Para
mi buena amiga Claudia de allende los mares, diez años ya escribiéndonos y
contándonos bonitas historias. Para mí has sido como el sagrado Cristal de
Plata, me has hecho recobrar la ilusión por escribir y los recuerdos de una
época maravillosa. Un beso muy grande.
Roy
y Tom conocen a las Ayakashi.
Una
soleada tarde Tom y Roy paseaban por el parque, mirando a las parejitas que
estaban deambulando por allí acarameladas, ambos sonrieron. No obstante, iban
con paso rápido y sin tiempo que perder. Se dirigían hacia el apartamento de
las chicas para recogerlas, habían quedado con ellas para salir.
-
¿A dónde las llevaremos hoy, Roy? - Le preguntó Tom a su amigo que miraba
distraídamente a las chicas guapas que se le cruzaban por la calle. - ¿Roy?...
-Supongo
que a dar un paseo, -respondió éste al fin - tomarnos algo por ahí, cenar, y
luego…
-
¿Luego?,- quiso saber su intrigado interlocutor. -
-Luego
nada, para casa. - Repuso su amigo entre jocosa y sarcásticamente. - ¡Que estas
dos se hacen mucho las estrechas!
Su interlocutor movió la cabeza,
afirmando entre divertido y resignado.
-
¿Es que no piensas en otra cosa?…
-
¡Pues tú deberías pensar en eso alguna vez! - Se rio su amigo. -
-Ya
sabes que a mí no me gusta apresurar las cosas. Al menos, así me educaron. -
Arguyó su azorado contertulio. -
-Una
cosa es no apresurar y otra es ni tan siquiera intentarlo, Tommy. Repuso su
amigo con algo de sorna, para añadir ya más conciliador. - Pero bueno, ¡tú
mismo, chico! Aunque debo admitir que Bertie también se hace de rogar…pero
siempre cede al final. Creo que es lo que le gusta. - Sonrió él. –
-No
es que Connie y yo nos dediquemos a mirarnos solamente. - Confesó su compañero
con deseos de reivindicarse. -
-
¡Ah! pillín. - Se rio Roy. – Habrá que veros…
Sin querer dar más explicaciones al
gamberro de su amigo, Tom cambió sutilmente de tema en tanto suspiraba.
-Bueno,
sea como sea, por lo menos estamos con ellas, ¡qué ganas tengo de que podamos
irnos a vivir juntos!
-
Sí, - admitió su interlocutor, ahora con talante más serio. - Bertie y yo hemos
estado hablando de ello también. Vamos a esperar un par de meses a asentarnos.
Yo aún tengo que hacer mis pruebas de baloncesto. Ella se está pensando el
estudiar ese curso puente a la secundaria que Melanie le comentó.
-Espero
que tengas suerte. - Le deseó su compañero, puntualizando. – Bueno, los dos.
-Gracias
amigo...la vamos a necesitar. - Repuso Roy consultando su reloj y añadiendo
alarmado - ¡ya llegamos tarde! Y sabes cómo se ponen cuando nos retrasamos.
-
¡Oh no! - exclamó Tom que le dijo a su amigo con un suave toque de reproche. -
Bueno, espero que no nos toque mucha bronca. Mira que te dije que dejaras de
entrenar antes.
-Lo
sé, pero siempre se me va el santo al cielo cuando juego, lo siento.
-Bueno,
ya está hecho, ahora vamos a intentar solventar la papeleta. - Le animó su
interlocutor. -
Y
así, entre ésta y otras conversaciones llegaron por fin ante la puerta, tocaron
el timbre y Beruche abrió. El gesto de su cara reflejaba enfado en tanto
punteaba con un dedo la esfera de su reloj de pulsera.
-
¿Os parece bonito llegar tan tarde? Hace más de media hora que os esperamos.
Los dos cruzaron miradas de
culpabilidad en cuanto ella les soltó la reprimenda, fue Tom el que tomó la
palabra para calmar a la muchacha.
-Lo
sentimos, es que se nos ha ido el tiempo, estábamos ocupados…- se disculpó
azorado, tratando de buscar una excusa creíble, pero Roy le cortó. -
-Tommy
muchacho - dijo poniendo una mano sobre el hombro de su amigo. - Gracias por
intentar cubrirme, pero debo ser justo,
la verdad es que ha sido culpa mía. El entrenamiento se prolongó mucho y
no me di cuenta.
-Claro,
debí haber supuesto que era culpa tuya. Nunca te preocupas por nada. - Le
reprochó Beruche pasando a la ofensiva. - Deberías tomar ejemplo de Tom, él es
un chico puntual y responsable y nunca le ha hecho esperar a mi hermana. Bueno,
excepto claro está, cuando viene contigo.
-Vale,
vale, lo siento cubito. - Repuso Roy afirmando conciliatoriamente. - La próxima
vez llegaré puntual ¿vale?...
-Anda
pasad. - Les dijo Bertie sonriendo ya de un modo más amable, - no os quedéis en
la puerta.
Los dos asintieron, no se hicieron
de rogar y entraron tras ella. Cooan que había terminado de arreglarse, salió a
saludarles risueña pese a todo.
-
¿Que os ha pasado, chicos? - Inquirió la muchacha. - Ya creíamos que no ibais a
venir.
-Es
culpa del señor entrenamientos. – Replicó Beruche señalando a Roy con un dedo
acusador. - Siempre tiene que pasarse de la hora, ¡ojalá que para estudiar
estuviese tan dispuesto!
-Bueno
mujer, que tampoco es para tanto. - Se defendió el azorado aludido. – Ya me he
disculpado. Te prometo que te lo compensaré, verás cómo nos divertimos.
-
¡Por suerte Bertie es una santa y te lo perdona todo! - rio Tom, tratando de
quitarle algo de hierro al asunto. -
-Pues
tenías que haberla visto cuando trabajábamos para la Luna Negra, - terció Cooan
moviendo la mano con expresión apurada. - Entonces más valía no hacerla
enfadar.
-Pues
chica – replicó la aludida, ahora con una leve sonrisa. - Tú eras aún peor que
yo, sí que tenías mal carácter. ¡Que se lo cuenten a Yuuichirou y a Rei!
-
¿Connie?, ¡venga ya, no me lo creo! - se rio Roy. -
-Pues
hombre- intervino Tom jocosamente. - Aquí donde la ves también tiene sus
prontos.
-
¿Eh?, ¿qué quieres decir con eso? - inquirió Cooan reprendiendo jocosamente a
su novio en tanto simulaba algo de enojo. -
-Yo,
nada… nada, -sonrió éste con una mueca. -
-Vaya,
pues sí que...- susurró un divertido Roy a su amigo. - Tienen su genio, pero
son inofensivas.
-Ahora
sí que somos dos santas comparadas con nuestras antiguas vidas. - Repuso
Beruche mirando a su novio sonriente y añadiendo. - Pero entonces…a ti te
habría dejado hecho un cubo de hielo por mucho menos que por hacerme esperar.
-No
lo creo nena - sonrió Roy dándole a Bertie un pellizco en el trasero a la par
que exclamaba. - ¡Yo soy bastante fogoso!
-Basta
tonto, ¿qué haces? - rio ella tras darle un capón para sentenciar - ¡ay de ti si
yo fuera como entonces!
-Bueno,
vámonos ya. - Les pidió Cooan mirando su bonito reloj de pulsera con forma de
cara de osito - o llegaremos muy tarde a cenar.
Los chicos convinieron en ello y
salieron rumbo a un restaurante en el que tenían reservada mesa. Durante la
noche continuaron hablando sobre el tema, a Tom y sobre todo a Roy les picaba
la curiosidad. Éste último comentó.
-La
verdad es que las guerreras nos han comentado alguna vez que erais unas
enemigas muy duras y se alegraron mucho de que os hicierais amigas suyas. Oye,
Connie, ¿de verdad erais tan malvadas? En serio, me cuesta creerlo.
-
¡Ja, ja!, ya lo creo. - Rio la interpelada de una forma muy graciosa, para
inquirir a su vez de modo retórico. - ¿Por qué te crees que nos llamaban las
Hermanas Malignas? Cómo te ha dicho Bertie. Pregúntaselo a Rei o a Yuuichirou,
verás lo que te cuentan.
-Por
muy malas que fuerais nunca os habríais atrevido contra un tipo como yo. -
Declaró Roy de forma muy ufana - …
-Que
te lo crees tú eso. - Sonrió Beruche
maliciosamente sentenciando no sin regocijo - a ti te habríamos liquidado el
primero.
-A
un tío con mis encantos le habría sido fácil ligarse a cualquiera de vosotras.
- Aseguró él. -
-
Además, no creo yo que fuerais tan malas - subrayó Tom. - Seguro que teníais
vuestro corazoncito. - Él y Cooan se dieron un ligero beso para subrayar
aquello. -
-
No, en serio Roy, no nos habrías reconocido, entonces sólo pensábamos en
cumplir con nuestra misión. No nos importaba quien o que se nos pusiera por
delante. - Confesó Bertie entristeciendo un poco su expresión. -
El chico la observa sorprendido, parecía
que a su novia no le gustaba recordar esa parte de su vida, lo que era natural.
Él intentó desdramatizar replicando con su buen humor habitual.
-
¡Pues yo siempre he pensado que el amor derriba todas las barreras. En especial
si se trata de un tipo tan apuesto como yo!- se rio llevándose una de sus manos
al cogote. -
Todos
los demás rieron también. Incluso
Beruche recuperó su semblante risueño y más animado, cosa que agradó al chico.
Después pareció que ese tema quedó concluido y hablaron de otras cosas, como
las expectativas que cada uno tenía sobre el cercano futuro que les aguardaba.
Roy comentó poniéndoles al corriente.
-Las
cosas van bastante bien. Tengo algunas ofertas para probar con varios equipos,
pero son de ligas comerciales menores. Estoy intentando que me vean algunos
ojeadores de los Knicks.
-Te
deseo suerte, amigo. Seguro que dentro de poco estarás jugando con ellos.- Le
animó Tom.-
-Gracias,
Tommy. ¿Y vosotros?- Se interesó el muchacho.
-Pues
tratando de decidirnos a dar el paso. A Connie le han surgido
algunas ofertas de Portland. Allí hay escuelas infantiles que buscan
profesorado. ¿verdad?- Inquirió él, mirando a su novia.-
-Sí, me hace mucha ilusión. Sería comenzar de nuevo en
un sitio realmente hermoso. Al menos por lo que he visto en televisión.-
Declaró ella visiblemente contenta.-
-Eso está muy bien. A mí me han ofrecido cursar
algunos estudios de posgrado aquí. Recuerda que Melanie nos lo comentó.- Afirmó
Beruche dirigiéndose ahora a su hermana.-
-Sí, y le dije que prefiero dar clase a los más
pequeños.- Comentó Cooan, agregando.- Tanto Tom como yo, queremos viajar a
Oregón y ver si podemos instalarnos allí. Él está pensando hasta en abrir un
dojo.
-¡Eso sería genial!- Exclamó Roy, agregando con su
humor habitual.- Ya te visualizo con una cinta atada alrededor de la frente y
haciendo posturas de esas a lo karate kid al amanecer.
El resto sonrió, moviendo la cabeza. Sonó entonces una
canción. Tanto Bertie como Cooan se miraron sorprendidas. Fue esta última quien
comentó
-Conozco esta canción, me es muy familiar.
-Será una de las que Tom te ha puesto.- Se sonrió un
divertido Roy.-
Recordaba
como su amigo comenzó a tratar de ligarse a Connie con esa táctica que él mismo
le recomendó. Desde luego que surtió efecto. Tom tenía muy buen gusto musical,
además de cantar muy bien, claro. Lo que no esperaba es que su propia novia
conviniese con su hermana menor.
-A mí también me suena. Yo la he oído antes.
-Bueno, tiene unos cuantos años ya.- Repuso Tom.-
-Me refiero a haberla escuchado en Némesis.- Matizó
Beruche dejando perplejos a los dos muchachos.-
-Es cierto. Era una de las que escuchaba mamá. Y la
abuela Kim antes que ella.- Convino Cooan.-
-Vuestra familia tenía muy buen gusto en materia de
música.- Quiso alabarlas Roy.-
-Era una especie de tradición, se remonta a los
tiempos de nuestra abuela Kurozuki. Ella inculcó a todas sus descendientes el
amor por las canciones y los paisajes de la Tierra.- Le contó Bertie que
parecía emocionarse al añadir.- Incluso cuando vinos ese holograma de nuestra
madre despidiéndose de nosotras tras acabar con el Sabio, sonaba otra canción
de fondo.
-Eso prueba mi punto de vista.- Alegó Roy pasándole un
afectuoso brazo a Beruche por los hombros de esta, en tanto agregaba.- Quienes
tiene tan buen gusto musical, en el fondo no pueden ser malas personas.
Eso
hizo cuando menos sonreír a su novia y a los demás. Tras departir algo más y al
cabo de bailar un rato, los chicos las acompañaron de vuelta a casa.
-
¿A qué hora quedaremos mañana?,- le inquirió Beruche a Roy. -
-A
las once. Si te parece bien, pasaré a recogerte.- Respondió éste. -
-Pues
nosotros quedamos a la misma hora si te parece, Connie. - Intervino Tom. -
-De
acuerdo, - sonrió ella asintiendo con aprobación. -
-
Pero que sea a las once ¿eh? - le recalcó Bertie de un modo entre jocoso y
admonitorio. - Que ya nos conocemos.
-
Sí, mi sargento. – Saludó cómicamente su novio provocando las risas del resto.
-
Tras cruzar algunas palabras más y
terminar de pasar un buen rato a costa de las ocurrencias de los muchachos, las
dos parejas se despidieron con besos. Una vez alejándose por la calle los dos
solos Roy le dijo a Tom con una sonrisa.
-Pues
habría sido divertido.
-
¿Divertido? ¿El qué? - le preguntó su sorprendido amigo. -
-Conocerlas
entonces, seguro que exageran y no eran tan fieras como se pintan. – Se sonrió de forma pícara. -
-Chico,
no sé qué decirte, casi me alegro de haberlas conocido como son ahora. ¡Menos
mal que no podemos ir atrás en el tiempo!
-Sí,
que lástima. - Suspiró Roy, aunque en un segundo su expresión cambió. - ¡Oye!,
espera un momento. - Añadió tras reflexionar unos instantes. - Podríamos hablar
con Landar, él seguro que puede hacer algo.
-No
creo que sea una buena idea. - Objetó Tom dándose cuenta de que mejor le habría
ido estando callado. -
-
¡Que sí, hombre que sí!,- sonrió su amigo en cuyo rostro parecía plasmarse que
alguna trastada le rondaba por la cabeza. - Anda, vente conmigo. Ya verás que
bien lo pasaremos.
Sin darle ocasión a Tom para protestar
le agarró de un brazo y se transportó con él al Cielo. Una vez allí y haciendo
bocina con las manos, sin mucha deferencia por el sitio en el que se
encontraban, Roy comenzó a llamar al mago a grito pelado.
-
¡Landar! ¿Dónde te has metido?... Ven, por favor, tenemos algo que pedirte…
-
¿Cómo que tenemos? - Pudo replicar Tom a quién aquello no le hacía demasiada
gracia precisamente más cuando remachó.- ¡Oye!, habla por ti.
Aunque éste no aparecía por ningún
sitio. Pero el chico era insistente y volvió a dar unas cuantas voces.
-
¿Se puede saber a qué viene tanto escándalo? - Le recriminó el mago apareciendo
finalmente como siempre, de ninguna parte. - Con lo tranquilo que es este sitio
y tienes que venir tú para liarla.
-No
te pongas así, hombre. - Le pidió Roy de forma conciliadora. - Sólo venimos a pedirte un pequeño favor,
después de salvar al Mundo y todo eso, creo que nos merecemos alguna cosita.
-
¿De qué se trata? - preguntó Landar suspirando, temiéndose alguna de las
descabelladas ideas de las que ese chico solía hacer gala. -
Roy le explicó en esencia la
conversación con las chicas y lo que deseaba.
-Vamos
a ver. Así que, si lo he comprendido bien, tú quieres que os transporte al
pasado cuando ellas llegaron a la Tierra, antes de que fueran purificadas por
Sailor Moon. ¿No es verdad? – Repuso aquel anciano con tinte entre sarcástico y
falsamente animado. -
-Sí,
más o menos - sonrió éste añadiendo convencido. - ¿A que es una buena idea?
-
¿Una buena idea? ¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo? - Le abroncó
Landar enfadado para informarle. - ¡Quieres que cambie el continuo espacio
temporal y altere la historia!
-
¿Ah sí? ¿Eso quiero? ¿Y eso es muy difícil?,- preguntó Roy con un tono de voz
entre cándido y estúpido. -
-Eso
significa alterar todo el curso de los acontecimientos. – Repitió el mago que
negó categóricamente. - No lo puedo hacer...
-Pero
hombre, Landar, no seas aguafiestas -Le dijo el muchacho con despreocupación. -
-Oye
Roy, si el mago dice que no puede, será mejor que lo dejemos estar. Seguro que
tendrá muy buenas razones. No se deben jugar con estas cosas. Y además, creo
que ya deberíamos volver a casa. - Intervino Tom, poco deseoso de tener
problemas. -
-Menos
mal, tú por lo menos eres sensato, - declaró Landar aliviado. - Roy, deberías
hacerle caso a tu amigo. Toma ejemplo de él. Es un hombre inteligente y que
piensa antes de actuar.
-
¡Hay que fastidiarse! - refunfuñó éste. - Ya es la segunda vez que me dicen eso
en lo que va de noche.
-
¡Qué se le va a hacer! - repuso el mago
que estaba dispuesto a despedirlos. -
Entonces
se quedó parado y en silencio, para decir al poco en tono entre reflexivo y con
tintes de extrañeza.
-
Vaya, parece que, después de todo, no es una idea tan inadecuada.
-
¿Qué ocurre Landar?,- quiso saber Roy. -
-Parece
que desde arriba están interesados en tu petición, me han comunicado que se te
podrá conceder. - Le respondió el aludido no sin un gesto de sorpresa. -
-
¡Estupendo, viejo! - Exclamó el chico visiblemente entusiasmado, sentimiento
que le disminuyó enseguida cuando observó al mago mirándole con visible
irritación. - Bueno, quiero decir Landar. - Rectificó apurado. -
-Vuestro
deseo os ha sido concedido. - Continuó éste mirando aun reprobatoriamente de
reojo a Roy. Para explicar ahora a ambos con un tono más serio. - Cuando
volváis a la Tierra estaréis en Tokio, en la época de llegada de las Cuatro
Hermanas bajo el mando de la Luna Negra. No te preocupes, será real, pero en
una dimensión paralela que no afectará a la vuestra. Cuando volváis todo estará
como lo dejasteis.
-Eso
me tranquiliza. - Suspiró Tom. -
-
Sin embargo no es ningún juego, debéis tener mucho cuidado. - Añadió el mago
con un cierto tono de prevención. - Si se modifican las dimensiones para un
viaje de esta clase podrían quedar pasillos abiertos…cuanto más tiempo estéis
allí y más intervengáis, más podrían agrandarse estos…procurad minimizar
vuestras actuaciones. Y que no os maten allí o en tal caso…
-Espera
un momento. - Le inquirió Tom alarmado. - ¿Eso qué significa? ¿Qué has querido
decir con eso de que no nos maten...?...
Empero, antes de poder terminar la
pregunta tanto él como Roy desaparecieron viéndose transportados a un parque de
las afueras, cerca de las orillas de un lago.
-
¿Dónde estamos? - se preguntó Tom mirando a su alrededor. -
-Pues
esto debe ser Tokio y estamos en un parque - Le respondió su compañero. -
-Muchas
gracias por la información. - Replicó sarcásticamente su interlocutor. - Ya
entiendo lo que hacen aquí todos estos árboles y los carteles en japonés. - No
obstante, según terminaba de hablar miró hacia la zona del embarcadero del lago
y le indicó a su amigo con tono atónito. - ¿Has visto eso, Roy? A esa pareja de
allí les acaba de caer una niña encima, ¡y ha salido de la nada!
-Otra
como nosotros que tendrá ganas de hacer visitas turísticas al pasado. -
Contestó éste encogiéndose de hombros. -
-Vamos
a ver más de cerca. - Le propuso su colega. -
Los dos se acercaron escondiéndose
entre los matorrales. Para su sorpresa descubrieron a la niña, una cría de pelo
rosa, apuntando a la pareja aquella con una pistola. Desde esa distancia la
verdad no estaban seguros de si aquello obedecía a un juego o era algo más
serio.
-
¿Esos no son Usagi y Mamoru? - se percató Roy apremiando a su amigo. - Vamos a
ver qué pasa.
-No,
espera, - le pidió Tom - no debemos cambiar los acontecimientos. Al menos
todavía.
-Están
hablando de algo, pero desde aquí no puedo oír lo que dicen. - Susurró su
amigo. -
Los dos esperaron a que la pareja y
la niña se marchasen. De hecho, la cría desapareció aparentemente sin que se
dieran cuenta. Decidieron seguirles más de cerca. Tras despedirse de su novio
descubrieron a Usagi que estaba quedando con sus amigas en algún sitio, al
menos eso le dijo Tom pues hablaban en japonés y Roy no comprendía ni una
palabra.
-
¿Cómo eres capaz de comprender lo que dicen, yo no me entero de nada?- Le
inquirió Roy a su amigo bastante sorprendido. -
-Bueno,
no sé si te acordarás que, durante el último año en la Golden, Connie me dio
unos cursillos acelerados de japonés. - Le desveló su amigo declarando con
satisfacción.- Algo he estudiado también por mi cuenta. Ya sabes. Por si íbamos
allí a ver a las guerreras o a sus hermanas.
-
¡Siempre me pasa igual! - refunfuñó Roy algo molesto consigo mismo ahora. -
Nunca me preocupo de estudiar nada.
-Le
he entendido decir que quedaban en un santuario, debe de ser el de Rei. - Le
informó Tom. -
-Pues
sigámosla.- Le indicó su compañero de
aventuras. -
Los dos recorrieron el camino de
Usagi quien de vez en cuando se detenía mirando hacia atrás como si percibiera
que alguien la estuviese siguiendo, pero ellos se escondieron y al no verles,
la muchacha debió de creer sin duda que se trataba de su imaginación.
Continuaron su camino hasta llegar a las puertas de lo que parecía un templo
sintoísta.
-
¿Es éste el santuario?,- preguntó Roy admirando aquellas formas artísticas
orientales tan peculiares para su gusto.
-Y
yo que sé tío, está escrito en japonés. - Le contestó Tom encogiéndose de
hombros. -
-
¿No decías que lo entendías? -Le preguntó su desconcertado compañero. -
-Sí,
pero sólo el hablado, no me ha dado tiempo a estudiar demasiado el escrito,
Roy. - Se defendió su amigo con cara de circunstancias. -
-
¡Maldita sea, me gustará poder entender esa jerga! – Deseó el muchacho. -
Y
según dijo eso en voz alta ocurrió algo notable, aquellos caracteres de Kanjis
en Hiragana tomaron sentido para ambos y pudieron entender que ponía.
“Santuario Shinto Hikawa. Bienvenidos”.
-
¿Te has dado cuenta de lo que ha pasado? - Le inquirió Roy a su amigo que
asintió tan sorprendido como él. –
-Es
como si te hubiesen concedido tu deseo.- Comentó el atónito Tom.-
-Así
es. Supongo que será cosa de Landar.- Conjeturó su amigo.- Dejemos eso por
ahora. Ella ha entrado allí, y por lo que podemos leer ahora, debe de ser éste
el santuario donde vive Rei – agregó, indicando a su interlocutor que le
siguiera dentro. -
Los dos pasaron con cautela,
descubrieron allí al grupo de las guerreras, Usagi, Rei, Ami, Minako y Makoto
estaban todas reunidas en un corro. Parecían estar haciendo algo de ejercicio
dado casi todas iban en ropa deportiva, mallas y calentadores.
-Míralas,
estarán entrenándose. - Comentó Tom. -
Roy
asintió, aunque en ese instante se fijó que, a corta distancia y tras unos
árboles, había una chica de pelo moreno tirando a violáceo con un peinado poco
corriente y un estrafalario vestido, que le era muy familiar. Se lo advirtió a
compañero.
-Oye,
¿no es esa Connie? Lleva un vestido muy hortera. - Se burló Roy. -
-
Sí, es verdad. - Reconoció éste visiblemente sorprendido, aunque recordando
entonces. -Creo que se lo he visto llevar antes. No espera, era una súcubos que
se disfrazó así. Fue cuando yo estaba en silla de ruedas, Connie luchó contra
ella. Escuché entonces a la diablesa decirle si temía a su parte malvada. En
aquella ocasión no entendí que podía significar. Creo que ahora lo comprendo.
De todas maneras, iré y le preguntaré si viene a ver a las chicas.
-
¿Estás loco, tío? - Le inquirió Roy tratando de disuadirle. – Ten mucho
cuidado, si de veras hemos vuelto al pasado se supone que ahora no te conoce.
-No
me va a pasar nada - sonrió Tom, añadiendo con tono confiado. - Sé cómo es Connie en realidad. Además, esto
no me cuadra, para mí que ha sido una broma del mago ese. Esto ha sido
demasiado fácil. Llegamos aquí, de pronto entendemos el idioma. Mira, creo que
es como tú piensas, que todo está bajo control de Landar. De modo que voy a hablar con ella y verás
cómo me conoce.
