió Amanda.-
-¿Piedras meta…qué..?.- Inquirió Roy con expresión desconcertada.-
-Son rocas que se forman a partir de otras, debido fundamentalmente a la compresión y al calor.- Le ilustró su amigo Nephrite.-
-Vale. Como Superman apretujando el carbón para hacer diamantes.- Repuso su interlocutor.-
-No del todo, pero bueno.- Sonrió Nephrite.-
-Éste lugar era parte de un complejo mucho mayor.- Terció Amanda.-
-Estás muy puesta en ello.- La halagó Bertie.-
-Sí, tuve un reportaje de investigación que incluyó este lugar.- Se sonrió la joven mirando de manera cómplice a su pareja. El señor Saint Join le devolvió ese guiño, lo que pasó desapercibido a sus amigos. A lo que Amanda agregó.- Una joven estudiante de pos grado de arqueología que me parece que era de por aquí, me explicó bastantes cosas. Por cierto, trabajaba con una chica japonesa que también estaba estudiando lo mismo, creo que en intercambio. Empezamos a charlar y surgió el tema. Me contó que esa chica era la novia de un chico al que conocéis.
-¿Un chico? ¿Quién?- La interrogó Beruche sin caer  a quién podría referirse.-

            La periodista se tomó unos instante para intentar hacer memoria, entonces sonrió al recordar.

-Me parece que su novio trabajaba en una cafetería a la que solíais ir mucho con tu amiga Ami.
-¿No sería el Crown? - Quiso saber Bertie ahora con una sonrisa.-
- Pudiera ser, no recuerdo exactamente el nombre que me dijo. Aunque de lo que sí me acuerdo es que ese chico…trabajaba allí, su novia me dijo que tenía una hermana muy simpática. Del nombre de ella sí que me acuerdo. Unazuki…-Añadió Amanda.-
-¡Sí, claro!- Exclamó Beruche con visible alegría.- Ella nos atendía muchas veces. A él le veíamos menos. Pero Unazuki nos contaba que la novia de su hermano estaba estudiando en Europa.
-Y esa chica que dijo ser su novia, me parece que se llamaba Raika, o Reika. Era algo así.- Comentó su contertulia.- Desde luego, ¡qué pequeño es el mundo a veces! Tanto ella como su compañera en la excavación, una tal Alannah, me dijeron que este lugar parecía poseer una especie de aureola mágica alrededor.

            Los demás parecieron convenir en eso asintiendo. Fue Roy quien declaró en un tono más serio del suyo habitual.

-A veces tengo la impresión de que hemos estado en un lugar así.- Pudo decir pensativamente contemplando aquellos menhires y dólmenes.- Me parece familiar en algún modo.
-Me sucede lo mismo.- Convino Beruche.- Debe de ser algún recuerdo de nuestras antiguas vidas…

            Su marido asintió, y siguieron recorriendo ese lugar. Mientras tanto la rubia periodista les brindaba más explicaciones.

-El veintiuno de junio, cuando se produce el solsticio de verano, el sol sale atravesando justo el eje de la construcción. La parte más antigua del monumento ha sido fecha alrededor del tres mil cien antes de Cristo.
-Sí, ¡ya decía yo que necesita una reforma! - Comentó jocosamente Roy haciendo reír a sus amigos, sobre todo a Nephrite cuando agregó.- Parece que los maestros Son Goku y Piccolo hubieran estado entrenando aquí, a la vista de cómo lo han dejado.
-Pues es patrimonio de la humanidad desde mil novecientos ochenta y seis. Así que no lo estropees más de lo que ya está. ¡Que te conozco y eres capaz de apoyarte en alguna de estas piedras y tirarla abajo! - Le comentó jovialmente su compañero de entrenamientos.-

            Y su amigo asintió divertido. El grupo prosiguió la visita durante una hora más. Al fin retornaron a la capital inglesa. Comieron con sus amigos y tras departir sobre sus proyectos y planes se despidieron.

-Dadles muchos recuerdos a Diamante y Esmeralda de nuestra parte.- Les pidió Nephrite que añadió con gesto divertido.- Y por supuesto, métete un poco con el principito por mí…
-Eso está hecho, amigo. - Sonrió pícaramente Roy.- Sobre todo lo segundo…

Y así se dijeron adiós. Al día siguiente los recién casados partían rumbo a Francia. No tuvieron ninguna incidencia en el vuelo que llegó puntual al aeropuerto Charles De Gaulle. Allí, como habían quedado previamente, les aguardaban sus amigos. Al salir por la terminal del aeropuerto tras recoger las maletas pudieron ver un enorme cartel que ponía Malden. Sosteniéndolo estaba un sonriente Diamante que destacaba de entre el gentío por su elevada estatura y agarrada a uno de sus brazos, Esmeralda. La joven pareja de turistas enseguida se acercó hasta sus amigos y se fundieron en sendos abrazos.

-¿Qué tal el vuelo?- Quiso saber Esmeralda.-
-Bien, Londres está muy cerca, apenas si nos dimos cuenta.- Replicó Bertie.- Por cierto, saludos de Nephrite y de Amanda.
-Ese mal queda.- Sonrió Diamante moviendo la cabeza con desenfado para afirmar.- Lleva prometiéndome venir a vernos desde hace ya más de tres meses.
-Sí, la última vez que nos vimos fue realmente interesante.- Convino Esmeralda con un tono algo misterioso.- Lo pasamos bastante bien.
-Pues ya ves, Esmy. ¡Antes hemos venido nosotros! - Se rio Roy pasando un afectuoso brazo por la cintura de su esposa.-
-Bienvenidos a la vieja Europa continental.- Declaró el príncipe.-
-Bueno, ¿qué tal os va por aquí?- Quiso saber su contertulio palmeando la espalda de su amigo.-
-No nos podemos quejar.- Replicó él.- Ahora hemos podido tomarnos unos días libres…
-Sí, Madame Deveraux es una mujer realmente exigente.- Comentó Esmeralda.-
-Esa es tu jefa, en la casa de modas. ¿No?- Inquirió Bertie.-
-Así es… - Repuso su interlocutora en tanto comenzaban a caminar.- Y lo de Jefa no es solamente su cargo sino también su apodo… ¡Menos mal que me dio permiso para venir a recibiros!

            Y en tanto seguían conversando salieron del aeropuerto y tras cargar las maletas en un taxi partieron. Durante el trayecto hasta el hotel charlaron de temas intrascendentes. Luego, una vez llegaron y subieron el equipaje, quedaron en verse en un par de horas. Bertie y Roy querían descansar y arreglarse un poco tras el viaje. Al fin, pasado ese tiempo. Sus anfitriones les aguardaban en recepción.

-Vamos a dar una vuelta por Paris.- Les propuso Esmeralda, añadiendo con entusiasmo.- Os haremos de guías.
-Estupendo.- Convino Bertie, para declarar.- Estoy deseando ver los monumentos…
-Y yo estoy deseando comer.- Le susurró Roy a Diamante que sonrió moviendo la cabeza.- ¡Tengo hambre, tío!…para monumentos ya están las modelos colegas de Esmy.

            Por suerte para él las dos mujeres no se apercibieron del comentario. Subieron a un taxi, Diamante iba en el asiento del copiloto y Roy entre su esposa y Esmeralda. El chico, no pudiendo evitar otro de sus irreverentes comentarios, sonrió afirmando divertido, sin perder detalle de los escotes de ambas damas.

-¡Tengo las mejores vistas de todo París! ¡U la, la!…

            Ahora sí que todos se rieron, en cuanto pudieron bajaron para recorrer un poco de aquel lugar.

-Ya veréis, “La Cite de la lumière” os va a encantar.- Les comentó Esmeralda con visible entusiasmo.-
-¿Qué ha dicho?- Se extrañó Roy.- ¿La Cite de qué?...
-Se refiere a París, tonto. También se la llama así.- Repuso Bertie.-
- La Ciudad de la Luz -  Apuntó Diamante.-  Es cierto. De noche vais a comprender el porqué de ese apelativo.

            Y anduvieron hacia el campo de Marte. Lo primero que pudieron observar fue la enorme silueta de la Torre Eiffel. Pasaron bajo ella viendo los distintos complejos de tiendas, los ascensores y la gran altura que tenía.

-Así que éste es el campo de Marte.- Observó jocosamente Roy para sentenciar.- Habrá que decirle a Rei que cobre entrada…

            Todos se sonrieron por la penúltima ocurrencia de su amigo. Aprovecharon para tomarse unas fotos. Diamante llevaba una camiseta muy curiosa con I mayúscula junto con un corazón de color rojo y la palabra París, completada con un dibujo de la Torre Eiffel en color negro.

-Os voy a hacer una con la torre al fondo.- Les sugirió Roy.-

            Diamante y Esmeralda posaron encantados. Pasándose las manos uno por la cintura del otro. Ella con sus gafas de sol sobre la cabeza, su bolso colgándole del hombro derecho y su collar con la piedra verde que engarzaba bien visible.

-Tú tampoco te quitas el collar.- Sonrió Bertie mostrando bajo su blusa el suyo propio, con su piedra azul.-
-Ya sabes, siempre estamos de servicio.- Declaró Esmeralda.-

            Después fueron los anfitriones quienes sacaron algunas fotos de los Malden, con la famosa torre parisina de fondo. Una vez se inmortalizaron allí, anduvieron de la mano de sus respectivas parejas.

-Se parece un poco a la torre de Tokio.- Comentó Beruche.-
-Sí, pero ésta es más alta y más bonita.- Replicó Esmeralda quién les contó.- Cuando es de noche las luces se ven preciosas desde los apartamentos que tenemos en la casa Deveraux.

Prosiguieron andando para cruzar los Campos Elíseos, pasar bajo el Arco de Triunfo, aunque tuvieran que cruzan una peligrosa y ancha rotonda con coches que circulaban de forma rapidísima.

-No, si lo que no lograron los demonios lo mismo lo consiguen los conductores de aquí.- Suspiró Roy, una vez estuvieron seguros al otro lado.-
-París bien vale arriesgarse un poco, amigo mío.- Le sonrió Diamante con gesto divertido.- Ya lo dijo Enrique IV de Francia, “Paris vaut bien une messe”.
-¿Qué has dicho, principito?- Quiso saber Roy.-
-París bien vale una misa.- Le tradujo Esmeralda.-
-Sí, pero no una fúnebre.- Resopló Bertie tras respirar para recobrarse de esa carrera por atravesar la carretera.- ¿Verdad, cariño?...
-Ya te digo. Y ahora que lo pienso, me parezco a Jean Kelly, soy un americano en París, ¡Ja, ja! - se rio el esposo de la muchacha.- Falta que llueva para ponerme a cantar…

Aunque el resto se miraron desconcertados, sin saber a qué podría referirse.

-Siempre con tus bromas.- Le reprobó cariñosamente Bertie.- Es que no puedes parar, mira que eres tonto.

El grupo  entre tanto se encaminó hacia el rio Sena, tras cruzar algunos bellos puentes y una larga caminata, pasaron por supuesto por la catedral de Notre Damme. Esmeralda se rio dejándoles un poco ensordecidos para declarar con humor.

-Se supone que ésta es mi casa. Aquí vivía otra Esmeralda. Al menos según el cuento del jorobado.
-Es una catedral preciosa.- Comentó Bertie.- Empezaron a construirla en mil ciento sesenta y tres y tardaron casi dos siglos en terminarla.
-En mil trescientos cuarenta y cinco, para ser exactos.- Añadió su anfitriona.- Es de estilo gótico. De lo más antiguo de París, aquí en la Île de la Cite. Durante muchos años fue la construcción más alta de la ciudad.

 Las dos siguieron departiendo sobre ello y en esta ocasión, los chicos las escucharon con interés. Entre los conocimientos de Beruche, que estaba estudiando arte para dar clases en secundaria, junto con otras materias, y los de Esmeralda, que quería empezar esa carrera por puro interés, tanto Roy como Diamante aprendieron no pocas cosas de ese sagrado recinto. Las dos mujeres se adelantaron un poco para conversar en tanto añadían más cosas sobre la ciudad. Los chicos se las unieron de nuevo y finalmente, una vez concluyeron de ver la catedral, decidieron ir a un restaurante de la zona del boulevard de Haussmann.

-Vamos a visitar las galerías Lafayette.- Les propuso Esmeralda.- Os aseguro que merece la pena ver el interior.

            Y en efecto, entraron quedando admirados de aquella maravillosa e inmensa cúpula de cristal, bajo la cual se disponía una arquitectura ricamente ornamentada.

-¡Es precioso!- Exclamó Bertie realmente admirada.- Parece que estuviéramos en una ópera gigante, rodeados de palcos.
-Es impresionante, sí.- Convino Roy por una vez sin bromear y mirando asombrado en todas direcciones.-
-Aquí hay restaurantes también. Podemos comer si lo deseáis.- Les sugirió Diamante.-

            Su amigo asintió de inmediato, sonriente para afirmar.

-Creí que nunca ibais a decirlo…
-Siempre estás pensando en comer. ¡Es increíble! - Pudo decir Beruche con tono de velado reproche, sin embargo, ya estaba acostumbrada a la voracidad de su marido.-
-Lo siento cubito. Un saiyajin es lo que tiene.- Se encogió de hombros su esposo.-
-Pues Diamante parece que descendiera de ellos a veces. ¡Tiene un apetito tremendo! - Declaró Esmeralda.-
-Nos tendríais que haber visto en el rincón.- Afirmó jocosamente el príncipe.- ¡Esto no es nada!

            Y tras unas risas se sentaron alrededor de una hermosa mesa de cristal. Allí pidieron el almuerzo. La conversación prosiguió animada.

-Es curioso.- Comentó Beruche.- Pero esta arquitectura y esa forma de cúpula me ha recordado a Némesis.
-Sí, algunos de los palacios y casas se hacían de esta manera.- Convino Diamante.-
- Y yo recuerdo algunas historias que la reina me contaba.- Suspiró Esmeralda ahora con un toque de añoranza.- Creo que su abuela era de París. O algo así. Por eso tuve siempre mucho interés en conocer esta ciudad. Y cuando volvimos a empezar nuestras vidas. Tanto Diamante como yo lo tuvimos claro. Quisimos venir aquí.
-Pues a mi mujer también le pega. Mirad lo que he visto.- Se sonrió Roy mostrando un cartel con un rifle que lucía como nombre Berthier.- Al parecer tu nombre también es algo francés…como la bisabuela del principito.

            El resto sonrió con la penúltima ocurrencia de ese muchacho. No obstante, Diamante contestó con gesto pensativo.

-Yo no recuerdo muy bien eso. Aunque sí me parece que mi bisabuela tenía algo que ver con  esta ciudad. Mi madre me dijo alguna cosa, pero entonces yo no prestaba demasiada atención a eso.- Se lamentó.- ¡Ojalá lo hubiese hecho!
-Yo apenas sí recuerdo a la mía. Cuando fuimos a la Corte perdimos el contacto. Al principio hablábamos vía pantalla, pero luego ella…bueno, creo que mi padre la recluyó. – Pudo decir Bertie bajando la vista y con lágrimas para remachar.- Mi pobre madre quedó trastornada cuando nos fuimos. Ahora puedo darme cuenta de lo duro que debió ser para ella.- Sollozó rememorando compungida.- Nunca nos volvimos a ver…Y luego, cuando al fin supimos la verdad. ¡Ella dio su vida para tratar de acabar con ese maldito Sabio, mientras nosotros seguíamos dócil y estúpidamente sus órdenes!

            Tanto Diamante como Esmeralda bajaron la cabeza consternados y avergonzados según escuchaban aquello. Se sentía tan culpables como Bertie o incluso más. Roy miró a todos sus amigos con una mezcla de estupor y tristeza. No tardó en querer animarles, empezando por su mujer.

-¡Eh cubito! – Le dijo él con tono suave al tiempo que pasándola un  afectuoso brazo tras los hombros.- Estamos de celebración. Con nuestros amigos. Alegra esa carita tan blanquita y linda que tienes.
-Lo siento.- Pudo musitar ella enjugándose las lágrimas, mientras esbozaba una leve sonrisa.- Tienes razón.

            Sus anfitriones se miraban entre tanto con la lástima reflejada en sus semblantes. Ellos podían comprenderla muy bien. El recuerdo de sus padres y de todas aquellas personas a las que quisieron y que tuvieron que dejar atrás, víctimas de sus obsesiones de entonces, todavía estaba en sus corazones.

-Pagamos un altísimo precio, es cierto.- Comentó Diamante que añadió.- Y nunca podré perdonarme el haber estado tan ciego…
-Todos lo estuvimos.- Se apresuró a decir su pareja, posando una mano sobre otra de él.- No te culpes tú solo.
-Escuchadme chicos.- Terció entonces Roy.- Todo eso está más que superado, y si lo miráis con perspectiva incluso ni tan siquiera ha sucedido.

            Entonces sus interlocutores le observaron no sin asombro. El joven enseguida se explicó.

-Se supone que eso sucedió en el siglo treinta, ¿verdad? Pues me alegra poder deciros que estamos en el siglo veinte. Vuestros padres no han nacido todavía, ni tan siquiera los abuelos de vuestros padres. No pueden estar sufriendo. Al menos ahora. Deberíais pensar en ello.

            Nadie replicó, al menos durante unos momentos. Roy estaba acercando a su esposa hacia sí para confortarla y tanto Diamante como Esmeralda se miraron pensativos. Fue el príncipe quién finalmente contestó.

-Técnicamente tienes razón. Y quizás se nos ha dado una oportunidad de enmendar todo eso. Si es así, te aseguro que la vamos a aprovechar.
-Pues claro.- Le animó su amigo.- Y dentro de poco vamos a llenar este mundo de pequeños Roys y Diamantitos, ¿verdad?
           
            Esas últimas palabras hicieron que las dos mujeres se sonrojasen. Al final todos rieron de nuevo. Beruche, agradecida por los intentos de su esposo para levantarla el ánimo, le dio un cariñoso beso en la mejilla declarando con alegría recobrada.

-A veces eres todo un filósofo.
-Bueno, pero no te acostumbres, ¡que pensar tanto me da dolor de cabeza y muchas más ganas de comer! - Rio él, haciendo que el resto le imitase de buena gana.-

Así terminaron la comida y pasaron el resto de los días visitando más lugares emblemáticos de Francia. Desde luego que no faltó un recorrido exhaustivo por el Louvre. Finalmente llegó la hora de tomar el vuelo en Orly. Rumbo a Barcelona. Sus amigos les despidieron en la terminal deseándoles un buen viaje.

-Ya vendréis a vernos a casa cuando estemos de vuelta. Os contaremos como termina nuestra Luna de Miel.- Les comentó Roy.-
-Descuida. Os visitaremos un día de estos.- Le prometió Diamante.-
-Cuidaos mucho.- Les pidió Bertie.-
-Lo haremos, vosotros también.- Replicó Esmeralda.-

Por fin tuvieron que embarcar. El viaje en avión apenas supuso un par de horas. Aterrizaron en el Prat y un guía que les aguardaba les llevó al hotel. Tras descansar un poco en la ciudad Condal visitaron la Sagrada Familia y el puerto Olímpico, así como el estadio del club de fútbol más importante de esa región. Roy quiso probar su español y enseguida abordó a un paseante para preguntarle una dirección.

-Perdone señor, ¿por dónde quedan las Ramblas?- Pudo decir con un más que aceptable castellano.-

            Sin embargo, ese hombre le miró como si hubiese cometido algún crimen y se alejó sin responder. El chico se quedó extrañado mirando a Bertie, que le devolvió la mirada atónita también en tanto se encogía de hombros. Al fin, la joven pudo conjeturar.

