domingo, 26 de octubre de 2014

GWHC14 El reino de los Súper guerreros



Como cada mañana, en un bosque colindante a su casa de campo, Haruka y Michiru entrenaban para mantenerse en forma. Últimamente no habían tenido que luchar contra ningún enemigo y eso, pese a parecerles algo estupendo tenía también sus desventajas. Estaban inactivas y bastante acomodadas a esta etapa que no les exigía la tensión y el esfuerzo de las batallas. Aunque hacían algo de deporte, sobre todo Haruka y no paraban con sus ocupaciones desde luego no era lo mismo y no podían permitirse descuidar su forma física ya que nunca se podía estar seguro de cuando deberían volver a combatir. Así, ambas utilizaban rápidas sucesiones de golpes y se atacaban con sus respectivos poderes. Estos chocaban en el aire anulándose mutuamente, después se observaban tratando de adelantarse a los movimientos de la otra. Estaban bastante igualadas y era difícil presagiar una ganadora, pero esto era lo que menos les importaba. Continuaron a buen ritmo y al cabo de un rato más de descargar golpe tras golpe y de esquivarse recíprocamente, agotadas, decidieron que ya era suficiente, se sentaron a descansar y entablaron conversación.

-Vale ya. Me canso más aquí que en la cama.- Se sonrió Haruka.-
-Esa es la idea, ¿no?- Se rio su pareja.-
-Claro.- Convino esta dándole un afectuoso beso en una mejilla, para preguntar entre jadeos.-¿Crees que Setsuna volverá pronto?
- No lo sé, la verdad es que se fue con Lornd por unos días y ya han pasado tres semanas, espero que no les haya ocurrido nada malo…- replicó Michiru jadeante a su vez, mientras trataba de recobrar su respiración normal con la máxima rapidez. – No se han comunicado con nadie desde que se fueron.
- Podemos seguir entrenando un rato más en cuanto estemos recuperadas.- Propuso Urano al darse cuenta de que quizás, su forma física había bajado más de lo que pensaban. -
- No me apetece mucho seguir Haruka, estoy agotada y no me quedan fuerzas,- respondió su compañera confirmando esa impresión en tanto añadía. - Será mejor que volvamos a casa, además Hotaru debe estar a punto de volver del colegio...
- Te olvidas que pasaba esta semana con su padre. – Sonrió su interlocutora, divertida ante ese lapsus de su compañera –
- ¡Es verdad, qué cabeza la mía!- rio ahora Michiru, aunque enseguida añadió. – Pero de todas maneras, ya es hora de que regresemos.

Y a su pesar su pareja tuvo que convenir en ello, pero no pudo pronunciar palabra ya que alguien se le adelantó.

- Es una lástima que no os quedéis un poco más, ahora me apetecía a mí entrenar con vosotras,- les dijo una voz familiar y salida aparentemente de ningún sitio. -

            Las dos guerreras se volvieron hacia donde creían podría estar la fuente de esa voz pero no vieron nada. No obstante, al cabo de unos pocos segundos y a la derecha de su posición volvieron a escuchar.

- Estoy aquí, mirad ahora...

            Obedeciendo por impulso, ambas clavaron sus ojos en esa dirección y se quedaron mudas de sorpresa. A pocos metros de ellas levitaba una mujer de larga melena verde oscura, tez ligeramente bronceada y ataviada con unas extrañas ropas. Pese a ello pudieron reconocerla con facilidad, ¿Setsuna?, ¿qué demonios hacía ella vestida así? Desde luego no era su estilo, de los pies a la cabeza, unas botas sin tacones que le llegaban por encima de las rodillas, desde estas arrancaba una especie de cota de malla púrpura sobre la que lucía un peto blanco con unas amplias hombreras en las cuales se dibujaban unas coronas reales de color rojo. A su espalda sujeta a las hombreras, una corta capa del mismo color y lo que más llamó la atención de Haruka y Michiru, una especie de monóculo también de color rojo, aunque traslúcido en el que podían apreciarse unos pequeños números que parecían bailar cambiando continuamente. Recordaban aquel aparato bien de experiencias pasadas. Estaban tan sorprendidas, sobre todo de que pudiera estar flotando ahí delante de ellas, que antes de que ninguna pudiese pronunciar palabra fue la propia Setsuna la que les propuso.

-¡Pelead conmigo, vamos animaos! Por lo que veo vuestra fuerza ha disminuido mucho tras vuestro entrenamiento, pero eso es algo que puede arreglarse.

Metió una mano bajo su peto y de él sacó una pequeña bolsa que estaba cerrada merced a unas cuerdecitas que descorrió con presteza. Sacó dos judías o al menos eso parecía y volvió a cerrar la bolsita.

-¡Eso son alubias mágicas!- Reconoció Haruka cuando por fin pudo reponerse de la sorpresa inicial para preguntar con evidente acierto - ¿Qué pretendes que hagamos, Setsuna? comérnoslas para recuperar nuestras energías.....

            Su compañera asintió con una media sonrisa y le lanzó una a cada chica en tanto las urgía.

- Y deprisa, no tenemos todo el día, quiero saber hasta donde he logrado mejorar con mi entrenamiento....
- Ese Lornd está como una cabra y te ha contagiado a ti, ¿a qué viene esa pinta que llevas?, ¿dónde está tu uniforme de guerrera de la justicia?,- la inquirió Neptuno casi más molesta que curiosa. -
- Si os coméis rápido las alubias y entrenamos os lo contaré, os aseguro que es una buena historia. Quizás una que no os gustará demasiado en algunas partes. - Respondió Setsuna cuyo semblante pareció ensombrecerse un poco. -
- Tengo tanta curiosidad que me comería un caballo para poder escucharte. - Replicó Haruka de una forma bastante maliciosa.-

Acto seguido la sailor engulló la alubia y Michiru no tuvo más remedio que imitarla, en breves segundos ambas se sentían plenamente recuperadas y en forma. Urano sonrió para querer saber, urgiendo a su compañera. 

- Ahora decide contra cuál de las dos quieres luchar primero.
- Contra las dos a la vez. - Contestó su interlocutora bastante segura de sí. - De esta forma ahorraremos tiempo...
-¿Crees que podrás contra las dos a un tiempo? - Le preguntó Michiru que adoptó una expresión de incredulidad mientras se apartaba un mechón de pelo que se resistía a volver a su posición natural mientras agregaba. - Para que pudieras hacer algo, sería mejor que luchemos por turnos.
- No te preocupes, espero no tener ningún problema, ¡vamos, atacadme ya!, de la forma que queráis...- les pidió Setsuna sin parecer en absoluto inquietada. -
 - Como quieras, basta ya de cumplidos y vamos al grano.- Declaró Haruka.-

Urano lanzó entonces su Temblor de Tierra sorprendiendo a Michiru que aún se resistía a esa sugerencia, pero su ahora oponente lo esquivó sin ninguna dificultad, eso acabó por convencerla.

-¡Ataque profundo sumergido!...- Exclamó Neptuno que invocó su poder para atacar a renglón seguido -...

            Su rival esta vez no lo esquivó, sin aparentar esfuerzo, lanzó un rayo de energía que anuló esa bola que se le acercaba. Haruka y Michiru no podían creérselo, pero reaccionaron rápidamente esta vez y trataron de alcanzar a su adversaria con patadas y puñetazos que no tenían ningún miramiento. Pese a estar en desventaja numérica Plutón se las arreglaba para detener uno tras otro todos los intentos de sus compañeras por golpearla, luego decidió pasar al contraataque. Con una velocidad muy superior a la de sus adversarias conectó una sucesión de golpes que repartía alternativamente sobre ellas, al cabo de pocos segundos ambas estaban en el suelo, algo magulladas y completamente derrotadas. Volvían a jadear sin aliento y miraban a Setsuna sin poder creerse todavía la exhibición que acababa de realizar a su costa.

-¡Es impresionante! ¿Cómo lo has hecho para mejorar tanto en tres semanas? - Reconoció Haruka no podía ocultar su asombro. -

            La aludida estaba ahora de pie, con los brazos cruzados sobre su pecho y tras esbozar una débil sonrisa confesó.

- Si te soy sincera me he entrenado muy duramente con una severa instructora y durante bastante más tiempo...
- ¡No puede ser!, hace sólo tres semanas que te fuiste con Lornd, antes no estabas así. Incluso la expresión de tu cara y la mirada de tus ojos han cambiado. - Refutó Michiru con cara de absoluta seguridad. -

Haruka convino en eso, realmente su compañera lucía ahora una expresión mucho más severa e incluso llena de una pasión apenas contenida cuando estaba combatiendo. Antes Setsuna siempre había reflejado una dignidad casi melancólica y un gesto serio y reposado, con tintes misteriosos. Ahora eso estaba fundido con un toque más salvaje, como si hubiera liberado una parte de su alma mantenida en letargo durante mucho tiempo. De cualquier forma, sus dos compañeras estaban llenas de perplejidad y atacadas por la curiosidad. Plutón lo sabía y no quiso aún liberarlas de la intriga al añadir de una forma más distendida.

- Por cierto. ¿No está por aquí Hotaru?- Quiso saber antes de continuar contando nada.-

Y es que extrañaba mucho a su compañera y amiga y tenía muchas ganas de verla, máxime por lo que iba a relatar.

- Está  pasando unos días con su padre. – La informó Michiru –
- Bueno. Pero ¿vas a contarnos lo que te ha pasado? ¿Sí o no?- La inquirió Urano que ya comenzaba a impacientarse -

Su amiga sailor sonrió para replicar ahora con un tono más serio.

- Como os había prometido antes, os lo explicaré. Es algo muy importante y he tenido que tomar una decisión sumamente difícil.

-¿Qué decisión? ¿A qué te refieres. - Quiso saber Michiru que sí había reparado en esas palabras con más atención -

La muchacha sonrió ligeramente, no respondió a esa última cuestión y tras ayudar a sus compañeras a levantarse y darles otro par de alubias esperó a que estuvieran recobradas y sentadas en un par de rocas

- Mejor será que comience por el principio.- Afirmó Setsuna.-
- Eso es lo natural.- Añadió Haruka con algo de sarcasmo. –
-Estamos deseando escucharte.- Convino Michiru con genuina curiosidad.-

            Su compañera asintió y fue entonces fue cuando comenzó su historia.

- Veréis, como ya sabéis, tras la crisis del meteorito y después de que me liberaseis de mi secuestro, Lornd y yo volvimos a patrullar por los confines del Sistema Solar por si ese maldito Gralas retornaba. Estábamos algo cansados  al volver a la Tierra y decidimos irnos de vacaciones por unos días.
-Es verdad. Lo recuerdo. Él se fue primero, tras libertarte y destruir a ese monstruo tan raro.- Terció Haruka.-
-Pero luego regresó al cabo de una semana y te fuiste con él.- Añadió Michiru.-
-¿Y qué tal fueron esas vacaciones?- Sonrió pícaramente Haruka.-

            Ahora su amiga y compañera suspiró dejándolas sorprendida, más cuando añadió con voz queda.

-La verdad, al principio fue divertido, peor luego las cosas tomaron un giro totalmente inesperado.

            Rememorando aquello Setsuna se acordaba de como contemplaba divertida la forma en la que el saiyajin, vestido sólo con un traje  de baño y sumergido hasta la cintura en las aguas cristalinas de un pequeño remanso, trataba de pescar el almuerzo. Llevaban algunos días juntos, perdidos en esos parajes calmos y hermosos. Lornd incluso parecía un hombre totalmente distinto a esa apariencia de severo guerrero o de bruto jovial que solía mantener según las circunstancias. Allí, los dos juntos, él le había abierto una puerta a sus pensamientos más profundos, y realmente el guerrero tenía dentro de sí mucho más de lo que a primera vista podía detectarse, no en vano era un rey formado e instruido como tal. Setsuna y él habían charlando bajo el cielo nocturno, habían visto algunos amaneceres y Lornd siempre le comentaba con nostalgia los lejanos recuerdos que mantenía de Nueva Vegeta, sensaciones casi olvidadas por él de belleza y paz que perdió tras la lucha que mantuvo contra los poderes oscuros y en su posterior periplo por el Cosmos, en pugna contra los siervos del tirano Gralas. Setsuna podía entender bien que un hombre como él con la sangre de los Guerreros del Espacio se sentía irremisiblemente atraído por la lucha, y más siendo de noble carácter como el que de veras tenía,  si era por defender la justicia y la libertad contra los ataques de seres despiadados. Aun así, eso conllevaba muchas veces el perder los valores más humanos, relegando el amor y la sensibilidad en beneficio del instinto e incluso muchas veces la crueldad. La guerrera se acordaba bien de cuando le conoció. Entonces él le salvó la vida, pero a costa de masacrar a esos aliens que las atacaron a ella y a sus compañeras y les destruyó sin inmutarse, de tal forma que casi provocó en la muchacha más terror que sus propios agresores. Más tarde logró despedazar ese asteroide  convertido en súper guerrero, con esa inmensa fuerza que avivaba aún más la sed de lucha. Pero después de eso y de salvarla a ella misma de ese secuestro y de derrotar junto con Roy y los demás a ese monstruo llamado Trihar habían pasado algunos meses. Lornd tuvo ocasión de descansar con ella, incluso vigilaron juntos las fronteras del sistema solar en prevención de otra ofensiva, pero por fortuna, todo estaba tranquilo. Gralas seguro que se lo pensaría mejor en adelante. Aunque nunca se podía bajar la guardia. Sea como fuere tuvieron ese tiempo para pasarlo juntos y él pareció recobrar sentimientos y actitudes más humanas y distendidas. Su agresividad y su severo rostro estaban ahora mucho más dulcificado, mostrando un corazón bondadoso y un talante más divertido de lo que ella pudo imaginar. Incluso demostró tener aptitudes para la música, tocando la flauta. Y sobre todo, de pensar en alguna cena que tuvieron con Roy y Beruche, ella no podía dejar de reír. Ambos hermanos parecían niños a veces. Peleando por la posesión de la última empanada o pidiendo más de modo continuo, para horror de la pobre Bertie. Y ahora, sin ir más lejos, él le había asegurado que era capaz de pescar sin recurrir a su fuerza de saiyajin. Setsuna casi le había retado a ello, y eso sí, el orgullo de Lornd le obligaba a aceptar cualquier desafío, ¡incluso uno tan cómico como ese! Ella lo sabía y de modo premeditado le pinchó para que lo intentase. Así que ahora no podía evitar una sonrisita de puro regocijo ante los repetidos e infructuosos intentos de él por atrapar uno de esos jugosos y escurridizos peces que nadaban entre sus piernas.

-¡Menos mal que he traído una cesta llena de comida! - Exclamó Setsuna no sin intención de pincharle todavía más para añadir. - Oye Lornd, ¿cómo hacías para comer en tus viajes?...no me tenías a mí para prepararte los emparedados....
- Te crees muy graciosa ¿verdad?...- replicó de forma divertida él, mientras se afanaba en cerrar sus brazos bajo el agua intentando sujetar a uno de esos malditos peces, añadiendo sin dar su brazo a torcer - ¡Ya verás cuando pesque un par de ellos!...
- Eso, me gustaría verlo....y probarlo,- se burló ella sentenciando, esta vez con sinceridad - porque tengo mucha hambre. ¡Ja, ja!...
-Muy bien, listilla.- En cuanto los atrape te tocará cocinarlos.- Afirmó él.-
-Lo haré encantada, si es que tengo algo que cocinar.- Se sonrió la joven.-

            El saiyajin no pareció escucharla, suspiró armándose de paciencia, que era lo que más le costaba reunir, se agachó con celeridad y... ¡por fin había atrapado uno!  Sonrió con cierta complacencia, lo sacó del agua y lo mostró orgulloso. El pez, que era bastante grande, se agitaba convulso al sentirse fuera de su medio de vida natural. Lornd trataba de impedir que se le resbalase mientras le decía a Setsuna, que ahora le miraba bastante sorprendida de que hubiese cumplido con su palabra.

-¿Y ahora qué? ¿Te convences ya de que soy un consumado pescador?...

Aunque en tanto se entretenía con su perorata relajó el agarre tan solo por unos instantes, el pez logró escurrirse lo bastante de sus manos y Lornd trató de sujetarlo a la desesperada

- ¡Maldito bicho!... - masculló según perdió pie cayendo al agua junto al pez.- ¡Quieto!

            Al salir, suspirando resignado, escuchaba las risas de Setsuna que amenazaban con hacerla saltar las lágrimas

 - Un accidente lo tiene cualquiera.- Dijo a la vez que soportaba con estoicismo las risotadas de su acompañante. -
- ¡Tendrías que ver la cara que has puesto!, ¡ja, ja, ja!,- repuso ésta señalándole con uno de sus dedos mientras se tapaba el estómago que ya comenzaba a dolerle de la fuerza de sus carcajadas. – Desde Usagi comiendo dulces no he visto nada igual…
- La cara que he puesto ¿eh?- Sonrió él de forma algo ladina, sentenciando. - Prefiero ver la cara que tú vas a poner ahora,- dicho esto salió levitando del agua y andando se llegó hasta su interlocutora asegurando.- Verás que divertido va a ser…

Ella seguía riendo mientras él, inmóvil como una estatua, la observaba, pensando que nadie en todo el universo se habría reído así ante sus narices. Sonrió, eso no dejaba tampoco de tener gracia, desde luego no se lo permitiría a nadie que no fuese Setsuna. Pero incluso a ella le iba a costar un precio, no dramático pero sí bastante divertido, al menos para lo que a él le vino a la mente. Sin pensarlo mucho más, en menos de un segundo la levantó en brazos y se la cargó a un hombro, la chica comenzó a patalear y le preguntaba aún entre risas.

-¿Qué te propones?- Exclamó pidiéndole casi a modo de orden -...déjame en el suelo...
- No te preocupes. Solamente quiero ver si tú eres capaz de pescar algo.- Replicó él con regocijo. -
- ¡Oye, no se te ocurra tirarme al agua! ¿Eh?, ¡ni se te ocurra! - Protestó la chica de forma jocosa pero al tiempo algo alarmada pues le creía perfectamente capaz. -
-¡Demasiado tarde!,- sentenció él con una amplia sonrisa para afirmar. - Ya se me ha ocurrido...
- ¡No, no!...- repuso Setsuna con un ligero chillido aun dominado por sus ganas de reír mientras se veía transportada por aquellos musculosos y colosales brazos a los que no costaba el menor esfuerzo portar aquella carga.- ¡Que no llevo traje de baño!

            Y eso era lo único que discurría aunque no tenía trazas de valerle de mucho. Parecía que Lornd iba a arrojarla sin compasión a las frías aguas cuando se detuvo, la tenía levantada sobre su cabeza. Ella estaba callada, quizás él se lo estuviese pensando y no quería decir nada ni hacer un ruido que le decidiese a tirarla, pero entonces el saiyajin la dejó en el suelo con suavidad, su rostro estaba ahora serio, concentrado. Setsuna no le había visto de ese modo desde que la liberasen de su cautiverio, recobró también la seriedad y le preguntó sorprendida de su radical cambio.