-
Pero ¿cómo te va a reconocer, so bobo? Esté esto bajo control de Landar o no,
si de veras nos ha enviado de vuelta al pasado aun no os habéis conocido. -
Objetó Roy. -
-Estoy
seguro que las chicas y el mago están de acuerdo. Y que esto es una
representación montada por ellos. - Le explicó Tom agregando con total
convicción, añadiendo incluso con retintín.
-Y
no me sorprendería nada que todo estuviera urdido por ti, para gastarme una de
tus bromas.
-
¿Yo? - Se señaló Roy posando una mano sobre su propio pecho. - ¿Te has vuelto
loco, paleto de Kansas? ¿Cómo iba a ocurrírseme algo así?¿Y cómo iban Connie o
las otras a querer participar?
No obstante, su contertulio le
dedicó una mirada de incredulidad y pudo replicar casi convencido de ello.
-Cosas
más extrañas has ideado. Y puede que a ellas les haya divertido tu chanza.
Aunque ya sabes que no soy fácil de engañar.
-Oye,
te doy mi palabra que no tengo nada que ver en esto, sea lo que sea. - Afirmó
Roy más seriamente. –
Esa aseveración hizo reflexionar a
su contertulio. Sabía lo que sus
promesas significaban para Roy. Cuando las hacía era como si mentase lo más
sagrado para él.
-Muy
bien, sé que no das tu palabra a la ligera. - Admitió Tom, alegando eso sí, con
confianza. - Puede que tú no tengas nada que ver y solamente sea cosa de las
chicas y de ese mago al que no conozco apenas.
-No
creo que Landar se dedique a gastar bromas de este estilo. - Repuso su amigo. -
Le conozco y es un tipo muy serio.
-Nunca
se sabe. En cualquier caso. Ahora verás, fíjate bien, voy a jugar a su juego,
haré que Connie se ría y se descubra. En cualquier caso, sabré qué decirle.
-
Está bien, pero si ves que la cosa no va como has calculado sal corriendo y
vente para acá. Recuerda lo que nos han advertido. – Le pidió su amigo que no
estaba tan seguro. -
Tom asintió con despreocupación y se
acercó confiadamente hacia ella, dando un pequeño rodeo para sorprenderla. La
joven no se percató pues estaba observando a las guerreras escondida tras de un
árbol.
-Éste
debe de ser el sitio. Voy a llenarlo del poder de la oscuridad. El amo Rubeus
se sentirá muy complacido. - Se decía la chica. -
Entonces
ella sintió un suave toque en la espalda. Alguien estaba llamando su atención.
-
¿Eh? - Musitó declarando con tono airado. - ¿Quién se atreve?
-Hola
Connie. Quiero decir, Cooan, ¿Has venido a espiar a las chicas, ¿eh? - sonrió él de forma jovial a la muchacha. -
Ella se giró atónita, no conocía a
ese hombre, aunque era atractivo y parecía agradable.
-¿Quién
es usted?- Quiso saber la muchacha interrogándole con la mirada.-
-Así
que no me conoces, vaya, ¡qué decepción!- Suspiró él haciéndose el ofendido.-
Kermesite
estaba perpleja. No tenía idea de quien pudiera ser ese tipo. Pudiera ser que
únicamente se tratase de simple paseante que la hubiese confundido. Pero no
debía confiarse, quizás fuera un observador de Rubeus que estaba allí para
asegurarse de que cumplía con su trabajo. O eso o un humano corriente, ¡pero
no! Si sabía su nombre, aunque la hubiera llamado con el que utilizaba como pseudónimo
y por ende, tratándola con aquella insólita familiaridad, solamente podía ser
de la familia de la Luna Negra. ¿Y si fuese un noble de la Corte? Ante la duda
decidió que mejor sería ser amable con él.
-Sí,
claro - repuso ella con otra sonrisa matizándole para sorpresa del chico. –
Pero mi verdadero nombre es Kermesite Ayakashi. El otro lo uso para pasar
desapercibida entre los terrestres. De todos modos, no te preocupes, yo me
encargaré de esto, no necesito ninguna ayuda.
-
¿Ah no? ¿Y de qué te tienes que encargar? - Le preguntó Tom con semblante
curioso. -
-
Este tipo es muy astuto. - Pensó la chica, tratando de analizar la situación. –
Se hace el tonto, pero quiere comprobar si conozco bien mi misión. – De modo
que respondió enseguida y con resolución. – Operación infiltración. Localizaré
los cristales punto. Mataré a esa chica y contaminaré este lugar con el poder
de la oscuridad.
Tom se quedó sorprendido, pero pensó
que se trataba de parte de la actuación. Sonrió y repuso despreocupadamente.
-Pues
eso espero, hala, a cumplir bien con tu trabajo o se lo diré a Diamante.
Kermesite se quedó helada, ¡ese
hombre debía ser en efecto un noble de la Corte. Lo malo es que no venía de
parte de Rubeus, sino del mismísimo príncipe! Y también hablaba de él con total
familiaridad, incluso obviando el título. Debía de ser algún jerarca que ella y
sus hermanas no conocieran. De modo que más le valía no fallar. Por supuesto,
tendría que informar a Rubeus de ello. Pudiera ser que el príncipe quisiera
probarlo a su vez y este individuo informase también de él. De modo que se
mostró realmente sumisa y conciliadora al replicar.
-Quedarás
complacido, amo, ya lo veras. Con tu permiso me retiro y voy a preparar mi
plan, todo estará solucionado como mucho para esta tarde. - Le aseguró la joven
que de inmediato desapareció de allí. -
Tom se quedó de piedra al verla
desvanecerse de repente, pero lo tomó por parte de la maniobra que habría
orquestado ese mago. Finalmente se encogió de hombros llegándose hasta Roy.
Éste le preguntó por lo ocurrido pues no había escuchado nada.
-
¿Qué es lo que te ha dicho?
-Se
cree que soy uno de los jefes de la familia, ¡o al menos eso quiere que yo
piense! - Rio Tom- tiene gracia. Pero reconozco que es muy buena, ha logrado
inquietarme con ese tono y esas palabras.
Si sigue con la comedia ya veremos quién de los dos es mejor actor.
Roy se sonrió también. Entre tanto,
de vuelta a su nave, Kermesite buscó a su amo. Aunque no parecía hallarse por
allí. A la que si vio fue a su hermana Bertierite. Ésta no tardó en saludar con
su irónico y frio tono acostumbrado para preguntar.
-
¿Qué tal, querida Kermie? ¿Algún problema?
-Ninguno
que no pueda solucionar. - Repuso ésta confiadamente. –
-Entonces
supongo que no necesitarás mi ayuda. - Valoró su interlocutora abanicándose con
una gran pluma roja. –
-Parecer
ser que uno de los jefes ha venido. Contactó conmigo mientras vigilaba el
objetivo. - Le contó Kermesite. -
-
¿Un jefe, dices? ¿Acaso el amo Zafiro o el príncipe Diamante están aquí? –
Inquirió Bertierite, aunque fue ella misma la que se dio respuesta al deducir.
– No, de haber sido alguno de ellos, les habrías llamado por sus nombres.
¿Quién podrá ser? - Añadió a modo de cuestión casi retórica. -
-Trataré
de averiguarlo. Por si acaso estaba buscando al amo Rubeus para comentárselo. -
-No
le he visto en toda la mañana. - La informó su hermana que elucubró. - Quizás
haya ido a recibir a ese mandamás.
-Podría
ser. - Convino Kermesite, quien quiso saber. - ¿Y nuestras hermanas?
-Supongo
que en sus habitaciones, reposando. - Replicó indiferentemente Bertierite que
ya parecía estar aburrida de tanta charla. – Debo dejarte, yo también me voy a
descansar.
Desapareció atravesando un largo
espejo de gran tamaño. Allí se quedó su hermana pensativa.
-Tengo
que actuar de inmediato. Quizás haya sido un error comentarlo con Bertie. Ella
nunca dice nada, pero siempre está tramando algo.
Y de inmediato desapareció para
retornar a ese santuario. Al fin se coló por una ventana. No había nadie, pero
al dar un vistazo hacia una puerta que estaba abierta vio a su objetivo. La
niña salía del templo en ese momento y caminaba en dirección a la parada del
autobús. Sonriendo maliciosamente, Kermesite se dijo.
-Ya
te tengo, pequeña necia…
Por su parte Tom y Roy no andaban muy
lejos. A su vez vieron a la niña aquella.
-Mira,
esa cría me es muy familiar. Es la de antes. – Comentó Roy. -
-Debe
de ser Chibiusa. - Elucubró Tom. – Connie me ha enseñado algunas fotos de las
dos juntas. – Pudo sonreír ahora al apuntar. - Se quieren mucho.
-Sí,
eso me ha dicho Bertie alguna vez. - Sonrió su amigo alegando. - Creo que ambas
se hicieron maestras entre otras cosas, por esa niña. Anda que, ¡Mira que tener
el pelo rosa! - Apuntó riendo en tanto
comentaba. - Parece que llevase puesto
un algodón de azúcar en la cabeza.
Su
amigo también se rio, pero lo que no les causó ninguna hilaridad fue comprobar
que Cooan se tomaba muy en serio su trabajo. Unos minutos después de que Tom
hablase con ella sintieron una poderosa energía que venía de la casa del
santuario. Al poco vieron a la muchacha salir y lanzarse contra la niña del
pelo rosa. La pequeña huyó despavorida con la Ayakashi persiguiéndola.
Finalmente, siendo mucho más rápida, Cooan logró derribar a su presa para
espanto de ambos muchachos.
-
¡Pues a mí eso no me parece parte de ninguna comedia! - Exclamó Roy
visiblemente preocupado. – Y está claro que mucho no creo que la quiera en
estos momentos.
-Una
de dos, o es la mejor actriz del mundo o esto no me gusta nada. – Convino
entonces Tom añadiendo. - Esto ha ido ya demasiado lejos, iré a hablar con
ella.
-No
lo hagas. - Le pidió su amigo. - En todo
caso déjame ir a mí. No podrá hacerme daño.
-Me
basto yo. - Insistió su compañero. - Recuerda que es Connie, la conozco bien.
Esto no es normal, adora a Chibiusa, jamás le haría daño. Las dos deben estar
actuando.
Pero
por si acaso no era así Tom intervino enseguida para acabar con esa situación.
Corriendo hacia ella pudo llegar a tiempo para gritarle a Cooan que sostenía a
la pequeña niña, sujetándola contra el suelo por el cuello pese a los lastimosos
quejidos de ésta pidiendo ayuda.
-
¿Se puede saber que estás haciendo?
-Cumplir
con la misión, como te dije - repuso ella que sentenció con una malévola
sonrisa. - La chica morirá.
-Pero
de verdad que no pensarás en hacerle daño a una niña. Mira Connie, como broma
es suficiente. Vale, me habéis engañado. Admito que me habéis tomado el pelo.
¡Pero dejadlo ya!
Kermesite entonces le miró
desconcertada y respondió de forma perspicaz y desconfiada. En tanto la niña
escapaba a todo correr.
-
¿Quién eres tú? - Se fijó en ese tipo ahora más detenidamente. - No llevas la
marca de nuestro clan, ¿no trabajas para nosotros? ¿Verdad?
-No,
pero...- Aunque el muchacho no pudo seguir, su interlocutora se levantó
mirándole furibunda y le espetó. -
-
¡Entonces muere! - Y sin ningún
miramiento la Ayakashi le atacó lanzándole un oscuro rayo incendiario. -
Por suerte Roy estaba atento y
apartó a su amigo, el rayo se estrelló contra un árbol reduciéndole a cenizas.
Tom se levantó del suelo atónito. Kermesite entre tanto, percibiendo más
energías que correspondían a las guerreras, había desaparecido.
-No
lo puedo creer. - Dijo casi susurrando entre jadeos - ¡Ha intentado matarme!
-
¿Qué te esperabas, que te diera un beso? - le reprendió Roy - ya te lo advertí.
- Le insistió en tanto él y Tom se quitaban de la vista de Usagi y el resto
que, vestidas como Sailors, fueron a auxiliar a Chibiusa que estaba escondida
tras unos setos cercanos. – Te lo dije, paleto de Kansas, ya has visto que esto
no es ninguna broma, tendremos que ir en serio y con mucho cuidado a partir de
ahora.
Su amigo aun algo magullado y
conmocionado asintió. Entonces escucharon ruidos provenientes del patio,
Guerrero Luna y el Señor del Antifaz se estaban enfrentando a la que ahora se
hacía llamar Kermesite que había reaparecido atacando por sorpresa con una
droida. Sin embargo, ésta fue derrotada por el cetro relampagueante que
esgrimió Usagi y la Ayakashi tras mascullar alguna que otra maldición, se
retiró desapareciendo de allí. Roy y Tom decidieron marcharse también. No
querían atraer la atención de las guerreras por si ellas también les juzgaban
como enemigos…
-Pues
sí que se peleaban en serio. - Admitió Roy, aseverando. - Bertie no me mentía
cuando dijo que luchaban a muerte.
-Sí,
y eso me preocupa. Afirmó Tom ahora que con visible inquietud le comentó a su
compañero. - Cuando la miré a los ojos, no sé… no me pareció Connie. Es como si
fuera distinta. Otra persona que no tuviera que ver con ella…
-Nos
lo dijeron muy en serio, pero no las hicimos caso. - Repuso su interlocutor,
eso sí, añadiendo más esperanzado. - Aunque creo que en el fondo ellas están
ahí, bajo toda esa energía negativa que las controla. Tendremos que hacerlas
salir…
Su
compañero convino en eso y anduvieron un buen rato por las calles de la ciudad.
Tom pareció conocer el camino. Algo en él le iba indicando la ruta a seguir. Y
de hecho paró señalándole a su amigo un lugar. La entrada de una tienda de
cosméticos de nombre Otafukuya. El joven recordó algo al leer el cartel.
-Esta
es la tienda que Connie y sus hermanas arrendaron. - Le explicó a Roy. – Connie
me lo contó. Empezaron en el puesto ese de cremas.
-Sí,
Beauty Quarteto, no se me olvida. Me hizo gracia cuando Bertie me lo contó.-
Sonrió su interlocutor.- Era un puestecito muy pequeño en medio de la calle.
-Es
verdad. Pero su negocio comenzó en serio aquí tras adquirir este negocio. Y
entre tanto Connie y Bertie estudiaban en la universidad a distancia.
-Desde
luego, trabajadoras son.- Admitió Roy.-
-Lo
único malo es que esa diligencia que nosotros sabemos que poseen la usen ahora
para el mal.- Se lamentó Tom.-
Su contertulio le escuchó a la par
que miraba por el escaparate. Dentro y ataviada con un elegante vestido
amarillo de larga falda y con un pequeño parasol plegado en una de sus manos,
reconoció a Bertie. Tenía su típica trenza y charlaba con la dependienta. Roy
se asomó captando algunos retazos. Por alguna razón a parte de poder leer los
rótulos el idioma le era ahora también comprensible a él además de a su amigo.
Además, era su novia (o al menos eso pensaba) la que estaba hablando con voz
melosa y algo perversa.
-Quiero
que vendas nuestros cosméticos en esta bonita tienda recién decorada, por
favor, y que contamines todo con el poder de la oscuridad para anular el
Cristal Punto.
-Esta
bonita tienda recién decorada. - Sonrió Roy repitiéndolo con voz de falsete. -
Me encanta, mi cubito sigue siendo tan cursi como siempre. Hay cosas que no
cambian.
Tom prefirió quedarse a parte. Veía
natural que su compañero se ocupase de Bertie igual que él hizo al abordar a
Connie. Y desde luego que le deseó mejor suerte. Los chicos convinieron en
reencontrarse al cabo de un rato cerca de un cercano restaurante. De modo que,
mientras su amigo se iba, Roy decidió entrar en la tienda. Por su parte,
Bertierite estaba pensativa.
-No
dejaré que Kermie se lleve todo el mérito. Me ocuparé personalmente de cumplir
las órdenes del amo Rubeus. Más si hay algún observador del príncipe Diamante
por aquí.
Y
es que le faltó tiempo para acudir a una llamada de su amo. Rubeus la convocó
informándola de la existencia de un cristal punto que debía anular. Asimismo,
su jefe parecía estar ajeno a la visita de aquella personalidad. Ella no le
comentó nada de lo que Kermesite le contase. De este modo se aseguraba la
ventaja.
-Lo
lamento mucho, hermanita. Pero aquí se debe usar el cerebro. - Se sonrió con
malicia dirigiéndose entonces a la droida. – Espero que no me falles.
-Por
supuesto que no, señora. - Repuso servilmente su interlocutora. –
-Sí,
vendiendo mis cosméticos, todas las chicas parecerán hermosas por feas que sean,
pero luego la cara se les llenará de granos y quedarán espantosas, ¡ji, ji, ji!
– Se regocijó sentenciando con sarcástica sorna. - Lo llamaré cosméticos
sonrisa feliz.
-Un
nombre muy acertado. - La alabó su subalterna. -
En ese momento
un extraño entró en la tienda. Al verle Beruche y la dependienta guardaron un
incómodo silencio. Ésta última, como saliendo de aquel envaramiento y de forma
muy solícita, le preguntó al recién llegado.
-
¿En qué puedo ayudarle, señor?
-Sólo
soy un turista. Por favor atienda primero a la señorita. - Sonrió él con
fingida cortesía, - ella estaba antes.
-
Yo ya he terminado, - sonrió también Bertie mirándole ahora detenidamente. - Se
lo agradezco caballero. - Añadió guardando en su bolso lo que parecía un
tarrito de crema. -
-
Una chica tan bonita como usted no necesita ningún maquillaje. - Le soltó él de
sopetón y ésta vez sin fingir en absoluto. -
Lo cierto es que ataviada con ese
vestido amarillo oscuro y ese lazo a juego en el pelo Bertie estaba preciosa. Aquel
cumplido le salió realmente del alma a Roy. La interpelada se sonrojó
ligeramente. Agradeció esas palabras con otra sonrisa más amplia y contestó con
voz suave e incluso algo azorada.
-Es
usted muy amable.
-¿En
qué puedo ayudarle?- Sonrió solícitamente esa dependienta.-
-Verá,
quisiera hacerle un obsequio a una chica muy especial.- Le respondió Roy,
asegurándose de que Bertie no perdiera detalle, al añadir.- Es muy bonita, pero
sobre todo muy inteligente. Aunque tengo dudas sobre qué producto le podría
gustar más.
-¿Puede
usted decirme qué intereses tiene esa muchacha?- Inquirió la droida.-
-Verá,
le encanta jugar al ajedrez y también nadar. Es algo mandona y se toma muy en
serio sus estudios. Al menos cuando estudiábamos juntos así era.
-Vaya.
Es mucha información. Debe usted apreciarla mucho. - Comentó la dependienta que
parecía estar meditando sobre ello.-
-Si
me permite, señorita.- Terció Roy dirigiéndose a Bertie para preguntarle.- ¿A
usted que le gustaría? Quiero decir, de todos estos frascos. Le confieso que no
entiendo nada de cremas.
Bertie se sonrió, diríase que con
una mezcla de divertida malicia y sorpresa. Al poco repuso con tono suave y
hasta pedagógico o que por lo menos sonaba bastante ilustrativo.
-En
mi opinión, esa chica tiene suerte de que alguien tan atento con usted se
preocupe por ella. A mí me encantaría que me regalasen una buena crema para el
cutis...-Sin embargo, dio la impresión de meditarlo y se corrigió para sorpresa
de aquella dependienta.- Pensándolo mejor, quizás una colonia suave con
fragancia de kerrias fuese un regalo más acertado.
-Muchas
gracias. Eso compraré. Para alguien tan hermosa como usted o como mi amiga, no
es necesario usar ninguna crema.- Convino Roy.-
-Es
usted muy gentil. Ahora si me disculpa, tengo prisa. - Comentó ella que salió
de la tienda sin más, abriendo su parasol. -
-Vaya,
- declaró el chico dirigiéndose a la dependienta en tanto la veía alejarse. -
No lo entiendo, nunca me había fallado la técnica de ligue con piropo. Por
cierto, usted tampoco está nada mal.
-¿Le
pongo la colonia, señor?- Preguntó esa individua haciendo caso omiso a ese
halago.-
-Claro,
¿cuánto es?- Inquirió el muchacho.-
-Cuatro
mil doscientos yenes.- Fue la respuesta.-
-¿Eso
es mucho?- Inquirió él, alegando.- Es que soy turista, americano. No estoy al
corriente del cambio en dólares. - Precisó el muchacho.-
-El
dólar de estados Unidos está a dieciocho coma cuarenta y tres yenes al cambio.
Luego serían doscientos ochenta y ocho dólares con ochenta y nueve centavos,
señor. -Respondió de inmediato esa individua.-
-Es
usted impresionante. Ha calculado todo eso sin usar calculadora.- La alabó
Roy.-
-Estoy
habituada a atender turistas.- Fue la respuesta de esa individua que insistió.-
¿Se lleva la colonia?
-Claro.-
Convino él, echando mano a su bolsillo.-Vaya.- Se sonrió con expresión algo
tonta.- Pues no tengo dinero.
-¿Cómo?-
Exclamó la dependienta con visible malestar.- ¿De modo que ha estado haciéndome
perder el tiempo?
-Bueno,
no era mi intención. La verdad, no tengo ninguna amiga así. Solamente dije eso
para ver si me ligaba a esa chica tan guapa del vestido amarillo.- Sonrió él.-
-Pobre
humano ignorante, querer ganarse el corazón de la señora del hielo. - Apuntilló
la droida mofándose de él.
--Oiga,
no hace falta que se pase tanto. - Le recriminó éste - Uno hace lo que puede...
-Merece
una lección por su insolencia y hacerme desperdiciar mi valioso tiempo, tengo
una misión que cumplir.- Espetó esa chica que parecía haber perdido toda su
amabilidad anterior.-
-Bueno,
no se ponga así. - Quiso calmarla él proponiendo con descaro.- ¿Y si la invito
a usted a una copa?.. ¿qué le parece sí...?
Pero sin darle tiempo a terminar la frase y
ante la sorpresa del chico, la dependienta se transformó en una especie de
androide de color verde claro que portaba un gran bote de ese mismo color.
-Para
estar más guapo. ¡Ponte maquillaje! - Gritó en tanto le atacaba. -
Al
momento de esa especie de bote surgió una andanada de crema corrosiva que él
esquivó con su gran velocidad para asombro de su oponente.
-¡Eh!
¿Qué haces? ¡me vas a estropear la camisa, bicho raro!- Protestó él.-
-
¿Cómo es posible que lo hayas evitado?,- preguntó la atónita droida.- ¿Quién
eres tú? ¿Acaso eres aliado de las Guerreras?
-
Podrías apostar a que sí. Cara rana. - Sentenció éste sonriendo levemente para
preguntar a su vez. - Vamos a dejarnos de tonterías, así que responde. Tu señora.
¿A dónde va?
-
Eso no es asunto tuyo, porque ¡vas a morir ahora mismo! ¡Ponte el maquillaje! –
Sentenció aquella criatura lanzando más dosis de aquella letal crema que Roy
volvió a esquivar sin demasiada dificultad. De hecho, era más rápido de lo que
ese engendro podía seguir con la vista. – ¡Ponte el maquillaje! – Repetía una y
otra vez, tratando de acertarle.-
-
¿Es que eres retrasada o qué?... ¿No sabes decir otra cosa? – Se burló el
muchacho. -
- Maldito,
¿Cómo te atreves a insultarme? y ¿quién eres tú? – Insistió una vez más aquella
criatura. - Ni las guerreras tienen tanta velocidad. - Tuvo que admitir ese
extraño ser cuyos ataques erraban el blanco una y otra vez. -
-
¡A ti que te importa!, ¡ya estoy harto de que se metan conmigo hoy! - Espetó
lanzando un rayo de energía que convirtió a la droida en polvo, sólo quedó de
ella una piedra azul que al instante se tornó negra. – ¡Chao!
Al
menos tuvo cuidado de no dañar la tienda. No obstante, al destruir a ese
extraño androide Roy sintió un hormigueo. Pudo escuchar en su cabeza las
palabras de Landar, el mago parecía comunicarse con él y le repetía su
advertencia.
-
Recuerda, cuanto más intervengáis en esta realidad mayores cambios produciréis
en su devenir y mayor caos provocaréis en los pasillos dimensionales que unen
los universos. Y ya habéis comenzado a alterar la secuencia de los
acontecimientos. Se suponía que a esa droida la destruiría Guerrero Luna.
Él
asintió, aunque no juzgaba demasiado importante el haber acabado con ese
extraño robot, o lo que fuera. Lo que sí pensó al recoger esa especie de gema
de color oscuro con una luna todavía más negra inscrita dentro fue en
devolvérsela a Bertie, a ver cuál era su reacción. Incluso vio ese frasco de
colonia ahora a su alcance. Tuvo la tentación de llevárselo también para
regalárselo a ella pero se detuvo.
-No,
eso sería robar.- Se dijo admonitoriamente.- Mis padres no criaron a un ladrón.
Así
pues desechó esa idea y concentrándose en la energía de la chica la localizó,
aunque el aura que emanaba de ella parecía algo distinta a la que él estaba
acostumbrado a sentir, era en cierto modo, más oscura. Pese a ello localizó a
la muchacha que estaba subida en una azotea y tenía un montón de carteles de la
tienda, de lejos aún la pudo escuchar decir en tanto ella ojeaba con aprobación
uno de esos panfletos.
-Bueno,
yo misma me encargaré de la publicidad.
