domingo, 17 de agosto de 2014

GWHC 01 Roy y Tom conocen a las Ayakashis


Para mi buena amiga Claudia de allende los mares, diez años ya escribiéndonos y contándonos bonitas historias. Para mí has sido como el sagrado Cristal de Plata, me has hecho recobrar la ilusión por escribir y los recuerdos de una época maravillosa. Un beso muy grande.





Roy y Tom conocen a las Ayakashi.





Una soleada tarde Tom y Roy paseaban por el parque, mirando a las parejitas que estaban deambulando por allí acarameladas, ambos sonrieron. No obstante, iban con paso rápido y sin tiempo que perder. Se dirigían hacia el apartamento de las chicas para recogerlas, habían quedado con ellas para salir.



- ¿A dónde las llevaremos hoy, Roy? - Le preguntó Tom a su amigo que miraba distraídamente a las chicas guapas que se le cruzaban por la calle. - ¿Roy?...

-Supongo que a dar un paseo, -respondió éste al fin - tomarnos algo por ahí, cenar, y luego…

- ¿Luego?,- quiso saber su intrigado interlocutor. -

-Luego nada, para casa. - Repuso su amigo entre jocosa y sarcásticamente. - ¡Que estas dos se hacen mucho las estrechas!



            Su interlocutor movió la cabeza, afirmando entre divertido y resignado.



- ¿Es que no piensas en otra cosa?…

- ¡Pues tú deberías pensar en eso alguna vez! - Se rio su amigo. -

-Ya sabes que a mí no me gusta apresurar las cosas. Al menos, así me educaron. - Arguyó su azorado contertulio. -

-Una cosa es no apresurar y otra es ni tan siquiera intentarlo, Tommy. Repuso su amigo con algo de sorna, para añadir ya más conciliador. - Pero bueno, ¡tú mismo, chico! Aunque debo admitir que Bertie también se hace de rogar…pero siempre cede al final. Creo que es lo que le gusta. - Sonrió él. –

-No es que Connie y yo nos dediquemos a mirarnos solamente. - Confesó su compañero con deseos de reivindicarse. -

- ¡Ah! pillín. - Se rio Roy. – Habrá que veros…



            Sin querer dar más explicaciones al gamberro de su amigo, Tom cambió sutilmente de tema en tanto suspiraba.



-Bueno, sea como sea, por lo menos estamos con ellas, ¡qué ganas tengo de que podamos irnos a vivir juntos!

- Sí, - admitió su interlocutor, ahora con talante más serio. - Bertie y yo hemos estado hablando de ello también. Vamos a esperar un par de meses a asentarnos. Yo aún tengo que hacer mis pruebas de baloncesto. Ella se está pensando el estudiar ese curso puente a la secundaria que Melanie le comentó.

-Espero que tengas suerte. - Le deseó su compañero, puntualizando. – Bueno, los dos.

-Gracias amigo...la vamos a necesitar. - Repuso Roy consultando su reloj y añadiendo alarmado - ¡ya llegamos tarde! Y sabes cómo se ponen cuando nos retrasamos.

- ¡Oh no! - exclamó Tom que le dijo a su amigo con un suave toque de reproche. - Bueno, espero que no nos toque mucha bronca. Mira que te dije que dejaras de entrenar antes.

-Lo sé, pero siempre se me va el santo al cielo cuando juego, lo siento.

-Bueno, ya está hecho, ahora vamos a intentar solventar la papeleta. - Le animó su interlocutor. -

           

Y así, entre ésta y otras conversaciones llegaron por fin ante la puerta, tocaron el timbre y Beruche abrió. El gesto de su cara reflejaba enfado en tanto punteaba con un dedo la esfera de su reloj de pulsera.



- ¿Os parece bonito llegar tan tarde? Hace más de media hora que os esperamos.



            Los dos cruzaron miradas de culpabilidad en cuanto ella les soltó la reprimenda, fue Tom el que tomó la palabra para calmar a la muchacha.



-Lo sentimos, es que se nos ha ido el tiempo, estábamos ocupados…- se disculpó azorado, tratando de buscar una excusa creíble, pero Roy le cortó. -

-Tommy muchacho - dijo poniendo una mano sobre el hombro de su amigo. - Gracias por intentar cubrirme, pero debo ser justo,  la verdad es que ha sido culpa mía. El entrenamiento se prolongó mucho y no me di cuenta.

-Claro, debí haber supuesto que era culpa tuya. Nunca te preocupas por nada. - Le reprochó Beruche pasando a la ofensiva. - Deberías tomar ejemplo de Tom, él es un chico puntual y responsable y nunca le ha hecho esperar a mi hermana. Bueno, excepto claro está, cuando viene contigo.

-Vale, vale, lo siento cubito. - Repuso Roy afirmando conciliatoriamente. - La próxima vez llegaré puntual ¿vale?...

-Anda pasad. - Les dijo Bertie sonriendo ya de un modo más amable, - no os quedéis en la puerta.



            Los dos asintieron, no se hicieron de rogar y entraron tras ella. Cooan que había terminado de arreglarse, salió a saludarles risueña pese a todo.



- ¿Que os ha pasado, chicos? - Inquirió la muchacha. - Ya creíamos que no ibais a venir.

-Es culpa del señor entrenamientos. – Replicó Beruche señalando a Roy con un dedo acusador. - Siempre tiene que pasarse de la hora, ¡ojalá que para estudiar estuviese tan dispuesto!

-Bueno mujer, que tampoco es para tanto. - Se defendió el azorado aludido. – Ya me he disculpado. Te prometo que te lo compensaré, verás cómo nos divertimos.

- ¡Por suerte Bertie es una santa y te lo perdona todo! - rio Tom, tratando de quitarle algo de hierro al asunto. -

-Pues tenías que haberla visto cuando trabajábamos para la Luna Negra, - terció Cooan moviendo la mano con expresión apurada. - Entonces más valía no hacerla enfadar.

-Pues chica – replicó la aludida, ahora con una leve sonrisa. - Tú eras aún peor que yo, sí que tenías mal carácter. ¡Que se lo cuenten a Yuuichirou y a Rei!

- ¿Connie?, ¡venga ya, no me lo creo! - se rio Roy. -

-Pues hombre- intervino Tom jocosamente. - Aquí donde la ves también tiene sus prontos.

- ¿Eh?, ¿qué quieres decir con eso? - inquirió Cooan reprendiendo jocosamente a su novio en tanto simulaba algo de enojo. -

-Yo, nada… nada, -sonrió éste con una mueca. -

-Vaya, pues sí que...- susurró un divertido Roy a su amigo. - Tienen su genio, pero son inofensivas.

-Ahora sí que somos dos santas comparadas con nuestras antiguas vidas. - Repuso Beruche mirando a su novio sonriente y añadiendo. - Pero entonces…a ti te habría dejado hecho un cubo de hielo por mucho menos que por hacerme esperar.

-No lo creo nena - sonrió Roy dándole a Bertie un pellizco en el trasero a la par que exclamaba. - ¡Yo soy bastante fogoso!

-Basta tonto, ¿qué haces? - rio ella tras darle un capón para sentenciar - ¡ay de ti si yo fuera como entonces!

-Bueno, vámonos ya. - Les pidió Cooan mirando su bonito reloj de pulsera con forma de cara de osito - o llegaremos muy tarde a cenar.



            Los chicos convinieron en ello y salieron rumbo a un restaurante en el que tenían reservada mesa. Durante la noche continuaron hablando sobre el tema, a Tom y sobre todo a Roy les picaba la curiosidad. Éste último comentó.



-La verdad es que las guerreras nos han comentado alguna vez que erais unas enemigas muy duras y se alegraron mucho de que os hicierais amigas suyas. Oye, Connie, ¿de verdad erais tan malvadas? En serio, me cuesta creerlo.

- ¡Ja, ja!, ya lo creo. - Rio la interpelada de una forma muy graciosa, para inquirir a su vez de modo retórico. - ¿Por qué te crees que nos llamaban las Hermanas Malignas? Cómo te ha dicho Bertie. Pregúntaselo a Rei o a Yuuichirou, verás lo que te cuentan.

-Por muy malas que fuerais nunca os habríais atrevido contra un tipo como yo. - Declaró Roy de forma muy ufana - …

-Que te lo crees tú eso. -  Sonrió Beruche maliciosamente sentenciando no sin regocijo - a ti te habríamos liquidado el primero.

-A un tío con mis encantos le habría sido fácil ligarse a cualquiera de vosotras. - Aseguró él. -

- Además, no creo yo que fuerais tan malas - subrayó Tom. - Seguro que teníais vuestro corazoncito. - Él y Cooan se dieron un ligero beso para subrayar aquello. -

- No, en serio Roy, no nos habrías reconocido, entonces sólo pensábamos en cumplir con nuestra misión. No nos importaba quien o que se nos pusiera por delante. - Confesó Bertie entristeciendo un poco su expresión. -



            El chico la observa sorprendido, parecía que a su novia no le gustaba recordar esa parte de su vida, lo que era natural. Él intentó desdramatizar replicando con su buen humor habitual.



- ¡Pues yo siempre he pensado que el amor derriba todas las barreras. En especial si se trata de un tipo tan apuesto como yo!- se rio llevándose una de sus manos al cogote. -



Todos los demás rieron también.  Incluso Beruche recuperó su semblante risueño y más animado, cosa que agradó al chico. Después pareció que ese tema quedó concluido y hablaron de otras cosas, como las expectativas que cada uno tenía sobre el cercano futuro que les aguardaba. Roy comentó poniéndoles al corriente.



-Las cosas van bastante bien. Tengo algunas ofertas para probar con varios equipos, pero son de ligas comerciales menores. Estoy intentando que me vean algunos ojeadores de los Knicks.

-Te deseo suerte, amigo. Seguro que dentro de poco estarás jugando con ellos.- Le animó Tom.-

-Gracias, Tommy. ¿Y vosotros?- Se interesó el muchacho.

-Pues tratando de decidirnos a dar el paso. A Connie le han surgido algunas ofertas de Portland. Allí hay escuelas infantiles que buscan profesorado. ¿verdad?- Inquirió él, mirando a su novia.-

-Sí, me hace mucha ilusión. Sería comenzar de nuevo en un sitio realmente hermoso. Al menos por lo que he visto en televisión.- Declaró ella visiblemente contenta.-

-Eso está muy bien. A mí me han ofrecido cursar algunos estudios de posgrado aquí. Recuerda que Melanie nos lo comentó.- Afirmó Beruche dirigiéndose ahora a su hermana.-

-Sí, y le dije que prefiero dar clase a los más pequeños.- Comentó Cooan, agregando.- Tanto Tom como yo, queremos viajar a Oregón y ver si podemos instalarnos allí. Él está pensando hasta en abrir un dojo.

-¡Eso sería genial!- Exclamó Roy, agregando con su humor habitual.- Ya te visualizo con una cinta atada alrededor de la frente y haciendo posturas de esas a lo karate kid al amanecer.



El resto sonrió, moviendo la cabeza. Sonó entonces una canción. Tanto Bertie como Cooan se miraron sorprendidas. Fue esta última quien comentó



-Conozco esta canción, me es muy familiar.

-Será una de las que Tom te ha puesto.- Se sonrió un divertido Roy.-



            Recordaba como su amigo comenzó a tratar de ligarse a Connie con esa táctica que él mismo le recomendó. Desde luego que surtió efecto. Tom tenía muy buen gusto musical, además de cantar muy bien, claro. Lo que no esperaba es que su propia novia conviniese con su hermana menor.



-A mí también me suena. Yo la he oído antes.

-Bueno, tiene unos cuantos años ya.- Repuso Tom.-

-Me refiero a haberla escuchado en Némesis.- Matizó Beruche dejando perplejos a los dos muchachos.-

-Es cierto. Era una de las que escuchaba mamá. Y la abuela Kim antes que ella.- Convino Cooan.-

-Vuestra familia tenía muy buen gusto en materia de música.- Quiso alabarlas Roy.-

-Era una especie de tradición, se remonta a los tiempos de nuestra abuela Kurozuki. Ella inculcó a todas sus descendientes el amor por las canciones y los paisajes de la Tierra.- Le contó Bertie que parecía emocionarse al añadir.- Incluso cuando vinos ese holograma de nuestra madre despidiéndose de nosotras tras acabar con el Sabio, sonaba otra canción de fondo.

-Eso prueba mi punto de vista.- Alegó Roy pasándole un afectuoso brazo a Beruche por los hombros de esta, en tanto agregaba.- Quienes tiene tan buen gusto musical, en el fondo no pueden ser malas personas.



Eso hizo cuando menos sonreír a su novia y a los demás. Tras departir algo más y al cabo de bailar un rato, los chicos las acompañaron de vuelta a casa.



- ¿A qué hora quedaremos mañana?,- le inquirió Beruche a Roy. -

-A las once. Si te parece bien, pasaré a recogerte.- Respondió éste. -

-Pues nosotros quedamos a la misma hora si te parece, Connie. - Intervino Tom. -

-De acuerdo, - sonrió ella asintiendo con aprobación. -

- Pero que sea a las once ¿eh? - le recalcó Bertie de un modo entre jocoso y admonitorio. - Que ya nos conocemos.

- Sí, mi sargento. – Saludó cómicamente su novio provocando las risas del resto. -



            Tras cruzar algunas palabras más y terminar de pasar un buen rato a costa de las ocurrencias de los muchachos, las dos parejas se despidieron con besos. Una vez alejándose por la calle los dos solos Roy le dijo a Tom con una sonrisa.



-Pues habría sido divertido.

- ¿Divertido? ¿El qué? - le preguntó su sorprendido amigo. -

-Conocerlas entonces, seguro que exageran y no eran tan fieras como se pintan.  – Se sonrió de forma pícara. -

-Chico, no sé qué decirte, casi me alegro de haberlas conocido como son ahora. ¡Menos mal que no podemos ir atrás en el tiempo!

-Sí, que lástima. - Suspiró Roy, aunque en un segundo su expresión cambió. - ¡Oye!, espera un momento. - Añadió tras reflexionar unos instantes. - Podríamos hablar con Landar, él seguro que puede hacer algo.

-No creo que sea una buena idea. - Objetó Tom dándose cuenta de que mejor le habría ido estando callado. -

- ¡Que sí, hombre que sí!,- sonrió su amigo en cuyo rostro parecía plasmarse que alguna trastada le rondaba por la cabeza. - Anda, vente conmigo. Ya verás que bien lo pasaremos.



            Sin darle ocasión a Tom para protestar le agarró de un brazo y se transportó con él al Cielo. Una vez allí y haciendo bocina con las manos, sin mucha deferencia por el sitio en el que se encontraban, Roy comenzó a llamar al mago a grito pelado.



- ¡Landar! ¿Dónde te has metido?... Ven, por favor, tenemos algo que pedirte…

- ¿Cómo que tenemos? - Pudo replicar Tom a quién aquello no le hacía demasiada gracia precisamente más cuando remachó.- ¡Oye!, habla por ti.



            Aunque éste no aparecía por ningún sitio. Pero el chico era insistente y volvió a dar unas cuantas voces.



- ¿Se puede saber a qué viene tanto escándalo? - Le recriminó el mago apareciendo finalmente como siempre, de ninguna parte. - Con lo tranquilo que es este sitio y tienes que venir tú para liarla.

-No te pongas así, hombre. - Le pidió Roy de forma conciliadora. -  Sólo venimos a pedirte un pequeño favor, después de salvar al Mundo y todo eso, creo que nos merecemos alguna cosita.

- ¿De qué se trata? - preguntó Landar suspirando, temiéndose alguna de las descabelladas ideas de las que ese chico solía hacer gala. -



            Roy le explicó en esencia la conversación con las chicas y lo que deseaba.



-Vamos a ver. Así que, si lo he comprendido bien, tú quieres que os transporte al pasado cuando ellas llegaron a la Tierra, antes de que fueran purificadas por Sailor Moon. ¿No es verdad? – Repuso aquel anciano con tinte entre sarcástico y falsamente animado. -

-Sí, más o menos - sonrió éste añadiendo convencido. - ¿A que es una buena idea?

- ¿Una buena idea? ¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo? - Le abroncó Landar enfadado para informarle. - ¡Quieres que cambie el continuo espacio temporal y altere la historia!

- ¿Ah sí? ¿Eso quiero? ¿Y eso es muy difícil?,- preguntó Roy con un tono de voz entre cándido y estúpido. -

-Eso significa alterar todo el curso de los acontecimientos. – Repitió el mago que negó categóricamente. - No lo puedo hacer...

-Pero hombre, Landar, no seas aguafiestas -Le dijo el muchacho con despreocupación. -

-Oye Roy, si el mago dice que no puede, será mejor que lo dejemos estar. Seguro que tendrá muy buenas razones. No se deben jugar con estas cosas. Y además, creo que ya deberíamos volver a casa. - Intervino Tom, poco deseoso de tener problemas. -

-Menos mal, tú por lo menos eres sensato, - declaró Landar aliviado. - Roy, deberías hacerle caso a tu amigo. Toma ejemplo de él. Es un hombre inteligente y que piensa antes de actuar.

- ¡Hay que fastidiarse! - refunfuñó éste. - Ya es la segunda vez que me dicen eso en lo que va de noche.

- ¡Qué se le va a hacer! -  repuso el mago que estaba dispuesto a despedirlos. -



Entonces se quedó parado y en silencio, para decir al poco en tono entre reflexivo y con tintes de extrañeza.



- Vaya, parece que, después de todo, no es una idea tan inadecuada.

- ¿Qué ocurre Landar?,- quiso saber Roy. -

-Parece que desde arriba están interesados en tu petición, me han comunicado que se te podrá conceder. - Le respondió el aludido no sin un gesto de sorpresa. -

- ¡Estupendo, viejo! - Exclamó el chico visiblemente entusiasmado, sentimiento que le disminuyó enseguida cuando observó al mago mirándole con visible irritación. - Bueno, quiero decir Landar. - Rectificó apurado. -

-Vuestro deseo os ha sido concedido. - Continuó éste mirando aun reprobatoriamente de reojo a Roy. Para explicar ahora a ambos con un tono más serio. - Cuando volváis a la Tierra estaréis en Tokio, en la época de llegada de las Cuatro Hermanas bajo el mando de la Luna Negra. No te preocupes, será real, pero en una dimensión paralela que no afectará a la vuestra. Cuando volváis todo estará como lo dejasteis.

-Eso me tranquiliza. - Suspiró Tom. -

- Sin embargo no es ningún juego, debéis tener mucho cuidado. - Añadió el mago con un cierto tono de prevención. - Si se modifican las dimensiones para un viaje de esta clase podrían quedar pasillos abiertos…cuanto más tiempo estéis allí y más intervengáis, más podrían agrandarse estos…procurad minimizar vuestras actuaciones. Y que no os maten allí o en tal caso…

-Espera un momento. - Le inquirió Tom alarmado. - ¿Eso qué significa? ¿Qué has querido decir con eso de que no nos maten...?...



            Empero, antes de poder terminar la pregunta tanto él como Roy desaparecieron viéndose transportados a un parque de las afueras, cerca de las orillas de un lago.



- ¿Dónde estamos? - se preguntó Tom mirando a su alrededor. -

-Pues esto debe ser Tokio y estamos en un parque - Le respondió su compañero. -

-Muchas gracias por la información. - Replicó sarcásticamente su interlocutor. - Ya entiendo lo que hacen aquí todos estos árboles y los carteles en japonés. - No obstante, según terminaba de hablar miró hacia la zona del embarcadero del lago y le indicó a su amigo con tono atónito. - ¿Has visto eso, Roy? A esa pareja de allí les acaba de caer una niña encima, ¡y ha salido de la nada!

-Otra como nosotros que tendrá ganas de hacer visitas turísticas al pasado. - Contestó éste encogiéndose de hombros. -

-Vamos a ver más de cerca. - Le propuso su colega. -



            Los dos se acercaron escondiéndose entre los matorrales. Para su sorpresa descubrieron a la niña, una cría de pelo rosa, apuntando a la pareja aquella con una pistola. Desde esa distancia la verdad no estaban seguros de si aquello obedecía a un juego o era algo más serio.



- ¿Esos no son Usagi y Mamoru? - se percató Roy apremiando a su amigo. - Vamos a ver qué pasa.

-No, espera, - le pidió Tom - no debemos cambiar los acontecimientos. Al menos todavía.

-Están hablando de algo, pero desde aquí no puedo oír lo que dicen. - Susurró su amigo. -



            Los dos esperaron a que la pareja y la niña se marchasen. De hecho, la cría desapareció aparentemente sin que se dieran cuenta. Decidieron seguirles más de cerca. Tras despedirse de su novio descubrieron a Usagi que estaba quedando con sus amigas en algún sitio, al menos eso le dijo Tom pues hablaban en japonés y Roy no comprendía ni una palabra.



- ¿Cómo eres capaz de comprender lo que dicen, yo no me entero de nada?- Le inquirió Roy a su amigo bastante sorprendido. -

-Bueno, no sé si te acordarás que, durante el último año en la Golden, Connie me dio unos cursillos acelerados de japonés. - Le desveló su amigo declarando con satisfacción.- Algo he estudiado también por mi cuenta. Ya sabes. Por si íbamos allí a ver a las guerreras o a sus hermanas.

- ¡Siempre me pasa igual! - refunfuñó Roy algo molesto consigo mismo ahora. - Nunca me preocupo de estudiar nada.

-Le he entendido decir que quedaban en un santuario, debe de ser el de Rei. - Le informó Tom. -

-Pues sigámosla.-  Le indicó su compañero de aventuras. -



            Los dos recorrieron el camino de Usagi quien de vez en cuando se detenía mirando hacia atrás como si percibiera que alguien la estuviese siguiendo, pero ellos se escondieron y al no verles, la muchacha debió de creer sin duda que se trataba de su imaginación. Continuaron su camino hasta llegar a las puertas de lo que parecía un templo sintoísta.



- ¿Es éste el santuario?,- preguntó Roy admirando aquellas formas artísticas orientales tan peculiares para su gusto.

-Y yo que sé tío, está escrito en japonés. - Le contestó Tom encogiéndose de hombros. -

- ¿No decías que lo entendías? -Le preguntó su desconcertado compañero. -

-Sí, pero sólo el hablado, no me ha dado tiempo a estudiar demasiado el escrito, Roy. - Se defendió su amigo con cara de circunstancias. -

- ¡Maldita sea, me gustará poder entender esa jerga!  – Deseó el muchacho. -



Y según dijo eso en voz alta ocurrió algo notable, aquellos caracteres de Kanjis en Hiragana tomaron sentido para ambos y pudieron entender que ponía. “Santuario Shinto Hikawa. Bienvenidos”.



- ¿Te has dado cuenta de lo que ha pasado? - Le inquirió Roy a su amigo que asintió tan sorprendido como él. –

-Es como si te hubiesen concedido tu deseo.- Comentó el atónito Tom.-

-Así es. Supongo que será cosa de Landar.- Conjeturó su amigo.- Dejemos eso por ahora. Ella ha entrado allí, y por lo que podemos leer ahora, debe de ser éste el santuario donde vive Rei – agregó, indicando a su interlocutor que le siguiera dentro. -



            Los dos pasaron con cautela, descubrieron allí al grupo de las guerreras, Usagi, Rei, Ami, Minako y Makoto estaban todas reunidas en un corro. Parecían estar haciendo algo de ejercicio dado casi todas iban en ropa deportiva, mallas y calentadores.



-Míralas, estarán entrenándose. - Comentó Tom. -



Roy asintió, aunque en ese instante se fijó que, a corta distancia y tras unos árboles, había una chica de pelo moreno tirando a violáceo con un peinado poco corriente y un estrafalario vestido, que le era muy familiar. Se lo advirtió a compañero.



-Oye, ¿no es esa Connie? Lleva un vestido muy hortera. - Se burló Roy. -

- Sí, es verdad. - Reconoció éste visiblemente sorprendido, aunque recordando entonces. -Creo que se lo he visto llevar antes. No espera, era una súcubos que se disfrazó así. Fue cuando yo estaba en silla de ruedas, Connie luchó contra ella. Escuché entonces a la diablesa decirle si temía a su parte malvada. En aquella ocasión no entendí que podía significar. Creo que ahora lo comprendo. De todas maneras, iré y le preguntaré si viene a ver a las chicas.

- ¿Estás loco, tío? - Le inquirió Roy tratando de disuadirle. – Ten mucho cuidado, si de veras hemos vuelto al pasado se supone que ahora no te conoce.

-No me va a pasar nada - sonrió Tom, añadiendo con tono confiado. -  Sé cómo es Connie en realidad. Además, esto no me cuadra, para mí que ha sido una broma del mago ese. Esto ha sido demasiado fácil. Llegamos aquí, de pronto entendemos el idioma. Mira, creo que es como tú piensas, que todo está bajo control de Landar.  De modo que voy a hablar con ella y verás cómo me conoce.