-¿Qué ocurre, Lornd? Ni que hubieses visto un fantasma...
- Quizás los haya escuchado. - Contestó él de forma enigmática, para acto seguido aclarar. - He recibido un mensaje telepático de Landar. Asegura haber localizado mi mundo, el planeta de los saiyajin, y eso no es todo, ahora mismo está con uno. Me ha pedido que vaya al Cielo a verlo.
- Quiero ir contigo...- le pidió Setsuna con bastante interés. -
- Está bien,- concedió él que la abrazó y se concentró en la energía que le brindaba el mago transportándose. -

            Aparecieron sobre una blanca superficie, desde luego todo era inmaculado allí.  El mago estaba esperándoles y junto a él un hombre bastante alto, aunque no tanto como Lornd. Musculoso, vestido con un peto que le cubría todo el torso hasta la cintura y unos pantalones que se ajustaban a sus poderosas piernas. Su pelo era negro, largo e hirsuto, se elevaba hacia las alturas desafiando la gravedad, su rostro tostado y con las huellas de múltiples cicatrices atestiguaban su carácter de guerrero. Sus ojos azules escrutaban con interés y al tiempo aparente indiferencia el fondo blanco que se perpetuaba en la lejanía. Al aparecer Lornd y Setsuna desvió la mirada hacia ellos y pareció analizarles. Una vez hecho esto su rictus se contrajo mostrando sorpresa. Parecía difícil de imaginar por su aspecto, pero estaba asombrado. Landar saludó a  los recién llegados y realizó las presentaciones.

- Éste es Blinz, hijo de Rion y Lebra, - miró al guerrero al que le indicó a su vez - Ellos son Lornd y Setsuna...
- Tú eres un saiyajin de muy elevado linaje.- Le dijo este guerrero a Lornd remarcando sus palabras con un hondo respeto. - ¿Puedo saber de dónde vienes? No te conozco de nuestro planeta.
- Antes de eso quiero que me digas donde está nuestro mundo, yo perdí su rastro hace mucho tiempo...- Quiso saber su interlocutor. -
- Él no lo sabe, Lornd,- intervino Landar -...yo le traje hasta aquí...
- Es cierto- confirmó Blinz explicando. - Mi cápsula iba a la deriva y yo estaba malherido, salí de mi mundo en un viaje de exploración y me encontré con seres muy poderosos, algunos de los cuales eran hostiles, tuve que luchar y casi me aniquilaron, pero pude escapar...
- Yo le traje hasta aquí y él me contó que buscaba a un saiyajin de gran poder. Enseguida pensé en ti, Lornd. - Comentó el mago. –
-No es él.- Le contradijo ese guerrero, añadiendo.- Aunque también es muy fuerte.

            Aunque Lornd no estaba interesado en esa historia en particular y enseguida lo hizo constar.

- Pero, ¿de qué me sirve saber eso si no sabe dónde está mi planeta?, en tu mensaje me habías dicho que lo habías localizado.- Respondió éste sin ocultar su tono molesto. -

Landar le apaciguó con un suave gesto de sus manos, respondiendo con voz más animada.

- Y lo he hecho, gracias a mis poderes, tu mundo está en otra dimensión. Verás, hay que atravesar un largo agujero cósmico de gusano para llegar hasta él. No podrías lograrlo más que con mucho tiempo y dificultad viajando por el espacio con una de vuestras cápsulas, sin conocer su posición exacta. Yo, sin embargo, puedo enviaros allá...

            Blinz seguía observando a Lornd con bastante atención, parecía no poder creerse la cantidad de poder que sentía en él y le preguntó.

- Ahora si no te importa, ¿podrías decirme quién eres?...
- Soy Lornd, de la estirpe Deveget....hijo de Dronaos. ¡Rey de los guerreros del espacio! - Proclamó con orgullo para remachar con total convicción - , y debo volver a recuperar mi trono.....

            Oído esto Blinz se arrodilló de inmediato mirando a Lornd con una expresión de asombro reverencial, casi no le salían las palabras. Setsuna se sorprendió, no había entendido nada hasta entonces y también escuchaba atónita ahora cuando ese saiyajin habló. Aunque al principio seguía sin comprender su lenguaje, pero el mago, suponiendo eso, le hizo una traducción simultánea con su telepatía que permitió a la muchacha entender a ese guerrero del espacio exclamar.

- Mi Señor y Rey,...pero, ¿cómo puede ser posible esto? ¡Desapareciste hace generaciones!, tu reinado y tu marcha para combatir al mal en defensa de tu hermano, se pierden en las leyendas sobre la era anterior a nuestro periplo...
- Sí – convino Lornd matizando. - Eso fue porque quise ayudar a mi hermano, el príncipe Asthel y fui muerto por las fuerzas del mal, pero Landar me resucitó y yo vagué por el Universo luchando contra los poderes de la Oscuridad. Dime - inquirió intrigado -¿quién gobierna en nuestro mundo ahora?...
- Nuestro planeta actualmente no tiene rey, señor, la causa arranca desde la leyenda de tu marcha. Como no existía un heredero se acordó proclamar un consejo de regencia integrado por los ancianos, a cuya cabeza se situó un canciller del reino. Después, como varias de las familias más poderosas aspiraban al trono, se instauró una prueba, el desafío del poder. El aspirante a ser rey debía luchar contra los mejores campeones y si los derrotaba sería coronado. Nadie lo consiguió nunca, pues los mejores estaban bastante igualados entre ellos y no podían contra el resto cuando combinaban sus fuerzas.
- Yo volveré contigo y lograré superar esa prueba. - Contestó Lornd con tono resuelto. -
- No te será nada fácil,- objetó el saiyajin conjeturando con prevención -, quizá nuestras costumbres hayan cambiado mucho respecto a tu época, señor...
- No lo creo, nuestro pueblo tiene una larga tradición y no suele ser proclive al cambio, si todo depende de luchar entonces casi nada ha variado.- Afirmó su interlocutor. -
- Entonces introduciros en la cápsula y yo os enviaré a través de las dimensiones a una zona próxima al planeta.- Terció Landar. -

 Lornd observó a su pareja, hasta el momento no se había percatado, pero posiblemente ella no comprendía nada de lo que hablaron. Aunque el mago le tranquilizó explicándole lo de su traducción telepática. Setsuna por su parte, miró la cápsula incrédula, sin duda era de una sola plaza, y esta vez no iría sentada en las rodillas de nadie como cuando se conocieron. Así que objetó al mago de forma inmediata.

- No podemos ir todos ahí...no hay espacio más que para una sola persona.

Landar se limitó a sonreír de modo condescendiente a la par que respondía.

- No te preocupes, jovencita.
-¿Jovencita?- Se sonrió la sailor Plutón para preguntarle de forma retórica.- ¿Sabes quién soy yo?
-Perfectamente, guardiana del tiempo-espacio. Y no dejas de ser una jovencita para mí.- Contestó tranquilamente el mago quien entonces agregó.- En cuanto al espacio de esta cápsula, déjalo de mi cuenta - y con un sólo movimiento de sus manos hizo crecer aquella pequeña nave a ojos vista, triplicando su tamaño y sus asientos para afirmar. - Ahora podéis entrar. Yo haré un conjuro que os llevará al momento, de lo contrario los tres tardaríais mucho en llegar. Si es que tú también deseas ir, guardiana del Tiempo. Pero debes pensarlo bien. Podrías tener que enfrentarte a una difícil decisión. - Remachó con cierto tono de advertencia. -
- Es cierto, podría ser duro para ti. Las costumbres y los modos de mi pueblo quizás te resulten de una naturaleza algo brusca y su idioma incomprensible cuando no haya conexión telepática - Avisó igualmente Lornd. -
- Si tú vas, yo deseo estar contigo, no me menosprecies, he luchado mucho y conozco diferentes mundos.- Le contestó resueltamente ella. –Sabré apañármelas.
- No os preocupéis,- terció Blinz que amablemente la explicó.-  Mi nave cuenta con un aparato que podrá ayudaros a aprender nuestra lengua, los saiyajin lo usamos mucho cuando vamos a otros mundos, para podernos comunicar con sus habitantes.

              La muchacha asintió, deseando aprender el idioma de Lornd. Éste no tuvo nada más que objetar. Blinz les rogó entonces a  ambos que entrasen primero....él pasó a continuación. El mago les despidió con un saludo de su mano y la cápsula se cerró, luego Landar recitó unas palabras que el grupo no pudo entender y todo lo que les rodeaba desapareció ante sus ojos. Al instante se vieron rodeados de la negrura del espacio y resplandeciendo como una perla de color amarillo terroso advirtieron la presencia de un mundo cercano.

- Ese es nuestro planeta.- Indicó Blinz con orgullo. -
- Sí, lo recuerdo muy bien.- Contestó Lornd embelesado por esa visión.-

La sailor también miraba con curiosidad. Ese mago habría empleado algún sortilegio que incluía un viaje temporal. Ella podía sentirlo. Quizás habría resumido todo el tiempo necesario para llegar en apenas un instante. Ahora observaba aquel planeta sin dejar de preguntarse ¿cómo sería ese mundo? ¿Qué encontraría allí?

-Majestades.- Pensaba ahora con una mezcla de ansiedad y determinación.- Es el momento que estábamos aguardando…


            La nave se acercó rápidamente, Setsuna se conectó a la máquina, un ordenador de muy elevada tecnología que durante ese periplo comprimido habría suministrado a su cerebro las bases de ese extraño idioma. Las palabras le venían a la mente y pudo pronunciar algunas. En tanto se aproximaban practicó con sus acompañantes y en pocas horas  ya se defendía en él. Así la cápsula entró en la atmósfera del planeta. Blinz también invirtió el tiempo del viaje para poner un poco al día a Lornd y a su compañera de la actualidad de aquel mundo. Aunque únicamente de lo que él recordaba, tampoco sabía con seguridad el tiempo que había pasado desde su marcha.

-Teniendo en cuenta el salto dimensional y que Landar me resucitó sin saber yo el tiempo que pasé muerto.- Suspiró Lornd para elucubrar.- Podrían haber pasado meses o siglos.

            Miró a Blinz como si él pudiera darle una medida del tiempo y el joven saiyajin apenas pudo replicar envarado.

-Estudiamos historia de niños pero ahora mismo no recuerdo las fechas. Ya sabéis, le damos más importancia al entrenamiento físico.
-Sí.- Asintió su interlocutor haciéndose cargo.-
-Por eso es tan necesario conocer un poco de todo.- Intervino Setsuna.- Nunca se sabe cuando habrá ocasión de emplear ese conocimiento.

Los saiyajin no dijeron nada. La cápsula entre tanto se precipitó en un rápido descenso atmosférico que la puso al rojo, pero su material aislante la protegía a la perfección. Automáticamente buscó una especie de colchoneta sobre la que cayó, amortiguando su impacto. Cuando se detuvo, la puerta se abrió y los tres pudieron salir al exterior.

-Hemos llegado, sed bienvenidos.- Les anunció ese guerrero.-

            Quizás sí que hubiera transcurrido mucho tiempo. El panorama era bastante distinto a como Lornd lo recordaba, a unos cientos de metros se alzaban unos imponentes edificios que se le parecían más a una ciudad del futuro de la Tierra que a su antiguo planeta. A su alrededor se agrupaban multitud de colchonetas, algunas de ellas también  ocupadas con cápsulas. Y a lo lejos edificaciones mucho más modestas, bajas y que parecían viviendas unifamiliares. Sin embargo, lo que más les llamó la atención fue la multitud congregada en torno suyo. Blinz se dirigió en tono muy respetuoso, aunque sin arrodillarse como había hecho con Lornd, a un anciano de pelo canoso y vestido con una túnica de color azul que le llegaba hasta los tobillos. En una de sus manos llevaba un largo báculo rematado por una gran piedra dorada. A su alrededor se contaban otros saiyajin de parecida edad y vestidos de forma similar, pero sin ningún báculo y algo más apartados guerreros del espacio más jóvenes, en su mayor parte vestidos como Blinz, tanto hombres como mujeres. Ninguno hablaba, esperaban en silencio a que el anciano que parecía ser el personaje de mayor autoridad lo hiciera, éste no tardó en aproximarse a los tres recién llegados.

- Sed bienvenidos a nuestro mundo,- declaró de forma imperturbable, parecía conocer a Blinz pues le preguntó refiriéndose a él.  - Saliste a por dos renegados pero en su lugar. ¿A quiénes has traído?
- ¡Es él, señor, es el rey...el legendario rey Lornd, lo he traído para terminar con nuestra situación de desconcierto! - Respondió el saiyajin con un no disimulado entusiasmo. -

            Todos los presentes le miraron incrédulos, el anciano replicó al momento sin parecer ni sorprendido, ni impresionado

- Eso tendrá que demostrarlo,....no creo que un rey de una era anterior pueda seguir vivo hoy día.
- Te aseguro que es verdad.- Repuso Lornd que añadió con palpable resolución - y he venido a ocupar el puesto que tuve que dejar vacante entonces...
- Tendrás que pasar la prueba para que podamos aceptarte como nuestro rey,- le contestó una voz surgida tras el anciano. -
- Lo sé. - Asintió el recién llegado para remachar. – Y eso no me preocupa.


            Un hombre casi de la misma estatura que Lornd y de pelo negro corto se aproximó caminando pausadamente, Blinz le susurró.

- Ese es Dariel, hijo de Torix y Nairía, es el guerrero más poderoso del planeta, pero ni siquiera él logró superar la prueba. Ahora es el luchador principal de los que tendrían por misión enfrentarse a un posible retador.- El aludido se aproximó junto a ellos y confirmó por sus palabras las indicaciones de Blinz que justo había susurrado a modo de advertencia. – Ten cuidado con él.
- No te será fácil vencerme a mí, ni al resto de los luchadores, extranjero. - Aseguró clavando sus negros ojos, en los de color castaño del recién llegado. -

En su tono no podía detectarse especial hostilidad, y aunque parecía  tener una mirada templada, no ocultaba una gran fuerza y orgullo en ella. Estaba claro que ese guerrero poseía una voluntad poderosa y una enorme fuerza potencial, con actitud confiada en sus posibilidades y debía ser alguien de temer, aunque  su interlocutor no se arredró.

-Soy un saiyajin oriundo de este planeta.- Afirmó Lornd.-
-Para nosotros eres un extraño. Jamás te vinos por aquí.- Replicó su contertulio sentenciando con rotundidad.- Y los que vienen de fuera solamente pueden tener motivos hostiles. Te demostraremos que no es sencillo enfrentarse a nosotros.
- No pienso que sea fácil, pero os venceré...- contestó el aludido sosteniendo sin vacilar la mirada altiva de Dariel. -
- Eso se verá en poco tiempo, mientras tanto nuestro deber es asegurarnos de que estés cómodo y en condiciones de afrontar el reto. No pueden existir pretextos para tu fracaso, ni nosotros faltar a nuestro honor. - Respondió su interlocutor sonriendo con  incredulidad y cortesía combinadas, ante la afirmación de aquel extraño. -
- Es verdad- convino el anciano que no obstante matizó - pero antes de seguir debemos presentarnos. Yo soy Luarque, Canciller Real y regente del planeta. Él es Dariel, principal protector de la prueba. Tú dices llamarte Lornd, bien, aceptaremos tu nombre aunque no el rango que dices poseer, al menos hasta que no lo demuestres...
- Me parece razonable que no os fieis de alguien que acaba de llegar...- aceptó éste juzgándolo natural. –Nuestro pueblo nunca fue ingenuo. O al menos no desde hace mucho tiempo.
-Por lo menos desde los tiempos del rey Vegeta Primero.- Recordó Luarque que explicó.- Tras la traición de ese tal Freezer, el destructor de nuestro mundo de origen.

            Aquellas eran narraciones realmente antiquísimas. Ninguno de los jóvenes saiyajin imaginaba de dónde provenían siquiera. Solamente los ancianos y más sabios tenían una ligera idea. Pero ahora aquello carecía de relevancia. Sin embargo, Setsuna creyó recordar algo que alguna vez oyese a la madre de su actual soberana.

-¡Freezer! - Pensó con expresión reflexiva.- Ahora no recuerdo, pero estoy segura de haber oído hablar de quién fue ese individuo…
- Me ofrezco a guiar al aspirante hasta su zona de descanso...- intervino Blinz que añadió con seguridad - y  apoyar su desafío...
- Entonces sólo necesita otro padrino más.... ¿quién quiere serlo? - Inquirió el anciano obteniendo el silencio por respuesta. -
- Yo lo seré...- declaró entonces una voz que pertenecía a un guerrero joven de cabellos y ojos castaño oscuro,  añadiendo. - Me ofrezco a ser el segundo padrino....
-¿Quién eres tú que tan resuelto te ofreces a ello?..- quiso saber el canciller. -
- Calix, hijo de Rion y de Lebra, hermano menor de Blinz...- Contestó.-

La mayoría de los saiyajin jóvenes se sonrieron, algunos incluso rieron sin tapujos.  El joven en cuestión hizo como si no se diera cuenta, aunque a Lornd eso le pareció bastante extraño y revelador a un tiempo.

- Muy bien, acompañad a vuestro apadrinado a su lugar de descanso y aseguraos de atender a su comodidad...- les ordenó el canciller sin inmutarse por esas risas. -
-¿Qué pasa con mi compañera?,- preguntó Lornd señalando a Setsuna que hasta ese momento había sido ignorada. -

            Los saiyajin se miraron unos a otros con  desconcierto. Una vez más, su vetusto líder habló por todos.

- No es de nuestra raza, no debería estar aquí. Empero, si es tu acompañante se la tendrá en consideración como a un huésped. La ley de la hospitalidad obliga, que siga a una de las mujeres, ¿alguna de vosotras se ofrece para ocuparse de la extranjera? - Preguntó Luarque.-

Nuevamente se extendió un incómodo silencio que tardó en ser roto, una chica alta, bastante joven y de pelo claro, se ofreció, presentándose como Nilia.

- Acompáñame extranjera. - Le pidió a Setsuna con tono neutro -...

            Plutón miró a su compañero con gesto indeciso, no estaba segura de querer separarse de él de esa forma pero éste la tranquilizó. Estaría bien, según le había contado Lornd los guerreros del espacio eran muy respetuosos con las leyes de hospitalidad, así que decidió seguir a su anfitriona y el aspirante se fue por su lado con sus padrinos. El gentío se disgregó volviendo cada cual a sus ocupaciones.

-Van a ser unas vacaciones interesantes.- Se dijo la guerrera guardiana del tiempo cuando siguió a esa mujer.-

            En su estancia, Lornd cenó de forma abundante siendo fiel a las costumbres de los saiyajin. Terminada la cena, interrogó a ambos padrinos sobre lo que debía hacer en la prueba, Calix, el más joven, fue el encargado de responderle.

