Como
cada mañana, en un bosque colindante a su casa de campo, Haruka y Michiru
entrenaban para mantenerse en forma. Últimamente no habían tenido que luchar
contra ningún enemigo y eso, pese a parecerles algo estupendo tenía también sus
desventajas. Estaban inactivas y bastante acomodadas a esta etapa que no les
exigía la tensión y el esfuerzo de las batallas. Aunque hacían algo de deporte,
sobre todo Haruka y no paraban con sus ocupaciones desde luego no era lo mismo
y no podían permitirse descuidar su forma física ya que nunca se podía estar
seguro de cuando deberían volver a combatir. Así, ambas utilizaban rápidas
sucesiones de golpes y se atacaban con sus respectivos poderes. Estos chocaban
en el aire anulándose mutuamente, después se observaban tratando de adelantarse
a los movimientos de la otra. Estaban bastante igualadas y era difícil
presagiar una ganadora, pero esto era lo que menos les importaba. Continuaron a
buen ritmo y al cabo de un rato más de descargar golpe tras golpe y de
esquivarse recíprocamente, agotadas, decidieron que ya era suficiente, se
sentaron a descansar y entablaron conversación.
-Vale
ya. Me canso más aquí que en la cama.- Se sonrió Haruka.-
-Esa es
la idea, ¿no?- Se rio su pareja.-
-Claro.-
Convino esta dándole un afectuoso beso en una mejilla, para preguntar entre
jadeos.-¿Crees que Setsuna volverá pronto?
- No lo
sé, la verdad es que se fue con Lornd por unos días y ya han pasado tres
semanas, espero que no les haya ocurrido nada malo…- replicó Michiru jadeante a
su vez, mientras trataba de recobrar su respiración normal con la máxima
rapidez. – No se han comunicado con nadie desde que se fueron.
-
Podemos seguir entrenando un rato más en cuanto estemos recuperadas.- Propuso
Urano al darse cuenta de que quizás, su forma física había bajado más de lo que
pensaban. -
- No me
apetece mucho seguir Haruka, estoy agotada y no me quedan fuerzas,- respondió
su compañera confirmando esa impresión en tanto añadía. - Será mejor que
volvamos a casa, además Hotaru debe estar a punto de volver del colegio...
- Te
olvidas que pasaba esta semana con su padre. – Sonrió su interlocutora,
divertida ante ese lapsus de su compañera –
- ¡Es
verdad, qué cabeza la mía!- rio ahora Michiru, aunque enseguida añadió. – Pero
de todas maneras, ya es hora de que regresemos.
Y a su pesar su pareja tuvo que convenir en ello, pero no
pudo pronunciar palabra ya que alguien se le adelantó.
- Es una
lástima que no os quedéis un poco más, ahora me apetecía a mí entrenar con
vosotras,- les dijo una voz familiar y salida aparentemente de ningún sitio. -
Las dos guerreras se volvieron hacia
donde creían podría estar la fuente de esa voz pero no vieron nada. No obstante,
al cabo de unos pocos segundos y a la derecha de su posición volvieron a escuchar.
- Estoy
aquí, mirad ahora...
Obedeciendo por impulso, ambas
clavaron sus ojos en esa dirección y se quedaron mudas de sorpresa. A pocos
metros de ellas levitaba una mujer de larga melena verde oscura, tez
ligeramente bronceada y ataviada con unas extrañas ropas. Pese a ello pudieron
reconocerla con facilidad, ¿Setsuna?, ¿qué demonios hacía ella vestida así?
Desde luego no era su estilo, de los pies a la cabeza, unas botas sin tacones
que le llegaban por encima de las rodillas, desde estas arrancaba una especie
de cota de malla púrpura sobre la que lucía un peto blanco con unas amplias
hombreras en las cuales se dibujaban unas coronas reales de color rojo. A su
espalda sujeta a las hombreras, una corta capa del mismo color y lo que más
llamó la atención de Haruka y Michiru, una especie de monóculo también de color
rojo, aunque traslúcido en el que podían apreciarse unos pequeños números que
parecían bailar cambiando continuamente. Recordaban aquel aparato bien de
experiencias pasadas. Estaban tan sorprendidas, sobre todo de que pudiera estar
flotando ahí delante de ellas, que antes de que ninguna pudiese pronunciar
palabra fue la propia Setsuna la que les propuso.
-¡Pelead
conmigo, vamos animaos! Por lo que veo vuestra fuerza ha disminuido mucho tras
vuestro entrenamiento, pero eso es algo que puede arreglarse.
Metió una mano bajo su peto y de él sacó una pequeña bolsa
que estaba cerrada merced a unas cuerdecitas que descorrió con presteza. Sacó
dos judías o al menos eso parecía y volvió a cerrar la bolsita.
-¡Eso
son alubias mágicas!- Reconoció Haruka cuando por fin pudo reponerse de la
sorpresa inicial para preguntar con evidente acierto - ¿Qué pretendes que
hagamos, Setsuna? comérnoslas para recuperar nuestras energías.....
Su compañera asintió con una media
sonrisa y le lanzó una a cada chica en tanto las urgía.
- Y deprisa,
no tenemos todo el día, quiero saber hasta donde he logrado mejorar con mi
entrenamiento....
- Ese
Lornd está como una cabra y te ha contagiado a ti, ¿a qué viene esa pinta que
llevas?, ¿dónde está tu uniforme de guerrera de la justicia?,- la inquirió Neptuno
casi más molesta que curiosa. -
- Si os
coméis rápido las alubias y entrenamos os lo contaré, os aseguro que es una
buena historia. Quizás una que no os gustará demasiado en algunas partes. - Respondió
Setsuna cuyo semblante pareció ensombrecerse un poco. -
- Tengo
tanta curiosidad que me comería un caballo para poder escucharte. - Replicó
Haruka de una forma bastante maliciosa.-
Acto seguido la sailor engulló la alubia y Michiru no tuvo
más remedio que imitarla, en breves segundos ambas se sentían plenamente
recuperadas y en forma. Urano sonrió para querer saber, urgiendo a su
compañera.
- Ahora
decide contra cuál de las dos quieres luchar primero.
- Contra
las dos a la vez. - Contestó su interlocutora bastante segura de sí. - De esta
forma ahorraremos tiempo...
-¿Crees
que podrás contra las dos a un tiempo? - Le preguntó Michiru que adoptó una
expresión de incredulidad mientras se apartaba un mechón de pelo que se
resistía a volver a su posición natural mientras agregaba. - Para que pudieras
hacer algo, sería mejor que luchemos por turnos.
- No te
preocupes, espero no tener ningún problema, ¡vamos, atacadme ya!, de la forma
que queráis...- les pidió Setsuna sin parecer en absoluto inquietada. -
- Como quieras, basta ya de cumplidos y vamos
al grano.- Declaró Haruka.-
Urano lanzó entonces su Temblor de Tierra sorprendiendo a
Michiru que aún se resistía a esa sugerencia, pero su ahora oponente lo esquivó
sin ninguna dificultad, eso acabó por convencerla.
-¡Ataque
profundo sumergido!...- Exclamó Neptuno que invocó su poder para atacar a
renglón seguido -...
Su rival esta vez no lo esquivó, sin
aparentar esfuerzo, lanzó un rayo de energía que anuló esa bola que se le
acercaba. Haruka y Michiru no podían creérselo, pero reaccionaron rápidamente
esta vez y trataron de alcanzar a su adversaria con patadas y puñetazos que no
tenían ningún miramiento. Pese a estar en desventaja numérica Plutón se las
arreglaba para detener uno tras otro todos los intentos de sus compañeras por
golpearla, luego decidió pasar al contraataque. Con una velocidad muy superior
a la de sus adversarias conectó una sucesión de golpes que repartía
alternativamente sobre ellas, al cabo de pocos segundos ambas estaban en el
suelo, algo magulladas y completamente derrotadas. Volvían a jadear sin aliento
y miraban a Setsuna sin poder creerse todavía la exhibición que acababa de
realizar a su costa.
-¡Es
impresionante! ¿Cómo lo has hecho para mejorar tanto en tres semanas? -
Reconoció Haruka no podía ocultar su asombro. -
La aludida estaba ahora de pie, con
los brazos cruzados sobre su pecho y tras esbozar una débil sonrisa confesó.
- Si te
soy sincera me he entrenado muy duramente con una severa instructora y durante
bastante más tiempo...
- ¡No
puede ser!, hace sólo tres semanas que te fuiste con Lornd, antes no estabas
así. Incluso la expresión de tu cara y la mirada de tus ojos han cambiado. -
Refutó Michiru con cara de absoluta seguridad. -
Haruka convino en eso, realmente su compañera lucía ahora
una expresión mucho más severa e incluso llena de una pasión apenas contenida
cuando estaba combatiendo. Antes Setsuna siempre había reflejado una dignidad
casi melancólica y un gesto serio y reposado, con tintes misteriosos. Ahora eso
estaba fundido con un toque más salvaje, como si hubiera liberado una parte de
su alma mantenida en letargo durante mucho tiempo. De cualquier forma, sus dos
compañeras estaban llenas de perplejidad y atacadas por la curiosidad. Plutón
lo sabía y no quiso aún liberarlas de la intriga al añadir de una forma más
distendida.
- Por
cierto. ¿No está por aquí Hotaru?- Quiso saber antes de continuar contando nada.-
Y es que extrañaba mucho a su compañera y amiga y tenía
muchas ganas de verla, máxime por lo que iba a relatar.
-
Está pasando unos días con su padre. –
La informó Michiru –
- Bueno.
Pero ¿vas a contarnos lo que te ha pasado? ¿Sí o no?- La inquirió Urano que ya
comenzaba a impacientarse -
Su amiga sailor sonrió para replicar ahora con un tono más
serio.
- Como
os había prometido antes, os lo explicaré. Es algo muy importante y he tenido
que tomar una decisión sumamente difícil.
-¿Qué
decisión? ¿A qué te refieres. - Quiso saber Michiru que sí había reparado en
esas palabras con más atención -
La muchacha sonrió ligeramente, no respondió a esa última
cuestión y tras ayudar a sus compañeras a levantarse y darles otro par de
alubias esperó a que estuvieran recobradas y sentadas en un par de rocas
- Mejor
será que comience por el principio.- Afirmó Setsuna.-
- Eso es
lo natural.- Añadió Haruka con algo de sarcasmo. –
-Estamos
deseando escucharte.- Convino Michiru con genuina curiosidad.-
Su compañera asintió y fue entonces
fue cuando comenzó su historia.
-
Veréis, como ya sabéis, tras la crisis del meteorito y después de que me
liberaseis de mi secuestro, Lornd y yo volvimos a patrullar por los confines
del Sistema Solar por si ese maldito Gralas retornaba. Estábamos algo cansados al volver a la Tierra y decidimos irnos de
vacaciones por unos días.
-Es
verdad. Lo recuerdo. Él se fue primero, tras libertarte y destruir a ese monstruo
tan raro.- Terció Haruka.-
-Pero
luego regresó al cabo de una semana y te fuiste con él.- Añadió Michiru.-
-¿Y qué
tal fueron esas vacaciones?- Sonrió pícaramente Haruka.-
Ahora su amiga y compañera suspiró dejándolas
sorprendida, más cuando añadió con voz queda.
-La verdad,
al principio fue divertido, peor luego las cosas tomaron un giro totalmente
inesperado.
Rememorando aquello Setsuna se
acordaba de como contemplaba divertida la forma en la que el saiyajin, vestido
sólo con un traje de baño y sumergido
hasta la cintura en las aguas cristalinas de un pequeño remanso, trataba de pescar
el almuerzo. Llevaban algunos días juntos, perdidos en esos parajes calmos y
hermosos. Lornd incluso parecía un hombre totalmente distinto a esa apariencia
de severo guerrero o de bruto jovial que solía mantener según las
circunstancias. Allí, los dos juntos, él le había abierto una puerta a sus
pensamientos más profundos, y realmente el guerrero tenía dentro de sí mucho
más de lo que a primera vista podía detectarse, no en vano era un rey formado e
instruido como tal. Setsuna y él habían charlando bajo el cielo nocturno,
habían visto algunos amaneceres y Lornd siempre le comentaba con nostalgia los
lejanos recuerdos que mantenía de Nueva Vegeta, sensaciones casi olvidadas por
él de belleza y paz que perdió tras la lucha que mantuvo contra los poderes
oscuros y en su posterior periplo por el Cosmos, en pugna contra los siervos
del tirano Gralas. Setsuna podía entender bien que un hombre como él con la
sangre de los Guerreros del Espacio se sentía irremisiblemente atraído por la
lucha, y más siendo de noble carácter como el que de veras tenía, si era por defender la justicia y la libertad
contra los ataques de seres despiadados. Aun así, eso conllevaba muchas veces
el perder los valores más humanos, relegando el amor y la sensibilidad en
beneficio del instinto e incluso muchas veces la crueldad. La guerrera se
acordaba bien de cuando le conoció. Entonces él le salvó la vida, pero a costa
de masacrar a esos aliens que las atacaron a ella y a sus compañeras y les
destruyó sin inmutarse, de tal forma que casi provocó en la muchacha más terror
que sus propios agresores. Más tarde logró despedazar ese asteroide convertido en súper guerrero, con esa inmensa
fuerza que avivaba aún más la sed de lucha. Pero después de eso y de salvarla a
ella misma de ese secuestro y de derrotar junto con Roy y los demás a ese
monstruo llamado Trihar habían pasado algunos meses. Lornd tuvo ocasión de
descansar con ella, incluso vigilaron juntos las fronteras del sistema solar en
prevención de otra ofensiva, pero por fortuna, todo estaba tranquilo. Gralas
seguro que se lo pensaría mejor en adelante. Aunque nunca se podía bajar la
guardia. Sea como fuere tuvieron ese tiempo para pasarlo juntos y él pareció
recobrar sentimientos y actitudes más humanas y distendidas. Su agresividad y
su severo rostro estaban ahora mucho más dulcificado, mostrando un corazón
bondadoso y un talante más divertido de lo que ella pudo imaginar. Incluso
demostró tener aptitudes para la música, tocando la flauta. Y sobre todo, de
pensar en alguna cena que tuvieron con Roy y Beruche, ella no podía dejar de
reír. Ambos hermanos parecían niños a veces. Peleando por la posesión de la
última empanada o pidiendo más de modo continuo, para horror de la pobre
Bertie. Y ahora, sin ir más lejos, él le había asegurado que era capaz de
pescar sin recurrir a su fuerza de saiyajin. Setsuna casi le había retado a
ello, y eso sí, el orgullo de Lornd le obligaba a aceptar cualquier desafío,
¡incluso uno tan cómico como ese! Ella lo sabía y de modo premeditado le pinchó
para que lo intentase. Así que ahora no podía evitar una sonrisita de puro
regocijo ante los repetidos e infructuosos intentos de él por atrapar uno de
esos jugosos y escurridizos peces que nadaban entre sus piernas.
-¡Menos
mal que he traído una cesta llena de comida! - Exclamó Setsuna no sin intención
de pincharle todavía más para añadir. - Oye Lornd, ¿cómo hacías para comer en
tus viajes?...no me tenías a mí para prepararte los emparedados....
- Te
crees muy graciosa ¿verdad?...- replicó de forma divertida él, mientras se
afanaba en cerrar sus brazos bajo el agua intentando sujetar a uno de esos
malditos peces, añadiendo sin dar su brazo a torcer - ¡Ya verás cuando pesque
un par de ellos!...
- Eso,
me gustaría verlo....y probarlo,- se burló ella sentenciando, esta vez con
sinceridad - porque tengo mucha hambre. ¡Ja, ja!...
-Muy
bien, listilla.- En cuanto los atrape te tocará cocinarlos.- Afirmó él.-
-Lo haré
encantada, si es que tengo algo que cocinar.- Se sonrió la joven.-
El saiyajin no pareció escucharla,
suspiró armándose de paciencia, que era lo que más le costaba reunir, se agachó
con celeridad y... ¡por fin había atrapado uno!
Sonrió con cierta complacencia, lo sacó del agua y lo mostró orgulloso.
El pez, que era bastante grande, se agitaba convulso al sentirse fuera de su
medio de vida natural. Lornd trataba de impedir que se le resbalase mientras le
decía a Setsuna, que ahora le miraba bastante sorprendida de que hubiese
cumplido con su palabra.
-¿Y
ahora qué? ¿Te convences ya de que soy un consumado pescador?...
Aunque en tanto se entretenía con su perorata relajó el
agarre tan solo por unos instantes, el pez logró escurrirse lo bastante de sus
manos y Lornd trató de sujetarlo a la desesperada
- ¡Maldito
bicho!... - masculló según perdió pie cayendo al agua junto al pez.- ¡Quieto!
Al
salir, suspirando resignado, escuchaba las risas de Setsuna que amenazaban con
hacerla saltar las lágrimas
- Un accidente lo tiene cualquiera.- Dijo a la
vez que soportaba con estoicismo las risotadas de su acompañante. -
- ¡Tendrías
que ver la cara que has puesto!, ¡ja, ja, ja!,- repuso ésta señalándole con uno
de sus dedos mientras se tapaba el estómago que ya comenzaba a dolerle de la
fuerza de sus carcajadas. – Desde Usagi comiendo dulces no he visto nada igual…
- La
cara que he puesto ¿eh?- Sonrió él de forma algo ladina, sentenciando. - Prefiero
ver la cara que tú vas a poner ahora,- dicho esto salió levitando del agua y andando
se llegó hasta su interlocutora asegurando.- Verás que divertido va a ser…
Ella seguía riendo mientras él, inmóvil como una estatua, la
observaba, pensando que nadie en todo el universo se habría reído así ante sus
narices. Sonrió, eso no dejaba tampoco de tener gracia, desde luego no se lo
permitiría a nadie que no fuese Setsuna. Pero incluso a ella le iba a costar un
precio, no dramático pero sí bastante divertido, al menos para lo que a él le
vino a la mente. Sin pensarlo mucho más, en menos de un segundo la levantó en
brazos y se la cargó a un hombro, la chica comenzó a patalear y le preguntaba
aún entre risas.
-¿Qué te
propones?- Exclamó pidiéndole casi a modo de orden -...déjame en el suelo...
- No te
preocupes. Solamente quiero ver si tú eres capaz de pescar algo.- Replicó él
con regocijo. -
- ¡Oye,
no se te ocurra tirarme al agua! ¿Eh?, ¡ni se te ocurra! - Protestó la chica de
forma jocosa pero al tiempo algo alarmada pues le creía perfectamente capaz. -
-¡Demasiado
tarde!,- sentenció él con una amplia sonrisa para afirmar. - Ya se me ha
ocurrido...
- ¡No,
no!...- repuso Setsuna con un ligero chillido aun dominado por sus ganas de
reír mientras se veía transportada por aquellos musculosos y colosales brazos a
los que no costaba el menor esfuerzo portar aquella carga.- ¡Que no llevo traje
de baño!
Y eso era lo único que discurría
aunque no tenía trazas de valerle de mucho. Parecía que Lornd iba a arrojarla
sin compasión a las frías aguas cuando se detuvo, la tenía levantada sobre su
cabeza. Ella estaba callada, quizás él se lo estuviese pensando y no quería
decir nada ni hacer un ruido que le decidiese a tirarla, pero entonces el saiyajin
la dejó en el suelo con suavidad, su rostro estaba ahora serio, concentrado.
Setsuna no le había visto de ese modo desde que la liberasen de su cautiverio,
recobró también la seriedad y le preguntó sorprendida de su radical cambio.
-¿Qué ocurre,
Lornd? Ni que hubieses visto un fantasma...
- Quizás
los haya escuchado. - Contestó él de forma enigmática, para acto seguido
aclarar. - He recibido un mensaje telepático de Landar. Asegura haber
localizado mi mundo, el planeta de los saiyajin, y eso no es todo, ahora mismo
está con uno. Me ha pedido que vaya al Cielo a verlo.
- Quiero
ir contigo...- le pidió Setsuna con bastante interés. -
- Está
bien,- concedió él que la abrazó y se concentró en la energía que le brindaba
el mago transportándose. -
Aparecieron sobre una blanca
superficie, desde luego todo era inmaculado allí. El mago estaba esperándoles y junto a él un
hombre bastante alto, aunque no tanto como Lornd. Musculoso, vestido con un
peto que le cubría todo el torso hasta la cintura y unos pantalones que se
ajustaban a sus poderosas piernas. Su pelo era negro, largo e hirsuto, se
elevaba hacia las alturas desafiando la gravedad, su rostro tostado y con las
huellas de múltiples cicatrices atestiguaban su carácter de guerrero. Sus ojos
azules escrutaban con interés y al tiempo aparente indiferencia el fondo blanco
que se perpetuaba en la lejanía. Al aparecer Lornd y Setsuna desvió la mirada
hacia ellos y pareció analizarles. Una vez hecho esto su rictus se contrajo
mostrando sorpresa. Parecía difícil de imaginar por su aspecto, pero estaba
asombrado. Landar saludó a los recién
llegados y realizó las presentaciones.
- Éste
es Blinz, hijo de Rion y Lebra, - miró al guerrero al que le indicó a su vez -
Ellos son Lornd y Setsuna...
- Tú
eres un saiyajin de muy elevado linaje.- Le dijo este guerrero a Lornd
remarcando sus palabras con un hondo respeto. - ¿Puedo saber de dónde vienes?
No te conozco de nuestro planeta.
- Antes
de eso quiero que me digas donde está nuestro mundo, yo perdí su rastro hace
mucho tiempo...- Quiso saber su interlocutor. -
- Él no
lo sabe, Lornd,- intervino Landar -...yo le traje hasta aquí...
- Es
cierto- confirmó Blinz explicando. - Mi cápsula iba a la deriva y yo estaba
malherido, salí de mi mundo en un viaje de exploración y me encontré con seres
muy poderosos, algunos de los cuales eran hostiles, tuve que luchar y casi me
aniquilaron, pero pude escapar...
- Yo le
traje hasta aquí y él me contó que buscaba a un saiyajin de gran poder. Enseguida
pensé en ti, Lornd. - Comentó el mago. –
-No es
él.- Le contradijo ese guerrero, añadiendo.- Aunque también es muy fuerte.
Aunque Lornd no estaba interesado en
esa historia en particular y enseguida lo hizo constar.
- Pero,
¿de qué me sirve saber eso si no sabe dónde está mi planeta?, en tu mensaje me
habías dicho que lo habías localizado.- Respondió éste sin ocultar su tono
molesto. -
Landar le apaciguó con un suave gesto de sus manos,
respondiendo con voz más animada.
- Y lo
he hecho, gracias a mis poderes, tu mundo está en otra dimensión. Verás, hay
que atravesar un largo agujero cósmico de gusano para llegar hasta él. No
podrías lograrlo más que con mucho tiempo y dificultad viajando por el espacio
con una de vuestras cápsulas, sin conocer su posición exacta. Yo, sin embargo,
puedo enviaros allá...
Blinz seguía observando a Lornd con
bastante atención, parecía no poder creerse la cantidad de poder que sentía en
él y le preguntó.
- Ahora
si no te importa, ¿podrías decirme quién eres?...
- Soy
Lornd, de la estirpe Deveget....hijo de Dronaos. ¡Rey de los guerreros del
espacio! - Proclamó con orgullo para remachar con total convicción - , y debo
volver a recuperar mi trono.....
Oído esto Blinz se arrodilló de
inmediato mirando a Lornd con una expresión de asombro reverencial, casi no le
salían las palabras. Setsuna se sorprendió, no había entendido nada hasta
entonces y también escuchaba atónita ahora cuando ese saiyajin habló. Aunque al
principio seguía sin comprender su lenguaje, pero el mago, suponiendo eso, le
hizo una traducción simultánea con su telepatía que permitió a la muchacha
entender a ese guerrero del espacio exclamar.
- Mi Señor
y Rey,...pero, ¿cómo puede ser posible esto? ¡Desapareciste hace generaciones!,
tu reinado y tu marcha para combatir al mal en defensa de tu hermano, se
pierden en las leyendas sobre la era anterior a nuestro periplo...
- Sí –
convino Lornd matizando. - Eso fue porque quise ayudar a mi hermano, el
príncipe Asthel y fui muerto por las fuerzas del mal, pero Landar me resucitó y
yo vagué por el Universo luchando contra los poderes de la Oscuridad. Dime -
inquirió intrigado -¿quién gobierna en nuestro mundo ahora?...
-
Nuestro planeta actualmente no tiene rey, señor, la causa arranca desde la
leyenda de tu marcha. Como no existía un heredero se acordó proclamar un
consejo de regencia integrado por los ancianos, a cuya cabeza se situó un
canciller del reino. Después, como varias de las familias más poderosas
aspiraban al trono, se instauró una prueba, el desafío del poder. El aspirante
a ser rey debía luchar contra los mejores campeones y si los derrotaba sería
coronado. Nadie lo consiguió nunca, pues los mejores estaban bastante igualados
entre ellos y no podían contra el resto cuando combinaban sus fuerzas.
- Yo
volveré contigo y lograré superar esa prueba. - Contestó Lornd con tono
resuelto. -
- No te
será nada fácil,- objetó el saiyajin conjeturando con prevención -, quizá
nuestras costumbres hayan cambiado mucho respecto a tu época, señor...
- No lo
creo, nuestro pueblo tiene una larga tradición y no suele ser proclive al
cambio, si todo depende de luchar entonces casi nada ha variado.- Afirmó su
interlocutor. -
-
Entonces introduciros en la cápsula y yo os enviaré a través de las dimensiones
a una zona próxima al planeta.- Terció Landar. -
Lornd observó a su
pareja, hasta el momento no se había percatado, pero posiblemente ella no
comprendía nada de lo que hablaron. Aunque el mago le tranquilizó explicándole
lo de su traducción telepática. Setsuna por su parte, miró la cápsula
incrédula, sin duda era de una sola plaza, y esta vez no iría sentada en las
rodillas de nadie como cuando se conocieron. Así que objetó al mago de forma
inmediata.
- No
podemos ir todos ahí...no hay espacio más que para una sola persona.
Landar se limitó a sonreír de modo condescendiente a la par
que respondía.
- No te
preocupes, jovencita.
-¿Jovencita?-
Se sonrió la sailor Plutón para preguntarle de forma retórica.- ¿Sabes quién
soy yo?
-Perfectamente,
guardiana del tiempo-espacio. Y no dejas de ser una jovencita para mí.-
Contestó tranquilamente el mago quien entonces agregó.- En cuanto al espacio de
esta cápsula, déjalo de mi cuenta - y con un sólo movimiento de sus manos hizo
crecer aquella pequeña nave a ojos vista, triplicando su tamaño y sus asientos
para afirmar. - Ahora podéis entrar. Yo haré un conjuro que os llevará al
momento, de lo contrario los tres tardaríais mucho en llegar. Si es que tú
también deseas ir, guardiana del Tiempo. Pero debes pensarlo bien. Podrías
tener que enfrentarte a una difícil decisión. - Remachó con cierto tono de
advertencia. -
- Es
cierto, podría ser duro para ti. Las costumbres y los modos de mi pueblo quizás
te resulten de una naturaleza algo brusca y su idioma incomprensible cuando no
haya conexión telepática - Avisó igualmente Lornd. -
- Si tú
vas, yo deseo estar contigo, no me menosprecies, he luchado mucho y conozco
diferentes mundos.- Le contestó resueltamente ella. –Sabré apañármelas.
- No os
preocupéis,- terció Blinz que amablemente la explicó.- Mi nave cuenta con un aparato que podrá
ayudaros a aprender nuestra lengua, los saiyajin lo usamos mucho cuando vamos a
otros mundos, para podernos comunicar con sus habitantes.
La muchacha asintió, deseando aprender el idioma de Lornd. Éste no tuvo
nada más que objetar. Blinz les rogó entonces a
ambos que entrasen primero....él pasó a continuación. El mago les
despidió con un saludo de su mano y la cápsula se cerró, luego Landar recitó
unas palabras que el grupo no pudo entender y todo lo que les rodeaba
desapareció ante sus ojos. Al instante se vieron rodeados de la negrura del
espacio y resplandeciendo como una perla de color amarillo terroso advirtieron
la presencia de un mundo cercano.
- Ese es
nuestro planeta.- Indicó Blinz con orgullo. -
- Sí, lo
recuerdo muy bien.- Contestó Lornd embelesado por esa visión.-
La sailor también miraba con curiosidad. Ese mago habría
empleado algún sortilegio que incluía un viaje temporal. Ella podía sentirlo.
Quizás habría resumido todo el tiempo necesario para llegar en apenas un
instante. Ahora observaba aquel planeta sin dejar de preguntarse ¿cómo sería
ese mundo? ¿Qué encontraría allí?
-Majestades.-
Pensaba ahora con una mezcla de ansiedad y determinación.- Es el momento que
estábamos aguardando…
La nave se acercó rápidamente, Setsuna
se conectó a la máquina, un ordenador de muy elevada tecnología que durante ese
periplo comprimido habría suministrado a su cerebro las bases de ese extraño
idioma. Las palabras le venían a la mente y pudo pronunciar algunas. En tanto se
aproximaban practicó con sus acompañantes y en pocas horas ya se defendía en él. Así la cápsula entró en
la atmósfera del planeta. Blinz también invirtió el tiempo del viaje para poner
un poco al día a Lornd y a su compañera de la actualidad de aquel mundo. Aunque
únicamente de lo que él recordaba, tampoco sabía con seguridad el tiempo que
había pasado desde su marcha.
-Teniendo
en cuenta el salto dimensional y que Landar me resucitó sin saber yo el tiempo
que pasé muerto.- Suspiró Lornd para elucubrar.- Podrían haber pasado meses o
siglos.
Miró a Blinz como si él pudiera
darle una medida del tiempo y el joven saiyajin apenas pudo replicar envarado.
-Estudiamos
historia de niños pero ahora mismo no recuerdo las fechas. Ya sabéis, le damos
más importancia al entrenamiento físico.
-Sí.-
Asintió su interlocutor haciéndose cargo.-
-Por eso
es tan necesario conocer un poco de todo.- Intervino Setsuna.- Nunca se sabe
cuando habrá ocasión de emplear ese conocimiento.
Los saiyajin no dijeron nada. La cápsula entre tanto se
precipitó en un rápido descenso atmosférico que la puso al rojo, pero su
material aislante la protegía a la perfección. Automáticamente buscó una
especie de colchoneta sobre la que cayó, amortiguando su impacto. Cuando se
detuvo, la puerta se abrió y los tres pudieron salir al exterior.
-Hemos
llegado, sed bienvenidos.- Les anunció ese guerrero.-
Quizás sí que hubiera transcurrido
mucho tiempo. El panorama era bastante distinto a como Lornd lo recordaba, a
unos cientos de metros se alzaban unos imponentes edificios que se le parecían
más a una ciudad del futuro de la Tierra que a su antiguo planeta. A su
alrededor se agrupaban multitud de colchonetas, algunas de ellas también ocupadas con cápsulas. Y a lo lejos
edificaciones mucho más modestas, bajas y que parecían viviendas unifamiliares.
Sin embargo, lo que más les llamó la atención fue la multitud congregada en
torno suyo. Blinz se dirigió en tono muy respetuoso, aunque sin arrodillarse
como había hecho con Lornd, a un anciano de pelo canoso y vestido con una
túnica de color azul que le llegaba hasta los tobillos. En una de sus manos
llevaba un largo báculo rematado por una gran piedra dorada. A su alrededor se
contaban otros saiyajin de parecida edad y vestidos de forma similar, pero sin
ningún báculo y algo más apartados guerreros del espacio más jóvenes, en su
mayor parte vestidos como Blinz, tanto hombres como mujeres. Ninguno hablaba,
esperaban en silencio a que el anciano que parecía ser el personaje de mayor
autoridad lo hiciera, éste no tardó en aproximarse a los tres recién llegados.
- Sed
bienvenidos a nuestro mundo,- declaró de forma imperturbable, parecía conocer a
Blinz pues le preguntó refiriéndose a él.
- Saliste a por dos renegados pero en su lugar. ¿A quiénes has traído?
- ¡Es
él, señor, es el rey...el legendario rey Lornd, lo he traído para terminar con
nuestra situación de desconcierto! - Respondió el saiyajin con un no disimulado
entusiasmo. -
Todos los presentes le miraron incrédulos,
el anciano replicó al momento sin parecer ni sorprendido, ni impresionado
- Eso
tendrá que demostrarlo,....no creo que un rey de una era anterior pueda seguir
vivo hoy día.
- Te
aseguro que es verdad.- Repuso Lornd que añadió con palpable resolución - y he
venido a ocupar el puesto que tuve que dejar vacante entonces...
-
Tendrás que pasar la prueba para que podamos aceptarte como nuestro rey,- le
contestó una voz surgida tras el anciano. -
- Lo sé.
- Asintió el recién llegado para remachar. – Y eso no me preocupa.
Un hombre casi de la misma estatura
que Lornd y de pelo negro corto se aproximó caminando pausadamente, Blinz le
susurró.
- Ese es
Dariel, hijo de Torix y Nairía, es el guerrero más poderoso del planeta, pero
ni siquiera él logró superar la prueba. Ahora es el luchador principal de los que
tendrían por misión enfrentarse a un posible retador.- El aludido se aproximó
junto a ellos y confirmó por sus palabras las indicaciones de Blinz que justo
había susurrado a modo de advertencia. – Ten cuidado con él.
- No te
será fácil vencerme a mí, ni al resto de los luchadores, extranjero. - Aseguró
clavando sus negros ojos, en los de color castaño del recién llegado. -
En su tono no podía detectarse especial hostilidad, y aunque
parecía tener una mirada templada, no
ocultaba una gran fuerza y orgullo en ella. Estaba claro que ese guerrero
poseía una voluntad poderosa y una enorme fuerza potencial, con actitud
confiada en sus posibilidades y debía ser alguien de temer, aunque su interlocutor no se arredró.
-Soy un saiyajin
oriundo de este planeta.- Afirmó Lornd.-
-Para
nosotros eres un extraño. Jamás te vinos por aquí.- Replicó su contertulio
sentenciando con rotundidad.- Y los que vienen de fuera solamente pueden tener
motivos hostiles. Te demostraremos que no es sencillo enfrentarse a nosotros.
- No
pienso que sea fácil, pero os venceré...- contestó el aludido sosteniendo sin
vacilar la mirada altiva de Dariel. -
- Eso se
verá en poco tiempo, mientras tanto nuestro deber es asegurarnos de que estés
cómodo y en condiciones de afrontar el reto. No pueden existir pretextos para
tu fracaso, ni nosotros faltar a nuestro honor. - Respondió su interlocutor
sonriendo con incredulidad y cortesía
combinadas, ante la afirmación de aquel extraño. -
- Es
verdad- convino el anciano que no obstante matizó - pero antes de seguir
debemos presentarnos. Yo soy Luarque, Canciller Real y regente del planeta. Él
es Dariel, principal protector de la prueba. Tú dices llamarte Lornd, bien,
aceptaremos tu nombre aunque no el rango que dices poseer, al menos hasta que
no lo demuestres...