Roy
no pudo evitarlo, observando la larga falda del vestido de la chica tuvo una de
sus ideas. Recordando divertido la clase
de bromas que solía gastar a su compañera a la par que, esbozando una pícara
sonrisa, elevó su nivel de energía provocando una fuerte brisa que dirigió
hacia Beruche. Al ser golpeada por aquella ráfaga de viento sin previo aviso
los papeles que ella sujetaba se le volaron de entre los brazos y la falda se
le levantó de golpe casi hasta la altura del pecho, dejando al descubierto su ropa
interior. La cara de Bertie era un poema, roja de vergüenza, y eso que debió de
pensar que allí nadie la veía. En tanto Roy se reía a prudente distancia cuando
la escuchó exclamar.
-
¡Oh cielos!, esto. No puedo creerlo. ¡Qué vergüenza! Menos mal que nadie me ha
visto.
-
Eso es lo que tú te crees. ¡Ja, ja!- Se rio él añadiendo.- Ropita interior
azul, en eso tampoco ha cambiado mi chica.
Aunque
se apresuró a quitarse de en medio cuando vio que ella desaparecía para
reaparecer paseando distraída por una de las calles ojeando escaparates. Al
menos en eso y en lo pudorosa parecía seguir siendo la misma. Era un comienzo.
Algo más parecido a la chica que él había conocido, o, mejor dicho, conocería
en el futuro. De hecho la oyó musitar para sí.
-Esta
tienda tiene unos complementos muy bonitos. Además, siendo tan antiguos no hay
nada así en Némesis. Ni tan siquiera en la Corte. A mamá le gustarían, cuando
volvamos le llevaré alguno.- Suspiró.-
-¡Vaya!
Ya decía yo que no es tan mala después de todo.- Pensó Roy.-
Así
que decidió abordarla, se posó discretamente en otra calle adyacente y fue a su
encuentro. Se llegó hasta ella llamando su atención con algunas voces.
-
¡Señorita! - Bertie se giró hacia él sorprendida. - Espere un momento por
favor.
Ella se detuvo y Roy llegó a su lado
mostrándole la piedra que la muchacha reconoció como los restos de su droida. Bertierite
quedó muy extrañada pero no dijo nada. Fue el chico quién le explicó.
-
Creo que esto es suyo, se le debió caer cuando se marchaba de la tienda.
-
¿Mío? - Dijo visiblemente atónita, aunque reaccionó enseguida. - Sí, es cierto,
muchas gracias.- Repuso ya más mesuradamente guardando aquello en su bolso en
tanto pensaba intrigada. - ¿Cómo es posible que éste humano tenga esta piedra?,
no puede haber derrotado a mi droida. - Aunque enmascaró bien esos pensamientos
luciendo una media sonrisa y dirigiéndose cortésmente a su interlocutor. - Ha
sido usted muy amable, ahora debo marcharme. - Se dio media vuelta para irse
pero Roy le dijo a su espalda. -
-
Espere, se lo ruego. Supongo que esto le habrá parecido una excusa tonta para
abordarla otra vez. Lo cierto es que cuando dije en la tienda eso sobre
regalarle algo a una amiga, estaba pensando en usted. No sé cómo explicarlo,
entiendo que le parezca extraño pero me gustaría prolongar la conversación...si
me lo permitiera…
Beruche se giró nuevamente hacia él
haciendo bailar su parasol. Pensaba en rechazar aquella propuesta, ¿Qué se
habría creído ese tipo? ¡Era aún más audaz que su jefe Rubeus! No obstante,
sentía curiosidad. ¿Cómo habría llegado esa piedra a poder de aquel muchacho?
Sería interesante averiguarlo. Y además, los audaces tampoco le disgustaban,
sobre todo los que eran así de atractivos.
-
Al menos no se detiene para conseguir lo que quiere. Eso me gusta. -Pensó con
aprobación .- ¿Y qué propone usted para alargar la charla?,- le inquirió con
los ojos entornados. -
-Por
ejemplo, cenar esta noche. - Propuso Roy. - Si no le importa la tutearé.
-No,
no me importa, - sonrió ella. -
-Entonces,
¿aceptarás?
Bertie estaba fascinada por aquel
extraño. Había que reconocer que era guapo, alto y bastante enigmático. Al
menos para un humano corriente. Incluso a ella que no se preocupaba demasiado
por los hombres, le había llamado la atención. Lo que aún seguía sin comprender
era como pudo conseguir la piedra de su droida. Quizás las guerreras habían
derrotado a su servidora y él encontró la gema restante que se usaba para
activarla por pura casualidad. Podría ser incluso que se tratase de algún
aliado de las guerreras, o quizás ese miembro de su clan enviado secretamente
allí para comprobar si estaban realizando bien su trabajo. Si no recordaba mal,
su hermana Kermie le había dicho algo similar cuando la vio en la nave antes de
salir. Así que ante la duda lo mejor sería investigarlo sin descubrirse por si
acaso.
-Si
en verdad es alguien enviado por el príncipe Diamante no creo que le guste que
nos descubramos con tanta facilidad. Él no lo ha hecho conmigo, así que yo
tampoco lo haré. Eso es lo que la simple de mi hermana jamás comprenderá.
Enseguida le dio su nombre a ese extraño, revelando todo.- Pensó.-
Aunque la descripción que Kermie le
dio sobre aquel individuo no coincidía con la de este. Podría ser casualidad.
¿Acaso eran dos enviados del príncipe? Demasiadas cuestiones sin resolver y a ella
no le gustaba quedarse sin respuesta. Por ello se dirigió a ese tipo y preguntó
con prevención.
-¿Dónde
sería esa cena y cuándo? Señor...
-Malden,
Roy Malden - se presentó él como si se tratara del mismo James Bond. - ¿Y tú te
llamas?...
-Ayakashi
Bertierite… - contestó ella, sin añadir más. -...
-
Vaya ésta presentación ha sido mucho más agradable de la que tuvimos en la
universidad. - Pensó Roy agregando bastante más animado. - ¿Qué te parece a las
ocho y media en ese sitio de allí? - Señaló un restaurante de una calle próxima
que parecía de buena categoría. - Y no te preocupes, seré puntual. - Sonrió. -
-No
veo por qué no ibas a serlo, señor Malden, – repuso la joven sin dar mucha
importancia a ese comentario. - Entonces nos veremos allí, hasta las ocho y
media, ¡ji, ji, ji! - Rio de forma cantarina para remachar con voz más sedosa.
- Adiós.
Roy la observó alejarse y sonrió
ampliamente.
-¡Lo
sabía, la tengo en el bote y esta vez empezaremos como es debido! Le demostraré
que puedo ser todo un caballero. - Se dijo sin poder ocultar su satisfacción. –
En fin, voy a dar un paseo hasta la hora de ver a Tommy.
Y
se alejó de allí. No obstante, sin que ninguno se apercibiese de ello, sobre el
cielo de la ciudad había comenzado a formarse un agujero de color negro que iba
poco a poco ampliando su tamaño. De él, surgió una figura del mismo color,
encapuchada y que portaba un libro de color granate entre sus manos. Lo abrió y
pareció escrutarlo durante unos instantes, después lo cerró desapareciendo como
si nunca hubiera estado allí.
-En
fin. - Se decía Tom entre tanto mientras caminaba por unas calles más abajo. -
Aprovecharé para dar un paseo. Connie siempre me ha dicho que quiere enseñarme
Tokio.
En ese instante la voz del mago sonó
dentro de su cabeza. El atónito chico recibió un mensaje.
-Debes
estar alerta, las cosas que conocieras respecto de las hermanas y esta época ya
no servirán. El continuo espacio-temporal se está modificando. Quizás tengáis
que enfrentaros a una situación muy complicada y tener que luchar.
-No
puedo enfrentarme a ellas, y menos con los poderes que tienen. - Objetó el
muchacho de forma mental a su vez. – Y aunque pudiera no querría…
-Tú
has estudiado los arcanos, para ayudarte podrás emplear algo de magia. - Le
respondió telepáticamente su interlocutor que pasó a indicarle algunos
conjuros. - Ahora ve y contacta con las guerreras, pero sin desvelar lo que
sabes…
Tom asintió y mientras hacía tiempo
para reencontrarse con su amigo había entrado en ese mismo restaurante. Al
parecer tenía un karaoke. Eso era muy popular en Japón, según les habían
comentado las chicas. Al parecer en más de una ocasión habían ido a sitios como
esos con sus hermanas o con las guerreras. De modo que a él se le ocurrió
cantar un poco para entretenerse. El dueño del local y la clientela le escucharon
y fue obsequiado con bastantes aplausos. El propietario incluso le propuso
cantar allí por algunas noches. El joven se negó cortésmente, pero, cuando iba
a salir, una voz que le era familiar le pidió.
-Disculpe
mi atrevimiento, señor. ¿Podría pedirle un favor?
-Usted
dirá. – Replicó el muchacho observándola con simpatía al reconocerla, se
percataba de que era Ami. La muchacha estaba mucho más joven que cuando él la
había conocido, realmente parecía una niña. -
Y aquella jovencita de
forma tímida, prácticamente enrojeciendo, se atrevió a preguntar.
-
¿Por casualidad, no vendrá usted a cantar esta noche? Mis amigas y yo teníamos
pensado venir. A ellas les encantaría escucharle.
-¡Ja,
ja! no soy tan bueno como las Three Lights. - Replicó espontáneamente,
rememorando alguna cosa que Rei les contara a Connie y a él. - Pero haré lo que
pueda.
-
¿Las quién? - Se sorprendió Ami mirándole sin comprender. -
Tom
sin saber que contestar simplemente sonrió. Aunque se dijo que debería ser más
cuidadoso. No tardó en percatarse de que para la Ami de esta época, eso no
había sucedido todavía. De modo que no se limitó a añadir.
-Estaré
encantado de hacerlo, ¿señorita? - Pretendió querer saber él. –
Eso provocó el
alborozo de la chica que a su vez sonrió ampliamente.
-Mizuno,
Ami. – Replicó ella haciendo una leve reverencia muy al estilo nipón. - Se lo
agradezco mucho. Espero que eso animará a una amiga nuestra que está pasando un
mal momento. ¿Sabe?
-Nada
me complacería más que ayudarlas. - Aseguró Tom que también se presentó para
inquirir acto seguido. - ¿A qué hora sería?
-Por
favor, si puede venir usted a eso de las seis y media, teníamos pensado cenar
aquí a esa hora.
-Claro,
cuente conmigo. - Pudo replicar él, con una más amplia sonrisa. – Las veré a
esa hora…
Pero Kermesite también estaba allí,
con un vestido rosa oscuro y una pamela a juego. Se sentía intrigada por ese
muchacho. Tras ver irse a su hermana Bertie dispuesta a hacer méritos no quiso
quedarse atrás.
-No
dejaré que ella ni las otras acaparen la atención del amo Rubeus. Iré a
investigar por mi cuenta.- Se arengó.-
Bajó a la ciudad adoptando una
vestimenta civil. Allí descubrió a ese chico.
-Es
el de antes. Quizás pueda obtener información si le sigo. Ahora no me reconocerá.-
Pensó.-
Fue tras él con sigilo. Era sin duda
aquel joven que el día anterior había tratado de impedirla cumplir con su
misión. A buen seguro sería un humano común y corriente que nada sabría de sus
planes. Posiblemente la casualidad quiso
que oyese algo. Pero valía más asegurarse. Ahora, podía observarle mejor. Era
atractivo, aunque no del mismo modo que el amo Rubeus. Pero ¿a qué no
reconocerlo? Le estuvo escuchando desde una posición algo apartada en ese
local. Era muy bueno cantando, conseguía transmitir sentimientos con su voz.
Ella al escucharle incluso notó una especie de cosquilleo en el estómago y un
calor que se le subía a las mejillas. ¿Sería la aclimatación del local? Sentía
esto en tanto se preguntaba, ¿Cómo sabía su nombre civil? ¿Y cómo la reconoció
pese a ir con su uniforme de faena? Se acercó para averiguarlo, quería estar
segura de que no volviese a descubrirla. Pero cuando él miró en su dirección y
la vio no hizo ningún gesto. Parecía que, tal y como esperaba el chico no sabía
quién era ella. Tranquilizada por esto se aproximó más.
-Parece
que ahora no me ha reconocido - Pensaba mientras se dirigía hacia él. - Será
interesante averiguar quién es y si es amigo de las guerreras. Hasta podría
conducirme a la chica. - Sonrió satisfecha de su idea. - Rubeus se sentirá
orgulloso de mí, esto es lo que él llamaría actuar con astucia. - Saludó al
chico con la mano para atraer su atención, pues parecía que estaba presto a
marcharse. – Hola, perdona que sea tan atrevida, pero le he estado escuchando y
canta muy bien. - Le halagó sinceramente, haciendo uso de un tono agradable. -
-Muchas
gracias, - sonrió Tom –
El muchacho sabía perfectamente que
era ella, no obstante, quiso hacerse el tonto para tener una segunda
oportunidad de abordarla. De modo que agregó cortésmente.
– Pues si quiere venir esta noche a
oír más, le acabo de prometer a una chica de aquí y al dueño que me pasaré a
actuar a eso de las siete.
-
Gracias, no me lo perdería por nada. - Afirmó la chica dispuesta a marcharse. –
-De
nada, señorita…
-Kurozuki
- Repuso ella esbozando una ladina sonrisa. -
-
Hasta la noche, pues. - Convino él viendo como esa muchacha salía del local. -
El chico dejó pasar unos minutos y
salió a su vez. Al cabo de caminar un rato se topó con su amigo. Ambos se
contaron sus respectivos encuentros.
-A
mí me dijo que se apellidaba Ayakashi.- Le comentó Roy.-
-Pues
Connie, bueno, Kermesite ahora, me dio su apellido materno. Eso creo recordar.-
Le comentó Tom.-
-Quizás
sea una precaución para que no las relacionen.- Estimó su amigo.-
-Pues
nosotros deberíamos hacer lo mismo. ¿No crees? Al menos por ahora.- Recomendó
Tom.-
Roy convino en eso. Así pues
decidieron que sería mejor que cada uno fuera a horas distintas para tener
ocasión de sondear a las hermanas por separado. Afortunadamente habían quedado
con sus respectivas citas con dos horas de diferencia. De modo que pasadas
algunas horas Tom fue el primero en regresar. A las seis y media en punto se
presentó en el local comprobando que Cooan y las chicas aún no habían llegado.
De todos modos, le pareció mejor así. Pidió una guitarra al dueño que
afortunadamente disponía de instrumentos musicales aparte del karaoke.
Destacando de entre ellos un piano en la esquina del escenario.
-Genial.
Podré tocar una que sé que le gusta.- Pensó el muchacho.-
Mientras Tom probaba la guitarra y rasgaba las
cuerdas se apercibió de que llegaba Connie, ella se sentó en una mesa cercana
dedicándole una amplia sonrisa al verle. Al poco, llegaron Usagi y las chicas.
El muchacho entonces cambió de parecer, dejó la guitarra y decidió sentarse al
piano. Tras calentar y afinarlo un poco se dirigió a Cooan diciendo
-Escucha,
ésta te la dedico especialmente a ti.
La aludida sonrió sin poder ocultar un cierto
rubor. El chico cantó una romántica canción mientas interpretaba la música con
el piano.
Tú
estás lejos
Cuando
pude haber sido tu estrella
Escuchaste
a la gente que te asustó mortalmente de mí corazón
Extraño
que no fueras lo suficientemente fuerte
Para incluso hacer un comienzo
Pero nunca
encontrarás
Paz mental
Hasta
que no escuches a tu corazón
La gente
No podrás cambiar nunca el modo en el que sienten
Mejor dejarles
hacer simplemente como deseen
Por su voluntad
Si les dejas
Robarte el corazón
La
perpleja Cooan se dio cuenta de algo.
-¡Yo conozco esa canción!- Pensó atónita.-
Recordaba
su niñez, cuando su madre solía escuchar canciones de la “vieja Tierra”. Esa
era una de sus preferidas. Kermesite la había visto a veces sola en su
habitación, mirando al infinito y con esa música, escuchando aquella melodía de
fondo.
La gente
Siempre hará a un
amante sentirse un tonto
Pero sabías que te amaba
Pero sabías que te amaba
Pudimos haberlo mostrado a todos
Debimos ver a través del amor
-Cuando papá estaba fuera, en fin, casi siempre, mamá
escuchaba mucho esta canción. Y juraría que la voz del cantante, se parecía
mucho a este chico.- Se percató con estupor.-
Engáñame con esas lágrimas en tus ojos
Cúbreme con besos y mentiras
Así que adiós
Pero por favor,
no te lleves mi corazón
Estás lejos
Nunca sere tu estrella
Recogeré los pedazos
Y remendaré mi corazón
Quizás seré lo suficientemente fuerte
No sé por dónde empezar
Pero
nunca encontraré paz mental
Mientras
escuche a mi corazón
La gente
No
podrás cambiar nunca el modo en el que sienten
Mejor
dejarles hacer simplemente como deseén
Por su voluntad
Si
les dejas
Robarte
el corazón.
La gente
Siempre
hará a un amante sentirse un tonto
Pero sabías que te amaba
Pero sabías que te amaba
Pudimos
haberlo mostrado a todos
Pero recuerda
esto
Cualquier
otro beso
Que
llegues a dar
Hasta tanto
vivamos
Cuando
necesites la mano de otro hombre
Uno
al que realmente puedas rendirte
Esperaré por ti
Esperaré por ti
Como
siempre hago
Hay
algo ahí
Que
no puede compararse con otra cosa
El resto del auditorio estaba también
totalmente embelesado escuchando aquella interpretación. Y Tom, absorto en su
canción continuaba, mirando ahora a la entregada Cooan.
Tú
estás lejos
Cuando
pude haber sido tu estrella
Escuchaste
a la gente que te asustó mortalmente de mí corazón
Extraño
que no fueras lo suficientemente fuerte
Para pensar que
me amabas también
Creo que estabas besando a un tonto
Debiste haber
estado besando a un tonto
(Kissing
a fool, George Michael. Crédito al autor)
Al
concluir hubo muchos aplausos, y Tom sonrió, esa canción era una de las de un
afamado cantante al que admiraba mucho. Sin embargo, notó que una música de
fondo había acompañado su interpretación. Y no fue solamente el piano que el
tocó. Entonces cayó en la cuenta de algo. Él no pidió que pusieran esa canción
en particular. ¿Cómo lo supieron? Se preguntó.
-Bueno,
quizás alguien la conozca y la haya puesto para acompañarme.- Pensó sin
preocuparse mucho.-
Por su parte, al igual que las
guerreras y el resto del auditorio Cooan escuchó sin perder detalle. Por unos
momentos no pensó ni en quien podría ser aquel muchacho ni en lo que ella debería
hacer. Solamente se dejó llevar por aquella melodía que lograba envolverla en
esos recuerdos de su infancia. Cuando todo era más sencillo. También se recreó
en la mirada profunda clavada en ella de los ojos azules de aquel chico que
cantaba con intensidad y parecía que solo estaba dirigiéndose a ella y
realmente la letra del tema parecía estar directamente escrita para la propia
Kermesite, quien sintió un extraño cosquilleo en el estómago al tiempo que
notaba como su corazón latía más deprisa. Era como si esa canción le llegase a
lo más íntimo de sí misma. Como si ese extraño quisiera invitarla a reflexionar
sobre su vida…
-
¿Por qué me sentiré tan rara? Es algo más que un mero recuerdo. ¿Qué me pasa? -
Se preguntó a sí misma la chica en tanto escuchaba realmente absorta. -
Cuando finalizó
la canción Tom recibió grandes aplausos, no sólo por parte de ella sino del
resto del auditorio. Él se acercó sonriente hasta la chica para reiniciar la
conversación.
-Espero
que te haya gustado.- Dijo él.-
-Sí,-
Admitió ella, sonriendo incluso de forma genuina.-
-
¿Sueles venir mucho? - La inquirió. -
-No,
es la primera vez que vengo. Pero de seguro volveré, ¿tú cantas aquí a
menudo?,- preguntó Kermesite con visible interés. -
-Si
te digo la verdad, es la primera vez. - Le confesó él añadiendo con desenfado.
- Pero si tú comienzas a venir con frecuencia te aseguro que estaré encantado
de repetir...Aunque no soy de aquí.
-
¡Qué coincidencia! – Replicó la muchacha admitiendo sin pensar. – Yo tampoco…
Se llevó las manos a la boca con una
expresión entre atónita y temerosa. ¿Por qué habría dicho eso? Era como si al
hablar con aquel chico fuera propensa a ser totalmente sincera, a bajar la
guardia. Demasiado para poder mantener su incógnito. Y eso no era nada bueno.
Por fortuna, su interlocutor no tuvo tiempo de hacer comentario alguno. Una
jovencita de larga melena morena se acercó entonces y Kermesite se apartó un
poco. Tom vio llegar a Rei Hino, la
Guerrera de Marte, él conocía por supuesto su identidad. No obstante,
actuó muy convincentemente al dedicarle una mirada sorprendida cuando ella se
presentó y tras felicitarle una y otra vez, alabando su maestría, le pidió al
muchacho si podría actuar en el Santuario.
-Vamos
a hacer una pequeña fiesta. Es para una obra benéfica de modo que no podremos
pagarle mucho. Pero sería muy bonito si cantase algo para las personas que se
acercan por allí a hacer sus donativos. Si rehúsa lo entenderé.
-Será un
verdadero placer. - Le respondió Tom para alborozo de la chica esbozando una
amable sonrisa, más cuando añadió. – Por
favor, no es necesario que me pague en absoluto. Tengo muchas ganas de ver un
santuario...
-Muchas
gracias. Estamos en el santuario Hikawa, está en la parte norte de la ciudad. -
Le explicó dándole las señas concretas con el rostro iluminado de alegría. -
Tras despedirse
con una inclinación fue a contárselo a sus amigas que cuchicheaban entre ellas
sin cesar, suspirando y en ocasiones comentando de forma realmente audible
cosas como.
-Mira
Usagi, ¿ves cómo hay muchos chicos por ahí? ¿No me dirás que éste no es guapo?
Además, me ha dicho que vendrá a actuar al santuario.
-Sí,
la verdad es que canta muy bien. - Se escuchó a la aludida con un tono sin
embargo algo alicaído al añadir. - Aun así, no puedo dejar de pensar en Mamoru.
Además, ese chico se le parece bastante.
-Pues
debes recobrarte chica, venga, ¡alegra esa cara! - Replicó la voz de Ami, que
convino con su compañera Rei. – Hay muchos chicos más. Aunque ese es muy guapo,
sí.
-Sí,
es cierto que se le parece, - terció otra voz que Tom reconoció como la de
Makoto, agregando con un largo suspiro. - A mí también me pasa como a ti,
Usagi. Me recuerda a un antiguo novio que tuve….
-
¡Oye! - ¡Replicó ésta que ahora parecía irritada! No hables de mí y de Mamoru
como si la historia se hubiera terminado. Yo no pararé hasta saber qué le pasa
y poder recuperarlo.
-Lo
siento, Usagi. No quise decir eso. – Se excusó Makoto levantando ambas manos
como si la estuvieran atracando. -
-
¡Así se habla!, no hay que rendirse nunca. - Rio Ami animando a su amiga. -
-Bien
dicho, el amor siempre debe triunfar. Además, ese joven se parece tanto a Alan.
- Terció Minako obsequiando a aquel atractivo muchacho con unas cuantas miradas
a cuál más de ternera degollada. –
-Pero,
¿esa tal Alan no era rubio? - Intervino Rei no sin retintín. -
-Bueno,
pero a mí me lo recuerda. - Insistió su amiga. -
-Y
parece inteligente, seguro que además es buen estudiante. - Apostilló Ami -…
Tom
sonrió divertido por aquello moviendo ligeramente la cabeza. Esas chicas
seguían siendo las mismas en esta dimensión y en la suya propia.
-Son
ingenuas y adorables a partes iguales. -Pensó alegrándose por ello.-
Finalmente
volvió de nuevo a conversar con su cita, quien le preguntó con gesto de
extrañeza.
-Eres
muy generoso. ¿Vas a ir allí a cantar sin más?
-Sí,
claro – Afirmó él. - Es una buena oportunidad para hacer algo por la gente.
-Pero
si no la conoces de nada. – Se sorprendió Kermesite. -
-Es
como la parábola del buen Samaritano. – Sonrió el joven que, ante la cara de extrañeza de su
interlocutora, le preguntó. - ¿La has escuchado alguna vez?
Ella negó con la cabeza y Tom le
resumió.
-Digamos
que, en esencia, hace muchos siglos, un hombre que era del pueblo judío fue
robado por unos atracadores estando de viaje. Estos le dejaron malherido en una
cuneta. Él gritó pidiendo ayuda. Pasó un sacerdote y le ignoró, pasó un levita,
que era una especie de hombre justo para su pueblo y también le ignoró. Al
rato, un hombre que pertenecía al pueblo de los Samaritanos, que eran enemigos
de los judíos, le oyó. Al verle en tan mal estado se compadeció de él, le subió
a su montura y lo llevó a una posada para que le cuidasen. Incluso pagó al
posadero para que le atendiera hasta que se recuperase.
-
¿Y se recuperó? - Quiso saber la chica con cierta curiosidad. -
-Al
parecer sí. - Contestó él admitiendo. - Aunque la historia no desvela nada más…
-Me
parece algo ilógico, por no decir estúpido. – Rio ella al explicar con gesto
que expresaba obviedad. - ¿Si era su enemigo para qué ayudarle? Hubiera sido
mejor haber acabado con él.
-Bueno,
la idea de esa parábola es que todos podemos ayudar a nuestros semejantes, y
los enemigos pueden dejar de serlo cuando se les conoce. Quizás uno puede darse
cuenta de que ha estado luchando por algo que no merecía la pena después de
todo. – Declaró él mirándola intensamente a los ojos. En tanto preguntaba. –
¿No lo crees así?...