- Deberás enfrentarte contra Dariel y otros dos campeones a la vez y dentro de un círculo. El llamado círculo del Honor. No podrás salir de él, eso significaría tu derrota. Por tanto, si consigues expulsar a algún contrincante le habrás eliminado. El combate será arbitrado por el canciller Luarque, él dará las instrucciones sobre el grado de poder que deberéis desplegar...
- No comprendo eso muy bien.- Le replicó Lornd algo confuso para oponer -, se supone que es un combate en el que habrá que luchar a fondo desde un principio, ¿no?.
- No es exactamente así,- terció Blinz que explicó. – La prueba tiene un elaborado ritual. Empezaréis luchando con vuestro estado normal, y corresponde a los protectores aumentar el grado de fuerza. Por ejemplo, tú no puedes transformarte en súper guerrero hasta que ellos no lo hagan....
- Pero eso me pone en desventaja...podrían atacarme los tres convertidos en súper guerreros y no darme tiempo a transformarme a mi vez.- Arguyó -
- Por eso la prueba es tan difícil,- respondió Calix. – El aspirante ha de demostrar que es más fuerte que nadie sin ningún género de duda, de ahí tanta desventaja. Tú tendrás que tratar de evitar que eso ocurra. Si en verdad eres tan poderoso como aseguras aguantarás bien hasta poder desplegar toda tu fuerza cuando ellos alcancen su límite...
- Ya me las arreglaré.- Replicó más despreocupadamente Lornd confiando en sus fuerzas para querer saber a continuación... ¿Están permitidas las armas?....
- Sí, también corresponde a los protectores tomar la iniciativa, pero sólo con el permiso del canciller. - Le informó Blinz a lo que Calix añadió intentando animar a su apadrinado. -
- No es todo tan negro como parece, normalmente, el más fuerte de los retadores deja que el aspirante luche primero contra los otros dos y no interviene en la batalla hasta comprobar si  es un rival apropiado para él. La mayoría de las veces los otros dos protectores del reto suelen vencer al aspirante sin que el más poderoso intervenga...
- Me gustaría enfrentarme con Dariel, por lo que he podido sentir su fuerza es bastante grande aunque pienso que aún soy muy superior a él...- Les confesó Lornd -
- No debes fiarte,- le advirtió Blinz. -Es un poderoso guerrero y muy experimentado en el campo de batalla...
- Descuida, no lo haré... ¿cuándo será el combate? - Quiso saber su contertulio. -
- Según las normas, pasadas dos semanas del reto, el aspirante debe entrenarse y prepararse, así  como los protectores.- Declaró Blinz. -
- Entonces será mejor dormir.- Propuso Lornd avanzando sus intenciones. - Quiero empezar el entrenamiento mañana temprano.  
-Eso es lo más juicioso.- Convino Calix.-
-Y también que me contéis todo lo que sepáis sobre mis adversarios. Si sé algo de ellos les llevaré ventaja al menos en ese punto.- Añadió Lornd.-
-Te daremos bastantes referencias.- Asintió Blinz.-
-Una cosa más. ¿Podré ver a mi compañera?- Preguntó el invitado.-
- No está prohibido pero no es muy aconsejable, debes centrarte en tu entreno, pero sí que puedes verla. Aunque no visitarla en sus aposentos, según nuestras costumbres...Eso significaría que…- Le informó Calix que se dirigió a él como si fuese ajeno a su raza. -
- Conozco bien nuestras costumbres.- Le cortó Lornd con una sonrisa para relatar ahora con cierta prevención reflexiva. - Si es una prometida o simplemente acompañante, sólo podemos vernos en la calle, nunca en sus aposentos o en los míos. Eso supondría que estamos ya emparejados y no es posible hacerlo antes de una lucha que decida rango, sobre todo si es un título importante o ella tendría dificultades. – Aunque añadió algo más aliviado.
-Si es que no tienes ningún vínculo ya con ella.- Observó Calix.-
-No todavía. Al menos nada oficial.-Admitió Lornd.-
-Sabes que en nuestro mundo no nos preocupan los vínculos establecidos en otros planetas. Si se diera el caso de que vencieras, y ella fuese tu pareja oficial, cualquier mujer poderosa podría retarla. – Le informó un preocupado Calix.-

            Lornd asintió despacio, eso lo sabía. Las costumbres de los saiyajin eran bastante bárbaras en eso para los estándares terrestres. Tanto un varón podía retar a otro por quedarse con una hembra particularmente fuerte como al contrario. Lo único que limitaba eso era una unión oficial en Nuevo Vegeta bajo las tradiciones saiyajin. El equivalente a un matrimonio terrestres. Al menos Setsuna no estaba enterada de aquello.

- Por ahora me conformaré con que podamos vernos en cualquier otro lugar que no sean nuestros aposentos.
-Y no le pasará nada al menos hasta que concluya tu prueba.- Le dijo Blinz sonando más tranquilizador para exponer con la cruda sinceridad típica de su pueblo.- No siendo saiyajin y con esa fuerza de combate tan baja que tiene, ningún hombre de aquí tendría el menor interés por ella. Y ninguna mujer la consideraría como rival.

            Lornd se sonrió, incluso divertido ahora. ¡Si Setsuna hubiese escuchado eso! Podía imaginarse la cara de ella entre la incredulidad y la desaprobación. Así pues, respondió no sin ironía.

-Bueno eso me tranquiliza,- dicho eso se echó sobre un recio camastro y se cubrió con una gruesa manta.-  Por cierto.- Quiso saber también.- ¿Aún existe el mausoleo de los héroes?
- Por supuesto.- Aseveró Blinz. –
-Quizás mañana le haga una visita antes de comenzar el entrenamiento. Hasta mañana entonces....- los otros dos saiyajin le imitaron y apagaron las luces. -

            Para Setsuna aquello era más difícil de asumir, era una extranjera y desconocía los modos locales, se encontraba en una habitación bastante espartana donde la única concesión decorativa la constituían unos tapices de vivos colores en las paredes y el suelo. Una mesa, más bien un largo tablón con patas y unas rústicas sillas se disponían en el centro y un par de camastros se alineaban en una esquina. Nilia y otra chica saiyajin llamada Moena, de menor altura, pelo corto y oscuro, con ojos color avellana, le ofrecieron una frugal cena y después de presentarse  la interrogaron sobre las costumbres de la Tierra de donde Setsuna les dijo que provenía. Algunas de las cosas despertaban su curiosidad, sobre todo cuando esas mujeres le preguntaron sobre la naturaleza de su relación con Lornd.

- Bueno, estamos juntos, aunque no puedo decir todavía que seamos novios. – Les contestó Plutón, que realmente se hacía a sí misma esa pregunta. -
-¿Qué es un novio?- preguntó Nilia. -
- Es la persona a la que quieres y con la que estás compartiendo tu vida antes de casarte.- Informó Setsuna. -
- Un prometido...- aventuró Moena, mirando con sus curiosos ojos a la humana, tratando de buscar su confirmación. -
- Habitualmente sí,- respondió ésta queriendo saber a su vez de manera cordial -... ¿vosotras no tenéis?...
- No, aquí nos emparejamos en función de la fuerza del otro, normalmente las mujeres de alto rango eligen a guerreros poderosos para concebir hijos fuertes...o ellos luchan entre sí para ganar su favor. - Respondió Moena. -
-¿Y el amor?- inquirió Setsuna atónita - ¿Acaso eso no cuenta?...
- Solamente cuenta la fuerza potencial de la pareja, tú debes ser muy fuerte si eres la prometida de un aspirante al trono.- Declaró Nilia con admiración, al darlo por supuesto. -

Setsuna iba a sacarla de su error. Aunque no tuvo tiempo, dado que alguien se la adelantó.

- Yo no lo creo así,- sentenció tajante una voz que provenía de la entrada, las otras dos saiyajin al oírla, retrocedieron con expresión de temor sumiso. -
- Ho, hola Seira. - Saludó Nilia con un susurro apenas pudiendo añadir. - Me sorprende verte por aquí...

            La recién llegada ignoró el saludo y entró resueltamente en la habitación. Se aproximó a Setsuna apartando con desdén a Moena que, involuntariamente, se había situado en el camino que la recién llegada había decidido seguir para acercarse a la extranjera. A Plutón le sorprendió la actitud de temor que tenían sus dos anfitrionas, aunque, reparando algo más en la nueva saiyajin podía deducir fácilmente el por qué. Ésta la observaba de manera fría y parecía analizarla, no le preocupaba en absoluto mirar directamente a los ojos de Setsuna con los suyos negro azabache de los que parecía surgir una fuerza enorme. Le relampagueaban con una intensidad y pasión que traicionaba el hieratismo de su pose y su aparente fría actitud, parecía un volcán a punto de explotar. Su cuerpo, bastante bien formado, estaba tenso, presto a reaccionar a cualquier impulso. Parecía la clase de persona a la que no se debía hacer irritar, ni siquiera con el más intrascendente comentario. Setsuna sintió que sólo con la fuerza de esa mirada podría bastar para despedazarla, pero la sostuvo, ella era una Guerrera de la Justicia y se había enfrentado a enemigos tan terribles o incluso más de lo que esta mujer pudiera realmente ser. Se levantó para mirarla cara a cara y descubrió con desagrado que la saiyajin era bastante más alta que ella. Incluso con sus zapatos de tacón la sailor debía de ser unos centímetros más baja. Se fijó en las piernas robustas como  columnas de esa mujer que calzaba unas botas sin ningún tipo de tacón. En ella parecían estar de más las condiciones a la feminidad, y eso que no era de apariencia desagradable, todo lo contrario, su corto y negro pelo desafiaba la fuerza de la gravedad elevándose hacia el techo. La única excepción la constituía un mechón que le caía cerca del ojo derecho. El cabello parecía separarse desde el centro hacia los lados partido por una tenue raya. Setsuna tuvo que reconocer que era bastante atractiva. La saiyajin por su parte se atusó descuidadamente un ligero peto que parecía más de gala que de combate y sin apartar sus ojos de los de la extraña declaró con desprecio.

- No siento apenas energía, tú no eres de nuestra raza, eres un ser inferior, no sé cómo se te permite estar aquí.
- Soy la acompañante del aspirante al trono. - Replicó la aludida bastante molesta por esa observación - y una invitada de Nilia en su casa. ¿Quién eres tú y porqué eres tan grosera?...

No obstante, las otras dos saiyajin al oír esto se miraron bastante asustadas. Setsuna intuyó que con su comentario se había puesto en el extremo de un precipicio. Aunque aquella mujer se limitó a mirarla por encima del hombro y sonriendo desdeñosamente, le contestó con una mezcla a partes iguales de orgullo y suficiencia.

- En eso tienes razón. Es descortés no presentarse. Lo arreglaré. Soy Seira, hija de Torix y de Nairía, de la estirpe Saiyanto. Guerrera del más alto nivel y miembro de una de las principales familias de este mundo. Nilia y Moena son mis subordinadas. Y tú, ten mucho cuidado con lo que dices.- Amenazó a la extraña de una manera aparentemente desapasionada incluso cuando matizó. – Y sobre todo con el tono en el que lo haces.

            Nilia se apresuró en salir en defensa de su huésped y manteniendo las distancias intervino con un tono bastante respetuoso.

- No te enfades con ella Seira, te lo ruego. Es extranjera y desconoce nuestras costumbres...
- ¿Enfadarme dices? Si me hubiera enfadado con ella ya no estaría viva. - Replicó ésta de forma bastante seca. -
- ¡No sé quién te creerás que eres pero a mí nadie me habla así! - Terció Setsuna de forma tajante.-

 Al oírla, tanto Nilia como Moena temblaron visiblemente. Plutón tuvo entonces la sensación de haber tentado a la suerte quizá en exceso.

-¡Vaya! , así que tienes más valor del que aparenta tu cara. - Sonrió Seira añadiendo con tono provocador. -Muy bien valiente, vamos a ver si eres capaz de mantener el tono de tus palabras...-

Y con gran celeridad empujó a su interlocutora haciéndola caer sentada sobre una silla. continuó altivamente mientras señalaba a su rival hundiendo uno de sus dedos en el pecho de ésta.

- Yo te hablaré como me plazca y tú te callarás a no ser que te pregunte y entonces responderás con respeto, o lo pasarás mal. Si no te gusta lo que te digo, es fácil de solucionar, oblígame a retirarlo…si te atreves.

            Se apartó a un par de metros mientras observaba a Setsuna esperando su próxima reacción, ésta, indignada, la miraba desde la silla pero sin atreverse a levantar. Estaba allí como invitada y lo que menos deseaba era provocar un conflicto. Seira no alteró su gesto hasta unos segundos después, entonces volvió a sonreír, como si hubiera confirmado aquello que sospechaba desde el principio y añadió con aire de desdén y regocijo.

- ¡Eres basura! hasta Nilia y Moena tienen una fuerza muy superior a la tuya, incluso un niño tendría más poder... ¿y tú pretendes ser la prometida de un aspirante al trono? El saiyajin que te aceptase debería estar mal de la cabeza...- escupía sus palabras con desprecio sobre todo al sentenciar. - De ese cuerpo tan débil no puede nacer nada que merezca la pena criar. De todos modos, dudo mucho que tu hombre tenga la más mínima oportunidad... Y tras un incomodísimo silencio por parte del resto sonrió de forma cínica sentenciando. - Ya nos veremos...

Y sin esperar réplica se dio media vuelta y salió de la estancia y de la casa. Las otras dos respiraron aliviadas, antes de que Setsuna pudiera preguntarles nada Nilia le advirtió muy preocupada.

- Ten mucho cuidado con Seira, es la hermana de Dariel y la mujer más poderosa de nuestro mundo. Es una de las pocas que puede transformarse en súper guerrera y le encanta pelear, cualquier pretexto le vale. La mayoría de los que se han enfrentado con ella han salido muy mal parados...
- No importa lo fuerte que pueda ser, no tiene porqué comportarse así. Cuando Lornd gane esa prueba ya ajustaremos cuentas...- dijo Plutón resuelta.-

Mientras pronunciaba esas palabras las dos saiyajin se miraron con expresión de temor y asombro ante lo que consideraban una tremenda osadía.

- Si tu prometido gana, espero que en verdad seas muy fuerte, porque si no lo eres, vale más que reces a tus dioses, si es que tienes, porque pierda.- Le comentó Moena con voz trémula. -
-¿Por qué?,- preguntó Setsuna muy extrañada. - Si fuera mi prometido y nos casáramos. Sería el rey y yo la reina ¿qué problema habría?....
- No necesariamente.- Rebatió Nilia explicando. - Según nuestra tradición el puesto de reina no tiene por qué ser de la prometida real. Antes de tu reconocimiento como tal cualquier mujer saiyajin que se crea más fuerte que tú está en su derecho de disputártelo en combate y Seira  está esperando a que algún guerrero sea capaz de superar el reto para ser su reina...
- Es muy ambiciosa entonces. -Aventuró la sailor, afirmando. – Quizás necesite una lección de humildad.
- No lo creas, lo que ocurre es que para ella es una cuestión de honor, es una valiente guerrera y más noble de lo que parece. Únicamente lucha contra los que cree que pueden ser enemigos. A  quien juzga como más débil sólo le ignora o trata con desprecio, eso ya lo has visto. Nosotras somos unas saiyajin de nivel muy bajo, y le servimos como sus asistentes personales. Y a ti, no te ha considerado de momento una rival digna de enfrentarse a ella, pero la cosa cambiaría si tu pretendiente resultase vencedor. Entonces no dudará en disputártelo y que tus dioses, si como ha dicho Moena rindes culto a alguno, te ayuden si es así...- le contó Nilia dominada por la preocupación. -
- No la tengo miedo, si debo luchar, lucharé.- Declaró Setsuna resueltamente. – Me he enfrentado a enemigos muy poderosos en el pasado.
- Eres valiente, de ello no cabe la menor duda, aunque creo que si hubieses visto pelear a Seira no estarías tan tranquila...- Le advirtió Moena con un tono de temor. - Lo que ella más desea es tener un rey poderoso y ser su reina para darle herederos fuertes que hagan prosperar a nuestro planeta...y no se detendrá ante nada para conseguirlo. Eso lo juró siendo todavía una niña.
-¿Y vosotras dos? ¿También habéis jurado algo semejante?- Quiso saber.-
-No, nosotras, bueno.- Suspiró Nilia tomando la mano de Moena.- Al ser de bajo nivel no estamos requeridas por ningún saiyajin. Y en parte eso nos alegra.
-Sí, es bastante responsabilidad el ser digna de un buen guerrero.- Añadió su compañera.- Y concebir hijos poderosos. Todavía no nos sentimos preparadas.

            Setsuna las observó con perspicacia. La forma de esas dos de darse la mano le recordaba bastante a la de sus compañeras y amigas Haruka y Michiru. Quizás esas chicas compartieran esas inclinaciones y estuvieran unidas de ese modo.

-Claro, lo comprendo.- Repuso la sailor sin querer ser más precisa.-
- Será mejor que durmamos. - Terció Nilia deseando también aparcar el tema para añadir con más ánimo. - Mañana te enseñaremos un poco de la ciudad...

            Setsuna tenía muchas preguntas que hacer, pero decidió dejarlas para el día siguiente. Se acostó en uno de los camastros y deseó que Lornd arreglase las cosas cuanto antes. Empezaba a arrepentirse de haber ido hasta allí.

-Creo que esto va a ser mucho más difícil de lo que imaginaba. Espero poder estar a la altura.- Se dijo tratando de conciliar el sueño.-

            A la mañana siguiente Lornd se levantó temprano. Quiso dirigirse hacia aquel gran cementerio conmemorativo donde reposaban los héroes de su pueblo. Tras prestar homenaje a la tumba que debía ser  la de su padre, dado que la herrumbre y el deterioro de siglos parecían haberla dejado irreconocible, el muchacho se acercó hacia otra que para él despertaba recuerdos tanto o más dolorosos. Rodilla en tierra trató de limpiar la suciedad de la enmohecida lápida pudiendo susurrar.

-Al fin he vuelto Ayaina. Perdóname por no haber estado a tu lado cuando lo necesitaste.

Tras un momento allí, arrodillado y sin pronunciar palabra, acarició con suavidad el borde de la lápida y se levantó. Seguramente su preceptora a la que tanto amó no estaba allí. Murió en el espacio, tratando e defenderle a él de ese traicionero ataque de los esbirros de Gralas.