- Pero ¿cómo te va a reconocer, so bobo? Esté esto bajo control de Landar o no, si de veras nos ha enviado de vuelta al pasado aun no os habéis conocido. - Objetó Roy. -

-Estoy seguro que las chicas y el mago están de acuerdo. Y que esto es una representación montada por ellos. - Le explicó Tom agregando con total convicción, añadiendo incluso con retintín.

-Y no me sorprendería nada que todo estuviera urdido por ti, para gastarme una de tus bromas.

- ¿Yo? - Se señaló Roy posando una mano sobre su propio pecho. - ¿Te has vuelto loco, paleto de Kansas? ¿Cómo iba a ocurrírseme algo así?¿Y cómo iban Connie o las otras a querer participar?



            No obstante, su contertulio le dedicó una mirada de incredulidad y pudo replicar casi convencido de ello.



-Cosas más extrañas has ideado. Y puede que a ellas les haya divertido tu chanza. Aunque ya sabes que no soy fácil de engañar.

-Oye, te doy mi palabra que no tengo nada que ver en esto, sea lo que sea. - Afirmó Roy más seriamente. –



            Esa aseveración hizo reflexionar a su contertulio.  Sabía lo que sus promesas significaban para Roy. Cuando las hacía era como si mentase lo más sagrado para él.



-Muy bien, sé que no das tu palabra a la ligera. - Admitió Tom, alegando eso sí, con confianza. - Puede que tú no tengas nada que ver y solamente sea cosa de las chicas y de ese mago al que no conozco apenas.

-No creo que Landar se dedique a gastar bromas de este estilo. - Repuso su amigo. - Le conozco y es un tipo muy serio.

-Nunca se sabe. En cualquier caso. Ahora verás, fíjate bien, voy a jugar a su juego, haré que Connie se ría y se descubra. En cualquier caso, sabré qué decirle.

- Está bien, pero si ves que la cosa no va como has calculado sal corriendo y vente para acá. Recuerda lo que nos han advertido. – Le pidió su amigo que no estaba tan seguro. -



            Tom asintió con despreocupación y se acercó confiadamente hacia ella, dando un pequeño rodeo para sorprenderla. La joven no se percató pues estaba observando a las guerreras escondida tras de un árbol.



-Éste debe de ser el sitio. Voy a llenarlo del poder de la oscuridad. El amo Rubeus se sentirá muy complacido. - Se decía la chica. -



Entonces ella sintió un suave toque en la espalda. Alguien estaba llamando su atención.



- ¿Eh? - Musitó declarando con tono airado. - ¿Quién se atreve?

-Hola Connie. Quiero decir, Cooan, ¿Has venido a espiar a las chicas, ¿eh? -  sonrió él de forma jovial a la muchacha. -



            Ella se giró atónita, no conocía a ese hombre, aunque era atractivo y parecía agradable.



-¿Quién es usted?- Quiso saber la muchacha interrogándole con la mirada.-

-Así que no me conoces, vaya, ¡qué decepción!- Suspiró él haciéndose el ofendido.-



Kermesite estaba perpleja. No tenía idea de quien pudiera ser ese tipo. Pudiera ser que únicamente se tratase de simple paseante que la hubiese confundido. Pero no debía confiarse, quizás fuera un observador de Rubeus que estaba allí para asegurarse de que cumplía con su trabajo. O eso o un humano corriente, ¡pero no! Si sabía su nombre, aunque la hubiera llamado con el que utilizaba como pseudónimo y por ende, tratándola con aquella insólita familiaridad, solamente podía ser de la familia de la Luna Negra. ¿Y si fuese un noble de la Corte? Ante la duda decidió que mejor sería ser amable con él.



-Sí, claro - repuso ella con otra sonrisa matizándole para sorpresa del chico. – Pero mi verdadero nombre es Kermesite Ayakashi. El otro lo uso para pasar desapercibida entre los terrestres. De todos modos, no te preocupes, yo me encargaré de esto, no necesito ninguna ayuda.

- ¿Ah no? ¿Y de qué te tienes que encargar? - Le preguntó Tom con semblante curioso. -

- Este tipo es muy astuto. - Pensó la chica, tratando de analizar la situación. – Se hace el tonto, pero quiere comprobar si conozco bien mi misión. – De modo que respondió enseguida y con resolución. – Operación infiltración. Localizaré los cristales punto. Mataré a esa chica y contaminaré este lugar con el poder de la oscuridad.



            Tom se quedó sorprendido, pero pensó que se trataba de parte de la actuación. Sonrió y repuso despreocupadamente.



-Pues eso espero, hala, a cumplir bien con tu trabajo o se lo diré a Diamante.



            Kermesite se quedó helada, ¡ese hombre debía ser en efecto un noble de la Corte. Lo malo es que no venía de parte de Rubeus, sino del mismísimo príncipe! Y también hablaba de él con total familiaridad, incluso obviando el título. Debía de ser algún jerarca que ella y sus hermanas no conocieran. De modo que más le valía no fallar. Por supuesto, tendría que informar a Rubeus de ello. Pudiera ser que el príncipe quisiera probarlo a su vez y este individuo informase también de él. De modo que se mostró realmente sumisa y conciliadora al replicar.



-Quedarás complacido, amo, ya lo veras. Con tu permiso me retiro y voy a preparar mi plan, todo estará solucionado como mucho para esta tarde. - Le aseguró la joven que de inmediato desapareció de allí. - 



            Tom se quedó de piedra al verla desvanecerse de repente, pero lo tomó por parte de la maniobra que habría orquestado ese mago. Finalmente se encogió de hombros llegándose hasta Roy. Éste le preguntó por lo ocurrido pues no había escuchado nada.



- ¿Qué es lo que te ha dicho?

-Se cree que soy uno de los jefes de la familia, ¡o al menos eso quiere que yo piense! - Rio Tom- tiene gracia. Pero reconozco que es muy buena, ha logrado inquietarme con ese tono y esas palabras.  Si sigue con la comedia ya veremos quién de los dos es mejor actor.





            Roy se sonrió también. Entre tanto, de vuelta a su nave, Kermesite buscó a su amo. Aunque no parecía hallarse por allí. A la que si vio fue a su hermana Bertierite. Ésta no tardó en saludar con su irónico y frio tono acostumbrado para preguntar.



- ¿Qué tal, querida Kermie? ¿Algún problema?

-Ninguno que no pueda solucionar. - Repuso ésta confiadamente. –

-Entonces supongo que no necesitarás mi ayuda. - Valoró su interlocutora abanicándose con una gran pluma roja. –

-Parecer ser que uno de los jefes ha venido. Contactó conmigo mientras vigilaba el objetivo. - Le contó Kermesite. -

- ¿Un jefe, dices? ¿Acaso el amo Zafiro o el príncipe Diamante están aquí? – Inquirió Bertierite, aunque fue ella misma la que se dio respuesta al deducir. – No, de haber sido alguno de ellos, les habrías llamado por sus nombres. ¿Quién podrá ser? - Añadió a modo de cuestión casi retórica. -

-Trataré de averiguarlo. Por si acaso estaba buscando al amo Rubeus para comentárselo. -

-No le he visto en toda la mañana. - La informó su hermana que elucubró. - Quizás haya ido a recibir a ese mandamás.

-Podría ser. - Convino Kermesite, quien quiso saber. - ¿Y nuestras hermanas?

-Supongo que en sus habitaciones, reposando. - Replicó indiferentemente Bertierite que ya parecía estar aburrida de tanta charla. – Debo dejarte, yo también me voy a descansar.



            Desapareció atravesando un largo espejo de gran tamaño. Allí se quedó su hermana pensativa.



-Tengo que actuar de inmediato. Quizás haya sido un error comentarlo con Bertie. Ella nunca dice nada, pero siempre está tramando algo.



            Y de inmediato desapareció para retornar a ese santuario. Al fin se coló por una ventana. No había nadie, pero al dar un vistazo hacia una puerta que estaba abierta vio a su objetivo. La niña salía del templo en ese momento y caminaba en dirección a la parada del autobús. Sonriendo maliciosamente, Kermesite se dijo.



-Ya te tengo, pequeña necia…



            Por su parte Tom y Roy no andaban muy lejos. A su vez vieron a la niña aquella.



-Mira, esa cría me es muy familiar. Es la de antes. – Comentó Roy. -

-Debe de ser Chibiusa. - Elucubró Tom. – Connie me ha enseñado algunas fotos de las dos juntas. – Pudo sonreír ahora al apuntar. - Se quieren mucho.

-Sí, eso me ha dicho Bertie alguna vez. - Sonrió su amigo alegando. - Creo que ambas se hicieron maestras entre otras cosas, por esa niña. Anda que, ¡Mira que tener el pelo rosa! -  Apuntó riendo en tanto comentaba. -  Parece que llevase puesto un algodón de azúcar en la cabeza.



Su amigo también se rio, pero lo que no les causó ninguna hilaridad fue comprobar que Cooan se tomaba muy en serio su trabajo. Unos minutos después de que Tom hablase con ella sintieron una poderosa energía que venía de la casa del santuario. Al poco vieron a la muchacha salir y lanzarse contra la niña del pelo rosa. La pequeña huyó despavorida con la Ayakashi persiguiéndola. Finalmente, siendo mucho más rápida, Cooan logró derribar a su presa para espanto de ambos muchachos.



- ¡Pues a mí eso no me parece parte de ninguna comedia! - Exclamó Roy visiblemente preocupado. – Y está claro que mucho no creo que la quiera en estos momentos.

-Una de dos, o es la mejor actriz del mundo o esto no me gusta nada. – Convino entonces Tom añadiendo. - Esto ha ido ya demasiado lejos, iré a hablar con ella.

-No lo hagas. - Le pidió su amigo. -  En todo caso déjame ir a mí. No podrá hacerme daño.

-Me basto yo. - Insistió su compañero. - Recuerda que es Connie, la conozco bien. Esto no es normal, adora a Chibiusa, jamás le haría daño. Las dos deben estar actuando.



Pero por si acaso no era así Tom intervino enseguida para acabar con esa situación. Corriendo hacia ella pudo llegar a tiempo para gritarle a Cooan que sostenía a la pequeña niña, sujetándola contra el suelo por el cuello pese a los lastimosos quejidos de ésta pidiendo ayuda.



- ¿Se puede saber que estás haciendo?

-Cumplir con la misión, como te dije - repuso ella que sentenció con una malévola sonrisa. - La chica morirá.

-Pero de verdad que no pensarás en hacerle daño a una niña. Mira Connie, como broma es suficiente. Vale, me habéis engañado. Admito que me habéis tomado el pelo. ¡Pero dejadlo ya!



            Kermesite entonces le miró desconcertada y respondió de forma perspicaz y desconfiada. En tanto la niña escapaba a todo correr.



- ¿Quién eres tú? - Se fijó en ese tipo ahora más detenidamente. - No llevas la marca de nuestro clan, ¿no trabajas para nosotros? ¿Verdad?

-No, pero...- Aunque el muchacho no pudo seguir, su interlocutora se levantó mirándole furibunda y le espetó. -

- ¡Entonces muere! -  Y sin ningún miramiento la Ayakashi le atacó lanzándole un oscuro rayo incendiario. -



            Por suerte Roy estaba atento y apartó a su amigo, el rayo se estrelló contra un árbol reduciéndole a cenizas. Tom se levantó del suelo atónito. Kermesite entre tanto, percibiendo más energías que correspondían a las guerreras, había desaparecido.



-No lo puedo creer. - Dijo casi susurrando entre jadeos - ¡Ha intentado matarme!

- ¿Qué te esperabas, que te diera un beso? - le reprendió Roy - ya te lo advertí. - Le insistió en tanto él y Tom se quitaban de la vista de Usagi y el resto que, vestidas como Sailors, fueron a auxiliar a Chibiusa que estaba escondida tras unos setos cercanos. – Te lo dije, paleto de Kansas, ya has visto que esto no es ninguna broma, tendremos que ir en serio y con mucho cuidado a partir de ahora.



            Su amigo aun algo magullado y conmocionado asintió. Entonces escucharon ruidos provenientes del patio, Guerrero Luna y el Señor del Antifaz se estaban enfrentando a la que ahora se hacía llamar Kermesite que había reaparecido atacando por sorpresa con una droida. Sin embargo, ésta fue derrotada por el cetro relampagueante que esgrimió Usagi y la Ayakashi tras mascullar alguna que otra maldición, se retiró desapareciendo de allí. Roy y Tom decidieron marcharse también. No querían atraer la atención de las guerreras por si ellas también les juzgaban como enemigos…



-Pues sí que se peleaban en serio. - Admitió Roy, aseverando. - Bertie no me mentía cuando dijo que luchaban a muerte.

-Sí, y eso me preocupa. Afirmó Tom ahora que con visible inquietud le comentó a su compañero. - Cuando la miré a los ojos, no sé… no me pareció Connie. Es como si fuera distinta. Otra persona que no tuviera que ver con ella…

-Nos lo dijeron muy en serio, pero no las hicimos caso. - Repuso su interlocutor, eso sí, añadiendo más esperanzado. - Aunque creo que en el fondo ellas están ahí, bajo toda esa energía negativa que las controla. Tendremos que hacerlas salir…



Su compañero convino en eso y anduvieron un buen rato por las calles de la ciudad. Tom pareció conocer el camino. Algo en él le iba indicando la ruta a seguir. Y de hecho paró señalándole a su amigo un lugar. La entrada de una tienda de cosméticos de nombre Otafukuya. El joven recordó algo al leer el cartel.



-Esta es la tienda que Connie y sus hermanas arrendaron. - Le explicó a Roy. – Connie me lo contó. Empezaron en el puesto ese de cremas.

-Sí, Beauty Quarteto, no se me olvida. Me hizo gracia cuando Bertie me lo contó.- Sonrió su interlocutor.- Era un puestecito muy pequeño en medio de la calle.

-Es verdad. Pero su negocio comenzó en serio aquí tras adquirir este negocio. Y entre tanto Connie y Bertie estudiaban en la universidad a distancia.

-Desde luego, trabajadoras son.- Admitió Roy.-

-Lo único malo es que esa diligencia que nosotros sabemos que poseen la usen ahora para el mal.- Se lamentó Tom.-



            Su contertulio le escuchó a la par que miraba por el escaparate. Dentro y ataviada con un elegante vestido amarillo de larga falda y con un pequeño parasol plegado en una de sus manos, reconoció a Bertie. Tenía su típica trenza y charlaba con la dependienta. Roy se asomó captando algunos retazos. Por alguna razón a parte de poder leer los rótulos el idioma le era ahora también comprensible a él además de a su amigo. Además, era su novia (o al menos eso pensaba) la que estaba hablando con voz melosa y algo perversa.



-Quiero que vendas nuestros cosméticos en esta bonita tienda recién decorada, por favor, y que contamines todo con el poder de la oscuridad para anular el Cristal Punto.

-Esta bonita tienda recién decorada. - Sonrió Roy repitiéndolo con voz de falsete. - Me encanta, mi cubito sigue siendo tan cursi como siempre. Hay cosas que no cambian.



            Tom prefirió quedarse a parte. Veía natural que su compañero se ocupase de Bertie igual que él hizo al abordar a Connie. Y desde luego que le deseó mejor suerte. Los chicos convinieron en reencontrarse al cabo de un rato cerca de un cercano restaurante. De modo que, mientras su amigo se iba, Roy decidió entrar en la tienda. Por su parte, Bertierite estaba pensativa.



-No dejaré que Kermie se lleve todo el mérito. Me ocuparé personalmente de cumplir las órdenes del amo Rubeus. Más si hay algún observador del príncipe Diamante por aquí.



Y es que le faltó tiempo para acudir a una llamada de su amo. Rubeus la convocó informándola de la existencia de un cristal punto que debía anular. Asimismo, su jefe parecía estar ajeno a la visita de aquella personalidad. Ella no le comentó nada de lo que Kermesite le contase. De este modo se aseguraba la ventaja.



-Lo lamento mucho, hermanita. Pero aquí se debe usar el cerebro. - Se sonrió con malicia dirigiéndose entonces a la droida. – Espero que no me falles.

-Por supuesto que no, señora. - Repuso servilmente su interlocutora. –

-Sí, vendiendo mis cosméticos, todas las chicas parecerán hermosas por feas que sean, pero luego la cara se les llenará de granos y quedarán espantosas, ¡ji, ji, ji! – Se regocijó sentenciando con sarcástica sorna. - Lo llamaré cosméticos sonrisa feliz.

-Un nombre muy acertado. - La alabó su subalterna. -



 En ese momento un extraño entró en la tienda. Al verle Beruche y la dependienta guardaron un incómodo silencio. Ésta última, como saliendo de aquel envaramiento y de forma muy solícita, le preguntó al recién llegado.



- ¿En qué puedo ayudarle, señor?

-Sólo soy un turista. Por favor atienda primero a la señorita. - Sonrió él con fingida cortesía, - ella estaba antes.

- Yo ya he terminado, - sonrió también Bertie mirándole ahora detenidamente. - Se lo agradezco caballero. - Añadió guardando en su bolso lo que parecía un tarrito de crema. -

- Una chica tan bonita como usted no necesita ningún maquillaje. - Le soltó él de sopetón y ésta vez sin fingir en absoluto. -



            Lo cierto es que ataviada con ese vestido amarillo oscuro y ese lazo a juego en el pelo Bertie estaba preciosa. Aquel cumplido le salió realmente del alma a Roy. La interpelada se sonrojó ligeramente. Agradeció esas palabras con otra sonrisa más amplia y contestó con voz suave e incluso algo azorada.



-Es usted muy amable.

-¿En qué puedo ayudarle?- Sonrió solícitamente esa dependienta.-

-Verá, quisiera hacerle un obsequio a una chica muy especial.- Le respondió Roy, asegurándose de que Bertie no perdiera detalle, al añadir.- Es muy bonita, pero sobre todo muy inteligente. Aunque tengo dudas sobre qué producto le podría gustar más.

-¿Puede usted decirme qué intereses tiene esa muchacha?- Inquirió la droida.-

-Verá, le encanta jugar al ajedrez y también nadar. Es algo mandona y se toma muy en serio sus estudios. Al menos cuando estudiábamos juntos así era.

-Vaya. Es mucha información. Debe usted apreciarla mucho. - Comentó la dependienta que parecía estar meditando sobre ello.-

-Si me permite, señorita.- Terció Roy dirigiéndose a Bertie para preguntarle.- ¿A usted que le gustaría? Quiero decir, de todos estos frascos. Le confieso que no entiendo nada de cremas.

           

            Bertie se sonrió, diríase que con una mezcla de divertida malicia y sorpresa. Al poco repuso con tono suave y hasta pedagógico o que por lo menos sonaba bastante ilustrativo.



-En mi opinión, esa chica tiene suerte de que alguien tan atento con usted se preocupe por ella. A mí me encantaría que me regalasen una buena crema para el cutis...-Sin embargo, dio la impresión de meditarlo y se corrigió para sorpresa de aquella dependienta.- Pensándolo mejor, quizás una colonia suave con fragancia de kerrias fuese un regalo más acertado.

-Muchas gracias. Eso compraré. Para alguien tan hermosa como usted o como mi amiga, no es necesario usar ninguna crema.- Convino Roy.-

-Es usted muy gentil. Ahora si me disculpa, tengo prisa. - Comentó ella que salió de la tienda sin más, abriendo su parasol. -

-Vaya, - declaró el chico dirigiéndose a la dependienta en tanto la veía alejarse. - No lo entiendo, nunca me había fallado la técnica de ligue con piropo. Por cierto, usted tampoco está nada mal.

-¿Le pongo la colonia, señor?- Preguntó esa individua haciendo caso omiso a ese halago.-

-Claro, ¿cuánto es?- Inquirió el muchacho.-

-Cuatro mil doscientos yenes.- Fue la respuesta.-

-¿Eso es mucho?- Inquirió él, alegando.- Es que soy turista, americano. No estoy al corriente del cambio en dólares. - Precisó el muchacho.-

-El dólar de estados Unidos está a dieciocho coma cuarenta y tres yenes al cambio. Luego serían doscientos ochenta y ocho dólares con ochenta y nueve centavos, señor. -Respondió de inmediato esa individua.-

-Es usted impresionante. Ha calculado todo eso sin usar calculadora.- La alabó Roy.-

-Estoy habituada a atender turistas.- Fue la respuesta de esa individua que insistió.- ¿Se lleva la colonia?

-Claro.- Convino él, echando mano a su bolsillo.-Vaya.- Se sonrió con expresión algo tonta.- Pues no tengo dinero.

-¿Cómo?- Exclamó la dependienta con visible malestar.- ¿De modo que ha estado haciéndome perder el tiempo?

-Bueno, no era mi intención. La verdad, no tengo ninguna amiga así. Solamente dije eso para ver si me ligaba a esa chica tan guapa del vestido amarillo.- Sonrió él.-

-Pobre humano ignorante, querer ganarse el corazón de la señora del hielo. - Apuntilló la droida mofándose de él.

--Oiga, no hace falta que se pase tanto. - Le recriminó éste - Uno hace lo que puede...

-Merece una lección por su insolencia y hacerme desperdiciar mi valioso tiempo, tengo una misión que cumplir.- Espetó esa chica que parecía haber perdido toda su amabilidad anterior.-

-Bueno, no se ponga así. - Quiso calmarla él proponiendo con descaro.- ¿Y si la invito a usted a una copa?.. ¿qué le parece sí...?



             Pero sin darle tiempo a terminar la frase y ante la sorpresa del chico, la dependienta se transformó en una especie de androide de color verde claro que portaba un gran bote de ese mismo color.



-Para estar más guapo. ¡Ponte maquillaje! - Gritó en tanto le atacaba. -



Al momento de esa especie de bote surgió una andanada de crema corrosiva que él esquivó con su gran velocidad para asombro de su oponente.



-¡Eh! ¿Qué haces? ¡me vas a estropear la camisa, bicho raro!- Protestó él.-

- ¿Cómo es posible que lo hayas evitado?,- preguntó la atónita droida.- ¿Quién eres tú? ¿Acaso eres aliado de las Guerreras?

- Podrías apostar a que sí. Cara rana. - Sentenció éste sonriendo levemente para preguntar a su vez. - Vamos a dejarnos de tonterías, así que responde. Tu señora. ¿A dónde va?

- Eso no es asunto tuyo, porque ¡vas a morir ahora mismo! ¡Ponte el maquillaje! – Sentenció aquella criatura lanzando más dosis de aquella letal crema que Roy volvió a esquivar sin demasiada dificultad. De hecho, era más rápido de lo que ese engendro podía seguir con la vista. – ¡Ponte el maquillaje! – Repetía una y otra vez, tratando de acertarle.-

- ¿Es que eres retrasada o qué?... ¿No sabes decir otra cosa? – Se burló el muchacho. -

 - Maldito, ¿Cómo te atreves a insultarme? y ¿quién eres tú? – Insistió una vez más aquella criatura. - Ni las guerreras tienen tanta velocidad. - Tuvo que admitir ese extraño ser cuyos ataques erraban el blanco una y otra vez. -

- ¡A ti que te importa!, ¡ya estoy harto de que se metan conmigo hoy! - Espetó lanzando un rayo de energía que convirtió a la droida en polvo, sólo quedó de ella una piedra azul que al instante se tornó negra. – ¡Chao!



Al menos tuvo cuidado de no dañar la tienda. No obstante, al destruir a ese extraño androide Roy sintió un hormigueo. Pudo escuchar en su cabeza las palabras de Landar, el mago parecía comunicarse con él y le repetía su advertencia.



- Recuerda, cuanto más intervengáis en esta realidad mayores cambios produciréis en su devenir y mayor caos provocaréis en los pasillos dimensionales que unen los universos. Y ya habéis comenzado a alterar la secuencia de los acontecimientos. Se suponía que a esa droida la destruiría Guerrero Luna.

           

Él asintió, aunque no juzgaba demasiado importante el haber acabado con ese extraño robot, o lo que fuera. Lo que sí pensó al recoger esa especie de gema de color oscuro con una luna todavía más negra inscrita dentro fue en devolvérsela a Bertie, a ver cuál era su reacción. Incluso vio ese frasco de colonia ahora a su alcance. Tuvo la tentación de llevárselo también para regalárselo a ella pero se detuvo.



-No, eso sería robar.- Se dijo admonitoriamente.- Mis padres no criaron a un ladrón.



Así pues desechó esa idea y concentrándose en la energía de la chica la localizó, aunque el aura que emanaba de ella parecía algo distinta a la que él estaba acostumbrado a sentir, era en cierto modo, más oscura. Pese a ello localizó a la muchacha que estaba subida en una azotea y tenía un montón de carteles de la tienda, de lejos aún la pudo escuchar decir en tanto ella ojeaba con aprobación uno de esos panfletos.



-Bueno, yo misma me encargaré de la publicidad.



