El Preludio de Roy y Tom.
Las vacaciones de verano tocaban ya a su fin. Era el momento tan denostado
por la mayoría de reincorporarse a clase. En la Golden State College, los
primeros estudiantes que regresaban de sus casas ya estaban instalándose.
Algunos eran nuevos, como el caso de Thomas Alan Rodney. Thomas o Tom, como
prefería que le llamasen, era un chico no muy alto para lo que estilaba por
allí, de pelo moreno y unos penetrantes ojos azules. Venía de una región del
medio oeste de Kansas. Había cursado sus estudios en el instituto y sus buenas
notas le permitieron ingresar en esta Universidad, tras una estancia de un año.
Allí, Tom obtuvo unas magníficas calificaciones, pero las asignaturas que se le
ofrecían para el siguiente curso no eran muy de su agrado, así que decidió
probar suerte en el Golden State. Esa universidad tenía una merecida fama de
ser exigente y nada fácil a la hora de ser admitido. No obstante, la fortuna le
sonrió, más que posiblemente por su buen trabajo y los méritos que el chico
había ido atesorando. Eso le llenó de orgullo y alegría. Recordaba cuando le
llegó la noticia, estaba en casa con sus padres y su hermano pequeño.
- ¡Tommy! Ha llegado una carta para ti. - Le avisó su hermano. -
Aunque el interpelado no le
escuchó. Permanecía sentado en la cama de su habitación, había estado paseando,
leyendo, cortando leña y un sinfín de cosas para tratar de quitarse esos
traicioneros nervios, ¿le habrían admitido? se decía una y otra vez, esa
era una de las mejores escuelas universitarias del país, con fama a nivel
internacional y no aceptaban a cualquiera. Pese a que sus notas eran buenas, de
seguro que habría muchos candidatos con calificaciones mejores aun, eso no
dejaba de dar vueltas en su cabeza.
-Mi padre siempre lo dice. No importa lo bueno que seas, siempre habrá
alguien mejor. Por eso hay que esforzarse siempre en todo. - Meditaba. -
Y entre tanto, se limitaba a
mirar la pantalla de su ordenador tratando de escribir algo cuando su
hermano Daniel entró corriendo.
- ¿Dónde vas con tanta prisa, Dany? - Le inquirió Tom sorprendido de que el
muchacho entrase así en su habitación -.
- Tom, ¡tienes una carta! - Le contestó éste exhibiéndola ante los ojos de
su indiferente hermano. - Te llevo llamando desde hace un rato.
- No te había oído. Dámela y la leeré - Le pidió éste, aunque sin demasiado
interés. -
- Es de la
Universidad esa a la que habías escrito solicitando plaza- añadió Daniel. -
Eso sí
que logró despertar el interés de Tom que enseguida alargó el brazo para
hacerse con ella. Pero Daniel se rio y apartó la carta de forma juguetona.
- Nada, ¡si la
quieres me la tendrás que quitar!
- ¡Mira que te la cargas! - Le amenazó Tom sonriendo para amenazar -
¿No querrás que te haga una llave? ¿Verdad?
Y era
perfectamente capaz de ello. Desde niño había asistido a clases de kárate y de
judo. Comenzó en el colegio como actividad extraescolar. Su propio padre le
animó. Según le dijo ya entonces, un antiguo profesor suyo había combatido en la
Segunda Guerra Mundial y vivido después en Japón. Allí, aparte de practicar
algunas disciplinas religiosas como el sintoísmo aprendió artes marciales, y al
volver a Kansas abrió un gimnasio. El señor Rodney no era demasiado propenso a
practicar ese tipo de deportes ni disciplinas. Pensaba que bastante ejercicio
hacía con el trabajo del campo. No obstante, respetaba mucho a aquel hombre, en
su opinión muy sabio y cabal. Y decidió seguir su consejo de apuntar a sus dos
hijos en su gimnasio. Además, aquel maestro no les cobraba. Él tenía una
generosa pensión y había ganado dinero en el país del Sol Naciente. Todo eso se
lo había narrado aquel hombre en persona. Aunque desgraciadamente muriese haría
ya un año, no sin haber enseñado a Tom casi todo lo que sabía. El chico era
realmente un gran karateca y un hábil judoca. Así que Daniel, quien también
había asistido a esas clases, pero que era menos diestro y entusiasta para las
artes marciales que su hermano, amenazó medio en broma.
- Si lo haces se lo
diré a mamá
- No me importa porque sería por tu culpa. - Repuso Tom sin inmutarse y
levantándose para interponerse entre su asustado hermano y la puerta, a la vez
que volvía a estirar el brazo en demanda de la carta en tanto le repetía con
tono precariamente paciente. - Dámela Daniel.
El chico cedió por fin, sabiendo que su hermano tenía verdadero interés en
leerla y que no tenía ganas de bromas en ese momento. Tom le arrebató el sobre
y lo abrió con rapidez sacando la carta y desplegándola para leer su contenido
lo más rápidamente posible.
- ¡Es estupendo! - Exclamó saltando de la cama y levantando al otro chico
en vilo- ¡Me han admitido enano, me han admitido!
- ¡Es genial, Tommy! - respondió Daniel también muy contento de la alegría
de su hermano. - ¡Vamos hay que decírselo a papá y mamá!
La señora Rodney estaba fregando
los platos en la cocina cuando sus hijos entraron como una flecha y gritando
como locos, ella, atónita y con gesto reprobatorio, pues no gustaba de
semejantes comportamientos en su casa, les pidió un poco de silencio.
- Tranquilizaos hijos ¿que os ocurre? parecéis una estampida de búfalos.
- ¡Mamá, me han admitido! - Exclamó Tom exultante – ¡Voy a ir a la Golden
State!
- Hijo, ¿de verdad? - le inquirió su madre emocionada y atónita. - ¿Estás
seguro?
Tom
asintió, le mostró la carta y su madre la leyó con avidez sonriendo muy
ilusionada. Enseguida salió de la cocina y llamó con un alto tono de voz hacia
el exterior de la casa.
- William, ven, tu
hijo tiene algo importante que decirte.
El señor Rodney, robusto y de pelo y bigote cano, se acercó andando despacio y
secándose el sudor que le perlaba la frente, remangado de su camisa de leñador
y llevando un hacha en su mano derecha.
- ¿Que ocurre Sarah? ¿A qué vienen esos gritos?
- ¡Papá! - le llamó Daniel comentándole. - Tom tiene una noticia estupenda.
- ¡Vaya, pues qué bien! - contestó William Rodney sonriente dirigiéndose a
su hijo mayor. -Vamos Tom, dime ya eso que tanto ha alterado a tu madre y a tu
hermano.
- Me han admitido, papá- fue la respuesta del sonriente y emocionado
muchacho al que sólo le salió un susurro. Repitiendo por fin con mayor volumen
al tiempo que subía su entusiasmo. – ¡Lo conseguí!…
Will abrazó a su hijo y le palmeó la espalda mientras reía satisfecho.
- ¡Un hijo mío en esa universidad, ya verás cuando se enteren nuestros
vecinos!, Thomas, estoy muy orgulloso muchacho, ya sabía yo que lo
conseguirías…
-Bueno...yo no lo estaba tanto. - Admitió el joven. - Siempre dices que hay
alguien mejor...
-Y también he dicho que, si te esfuerzas, todo es posible. Y tú lo has
hecho. - Replicó su satisfecho padre, dándole un sentido abrazo. -
Y en tanto le felicitaba, apretaba tan fuerte que a su
hijo casi le costaba respirar, lo cierto es que su padre era muy corpulento y
tenía mucha fuerza, producto de muchos años de intensas labores en el campo y
en el bosque como leñador, además de su robusta constitución.
Por fin, William le soltó y les dijo a todos muy contento.
- ¡Esto hay que celebrarlo!, así que nos iremos a cenar fuera. Sarah, deja
lo que estés haciendo y arréglate, yo voy a ducharme y vosotros chicos id a
cambiaros.
- Sí, papá- respondieron al unísono ambos chicos que corrieron por las
escaleras que daban al piso superior donde tenían sus habitaciones. -
Una vez
listos se fueron a cenar, su padre que estaba aún más contento que cuando fue
admitido en la universidad de Kansas. Incluso pidió una botella de champán para
celebrar tan importante acontecimiento y Tom que nunca lo había probado antes,
casi se emborracha ante la mirada orgullosa y divertida de sus padres. Ellos se
sentían muy satisfechos. Toda la vida fueron unos trabajadores infatigables.
Educaron a sus hijos para que creyeran en la bondad del esfuerzo y que
fuesen honrados y cabales. Según Will solamente con laboriosidad y convicciones
morales se salía adelante. Esa fue la herencia que él mismo recibiera de sus
propios padres, nunca fue a la universidad dado que según terminó el instituto
comenzó a trabajar como granjero. Y después, ayudado por sus progenitores y sus
suegros, invirtió para comprar los terrenos en los que edificio su casa y fundó
su propia familia. Tardó, pero devolvió a sus mayores hasta el último centavo.
Cosa que le llenaba de orgullo. Y ahora había visto otro de sus sueños hecho
realidad. Un hijo suyo en una prestigiosa universidad del este. Lo mismo podría
aplicarse a Sarah. Una mujer con buena formación, de hecho, había estudiado
música, piano, violín y guitarra además de poseer una melodiosa y suave voz. De
niña cantó en el coro y llegó incluso a dar clases hasta que se casó y tuvo a
su primer hijo. Después asumió la crianza de ambos y ayudó a su esposo en las
tareas de su granja. Ahora poseían unas buenas plantaciones de trigo y cebada.
Pero la mujer siempre deseó proseguir con su gran pasión, la música. Enseñó a
sus hijos a tocar y técnicas de canto. Ellos parecieron heredar el talento de
su madre, sobre todo Tom. Y ahora este, el primogénito, iba a estudiar
magisterio. De algún modo seguiría sus pasos. No podía sentirse más contenta
por ello.
-Bueno, Daniel. Ya has visto a tu hermano. Confiamos que sea un ejemplo
para ti. - Declaró Will afirmando. - Cuando acabe su carrera de seguro que
podrá encontrar un buen trabajo como maestro por estos lares.
-Claro papá. - Asintió el interpelado sin demasiado entusiasmo en realidad.
-
Daniel
era menos serio y disciplinado que su hermano mayor, Aunque igualmente buen
muchacho. Le gustaba mucho la informática y era realmente bueno en eso. Pero su
padre se empeñaba en querer que estudiase algo más serio. Para William eso de
los ordenadores era casi igual a pasarse el día con jueguecitos, cosa que, en
honor a la verdad, su hijo hacía a menudo. Y algo de eso comentaron al hilo de
los acontecimientos, lo que comenzó a nublar el panorama, tan alegre hasta esos
momentos.
-Bueno, de momento celebremos. - Intervino Sarah para evitar que de aquello
surgiera una discusión entre padre e hijo tan habitual en lo relativo
a ese tema. -
-Lo único que me preocupa es que esa Universidad es cara. - Suspiró Tom,
declarando con rotundidad. - Papá, mamá. Tengo algo de dinero ahorrado, Podré
pagar casi todo el semestre. Y lo que me falte ya trabajaré para…
Sin
embargo, su padre no le dejó continuar. Enseguida le dijo tras esbozar una leve
sonrisa.
-Hijo. De ningún modo. Puede que no seamos ricos, pero tampoco estamos en
la miseria. Podemos permitirnos pagar tus gastos. Lo que hayas ahorrado guárdalo.
Sé que eres un muchacho responsable y muy trabajador, te has ganado esta
oportunidad. No temas por el dinero.
-Pero os costará mucho esfuerzo. Hay muchos gastos en la granja aparte de
esto. - Insistió el joven no sin cierta inquietud. -
-Hazle caso a tu padre. - Sonrió Sarah afirmando con tintes llenos de
afecto y orgullo en su voz. - Somos tus padres. Es nuestro deber. Y lo hacemos
llenos de alegría.
-Sí, Thomas. - Añadió Will más serio, pero igualmente satisfecho al oír
hablar así a su hijo. - Daniel y tú sabéis que siempre os he dicho lo
mismo. Si trabajáis duro y os lo ganáis, haremos cualquier cosa por ayudaros.
Esa ha sido siempre nuestra promesa. Y en lo que a tu educación respecta tu
madre y yo cumpliremos igual que has hecho tú. Solo dedícate a sacar buenas
notas y no te inquietes por lo demás…
-Sí, pero diviértete un poco también. - Sonrió Daniel de forma algo más
pícara. -
Su madre
le miró con cierta reprobación, pero más llena de cariño que otra cosa. Fue
William quien, para variar, convino con su hijo menor.
-Es cierto. Siempre
que cumplas con tus obligaciones y te portes con corrección tienes que hacer
amigos y pasarlo bien. Eres joven y eso no dura eternamente.
-Y hay muchas chicas guapas por ahí. - Añadió Daniel que quizás empezaba a
tentar mucho su suerte es anoche. -
Aunque en ese ambiente de celebración hasta sus padres se rieron. El propio
Will asintió declarando con nostalgia incluso.
-En efecto. Nunca se sabe dónde puede estar la mujer de tu vida. Por
ejemplo, yo conocí a vuestra madre cuando estuve trabajando para vuestro abuelo
durante un verano. Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Quería una bicicleta
y vuestro abuelo paterno me dijo que tendría que ganármela. De modo que habló
con vuestro abuelo materno y este le dijo que precisaba ayuda. No lo dudé. Y
allí estaba vuestra madre. Siempre la escuchaba tocar el piano mientras
trabajaba... Yo tenía solamente quince años y ella catorce. Fuimos novios
durante diez antes de casarnos.
Los chicos
Rodney se miraron divertidos. Allí estaba su padre dispuesto a contarles por
enésima vez la historia de cómo conoció a su madre y todo lo que trabajaron
juntos para levantar la granja con la ayuda de los padres de ambos, sus
abuelos. Pero lo dieron por bien empleado. Estaban contentos con ese ambiente
de celebración. Pese a ello Tom o podía evitar suspirar a cuenta de eso. Él ya
tenía un amor platónico, por allí, y suspiraba por ser capaz de declararse. Sin
embargo, esa chica no parecía considerarle más que un buen vecino. Al menos
trataría de despedirse de ella, quizás entonces se atrevería a decírselo.
Decidió dejar de pensar en eso. Esa era una velada para estar feliz y no
melancólico. Al fin, tras aquella improvisada fiesta y pasados unos días, preparó
sus cosas y se dirigió a la terminal de autobuses. Toda su familia le
despidió deseándole buena suerte.
- Escríbenos tan pronto llegues a la universidad- Le pidió su madre. -
- Y ten cuidado con
las chicas del este - le advirtió su padre - tienen fama de pelantruscas.
- ¡Lo tendré, papá! - rio Tom divertido por ese comentario - no te
preocupes.
- ¡Tommy, tráeme una gorra de los Knicks de Nueva York! - Le chilló su
hermano cuando el autobús arrancaba. -
- Descuida Dany, te la traeré. - Replicó éste mientras el autobús se
alejaba tomando velocidad y Tom devolvió el saludo de sus padres y su hermano
agitando uno de sus brazos por la ventanilla. -
El viaje se le hizo un poco largo
y pesado hasta llegar por fin a aquella prestigiosa universidad, ya que no
dejaba de imaginar cómo sería aquello y a quienes conocería allí. Tom aun
sonreía recordando todo lo sucedido con su familia en esa celebración. Ahora,
tras llegar y descender del bus, entró en la zona de recepción.
-Es un sitio realmente bonito. - Pensó. -
Y es que, al entrar en la
Universidad, había visto una larga hilera de setos que protegían una gran
pradera con árboles, bancos y zonas ajardinadas. Al fondo se observaban algunos
pabellones que deberían ser de las facultades de estudios. También otros
recintos para actividades deportivas. Caminando sin prisas mientras observaba
todo aquello con su petate a cuestas entró en un edificio, se plantó en medio
de un largo corredor se preguntaba a donde tendría que ir. Eso era un hervidero
de chicos y chicas en su misma situación. Se decidió a preguntarle al primero
que viese. Eligió a un chico de pelo rubio y bastante alto que parecía familiarizado
con el lugar.
- Perdona que te moleste...- ese chico se giró sorprendido por Tom, pero
enseguida se rehízo y le escuchó con amabilidad en tanto este añadía -. Verás,
no sé hacia donde tengo que ir, soy nuevo. Me llamo Thomas Alan Rodney...- Se
presentó ofreciéndole la mano. -
- Sí, dime- repuso el muchacho que se la estrechó con mucha amabilidad
según agregaba. - Soy Jack Cooper, no te preocupes, es fácil. Mira, sigue este
pasillo hasta el final, allí hay varias puertas...en la del fondo está el
despacho de la señorita Parker, ella es la encargada de alojar a los
estudiantes nuevos. Pero debes aguardar a que te adjudiquen una hora para
entrevistarte con ella.
- ¿Y eso dónde es? - Quiso saber con gesto desconcertado. -
-Espera aquí, vendrán algunos alumnos mayores y os informarán. - Le
respondió ese tipo que agregó divertido. - Y ojo con la Parker, te prevengo que
tiene muy mal carácter.
- Gracias, no te preocupes por eso...- le comentó Tom que se despidió del
chico. -
De modo que aguardó. Al poco en
efecto, algunos chicos y chicas que llevaban un brazalete en el que podía
leerse la palabra coordinador, fueron llamando a los nuevos. Al tocarle el
turno a él, una joven de cabello rubio y ojos azules bastante guapa le abordó.
-¿Rodney, Thomas Alan?... ¿Eres tú?
-Sí, soy yo. - Convino él. -
-Soy Melanie Sanders, encantada. - Sonrió la chica, añadiendo. - Tienes
hora con la jefa de estudios de once a once y media. En el departamento
-Muchas gracias, señorita Sanders. - Repuso él. -
Eso hizo sonreír a la muchacha
quien comentó jovial.
-No es necesario que me llames señorita. Solamente estaré un curso por
encima de ti. Voy a segundo.
- ¡Ah!, pues yo también. - Le desveló él. - Vengo de cursar primero de
magisterio en otra universidad.
-En tal caso, posiblemente vengas a mi clase. - Afirmó ella que, recobrando
un tono más serio, se despidió. - Debo dejarte, tengo que informar a más recién
llegados. Encantada de conocerte.
-Igualmente. - Replicó él. -
Aunque esa joven ya se alejaba en
busca de más estudiantes nuevos para irles informando. Tom consultó su reloj,
eran todavía las diez y cuarto. Invirtió el tiempo del que disponía en recorrer
algunas de las facultades. Desde luego le gustó todo cuanto vio. En general
eran edificios bien cuidados, con buenas instalaciones e incluso una apreciable
biblioteca que tenía equipos informáticos.
-A Dany le gustaría esto. - Pensó entre satisfecho y divertido. -
Su hermano menor desde luego que
apreciaba los ordenadores más que él. Lástima que fuera incapaz de convencer a
su padre de que el futuro estaba en gran parte en la informática.
-Aunque también el enano tiene la culpa. - Reflexionaba ahora Tom. - Casi
siempre está jugando videojuegos. No me sorprende que papá no se tome en serio
lo que le dice. Claro que Daniel siempre dice que el ser capaz de programar y
diseñar esos juegos da mucho dinero. Bueno, espero que logre realizar su sueño
algún día.
Y tras darse una vuelta por el lugar, una vez
llegada la hora de su entrevista, fue hacia donde esa muchacha le había
indicado. No tardó en ver la puerta con el apellido de la profesora, tocó y
esperó respuesta, se oyó una voz de mujer que, tal y como le advirtiese ese
compañero al que preguntase, parecía estar de mal humor.
- Sí...adelante- respondió una seca voz al otro lado de la puerta. -
Tom entró despacio y procurando no hacer mucho ruido con la puerta, frente a
donde él estaba vio una mesa de caoba y a una mujer madura sentada tras de
ella, parecía bastante severa, con unas gafas redondas y el pelo recogido en un
moño. Miraba a Tom de forma inquisitiva.
-Buenos días… La señorita Parker, ¿verdad?
-Sí, soy yo. ¿En qué puedo ayudarle? - Inquirió ésta con tono entre severo
e interrogador-
- Verá soy un alumno nuevo…tengo esta hora para hablar con usted.
Le dijo su nombre y la mujer no
se inmutó. Cuando él hubo concluido, la jefa de estudios se limitó a teclear en
un ordenador que tenía sobre la mesa.
- Un momento, veamos- respondió la señorita Parker tras escrutar unos
momentos su ordenador. -Vaya, muy bien, es usted el señor Rodney, Thomas Alan.
- Tom asintió. - Está usted matriculado para el segundo curso, muy bien, en
magisterio, ¿verdad?
- Sí señora, eso es, - contestó el chico, contento de aparecer por fin en
los datos. -
- ¡Señorita si no le importa!, joven. - Espetó la jefa de estudios con cara
de pocos amigos -Bien, no pasa nada, tiene usted cuarto reservado. Es el número
sesenta y nueve. Espero que eso no le importe. - Remachó ella con cierto tono
de apuro. -
-No, ¿por qué? - Respondió él encogiéndose de hombros. -
Juraría que la expresión de esa
mujer fue la de extrañeza e incluso desconcierto, seguida por un leve gesto de
ternura al oírle, pero esa impresión pasó muy deprisa y ella agregó, recobrando
su serio tono.
-No, por nada. Yo misma le acompañaré hasta allí, - se levantó y le indicó
a Tom que la siguiera. -
Después de andar un buen rato por los pasillos sorteando estudiantes que iban y
venían la señorita Parker se detuvo ante una puerta de madera de roble, sacó
una llave de su bolsillo y la abrió. Tom echó una ojeada al interior, parecía
confortable. Una litera en un lado, una mesa de estudio cerca de la ventana,
una puerta que según vio daba a un cuarto de baño y un armario para la ropa.
Por lo que parecía ya había alguien ocupando la habitación, a juzgar por el
desbarajuste que presidía la misma no debía de ser una persona muy ordenada. El
chico suspiró resignado, si había algo que no soportaba era el desorden.
Preguntó a la señorita Parker quién era su compañero de habitación.
- No ha tenido usted mucha suerte, la verdad. - Comentó ella que meneó su
pulcra cabeza en señal de contrariedad para proseguir con un largo y
enojado monólogo. - Es Robert Malden. Sí, a la vista de esto no puede ser otro.
Instálese lo mejor que pueda y arrégleselas con él. Si puede soportarlo ¡Yo ya
renuncio!, pero tenga cuidado, no se deje influenciar por sus hábitos.
- No se preocupe, no lo haré ¿Y relativo a las clases me podría usted
informar, por favor? - Le pidió Tom no tomando demasiado en consideración
aquella advertencia. -
- Así da gusto, por lo menos es usted educado. Verá. – La señorita Parker
le informó de los horarios y los turnos para remachar. - Además, aquí tenemos
unas normas muy estrictas, creo que usted no nos dará problemas, pero por si
acaso sepa que está prohibido traer personas del sexo opuesto a la habitación,
ni bebidas alcohólicas, ni drogas, ni armar ruido después de las diez, ¿está
claro?
- Sí señorita, muy claro. No creía que pudiera ser de otro modo en un
campus de universidad. - Asintió Tom no queriendo dejarla ningún lugar a la
duda. -
-Vaya. Al fin alguien con sentido común. - Sentenció su interlocutora
asintiendo con aprobación. -
En ese momento alguien llegó, abrió la puerta y entró, la señorita Parker puso
un gesto claro de reprobación en su cara. El individuo en cuestión era bastante
alto, de pelo castaño y ojos verdes. Vestía una camiseta corta y pantalones de
deporte, llevaba un balón de baloncesto bajo el brazo, cuando vio a la jefa de
estudios la saludó de forma muy particular.
- ¡No puede vivir sin mí! ¿Eh, señorita? - rio el muchacho con evidente
despreocupación. -
- ¡Menos bromas, señor Malden! - Replicó ella con visible enfado para
agregar -. ¿Acaso se cree usted que me he olvidado de las gamberradas del
pasado curso? ¡Pues no, ni hablar! Este año será mejor que se ande usted con
más cuidado. - Le espetó la señorita Parker con uno de sus dedos que
oscilaba según soltaba aquella reprimenda, una vez terminó cambió su iracundo
tono por otro más moderado y añadió. - A propósito, tiene un compañero nuevo.
Como bien sabe, el señor Grant se graduó el año pasado y ha dejado el cuarto
libre.
- Supongo que sí...no creo que quiera quedarse a vivir aquí- dijo el chico
sarcásticamente. - Y llámeme, Roy, tenemos confianza. - Sonrió de forma burlona
mientras dejaba el balón. -
- Guárdese sus sarcasmos... - le ladró Parker que miró a Tom de
soslayo y esto hizo que ese muchacho reparase en Roy, mientras ella añadía
bastante irritada por las palabras de éste. -Usted y yo somos profesora y
alumno, la única confianza que tengo con usted es la de que mejore su actitud y
su aptitud y créame ya no me queda mucha para ninguna de las dos cosas. -
Sentenció recalcando mucho esas últimas palabras. -
- Bueno, no se ponga usted así. - Replicó Roy encogiéndose de hombros. -Ya
sabe que soy un poco inquieto, pero no soy malo. Bueno, quién es ese de ahí.