-Malditos cobardes, era el único lugar en el que estamos indefensos al no poder estar sin respirar.- Pensó con amargura.- Pero si logro superar esta prueba y recupero mi trono juro por la memoria de Ayaina y de mis antepasados que me las pagarás, Gralas. Tarde lo que tarde o cueste lo que cueste…

Unos segundos más tarde voló en dirección a la cita que tenía con sus dos padrinos. Una vez que se encontraron pudieron entrenar. La fuerza del aspirante les dejó sorprendidos. Quizás tuviera una oportunidad después de todo. Cuando terminaron, se dirigieron a uno de los baños públicos para refrescarse, allí un hombre calvo y de una estatura gigantesca, se cruzó en el camino de Lornd con muy malos modos...

-¡Oye tú!,- le espetó ese hosco coloso. -Este es mi baño, aquí no entra nadie sin mi permiso...
-No he visto tu nombre en la puerta. - Contestó el interpelado con un tono nada intimidado. -
- Ya basta, Urels.- Intervino Blinz tratando de mediar según le informaba. - Éste es el aspirante al Trono...-

No hubo acabado de escuchar eso y el gigante estalló en carcajadas.

-¡Éste!....- señaló al aludido con una mueca de burla e incredulidad mientras se jactaba. - Para eso no necesitamos ninguna prueba, yo mismo le despacharía en unos momentos....
-¿Quieres apostar?.- Contestó Lornd con voz amenazante puesto que comenzaba a perder la paciencia. –Podrían darme una moneda por cada idiota que dijo eso mismo y sería rico a estas alturas.
-¡Ah sí!...- replicó ese guerrero del espacio con el mismo tono - ¿Quieres que lo resolvamos ahora mismo?...- Espetó encarándose con el aspirante al que sacaba al menos un palmo de estatura - ¡Vamos, atrévete!

Pero cuando parecía dispuesto a iniciar una lucha la autoritaria y tajante voz de Dariel, sonando con cortante serenidad, le paró en seco. Iba acompañado de otro joven saiyajin de largo cabello negro y algo más bajo que él.

-¡Basta Urels! , resérvate para el reto...sabes que ahora no puedes luchar contra él, va contra las normas...
           
Así era, los defensores y el retador , una vez postulado, únicamente podían verse las caras dentro del círculo. Así se lo comentó Blinz a Lornd entre susurros.

- Sólo pretendía asustarle un poco. - Se defendió el tal Urels con un tono más relajado. –
-¡Ja, ja, ja!. Deberías dejarnos algo a los demás. También tenemos derecho a divertirnos.- Afirmó ese joven saiyajin que estaba junto a Dariel.-
No creo que este tipo tenga derecho a enfrentarse a nosotros.- Exclamó Urels.- Es más, ¡me gustaría acabar con él ahora mismo si pudiera!- Agregó con intenciones hostiles.-

El guerrero incluso llegó a enarbolar su puño. No obstante, antes de que su objetivo se preparase para defenderse, Dariel congeló el gesto de su compañero espetándole con dureza pero sin perder su aparente calma.

-¡Te he dicho que ya basta de bravatas! Apártate y déjale pasar, ¡no me hagas repetirlo!...

            Lornd se sorprendió de este tono y más aún de que Urels obedeciera al instante. Dariel añadió esta vez con una voz más tranquila e incluso aparentemente amistosa, dirigiéndose a su futuro rival...

- Más vale que te entrenes bien, te has ganado un duro enemigo y no tendrá piedad contigo.
- Pues parece que tú le has manejado muy bien, no debe de ser gran cosa después de todo. - Sonrió su interlocutor con suficiencia. –
-No nos subestimes.- Intervino aquel muchacho.-
-¿Y tú quién eres?- Inquirió Lornd esbozando una divertida sonrisa.- ¿El hermano pequeño de alguno de ellos?...
-Me llamo Yailr, hijo de Brons y Yura. –Soy el tercer defensor.- Declaró éste con tono aparentemente afable apoyándose en un brazo de Dariel que le dedicó una mirada algo incómoda.- Y será un placer enfrentarme contigo.
-Sí, puede que tú seas más que suficiente para ocuparte de este iluso.- Terció Urels dirigiéndose a su recién presentado compañero.- Pensándolo bien creo que ni merece la pena mancharse las manos con él. Sería deshonroso.
-Cuanto más os oigo hablar, más me convenzo de que esto no me será difícil.- Se burló Lornd sosteniendo la mirada de aquel coloso.-

Dariel le devolvió una fría sonrisa y replicó del mismo modo amenazador.

- Recuerda mi advertencia, ninguno de nosotros será clemente...


Y tanto él como Yailr y Urels, se alejaron de allí. El aspirante les observó marcharse según escuchaba el suspiró aliviado de Calix que le dijo.

- No me gustaría estar en tu lugar. El menos poderoso de ellos es casi tan fuerte como mi hermano.
- Gracias, es todo un consuelo.- Replicó sarcásticamente Lornd que para relajar la tensión añadió con desenfado.  - ¡Anda, vamos a bañarnos y olvidémonos de ellos!...

            Setsuna por su parte paseaba sola por las calles, sus dos anfitrionas la habían dejado por unos momentos ya que tenían asuntos que atender. Con visible curiosidad se dedicó a observar algunos lugares que parecían dedicados al ocio. Cerca de uno de ellos, en realidad una amplia explanada  llena de gente, le llamó la atención un griterío y ruidos que parecían de tambor. Algunas voces cantaban una tonada que la sorprendió. Juraría haberla escuchado antes. Y además, ¡estaba en inglés!...

-¡No puedo creerlo! - Se dijo en tanto atendía a la letra.-

Cabeza rapada, cabeza hueca,
todo el mundo se ha estropeado
La situación, se agrava, lo que alega todo el mundo.
En la habitación del hotel, en las noticias, 
todo el mundo metido en la droga

Bang, bang, muerto, todo el mundo se ha vuelto loco.
Todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos,
todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos.

Pégame, ódiame, nunca podrás doblegarme,
guárdame rencor, hazme estremecer, nunca podrás matarme,
házmelo, demándame, todo el mundo lo hace,
pégame, trátame como a un judío
no me (preguntes) si soy negro o blanco.

Todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos,
todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos.

Dime en qué se ha convertido mi vida,
tengo una esposa y dos hijos que me quieren,
y soy víctima de la brutalidad policial.

Estoy cansado de ser la víctima del odio,
me estás arrancando mi orgullo, oh, por amor de Dios,
miro al cielo para que cumpla su profecía, libérame.

-Pero, esa canción…seguro que es terrestre. Cita incluso a personajes históricos de la Tierra.- Se dijo con manifiesta sorpresa.- ¿Cuándo la habrán aprendido?...en cuanto pueda le preguntaré a Tom y a Roy. A ellos les gusta mucho ese tipo de música.

Cabeza rapada, cabeza hueca,
todo el mundo se ha estropeado.

Agitación, especulación, lo que alega todo el mundo.
En la habitación del hotel, en las noticias, 
todo el mundo metido en la droga.

Hombre negro, chantaje, 
tira a tu hermano a la cárcel 

Le sorprendió que el grupo de personas que se disponía en círculo eran bastante jóvenes. Muchos de ellos niños. Y observaban algo con mucho interés, en tanto algunos cantaban esa canción, otros golpeaban rústicos tambores y algunos más jaleaban como si estuviesen viendo una especie de competición. Setsuna se aproximó más

-¿Qué estará pasando?- Se dijo con evidente curiosidad.-

Todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos,
todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos.
Dime en qué se han convertido mis derechos,
¿soy invisible? porque me estás ignorando.

Tu proclama me prometió libertad,
estoy cansado de ser la víctima del pudor
me están metiendo dentro de una clase social con un insulto,
no puedo creer que esta sea la tierra de la que vine,
sabes que de verdad que odio decirlo,
el gobierno no quiere verlo,
pero si
 Roosevelt estuviera vivo, no permitiría esto, no, no.

Cabeza rapada, cabeza hueca,
todo el mundo se ha estropeado.
La situación, la especulación, todo el mundo en demandas,
pégame, aporréame, nunca podrás destrozarme

Golpéame, pégame una patada, nunca me tendrás.
Todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos,
todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos.
Algunas cosas en la vida, simplemente no quieren verlas,
pero si Martin Luther estuviera vivo, no permitiría esto.

Todavía extrañada como estaba se dirigió hacia el origen del sonido  pasando como pudo  entre ese nutrido grupo de niños que formaban un círculo, todos con tambores quienes eso sí, la ignoraron por completos, absortos en aquella extraña ceremonia.

Cabeza rapada, cabeza hueca,
todo el mundo se ha estropeado.

La situación, segregación, lo que alega todo el mundo.
En la habitación del hotel, en las noticias, 
todo el mundo metido en la droga.

Pégame, trátame como a un judío,
no me (preguntes/ me digas) si está bien o mal.

           La joven sailor observaba con la boca y los ojos muy abiertos. Totalmente alucinada por aquel espectáculo.

-¡No puedo creerlo! – Musitó con horror.-

Todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos,
todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos.
Todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos,
todo lo que quiero decir, es que realmente no les importamos.
(They don´t care about us) Michael Jackson. Crédito al autor.
En el centro de aquel círculo dos de ellos peleaban con salvajismo. Uno de los contendientes era bastante más pequeño que el otro. Como era natural fue derrotado, el luchador mayor, tras cebarse con él le remató con una patada bastante dura sacándole del círculo.

-Urrels es el vencedor.- Se escuchó gritar entre el corrillo de espectadores.-

Todos aplaudieron al victorioso chico que elevó ambos brazos aullando desafiante en señal de triunfo. Aunque al perdedor nadie le miraba. Ese maltrecho niño trataba de ponerse en pie, sangraba abundantemente y parecía haber perdido un par de dientes. Setsuna, compadecida de él, se dirigió a tratar de socorrerle cuando la cortante voz de Seira la detuvo.

-¡Déjale, no necesita tu ayuda!....- masculló cruzada de brazos, apoyada en una columna de madera, mientras el resto de los niños ya centraban su atención en un nuevo combate desentendiéndose por completo de su infortunado compañero  -... ¡Vamos, arriba! - Le ordenó al crío sin contemplaciones.-

            El pequeño se levantó como pudo, sus ojos enrojecidos dejaban escapar alguna lágrima por el dolor, pero se resistían a llorar, pese a todo y haciendo pucheros se acercó a Seira.

- Lo siento. - Musitó con voz débil y consternada, - no he podido vencerle...era mayor y más fuerte que yo.

            La saiyajin le dedicó una mirada de soslayo, torció su gesto en una mueca de contrariedad y apartó de sí al niño con un despectivo empujón que le mandó al suelo espetando de seguido.

-¡No te parapetes en excusas!…

            Setsuna corrió hacia él, esta vez sin importarle lo que esa mujer pudiera decirle y ayudó al crío a ponerse en pie. El rostro ensangrentado de éste y su lloro silencioso le rompían el corazón. Era algo que no podía soportar y se encaró de nuevo con Seira reprochándole su actitud...

-¿Cómo has sido capaz de hacerle eso? Sólo es un niño ¿Es que no tienes sentimientos?...

            Seira negó con la cabeza y se permitió esbozar una débil sonrisa sarcástica, para acto seguido replicar.

- Es débil, nada progresará si se esconde entre tus faldas, será un cobarde y una deshonra para su pueblo. Además, era uno de mis alumnos y me ha fallado...
- Pero, tiene razón. Se ha peleado contra un niño mucho mayor que él, es natural que haya perdido...- repuso Setsuna que incrédula por aquello que escuchaba, quiso añadir con tintes más conciliadores. -Es solo un niño, necesita ánimos y cariño, ¿no lo entiendes?

            Aunque su interlocutora negó con la cabeza y replicó irritada.

- Eres tú la que no lo entiende, eres una extranjera que llega aquí desconociendo nuestras costumbres, por las que nos regimos desde hace cientos de generaciones…- Hizo una leve pausa y escupió a bocajarro con enojo. -¿y te crees con derecho a opinar? ¿Qué sabrás tú de nuestro pueblo?...
- ¡Sois un atajo de bárbaros, eso es lo que me parece que sé!, únicamente os regís por la fuerza bruta y la sinrazón ¡qué pérdida de tiempo!...- contestó Plutón, indignada a su vez. -
-¿Conoces un método mejor?...- inquirió Seira de forma irónica. -
-¡Claro que sí! El amor, la compasión, la caridad y la solidaridad, ayudar y proteger a los más débiles, no abusar de ellos. Eso está por encima de la mera fuerza bruta, - argumentó Setsuna con todo su afán de convicción. -
-¿Quee? – Inquirió su polemista que, negando con la cabeza, comenzó a reírse para añadir con fingido pesar. - ¡Pobrecita, eres digna de lástima! ¡Menos mal que tu pretendiente no ganará, sería una deshonra para mí tener que enfrentarme con alguien tan patético como tú en el campo de batalla! No me durarías más que unos segundos. Pero aun así, sería ignominioso para mí.- Presumió afirmando con plena seguridad. - Incluso ese niño al que crees haber protegido tiene más potencia de combate que tú. Has de saber que nuestros ancestros enviaban a los bebés menos dotados de entre sus hijos a conquistar mundos poblados con seres débiles. Y lo hacían sin ninguna compasión, seguro que no les hubiera costado nada haber barrido por completo a una raza tan ridícula como la tuya.

            Plutón escuchó este último comentario con el rostro desencajado por el asombro y el horror. ¿Cómo era posible algo así? Entre tanto, el crío objeto de esa discusión parecía haberse recuperado y se soltó de los brazos de Setsuna. Seira se dirigió a él y le interrogó.

-Dime Jarix, ¿qué has aprendido de la derrota?

El niño pareció pensar durante unos instantes hasta que respondió con patente respeto y mirando hacia el suelo con vergüenza….

-Que soy débil, maestra Seira.
-¡No bajes la cabeza! Es signo de debilidad. Un saiyajin no se humilla nunca ante nadie que no sea su rey o su reina. U otro saiyajin o ser manifiestamente superior. Y aun así conserva su dignidad. - Le instruyó la guerrera.- ¿Lo has entendido?
-Sí, maestra. – Repuso el crio ahora sin dejar de mirarla a los ojos.-
-¿Y qué debes hacer, pues?- Preguntó severamente su mentora.-
-Entrenar mucho más…y más duramente. – Fue la resuelta respuesta.-

            La saiyajin asintió, ahora pareció que con aprobación. Entonces le espetó al chiquillo.

-¿Y se puede saber a qué estás esperando? ¡Toma!

            Y para sorpresa de la sailor le lanzó a ese pequeño una alubia. Él la comió al punto y ya recuperado por completo y antes de que Plutón pudiera darse cuenta siquiera salió corriendo, volviendo junto con los demás niños...

-¿Lo ves?,- apuntó Seira señalándole con un dedo al tiempo que relataba ahora con un tinte menos severo. - Regresa a donde debe estar y volverá a luchar. Ahora da igual que gane o pierda porque está en proceso de aprendizaje, pero un día eso decidirá su posición social. Más vale ser ahora duros con él y que despabile. O de lo contrario se verá condenado a una vida miserable de servilismo y humillación. Estaría mejor muerto. - Sentenció y  sin esperar una réplica de la asombrada y horrorizada sailor se dio media vuelta y se alejó andando despacio, no sin antes remachar diríase que con regocijo.- Esa es la ley aquí. Por tu propio bien más vale que no lo olvides…

            Estaba claro que las costumbres de ese mundo eran demasiado diferentes. Setsuna volvió a sus aposentos y quiso saber más, les preguntó a Nilia y Moena. Entre otras cosas quiso saber.

-La canción que estaban interpretando en ese círculo…juraría que es de la Tierra.
-No lo sabemos.- Repuso Nilia encogiéndose de hombros.- Para nosotros es una canción muy antigua.
-Ignoramos su significado, aunque creemos que dice que debes aprender a ser fuerte y valerte por ti mismo dado que nadie se ocupará de ti si no lo haces.- Comentó Moena.-

            Setsuna asintió, básicamente se podía inferir eso de esa letra, aunque ya algo deformada quizás por las generaciones que la habían cantado transmitiéndosela así a sus descendientes. Aquello era sin embargo un enigma. Esa canción no tenía más de unos pocos años en su línea temporal…

-Contadme más, por favor. Desearía familiarizarme con vuestra cultura.- Les pidió a sus anfitrionas.-

Y entre ambas saiyajin se  dispusieron a explicarle muchas cosas más sobre las tradiciones y usos de su pueblo.

-Verás, este planeta se llama Nuevo Vegeta, en honor a un legendario rey de nuestro pueblo. Originariamente existió el planeta Vegeta, pero fue destruido por un tirano espacial muy poderoso que utilizó a nuestra raza para sus planes.- Le contó Nilia.-
-Sí, fue mucho después cuando ese rey de la leyenda y sus descendientes poblaron este mundo. Pasaron muchas generaciones y los nuestros prosperaron. Éramos muy pocos y nos mezclamos  con otras razas. Incluso nos aliamos con otros mundos para progresar. En esos tiempos un gran soberano desposó con una princesa extranjera. Su hijo mayor apenas fue nombrado soberano tuvo que acudir a defender a su hermano, que era rey de otro mundo.- Explicó Moena.-
-¿Cómo se llamaban esos reyes?-. Quiso saber su invitada.-
-Eso solamente lo saben los más ancianos y sabios de entre los nuestros.- Contestó Nilia.-

            Setsuna escuchaba con mucha atención, le parecía ir juntado las piezas poco a poco. Sin saberlo esas dos le estaban refiriendo la historia de Lornd y de Asthel. Ella sabía que la encarnación pasada de Roy conoció a la reina Serenity, la madre de la soberana actual. Y que hubo una alianza entre los reinos de la Tierra y de la Luna, con Alliance, el planeta en el que Asthel gobernó después. A tal fin, la mano de Lorein, una de las guardianas de Serenity, le fue otorgada. Y Lorein fue la pasada encarnación de Bertie.

-Claro.- Se dijo reflexiva.- Ahora entiendo el propósito de Endimión y de Serenity. - Yo debo ser la nueva Lorein. Aunque ese plan de entonces salió mal. Los poderes oscuros se adelantaron. Atacaron simultáneamente a todos esos mundos.

            Y justamente era Nilia quién le refería…

-Nuestro planeta fue atacado por enemigos del espacio exterior. Algunos de los nuestros fueron sorprendidos en el espacio. Entre ellos nuestro rey y su guardiana personal. Desaparecieron para no volver jamás. Sin embargo, nuestro pueblo pudo defenderse y rechazarlos. Pero esos seres poseían grandes poderes y sumieron a nuestro planeta en una especie de agujero. Perdimos contacto con nuestros aliados. Y como también nos quedamos sin monarca, el canciller a cargo de la regencia gobernó y pasado el tiempo instauró la prueba para coronar a un nuevo rey  al ver que nuestro soberano no retornaba. Volvimos a las tradiciones de antaño. Era fundamental poblar este mundo y ser más fuertes por si el mal regresaba.
-Y hace unos cuantos años… una amenaza volvió a cernirse sobre nosotros. Un gran meteorito estuvo a punto de destruirnos, pero lo evitamos.- Concluyó Moena.- Más concretamente fueron los padres de Dariel y Seira. Los guerreros más poderosos entonces, el prime defensor y general Torix y la noble comandante Nairía. Los que se sacrificaron…

Eso dejó atónita a su huésped. Quiso saber bastante más e invitó a esas dos chicas a proseguir con sus relatos.

