Unos
días después de la boda, Tom y Cooan hablaban muy ilusionados sobre el viaje de
novios. Roy y Beruche se habían ido a Europa, lo hicieron al día siguiente de
la ceremonia y la celebración. Ail y Ann
pasarían unos días en la Tierra y después viajarían a un prometedor planeta que
habían detectado, a fin de establecerse. Por su parte la otra pareja de recién
casados pensó que lo mejor sería aguardar un par de días a fin de preparar las
cosas con más calma. Sentada en el sofá, la muchacha ojeaba encantada unos
folletos de agencias de viajes con destinos exóticos.
- Mira
esto Tom...viaje a la India y conozca las maravillas de una civilización
milenaria...el “Taj Mahal”, pasear por las orillas del Ganges…
- Suena
bien,- dijo él acercándose -¿Y éste de China?..- señaló el viaje de la página
de al lado. - Allí tienen muchas escuelas de Kung - Fu, ¡seguro que aprendo
algo! Y podríamos ver la Gran Muralla. Al menos un cachito de ella.
- ¡Pero
Tom! - replicó Cooan frunciendo el ceño
para recordarle. - Será nuestra luna de miel, podrás estar unos días sin artes
marciales, ¿verdad?..
-Claro
que sí- sonrió él tratando de evitar que Cooan se enfadase.- Era sólo una
broma, cariño. Te aseguro que sólo estaré pendiente de ti.
Y para subrayarlo le dio un beso rápido en los labios a su
esposa que sonrió.
-¿Qué te
parece Hawái?- señaló ella tras pasar unas páginas – Lo comentamos en la boda
con mi hermana y Roy.
-Sí, es
cierto.- Convino Tom.-
-Es un
sitio tan romántico, con nativos, leyendas de piratas...playas
paradisiacas…siempre he querido ir allí. -Aseguró Cooan. -Bueno, al menos desde
que me instalé en la Tierra y charlaba con las chicas de vez en cuando.
Le venían recuerdos de algunas
conversaciones en el santuario Hikawa. En particular cierto día, un año antes de ir a los Estados
Unidos a estudiar, que ella y su hermana Bertie se pasaron por allí. Su amiga
la sacerdotisa, ataviada con su kimono de faena, estaba terminando de barrer un
poco los aledaños del jardín plagado de hojarasca en el final del otoño. Fue
Cooan la que, sonriente, la saludó.
-Hola
Rei…
-¡Ah,
hola Cooan-chan!, ¿Qué tal Bertie? ¿Cómo
vosotras por aquí? - Replicó la muchacha con una sonrisa.-
-Teníamos
la tarde libre. Hoy les toca a nuestras hermanas abrir la tienda.- Le respondió
Beruche.-
-Sí, le
pedí a mi hermana que me acompañase a
dar una vuelta y venir a visitarte.- Añadió Cooan que preguntó.- ¿No está
Yuuichirou?...
-No.-
Suspiró la sacerdotisa dejando la escoba apoyada en un árbol cercano para contar
a sus amigas.- Resulta que sus padres celebraban su aniversario y han invitado
a la familia a pasar unos días en Hawái.
-¡Vaya!
Sus padres deben de tener mucho dinero para permitirse un viaje así. - Comentó
Bertie.-
-Sí, su
padre tiene un próspero negocio. Una gran empresa. Y son ricos desde hace
generaciones.- Les contó la sacerdotisa.- Me enteré de ello cierta vez que se
ofreció a prestarnos una cabaña en las montañas a las chicas y a mí.
-¡Vaya!
Pues con semejante partido me sorprende que no le hagas un poquito más de
caso.- Se sonrió Bertie.-
-Pues a
mí, lo que me sorprende es que no te haya invitado a ir.- Sonrió Cooan haciendo
que su amiga se ruborizase.-
-¡Pero
qué decís! - Trató de replicar Rei tapándose las mejillas con ambas manos.-
Sus interlocutoras sonrieron
divertidas. Estaba claro que eso había afectado a la aparentemente severa
sacerdotisa. No obstante, cambiaron por un instante de tema. Fue Cooan la que
le ofreció.
-Te
quedan aún muchas hojas por barrer, Rei-Chan. Deja que te ayudemos.
-No os
preocupéis, no tardaré mucho.- Contestó la aludida haciéndose de nuevo con la
escoba.-
-Entre
las tres acabaremos antes aún.- Terció Bertie con todo el aire de una
aseveración lógica e incuestionable.-
Su amiga sonrió, de modo que, entre
las tres se pusieron acabando en apenas una hora. Luego, en agradecimiento, la
inquilina del Santuario las invitó a un té. Pudieron charlar un poco más.
-De modo
que Hawái, ¿Eh? - Comentó Cooan retomando aquel tema para expresar con un
suspiro.- Algún día me gustaría conocerlo.
-Sí, no
estaría mal que fuésemos las cuatro.- Comentó su hermana agregando, eso sí, con
un suspiro.- Aunque cualquier le propone eso a Petz.
-Sería
el lugar ideal para una Luna de Miel. - Convino Rei.-
Todas se ruborizaron un poco. Aunque
fue Bertie la que pudo decir…
-Bueno,
en cualquier ocasión sería un destino muy bonito para visitar. Quizás podamos
ir juntas un día.
-Sería
estupendo.- Convino su hermana mirando a la sacerdotisa.- Un viaje de grupo…
-¡Ojalá
que nuestra madre y la abuela Kim estuvieran aquí!- Suspiró Cooan, explicándole a su amiga.- A
ellas les hubiera encantado ver el mar. Y conocer un paraje tan hermoso como
Hawái, por ejemplo.
-Es
verdad. La abuela Kimberly hablaba mucho de su madre, la dama Kurozuki.-
Intervino Beruche.-
-¿La
dama Kurozuki?- Inquirió Rei.-
-Era
nuestra bisabuela, una de los pioneros que llegaron a Némesis, cuando el
planeta se descubrió y se pobló, bueno, o se pueble en el futuro.- Matizó
Cooan.- Desde niñas, nuestra abuela nos contaba como su madre , que era una
magnífica pintora, no dejaba de pintar paisajes de la Tierra. Y algo que le
encantaba plasmar en sus cuadros era el mar.
-En
Némesis apenas sí teníamos algunos lagos pequeños. Nuestro padre, el conde de
Ayakashi, y nuestra madre, Idina Kurozuki, trabajaron muchísimo para poder tener uno. A nosotras
nos parecía muy grande siendo niñas, aunque ahora, a la vista de las grandes
extensiones de agua de este planeta, se nos antoja más un charquito.- Le contó
Bertie.-
-Por eso
sería maravilloso poder viajar a unas islas como esas, del archipiélago de las
Hawái, y contemplar esa belleza.- Suspiró Cooan.-
En ese momento alguien más llegó.
Era Ami, llevaba unos cuantos libros bajo el brazo. Todas se alegraron mucho de
verla, en especial Bertie. La guerrera Mercurio sonrió y comentó.
-No
sabía que fuerais a venir. Quedé ayer con Rei en ayudarla a barrer un poco y
estudiar después.
-¿Ibas a
estudiar con Ami?- Quiso saber Cooan.-
-No, ¡ni
en sueños! - Sonrió su interlocutora, aclarando.- Le iba a dejar la sala de
meditación para que pudiera hacerlo ella tranquila.
-Los
vecinos están de obras y arman muchísimo escándalo.- Suspiró la recién llegada
que les explicó.- La biblioteca está cerrada por reformas de modo que le pedí a
Rei ese favor.
-¿Y las
demás?- Se interesó Beruche.-
-No hay
quién las haga venir, en cuanto mencioné la palabra estudiar todas me dijeron
que tenían que hacer algo. - Se sonrió Ami, haciendo que sus amigas se rieran a
su vez.-
-Pues
estaré encantada de estudiar contigo. Nosotras ya ayudamos a Rei a terminar de
barrer las hojas. Y si tú y yo terminamos pronto podríamos echar una
partidita…- Afirmó Beruche con visible ilusión.-
Su amiga convino en ello, entre tanto Cooan le comentó a
Rei.
-Nosotras
podemos charlar un rato mientras.
Y así fue, en tanto su hermana y Ami
se metían a estudiar, ella y su amiga quedaron departiendo en la entrada del
santuario.
-Dime
una cosa, Rei.- Le inquirió Cooan, ahora con más seriedad en el semblante.- Si
no te parece una intromisión. ¿Qué es lo que sientes exactamente por
Yuuichirou? Todavía recuerdo cuando luchamos y cómo te arriesgaste por
salvarle. Debo admitir que incluso entonces, siendo maligna, me dejaste
impresionada por aquello.
Aunque su amiga bajó la cabeza y
miró hacia el suelo, sus ojos parecían tristes y su interlocutora lo percibió…
-¿Qué te
ocurre?- Inquirió la muchacha.- ¿Sucede algo malo?...
-No, no
es eso. - Pudo responder Rei, casi musitando las palabras.- Realmente no lo sé.
Ni yo misma estoy segura de lo que siento. Y lo que es más. No quiero aceptar
un compromiso que me sea imposible de cumplir.
-No te
entiendo.- Comentó su amiga observándola con extrañeza.- Si le quisieras no
creo que eso fuese impedimento. Tú eres una mujer muy enérgica y cumplidora. Y
con una determinación tal que si deseas algo no paras hasta lograrlo.
Aunque la aludida no respondió
enseguida. Tomó aire despacio y finalmente afirmó.
-Tú y
tus hermanas mejor que nadie podéis comprenderlo. Vinisteis del futuro, Cooan.-
Le recordó la sacerdotisa.- Sabéis de sobra lo que allí pasó…
La interpelada la observaba sin
comprender. Rei se dio cuenta de eso, y entonces la miró, esbozando una débil
sonrisa para añadir.
-Soy una
guerrera guardiana, una princesa planetaria. Tengo obligaciones de las que no
puedo escapar.
-Pero
ahora vives de modo normal. Eso se acabó.- Opuso Cooan, alegando.- Ese futuro
ha cambiado.
-Querida
amiga.- Repuso su contertulia.- Hay cosas de las que una no puede huir. Tarde o
temprano tendré que afrontar mis deberes. Y no deseo dar falsas esperanzas a
nadie…
En esta ocasión fue Cooan la que
bajó la cabeza y musitó entristecida.
-Lo
siento Rei. Ojalá que pudieras ser feliz con alguien algún día.
-Yo ya
soy feliz, tengo a las demás guerreras, estáis tus hermanas y tú, que también
sois unas queridas amigas.
-Lo
mismo digo.- La sonrió animosamente su interlocutora para afirmar con afecto.-Y
si algún día llegara a casarme y tener hijos no querría a otra persona para
amadrinarlos que no fueses tú. ¿Harías eso por mí?
Eso hizo sonreír ampliamente a su
amiga que contestó con emoción y felicidad.
-Para mí
sería un gran honor. Y una gran alegría Cooan-chan. ..¡Ojalá que un día se haga
realidad! Me alegraría muchísimo por ti.
-Bueno.
Después del desengaño que sufrí…no tengo demasiadas expectativas por ahora.
-Todo
llegará. Seguro que aún debes conocer al chico adecuado para ti.- Casi le
profetizó su contertulia.-
-Espero
que tengas razón.- Convino su interlocutora.-
Las dos se tomaron de las manos con expresiones dichosas.
Aquello desde luego se le quedó grabado a Cooan. Ahora la llamada de su esposo
la sacó de esos recuerdos.
-Me
parece una buena idea. Será un viaje estupendo. ¿Verdad Connie? ¿Connie?-
Insistió él pues la muchacha parecía estar pensando en otra cosa.-
Al fin la aludida reaccionó, casi
mirándole con expresión ida…
-Sí,
será maravilloso. Lo pasaremos muy bien y tendremos muchas cosas que contar a
la vuelta.- Sonrió llena de ilusión en cuanto se centró en las palabras de su
esposo.-
El chico asintió. A él también le parecía una idea
atractiva. Y así lo manifestó.
-Pues
entonces vayamos, ya está decidido. Mañana mismo iré a por los billetes de
avión.
-¿Tiene
que ser en avión?- Le objetó Cooan algo preocupada, - es que siempre me mareo.
Su marido puso cara de
circunstancias aunque enseguida logró componer una sonrisa.
-Bueno.
Intentaré que nos den pasajes de barco, pero tardaremos más en llegar. -
Advirtió el muchacho -
-Eso no
me importa- sonrió ella remachando con un tono bastante insinuador. - Así
podremos estar más tiempo los dos juntos en el camarote.
Y para darle una muestra de lo que
quería decir se abrazó a él, después ambos rodaron por el sofá. El resto del
día pasó entre interesantes maniobras por ver quién quedaba encima del otro. A
la mañana siguiente, los dos se dirigieron a la agencia de viajes más próxima,
allí, una encantadora señorita les atendió. Quedaron en irse quince días a
Hawái. Sin incluir el crucero.
-Eso
será un mes aproximadamente de Luna de Miel.- Estimó Tom.-
-Volveremos
a tiempo de incorporarnos a nuestros trabajos.- Comentó una animada Cooan.-
-Sí, y
lo bueno es que, gracias a las ayudas del gobierno, nos lo podemos permitir.-
Sonrió Tom.-
-Sí, han
sido muy generosos.- Comentó Cooan.-
-Creo
que lo merecemos, por todo lo que hicimos para salvar al mundo.- Afirmó su
esposo.-
-Lo
cierto es que hicimos todo eso porque era nuestro deber moral.- Declaró ella.-
La verdad, ni yo ni mis hermanas esperábamos nada a cambio. Nuestra recompensa
es haber sido capaces de comenzar una nueva vida.
-Claro,
no me interpretes mal.- Se apresuró a decir Tom.-No es que yo pensase que iban
a recompensarnos, pero me alegro de que haya sido así. Y según lo que nos contó
Roy, esos federales cuentan con nosotros por si se produjera cualquier otra
contingencia en el futuro que requiriese nuestra participación.
-Estaremos
dispuestos a luchar por la justicia y proteger a los inocentes siempre.
-Sentenció Coaan.- No hace falta que nos lo pida ningún gobierno.
-Pero,
por ahora, vamos a disfrutar, que bien nos lo hemos ganado.- Sonrió su marido.-
Así de vuelta a casa se les fue la
tarde en preparar las maletas, se fueron a dormir pronto, pues el barco zarpaba
a la mañana siguiente muy temprano. En sueños, a la mente de Cooan volvía aquella conversación que mantuviera
con Rei hacía ya tanto tiempo, sobre el viaje a Hawái de Yuuichirou por el
aniversario de sus padres…
-En
serio, Rei-chan. No creo que por conocer a sus padres hubiera ningún problema.
Tienes que ser un poco más flexible contigo misma. Aunque al menos no te puso
en ese compromiso.
-Verás.-
Le decía su amiga casi en tono de confesión.- Lo cierto es que en realidad
Yuuichirou sí que me propuso acompañarle. Pero le dije que no.
Cooan la miró con la boca abierta,
apenas sí pudo replicar.
-¡Pero
Rei! Habría sido una bonita experiencia.
-Aparte
de lo que te dije. Tengo muchas cosas que hacer en el santuario.- Opuso su
interlocutora algo ruborizada ahora.-
Aunque con la inquisitiva mirada de
su amiga puesta sobre ella, la sacerdotisa enseguida suspiró encogiéndose de
hombros y añadió.
-Tampoco
quería darle una impresión equivocada. Eso de ir a la celebración de sus
padres, estos podrían haber supuesto que, ya sabes…éramos otra cosa más que
amigos…
-Ese
chico te quiere mucho.- Declaró Cooan posando una mano sobre las de su amiga
según le comentaba.- Ya te lo he dicho antes. Cuando luchamos y te ataqué
recuerdo que no dudó ni un instante en interponerse entre mi “dark fire” y tú.
Aquello fue lo primero que me hizo reflexionar. Realmente me sorprendió mucho,
que alguien fuese capaz de hacer algo así por otra persona que, aparentemente
le trataba tan mal.
Ahora su amiga bajó de nuevo la
vista, diríase que algo apenada. Cooan enseguida se apresuró a disculparse.
-Lo
siento, no quise decir eso.
-Lo
sé...no te preocupes. Y te debo una explicación. Si le trato así es por una
buena razón. Como te dije antes no es tan fácil.- Replicó Rei a su vez.-
Incluso sin hablar del futuro tú sabes perfectamente que ahora sigo teniendo
obligaciones como guerrera, además de como sacerdotisa, y también quisiera
labrarme un porvenir, quizás en el mundo de la canción. De momento no tengo
tiempo para romances. Me gusta ser independiente y a Yuuichirou le considero
como un buen amigo….nada más.
-¿Estás
segura de eso?- Insistió su interlocutora.-
-Recuerdo
una vez que el muy tonto hasta se quiso pelear con una de mis compañeras
sailors porque en su identidad civil, vestía como un chico. ¡La tomó un
pretendiente mío! - Sonrió ahora la sacerdotisa moviendo la cabeza.- Es un
muchacho demasiado celoso.
-Comprendo…-
Pudo decir Cooan que se daba cuenta de que ese tema era algo incómodo para su
amiga, de modo que afirmó.- Pues ojalá que alguien me propusiera a mí algún día
ir a Hawái.
-Bueno,
ya lo ha propuesto tu hermana- le recordó su contertulia.-
-Me
refiero a un chico apuesto y que me quiera de veras.- Le confesó ahora ella a
su interlocutora.-
-No te
preocupes. Estoy segura de que eso algún día ocurrirá.- Afirmó Rei.-
-¿De
verdad lo crees? - Inquirió la joven visiblemente esperanzada.-
-Claro,
no soy sacerdotisa y tengo el don de la videncia para nada, y tú eres muy
bonita. No faltarán muchachos interesados por ti. - Se sonrió divertida Rei.-
-Tú
sabes algo que no me cuentas.- Sospechó Cooan con otra sonrisita, añadiendo.-
¿Has visto algo en tus llamas sobre eso?..
