domingo, 31 de agosto de 2014

GWHC09 Las peripecias de Nephrite

En una soleada mañana Londinense, un lujoso deportivo rojo se detuvo cerca de la concurrida calle del Sojo, la puerta del conductor se abrió y de ella emergieron unas piernas enfundadas en un pantalón blanco que armonizaba con una chaqueta y unos zapatos del mismo tono, subiendo la mirada por el cuerpo, un pecho ancho y robusto y unos hombros fornidos servían como percha ideal a una chaqueta de corte deportivo e igualmente blanca. Un pañuelo de seda negro ocultaba el cuello y se reunía con unos largos cabellos de color castaño. Más arriba dos ojos azules como el cielo de aquella mañana escrutaban la calle mientras el hombre avanzaba dando largos y seguros pasos que acompañaba con un largo bastón de madera noble rematado por una empuñadura dorada. No lo portaba con fines prácticos sino más bien como un elemento de distinción ornamental más. El hombre penetró por una calleja anexa al bullicio general flanqueada por elegantes boutiques y tiendas de todo tipo, las escasas personas que se cruzaban con él inmediatamente le saludaban de forma muy amable.

-Buenos días, señor Saint Join...

-Encantados de verle señor Saint Join, espero que tenga usted un buen día.

            El señor Saint Join expresaba a su vez a todas aquellas personas los mismos deseos o bien las saludaba educadamente con una leve inclinación de su cabeza y una sonrisa. La calleja se prolongaba hasta una zona algo más ancha y luego torcía de nuevo. Aquel hombre siguió andando hasta llegar frente a una tienda obviamente de un nivel elegante y exclusivo, a tono con las restantes de esa calle. Sin pensarlo abrió la puerta y escuchó el familiar repiqueteo de las campanillas que anunciaban la llegada de algún cliente, pero en este caso la dependienta, una mujer madura de color algo regordeta, reconoció en él al propietario y le saludó con una amplia sonrisa.

-Buenos días señor Saint Join, ¿cómo está usted esta mañana?...

-Bien, gracias Peggy.- Replicó él con una voz suave y bastante  amable para preguntar - ¿Algún mensaje para mí?...

-Sí, llamó el señor Edgar para recordarle que desea que le encuentre su mesita estilo Luis XV...y la señora Heard que quiere consejo sobre algún candelabro de tres brazos del siglo XVIII para adornar su piano de cola...

-Un candelabro del siglo XVIII sobre un piano de cola,- repitió con un ligero tono entre incrédulo y reprobatorio.- ¡Que supina ordinariez! Pero allá ella... ¿ha llamado Amanda?,- preguntó de forma que podía entenderse que era lo que más le interesaba saber -...

-No- replicó Peggy con otra sonrisa. - Pero supongo que lo hará...

-Esto de que esté cubriendo esa reunión en Europa es algo bastante fastidioso, pero a fin de cuentas es su trabajo.- Declaró él resignadamente -...

-Y le gusta hacerlo bien- subrayó Peggy -

-Como nuestro trabajo a nosotros, pese a lo zafios que puedan resultar algunos clientes...pero, qué le vamos a hacer...- suspiró él -¡Oye!, comentó algo sorprendido entonces.- ¿No hemos tenido antes esta misma conversación?...Me suena mucho…

-No señor.- Sonrió su interlocutora.- Al menos no que yo recuerde…

Saint Join se encogió de hombros  con gesto reflexivo y tomó asiento en un butacón de cuero situado en una esquina del local. Dejó de pensar en eso, dado que no recordaba exactamente. Quizás estuviera equivocado o fuese lo que se llamaba un déjà vu. Dedicó entonces su atención a mirar a su alrededor. Allí se apelmazaban numerosos objetos de todas clases. Todas antigüedades de mayor o menor valor, pero en general de bastante buen gusto. Grandes arañas de bronce y cristal colgaban del techo y multitud de alfombras se esparcían por el suelo de la tienda. Algunas bien estiradas y dispuestas a la vista otras enrolladas y apiladas a un lado. Mesitas de todo tipo de material y tamaño y complementos de cualquier clase podían contemplarse dispuestos en un cierto orden. En un estante cerrado por un grueso cristal a prueba de balas se encontraban los objetos más valiosos, relojes de oro y brillantes con cadena, gemelos, alfileres de corbatas, abrecartas y demás. Todos hechos en metales preciosos y con adornos de pedrería en muchos casos o exquisitos dibujos. Muchos con caprichosos diseños de afamados artistas que les hacían costar ya de por sí una fortuna, sin tener en cuenta el material. El señor Saint Join jugueteaba con un abrecartas que había sacado cuando sonó el teléfono. Con cuidado, devolvió el objeto a su lugar en la vitrina y antes de que Peggy atendiera la llamada él se adelantó.

-Sí, tienda de antigüedades Classic Style, Nephrite Saint Join al habla...


Una aterciopelada voz de mujer replicó de una forma muy familiar.


-Nephrite cariño, espero que estés bien, te llamo desde Bruselas. Parece que la conferencia terminará en unos dos días, yo estaré aquí hasta entonces...

-Me alegra oírte Amanda. - Sonrió él como si su interlocutora pudiera verle. - Has tardado en llamar, supongo que habrás tenido mucho trabajo...

-No te lo imaginas...para acercarte hasta los ministros hay que hacer juegos malabares. Conseguir pases de prensa, recomendaciones y un sin fin de cosas...

-Pero seguro que tú lo has conseguido, eres bastante tenaz- aseguró él -...

-Es cierto, pero ya me conoces...me gusta lograr todo lo que quiero...

-En eso te pareces a mí y ahora quiero que vuelvas pronto - le pidió él con voz melosa -...

-Ten paciencia y te prometo que te traeré algo que te gustará.- Replicó ella con un interesante tono de voz. -

-Lo que más me gustaría es que te traigas tú misma envuelta en un gran lazo y sin nada más- sonrió Nephrite mientras lo decía. -


Como si le hubiera visto, Amanda sonrió a su vez al responder.

-Ya veremos, aunque yo pensaba en algo más convencional...

-Me parece muy bien, pero no me conformaré sin lo otro - insistió él -...

-Tengo que colgar, la rueda de prensa va a comenzar en unos minutos y hay que encontrar un buen lugar para obtener declaraciones. Hasta pronto Nephrite.- Se despidió ella. -

-Hasta pronto...- replicó éste mientras escuchó el ruido del auricular al cortarse la comunicación, con suavidad dejó el teléfono, una góndola de intrincada decoración y hecha en plata con adornos en oro. - Bueno, bueno, bueno. -Musitó de forma pausada y suspiró resignadamente para decir. - Habrá que ponerse a trabajar....

-Se nota que echa de menos a Amanda y eso que sólo han pasado tres días desde que se fue.- Intervino Peggy mirándole con una sonrisa de complicidad. -

-Me han parecido tres siglos, desde que la conocí no me hago a la idea de estar separado de ella.- Admitió Nephrite. -

-Si no es indiscreción, ¿cuánto tiempo hace que se conocen?...

-Unos dos años, si no recuerdo mal. La conocí cuando me vine a vivir a Londres, aquellos sí que eran unos días movidos.

-¿Lo del robo de los diamantes?... ¿la conoció por eso?- adivinó Peggy con cara de sorpresa. -

-Así es...es una historia larga, bueno siempre se suele decir eso de las historias. Pero, en este caso desde luego que es verdad. Comienza algún tiempo antes, cuando yo vivía en Japón.

            Miró a la puerta atraído por el repiqueteo de la campanilla. Eran dos personas, un hombre y una mujer de aspecto distinguido y algo mayores. Se levantó y les atendió, una vez se fueron, entró un hombre joven al que despachó Peggy.  Durante los siguientes minutos otras personas fueron entrando, unas a mirar, otras a preguntar precios. Nephrite no se ocupó personalmente de ellos, dejó que su empleada se hiciera cargo. Ella era muy buena en su trabajo y podía ocuparse sin ninguna dificultad en asesorar a los clientes o en vender cualquier cosa. Había aprendido muy eficazmente desde que entró a trabajar a su servicio. Él mientras tanto pensaba. Aquellas preguntas de Peggy le habían hecho retrotraerse un poco. Recordaba los primeros días de su vuelta a Japón. Justo tras derrotar a los demonios…

-Sí, fueron unos días realmente entretenidos.- Pensaba.-

            Nephrite celebró la fiesta de la victoria con sus amigos, estos tenían ya sus planes hechos y la fortuna de contar con unas estupendas mujeres que les aguardaban. Roy había podido reunirse con Bertie. Zafiro estaba abrazando nuevamente a Petz, su amor de siempre. Incluso Diamante les dijo que él no pararía hasta rescatar a Esmeralda, una muchacha que le sirviera en sus tiempos de príncipe de Némesis. Según le confió alguna vez cuando ambos entrenaban en el Rincón del Alma y del Tiempo, Landar le había asegurado que quizás podría rescatarla de donde se hallaba. De hecho Diamante y él se habían hecho muy buenos amigos. Como solía decir Roy cuando bromeaba con ellos o bien quería tomarles directamente el pelo. Sus altezas los principitos. Aún recordaba divertido la vez en la que se presentaron, cuando Diamante de forma algo rimbombante dijo ser el príncipe de Némesis y Roy, con sorna le respondió que él era príncipe de Bel- air. Diamante lo era desde luego de aquel oscuro mundo exterior, pero Nephrite  lo fue de la Tierra, vasallo directo del príncipe Endimión. Uno de los príncipes de los Cuatro Cielos. Aunque ya no pudiera usar ese título, al menos oficialmente. Solo lo utilizaba para firmar en cosas relativas a amigos de mucha confianza. Pero lo de su estrambótico amigo…Desde luego que tanto él como Diamante se quedaron atónitos y el propio  príncipe de Némesis se interesó por aquel lugar llamado Bel Air. Después, cuando todo pasó, Roy se ocupó, entre las risotadas de otros amigos suyos como Tom, en poner un televisor y desvelarles de dónde veía aquello. Ahora se sonreía rememorando aquellas payasadas. Lo cierto es que junto con Diamante, el hermano menor de éste, Zafiro, Ail, un extraterrestre bastante peculiar y Roy había entrenado y luchado, desarrollando una excelente amistad y camaradería. Tristemente sus caminos debían separarse y cada uno de ellos afrontar una nueva vida. Al menos sus compañeros tenían a sus chicas o la promesa de una esperándoles. Eso le llevaba a su reflexión original. Cuando todo terminó y pudo volver a hablar con las guerreras lo primero que hizo fue preguntarles por Naru. Seguramente ella sería ahora mayor. De hecho era una niña cuando se conocieron, pero él se enamoró igualmente. Gracias a esa muchacha y su bondad él desertó de las filas del mal, aunque pagando un alto precio. Fue muerto tratando de protegerla. Esperaba haber ido al infierno por su vida  llena de actos malvados, pero para su sorpresa llegó al Cielo. Allí conoció a aquel mago, Landar, que le desveló que precisamente el amor era lo que le había redimido. Entonces le ofreció la posibilidad de entrenarse y de luchar contra el mal. Podría volver a vivir. Él aceptó sin pensarlo dos veces. No obstante las cosas no salieron como había imaginado. Cuando la Guerrera Luna le contó  la situación de Naru se lo dejó bien claro Todavía recordaba aquellas palabras de las guerreras…

-No puedo negarlo. Aquello me dolió más que cualquier ataque.- Suspiraba pensando en ello.-

 En aquel campo de batalla todos estaban muy intrigados pero parecía que aun deberían aguardar, no obstante Nephrite optó por preguntar algo más personal.

- Debéis contadme todo lo que ocurrió en el mundo desde que fui asesinado. ¿Qué tal está Naru? - Quiso saber con mucho interés. -

- Bueno, ahora sale con un chico.- Le contó Guerrera Júpiter un poco envarada para explicar - tras la batalla final contra el Reino de la Oscuridad. Es largo de explicar. Todos perdimos la memoria, como te digo es una larga historia. Yo la verdad es que ni te conozco. Aunque – suspiró reflexiva – Me recuerdas mucho a un antiguo…

- ¿Novio que tuviste?- se sonrió su compañera Minako para afirmar divertida. – Chica, ¡siempre estás con lo mismo!

            Aunque esta vez la Guerrera Júpiter no se rio con las demás y si insistió con gesto sorprendido y confuso.

- No sé. En este caso hay algo, pero no recuerdo…

            Lo cierto es que él también dedicó una mirada curiosa a esa joven. Makoto como le dijeron que se llamaba en su identidad civil. Sentía alguna extraña familiaridad, pero enseguida olvidó aquello cuando otra de las sailors intervino.

- Bueno. – Terció Ami dirigiéndose ahora a Nephrite que observaba todavía a Júpiter  con algo de desconcierto. – La verdad es que desde que tú moriste sucedieron muchas cosas.

- Si, es largo de contar - asintió Rei agregando apenada. - Y algunas de mis compañeras ni tan siquiera saben bien quién eres tú. Todavía no habían emergido como guerreras entonces. O no te recuerdan de sus pasadas vidas.  De hecho la propia Naru ignora quién eres. Para que lo supiera, deberíamos devolverle los recuerdos que perdió cuando Usagi purificó la Tierra al destruir a Metalia y eso podría ser muy doloroso para ella.

- Ahora tiene una vida hecha y estable y sería muy duro cambiársela. - Afirmó Ami con el  mismo pesar. -

- Comprendo - repuso apagadamente Nephrite bajando la cabeza y añadiendo con resignación. - Quizás sea mejor dejar las cosas como están. De todas maneras, iré con vosotros. Quiero saber todo lo ocurrido y comenzar una nueva vida allí, en Japón.

-Sí, te garantizo que eso es lo mejor. Me alegra que lo comprendas.- Afirmó Usagi posando una de sus manos en el hombro izquierdo del chico que asintió.-

            A su pesar Nephrite lo entendió. Pese a que la amaba o precisamente por ello, no quiso hacerle a Naru algo semejante. Decidió sacrificarse. La vida comenzaría verdaderamente de cero para él. Volvió a Japón con las guerreras y abrió una tienda de antigüedades. Tuvo suerte. Algunos representantes de los distintos gobiernos del mundo le dieron a él y  sus amigos toda clase de facilidades en recompensa a su labor. Sin apenas darse cuenta comenzó con el negocio y las cosas le iban muy bien. Siempre tuvo mucho talento para negociar y elegir objetos valiosos y antiguos. Aunque había una cosa, al menos una, que no renunciaba a llevar a cabo. Era aquella vieja promesa que le hizo a Naru. Si bien no podía recobrarla a ella sí que podría tratar de honrar su palabra, aunque la muchacha ni lo recordase siquiera. Él aún tenía presentes las palabras de aquella chica cuando tras rescatarla de los esbirros de Zoisite, que la secuestraron para chantajearle, fue herido. La llevaba en brazos cuando ella suspiró agradecida.

-Ha venido a salvarme, muchas gracias.

-No me las des. Ni yo mismo sé bien porqué lo he hecho…

            Pudo replicar él, que ciertamente se hallaba desconcertado por su propio proceder y más cuando, a pesar de su propio asombro le confesó.

-Te estuve engañando todo el tiempo. En el fondo soy un villano, lo he sido siempre y eso es algo que no va a cambiar.

-No me importa – le sonrió la muchacha dejándole aún más sorprendido cuando ella añadió de forma dulce. - Mientras esté a mi lado no me importa ser engañada.

Él la dejó de pie en el suelo mirándola con estupor. La chica le seguía sonriendo de aquella manera tan especial, que a él le llegaba dentro de su corazón, barriendo cualquier otro tipo de sentimiento, incluso los negativos que tenía como general de Metalia. Entonces Naru miró en varias direcciones con gesto preocupado, Cerca había un parque y ella le tomó de una mano guiándole dentro. Tomaron asiento apoyándose en un árbol. La chica rasgándose parte de la chaqueta de su propio pijama le decía con inquietud cuando vio rastros de su verdosa sangre.

-Le han herido por mi culpa. ¡Cuánto lo siento! Y esos malvados pueden volver.

-No te preocupes – sonrió él quitándole importancia. – No es nada.

Como luchador estaba acostumbrado a cosas peores. Aunque ella se dio buena maña en vendar aquel rasguño y él pudo mover el brazo con soltura.