-No sé. A lo mejor no lo has dicho bien…
-No lo entiendo.- Repuso su marido visiblemente desconcertado.- Juraría que la expresión era la correcta. Espero no haber ofendido a ese tipo.
-Bueno, pues yo quería ver esas Ramblas y el parque Güell.- Afirmó Bertie consultando un plano que le dieran en el hotel.-
-Ya preguntaremos a otro.- Dijo más despreocupadamente él.-

            Así lo hicieron y esta vez sí que les indicaron sin problemas y de una manera bastante amable.

-Al menos, no era cosa mía. He empleado la misma expresión.- Suspiró un aliviado Roy.-
-Bueno, ese otro tendría un mal día.- Supuso Bertie.-

Olvidándose de ese incidente, pudieron ver esos dos sitios y sacar unas cuantas fotografías. Al día siguiente fueron al noroeste del país, recorriendo la llamada “Cornisa Cantábrica”.

-Hermosos paisajes, muy verdes.- Elogió Beruche cuando visitaron Asturias, Cantabria y Galicia

Después y tras admirar la catedral de Santiago de Compostela, tomaron rumbo hacia la capital de España. Allí, Bertie insistió en que debían de ver cuantos museos pudieran y la pareja recorrió el museo del Prado, el museo Reina Sofía y el Thyssen entre otros. Algunas fotos de otros monumentos como la Puerta de Alcalá y, ni que decir tiene, Roy estuvo interesado en visitar los estadios de deportes, en este caso de lo que él llamaba soccer, más importantes. En una zona llamada la Castellana pudieron visitar la sala de trofeo del club que tenía la reputación de ser el más laureado del mundo en aquel deporte. En otra parte de la ciudad vieron también las instalaciones de otro club, cerca del río Manzanares, como les dijeron que se llamaba el que transcurría por la capital de España.  Curiosamente ambos equipos, acérrimos rivales, tenían dos plazas en las que celebraban sus triunfos, dedicadas a sendos dioses de la mitología, Cibeles y Neptuno. Tampoco obviaron un paseo por la famosa Plaza Mayor.

-¿No es estupendo? - Le decía Bertie a su esposo tras consultar un folleto. - Ya hemos visto los mejores cuadros y los monumentos más hermosos. No pensaba que hubiera tantas maravillas en este país ¡Lo que podremos contarles a mi hermana y a Tom! Seguro que ellos vendrán también con cosas muy interesantes que decirnos de Hawái.
-Sí, y lo bien que se come aquí. – Asintió entusiásticamente él que ya le indicaba la cercanía de un restaurante puesto que iban a ser las dos de la tarde.- Y lo mejor es que te atienden a cualquier hora…

      Aunque su mujer le miró con cierto gesto reprobatorio para recordarle según entraban y se sentaban en una mesa en tanto la chica sacaba una agenda que consultó.

-Roy has querido probar, si no recuerdo mal, esa comida llamada fabada de Asturias, el pan tumaca en Cataluña, el cocido aquí, en Madrid, y otros muchos platos tradicionales de cada sitio en el que nos detenemos. Apunté la ternera de Ávila y las yemas mientras vimos las murallas, o el cochinillo de Segovia en tanto visitamos su acueducto romano. Te pasaste todo el día hablando sobre lo rico que estaba eso que aquí llaman lechal, delante de una construcción en piedra romana de hace más de mil novecientos años.- Remachó ella con cierto tonillo de reproche.- Es una obra tan imponente que según las leyendas la llegaban a atribuir al diablo. Y tú pensando solamente en comer…
-Claro – Sonrió divertido él, que parecía estar deleitándose según ojeaba la carta, en tanto argumentaba. - Mira Bertie, el turismo gastronómico está muy de moda en nuestros días, y tal y como hice cuando visitamos los otros países quiero ponerme al corriente de las comidas típicas.  Igual que haces tú con cuanto museo y monumento nos encontramos. Y esto también es cultura, no lo podrás negar.

La muchacha tuvo que encogerse de hombros y sonreír. Ahí su esposo le había dado un buen argumento. Eso era innegable desde luego. Comieron por supuesto que muy bien y ya siendo tarde regresaron al hotel. Ahora querían proseguir viaje. Se acostaron y a la mañana siguiente temprano, tras desayunar en la cafetería que había cerca de la recepción, se prepararon. Aun deseaban seguir hacia la parte meridional del país. Roy, que hablaba español bastante bien, le comentó a Beruche el itinerario utilizando una especie de guía local.

-¿Qué te parece si seguimos por carretera hasta el sur? Podemos alquilar un coche y recorrer la región.
-¿Crees que eso será interesante?,- Le preguntó ella bastante escéptica con esa posibilidad. -
-¡Claro que sí!- la animó su marido - podemos cruzar la región por carretera y detenernos en algún parador.
-¿Parador? - Repitió Beruche extrañada pues ese era un término en español que no entendía.-
- Son una especie de hoteles rurales que hay situados por el recorrido.- Explicó su esposo. - Ya lo verás, te gustará.
- De acuerdo,- concedió ella sonriendo. - Si eso te hace ilusión. ¡Hagámoslo!

            Roy asintió con entusiasmo, a su mujer le divertía verle tan contento, se comportaba como  un crío al que le hubiesen concedido un capricho.

- Llamaré para pedir un coche.- Dijo él que descolgó el teléfono para hablar con la conserjería. - Por favor envíennos un vehículo para las doce. Gracias - colgó dirigiéndose a Beruche de forma muy entusiasta. - ¡Ahora sólo tenemos que preparar las maletas!

            Se pusieron manos a la obra e hicieron el equipaje. El coche les esperaba en la puerta a la hora convenida y Roy lo condujo hacia el sur.

-Es una suerte que mi carnet de Estados Unidos haya podido ser convalidado aquí.- Declaró él.-
-Supongo que nuestros amigos del gobierno habrán tenido algo que ver.- Comentó su mujer.-
-Sí, no me sorprendería.- Admitió el joven.-

Siguieron su camino atravesando la ciudad y saliendo de la provincia de Madrid llegaron a la provincia de Toledo. Haciendo algunas paradas a petición de la muchacha que no quiso perderse la Sinagoga del Tránsito, la catedral  primada y la mezquita del Cristo de la Luz, aunque había muchas construcciones y monumentos destacables más. Ella iba visiblemente entusiasmada en tanto ojeaba un folleto, leyendo la parte en inglés, e informaba a su esposo.

-¿Sabías que esta ciudad antiguamente fue capital de España? Bueno, pone que del reino visigodo.
-Vaya, ¡qué interesante! – Comentó descuidadamente él a quién sus tripas ya comenzaban a darle una seria advertencia. -
-Quisiera ver un cuadro que tiene Doménikos Theotokópoulos aquí. - Añadió ella recordando. - Cuando estuvimos en París, Esmeralda me dejó alguno de sus libros de arte para consultar y ese era uno de los pintores más destacados en España, junto a Goya, Velázquez, etc…
-¿Estás segura de que era un pintor?- Inquirió su esposo agregando divertido.- Con ese nombre creía que jugaba en los Nets, ja, ja…
- Es más conocido por el Greco, o sea, el griego, porque era de origen heleno.- Le explicó Bertie moviendo la cabeza ante tamaño disparate.-
-Bueno pues preguntemos a ver.- Convino Roy, deseoso de terminar cuanto antes y encaminarse a un buen  restaurante. -

Después de preguntar un poco les indicaron la dirección de una iglesia donde pudieron entrar, tras un grupo de turistas que se apiñaban delante de ellos. Les costó un poco pero la joven suspiró encantada al ver  “El Entierro del Señor de Orgaz” que era como les dijeron que realmente se llamaba ese gran cuadro. Representante célebre del tenebrismo manierista.

-Mira lo que pone aquí.- Le comentó Bertie leyendo un libro de arte que llevaba consigo.- “Se relaciona mucho con Diego de Covarrubias, quien le comunica que Felipe II está buscando pintores y artistas para la decoración del Monasterio de El Escorial. También tiene un amigo en Toledo que le encarga un proyecto para un convento. Así, en mil quinientos setenta y siete, el Greco llega a Toledo”. Este cuadro, sin ir más lejos…

      Su esposo asentía mecánicamente sin hacer demasiado caso, pero tratando de sacar la cámara de fotos de su estuche. Beruche, ajena a su falta de atención, prosiguió leyendo fragmentos de su libro en tanto observaba el cuadro.

-“Es un encargo para la Iglesia de Santo Tomé porque el retablo acababa de quemarse. El Greco, libre de la presión de tener que gustar a Felipe II, busca el tema en la historia local. Lo pintó entre mil quinientos ochenta y seis y mil quinientos ochenta y ocho.
En la parte inferior representa el momento milagroso en que el Conde Orgaz iba a ser sepultado y aparecen San Esteban y San Agustín que lo sujetan para enterrarlo”. Está muy bien este libro de Arte España.- Concluyó en tanto lo cerraba para admirar con más calma la pintura.-
-Sí, sí, cubito. Muy interesante.- Dijo desapasionadamente él, a quién ya le sonaban las tripas. Con todo fue capaz de añadir sin evidenciarlo en demasía.- Voy a hacer un par de fotos…

Aunque uno de los vigilantes obsequió a Roy con una mirada de pocos amigos cuando éste quiso acercarse demasiado a retratar la obra. Al fin, satisfecha la curiosidad artística de Bertie, los dos volvieron al coche y se dirigieron hacia el río Tajo.

- ¡Este lugar es precioso! - Alabó la joven describiéndolo admirada - el río pasa hundido  rodeando ese castillo. Y tiene un puente enorme. Éste que está más cerca con una especie de placita redonda, se llama el “Puente de San Martín”. Y el otro es el “Puente de Alcántara”. - Pudo pronunciar a duras penas del español.- Y allí a lo lejos el castillo de “San Servando.” – Señaló una especie fortaleza sobre un promontorio en el centro de una especie de islita. -
-  Ya son casi las tres. Busquemos uno de esos paradores y comamos algo. Luego podríamos seguir. - Le propuso Roy que ya realmente tenía ganas de dedicarse a actividades más prosaicas.- Tenemos tiempo y tengo hambre.


            A Beruche le pareció bien, satisfecha su curiosidad histórica - artística ya iba siendo hora más que avanzada para el almuerzo, así que dejó que Roy siguiera hasta llegar casi hasta el límite de la provincia. Hicieron un alto en uno de esos paradores y allí comieron. Como de costumbre con buen apetito. Pidieron carne y para asombro de Bertie y regocijo de su marido les sirvieron dos enormes chuletas con abundante guarnición de verduras y patatas fritas. Roy por supuesto se comió la suya y parte de la de su esposa con expresión de plena felicidad. Pese a ese pantagruélico almuerzo no pasó por alto el postre consistente en un gran plato de natillas. Su esposa suspiraba viéndole comer. Por más que le observaba no dejaba de asombrarse. Incluso comentó entre divertida e impresionada.

-¡Mira que Usagi comía cuando quedábamos con las chicas de merienda! ¡Pero a tu lado casi me parece ahora que hacía ayuno!
- Ya sabes que los de mi raza comemos bien.- Sonrió el chico por toda réplica, dándole a la cuchara y acabando la segunda tarrina de natillas, dado que su mujer dijo no poder ya más con la suya.- Y encima esto está buenísimo…

Tras la copiosa comida decidieron descansar un poco paseando por algunas callejas y curioseando tiendas. Roy por supuesto quedó encantado con los múltiples comercios dedicados a la venta de artesanía de espadas y armas. Incluso las había hechas de encargo. Su apurada mujer tuvo que disculparse cuando él se puso a juguetear con una de las que estaban expuestas.

-¡Muereee Freezer! – Gritaba como un poseso enarbolando una espada con la que repartía mandobles al aire para pasmo del dependiente, chismorreos de algunos turistas y vergüenza de su mujer.- ¡Ja, ja! Ahora desintegro los pedacitos.- Remató elevando la palma de su mano y apuntando hacia ningún sitio en particular.- ¡Debió de estar genial!
-¿Se poder saber que estás haciendo?- Le cuchicheó una colorada Bertie.-
-Nada… recordaba una historia que me contó el maestro Trunks. De un yo suyo del futuro. Se deshizo del que entonces era uno de los villanos más poderosos del universo en cuestión de segundos. Es que era un súper saiyajin…
-Ya.- suspiró su esposa haciéndole notar como les estaban mirando.-
-¡Oh, perdón! –Se apresuró a disculparse el chico dejando aquella espada.-

La joven estaba pasando realmente un gran apuro. ¡Aquello era como sacar a pasear a un crio de guardería! Pero claro, un nene de casi dos metros por dos.

-Me encanta esa espada.- Pudo decir él.- Se parece a la que el maestro Trunks me describió que tenía en esa otra dimensión.

No obstante, su mujer por supuesto que no le dejó comprarla. Costaba bastante y ¿qué iban a hacer con ella para subir al avión?...

-Una pena. – Suspiró él dejándola a regañadientes en el expositor.-  Le podría haber regalado una a mi maestro Son Goku. Hace bastante que no le obsequio nada por su cumpleaños. A decir verdad, nunca le he regalado nada porque ya estaba muerto cuando le conocí en el Cielo. O me la podría haber quedado yo…
-A él no creo que le haga ninguna falta, y tú ya tienes una espada. – Le recordó su mujer pensando en el arma que había exhibido en algunos combates, procedente de sus anteriores vidas.- Con esa te sobra.
-Es cierto, nena. ¡Je, je!…- se rio el muchacho susurrándole con tono pícaro.- Esta noche te voy a atacar con la mía…¡A clavártela! ¡Je, je!

            Bertie se puso colorada y le arreó un buen coscorrón. Su marido se lo estuvo frotando durante un buen rato. Finalmente decidieron retornar a Madrid. Al día siguiente, repitieron la operación, ésta vez reservando un vehículo para las once y dirigiéndose hacia el norte. La razón fue algo peregrina. Iban  a salir del hotel y conectando la radio el chico escuchó una canción de un grupo español que recomendaba visitar Soria. Él  cantaba el estribillo muy animado de modo que Bertie, que no comprendía obviamente la letra, le pidió que se la tradujera.

Todo el mundo sabe que es difícil encontrar
En la vida un lugar
Donde el tiempo pasa cadencioso y sin pensar
Y el dolor es fugaz.

A la ribera del Duero
Existe una ciudad
Si no sabes el sendero
Escucha esto:

Lentamente caen las hojas secas al pasar
Y el Cierzo empieza a hablar.
En una tibia mañana el sol asoma ya
No llega a calentar.

Cuando divises el monte de las Ánimas
No lo mires, sobreponte
Y sigue el caminar.

Bécquer no era idiota, ni Machado un ganapán
Y por los dos sabrás
Que el olvido del amor se cura en soledad
Se cura en soledad.

A la ribera del Duero
Existe una ciudad.
A la ribera del Duero
Mi amor te espero.

Voy camino Soria,
¿Tú hacia dónde vas?
Allí me encuentro en la gloria
Que no sentí jamás.

Voy camino Soria
Quiero descansar
Borrando de mi memoria
Traiciones y demás,
Borrando de mi memoria
Camino Soria.

A la ribera del Duero
Existe una ciudad.
A la ribera del Duero
Mi amor te espero.

Voy camino Soria,
¿Tú hacia dónde vas?
Allí me encuentro en la gloria
Que no sentí jamás.

Voy camino Soria
Quiero descansar
Borrando de mi memoria
Traiciones y demás,
Borrando de mi memoria
Pasiones y demás.

-Desde luego la música es bonita y la letra es profunda. Como una poesía cantada.- Comentó Bertie cuando su marido le iba traduciendo.-

Todo el mundo sabe que es difícil encontrar
Lentamente caen las hojas secas al pasar,
Bécquer no era idiota ni Machado un ganapán,
Que el olvido del amor se cura en soledad.

Camino Soria
Camino Soria…
Camino, camino, camino…
Camino, camino, camino Soria…
Camino Soria, Soria, Soria…

(Camino Soria, Gabinete Caligari, crédito al autor)

Así, cuando su esposo terminó de traducírsela, le comentó a Beruche visiblemente intrigado.

-Dicen algo del Monte de las Ánimas. La verdad, me ha entrado curiosidad. Podríamos ir a comer algo por allí.
-¿Qué es eso?- Se interesó ella.-
-Podríamos traducirlo como la montaña de las Almas. ¡Uuuuh! – Le respondió Roy fingiendo un tono lúgubre. -
-¿Está muy lejos?- Quiso saber la muchacha mirando su reloj, pues ya habían dado las doce del mediodía. – No me gustaría llegar muy tarde.
-Creo que según el plano, desde Madrid tardaremos unas tres horitas. - Calculó él dejándola pasmada.-
-¡Tanto! ¿Pero acaso no tendrás hambre antes? – Le preguntó su asombrada mujer.-
-Sí, pero ya que estamos aquí, vamos a la aventura. ¿No crees? Anda cubito. Seguro que será divertido. - Le suplicó infantilmente él. -
-¡Por mí no hay inconveniente! – rio Beruche para recordarle -. El que se queja luego de que tiene ganas de comer siempre eres tú. Y hemos terminado de desayunar a las diez. Bastante tarde por cierto…

Su esposo se encogió de hombros, pero eso de comer, y más en este país, le encantaba. Así que, ni corto ni perezoso convenció finalmente a Bertie. Salieron del hotel a las doce y veinte más o menos. Tras aproximadamente esas tres horas habían entrado en los límites de la provincia de Soria. Pasaron incluso cerca de las ruinas de una antigua ciudad llamada Numancia. Beruche se lamentó de no tener tiempo de parar a verlas con calma, dado que se les iba a hacer muy tarde para comer.

-Esa ciudad fue un bastión de resistencia anti romana.- Le contó a su marido.- Tardaron muchos años en someterla.
-Esos tipos eran duros ¿verdad?- Inquirió Roy.- Porque los romanos no bromeaban a la hora de pelear.
-Pues debieron serlo, sí.- Convino Beruche al añadir.- Los Numantinos prefirieron morir a ser esclavizados.
-Ese es el espíritu de un saiyajin. Al menos eso dicen mis antepasados. - Asintió Roy, agregando.- Creo que en España tienen un dicho. Cuando alguien aguanta mucho, resistencia numantina…recuerdo que dicen…Ahora lo comprendo.


Beruche asintió escuchando eso con interés. Era apasionante como los dichos populares a veces reflejaban los hechos históricos. Sobre todo en países con tan largas tradiciones. Y al menos su esposo estaba al corriente de algunas de esas cosas.

-No es tan ignorante como a veces quiere hacer creer.- Se sonrió divertida, más al pensar.- ¡Es un alivio!

 Así guardaron silencio durante un rato. Tras proseguir por la carretera unos pocos minutos después encontraron un letrero que pudieron comprender ambos pues también figuraba en inglés. El nombre de un monasterio, de San Juan de Duero, podía leerse. Más allá se indicaba la existencia de un parador desviándose un par de kilómetros por una carretera del interior. Roy tomó esa dirección y pronto divisaron una gran casona muy bonita, edificada en piedra y rodeada por una parte de bosque mediterráneo y en otra de un extenso páramo castellano que le confería un aire añejo e incluso misterioso.

- ¡Ahí está!, por fin hemos llegado - anunció Roy. -
- Es un sitio muy bonito,- reconoció Beruche observando en derredor, a la par que suspiraba. - Espero que también se pueda comer. Ahora soy yo quien va teniendo hambre.- Confesó divertida.-
-¡Vaya, cariño! Al fin empiezas  a hablar en mi idioma.- Rio él.-
-¡Oye! Que hasta a mí me entran ganas de comer alguna vez.- Se reivindicó su esposa con tono jovial.-
- ¡Claro que sí, yo estoy loco por pedir un buen asado! - Exclamó él con unas manifiestas ganas de devorar cuanto le pusieran por delante. - ¡Qué hambre tengo!