- Me
parece razonable que no os fieis de alguien que acaba de llegar...- aceptó éste
juzgándolo natural. –Nuestro pueblo nunca fue ingenuo. O al menos no desde hace
mucho tiempo.
-Por lo
menos desde los tiempos del rey Vegeta Primero.- Recordó Luarque que explicó.-
Tras la traición de ese tal Freezer, el destructor de nuestro mundo de origen.
Aquellas eran narraciones realmente
antiquísimas. Ninguno de los jóvenes saiyajin imaginaba de dónde provenían
siquiera. Solamente los ancianos y más sabios tenían una ligera idea. Pero
ahora aquello carecía de relevancia. Sin embargo, Setsuna creyó recordar algo
que alguna vez oyese a la madre de su actual soberana.
-¡Freezer!
- Pensó con expresión reflexiva.- Ahora no recuerdo, pero estoy segura de haber
oído hablar de quién fue ese individuo…
- Me
ofrezco a guiar al aspirante hasta su zona de descanso...- intervino Blinz que
añadió con seguridad - y apoyar su
desafío...
-
Entonces sólo necesita otro padrino más.... ¿quién quiere serlo? - Inquirió el
anciano obteniendo el silencio por respuesta. -
- Yo lo
seré...- declaró entonces una voz que pertenecía a un guerrero joven de cabellos
y ojos castaño oscuro, añadiendo. - Me
ofrezco a ser el segundo padrino....
-¿Quién
eres tú que tan resuelto te ofreces a ello?..- quiso saber el canciller. -
- Calix,
hijo de Rion y de Lebra, hermano menor de Blinz...- Contestó.-
La mayoría de los saiyajin jóvenes se sonrieron, algunos
incluso rieron sin tapujos. El joven en
cuestión hizo como si no se diera cuenta, aunque a Lornd eso le pareció
bastante extraño y revelador a un tiempo.
- Muy
bien, acompañad a vuestro apadrinado a su lugar de descanso y aseguraos de
atender a su comodidad...- les ordenó el canciller sin inmutarse por esas
risas. -
-¿Qué
pasa con mi compañera?,- preguntó Lornd señalando a Setsuna que hasta ese
momento había sido ignorada. -
Los saiyajin se miraron unos a otros
con desconcierto. Una vez más, su
vetusto líder habló por todos.
- No es
de nuestra raza, no debería estar aquí. Empero, si es tu acompañante se la
tendrá en consideración como a un huésped. La ley de la hospitalidad obliga,
que siga a una de las mujeres, ¿alguna de vosotras se ofrece para ocuparse de
la extranjera? - Preguntó Luarque.-
Nuevamente se extendió un incómodo silencio que tardó en ser
roto, una chica alta, bastante joven y de pelo claro, se ofreció, presentándose
como Nilia.
-
Acompáñame extranjera. - Le pidió a Setsuna con tono neutro -...
Plutón miró a su compañero con gesto
indeciso, no estaba segura de querer separarse de él de esa forma pero éste la
tranquilizó. Estaría bien, según le había contado Lornd los guerreros del
espacio eran muy respetuosos con las leyes de hospitalidad, así que decidió
seguir a su anfitriona y el aspirante se fue por su lado con sus padrinos. El
gentío se disgregó volviendo cada cual a sus ocupaciones.
-Van a
ser unas vacaciones interesantes.- Se dijo la guerrera guardiana del tiempo
cuando siguió a esa mujer.-
En su estancia, Lornd cenó de forma
abundante siendo fiel a las costumbres de los saiyajin. Terminada la cena,
interrogó a ambos padrinos sobre lo que debía hacer en la prueba, Calix, el más
joven, fue el encargado de responderle.
-
Deberás enfrentarte contra Dariel y otros dos campeones a la vez y dentro de un
círculo. El llamado círculo del Honor. No podrás salir de él, eso significaría
tu derrota. Por tanto, si consigues expulsar a algún contrincante le habrás
eliminado. El combate será arbitrado por el canciller Luarque, él dará las
instrucciones sobre el grado de poder que deberéis desplegar...
- No
comprendo eso muy bien.- Le replicó Lornd algo confuso para oponer -, se supone
que es un combate en el que habrá que luchar a fondo desde un principio, ¿no?.
- No es
exactamente así,- terció Blinz que explicó. – La prueba tiene un elaborado
ritual. Empezaréis luchando con vuestro estado normal, y corresponde a los
protectores aumentar el grado de fuerza. Por ejemplo, tú no puedes
transformarte en súper guerrero hasta que ellos no lo hagan....
- Pero
eso me pone en desventaja...podrían atacarme los tres convertidos en súper guerreros
y no darme tiempo a transformarme a mi vez.- Arguyó -
- Por
eso la prueba es tan difícil,- respondió Calix. – El aspirante ha de demostrar
que es más fuerte que nadie sin ningún género de duda, de ahí tanta desventaja.
Tú tendrás que tratar de evitar que eso ocurra. Si en verdad eres tan poderoso
como aseguras aguantarás bien hasta poder desplegar toda tu fuerza cuando ellos
alcancen su límite...
- Ya me
las arreglaré.- Replicó más despreocupadamente Lornd confiando en sus fuerzas
para querer saber a continuación... ¿Están permitidas las armas?....
- Sí,
también corresponde a los protectores tomar la iniciativa, pero sólo con el
permiso del canciller. - Le informó Blinz a lo que Calix añadió intentando
animar a su apadrinado. -
- No es
todo tan negro como parece, normalmente, el más fuerte de los retadores deja
que el aspirante luche primero contra los otros dos y no interviene en la
batalla hasta comprobar si es un rival
apropiado para él. La mayoría de las veces los otros dos protectores del reto suelen
vencer al aspirante sin que el más poderoso intervenga...
- Me
gustaría enfrentarme con Dariel, por lo que he podido sentir su fuerza es
bastante grande aunque pienso que aún soy muy superior a él...- Les confesó
Lornd -
- No debes
fiarte,- le advirtió Blinz. -Es un poderoso guerrero y muy experimentado en el
campo de batalla...
-
Descuida, no lo haré... ¿cuándo será el combate? - Quiso saber su contertulio.
-
- Según
las normas, pasadas dos semanas del reto, el aspirante debe entrenarse y
prepararse, así como los protectores.-
Declaró Blinz. -
-
Entonces será mejor dormir.- Propuso Lornd avanzando sus intenciones. - Quiero
empezar el entrenamiento mañana temprano.
-Eso es
lo más juicioso.- Convino Calix.-
-Y también
que me contéis todo lo que sepáis sobre mis adversarios. Si sé algo de ellos
les llevaré ventaja al menos en ese punto.- Añadió Lornd.-
-Te
daremos bastantes referencias.- Asintió Blinz.-
-Una
cosa más. ¿Podré ver a mi compañera?- Preguntó el invitado.-
- No
está prohibido pero no es muy aconsejable, debes centrarte en tu entreno, pero
sí que puedes verla. Aunque no visitarla en sus aposentos, según nuestras
costumbres...Eso significaría que…- Le informó Calix que se dirigió a él como
si fuese ajeno a su raza. -
-
Conozco bien nuestras costumbres.- Le cortó Lornd con una sonrisa para relatar
ahora con cierta prevención reflexiva. - Si es una prometida o simplemente
acompañante, sólo podemos vernos en la calle, nunca en sus aposentos o en los
míos. Eso supondría que estamos ya emparejados y no es posible hacerlo antes de
una lucha que decida rango, sobre todo si es un título importante o ella
tendría dificultades. – Aunque añadió algo más aliviado.
-Si es
que no tienes ningún vínculo ya con ella.- Observó Calix.-
-No
todavía. Al menos nada oficial.-Admitió Lornd.-
-Sabes
que en nuestro mundo no nos preocupan los vínculos establecidos en otros
planetas. Si se diera el caso de que vencieras, y ella fuese tu pareja oficial,
cualquier mujer poderosa podría retarla. – Le informó un preocupado Calix.-
Lornd asintió despacio, eso lo
sabía. Las costumbres de los saiyajin eran bastante bárbaras en eso para los
estándares terrestres. Tanto un varón podía retar a otro por quedarse con una
hembra particularmente fuerte como al contrario. Lo único que limitaba eso era
una unión oficial en Nuevo Vegeta bajo las tradiciones saiyajin. El equivalente
a un matrimonio terrestres. Al menos Setsuna no estaba enterada de aquello.
- Por
ahora me conformaré con que podamos vernos en cualquier otro lugar que no sean
nuestros aposentos.
-Y no le
pasará nada al menos hasta que concluya tu prueba.- Le dijo Blinz sonando más
tranquilizador para exponer con la cruda sinceridad típica de su pueblo.- No
siendo saiyajin y con esa fuerza de combate tan baja que tiene, ningún hombre
de aquí tendría el menor interés por ella. Y ninguna mujer la consideraría como
rival.
Lornd se sonrió, incluso divertido
ahora. ¡Si Setsuna hubiese escuchado eso! Podía imaginarse la cara de ella entre
la incredulidad y la desaprobación. Así pues, respondió no sin ironía.
-Bueno
eso me tranquiliza,- dicho eso se echó sobre un recio camastro y se cubrió con
una gruesa manta.- Por cierto.- Quiso
saber también.- ¿Aún existe el mausoleo de los héroes?
- Por
supuesto.- Aseveró Blinz. –
-Quizás
mañana le haga una visita antes de comenzar el entrenamiento. Hasta mañana
entonces....- los otros dos saiyajin le imitaron y apagaron las luces. -
Para Setsuna aquello era más difícil
de asumir, era una extranjera y desconocía los modos locales, se encontraba en
una habitación bastante espartana donde la única concesión decorativa la
constituían unos tapices de vivos colores en las paredes y el suelo. Una mesa,
más bien un largo tablón con patas y unas rústicas sillas se disponían en el
centro y un par de camastros se alineaban en una esquina. Nilia y otra chica saiyajin
llamada Moena, de menor altura, pelo corto y oscuro, con ojos color avellana,
le ofrecieron una frugal cena y después de presentarse la interrogaron sobre las costumbres de la
Tierra de donde Setsuna les dijo que provenía. Algunas de las cosas despertaban
su curiosidad, sobre todo cuando esas mujeres le preguntaron sobre la
naturaleza de su relación con Lornd.
- Bueno,
estamos juntos, aunque no puedo decir todavía que seamos novios. – Les contestó
Plutón, que realmente se hacía a sí misma esa pregunta. -
-¿Qué es
un novio?- preguntó Nilia. -
- Es la
persona a la que quieres y con la que estás compartiendo tu vida antes de
casarte.- Informó Setsuna. -
- Un
prometido...- aventuró Moena, mirando con sus curiosos ojos a la humana,
tratando de buscar su confirmación. -
- Habitualmente
sí,- respondió ésta queriendo saber a su vez de manera cordial -... ¿vosotras
no tenéis?...
- No,
aquí nos emparejamos en función de la fuerza del otro, normalmente las mujeres
de alto rango eligen a guerreros poderosos para concebir hijos fuertes...o
ellos luchan entre sí para ganar su favor. - Respondió Moena. -
-¿Y el
amor?- inquirió Setsuna atónita - ¿Acaso eso no cuenta?...
- Solamente
cuenta la fuerza potencial de la pareja, tú debes ser muy fuerte si eres la
prometida de un aspirante al trono.- Declaró Nilia con admiración, al darlo por
supuesto. -
Setsuna iba a sacarla de su error. Aunque no tuvo tiempo,
dado que alguien se la adelantó.
- Yo no
lo creo así,- sentenció tajante una voz que provenía de la entrada, las otras
dos saiyajin al oírla, retrocedieron con expresión de temor sumiso. -
- Ho,
hola Seira. - Saludó Nilia con un susurro apenas pudiendo añadir. - Me
sorprende verte por aquí...
La recién llegada ignoró el saludo y
entró resueltamente en la habitación. Se aproximó a Setsuna apartando con desdén
a Moena que, involuntariamente, se había situado en el camino que la recién
llegada había decidido seguir para acercarse a la extranjera. A Plutón le
sorprendió la actitud de temor que tenían sus dos anfitrionas, aunque,
reparando algo más en la nueva saiyajin podía deducir fácilmente el por qué.
Ésta la observaba de manera fría y parecía analizarla, no le preocupaba en
absoluto mirar directamente a los ojos de Setsuna con los suyos negro azabache
de los que parecía surgir una fuerza enorme. Le relampagueaban con una
intensidad y pasión que traicionaba el hieratismo de su pose y su aparente fría
actitud, parecía un volcán a punto de explotar. Su cuerpo, bastante bien
formado, estaba tenso, presto a reaccionar a cualquier impulso. Parecía la
clase de persona a la que no se debía hacer irritar, ni siquiera con el más
intrascendente comentario. Setsuna sintió que sólo con la fuerza de esa mirada
podría bastar para despedazarla, pero la sostuvo, ella era una Guerrera de la
Justicia y se había enfrentado a enemigos tan terribles o incluso más de lo que
esta mujer pudiera realmente ser. Se levantó para mirarla cara a cara y descubrió
con desagrado que la saiyajin era bastante más alta que ella. Incluso con sus
zapatos de tacón la sailor debía de ser unos centímetros más baja. Se fijó en
las piernas robustas como columnas de
esa mujer que calzaba unas botas sin ningún tipo de tacón. En ella parecían
estar de más las condiciones a la feminidad, y eso que no era de apariencia
desagradable, todo lo contrario, su corto y negro pelo desafiaba la fuerza de
la gravedad elevándose hacia el techo. La única excepción la constituía un
mechón que le caía cerca del ojo derecho. El cabello parecía separarse desde el
centro hacia los lados partido por una tenue raya. Setsuna tuvo que reconocer
que era bastante atractiva. La saiyajin por su parte se atusó descuidadamente
un ligero peto que parecía más de gala que de combate y sin apartar sus ojos de
los de la extraña declaró con desprecio.
- No
siento apenas energía, tú no eres de nuestra raza, eres un ser inferior, no sé cómo
se te permite estar aquí.
- Soy la
acompañante del aspirante al trono. - Replicó la aludida bastante molesta por
esa observación - y una invitada de Nilia en su casa. ¿Quién eres tú y porqué
eres tan grosera?...
No obstante, las otras dos saiyajin al oír esto se miraron
bastante asustadas. Setsuna intuyó que con su comentario se había puesto en el
extremo de un precipicio. Aunque aquella mujer se limitó a mirarla por encima
del hombro y sonriendo desdeñosamente, le contestó con una mezcla a partes iguales
de orgullo y suficiencia.
- En eso
tienes razón. Es descortés no presentarse. Lo arreglaré. Soy Seira, hija de
Torix y de Nairía, de la estirpe Saiyanto. Guerrera del más alto nivel y
miembro de una de las principales familias de este mundo. Nilia y Moena son mis
subordinadas. Y tú, ten mucho cuidado con lo que dices.- Amenazó a la extraña
de una manera aparentemente desapasionada incluso cuando matizó. – Y sobre todo
con el tono en el que lo haces.
Nilia se apresuró en salir en
defensa de su huésped y manteniendo las distancias intervino con un tono
bastante respetuoso.
- No te
enfades con ella Seira, te lo ruego. Es extranjera y desconoce nuestras
costumbres...
- ¿Enfadarme
dices? Si me hubiera enfadado con ella ya no estaría viva. - Replicó ésta de
forma bastante seca. -
- ¡No sé
quién te creerás que eres pero a mí nadie me habla así! - Terció Setsuna de
forma tajante.-
Al oírla, tanto Nilia
como Moena temblaron visiblemente. Plutón tuvo entonces la sensación de haber
tentado a la suerte quizá en exceso.
-¡Vaya! ,
así que tienes más valor del que aparenta tu cara. - Sonrió Seira añadiendo con
tono provocador. -Muy bien valiente, vamos a ver si eres capaz de mantener el
tono de tus palabras...-
Y con gran celeridad empujó a su interlocutora haciéndola caer
sentada sobre una silla. continuó altivamente mientras señalaba a su rival
hundiendo uno de sus dedos en el pecho de ésta.
- Yo te
hablaré como me plazca y tú te callarás a no ser que te pregunte y entonces
responderás con respeto, o lo pasarás mal. Si no te gusta lo que te digo, es
fácil de solucionar, oblígame a retirarlo…si te atreves.
Se apartó a un par de metros
mientras observaba a Setsuna esperando su próxima reacción, ésta, indignada, la
miraba desde la silla pero sin atreverse a levantar. Estaba allí como invitada
y lo que menos deseaba era provocar un conflicto. Seira no alteró su gesto
hasta unos segundos después, entonces volvió a sonreír, como si hubiera
confirmado aquello que sospechaba desde el principio y añadió con aire de desdén
y regocijo.
- ¡Eres
basura! hasta Nilia y Moena tienen una fuerza muy superior a la tuya, incluso
un niño tendría más poder... ¿y tú pretendes ser la prometida de un aspirante
al trono? El saiyajin que te aceptase debería estar mal de la cabeza...-
escupía sus palabras con desprecio sobre todo al sentenciar. - De ese cuerpo
tan débil no puede nacer nada que merezca la pena criar. De todos modos, dudo mucho
que tu hombre tenga la más mínima oportunidad... Y tras un incomodísimo
silencio por parte del resto sonrió de forma cínica sentenciando. - Ya nos
veremos...
Y sin esperar réplica se dio media vuelta y salió de la
estancia y de la casa. Las otras dos respiraron aliviadas, antes de que Setsuna
pudiera preguntarles nada Nilia le advirtió muy preocupada.
- Ten
mucho cuidado con Seira, es la hermana de Dariel y la mujer más poderosa de
nuestro mundo. Es una de las pocas que puede transformarse en súper guerrera y
le encanta pelear, cualquier pretexto le vale. La mayoría de los que se han
enfrentado con ella han salido muy mal parados...
- No
importa lo fuerte que pueda ser, no tiene porqué comportarse así. Cuando Lornd
gane esa prueba ya ajustaremos cuentas...- dijo Plutón resuelta.-
Mientras pronunciaba esas palabras las dos saiyajin se
miraron con expresión de temor y asombro ante lo que consideraban una tremenda
osadía.
- Si tu
prometido gana, espero que en verdad seas muy fuerte, porque si no lo eres,
vale más que reces a tus dioses, si es que tienes, porque pierda.- Le comentó
Moena con voz trémula. -
-¿Por
qué?,- preguntó Setsuna muy extrañada. - Si fuera mi prometido y nos casáramos.
Sería el rey y yo la reina ¿qué problema habría?....
- No
necesariamente.- Rebatió Nilia explicando. - Según nuestra tradición el puesto
de reina no tiene por qué ser de la prometida real. Antes de tu reconocimiento
como tal cualquier mujer saiyajin que se crea más fuerte que tú está en su
derecho de disputártelo en combate y Seira
está esperando a que algún guerrero sea capaz de superar el reto para
ser su reina...
- Es muy
ambiciosa entonces. -Aventuró la sailor, afirmando. – Quizás necesite una
lección de humildad.
- No lo
creas, lo que ocurre es que para ella es una cuestión de honor, es una valiente
guerrera y más noble de lo que parece. Únicamente lucha contra los que cree que
pueden ser enemigos. A quien juzga como más
débil sólo le ignora o trata con desprecio, eso ya lo has visto. Nosotras somos
unas saiyajin de nivel muy bajo, y le servimos como sus asistentes personales.
Y a ti, no te ha considerado de momento una rival digna de enfrentarse a ella,
pero la cosa cambiaría si tu pretendiente resultase vencedor. Entonces no
dudará en disputártelo y que tus dioses, si como ha dicho Moena rindes culto a
alguno, te ayuden si es así...- le contó Nilia dominada por la preocupación. -
- No la
tengo miedo, si debo luchar, lucharé.- Declaró Setsuna resueltamente. – Me he
enfrentado a enemigos muy poderosos en el pasado.
- Eres
valiente, de ello no cabe la menor duda, aunque creo que si hubieses visto
pelear a Seira no estarías tan tranquila...- Le advirtió Moena con un tono de
temor. - Lo que ella más desea es tener un rey poderoso y ser su reina para
darle herederos fuertes que hagan prosperar a nuestro planeta...y no se
detendrá ante nada para conseguirlo. Eso lo juró siendo todavía una niña.
-¿Y
vosotras dos? ¿También habéis jurado algo semejante?- Quiso saber.-
-No,
nosotras, bueno.- Suspiró Nilia tomando la mano de Moena.- Al ser de bajo nivel
no estamos requeridas por ningún saiyajin. Y en parte eso nos alegra.
-Sí, es
bastante responsabilidad el ser digna de un buen guerrero.- Añadió su
compañera.- Y concebir hijos poderosos. Todavía no nos sentimos preparadas.
Setsuna las observó con perspicacia.
La forma de esas dos de darse la mano le recordaba bastante a la de sus
compañeras y amigas Haruka y Michiru. Quizás esas chicas compartieran esas
inclinaciones y estuvieran unidas de ese modo.
-Claro,
lo comprendo.- Repuso la sailor sin querer ser más precisa.-
- Será
mejor que durmamos. - Terció Nilia deseando también aparcar el tema para añadir
con más ánimo. - Mañana te enseñaremos un poco de la ciudad...
Setsuna tenía muchas preguntas que
hacer, pero decidió dejarlas para el día siguiente. Se acostó en uno de los
camastros y deseó que Lornd arreglase las cosas cuanto antes. Empezaba a
arrepentirse de haber ido hasta allí.
-Creo
que esto va a ser mucho más difícil de lo que imaginaba. Espero poder estar a
la altura.- Se dijo tratando de conciliar el sueño.-
A la mañana siguiente Lornd se
levantó temprano. Quiso dirigirse hacia aquel gran cementerio conmemorativo
donde reposaban los héroes de su pueblo. Tras prestar homenaje a la tumba que
debía ser la de su padre, dado que la
herrumbre y el deterioro de siglos parecían haberla dejado irreconocible, el
muchacho se acercó hacia otra que para él despertaba recuerdos tanto o más dolorosos.
Rodilla en tierra trató de limpiar la suciedad de la enmohecida lápida pudiendo
susurrar.
-Al fin
he vuelto Ayaina. Perdóname por no haber estado a tu lado cuando lo
necesitaste.
Tras un momento allí, arrodillado y sin pronunciar palabra,
acarició con suavidad el borde de la lápida y se levantó. Seguramente su
preceptora a la que tanto amó no estaba allí. Murió en el espacio, tratando e
defenderle a él de ese traicionero ataque de los esbirros de Gralas.
-Malditos
cobardes, era el único lugar en el que estamos indefensos al no poder estar sin
respirar.- Pensó con amargura.- Pero si logro superar esta prueba y recupero mi
trono juro por la memoria de Ayaina y de mis antepasados que me las pagarás,
Gralas. Tarde lo que tarde o cueste lo que cueste…
Unos segundos más tarde voló en dirección a la cita que
tenía con sus dos padrinos. Una vez que se encontraron pudieron entrenar. La
fuerza del aspirante les dejó sorprendidos. Quizás tuviera una oportunidad
después de todo. Cuando terminaron, se dirigieron a uno de los baños públicos
para refrescarse, allí un hombre calvo y de una estatura gigantesca, se cruzó
en el camino de Lornd con muy malos modos...
-¡Oye
tú!,- le espetó ese hosco coloso. -Este es mi baño, aquí no entra nadie sin mi
permiso...
-No he
visto tu nombre en la puerta. - Contestó el interpelado con un tono nada
intimidado. -
- Ya
basta, Urels.- Intervino Blinz tratando de mediar según le informaba. - Éste es
el aspirante al Trono...-
No hubo acabado de escuchar eso y el gigante estalló en
carcajadas.
-¡Éste!....-
señaló al aludido con una mueca de burla e incredulidad mientras se jactaba. - Para
eso no necesitamos ninguna prueba, yo mismo le despacharía en unos momentos....
-¿Quieres
apostar?.- Contestó Lornd con voz amenazante puesto que comenzaba a perder la
paciencia. –Podrían darme una moneda por cada idiota que dijo eso mismo y sería
rico a estas alturas.
-¡Ah sí!...-
replicó ese guerrero del espacio con el mismo tono - ¿Quieres que lo resolvamos
ahora mismo?...- Espetó encarándose con el aspirante al que sacaba al menos un
palmo de estatura - ¡Vamos, atrévete!
Pero cuando parecía dispuesto a iniciar una lucha la autoritaria
y tajante voz de Dariel, sonando con cortante serenidad, le paró en seco. Iba
acompañado de otro joven saiyajin de largo cabello negro y algo más bajo que
él.
-¡Basta
Urels! , resérvate para el reto...sabes que ahora no puedes luchar contra él,
va contra las normas...
Así era, los defensores y el retador , una vez postulado, únicamente
podían verse las caras dentro del círculo. Así se lo comentó Blinz a Lornd
entre susurros.
- Sólo
pretendía asustarle un poco. - Se defendió el tal Urels con un tono más
relajado. –
-¡Ja,
ja, ja!. Deberías dejarnos algo a los demás. También tenemos derecho a
divertirnos.- Afirmó ese joven saiyajin que estaba junto a Dariel.-
No creo
que este tipo tenga derecho a enfrentarse a nosotros.- Exclamó Urels.- Es más, ¡me
gustaría acabar con él ahora mismo si pudiera!- Agregó con intenciones
hostiles.-
El guerrero incluso llegó a enarbolar su puño. No obstante,
antes de que su objetivo se preparase para defenderse, Dariel congeló el gesto
de su compañero espetándole con dureza pero sin perder su aparente calma.
-¡Te he
dicho que ya basta de bravatas! Apártate y déjale pasar, ¡no me hagas
repetirlo!...
Lornd se sorprendió de este tono y
más aún de que Urels obedeciera al instante. Dariel añadió esta vez con una voz
más tranquila e incluso aparentemente amistosa, dirigiéndose a su futuro
rival...
- Más
vale que te entrenes bien, te has ganado un duro enemigo y no tendrá piedad
contigo.
- Pues
parece que tú le has manejado muy bien, no debe de ser gran cosa después de
todo. - Sonrió su interlocutor con suficiencia. –
-No nos
subestimes.- Intervino aquel muchacho.-
-¿Y tú
quién eres?- Inquirió Lornd esbozando una divertida sonrisa.- ¿El hermano
pequeño de alguno de ellos?...
-Me llamo
Yailr, hijo de Brons y Yura. –Soy el tercer defensor.- Declaró éste con tono
aparentemente afable apoyándose en un brazo de Dariel que le dedicó una mirada algo
incómoda.- Y será un placer enfrentarme contigo.
-Sí,
puede que tú seas más que suficiente para ocuparte de este iluso.- Terció Urels
dirigiéndose a su recién presentado compañero.- Pensándolo bien creo que ni
merece la pena mancharse las manos con él. Sería deshonroso.
-Cuanto
más os oigo hablar, más me convenzo de que esto no me será difícil.- Se burló
Lornd sosteniendo la mirada de aquel coloso.-
Dariel le devolvió una fría sonrisa y replicó del mismo modo
amenazador.
-
Recuerda mi advertencia, ninguno de nosotros será clemente...
Y tanto él como Yailr y Urels, se alejaron de allí. El
aspirante les observó marcharse según escuchaba el suspiró aliviado de Calix
que le dijo.
- No me
gustaría estar en tu lugar. El menos poderoso de ellos es casi tan fuerte como
mi hermano.
-
Gracias, es todo un consuelo.- Replicó sarcásticamente Lornd que para relajar
la tensión añadió con desenfado. -
¡Anda, vamos a bañarnos y olvidémonos de ellos!...
Setsuna por su parte paseaba sola
por las calles, sus dos anfitrionas la habían dejado por unos momentos ya que
tenían asuntos que atender. Con visible curiosidad se dedicó a observar algunos
lugares que parecían dedicados al ocio. Cerca de uno de ellos, en realidad una
amplia explanada llena de gente, le
llamó la atención un griterío y ruidos que parecían de tambor. Algunas voces
cantaban una tonada que la sorprendió. Juraría haberla escuchado antes. Y
además, ¡estaba en inglés!...
-¡No
puedo creerlo! - Se dijo en tanto atendía a la letra.-
Cabeza rapada, cabeza hueca,
todo el mundo se ha estropeado
La situación, se agrava, lo que alega todo el mundo.
En la habitación del hotel, en las noticias,
todo el mundo se ha estropeado
La situación, se agrava, lo que alega todo el mundo.
En la habitación del hotel, en las noticias,
todo el mundo metido en la droga
Bang, bang, muerto, todo el mundo se ha vuelto loco.
Todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos,
todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos.
Pégame, ódiame, nunca podrás doblegarme,
guárdame rencor, hazme estremecer, nunca podrás matarme,
házmelo, demándame, todo el mundo lo hace,
pégame, trátame como a un judío
no me (preguntes) si soy negro o blanco.
guárdame rencor, hazme estremecer, nunca podrás matarme,
házmelo, demándame, todo el mundo lo hace,
pégame, trátame como a un judío
no me (preguntes) si soy negro o blanco.
Todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos,
todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos.
Dime en qué se ha convertido mi vida,
tengo una esposa y dos hijos que me quieren,
y soy víctima de la brutalidad policial.
tengo una esposa y dos hijos que me quieren,
y soy víctima de la brutalidad policial.
Estoy cansado de ser la víctima del odio,
me estás arrancando mi orgullo, oh, por amor de Dios,
miro al cielo para que cumpla su profecía, libérame.
-Pero,
esa canción…seguro que es terrestre. Cita incluso a personajes históricos de la
Tierra.- Se dijo con manifiesta sorpresa.- ¿Cuándo la habrán aprendido?...en
cuanto pueda le preguntaré a Tom y a Roy. A ellos les gusta mucho ese tipo de
música.
Cabeza rapada, cabeza hueca,
todo el mundo se ha estropeado.
todo el mundo se ha estropeado.
Agitación, especulación, lo que alega todo el mundo.
En la habitación del hotel, en las noticias,
todo el mundo metido en la droga.
Hombre negro, chantaje,
tira a tu hermano a la cárcel
Le
sorprendió que el grupo de personas que se disponía en círculo eran bastante
jóvenes. Muchos de ellos niños. Y observaban algo con mucho interés, en tanto
algunos cantaban esa canción, otros golpeaban rústicos tambores y algunos más
jaleaban como si estuviesen viendo una especie de competición. Setsuna se
aproximó más
-¿Qué
estará pasando?- Se dijo con evidente curiosidad.-
Todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos,
todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos.
Dime en qué se han convertido mis derechos,
¿soy invisible? porque me estás ignorando.
¿soy invisible? porque me estás ignorando.
Tu proclama me prometió libertad,
estoy cansado de ser la víctima del pudor
me están metiendo dentro de una clase social con un insulto,
no puedo creer que esta sea la tierra de la que vine,
sabes que de verdad que odio decirlo,
el gobierno no quiere verlo,
pero si Roosevelt estuviera vivo, no permitiría esto, no, no.
Cabeza rapada, cabeza hueca,
todo el mundo se ha estropeado.
La situación, la especulación, todo el mundo en demandas,
pégame, aporréame, nunca podrás destrozarme
todo el mundo se ha estropeado.
La situación, la especulación, todo el mundo en demandas,
pégame, aporréame, nunca podrás destrozarme
Golpéame, pégame una patada, nunca me tendrás.
Todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos,
todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos.
Algunas cosas en la vida, simplemente no quieren verlas,
pero si Martin Luther estuviera vivo, no permitiría esto.
pero si Martin Luther estuviera vivo, no permitiría esto.
Todavía
extrañada como estaba se dirigió hacia el origen del sonido pasando como pudo entre ese nutrido grupo de niños que formaban
un círculo, todos con tambores quienes eso sí, la ignoraron por completos, absortos
en aquella extraña ceremonia.
Cabeza rapada, cabeza hueca,
todo el mundo se ha estropeado.
todo el mundo se ha estropeado.
La situación, segregación, lo que alega todo el mundo.
En la habitación del hotel, en las noticias,
todo el mundo metido en la droga.
Pégame, trátame como a un judío,
no me (preguntes/ me digas) si está bien o mal.
La joven sailor
observaba con la boca y los ojos muy abiertos. Totalmente alucinada por aquel
espectáculo.
-¡No puedo creerlo! – Musitó con horror.-
Todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos,
todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos.
Todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos,
todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos.
todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos.
Todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos,
todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos.
(They don´t care about us) Michael Jackson.
Crédito al autor.
En el centro de aquel círculo dos de ellos peleaban con
salvajismo. Uno de los contendientes era bastante más pequeño que el otro. Como
era natural fue derrotado, el luchador mayor, tras cebarse con él le remató con
una patada bastante dura sacándole del círculo.
-Urrels
es el vencedor.- Se escuchó gritar entre el corrillo de espectadores.-
Todos aplaudieron al victorioso chico que elevó ambos brazos
aullando desafiante en señal de triunfo. Aunque al perdedor nadie le miraba.
Ese maltrecho niño trataba de ponerse en pie, sangraba abundantemente y parecía
haber perdido un par de dientes. Setsuna, compadecida de él, se dirigió a
tratar de socorrerle cuando la cortante voz de Seira la detuvo.
-¡Déjale,
no necesita tu ayuda!....- masculló cruzada de brazos, apoyada en una columna
de madera, mientras el resto de los niños ya centraban su atención en un nuevo
combate desentendiéndose por completo de su infortunado compañero -... ¡Vamos, arriba! - Le ordenó al crío sin
contemplaciones.-
El pequeño se levantó como pudo, sus
ojos enrojecidos dejaban escapar alguna lágrima por el dolor, pero se resistían
a llorar, pese a todo y haciendo pucheros se acercó a Seira.
- Lo
siento. - Musitó con voz débil y consternada, - no he podido vencerle...era
mayor y más fuerte que yo.
La saiyajin le dedicó una mirada de
soslayo, torció su gesto en una mueca de contrariedad y apartó de sí al niño
con un despectivo empujón que le mandó al suelo espetando de seguido.
-¡No te
parapetes en excusas!…
Setsuna
corrió hacia él, esta vez sin importarle lo que esa mujer pudiera decirle y
ayudó al crío a ponerse en pie. El rostro ensangrentado de éste y su lloro
silencioso le rompían el corazón. Era algo que no podía soportar y se encaró de
nuevo con Seira reprochándole su actitud...