Roy no pudo evitarlo, observando la larga falda del vestido de la chica tuvo una de sus ideas.  Recordando divertido la clase de bromas que solía gastar a su compañera a la par que, esbozando una pícara sonrisa, elevó su nivel de energía provocando una fuerte brisa que dirigió hacia Beruche. Al ser golpeada por aquella ráfaga de viento sin previo aviso los papeles que ella sujetaba se le volaron de entre los brazos y la falda se le levantó de golpe casi hasta la altura del pecho, dejando al descubierto su ropa interior. La cara de Bertie era un poema, roja de vergüenza, y eso que debió de pensar que allí nadie la veía. En tanto Roy se reía a prudente distancia cuando la escuchó exclamar.



- ¡Oh cielos!, esto. No puedo creerlo. ¡Qué vergüenza! Menos mal que nadie me ha visto.

- Eso es lo que tú te crees. ¡Ja, ja!- Se rio él añadiendo.- Ropita interior azul, en eso tampoco ha cambiado mi chica.



Aunque se apresuró a quitarse de en medio cuando vio que ella desaparecía para reaparecer paseando distraída por una de las calles ojeando escaparates. Al menos en eso y en lo pudorosa parecía seguir siendo la misma. Era un comienzo. Algo más parecido a la chica que él había conocido, o, mejor dicho, conocería en el futuro. De hecho la oyó musitar para sí.



-Esta tienda tiene unos complementos muy bonitos. Además, siendo tan antiguos no hay nada así en Némesis. Ni tan siquiera en la Corte. A mamá le gustarían, cuando volvamos le llevaré alguno.- Suspiró.-

-¡Vaya! Ya decía yo que no es tan mala después de todo.- Pensó Roy.-



Así que decidió abordarla, se posó discretamente en otra calle adyacente y fue a su encuentro. Se llegó hasta ella llamando su atención con algunas voces.



- ¡Señorita! - Bertie se giró hacia él sorprendida. - Espere un momento por favor.



            Ella se detuvo y Roy llegó a su lado mostrándole la piedra que la muchacha reconoció como los restos de su droida. Bertierite quedó muy extrañada pero no dijo nada. Fue el chico quién le explicó.



- Creo que esto es suyo, se le debió caer cuando se marchaba de la tienda.

- ¿Mío? - Dijo visiblemente atónita, aunque reaccionó enseguida. - Sí, es cierto, muchas gracias.- Repuso ya más mesuradamente guardando aquello en su bolso en tanto pensaba intrigada. - ¿Cómo es posible que éste humano tenga esta piedra?, no puede haber derrotado a mi droida. - Aunque enmascaró bien esos pensamientos luciendo una media sonrisa y dirigiéndose cortésmente a su interlocutor. - Ha sido usted muy amable, ahora debo marcharme. - Se dio media vuelta para irse pero Roy le dijo a su espalda. -

- Espere, se lo ruego. Supongo que esto le habrá parecido una excusa tonta para abordarla otra vez. Lo cierto es que cuando dije en la tienda eso sobre regalarle algo a una amiga, estaba pensando en usted. No sé cómo explicarlo, entiendo que le parezca extraño pero me gustaría prolongar la conversación...si me lo permitiera…



            Beruche se giró nuevamente hacia él haciendo bailar su parasol. Pensaba en rechazar aquella propuesta, ¿Qué se habría creído ese tipo? ¡Era aún más audaz que su jefe Rubeus! No obstante, sentía curiosidad. ¿Cómo habría llegado esa piedra a poder de aquel muchacho? Sería interesante averiguarlo. Y además, los audaces tampoco le disgustaban, sobre todo los que eran así de atractivos.



- Al menos no se detiene para conseguir lo que quiere. Eso me gusta. -Pensó con aprobación .- ¿Y qué propone usted para alargar la charla?,- le inquirió con los ojos entornados. -

-Por ejemplo, cenar esta noche. - Propuso Roy. - Si no le importa la tutearé.

-No, no me importa, - sonrió ella. -

-Entonces, ¿aceptarás?



            Bertie estaba fascinada por aquel extraño. Había que reconocer que era guapo, alto y bastante enigmático. Al menos para un humano corriente. Incluso a ella que no se preocupaba demasiado por los hombres, le había llamado la atención. Lo que aún seguía sin comprender era como pudo conseguir la piedra de su droida. Quizás las guerreras habían derrotado a su servidora y él encontró la gema restante que se usaba para activarla por pura casualidad. Podría ser incluso que se tratase de algún aliado de las guerreras, o quizás ese miembro de su clan enviado secretamente allí para comprobar si estaban realizando bien su trabajo. Si no recordaba mal, su hermana Kermie le había dicho algo similar cuando la vio en la nave antes de salir. Así que ante la duda lo mejor sería investigarlo sin descubrirse por si acaso.



-Si en verdad es alguien enviado por el príncipe Diamante no creo que le guste que nos descubramos con tanta facilidad. Él no lo ha hecho conmigo, así que yo tampoco lo haré. Eso es lo que la simple de mi hermana jamás comprenderá. Enseguida le dio su nombre a ese extraño, revelando todo.- Pensó.-



            Aunque la descripción que Kermie le dio sobre aquel individuo no coincidía con la de este. Podría ser casualidad. ¿Acaso eran dos enviados del príncipe? Demasiadas cuestiones sin resolver y a ella no le gustaba quedarse sin respuesta. Por ello se dirigió a ese tipo y preguntó con prevención.



-¿Dónde sería esa cena y cuándo? Señor...

-Malden, Roy Malden - se presentó él como si se tratara del mismo James Bond. - ¿Y tú te llamas?...

-Ayakashi Bertierite… - contestó ella, sin añadir más. -...

- Vaya ésta presentación ha sido mucho más agradable de la que tuvimos en la universidad. - Pensó Roy agregando bastante más animado. - ¿Qué te parece a las ocho y media en ese sitio de allí? - Señaló un restaurante de una calle próxima que parecía de buena categoría. - Y no te preocupes, seré puntual. - Sonrió. -

-No veo por qué no ibas a serlo, señor Malden, – repuso la joven sin dar mucha importancia a ese comentario. - Entonces nos veremos allí, hasta las ocho y media, ¡ji, ji, ji! - Rio de forma cantarina para remachar con voz más sedosa. - Adiós.



            Roy la observó alejarse y sonrió ampliamente.



-¡Lo sabía, la tengo en el bote y esta vez empezaremos como es debido! Le demostraré que puedo ser todo un caballero. - Se dijo sin poder ocultar su satisfacción. – En fin, voy a dar un paseo hasta la hora de ver a Tommy.



Y se alejó de allí. No obstante, sin que ninguno se apercibiese de ello, sobre el cielo de la ciudad había comenzado a formarse un agujero de color negro que iba poco a poco ampliando su tamaño. De él, surgió una figura del mismo color, encapuchada y que portaba un libro de color granate entre sus manos. Lo abrió y pareció escrutarlo durante unos instantes, después lo cerró desapareciendo como si nunca hubiera estado allí.



-En fin. - Se decía Tom entre tanto mientras caminaba por unas calles más abajo. - Aprovecharé para dar un paseo. Connie siempre me ha dicho que quiere enseñarme Tokio.



            En ese instante la voz del mago sonó dentro de su cabeza. El atónito chico recibió un mensaje.



-Debes estar alerta, las cosas que conocieras respecto de las hermanas y esta época ya no servirán. El continuo espacio-temporal se está modificando. Quizás tengáis que enfrentaros a una situación muy complicada y  tener que luchar.

-No puedo enfrentarme a ellas, y menos con los poderes que tienen. - Objetó el muchacho de forma mental a su vez. – Y aunque pudiera no querría…

-Tú has estudiado los arcanos, para ayudarte podrás emplear algo de magia. - Le respondió telepáticamente su interlocutor que pasó a indicarle algunos conjuros. - Ahora ve y contacta con las guerreras, pero sin desvelar lo que sabes…



            Tom asintió y mientras hacía tiempo para reencontrarse con su amigo había entrado en ese mismo restaurante. Al parecer tenía un karaoke. Eso era muy popular en Japón, según les habían comentado las chicas. Al parecer en más de una ocasión habían ido a sitios como esos con sus hermanas o con las guerreras. De modo que a él se le ocurrió cantar un poco para entretenerse. El dueño del local y la clientela le escucharon y fue obsequiado con bastantes aplausos. El propietario incluso le propuso cantar allí por algunas noches. El joven se negó cortésmente, pero, cuando iba a salir, una voz que le era familiar le pidió.



-Disculpe mi atrevimiento, señor. ¿Podría pedirle un favor?

-Usted dirá. – Replicó el muchacho observándola con simpatía al reconocerla, se percataba de que era Ami. La muchacha estaba mucho más joven que cuando él la había conocido, realmente parecía una niña. -



Y aquella jovencita de forma tímida, prácticamente enrojeciendo, se atrevió a preguntar.



- ¿Por casualidad, no vendrá usted a cantar esta noche? Mis amigas y yo teníamos pensado venir. A ellas les encantaría escucharle.

-¡Ja, ja! no soy tan bueno como las Three Lights. - Replicó espontáneamente, rememorando alguna cosa que Rei les contara a Connie y a él. - Pero haré lo que pueda.

- ¿Las quién? - Se sorprendió Ami mirándole sin comprender. -



Tom sin saber que contestar simplemente sonrió. Aunque se dijo que debería ser más cuidadoso. No tardó en percatarse de que para la Ami de esta época, eso no había sucedido todavía. De modo que no se limitó a añadir.



-Estaré encantado de hacerlo, ¿señorita? - Pretendió querer saber él. –



 Eso provocó el alborozo de la chica que a su vez sonrió ampliamente.



-Mizuno, Ami. – Replicó ella haciendo una leve reverencia muy al estilo nipón. - Se lo agradezco mucho. Espero que eso animará a una amiga nuestra que está pasando un mal momento. ¿Sabe?

-Nada me complacería más que ayudarlas. - Aseguró Tom que también se presentó para inquirir acto seguido. - ¿A qué hora sería?

-Por favor, si puede venir usted a eso de las seis y media, teníamos pensado cenar aquí a esa hora.

-Claro, cuente conmigo. - Pudo replicar él, con una más amplia sonrisa. – Las veré a esa hora…



            Pero Kermesite también estaba allí, con un vestido rosa oscuro y una pamela a juego. Se sentía intrigada por ese muchacho. Tras ver irse a su hermana Bertie dispuesta a hacer méritos no quiso quedarse atrás.



-No dejaré que ella ni las otras acaparen la atención del amo Rubeus. Iré a investigar por mi cuenta.- Se arengó.-



            Bajó a la ciudad adoptando una vestimenta civil. Allí descubrió a ese chico.



-Es el de antes. Quizás pueda obtener información si le sigo. Ahora no me reconocerá.- Pensó.-



            Fue tras él con sigilo. Era sin duda aquel joven que el día anterior había tratado de impedirla cumplir con su misión. A buen seguro sería un humano común y corriente que nada sabría de sus planes.  Posiblemente la casualidad quiso que oyese algo. Pero valía más asegurarse. Ahora, podía observarle mejor. Era atractivo, aunque no del mismo modo que el amo Rubeus. Pero ¿a qué no reconocerlo? Le estuvo escuchando desde una posición algo apartada en ese local. Era muy bueno cantando, conseguía transmitir sentimientos con su voz. Ella al escucharle incluso notó una especie de cosquilleo en el estómago y un calor que se le subía a las mejillas. ¿Sería la aclimatación del local? Sentía esto en tanto se preguntaba, ¿Cómo sabía su nombre civil? ¿Y cómo la reconoció pese a ir con su uniforme de faena? Se acercó para averiguarlo, quería estar segura de que no volviese a descubrirla. Pero cuando él miró en su dirección y la vio no hizo ningún gesto. Parecía que, tal y como esperaba el chico no sabía quién era ella. Tranquilizada por esto se aproximó más.



-Parece que ahora no me ha reconocido - Pensaba mientras se dirigía hacia él. - Será interesante averiguar quién es y si es amigo de las guerreras. Hasta podría conducirme a la chica. - Sonrió satisfecha de su idea. - Rubeus se sentirá orgulloso de mí, esto es lo que él llamaría actuar con astucia. - Saludó al chico con la mano para atraer su atención, pues parecía que estaba presto a marcharse. – Hola, perdona que sea tan atrevida, pero le he estado escuchando y canta muy bien. - Le halagó sinceramente, haciendo uso de un tono agradable. -

-Muchas gracias, - sonrió Tom –



            El muchacho sabía perfectamente que era ella, no obstante, quiso hacerse el tonto para tener una segunda oportunidad de abordarla. De modo que agregó cortésmente.



Pues si quiere venir esta noche a oír más, le acabo de prometer a una chica de aquí y al dueño que me pasaré a actuar a eso de las siete.

- Gracias, no me lo perdería por nada. - Afirmó la chica dispuesta a marcharse. –

-De nada, señorita…

-Kurozuki - Repuso ella esbozando una ladina sonrisa. -

- Hasta la noche, pues. - Convino él viendo como esa muchacha salía del local. -



            El chico dejó pasar unos minutos y salió a su vez. Al cabo de caminar un rato se topó con su amigo. Ambos se contaron sus respectivos encuentros.



-A mí me dijo que se apellidaba Ayakashi.- Le comentó Roy.-

-Pues Connie, bueno, Kermesite ahora, me dio su apellido materno. Eso creo recordar.- Le comentó Tom.-

-Quizás sea una precaución para que no las relacionen.- Estimó su amigo.-

-Pues nosotros deberíamos hacer lo mismo. ¿No crees? Al menos por ahora.- Recomendó Tom.-



            Roy convino en eso. Así pues decidieron que sería mejor que cada uno fuera a horas distintas para tener ocasión de sondear a las hermanas por separado. Afortunadamente habían quedado con sus respectivas citas con dos horas de diferencia. De modo que pasadas algunas horas Tom fue el primero en regresar. A las seis y media en punto se presentó en el local comprobando que Cooan y las chicas aún no habían llegado. De todos modos, le pareció mejor así. Pidió una guitarra al dueño que afortunadamente disponía de instrumentos musicales aparte del karaoke. Destacando de entre ellos un piano en la esquina del escenario.



-Genial. Podré tocar una que sé que le gusta.- Pensó el muchacho.-



             Mientras Tom probaba la guitarra y rasgaba las cuerdas se apercibió de que llegaba Connie, ella se sentó en una mesa cercana dedicándole una amplia sonrisa al verle. Al poco, llegaron Usagi y las chicas. El muchacho entonces cambió de parecer, dejó la guitarra y decidió sentarse al piano. Tras calentar y afinarlo un poco se dirigió a Cooan diciendo



-Escucha, ésta te la dedico especialmente a ti.



             La aludida sonrió sin poder ocultar un cierto rubor. El chico cantó una romántica canción mientas interpretaba la música con el piano.



Tú estás lejos

Cuando pude haber sido tu estrella

Escuchaste a la gente que te asustó mortalmente de mí corazón

Extraño que no fueras lo suficientemente fuerte



Para incluso hacer un comienzo

Pero nunca encontrarás

Paz mental

Hasta que no escuches a tu corazón


La gente

No podrás cambiar nunca el modo en el que sienten

Mejor dejarles hacer simplemente como deseen

Por su voluntad

Si les dejas

Robarte el corazón



            La perpleja Cooan se dio cuenta de algo.



-¡Yo conozco esa canción!- Pensó atónita.-



            Recordaba su niñez, cuando su madre solía escuchar canciones de la “vieja Tierra”. Esa era una de sus preferidas. Kermesite la había visto a veces sola en su habitación, mirando al infinito y con esa música, escuchando aquella melodía de fondo.




La gente

Siempre hará a un amante sentirse un tonto
Pero sabías que te amaba

Pudimos haberlo mostrado a todos

Debimos ver a través del amor



-Cuando papá estaba fuera, en fin, casi siempre, mamá escuchaba mucho esta canción. Y juraría que la voz del cantante, se parecía mucho a este chico.- Se percató con estupor.-


Engáñame con esas lágrimas en tus ojos

Cúbreme con besos y mentiras



Así que adiós

Pero por favor, no te lleves mi corazón


Estás lejos

Nunca sere tu estrella

Recogeré los pedazos

Y remendaré mi corazón



Quizás seré lo suficientemente fuerte

No sé por dónde empezar



Pero nunca encontraré paz mental

Mientras escuche a mi corazón


La gente

No podrás cambiar nunca el modo en el que sienten

Mejor dejarles hacer simplemente como deseén

Por su voluntad

Si les dejas

Robarte el corazón.


La gente

Siempre hará a un amante sentirse un tonto
Pero sabías que te amaba

Pudimos haberlo mostrado a todos



Pero recuerda esto

Cualquier otro beso

Que llegues a dar



Hasta tanto vivamos

Cuando necesites la mano de otro hombre

Uno al que realmente puedas rendirte

Esperaré por ti

Como siempre hago

Hay algo ahí

Que no puede compararse con otra cosa



      El resto del auditorio estaba también totalmente embelesado escuchando aquella interpretación. Y Tom, absorto en su canción continuaba, mirando ahora a la entregada Cooan.


Tú estás lejos

Cuando pude haber sido tu estrella

Escuchaste a la gente que te asustó mortalmente de mí corazón

Extraño que no fueras lo suficientemente fuerte



Para pensar que me amabas también

Creo que estabas besando a un tonto

Debiste haber estado besando a un tonto



(Kissing a fool, George Michael. Crédito al autor)



            Al concluir hubo muchos aplausos, y Tom sonrió, esa canción era una de las de un afamado cantante al que admiraba mucho. Sin embargo, notó que una música de fondo había acompañado su interpretación. Y no fue solamente el piano que el tocó. Entonces cayó en la cuenta de algo. Él no pidió que pusieran esa canción en particular. ¿Cómo lo supieron? Se preguntó.



-Bueno, quizás alguien la conozca y la haya puesto para acompañarme.- Pensó sin preocuparse mucho.-



            Por su parte, al igual que las guerreras y el resto del auditorio Cooan escuchó sin perder detalle. Por unos momentos no pensó ni en quien podría ser aquel muchacho ni en lo que ella debería hacer. Solamente se dejó llevar por aquella melodía que lograba envolverla en esos recuerdos de su infancia. Cuando todo era más sencillo. También se recreó en la mirada profunda clavada en ella de los ojos azules de aquel chico que cantaba con intensidad y parecía que solo estaba dirigiéndose a ella y realmente la letra del tema parecía estar directamente escrita para la propia Kermesite, quien sintió un extraño cosquilleo en el estómago al tiempo que notaba como su corazón latía más deprisa. Era como si esa canción le llegase a lo más íntimo de sí misma. Como si ese extraño quisiera invitarla a reflexionar sobre su vida…



- ¿Por qué me sentiré tan rara? Es algo más que un mero recuerdo. ¿Qué me pasa? - Se preguntó a sí misma la chica en tanto escuchaba realmente absorta. -



 Cuando finalizó la canción Tom recibió grandes aplausos, no sólo por parte de ella sino del resto del auditorio. Él se acercó sonriente hasta la chica para reiniciar la conversación.



-Espero que te haya gustado.- Dijo él.-

-Sí,- Admitió ella, sonriendo incluso de forma genuina.-

- ¿Sueles venir mucho? - La inquirió. -

-No, es la primera vez que vengo. Pero de seguro volveré, ¿tú cantas aquí a menudo?,- preguntó Kermesite con visible interés. -

-Si te digo la verdad, es la primera vez. - Le confesó él añadiendo con desenfado. - Pero si tú comienzas a venir con frecuencia te aseguro que estaré encantado de repetir...Aunque no soy de aquí.

- ¡Qué coincidencia! – Replicó la muchacha admitiendo sin pensar. – Yo tampoco…

           

            Se llevó las manos a la boca con una expresión entre atónita y temerosa. ¿Por qué habría dicho eso? Era como si al hablar con aquel chico fuera propensa a ser totalmente sincera, a bajar la guardia. Demasiado para poder mantener su incógnito. Y eso no era nada bueno. Por fortuna, su interlocutor no tuvo tiempo de hacer comentario alguno. Una jovencita de larga melena morena se acercó entonces y Kermesite se apartó un poco. Tom vio llegar a Rei Hino, la  Guerrera de Marte, él conocía por supuesto su identidad. No obstante, actuó muy convincentemente al dedicarle una mirada sorprendida cuando ella se presentó y tras felicitarle una y otra vez, alabando su maestría, le pidió al muchacho si podría actuar en el Santuario.



-Vamos a hacer una pequeña fiesta. Es para una obra benéfica de modo que no podremos pagarle mucho. Pero sería muy bonito si cantase algo para las personas que se acercan por allí a hacer sus donativos. Si rehúsa lo entenderé.

 -Será un verdadero placer. - Le respondió Tom para alborozo de la chica esbozando una amable sonrisa, más cuando añadió. –  Por favor, no es necesario que me pague en absoluto. Tengo muchas ganas de ver un santuario...

-Muchas gracias. Estamos en el santuario Hikawa, está en la parte norte de la ciudad. - Le explicó dándole las señas concretas con el rostro iluminado de alegría. -



 Tras despedirse con una inclinación fue a contárselo a sus amigas que cuchicheaban entre ellas sin cesar, suspirando y en ocasiones comentando de forma realmente audible cosas como.



-Mira Usagi, ¿ves cómo hay muchos chicos por ahí? ¿No me dirás que éste no es guapo? Además, me ha dicho que vendrá a actuar al santuario.

-Sí, la verdad es que canta muy bien. - Se escuchó a la aludida con un tono sin embargo algo alicaído al añadir. - Aun así, no puedo dejar de pensar en Mamoru. Además, ese chico se le parece bastante.

-Pues debes recobrarte chica, venga, ¡alegra esa cara! - Replicó la voz de Ami, que convino con su compañera Rei. – Hay muchos chicos más. Aunque ese es muy guapo, sí.

-Sí, es cierto que se le parece, - terció otra voz que Tom reconoció como la de Makoto, agregando con un largo suspiro. - A mí también me pasa como a ti, Usagi. Me recuerda a un antiguo novio que tuve….

- ¡Oye! - ¡Replicó ésta que ahora parecía irritada! No hables de mí y de Mamoru como si la historia se hubiera terminado. Yo no pararé hasta saber qué le pasa y poder recuperarlo.

-Lo siento, Usagi. No quise decir eso. – Se excusó Makoto levantando ambas manos como si la estuvieran atracando. -

- ¡Así se habla!, no hay que rendirse nunca. - Rio Ami animando a su amiga. -

-Bien dicho, el amor siempre debe triunfar. Además, ese joven se parece tanto a Alan. - Terció Minako obsequiando a aquel atractivo muchacho con unas cuantas miradas a cuál más de ternera degollada. –

-Pero, ¿esa tal Alan no era rubio? - Intervino Rei no sin retintín. -

-Bueno, pero a mí me lo recuerda. - Insistió su amiga. -

-Y parece inteligente, seguro que además es buen estudiante. - Apostilló Ami -…



Tom sonrió divertido por aquello moviendo ligeramente la cabeza. Esas chicas seguían siendo las mismas en esta dimensión y en la suya propia.



-Son ingenuas y adorables a partes iguales. -Pensó alegrándose por ello.-



         Finalmente volvió de nuevo a conversar con  su  cita, quien le preguntó con gesto de extrañeza.



-Eres muy generoso. ¿Vas a ir allí a cantar sin más?

-Sí, claro – Afirmó él. - Es una buena oportunidad para hacer algo por la gente.

-Pero si no la conoces de nada. – Se sorprendió Kermesite. -

-Es como la parábola del buen Samaritano. – Sonrió el joven  que, ante la cara de extrañeza de su interlocutora, le preguntó. - ¿La has escuchado alguna vez?



            Ella negó con la cabeza y Tom le resumió.



-Digamos que, en esencia, hace muchos siglos, un hombre que era del pueblo judío fue robado por unos atracadores estando de viaje. Estos le dejaron malherido en una cuneta. Él gritó pidiendo ayuda. Pasó un sacerdote y le ignoró, pasó un levita, que era una especie de hombre justo para su pueblo y también le ignoró. Al rato, un hombre que pertenecía al pueblo de los Samaritanos, que eran enemigos de los judíos, le oyó. Al verle en tan mal estado se compadeció de él, le subió a su montura y lo llevó a una posada para que le cuidasen. Incluso pagó al posadero para que le atendiera hasta que se recuperase.

- ¿Y se recuperó? - Quiso saber la chica con cierta curiosidad. -

-Al parecer sí. - Contestó él admitiendo. - Aunque la historia no desvela nada más…

-Me parece algo ilógico, por no decir estúpido. – Rio ella al explicar con gesto que expresaba obviedad. - ¿Si era su enemigo para qué ayudarle? Hubiera sido mejor haber acabado con él.