- Preguntó mientras señalaba indolentemente a su nuevo
compañero. -
Cuando Tom iba a contestar para presentarse la señorita Parker se le adelantó
replicándole con un tinte de manifiesta crítica.
- Ese, como usted dice, es un alumno nuevo, con un expediente académico que
no tendrá usted ni en un millón de años. Y con buenos modales. Se llama Thomas
Alan Rodney y va a ser su nuevo compañero de habitación. Así que por lo menos
téngale un mínimo respeto.
- ¡Vale, vale! Oye chico, perdona...- pudo disculparse el reprendido chico
en tono conciliador. -
- No. - Respondió Tom sonriendo sin dar importancia al asunto. -No pasa
nada. Encantado de conocerte.
- Bueno, les dejo
para que se arreglen...- terció Parker que salió del cuarto mirando a Roy con
un gesto de manifiesto enfado. -
El inquilino de ese cuarto se
puso a imitar a la señorita Parker con voz de falsete y haciendo sus mismas
poses de una forma exagerada.
- Pórtese bien señor Malden. ¡Bruja! ¡Esa lo mismo tiene aparcada la escoba
ahí fuera! ...Seguro que habrá venido montada en ella.
- Oye. - Intervino Tom con un tono suave de reprobación. - No deberías
hablar así de una profesora. ¿No crees?
- ¿Como dices? - respondió Roy con gesto divertido añadiendo - ¿Y tú de
dónde has salido, tío?
- Vengo de Kansas.
Voy a estudiar segundo de magisterio…
- ¡Hombre!, igual que yo. Ya verás, hasta iremos a la misma clase y todo...
¡Qué bien! ...- dijo Roy con patente ironía. -
Su interlocutor no respondió, se
quedó mirando a su alrededor para hacerle notar a su compañero el desorden en
el que tenía sumido el cuarto. Esperaba que éste le dijera algo al percatarse,
pero Roy miraba a su vez extrañado. No comprendía que podía estar observando
aquel chico. Al fin tuvo que ser él mismo Tom el que le preguntase.
- Oye, estás trasladándote, ¿verdad? He notado que tienes esto un poco
revuelto. En cuanto me instale te ayudaré a ordenarlo.
- ¿Qué quieres decir con eso de ordenarlo? - Preguntó el aludido con un
ligero tono desconfiado para sentenciar. - Yo siempre lo tengo todo así...
- Perdona si te digo esto, pero...- Tom levantó unas camisetas de Roy que
estaban sobre su litera. -Es que a mí no me gusta el desorden. Te agradecería
que pusieras esto en tu parte.
- ¿Desorden? - Roy pronunció la palabra como si no conociera su significado
y miró a Tom de arriba a abajo sin que éste comprendiese el por qué - ¡Oye
tío! ¿De dónde decías que eras tú?
- De Kansas.... ¿Por
qué? - Inquirió Tom a su vez sin entender que podía eso tener que ver con el
tema del que hablaban -...
- Pues mira, imagínate que esto es un establo…- Le comentó Roy que
canturreó con divertida sorna - ¡En la Vieja factoría ia, ia oh! Seguro que te
la sabes. - Afirmó en tanto se tumbaba en la litera de abajo. – Y yo soy
el toro… muuu.
- Creo que no eres muy
sociable...- observó Tom sin parecer ofenderse mientras deshacía su equipaje. -
- Mira tío, yo soy el tipo más sociable del campus, si no te lo crees, pregúntales
a las nenas. - Sonrió Roy con suficiencia -...
-Si tú lo dices. Entonces no lo pongo en duda. Bueno, dime ¿Cuándo
empezaremos las clases? - preguntó su compañero cambiando de tema. -
- Mañana muchacho, mañana. Pero esta noche toca fiesta de bienvenida. - Le
respondió Roy frotándose las manos -...
- ¿Fiesta? Pero si mañana hay que levantarse temprano, según las
reglas no se puede estar fuera del cuarto a partir de las diez. - Objetó su
atónito compañero. -
Roy se
levantó de la litera y miró a Tom de una forma rara. Después le espetó con
voz incrédula.
- ¡No me fastidies hombre! ... ¡las reglas! - y sin más se volvió a tumbar.
-
Ya no
dijo palabra. Pasaron un par de horas en las que Roy se echó a dormir. Tom
mientras tanto las ocupó en escribirles a sus padres y en tratar de ordenar un
poco el cuarto. Cuando su compañero despertó soltó una exclamación.
- ¡Qué horror...esto está tan! …- quería decir alguna barbaridad, pero
sólo le salió. - Limpio...
- Mejor así ¿verdad? - . Le respondió Tom esbozando una sonrisa de
satisfacción en su cara que a Roy le pareció completamente estúpida. - Bueno,
creo que repasaré un poco para las clases de mañana.
- ¿Repasar? - Pero si ni siquiera hemos empezado el curso. - Objetó Roy,
alegando. - ¿Qué vas a repasar? -
-Pues cosas del año pasado. Nunca está de más refrescar la memoria un poco.
¿Quieres que repasemos juntos? - Le ofreció. -
Roy le
observó con la boca abierta. ¡Ese tipo era un chiflado! es que no podía creerlo, ¿por qué a él? ¡Le
había tocado un empollón! ¿Por qué ese capullo de Jake había terminado la carrera?
Le había enseñado todo lo que Roy sabía haber. Bueno, casi todo, en cuestión de
gamberradas y pasarlo bien. Ahora el año que se le avecinaba iba a ser
insoportable. Miró a Tom fijamente mientras pensaba en esto.
-Bueno, puede que sea un cachondo mental y quiera gastarme una broma. -
Quiso creer esperanzado. -
Empero, su compañero, ajeno a
tales pensamientos, sonrió otra vez y abrió sus libros.
- ¡La leche! -pensó Roy entre atónito y espantado - ¡Y lo decía en serio el
tío!, se pone a repasar y encima se ríe ¡Está como una cabra! Si ni siquiera
hemos empezado con las clases.
- Oye, ya que vamos a ser compañeros todo el año... ¿qué te parece si
comenzáramos a llevarnos bien? Vamos a ser buenos vecinos. - Propuso
cordialmente Tom ofreciéndole su mano con el sincero deseo de que así fuera -.
- Claro, no te preocupes, ¡mis ovejas no saltarán tu valla! - rio
Roy estrechándosela de una forma poco habitual, haciéndole cosquillas en
la palma con los dedos. -
- ¿Eso quiere decir que sí...? ¿Vas a ordenar tus cosas de ahora en
adelante? - Preguntó Tom con esperanzada candidez. -
Aquello era más de lo que podía soportar. Se acercó a ese tipo y con voz
gangosa le contestó.
- Pero vamos a ver, tío. - ¿Eres siempre así o te estás esforzando para
caerme todo lo mal que puedas? – Su atónito interlocutor se quedó callado sin
entender nada, un gotón de sudor le cayó por la frente. – ¡Joer, no me lo puedo
creer!
Roy dejó
a su nuevo compañero por imposible y se arregló, luego salió del cuarto, no sin
antes proponerle a Tom, (más que nada por compromiso), si quería
acompañarle. Cuando éste se negó con amabilidad y le agradeció su ofrecimiento
su compañero sentenció.
- No te comerás un rosco aquí si no eres algo más sociable, chico. Bueno
allá tú, más titis para mí. - Y dicho esto salió del cuarto. -
Tom se
encogió de hombros y siguió estudiando. Cuando llegó la noche se acostó, Roy no
había vuelto. El caso es que a la mañana siguiente tampoco le vio, quizá ya se habría
levantado, pensó. Él se aseó, se vistió y fue a desayunar. Cuando por fin fue a
clase le sentaron por orden alfabético. Miró hacia el lugar que debería de
ocupar Roy, pero su compañero no estaba. Cuando acabó la primera clase, Tom
salió al pasillo y vio llegar a ese muchacho dando tumbos.
- ¿Te encuentras bien? - Le inquirió con preocupación. - No tienes buen
aspecto. - Roy en efecto llevaba la ropa de la noche anterior y lucía una
apariencia bastante desarreglada. -
- ¡Joer!, no hables tan alto que me estalla la cabeza…- le susurró a Tom
que se sorprendió pues su tono había sido normal - ¡Menuda fiesta te has
perdido! - Añadió con regocijo enumerando de seguido - Estaban Melanie, Serena,
Karen y etc., etc. ¡Lo mejor de la Universidad! y yo me he enrollado con las
tres. Pero no pienses mal, fue por riguroso orden. Es una pena, pero no
quisieron hacer un cuarteto.
- Las clases han
empezado ya y te han puesto falta en la primera- dijo su compañero preocupado y
bastante indiferente por esta confidencia que Roy le había dedicado. -
- ¡Genial!, así batiré mi récord del año pasado- sonrió el aludido de una
forma un tanto boba mientras trataba de ganar el marco de la puerta para
sujetarse a la par que decía con teatralidad. - ¡Oye! ¿Hay un terremoto? Se
mueve mucho todo esto…
Tom se limitó a mover la cabeza. Dejó pasar aquello y sí que se refirió a lo
que había dicho antes con tono verdaderamente preocupado.
- Pero dicen que si
faltas mucho te abren expediente y luego te expulsan
- ¡Eso es mentira! - le ladró Roy deseoso de que aquel pesado se callase. -
Te meten mucho miedo, pero luego no hacen nada, esto se mueve por “money”
muchacho. Sólo te echan si no apruebas nada y siempre hay alguna asignatura
flojilla o la típica empollona que te ayuda si la sacas por ahí una noche.
Además, ya tengo pagada toda la carrera… Si es que la termino, claro…
- Las clases van a
reanudarse, entrarás supongo. – Le comentó su compañero visiblemente
desencantado con esa forma de pensar. -
- No me lo recuerdes. - Suspiró Roy trastabillándose, aunque
finalmente entró junto con Tom y ocupó su sitio. -
El siguiente profesor era un tal Foller, daba literatura, la clase fue de
presentación, el profesor preguntó a cada uno por sus aficiones literarias. Tom
dijo que le gustaban mucho Milton, Wells y Mark Twain, Roy dijo que Superman,
los Cuatro fantásticos y Spiderman, ante la risotada general. Una vez avanzada
la clase, Roy le susurró a Tom desde su banco...
- Señor Foller... que le Foller un pez... ¿a qué es buena? ...- Tom
simplemente no entendió nada, así se pasaron los últimos minutos. -
El señor
Foller suspiró y terminó la clase, en el descanso una rubia voluptuosa se
acercó a Roy y le dio un beso pasional. Toda la clase se miraba y los chicos se
lamentaban de no ser él. Tom pensó que su compañero de cuarto no se tiraba
faroles, al menos en eso. La rubia, esa chica que había sido su guía el primer
día, de nombre Melanie, se insinuó al chico con voz seductora.
- Oye tío bueno, ¿no
podríamos esta noche celebrar tú y yo una fiesta particular?
- Me encantaría, pero no sé dónde vamos a poder hacerlo. - Objetó él. -
- Mi compañera de cuarto no está. Tiene una fiesta en otra parte. O eso
creo. - Repuso ella guiñándole un ojo de forma muy insinuadora. -
- Si es así...espérame a las once. - Contestó él guiñándole un ojo a su
vez. -
Melanie sonrió alejándose hacia su lugar y en tanto,
Tom, que se había aproximado y escuchó estas últimas palabras, advirtió a su
compañero.
- Roy. Pero si te
pillan ahí sí que te echan...eso está prohibido. La señorita Parker me dijo…
- ¡Tío!, por una chica como Melanie vale la pena arriesgarse- sonrió éste
añadiendo con sorna. - Lo que le pasa a esa vieja bruja es que nadie se metió
nunca en su habitación… ¡Ja, ja! O puede que sí y se lo comió después de
cocinarlo en su caldero…Si, eso debe de ser. Es como las brujas esas de Furia
de Titanes… ¡El ojo, danos el ojo! - Se tronchó divertido con su propia chanza.
-
Su compañero se limitó a mover la cabeza dejándole por imposible. Cuando
acabaron las clases los dos volvieron a su habitación. Después de descansar un
rato Roy se arreglaba canturreando con muy buen humor y declarando.
- Listo, ahora sólo me faltan mis gomas mágicas, - se sonrió de su propia ocurrencia
y rebuscó sin encontrarlas, le preguntó a Tom mientras miraba por todos lados.
-Oye, ¿no las habrás visto?
- ¿Visto el que? - Contestó éste que no sabía a lo que su compañero
se podía referirse –
-Mis gomas. - Insistió el interpelado. -
- ¿Las de borrar? - Quiso saber su compañero de cuarto. -
Roy le dedicó una mirada entre atónita y divertida…
- ¡Oye! Si resulta que vas a resultar ser un cachondo mental… Las de
borrar. Sí, esas mismas, las de borrar evidencias…
-Pues no sé a qué gomas te refieres. - Confesó su perplejo interlocutor. -
- Esto no me puede estar sucediendo a mí. Mis gomitas... ¡mis condones!,
¡capullo! - Le insistió Roy visiblemente contrariado para indicarle -... ¿te
crees que Melanie me va a dejar entrar en ella sin llevar la capucha?
- ¿Pero, quieres condones para hacértelo con Melanie? - exclamó Tom
realmente sorprendido. -
- ¡Oh, milagro! - clamó Roy con los brazos en alto de forma
artificiosamente teatral. -Me has entendido- y añadió de forma acusadora. -
Dilo más alto que en California aún no se han enterado, - y de manera
irónica concluyó - ¡Pues claro que es para eso! No pensarías que era para hacer
globos.
- ¿No estarían en una
caja vieja junto a la papelera? - Aventuró Tom. -
- Sí. - A Roy se le iluminaron los ojos parecía que por fin ese idiota le
iba a servir de algo y asintió -Si, ahí estaban ¿la has visto?
- Es que tiré esa
caja, cuando hice limpieza ayer, como estaba junto a la papelera pensé...-
Paró de explicarse al ver la cara de circunstancias de
Roy que pasó a la contrariedad comenzando a dar puñetazos sobre la mesa.
- ¡Joer, joer, joer!
¡No puedo creerlo!... ¿sabes tío? Es que no me lo creo. ¿Cómo eres tan capullo
eh? ¿Cómo podré tener tan mala suerte? ¿Ahora qué hago? Sin mis condoncitos
Melanie pasará de mí como de Hank Williams.
- Creo que aquí se dice como de comer estiércol ¿verdad? - Repuso Tom
tratando de expresarse en su jerga local. -
- ¿Estiércol? - repitió un cabreado Roy para corregir -
¡Mierda! …se dice comer mierda y Melanie comería mierda antes de hacérselo con
Hank Williams.
- ¿Quién es ese Hank Williams? - Quiso saber Tom. -
-Un freak pringado que nada más que hace el ridículo con las tías. No le
gusta a ninguna y se le va cayendo la baba por todas. - Le explicó Roy
sonriendo por unos instantes para añadir jocosamente. - ¡La de collejas que le
habré dado ya!
-No creo que eso esté bien. A mí me da pena, tal como lo cuentas. - Opinó Tom. -
Roy le observó como quien mira un
caso perdido, movió la cabeza y remachó.
- ¡La leche! ...si además eres la
madre Teresa. En fin, iré a la habitación de Jack, espero que él tenga alguna
sin utilizar por ahí...
- Lo siento, - farfulló Tom sinceramente envarado -, no quería estropearte
el plan.
- Mira tío, punto en boca ¡eh! - le respondió Roy con voz aflautada y
llevándose un dedo a los labios -Tú cállate, vale...cállate...- y sin más salió
raudo hacia la habitación de su amigo, dejando a Tom anonadado. -
Cuando Roy llegó ante la puerta de la habitación de Jack pasó por alto un
cartelito que este tenía colgado y abrió, entró sin dejar de hablar...
- Oye Jack necesito que me dejes unas...- Se cortó al ver a éste en la
cama abrazado a una chica sin ningún tipo de ropa encima, la cara de ambos era
un poema. -
- ¡Maldita sea, Roy!, eres tan idiota que ya ni sabes leer. ¡Mira por fuera
de la puerta! - Le gritó su compañero visiblemente envarado. -
El chico se asomó y leyó el
cartelito…se trataba de un monigote con una amplia sonrisa maliciosa que tenía
una inscripción que rezaba "Ahora estamos ocupados, ven a vernos
luego".
- Lo siento...es que es una urgencia- se disculpó apuradamente
éste pasando a explicar con tono dubitativo. -Verás tío, el idiota de mi
compañero ha tirado todas mis gomitas- explicó en tanto sonreía de forma
estúpida -.
- ¿Y de quién se trata esta vez? -
Rezongó Jack soltando a la avergonzada chica. -
El caso es que Roy no la conocía, parecía de primer
curso. ¡Y encima estaba buena!, pero ahora no era momento de pensar de quien
podría tratarse sino de responder con rapidez, se apresuró a decir.
- De Melanie...y ya
sabes que con ella no hay más narices que llevar capucha.
- Mira en mi mesilla ¡y date prisa, capullo! - le exigió su compañero. Roy
asintió y comenzó a revolver los cajones. La chica que estaba con Jack se
tapaba avergonzada bajo las sábanas- ¿Las ves o no? - le apremió el inquilino
de la habitación con nerviosismo y mal humor creciente. -
- ¡Ya está! - Roy lanzó una exclamación de triunfo mientras se hacía con un
par de ellas. -Gracias tío, te debo la vida....
- Si no te largas ya de aquí, te vas a quedar sin ella. ¡Mendrugo! -
Amenazó Jack exhibiendo uno de sus puños. -
Roy
asintió nervioso y salió de allí casi a trompicones. La verdad fuera dicha,
Jack era único para ligarse a los bombones de primer curso. Pero ahora no tenía
tiempo de pensar en eso, debía llegar a su propia cita. Aliviado al fin, volvió
a su cuarto y se terminó de arreglar, marchándose acto seguido a la habitación
de Melanie. Andaba por los pasillos con sigilo, esperaba que el vigilante o el
profesor de turno no fuera a estar por allí. No se atrevió a dar la luz por si
acaso. De modo que contó las puertas. Además, ya sabía dónde estaba el cuarto
de su compañera. Tras hacer sus cálculos tocó una de ellas, la abrió con
cuidado mientras susurraba.
- Cariño...ya estoy aquí...- susurró en tanto encendía la luz del cuarto y
oyó un grito, a la vez que un par de chicas desconocidas y no tan
agraciadas como Melanie que estaban acostadas y con una mascarilla de belleza
en la cara. Ambas comenzaron a tirarle todo lo que tenían a mano. Roy cerró la
puerta con rapidez- ¡Mierda! ...con las prisas me he equivocado de cuarto,
el de Melly es el de al lado. -
Esta vez no tocó, para mayor seguridad se asomó por una
rendija. Había una tenue luz en la habitación y ¡hummm, esa sí que era Melanie!
Roy abrió la puerta con suavidad y entró en la habitación.
- Ya era hora...creía
que no vendrías...- le susurró ella con un tono algo impaciente y contrariado.
-
- Y casi no lo hago, no te imaginas los problemas que he tenido. - Se
explicó él que iba a relatárselos cuando ella le tapó la boca con una mano,
mientras con la otra le aflojaba el cinturón de sus vaqueros -...
- ¡Oh, pobrecito! ...- susurró ella esta vez con voz melosa, en ese
momento, le soltó la boca y le acarició con suavidad añadiendo. - No te
preocupes ya me encargo yo de consolarte – y acto seguido comenzó a besarle con
verdadera buena maña por todas partes. -
- ¡Menos mal! - pensó Roy cada vez más puesto a tono - Lo que yo decía,
todo vale la pena por llegar a este momento.
Mientras Melanie ya le había
quitado el pantalón, también le sacó la camisa y ella misma se desprendió de su
camisón, ambos abrazados cayeron sobre la litera de ella y joven, tras unos
ardientes preliminares, procedió a encapucharse como es debido, antes de
comenzar…
-Ahora te compensaré por mi retraso. - Le aseguró él. -
-Más te vale. - Sonrió lascivamente la chica. -
Y por
supuesto que él así lo hizo. Al día siguiente Tom se levantó pensando que su
compañero no estaría, pero esta vez se equivocaba, Roy dormía en su litera. Le
despertó pues de otro modo llegaría tarde. De todas maneras, el chico no
parecía muy por la labor de levantarse pues se abrazaba a la almohada mientras
musitaba en sueños.
- No Melanie, no me
hagas eso...tengo cosquillas. - Se reía y Tom meneó la cabeza con gesto
resignado. -
- ¡Vamos, despiértate ya! Llegaremos tarde...- le indicó sacudiendo a Roy
que se despertó abriendo un ojo y musitando entre bostezos -.
- ¡Oh! ...estoy cansado, ¿qué hora es?
- Casi las siete y media. - Respondió Tom dándole una ojeada rápida a su
reloj de pulsera como confirmando lo que ya sabía para urgir de nuevo a su
interlocutor - ¡Venga, levántate de una vez!
Roy se
levantó como un resorte al escuchar la hora, tenía clase con el señor Plummer y
ese sí que no toleraba retrasos. Por fortuna se espabiló de inmediato, apenas
sí pasaron por la cantina para tomar un café y corrieron raudos al aula. Él y
Tom llegaron a tiempo. Cuando la clase terminó Roy sonrió aliviado. Su
compañero le preguntó qué tal había pasado la noche.
- No veas...Esa Melanie, ¡lo que ella no sepa hacer...je, je! Bueno...ya te
lo contaré cuando seas mayor. - Replicó con regocijo. -
- Bueno. - Dijo Tom cambiando de conversación, cosa que exasperaba
verdaderamente a Roy, sobre todo cuando la anterior le interesaba a él -. Ahora
debo acercarme hasta la sección de deporte. Quiero enterarme de las actividades
deportivas.
- Oye, yo puedo acompañarte- se ofreció su compañero intentando reconducir
el diálogo a su lucimiento personal. - Soy el mejor deportista de por aquí.
- ¿Y qué deporte haces?,- preguntó incrédulo. - ¿Drinking? ...- añadió
ahora Tom con una sorna impropia de él. -
- Muy gracioso- le replicó Roy encajando estoicamente aquel reproche
para aclarar acto seguido. - No, soy del equipo de baloncesto, el año pasado no
hicimos gran cosa es verdad, pero este seguro que quedamos bien clasificados
¿Tú, que deporte haces?
- Hago algunos, pero
sobre todo me gustan el Karate y el judo.
- Vaya...eres Bruce Lee...ya no me meto contigo ¿Qué cinturón eres?
¿Negro quizá?
Lo dijo con un poco de sorna, tratando de devolver el
comentario anterior, pero se sorprendió al ver que Tom asentía.
- Sí y este año
quisiera participar en la competición entre universidades.
- Pues venga, vamos para allá - Le ofreció Roy. -
Su compañero le tomó la palabra y
ambos se dirigieron a la sección de deportes. Allí Tom se apuntó a las clases
de Karate. Una vez inscrito sacó su kimono y se fue al vestuario, deseaba
practicar algo pues estaba un poco desentrenado, Roy le siguió en chándal
pitorreándose del aspecto que tenía.
- Parece que sales de la ducha con el albornoz- rio - ¡vaya pinta que
llevas!
- Es el kimono de
combate tradicional- le explicó Tom sin inmutarse por sus comentarios. -
- De combate- repuso
Roy despectivamente- ¡Bah! ¡Eso del karate es una chorrada! si te dan un buen
par de puñetazos te tumban y se acabó el rollo.
- ¿Eso te crees? - le inquirió Tom mirándole fijamente. -
- Pues claro- repuso Roy muy confiado según se vanagloriaba. - En el barrio
donde crecí sí que sabíamos zurrarnos, nadie conocía esa tontería del karate y
ni falta que le hacía para sacudir a quien fuera.
- ¿Y tú también sacudías a cualquiera? - le preguntó Tom incrédulo. -
- Yo era el “number
one”- sonrió su interlocutor asegurando - conmigo no se metía nadie ¡Pues sí!,
menudas palizas les daba a los que se ponían chulos con el menda. A ti o a
cualquiera de esos payasos con ese traje tan ridículo les despacharía yo en un
minuto.
- No creo que fueras capaz de ganarme en un combate. - Le rebatió su
compañero con tono objetivo mientras permanecía cruzado de brazos. -
- ¿Qué no? ¡Vamos anda! - espetó Roy visiblemente incrédulo y
divertido para agregar. - Lo que ocurre es que no quiero hacerte daño, me
castigarían.
- ¿Por qué no probamos? - Le animó su compañero que le propuso. -
Hagamos un combate de entrenamiento, prometo no pegarte fuerte.
- ¿Que tú me prometes qué?,- rio su interlocutor señalándole con mofa -
¡Anda ya, tío!, si me quieres noquear de risa seguro que lo consigues, porque
de otra manera lo veo difícil.