Kermesite
apartó la vista tras unos instantes. Algo en ella se estremecía cuando aquel
chico la miraba de aquella manera. Y no podía dejar de pensar, ¿Qué hacía él
ayer en el santuario Hikawa? Cuando esa chica le ofreció ir él aparentó no
haber estado nunca en un santuario. Aquello era cada vez más raro. Como pudo
salió de aquel desconcierto en el que él la había sumido y pudo pretextar que
ya era tarde y debía marcharse. Tom asintió y se levantó con ella para irse.
Según se dirigían hacia la salida, él le pidió.
-Espero
que tú vayas también al santuario. Me alegraría mucho verte allí. Siento que me
inspiras.
-Puedes
estar seguro. - Afirmó ella que ruborizándose de nuevo se despidió de él
besándole en la mejilla. Ni la misma Kermesite sabía por qué había hecho eso. -
Este chico no está mal, además me será más útil de lo que suponía. Es la
tapadera perfecta para acudir sin levantar sospechas y seguro que en el
santuario podré encontrar a la chica. Y ¿quién sabe? Puede que averigüe que
estaba haciendo él allí ayer cuando me sorprendió. - Pensó esbozando a su vez
otra sonrisa, aunque ahora de naturaleza más maliciosa puesto que se había
percatado de que aquel lugar era precisamente por el que aparecía a menudo
aquella cría que debía eliminar. – Sí, este chico me ha proporcionado la
tapadera perfecta, aprovecharé el momento y triunfaré…
Al poco de esta conversación Tom se
marchó del restaurante dejando el campo libre a su amigo. Se despidió de Cooan que pretextó llamar un
taxi. La chica lo hizo, aunque al marcharse en él solamente recorrió un par de
manzanas. Se bajó en una calle secundaria sin apenas gente.
-Son
dos mil yenes. - Le dijo el conductor. -
-Claro.
- Se sonrió la joven que parecía ir a sacar la cartera. -
Y lo hizo en lugar de estar presta a
usar su poder del fuego dispuesta a quemar a aquel infeliz. Podría haberlo
hecho sin problemas, no vio a ningún testigo. No obstante, algo la detuvo. Sin
saber por qué recordó la conversación con ese chico. Incluso imaginó su sonrisa
en tanto le contaba aquella historia. Finalmente sacó el monedero que llevaba y
pagó a la manera humana. Incluso dando algo de propina. Se alejó como si
estuviera aturdida. En tanto se metía por un desierto callejón se decía, aun
desconcertada.
-Seguro
que Bertierite le hubiese sugestionado con su poder hipnótico para no pagar.
Pero yo no soy tan tacaña. Podemos fabricar tanto de este primitivo dinero como queramos. Y `puede que sea mejor hacer
las cosas al modo de los humanos corrientes por ahora, para no llamar la atención.
Sí, mi querido amo Rubeus me dijo que no debíamos hacernos notar…
Caminó algo más y cuando se cercioró de
que no había nadie, desapareció tele portándose a su nave. Roy por su parte
llegó un poco antes, coincidió con su amigo que le esperaba sonriente a la
salida de ese local. Los chicos intercambiaron unas pocas palabras sobre la
cita de éste último.
-Ahora
no me ha parecido tan mala.- Afirmó Tom con un tono más animado.-
-Supongo
que tampoco va a intentar freírte en un sitio lleno de gente.- Comentó Roy
quien al ver el gesto decepcionado de su amigo enseguida se disculpó..-
Perdona, seguro que al haberte dado la ocasión de hablar con ella se habrá dado
cuenta de lo buen tipo que eres.
Tom sonrió al
escuchar esto último y le contó de paso a su colega que Usagi parecía algo
deprimida.
-Creo
que tuvo algún problemilla con su novio por esta época. – Comentó Roy sin estar
del todo seguro, aunque enseguida remachó con seguridad. - No te preocupes, ya
verás como la animo.
-Seguro
que sí. - Sonrió su amigo chocando una palma de su mano con la de su
interlocutor y despidiéndose. - Te dejo el campo libre, supongo que Bertie
estará al llegar.
Roy
asintió y tras despedirse de su compañero se dirigió al restaurante donde se
había citado con su chica. Antes de nada, se fijó en el escenario de karaoke.
En él cantaba el sustituto de Tom, éste al parecer no cautivaba tanto a la
clientela, pues su actuación en el aparato musical estaba siendo bastante
discreta. El muchacho esperó entonces educadamente hasta que el tipo acabó y
pidió permiso para actuar. Antes de eso se acercó hacia las guerreras que
seguían sentadas en su mesa, terminando de cenar. Usagi parecía comer poco para
lo que ella estilaba. Roy sonrió divertido y con su mejor acento americano se
aproximó más con el pretexto de subir hacia el karaoke. Pretendiendo no
comprender se dirigió a ellas en inglés.
-I am sorry my ladies.
Is this the way to the karaoke?
Las chicas le miraron atónitas, la mayoría de ellas
diríase que sin comprender. Solamente Minako, merced a su dominio del inglés
proveniente de su estancia en Londres, sonrió, respondiendo enseguida.
-Yes sir. Our apologies if we are in your way. – Pudo
replicar ella, dándose cuenta de que estaban sentadas muy cerca de las
escaleras.-
Roy le dedicó una sonrisa que parecía capaz de hacer
derretirse a la joven sailor, aunque enseguida se fijó en Usagi que mantenía
esa expresión triste y ausente, entonces le dijo con tono animoso.
-¡Don´t be sad, young lady! I am sure the issue which
troubles you is going to be fix. I´ll be honored if the song I going to sing
gives back the joy to your pretty face. You’ll see, your dreams will come true.
Everything is gonna be all right.
De nuevo todas le miraron con la boca abierta, otra
vez Minako tradujo a la perpleja Usagi, que desde luego se quedó entre atónita
y gratamente impresionada como el resto, clavando su mirada en aquel pedazo de hombretón.
-Te ha dicho que animes esa cara, que tus problemas se
van a arreglar, que tus sueños se cumplirán. Y que todo va a ir bien ¿No es
adorable?
- ¡Desde luego, con un novio así mis problemas se
arreglarían todos! - Exclamó Makoto, añadiendo incrédula. - ¡Vaya noche
llevamos!, ¡que dos chicos tan guapos!
-Oye Usagi, ¡vas a tener que deprimirte más a menudo!
Nos estás trayendo suerte. - Rio Rei que, para su satisfacción consiguió que su
amiga sonriera incluso casi contra su talante melancólico de esa noche, más
cuando Marte agregó. – A este paso tendremos chicos para todas.
Roy entre tanto
subió al escenario y al poco vio de reojo como Bertie entraba en el local,
llevaba un precioso traje de noche azul celeste a juego con una cinta de ese
color anudada muy sensualmente alrededor de su cuello. Ella también le vio y
sonriendo tomó asiento en una mesa cercana al escenario. Él por su parte se
preguntaba si la canción que deseaba cantar estaría en la memoria del karaoke,
posiblemente aún no. De hecho, faltaban años para que saliera, aunque para su
sorpresa con sólo pensar en esa melodía ésta comenzó a sonar. Aquella era una
canción movidita.
-¡Esto
es genial!, creo que me están echando una mano desde arriba.- Pensó
complacido.-
Sonriendo,
se percató de que además de Bertie, las guerreras seguían mirándole embobadas.
De modo que, aunque ellas no se dieran del todo por aludidas, dijo antes de
comenzar ahora haciéndose comprender.
-Dedico
esta canción, a unas muy buenas amigas mías y a otra persona que espero lo sea
desde este momento. ¡Para mí, son todas unas estrellas! - Exclamó mirando ahora a Bertie que le sonrió
de forma divertida. -
Ella
prestó atención cuando aquel chico empezaba a cantar, y lo cierto es que lo
hacía muy bien. Desde luego ese muchacho sabía cómo captar la atención de
cualquiera. Como el resto de la gente escuchó fascinada y divertida, sonriendo
al observar cómo se movía y siguiéndole con la vista.
Personas
estrella
Contando
tu dinero hasta que tu alma se vuelva verde
Personas estrella
Contando el coste de tu deseo de ser visto
Personas estrella
Contando el coste de tu deseo de ser visto
No me cuento a mí mismo entre ti
Puedo estar viviendo un sueño
Es solo que he visto a muchos como tú
No puedo evitar sino desear
Que haya una diferencia entre tú y yo
Puedo estar viviendo un sueño
Es solo que he visto a muchos como tú
No puedo evitar sino desear
Que haya una diferencia entre tú y yo
Eres
una estrella
Estoy
hablando contigo
Eres una estrella
Puede que tu mamá renunciara a ti, chico
Es el mismo viejo…
Quizás tu papá no te quería lo suficiente, chica.
Personas estrella
Nunca olvides que tu secreto está a salvo conmigo
Solo mira a toda esa maravillosa gente
Tratando
de olvidar que tuvieron que pagar por lo que tú ves
Es
un sueño
Con
una pesadilla clavada en el medio
Pero
estás en serio
Soy
solo curioso
Pero
donde estarías
Sin
toda esa atención
Morirías
Yo moriría
Moriríamos, ¿Verdad?
Si
viviera ciento un años
Nunca
te entendería
Estoy
hablando contigo
Estás
buscando simpatía en gente que trabaja para vivir
Y
no parece que les importe
El chico se contorneaba de una forma
muy provocativa y tampoco bailaba nada mal. Dando palmas y con giros bastante
rítmicos había contagiado al auditorio. Así que Roy decidió también darle algo
más de ritmo a la canción, igual que hacía en la Golden para revolucionar el
ambiente en las fiestas.
Puede que tu mama renunciara a ti, chico
Es el mismo viejo…
Quizás tu padre no te quería lo suficiente, chica.
¿Cuánto es suficiente?
¿Cuánto es suficiente?
¿Estás en serio?
¿Solo soy curioso?
Gran, gran Estrella
Debe ir lejos
Habla sobre tu madre
Habla sobre tu padre
Habla sobre la gente
Que te ha hecho lo que eres
Habla sobre tu profesor
Del matón que te pegaba
Habla sobre la gente que ha pagado
Por tu nuevo coche deportivo
Bertierite,
se fijaba atentamente en él al igual que el resto de las mujeres de la sala.
Roy se acercó con intención a la mesa en la que se sentaban Usagi y sus amigas
junto con Luna y Artemis que habían llegado al poco tiempo. Las chicas se
quedaron embobadas cuando él se puso tras ellas y las pidió que le secundasen
en esa danza improvisada. Incluso se animaron a bailar, y a cantar el
estribillo que aparecía en la pantalla del karaoke. Todas, incluida la misma
Usagi que por un momento parecía haber olvidado su tristeza.
¿Te levantaste con mal pie, cariño?
¿Tienes un pequeño cuento que contar?
¿Es porque eres una estrella?
¿Es eso lo que te hace una estrella?
Las
chicas danzaban levantándose de sus asientos, en tanto Roy se paseaba alrededor
de donde estaban moviéndose al compás con las jóvenes y arengando a todas a que
repitieran con más contundencia el estribillo de la canción. Después volvió a
subirse al escenario. Los ojos de Bertie y los de él se encontraron y ambos se
cruzaban miradas muy significativas. A ella le gustaba, para que negar la
evidencia. Y le pareció algo extraño, nunca se había fijado en los hombres. Al
menos hasta ahora. Y es que un chico tan apuesto no se le cruzaba en el camino
todos los días. Incluso parecía que la letra de la canción iba directamente
dirigida a ella. ¿Querría significar algo? Creyó entender entre líneas en
estrofas que decían algo como, “tú secreto está a salvo conmigo”. O. “¿Tienes
alguna pequeña historia que contarme, nena?”. Parecía querer interrogarla con
ese ritmo trepidante que se apoderaba de todo el local. ¡Pero no!, ella debía
mantener la cabeza fría para encargarse de su misión, no se podía permitir ese
tipo de distracciones. Aunque esto en cuestión era bastante divertido. Cuando
quiso darse cuenta se sorprendió a sí misma bailando y dando palmas al igual
que los demás, ¡y eso que era la gélida de sus hermanas! Desde luego, ¡si ellas
la vieran!, eso hasta la hizo ponerse colorada y reírse sola
Nada llega por nada, cariño
Esa
fama y fortuna que el Cielo envió
El muchacho a traca final hizo
cantar a todos los espectadores y dio varias volteretas en el aire que dejaron
pasmados a todos. Las mismas guerreras estaban alucinadas y no paraban de
bailar dando palmas.
Cuéntame…
¿Y
quién da un pimiento sobre tus problemas, preciosa?
Cuando puedes pagar el alquiler
Cuando puedes pagar el alquiler
Puedes
pagar
pagar
pagar
llora
cariño
llora
cariño
¿Cuánto es suficiente?
(Star
People, George Michael, crédito al autor)
Al terminar Roy recibió grandes
aplausos y bajó del escenario siendo felicitado por casi todos los clientes del
local que se lo habían pasado en grande. Aun entre murmullos de admiración de
todos los presentes Bertierite se acercó y él le saludo con una amplia sonrisa.
-Espero
que te haya gustado, ¡esto es ritmo pop! ¿Eh? ¿Tenéis de esto en el sitio donde
vives? - Inquirió sonriendo él apuntándola con un dedo mientras le daban una
toalla para secarse el sudor. –
La joven se quedó atónita tras
semejante pregunta. Ese chico tenía la virtud de desconcertarla y eso no le
ocurría muy a menudo. Sin embargo, enseguida se recolocó para responder.
-Has
estado muy bien. Eres un magnífico cantante. Te aseguro que nunca había
escuchado nada igual.- Sonrió la muchacha francamente divertida. Desde luego en
Némesis no se dedicaban a esa clase de distracciones, cualquiera imaginaba
aquello en la corte del príncipe Diamante. Y no pudo evitar querer saber.-
¿Dónde aprendiste a cantar y a moverte así?... Es muy difícil para un humano
normal…
Aunque enseguida se percató de que
esa frase era un desliz. Sin embargo, ese joven se rio al parecer pasando por
alto esa expresión y afirmando con modestia.
-No
es para tanto…Digamos que me entrené mucho en la universidad.
-
¿Eres estudiante? - Quiso saber ella. -
-En
realidad, terminé ya. - Contestó el joven. -
La conversación se vio interrumpida
entonces. Varias chicas, entre ellas las guerreras, parecían cuchichear entre
ellas. Incluso Rei le recalcaba algo a Usagi, mostrando el número dos con los
dedos en una mano. Visiblemente coloradas, se acercaron a él pidiéndole otra.
-Si
sois tan amables de darme unos instantes para que me adecente un poco.- Les
pidió él, de nuevo en inglés.-.
-Claro.
- Convino Minako.-
-Y
tú, no te vayas, enseguida vuelvo.- Le pidió a Bertie.-
Esta asintió, desde luego que no se
iría. Tenía mucho interés en conversar con ese chico y cada vez más preguntas
en su mente. Así pues Roy se fue a lavarse, curiosamente su camisa empapada en
sudor por su demostración anterior estaba seca nada más entrar en el cuarto de
baño.
-Servicio
extra rápido.- Se dijo divertido.-
Se lavó, se secó con una toalla que
había allí dispuesta y retornó. En efecto allí seguía Beruche.
-¡La
pobre siempre tiene que estar esperándome.- Pensó, no sin cierto grado de
culpabilidad ahora.-
Aunque al legar a su lado, Ami, Rei
y las otras le miraron recordándole su petición. Él no tenía muchas ganas, pero Bertie le miró a
su vez y asintió. Ante el aplauso general él cedió y cantó una bastante más triste
que la anterior, incluso acompañándose con golpes de sus manos contra una mesa
para hacer los ecos, dejando perplejos a todos.
Jimmy no tuvo nada para hacerse un nombre
con un arma que él pulido para un día lluvioso
una sonrisa y una frase de una película de vigilantes
nuestro chico Jimmy simplemente explotó todo por la borda
con un arma que él pulido para un día lluvioso
una sonrisa y una frase de una película de vigilantes
nuestro chico Jimmy simplemente explotó todo por la borda
él dijo que le volvió loco
veinticinco años de vida en precariedad
Precariedad,
precariedad, precariedad
-Yo la
he escuchado antes.- Se dijo la atónita joven.- Hace mucho tiempo…
Un dulce bebé pequeño en un portal grande de color blanco
que necesita su madre, pero su madre ha muerto
sólo otra prostituta que la suerte puede olvidar
sólo otra prostituta
sucede todos los días ...
Un dulce bebé pequeño en un portal grande de color blanco
que necesita su madre, pero su madre ha muerto
sólo otra prostituta que la suerte puede olvidar
sólo otra prostituta
sucede todos los días ...
Ella amaba a su pequeño bebé
pero no podía verla desnuda en la precariedad
precariedad,
precariedad, precariedad
Y entonces recordó su casa en Némesis, a su abuela Kimberly
que ponía esta canción, para que sus hermanas y ella la escuchasen.
-Fue
una vez, cenando con nuestros padres. De las pocas que papá vino a vernos
cuando no estaba de viaje o en la Corte.- Pensó emocionada.-
Yo creo en los dioses de América
Yo creo en la tierra de los libres
pero nadie me dijo
(Nadie me dijo)
que los dioses no creen en nada
así con las manos vacías rezo
y día a día sin esperanza
todavía no me ven
(Verme)
todos hablan de la nueva generación
salta al vagón o te dejarán atrás
pero nadie pensó en el resto de la nación
"Quiero ayudarte amigo
, pero no tengo el tiempo"
Alguien gritó sálvenme
pero todo el mundo comenzó en la precariedad
Precariedad, precariedad, precariedad
Todos en
el local, incluidas Usagi, Minako, Rei y Makoto escuchaban extasiadas y al
tiempo meditando sobre esa canción. Al menos las que podían comprender la
letra.
hay una gran dama blanca
en un portal grande de color blanco
le preguntó a su papá y su papá dijo 'sí'
tiene que dar un poco de los dólares que nos
tiene que dar un poco
dicen que es para mejor
alguien gritó
tal vez
Pero siguieron en la precariedad
Precariedad, precariedad, precariedad
Así que corrió a los
brazos de América
y besó a los poderes fácticos
y alguien me dijo
(Alguien me dijo)
y besó a los poderes fácticos
y alguien me dijo
(Alguien me dijo)
que los dioses no creen en nada
así con las manos vacías rezo
y me digo
un día
puede ser que me vean ...
(Hand to mouth. George Michael, crédito al artista)
Y
algunas partes sí que iban dirigidas directamente a su invitada, tanto que ésta
notó como si algo, una especie de calor extraño, le llenase el corazón durante
unos instantes. Aquella letra parecía querer resumir muchas de las penalidades
pasadas que ella vio u oyó contar a sus mayores, e incluso denunciar las
injusticias. Era como si algo que Bertie tuviera dormido en su interior
quisiera despertar al escuchar aquello. Al fin, la canción terminó y tras unos
entusiastas aplausos, sonó una música suave de fondo. Entonces él se acercó
extendiendo una mano y ofreciéndole.
-
¿Bailas?
-Yo,
no estoy acostumbrada a eso. - Opuso la muchacha. -
-Yo
te llevaré. - Le sonrió él-
Aunque
ella había aprendido a bailar bastante bien durante los años que pasó
educándose en su casa en ceremonial palaciego. No era tan diestra como su
hermana Kermie pero desde luego que no lo hacía nada mal. Y tampoco deseaba negarse
a esa petición, sin saber realmente porqué. Así pues, la chica tomó la mano de
aquel hombre y se levantó. Bailaron agarrados al lado de otras parejas con la
música de esa canción que el propietario había grabado en la memoria del
karaoke. Bertierite no podía dejar de pensar en cuan contradictorio podía
llegar a ser aquel chico. De desmelenarse haciendo bailar a todo el local, a
tenerla sobre una nube de romanticismo en tan sólo unos momentos con aquellas
palabras, que, de algún modo extraño, despertaban en ella una cálida y hermosa
añoranza, sin comprender por qué. Apoyaba su cabeza contra el pecho de él y se
dejaba llevar lentamente, disfrutaba experimentando una sensación que nunca
había sentido o había creído olvidada, ese sentimiento cálido dentro de su
corazón...
-Dime
una cosa. - Le pidió él con un susurro. - ¿Tienes a alguien especial?
-
¿Especial? - Se sorprendió ella mirándole atónita. -
-Bueno,
ya me comprendes. Si sales con alguien.- Le aclaró. -
-No,
bueno…estoy muy ocupada. - Pudo replicar la sorprendida joven que se ruborizaba
sin poderlo evitar, ese chico era muy directo, apenas fue capaz de improvisar,
con eso sí, una base totalmente real. - Mi trabajo me absorbe por completo.
No dijeron más por el momento.
Cuando la música cesó también arrancó unos merecidos aplausos, aunque estos
murieron un poco antes que los de la canción anterior. Estaba Roy dispuesto a
sentarse con su cita para cenar cuando vio de refilón como Rei y Ami parecían
conversar, pudo captar que Marte le decía a su amiga.
-Venga
Ami, tú hablas inglés mucho mejor que yo…no quiero hacer el ridículo.
-Vale,
está bien, - convino la azorada jovencita. -
Finalmente
observó cómo la guerrera Mercurio se acercaba hasta donde estaban. Sonrió de
nuevo, la azorada muchacha le felicitó entusiásticamente y le pidió si le
apetecería ir al día siguiente a participar en una fiesta en el santuario
Hikawa en tanto Bertie se mantenía discretamente aparte.
-We don´t have any money for paying you, it is...is
only a charity party - Se excusaba la pobre Ami añadiendo eso sí, con todo su
poder de persuasión. – But we will have fun.
Besides, one fellow of yours will come. I think he is American, like
you… and he promised me this very afternoon.
-¡Oh really! – Exclamó Roy con pretendida sorpresa. -
I won´t miss it. Thank you, young lady. I´ll be there with great pleasure. –
Remachó él sabiendo que Ami le comprendería perfectamente. -
Así fue, ella saludó cortésmente con una de aquellas
graciosas inclinaciones japonesas, (que Roy algo jocosamente trató de imitar),
y tras darle las gracias una y otra vez volvió con sus amigas que al escuchar
la buena nueva parecían bastante contentas. Incluso Usagi sonreía ahora de
forma más entusiasta. Eso alegró al chico quien finalmente sí se dirigió a
sentarse junto con Bertie. Ésta mientras había escuchado atentamente aquella
conversación de su cita con esa muchachita. Estaba claro que ese joven era un
hombre encantador. Había sido muy amable con aquellas niñas que ahora parecía
que ya se marchaban despidiéndose a lo lejos con un saludo que Roy devolvió
agitando una mano y sonriendo. Lo divertido fue que, tras Ami, apareció el
propio dueño del local. El pobre chico no sabía ya donde meterse. Ese hombre al
parecer le traía una proposición cuando le abordó.
-¡Oiga
amigo!, le contrato, venga usted por las noches y le pagaré bien.
-Gracias,
es usted muy amable. - Le respondió él que, sin embargo, rehusó cortésmente. -
Pero de momento estoy interesado en otras cosas, de todas formas, lo pensaré.
-Hágalo,
por favor- le pidió el dueño esperando que este otro muchacho si aceptase.
- Mientras tanto la casa invita a
champán. – Desde luego que quería persuadir a ese tipo e hizo traerles a ambos
una de sus mejores botellas que les descorchó él mismo para añadir
obsequiosamente. - Que disfruten de la cena.
Bertierite y Roy se lo agradecieron
con un gesto de la cabeza y una sonrisa cuando finalmente tomaron asiento. Ella
se sentía aún más interesada y no pudo evitar preguntarle movida por la
curiosidad.
-Eres
un hombre muy misterioso. Apareces de la nada, me invitas a cenar y montas todo
este espectáculo, ¿qué más cosas eres capaz de hacer? Además de alegrar a esas
muchachitas. - Apostilló con un no disimulado y divertido retintín. -
-Bueno,
creo que alguna lo necesitaba. Me pareció ver triste al menos a una de ellas y
si puedo ayudar a alguien a ser algo más feliz. ¿Por qué no? Preocuparse por
los sentimientos de otras personas es importante, ¿no lo crees tú así?
Aunque la desconcertada Bertierite, que no
esperaba esa clase de respuesta, no lo pensara, tuvo involuntariamente que
asentir.
-
Pero si no las conoces de nada, lo mismo que a mí ¿Por qué ese interés? - Quiso
saber ella, ahora más intrigada que irónica. - ¿Qué eres, una especie de Boy
scout? – Preguntó recordando esa figura típica para el país de dónde parecía
ser aquel muchacho. -
-
No precisamente, ¡aunque eso no es algo que pueda explicarte aquí! - Rio Roy
que añadió algo más serio para proseguir negando suavemente con la cabeza. –
Digamos que conocí a una buena chica que me enseñó a tomarme en serio a la
gente y sus sentimientos. Como te he dicho antes, sólo soy un universitario
recién licenciado que ha venido a Japón a pasar las vacaciones. Pero basta de
hablar sobre mí. ¿Qué me dices de ti?
-
¿De mí? - preguntó ella pareciendo sorprendida. -
-
Sí, ¿a qué te dedicas? - Quiso saber él mirándola inquisitivamente. – Antes me
dijiste que tu trabajo te absorbía por completo.
-Soy
vendedora de cosméticos. –Le recordó la chica a su vez -, cuando me conociste
en esa tienda estaba vendiendo uno de mis productos.
-Una
vendedora muy bonita. - Alabó Roy -¿De dónde eres?