-Bueno, la idea de esa parábola es que todos podemos ayudar a nuestros semejantes, y los enemigos pueden dejar de serlo cuando se les conoce. Quizás uno puede darse cuenta de que ha estado luchando por algo que no merecía la pena después de todo. – Declaró él mirándola intensamente a los ojos. En tanto preguntaba. – ¿No lo crees así?...



Kermesite apartó la vista tras unos instantes. Algo en ella se estremecía cuando aquel chico la miraba de aquella manera. Y no podía dejar de pensar, ¿Qué hacía él ayer en el santuario Hikawa? Cuando esa chica le ofreció ir él aparentó no haber estado nunca en un santuario. Aquello era cada vez más raro. Como pudo salió de aquel desconcierto en el que él la había sumido y pudo pretextar que ya era tarde y debía marcharse. Tom asintió y se levantó con ella para irse. Según se dirigían hacia la salida, él le pidió.



-Espero que tú vayas también al santuario. Me alegraría mucho verte allí. Siento que me inspiras.

-Puedes estar seguro. - Afirmó ella que ruborizándose de nuevo se despidió de él besándole en la mejilla. Ni la misma Kermesite sabía por qué había hecho eso. - Este chico no está mal, además me será más útil de lo que suponía. Es la tapadera perfecta para acudir sin levantar sospechas y seguro que en el santuario podré encontrar a la chica. Y ¿quién sabe? Puede que averigüe que estaba haciendo él allí ayer cuando me sorprendió. - Pensó esbozando a su vez otra sonrisa, aunque ahora de naturaleza más maliciosa puesto que se había percatado de que aquel lugar era precisamente por el que aparecía a menudo aquella cría que debía eliminar. – Sí, este chico me ha proporcionado la tapadera perfecta, aprovecharé el momento y triunfaré…



            Al poco de esta conversación Tom se marchó del restaurante dejando el campo libre a su amigo.  Se despidió de Cooan que pretextó llamar un taxi. La chica lo hizo, aunque al marcharse en él solamente recorrió un par de manzanas. Se bajó en una calle secundaria sin apenas gente.



-Son dos mil yenes. - Le dijo el conductor. -

-Claro. - Se sonrió la joven que parecía ir a sacar la cartera. -



            Y lo hizo en lugar de estar presta a usar su poder del fuego dispuesta a quemar a aquel infeliz. Podría haberlo hecho sin problemas, no vio a ningún testigo. No obstante, algo la detuvo. Sin saber por qué recordó la conversación con ese chico. Incluso imaginó su sonrisa en tanto le contaba aquella historia. Finalmente sacó el monedero que llevaba y pagó a la manera humana. Incluso dando algo de propina. Se alejó como si estuviera aturdida. En tanto se metía por un desierto callejón se decía, aun desconcertada.



-Seguro que Bertierite le hubiese sugestionado con su poder hipnótico para no pagar. Pero yo no soy tan tacaña. Podemos fabricar tanto de este primitivo dinero  como queramos. Y `puede que sea mejor hacer las cosas al modo de los humanos corrientes por ahora, para no llamar la atención. Sí, mi querido amo Rubeus me dijo que no debíamos hacernos notar…



      Caminó algo más y cuando se cercioró de que no había nadie, desapareció tele portándose a su nave. Roy por su parte llegó un poco antes, coincidió con su amigo que le esperaba sonriente a la salida de ese local. Los chicos intercambiaron unas pocas palabras sobre la cita de éste último.



-Ahora no me ha parecido tan mala.- Afirmó Tom con un tono más animado.-

-Supongo que tampoco va a intentar freírte en un sitio lleno de gente.- Comentó Roy quien al ver el gesto decepcionado de su amigo enseguida se disculpó..- Perdona, seguro que al haberte dado la ocasión de hablar con ella se habrá dado cuenta de lo buen tipo que eres.



 Tom sonrió al escuchar esto último y le contó de paso a su colega que Usagi parecía algo deprimida.



-Creo que tuvo algún problemilla con su novio por esta época. – Comentó Roy sin estar del todo seguro, aunque enseguida remachó con seguridad. - No te preocupes, ya verás como la animo.

-Seguro que sí. - Sonrió su amigo chocando una palma de su mano con la de su interlocutor y despidiéndose. - Te dejo el campo libre, supongo que Bertie estará al llegar.



Roy asintió y tras despedirse de su compañero se dirigió al restaurante donde se había citado con su chica. Antes de nada, se fijó en el escenario de karaoke. En él cantaba el sustituto de Tom, éste al parecer no cautivaba tanto a la clientela, pues su actuación en el aparato musical estaba siendo bastante discreta. El muchacho esperó entonces educadamente hasta que el tipo acabó y pidió permiso para actuar. Antes de eso se acercó hacia las guerreras que seguían sentadas en su mesa, terminando de cenar. Usagi parecía comer poco para lo que ella estilaba. Roy sonrió divertido y con su mejor acento americano se aproximó más con el pretexto de subir hacia el karaoke. Pretendiendo no comprender se dirigió a ellas en inglés.



-I am sorry my ladies.  Is this the way to the karaoke?



Las chicas le miraron atónitas, la mayoría de ellas diríase que sin comprender. Solamente Minako, merced a su dominio del inglés proveniente de su estancia en Londres, sonrió, respondiendo enseguida.



-Yes sir. Our apologies if we are in your way. – Pudo replicar ella, dándose cuenta de que estaban sentadas muy cerca de las escaleras.-



Roy le dedicó una sonrisa que parecía capaz de hacer derretirse a la joven sailor, aunque enseguida se fijó en Usagi que mantenía esa expresión triste y ausente, entonces le dijo con tono animoso.



-¡Don´t be sad, young lady! I am sure the issue which troubles you is going to be fix. I´ll be honored if the song I going to sing gives back the joy to your pretty face. You’ll see, your dreams will come true. Everything is gonna be all right.



De nuevo todas le miraron con la boca abierta, otra vez Minako tradujo a la perpleja Usagi, que desde luego se quedó entre atónita y gratamente impresionada como el resto, clavando su mirada en aquel pedazo de hombretón.



-Te ha dicho que animes esa cara, que tus problemas se van a arreglar, que tus sueños se cumplirán. Y que todo va a ir bien ¿No es adorable?

- ¡Desde luego, con un novio así mis problemas se arreglarían todos! - Exclamó Makoto, añadiendo incrédula. - ¡Vaya noche llevamos!, ¡que dos chicos tan guapos!

-Oye Usagi, ¡vas a tener que deprimirte más a menudo! Nos estás trayendo suerte. - Rio Rei que, para su satisfacción consiguió que su amiga sonriera incluso casi contra su talante melancólico de esa noche, más cuando Marte agregó. – A este paso tendremos chicos para todas.



      Roy entre tanto subió al escenario y al poco vio de reojo como Bertie entraba en el local, llevaba un precioso traje de noche azul celeste a juego con una cinta de ese color anudada muy sensualmente alrededor de su cuello. Ella también le vio y sonriendo tomó asiento en una mesa cercana al escenario. Él por su parte se preguntaba si la canción que deseaba cantar estaría en la memoria del karaoke, posiblemente aún no. De hecho, faltaban años para que saliera, aunque para su sorpresa con sólo pensar en esa melodía ésta comenzó a sonar. Aquella era una canción movidita.



-¡Esto es genial!, creo que me están echando una mano desde arriba.- Pensó complacido.-



Sonriendo, se percató de que además de Bertie, las guerreras seguían mirándole embobadas. De modo que, aunque ellas no se dieran del todo por aludidas, dijo antes de comenzar ahora haciéndose comprender.



-Dedico esta canción, a unas muy buenas amigas mías y a otra persona que espero lo sea desde este momento. ¡Para mí, son todas unas estrellas! -  Exclamó mirando ahora a Bertie que le sonrió de forma divertida. -



           Ella prestó atención cuando aquel chico empezaba a cantar, y lo cierto es que lo hacía muy bien. Desde luego ese muchacho sabía cómo captar la atención de cualquiera. Como el resto de la gente escuchó fascinada y divertida, sonriendo al observar cómo se movía y siguiéndole con la vista.



Personas estrella

Contando tu dinero hasta que tu alma se vuelva verde
Personas estrella
Contando el coste de tu deseo de ser visto



No me cuento a mí mismo entre ti
Puedo estar viviendo un sueño
Es solo que he visto a muchos como tú
No puedo evitar sino desear
Que haya una diferencia entre tú y yo



Eres una estrella

Estoy hablando contigo



Eres una estrella



Puede que tu mamá renunciara a ti, chico

Es el mismo viejo…

Quizás tu papá no te quería lo suficiente, chica.



Personas estrella

Nunca olvides que tu secreto está a salvo conmigo

Solo mira a toda esa maravillosa gente

Tratando de olvidar que tuvieron que pagar por lo que tú ves


Es un sueño

Con una pesadilla clavada en el medio

Pero estás en serio

Soy solo curioso

Pero donde estarías

Sin toda esa atención



Morirías

Yo moriría

Moriríamos, ¿Verdad?

Si viviera ciento un años

Nunca te entendería

Estoy hablando contigo



Estás buscando simpatía en gente que trabaja para vivir

Y no parece que les importe



            El chico se contorneaba de una forma muy provocativa y tampoco bailaba nada mal. Dando palmas y con giros bastante rítmicos había contagiado al auditorio. Así que Roy decidió también darle algo más de ritmo a la canción, igual que hacía en la Golden para revolucionar el ambiente en las fiestas.



Puede que tu mama renunciara a ti, chico

Es el mismo viejo…

Quizás tu padre no te quería lo suficiente, chica.



¿Cuánto es suficiente?



¿Cuánto es suficiente?

¿Estás en serio?

¿Solo soy curioso?



Gran, gran Estrella

Debe ir lejos



Habla sobre tu madre

Habla sobre tu padre

Habla sobre la gente

Que te ha hecho lo que eres


Habla sobre tu profesor

Del matón que te pegaba

Habla sobre la gente que ha pagado

Por tu nuevo coche deportivo



Bertierite, se fijaba atentamente en él al igual que el resto de las mujeres de la sala. Roy se acercó con intención a la mesa en la que se sentaban Usagi y sus amigas junto con Luna y Artemis que habían llegado al poco tiempo. Las chicas se quedaron embobadas cuando él se puso tras ellas y las pidió que le secundasen en esa danza improvisada. Incluso se animaron a bailar, y a cantar el estribillo que aparecía en la pantalla del karaoke. Todas, incluida la misma Usagi que por un momento parecía haber olvidado su tristeza.



¿Te levantaste con mal pie, cariño?

¿Tienes un pequeño cuento que contar?

¿Es porque eres una estrella?

¿Es eso lo que te hace una estrella?



Las chicas danzaban levantándose de sus asientos, en tanto Roy se paseaba alrededor de donde estaban moviéndose al compás con las jóvenes y arengando a todas a que repitieran con más contundencia el estribillo de la canción. Después volvió a subirse al escenario. Los ojos de Bertie y los de él se encontraron y ambos se cruzaban miradas muy significativas. A ella le gustaba, para que negar la evidencia. Y le pareció algo extraño, nunca se había fijado en los hombres. Al menos hasta ahora. Y es que un chico tan apuesto no se le cruzaba en el camino todos los días. Incluso parecía que la letra de la canción iba directamente dirigida a ella. ¿Querría significar algo? Creyó entender entre líneas en estrofas que decían algo como, “tú secreto está a salvo conmigo”. O. “¿Tienes alguna pequeña historia que contarme, nena?”. Parecía querer interrogarla con ese ritmo trepidante que se apoderaba de todo el local. ¡Pero no!, ella debía mantener la cabeza fría para encargarse de su misión, no se podía permitir ese tipo de distracciones. Aunque esto en cuestión era bastante divertido. Cuando quiso darse cuenta se sorprendió a sí misma bailando y dando palmas al igual que los demás, ¡y eso que era la gélida de sus hermanas! Desde luego, ¡si ellas la vieran!, eso hasta la hizo ponerse colorada y reírse sola


Nada llega por nada, cariño

Esa fama y fortuna que el Cielo envió


            El muchacho a traca final hizo cantar a todos los espectadores y dio varias volteretas en el aire que dejaron pasmados a todos. Las mismas guerreras estaban alucinadas y no paraban de bailar dando palmas.



Cuéntame…

¿Y quién da un pimiento sobre tus problemas, preciosa?
Cuando puedes pagar el alquiler

Puedes pagar

pagar

pagar



llora cariño

llora cariño



¿Cuánto es suficiente?



(Star People, George Michael, crédito al autor)



            Al terminar Roy recibió grandes aplausos y bajó del escenario siendo felicitado por casi todos los clientes del local que se lo habían pasado en grande. Aun entre murmullos de admiración de todos los presentes Bertierite se acercó y él le saludo con una amplia sonrisa.



-Espero que te haya gustado, ¡esto es ritmo pop! ¿Eh? ¿Tenéis de esto en el sitio donde vives? - Inquirió sonriendo él apuntándola con un dedo mientras le daban una toalla para secarse el sudor. –



            La joven se quedó atónita tras semejante pregunta. Ese chico tenía la virtud de desconcertarla y eso no le ocurría muy a menudo. Sin embargo, enseguida se recolocó para responder.



-Has estado muy bien. Eres un magnífico cantante. Te aseguro que nunca había escuchado nada igual.- Sonrió la muchacha francamente divertida. Desde luego en Némesis no se dedicaban a esa clase de distracciones, cualquiera imaginaba aquello en la corte del príncipe Diamante. Y no pudo evitar querer saber.- ¿Dónde aprendiste a cantar y a moverte así?... Es muy difícil para un humano normal…



            Aunque enseguida se percató de que esa frase era un desliz. Sin embargo, ese joven se rio al parecer pasando por alto esa expresión y afirmando con modestia.



-No es para tanto…Digamos que me entrené mucho en la universidad.

- ¿Eres estudiante? - Quiso saber ella. -

-En realidad, terminé ya. - Contestó el joven. -

           

            La conversación se vio interrumpida entonces. Varias chicas, entre ellas las guerreras, parecían cuchichear entre ellas. Incluso Rei le recalcaba algo a Usagi, mostrando el número dos con los dedos en una mano. Visiblemente coloradas, se acercaron a él pidiéndole otra.



-Si sois tan amables de darme unos instantes para que me adecente un poco.- Les pidió él, de nuevo en inglés.-.

-Claro. - Convino Minako.-

-Y tú, no te vayas, enseguida vuelvo.- Le pidió a Bertie.-



            Esta asintió, desde luego que no se iría. Tenía mucho interés en conversar con ese chico y cada vez más preguntas en su mente. Así pues Roy se fue a lavarse, curiosamente su camisa empapada en sudor por su demostración anterior estaba seca nada más entrar en el cuarto de baño.



-Servicio extra rápido.- Se dijo divertido.-



            Se lavó, se secó con una toalla que había allí dispuesta y retornó. En efecto allí seguía Beruche.



-¡La pobre siempre tiene que estar esperándome.- Pensó, no sin cierto grado de culpabilidad ahora.-



            Aunque al legar a su lado, Ami, Rei y las otras le miraron recordándole su petición. Él  no tenía muchas ganas, pero Bertie le miró a su vez y asintió. Ante el aplauso general él cedió y cantó una bastante más triste que la anterior, incluso acompañándose con golpes de sus manos contra una mesa para hacer los ecos, dejando perplejos a todos.



Jimmy no tuvo nada para hacerse un nombre
con un arma que él pulido para un día lluvioso
una sonrisa y una frase de una película de vigilantes
nuestro chico Jimmy simplemente explotó todo por la borda 


él dijo que le volvió loco
veinticinco años de vida en precariedad

Precariedad, precariedad, precariedad



-Yo la he escuchado antes.- Se dijo la atónita joven.- Hace mucho tiempo…

Un dulce bebé pequeño en un portal grande de color blanco
que necesita su madre, pero su madre ha muerto
sólo otra prostituta que la suerte puede olvidar
sólo otra prostituta
sucede todos los días ... 


Ella amaba a su pequeño bebé
pero no podía verla desnuda en la precariedad

precariedad, precariedad, precariedad


Y entonces recordó su casa en Némesis, a su abuela Kimberly que ponía esta canción, para que sus hermanas y ella la escuchasen.



-Fue una vez, cenando con nuestros padres. De las pocas que papá vino a vernos cuando no estaba de viaje o en la Corte.- Pensó emocionada.-


Yo creo en los dioses de América
Yo creo en la tierra de los libres 


pero nadie me dijo
(Nadie me dijo)
que los dioses no creen en nada
así con las manos vacías rezo
y día a día sin esperanza
todavía no me ven
(Verme)

todos hablan de la nueva generación
salta al vagón o te dejarán atrás
pero nadie pensó en el resto de la nación 


"Quiero ayudarte amigo
, pero no tengo el tiempo"
Alguien gritó sálvenme
pero todo el mundo comenzó en la precariedad
Precariedad, precariedad, precariedad



            Todos en el local, incluidas Usagi, Minako, Rei y Makoto escuchaban extasiadas y al tiempo meditando sobre esa canción. Al menos las que podían comprender la letra.


hay una gran dama blanca
en un portal grande de color blanco
le preguntó a su papá y su papá dijo 'sí' 


tiene que dar un poco de los dólares que nos
tiene que dar un poco
dicen que es para  mejor
alguien gritó
tal vez 


Pero siguieron en la precariedad
Precariedad, precariedad, precariedad



Así que corrió a los brazos de América
y besó a los poderes fácticos
y alguien me dijo
(Alguien me dijo) 


que los dioses no creen en nada
así con las manos vacías rezo
y me digo
un día
puede ser que me vean ... 



(Hand to mouth. George Michael, crédito al artista)



Y algunas partes sí que iban dirigidas directamente a su invitada, tanto que ésta notó como si algo, una especie de calor extraño, le llenase el corazón durante unos instantes. Aquella letra parecía querer resumir muchas de las penalidades pasadas que ella vio u oyó contar a sus mayores, e incluso denunciar las injusticias. Era como si algo que Bertie tuviera dormido en su interior quisiera despertar al escuchar aquello. Al fin, la canción terminó y tras unos entusiastas aplausos, sonó una música suave de fondo. Entonces él se acercó extendiendo una mano y ofreciéndole.



- ¿Bailas?

-Yo, no estoy acostumbrada a eso. - Opuso la muchacha. -

-Yo te llevaré. - Le sonrió él-



Aunque ella había aprendido a bailar bastante bien durante los años que pasó educándose en su casa en ceremonial palaciego. No era tan diestra como su hermana Kermie pero desde luego que no lo hacía nada mal. Y tampoco deseaba negarse a esa petición, sin saber realmente porqué. Así pues, la chica tomó la mano de aquel hombre y se levantó. Bailaron agarrados al lado de otras parejas con la música de esa canción que el propietario había grabado en la memoria del karaoke. Bertierite no podía dejar de pensar en cuan contradictorio podía llegar a ser aquel chico. De desmelenarse haciendo bailar a todo el local, a tenerla sobre una nube de romanticismo en tan sólo unos momentos con aquellas palabras, que, de algún modo extraño, despertaban en ella una cálida y hermosa añoranza, sin comprender por qué. Apoyaba su cabeza contra el pecho de él y se dejaba llevar lentamente, disfrutaba experimentando una sensación que nunca había sentido o había creído olvidada, ese sentimiento cálido dentro de su corazón...



-Dime una cosa. - Le pidió él con un susurro. - ¿Tienes a alguien especial?

- ¿Especial? - Se sorprendió ella mirándole atónita. -

-Bueno, ya me comprendes. Si sales con alguien.- Le aclaró. -

-No, bueno…estoy muy ocupada. - Pudo replicar la sorprendida joven que se ruborizaba sin poderlo evitar, ese chico era muy directo, apenas fue capaz de improvisar, con eso sí, una base totalmente real. - Mi trabajo me absorbe por completo.



            No dijeron más por el momento. Cuando la música cesó también arrancó unos merecidos aplausos, aunque estos murieron un poco antes que los de la canción anterior. Estaba Roy dispuesto a sentarse con su cita para cenar cuando vio de refilón como Rei y Ami parecían conversar, pudo captar que Marte le decía a su amiga.



-Venga Ami, tú hablas inglés mucho mejor que yo…no quiero hacer el ridículo.

-Vale, está bien, - convino la azorada jovencita. -



Finalmente observó cómo la guerrera Mercurio se acercaba hasta donde estaban. Sonrió de nuevo, la azorada muchacha le felicitó entusiásticamente y le pidió si le apetecería ir al día siguiente a participar en una fiesta en el santuario Hikawa en tanto Bertie se mantenía discretamente aparte.



-We don´t have any money for paying you, it is...is only a charity party - Se excusaba la pobre Ami añadiendo eso sí, con todo su poder de persuasión. – But we will have fun.  Besides, one fellow of yours will come. I think he is American, like you… and he promised me this very afternoon.

-¡Oh really! – Exclamó Roy con pretendida sorpresa. - I won´t miss it. Thank you, young lady. I´ll be there with great pleasure. – Remachó él sabiendo que Ami le comprendería perfectamente. -



Así fue, ella saludó cortésmente con una de aquellas graciosas inclinaciones japonesas, (que Roy algo jocosamente trató de imitar), y tras darle las gracias una y otra vez volvió con sus amigas que al escuchar la buena nueva parecían bastante contentas. Incluso Usagi sonreía ahora de forma más entusiasta. Eso alegró al chico quien finalmente sí se dirigió a sentarse junto con Bertie. Ésta mientras había escuchado atentamente aquella conversación de su cita con esa muchachita. Estaba claro que ese joven era un hombre encantador. Había sido muy amable con aquellas niñas que ahora parecía que ya se marchaban despidiéndose a lo lejos con un saludo que Roy devolvió agitando una mano y sonriendo. Lo divertido fue que, tras Ami, apareció el propio dueño del local. El pobre chico no sabía ya donde meterse. Ese hombre al parecer le traía una proposición cuando le abordó.



-¡Oiga amigo!, le contrato, venga usted por las noches y le pagaré bien.

-Gracias, es usted muy amable. - Le respondió él que, sin embargo, rehusó cortésmente. - Pero de momento estoy interesado en otras cosas, de todas formas, lo pensaré.

-Hágalo, por favor- le pidió el dueño esperando que este otro muchacho si aceptase. -  Mientras tanto la casa invita a champán. – Desde luego que quería persuadir a ese tipo e hizo traerles a ambos una de sus mejores botellas que les descorchó él mismo para añadir obsequiosamente. - Que disfruten de la cena.



            Bertierite y Roy se lo agradecieron con un gesto de la cabeza y una sonrisa cuando finalmente tomaron asiento. Ella se sentía aún más interesada y no pudo evitar preguntarle movida por la curiosidad.



-Eres un hombre muy misterioso. Apareces de la nada, me invitas a cenar y montas todo este espectáculo, ¿qué más cosas eres capaz de hacer? Además de alegrar a esas muchachitas. - Apostilló con un no disimulado y divertido retintín. -

-Bueno, creo que alguna lo necesitaba. Me pareció ver triste al menos a una de ellas y si puedo ayudar a alguien a ser algo más feliz. ¿Por qué no? Preocuparse por los sentimientos de otras personas es importante, ¿no lo crees tú así?



             Aunque la desconcertada Bertierite, que no esperaba esa clase de respuesta, no lo pensara, tuvo involuntariamente que asentir.



- Pero si no las conoces de nada, lo mismo que a mí ¿Por qué ese interés? - Quiso saber ella, ahora más intrigada que irónica. - ¿Qué eres, una especie de Boy scout? – Preguntó recordando esa figura típica para el país de dónde parecía ser aquel muchacho. -

- No precisamente, ¡aunque eso no es algo que pueda explicarte aquí! - Rio Roy que añadió algo más serio para proseguir negando suavemente con la cabeza. – Digamos que conocí a una buena chica que me enseñó a tomarme en serio a la gente y sus sentimientos. Como te he dicho antes, sólo soy un universitario recién licenciado que ha venido a Japón a pasar las vacaciones. Pero basta de hablar sobre mí. ¿Qué me dices de ti?

- ¿De mí? - preguntó ella pareciendo sorprendida. -

- Sí, ¿a qué te dedicas? - Quiso saber él mirándola inquisitivamente. – Antes me dijiste que tu trabajo te absorbía por completo.

-Soy vendedora de cosméticos. –Le recordó la chica a su vez -, cuando me conociste en esa tienda estaba vendiendo uno de mis productos.

-Una vendedora muy bonita. - Alabó Roy -¿De dónde eres?

-De aquí mismo, de Tokio. - Mintió rápidamente ella agradeciendo el cumplido, eso sí, con sincero y visible rubor. -

-No pareces una japonesa muy convencional, ojos azules, pelo platino. - Repuso Roy de forma irónica. -

- Bueno, es que mi familia vino hace poco aquí. - Contestó Bertierite sin arredrarse y esta vez con la verdad. – Acabamos como quien dice, de mudarnos.