-Entonces…Ese meteorito iba a estrellarse en vuestro mundo…
-Bueno, no sé si era un meteorito o algo muy peligroso.- Matizó Nilia.- Algunas versiones dicen que fue una especie de bomba que habría destruido toda la vida en el planeta. Y que Torix y Nairía aunaron fuerzas para crear un escudo que lo repelió al espacio exterior. Ellos murieron a resultas de una especie de ondas o de energía que esa bomba liberó al explotar.
-¿Te refieres a alguna clase de radiación?- Inquirió Setsuna.-
-Sí, creo que así se llamaba.- Añadió Moena.- Por desgracia nunca se hallaron sus cuerpos y tanto Dariel como Seira tiene que ir a rendir tributo a unas tumbas vacías en el mausoleo de los Héroes…
-¿Mausoleo de los héroes?- Se sorprendió la sailor.-
-Desde siempre allí se han enterrado por tradición a los más valerosos y poderosos de entre los nuestros.- Le explicó Nilia.-
-Por favor, decidme más.- Les pidió su invitada.-

En ese momento Calix, acompañaba a Lornd también en un paseo por la ciudad de los saiyajin. Habían terminado de entrenar por esa mañana y decidieron distraerse un poco hasta la hora de comer. Tras un rato de andar conversando distraídos se encontraron con Seira. La expresión del rostro del joven guerrero del espacio cambió, de tener un gesto despreocupado y alegre pasó a demudársele. Lornd se dio cuenta de ello, pero no dijo nada. La mujer se acercó hacia ellos con una expresión de perdonavidas.

-¡Vaya! , así que tú eres el pretendiente al trono.- Exclamó examinando a Lornd, recorriéndole con la vista de arriba abajo y preguntándole desdeñosamente. - ¿De veras crees que podrás conseguirlo? ¡Ja!,- se sonrió con sorna y suficiencia. -
- Él es muy fuerte, Seira. - Intervino tímidamente Calix para añadir de forma algo más segura pero al mismo tiempo con tinte preventivo -...no deberías menospreciarle...
- Espero por su bien que al menos sea más fuerte que tú...- replicó con un tinte de marcado desprecio, más profundo incluso del que había usado contra la extranjera.  – Inútil.

            Calix guardó un incómodo silencio y pareció costarle el volver a pronunciar palabra.

- Seira, yo…

            Ella le cortó con un descortés gesto de sus manos y dijo a su vez.

- Es gracioso que tú, un saiyajin de un nivel tan bajo, seas el padrino y entrenador de un aspirante al trono,- miró ahora nuevamente a Lornd agregando convencida en tanto se dirigía a él. - Eso mermará mucho tus ya escasas posibilidades.
- Quizás haya cosas mucho más importantes que la fuerza... ¿nunca te has parado a pensarlo?,- contestó el aludido sin perder su actitud de calma y añadir. - Calix es una valiosa ayuda para mí y no deberías hablarle de ese modo.
- A esa escoria le hablaré como me venga en gana, si no está conforme es muy simple, que me obligue a callarme. - Contestó la saiyajin de forma muy altiva y al tiempo despreocupada. -
- Déjalo Señor. No importa, vámonos.- Le pidió Calix que parecía nervioso, avergonzado e impaciente por alejarse de esa mujer.-

Lornd, comprendiendo que aquello no conduciría a nada bueno, decidió dejarlo estar y seguir esa recomendación.

-¿Lo ves?- Añadió Seira con hiriente resignación. - No lo hará, ¡me tiene miedo!, sabe que soy mucho más poderosa que él. Nunca se atrevería a retarme.

El rostro de Calix reflejaba un profundo sufrimiento interior que no se atrevía a exteriorizar,  la saiyajin le dedicó a él y a Lornd una última mirada de desdén y se alejó.

- Jugábamos juntos cuando éramos niños, fuimos muy amigos...pero ella cambió al crecer. Sobre todo cuando sus padres murieron. – Musitó con amargura, sin que su interlocutor le preguntase… - su deseo de ser más fuerte cada vez, la alejó de mí...
- Tú sientes algo por esa mujer, Calix - adivinó Lornd. - Eso no puedes negarlo, - afirmó añadiendo perplejo -¿por eso te dejas tratar así?....
- Tú no lo entiendes,- repuso éste muy abatido - tiene razón, soy muy inferior a ella en fuerza y una mujer saiyajin siempre busca un pretendiente lo más poderoso posible para engendrar hijos fuertes. Está destinada a ser la esposa de un guerrero de alto linaje, incluso de un rey. Yo no soy nada para ella... nunca he tenido ese ansia para el combate. Sí, lucho como todos los de nuestra raza, pero no encuentro tanto placer en ello.

            Lornd miró a ese torturado muchacho. Estaba seguro de que había en él una fuerza mucho mayor de la que mostraba. De hecho, su hermano mayor Blinz era realmente poderoso. Y dudaba mucho que Calix no tuviera esa capacidad en su interior. Posiblemente ante esa mujer se bloquease por todas las razones que le había expuesto. Debía de amarla y no desear hacerle daño, Aunque era curioso, según la tradición de su pueblo, si un varón deseaba desposar a una hembra que presumiblemente fuese más fuerte que él podía desafiarla. Si la vencía ella debía entregársele.

-Bueno, era una tradición bastante antigua.- Creyó recordar.- En mi tiempos apenas sí se aplicaba ya. Mi madre siempre estuvo en contra.

            Así pues no quiso mencionar eso, pero sí que se dirigió a ese pobre muchacho tratando de animarle.

- Tranquilo, no me parece que sea alguien que merezca la pena. Seguro que hay muchas mujeres que estarían encantadas de ser tu prometida...además, aún eres joven y puedes mejorar mucho...

Aunque para más asombro de su interlocutor, Calix se apresuró a salir en defensa de Seira, aseverando.

- Ella no es mala, lo que ocurre es que se toma muy en serio su deber de velar por la sucesión al trono de este mundo. Se juró que sería la mujer más fuerte del planeta y que se casaría algún día con el saiyajin más poderoso, el que lograse ser rey...
- Me dijisteis que su hermano, el que luchará contra mí, fue una vez aspirante...de haber ganado él tendría que haberse conformado con otro. – Sonrió divertido.-

Sin embargo, la respuesta de Calix le dejó perplejo cuando éste dijo con tono y expresión envaradas.

- En tal caso, se consideraría una dispensa y el incesto estaría permitido,....
-¿Quieres decir que se casaría con su propio hermano? ¡No lo puedo creer!..- respondió anonadado su contertulio, al menos que recordara, en su tiempo eso nunca se habría tolerado. – ¡Eso es una locura!
- No se le pondría nada por delante, sacrificaría su vida y su felicidad por el futuro de nuestro planeta. Y si tú ganas a buen seguro querrá ser tu esposa, no importa si te ama o te odia, para ella el sucesor es lo más importante.
- Te olvidas de un detalle,- rebatió Lornd agregando. - Yo debo querer casarme con ella y no estoy dispuesto, ya tengo a alguien que me importa. Y a quién quisiera pedirle eso algún día.
- Eso no sería relevante, si Seira reclamase el derecho a disputarte con tu prometida en combate tendrías la obligación de aceptar el resultado, esa es la ley de aquí.
-Dijo el rey de la Ciudad del Atardecer.- Completó Lornd en lo que era un dicho tradicional de los guerreros del espacio, basado en otra de sus leyendas.-

            Aunque era verdad y pensando bien en eso se quedó petrificado, si esa mujer luchaba contra Setsuna a buen seguro la mataría. No se podía comparar la fuerza de una guerrera del espacio y además de ese nivel, con la de una débil humana, aunque fuera una Guerrera de la Justicia, ¡eso no podía ser! Confió en que esa ley pudiese ser cambiada, no quiso darle más vueltas al tema y tanto Calix como él siguieron paseando....

-No lo sé. Espero poder crear una especie de dispensa. O puede que pedirle a ella que se case conmigo antes. Aunque aquí una boda al estilo terrestre no tendría ninguna validez. – Meditaba con inquietud.-

            Se enfrentaba a ese terrible dilema, si perdía sería terrible para él y sus planes de destruir a Gralas y recobrar su herencia. El legado de sus ancestros. Caería en la deshonra. Pero sin ganaba el destino de Setsuna podría ser muy sombrío. De modo que en cuanto pudo fue a charlar con Setsuna a las puertas de la residencia de ésta, (asegurándose de no traspasarlas.) Le contó lo que había averiguado y ella le dijo que ya lo sabía, él estaba muy preocupado pero la muchacha le tranquilizó.

- Si debo luchar por ti, lo haré, no tengo miedo.
- Pero esa mujer es muy fuerte, no podrías con ella...- objeto él bastante preocupado. -
- Hay más cosas aparte de la fuerza bruta, confía en mí,- repuso ella que besó suavemente a Lornd en los labios.

Entonces él la abrazó y prolongó el beso. Nilia y Moena que estaban observando de cerca se miraron extrañadas. Cuando el saiyajin se marchó, interrogaron a Setsuna.

-¿Qué estabais haciendo antes? Habéis juntado vuestras bocas, ¿para qué? ¿Es un intercambio de energía?..
- Algo así- Repuso la muchacha sonriendo. -
-¿Y es efectivo?- Inquirió la asombrada Moena.-
-Podíais probarlo.- Les sugirió pícaramente su huésped.-

            Las dos chicas se miraron atónitas aunque fue Nilia quien tomó la iniciativa y de un modo algo torpe rozó los labios de su compañera.

-Sí, he sentido algo, como una especie de descarga.- Sonrió Moena.-
-Es una técnica que resulta más efectiva cuanto más se quiere a la persona con quién se practica.- Les informó Setsuna que las observaba divertida.-

            Y sus anfitrionas repitieron el gesto tras dejarse asesorar por esa terrestre. Lo cierto es que ahora les salió mejor…

-Pues es algo placentero. No sé si hará aumentar el poder pero me gusta hacerlo contigo, Nilia.- Declaró su compañera.-
-Me pasa lo mismo.- Comentó ésta volviendo a besar a su pareja, esta vez con más intensidad.-          

Setsuna se rio moviendo ligeramente la cabeza. Ante esa reacción suya, las saiyajin se separaron y fue Moena quien quiso saber.

-¿Quizás no lo estamos haciendo correctamente? ¿Deberíamos sentir otra cosa?
-en absoluto. - Sonrió tiernamente la aludida, valorando con aprobación.- Lo estáis haciendo muy bien y sentís lo que debe sentirse.

Ahora fueron las saiyajin quienes sonrieron. No preguntaron más, después de comer salieron a dar un paseo dejando a su invitada descansar y se toparon con Seira que les interrogó sobre la extranjera. Ellas le contaron lo del beso y hasta le hicieron una demostración dejándola observar como lo practicaban.

-Extraño, muy extraño.- Declaró Seira.- ¿Y decís que esa terrestre asegura que es una técnica para transmitir poder?
-Habló del poder de algo llamado amor.- Quiso recordar Moena.-
-Tienes que sentirte muy unido personalmente a alguien para que funcione.- Añadió Nilia.-

La saiyajin se quedó pensativa, no podía probar esa técnica con ninguna de esas dos inútiles. Pudiera ser que con Elua, era la única joven guerrera capaz de medirse con ella en cierta igualdad de condiciones.

-No, sigo siendo muy superior, y tampoco estoy cercana a ella. Elua se interesaría mucho más por mi hermano…¡Claro, Dariel!- Pensó, para preguntar a esas dos.- ¿Esa técnica debe practicarse con alguien de tu mismo sexo?
-No, noble Seira, recuerda que te contamos que ese aspirante y la mujer terrestre lo practicaron.- Se atrevió a contestar sumisamente Moena.-

Su interlocutora asintió, luego se marchó sin  ni tan siquiera despedirse, quería decírselo a su hermano, era algo que quizá fuera una tontería o no, y entonces podría afectar al combate. Encontró a éste bañándose en su estancia, el agua salpicaba su poderoso pecho y le caía formando perlas hacia el torso y las piernas. Seira entró despacio y dijo con un tono de voz extrañamente sumiso en ella.

- Discúlpame Dariel, tengo que hablar contigo...

            Su hermano se volvió despacio y la miró a los ojos de forma fugaz, luego, indiferente, siguió lavándose para preguntar.

- Habla pues, ¿qué es eso que te parece tan importante como para venir a mi cuarto con tanta prisa?....
- Creo que tu rival debe de tener algún truco escondido, Nilia y Moena me han contado que llevaba a cabo un proceso de trasferencia de energía con esa humana.- Narró ella con cierta intranquilidad aflorando en su tono. -
-¿Y qué puede importarme a mí eso?...- repuso despreocupadamente su hermano, añadiendo. -Esa humana no tiene energía suficiente como para serle de ninguna utilidad....
- Pero, ¿y sí usara la energía de otros, Dariel?...- Objetó su contertulia para argumentar.- Podría aumentar mucho su fuerza, eso sí que me preocupa...
-¿Y cómo iba a hacer eso, Seira?...- quiso saber éste y por toda réplica ella se acercó y le rodeó el cuello con sus brazos -
- Así, al menos eso me han dicho. – Repuso ella besando a su hermano en los labios aunque de forma algo torpe. Dariel la separó bastante sorprendido y después se echó a reír. Se hizo  con una toalla para secarse y se envolvió con ella anudándosela en la cintura - ¡Seira! - dijo con una voz entre divertida e incrédula -, ¿tú crees que así se puede transmitir energía? ¡Es la cosa más ridícula que he oído!
- Yo he sentido algo extraño cuando toqué tus labios. - Musitó la aturdida chica mientras rozaba los suyos con la mano-...
- ¡Claro, es algo absurdo! habrás sentido que estabas haciendo el ridículo. Anda, ahora déjame, tengo que volver al entrenamiento y no te inquietes, ese tipo no logrará vencernos a los tres. Ni siquiera podría conmigo en un combate singular.

            Seira asintió despacio y se marchó, creyendo que efectivamente, su hermano tenía razón. Dariel entre tanto, la observó alejarse y se sonrió de nuevo, meneando la cabeza mientras se vestía. A veces su hermana se extralimitaba en su celo.

-Esta muchacha no debería ser tan suspicaz.- Se decía casi divertido.-
-¿Qué es lo que quería tu hermana?- Oyó tras de sí la voz de Yailr.-

            El saiyajin estaba desnudo, solamente envuelto con una toalla. Su interlocutor le explicó aquello con tintes despreocupados.

-Es la cosa más tonta que haya oído nunca.- Se rio ese muchacho.- En mi opinión Seira está demasiado obsesionada con esa mujer terrestre.
-Mi hermana me dijo que se hacía así.- Le comentó Dariel, atrayendo a su compañero hacia él y uniendo sus labios a los suyos.-

            Tras unos instantes se separaron, y fue Yailr quién más confuso pudo musitar.

-Lo cierto es que he sentido algo, como una especie de calambre.
- Me ha sucedido algo similar. Aunque no me noto más poderoso.- Declaró Dariel llevándose una mano a la barbilla en actitud pensativa.- Puede que después de todo, Seira no esté tan errada. Si es una técnica de absorción energética no sabemos cómo debe practicarse de modo correcto. Vigilaremos al aspirante y a su pareja humana por si lo repiten.

            Su interlocutor asintió y tras vestirse salió de allí dejando a Dariel sumido en sus reflexiones. Olvidaron pronto ese incidente y los días pasaron con rapidez. Tanto Lornd, como sus adversarios, ultimaron sus respectivos entrenamientos. Blinz, y Calix le dieron al aspirante los últimos consejos. Setsuna también había aprendido bastantes de las costumbres y leyes del planeta. Entre ellas que los saiyajin tenían una especie de dios llamado el Guerrero Legendario. Una especie de super saiyajin al que denominaban de nivel dios. Para ellos simbolizaba el máximo de la fuerza. No rendían culto a nada más. Salvo muy escasas excepciones, despreciaban cualquier otra cosa que no fuera progresar en su poder. Su estructura social estaba por supuesto basada en eso. Cuanto más fuerte se era, más alto se estaba en la jerarquía. Los pocos capaces de transformarse en súper guerreros estaban en la cúspide. Y de ellos se iba bajando hasta los de nivel inferior y carácter menos violento. Como por ejemplo  Nilia y Moena, realmente mucho menos agresivas que sus congéneres. Precisamente esas dos saiyajin, se habían convertido en dos buenas amigas de Plutón ya que también escuchaban lo que ésta les contaba sobre la Tierra, atendiendo con visible interés.

-Entonces, ¿tus dos amigas también tienen una relación parecida a la nuestra?- Quiso saber Nilia.-
- Sí, ellas se aman y además de compañeras de lucha quieren compartir sus vidas.
-Pero, eso es algo ilógico. No podrán tener descendencia.- Objetó Moena.-

            La sailor dedicó una amable sonrisa a sus amigas y repuso con afecto.

-En el amor no se emplea la lógica. Si vosotras sentís eso la una por la otra no debéis dejar que otra cosa os impida ser felices.
-Sería bonito tener esa posibilidad. Quizás si estuviéramos en tu mundo.- Suspiró Nilia.-
-Lo cierto es que estamos en el nuestro, y se espera de nosotras que nos comportemos como saiyajin.- Añadió Moena con expresión consternada agregando.- Un día algún guerrero, aunque no sea de alto nivel, querrá desposarnos. Y si no hay nadie mejor que quiera disputarnos en combate con él, tendremos que aceptar.
-Será eso o ser marginadas.- Completó su compañera dándole la mano a su más que evidente pareja.- Y atraer la vergüenza sobre nuestras familias. No sería aceptable para ningún saiyajin.

Su oyente las escuchó con una mezcla de pesar y simpatía. Eso era realmente triste. No poder ser capaces de expresar libremente su amor. Suspiró. En la misma Tierra había lugares en los que todavía tampoco era posible.

-No creo que tengáis ningún motivo por el que avergonzaros. Sois buenas personas. Vuestros sentimientos son hermosos.- Declaró la sailor.-

 Nilia sonrió y dijo con reconocimiento.