-Muchas gracias. – Pudo decir el chico, en verdad tan reconocido como sorprendido por aquel grado de atención y de cariño que había puesto ella  en aquella cura de emergencia. -

-Señor Saint Join - repuso la chica de forma tímida, casi vergonzosa -  Cerca de aquí hacen un delicioso postre de chocolate. Y yo me estaba preguntando. ¿Le gusta a usted el chocolate?

-Sí, me gusta – pudo decir él dubitativamente, en realidad ni sabía lo que era eso. -

Aunque la chica lo notó enseguida puesto que replicó con suavidad pero a la vez contundencia.

-Miente. Pero lo hace por amabilidad y con elegancia.

-Lo siento mucho. – Pudo decir él.-

Realmente Nephrite no sabía casi hablar con otros sin mentir. Aquello era tan consustancial en su reino, dónde siempre había que desconfiar de los demás y cubrirse las espaldas, que a su pesar era difícil a veces para él decir la verdad, incluso en temas tan triviales.

-No se preocupe, no me importa- sonrió tímidamente ella que añadió. – Verá. Había pensado que, si alguna vez pudiéramos ir usted y yo a comer ese postre de chocolate sería muy bonito. ¿No cree?

-Si - contestó entonces él de forma firme. – Iremos alguna vez.

-¿Lo dice de verdad? – Afirmó ella esperanzada. -

-¿Crees que te miento? – Pudo replicar él y esta vez siendo capaz de expresar lo que realmente sentía. -

-No, sé que ahora lo dice de veras. ¡Soy tan feliz! 

El chico la miró sorprendido. Esa jovencita podía leer en él como si de un libro abierto se tratase, se dio cuenta de que ya no podría ser capaz de engañarla. Además, tampoco deseaba hacerlo ya. Y lo cierto es que entonces él pensó que por qué no cumplir con su palabra. Después de lo que había sucedido lo mejor sería dejar el reino de la oscuridad. Abandonar a esos malvados de los que ahora renegaba e incluso unirse a la Guerrera Luna para combatirles. Él podría ser de gran ayuda. Conocía su emplazamiento y sus planes y ya no le parecía tan adecuado lo que querían hacer con ese mundo. Sobre todo si eso amenazaba a personas buenas como Naru. Lo irónico de todo es que él mismo quiso emplear aquello como una argucia. Desertar para unirse al enemigo era una mentira que él mismo le había contado a  esa muchachita en la esperanza de que ella le revelara quién se escondía tras Guerrero Luna. Ahora en cambio deseaba que llegase a ser posible. Meditaba aquello cuando la chiquilla le miró con gesto candoroso y le preguntó curiosa.

-¿En su mundo hay algún día en el que ustedes no tengan que trabajar porque sea fiesta?

Nephrite se quedó sorprendido. Jamás había oído tal cosa. Tuvo que reírse sin poderlo evitar para contento de la muchacha que se lo hizo notar.

- ¡Se ha reído! ¡Qué tontería!  ¡Yo rio y lloro al mismo tiempo!

            Entonces fue cuando los esbirros de Zoisite le sorprendieron desprevenido y le hirieron mortalmente. No tuvieron piedad y se burlaron cruelmente de él. Pese a todo luchó para proteger a esa muchacha salvándola incluso de un posterior ataque en el que terminó perdiendo sus últimas reservas de energía. Al final la Guerrera Luna llegó a tiempo junto con sus aliadas y le vengó. Nephrite agonizó en los brazos de la traumatizada Naru que lloraba desconsolada. Mientras él se dirigía a su antigua enemiga…

-Vaya, Guerrera Luna… al parecer tu identidad seguirá siendo un misterio después de todo…

-No te mueras, hombre.- Pudo replicar afablemente ella con el asentimiento de sus otras dos compañeras.-

-Lo siento… - pudo decir ahora a la angustiada Naru, en tanto sentía como la vida le abandonaba por momentos.- No podré…ir contigo… a esa cita…

-¡No!- Sollozaba ella tratando de sostenerle entre sus brazos.- Prometió ir a comer postre de chocolate conmigo… ¡No me deje…por favor…Nephrite!…

Y para él ya todo fue oscuridad. Después reaparecería en el Cielo y cuando todo pasó. Tras la victoria contra los demonios las sailors le pusieron al tanto de todo. Recordó aquello con cierto poso de amargura. Pensaba también cuando estando ya en Tokio e instalado fue a visitar a Usagi Tsukino, mejor dicho, a quién antes de su muerte él pudo descubrir que era la identidad civil de la  Guerrera Luna. Y le pidió un favor. Cuando ella le escuchó se quedó sorprendida, e incluso se emocionó.

-¿Harías eso por mí?- Preguntó él sin tener la certeza de ello.-

Por fortuna, alguna lágrima caía por el rostro de la muchacha cuando asintió afirmando.

-¡Claro que sí! Es algo muy hermoso…

            Y sin perder apenas ni un instante esa chica llamó a su amiga Naru. Adoptando su característico tono jovial le dijo que quedaban en el parque, cerca del kiosco de los postres de chocolate. Por suerte ese día Umino estaba de actividades extraescolares en una clase de informática. Por supuesto como parte del plan Usagi no se presentó. Su amiga lo achacó a que siempre llegaba tarde. Resignada esperó sentada en un banco próximo. Allí la vio Nephrite. Al acercarse a ella se sorprendió. La muchacha estaba bastante más mayor, incluso más bella de lo que la recordaba. Aguardando  con un vestido color verde claro y un bonito lazo a juego en el pelo. Eso hizo que aún le doliese más el tener que renunciar. Pero tratando de dominar aquella sensación y reuniendo valor se acercó hasta la chica. Ella no reparó en su presencia hasta tenerle justo al lado y se sobresaltó.

-Perdóneme si la he asustado. - Se excusó él -. Verá, quisiera pedirle un favor, señorita.

-¿A mí?... - Se señaló ella con gesto sorprendido.-

La joven se quedó mirando a ese apuesto tipo de largo pelo castaño hasta los hombros no sin cierta desconfianza, dado que estaba escarmentada de situaciones similares. Por su parte Nephrite decidió ir rápidamente al grano, no quería asustarla sin necesidad. De modo que, tal y como lo fue aquella última vez que se vieron, habló con sinceridad, apelando al corazón.

-Perdón, ni me he presentado. Me llamo Nephrite Saint- Join.

-Naru Osaka, encantada. – Replicó ella de forma algo dubitativa pero educada. -

-Pensará que es una tontería pero verá. Hace algunos años le hice una promesa a una señorita tan joven y bella como usted. Ella me propuso que comiéramos aquí un postre de chocolate. Yo acepté. Desgraciadamente no pude cumplir mi palabra y la perdí. Lo cierto es que al verla aquí sentada, junto a ese quiosco…- Guardó silencio entonces durante unos instantes para reunir el valor suficiente y algo apurado confesó.- Usted me la recuerda mucho y he creído, bueno. Que si aceptase que la invitara a uno de esos postres sería muy bonito.

-Es que, yo…bueno, había quedado con una amiga – pudo replicar la desconcertada chica. –

-Se lo ruego. Sería muy importante para mí- le pidió él con tono de súplica. -

Naru le miró atónita, aunque siendo de tan buen corazón no pudo evitar emocionarse. Quizás ese fuese un truco para intentar ligársela, no sería la primera vez que algún apuesto chico intentaba una cosa así con fines poco decorosos. Pero mirando a aquel desconocido a esos ojos tan azules, algo dentro de ella, quizás un sexto sentido, o una extraña sensación que provenía desde lo más profundo de su corazón, le dijo que era sincero. Posiblemente ese pobre hombre perdió a su amada de forma trágica. Y si eso que le pedía podía ayudarle, lo cierto es que no era ningún sacrificio en absoluto.

-Estaré encantada de aceptar. – Sonrió ella ahora de forma más amplia. -

Él le devolvió la sonrisa, algo en su interior parecía haberse iluminado y le proporcionaba una sensación de gran felicidad. La muchacha se levantó y juntos se sentaron a una mesa. Pidieron aquel postre y cuando lo probó, la chica le observó algo preocupada.

-¿Se encuentra usted bien?

En un principio Nephrite no supo a qué se refería, aunque no tardó en darse cuenta de que él mismo estaba llorando y las lágrimas le caían empapando la mesa.

-Sí, gracias, lo siento.- Pudo decir en tanto saboreaba aquello para añadir con emoción. - Es cierto, está delicioso.  Ella tenía razón.

-Debo confesarle que es mi postre favorito, precisamente había quedado con una amiga para tomarlo aquí. Pero es muy impuntual. ¡Siempre se retrasa! – Sonrió ella aparentando cierto enfado jovial hacia aquella amiga suya, más que nada tratando de animarle. -

-La vida está llena de casualidades. Gracias a eso he podido encontrarla aquí. Lo mismo que a aquella joven que le gustaba tanto venir a este parque. Ya le dije que me la recordaba usted mucho. ¡Se parecen tanto! Ella era encantadora y estaba llena de bondad. Me salvó en todos los sentidos en los que uno puede serlo - Declaró él que ya se había rehecho lo bastante. –

-Debió de ser una gran chica. – Comentó Naru llevada también por la emoción, replicando ahora con modestia. - No creo que yo sea digna de compararme.

-Claro que lo es. Usted es igual de maravillosa y le deseo toda la felicidad. Para mí ha sido un privilegio poder sustituir hoy a su amiga. Y créame cuando le digo que me ha hecho muy feliz. Le aseguro que nunca lo olvidaré. – Sonreía ampliamente él que sentenció añadiendo entre lágrimas. – Ahora comprendo lo que ella sintió en aquella ocasión.  Es curioso, me sucede igual. ¡Rio y lloro al mismo tiempo!

Naru le miró conmovida, sus propios ojos estaban húmedos ahora. Aquel pobre muchacho tuvo que querer mucho a aquella chica para afectarle así. Ella quiso saber algo más de su vida y le preguntó a qué se dedicaba, él respondió que era anticuario. Hablaron un poco más y al rato Nephrite se despidió. Tomando suavemente una de las manos de ella entre las suyas se la besó de forma aristocrática y tras sacar una tarjeta de visita se la entregó a la muchacha afirmando.

-Si alguna vez necesita algo. Algún objeto de arte o cualquier otro particular, no dude en llamarme. Cuando quiera y esté donde esté. Ha sido un placer haberla conocido señorita Osaka.

-Llámeme Naru, por favor y muchas gracias por el postre. -Le contestó amablemente ella. -

-Gracias a usted, por su amabilidad y su buen corazón. Adiós querida Naru, le deseo toda la felicidad, la merece. – Sonrió él pleno de  afecto y alegría, enjugándose al fin las lágrimas -

Y Nephrite se alejó de allí tras inclinar la cabeza con deferencia hacia la muchacha. Después se giró y ya no quiso volver la vista atrás. Acorde con lo que la Guerrera Luna y las otras le contaron después, la joven  permaneció sentada siguiéndole con la mirada en tanto se perdía entre el gentío que paseaba por allí. Cuando él estuvo lo bastante lejos acudió a un punto que había convenido con Usagi. Ella le esperaba junto con sus amigas guerreras aunque todas vestían sus ropas civiles.  Lo primero que hizo el chico fue acercarse y de forma sentida y muy reconocida decir.

-Guerrera Luna, guerreras, gracias. Muchas gracias por todo.

-¿Qué tal fue?- Se interesó Rei. -

-He podido cumplir mi promesa – sonrió luminosamente él. -

-¡Cuánto me alegro por los dos!- terció Ami ante el gesto extrañado de Minako y Makoto que no habían conocido a Nephrite ni sabían de lo que iba aquello. -

-Ahora creo que debes ir con ella. – Añadió el muchacho tratando de recuperar la jovialidad entre tanto emoción cuando comentó. - Debe de estar muy enfadada por esperarte tanto.

-¡No te preocupes! – Rio Usagi afirmando sin pudor. – Siempre le hago lo mismo a la pobre, aunque esta vez ha sido por una buena causa.

-¿Sabéis?- Declaró él suspirando con optimismo. – Ahora creo que si estoy listo para comenzar mi nueva vida. 

            Y las muchachas asintieron con aprobación, contentas por él. Nephrite recordaba aquello con nostalgia. Realmente vino a Londres no solamente por ampliar negocios ni para mejorar sus productos. Aunque se decía eso a sí mismo lo que de verdad quiso fue apartarse del recuerdo de Naru. Sabía que allí, en Japón, le sería mucho más difícil hacerlo. Ahora por suerte las cosas habían cambiado y él superó aquello. Perdido en sus pensamientos no se dio cuenta pero por fin, se hizo la hora del almuerzo y se concedieron un pequeño descanso. Mientras sacaba un sándwich con un termo de té Peggy retomó el tema que Nephrite había dejado aparcado.

-Entonces, ¿qué ocurrió? ¿Por qué se vino aquí a Londres?

-Para ampliar mi negocio- contestó él  al tiempo que desenvolvía un emparedado. - Las cosas en Japón me fueron bien, pero yo quería venir a Europa. Las mejores antigüedades y los mejores expertos están aquí. Tenía capital y decidí venirme a probar suerte...

-Pero, Amanda, ¿cómo la conoció? - Quiso saber Peggy mirándole muy interesada -

-Verás....llegué a Londres y me entrevisté con el anterior propietario del local, que me presentó a algunos colegas muy importantes, fue entonces cuando...

            Nephrite aguardaba en un espacioso salón la llegada del dueño de un local que estaba interesado en comprar. Tenía la intención de abrir una tienda de antigüedades, no estaba solo, varias personas esperaban también. Por fin el propietario entró por una puerta contigua.

-Lamento haberles hecho esperar- dijo al grupo de congregados -, por favor vayan pasando por orden de cita a mi despacho y trataremos sus asuntos.

            Hubo un ligero murmullo entre los asistentes, al fin el que parecía ser el primero se dirigió hacia el propietario y entró con él en la habitación contigua. Nephrite se sentó en un sofá de cuero marrón que crujió al notar su peso, junto a él  una joven y atractiva mujer rubia de pelo corto hasta la base del cuello y ojos intensamente azules se dispuso a sentarse también.

-¿Está libre, verdad?- inquirió ella dirigiéndose a Nephrite.-

-Por supuesto- respondió él haciéndose a un lado para dejarla más sitio  y ofreciendo con cortesía. -Siéntese por favor.

-Disculpe la molesta. Me llamo  Amanda Thompson...señor...

-No es ninguna molestia señorita.- Sonrió él tendiéndole la mano. - Soy Nephrite Saint Join, encantado de conocerla.

-No quiero pecar de indiscreta, pero ¿qué le trae por aquí? - Le inquirió aquella joven con un tono no disimulado de curiosidad.-

-Verá, soy anticuario y voy a abrir una tienda aquí en Londres. Quiero comprarle el local al señor Collins. ¿Y usted?, ¿a qué se debe su visita? Si puedo preguntar.

-Soy periodista, deseo hacerle una entrevista al señor Collins. Es un reputado joyero y ahora que es el aniversario de las joyas de la Corona, le hemos pedido que haga una valoración pericial de ellas en cuanto a su sentido artístico.

-Es un tema muy interesante - afirmó Nephrite de forma muy cortés, aunque también pensándolo realmente. -



            Al cabo de unos momentos un individuo bien trajeado apareció por la puerta que estaba enfrente de ellos. Nombró a Amanda, ella se despidió de Nephrite con un nuevo apretón de manos y una sonrisa. Al cabo de unos veinte minutos el joven la vio salir. El mismo hombre que la había llamado a ella le avisó acto seguido a él. Se levantó y siguió al individuo hacia la puerta. Éste le indicó que entrase, Nephrite pasó a un espacioso despacho que estaba decorado de una forma muy tradicional, con maderas nobles y dos butacones de cuero que se enfrentaban separados por una gran mesa de roble. Allí le esperaba un individuo alto y elegantemente vestido, de pelo moreno y un tenue bigote. Saludó al recién llegado dándole la mano y le invitó a sentarse con un gesto  a la par que declaraba.



-Me alegro de verle señor Saint Join, le esperaba con mucho interés.

-Bueno, si me lo permite me gustaría ir al grano- repuso Nephrite - estoy interesado en adquirir uno de sus locales cercanos al Sojo.

-Muy bien. Estoy seguro de que nos pondremos de acuerdo en el precio. Ya supondrá usted que el lugar donde está emplazado el local es uno de los más elegantes y caros de Londres.