- Pues vamos allá, si
eres tan duro a ver si lo demuestras – replicó el otro muchacho de modo
aparentemente indiferente. Aunque enseguida añadió con una media sonrisita - ¿O
es que me tienes miedo?
- ¿Miedo yo?,- replicó Roy que se acercó colocándose a sólo un metro
de Tom y adoptando una pose boxística con los puños listos para golpear le
ordenó. - ¡Tú lo has querido chico, venga defiéndete!
- Así no- le
interrumpió su ahora adversario con tono tranquilo indicándole. – Primero debes
quitarte los zapatos y entrar en el tatami.
- Bueno, si eso es lo que quieres. - Concedió algo a desgana. -
Y dicho esto, Roy se descalzó y se puso dentro del
tatami, Tom le indicó que debía colocarse sobre una línea roja paralela a otra
en donde se encontraba él.
- Muy bien, ahora ya
estamos listos- afirmó el karateca mientras una multitud de alumnos curiosos se
acercaban a presenciar aquel singular combate. -
- ¡Entonces venga, déjate ya de mamarrachadas y ataca ya! - le urgió Roy
moviendo los puños añadiendo con sorna - te voy a dar yo a ti karate. - Levantó
una de sus piernas adoptando una de las posturas que había visto en una película
de la tele. - ¡Con mi grulla voladora borracha sobre el tejado de cinc te voy a
aniquilar, paleto! - rio con mofa. -
Tom meneó la cabeza, estaba dispuesto a comenzar cuando se acordó de otra cosa
y de nuevo detuvo a Roy con un gesto de sus manos.
- Se nos olvida
saludarnos- le dijo pegando las manos a sus muslos. -
- Pero ¿tú es que estás colgado o qué? - le inquirió Roy atónito para
exclamar - ¿Cómo vas a saludar a alguien que te quiere partir la cara? Todo lo
más le mentarás a su familia, y no precisamente para dar recuerdos.
- El karate es un deporte- le explicó pacientemente su compañero -
rigen ciertas reglas y la cortesía es una de ellas, saludar es signo de respeto
hacia tu oponente.
- Vale tío, pues dame
la mano y empecemos ya - repuso el muchacho, algo cansado ya de tanta
parafernalia. -
- No, así no- repuso tranquilamente Tom según le indicaba - debes
inclinarte como yo, ante el maestro del dojo y ante tu adversario – y como
demostración se agachó ligeramente primero en dirección a una pared a su
derecha y luego hacia su interlocutor. -
- ¡Pues vaya una chorrada! - Escupió Roy que hizo lo mismo de una forma más
rápida y sin siquiera juntar las manos. - Vale ya, ¿no? - Tom asintió y se puso
en guardia en tanto su oponente exclamaba. - ¡Pues toma esto para empezar! -
Roy lanzó uno de sus puños contra él, pero su oponente lo bloqueó con un brazo.
-
Roy sorprendido atacó con el otro puño, pero volvió a errar el golpe, Tom los
paraba sin dificultad. Decidiendo cambiar de táctica intentó agarrarle a ver si
lo derribaba, pero, antes de darse cuenta, Tom le había sujetado de un brazo y
aplicándole una llave le había hecho rodar al suelo.
- La madre que le…-
farfulló Roy contrariado - ¡Ya verás ahora! – Sentenció levantándose como un
resorte, lanzó una patada baja que Tom se limitó a esquivar apartándose a un
lado, luego contraatacó con una ligera patada al pecho de Roy que bastó para
tirarle al suelo. -
- Ya me has enfadado, ¡ahora verás lo que es bueno! - dijo su rival
efectivamente furioso. -
Trató de agarrar del cuello
de su compañero, pero Tom, sin inmutarse, apartó sus brazos y le retorció uno
de ellos hasta que Roy vio las estrellas.
- No te defiendes nada bien. - Le susurró su compañero al oído
mientras le sujetaba. - Además pierdes la calma enseguida. - Le soltó y
retrocedió un par de metros. -
- ¡Joder, no juegas limpio! - le recriminó Roy - sólo me esquivas y me
agarras de forma rara.
- Son técnicas de Karate y Jiu Jit su - respondió Tom que declaró - muchas
veces lo que importa es aprovechar la energía del contrario en beneficio
propio.
- Vale, vale- admitió su contrincante que había perdido su confianza de
hacía sólo unos minutos y así reconoció. - Puede que eso del karate no sea
tan chorrada como parece. Pero es porque eres muy bueno que si no te habría
dado una paliza.
- Puede ser - admitió Tom que confesó de forma modesta - de todas formas,
no soy tan bueno como te crees. Recuerdo que a mi maestro no podía ni tocarlo,
antes de hacerlo ya estaba en el suelo.
-¡Joer!- Exclamó Roy
- ¿quién es tu maestro, el viejo ese del karate Kid? ¿También te hacía pintar
vallas?
Tom se rio de la ocurrencia y palmeó la espalda de su compañero. Aunque añadió
con algo de pesar.
-Desgraciadamente
hace poco que falleció. Le echo bastante de menos. Aprendí mucho de él, y no
solamente artes marciales.
-Vaya tío, lo siento. - Repuso su oponente, esta vez con sincero pesar. -
-Es la vida. Él vivió mucho y con plenitud. - Contestó serenamente su
compañero. -
En tanto
ellos charlaban los chicos que le habían visto estaban perplejos. Uno de ellos
que también hacía karate se dirigió amablemente a Tom.
-Me harías el honor de disputar un combate conmigo. - Le pidió aquel chico,
que era cinturón marrón. -
-Será un placer. - Convino este. -
Por descontado que Roy no pudo
evitar hacer uno de sus comentarios humorísticos, dirigiéndose a ese tipo.
-No, así no, Mark. Tendrías que haberle dicho. ¡Oye tú!, ¿sabes quién es mi
maestro? Tu kun fu del sur es una porquería, el mío es mejor...
Y tras el coro de risas de los
allí presentes, ese chico le dijo algo apuradamente a Tom.
-Roy es así.
-Sí, empiezo a darme cuenta. - Asintió su divertido interlocutor. -
-Vale, yo me limitaba a daros un consejo amistoso. - Declaró un risueño Roy
en tanto les cedía su sitio en el tatami. -
Y él y los otros observaron con
curiosidad. Así pues, los dos jóvenes se enfrentaron y aunque el nuevo
contrincante de Tom no lo hacía mal, éste le venció sin excesivas dificultades,
al terminar se saludaron y el chico le alabó con admiración.
- ¡Eres muy bueno, realmente magnífico!, ¡qué suerte contar contigo en el
equipo desde ahora!
- Gracias, tú tampoco lo haces nada mal- Le dijo Tom devolviéndole el
cumplido. -
- ¡Oye tío! - intervino Roy acercándose a su compañero tras el combate
y preguntando ya en serio. - ¿Y esto es lo que haces en los campeonatos?
¿Luchas de esta manera?
- Bueno, - repuso Tom sin concederle ninguna importancia - ahora estábamos
entrenando, en los campeonatos tendré que pelear en serio, sino acabarían
conmigo en un momento y aun así es muy difícil.
- Pues avísame cuando se celebren- le pidió Roy afirmando entusiasmado -
¡Eso no me lo pierdo! Esta chorrada me empieza a molar. Y enséñame alguna de
esas llaves tan raras. - Sentenció haciendo extraños movimientos con los
brazos. -
- Lo haré- sonrió su compañero comentando a su vez - y yo también
quiero verte a ti jugando al baloncesto.
- Eso está hecho- repuso su compañero con gesto sonriente. - Ahora
vamos, que tengo cosas que hacer.
Los dos
se marcharon. En esta ocasión fue Roy el que se dirigió a apuntarse a un
festival de canciones que se celebraba todos los años en la Universidad. Desde
que estaba allí había ganado todos los certámenes, las chicas en especial
estaban encantadas con él. Aunque Tom volvió a sorprenderle apuntándose él
también. El novato le explicó ante la cara de asombro de este.
- Verás, a mí siempre
me ha gustado componer y cantar canciones. Además, el año pasado hice una
asignatura en mi universidad en la que tocaba instrumentos.
- Bueno, pero te advierto que en esto sí que no me ganarás, aquí únicamente
podrás ser el segundo, el mejor será el menda, como siempre.
- Eres muy confiado
¿no?... ¿cómo estás tan seguro? - Le preguntó Tom que no podía creer que su
compañero fuese tan poco humilde -.
- ¿Bromeas tío? - Respondió Roy auto afirmándose de forma muy vanidosa. -
No me preguntes eso, en jugar al baloncesto, ligarme a las tías y cantar, soy
una verdadera autoridad. Nací para ligar y me criaron para ganar en todo y lo
hicieron muy, pero que muy bien.
Tom se
sonrió y no dijo nada. Su compañero por su parte se sonreía confiado, pensaba
que, con contrarios como ese, el premio era suyo una vez más. Tras darse
una vuelta por el campus y al volverse a su habitación se encontraron con Randy
y Peter. Estos le dijeron a Roy que se preparaba una fiesta enorme para el fin
de semana. Éste asintió con ojos como platos queriendo saber.
- ¿Hay que aportar algo?
-Lo habitual. - Le contestó Peter. - Unos diez pavos para bebidas y cosas
de picar. Y tu palabra de mantenerlo en petit comité.
- ¿Y quienes van a ir?
- Pues Candy, Marian, Estella, Maryorie, y Melanie...entre otras tías
buenas. - Respondió Randy con evidente gesto de satisfacción. -
- ¿Candy la culo prieto y Maryory tetas de piedra? - Preguntó Roy entre
emocionado y admirado a lo que sus dos compañeros asintieron para confirmarle
que, efectivamente esas chicas acudirían. - ¡Guau!, me parece que nos vamos a
divertir. Y ¿dónde va a ser? - Les inquirió muy animado por estas revelaciones
-....
- En el gimnasio. - Respondió Randy que le desveló -...nos meteremos allí
el viernes por la noche, lo preparamos todo y el sábado es la fiesta, luego
tenemos todo el domingo para ordenarlo...
- Escuchadme, chicos. - Intervino con prevención Tom ante la sorpresa y el
desagrado de los demás - ¿Pero eso no estará prohibido?...
- Oye, ese tío quién es. - Le preguntó Peter a Roy desentendiéndose
completamente de la posible respuesta del aludido -...
- Es nuevo, mi nuevo compañero de habitación. - Les explicó Roy con voz
condescendiente. - No le hagáis mucho caso, es que no sabe cómo va esto. Ya le
enseñaré las normas.
- Pues que no hable
mucho por ahí...- contestó Randy contrariado, los dos se fueron y Roy miró a
Tom con un gesto poco amistoso -.
- ¿He dicho algo inconveniente? ...- preguntó el chico con tono teñido
de ingenuidad y extrañeza. -
- ¿Que si has dicho algo inconveniente? - Le inquirió con esa misma mirada
de alucinado y la voz que ponía cuando recriminaba algo a Tom. - Oye, ¿por qué
has venido a mi planeta?, ¿eh? ¿Eres un marciano o algo así? Aquí nadie estudia
antes de empezar las clases, nadie pregunta- puso voz de tonto a propósito y
añadió parodiando a su interlocutor. - Oíd chicos, ¿eso no estará prohibido? –
Hizo una leve pausa ante la atónita mirada de Tom y exclamó - ¡Claro que lo
está! Eso no lo preguntaría ni Hank Williams. Pero no nos pillarán, nunca nos
pillan. Yo que tú cerraría el pico, me vendría a la fiesta y dejaría de actuar
como un ultra cuerpo.
- Bueno, creo que iré a esa fiesta, lo siento, no quería meter la pata, -
se excusó Tom. -
El muchacho se quedó pensativo, lamentando el haber
incurrido en alguna grave falta social. Al menos para lo que se estilaba por
aquellos contornos.
- Venga, olvídalo, - repuso su compañero de cuarto, ahora de forma jovial y
conciliatoria, restándole importancia. -No es culpa tuya, tendré que educarte
un poco sobre las costumbres locales...
Y en eso
desde luego daba ejemplo. Roy se afanó en ayudar con los preparativos de la
fiesta. En lo tocante a traer bebidas y preparar el ambiente se podía contar
plenamente con su colaboración. De hecho, charlando tras las clases con
Melanie, le comentó a la muchacha.
-Me han dicho que irás. Seguro que lo pasaremos muy bien.
-Te refieres a ti y a mí, claro. - Puntualizó la joven que parecía algo
molesta. -
-Pues eso es evidente, Melly. - Le susurró él dándole un beso en el cuello.
-
-Espero que lo recuerdes. La otra vez fuiste muy pródigo en atenciones con
algunas otras chicas. - le reprochó ella. -
-Bueno, cariño. Ya sabes que soy muy popular. Tampoco puedo dejar de
saludar a la gente. - Se sonrió pícaramente él, añadiendo a su vez a modo de
pulla. - Y tú bien que socializaste con algunos chicos.
Melanie asintió, eso era verdad.
Aunque había una diferencia, ella no pasó de algunos flirteos y besos, pero no
permitió nada más. Pese a la reputación que tenía de devora chicos, ella no era
de ese modo. Para su desgracia, estaba convencida de que Roy habría ido más
lejos con esa panda de golfas compuesta por Candy, Betty y compañía. De todos
modos, ya había hablado con ellas y les puso las cosas bien claras. Roy era de
su exclusiva propiedad. Y ninguna de esas salidas se atrevería a desafiarla a
ese respecto.
-Bueno, Candy y Betty se pueden arreglar muy bien entre ellas. O ir a por
otra presa. - Se sonrió divertida. -
Así pues, supuso que no habría
problemas a ese respecto, no obstante, la llegada de su compañera April la
distrajo, la pobre chica venía soportando el asedio de ese baboso de Hank
Williams, un individuo poco agraciado, delgado, con gafas y de largo pelo
ensortijado.
- ¿Querrás venir a la fiesta? - Le preguntaba él. -
-No sé, acabo de llegar. - Respondía apuradamente la interpelada que
enseguida alegró su semblante y suspiró aliviada al ver a su compañera. - Hola
Mel. - La saludó. -
Aunque no le gustó nada verla con
ese Malden. Siempre tan pegado a ella cuando le interesaba. Pero tenía que
sonreír y saludarle. Lo mismo que hizo él.
- ¿Qué tal, April? ¿Cómo tú por aquí?
-Tuve que ausentarme. - Se justificó la chica con algo de envaramiento. -
-Es genial que hayas vuelto. - Intervino Melanie, alegando. - Sin ti el
grupo de animadoras no era lo mismo. ¿Y sabes una cosa? Al principio de la
temporada me han nombrado vice capitana.
-Me alegro mucho por ti. - Declaró sinceramente April. -
-Bueno, Dentro de poco serás la capitana, según creo, Lindsay va a dejarlo,
termina el curso este año y tiene mucho que hacer. Eso me dijo hace tiempo. -
Terció Roy. -
Melanie asintió, aunque era mejor
no querer saber cuándo pudieron haber conversado esos dos. Que ella supiera, su
capitana tenía novio, otro chico que terminaba su carrera. Y eran al menos dos
años mayores que ella y Roy. Pero eso no quería decir nada. En todo caso, April
intervino afirmando.
-Mel se merece ser capitana, es la mejor de todas nosotras, y la que más
carisma tiene.
-Gracias, te aseguro que cuando lo sea, tú serás mi segunda. - Sonrió ésta,
encantada con aquellas palabras. -
- ¡Será genial! - Intervino el hasta entonces olvidado Hank con exagerado
entusiasmo. -
Dio la impresión de que el tiempo
se hubiese detenido, tras un espeso silencio fue Roy quien, jocosamente, tomó
la palabra.
- ¿Qué pasa, Hanky? ¿Tú también quieres ser animadora? Pues aprovecha, que
Mel y April tienen mucha mano... ¡Seguro que te recomiendan!...
Las dos chicas se rieron, sobre
todo Melanie. El tipo aquel, además, se apresuró a negar con la cabeza para
replicar como si aquella proposición fuera de lo más seria.
- ¡No!, ¡qué va! No hay chicos animadores en esta universidad.
-Pues oye, no sería mala idea fundar un grupo. Tú serías una gran
adquisición. - Contestó Roy impostando un tono más grave y serio. -
Melanie tenía que taparse la boca
para no estallar en carcajadas, y April sonreía, aunque poco a poco iba
expresando más seriedad en el rostro. En el fondo no veía bien que Roy se
burlase de ese infeliz, aunque le vino muy bien toparse con él y con Mel para
quitárselo de encima. Y en eso pensaba cuando Malden agregó.
-Si prefieres ser la mascota de nuestro equipo, cuenta con mi apoyo. - Le
ofreció con un tinte de amabilidad que incluso daba la impresión de ser
totalmente sincero. -
-No, muchas gracias. Ya tengo bastante con ser el capitán del equipo de
ajedrez. - Se reivindicó ese muchacho, que comenzaba a darse cuenta de la
chanza que tenían a su costa. - Bueno, tengo que irme. Adiós...
Y se alejó torpemente, mirando
hacia atrás, en tanto sus compañeros aguantaban las ganas de reír. Finalmente,
Roy y Melanie sí que estallaron en carcajadas. Fue Roy quien le comentó a April
entre risas.
- ¡Vaya ligue has conseguido con Hanky! ¡Ya tienes pareja para la fiesta!
¡Qué lástima, iba a pedírtelo yo!
- ¡Pero Roy! No te burles así de mi amiga. ¡Pobre April! - Intervino
Melanie riéndose a mandíbula batiente a su vez. -
La aludida esbozó una sonrisa de
circunstancias y con suavidad dijo.
-Tengo que ir a nuestro cuarto.
-Espera, que voy contigo. - Le respondió su compañera. -
Y tras darle un largo beso a Roy
en los labios, Melanie acompañó a su amiga. El muchacho se quedó allí, todavía
riéndose y pensando al verlas alejarse.
-¡Joer! Me he pasado. ¡Es cierto, pobre April! Con lo plasta que es el
Williams. Aunque total, para lo que ella está en la universidad últimamente. De
todas formas, esa chica es algo rara. - Reflexionó más seriamente ya. -
Aunque no tardó en dejarlo estar.
Tenía cosas que hacer. Y se le había ocurrido una idea para gastarle otra broma
a Williams.
-Se lo voy a comentar a Jack y a los demás. ¡Se partirán de risa! - Supuso
divertido en tanto iba a buscarlos. -
Por su parte, las dos muchachas
llegaron a la habitación y Melanie, todavía entre risas, comentó.
- ¡Vaya unas sugerencias que tiene Roy!
-Pues a mí no me hace gracia. - Se atrevió a replicar su compañera. - Creo
que va demasiado lejos burlándose de Williams.
- ¡Por favor! son unas bromas inofensivas. Y ese tipo es un pesado. Seguro
que no te ha venido nada mal que estuviéramos allí cuando te estaba acosando.
-La verdad es que sí que es insistente. - Admitió April, aseverando de modo
contundente. - Pero sé muy bien como darle largas.
-Eso me lo creo. De hecho, has dado largas a todos los chicos que han ido
tras de ti. - Le hizo notar su interlocutora. -
April guardó un envarado
silencio, era verdad que aquel tipo la había abordado en algunas ocasiones,
aunque no pasó de unos torpes intentos de entablar conversación. A buen seguro
no se atrevía a más, al menos de momento.
Pero lo que más le preocupaba era el comentario de Mel. Era cierto que
no había salido con ningún compañero de la universidad, y eso era bastante raro
para su amiga y las otras chicas. Así que, tras meditar un poco, pudo tomar la
palabra pretextando.
-He estado muy liada. Ya sabes, entre los exámenes y cuidar de mi
madre...no he tenido tiempo, ni ánimos para eso.
-Lo siento, no he querido sonar frívola. - Se disculpó su amiga queriendo
saber eso sí, con sincero interés. - ¿No hay ninguno de por aquí que te guste?
No tiene por qué ser para nada serio.
- ¿Cómo tú con Roy? - Le preguntó April devolviéndole aquello. -
-No...bueno, sí...- Pudo rectificar una a su vez apurada Melanie. - Lo
nuestro tiene sus altibajos, pero no me puedo quejar. Él cumple más que
sobradamente, ya sabes a lo que me refiero.
-Sí, claro. - Musitó su contertulia, explicándose. - En mi caso, prefiero
ir con cuidado. No quisiera que pasara algo imprevisto. Ya me comprendes.
-Pues toma precauciones, mujer. - Replicó Melanie comentándole divertida. -
Hace unas noches, el tonto de Roy casi se queda a dos velas. ¡Me contó que se
le habían perdido sus condones! En realidad, le echó la culpa a su compañero de
cuarto, ¡ja, ja! ¡Tuvo que ir en plena noche a la habitación de Jack a
pedírselos! ¡Y él estaba acompañado! Figúrate.
A su pesar April sonrió, podía
imaginarse la escena. Pero pronto desvaneció esa expresión mientras su amiga
trataba de animarla.
-Supongo que vendrás a la fiesta. No puedes dejarme sola.
-Tú ya estarás acompañada por Roy...- Replicó April. -
-Sí, pero no todo el tiempo. Y quiero que te diviertas y te relajes un
poco. ¿Quién sabe? Lo mismo conoces a alguno de los nuevos que te atraiga. -
Especuló su interlocutora. - Por ejemplo, el compañero de habitación de Roy.
- ¡No, por favor! - Suspiró April, imaginándose a otro tarambana. - ¡Otro
Jake, no!
-Es un chico muy guapo, y es agradable. ¡De veras! – Le comentó Melanie. - Y ¿qué tenia de malo
Jake? estaba muy bueno. - Le recordó para insistir. - Tú confía en mí. Te
divertirás.
-Está bien. - Concedió la muchacha. -
No tenía otra alternativa que
aceptar. Tampoco quería mostrarse demasiado asocial, aunque no le apetecía
demasiado. ¡Pero siendo por no decepcionar a Mel!...
-Tendré que ir. - Se dijo resignada. -
-Ya verás, lo vamos a pasar genial. - Sonrió Melanie tomándola de las
manos. -
April sintió un leve escalofrío recorrerla la espalda y correspondió a esa
sonrisa asintiendo. Al fin, su amiga se alejó y ella se la quedó observando al
tiempo que tornaba en triste su mirada.
-Sí, Mel...seguro que tú lo pasarás muy bien con Roy...
Y así, el gran día llegó pronto.
Cuando terminaron las clases y en el mayor de los sigilos, los chicos ya tenían
preparado el gimnasio. Su compañero finalmente logró llevar a Tom que no
parecía muy convencido. Empero, el ambiente era increíble, un montón de chicas
guapas que se disputaban a Roy y al resto de los chicos más populares. A éste
se le ocurrió una idea genial, (al menos eso creyó él). Se subió a un
improvisado escenario y llamó la atención a gritos.
- ¡Eh, tías! ¿Por qué no hacéis un desfile de modelitos cachondos? La
vencedora podrá enrollarse con el chico que más le guste. Los chicos seremos el
jurado. Luego lo haremos al revés, ¿qué os parece la idea? - Coro de aplausos y
gritos apoyando la propuesta y el muchacho arengó - ¡Pues vamos allá!
Al instante, se montó un improvisado pase de modelos
en el cual todas las chicas se exhibieron de la forma más provocativa que
sabían. Roy y sus amigotes babeaban y hacían el tonto al lado de ellas. Éste se
subió al escenario y comenzó a desparramar sobremanera.
- ¡Eh, Tom!… ¿No decías que sabías tocar? - Le preguntó a su amigo que
miraba todo aquello con ojos como platos. - Pues ahí tienes un teclado…- Le
señaló. -
Y dos
tipos invitaron al perplejo chico a tocar…Él conocía la canción. Era precisamente
de uno de sus cantantes favoritos. Aunque le iban más las melódica y ésta era
todo lo contrario. No obstante, más que nada por no hacer un feo a sus
compañeros, asintió comenzando a tocar con realmente buen estilo aquel
organillo electrónico…
- ¡Vaya! Tocas realmente bien. - Le comentó una morenaza escultural que se
presentó como Candy. -
-Gracias… mi madre me enseñó. - Musitó él visiblemente colorado. -
- ¡Su madre… este chico es un amor! - Se sonrió una chica rubia realmente
despampanante de nombre Bettie. -
- ¿Por qué no vienes a vernos luego y nos tocas algo más? En privado... - Le propuso Candy con voz
melosa. -
Bettie se acercó a ella,
pasándole un brazo por la cintura, a lo que su compañera correspondió dándole
un beso en el cuello. Luego alargó una de sus manos para palpar el trasero de
Tom. Este apenas pudo forzar una sonrisa de circunstancias y apartarse
discretamente. Las dos muchachas se rieron entonces. Y de este modo,
tratando de rehuir las incitadoras caricias de esas dos, comenzó a tocar la
música de aquel tema. Fue la propia Melanie, la que, tomando un micrófono le
antecedió preguntando a Roy con una voz entre musical y melosa.
-No estoy tratando de seducirte. ¿Querrías que te
seduzca, eso es lo que intentas decirme?