-De
aquí mismo, de Tokio. - Mintió rápidamente ella agradeciendo el cumplido, eso
sí, con sincero y visible rubor. -
-No
pareces una japonesa muy convencional, ojos azules, pelo platino. - Repuso Roy
de forma irónica. -
-
Bueno, es que mi familia vino hace poco aquí. - Contestó Bertierite sin
arredrarse y esta vez con la verdad. – Acabamos como quien dice, de mudarnos.
La
chica trató de clavar sus ojos en los de él. Su poder hipnótico haría que él le
revelase algún que otro secreto que guardase en su mente. Pero, para asombro de
Bertie, lo único que le dijo ese extraño individuo fue.
-Tienes
unos ojos realmente muy bonitos. Azul índigo…podría quedar hipnotizado por
ellos.
Algo
sonrojada su interlocutora asintió esbozando una débil sonrisa. Por alguna
causa desconocida su sugestión no funcionaba con ese muchacho. Fue entonces
cuando él le preguntó.
-Por
lo que he entendido tu familia acaba de instalarse en esta ciudad, ¿verdad? Me
siento intrigado. ¿Tienes hermanos?
-Sí…hermanas
en realidad - convino ella que quiso saber a su vez. - ¿Te parece interesante?
Roy asintió pidiendo que le contase
algo acerca de ellas. La muchacha le dijo que tenía tres hermanas más, dos
mayores y una más joven, que se dedicaban a lo mismo. Él pensó que al menos en
eso era sincera. Lo cierto es que Bertie hablaba ahora con total desinhibición.
Era curioso pero ese muchacho parecía anticiparse a ella, incluso abordando
temas que le interesaban.
-¿Y
qué te gusta hacer a ti?- Le preguntó la muchacha a su vez.-
-Bueno,
juego al baloncesto.- Le respondió él.-
-No
me extraña, eres muy alto.- Afirmó Beruche, pensando que ese muchacho tenía una
estatura mayor incluso que la de Rubeus. Posiblemente era casi tan alto como
Diamante, u sonriente comentó.- Apuesto a que juegas muy bien.
-No
se me da mal.- Asintió él, me encanta y me lo tomo muy en serio.-
-Siempre
jugando para ganar, supongo.- Comentó la chica.-
-Si
no juegas para ganar el juego es una pérdida de tiempo. Hay que jugar para
ganar.- Sonrió Roy citando precisamente una de las frases que Bertie decía
cuando jugaba al ajedrez, y apostillando.- ¿No lo crees así?
Ahora fue ella quien sonrió
ampliamente, era como si ese chico pudiera leer su pensamiento y admitió.
-No
podría estar más de acuerdo con eso. Lo mismo pienso yo.
-Aunque
el disfrutar es importante, un maestro mío me contaba que estaba en su
naturaleza y que lo que más le motivaban eran los rivales más fuertes.- Le
contó él.-
Claro, obvió que se refería a su
maestro Son Goku y que hablaba de sus entrenamientos de lucha en el Rincón.
Ajena a eso, Bertierite asintió, matizando eso sí.
-A
veces es mejor tener ventaja. Sobre todo cuando te juegas mucho.
-Una
pequeña ventaja desde luego nunca viene mal.- Tuvo que acordar él.-
Aunque eso le divertía. Precisamente
ventaja es lo que tenía. Él sabía bien
como era Bertie, al menos en muchas cosas. Y esa muchacha que estaba ahora con
él parecía actuar y ser como la que él conocía. La chica también estaba pasando
una velada muy agradable, tanto que se le fue el tiempo sin darse apenas
cuenta. La conversación se prolongó hasta bien entrada la noche y ella al mirar
su reloj exclamó sobresaltada.
-
¡Cielos!, es muy tarde, no tenía idea de la hora que es.
-El
tiempo pasa volando cuando uno se divierte. - Declaró Roy sonriendo. -
-Debo
irme ya, lo siento. - Se excusó
Bertierite levantándose como una centella de la mesa. -
Por fin se marcharon, con la
agradable sorpresa de que habían sido invitados. Cortesía de la casa les dijo
el dueño al despedirles, posiblemente para tentar a Roy y que este aceptase su
oferta. Al salir él quiso acompañarla un trecho, pero ella se negó con
amabilidad, el muchacho que sabía hacia donde iría no insistió. La chica tomó
rumbo opuesto al de él y al poco giró una esquina que daba acceso a una oscura
y desierta calleja, de ese modo pudo desaparecer sin testigos…o al menos eso
creyó…
-Bueno,
es hora de volver o se estarán preguntando dónde me he metido.- Se dijo como si
de una travesura se tratase.-
Kermesite ya estaba allí y cuando Bertierite volvió a la nave se
contaron sus respectivas citas, las dos estaban muy contentas.
-Pero
ha sido muy raro. - Confesó la menor de las dos. - He tenido la impresión de
que ese muchacho sabía de mí mucho más de lo que aparentaba.
-Me
ha sucedido lo mismo. - Admitió Bertierite, afirmando. - No sé, quizás sean
enviados del príncipe después de todo. Y ese otro te lo negara para mantener su
tapadera.
-Si,
es posible, de todos modos quiero seguir viéndole. Para tratar de averiguar más
cosas sobre él. Sé que no es nuestra misión, pero quizás eso nos de datos
útiles. - Añadió Kermesite. -
Bertie
convino en ello y le propuso a su hermana que podrían ir al santuario juntas.
-Uniendo
nuestras fuerzas aumentaremos las posibilidades de éxito. - Le argumentó. -
Kermesite
convino en ello. En eso recibieron la llamada de Rubeus que las convocó a
ambas. Sus hermanas también aguardaban para enterarse de que iba aquella
reunión. Pero su jefe tenía expresión de pocos amigos y las reprendió, sobre
todo a Bertierite.
-
¿Dónde habéis estado? Se supone que estamos aquí para cumplir una misión, no
para hacer turismo. Bertie, ¿sabes qué hora es?
-Sí,
amo - musitó ella tímidamente para tratar de explicarse. - Pero es que he
conocido a alguien que puede ser útil para nosotros.
-
¿A quién?,- le inquirió él con rostro interesado. -
-Un
chico que podría haber derrotado a una de mis droidas - le contó ella. -
-
Un simple ser humano no es capaz de eso. -
Replicó su jefe añadiendo divertido, ante la cara de desconcierto de
Bertierite. - Claro, supongo que será guapo.
-Pues
sí, no está nada mal. - Admitió ella ruborizándose. -
-
¿Te crees que soy tonto? - Le chilló Rubeus visiblemente enfadado en tanto la
azorada chica bajaba la cabeza mirando hacia el suelo, sin querer enfrentar sus
ojos a los de él. - ¡Vaya con la muchachita recatada que solamente sabía jugar
al ajedrez! ¿Qué te has creído? No voy a permitirte coquetear con el pretexto
de cumplir tu trabajo.
-Pero
amo - intervino la hermana menor de Bertie. - Yo también he conocido a un chico
que además sabía mi nombre...
-
¿Tú también? - rezongó Rubeus cruzado de brazos y apartando de ella su mirada.
- Eso sí que no lo esperaba de ti, me has decepcionado, Kermesite
Ella se quedó abatida por las
palabras de Rubeus. ¡Era terrible!, no deseaba perderle. Pero antes que pudiera
añadir nada en su defensa terció su hermana Calaverite con la cabeza fría y las
ideas más claras.
-Amo
Rubeus, suponte que mis hermanas tienen razón. Imagínate que esos dos sean
supervisores del príncipe o peor aún, aliados de las guerreras y estén a la
espera de descubrir nuestros planes. Puede que sepan la identidad de nuestras
enemigas o donde se esconden la chica y el Cristal de Plata. Si Kermesite y
Bertierite actúan con inteligencia podríamos aprovecharnos de la situación.
-Sí,
creo que es una pista que podríamos investigar. - Añadió Petzite, la mayor de
todas. – Mis hermanas pueden ocuparse de ellos si no nos son de utilidad.
Rubeus se quedó pensativo
acariciándose la barbilla por unos instantes. Al fin pareció cambiar de
opinión.
-Me
parece una buena idea. Sonsacarles lo que podáis, pero cuidado con establecer
cualquier tipo de relación que no nos sea útil para nuestros propósitos.
¿Entendido?
-Sí,
amo - respondieron las dos a la vez con voz trémula. -
-Y
recordar que quiero resultados, así que no me falléis. - Añadió él. -
-Te
lo prometo, amo Rubeus - Repuso Kermesite recuperando su confianza. -
-Cuenta
también con Bertie, amo. - Añadió ésta con una sonrisita. -
Su superior se metió por un espejo
que daba paso a su cuarto. Tanto Petzite como Calaverite interrogaron ahora a
sus hermanas pequeñas queriendo saber más detalles sobre aquellos chicos tan
extraños.
-Pues
el mío parece buen muchacho. - Opinó Kermesite. - Y canta muy bien.
-¡Por
qué no has visto al mío en acción! -
Terció Bertierite sonriendo al recordarlo. -Teníais que haberlo
escuchado en el restaurante.
Y
ante la inquisitiva mirada de sus hermanas les contó el número que montó aquel
tipo.
-
¡Vaya con el chico! - pudo resoplar Calaverite. - Ese a mí no se me escapa
vivo. Bertie, si fuera tú me lo habría traído a la nave y ya sabes, en tu
habitación tienes una cama bastante grande. Y nadie podría oíros…
Declaró
maliciosamente poniendo colorada a su hermana pequeña que no sabía a donde
mirar.
-Siempre
estás pensando en lo mismo. ¡Debería darte vergüenza! Un día de estos vas a tener una amarga
experiencia. - Le reprochó Petzite con gesto severo. -
La
aludida respondió aprovechando la ocasión, como no podía ser de otra forma,
para meterse con su hermana mayor.
-Y
tú podrías pensar en ello alguna vez. ¡Si hasta las dos pequeñas encuentran
novio antes que tú!
-
¡Cállate! - replicó ésta de malos modos, visiblemente irritada. - Siempre estás
con la misma tontería, tú sí que estás celosa.
-
¿Yo?,- Rio Calaverite con aparente despreocupación sentenciando. – Querida
Petzite. Yo tengo todos los hombres que quiero en cuanto me lo propongo, no
como otras.
-
¿Qué quieres decir con eso? - Chilló su hermana fuera de sus casillas - ¡eres
una presuntuosa!
-
¡Y tú una amargada! - repuso su polemista con desdén. -
Petzite estaba muy enfadada y eso
obligó a que las hermanas menores mediaran en la discusión.
-Ya
basta chicas, no empecéis otra vez a discutir, parecéis unas viejas solteronas.
- Les pidió Bertie separando a Petz. -
-Parece
mentira que siempre estéis peleando, - añadió Kermesite apartando a su vez a
Calaverite advirtiendo no si temor.-Un día el amo Rubeus se va a enfadar de
verdad. No le gustan nada vuestras broncas.
Con la mención de su jefe los ánimos
se calmaron por fin y las cuatro decidieron irse a dormir para afrontar con
fuerzas el siguiente día. Los chicos a su vez hicieron lo mismo. Pudieron
alquilar un par de cuartos en un hostal cercano.
-¿Qué
opinas, Tommy?- Le preguntó Roy antes de darse las buenas noches.-
-Por
ahora creo que no hemos alterado nada.- Comentó su amigo.-
-Sí,
bueno. Yo destruí a ese androide. Pero supongo que no será nada importante en
el destino. Estaba claro que de un modo u otro la iban a aniquilar.- Comentó
despreocupadamente su interlocutor.-
Su
compañero se encogió de hombros. Eso supuso también. Se despidieron por esa
noche. Al día siguiente , fieles a su palabra, fueron a Hikawa. Por la mañana,
Kermesite y Bertierite también se levantaron y se dirigieron hacia el
santuario. Al llegar se reunieron junto a las demás personas que escucharon muy
complacidas a Tom. Las dos hermanas por su parte, trataron de localizar a la
chica, y lo hicieron, viéndola entre un grupo de adolescentes que estaban
escuchando totalmente entusiasmadas.
-No
podemos atacar ahora - Le objetó Bertierite a su hermana valorando la
situación. - Hay demasiada gente. El objetivo podría ocultarse y nos verían.
Hay que evitar atraer a las guerreras.
-Por
lo menos podremos escuchar al chico es, te aseguro que canta muy bien. Solo por
eso merece la pena perder la tarde. - Le propuso Kermesite mirando hacia donde
estaba Tom. -
-Sí,
el que yo he conocido también lo hace de maravilla y creo que va a actuar allí
como el tuyo. - Sonrió Bertie que ahora tuvo que admitir más turbada. - La
verdad, nunca había sentido nada parecido a lo que me ocurre cuando se acerca a
mí.
-
¿Un escalofrío?, ¿Cómo algo cálido? - le inquirió su interlocutora. -
-Sí,
es eso, ¿cómo lo sabes? - Le preguntó su hermana sorprendida. -
-Por
qué a mí me ocurrió lo mismo con ese chico de ahí. No me había pasado desde que
conocí a Rubeus. Espero que no tenga que matarle. - Añadió más apesadumbrada. -
-No
tendrás que hacerlo, seguro.- La animó su interlocutora. - No tiene nada que
ver con la niña. Aquella tarde te vio por casualidad, seguro que estaba
visitando el santuario. O eso o está de nuestro lado. ¿Quién sabe? Si es de
buena familia hasta nuestro padre estaría complacido de que le frecuentes.
-No
sabemos nada de papá ni de mamá desde hace mucho tiempo.- Suspiró Kermesite al
hilo de aquello.-
-Estarán
bien. Mamá en nuestro condado y papá pues, de viaje, cumpliendo alguna de esas
misiones que le encomienda en príncipe Diamante.
Su hermana asintió más animadamente.
Seguramente así sería. En ese momento Bertierite vio a Roy acercarse y charlar
con el chico moreno que cantaba en una de las pausas de éste. Los dos chocaron
las palmas y sonrieron ante los aplausos del resto del auditorio. La cita de
Bertie tomó el relevo y también cantó, organizando otra algarada, sobre todo
entre el público femenino. Después ambos chicos cantaron a dúo alguna que otra
canción y parecían perfectamente compenetrados, como si llevaran haciendo
aquello mucho tiempo.
-
¡Ese es el chico con el que cené yo ayer! - señaló Bertie atónita. -
-Los
dos se conocen, que extraño - dijo su hermana pensativa - ¿Tú crees que podrían
ser amigos de las guerreras e intentar seducirnos para que olvidemos nuestra
misión? ¿O unos enviados del príncipe?
-No,
no lo creo. No pueden ser amigos de las guerreras de la Luna. - Negó ésta
afirmando con seguridad. -Quizás sean de la Corte, y nos hayan visto antes. Al
menos eso me figuro. Con ese muchacha, no sé, tuve una sensación extraña cuando
le miré a los ojos. Parecía muy interesado por mí y no mentía, de eso estoy
segura. Pero no comprendo por qué, nunca le había visto antes.
-Puede
que sea lo que tú misma has comentado, que sean admiradores secretos de la
Corte. - Sonrió Kermesite admitiendo a su vez.- A mí me pasa lo mismo con el
otro muchacho. No quería atacarme, sólo quería hablar conmigo, y sabía cosas de
mí, como por ejemplo mi nombre. Pero lo decía de forma extraña. Tal y como les
suena a los humanos de aquí. El que empleo cuando estoy de incógnito. Pero,
¿cómo puede saberlo si es de la Corte de Némesis?
-Nos
habrá oído hablar alguna vez aquí. - Conjeturó Bertie, aunque de forma
insegura. -
-Puede
ser, - aceptó su hermana - pero será mejor
que nos marchemos ya. Si Rubeus nos vuelve a sorprender llegando tarde sin
resultados no quiero ni pensar en la bronca que nos espera. - Le advirtió. -
-Tienes
razón. - Asintió Beruche que se mostró preocupada al escuchar aquello. -
Ambas desaparecieron de allí, ya en
la nave se decidieron por atacar al día siguiente, eludiendo las curiosas
preguntas de sus hermanas mayores.
-Nos
hemos limitado a reconocer el terreno.- Alegó Kermesite.-
-Sí,
no vamos a cometer ningún desliz. La misión es prioritaria, esos chicos son
únicamente unos instrumentos.- Les aseguró Bertie.-
Sus hermanas se limitaron a asentir,
al parecer quedando satisfechas por esas explicaciones y las dejaron
tranquilas. Rubeus ni se molestó en preguntarles nada. Al parecer andaba muy
ocupado con sus cosas. En lo que a los muchachos respectó aguardaron y tras un
buen rato suspiraron con cierto desencanto. Las chicas no habían venido.
-No
sé. Quedó en que vendría. – Comentó Tom. –
-Seguramente
habrán recibido órdenes de ese capullo. ¿Cómo se llamaba?... Rubeus, ¿no?-
Trató de recordar su compañero.-
-Puede
ser. – Replicó su amigo sin mucha convicción. –
-Lo
tomaré por una especie de justicia kármica. Por una vez han sido ellas las que
nos han plantado. – Se sonrió Roy. –
-
¿Cómo puede tomártelo así?- Le recriminó su interlocutor que parecía estar
contrariado – A saber lo que pueden estar haciendo.
-Anda
Tommy. No te preocupes. Recuerda que esta realidad es diferente a la nuestra.
Pero ellas siguen siendo buenas chicas.
-Sí,
si descontamos la vez que Cooan quiso quemarme vivo. Hasta ahora no se han
portado mal. – Contestó Tom no sin irónico sentido del humor. –
-Vamos
a tener paciencia. – Le animó su compañero. –
En
ese instante el grupo de Rei y las demás se acercaron hasta ellos. La
sacerdotisa les felicitó con mucha cordialidad.
-Muchas
gracias. Han sido ustedes muy amables, Hemos recaudado mucho.
-Me
alegro, señorita. – Le sonrió Tom –
-Me
llamo Hino Rei. - Pudo decir ella no sin rubor. –
-
¿Y cómo está nuestra amiga? - Se interesó Roy observando ahora a Usagi que le
devolvió una mirada atónita en tanto se ponía colorada. Más cuando el chico
agregaba con amabilidad. – Espero que más feliz que ayer.
-Estoy
bien, gracias. – Pudo decir ella con un tono dubitativo –
-No
la hagas caso, es una tonta – Intervino la pequeña niña de pelo ¿¡rosa!? Que
tenía a su lado.
Luego
entonces era esa misma que vieron al llegar…
-
¡Chibiusa! Ya me tienes harta con tu manía de meterte en mis asuntos. - La
espetó Usagi –
La
cría le sacó la lengua y su interlocutora hizo lo propio, al cabo de un momento
ambas estaban en una guerra de gestos de burla la una contra la otra. El resto
de las chicas se ruborizaron afectadas por un evidente sentido del ridículo,
aunque los dos muchachos se rieron divertidos. Cuando mediaron entre ambas, Tom
se aproximó a la pequeña y arrodillándose para estar a su altura le susurró.
-Eres
un encanto. Dime, ¿Podemos ayudarte en algo?
-
¿Ayudarme? - Repitió la cría que no parecía comprender. –
-Sí.
Si necesitas cualquier cosa, tú háznoslo saber. – Le sonrió cómplicemente el
chico. –
Chibiusa
se puso colorada. Ese chico además de guapo le recordaba mucho a su padre. Lo
cierto es que era muy parecido a Mamoru en bastantes cosas.
-Gracias...-Musitó
con azoramiento. -
Roy
entre tanto charlaba un poco con Ami y las demás después de que las chicas se
presentasen también.
-No
sabía que usted supiera japonés. - Comentó una atónita Ami con la misma cara de
sorpresa de las demás pues en esta lengua les estaba hablando él ahora. -
-Tuteadme,
por favor. - Les pidió Roy, alegando. - Bueno, unas amigas me enseñaron. Eran
tan simpáticas como vosotras. Que también parecéis estar muy unidas.
-Estudiamos
segundo de secundaria. – Le contó Ami. – A mí me gustaría llegar a ser una
buena doctora.
-Seguro
que lo serás – Convino él afirmando, divertido. –Tienes aspecto de ser muy
inteligente.
-Yo
quisiera llegar a ser una buena repostera o abrir mi propia tienda de flores. –
Comentó Makoto a su vez. –
-Pues
si las tartas que hemos probado antes eran tuyas te auguro un gran éxito. –
Declaró el chico haciendo que la pobre muchacha se pusiera colorada. –
-Bueno
Roy- intervino Tom. – Ya va siendo hora de irnos.
-Sí,
una pena – suspiró él en tanto se dirigía ahora a Minako. - ¿Y tú? ¿Has dicho
que querías llegar a ser famosa, ¿verdad?
Aunque
la muchacha le miró confundida, no recordaba haber dicho nada. Seguramente
alguna de sus amigas lo habría comentado.
-Es
verdad. Ojalá cantase tan bien como usted. – Pudo replicar visiblemente
azorada. –
-Eres
una chica muy guapa y simpática, como tus compañeras. Seguro que lo
conseguirás. – La halagó Roy para dejarla todavía más colorada, añadiendo. – Y
además dominas el inglés muy bien… ¿Has vivido fuera de aquí?
-Sí,
un año en Inglaterra. - Le confirmó tímidamente la jovencita. -
-
¿Y usted señorita Hino? - Se interesó Tom. –
-Por
favor, llámeme Rei – Le pidió ella con una sonrisa vergonzosa para afirmar. –
Yo tengo muchos sueños, uno de ellos es ser una gran sacerdotisa.
-Ese
ya puedes darlo por cumplido. – Afirmó su interlocutor. –
-Muchas
gracias.- Sonrió su contertulia, visiblemente halagada para oponer con
modestia. – Sin embargo, todavía me queda mucho por aprender.
Estuvieron
conversando unos minutos más hasta que se despidieron. Aunque tras irse los
muchachos las caras de las chicas expresaban desconcierto.
-Son
dos chicos estupendos. – Declaró Minako que se llevaba ambas manos entrelazadas
a la altura de la barbilla, parecía además que sus ojos formasen corazones. –
-Sí
que lo son. Desde luego. - Convino Makoto con idéntica postura. –
-Pero
hay algo extraño en todo esto. – Intervino Ami con tono reflexivo atrayendo las
atónitas miradas de las otras, más cuando declaró. – Parecen saber cosas sobre
nosotras. Cosas que solamente nos contamos las unas a las otras. O a gente en
la que de veras confiamos.
-Sí.
Ahora que lo mencionas, es verdad. – La secundó Rei afirmando con su inequívoco
tono de sacerdotisa. – Y he percibido unas extrañas energías alrededor suyo.
-
¿Crees que podrían ser enemigos?- Quiso saber Usagi aprovechando que Chibiusa estaba
con el abuelo de Rei, terminando de comerse unas empanadillas. –
-No
lo creo. Al menos no he percibido auras malignas en ellos. No, no parecen ser
malas personas. – Afirmó Rei. – Todo lo contrario.
-Tendremos
que esperar acontecimientos – Dijo la gata Luna que apareció ahora tras de unos
matorrales cercanos. – Artemis les ha seguido hasta un hostal, no parecen desde
luego ser miembros del grupo que ha tratado de atacar a Chibiusa.
-Lo
mejor será que nos vayamos a dormir, ya se ha hecho tarde…-Terció Ami. -
-Bueno,
¡pero mañana es fiesta! – Exclamó Usagi con su típica jovialidad, afirmando – Y
trataré de que Mamoru vuelva conmigo otra vez.
-
¡Uy! …la veo muy optimista. – Le susurró Minako a Rei que asintió. –
Pero
su compañera lo percibió dedicándoles una furibunda mirada. Sus amigas
sonrieron de forma tonta y no dijeron nada. Tras eso se separaron retornando
cada una a sus hogares. Y al poco de irse las chicas, una vez más un extraño
agujero negro se materializó en el Cielo sin que nadie lo advirtiera. Por su
parte ambos jóvenes habían entrado en el hotel que eligieron para pasar la
noche…
-Bueno
Tommy. - Le dijo Roy a su amigo. - Espero que mañana podamos ver a nuestras dos
chicas.
-Por
desgracia aquí no son nuestras chicas. - Declaró el otro joven. -
-Lo
serán. - Afirmó confiadamente su compañero. - Dales un poco de tiempo…
Al día siguiente fueron de nuevo al
templo. Allí, la pequeña Chibiusa recogía flores cerca del Santuario, era una
bonita mañana. Nada hacía presagiar ningún problema, pero estos no tardarían en
llegar. Bertierite y Kermesite aparecieron con sus uniformes de faena. Cooan
localizó a la chica, al menos la que, según los datos que les proporcionase su
jefe iba a estar allí aquel día. Recordó como Rubeus la llamó a su presencia y
como ella, ilusionada, acudió. Tenía un bonito frasco de perfume que acababa de
comprar para él. Menos mal que no se le había roto cuando tropezó con un
estúpido al que reconoció luego en el santuario. Sea como fuere su jefe le
explicó que la chica estaría allí esa tarde y le pidió que acabase con ella. La
joven no pudo evitar sonrojarse cuando él la atrajo hacia sí. Luego, cuando su
comandante iba a marcharse le ofreció el frasquito. Suspiró ilusionada, lo
había comprado en esa tienda, Otafukuya, y al salir un idiota chocó contra ella
derribándola y tirándole la bolsa en la que lo llevaba junto con sus otras
compras.
-¡Oye
cretino! ¿Es que no tienes ojos en la cara?- Recordó haberle increpado.-
Ese bobo se disculpó con torpeza.
Aunque entonces Kermesite recordó haberle visto antes.