-Me hago cargo de ello- replicó su interlocutor con una amplia sonrisa.-

-Por otra parte,- añadió el señor Collins -estoy dispuesto a rebajar el precio...

-Se lo agradezco, pero… ¿a qué viene ese gesto tan generoso?..

-Sé que usted es un reputado anticuario y que además es un experto en joyas. Me gustaría contar con su opinión sobre unos diamantes que he adquirido. Para decir verdad me preocupa su seguridad y quiero saber si son merecedores de las máximas precauciones...

-Estaré encantado, cuando usted quiera-  se ofreció Nephrite. -

-Entonces estamos de acuerdo -  sentenció aquel tipo que tras darle un apretón de manos –



Pactaron en efecto el precio del pago por el local en una suma bastante más baja de la que el afortunado comprador esperaba. Su interlocutor entonces le pidió.



-Por favor. Venga usted mañana por la tarde, a eso de las seis, los diamantes ya estarán aquí.



            Nephrite convino en ello y se despidió del señor Collins. Era ya de noche y pensó en dirigirse a un restaurante cercano para cenar. Cuando salía se encontró de nuevo con Amanda.



-Vaya, que agradable sorpresa- dijo él -creía que usted ya se habría ido...

-Y lo hice- repuso ella con una encantadora sonrisa -, pero olvidé mi block y tuve que regresar. Ahora iba a cenar algo.

-Hemos tenido la misma idea, permítame invitarla a cenar, así hablaremos un poco más...

-No sé si es muy correcto señor Saint Join. Acabamos de conocernos.- Objetó Amanda con fingida precaución. -

-Razón de más para conocernos mejor cenando...- repuso él con otra cautivadora sonrisa. -



            Ella aceptó sin más reticencias y ambos se dirigieron al restaurante cenando en una agradable velada. Durante la conversación Nephrite le contó a Amanda lo que el señor Collins le había pedido.



-Entonces también es un experto en joyas, ¡tiene usted muchas habilidades! - declaró ella con tono de admiración. -

-Cuénteme algo de usted...- le pidió Nephrite. - Yo he hablado demasiado y dicho ya muchas cosas y debe de aburrirse con mi conversación.

-En absoluto, la encuentro muy interesante. Me alegra conocer a un hombre de mundo.- Repuso ella. -

-Por favor- la inquirió el joven nuevamente con sus penetrantes ojos azules puesto que también tenía curiosidad. – Yo estoy en desventaja. Ahora le toca a usted...

-Es lo justo.- Concedió Amanda. -Verá, como ya le dije soy periodista. Trabajo para la sección de cultura del “Times” y me interesaría mucho poder hacer un reportaje sobre el señor Collins y los valiosos objetos que colecciona...

-¿Es coleccionista de arte?- preguntó Nephrite algo sorprendido, pues no le constaba aquello -

-De arte y de cualquier cosa valiosa- replicó ella.- Le encanta alardear de sus colecciones en las reuniones de sociedad...

-Estoy impaciente porque llegue mañana. Quiero ver esos diamantes, han logrado despertar mi curiosidad.

-Le entiendo muy bien...cualquier cosa que esté relacionada con Collins merece ser tenida en cuenta. ¿Me contará usted algo de ellos en cuanto los vea? - Pidió Amanda obviamente muy interesada -

-No sé si al señor Collins le gustaría eso...- replicó su contertulio sopesando esa circunstancia con poco optimismo -

-Se lo ruego.... – insistió ella clavando sus ojos en los de él con mucho interés -puede ser un estupendo reportaje.

-Me pone usted en un compromiso- objetó Nephrite. - No creo que sea correcto sin autorización expresa del señor Collins.



            Amanda sacó una tarjeta de su bolso y se la entregó a su interlocutor mientras le informaba.



-Es mi dirección y mi número de teléfono en la ciudad...por favor, llámeme si puede decirme algo.

-La llamaré, de eso estoy seguro...aunque no sé si será sólo por lo de los diamantes...

-Hágalo cuando quiera. Haya diamantes o no - le reafirmó ella con una pícara sonrisa. -



            Él correspondió anotando su número a la chica. Terminaron la cena y tras mantener una breve conversación en tanto traían la cuenta se marcharon. Nephrite y Amanda pasearon por una de las calles alejadas de la multitud, charlaron durante un rato más y después él la acompañó hasta su coche. Cuando Amanda se subió se asomó por la ventanilla y le dijo.



-Espero que no se olvide de llamar, creo que usted es más interesante incluso que un diamante.



             A Nephrite aquello le hizo gracia y no pudo por menos que contestar.



-Tengo un amigo que, sin duda, disentiría con usted.

-Su amigo no le hace a usted justicia. – Sonrió la chica que arrancó el coche y se alejó.

           

            El joven esbozó una leve sonrisa acordándose del príncipe de Némesis y se dio media vuelta perdiéndose entre las calles rumbo a su apartamento. Al día siguiente, puntual a su cita  se dirigió a la residencia del señor Collins. Se anunció y el mayordomo le hizo pasar apresuradamente. Dentro de la casa reinaba la confusión, numerosos policías precintaban la zona. El señor Collins deambulaba presa del nerviosismo, parecía fuera de sí. En cuanto vio llegar a Nephrite exclamó.



-¡Señor Saint Join, los han robado, han robado los diamantes!....



            El interpelado se acercó  con rápidos pasos y trato de calmar al histérico individuo.



-Bueno, intente tranquilizarse y cuénteme lo que ha ocurrido, despacio...

-Verá- respondió Collins que trataba a duras penas de dominar su nerviosismo. - Esta mañana esperaba el envío. Era temprano, antes del amanecer, cuando debían de llegar los diamantes....-

En ese instante hizo una larga pausa y no parecía que fuera a seguir hablando.



-¿Y no llegaron?- preguntó Nephrite tratando de sacarle las palabras. -

-No, los diamantes llegaron a la hora en punto, los comprobé y estaban todos. En la entrega no hubo ningún problema.

-¿Entonces cuando pasó?

-Yo los deposité en la cámara acorazada, marqué la clave con el cierre y me fui a la cama. Sólo me dormí durante un par de horas pero al despertar, cuando bajé a verlos por la mañana, la cámara estaba abierta de forma limpia y los diamantes no estaban allí. Me puse muy nervioso como comprenderá y llamé a la policía.

-Esto debe de ser obra de algún desvalijador profesional o de alguien que conociera la combinación de su cámara.- Declaró Nephrite llevándose una mano a la barbilla en ademán reflexivo. -

-Nadie conoce la combinación, sólo la conozco yo. Y la cambio a diario. La escribo cada noche en una agenda que guardo junto a mí.- Opuso Collins.-

- ¿Echó en falta la agenda?

- A eso voy, nadie sabía que yo tengo esa costumbre. – Replicó el hombre cada vez con mayor desasosiego. -

-Pues entonces está claro que ha sido obra de un profesional.- Sentenció el muchacho. -

-La policía no tiene pistas, no sé qué puedo hacer...- aulló su desesperado interlocutor. - Quizás dar una recompensa.

- No se precipite todavía. Intentaré ayudarle. Me parece algo muy interesante - Repuso Nephrite tratando de animar al nervioso propietario de los diamantes. -

- ¿Lo haría?- sería magnífico, ojalá pudiera recuperarlos antes de que se enterase la prensa. Si se hiciera público sería un duro golpe para mi prestigio. Por el momento Scotland Yard me ha asegurado que el robo será un tema confidencial.

- No le prometo nada. – Afirmó Nephrite que le explicó. - Tengo algo de práctica en investigar casos como estos. Lo primero es ver la zona donde tenía los diamantes guardados.

-Me temo que eso va a ser imposible por ahora- respondió Collins cabizbajo-  está precintado por la policía como lugar de los hechos...

-Es verdad, eso nos va a entorpecer bastante pero, pese a ello, confío en poder hacer alguna cosa. Tengo que pensar, usted no se preocupe, le llamaré cuando se me haya ocurrido algo para ayudarle.



            El desasosegado dueño asintió con la esperanza de que así fuera. Nephrite se marchó del lugar, había demasiada confusión como para poder sacar nada en claro. Volvió a su apartamento y puso el contestador. Entre algunas llamadas intrascendentes tenía una de Amanda.



-"Hola señor Saint Join, llamaba para preguntarle por los diamantes. Llámeme, podríamos comer juntos."-  Se escuchó el sonido de un teléfono colgando y concluyó el mensaje. -



            Enseguida marcó el número de Amanda, tras unos momentos en los que el teléfono dio la señal, ella contestó.



-Sí...Amanda Thompson al habla. ¿Quién es?..

-Soy Nephrite Saint Join, acabo de escuchar su mensaje...

-¿Qué tal ?.... ¿ha visto usted ya los diamantes?..

-Me temo que no, pero tengo algo que contarle, ¿nos vemos en el restaurante de la calle diez a las dos?..



Parecía que la joven dudaba pero al fin aceptó sin reservas.



-Muy bien, a las dos estaré ahí, pero ¿de qué se trata?..

-Mejor se lo digo en persona, es algo delicado para hablarlo por teléfono. Hasta las dos.- Se despidió Nephrite que colgó. -



            Amanda estaba picada en su curiosidad, no creía que Saint Join quisiera verla si no sucediera nada fuera de lo normal. Parecía un hombre serio, poco amigo de las informalidades y de perder el tiempo. Si quería verla para hablar, a buen seguro que le diría algo destacable. Quizá para un buen artículo. Sería interesante averiguar lo que Saint Join sabía. Se arregló especialmente bien para la ocasión. A las dos en punto coincidieron en la puerta del restaurante.



-Encantado de verla otra vez- saludó Nephrite enfundado en un elegante traje azul marino con corbata roja, dando la mano a Amanda que se la estrechó con suavidad. -

-El gusto es mío. - Replicó ella.-



Y la joven estaba muy atractiva, con su corto pelo recogido en un moño y un vestido de color rojo muy elegante que se ajustaba como un guante a su cuerpo. Amén de zapatos de alto tacón a juego.



-Pase por favor- le pidió Nephrite a la par que le abría la puerta a la muchacha. -





            Tras entrar y tomar asiento en una mesa la curiosidad de Amanda se desbocó, con sus inquisitivos ojos azules estudió a Nephrite a la vez que le preguntaba.



-Usted dirá ¿qué es aquello tan delicado que no puede decirse por teléfono?..

-Antes de contárselo debe prometerme que, por el momento, no lo hará público ni se lo dirá a nadie...

-Bueno, eso es algo que me gustaría decidir después de conocer lo que tenga que decirme - replicó ella algo perpleja. -

-Confíe usted en mí, le aseguro que valdrá la pena aguardar. ¿Me lo promete?...yo a cambio estaré dispuesto a tenerla al corriente en el futuro.

-Está bien - respondió Amanda tras pensarlo durante unos segundos -...se lo prometo, esto será confidencial....

-Los diamantes- le desveló Nephrite tragando algo de saliva - han sido robados hoy mismo. He prometido al señor Collins que le ayudaría a recuperarlos...

-¡Eso sí que es una noticia de impacto!...- exclamó ella con una gran expresión de sorpresa. -

-Mañana mismo voy a comenzar con las averiguaciones...por el momento no puedo investigar en el lugar del robo pues está precintado por la policía.

-¿Sabe usted si ellos tienen alguna pista? - Inquirió Amanda bastante interesada. -

-No, el señor Collins dice que no saben por dónde empezar. La cámara ha sido abierta sin violencia y no hay huellas. Yo pienso que debe ser obra de un profesional y de los mejores, no cabe duda.

-Parece algo muy serio, si necesita mi ayuda estoy a su disposición...- se ofreció la chica que esbozó una amplia sonrisa bebiendo a continuación un sorbo de su copa de vino. -



            Y así tras una larga e interesante velada, que esta vez ella se empeñó en pagar, Nephrite acompañó a Amanda hasta el taxi. Después se dirigió hacia el local que había adquirido al señor Collins. Paseando por las calles adyacentes al Sojo llegó pronto hasta el lugar. Sonrió satisfecho, era grande y estaba en un magnifico enclave. A buen seguro podría poner un próspero negocio. Entonces un ruido de cascotes le distrajo. Giró la cabeza y descubrió a un jovencito de color que salía del local por una abertura entres las tablas de madera que tapaban la puerta, el chico, adolescente, al ver a ese tipo tan elegante salió corriendo.



-Espera- le gritó éste - no voy a hacerte nada.



            Aquel muchacho no hizo ningún caso a sus avisos y siguió su atropellada huida. El dueño prefirió dejarlo estar, lo primero que le interesaba era llamar a un grupo de obreros para que le arreglasen el local  y después traer mercancía. Entre tanto se decidió a comenzar sus pesquisas, lo primero fue llamar a Collins. Cuando éste se puso al teléfono le pidió que fuera al local, allí mientras los obreros lo remozaban y preparaban le hizo algunas preguntas.



-Entonces- quiso saber Nephrite según abría un block y se disponía a apuntar las respuestas -¿quién sabía algo respecto a esos diamantes?...

-Pues que yo sepa, usted y los encargados de traerlos hasta aquí...

-¿Y no ha podido decírselo a alguien más?...quizá lo comentó sin darse cuenta o pudieron oírle mientras me lo decía a mí. Haga memoria.



            Tras una pausa Collins negó con la cabeza. Nephrite tuvo que admitirse perdido, pero no se lo dijo al propietario. Trató de llevar la conversación a otros derroteros.



-¿Cómo se llama la compañía que le trajo los diamantes?

-La Starlight Asociated- contestó con rapidez. - Pero son una empresa de gran prestigio internacional. Han trasportado cantidades mucho más importantes en diamantes que la mía. No tendrían por qué ensuciar su reputación por esta digamos pequeñez. Al menos desde su punto de vista.

-Puede ser que alguien de la compañía pensase que llegó el momento de retirarse - Conjeturó el chico -

-Podría ser, - concedió Collins aunque enseguida objetó - pero eso no explicaría como han podido abrir mi cámara tan limpiamente. ¿Y por qué no llevárselos antes de entregármelos a mí?

-Es cierto, hubiera sido más fácil - admitió Nephrite - debe de haber alguna explicación- entonces se le ocurrió una idea -.... ¿Podría ver su habitación?...

-Claro, pero, ¿qué espera encontrar allí?...

-Ni yo mismo lo sé- sonrió el joven - al menos todavía. Lo mejor será que no perdamos más tiempo, como dicen aquí, es oro.



            Collins accedió, llevó a Nephrite a su casa y le enseñó su habitación. Éste se puso a registrarla de forma metódica. Buscaba sin saber el qué, pero presentía que algo encontraría. Y en efecto, así fue, detrás de la mesita de noche que estaba junto a la cama notó algo con el dedo, parecía metálico. Con sumo cuidado apartó la mesa y pudo ver que se trataba de un pequeño transmisor.



-Menuda sorpresa- dijo con voz pausada - por lo que parece alguien ha estado escuchándole muy de cerca durante este tiempo.

-¡Maldita sea!- espetó el señor Collins poniéndose rojo y golpeando repetidas veces la mesilla con sus puños -... ¡maldita sea!...

-Tranquilícese- intervino Nephrite apartándole de la mesa. - Este transmisor sólo puede captar el sonido. No me explico entonces como ha podido averiguar la combinación de su cámara, a no ser que...- pero fue interrumpido por Collins que se apresuró a explicarle con un tono de reproche hacia sí mismo -.

-Cuando escribo una combinación suelo repetirle en voz alta para memorizarla. Por si perdiese mi libreta, son manías mías…

-Así que el que estuviera al otro extremo de ese micrófono sólo tenía que ir apuntando los números según los decía usted.- Dedujo Nephrite ,con una mano mesándose la barbilla -,¿cómo es que la policía no ha descubierto este micrófono?. Está en un sitio muy accesible.

-Ellos no miraron allí - replicó Collins bastante disgustado todavía - mi habitación no formaba parte de la escena del robo.

-Es un fallo incomprensible en Scottland Yard,- repuso Nephrite convencido de eso y a la vez extrañado de ello. - Tenemos que poner este hallazgo en su conocimiento, pero, antes de eso, me gustaría que un experto en electrónica lo viese. Quizá pueda darnos alguna pista sobre su origen y sus posibles usuarios.