La chica trató de clavar sus ojos en los de él. Su poder hipnótico haría que él le revelase algún que otro secreto que guardase en su mente. Pero, para asombro de Bertie, lo único que le dijo ese extraño individuo fue.



-Tienes unos ojos realmente muy bonitos. Azul índigo…podría quedar hipnotizado por ellos.



Algo sonrojada su interlocutora asintió esbozando una débil sonrisa. Por alguna causa desconocida su sugestión no funcionaba con ese muchacho. Fue entonces cuando él le preguntó.



-Por lo que he entendido tu familia acaba de instalarse en esta ciudad, ¿verdad? Me siento intrigado. ¿Tienes hermanos?

-Sí…hermanas en realidad - convino ella que quiso saber a su vez. - ¿Te parece interesante?



            Roy asintió pidiendo que le contase algo acerca de ellas. La muchacha le dijo que tenía tres hermanas más, dos mayores y una más joven, que se dedicaban a lo mismo. Él pensó que al menos en eso era sincera. Lo cierto es que Bertie hablaba ahora con total desinhibición. Era curioso pero ese muchacho parecía anticiparse a ella, incluso abordando temas que le interesaban.



-¿Y qué te gusta hacer a ti?- Le preguntó la muchacha a su vez.-

-Bueno, juego al baloncesto.- Le respondió él.-

-No me extraña, eres muy alto.- Afirmó Beruche, pensando que ese muchacho tenía una estatura mayor incluso que la de Rubeus. Posiblemente era casi tan alto como Diamante, u sonriente comentó.- Apuesto a que juegas muy bien.

-No se me da mal.- Asintió él, me encanta y me lo tomo muy en serio.-

-Siempre jugando para ganar, supongo.- Comentó la chica.-

-Si no juegas para ganar el juego es una pérdida de tiempo. Hay que jugar para ganar.- Sonrió Roy citando precisamente una de las frases que Bertie decía cuando jugaba al ajedrez, y apostillando.- ¿No lo crees así?



            Ahora fue ella quien sonrió ampliamente, era como si ese chico pudiera leer su pensamiento y admitió.



-No podría estar más de acuerdo con eso. Lo mismo pienso yo.

-Aunque el disfrutar es importante, un maestro mío me contaba que estaba en su naturaleza y que lo que más le motivaban eran los rivales más fuertes.- Le contó él.-



            Claro, obvió que se refería a su maestro Son Goku y que hablaba de sus entrenamientos de lucha en el Rincón. Ajena a eso, Bertierite asintió, matizando eso sí.



-A veces es mejor tener ventaja. Sobre todo cuando te juegas mucho.

-Una pequeña ventaja desde luego nunca viene mal.- Tuvo que acordar él.-



            Aunque eso le divertía. Precisamente ventaja es lo que tenía. Él sabía  bien como era Bertie, al menos en muchas cosas. Y esa muchacha que estaba ahora con él parecía actuar y ser como la que él conocía. La chica también estaba pasando una velada muy agradable, tanto que se le fue el tiempo sin darse apenas cuenta. La conversación se prolongó hasta bien entrada la noche y ella al mirar su reloj exclamó sobresaltada.



- ¡Cielos!, es muy tarde, no tenía idea de la hora que es.

-El tiempo pasa volando cuando uno se divierte. - Declaró Roy sonriendo. -

-Debo irme ya, lo siento. -  Se excusó Bertierite levantándose como una centella de la mesa. -



            Por fin se marcharon, con la agradable sorpresa de que habían sido invitados. Cortesía de la casa les dijo el dueño al despedirles, posiblemente para tentar a Roy y que este aceptase su oferta. Al salir él quiso acompañarla un trecho, pero ella se negó con amabilidad, el muchacho que sabía hacia donde iría no insistió. La chica tomó rumbo opuesto al de él y al poco giró una esquina que daba acceso a una oscura y desierta calleja, de ese modo pudo desaparecer sin testigos…o al menos eso creyó…



-Bueno, es hora de volver o se estarán preguntando dónde me he metido.- Se dijo como si de una travesura se tratase.-



            Kermesite ya estaba allí y  cuando Bertierite volvió a la nave se contaron sus respectivas citas, las dos estaban muy contentas.



-Pero ha sido muy raro. - Confesó la menor de las dos. - He tenido la impresión de que ese muchacho sabía de mí mucho más de lo que aparentaba.

-Me ha sucedido lo mismo. - Admitió Bertierite, afirmando. - No sé, quizás sean enviados del príncipe después de todo. Y ese otro te lo negara para mantener su tapadera.

-Si, es posible, de todos modos quiero seguir viéndole. Para tratar de averiguar más cosas sobre él. Sé que no es nuestra misión, pero quizás eso nos de datos útiles. - Añadió Kermesite. -



Bertie convino en ello y le propuso a su hermana que podrían ir al santuario juntas.



-Uniendo nuestras fuerzas aumentaremos las posibilidades de éxito. - Le argumentó. -



Kermesite convino en ello. En eso recibieron la llamada de Rubeus que las convocó a ambas. Sus hermanas también aguardaban para enterarse de que iba aquella reunión. Pero su jefe tenía expresión de pocos amigos y las reprendió, sobre todo a Bertierite.



- ¿Dónde habéis estado? Se supone que estamos aquí para cumplir una misión, no para hacer turismo. Bertie, ¿sabes qué hora es?

-Sí, amo - musitó ella tímidamente para tratar de explicarse. - Pero es que he conocido a alguien que puede ser útil para nosotros.

- ¿A quién?,- le inquirió él con rostro interesado. -

-Un chico que podría haber derrotado a una de mis droidas - le contó ella. -

- Un simple ser humano no es capaz de eso. -  Replicó su jefe añadiendo divertido, ante la cara de desconcierto de Bertierite. - Claro, supongo que será guapo.

-Pues sí, no está nada mal. - Admitió ella ruborizándose. -

- ¿Te crees que soy tonto? - Le chilló Rubeus visiblemente enfadado en tanto la azorada chica bajaba la cabeza mirando hacia el suelo, sin querer enfrentar sus ojos a los de él. - ¡Vaya con la muchachita recatada que solamente sabía jugar al ajedrez! ¿Qué te has creído? No voy a permitirte coquetear con el pretexto de cumplir tu trabajo.

-Pero amo - intervino la hermana menor de Bertie. - Yo también he conocido a un chico que además sabía mi nombre...

- ¿Tú también? - rezongó Rubeus cruzado de brazos y apartando de ella su mirada. - Eso sí que no lo esperaba de ti, me has decepcionado, Kermesite



            Ella se quedó abatida por las palabras de Rubeus. ¡Era terrible!, no deseaba perderle. Pero antes que pudiera añadir nada en su defensa terció su hermana Calaverite con la cabeza fría y las ideas más claras.



-Amo Rubeus, suponte que mis hermanas tienen razón. Imagínate que esos dos sean supervisores del príncipe o peor aún, aliados de las guerreras y estén a la espera de descubrir nuestros planes. Puede que sepan la identidad de nuestras enemigas o donde se esconden la chica y el Cristal de Plata. Si Kermesite y Bertierite actúan con inteligencia podríamos aprovecharnos de la situación.

-Sí, creo que es una pista que podríamos investigar. - Añadió Petzite, la mayor de todas. – Mis hermanas pueden ocuparse de ellos si no nos son de utilidad.



            Rubeus se quedó pensativo acariciándose la barbilla por unos instantes. Al fin pareció cambiar de opinión.



-Me parece una buena idea. Sonsacarles lo que podáis, pero cuidado con establecer cualquier tipo de relación que no nos sea útil para nuestros propósitos. ¿Entendido?

-Sí, amo - respondieron las dos a la vez con voz trémula. -

-Y recordar que quiero resultados, así que no me falléis. - Añadió él. -

-Te lo prometo, amo Rubeus - Repuso Kermesite recuperando su confianza. -

-Cuenta también con Bertie, amo. - Añadió ésta con una sonrisita. -



            Su superior se metió por un espejo que daba paso a su cuarto. Tanto Petzite como Calaverite interrogaron ahora a sus hermanas pequeñas queriendo saber más detalles sobre aquellos chicos tan extraños.



-Pues el mío parece buen muchacho. - Opinó Kermesite. - Y canta muy bien.

-¡Por qué no has visto al mío en acción! -  Terció Bertierite sonriendo al recordarlo. -Teníais que haberlo escuchado en el restaurante.



Y ante la inquisitiva mirada de sus hermanas les contó el número que montó aquel tipo.



- ¡Vaya con el chico! - pudo resoplar Calaverite. - Ese a mí no se me escapa vivo. Bertie, si fuera tú me lo habría traído a la nave y ya sabes, en tu habitación tienes una cama bastante grande. Y nadie podría oíros…



Declaró maliciosamente poniendo colorada a su hermana pequeña que no sabía a donde mirar.



-Siempre estás pensando en lo mismo. ¡Debería darte vergüenza!  Un día de estos vas a tener una amarga experiencia. - Le reprochó Petzite con gesto severo. -



La aludida respondió aprovechando la ocasión, como no podía ser de otra forma, para meterse con su hermana mayor.



-Y tú podrías pensar en ello alguna vez. ¡Si hasta las dos pequeñas encuentran novio antes que tú!

- ¡Cállate! - replicó ésta de malos modos, visiblemente irritada. - Siempre estás con la misma tontería, tú sí que estás celosa.

- ¿Yo?,- Rio Calaverite con aparente despreocupación sentenciando. – Querida Petzite. Yo tengo todos los hombres que quiero en cuanto me lo propongo, no como otras.

- ¿Qué quieres decir con eso? - Chilló su hermana fuera de sus casillas - ¡eres una presuntuosa!

- ¡Y tú una amargada! - repuso su polemista con desdén. -



            Petzite estaba muy enfadada y eso obligó a que las hermanas menores mediaran en la discusión.



-Ya basta chicas, no empecéis otra vez a discutir, parecéis unas viejas solteronas. - Les pidió Bertie separando a Petz. -

-Parece mentira que siempre estéis peleando, - añadió Kermesite apartando a su vez a Calaverite advirtiendo no si temor.-Un día el amo Rubeus se va a enfadar de verdad. No le gustan nada vuestras broncas.



            Con la mención de su jefe los ánimos se calmaron por fin y las cuatro decidieron irse a dormir para afrontar con fuerzas el siguiente día. Los chicos a su vez hicieron lo mismo. Pudieron alquilar un par de cuartos en un hostal cercano.



-¿Qué opinas, Tommy?- Le preguntó Roy antes de darse las buenas noches.-

-Por ahora creo que no hemos alterado nada.- Comentó su amigo.-

-Sí, bueno. Yo destruí a ese androide. Pero supongo que no será nada importante en el destino. Estaba claro que de un modo u otro la iban a aniquilar.- Comentó despreocupadamente su interlocutor.-



Su compañero se encogió de hombros. Eso supuso también. Se despidieron por esa noche. Al día siguiente , fieles a su palabra, fueron a Hikawa. Por la mañana, Kermesite y Bertierite también se levantaron y se dirigieron hacia el santuario. Al llegar se reunieron junto a las demás personas que escucharon muy complacidas a Tom. Las dos hermanas por su parte, trataron de localizar a la chica, y lo hicieron, viéndola entre un grupo de adolescentes que estaban escuchando totalmente entusiasmadas.



-No podemos atacar ahora - Le objetó Bertierite a su hermana valorando la situación. - Hay demasiada gente. El objetivo podría ocultarse y nos verían. Hay que evitar atraer a las guerreras.

-Por lo menos podremos escuchar al chico es, te aseguro que canta muy bien. Solo por eso merece la pena perder la tarde. - Le propuso Kermesite mirando hacia donde estaba Tom. -

-Sí, el que yo he conocido también lo hace de maravilla y creo que va a actuar allí como el tuyo. - Sonrió Bertie que ahora tuvo que admitir más turbada. - La verdad, nunca había sentido nada parecido a lo que me ocurre cuando se acerca a mí.

- ¿Un escalofrío?, ¿Cómo algo cálido? - le inquirió su interlocutora. -

-Sí, es eso, ¿cómo lo sabes? - Le preguntó su hermana sorprendida. -

-Por qué a mí me ocurrió lo mismo con ese chico de ahí. No me había pasado desde que conocí a Rubeus. Espero que no tenga que matarle. - Añadió más apesadumbrada. -

-No tendrás que hacerlo, seguro.- La animó su interlocutora. - No tiene nada que ver con la niña. Aquella tarde te vio por casualidad, seguro que estaba visitando el santuario. O eso o está de nuestro lado. ¿Quién sabe? Si es de buena familia hasta nuestro padre estaría complacido de que le frecuentes.

-No sabemos nada de papá ni de mamá desde hace mucho tiempo.- Suspiró Kermesite al hilo de aquello.-

-Estarán bien. Mamá en nuestro condado y papá pues, de viaje, cumpliendo alguna de esas misiones que le encomienda en príncipe Diamante.



            Su hermana asintió más animadamente. Seguramente así sería. En ese momento Bertierite vio a Roy acercarse y charlar con el chico moreno que cantaba en una de las pausas de éste. Los dos chocaron las palmas y sonrieron ante los aplausos del resto del auditorio. La cita de Bertie tomó el relevo y también cantó, organizando otra algarada, sobre todo entre el público femenino. Después ambos chicos cantaron a dúo alguna que otra canción y parecían perfectamente compenetrados, como si llevaran haciendo aquello mucho tiempo.



- ¡Ese es el chico con el que cené yo ayer! - señaló Bertie atónita. -

-Los dos se conocen, que extraño - dijo su hermana pensativa - ¿Tú crees que podrían ser amigos de las guerreras e intentar seducirnos para que olvidemos nuestra misión? ¿O unos enviados del príncipe?

-No, no lo creo. No pueden ser amigos de las guerreras de la Luna. - Negó ésta afirmando con seguridad. -Quizás sean de la Corte, y nos hayan visto antes. Al menos eso me figuro. Con ese muchacha, no sé, tuve una sensación extraña cuando le miré a los ojos. Parecía muy interesado por mí y no mentía, de eso estoy segura. Pero no comprendo por qué, nunca le había visto antes.

-Puede que sea lo que tú misma has comentado, que sean admiradores secretos de la Corte. - Sonrió Kermesite admitiendo a su vez.- A mí me pasa lo mismo con el otro muchacho. No quería atacarme, sólo quería hablar conmigo, y sabía cosas de mí, como por ejemplo mi nombre. Pero lo decía de forma extraña. Tal y como les suena a los humanos de aquí. El que empleo cuando estoy de incógnito. Pero, ¿cómo puede saberlo si es de la Corte de Némesis?

-Nos habrá oído hablar alguna vez aquí. - Conjeturó Bertie, aunque de forma insegura. -

-Puede ser, - aceptó su hermana -  pero será mejor que nos marchemos ya. Si Rubeus nos vuelve a sorprender llegando tarde sin resultados no quiero ni pensar en la bronca que nos espera. - Le advirtió. -

-Tienes razón. - Asintió Beruche que se mostró preocupada al escuchar aquello. -



            Ambas desaparecieron de allí, ya en la nave se decidieron por atacar al día siguiente, eludiendo las curiosas preguntas de sus hermanas mayores.



-Nos hemos limitado a reconocer el terreno.- Alegó Kermesite.-

-Sí, no vamos a cometer ningún desliz. La misión es prioritaria, esos chicos son únicamente unos instrumentos.- Les aseguró Bertie.-



            Sus hermanas se limitaron a asentir, al parecer quedando satisfechas por esas explicaciones y las dejaron tranquilas. Rubeus ni se molestó en preguntarles nada. Al parecer andaba muy ocupado con sus cosas. En lo que a los muchachos respectó aguardaron y tras un buen rato suspiraron con cierto desencanto. Las chicas no habían venido.



-No sé. Quedó en que vendría. – Comentó Tom. –

-Seguramente habrán recibido órdenes de ese capullo. ¿Cómo se llamaba?... Rubeus, ¿no?- Trató de recordar su compañero.-

-Puede ser. – Replicó su amigo sin mucha convicción. –

-Lo tomaré por una especie de justicia kármica. Por una vez han sido ellas las que nos han plantado. – Se sonrió Roy. –

- ¿Cómo puede tomártelo así?- Le recriminó su interlocutor que parecía estar contrariado – A saber lo que pueden estar haciendo.

-Anda Tommy. No te preocupes. Recuerda que esta realidad es diferente a la nuestra. Pero ellas siguen siendo buenas chicas.

-Sí, si descontamos la vez que Cooan quiso quemarme vivo. Hasta ahora no se han portado mal. – Contestó Tom no sin irónico sentido del humor. –

-Vamos a tener paciencia. – Le animó su compañero. –



En ese instante el grupo de Rei y las demás se acercaron hasta ellos. La sacerdotisa les felicitó con mucha cordialidad.



-Muchas gracias. Han sido ustedes muy amables, Hemos recaudado mucho.

-Me alegro, señorita. – Le sonrió Tom –

-Me llamo Hino Rei. - Pudo decir ella no sin rubor. –

- ¿Y cómo está nuestra amiga? - Se interesó Roy observando ahora a Usagi que le devolvió una mirada atónita en tanto se ponía colorada. Más cuando el chico agregaba con amabilidad. – Espero que más feliz que ayer.

-Estoy bien, gracias. – Pudo decir ella con un tono dubitativo –

-No la hagas caso, es una tonta – Intervino la pequeña niña de pelo ¿¡rosa!? Que tenía a su lado.



Luego entonces era esa misma que vieron al llegar…



- ¡Chibiusa! Ya me tienes harta con tu manía de meterte en mis asuntos. - La espetó Usagi –



La cría le sacó la lengua y su interlocutora hizo lo propio, al cabo de un momento ambas estaban en una guerra de gestos de burla la una contra la otra. El resto de las chicas se ruborizaron afectadas por un evidente sentido del ridículo, aunque los dos muchachos se rieron divertidos. Cuando mediaron entre ambas, Tom se aproximó a la pequeña y arrodillándose para estar a su altura le susurró.



-Eres un encanto. Dime, ¿Podemos ayudarte en algo?

- ¿Ayudarme? - Repitió la cría que no parecía comprender. –

-Sí. Si necesitas cualquier cosa, tú háznoslo saber. – Le sonrió cómplicemente el chico. –



Chibiusa se puso colorada. Ese chico además de guapo le recordaba mucho a su padre. Lo cierto es que era muy parecido a Mamoru en bastantes cosas.



-Gracias...-Musitó con azoramiento. -



Roy entre tanto charlaba un poco con Ami y las demás después de que las chicas se presentasen también.



-No sabía que usted supiera japonés. - Comentó una atónita Ami con la misma cara de sorpresa de las demás pues en esta lengua les estaba hablando él ahora. -

-Tuteadme, por favor. - Les pidió Roy, alegando. - Bueno, unas amigas me enseñaron. Eran tan simpáticas como vosotras. Que también parecéis estar muy unidas.

-Estudiamos segundo de secundaria. – Le contó Ami. – A mí me gustaría llegar a ser una buena doctora.

-Seguro que lo serás – Convino él afirmando, divertido. –Tienes aspecto de ser muy inteligente.

-Yo quisiera llegar a ser una buena repostera o abrir mi propia tienda de flores. – Comentó Makoto a su vez. –

-Pues si las tartas que hemos probado antes eran tuyas te auguro un gran éxito. – Declaró el chico haciendo que la pobre muchacha se pusiera colorada. –

-Bueno Roy- intervino Tom. – Ya va siendo hora de irnos.

-Sí, una pena – suspiró él en tanto se dirigía ahora a Minako. - ¿Y tú? ¿Has dicho que querías llegar a ser famosa, ¿verdad?



Aunque la muchacha le miró confundida, no recordaba haber dicho nada. Seguramente alguna de sus amigas lo habría comentado.



-Es verdad. Ojalá cantase tan bien como usted. – Pudo replicar visiblemente azorada. –

-Eres una chica muy guapa y simpática, como tus compañeras. Seguro que lo conseguirás. – La halagó Roy para dejarla todavía más colorada, añadiendo. – Y además dominas el inglés muy bien… ¿Has vivido fuera de aquí?

-Sí, un año en Inglaterra. - Le confirmó tímidamente la jovencita. -

- ¿Y usted señorita Hino? - Se interesó Tom. –

-Por favor, llámeme Rei – Le pidió ella con una sonrisa vergonzosa para afirmar. – Yo tengo muchos sueños, uno de ellos es ser una gran sacerdotisa.

-Ese ya puedes darlo por cumplido. – Afirmó su interlocutor. –

-Muchas gracias.- Sonrió su contertulia, visiblemente halagada para oponer con modestia. – Sin embargo, todavía me queda mucho por aprender.



Estuvieron conversando unos minutos más hasta que se despidieron. Aunque tras irse los muchachos las caras de las chicas expresaban desconcierto.



-Son dos chicos estupendos. – Declaró Minako que se llevaba ambas manos entrelazadas a la altura de la barbilla, parecía además que sus ojos formasen corazones. –

-Sí que lo son. Desde luego. - Convino Makoto con idéntica postura. –

-Pero hay algo extraño en todo esto. – Intervino Ami con tono reflexivo atrayendo las atónitas miradas de las otras, más cuando declaró. – Parecen saber cosas sobre nosotras. Cosas que solamente nos contamos las unas a las otras. O a gente en la que de veras confiamos.

-Sí. Ahora que lo mencionas, es verdad. – La secundó Rei afirmando con su inequívoco tono de sacerdotisa. – Y he percibido unas extrañas energías alrededor suyo.

- ¿Crees que podrían ser enemigos?- Quiso saber Usagi aprovechando que Chibiusa estaba con el abuelo de Rei, terminando de comerse unas empanadillas. –

-No lo creo. Al menos no he percibido auras malignas en ellos. No, no parecen ser malas personas. – Afirmó Rei. – Todo lo contrario.

-Tendremos que esperar acontecimientos – Dijo la gata Luna que apareció ahora tras de unos matorrales cercanos. – Artemis les ha seguido hasta un hostal, no parecen desde luego ser miembros del grupo que ha tratado de atacar a Chibiusa.

-Lo mejor será que nos vayamos a dormir, ya se ha hecho tarde…-Terció Ami. -

-Bueno, ¡pero mañana es fiesta! – Exclamó Usagi con su típica jovialidad, afirmando – Y trataré de que Mamoru vuelva conmigo otra vez.

- ¡Uy! …la veo muy optimista. – Le susurró Minako a Rei que asintió. –



Pero su compañera lo percibió dedicándoles una furibunda mirada. Sus amigas sonrieron de forma tonta y no dijeron nada. Tras eso se separaron retornando cada una a sus hogares. Y al poco de irse las chicas, una vez más un extraño agujero negro se materializó en el Cielo sin que nadie lo advirtiera. Por su parte ambos jóvenes habían entrado en el hotel que eligieron para pasar la noche…



-Bueno Tommy. - Le dijo Roy a su amigo. - Espero que mañana podamos ver a nuestras dos chicas.

-Por desgracia aquí no son nuestras chicas. - Declaró el otro joven. -

-Lo serán. - Afirmó confiadamente su compañero. - Dales un poco de tiempo…



            Al día siguiente fueron de nuevo al templo. Allí, la pequeña Chibiusa recogía flores cerca del Santuario, era una bonita mañana. Nada hacía presagiar ningún problema, pero estos no tardarían en llegar. Bertierite y Kermesite aparecieron con sus uniformes de faena. Cooan localizó a la chica, al menos la que, según los datos que les proporcionase su jefe iba a estar allí aquel día. Recordó como Rubeus la llamó a su presencia y como ella, ilusionada, acudió. Tenía un bonito frasco de perfume que acababa de comprar para él. Menos mal que no se le había roto cuando tropezó con un estúpido al que reconoció luego en el santuario. Sea como fuere su jefe le explicó que la chica estaría allí esa tarde y le pidió que acabase con ella. La joven no pudo evitar sonrojarse cuando él la atrajo hacia sí. Luego, cuando su comandante iba a marcharse le ofreció el frasquito. Suspiró ilusionada, lo había comprado en esa tienda, Otafukuya, y al salir un idiota chocó contra ella derribándola y tirándole la bolsa en la que lo llevaba junto con sus otras compras.



-¡Oye cretino! ¿Es que no tienes ojos en la cara?- Recordó haberle increpado.-



            Ese bobo se disculpó con torpeza. Aunque entonces Kermesite recordó haberle visto antes.



-Yo lo conozco, es ese muchacho de protección estética.- Pensó sorprendida.-



            Esa fue una misión en la que llevó a la droida Dumble, y aquel mamarracho se opuso a ella. Al final el maestro de ese dojo, aquel viejo verde, junto con esa irritante sailor Marte, la hicieron fracasar y tuvo que huir. Eso pensaba cuando una chica de larga cabellera morena que acompañaba a ese patán le ordenó.