-Gracias, extranjera. Eres de las pocas que nos ha comprendido.
- Eso es esperanzador.- Afirmó entonces Setsuna deduciendo al hilo de esas palabras.- Si soy de las pocas quiere decir que no soy la única. Eso significa que hay algunos de vuestro pueblo que también os entienden.
-Sí, hay más.- Comentó Moena.- Tanto hombres como mujeres. Aunque se hayan en nuestra misma situación. Y para los hombres es incluso peor…
-Ellos deben ser fuertes y unirse a mujeres que también tengan una elevada fuerza potencial para concebir  guerreros y guerreras poderosos. Siempre fue así. En nuestro mundo no somos demasiados habitantes y la obligación de todos nosotros es la de asegurar el futuro. ¿Lo comprendes? Nadie puede negarse a eso...por ningún motivo. Salvo obligaciones de Estado.-Afirmó Nilia.-
-Eso que tu llamas amor se consideraría un egoísmo injustificable. Poner nuestros deseos por encima del bienestar de nuestro pueblo sería muy deshonroso. - Remachó su compañera.-
-El verdadero amor nunca es egoísta. Ni tampoco una deshonra. No permitáis que os hagan creer eso.- Les respondió la sailor.-

Aunque sus anfitrionas no replicaron a esas palabras aumentaron bastante su estima hacia ella. Un día, para agradecerle a Setsuna sus historias y su apoyo la llevaron incluso al lugar donde Seira solía entrenarse, al verla la humana quedó bastante impresionada...

-No hagas ruido. Que no se dé cuenta de que estás aquí.- La indicó Moena con mucha prevención.-
-No le iba a gustar la idea de que la observases.- Susurró Nilia con patente temor.- Y menos de que nosotras te hayamos traído.

            Las tres se ocultaron tras unas formaciones rocosas que las brindaban abrigo a cualquier mirada observando con ayuda de una especie de binoculares. Más allá, en un páramo bastante alejado de las afueras de la ciudad, la guerrera del espacio se enfrentaba a otras mujeres saiyajin que la atacaban sin contemplaciones. Eran tres contra una pero no podían vencerla. Pese a que sus adversarias eran poderosas, Seira, esquivando y parando una lluvia de golpes, contraatacaba con mucha dureza. Golpeó a una de sus opositoras lanzándola a varios metros de distancia. Las otras dos lanzaron contra ella ondas de energía que su oponente evitó o anuló con otras suyas, luego materializó en una de sus manos una esfera que fue creciendo hasta alcanzar el tamaño de un balón.  Lo lanzó contra sus rivales y produjo una explosión que hizo temblar la tierra de bastantes cientos de metros de alrededor. Cuando se disipó el polvo que se había originado por la explosión dos de sus contrincantes yacían en el suelo sin sentido. Sin prestarlas la más mínima atención la guerrera sonrió con suficiencia y se secó el sudor que le recorría la frente. Únicamente la restante, jadeando agotada, se mantenía en pie enfrentando todavía su mirada a la de Seira en claro desafío.

-Lo has hecho bien, Elua.- Sonrió la guerrera observándola con aparente aprobación.-
-Quiero ser más poderosa, y algún día superarte.- Afirmó esa joven de largo pelo moreno y ojos oscuros.-
-Así me gusta. Esas son palabras dignas de una auténtica saiyajin.- Manifestó Seria, quien no obstante, declaró.- Pero basta por hoy. Ocúpate de esas dos.- Y dicho esto se elevó en el aire y se perdió en el horizonte. –

            Esa joven asintió, dejando de lado el combate para encargarse de sus compañeras caídas. Por su parte las tres mujeres que las observaban se retiraron discretamente y en tanto se alejaban Setsuna exclamó realmente impresionada…

- ¡Es fuerte, muy fuerte!
- Y no ha tenido necesidad de transformarse en súper saiyajin. - Añadió Nilia con su tono lleno de respeto e inquietud. - Sus contrincantes no eran rivales para ella. Y eso pese a que  Elua es una de las más fuertes, podría vencernos a nosotras dos sin el menor esfuerzo.

            El rostro de la humana se ensombreció.  En efecto y por lo visto, cualquiera de esas otras tres se habría bastado para darla una paliza a ella misma. Moena, dándose cuenta de su expresión,  trató de animarla. O al menos eso creyó al declarar.

- Seguramente tu pretendiente no ganará, pero si es lo bastante fuerte podrá convertirse en uno de los retadores, entonces Seira ya no estaría interesada en él. No te preocupes...
-Bueno, en tal caso podrían ser otras las que lo disputasen, como Elua.- Advirtió Nilia con temor.-
-Elua solamente piensa en Dariel.- Se sonrió Moena, añadiendo al más puro estilo de cotilleo.- Por eso entrena tan duro contra Seira. Desea que esta le hable bien a su hermano de ella.
-En tal caso, quizás conta otras mujeres de muestro pueblo menos poderosas, puedes tener oportunidad de retener a tu prometido.- Declaró Nilia intentando alentar a su huésped.-

Setsuna asintió, aunque la verdad es que no estaba ya segura de nada. Y había otra cosa que le preocupaba, aunque por el momento, vistas las circunstancias la relegó al juzgarla bastante improbable.

-Todo a su tiempo. No sé si podré hacerlo cuando llegue el momento.- Pensaba.-

            Y pasaron los días. Por fin llegó el gran momento, el anciano canciller convocó a los saiyajin al descampado donde Setsuna había observado a Seira luchar. Había una gran multitud, todos vestidos con lo que parecían unas armaduras de gala. Formaban un amplio círculo dentro del cual se inscribía otro dibujado en tiza que tenía un diámetro bastante grande. Setsuna calculó que en torno a trescientos metros.

-Es como aquel que hicieron esos niños.- Recordó.-

Mirando más detenidamente pudo ver a Lornd quien, junto a sus padrinos, aguardaba en el centro. También estaban allí los protectores con Dariel, Urels le flanqueaba por la izquierda, Yailr estaba a su derecha. Entonces el canciller se sentó en una especie de sillón elevado, mientras el resto de los saiyajin permanecían de pie. A Setsuna asimismo le ofrecieron un sillón algo más bajo.

-¿No se sientan los demás?..- le preguntó al anciano sintiéndose algo incómoda por aquella situación. -
- Tú eres la prometida del aspirante al trono y nuestra invitada, tienes ese privilegio, además de mí, que soy el Canciller. Los demás se quedaran en pie mientras dure el combate, es la tradición.- Le explicó amablemente este.-

            Aunque ella había tratado anteriormente de comentar que no tenía un compromiso serio con Lornd parecía que esos individuos no pensasen en otra cosa salvo en que ella era la pretendiente real. Por ello, pese a ser extranjera, muchos la miraron con deferencia cuando tomó asiento. Asumían que su fuerza sería grande al ostentar tal honor. Por su parte Luarque levantó un brazo y al punto un nutrido grupo de saiyajin, que portaban tambores de gran tamaño e iban a pecho descubierto, rodeó a los contendientes desde las lindes del círculo. Al mismo tiempo un gran gong que iba enganchado en dos colosales columnas fue transportado a unas decenas de metros de la posición del canciller y Setsuna. Tanto Lornd como sus rivales se despojaron de sus petos de combate y del resto de sus ropas, quedando sólo con unos pequeños y ajustados pantalones cortos. Sin que la sailor lo advirtiese, Seira se había colocado a su lado desplazando a Nilia y Moena.

- Ha llegado la hora de la verdad.- Sentenció la saiyajin de forma sarcástica.  - Veremos de lo que es capaz tu pretendiente...Espero que al menos nos brinde un combate entretenido.

            Setsuna no respondió, se sentía incómoda, notaba como Seira la atravesaba con su penetrante mirada. No podía desvelar los sentimientos que la altiva guerrera la estuviese dirigiendo en esos momentos, pero sospechaba que no serían nada buenos. Entonces el anciano dio dos palmadas, tanto el aspirante, como Dariel y los otros protectores se acercaron a él e hicieron una leve reverencia. Lornd guiñó un ojo a Setsuna y sonrió fugazmente  para, de forma inmediata, prestar atención al canciller. Luarque les dijo entonces levantándose y elevando la voz para que todos pudiesen oírlo.

-¡Luchad con valor y que la fortuna del triunfo sonría al que más lo merezca! - Los luchadores se dirigieron de nuevo al centro del círculo y escucharon la postrera orden del canciller -¡Comenzad!

 El gong sonó y los cuatro se pusieron en guardia. Los saiyajin que les rodeaban comenzaron a tocar el tambor al unísono creando un estruendo casi ensordecedor. Y se trataba de aquella misma música que Setsuna escuchase cuando lucharon los niños.

- Estaba esperando este momento con impaciencia. - Declaró Urels  que, con un gesto despiadado, se lanzó contra su adversario en ese mismo instante.-

            Éste paró el choque y ambos comenzaron un duro intercambio de golpes, parecían igualados y ninguno lograba ganar terreno al otro, entonces Yailr atacó también asestando al aspirante un potente puñetazo que le hizo sangrar por la nariz. Lornd se apartó con una sucesión de volteretas para poder cubrirse de ambos que le atacaron a un tiempo. Urels se le echó encima con una sádica sonrisa y le dio un cabezazo que aturdió a su rival. Yailr le remató con una patada que casi saca a su oponente fuera del círculo. Setsuna ahogó un grito y trató de levantarse instintivamente, pero la mano de Seira sobre uno de sus hombros lo impidió.

- No creo que les dure mucho, lo siento por mi hermano, no va a poder estrenarse...- afirmó divertida, dedicando  a la humana una mirada de hondo desprecio que ésta correspondió con un gesto de furia contenida. Más cuando la saiyajin remachó. – Era de esperar.
- Te equivocas. Esto aún no ha terminado.- Rebatió Setsuna sosteniendo su mirada con mucho coraje, cosa que sorprendió a su interlocutora -...

            Haciendo buenas las palabras de su compañera Lornd contraatacó derribando a Yailr de un puñetazo, después se quitó de encima a Urels. El canciller levantó un brazo y el gigante atacó con bolas de energía que su adversario apartó. Las mismas salieron fuera del círculo y se estrellaron contra el suelo a varios kilómetros produciendo una gran explosión que hizo temblar la tierra. Dariel observaba el combate algo apartado, parecía dudar en intervenir. Entre tanto, Lornd aprovechó para atacar. Lanzó una bola de energía contra Urels que la apartó de sí sin ninguna dificultad. Mientras, el aspirante golpeó a Yailr mandándole al límite del círculo, Dariel entonces salió de su inacción y se interpuso de inmediato blocando un rayo de Lornd dirigido a su compañero. El joven saiyajin tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para evitar salir, furioso se levantó. Él y Urels se miraron y después hicieron lo propio con Dariel que asintió cruzado de brazos. Lornd imaginó que tramaban algo. Entonces ocurrió algo sorprendente, los tres protectores miraron al Canciller que hizo un gesto con una mano. Al momento las caras de estos enrojecieron, parecían estar llevando a cabo un profundo esfuerzo. Después, sonrientes, recuperaron su aspecto normal y se encararon con su rival, éste les observó  no muy sorprendido. Setsuna no entendía lo que pasaba, nada parecía haber variado hasta que miró a los tres con más atención. ¡Del final de sus espaldas sobresalía una especie de cola que atravesaba el pequeño pantalón! ¡Era peluda y se movía balanceándose! La chica no podía creérselo. ¡Era igual a la que tenía Lornd cuando le conoció! En ese momento los tres abrieron sus manos hacia el cielo y materializaron tres esferas de color azulado que lanzaron a las alturas, su adversario se puso en guardia pero no iban dirigidas contra él. Las tres bolas se unieron en una más grande y quedaron sobre el cielo, emitiendo un potente resplandor...

- Ahora vamos a empezar a luchar en serio, veremos de lo que estás hecho...- sonrió Dariel. -

            Sin darle tiempo a contestar, Lornd observó cómo los ojos de sus rivales enrojecían y como sus bocas se abrían de forma desmesurada exhibiendo unas poderosas fauces que parecían de animal. Al momento comenzó a brotarles vello por todo el cuerpo que se convirtió en un denso pelo de color marrón. Los cuerpos de todos ellos crecieron con rapidez y sus facciones cambiaron adquiriendo rasgos animales. Setsuna contempló horrorizada como los saiyajin se habían transformado en gigantescos monos...

- Lo va a tener mal.- Apuntó con cierta inquietud Calix cerca de ella - si no es capaz de transformarse.....
-¿Qué?....- exclamó Setsuna mirando a éste con una expresión de pasmo ya que a su interlocutor, por el tono de sus palabras, aquellos monstruos le parecían algo bastante normal  -¿Te refieres a convertirse en eso?....
-Sí, son Ozarus. Nuestros ancestros multiplicaban su fuerza convirtiéndose en ellos gracias al influjo de la Luna llena de los mundos que iban a conquistar. O bien podían hacerlo con esa cantidad de energía concentrada.

            Durante esas explicaciones los enormes tres monos atacaron a su enemigo, lanzándole bolas de energía desde sus enormes fauces e intentando golpearle. Lornd esquivó como pudo pero fue atrapado entre las manos de uno de ellos. La ronca voz que provenía de la garganta de su captor era aún inteligible, aunque muy grave y gutural, era la de Urels.

- Voy a aplastarte como a un insecto, ¡ja, ja, ja! - Reía sádicamente apretando a su enemigo entre sus manos, éste notó como sus huesos crujían -....

            Setsuna  estaba horrorizada y muy asustada por lo que le pudiese ocurrir a su novio. Seira por el contrario esbozaba una sonrisa de triunfo. Lornd concentraba sus fuerzas intentando librarse de ese agarre. No pudo reprimir un desgarrador grito de dolor que salió de lo más profundo de su garganta cuando Urels reforzó su presión. Sentía que además del tormento que experimentaba su cuerpo, comenzaba a faltarle el aire. Recurriendo a sus últimas reservas concentró un rayo de energía sobre uno de los enormes dedos que le apresaban. Urels sintió el calor y aflojó el agarre. Sin perder ni un instante, su presa aprovechó para sacar un brazo y lanzar otro rayo de energía, ahora a uno de sus ojos. El gigantesco mono bramó de dolor y soltó a su prisionero, entonces Lornd se apartó, tratando de recuperarse, casi había estado al borde del final y eso le puso furioso. Aunque también le ayudó. Su rostro también se congestionó y asimismo le brotó una cola ante el asombro de Setsuna que pudo observar en él la misma transformación. Ya convertido así en otro enorme animal atacó con furia. Asestó un tremendo puñetazo a uno de sus enemigos sacándole del círculo, entonces el canciller gritó, sobreponiendo su voz al rugido de los enormes simios...

- Está eliminado...- y por asombroso que pudiera resultar ese gran mono se relajó y sumisamente se sentó fuera del círculo dispuesto a presenciar el resto del combate.-

            Mientras, los tres contendientes restantes se enzarzaban en una  colosal pelea. Urels, tuerto de uno de sus ojos, fue alcanzado por una bola de energía de su rival. Cuando ya estaba a punto de ser eliminado, Dariel acudió en su ayuda, éste y Lornd se golpearon sucesivas veces con enorme violencia profiriéndose gran número de heridas. La sangre les manaba de forma abundante tiñendo de rojo y malva sus pelajes. Se separaron al fin, jadeando en busca de oxígeno para recuperarse, pero en ese momento la gran bola de energía en el cielo comenzó a extinguirse de forma lenta pero constante, hasta desaparecer. A los pocos instantes, todos los simios recobraron su apariencia humana. Los guerreros seguían sangrando, ¡pero ahora estaban completamente desnudos! sus pantalones se habían pulverizado con la transformación. Setsuna se tapó los ojos con los dedos en un gesto reflejo y enrojeció. Al percatarse de ello, Seira la miró sorprendida. Preguntándole.

-¿Acaso te avergüenzas de sus cuerpos? No creo que haya razón, dado que todos son excepcionalmente fuertes y están muy bien dotados. A cualquier hembra le produciría mucho regocijo este espectáculo.

            Setsuna no supo que responder, pero miraba a través de una rendija que había dejado entre los dedos. Yailr entre tanto se acercó a ellas, desnudo y aun tratando de recuperarse de la lucha, dijo entre sorprendido y admirado.

- ¡Es muy fuerte, por lo menos como Dariel! Entre Urels y yo no hemos podido vencerle....
- Ahora será mi hermano el que luche contra él, su suerte se ha terminado.- Replicó Seira completamente segura de sus palabras. -

            El anciano se levantó del sillón y elevó su báculo, la piedra dorada de este comenzó a brillar y él declaró con solemnidad...

- Podéis pasar al siguiente estado...

            Tanto Dariel como Urels se transformaron al instante en súper guerreros, despidiendo una gran cantidad de dorada energía. Lornd les imitó antes de que se decidieran a atacarle, y sucedió que entre todos los saiyajin que presenciaban la pelea pareció desatarse la locura colectiva, se escuchó un grito...."Súper saiyajin"....y todos reaccionaron a un tiempo. Los que golpeaban los tambores también se transformaron, los espectadores que eran capaces de hacerlo les imitaron. Setsuna sintió una tremenda oleada de energía que se liberaba de forma salvaje por todas partes. Yailr y Seira, también transformados, parecían aullar de placer henchidos de gozo por su poder, los saiyajin estaban fuera de sí. La normalmente serena Plutón ahora estaba aterrada presenciando el increíble espectáculo. Únicamente el anciano mantenía la compostura y observaba sin parecer alterarse, eso sí, sonriendo, al parecer orgulloso de su pueblo. Setsuna tuvo que sujetarse a su sillón de roca firmemente anclada en el suelo para  no salir despedida por las ondas de energía. Centró su mirada en Seira, su pelo antes negro como el tizón ahora resplandecía de un color rubio dorado y sus ojos eran de un color azul cielo intenso, pero su expresión fue lo que más asustó a la humana. Parecía una fiera salvaje sedienta de sangre, un ser fuera por completo de cualquier capacidad de raciocinio. Nunca había visto algo así, ni siquiera a Lornd. Él controlaba esa transformación al menos en su apariencia de brutalidad. Aunque hubiera aniquilado a sus enemigos lo había hecho siempre sin manifestar aquella especie de orgía de salvajismo. Y lo peor era que todos sus compatriotas saiyajin parecían estar igual que esa mujer. Incluso Calix parecía otro ser completamente distinto. En su fuero interno la horrorizada Setsuna rezó para que Lornd lograse vencer. En caso contrario ¿qué ocurriría si esos locos lograsen salir algún día de su mundo y llegasen tan descontrolados como lo estaban ahora a la Tierra? ¿Quién podría detenerles? Destruirían el planeta en un instante. Un sudor frío le recorría la nuca y erizaba sus cabellos. Ahora comprendía lo peligrosos que en realidad eran... ¿cómo podía haber sido Lornd el rey de ese pueblo de salvajes?... Y entonces entendió la auténtica importancia de su cometido…

-¡Oh, Dios mío! Majestades…no sé qué podré hacer…no sé si seré capaz…- Pensaba totalmente embargada por el temor y la responsabilidad.- ¿Cómo no fallaros?