-No
puedo decirte nada.- Replicó su amiga haciéndose la misteriosa.-
-¿Cómo
que no?- rio ahora Cooan abalanzándose sobre ella para tratar de hacerle
cosquillas en tanto preguntaba nuevamente.- ¡Anda dímelo!… ¿Me has visto de
viaje a Hawái con algún chico guapo?...
-¡Vas a
tener que esperar a ver qué sucede! - Reía a su vez la aludida zafándose como
podía de aquel amistoso ataque.-
Las dos rodaron entre risas por el
césped del Santuario, colocándose alternativamente la una sobre la otra. Al
final se separaron quedando tumbadas cada una sobre la hierba y sin dejar de
reír. Debieron de hacer tanto escándalo que hasta Ami y Bertie salieron del
cuarto de estudio atraídas por el ruido. Dormida, la muchacha sonreía
rememorando todos esos acontecimientos, ¡qué distintos eran de la anterior
batalla a muerte que mantuvieron ambas!
-Mi
querida, Rei-chan…mi amiga.- Musitaba sumida en ese mundo onírico.-
El despertador sonó a las seis de la mañana, arrancándola de
ese recuerdo. Cooan abrió un ojo y bostezó. Estaba a punto de apagarlo cuando
se percató de que tenían que marcharse de viaje. Se incorporó de un salto y
despertó a Tom moviéndole de un hombro.
-¿Qué
pasa? - murmuró el chico todavía entre sueños.-
-¡Vamos
Tom!, tenemos que levantarnos, el barco zarpa a las nueve. -Le recordó su
alarmada esposa. -
Al oír esto el chico también se
incorporó de un salto. Él y Cooan se levantaron y prepararon a toda prisa. Por
fortuna tenían el equipaje hecho, sólo tuvieron que llamar un taxi y dirigirse
al puerto. El viaje hasta allí duró dos horas, la tarifa no fue barata pero
llegaron a tiempo. El barco zarparía en diez minutos, ambos embarcaron y ella
suspiró aliviada.
-¡Creía
que lo perderíamos!...
-Hubiese
sido un viaje de novios muy corto. - Rio Tom,- pero ya estamos en marcha.
Dejemos las maletas en el camarote y vayamos a tomar algo al restaurante....
-Sí,
tengo hambre, ¡qué bien!, esto de no ir en avión es magnífico, así no me
marearé.- Se alegró su esposa.-
Así lo hicieron. Tras dejar su
equipaje metido en el camarote se tomaron un ligero almuerzo, más tarde fueron
a su camarote, era espacioso y bastante lujoso, estaba dotado de una amplia
cama con sábanas azules que armonizaban con las paredes. Un baño incorporado
provisto de ducha, grandes roperos de buena madera, una mesilla con televisión,
un coqueto sofá de dos plazas y una gran ventana de ojo de buey al exterior
para poder admirar las vistas. Cooan se asomó a curiosear y sólo pudo divisar
una interminable extensión de agua.
-Estamos
rodeados de mar por todas partes.- Le dijo a su marido que estaba colocando sus
cosas en el armario.- Espero que esto no se hunda.
-¡Vamos
Cooan!- Rio Tom,- menuda ocurrencia, ni que fuéramos en el Titanic. Anda, vamos
a dar un paseo por la cubierta....
La muchacha estuvo de acuerdo y tras
colocar sus cosas en orden y vestidos de corto, aunque con una chaqueta por
encima de los hombros, pues comenzaba a atardecer y refrescaba, salieron a
cubierta. Había bastante gente y numerosas parejas que también paseaban de la
mano como ellos.
-Fíjate.-
Le dijo Tom en tono confidencial. - Debe de haber muchos matrimonios jóvenes
como nosotros.
-No me
extraña, es tan romántico ir en barco. - Afirmó ella agarrándose ahora a un
brazo de su marido. -
Recorrieron el buque de proa a popa,
allí se fijaron en la gran piscina. Cerca de ella se disponía una larga hilera de tumbonas con
sus sombrillas.
-Mañana
vendremos a darnos un baño,- propuso Cooan. - No creí que en un barco cupiese
una piscina tan grande.
-Es un
transatlántico, - explicó el muchacho. - Al menos tiene trescientos metros de
eslora y muchas cubiertas de altura. Cabe perfectamente una piscina olímpica,
aunque ésta sea la mitad aproximadamente...
-Deberíamos
volver al camarote, está anocheciendo y dentro de una hora el capitán da la
cena de bienvenida.- Recordó la joven, - tenemos que cambiarnos.
-Tienes
razón, - convino él, deseoso de tomar algo – volvamos.
Tomados de la mano volvieron a su
camarote y se arreglaron para la cena. Cooan con un espléndido traje de noche
violeta a tono con sus ojos y una flor blanca prendida en el pelo y Tom con un
smoking muy elegante.
-¡Cómo
te pareces ahora a Tuxedo Kamen!- Sonrió la chica mirando a su esposo con
detenimiento, para añadir. - Si llevases un antifaz y un ramo de rosas le
darías el pego incluso a Usagi-chan. ¡Ja, ja!
-Pues tú
no te pareces a ninguna otra. No la hay tan bonita como tú. ¡Estás preciosa con
ese vestido! - Se admiró él, haciendo sonrojar de paso a la muchacha. -
Y sin dedicar más comentarios a sus atuendos salieron del camarote
cerrando la puerta. Al cabo de recorrer los pasillos y algunas cubiertas
llegaron al comedor del barco y ocuparon su mesa. Al principio de la cena el
capitán se dirigió a los pasajeros expresándoles su deseo de que tuvieran una
travesía agradable y comentándoles las diversas escalas que realizarían por las
islas de Hawái, la propia isla grande, Maui, Kauai, Malokai y Lanai con destino final en Oahu, donde atracarían
en la ciudad de Honolulu, la capital del Estado. Después, la cena transcurrió
entre actuaciones de humoristas, magos y canciones que les entretuvieron mucho
a ambos. Luego un baile, la pareja danzó hasta bien entrada la madrugada,
despertando la admiración de muchos pasajeros por su estilo y después, muy
cansados pero contentos de la velada, se fueron a dormir. Al día siguiente los
deseos de Cooan de ir a la piscina se frustraron a causa de una tempestad. Para
desgracia suya el barco se movía tanto o más que un avión y eso le produjo un
fuerte mareo. La pobre tuvo que estar en la cama durante todo el día mientras
Tom se preocupaba de cuidarla...
-¿Estás
mejor, cariño?- se interesaba
solícitamente él mientras le ponía una compresa fría en la cabeza.-
-Ay, sí,
un poco mejor.- Susurró la joven para lamentarse de seguido. - ¡Qué mala suerte! Y yo que creí que en un barco tan grande no
me podría marear...
-Lo tuyo
tampoco es la navegación - sonrió su esposo preguntando, eso sí, con
curiosidad. - Dime una cosa, ¿cuándo estabas en tu nave espacial de la Luna
Negra acaso no te mareabas?
-No, - negó
la chica, explicando. – Entonces, aparte de mis poderes, la nave no se movía de
esta forma. Lo que siento es que mañana voy a estar hecha unos zorros, se va a
terminar la travesía y yo voy a estar en la cama...- dijo apenada. -
-No te
preocupes, cariño - respondió Tom tomándola de una mano para prometer. - Yo
estaré aquí contigo. Y seguro que te pondrás bien en cuanto esta tormenta se
calme, ya no debe de quedarle mucho...
Pero la naturaleza parecía tener
otros planes. De hecho cuando el muchacho miró a través de su ojo de buey el
panorama daba miedo, la mar estaba picada y llovía intensamente. Menos mal que
ese barco era enorme y seguramente esta tormenta no sería nada para él. Bueno,
al menos eso es lo que el chico esperaba. Sería mejor no decirle nada a su
mujer, sólo eso la faltaba a la pobre. Al fin y tras unas horas la atribulada
joven se durmió. Tom para no molestarla se acostó en el sofá. Al día siguiente
se cumplieron los deseos de ambos, las cosas parecían haber mejorado bastante.
La tormenta había cesado y un cielo azul como las aguas y sin rastro de nubes,
les recibió al despertarse.
-Buenos
días, cariño. - Saludó Cooan despertando a su marido que dormía encogido en el
sofá arropado con una simple sábana. -
-Dime -
susurró él abriendo los ojos e interesándose por ella. - ¿Ya estás mejor?...
- Sí,
estoy como nueva, siento que hayas tenido que pasar tan mala noche por mi
culpa...
-No te
preocupes, lo importante es que estés bien. -
Afirmó él que levantó del sofá y se estiró, proponiendo con desenfado.
- Vamos a desayunar.
-Sí,
quiero bajar a una de las islas…-Afirmó ella con entusiasmo casi infantil.-
Cooan se dio una ducha para terminar
de despejarse. Ahora estaba perfectamente, el barco no se movía y eso era lo
que más le importaba. Se vistió y junto
con Tom fue al comedor. Una vez desayunados se prepararon para desembarcar en
una de las escalas que el barco hizo en las islas cercanas al archipiélago de
Hawái. Tom, tras ojear un librito que habla sobre aquel archipiélago, le
comentó a su esposa.
-¿Sabías
que las islas son simplemente los picos que sobresalen del mar de una gran
cadena montañosa?
-¿Si?
¿Cómo es eso posible?- Quiso saber ella con cara de sorpresa.-
-Verás.
Aquí pone que antes eran conocidas como las islas Sándwich. Y que son parte de
la cadena montañosa llamada Hawái-emperador. Todo el archipiélago toma el
nombre de la isla más grande, Hawái.
-Es muy
interesante.- Valoró Cooan, añadiendo divertida.- A mi hermana Bertie le
encantan esta clase de cosas. Me dijo que iba a tratar de aprender todo lo
posible sobre Europa en su viaje de novios.
-Sí,
seguramente. - Se rio Tom afirmando casi como si pudiera verlo.- Y mientras
tanto apuesto cualquier cosa a que Roy
tratará de averiguar dónde se puede comer bien y divertirse un poco. ¡Ja, ja!…
Su mujer rio también. Podía
imaginarse fácilmente a la pareja de su hermana haciendo exactamente eso. Entre
tanto Tom le comentaba.
-Vamos a
desembarcar en Kauai. Que es la más antigua de las islas. Aquí dice que es un
lugar muy húmedo. Iremos a la ciudad de Lihue.
Y así fue. Compraron algunos recuerdos, se hicieron unas
fotos y volvieron al barco, éste zarpó dirigiéndose por fin hacia su destino
final. Hilo, en la isla grande. Atardecía y ambos contemplaban la puesta de sol
sobre la mar en calma. Tom dijo algo pensativo y con tintes de broma.
-Nos
estamos acercando a la zona del Triángulo de las Bermudas, espero que no
vayamos a desaparecer.
-Desde
luego ¡cómo eres! - Le reprobó Cooan con una sonrisa - ¿Es que quieres meterme
miedo?...
-¡Claro!
- repuso él entre divertido y pícaro para desvelar.- Así te abrazarás a mí...
-Para
eso no hace falta que me asustes.- Le susurró Cooan que efectivamente se abrazó
a su marido dándole un ligero beso.- Con que seas cariñoso me basta.
-Bueno,
de todos modos no tienes que preocuparte.- Sonrió él comentando.- Ese triángulo no está por aquí. Aunque de
todas formas, siempre he tenido curiosidad por estas cosas, desde que era
pequeño y escuchaba historias de aviones desaparecidos durante la Segunda
Guerra Mundial. - Le confesó él ahora de forma seria.-
-Algo he
oído yo también. - Admitió ella recordando algún programa de televisión para
decir. - Es extraño que las guerreras no se hayan ocupado de este tema...
-¡Ja,
ja!- Tom se rio con ganas dejando a su esposa algo sorprendida para añadir con
humor - son sólo historias Cooan, ¡es una broma!...si las guerreras tuviesen
que ocuparse de todas las leyendas que se cuentan, las pobres no tendrían ni un
minuto libre.
- Tal
vez sí. Pero la experiencia me ha enseñado.- Respondió la aludida en un tono
más serio de lo que el muchacho se habría imaginado - que nunca se deben
ignorar las historias que se cuentan. Siempre hay algo de verdad...
-Claro
que la hay- contestó Tom de forma condescendiente según explicaba. - El polo
magnético de la Tierra y algunos fenómenos climáticos. Eso es lo que provoca
algunos accidentes y le da mala fama a estos lugares. Pero, no te preocupes.
Este barco y otros muchos pasan frecuentemente por aquí y nunca les ha sucedido
nada extraño. Bueno, al menos espero que no haya ningún Tsunami.
-¿Tsunamis?-
Se sobresaltó la joven al escuchar aquello.-
-Leí que
la ciudad de Hilo ha sufrido algunos terribles en los últimos cincuenta años.-
La informó Tom.-
-Y me lo
dices ahora.- Suspiró la muchacha sonriendo en tanto movía la cabeza para
agregar en lo que parecía un reproche.- Casi creo que tienes ganas de que pase
alguna cosa extraña para divertirte en nuestra Luna de Miel.
-No
digas eso, cariño. Simplemente era un comentario. - Se apresuró a replicar Tom,
afirmando.- A tu lado no necesito ninguna otra emoción.
-Ya va
haciendo frio. - Cambió de tema la chica mientras se arrebujaba en una ligera
chaqueta que llevaba sobre los hombros - podríamos entrar.
-Sí,-
convino Tom sujetándola por la cintura.-
Vamos, no sea que nos abduzcan aquí fuera, o venga una ola. ¡Ja, ja!...
Cooan le sostuvo la mirada con
expresión seria y cuando el muchacho
pensó que quizás había metido la pata de algún modo y ella se había ofendido,
la joven no pudo aguantar y se rio divertida. También sabía tomarle el pelo
cuando se lo proponía.
-¡Te
pillé! - Exclamó divertida.-
-¡Vaya
susto me habías dado! – Suspiró él.-
-Pues
que no se te olvide. Que puedo ser temible a veces.- Sonrió ella pasando sus
manos tras el cuello de su esposo y atrayéndole hacia si hasta poder besarle.-
-Sí…tienes
mucho carácter cuando te enfadas. Ja, ja…-Convino el chico.-
De esta forma los dos entraron al camarote esperando la hora
de la cena de despedida y la llegada a la isla grande al día siguiente. Vestidos
con elegantes trajes ella esta vez un vestido corto de color azafrán y él un
traje de chaqueta y corbata, entraron en el comedor. Allí, todos los pasajeros
estaban congregados para cenar. Tras escuchar el mensaje del capitán en el que
les deseaba que hubiesen disfrutado con el viaje comenzó la cena y una fiesta
que se prolongó hasta tarde. Tom y Cooan
bailaron y se divirtieron hasta caer rendidos, de vuelta a su camarote,
sin energías para más, se acostaron y enseguida se durmieron profundamente. La
muchacha soñaba con algunos de sus recuerdos. Su infancia en Némesis, junto a
sus padres. A su madre, Idina, que parecía hablarle…Cooan podía verla sentada
en aquella especie de mecedora que tenía en su dormitorio.
-Mamá.-
Le preguntó con incredulidad.- ¿Cuándo has venido?...
-Siempre
estoy contigo hija mía.- Le sonrió tiernamente ella, añadiendo.- Igual que
junto a tus otras hermanas.
-Quisiera
que pudiésemos estar juntos toda la familia, contigo y con papá.- Deseó la
muchacha.-
-Ahora
tienes otra vida, mi niña. Una que te auguro será venturosa. Debes seguir
adelante. – La animó su madre para ensombrecer su semblante al agregar.- Pero
nunca olvides que la amenaza del mal está presente. No te descuides. Las
fuerzas diabólicas siempre ansían recobrar lo que una vez les perteneciera.
-¿Qué
quieres decir?- Quiso saber su interlocutora.-
-Debes
tener mucho cuidado, mi amor.- Susurró su madre.- Po ti y por la persona a la
que amas.
De repente ya no estaba allí. Ahora
Cooan se encontró dentro del comedor de la casa de los padres de Tom. Oyó la
voz de Sarah, la madre de su esposo, llamarla.
-¿Constance?
¿Eres tú?...
-Señora
Rodney.- Pudo replicar la chica.- Sí, soy yo…
Allí estaba esa mujer, con su pelo
moreno algo encanecido ya y su sonrisa, que marcaba levemente unas arrugas en
su rostro de edad próxima a la sesentena. Asintió. Se dio cuenta de que la
había llamado por aquel nombre que no era el suyo, pero como esa mujer siempre
decía, el auténtico de Cooan le sonaba muy extraño, y hechos todos a llamarla Connie,
la madre de su esposo no podía evitar utilizar la versión formal de aquel
cariñoso apelativo. Siempre decía que Constance era un auténtico nombre
cristiano. Y que describía muy bien además el carácter de su nuera. Una chica
constante y trabajadora a la hora de alcanzar sus metas. Aunque ahora se limitó
a preguntar a la muchacha.
-¿Te he
asustado, hija?...
-No,
solamente estaba pensando, recordaba a mi madre.- Le confesó sin saber bien por
qué.-
-Comprendo.-
Afirmó Sarah que le hizo una indicación a la muchacha para que se sentase junto
a ella en el sofá del salón al tiempo que le decía con pesar..- Debió de ser
muy duro para ti perder a tus padres siendo tan pequeña.
-Sí,-
admitió su contertulia que declaró de manera sentida.- Todavía les echo mucho
de menos. Sobre todo a mi madre. Y ahora que soy tan feliz, estando con Tom y
formando parte de su familia, a veces creo que pueda perderle y esa sensación
me aterra. No quiero estar sola.