-¡Vamos Yuuichirou, recoge todo eso.-



            Cuando ese idiota le entregó su bolsa con sus pertenencias de nuevo dentro, ella se la arrebató de un manotazo. Y le espetó sin miramientos.



-¡Eres un miserable gusano!



            Se alejó caminando entonces, hacia algún lugar discreto en el que poder tele portarse a la nave, en tanto pensaba con reprobación y desprecio.



-La gente con ese nivel de inteligencia no puede ser feliz.



            Al poco llegó a un sitio recóndito al abrigo de la vista de nadie y se teletransportó. Entró en el puente de mando todavía irritada y fue cuando oyó al voz amable de su jefe.



-¡Vienes enfadada!

-¡Ru, Rubeus! - Pudo exclamar entre colorada y sobresaltada.-

-Te esperaba.- Le dijo él.-

-A ¿A mí?- Se sorprendió la muchacha.-

-Claro, ¿A quién más podría yo esperar, linda Kermesite.- Declaró sensualmente él.-



            Eso hizo que el corazón de la joven latiera con fuerza. Ya se lo había imaginado. Posiblemente este fuera el preludio de una declaración. Aunque su amo varió entonces de tema preguntándole.



-¿Te gustaría volver al santuario Hikawa? Necesito tu presencia allí.

-¿Allí? Pero si allí no hay nada, Rubeus.- Pudo replicar desconcertada.-

-La chica se presentará.- Le aseguró su jefe tomándola de los hombros para atraerla hacia él.-

-Las cosas serán más sencillas sabiendo eso.- Afirmó ella con visible rubor, para sentenciar.- Yo Kermesite apuesto mi vida a que lograré matar a esa chica.

-Muy bien. Procura no fallar.- Le respondió desapasionadamente su interlocutor separándose de ella.-



            Fue cuando la muchacha se acordó de ese frasquito.



-Rubeus

-¿Sí?- Se giró él con una mezcla de extrañeza y ligera contrariedad.-

-Este perfume es delicioso, toma.- Le sonrió ella entregándole ese pequeño frasco de cristal.-



Él lo aceptó pero desafortunadamente lo sujetó demasiado fuerte rompiéndolo en pedazos. Rubeus parecía tener expresión de disgusto y desdén cuando lamentó lo sucedido asegurando que tendría más cuidado la próxima vez.  Kermesite se quedó ahí, mirando los restos del frasco de cristal y del perfume derramado en la cubierta de la nave. Preguntándose si Rubeus estaría disgustado por la cita que ella tuvo con aquel otro chico o bien sería que pretendía ponerla celosa. El caso es que ahí estaba ella ahora. Aguardando en el santuario. Esa niña efectivamente se había mostrado. Aunque en el último momento su hermana se le había unido, pero no importaba, mejor aún, entre las dos podrían cumplir con su misión y el amo Rubeus se sentiría feliz. Entonces seguro que le declararía su amor.



-Ahí la tenemos. Debe de ser esa ¡Está en nuestro poder! - Exclamó exultante. -

-Baja tú a encargarte de ella, yo vigilaré que esas molestas guerreras no aparezcan. - Le indicó Bertierite llamando a una droida. -



            Rubeus supervisaba la operación desde su nave. De pronto, la proyección holográfica se activó y emergió la figura del Hombre Sabio. Éste se dirigió al muchacho.



-He detectado una fuerte presencia de energía. El cristal negro ha reaccionado repentinamente.

- ¿Podría ser la chica? - Inquirió el sorprendido chico. -

-Los patrones energéticos no coinciden, esta fuerza podría ser incluso mayor. Debes averiguar de dónde procede.

-Enviaré al resto de las hermanas para que la rastreen. - Replicó Rubeus, en tanto la figura de aquel individuo, totalmente cubierto por un negro sayal y encapuchado desaparecía. -



Ajenas a esto las dos hermanas estaban a punto de llevar a cabo su plan. Kermesite bajó a por la chica, debía acercarse con cautela para no ser descubierta. Bertierite vigilaba suspendida en el aire junto a su droida. Entonces, algo se acercó volando hacia ella. Un extraño ser humanoide vestido con una especie de armadura y portando algo similar a un monóculo de color verde sobre su ojo derecho. Estaba claro que no era humano.



- ¿Quién eres tú? - Quiso saber la joven. -



            Aquel tipo hizo caso omiso a la pregunta, se tocó ese extraño visor y mirándola fijamente declaró con una sonrisita de desdén.



-Fuerza de combate novecientas cuarenta unidades…Eres un ser débil.

- ¿Eres una droida? - Inquirió Bertierite con visible desconcierto. - ¿Te envía el amo Rubeus para apoyarnos?...

- ¡Cállate! - Le espetó ese extraño. -

- ¡No me gusta que me hablen de ese modo! -Se sonrió ella con tintes maliciosos para ordenar a su droida. - Lipus. Ocúpate de este intruso.

-Mi señora me manda. - Replicó esa especie de mujer de cara pálida, con una larga melena azul, que lucía una extraña y larga falda hasta los tobillos y una blusa bastante amplia. -



            La droida se lanzó contra ese individuo que simplemente la observó llegar tratando de analizar su fuerza sin lograrlo.



- ¡Vaya! Eres un androide… ¡bah!



            Lipus lanzó una ráfaga de aire congelado por su boca, pero para su sorpresa y la de su ama, ese tipo desapareció a gran velocidad, apartándose de ahí…



- ¿Cómo lo ha hecho? - Pudo decir Bertierite que no le veía ahora por ningún sitio. -

-Aquí- replicó la voz de ese tipo que estaba detrás de la droida. - Esto para ti. - Exclamó lanzando un rayo de energía contra ese androide al que destruyó reduciéndolo a polvo. -

- ¡Pero!… ¿Quién eres tú? - Quiso saber una vez más la atónita Ayakashi, ahora con tono teñido de temor. - ¿Cómo has hecho eso?...



            Por toda réplica ese individuo la atacó con otro rayo. Bertierite quiso cubrirse instintivamente con ambos brazos, aunque eso no le iba a servir de nada. Por fortuna una silueta de alguien cuyo pelo y cuerpo brillaba con destellos dorados apareció ante ella y desvió esa ráfaga de energía…



- ¿Eh? - Exclamó aquel tipo ahora realmente impresionado cuando miró su visor. - Su potencia de combate es…- Apenas pudo decir algo más, ese aparato comenzó a echar humo y saltó en pedazos. ¡No puede ser! - Se dijo asombrado.

-Tú, payaso. - Replicó el recién llegado que no era otro sino Roy. - ¿No sabes que no se debe atacar a una mujer?



Bertie miraba asombrada a ese hombre. Su extraño pelo brillaba dorado y ahora emitía un gran fulgor que casi la cegaba, se dirigió hacia ella sonriente. La joven, poniendo una mano entre su rostro y aquel resplandor le preguntó.



- ¿Quién eres? ¿Te envía el amo Rubeus?

-Quédate detrás de mí. Este tipo es peligroso. - Le indicó por toda réplica.-



             El aludido atacó aprovechándose de esa distracción de su adversario. Lanzó unos rayos de energía, pero Roy los apartó de un manotazo haciéndolos explotar inofensivamente en la atmósfera. Ante su sorprendido atacante, el guerrero dorado se acercó tranquila y pausadamente a él y se plantó a unos pocos palmos, diciendo con una voz grave.



-Veamos lo que eres capaz de hacer.

-Te arrepentirás seas quien seas.- Exclamó ese tipo.-



Acto seguido  le golpeó en el rostro con su puño echando la cabeza de Roy hacia atrás. El hombre sangró por la nariz, pero se restañó la herida sonriendo ante el asombro de Bertierite.



- ¿Sólo eso? ¡Ahora me toca a mí!

-De eso nada. - Replicó ese tipo que se alejó tratando de escapar. -



            Volaba a toda velocidad pero aquel guerrero apareció súbitamente delante de él provocando que su expresión se deformase por el pánico.



- ¿Tienes prisa, amigo? - Le preguntó con sorna Roy, añadiendo con visible enfado.- Has tratado de hacerle daño a mi chica. Te voy a dar una buena paliza.

- ¡Muereeee! – Gritó su contrincante lanzando contra él una tremenda oleada de energía que provocó una gran explosión en el cielo. -



            Bertierite pudo ver aquello desde la distancia. Estaba realmente anonadada. ¿Quiénes eran esos dos? Si eran guerreros terrestres más les valdría regresar corriendo al futuro.



-Son muchísimo más poderosos que las sailors.- Pensó con horror.-



            Aunque todavía quedó más perpleja al observar que, tras despejarse el humo de aquella explosión, el hombre de brillo dorado seguía allí, imperturbable.



- ¿Cómo es posible que haya resistido eso?- Se preguntaba la joven sin salir de su asombro.-



            Aquel extraño sujeto se había limitado a esperar el ataque y a dejar que éste le alcanzase. Sabía que no iba a causarle daño. Entonces emitió aún más energía y sin mediar palabra golpeó a ese tipo en el estómago haciendo que se doblase.



- ¡Mal…maldito! –Escupió ese extraño humanoide para declarar. - Cuando vengan mis refuerzos no te será tan sencillo.

- ¿Refuerzos? - Inquirió Roy sin comprender. -

-Llegarán en poco tiempo. - Sonrió ese tipo. - Este planeta será nuestro…A mayor gloria del amo Gralas.

- ¿Quién? - Inquirió su interlocutor con desconcierto. -



Sin embargo, ese tipejo no parecía querer charlar más. Se recuperó entre tanto y quiso volver a huir. Aunque en esta ocasión fue un rayo congelado de Bertierite el que le alcanzó, petrificándole dentro de un bloque de hielo.



- ¿Qué has hecho?- Quiso saber Roy que se plantó ante ella en menos de una fracción de segundo.-

-Acabar con él…- Replicó la interpelada con una media sonrisita para sentenciar. - Eso es lo que le ocurre a cualquier que se atreva a interferir en mi misión. - Y la muchacha sin previo aviso desapareció de allí. -

- ¿Ah sí? - Repuso su contertulio sonriendo a su vez. - Vamos a verlo…



La joven reapareció a las puertas del santuario. Escondida tras unos árboles. Pero no salió de su asombro cuando ese tipo se materializó junto a ella. Eso la asustó. Estaba claro que contra alguien así, sus poderes no servían. O al menos tendría que hacerle bajar la guardia para intentar tomar ventaja.



-¡Me rindo, por favor, no me hagas daño.



            Pidió la muchacha con una mirada suplicante que no tuvo mucho trabajo en poder fingir, aunque no era capaz de distinguir el rostro de su captor. Aquel resplandor dorado era demasiado fuerte y la obligaba a apartar la vista.



-Dime qué quieres que haga.- Añadió ella.-



            Por toda respuesta el hombre la agarró por los hombros y la besó en la boca de forma pasional. Tomada totalmente por sorpresa Bertie al principio trató de resistirse, pero luego se dejó llevar. Fue un beso largo en el que la chica notó con la lengua de aquel hombre jugueteaba con la suya. Al terminar éste la miró fijamente con unos ojos verdes destellantes, le guiñó uno y simplemente desapareció. Ella se quedó sorprendida, temblando desconcertada y bastante asustada, con el corazón latiéndole fuertemente. Al fin la chica trató de serenarse, tocándose los labios se abrazó a sí misma y descubrió que tenía un papel entre uno de los tirantes de su uniforme. - Lo sacó y leyó su contenido -.



-"Si deseas saber quién soy y cuales son mis intenciones acude al parque del oeste esta noche tú sola. Sabré si vienes con alguien, conozco cada paso que das, cada movimiento que haces y recuérdalo, te estaré observando”.



Al leer esto se sintió confusa y nuevamente asustada, pero se calmó recurriendo a su capacidad de raciocinio. Si ese extraño individuo dorado hubiera querido acabar con ella podría haberlo hecho allí mismo. Y aquel beso... ¿por qué? No fue desagradable, sino incluso, al contrario. Además, la había protegido de ese otro extraño ser. Eso le convertía en un aliado potencialmente muy valioso. Desde luego, estaba desbordada por la curiosidad. Y además le recordaba a ese muchacho con el que se había citado esos últimos días.



- No, no puede ser él, su pelo es totalmente distinto.- Se dijo.- ¿Podría ser alguien de Némesis que haya enviado el príncipe Diamante?- Volvió a especular.-



Bertie no lo pensó demasiado, decidió acudir, tenía muchas cosas que preguntarle. Entre tanto Roy sonrió, aterrizó cerca en una caseta y volvió a su estado normal. Esa noche presentía que algo importante iba a ocurrir. Había hecho bien en ir al santuario esa mañana, tanto él como su amigo se levantaron temprano y volvieron, sabían que las hermanas atacarían tarde o temprano. Le alegró el haber evitado que su chica hiciera ninguna estupidez. En cuanto a ese individuo tan raro, quizás fuera alguien de la Luna Negra esa. Sin embargo, la propia Bertie pareció sorprenderse al verle. ¿Y eso de que esperaba refuerzos?... ¿Y quién era ese otro tipo al que mencionó? ...En fin, habría que ir paso a paso. Ya lo averiguaría.



-No sé. No recuerdo que ni Bertie, ni las sailors, nos comentasen nada de esto. Quizás se les pasó.- Se dijo.-



            Kermesite por su parte se acercaba a la chica, cuando la tenía a tiro escuchó una voz de hombre que reconoció. Era la de aquel chico cantante. En efecto Tom la esperaba y le dijo.



- ¿Qué pretendes hacer?...



            Por toda respuesta ella le atacó tratando de acertarle con sus largas uñas como puñales, Tom las esquivó y le sujetó las manos con fuerza, sonrió y dijo...



-Eso sí que no... No te permitiré que lo hagas.

- ¿Quién eres tú? Dime. ¿Por qué tienes tanto interés en impedirme cumplir con mi misión? - Espetó ella. -

- ¿Llamas cumplir con tú misión a tratar de asesinar a una niña? - Le recriminó él a su vez con tono indignado. - ¡Vamos, despierta! Os están utilizando a ti y a tus hermanas. Ese Hombre Sabio no es quién dice ser...

- ¿Qué sabes tú del Hombre Sabio o de cualquiera de nosotras? - Le preguntó su sorprendida interlocutora. - ¿Eres acaso amigo de las guerreras? ¡Morirás! - Escupió en tanto trataba de volver a acertarle con aquellas alargadas uñas. -



 Tom había perdido la paciencia y tras esquivar el ataque sujetó a la chica con una llave de defensa personal que la impedía moverse en tanto le espetaba.

.

- ¡Acaso no ves que yo no quiero hacerte daño!  Me preocupo por ti, Kermesite, ¿es que no te das cuenta?...

- ¿Cómo sabes mi nombre...? ¿Quién eres? - Quiso saber ella cada vez más agitada. -



De hecho, estaba tratando de revolverse para escapar y a punto de tele transportarse a la nave, cuando escuchó a ese chico decir de forma más conciliatoria.



-Podría explicártelo todo si dejases de intentar matarme. Sólo te suplico un momento de tregua. ¿Es que es tanto pedir? ¿Qué puedes perder? - Le reprochó él.-



Kermesite se relajó y asintió, su corazón latía muy deprisa y el chico pudo notarlo. Aunque finalmente se fue calmando, ella también tenía curiosidad y Tom pudo soltarla.



-Te escucho, pero procura ser convincente porque sino desde luego que te mataré. – Amenazó la joven con fuego en su mirada y visible desconfianza pese a todo. -



            Pero el chico no tuvo ocasión de responder. A lo lejos oyeron gritos de socorro de la gente, incluso de algunos niños que estaban jugando en un parque cercano.



- ¿Qué es lo que habéis hecho? - Quiso saber él mirándola con una mezcla de sorpresa y reprobación. -

-Yo no he hecho nada. - Se defendió la joven enfrentando su mirada a la del muchacho, aunque atónita también. - Quizás alguna de mis hermanas se me haya adelantado. - Dijo casi más para sí misma…



            Desapareció para trasportarse a ese lugar, Tom la siguió, por suerte no quedaba lejos. La atónita chica vio correr a personas de un lado a otro. Al poco una explosión sacudió un terreno cercano. Había gente tirada por el suelo, algunas personas heridas de gravedad.



-Mis hermanas nunca harían algo así. No tenemos más blanco que la chica o las guerreras. Estas personas no nos interesan para nada en ese sentido.- Afirmó.-



 Levantó la vista al cielo de dónde provenía aquello y vio a dos extraños seres con una especie de armadura y sendos visores acoplados a sus cabezas. Uno de ellos la vio a su vez y pareció sondearla…



-Fuerza de combate novecientas cincuenta y dos unidades, es un blanco relativamente fácil. - Declaró mirando a su compañero. -

- ¿Quiénes sois? ¿Qué queréis? ¿Droidas de Petzite o de Calaverite? - Opuso Kermesite con expresión entre indignada y sorprendida. - Les dije claramente a mis hermanas que yo me iba a ocupar de esto. -

- ¿Defiendes tú este planeta? - Le preguntó a su vez una de esas extrañas criaturas que parecía ser un humanoide de tono rosado y gran cabeza abultada. -

- ¿Qué estás diciendo? Estúpido. Nosotros hemos venido a tomar este planeta para nuestro príncipe. - Replicó la Ayakashi. -

-Entonces también sois enemigos. - Sentenció esa aparición. -



            Y sin mediar más palabra atacó lanzando un rayo de energía. La atónita Kermesite se apartó esquivándolo pero el otro ser hizo lo propio tomándola por sorpresa, Aunque en esta ocasión fue Tom quién se abalanzó hacia ella apartándola de la trayectoria de aquello. Ambos se cubrieron en el suelo de la explosión que atronó el lugar.



- ¡Maldita sea! ¿Son amigos tuyos? - Quiso saber él. -

- ¿Cómo van a serlo si han intentado matarme? - Repuso la joven con tono entre furioso y sorprendido. -



            No obstante, Kermesite contratacó con su Dark fire…Elevándose en el aire empezó a arrojar una sucesión de rayos de energía oscura contra sus adversarios. Desde luego Tom quedó impresionado. No la imaginaba siendo capaz de desplegar tal poder. Pese a ello, esas dos criaturas no parecieron estar demasiado preocupadas. Esquivaron esas mortales ráfagas con celeridad.



-Tengo que hacer algo. - Se dijo él que entonces recordó las palabras de Landar. - ¡Levitación! - Exclamó elevándose en el aire junto a ella. -



            La chica le miró sorprendida a su vez. Si ese joven era un humano corriente, ¿Cómo podía hacer eso? Pero no tuvo demasiado tiempo como para preguntárselo. Sus enemigos atacaron de nuevo, en tanto analizaban a ese recién llegado.



-Fuerza de combate cuarenta y dos unidades, ¡basura! - Espetó uno de esos rosados tipos. -

- ¿Ah sí? - Replicó él con tono de desafío cuando invocó otro hechizo. - Analiza esto… ¡fénix!



            Y una especie de pájaro de fuego surgió de sus manos volando a tal velocidad que sorprendió a esos dos seres estallando junto a ellos para lanzarles al suelo. Tras reponerse de su asombro Kermesite fue a rematarles.



-¡Dark Fire doble fuerza!- Invocó lanzando una llamarada oscura contra esos dos que al punto quedaron reducidos a cenizas.-



            El chico la miró incrédulo y hasta espantado cuando descendió a su lado ella en cambio sostuvo su mirada y declaró sin parecer preocupada.



-Ellos habrían hecho lo mismo con nosotros de haber tenido la ocasión.

-Sí, pero por malvados que fueran no me agrada mucho esto. - Contestó él. - No me gusta acabar con nadie. Aunque sean demonios.

- ¿Demonios? No te comprendo. - Pudo decir la joven observándole ahora con extrañeza. -

-Es largo de contar. Quizás ahora que parece que te has dado cuenta de que estoy de tu lado, pueda explicártelo. - Suspiró él. -

-No sé de qué lado estas. Pero admito que me has salvado de esos extraños seres. - Reconoció su contertulia, condescendiendo. - Eso al menos te hace merecer una oportunidad de explicarte.



            En eso se dieron cuenta de que muchas personas habían visto ese combate desde lejos, algunas se aproximaban curiosas. Escucharon los ecos de las sirenas de las ambulancias que llegaban ya para atender a los heridos, junto a la policía. Tom le indicó a su acompañante que sería mejor que se alejasen. Ella asintió, tras caminar un poco tomaron asiento en un banco de un parque algo alejado de todo aquel caos.



-Dijiste que ibas a explicarme todo esto. - Le recordó ella, que quiso saber. - ¿Quiénes eran esos que nos atacaron?

-No lo sé. - Admitió el chico. - Jamás les había visto. Creí que eran de los tuyos…

-No que yo sepa. - Repuso su contertulia a su vez. Interesándose entonces para pedirle sin más rodeos. - Quiero que me digas quién eres y cómo sabes tanto sobre mí…



            Tom asintió y le contó parte de la historia que él sabía, dijo muchas cosas que la misma Cooan le había desvelado, como por ejemplo.



-Tu madre se llama Idina, Idina Kurozuki, y tu abuela se llamaba Kim. Te ponían muchas canciones de la Tierra a ti y a tus hermanas. Y tú le prometiste a tu madre que si algún día tenías una hija le pondrías su nombre. A mí me encanta, es un nombre precioso.



            Al oír eso ella se quedó perpleja...



- ¿Quién te ha contado todo eso?... - musitó asombrada -...

- ¿De veras quieres saberlo? - Ella asintió de inmediato. Tom la miró fijamente y respondió. -Tú...fuiste tú, cuando te conocí. – Y para apoyar su alegato del bolsillo de su camisa sacó su cartera y de esta extrajo una fotografía de ella junto con él. -



            Kermesite miró la fotografía con la boca abierta, desde luego no recordaba habérsela hecho nunca. De todos modos, o aquella chica que posaba sonriente y abrazada a ese muchacho era una hermana gemela suya o el parecido era tan claro que no podía ser ignorado. ¡Era ella misma! al cabo de unos segundos le preguntó a su contertulio sin poder dominar su asombro.



- ¿De verdad que esa soy yo? - Tom asintió y repuso. -

-Aunque estás muy cambiada ahora, eres una chica muy dulce, al menos la Connie que yo conozco. Bueno te llamamos así. - Sonrió algo azorado ante la atónita mirada de ella, para agregar con tintes más entristecidos. - El caso es que no comprendo cómo te comportas de esta forma ahora.

-Tengo una misión. Aunque parezca despiadado debo matar a esa chica o sino nuestro mundo estará condenado. Eso le dijo el Sabio de mi mundo a nuestro príncipe. - Se justificó ella de forma nada entusiasta. -

-Eso no es cierto, - le rebatió Tom - ese Sabio engañó a Diamante, todas vuestras desgracias son obra suya. Debes creerme. Y si no hacemos nada ese monstruo acabará por matarles a todos.

-Pero, ¿qué pruebas tienes de eso? - Objetó Cooan cada vez más atónita para oponer. - El príncipe Diamante nunca lo creería. Ni yo tampoco puedo creerlo.

- ¿Y si te lo probase? - Le inquirió él con gesto esperanzado. –

- Ya veremos – replicó la chica que no parecía querer convencerse de aquello. -

-Confía en mí, déjalo en mis manos y en las de mi amigo, él es lo bastante poderoso como para salvar a tu planeta. Pero debes prometerme que dejarás en paz a esa niña...Por favor, al menos dame algo de tiempo.



 El rostro de Kermesite mostró su lucha interna, después de lo sucedido y con aquellas revelaciones y esa fotografía sus convicciones de años parecían tambalearse. No estaba segura de lo que hacer. Pero, ¿y si fuera cierto? De todos modos, podía esperar un poco para confirmarlo. De modo que, suspirando largamente para relajar su tensión, concedió tras meditar.



- Te daré hasta esta noche para que demuestres que lo que me dices es verdad. Nos encontraremos en este parque a las nueve. Y por tu bien espero que todo lo que has dicho sea cierto. – Sin esperar respuesta desapareció reapareciendo en su nave sintiéndose muy confusa. -



            Bertierite también volvió, estaba desconcertada, sus otras hermanas mayores regresaron al poco tiempo de la búsqueda a la que las enviara Rubeus sin resultados provocando el inevitable enfado de éste. También Kermesite había vuelto antes que ella, pero estuvo muy callada y reservada. La misma Bertie no quiso hablar con nadie. Meditaba sobre lo sucedido en sus estancias. Tenía que admitir que estaba desconcertada. No sabía quién podría ser ese hombre, ni el extraño ser que la atacara destruyendo a una de sus mejores droidas.



-Es mejor no informar a Rubeus de esto. Al menos todavía. Hasta que no tenga respuestas.- Reflexionó.-



Así pues esperó unas horas, deseando que llegase el momento. Al fin, con su uniforme de maligna, bajó al parque. Se aseguró de que estuviera vacío, y también oscuro, sólo la luna iluminaba débilmente la noche.  Al poco escuchó una voz familiar, aunque no podía ubicar de donde procedía, que le decía.