            Su esposa movió ligeramente la cabeza sin poder evitar una media sonrisa. ¡Este Roy siempre estaba igual! Como buen saiyajin, la comida para él era toda una pasión. La misma chica debía de admitir que, revisando su anterior lista de ciudades y platos típicos, en este país se comía muy bien, de modo que tampoco podía oponer nada y a decir verdad tal y como había confesado, también iba teniendo algo de hambre. Así que aparcaron el coche en la zona de parking en un cobertizo exterior y salieron, la tarde estaba fresca en esas recias latitudes y ella se echó por encima un chal.

- Vamos Bertie, ¡es la hora de comer! - Animaba Roy para apresurar el paso. -
- Es bastante tarde ya. No creo que den de comer a estas horas. – Opuso ella temerosa de que no hubiera servicio. -
- No te preocupes por eso. Para las costumbres de este país, nunca es demasiado tarde para eso. - Sonrió él de modo triunfal cuando en efecto, vieron a través de unas ventanas esmeriladas, actividad en el comedor. -¡Oh! Me encanta España, cubito. ¡Sea cuando sea el momento en el que aparezcas, siempre llegas a tiempo de comer!…-Exclamó encantado ante la atónita mirada de su mujer.-

            Llegaron a la entrada, decorada con un portal labrado en maderas nobles que llevaba grabado un escudo heráldico. Caballerosamente Roy dejó que Beruche entrase primero y ambos avanzaron por un largo pasillo cuyo suelo de madera crujía ligeramente bajo sus pisadas. Las paredes estaban adornadas por armaduras y todo tipo de armas medievales colgadas por sus muros.

- Luego quisiera hacerle unas fotos a esto para nuestra colección. - Comentó ella admirándose de la riqueza ornamental que no podía imaginarse contemplando el espartano exterior. – Es sencillamente espléndido.
-Pues nos hemos dejado la cámara en el coche. - Le respondió su esposo que, más despreocupado, añadió. - Bueno, no importa, después de comer iremos a por ella.


            Llegaron al fin al comienzo de un gran salón poblado por numerosas mesas ocupadas por un nutrido grupo de comensales. Los dos miraron en derredor buscando alguna que estuviera libre, para su alivio pronto se les acercó un camarero que les indicó que le siguieran.

- Mesa para dos ¿verdad?,- les preguntó aquel hombre delgado, de pelo moreno y estatura mediana, que rondaría la treintena.  -
- Sí, gracias.- Respondió Roy que era el único que le entendía. -

            Tan pronto como tomaron asiento el camarero les acercó una carta para que eligieran. Beruche la ojeó algo perdida, estaba en español y no la entendía, eso cambió tras volver algunas de las plastificadas páginas que contenían los menús. Aliviada suspiró. Seguidamente aparecía una relación en inglés de aquellos platos.

- Menos mal - le susurró a su esposo visiblemente aliviada. - Creía que no podría pedir nada.
- No te preocupes cubito.- Sonrió él - ya te lo hubiese traducido yo. Bueno. ¿Qué vas a querer?..

            Bertie se decidió por asado de cochinillo y Roy decidió pedir lo mismo. El camarero se aproximó y él se lo dijo en un tono muy cortés.

-¿Y para beber, señores?- les inquirió acto seguido. -
- Pregunta que queremos beber,- le tradujo Roy a Beruche. -
- Una de esas botellas de vino español tan bueno- sonrió ella. -
- Tendré que tener cuidado con la tasa de alcohol - se preocupó él, aunque bien pensado, siendo un saiyajin, no creía que eso le fuera a afectar mucho. – ¡Bah!, un día es un día, como dicen aquí.
-Sí, muchas gracias, señor. Traiga vino, por favor - Repuso la chica, en un dubitativo español, tratando de pronunciar bien.-

            El camarero pareció comprenderla y le devolvió una breve sonrisa de cumplido. Se alejó reapareciendo con una botella de vino tinto. Abriéndola con presteza sirvió un poco a cada uno.

-Muy bien, cubito. Así me gusta. Aprendiendo idiomas. ¿Cuantos sabes ya?...
-La verdad.- Repuso ella.- Inglés me fue fácil porque en Némesis se hablaba algo muy parecido. Debió ser porque muchos de nuestros antepasados provenían de países anglosajones. Y el japonés fue simple, dado que parte de mi familia lo hablaba. El francés me gustaba y aprendí bastante en la Golden. El alemán, bueno, estudiaba con Ami… Y aunque no sé nada de español, como es similar al francés en muchas cosas, espero poder aprenderlo pronto. Lo mismo que el italiano.
-¡Joer! – Exclamó Roy mirándola con los ojos como platos.- Pareces una computadora. Y yo que creía que, con saber el mío y español ya era un genio…. Bueno, y algo de la lengua de los saiyajin.
-Eso no tiene mérito. Aprendiste en el Cielo con la telepatía de Landar, por lo que me contaste.- Le recordó Beruche.- No es igual a estudiarla.
-Vale, pero cuenta como una igualmente.- Replicó él.-

            Bertie sonrió moviendo levemente la cabeza. Probó el vino asintiendo ahora con aprobación.

-Es muy bueno.- Comentó.-
-¡Vaya! , como el que bebe Diamante. - Rio Roy afirmando. - Ahora comprendo por qué no se enteraba de nada en Némesis, el Hombre Sabio ese estaría dándole botellas de estas. ¡El principito debía de estar pimplado todo el día!

            Quizás se la jugó con esa chanza, recordando el mal momento que su mujer había pasado en parís cuando lo recordó, pero él quiso precisamente desdramatizar aquello. Por suerte dio la impresión de funcionar dado que Bertie se sonrió comentando, eso sí, con un tinte de reprobación que no se sabía si era sincero o impostado.

-¡Qué cosas tienes! Como Diamante te oyese.
- Pues reconocería que tengo razón, ¡ja, ja!- se carcajeó su esposo también alegando con jovialidad. –Mira, lo mismo le regalo un par de botellas de éstas. Así le damos las gracias a Esmy y a él por su acogida en París. Bueno, no sé yo si a ella le iba a hacer mucha gracia que el chico se quedase dormido tras beber esto, ja, ja…

            Y entre esa y otras bromas y los recuerdos de su reciente estancia en la capital francesa, esperaron la llegada de la comida. Bertie se acordaba de los paseos que dieron por la zona del “Quartier Latin”, en la zona vieja de París. Esmeralda y Diamante fueron muy amables al enseñarles las zonas más importantes. Luego las consabidas fotos en el campo de Marte, con la Torre Eiffel de fondo. A ella le recordó a la torre de Tokio.

-Me parece un sitio precioso.- Valoraba la muchacha en tanto la modelo y diseñadora le decía cuando caminaban algo alejadas de los muchachos.-Dan ganas desde luego de vivir aquí.
-La primera vez que vinimos a verlo también me encantó. De hecho fueron Setsuna, Haruka y Michiru las que me trajeron.- Le comentó su amiga, añadiendo. – Además, los museos son una maravilla, tenemos que visitar el Louvre sobre todo. A mí me ha entrado la afición por el arte, de hecho quiero matricularme para estudiar esa carrera.
-¡Vaya!- Sonrió Beruche animando su expresión.- Yo también tengo interés por estudiar eso. En mi curso puente para dar clases de secundaria quiero especializarme en historia e historia del arte.
-Pues qué mejor que aproveches tu Luna de Miel para ver los mejores museos de Europa.- Afirmó su interlocutora.-
-Sí, en cuanto nos vayamos de Francia, vamos a ir a España.- Le contó su amiga.-
-¡Olé!- Exclamó Roy que terció en la conversación para sentenciar.-  Bailes, vino…siesta, fiesta. ¡Va a estar genial!
-Bueno, ya nos contaréis. - Intervino también Diamante, añadiendo.- Por lo que yo sé, es un país muy bonito de visitar. Puede que el día en que Esmeralda y yo nos casemos quizás vayamos.

            Su pareja sonrió algo ruborizada ante lo que había escuchado. No obstante, Beruche le dijo animosa.

-Pues a ver si no tardáis demasiado. A este paso, hasta mi hermana Petz y tu hermano Zafiro se os van a adelantar…
- Creo que ellos están muy ilusionados con hacer prosperar la tienda que tenéis en Tokio. Luego pretenden que mi hermano se estabilice en su trabajo…- Les comentó Diamante.-
-Nosotros queremos hacer lo mismo.- Le secundó Esmeralda agarrándose de un brazo de su novio.-
- En nuestro caso la cosa ya está encauzada. ¿No es verdad, cubito? - Comentó Roy abrazando de la cintura a su esposa.-

Beruche sonrió, recordaba esas conversaciones tan agradables, desde luego el príncipe Diamante y la duquesa Esmeralda estaban muy cambiados, nada tenían que ver con esos orgullosos gobernantes que en Némesis ni tan siquiera se hubiesen dignado mirarla.

-Bueno, eso se debió sin duda a la influencia de la energía oscura con la que nos irradiaron.- Reflexionó la muchacha.- Antes de eso sí que eran agradables.

Aunque ella misma también había cambiado mucho, claro. Se alegraba de que fuese así. Salió de esos recuerdos observando a su marido. Con irrefrenable entusiasmo el joven ya empuñaba el cuchillo y el tenedor.

-¡Que ganas tengo de que venga el primer plato!- Afirmó él haciéndola reír.-

Por fortuna no tuvo que aguardar mucho más. Al cabo de poco rato llegó la comida. En dos sendas fuentes de barro guarnecidas con patatas cocidas en rodajas, verduras varias y una buena porción de salsa, vieron un cochinillo con el inconfundible tono cobrizo que delataba el punto justo del buen asado. A modo de improvisado homenaje al famoso perro de Paulov, a Roy le caía la baba de ganas de hincarle el diente, en tanto que su mujer se alarmaba por el tremendo tamaño de la bandeja.

-¡No voy a poder con todo esto!- exclamó ella impresionada. - ¡Es demasiado!
- Tú no te preocupes por esa cuestión.-  Replicó Roy alegremente sentenciando jocoso. - ¡Que para eso estoy yo aquí!

            Desde luego que su marido cumplió con su palabra y Beruche no tuvo que inquietarse por eso. El hambriento chico dio buena cuenta de su fuente y de la parte que ella dejó, tras quedarse completamente llena. Para los postres Roy pidió un plato de arroz con leche. La joven, que no lo conocía, se dejó convencer por su esposo y pidió otro tanto pese a tan copiosa comida.

- ¡Esto está riquísimo! - declaró ella comiendo a dos carrillos. - Nunca lo había probado. Es muy cremoso y con un saborcillo a limón realmente delicioso.
- Chica, no sabías lo que te perdías - respondió Roy que ya había devorado su plato. - ¡Qué bien me he quedado!,- añadió palpándose la barriga con satisfacción, (eso sin duda lo aprendió de su maestro en el más allá) para sentenciar. - Como se come aquí, no se come en ninguna otra parte.
- En Francia también se come muy bien- repuso Beruche. - Esmeralda y Diamante nos llevaron a restaurantes muy buenos...
- Y muy caros, - puntualizó rápidamente Roy. - Pero ni punto de comparación con esto. Allí en París, mucho “la pomme de terre aux fines” lo que sea, pero te ponían un platito de nada y mucho perejil por encima para adornarlo. ¡Tanto que casi ni veías la comida! Tardabas más en decir el nombre del plato que en zampártelo. Y al bobalicón del principito le daba igual, con tal de que le pusieran buen vino. Pero aquí es otra cosa, yo prefiero las comidas con sustancia, recias y abundantes. Para eso soy un saiyajin, y seguro que mi maestro Son Goku disfrutaría tanto o más que yo. Claro que, ni aun aquí  tendrían comida suficiente para él, ja, ja, ja...

            Su interlocutora también se rio por la ocurrencia. ¡Cualquiera se imaginaba allí juntos a Roy y a ese tal Goku si era como él! Aunque era innegable que  habían comido muy bien y estaban charlando relajados en la sobremesa. No se habían percatado de que eran ya bastante más de las cuatro y media. La gente que les había rodeado comiendo también se había ido marchando sin que lo advirtieran siquiera, pero ellos no tenían ninguna prisa. Desde luego era un cambio muy agradable, tras todas sus luchas y sus aventuras, el poder pasar una tranquila velada de charla intrascendente era algo sencillamente maravilloso. Y cuando quisieron darse cuenta en el comedor sólo quedaba una pareja, joven como ellos, que se disponía a marcharse. Roy  miró entonces algo distraídamente por una ventana que le quedaba en la pared a su izquierda y se percató de que se había formado una tormenta. La lluvia había comenzado a caer torrencialmente aporreando los cristales con un rítmico golpeteo y las luminarias de los rayos con sus posteriores ecos de truenos retumbaban  con bastante frecuencia.

- Mal asunto, Bertie - le dijo a su mujer - tendremos que esperar a que se pase este aguacero.
-¡Qué lata!- respondió ella preguntando. - ¿Cuánto crees que durará?
- No lo sé, las tormentas de este tipo son imprevisibles, de todas maneras enseguida anochecerá y estas carreteras no son muy buenas sin luz diurna.- Le comentó él. -

            La pareja que restaba salía ya por la puerta, Roy les abordó para pedirles algunas orientaciones pues le extrañó que se marchasen con aquel chaparrón que parecía empeorar por momentos.

- Disculpen. - Les inquirió con tono sorprendido. - ¿Van a salir ustedes con este tiempo?
-Sí,- respondió el hombre, sensiblemente más bajo que él, de pelo corto y castaño, y gafas mirándole a su vez con extrañeza. - No nos quedaríamos aquí de noche ni por un millón de pavos.
- Pero la tormenta es muy fuerte.- Objetó Roy afirmando con sincera preocupación. -Les puede ocurrir algo en la carretera.
- Peor sería si nos quedamos, fíjese bien, ya no hay nadie aquí, hasta los camareros van a marcharse.
-¿Pero, por qué?- Les preguntó visiblemente sorprendido y curioso. -¿Qué tiene de malo este lugar por la noche?
-¿No lo sabe?- le inquirió el hombre bastante más sorprendido  aún que su interlocutor.  -
- Mi mujer y yo somos extranjeros, norteamericanos. - Explicó Roy - estamos pasando nuestra Luna de Miel aquí y...

Aquel hombre no le dejó acabar la frase advirtiéndole con tono temeroso…

-Les aconsejo que busque otro sitio más seguro…
-¿Más seguro?- Se sorprendió su interlocutor.- Estamos hospedados en un hotel, en Madrid, que está bastante bien.
- Entonces no se queden ni un minuto más aquí. - Terció la mujer, rubia y de escasa estatura visiblemente asustada. - La “Compaña” merodea por estos lugares y esta noche es la noche de las Ánimas.
-¿Noche de las Ánimas? - Inquirió su contertulio con una mueca de sorpresa - ¿qué es eso?
- Es una larga tradición de nuestra tierra, sobre todo en las regiones castellanas.- Le explicó el hombre, aclarándole. - Parecido al Halloween en su país. Durante esta noche, las almas en pena de todos los que murieron por estos parajes vagan por aquí tratando de apoderarse de las  almas de los vivos para que ocupen su lugar...
-¡Pero que tontería!- rio Roy. - Eso son sólo tradiciones y fiestas populares. Además, ¿qué les puede pasar si se quedan aquí?. Tengo entendido que este lugar tiene alojamientos, con cerrar las puertas...
- Verá, nosotros somos de por aquí y desde niños hemos oído toda clase de historias. Este parador está construido sobre las ruinas de un antiguo castillo. - Le contó la mujer. - Hace mucho que su señor, un Conde, fue muerto. Creo que en época medieval. Se rumorea que cayó en desgracia al ser asesinado mientras huía de la lucha contra los moros. Desde entonces su espíritu vaga por aquí en espera de alguien que le sustituya. Y se dice que solamente podrá conseguirlo en la noche de difuntos, que es cuando estos pueden volver a contactar con los vivos. Por eso nadie se queda en este lugar cuando oscurece en este día. Algunos que se atrevieron a pasar por aquí y que pudieron escapar contaban cosas sobre apariciones terribles cuando se ponía el sol y en esta época del año oscurece pronto. Además, ya le digo que siendo hoy la noche que es, los poderes del más allá son más fuertes. ¡Hágannos caso y váyanse!
- A mí no me preocupa un fantasma. - Contestó Roy quitándole importancia a todo aquello para confesar con desenfado. - Me las he tenido que ver con cosas mucho peores, créanme.
- Ustedes sabrán - le respondió aquel hombre mirando con aprehensión su reloj. - Nosotros ya les hemos advertido, adiós, y que Dios les guarde.

            Dicho esto la pareja se perdió por el pasillo. Al cabo de un instante se escuchó el ruido de un coche que arrancaba.

- Pues vaya - se dijo Roy riendo con gesto incrédulo. - ¡Qué miedosos son por aquí!

            Beruche se levantó de la mesa interesada por la larga conversación que su marido había mantenido con esa pareja. Aunque estuvo tratando de escuchar, al producirse en español evidentemente no se enteró de nada.

-¿De qué habéis estado hablando? Parece que era algo interesante.- Comentó ella.-
-En cuanto te lo cuente te vas a reír.- Afirmó su esposo.-

            Y en efecto, hizo un breve resumen. Sin embargo su mujer, lejos de reírse, parecía inquieta cuando le dijo.

- Quizás deberíamos hacerles caso e irnos.
-¡Oh, venga ya! , no me digas que te vas a creer todo eso. - Le contestó Roy con un ligero tono de burla que la hizo sentir un poco tonta, para proponer a su mujer. - Alquilemos una habitación y pasemos aquí la noche. A mí me gustan este tipo de lugares. Además Bertie, cariño. Yo soy un descendiente de los guerreros del espacio y tú una justiciera, ¿qué nos va a pasar?- Rio confiado para sentenciar. - ¿Conoces a alguien lo suficientemente idiota en este mundo como para meterse con nosotros?
-En este quizás no…- Suspiró su esposa.- Pero…

            Roy se sonrió, ahora era él quién movía la cabeza con expresión incrédula. Y añadió con claro retintín provocador.

-No me puedo creer que la Dama del Hielo, que ha luchado contra los seres más poderosos y terribles, tenga miedo de unas historias de fantasmas. Vale cubito. ¿Quieres que te traiga un osito de peluche para que lo abraces?
- Tienes razón - sonrió Beruche a su vez recuperando su seguridad, un poco avergonzada e incluso picada por aquella especie de reto. - Pide que nos den un cuarto.

Su marido le guiñó un ojo y le indicó que fuera con él, llegaron hasta la recepción donde el empleado encargado de los alojamientos estaba también preparándose para irse. Se quedó bastante perplejo cuando le anunciaron que deseaban una habitación para pasar la noche. La sorpresa pasó a Roy y Bertie cuando el chico les comunicó que su estancia sería gratis.

- No es cristiano cobrar dinero a quien pone en peligro su alma de esta manera.- Dijo con voz temblorosa mientras recogía sus cosas a toda prisa.-
- Oiga, no será para tanto.- Sonrió incrédulamente Roy moviendo la cabeza.-
-Aquí tienen ustedes este libro.- Les indicó el tipo aquel dándole un tomo no muy grueso escrito en español e inglés.- Mejor léanlo y ya verán.
- Gustavo Adolfo Bécquer, El Monte de las Ánimas. - Leyó él, en tanto Bertie se acercaba curiosa y le quitaba aquel ejemplar.- Vamos amigo… esto es solamente una novela…
 - ¡Que la Virgen les ampare!- Fue lo último que le contestó ese individuo antes de salir pitando de allí. - ¡Cuídense!