            Collins asintió con energía, después de este inesperado hallazgo aun parecía confiar más en la capacidad del señor Saint Join para resolver el caso. Llamaron a ese técnico y éste no tardó demasiado. Aquel coleccionista era un buen cliente para la empresa en la que ese experto trabajaba y querían estar atentos a su más mínima petición. Cuando Nephrite le mostró el micrófono lo examinó con algún murmullo de aprobación y declaró.



-El que le haya colocado esto sabía muy bien lo que hacía. Es un modelo muy sofisticado, con gran capacidad de audición. Pero no teman, ya lo he desconectado.

-Pero eso hará que su dueño sepa que le hemos descubierto - dijo Nephrite algo contrariado. -

-Desde el momento en que lo arrancó de su sitio hizo sonar una alarma dirigida a su lugar de recepción, el que lo pusiera ya lo sabía- le explicó el técnico. -

-¿Y qué puede decirnos de él que nos sirva para localizar al posible ladrón?,- preguntó Collins visiblemente impaciente. -

-Bueno,- el técnico se tomó unos instantes para contestar y les comentó - este micrófono es muy avanzado y no se vende en las tiendas, el que lo haya conseguido debe de ser un auténtico profesional y estar muy al corriente de las nuevas tecnologías...

-¿Dónde podríamos buscar a alguien así?- quiso saber Nephrite. -

-En alguna compañía de diseño de componentes electrónicos que trabaje para el gobierno. Pero dudo que les permitan investigar por las buenas.

-Entonces estamos como antes- suspiró Collins - ¿Qué haremos ahora?..

-Un poco de paciencia, ya se me ocurrirá algo- le aseguró Nephrite que aún sopesaba aquella información. - Bueno,- añadió dirigiéndose al técnico. - Ahora me gustaría que me consiguiese uno igual que éste, el original hay que dárselo a la policía.

-Lo tendrá, no se preocupe, pero es caro. Ya le he dicho que es difícil de conseguir.

-No importa - respondió de inmediato Saint Join mirando a Collins con la seguridad de encontrar su aprobación -...

-Sí,- corroboró decididamente el aludido- yo le pagaré lo que sea necesario...



            El técnico se fue prometiendo que lo tendría lo antes posible. Nephrite también se marchó, quería terminar de arreglar su tienda. Al llegar vio al mismo muchacho de la otra vez, pero ahora se acercó a él en silencio. El chico salía de nuevo por una abertura en la provisional puerta de madera, estaba seguro de que nadie le había visto, pero no era así desgraciadamente para él. De pronto se encontró con el hombre de la otra vez. Trató de escapar de nuevo pero el dueño del local le agarró de su chaqueta y le sujetó de un brazo.



-¡Déjeme marchar!- chilló el muchacho - no estaba haciendo nada malo...

-Tranquilízate chico,- le pidió Nephrite con calma. - No te voy a hacer ningún daño...

-No me denuncie por favor...- le imploró el muchacho con una mirada de miedo en sus ojos -, me meterían en un internado...

-No voy a denunciarte si te calmas un poco y respondes a mis preguntas - contestó su interlocutor armándose de paciencia. -¿Qué tal si empiezas por decirme cómo te llamas, y porqué vienes aquí?...- la cara del chico reflejaba sus dudas entre salir corriendo o aceptar. Nephrite le hizo decidirse con una tranquilizadora sonrisa- venga, te invito a una hamburguesa y me lo cuentas...



            Soltó al muchacho que por fin confió en él, o posiblemente tenía más hambre todavía de lo que su imagen desarrapada transmitía. Era un chico de color vestido con una cazadora marrón desgastada, unos pantalones pitillo color rojo y unas zapatillas deportivas ciertamente en mal estado. Nephrite le hizo un ademán invitador con una mano para que le acompañase y aquel chico le siguió, esta vez de forma dócil. Ambos se fueron a un Burger cercano. Pidieron unas hamburguesas con patatas fritas y un helado. El chico comía a dos carrillos y su acompañante le dejó que terminase. Después, le miró de forma inquisitiva, el muchacho contestó a sus preguntas empezando por la irónicamente planteada de si tenía nombre.



-Me llamo Travis, Travis Tucker...me gusta ir a ese edificio para estar sólo, es mi rincón. Cuando le vi a usted creí que sería un policía de la brigada de menores...

-¿Has hecho algo para que te busque la policía?..- inquirió Nephrite. -

-No, no señor, pero como ese local es propiedad privada tuve miedo, ¿es usted el dueño?..

-Sí, lo compré hace poco. Soy anticuario y voy a poner una tienda, pásate cuando quieras y charlaremos...



            El chico esbozó una inmaculada sonrisa que contrastaba con sus rasgos oscuros. Saint Join le dijo ahora en un tono algo más serio.



-Supongo que no te gustará mucho el colegio para andar por aquí ahora,- declaró para añadir enseguida con un tono más indiferente- pero eso no es asunto mío

-Mi madre se fue al extranjero a trabajar, yo vivo con mi tía. Ella también busca trabajo, es una secretaria muy buena, por eso yo la ayudo como puedo.

-Yo necesitaría a alguien para ayudarme con la tienda. Dile a tu tía que se pase por aquí dentro de un par de días, cuando lo tenga todo listo...

-No se arrepentirá señor,- volvió a sonreír Travis que ahora de manera más atropellada prorrumpió a relatar - yo también soy muy mañoso, se me dan bien los aparatos eléctricos, incluso puse luz en el local, también me hice una radio...



            Nephrite escuchaba con atención, estaba muy interesado en lo que el chico decía. Quizás pudiera serle útil si todo eso era verdad. En ese instante se le ocurrió una idea...



-¿Dónde has aprendido eso? - Le inquirió primeramente. -

-En clase de trabajos prácticos y leyendo algunos manuales, me gusta mucho- sonrió el chico. -

-¿Sabrías hacer un micrófono?...- le preguntó Nephrite  bastante pendiente de él.-

-¡Claro que sí!- Respondió éste con seguridad.- Con las piezas adecuadas no es difícil.

-Creo que podrás ayudarme, muchacho. Ahora vete a tu casa y dile a tu tía que se pase dentro de dos días, a las tres de la tarde, si puede- y para confirmar aquello aunque no fuese necesario le dio una tarjeta.- Aquí tienes mi número, por si le surge alguna duda, soy Nephrite Saint Join...

-Gracias señor Saint Join.- Pudo decir Travis que sonrió de nuevo y corrió de vuelta a casa. -



            Su benefactor volvió a la tienda, allí el local estaba dispuesto y sólo restaba llenarlo de mercancía con la que hacer negocio. Una vez allí, inspeccionó satisfecho el resultado de las obras. Sintió ganas de llamar a Amanda y se dirigió a una cabina cercana. Tenía el teléfono del periódico y la llamó allí. Al cabo de unos momentos ella contestó al teléfono.



-Sí, ¿dígame?, Amanda Thompson al aparato.

-Hola  otra vez - dijo Nephrite con voz jovial - tengo noticias sobre mi investigación. ¿Puedes comer conmigo hoy?..

-Claro-  replicó dijo ella animada también -salgo a comer a las dos. Suelo ir al restaurante que hace esquina con mi periódico, pero pásate a recogerme si quieres en mi despacho.

-Conforme, allí estaré...hasta luego- y convenido aquello colgó. -



            Nephrite pidió un taxi y se plantó en las oficinas del periódico. Preguntó por Amanda y uno de los conserjes le indicó el lugar donde la chica trabajaba. Subió un par de plantas y llegó hasta la puerta del despacho de ella. Allí estaba, parecía atareada  escribiendo en un ordenador. Él tocó a la puerta y ella levantó la cabeza esbozando una sonrisa, con un gesto le indicó que entrase.



-Hola,-  saludó ella de forma jovial - perdona si te hago esperar unos instantes, pero tengo que terminar un artículo.

-No te preocupes,- replicó él- tengo tiempo, termina lo que tengas que hacer.



            Amanda tecleó durante unos minutos más. Después guardó aquello en un disquete, apagó su ordenador y declaró.



-Ya está, vamos a comer...



            En un momento estaban sentados  frente a frente a una mesa del restaurante. Amanda con las manos entrelazadas para apoyar su cabeza miraba a Nephrite de forma inquisitiva.



-Bueno, dime de que se trata ¿Qué has descubierto?



            Nephrite le contó lo del micrófono, ella pareció sorprenderse mientras él terminaba de explicarle lo que pensaba.



-Entonces, creo que el ladrón sabía perfectamente la combinación gracias a ese aparato. Lo difícil será saber quién pudo tener acceso a esa habitación para poder poner ese micrófono.

-Claro,- acordó ella pareciendo un poco pálida -¿tienes alguna pista?...

-No, en ese sentido sólo Collins podría ayudarme. Pero él no me ha comentado nada al respecto. Quizás quiera decir que el ladrón entró sin que él se diera cuenta. Es algo difícil de resolver, estoy en un callejón sin salida.- Admitió él.-

-Ya se te ocurrirá algo- le animó Amanda sonriente de nuevo para aconsejarle.- Creo que deberías preguntar a la empresa que los trajo hasta aquí.

-¿La empresa que trajo los diamantes? - Inquirió él a lo que Amanda asintió. - Pero ellos no tenían ningún motivo para hacerlo. Ese cargamento es una nimiedad comparado con otros muchos que transportan.

-Puede que no hayan sido ellos, pero quizás les ocurriera algo raro, algún suceso que les pareciese extraño cuando traían los diamantes- conjeturó ella. -

-Tienes razón, podría intentarlo por ese camino. Les llamaré cuando vuelva a la tienda. Gracias Amanda, me has ayudado mucho.

-No hay de que,- sonrió ésta mirando su reloj para declarar con tono desilusionado - la hora de comer se me ha pasado volando. Es una lástima pero debo volver al trabajo... ¿me llamarás otra vez si descubres algo nuevo, verdad?...

-Si, por supuesto...- Le aseguró él que sonrió con sus dotes de seductor y añadió - y si no averiguo nada, ¿te importaría si te llamo?..

-Claro que no- rio ella enfatizando su réplica - y es más, espero que lo hagas.



            Amanda se levantó de la mesa y Nephrite hizo lo propio, tras pedir la cuenta y pagar la acompañó de nuevo al periódico. Él volvió a la tienda y llamó a la empresa como la joven le había dicho. Se enteró de que el día que llegaron los diamantes a Londres hubo un apagón en la manzana donde se sitúa la casa de Collins. Los operarios de la empresa tuvieron problemas al entrar los diamantes pues, sin luz no sabían si los sistemas de alarma estaban desactivados. Al volver ésta, efectivamente algunos de ellos seguían funcionando y se llevaron un pequeño susto. Nephrite empezó a pensar...quizás el ladrón pudo esperar a que se fuesen los operarios y abrir la cámara que no tenía luz sin ninguna dificultad. Pero el apagón según le informaron, sólo duró unos pocos minutos y ellos seguían allí cuando volvió la corriente. No, tenía que descartar esa vía. Estaba como al principio. También le comentaron que uno de los guardias de seguridad que acompañó al envió creyó ver una sombra cerca de ellos. No fueron más de dos segundos.  El muchacho pensó que podría ser el posible ladrón. Decidió preguntar a Collins pero éste le dijo no saber nada de ese asunto. Conocía el apagón, pero no sabía de nadie que hubiera podido llegar hasta su habitación. Nephrite decidió ponerse a pensar en un plan que le permitiese aclarar las cosas. Estuvo pensando ese día y los dos siguientes, Así, estando en la tienda, una mujer de color se le presentó.



-Esa era yo- intervino Peggy interrumpiendo el relato y esbozando una amplia sonrisa para afirmar -esa parte ya me la conozco. Le dije que Travis me había dicho lo del puesto para trabajar en su tienda y hablamos un par de horas, por cierto, le noté ausente entonces.

-Eso era porque estaba pensando en un plan, tenía la cabeza en otra parte. Pero gracias a eso logré discurrir algo que me ayudó a resolver el problema. Por fin di con la clave del asunto. Había estado delante de mí y no la había visto hasta ese momento.

-¿Y qué fue?- Preguntó Peggy bastante azuzada por la curiosidad. -

-Ahora voy a ello, escucha...- le pidió él que continuó narrando la historia. -



            En vista de que la situación no parecía tener visos de resolverse pensó que podrían ponerle un cebo al ladrón. Habló con Collins y éste le dijo que no habría problemas. Acordaron con la policía pedir otro cargamento de diamantes que estaba asegurado. Nephrite llamó a Amanda y se lo dijo, estaban hablando por teléfono y él le sugirió.



-Sería interesante que pusierais un anuncio en el periódico, contando que el señor Collins ha comprado una colección de diamantes aún más valiosa, para sustituir a la que le han robado. Aunque claro, publicaréis que es para ampliar la que ya tiene.

-Bueno,- dijo ella valorando la idea – Eso no estaría mal, nadie sabe que esa colección haya sido robada salvo el ladrón. Pero sólo será una tapadera, una farsa para capturar al autor del robo. Si es que éste intenta robársela de nuevo, lo que creo improbable. No será tan estúpido, supondrá que se ha aumentado la seguridad.

-No será una farsa,- contestó Nephrite, dejándola atónita para revelarle -serán diamantes auténticos y esta vez tallados y no en bruto, su valor será aún mayor.

-Entiendo- respondió ella. - El riesgo valdría la pena... ¿Y qué ocurriría si el ladrón burlase las medidas policiales y robase los diamantes?

-Eso no ocurrirá,- rio Nephrite -...habrá un seguimiento continuo y yo también vigilaré.

-Pondré ese anuncio, creo que nos vamos a divertir ¿Cuándo vendrán los diamantes?..- Quiso saber Amanda. -

-Dentro de tres días...

-¿Y qué pasaría si el ladrón no intentase robarlos?..

-Pues entonces puede que Collins decidiera quedárselos y los comprase de veras. Como ya te he dicho los diamantes son auténticos, así que, podría verdaderamente suplir su colección.

-Avísame de la hora exacta en que lleguen, yo también quiero estar allí para tener la exclusiva. – Le pidió ella con patente interés. -

-Lo haré, pero todavía no la hemos fijado. Bueno, ahora debo dejarte. Asuntos en la tienda me reclaman. Hasta luego Amanda- colgó y sonrió diciéndose a sí mismo. - Bueno, el cebo ya está lanzado, ahora sólo habrá que esperar.



            Efectivamente pasaron los tres días, la hora de llegada de los diamantes se fijó para las nueve de la noche. Nephrite se lo dijo a esa joven reportera que fue con él para asegurarse de captar la noticia. El anuncio había sido puesto y confiaron en que el ladrón lo hubiese leído. ¡Por qué no!, la otra vez debió de hacerlo, pues sólo en el periódico de Amada se hablaba de la llegada del primer cargamento. Un nutrido grupo de policías y otras medidas de seguridad rodeaban la casa de Collins en varios círculos concéntricos que abarcaban un par de manzanas. Aunque solamente unos pocos eran visibles y, una vez se hizo la entrega se fueron. Dejando eso sí a las unidades camufladas por allí. Los diamantes llegaron, fueron descargados y llevados a la cámara, todo sin novedad. Esta vez no hubo apagón como en la ocasión anterior. Nephrite pensaba en que el ladrón podría intentarlo esa noche. Se hicieron turnos las veinticuatro horas del día pero no ocurrió nada. Amanda medio dormida, le dijo a su compañero de vigilia algo decepcionada.



-Me temo que ese tipo es más listo de lo que pensábamos. Ha debido saber que era una trampa.

-Eso creo, pero, ¿cómo ha podido saberlo? Todo el dispositivo policial estaba oculto, no lo sabíamos más que tú, yo y Collins. Aparte de la propia compañía.

-Pues estamos como al principio...- respondió ella. -

-Puede que sí, puede que no- replicó Nephrite enigmáticamente. -

-¿A qué te refieres? - Inquirió ella extrañada. -Yo no veo que nada haya cambiado...

-Quizás sean cosas mías- suspiró él. - Lo cierto es que trato de buscar una solución y no la encuentro, muy a mi pesar tendré que decirle a Collins que abandono la investigación.



            De nuevo Peggy interrumpió a Nephrite, mirándole con un gesto de incredulidad le dijo.



-Pero no la abandonó, ¿verdad?