-Tú siempre tan puntual, Bertie.

- ¿Quién está ahí? ¿Por qué no sales para que te vea?,- preguntó ella mirando hacia todas direcciones sin poder ver a nadie. -

-Ahora saldré, pero antes debes prometerme que desistirás en esa misión tuya...

- ¿Eres un aliado de las guerreras, verdad? - Repuso ella con indignación, declarando convencida. - No conseguiréis que faltemos a nuestra promesa de cumplir con éxito la tarea que nos han asignado, puedes decírselo a ellas.



            Entonces una figura alta se acercó a ella, al fin se dejó ver, iluminando el cielo nocturno con un resplandor dorado. Antes de que Bertie pudiera reaccionar la tenía a su lado y alargando un poderoso brazo con una mano que refulgía en ese mismo tono color oro añejo, acarició suavemente la barbilla de la muchacha. Al fin Bertierite le reconoció asombrada, sobre todo cuando él dejó de brillar y volvió a su estado normal...



- ¡Tú, no es posible! ...- musitó y trató de ponerse en guardia, pero Roy la acarició nuevamente con suavidad y le susurró acercando sus labios a una de las orejas de la chica. -

-Si eliges ser mi enemiga, tendré que luchar contra ti, porque estás en el bando del mal. Pero si me entregas tu corazón y cambias, no dudaría ni un segundo en dar mi vida por la tuya.

- ¿Quién eres tú? - Le preguntó ella asombrada. - ¿Por qué me dices todo eso? ¡Yo ni siquiera te conozco!

-Únicamente soy alguien que se preocupa por qué no sufras daño. Esta misión que cumples no es lo que tú crees. Confía en mí. El odio es malo, te acaba destruyendo. Debes confiar en los demás.

-Esas palabras son de las guerreras. - Repuso Beruche molesta y con tono desconfiado. -

-Las guerreras no tiene nada que ver con esto. Ellas tampoco saben quién soy yo, al menos no aún. Y mi fuerza es muy superior a las suyas y a la de todo tu clan. Créeme, no estoy aquí por indicación de ellas.

-Eso es muy difícil de creer.- Sonrió ella escéptica. –

- ¿Acaso no te he demostrado que no deseo hacerte daño? - Inquirió él a su vez. -

- ¿Y cómo sé qué ese extraño ser no era un subordinado tuyo? - Quiso saber la joven. -

-Del mismo modo en el que yo no sé si era uno de tus robots. - Contestó él-

- Aun así, no me has dado una prueba de lo que dices. - Objetó la chica. -



            Por toda réplica Roy aumentó su energía recobrando su nivel de súper guerrero y solamente con las ondas de poder que de él emanaban arrasó una amplia extensión de hierba creando un agujero en torno suyo. Bertierite se quedó petrificada en el aire. Visiblemente intimidada por esa descarga de fuerza. El chico cesó entonces su emisión de energía y regresó otra vez a su estado normal. En ese momento en la nave Karaberasu y Petz detectaron esa fuente de poder y fueron nuevamente enviadas por Rubeus para investigar. Ajeno a esto Roy le explicaba a su interlocutora.



-Esto no es nada para lo que soy capaz de hacer, pero no quiero destruir la ciudad entera. Tú sólo llévame hasta ese maldito adivino de pacotilla que conocéis como el Hombre Sabio.

- ¿El amo Hombre Sabio?,- repitió Beruche atónita. - ¿Qué tiene él que ver…?

-No le llames amo, - repuso Roy visiblemente molesto ahora - Ese payaso no es tu amo, ni el de nadie. Lo que pretende en realidad es exterminar a toda la vida que existe, tanto en la Tierra como en Némesis. Yo ajustaré cuentas con él.

- ¿Co, ¿cómo sabes tú eso?  - pudo preguntar ella incrédula. - No, sencillamente no puedo creerlo…

- He luchado contra él y sus secuaces los demonios. Las guerreras lucharon conmigo y tú también junto a tus hermanas, y vuestro príncipe Diamante con su hermano Zafiro.

- ¿Qué? - dijo Bertierite riéndose. - ¡Vaya tontería! Nosotras nunca nos uniríamos a las guerreras.

-Eso pasará en el futuro, yo vengo de allí- le confesó Roy. -

- ¿Y pretendes que me lo crea? - Repuso la muchacha moviendo la cabeza. - No, no es posible.

- ¿Por qué no? ¿Si vosotras mismas lo habéis hecho? ¿Acaso no habéis venido desde del siglo XXX hasta aquí? ¿Es que no ves que es absurdo? ¡Habéis regresado al pasado para vengaros de algo que todavía no ha sucedido! Queréis cambiar las cosas antes de que ocurran. Yo sé que en el fondo no sois malas personas. En mi futuro he llegado a conoceros, a conocerte bien. Podríais ser buenos amigos de las guerreras. ¿Es que no lo veis? - Replicó él de forma tajante y tan convincente que Bertie quedó pensativa. -



            En ese mismo instante Petzite y Calaverite aparecieron levitando a varios metros sobre ellos. Ambas adoptaron una posición de combate en tanto Petzite declaraba.



- Así que aquí estás. Por fin te hemos descubierto. – Entonces interrumpió su perorata al ver a su hermana Bertierite y pudo añadir estupefacta. - ¿Qué haces tú aquí con ese extraño?

-Otras dos más que han aparecido de repente al sentir mi energía. - Intervino rápidamente Roy sin dar posibilidad a la asombrada Bertie de contestar. - Como le dije a vuestra hermana cuando me sorprendió aquí. Os lo diré a vosotras también. Deponed vuestra actitud, no os lleva más que a la ruina y escuchad lo que tengo que deciros.



Por toda réplica recibió el ataque del látigo de Calaverite en tanto ésta exclamaba.



-No tenemos tiempo de charlar. Es muy tarde ya, y tengo que irme a la cama. Acabaremos contigo ahora mismo.

-No Kalie, ¡por favor! -. Quiso mediar Bertierite -. Espera un momento.



            Comprendió enseguida que las extrañas palabras de Roy obedecían a no querer delatarla ante sus hermanas para que estas no la acusaran de ser una traidora. Quizás conviniese escuchar todo lo que ese extraño muchacho tuviera que contarles.



- ¿Cómo? - le espetó Petz enfrentando una dura mirada a su hermana menor -. ¿Acaso estás de su parte? ¿Quieres estropear nuestras posibilidades de ascenso una vez más?

-No, no se trata de eso. Solamente dejad que os cuente lo que me ha dicho a mí-. Pidió su contertulia con preocupación. -

-Está claro que eres una estúpida inexperta. Te dejas persuadir por primer tipo guapo que te habla.- Sentenció Calaverite atrapando a Roy del cuello con su látigo para afirmar. - Voy a acabar con él ahora mismo. Luego ya hablaremos contigo sobre esta traición.



Roy ya estaba harto de todo aquello y simplemente agarró el látigo con una mano y tiró de él, atrayendo a la muchacha que no esperaba tal fuerza. El chico agarró a la sorprendida hermana y quitándose el arma en su cuello la enroscó en su propia poseedora, sujetándola como rehén al tiempo que decía.



-Mi paciencia tiene límites, aunque se trate de vosotras. Escuchad. No quiero haceros ningún daño. Pero no me estáis dejando otra elección.



Sin embargo, Petzite no pareció mostrarse impresionada, apuntó a Roy y a su asombrada hermana Calaverite y les lanzó un rayo energético oscuro que sacudió a ambos. Ella gritó de dolor, aunque Roy no pareció inmutarse en tanto Petz reía diciendo.



- ¿Acaso crees que me detendré, aunque tengas a una de mis hermanas como rehén? Las Ayakashi debemos sacrificarnos si así es conveniente para la misión.

- ¡Pero Petz!, pudo sollozar Bertierite, incrédula ante lo que veía. Somos hermanas. ¡No puedes!…

- ¡Cállate traidora! - Le espetó ésta lanzando contra ella otra descarga que hizo que Bertierite cayera al suelo tras convulsionarse. -



Aquello fue demasiado para Roy, soltando a Calaverite se transformó de nuevo en súper guerrero emitiendo una intensísima aura dorada. Petz quedó anonadada al verle…



-¿Qué es eso?- Pudo apenas exclamar.-



 En la nave Rubeus detectó aquella prodigiosa descarga energética y ordenó a Kermesite unirse a sus hermanas.  Ella, que debía acudir a la cita con Tom de todas formas, fue sin rechistar. Además, eso le serviría de coartada. Por su parte éste último había llegado unos momentos antes, justo para asistir al espectáculo de su amigo emitiendo su poder. La atónita Petz trató de reaccionar, pero Roy fue más rápido. Apareció ante ella en un parpadeo y la golpeó con fuerza controlada en el estómago. La muchacha se dobló por el impacto que apenas sí la dejaba respirar, no tardó en quedar sin sentido. No obstante, su atacante la sujetó al vuelo en brazos cuando la chica empezaba a caer al suelo. Para entonces tanto Bertierite como Calaverite estaban recuperadas del ataque anterior.



-Pero Petzite, ¿por qué has hecho esto? - Pudo musitar su hermana Calaverite aún incrédula, mirando a su hermana mayor inconsciente sobre el suelo. -

- ¿Veis a lo que me refiero? Esto es lo que provoca la manipulación del Sabio y toda esa maldita energía oscura que lleváis dentro. - Replicó amargamente Roy, que justo entonces vio a Tom llegar corriendo y a Kermesite aparecer a pocos metros sobre ellos. -



La sorprendida recién llegada miraba la escena sin saber que pensar. Viendo a aquel extraño hombre brillando de esa forma y con su hermana en brazos, creyó que había atacado a las otras. Aguardó a que ese extraño depositase a Petz en el suelo y estaba dispuesta a lanzar una ráfaga de sus rayos cuando Tom le gritó.



- ¡Espera, no lo hagas! Ahora que estáis todas juntas os lo explicaremos. Por favor, confía en nosotros.

-Sí, Kermie. - Añadió Beruche con tono suplicante. - Baja aquí, no temas, no quieren hacernos daño.

-¿Cómo qué no? ¿Y qué ha pasado con Petzite?- Demandó saber.-

-No es lo que crees, ella nos atacó antes. Este tipo únicamente nos defendió.- Tuvo que admitir Calaverite.-



Pese a todo y tras unos segundos para meditarlo, la aludida descendió con prevención, no podía dejar de mirar a su hermana tendida en el suelo junto a ese hombre. Sin embargo, fue la propia Calaverite la que le insistió.



-Es difícil de creer pero es la verdad. Fue ella la que nos atacó. Este hombre nos ha salvado. Y pudiendo haberla matado no ha herido a Petz, solamente está sin sentido.



Al poco la mayor de las hermanas efectivamente volvió en sí. Roy la levantó en brazos y la depositó con cuidado sobre un banco cercano. Cuando ésta vio a sus hermanas y a esos dos chicos allí, uno de ellos el tipo ese que brillaba en tono dorado, hizo un amago de escapar, pero sus hermanas extendieron las manos y le suplicaron.



-Todo está bien, Petz. - No son enemigos nuestros. Podrían haberte matado si hubiesen querido.- Le insistió Calaverite.-

- ¿Pues quiénes son entonces? - Rebatió ella aún con incredulidad. -



            Tom se adelantó y poco a poco le fue contando la historia. Su interlocutora negaba con la cabeza refutando.



-Eso no puede ser cierto. Nuestro príncipe sabe bien lo que hace.

- ¡Ese que va a saber! - Se mezcló Roy volviendo a su estado normal y añadiendo para sorpresa de las chicas. - Es tan despistado que ni siquiera sabe lo que Esmeralda siente por él. Le pasa igual que a Zafiro contigo. - Añadió dirigiéndose a Petz que enrojeció visiblemente ante la sorpresa de sus dos hermanas menores que no entendieron esa alusión y el asentimiento cómplice de Calaverite que, sin embargo, no quiso decir nada. -¿A que sí?...es un gran chico pero está embebido en su trabajo…

-Pero, ¿cómo puedes saber tú?... quiso preguntar la aludida a su vez entre balbuceos y un más que evidente sonrojo en su rostro…



Aunque Roy no estaba ahora para ese tipo de temas y sin darle a su interlocutora más tiempo a réplica, prosiguió.



- Es ese Sabio asqueroso que os tiene engañados a todos. Quizás las cosas no tendrían que haber sido así, no habríamos debido interferir. Pero no hemos podido permitir que siguierais adelante con esta locura.



Aunque de nuevo, cuando Kermesite iba a interpelar algo, fueron interrumpidos. El mismo Rubeus impaciente por la tardanza de las hermanas había bajado y escuchó la última parte de la conversación. Portaba en su mano un báculo rematado con una piedra preciosa engastada y sin dar tiempo a la reacción de nadie, escupió.



-De modo que estáis conspirando contra nuestra familia. ¿Eh? Menos mal que el Sabio me previno que un enemigo poderoso estaba aquí. Pero con este báculo que me ha proporcionado no tengo nada que temer. Con él abriré una puerta que os arrojará a todos al vacío. A los enemigos y a las traidoras.

- ¡Pero, amo Rubeus! - Pudo exclamar Kermesite acercándose a sus hermanas. - ¿Cómo vas a hacer eso? ¡Nos matarías a todas!

-Un precio pequeño, si con eso cumplo con mi misión. - Sonrió despectivamente él. -

-No puedo creer lo que oigo. - Pudo replicar la atónita muchacha para exclamar -. ¡Te he amado durante todos estos años, y tú también a mí!

- ¿Amor? - Escupió despectivamente éste. - ¡Qué tontería! Tú solamente eras un instrumento. ¡No te he amado ni un instante en toda mi vida!



Visiblemente impactada, llorosa y destrozada por aquella revelación, Kermesite bajó la cabeza y se quedó temblando sin poder reaccionar. Tom corrió a abrazarla observando a ese canalla con fuego en la mirada. Ojalá pudiera volar para ir a ajustarle las cuentas. De hecho, podría con un conjuro, pero ahora tenían algo más serio por lo que preocuparse.  Rubeus elevó el báculo y cuando iba a cumplir su amenaza, otra interrupción vino a sumarse a la ya larga lista de aquella noche. Era la decidida voz de Guerrero Luna.



- ¡Alto ahí! - Exclamó apuntando con su dedo al jefe de las Ayakashi mientras las demás sailors estaban en guardia.  No sé qué está pasando aquí, pero ni vosotras hermanas malignas, ni tú Rubeus amenazaréis a personas inocentes.

- ¡Espera! - Intervino Tom para asombro de la aludida y sus compañeras. - Esto no es lo que creéis.

-Esto se está poniendo interesante, - sonrió Rubeus que añadió, en tanto apuntaba con su báculo al suelo y lo arrojaba con violencia. – Pero es mejor así. Ha sido una suerte que os hayáis reunidos todas en el mismo sitio. Ahora mataré a las traidoras y a las guerreras todas juntas.



Y cuando ese báculo golpeó tierra hubo una gran explosión. La onda expansiva arrojó a todos al suelo salvo a Roy que permanecía clavado en él y con expresión de pocos amigos. Miró hacia Rubeus y sentenció.



- ¡Ahora sí que te la has buscado, miserable! Me dijeron que eras un idiota pero se quedaron cortos.



Sin dar tiempo a éste ni a reaccionar ante aquellos insultos, Roy desapareció de su vista reapareciendo justo a su lado y lanzando un puñetazo al estómago del asombrado Rubeus que se dobló por el impacto. Desgraciadamente eso no previno que tras la explosión se abriera una especie de agujero que empezó a succionar todo lo que tenía cerca. Al poco de recobrarse las guerreras, las hermanas y Tom se agarraban a los árboles y bancos cercanos para evitar ser atraídos. En tanto Roy agarraba a Rubeus y se posaba con él en tierra, la guerrera Mercurio tomó la palabra en tanto escaneaba aquel agujero creciente con su visor.



-Es una especie de portal dimensional. Nos arrastrará a todos si no lo cerramos.

-No hay manera de conseguirlo. - Pudo exclamar guerrera Venus. -

-Sí, ¡claro que la hay!, -terció Petz diciendo-. Voy a lanzar mi poder contra él y haré que se cierre.

-Es muy peligroso, te arrastrará. - Le advirtió guerrero Júpiter -

-No hay otro modo si quieres evitar una catástrofe para tu mundo. Ni para nosotros. - Replicó Petz emitiendo gran parte de su energía contra ese agujero. -



Desgraciadamente Júpiter tenía razón, la muchacha no logró su objetivo siendo arrastrada de inmediato hacia el vórtice de aquel agujero, por suerte algo la sujetó agarrándose a su muñeca. Era el látigo de su hermana Calaverite, que por su parte era sujetada por sus otras hermanas que a su vez se agarraban a un árbol cercano. Pese a lo comprometido de aquella situación Kalie exclamó casi con divertida sorna.



-No dejaré que seas tú la única heroína de esta historia.

- ¿Tú?, - preguntó asombrada su hermana, añadiendo de forma culpable. - Traté de matarte antes, ¿por qué me ayudas?

-Nosotras siempre hemos discutido, Petz. - Contestó Kermesite que agarraba fuerte a Kalie. - Pero para algo somos hermanas.

-Sin ti no seriamos las cuatro hermanas de la familia Ayakashi. - Añadió Beruche aferrando también a Calaverite con todas sus fuerzas. -



Las sailors presenciaban la escena tratando de pensar algo. Finalmente, Ami les indicó.



-Debemos unir nuestras energías para cerrar la brecha, hemos de saltar al vórtice y lanzar nuestro poder. Es la única manera.

-Dejad que os eche una mano. - Les pidió Roy en tanto que Tom ayudaba a las hermanas a jalar del látigo para traer a Petz a la seguridad del refugio junto a ese gran árbol al que se agarraban. -



Aunque al mismo Roy también le empezaba a pasar factura aquella fuerza que parecía crecer cada vez más. Pese a todo él se elevó brillando sobre aquel agujero y mientras las guerreras unían sus manos y formaban un círculo él acumuló energía. Una tras otras las guerreras luchadoras fueron invocando sus poderes creando un espectro de energía multicolor en tanto se tele portaban al interior de aquel abismo negro.  Entonces descargaron su energía provocando una explosión que comenzó a cerrarlo. Por desgracia eso les costó perder sus reservas energéticas. Roy entonces usó su traslación concentrado en sus auras y metiéndose por aquel hueco ahora menguante pudo llegarse al círculo que formaban las chicas. Agarrando de la mano a una de ellas se transportó al exterior centrándose en la energía de su amigo Tom.



- ¡Lo logramos! - Exclamó una exultante Marte cuando salieron de allí, viendo como aquello iba cerrándose poco a poco y esa fuerza de succión remitía. -



A todo esto, Rubeus recuperó el sentido y viéndose en desventaja se transportó a su nave. Por suerte para él sus ahora enemigos no parecieron prestarle atención.



-Debo informar al Sabio de lo que ha pasado y esperar que pueda ayudarme.- Se dijo con temor.-



Entre tanto, calmadas las cosas, todos se reunieron y Roy pudo contar a las sailors lo que sucedía.



-Si eso es tal y como dices que fue, entonces la historia ha cambiado de algún modo. - Indicó guerrero Venus. -

-No en lo esencial. - Intervino Tom. - Por lo que recuerdo de lo que las hermanas nos contaron. Hubo una especie de torbellino que pudisteis cerrar.

-Y todas ellas fueron purificadas con el Cristal de Plata. - Agregó Roy mirando a las confundidas hermanas. -

- ¿Tú crees que eso será posible?  – Le preguntó Rei a Usagi a lo que ésta sencillamente se encogió de hombros. -

-Por favor, tú puedes hacerlo. Ayuda a las chicas. - Le pidió Tom para sorpresa de las mismas y del resto. 

-Un momento. – Tercio Petzite afirmando al comprender. - Eso nos haría perder nuestros poderes.

-Si. Lo haría. – Replicó Roy añadiendo también. - Pero eliminaríais esa energía oscura que os afecta a vosotras mismas.

-No estoy muy segura de querer ser una humana normal. – Declaró Calaverite para sorpresa de los muchachos. –

-Pero no podremos regresar a nuestro mundo ya. Para todos somos unas traidoras. ¿Para qué queremos estos poderes? – Se preguntó Bertierite.-

-¿Y nuestros padres?- Inquirió agudamente Petz.- No volveríamos a verles.



            Ahora Tom y Roy se miraron con tristeza, fue el segundo quien llamó la atención de todos para comentar, dirigiéndose a las hermanas.



-No sé cómo deciros esto. Será muy duro de aceptar, pero pude ser testigo de ello.

-¿A qué te refieres?- Quiso saber Kermesite.-

-Se trata de vuestros padres. O al menos de vuestra madre, Idina Kurozuki. Ella, bueno, os dejó un mensaje.- Fue apenas capaz de decir.-

-¿Cuándo? ¿Qué mensaje?- Inquirió Bertie, tan perpleja e inquieta como el resto de sus hermanas.-

-Fue, o mejor dicho será cuando tras unos años, nos conozcamos y luchemos contra una copia del Sabio. Uno de sus hermanos que estaba tratando de esparcir el mal en este época. No sé cómo lo hizo pero vuestra madre logró enviar un mensaje dentro de su bola. Cuando vosotras le destruisteis ella apareció.- Pudo explicar Tom a  unas estupefactas muchachas que tornaron su expresión de asombro en otra de horror y desesperación cuando finalmente ese chico se atrevió a desvelarles.- Ella dio su vida tratando de acabar con el Sabio de vuestro tiempo. Al parecer se sacrificó haciendo algo.

-¡No, no puede ser cierto!- Exclamó una llorosa Kermesite.-

-Por desgracia estaba allí, luchando en mi propio combate, pero la vi. – Afirmó Tom.- Luego vosotras mismas me lo contasteis.

-¡No puedo creerte, no quiero hacerlo!- Gimió Calaverite llevándose las manos a la cara.-

-Vayamos a por ese canalla y obliguémosle a confesar si es cierto.- Propuso Bertie.-

-No podríais hacerlo.- Las detuvo Petzite, llena de consternación, pero más calmada al tiempo que les recordaba.- Solamente es una proyección. Al menos en esta época. Y para volver tendríamos que tomar la nave de Rubeus.

-¡Pues a por él!- Afirmó una decidida Calaverite.-

-No será fácil, habrá elevado los escudos de la nave.- Opuso Beruche con pesar todavía al pensar en su madre, añadiendo incluso con frialdad.- Tenemos que pensar con calma y cuando encontremos una debilidad, o salga de ahí, le atacaremos sin piedad para que confiese. Le torturaremos si es necesario.

-Esa no es la manera.- Terció Roy, alegando.- Por favor, confiad en nosotros. Si hay una forma de conseguirlo lo haremos. Pero libraos de esa energía negativa. No creo que a vuestra madre le gustase ver que podéis llegar a ser tan despiadadas como ese tipejo de la capucha.



Las hermanas se miraron aunque enseguida fue Calaverite quien recriminó a ese chico.



-Si se hubiese tratado de tu madre no creo que pensases así.

-Te equivocas.- Suspiró él, desvelándoles a todos.- Yo perdí a mis padres por culpa del mal. Unos sicarios de ese mismo encapuchado de esta época les sacaron de la carretera. Ellos murieron para protegerme y yo pude saber que su mayor deseo era que no me convirtiera en un siervo de la oscuridad. Es el odio quien nos hace caer en las garras del mal. Eso es lo que las guerreras de la Luna y vosotras mismas, me ayudasteis a ver.



            Todas volvieron a  intercambiar miradas, incluso las sailors quienes no tenían idea de lo que aquel muchacho estaba hablando. No obstante, asintieron estaban totalmente de acuerdo con eso. Y fue Bertie quien dirigiéndose a él finalmente esbozó una débil sonrisa y afirmó.



Confío en ti. Sé que eres sincero.

-Y yo. – La secundó Kermesite dirigiéndose a su vez a Tom para sentenciar. – Habéis sido nuestros buenos samaritanos. -



Sus hermanas mayores se miraron con visible confusión. Entonces Roy se aproximó a Petz y le susurró.



-Si realmente quieres a Zafiro debes demostrarle que este mundo no es malo y que vosotras podéis convertiros en una parte de él que lo haga incluso mejor. Créeme, podréis ser felices viviendo aquí.

-Zafiro está en Némesis en el siglo XXX, ya jamás podré volver con él. - Suspiró ella con patente desánimo y tristeza. -

-Por eso no te preocupes. Tarde o temprano él vendrá. Y podrás reunirte con él. Te lo prometo. - Le aseguró Roy. –

-¿Cómo estás tan seguro de eso?- Quiso saber ella con tono escéptico.-

-¿Por qué crees que me hice amigo suyo y de ese estirado de su hermano?- Sonrió Roy, alegando.- Podría hasta decirte su comida favorita.