            Cuando el muchacho se lo tradujo a Beruche ella comenzó a preocuparse seriamente esta vez.

- Oye Roy, esto no me gusta, ¿has visto que cara tenía? ¡Estaba asustadísimo! Y eso de no querer ni cobrarnos.
- Y ni siquiera nos ha dado una habitación, pues bueno, la escogeremos nosotros… -Declaró él.-

Y  ágilmente el chico pasó tras el mostrador que parapetaba la recepción y eligió una llave del compartimento de las habitaciones de matrimonio.

- Me leeré esto. Parece interesante.- Comentó su mujer observando con alegría que ese tomo también estaba traducido al inglés.-
- Me parece bien. Sube a la habitación y échale un vistazo al libro ese mientras yo recojo las cosas del coche. - Le pidió Roy. -
- Te vas a calar.- Le objetó ella - está lloviendo a cántaros.
- Con mi energía me secaré enseguida, - contestó despreocupadamente  él. -

            Asintiendo Beruche hizo lo que su marido le decía aunque no de forma muy entusiasta. Aquel lugar, tan agradable y acogedor cuando llegaron, se había tornado siniestro con aquella tormenta de negros nubarrones que no dejaban ver el cielo. Además, la poca luminosidad que podría traspasar aquel oscuro telón había decaído ya. La joven conectó la luz del pasillo, debía subir unas largas escaleras que ascendían en caracol hasta el piso de arriba. Fue por el largo corredor al que éstas le dieron acceso hasta detenerse en el número de la habitación que tenía la llave que Roy había escogido. Abrió con un ligero chirrido que le puso los pelos de punta y entró tanteando la pared para buscar el interruptor de la luz que se encontraba bastante alejado. Lo encontró tras la cama y lo pulsó encendiendo una lamparita de noche que apenas iluminaba aquel cuarto dejándolo sumido en una penumbra algo inquietante…

-No sé, no sé.- Pensaba ella con apuro.- Quizás nos hayamos equivocado al decidir quedarnos aquí…

            Por su parte, su esposo llegó hasta el vehículo, abrió el maletero y sacó el equipaje. En efecto se empapó de arriba abajo. Retornó al parador y entró con las maletas, calado hasta los huesos.

-Bueno- se dijo tras suspirar.- Voy a subir con Bertie. Seguro que se impacienta.

            Iba a hacerlo cuando un aparato radiocasete le llamó la atención. Tenía una cinta dentro. Curioso lo miró.

-¡Vaya! Aquí todavía usan esto, no sé, a ver que tienen…

            Le dio a la tecla del play y pudo oír una canción en español que le gustó bastante, el intérprete tenía una magnífica voz. Apagó al cabo un  minuto recordado que debía reunirse con su esposa. Entre tanto Beruche aguardaba efectivamente con cierta impaciencia. Al cabo de unos instantes que se le hicieron bastante largos, Roy reapareció chorreando y con las maletas. A ella ni le había dado tiempo a comenzar a leer.

- Ya estoy aquí, ¡uf!, ¡como llueve!- reconoció él. -Tenías razón, me he empapado nada más salir – y de inmediato se quitó el jersey y la camisa que llevaba y emitió algo de energía, en pocos segundos estaba seco -¡Ya está listo el secado instantáneo de los súper guerreros!- rio quitándose el pantalón para querer saber. - ¿Qué hora tenemos?
- Todavía no son las seis, pero parece noche cerrada. - Le respondió Beruche. - Con un tiempo así, no me extraña que esto inspire tanto temor a la gente de por aquí.
- Vamos cubito, ¡no seas tan miedosa!- se burló Roy añadiendo. - Si vas temblar de miedo te dejo agarrarme.
-¡No seas tonto!- replicó ella algo contrariada. -
- Bueno, anda. No te enfades- sonrió él pues le encantaba hacerla rabiar. -¿Por qué no te quitas la ropa y lo pasamos bien  tú y yo?- le propuso con voz melosa. - Te aseguro que así se te olvidan todos los fantasmas del mundo.
- Eso suena bien,- sonrió Beruche con el mismo tono. - Además, esta cama parece muy cómoda. - Añadió pasándose el jersey por la cabeza para quitárselo en tanto se sentaba sobre el colchón rebotando en él y haciendo resonar los muelles del somier. – Vamos a comprobarlo…
           
            Su marido no respondió, para cuando la muchacha se había quitado el jersey ya no estaba allí, ella le buscó recorriendo la habitación con la mirada.

- Vamos Roy, deja de hacer el payaso. - Le pidió ella sin dirigirse a ningún punto en particular. - Si crees que me vas a asustar estás muy equivocado. - Añadió con una sonrisa que pretendía reflejar seguridad. -
           
            Pero éste seguía sin dar señales. Suspirando, Beruche decidió dejarlo estar, seguro que su marido estaría escondido fuera, riéndose. Mejor no seguir hablando para darle más cancha, se levantó de la cama dirigiéndose hacia un recio y profundo ropero. Abrió la puerta y entonces algo acompañado de una luz anaranjada y mortecina saltó sobre ella.

-¡Auu!- chillaba aquella aparición haciendo que la chica se pusiera  a gritar como una histérica saltando hacia atrás. – ¡Soooy el fantaasmaaa cataplaaasmaaa!


            Una vez que se le pasó el susto inicial, Beruche miró con más detenimiento. Esa aparición no era otro sino Roy, enfocándose una linterna a la garganta haciendo que su cara tuviera un tono rojizo luminoso, además de llevar anudada al cuerpo una sábana. Las carcajadas de éste resonaron por la habitación mientras que su mujer se enrojecía cada vez más por el enfado.

-¡Roy, eres un estúpido, tonto, cretino!- Le chilló tirándole todo tipo de cojines y utensilios que alcanzaba a agarrar. -
- ¡Era una broma, mujer! No te enfades tanto. - Se excusó él riéndose según soportaba la lluvia de objetos  para pedir de forma conciliadora. – Anda, dame un besito.
-¡No te acerques, bobo más que bobo! ¡Anata wa baka des! - Le gritó indignadamente ella parapetándose con la almohada. -
- Pero no seas así,- le pidió melosamente el chico. - Vamos, ¿no te habrás asustado tanto por esto?- Inquirió a la vez que se ponía la sábana en la cabeza y levantaba los brazos. -

            Su esposa asomó media cara tras la almohada con la que se cubría, entornando el ojo y con gesto severo repuso sin saber ya si enfadarse o reírse.

- Casi me matas del susto, ¡idiota!

             Entonces Roy la sujetó por detrás levantándola en vilo pese a los pataleos de Bertie, enseguida se arrojó con ella sobre la cama y trató de quitarle la almohada. La joven se resistía chillando entre risas. Pero por fin su esposo logró su objetivo tumbándose sobre ella.

- Ahora te compensaré por el mal trago.- Le aseguró él con una voz insinuadora. -

            Al fin Beruche se dejó desvestir entregándose al juego y ambos hicieron el amor sobre la cama. Pasaron un largo rato acostados sin hablar hasta que la chica dijo.

- Bueno, te perdono, pero prométeme que no me volverás a dar un susto como éste.
- Lo prometo.- Contestó Roy levantando la mano derecha como si lo jurase sobre la Biblia. - ¡Y gracias por perdonarme al fin! - rio animadamente el muchacho. -
- La verdad- admitió ella con una tenue sonrisa de satisfacción - es que te sabes hacer perdonar.

             Él se acercó a la chica y la abrazó de nuevo. Tras unos instantes de besuqueos Roy se desperezó levantándose de la cama.

- Pues me han entrado ganas de explorar todo este sitio, a ver a los fantasmas.
- Déjalo, mejor quédate aquí. - Le pidió su interlocutora. -
-¡Ah, Bertie!,- rezongó Roy arguyendo. - A ver, ¿qué nos ha pasado hasta ahora, eh? No son más que tonterías. Además, toda la noche aquí nos vamos a aburrir, ¿Qué hora es?..
- Las ocho- repuso ella consultando su reloj. -
- Pues vamos a dar una vuelta, anda vístete. - Le indicó él.-

            Ella no tenía demasiadas ganas pero se dejó convencer por su insistente esposo. A pesar de su promesa no quería que él le diera otro susto, así que lo mejor sería ir a su lado. La chica se llevó aquel libro pues tenía curiosidad por leerlo. Una vez vestidos salieron de la habitación recorriendo el pasillo. Los reflejos de los rayos aún les llegaban a través de alguna de las ventanas, llovía pero de una forma más tenue. El chico dio la luz de otra estancia indicándole a Beruche con un atónito susurro.

-¡Mira eso...no me lo puedo creer!
-¿Qué has visto?,- inquirió ella esperándose cualquier tipo de aparición sobrenatural. -
-¡Una tele!- Exclamó Roy en voz alta levantando los brazos. - ¡Qué bien, espero que tenga canales satélite! - Y el chico la conectó enseguida dando una pasada por los canales nacionales. -
-¡Desde luego!- le recriminó Beruche con los brazos en jarras. - Mira que lanzarte a por un televisor, ¿y es que no eres capaz de decirlo de una forma que no me sobresaltes?
- Perdona cubito, no ha sido mi intención, pero es que ha sido una suerte.- Pudo disculparse él.-

            Roy se sentó en un sofá que había a un par de metros del aparato, Beruche hizo lo mismo pero decidió centrarse en la lectura. Aunque le fue algo difícil hacerlo. En la televisión aparecía un individuo que andaba de una forma muy rara, bamboleándose hacia adelante y hacia atrás, con los brazos encogidos y diciendo algo así como jarl jarl..

-¿Qué dice ese hombre?- Preguntó Beruche observándole atónita. -
- Está contando un chiste, espera que ahora te lo traduzco. - Le respondió su esposo con tono expectante. -

            Aquel tipo debía de estar diciendo unas cosas bastante raras, Bertie no le comprendía pero su marido se caía de risa.

-¡Ja, ja, ja, el doctor Grijander more! - repetía Roy mientras su mujer le miraba extrañada. - ¡Nací después de los dolores...ja, ja, ja!... Y “diche”…ja,ja…
-¿Quién es ese doctor?,- preguntó ella sin entender. -
- No lo sé, pero tiene gracia y eso que los chistes son malísimos. Seguro que este tipo hubiera pasado la prueba del maestro Kaio más rápido que yo. - Reconoció él que repetía algunas de las sentencias de ese tipo entre carcajadas. - ¡Cobarde, pecador de la pradera!
- Pues a mí no me hace mucha gracia que digamos.- Rebatió Beruche cruzada de brazos. -
- Eso es porque no lo entiendes, espera que te lo traduzco.- Le contestó su risueño interlocutor. -

            Aunque una vez traducidos los chistes su mujer seguía con la misma actitud.

- Pues sigue sin hacerme gracia.- Opinó ella desapasionadamente. -
- Bueno, es un sentido del humor un poco particular- admitió Roy. - Si no eres de aquí o no estás un poco al tanto de las costumbres y modismos locales no te hará gracia.
¿Y cómo es que te la hace a ti?,- le preguntó Beruche incrédula de que así fuera. -
- Bueno, a mí me va ese tipo de humor.- Repuso él encogiéndose de hombros. -

            El programa terminó a eso de las diez, Bertie estaba aburrida y hambrienta. Roy también tenía ganas de cenar y decidieron ir a buscar la cocina. Dieron algunas vueltas hasta encontrarla. Por fin ante ellos aparecieron numerosas viandas.

-¡Tortilla de patatas!- exclamó Roy encantado - y pimientos...también hay jamón serrano, ¡qué bien vamos a cenar! - Afirmó con gesto radiante al tiempo que comenzaba a amontonar todo eso en una bandeja. -
- Creo que ya tenemos bastante. A estas horas cenar demasiado nos sentará mal. Sobre todo tras la comilona que nos dimos. - Opinó Beruche que se estaba comiendo a mordisquitos un trozo de jamón para reconocer gratamente sorprendida. - ¡Está muy bueno!
- Veamos ahora que hay de beber.- Le dijo Roy. - Espero que tengan algo rico,...

            Dando una ojeada el joven descubrió una botella de cava y otra de mosto, con eso hubo suficiente para ambos. Entonces Roy recordó aquel aparato de música y le comentó a su esposa.

-Escucha esto, cubito.
-¿Alguna otra de esas tontadas que tanta gracia te hacen?- Inquirió ella con tono desconfiado y sus ojos entornados.-
-No, te lo aseguro. Es una cinta de música. Pulsé el play por curiosidad y el cantante es muy bueno. No sé quién podrá ser pero tiene una gran voz.- Admitió con admiración.-
-¿Canta en español?- Quiso saber ella con más interés.-
-Sí, pero tranquila, ya te lo traduciré.- Le comentó su esposo.-


            Y tras rebobinar hacia atrás un poco y conectar el aparato ambos escucharon. Beruche tuvo que admitir que esa canción era muy bonita. Su marido, fiel a su promesa se la tradujo.

Hay una casa sola sin luz 
donde yo logré ocultarme 
y así poder mi tristeza llorar, 
de un ayer cruel e infame. 


Algunas horas allí pensando 
pero nada conseguí. 
De pronto en la cama estaba yo 
y llorando al fin me dormí. 

Y entre mis sueños yo me vi 
de pie 
en la nueva calle 
buscando la puerta del amor 
y yo ya no sufrí 
al ver 
que esa puerta se abre. 
Hoy siento dentro de mí… 
el amor. 

Contento y sin dudas desperté 
recordando aquella calle 
de un pueblo llamado Libertad 
donde yo llegué a encontrarme. 


Salté de la cama, bajé al bar, 
tú te hallabas junto a mí. 
Perdona te dije, sonreí, 
me miraste y fui feliz. 

Y entre mis sueños yo me vi 
de pie 
en la nueva calle 
buscando la puerta del amor 
y yo ya no sufrí 
al ver 
que esa puerta se abre. 
Hoy siento dentro de mí 
el amor. 

Junto a la puerta del amor 
te hallé y logré besarte, 
mis sueños son ya realidad, amor. 


Junto a la puerta del amor 
te hallé y logré besarte, 
te siento dentro de mí. 


Junto a la puerta del amor 
te hallé y logré besarte, 
mis sueños son ya realidad, amor.


Junto a la puerta del amor 
te hallé y logré besarte, 
te siento dentro de mí. 


Junto a la puerta del amor 
te hallé y logré besarte, 
mis sueños son ya realidad, amor.


(La Puerta del Amor, Nino Bravo, crédito al autor)

-Es muy hermosa. Tiene una enorme fuerza. - Declaró Bertie con una sonrisa.- ¡Qué bien canta ese hombre!
-Hay más, debe de ser un disco de este cantante.- Conjeturó su esposo añadiendo con visible interés.- Mañana cuando vuelva el tipo de la recepción le preguntaré. – Y dicho eso añadió de modo más desenfadado.- Bueno, creo que ahora será mejor que tomemos algo…

Su mujer asintió. Se volvieron hacia la habitación y cenaron dando buena cuenta de toda la comida. Luego charlaron un rato. Ya eran más de las once cuando terminaron y llevaron la bandeja de nuevo a la cocina.

- Creo que deberíamos acostarnos ya,- propuso Bertie - así mañana nos levantaremos temprano y podremos seguir viaje.
- No es mala idea- convino Roy - podríamos acostarnos primero y ya nos dormiremos después. - Añadió tocando el trasero de su mujer que se sonrió. -
-¡Siempre estás pensando en lo mismo!..
-¡A lo mejor tú no! - rio animadamente él. -

            Beruche tuvo que admitir que sí, entre las risas de ambos. Así que subieron de nuevo a la habitación donde comenzaron a dedicarse mutuas caricias.

- Un momento,- le pidió ella. - Tengo que ir al cuarto de baño.

            El chico asintió mientras su mujer se dirigía hacia el servicio que estaba a tan sólo unos metros en un cuarto contiguo. Fue justo entonces cuando la luz se fue repentinamente. Beruche aporreó la puerta del cuarto para llamar a Roy, él se acercó rápidamente, brillando como un súper guerrero para alumbrarse.

-¿Qué te ocurre, Bertie?- Preguntó él no sin graciosa sorna. - Algún espíritu está usando el lavabo.
- Muy gracioso. Se ha ido la luz y no veo nada. ¿Puedes traerme una linterna? - Le solicitó ella tras la puerta. -

            Roy se alejó trayendo la suya y regresó tocando la puerta.

- Aquí la tienes.- Dijo él jugando con el haz de luz que esta emitía. -

            Beruche abrió una rendija pasando una mano aferró la linterna y se metió dentro otra vez. Al cabo de unos minutos salió.

-¡Vaya una lata, ahora se va la luz! - Se quejaba ella. - Mira que pasarme justo en el baño.
- No te preocupes,- repuso Roy agregando divertido.  - Para lo que la vamos a necesitar.
- ¡Por lo menos contigo no hacen falta linternas! - rio su esposa cuando al fin estuvo lista - con ese resplandor se ve muy bien el pasillo.

            Y precisamente andando a la luz del resplandor de Roy pronto llegaron a la habitación. Beruche se echó sobre la cama invitando a su marido a hacer lo mismo.

-¡Vamos muchachote!- se rio ella incitándole. -

            Roy estaba sonriente y dispuesto a lanzarse cuando escucharon unas graves campanadas, estaban dando las doce.

- Qué extraño.- Comentó  él, ahora con tono reflexivo - antes no he oído ningún reloj.

            Su interlocutora no respondió, escuchaba igualmente sorprendida. Ambos aguardaron hasta que terminó el tañido de las doce que pareció quedar suspendido durante unos interminables instantes hasta que se extinguió.

-¿De dónde podrá venir eso?- Se preguntaba Roy en voz alta. – No recuerdo haber visto ninguna iglesia por aquí cerca.
- Quizás el sonido se propague a mucha distancia por aquí. Al ser esto zona de llanura. Mejor déjalo estar,- le aconsejó Beruche  a su pesar algo atemorizada. -
- Espérame un momento, voy a dar una vuelta.- Le indicó su esposo arreglándose la ropa que aun no se había quitado. – A ver si logro saber de dónde procede…
- ¡Por favor, no me dejes sola! - Le pidió su mujer visiblemente nerviosa. -

            Él enseguida acarició el rostro de la chica para responder con voz tranquilizadora.

-No tengas miedo, no hay motivo. Además, si ves u oyes algo raro grita y me transportaré contigo instantáneamente.- Encendió una palmatoria que había sobre una mesita para que su  esposa tuviera luz y la animó. - Con esto no estás a oscuras. ¡Y vamos...mujer, que no eres una cría! ¿Con todo a lo que te has enfrentado y ahora te van a dar miedo las sombras?

            Beruche no pudo replicar más, aquella última declaración de su marido la había avergonzado un poco. Lo cierto es que tenía toda la razón. Ya era mayorcita para asustarse de la oscuridad, y más con  la cantidad de aventuras y de retos por los que había pasado. Asintió y su esposo salió alumbrándose sólo con la linterna. Nada más cerrar la puerta la muchacha se acurrucó en la cama al lado de la palmatoria. En el pasillo, Roy avanzaba sin encontrar nada extraño. Sin embargo, algo raro flotaba en el ambiente.