-Por supuesto que no- respondió él con su característica sonrisa de triunfo. - Tenía la situación donde yo quería. Se me olvidaba contarte que había hablado con Travis y después de comprarle lo que él me pidió, me había fabricado un micrófono camuflado en una pluma estilográfica. Desde luego tu sobrino tiene talento para eso. Y la pluma se la regalé...

-Se la regaló a Amanda... ¿sospechaba de ella, verdad? - Se anticipó Peggy con una sonrisita maliciosa. -

-No,- negó él para sorpresa de su interlocutora - se la regalé a Collins como disculpa por dejar el caso y desde luego que mereció la pena. Descubrí algo muy interesante...

-Que él lo había preparado todo, se había robado a sí mismo para cobrar el seguro.- Dedujo Peggy con otra sonrisa, orgullosa de su habilidad. Esta vez no podía equivocarse, pero Nephrite se ocupó de quitarle ese entusiasmo. -

-Espera un poco, no fue exactamente así. Verás, Collins no tenía ningún seguro en el primer envío que cubriese un robo dentro de su propia casa.

-Entonces ¿quién?- pudo preguntar Peggy completamente perdida. -

-Ahora te lo cuento...- Sonrió él observando divertido el gesto de desconcierto de su oyente. –



Travis entró a la tienda en ese mismo instante interrumpiendo la historia.



-Hola tía Peggy, hola señor Saint Join- saludó sonriente -

-Hola Travis- respondió amablemente Nephrite. -

-¿No deberías estar en la escuela estas horas?- preguntó la mujer algo enfadada -

-No tía, hoy no hemos tenido clase. Nuestro profesor estaba enfermo y no han mandado sustituto.

-Espero que no me mientas Travis, sabes que puedo llamar a tu colegio para enterarme - amenazó Peggy. -

-Claro que lo sé, ¿crees que vendría aquí si no fuera cierto? Me habría ido a cualquier otro sitio para que no me vieses.- Su tía parecía dudar y Travis añadió dirigiéndose a Nephrite - ¿A qué es evidente señor Saint Join? Usted me cree, ¿no es cierto?..

-Esa es la palabra, evidente- subrayó entonces el anticuario sonriendo con amplitud para desconcierto ahora de sus dos interlocutores. -

-Bueno, está bien,- admitió Peggy convencida - quédate y escucha. El señor Saint Join me estaba contando como resolvió el robo de los diamantes.

-Yo le ayudé bastante- presumió Travis -...

-Es verdad- concedió Nephrite que prosiguió su relato - como iba diciendo, Collins no tenía seguro. No podía haber sido él, o quizás sí...las cosas no siempre son lo que parecen. A decir verdad estaba hecho un lío. Tenía dos posibles soluciones, pero ambas eran igual de convincentes. Decidí que tenía que apostar por una de ellas y desenrollar la madeja hasta el final.

-Cuente, cuente-. Le pidió Peggy más que impaciente.-

-Muy bien, esto es lo que sucedió.- Comentó él que retomó su historia con Peggy y Travis escuchándole con suma atención. -



            Nephrite fue a ver a su cliente y le entregó un pequeño paquete en forma rectangular a la vez que le decía en un tono bastante abatido.



-Lo siento señor Collins pero no me siento capaz de averiguar quién ha podido robarle esos diamantes. No me suelo rendir muy a menudo, pero confieso que este caso va más allá de mi habilidad. Confío en compensarle mínimamente por su tiempo con este pequeño obsequio.



            El atónito individuo miró el paquete y lo desenvolvió, contempló una lujosa pluma estilográfica que le gustó bastante.



-No se preocupe señor Saint Join. Esto no era necesario, usted ha hecho todo lo posible. Ni siquiera la policía ha podido resolverlo aun y eso que cuentan con muchísimos más medios que usted. Soy yo el que debería pedirle disculpas por su tiempo. Pero no se preocupe, si es por el local, mantendré mi palabra.

-No, no es por eso- respondió Nephrite algo molesto por admitir.- Es que no me gusta fallar, sobre todo cuando comprometo mi palabra. Cuestión de principios, supongo.

-Olvídelo, ha hecho todo lo posible y se lo agradezco - sonrió su interlocutor  que volvió a observar la pluma con interés. - Es muy bonita, la llevaré conmigo para mis firmas más importantes.-



Y dicho esto la guardó en uno de los bolsillos de su chaqueta con evidente satisfacción.



-Se lo agradezco- sonrió el anticuario. - Mucho más de lo que cree, y ahora me voy, no quiero robarle más tiempo. - Se despidió muy educadamente como él solía hacer y salió de la casa. -Ahora veremos si mi hipótesis A, es la correcta - se dijo con expectación. -



            Nephrite ajustó un pequeño auricular que estaba conectado al micrófono de la pluma. No tuvo que esperar mucho, Collins llamó por teléfono. Pudo escucharle hablar.



-Sí, Saint Join se ha rendido, sabía que no podría descubrir nada. Es una lástima pero, por un lado me alegro. Se estaba acercando demasiado. Incluso descubrió el micrófono señuelo que puse en mi mesilla, ni siquiera a la policía se le ocurrió mirar allí. Es un tipo listo, no cabe duda.

-Gracias por el cumplido,- pensó Nephrite con una media sonrisa. -Usted tampoco lo hace mal como actor-... Aunque Collins seguía hablando y eso le hizo centrarse y prestar atención. -

-La única pega del asunto es que el ladrón sigue suelto, y eso es lo malo. No puedo deshacerme de los diamantes que tengo ahora. Despertaría demasiadas sospechas. También fue una maldita casualidad que alguien se nos adelantase.



            Nephrite estaba sorprendido, había acertado en parte, estaba claro que ese tipejo había querido robarse a sí mismo los diamantes. Aunque aún no sabía porque. Si no tenía seguro, era algo absurdo, pero, seguramente habría otra causa. El mismo Collins le sacó de dudas cuando le escuchó decir.



-Mis clientes en EE.UU me habrían pagado muy bien por ellos. No sé de qué clase son pero los valoran especialmente. Además de poder blanquear el dinero de las apuestas. Hasta teníamos el tallista holandés dispuesto. Ahora con estos diamantes ya tallados no podemos repetir el negocio. Aparte de lo que ya te he dicho antes, sería demasiado sospechoso.

-Así que era por eso - pensó Nephrite feliz de que las piezas comenzaran a encajar -, ganaría dinero al tallar los diamantes y sacarlos del país sin pagar impuestos. Además de blanquear dinero ilegal. Una maniobra muy hábil. Pero entonces ¿quién demonios los habría robado?



Estaba claro que la hipótesis A, era cierta en parte. Pero faltaba la más importante. Y pese a que eso le desagradase tendría que plantearse de nuevo la hipótesis B



-Bueno, pues pasaré a la segunda parte del plan.- Se dijo con determinación.-



            Mientras tanto aquel tipo colgó el teléfono, de momento ya no le daría más información. Era hora de moverse para averiguar la verdad. Nephrite decidió esperar a la noche y se fue a la mansión de Collins. Utilizando sus poderes para burlar los sistemas de alarma esperó hasta obtener la respuesta que buscaba. Tuvo que estar tres noches en vela y dormir por las tardes, pero finalmente su perseverancia obtuvo su recompensa. A la tercera noche escuchó el ruido de unos pasos amortiguados que se dirigían hacia la casa. Suspendido en el aire esperó. Una esbelta figura vestida por completo de negro y con un pasamontañas del mismo color andaba sigilosamente evitando las medidas de seguridad. Con la ayuda de unos cables  se subió a la pared que daba a la cámara acorazada y tanteó hasta descolgarse por una ventana cercana. En ese momento se notó una bajada de la luz, no sólo en la casa sino también en el alumbrado colindante.



-El famoso apagón,- pensó Nephrite sintiendo que todo le encajaba -...



            La figura aprovechó para cortar con un cristal de diamante la ventana. Acto seguido y de forma muy hábil con una ventosa separó un amplio círculo y se coló dentro. Cerró de nuevo la ventana y tras un par de minutos volvió a salir de la misma manera pero esta vez con una bolsa que parecía repleta y que debía de pesar bastante, a juzgar por los esfuerzos que hacía en sostenerla. Se subió a las cuerdas y salió de la parcela que rodeaba la casa. Nephrite la siguió volando. La figura se dirigió a una calle adyacente donde un había un coche aparcado. Él se colocó justo encima. No podía distinguir bien su altura pues estaba oscuro y ese traje no se permitía ver al sujeto con claridad pero ya sabía de quién se trataba. Cuando esa figura abrió el coche y lanzó la bolsa dentro, se quitó el pasamontañas. Fue entonces cuando Nephrite sin hacer el menor ruido aterrizó junto a ella a su espalda y sujetándole de un brazo saludó con su educado y sereno tono habitual.



-Buenas noches Amanda...me has hecho esperar bastante, pero sabría que vendrías.



            La joven se giró obviamente sorprendida, su rubia melena liberada del pasamontañas se agitaba acompañando a los esfuerzos de ella por soltarse. Cuando vio que eso no era posible se rindió y relajándose preguntó a Nephrite con tono sorprendido.



-¿Pero cómo pudiste saberlo?..

-Bueno, en un principio no lo supe con seguridad. Tenía dos opciones. Una, que fuera Collins por alguna razón. Dos, que fueras tú, eras la única que estaba al corriente de mis movimientos. Además de haber estado con él el día en que fui a comprarle el local.

-Eres muy listo. He de admitirlo. Pero...esto no es lo que parece - se defendió ella. -

-¿Qué no?...- sonrió Nephrite inquiriendo de forma sarcástica para replicar.- ¿Entonces qué es Amanda? A mí me parece que eres tú disfrazada de “Cat´s eye” robándole los diamantes a Collins. No me digas que te has equivocado de casa y que has entrado así porque no tenías llaves.

-Quizás no eres tan listo como yo pensaba... después de todo - replicó ella ahora extrañamente más tranquila y con una sonrisa de burla. - Sí, me has sorprendido robándole los diamantes, pero no sabes el porqué.

-Supongo que porque te gustan las joyas caras o porque ganarás un montón de dinero vendiéndolas. O puede que sea tu pasatiempo para relajarte tras un duro día de trabajo. - Conjeturó Nephrite con sorna. -

-No es por eso. -Opuso la chica que fue interrumpida en su respuesta cuando se escuchó el ruido de un par de coches acercándose. Al llegar junto a ellos pararon y un grupo de personas vestidas como Amanda se bajaron de ellos. -

-Policía, no se mueva- ordenaron mostrando unas placas y apuntándoles con sus armas. -

-Tendrás que explicárselo a ellos- repuso Nephrite que realmente se lamentó al sentenciar. - Lo siento, eres una mujer realmente fascinante además de bonita e inteligente. No me gusta que las cosas terminen así...



            Amanda se rio a carcajadas cuando agradeció el cumplido y le indicó a su interlocutor que observase a los agentes. Ante la atónita mirada de Nephrite ¡los policías le apuntaban a él!, uno de ellos le dijo a la joven.



-¿Se puede saber quién es este tipo? Si no intervenimos nos hunde la operación.

-¿Qué significa esto?- Exclamó el atónito chico mientras trataron de ponerle unas esposas. - No, eso sí que no. Van a explicarme ahora mismo qué significa esto.



Se revolvió furioso desembarazándose de dos de esos tipos con sendos empujones, lanzándoles contra uno de los coches. Los demás le apuntaron de nuevo, pero Amanda intervino ordenándoles que bajasen las armas.



-Está de nuestra parte, aunque él no lo sabe aún. No os preocupéis...- vio que Nephrite seguía anonadado y le explicó sonriendo.- Soy Amanda Thompson, periodista y además agente especial del Foreing Office. Lo que tú crees que es un simple robo, en realidad es una operación secreta del gobierno de su Majestad.

           

            El resto de los agentes bajaron sus armas. La chica les ordenó que se retirasen. Nephrite se recuperó lo bastante de su sorpresa como para preguntar.



-¿Qué demonios significa esto? ¿Desde cuándo el Foreing office se dedica a robar joyas? ¿Tan mal está de presupuesto? - Inquirió él recuperando su característico sarcasmo. -

-Te he dicho que no es lo que parece...- replicó pacientemente Amanda. - Es parte de una operación para obtener pruebas contra Collins.

- Si, ya me he dado cuenta de que ese tipo no es de fiar, él era mi primer sospechoso. Pensé que quizá se robaría esos diamantes a sí mismo para cobrar un seguro, pero luego descubrí que no tenía. Eso me desconcertó hasta que averigüé que los quería revender ilegalmente sin pasar por la aduana y de paso blanquear dinero de apuestas.

-De apuestas, tráfico internacional de armas, drogas, etc. - añadió Amanda que le explicó. -Llevamos tras su pista desde hace ya tres años. Pero lo tiene todo tan bien atado que es imposible demostrar nada. Ni siquiera la Interpol ha podido atraparle. Pero teníamos contactos en Ámsterdam que sabían lo de los diamantes. Entonces urdimos un plan, robárselos y evitar así que él pudiese venderlos. También pensábamos que eso le llevaría a cometer un error. Pero no fue así.

-Entonces aparecí yo... -completó Nephrite y Amanda asintió. -

-Sí, en un principio fuiste una molestia para nuestros planes, pero yo pensé que podrías sernos muy útil y efectivamente así fue. Para ser sincera te conocí por pura casualidad, ese día había ido a pedirle a Collins una entrevista, quería sonsacarle alguna información.

-Vaya,- intervino su interlocutor -  eso encajaría si tú hubieses puesto ese micrófono en su habitación. Pero yo le oí decir que lo puso él mismo.

-Y así fue,- corroboró ella- pero ese micrófono en cuestión estaba desconectado. Era una pista falsa que puso por si la policía registraba su habitación, así tendría una coartada. Lo que él no imaginaba es que yo lo descubrí. Como tú dices, entré en esa habitación, tuve que hacerle ver mi interés por sus colecciones de arte, algunas de las cuales guarda allí. Hasta le pedí permiso para hacer unas fotos. Él, claro está, insistió en acompañarme allí, yo hice mis fotos y luego salimos.

-Entonces, ¿cómo viste el micrófono?- preguntó Nephrite algo desconcertado. -

-Gracias a ti, cuando terminamos y salimos de su habitación su secretario le dijo que tú le esperabas. Tenía mucho interés en hablar contigo y se excusó conmigo dejándome en el pasillo. Yo rápidamente urdí algo, le dije que me había dejado el block de notas en su habitación. Le pedí a su secretario que me permitiese recogerlo. Él no tuvo inconveniente en acompañarme de nuevo hasta allí. Los dos nos pusimos a buscar. Al no encontrarlo le dije al secretario que, quizá me lo dejase en el baño, pues había entrado por unos momentos. Él fue a mirar, entre tanto aproveché a registrar rápidamente la habitación y vi ese micrófono que estaba allí precisamente para ser descubierto con facilidad cuando mirase la policía.

-Pero claro al no ser parte de la escena del robo los de Scotland Yard no registraron aquello.- Sonrió Nephrite.-

-No fue por eso, ellos sabían lo que hice yo, no debían registrar nada, veras. Collins me ahorró la molestia de poner el mío, lo que hice fue conectarlo y cambiarle la frecuencia para adaptarla a una de las nuestras. Así de paso no sospecharía al ser su mismo micrófono el que trabajase para nosotros.

-¿Y el block?- preguntó él con incredulidad. – Tal y como has dicho supongo que lo pondrías como excusa, porque me cuesta creer que una periodista de verdad se lo deje olvidado. Entonces no reparé en ello pues no tenía por qué, pero ahora me extraña. Y menos  mal que Collins no pensó lo mismo. Además, se vería enseguida.

-Y por eso  precisamente no lo olvidé. - Contestó ella. - Lo tenía todo el tiempo en el bolso. Cuando el secretario salió del baño diciendo que no lo había visto, yo lo había tirado descuidadamente bajo la cama, cuidando de que sólo se viese una esquina, como ese hombre miraba atentamente para ver si lo localizaba se percató de donde estaba y se apresuró en dármelo. Yo, como es natural, se lo agradecí una y otra vez y me marché. Menos mal que ese tipo no era tan inteligente como tú.- Se rio de nuevo. -

-Ahora entiendo por qué volví a verte al salir,- añadió Nephrite -acababas de volver de su cuarto de nuevo. Bueno, entonces dime, ¿por qué te tomaste tanto interés conmigo? Eso de que te mantuviese informada no me parece suficiente razón…

-Eres un tipo muy misterioso, señor Saint Join...- repuso ella sonriendo de forma algo maliciosa.- Tanto para una periodista como para una agente del servicio secreto. Después de conocerte pedí un informe sobre ti. No debes extrañarte pues lo hice de todos los que estaban alrededor de Collins. Supuse que alguno podría ser un enlace de su operación. Lo curioso fue descubrir que no teníamos nada, parece que hace unos tres años ni siquiera existías. Pensamos que serías de la CIA o algo así. O puede que un agente secreto de más rango que yo. Pero la misma CIA negaba conocerte ni tener vinculación alguna contigo. Aunque claro, suelen decirnos eso muy a menudo y no siempre es verdad.