-Yo
lo conozco, es ese muchacho de protección estética.- Pensó sorprendida.-
Esa fue una misión en la que llevó a
la droida Dumble, y aquel mamarracho se opuso a ella. Al final el maestro de
ese dojo, aquel viejo verde, junto con esa irritante sailor Marte, la hicieron
fracasar y tuvo que huir. Eso pensaba cuando una chica de larga cabellera
morena que acompañaba a ese patán le ordenó.
-¡Vamos
Yuuichirou, recoge todo eso.-
Cuando ese idiota le entregó su
bolsa con sus pertenencias de nuevo dentro, ella se la arrebató de un manotazo.
Y le espetó sin miramientos.
-¡Eres
un miserable gusano!
Se alejó caminando entonces, hacia
algún lugar discreto en el que poder tele portarse a la nave, en tanto pensaba
con reprobación y desprecio.
-La
gente con ese nivel de inteligencia no puede ser feliz.
Al poco llegó a un sitio recóndito
al abrigo de la vista de nadie y se teletransportó. Entró en el puente de mando
todavía irritada y fue cuando oyó al voz amable de su jefe.
-¡Vienes
enfadada!
-¡Ru,
Rubeus! - Pudo exclamar entre colorada y sobresaltada.-
-Te
esperaba.- Le dijo él.-
-A
¿A mí?- Se sorprendió la muchacha.-
-Claro,
¿A quién más podría yo esperar, linda Kermesite.- Declaró sensualmente él.-
Eso hizo que el corazón de la joven
latiera con fuerza. Ya se lo había imaginado. Posiblemente este fuera el
preludio de una declaración. Aunque su amo varió entonces de tema
preguntándole.
-¿Te
gustaría volver al santuario Hikawa? Necesito tu presencia allí.
-¿Allí?
Pero si allí no hay nada, Rubeus.- Pudo replicar desconcertada.-
-La
chica se presentará.- Le aseguró su jefe tomándola de los hombros para atraerla
hacia él.-
-Las
cosas serán más sencillas sabiendo eso.- Afirmó ella con visible rubor, para
sentenciar.- Yo Kermesite apuesto mi vida a que lograré matar a esa chica.
-Muy
bien. Procura no fallar.- Le respondió desapasionadamente su interlocutor
separándose de ella.-
Fue cuando la muchacha se acordó de
ese frasquito.
-Rubeus
-¿Sí?-
Se giró él con una mezcla de extrañeza y ligera contrariedad.-
-Este
perfume es delicioso, toma.- Le sonrió ella entregándole ese pequeño frasco de
cristal.-
Él
lo aceptó pero desafortunadamente lo sujetó demasiado fuerte rompiéndolo en
pedazos. Rubeus parecía tener expresión de disgusto y desdén cuando lamentó lo
sucedido asegurando que tendría más cuidado la próxima vez. Kermesite se quedó ahí, mirando los restos
del frasco de cristal y del perfume derramado en la cubierta de la nave.
Preguntándose si Rubeus estaría disgustado por la cita que ella tuvo con aquel
otro chico o bien sería que pretendía ponerla celosa. El caso es que ahí estaba
ella ahora. Aguardando en el santuario. Esa niña efectivamente se había
mostrado. Aunque en el último momento su hermana se le había unido, pero no
importaba, mejor aún, entre las dos podrían cumplir con su misión y el amo
Rubeus se sentiría feliz. Entonces seguro que le declararía su amor.
-Ahí
la tenemos. Debe de ser esa ¡Está en nuestro poder! - Exclamó exultante. -
-Baja
tú a encargarte de ella, yo vigilaré que esas molestas guerreras no aparezcan.
- Le indicó Bertierite llamando a una droida. -
Rubeus supervisaba la operación
desde su nave. De pronto, la proyección holográfica se activó y emergió la
figura del Hombre Sabio. Éste se dirigió al muchacho.
-He
detectado una fuerte presencia de energía. El cristal negro ha reaccionado
repentinamente.
-
¿Podría ser la chica? - Inquirió el sorprendido chico. -
-Los
patrones energéticos no coinciden, esta fuerza podría ser incluso mayor. Debes
averiguar de dónde procede.
-Enviaré
al resto de las hermanas para que la rastreen. - Replicó Rubeus, en tanto la
figura de aquel individuo, totalmente cubierto por un negro sayal y encapuchado
desaparecía. -
Ajenas
a esto las dos hermanas estaban a punto de llevar a cabo su plan. Kermesite
bajó a por la chica, debía acercarse con cautela para no ser descubierta.
Bertierite vigilaba suspendida en el aire junto a su droida. Entonces, algo se
acercó volando hacia ella. Un extraño ser humanoide vestido con una especie de
armadura y portando algo similar a un monóculo de color verde sobre su ojo
derecho. Estaba claro que no era humano.
-
¿Quién eres tú? - Quiso saber la joven. -
Aquel tipo hizo caso omiso a la
pregunta, se tocó ese extraño visor y mirándola fijamente declaró con una
sonrisita de desdén.
-Fuerza
de combate novecientas cuarenta unidades…Eres un ser débil.
-
¿Eres una droida? - Inquirió Bertierite con visible desconcierto. - ¿Te envía
el amo Rubeus para apoyarnos?...
-
¡Cállate! - Le espetó ese extraño. -
-
¡No me gusta que me hablen de ese modo! -Se sonrió ella con tintes maliciosos
para ordenar a su droida. - Lipus. Ocúpate de este intruso.
-Mi
señora me manda. - Replicó esa especie de mujer de cara pálida, con una larga
melena azul, que lucía una extraña y larga falda hasta los tobillos y una blusa
bastante amplia. -
La droida se lanzó contra ese
individuo que simplemente la observó llegar tratando de analizar su fuerza sin
lograrlo.
-
¡Vaya! Eres un androide… ¡bah!
Lipus lanzó una ráfaga de aire
congelado por su boca, pero para su sorpresa y la de su ama, ese tipo
desapareció a gran velocidad, apartándose de ahí…
-
¿Cómo lo ha hecho? - Pudo decir Bertierite que no le veía ahora por ningún
sitio. -
-Aquí-
replicó la voz de ese tipo que estaba detrás de la droida. - Esto para ti. -
Exclamó lanzando un rayo de energía contra ese androide al que destruyó
reduciéndolo a polvo. -
-
¡Pero!… ¿Quién eres tú? - Quiso saber una vez más la atónita Ayakashi, ahora
con tono teñido de temor. - ¿Cómo has hecho eso?...
Por toda réplica ese individuo la
atacó con otro rayo. Bertierite quiso cubrirse instintivamente con ambos
brazos, aunque eso no le iba a servir de nada. Por fortuna una silueta de
alguien cuyo pelo y cuerpo brillaba con destellos dorados apareció ante ella y
desvió esa ráfaga de energía…
-
¿Eh? - Exclamó aquel tipo ahora realmente impresionado cuando miró su visor. -
Su potencia de combate es…- Apenas pudo decir algo más, ese aparato comenzó a
echar humo y saltó en pedazos. ¡No puede ser! - Se dijo asombrado.
-Tú,
payaso. - Replicó el recién llegado que no era otro sino Roy. - ¿No sabes que
no se debe atacar a una mujer?
Bertie
miraba asombrada a ese hombre. Su extraño pelo brillaba dorado y ahora emitía
un gran fulgor que casi la cegaba, se dirigió hacia ella sonriente. La joven,
poniendo una mano entre su rostro y aquel resplandor le preguntó.
-
¿Quién eres? ¿Te envía el amo Rubeus?
-Quédate
detrás de mí. Este tipo es peligroso. - Le indicó por toda réplica.-
El aludido atacó aprovechándose de esa
distracción de su adversario. Lanzó unos rayos de energía, pero Roy los apartó
de un manotazo haciéndolos explotar inofensivamente en la atmósfera. Ante su
sorprendido atacante, el guerrero dorado se acercó tranquila y pausadamente a
él y se plantó a unos pocos palmos, diciendo con una voz grave.
-Veamos
lo que eres capaz de hacer.
-Te
arrepentirás seas quien seas.- Exclamó ese tipo.-
Acto
seguido le golpeó en el rostro con su
puño echando la cabeza de Roy hacia atrás. El hombre sangró por la nariz, pero
se restañó la herida sonriendo ante el asombro de Bertierite.
-
¿Sólo eso? ¡Ahora me toca a mí!
-De
eso nada. - Replicó ese tipo que se alejó tratando de escapar. -
Volaba a toda velocidad pero aquel
guerrero apareció súbitamente delante de él provocando que su expresión se
deformase por el pánico.
-
¿Tienes prisa, amigo? - Le preguntó con sorna Roy, añadiendo con visible
enfado.- Has tratado de hacerle daño a mi chica. Te voy a dar una buena paliza.
-
¡Muereeee! – Gritó su contrincante lanzando contra él una tremenda oleada de
energía que provocó una gran explosión en el cielo. -
Bertierite pudo ver aquello desde la
distancia. Estaba realmente anonadada. ¿Quiénes eran esos dos? Si eran
guerreros terrestres más les valdría regresar corriendo al futuro.
-Son
muchísimo más poderosos que las sailors.- Pensó con horror.-
Aunque todavía quedó más perpleja al
observar que, tras despejarse el humo de aquella explosión, el hombre de brillo
dorado seguía allí, imperturbable.
-
¿Cómo es posible que haya resistido eso?- Se preguntaba la joven sin salir de
su asombro.-
Aquel extraño sujeto se había
limitado a esperar el ataque y a dejar que éste le alcanzase. Sabía que no iba
a causarle daño. Entonces emitió aún más energía y sin mediar palabra golpeó a
ese tipo en el estómago haciendo que se doblase.
-
¡Mal…maldito! –Escupió ese extraño humanoide para declarar. - Cuando vengan mis
refuerzos no te será tan sencillo.
-
¿Refuerzos? - Inquirió Roy sin comprender. -
-Llegarán
en poco tiempo. - Sonrió ese tipo. - Este planeta será nuestro…A mayor gloria
del amo Gralas.
-
¿Quién? - Inquirió su interlocutor con desconcierto. -
Sin
embargo, ese tipejo no parecía querer charlar más. Se recuperó entre tanto y
quiso volver a huir. Aunque en esta ocasión fue un rayo congelado de Bertierite
el que le alcanzó, petrificándole dentro de un bloque de hielo.
-
¿Qué has hecho?- Quiso saber Roy que se plantó ante ella en menos de una fracción
de segundo.-
-Acabar
con él…- Replicó la interpelada con una media sonrisita para sentenciar. - Eso
es lo que le ocurre a cualquier que se atreva a interferir en mi misión. - Y la
muchacha sin previo aviso desapareció de allí. -
-
¿Ah sí? - Repuso su contertulio sonriendo a su vez. - Vamos a verlo…
La
joven reapareció a las puertas del santuario. Escondida tras unos árboles. Pero
no salió de su asombro cuando ese tipo se materializó junto a ella. Eso la
asustó. Estaba claro que contra alguien así, sus poderes no servían. O al menos
tendría que hacerle bajar la guardia para intentar tomar ventaja.
-¡Me
rindo, por favor, no me hagas daño.
Pidió la muchacha con una mirada
suplicante que no tuvo mucho trabajo en poder fingir, aunque no era capaz de
distinguir el rostro de su captor. Aquel resplandor dorado era demasiado fuerte
y la obligaba a apartar la vista.
-Dime
qué quieres que haga.- Añadió ella.-
Por toda respuesta el hombre la
agarró por los hombros y la besó en la boca de forma pasional. Tomada
totalmente por sorpresa Bertie al principio trató de resistirse, pero luego se
dejó llevar. Fue un beso largo en el que la chica notó con la lengua de aquel
hombre jugueteaba con la suya. Al terminar éste la miró fijamente con unos ojos
verdes destellantes, le guiñó uno y simplemente desapareció. Ella se quedó
sorprendida, temblando desconcertada y bastante asustada, con el corazón
latiéndole fuertemente. Al fin la chica trató de serenarse, tocándose los
labios se abrazó a sí misma y descubrió que tenía un papel entre uno de los
tirantes de su uniforme. - Lo sacó y leyó su contenido -.
-"Si
deseas saber quién soy y cuales son mis intenciones acude al parque del oeste
esta noche tú sola. Sabré si vienes con alguien, conozco cada paso que das,
cada movimiento que haces y recuérdalo, te estaré observando”.
Al
leer esto se sintió confusa y nuevamente asustada, pero se calmó recurriendo a
su capacidad de raciocinio. Si ese extraño individuo dorado hubiera querido
acabar con ella podría haberlo hecho allí mismo. Y aquel beso... ¿por qué? No
fue desagradable, sino incluso, al contrario. Además, la había protegido de ese
otro extraño ser. Eso le convertía en un aliado potencialmente muy valioso.
Desde luego, estaba desbordada por la curiosidad. Y además le recordaba a ese
muchacho con el que se había citado esos últimos días.
-
No, no puede ser él, su pelo es totalmente distinto.- Se dijo.- ¿Podría ser alguien
de Némesis que haya enviado el príncipe Diamante?- Volvió a especular.-
Bertie
no lo pensó demasiado, decidió acudir, tenía muchas cosas que preguntarle.
Entre tanto Roy sonrió, aterrizó cerca en una caseta y volvió a su estado
normal. Esa noche presentía que algo importante iba a ocurrir. Había hecho bien
en ir al santuario esa mañana, tanto él como su amigo se levantaron temprano y
volvieron, sabían que las hermanas atacarían tarde o temprano. Le alegró el
haber evitado que su chica hiciera ninguna estupidez. En cuanto a ese individuo
tan raro, quizás fuera alguien de la Luna Negra esa. Sin embargo, la propia
Bertie pareció sorprenderse al verle. ¿Y eso de que esperaba refuerzos?... ¿Y
quién era ese otro tipo al que mencionó? ...En fin, habría que ir paso a paso.
Ya lo averiguaría.
-No
sé. No recuerdo que ni Bertie, ni las sailors, nos comentasen nada de esto.
Quizás se les pasó.- Se dijo.-
Kermesite por su parte se acercaba a
la chica, cuando la tenía a tiro escuchó una voz de hombre que reconoció. Era
la de aquel chico cantante. En efecto Tom la esperaba y le dijo.
-
¿Qué pretendes hacer?...
Por toda respuesta ella le atacó
tratando de acertarle con sus largas uñas como puñales, Tom las esquivó y le
sujetó las manos con fuerza, sonrió y dijo...
-Eso
sí que no... No te permitiré que lo hagas.
-
¿Quién eres tú? Dime. ¿Por qué tienes tanto interés en impedirme cumplir con mi
misión? - Espetó ella. -
-
¿Llamas cumplir con tú misión a tratar de asesinar a una niña? - Le recriminó él
a su vez con tono indignado. - ¡Vamos, despierta! Os están utilizando a ti y a
tus hermanas. Ese Hombre Sabio no es quién dice ser...
-
¿Qué sabes tú del Hombre Sabio o de cualquiera de nosotras? - Le preguntó su
sorprendida interlocutora. - ¿Eres acaso amigo de las guerreras? ¡Morirás! -
Escupió en tanto trataba de volver a acertarle con aquellas alargadas uñas. -
Tom había
perdido la paciencia y tras esquivar el ataque sujetó a la chica con una llave
de defensa personal que la impedía moverse en tanto le espetaba.
.
-
¡Acaso no ves que yo no quiero hacerte daño!
Me preocupo por ti, Kermesite, ¿es que no te das cuenta?...
-
¿Cómo sabes mi nombre...? ¿Quién eres? - Quiso saber ella cada vez más agitada.
-
De
hecho, estaba tratando de revolverse para escapar y a punto de tele
transportarse a la nave, cuando escuchó a ese chico decir de forma más
conciliatoria.
-Podría
explicártelo todo si dejases de intentar matarme. Sólo te suplico un momento de
tregua. ¿Es que es tanto pedir? ¿Qué puedes perder? - Le reprochó él.-
Kermesite
se relajó y asintió, su corazón latía muy deprisa y el chico pudo notarlo.
Aunque finalmente se fue calmando, ella también tenía curiosidad y Tom pudo
soltarla.
-Te
escucho, pero procura ser convincente porque sino desde luego que te mataré. –
Amenazó la joven con fuego en su mirada y visible desconfianza pese a todo. -
Pero el chico no tuvo ocasión de
responder. A lo lejos oyeron gritos de socorro de la gente, incluso de algunos
niños que estaban jugando en un parque cercano.
-
¿Qué es lo que habéis hecho? - Quiso saber él mirándola con una mezcla de
sorpresa y reprobación. -
-Yo
no he hecho nada. - Se defendió la joven enfrentando su mirada a la del
muchacho, aunque atónita también. - Quizás alguna de mis hermanas se me haya adelantado.
- Dijo casi más para sí misma…
Desapareció para trasportarse a ese
lugar, Tom la siguió, por suerte no quedaba lejos. La atónita chica vio correr
a personas de un lado a otro. Al poco una explosión sacudió un terreno cercano.
Había gente tirada por el suelo, algunas personas heridas de gravedad.
-Mis
hermanas nunca harían algo así. No tenemos más blanco que la chica o las
guerreras. Estas personas no nos interesan para nada en ese sentido.- Afirmó.-
Levantó la vista al cielo de dónde provenía
aquello y vio a dos extraños seres con una especie de armadura y sendos visores
acoplados a sus cabezas. Uno de ellos la vio a su vez y pareció sondearla…
-Fuerza
de combate novecientas cincuenta y dos unidades, es un blanco relativamente
fácil. - Declaró mirando a su compañero. -
-
¿Quiénes sois? ¿Qué queréis? ¿Droidas de Petzite o de Calaverite? - Opuso Kermesite
con expresión entre indignada y sorprendida. - Les dije claramente a mis
hermanas que yo me iba a ocupar de esto. -
-
¿Defiendes tú este planeta? - Le preguntó a su vez una de esas extrañas
criaturas que parecía ser un humanoide de tono rosado y gran cabeza abultada. -
-
¿Qué estás diciendo? Estúpido. Nosotros hemos venido a tomar este planeta para
nuestro príncipe. - Replicó la Ayakashi. -
-Entonces
también sois enemigos. - Sentenció esa aparición. -
Y sin mediar más palabra atacó
lanzando un rayo de energía. La atónita Kermesite se apartó esquivándolo pero
el otro ser hizo lo propio tomándola por sorpresa, Aunque en esta ocasión fue
Tom quién se abalanzó hacia ella apartándola de la trayectoria de aquello.
Ambos se cubrieron en el suelo de la explosión que atronó el lugar.
-
¡Maldita sea! ¿Son amigos tuyos? - Quiso saber él. -
-
¿Cómo van a serlo si han intentado matarme? - Repuso la joven con tono entre
furioso y sorprendido. -
No obstante, Kermesite contratacó
con su Dark fire…Elevándose en el aire empezó a arrojar una sucesión de rayos
de energía oscura contra sus adversarios. Desde luego Tom quedó impresionado.
No la imaginaba siendo capaz de desplegar tal poder. Pese a ello, esas dos
criaturas no parecieron estar demasiado preocupadas. Esquivaron esas mortales
ráfagas con celeridad.
-Tengo
que hacer algo. - Se dijo él que entonces recordó las palabras de Landar. -
¡Levitación! - Exclamó elevándose en el aire junto a ella. -
La chica le miró sorprendida a su
vez. Si ese joven era un humano corriente, ¿Cómo podía hacer eso? Pero no tuvo
demasiado tiempo como para preguntárselo. Sus enemigos atacaron de nuevo, en
tanto analizaban a ese recién llegado.
-Fuerza
de combate cuarenta y dos unidades, ¡basura! - Espetó uno de esos rosados
tipos. -
-
¿Ah sí? - Replicó él con tono de desafío cuando invocó otro hechizo. - Analiza
esto… ¡fénix!
Y una especie de pájaro de fuego
surgió de sus manos volando a tal velocidad que sorprendió a esos dos seres
estallando junto a ellos para lanzarles al suelo. Tras reponerse de su asombro
Kermesite fue a rematarles.
-¡Dark
Fire doble fuerza!- Invocó lanzando una llamarada oscura contra esos dos que al
punto quedaron reducidos a cenizas.-
El chico la miró incrédulo y hasta
espantado cuando descendió a su lado ella en cambio sostuvo su mirada y declaró
sin parecer preocupada.
-Ellos
habrían hecho lo mismo con nosotros de haber tenido la ocasión.
-Sí,
pero por malvados que fueran no me agrada mucho esto. - Contestó él. - No me
gusta acabar con nadie. Aunque sean demonios.
-
¿Demonios? No te comprendo. - Pudo decir la joven observándole ahora con
extrañeza. -
-Es
largo de contar. Quizás ahora que parece que te has dado cuenta de que estoy de
tu lado, pueda explicártelo. - Suspiró él. -
-No
sé de qué lado estas. Pero admito que me has salvado de esos extraños seres. -
Reconoció su contertulia, condescendiendo. - Eso al menos te hace merecer una
oportunidad de explicarte.
En eso se dieron cuenta de que
muchas personas habían visto ese combate desde lejos, algunas se aproximaban
curiosas. Escucharon los ecos de las sirenas de las ambulancias que llegaban ya
para atender a los heridos, junto a la policía. Tom le indicó a su acompañante
que sería mejor que se alejasen. Ella asintió, tras caminar un poco tomaron
asiento en un banco de un parque algo alejado de todo aquel caos.
-Dijiste
que ibas a explicarme todo esto. - Le recordó ella, que quiso saber. - ¿Quiénes
eran esos que nos atacaron?
-No
lo sé. - Admitió el chico. - Jamás les había visto. Creí que eran de los tuyos…
-No
que yo sepa. - Repuso su contertulia a su vez. Interesándose entonces para
pedirle sin más rodeos. - Quiero que me digas quién eres y cómo sabes tanto
sobre mí…
Tom asintió y le contó parte de la
historia que él sabía, dijo muchas cosas que la misma Cooan le había desvelado,
como por ejemplo.
-Tu
madre se llama Idina, Idina Kurozuki, y tu abuela se llamaba Kim. Te ponían
muchas canciones de la Tierra a ti y a tus hermanas. Y tú le prometiste a tu
madre que si algún día tenías una hija le pondrías su nombre. A mí me encanta,
es un nombre precioso.
Al oír eso ella se quedó perpleja...
-
¿Quién te ha contado todo eso?... - musitó asombrada -...
-
¿De veras quieres saberlo? - Ella asintió de inmediato. Tom la miró fijamente y
respondió. -Tú...fuiste tú, cuando te conocí. – Y para apoyar su alegato del
bolsillo de su camisa sacó su cartera y de esta extrajo una fotografía de ella
junto con él. -
Kermesite miró la fotografía con la
boca abierta, desde luego no recordaba habérsela hecho nunca. De todos modos, o
aquella chica que posaba sonriente y abrazada a ese muchacho era una hermana
gemela suya o el parecido era tan claro que no podía ser ignorado. ¡Era ella
misma! al cabo de unos segundos le preguntó a su contertulio sin poder dominar
su asombro.
-
¿De verdad que esa soy yo? - Tom asintió y repuso. -
-Aunque
estás muy cambiada ahora, eres una chica muy dulce, al menos la Connie que yo
conozco. Bueno te llamamos así. - Sonrió algo azorado ante la atónita mirada de
ella, para agregar con tintes más entristecidos. - El caso es que no comprendo
cómo te comportas de esta forma ahora.
-Tengo
una misión. Aunque parezca despiadado debo matar a esa chica o sino nuestro
mundo estará condenado. Eso le dijo el Sabio de mi mundo a nuestro príncipe. -
Se justificó ella de forma nada entusiasta. -
-Eso
no es cierto, - le rebatió Tom - ese Sabio engañó a Diamante, todas vuestras
desgracias son obra suya. Debes creerme. Y si no hacemos nada ese monstruo
acabará por matarles a todos.
-Pero,
¿qué pruebas tienes de eso? - Objetó Cooan cada vez más atónita para oponer. -
El príncipe Diamante nunca lo creería. Ni yo tampoco puedo creerlo.
-
¿Y si te lo probase? - Le inquirió él con gesto esperanzado. –
-
Ya veremos – replicó la chica que no parecía querer convencerse de aquello. -
-Confía
en mí, déjalo en mis manos y en las de mi amigo, él es lo bastante poderoso
como para salvar a tu planeta. Pero debes prometerme que dejarás en paz a esa
niña...Por favor, al menos dame algo de tiempo.
El rostro de
Kermesite mostró su lucha interna, después de lo sucedido y con aquellas
revelaciones y esa fotografía sus convicciones de años parecían tambalearse. No
estaba segura de lo que hacer. Pero, ¿y si fuera cierto? De todos modos, podía
esperar un poco para confirmarlo. De modo que, suspirando largamente para
relajar su tensión, concedió tras meditar.
-
Te daré hasta esta noche para que demuestres que lo que me dices es verdad. Nos
encontraremos en este parque a las nueve. Y por tu bien espero que todo lo que
has dicho sea cierto. – Sin esperar respuesta desapareció reapareciendo en su
nave sintiéndose muy confusa. -
Bertierite también volvió, estaba
desconcertada, sus otras hermanas mayores regresaron al poco tiempo de la
búsqueda a la que las enviara Rubeus sin resultados provocando el inevitable
enfado de éste. También Kermesite había vuelto antes que ella, pero estuvo muy
callada y reservada. La misma Bertie no quiso hablar con nadie. Meditaba sobre
lo sucedido en sus estancias. Tenía que admitir que estaba desconcertada. No
sabía quién podría ser ese hombre, ni el extraño ser que la atacara destruyendo
a una de sus mejores droidas.