-¿Cómo
has sido capaz de hacerle eso? Sólo es un niño ¿Es que no tienes sentimientos?...
Seira negó con la cabeza y se
permitió esbozar una débil sonrisa sarcástica, para acto seguido replicar.
- Es
débil, nada progresará si se esconde entre tus faldas, será un cobarde y una
deshonra para su pueblo. Además, era uno de mis alumnos y me ha fallado...
- Pero,
tiene razón. Se ha peleado contra un niño mucho mayor que él, es natural que haya
perdido...- repuso Setsuna que incrédula por aquello que escuchaba, quiso
añadir con tintes más conciliadores. -Es solo un niño, necesita ánimos y cariño,
¿no lo entiendes?
Aunque su interlocutora negó con la
cabeza y replicó irritada.
- Eres
tú la que no lo entiende, eres una extranjera que llega aquí desconociendo
nuestras costumbres, por las que nos regimos desde hace cientos de generaciones…-
Hizo una leve pausa y escupió a bocajarro con enojo. -¿y te crees con derecho a
opinar? ¿Qué sabrás tú de nuestro pueblo?...
- ¡Sois
un atajo de bárbaros, eso es lo que me parece que sé!, únicamente os regís por
la fuerza bruta y la sinrazón ¡qué pérdida de tiempo!...- contestó Plutón,
indignada a su vez. -
-¿Conoces
un método mejor?...- inquirió Seira de forma irónica. -
-¡Claro
que sí! El amor, la compasión, la caridad y la solidaridad, ayudar y proteger a
los más débiles, no abusar de ellos. Eso está por encima de la mera fuerza bruta,
- argumentó Setsuna con todo su afán de convicción. -
-¿Quee?
– Inquirió su polemista que, negando con la cabeza, comenzó a reírse para
añadir con fingido pesar. - ¡Pobrecita, eres digna de lástima! ¡Menos mal que
tu pretendiente no ganará, sería una deshonra para mí tener que enfrentarme con
alguien tan patético como tú en el campo de batalla! No me durarías más que
unos segundos. Pero aun así, sería ignominioso para mí.- Presumió afirmando con
plena seguridad. - Incluso ese niño al que crees haber protegido tiene más potencia
de combate que tú. Has de saber que nuestros ancestros enviaban a los bebés
menos dotados de entre sus hijos a conquistar mundos poblados con seres
débiles. Y lo hacían sin ninguna compasión, seguro que no les hubiera costado
nada haber barrido por completo a una raza tan ridícula como la tuya.
Plutón escuchó este último
comentario con el rostro desencajado por el asombro y el horror. ¿Cómo era
posible algo así? Entre tanto, el crío objeto de esa discusión parecía haberse
recuperado y se soltó de los brazos de Setsuna. Seira se dirigió a él y le
interrogó.
-Dime
Jarix, ¿qué has aprendido de la derrota?
El niño pareció pensar durante unos instantes hasta que
respondió con patente respeto y mirando hacia el suelo con vergüenza….
-Que soy
débil, maestra Seira.
-¡No
bajes la cabeza! Es signo de debilidad. Un saiyajin no se humilla nunca ante
nadie que no sea su rey o su reina. U otro saiyajin o ser manifiestamente
superior. Y aun así conserva su dignidad. - Le instruyó la guerrera.- ¿Lo has
entendido?
-Sí,
maestra. – Repuso el crio ahora sin dejar de mirarla a los ojos.-
-¿Y qué
debes hacer, pues?- Preguntó severamente su mentora.-
-Entrenar
mucho más…y más duramente. – Fue la resuelta respuesta.-
La
saiyajin asintió, ahora pareció que con aprobación. Entonces le espetó al
chiquillo.
-¿Y se
puede saber a qué estás esperando? ¡Toma!
Y
para sorpresa de la sailor le lanzó a ese pequeño una alubia. Él la comió al
punto y ya recuperado por completo y antes de que Plutón pudiera darse cuenta
siquiera salió corriendo, volviendo junto con los demás niños...
-¿Lo
ves?,- apuntó Seira señalándole con un dedo al tiempo que relataba ahora con un
tinte menos severo. - Regresa a donde debe estar y volverá a luchar. Ahora da
igual que gane o pierda porque está en proceso de aprendizaje, pero un día eso
decidirá su posición social. Más vale ser ahora duros con él y que despabile. O
de lo contrario se verá condenado a una vida miserable de servilismo y
humillación. Estaría mejor muerto. - Sentenció y sin esperar una réplica de la asombrada y
horrorizada sailor se dio media vuelta y se alejó andando despacio, no sin
antes remachar diríase que con regocijo.- Esa es la ley aquí. Por tu propio
bien más vale que no lo olvides…
Estaba claro que las costumbres de
ese mundo eran demasiado diferentes. Setsuna volvió a sus aposentos y quiso
saber más, les preguntó a Nilia y Moena. Entre otras cosas quiso saber.
-La
canción que estaban interpretando en ese círculo…juraría que es de la Tierra.
-No lo
sabemos.- Repuso Nilia encogiéndose de hombros.- Para nosotros es una canción
muy antigua.
-Ignoramos
su significado, aunque creemos que dice que debes aprender a ser fuerte y
valerte por ti mismo dado que nadie se ocupará de ti si no lo haces.- Comentó
Moena.-
Setsuna asintió, básicamente se podía
inferir eso de esa letra, aunque ya algo deformada quizás por las generaciones
que la habían cantado transmitiéndosela así a sus descendientes. Aquello era
sin embargo un enigma. Esa canción no tenía más de unos pocos años en su línea
temporal…
-Contadme
más, por favor. Desearía familiarizarme con vuestra cultura.- Les pidió a sus
anfitrionas.-
Y entre ambas saiyajin se dispusieron a explicarle muchas cosas más
sobre las tradiciones y usos de su pueblo.
-Verás,
este planeta se llama Nuevo Vegeta, en honor a un legendario rey de nuestro pueblo.
Originariamente existió el planeta Vegeta, pero fue destruido por un tirano
espacial muy poderoso que utilizó a nuestra raza para sus planes.- Le contó
Nilia.-
-Sí, fue
mucho después cuando ese rey de la leyenda y sus descendientes poblaron este mundo.
Pasaron muchas generaciones y los nuestros prosperaron. Éramos muy pocos y nos
mezclamos con otras razas. Incluso nos
aliamos con otros mundos para progresar. En esos tiempos un gran soberano
desposó con una princesa extranjera. Su hijo mayor apenas fue nombrado soberano
tuvo que acudir a defender a su hermano, que era rey de otro mundo.- Explicó
Moena.-
-¿Cómo
se llamaban esos reyes?-. Quiso saber su invitada.-
-Eso solamente
lo saben los más ancianos y sabios de entre los nuestros.- Contestó Nilia.-
Setsuna escuchaba con mucha atención,
le parecía ir juntado las piezas poco a poco. Sin saberlo esas dos le estaban
refiriendo la historia de Lornd y de Asthel. Ella sabía que la encarnación
pasada de Roy conoció a la reina Serenity, la madre de la soberana actual. Y
que hubo una alianza entre los reinos de la Tierra y de la Luna, con Alliance,
el planeta en el que Asthel gobernó después. A tal fin, la mano de Lorein, una
de las guardianas de Serenity, le fue otorgada. Y Lorein fue la pasada
encarnación de Bertie.
-Claro.-
Se dijo reflexiva.- Ahora entiendo el propósito de Endimión y de Serenity. - Yo
debo ser la nueva Lorein. Aunque ese plan de entonces salió mal. Los poderes
oscuros se adelantaron. Atacaron simultáneamente a todos esos mundos.
Y justamente era Nilia quién le
refería…
-Nuestro
planeta fue atacado por enemigos del espacio exterior. Algunos de los nuestros fueron
sorprendidos en el espacio. Entre ellos nuestro rey y su guardiana personal.
Desaparecieron para no volver jamás. Sin embargo, nuestro pueblo pudo
defenderse y rechazarlos. Pero esos seres poseían grandes poderes y sumieron a
nuestro planeta en una especie de agujero. Perdimos contacto con nuestros
aliados. Y como también nos quedamos sin monarca, el canciller a cargo de la
regencia gobernó y pasado el tiempo instauró la prueba para coronar a un nuevo
rey al ver que nuestro soberano no
retornaba. Volvimos a las tradiciones de antaño. Era fundamental poblar este
mundo y ser más fuertes por si el mal regresaba.
-Y hace
unos cuantos años… una amenaza volvió a cernirse sobre nosotros. Un gran
meteorito estuvo a punto de destruirnos, pero lo evitamos.- Concluyó Moena.-
Más concretamente fueron los padres de Dariel y Seira. Los guerreros más
poderosos entonces, el prime defensor y general Torix y la noble comandante Nairía.
Los que se sacrificaron…
Eso dejó atónita a su huésped. Quiso saber bastante más e
invitó a esas dos chicas a proseguir con sus relatos.
-Entonces…Ese
meteorito iba a estrellarse en vuestro mundo…
-Bueno,
no sé si era un meteorito o algo muy peligroso.- Matizó Nilia.- Algunas
versiones dicen que fue una especie de bomba que habría destruido toda la vida
en el planeta. Y que Torix y Nairía aunaron fuerzas para crear un escudo que lo
repelió al espacio exterior. Ellos murieron a resultas de una especie de ondas
o de energía que esa bomba liberó al explotar.
-¿Te
refieres a alguna clase de radiación?- Inquirió Setsuna.-
-Sí,
creo que así se llamaba.- Añadió Moena.- Por desgracia nunca se hallaron sus cuerpos
y tanto Dariel como Seira tiene que ir a rendir tributo a unas tumbas vacías en
el mausoleo de los Héroes…
-¿Mausoleo
de los héroes?- Se sorprendió la sailor.-
-Desde
siempre allí se han enterrado por tradición a los más valerosos y poderosos de
entre los nuestros.- Le explicó
Nilia.-
-Por
favor, decidme más.- Les pidió su invitada.-
En ese momento Calix, acompañaba a Lornd también en un paseo
por la ciudad de los saiyajin. Habían terminado de entrenar por esa mañana y
decidieron distraerse un poco hasta la hora de comer. Tras un rato de andar
conversando distraídos se encontraron con Seira. La expresión del rostro del
joven guerrero del espacio cambió, de tener un gesto despreocupado y alegre
pasó a demudársele. Lornd se dio cuenta de ello, pero no dijo nada. La mujer se
acercó hacia ellos con una expresión de perdonavidas.
-¡Vaya!
, así que tú eres el pretendiente al trono.- Exclamó examinando a Lornd,
recorriéndole con la vista de arriba abajo y preguntándole desdeñosamente. -
¿De veras crees que podrás conseguirlo? ¡Ja!,- se sonrió con sorna y
suficiencia. -
- Él es
muy fuerte, Seira. - Intervino tímidamente Calix para añadir de forma algo más
segura pero al mismo tiempo con tinte preventivo -...no deberías
menospreciarle...
- Espero
por su bien que al menos sea más fuerte que tú...- replicó con un tinte de
marcado desprecio, más profundo incluso del que había usado contra la
extranjera. – Inútil.
Calix guardó un incómodo silencio y
pareció costarle el volver a pronunciar palabra.
- Seira,
yo…
Ella le cortó con un descortés gesto
de sus manos y dijo a su vez.
- Es
gracioso que tú, un saiyajin de un nivel tan bajo, seas el padrino y entrenador
de un aspirante al trono,- miró ahora nuevamente a Lornd agregando convencida
en tanto se dirigía a él. - Eso mermará mucho tus ya escasas posibilidades.
- Quizás
haya cosas mucho más importantes que la fuerza... ¿nunca te has parado a
pensarlo?,- contestó el aludido sin perder su actitud de calma y añadir. - Calix
es una valiosa ayuda para mí y no deberías hablarle de ese modo.
- A esa
escoria le hablaré como me venga en gana, si no está conforme es muy simple, que
me obligue a callarme. - Contestó la saiyajin de forma muy altiva y al tiempo
despreocupada. -
- Déjalo
Señor. No importa, vámonos.- Le pidió Calix que parecía nervioso, avergonzado e
impaciente por alejarse de esa mujer.-
Lornd, comprendiendo que aquello no conduciría a nada bueno,
decidió dejarlo estar y seguir esa recomendación.
-¿Lo
ves?- Añadió Seira con hiriente resignación. - No lo hará, ¡me tiene miedo!,
sabe que soy mucho más poderosa que él. Nunca se atrevería a retarme.
El rostro de Calix reflejaba un profundo sufrimiento interior
que no se atrevía a exteriorizar, la saiyajin
le dedicó a él y a Lornd una última mirada de desdén y se alejó.
- Jugábamos
juntos cuando éramos niños, fuimos muy amigos...pero ella cambió al crecer.
Sobre todo cuando sus padres murieron. – Musitó con amargura, sin que su
interlocutor le preguntase… - su deseo de ser más fuerte cada vez, la alejó de
mí...
- Tú sientes
algo por esa mujer, Calix - adivinó Lornd. - Eso no puedes negarlo, - afirmó
añadiendo perplejo -¿por eso te dejas tratar así?....
- Tú no
lo entiendes,- repuso éste muy abatido - tiene razón, soy muy inferior a ella
en fuerza y una mujer saiyajin siempre busca un pretendiente lo más poderoso
posible para engendrar hijos fuertes. Está destinada a ser la esposa de un
guerrero de alto linaje, incluso de un rey. Yo no soy nada para ella... nunca
he tenido ese ansia para el combate. Sí, lucho como todos los de nuestra raza,
pero no encuentro tanto placer en ello.
Lornd miró a ese torturado muchacho.
Estaba seguro de que había en él una fuerza mucho mayor de la que mostraba. De
hecho, su hermano mayor Blinz era realmente poderoso. Y dudaba mucho que Calix
no tuviera esa capacidad en su interior. Posiblemente ante esa mujer se
bloquease por todas las razones que le había expuesto. Debía de amarla y no
desear hacerle daño, Aunque era curioso, según la tradición de su pueblo, si un
varón deseaba desposar a una hembra que presumiblemente fuese más fuerte que él
podía desafiarla. Si la vencía ella debía entregársele.
-Bueno,
era una tradición bastante antigua.- Creyó recordar.- En mi tiempos apenas sí
se aplicaba ya. Mi madre siempre estuvo en contra.
Así pues no quiso mencionar eso,
pero sí que se dirigió a ese pobre muchacho tratando de animarle.
-
Tranquilo, no me parece que sea alguien que merezca la pena. Seguro que hay
muchas mujeres que estarían encantadas de ser tu prometida...además, aún eres
joven y puedes mejorar mucho...
Aunque para más asombro de su interlocutor, Calix se
apresuró a salir en defensa de Seira, aseverando.
- Ella
no es mala, lo que ocurre es que se toma muy en serio su deber de velar por la
sucesión al trono de este mundo. Se juró que sería la mujer más fuerte del
planeta y que se casaría algún día con el saiyajin más poderoso, el que lograse
ser rey...
- Me
dijisteis que su hermano, el que luchará contra mí, fue una vez aspirante...de
haber ganado él tendría que haberse conformado con otro. – Sonrió divertido.-
Sin embargo, la respuesta de Calix le dejó perplejo cuando
éste dijo con tono y expresión envaradas.
- En tal
caso, se consideraría una dispensa y el incesto estaría permitido,....
-¿Quieres
decir que se casaría con su propio hermano? ¡No lo puedo creer!..- respondió
anonadado su contertulio, al menos que recordara, en su tiempo eso nunca se
habría tolerado. – ¡Eso es una locura!
- No se
le pondría nada por delante, sacrificaría su vida y su felicidad por el futuro
de nuestro planeta. Y si tú ganas a buen seguro querrá ser tu esposa, no
importa si te ama o te odia, para ella el sucesor es lo más importante.
- Te
olvidas de un detalle,- rebatió Lornd agregando. - Yo debo querer casarme con
ella y no estoy dispuesto, ya tengo a alguien que me importa. Y a quién
quisiera pedirle eso algún día.
- Eso no
sería relevante, si Seira reclamase el derecho a disputarte con tu prometida en
combate tendrías la obligación de aceptar el resultado, esa es la ley de aquí.
-Dijo el
rey de la Ciudad del Atardecer.- Completó Lornd en lo que era un dicho
tradicional de los guerreros del espacio, basado en otra de sus leyendas.-
Aunque era verdad y pensando bien en
eso se quedó petrificado, si esa mujer luchaba contra Setsuna a buen seguro la
mataría. No se podía comparar la fuerza de una guerrera del espacio y además de
ese nivel, con la de una débil humana, aunque fuera una Guerrera de la Justicia,
¡eso no podía ser! Confió en que esa ley pudiese ser cambiada, no quiso darle
más vueltas al tema y tanto Calix como él siguieron paseando....
-No lo sé.
Espero poder crear una especie de dispensa. O puede que pedirle a ella que se
case conmigo antes. Aunque aquí una boda al estilo terrestre no tendría ninguna
validez. – Meditaba con inquietud.-
Se enfrentaba a ese terrible dilema,
si perdía sería terrible para él y sus planes de destruir a Gralas y recobrar
su herencia. El legado de sus ancestros. Caería en la deshonra. Pero sin ganaba
el destino de Setsuna podría ser muy sombrío. De modo que en cuanto pudo fue a
charlar con Setsuna a las puertas de la residencia de ésta, (asegurándose de no
traspasarlas.) Le contó lo que había averiguado y ella le dijo que ya lo sabía,
él estaba muy preocupado pero la muchacha le tranquilizó.
- Si
debo luchar por ti, lo haré, no tengo miedo.
- Pero
esa mujer es muy fuerte, no podrías con ella...- objeto él bastante preocupado.
-
- Hay
más cosas aparte de la fuerza bruta, confía en mí,- repuso ella que besó suavemente
a Lornd en los labios.
Entonces él la abrazó y prolongó el beso. Nilia y Moena que
estaban observando de cerca se miraron extrañadas. Cuando el saiyajin se marchó,
interrogaron a Setsuna.
-¿Qué
estabais haciendo antes? Habéis juntado vuestras bocas, ¿para qué? ¿Es un
intercambio de energía?..
- Algo
así- Repuso la muchacha sonriendo. -
-¿Y es
efectivo?- Inquirió la asombrada Moena.-
-Podíais
probarlo.- Les sugirió pícaramente su huésped.-
Las dos chicas se miraron atónitas
aunque fue Nilia quien tomó la iniciativa y de un modo algo torpe rozó los
labios de su compañera.
-Sí, he
sentido algo, como una especie de descarga.- Sonrió Moena.-
-Es una
técnica que resulta más efectiva cuanto más se quiere a la persona con quién se
practica.- Les informó Setsuna que las observaba divertida.-
Y sus anfitrionas repitieron el gesto
tras dejarse asesorar por esa terrestre. Lo cierto es que ahora les salió
mejor…
-Pues es
algo placentero. No sé si hará aumentar el poder pero me gusta hacerlo contigo,
Nilia.- Declaró su compañera.-
-Me pasa
lo mismo.- Comentó ésta volviendo a besar a su pareja, esta vez con más
intensidad.-
Setsuna se rio moviendo ligeramente la cabeza. Ante esa
reacción suya, las saiyajin se separaron y fue Moena quien quiso saber.
-¿Quizás
no lo estamos haciendo correctamente? ¿Deberíamos sentir otra cosa?
-en
absoluto. - Sonrió tiernamente la aludida, valorando con aprobación.- Lo estáis
haciendo muy bien y sentís lo que debe sentirse.
Ahora fueron las saiyajin quienes sonrieron. No preguntaron
más, después de comer salieron a dar un paseo dejando a su invitada descansar y
se toparon con Seira que les interrogó sobre la extranjera. Ellas le contaron
lo del beso y hasta le hicieron una demostración dejándola observar como lo
practicaban.
-Extraño,
muy extraño.- Declaró Seira.- ¿Y decís que esa terrestre asegura que es una
técnica para transmitir poder?
-Habló
del poder de algo llamado amor.- Quiso recordar Moena.-
-Tienes
que sentirte muy unido personalmente a alguien para que funcione.- Añadió
Nilia.-
La saiyajin se quedó pensativa, no podía probar esa técnica
con ninguna de esas dos inútiles. Pudiera ser que con Elua, era la única joven
guerrera capaz de medirse con ella en cierta igualdad de condiciones.
-No,
sigo siendo muy superior, y tampoco estoy cercana a ella. Elua se interesaría
mucho más por mi hermano…¡Claro, Dariel!- Pensó, para preguntar a esas dos.-
¿Esa técnica debe practicarse con alguien de tu mismo sexo?
-No,
noble Seira, recuerda que te contamos que ese aspirante y la mujer terrestre lo
practicaron.- Se atrevió a contestar sumisamente Moena.-
Su interlocutora asintió, luego se marchó sin ni tan siquiera despedirse, quería decírselo a
su hermano, era algo que quizá fuera una tontería o no, y entonces podría afectar
al combate. Encontró a éste bañándose en su estancia, el agua salpicaba su
poderoso pecho y le caía formando perlas hacia el torso y las piernas. Seira
entró despacio y dijo con un tono de voz extrañamente sumiso en ella.
-
Discúlpame Dariel, tengo que hablar contigo...
Su hermano se volvió despacio y la
miró a los ojos de forma fugaz, luego, indiferente, siguió lavándose para
preguntar.
- Habla
pues, ¿qué es eso que te parece tan importante como para venir a mi cuarto con
tanta prisa?....
- Creo
que tu rival debe de tener algún truco escondido, Nilia y Moena me han contado
que llevaba a cabo un proceso de trasferencia de energía con esa humana.- Narró
ella con cierta intranquilidad aflorando en su tono. -
-¿Y qué
puede importarme a mí eso?...- repuso despreocupadamente su hermano, añadiendo.
-Esa humana no tiene energía suficiente como para serle de ninguna utilidad....
- Pero,
¿y sí usara la energía de otros, Dariel?...- Objetó su contertulia para
argumentar.- Podría aumentar mucho su fuerza, eso sí que me preocupa...
-¿Y cómo
iba a hacer eso, Seira?...- quiso saber éste y por toda réplica ella se acercó
y le rodeó el cuello con sus brazos -
- Así,
al menos eso me han dicho. – Repuso ella besando a su hermano en los labios
aunque de forma algo torpe. Dariel la separó bastante sorprendido y después se
echó a reír. Se hizo con una toalla para
secarse y se envolvió con ella anudándosela en la cintura - ¡Seira! - dijo con
una voz entre divertida e incrédula -, ¿tú crees que así se puede transmitir
energía? ¡Es la cosa más ridícula que he oído!
- Yo he
sentido algo extraño cuando toqué tus labios. - Musitó la aturdida chica
mientras rozaba los suyos con la mano-...
-
¡Claro, es algo absurdo! habrás sentido que estabas haciendo el ridículo. Anda,
ahora déjame, tengo que volver al entrenamiento y no te inquietes, ese tipo no
logrará vencernos a los tres. Ni siquiera podría conmigo en un combate
singular.
Seira
asintió despacio y se marchó, creyendo que efectivamente, su hermano tenía
razón. Dariel entre tanto, la observó alejarse y se sonrió de nuevo, meneando
la cabeza mientras se vestía. A veces su hermana se extralimitaba en su celo.
-Esta
muchacha no debería ser tan suspicaz.- Se decía casi divertido.-
-¿Qué es
lo que quería tu hermana?- Oyó tras de sí la voz de Yailr.-
El saiyajin estaba desnudo, solamente
envuelto con una toalla. Su interlocutor le explicó aquello con tintes
despreocupados.
-Es la
cosa más tonta que haya oído nunca.- Se rio ese muchacho.- En mi opinión Seira
está demasiado obsesionada con esa mujer terrestre.
-Mi
hermana me dijo que se hacía así.- Le comentó Dariel, atrayendo a su compañero
hacia él y uniendo sus labios a los suyos.-
Tras unos instantes se separaron, y
fue Yailr quién más confuso pudo musitar.
-Lo
cierto es que he sentido algo, como una especie de calambre.
- Me ha
sucedido algo similar. Aunque no me noto más poderoso.- Declaró Dariel
llevándose una mano a la barbilla en actitud pensativa.- Puede que después de
todo, Seira no esté tan errada. Si es una técnica de absorción energética no
sabemos cómo debe practicarse de modo correcto. Vigilaremos al aspirante y a su
pareja humana por si lo repiten.
Su interlocutor asintió y tras
vestirse salió de allí dejando a Dariel sumido en sus reflexiones. Olvidaron
pronto ese incidente y los días pasaron con rapidez. Tanto Lornd, como sus adversarios,
ultimaron sus respectivos entrenamientos. Blinz, y Calix le dieron al aspirante
los últimos consejos. Setsuna también había aprendido bastantes de las costumbres
y leyes del planeta. Entre ellas que los saiyajin tenían una especie de dios llamado
el Guerrero Legendario. Una especie de super saiyajin al que denominaban de
nivel dios. Para ellos simbolizaba el máximo de la fuerza. No rendían culto a
nada más. Salvo muy escasas excepciones, despreciaban cualquier otra cosa que
no fuera progresar en su poder. Su estructura social estaba por supuesto basada
en eso. Cuanto más fuerte se era, más alto se estaba en la jerarquía. Los pocos
capaces de transformarse en súper guerreros estaban en la cúspide. Y de ellos
se iba bajando hasta los de nivel inferior y carácter menos violento. Como por
ejemplo Nilia y Moena, realmente mucho
menos agresivas que sus congéneres. Precisamente esas dos saiyajin, se habían
convertido en dos buenas amigas de Plutón ya que también escuchaban lo que ésta
les contaba sobre la Tierra, atendiendo con visible interés.
-Entonces,
¿tus dos amigas también tienen una relación parecida a la nuestra?- Quiso saber
Nilia.-
- Sí,
ellas se aman y además de compañeras de lucha quieren compartir sus vidas.
-Pero,
eso es algo ilógico. No podrán tener descendencia.- Objetó Moena.-
La sailor dedicó una amable sonrisa
a sus amigas y repuso con afecto.
-En el
amor no se emplea la lógica. Si vosotras sentís eso la una por la otra no
debéis dejar que otra cosa os impida ser felices.
-Sería
bonito tener esa posibilidad. Quizás si estuviéramos en tu mundo.- Suspiró
Nilia.-
-Lo
cierto es que estamos en el nuestro, y se espera de nosotras que nos
comportemos como saiyajin.- Añadió Moena con expresión consternada agregando.-
Un día algún guerrero, aunque no sea de alto nivel, querrá desposarnos. Y si no
hay nadie mejor que quiera disputarnos en combate con él, tendremos que
aceptar.
-Será
eso o ser marginadas.- Completó su compañera dándole la mano a su más que
evidente pareja.- Y atraer la vergüenza sobre nuestras familias. No sería
aceptable para ningún saiyajin.
Su oyente las escuchó con una mezcla de pesar y simpatía.
Eso era realmente triste. No poder ser capaces de expresar libremente su amor.
Suspiró. En la misma Tierra había lugares en los que todavía tampoco era
posible.
-No creo
que tengáis ningún motivo por el que avergonzaros. Sois buenas personas.
Vuestros sentimientos son hermosos.- Declaró la sailor.-
Nilia sonrió y dijo
con reconocimiento.
-Gracias,
extranjera. Eres de las pocas que nos ha comprendido.
- Eso es
esperanzador.- Afirmó entonces Setsuna deduciendo al hilo de esas palabras.- Si
soy de las pocas quiere decir que no soy la única. Eso significa que hay
algunos de vuestro pueblo que también os entienden.
-Sí, hay
más.- Comentó Moena.- Tanto hombres como mujeres. Aunque se hayan en nuestra
misma situación. Y para los hombres es incluso peor…
-Ellos
deben ser fuertes y unirse a mujeres que también tengan una elevada fuerza
potencial para concebir guerreros y
guerreras poderosos. Siempre fue así. En nuestro mundo no somos demasiados
habitantes y la obligación de todos nosotros es la de asegurar el futuro. ¿Lo
comprendes? Nadie puede negarse a eso...por ningún motivo. Salvo obligaciones
de Estado.-Afirmó Nilia.-
-Eso que
tu llamas amor se consideraría un egoísmo injustificable. Poner nuestros deseos
por encima del bienestar de nuestro pueblo sería muy deshonroso. - Remachó su
compañera.-
-El
verdadero amor nunca es egoísta. Ni tampoco una deshonra. No permitáis que os hagan
creer eso.- Les respondió la sailor.-
Aunque sus anfitrionas no replicaron a esas palabras
aumentaron bastante su estima hacia ella. Un día, para agradecerle a Setsuna
sus historias y su apoyo la llevaron incluso al lugar donde Seira solía
entrenarse, al verla la humana quedó bastante impresionada...
-No
hagas ruido. Que no se dé cuenta de que estás aquí.- La indicó Moena con mucha
prevención.-
-No le
iba a gustar la idea de que la observases.- Susurró Nilia con patente temor.- Y
menos de que nosotras te hayamos traído.
Las tres se ocultaron tras unas
formaciones rocosas que las brindaban abrigo a cualquier mirada observando con
ayuda de una especie de binoculares. Más allá, en un páramo bastante alejado de
las afueras de la ciudad, la guerrera del espacio se enfrentaba a otras mujeres
saiyajin que la atacaban sin contemplaciones. Eran tres contra una pero no
podían vencerla. Pese a que sus adversarias eran poderosas, Seira, esquivando y
parando una lluvia de golpes, contraatacaba con mucha dureza. Golpeó a una de
sus opositoras lanzándola a varios metros de distancia. Las otras dos lanzaron
contra ella ondas de energía que su oponente evitó o anuló con otras suyas,
luego materializó en una de sus manos una esfera que fue creciendo hasta
alcanzar el tamaño de un balón. Lo lanzó
contra sus rivales y produjo una explosión que hizo temblar la tierra de
bastantes cientos de metros de alrededor. Cuando se disipó el polvo que se
había originado por la explosión dos de sus contrincantes yacían en el suelo
sin sentido. Sin prestarlas la más mínima atención la guerrera sonrió con
suficiencia y se secó el sudor que le recorría la frente. Únicamente la
restante, jadeando agotada, se mantenía en pie enfrentando todavía su mirada a
la de Seira en claro desafío.
-Lo has
hecho bien, Elua.- Sonrió la guerrera observándola con aparente aprobación.-
-Quiero
ser más poderosa, y algún día superarte.- Afirmó esa joven de largo pelo moreno
y ojos oscuros.-
-Así me
gusta. Esas son palabras dignas de una auténtica saiyajin.- Manifestó Seria,
quien no obstante, declaró.- Pero basta por hoy. Ocúpate de esas dos.- Y dicho
esto se elevó en el aire y se perdió en el horizonte. –
Esa joven asintió, dejando de lado
el combate para encargarse de sus compañeras caídas. Por su parte las tres mujeres
que las observaban se retiraron discretamente y en tanto se alejaban Setsuna
exclamó realmente impresionada…
- ¡Es
fuerte, muy fuerte!
- Y no
ha tenido necesidad de transformarse en súper saiyajin. - Añadió Nilia con su
tono lleno de respeto e inquietud. - Sus contrincantes no eran rivales para
ella. Y eso pese a que Elua es una de
las más fuertes, podría vencernos a nosotras dos sin el menor esfuerzo.
El rostro de la humana se
ensombreció. En efecto y por lo visto, cualquiera
de esas otras tres se habría bastado para darla una paliza a ella misma. Moena,
dándose cuenta de su expresión, trató de
animarla. O al menos eso creyó al declarar.
-
Seguramente tu pretendiente no ganará, pero si es lo bastante fuerte podrá
convertirse en uno de los retadores, entonces Seira ya no estaría interesada en
él. No te preocupes...
-Bueno,
en tal caso podrían ser otras las que lo disputasen, como Elua.- Advirtió Nilia
con temor.-
-Elua
solamente piensa en Dariel.- Se sonrió Moena, añadiendo al más puro estilo de
cotilleo.- Por eso entrena tan duro contra Seira. Desea que esta le hable bien
a su hermano de ella.
-En tal
caso, quizás conta otras mujeres de muestro pueblo menos poderosas, puedes
tener oportunidad de retener a tu prometido.- Declaró Nilia intentando alentar
a su huésped.-
Setsuna asintió, aunque la verdad es que no estaba ya segura
de nada. Y había otra cosa que le preocupaba, aunque por el momento, vistas las
circunstancias la relegó al juzgarla bastante improbable.
-Todo a
su tiempo. No sé si podré hacerlo cuando llegue el momento.- Pensaba.-
Y pasaron los días. Por fin llegó el
gran momento, el anciano canciller convocó a los saiyajin al descampado donde
Setsuna había observado a Seira luchar. Había una gran multitud, todos vestidos
con lo que parecían unas armaduras de gala. Formaban un amplio círculo dentro
del cual se inscribía otro dibujado en tiza que tenía un diámetro bastante
grande. Setsuna calculó que en torno a trescientos metros.
-Es como
aquel que hicieron esos niños.- Recordó.-
Mirando más detenidamente pudo ver a Lornd quien, junto a
sus padrinos, aguardaba en el centro. También estaban allí los protectores con
Dariel, Urels le flanqueaba por la izquierda, Yailr estaba a su derecha.
Entonces el canciller se sentó en una especie de sillón elevado, mientras el
resto de los saiyajin permanecían de pie. A Setsuna asimismo le ofrecieron un
sillón algo más bajo.
-¿No se
sientan los demás?..- le preguntó al anciano sintiéndose algo incómoda por
aquella situación. -
- Tú
eres la prometida del aspirante al trono y nuestra invitada, tienes ese
privilegio, además de mí, que soy el Canciller. Los demás se quedaran en pie
mientras dure el combate, es la tradición.- Le explicó amablemente este.-
Aunque ella había tratado
anteriormente de comentar que no tenía un compromiso serio con Lornd parecía
que esos individuos no pensasen en otra cosa salvo en que ella era la
pretendiente real. Por ello, pese a ser extranjera, muchos la miraron con
deferencia cuando tomó asiento. Asumían que su fuerza sería grande al ostentar
tal honor. Por su parte Luarque levantó un brazo y al punto un nutrido grupo de
saiyajin, que portaban tambores de gran tamaño e iban a pecho descubierto, rodeó
a los contendientes desde las lindes del círculo. Al mismo tiempo un gran gong
que iba enganchado en dos colosales columnas fue transportado a unas decenas de
metros de la posición del canciller y Setsuna. Tanto Lornd como sus rivales se
despojaron de sus petos de combate y del resto de sus ropas, quedando sólo con
unos pequeños y ajustados pantalones cortos. Sin que la sailor lo advirtiese,
Seira se había colocado a su lado desplazando a Nilia y Moena.