-Pues en esta ocasión puedes creerles porque no la tienen - sonrió Nephrite, que de modo esquivo cambió de tema - pero no me gusta hablar de mi vida. Dime una cosa... ¿realmente eres periodista o sólo lo has fingido?...

-Soy periodista. - Afirmó ella. - Ese Collins tiene una buena red de información y  no estábamos seguros de que una agente infiltrada la burlase. Yo soy periodista de verdad, llevo casi cinco años ejerciendo, desde que me licencié. Podrían comprobarlo, sólo con tirar de hemerotecas leerían artículos míos. El Foreing Office me eligió para esta misión y yo acepté. Siempre me ha gustado la aventura.

-Los apagones entonces, ¿eran cosa vuestra, verdad? - Adivinó él y Amanda asintió. -

-Era la única manera de evitar las alarmas. Cortábamos la red general del distrito- afirmó ella.- Por suerte, Collins no se había instalado electricidad auxiliar. No fue tan detallista, ¡como pensaba robarse a sí mismo! ¡Supongo que no querría ponerse demasiadas trabas!- se sonrió ella divertida por su propia ocurrencia. -

-Sigues sin decirme por qué estabas tan interesada en mis averiguaciones...- le insistió Nephrite. -

-Está muy claro,- contestó ella de forma algo cansina ahora - no sabíamos por qué ayudabas a ese tipo. Ni si eras un agente o un cómplice, creo que ni Collins lo sabía. Tampoco habría encontrado nada sobre ti que se remontase a más de tres años. Pero como sabía de tus tiendas de antigüedades y de que habías destacado como un prestigioso especialista en ese tiempo, supongo que se fiaría. O al menos te tendría razonablemente en su punto de mira. De paso me tapabas a mí. Y demostraste ser muy buen detective, pensé que incluso podrías hacernos el trabajo.

-Pero en vez de eso, te he descubierto a ti- sonrió Nephrite con algo de autosuficiencia -... ¿por qué te has arriesgado a volver a robar los diamantes? Estos no podía venderlos.

-No, no podría, pero así puede que logremos que dé un paso en falso y se delate. A él mismo no le interesaba que esto sucediera otra vez. La policía podría sospechar pero, por otra parte, le proporciona la coartada de lo evidente. ¿Quién sería tan estúpido de intentar robarse sus diamantes por segunda vez habiendo saltado ya la liebre antes?...

-No me convence demasiado- replicó Nephrite afirmando pensativo. - Collins es muy listo, sólo tiene que denunciar el robo. Estos diamantes sí que están asegurados y él ganará dinero sin mover un dedo. No es una jugada inteligente.

-¿Lo crees así?- Contestó Amanda algo desconcertada. - Nosotros creemos que ahora podrá volver a comprar diamantes falsos con ese dinero y tratar de llevar a cabo la operación.

-Yo le oí  hablando por teléfono, no estaría dispuesto a hacerlo por segunda vez, así que de una tercera ni hablar.

-¿Entonces que nos sugieres que hagamos? ¿Que se los devolvamos?- Le inquirió Amanda que tenía una expresión de desconcierto total -....

-Es un poco tarde para eso.- Repuso Nephrite, en efecto comenzaba a notarse la claridad del amanecer -...habrá que pensar en algo que nos permita sacarle partido a esta situación.- Adoptando un gesto reflexivo y dijo. -Tengo un plan, puede que sea un poco alocado, pero quizás resulte. Antes de nada deberías llevarme a presencia de tus superiores, yo podría ayudarles.

-Es algo irregular, pero creo que merece la pena- convino ella - sube al coche y te llevaré.- Nephrite subió y Amanda hizo lo propio en el asiento del conductor, arrancó el coche y se dirigió hacia su cuartel general. -



            Peggy estaba anonadada, repitió con una exclamación.



-¿Amanda es una agente del Foreing office?...

-No lo digas muy alto- sonrió Nephrite - a ella no le haría gracia que se supiera, debéis callaros y no contárselo a nadie.

-Descuide señor Saint Join - aseguró Travis despreocupado- siga contando la historia por favor- sonrió mientras le invitaba a continuar.-  



            Nephrite no se hizo de rogar, reanudó la historia cuando el coche llegó a una de las sedes del servicio de Inteligencia Británico. Amanda bajó e indicó a su acompañante que la siguiera. Al llegar a la puerta de entrada salieron dos tipos aparentemente de ningún sitio para darles el alto. Ella les enseñó su acreditación y habló por Nephrite.



-Viene conmigo- le señaló a la par que hacía señas a su acompañante para que continuasen, los dos tipos les franquearon el paso sin preguntar nada más. -



            Entraron por varios controles de seguridad, a Nephrite le dieron una tarjeta de visitante y ambos llegaron a una gran sala donde, enfrentados en una larga mesa de caoba, se sentaban numerosos individuos, algunos con uniforme militar. El que presidía la mesa, un anciano de pelo cano y con un bien cuidado bigote, les escrutaba con unos inquisitivos ojos azules. Amanda se dirigió a él, aparentemente ignorando a todos los demás.



-Sir Charles, este caballero es el señor Nephrite Saint Join. Puede ayudarnos con el caso de Collins.

-¿Le ha contado usted información sobre ese caso señorita Thompson?- preguntó Sir Charles incrédulo de ver a ese hombre allí. -

-No señor, casi todo lo ha descubierto él, debo decir que es muy inteligente. Por eso mismo puede ayudarnos.

-Muy bien,- aceptó Sir Charles examinando ahora a Nephrite con su aguda mirada.- ¿No será usted el famoso señor Saint Join del que nadie ha oído hablar antes de estos últimos tres años?..

-El mismo- sonrió Nephrite replicando a su modo irónico – me alegra que no hayan oído hablar de mi...y no les haré perder el tiempo con asunto relativos a mi persona. Sólo he venido aquí porque Amanda me ha dicho que podría ayudarles.

-Primero nos gustaría que nos contara lo que cree saber y lo que no- terció uno de los que vestían uniforme militar, en concreto una larga chaqueta que parecía de aviador vintage de los años cuarenta-…



            Nephrite, dedicó una mirada indolente a aquel tipo moreno de ojos azules y que debería estar en la cuarentena.



-No se preocupe capitán. – Terció Sir Charles – Nosotros nos encargamos de esto. – Y volviéndose hacia su invitado le pidió de forma más cordial. - Sería usted tan amable de contarnos lo que sepa.

-Esa es la educación británica que tanto me gusta. – Sonrió Nephrite –



Y pasó a relatar lo que él sabía. Todos los miembros de la reunión escucharon muy atentamente. Tras una pequeña pausa, después de terminar, añadió.



-Tengo un plan, lo he ido pensando sobre la marcha, pero necesitaré la ayuda de ustedes.



            Sir Charles asentía según le escuchaba hablar. Por fin tomó la palabra y le dijo a Amanda con aprobación.



-Ha hecho usted muy bien en traerle aquí. Nos va a resultar bastante útil. - Se dirigió ahora a Nephrite para querer saber con patente interés -y díganos señor Saint Join ¿cuál es su plan?..



            Esbozando una sonrisa algo pícara él les puso al corriente, no sin antes preguntarle a Amanda si ella aceptaría. Ésta estuvo conforme, una vez perfilados los últimos detalles, él  y la chica salieron de allí y volvieron al escenario de los hechos. Nephrite llamó a la casa de Collins sujetando con un brazo  a la muchacha y con el otro las joyas.



-Aquí le traigo sus diamantes señor Collins- declaró  el anticuario con un tono triunfalista ante la cara de asombro de su interlocutor - con un regalo...

-¿La señorita Thompson?..¿Qué significa esto?..- preguntó confuso -...

-¿Se acuerda que le dije que abandonaba? Era mentira, pero esta señorita me había puesto una escucha. Yo lo advertí y no queriendo descubrirlo, pensé en utilizarlo a mi favor. Ella escuchó nuestra conversación y pensó que tendría el campo libre. Es periodista pero también una ladrona de guante blanco.

-¡Es usted magnífico!- exclamó Collins -...llamaré a la policía ahora mismo. Ya no me atrevía a hacerlo, pensé que no me creerían.

-Le ruego que no lo haga, de momento - le pidió su interlocutor que pasó a desvelarle -...ella no trabaja sola y esto alertaría al resto de su banda. A cambio de cierto trato de favor, nos podría decir dónde están los otros diamantes. Creo que todavía  no han podido sacarlos del país...



            El pensamiento de Collins parecía estar en otra parte aunque tras unos momentos estuvo de acuerdo con Nephrite.



-Sí, haré lo que usted diga, ha sabido resolver el misterio y estoy convencido de que su plan tendrá éxito.

-Eso espero- sonrió su interlocutor, pero pensando en otro plan diferente al que Collins se refería. -

-Entonces vamos – le espetó Nephrite a Amanda con fingida dureza agarrándola de un brazo. -Señorita Thompson, ¿quiénes son sus amigos?...



            La chica sonrió de forma maliciosa y besó a Nephrite en los labios por toda respuesta...



-No prefiere que hablemos menos y hagamos algo más interesante.- Respondió con fingida voz melosa. -

-No gracias, tenemos cosas más importantes que discutir.- Insistió él con indiferencia o al menos eso intentó transmitir para insistir nuevamente - ¿Quiénes son sus contactos?..

-Me reservo a contestar eso...

-Pues tendremos que llamar a la policía. - Amenazó Collins. -

-Eso no nos conviene - le susurró Nephrite. - Mejor será que la convenzamos para que nos devuelva los diamantes. Tendremos que ofrecerle inmunidad.- Collins trató de replicar pero su contertulio prosiguió-  Créame, es lo mejor, podría recuperar los diamantes...y hacer que capturasen a su banda.

-Sí, tiene usted razón...dejo este asunto en sus manos...



            Nephrite se dirigió de nuevo hacia Amanda y le dijo con un tono más conciliador.



-Verá señorita, no nos interesa usted, sólo los diamantes que fueron robados la anterior vez. Si nos dice dónde podemos localizarlos le doy mi palabra de que tendrá inmunidad.

-¿Qué garantía tengo yo de eso?- preguntó ella con un tinte de desconfianza. -

-Yo siempre cumplo mi palabra- aseguró Nephrite en un tono serio. - Le prometo que usted podrá librarse, pero queremos la información. ¿Dónde están esos diamantes? - Inquirió con más dureza -



            Amanda se tomó unos segundos para responder, al fin, fingiendo sentirse intimidada, dijo casi dictando la información.



-En Bristol, en el muelle de carga diez, almacén doce, eso es todo lo que sé. Desconozco si seguirán allí todavía.

-Es más de lo que necesitábamos saber- sonrió Nephrite. - Muchas gracias.

-Podemos ir enseguida- se apresuró a intervenir Collins- , puedo fletar un avión que nos lleve allí en poco tiempo.

-Hágalo, yo me encargaré de ella hasta que nos vayamos.- Replicó el chico tomando de nuevo a Amanda por un brazo -...

-Dijo que yo quedaría fuera de esto si le contaba donde estaban esos condenados diamantes - replicó ella furiosa -

-Primero hay que ver si es verdad lo que nos ha contado, no es que desconfíe, pero. Usted me comprenderá.

-Puedo darle mi palabra - sonrió Amanda acariciando el pecho del chico con uno de sus dedos en actitud melosa- ... ¿le bastaría?- añadió con algo de sorna. -

-A mí no- intervino Collins de forma brusca. - No me fio de una ladrona. Llévesela y enciérrela hasta que nos vayamos- sacó las llaves de su casa y se las dio a Nephrite indicándole - métala en una de las habitaciones.

-Vamos señorita Thompson- dijo el aludido con sorna. - Acompáñeme hasta su "suite".- Y nuevamente tiró del brazo de ella. -



            Amanda hizo una ligera resistencia pero al fin se dejó llevar. Una vez que entraron en la casa Nephrite examinó los techos en busca de alguna cámara. Ella entonces le rodeó el cuello con los brazos en actitud melosa pero él la detuvo con suavidad y le susurró al oído.



-Tenemos que seguir con la representación, puede tener micrófonos ocultos.- Después añadió en voz alta. - Quédese quieta y no intente hacer nada raro...estaré vigilándola...- salió dejando encerrada a Amanda, Collins que, efectivamente estaba a la escucha, sonrió complacido -...



            Pasaron unos minutos hasta que confirmaron la llegada del vuelo. El dueño de la casa volvió a llamar esta vez a sus contactos.



-Sí, ya sé dónde están los diamantes. La ladrona nos ha dado la dirección. Iremos allí, los recuperaremos y eliminaremos a los testigos, a ella y a ese tal Saint Join. Aunque en el caso de él es una pena. Es un tipo realmente brillante. ¡Lástima no pudiéramos contratarle! - rio de su propia ocurrencia.  -



            Nephrite sonrió satisfecho, tenía un equipo de grabación y escucha que le habían proporcionado en el Foreing Office. Ese idiota de Collins les había dado una buena acusación en bandeja. También le agradecía el cumplido que le había dedicado. Pero, había que rematar la faena, guardó su mini equipo y escuchó como ese tipo se acercaba. Sonrió de nuevo y le saludó.



-¿Cuándo nos vamos?- preguntó simulando impaciencia - esa mujer es muy astuta y podría intentar fugarse, me pone nervioso.

-Ya podemos irnos, usaremos mi coche... He pensado que mejor tráigala. Así la mantendremos vigilada.

           

            Él obedeció,  fue a por Amanda y la sacó del brazo. Los dos entraron en la parte trasera del coche de Collins y éste arrancó. Enseguida llegaron al aeropuerto, tomaron un jet que estaba esperando y en una hora se plantaron en Bristol, de nuevo en un coche de alquiler hasta llegar al muelle convenido. Nephrite bajó llevando junto a él a la muchacha, ahora sin sujetarla. Collins iba tras ellos.



-Llévenos hasta ese almacén...- le exigió Nephrite con algo de premura. -



            Amanda caminó a pasos cortos y rápidos llevándoles hasta el sitio justo. La puerta estaba cerrada, todo parecía en calma. Nephrite le pidió que abriera la puerta pero ella se encogió de hombros.



-No tengo las llaves, sólo les dije que les llevaría hasta aquí.

-No se preocupe. Mis amigos se encargarán de eso- aseguró Collins a la vez que sacaba un teléfono portátil y marcaba un par de números. -



            Salidos de ninguna parte aparecieron tres coches. Encendiendo sus faros en la brumosa noche del puerto, se acercaron hasta ellos y frenaron. Unos ocho individuos armados descendieron. Collins les hizo una seña y dispararon contra la puerta volando el oxidado candado. Dos de ellos empujaron la puerta que chirrió de forma agónica abriéndose lentamente



-¡Que alguien ilumine esto!- Urgió Collins impaciente -



            Uno de sus esbirros trajo una linterna y apuntó con ella al interior. Dentro podían verse innumerables lonas que tapaban bultos de un tamaño considerable...



-Está debajo de alguna de esas lonas- señaló Amanda. -

-Muy bien, empezad a buscar, - ordenó Collins a sus hombres. -...



            Esos tipos comenzaron a levantar las lonas y a examinar los sacos que había bajo ellas, su jefe miró a Amanda con un gesto amenazador.



-Si nos has mentido, vas a desear que te hubiera detenido la policía...

-Señor,- interrumpió uno de los esbirros - ¡están aquí! - Le mostró a Collins un saco lleno de diamantes en bruto.-



            Éste sonrió para después reír de satisfacción. Miró a Nephrite y a Amanda mientras indicaba a uno de sus hombres que cerrase la puerta.



-Bien, bien, bien. Muchas gracias por todo señorita...y a usted también señor Saint Join.