La señora Rodney la observó con
simpatía y tras posar una mano sobre las de la chica le aseguró con tono
maternal.
-No
temas por eso, querida. Mi hijo te ama tanto como tú a él. Nada podrá romper
ese lazo. Incluso en los momentos más duros o con las pruebas más terribles,
prevalecerá. Confía en ello.
Cooan asintió con una sonrisa. Esa
mujer era muy agradable y la apreciaba de veras.
-Muchas
gracias.-Pudo replicar, aunque de pronto se encontró diciendo eso en medio de
un espacio vacío.- ¿Eh? ¿Dónde estoy?...
-Querida
Kermesite.- Escuchó una conocida voz a sus espaldas.-
Un escalofrío recorrió su espalda,
se giró con rapidez para exclamar.
-¡Ru!
Rubeus… ¿Eres tú?...
-Quién
iba a ser sino.- Se sonrió pícaramente él.- Te estaba esperando, linda
Kermesite…
-A, ¿a
mí?...
-Claro
¿A quién iba yo a esperar?- Replicó aquel tipo sujetándola de ambos brazos y
atrayéndola hacia él.-
-No, no…
esto no está bien.- Pudo decir ella visiblemente envarada.-
-¿Qué no
está bien?- Repuso su interlocutor mirándola sorprendido.- ¿El qué?... ¿Acaso
ya no me quieres?
La chica logró zafarse de ese abrazo
a duras penas y le miró moviendo la cabeza…
-Esto no
está sucediendo.
-¿Te
encuentras bien?- Quiso saber su comandante observándola con extrañeza para
añadir.- Iba a encomendarte una misión, pero puedo pedírselo a otra de tus
hermanas….
-¿Qué
clase de misión?- Inquirió la joven.-
-¿Acaso
no lo sabes? Ir al santuario Hikawa a matar a la chica.
Su interlocutora abrió la boca con
horror, negó con la cabeza aunque en ese preciso instante se percató de que
estaba dentro de esa nave en la que viniera desde el futuro. Al verse reflejada
en uno de los espejos soltó una exclamación. ¡Vestía su antiguo uniforme!
-No, no
puedo hacer eso.- Pudo contestar a duras penas, agregando con tono entre
implorante y asustado.- Ya no soy así…
-¿Así
como?- Preguntó Rubeus que seguía mirándola entre sorprendido y contrariado
para exclamar a su vez.- ¿Se puede saber qué te pasa? Hermanas…venid aquí.-
Ordenó tajantemente.-
La muchacha suspiró aliviada. Sus
hermanas vendrían y la ayudarían a escapar de aquello. Enseguida las otras tres
atravesaron sus respectivos espejos. Cada una llevando su uniforme de faena.
Fue Petz la que intervino para querer saber.
-¿Sucede
algo amo Rubeus?
-¿Le has
llamado amo?- Terció Cooan con sorpresa.-
-Claro,
Kermesite. ¿Cómo le iba a llamar nuestra hermana sino?- Replicó Bertie
observándola con incredulidad.-
-Vuestra
hermana se encuentra mal. No actúa como de costumbre en ella.- Les contó su
jefe.-
-Vaya,
¡cuánto lo siento! – Declaró Calaverite con su tinte de sorna y sarcasmo
habituales.- ¿Estás enferma querida hermanita?...
-No,
no…yo… no sé lo que sucede, pero esto no está bien. Vosotras no deberíais estar
aquí. Yo no debería estar aquí.- Apenas sí balbuceó.-
Petzite miró a su hermana con una
mezcla de asombro e inquietud. Luego dirigió la mirada a Calaverite que se
encogió de hombros. Tras unos instantes, la mayor de las hermanas le comentó a
Rubeus.
-Nosotras
nos ocuparemos de esto, amo…
-Espero
que no sea algo de familia.- Le dijo éste, afirmando no sin cierto tono de
preocupación.- Y que no le pase igual que a vuestra madre.
-¿Nuestra
madre?- Terció Beruche con gesto atónito.- Ella no estaba bien.- Agregó con
pesar.- Creo que perder a nuestro padre y que nos fuéramos a la corte terminó
de volverla loca.
-Sí, no
era un secreto que papá la engañaba con la duquesa Turmalina.- Declaró
Calaverite con fría indiferencia.-
-¿Pero
cómo puedes decir eso?- Le preguntó la horrorizada Cooan.-
-Pobre
Kermesite.- Dijo Petz con tono algo meloso y compasivo.- No temas hermanita,
nos ocuparemos de ti. El amo Hombre Sabio te curará…
Eso hizo estremecer de horror a la
aludida que ahora negaba vigorosamente con la cabeza a la par que gritaba.
-¡No! El
Sabio no. Él es el culpable de todo… ¡Tenéis que creerme! Bertie, Kalie,
Petz…Hay que avisar a las chicas…
-¿Qué
chicas?- Se sorprendió Calaverite que ahora la miraba no sin preocupación.-
-¿Qué le
pasa?- Quiso saber Bertierite con gesto atónito.-
-Ha
enloquecido.- Suspiró Petz.- Debe de ser cosa hereditaria. Nuestra pobre madre
terminó muy mal. Nuestra abuela Kim tampoco estaba muy bien cuando envejeció. E
incluso la bisabuela Kurozuki…ella vino de otro mundo con el bisabuelo Crimson,
y no llegó a vivir mucho…
-La
energía oscura de nuestro planeta Némesis entonces era muy dañina, pero gracias
a los avances de la ciencia y al Amo Hombre Sabio eso se solucionó.- Comentó
Bertierite.-
-Desgraciadamente
parece que nuestra pobre hermana pequeña ha heredado algunos trastornos.-
Comentó Calaverite.- Es una pena.
-Ocupaos
de ella. Tenemos una misión por cumplir.- Sentenció Rubeus de forma desabrida,
saliendo a través de su espejo.-
Tras la marcha de su jefe hubo un
espeso e incómodo silencio. Cooan observaba a
sus tres hermanas con gesto entre incrédulo y atemorizado.
-No,
esto… no pude estar sucediendo. Se acabó…-Apenas pudo balbucear.-
-Vamos,
te hará bien descansar un poco.- Le dijo Petz a la asustada muchacha.-
-No lo
comprendéis. Nosotras ya pasamos por esto y salimos de ello.- Replicó la
muchacha.-
-Lo que
no comprendo es lo que estás diciendo.- Le contestó Bertierite, que usando un
tono más frio, y habitual en ella al menos en su época de Ayakashi añadió.-
Debes calmarte, solo queremos ayudarte.
-Dejamos
esta vida. Yo estoy casada con Tom, tú con Roy, nos hemos ido de viaje de
novios.- Le explicó a su hermana dejándola tan asombrada como a las otras dos.-
-¿Roy?
¿Quién es ese Roy?- Pudo preguntar Bertie visiblemente confusa para añadir con
cierto tinte de malestar.- Si es una broma no tiene gracia.
-¡Ja,ja,ja!
Bertierite casada con un hombre.- Exclamó Calaverite sin poder vitar reirse
para agregar irónicamente.- Con lo mucho que le interesan.
-Mi vida
privada no es de vuestra incumbencia.- Se molestó la aludida.- Mejor
preocuparos de que nuestra hermana menor tenga esas alucionaciones.
-No, no
son alucinaciones, Bertie... ¿Es que no lo recuerdas?- Le imploró la
interpelada.-
-Estás
trastornada, Kermesite.- Concluyó Calaverite ya con tono más serio.- Será mejor
que te metas en tu habitación y nos dejes la misión a nosotras.
-¡No! -
Se opuso ésta afirmando.-No podéis hacerle daño a esa niña.
-No te
preocupes, si eso es tan importante para ti, no le haremos daño. La mataremos
de forma rápida.- Se sonrió sarcásticamente Bertierite para horror de su
hermana menor.- Te aseguro que no sufrirá…mucho.
-Pero eso está mal. –Opuso la angustiada joven
a la par que agregaba.- Y además están las guerreras.
-En eso
tienes toda la razón.- Terció Calaverite.- No podemos hacerlo…
Cooan la miró esperanzada. Quizás su
hermana había empezado a darse cuenta.
-¡Cuánto
me alegra que estés otra vez con nosotras! - Exclamó abrazándose a ella.-
Aunque el objeto de esa espontánea
muestra de afecto la apartó mirándola con estupor. Lo mismo que hacían las
otras. Al fin Calaverite añadió dejándola helada.
-Iba a
decir que primero tendremos que deshacernos de ellas. Habrá que trazar un buen
plan. No quiero volver a fracasar por vuestra culpa.
-¿Cómo
que por nuestra culpa?- La recriminó Petz echándola en cara a su vez.- Me
gustaría ver cuando has hecho tú algo por tu cuenta.
-No
discutáis.- Les pidió Bertie tratando de mediar.-
-Esto es
una locura. ¿Es que no o veis?- Exclamó Cooan atrayendo de nuevo la atención
del resto.- Las guerreras son nuestras amigas. Ellas nos salvaron…
Eso hizo que sus otras hermanas
dejasen de discutir y la observaran con creciente inquietud.
-¡Se ha
vuelto completamente loca!.- Valoró Petzite.-
-O eso o
la han influenciado. Creo que intentaron lo mismo con nuestro príncipe Diamante
cuando fue de viaje a la Tierra.- Comentó Bertierite.-
-Es
cierto. Nuestro propio padre fue y por lo que se rumoreaba en la Corte, papá
fue testigo de cosas muy extrañas allí.- Convino Calaverite.-
-Eres un
peligro, Kermesite.- Sentenció Petz ordenando a sus hermanas.- Chicas, ayúdame
a meterla en su cuarto. A ver si
logramos que recobre la cordura.
Y pese a sus ruegos y sus forcejeos
sus otras hermanas la agarraron metiéndola en su estancia. Una vez allí
salieron dejándola sola. Cooan quería salir pero no veía ahora ningún lugar por
el que escapar. Entonces una alta y negra figura, cubierta por un sayal
apareció flotando ante ella. Estremecida de espanto apenas pudo musitar.
-Sabio…
-Tienes
una misión muy importante que cumplir.- Replicó el interpelado con tono grave y
profundo.-
-No, no
lo haré, ¿me oyes? No mataré a Chibiusa…- Exclamó ella rebelándose.- Liberaré a
mis hermanas de tu control.
Su contertulio no dijo nada,
sencillamente abrió un gran libro de color burdeos que portaba bajo su brazo
derecho. Y finalmente declaró con enigmático tono.
-No soy
quién tú crees. Pero te lo advierto. El mal sigue dentro de ti, en realidad
todos llevamos algo en nuestro interior. Cuida de que no te domine.
Y mostró una imagen a la espantada
muchacha. Justo en un espejo de la habitación. Cooan pudo ver a Tom durmiendo
en la cama de su camarote. Ella misma se observó, dormida a su lado. Entonces
su otro yo se despertó. Al menos abrió los ojos, pero estos brillaban de un
tono rojizo. Su semblante esta deformado por una sádica mueca y se irguió de la
cama. Miraba a su esposo allí tendido e indefenso y levantando una de sus manos
hizo que las uñas de la misma crecieran para adoptar forma de terribles garras.
Con un rictus de locura y una carcajada se dispuso a clavarlas en la garganta
de su indefensa víctima.
-¡No,
Tom! - Chilló Cooan al ver eso.-
Sin pensar se abalanzó hacia ese
espejo para tratar de impedir aquello. Ahora jadeó con un largo suspiro
incorporándose de la cama. Le tomó unos instantes centrarse en dónde estaba.
Acostada en esa habitación, en el camarote del barco. Junto a ella su marido
dormía al parecer ajeno a todo aquello, pero afortunadamente indemne. Tras
respirar de forma agitada la chica tomó aire de forma lenta y profunda para
calmarse. Todavía no había amanecido. Una vez estuvo más tranquila sonrió
observando a Tom. El chico respiraba de forma acompasada y suave en medio de su
sueño. Ella le acarició la barbilla y la mejilla derecha. Luego mesó sus
cabellos y terminó por darle un amoroso beso en la frente.
-Menos
mal que solo fue una pesadilla.- Se dijo aliviada.- Mi amor, no podría soportar
que algo malo te pasara, y menos ser yo la culpable de ello.
Tras unos momentos para recomponer
su ánimo se tumbó nuevamente abrazándose a él. Al fin se durmió. Olvidando
aquel mal sueño. A la mañana siguiente los dos despertaron cuando el barco ya
había anclado. Tras desperezarse admiraron la bella vista del puerto natural en
el que estaban. Sin pérdida de tiempo hicieron su equipaje y desembarcaron.
-¡Ya
estamos en Hawái, propiamente dicho! - Exclamó él, para contento de su pareja.-
La muchacha se sentía algo atontada.
Recordaba vagamente haber tenido una pesadilla pero no podía aclararse en su
mente. Es más, no se acordaba de nada en concreto. Suspiró dejándolo estar. No
era momento para preocuparse por eso. Sobre todo cuando veía la alegría que
llenaba a su marido, entonces sonrió.
-Sí,-
dijo con jovialidad ella.- Al fin hemos llegado…Tengo muchas ganas de disfrutar
de este lugar.
Tom asintió. Él se había encargado de reservar uno de los
bungalows pertenecientes a un hotel. Tras llevar hasta allí su equipaje y darle
una buena propina al botones ambos ordenaron sus cosas. El bungalow se dividía
en amplias estancias. Una cocina moderna, un baño con unos bellos azulejos de
color verdemar y una gran bañera para dos dotada de yacusi. El comedor tenía
unas excelentes vistas desde donde se podía disfrutar de una inmejorable
perspectiva de la blanca y arenosa costa. ¡Y hasta un piano!
-¿Cómo
es posible?- Inquirió la perpleja Cooan.-
-Ya ves,
tendrán gustos musicales aquí.- Se sonrió el chico.-
Esa estancia se
comunicaba además con una gran terraza por medio de una ancha puerta de caña. Y
por fin, el dormitorio, que era con mucho la mejor habitación. Presidiéndola,
una gran cama con forma de corazón, dos mesitas de noche y un larguísimo
armario empotrado. Todo hecho a la manera nativa, con ramas de juncos
entrelazados que, pese a parecer frágil, tenían una gran resistencia. Cooan se
maravilló de la magnífica vista que ofrecía también esa habitación. A través de
una gran ventana y una puerta que comunicaba con la gran terraza en el
exterior. Una vez deshecho el equipaje y más cómodos Tom le pidió a su esposa
pasear por la playa, ella aceptó con mucho gusto. Al salir, él le hizo una
indicación al mozo que se encargaba de atender a los turistas. Era una señal
convenida con anterioridad. Tom tomando del brazo a su mujer se dirigió hacia
la costa, quedaba poco tiempo para que se pusiera el sol. Ambos, de la mano, pasearon sin prisa por aquella
interminable playa desierta, con la única compañía de algún surfista en la
lejanía.
-¿No te
parece algo precioso?- Inquirió retóricamente Cooan evidentemente entusiasmada.
- ¡El sol, el mar, todo para nosotros!
-Sí,
cariño.- Respondió Tom con una amplia sonrisa, afirmando -, parece que
estuviésemos en el principio de los tiempos. ¡Espero que no salga un monstruo
prehistórico del agua! - Se rio. -
Cooan le miró algo molesta de que
hubiese roto el maravilloso hechizo que ese momento la había inspirado, pero
enseguida se le pasó y rio también abrazándose a él.
-¡Eres
un tonto!, cada vez te pareces más a Roy.
-¡Eh! -
protestó Tom mientras se reía. - No te pases - dicho lo cual agarró a su mujer
por la cintura y la levantó en vilo girando con ella mientras pataleaba. -
-¡Suéltame
tonto!- reía la muchacha alocadamente -...
Su marido la soltó y ella le salpicó
con el agua marina que lamía la costa, después corrió perseguida por él que no
tardó demasiado en alcanzarla. El chico la derribó con suavidad en la arena y
ambos rodaron abrazados, besándose entre el agua espumosa. Cuando terminaron él
le comentó, también con tono divertido.
-Otra
cosa en la que no habíamos pensado. Ya
te lo dije en el barco. ¿Sabías que a Hawái se le llama la capital mundial de
los tsunamis?
-Cariño-
sonrió su interlocutora mirándole también con ganas de bromear.- Vengo de
Japón. De otras cosas podrás darme lecciones, pero de tsunamis precisamente,
no, ¡ja, ja!…De hecho, es una palabra japonesa. La ola gigante que rompe en el
puerto. -Le tradujo.-
-Tocado.-
Admitió él que entonces se puso en pie para comentar según observaban a algunos
tipos con sus tablas de surf.- Creo que ésta es la costa de Kona. En el folleto
se aconseja visitar el pueblo de Kailua. Tiene edificios y zonas históricas muy
interesantes.
-¡Ya
hablas como mi hermana Bertie! Va con la guía de viajes a todas partes. - Se
rio su interlocutora asintiendo para añadir jovial.- Claro. Mañana podríamos
ir. Aunque ahora se hace tarde.
-Bueno,
quizás nos vendría bien volver para cenar. ¿No lo crees?- La propuso el chico.-
La joven asintió con visibles deseos de ello. Desde luego,
tanto juguetear y la emoción del viaje le había dado hambre. Sin esperar ni un segundo más su solícito
marido la levantó en brazos y la llevó de vuelta al bungalow. Una vez en la
entrada, Tom dijo con fingida solemnidad.
-Señora
Rodney, ¿me haría el honor de dejarse conducir dentro?....- ella asintió divertida y el chico cruzó el
umbral con Cooan en brazos y la dejó en la cama. -
La muchacha vio sobre una mesa
situada en el centro del dormitorio unas copas con platos y dos velas
dispuestas para iluminar una exquisita cena. Cerca de la cama observó también
un biombo sobre el que había una falda de caña y una guirnalda de flores que
formaba un collar, el típico de esas islas.