-No sé, debe ser que Bertie ha logrado sugestionarme.- Se dijo él moviendo la cabeza.-

Y es que le daba la impresión de que una extraña atmósfera, más densa de lo normal, se propagaba por ese corredor. Era como si alguien hubiera metido neblina dentro. Unos ruidos raros se empezaron a oír al otro lado de la esquina donde terminaba el pasillo. El joven corrió a doblarla puesto en guardia, pero era el aire que entraba a través de una rendija de la ventana y silbaba. Por su parte, en aquel cuarto de huéspedes, la joven seguía tratando de racionalizar aquello.

- Este Roy, ¡que manía tiene de investigarlo todo!- Se quejaba Beruche en voz alta, hablando consigo misma para quitarse un poco ese tonto temor que pese a todo la embargaba. – Seguro que habrá sido la campana de algún pueblo cercano. En este país son muy religiosos, o eso decían en la agencia de viajes. De todas formas es un caso. Como se le puede ocurrir dejarme aquí sola,...no es que tenga miedo, pero es desagradable.

            La luz de la palmatoria parecía brillar ahora con más intensidad, entre tenue y neblinosa. Bertie pensó en tratar de leer algo a su luz, lo intentó pero apenas sí pudo descifrar los primeros párrafos de ese libro con dificultad. Finalmente desistió, eso no era bueno para la vista. Aunque la tonalidad de la habitación estaba incrementándose. Miró hacia el fondo de la estancia y se quedó muda. Un escalofrío le recorrió la espalda al ver como desde la pared se materializaba una gran bola de luz, de un color apagado y ceniciento. Lentamente esa bola tomaba forma humana.

-¿Roy?- Preguntó balbuceando en la improbable esperanza de que fuera otra broma de él. – No tiene gracia…

            Pero no parecía ser su esposo. La figura en cuestión apareció más nítida mostrando una armadura decorada con unos signos idénticos a los que vieron en la puerta del parador, una cota de malla y un colgante de oro, una cara de mediana edad con bigote y perilla. El rostro era agradable en general...pero claro, pertenecía a una aparición fantasmal y eso quitaba de la cabeza cualquier apreciación sobre la belleza...

-¡Ahh!- Chillo ella llevándose una mano a la boca.-

            El grito de Beruche retumbó por todo el parador, Roy por supuesto lo escuchó y se transportó inmediatamente.

-¿Qué ocurre?- Preguntó en posición de guardia mirando a su aterrada esposa que señalaba a la pared, con una mano, usando la otra para taparse con una manta, y sin ser capaz de poder articular palabra. -¿Qué pasa?...

            El chico se giró descubriendo aquella fantasmal silueta que le sobresaltó. Enseguida se sobrepuso y le espetó.

-¿Quién eres? ¿Qué pretendes? Te advierto que soy muy fuerte. Si pretendes atacarnos lo lamentarás.- Afirmó en un español bastante claro. -

            Aquella figura se había transfigurado en una forma más nítida y para sorpresa de Roy le contestó de inmediato con una voz grave y bastante seria.

-¿Cómo osas retarme, villano? Has de saber que soy el señor de este feudo. Un mancebo como vos no me llega ni a la altura de mis espuelas.
           
            El aludido se quedó perplejo, había palabras que no entendía, pero más o menos comprendía lo fundamental.

-¿Pero qué dice?- Se preguntó el chico en voz alta.-
-Sois un piernas, señor y un malandrín...habéis sobresaltado a la doncella.- Respondió el fantasma señalando a Beruche que no comprendía nada, entre atónita y asustada. -
-¿Pero qué es lo que dice?- Le preguntó a su vez ella a Roy con un tenue balbuceo. -
- No lo sé exactamente, habla en castellano antiguo y hay palabras que no comprendo,- repuso su esposo también confuso. -
-¡Esas evasivas no os servirán conmigo canalla, villano, babieca!- Espetó el fantasma desenvainando su etérea espada.-
- Ya me estoy hartando, ¡deja de insultarme de una vez!- Tronó Roy convirtiéndose nuevamente en súper guerrero y logrando sobresaltar al mismo fantasma sobre todo cuando agregó con enfado.  - Espíritu o no te la estás buscando, ¡cretino!
-¡Oh! , sin duda debéis ser un enviado del cielo con ese áureo resplandor. - Tartamudeó el fantasma asustado al presenciar tal cambio. - ¿Por ventura venís en nombre de San Miguel y sus ángeles para castigarme?, perdonad si os he ofendido, señor. Realmente sois un gigante…

            Los esposos se miraron atónitos, cierto era que aquella aparición apenas era algo más alta que la propia Bertie. A buen seguro la estatura media de esa época había sido muy inferior a la actual. Y teniendo en cuenta que la altura de Roy sobrepasaba bastante el promedio del siglo veinte.

- Pues sí que era un cobarde el tipo, además de un tapón- le susurró Roy a Beruche. - Bueno, no soy un ángel exactamente. Aunque no puedo negar que estuve en el Cielo.- Le contestó al fantasma añadiendo en tono más conciliador. - Pero deja ya de insultarme y quizás te pueda ayudar. Creo que te hace falta, por lo menos así no darás la lata a estas horas.
-¿Lo haríais?- Exclamó el esperanzado espectro. - ¡Albricias! ¡Eso sería magnífico!
- Usted es el famoso fantasma del Conde. - Se atrevió a preguntar Beruche por fin. -

            El espectro hizo una larga y pausada reverencia. Para asombro de los mortales parecía entender el inglés.

- Así es bella y angelical señora, a vuestras plantas se haya este humilde hidalgo que...
- Vale, vale- interrumpió Roy aburrido para rezongar - y éste es el fantasma ese que tanto miedo despierta, ¡joder! Será por lo palizas que es....se enrolla más que Mamoru cuando va de Tuxedo Kamen. Le llamaré el espíritu chapas por lo cansino.
- Roy, no digas palabrotas. - Le reprendió Beruche con un tono más maternal y condescendiente que otra cosa. -

            Éste refunfuñó pero se calló, la muchacha entonces le inquirió al fantasma de una forma más amable.

-¿Qué podríamos hacer para ayudarle, señor?...
- Escuché la bella canción que pusisteis antes. Y me he visto atraído por ella, concuerda mucho con mis propias circunstancias.- Declaró el espectro.-
-¿Qué circunstancias son esas?- Le preguntó Roy no sin desconfianza, para traducirle después aquella perorata a su mujer.-
-Seguro que tenéis una historia muy interesante que contar.- Comentó ella.-
-A fe mía que lo es. Pero se trata de una larga historia que merece la pena ser contada en circunstancias algo menos intempestivas, bella doncella. - Repuso el fantasma señalando a Beruche que pasado el inicial susto se había destapado y seguía en ropa interior. -
- ¡Oh sí, claro! - Sonrió la joven que no había comprendido las palabras pero sí el gesto, lo solucionó poniéndose una bata. - Bueno, usted dirá.

            El fantasma se tomó unos instantes para responder y por fin, comenzó su historia.

- Yo soy, o mejor dicho fui el Conde Sancho de Villa Abril. Participé en las guerras contra los sarracenos y luché con gran valía. Logrando muchas victorias sobre las hordas del infiel...
- No es esa la historia que nos han contado. - Terció Roy con algo de sorna encubierta, tras explicarle a Bertie toda esa parrafada del espíritu. -
-¡Lo demás son malintencionados embustes, fruto de engaños de seres perversos y envidiosos! ¡Mal haya al rufián que esparza tales infundios contra mi honor! - Repuso el Conde visiblemente irritado. -
- No se enfade, por favor- le pidió Beruche con amabilidad al advertir aquel tono para añadir con visible interés - y cuéntenos.
- Vuestros deseos son órdenes para mí, hermosa doncella de cabellos dorados como el sol que…-  Pero el espectro se interrumpió al percatarse del casi albino color del pelo de Beruche – Son blancos, pardiez, que extraño color. No sois anciana sino joven. ¡Mágica criatura habéis de ser para poseer!...
- ¡No te enrolles, tío! Deja de tirarle los tejos a mi mujer. - Le cortó Roy que ya estaba perdiendo la paciencia - y dinos que pasó entonces.
- Extrañas palabras empleáis gigante luminoso pero creo que os comprendo.- Respondió el fantasma algo sorprendido  para relatar. - Yo luche contra el infiel pero fue el amor quien me hizo retroceder. Amaba a la bella y sin par Blanca de Nava La Sierra y supe de trágicas nuevas que anunciaban una enfermedad que la consumía. Sin pérdida de tiempo corrí junto a ella pero eso supuso dejar a mis huestes a merced del caudillo moro. Al llegar a su lado, las noticias de mi huida y derrota me habían precedido y mi amada ya había muerto entonces. En mi desolación volví hacia el campo de batalla para redimirme pero una flecha enemiga me abatió antes de poder resarcir mi culpa. Fui maldito por mis antepasados y confinado a vagar por este castillo durante todas las Noches de Ánimas a la busca de alguien que pueda ayudarme a expiar mis culpas.
- Pues lo llevas claro, amigo. - Intervino Roy, añadiendo. - Por aquí ya no quedan muchos moros, si exceptuamos a los que venden alfombras. Así que para ayudarte a vencerlos...
- Bueno, bastará con que alguien se enfrente por mí a la cuerda de las Ánimas.- Repuso el fantasma. -
-¿La cuerda de las Ánimas?- inquirió Roy sorprendido. -
-¿Qué estáis diciendo?- Preguntó Beruche que no comprendía nada de la conversación ya que toda se desarrollaba en español. -
- Ahora mismo te lo traduciré- le dijo su marido  - un momento.
- ¡Oh!, pero que desconsiderado he sido. La gentil damisela desea entenderme.- Se percató el fantasma que esbozando algo similar a una sonrisa, añadió. - Eso es algo que puedo conseguir si mis pensamientos le llegan al corazón. No os preocupéis, desde ahora podréis comprender nuestras palabras. Al menos tengo el poder de hacer que ocurra tal cosa.
- Pues sí que lo comprendo- sonrió la chica. -
- Pero cómo haremos para librarte de esos tipos o lo que sean.- Le preguntó Roy, más centrado en el problema, tras hacerle un somero resumen a su mujer de lo que habían comentado antes -
- La cuerda de Ánimas la forman espíritus errantes que están malditos como yo. Pero de una forma mucho más horrible. En sus vidas fueron malvados que atentaron contra Dios y los hombres. Están condenados a vagar eternamente por la Tierra hasta lograr capturar a alguien que les releve en su periplo.
-¿Y qué tienen que ver contigo esos tipos?- Quiso saber su interlocutor que no veía la relación. -
- Ellos saben que yo vago por estos parajes y no me permiten salir de estas paredes. Yo debo eludirles y llegar a tierra sagrada donde reposa mi amada para poder unirme a ella, sería otra manera de poder implorar misericordia al Todopoderoso.
-¿Y qué pasaría si sales y te atrapan?- preguntó Beruche. -
- Me encadenarían eternamente a su cuerda, - respondió el fantasma que parecía temblar sólo de pensarlo. – Sería mi condenación eterna al infierno.
- Bueno, bueno, ya son más de las doce, casi la una. - Comprobó Roy - yo voy a dar un vistazo por ahí, si me encuentro con esos tíos, les desintegro y ya está.
- Nada podrás contra ellos si son espíritus. - Le advirtió Bertie asustada, deduciendo. - No creo que la fuerza física les haga el menor daño.
- La razón asiste a vuestra dama - intervino el fantasma que le explicó. - Para vencerles sólo podréis usar la fuerza que os dé nuestro Señor.
- Mira amigo, yo ya estuve en el Cielo y me entrené allí ¿Vale? Y he liquidado a demonios muy poderosos. - Contestó Roy armándose de paciencia. – Si aguanté además los chistes tan malos de Kaio Sama supongo que podré apañármelas con unos fantasmas de pacotilla. Tú espérate aquí que yo vuelvo enseguida.

            Salió del cuarto pese a los ruegos de Beruche de que no lo hiciera, el fantasma se volvió hacia ella y declaró.

- Vuestro hercúleo caballero es noble y valeroso sin duda, pero bastante necio y falto de seso si cree que podrá algo contra esos espíritus. Exceptuando claro está, el caso de que sea un ángel.
- Me temo que no llega a tanto, - suspiró Beruche con inquietud. -

            Su marido en tanto había salido del parador y sobrevolaba la planicie que rodeaba a éste, su coche seguía aparcado allí, era lo único que podía ver. Descendió tomando tierra, hacía un frío húmedo y ráfagas de viento desapacible agitaban aquel lugar pero eso no le afectaba. Con su resplandor dorado iluminaba aquella tenebrosa oscuridad. Escuchaba y creyó identificar una apagada letanía de cánticos, aguardó en su posición. Lejos, a unos cien metros, distinguió lo que parecían unas tenues llamas de un color azulado fatuo. De entre la oscuridad surgían unas figuras que parecían encapuchados marchando en procesión. Los sonidos monocordes que había escuchado se apagaban según se acercaban hacia él. Entonces Roy notó frío, pero un frío mucho más intenso que el del ambiente. Diríase que su propia alma estuviera congelándose según sentía la presencia cada vez más cercana de esos entes.

- Deben de ser esos tipos.- Se dijo tratando de mantener la calma. - Verás que pronto acabo con ellos.- Concentró energía y lanzó unas ráfagas de rayos contra su objetivo. - ¡Tomad eso payasos! , ya estoy harto de tenérmelas que ver con encapuchados.

            Pero los rayos atravesaron aquella comitiva como si nada, aquellos entes eran completamente etéreos. Es más, desaparecieron como si nunca los hubiese lanzado. Roy al ver esto se quedó espantado…

-¡Mierda, mejor será que me vaya de aquí!- Se dijo notando como ese frio le invadía lentamente. -

            Aunque era incapaz de moverse del sitio, aquellos fríos seres clavaron sobre él lo que parecían carbones encendidos sobre unas vacías cuencas situadas en sus cabezas. Ululaban con un sonido estridente que taladraba los oídos. Finalmente Roy logró reunir la escasa concentración que tenía y se transportó junto a Beruche. Apareció jadeando alteradamente y con el gesto desencajado por el temor.

-¿Estás bien?,- le inquirió ella abrazándole enseguida. -
- Sí, pero creía que no iba a contarlo, ¡malditos monjes o lo que sean!- masculló - Mis ataques no les hacían nada.
- Ya te lo advertí- le reprochó suavemente su mujer. - Pero eres un cabezota y nunca me haces caso.
- Lo único que se puede hacer frente a esas criaturas infernales es combatirles con los sagrados signos.- Terció el Conde, añadiendo. - Yo conservo algunos en la cripta donde me enterraron, está en el sótano de este lugar.
-¿Y dónde está el sótano?,- Le preguntó el joven interesado en tener algo que emplear contra aquellos siniestros seres. -
- Seguidme y os lo mostraré. - Contestó el fantasma atravesando la pared contigua. -

            Roy se quedó con los brazos en jarras visiblemente molesto para declarar.

- Este espíritu es idiota, ¿cómo pretende que haga eso yo?... ¿Acaso quiere que me cargue la pared?

            Al cabo de unos segundos reapareció el fantasma disculpándose por su descuido e indicando a sus acompañantes.

- Tantos siglos me han hecho olvidar que mi condición de alma en pena me permite hacer cosas imposibles para seres mortales. Salid por la puerta y rodead esta estancia. Os lo imploro.

Y tras esas palabras volvió a desaparecer tras la pared, Roy decidió hacerle caso.

- Espera, - le pidió Beruche - voy contigo.
- Pero no sabemos lo que podemos encontrar. - Objetó él - puede ser peligroso.
- Roy, sabes de sobra que me he enfrentado a situaciones parecidas y he salido de peligros mucho peores, así que no me trates como a una niña. - Contestó ella, devolviéndole su propio argumento de antes y ofendida en su amor propio. – Además, no quiero quedarme aquí sola….-Pudo agregar con cierta prevención.-
- Vale, pero te lo he advertido- declaró él de una forma cuasi solemne para sentenciar.-  Si luego te asustas o tienes pesadillas, no te quejes.

            Bertie suspiró resignadamente y decidió transformarse en justiciera.

-¡Corazón Puro del Hielo, dame el poder!- Gritó sujetando el collar con la piedra que siempre pendía en su cuello. -

            Tras las luces y destellos de su transformación, la muchacha apareció vistiendo su uniforme de justiciera.

- Ya estoy lista para todo.- Anunció con una sonrisa que extinguió en tanto matizaba. – Bueno, casi todo.
- Entonces vamos para allá.- Le indicó él abriendo la puerta. -

            Beruche salió primero y su marido la siguió, llegaron ante una pared donde les aguardaba el fantasma que señalaba al suelo.

-Extraño y exótico atuendo, por los clavos de Cristo.- Afirmó el espíritu observando atónito la minifalda de Bertie.- Y bastante escaso de tela en verdad…
-¡Oye tío!- Intervino Roy llamando la atención del fantasma.- Comprendo que llevas mucho tiempo sin ver a una mujer, pero deja ya de mirarle las piernas a mi chica de esa manera.

            El espíritu miró hacia otro lado y cambiando de tema, le indicó a su interlocutor.

- La entrada está sellada aquí, deberás abrirla. Yo bajaré y os estaré esperando.

El chico se adelantó y lanzando un haz de energía controlada con sus dedos fue haciendo un corte en el suelo. Cuando completó una figura de aproximadamente un metro cuadrado rompió un borde para meter las manos, asir la piedra y levantarla. Aquello pesaba bastante pero él pudo quitarlo sin mucho esfuerzo. Mirando hacia abajo iluminado como súper guerrero trató de horadar esa lúgubre y húmeda oscuridad que les aguardaba.

- Déjame mirar con la linterna. - Le pidió Beruche que tenía curiosidad por dar un vistazo. -
- Espérate, - le aconsejó su esposo. - Mejor me aseguro yo primero.
           
            Metió la cabeza sólo para descubrir unos pares de ojos rojos que le miraban, Roy se apartó enseguida chillando.

-¡Mierda, esos mamones  están ahí!

            De las profundidades de la cripta salieron unos chillidos que se dirigían hacia ellos, multitud de formas volaron a su encuentro mientras Bertie, que se había echado a un lado, le dijo al sobresaltado Roy...

- Sólo son murciélagos. ¿No los ves?- señaló al grupo de animales que se habían colgado cabeza abajo en una viga del techo. – Son inofensivos.
- Ya lo sabía - sonrió el aludido de forma estúpida. - Era para probar tus reflejos, cubito.
- Ya - musitó Beruche con los ojos entornados. - ¡Hala mi héroe, bajemos de una vez!- Le arengó irónicamente a Roy que no parecía tan decidido como antes. -
- Esta vez iluminaré mejor - dijo él brillando con más intensidad de forma que hacía visible aquel lugar a medida que descendían por unos pétreos escalones que habían aparecido a la luz. -

            Cuidadosamente descendió y otro tanto hizo su esposa. Ambos se percataron de que estaban en una especie de caverna de piedra donde goteaba el agua discurriendo en forma de un débil hilo por el suelo. No había nada más destacable que mencionar excepto una variada fauna de insectos que se arrastraban en todas direcciones y numerosas telarañas que se les pegaban a la cara.

-¡Qué asco!- Exclamó Beruche poniéndose de puntillas para no pisar ninguno de aquellos bichos y desprendiéndose a la vez de los pegajosos hilos con las manos y visible aprehensión.  -
- Ya te lo advertí, cubito. - Canturreó su marido en forma jocosa, así se vengaba de lo de los murciélagos. -
-¿Se puede saber a qué esperáis?, ¡Por el santo mártir San Ataúlfo!...- exclamó la voz del fantasma que precedió la aparición de éste. -La noche avanza y cada vez me queda menos tiempo  hasta el alba.
- Ya vamos, - le tranquilizó Roy para preguntar. -¿Por dónde ahora?..