-Es
mejor no informar a Rubeus de esto. Al menos todavía. Hasta que no tenga
respuestas.- Reflexionó.-
Así
pues esperó unas horas, deseando que llegase el momento. Al fin, con su
uniforme de maligna, bajó al parque. Se aseguró de que estuviera vacío, y
también oscuro, sólo la luna iluminaba débilmente la noche. Al poco escuchó una voz familiar, aunque no
podía ubicar de donde procedía, que le decía.
-Tú
siempre tan puntual, Bertie.
-
¿Quién está ahí? ¿Por qué no sales para que te vea?,- preguntó ella mirando
hacia todas direcciones sin poder ver a nadie. -
-Ahora
saldré, pero antes debes prometerme que desistirás en esa misión tuya...
-
¿Eres un aliado de las guerreras, verdad? - Repuso ella con indignación,
declarando convencida. - No conseguiréis que faltemos a nuestra promesa de
cumplir con éxito la tarea que nos han asignado, puedes decírselo a ellas.
Entonces una figura alta se acercó a
ella, al fin se dejó ver, iluminando el cielo nocturno con un resplandor
dorado. Antes de que Bertie pudiera reaccionar la tenía a su lado y alargando
un poderoso brazo con una mano que refulgía en ese mismo tono color oro añejo,
acarició suavemente la barbilla de la muchacha. Al fin Bertierite le reconoció
asombrada, sobre todo cuando él dejó de brillar y volvió a su estado normal...
-
¡Tú, no es posible! ...- musitó y trató de ponerse en guardia, pero Roy la
acarició nuevamente con suavidad y le susurró acercando sus labios a una de las
orejas de la chica. -
-Si
eliges ser mi enemiga, tendré que luchar contra ti, porque estás en el bando
del mal. Pero si me entregas tu corazón y cambias, no dudaría ni un segundo en
dar mi vida por la tuya.
-
¿Quién eres tú? - Le preguntó ella asombrada. - ¿Por qué me dices todo eso? ¡Yo
ni siquiera te conozco!
-Únicamente
soy alguien que se preocupa por qué no sufras daño. Esta misión que cumples no
es lo que tú crees. Confía en mí. El odio es malo, te acaba destruyendo. Debes
confiar en los demás.
-Esas
palabras son de las guerreras. - Repuso Beruche molesta y con tono desconfiado.
-
-Las
guerreras no tiene nada que ver con esto. Ellas tampoco saben quién soy yo, al
menos no aún. Y mi fuerza es muy superior a las suyas y a la de todo tu clan.
Créeme, no estoy aquí por indicación de ellas.
-Eso
es muy difícil de creer.- Sonrió ella escéptica. –
-
¿Acaso no te he demostrado que no deseo hacerte daño? - Inquirió él a su vez. -
-
¿Y cómo sé qué ese extraño ser no era un subordinado tuyo? - Quiso saber la
joven. -
-Del
mismo modo en el que yo no sé si era uno de tus robots. - Contestó él-
-
Aun así, no me has dado una prueba de lo que dices. - Objetó la chica. -
Por toda réplica Roy aumentó su
energía recobrando su nivel de súper guerrero y solamente con las ondas de
poder que de él emanaban arrasó una amplia extensión de hierba creando un
agujero en torno suyo. Bertierite se quedó petrificada en el aire. Visiblemente
intimidada por esa descarga de fuerza. El chico cesó entonces su emisión de
energía y regresó otra vez a su estado normal. En ese momento en la nave
Karaberasu y Petz detectaron esa fuente de poder y fueron nuevamente enviadas
por Rubeus para investigar. Ajeno a esto Roy le explicaba a su interlocutora.
-Esto
no es nada para lo que soy capaz de hacer, pero no quiero destruir la ciudad
entera. Tú sólo llévame hasta ese maldito adivino de pacotilla que conocéis
como el Hombre Sabio.
-
¿El amo Hombre Sabio?,- repitió Beruche atónita. - ¿Qué tiene él que ver…?
-No
le llames amo, - repuso Roy visiblemente molesto ahora - Ese payaso no es tu
amo, ni el de nadie. Lo que pretende en realidad es exterminar a toda la vida
que existe, tanto en la Tierra como en Némesis. Yo ajustaré cuentas con él.
-
¿Co, ¿cómo sabes tú eso? - pudo
preguntar ella incrédula. - No, sencillamente no puedo creerlo…
-
He luchado contra él y sus secuaces los demonios. Las guerreras lucharon
conmigo y tú también junto a tus hermanas, y vuestro príncipe Diamante con su
hermano Zafiro.
-
¿Qué? - dijo Bertierite riéndose. - ¡Vaya tontería! Nosotras nunca nos
uniríamos a las guerreras.
-Eso
pasará en el futuro, yo vengo de allí- le confesó Roy. -
-
¿Y pretendes que me lo crea? - Repuso la muchacha moviendo la cabeza. - No, no
es posible.
-
¿Por qué no? ¿Si vosotras mismas lo habéis hecho? ¿Acaso no habéis venido desde
del siglo XXX hasta aquí? ¿Es que no ves que es absurdo? ¡Habéis regresado al
pasado para vengaros de algo que todavía no ha sucedido! Queréis cambiar las
cosas antes de que ocurran. Yo sé que en el fondo no sois malas personas. En mi
futuro he llegado a conoceros, a conocerte bien. Podríais ser buenos amigos de
las guerreras. ¿Es que no lo veis? - Replicó él de forma tajante y tan
convincente que Bertie quedó pensativa. -
En ese mismo instante Petzite y
Calaverite aparecieron levitando a varios metros sobre ellos. Ambas adoptaron
una posición de combate en tanto Petzite declaraba.
-
Así que aquí estás. Por fin te hemos descubierto. – Entonces interrumpió su
perorata al ver a su hermana Bertierite y pudo añadir estupefacta. - ¿Qué haces
tú aquí con ese extraño?
-Otras
dos más que han aparecido de repente al sentir mi energía. - Intervino rápidamente
Roy sin dar posibilidad a la asombrada Bertie de contestar. - Como le dije a
vuestra hermana cuando me sorprendió aquí. Os lo diré a vosotras también.
Deponed vuestra actitud, no os lleva más que a la ruina y escuchad lo que tengo
que deciros.
Por
toda réplica recibió el ataque del látigo de Calaverite en tanto ésta
exclamaba.
-No
tenemos tiempo de charlar. Es muy tarde ya, y tengo que irme a la cama.
Acabaremos contigo ahora mismo.
-No
Kalie, ¡por favor! -. Quiso mediar Bertierite -. Espera un momento.
Comprendió enseguida que las
extrañas palabras de Roy obedecían a no querer delatarla ante sus hermanas para
que estas no la acusaran de ser una traidora. Quizás conviniese escuchar todo
lo que ese extraño muchacho tuviera que contarles.
-
¿Cómo? - le espetó Petz enfrentando una dura mirada a su hermana menor -.
¿Acaso estás de su parte? ¿Quieres estropear nuestras posibilidades de ascenso
una vez más?
-No,
no se trata de eso. Solamente dejad que os cuente lo que me ha dicho a mí-.
Pidió su contertulia con preocupación. -
-Está
claro que eres una estúpida inexperta. Te dejas persuadir por primer tipo guapo
que te habla.- Sentenció Calaverite atrapando a Roy del cuello con su látigo
para afirmar. - Voy a acabar con él ahora mismo. Luego ya hablaremos contigo
sobre esta traición.
Roy
ya estaba harto de todo aquello y simplemente agarró el látigo con una mano y
tiró de él, atrayendo a la muchacha que no esperaba tal fuerza. El chico agarró
a la sorprendida hermana y quitándose el arma en su cuello la enroscó en su
propia poseedora, sujetándola como rehén al tiempo que decía.
-Mi
paciencia tiene límites, aunque se trate de vosotras. Escuchad. No quiero haceros
ningún daño. Pero no me estáis dejando otra elección.
Sin
embargo, Petzite no pareció mostrarse impresionada, apuntó a Roy y a su
asombrada hermana Calaverite y les lanzó un rayo energético oscuro que sacudió
a ambos. Ella gritó de dolor, aunque Roy no pareció inmutarse en tanto Petz
reía diciendo.
-
¿Acaso crees que me detendré, aunque tengas a una de mis hermanas como rehén?
Las Ayakashi debemos sacrificarnos si así es conveniente para la misión.
-
¡Pero Petz!, pudo sollozar Bertierite, incrédula ante lo que veía. Somos
hermanas. ¡No puedes!…
-
¡Cállate traidora! - Le espetó ésta lanzando contra ella otra descarga que hizo
que Bertierite cayera al suelo tras convulsionarse. -
Aquello
fue demasiado para Roy, soltando a Calaverite se transformó de nuevo en súper
guerrero emitiendo una intensísima aura dorada. Petz quedó anonadada al verle…
-¿Qué
es eso?- Pudo apenas exclamar.-
En la nave
Rubeus detectó aquella prodigiosa descarga energética y ordenó a Kermesite
unirse a sus hermanas. Ella, que debía
acudir a la cita con Tom de todas formas, fue sin rechistar. Además, eso le
serviría de coartada. Por su parte éste último había llegado unos momentos
antes, justo para asistir al espectáculo de su amigo emitiendo su poder. La
atónita Petz trató de reaccionar, pero Roy fue más rápido. Apareció ante ella
en un parpadeo y la golpeó con fuerza controlada en el estómago. La muchacha se
dobló por el impacto que apenas sí la dejaba respirar, no tardó en quedar sin
sentido. No obstante, su atacante la sujetó al vuelo en brazos cuando la chica
empezaba a caer al suelo. Para entonces tanto Bertierite como Calaverite
estaban recuperadas del ataque anterior.
-Pero
Petzite, ¿por qué has hecho esto? - Pudo musitar su hermana Calaverite aún
incrédula, mirando a su hermana mayor inconsciente sobre el suelo. -
-
¿Veis a lo que me refiero? Esto es lo que provoca la manipulación del Sabio y
toda esa maldita energía oscura que lleváis dentro. - Replicó amargamente Roy,
que justo entonces vio a Tom llegar corriendo y a Kermesite aparecer a pocos
metros sobre ellos. -
La
sorprendida recién llegada miraba la escena sin saber que pensar. Viendo a
aquel extraño hombre brillando de esa forma y con su hermana en brazos, creyó
que había atacado a las otras. Aguardó a que ese extraño depositase a Petz en
el suelo y estaba dispuesta a lanzar una ráfaga de sus rayos cuando Tom le
gritó.
-
¡Espera, no lo hagas! Ahora que estáis todas juntas os lo explicaremos. Por
favor, confía en nosotros.
-Sí,
Kermie. - Añadió Beruche con tono suplicante. - Baja aquí, no temas, no quieren
hacernos daño.
-¿Cómo
qué no? ¿Y qué ha pasado con Petzite?- Demandó saber.-
-No
es lo que crees, ella nos atacó antes. Este tipo únicamente nos defendió.- Tuvo
que admitir Calaverite.-
Pese
a todo y tras unos segundos para meditarlo, la aludida descendió con
prevención, no podía dejar de mirar a su hermana tendida en el suelo junto a
ese hombre. Sin embargo, fue la propia Calaverite la que le insistió.
-Es
difícil de creer pero es la verdad. Fue ella la que nos atacó. Este hombre nos
ha salvado. Y pudiendo haberla matado no ha herido a Petz, solamente está sin
sentido.
Al
poco la mayor de las hermanas efectivamente volvió en sí. Roy la levantó en
brazos y la depositó con cuidado sobre un banco cercano. Cuando ésta vio a sus
hermanas y a esos dos chicos allí, uno de ellos el tipo ese que brillaba en
tono dorado, hizo un amago de escapar, pero sus hermanas extendieron las manos
y le suplicaron.
-Todo
está bien, Petz. - No son enemigos nuestros. Podrían haberte matado si hubiesen
querido.- Le insistió Calaverite.-
-
¿Pues quiénes son entonces? - Rebatió ella aún con incredulidad. -
Tom se adelantó y poco a poco le fue
contando la historia. Su interlocutora negaba con la cabeza refutando.
-Eso
no puede ser cierto. Nuestro príncipe sabe bien lo que hace.
-
¡Ese que va a saber! - Se mezcló Roy volviendo a su estado normal y añadiendo
para sorpresa de las chicas. - Es tan despistado que ni siquiera sabe lo que
Esmeralda siente por él. Le pasa igual que a Zafiro contigo. - Añadió
dirigiéndose a Petz que enrojeció visiblemente ante la sorpresa de sus dos
hermanas menores que no entendieron esa alusión y el asentimiento cómplice de
Calaverite que, sin embargo, no quiso decir nada. -¿A que sí?...es un gran
chico pero está embebido en su trabajo…
-Pero,
¿cómo puedes saber tú?... quiso preguntar la aludida a su vez entre balbuceos y
un más que evidente sonrojo en su rostro…
Aunque
Roy no estaba ahora para ese tipo de temas y sin darle a su interlocutora más
tiempo a réplica, prosiguió.
-
Es ese Sabio asqueroso que os tiene engañados a todos. Quizás las cosas no
tendrían que haber sido así, no habríamos debido interferir. Pero no hemos
podido permitir que siguierais adelante con esta locura.
Aunque
de nuevo, cuando Kermesite iba a interpelar algo, fueron interrumpidos. El
mismo Rubeus impaciente por la tardanza de las hermanas había bajado y escuchó
la última parte de la conversación. Portaba en su mano un báculo rematado con
una piedra preciosa engastada y sin dar tiempo a la reacción de nadie, escupió.
-De
modo que estáis conspirando contra nuestra familia. ¿Eh? Menos mal que el Sabio
me previno que un enemigo poderoso estaba aquí. Pero con este báculo que me ha
proporcionado no tengo nada que temer. Con él abriré una puerta que os arrojará
a todos al vacío. A los enemigos y a las traidoras.
-
¡Pero, amo Rubeus! - Pudo exclamar Kermesite acercándose a sus hermanas. -
¿Cómo vas a hacer eso? ¡Nos matarías a todas!
-Un
precio pequeño, si con eso cumplo con mi misión. - Sonrió despectivamente él. -
-No
puedo creer lo que oigo. - Pudo replicar la atónita muchacha para exclamar -.
¡Te he amado durante todos estos años, y tú también a mí!
-
¿Amor? - Escupió despectivamente éste. - ¡Qué tontería! Tú solamente eras un
instrumento. ¡No te he amado ni un instante en toda mi vida!
Visiblemente
impactada, llorosa y destrozada por aquella revelación, Kermesite bajó la
cabeza y se quedó temblando sin poder reaccionar. Tom corrió a abrazarla
observando a ese canalla con fuego en la mirada. Ojalá pudiera volar para ir a
ajustarle las cuentas. De hecho, podría con un conjuro, pero ahora tenían algo
más serio por lo que preocuparse. Rubeus
elevó el báculo y cuando iba a cumplir su amenaza, otra interrupción vino a
sumarse a la ya larga lista de aquella noche. Era la decidida voz de Guerrero Luna.
-
¡Alto ahí! - Exclamó apuntando con su dedo al jefe de las Ayakashi mientras las
demás sailors estaban en guardia. No sé
qué está pasando aquí, pero ni vosotras hermanas malignas, ni tú Rubeus
amenazaréis a personas inocentes.
-
¡Espera! - Intervino Tom para asombro de la aludida y sus compañeras. - Esto no
es lo que creéis.
-Esto
se está poniendo interesante, - sonrió Rubeus que añadió, en tanto apuntaba con
su báculo al suelo y lo arrojaba con violencia. – Pero es mejor así. Ha sido
una suerte que os hayáis reunidos todas en el mismo sitio. Ahora mataré a las
traidoras y a las guerreras todas juntas.
Y
cuando ese báculo golpeó tierra hubo una gran explosión. La onda expansiva
arrojó a todos al suelo salvo a Roy que permanecía clavado en él y con
expresión de pocos amigos. Miró hacia Rubeus y sentenció.
-
¡Ahora sí que te la has buscado, miserable! Me dijeron que eras un idiota pero
se quedaron cortos.
Sin
dar tiempo a éste ni a reaccionar ante aquellos insultos, Roy desapareció de su
vista reapareciendo justo a su lado y lanzando un puñetazo al estómago del
asombrado Rubeus que se dobló por el impacto. Desgraciadamente eso no previno
que tras la explosión se abriera una especie de agujero que empezó a succionar
todo lo que tenía cerca. Al poco de recobrarse las guerreras, las hermanas y
Tom se agarraban a los árboles y bancos cercanos para evitar ser atraídos. En
tanto Roy agarraba a Rubeus y se posaba con él en tierra, la guerrera Mercurio
tomó la palabra en tanto escaneaba aquel agujero creciente con su visor.
-Es
una especie de portal dimensional. Nos arrastrará a todos si no lo cerramos.
-No
hay manera de conseguirlo. - Pudo exclamar guerrera Venus. -
-Sí,
¡claro que la hay!, -terció Petz diciendo-. Voy a lanzar mi poder contra él y
haré que se cierre.
-Es
muy peligroso, te arrastrará. - Le advirtió guerrero Júpiter -
-No
hay otro modo si quieres evitar una catástrofe para tu mundo. Ni para nosotros.
- Replicó Petz emitiendo gran parte de su energía contra ese agujero. -
Desgraciadamente
Júpiter tenía razón, la muchacha no logró su objetivo siendo arrastrada de
inmediato hacia el vórtice de aquel agujero, por suerte algo la sujetó
agarrándose a su muñeca. Era el látigo de su hermana Calaverite, que por su
parte era sujetada por sus otras hermanas que a su vez se agarraban a un árbol
cercano. Pese a lo comprometido de aquella situación Kalie exclamó casi con
divertida sorna.
-No
dejaré que seas tú la única heroína de esta historia.
-
¿Tú?, - preguntó asombrada su hermana, añadiendo de forma culpable. - Traté de
matarte antes, ¿por qué me ayudas?
-Nosotras
siempre hemos discutido, Petz. - Contestó Kermesite que agarraba fuerte a
Kalie. - Pero para algo somos hermanas.
-Sin
ti no seriamos las cuatro hermanas de la familia Ayakashi. - Añadió Beruche
aferrando también a Calaverite con todas sus fuerzas. -
Las sailors
presenciaban la escena tratando de pensar algo. Finalmente, Ami les indicó.
-Debemos
unir nuestras energías para cerrar la brecha, hemos de saltar al vórtice y
lanzar nuestro poder. Es la única manera.
-Dejad
que os eche una mano. - Les pidió Roy en tanto que Tom ayudaba a las hermanas a
jalar del látigo para traer a Petz a la seguridad del refugio junto a ese gran
árbol al que se agarraban. -
Aunque
al mismo Roy también le empezaba a pasar factura aquella fuerza que parecía
crecer cada vez más. Pese a todo él se elevó brillando sobre aquel agujero y
mientras las guerreras unían sus manos y formaban un círculo él acumuló
energía. Una tras otras las guerreras luchadoras fueron invocando sus poderes
creando un espectro de energía multicolor en tanto se tele portaban al interior
de aquel abismo negro. Entonces
descargaron su energía provocando una explosión que comenzó a cerrarlo. Por
desgracia eso les costó perder sus reservas energéticas. Roy entonces usó su
traslación concentrado en sus auras y metiéndose por aquel hueco ahora
menguante pudo llegarse al círculo que formaban las chicas. Agarrando de la
mano a una de ellas se transportó al exterior centrándose en la energía de su
amigo Tom.
-
¡Lo logramos! - Exclamó una exultante Marte cuando salieron de allí, viendo como
aquello iba cerrándose poco a poco y esa fuerza de succión remitía. -
A
todo esto, Rubeus recuperó el sentido y viéndose en desventaja se transportó a
su nave. Por suerte para él sus ahora enemigos no parecieron prestarle
atención.
-Debo
informar al Sabio de lo que ha pasado y esperar que pueda ayudarme.- Se dijo
con temor.-
Entre
tanto, calmadas las cosas, todos se reunieron y Roy pudo contar a las sailors
lo que sucedía.
-Si
eso es tal y como dices que fue, entonces la historia ha cambiado de algún modo.
- Indicó guerrero Venus. -
-No
en lo esencial. - Intervino Tom. - Por lo que recuerdo de lo que las hermanas
nos contaron. Hubo una especie de torbellino que pudisteis cerrar.
-Y
todas ellas fueron purificadas con el Cristal de Plata. - Agregó Roy mirando a
las confundidas hermanas. -
-
¿Tú crees que eso será posible? – Le
preguntó Rei a Usagi a lo que ésta sencillamente se encogió de hombros. -
-Por
favor, tú puedes hacerlo. Ayuda a las chicas. - Le pidió Tom para sorpresa de
las mismas y del resto.
-Un
momento. – Tercio Petzite afirmando al comprender. - Eso nos haría perder
nuestros poderes.
-Si.
Lo haría. – Replicó Roy añadiendo también. - Pero eliminaríais esa energía
oscura que os afecta a vosotras mismas.
-No
estoy muy segura de querer ser una humana normal. – Declaró Calaverite para
sorpresa de los muchachos. –
-Pero
no podremos regresar a nuestro mundo ya. Para todos somos unas traidoras. ¿Para
qué queremos estos poderes? – Se preguntó Bertierite.-
-¿Y
nuestros padres?- Inquirió agudamente Petz.- No volveríamos a verles.
Ahora Tom y Roy se miraron con
tristeza, fue el segundo quien llamó la atención de todos para comentar,
dirigiéndose a las hermanas.
-No
sé cómo deciros esto. Será muy duro de aceptar, pero pude ser testigo de ello.
-¿A
qué te refieres?- Quiso saber Kermesite.-
-Se
trata de vuestros padres. O al menos de vuestra madre, Idina Kurozuki. Ella,
bueno, os dejó un mensaje.- Fue apenas capaz de decir.-
-¿Cuándo?
¿Qué mensaje?- Inquirió Bertie, tan perpleja e inquieta como el resto de sus
hermanas.-
-Fue,
o mejor dicho será cuando tras unos años, nos conozcamos y luchemos contra una
copia del Sabio. Uno de sus hermanos que estaba tratando de esparcir el mal en
este época. No sé cómo lo hizo pero vuestra madre logró enviar un mensaje
dentro de su bola. Cuando vosotras le destruisteis ella apareció.- Pudo
explicar Tom a unas estupefactas
muchachas que tornaron su expresión de asombro en otra de horror y
desesperación cuando finalmente ese chico se atrevió a desvelarles.- Ella dio
su vida tratando de acabar con el Sabio de vuestro tiempo. Al parecer se
sacrificó haciendo algo.
-¡No,
no puede ser cierto!- Exclamó una llorosa Kermesite.-
-Por
desgracia estaba allí, luchando en mi propio combate, pero la vi. – Afirmó
Tom.- Luego vosotras mismas me lo contasteis.
-¡No
puedo creerte, no quiero hacerlo!- Gimió Calaverite llevándose las manos a la
cara.-
-Vayamos
a por ese canalla y obliguémosle a confesar si es cierto.- Propuso Bertie.-
-No
podríais hacerlo.- Las detuvo Petzite, llena de consternación, pero más calmada
al tiempo que les recordaba.- Solamente es una proyección. Al menos en esta
época. Y para volver tendríamos que tomar la nave de Rubeus.
-¡Pues
a por él!- Afirmó una decidida Calaverite.-
-No
será fácil, habrá elevado los escudos de la nave.- Opuso Beruche con pesar
todavía al pensar en su madre, añadiendo incluso con frialdad.- Tenemos que
pensar con calma y cuando encontremos una debilidad, o salga de ahí, le
atacaremos sin piedad para que confiese. Le torturaremos si es necesario.
-Esa
no es la manera.- Terció Roy, alegando.- Por favor, confiad en nosotros. Si hay
una forma de conseguirlo lo haremos. Pero libraos de esa energía negativa. No
creo que a vuestra madre le gustase ver que podéis llegar a ser tan despiadadas
como ese tipejo de la capucha.
Las
hermanas se miraron aunque enseguida fue Calaverite quien recriminó a ese
chico.
-Si
se hubiese tratado de tu madre no creo que pensases así.
-Te
equivocas.- Suspiró él, desvelándoles a todos.- Yo perdí a mis padres por culpa
del mal. Unos sicarios de ese mismo encapuchado de esta época les sacaron de la
carretera. Ellos murieron para protegerme y yo pude saber que su mayor deseo
era que no me convirtiera en un siervo de la oscuridad. Es el odio quien nos
hace caer en las garras del mal. Eso es lo que las guerreras de la Luna y
vosotras mismas, me ayudasteis a ver.
Todas volvieron a intercambiar miradas, incluso las sailors
quienes no tenían idea de lo que aquel muchacho estaba hablando. No obstante,
asintieron estaban totalmente de acuerdo con eso. Y fue Bertie quien
dirigiéndose a él finalmente esbozó una débil sonrisa y afirmó.
–Confío en ti. Sé que eres sincero.
-Y
yo. – La secundó Kermesite dirigiéndose a su vez a Tom para sentenciar. –
Habéis sido nuestros buenos samaritanos. -
Sus
hermanas mayores se miraron con visible confusión. Entonces Roy se aproximó a
Petz y le susurró.
-Si
realmente quieres a Zafiro debes demostrarle que este mundo no es malo y que
vosotras podéis convertiros en una parte de él que lo haga incluso mejor.
Créeme, podréis ser felices viviendo aquí.
-Zafiro
está en Némesis en el siglo XXX, ya jamás podré volver con él. - Suspiró ella
con patente desánimo y tristeza. -
-Por
eso no te preocupes. Tarde o temprano él vendrá. Y podrás reunirte con él. Te
lo prometo. - Le aseguró Roy. –
-¿Cómo
estás tan seguro de eso?- Quiso saber ella con tono escéptico.-
-¿Por
qué crees que me hice amigo suyo y de ese estirado de su hermano?- Sonrió Roy,
alegando.- Podría hasta decirte su comida favorita.