-
¿Quieres que cenemos ya, cariño? - Propuso Tom -.
-Pero
antes veamos esa bella puesta de sol.- Le pidió su contertulia. -
Él convino en ello con un leve
asentimiento. Tras estar contemplando el atardecer sobre el horizonte, en las
bellas aguas que bañaban la costa, Cooan se tumbó sobre la cama mirando hacia
el techo, estaba completamente feliz. En ese momento, deseaba que el tiempo no
transcurriese. Tom la dejó por unos instantes sabiendo que la chica se sentía
pletórica. Entonces le pidió de nuevo que se levantase y le acompañase a cenar.
-Vamos
cariño, te prometo que te gustará.- Aseguró él dándole un suave beso en la
frente.-
Su esposa le sonrió y se levantó,
ambos cenaron y así fue, todo estaba delicioso. Después él puso tocó algo de
música sentándose al piano, y como no, le dedicó una canción que ella escuchó
sonriente y apoyándose sobre ese instrumento junto a él.
Solo soy un hombre con
su único par de ojos
Me visto con ropa normal y no trato de disfrazarme
Estoy buscando amor, sin embargo, puede parecer
Nunca regreso en el equipo siempre ganador
Me visto con ropa normal y no trato de disfrazarme
Estoy buscando amor, sin embargo, puede parecer
Nunca regreso en el equipo siempre ganador
Tal vez debería tratar de vivir solo
(Quizás debería
intentarlo)
O elevar la bandera de la misericordia a lo desconocido
Tal vez debería correr y esconderme
O elevar la bandera de la misericordia a lo desconocido
Tal vez debería correr y esconderme
(Quizás debería correr)
Hasta otro día
Hasta otro día
Otra grieta en mi corazón
Otra foto en la pared
Otra forma de pasar una tarde
Cuando no hay nadie allí
Otro beso para despedirme
Otra cruz sobre un
gráfico
Otra maleta en la puerta
Otra grieta en mi corazón
En mi corazón
Otra maleta en la puerta
Otra grieta en mi corazón
En mi corazón
Huhuhumm
Y tocando una vez más un rápido solo de piano, prosiguió…
Tuve mis derrames y emociones de amor
Y lo sostuve en mi mano
Me agarré fuerte hasta que se rompió
Y me caí al suelo
Tuve mis derrames y emociones de amor
Y lo sostuve en mi mano
Me agarré fuerte hasta que se rompió
Y me caí al suelo
El amor no puede estar de mi lado
Es más claro cada día
Que cada vez que busco el amor
Siempre se escapa
Tal vez debería tratar de vivir solo
O elevar la bandera de la misericordia a lo desconocido
Tal vez debería correr y esconderme
Hasta otro día
Otra grieta en mi corazón
Otra foto en la pared
Otra forma de pasar una tarde
Cuando no hay nadie allí
Otro beso para despedirme
Otra cruz sobre un gráfico
Otra maleta en la puerta
Otra grieta en mi corazón
En mi corazón
Otra grieta en mi
corazón
Otra foto en la pared
Otra forma de pasar una tarde
Cuando no hay nadie allí
Otro beso para despedirme
Otra foto en la pared
Otra forma de pasar una tarde
Cuando no hay nadie allí
Otro beso para despedirme
Otra cruz sobre un
gráfico
Otra maleta en la puerta
Otra grieta en mi corazón
En mi corazón
Otra maleta en la puerta
Otra grieta en mi corazón
En mi corazón
Otra grieta en mi
corazón
(Take That. Another crack in my
heart. Crédito a los artistas)
Y cuando esa canción estaba concluyendo ella se dirigió tras
el biombo, se quitó su bañador y se puso la falda y el collar. Sólo con esto
tapando su cuerpo salió del biombo y se acercó bailando a la manera de las
Hawaianas a Tom. Cooan se sentó sobre sus rodillas y ambos se besaron, luego él
le quitó su pintoresco atuendo y ambos se tumbaron en la cama. El chico se
despojó a su vez de la ropa. Al fin, una vez terminaron, ella le confesó a su
esposo con una amplia y deslumbrante sonrisa.
-¡Soy
tan feliz ahora que no desearía que pasase el tiempo!...
-Te
comprendo muy bien, - respondió él mientras la acariciaba -...todo lo que hemos
pasado parece ahora tan lejano. Pero hay que seguir adelante, seguro que la
vida nos reserva aún muchas cosas estupendas...
-Tienes
razón. - Admitió Cooan - cuando volvamos tenemos nuestro trabajo y con el
tiempo, quien sabe, puede que un montón de niños.
-¡Bueno!,-
rio él - en ese aspecto estamos ya trabajando mucho, ¿no crees? – Su
interlocutora convino en eso, ¡desde luego que lo hacían! y también se rio. -
La fresca noche ya se había echado
encima, decidieron tratar de dormir para comenzar a conocer la isla al día
siguiente. Cuando amaneció los tibios rayos del sol les despertaron enseguida.
Ambos se levantaron renovados, sin ninguna pereza, se lavaron y salieron a
desayunar a una cercana cantina. Pidieron un abundante desayuno a base de
leche, cocos y otras frutas tropicales acompañado de tostadas y el famoso “loco
moco”.
-¡Esto
es muchísimo! – Exclamó la muchacha.-
Observaba ese exótico plato de
arroz, con carne de hamburguesa, de cerdo y un huevo frito encima, entre otros
alimentos.
-Es un
plato muy típico de aquí.- Le informó su esposo añadiendo.- Si no puedes yo me
lo comeré.
-Te va a
sentar mal.- Le previno su mujer.-
-Bueno,
quizás no me lo termine, aunque pienso en Roy y en lo que me ha contado de sus
entrenamientos. ¡Ja, ja!... sus maestros sí que disfrutarían de lo lindo con
esto.
Su esposa convino en ello. De hecho estaban comiendo con
gran apetito, dando buena cuenta de casi todo, cuando Tom le propuso a Cooan.
-¿Te
gustaría alquilar un velero y dar una vuelta por la isla?...
-¡Claro!-
dijo ella bastante ilusionada - debe ser apasionante.
-¡Qué
bien!- exclamó Tom entusiasmado para confesar a renglón seguido. - Desde niño
siempre quise navegar por los mares del sur. Bueno, aunque fuera sólo navegar
un poquito cerca de la costa y estemos en Hawái, no en Java. - Cooan se reía en
tanto le escuchaba. - Sí, sí, es
verdad.- Le aseguró él tratando de ponerse serio aunque sin conseguirlo.- Es
que me gustaban mucho las películas de piratas, de veras.
-¡Te
imagino como un pirata y me da la risa! - Contestó la chica sin poder evitar
las carcajadas.-
-¿Ah
sí?- repuso el joven que sonrió de forma algo maliciosa y comenzó a hacerle
cosquillas a su mujer. -Pues ahora sí que te vas a reír, ya verás cómo saque mi
pata de palo.
-¡Para
Tom! - protestó ella llorando de risa y no sin rubor - que nos mira todo el
mundo...
-Que nos
miren - respondió despreocupadamente él mientras trataba de morderla una oreja.
-
Al cabo de unos minutos por fin se
calmaron y con las miradas divertidas de todos los clientes puestas en ellos
salieron de la cantina. Se encaminaron hacia el puerto deportivo que estaba
sólo a unos doscientos metros. Por el camino Tom le contaba a su mujer bastante
entusiasmado.
-Alquilaremos
uno con tres mástiles, con velas muy grandes y blancas y con una sirena en la
proa...
-¿No
pides demasiado?- preguntó ella bastante divertida por las ocurrencias de su marido.
- Quizá sólo tengan algunos barquitos pequeños para rodear la playa.
-Venga
Cooan, ¡no me chafes la ilusión!. – Protestó jocosamente él simulando algo de
decepción. -
Ella negó sonriente. Pues si eso era
lo que el chico quería. Ahora iban de nuevo de la mano y estaban a punto de
llegar al puerto cuando alguien se acercó corriendo hacia ellos. Parecía huir
de algo porque constantemente miraba hacia atrás. Llevaba una de sus manos bajo
su oscura camisa como si sujetase algo bajo ella. En su atropellada carrera no
pudo evitar chocarse contra Tom y Cooan haciendo que los tres cayeran al suelo.
Estos, aun aturdidos, no fueron capaces de pronunciar palabra. El extraño, un
hombre joven, de rasgos isleños, les miraba con verdadero terror reflejado en sus
ojos. Se levantó y salió corriendo sin siquiera una disculpa. Cuando ambos se
pusieron en pie, Tom fue el primero que pudo reaccionar, y lo hizo con enfado.
-¡Hay
que ver!, siempre tiene que haber algún idiota que no mira por donde va...
¿estás bien cariño?,- le preguntó a Cooan que se limpiaba su pantalón corto. -
-Sí, no
te preocupes, no me ha pasado nada. Sólo me he manchado un poco de arena. -
Replico la muchacha -
Aunque de lejos observó a un hombre
también con rasgos característicos de los habitantes de Hawái, pero de edad
mediana. Estaba entre unas palmeras y les miraba con severidad…
-¡Connie!,
¿ocurre algo? – Preguntó Tom.-
La joven se distrajo mirando por
inercia a su esposo y al volver a dirigir la vista hacia ese otro individuo
éste ya no estaba allí. A decir verdad no podía verle. No dijo nada y decidió
que mejor sería limpiarse, sin embargo según terminaba de sacudirse la arenilla
restante ella se dio cuenta de que había algo en el suelo. Era una forma
mayormente rectangular del tamaño de un puño, con un color marrón oscuro
tirando a ébano que lo hacía fácil de distinguir del blanco suelo arenoso. Al
acercarse a ello y levantarlo se percató de que era una figura, parecía una
representación artesanal de esos ídolos nativos que habían visto en las
postales.
-Mira
Tom. Debe de ser de ese hombre, lo habrá perdido al chocarse contra nosotros.
-Podemos
ir a devolvérselo, aunque a la velocidad a la que corría nos sería difícil
alcanzarle. ¡Bah!- exclamó él despreocupándose del asunto. - Debe de ser una de
esas figuras que les venden a los turistas, no valdrá mucho.
-¿Y si
te equivocas?- le preguntó Cooan algo preocupada - ese hombre parecía estar muy
asustado. En cuanto nos vio me fijé en sus ojos. Huía de alguien, estoy segura,
por eso miraba hacia atrás y no nos evitó. Deberíamos buscarle y devolverle
esto- gesticuló con el ídolo que tenía
en su mano derecha. -
- O
pudiera ser que lo haya robado y estuviese huyendo de la policía o del dueño,-
reflexionó Tom.- Lo mejor será que busquemos una comisaría y lo entreguemos
allí. Si es suyo, ya lo buscará, si es un ladrón, así no se lo llevará.
-Me
parece lo mejor,- convino ella que parecía ansiosa por resolver aquello.-
Hagámoslo cuanto antes, no sea que se crean que lo hemos robado
nosotros...además, creo que alguien nos estaba observando.- Se atrevió entonces
a confesar no sin algo de inquietud la joven.-
-¿Quién?-
Quiso saber su esposo, mirando en todas direcciones.- ¿Está aquí?...
-No sé,
parecía un hombre algo mayor que nosotros. Nos estuvo mirando desde esas
palmeras.- Le indicó señalando hacia aquella formación vegetal.-
-Yo no
vi a nadie.- Comentó su interlocutor
encogiéndose de hombros.- De todos modos podía ser un curioso. Aunque lo mejor
será que hagamos lo que has dicho. No quiero que nos busquemos complicaciones,
y menos en nuestra Luna de Miel.
Así pues los dos corrieron hacia el
puesto de policía más cercano que estaba al interior de la isla. Cuando estaban
de camino sintieron una vez más como si alguien les estuviese observando. Tom
estaba en guardia, su prevención resultó acertada, un hombre saltó sobre él al
pasar junto a unas palmeras, el chico le evitó fácilmente y le golpeó con una
patada que lo lanzó al suelo. Era el individuo de antes.
-¿Por
qué nos atacas?- le gritó Tom furioso.- ¿Qué es lo que quieres?..
El hombre le miraba perplejo
mientras sangraba por la nariz, sólo acertó a decir con la voz temblorosa.
-El
ídolo, devolvédmelo...
-No sé
de qué hablas- mintió el muchacho cruzándose de brazos. -
-Sé que
lo tenéis, me tropecé con vosotros hace un momento y lo perdí...- señaló a
Cooan que le devolvió la mirada entre preocupada y confusa. - Tú lo tienes
¡devuélvemelo! –Insistió aquel tipo que trató de levantarse hacia ella pero su
esposo se interpuso con cara de pocos amigos -...
-¡Trata
de tocar a mi mujer y te parto la cara! - Amenazó a aquel extraño haciéndole
retroceder. -
-Vosotros
no lo entendéis, es muy importante que me lo deis. No sabéis lo que tenéis
entre las manos.- Seguía insistiendo aquel hombre con un tono cada vez más
desesperado. -
-Yo sólo
veo a un tipo que debe ser un ladrón y que ha vuelto a por su botín,- replicó
Tom sugiriendo con tono de orden. - Vamos a la policía y allí lo aclararemos
todo.
-¡Dámelo!-
chilló el hombre próximo a perder los nervios,-
tú eres haole, no sabes cómo son las cosas por aquí.
-Tom-
intervino Cooan algo nerviosa, pero tratando de sobreponerse y de calmar
aquella tensa situación - será mejor que
se lo des y se vaya. No quiero meterme en líos.
-¿Y si
lo ha robado y nos acusan de cómplices? Alguien podría vernos dárselo... ¡ni
hablar!...
-¿Por
qué es tan importante? - Le interrogó la joven volviéndose ahora hacia ese tipo
que casi diríase que temblaba. - ¿Qué significa ese ídolo que le da tanto
miedo?..
El hombre parecía confuso, como si
quisiera responder a la pregunta pero algo le impidiese hacerlo. Al fin dio una
contestación a la expectante Cooan.
-Quien
tenga ese ídolo pone su alma en peligro pues los demonios vendrán por él.
-Mira
amigo, no nos vengas con cuentos para niños. - Terció Tom con una sonrisa de
incredulidad.- Además, no te preocupes por eso. Nosotros sabemos cómo tratar a
los demonios, te lo puedo asegurar. Y si tan peligroso es, ¿por qué quieres
tenerlo tú?
-Yo soy
un sacerdote- explicó el hombre que parecía más calmado. - Únicamente los de mi
casta podemos llevarlo sin problemas. Pero no me queda mucho tiempo. ¡Por
favor, devuélveme el ídolo!- Insistió nuevamente ahora de un modo más calmado
-.
La muchacha parecía dudar, estaba a punto de sacar la
estatuilla de su bolso cuando escucharon unas voces que se dirigían hacia
ellos.
-¡Me han
encontrado, maldición!...- aulló el hombre ante el asombro de Tom y Cooan. –
¡Por favor, os lo suplico, debéis devolvérmelo, esta noche, en la playa, cerca
del rompeolas! - Y sin darles tiempo ni tan siquiera a replicar aquel hombre
huyó corriendo dejándoles a ambos atónitos.-
Nada más salir corriendo ese tipo,
el murmullo de esas voces se fue extinguiendo lentamente hasta no escucharse
nada. Tom miró con precaución desde el parapeto que le proporcionaba un pequeño
murete pero no pudo ver a nadie.
-No
entiendo de que o de quién ha huido, ahí no hay nadie, - dijo a su mujer
encogiéndose de hombros. -
-Volvamos
al bungalow, no quiero quedarme aquí para averiguarlo.- Le pidió Cooan visiblemente
intranquila. -
Él también estaba deseoso de regresar, de modo
que ambos volvieron a su reserva y allí la muchacha sacó el ídolo dejándole
sobre una mesa.
-¿Qué
hacemos, Tom?- preguntó ella indecisa. -
-No
tengo ni idea. - Respondió él con la misma sensación. - Lo único que sé es que
ya tengo ganas de librarme de este trasto. En cuanto descansemos un poco vamos
a la policía…
-Es que
esto me parece algo muy raro.- Declaró Cooan.- No sé, hay algo en esta
estatuilla que no me gusta.
Y para subrayar sus palabras miró aprehensivamente aquella
figura como si fuese una bomba de relojería.
-A este
paso habrá que llamar a los del cinco cero.- Se permitió decir Tom con una
media sonrisa, tratando de animar a su mujer.- Seguro que ellos lo resuelven.
-¿Cinco
cero? ¿Qué es eso? - Inquirió la chica.-
-Un
grupo de policías especiales.- Afirmó Tom que enseguida sonrió admitiendo.-
Bueno, en realidad era una serie antigua de televisión. La veía cuando era
pequeño.
-No sé
cómo puedes bromear en un momento así.- Le recriminó ella.-
-Vamos
cariño…Tampoco ha pasado nada tan grave.- Trató de justificarse él posando sus
manos sobre los hombros de su esposa para susurrarla con tintes conciliadores.-
Si tanto te preocupa nos desharemos de la figurita. Lo más seguro es que se
trate de un pirado. Se la devolveremos para que no nos siga molestando.
-Entonces
vayamos esta noche al sitio donde nos ha dicho,- le pidió Cooan - le damos ese
objeto y en paz...
-Vale,
esperaremos aquí hasta la noche, no me gustaría que lo que sea de lo que ese
tipo huya, si es que huye de algo, se nos echase encima...
Su esposa convino en eso. Esperaron
de forma algo tensa a que fuese la hora convenida, entonces se dirigieron hacia
allí. Cooan tomó la estatuilla guardándola en su bolso. Al llegar sólo se
escuchaba el ruido de las olas rompiendo contra la costa, ambos se acercaron
con mucha cautela.