Y
mientras algunos de sus colegas, Ozzy, Jack y otros miembros del equipo de
baloncesto coreaban. Algunas chicas jadeaban tocándose lascivamente ciertas
partes de su anatomía. Los amigos de Roy exclamaban a coro.
- ¡Un, dos, tres, joer, hazlo!…
- ¡Un, dos, tres, joer, hazlo!…
Otra
atractiva chica exclamaba…
- ¿Te gustaría volver a estar conmigo una vez? – Y Roy
asentía con una sonrisita realmente pícara. -
Y otra
no menos despampanante replicaba.
- ¿Estás preparado?
Y el chico por supuesto, volvía a
decir sí con la cabeza, exclamando.
- ¡Sí, sí!
Tom a todo esto tocaba ya
realmente concentrado en la música. Se lo estaba empezando a pasar bien. Sin
embargo, trataba de mantener una prudente distancia con esas dos. Por su parte,
Roy respondió a su novia. Tomando otro micrófono del karaoke y cantando, en
tanto abrazaba a Melanie con patente libidinosidad…
Hey,
tú eres demasiado sexy
para mí.
Tengo
que entrar en
tu interior y te mostraré el
cielo si me dejas.
Hey
tú eres
demasiado sexy para mí, tengo
que entrar en tu interior
tengo que entrar en tu interior…
Roy se quitó entonces la camiseta y se puso a
marcar músculos de bíceps y abdominal ante el delirio de las nenas. Comenzó a
juguetear con ellas y a beber cerveza, con esa cancioncilla marchosa y obscena
de fondo…
¿Cuándo será? veo dedos trabajando
horas extras tengo que pensar
que podrían ser míos.
Me gustaría
ver tu cuerpo desnudo, nena
me gustaría pensar que alguna vez
quizás esta noche si todo va bien
yeah
¡Hey!
tú eres demasiado
sexy para mí no te dejaré
marchar, no, no…
¡Hey!
tú eres demasiado sexy para mí
Tengo
que entrar en tu interior.
Te veo beber y me tomo mi tiempo,
Te veo beber todo ese barato vino rojo oh
Tengo que verte desnuda, baby
Me gustaría pensar que alguna vez
Quizás esta noche mi meta está a la vista.
Y Tom seguía tocando sin perder
el compás, pero atónito por lo que veía...
Yeah, nena, nena, nena
¿Por
qué me haces esto?
No te dejaré marchar
No
te dejaré marchar
Tú
eres, tú eres una muñeca
tengo que saberlo
Tengo
que saberlo
Te voy a dar la clase de
amor que nunca te dieron
¡Hey! tú eres demasiado sexy
para mí, nunca tendrás otro
amante en tu cama.
Tú
eres
demasiado sexy para mí
-
¿Quieres que te seduzca? ¿Es eso lo que intentas decirme? - Repitió
Melanie. -
La muchacha estaba realmente arrebatadora con un
bikini azul cielo que realzaba muchísimo sus encantos. Y Roy por supuesto que
asentía besuqueándola el cuello para cantar como réplica. Señalándose a sí
mismo…
Todo
el mundo
quiere un amante como éste
nena todo el mundo quiere
un amante como éste.
Yeah,
yeah
todo el mundo quiere un
amante como éste todo el
mundo todo el mundo todo
el mundo quiere un amante
como éste,
Todo
el mundo quiere un amante,
Todo
el mundo quiere un amante como éste,
Todo el mundo quiere un amante,
Todo
el mundo quiere un amante como éste
Todo el mundo quiere un amante,
todo
el mundo quiere un amante como éste,
Todo
el mundo quiere un amante,
Todo
el mundo quiere un amante como éste
¿Quieres que te seduzca? yeah yeah
¿Quieres
que te seduzca? Yeah yeah
Y para colofón, al llegar a estar parte de la canción, se escuchó una voz de mujer
mayor. Jack mostró una foto de la señorita Parker y todos rieron en tanto se
escuchaba…
- ¿Te importaría parar de jugar con esa radio
tuya? estoy intentando dormirme.
(Too Funky. George Michael, crédito al autor)
Al terminar con ese detalle, en
su opinión tan poco respetuoso, Tom meneaba su cabeza incrédulo y algo
avergonzado, aunque, le parecía asombroso cómo se lo montaban sus compañeros.
En especial Roy. Y de hecho no se había tirado un farol en eso. Talento tenía
para cantar. Lo malo es que lo emplease para esas cosas, al menos eso pensó el
chico de Kansas. Su compañero de cuarto mientras no perdió el tiempo y ya se
estaba revolcando con dos o tres de las chicas entre unas colchonetas. Melanie
llegó presta para tirarle de la oreja y atraerle hacia ella, entre el coro de
risas de sus amigos.
-Tú eres de mi exclusiva propiedad. - Le recordó a modo de jocosa regañina.
-
Mientras, Tom trataba de no ser
arrollado por otro grupo de compañeros con irrefrenables deseos festivos. Tuvo
que arreglárselas incluso para evitar la molesta presencia de una chica
borracha como una cuba. Incluso algo más tarde escapó a todo correr de dos o
tres chicas que con gritos tales como.
- ¡Tío bueno!, ¡ven que te vamos a enseñar a pasarlo bien! – Exclamaba una
rubia bastante atractiva que se unió a las otras. –
-Tommy cariño, ¡hazme, madre ya! - chillaba una pelirroja que le miraba con
patente lascivia -
-Un momento, zorras. No tengáis tanta prisa. Nosotras le vimos primero. -
Replicó Candy señalándose a ella misma y a Betty entre risas. -
No sin dificultad el interpelado
pudo zafarse de sus perseguidoras y tras un rato logró despistarlas
escondiéndose por los pasillos.
- ¡Menos mal! -
Suspiró el muchacho. –
Caminando más tranquilo ahora tomó
asiento en uno de los bancos del gimnasio que estaban casi a la salida. Aunque
no estaba solo. Una muchacha estaba también allí. Se sentaba y miraba
aparentemente a ninguna parte en particular.
- ¿Te encuentras
bien? - Se interesó Tom. –
A la vista del espectáculo que
algunos de sus compañeros estaban dando pudiera ser que aquella chica estuviera
borracha. O que se encontrase indispuesta. Aunque la muchacha en cuestión le
respondió con un tono algo seco.
-Sí, quería estar sola. Nada más.
-Lo siento, yo
también buscaba escabullirme de todo ese jaleo. - Se disculpó Tom. -
Se levantó de inmediato para irse,
no quería molestar, pero esa joven no tardó en dirigirse nuevamente a él, ahora
con bastante mejor talante.
-Perdona. He sido muy
brusca contigo. No tienes que irte.
-No deseo importunar.
- Repuso suavemente él. –
-Es que no me gustan
demasiado estas fiestas. - Le confesó esa chica. – La mayoría de los tíos beben
y algunos empiezan a tratar de sobarme. Pero Mel insistió en que viniera.
- ¿Te refieres a
Melanie Sanders? - Quiso saber su interlocutor. -
-Sí, es mi compañera
de cuarto. - Le contó esa joven. –
-Perdona, ni me he
presentado. Me llamo Thomas Alan Rodney, pero me llaman Tom. - Declaró él
ofreciendo su mano a la chica. -
-Encantada, soy April Sinclair. - Sonrió ella estrechándosela. –
-Yo también he venido porque mi compañero de cuarto me insistió, él es Roy
Malden. - Le contó. -
La muchacha le observó entonces con
gesto entre perplejo y desencantado. Recordó entonces lo que Melanie le había
dicho. Ese compañero nuevo de Roy era este muchacho. No tardó en sentenciar.
-Lo siento mucho por ti. Ese tipo es un gamberro y va detrás de cualquier
chica guapa que se le cruza por delante.
-No lo tomes a mal. Pero supongo entonces que ya habrá ido por ti. - Sonrió
levemente Tom. -
April volvió a sonreír con un
destello de sarcasmo, pese a que ese chico había sonado sincero, sin ánimo de
haber dicho eso para ligársela o reprocharle nada, afirmó de modo irónico.
-Quizás le parezco fea. No sé si habrá pensado en mí de esa forma, pero no
se me ha insinuado todavía. Además, hay al menos dos cosas que se lo harían
imposible: la primera es que sale, o al menos solía hacerlo, con mi compañera
de habitación…la segunda es que creo haberle demostrado claramente que no me
interesa.
-Bueno, Roy es algo gamberro, es verdad. Pero en el fondo no parece mal
chico. No creo que haya querido molestarte y si alguna vez lo hiciera puedo
hablar con él. - Se ofreció solícitamente Tom. -
La muchacha sonrió una vez más,
aunque en esta ocasión de forma sincera. Negó con la cabeza y dijo.
-No te preocupes. Te lo agradezco, pero no hace falta. Tú en cambio pareces
buen chico.
De hecho, le había observado antes,
cuando estaba hablando con Betty y con Candy. Y le sorprendió constatar que ese
muchacho, no solamente no babeaba por ellas, sino que las había elucido
educadamente. Eso confirmaba las palabras de Melanie. Y era muy consciente de
que su compañera de habitación no regalaba elogios a cualquiera. Así se lo
comentó.
-No sé, quizás
solamente trataban de ser amables conmigo. O puede que hubieran bebido un poco.
- Conjeturó él por respuesta. –
-A lo segundo, seguro. A lo primero, pues no diría yo que no. Aunque esas
dos no se contentan con ser sencillamente amables cuando se fijan en alguien. -
Declaró April. -
Y ahora que se daba cuenta, algunos compañeros que
estaban a pocos metros se fijaron en ella y en Tom, incluso cuchicheaban y se
sonreían. Entre ellos estaban precisamente esas dos. April pensó que sería
buena idea hablar más con ese chico. Podría evitarle la presencia de
indeseables y de paso, desviar la atención de otras cosas. Por eso le preguntó
a su contertulio.
-Así que eres nuevo.
¿Verdad? No te recuerdo del año pasado.
-Es cierto. He
llegado este año, de otra universidad que está en Kansas. – Le contestó él,
alegando a su vez. - Tampoco te recuerdo de principio de curso.
-Tuve que ir a casa.
A cuidar a mi madre, estaba enferma. - Le respondió la joven, ensombreciendo su
semblante. -
-Lo siento mucho,
espero que esté mejor. - Le deseó Tom. –
-Sí, gracias. Ahora
está con mi padre y mi hermana menor Paige. – Le informó la chica. –
-Yo tengo un hermano pequeño también. – Le contó él. – Todavía está en High
School.
-Vaya, ya tenemos algo en común. - Sonrió la chica. -
- ¿Estudias magisterio? - Se interesó Tom. -
-No, derecho, en la facultad de al lado. - Le dijo ella. - Pero estas
fiestas están abiertas a todos. Para evitar que les descubran, suelen cambiar
de facultad para organizarlas.
-Eso me preocupa. Roy me aseguró que todo el mundo que se preciara venía a estas
fiestas. Yo he venido por no hacerle un desprecio, pero no me parece bien. Esto
está prohibido. Y si nos pillan podríamos tener muchos problemas.
Ahora April esbozó una
leve sonrisa entre sorprendida y afable. ¡Ese muchacho era realmente así! Parecía
un caballero sacado de otra época. Ni por un momento la miró de forma
inapropiada, ni redujo el espacio personal entre ambos.
-Este sí que merece la pena. ¡Ojalá, Paige le conociera, se iba a colar por
él! – Pensó recordando con afecto a su hermana menor. -
Aunque claro, no le iba a proponer a
Tom que conociera a su hermana. A fin de cuentas, para él no dejaría de ser una
niña de instituto, y vista su caballerosidad ni se aproximaría. Una pena. La
propia April ya estaba a su vez interesada en otra persona.
-Bueno, podemos ser
amigos. Y está consiguiendo que lo pase bien en esta fiesta. Tiene su mérito. -
Se dijo. –
Por su parte Tom también estaba
cómodo con esa joven. Pero tampoco quería nada más que entretenerse con una
conversación. De este modo charlaron un poco más. April le dijo que era
animadora, lo mismo que Melanie.
-Yo hago artes marciales, sobre todo kárate y Jiu Jit su.
- ¡Vaya! Sabes cómo defenderte entonces. - Afirmó ella, realmente
impresionada. -
-Bueno, para mí es un deporte, una forma de conocerme a mí mismo y tener
disciplina interior. - Contestó modestamente él. -
-Eso suena muy bien. A mí me encanta bailar y siendo animadora puedo
practicar muchas coreografías.
-Bailar también me gusta, mi madre me enseñó. - Le contó Tom. -
-Pues deberías apuntarte al club de baile. - Le sugirió ella. -
- ¿Tú lo estás? Quiero decir, apuntada. - Inquirió el chico. -
-No tengo tiempo, ya es un milagro el poder estudiar y entrenar con Mel y
las otras. - Suspiró la joven. -
Al poco algunos chicos con
síntomas de ebriedad fueron a molestarles. Tom logró deshacerse de ellos a base
de paciencia y diplomacia. Aunque April aprovechó para despedirse.
-Es tarde. Estoy cansada. Creo que me iré antes de que esto se descontrole
del todo.
-Sí, haré lo mismo. Encantado de conocerte. - Repuso Tom. -
-Igualmente. - Contestó April. -
La joven se alejó y Tom la
observó irse, luego pensó en ir a buscar a Roy y decirle que se iba, para él la
fiesta también se había terminado. Aunque no le veía. Tras buscarle durante
unos minutos en vano, lo dejó estar.
-Me voy a dormir, estoy muy cansado y es tarde. - Pensó con sensación de
culpabilidad, especulando. - Quizás él también se haya ido a descansar.
No obstante, su compañero de
cuarto estaba lejos de querer irse a dormir. Tanto él como Melanie que también
levantó pasiones, ganaron los respectivos concursos y como ambos se eligieron
hubo que darles el mismo privilegio a los segundos para que hubiese alguna
emoción. El recién llegado pudo fijarse, eso sí, en que un enorme tipo,
realmente fornido y pelirrojo miraba a su compañero de cuarto con inquina. Más
cuando éste se fue abrazado con Melanie.
- ¡Maldito idiota! - Mascullaba ese
gigante. - Solo sabe exhibirse. Se merece una lección.
No obstante, ese tipo no hizo
nada y terminó por irse. Al rato Melanie, Roy y otros chicos y chicas más
reaparecieron. Ahora sí, tras una juerga movida tocó recogerlo todo. Todos
ayudaron a restaurar el deteriorado gimnasio. Una vez concluido el trabajo,
agotados, se fueron a dormir. Al día siguiente por suerte era domingo y no
necesitaban madrugar. Se despertaron a las dos de la tarde. Tom estaba como si
un autobús le hubiese pasado por encima. Y eso que no había bebido. Roy que sí
lo había hecho, más o menos igual, pero ya estaba acostumbrado.
- ¡Dios! ¡Qué dolor de cabeza! ...- se quejó Tom tratando de calmárselo con
agua fría. – La música estaba demasiado alta y nos acostamos tardísimo.
- Bienvenido al mundo de los seres humanos. ¡Ja, ja! - Le replicó Roy
palmeándole la espalda mientras se tapaba la frente - ¡Au! a mí también me
duele, ¿qué demonios me bebería anoche?...
- Por lo que a mí respecta no vuelvo a ir a otra de esas fiestas-
declaró su compañero con la sinceridad que le daba a uno la resaca del día
anterior -.
- Nunca digas nunca. Ya verás, pronto le pillarás el gusto. - Le animó su
amigo que hablaba por experiencia propia y añadiendo divertido. – Y
hablando de pillar, pillín. ¿Con cuál de esos pibones te enrollaste ayer? Ya me
di cuenta de que tenías a Betty, a Candy, a Naomi y a Hillary, entre otras,
rondándote…
- ¿Cómo que con cuál? - Se sorprendió su amigo. -
Roy
entonces se aproximó cuchicheándole al oído como si no estuviesen solos en su
habitación.
-Escucha, paleto de Kansas. Como en el fondo me caes bien, te voy a decir
un secreto que vale su peso en oro. Pero prométeme que no lo irás diciendo por
ahí. ¿vale?
-Claro, lo prometo. - Le aseguró Tom. -
Y Roy manteniendo ese gesto entre
divertido y pomposamente confidencial le susurró.
-Candy y Betty son bi…
- ¿Son qué?
- ¡Bi…bisexuales!, leche. - Rio Roy explicando al anonadado muchacho. - Lo
mismo se lo montan entre ellas que con un tío. ¡Y hacen unos tríos que ni te
cuento!
- ¿Qué? - Exclamó Tom. - Me estás diciendo…
-Que si estaban tan pegadas ayer a ti era tu noche de suerte. Seguro que
les gustas. Un chico recién llegado y con esa apariencia de niño perdido que
tienes. ¡Ja, ja! -Se carcajeó palmeando a su escandalizado compañero. -
Eso a las tías les despierta su lado maternal y también las pone mucho…Desde
luego, te concedo el mérito. Eres como una reseña que leí una vez sobre James
Bond, decía que el agente cero, cero siete, era capaz de hacer que una bollera
olvidase por un momento sus lujuriosas desviaciones. Así que sácale partido. Yo
que tú quedaba con ellas en su cuarto.
- ¿En su cuarto? - Pudo decir el atónito oyente. -
-Claro, tío. Esas dos se lo montan que no veas. Las muy golfas comparten
cuarto. No quiero ni pensar lo que harán. ¡Bueno, sí que quiero! - Se rio
agitando una mano. -
A decir verdad, ahora que lo
recordaba, una de esas muchachas sí que le insinuó algo sobre ir a visitarla.
Tom se quedó desconcertado al escucharla, al principio no lo entendió. Más bien
creyó que se refería a la música. Ahora le quedaba claro lo que esa chica había
querido decir. Pero lo que más le sorprendió la manera que tenía su compañero
de hablar así de esas chicas. A fin de cuentas, sus preferencias sexuales eran
cosa de ellas. Y pese a decirlo con tintes entre jocosos y divertidos, podía
entrever un fondo de cierto desprecio en las palabras de Roy.
-Bueno, una de ellas, creo que era Candy, me susurró algo de ir a verlas.
Para tocarle algo. Pero no supe a qué se refería. Creía que hablaba de la
guitarra.
- ¡La guitarra! ¡Ja, ja, ja! - Exclamó su interlocutor tronchándose de
risa. - ¡Eres la leche! ...me da la impresión de que era ella la que quería
tocarte el instrumento.
El azorado Tom apenas pudo
retomar la palabra y añadir.
-Ahora que me lo has aclarado pienso que no estaría bien. - Pudo replicar
más por la forma que su contertulio tenía de contarle aquello que por la
propuesta, aunque enseguida se reafirmó, matizando. - No, no creo que eso sea correcto. No podemos
ir a la residencia femenina.
Roy se separó de él observándole como quién viera a una aparición y repuso
entre incrédulo y casi indignado.
- ¡Vamos tío! ¿Me vas a decir que esas dos te propusieron algo y les
dijiste que no?...
-Por supuesto, no es algo propio de un hombre decente el aprovecharse de
dos chicas ebrias. - Afirmó éste con tono digno y hasta teñido de obviedad. -
- ¡La leche! – Sentenció Roy sentándose sobre su litera en tanto se
llevaba las manos a la cabeza. - ¡No, no lo puedo creer! Es que es imposible
que esto esté sucediendo…- Añadió para exclamar en tanto se levantaba agitando
los brazos con teatralidad. - ¿Pero es que no has visto lo buenas que están?
-Son chicas, no comida. - Repuso Tom con tono paciente. - Yo con una chica
jamás…
Ahora fue Roy el que le cortó, observándole de modo suspicaz para preguntar no
sin cierta prevención.
-Oye, paleto de Kansas. No quiero vulnerar tu intimidad y esas cosas, pero…
¿No serás?...
- ¿Ser qué? - Inquirió el aludido sin parecer comprender. -
-Que si entiendes. - Pudo decir Roy casi con un susurro. -
- ¿Entender el qué? - Le preguntó su compañero mirándole con gesto
desconcertado. -
-Mira tío. - Declaró su contertulio tras suspirar. - Yo respeto todo. De
verdad. Igual que hay tías que…ya sabes. Solamente van con tías. Por eso no me
las puedo ligar ni tan siquiera yo. Pues hay tíos que solo van con tíos.
- ¿Me estás preguntando si soy homosexual? - Comprendió entonces Tom. -
Su compañero asintió, aunque
enseguida se apresuró a matizar.
-Vale…que yo te respeto y todo eso…pero mejor que no… no sé…y no hace falta
que respondas si te incomoda.
No
obstante, su interlocutor no le dejó acabar y tras mirarle a los ojos se rio y
movió la cabeza.
-No, no lo soy. - Remachó con rotundidad. - Es que sencillamente no puedo
pensar del mismo modo que tú, cuando salen estos temas.
Eso hizo que paradójicamente su compañero le mirase con respeto y asintiera.
-Vaya, amigo. - Pudo decir con una seriedad no muy habitual en él. -
Perdona si te he molestado. Eres realmente un buen tipo. Y seguro que ya
tendrás a alguien. - Comentó con tono perspicaz explicándose. - Cuando alguien
está enamorado no se suele fijar en otras personas. Aunque tenga dos bombones
como Candy y Betty delante. - Sentenció. -
-Bueno. - Admitió su interlocutor. - Allá en mi pueblo sí que hay una chica
que me gusta.
Esas palabras despertaron el inmediato interés de Roy que no tardó en
querer saber.
- ¿Y qué tal?... Ella y tú…
-Por desgracia creo que no es algo mutuo. – Se lamentó el joven. -
-Entonces no seas tonto. Ve a por alguna de las de aquí. Además, te lo dice
una autoridad en la psicología femenina. Si te relacionas con chicas de aquí,
esa tía de tu pueblo lo notará. Las tías tienen como un radar para darse cuenta
de eso. Y es como un imán para las mujeres. Basta que piensen que has
encontrado a otras para que de repente vengan a ti…
-No quiero hacer eso. - Se negó el muchacho alegando. - Cuando tenga
vacaciones y vaya a casa hablaré con ella y le diré lo que siento. Pero ahora
no sería capaz de hacer nada con otra chica. Sería como si mis sentimientos
fueran mentira.
Roy
abrió unos ojos como platos, aunque no se burló, algo dentro de él podía
comprender a ese muchacho. Asintió despacio y le palmeó amistosamente la
espalda para decir.
-Si es así, entonces
no seré yo quien se meta en eso. Tú sabrás…Ahora vamos, que ya es
condenadamente tarde.
- Y hoy que quería haberme levantado pronto para estudiar. - Suspiró Tom
dejándose caer en la litera de su compañero -...
Ahora su contertulio movió la cabeza y retomó su habitual tono sarcástico para
responder.
- ¡Corta el rollo! Siempre estás con lo mismo y levántate de la litera que
me la chafas. Anda, vamos a dar una vuelta.
Su amigo asintió. Al salir al pasillo ambos escucharon el grito del profesor de
turno, llamaba a Roy con clara pinta de no estar de muy buen humor...
- Maaalldennn. Venga
aquí inmediatamenteeeeee-....
- ¡La leche... es Phillips! - musitó Roy. - Espero que no se haya enterado
de lo de anoche o si no se me caerá el pelo. - Se acercó con paso lento y la
cabeza gacha para que el profesor no le viera en el estado tan lamentable en el
que se encontraba y contestó con voz sumisa. - Usted dirá señor Phillips.
- ¿Que le diré? ...- respondió el profesor con gesto muy disgustado- ¡Le
diré que se va a enterar de lo que es bueno!, acompáñeme ahora mismo al
despacho del decano. Esta vez se ha pasado usted demasiado.
- ¿Del decano? - Se sorprendió el joven, pensando que, en todo caso, iría a
soportar la enésima bronca de la bruja Parker. - Creía que íbamos a la jefatura
de estudios. Pero al señor Selby…
- ¡Ya me ha oído! - Espetó su interlocutor. -
Roy que pensó que todo
ese jaleo se refería a la fiesta de la noche pasada no respondió y se limitó a
seguir al profesor. Tom observó alejarse a ambos con gesto preocupado, fue
hacia el comedor y allí preguntó a los chicos por si sabían algo. Una chica le
dijo muy sorprendida y preocupada.
- ¿No lo sabes?, han encontrado drogas en la fiesta, alguien dijo que era
cosa de Malden. ¡Quién lo iba a decir!, es un gamberro, pero no creí que fuera
capaz de eso.
- ¿Cómo? Respondió Tom sorprendido mientras negaba con la cabeza - ¡Eso no
puede ser! yo estuve anoche con él casi todo el tiempo y estoy seguro de que no
tiene nada que ver con eso...
- Pues ya puedes ayudarle o si no tendrá un enorme problema, le expulsarán
e incluso puede ir a la cárcel. - Le advirtió la chica. -
- Sí, iré al despacho del decano enseguida...- Asintió éste que corrió
hacia allí no sin antes avisar a algunos amigos de su compañero y ponerles
al tanto. -
Cuando a Roy le acusaron de
introducir drogas en la universidad no podía creerlo. Él nunca se había
acercado a eso, proclamó con gran inquietud que no tenía nada que ver. Tom y
sus amigos llegaron inmediatamente. Su compañero de habitación declaró a su
favor y fue interrogado. El decano les acosó a preguntas.