-No te apartes de mí- le susurró Nephrite a Amanda cuando había visto los diamantes. -Ya hemos resuelto el misterio-  comentó ahora él en voz alta satisfecho, dirigiéndose a Collins -...

-Sí, y ha sido usted de mucha ayuda. Pero sintiéndolo mucho, ya no me es útil. Y ha visto demasiado - Repuso éste haciendo una señal a sus hombres que apuntaron al anticuario y a la periodista con sus armas -...

-¿Qué significa esto? - Inquirió el muchacho fingiendo sorpresa. -

-Significa que no queremos testigos. Verá, estos diamantes van a salir del país como estaba previsto. Los ladrones se los van a llevar, ustedes les sorprendieron y ellos les mataron. ¿Les suena bien?- miró las caras de ambos y se respondió - no, no lo creo.

-Pues a usted le va a sonar aún peor esto. Soy agente del Servicio Secreto - desveló Amanda.- Ustedes quedan arrestados por robo, contrabando ilegal e intento de asesinato. Están rodeados, nuestros hombre vigilan la zona. Ríndanse…



            Collins se rio a carcajadas mientras meneaba la cabeza.



-Eso ha estado bien, pero no va a resultar. Debo reconocer que tiene mucha imaginación señorita, será una lástima matarla.

-Es verdad- intervino Nephrite con una sonrisa para comentar. - Podemos hacerlo fácil o difícil. Yo le recomendaría que se rindieran o sino los del SAS no van a encontrar a nadie capaz de hacerlo cuando entren.

- ¿Los del SAS son la parte difícil?- Se burló Collins mirándole con desprecio. –

- No, esos son la parte fácil.- Afirmó su interlocutor remachando con visible regocijo. - Yo soy la parte difícil.



            Risas de todos los hombres de Collins, él también se reía mientras miraba a Nephrite incrédulo. Finalmente reaccionó señalándoles a sus hombres los blancos que debían ejecutar.



-Matadlos ya y vámonos de aquí...

-¿Debo entender eso como una negativa por su parte?- Inquirió el anticuario con patente sarcasmo.-



            Collins rio de nuevo y movió la cabeza divertido. Suspiró para sentenciar.



-Debo admitir que es usted un hombre fuera de lo corriente. Le admiro, de verdad que sí. Sabe estar a la altura de las circunstancias hasta el último momento. Es una lástima. Adiós señor Saint Join. Señorita Thompson, ha sido un placer…



            E hizo una señal a sus hombres, estos apuntaron ya sin vacilar a sus objetivos. Nephrite entonces reaccionó con tremenda velocidad. Cuando los esbirros comenzaron a dispararles él se interpuso entre Amanda y las balas y las rechazó con una barrera de energía. Protegió a la chica con una cúpula impenetrable y entonces puso fuera de combate en un par de segundos a seis de ellos. Apresando a Collins. Amanda boquiabierta no podía creerlo. Nephrite sonrió, los dos que quedaban trataron de atacarla pero ella les propinó varios golpes y llaves de karate. Luchaba bastante bien para ser una mujer normal, pensó él. Mientras tanto, al oír los disparos los S.A.S, entraron inmediatamente apuntando con sus rifles de asalto y desplegándose en guerrilla. Para asombro de aquellos miembros del comando de operaciones especiales que ahora se miraban unos a otros sin poder creer lo que presenciaban todos los malhechores estaban fuera de combate y Nephrite sujetando a Collins del cuello y elevándole medio metro del suelo con un solo brazo.  En cuanto la policía entró, le soltó dejando que cayera de golpe al suelo. Los agentes le apresaron y fue inmediatamente esposado y mientras le arrastraban fuera gritaba.



-¡Quiero un abogado, tengo mis derechos, no diré nada hasta que vea a mi abogado!...



            Cuando le hubieron sacado entró Sir Charles que felicitó a ambos muy cordialmente.



-Han prestado un gran servicio a la nación. Me ocuparé de que sean recompensados. ¿Desean alguna cosa en particular?...

-¡Por el momento que nos lleven de vuelta a casa! - rio Nephrite- Luego, si no les importa, una cena para dos en un buen restaurante, si la señorita no tiene inconveniente, claro.



Miró a Amanda que asentía con aprobación y al tiempo le devolvía una mirada de asombro para susurrarle.



- Creo que tienes muchas cosas que contarme señor Saint Join. Para empezar me gustaría saber quién eres en realidad.

- Bueno, eso solamente te lo diré, si sabes cómo convencerme. – Le respondió él con una media sonrisa pícara-



Entonces Amanda se volvió hacia su jefe y le matizó, refiriéndose a la cena



-Que sea muy romántica, con un par de velas y en un sitio elegante y a ser posible muy íntimo y muy caro.  - Añadió ella devolviéndole la sonrisa  a Nephrite. -

-Muy bien.- Rio Sir Charles con evidente satisfacción - déjenlo en nuestras manos. Creo que tras el servicio que ambos le han prestado esta noche el gobierno de su Majestad podrá permitírselo.- Y sin decir nada más salió de allí y dejó solos a ambos jóvenes -

           

            Nephrite se acercó a ella y la abrazó con suavidad, la muchacha se juntó más hacia él y el chico, en tanto acercaba su rostro de ella le susurraba.



-Me gustaría saber si ese beso de antes fue sólo parte de la actuación.

-No me hacía falta ningún beso para la actuación, debes creerte mi palabra. - Repuso ella. -

-No es que desconfíe, pero. - Sonrió él acercando sus labios a los de la chica. -

-Estoy de acuerdo contigo, vale más asegurarse. - Convino Amanda y ambos se besaron de forma larga y suave -...



            Tras aquella velada intima en la que Nephrite le contó algunas cosas y la muchacha correspondió con otras historias no menos interesantes volvieron a Londres. Llegaron en coche hasta la ciudad. Aunque para sorpresa de él, la joven que conducía, aparcó en una conocida calle.



-Estamos en Camden. Hemos llegado a Euston Road. -Le indicó.- Dejaremos el coche aquí y tomaremos el metro.-

-¿A estas horas?- Sonrió Nephrite.-

-Sí, es una hora realmente tranquila.- Respondió ella con gesto divertido.-

-Y además queda cerca del British Museum.- Afirmó él, con su característico tono irónico.-



            Desde luego, teniendo en cuanta que eran más de las tres de la mañana y que esa estación estaba cerrada, no comprendía ese arrebato de Amanda. Aunque enseguida se dio cuenta de que no era tal cuando la chica conectó un reproductor de música.



-Y esta es una de mis canciones favoritas.- Le dijo, en tanto se aproximaba a la verja que cerraba la entrada a una de las bocas de acceso.-

-¿Y eso hace necesario bajar a la estación ahora teniendo ahí el coche?- Inquirió Nephrite.-

-Vamos, Señor Saint Join. ¿Acaso es usted uno de esos sibaritas que nunca ha utilizado el metro?- Se rio Amanda.-

-He viajado en el de Tokio. Comparado con ese, el inglés me parece una limusina.- Se sonrió él.-



            Y entre tanto pudo escuchar el sonido de una música que le fascinó, en medio de la soledad de aquella desierta entrada. Amanda fue capaz de abrirla sin que él se percatase de cómo lo hizo e invitarle a seguirla con un ademán de sus manos, mientras se oía cantar.



El hombre al final de la cola fue enviado,

a sentir el golpe del firme gobierno

Quedándose junto al cartel de peso mosca, por una pelea

Es la misma historia cada noche

He sido herido, nosotros lo hemos sido

Tú dejas el hogar y no regresas




Espera hasta mañana y todavía no hay manera

Leído en un libro o escrito en una carta

Despierto en la mañana

Y aun así no hay garantía



-Vamos.- Le indicó ella, en tanto bajaba unas escaleras.-  Es por aquí.



Solamente la última noche, me encontré perdido

Por la estación llamada King´s Cross

Muerto y herido por cada lado



Sabes que es solo cuestión de tiempo

He sido bueno y he sido malo

He sido culpable de estar dando vueltas



Nephrite se detuvo entonces, mirando una placa de metal que podía verse a la luz de una incipiente iluminación de neones y leyó.



-En memoria, a las treinta y una personas que perdieron sus vidas en el metro de King´s Cross en el incendio del dieciocho de noviembre de mil novecientos ochenta y siete...



Alguien me dijo el lunes, alguien me dijo el sábado

Espera hasta mañana y todavía no hay manera



Leído en un libro o escrito en una carta

Despierto en la mañana

Y aun así no hay garantía



Amanda se detuvo a su vez, aguardando pacientemente, al darse cuenta, él asintió y ambos prosiguieron con aquella canción de fondo…



Así que fui a echar un vistazo fuera

Por la que se fue

Asesinato caminando alrededor de la manzana

Terminando en King´s Cross

Buena suerte, mala suerte, esperando en una línea



            Llegaron a te otras puerta que se abrió al mero contacto de la palma de la mano de la chica sobre ella. Entraron y Amanda le dijo, una vez se iluminó la estancia que ahora les acogía.



-Bienvenido a la base de los guardianes.

-¿Quiénes?- Se sorprendió él.-

-Nosotros.- Sonrió la joven.-

           

Se necesita más que cuestión de tiempo



Alguien me dijo el lunes, alguien me dijo el sábado

Espera hasta mañana y todavía no hay manera



Leído en un libro o escrito en una carta

Despierto en la mañana

Y aun así no hay garantía



            Nephrite miraba sorprendido a su alrededor, y también escuchaba esa letra que parecía tener mucho sentido allí, y también con relación a sus propias peripecias vitales.



Alguien me dijo el lunes, alguien me dijo el sábado

Espera hasta mañana y todavía no hay manera



Leído en un libro o escrito en una carta

Despierto en la mañana

Y aun así no hay garantía



Y aun así no hay garantía

Y aun así no hay garantía



(Pet Shop Boys. King´s Cross. Crédito al artista)



            Al terminar esa canción, él así lo comentó.



-Una buena canción. Y muy profunda. A veces tenía la impresión de que hablase de mí.



Amanda suspiró afirmando.



-En efecto, es una de mis favoritas.

-Supongo que la compusieron a raíz de lo que pasó aquí. He leído esa placa al bajar.- Comentó.-



            Aunque la réplica de su interlocutora le sorprendió cuando ella, negando con la cabeza, rebatió.



-Al contrario. La canción se estrenó meses antes de esa tragedia. Ya era una niña pero lo recuerdo todavía.

-Curioso.- Musitó Nephrite.- Es como si lo hubieran adivinado de algún modo.



            La joven periodista no contestó a eso directamente aunque a los pocos instantes declaró.



-Como tú mismo has dicho, es una canción muy apropiada para este sitio. Y seguro que tendrás algunas preguntas que hacerme. ¿verdad?

-Así es.- Admitió el joven, aprestándose a ello.- Para empezar. ¿Qué son los guardianes?



            Amanda tomó asiento en un butacón que presidía aquella amplia sala que contaba a su vez con una larga mesa de conferencias y varias butacas más. Se tomó unos instantes para acomodarse y respondió.



-Los guardianes somos una organización de altísimo secreto. Nuestra misión es la de proteger la Tierra de seres extra dimensionales.

-¿Extra dimensionales?- Repitió el perplejo Nephrite.-

-Lo que la gente llama fantasmas, vampiros, demonios, etc.- Enumeró ella.-



            Nephrite sonrió ahora moviendo la cabeza para sentenciar.



-Admito que es una manera muy original para terminar una cita.

-Bueno, ¿Quién ha dicho que hayamos terminado todavía?- Le susurró ella tomándole de una mano.-



            Él se dejó guiar hasta la pared en la que concluía la habitación. O al menos eso parecía. Amanda tocó un panel de la misma invisible a simple vista y una puerta totalmente oculta hasta entonces se abrió. Dentro Nephrite vio un dormitorio con una gran cama.



-Señor Saint Join. No sea usted tímido.- Le ofreció ella sonriendo con expresión pícara.-



            El joven no se hizo de rogar, siguió a Amanda al interior y esa puerta se cerró tras ellos como si jamás hubiera existido. Allí pudieron desde luego concluir con esa cita. Al día siguiente, una vez se levantaron y se ducharon en un baño contiguo, ella le dio un mono de trabajo.



-¿Y esto? No imagino como ha podido variar tanto tu idea del glamour de la noche a la mañana.- Se rio él.-

-Es un uniforme de empleado de mantenimiento del metro.- le explicó ella, poniéndose otro a su vez.- Tenemos que salir.



Su interlocutor asintió. Los dos se pusieron aquello y ella le orientó por otra salida, una que daba a un largo pasadizo que desembocaba un la red de túneles del metro. Al salir por una de las puertas accedieron a una estación normal, mezclándose con la gente.



-Una buena tapadera.- Admitió Nephrite.-

-Tiene que serlo. Los que guardamos muchos secretos debemos hacerlo bien.- Aseveró la joven.-

-¿Y cuantos secretos más me guardas todavía?- Quiso saber su contertulio.-

-Quizás tantos como tú a mí.- Se sonrió misteriosamente ella.-

           

            Tomaron uno de los trenes que les dejó cerca de la casa de Nephrite. Por supuesto que él invitó a su acompañante a entrar. Allí Amanda se quitó ese mono y ya luciendo el vestido que había llevado debajo la muchacha se despidió.



-Tengo que ir a trabajar. Me refiero a mi trabajo de periodista.- Matizó.-

-Es un milagro como puedes cuadrar tu agenda.- Comentó sarcásticamente él.-

-Una chica moderna debe ser muy organizada.- Respondió la divertida chica.-



Y así se despidió de él. Al menos por ese día. Después fueron viéndose con regularidad. Pasaron unas semanas. Amanda prosiguió su trabajo como reportera y  el joven anticuario montó su tienda por completo. No tuvo ningún problema en encontrar un buen número de clientes. Sir Charles le ayudó bastante en eso. El tiempo transcurrió con pocas novedades que reseñar y ya habían pasado dos años. Amanda fue destinada a Europa para cubrir una cumbre de la U.E. Al menos eso le dijo ella. Así concluyó su historia...



-Es una historia muy emocionante, pero, creo que ha exagerado usted un poco señor Saint Join- rio divertido Travis -¡una barrera de energía! ¡Qué pasada!  ¡Eso no hay quién se lo crea! -

- Si. Le echa usted mucha imaginación - convino Peggy en eso.-

-Sobre todo la última parte. ¡Ja, ja! Una agencia contra los fantasmas, vampiros y demonios! Ese es un guion para cualquier película de serie B.- remachó Travis.-



Desde luego que la mujer e incluso el chico habían ido tornando su expresión en cada vez más escéptica a medida que su jefe relataba todos aquellos disparates dignos de tebeo.



-Bueno- sonrió él,- vale, me habéis pillado, pero así la cosa es más entretenida. Aunque os aseguro que ocurrió de ese modo, al menos la mayor parte de las cosas - No quería insistir con lo de sus poderes, prefirió dejarlo así y repuso divertido. - Realmente llevaba un chaleco antibalas y una granada de humo. Bueno, en realidad pillaron a ese tipo por evasión de impuestos y Amanda cubrió la noticia. ¡La conocí cuando nos juntamos en la casa de Collins! Y al terminar la velada que pasamos juntos se le averió el coche y tuvimos que volver en metro. Pero lo de la canción es verdad. ¡Es todo un temazo! – rio ahora en tanto sus interlocutores movían la cabeza divertidos. -

- ¿Y lo de la señorita Amanda como agente del Foreing Office?- Preguntó Travis. - ¿Será otra broma, verdad?

- Tan real como que yo soy un súper héroe. – Sonrió Nephrite argumentando. - Al menos dime que la historia es buena.

-Bueno, bueno.- Intervino Peggy que miró su reloj suspirando. -  ¡Cómo es usted con sus historias!, Por un momento he llegado hasta  a creerle. En fin, ya casi es la hora de cerrar. Debo admitir, eso sí, que con sus invenciones se nos ha pasado el tiempo volando.

-Sí, y a mí también. Creo que me iré a casa- dijo Nephrite. -

-No se preocupe, yo cerraré - le dijo Peggy sonriendo - hasta mañana señor Saint Join.



El muchacho aun sonriente por aquella sarta de invenciones, al menos eso creía él, también se marchó junto a Nephrite. No obstante éste, una vez que estuvieron fuera de la tienda, le dijo con un tono de reprobación.