-Debemos
ir sin hacer ruido.- Le indicó Tom a su mujer, - podrían estar acechando.
-¿Quién?-
le contestó ella mirando hacia todos lados sin conseguir ver a nadie.-
-Pues no
lo sé, pero alguien - susurró el chico. - Nunca se sabe.
-¿No
decías que sería un pirado?- Le recordó ella.-
-O
quizás no. Mejor no arriesgarse.- Contestó prudentemente él.-
-Es
verdad, bueno, entonces mejor me transformo en justiciera por si acaso.
-No, con
la transformación provocarías luz y te verían a mucha distancia.- La previno su
marido. -
Cooan entonces cayó en la cuenta de
ello. La transformación era muy vistosa y eso le solía gustar mucho, pero en
este caso no era algo demasiado útil. Así pues decidieron acercarse más
despacio y escudándose en las palmeras y demás tipos de vegetación capaces de
brindarles protección. Al llegar no había nadie, esperaron durante un rato y el
desconocido no aparecía.
-Ese
tipo nos la ha jugado.- Se temió Tom comenzando a enfadarse. -
-Démosle
un poco más de tiempo,- le pidió ella tratando de calmarle.- Quizás le han
seguido y ha tratado de despistarlos.
-Puede
ser, esperaremos quince minutos más y si no viene iremos a la policía.
-Me parece
bien, ya empiezo a estar harta- convino Cooan.-
Los quince minutos pasaron y
decidieron irse. Al hacer el camino de regreso ella se fijó en algo que había
entre unos matorrales. Se acercaron y vieron con horror que se trataba del
hombre con el que habían quedado, parecía que estaba muerto, como si lo
hubieran estrangulado.
-¡Oh no!
¿Qué vamos a hacer?- exclamó Cooan asustada. -
-Tendremos
que decírselo a la policía. - Le respondió Tom asustado también. -¡Vamos!...
Salieron corriendo de allí y enseguida
llegaron al puesto de la policía. Tom entró como una exhalación y denunció lo
que ocurría.
-¡Hay un
hombre muerto en la playa!, ¡por favor!, ¡vengan rápido!...
Enseguida salieron dos agentes de la
policía local que acompañaron a la pareja en un Jeep hasta la playa. Al llegar
iluminaron la zona que les señaló la mujer.
-Allí,
allí, miren- los dos agentes salieron del vehículo empuñando sus armas con
prevención.-
No obstante no les hicieron falta. Tras un rato de
asegurarse de que no había nada ni nadie sospechoso las enfundaron y registraron el lugar, pero no encontraron
nada.
-Oiga
señora - le dijo a Cooan uno de los policías, bastante molesto. - No estamos
para este tipo de bromas.
-Pero
les aseguro que le vimos, estaba ahí mismo- les insistió Tom. -
-¿No
será que han confundido el lugar?- Les inquirió el otro policía que parecía más
comprensivo, siendo de noche, en un lugar que no conocían al no ser de allí, podría ser la explicación. -
-Es
aquí, estoy segura.- Afirmó la joven convencida pese a todo. - Deben de
habérselo llevado...
-Sí,
claro- replicó el otro policía con sarcasmo - esto será una conspiración.
-Oiga
amigo- le dijo Tom que ya empezaba a estar enfadado -¡no le hable así a mi
mujer! Ese hombre estaba muerto aquí mismo, yo también lo vi. Y si no está
ahora será porque se lo han llevado.
-No,
escuche usted.- Le contestó el policía malhumoradamente también.- Esto es algo
muy serio, primero nos llaman diciendo que se ha cometido un asesinato,
tardamos diez minutos en volver y ahora no hay cadáver. Podríamos detenerles
por esto. Están comprometiendo a unos agentes de policía y nos han apartado de
nuestra vigilancia habitual.
-Nosotros
lo vimos, de verdad- terció Cooan tratando de tranquilizar los ánimos.- ¿Por qué les íbamos a mentir? Estábamos de
Luna de Miel. ¿Qué ganamos nosotros con esto? Verán, todo empezó con una
especie de ídolo que ese hombre perdió al tropezar con nosotros.
- ¿Con
ustedes?- Se extrañó el policía más colaborador, para añadir sorprendido. -
Luego ustedes ya se habían encontrado con el presunto asesinado.
- Sí,
bueno – pudo contestar ella que ahora se sentía confusa. –
Ahora Cooan se
arrepintió de haber hablado tanto. Parecía que cuanto más quería aclarar las
cosas más las embrollaba, pero ya era tarde para volverse atrás de modo que les
contó lo sucedido.
-
¡Señora!- Clamó el otro agente. – Lo que debían haber hecho era ir a la policía
desde el comienzo, se hubieran ahorrado problemas, y a nosotros también. A ver
¿tiene usted aquí esa estatuilla?
Ella asintió abriendo el bolso, pero
para su sorpresa y horror la figurita no estaba allí. Cooan juraría que la
guardó dentro al salir del bungalow, pero quizás con las prisas no cerró bien
la cremallera o bien se le cayó en el apartamento. También Tom la observó extrañado.
-No sé
qué ha podido ocurrir – Pudo pretextar la azorada muchacha, ante la
desaprobación de ambos agentes -
Los dos policías se miraron
incrédulos, no parecía convencerles ese argumento, el más hostil de ellos
estaba a punto de decir algo cuando Tom se percató de unas marcas en el suelo.
-Miren
ahí, eso son huellas de pisadas y parece que además hubieran arrastrado algo.
¿Lo ven?- Señaló al suelo iluminado parcialmente por la débil luz que llegaba
de refilón procedente de las linternas de los agentes. -
-Es
verdad- reconoció el policía más amable que acto seguido le pidió a su arisco
compañero. -Mira, enfoca hacia allí- ambos agentes dirigieron sus linternas
hacia donde les señalaba Tom y pudieron comprobar la veracidad de sus palabras
-
-¡Eso no
quiere decir nada, Mc Garrett!- Espetó el policía más duro. - Esas huellas
pueden estar ahí desde hace tiempo.
-Nada
pierden por seguirlas,- aseveró Tom. -
-Perdemos
el tiempo- replicó este policía, irritado- y eso ya es bastante.
-Pero si
es cierto que han asesinado a alguien y no lo comprobamos bien. - Interrumpió
su compañero con un tono de prevención,- ...estaríamos incurriendo en una falta
muy grave. Puede que finalmente no haya nada, pero es nuestro deber
asegurarnos.
-Está
bien, - contestó el otro de mala gana- vamos a seguir esas huellas. Esperemos
no hacer el idiota.
Los dos policías junto a Tom y Cooan
subieron al jeep y lentamente avanzaron por la playa. Las huellas seguían por
la arena hasta que esta terminaba con los primeros brotes de hierba que
marcaban la frontera con la costa. El vehículo se detuvo y el policía
impaciente les dijo.
-Bueno
¿y ahora qué?...ya no hay huellas que seguir y desde aquí comienza la maleza,
no podremos pasar con el jeep.
-Entonces
podemos seguir a pie- sugirió Tom. -
-¡Oiga
amigo! - replicó el policía bastante irritado.- Ya hemos perdido bastante
tiempo, no dejaremos aquí el vehículo para adentrarnos entre esa vegetación en
busca de quién sabe qué. Les recomiendo que vuelvan a su hotel y dejen este
asunto.
-¿Y si
se han llevado el cadáver a través del bosque?- le insistió Cooan.- Por favor,
deben ustedes comprobarlo.
-Lo
haremos, pero si no encontramos nada tendremos que dejarlo, somos la única
patrulla de por aquí y debemos inspeccionar otras partes de la isla.- Le explicó
el policía más dispuesto. -
-Muy
bien- convino Tom más conciliatoriamente ahora.- Les ayudaremos a
buscar...vamos Cooan...
Los cuatro se adentraron en aquella
espesura de matorral, estuvieron recorriéndola durante quince minutos sin ver
nada anormal. Por fin los policías decidieron suspender la búsqueda.
-Si
quieren les acercaremos a su hotel...- les propuso el más amable. -
-Muchas
gracias- le respondió Cooan - , la verdad es que no nos apetece volver solos.
-Y la
próxima vez que llamen a la policía procuren que sea por algo justificado-
gruñó el otro agente bastante irritado. -
Tom estaba bastante molesto por el
tono de aquel policía pero decidió callarse para no complicar las cosas. Como
era tarde y ninguno estaba ya muy por la labor de pasear, más valía no hacer
enfadar más al agente. Así tras unos minutos el jeep les dejó a las puertas del
hotel. Ambos estaban muy cansados y se fueron a su apartamento. Allí,
efectivamente estaba aquella estatuita. Cooan se disculpó con su esposo en
tanto la sujetaba en una de sus manos con expresión pensativa.
-Habría
jurado que la metí en mi bolso antes de salir.
-Bueno
Connie. Déjalo estar, con los nervios posiblemente lo olvidases. - La disculpó
Tom, añadiendo ahora algo fastidiado, sobre todo por no haber podido alquilar
el barco. - Espero que mañana podamos disfrutar por fin de nuestro viaje. Como
si nada de esto hubiese sucedido.
-¡Vamos
cariño! - Le animó su esposa tratando de desdramatizar. - Yo creí que esto te
estaba resultando apasionante.
-Ya he
tenido bastantes emociones para el resto de mi vida antes de venir aquí, en el
fondo solamente soy un granjero tranquilo.- Pudo decir él al que se le escapó
ahora una ligera sonrisa. -
-Bueno,
¡pero eres mi granjero! - rio Cooan mientras dejaba el ídolo en la mesita y
recuperando el buen humor abrazaba a su esposo. - Ahora, si te apetece, vamos a fabricar pequeños granjeritos.
Ambos se tiraron sobre la cama
riéndose y tratando de desvestirse mientras olvidaban la tensión del día,
entonces notaron una leve vibración que fue en aumento. En un momento toda la
estancia tembló, ambos se abrazaron asustados, Tom se levantó y le dijo a su
mujer.
-¡Un
terremoto! Tenemos que salir de aquí, ¡vamos Connie! - La agarró de la mano y salieron corriendo.-
Ella dio una última mirada a la
habitación y creyó ver al ídolo brillar con un tono verdoso. Pero no pudo
fijarse más puesto que Tom la arrastró fuera del cuarto. Al salir el temblor
pareció detenerse. Cuando se aseguraron de que no parecía existir peligro
volvieron a entrar y Cooan le preguntó a su esposo.
-¿Qué ha
sido eso?...
-Creo
que habrá sido un temblor sísmico...es normal, estas islas están en lugares con
actividad volcánica. Puede que alguna erupción submarina lo haya provocado.
Deberíamos preguntar. Puede que haya alarma de tsunamis
La joven asintió. Aunque tras llamar
a la puerta de encargado de la recepción y ponerle al corriente de lo sucedido
el hombre se encogió de hombros.
-Aquí no
hemos notado nada. Y ningún huésped ha venido a decir que le haya sucedido algo
similar.
De modo que tras dejar pasar unos
minutos para cerciorarse de que nada ocurría la pareja retornó a su bungaló.
Una vez entraron Cooan miró a ese ídolo y creyó recordar.
-Al
salir me pareció que la estatuilla brillaba.-
Confesó ella que señaló a la figurita que ahora no parecía tener nada
anormal, seguía puesta sobre la mesita tal y como la dejaron. – En un color
verde.
-Habrá
sido tu imaginación…las luces se movían y se habrán reflejado en él- repuso Tom
con su clásico tono aclaratorio que esta vez sí convenció a su contertulia. -
Anda, vamos a dormir, con todo este lio se me han quitado hasta las ganas de…,
ya sabes - añadió bastante fastidiado. -
A ella le sucedía lo mismo de modo
que se durmieron al fin y al amanecer del día siguiente se despertaron
dispuestos a resolver ese enigma.
-Vamos
Connie, es hora de levantarse.- La espabiló Tom mientras la zarandeaba
suavemente.-
-Con lo
a gusto que se está en la cama- bostezó la muchacha. - Pero tienes razón.-
Concedió y al levantarse lo primero que hizo la chica fue mirar a su mesita de
noche, tenía cierto miedo a que el ídolo hubiera desaparecido pero allí seguía,
tal y como lo había dejado la noche anterior. - Menos mal, sigue ahí- suspiró
visiblemente aliviada -...
-Pues
claro que sigue ahí,- repuso su marido con un ligero tono burlesco. -¿Quién te
crees que se lo iba a llevar?
-No me
fio de nada, desde lo de ayer, creo que cualquier cosa es posible. - Replicó
ella, aunque ahora se sentía un poco tonta de haber albergado esos temores. -
-Vamos a
solucionar todo esto, ya verás cómo tendrá una explicación racional.- Argumentó
Tom con su pragmatismo habitual. - Hala cariño,
vamos a desayunar.
Los dos salieron de su apartamento.
Esta vez Cooan se aseguró de llevarse la estatuilla. Tras llegar a una
cafetería cercana pidieron un abundante desayuno. Estaban a punto de comenzarlo
cuando tres tipos con aspecto de lugareños se acercaron a ellos, uno se hizo
con el plato de Tom y dijo con un tono bastante desconsiderado.
-Esto es
mucho para ti. Haole. Creo que tendré que ayudarte...
-No es
necesario, mahalo…-Replicó él en el idioma nativo, aclarando luego.- Muchas
gracias, en realidad tengo bastante apetito. - Respondió Tom conservando su
calma y empleando el tono irónico. -
-Yo creo
que sí es mucho, - terció otro que le quitó el zumo de naranja a Cooan.- Estáis
mordiendo más de lo que podéis tragar.
-Oiga,
por favor, déjenos desayunar en paz.- Pidió ella con toda su educación. -
-No te
preocupes, nena.- Terció otro con socarronería - no tienes por qué continuar
con ese perdedor, nos tienes a nosotros que somos hombres de verdad.
-Eres un
bocazas, tío - le respondió el muchacho con una media sonrisa que no le gustó
nada a su esposa pues ésta presagiaba que su marido comenzaba a enfadarse de veras.-
¿Nunca te enseñaron modales en tu casa?
-Tranquilo
Tom, déjalos.- Le dijo ella bastante inquieta -
-¡Huy,
qué miedo!- intervino otro de los individuos añadiendo con sorna. - El nene se
va a enfadar...
-Voy a
tener que partiros la cara- respondió el aludido haciendo un esfuerzo por sonar
tranquilo -a no ser que os larguéis de aquí, payasos, y nos dejéis desayunar en
paz.
-Eso no
lo dirás hay afuera…haole. - Le amenazó el tercer individuo -
-No, os
lo estoy advirtiendo aquí. ¡Ahí fuera os daré una paliza! - rio el interpelado,
sentenciando - sólo sois tres paquetes, enormes sí, pero sin cerebro.
-¡Ahora
sí que te vas a enterar, estúpido!- Replicó furioso uno de ellos que lanzó a
Tom un puñetazo -
Éste lo bloqueó el ataque y replicó
con un codazo a la cara de su contrario que logró aturdirle, después pasó al
ataque dando sendas patadas a las rodillas de los otros dos. Aprovechando que
todos estaban doliéndose de los golpes él y Cooan salieron a toda prisa de
allí, perseguidos por esos individuos una vez que se recuperaron. Para su
desgracia llegaron a un callejón sin salida merced a un alto murete de piedra y
aquellos tipos les bloquearon el paso acercándose con unas mal encaradas
sonrisas.
-Ahora
vais a ver - les amenazó uno de los individuos. - ¡Os vamos a machacar!
-Yo no
estaría tan seguro.- Replicó Tom que luego le susurró a su esposa -¿estás
preparada?
-Sí,
estoy lista, te cubro la espalda.- Asintió ella con decisión. -
-Esta
vez, no es un demonio. Podremos con ellos.
-Esta
vez no te dejaré solo.- Sentenció ella.-
No pudieron comentar nad amás, esos
individuos comenzaron su ataque pero entre Tom y Cooan pudieron con ellos
fácilmente. El muchacho bloqueó sin problemas la torpe patada de uno de esos
individuos usando la pierna de éste para impulsarse y derribar de un puñetazo a
otro. Ella a su vez lanzó una patada al pecho del restante que le derribó. Pese
a que esos tipos trataron de contra atacar no eran lo bastante rápidos como
para acertarles. Estaba claro que el entrenamiento de ambos en la lucha les
hacía muy superiores. Al final, sus atacantes se dieron a la fuga no sin
advertir antes de escapar.
-Ese
ídolo no es para que lo tengan los profanos, lo pagaréis muy caro.
Una vez se perdieron sus agresores
en la distancia Tom dijo entre jadeos para recuperar el aire.
-Bueno,
al menos estamos bien, pero si seguimos así todos los lugareños fanáticos de la
isla se nos echarán encima.
-No ha
sido casualidad. Al principio creí que eran ladrones o unos matones locales.
Pero han aludido al ídolo.- Declaró su esposa.-
-Ya no
sé qué pensar de esa maldita estatuita.. Empiezo a creer que debe ser en verdad
importante.- Admitió su esposo.-
-Tenemos
que averiguar porque todos quieren llevárselo - convino Cooan. - Antes de que
nos ocurra algo, pero ¿a quién podríamos preguntar?...No me atrevo a ir a la
policía otra vez.
-No
tengo ni idea Connie, lo único que sé es que deberíamos dejar esa estatuilla
antes de que nos cree más problemas.
-No, no
es una buena idea - repuso sorprendentemente ella aferrándose entonces al
ídolo. - No, no debemos entregarlo. Seguro que seguirían tras nosotros de todas
formas.