- Muy bien señor
Rodney, usted dice que estuvo con el señor Malden en una fiesta. Que dicho sea
de paso estaba prohibida. ¿Sabe usted que eso conlleva una sanción grave?...
- Sí, señor, lo sé- repuso Tom mirando hacia el suelo avergonzado. -
- Es usted un estudiante modelo, - continúo el decano de la facultad
apenado. -Me duele que se haya dejado llevar, pero, si lo hace por
compañerismo, sepa que el señor Malden no necesita que mientan por él. Si usted
se desdice que estuvo anoche en esa fiesta todo quedará olvidado y no habrá
mancha en su historial. Ahora, lamentándolo mucho, tendremos que formar un
consejo disciplinario contra él.
El decano, dio órdenes de que
todos fueran al salón de juntas de la facultad. Allí convocó a otros alumnos y
llamó a la jefa de estudios. Ésta acudió de inmediato y fue informada de lo
sucedido.
- ¿Pero es posible que haya sido capaz de algo semejante? - Se escandalizó
la mujer. -
-Le aseguro que yo jamás haría algo como eso. - Se defendió el chico. -
-Señor. - Le dijo entonces la señorita Parker al decano. - Conozco al señor
Malden desde hace un par de años ya. Es un gamberro, un irresponsable y un
juerguista.
Roy
suspiró resignado, lo llevaba claro con el apoyo de aquella bruja. Aunque lo
que escuchó a continuación sí que le sorprendió cuando ésta matizó con
seguridad en su tono.
-A pesar de todo eso, y de que a veces me encantaría estrangularle por sus
gamberradas, no le creo capaz de llegar a hacer algo así.
-Su compañero, el señor Rodney. Sostiene la misma opinión. - Repuso el
decano, inquiriendo al aludido de nuevo. - ¿No es así?
Ahora todos los profesores y alumnos presentes
aguardaban la respuesta de Tom. Roy no obstante intervino con seriedad.
-Con su permiso, decano Selby. ¿Puedo dirigirme a mi compañero?
-Hágalo, si ese es su deseo. - Concedió su interlocutor. -
- Tom. No es
necesario que me defiendas...tú tienes una carrera intachable y no quiero que
por mi culpa tengas una mancha como esa...
- Tranquilo, nadie me
obligó a ir, fui porque yo quise. Además, mis padres me enseñaron a decir
siempre la verdad y a asumir mis errores. Aunque eso conlleve consecuencias. –
Replicó dignamente el chico, añadiendo con determinación y franqueza. - Señor,
le vuelvo a decir que estuve con Roy Malden anoche y que él no tiene nada que
ver con esas drogas. Sé que eso es merecedor de un castigo, pero no cargue a
Roy algo tan grave y que él no ha hecho, sería una injusticia irreparable y arruinaría
su vida.
- Si usted insiste- concedió el decano que parecía complacido al añadir -y
dado que tiene muy buena fama tomaré en consideración su palabra y haremos una
investigación exhaustiva. Pero esto constará en su expediente, así como en el
de sus compañeros, muy a nuestro pesar.
- Nosotros también estuvimos. - Se apresuró a declarar Jack Cooper que
asimismo estaba allí. -
- Sí, es cierto. - Convino Randy que había llegado con él. -
- Así es, señor decano. - Confirmó Roy que alegó. - Tuvimos una fiesta, nos
lo pasamos bien, pero jamás hubo drogas al menos en lo que a nosotros respecta.
-Es cierto, señor. - Añadió Melanie con un tinte de humildad y respeto poco
habitual en ella. -
- ¿También usted, señorita Sanders? - Se sorprendió la señorita Parker. -
-Sí, lo lamento mucho. - Pudo replicar la joven con expresión realmente
sumisa. - Creímos que una fiesta para celebrar el final de los parciales no
sería nada malo.
-Eso no le va a gustar nada a su padre. - Replicó severamente su contertulia.
- El general Sanders confiaba plenamente en usted y en el prestigio de esta
universidad…
La
muchacha bajó la cabeza sin replicar. Una cosa eran sus devaneos con Roy, y
otra que sus padres se enterasen de que frecuentaba esas compañías y que
participaba en ese tipo de fiestas. Hasta la fecha desde luego que a ojos de
sus progenitores era una chica ejemplar. Buena estudiante y bien educada.
Aunque no les terminaba de gustar demasiado que fuera animadora del equipo de
baloncesto. No obstante, ella se las arregló para convencerles de que era una
actividad que combinaba deporte y baile. Pero esto era muy distinto. Si llegaba
a sus oídos no sería nada bueno. Sin embargo, no pudo dejar que todos los demás
asumieran sus culpas por Roy no hacer lo propio.
-Nosotras también asistimos. - Agregó Betty, secundada por Candy y otras
muchachas sacando a Melanie de esas reflexiones. -
Tras lo cual hubo un espeso silencio que Selby se encargó finalmente de romper.
-Muy bien. - Asintió el decano que ahora volvió a dirigirse nuevamente a
Tom y al resto. - Entiendo que son jóvenes, pero ustedes deben comprender que
hay unas normas. Aunque les honra ser tan sinceros y eso se tendrá en cuenta,
sobre todo en lo referente a usted, señor Rodney. Ha tenido el valor y la
honradez de admitirlo en primer lugar cuando lo sencillo habría sido negarlo.
- Sí, señor, pero como ya le he dicho, en mi casa no nos enseñan ni a
mentir, ni a dejar a un compañero en la estacada, sobre todo cuando es
inocente. Si debo ser castigado por mi falta que así sea…
-Tiene razón, señor. - Se le unió Jack Cooper. - Lo mismo vale para mí.
-Y para mí. - Convino Malcolm Roberts, que era ese tipo enorme y con gesto
furioso que Tom viese observando a su amigo. -Yo también estuve.
-Y para mí también. - Añadió Candy. -
De este
modo bastantes chicos y chicas más admitieron su presencia en la fiesta. En lo
respectivo a las drogas no existían pruebas. De modo que se abriría una
investigación. Cuando el decano y los profesores les dieron permiso para
marcharse al salir todos felicitaron a Tom, el mismo Roy le dijo muy agradecido
estrechándole la mano.
- ¡Eres un gran tipo, he sido muy injusto contigo!, perdóname amigo. Si
alguna vez me necesitas puedes contar conmigo siempre, para lo que quieras...
- Gracias, pero solamente he dicho la verdad. - Respondió Tom de forma muy
natural. -Tú no eres un traficante de drogas.
- Sé que soy indisciplinado, vago, gamberro, sinvergüenza y todo eso, -
reconoció él que añadió enérgicamente con una seriedad que no había mostrado
hasta entonces. - Pero jamás me he acercado a las drogas y ten por seguro que
nunca lo haré. A partir de ahora me portaré mejor y descuida, pienso descubrir
al verdadero culpable. Porque eso sí que es un peligro para todos. - Dijo muy
resuelto. -
- Te ayudaremos, - se ofreció Jack por el grupo de amigos que los
escuchaban sugiriendo - una trampa es lo que debemos tenderle a ese o esos
tipos.
- Sí y se me ocurre una idea. - Terció Tom que cautelosamente les indicó. -
Pero, esperad un poco. Primero convendría hablar con el decano, aguardad aquí.
- Les pidió dirigiéndose enseguida al despacho de este. –
Selby
estaba allí, reunido con la señorita Parker. El decano le comentaba a la mujer
que escuchaba con mucha atención.
-Sabe que confío en usted plenamente. Es una magnífica jefa de estudios y
vicedecana…
-Gracias señor. - Dijo ella con satisfacción. - Eso intento.
Sin
embargo, el gesto de su superior se tensó un poco al añadir, ahora con tinte
más severo.
-Es por eso que no me explico cómo ha podido permitir una cosa semejante en
la facultad. Seguramente esto va a llegar rápidamente a oídos del Rector Paine
y de la comisión educativa. Incluso de las autoridades. Y teníamos al culpable…
-Disculpe señor Selby. - Contestó la mujer ahora con evidente
consternación. - El señor Malden será muchas cosas, pero no es un traficante.
Respondo de él en eso.
Ahora su interlocutor movió la cabeza, aunque más que con reprobación
resignadamente y añadió, de modo más conciliador y amable.
-Escúcheme Jane. Sé por lo que pasó ese chico. Sé que sus padres pagaron
por adelantado el importe de todos los años de la carrera. Y no ignoro tampoco
que les prometió ocuparse de él, incluso antes del accidente. Pero se le ha ido
de las manos. No debería seguir tratando de protegerle.
-Tarde o temprano madurará. - Insistió Parker. - Me costará mucho trabajo,
pero le enderezaré.
-Sea como sea. Tenemos que hallar al culpable. O de lo contrario esto será
un grave perjuicio no solo para la facultad que dirijo sino para toda la
Universidad. - Sentenció el decano. - Espero que haga usted las oportunas
indagaciones.
-Sí, señor. - Asintió su contertulia que se levantó saliendo de allí. -
Tom vio
salir a la jefa de estudios en tanto se aproximaba. Educadamente preguntó
al cruzarse con ella.
-Disculpe señorita
Parker. ¿Está el señor Selby en su despacho?
-Sí - repuso la interpelada de modo seco prosiguiendo su camino. -
El muchacho asintió. Tocó a la puerta y escuchó.
- ¿Sí?...
-Soy Thomas Rodney,
señor. ¿Puedo pasar?
-Adelante. - Le indicó el decano. -
El chico entró en el despacho y tras cerrar la puerta fue Selby quién le
preguntó.
- ¿Qué deseaba?
-Verá. Tenemos una idea para atrapar al verdadero culpable…y limpiar el
nombre de nuestro amigo y de la facultad.
- ¿Y de qué se trata? - Quiso saber el decano. -
Tom se lo explicó. Entre tanto
todos esperaron con mucha curiosidad a que regresara, no sabían si el Selby
estaría dispuesto a escucharle, pero hubo suerte y una vez de vuelta les contó
a sus amigos el plan a seguir. Roy se encargaría de hacer de cebo. Todo esto,
por supuesto, tras avisar a las autoridades y ponerlas al corriente. El decano
tuvo que poner en juego sus influencias y al fin el policía al cargo de la
investigación accedió a colaborar.
-Debes llevarte esto. - Le indicó un inspector llamado Higgins a Roy.
- Y hacer lo siguiente…
El muchacho metió un par de
paquetes de droga que la misma policía le suministró en su taquilla y dejó
correr el rumor de que él tenía el alijo que se había encontrado y que la
vendería a buen precio. Esperaban contactar con el camello que la hubiera
perdido o con quién la comprase en la universidad. Pronto recibió un anónimo
que le citaba para verse con él, en el pabellón de baloncesto, por la noche.
Roy acudió no sin antes decírselo a Tom que avisó al decano y éste a la
policía. Tuvo que esperar pocos minutos, una voz le preguntó a sus espaldas
desde la oscuridad.
-No te han seguido, ¿verdad?...
- Claro que no...Yo
quiero la pasta. Me he asegurado bien - respondió Roy simulando tranquilidad e
indiferencia. -
- De acuerdo, vamos
al grano, ¿cuánto pides por ella?
- Como debe de pesar un kilo, por lo menos cinco mil – replicó él. -
El caso es que no tenía ni idea
de lo que podía costar eso en realidad. Preguntó a la policía, sin embargo,
había sido asesorado por los expertos anti vicio para que su tapadera como un
chico que había encontrado eso por coincidencia fuera verosímil.
- ¡Tú estás loco, amigo! - repuso la voz poco propensa a aceptar ese
precio. -
- Bueno, entonces tendré que deshacerme de esto. - Replicó Roy haciéndose
el duro -o quizá vendérselo a alguien más dispuesto.
- Vamos a ver -
propuso aquella voz con algún tinte de nerviosismo - ¿Qué te parecen tres mil?
Es una generosa oferta...
- No me convence, cuatro mil quinientos. - Contra ofertó el joven creyendo
utilizar el mejor estilo de zoco damasquino. -
- Cuatro mil y no
subiré más...- dijo decidida aquella voz. -
- De acuerdo...
¡venga el dinero! - Aceptó Roy elevando algo el tono de su voz, esa era la
señal. Una figura salió de la oscuridad, manejaba bastantes billetes de cien
dólares. -
- Aquí tienes, ahora dame la droga. - Le pidió al muchacho tendiéndole el
fajo de billetes con una mano -
- Claro que sí. - Sonrió éste tomando el dinero y entregándole la
bolsa. Aquella figura se dispuso a abrirla para probar su contenido. -
- Veamos la calidad-
dijo aquel tipo que probó un poco para añadir después. - Esto es muy bueno...
- ¿Verdad que sí? - Replicó Roy con un convincente tono de satisfacción. –
O eso creo al menos. Hay más de donde lo encontré.
- Muy bien, pues si
puedes conseguir algo más, estaré encantado de seguir haciendo negocios contigo.
- Le comentó aquel tipo con tintes igualmente satisfechos en su voz. -
Pero antes de poder decir nada más las luces del pabellón se encendieron y un
montón de policías se echaron sobre el individuo. En tanto Roy no resistía la
tentación de gritar al estilo peliculero. Apuntando a ese atónito tipo con una
pistola imaginaria formada con la unión de sus manos y ambos dedos anulares e
índices.
- ¡Brigada anti vicio, quedas detenido!
Tras esa proclama se levantó y recibió la felicitación del inspector a cargo
del caso. Los policías se llevaron a ese individuo que debía de ser un alumno
nuevo, infiltrado allí. Roy dirigiéndose a uno de los inspectores, le pidió un
favor.
- ¿Podría decirle a nuestro rector que esa fiesta era parte del plan? Así
no sancionarán a un buen amigo mío - Le contó lo que había pasado y el
inspector sonrió forma benigna y comprensiva, asegurándole que no habría
problema. -
Se lo
expusieron a Selby que lo consideró una buena idea. Si eso se dejaba como una
operación conjunta con las autoridades para atrapar a un traficante infiltrado,
y esa fiesta se considerase como un señuelo, el rector no se molestaría en
indagar más. Es más, su superior quedó muy complacido, asumiendo que esa fiesta
estaba preparada para capturar a aquel delincuente. Así todo se arregló y ni
Tom ni los demás, en consideración a la ayuda prestada a la policía, fueron
sancionados en su expediente. El chico se sentía muy contento por ello. Su
compañero de cuarto a su vez, se dirigía a la cafetería cuando Candy y Betty le
abordaron.
-Hola Tom. ¿Tienes un momento? Nos gustaría hablar contigo. -Le pidió
Betty. -
-Claro. - Asintió él. -
Fue la rubia quien le dijo en voz
baja, tratando de que nadie que pasara cerca pudiera escucharlos.
-No sé si la otra noche, durante la fiesta, pudimos darte una impresión
equivocada.
- ¿En qué? - Quiso saber prudentemente él. -
-Habíamos bebido un par de copas. - Terció Candy. -
Y es que ninguna de ellas era
ajena a la reputación que tenían. Evidentemente eso era algo que en gran parte
se habían forjado ellas mismas, pero como todo, se había exagerado y a tenor de
eso, Candy le comentó a Tom.
-Te hice una oferta... ¿recuerdas? Venir a visitarnos. Quizás te pareció
algo fuera de tono.
-Os agradezco mucho la oferta, pero creo que no es apropiado. - Se reafirmó
el chico. -
Las dos muchachas se miraron
diríase que con sorpresa. Fue Betty quien inquirió algo envarada ahora.
-Supongo que alguien te habrá hablado de nosotras. Ya sabes...nuestros gustos.
-Sí, alguien me he contado algunas cosas. Pero vuestras preferencias no son
de mi incumbencia. Cada uno tiene derecho a ser como quiera. - Declaró él. -
-Te agradecemos que seas tan amable y abierto. - Sonrió Candy confesando
ahora. - Como en la fiesta te fuiste, digamos de esa manera tan repentina, a
tocar claro...pensamos que te habíamos ofendido de alguna manera. Pareces un
chico muy...sensible...- Pudo rematar algo apurada, como si no se atreviese a
decir lo que realmente deseaba. -
Aunque en esta ocasión, Tom, que,
tras esa charla con Roy, tenía las cosas más claras, fue directo al grano, sin
perder su tono cortés.
-Chicas, me gustaría aclarar esto. Veréis. No es que molestaseis, es que me
educaron para no aprovecharme de ninguna mujer, y menos si ha bebido.
-Bueno, es cierto, ya te he dicho que bebimos un par de copas. Pero
sabíamos perfectamente lo que hacíamos. - Afirmó sinceramente Betty. -
-Y tú eres un chico guapo y que nos gusta. - Terció Candy, sonriendo al
agregar. - Ahora estamos serenas y podemos confirmarte que no te estarías
aprovechando de nosotras.
-Claro, eso... sí nosotras te gustamos a ti. - Dijo Betty afirmando con un
tono más cuidadoso. - Quizás nos hayamos precipitado y si a ti las mujeres...
-Me gustan las mujeres. - La interrumpió Tom, de un modo tan contundente
como afable. -
-En ese caso, todo resuelto. - Se sonrió pícaramente Candy quien le
ofreció. - ¿Te pasarías por nuestro cuarto a eso de las nueve?
-Me temo que me será imposible. - Rechazó él. -
-Bueno, pues dinos a qué hora te vendría bien y nosotras buscaremos un
hueco en nuestras agendas. - Le dijo Betty. -
Tom sonrió, y moviendo la cabeza
se limitó a contestar.
-Lo siento, chicas. No va a ser posible. Veréis. Os he dicho que me gustan
las mujeres y es verdad. Tanto es así que ya pienso en una. Estoy enamorado de
ella. No podría estar con otra chica ahora. ¡Y menos con dos!
Tanto Betty como Candy abrieron
la boca con asombro, y el muchacho se apresuró a agregar con tinte conciliador.
-Os ruego que no os ofendáis. Sois realmente muy guapas. Y de no estar
pensando en esa muchacha seguro que la idea de salir con alguna de vosotras
sería realmente agradable.
- ¿Salir? - Exclamó Candy. -
Tanto ella como su amiga se
rieron ante la perplejidad de Tom. Enseguida fue Betty quien, ya con un tono
más serio y amable, le desveló.
-No era esa precisamente nuestra idea. Pero ahora que nos has sido tan
sincero, creo que debemos corresponderte con la verdad. Nos atraes mucho, pero
no para eso.
-Aunque viendo como eres, esa idea, como has dicho tú, podría ser
agradable. - Matizó Candy. -
Las dos le miraban ahora casi de forma maternal, Betty agregó.
-Eres un buen chico, Tom. Íntegro y respetuoso. ¡Ojalá que esa muchacha en
la que piensas te corresponda!
-Y si por cualquier cosa no lo hiciera. Aquí me tienes a mí. - Añadió una
más jocosa Candy. -
- ¡Oye! - Exclamó su amiga, fingiendo algo de celos. - No tan deprisa. Yo
también estoy libre.
-Las dos sois realmente hermosas. Pero yo nunca estaría con dos chicas al
mismo tiempo. Cuando salga con una será en serio. - Manifestó Tom. -
Y aquello sonó tan genuino que
ambas chicas se le quedaron mirando casi como si estuviesen embrujadas. Fue
Candy la primera que comentó.
-Ahora que me acuerdo, te vi en la fiesta hablando con April. ¿Acaso es en
ella en quien piensas?
-Bueno, no debo dar nombres. No sería correcto. - Comentó Tom con visible
rubor ahora. -
Una vez más, esas dos se miraron
divertidas, y fue Betty quien, pese a todo, empleó un tono serio para advertir
al chico.
-Es guapa y está muy buena. Pero te aviso que es algo rara. Además de ser
amiga de Mel y su compañera de habitación.
-Y ha faltado mucho a clase este año. - Añadió Candy. -
-Me pareció una chica muy maja, pero no es ella. - Les dijo Tom, no
queriendo que esas dos se hicieran una idea errónea. -
Tampoco quería perjudicar a
April. A fin de cuentas, charlaron en la fiesta, es verdad. Pero nada más. Así
lo manifestó.
-A decir verdad. No había conocido nunca a un chico como tú. - Afirmó la
impresionada Betty. -
-Escucha Tom. - Le pidió Candy, ya con total seriedad. - No sé qué pensarás
de nosotras. No somos unas cualquieras, y tampoco tenemos ese rollo que andan
diciendo por ahí. Bueno, siendo honesta, a mí sí que me gustan las chicas tanto
como los chicos, pero Betty es mi amiga y ya está. Me apoya y por eso ha dejado
que se rumoreé que estamos liadas, pero no es cierto. El caso es que a mí
solamente me queda este curso, ya termino mis estudios, pero Betty seguirá aquí
y no quisiera que las malas lenguas se cebasen con ella. Hay gente muy cruel y
falsa por aquí. - Remachó con algo de
apuro. -
-Chicas, eso no es asunto mío. Y os prometo que no voy a contar nada de
vuestra intimidad. - Insistió él. -
-Nos pareces un cielo de chico. - Suspiró Betty. - Esa muchacha en la que
piensas es muy afortunada. Espero que pueda darse cuenta de lo maravilloso que
eres.
Y dicho esto, le dio un beso en
la mejilla a Tom, Candy imitó a su compañera y se despidieron del muchacho con
una última oferta por boca de Betty quien se ocupó de matizar.
-Si algún día te apetece, llámanos. Para charlar o tomarnos algo.
Y se alejaron. Por su parte en
cuanto Roy pudo, se reunió con sus colegas de la hermandad de la Golden Eagle
les comentó en referencia a su compañero de habitación.
-Me gustará introducir a Tom en la hermandad. Méritos ha hecho de sobra.
Creo que todos le apreciamos. Bueno- carraspeó para matizar con tono de humor.
– Es algo tonto a veces, como si se creyera un boy scout, pero es muy buen
chico, íntegro, decente y leal. Ha demostrado apreciar a la Universidad y a sus
compañeros, destaca en los estudios y los deportes y muchas nenas gustosas se
lo llevarían a mimí.- Rio según remachaba aquella frase –
-Muy bien – Replicó Jack que se sentaba en una especie de trono luciendo su
cinta púrpura atada alrededor de la frente para declarar de forma pomposa. -
Señores cintas rojas. Sometamos la petición del hermano Roy a votación.
Todos se mostraron unánimes. No había problema
ninguno, se aceptaba la candidatura de Tom. Encomendaron a Roy el entregarle
una cinta amarilla y llevarle a la sede de la hermandad para ser cuestionado.
De modo que, en cuanto encontró a su amigo el “hermano” le puso al corriente.
-No sé. - Pudo decir el chico con gesto pensativo. – A mí, esas cosas de
hermandades no me parecen muy recomendables.
-Mira tío. Te aseguro que es el mayor honor que se le puede hacer a alguien
aquí. – Le explicó su interlocutor añadiendo – No nos dedicamos únicamente a
las gamberradas. La Hermandad representa la unión de los alumnos de la Golden.
Yo soy cinta roja y presidente del club de bromas Lambda. – Agregó en tanto
mostraba aquella cinta de ese color anudada en su brazo derecho. - Tú
comenzarías de amarilla, como aspirante, pero te aseguro que te daremos la
verde de miembro a prueba tan pronto vengas a la reunión. Después, será
cuestión de poco tiempo que te ganes la azul de miembro de pleno derecho.
¡Ya lo verás! Eres muy valorado aquí. Te lo digo yo. Sacarás puntos a montones.
Tom no pudo evitar sonreír. Le parecía que su
compañero y ahora amigo efectivamente hablaba de corazón. Eso no parecía ser
ninguna de sus bromas. Aun así, elevó un puño para replicar de forma jocosa.
- ¡Como sea una jugada que me estás preparando ya verás!
-No amigo, tienes mi palabra- respondió Roy bastante más seriamente de lo
que su interlocutor se esperaba sobre todo cuando su amigo sentenció. - Podré
ser muchas cosas y tener muchos defectos, pero jamás doy mi palabra en vano.
Eso te lo garantizo. Fue algo que mi padre me enseñó. - Remachó con tono más
entristecido. -
-Confío en ti- asintió el chico realmente convencido ahora. – Me
presentaré.
De modo que, al cabo de un par de
días, Tom fue recibido oficialmente en la sede de la Hermandad. Jack, muy
en su papel de cinta púrpura, le interrogó, estando todas las cintas rojas
sentados y el aspirante en pie frente a aquel carismático líder.
- ¿Por qué quieres ingresar en la hermandad? ¿Cuáles son tus méritos?
-Bueno. – Suspiró el interpelado, que replico de forma realmente humilde. -
No soy quién para decir cuáles son mis méritos. Vosotros sois mis compañeros y
me conocéis. Si pensáis que soy merecedor de ser admitido o no, solo vosotros
podéis decidirlo. En cuanto al porqué quiero entrar. En fin, tengo un buen
amigo que me lo ha ofrecido. Al principio pensé que era una especie de broma,
pero me ha explicado los lazos de unión que tenéis, lo importante que es esta
Hermandad. Ahora pienso que es algo hermoso el tener un grupo de amigos que te
apoyen y a los que puedas ayudar.