-Travis, no vuelvas a saltarte las clases ni a engañar a tu tía, no está nada bien.

-¿A qué se refiere?- Le inquirió el muchacho con cara de sorpresa  para repetir. -Ya le he dicho que si me hubiera saltado la clase… -



Pero su interlocutor le interrumpió con el gesto de levantar una de sus manos para replicar con escepticismo.



-Ya me sé ese cuento, no habrías venido aquí. Como ya dije antes, es tan evidente que no puede ser verdad. Apostaría cualquier cosa a que si vamos a tu clase y preguntamos, seguro que ningún profesor ha faltado hoy. No quieras utilizar el mismo truco que Collins, él tenía más mundo que tú y era mucho mejor actor pero tampoco le resultó con los de hacienda, claro.- Sonrió su contertulio sentenciando. - Para tirarse un buen farol hay que saber hacerlo, muchacho.



            Travis no supo que contestar, al fin tuvo que reconocer su engaño, le pidió encarecidamente a Nephrite que no se lo contase a su tía, pero éste con una media sonrisa le tranquilizó.



-No vuelvas a hacerlo o entonces sí que se lo contaré. Ahora tengo que irme, hasta mañana. - Se despidió palmeando suavemente un hombro de Travis. -

-Hasta mañana, señor Saint Join.- Contestó el sorprendido muchacho que cada vez  admiraba más a ese curioso individuo. -



Nephrite volvió por donde había venido, se montó en su coche y salió hacia su casa. Llegó pronto, cenó y no tardó en irse a dormir. Al día siguiente debía declarar en las diligencias del juicio contra Collins y su banda que iban a celebrase tras dos años de espera, después de hacerlo decidió tomarse el día libre. Pasó éste y al día siguiente fue al aeropuerto a esperar a Amanda. El vuelo llegó con media hora de retraso pero ella fue de las primeras que bajó. Se abrazaron y besaron con efusión, ella le preguntó mientras Nephrite le llevaba las maletas.



-¿Me has echado mucho de menos?...

-Desde luego, pero para entretenerme les conté a Peggy y a Travis la historia de cómo nos conocimos...

-¡Eres un caso!, no debes ir contando eso por ahí. Alguien se lo podría creer. - Le reprobó ella con una divertida sonrisa. -

-No debes preocuparte demasiado. No hay nada como contar toda la verdad con el tono adecuado para que no te crean en absoluto. Pero desde luego es una buena historia.- Repuso él divertido. Aunque enseguida cambió de conversación para preguntar con interés. - Por cierto ¿qué me traes?...



            Como respuesta Amanda sacó de su bolso un pequeño paquete y se lo entregó. Nephrite lo abrió con curiosidad pero sin prisa y descubrió que se trataba de un bonito prendedor de corbata. Esbozó un gesto de ligera decepción pero ella al ver su cara rio divertida.



-Tengo otro regalo más, pero es una sorpresa.- Le susurró. - Te lo diré después de la cena...

-Espero poder soportar la incertidumbre,- replicó Nephrite con su clásica sorna.-

-Te aseguro que valdrá la pena- prometió Amanda para querer saber a su vez. - A propósito, tú también tendrías que hacer algo por mí a cambio.

-¿Qué te gustaría?,- preguntó Nephrite. -

-Que me contases algo de esa vida tan misteriosa que has tenido antes de conocernos. -Repuso ella con visible interés  añadiendo. – Me adelantaste alguna cosa, pero en estos dos años apenas si te he podido sacar nada. Claro exceptuando que tú y tus amigos súper poderosos habéis salvado este planeta en más de una ocasión.-

-Bueno- replicó él mesándose la barbilla con suavidad- un día de estos lo haré. Si ese capitán tuyo como se llame de la segunda guerra mundial no vuelve a intentar ficharme para su equipo.

- Ya te he dicho que ellos cumplen una misión muy importante. Son un grupo de élite tan elevada que ni el mismo gobierno está plenamente enterado de cómo operan. Es un honor que quisieran contar contigo. – Le replicó la muchacha. -



            Nephrite hacía alusión a ese militar que le interrumpiera cuando con Amanda fue a la sede del Foreing Office. Al parecer ese tipo tampoco era de la Tierra. Y junto con otros agentes de un grupo cuyo nombre él nunca podía recordar, empezaba por Torch.. y luego algo más. Defendían este mundo de ataques aliens y se compenetraban con los guardianes que ella le mencionó. 



-Los guardianes vinieron después. -Le aclaró la joven.- Cuando tuvo lugar la batalla tuya y de tus amigos contra los demonios. Se creó un cuerpo a nivel mundial, pero de índole totalmente independiente. En mi caso, Sir Charles me dio carta blanca para que me integrase en él y le diera preferencia. Mi principal cometido es el de reclutar miembros capaces. Y creo que he comenzado muy bien contigo.

-¿Y no hay más?- Quiso saber Nephrite.- Solos tú y yo?. Admito que, en otra circunstancia, esa idea me resultaría muy seductora.

-Hubo otros.- Le contó su interlocutora.- Algunos protegieron a tu amigo Roy siendo él muy niño. Para evitar que ese demonio que le dominaba, Armagedón, se hiciera con él antes de tiempo.

-¡Vaya!- Se sorprendió él.- Luego entonces, tú sabías perfectamente quien es Roy y todo lo que sucedió.

-Lo supe cuando un tal Anthony me contactó. A su vez fue él quien me reclutó a mí. Era amigo de Sir Charles y le pidió ayuda. Él estaba desbordado y debía desaparecer para no ser eliminado por los agentes de esos demonios. Luego le perdimos la pista. No sabemos que haya podido ser de él.



            Nephrite se quedó pensativo y tardó un poco en inquirir.



-¿Tienes pensado reclutar a más gente?

-Sí, al menos hay una prometedora muchacha que desearía alistar en nuestras filas.- Le desveló Amanda.- Ya te daré más detalles cuando yo misma los tenga.

-¿Y eso no tiene que ver pues con todo este enredo de los diamantes?- Quiso saber él.-

-Sí y no.- Contestó enigmáticamente ella, para remachar.- Digamos que esto fue una pequeña prueba para ver cómo te desenvolvías.

-Espero haberla superado.- Dijo él.-

-Cielo, de lo contrario no te estaría contando todo esto.- Sonrió la joven.-



Amanda le contó entonces que ,en un principio al saber de él y de sus amigos les investigaron.  La misma joven había sido reclutada por ellos poco antes de conocer a Nephrite y luego ella le desveló que, además del asunto de Collins, ella tenía orden de vigilarle. Esos diamantes en bruto tan importantes no lo eran por mero valor económico. En realidad debían de ser minerales extraterrestres con un alto poder.



-Podrían tener propiedades similares a esas piedras capaces de abrir pasillos dimensionales.- Le desveló ella.-

-¿Las piedras Yalmutud?- Inquirió Nephrite.-



            Amanda asintió, agregando con tono entre misterioso y lleno de discreción.



-Hay más componentes de los Guardianes que han tenido experiencias con piedras similares. Pude hablar con ellos y coincidieron con Sir Charles y con ese Anthony. Me dirigieron a ti, y también a tus amigos, más concretamente a Diamante y Esmeralda.



-¿Y qué tienen ellos que ver?

-Sobre todo ella.- Sonrió Amanda, que, con gesto entre divertido y lleno de interés, le comentó.-Fue un placer conocerles. Particularmente a esa mujer. En el tiempo que lleva trabajando en la casa de modas Deveraux se ha convertido en una modelo de las más cotizadas y en una gran diseñadora

-Es cierto. Esmeralda tiene talento. Y cuando os conocisteis me dio la impresión de que sabías sobre ella más de lo que dejaste entrever. ¿Me equivoco? - inquirió él, sintiéndose enseguida un poco tonto al hacer semejante pregunta.-



            Siendo Amanda una agente del gobierno y estando implicada en tanto grupo secreto de élite, eso era algo de lo más fácil. Por no decir que las contrataciones de Modas Deveraux y la carrera de Esmeralda en el mundo de las pasarelas no eran secreto ninguno para nadie. Aunque fue la propia Amanda quien, tras sonreír divertida, replicó.



-Me encanta la moda, y creo que la novia de tu amigo tiene mucho talento para el diseño.  Por eso entre otras cosas, me  encantó conocerla. Debo darte las gracias por haberlo hecho posible.

-Bueno, eso se pudo arreglar fácilmente. Diamante y yo somos buenos amigos.- Afirmó Nephrite.-



Recordó cuando, haría casi dos años, al poco de concluir esa misión contra Collins, y cuando fue a buscarla al aeropuerto de Heathrow  tras el regreso de la chica de un reportaje. Amanda le pidió el favor de que le presentase a esos amigos suyos que vivían en Francia.  Supuso que, quizás en esa ocasión, fuera sencillamente algo más mundano, que su novia quisiera conocer a los amigos de su pareja. Pese a todo aquello le desconcertaba, demasiadas tramas entretejidas. Empero, algo le decía que podía confiar en Amanda y ya que le había prometido cooperar y echar una mano si venía el caso, no creyó que el invitar a sus amigos a pasar unos días en Londres fuera nada complicado en comparación a las aventuras que habían vivido.



-Espero que Sir Charles y tu capitán no me pidan también que les haga de relaciones públicas. O a  este paso, entre tanta organización secreta y mi tienda no voy a tener ni un minuto libre al día.- Suspiró haciendo reír a su contertulia.-

-¡No es para tanto! Tampoco estamos todo el día yendo de misión en misión.- Le tranquilizó la muchacha quien, eso sí, le insistió.- Entonces, podré conocer a esos amigos tuyos. ¿El príncipe de Némesis y señora?

-Les invitaré, eso dalo por hecho.- Asintió él.-

-Si no te importa, no les pongas al corriente de todo. Al menos, no todavía. Creo que tendrán sus propios asuntos de los que ocuparse. Tampoco hace falta llamarles enseguida. Quizás en un par de meses, cuando termine con otros asuntos que tengo pendientes.- Le pidió ella.-

-¿Asunto? ¿Cómo cuáles? – Quiso saber el joven.-

-Entre otros, acabar con unos cuantos artículos que le debo a mi editor. Mantener mi tapadera como periodista es complicado a veces.- Suspiró ella, con visos de total sinceridad.-



            Nephrite se rio a su vez, moviendo la cabeza para comentar.



- Espero que tengas tiempo para eso y para tomarte un descanso conmigo. Y que ese pesado del capitán como se llame y su grupo no nos molesten con alguna de sus crisis de andar por casa. Por cierto, vaya unas miradas que me echaba.- Suspiró con cara de circunstancias.-

- No te preocupes ahora por él. Ya le he dicho que en esos asuntos también eres todo mío.  Y además soy yo la que quiere saber más cosas de ti. – Replicó la chica. –

- Me temo que todavía te tendrás que quedar con las ganas – Aseveró él eso sí, de forma distendida. -



            Y de hecho él era muy reservado sobre su vida personal. Paradójicamente le había contado a Amanda cómo él y su grupo de amigos habían luchado contra demonios y como entrenaron.  Ella de hecho había tenido ocasión de conocerles y de hasta de compartir alguna aventura en ese tiempo, y desde luego estaba asombrada con sus  poderes. Pero lo que por ejemplo Nephrite nunca le había contado, y posiblemente quizás nunca lo hiciera, fue su historia con Naru. Aquello era para él un tesoro que guardaba en lo más profundo de su corazón, y aunque ahora estaba enamorado de esa joven “periodista” aún debería pasar más tiempo como para que él pudiera abrirse a hablar de aquello y de su pasado como general de la oscuridad. Suspiró tratando de dejar aparcadas esas reflexiones en tanto animaba su expresión con un gesto jovial en tanto escuchaba a la muchacha.



-¡Eres un cabezota! - Le reprochó ella, riendo - Pero en eso tendré más paciencia contigo que tú con el regalo.

-Te lo compensaré de momento con algo que  te gustará. – Le aseguró él. -

-¡Ya era hora de que dijeras algo interesante! - Exclamó Amanda tomándole de un brazo, así ambos salieron del aeropuerto.-



             Fueron a la casa de él, Nephrite la invitó a una cena romántica de esas que tanto les gustaban a ambos. Tras los postres, el muchacho le volvió a recordar con una no disimulada impaciencia...



-¿Y tu regalo, Amanda?...ya es la hora...

-Tienes razón,- admitió la muchacha - espera un momento por favor...



            Ella se levantó y  sacó de una bolsa un paquete que había traído desde el aeropuerto, se escondió tras un biombo decorado con motivos de arte chino que él tenía en su comedor. Sin perder un instante se despojó de su escotado traje de noche y lo dejó sobre el biombo. Luego Nephrite escuchó el sonido del paquete abriéndose. Al fin y tras unos segundos, Amanda salió de detrás del biombo y se mostró ante él. La débil luz de las velas iluminaba en parte su magnífico cuerpo desnudo. Sólo un gran lazo rojo tapaba sus pechos y partes íntimas. Nephrite se sonrió mientras la escrutaba con atención.



-¿No es esto lo que me pediste?,- le dijo ella sonriente a su vez, mientras se acercaba hacia él de forma provocativa, contoneándose de forma que hacía peligrar la sujeción del lazo. -

-Es el mejor regalo que me habrías podido hacer. Desde luego es lo que más me gusta. Y estoy impaciente por abrirlo. - Respondió él mientras comenzaba a despojarse de su traje. –



            Y cuando Nephrite ya estaba casi desnudo sólo tuvo que tirar del lazo para desatarlo y apagar con un soplido la trémula luz de las velas. Aquella fue una noche para recordar. Pero al día siguiente debían seguir trabajando. Al poco y en efecto, pudo contactar con Diamante y le ofreció a él y a Esmeralda venir de visita a Londres. Así se lo comentó él a Amanda tras despertarse una mañana en el apartamento de ella. Por su parte la muchacha le comentó una vez se dieron unos cuantos besos.



-Pues yo tengo que irme al sur. Hay un reportaje sobre Stonehenge que debo cubrir.

-¿Stonehenge? – Se sorprendió Nephrite afirmando con su típico sarcasmo burlón.- ¿Es que el Foreing Office ha descubierto una base de aliens allí?

-¡No tonto!- Se rio su interlocutora.-  Lo que sí se han descubierto son algunos restos arqueológicos muy interesantes.  Están ahora en plena excavación. Y aunque no te lo creas soy periodista de verdad y mi periódico me ha encargado ir a cubrir esa noticia. Trabajo en cultura y sociedad, ¿recuerdas?

-Creía que solamente actuabas como periodista para infiltrarte en tus casos.- Comentó él ahora con genuina sorpresa.-

-Mis jefes del periódico desconocen mi identidad como agente secreto.- Le explicó la joven- Y si me mandan a por una noticia, allá que voy. Además, me gusta. Era mi trabajo hasta que me reclutaron. Y es uno de esos reportajes que tenía pendientes. ¿Recuerdas que te lo dije?

-Bueno, pues ya me contarás.- Repuso su interlocutor levantándose de la cama.- Por cierto  mis amigos llegarán este fin de semana. Espero poder presentártelos por fin. No creo que vieran bien que la chica que tanto interés tiene en conocerles no estuviera presente.

-Una idea excelente.- Convino Amanda, visiblemente complacida.- Y no te preocupes. Aquí estaré.



            Nephrite asintió, se hizo con un batín para tapar su atlético y desnudo cuerpo en tanto ella se dirigía a la cocina. Amanda se preparó unas tostadas en tanto su pareja se daba una ducha. La muchacha tenía algo de cargo de conciencia, pero no podía hacer nada. No le había contado a su novio toda la verdad. Al menos de cara a sus amigos. Ella se había pasado en un viaje rápido por París. Tenía un objetivo que cumplir aunque fracasó en el mismo. Su rival no había sido precisamente fácil. Bueno, no pasaba nada. En esta ocasión ir simplemente a ver ese monumento megalítico y tomar algunas fotografías no se le antojaba demasiado peligroso. Por una vez le había dicho la verdad a su novio. Al menos en eso.



-Lo único será el llegar a tiempo para poder ver a Diamante y Esmeralda.- Se dijo haciendo un rápido cálculo mental.- Quizás Nephrite les pueda llevar a Stonehenge y nos reunamos allí Aunque verla a ella será toda una prueba.- Se sonrió la joven no sin cierta malicia.-









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