- Ha
llegado la hora de la verdad.- Sentenció la saiyajin de forma sarcástica. - Veremos de lo que es capaz tu pretendiente...Espero
que al menos nos brinde un combate entretenido.
Setsuna no respondió, se sentía
incómoda, notaba como Seira la atravesaba con su penetrante mirada. No podía
desvelar los sentimientos que la altiva guerrera la estuviese dirigiendo en
esos momentos, pero sospechaba que no serían nada buenos. Entonces el anciano
dio dos palmadas, tanto el aspirante, como Dariel y los otros protectores se
acercaron a él e hicieron una leve reverencia. Lornd guiñó un ojo a Setsuna y
sonrió fugazmente para, de forma
inmediata, prestar atención al canciller. Luarque les dijo entonces
levantándose y elevando la voz para que todos pudiesen oírlo.
-¡Luchad
con valor y que la fortuna del triunfo sonría al que más lo merezca! - Los
luchadores se dirigieron de nuevo al centro del círculo y escucharon la
postrera orden del canciller -¡Comenzad!
El gong sonó y los
cuatro se pusieron en guardia. Los saiyajin que les rodeaban comenzaron a tocar
el tambor al unísono creando un estruendo casi ensordecedor. Y se trataba de
aquella misma música que Setsuna escuchase cuando lucharon los niños.
- Estaba
esperando este momento con impaciencia. - Declaró Urels que, con un gesto despiadado, se lanzó contra
su adversario en ese mismo instante.-
Éste paró el choque y ambos
comenzaron un duro intercambio de golpes, parecían igualados y ninguno lograba
ganar terreno al otro, entonces Yailr atacó también asestando al aspirante un
potente puñetazo que le hizo sangrar por la nariz. Lornd se apartó con una
sucesión de volteretas para poder cubrirse de ambos que le atacaron a un
tiempo. Urels se le echó encima con una sádica sonrisa y le dio un cabezazo que
aturdió a su rival. Yailr le remató con una patada que casi saca a su oponente fuera
del círculo. Setsuna ahogó un grito y trató de levantarse instintivamente, pero
la mano de Seira sobre uno de sus hombros lo impidió.
- No
creo que les dure mucho, lo siento por mi hermano, no va a poder estrenarse...-
afirmó divertida, dedicando a la humana
una mirada de hondo desprecio que ésta correspondió con un gesto de furia
contenida. Más cuando la saiyajin remachó. – Era de esperar.
- Te
equivocas. Esto aún no ha terminado.- Rebatió Setsuna sosteniendo su mirada con
mucho coraje, cosa que sorprendió a su interlocutora -...
Haciendo buenas las palabras de su
compañera Lornd contraatacó derribando a Yailr de un puñetazo, después se quitó
de encima a Urels. El canciller levantó un brazo y el gigante atacó con bolas de
energía que su adversario apartó. Las mismas salieron fuera del círculo y se
estrellaron contra el suelo a varios kilómetros produciendo una gran explosión
que hizo temblar la tierra. Dariel observaba el combate algo apartado, parecía
dudar en intervenir. Entre tanto, Lornd aprovechó para atacar. Lanzó una bola
de energía contra Urels que la apartó de sí sin ninguna dificultad. Mientras,
el aspirante golpeó a Yailr mandándole al límite del círculo, Dariel entonces
salió de su inacción y se interpuso de inmediato blocando un rayo de Lornd
dirigido a su compañero. El joven saiyajin tuvo que hacer acopio de todas sus
fuerzas para evitar salir, furioso se levantó. Él y Urels se miraron y después
hicieron lo propio con Dariel que asintió cruzado de brazos. Lornd imaginó que
tramaban algo. Entonces ocurrió algo sorprendente, los tres protectores miraron
al Canciller que hizo un gesto con una mano. Al momento las caras de estos
enrojecieron, parecían estar llevando a cabo un profundo esfuerzo. Después,
sonrientes, recuperaron su aspecto normal y se encararon con su rival, éste les
observó no muy sorprendido. Setsuna no
entendía lo que pasaba, nada parecía haber variado hasta que miró a los tres
con más atención. ¡Del final de sus espaldas sobresalía una especie de cola que
atravesaba el pequeño pantalón! ¡Era peluda y se movía balanceándose! La chica
no podía creérselo. ¡Era igual a la que tenía Lornd cuando le conoció! En ese
momento los tres abrieron sus manos hacia el cielo y materializaron tres
esferas de color azulado que lanzaron a las alturas, su adversario se puso en
guardia pero no iban dirigidas contra él. Las tres bolas se unieron en una más
grande y quedaron sobre el cielo, emitiendo un potente resplandor...
- Ahora
vamos a empezar a luchar en serio, veremos de lo que estás hecho...- sonrió
Dariel. -
Sin darle tiempo a contestar, Lornd
observó cómo los ojos de sus rivales enrojecían y como sus bocas se abrían de
forma desmesurada exhibiendo unas poderosas fauces que parecían de animal. Al
momento comenzó a brotarles vello por todo el cuerpo que se convirtió en un
denso pelo de color marrón. Los cuerpos de todos ellos crecieron con rapidez y
sus facciones cambiaron adquiriendo rasgos animales. Setsuna contempló
horrorizada como los saiyajin se habían transformado en gigantescos monos...
- Lo va
a tener mal.- Apuntó con cierta inquietud Calix cerca de ella - si no es capaz
de transformarse.....
-¿Qué?....-
exclamó Setsuna mirando a éste con una expresión de pasmo ya que a su
interlocutor, por el tono de sus palabras, aquellos monstruos le parecían algo
bastante normal -¿Te refieres a convertirse
en eso?....
-Sí, son
Ozarus. Nuestros ancestros multiplicaban su fuerza convirtiéndose en ellos
gracias al influjo de la Luna llena de los mundos que iban a conquistar. O bien
podían hacerlo con esa cantidad de energía concentrada.
Durante esas explicaciones los
enormes tres monos atacaron a su enemigo, lanzándole bolas de energía desde sus
enormes fauces e intentando golpearle. Lornd esquivó como pudo pero fue
atrapado entre las manos de uno de ellos. La ronca voz que provenía de la
garganta de su captor era aún inteligible, aunque muy grave y gutural, era la
de Urels.
- Voy a
aplastarte como a un insecto, ¡ja, ja, ja! - Reía sádicamente apretando a su
enemigo entre sus manos, éste notó como sus huesos crujían -....
Setsuna estaba horrorizada y muy asustada por lo que
le pudiese ocurrir a su novio. Seira por el contrario esbozaba una sonrisa de
triunfo. Lornd concentraba sus fuerzas intentando librarse de ese agarre. No
pudo reprimir un desgarrador grito de dolor que salió de lo más profundo de su
garganta cuando Urels reforzó su presión. Sentía que además del tormento que
experimentaba su cuerpo, comenzaba a faltarle el aire. Recurriendo a sus
últimas reservas concentró un rayo de energía sobre uno de los enormes dedos
que le apresaban. Urels sintió el calor y aflojó el agarre. Sin perder ni un
instante, su presa aprovechó para sacar un brazo y lanzar otro rayo de energía,
ahora a uno de sus ojos. El gigantesco mono bramó de dolor y soltó a su
prisionero, entonces Lornd se apartó, tratando de recuperarse, casi había
estado al borde del final y eso le puso furioso. Aunque también le ayudó. Su
rostro también se congestionó y asimismo le brotó una cola ante el asombro de
Setsuna que pudo observar en él la misma transformación. Ya convertido así en otro
enorme animal atacó con furia. Asestó un tremendo puñetazo a uno de sus
enemigos sacándole del círculo, entonces el canciller gritó, sobreponiendo su
voz al rugido de los enormes simios...
- Está
eliminado...- y por asombroso que pudiera resultar ese gran mono se relajó y
sumisamente se sentó fuera del círculo dispuesto a presenciar el resto del
combate.-
Mientras, los tres contendientes restantes
se enzarzaban en una colosal pelea. Urels,
tuerto de uno de sus ojos, fue alcanzado por una bola de energía de su rival.
Cuando ya estaba a punto de ser eliminado, Dariel acudió en su ayuda, éste y
Lornd se golpearon sucesivas veces con enorme violencia profiriéndose gran
número de heridas. La sangre les manaba de forma abundante tiñendo de rojo y
malva sus pelajes. Se separaron al fin, jadeando en busca de oxígeno para
recuperarse, pero en ese momento la gran bola de energía en el cielo comenzó a
extinguirse de forma lenta pero constante, hasta desaparecer. A los pocos
instantes, todos los simios recobraron su apariencia humana. Los guerreros
seguían sangrando, ¡pero ahora estaban completamente desnudos! sus pantalones
se habían pulverizado con la transformación. Setsuna se tapó los ojos con los dedos
en un gesto reflejo y enrojeció. Al percatarse de ello, Seira la miró
sorprendida. Preguntándole.
-¿Acaso
te avergüenzas de sus cuerpos? No creo que haya razón, dado que todos son
excepcionalmente fuertes y están muy bien dotados. A cualquier hembra le
produciría mucho regocijo este espectáculo.
Setsuna no supo que responder, pero
miraba a través de una rendija que había dejado entre los dedos. Yailr entre
tanto se acercó a ellas, desnudo y aun tratando de recuperarse de la lucha,
dijo entre sorprendido y admirado.
- ¡Es
muy fuerte, por lo menos como Dariel! Entre Urels y yo no hemos podido
vencerle....
- Ahora
será mi hermano el que luche contra él, su suerte se ha terminado.- Replicó
Seira completamente segura de sus palabras. -
El anciano se levantó del sillón y
elevó su báculo, la piedra dorada de este comenzó a brillar y él declaró con
solemnidad...
- Podéis
pasar al siguiente estado...
Tanto Dariel como Urels se transformaron
al instante en súper guerreros, despidiendo una gran cantidad de dorada
energía. Lornd les imitó antes de que se decidieran a atacarle, y sucedió que
entre todos los saiyajin que presenciaban la pelea pareció desatarse la locura
colectiva, se escuchó un grito...."Súper saiyajin"....y todos
reaccionaron a un tiempo. Los que golpeaban los tambores también se
transformaron, los espectadores que eran capaces de hacerlo les imitaron.
Setsuna sintió una tremenda oleada de energía que se liberaba de forma salvaje
por todas partes. Yailr y Seira, también transformados, parecían aullar de
placer henchidos de gozo por su poder, los saiyajin estaban fuera de sí. La
normalmente serena Plutón ahora estaba aterrada presenciando el increíble
espectáculo. Únicamente el anciano mantenía la compostura y observaba sin
parecer alterarse, eso sí, sonriendo, al parecer orgulloso de su pueblo.
Setsuna tuvo que sujetarse a su sillón de roca firmemente anclada en el suelo
para no salir despedida por las ondas de
energía. Centró su mirada en Seira, su pelo antes negro como el tizón ahora
resplandecía de un color rubio dorado y sus ojos eran de un color azul cielo
intenso, pero su expresión fue lo que más asustó a la humana. Parecía una fiera
salvaje sedienta de sangre, un ser fuera por completo de cualquier capacidad de
raciocinio. Nunca había visto algo así, ni siquiera a Lornd. Él controlaba esa
transformación al menos en su apariencia de brutalidad. Aunque hubiera
aniquilado a sus enemigos lo había hecho siempre sin manifestar aquella especie
de orgía de salvajismo. Y lo peor era que todos sus compatriotas saiyajin parecían
estar igual que esa mujer. Incluso Calix parecía otro ser completamente
distinto. En su fuero interno la horrorizada Setsuna rezó para que Lornd
lograse vencer. En caso contrario ¿qué ocurriría si esos locos lograsen salir
algún día de su mundo y llegasen tan descontrolados como lo estaban ahora a la
Tierra? ¿Quién podría detenerles? Destruirían el planeta en un instante. Un sudor
frío le recorría la nuca y erizaba sus cabellos. Ahora comprendía lo peligrosos
que en realidad eran... ¿cómo podía haber sido Lornd el rey de ese pueblo de salvajes?...
Y entonces entendió la auténtica importancia de su cometido…
-¡Oh,
Dios mío! Majestades…no sé qué podré hacer…no sé si seré capaz…- Pensaba
totalmente embargada por el temor y la responsabilidad.- ¿Cómo no fallaros?
La conmoción general fue extinguiéndose
lentamente, la mayoría de los saiyajin recobraron su apariencia normal. Seira,
ahora más calmada, seguía aún siendo una súper guerrera hasta que a los pocos
segundos recuperó su estado normal. Ella y todos los demás se centraron ya
solamente en el combate. Los luchadores, lejos de haberse detenido, peleaban
con más ferocidad. La atónita Setsuna no podía seguir con la vista lo que
ocurría. Los tres aparecían y desaparecían con una velocidad tremenda,
reaparecían golpeándose en un lado del círculo y al segundo en el contrario. La
batalla parecía ahora centrarse entre Dariel y Lornd que mantenían una gran
igualdad. Urels relevaba a su compañero con gran furia, pareció hacerle una
seña a Dariel que se apartó...
-¡Es
mío, mío! - Gritó Urels afirmando lleno de violento regocijo. - ¡Le despedazaré
con mis manos!....
Atacó hundiendo dos puñetazos en el
vientre de Lornd que fue arrastrado hacia atrás por el impacto, pese a estar
firmemente plantado en el suelo. Como pudo, éste eludió un codazo de su enemigo
que pretendía rematarle y contraatacó no con menos dureza. Estaba igual de
rabioso que su oponente. Con dos directos a la mandíbula hizo tambalearse a su
adversario y después le dio una patada que lanzó a éste hasta casi los límites
del círculo. Urels se levantó como un resorte y lanzó un gran rayo de energía,
pero Lornd desapareció, reapareció al instante frente a su adversario y fue él
quien en esta ocasión hundió su puño en el vientre de su rival que escupió
sangre en abundancia. Lornd también la escupía. Urels bramando de furia atacó intentando
golpearle, pero su enemigo le esquivó, entonces el Canciller volvió a gritar.
- ¡Podéis
usar las armas!....
Urels no lo dudó ni un instante, del
corro de guerreros le llegó una tremenda hacha de doble hoja que blandió sobre
su cabeza como si fuera una pluma. Trató de alcanzar a su oponente y Lornd pudo
esquivarle a duras penas. Entonces el aspirante elevó su brazo al cielo y
gritó...
- ¡Inmortal
Sword! Acude a mi llamada.
Para
asombro del público y perplejidad del propio Luarque, una gran espada que
refulgía con el reflejo de la propia aura del aspirante apareció instantáneamente
en su mano. Ambas armas chocaron con un estridente sonido metálico. Lornd
separó su acero y atacó con furiosos mandobles que hicieron retroceder a Urels.
Luchaba como un poseso y el otro saiyajin estaba desconcertado por aquella
exhibición de poder tan repentino. Se acercó peligrosamente al borde del
círculo y entonces el aspirante le propinó un puntapié que le derribó fuera de éste.
El canciller volvió a declarar ante el clamor de la multitud.
- Está eliminado,
ahora podéis pasar a la fase final...
En aludido no podía creerlo,
observaba realmente sorprendido a su rival. Incluso con un tinte de respeto y
asintió. Fue a sentarse junto al otro guerrero que había quedado descalificado
anteriormente. En tanto el aspirante se plantaba ante su rival con pose
desafiante.
-¡Vamos!
– Le retó Lornd haciendo un gesto con una mano para que le atacase.-
Dariel sonrió. Miraba a su contrincante
con la ilusión y el deseo del que había estado aguardando impacientemente por algo
muy especial. Aumentó la intensidad de su energía pasando al segundo nivel de
súper guerrero, Lornd no se quedó atrás. Lo que provocó una nueva sonrisa de
satisfacción de su enemigo que declaró como si ya lo esperase.
-
Estupendo, no me has decepcionado. Sabía que al final quedaríamos solos tú y
yo...
- Yo
también. Entonces no perdamos más tiempo. - Replicó su contrincante devolviéndole
la misma sonrisa. -
El ataque de Dariel no se hizo esperar. Se enzarzó con
su adversario en un durísimo combate. Ambos rivales estaban muy igualados y sus
fuerzas se iban mermando a la vez. El aspirante miraba a su contrincante
mientras se restañaba la sangre que le caía de un pómulo. Dariel a su vez,
enjugaba la que inundaba sus fosas nasales. Lornd había dejado su espada
clavada en el suelo y Dariel al darse cuenta de ello le ofreció llegar al final
del combate con un duelo. Seira, que escuchó a su hermano, le lanzó prestamente
una espada que éste aferró al vuelo y Lornd desclavó la suya. Sin más
preámbulos ambos comenzaron a luchar entrechocando sus armas, el combate era
intenso. Debían esquivar las estocadas del otro casi al límite, se infringieron
heridas y cortes en el pecho y las piernas. Al cabo de unos minutos ambos
estaban agotados, todos los saiyajin les contemplaban enmudecidos por el
interés. Incluso Seira observaba con el rostro tenso de preocupación, confiaba
en su hermano pero el pretendiente era muy fuerte, demasiado para lo que ella
había pensado. Comenzaba a arrepentirse de su aventurada valoración y de
haberlo menospreciado. Entre tanto y tras unos instantes en los que se habían
detenido para recobrar algo de resuello, ocurrió que Lornd, señalando a Dariel
con la punta de su espada, exclamó.
-¡Esto
ya se ha terminado! Si no eres capaz de superar este nivel. Más vale que te
rindas.
-¿A qué
te refieres?,- replicó su atónito rival mientras se esforzaba por recuperar el
aliento y preguntar -¿Qué otro nivel?...
-Canciller.
Si el defensor no puede traspasar este límite pido permiso para hacerlo yo. Eso
demostrará que soy superior a él. - Exclamó dirigiéndose a Luarque.-
Todos contuvieron el aliento, nadie
se atrevía ni a hacer el más mínimo ruido. Al fin, el anciano asintió.
Declarando con solemnidad.
-Si el
defensor restante no tiene más poder al que recurrir, dado que le has ofrecido
hacerlo, puedes progresar en tu escala si es que eres capaz de ello.
Lornd asintió a su vez y tras sonreír,
le ordenó al atónito Dariel.
- Está
claro, ¡reconóceme como tu rey!...- Y sin esperar la respuesta de su rival súbitamente aumentó su potencia y
emitió una gran aura. Cuando ésta se despejó, todos excepto Setsuna que ya le
había visto así, le miraron asombrados. -
-¿Qué es
eso?...- aulló Seira boquiabierta. -
Lornd había cambiado su aspecto de
nuevo. Su frente se había achatado, sus pestañas casi habían desaparecido, su
masa muscular era ahora prácticamente el doble de la normal. Dariel le
observaba sin poder creérselo. El aspirante entonces declaró con una voz
gutural.
- Éste
es el tercer estado...de súper saiyajin.
Dicho esto desapareció y reapareció ante Dariel atacándole
con su espada. Éste, desbordado por la rapidez de su enemigo, paró como pudo la
embestida. Lornd siguió golpeando con fuerza y gritando a pleno pulmón, hasta
que partió en dos la espada de su contrincante y le hizo caer al suelo
apuntándole con el filo de la suya. Entonces el aspirante del duelo le ordenó
una vez más mirándole fijamente.
- ¡Reconóceme
como tu rey!....- sus ojos desprendían chispas y el asombrado Dariel comprendió
que estaba derrotado. -
- Eres
mi rey.- Admitió el joven guerrero gritando a pleno pulmón - ¡Rey Lornd!...
Este apartó su espada y Dariel se levantó elevando uno de
los brazos de su hacía tan solo unos instantes mortal enemigo y volviendo a
gritar.
- ¡Rey Lornd!...Salve al vencedor del desafío.-
Después se arrodilló y el vencedor elevó su espada en el aire en señal de
triunfo aullando a modo de celebración.-
-¡AAHHH!
El grito de triunfo salvaje de Lornd
retumbó por todo el planeta al igual que los gritos de los demás saiyajin. Solamente
Seira estaba enmudecida, no podía creer que ese hombre hubiera vencido a los
protectores, derrotado de una forma tan clara a su hermano, al que ella
consideraba el más fuerte, al que idolatraba desde que era una niña...y ahora
le veía arrodillado reconociendo humildemente su derrota. Entonces era cierto
que ese saiyajin que le había derrotado era un legendario rey, sólo así se lo explicaba.
-¡Es
increíble…es imposible!…si no lo estuviese viendo yo misma jamás lo creería.-
Musitó.-
El vencedor avanzó hacia el Canciller
que se puso también en pie. Cuando llegó a él, el anciano se arrodilló
respetuoso y le proclamó rey del planeta de los saiyajin, con las siguientes
palabras.
-Ave,
Lornd Deveget, soberano y señor de Nuevo Vegeta y del pueblo saiyajin.
Un griterío ensordecedor volvió a elevarse hacia el cielo y
Lornd gritó con ellos. Setsuna estaba estremecida, nunca había visto a su
pareja tan fuera de sí. Cuando le conoció, él acabó con unos seres que iban a
matarla a ella, pero lo hizo sin esfuerzo. Cuando destruyó al gran cometa que
amenazó la Tierra, usó todas sus fuerzas, pero de una forma calculada y sin
apasionamiento. Incluso al rescatarla supo contenerse para obrar con astucia. Ahora
su sangre hervía, sus genes de guerrero del espacio se habían adueñado de él,
¡ojalá no hubiese cambiado!
-Espero
que realmente sea dueño de sí. O no podré hacerlo…-Se dijo con patente temor.-
No podré hacer nada ni por él, ni por todos nosotros. Y habré fracasado.
Todos los saiyajin estaban arrodillados,
junto a Dariel, Urels y Yailr, los protectores mantenían ahora una actitud
reverente como si nada hubiese pasado. Para ellos, había sido una prueba a la
que debían someter al aspirante, como éste la había superado le reconocieron sin
problemas como a su rey y juraron fidelidad.
-
Majestad, estoy a vuestro servicio,- declaró Urels de forma muy sumisa, como si
sus rencillas con Lornd nunca hubiesen existido. -
- ¡Y yo
me felicito por ello! Eres un gran guerrero. ¡Puedes estar orgulloso de tu
poder y de tu fuerza! ¡Levántate, noble Urels! - Le ordenó Lornd y luego
repitió la misma orden a todos los presentes que se pusieron en pie en el acto
en tanto su nuevo soberano proclamaba. -
Ahora comenzará una nueva Era. Este planeta ya tiene un rey y os juro
protegerlo y reinar con la máxima justicia y amor por mi pueblo, combatiendo
sin tregua a nuestros enemigos.
- Sabias
palabras son...propias de alguien con linaje real...- comentó el anciano
canciller añadiendo lleno de respeto y devoción. – Lo vi claro cuando apareció
tu espada. Solamente los reyes de antiguo podían invocar esa clase de armas. Y
tú como verdadero rey de los saiyajin has querido probárnoslo. Lo has hecho.
Somos tus humildes súbditos. Pronto serás coronado, mi misión está cumplida.
Serás tú ahora el que deba gobernarnos....
- Muy
bien,- convino Lornd con una sonrisa mientras buscaba a Setsuna con la mirada y
decía. -Lo primero que haré es prometerme. Contraeré nupcias y este mundo
tendrá un heredero que un día lo gobernará.
Todos los saiyajin aclamaron sus palabras. La atónita
muchacha se acercó a él y ambos se abrazaron. El recién reconocido monarca
arrodillado ante ella se declaró de forma muy emotiva.
-Ahora
que he cumplido al fin con mi destino. Si tú me aceptas. Si sientes por mí el
mismo amor que yo por ti. Entonces te lo preguntaré. ¿Quieres ser mi reina? ¿Te
desposarás conmigo?
Y la muchacha sonrió, esto era el sueño de Lornd, el que
había anhelado durante tanto tiempo y quería hacerla partícipe, y sobre todo,
le oía hablar como siempre. Ella era feliz, sobre todo porque el chico no había
cedido a sus impulsos salvajes, ahora estaba segura de que él no había
cambiado. Y lo que era más importante, durante el combate se sintió realmente
preocupada y angustiada por él. Aunque quiso decirse a sí misma que era un
sentimiento natural por cualquiera de sus amigos y compañeras de lucha, que
tendría que ver con llevar a buen término su cometido. No obstante, tuvo que
rendirse a la evidencia. Ella sentía algo más por ese hombre. Lo comprendió
tras viajar juntos y compartir tantas cosas, cuando la rescató y sobre todo cuando
llegaron a ese planeta y los saiyajin la identificaron como la prometida del
aspirante. Aunque ella lo negase ante ellos, y ante sí misma, lo había
percibido claramente en su corazón. Le amaba y quería compartir su vida con él.
Al fin había encontrado a alguien que la pudo comprender. No dejaban de ser dos
guerreros solitarios que se habían encontrado. Ojalá que pudieran ser felices,
aunque por otro lado su mente le recordaba su deber como guerrera y protectora
de la Reina Serenity. Comprendía, tal y como le advirtiesen sus soberanos,
todos los sacrificios e implicaciones que aquello conllevaría. Pero por esta
vez fueron sus sentimientos los que desbordados, tomaron el control,
imponiéndose sobre su razón. De modo que
asintió y después confirmó con sus palabras.
- Sí,
quiero serlo.- Pudo contestar ella que estaba dominada por la emoción. –Deseo
ser tu esposa.
Pero antes de que él pudiese ni tan siquiera sonreír alguien
interrumpió aquel momento tan romántico, dispuesta a que las cosas no fuesen de
aquella manera.
-¡Un
momento, yo no estoy conforme con eso!- La voz de Seira se elevó entre el
júbilo general y tanto Lornd como Setsuna palidecieron cuando la escucharon
agregar. - Yo digo que esa mujer no tiene condiciones para ser nuestra reina,
ni la madre del futuro heredero al trono...- avanzando a pasos cortos y rápidos
la saiyajin se plantó entre ambos prometidos y proclamó. - Reclamo mi derecho a
disputar el matrimonio real en combate singular contra la prometida - señaló a
la extranjera con un acusatorio dedo que cortó el aire como un cuchillo. -
-¡No!,-
intervino Lornd aseverando con rotundidad.
- Ya tengo decidido quién será mi esposa y no aceptaré a otra si no es
ella...
- Con
todos mis respetos. No te corresponde a ti decidir eso, Majestad, - rebatió
Seira visiblemente furiosa al argumentar. - Me amparo en la ley de nuestro
pueblo, nadie puede negarme ese derecho, ni siquiera el rey. Canciller apelo a
ti, hasta que no sea coronado, tú sigues estando a cargo del gobierno...
- Es
cierto. - Contestó Luarque con un tono resignado pues ya se temía aquello en
tanto concedió. – Por ley tienes ese derecho...
-¿Y si
yo no estoy de acuerdo? ¡No pienso aceptarlo! - Repitió Lornd con visible
indignación. -
- Señor,
es la tradición y la ley, no tenéis otro remedio que aceptarlo...- terció respetuosa
pero firmemente Dariel -
-¡Yo soy
el rey ahora! - replicó Lornd furioso, asegurando. - Puedo cambiar las leyes, ¡y
voy a cambiar ésta!....
- ¡No,
no lo harás, escúchame maldito egoísta!- Aulló Seira con manifiesta
indignación. - ¿Quién te crees que eres para anteponer tus intereses personales
a los de nuestro planeta? ¡Eres su rey! Empieza a comportarte como tal.
Al momento, Dariel se acercó hacia su hermana andando
deprisa y con el rostro inexpresivo, ella le inquirió esperanzada.
-
Hermano, ¿verdad que tengo razón? ¡Ayúdame!, no podemos dejar que pase por encima
de nuestras leyes...
Sin responder el saiyajin se paró
junto a su interlocutora y la abofeteó con tal fuerza que Seira cayó al suelo.
Temblando de furia e incredulidad, miró a su hermano que se encaró con ella y
la increpó.
-¡A tu
Rey le debes obediencia y respeto!, nunca vuelvas a hablarle de ese modo o yo
mismo te mataré, ¿está claro?...- rugió con tal furia que hizo temblar el suelo
a su alrededor.-
Todos los saiyajin
incluidos Lornd y Setsuna miraban atónitos la escena. Seira, tapándose la cara
enrojecida por los golpes y la vergüenza, se
restañó la sangre que le corría por el labio y únicamente pudo musitar
atónita.
-¿Por
qué, Dariel?... ¿por qué te pones de su lado? Yo siempre te he admirado, he
querido parecerme a ti, y vivir para proteger nuestro planeta. ¡Somos
hermanos!...
Parecía que incluso iba a llorar puesto que sus ojos hacían
aguas, aunque esta impresión desapareció al instante de su cara mientras se
ponía en pie, adoptando una máscara de serenidad con una gran rabia contenida.
Dariel más calmado ya, le respondió entonces de forma más suave y templada.
- Tienes
razón al amparo de nuestras leyes y tu petición es justa. Pero no en esos
términos, diga lo que diga sigue siendo el rey. Debes ser respetuosa, eso
también está en la ley. Hermana, yo apoyo tu petición, pero debes disculparte ante
nuestro soberano y solicitar humildemente su perdón por tu insolencia.
La mujer le observó atónita aunque
enseguida bajó la cabeza. Tras unos segundos de meditación asintió convencida
de las razones de su hermano. Entonces Seira se arrodilló ante Lornd que aún no
podía pronunciar palabra por la sorpresa.
- Os
suplico perdón, mi señor. Castigadme después por mi insolencia si así lo queréis.
Pero reclamo mi derecho.
Y según hablaba, Seira miraba a Lornd y en su gesto se adivinaba que no estaba
acostumbrada a pedir perdón. El sufrimiento y la humillación debían de
castigarla de una forma intensísima en esos momentos. No obstante, su aparente
sumisión y sus ahora suaves modos no podían disimular su apasionamiento y su
fuerza.
-
Levántate,- le dijo él con voz tranquila y conciliadora. - No tengo nada en tu
contra. No me he considerado ofendido. Al contrario. Eres una saiyajin leal con
la ley y las tradiciones. Admirable en todos esos aspectos, pero yo no sería
capaz de compartir mi vida contigo...
- Señor,-
intervino Luarque tratando de aliviar ese momento de tensión. - Ella tiene todo
el derecho según nuestra ley. Vos seréis rey cuando seáis coronado y entonces
podréis modificar esa ley o la que os plazca con el beneplácito del consejo,
pero aun no tenéis esa autoridad, la tradición debe ser respetada...
El soberano resopló con sus manos
tras la espalda camino de un lado a otro como una fiera enjaulada. Nadie se
atrevió a decir nada y ni mucho menos a
interponerse en su camino. Aunque finalmente se detuvo y tomó la palabra.
-
Entonces no me dejáis más opción. - Contestó lapidariamente Lornd agregando. - No
me queda otro remedio que renunciar al trono.- Un murmullo de asombro e
incredulidad se extendió por todos los saiyajin cuando él remachó - no lo aceptaré a este precio.
-¡Pero
señor, no podéis renunciar! - Exclamó Luarque bastante agitado - Ahora que sois
el rey, que por fin hemos encontrado a alguien...
- Podéis
seguir como hasta ahora...os las habéis arreglado muy bien sin ningún rey.-
Respondió Lornd con ironía. -
-¡No, no
podemos! - intervino tajantemente Dariel. - Ahora que has ganado ese derecho a
ser rey el desafío no tiene sentido, pues ya se sabe que hay un guerrero que lo
ha superado y aunque no estéis todavía coronado, según la tradición un heredero
no puede negarse a dirigir a su pueblo de no ser por incapacidad o por voluntad
o beneplácito de su padre el rey o del consejo. Vos no tenéis padre a quién
preguntar y no estáis incapacitado. Nosotros jamás daremos el consentimiento
pues sois un guerrero demasiado fuerte como para perderos y además, sin la
promesa de un soberano que nos agrupe, muchos de los nuestros se irán de aquí a
conquistar nuevos mundos. Ya no les retiene nada en el nuestro. En el preciso
instante en el que renuncies, ni la creencia en un futuro glorioso, ni el temor
de que se castiguen sus malos actos, existirá nunca para muchos de nosotros si
se conculcan así nuestras más sagradas tradiciones.
- Si
renuncias - Amenazó Seira sin apenas contener su ira - muchos irán a tu mundo para vengarse
incluida yo misma, no dejaremos piedra sobre piedra en él. - Respiró agitada
unas cuantas veces para añadir con un tinte más calmado. - Pero si aceptas la
prueba y yo venzo seré tu fiel servidora y podrás hacer de mí lo que quieras.
Cuando te de hijos ejecútame si ese es tu deseo. Es más, si de forma improbable
yo fuera derrotada por tu pretendiente, ella podría disponer como quisiera de
mi vida si es que no me mata en la lucha.
Lornd les miró anonadado, casi había llegado a olvidar lo
tercos que podían ser sus congéneres. Pero ahora la furia y la impotencia se
abrían paso en él, arrastrando el asombro y gritó fuera de sí.
- ¡No
quiero disponer de la vida de nadie! ¿Es que tanto te cuesta entenderlo? Estoy
harto de eso. – Contuvo su furia un instante y volviéndose hacia su prometida
añadió con más serenidad, pero también con un poso de evidente advertencia
dirigiéndose a los saiyajin. - Nos volveremos a la Tierra y por vuestro propio bien
espero que no os atreváis a intentar nada...No soy el único súper guerrero del
espacio de nivel tres que hay…
Setsuna temblaba, eso era su peor
pesadilla hecha realidad, por fuerte que fuera Lornd y aunque entre él, Roy y
los demás, lograsen vencer a todos los guerreros del espacio que les atacasen,
cosa a su juicio muy improbable, llevarían el desastre a su mundo. Estaría
garantizada la muerte de miles o incluso de millones de inocentes en los
combates, no podía permitirlo de ningún modo...
-
¡Basta, ya he oído suficiente! - Intervino de una forma muy enérgica que
sorprendió a todos dirigiéndose a la saiyajin.
- Seira, acepto tu desafío... ¿quieres luchar por el rey? ¡Lucharemos pues por
él!..
Bastante sorprendida por esas
palabras, la interpelada centró su atención en la humana y por primera vez la
dirigió una mirada de respeto. Lornd en cambio la recriminó de forma
desesperada.
-¿Estás
loca? ¡Te matará en un instante! No puedo permitir una cosa así. Sería un
suicidio, ¡no tienes oportunidad!..
- Soy
una guerrera de la justicia y no puedo quedarme cruzada de brazos escuchando
como pueden sufrir por mi culpa millones de inocentes....- Aseveró ésta con voz
firme. -
- No, no
te dejaré hacerlo. - Insistió él agregando lleno de convicción - a mí ahora sólo
me importas tú. ¡Maldita sea! ¡Que vengan a la Tierra si se atreven! La
defenderemos como hemos hecho hasta ahora.