            El espectro les precedió desapareciendo tras una puerta de hierro forjado que estaba verde del óxido de tantos siglos como había soportado.

- No me digas nada, tengo que abrir la puerta.- Intuyó Roy en voz alta. -

            No hubo respuesta y el chico, harto de tanto misterio, volvió a preguntar con tono impaciente.

- Tengo que abrir la puerta ¿No?..
- Si bien recuerdo vos me habéis pedido que no dijera nada. - Respondió la extrañada voz del fantasma desde el otro lado. -
- Es una forma de hablar, ¡pues claro que tienes que decírmelo! - Repuso el muchacho que comenzaba a perder la paciencia. - Será estúpido - musitó  casi para sí mismo. -
- Romped la cerradura en buena hora. - Le indicó el fantasma. -

            El interpelado saltó el cerrojo con un fino hilo de energía y trató de abrir la puerta  pero estaba oxidada completamente en sus goznes y atacada en el contacto con el suelo, no era precisamente fácil de forzar. Logró por fin partir aquella resistencia y la puerta cedió chirriando de una forma ensordecedora con el eco del ruido multiplicado por las paredes de la estancia.

-¡Esto hace más ruido que mis tripas cuando tengo hambre!- Exclamó Roy elevando el tono de su voz mientras cerraba los ojos y apretaba los dientes tratando así de soportar mejor ese molesto estruendo. -
-¡Date prisa y ábrela de una vez!- Gritaba Beruche también, tapándose los oídos. -

Y tras unos agónicos e interminables instantes, la puerta quedó por fin lo bastante abierta como para que ambos pudieran entrar, Roy avanzó al interior y su mujer le siguió. Ante ellos reposaba una gran losa de piedra que cubría una tumba, en ella figuraban unas inscripciones en antiguo castellano que el muchacho descifró con esfuerzo.

- Aquí yace Sancho, cuarto Conde de Villa Abril. Muerto en el año de nuestro Señor de mil doscientos noventa y siete ¡Vaya, qué casualidad! - sonrió Roy al percatarse -, hace justamente setecientos años.
- Eso me recuerda - intervino el  espíritu que apareció junto a ellos sobresaltando a Beruche. - Algo que me profetizaron.
-¡Pues a ver si le recuerda también que no debe aparecer de golpe! -Le recriminó ella molesta, - me ha dado un buen susto.
- Disculpad gentil doncella. - Respondió el fantasma con una sentida reverencia. – Os suplico mil perdones.
- Sigue - le pidió un impaciente Roy cruzado de brazos, - ¿qué profecía era esa?
- Uno de mis antepasados me dijo que sufriría eterno tormento vagando como un fantasma hasta  cien veces el periodo fatal de la ruptura de mi reflejo. Entonces, un príncipe y una princesa de lejanas tierras serían mis salvadores. ”Sólo ellos recompondrán el mal que hiciste, por tu afrenta en persona e imagen”. Esas fueron sus palabras exactas.
-¡Pues vaya un chorra de antepasado!- rezongó Roy. - ¿Que quería decir con eso?
- No lo sé- contestó el fantasma con semblante desconcertado. - Pero puede que tenga relación con lo que vos  habéis dicho.
- Un momento. - Les interrumpió Beruche. - ¿Es que no lo entendéis? Para mí está muy claro.
- Pues explícate - le pidió Roy bastante intrigado. -¿Qué es lo que está tan claro?
- El periodo fatal de la ruptura de su reflejo… se debía referir a un espejo- conjeturó Bertie. - Un espejo roto son siete años de mala suerte y cien veces ese tiempo, setecientos años.
-¡Qué mujercita más lista tengo! - Exclamó su marido besándola en la nariz. - ¿Y qué?..- añadió de nuevo con un tono desganado. -
- Bueno- dijo ella también confusa para dirigirse al espectro. - Pues, ¿es que no tenía ningún espejo roto?
-¡Claro pardiez, por las barbas del infiel!- Clamó el fantasma. - Ya lo recuerdo, albricias y mil alabanzas a vuestra sin par hermosura e inteligencia, bella señora.
-¡Ve al grano de una puñetera vez!- Le pidió Roy bastante irritado por la continua perorata del espíritu. - O se te va a hacer de día.
- Mi amada tenía un espejo de delicado trabajo en oro donde gustaba de contemplarse. Se lo trajeron directamente de las lejanas tierras de Katay. Cuando ella murió lo hice añicos por que no reflejase más la belleza de ninguna otra dama.
- Pues me parece muy bien pero, ¿qué demonios significa eso?,- preguntó Roy con sentida impaciencia. -
- Ese espejo debe tener la respuesta.- Intervino Beruche que tras reflexionar durante unos instantes declaró.- Si pudiéramos encontrarlo daríamos con la clave de todo el misterio y creo incluso que con la solución.
-¡Oh, el espejo!- repitió el fantasma con un afectado tono. - Creo que lo sepultaron junto a ella. Pues mi amada lo apreciaba en gran medida como os podéis figurar.
-¡Estupendo!- escupió Roy con manifiesto sarcasmo. - Así que todo lo que tenemos que hacer es desenterrar a tu amada, sacar el espejo, o lo que quede si es que aun queda algo y mientras tanto evitar que esos tipos encapuchados, del club de fans del Hombre Sabio, nos agarren. ¿Verdad? ¿Es eso? ¿Lo he entendido bien?...
- Habéis hecho una brillante composición de lugar, señor- le alabó el fantasma  conviniendo con entusiasmo. -Eso debemos hacer. Aunque ignoro quién es ese Sabio al que os referís…
-¡Tú te pinchas!- Explotó su interlocutor. - Ni por todo el oro del mundo salgo yo ahí fuera para vérmelas otra vez con esos. ¡Vamos hombre, anda ya!...
- Venga Roy, debe de haber alguna solución,- intervino Beruche tratando de calmarle. -
- Si, claro que hay una solución, irnos a la cama, esperar a que se haga de día y largarnos de aquí.- Sentenció él. -
-¡Os lo ruego, por todos los santos, no me abandonéis aquí!- Suplicó quejumbrosamente el espíritu arrodillándose ante ellos para remachar con angustioso tono. - No podría soportar otra eternidad como la que llevo...

            Bertie miró con lástima a aquel pobre desgraciado, en el fondo debía de estar sufriendo mucho y se apiadó de él. También había estado pensando en todas esas palabras de la maldición. Ahora creía comprenderlo. De modo que se dirigió a su esposo y le dijo con seguridad.

- Claro Roy, ¿no ves que esa profecía se refiere a nosotros?, somos un príncipe y una princesa y de tierras muy lejanas. No debemos enfrentarnos a esto como Roy y Beruche, sino como Asthel y Lorein.
- Vale, me parece muy bien.- Terció su marido incrédulo para querer saber. -¿Y cómo hacemos para conseguirlo?
- Primero tenemos que encontrar ese espejo,- contestó Beruche. - Ya nos preocuparemos por eso después.
- Debéis protegeros del mal con los sagrados símbolos. - Les recordó el fantasma añadiendo. - Yo rezo siempre por el perdón de mis pecados a esta cruz- señaló una esquina de la estancia donde se erguía un pie dorado con una cruz del mismo material y explicó con orgullo. - Es una santa cruz traída desde Constantinopla, regalo del Imperio de Bizancio. ¡Poderoso baluarte de la cristiandad contra el infiel, a fe mía!
-¿De qué habla ahora?- Le preguntó un desconcertado Roy a su mujer. -
- Del Imperio Bizantino,- repuso ella en voz baja para no interrumpir el circunloquio del fantasma. -
-¿Y eso dónde está? ¿No será aquí al lado? - Se interesó el muchacho creyendo que se trataba de una información importante. -
-¡Qué burro eres!, era el Imperio Romano de Oriente. – Exclamó su mujer para explicarle.- Cuando el emperador Constantino murió separó el Imperio entre sus hijos Arcadio y Honorio, el primero fundó el Imperio de Oriente.
- Gran poderío el de los Bizantinos.- Refrendó el fantasma, - aunque haya ido palideciendo con el tiempo.
- Bueno, ¿qué hay que hacer entonces?- preguntó el chico. -¿Ir al imperio ese?..
- Me temo que el imperio de Bizancio cayó en mil cuatrocientos cincuenta y tres, con la toma de Constantinopla por los Turcos.- Dijo Beruche con un tono bastante magistral agregando divertida. - Roy voy a tener que darte lecciones de historia.
-¡Malditos sarracenos infieles!- Escupió el fantasma con tono de incredulidad.- ¿Quién lo iba a decir?
- Bueno, eso no es nada, ahora nos venden todo su petróleo. – Suspiró el muchacho añadiendo algo molesto.- En fin. ¿Y exactamente a dónde nos lleva esta estúpida discusión? Esto es absurdo. Estamos perdiendo el tiempo yéndonos por las ramas.
- ¡A eso se le llama precisamente una discusión bizantina, Roy!-  Se rio Beruche divertida por aquella coincidencia, proclamando. - Y no me extraña nada, ¡nunca ha estado mejor dicho!
- El asunto es que no necesitamos llevar esa cruz para protegernos, en todo caso puedes usarla tú cubito. Yo tengo también ésta. - Replicó él  que sacó un colgante con otra pequeña crucecita al cuello, que fuera de su madre y  que él siempre llevaba. – Seguro que me protegerá.
- Id pues en buena hora y encontrad el espejo. - Les pidió el fantasma- yo esperaré aquí rogando al Señor por vuestro éxito.
- Gracias amigo, es toda una ayuda. - Sentenció el muchacho con tinte claramente irónico para dirigirse resignadamente a su mujer. - Vamos Bertie, y espero que este cacharro nos sirva de algo.
- Habéis de creer verdaderamente en Dios y en su misericordia, si no de nada os valdrá la cruz.- Les advirtió el fantasma. -

            Roy asintió y sujetando la cruz en una mano y a Beruche con la otra salió de la cripta y se elevó por el agujero. Abriendo una ventana ayudado por su mujer, salieron volando hacia la gélida y desapacible noche para reconocer el terreno.

- Desde aquí apenas se ve nada,- le dijo ella indicándole. - Tendrás que bajar algo más.
-¡Qué le vamos a hacer!- repuso él descendiendo bastante. -
- Mira - le señaló la muchacha con una mano. – Allí, en frente, hay un montículo con una cruz solitaria en lo alto.
- Vamos a ver, eso parece una cripta - respondió su marido. - Voy a aterrizar junto a su base.

            Tomando tierra y dejando en el suelo a la Cruz y a Beruche. Roy miró en busca de algún indicio. Descubriendo una puerta semi enterrada por la grava y la vegetación.

-¿Has visto? Aquí está la entrada.- Le indicó él. -

            Beruche se acercó enfocando la linterna y descubriendo una inscripción.

- Y aquí pone algo, a ver si lo pues leer, no lo entiendo.- Le pidió ella. -

            Roy se acercó para tratar de descifrar aquella leyenda. Trabajosamente pasó el dedo por las letras mientras leía.

- Aquí dice, cripta de los Nava La Sierra, señores de la comarca baja. Supongo que esa tal Blanca estará aquí.
- Pues, ¿a qué esperamos para averiguarlo?,- le conminó su esposa con un insólito espíritu aventurero. -¡Vamos allá!

            Pero Roy no dijo nada, oía nuevamente aquella letanía de cánticos amortiguados por la distancia. Mirando a lo lejos distinguía ese fatuo fuego de velas y aquellas figuras semi opacas que se acercaban.

-¡Mierda! , ya están aquí otra vez. Espero que podamos tener tiempo.- Trató de abrir la puerta pero necesitaba emplear bastante fuerza pues estaba sólidamente clavada al paso de los siglos. - Bertie, usa la cruz y trata de detenerles.
- Espero que eso resulte - dijo ella que comenzaba a sentir una gran sensación de frío en su interior. - ¡Cuánto echo de menos a Rei y a mi hermana Cooan! Ellas sabrían hacer conjuros contra este tipo de espíritus

            Roy iba haciendo ceder la puerta en tanto Beruche, que ya veía a pocos metros a aquella siniestra procesión, se escondía tras la cruz rezándoles a todos los santos, creyese o no en ellos. Los carbunclos encendidos de aquellos seres se fijaban en ella tratando de alcanzarla alargando unas manos fantasmales y huesudas. Pero cuando parecía que iban a capturarla la cruz brilló con un dorado resplandor haciéndoles retroceder a toda prisa.

-¡Atrás criaturas malvadas, debéis respetar lo que esta cruz representa! - Les gritó la muchacha notando como si alguien le dictase las palabras a la vez que el frío iba desapareciendo lentamente de su interior. – ¡Vade retro, engendros de Satanás!….

            Frustrados, esos espíritus malignos se alejaron de allí. Beruche suspiró aliviada, un sudor frío le recorría aun el cuerpo. A los pocos segundos Roy acabó con el mutismo que pesaba en el ambiente con una exclamación.

-¡Ya está! ¡La he abierto! - Mostró una oquedad por la que ambos podían pasar. -Venga, Cubito, has estado genial, pero vamos a dentro antes de que esos tipos vuelvan.

            Beruche no se hizo de rogar y siguió a su marido al interior. Para su desgracia de nuevo hubieron de sortear bichos y telarañas varias, humedad y raíces atravesadas sobre el techo de la cripta. Por fin accedieron a lo que parecía ser el santa sanctórum de la misma. Roy pudo leer sobre una larga fila de pétreas tumbas los nombres de miembros de aquella dinastía y, por fin, se detuvo ante la tumba de Doña Blanca.

- Aquí es. - Indicó él con un susurro como si temiese despertar a los que allí yacían. -
- Bueno, espero que el espejo esté cerca,- dijo Beruche. -
- Ojalá no lo enterrasen con ella porque si no habrá que abrir la tumba. - Respondió Roy medio en serio medio en broma, pero temiendo en el fondo que esa posibilidad se hiciera realidad para remachar. – Y no creo que la señora esté muy presentable.
- No digas eso, ¡qué horror!- se escandalizó Bertie que, de pronto, se quedó mirando hacia un lado del sepulcro. - Está aquí,- sonrió añadiendo como si de una inspiración se tratase al explicar. - Lo enterraron cerca de ella cuando el conde Sancho lo rompió.

            Su marido excavó cuidadosamente durante unos minutos dejando al descubierto un arcón cerrado.

-¿Cómo sabías que estaba aquí? - Inquirió asombrado a Beruche. -
- No lo sé, lo sabía y ya está.- Se encogió de hombros ella. - Ahora tienes que abrir el arcón.
-¡Eso será fácil para mí!- se jactó Roy. -
- Utilizando tu super fuerza - le repuso su mujer de forma suspicaz. -
- No, con la llave que dejaron al lado.- Contestó el interpelado agitando en su mano derecha un herrumbroso llavín de apreciable tamaño en tanto que con los dedos de la otra mano hacía la uve. – ¡Ja, ja!… esto estará chupado.
             Sin embargo hubo de hacer un gran esfuerzo por introducir la llave en el cerrojo que estaba obstruido por el óxido y la tierra de tantos siglos, pero al fin ésta giró y pudo levantar la tapa del arcón. Ante sus maravillados ojos y los de Beruche, apareció brillando con el tono dorado de la energía que Roy reflejaba, un bello espejo segmentado en tres partes. Numerosas barras color oro se agrupaban junto a él.

- Hay que montarlo, - dijo la chica. - Y entonces podremos saber que secreto esconde.

            No había terminado de hablar cuando una presencia luminosa llenó la estancia. Ante ellos se materializó la figura de una dama de rubios cabellos y tez pálida. Era de corta estatura y parecía muy delicada, flotaba sobre el suelo y les miraba con unos profundos ojos azules como el cielo.

-¿Quién eres?- Preguntó Roy más admirado que sobresaltado. -
-¿No lo adivinas, Roy?- Terció  Beruche asegurando con una sonrisa. - Ella es Doña Blanca ¿quién si no?..

            La voz del espíritu sonó con suavidad sin que pareciera despegar los labios.

- En efecto, yo soy, y vosotros debéis ser los que la profecía anunciaba durante este largo tiempo.
-¡Es ella! , su voz me guio hasta el espejo y me enseñó las palabras que debía emplear contra esos espíritus malignos.- Exclamó Bertie. -
- La maldición debe ser rota esta noche, yo que descanso en paz desde hace siglos sufro sin embargo por la suerte de mi amado. Es lo único que no me deja adentrarme en el Más Allá. - Les dijo el espíritu. -Vosotros podéis romper el embrujo, llevad mi espejo que tan inteligentemente habéis identificado como la llave que abre la respuesta.
- Si, no estuvimos mal.- Respondió el muchacho que tuvo que escuchar el carraspeo de su esposa llamando su atención. - La verdad, es que fuiste tú la que estuvo fantástica, cubito mío. - Se corrigió de inmediato él. -
- Eso está mejor,- sonrió Beruche con aprobación. -
- Entonces debéis usar el espejo,- les indicó aquel espíritu. -
-¿Qué debemos hacer con él?,- le preguntó Roy con gran expectación. -
- Ante todo recomponerlo como era.- Le respondió aquella aparición. - Más tarde, él os abrirá la puerta hacia la dimensión de los espíritus. Por la puerta del amor. Mi amado Conde deberá llegar hasta ella para poder ir en paz. Pero tendréis que afrontar grandes peligros.
-¿Qué peligros?- Intervino su interlocutora. -
- Aquellos que os asediaron en el mundo de los vivos tienen mucho más poder en el de los muertos. Tendréis que recurrir a toda vuestra magia y a la fuerza de vuestro mutuo amor para libraros de ellos, pues tratarán de impediros el acceso. Les siento afuera, rodeando este lugar, saben que estáis aquí y esperan a que salgáis. Por desgracia yo no tengo gran fuerza ya y la protección que puedo daros mengua con rapidez. Salid de aquí y llevaos el espejo cuanto antes y que los ángeles de Dios sean con vosotros.
- De acuerdo,- respondió el muchacho levantando el arcón. - Vamos Bertie, debemos salir de aquí.
- Una cosa debo deciros aun. - Añadió la aparición. - Sancho debe hacer algo de valor para enmendar su falta o todo será inútil.
- Muy bien, ya se lo diremos, - asintió Roy. -
-Hasta siempre Doña Blanca y gracias. - Se despidió Beruche del espectro que parecía sonreír amigablemente. - Después siguió a su marido hasta la salida.

            En la profundidad de la noche ambos notaron mucho frío, de ese que entraba en el corazón, aquellas figuras estaban a tan sólo unos pasos de la cruz. Bertie, dubitativa al principio, se armó de valor y la tomó. Roy reuniendo energías se elevó agarrándola a ella con una mano y al arcón con la otra. Volaron remontándose a una altura suficiente para eludir a tan horrible compañía y regresaron a través de la ventana del parador para bajar nuevamente al sótano aquel donde estaba la tumba del Conde. Éste les salió al encuentro cuando entraron por el agujero.

-¿Lo traéis?- les interrogó con gran ansiedad. -
- Por supuesto, ¿Qué te creías? - Respondió Roy con seguridad, aunque objetando no sin inquietud. - Pero nos ha costado, esos tipejos de los hábitos negros estaban pisándonos los talones.
- Nos ayudó vuestra amada Doña Blanca.- Terció Beruche que le refirió lo ocurrido así como los consejos de ésta. -
-¡Oh, mi adorada Blanca! ¿Sigue mi sin par señora tan bella cómo fue? - Inquirió el emocionado fantasma. -
- Era preciosa, eso es verdad. - Asintió Roy - rubia y de ojos muy azules. Con una voz muy suave y unas… 

Ahí se calló de inmediato porque se había percatado de que su mujer le miraba de reojo de una forma un tanto molesta por pasarse en demasía con los halagos.