Todos se miraron perplejos,
realmente a ninguno se le había ocurrido pensar mucho en eso, pero así era. El
mismo Roy miró a Jack que se encogió de hombros para improvisar con fingida
solemnidad.
-Dices muy bien. Pero
ahora tengo otra pregunta.
Y tras una dramática pausa de algunos segundos Jack,
en su mejor tono bromista, aunque por supuesto simulando una voz grave y
trascendental le disparó.
- ¿Cuál es el secreto del Cáliz? ¿A quién sirve?
Roy se tapó la boca con una mano ahogando una
carcajada. Sus compañeros cintas rojas realmente no tenían ni idea de qué clase
de chorrada era esa. Aunque como se acostumbraba a veces a gastar alguna broma
supusieron que de eso se trataba. Lo que ninguno esperaba es que el interrogado
esbozase una leve sonrisa y replicara con tono seguro y firme.
-A vos.
- ¡Coño! Pero ¿cómo lo sabes? - Exclamó Jack atónito, aunque ahora fue Roy,
el que más interesado le tomó el relevo al líder y preguntó a su vez de la
misma manera que su compañero. –
- ¿Quién soy yo?
-Vos mi señor, sois el rey Arturo. - Replicó Tom sin asomo de duda. –
El resto continuaba mirándose sin articular palabra.
No tenían ni la menor idea de lo que iba aquello y Roy, realmente encantado con
esa improvisada actuación, quiso saber.
- ¿Habéis hallado el secreto que perdí?
-Sí, mi señor- repuso Tom en el mismo tono cuasi solemne. – Vuestra Tierra
y vos sois uno.
- ¿Pero cómo leche te sabías la respuesta? - Inquirió Jack –
- ¡Excalibur! Me encanta esa peli – Afirmó Tom ahora con gesto risueño –
-Esto merece consulta
– Terció su compañero de cuarto, con el asentimiento del resto. -
Las cintas rojas se apartaron al fondo del cuarto.
Tanto Jack como Roy estaban alucinando, y no podía decirse otra cosa del resto.
Fue Melanie la que afirmó para acuerdo general.
-Se merece la cinta verde ya. Este chico además de guapo y buen deportista
es un encanto. De hecho, tengo que sujetar a algunas de las animadoras para que
no se lancen encima de él.
-Totalmente de acuerdo contigo – la secundó Roberts el jugador de futbol
americano, que, desde luego, siempre estaba conforme a lo que esa muchacha
decía y además agregó de su propia cosecha. - Es discreto, buen tipo y de fiar.
-Por unanimidad pues. – Afirmó Ozzie Lane, base del equipo de baloncesto de
la universidad. -
Todos asintieron y retornaron a sus sitios, el mismo
Roy se levantó tomando una cajita que reposaba en una mesita cercana,
abriéndola extrajo un trozo verde de tela que anudó en el brazo derecho de su
compañero para sentenciar.
-Desde ahora eres
miembro a prueba de esta Hermandad. Felicidades.
-Muchas gracias a todos. - Pudo replicar el chico – Es un honor para mí.
Y tras unos minutos más de conversación la reunión se
disolvió. Entonces, de vuelta a su cuarto Roy se reía comentando a su amigo.
-¡Joer!, ¡les has dejado flipados a todos!¡ Hasta te has visto la misma
película que vimos hará una semana en el club de cine clásico!
-A mí también me
gustan esa clase de películas – Afirmó su contertulio. -
-Puede que no seas tan capullo como pensaba – sonrió su compañero. – Si
hasta te gustan las cosas de magia y brujería…, ¡la próxima que echarán será
Conan el Bárbaro, ya sabes, a ver brujas que estén buenas. A ver si te pones...
¡Ja, ja, ja!
- ¡Oye! – le amenazó jocosamente su amigo elevando un puño. -
Sin
embargo, cuando su compañero mencionó eso de la brujería, sin saber a ciencia
cierta el motivo a la mente de Tom acudió el recuerdo de hacía un par de años
atrás. Cuando aquel hombre que, un día, estando él solo en casa porque sus
padres y Daniel habían salido a llevarle al médico, apareció a las puertas de
su casa. Le ayudó a entrar. Era un tipo de pelo encanecido y que estaba
maltrecho, cargaba con una mochila en la que llevaba un gran libro de tono
burdeos que enseguida protegió cerrando a cremallera de su bolsa. Sin prestar
demasiada atención a eso el chico le ayudó y vendó aquellas heridas que ese
individuo tenía.
- ¿Cómo es que me ayudas, muchacho? Podría ser un criminal.
-Sí, podría serlo. - Comentó el joven Tom. - Pero ante todo es una persona
que necesita ayuda y debo atenderle. Como el buen samaritano hizo…
Y para subrayar aquello, incluso le sirvió algo de cenar. Ese hombre comió con
apetito y se presentó.
-Muchas gracias. Me llamo Anthony. Nada más te puedo desvelar de mí. No soy
un criminal, pero mi nombre debe permanecer en el anonimato.
-Eso es algo muy extraño. - Repuso el sorprendido muchacho. -
-Lo es. Y no me gusta hablar con nadie. Sin embargo, percibo que tú eres un
chico especial. Tienes dones.
- ¿Dones? - Se sonrió el incrédulo joven. -
-Soy psíquico y estudio artes arcanas. Lo que algunos llamarían magia.
Aunque es algo más que eso. - Le desveló su interlocutor. -
-Ya, claro. - Se sonrió Tom no queriendo ser maleducado, pero pensando que
ese hombre estaba como una cabra. - Si usted lo dice.
Aquel tipo sonrió a su vez, y le comentó.
-Es natural que no me
creas. Y no te pediré que lo hagas. Simplemente escucha. Tu camino tarde o temprano
se cruzará con lo sobrenatural. Cuando eso suceda y necesites mi ayuda, usa
esto.
Y le entregó una misteriosa tarjeta con un número anotado en ella.
- ¿Su teléfono? - Quiso saber el joven. -
-Algo así, de este modo podrás localizarme. - Asintió su contertulio. -
Utilízalo si te es preciso hacerlo. Rezo porque no lo sea…
Tom no
respondió a eso. Algo en su interior le decía que aquel tipo no estaba loco
después de todo. Anthony le pidió a su vez que no hablase de nadie sobre él, o
ese encuentro, hasta que no fuera necesario.
-Tiene mi palabra. - Le garantizó el chico. -
-Te creo. - Asintió ese individuo. -
Tom le propuso que usara el
granero para dormir si así lo deseaba. No obstante, su invitado declinó amablemente
aquel ofrecimiento y tan pronto terminó de comer algo y se notó mejor se
despidió de él y se marchó agradeciéndole al muchacho su bondad. Nunca les
contó nada a sus padres porque quizás se asustarían y sobre todo porque tenía
que honrar su palabra.
- ¿Qué pasa, paleto? ¿En qué piensas que estás tan concentrado? - Quiso
saber Roy sacándole de aquellos recuerdos. -
- ¡Oh!, en Kansas. - Pudo contestar con lo primero que se le pasó por la
cabeza. - En mi casa…
-No hay nada como el hogar ¡Ese es mi paleto de Kansas! Así te voy a
llamar. - Se rio su amigo pasándole un brazo por los hombros de modo cordial. -
Los dos se rieron y retornaron a
sus obligaciones. De este modo los días pasaron rápidos, después los meses y el
casi todo el curso, los dos muchachos hicieron una buena amistad, llegó el
concurso de canciones y ante el asombro de Roy, Tom le empató con canciones
románticas, frente a las suyas que eran más marchosas. El vigente campeón
protestó ante eso y declaró micrófono en mano.
- Las canciones ñoñas
no valen. Tienes asegurado el voto de casi todas las chicas, así no se
demuestra quién es el mejor.
- ¿Qué propones tú?,- le inquirió Tom. -
- Una canción himno,
esas son las buenas- le respondió Roy. -Yo ya he cantado tanto romanticonas como
canciones más cañeras, pero tú siempre estás con la guitarrita y la voz melosa.
Si eres capaz de cantar una de las que exigen fuerza sin hacerme reír,
reconoceré que me has ganado de verdad.
- ¿Cuál quieres que cante? - Quiso saber su compañero y rival. -
- ¿Qué te parece Some
body to Love de Queen? - Le retó Roy. -
- Por mí perfecto, es
una de mis favoritas - declaró Tom que quiso precisar – Versión GM o FM- añadió
en alusión a las iniciales de dos grandes y famosos intérpretes. -
- Te dejo elegir. En cualquier caso. Anda que no es difícil. - Se sonrió
Roy que, delante de todos proclamó - ¡Hala valiente, si lo haces bien yo mismo
te declararé vencedor!
Su compañero convino en eso y se preparó.
-Mi estilo es más el de GM. - Declaró listo para empezar dirigiéndose al
público. - Damas y caballeros, voy a cantar una de mis canciones favoritas…
Todos los asistentes al concurso estaban
enmudecidos por el interés que se había despertado y desde luego Tom demostró
también que podía con canciones más fuertes. Lo hizo tan bien que realmente
parecía uno de aquellos míticos cantantes. Comenzó desde luego de modo
impresionante y la cosa fue a más según desgranaba la letra.
¿Puede
alguien encontrarme alguien a quién amar?
Cada mañana que me levanto me muero un
poco,
Apenas puedo quedarme de pie...
Pega una mirada (pégate una mirada) en el
espejo,
y llora, yeah, yeah.
Señor, ¿qué me está haciendo?...
Pasé todos mis años creyendo en ti,
Pero simplemente no obtengo ayuda,
¡Señor!
Alguien, alguien,
¿Puede alguien encontrarme alguien a quién
amar?
Trabajo duro (él trabaja duro) cada día de
mi vida,
Trabajo hasta que los huesos me
duelen.
Al final (al final del día)
llevo a mi casa mi paga duramente
conseguida, toda para mí...
A medida que cantaba, tanto Roy como los demás estaban más sorprendidos.
Era realmente impresionante, la potencia de su voz y la variedad de registros
que tenía.
Me pongo de rodillas,
Y comienzo a rezar
Hasta que me salen lágrimas de los
ojos,
Señor - alguien - ooh, alguien,
¿Puede alguien encontrarme alguien a quién
amar?
(Él trabaja duro)
Todos los días - intento e intento e
intento -
Pero todos quieren humillarme,
Dicen que me estoy volviendo loco,
Dicen que tengo un montón de agua en el
cerebro,
Que no tengo sentido común,
(Él tiene) no tengo a nadie en quién
creer.
Yeah - yeah, yeah, yeah.
El auditorio se entregó coreando cuando él se lo
pedía, la estrofa de la canción. Entre aplausos y gritos de las animadoras que,
desde luego, debían ser sujetadas tal y como hace tiempo advirtiera Melanie,
para no abalanzarse sobre aquel intérprete. Hasta ésta misma abría la boca
asombrada y encantada…
¡Oh, Señor!
Alguien, alguien,
¿Puede alguien encontrarme alguien a quién
amar?
- ¡Este chico es magnífico! - Pudo musitar la muchacha. -
Y desde luego Tom cantaba con mucho sentimiento, dado
que se aplicaba muchas estrofas de esa canción. También deseaba que la chica a
la que quería le correspondiera… así continuaba declamando…
No tengo tacto, no tengo ritmo,
Todo el tiempo pierdo el compás.
Estoy OK, Estoy bien,
No voy a enfrentar una derrota.
Tengo que salir de esta jaula de la
prisión,
Algún día seré libre, ¡Señor!
Encuéntrenme alguien a quién amar,
¿Puede alguien encontrarme alguien a quien
amar?
(Somebody to Love, QUEEN, George Michael Version,
Crédito a ambos)
Cuando la música acabó todos
pidieron un bis. Tom había ganado claramente el desafío de su compañero y
rival. Roy tuvo que admitir su derrota porque aquella actuación le dejó
sinceramente impresionado. Estaba con la boca abierta y los ojos como platos. Y
cumpliendo su palabra fue el primero en aplaudir entusiasmado. Tras postrarse
ante el atónito intérprete y hacerle reverencias al más puro estilo de orante musulmán,
subir a cantar con él y alabar a su amigo dándole por triunfador.
- ¡Increíble! - le felicitó confesándole entre los aplausos. - Nunca en mi
vida había oído algo igual ¡estás casi al mismo nivel que los originales!
- No será para tanto- sonrió Tom con su modestia y rubor habitual. -
- Te lo digo yo, tío, que Freddie ha sido siempre mi héroe. También he
escuchado la versión de G.M y esta me la recuerda muchísimo. ¡Es fantástica!
- Siempre me gustó
G.M.- Admitió Tom. -He aprendido mucho de su estilo. Ya te dije que era mi
favorito.
- ¡El próximo año la competencia va a ser dura! - rio Roy. -Así que
practicaré…menos mal que habrán grabado esto. Quedará para la posteridad…Así se
la podrás poner a tus nietos.
Su amigo
asintió dándole la mano y ambos se retiraron del escenario entre aplausos.
Melanie, y las demás chicas estaban más que impresionadas, no esperaban que
aquel chico en apariencia tan tranquilo y que hasta ahora sólo había hecho gala
de canciones tan románticas fuese capaz de aquello. Desde ahora a buen seguro
que su número de fans femeninas iba aumentar aún más, pues ya tenía muchas ya
que su estilo de chaval callado, amable y cortés levantaba bastante interés.
Realmente eso era nuevo por allí. Aunque ni Tom ni su compañero de cuarto
tendrían mucho tiempo ya para eso. Los días volaban y poco después del término
de las clases llegaron los exámenes finales. Roy, como siempre no había
estudiado mucho. Tom en cambio no tuvo problemas para aprobar con buenas notas,
pero su amigo debía apretar en literatura y francés. Aunque, como siempre, ya
tenía la solución. Pidió ayuda a las chicas del club de idiomas, a cambio salió
con algunas de sus integrantes. Se divirtió con ellas y alguna que otra cosa
más. Cuando llegaron los exámenes se había pertrechado de toda suerte de
chuletas y mañas para aprobar. Nervioso, aguardaba la ocasión para sacar sus
chuletas en literatura. El profesor Palmer, un auténtico hueso se paseaba entre
las filas de pupitres y Roy le observaba con la cabeza gacha. Cuando Palmer fue
hacia la mesa del profesor el muchacho vio su oportunidad, con su amplísimo
muestrario de chuletas dio enseguida con las respuestas a tres de las cuatro
preguntas de que constaba el examen, no las puso perfectas para no descubrirse.
Al terminar su prueba y salir del aula suspiró aliviado.
- Quizás no me vendría mal cambiar un poco - pensó Roy en uno de sus
escasos momentos en los que aparecía su conciencia - Debería estudiar como
Tom...seguro que no estaría en esta situación tan apurada si lo hubiese hecho.
Entre
tanto Melanie le vio y se acercó a él sonriente. A ella no le había quedado
nada, pero quería estar cerca de Roy. Éste al verla sonrió y le contó sus
peripecias. La muchacha se reía sin parar en tanto le escuchaba.
- Si Palmer te hubiese pillado ¡Tienes una auténtica cara dura y mucha
suerte! - le palmeó afectuosamente una mejilla como intentando demostrar que
aquella afirmación era también una cualidad física. -
- Sí...pero seguro que aprobaré- declaró él con convicción. - Y, ¿ya sabes
lo que dicen? - se sonrió pícaramente -a cara dura…otra
cosa aún mucho más dura. ¿En tu cuarto o en el mío? ...- le preguntó
él acercándose meloso. -
Melanie se sonrió asintiendo y consciente de la veracidad de ese dicho, al
menos para el caso de Roy, sin embargo, se apartó un poco y se puso seria
enseguida. El chico se sorprendió de ese repentino cambio y ella se apresuró a
contarle la razón.
-A propósito. - Le anunció la muchacha con pesar en la voz y el
semblante. -Tendré que estar unos días sin poder verte, mi padre va a venir a
visitarme.
- ¡El general ese de dos estrellas que según tú fusila a todo chico que se
te queda mirando! - Dijo su contertulio, preocupadísimo con esa posibilidad. -
- El mismo, - confirmó Melanie esbozando una pícara sonrisa. - El pobre se
cree que soy una formal y modosa jefa de animadoras. Y soy la jefa, pero...ya
sabes cómo me las gasto yo de modosa...- susurró acariciando a Roy el trasero.
-
- Bueno, espero que no le digas nada de mí. - Le pidió el chico casi en
actitud de súplica. - Soy muy joven para morir.
Rio un poco en broma, pero en el
fondo tenía su prevención. A juzgar por lo que la muchacha y otros que decían
conocerle le contaron, ese tipo estaba algo mal de la cabeza.
- No tengas miedo, cariño, - le calmó ella. - No me interesa quedarme sin
ti, ¿dónde iba a encontrar a un amante mejor? ...- se rio no sin algo de cómico
sarcasmo, añadiendo. - Bueno, que tengas suerte con el examen que te queda. - Y
con ese amistoso y casto deseo la muchacha se alejó por los pasillos. -
Roy suspiró y con las mismas tácticas hizo su examen de francés. Después de eso
sólo quedaba aguardar por las notas. Pasaron dos días y cuando se dirigía a
verlas Robins, un compañero suyo, le vino al encuentro corriendo y le llamó con
un susurro.
- Malden. Ya puedes
esconderte donde sea, el padre de Melanie está preguntando por ti ¡y se ha
traído su fusil de reglamento! Alguien ha debido de correr la voz de que
has estado con su hija.
- ¡Venga ya! - Espetó el chico que creyó que aquello era una broma. Aunque
la cara de su compañero era un auténtico poema, al insistir. -
- Allá tú, es tu pellejo, yo me voy. Creo que está cerca y no me apetece
quedarme en medio.
Y el muchacho se alejó a toda
prisa dejando a Roy atónito.
- Lo que me faltaba.
- Se dijo, y para corroborar las palabras de Robins escuchó una furibunda voz
masculina que gritaba por los pasillos. -
- ¿Dónde estás, Malden...? Como le hayas hecho algo impropio a mi hija vas
a ver lo que es bueno...
- ¡Oh, mierda! ¡Es verdad! ¡Joer!, solamente esto me faltaba. -
Exclamó Roy saliendo a la carrera y casi atropellando a Robins al que alcanzó
por el pasillo. -
Sin discurrir nada mejor se ocultó en la biblioteca, tras el mostrador, esperó
un rato y vio acercarse la silueta de un hombre. Al mirar con detenimiento vio
a un tipo, de edad madura uniformado y con un fusil...
- ¡Joer! - pensó Roy bastante asustado y sudando incluso de
miedo. - ¡Ese tío está como una regadera! No volveré a acercarme a Melanie ni
para preguntarle qué hora es...cuando este tipo ande por los alrededores,
claro.
Vio
aparecer a la chica que entonces se puso a charlar con su furibundo padre, no
podía oírlos bien, pero parecía que ella trataba de calmarle. El furioso
general parecía ahora un perrito a merced de su hija, ésta le manejaba muy
bien. El tipo se calmó y se fue. Melanie le besó en la mejilla y le despidió
con la mano, cuando se hubo ido Roy salió de su escondite y se dirigió hacia
ella.
-Pero ¿puede saberse qué le pasa a tu viejo? ¿Le bombardearon demasiado en
Vietnam o qué? - Inquirió aun pasmado. -
- Oye, no te metas con mi padre, él no es malo, sólo se preocupa por mí…-
respondió ella de forma seria. -
- Sí, pero si me llega a encontrar, ahora mismo tendría más agujeros que un
colador. - Le repuso él completamente convencido de eso -.
Melanie se rio y tomando a Roy del brazo le dijo tranquilizadora.
- No seas bobo, mi padre hace mucho teatro, pero a la hora de la verdad es
muy bueno, no le haría daño a una mosca...
- Quizá a una mosca no. Pero a mí me quería llenar de balazos y seguro que
no se ha traído el tanque porque no habrá encontrado donde aparcar. - Rebatió
él con visible incomodidad. -
-Le he asegurado que eres todo un caballero de nobles intenciones. - Rio
ella. -
-Sí, caballero de la tabla cuadrada. - Comentó él, todavía agitado. -
Al verle en semejante estado Melanie se rio a
carcajadas, cuando se dominó lo bastante se despidió de Roy. Éste se
alejó y suspiró creyéndose a salvo, pero enseguida comprobó lo equivocado
que estaba. Al dar la vuelta a la esquina allí estaba el padre de ella. El
chico dio un respingo hacia atrás por el susto que se metió. El militar se
quedó estático recorriéndole con la vista de arriba abajo, con expresión
iracunda e incluso sádica. Aquel individuo parecía un verdugo dispuesto a
ejecutar sentencia, con una escopeta de reglamento bajo el brazo y su gorra de
plato bajo el otro. El muchacho sólo pudo esbozar una sonrisita estúpida y
aguardar las palabras de aquel hombre que no se hicieron esperar.
- Con que tú eres ese tal Malden ¿eh? - Tronó la voz del furibundo general
que apuntó a Roy con su escopeta espetando - ¡Te voy a enseñar a mancillar
la honra de mi hija, desgraciado!
- No, no - negó Roy aterrado meneando las manos. - Se equivoca, yo me llamo
Jakie...Jakie Chun, - dijo el primer nombre de actor de películas de kung - fu
que se le pasó por la cabeza. –Eso, no sé quién es ese tal Malden, señor.
- ¡No mientas, miserable! - replicó el general erizando su bigote y
agregando para horror del muchacho. - Me he informado sobre ti, eres un
vulgar casanova, le haces lo mismo a todas las chicas, pero con mi hija te has
equivocado. Ella no es de ese estilo y tú te has aprovechado de su inocencia,
gusano pervertido.
- Oiga, no sé lo que le habrán dicho por ahí, - balbuceó Roy cada vez más
blanco por el miedo - pero es todo mentira ¿vale? Con Melanie es
diferente, le aseguro a usted que no ha pasado nada, yo la quiero y la respeto
sabe, no sería capaz de nada indecoroso...soy todo un caballero. - Repuso con
todo su poder de convicción y la mejor de sus angelicales sonrisas, pero para
su desgracia no pareció bastar. -
- ¡Mientes, bellaco! - tronó el general quitándole el seguro al fusil.
-Ahora mismo me vas a dar una satisfacción o te vuelo la tapa de los sesos y
los esparzo por este pasillo.
- ¡Papá por favor! No hagas una locura. –Le pidió Melanie con tono
suplicante en tanto se llegaba corriendo hasta donde estaban el chico y su
padre. -
- Ni papá, ni nada. - Escupió éste sentenciando con la voz tomada por
la ira. - Este canalla te ha deshonrado y deberá reparar su afrenta. Y en mi
tierra únicamente conocemos una manera.
- ¿Que...que quiere que haga, señor?,- le preguntó Roy poniéndose casi de
rodillas para asegurar. - Haré lo que quiera, de verdad, ¿quiere que no la vea?
pues no la veré. ¡Se lo juro!
Levantó su mano derecha como si
fuese a jurar sobre una pila de biblias.
- ¡A buenas horas, lo que quiero es que repares tu pecado, que te cases con
mi hija! - Le exigió el general que no estaba para chanzas. -
- ¿Ca, casarme? - Roy le miró entre incrédulo y más asustado todavía por
aquella posibilidad así que se atrevió a oponer con un balbuceo. - Pero
no estoy preparado para casarme.
-Haberlo pensado antes, ahora deberás comportarte como un buen marido y un
buen padre, y antes de que a mi hija se le note.
- ¿Padre? - Exclamó el horrorizado Roy. - ¿Qué quiere decir con eso?
-No te hagas el tonto, de sobras lo sabes, ¡delincuente! - Tronó aquel tipo
enarbolando su fusil. -
Roy dedicó una incrédula mirada a Melanie quien, con gesto apurado musitó.
-Verás, cariño... Es que he tenido ya dos faltas...
- ¿Qué? - repitió el atónito y espantado joven, alegando. - Pero, eso no
puede ser... si yo...siempre...quiero decir, si yo...bueno... ¿no será un
error?
-Puedes apostar a que lo ha sido. Un error tuyo. - le reprochó ese tipo. -
Con una sonrisita nerviosa y descaro sin límites, Roy entonces propuso.
- ¿Y si ha sido un milagro? Ya sabe. Puede que Melanie viese a alguna
paloma...
- ¡Déjate de pamplinas! - Bramó el general. - Y cumple con tu deber como un
hombre...
-Es que soy demasiado joven para ser padre...- Objetó el chico. -
- Pero nunca se es demasiado joven para morir- Replicó su interlocutor
apuntándole a la cabeza para sentenciar. - Así que ya lo sabes. ¡O cumples o te
mando al otro barrio, desgraciado!
- ¿Puedo pensármelo un momento? - Pidió el chico que no sabía si pedirle
que abriese fuego ante esa perspectiva. -
- Tienes tres segundos- repuso inflexiblemente el colérico general que
comenzó a desgranar impenitentemente la cuenta. -Uno, dos…y....
- Vale, vale, acepto... - respondió atropelladamente el chico. -
- Muy bien- sonrió el
general bajando su fusil. - Sabía que serías razonable, bienvenido a la familia
hijo.