Para sorpresa de todos incluido el
propio Lornd, Setsuna le miró furiosa y le abofeteó también con rabia. El saiyajin
nunca había visto esa expresión así de rabia y desprecio en sus ojos, ni
siquiera cuando se conocieron, e incluso sintió miedo. En tanto se tapaba la
marca del golpe con una mano. La miró con incredulidad. Aquello le recordaba
demasiado a otra ocasión pasada. Él, que no temía enfrentarse contra nada ni nadie,
se dio cuenta de que quizá su prometida se había enfurecido de verdad,
sintiéndose ofendida en lo más profundo de su honor y que no le
perdonaría...aunque no entendía el porqué, solamente deseaba protegerla. Empero,
Setsuna se lo aclaró enseguida declarando con indignación.
- ¡Después
de todo Seira tiene razón, en el fondo no eres más que un cobarde y un egoísta!
¿Acaso no te importa ya el pueblo que tanto tiempo has estado buscando?, ¿no te
importan la vida de tu hermano y de tus amigos? ¿De la gente inocente de la
Tierra que tú mismo salvaste? ¿De mis compañeras guerreras, o de los niños que
viven en ella y de los que están por nacer? ¡Contéstame!- Le chilló lanzando
fuego por su mirada según agregaba. -¿Nada te importa de todo eso? ¿Sólo te
importo yo?... ¿y crees que yo podría vivir con eso sobre mi conciencia? –
Y se detuvo unos instantes respirando muy agitada para
tratar de calmarse. Ahora nadie era capaz de pronunciar palabra. La atención de
todos los saiyajin estaba puesta en ella y la mayoría de las miradas de
aquellos terribles guerreros eran n no obstante de admiración. Más cuando
finalmente Setsuna añadió con un tono más sereno y voz queda.
-No, no
podría vivir así. Ya sufrí una vez el horror de ver como destruían todo y a
todos a quienes amaba sin poder intervenir. Ahora no tengo esa limitación y mi
deber es defender a mis soberanos y a la Tierra de cualquier amenaza, dando mi
vida si es preciso y lo haré sin retroceder ante nada o ante nadie ¡eso te lo
juro por mi planeta guardián Plutón y por el linaje de Cronos que vive en mí!
Lornd estaba petrificado, era
incapaz de hablar. De hecho todos los saiyajin se miraban unos a otros
realmente atónitos por el coraje de esa terrestre. Fue la propia Seira la que
se aproximó a Setsuna interviniendo con un tono mucho más considerado del que
había empleado con ella hasta entonces.
- Debo admitir
que me equivoqué completamente contigo, y te pido perdón por ello. Eres muy valiente
mujer terrestre, tienes un alto sentido del honor y del deber hacia tu pueblo, yo
comparto eso. No quiero matarte pues tu valor me ha impresionado, es digno de
un saiyajin. Así pues, si renuncias a él no será necesario que luchemos, te
ofrezco esa posibilidad...- todos aguardaron expectantes la respuesta de la
extranjera. Nadie se atrevía a respirar. Seira volvió a repetir impaciente. - ¿Y
bien...qué decides?...
- Que
aprecio mucho tu oferta, pero no podría hacerlo. - Sonrió ella ahora con su
habitual voz serena, añadiéndole un poso de reflexión queda en tanto sostenía
la mirada de su contertulia. - Lo que me pides no es posible, ni traicionaría
nunca mi deber de guerrera, ni tampoco a mis sentimientos. Los que he descubierto en mi interior. Ya no
podría vivir sabiendo que él está con otra mujer. No creo que lo entiendas pero
lucharé contra ti. Tengo que hacerlo por mi mundo y por él, por mi honor y por
mi amor, ambas cosas son irrenunciables para mí. ¿Acaso renunciarías tú?...
Seira la miró a su vez, quizá no
comprendía los sentimientos de la terrestre, pero sí su sentido del deber y su
valentía y respetaba eso por encima de todo, de tal forma que le aseguró con
suavidad y gran consideración que asombró a todos los presentes...
- No. Tampoco lo haría. Pero de una guerrera a
otra, sí que te hago esta promesa. Haré que tu derrota sea digna y tu muerte
rápida y sin dolor, no te preocupes...Y después, pese a que no pertenezcas a
nuestra raza, yo misma te sepultaré en el Mausoleo de los héroes de nuestro
mundo. Lo mereces por tu honor y tu valor. ¿Alguien no está de acuerdo con lo
que digo?- Exclamó.-
Ningún saiyajin se atrevió a
pronunciar palabra. Todos guardaron un respetuoso silencio.
-Sea así
pues.- Sentenció Setsuna con todo su coraje.-
- Formad
de nuevo el círculo...- ordenó entonces Luarque a los tamborileros que
obedecieron en el acto.-
El círculo era ahora mucho más pequeño, no tendría más de
cincuenta metros de diámetro. Lornd tomó a su prometida de las manos y le dijo
con una mezcla de arrepentimiento, pesar y temor.
- Perdóname
Setsuna, tú tienes razón. Siento lo que te dije, pero ahora soy yo el que tiene
miedo. Nunca lo tuve por mí, pero lo tengo por ti. Si te ves perdida, ríndete.
Vale más que vivas.
-¿Cómo
podría?,- replicó ésta con una media sonrisa mientras soltaba suavemente una de
sus manos de las de él y le acariciaba la mejilla que antes le abofetease con
tanta furia para sentenciar.- Rendirme sería perderte. Confía en mí, como yo lo
hago en ti, sólo te pido eso...
Y sin mirarle ya se alejó de él y se situó en el centro del
ring.
-¿Estás
dispuesta?,- preguntó Seira mientras se quitaba su peto de combate lanzándolo
fuera del círculo en tanto afirmaba. - Esto no me será necesario...
La saiyajin quedó con una ligera especie de corsé que más
parecía de gala. Observando a su rival.
- Un momento
por favor.- Pidió la humana que sacó su transformador invocando. -¡Planeta
Plutón...dame el poder! - Todos los saiyajin contemplaron atónitos la
coreografía de luz y color que inundó el centro del círculo. Tras unos instantes
Setsuna reapareció de él ya convertida
en Sailor Plutón, con su cetro en una mano y una mirada de gran concentración.
- Ya estoy lista. Cuando quieras podemos comenzar...
-Vaya,
ha aumentado su energía. Aunque no demasiado.- Sonrió Seira.-
Entre los espectadoras habían
murmullos de interés y estupor. Nilia y Moena se miraron y la primera comentó
con pesar.
-Es muy
valiente, pobre mujer. La recordaremos con mucha consideración.
Y para su sorpresa , incluso esa tal
Elua que estaba cerca comentó.
-Muy fuerte
no parece ser. Para la noble Seira será un trámite penoso el tener que
enfrentarse a alguien así. Pero admito que esa terrestre tiene valor y sentido
del honor. Eso es lo que importa.
Entre tanto las dos contendientes se
observaban fijamente desde la distancia. Seira se aproximó hacia Setsuna, con
un andar lento y muy seguro de sí...su mirada se enfrentó con la de su rival.
Ambas se la sostuvieron sin ningún tipo de vacilación. El tenso silencio reinante
fue interrumpido por el Canciller.
- Un
momento, no puedes usar armas sin mi consentimiento.- Le dijo a Setsuna -
deberás dejar ese bastón.
-Señor,-
intervino Seira agregando conciliatoriamente. - Por mí no hay inconveniente,
puede usarlo si lo desea. Ella no es saiyajin no está sometida a nuestras reglas,
y tampoco creo que eso altere el
resultado final.
Aunque la morena guerrera pensó
también casi con un tinte de culpabilidad.
-No
quiero que se diga que mi victoria fue demasiado fácil. Debo darle todas las oportunidades
para que se defienda con algo de dignidad.
Sus pensamientos se vieron
interrumpidos por la voz de Luarque quien, concedió.
- Si tú
no tienes ninguna objeción, está bien. – Y el anciano levantó los brazos. A esa
señal los tamborileros se aprestaron a
preparase. Luego, al igual que en la ocasión anterior el Canciller declaró.-
¡Que empiece el combate!..- y los tamborileros comenzaron a tocar. -
-
¡Acabaremos enseguida! - Exclamó Seira y desapareció de la vista de Setsuna.-
A las pocas décimas de segundo ya estaba atacándola a su
lado. Pero ésta, que la había observado en sus entrenamientos y se esperaba
algo similar, se apartó instintivamente y logró evitar el ataque por muy poco.
-Te
defiendes mejor de lo que creía...pero no te valdrá de nada.- Alabó la saiyajin
que lanzó dos rápidos puñetazos contra su enemiga que pudo apenas sí pudo desviar con su cetro. -
Seira acrecentaba su presión,
Setsuna no tuvo más remedio que retroceder. Contraatacó con su “Dead Scream”,
la saiyajin lo anuló al punto con una de sus bolas de energía...
-Tienes
recursos. No espera eso. – Admitió la guerrera del espacio.-
Entre los asistentes, Lornd apenas
podía mirar, embargado por un sentimiento de impotencia y pesar. Aunque Calix
quiso alentarle.
-Tu
prometida se defiende bien.
No obstante, la dura realidad salió
por boca de Blinz quien comentó con escaso entusiasmo.
-Seira
se limita a jugar con ella. Al menos por ahora. Está tanteándola por si
guardase alguna sorpresa más. Y posiblemente tampoco quiera humillarla.
Por su parte. Elua comentó algo
similar a Nilia y a Moena.
-La
noble Seira hizo un juramento. Esa terrestre podrá al menos mostrar algo de su
repertorio, si es que lo tiene.
-Ese
ataque de energía no estuvo mal…para una humana.- Se apresuró a rectificar
Nilia.-
-No, no estuvo
mal para una raza tan débil.- Convino Elua cruzándose de brazos y centrándose
en el círculo para observar aquel combate sin perder detalle.-
Justo
entonces Seira se apartó unos metros con un ágil salto y le preguntó a su
contrincante con cierto retintín.
- Bien voy
a responder a tu cortesía. ¿Qué te parece esto?
Concentrando
poder en una de sus manos la saiyajin lanzó una bola energética contra su
oponente. A la desesperada Setsuna creó una barrera con su cetro que la
protegió, pero a costa de que éste se le saliera disparado de las manos. Trató
de recuperarlo consciente de que era su única oportunidad, pero su enemiga,
mucho más rápida, se lo arrebató...
- Lo siento,
pero ya no vas a poder usar esto.- Aseguró con suficiencia -
En tanto afirmaba aquello sus músculos se marcaban bien
definidos en su cuerpo y sus bíceps aumentaron de tamaño cuando intentó doblar
el cetro. Éste al principio resistió, pero al fin cedió y Seira lo dobló para
después tirarlo al suelo.
-Se
acabó.- Remachó la guerrera del espacio tras darle una patada a esa larga vara
alejándola de allí.- Tu tiempo se ha terminado…
Setsuna aun así
intentó recuperarlo. Le era imprescindible si deseaba que su plan
tuviera alguna oportunidad de éxito. Golpeó a su rival en el rostro con todas
sus fuerzas pero ésta ni se inmutó. Lo intentó de nuevo con una patada pero la saiyajin
se limitó a bloquearla con un brazo. Plutón lo intentó otra vez pero su
contrincante la apartó de un empujón que la lanzó casi contra el borde del
círculo. La guerrera del espacio le dijo en voz alta para que todos pudieran
oírlo...
- No me
hace ninguna falta, pero quiero que sepas que tu valor me ha impresionado mucho
y que te mereces que luche contra ti con mi máximo poder. Ésta es la mejor
manera que tenemos de demostrar nuestro respeto por un enemigo valeroso y digno
en un combate. ¡Luchando contra él con toda nuestra fuerza!
Y se convirtió en súper saiyajin, su pelo rubio dorado se
elevaba hacia el cielo y su cuerpo emitía un aura del mismo tono, su poder era
tan enorme que incluso hacía temblar la tierra a su alrededor. Entre los saiyajin
se sucedieron murmullos de respeto y asentimientos de cabeza. Lornd por su
parte estaba encogido por el horror. Presentía que la suerte de la mujer a la
que amaba estaba echada. Pero no podía intervenir. Aquello le recordaba
demasiado bien otra situación de su pasado. No podía creer que la historia se
volviera a repetir. Por su parte Seira agregó.
- Antes
de que te ataque te doy una nueva oportunidad, tú no eres de nuestro pueblo. No
te deshonrarás si renuncias. Y para mí no habrá ningún honor en matarte.
¡Ríndete ahora y dejémoslo así! O si lo prefieres sal del círculo. Ya has hecho
todo lo que has podido, tendrás un buen lugar entre nosotros, te doy mi
palabra... ¿qué contestas?
Todos contenían la respiración, Lornd el primero. En su fuero
interno suplicaba porque la chica aceptase. Al menos ella viviría. Setsuna por
su parte llegó a dudar por unos leves momentos. Quizás sus soberanos no
deseasen que llegara tan lejos. Si renunciaba esa mujer se convertiría en la
reina de los saiyajin y más que posiblemente podría ser su aliada. Lo mismo que
Lornd. Pero aquello casi le producía más zozobra que su situación actual. Entre
tanto el nuevo soberano aguardaba la contestación de la sailor. Ahora únicamente
importaba su vida. Sin embargo y para su horror y consternación, la réplica de
Guerrero Plutón no dejó posibilidad a ese deseo.
- No
puedo aceptar. Lo siento, lo que haya de ocurrir que ocurra.
- Si te
ataco ahora te mataré sin duda... ¿lo sabes, verdad?...- declaró Seira aunque
su tono era de admirada advertencia, no de amenaza. -
- Si ese
es mi destino, que así sea - Contestó su rival con valor e invocó. - ¡Cetro
Granate ven a mis manos, te pido que me ayudes en este trance!- y aquel arma
pese a estar doblada, voló a las manos de su dueña.- Estoy dispuesta…
Seira miraba
incrédula la escena, pero sólo durante algunos segundos, transcurridos los
cuales se rehízo adoptando una expresión grave y concentrada.
-
Entonces basta de hablar y terminemos de una vez...- sentenció la saiyajin.-
Seira tensó sus músculos para atacar. Setsuna lo intuyó.
-No
tengo otra salida. ¡Ojalá resulte sino, adiós amigas, adiós mi amor! - Pensó la
sailor mientras se concentraba.- Espero hacerlo en el momento preciso. - Entonces
en el mismo instante en que Seira desapareció de su vista, Plutón gritó -
¡Detente Tiempo!...
Todo quedó paralizado como en una
fotografía. Junto a Setsuna, flotando en el aire estaba Seira apenas a unos
pocos centímetros de su rostro, con uno de sus puños listo para golpearla. La
sailor estaba al borde mismo del círculo, con su doblado cetro en la mano que
emitía una pálida luz verdosa. Ella sabía que su poder no resistiría mucho más,
se apartó de allí. Por veloz que fuera su adversaria no tendría tiempo de
reaccionar. Plutón se colocó lo más deprisa que pudo al otro extremo del
círculo, entonces todo volvió a la normalidad…
-¡Padre
Cronos, te lo ruego, restaura el flujo temporal! - Exclamó justo en ese
momento.-
Seira lanzó su ataque contra su
enemiga, pero ésta sencillamente se desvaneció ante sus ojos. No podía creerlo
y antes de darse cuenta estaba en el suelo, fuera del círculo. Sólo en décimas
de segundo comprendió entre atónita y horrorizada que había perdido. La voz del
Canciller, que tenía tintes de asombro, declaró oficial lo evidente para
todos...
-¡Ha
salido del círculo, ha perdido....la terrestre es la ganadora!
Lornd, tan asombrado como el resto, se rehízo antes que
nadie y no fue capaz de aguardar. Saltó gritando de alegría y corrió sin
poderse contener, apartando a los asombrados tamborileros que habían dejado de
tocar, para abrazar a Setsuna. Cuando lo hizo elevándola entre sus brazos y
girando con ella, los enmudecidos saiyajin volvieron a chillar de júbilo a su
vez.
-¡Lo has
conseguido, alabado sea el Dios de todo lo que existe!- Proclamó entre sollozos de emoción. – ¡Lo has
conseguido!
La mantuvo aferrada entre sus manos, elevándola sobre su
cabeza para después bajarla al nivel de
sus labios y besarla con pasión. Setsuna le abrazó también y fundidos en ese
largo beso, escucharon gritar a todos los saiyajin espoleado por Nilia, Moena,
Blinz y Calix.
-¡Reina
Meioh, reina Meioh!..- gritaban mientras los tamborileros aporreaban sus bombos
con los mazos de forma rítmica. -
Setsuna y Lornd, ahora abrazados,
contemplaban sonrientes la escena pero pronto la voz solemne de Dariel les sacó
de su alegría...
- Has
vencido, eres nuestra reina. Ahora y según nuestras leyes tienes el derecho de
disponer de la vida de Seira...
- Pero,
¡es tu hermana! - Objetó la atónita chica. - ¿No vas a interceder por ella?..
- No
puedo,- negó Dariel que bajó la cabeza para añadir diríase que por primera vez
con la voz tomada por la emoción, aunque pese a todo sonó tajante al afirmar. -
Y ella tampoco lo querría. Mi deber es callar, ella te ofreció su vida si
perdía y debe cumplir su palabra.
Seira, que ya se había levantado, se
acercó hasta la pareja y se arrodilló sumisamente delante de Setsuna para
declarar.
- Así fue.
Mi vida es tuya, tómala pues he perdido...mi acto puede considerarse como una
rebelión contra la futura reina y eso está castigado con la muerte.- Agachó la
cabeza esperando su destino, sin una queja ni una súplica en tanto sentenciaba
con serena resignación. – Soy esclava de mi palabra…y de mi deber.
La sailor miró a Lornd en busca de
alguna ayuda, ambos estaban perplejos. Todos los allí presentes contenían el
aliento. Aguardando el fatal desenlace. Entonces ella reaccionó recordando
algunas de las cosas que le habían explicado sus amigas saiyajin acerca de sus
usos y costumbres.
- Enseguida
tomaré tu vida. Pero antes de hacer nada contigo, mando que Nilia, Moena, vengan
aquí...- ordenó con templanza –
Ambas
acudieron con premura y se arrodillaron en tanto la nueva reina les decía con
tono amable.
-
Vosotras habéis sido fieles amigas desde el principio y deseo que seáis mis
primeras damas.
-¡Es un
honor muy grande, Majestad!- Respondió Moena emocionada. -
- No lo
merecemos, no tenemos tanto nivel.- Objetó Nilia de forma muy modesta y
asombrada al tiempo. -
- Yo
creo que sí, y como parte de ese deber y a fin de servirme con total disponibilidad,
estaréis eximidas de emparejaros con ningún saiyajin. A menos que vosotras
mismas así lo queráis. Ese es mi deseo como nueva soberana. Nadie se opondrá a
ello ¿verdad?- Inquirió Setsuna en voz alta y ninguno de los presentes replicó.
-
- Calix,
Blinz venid aquí. - Fue Lornd el que ordenó ahora. Los dos llegaron y se
arrodillaron con la misma celeridad que las mujeres y él les indicó. - Tú Calix,
serás mi consejero personal, con el título de Duque y tú Blinz, el encargado de
gobernar el ejército de los saiyajin, general en jefe y Gran Conde. Ahora en
pie. - Los dos se levantaron e inclinados besaron cada uno una mano de su rey
que llamó a su vez. - Dariel, ven aquí....
- Aquí
estoy, mi señor.- Contestó de inmediato éste
que se arrodilló ante él también. -
- Tú
serás mi nuevo Canciller.- Un murmullo de aprobación se elevó entre el gentío
en tanto su rey añadía. - Tras la coronación sustituirás al anciano Luarque que
ya se merece un descanso y el homenaje de todos por sus años de sabio y justo
gobierno.
-Tarea
importante me encargas, la cumpliré con lealtad y orgullo, mi señor...- afirmó
quedamente el guerrero que también besó una mano de Lornd, retirándose de
inmediato con el permiso de su soberano. -
Seira continuaba arrodillada y
mirando al suelo, entonces Setsuna al fin le dedicó su atención y le preguntó con
una voz bastante suave y cálida...
-¿Qué
vamos a hacer contigo?....
- Mi
señora, podéis matarme si así lo deseáis, es vuestro derecho. - Replicó con un
hilo de voz, agregando sin embargo con mayor decisión y sinceridad. - Yo lo
habría hecho sin dudar y vos tenéis ahora esa autoridad, nadie os lo censurará.
No obstante, en tanto oía esas palabras, Setsuna se percató
del gesto de dolor de Calix y de Dariel, aunque ninguno hablase.
- Por
lealtad hacia tus leyes y tu pueblo has luchado contra mí. - Declaró la nueva
reina con una no disimulada admiración.- Eres valiente y honorable, pese a tus
maneras algo rudas. Pero sé que eres así por qué piensas en el bienestar de
todos por encima del tuyo propio. Dices bien, puedo disponer de tu vida y eso
haré…
-Estoy dispuesta.-
Replicó su interlocutora.- Así debe ser…
Y sumisamente ofreció el cuello en tanto uno de los saiyajin
acercaba una espada a su nueva soberana. Sin embargo, ésta le hizo una seña con
la mano para que se apartase y declaró.
-¿Matarte?, no... ¡Qué tontería! Tú eres muy valiosa Seira y no vamos a
permitir que un corazón noble como el tuyo se extinga. Puedes prestarle grandes
servicios a tu pueblo y se los prestarás. Porque voy a disponer de tu vida,
pero no para arrebatártela. Durante este tiempo me he informado acerca de
vuestras leyes y costumbres de modo que, aquí, ante la presencia del rey y de
todos los notables del reino, te pido que seas mi Protectora Personal, mi Guardiana
y Primera Dama Consejera. Con dignidad
equiparable a la del Canciller. No mereces menos.
Hubo enormes murmullos de sorpresa e
incredulidad entre los saiyajin. La misma Seira observó perpleja a su
contertulia y apenas si pudo musitar una pregunta.
-¿En lugar
de matarme me estás ofreciendo ser la mujer con más poder en el planeta después
de ti?
-Sí…-Fue
la contundente réplica.-
-¿Pese a
eso, confías en mí?
-¿Acaso
no debería hacerlo?...-Preguntó Setsuna a su vez con una leve sonrisa.-
-Traté
de matarte y te insulté…lo haría de nuevo si las circunstancias se repitiesen.
Setsuna
sonriendo ahora con más amplitud, agregó.
-Y yo
respondería igual. Sé que tu forma de actuar no fue por nada personal. Dime una
cosa. ¿Qué has aprendido de tu derrota?
La atónita saiyajin clavó sus ojos
en los de la sailor y a los pocos instantes contestó.
-A no
menospreciar vuestro poder. Fui demasiado soberbia y he recibido una lección
que jamás olvidaré.
Setsuna entonces tomó la palabra de
nuevo para afirmar.
-Pues
déjame decirte que yo he aprendido algo de esta victoria. Me he dado cuenta de
que no he sido yo quien ha ganado, sino el poder del amor.
-¿El poder
del amor?. No lo comprendo.- Musitó su contertulia.-
-Lo
harás, y ahora por favor, dame una respuesta, Seira. Porque ¡te necesito!, tu
gente te necesita, para velar por mí y aconsejarme de acuerdo a las leyes y
tradiciones de este pueblo. Pues nadie será tan capaz y tan leal como tú. Nadie
merece más ese puesto y sé que en nadie podría confiar más. Eres una mujer y
una guerrera de honor. Y si me das tu palabra de desempeñar fielmente estos
cometidos yo te creeré. – Sentenció la nueva soberana.-
Ahora todos enmudecieron de asombro. Luarque asintió con
aprobación y musitó.
-En
verdad es la reina que necesitábamos.
Lornd sonrió, lo mismo que Calix y Dariel en tanto Setsuna
agregaba con más firmeza dirigiéndose a su vencida antagonista
- Ahora
levanta y deja de mirar al suelo. Recuerdo que una mujer de éste que es ahora
mi pueblo, dijo que eso era signo de debilidad. Y a la muy noble Primera Dama y Guardiana Personal de la Reina
no le corresponde humillarse de esa manera. - Seira obedeció, su gesto de
sorpresa era evidente y parecía emocionada al
mirar a su soberana aunque tratase de controlar sus sentimientos. - Dime
- insistió Setsuna con amabilidad casi maternal - ¿qué me respondes Seira?....
¿Aceptarás?
La aludida dejó pasar unos
dramáticos segundos sin pronunciar palabra…
- Para
mí será un gran honor, mi señora y mi reina...- pudo replicar al fin cayendo de
rodillas y besando la mano de Setsuna para añadir con reconocimiento y devoción.
- Por vuestra generosa bondad, sabiduría y vuestro valor yo, Seira, hija de
Torix y Nairía, de la estirpe Saiyanto,
ante todos los aquí presentes juro solemnemente obedeceros, serviros y
protegeros en todos vuestros deseos, necesidades y mandatos a costa de mi vida,
que es vuestra ahora y siempre...
Todos los testigos de aquello apenas si podían recobrarse de
su sorpresa y observaban maravillados la escena, pero pronto prorrumpieron en
una gran ovación y, cuando se levantó, Seira miró a su nueva reina con mucha
admiración. Solamente había mirado así antes a sus difuntos padres y a su
hermano, no pudo por menos que preguntar...
-¿Qué
poder es ese del amor que has usado que ha logrado derrotarme?, yo no lo he
sentido mi señora...
- Ese el
mayor que existe.- Repuso Setsuna sonriendo feliz para afirmar. - Mi amor es
tan fuerte que obra esas maravillas.
-¡Qué
gran suerte, tener un poder así! Vos debéis ser alguna guerrera legendaria en
vuestro pueblo. - Dijo Seira con una voz reverencial -.
- No soy
más que una mujer que ama. Este sentimiento está dentro de mí. Tú lo llevas
dentro de ti también, todos lo llevamos, Seira. Depende de cada uno de nosotros
el hacerlo florecer...
Y tras afirmar aquello se dio la vuelta y se alejó junto a
Lornd. La guerrera del espacio se quedó mirándoles marchar hacia sus estancias
sin ser capaz de moverse, pensando en las palabras de la que ahora era su
soberana en tanto musitaba.
-Os
pediré que me entrenéis para ser capaz de conseguirlo…
Una vez zanjado aquello los nuevos soberanos fueron a
las habitaciones de la joven.
-Ahora
ya puedo entrar aquí.- Repuso él entre feliz y aliviado.-
-Sí,
ahora es cierto que soy tu prometida.- Sonrió la muchacha.-
Sin embargo, Lornd tenía un rostro más serio. Entonces,
dirigiéndose a su nueva reina consorte, le
confesó.
-Setsuna,
creo que me enamoré de ti desde el primer momento que vi tus ojos, cuando nos
encontramos en tu mundo. Y deseo que sepas lo que siento. Quiero que seas mi única
esposa y la madre de mis hijos. Tal y como decimos en mi pueblo. Sin embargo,
debo confesarte que no fuiste la primera mujer a la que amé.
Su interlocutora le observó asombrada, no obstante, en su
corazón había sospechado algo así. Lornd se había comportado en ocasiones de
forma extraña cuando habían hablado de sus vidas previas. Ella se sorprendió
porque el saiyajin a veces guardaba silencios misteriosos al referirse a temas
de su pasado u observaba las estrellas con gesto melancólico. De todos modos le
respondió de forma comprensiva.
-Quiero
que sepas que yo a mi vez amé a otro hombre antes, pero mi amor era imposible.
Hace mucho tiempo ya que olvidé aquello. Y ahora te amo solamente a ti.
-Es justo
que así sea. – Sentenció él que agregó sin embargo. – Aunque me gustaría
contarte mi historia.
-Y a mí
me gustaría mucho oírla.- Suspiró ella.-
Entonces su prometido, tras tomar
algo de aire, le relató.
-Verás,
siendo yo muy joven, una saiyajin algo mayor se hizo cargo de mi
adiestramiento. En muchas cosas se parecía a Seira, aunque no era tan extrema.
– Se sonrió ligeramente y añadió. – Es más, tú me la recordaste desde el primer
instante. Fue al ver la expresión de tus ojos. Era como ver los de ella.
Decididos, valerosos, pero con un brillo de amor hacia los suyos. Ayaina era su
nombre. Me enseñó a luchar y me entrenó siendo yo un muchacho. Y me enamoré de
ella porque sabía ser severa y tierna a un tiempo, dulce y fuerte cuando hacía
falta. Exactamente como tú.
Su interlocutora escuchaba con visible asombro y aunque por
un lado no le gustó aquello de ser el reflejo de otra mujer, por otro pudo
comprender. Más cuando Lornd añadió, casi como una disculpa.
-Te
suplico que me perdones. No deseo ofenderte. No pienses que solamente me fijé
en ti por eso. A decir verdad, puede que al principio llamaras mi atención de
ese modo pero tras irnos conociendo y viéndote, tienes tantas virtudes y eres
tan maravillosa, que ya no podría pensar en nadie más que se te pudiera
comparar.
Su prometida asintió, acariciándole las mejillas. Nada había
que perdonar y ella así se lo manifestó.
-¿Y qué
le sucedió a ella?- Quiso saber Setsuna, ahora realmente intrigada –
El saiyajin inspiró hondo y soltó el aire despacio. Parecía
querer calmarse antes de proseguir, le tomó un par de minutos volver a hablar y cuando lo hizo tenía un tono teñido
de dolor e incluso de culpabilidad.
-Al
enterarme que el mundo de mi hermano estaba bajo ataque quise salir inmediatamente
en su ayuda. Pero fui atacado a mi vez. Ayaina iba conmigo. Yo todavía no era
capaz de convertirme en súper guerrero, pero ella sí. Cuando una horda de enemigos se abalanzó
contra nosotros tuvo que contenerles. Mató a muchos pero no parecían tener fin.
La ayudé durante unos momentos pero finalmente el túnel dimensional que
comunicaba mi planeta con el de Asthel comenzó a cerrarse. Tuve que elegir. O
ir a salvar a mi hermano o quedarme junto a ella.
-Y
elegiste ir a salvar a tu hermano. – Quiso intuir Plutón con tono solidario y
lleno de pesar. –
Aunque para su sorpresa él negó con la cabeza y sentenció.
-Le dije
a Ayaina que jamás la dejaría, que la quería. Que prefería quedarme a su lado y
morir con ella. Pero lejos de sonreírme o de aprobar aquello me miró de una
forma tan dura como tú cuando dije que deseaba renunciar al trono y marcharme a
la Tierra contigo. Y me espetó casi las mismas palabras. Me recordó mi deber
como rey y mi pacto con mi hermano. Entonces, sin darme tiempo ni a replicar,
me empujó hacia el pasaje dimensional. Cuando me colé por él y estaba siendo
absorbido, aun pude mirarla por última vez. Entonces si se giró hacia mí y me
sonrió. Mientras agotaba sus fuerzas lanzando rayos para cubrirme y
desbaratando las filas de nuestros enemigos. Pero finalmente resultó alcanzada
por una ráfaga tras otra de energía. Aquellos seres que nos atacaron eran también
poderosos y muy numerosos. Ayaina se interpuso en la trayectoria de esos rayos
para evitar que me diesen a mí. Lo último que vi fue como era literalmente
acribillada desde todas direcciones. Su traje espacial destruido y ella
quedando sin capacidad de respirar, a merced del enemigo ¡Y no pude hacer nada!
La voz del poderoso guerrero, normalmente grave y desafiante
se quebraba ahora por los sollozos. Setsuna posó sobre sus hombros sus manos en
actitud confortadora y le atrajo hasta abrazar su cabeza enterrándola en su pecho.
Lornd gemía ahora dejando caer amargas lágrimas.
-¿Por
qué no fui capaz de ayudarla? ¿Por qué no fui más fuerte? ¿Por qué no pude
estar donde ella estaba? Y cuando te alcanzaron a ti, en tanto yo trataba de
destruir ese maldito meteoro o al verte en poder de Gralas, sentí aquello otra
vez. Después, viendo como luchaste en el
desafío pensé que ibas a morir. ¡Esa sensación regresó una vez más! Estaba
fuera del círculo, impotente, viendo como Seira iba a matarte. Y todo por mi
causa.
-Pero no
fue así. – Respondió dulcemente la chica, que también estaba emocionada ahora,
al agregar. – Ayaina cumplió con su deber. Yo la comprendo bien como guardiana
que soy, que he sido al menos hasta ahora de mi soberanos y de la Pequeña Dama.
Mi vida nunca fue lo importante, sino la de mis protegidos. Como tu vida fue
para ella lo principal. Estamos destinadas al sacrificio si es necesario. Estoy
convencida de que te amó con todo su corazón y que cumplió con su deber sin
arrepentirse de nada. Y esté donde esté ahora, se sentirá muy orgullosa de ti.
El rey de los saiyajin pudo al fin elevar su rostro y
enjugarse las lágrimas. Para admitir casi aun entre sollozos.
-Ella
está ahora sepultada en el panteón de los héroes. Al menos hay una lápida que la
recuerda. Antes del reto fui a verla. Quise despedirme de forma definitiva. Ya
no puedo cobijarla en mi corazón. Ahora para mí solo importas tú. Créeme cuando
te digo que tienes una fuerza interior tan grande como la suya. Es algo que
siempre me superará. Soy feliz por tenerte a mi lado. Y espero que transmitas a
los míos tus valores y tu fe en el amor. Harás entonces de éste un gran pueblo.
-Nada me
haría más dichosa.- Le comentó ella, ahora con un guiño de complicidad para
indicarle. – Y quiero empezar desde ahora mismo. Por cierto.- Añadió ella
observándole con un gesto amoroso y conciliador.- No tienes porqué desterrarla
de tu corazón para hacerme sitio a mí. Con lo grande que lo tienes hay espacio
de sobra para las dos.
-Gracias
Setsuna.- Musitó él, abrazándola.-
-Yo te
comprendo muy bien. – Añadió ella llegado su momento de sincerarse.- Pasé
incontables edades yo sola. Sin compañía ni amigos. Solo la propia reina
Serenity me visitaba…tuve que presenciar la destrucción de su reino sin poder
hacer nada.- Añadió con un sollozo, siendo ahora quién se emocionaba.- Y después su sucesora, la que conoces por Usagi.
Ella me dio su cariño y permitió que su hija, la Pequeña Dama, me hiciese
compañía en ocasiones, aliviando así mi soledad. También el rey Endimión venía
a visitarme…
Aquí la joven guardó un espeso y
quizás hasta culpable silencio. Lornd asintió despacio y pudo terciar con voz
queda.