-Pero,
¿a qué viene tanto interés ahora por eso?- Se extrañó su marido alargando la
mano para tratar de agarrar esa estatuita pero le sorprendió que su esposa lo
apartase de él. -
-Yo lo
cuidaré bien, no te preocupes. - Repuso ella de forma algo brusca. -
Tom estaba perplejo, le pareció una
reacción algo extraña, de todos modos Cooan le sonrió de inmediato como si
quisiera disculparse por aquel arrebato tonto y él decidió no insistir más
cambiando de tema para pedirle a su mujer.
-Vámonos
al bungalow, cariño. A ver si podemos descansar y pasar un rato en la playa.
La chica pareció acoger la propuesta
más calmada pero a Tom le extrañó algo en la mirada de su esposa. Sus ojos parecieron desprender un
extraño brillo. El muchacho lo achacó al reflejo del sol. Lo dejó estar y al
fin llegaron a la playa sin ningún contratiempo, allí Cooan parecía estar como
siempre. Incluso más cariñosa de lo normal, cuando le recordó su deseo de
alquilar un barco.
-Es
verdad cielo, es que ya con todo este embrollo ni me acordaba. – Confesó él
que, sintiéndose más animado, añadió. - Vamos a ir ahora mismo al puerto, y
esta vez espero que no nos topemos con nadie raro.
Y su deseo se cumplió, por esta vez
no hubo incidentes. Una vez estuvieron en el puerto, Tom le preguntó al
propietario de los botes de alquiler, un individuo isleño y rechoncho por un
barco. Éste se tomó unos instantes para responder.
-Le
puedo alquilar ese de ahí, espero que le guste - señaló un magnífico velero de
tres mástiles. -
-Es
perfecto,- contestó el muchacho entusiasmado- me gusta, ¿cuánto pide por él?..
-Unos
quinientos dólares por hora. - Replicó con cierta desgana dejando a Tom
boquiabierto. -
-Es
demasiado para nosotros, me temo que no puedo pagar tanto. - Reconoció el
muchacho bastante impresionado. -
-Puedo
alquilarle otro más barato.- Respondió de nuevo el hombre con la misma desgana.
-
-Sí,-
Tom estaba bastante decepcionado pero no había otra solución.- A ver cuales
tiene…
Entonces intervino Cooan que se dirigió hacia ese hombre en
un tono muy confiado.
-Podría
dejárnoslo más barato. A mi marido y a mí nos gustaría mucho navegar en ese
barco. Por favor.- Le pidió con una voz, a juicio de Tom, excesivamente melosa.
-
-No
puedo señorita, lo siento, es un barco muy caro y debo sacarle partido. - Opuso
aquel tipo. -
- Quizás
sea mejor que mire otros barcos que tenga por aquí. - Insistió el chico
queriendo acabar con ese asunto cuanto antes.-
Y mientras su marido se alejaba unos
metros para examinar otros veleros Cooan se acercó más al dueño de los barcos.
La muchacha tocaba el ídolo con una mano y parecía que éste le diese una fuerza
desconocida que le impulsó a decir.
-Estoy
segura de que si se lo pido con amabilidad no podrá negarse.- Y dicho esto miró
fijamente a los ojos del hombre que empezó a tartamudear. -
-Bueno...quizás
me he precipitado un poco, podría hacerles un descuento. ¿Qué les parecen
cuatrocientos cincuenta por hora?
-No sea
usted tan avaro. - Respondió ella con seguridad declarando con tono convencido
- ese barco no cuesta más de cien...
-¿Está
loca?- respondió el hombre casi fuera de sí-
eso no da ni para subirse en él.
-¿Está
seguro?- le cuestionó ésta y al hacerlo ahora el tono de la muchacha sonaba
bastante amenazador, mostró una parte del ídolo al hombre, éste brillaba con un
tono verdoso -...
Al verlo aquel tipo palideció de
terror, temblando y con la voz entrecortada pudo decir mientras se alejaba de
Cooan tropezando con el muelle gritando.
-¡Llévenselo,
hagan lo que quieran con él pero aléjense de mí!
Tom, extrañado por aquel grito,
regreso de dar un vistazo a las otras embarcaciones. Trató de hablar con el
hombre pero éste salió corriendo de allí. Cooan sonrió de espaldas a su marido
guardándose el ídolo, pero esa era una sonrisa maliciosa. De todos modos el
chico no pudo vérsela. Tampoco había podido presenciar de cerca lo que ocurrió
entre aquel hombre y su esposa que, al volverse hacia él, ya estaba
completamente normal y le dijo con alegre tono.
-Todo
arreglado cariño, ese hombre ha sido muy amable, podemos irnos.
-No lo
entiendo- contestó Tom mirando a su mujer con los ojos muy abiertos.- ¿Qué le
ha pasado? Estaba asustado, ¿qué es lo que le has hecho para que se ponga así?
-¿Yo?...nada-
el rostro de Cooan expresaba sorpresa cuando contestaba- Únicamente le he
pedido que nos rebajase el precio. Pero deja ya de preocuparte Tom, ¿no querías
navegar en este barco? Pues ya lo tenemos, deberías alegrarte - sonrió con expresión
satisfecha a su marido como si eso fuera lo más natural del mundo – Vamos, no
era más que un timador. Se pensaba que por ser turistas nos podía hinchar el
precio pero le dije que hablaría con las autoridades.
- Sí,
debe de ser eso. Tienes razón- suspiró este, sin comprender pero contento en el
fondo por aquella ganga. - Vamos a salir ya...
Ambos subieron al barco y soltaron
amarras, el mar estaba en calma, el sol del atardecer se reflejaba en unas
aguas bastante tranquilas. El muchacho manejaba el timón con soltura, parecía
un consumado navegante. Ella se sentó sobre la cubierta dejando sus piernas
colgar para que el agua las refrescase.
-Ten
cuidado Cooan, en estas aguas hay muchos tiburones. - Le advirtió Tom casi más
en broma que otra cosa -
-No te
preocupes - respondió ella sin parecer asustada afirmando con plena seguridad -
no me pasará nada.
Su esposo se sorprendió de esa
confianza pero no le dio más trascendencia al asunto. Navegaron durante una
hora entera recorriendo las aguas, llegaron a un punto en el que no podía verse
la costa. Tom decidió que ya era la hora de volver, pero Cooan le pidió navegar
hacia mar adentro durante unos minutos más.
-Déjame
el timón, me gustaría llevarlo un poco.- Le pidió ella con un entusiasmo casi
de niña pequeña. -
-Claro,-
concedió su marido divertido por aquella expresión de deseo infantil en el
semblante de ella, aunque añadió algo más serio. - Pero sólo por un ratito ¿eh?
Tenemos que volver o se nos hará muy tarde.
-Descuida
cariño, sólo será un momento. - Sonrió Cooan con un extraño brillo en sus ojos
mientras se hacía cargo del timón con gran pericia, cosa que también sorprendió
al muchacho, que, desde luego, no esperaba eso. – Enseguida llegaremos…-Musitó
sin ser oída.-
Tras unos minutos, en los que se
deleitó observando a su esposa a los mandos de la embarcación Tom decidió que
ya era bastante tarde y se acercó a la
joven para pedirle que le devolviese el timón, pero ella se negó con una
sonrisa mientras le decía.
-No hace
falta, cariño. Mira, allí mismo está la isla, yo puedo llevar el barco hasta el
puerto.
En efecto, se divisaba tierra a no
mucha distancia de su posición. Tom no lograba entenderlo, tendrían que haber
tardado al menos una hora en regresar, quizá él hubiese equivocado el rumbo o navegado
en círculos. Lo cierto es que tenía que admitir que Cooan era bastante mejor
patrona que él.
-Solamente
soy un chico de Kansas. Si Roy estuviera aquí, ya me estaría tomando el pelo.-
Se sonrió.-
Al fin y
tras unos minutos más, parecieron acercarse hacia una gran playa. Era una parte
de la isla que desde luego el chico no reconocía y puso ese recelo en
conocimiento de su mujer.
-Creo
que esta zona no es la del puerto. Deberíamos hacer cabotaje hasta encontrarla,
Connie.
-Yo sé
bien lo que hago,- fue la ahora seca respuesta de ella que ni se inmutó al
timón. – Es aquí.
-Pero
¿qué pretendes? – Se extrañó él, cada vez más alarmado por esos bruscos cambios
de carácter. - Aquí no podemos estar, si seguimos acercándonos encallaremos, no
seas niña ¡dame el timón! - Le pidió ahora de forma más enérgica. -
Ella le ignoró por completo y el
chico entonces, con su paciencia agotada,
trató de hacerse con el timón pero la muchacha le apartó con un empujón
bastante fuerte. Cuando él se rehízo y quiso acercarse a preguntarle por qué
había hecho eso la mirada de ella le asustó, no se parecía en nada a la Cooan
que él conocía.
-¿Qué te
ocurre? ¿Es que has perdido el juicio? - Le inquirió Tom anonadado y bastante
preocupado. - ¿Es por ese ídolo, verdad? –Pareció adivinar urgiendo a su mujer.
- Debes tirarlo por la borda.
Y como ella parecía casi en trance y
continuaba sin prestarle la más mínima atención, Tom trató de quitarle el ídolo
a Cooan pero ella, sin pensarlo dos veces le hirió con un rayo de energía mientras
refulgía con un intenso resplandor verdoso. El joven cayó al suelo de la
embarcación entre sorprendido, asustado y confuso.
- Se
supone que no tienes poderes si no te transformas en justiciera.- Pudo
musitar.-
Empero, ella no le contestó. Es más,
parecía estar completamente ausente. Entonces Tom vio acercarse hacia ellos a
una piragua con varios indígenas. Remaban coordinadamente en un extremo y otro
de aquella primitiva embarcación, que en un momento llegó hasta el barco. Esos
individuos lo abordaron y apresaron al
chico. Hablaban entre ellos en una lengua desconocida y después se dirigieron a
Cooan en el mismo idioma. Tom no salía de su asombro cuando ella pareció
comprenderles y sacó el ídolo de entre sus ropas, exhibiéndolo ante ellos. De
pronto todos los indígenas, incluso los que sujetaban al muchacho, que le
soltaron, se arrodillaron ante ella mirando al suelo para postrarse después. Se
levantaron y sosteniendo nuevamente a su cautivo, que estaba paralizado por la
sorpresa y la incredulidad, o quizás algo ajeno a eso que desconocía, le
subieron a la piragua. Cooan subió por ella misma y los indígenas les llevaron
a la orilla. Nada más llegar esperaba una tribu entera, al parecer engalanada
para una celebración. La misma escena de sumisión se repitió cuando la joven
mostró el ídolo. Luego, ella se abrió paso entre la multitud hacia una especie
de altar, donde depositó la pequeña estatua para ser rodeada por un grupo de
mujeres. La desnudaron y vistieron con ropajes nativos mientras dos fornidos indígenas
arrastraron a Tom al interior de una jaula de madera. Ignoraron sus gritos de
protesta y amenaza y le dejaron allí.
-¿Qué
vais a hacernos? ¿Qué le ocurre a mi mujer? ¿Es que no habláis mi idioma?
¡Contestadme! ¡Malditos hijos de perra!
Gritaba encolerizado en tanto trataba de romper los barrotes
pero estos eran más resistentes de lo que parecían. Cuando Tom se calmó, ante
la inutilidad de sus gritos, escuchó una voz, miró hacia atrás y vio otra
jaula. Allí estaba un hombre de edad mediana que le dijo.
-Mi
discípulo os lo advirtió, os dijo que devolvieseis el ídolo. Esto era
inevitable. - Sentenció ese tipo. -
-¿Qué
está ocurriendo aquí? ¿Quién es usted?- le preguntó Tom sin salir de su
asombro. –
-Solamente
un sacerdote. Eso no importa ahora…-Sentenció su interlocutor.-
-¿Y ese
individuo que nos salió al paso?..
-Ya te
lo he dicho. Mi aprendiz.- Repitió aquel hombre.-
Como veía que por ese lado no iba a
sacar mucha información, el preocupado chico cambió de tema y preguntó.
- ¿Por
qué actúa así mi mujer?
-Está
dominada por el poder maléfico de la estatuilla. Es algo diabólico como ya os
advirtió mi discípulo. Despierta el lado más oscuro de cada uno de nosotros.
-Pero a
mí no me ha ocurrido nada, no lo entiendo.
-La
estatuilla elije a la persona más débil o a la que haya tenido mala conducta o
mayor relación con las fuerzas de la oscuridad en el pasado. Si en algún
momento has servido a las fuerzas del mal te es imposible resistir a su poder.
-Es como
si te poseyese, ¿no es así? - Dedujo el ahora horrorizado Tom.-
-Algo
así, si tu esposa fue servidora del poder del mal se sentirá atraída de forma
inconsciente por el ídolo, éste despertará esa parte que creía extinguida.
-¿Cómo
podremos liberarla? Quitándole la estatuilla ¿verdad?
-Sí,
pero no debes preocuparte por eso, ella ya ha servido a sus intereses, el mismo
poder maligno que la controla la liberará.
-¡Menos
mal! - suspiró el chico mucho más aliviado.-
Pero aquel hombre negó con la cabeza y puso expresión muy preocupada
para responder con tono grave.
-No te
alegres, pues eso es mucho peor. Ella aun es útil, cuando sea liberada del
poder de la estatua recuperará su conciencia y será la mujer que tú conoces,
pero entonces será sacrificada.
Aquello hizo que Tom abriera la boca
dominado por el horror. Apenas sí pudo exclamar con desesperación.
-¡No,
eso no puede ser! , tenemos que impedirlo. Hay que salir de aquí.
-Eso no
será nada fácil, debemos esperar a que anochezca.
-¿Y si
la sacrifican mientras tanto?- Se temió el chico. -
-No
pueden hacerlo hasta despuntar el nuevo día. Tranquilízate, mientras llega ese
momento la tratarán como a una princesa. Además, no será aquí donde lo hagan
sino en la cima del volcán.- Señaló hacia lo lejos, allí, a lo alto se divisaba
una gran cumbre que terminaba en un enorme cráter.-
-Pero
¿cómo nos liberaremos?- intervino Tom - estos barrotes son muy resistentes.
-Eso
déjamelo a mí. – Le sonrió aquel hombre por primera vez para añadir con voz más
confiada. -Tú no te preocupes por más y descansa hasta la noche.
-Me
gustaría que me contases que demonios está pasando aquí y quién eres tú.- Le
inquirió su interlocutor que no se avenía a calmarse con tanta facilidad. -
-Ya te
lo dije, un sacerdote...- Fue la esquiva respuesta que recibió. -
-No sé
por qué, amigo. Pero creo que puedes contarme mucho más,- respondió Tom escrutando a ese tipo con una mirada
inquisitiva. -
-Veo que
eres inteligente, está bien. Te lo contaré. Yo soy uno de los sacerdotes
custodios del gran dios del fuego. Ese ídolo maligno estaba guardado en una
cámara sagrada, así no podía hacer daño a nadie, pero, una noche, un sacerdote
ambicioso que pretendía ser el rey de la aldea lo robó para sus fines. Logró
corromper los corazones de bastantes personas que le seguían. Fuimos capaces de
expulsarles de nuestra isla apelando a nuestros dioses y logramos recuperar ese
ídolo. Ellos huyeron aquí, pero pronto se reorganizaron y trataron de recuperar
esa maldita estatuilla. Junto con uno de mis discípulos tuve que huir con ella
más allá de sus límites para ponerla fuera de su alcance. Para asegurar
nuestras posibilidades se la entregué a mi aprendiz y nos separamos. Pero eran
mucho más poderosos de lo que yo creí. A él le localizaron y le persiguieron.
Cuando se encontró por primera vez con vosotros os advirtió que se la devolvierais. Debisteis escucharle.
-¡Qué
iba a saber yo!- se defendió Tom justificándose. - Pense que era un ladrón.
-Por
desgracia él perdió la vida cuando quiso reunirse con vosotros para recobrarla.
A mí me atraparon y me trajeron aquí. Les era más útil vivo. Y ahora estamos en
minoría, sería un milagro que pudiéramos salir de aquí con vida.- Declaró su
contertulio con un tono poco optimista.-
-¡Maldita
sea!- Mascullo el muchacho temblando de rabia. - Si alguno de mis amigos
estuviera aquí acabaría con todos esos tipos en un momento. Tienen una fuerza
enorme, pero yo sólo soy una persona corriente.
-Pues no
tienes a ninguno de tus amigos aquí. - Le replicó el sacerdote con tranquilidad
para arengarle. - Así que deberás sacar lo mejor de ti mismo si quieres
salvarte tú y rescatar a la mujer la que amas. Recuerda tienes una gran fuerza
latente en tu interior. Debes saber aprovecharla. Confía en ti.
-Lo
haré, yo también sé luchar, aunque no sea un súper guerrero ni tenga una fuerza
sobrehumana. Pero, si por lo menos tuviera aquí mi espada.- Se lamentó
recordando su magnífica katana. -
-No
necesitarás ninguna. De hecho las únicas armas que precisas las llevas ya
contigo. El amor que sientes por tu esposa y el propio poder que posees dentro
de ti.
-¿Poder?-
Inquirió el atónito chico.-
-Tú ya
te has enfrentado antes a las fuerzas del mal ¿Me equivoco?- Le preguntó ese
individuo a su vez.-
-¿Cómo
lo sabe?...
-Tengo
algunas habilidades para ver en los corazones de las personas. Y tú tienes uno
virtuoso.- Le desveló el sacerdote tratando de animarle. -Vamos, ten paciencia,
pronto anochecerá.