            La conmoción general fue extinguiéndose lentamente, la mayoría de los saiyajin recobraron su apariencia normal. Seira, ahora más calmada, seguía aún siendo una súper guerrera hasta que a los pocos segundos recuperó su estado normal. Ella y todos los demás se centraron ya solamente en el combate. Los luchadores, lejos de haberse detenido, peleaban con más ferocidad. La atónita Setsuna no podía seguir con la vista lo que ocurría. Los tres aparecían y desaparecían con una velocidad tremenda, reaparecían golpeándose en un lado del círculo y al segundo en el contrario. La batalla parecía ahora centrarse entre Dariel y Lornd que mantenían una gran igualdad. Urels relevaba a su compañero con gran furia, pareció hacerle una seña a Dariel que se apartó...

-¡Es mío, mío! - Gritó Urels afirmando lleno de violento regocijo. - ¡Le despedazaré con mis manos!....

            Atacó hundiendo dos puñetazos en el vientre de Lornd que fue arrastrado hacia atrás por el impacto, pese a estar firmemente plantado en el suelo. Como pudo, éste eludió un codazo de su enemigo que pretendía rematarle y contraatacó no con menos dureza. Estaba igual de rabioso que su oponente. Con dos directos a la mandíbula hizo tambalearse a su adversario y después le dio una patada que lanzó a éste hasta casi los límites del círculo. Urels se levantó como un resorte y lanzó un gran rayo de energía, pero Lornd desapareció, reapareció al instante frente a su adversario y fue él quien en esta ocasión hundió su puño en el vientre de su rival que escupió sangre en abundancia. Lornd también la escupía. Urels bramando de furia atacó intentando golpearle, pero su enemigo le esquivó, entonces el Canciller volvió a gritar.

- ¡Podéis usar las armas!....
           
            Urels no lo dudó ni un instante, del corro de guerreros le llegó una tremenda hacha de doble hoja que blandió sobre su cabeza como si fuera una pluma. Trató de alcanzar a su oponente y Lornd pudo esquivarle a duras penas. Entonces el aspirante elevó su brazo al cielo y gritó...

- ¡Inmortal Sword! Acude a mi llamada.

            Para asombro del público y perplejidad del propio Luarque, una gran espada que refulgía con el reflejo de la propia aura del aspirante apareció instantáneamente en su mano. Ambas armas chocaron con un estridente sonido metálico. Lornd separó su acero y atacó con furiosos mandobles que hicieron retroceder a Urels. Luchaba como un poseso y el otro saiyajin estaba desconcertado por aquella exhibición de poder tan repentino. Se acercó peligrosamente al borde del círculo y entonces el aspirante le propinó un puntapié que le derribó fuera de éste. El canciller volvió a declarar ante el clamor de la multitud.

- Está eliminado, ahora podéis pasar a la fase final...

            En aludido no podía creerlo, observaba realmente sorprendido a su rival. Incluso con un tinte de respeto y asintió. Fue a sentarse junto al otro guerrero que había quedado descalificado anteriormente. En tanto el aspirante se plantaba ante su rival con pose desafiante.

-¡Vamos! – Le retó Lornd haciendo un gesto con una mano para que le atacase.-

            Dariel sonrió. Miraba a su contrincante con la ilusión y el deseo del que había estado aguardando impacientemente por algo muy especial. Aumentó la intensidad de su energía pasando al segundo nivel de súper guerrero, Lornd no se quedó atrás. Lo que provocó una nueva sonrisa de satisfacción de su enemigo que declaró como si ya lo esperase.

- Estupendo, no me has decepcionado. Sabía que al final quedaríamos solos tú y yo...
- Yo también. Entonces no perdamos más tiempo. - Replicó su contrincante devolviéndole la misma sonrisa. -

            El ataque  de Dariel no se hizo esperar. Se enzarzó con su adversario en un durísimo combate. Ambos rivales estaban muy igualados y sus fuerzas se iban mermando a la vez. El aspirante miraba a su contrincante mientras se restañaba la sangre que le caía de un pómulo. Dariel a su vez, enjugaba la que inundaba sus fosas nasales. Lornd había dejado su espada clavada en el suelo y Dariel al darse cuenta de ello le ofreció llegar al final del combate con un duelo. Seira, que escuchó a su hermano, le lanzó prestamente una espada que éste aferró al vuelo y Lornd desclavó la suya. Sin más preámbulos ambos comenzaron a luchar entrechocando sus armas, el combate era intenso. Debían esquivar las estocadas del otro casi al límite, se infringieron heridas y cortes en el pecho y las piernas. Al cabo de unos minutos ambos estaban agotados, todos los saiyajin les contemplaban enmudecidos por el interés. Incluso Seira observaba con el rostro tenso de preocupación, confiaba en su hermano pero el pretendiente era muy fuerte, demasiado para lo que ella había pensado. Comenzaba a arrepentirse de su aventurada valoración y de haberlo menospreciado. Entre tanto y tras unos instantes en los que se habían detenido para recobrar algo de resuello, ocurrió que Lornd, señalando a Dariel con la punta de su espada, exclamó.

-¡Esto ya se ha terminado! Si no eres capaz de superar este nivel. Más vale que te rindas.
-¿A qué te refieres?,- replicó su atónito rival mientras se esforzaba por recuperar el aliento y preguntar -¿Qué otro nivel?...
-Canciller. Si el defensor no puede traspasar este límite pido permiso para hacerlo yo. Eso demostrará que soy superior a él. - Exclamó dirigiéndose a Luarque.-
           
            Todos contuvieron el aliento, nadie se atrevía ni a hacer el más mínimo ruido. Al fin, el anciano asintió. Declarando con  solemnidad.

-Si el defensor restante no tiene más poder al que recurrir, dado que le has ofrecido hacerlo, puedes progresar en tu escala si es que eres capaz de ello.

            Lornd asintió a su vez y tras sonreír, le ordenó al atónito Dariel.

- Está claro, ¡reconóceme como tu rey!...- Y sin esperar la respuesta de  su rival súbitamente aumentó su potencia y emitió una gran aura. Cuando ésta se despejó, todos excepto Setsuna que ya le había visto así, le miraron asombrados. -
-¿Qué es eso?...- aulló Seira boquiabierta. -

            Lornd había cambiado su aspecto de nuevo. Su frente se había achatado, sus pestañas casi habían desaparecido, su masa muscular era ahora prácticamente el doble de la normal. Dariel le observaba sin poder creérselo. El aspirante entonces declaró con una voz gutural.

- Éste es el tercer estado...de súper saiyajin.

Dicho esto desapareció y reapareció ante Dariel atacándole con su espada. Éste, desbordado por la rapidez de su enemigo, paró como pudo la embestida. Lornd siguió golpeando con fuerza y gritando a pleno pulmón, hasta que partió en dos la espada de su contrincante y le hizo caer al suelo apuntándole con el filo de la suya. Entonces el aspirante del duelo le ordenó una vez más mirándole fijamente.

- ¡Reconóceme como tu rey!....- sus ojos desprendían chispas y el asombrado Dariel comprendió que estaba derrotado. -
- Eres mi rey.- Admitió el joven guerrero gritando a pleno pulmón - ¡Rey Lornd!...

Este apartó su espada y Dariel se levantó elevando uno de los brazos de su hacía tan solo unos instantes mortal enemigo y volviendo a gritar.

 - ¡Rey Lornd!...Salve al vencedor del desafío.- Después se arrodilló y el vencedor elevó su espada en el aire en señal de triunfo aullando a modo de celebración.-

-¡AAHHH!

            El grito de triunfo salvaje de Lornd retumbó por todo el planeta al igual que los gritos de los demás saiyajin. Solamente Seira estaba enmudecida, no podía creer que ese hombre hubiera vencido a los protectores, derrotado de una forma tan clara a su hermano, al que ella consideraba el más fuerte, al que idolatraba desde que era una niña...y ahora le veía arrodillado reconociendo humildemente su derrota. Entonces era cierto que ese saiyajin que le había derrotado era un legendario rey, sólo así se lo explicaba.

-¡Es increíble…es imposible!…si no lo estuviese viendo yo misma jamás lo creería.- Musitó.-

            El vencedor avanzó hacia el Canciller que se puso también en pie. Cuando llegó a él, el anciano se arrodilló respetuoso y le proclamó rey del planeta de los saiyajin, con las siguientes palabras.

-Ave, Lornd Deveget, soberano y señor de Nuevo Vegeta y del pueblo saiyajin.

Un griterío ensordecedor volvió a elevarse hacia el cielo y Lornd gritó con ellos. Setsuna estaba estremecida, nunca había visto a su pareja tan fuera de sí. Cuando le conoció, él acabó con unos seres que iban a matarla a ella, pero lo hizo sin esfuerzo. Cuando destruyó al gran cometa que amenazó la Tierra, usó todas sus fuerzas, pero de una forma calculada y sin apasionamiento. Incluso al rescatarla supo contenerse para obrar con astucia. Ahora su sangre hervía, sus genes de guerrero del espacio se habían adueñado de él, ¡ojalá no hubiese cambiado!

-Espero que realmente sea dueño de sí. O no podré hacerlo…-Se dijo con patente temor.- No podré hacer nada ni por él, ni por todos nosotros. Y habré fracasado.

            Todos los saiyajin estaban arrodillados, junto a Dariel, Urels y Yailr, los protectores mantenían ahora una actitud reverente como si nada hubiese pasado. Para ellos, había sido una prueba a la que debían someter al aspirante, como éste la había superado le reconocieron sin problemas como a su rey y juraron fidelidad.

- Majestad, estoy a vuestro servicio,- declaró Urels de forma muy sumisa, como si sus rencillas con Lornd nunca hubiesen existido. -
- ¡Y yo me felicito por ello! Eres un gran guerrero. ¡Puedes estar orgulloso de tu poder y de tu fuerza! ¡Levántate, noble Urels! - Le ordenó Lornd y luego repitió la misma orden a todos los presentes que se pusieron en pie en el acto en tanto su nuevo soberano proclamaba.  - Ahora comenzará una nueva Era. Este planeta ya tiene un rey y os juro protegerlo y reinar con la máxima justicia y amor por mi pueblo, combatiendo sin tregua a nuestros enemigos.
- Sabias palabras son...propias de alguien con linaje real...- comentó el anciano canciller añadiendo lleno de respeto y devoción. – Lo vi claro cuando apareció tu espada. Solamente los reyes de antiguo podían invocar esa clase de armas. Y tú como verdadero rey de los saiyajin has querido probárnoslo. Lo has hecho. Somos tus humildes súbditos. Pronto serás coronado, mi misión está cumplida. Serás tú ahora el que deba gobernarnos....
- Muy bien,- convino Lornd con una sonrisa mientras buscaba a Setsuna con la mirada y decía. -Lo primero que haré es prometerme. Contraeré nupcias y este mundo tendrá un heredero que un día lo gobernará.

Todos los saiyajin aclamaron sus palabras. La atónita muchacha se acercó a él y ambos se abrazaron. El recién reconocido monarca arrodillado ante ella se declaró de forma muy emotiva.

-Ahora que he cumplido al fin con mi destino. Si tú me aceptas. Si sientes por mí el mismo amor que yo por ti. Entonces te lo preguntaré. ¿Quieres ser mi reina? ¿Te desposarás conmigo?

Y la muchacha sonrió, esto era el sueño de Lornd, el que había anhelado durante tanto tiempo y quería hacerla partícipe, y sobre todo, le oía hablar como siempre. Ella era feliz, sobre todo porque el chico no había cedido a sus impulsos salvajes, ahora estaba segura de que él no había cambiado. Y lo que era más importante, durante el combate se sintió realmente preocupada y angustiada por él. Aunque quiso decirse a sí misma que era un sentimiento natural por cualquiera de sus amigos y compañeras de lucha, que tendría que ver con llevar a buen término su cometido. No obstante, tuvo que rendirse a la evidencia. Ella sentía algo más por ese hombre. Lo comprendió tras viajar juntos y compartir tantas cosas, cuando la rescató y sobre todo cuando llegaron a ese planeta y los saiyajin la identificaron como la prometida del aspirante. Aunque ella lo negase ante ellos, y ante sí misma, lo había percibido claramente en su corazón. Le amaba y quería compartir su vida con él. Al fin había encontrado a alguien que la pudo comprender. No dejaban de ser dos guerreros solitarios que se habían encontrado. Ojalá que pudieran ser felices, aunque por otro lado su mente le recordaba su deber como guerrera y protectora de la Reina Serenity. Comprendía, tal y como le advirtiesen sus soberanos, todos los sacrificios e implicaciones que aquello conllevaría. Pero por esta vez fueron sus sentimientos los que desbordados, tomaron el control, imponiéndose sobre su razón. De modo que  asintió y después confirmó con sus palabras.

- Sí, quiero serlo.- Pudo contestar ella que estaba dominada por la emoción. –Deseo ser tu esposa.

Pero antes de que él pudiese ni tan siquiera sonreír alguien interrumpió aquel momento tan romántico, dispuesta a que las cosas no fuesen de aquella manera.

-¡Un momento, yo no estoy conforme con eso!- La voz de Seira se elevó entre el júbilo general y tanto Lornd como Setsuna palidecieron cuando la escucharon agregar. - Yo digo que esa mujer no tiene condiciones para ser nuestra reina, ni la madre del futuro heredero al trono...- avanzando a pasos cortos y rápidos la saiyajin se plantó entre ambos prometidos y proclamó. - Reclamo mi derecho a disputar el matrimonio real en combate singular contra la prometida - señaló a la extranjera con un acusatorio dedo que cortó el aire como un cuchillo. -
-¡No!,- intervino Lornd aseverando con rotundidad.  - Ya tengo decidido quién será mi esposa y no aceptaré a otra si no es ella...
- Con todos mis respetos. No te corresponde a ti decidir eso, Majestad, - rebatió Seira visiblemente furiosa al argumentar. - Me amparo en la ley de nuestro pueblo, nadie puede negarme ese derecho, ni siquiera el rey. Canciller apelo a ti, hasta que no sea coronado, tú sigues estando a cargo del gobierno...
- Es cierto. - Contestó Luarque con un tono resignado pues ya se temía aquello en tanto concedió. – Por ley tienes ese derecho...
-¿Y si yo no estoy de acuerdo? ¡No pienso aceptarlo! - Repitió Lornd con visible indignación. -
- Señor, es la tradición y la ley, no tenéis otro remedio que aceptarlo...- terció respetuosa pero firmemente Dariel -
-¡Yo soy el rey ahora! - replicó Lornd furioso, asegurando. - Puedo cambiar las leyes, ¡y voy a cambiar ésta!....
- ¡No, no lo harás, escúchame maldito egoísta!- Aulló Seira con manifiesta indignación. - ¿Quién te crees que eres para anteponer tus intereses personales a los de nuestro planeta? ¡Eres su rey! Empieza a comportarte como tal.

Al momento, Dariel se acercó hacia su hermana andando deprisa y con el rostro inexpresivo, ella le inquirió esperanzada.

- Hermano, ¿verdad que tengo razón? ¡Ayúdame!, no podemos dejar que pase por encima de nuestras leyes...

            Sin responder el saiyajin se paró junto a su interlocutora y la abofeteó con tal fuerza que Seira cayó al suelo. Temblando de furia e incredulidad, miró a su hermano que se encaró con ella y la increpó.

-¡A tu Rey le debes obediencia y respeto!, nunca vuelvas a hablarle de ese modo o yo mismo te mataré, ¿está claro?...- rugió con tal furia que hizo temblar el suelo a su alrededor.-

 Todos los saiyajin incluidos Lornd y Setsuna miraban atónitos la escena. Seira, tapándose la cara enrojecida por los golpes y la vergüenza, se  restañó la sangre que le corría por el labio y únicamente pudo musitar atónita.

-¿Por qué, Dariel?... ¿por qué te pones de su lado? Yo siempre te he admirado, he querido parecerme a ti, y vivir para proteger nuestro planeta. ¡Somos hermanos!...

Parecía que incluso iba a llorar puesto que sus ojos hacían aguas, aunque esta impresión desapareció al instante de su cara mientras se ponía en pie, adoptando una máscara de serenidad con una gran rabia contenida. Dariel más calmado ya, le respondió entonces de forma más suave y templada.

- Tienes razón al amparo de nuestras leyes y tu petición es justa. Pero no en esos términos, diga lo que diga sigue siendo el rey. Debes ser respetuosa, eso también está en la ley. Hermana, yo apoyo tu petición, pero debes disculparte ante nuestro soberano y solicitar humildemente su perdón por tu insolencia.

            La mujer le observó atónita aunque enseguida bajó la cabeza. Tras unos segundos de meditación asintió convencida de las razones de su hermano. Entonces Seira se arrodilló ante Lornd que aún no podía pronunciar palabra por la sorpresa.

- Os suplico perdón, mi señor. Castigadme después por mi insolencia si así lo queréis. Pero reclamo mi derecho.

Y según hablaba, Seira miraba a Lornd  y en su gesto se adivinaba que no estaba acostumbrada a pedir perdón. El sufrimiento y la humillación debían de castigarla de una forma intensísima en esos momentos. No obstante, su aparente sumisión y sus ahora suaves modos no podían disimular su apasionamiento y su fuerza.

- Levántate,- le dijo él con voz tranquila y conciliadora. - No tengo nada en tu contra. No me he considerado ofendido. Al contrario. Eres una saiyajin leal con la ley y las tradiciones. Admirable en todos esos aspectos, pero yo no sería capaz de compartir mi vida contigo...
- Señor,- intervino Luarque tratando de aliviar ese momento de tensión. - Ella tiene todo el derecho según nuestra ley. Vos seréis rey cuando seáis coronado y entonces podréis modificar esa ley o la que os plazca con el beneplácito del consejo, pero aun no tenéis esa autoridad, la tradición debe ser respetada...

            El soberano resopló con sus manos tras la espalda camino de un lado a otro como una fiera enjaulada. Nadie se atrevió a decir nada y  ni mucho menos a interponerse en su camino. Aunque finalmente se detuvo y tomó la palabra.