-Comprendo…
-No, no
es lo que crees.- Se apresuró a replicar su interlocutora.- Todo aquello fue
totalmente platónico. Y si te digo la verdad, yo misma estoy hecha un lío. Es
cierto que les amaba. Pero a todos de una forma diferente. Chibiusa era para mí
la hermana pequeña que nunca había tenido. Casi una hija si lo prefieres.
Serenity era como otra hermana o incluso la imagen de una madre bondadosa y una
mujer hermosa y femenina. Y Endimión, bueno…la única figura masculina que
conocí en muchísimo tiempo…
-Entiendo
que eres una mujer después de todo. Y que tienes deseos y emociones como
cualquiera.- Afirmó Lornd.-
-Por eso
puedo ponerme en el lugar de otros y trato de no juzgarles.- Suspiró la chica afirmando.-
Y quisiera que ambos nos diésemos una oportunidad. Lo mismo que otras personas
de este mundo se merecen.
Y Setsuna susurró algo más a su
prometido y él, atónito en un principio, asintió después tras sonreír. Tras
enjugar por completo sus lágrimas y recomponerse el rey llamó a Calix a su
presencia. Le ordenó que junto al resto de los notables les siguieran hasta el
Mausoleo de los Héroes. Al punto el chico obedeció. Tras unos minutos todos los
saiyajin requeridos caminaban tras sus soberanos. Lornd, entrando el primero en
aquel lugar, fue a arrodillarse ante la lápida de su antigua mentora. Allí sacó
dos dagas de oro que depositó entrecruzadas sobre la tumba. En tanto Seira le
susurraba a su nueva reina con tono lleno de respeto.
-Mirad
bien, mi señora. Ese es el mayor honor que se le puede rendir a un caído por nuestro
pueblo. Y recordadlo. Pues nunca veréis a un rey de los saiyajin arrodillarse
salvo para ser proclamado o haceros su soberana tras los esponsales. Lo mismo
que vos. Pues vuestro rango hace que únicamente
debáis arrodillaros ante el rey y nuestros ancestros.
Al momento en tanto Lornd se levantaba todos los demás
doblaron la rodilla a su vez, como muestra de respeto a su soberano y a los
héroes que allí yacían. Ahora fue Dariel quien informó a Setsuna con el mismo
tono empleado por su hermana.
-También
las tumbas de nuestros padres están aquí. Y un día nuestro deseo sería ser
dignos de recibir sepultura a su lado.
-Estoy
convencida de que ya os habéis ganado con creces ese derecho. – Le respondió
Setsuna. – Sois dignos hijos de vuestros padres.
El
canciller inclinó la cabeza con agradecimiento. Mientras, Plutón había
observado también al resto de los guerreros del espacio y reparó sobre todo en
Calix. Aquel joven no podía evitar dirigir miradas hacia donde estaba ella,
pero no era la reina quién era el objeto de su atención. Cuando esa ceremonia
terminó y Setsuna, tras ordenar a su guardiana que esperase fuera se reunió con
Lornd, se lo comentó. Él le confesó que también había adivinado los sentimientos
del joven. Ambos decidieron llamarle para una audiencia privada al salón del
trono donde ahora se sentaban. Cuando éste llegó se arrodilló ante ellos pero
le hicieron levantar con rápidas señas de las manos.
-¿Qué
deseáis de mí? Mandadme y obedeceré, majestades.
-Calix.-
Inquirió Lornd con voz pausada. -¿Qué sientes tú por Seira?...
-¿Sentir
señor? - Repitió el saiyajin sorprendido para tratar de contestar -, para mí ha
sido como una hermana y lo que siento es que no me aprecie...
-¿Estás
enamorado de ella, verdad? - Intervino Setsuna. –
Más que una pregunta
era una cálida afirmación, ella miraba fijamente a ese muchacho. Éste parecía
nervioso y no comprender ese término.
-¿Qué
significa enamorarse, Señora? - Quiso saber él con gesto atónito. -
- Significa
lo que Lornd y yo sentimos el uno por el otro, el estar dispuesto a renunciar a
todo por la persona amada, incluso a dar tu vida por ella, sin que te lo pida o
sin tener obligación, ni deber de hacerlo. ¿Tú lo harías por ella, verdad
Calix? - Le preguntó su soberana con tono maternal. -
- Sí, mi
reina...lo haría, pero para ella no existo.- Objetó ensombrecido. - Soy muy
inferior en fuerza, no soy digno de estar a su lado.
- Puedo
ordenarla que te acepte como prometido. - Propuso despreocupadamente Lornd. - Ella
lo hará...
- Pero
no por su voluntad.- Repuso tristemente Calix afirmando con categórico pesar. -
Yo no la querría de esa manera.
-¡Claro
que no!,- acordó Setsuna, - ¡no seas tan bruto, Lornd!- Le reprendió con
suavidad moviendo la cabeza para añadir, ahora con un toque de misterio. - Lo
haremos de otro modo.
- ¿Cómo?-
Quiso saber su prometido, observándola con desconcierto. -
- Antes
de nada volveremos a la Tierra,- replicó la muchacha. - Quiero contarles a mis compañeras lo que ha ocurrido aquí. Y
debo hablar con Usagi y Mamoru, bueno, con la reina Serenity y el rey Endimión.
Podemos llevarnos a Calix como tu consejero y a Seira como mi escolta, ¿qué te
parece? Mientras Seira y yo visitamos a nuestras amigas en mi mundo, tú podrías
ayudar a Calix a mejorar en cierto sitio…
- Ya te
comprendo,- sonrió Lornd declarando con animación. - ¡Decidido! , le diré a
Dariel que comience su labor y me sustituya por unos días. Todavía queda
bastante para disponer la ceremonia de entronización. Me llevaré a Calix al
Rincón del Alma y del Tiempo y entrenaremos. Estaremos de vuelta para la
coronación y traeremos a nuestros amigos con nosotros.
- Señor,-
intervino entonces el muchacho sin comprender, oponiendo. - En tan sólo unos
días no podría superarla en poder, es inútil...
- Tú
confía en mí. Y no te preocupes, ahora vete e informa a Dariel y a Seira de lo
que hemos decidido. Pero no digas nada de tu entrenamiento, eso queda entre
nosotros.
- Y dile
también a Seira que quiero verla en mis estancias a la mayor brevedad. - Agregó
Setsuna. -
- Por mi
parte deseo reunirme con Dariel, para darle unas cuantas instrucciones.- Le
indicó Lornd.-
Calix se inclinó y obedeció al punto
saliendo deprisa. Lornd le comentó a su prometida.
-Estar a
tu lado me ha hecho mucho más perceptivo en materia de amores. Y creo que hay
algo que debo tratar con nuestro canciller en tanto tú hablas con su hermana.
-Lo que he de hablar con el Canciller son asuntos de
Estado.- Alegó.-
Por su parte Calix
se lo dijo a Dariel que aceptó complacido este primer encargo. El nuevo
canciller debería además disponerlo todo para el día de la coronación, ayudando
al canciller todavía en funciones. Sin tardanza se personó ante su soberano.
-¿Me mandasteis llamar, mi Señor? Eso me ha comunicado el
noble Calix.- Preguntó inclinándose de modo bastante marcado.-
-Así es… ante todo quería felicitarte por el combate. Eres
realmente poderoso, después de mí, el saiyajin más fuerte sin duda alguna...-
Le alabó.-
-Me honráis, mi Señor.- Pudo decir el joven.-
-De hecho.- Añadió el monarca con tono algo enigmático.-
Aunque sé que soy superior a ti en fuerza, no lo soy tanto como se evidenció en
el reto.
-Sois demasiado generoso. No merezco tantas alabanzas.- Pudo
decir el sorprendido Dariel con tono de visible desconcierto.-
Sin embargo,
su rey se giró mirándole fijamente y fiel al estilo saiyajin se dejó de rodeos.
-Urels y Yailr son fuertes, pero ninguno lo bastante como
para inquietarme seriamente. Ni tampoco a ti. Dime. ¿Quién era el tercer
defensor cuando tú perdiste el reto?- Le inquirió a bocajarro.-
Dariel bajó
levemente la mirada y pudo responder…
-Blinz, mi señor, el hermano de Calix. Un poderoso guerrero.
Fui incapaz de superarles a los tres…Yo le sustituí cuando fracasé en la prueba
y él partió a buscar a unos renegados.
-Ya veo.- Suspiró Lornd colocando sus manos tras la espalda
y paseando por aquel salón.- También he comprobado la fuerza de Blinz, es
incluso superior a Urels, sin embargo, pese a ello. No creo que tú te esforzases
seriamente.
Ahora el
asombro dominó la cara de Dariel, enseguida el saiyajin trató de defenderse
protestando.
-¿Cómo podéis pensar siquiera que no iba a darlo todo por
convertirme en rey de nuestro pueblo?
Y Lornd,
sin apenas alterar su hierático
semblante, replicó…
-Al menos por dos motivos. El primero, no querías hacer a tu
hermana desgraciada. Sabes bien a quién ama ella. Y que si hubieses vencido
habría pedido ser tu consorte real y la madre de tus hijos…pese a que en el
fondo no deseara tal cosa en absoluto.
-Sí, Majestad.- Pudo admitir el joven bajando la cabeza.-
Así habría sido sin duda. Ella no hubiera dudado ni por un instante en cumplir
lo que creía que era su deber para con Nuevo Vegeta.
-Y la segunda razón…- Añadió el soberano con voz queda.- Es
que también tú amas a alguien. A alguien a quién hubiera sido imposible seguir amando
como rey…
El saiyajin
miraba ahora a su soberano con la boca abierta. ¡No solamente era muy poderoso!
Parecía además leerle el pensamiento con suma facilidad…Y la cosa fue a peor
cuando sagazmente Lornd señaló…
-Es muy
extraño que el saiyajin más fuerte de este planeta no se haya emparejado hace
tiempo. Con su propia hermana estaba claro que no, puesto que Seira aspiraba a ser
reina. Y cuando su hermano no logró convertirse en rey, esa exigencia por ser
la madre de los posibles herederos al trono se desvaneció. Pero hay otras
mujeres muy atractivas y poderosas aparte de ella. Y a falta de un monarca, alguien
como tú debería haber formado una familia que habría sido la más fuerte de este
mundo…
El joven quiso tomar la palabra y
apenas sí pudo decir….
-Señor,
en mi calidad de defensor del reto, yo…
-Nada te
lo impedía, no hay ley alguna que prohíba a un defensor del reto el emparejarse.
De hecho, Urels está casado y tiene dos
hijos. Me informé cuidadosamente sobre mis rivales.- Le explicó Lornd.- En
cambio Yailr y tú, no… Llama mucho la atención siendo los saiyajin defensores,
los más fuertes de todos. ¿No lo crees?
-¿Qué,
qué estas tratando de decir, Señor?- Inquirió Dariel con nerviosismo en su tono
de voz.-
-Que me
fije en la forma en la que protegiste a Yailr durante la lucha. Solamente se
hace eso por alguien a quién se ama.- Remachó el rey.-
-Se
protege a los compañeros de armas. Eso es básico en un combate.- Opuso el joven.-
-Pues no
vi que hicieras lo mismo por Urels.- Rebatió Lornd, que ahora con más seriedad
en su voz, ordenó a su Canciller.- Dile la verdad a tu rey.
Dariel bajó la mirada y apenas sí
fue capaz de musitar, ahogando incluso unos sollozos de vergüenza…
-Mi
Señor, tenéis razón… nuestra relación es algo que para nuestro pueblo no es
aceptable. El deber tiene que estar por encima de nuestros deseos personales.
Yo inculqué eso a mi propia hermana y sin embargo no he sido capaz de cumplirlo.
No merezco ser vuestro Canciller. Sería vuestra prerrogativa y obligación el
desposeerme de este cargo y desterrarme sino ejecutarme…- Afirmó sentenciando.-
No quiero ser motivo de vergüenza para mi linaje.
Lornd le miró de forma inexpresiva y
entonces con gran celeridad le lanzó una bofetada que lo derribó en el suelo
para al fin espetar...
-¿Ahora
te atreves a decirme lo qué tengo que hacer? ¿Tú que golpeaste a tu hermana por
hacer lo mismo?
Sin embargo, cuando se restañó la
sangre de los labios y pudo reponerse lo bastante como para permanecer de
rodillas ante su soberano, el chico se atrevió a replicar con tintes eso sí,
llenos de respeto…
-No, mi
Señor. Yo la golpeé por no mostraros el debido respeto. Pero lo que ella dijo
era cierto. Estaba cumpliendo con su deber…
-Igual
que tú con el tuyo ahora. ¿No es así?- Inquirió Lornd.-
-Así es,
Majestad.- Pudo replicar el aturdido saiyajin.-
-
¿Piensas que tu relación con Yailr enturbia tu capacidad para cumplir con tus
obligaciones?- Quiso saber Lornd.-
-En
algunas cosas sí, Señor.- Admitió el interpelado.-
Entonces el soberano se paseó una
vez más por la estancia y tras sonreír afirmó lapidariamente…
-Muy
bien, pues ese problema de tu relación
se ha terminado…
-Como
vos digáis. Dejaremos de frecuentar nuestra mutua compañía y nos desposaremos
con las mujeres saiyajin que nos ordenéis.- Suspiró Dariel añadiendo en un
intento por parecer convencido.- Tras los sacrificios y gestos de valor que he
presenciado por vuestra parte y por la de la soberana y mi propia hermana, es lo
menos que podemos hacer. Y os ruego vuestro perdón…
Una vez más Lornd no le dejó
terminar. Con un gesto de una mano le hizo levantarse y declaró fingiendo algo
de irritación en su voz…
-No he
querido decir eso. Y deja ya de completar mis frases. Sé hacerlo solo. Mi
decisión es la siguiente. Como tu rey no hallo ninguna falta en tu proceder. Ni
a ti, ni a Yailr se os exigirá que hagáis ese sacrificio. No es necesario. Tu
honor y el suyo están a salvo porque sois leales. Y como a buen seguro tendré
que ausentarme mucho de nuestro amado planeta tus obligaciones como regente
harán que el matrimonio te sea algo difícil de compatibilizar con las mismas. Yailr
podrá estar a tu lado para ayudarte en lo que consideres oportuno. A tu criterio
dejo también el darle explicaciones a Seira sobre esto. Si piensas que ella
merece conocer o no la verdad, será tu decisión.
El saiyajin no podía creer lo que
escuchaba. No pudo refrenar el impulso de arrodillarse y besar la mano que le había golpeado.
Finalmente pudo casi balbucear.
-¡Mi
Señor, sois en verdad un legendario rey! Vos y la reina Meioh habéis conseguido
no solamente nuestra lealtad por ley sino por amor a vuestras personas. Pedidme
cualquier cosa y solo desearé no defraudaros…
-Muy bien,
en ese caso levanta y escucha. Necesito tu ayuda. Tenemos mucho que hacer.- Le
ordenó su soberano con tono más afable.-
Dariel así lo hizo. Presto a servir a su rey de la mejor
forma posible. Por su parte, una vez avisó al hermano de Seira, Calix partió a la búsqueda de esa mujer
guerrera a la que encontró aguardando a ser llamada. Al ver llegar a ese saiyajin
ésta le ignoró hasta que él se dirigió a ella con un tono forzadamente neutro.
- Seira,
tenemos orden de acompañar al Rey y la Reina a la Tierra, como sus escoltas
personales. Antes de eso nuestra soberana me ha ordenado decirte que quiere
verte en sus estancias privadas.
-¿Tú?
¿Escolta? El rey no te necesita... más bien tendría que protegerte él a ti. - Replicó
ella con una incrédula sonrisa de desprecio.-
Calix ignoró este comentario aunque le dolía mucho y
respondió con serenidad.
- Bueno,
más bien yo voy como su consejero, es mi cargo y así se me ha ordenado...
Ante esto su interlocutora no tuvo más remedio que asentir y
conceder, aunque haciéndolo con un tono exento de cortesía, más bien casi a la
defensiva.
- Muy
bien. Tienes ese rango y como tal te respeto, pero nada más que eso. Acepto que
te lo has ganado al ser fiel al rey desde el principio como su padrino durante
el desafío, pero mi actitud hacia ti no va a cambiar...
-¿Por
qué, Seira?- Preguntó Calix que ya no pudo disimular su dolor. -¿Por qué me desprecias tanto? Antes éramos
muy amigos. Y yo te qui...- se contuvo para no pronunciar esa palabra, casi
vedada para los de su pueblo y la sustituyó agregando con un tono más apagado -
apreciaba mucho...
- ¡De
sobra lo sabes! - Estalló la chica con un tono indignado que también parecía
teñido por el dolor. -¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué fuiste tan cobarde? ¿Por qué
no fuiste un guerrero como todos? Huyes de la lucha, no te atreves a
enfrentarte con otros saiyajin...- le recriminó y ahora su tono sonaba furioso,
parecía incapaz de mantener su habitual indiferencia -...ese comportamiento es
indigno de nuestro pueblo…
- Seira,
lo que hice o lo que no hice en el pasado ya no lo puedo cambiar. Piensa lo que
quieras, pero no me odies, por favor.- Le pidió él con una mirada suplicante. -
- No te
odio, Calix. Se odia a quien de algún modo se respeta. - Contestó ahora con una
voz fría. - No te mereces ni siquiera eso....ahora déjame sola. Debo acudir con
la reina.
Le dio la espalda y
el abatido saiyajin se marchó cabizbajo. Seira mientras también miraba al suelo
con una expresión de gran tristeza.
-No,
nunca podría odiarte.- Meditaba ella con pesar.-
No obstante, la saiyajin se sobrepuso enseguida y compareció
presta a la llamada de su soberana. Setsuna la esperaba luciendo ahora un
vestido largo de tonos entre verdes y negros que había recibido como regalo de
sus damas. Su guardiana enseguida hizo una marcada reverencia y declaró.
-Aquí
estoy, mi señora. ¿Me mandaste llamar?
Plutón suspiró de forma larga. Ahora tenía que preguntarle a
esa mujer algo muy importante. Paradójicamente fue su enfrentamiento con ella,
su lucha por el hombre que amaba y por su propia vida, la que había postergado
esta cuestión. No obstante, ahora la nueva reina de los saiyajin se veía ante un
gran dilema personal y quiso servirse de su guardiana que, además, ostentaba el
cargo de consejera. Así pues le preguntó, no sin antes pedirle.
-Seira,
quiero que me respondas con total sinceridad.
-Lo que
tú ordenes, mi señora. – Afirmó tajantemente ésta. –
-Dime.
¿A qué obliga el título de soberana del mundo de los saiyajin y cuál es el
juramento de lealtad que deberé hacer? - Quiso saber ella. –
Su guardiana pareció desconcertada, aunque supuso que esa
pregunta era normal, a fin de cuentas su nueva reina era extranjera. De modo
que se plegó a su demanda y contestó.
-Mi
señora, como soberana del reino vuestro deber es servir a nuestro mundo y a
nuestro rey. Deberéis ser leal y jurar fidelidad eterna y exclusiva a su Majestad
y a las leyes y tradiciones de nuestro pueblo.
-Supongo
claro, que eso choca contra otras lealtades. – Comentó Setsuna con el gesto
demudado. –
-Así es,
mi señora. No podréis tener más lealtad que la que corresponda a los intereses
del reino, de nuestro planeta y de su Majestad.- Sentenció tajantemente Seira
que completó.- Como yo por ejemplo debo seros leal a vos. –
-Pero tú
también has jurado servir a este mundo y al rey. – Pudo decirle su
interlocutora, que quiso saber con palpable interés. - ¿En caso de conflicto de
lealtades, es decir, si tuvieras que elegir entre la obediencia que me debes a
mí y a este planeta o al rey? ¿Qué harías?
-Mi
señora, no habría tal. Mi juramento de fidelidad a nuestro monarca y al planeta
Nuevo Vegeta estaría siempre por encima del que os presté a vos.- Afirmó la saiyajin
sin el menor atisbo de duda. –
-Entiendo.
– Musitó Plutón que se giró para que su interlocutora no pudiera ver su
entristecido rostro. – Muchas gracias, me has sido de gran ayuda. Ahora puedes
retirarte.
Seira no respondió, únicamente hizo otra marcada reverencia
y dándose media vuelta salió de las estancias. Setsuna lo había sospechado, es
más, ella lo había sabido desde el principio. Ahora se debatía en una terrible
encrucijada. Su juramento de lealtad a la reina Serenity y a su labor de
proteger el Portal del Espacio Tiempo colisionaba de manera directa con sus nuevos
deberes y obligaciones reales. ¿Acaso una reina de los Guerreros del Espacio
podría ser vasalla de los soberanos del Milenario de Plata y la Tierra? No lo
creía posible. ¿Cómo iba a ser capaz de doblar la rodilla ante otra reina? Los saiyajin
jamás se lo perdonarían. Ella supuso que esto podría llegar a ocurrir, pero los
acontecimientos se desarrollaron tan vertiginosamente que no se vio capaz de
detenerse a reflexionar. Es más, ni siquiera a plantearse en serio esa
posibilidad y menos a informar de ella a Lornd. Ahora no le quedaba otra salida.
Cuando viajase a la Tierra tendría que hablar con Usagi y contarle lo sucedido
y, si no había otro remedio, renunciar a su puesto como guardiana y a sus
poderes como Guerrera Plutón. Caso de que la reina Serenity se lo permitiera.
De no ser así, tendría que romper un juramento u otro. Y desde luego conocía
perfectamente cuál de los dos le traería peores consecuencias para la Tierra y
sus seres queridos, en caso de incumplirlo.
-¡Oh,
padre Cronos!, ¡ayúdame! – Suspiró pensando consternada.- Haga lo que haga
heriré a muchas personas honorables y buenas.
Y la muchacha, tras meditar sobre
eso, decidió no dejar translucir su angustia. No deseaba amargar a Lornd,
quizás aquello pudiera resolverse de mejor modo. Así pasaron un par de días,
los preparativos se ultimaron y efectivamente la coronación se fijó para la
vuelta de los Reyes. En una nave de cuatro plazas Lornd, Setsuna, Seira y
Calix, llegaron a la Tierra. Setsuna, vestida como sailor le pidió a su guardiana que la entrenase al modo
saiyajin. Ambas fueron también al Rincón del Alma y del Tiempo, sólo estuvieron
dentro unas seis horas del exterior que para ellas fueron tres meses. Seira enseñó
a su soberana a luchar al estilo de su
pueblo, a cambio de que ésta le explicara la fuerza del amor...y como poder
utilizarla. Así, las dos mujeres aprendieron mucho la una de la otra. Sin ir
más lejos, al principio, cuando comenzaban su entrenamiento y Setsuna se
transformó en Sailor, Seira meneó la cabeza y le dijo.
- Mi
señora, podrías luchar mucho mejor si no llevases esas ropas, no son nada
prácticas...
- Pero
siempre he luchado con ellas y hasta ahora no he tenido problemas,- objetó su
interlocutora algo perpleja -.
- Si
queréis que os enseñe a luchar a la manera de los saiyajin deberéis hacerme
caso. Yo prometo a mi vez seguir vuestros consejos para dominar el poder del
amor.- Respondió la guerrera del espacio con tono paciente. -
- No
Seira, el poder del amor no se controla. Ahí radica precisamente su poder. - Le
rebatió Plutón y la saiyajin la miró confusa ante lo que su soberana sonrió
ligeramente quitándole importancia para agregar. - Bueno, ya te lo explicaré. ¿Qué
crees que debería de cambiar en mi atuendo?...- Quiso saber para cambiar de
tema. -
- No os
ofendáis, pero todo....por ejemplo, ese calzado. - Señaló acusatoriamente a las
botas altas de Setsuna que las miró sin entender en tanto la saiyajin le
explicaba. - Con ese tacón tan alto perdéis velocidad y equilibro. Además, vuestra
columna vertebral se resentirá cuando saltéis - y sin más palabras apareció
junto a su reina a gran velocidad y la tomó de una pierna en tanto le pedía con
tono humilde. – Con vuestra venia, Majestad – y arrodillándose le levantó un
pie arrancando un tacón, repitiendo la operación con el otro.- Así tendréis más
estabilidad ¿a qué está mejor así?- Inquirió la saiyajin que esbozó una leve
sonrisa de circunstancias. -
- Bueno,
sí, aunque me noto algo rara...más baja quizás. - Pudo decir su interlocutora tratando
de habituarse a andar. -
-¿Es por
eso?...no sois tan baja, señora, ¿acaso vuestra estatura no es normal para las
mujeres de nuestro pueblo? ¿Quizás es que las terrestres son más altas? - Quiso
saber Seira sorprendida. -
- No, al
contrario, normalmente son un poco más bajitas.- Sonrió su contertulia pensando
que su metro setenta y siete no estaba al alcance de la mayoría de mujeres,
aunque no se privó de admitir.- Tú sí que eres realmente alta. ¿Cuánto mides?
- A
decir verdad, no lo sé. Nunca me preocupó.- Repuso su contertulia que retornó a
lo que les ocupaba.- Bueno, eso no importa, ahora vuestro traje.- Declaró la
guerrera del espacio que la recorrió con la vista en actitud crítica, añadiendo.
- Esa falda, es muy corta y no os protege las piernas, ni tampoco usáis un
peto, tomad.- Sacó uno que llevaba en su bolsa de viaje pidiéndole respetuosamente a su reina. -
Poneos este mío, os lo suplico, a mí ya me queda algo pequeño, a vos os estará
bien.
- Gracias
Seira,- contestó Setsuna ojeando el peto con curiosidad, sin saber muy bien cómo
ponérselo aunque dejando un poco de lado eso agregó con desenfado. -A propósito
tutéame. Creo que podemos tener más confianza.
- Lo que
tú digas señora, entonces comencemos a entrenar. Lo primero es que aprendas a
moverte rápido y esquivar los golpes, para eso… - sacó lo que parecían dos grandes
tobilleras y se las entregó afirmando. - Cuando puedas moverte con esto, a la
misma velocidad que ahora lo haces sin ello, habrás ganado mucha rapidez.
Setsuna asintió y trató de moverse
aunque casi no podía hacerlo, pero gradualmente se fue habituando y entre el
peso y la severidad de las condiciones del cuarto progresó mucho en esos meses.
Hasta había desarrollado un poco de masa muscular para horror de la chica. En
fin, todo fuera por quedar bien ante sus nuevos súbditos. A su vez, cuando las
dos se permitían un descanso hablaban. Plutón estaba muy interesada en saber
cosas de la vida de su guardiana. Seira le contó algo que ya escuchase por boca
de Nilia y Moena..
-Mi
hermano y yo perdimos a nuestros padres a corta edad. Ambos murieron tratando
de repeler un ataque que vino del cielo, unos proyectiles que iban a
estrellarse contra nuestro planeta. Eso nos contaron cuando crecimos.
La sailor quedó impactada, a parte del trágico fin de esos
guerreros aquello era demasiada casualidad. ¡Casi lo mismo había sucedido en la
Tierra con ese gigantesco meteorito! Aunque afortunadamente Lornd y los demás
salieron airosos de aquel trance sin perder a ningún guerrero. Así se lo
comentó a su guardiana.
-Eso
significa que tus amigos y nuestro rey son aún más excepcionales de lo que yo
imaginaba. Deseo mucho conocerles, con tu venia. Y quisiera saber más cosas
sobre ese amor que poseéis, capaz de tantas maravillas.
-Verás,
Seira. Sin ir más lejos tus padres poseían tal poder. Por ello se sacrificaron
por todos vosotros, sobre todo por tu hermano y por ti.
-Ellos
hicieron lo que se espera de cualquier saiyajin honorable.- Objetó la atónita
joven.- Y yo, no entiendo ese terrible poder del amor, creo que puede ser muy
negativo si no se sabe usar. ¿No es así?
La soberana sonrió tiernamente a esa muchacha. Pese a todo su
poder y su valentía Seira parecía una niña cuando se tocaban estos temas.
Quizás no comprendiera debido a esa vida llena de deber y de exigencia,
únicamente centrada en la lucha, que había llevado. Aunque la sailor dudaba. En
su opinión esa chica tenía un corazón noble y eso significaba que era capaz de
amar. De modo que le dijo con tono amigable y casi de complicidad.
-Es
verdad. Pero no temas eso. Estoy segura de que también tú tienes ese enorme poder
en tu interior y que un día sabrás emplearlo bien.
-Pero.
¿Cómo podré estar segura de que lo tengo? ¿Cómo se manifiesta?- Inquirió la
perdida saiyajin.-
-Por
mucho que te lo quiera describir es algo que debes sentir dentro de ti. Y estoy
convencida de que ese día llegará, entonces comprenderás sin necesidad de
palabras. Confía en mí.
-Si tú
lo dices, mi Señora. Tu palabra para mí es ley.- Sentenció Seira.– Y deseo
confiar en ella ahora más que nunca.- Suspiró con semblante abatido ahora.-
-Dime.
¿Qué es lo que te preocupa tanto?- Quiso saber la soberana.-
-Señora,
no estoy aquí para crearos más complicaciones sino para ayudaros a resolver las
vuestras.- Declaró la muchacha.-
-Es mi
deseo compartir tus penas y tus alegrías. No quiero a nadie en mi reino que
sufra sin poder recurrir a mí. – Replicó Setsuna.- Y menos que nadie mi
Guardiana Personal, de la que depende mi seguridad.
La saiyajin asintió comprendiendo la
lógica de aquello, plegándose pues a la orden de su reina le relató con voz
queda…
-Fue un
poco antes de partir hacia este planeta. Mi hermano Dariel me mandó llamar a
sus aposentos.
La joven recordaba como acudió,
llena de orgullo y alegría. Enseguida se plantó allí y tras hacer una
inclinación quiso saber con tintes de satisfacción.
-¿El muy
Noble Canciller me mandó llamar?
-Tengo
que decirte algo, Seira.- Replicó él con tono grave.-
-¿Qué
sucede? ¿He cometido alguna falta?- Quiso saber la muchacha no sin inquietud
ahora.-
Esperaba que, pese a todo lo
sucedido, tras su derrota su hermano no se avergonzase de ella. No obstante, él
movió la cabeza y se paseó nervioso por sus aposentos para tratar de reunir el
valor suficiente. Al fin, se detuvo y mirándola a los ojos, declaró.
-Tú no...la
he cometido yo, y una muy grave, espero que logres perdonarme.
-¿Tú? Tú
no has hecho nada más que dar gloria a nuestro mundo y a nuestra familia. Los
mismos reyes lo han afirmado así.- Repuso la desconcertada chica.- ¡Es un honor para mí ser
tu hermana!
Dariel volvió a negar con la cabeza
y se atrevió al fin a confesar todo lo que había hablado con su rey. El gesto
de su contertulia pasó de la incredulidad al pesar y después incluso a la ira. Sin
poderse contener apenas pudo decir.
-Eso que
estás diciendo. ¡No puedo creerlo! ¿Pudiste vencer en el desafío y no lo
hiciste? ¿Por qué?...
-Por
amor.- Fue la réplica tan rápida como firme de Dariel.- Hacia ti y hacia otra
persona más.
-¡No! -
Negó ella moviendo la cabeza visiblemente alterada ahora.- No me hables de
amor… De ese poder tan sombrío y extraño. Me antepusiste al deber…y eso es
imperdonable. La misma reina Meioh estuvo dispuesta a renunciar a eso por su
obligación. ¡Y es una terrícola! Una terrestre ha demostrado más apego al honor
y a la lealtad del pueblo saiyajin que mi propio hermano…
-Sabía que
no podrías comprenderlo, Seira.- Musitó apenadamente él, admitiendo sin
reparos.- Ni yo mismo lo entiendo, pero es la verdad…
Su hermana le cruzó la cara con
sendas bofetadas. Apenas sí pudo escupir temblando de indignación…
-¡Te
idolatraba! Para mí eras el saiyajin perfecto. Lo más parecido al guerrero
legendario hasta el retorno de nuestro rey…
-Nadie
es perfecto, Seira.- Suspiró él mirándola con tristeza.- Nadie lo es…
-¡Ahora
está muy claro que tú no! - Espetó la joven.- No…ya no quiero tener nada que
ver contigo. Y no sé cómo es posible que permanezcas en el puesto que ocupas.
No entiendo a los reyes.
-¿Es que
no lo ves?- Le inquirió Dariel ahora recobrando su tono de voz más tajante y
lleno de convencimiento.- ¡Ellos ven en nosotros fortaleza, no debilidad! Son
capaces de convertir los defectos en virtudes…Por eso son tan excepcionales.
Nos han enseñado que lo que juzgábamos como debilidades no lo son…Creí que tras
tu combate contra la reina habías aprendido esa lección. ¿Acaso no has
aprendido nada de tu derrota?
-¿Qué
lección, dime?- Exclamó ella entre sollozos de rabia.- ¿Qué lección es esa? Que
se puede faltar al honor y a la palabra. ¿Que quién creía que era mi modelo y
mi maestro en el fondo no es más un despreciable cobarde y un egoísta?
Esta vez el furioso Dariel replicó a
eso con una bofetada que derribó a su hermana. No obstante, ella reaccionó transformándose
en súper saiyajin y atacándole a su vez. El joven hizo lo propio y tras desencadenarse
un corto combate pudo blocar todos los golpes de Seira y derribarla de un
puñetazo en el suelo…
-Sigo
siendo mucho más fuerte que tú, hermanita. Nunca olvides eso.- Declaró él.-
-No me
importa. Aunque me derrotaras cien veces, ciento una te atacaría.- Escupió la guerrera
mirándole desde el suelo para agregar incrédula de sus propias palabras.- Jamás
llegué a pensar que alguien tan fuerte pudiera ser al mismo tiempo tan débil.
-Te
equivocas. Ya te lo he dicho, eso no es debilidad. Y solo deseo que algún día
lo comprendas.- Suspiró Dariel volviendo a su estado normal de saiyajin.-
Seira dejó de brillar también y se
incorporó. Tras obsequiar a su hermano con una mirada de desprecio apenas sí
pudo espetar.
-¡Eres
aún peor que Calix! Al menos él nació siendo cobarde y con una fuerza de combate
inferior a la mía. No podía hacer nada por superarme. Eso es algo de lo que ni
siquiera él tiene culpa. ¡Pero tú!…eres un traidor a tu estirpe…
-¡Ya es
suficiente! - La cortó abruptamente su interlocutor.- Si no deseas ser llamada mi
hermana, así sea. Pero no te consentiré que te insubordines. Ódiame cuanto
quieras pero ten presente que ahora soy el Canciller.
La interpelada guardó unos instantes de silencio y tras
restañarse algo de sangre de su pómulo derecho pudo rechinar tratando a duras
penas de contenerse.
-Con la
venia del Canciller me retiro. Mis deberes como guardiana personal y consejera de
la Reina me reclaman… ¡Esa es ahora mi única lealtad!