- ¡Oh, cariño!, ¡qué feliz soy! - Exclamó Melanie sonriendo de oreja a
oreja. -
-Sí...yo también. - Farfulló Roy sin creerlo en absoluto. -
- Así me gusta muchacho, que te comportes como un hombre y seas el padre
que mi nieto necesita. - Declaró aquel militar. -
- Claro, su nieto, si es niño le llamaremos como usted. – Pudo decir Roy
con una cara a medio camino entre el pasmo, el horror y la incredulidad,
añadiendo casi sin voz. - ¿Y para cuándo llegará?...
- Estoy más o menos de un mes. – Le desveló Melanie en tanto le besaba en
una mejilla y afirmaba llena de alegría. - ¡Vamos a ser unos padres estupendos,
mi amor!
-Sí, seguro que sí. - Se sonrió él con cara de circunstancias. -
- ¡Menos mal que ese bendito bebé no será huérfano! - Terció el
general que sentenció lleno de orgullo. - Y tú te alistarás en el ejército.
¿Qué sitio mejor? ¡Con mi influencia hasta podrás llegar a oficial y luchar en
alguna guerra para que tu hijo se sienta orgulloso! ¡Así no serás un vago y
mantendrás a tu familia! Y si mueres en glorioso combate serás un ejemplo para
él cuando sea mayor.
Entonces aquel hombre abrazó a
Roy que estaba anonadado, ¡ese tipo era un chiflado!, si el país estaba en
manos de esa clase de tipos era para echarse a temblar. Pero eso no era lo
peor- ¡Encima iba a ser padre! ¿Tan pronto? Pero si él siempre se había puesto
la capucha. Su máxima era, intentarlo siempre, conseguirlo nunca. ¡Ojalá que
alguno de esos idiotas no le hubiera gastado la broma de pincharle el
globito! Lo malo es que, por lo que fuese ¡Ahora debería renunciar a su
despreocupada vida! ¡Pero eso de alistarse! ¡Ni loco! Tenía un nudo en la
garganta solo de pensarlo y eso impidió corresponder al abrazo con decisión,
entonces el general le inquirió con gesto serio y extrañado.
- ¿Algo va mal, muchacho?
- No, nada, nada, es la emoción del momento, señor. Hasta tengo ganas de
desmayarme... de la alegría, claro. - Pudo replicar éste con un hilo de voz. -
- Es comprensible- convino el padre de Melanie volviéndole a abrazar. -
Ahora Roy sí que se aferró más a
ese hombre tratando de disimular, aunque entonces, escuchó un coro de
carcajadas a sus espaldas.
- ¿Qué demonios pasa? - Se preguntó el joven en voz alta. -
El
severo general al separase del abrazo había tornado completamente su furibunda
expresión en otra muy cómica y también se reía. Roy se percató de que allí
mismo, mirándole y sin poder dejar de reír estaba Tom. Se sorprendió de verle
allí, pero la verdad es que estaba junto con Melanie, Jack, Roberts, Ozzie y
los demás. Eso terminó por hacer caer al chico en lo que de verdad estaba
ocurriendo. Enseguida se lo contaron en cuanto pudieron dominar las carcajadas
que hasta amenazaban con tirarles al suelo. Muchos de ellos, hartos de algunas
bromas que él les gastara decidieron tomarse la revancha. Entre Jack y Melanie
habían discurrido la cosa. Pidiendo a los demás que les ayudasen. Habían pedido
a un actor que Ozzie conocía que hiciera ese papel para gastarle una broma
a su compañero. Cuando todos los demás que estaban escondidos en una esquina
cercana se enteraron de como se había asustado se troncharon.
- Sois muy graciosos, ¿verdad? - les recriminó éste a todos que sin embargo
seguían riendo de forma incontenible. -
- ¡No te lo tomes a mal chico, que sólo es una broma! - respondió su amigo
Jack sujetándose a una barandilla para no caer de risa al suelo en tanto
repetía algunas de las frases de Roy. - “Soy demasiado joven, que va, la
respeto “. ¡Ja, ja!
- Como te gustan
tanto las bromas pensamos que te encantaría ésta - añadió Will, otro de sus
compañeros, sujetándose las abdominales que le dolían de tanto reír recordando
a su vez para mayor vergüenza de Roy. - “La emoción del momento dice y los
tenía de corbata”. ¡Júa, júa!...
- Ésta me la pagareis
- les prometió el blanco de su chanza sonriendo también, una vez superados el
susto y la sorpresa iniciales. – Aunque tarde todo el curso que viene…
- Así que estabas dispuesto a casarte conmigo y a criar a nuestro bebé. ¿Eh
cariño? - intervino Melanie con sorna. -No sabía que me quisieras tanto.
- Cuando te crees que
un loco te va a volar la cabeza haces lo que sea - contestó él dando un largo
suspiro con el que descargaba la adrenalina. -
- ¡Oh, vamos!, no pienso que fuera tan desagradable - rio la
chica para añadir. - Imagínate la noche de bodas que podríamos tener tú y
yo.
- El día que yo me case las ranas criarán pelo - repuso Roy con una sonrisa
llena de convicción. –
Aunque esa afirmación pareció no gustarle mucho a su interlocutora que dejó de
sonreír. Pese a ello no quiso evidenciarlo retomando su semblante jocoso en
cuestión de un par de segundos.
- He de reconocer que estabas gracioso- terció Tom que aún se tronchaba
casi sin poder terminar de decir. - Cuando lo preparamos no creíamos que te
ibas a asustar tanto.
- Y parecías tan formal. ¡Ya te pillaré a ti! ¡Paleto de Kansas! – Amenazó
su compañero de forma jocosa, aunque quizás no tanto, para sentenciar - ¡Nadie
le gasta una broma así a Roy Malden y se queda tan ancho!
- Oye gamberro, que
tú ya nos habías gastado otras bromas antes con tu compañero Jake. -Le recordó
su amigo Jack. - Como esa de untarme jabón con pica, pica en los calzoncillos.
- No me lo recuerdes
que todavía me troncho- repuso Roy pugnando por evitar la risa. -
- Si, y a mí me mandaste a cambiarle el teléfono a la señorita Parker
diciendo que, como era un manitas y lo tenía estropeado, ella me lo agradecería
y lo único que hizo fue castigarme durante dos semanas sin salir cuando le
corté la línea. - Le reprochó Will. -
- La verdad, me pasé un poco, lo reconozco. - Admitió el aludido que sin
embargo opuso. - Pero lo vuestro de ahora ha sido mucho peor, ¡casi me matáis
del susto!
- Tú sí que casi me
mataste aquella vez- intervino Melanie con tintes de jovial reproche. -
- ¿Cuándo? - quiso saber Tom curioso. -
Melanie recordó cuando por Halloween Roy se escondió en su armario vestido con
un saco y una cabeza de calabaza iluminada por una linterna, le había dado un
susto de muerte, sonrió y añadió recordando alguna nueva afrenta.
- Y no sólo eso, también me molestó mucho ese día que te quedaste en mi
habitación solo para ver el partido de los Knicks. - Añadió ella frunciendo el
ceño. -
- Mujer, eso fue una causa de fuerza mayor- se disculpó Roy de la forma más
suave que pudo- Eran los play off, finales. Y mi televisión estaba estropeada,
tú eras la única que conocía con canal por cable.
- Pero no me hiciste ningún caso- le recriminó Melanie con una vocecilla
entre quejumbrosa y acaramelada. - Únicamente chillabas cada vez que tu equipo
metía una canasta.
- ¡Jo tío, estás para que te encierren! - exclamó jocosamente
Jack para agregar. - Ignorar a una preciosidad como ésta por un partido.
- ¿Qué querías que hiciera?, era el séptimo encuentro y en el Madison - se
justificó Roy, aunque admitió. –Pero, tienes razón...
- De todas formas,
con esto me considero vengada- rio Melanie ante el asentimiento aprobatorio de
todos los demás. -
- Bueno, creo que volveré a mi cuarto- dijo Tom - ¿vienes Roy?,- preguntó a
su compañero con una sonrisa. -
- No gracias, creo que esperaré un poco a calmarme del todo.
Y es que todavía tenía taquicardia. El resto de sus risueños compañeros sí
que se fue marchando.
- Pues nosotros
también nos vamos- dijo Jack que se fue junto a William riéndose ambos por el
camino. -
Roy y
Melanie se quedaron solos junto a la habitación de ella con el actor que habían
contratado, dándole la mano Roy le felicitó muy deportivamente por su magnífica
actuación en tanto la chica se disponía a entrar un momento a su cuarto, en
tanto comentaba divertida.
-Espera que se lo cuente a April, una lástima que tuviera que irse ayer...
-Sí, lo que me faltaba, que tu compañera de habitación se hubiera reído
también de mí. - Contestó él. -
Y cuando Melanie se metió en su cuarto Roy se despidió de aquel individuo,
alabando su interpretación.
-Amigo, deberían darle el Óscar. He caído como un pardillo. Me lo tragué
del todo. - Confesó sin paliativos. -
-Gracias y no dejes escapar a esta muchacha, cuando me pidió que hiciera el
papel de su padre vi que te quiere mucho y que se preocupa por ti.
-Sí, bueno. - Suspiró él. - Espero que me lo demuestre de otra manera.
-Ahora sin bromear. - Le dijo ese hombre. - Si no tienes intención de
llegar a algo más serio con ella vale más que se lo digas cuanto antes, o la
próxima vez puede que sea su padre de verdad el que aparezca. - Replicó el
actor que, tras sonreír, se marchó. -
-Sí, en eso tiene razón, gracias. - Admitió el joven. -
Y al poco de que ese actor se marchara, Melanie salió de su cuarto. Aunque
ya no sonreía.
-No he podido localizar a April. El número de teléfono que me dio no
figuraba en el registro. - Comentó algo inquieta. -
Y es que su compañera se ausentó una vez más, de nuevo a causa de su madre.
Al parecer esa pobre mujer había recaído. Como ya quedaba poco para el final
del curso y había hecho todos sus exámenes, April pudo irse por varios días.
-Supongo que lo anotarías mal o quizás haya sido un fallo. - Especuló Roy,
sin preocuparse mucho de ello en realidad. -
-Sí, eso debe ser. En cuanto vuelva le contaré la broma que te hemos
gastado. - Sonrió nuevamente Melanie. -
-He de reconocer que ha sido digna de mí. Un remate tremendo para acabar el
curso. Al menos esa es la parte buena, ya casi hemos terminado por este año. -
Comentó él ya más distendido. -
-Bueno. - Suspiró la joven. - Yo sí que iré con mis padres cuando empiecen
las vacaciones.
-Pues espero que no sea como el personaje de este tipo. Y quiera
conocerme con su fusil. - Suspiró el chico. -
-No tonto, ni siquiera sabe lo nuestro. - Sonrió ella que entonces, algo
más en serio, le comentó. - Quizás sería un buen momento para que se lo
contase…
-No sé. - Replicó el chico con aire más desenfadado. - Melly, lo nuestro
está bien, ya sabes… No tenemos obligaciones. Me gustas claro…lo pasamos bien,
pero ahora no quiero comprometerme en serio. Y esta broma me ha hecho pensar.
No estoy preparado para eso.
-Sí, claro, lo comprendo. - Musitó ella que perdió aquella jovialidad, pese
a que trató de sonar despreocupada cuando se despidió. - Estoy algo cansada. Ya
nos vemos mañana.
Él asintió y se fue a su habitación suspirando aliviado. Cuando se alejaba la
muchacha le dedicó una mirada de malestar. Se sentía herida y contrariada.
Musitó entre dientes…
-Yo no soy una diversión para nadie, cariño. Ya te lo haré comprender…Sé
que en el fondo me quieres…
Y sin más entró en su cuarto
cerrando la puerta con estruendo. Roy entre tanto llegó al suyo. Allí tuvo que
soportar de nuevo el escuchar todos los pormenores de la broma, pues su
compañero de habitación y más amigos le esperaban y lloraban de risa al
recordarlos. Por supuesto que no les dará la satisfacción de molestarse por
eso. Rio también, pero pensó en cómo se iba a vengar de Tom y los otros.
-Sí, la venganza se sirve fría. - Se decía en tanto impostaba hilaridad. -
Pasaron algunos días y por fin
las clases y todos los exámenes habían acabado. Su compañero de cuarto se
marcharía también con sus padres, pero Roy no quería que se fuese sin antes
poderle gastar una broma sonada.
- Seguro - pensaba divertido mientras preparaba su venganza. -Que el truco
de la araña disecada no fallará. Es algo manido pero efectivo, le voy a dar tal
susto que el próximo año tendrá que mirar cada rincón de su cuarto antes de
acostarse… ¡ja, ja, ja!
Y sonriendo solo de imaginar la
cara de su compañero, puso una araña muerta bastante grande debajo de la
almohada. Sabía que Tom siempre la ahuecaba antes de dormir. Habiendo preparado
la broma salió un rato a despedirse de manera similar de sus otros compañeros y
aguardó a que la víctima” llegase a la habitación. Cuando por fin estaban
los dos a punto de acostarse Roy, tumbado en su litera, miraba inquisitivamente
a la almohada de su compañero no quitándole tampoco a él un ojo de
encima...
- Bueno, espero que el próximo año nos divirtamos también. Tengo que decir
que eres un buen chico después de todo. - Le dijo Tom a modo de cumplido. -
- Sí, claro que lo haremos. La verdad es que tal y como te dije tú no eres
tan capullo. - Replicó Roy de forma bastante irónica, en tanto pensaba - Espera
a levantar la almohada, capullo. - Tras lo que continuó diciendo con tinte
despreocupado. - Bueno, voy al cuarto de baño. - Antes de entrar miró a Tom de
reojo, éste levantó la almohada, pero no dijo ni hizo nada anormal. Ni tan
siquiera varió su expresión. Roy se extrañó. - ¿Dónde estaría la araña? ¿Se
habrá caído? – Se preguntó mientras fue a entrar al cuarto de baño. En ese
instante, al abrir la puerta, algo peludo le cayó desde arriba. Roy dio un
salto quitándoselo de encima con un respingo y un grito. - ¡Ah, mierda! ¿Qué es
esto?
Para su sorpresa y repelús pudo comprobar que era la misma araña que él le
había puesto a Tom. Pero éste la había colgado de la puerta del baño con un
cable. Su compañero se rio mientras le contaba al aun taquicárdico Roy...
- ¡Ja, ja, ja!, así está más en su medio natural. Antes de que volvieras la
vi y la cambié de sitio. Verás, de pequeño yo cazaba arañas más gordas que esa
y las metía en tarros de cristal, recuerdo una vez que se me escaparon por toda
la casa. Si quieres el próximo año te traigo algunas.
- ¿Qué? ...no, no, no hace falta, gracias...- exclamó su compañero
espantado en tanto pensaba. - La madre que le...- Estaba algo enfadado por
haberse dejado engañar de esa manera, pero al fin también se rio y admitió. -
Eres el único que ha logrado tomarme el pelo aquí muchacho. Bueno, aparte claro
está de mi antiguo compañero de habitación. Admito que eres su digno sucesor,
aunque con otro estilo. Y presiento que vamos a llevarnos muy bien...seguro que
el próximo curso nos divertiremos. - Lo dijo ahora sinceramente convencido de
ello. -
- Estoy seguro, pero yo soy más tranquilo que tú, no me gustan las bromas
tanto como a ti. - Le advirtió Tom. -
- ¡Menos mal, sino iba a pasarlo mal contigo! – Reconoció su interlocutor
suspirando aliviado. -
Ambos se rieron con la ocurrencia
y se fueron a dormir. Al día siguiente, Tom hizo su equipaje y se despidió de
su amigo.
- ¿Y tú?, ¿qué vas a hacer estas vacaciones Roy? ¿Te quedarás por aquí? -
Le preguntó despreocupadamente. -
- Sí, tengo un
apartamento en la ciudad. Me iré allí un par de meses. Hay muchas nenas
esperando en la Gran Manzana. ¿Seguro que no te quieres quedar conmigo una
temporada? - Le propuso a su amigo afirmando convencido. -Arrasaríamos los dos.
- No gracias- sonrió Tom que negó con la cabeza para confesar - Hace
mucho que no veo a mi familia. Les echo de menos... Bueno y a una chica en
particular.
- ¿Una chica? ¿Tú? - Se sorprendió Roy mirándole de arriba a abajo como si
le estuviera hablando otra persona – ¡Ah, claro! - Recordó. - Esa que me
comentaste…Por cierto. Ni me dijiste como se llama.
- Bueno, se llama Mary Jane, nos conocemos desde críos.
- Pues espero que logres conquistarla. - Replicó su amigo. -
Eso explicaba por qué Tommy no se había enrollado con
ninguna muchacha del campus. Cuando Roy recordando lo sucedido en su
habitación tras la fiesta le preguntó sobre aquel particular. Al saber que
rechazó a beldades como Candy o Betty incluso había llegado a pensar con
creciente preocupación si su compañero no sería de la acera de enfrente. Pero
tras las explicaciones de éste y de convivir con él durante ese año podía jurar
que no. Así pues, ahora suspiraba aliviado, ahí estaba la explicación.
-No es que sea mi
novia, pero cuando vuelva supongo que le pediré salir – Reconoció el muchacho
que parecía ruborizarse. –
- ¿Y cómo es? - Quiso saber su interlocutor con patente curiosidad –
-Morena, de ojos
azules muy oscuros, casi violetas, y con un largo pelo rizado.
-Tienes que ser especial para que te hayas fijado en ella. – Comentó Roy. -
El muchacho decidió que, en esta
ocasión su amigo no merecía que hiciese ninguno de sus chabacanos comentarios
habituales, o recordarle de nuevo que se llamaba como la novia de Spiderman.
-Mejor no volver a sacar el tema de las arañas.- Se dijo. -
Además, a su amigo aquella
muchacha le importaba de veras y él respetaba eso, podía comprenderlo muy
bien. Pese a los años transcurridos
todavía recordaba a Kelly.
- Te deseo mucha suerte. Ya me contarás- sentenció Roy dándole una animosa
palmada en el hombro. -
- ¿Y tú?... ¿no vas a ver a tus padres? - Le inquirió Tom a su vez para
cambiar de tema. –
-No. Ojalá pudiera, amigo - Contestó Roy, ahora con el gesto entre
triste y nostálgico y reflexivo. Tom se sorprendió, en todo el
curso nunca le había visto de esa manera, pero enseguida comprendió el
motivo cuando su compañero le contó. - Mis padres murieron en un accidente hace
casi tres años. No tengo más familia.
- Perdona - repuso su compañero serio también y pesándole de veras haber
sacado el tema. - Lo siento, no lo sabía... he vuelto a meter la pata otra
vez...
- ¡No te preocupes! - sonrió Roy dándole la mano con recobrada jovialidad.
- No tenías por qué saberlo. No te lo conté. Es que a mí no me gusta hablar de
mi vida. Venga socio. ¡Qué te lo pases bien en casa, aprovecha las vacaciones!
- Añadió más animadamente cambiando de tercio -y procura que el año próximo nos
den el mismo cuarto, te prometo que seré más ordenado...
- Gracias, disfruta
del verano y cuídate...- se despidió Tom listo para marcharse con su petate al
hombro –
Por cierto. - Le detuvo su amigo que casi lo había olvidado - Tengo un
regalo para ti que me dio Jack antes de irse. – Le comentó Roy -.
- ¿Alguna broma de última hora? – Se sonrió Tom no sin un justificado
recelo. –
-No, ni hablar… – Replicó su compañero que extrajo del cajón de su mesita
de noche una bolsa de cuero y se la pasó a Tom que la agarró al vuelo y
como éste le seguía observando con algo de desconfianza, añadió. – Palabra.
- ¿Qué es esto? - Quiso saber el chico-
-Ábrelo, es para ti, Tommy. – Afirmó Roy con amabilidad. -
Tom obedeció, con cuidado, puesto que pese a todo no
se fiaba aún, desató unos cordones que cerraban aquella bolsa y la abrió, pudo
meter dos dedos y tocó algo, lo sujetó extrayéndolo despacio, era una cinta de
tela azul. Nada más verla esbozó una sonrisa mayor y su amigo entonces declaró
con satisfacción.
-Bienvenido a la Hermandad como socio de pleno derecho, colega. Lo votamos
ayer, antes de que se fueran las demás cintas rojas. ¡Ya somos iguales Mac
Claud! - Exclamó elevando los brazos de forma teatral, rememorando otra de sus
películas favoritas –
-Sí, ya somos
hermanos. – Afirmó su compañero que también la había visto, demostrándolo
cuando agregó – Highlanders. ¡Otra peli que me encanta! Aunque todavía sigues
siendo cinta roja, un escalón por encima.
-Me refiero a que ya eres socio de pleno derecho, aunque no seas directivo.
Y, sobre todo. Que eres un amigo de verdad. - Sonrió su interlocutor con
patente reconocimiento. -
Ambos se abrazaron, finalmente Tom salió de la
habitación tras dejar que su compañero le anudase la cinta azul al brazo
derecho. Roy se quedó mirando como aquel estupendo muchacho se alejaba, sonrió
y pensó.
- ¡Sí señor!, ahí va un gran chico, ¡un poco más y le convertiré en el
universitario perfecto!, pero bueno, ¡menos pensar y más diversión! - Se dijo
recobrando su desenvoltura habitual disponiéndose a irse también. -...
Las
vacaciones pasaron rápido. Tom volvió a la universidad tras pasar unos
agradables meses en compañía de su familia. Por desgracia para él, su amiga de
la infancia y objeto de sus inquietudes amorosas estaba saliendo con otro chico
que había conocido en su respectiva universidad. Lo descubrió una tarde que iba
hacia su casa para verla.
- ¡Qué guapo te has puesto, hijo! - Le sonrió Sarah viéndole lucir un traje
con corbata y todo. -
-Quiero invitar a Mary Jane al baile de esta noche en el pueblo. - Comentó
con animación. -
-Espero que tengas mucha suerte. - Sonrió su madre dándole un beso en la
mejilla. -
Sin
embargo, su hermano Daniel estaba por ahí. Últimamente había trabajado mucho
para que su padre le comprase un ordenador nuevo. Y aunque vio salir a su
hermano no se atrevió a decirle nada. En cambio, sí que habló con su madre.
-Me temo que Tommy se llevará una decepción. - Le desveló a la sorprendida
mujer. -
- ¿Qué sucede hijo? - Quiso saber su preocupada madre. -
Y el muchacho le explicó. Ajeno a eso Tom llegaba con un ramo de azucenas y la
mejor de sus sonrisas. Se aproximaba a la casa de Mary cuando vio llegar a otro
chico.
- ¿Quién será ese? - Se dijo entre sorprendido y molesto. - No me suena de
por aquí…
El
extraño llamó a la puerta. Fue la madre de la joven quién le abrió, pasó dentro
y la puerta se cerró. Al cabo de un rato decidió acercarse a su vez. Con
nervios tocó el timbre.
- ¡Hola Tommy! - Le saludó esa mujer. -
-Buenas tardes señora Lee. Venía a ver a su hija. - Pudo decir él algo
colorado. -
Su interlocutora le miró algo sorprendida, aunque no sonrió como solía ser su
costumbre cada vez que ese muchacho llamaba a Mary Jane.
-Tiene una visita. - Le comentó la mujer algo envaradamente. - Un chico de
su universidad ha venido a verla.
-Claro, será un compañero. Supongo que habrá hecho amistades por allá igual
que yo. Aunque ella ha ido al oeste. – Sonrió el chico, sin ver aquel matiz de
lástima en la expresión de su contertulia. -
-Pasa si quieres. - Le ofreció su anfitriona. -
Tom asintió agradecido. Entró al salón de la casa y tomó asiento. Allí estaba
él, con sus flores aguardando. Entonces la vio. Iba preciosa, con un vestido
blanco vaporoso y una guirnalda de flores azules en el pelo. El muchacho iba a
levantarse sonriente para saludarla cuando se dio cuenta de algo que le dejó
petrificado. Junto a Mary Jane entró un chico alto, rubio y de ojos verdes.
Bastante atractivo y que iba sujeto de la mano de ella.
- ¡Tommy! – Saludó la chica con visible alegría. - ¡Has venido del este!...
-Hola, Mary Jane. - Pudo decir él observando aquello con sorpresa. -
-Mira Moses, éste es mi amigo Tom. Somos vecinos y nos conocemos casi desde
que nacimos. - Le comentó al muchacho, añadiendo para pasmo y consternación del
recién llegado. - Tommy, él es Moses, mi novio. Nos conocimos este curso en la
facultad.
-Mucho gusto. Mary me ha hablado muy bien de ti. Eres como un hermano. - Dijo
ese tipo. -
-Sí, claro. - Pudo sonreír tenuemente el aludido. -
La chica entonces se dio cuenta de que llevaba un ramo de flores en la mano.
Enseguida preguntó esperanzada en tanto alargaba una mano hacia ellas.
- ¿Son para mí?