- Si es por animarle un poco al Conde. - Le sonrió él a la muchacha que ya movía la cabeza con reprobación.- Venga…que era una broma…
- Era ella sin duda, ¡maravilla de las maravillas!- Suspiró el fantasma con gesto de romántica añoranza. - Cuanto quisiera reunirme con mi amada al fin.
- Pues nos ayudó mucho. - Intervino Beruche -, gracias a ella lo encontramos sin problemas y pudimos salir de allí. Ahora tenemos que arreglar el espejo.
-¿Pero cómo lo haremos?- Les inquirió el desasosegado espíritu. - Esa es arte de los maestros orfebres.
- Mira tío, no hay problema. Yo me he visto en la tele lo del bricolaje en casa. - Le respondió Roy dándose algo de bombo, - esto estará chupado. Lo único que hay que hacer es unir los cachos, que sólo son tres así que…

Mientras lo decía sacaba los fragmentos del arcón, posteriormente también fue a sacar las barras que formaban el marco, pero con la mala fortuna de que una de ellas cayó sobre el pedazo de cristal mayor al que dividió en otros cinco. Beruche y el fantasma miraron horrorizados aquel estropicio mientras Roy intentaba justificarse con una expresión algo idiota en el semblante.

- Bueno, no pasa nada, ¿ahora son siete, no? Pues pegaremos los siete.
-¡Tened cuidado por la efigie de Santo Tomás!- Aulló el fantasma - o acabaréis con todas mis esperanzas...
- “Tranquilo, tronco” - Le calmó el chico usando las manos para hacer un espacio. - Que yo soy un manitas. ¿Vale?, lo otro ha sido un accidente.
- Debemos darnos prisa, son más de las cuatro. - Informó Beruche consultando su reloj con inquietud. -
-¿A qué hora amanece aquí?- preguntó Roy al fantasma. -
- Por esta estación sobre las siete, - les contestó. - Pero el gallo canta a las seis y media y ese es el momento en el que yo debo desaparecer.
- Pues tenemos más de dos horas para montar este espejo, no será tan difícil. - Aseveró el muchacho con un tono convencido. -
- El espejo debe quedar como antaño,- le recordó Beruche añadiendo con prevención y cierto desconfiado temor. - Así que no vayas a hacer ninguna chapuza ¿eh?
-Mira que eres desconfiada, mujer.- Respondió Roy con desaprobación. - Anda, primero montaremos el marco.

            El muchacho fue colocando las primeras barras y tratando de ensamblarlas, no se aclaraba demasiado, de no ser por las indicaciones del fantasma hubiera tardado una eternidad. Por fin, al cabo de una hora estaba montado aquel marco, que resultó ser un rectángulo bastante alto, hasta la barbilla de Roy, sujeto por un trípode.

- Bueno, no ha quedado nada mal.- Se dijo éste en voz alta. -
- Sólo nos queda hora y media. - Le recordó Beruche sin darle mucho tiempo para el triunfalismo - y hay que poner los cristales.
-¡Pues vamos allá! - Sentenció Roy con el ánimo resuelto. - Esta vez será más fácil

            Por suerte durante el tiempo que él y el espíritu habían empleado en montar el soporte Beruche se había entretenido haciendo casar las piezas de cristal. Su marido metió algunas por los bordes del marco que luego debía apretar. Sin embargo, esta labor era mucho más difícil de lo que él o ninguno suponía y las piezas continuamente se soltaban obligándole a sujetarlas al vuelo, y produciéndole no pocos arañazos y cortes.

-¡Maldita sea!- Mascullaba él secándose la sangre. - Como odio esto.
-¿No decías que te gustaba tanto?- Le recordó Beruche con un marcado retintín. - Señor manitas por televisión.
- Vale, vale, pues dime como unimos los pedazos porque yo no encuentro la manera de hacerlo.- Se quejó él ahora realmente contrariado. – Salvo que vendan pegamento o cola por aquí.
- Intenta soldarlos con tu energía.- Le sugirió su esposa. -
- Se derretirían- objetó Roy. - Ya lo había pensado.
- Vaya, pues sí que es un problema. - Admitió Beruche llevándose una mano a la barbilla para tratar de pensar aunque al poco se le ocurrió. – ¿Y si los congelo?
-Entonces el hielo tapará el espejo y no se reflejará bien.- Opuso su esposo con el asentimiento solidario del conde.-
- Ha de verse con total claridad, como en una despejada noche del estío.- Declaró el fantasma.-

            El grupo quedó pensativo. Ninguno encontraba la solución, fue entonces la casualidad la que vino en su ayuda, Roy se volvió a rozar con un borde del cristal y lo manchó de la sangre que le produjo éste al cortarle. Maldijo enfadado y lo puso junto a otro de los fragmentos y he aquí que ambos ensamblaron perfectamente.

-¡La sangre!- Exclamó el espectro declarando. -¡Claro! las afrentas se lavan con sangre, el espejo estaba afrentado por mi causa y tu sangre borrará mi deshonra.
-¡Pues que bien!- repuso Roy con marcado sarcasmo. - Y tenía que ser la mía, ¡qué casualidad!
- Eres mi caballero vengador.- Le explicó el conde. –
-Para el carro. Si quieres vengadores ¿Por qué no llamas al Capitán América?...

            Aunque viendo la suplicante expresión en los ojos del fantasma y el deseo de ayudarle de su esposa, el chico suspiró encogiéndose de hombros.

- Pues nada, llamad a la UVI móvil –Les pidió Roy con su toque irónico habitual para añadir.  -Me voy a desangrar un rato. Al menos espero que me den un carnet de donante y un sándwich cuando termine.

            Dicho y hecho, el chico manchó los rebordes de los fragmentos restantes con un poco más de su sangre y estos encajaron a la perfección. Todos sonrieron entusiasmados. El espejo por fin estaba completo y brillaba como el sol devolviendo los tonos dorados de Roy, transformado en súper guerrero para comprobar el efecto de su arreglo. Estaban exultantes, ¡lo habían logrado!, pero en ese momento la alarma del reloj de Beruche dio las seis sacándoles de su euforia.

- Debemos darnos prisa. - Urgió ella - sólo resta media hora.
-¿Qué debemos hacer pues?,- inquirió el fantasma con todo su interés. -
- Entrar en el mundo de los espíritus.- Le respondió Roy. - Eso nos dijo tu amada. Y tú debes comportarte con valor una vez allí o todo esto no habrá servido para nada.
- Lo recordaré, ¡por San Jorge que lo haré!,- exclamó el aparecido echando mano de la empuñadura de su espada. -
-¡Vaya! , creía que esa era una invocación galesa, - intervino Beruche sorprendida. -
- Sí, es que tenía un tío que se fue a guerrear allí.- Le explicó el conde con tono más distendido. - Me contaba historias de los bretones y los gaélicos. Mitos de una espada clavada en una roca, ¡qué pamplinas!...
- Sí, ya hemos visto Excalibur en el cine, no está nada mal. - Le cortó Roy. – Venga, ahora debemos entrar,- añadió con  carácter de urgencia. -
- Pero ella no nos dijo como hacerlo.- Objetó Bertie mirando su reflejo en aquel espejo. - Sólo dijo entrad.
- Dejadme a mí tal labor- le respondió el fantasma acercándose al espejo, él era el único que no se reflejaba, a pesar de ello, se puso enfrente del objeto levantando los brazos y mirando hacia el espejo exclamó. - ¡Oh, Señor todopoderoso y sagrados profetas y santos! Vosotros que veláis por el reposo eterno de mis antepasados permitidme que yo, en buena hora, pueda reunirme al fin con ellos y  sea digno de reivindicarme a sus ojos y a los vuestros.

            Entonces ocurrió algo más que notable, el resplandor dorado de Roy fue sustituido por uno azulado, tanto Beruche como él dejaron de reflejarse y fue el espíritu del fantasma quien se reflejó en una superficie que parecía ondular movida por una inexistente brisa. El espectro entonces se volvió hacia ellos y les indicó.

- Ahora podemos pasar. Os lo ruego. Seguidme en buena hora. - Atravesó el espejo sin dudar desapareciendo tras aquella pulida superficie. -
-¿Vamos?- Preguntó Bertie nerviosa. -
-¿Qué otra cosa podemos hacer?,-  le respondió Roy tratando de calmar las inquietudes de su esposa. -
- Dame la mano y pasemos juntos.- Le pidió ella con resquemor. -
           
            Roy  la sujetó de la mano y saltó a la de tres al interior del espejo llevando a Beruche tras de sí. Aterrizaron de un modo exento de brusquedad en una habitación muy amplia, iluminada por velas negras. El espectro de Don Sancho les aguardaba allí, pero era más denso a la vista y diríase que incluso podrían tocarlo si alargaban la mano.

- Las cosas son distintas aquí.- Les informó el fantasma. - Ésta es la entrada al mundo de los espíritus. Más allá de esta sala está la puerta que lleva a la Eternidad, donde podré reunirme con mi amada.
- Pues ¿a qué esperamos?- Le espetó Roy con impaciencia, - ¡busquemos esa puerta, tío!...
-Realmente os aprecio y agradezco vuestra ayuda, pero me temo que no somos familia.- Declaró el espectro.- No soy vuestro tío, caballero.
           
            Roy suspiró moviendo la cabeza, Bertie en cambio se sonrió divertida. Finalmente se centraron en lo que les ocupaba. Avanzaron los tres por aquel amplísimo salón que parecía bordeado por ataúdes de recia madera. Sólo al cabo de unos segundos se percataron de que estos crujían, el rechinar de unos goznes les puso en guardia. De inmediato el fantasma advirtió con horror lo que pasaba.

- No me digas que esto es lo que yo creo que es…- Pudo musitar Roy mirando de reojo.-
-¡Son ellos!, ¡las ánimas!, montan guardia aquí en esta zona de espera, no quieren cruzar a la eternidad y tratarán de impedírmelo.
- Pues estamos listos.- Respondió su interlocutor colocándose en posición de combate. - ¿Qué vamos a hacer ahora, clavarles la tapa?
- Escapar de ellas o acabarán con mis esperanzas y con vosotros.- Les dijo el conde visiblemente aterrado. -
-¿Qué pueden hacernos?- inquirió Beruche asustada - ¿matarnos? ¡Qué horror!
- No sólo eso - le rebatió el fantasma - además de quedarse con vuestros cuerpos para beber vuestra energía vital, se apoderarían de vuestras almas a las que darían tormento eternamente.
- No suena demasiado bien-. Terció Roy aumentando su energía e instando a sus compañeros -¡Vámonos!

            Pero ya era tarde, aquellos ataúdes de madera se habían abierto y de ellos se alzaban figuras descarnadas ataviadas con unas oxidadas armaduras y jirones de capas, sus esqueléticas manos iban armadas por herrumbrosas espadas y de sus cuencas vacías brotaban dos refulgentes ojos rojos.

- ¡Son los templarios malditos!  - Exclamó el conde con horror.-
-¡Joder! , esto parece una película de Bruce Campbell. - Exclamó Roy preguntándose en voz alta con patente temor. - A ver como luchamos contra esos capullos. Ya podría tener una motosierra y una escopeta de cañones recortados…

            Beruche blandía su espada de hielo apoyada en la espalda de su esposo. Los esqueléticos seres les habían rodeado sin dejarles ninguna posibilidad de salir de allí, el olor a podredumbre y muerte que exhalaban saturaba el ambiente. Roy la emprendió con rayos de energía pero estos  les atravesaban sin hacerles mella.

-¡Mierda, mierda, y más mierda!- Aullaba el joven. - Es como si les enfocara con la luz de la linterna. No hay nada que hacer. Y encima a estos tipos les ha abandonado el desodorante. ¿Hace cuánto tiempo que no se ducharán?,- inquirió con su típico tono de chanza pese a que la situación era cada vez más desesperada. -

            Aunque su mujer sostenía la mirada de esos entes diabólicos con entereza.

-¡Ahora no estamos para bromas, debemos luchar, ya te dije antes, no como Roy y Beruche- Exclamó ella con decisión - sino como Asthel y Lorein! ¡Naturaleza sagrada del bosque de Rarel, dame tu fuerza y poder contra los seres de la muerte! - Invocó gritando al tiempo que levantaba los brazos. -

            La espada de hielo de Beruche refulgió con un tono azul cielo intenso, con ella pudo parar el primer mandoble que uno de esos seres le había asestado con espasmódicos movimientos. Su marido entonces comprendió. Gritando a su vez.

-¡Inmemorial Sword de Alliance, ven en mi ayuda! -  y al punto se materializó en su mano derecha una soberbia espada que brillaba en tonos dorados. Él vestía ahora una blanca armadura y ella un ligero manto blanco de gasas y luz, cuya aura repelía a los malignos seres que les acosaban. Roy contraatacó desarmando a uno de ellos con un mandoble. - ¡Ahora vais a ver payasos a dieta! Esto ya es otra cosa. Me he visto todas las películas de Errol Flynt.

            No obstante, aquellos terribles entes proseguían avanzando, saliendo de los ataúdes como si su número fuera inagotable. La pareja luchaba con bravura pero sus fuerzas decaían, notaban como si esos seres se las estuvieran arrebatando poco a poco y las ánimas descarnadas les empujaban cada vez más hacia la pared. Roy buscaba con la mirada al fantasma del Conde Sancho sin poder encontrarle. Éste se había apartado de aquellos zombis que parecían ignorarle por el momento, absortos en obtener la esencia vital de los mortales. El fantasma entonces se encontró con que una puerta que hasta entonces no habían visto, estaba abierta y reconoció enseguida la entrada de la Eternidad.

-¡Por fin, tras siglos de penar lo he conseguido, ahora podré unirme a mi amada para siempre!- Exclamó lleno de júbilo. – Ésta es la puerta del amor…

            Entonces escuchó los gritos de Roy que hasta en esa dramática situación estaban cargados de sarcasmo.

- Eso, ¿tú no nos ayudarás, verdad? Te vas a quedar ahí tranquilamente esperando a que llegue el autobús del Cielo para montarte en él. Y vas a dejar que estos asquerosos nos hagan pinchos morunos.

            El Conde dudó, aquellos mortales le habían ayudado arriesgando sus vidas por él. Pero el tiempo se agotaba, el gallo estaba a punto de cantar, si no cruzaba el umbral, pronto, muy pronto perdería para siempre la oportunidad. Meditó unos instantes, aquella puerta parecía cerrarse. Sin embargo, escuchó el grito de auxilio de Beruche, a punto de ser desarmada por uno de esos esqueléticos templarios y supo cuál era su deber.

-¡Esperad, teneos ahí, villanos sin alma! ¿Cómo osáis atacar a una dama?- Les gritó a aquellas criaturas desenvainando su espada. -Preparaos que ahora es un caballero castellano el que va a vuestro encuentro, rufianes, malditos. Me dispongo a lidiar contra vosotros en desigual combate. ¡Por el apóstol Santiago y cierra  las Españas!

            El Conde acometió con gran fuerza despedazando a varios de los seres que rodeaban a Beruche y Roy. Los malignos se fijaron en su nuevo oponente y la pareja de esposos, aliviada por unos instantes en los que pudieron recobrar el aliento, contraatacaron eliminando a sus enemigos. Y ocurrió que sobre la cabeza del espectro del Conde comenzó a brillar un halo de luz que hizo que los restantes seres malignos se replegasen hacia sus túmulos.

-“¡Non fullades cobardes e viles criaturas que es sólo un caballero el que os acomete!”-

Y el fantasma de Don Sancho lanzó aquella proclama por grito de Guerra en tanto que desarbolaba cabezas de sus adversarios que seguían huyendo aun sin ellas.

-¡Eso es lo que llamo yo olvidarse hasta de la cabeza!- rió Roy aliviado - y es que las prisas no son buenas... y el caso es que esa frase del Conde me resulta familiar.- Añadió pensativo -, ¿dónde la habré oído yo antes?
- Mira Roy…- le llamó Beruche sacándole de su concentración. - Esos seres se desvanecen...

            En efecto, los restos de armaduras de aquellos entes malignos caían al suelo, la claridad del día parecía llenar esa estancia, el Conde se detuvo, sabía lo que ello significaba, entonces se oyó el canto del gallo. Bajando la espada y la cabeza  con gesto alicaído, el  espectro musitó.

- He perdido la esperanza, finalmente y cuando lo tuve tan cerca. Deberé resignarme a mi maldición eterna.
-¡Oh no!,-  exclamó Bertie conmovida y entristecida. - ¡Cuanto lo siento!, pudo haberse ido pero volvió a ayudarnos.

            El Conde dedicó una mirada hacia aquella puerta que ya se había clausurado por completo. Pese a ello sonrió y dijo dirigiéndose a sus interlocutores que le miraban apenados.

- Era mi deber y habría faltado a mi honor de caballero de haberos dejado en ese peligroso trance sin auxiliaros señora y a vos, señor, noble adalid de mi causa. Arriesgasteis vuestras mortales vidas por mí y también vuestras almas inmortales. No podría haber sido feliz en la Eternidad sin acudir en ayuda de seres tan valerosos y de noble espíritu.
- Te has portado, - asintió Roy agregando con pesar. - Debo reconocer que no eras ningún cobarde en el fondo, sino un verdadero caballero. Seguro que les darías una buena paliza a los moros aunque eso suene ahora políticamente incorrecto. Lo siento, tío.
- Siempre te estaremos agradecidos por tu ayuda y seguro que tu amada Blanca se sentirá muy orgullosa de ti. - Le sonrió amablemente Beruche. -
- Esas palabras llenan mi espíritu de gozo.- Le respondió el Conde iluminando su semblante con otra sonrisa y añadiendo resignado. - En verdad que vuestros ánimos mi gentil señora serán un consuelo para mí en este eterno deambular que me espera...

            No había terminado Sancho la frase cuando una luz blanca potentísima se hizo en la estancia a la par que esa puerta volvía a abrirse. Ante sus maravillados ojos apareció la figura etérea de Doña Blanca con un manto de tules ondeando con un maravilloso fulgor.

-¡Por fin, lo has hecho mi amado y noble conde! ¡Has logrado romper tu maldición!- Declaró con un tono jovial y lleno de felicidad. -
-¡Oh, mi adorada!- Exclamó éste emocionado para declarar con pesar. - Después de tanto tiempo se me concede el volverte a ver, ¿qué es esto? ¿Otro castigo cruel para recordarme por los siglos venideros la felicidad que  he perdido sin remisión?...
- Nada de eso, mi valeroso Don Sancho. - Sonrió ella rebatiéndole con dicha. -No es un castigo sino el premio a tu noble proceder, con la salvación a tan sólo un paso volviste para ayudar a tus amigos y ese era el acto de valor y sacrificio que tus mayores requerían de ti. Pues debes saber que, la causa principal de tu castigo no fue la cobardía, que llegado el caso se puede justificar, sino el egoísmo al dejar a tus vasallos desprotegidos frente al invasor al preocuparte sólo de tus propios sentimientos. Mas ahora tu gesto les ha conmovido y han levantado su maldición. Ya puedes reunirte con ellos como el noble descendiente de su linaje que nunca debiste dejar de ser. Ahora debes venir conmigo, camino a la Eternidad, pues tu penar en el mundo de los vivos ha terminado, mi amor…

            El espíritu no podía hablar por la emoción, Roy y Beruche también le miraban sonrientes, Bertie incluso dejó caer algunas lágrimas de felicidad.