En efecto, el sol se iba poniendo
por el horizonte y las sombras de la gran montaña comenzaban a alargarse. En
pocos minutos la penumbra cubriría toda la isla. A unos pocos metros de ellos,
un grupo de nativos armados con lanzas y largos cuchillos curvos encendieron
una hoguera, al parecer iban a montar guardia allí. Tom esperaba ansiosamente a
la puesta de sol. Por fin los últimos reflejos del atardecer se fueron
perdiendo. La oscuridad, sólo rota por el resplandor de la hoguera, se les
había echado encima.
-¿Y
ahora qué?- Preguntó el muchacho entre ansioso y preocupado. - Ya es de noche
pero esos tipos están pegados a nosotros y no nos quitan los ojos de encima.
-Tú
espera y veras.- Le indicó confiadamente su compañero de cautiverio. -
El sacerdote sacó de entre sus ropas
una bolsita y se dirigió hacia los guardianes con gritos e interpelaciones en
su lengua materna con lo que atrajo su atención. Eran cuatro que se acercaron a
ellos, entonces lanzó la bolsa a la hoguera, al contacto con las llamas se
produjo una explosión y ráfagas de luz surgieron de allí como si de fuegos de
artificio se tratasen. Los nativos, visiblemente desconcertados, corrieron para
ponerse a cubierto.
-¿Qué
les has dicho?- Quiso saber Tom.
-No
tiene importancia. Ahora es el momento de escapar. - Le indicó el sacerdote al
sorprendido chico. – ¡Vamos!- Con asombrosa facilidad manipuló en el cierre de
su jaula abriéndola. ¡Salgamos de aquí! - Arengó en tanto abría también la del
atónito muchacho. -
Tanto el joven como el misterioso individuo corrieron fuera
de sus jaulas amparados por la confusión de esos fuegos de artificio. Se
pusieron a cubierto entre la espesura poco antes de que estos cesaran y el
fuego crepitase de forma normal.
-Muy
bien. Hemos salido de las jaulas, pero ahora esos tipos nos buscarán, y no creo
que por aquí encontremos muchos sitios donde escondernos.- Declaró el chico con
un tinte de voz marcadamente pesimista.-
-Déjame
eso a mí. - Le tranquilizó el sacerdote con un tono de gran seguridad -, yo
atraeré su atención, tú debes rescatar a tu mujer y recuperar el ídolo. Vamos,
¡apresúrate!, no nos queda mucho tiempo.
-Pero si
acaba de anochecer- rebatió el sorprendido muchacho alegando más confiadamente.
- Tenemos aún varias horas.
-Me temo
joven amigo que aquí el tiempo no transcurre igual que en tu mundo.- Declaró
enigmáticamente ese hombre.-
-¿De qué
habla?, esto no es Marte,- repuso Tom
que consultó su reloj de pulsera y vio con asombro como eran ya más de las
cuatro de la mañana. - Esto no es posible. – Negó incrédulamente con la cabeza
- ¿Qué ha pasado?
-No
hagas preguntas y haz lo que te he dicho, - le instó aquel misterioso tipo. -
Vamos, ten valor y mucha suerte.
El aludido decidió hacer lo que ese
hombre le decía, si estaba en esa situación era por no haber confiado antes en
él, así que no iba a cometer dos veces el mismo error. Salió a cubierto de la
vegetación mientras el sacerdote gritaba en su lengua para atraer a los
guardias. El improvisado plan funcionó y
Tom pudo avanzar por un camino que conducía a la aldea, aparentemente no había
nadie. Llegó a una choza iluminada débilmente en su interior, con precaución se
asomó por una ventana y vio a su mujer sentada en una silla e inmóvil, la
muchacha casi parecía una estatua. Tras percatarse de que no había nadie en los
alrededores entró en la choza y trató de hablar con Cooan.
-Cariño,
¿estás bien?, vamos, tenemos que salir de aquí.
Ella no se movía, parecía
hipnotizada, sus ojos miraban hacia ninguna parte y carecían de brillo.
-¡Vamos
Connie, despierta!- Espetó un desesperado Tom que la zarandeó pero eso no
sirvió de nada, entonces escuchó un ruido tras de él. Rápidamente se escondió,
efectivamente, alguien entró en la choza, eran dos mujeres que se acercaron a
su esposa.
Para sorpresa del chico al llegar
estas extrañas junto a ella Cooan se levantó, las mujeres la desvistieron y
bañaron su cuerpo con aceites que traían en unas palanganas. Después le pusieron
una falda de caña y una guirnalda de flores blancas sobre los pechos. También
le quitaron su colgante de justiciera que dejaron sobre una mesita. Ella seguía
de pie pero inmóvil, dejándose hacer, entonces las mujeres salieron de la
habitación y ella las siguió. Tom decidió ir tras ellas a distancia para ver a donde llevarían a su
mujer no sin antes llevarse la piedra de la justicia de ésta…
-Vamos
allá. Espero que todo salga bien.- Se decía tratando de darse ánimos.-
Tras seguirlas durante unos minutos
ocultándose entre la vegetación, las vio ascender por un tortuoso sendero que
conducía hacia el cráter de aquella montaña. Miró de nuevo su reloj, ya eran
casi las seis. Tom no entendía que ocurría allí con el tiempo pero no era
momento de preguntárselo. Apretando el paso escaló por el sendero hasta poder
ocultarse tras unas rocas a sólo unos pocos metros, parecía que nadie le había
visto, pero se equivocaba. De pronto escuchó unos gritos en el idioma de los
nativos y vio dirigirse a un par de ellos, armados con lanzas, hacia él.
-¡Mierda!
– Masculló - no queda más remedio que defenderse.-
Salió de su escondite con decisión y atacó a esos dos
hombres. Al tomarles por sorpresa pudo dejar fuera de combate a uno de ellos de
un golpe certero mientras esquivaba los ataques del otro. El muchacho consiguió hacerse con la lanza
del otro individuo y pudo luchar. Con su dominio de técnicas marciales
enseguida se deshizo de su adversario con una sucesión de golpes a puntos clave
para dejarlo inconsciente. Así, armado con esa lanza se apresuró en ir hacia
Cooan que estaba tendida en una especie de lecho ritual. Su mujer seguía
aparentemente en trance. Estaba rodeada de flores y con esas dos mujeres
que se mostraban impasibles ante la
presencia de Tom. Más allá y junto al borde del cráter, se levantaba una
especie de altar construido en caña y madera y sobre él, estaba una versión
mucho mayor de aquel ídolo, presidiendo la escena. Dos hombres ataviados con
máscaras rituales y plumas y una multitud de nativos agolpados en una pequeña
superficie lisa, presenciaban la escena también sin una voluntad aparente de
intervenir.
-Connie,
¿puedes oírme?- Gritó Tom mientras jadeaba por el esfuerzo de la lucha. -
Tienes que despertarte.
Entonces ella pareció entenderle y
se levantó, pero de una forma muy rígida, avanzó lentamente hacia él y se paró
a un par de metros. Tom sintió que algo no iba bien. La cara de ella parecía
ausente. Sin mediar palabra levantó una de sus manos y lanzó una especie de
rayo negro contra él que enviándole al suelo en tanto le decía.
- `A `
ole. Aloha…haole.
-¡Soy yo
Cooan!! ¡Connie cariño soy Tom! , debes liberarte del poder maléfico de ese
ídolo. - Gritó éste mientras se incorporaba dolido por el golpe. -
Pero la chica se acercaba a él sonriendo
de forma divertida, era esa una sonrisa maligna, sus ojos estaban opacos.
Parecía una marioneta a merced de las fuerzas del mal. Entonces materializó
sendas bolas de fuego en ambas manos y apuntó a su esposo. Él logró lanzarse al
suelo antes de que las bolas de energía le alcanzaran y tuvo suerte, estas
esferas flamígeras impactaron en la montaña produciendo un gran destrozo en la
roca viva.
-Si me
das me desintegras, ¿es que te has vuelto loca?- Le chilló Tom visiblemente
agitado. -
Pero estaba claro que esa mujer no
era Cooan, al menos no la que él conocía. Su consciencia estaba enterrada por
aquella influencia que había tomado el control de su cuerpo. Aun lamentándolo mucho no tenía más solución
que dejarla sin sentido antes de que ella terminase con él. Se levantó
dispuesto a atacar cuando vio que su esposa parecía tambalearse. Entonces
escuchó al sacerdote junto a él, había llegado sin que lo advirtiese.
-El
efecto del ídolo comienza a desaparecer. Eso significa que van a sacrificarla
enseguida, ¡debemos actuar ya!- Le instó con vehemencia. -
Cooan trastabillándose se volvió a
tumbar en el altar y cerró los ojos, entonces los dos hombres y los nativos se
movieron, la rodearon comenzando a entonar cánticos. El sacerdote les
interrumpió entonando otra letanía de lo que parecían oraciones, eso enfureció
bastante al grupo. De forma inmediata un par de nativos se lanzaron contra él
pero los repelió con una especie de energía que les lanzó al suelo.
-¡Vamos
muchacho!- le espetó a Tom. – Aprovecha la ocasión, saca de ahí a tu mujer...
Sin
dudarlo ni un instante él se lanzó abriéndose paso entre un grupo de indígenas
que estaban en un estado próximo al trance. Uno de los individuos enmascarados
levantó un cuchillo apuntando al vientre de Cooan que, entonces abrió los ojos,
mostrando por su mirada que ahora si se trataba de la muchacha de siempre.
-¿Qué
estoy haciendo aquí?,- fue lo primero que dijo. Pero al ver el panorama que le
aguardaba enseguida gritó presa del miedo.- ¿Qué está sucediendo? ¿Qué hace?
¡Socorro!, que alguien me ayude, Tom, ¿dónde estás?
-Aquí
estoy, cariño.- Gritó éste mientras seguía abriéndose camino entre aquella turba de indígenas que trataban
de agarrarle - ¡Sal de ahí!
-Qué más
quisiera pero no puedo moverme,- chilló desesperadamente ella mientras el
indígena a su lado se disponía a clavarle el cuchillo elevando su vista al
cielo y mirando después al cráter del volcán. -
-¡El
ídolo, debes derribar el ídolo! -Le gritó el sacerdote a Tom - de él emana todo el poder.
El chico no se lo pensó, sólo tenía
unos segundos, agarró una piedra cercana
y la lanzó contra un indígena que le bloqueaba el paso. Acto seguido
saltó hacia el ídolo propinándole una patada de kárate que lo derribó de su
pedestal. Aquella figura estaba próxima al cráter. El indígena del cuchillo y
sus compañeros parecieron salir también de una especie de trance y miraron
aterrados hacia allí. Entonces Cooan notó que podía moverse, con una agilidad
felina se levantó de esa losa y corrió hacia su marido. Los indígenas, que
ahora parecían recobrados de la sorpresa, les miraban con una expresión de odio
e ira, les rodeaban y parecía que iban a atacar a la pareja de un momento a
otro.
-Transfórmate
Connie. - Le urgió Tom lanzándole el
collar con la piedra que guardaba a su esposa.- De lo contrario estamos
perdidos.
Ella lo agarró al vuelo y se lo puso
de inmediato invocando su transformación sin perder ni un segundo.
-¡Corazón
puro del fuego, dame el poder!...
Ante el asombro de todos los nativos
tras una sucesión de giros sobre sí misma, zarabanda de luces y efectos
visuales varios, Cooan se transformó en la Dama de Fuego. Después con su arco
en la mano, lanzó un par de flechas incendiarias contra el altar. Para asombro
del matrimonio todos los indígenas se arrodillaron ante ella al instante.
-Han
debido de creer que eres la reencarnación del Dios del volcán.- Supuso Tom
mirando la escena anonadado. -
-Sí -
confirmó el sacerdote que de inmediato
les urgió y esta vez con preocupación. -
Ahora debéis arrojar la figurita del ídolo maligno al corazón del mismo y
escapar de aquí.
-¡Nunca
lo permitiré! - escucharon una lúgubre voz a sus espaldas.-
Pertenecía a un hombre ataviado con collares de oro y
guirnaldas de flores negras. Llevaba una vara en su mano derecha y su mirada
parecía desprender fuego cuando les amenazó. Con odio e ira.
-
¡Moriréis si os atrevéis a profanar esta ceremonia sagrada!
-Eres tú
el que va a morir. Tu tiempo y el mío ya se han agotado y es inútil que te
aferres al pasado. Si debo acabar contigo para que lo comprendas, lo haré.-
Replicó aquel sacerdote enfrentándose a él. -
-¡Ja,
ja!,- rio ese individuo con un tono de locura. - No estás a la altura de mi poder...
-Eso ya
lo veremos- repuso su rival con tono
desafiante a la vez que repetía a la
atónita pareja. - Lanzad ese ídolo al volcán y marchaos, ¡pronto!
Entonces aquel hombre lanzó contra
él un oscuro rayo de energía que el sacerdote repelió con uno de color dorado.
Comenzó una gran pelea entre poderes mágicos. Tom mientras le repitió a su mujer en tanto ambos miraban asombrados
aquel combate místico.
-¡Venga,
Connie!, haz lo que él ha dicho, arroja ese ídolo al volcán. Antes de que sea
tarde.
-Será un
placer.- Replicó ella que apuntó con su arco a la pequeña estatuilla que reposaba
en aquel altar, junto a los restos de la otra más grande que su marido
derribó.- ¡Hasta nunca!…
Los indígenas estaban
a punto de recuperarla pero la saeta que ella disparó logró alcanzarla precipitándola al interior de aquel cráter.
- ¡Lo
conseguí! ¡Por fin, se ha terminado!- exclamó ella con un grito de júbilo saltando con los brazos extendidos hacia
arriba.-
-¡Nooo
malditos! - aulló aquel hechicero que pareció perder de inmediato todo su
poder. Así fue fácil para el sacerdote derrotarle y arrojarle con uno de sus
rayos dorados también al interior del volcán.-
-Hemos
ganado,- exclamó Tom también exultante de júbilo- ¡lo hemos conseguido!...
Pero aquello no fue tan simple, al
cabo de unos segundos la tierra comenzó a temblar, cada vez con más violencia y
desde la profundidad del cráter les llegó un rugido ensordecedor. Tom
comprendió lo que ocurriría en unos instantes. Gritando con patente horror.
-¡El
volcán va a entrar en erupción, debemos huir de aquí!
-Idos
con rapidez, el dios de la montaña va a dar rienda suelta a su ira ¡Corred! -
Les ordenó el sacerdote, confirmándoles aquello. –
-No nos
dará tiempo.- Aulló el espantado muchacho.-
-Ahora
es cuando deberás confiar en tu fuerza interior. Búscala dentro de ti.- Le
respondió ese hombre.-
La joven pareja no se lo hizo
repetir. A todo correr se apresuraron a bajar del volcán por aquel camino. Las
gentes que hace tan solo unos instantes parecían sus mortales enemigos les
ignoraban ahora dispersándose presas del pánico en todas direcciones. Al cabo
de unos minutos los chicos habían llegado al pie de la montaña que de pronto
liberó su furia. La erupción dio comienzo lanzando hacia la atmósfera multitud
de toneladas de roca. La pareja de esposos corrió a toda prisa hacia la playa.
-No lo
comprendo. – Pudo decir Cooan entre jadeos por la carrera.-Por lo que leí sobre
estas islas se supone que los volcanes de tipo Hawaiano no explotan, la lava
sale en plan viscoso.
-Ya lo
comprobarás luego. ¡Ahora corre! – Le urgió su marido dándole un buen pellizco en
el trasero al que su atónita esposa respondió con un… –
-¡Auu!
Tom. Eso me ha hecho daño.
-¡Eso
por lo de los rayitos y las bolas! – Replicó él también entre jadeos, pese a
que su esposa le mirase con expresión de desconcierto, sin comprender a qué
podría referirse. – Luego te lo explicaré…
Ella volvió a interrogarle con la mirada aunque no estaba la
cosa como para preguntar. Ambos se dieron toda la prisa que pudieron. Sin embargo el torrente de lava que brotó del
cráter se aproximaba a gran velocidad. Tom entonces creyó saber a qué se había
referido ese individuo. Se detuvo unos instantes ante la sorpresa mezclada con
horror de su mujer.
-¡Vamos
Tom! No te pares ahora.
-Tengo
que detener esa lava o no tendremos tiempo de huir.- Replicó él.-
-¿Pero
cómo vas a frenar eso? - Exclamó su
asustada contertulia.- ¿Te has vuelto loco?...
El muchacho recordó. Hacía unos
meses cuando junto a Roy y el resto
entrenó un poco. Desde luego él no estaba a la altura de los demás, pero sí que
podía presumir de sobrepasar las habilidades de un humano corriente. Su amigo
un día, hablando de los poderes que tenía, le comentó.
-Según
mi maestro Son Goku, un humano con capacidad mental y disciplina marcial podría
dominar la Onda Vital.
-¿La
Onda vital?...Se sorprendió el chico, afirmando.- Esa ráfaga de energía que
usáis Zafiro y tú.
-Sí.-
Repuso Roy comentándole jovialmente.- Todos somos capaces de utilizarla.
Nuestro maestro nos enseñó muy bien. Y creo que también tú serías capaz si te
concentras. El secreto es que tu fuerza interior fluya.
Tom asintió, entonces no logró
hacerlo, pero ahora sentía algo. Escuchó la voz de ese sacerdote que resonaba
en su cabeza…
-Piensa
en nuestro mítico rey. Él te dará el poder. Estás en sus dominios, encomiéndate
a él…
Y tras cerrar los ojos, dejando de
escuchar las angustiadas llamadas de Cooan para que corriera, el muchacho puso
ambas manos sobre su cadera derecha y repitió en tanto se concentraba…
-Kame ha
me haaaaa.. ¡Yaa!...