Y aproximando sus labios a un oído de la atónita Petz se la susurró, para luego añadir con afecto.



-Me contó que tú se la preparabas y se la llevabas muchas veces cuando trabaja en sus droidos y se le olvidaba hasta comer.



 La muchacha le miró reconfortada. Si eso era así, y algo en ella la impulsaba a creer que ese chico realmente conoció a Zafiro en su dimensión, estaba dispuesta a someterse a lo que hiciera falta. Sonrió agregando con reconocimiento en su voz.



-Pudiste matarme y no lo hiciste. Eso nunca te lo podré compensar. Y efectivamente sabes bien lo que a Zafiro le gustaba. Tiene que apreciarte mucho en esa otra dimensión tuya para haberte contado esas cosas, no suele hablar mucho con quienes no tiene confianza suficiente. Y si él se fía hasta ese punto de ti, yo también puedo confiar en vosotros, al igual que mis hermanas.



Ahora todas dirigieron unas suplicantes miradas a Calaverite, ésta las mantuvo y aunque pareció estar seria e incluso enojada por aquello no tardó en sonreír admitiendo con su habitual ironía.



-No voy a dejaros solas, chicas. ¿Qué ibais a hacer sin mí? Sois un desastre para el maquillaje si no os superviso.

-Pues todo arreglado. - Sonrió Roy que, dirigiéndose a Usagi exclamó con decisión e incluso tono divertido. - Siempre quise decir esto. ¡Adelante, Sailor Moon!



Usagi asintió elevando el cristal entre sus manos e invocando su poder. Las cuatro hermanas quedaron cubiertas por un baño de luz rosada y sufrieron una sorprendente transformación. Girando sobre sí mismas sus ropas de malignas desaparecieron y las medias lunas negras grabadas en sus frentes se borraron. Reaparecieron tras ese resplandor con atuendos normales. Beruche, Karaberasu, Petz y Cooan, que a sugerencia de los muchachos decidieron desde entonces llamarse así, se miraban asombradas. No tenían rastro de sus poderes, pero se sentían ligeras, como si estuvieran liberadas de un gran peso en sus almas.  Roy y Tom se abrazaron a Bertie y Connie respectivamente.



-Siento algo cálido y hermoso dentro de mí. - Suspiró Beruche apoyando su cabeza contra el pecho de aquel muchacho -.

-Es cierto, siento lo mismo. - Convino Cooan abrazada a Tom, a lo que sus otras dos hermanas asintieron. –

-Teníais razón. Es como si nos hubiésemos liberado de un enorme peso.- Declaró una agradecida Karaberasu.-

-Es verdad.- Sonrió Petz.-

-Bueno, pues ya está. – Musitó Tom visiblemente contento y aliviado afirmando. – Era cierto. Son unas chicas estupendas en cualquier época y dimensión.



Roy sonrió, quizás Landar diera por finalizada esa especie de prueba y les condujese de nuevo a casa. Aunque su sonrisa se le congeló en los labios cuando sintió una extraña energía que manaba de aquel agujero que aún se estaba cerrando.



-Qué extraño. - Dijo en voz alta para sorpresa de todos los presentes. - Noto una fuerza muy poderosa. Es como si algo se acercase. Pero no parece de una sola persona. Parecen muchas a la vez. Y me son familiares, es como si... No, no puede ser. No lo entiendo…Quizás sean más de esos tipos.

-¿Sí?, ¿Acaso sabes quiénes son? - Le preguntó ahora Cooan. -

-No tengo ni idea, pensé que eran de vuestro mundo. - Replicó Roy. -

- ¿De quiénes estáis hablando? - Quiso saber Guerrero Luna. -



            Tras contarle a ella y al resto sus respectivos encuentros todos se miraron confusos, nadie sabía quiénes podrían ser esos tipos. En ese momento Luna y Artemis, acompañados por Tuxedo Kamen llegaron allí a la carrera. Este último avisó a Usagi.



-Sailor Moon. Rápido, necesitamos que tú y todas las guerreras vengáis.

- ¡Señor del Antifaz! -. Exclamó ésta encantada. -



Aunque su sonrisa se desvaneció cuando esté pareció corresponder con una fría indiferencia a su saludo. De todos modos, rehaciéndose, Usagi agregó con suavidad



-  Menos mal que has llegado, pero no te preocupes, todo está arreglado. – Explicó señalando a las antiguas servidoras de la Luna Negra. -

-No es eso. - Dijo entonces él de forma seria en cuanto se llegó hasta el grupo. - Veréis. Luna y Artemis han detectado extrañas fisuras en el espacio- tiempo.

-Es como si la pared que separa las diferentes dimensiones se hubiera roto -. Añadió la gata de color negro que estaba junto a Tuxedo -. Y parece que algo está saliendo hacia nuestro mundo.

- ¿Sabéis algo de eso? - Les preguntó Roy a Bertie y sus hermanas. –

-No, no tenemos ni idea de lo que estáis hablando – Pudo decir Karaberasu con genuino desconcierto pintado en su semblante, al igual que en el de sus hermanas. – Es como lo otro. Que supiéramos, el príncipe Diamante no envió a esta época a nadie más…

-Así es, al principio llegamos a pensar que vosotros mismos erais enviados suyos.-Admitió Cooan.-

-Parece corresponder a una rotura del tejido interdimensional. - Terció Ami consultando su visor. –Puede que sean seres ajenos a este espacio…

-Eso es como si una gran cantidad de energía hubiera abierto una brecha entonces. – Completó Bertie –

-Exactamente. - Afirmó Ami, añadiendo preocupada.  – Algo se está colando en nuestra dimensión…



A todo eso, el agujero finalmente se cerró, Roy dejó de sentir aquella extraña energía. Sin embargo, eso no hizo disminuir su inquietud. Miró a Tom preocupado y su amigo asintió, parecía que el otro muchacho pensaba lo mismo. Roy entonces les dijo a todos.



-Todo esto podría ser culpa nuestra. Al venir aquí quizás hayamos desajustado el balance interdimensional. Ya nos lo advirtieron. Cuanto más interviniéramos en los sucesos de esta dimensión mayores alteraciones habría. Pero no lo tomamos en serio. Y creo que hemos intervenido demasiado.

- ¿Cómo podría ser culpa tuya? -. Le sonrió Beruche. - Al contrario, habéis ayudado a evitar que el vórtice creado por Rubeus destruyera la Tierra.

-Lo mejor será irnos a dormir. Ahora tendremos que buscar un hotel o algún sitio. - Completó Karaberasu de forma más animada para añadir. - Menos mal que tenemos aún unas pocas joyas   que, aunque ya no tienen poder oscuro, siguen siendo valiosas.

-Podéis pasar la noche en el santuario si queréis. - Les brindó Rei. Allí tengo varias camas y habitaciones libres.

- ¿Harías eso por alguien que ha luchado contra vosotras y ha tratado de mataros hace tan solo un instante? - Se asombró Petz. –

-Es cierto. ¿Cómo podéis confiar en nosotras? - Se extrañó Karaberasu a su vez. -

-Ahora todos somos amigos. Y es bueno confiar en la gente. – Repuso Makoto con jovialidad. -

- ¿Recuerdas la parábola que te conté?- Le sonrió Tom a Cooan.-



Y la muchacha devolviendo esa sonrisa, asintió, ahora lo entendía. Igual que ella misma comentase antes.

-Pues no se hable más. – Decidió Rei. – Venid todas conmigo.



Las hermanas sonrieron agradecidas. Aunque Artemis intervino de nuevo para recordarles el problema que parecían seguir teniendo.



- No olvidéis que, según nos habéis contado, Rubeus aún sigue por ahí. Y debemos investigar a fondo eso de las brechas dimensionales.

- Estando yo por aquí, ese tipo se cuidará mucho de volver. - Afirmó Roy que, sin embargo convino con el gato. - Pero lo de las brechas sí que me preocupa. Os ayudaremos a investigar. ¿Verdad Tom?



            Éste asintió con decisión. Aunque como ya era tarde el grupo decidió que lo mejor sería retirarse a descansar y retomar aquel asunto a la mañana siguiente. Por ahora con el escáner de Ami y la vigilancia de ambos gatos mantendrían observado ese fenómeno por si algo sucedía. Rubeus por su parte rumiaba su fracaso en la nave. No le dio tiempo a pensar mucho en ello, repentinamente quedó deslumbrado por una ráfaga de energía de color verde claro que venía de todas partes, al tiempo que una risa femenina entre histérica y chillona se apoderaba de todo el lugar. Para su sorpresa y desagrado una mujer alta, de larga melena verde botella, un traje oscuro ajustado acabado en una falda bastante corta, largos guantes hasta los codos y botas de tacón alto que le llegaban hasta la rodilla, a juego, apareció justo en el centro del puente de mando.



- ¡Esmeralda! Pudo exclamar él.



Aquella mujer le dedicó una mirada entre divertida y despectiva en tanto sacaba un gran abanico rojo con el que se daba un poco de aire para replicar.



- ¡Vaya, vaya, vaya! Rubeus, así que éste es el Tokio del Siglo XX. ¡Qué lugar tan pequeño y tan feo! Por cierto, el Hombre Sabio me ha dicho que estás en dificultades.

- ¡Déjame en paz!  Me basto yo solo para cumplir mi misión. - Espetó éste al que obviamente no le hacía ninguna gracia que le recordaran su actual situación. -

- Yo no lo creo así. - Sonrió la chica agitando más su abanico para enumerar, no sin regocijo, recreándose en la expresión de rabia que veía en su contertulio en tanto le recitaba. - Has fallado en todos los cristales puntos, has perdido a las cuatro hermanas malignas. Has fracasado en acabar con las guerreras. ¡Eres un total incompetente! Nuestro noble príncipe Diamante está muy irritado con tus continuos fracasos y te ha relevado del mando. Desde ahora seré yo la que se encargue de todo.

- ¡No, no puede ser! El príncipe Diamante siempre ha confiado en mí. - Opuso Rubeus enfrentando una furiosa mirada de sus ojos color carmesí a la indiferente y despectiva de los ojos avellana de la chica. -

- Eso creías. Pero se acabó. Has debido de enfadarle mucho. Nuestro gentil príncipe tiene mucha paciencia, pero, al parecer, tú se la has agotado. Y reconozco que eso es difícil de lograr. ¡Mira tú, es tu único logro! Ahora Rubeus, déjame todo eso a mí. - Sonrió Esmeralda divertida. -



La sonrisa pasó a ser una carcajada incluso más estruendosa que la anterior. Rubeus hasta tuvo que taparse los oídos mientras trataba de responder con toda la firmeza de la que era capaz.



- No, yo me ocuparé de ellas. Dile al príncipe que mañana capturaré a la chica y eliminaré a las guerreras y a esos dos entrometidos.



            Esmeralda se limitó a encogerse de hombros y a replicar en tanto desaparecía.



-Muy bien, tienes hasta mañana pues.



Rubeus únicamente podía estremecerse de furia e impotencia. ¡Esa estúpida vanidosa se atrevía a humillarle en su propia nave! Pero él le demostrará a Esmeralda y sobre todo al príncipe que estaban equivocados. Preparó un plan cuidadosamente para ocuparse de todos sus enemigos…

-Sí, mi plan resultará y recobraré la estima del príncipe. Esa zorra tendrá que comerse sus palabras.



Al día siguiente todo parecía normal, una bella y soleada mañana presidía aquella jornada otoñal. Las cuatro hermanas se levantaron y, agradecidas se despidieron. Dedicaron la mañana a buscar un nuevo domicilio y finalmente lo encontraron en una torre de apartamentos. Tal y como dijo Karaberasu, con algunas gemas de la Luna Negra que aún conservaban pudieron ir a una joyería y obtener dinero, el resto lo depositaron en una cuenta de banco que abrieron con unas nuevas identidades que Artemis y Luna habían preparado para ellas. Ahora sería cuestión de adaptarse a su nuevas circunstancias. Roy y Tom las acompañaron y charlaron con ellas. Las chicas no podían creer cuanto sabían ellos de sus vidas. Al menos de las que tendrían en esa otra dimensión paralela de la que ellos venían.



-Pues me parece una buena idea que alquilemos un local para vender productos de belleza. - Afirmó Petz -. En eso sí que tenemos muchos conocimientos. La moda y las técnicas y compuestos de maquillaje del siglo XXX causarán furor por aquí.

-Pero eso de ser maestras no lo veo yo muy claro. - Musitó sin embargo Beruche. -

-Tenéis que darle tiempo al tiempo. – Contestó Roy para añadir. - Tú siempre me decías, al menos en mi dimensión, que tardaste en decidirte y que fue Connie la que te animó.

-Si, a mí me gustaban bastante los niños pequeños. - Sonrió ahora ésta, yendo de la mano con Tom, para agregar. - En Némesis no había muchos, a veces les cuidaba cuando servía como camarera de la reina Amatista. Incluso llegaba a darles clases. Sin embargo, cuando empezamos a llenarnos del poder oscuro los fui ignorando, pero aquí. Cuando pienso en lo que traté de hacer con la pobre Chibiusa. Quisiera disculparme al menos con ella. Y quizás arreglar las cosas. – Sentenció arrepentida. -



Su pareja asintió con aprobación y que le dio un beso en la mejilla, la chica enrojeció por momentos ante las risas del resto.



-De todos modos, Rei nos dijo ayer que iban a hacer una barbacoa esta tarde en el santuario, que nos pasáramos por allí. – Comentó Tom. -



Todos convinieron en ello y llegó la ansiada tarde. Entre ayudar a Rei a barrer las hojas que tapizaban la entrada del templo y asar y comerse unos boniatos y algunos trozos de jamón pasaron un rato muy agradable. Rieron además con la pugna entre Usagi y Chibiusa para ver quién de las dos se comía el último.  El detonante de la disputa vino cuando la chiquilla había desparramado un montón de hojas de las que la muchacha había amontonado no sin paciencia. Ésta la reprendió y la niña se limitó a responder indiferente que la propia Usagi no quería trabajar sino comer boniatos. Ésta se indignó aún más y arreció en su regañina. Chibiusa no parecía hacerle ningún caso, más cuando Cooan se arrodilló a su lado y le quitó una hoja de la cabeza aconsejando a la cría con mucha simpatía.



-Me gusta tu pelo, es el mejor adorno de una mujer, así que procura cuidarlo bien.

-Gracias Cooan, eres muy amable. - Sonrió la niña en tanto de fondo podían oírse los improperios de Usagi. -



Un poco aparte del resto Beruche barría algunas hojas junto con Ami. La ex Ayakashi suspiraba observando la belleza del paisaje y así se lo comentó a la sailor.



-Yo no me daba cuenta de lo bello que era este mundo cuando luchaba contra vosotras. Ahora lo veo, estábamos equivocadas. A mí me gustaría ayudaros, pero me temo que no poseo ninguna información sobre los planes de la Luna Negra. A fin de cuentas, era solo un instrumento. - Se lamentó sentidamente la muchacha. -

-No te preocupes más por eso. - Le sonrió animosamente Ami para añadir. - Nos alegra contaros como buenas amigas.

- ¿Somos amigas? - Repitió Bertie casi sin saber encajar aquel concepto. -

-Las mejores. - Intervino Roy acercándose a las dos para aseverar. -Ami y tú casi parecéis hermanas. De hecho, tenéis aficiones comunes. Como os pongan delante un tablero de ajedrez no hay quien os distraiga.

- ¿Te gusta jugar al ajedrez? - Quiso saber Beruche observando a Ami con gran interés. -

-Me encanta, quiero participar en el torneo nacional que va a celebrarse en breve. Lo aplazaron por aquellos misteriosos ataques. - Aseguró ésta. -

-En ese caso me ofrezco para ayudarte a entrenar. - Se apresuró a responder Bertie a la que se le habían iluminado los ojos cuando afirmó. - A mí me encanta jugar, pero a mis hermanas no les gusta y al amo Rubeus. Bueno, no era buena idea ganarle.



Roy sonrió al escuchar eso, aunque la sonrisa se le congeló en los labios cuando recordó. Si su memoria no le fallaba la misma Bertie en su dimensión le explicó que Ami y ella llegaron a hacerse amigas en ese preciso campeonato jugando la una contra la otra. Pero entonces Beruche aún formaba parte de la Luna Negra y estaba en una misión. Ahora las cosas habían cambiado. Era otra vez esa extraña sensación, todo parecía discurrir hacia el mismo resultado, pero por cauces diferentes. Estaba claro que la presencia de Roy y Tom cada vez deformaba más los acontecimientos. Era como una reacción en cadena, como la caída de una ficha de dominó que arrastrase a las demás. Pero ya no se podía hacer nada más que ver como terminaría aquello.



-Es algo extraño. Como si todo estuviera destinado a suceder no importa la forma. - Meditaba el chico. - Parece que el destino quisiera reordenarse, aunque intervengamos…pero quizás lo estemos forzando cada vez más y tenga que dar más vueltas de tuerca para conseguirlo. A eso se refería Landar. Cuanto más nos involucremos, más difícil será retomar el camino correcto para el curso de las cosas.



Así, al cabo de un rato en el que comieron algo, rieron mucho y charlaron. Tom y Roy hicieron un aparte para conversar sobre la situación. Miraban a las hermanas que se entretenían de forma muy natural junto a las guerreras. Desde luego parecían amigas de toda la vida. Ami y Beruche, por supuesto, se habían enzarzado en una partida de ajedrez muy disputada. Cooan disfrutaba peinando el sedoso pelo de Chibiusa. Petz y Karaberasu charlaban animadamente con Rei, Minako y Makoto. Roy le contó a Tom sus temores y éste asintió. También recordó algo parecido. De hecho, le explicó a su amigo.



-Cooan me habló de este día. Pero hay algo que no está bien. Fueron atacadas por Petz y Karaberasu que aun pertenecían a la Luna Negra, pero míralas. – Indicó. -



Y ambos observaron a las hermanas mayores reír ahora con Sailor Júpiter y Sailor Venus con las que parecían haber congeniado bastante en tanto Cooan departía ahora con Rei y Chibiusa.



-Por lo menos esta alternativa es mejor que la otra. - Suspiró Roy afirmando. - Este día ha sido estupendo. Lo hemos pasado muy bien. Las chicas se lo merecen.



Pero la jornada no acabaría tan bien como parecía. De pronto Rubeus apareció, con un grupo de droidas que, sin apenas aviso, comenzaron a atacarles.



- ¡Cubríos! - Les ordenó Roy convirtiéndose en súper guerrero. - Yo me ocuparé de todas en un momento, y de ese tipo también. Ya ha conseguido hartarme.



Pero parecía que Rubeus tenía un plan dado que, arrojando una especie de red translúcida, capturó a las cuatro hermanas transportándose con ellas a la seguridad de su nave. Tanto Cooan como Beruche trataron de proteger a Chibiusa cubriéndola con sus cuerpos y Petz y Karaberasu a su vez intentaron ayudar a sus hermanas. Pero todo fue tan rápido que en un instante fueron atrapadas las cuatro. De hecho, cuando las guerreras quisieron transformarse y Roy acabó con los androides. Habían desaparecido.



-¡Maldito sea!- Espetó Tom, muy furioso y asustado ahora. - ¿A dónde se ha llevado a las chicas?

-Seguramente a la nave. - Indicó Roy que dijo más calmadamente. - Me concentraré en el aura de ellas y me transportaré allí. Usagi, tú y las otras venid conmigo.



Guerrero Luna asintió y todas se dieron las manos para unirse al muchacho que se transportó con todo el grupo tras concentrarse en la energía de Bertie. Tom por su parte fue a proteger a Chibiusa, creyendo que ésta había sido escondida en una habitación y no se habría enterado del final del combate. Pero, aquello no fue así, la niña había presenciado la transformación de Usagi y las otras en guerreras quedándose anonadada. Aquella sensación de asombro dio paso al enfado. ¿Cómo era posible que la tonta de Usagi fuera Guerrero Luna? pensó. Tenía el cristal de Plata que tanto necesitaba para salvar a su madre. De modo que para cuando Tom fue a sacarla, ella ya se había escapado por una ventana y corría hacia la casa de Usagi.



-Tengo que conseguir el cristal de Plata. - Se decía la pequeña. -



En la nave, Rubeus paladeaba su triunfo cuando de repente vio como de la nada aparecían aquel tipo brillando en tono dorado y las guerreras.



-¡Esta vez te voy a dar una paliza tan grande que no te van a reconocer ni los de tu familia, cretino! - Aulló Roy elevando un puño al aire. – Ahí de ti como les hayas hecho daño a las hermanas.



Pero Rubeus sonrió, hizo un gesto hacia un panel de control cercano y al instante todos se sintieron muy pesados. Estaba aumentando la gravedad. Las chicas cayeron de rodillas incapaces de mantenerse de pie, excepto Usagi que tras ímprobos esfuerzos lo logró y Roy al que esa gravedad aumentada parecía no hacerle efecto. El súper guerrero sonrió con desdén agregando.



-He entrenado en el Rincón del Alma y el Tiempo. Esto para mí no es nada. - Y para remachar sus palabras lanzó un rayo contra el panel que quedó destruido provocando una serie de cortocircuitos que hicieron que la nave quedara fuera de control. Asustado ahora, Rubeus logró hacer que ésta volara fuera de la atmósfera y entonces el miembro de la Luna Negra rio con sensación de triunfo. -



- ¡Ja, ja!… Ahora estamos en el espacio, no podréis escapar, si muero, moriréis conmigo. Tú también, por muy poderoso que seas.- Le espetó a Roy.-



Pero este estaba furioso, de un golpe lanzó a ese estúpido contra una columna dejándole sin sentido. Aunque al momento reconoció con horror.



- ¡Maldita sea!, desde aquí no capto energías de nuestros amigos. Y sin ellas no puedo usar la translación instantánea.

-Pero nosotras sí que podemos usar el sailor teleport. -Le animó Ami indicándoles a todos. -Rápido, las hermanas y Roy al centro, os rodearemos y concentraremos nuestras energías para escapar de aquí.



Las aludidas, que habían sido liberadas de una especie de cruces de cristal en las que habían estado sujetas, corrieron a ocupar sus posiciones. Beruche se abrazó a Roy y él se brindó a añadir su energía a las de las otras chicas, a fin de mejorar sus posibilidades dado que eran muchos a transportarse. Afortunadamente aquello salió bien, desaparecieron cuando las llamas comenzaban a cubrir el puente de mando.



- ¡Hemos dejado ahí a Rubeus! - Pudo decir Cooan, pese a todo visiblemente preocupada por su antiguo jefe.  -

-No pudimos hacer otra cosa. - Le respondió Petz con pesar. -

-Además, él lo quiso así. - Convino su hermana Karaberasu. -

-Volveré a por él sí puedo. - Dijo Roy una vez estaban en tierra firme, justo en aquel parque de días atrás.



            Pero el chico no pudo sentir la energía del miembro de la Luna Negra. Es más, se produjo un gran destello en la atmósfera. Aquella nave parecía haber estallado. Y así fue, cuando Rubeus despertó vio con horror que todos habían desaparecido. Al poco oyó de nuevo la estruendosa carcajada de Esmeralda. Ella había vuelto, y él se sintió aliviado. Trato de incorporarse para decirle.



-Me alegro de verte Esmeralda, devuélveme al futuro ¿Quieres? Esta nave va a explotar.

-Sí, ¿de verdad? Se burló ella en tanto le golpeaba la mano que el muchacho extendía con su abanico. - Rubeus, mírate, eres una vergüenza, no tienes a la chica, ni a las hermanas, ni a las guerreras. ¿Salvarte? No, tú mereces morir con esta nave.



Y desapareció para horror del muchacho que únicamente pudo gritar instantes antes de que la nave estallase.



-Esmeralda, sácame de aquí, ¡Esmeraldaaaa!…



Y eso es lo que el grupo pudo presenciar. Al fin, cuando todos se reunieron suspiraron aliviados, la única preocupación para Usagi fue ver que Chibiusa no aparecía. Ella volvió a su casa para ver si estaba allí y todos los demás se fueron también. Cuando Tom y Roy se despidieron de las chicas y de las hermanas iban caminando y Roy le dijo.



-Esto es muy extraño. Es lo que hablábamos antes. Las cosas se siguen pareciendo en lo fundamental. Pero se alteran las circunstancias. Esto no es como me lo contasteis. Pero ha terminado por suceder lo mismo. Además, noto algo raro, como si….



Y antes de que su amigo pudiera contestar ambos desaparecieron reapareciendo de nuevo en el mismo parque. Pero de nuevo era de día. Los dos se miraron sin comprender. Entonces, vieron que aquel lugar estaba desierto, pero lo más extraño de todo es que había ropa, diferentes tipos de prendas, faldas, camisas, pantalones, zapatos, etc., tirados por todas partes.






        


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)