-Pues ve
a cumplir con tu deber.- Le ordenó Dariel dándole la espalda.-
Llena de rabia la muchacha salió de
allí. Ahora recordaba aquello con profundo pesar.
-Señora,
me duele…y no son las heridas que Dariel me produjo, esas sanaron rápido.
Aunque en cierto modo es como si algo me hubiera golpeado…-Fue capaz de decir
conteniendo los sollozos.-
Setsuna posó una mano sobre las de su guardiana y
animosamente le dijo…
-Sé a lo
que te refieres. Por favor, no seas tan dura con tu hermano. Él debe de estar
sufriendo ese mismo dolor. Lo que hizo no fue por cobardía, al contrario,
demuestra mucho valor y también el amor que te tiene a ti y a esa otra persona.
-Lo
lamento mucho, mi Señora. Yo no puedo verlo de esa manera. Solamente obró
tratando de evitar su propia infelicidad, o la mía, o la de Yailr. Sí, sé
perfectamente quién es ese guerrero. Y me da igual que sea de su mismo sexo o
no. Esa no es la cuestión. Lo supe desde siempre. Como igualmente he sabido lo
que había entre Nilia y Moena. Y sus pretextos para no querer emparejarse con
ningún varón. Sin embargo, ellas eran de bajo nivel. Su comportamiento no
acarreaba consecuencias para Nuevo Vegeta. Pero el de mi hermano sí.
-Supongo
que lamentas no ser la reina y que yo lo sea. Para haber solucionado eso. -
Conjeturó Setsuna con tinte entristecido y compasivo a la vez.-
-No del
modo en que pensáis.- Se atrevió a admitir Seira.- Sois una gran soberana, y el
rey Lornd un magnífico monarca. Pero esa no es la cuestión. Señora, nada tiene
que ver contigo, ni con su Majestad. Lo fundamental es que lo que mi hermano
hizo no tiene justificación. No cumplió lo que entonces habría sido su deber.
Vencer en el reto cuando pudo haberlo hecho.
-Entiendo
tu punto de vista. – Afirmó su interlocutora.- Aunque me apena que tú no
comprendas el de tu hermano…
-Jamás
podré llegar a entender eso.- Sentenció su interlocutora que remachó con tintes
llenos de dolor en su voz.- No se entiende la traición…y menos la de tu propia
sangre.
Setsuna movió negativamente la cabeza suspirando pero sonrió.
El momento llegaría y su guardiana lo llegaría a entender, de eso estaba
segura. Aunque por el momento mejor sería dejarlo estar. Esas cosas no pueden
tratar de apresurarse. Finalmente cuando ambas mujeres salieron del cuarto les
tocó el turno a Lornd y Calix pero sin que Seira se enterase. Su soberana la
encargó acompañarla para buscar a sus compañeras y por su parte, Lornd se
dirigió a su consejero con aire algo severo.
- Bien
Calix, ahora lucharemos sin parar, vamos a estar aquí un medio año...
-¿Medio
año?- replicó el alarmado joven inquiriendo asombrado -... ¿cómo voy a poder
luchar seis meses contra vos, señor? La
reina y Seira…
- No te
preocupes, en el exterior sólo transcurrirá medio día...ni se darán cuenta.
Anda, vamos a empezar. - Le indicó su soberano que se preparó despojándose de
su chaqueta. -
- No sé
si podré hacerlo, sois muy superior a mí. - Objetó Calix que parecía temblar
solo con pensar en ello. –
Lornd suspiró, aquello iba a ser complicado, él no poseía la
facilidad de palabra de Setsuna para persuadir, ni para explicar la cosas. No
obstante tendría que intentarlo, no tenía idea de lo que ella diría en un
momento como este, pero decidió imitar al menos su templanza, así que repuso pacientemente.
- Calix,
esto es un entrenamiento...no voy a pelear en serio, pero tú sí que debes
trabajar a fondo ¡Vamos!- Le espetó de
forma brusca, pues su paciencia desde luego no era tan grande como la de su
prometida. - ¡Adelante!
- No sé
si podré luchar.- Dudaba él y su expresión mostraba miedo y bastante indecisión.
-
- Tú amas
a Seira y quieres que te corresponda. No somos tontos, tanto Setsuna como yo
creemos que no le caes tan mal como hace ver. Lo único que no soporta es que
seas débil, ten valor y lucha pensando en ella, ¿acaso no darías tu vida por Seira?...
- Sí
señor, lo haría…- contestó ahora más enérgico y decidido. -
-¡Pues
lucha!- Le arengó Lornd con un grito
tratando de animarle. - Lucha con todas tus fuerzas. Cada golpe que des, cada uno que recibas
piensa en ella, imagina que te acerca un poco más a su amor. No te importe lo
que ocurra, ¡vamos, hazlo por Seira!
Al oír esa soflama Calix se armó de
valor lanzándose contra su interlocutor transformado en súper guerrero. Lornd,
sonriente ante el éxito de su perorata, paró el ataque sin problemas. Luego, el
combate pasó a ser una sucesión de golpes que se prolongó varias horas. Tras
unos meses la actitud del muchacho había ido cambiando y su cuerpo y mente se
fortalecieron. Al cabo de ese medio año allí dentro, ambos salieron reforzados
y aquel chico estaba muy cambiado. Su fuerza había aumentado mucho y sobre todo
su carácter se había transformado, ya no dudaba y ponía verdadera pasión en la
lucha, pues comprendió que debería ser así cuando peleara por sus seres
queridos…
-¡Jamás
volveré a dudar!- Sentenció, ante la sonriente aprobación de su rey.-
Mientras tanto durante ese día y
ajenas por completo, al menos la saiyajin, a lo que estaban haciendo Lornd y
Calix, ambas mujeres volaban sobre la Tierra. Seira había enseñado a su
soberana a hacerlo. Con un buscador Setsuna rastreó las energías de sus amigas
y al cabo de unas horas las localizó en acción. Estaban entrenándose en una campiña
apartada. Le dijo a su guardiana que la esperase y que no interviniese hasta ser
requerida y ella bajó, cuando sus compañeras dejaron de entrenar las abordó...
- El
resto ya lo sabéis.- Declaró Setsuna dando por terminada su historia. -
Sus
compañeras estaban atónitas, aunque también muy preocupadas y la miraban de modo
serio. Fue Haruka la que la interrogó con tono incluso duro.
-¿De
veras estás pensando en abandonarnos, Setsuna?
-Todas
nosotras hicimos un solemne juramento. – Le recordó Michiru –
-Lo sé.-
Convino ella con voz queda para preguntar a sus compañeras. – Pero, ¿qué podría
hacer sino? De verdad que en cuanto conozcáis a Seira comprenderéis mis
motivos.
-¡Para
empezar, nunca debiste aceptar ese compromiso! – Espetó Haruka cuya voz sonó
ahora bastante más cortante –
-Vosotras
sabéis que el amor es inevitable. Sin ir más lejos, lo que sentís la una por la
otra. – Quiso defenderse Plutón –
-No es
la misma situación. En eso estoy de acuerdo con tu guardiana. Hemos jurado
muchas veces que si una de nosotras muriera o estuviera en peligro la otra
debería continuar defendiendo a nuestra princesa y cumpliendo su misión, en el
caso de tener que elegir. – Declaró Michiru también de un modo inmisericorde. –
-De
todos modos, - terció Urano, ahora de mejor talante. – La decisión final no es
nuestra. Tendrás que hablarlo con la Reina. Bueno, con Usagi. – Se corrigió con
un gesto más desenfadado –
-Sí-
sonrió a su vez Michiru haciendo que su compañera se sintiera mejor. –
Seguramente ella dará con una solución, ya la conoces. Solamente espero que sea
Usagi y no Serenity, la que te escuche.- Remachó pese a todo con un talante más
sombrío.-
-Os
agradezco vuestra franqueza.- Repuso Setsuna que se sintió alicaída al pensar
en esas últimas palabras de su compañera. –
-Dinos,-
le pidió Michiru para cambiar de tema, tratando de levantar el ánimo de su
amiga. Aunque también pensativa e incluso atónita para preguntar - ¿Entonces esa
tal Seira está por aquí?.....
-Me
gustaría conocerla.- Terció la voz de Haruka que sonó entre curiosa y
desafiante. -Quiero comprobar si es tan imponente.
-En ese
caso os la presentaré.- Les dijo más animadamente Setsuna que se tocó esa especie
de monóculo. Parecía estar emitiendo un mensaje y antes de que sus amigas
pudiesen preguntar nada, su curiosidad fue satisfecha. – No tardará - comentó
precisamente su compañera.-
Y así fue. Como un relámpago apareció
ante ellas una mujer bastante alta, de apariencia muy robusta, morena, de pelo
corto y mirada altiva. Lucía unas ropas similares a las de Setsuna, pero con un
pantalón corto y sin distintivos, tampoco llevaba capa. Plutón la presentó de
modo cordial.
-
Chicas, Ésta es la muy noble Seira Saiyanto, hija de Torix y Nairía, mi
guardiana personal y consejera. Seira, ellas son Haruka y Michiru, dos de mis
compañeras y amigas sailors, princesas también de sus respectivos planetas...
Aunque durante unos segundos, ambas
estaban sorprendidas y no supieron cómo reaccionar, enseguida se rehicieron.
Haruka le tendió la mano y enfrentó su mirada con la de Seira, ambas parecieron
analizarse. La saiyajin se la estrechó e hizo una leve inclinación con su
cabeza a modo de cortesía.
-¡Eres
altísima! - Exclamó Michiru sin poder evitarlo para querer saber -... ¿Todas
las saiyajin son como tú?...
- No,-
contestó Seira. - Yo estoy algo por encima de la media, igual que tu compañera
- miró a Urano que efectivamente a pesar de su buena estatura era bastante más
baja que ella. -
- Y
también parece que eres muy fuerte,- observó Haruka mientras la recorría con la
vista. - Has enseñado bien a Setsuna, no hemos podido vencerla, ¿nos enseñarás
también a nosotras?- Le preguntó con ese retintín meloso que ella era capaz de
fingir cuando estaba interesada en algo o alguien -...
- Si mi
reina me da permiso, lo haré con gusto - Replicó la saiyajin con una media
sonrisa sin captar ese tono. Aunque sí que añadió como condición. - A cambio,
vosotras podríais mostrarme algo de vuestras costumbres.
- Eso lo
haremos a su debido tiempo. Ahora ¿por qué no vamos a comer algo? no tengo más
alubias mágicas y me está entrando hambre. - Propuso Setsuna. -
-
Nosotras ya estamos alimentadas con las alubias, pero os prepararemos algo de
comer.- Se ofreció Michiru. -
-
Acompañadnos a nuestra cabaña. Es por aquí.- Declaró Haruka que les indicó el
camino y las cuatro recorrieron andando el trecho que las separaba de la misma.
-
La cabaña era pequeña aunque
acogedora, con un salón, una habitación de dormitorio baño y cocina. Todo con
una monocroma decoración marrón. El baño en cambio lucía un blanco inmaculado
merced a sus baldosines. Haruka les ofreció dos sencillas sillas de madera. A
Seira pareció gustarle el sitio, se asemejaba bastante a sus propias estancias,
espartano, sobrio y bastante funcional. Sentadas alrededor de una mesita esperaron a que Michiru trajese algo.
La joven apareció tras unos instantes de la cocina con unos paquetes que
estaban llenos de comestibles, queso, jamón, algo de pollo, etc. Acompañados
de una botella de vino y pan. Haruka se
levantó para ayudarla y trajo algunas patatas fritas, carne ahumada, leche y
miel...
- Sin
cumplidos,- les sonrió Michiru mientras extendía los brazos en dirección a las
viandas animándolas - ¡Comed todo lo que queráis! no sé si os bastará, pero
como no solemos quedarnos mucho por aquí, no tenemos demasiada comida....
- Está
bien, gracias - dijo Seira.- Con vuestro permiso, mi Reina.
Setsuna asintió
también y se hizo un pequeño bocadillo con carne ahumada y queso.
- Con
esto comeré de sobra, luego un poco de leche y miel y ya está. Hay que vigilar
la línea.- Declaró Plutón más para sí misma que para las demás. -
Seira por su parte sí que necesitaba
algo más. Comenzó a devorar la comida de una forma que dejó perplejas a Haruka
y Michiru. Setsuna ya estaba algo más acostumbrada. Cuando se quedó satisfecha,
la saiyajin casi había acabado con todas las existencias, sonriente dijo a las
dos sorprendidas chicas.
- Muchas
gracias por vuestra comida, lo cierto es que estaba hambrienta...
- Ya, ya
lo veo.- Musitó Haruka observando, - los saiyajin coméis mucho, ¡es increíble!,
por más que lo vea siempre me sorprende.
- Hemos
visto comer a Lornd y a su hermano, pero nunca a una mujer de su raza. Es que
no me explico donde lo echáis.- Remató Michiru aún sin podérselo creer, incluso
dejando translucir cierto tonillo de envidia. – Y no se os acumula…
- Será
por el ejercicio que hacen - contestó Setsuna que aventuró. - Queman muchas
calorías con esas bolas de energía que lanzan.
- Nosotros
tenemos un metabolismo muy avanzado.- Afirmó Seira explicándoles efectivamente
a sus interlocutoras. - Necesitamos consumir mucha energía...
- Muchas
mujeres de la Tierra envidiarían tu figura, sobre todo a la vista de lo que comes...-
señaló Michiru con una sonrisa -
- Las
mujeres terrestres dais mucha importancia a esas cosas.- Replicó Seira
mostrándose sorprendida al tiempo que añadía. - No lo comprendo, el cuerpo es
importante cuidarlo y fortalecerlo, es verdad, pero para el combate y la
procreación, no para cuestiones estéticas...
- Bueno,-
objetó Haruka -...hablando de la procreación. Al menos en algunos casos. A las
mujeres les gusta arreglarse para gustar a los hombres, o a otras mujeres o
incluso a sí mismas, y el cuerpo es importante,...
- Tú
también eres mujer y no le das tanta importancia.- Declaró perspicazmente Seira
observando a su interlocutora.-
Ahora que no estaba ataviada como sailor, llevaba un
pantalón largo, una chaqueta vaquera y una camisa sin ningún tipo de maquillaje
ni adornos. Contrastaba con Michiru, que vestía una falda corta y una blusa de
seda y se adornaba con un collar de perlas y unos pendientes a juego, sus
labios estaban pintados con un ligero tono sonrosado. La saiyajin declaró dirigiéndose
a Urano con aprobación.
- Eres
como yo, sólo te preocupa la eficiencia.
- Bueno-
terció Setsuna divertida. - Haruka no es una mujer corriente, no le convencen
esas cosas...
- Cada
una tenemos nuestros gustos,- añadió está declarando ahora en referencia a Seira.
-Pero tú eres muy bonita, estoy segura de que
los hombres se volverían locos por ti.
- Es
verdad, reúnes una mezcla muy interesante. - Aseveró Michiru que jugueteó con
sus dedos con el peto de Seira que la miraba sin entender cuando la sailor
añadía con tono teñida de melosidad. - Eres tan fuerte y segura, y a la vez tan
hermosa, gustarás tanto a hombres como a
mujeres...
-
Michiru, ¿no estás llegando demasiado lejos?...- intervino Haruka con un tono
entre divertido y reprobatorio. -
-¿Es que
estás celosa?- añadió su compañera con
una sonrisita algo pícara. -
- Podría
ser,- contestó Haruka devolviéndole la misma sonrisa.-
Setsuna
visiblemente colorada trataba de mirar para otro lado y se decidió a cortar la
situación proponiendo.
- ¿Y
si llevara a Seira para que la
conociera Esmeralda?, ella cambiaría su
imagen...
Haruka y Michiru asintieron con una sonrisa, ¡eso tendrían que verlo! ...
-¡Sería
una idea magnífica! - Aseguró la guerrera Neptuno.-
Seira estaba desconcertada, no
entendía la conversación de las compañeras de su reina pero tenía curiosidad
por saber cómo hacían las mujeres de la Tierra para emparejarse. Su soberana le
había dicho que no se basaban en la fuerza, entonces, ¿en qué? Quizá en la
vestimenta, eso era algo ridículo, un vestido se podía cambiar con facilidad,
pero la potencia de combate no, había que trabajar mucho y entrenar con tesón para
mejorarse.
- Sí, me
gustaría saber a qué os referís...- dijo mostrándose curiosa. -
-
Entonces vámonos, luego nos reuniremos con Lornd y Calix.- Se levantó y Seira hizo
lo propio – en tanto su reina se despedía. - Hasta luego chicas...
- Volved
cuando Seira esté lista, no me la perdería por nada.- Comentó Urano con
bastante interés. -
-
Haruka.- Intervino Michiru con resignada paciencia. - Seira no es tu tipo....no
empieces...
-¿Por
qué no?...- replicó ésta con una voz bastante aterciopelada agregando.- Me
gustaría conocer a una mujer más fuerte
que yo para variar, así me sentiría protegida entre sus brazos. ¡Ja, ja!, podría
ser toda una experiencia....
-¡No
tienes arreglo!- Respondió Michiru riendo a la par que movía la cabeza. -
-¿A qué
se refieren, mi reina? - Quiso saber Seira mirando extrañada a Setsuna, buscando
en ella alguna explicación. -
- Son
bromas suyas, no les hagas caso,- pudo decir ésta visiblemente avergonzada.
- Adiós
- y sin más salió de la cabaña y su guardiana la siguió, las dos se
fueron volando. -
Durante el recorrido, su soberana le
explicó a Seira algo sobre las relaciones entre los hombres y las mujeres en la
Tierra. La saiyajin escuchaba bastante atónita para preguntar.
-Entonces,
¿tus compañeras son como Nilia y Moena?, ¿tienen esa clase de relación?
-Sí. -
Admitió Setsuna.- Además de camaradas de armas son pareja.
-Luego
han renunciado a procrear.- Afirmó la saiyajin.-
-Eso nunca
se sabe.- Replicó enigmáticamente su interlocutora.-
-Si no
tienen atracción por un hombre no serán capaces de hacerlo.- Afirmó convencida
Seira.-
-Eso se
puede lograr de otros modos.- Le respondió su soberana.-
Ante
la asombrada mirada de su guardiana, Setsuna le comentó que en la Tierra
existía la posibilidad de inseminar a las mujeres para que tuvieran hijos sin
necesitar practicar sexo con un varón.
-No me
gustaría un método así. Preferiría saber quién va a ser el padre de mis hijos.
¿Cómo evitar que te fecunden con una semilla débil sino?
Su interlocutora suspiró resignada. Era difícil tratar de
explicarle eso a la rígida saiyajin. Aunque entre esas conversaciones se les
pasó el viaje rápidamente. Cruzaron el continente europeo descendiendo a la
altura de París. Con gran celeridad para
no ser vistas aterrizaron al fin en un espacioso porche perteneciente a una gran
mansión y Setsuna llamó al timbre. Al cabo de unos segundos una mujer de verde
melena y vestida de forma muy elegante les abrió la puerta.
- ¡Hola,
Esmeralda! - Saludó la sailor con una agradable sonrisa. -
-¿Setsuna?-
replicó ésta visiblemente sorprendida.-
Tanto que la observó
de arriba abajo, al igual que a Seira, obviamente extrañada por sus ropas y tras
ese análisis finalmente contestó con un cordial.
-Me
alegro de verte,...
-Seguro
que te preguntarás porqué vamos vestidas así, ¡ah perdona, ésta es Seira!
Setsuna la presentó con una indicación y la saiyajin inclinó
de nuevo la cabeza de una forma muy deferente.
- Las
amigas de mi reina son mis amigas,- añadió con tajante decisión. -
-¿Reina?...-
Esmeralda no podía ocultar su cara de sorpresa, plantada delante de la puerta,
al fin reaccionó - ¡Oh, qué descuidada soy! ¡Pasad, por favor, no os quedéis en
la puerta! Diamante no está. Se encuentra en la Masters Corporation,
discutiendo algunas cosas con Ian.
Según hablaba las condujo a un amplio salón que estaba
decorado profusamente con todo tipo de detalles a cual más lujoso. Seira lo
escrutaba todo con una mirada muy sorprendida. Era un lugar tan rico y lujoso
como el palacio del rey. Incluso pudiera ser que más. Quizá esta mujer fuese la
reina de la Tierra, pensó. Sería lo normal al ver que ella y su soberana se
trataban de igual a igual.
-
Permíteme que te ponga al corriente, Esmeralda.- Le comentó Setsuna que pasó a referirle de
forma muy resumida toda la historia, su interlocutora estaba perpleja en tanto
la sailor remachaba. - Y ahora venimos a ver si tú puedes poner a mi guardiana
a la moda terrestre...
-¡Oh,
bueno, claro! - Aseguró la diseñadora aun atónita -...ven querida,- invitó a
Seira para que se acercase con un gesto
de su mano según conjeturaba. - Debes tener una talla más que yo, al menos por
tu altura....seguro que pasas del metro ochenta.
Y sin ceremonias le indicó a la
saiyajin que se descalzara y se colocara en posición recta contra una pared que
tenía una especie de regleta graduada. Similar a la que había en las consultas
médicas para los reconocimientos.
-Debes
quedarte quieta y bajar la cabeza un poco pero sin doblar el cuello.- Le indicó
la diseñadora.-
-Extraña
técnica.- Comentó Seira quien viendo a su soberana asentir, obedeció de
inmediato.-
Esmeralda bajó entonces un tope de
metal hasta que este tocó la coronilla de la saiyajin. Entonces la modelo declaró.
-Sí, que
eres realmente alta, un metro y ochenta y tres centímetros. Como modelo
valdrías oro.
-Me temo
que no es lo suyo.- Sonrió Setsuna.-
Y mientras Seira, que no entendía
nada, se despegaba de aquella pared, su anfitriona tomaba la palabra una vez
más. Le tomó unas cuantas medidas más y no tardó en ir a mirar en su
guardarropa. Al volver dedicó una vez su atención a aquella imponente mujer.
-Vamos a
ver, ¿qué podría sentarte mejor?....ropa de sport quizá, o algo más serio, no
sé...- meditó Esmeralda tocándose la barbilla con aire pensativo mientras daba
vueltas alrededor de una inmóvil y atónita saiyajin -...
- Ponle
algo elegante, pero que sea cómodo. Seira está acostumbrada a poder moverse con
mucha libertad.- Le sugirió una divertida Setsuna. -
- Haré
lo que pueda.- Contestó Esmeralda que se desplazó hacia un gran armario de caoba
y sacó de él algunos trajes. - ¡Menos mal que me gusta tener ropa de varias
tallas! Anda, pruébate esto...
Le acercó a Seira un vestido compuesto por una falda beige y
una blusa de un suave tono asalmonado.
-
Pruébatelo,- le pidió Plutón también con
curiosidad. - Así verás cómo te queda.
Al requerimiento de su reina Seira se despojó inmediatamente
de su peto y del resto de su uniforme quedándose desnuda. Esmeralda la
observaba impresionada, su cuerpo era bastante robusto y musculoso, pero a la vez,
esbelto y muy bien torneado. Sus piernas eran largas y fuertes como columnas y
su estómago marcaba claramente las abdominales cuando lo contraía de forma
involuntaria para moverse. Sus pechos eran de buen tamaño pero no excesivos y
sus hombros y brazos le daban un aspecto fornido pero a la vez muy atractivo,
sus espaldas casi parecían las de un hombre, pero su piel en cambio era muy
tersa.
- ¡Eres un
monumento! - exclamó la diseñadora comentando admirada. – Lo dicho, Setsuna
dirá lo que quiera pero tú podrías ser una estupenda modelo...
-¿Modelo?...-
repitió Seira que tenía cara de no comprender nada.-
Y la sailor tras
sonreír divertida por aquello, le explicó.
- Las
modelos son mujeres muy bellas y de un cuerpo perfecto, suelen mostrar cómo
quedan en ellas las ropas para que todo el mundo lo vea. Esmeralda se dedica a
eso, ella es modelo y diseña trajes...
- Además
eres preciosa,-. Añadió la citada ensalzando entusiasmada las mejores cualidades
de la chica. - Tienes los ojos muy grandes y profundos, con chispa. Evidencias
un fuerte carácter, tus pómulos están muy marcados y tus labios son bastante carnosos.
Querida, cuando acabe contigo los hombres se pegarán por ti...
-¡Vaya! ,
aquí ocurre entonces lo mismo que en mi mundo...- comentó Seira con expresión
aliviada de haber escuchado por fin algo normal. -
-No,
Seira,- le aclaró una divertida Setsuna. - Lo dice de forma figurada. Es una
forma de hablar...
- No
comprendo, Señora. - Replicó ésta, perdida de nuevo.-
- Sí,
mira,- repuso Plutón tratando de ejemplificar. - Como cuando tú me decías que
acabarías conmigo en un segundo...
- Yo lo
decía en serio, os subestimé, lo siento, Majestad. Ya os dije que fue lo que
aprendí de mi derrota.- Se disculpó la saiyajin bajando la cabeza.-
Setsuna se encogió de
hombros y suspiró ante la sonrisa de Esmeralda, ya no sabía cómo explicárselo.
- No, no
eso, bueno, no importa, ponte la ropa. - Le pidió queriendo aparcar el tema. -
-
Espera- interrumpió la diseñadora algo alarmada para preguntarle - ¿No tienes
ropa interior?...no puedes ponerte eso así...
-¿Ropa
interior?... ¿qué es eso?...- Quiso saber Seira que se miró sin comprender. -
- Ahora
te lo explico.- Contestó Esmeralda que tras buscar en los cajones de sus
armarios le trajo medias, sujetador y algunas prendas íntimas según decía. - Estas
seguro que te van, póntelas. -
- Esto
es un protector.- Creyó descubrir Seira haciéndose con un sujetador -...para el pecho claro.
- Bueno
algo así, - replicó la diseñadora que quiso matizar. - Te hace estar mejor,
realza tus encantos. Y las protege… ya sabes… de la gravedad…
-¿Te
refieres a los pechos? Bueno,- convino Seira que se lo puso ayudada por
Esmeralda al igual que todo lo demás.- ¡Qué curioso peto! Aunque no parece muy
resistente.
Al fin se probó la ropa, tenía un aspecto bastante elegante
y estaba muy atractiva. Esmeralda la miró con aprobación.
- Muy
bien, ahora faltan algunos complementos.- Afirmó yendo a buscar varios
pendientes y unos collares.
Tras probarle algunos decidió que estaría mejor con una
cadena de oro y pendientes a juego pero Seira no tenía agujeros en las orejas,
así que Esmeralda tuvo que contentarse con unos pendientes de rubí que eran
prensiles.
-No he
llevado a cabo ninguna acción de mérito para que me honres con estas
condecoraciones.- Afirmó la confusa saiyajin cuando Esmeralda le colocó un
collar.-
-No te
preocupes, son simples ornamentos. Las mujeres terrestres los llevan.- Le contó
Setsuna tapándose la boca para no reír.-
Luego la diseñadora la hizo sentarse y la maquilló, los
labios de color rojo a tono con sus pendientes. Al terminar, Seira tenía el
aspecto de una mujer sofisticada de alto nivel.
-¿Estoy
acorde con los usos de las hembras humanas?- Inquirió la guardiana.-
-¡Estás
perfecta! , desde luego hay que reconocer que he hecho un buen trabajo ¿no? -
Declaró una orgullosa Esmeralda y
Setsuna asintió convencida de ello en tanto su amiga añadía. - Ahora vamos a
dar un paseo, pero antes, pruébate esto...- de un cajón del armario sacó un par
de zapatos de tacón de color también beige. - Espero que sea tu número. Son
algo grandes para mí. Yo calzo un treinta y nueve, estos son un cuarenta, pero como
son nuevos seguro que te aprietan, no te preocupes, se te pasará en cuanto andes
un poco.
Cuando se los hubo calzado Seira notó
que efectivamente le apretaban, pero lo peor fue levantarse, cuando trató de
andar casi se cayó.
-¿Cómo
podéis moveros con esto?...- inquirió incrédula. - Ahora que lo intento aun
creo que tenías más mérito al luchar contra mí con ellos.- Afirmó la saiyajin
que fue sujetada por sus acompañantes para que
no tropezase. -
- Piensa
que es un entrenamiento para el equilibrio.- Sonrió Setsuna. -
- Sí,
seguro que me vendrá bien...- confirmó Seira más entusiasmada con esa idea. –
Es más difícil de lo que parecía. – Admitió con estupor.-
-¡Pues
hala! , vamos a pasear para que los hombres nos admiren. - Declaró Esmeralda
añadiendo con afabilidad.- Pero antes Setsuna,
tú también tienes que cambiarte y como usas mi talla puedo dejarte algo mío.
Vas a estar muy bien, ya verás...
Una vez vestida con un traje azul
claro con zapatos a juego y un collar de esmeraldas que le prestase su amiga,
Setsuna salió con las dos. Se pasearon por las tiendas de la ciudad y todos los
hombres giraban la cabeza a su paso, mirándolas embobados. Pudieron escuchar
algún que otro piropo y alguna que otra observación más subida de tono e
incluso grosera, pero no hicieron mucho caso. Al menos, eso le indicó Setsuna a su guardiana.
-¿Entonces
no queréis que les de una lección?- Preguntó Seira cuando uno de esos patanes
le lanzó un silbido a su soberana.-
-No, lo
hacen con su mejor voluntad, como muestra de aprecio.- Pudo inventar la apurada
Setsuna.-
-Extrañas
costumbres. Pero si es una manera de evidenciar su respeto por ti, Señora, no
debo ser descortés. - Se limitó a sentenciar la saiyajin encogiéndose de
hombros, para alivio de sus compañeras de paseo.-
Al volver del paseo se despidieron de Esmeralda, ésta las dejó
para ir a buscar a Diamante tras decirlas que dispusieran de su casa. Después
de agradecerle el gesto a la diseñadora ésta se fue. Tras entrar en el
domicilio de su anfitriona Setsuna le preguntó a Seira que le había parecido la
experiencia, ésta respondió que diferente pero muy ilustrativa.
- Ya
verás cuando Calix y Lornd te vean...
- No me
preocupa que Calix me vea...- repuso la guerrera mostrándose ahora más seria. -
- Dime
una cosa ¿qué sientes tú por él, Seira? si es que me lo puedes decir. - Le
inquirió Setsuna con suavidad y diplomacia en su voz -
- Nada,
no merece consideración, es débil.- Escupió ésta aparentemente irritada. -
- No...,
por un momento no pienses en su fuerza, háblame de él, antes de que te
enfadases por eso. Creo que erais muy amigos de niños, - trató de sonsacarla su
reina. -
- Sí, de
niños sí, jugábamos juntos. Sus padres eran muy honorables, nos criaron a mi
hermano y a mi tras la muerte de los míos. - Admitió ella que, sin embargo
enseguida objetó. - Pero los niños crecen y deben afrontar sus
responsabilidades y él no supo o no quiso hacerlo.
- Yo no
lo creo así- rebatió Setsuna agregando en defensa del saiyajin. - Tuvo el valor
de apoyar a Lornd y ser su padrino, le ayudó...y le fue fiel creyendo en él cuando
las cosas estaban más difíciles.
- Y le
respeto por eso, pero no tiene que ver con lo otro,- replicó Seira ahora sin
ningún rastro de enojo, sino más bien de tristeza. -
- Él te quiere,
eso se le nota, deberías darle una oportunidad,- le sugirió Setsuna añadiendo
con un enigmático acento. - Puede que haya cambiado...
- La
cobardía no se pierde en poco tiempo.- Suspiró resignadamente la saiyajin que
todavía objetó, diríase que incluso con pesar-
Pero aun así, no sería capaz de vencerme y no podría desposarme con un
guerrero más débil que yo.
- ¿Y si
él te demostrase que ha cambiado y que incluso puede vencerte? - La interrogó
Setsuna con patente interés. - ¿Qué pensarías?
-
Entonces podría ser distinto.- Concedió Seira con voz algo dubitativa para
reafirmarse enseguida en su anterior opinión.- Pero eso no es posible.
- Ya
veo. En fin, ahora vamos a reunirnos con el rey,- indicó bruscamente Setsuna
cambiando de tema. -
- Les
localizaré con el buscador y volaremos hacia allí, señora.- Dijo la saiyajin
que se puso su monóculo detector. -
- Espera,
eso no será necesario...- terció su reina. -
En efecto, Lornd y Calix aparecieron
junto a ellas, Seira se sorprendió mucho, pero Lornd le explicó que él podía
trasladarse sintiendo sus energías. El joven guerrero también había aprendido. Su
apariencia a los sorprendidos ojos de Seira era bastante diferente, incluso
parecía otro. Emitía energía de una forma que ella no había sentido antes y al
verla Calix también quedó atónito. No pudo evitar decirle con una sonrisa
utilizando algunos consejos que su rey le había brindado.
- Estás
muy hermosa, Seira. Las ropas humanas te sientan muy bien.
Ella ignoró su comentario, Calix borró
su sonrisa y Lornd también le hizo el mismo cumplido a la saiyajin que ahora sí
que sonrió respondiendo respetuosamente.
- Gracias,
mi Señor...ha sido idea de la reina.
- Bueno,
creo que estás vestida para la ocasión. Calix tiene algo que decirte, escúchale...-
aquello sonó como una orden y Seira se dio cuenta de ello. -
- Si es
vuestro deseo Señor, lo haré. Bien Calix, ¿qué tienes que decirme?...- quiso
saber la chica a desgana. -
- Creo
que es mejor que te lo diga en privado... ¿por qué no pasáis a otra habitación?,-
sugirió Lornd. -
Aunque su propuesta sonaba otra vez a un claro mandato, de
modo que ambos obedecieron al punto y mientras les veían pasar a la otra
estancia, silenciosamente Setsuna y Lornd desearon suerte a Calix. Aunque
Plutón le comentó entre tanto a su prometido.
-Yo debo
ver a Usagi cuanto antes. Hay algo muy importante que debo decirle.
-Muy
bien,- afirmó su interlocutor para preguntar.- ¿Puedes esperar a que esos dos
resuelvan su situación?
Setsuna asintió. También estaba deseosa de ver aquello.
Entre tanto en la otra habitación, una incómoda saiyajin se resistía a mirar a
los ojos a Calix, pero él, sin importarle eso, decidió ir directo al grano.
-Seira, te quiero, te he querido desde que éramos niños, desde que
mi madre os acogió a ti y a tu hermano. Y tú me has querido a mí, lo sé. Pero
esa tontería de la lucha nos ha separado. Y no es justo.