Para su propia sorpresa y el asombro
de su mujer, una ráfaga de azulada energía brotó de sus manos dirigiéndose
hacia la lava del volcán. En cuestión de décimas de segundo la alcanzó y la
detuvo, incluso la hizo retroceder algunos metros. No obstante, el chico se
agotó a los pocos segundos dejando de emitir esa fuerza. Aquel torrente de
fuego prosiguió entonces su avance de modo ya inexorable.
-¡Vámonos,
Tom! – Le impelió Cooan tirando de uno de sus brazos.-
Ahora sí que no se hizo de rogar y
junto a su esposa corrió con todas sus fuerzas. Sin embargo, para su asombro,
al llegar a la playa el sacerdote estaba delante de ellos. No sabían cómo lo
había hecho para llegar antes pero lo cierto es que estaba allí, levantando sus
brazos al cielo parecía repeler los innumerables pedruscos que caían desde las alturas.
Entonces les sonrió pidiéndoles con premura.
-Daos
prisa. Debéis escapar de aquí. Yo os protegeré todo lo posible. Pero no
aguantaré mucho tiempo.
-¿Y tú?
¿Qué va a pasar contigo?- Le preguntó Tom en voz alta tratando de hacerse
entender entre el rugido de la explosión. -
-Yo
pertenezco a este lugar, no os preocupéis por mí.- Sonrió enigmáticamente el
sacerdote que les urgió. - Salvaos deprisa...
- Pero.
¿Quién es usted?- Quiso saber una
atónita Cooan.-
Aunque su marido, observando como ahora sí más acorde con
las tesis de los vulcanólogos, un torrente de lava comenzaba a descender de
forma fluida por la ladera del volcán, no esperó a la réplica de aquel hombre.
El sacerdote ahora se volvía dándoles la espalda y elevando los brazos al cielo
como si de esta manera pudiera frenar la furia de la erupción.
-Mahalo
nui.- Le dijo el joven.-
- He
mea iki.- Respondió el aludido.-
-`O
wai kou inoa? ¿Quién es usted?- Quiso saber la muchacha, que para su propia
sorpresa, recordaba aun retazos de esa lengua.-
- Aloha
– Fue la única respuesta que recibió por parte de aquel extraño individuo.-
Y sin más ceremonias
Tom tiró de un brazo de su mujer haciéndola correr con él hacia una piragua cercana de las que habían
usado para traerles.
-¡Vamos!
Tenemos que darnos prisa. ¡Rema, Connie! - Le ordenó él que a su vez se hizo
con otro remo.-
Ella asintió. El matrimonio tras
subir rápidamente a esa embarcación no perdió ni un segundo. Ambos remaron como posesos. Al principio
descoordinadamente por los nervios con lo que la piragua no se movía mucho de
la orilla. El sacerdote desde la distancia les apremiaba a alejarse. La lluvia
de piedras ardientes había remitido pero en su lugar, del cráter del volcán
brotaba ya un mucho más denso manto de lava que avanzaba con gran rapidez hacia
la costa, precedido ahora por una nube de lo que parecía humo , gas y ceniza.
-¡Eso es
un flujo piro clástico! -. Gritó él horrorizado, sentenciando. - Si nos alcanza
nos incinerará. - Déjame remar a mí, Cooan. –
Ella obedeció de inmediato, con el terror reflejado en el
rostro al presenciar como aquello se abría camino desde la isla devastando cualquier cosa, árboles, u otra
vegetación que encontraba a su paso.
Finalmente tan pronto Tom pudo remar con ambos remos y su esposa, todavía
como justiciera lanzó un rayo de energía a modo de propulsión extra. Por suerte
eso les hizo adquirir velocidad y la piragua se adentró en el mar rumbo al
barco que alquilaran. Afortunadamente seguía por allí flotando a la deriva a
unos quinientos metros de la playa. Por fortuna el viento alejaba aquel humo
mortal lejos de la trayectoria de la piragua. A lo lejos podían distinguir los
resplandores del incendio provocado por la lava que seguía su avance. Comenzó a
escucharse entonces un ruido cada vez mayor. La isla que habían dejado atrás
parecía próxima a hundirse. El chico se daba toda la prisa que podía pero no
parecía avanzar lo suficiente.
-Si la
isla se hunde nos llevará con ella a las profundidades.- Exclamó una
horrorizada Cooan.-
-Pues
mejor démonos prisa.- Replicó Tom.-
El chico se notaba algo más
descansado y decidió volver a lanzar otro chorro de energía.
-Kamehameha..!-Exclamó.-
Aunque bastante más débil que el
primero bastó al menos para darles un impulso adicional precioso.
-Así
avanzamos mucho más deprisa.- Afirmó él.-
Cooan sujetándose a
la embarcación le ayudó lanzando otro rayos de energía que les impulsó más
aprisa. Su yate ya estaba a unos pocos metros.
-Ya
estamos llegando.- Suspiró la aliviada joven.-
Tuvo que gritar para hacerse oír, puesto que el ruido de la
erupción y otros que parecían de explosiones era pese a todo ensordecedor. Por
fin llegaron al barco y subieron, Tom levó el ancla y su mujer desplegó las
velas. Desde la lejanía aún pudieron ver al sacerdote sobre un risco rodeado de
un mar de lava. Él pareció mirarles y sonreír, pero no podían asegurarlo por la
distancia. En ese momento, un viento surgido de la nada hinchó sus velas y el
barco se alejó rápidamente de allí. Entre las luces del amanecer podían escuchar
el fragor de la lava entrando en contacto con el agua del océano que se
evaporaba al instante. Al poco una densa niebla originada por el vapor fue
cubriendo la isla que despareció a sus ojos. Por fin escucharon una atronadora
explosión. La onda de choque zarandeó el barco que milagrosamente capeó unas
tremendas olas que venían desde donde había estado aquella isla. Poco a poco el
mar pareció tranquilizarse y ambos pudieron respirar aliviados aunque empapados
y sin resuello.
-Estaba
tan asustada que ni siquiera me he acordado de marearme,- declaró Cooan entre
una nerviosa risa de alivio. -
- Mi
amor. ¡Gracias a Dios! Cuanto me alegra ver que eres tú otra vez- Le dijo Tom
sosteniendo las manos de la chica entre
las de él. -
-¿A qué
te refieres?- quiso saber ella visiblemente sorprendida. -
-¿Es que
no te acuerdas?- le preguntó su marido con cara de sorpresa para contarle aun
con tono de cierto reproche. - ¡Casi me matas!
-¿Quién
yo?- Inquirió Cooan asombrada a su vez, negando con la cabeza para replicar
visiblemente confundida. - Sólo recuerdo que salimos en este barco y después
que me vi tumbada en un altar con un tipo que quería matarme con un cuchillo.
¿Y quién era ese otro hombre que nos ha ayudado?
-Ni
siquiera le pregunté su nombre - admitió su marido apenado- y eso que se
sacrificó por nosotros.
-Debemos
informar de lo que ha pasado, - Dijo la joven - aunque esa explosión se debe de
haber sentido a muchos kilómetros.
-Mira -
señaló él hacia el horizonte interrumpiendo a su mujer-, es un barco.
A poca distancia de ellos vieron a
un buque de búsqueda marítima. Parecía uno de los guardacostas, llevaba bandera
norteamericana. Tom les hizo señales agitando los brazos y ambos gritaron lo más fuerte que pudieron. La fortuna
les sonrió pues el barco dio señales de luces con un foco que llevaba sobre su
cubierta y puso rumbo hacia ellos. Al cabo de unos minutos les abordó y un
grupo de oficiales subió a su embarcación.
-El
dueño de este yate estaba preocupado. - Les dijo uno de ellos. - Les alquiló el
barco por un par de horas y hace cinco que se fueron.
-Es una
historia muy larga- respondió Tom tratando de urdir algo. – Nos desorientamos y
hemos estado en una isla cercana.
-¿Una
isla?- intervino otro de los sorprendidos oficiales negando de forma incrédula.
- Aquí no hay ninguna isla, excepto de la que salieron, en un radio de
trescientas millas.
-¡No
puede ser!- objetó Cooan alegando.- Si hace apenas una hora que salimos de
allí. Un volcán estalló y escapamos de milagro, han tenido que oírlo.
-¿Pero,
qué dice señorita?- le respondió otro oficial con acento de sorpresa en su voz.
- Por aquí no hay ninguna actividad volcánica. Al menos desde hace doscientos
años.
-Oiga,
mi mujer les dice la verdad.- Intervino el chico. - Si no es por un sacerdote
que nos protegió no lo habríamos contado. - De seguido, ante la extrañeza de
esos oficiales, el muchacho les narró lo mejor que pudo la historia para
concluir. - Les aseguro que no estamos locos, ni tratamos de tomarles el pelo.
Los oficiales se miraban unos a
otros incrédulos, Tom pensó que ellos no le creerían. Ahora comenzó a
inquietarse. ¿Y si les tomaban por locos? O peor aún, por delincuentes. El
dueño de ese barco a buen seguro que podría demandarles y la una excusa que
tenían era esa inverosímil historia.
-Tampoco
yo me creería ni una sola palabra si me lo contasen.- Tuvo que admitir el chico
a su pesar.-
Pero, para su asombro uno de los
guardacostas les confesó
-No
teman, no son ustedes los primeros que andan contando cosas así.
-¿A qué
se refiere?- quiso saber la perpleja Cooan.-
-Hay una
historia de hace más de dos siglos. Habla de una erupción volcánica que
destruyó por completo una isla santuario. Allí se practicaban rituales
malignos. Se dice que un sacerdote experto en magia blanca acabó con aquellos
ritos invocando al espíritu del volcán y derrotó al malvado hechicero que
trataba de sembrar el mal. Los nativos cuentan que recibió la ayuda de una
noble y valerosa pareja de extranjeros. Según ellos eso fue lo que hizo
estallar la isla y la sepultó para siempre en el océano. Pero sólo es una
leyenda. De todos modos, como ya les he comentado, no son ustedes los primeros
que dicen haber visto u oído cosas extrañas al pasar por esta zona. Aunque
nunca nadie dijo haber visto ninguna isla.
Tras escuchar esa narración los dos
esposos se miraron boquiabiertos.
-¡Doscientos
años ha dicho!- Repitió ella sin poder creérselo. - Pero eso no puede ser
posible.
-Señorita,-
contestó otro de los guarda costas con tono algo resignado. - Ustedes entraron
en aguas del triángulo. No se imaginan la cantidad de historias extrañas que
nos han contado las personas que han atravesado este lugar. Incluso algunas
desaparecieron y jamás han vuelto a ser vistas, son de los pocos afortunados
que han salido de aquí.
-Ahora
hemos salido ya de esas aguas.- Terció otro guardacostas- si desean que les remolquemos hasta el puerto
podemos hacerlo, así llegarán antes.
Tom y Cooan se miraron y éste dijo a
los sorprendidos oficiales.
-No,
muchas gracias, volveremos nosotros mismos. Quizá sea la única oportunidad de
navegar tranquilos.
-Muy
bien- convino un oficial que mirando al cielo les aconsejó. - Pero mejor dense
prisa porque parece que se prepara una tormenta.
El cielo en efecto había tomado un
color gris plomizo que filtraba algunos rayos de sol que daban al agua marina
una tonalidad acero opaca, como el color de camuflaje de los buques de guerra.
Las nubes poco a poco habían cubierto el cielo y eso presagiaba la inminente
tormenta, así como la fresca brisa que mecía las velas. Los jóvenes recién
casados despidieron a los oficiales que volvieron a su barco. Tras una rápida
maniobra la patrullera se separó
dejándoles en medio del mar.
-Será
mejor que nos demos prisa, Tom - Le sugirió Cooan algo intranquila - sólo nos
faltaría sufrir una tormenta
-No te
preocupes cariño.- La tranquilizó él. -
Tendremos tiempo, ya lo verás.
El muchacho puso rumbo tras la
estela del guardacostas, la brisa que ahora era un ligero viento hinchaba las
velas y el barco avanzó surcando las aguas con velocidad. Como si de una
cuchilla se tratase hendía las olas poniendo rumbo hacia los pocos claros que
quedaban en el cielo. Algunos rayos del atardecer se colaban por ellos dándole
una amplia gama de tonalidades al agua del mar. El sol parecía querer librar
una batalla perdida de antemano contra aquella concentración de nubes que
amenazaba con taparlo, pero Tom y Cooan ya no se preocupaban por esto.
Abrazándose mutuamente sólo disfrutaban de la gran belleza de esa vasta
extensión de mar y cielo que tomaban contacto mutuo lejos, en un remoto
horizonte. El muchacho conectó la radio para poder localizar su posición,
aunque en vez de oír la voz del práctico del puerto ambos escucharon una
hermosa canción en lengua desconocida. Que por alguna extraña razón podían
entender. Al menos en su intención. Era como si alguien les diera las gracias…
Iiiiiiiiiiiiii
Ariadiamus late ariadiamus da
ari a natus late adua
A-ra-va-re tu-e va-te
a-ra-va-re tu-e va-te
a-ra-va-re tu-e va-te la-te-a
Ariadiamus late ariadiamus da
ari a natus late adua
A-ra-va-re tu-e va-te
a-ra-va-re tu-e va-te
a-ra-va-re tu-e va-te la-te-a
A-na-ma-na coo-le ra-we
a-na-ma-na coo-le ra
a-na-ma-na coo-le ra-we a-ka-la...
a-na-ma-na coo-le ra-we a-ka-la........
ah-ya-doo-ah-eh
a-na-ma-na coo-le ra-we a-ka-la.....
a-ya-doo-ah-eh...
a-ya doo a-ye
a-ya doo a-ye
A-na-ma-na coo-le ra-we
a-na-ma-na coo-le ra
a-na-ma-na coo-le ra-we a-ka-la...
a-na-ma-na coo-le ra-we a-ka-la........
ah-ya-doo-ah-eh
a-na-ma-na coo-le ra-we a-ka-la.....
a-ya-doo-ah-eh...
a-ya doo a-ye
a-ya doo a-ye
Escuchaban embelesados aquella tonada, con la hermosa voz de una mujer y coros infantiles, que quizás pertenecieran a los habitantes de aquella misteriosa isla, quien sabe. Al terminar, los dos abrazados miraron hacia el horizonte.
-Por alguna extraña razón, comprendo lo que dice.- Sonrió Cooan.-
a-ri-a-di-a-mus la-te
a-ri-a-di-a-mus da
a-i-a na-tus la-te a-du-a.
A-ra-va-re tu-e va-te
a-ra-va-re tu-e va-te
a-ra-va-re tu-e va-te la-te-a.
A-na-ma-na coo-le ra-we
El viento seguía hinchando las velas
y su embracación avanzaba a gran velocidad tratando de eludir la creciente
formación de nubes que ya presagiaba tormenta, en tanto ellos ponían proa a la
puesta de sol.
a-na-ma-na coo-le ra
a-na-ma-na coo-le ra-we a-ka-la...
a-na-ma-na coo-le ra-we a-ka-la........
ah-ya-doo-ah-eh
a-na-ma-na coo-le ra-we a-ka-la.....
a-ya-doo-ah-eh...
a-ya doo a-ye
a-ya doo a-ye
ya-ka-ma ya-ma-ya-ka-ya me-ma
a-ya-coo-ah-eh mena
ya-ka-ma ya-ma-ya-ka-ya me-ma
Y
abrazados ambos, con Tom al timón, se deleitaban contemplando aquella enorme
belleza natural, sin sentir el menor temor y sí un gran sentimiento de
libertad.
a-ya-coo-ah-eh mena
ya----ka--ma me--ah
a-ya-coo-ah-eh mena
ya----ka--ma me--ah
(Adiemus,
Karl Jenkins, ENYA. Crédito al autor)
- Al
final no ha estado tan mal, ¿verdad Connie?- le susurró su marido al oído. - Ha
sido una Luna de Miel muy divertida.
-Espera
a que se lo contemos a los demás.- Sonrió ella. -
-Creo
que esto podría ser nuestro secreto.- Le propuso él, añadiendo con pose algo
reflexiva –y quizás algún día podríamos contárselo a nuestros nietos.
-Vaya,
¿no estás corriendo demasiado?- respondió la chica divertida, sin demorarse en
recordarle con una gran y pícara sonrisa. - Para tener nietos, primero debemos
ir a por nuestros hijos.
-Y de
eso nos encargaremos cuando volvamos a casa, ya lo verás.- Sonrió a su vez Tom.
-
-¿Y por
qué esperar tanto, si podemos comenzar ahora?..- Le sugirió Cooan con voz
melosa. -
-No nos
queda mucho para llegar a puerto,- objetó el chico un tanto azorado ahora. -
Sería algo embarazoso que el barco chocase contra el muelle porque tú y
yo....ya me entiendes...
-Estoy
dispuesta a arriesgarme, si tú lo estás, claro que... si tanto te asusta la
idea...- Repuso ella fingiendo cierta decepción. -
Entonces su esposo la miró atónito,
luego en cuestión de instantes su expresión cambió y sonrió con picardía. ¡Qué
demonios!
-Ciertamente
hemos salido de cosas peores - Declaró resueltamente él que rodeó a Cooan con
los brazos mientras la besaba. -
Así los dos se dejaron caer sobre la
cubierta del barco mientras éste se acercaba cada vez más a la costa dejando
tras él aquella incipiente tormenta y el misterio de esas aguas. Por fortuna
Tom y Cooan terminaron antes de encallar y pudieron volver sin más novedades a
su casa. El resto de la Luna de Miel transcurrió sin incidentes. Con una visita
a los padres del chico en Kansas para que Cooan conociese mejor a su nueva
familia. Al poco volverían a su casa y a sus vidas. Y así, después de muchos,
muchos años, pudieron efectivamente contar a sus hijos y nietos aquellos
sorprendentes sucesos en los que se vieron envueltos en aquella inolvidable
aventura, una más en su ya larga lista.
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