Tom no respondió enseguida, en su
interior se sentía herido y desconcertado. Siempre creyó que tenía una
posibilidad con Mary Jane. Quizás no se había atrevido nunca a decírselo, pero
le gustaba desde hacía al menos un par de años. Cuando se dio cuenta que esa niña
pecosa y llena de vida se había convertido en una atractiva joven. Era
simpática y tenían muchas cosas en común. A los dos les gustaba la música y
querían expandir horizontes conociendo lugares y personas nuevas.
Desgraciadamente para él, su antigua compañera de juegos había conocido a aquel
tipo que era la personificación de la elegancia con ese traje de ejecutivo
color oscuro y un polo blanco bajo la chaqueta. Ahora, pese a sentir como si su
corazón se rompiese trataba de no salir corriendo de allí para no ver mermada
su dignidad y entonces replicó algo que hasta a él mismo le sorprendió cuando
apartó las flores del alcance de su interlocutora.
-No…no, lo siento. Es que tengo una cita, con una chica…
Ahora fue la joven quién le
observó sorprendida, sin embargo, no tardó en sonreír asintiendo.
-Perdona, soy una
tonta…
-Es que quise pasar a saludaros antes de irme. - Pretextó Tom. -
- ¿Vendréis al baile de esta noche? - Inquirió ella. -
-No, teníamos pensado ir a otra parte. - Replicó tímidamente él. -
Aquello
de mentir se le hacía muy incómodo, y esa situación le era muy enojosa, hasta
el extremo de no ser capaz de soportarlo más. Incluso fue peor cuando ese otro
tipo atrajo a Mary Jane hacia sí con uno de sus brazos. haciendo lo que
él había soñado hacer tantas y tantas veces y a lo que nunca se atrevió. Fue
cuando se despidió precipitadamente.
-Tengo que irme,
llegaré tarde… que lo paséis bien…
-Adiós amigo. - Replicó aquel otro joven observándole no sin extrañeza. -
Encantado de conocerte…
Pero su interlocutor ya se
alejaba andando con cierta prisa. tanto
Moses como Mary Jane se miraron sin comprender, enseguida lo olvidaron dándose
un largo beso. Tom no quiso mirar atrás, no quería pese a todo salir corriendo
y arruinar del todo su imagen. No pudo impedir sin embargo que unas lágrimas le
cayeran por el rostro. ¿Cómo pudo Mary Jane salir con un tipo como ese? ¡Con
todas las tardes que habían pasado juntos!, charlando de sus anhelos y de lo
que les gustaría hacer cuando crecieran. Imaginando el futuro con tanta ilusión
y haciéndose confidencias. La chica siempre había confiado en él y le había
contado todo. Quizás ese fuera realmente el problema. ¡Claro! Para ella Tom no
había pasado nunca de ser un compañero de juegos y le veía más como a una
especie de primo. Pese a que él hasta le cantaba esas canciones que a ella
tanto le gustaban, de amor romántico. Tom hasta había aprendido algunas por esa
razón. No olvidaba la favorita de esa muchacha, en cuanto retornó a casa, tiró
esas flores a la basura y se encerró en su cuarto. Allí puso esa melodía que
musitaba entre sollozos.
Mi corazón empieza a romperse
Cuando pienso en preparar
Un plan para dejarte ir
Continúo pensando que quizás mañana
Te lo haré saber
Pero cuando pienso sobre irme
Pienso sobre perder
Al único amor que he conocido
Cada vez que pienso en ti
Mi corazón empieza a doler
Mis manos siguen temblando
Y tú sabes, tú sabes, tú sabes…
Que haría
falta un hombre fuerte, fuerte.
Para dejarte
ir alguna vez, para dejarte ir alguna vez…
Mi
corazón ha sido herido
Cuando te veo flirteando
Cada noche fuera en el piso
Sigo pensando que quizás mañana
Crecerás para amarme más.
Pero cuando estamos juntos
Nunca podría dejarte
Incluso si me tratas cruelmente
Cada vez que te miro
Mi corazón empieza a doler
Mis manos siguen temblando
Y tú sabes, tú sabes, tú sabes…
Que haría
falta un hombre fuerte, fuerte.
Para dejarte
ir alguna vez, para dejarte ir alguna vez…
Intenté
resistirte
Cuando te has ido todo lo que hago es echarte de menos
Cualquiera
enamorado sabría
Cualquier con una mitad de corazón
Nunca podría dejarte ir
Pero cuando
pienso en dejarte
Pienso en perderte
La única chica que nunca he amado
No puedes decirme porqué me hieres
Creo que algunas personas nunca ven
Especialmente un tonto como yo
Mi
corazón empieza a doler
Mis
manos siguen temblando
Y tú
sabes, tú sabes, tú sabes…
Que haría
falta un hombre fuerte, fuerte.
Para dejarte
ir alguna vez, para dejarte ir alguna vez…
Para nunca
dejarte ir
Nunca te dejaré ir
Para nunca dejarte ir
(It would take a strong man. Rick Astley.
Crédito al autor)
Tras oír esa canción que tanto
creía que expresaba sus sentimientos el muchacho seguía sufriendo y
entonces le vino a la cabeza una conversación que mantuviera con Roy poco antes
de las vacaciones. Su incombustible amigo se estaba arreglando un poco, iba a
salir con una chica que había conocido por la ciudad.
-No te comprendo. - Le comentaba Tom observándole con incredulidad. -
Tienes a Melanie que es como tu novia. ¿Para qué vas con otras?
- ¡Pero tío! - Se rio el aludido moviendo la cabeza. - A ver si te enteras
de una vez. Mel no es mi novia. Me gusta, claro. Está buenísima y en la cama es
un cañón. Además, es buena chica. Pero yo no me ato a nadie. Ni ella tampoco.
Al menos todavía. ¡Somos jóvenes!, hay que disfrutar del momento…
-Si Mary Jane saliera conmigo desde luego que no miraría a otra. - Se
atrevió a decir él. -
-Me lo creo. ¡Es sin salir con esa chica y no miras a ninguna! - Se
sonrió Roy recordando divertido. - Por cierto, se llama como la primera novia
de Spiderman.
Aunque
observando el gesto algo melancólico de su compañero optó por ser algo más
cuidadoso, estaba claro que eso le importaba. Poso una mano sobre el hombro
izquierdo de su amigo y añadió más consideradamente.
-Mira, eres un tipo estupendo. Y encima de amable, educado y todo eso,
hasta haces deporte y eres guapete… No me interpretes mal. - Se apresuró a
matizar con algo de sorna. - Que no soy de la acera del frente. Quiero decir
que, si de verdad quisieras, las chicas se pondrían a la cola por salir
contigo. Y ahí es donde tienes un pequeño problema.
- ¿Qué problema? - Quiso saber éste con patente interés. -
De
hecho, vista la capacidad de su compañero de cuarto para ligar con cualquier
chica valoraba mucho sus consejos en ese tema. Y este no se hizo de rogar para
responderle con cierta prevención.
-Tommy tío. Eres
demasiado…no sé cómo decirlo. No quiero que te molestes.
-Adelante, no lo haré. - Le prometió Tom que desde luego deseaba saberlo. -
-Verás. Eres demasiado caballeroso, no es que eso sea malo de por sí. Es
que eres un buenazo. Chico, las tías quieren algo de… no sé cómo explicarlo…
¡Un poco de pimienta! Que seas capaz de enfadarlas a veces y otras de dejarlas
plantadas. Hay que ser un poco caradura y hasta mamonazo a veces. Al menos en
mi caso, cuanto más hago eso, más me persiguen. ¡vale que a veces es para
sacudirme! - Rio ahora, haciendo sonreír a su amigo, y agregó. - La clave está
en no dejarse domesticar. No pueden considerarte algo seguro, ni de su
propiedad.
Tras escuchar atentamente ese consejo su compañero movió la cabeza y pudo
responder.
-Yo no soy así y no
me educaron para serlo. Quizás tarde, pero espero que un día conoceré a una
chica que quiera estar conmigo por como soy. Y no únicamente para una aventura.
Y los dos estaremos juntos y seremos el uno del otro…
-Bueno. - Replicó su interlocutor sorprendido de escuchar aquello. - Tú
mismo…no te voy a obligar a hacer nada que vaya en contra de tus costumbres,
socio. Desde luego admiro tu integridad…
-Dime una cosa. ¿Acaso a ti no te ha gustado nunca una chica en serio? -Le
preguntó a su vez. -
Roy no
contestó de inmediato. Y eso que Tom habría esperado que su contertulio
respondiera con un rotundo no a esa cuestión. Sin embargo, el aludido suspiró y
sonrió levemente. Apenas si musitó para sí mismo…
-La única que no se
fijó en mí…de esa manera…
- ¿Decías? - Inquirió su compañero sin comprender. -
- No, nada… tengo que irme ya…Luego te cuento…que tal me ha ido con Sammy
¡O era Tammy?...- Contestó más desenfadadamente su interlocutor. -
Y sin más Roy salió del cuarto
camino de su cita. Ahora tras recordar aquello salió de su cuarto y se sentó en
la entrada del granero de la casa de sus padres. Tras enjugarse las lágrimas
con un pañuelo, caballerosamente le deseó a su amor imposible toda la
felicidad. Luego no quiso que su familia le viese triste y se comportó
normalmente. Después de unos días se decidió entonces a retornar con buen ánimo
a la universidad. Sus padres y su hermano le despidieron deseando verle muy
pronto.
-Tommy, anímate. - Le pidió Daniel que pese a todo comprendía por lo que su
hermano estaba pasando. -
-Gracias. Lo haré. Ahora toca disfrutar en la Gran Manzana. - Sonrió algo
forzadamente éste. -
-Muy bien hijo. Dentro de poco lo habrás logrado. Te graduarás. - Afirmó
orgullosamente Sarah. -
-Ya iremos a verte entonces. - Le prometió su padre del mismo modo. -
Cuídate y sigue haciéndolo tan bien como hasta ahora…
-Gracias mamá, papá. Dany. Os echaré de menos. - Repuso él. -
Y tomó el autobús rumbo
a Nueva York. ¿Quién sabe? Quizás ese nuevo curso en la Golden conociera a
alguna buena muchacha. Y, además, sería el último año. Tendría que aprovechar
para conocer a más gente.
-Quizás mis padres tengan razón. Debo disfrutar también de la experiencia.
Y como sé que ya no podré salir con Mary Jane...trataré de abrir mi corazón,
aunque me lleve algún tiempo. - Se prometió. -
De modo que tras el viaje de
regreso lo primero que hizo nada más llegar fue instalarse en su cuarto. Roy
aún no estaba por allí, pero comprobó que sus ropas y demás pertenencias
estaban desparramadas por toda la habitación como de costumbre. Sonrió, las
cosas seguían igual y ya tenía ganas de verle. Pero las clases empezarían al
día siguiente. Decidió acostarse pronto para estar fresco por la mañana. Roy
por su parte también había pensado en cambiar un poco su rumbo. Este año quizás
estudiaría más ya que era el último. Y no le apetecía mucho continuar con
Melanie. A ella le dijo la verdad, aquella farsa del matrimonio, aunque una
broma, le hizo reflexionar y no se sentía preparado.
-Se portó muy bien conmigo cuando mis padres murieron. Por un lado, es como
traicionarla, pero creo que será mejor así. No la quiero de esa manera. Y sería
injusto hacérselo creer, ese actor tenía razón. - Se decía no sin pesar. -
Y es que esa chica realmente
parecía translucir un interés más profundo que el de una mera relación superficial.
Y aunque no fuese así, solo de pensar en que su padre pudiese ser igual a la
réplica que de él hizo aquel actor contratado por ella y el resto de sus
compañeros le ponía malo. Pese a todo, como le comentase a Tom, no habían sido
nunca realmente novios. Hasta la fecha ambos habían tonteado con otras
personas, pero últimamente la chica parecía querer aferrase más a él.... En
fin, resolvió sus reflexiones estando de juerga incluso la noche antes de
volver a la universidad. Se reunió con algunos amigos. Entre risas y algunas
canciones lo pasaron en grande…y entre copa y copa y flirteos con algunas
jovencitas, él mismo se ocupó de interpretar alguna…
Otro
verano, otras vacaciones se terminan
Es septiembre ahora con el sol y el olor
del trébol
Bajo la puerta nos sentamos viendo a todos
nuestros amigos pasar
Y fingiendo que no escuchamos la campana que suena en el cielo de verano
Yo estaba feliz con los besos que ella me dio
Era
feliz solo con todo lo que ella me hizo
Era feliz hasta que te vi
Latido del corazón
Latidos del corazón, ¿qué me llevan ahora?
Oh Me haces daño, me abandonas en mi hora
más oscura
Latido del corazón
Latidos del corazón, ¿Por qué me mantienen
aquí?
¿Cómo podía dejar de admirar su belleza?
Estando en la línea entre el deseo y el
deber
Latido del corazón
Latidos del corazón, que terminará en
lágrimas
Necesito una amante cuando el amor es un
lugar tan peligroso para estar
¡Oh! Si estuviéramos hecho el uno para el otro ¿por qué no me contestas?
No me hagas esperar, sabes que deseo estar a tu lado
Podríamos incluso estar juntos esta noche.
Yo estaba feliz con los besos que me diste
Pero ahora no hay nada en la tierra me puede salvar
¿Qué me importa que no se puede tener?
Latido del corazón
Latidos del corazón, ¿qué me llevan ahora?
Oh Me haces daño, me abandonas en mi hora más oscura
Latido del corazón
Latidos del corazón, ¿Por qué me mantienen
aquí?
¿Cómo podía dejar de admirar su belleza?
Estando en la línea entre el deseo y el
deber
Latido del corazón
Latidos del corazón, que terminará en
lágrimas
Latido del corazón
Latidos del corazón, ¿qué me llevan ahora?
Oh Me haces daño, me abandonas en mi hora
más oscura
Latido del corazón
Latidos del corazón, ¿Por qué me mantienen
aquí?
¿Cómo podía dejar de admirar su belleza?
Estando en la línea entre el deseo y el
deber
Latido del corazón
Latidos del corazón, que terminará en
lágrimas
(Heartbeat. Wham. Crédito al autor)
Al día siguiente amaneció
en el sofá de su apartamento medio vestido. Miró el reloj...¡eran las cinco y
media! ...iba a llegar tarde como siempre. Se duchó, se puso su ropa de deporte
y tomó el autobús de las siete. Al cabo de una hora llegó al campus.
Miró nuevamente su reloj, ¡tenía la charla de pre temporada del equipo y ni se
había acordado!
- ¡Oh, mierda! El míster me va a matar. - Pensó aterrado. -
A todo correr iba esquivando a
cuantos estudiantes le salían al paso en dirección al pabellón de deportes, el
pasillo por el que solía ir habitualmente estaba bloqueado por un mueble. ¡Esas
malditas mudanzas de última hora le sacaban de quicio!, siempre ocurría igual
cada nuevo curso. Tuvo que cambiar de dirección. Logró por fin llegar hasta la
puerta del gimnasio, pero. ¡Estaba cerrada!
- ¡Maldita sea! – Se dijo con irritación. - ¿Quién habrá sido el
imbécil?...
Se vio obligado a regresar sobre
sus pasos y tomar otro camino si no quería estar dando vueltas al gimnasio
durante una hora. Iba a llegar tarde a clase, pero bueno, se disculparía como
siempre. Total, ni había mirado el horario, no tenía idea de que profesor le
tocaría para después. Estaba pensando en eso cuando entró por el pasillo de las
clases, al doblar una esquina se encontró casi encima de una chica de largo
pelo de tonos entre morenos y casi morados que esquivó como pudo, pese a gritar
cuidado. Al instante, un poco más adelante, se topó con otra muchacha a la que
no pudo evitar y con la fuerza del choque la tiró al suelo. Ella llevaba unos
cuantos libros que cayeron desparramados. Roy se detuvo, la chica no estaba
mal. No la conocía de nada ni le era familiar. Debía de ser una recién llegada.
Tenía un bonito cabello de extraños reflejos entre azulados celestes y platino
y unos grandes y profundos ojos azul marino que le miraban sorprendidos. El
primer impulso de Roy fue el de ayudarla, pero recordó que no llegaba, sólo
pudo decir de forma conciliatoria y despreocupada.
- Lo siento, para otra vez estate más atenta al pasillo, nena - y sin
más tiempo que perder salió corriendo sin siquiera mirarla. -
Al fin
llegó por pelos a la charla del entrenador que fue tan aburrida como de
costumbre. Tras decirles lo mismo de otros años, que esperaba que todos jugasen
al máximo y quedar bien clasificados, etc., etc., les dejó ir. Después se
dirigió a clase, tras preguntar por su horario se enteró de que aula le
correspondía. ¡Mala suerte! a esa hora estaba Palmer y ya había empezado, tocó
a la puerta y entró. El adusto profesor le miró con cara de pocos amigos y le
indicó que se sentase en un sitio vacío al lado de una chica. Roy pensó que
había tenido suerte, la nena era mona, se presentó a ella con su típica
sonrisa, pero ella no tenía cara amistosa. Él se percató entonces de que
era la joven a la que involuntariamente había arrollado en los pasillos.
- ¡Qué casualidad! - Pensó mientras se le helaba la sonrisa en los labios.
-Vaya, esto sí que tiene gracia. A esta tía no le voy a caer nada bien,
presiento que va a ser un curso muy aburrido sentado aquí con ella.
De
todos modos, trató de presentarse con la mejor de sus técnicas de seducción, al
dirigirse a esa muchacha y declarar.
- Hola otra vez, ¿qué tal? - sonrió, pero al ver la expresión de la cara de
esa chica se le heló la sonrisa en los labios, aunque inasequible al desaliento
se presentó. -Soy Robert Malden, pero todos me llaman Roy y tú ¿eres? - esperó
una respuesta rápida como casi siempre le sucedía al tratarse de chicas. -
- Malinde Beruche, yo soy la chica a la que antes atropellaste en el
pasillo. ¡Ah! - dio un respingo y se giró hacia él denunciando
sarcásticamente...-Y muchas gracias por ayudarme a recoger mis libros- sonrisa
irónica al agregar. -Eres un chico muy galante señor Malden....
- Eso ya ha pasado -
replicó Roy conciliador tratando de quitarle hierro al asunto. - Lo siento de
veras, vamos a olvidarlo. ¿Eh? Tú y yo vamos a ser compañeros durante todo el
año - se puso la mano en el cogote y se inclinó con la silla. - Así que mejor
llevarnos bien, ¿no crees?
La muchacha se giró hacia otro lado ignorándole. Roy suspiró dándola por
imposible. La clase terminó y mientras estaba discutiendo con ella por motivo
de aquel incidente llegó Melanie.
- ¡La que me faltaba! - Suspiró el chico. -
- Si quieres te lo
cambio, ya verás como con él yo no me aburro, monina. - Declaró aquella
provocativa chica. -
- ¡Oye! - Replicó Beruche sorprendida y molesta por el tono de esa
desconocida. Aunque sin terminar de comprender bien. - ¿Quién eres tú?
- Soy Melanie Sanders, jefa de animadoras y la única que se puede acercar
tanto a Roy. - Se presentó obsequiándola con una mirada plena de desdén y
agregando con prepotencia. - Espero que lo entiendas nena, te lo diré más
despacito por si tu comprensión de nuestra lengua es limitada. Yo - se señaló
así misma con una mano abierta sobre sus generosos pechos. - Roy. – Señaló
ahora al aturdido chico que parecía incluso algo envarado. - Él y yo. Él mío.
¿Entiendes? así que no trates de pasarte.
Roy estaba atónito, Mel nunca se había portado de ese modo, puede que, de
forma jocosa, hubiera apartado a otras chicas de él antes, pero ahora no era
ese su talante. Aunque la otra chica no se quedó callada.
- Espera un segundo - contestó la nueva frunciendo el ceño con expresión de
enfado -, ¿tú qué te has creído? Yo he venido aquí a estudiar, no a perder el
tiempo.
- Eso es lo que dicen
todas y más las que tenéis cara de mosquita muerta. - Replicó Melanie en un
tono bastante despectivo. -
Esa
joven japonesa se levantó enfadada, Al parecer pese a su corta estatura poseía
una fuerte personalidad. ¡Ya podría tenerla para plantarle cara a Melanie! Ésta
tal y como anunció tras la marcha de Lindsey había sido elegida la nueva jefa
de animadoras. Era de largo la muchacha más popular y dominante de la facultad.
-Esta pitufa oriental no tiene ni la menor idea de con quién se mete. -
Pensó Roy, llegando incluso a inquietarse. -
Pero a la recién llegada Melanie
no parecía impresionarla. De hecho, ambas se sostuvieron la mirada. La
animadora era bastante más alta, pero esto no amedrentó a su oponente.
- Calma, calma - les pidió Roy entre preocupado y divertido ahora, mediando
entre ambas y separándolas teatralmente con las manos. -Tranquilas chicas por
favor...
Melanie se permitió una leve
sonrisa de desdén hacia su rival y de inmediato desvió la mirada hacia el
muchacho y declarar con una mezcla de desdén y sorna.
- Eres un pillo, no sabes cómo darme celos ¿eh? Descuida, no creo que lo
consigas con esta sosa. - Remató divertida. -
La chica se sonrió con perfidia, antes de que su
compañero pudiese replicar le besó en la barbilla y le palmeó el trasero
marchándose con andares de vampiresa mientras le decía.
- Nos veremos luego, querido...
- No es lo que parece. - Trató de justificarse él delante de su nueva
compañera, encogiéndose de hombros con una risita de circunstancias. - Ya no
estamos comprometidos ni nada, son cosas de Melanie. No hace falta que te
pelees con ella por mí, ja, ja.
- ¿Quéeee?- exclamó Beruche bastante furiosa y plena de incredulidad. -
¿Estás mal de la cabeza?
- Qué no te preocupes, sé que las chicas estáis locas por mí. No sé por qué
me encontrareis todas tan irresistible. - Replicó su interlocutor bastante
pagado de sí mismo. -
- ¡Tú, eres un presuntuoso y un arrogante niñato! ¿Quién te crees que
está loca por ti, cretino? - Le insultó ella acorralándole contra el pupitre. -
- No está bien que yo
lo diga, pero soy bastante popular. - Se rio él visiblemente divertido por
aquella actitud de su compañera, (a su modo de ver tan exótica)- Pregunta a las
chicas del campus, todas se mueren por salir conmigo.
- ¡No, señor
listillo! - repuso su interlocutora casi a punto de estallar de enfado.
-Todas no...Eso te lo puedo asegurar. Por lo menos aquí hay una que ni en
sueños. ¡Anata wa shitsureidesu! ¡Watashi wa gaman shite inai riyū!
- ¿Quée? - Pudo exclamar su compañero abriendo los ojos como platos. -
El chico se había quedado de piedra. Por supuesto, no
entendió nada de toda esa última perorata dicha en sabía Dios que lengua, pero
desde luego no le sonó nada bien.
- Lo que oyes, pero puedo repetirlo más despacito si quieres. - Se sonrió
Bertie con expresión maliciosa y falsamente condescendiente. –
Y tras sentenciar esto último se marchó del aula
dejando plantado al sorprendido Roy que la observó alejarse sin saber que
replicar a eso…Aunque el joven sí que se quedó pensativo
-Esa tía es de lo más rara. Y tiene mala leche, además. ¿Y en qué
clase de idioma me ha hablado? Aunque no la puedo culpar. Primero la atropello
y luego llega Melanie y le monta ese numerito. Desde que la han elegido jefa de
animadoras está insoportable. Tendré que dejarle las cosas claras. No soy de su
propiedad. Y en cuanto a mi nueva compañera de pupitre… -Suspiró con visible
decepción. - ¡Joer, vaya año me espera! La verdad es que es guapa, pero con ese
carácter no creo que pueda aguantarla…
Sin embargo, no podía ni imaginar
que acababa de conocer a la persona que sería fundamental en su vida y
pese a lo que había supuesto en un principio ese curso desde luego no iba a ser
nada aburrido ni para él ni para Tom. Al contrario. Sería el más interesante y
decisivo para su futuro. Pero él aun no lo sabía. Únicamente pensaba en que no
había comenzado con su nueva compañera con buen pie. Esa Beruque o Berute ¿cómo
diablos se llamaba? Era uno de esos nombres extranjeros raros. Lo cierto es que
le daba igual, ya se ocuparía de llamarla Bertie o Birdie, e incluso, viendo lo
fría y distante que era, y su escasa estatura, sobre todo comparada con
él, decidió llamarla cubito. Sí, era fría y canija, decidió con regocijo. Pero,
con su simpatía natural y su irresistible atractivo ya se encargaría él de
derretirla y ponerla a su merced como hacía con todas. ¡Qué poco sabía Roy todas
las peripecias que le aguardaban en compañía de esa muchacha!, de su hermana,
una tal Cooan, que él enseguida apodó Connie al no enterarse bien del nombre, y
del propio Tom. Peripecias que, convertidas en increíbles aventuras, tanto les
cambiarían a todos ellos, desvelándole a él los secretos de su pasado, y que
decidirían el rumbo de sus vidas para siempre.
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