Y
aproximando sus labios a un oído de la atónita Petz se la susurró, para luego
añadir con afecto.
-Me
contó que tú se la preparabas y se la llevabas muchas veces cuando trabaja en
sus droidos y se le olvidaba hasta comer.
La muchacha le miró reconfortada. Si eso era
así, y algo en ella la impulsaba a creer que ese chico realmente conoció a
Zafiro en su dimensión, estaba dispuesta a someterse a lo que hiciera falta.
Sonrió agregando con reconocimiento en su voz.
-Pudiste
matarme y no lo hiciste. Eso nunca te lo podré compensar. Y efectivamente sabes
bien lo que a Zafiro le gustaba. Tiene que apreciarte mucho en esa otra
dimensión tuya para haberte contado esas cosas, no suele hablar mucho con
quienes no tiene confianza suficiente. Y si él se fía hasta ese punto de ti, yo
también puedo confiar en vosotros, al igual que mis hermanas.
Ahora
todas dirigieron unas suplicantes miradas a Calaverite, ésta las mantuvo y
aunque pareció estar seria e incluso enojada por aquello no tardó en sonreír
admitiendo con su habitual ironía.
-No
voy a dejaros solas, chicas. ¿Qué ibais a hacer sin mí? Sois un desastre para
el maquillaje si no os superviso.
-Pues
todo arreglado. - Sonrió Roy que, dirigiéndose a Usagi exclamó con decisión e
incluso tono divertido. - Siempre quise decir esto. ¡Adelante, Sailor Moon!
Usagi
asintió elevando el cristal entre sus manos e invocando su poder. Las cuatro
hermanas quedaron cubiertas por un baño de luz rosada y sufrieron una
sorprendente transformación. Girando sobre sí mismas sus ropas de malignas
desaparecieron y las medias lunas negras grabadas en sus frentes se borraron.
Reaparecieron tras ese resplandor con atuendos normales. Beruche, Karaberasu,
Petz y Cooan, que a sugerencia de los muchachos decidieron desde entonces
llamarse así, se miraban asombradas. No tenían rastro de sus poderes, pero se
sentían ligeras, como si estuvieran liberadas de un gran peso en sus
almas. Roy y Tom se abrazaron a Bertie y
Connie respectivamente.
-Siento
algo cálido y hermoso dentro de mí. - Suspiró Beruche apoyando su cabeza contra
el pecho de aquel muchacho -.
-Es
cierto, siento lo mismo. - Convino Cooan abrazada a Tom, a lo que sus otras dos
hermanas asintieron. –
-Teníais
razón. Es como si nos hubiésemos liberado de un enorme peso.- Declaró una
agradecida Karaberasu.-
-Es
verdad.- Sonrió Petz.-
-Bueno,
pues ya está. – Musitó Tom visiblemente contento y aliviado afirmando. – Era
cierto. Son unas chicas estupendas en cualquier época y dimensión.
Roy
sonrió, quizás Landar diera por finalizada esa especie de prueba y les
condujese de nuevo a casa. Aunque su sonrisa se le congeló en los labios cuando
sintió una extraña energía que manaba de aquel agujero que aún se estaba
cerrando.
-Qué
extraño. - Dijo en voz alta para sorpresa de todos los presentes. - Noto una
fuerza muy poderosa. Es como si algo se acercase. Pero no parece de una sola
persona. Parecen muchas a la vez. Y me son familiares, es como si... No, no
puede ser. No lo entiendo…Quizás sean más de esos tipos.
-¿Sí?,
¿Acaso sabes quiénes son? - Le preguntó ahora Cooan. -
-No
tengo ni idea, pensé que eran de vuestro mundo. - Replicó Roy. -
-
¿De quiénes estáis hablando? - Quiso saber Guerrero Luna. -
Tras contarle a ella y al resto sus
respectivos encuentros todos se miraron confusos, nadie sabía quiénes podrían
ser esos tipos. En ese momento Luna y Artemis, acompañados por Tuxedo Kamen
llegaron allí a la carrera. Este último avisó a Usagi.
-Sailor
Moon. Rápido, necesitamos que tú y todas las guerreras vengáis.
-
¡Señor del Antifaz! -. Exclamó ésta encantada. -
Aunque
su sonrisa se desvaneció cuando esté pareció corresponder con una fría
indiferencia a su saludo. De todos modos, rehaciéndose, Usagi agregó con
suavidad
- Menos mal que has llegado, pero no te
preocupes, todo está arreglado. – Explicó señalando a las antiguas servidoras
de la Luna Negra. -
-No
es eso. - Dijo entonces él de forma seria en cuanto se llegó hasta el grupo. -
Veréis. Luna y Artemis han detectado extrañas fisuras en el espacio- tiempo.
-Es
como si la pared que separa las diferentes dimensiones se hubiera roto -.
Añadió la gata de color negro que estaba junto a Tuxedo -. Y parece que algo
está saliendo hacia nuestro mundo.
-
¿Sabéis algo de eso? - Les preguntó Roy a Bertie y sus hermanas. –
-No,
no tenemos ni idea de lo que estáis hablando – Pudo decir Karaberasu con
genuino desconcierto pintado en su semblante, al igual que en el de sus
hermanas. – Es como lo otro. Que supiéramos, el príncipe Diamante no envió a
esta época a nadie más…
-Así
es, al principio llegamos a pensar que vosotros mismos erais enviados
suyos.-Admitió Cooan.-
-Parece
corresponder a una rotura del tejido interdimensional. - Terció Ami consultando
su visor. –Puede que sean seres ajenos a este espacio…
-Eso
es como si una gran cantidad de energía hubiera abierto una brecha entonces. –
Completó Bertie –
-Exactamente.
- Afirmó Ami, añadiendo preocupada. –
Algo se está colando en nuestra dimensión…
A
todo eso, el agujero finalmente se cerró, Roy dejó de sentir aquella extraña
energía. Sin embargo, eso no hizo disminuir su inquietud. Miró a Tom preocupado
y su amigo asintió, parecía que el otro muchacho pensaba lo mismo. Roy entonces
les dijo a todos.
-Todo
esto podría ser culpa nuestra. Al venir aquí quizás hayamos desajustado el
balance interdimensional. Ya nos lo advirtieron. Cuanto más interviniéramos en
los sucesos de esta dimensión mayores alteraciones habría. Pero no lo tomamos
en serio. Y creo que hemos intervenido demasiado.
-
¿Cómo podría ser culpa tuya? -. Le sonrió Beruche. - Al contrario, habéis
ayudado a evitar que el vórtice creado por Rubeus destruyera la Tierra.
-Lo
mejor será irnos a dormir. Ahora tendremos que buscar un hotel o algún sitio. -
Completó Karaberasu de forma más animada para añadir. - Menos mal que tenemos
aún unas pocas joyas que, aunque ya no
tienen poder oscuro, siguen siendo valiosas.
-Podéis
pasar la noche en el santuario si queréis. - Les brindó Rei. Allí tengo varias
camas y habitaciones libres.
-
¿Harías eso por alguien que ha luchado contra vosotras y ha tratado de mataros
hace tan solo un instante? - Se asombró Petz. –
-Es
cierto. ¿Cómo podéis confiar en nosotras? - Se extrañó Karaberasu a su vez. -
-Ahora
todos somos amigos. Y es bueno confiar en la gente. – Repuso Makoto con
jovialidad. -
-
¿Recuerdas la parábola que te conté?- Le sonrió Tom a Cooan.-
Y
la muchacha devolviendo esa sonrisa, asintió, ahora lo entendía. Igual que ella
misma comentase antes.
-Pues
no se hable más. – Decidió Rei. – Venid todas conmigo.
Las
hermanas sonrieron agradecidas. Aunque Artemis intervino de nuevo para
recordarles el problema que parecían seguir teniendo.
-
No olvidéis que, según nos habéis contado, Rubeus aún sigue por ahí. Y debemos
investigar a fondo eso de las brechas dimensionales.
-
Estando yo por aquí, ese tipo se cuidará mucho de volver. - Afirmó Roy que, sin
embargo convino con el gato. - Pero lo de las brechas sí que me preocupa. Os
ayudaremos a investigar. ¿Verdad Tom?
Éste asintió con decisión. Aunque
como ya era tarde el grupo decidió que lo mejor sería retirarse a descansar y
retomar aquel asunto a la mañana siguiente. Por ahora con el escáner de Ami y
la vigilancia de ambos gatos mantendrían observado ese fenómeno por si algo
sucedía. Rubeus por su parte rumiaba su fracaso en la nave. No le dio tiempo a
pensar mucho en ello, repentinamente quedó deslumbrado por una ráfaga de
energía de color verde claro que venía de todas partes, al tiempo que una risa
femenina entre histérica y chillona se apoderaba de todo el lugar. Para su
sorpresa y desagrado una mujer alta, de larga melena verde botella, un traje
oscuro ajustado acabado en una falda bastante corta, largos guantes hasta los
codos y botas de tacón alto que le llegaban hasta la rodilla, a juego, apareció
justo en el centro del puente de mando.
-
¡Esmeralda! Pudo exclamar él.
Aquella
mujer le dedicó una mirada entre divertida y despectiva en tanto sacaba un gran
abanico rojo con el que se daba un poco de aire para replicar.
-
¡Vaya, vaya, vaya! Rubeus, así que éste es el Tokio del Siglo XX. ¡Qué lugar
tan pequeño y tan feo! Por cierto, el Hombre Sabio me ha dicho que estás en
dificultades.
-
¡Déjame en paz! Me basto yo solo para
cumplir mi misión. - Espetó éste al que obviamente no le hacía ninguna gracia
que le recordaran su actual situación. -
-
Yo no lo creo así. - Sonrió la chica agitando más su abanico para enumerar, no
sin regocijo, recreándose en la expresión de rabia que veía en su contertulio
en tanto le recitaba. - Has fallado en todos los cristales puntos, has perdido
a las cuatro hermanas malignas. Has fracasado en acabar con las guerreras.
¡Eres un total incompetente! Nuestro noble príncipe Diamante está muy irritado
con tus continuos fracasos y te ha relevado del mando. Desde ahora seré yo la
que se encargue de todo.
-
¡No, no puede ser! El príncipe Diamante siempre ha confiado en mí. - Opuso
Rubeus enfrentando una furiosa mirada de sus ojos color carmesí a la
indiferente y despectiva de los ojos avellana de la chica. -
-
Eso creías. Pero se acabó. Has debido de enfadarle mucho. Nuestro gentil
príncipe tiene mucha paciencia, pero, al parecer, tú se la has agotado. Y
reconozco que eso es difícil de lograr. ¡Mira tú, es tu único logro! Ahora
Rubeus, déjame todo eso a mí. - Sonrió Esmeralda divertida. -
La
sonrisa pasó a ser una carcajada incluso más estruendosa que la anterior.
Rubeus hasta tuvo que taparse los oídos mientras trataba de responder con toda
la firmeza de la que era capaz.
-
No, yo me ocuparé de ellas. Dile al príncipe que mañana capturaré a la chica y
eliminaré a las guerreras y a esos dos entrometidos.
Esmeralda se limitó a encogerse de
hombros y a replicar en tanto desaparecía.
-Muy
bien, tienes hasta mañana pues.
Rubeus
únicamente podía estremecerse de furia e impotencia. ¡Esa estúpida vanidosa se
atrevía a humillarle en su propia nave! Pero él le demostrará a Esmeralda y
sobre todo al príncipe que estaban equivocados. Preparó un plan cuidadosamente
para ocuparse de todos sus enemigos…
-Sí,
mi plan resultará y recobraré la estima del príncipe. Esa zorra tendrá que
comerse sus palabras.
Al
día siguiente todo parecía normal, una bella y soleada mañana presidía aquella
jornada otoñal. Las cuatro hermanas se levantaron y, agradecidas se despidieron.
Dedicaron la mañana a buscar un nuevo domicilio y finalmente lo encontraron en
una torre de apartamentos. Tal y como dijo Karaberasu, con algunas gemas de la
Luna Negra que aún conservaban pudieron ir a una joyería y obtener dinero, el
resto lo depositaron en una cuenta de banco que abrieron con unas nuevas
identidades que Artemis y Luna habían preparado para ellas. Ahora sería
cuestión de adaptarse a su nuevas circunstancias. Roy y Tom las acompañaron y
charlaron con ellas. Las chicas no podían creer cuanto sabían ellos de sus
vidas. Al menos de las que tendrían en esa otra dimensión paralela de la que
ellos venían.
-Pues
me parece una buena idea que alquilemos un local para vender productos de
belleza. - Afirmó Petz -. En eso sí que tenemos muchos conocimientos. La moda y
las técnicas y compuestos de maquillaje del siglo XXX causarán furor por aquí.
-Pero
eso de ser maestras no lo veo yo muy claro. - Musitó sin embargo Beruche. -
-Tenéis
que darle tiempo al tiempo. – Contestó Roy para añadir. - Tú siempre me decías,
al menos en mi dimensión, que tardaste en decidirte y que fue Connie la que te
animó.
-Si,
a mí me gustaban bastante los niños pequeños. - Sonrió ahora ésta, yendo de la
mano con Tom, para agregar. - En Némesis no había muchos, a veces les cuidaba
cuando servía como camarera de la reina Amatista. Incluso llegaba a darles
clases. Sin embargo, cuando empezamos a llenarnos del poder oscuro los fui
ignorando, pero aquí. Cuando pienso en lo que traté de hacer con la pobre
Chibiusa. Quisiera disculparme al menos con ella. Y quizás arreglar las cosas.
– Sentenció arrepentida. -
Su
pareja asintió con aprobación y que le dio un beso en la mejilla, la chica
enrojeció por momentos ante las risas del resto.
-De
todos modos, Rei nos dijo ayer que iban a hacer una barbacoa esta tarde en el
santuario, que nos pasáramos por allí. – Comentó Tom. -
Todos
convinieron en ello y llegó la ansiada tarde. Entre ayudar a Rei a barrer las
hojas que tapizaban la entrada del templo y asar y comerse unos boniatos y
algunos trozos de jamón pasaron un rato muy agradable. Rieron además con la
pugna entre Usagi y Chibiusa para ver quién de las dos se comía el último. El detonante de la disputa vino cuando la
chiquilla había desparramado un montón de hojas de las que la muchacha había
amontonado no sin paciencia. Ésta la reprendió y la niña se limitó a responder
indiferente que la propia Usagi no quería trabajar sino comer boniatos. Ésta se
indignó aún más y arreció en su regañina. Chibiusa no parecía hacerle ningún
caso, más cuando Cooan se arrodilló a su lado y le quitó una hoja de la cabeza
aconsejando a la cría con mucha simpatía.
-Me
gusta tu pelo, es el mejor adorno de una mujer, así que procura cuidarlo bien.
-Gracias
Cooan, eres muy amable. - Sonrió la niña en tanto de fondo podían oírse los
improperios de Usagi. -
Un
poco aparte del resto Beruche barría algunas hojas junto con Ami. La ex
Ayakashi suspiraba observando la belleza del paisaje y así se lo comentó a la
sailor.
-Yo
no me daba cuenta de lo bello que era este mundo cuando luchaba contra
vosotras. Ahora lo veo, estábamos equivocadas. A mí me gustaría ayudaros, pero
me temo que no poseo ninguna información sobre los planes de la Luna Negra. A
fin de cuentas, era solo un instrumento. - Se lamentó sentidamente la muchacha.
-
-No
te preocupes más por eso. - Le sonrió animosamente Ami para añadir. - Nos
alegra contaros como buenas amigas.
-
¿Somos amigas? - Repitió Bertie casi sin saber encajar aquel concepto. -
-Las
mejores. - Intervino Roy acercándose a las dos para aseverar. -Ami y tú casi
parecéis hermanas. De hecho, tenéis aficiones comunes. Como os pongan delante
un tablero de ajedrez no hay quien os distraiga.
-
¿Te gusta jugar al ajedrez? - Quiso saber Beruche observando a Ami con gran
interés. -
-Me
encanta, quiero participar en el torneo nacional que va a celebrarse en breve.
Lo aplazaron por aquellos misteriosos ataques. - Aseguró ésta. -
-En
ese caso me ofrezco para ayudarte a entrenar. - Se apresuró a responder Bertie
a la que se le habían iluminado los ojos cuando afirmó. - A mí me encanta
jugar, pero a mis hermanas no les gusta y al amo Rubeus. Bueno, no era buena
idea ganarle.
Roy
sonrió al escuchar eso, aunque la sonrisa se le congeló en los labios cuando
recordó. Si su memoria no le fallaba la misma Bertie en su dimensión le explicó
que Ami y ella llegaron a hacerse amigas en ese preciso campeonato jugando la
una contra la otra. Pero entonces Beruche aún formaba parte de la Luna Negra y
estaba en una misión. Ahora las cosas habían cambiado. Era otra vez esa extraña
sensación, todo parecía discurrir hacia el mismo resultado, pero por cauces
diferentes. Estaba claro que la presencia de Roy y Tom cada vez deformaba más
los acontecimientos. Era como una reacción en cadena, como la caída de una
ficha de dominó que arrastrase a las demás. Pero ya no se podía hacer nada más
que ver como terminaría aquello.
-Es
algo extraño. Como si todo estuviera destinado a suceder no importa la forma. -
Meditaba el chico. - Parece que el destino quisiera reordenarse, aunque
intervengamos…pero quizás lo estemos forzando cada vez más y tenga que dar más
vueltas de tuerca para conseguirlo. A eso se refería Landar. Cuanto más nos
involucremos, más difícil será retomar el camino correcto para el curso de las
cosas.
Así,
al cabo de un rato en el que comieron algo, rieron mucho y charlaron. Tom y Roy
hicieron un aparte para conversar sobre la situación. Miraban a las hermanas
que se entretenían de forma muy natural junto a las guerreras. Desde luego
parecían amigas de toda la vida. Ami y Beruche, por supuesto, se habían
enzarzado en una partida de ajedrez muy disputada. Cooan disfrutaba peinando el
sedoso pelo de Chibiusa. Petz y Karaberasu charlaban animadamente con Rei,
Minako y Makoto. Roy le contó a Tom sus temores y éste asintió. También recordó
algo parecido. De hecho, le explicó a su amigo.
-Cooan
me habló de este día. Pero hay algo que no está bien. Fueron atacadas por Petz
y Karaberasu que aun pertenecían a la Luna Negra, pero míralas. – Indicó. -
Y
ambos observaron a las hermanas mayores reír ahora con Sailor Júpiter y Sailor
Venus con las que parecían haber congeniado bastante en tanto Cooan departía
ahora con Rei y Chibiusa.
-Por
lo menos esta alternativa es mejor que la otra. - Suspiró Roy afirmando. - Este
día ha sido estupendo. Lo hemos pasado muy bien. Las chicas se lo merecen.
Pero
la jornada no acabaría tan bien como parecía. De pronto Rubeus apareció, con un
grupo de droidas que, sin apenas aviso, comenzaron a atacarles.
-
¡Cubríos! - Les ordenó Roy convirtiéndose en súper guerrero. - Yo me ocuparé de
todas en un momento, y de ese tipo también. Ya ha conseguido hartarme.
Pero
parecía que Rubeus tenía un plan dado que, arrojando una especie de red
translúcida, capturó a las cuatro hermanas transportándose con ellas a la
seguridad de su nave. Tanto Cooan como Beruche trataron de proteger a Chibiusa
cubriéndola con sus cuerpos y Petz y Karaberasu a su vez intentaron ayudar a
sus hermanas. Pero todo fue tan rápido que en un instante fueron atrapadas las
cuatro. De hecho, cuando las guerreras quisieron transformarse y Roy acabó con
los androides. Habían desaparecido.
-¡Maldito
sea!- Espetó Tom, muy furioso y asustado ahora. - ¿A dónde se ha llevado a las
chicas?
-Seguramente
a la nave. - Indicó Roy que dijo más calmadamente. - Me concentraré en el aura
de ellas y me transportaré allí. Usagi, tú y las otras venid conmigo.
Guerrero
Luna asintió y todas se dieron las manos para unirse al muchacho que se
transportó con todo el grupo tras concentrarse en la energía de Bertie. Tom por
su parte fue a proteger a Chibiusa, creyendo que ésta había sido escondida en
una habitación y no se habría enterado del final del combate. Pero, aquello no
fue así, la niña había presenciado la transformación de Usagi y las otras en
guerreras quedándose anonadada. Aquella sensación de asombro dio paso al
enfado. ¿Cómo era posible que la tonta de Usagi fuera Guerrero Luna? pensó.
Tenía el cristal de Plata que tanto necesitaba para salvar a su madre. De modo
que para cuando Tom fue a sacarla, ella ya se había escapado por una ventana y
corría hacia la casa de Usagi.
-Tengo
que conseguir el cristal de Plata. - Se decía la pequeña. -
En
la nave, Rubeus paladeaba su triunfo cuando de repente vio como de la nada
aparecían aquel tipo brillando en tono dorado y las guerreras.
-¡Esta
vez te voy a dar una paliza tan grande que no te van a reconocer ni los de tu
familia, cretino! - Aulló Roy elevando un puño al aire. – Ahí de ti como les
hayas hecho daño a las hermanas.
Pero
Rubeus sonrió, hizo un gesto hacia un panel de control cercano y al instante
todos se sintieron muy pesados. Estaba aumentando la gravedad. Las chicas
cayeron de rodillas incapaces de mantenerse de pie, excepto Usagi que tras
ímprobos esfuerzos lo logró y Roy al que esa gravedad aumentada parecía no
hacerle efecto. El súper guerrero sonrió con desdén agregando.
-He
entrenado en el Rincón del Alma y el Tiempo. Esto para mí no es nada. - Y para
remachar sus palabras lanzó un rayo contra el panel que quedó destruido
provocando una serie de cortocircuitos que hicieron que la nave quedara fuera
de control. Asustado ahora, Rubeus logró hacer que ésta volara fuera de la
atmósfera y entonces el miembro de la Luna Negra rio con sensación de triunfo.
-
-
¡Ja, ja!… Ahora estamos en el espacio, no podréis escapar, si muero, moriréis
conmigo. Tú también, por muy poderoso que seas.- Le espetó a Roy.-
Pero
este estaba furioso, de un golpe lanzó a ese estúpido contra una columna
dejándole sin sentido. Aunque al momento reconoció con horror.
-
¡Maldita sea!, desde aquí no capto energías de nuestros amigos. Y sin ellas no
puedo usar la translación instantánea.
-Pero
nosotras sí que podemos usar el sailor teleport. -Le animó Ami indicándoles a
todos. -Rápido, las hermanas y Roy al centro, os rodearemos y concentraremos
nuestras energías para escapar de aquí.
Las
aludidas, que habían sido liberadas de una especie de cruces de cristal en las
que habían estado sujetas, corrieron a ocupar sus posiciones. Beruche se abrazó
a Roy y él se brindó a añadir su energía a las de las otras chicas, a fin de
mejorar sus posibilidades dado que eran muchos a transportarse. Afortunadamente
aquello salió bien, desaparecieron cuando las llamas comenzaban a cubrir el
puente de mando.
-
¡Hemos dejado ahí a Rubeus! - Pudo decir Cooan, pese a todo visiblemente
preocupada por su antiguo jefe. -
-No
pudimos hacer otra cosa. - Le respondió Petz con pesar. -
-Además,
él lo quiso así. - Convino su hermana Karaberasu. -
-Volveré
a por él sí puedo. - Dijo Roy una vez estaban en tierra firme, justo en aquel
parque de días atrás.
Pero el chico no pudo sentir la
energía del miembro de la Luna Negra. Es más, se produjo un gran destello en la
atmósfera. Aquella nave parecía haber estallado. Y así fue, cuando Rubeus
despertó vio con horror que todos habían desaparecido. Al poco oyó de nuevo la
estruendosa carcajada de Esmeralda. Ella había vuelto, y él se sintió aliviado.
Trato de incorporarse para decirle.
-Me
alegro de verte Esmeralda, devuélveme al futuro ¿Quieres? Esta nave va a
explotar.
-Sí,
¿de verdad? Se burló ella en tanto le golpeaba la mano que el muchacho extendía
con su abanico. - Rubeus, mírate, eres una vergüenza, no tienes a la chica, ni
a las hermanas, ni a las guerreras. ¿Salvarte? No, tú mereces morir con esta
nave.
Y
desapareció para horror del muchacho que únicamente pudo gritar instantes antes
de que la nave estallase.
-Esmeralda,
sácame de aquí, ¡Esmeraldaaaa!…
Y
eso es lo que el grupo pudo presenciar. Al fin, cuando todos se reunieron
suspiraron aliviados, la única preocupación para Usagi fue ver que Chibiusa no
aparecía. Ella volvió a su casa para ver si estaba allí y todos los demás se
fueron también. Cuando Tom y Roy se despidieron de las chicas y de las hermanas
iban caminando y Roy le dijo.
-Esto
es muy extraño. Es lo que hablábamos antes. Las cosas se siguen pareciendo en
lo fundamental. Pero se alteran las circunstancias. Esto no es como me lo
contasteis. Pero ha terminado por suceder lo mismo. Además, noto algo raro,
como si….
Y
antes de que su amigo pudiera contestar ambos desaparecieron reapareciendo de
nuevo en el mismo parque. Pero de nuevo era de día. Los dos se miraron sin
comprender. Entonces, vieron que aquel lugar estaba desierto, pero lo más
extraño de todo es que había ropa, diferentes tipos de prendas, faldas,
camisas, pantalones, zapatos, etc., tirados por todas partes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)