-¿Que no es
justo?..- replicó ella visiblemente enfadada para oponer. - Es el pilar
de nuestras costumbres y tradiciones, el modo de vivir en lo que se basa
nuestro pueblo, ¿y tú te atreves a decir que es una tontería? Deberías haber
sido menos cobarde...precisamente por lo que tu madre Lebra significó para mí,
me avergüenza recordar tu comportamiento desde que ella murió. Por suerte pudo
ahorrarse esa humillación y no ver en lo que te has convertido...
Calix miró al suelo y tragó saliva. Aquello sí que
era un duro reproche. Aunque fiel a sus intenciones se rehízo.
- No puedo
cambiar como era entonces, pero ahora es diferente.- Replicó más resueltamente
él. Seira por su lado, miraba a los objetos de la sala para distraer su
atención, pero su contertulio la tomó de forma ruda por los hombros e hizo que
le mirase espetando - ¡Vas a escucharme y a mirarme a la cara, ya estoy harto de
tu desprecio!...
- Es lo
que te mereces,- escupió ella furiosa para advertirle. - Suéltame si no quieres
salir herido...te lo advierto, no te dejes engañar por estas ropas, sigo siendo
la misma....
- Pero yo
no... Y te lo demostraré - aseveró él también bastante alterado, para añadir. -
Te quiero y deseo que seas mi mujer, y si no lo deseas por tu voluntad, me
conformaré con ello. Pero si todo lo que te lo impide es ese ridículo asunto del
reto, te desafío ahora mismo a un combate...
El rostro de Seira expresó una gran sorpresa, su voz se
calmó y dijo ahora con un tono más suave e incluso teñido de preocupación.
- Pero
Calix, si lucho eres consciente de que
lo haré en serio, podría herirte o incluso matarte. ¿Lo sabes, verdad?...
- No me
preocupa,- declaró él con tono de hastío.- Ya he tenido miedo durante mucho
tiempo y estoy cansado, cansado de verte todos los días y de que me desprecies
como si fuera basura. Harto de querer decirte lo que siento y no poder hacerlo
¡pero ahora se acabó! Prefiero morir si llega el caso a seguir así. Solamente
te pido que si venzo, me dirás de verdad lo que sientes por mí...
Seira se quedó callada observándole
fijamente, parecía sorprendida e incluso dubitativa. Por fin pareció decidirse
y asintió ya con un tono más grave y duro.
-No
habrá ningún inconveniente, si me vences seré tuya.- Sentenció ella dando eso
por imposible.-
-Muy
bien, tengo la venia del rey Lornd. Vayamos a luchar a un lugar más apropiado.-
Le propuso él.-
- Esta bien,
pero lo vas a lamentar, Calix. Espera a que me cambie,- le pidió ella
justificándose - no puedo luchar con este aspecto.-
Él salió de la habitación, aunque a Seira le daba igual, no
existía esa clase de vergüenza para los de su raza. El muchacho aprovechó de
todas maneras para contarles a sus reyes lo sucedido.
- Id al Cielo,
Setsuna y yo os esperamos allí,- le indicó Lornd.
Calix asintió y sus soberanos se transportaron, entonces salió
Seira, de nuevo vestida con su armadura de guerrero.
- ¡Vamos
a donde sea y acabemos con esto de una vez! - Declaró con brusquedad. -
-
Entonces agárrame,- le pidió él. Seira esbozó una expresión de desconfianza. - Es
sólo para transportarnos allí.- La convenció su interlocutor. -
Ella aceptó de forma remisa
sujetándose a uno de sus brazos. El chico sintió un escalofrío. Aquella era la
situación en la que más cerca habían estado después de dejar de ser niños.
Dejando aquello de lado se concentró en la energía de su soberano y ambos
aparecieron en el cielo, junto a Lornd y Setsuna. Así, sin más preámbulos, se
pusieron en guardia. Seira volvió a preguntarle a Calix si deseaba volverse
atrás, éste negó con la cabeza y sin más concesiones ella atacó, con una
velocidad enorme le golpeó en la cara
derribándolo.
-¿Lo
ves? No eres rival para mí, basta de tonterías. - Afirmó la chica entre
resignada y dolida. -
Pero Calix se levantó sin estar
aparentemente dañado, aunque el chico dudaba, no quería hacerle daño a la mujer
que amaba. No obstante, su indecisión podría costarle cara. Ella sí que no iba
a vacilar. Y de hecho Seira volvió a golpearle sin miramientos lanzándole a
varias decenas de metros. Algo aturdido él volvió a erguirse aunque esta vez
escuchó los gritos de Lornd.
- Calix,
recuerda todo lo que hemos aprendido. Pelea por ella, aunque sea contra ella.
Le dolerá mucho más perderte que tus golpes.
Él asintió, no deseaba dañar a Seira
pero si era por obtener su amor que así fuera. Además, su soberano tenía razón,
a buen seguro ella preferiría sufrir algunas heridas físicas, que no otras
morales y sobre todo, él no podía permitirse perder. De modo que, cuando su oponente volvió a la carga tras recobrarse
de la sorpresa que le produjo escuchar las palabras de su rey, Calix la recibió
preparado. Ahora la guerrera erró el ataque pues su contrincante la esquivó de
una forma muy veloz. Y por respuesta golpeó a Seira en el estómago lanzándola a
varios metros. Luego reapareció ante ella y ambos intercambiaron golpes con
mucha velocidad. Seira se transformó en súper saiyajin y Calix hizo lo propio.
Tras un rato de pelea vertiginosa en la que estaban muy igualados ella
comenzaba a agotarse, pero su rival parecía seguir entero. La chica le lanzó
una ráfaga de energía que él anuló con una suya. Calix, más rápido de lo que
ella pudo seguir, la sujetó por las muñecas y la derribó en el suelo. Su
atónita rival pese a esforzarse al máximo, no podía moverse.
-¡Reconoce
que has perdido!,- exclamó él afirmando con júbilo. -¡Te he derrotado Seira!
Soy más fuerte que tú ¡Vamos, admítelo! No te soltaré hasta que lo hagas...
La muchacha trataba frenéticamente
de soltarse pero Calix tenía una fuerza enorme, ¿de dónde la habría sacado?
¡Apenas sí podía creerlo, la había derrotado! Es más, incluso pese a no querer
admitirlo, una parte de ella deseaba que así fuera. Quizás comenzaba a comprender
a su propio hermano. Pero no podía dejarse vencer sin más, su orgullo saiyajin
no lo soportaría. De modo que, tras unos momentos de resistencia inútil, más
que nada para probarse a sí misma sin ninguna duda que no sería capaz de remontar
la lucha, al fin se rindió. Desistió en sus forcejeos y más calmada pese a su
agitada respiración, dijo, musitando con pesar.
- Me has
vencido, sí, ¿y qué cambia eso? Ahora eres más fuerte que yo, no lo niego...pero
¿por qué no lo demostraste antes?...
Calix la soltó, no obstante siguió sobre ella respondiendo
con suavidad.
- Ha
sido porque hasta ahora no he tenido las fuerzas necesarias. Ahora comprendo
bien a nuestros soberanos, es el amor lo que me ha dado la fuerza...
-¿Qué
poder tan grande es ese? - Replicó Seira asombrada - ¿Cómo puede hacer cambiar
tanto a las personas?...No lo entiendo.
Calix no respondió, sólo sonrió de
forma amplia, se limitó a aproximarse a Seira y besarla en los labios durante
unos segundos. Ella sintió de nuevo aquella misma sensación que tuvo cuando
besó a su hermano pero ahora mucho más cálida y que la embargaba por completo
electrizándola y haciendo que su corazón latiese mucho más rápido. Así cuando
su oponente se irguió, ayudándola a levantarse, él le preguntó con ansiedad.
- Dímelo
Seira ¿Qué respondes?, ¿soy ahora digno de ti? Aunque haya vencido si no me
aceptas te dejaré, pero si me quieres, sé mi esposa. He probado merecerte según
nuestras costumbres y lucharé a muerte contra cualquiera que diga lo contrario,
¡me da igual si gano o pierdo!...pero no te obligaré a aceptarme si no me amas.
Seira confusa miró a sus soberanos
sintiéndose completamente perdida, estaba buscando algo, una orden, un consejo,
pero Setsuna le dijo con una voz muy amable y comprensiva.
- Debes
decidir por ti misma, en el amor no se puede mandar ni recibir órdenes, Seira.
Está en tu corazón. Por eso luché contra ti aun sabiendo las escasas
posibilidades que tenía. Por eso tu hermano hizo lo que hizo. Calix también lo
ha entendido porque siente lo mismo dentro del suyo y tú asimismo lo harás...
La saiyajin, asintió y sonrió de
forma leve, después besó nuevamente a Calix, ahora lo hizo mejor que en su
primer intento. Después dijo con una voz muy suave para lo que ella
acostumbraba.
- Creo
que ya empiezo a entenderlo. Sí, te acepto, ahora puedo decírtelo, yo sentía
eso que tú sientes, pero no podía hacer nada. Siempre te he querido Calix, al
principio como a un hermano. Luego me gustabas como hombre, pero me hizo mucho
daño que te negases a luchar. Fuiste contra nuestras tradiciones y ante todo,
soy una mujer leal a nuestro pueblo -
Confesó ella que parecía emocionada. -
- Ahora
que he cambiado, cambia tú, por favor. La lucha no es lo más importante, solamente
sirve para proteger lo que más amas o para defender lo que crees justo. Es por
lo único por lo que merece la pena entrenar y ser más fuerte. Por eso jamás quise
pelar antes contra ti, ni ser más fuerte. ¡No quería hacerte daño! - Declaró
Calix que se rio añadiendo con un toque de aguda ironía - ¡y pensar que he
tenido que derrotarte para que lo comprendieras!- La abrazó y Seira se dejó
estrechar por aquellos brazos por los que nunca pensó que podría dejarse envolver.
Ahora era libre de
permitirlo. En verdad Calix le había dado la mejor prueba de sus
sentimientos hacia ella. Había aprendido de sus derrotas, se había esforzado y
vencido su antigua cobardía y debilidad. El saiyajin que tenía ahora a su lado
era alguien fuerte y de coraje, pero a la vez mantenía las ideas que antes le
habían hecho débil. Incluso las había reafirmado. Y recordó las palabras de la
reina y sobre todo las de Dariel. Algún día lo comprenderás. Ahora se sentía
culpable de haberle vuelto la espalda a su hermano. Él siempre la cuidó y la
ayudó a superarse. Luchó y sufrió para llegar a ser el hombre más fuerte de
Nuevo Vegeta. Y aunque no llegara a ser el rey siempre estuvo ahí para defender
y proteger su mundo. Pese a exponerse a la deshonra ante ella al admitir sus
propios sentimientos. Para la saiyajin eso
era muy difícil de entender, solamente podía pensar en el gran poder del amor
del que le habían hablado sus soberanos, Dariel y su ahora prometido. Y quiso
obtenerlo también, pero no solamente por aumentar su fuerza, es más, ahora no
quería pensar en ello. Únicamente deseaba estar junto a Calix y compartirlo todo con él. ¡Acaso sería
eso a lo que su reina y su hermano se habían referido! Sin embargo, no podía estar del todo segura.
De todos modos, una cosa sí que sabía, le encantaba ese ritual del beso, aunque
no tuviera nada que ver con una transferencia de energía para la lucha. Así que
lo repitió con Calix que aceptó gustoso, mientras Lornd y Setsuna sonreían
complacidos observando la escena.
- Bueno,
ahora cuando regresemos a nuestro mundo podréis dar la noticia, por lo que a mí
respecta tenéis nuestros mejores deseos.- Les dijo Lornd que añadió con
jovialidad.-
-Muchas
gracias, mi Señor, mi Señora.- Repuso Calix tomando de una mano a Seira.-
La propia Guardiana sonrió
débilmente y dijo con tono reflexivo e incluso algo consternado.
-Y a mí
vez desearía recuperar a mi hermano. Ahora lo comprendo. Le juzgué con mucha
dureza. Puede que no venciera en el reto, pero se sacrificó siempre por el
bienestar de nuestro planeta y por el mío.
-Así es.- Convino Lornd.- Celebro que lo hayas
entendido al fin. ¡Volvamos ahora a despedirnos de nuestros amigos!
- Aunque
antes debo hablar con alguien. – Le recordó Setsuna a su prometido.-
Él asintió con una sonrisa, aunque esta enseguida se
extinguió al mirar a su compañera, dado que ésta tenía una expresión seria.
¿Vamos
contigo?- Le preguntó Lornd. –
-En esta
ocasión debo ir yo sola. – Sentenció Plutón que dirigiéndose a Seira le ordenó.
-Quédate aquí con Calix y su Majestad. Si te necesito te lo haré saber. No
temas, no voy a correr ningún peligro.
- Como
digas, mi Señora. – Replicó obedientemente la guerrera haciendo una inclinación
de cabeza, con Calix imitándola -
Al poco de decir esto, el mago
Landar apareció de improviso. Tanto Seira como Calix se pusieron en guardia
aunque Lornd enseguida les indicó que se tranquilizasen con un gesto de su mano
derecha. De este modo el anciano se dirigió a Setsuna.
-Te dije
que deberías tomar una difícil decisión. ¿Estás lista para hacerlo?
-Lo
estoy,- convino ella con tono grave para pedirle al mago. - ¿Podrías
trasladarme hasta donde están la reina Serenity y el rey Endimión?
Landar asintió. De pronto y sin apenas transición, Plutón se
halló en presencia de sus compañeras dentro de una sala bastante amplia. Allí
se sentaban Mamoru y Usagi, flanqueados por las demás guerreras. Incluidas Hotaru
y Chibiusa. Aunque en esta ocasión la expresión de los rostros de todos no era
de alegría por volver a verla, más bien denotaban preocupación y seriedad.
Incluso Usagi, que siempre solía estar alegre y risueña mostraba ahora una
expresión severa. Además, vestía las ropas del Milenio de Plata, al igual que
Mamoru que aparecía ahora como el rey Endimión. El resto de las guerreras a su
vez lucían vestidos largos correspondientes a su posición de princesas de sus
respectivos mundos. Incluso Luna, con Artemis y Diana, estaban allí en su forma
humana. Setsuna, que mutó sus ropas para lucir un largo vestido de terciopelo
negro, les dedicó una mirada de pesar y aguardó. Nadie hablaba hasta que fue la
propia Usagi, actuando como Serenity, la que declaró con gravedad en su voz.
-He sido
informada de todo por Urano y Neptuno. También Landar me puso al corriente.
Bien, ahora quiero oírlo de ti, Plutón. ¿Es cierto que has roto tu juramento
como guerrera y como guardiana?
-Mi
señora.- Pudo decir ella, casi con un hilo de voz. – Nunca he roto mi
juramento. Éste fue el de servirte y protegerte a ti y a toda la familia Real y
custodiar la Puerta del Espacio Tiempo cuando se me requiriera.
-Sin
embargo.- Terció ahora Endimión.- Al prometerte con el rey de los saiyajin y aceptar
ser coronada como su reina, tu lealtad ha entrado en un conflicto de intereses.
-Sí, Majestad.
Me temo que así es.- Admitió la muchacha bajando la cabeza. –
-Tendrás
que decidir pues el camino que deseas seguir. – Sentenció Serenity. –
-Lo he
pensado mucho.- Replicó Setsuna que aclaró su voz para pedir a su soberana
- Quisiera poder contaros la historia de
como ha ocurrido antes de comunicaros mi decisión.
Sus interlocutores asintieron. De modo que Plutón les contó
todo lo sucedido, incluso aquella situación que habían protagonizado Calix y
Seira. Al concluir los dos soberanos del Milenario de Plata y la Tierra se
miraron. Fue Serenity la que, con voz suave, más amable y conciliatoria, habló.
-Setsuna,
si pudiera mostrarme como Usagi Tsukino y hablase contigo de esto, te apoyaría
y estaría muy feliz por ti. Pero desgraciadamente en este asunto es la reina
Serenity la que tiene que pronunciarse. Comprendo perfectamente tus sentimientos
y sé lo que es amar a alguien. – Afirmó en tanto le daba una mano a Endimión
que se la estrechó. - No obstante, a veces hay cosas más importantes que
nuestros sentimientos, y tú lo sabes. ¿No es cierto?
-Sí, Majestad.
– Admitió Plutón con desolación en su voz. - Lo sé muy bien.
Luna se acercó a la soberana del milenario de Plata y
pareció susúrrale algo, ella asintió. Entonces le preguntó a Plutón.
-Por lo
que nos has contado según las leyes de los guerreros del espacio, su reina no
puede ser vasalla de nadie que no sea su rey ni servir otros intereses que los
de su pueblo. ¿Estoy en lo cierto?
-Así es,
Majestad. Lo estáis – Afirmó la interpelada. –
-Bien,
siendo así. ¿Qué dice la ley de los saiyajin sobre sus alianzas con otros
pueblos?- Quiso saber Serenity. –
Setsuna se tomó unos instantes para meditar y pudo responder.
-Hacen
honor a ellas. Siempre estarán prestos a ayudar a sus amigos y aliados. Y si yo
soy su reina podéis contar con que eso será siempre así.
La soberana del Milenario de Plata suspiró largamente y sentenció
con voz queda.
-Muy
bien, ya he oído bastante. Como comprenderás y por mucho que a todos nos pese,
no puedes seguir manteniendo tu estatus actual, Plutón. Deberás renunciar a tus
poderes y a tu condición de Guerrera Guardiana del Portal Espacio Temporal.
Unos murmullos de consternación se extendieron por las filas
de las demás sailors. Todas bajaron la cabeza apenadas. Hotaru incluso tenía
los ojos cubiertos de lágrimas. Haruka y Michiru se esforzaban también por no
llorar. Setsuna las observó a todas y pese a estar compungida se obligó a sonreír
afirmando.
-Suceda
lo que suceda nunca dejaréis de ser mis amigas. Os querré a todas siempre. Y a
vosotros más que a nadie rey Endimión, reina Serenity. Entiendo bien la
gravedad de lo que he hecho y estoy dispuesta a aceptar cualquier veredicto.
Pero antes de que os pronuncies, para ser honesta debo deciros que, si todo
volviese a suceder del mismo modo, actuaría exactamente igual…
Y tras un denso y atronador silencio fue esta vez Endimión
el que tomó la palabra para declarar con tintes de pesar.
-Meioh Setsuna.
Princesa y guerrera del sistema solar exterior, guardiana de Plutón. Ante todas las princesas guerreras
del Sistema Solar, interior y exterior como testigos, y ante los muy honorables
Luna, Artemis y Diana, como notarios del reino. Su Majestad Serenity, Reina de
la Luna y yo, Endimión, Rey de la Tierra, ambos monarcas del futuro Neo Cristal
Tokio, declaramos que tu juramento de fidelidad hacia nosotros queda sin efecto
a partir de este mismo instante.
-Se te
retiran tus atribuciones como escolta personal de los reyes y como protectora
de la princesa, la Pequeña Dama.- Añadió Serenity con rotundidad. –
Plutón pudo sentir como las lágrimas resbalaban por sus
mejillas. No ignoraba que eso iba a suceder. Se había prometido no llorar pero
fue escuchar aquello último y sintió que se le partía el corazón. Ella había
querido a la princesa, la Pequeña Dama, como todos cariñosamente la llamaban,
desde el día en que nació, como si de una hija se tratara. Durante mucho tiempo
fue la única que mitigó su soledad y con la que pudo charlar. Ahora esta
sentencia la apartaba de su lado. Pudiera ser que para siempre…
-Así sea,-
suspiró al fin, adelantándose hacia sus ya ex monarcas para entregarles su
cetro. –
Pero para su sorpresa ninguno hizo ademán de aceptarlo.
Setsuna se limitó entonces a dejarlo a sus pies. Aunque cuando ella se daba ya
la vuelta para alejarse escuchó la voz de Endimión que sonaba algo más
conciliatoria al añadir.
-¡Espera!
Todavía no hemos acabado.
Setsuna se giró y para su asombro vio sonreír a Serenity que
añadió con un tono mucho más alegre.
-No
hemos dicho nada sobre tu condición de Sailor. Princesa Plutón.
-Entiendo
que también debo renunciar a eso, Majestad. – Replicó ésta dándolo por sentado.
–
-Entiendes
mal. – Le rebatió la reina Serenity, diríase que incluso de forma divertida
para añadir. -Vamos Setsuna, acércate.
Y para estupor de Plutón y del resto de las sailors,
Serenity se levantó de su asiento y se acercó hasta la joven abrazándola para
desvelarle a ella y al resto de los presentes, con la sonrisa cómplice de Luna,
Artemis y Endimión.
-Sin un
juramento de lealtad hacia nosotros ya no hay conflicto ninguno para ti. Pero
nadie te impide pedirle a Lornd que formalicemos una alianza y un tratado de
eterna amistad entre ambos reinos. ¿Verdad, amiga mía?
-No, Majestad.
– Sonrió Plutón que entonces comprendió. - Yo podría seguir protegiéndoos.
-Como
aliada, no como vasalla.- Puntualizó Serenity que ahora hablaba más como Usagi
al afirmar. - ¡No veas los quebraderos de cabeza que tuvimos Artemis, Luna,
Mamoru y yo para pensar en esta solución!
-¿Qué
tuvimos?- Intervino Luna moviendo su humana cabeza para suspirar. - ¡Qué cruz!
Actuando ahora como Usagi, la soberana se limitó a llevarse
la mano al cogote y ponerse colorada ante las atónitas miradas del resto.
-Así
será. - Intervino Endimión dejando pasar aquello y hablando ya más como Mamoru
al explicar. - Siendo aliados nos asistiremos mutuamente. No deberás inclinarte
ni servirnos porque seremos iguales en dignidad. Y aunque no te esté permitido
utilizar esos poderes, nominalmente podrás seguir siendo Guerrera Plutón y
princesa de tu planeta. Quizás algún día, si tienes una hija que no sea
heredera al trono de tu pueblo, podrás pasarla ese cargo. En cuanto a tu puesto
de guardiana del portal espacio tiempo podrá ser cubierto como hasta ahora. Y el
hecho de que no tengas la responsabilidad oficial de protegernos ni a nosotros,
ni a la Pequeña Dama, no significa que no puedas venir a vernos cuando quieras.
Continúas siendo nuestra amiga.
-Los
reyes han hablado. - Sentenció ahora Serenity que había vuelto a adoptar las
ropas de Usagi, para agregar ya al modo alocado de ésta.- Ahora lo harán tus
amigos. Y creo que ya es hora de que nos presentes a esos guerreros del espacio
tan impresionantes.
Setsuna sonrió muy feliz, abrazó de nuevo a su amiga con gran
emotividad. Al punto el resto de las chicas se unieron a ellas en una piña.
Efectivamente, al poco tiempo, tanto Lornd, como Calix y Seira aparecieron allí
llevados por Landar. El mago había estado esperando una señal de los soberanos
de la Tierra y la Luna que Usagi le dio con un gesto. Por supuesto Setsuna hizo
las presentaciones. Cuando Seira se plantó ante las sailors, una muy
impresionada Usagi la observó atónita en tanto Setsuna ejercía de anfitriona presentando
orgullosa.
-Esta es
mi querida amiga, la Reina del Milenario
de Plata.
-Las
amigas de mi señora son mis amigas también.- Proclamó Seira como ya hiciera al
conocer a Urano y Neptuno. –
-Pues no
sabes cuánto me alegro. – Pudo decir Usagi todavía atónita ante la planta de
aquella mujer. –
-Y firmaremos
un pacto de eterna amistad con el reino de la Luna. – Les comentó Setsuna a los
saiyajin.- Serán por siempre aliados nuestros.
Lornd que asintió con
una divertida sonrisa para pedirle a Landar que acababa de aparecer…
-¿Podrías
poner la música?
Y el mago asintió divertido. Una
melodía con una canción comenzó a sonar y el saiyajin la acompañó para sorpresa
y regocijo del resto, en especial de su prometida.
Hola amiguito
Obtén tu espectáculo junto
Yo estaba escuchando antes
Ahora no importa más
Mira a tu alrededor ahora
Es lo que siempre te va a hundir
Solo acaba de comenzar
Un mirada es todo lo que hizo falta
Recuerdo que la dulce rendición
Recuerdo, sí, ¿recuerdas tú?
Esa dulce rendición
Mi determinación. Venia arrasando en toda la Nación
Un error seguro para cualquiera
Que no pude llevar a casa a todos
Solo acaba de comenzar
Una mirada fue suficiente
Que lo llevó a Recordar esa dulce rendición, te recuerdo
Esa dulce rendición
Obtén tu espectáculo junto
Yo estaba escuchando antes
Ahora no importa más
Mira a tu alrededor ahora
Es lo que siempre te va a hundir
Solo acaba de comenzar
Un mirada es todo lo que hizo falta
Recuerdo que la dulce rendición
Recuerdo, sí, ¿recuerdas tú?
Esa dulce rendición
Mi determinación. Venia arrasando en toda la Nación
Un error seguro para cualquiera
Que no pude llevar a casa a todos
Solo acaba de comenzar
Una mirada fue suficiente
Que lo llevó a Recordar esa dulce rendición, te recuerdo
Esa dulce rendición
Setsuna sonrió, se sentía realmente feliz, y sus amigas hicieron lo
propio disfrutando de aquella bonita y romántica canción.
No lo sé
No me importa
Estoy viviendo sin ti, cariño
Aun cuando sé lo que está sucediendo
No lo sé
No me importa
Estoy viviendo sin ti, cariño
Aun cuando sé lo que está sucediendo
Sólo tomo una mirada, un vistazo
Para definir mi corazón para el romance
¿Crees tú en mi dulce rendición?
Mi dulce rendición
Hola amiguito
Ahora tu espectáculo es juntos
Nunca quise que escucharas antes
¿Por qué no he de salir por la puerta?
Quédate ahora
Y así va la historia a través de la noche
Es más que empezar
También Seira escuchaba pensativa. Aquella
canción era muy bella, y notaba que algo en ella se conmovía. Pese a ser lo más
opuesto a un himno de batalla saiyajin, sentía que le daba fuerzas. Y lo más
extraño de todo es que hablaba de rendirse…
-Quizás
empiezo a darme cuenta de lo que los soberanos y Calix, e incluso Dariel,
sienten.- Pensó.-
Una mirada fue todo lo que llevó
al Recuerdo de la dulce rendición
Tú recordarás
Mi dulce rendición
No sé, no me importa
Porque yo estoy viviendo sin ti, cariño
Aun cuando sé lo que está pasando
Sólo se necesita
Una mirada, una mirada
Para configurar mi corazón para el romance
Un vistazo es todo lo que se
Mi dulce rendición
Mi dulce rendición
una mirada es todo llevó a recordar
(No sé, no me importa)
(No sé, no me
importa)
(Sweet Surrender, Wet, Wet, Wet. Crédito
al autor)
-¿Lo
comprendes ahora, Seira?- Sonrió Calix para afirmar.- Es tal y como dice esta
canción terrestre. A veces para vencer hay primero que rendirse.
Y la hasta entonces altanera y fiera
saiyajin pudo asentir con emoción suspirando.
-Ahora
sí que lo entiendo…no es una derrota…es todo lo contrario. No puedes perder
cuando estás con la persona a quien amas.
Entre tanto Lornd no tardó en desvelarle a la sorprendida y
emocionada Plutón.
– Lo
cierto es que ya lo teníamos todo hablado.
-¿Cuándo?-
Quiso saber su prometida con el desconcierto reflejado en su cara. –
-Verás.-
Le explicó Lornd.- Al poco de irte con Seira a ver a Esmeralda, Usagi se puso
en contacto con mi hermano. Le pidió que me localizara. Asthel, quiero decir,
Roy, la transportó al Cielo y me puso al corriente de todo. Junto a la reina
Serenity y al rey Endimión rubricamos el acuerdo. Y de paso mi hermanito me
sugirió esta canción…
-Es
cierto.- Terció Usagi con gesto divertido.- Es una canción que explica muy bien
las cosas. Y en cuanto a nosotros, nos honra poder llamar amigos al pueblo de
los saiyajin.
-Lo
mismo digo Majestad, si alguna vez tenéis problemas llamadnos y acudiremos
siempre a socorreros.- Convino Calix –
-Defenderemos
vuestro reino y vuestro mundo como si del nuestro se tratase. Tenéis mi palabra.
– Secundó Seira. –
-Y la
palabra de un saiyajin es sagrada. – Sentenció Lornd dirigiéndose a sus súbditos
para inquirir con tono jovial.- ¿Verdad?
Ambos guerreros del espacio asintieron con sus semblantes relajados
en sendas sonrisas. Entonces, tras despedirse de las sailors, Mamoru, Usagi y
el resto, Lornd abrazó a Setsuna y Calix hizo lo mismo con Seira. Desaparecieron
y reaparecieron junto a la energía de Roy, con su hermano y la esposa de éste.
-¡Hermano!
– Saludó Lornd abrazándose a Roy –
-Vaya, ¡Cuánto
me alegro de veros! - Afirmó éste ante la sonrisa de Bertie, que se había
quedado estupefacta cuando el rey de los saiyajin, Setsuna y sus acompañantes
aparecieron –
-Bienvenidos.
– Saludó ella al fin dándose a su vez un abrazo con Plutón. –
Fue Setsuna la que se ocupó de hacer las presentaciones una
vez Lornd saludó a Beruche y ella misma lo hiciera con Roy.
-Estos
son Seira, mi guardiana personal y consejera, y Calix, el consejero del rey.
Calix, Seira. El príncipe Asthel, hermano de su majestad y la princesa Lorein,
su esposa.
Ambos saiyajin hicieron una marcada inclinación, aunque Roy
enseguida les ofreció la mano diciendo con jovialidad.
-¡Anda!,
dejaos de chorradas palaciegas.
Sorprendidos, los dos guerreros del espacio se miraron sin
entender, pero su interlocutor ya les estaba dando la mano y ellos se la
estrecharon con visible desconcierto.
-Es un gran
honor para nosotros, Alteza – Pudo decir Calix que percibía claramente la
fuerza de aquel hombre. –
-Lo
mismo digo, mi Señor. – Pudo añadir Seira con patente respeto. –
-Bueno.-
Replicó el aludido en tanto les ofrecía sentarse a todos. - ¿Nos vais a contar
qué tal os ha ido por ahí, o no?
- Por supuesto
y, por cierto. Buena elección de la música. Como de costumbre. Espero verte en
mi coronación para que también te encargues de ese particular.- Intervino Lornd.
–
-Espero
que no solamente sea por eso por lo que me invitas, bribón. ¡Ja, ja! Aunque descuida. ¡Si montas una buena fiesta
allí estaré! – Rio su hermano que insistió con patente interés. – Ahora contádnoslo
todo con detalle.
-Sí- convino
Beruche. – Por lo que parece habéis tenido alguna que otra aventura.
-¡No te
lo puedes ni imaginar, futura cuñada! – Sonrió Setsuna dejando a su contertulia
boquiabierta por aquella última alusión.-
Finalmente, tras sonreír con amplitud y
volver a abrazar a su interlocutora, Bertie exclamó.
-¡Muchas felicidades! ¡Cuánto me alegro por
los dos! Pero, ¿cómo fue?...
-Verás,-
comenzó Plutón que suspiró entre resignada y divertida para volver a contar por
enésima vez su historia. – Fue tras la destrucción del meteorito y después de
que me rescataseis. Lornd y yo decidimos tener unos días libres…
Y por supuesto que la sailor, ayudada por su prometido, les contó
todas sus peripecias. Tras ello todos tuvieron mucho de qué hablar. Sus amigos
escucharon con mucha atención. Después les tocó a ellos ponerles al día. Tanto Seira
como Calix, junto a sus soberanos, pudieron escuchar otros impresionantes
relatos de los príncipes Asthel y Lorein, que probaban el poder del amor. Al
cabo de un rato, Setsuna entonces recordó algo. Le pidió incluso confirmación a
su guardiana y comentó.
-Esa
canción del desafío. Era la misma que cantaban y tocaban cuando peleaban esos
niños. Dime Seira, Nilia y Moena me contaron que se llevaba cantando por generaciones
en tu mundo. ¿Es así?
-Así es,
señora.- Asintió la saiyajin.-
-Podrías
cantar un fragmento junto con Calix?- Le pidió su interlocutora.-
Algo sorprendida ante tal
requerimiento la guerrera se aprestó no obstante a obedecer, junto con su ahora
prometido entonaron varias estrofas, hasta golpeando rítmicamente la mesa. Al
terminar Roy sonrió moviendo la cabeza para exclamar.
-¿Estáis
de coña, no? Esa canción es de la Tierra y no tendrá más de unos dos o tres años.
Es más, tengo por aquí el cd.- Les informó.-
Y así era, puso la música de ese
compact y ante el asombro de los saiyajin pudieron escuchar precisamente esa
melodía. Ahora fue Calix quien quiso saber con visible intriga, dirigiendo a su
anfitrión.
-¿Acaso
trajisteis vos esta canción, mi señor? ¿De igual manera que la que sonó en el
palacio de los soberanos terrestres?
-¿Yo?
¡Qué más quisiera! Podré ser un príncipe saiyajin reencarnado pero no el rey
del pop. ¡Ja, ja!..
-¿Rey del Pop?- Será quizás otro poderoso
guerrero legendario.- Musitó Seira con tintes reflexivos.-
Los demás,
salvo Calix que tampoco comprendía nada, se rieron de aquella ocurrencia. Aunque
desde luego aquello era demasiado extraño como para dejarlo pasar. El mismo Roy
comentó algo más seriamente además de con patente intriga.
-Bueno,
legendario seguro que sí. Lo otro no creo. Ya le preguntaremos a Landar. Seguro
que él sabrá algo al respecto.
Así quedó esa cuestión. Tras charlar sobre más cosas, los
nuevos reyes de Nuevo Vegeta y sus escoltas se despidieron de sus anfitriones.
-Entonces
vendréis.- Quiso asegurarse Lornd.-
-Si nada
en la Tierra o fuera de ella, nos lo impide, tienes mi palabra.- Afirmó Roy.-
-Palabra
de saiyajin.- Sonrió su hermano.-
-Y
palabra de un Malden, que no es menos sagrada.- Afirmó su interlocutor.-
-Ha sido
un placer conoceros.- Sonrió Bertie dedicando su atención a esos dos jóvenes guerreros.-
-Lo
mismo decimos, Señora.- Respondió respetuosamente Seira, haciendo una cortes
inclinación.-
Calix la imitó. Al fin Lornd, Setsuna y sus guardianes se
marcharon yendo a ver a los demás. También les contaron la historia completa y
les invitaron a la coronación en Nueva Vegeta, igual que Roy todos prometieron
estar allí para no perderse tan alta ocasión. ¿Qué sucedió entonces? Esa ya
será otra historia…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)