- Lo has logrado.- Le comentó el muchacho al fin para desearle, ahora sin ningún tipo de sarcasmo.  -Muchas felicidades y mucha suerte, Sancho. Te lo mereces, amigo.
-¡Claro!- Se sonrió Bertie que parecía haber tenido un golpe de inspiración, al preguntarle a su marido.- ¿Recuerdas la canción esa que me pusiste antes? ¿Cómo se llamaba?
-La Puerta del Amor.- Repuso él que se acordaba bien.-

            Y Roy repitió no sin emocionarse una de esas estrofas…más cuando vio al espectro del conde y al de doña Blanca darse un beso en los labios.

Junto a la puerta del amor 
te hallé y logré besarte, 
mis sueños son ya realidad, amor. 


            El Conde se volvió hacia ellos entonces arrodillándose ante los dos y replicó emocionadamente.

- Gracias por todo cuanto habéis hecho por el alma de este humilde siervo del Señor. Mi gratitud será eterna y no dudéis que algún día os devolveré tan grande favor. Sed felices con vuestras vidas y el día de vuestra muerte en el mundo físico espero veros en el Paraíso.
- Se me ha permitido ver que estáis destinados para hacer grandes cosas. - Añadió Doña Blanca con suma dulzura. - Vosotros y vuestros hijos y los hijos de vuestros hijos. Todos estáis benditos por la Luz. Nunca lo olvidéis. Ahora debemos dejaros.
-¿Cómo volveremos a nuestro mundo?- Le preguntó Beruche sintiéndose confusa. - No sabremos salir.
- Volveréis, podéis creerme.- Les aseguró aquella bella aparición. -
-¿Y esos tipos tan desagradables?,- inquirió Roy preocupado al acordarse de ellos. - ¿Y si nos esperan ahí fuera?
- Su poder ha quedado roto por el gallo y el amanecer, nada podrán hasta el siguiente día de difuntos.- Les dijo el Conde levantándose para despedirse. – Ahora, mis queridos amigos, debo dejaros ya...os deseo la mayor de las dichas en este mundo y un buen tránsito al venidero.

            Y andando hacia su amada se fundió con ella en un abrazo largo y emotivo, así, juntos y agarrados por la cintura atravesaron aquella puerta que comenzó a cerrarse. Lo último que de ellos vieron Beruche y Roy fueron las sonrisas de sus rostros vueltos para despedirse. Aquel blanco resplandor desapareció con un último brillo de gran intensidad que obligó a ambos a cerrar los ojos. Al volverlos a abrir, se encontraron acostados en la cama de su habitación en el parador. Se miraron atónitos, incrédulos de encontrarse allí. El chico reaccionó incorporándose deprisa y mirando el reloj que tenía sobre la mesilla.

- Son las siete de la mañana.- Informó a su también atónita mujer. -
-¿Cómo hemos vuelto aquí?- Le preguntó ella. - ¿Has utilizado la traslación instantánea?
- No, no puedo usarla si no reconozco alguna energía familiar en el lugar a donde quiero ir. Nos han traído, Bertie.- Respondió Roy igualmente sorprendido. -
- Ojalá que el conde Sancho y su dama doña Blanca sean felices.- Deseó ella con un suspiro. -
- Sí, eso espero yo también. La verdad es que hacían muy buena pareja. - Convino él pasando un brazo por los hombros de su esposa para cambiar de tercio y agregar con una sonrisa.- Por lo menos nos hemos divertido. Y además, la comida, cena y pensión nos han salido sólo por cinco mil pelas.
-¿Cuánto es eso en dólares?,- inquirió Beruche cuya cabeza siempre funcionaba para tratar de negocios y economía doméstica. -
- Unos 30 dólares más o menos,- calculó Roy a bote pronto declarando satisfecho. - Ha sido una estancia muy económica.
-¡Calla!,- rio su interlocutora abrazándose a él para asegurar con buen humor en esta ocasión. - Hubiera preferido pagar algo más y estar tranquila.
-¿De verdad crees eso, cubito?- Le susurró Roy para afirmar convencido de ello. - Yo pienso que ha merecido la pena, seguro que Tommy y Connie no podrán contarnos nada tan emocionante como esto. Conociendo al paleto de Kansas llevará a tu hermana de Luna de Miel a ver trigales, ¡Ja, ja, ja!…
- Tienes toda la razón, ¡ji, ji, ji!...- Se rio su mujer solidariamente, tratando de imaginar a Cooan y a su amigo.-
- Anda, levantémonos y veamos cómo está todo.- Propuso jovialmente su esposo. -

            Los dos se despabilaron y se vistieron saliendo a dar un paseo en aquella fresca mañana, el sol aún era una perla roja que besaba el horizonte y las nubes tenían aquel color sonrosado que anunciaba la claridad del nuevo día. Bien sujetos de la mano observaron aquel creciente resplandor. Roy llevó a su esposa hacia la cripta, allí, el agujero indicaba inequívocamente la realidad de su aventura. Separándose de su mujer, el chico levantó aquella parte del suelo que había arrancado para acceder a la tumba del conde.

- Creo que le gustaría que le dejasen tranquilo - dijo en voz alta recibiendo la aprobación de Beruche. - Hasta siempre, amigo. – Añadió con tono respetuoso y amable, tapando el agujero con ese gran pedazo de piedra que selló con rayos de energía dejándolo como si nunca hubiera existido. -
- Salgamos a pasear, me apetece mucho- Le pidió Bertie una vez terminó con aquello. -

            Su marido la tomó en brazos y ambos salieron volando por la ventana, ¡qué diferente era aquel paraje al hostil páramo que les había envuelto en esa fría oscuridad la noche anterior! Ahora incluso la severidad de su vegetación rala se les antojaba hermosa. Y tras dar unas vueltas en círculo para ubicarse, descendieron ante la tumba de Doña Blanca. La puerta aún estaba entreabierta y él la cerró de nuevo sellando también el metal para evitar que nadie turbase el eterno descanso de la dama. Así, los dos recorrieron andando el camino que les separaba del parador, no había llegado nadie aun. Todo el lugar era para ellos solos, de modo que decidieron desayunar bien para recibir el nuevo día. Roy compuso un delicioso menú a base de miel, jamón york y buñuelos que encontró en la cocina. Así dieron las nueve y al fin se escucharon los primeros ruidos de motores aparcando en el exterior. Al poco un preocupadísimo gerente corrió a comprobar que había pasado con aquella desventura pareja. Su sorpresa fue grande al encontrarles riendo y viendo los dibujos de la televisión, por cierto, de unas divertidas chicas de minifaldas que luchaban por el amor y la justicia.

-¿Te has fijado?- reía Roy  preguntando con jocosidad. -¿De qué me suena a mí ese ataque?..
-¡Desde luego son muy graciosas! - Admitió Beruche remachando. - ¡Nunca cambiarán!
- ¡Oye! - Y esa tía buena del traje de baño y las botas altas azules que hace trampas al ajedrez ¿quién será? - Exclamó jocosamente él para llevarse un capón de su sonriente esposa que le replicó divertida. -
- ¡Tsuki ni kawatte oshioki yo!

            Y en esas bromas estaban cuando el gerente, seguido por alguno de los empleados, se acercó a ellos con la ansiedad reflejada en su rostro.
-¿Están ustedes bien?- preguntó afectado, en un dubitativo inglés. -
- Sí, gracias- contestó Roy en un relajado y distendido español -, todo bien...
- Pero, ¿han pasado la noche aquí?- inquirió ese individuo sin poder creerlo. -
- Sí, claro ¿dónde si no?,- sonrió Beruche en inglés. -Y muy cómodamente. - Añadió  visiblemente divertida con la cara de asombro sus interlocutores. -
- Salvo por algún ruidillo no hemos tenido ninguna molestia. - Terció Roy afirmando con despreocupación -...pero no se preocupe  ya por eso. Descubrimos las causas del ruido y las solucionamos…, definitivamente.
- Ya, ya, claro- tartamudeó el anonadado gerente. -
- Díganos ¿cuánto es el desayuno y la cena?- preguntó Beruche. -
- Nada, nada, la casa invita- sonrió su interlocutor que no daba crédito a lo que oía. -
- Muchas gracias, ahora tenemos que marcharnos,- dijo el chico levantándose junto con su mujer al término de los dibujos. - Los que vienen ahora ya me los conozco.- Añadió señalando a la televisión, donde un tipo que brillaba con el pelo dorado luchaba contra un bicho de larga cola en un planeta a punto de estallar. - ¡Dale caña, amigo!- Animó a ese tipo dorado que tenía destrozada su ropa y sangraba con profusión. -

            De esta forma tan particular la joven pareja de esposos dejaron atónito al gerente. Aunque entonces sucedió otra cosa más, realmente extraña. El aparato de música se conectó aparentemente solo y reprodujo otra canción de aquel artista.

“Tiene casi veinte años y ya está 
cansado de soñar, 
pero tras la frontera está su hogar, 
su mundo, su ciudad. 


Piensa que la alambrada sólo es 
un trozo de metal, 
algo que nunca puede detener 
sus ansias de volar. 

Libre, 
como el sol cuando amanece, 
yo soy libre como el mar... 


libre...como el ave que escapó de su prisión 
y puede, al fin, volar... 
libre...como el viento que recoge mi lamento 
y mi pesar, 


camino sin cesar 
detrás de la verdad 
y sabré lo que es al fin, la libertad. 


Con su amor por bandera se marchó 
cantando una canción, 
marchaba tan feliz que no escuchó 
la voz que le llamó, 
y tendido en el suelo se quedó 
sonriendo y sin hablar, 
sobre su pecho flores carmesí, 
brotaban sin cesar... 


Libre, 
como el sol cuando amanece, 
yo soy libre como el mar... 
...como el ave que escapó de su prisión 
y puede, al fin, volar... 


libre...como el viento que recoge mi lamento 
y mi pesar, 
camino sin cesar 
detrás de la verdad 
y sabré lo que es al fin, la libertad”


Libre, 
como el sol cuando amanece, 
yo soy libre como el mar... 
...como el ave que escapó de su prisión 
y puede, al fin, volar... 


libre...como el viento que recoge mi lamento 
y mi pesar, 
camino sin cesar 
detrás de la verdad 
y sabré lo que es al fin, la libertad”


(Nino Bravo. Libre, crédito al autor)

 -Esa canción se la dedicó a una víctima del Muro de Berlín.- Les explicó el empleado.-
-Es muy bonita.- Suspiró Bertie con una sonrisa cuando su esposo le tradujo lo que significaba.- Y triste a la vez.
-Sí, aunque creo que en ésta ocasión sé por quién está sonando, cubito. Y ahora por algo alegre. - Sonrió cómplicemente él que se dirigió al gerente para pedirle con cordial amabilidad.- Oiga amigo. ¿Por cuánto me vendería esa cinta de casete?
-Puede llevársela si quiere.- Afirmó el interpelado.- Es muy vieja…
-El cantante es muy bueno.- Valoró el muchacho, preguntando.- ¿Ha sacado más discos?
-No señor…- Repuso el gerente desvelándoles para pesar de ambos.- Murió en un accidente de coche hará más de veinte años.

            Los dos se miraron no sin cierto pesar. ¡Era una lástima que alguien de semejante talento  no siguiera en el mundo!

-Quizás haya querido ayudarnos de algún modo.- Susurró Bertie a su esposo que asintió despacio.-

Y tras dar las gracias a ese empleado volvieron a su cuarto. Tras hacer las maletas salieron con ellas entrando en el coche. Éste tardó algo en arrancar pues había tenido que soportar los rigores de la noche pero, por fin, el motor ronroneó y Roy pudo salir tomando la carretera de servicio para alejarse del parador.

-¡Oh vaya! , se me olvidó sacar fotos del lugar. - Se lamentó Bertie. -
-¡Qué se le va a hacer!, no todo puede salir redondo- repuso Roy jovialmente. - Pero no te preocupes, cuando lleguemos a la próxima escala harás todas las que quieras. Lo importante es que hayas disfrutado con la aventura ¡Estoy seguro de que no te podrás quejar!
- Ha sido una experiencia muy bonita. Y me llevo el libro de la Leyenda de las Ánimas de recuerdo. - Reconoció Beruche que, de inmediato quiso saber. - ¿Y ahora a dónde vamos?
- A Sevilla cubito, vamos a bailar y a movernos, después del descanso nos vendrá bien.- Repuso jocosa e irónicamente él. -
-¿Descanso? ¡Tú estás loco!- rió  entre atónita y divertida su mujer. -

            Roy secundó las risas y aceleró entrando en la autovía principal camino del sur. Dispuestos él y Beruche a seguir disfrutando, como le gustaba decir al muchacho, de nuevas experiencias. Pusieron aquella casete en el coche y la siguiente canción que oyeron parecía estar compuesta para ellos mismos. Tanto que, cuando su esposo se la tradujo algunas lágrimas asomaron a los ojos de Bertie, recordando episodios de su propia existencia. Su marcha de Némesis, su nuevo comienzo en la Tierra con sus hermanas, el viaje a los Estados Unidos con Cooan para estudiar y las aventuras que allí vivieron, culminadas con la boda con su marido y amor reencarnado de una anterior vida.

“Dejaré mi tierra por ti dejare mis campos y me iré 
lejos de aquí 
cruzare llorando el jardín y con tus recuerdos partiré 
lejos de aquí… 

de día viviré pensando en tu sonrisa 
de noche las estrellas me acompañaran 
serás como un luz que alumbra en mi camino 
me voy pero te juro que mañana volveré 

al partir un beso y una flor un te quiero una caricia y un adiós 
es ligero equipaje para tan largo viaje 
las penas pesan en el corazón

 
Más allá del mar habrá un lugar donde el sol 
cada mañana brille más 
forjara mi destino las piedras del camino 
lo que nos es querido siempre queda atrás 

buscare un lugar para ti 
donde el cielo se une con el mar 
lejos de aquí 


Con mis manos y con tu amor 
explorare encontrar otra ilusión 
lejos de aquí 


De día viviré pensando en tu sonrisa 
de noche las estrellas me acompañaran 
serás como una luz que alumbra en mi camino 
me voy pero te juro que mañana volveré 

al partir un beso y una flor 
un te quiero una caricia y un adiós 
es ligero equipaje para tan largo viaje 
las penas pesan en el corazón 


Más allá del mar habrá un lugar donde el sol 
cada mañana brille más 
forjará mi destino las piedras del camino 
lo que nos es querido siempre queda atrás 

al partir un beso y una flor 
un te quiero una caricia y un adiós 
es ligero equipaje para tan largo viaje 
las penas pesan en el corazón 


Más allá del mar habrá un lugar donde el sol 
cada mañana brille más 
forjara mi destino las piedras del camino 
lo que nos es querido siempre queda atrás”.


(Nino Bravo  Un beso y una flor, crédito al autor)

Y Roy recordaba su propia peripecia vital. La lucha por ser libre de ese demonio que le poseyó, su propia muerte y su adiestramiento en el Cielo, soñando con volver a reunirse con Bertie. Escuchando aquello estaba igualmente emocionado. Así, con los acordes de esas melodías llegaron a su nuevo destino. Una vez en el sur, en Andalucía, no faltó la visita a lugares con la Giralda de Sevilla, la Alhambra de Granada o la Mezquita de Córdoba. Tampoco  se quisieron perder alguna que otra fiesta flamenca en la que Roy casi se cargó el tablao tratando de imitar uno de aquellos zapateados. Bertie no podía dejar de reír cuando tuvieron que ayudar a su esposo  a sacar un pie de entre las tablas.

-¡Qué bien te lo pasas conmigo, cubito! – Sentenció él que también sonreía divertido. – No me lo negarás.
-¡Eres un caso! – Pudo replicar la muchacha, entre carcajadas. – No se te puede llevar a ningún sitio…

Por toda respuesta Roy se hizo con una flor de un jarrón cercano y, cortando un poco el tallo se la colocó en el pelo a su esposa según le explicaba.

-Mira Bertie, esta flor es un clavel. Dicen que un emperador muy importante lo mandó traer de Persia hasta aquí. Las mujeres españolas suelen ponérsela en el pelo. Y la verdad es que a ti te queda muy bien.
-Sí, fue Carlos Primero de España y Quinto de Alemania.- Le explicó ella a su vez.- Para su gran amor la emperatriz Isabel de Portugal.
-Cuanto sabes, cubito.- Sonrió él, realmente atónito por semejante despliegue de conocimientos.- Eres otra Ami Mizuno…
¡Qué más quisiera que ser como ella! La verdad es que leí algo antes de llegar, cuando me documenté sobre Sevilla y Granada.- Repuso la muchacha sonrojada por aquella comparación con su querida amiga.-
-Anda, mírate. ¡Ya verás lo guapa que estás! - La animó su esposo.-

La chica pudo contemplarse en un espejo y efectivamente, aquella bonita flor de color rojo la alegraba bastante. Los dos continuaron allí disfrutando del espectáculo y ya de noche volvieron a su hotel. Allí Roy se había preocupado de organizar una rondalla nocturna y dio una buena propina a un grupo de cantantes universitarios, (tunos los llamaban en España) para que le dieran una serenata a su esposa. Por supuesto con él participando activamente y cantando y bailando con aquellos modernos juglares. Beruche salió al balcón encantada y divertida con todo aquello.

“Mocita dame el clavel, 
Dame el clavel de tu boca, 
Que pá eso no hay que tener 
Mucha vergüenza ni poca. 


Yo te daré el cascabel, 
Te lo prometo mocita, 
Si tú me das esa miel 
Que llevas en la boquita. 

(Estribillo): 
Clavelitos, clavelitos, 
Clavelitos de mi corazón. 
Hoy te traigo clavelitos 
Colorados igual que un fresón. 


Si algún día clavelitos 
No lograra poderte traer, 
No te creas que ya no te quiero, 
Es que no te los pude traer. 

Música 

La tarde que a media luz 
Vi tu boquita de guinda, 
Yo no he visto en Sta. Cruz 
Otra mocita más linda. 
Y luego al ver el clavel 
Que llevabas en el pelo, 
Mirándolo creí ver 
Un pedacito de cielo.


Clavelitos, clavelitos, 
Clavelitos de mi corazón. 
Hoy te traigo clavelitos 
Colorados igual que un fresón


Si algún día clavelitos 
No lograra poderte traer, 
No te creas que ya no te quiero, 
Es que no me dejó mi mujer


(Clavelitos canción de Tuna crédito al autor)

Y tras este tema tan tradicional de su repertorio incluso cantaron una de las canciones que Roy había oído en la radio de un grupo del país que le gustó bastante. Hasta se atrevió a rasgar un poco una guitarra española acompañando a los músicos.

“Y al final de la Rambla 
me encontré con la Negra Flor 
que creció tan hermosa 
de su tallo enfermizo 

Al final de la Rambla 
me encontré con la Negra Flor 
¿Dónde vas negra rosa, 
me regalas tu amor? 


Que tu pena fuera sólo por mi culpa 
que mi culpa fuera sólo por amor 
que los besos, flores negras 
de la Rambla son 

O de un rincón… “

(La Negra Flor, Radio Futura, crédito al autor)

Al terminar se ocupó de traducirle a su encantada esposa aquella tonada. Después se despidieron de esos tunos. Éstos, muy simpáticos y joviales, le regalaron a él una capa y una bota de vino y  a ella un raño de flores, parecidas a la que describían en la canción, pero de colores rojos y blancos. El matrimonio correspondió invitándoles a cenar. Esa era una bonita forma de cerrar su estancia en aquel país y de terminar su viaje. Al día siguiente volvieron a Madrid y tomaron el avión de regreso a EE.UU. Desde luego tendrían muchas cosas que contar a su vuelta y ya estaban deseando ver a sus amigos para compartir con ellos estas experiencias que serían unos bonitos recuerdos para toda la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)