- Entonces no me dejáis más opción. - Contestó lapidariamente Lornd agregando. - No me queda otro remedio que renunciar al trono.- Un murmullo de asombro e incredulidad se extendió por todos los saiyajin cuando él remachó  - no lo aceptaré a este precio.
-¡Pero señor, no podéis renunciar! - Exclamó Luarque bastante agitado - Ahora que sois el rey, que por fin hemos encontrado a alguien...
- Podéis seguir como hasta ahora...os las habéis arreglado muy bien sin ningún rey.- Respondió Lornd con ironía. -
-¡No, no podemos! - intervino tajantemente Dariel. - Ahora que has ganado ese derecho a ser rey el desafío no tiene sentido, pues ya se sabe que hay un guerrero que lo ha superado y aunque no estéis todavía coronado, según la tradición un heredero no puede negarse a dirigir a su pueblo de no ser por incapacidad o por voluntad o beneplácito de su padre el rey o del consejo. Vos no tenéis padre a quién preguntar y no estáis incapacitado. Nosotros jamás daremos el consentimiento pues sois un guerrero demasiado fuerte como para perderos y además, sin la promesa de un soberano que nos agrupe, muchos de los nuestros se irán de aquí a conquistar nuevos mundos. Ya no les retiene nada en el nuestro. En el preciso instante en el que renuncies, ni la creencia en un futuro glorioso, ni el temor de que se castiguen sus malos actos, existirá nunca para muchos de nosotros si se conculcan así nuestras más sagradas tradiciones.
- Si renuncias - Amenazó Seira sin apenas contener su ira  - muchos irán a tu mundo para vengarse incluida yo misma, no dejaremos piedra sobre piedra en él. - Respiró agitada unas cuantas veces para añadir con un tinte más calmado. - Pero si aceptas la prueba y yo venzo seré tu fiel servidora y podrás hacer de mí lo que quieras. Cuando te de hijos ejecútame si ese es tu deseo. Es más, si de forma improbable yo fuera derrotada por tu pretendiente, ella podría disponer como quisiera de mi vida si es que no me mata en la lucha.

Lornd les miró anonadado, casi había llegado a olvidar lo tercos que podían ser sus congéneres. Pero ahora la furia y la impotencia se abrían paso en él, arrastrando el asombro y gritó fuera de sí.

- ¡No quiero disponer de la vida de nadie! ¿Es que tanto te cuesta entenderlo? Estoy harto de eso. – Contuvo su furia un instante y volviéndose hacia su prometida añadió con más serenidad, pero también con un poso de evidente advertencia dirigiéndose a los saiyajin. - Nos volveremos a la Tierra y por vuestro propio bien espero que no os atreváis a intentar nada...No soy el único súper guerrero del espacio de nivel tres que hay…

            Setsuna temblaba, eso era su peor pesadilla hecha realidad, por fuerte que fuera Lornd y aunque entre él, Roy y los demás, lograsen vencer a todos los guerreros del espacio que les atacasen, cosa a su juicio muy improbable, llevarían el desastre a su mundo. Estaría garantizada la muerte de miles o incluso de millones de inocentes en los combates, no podía permitirlo de ningún modo...

- ¡Basta, ya he oído suficiente! - Intervino de una forma muy enérgica que sorprendió a todos  dirigiéndose a la saiyajin. - Seira, acepto tu desafío... ¿quieres luchar por el rey? ¡Lucharemos pues por él!..

            Bastante sorprendida por esas palabras, la interpelada centró su atención en la humana y por primera vez la dirigió una mirada de respeto. Lornd en cambio la recriminó de forma desesperada.

-¿Estás loca? ¡Te matará en un instante! No puedo permitir una cosa así. Sería un suicidio, ¡no tienes oportunidad!..
- Soy una guerrera de la justicia y no puedo quedarme cruzada de brazos escuchando como pueden sufrir por mi culpa millones de inocentes....- Aseveró ésta con voz firme. -
- No, no te dejaré hacerlo. - Insistió él agregando lleno de convicción - a mí ahora sólo me importas tú. ¡Maldita sea! ¡Que vengan a la Tierra si se atreven! La defenderemos como hemos hecho hasta ahora.

            Para sorpresa de todos incluido el propio Lornd, Setsuna le miró furiosa y le abofeteó también con rabia. El saiyajin nunca había visto esa expresión así de rabia y desprecio en sus ojos, ni siquiera cuando se conocieron, e incluso sintió miedo. En tanto se tapaba la marca del golpe con una mano. La miró con incredulidad. Aquello le recordaba demasiado a otra ocasión pasada. Él, que no temía enfrentarse contra nada ni nadie, se dio cuenta de que quizá su prometida se había enfurecido de verdad, sintiéndose ofendida en lo más profundo de su honor y que no le perdonaría...aunque no entendía el porqué, solamente deseaba protegerla. Empero, Setsuna se lo aclaró enseguida declarando con indignación.

- ¡Después de todo Seira tiene razón, en el fondo no eres más que un cobarde y un egoísta! ¿Acaso no te importa ya el pueblo que tanto tiempo has estado buscando?, ¿no te importan la vida de tu hermano y de tus amigos? ¿De la gente inocente de la Tierra que tú mismo salvaste? ¿De mis compañeras guerreras, o de los niños que viven en ella y de los que están por nacer? ¡Contéstame!- Le chilló lanzando fuego por su mirada según agregaba. -¿Nada te importa de todo eso? ¿Sólo te importo yo?... ¿y crees que yo podría vivir con eso sobre mi conciencia? –

Y se detuvo unos instantes respirando muy agitada para tratar de calmarse. Ahora nadie era capaz de pronunciar palabra. La atención de todos los saiyajin estaba puesta en ella y la mayoría de las miradas de aquellos terribles guerreros eran n no obstante de admiración. Más cuando finalmente Setsuna añadió con un tono más sereno y voz queda.

-No, no podría vivir así. Ya sufrí una vez el horror de ver como destruían todo y a todos a quienes amaba sin poder intervenir. Ahora no tengo esa limitación y mi deber es defender a mis soberanos y a la Tierra de cualquier amenaza, dando mi vida si es preciso y lo haré sin retroceder ante nada o ante nadie ¡eso te lo juro por mi planeta guardián Plutón y por el linaje de Cronos que vive en mí!

            Lornd estaba petrificado, era incapaz de hablar. De hecho todos los saiyajin se miraban unos a otros realmente atónitos por el coraje de esa terrestre. Fue la propia Seira la que se aproximó a Setsuna interviniendo con un tono mucho más considerado del que había empleado con ella hasta entonces.

- Debo admitir que me equivoqué completamente contigo, y te pido perdón por ello. Eres muy valiente mujer terrestre, tienes un alto sentido del honor y del deber hacia tu pueblo, yo comparto eso. No quiero matarte pues tu valor me ha impresionado, es digno de un saiyajin. Así pues, si renuncias a él no será necesario que luchemos, te ofrezco esa posibilidad...- todos aguardaron expectantes la respuesta de la extranjera. Nadie se atrevía a respirar. Seira volvió a repetir impaciente. - ¿Y bien...qué decides?...
- Que aprecio mucho tu oferta, pero no podría hacerlo. - Sonrió ella ahora con su habitual voz serena, añadiéndole un poso de reflexión queda en tanto sostenía la mirada de su contertulia. - Lo que me pides no es posible, ni traicionaría nunca mi deber de guerrera, ni tampoco a mis sentimientos.  Los que he descubierto en mi interior. Ya no podría vivir sabiendo que él está con otra mujer. No creo que lo entiendas pero lucharé contra ti. Tengo que hacerlo por mi mundo y por él, por mi honor y por mi amor, ambas cosas son irrenunciables para mí. ¿Acaso renunciarías tú?...
           
            Seira la miró a su vez, quizá no comprendía los sentimientos de la terrestre, pero sí su sentido del deber y su valentía y respetaba eso por encima de todo, de tal forma que le aseguró con suavidad y gran consideración que asombró a todos los presentes...

-  No. Tampoco lo haría. Pero de una guerrera a otra, sí que te hago esta promesa. Haré que tu derrota sea digna y tu muerte rápida y sin dolor, no te preocupes...Y después, pese a que no pertenezcas a nuestra raza, yo misma te sepultaré en el Mausoleo de los héroes de nuestro mundo. Lo mereces por tu honor y tu valor. ¿Alguien no está de acuerdo con lo que digo?- Exclamó.-

            Ningún saiyajin se atrevió a pronunciar palabra. Todos guardaron un respetuoso silencio.

-Sea así pues.- Sentenció Setsuna con todo su coraje.-
- Formad de nuevo el círculo...- ordenó entonces Luarque a los tamborileros que obedecieron en el acto.-

El círculo era ahora mucho más pequeño, no tendría más de cincuenta metros de diámetro. Lornd tomó a su prometida de las manos y le dijo con una mezcla de arrepentimiento, pesar y temor.

- Perdóname Setsuna, tú tienes razón. Siento lo que te dije, pero ahora soy yo el que tiene miedo. Nunca lo tuve por mí, pero lo tengo por ti. Si te ves perdida, ríndete. Vale más que vivas.
-¿Cómo podría?,- replicó ésta con una media sonrisa mientras soltaba suavemente una de sus manos de las de él y le acariciaba la mejilla que antes le abofetease con tanta furia para sentenciar.- Rendirme sería perderte. Confía en mí, como yo lo hago en ti, sólo te pido eso...

Y sin mirarle ya se alejó de él y se situó en el centro del ring.

-¿Estás dispuesta?,- preguntó Seira mientras se quitaba su peto de combate lanzándolo fuera del círculo en tanto afirmaba. - Esto no me será necesario...

La saiyajin quedó con una ligera especie de corsé que más parecía de gala. Observando a su rival.

- Un momento por favor.- Pidió la humana que sacó su transformador invocando. -¡Planeta Plutón...dame el poder! - Todos los saiyajin contemplaron atónitos la coreografía de luz y color que inundó el centro del círculo. Tras unos instantes Setsuna  reapareció de él ya convertida en Sailor Plutón, con su cetro en una mano y una mirada de gran concentración. - Ya estoy lista. Cuando quieras podemos comenzar...
-Vaya, ha aumentado su energía. Aunque no demasiado.- Sonrió Seira.-

            Entre los espectadoras habían murmullos de interés y estupor. Nilia y Moena se miraron y la primera comentó con pesar.

-Es muy valiente, pobre mujer. La recordaremos con mucha consideración.

            Y para su sorpresa , incluso esa tal Elua que estaba cerca comentó.

-Muy fuerte no parece ser. Para la noble Seira será un trámite penoso el tener que enfrentarse a alguien así. Pero admito que esa terrestre tiene valor y sentido del honor. Eso es lo que importa.

            Entre tanto las dos contendientes se observaban fijamente desde la distancia. Seira se aproximó hacia Setsuna, con un andar lento y muy seguro de sí...su mirada se enfrentó con la de su rival. Ambas se la sostuvieron sin ningún tipo de vacilación. El tenso silencio reinante fue interrumpido por el Canciller.

- Un momento, no puedes usar armas sin mi consentimiento.- Le dijo a Setsuna - deberás dejar ese bastón.
-Señor,- intervino Seira agregando conciliatoriamente. - Por mí no hay inconveniente, puede usarlo si lo desea. Ella no es saiyajin no está sometida a nuestras reglas, y  tampoco creo que eso altere el resultado final.

            Aunque la morena guerrera pensó también casi con un tinte de culpabilidad.

-No quiero que se diga que mi victoria fue demasiado fácil. Debo darle todas las oportunidades para que se defienda con algo de dignidad.

            Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de Luarque quien, concedió.

- Si tú no tienes ninguna objeción, está bien. – Y el anciano levantó los brazos. A esa señal  los tamborileros se aprestaron a preparase. Luego, al igual que en la ocasión anterior el Canciller declaró.- ¡Que empiece el combate!..- y los tamborileros comenzaron a tocar. -
- ¡Acabaremos enseguida! - Exclamó Seira y desapareció de la vista de Setsuna.-

A las pocas décimas de segundo ya estaba atacándola a su lado. Pero ésta, que la había observado en sus entrenamientos y se esperaba algo similar, se apartó instintivamente y logró evitar el ataque por muy poco.

-Te defiendes mejor de lo que creía...pero no te valdrá de nada.- Alabó la saiyajin que lanzó dos rápidos puñetazos contra su enemiga que  pudo apenas sí pudo desviar con su cetro. -

            Seira acrecentaba su presión, Setsuna no tuvo más remedio que retroceder. Contraatacó con su “Dead Scream”, la saiyajin lo anuló al punto con una de sus bolas de energía...

-Tienes recursos. No espera eso. – Admitió la guerrera del espacio.-

            Entre los asistentes, Lornd apenas podía mirar, embargado por un sentimiento de impotencia y pesar. Aunque Calix quiso alentarle.

-Tu prometida se defiende bien.

            No obstante, la dura realidad salió por boca de Blinz quien comentó con escaso entusiasmo.

-Seira se limita a jugar con ella. Al menos por ahora. Está tanteándola por si guardase alguna sorpresa más. Y posiblemente tampoco quiera humillarla.

            Por su parte. Elua comentó algo similar a Nilia y a Moena.

-La noble Seira hizo un juramento. Esa terrestre podrá al menos mostrar algo de su repertorio, si es que lo tiene.

-Ese ataque de energía no estuvo mal…para una humana.- Se apresuró a rectificar Nilia.-


-No, no estuvo mal para una raza tan débil.- Convino Elua cruzándose de brazos y centrándose en el círculo para observar aquel combate sin perder detalle.-

            Justo entonces Seira se apartó unos metros con un ágil salto y le preguntó a su contrincante con cierto retintín.

- Bien voy a responder a tu cortesía. ¿Qué te parece esto?

            Concentrando poder en una de sus manos la saiyajin lanzó una bola energética contra su oponente. A la desesperada Setsuna creó una barrera con su cetro que la protegió, pero a costa de que éste se le saliera disparado de las manos. Trató de recuperarlo consciente de que era su única oportunidad, pero su enemiga, mucho más rápida, se lo arrebató...

- Lo siento, pero ya no vas a poder usar esto.-  Aseguró con suficiencia -

En tanto afirmaba aquello sus músculos se marcaban bien definidos en su cuerpo y sus bíceps aumentaron de tamaño cuando intentó doblar el cetro. Éste al principio resistió, pero al fin cedió y Seira lo dobló para después tirarlo al suelo.

-Se acabó.- Remachó la guerrera del espacio tras darle una patada a esa larga vara alejándola de allí.- Tu tiempo se ha terminado…

            Setsuna  aun así  intentó recuperarlo. Le era imprescindible si deseaba que su plan tuviera alguna oportunidad de éxito. Golpeó a su rival en el rostro con todas sus fuerzas pero ésta ni se inmutó. Lo intentó de nuevo con una patada pero la saiyajin se limitó a bloquearla con un brazo. Plutón lo intentó otra vez pero su contrincante la apartó de un empujón que la lanzó casi contra el borde del círculo. La guerrera del espacio le dijo en voz alta para que todos pudieran oírlo...

- No me hace ninguna falta, pero quiero que sepas que tu valor me ha impresionado mucho y que te mereces que luche contra ti con mi máximo poder. Ésta es la mejor manera que tenemos de demostrar nuestro respeto por un enemigo valeroso y digno en un combate. ¡Luchando contra él con toda nuestra fuerza!   

Y se convirtió en súper saiyajin, su pelo rubio dorado se elevaba hacia el cielo y su cuerpo emitía un aura del mismo tono, su poder era tan enorme que incluso hacía temblar la tierra a su alrededor. Entre los saiyajin se sucedieron murmullos de respeto y asentimientos de cabeza. Lornd por su parte estaba encogido por el horror. Presentía que la suerte de la mujer a la que amaba estaba echada. Pero no podía intervenir. Aquello le recordaba demasiado bien otra situación de su pasado. No podía creer que la historia se volviera a repetir. Por su parte Seira agregó.

- Antes de que te ataque te doy una nueva oportunidad, tú no eres de nuestro pueblo. No te deshonrarás si renuncias. Y para mí no habrá ningún honor en matarte. ¡Ríndete ahora y dejémoslo así! O si lo prefieres sal del círculo. Ya has hecho todo lo que has podido, tendrás un buen lugar entre nosotros, te doy mi palabra... ¿qué contestas?

Todos contenían la respiración, Lornd el primero. En su fuero interno suplicaba porque la chica aceptase. Al menos ella viviría. Setsuna por su parte llegó a dudar por unos leves momentos. Quizás sus soberanos no deseasen que llegara tan lejos. Si renunciaba esa mujer se convertiría en la reina de los saiyajin y más que posiblemente podría ser su aliada. Lo mismo que Lornd. Pero aquello casi le producía más zozobra que su situación actual. Entre tanto el nuevo soberano aguardaba la contestación de la sailor. Ahora únicamente importaba su vida. Sin embargo y para su horror y consternación, la réplica de Guerrero Plutón no dejó posibilidad a ese deseo.

- No puedo aceptar. Lo siento, lo que haya de ocurrir que ocurra.
- Si te ataco ahora te mataré sin duda... ¿lo sabes, verdad?...- declaró Seira aunque su tono era de admirada advertencia, no de amenaza. -
- Si ese es mi destino, que así sea - Contestó su rival con valor e invocó. - ¡Cetro Granate ven a mis manos, te pido que me ayudes en este trance!- y aquel arma pese a estar doblada, voló a las manos de su dueña.- Estoy dispuesta…

 Seira miraba incrédula la escena, pero sólo durante algunos segundos, transcurridos los cuales se rehízo adoptando una expresión grave y concentrada.

- Entonces basta de hablar y terminemos de una vez...- sentenció la saiyajin.-

Seira tensó sus músculos para atacar. Setsuna lo intuyó.

-No tengo otra salida. ¡Ojalá resulte sino, adiós amigas, adiós mi amor! - Pensó la sailor mientras se concentraba.- Espero hacerlo en el momento preciso. - Entonces en el mismo instante en que Seira desapareció de su vista, Plutón gritó - ¡Detente Tiempo!...
           
            Todo quedó paralizado como en una fotografía. Junto a Setsuna, flotando en el aire estaba Seira apenas a unos pocos centímetros de su rostro, con uno de sus puños listo para golpearla. La sailor estaba al borde mismo del círculo, con su doblado cetro en la mano que emitía una pálida luz verdosa. Ella sabía que su poder no resistiría mucho más, se apartó de allí. Por veloz que fuera su adversaria no tendría tiempo de reaccionar. Plutón se colocó lo más deprisa que pudo al otro extremo del círculo, entonces todo volvió a la normalidad…

-¡Padre Cronos, te lo ruego, restaura el flujo temporal! - Exclamó justo en ese momento.-

            Seira lanzó su ataque contra su enemiga, pero ésta sencillamente se desvaneció ante sus ojos. No podía creerlo y antes de darse cuenta estaba en el suelo, fuera del círculo. Sólo en décimas de segundo comprendió entre atónita y horrorizada que había perdido. La voz del Canciller, que tenía tintes de asombro, declaró oficial lo evidente para todos...

-¡Ha salido del círculo, ha perdido....la terrestre es la ganadora!

Lornd, tan asombrado como el resto, se rehízo antes que nadie y no fue capaz de aguardar. Saltó gritando de alegría y corrió sin poderse contener, apartando a los asombrados tamborileros que habían dejado de tocar, para abrazar a Setsuna. Cuando lo hizo elevándola entre sus brazos y girando con ella, los enmudecidos saiyajin volvieron a chillar de júbilo a su vez.

-¡Lo has conseguido, alabado sea el Dios de todo lo que existe!-  Proclamó entre sollozos de emoción. – ¡Lo has conseguido!

La mantuvo aferrada entre sus manos, elevándola sobre su cabeza  para después bajarla al nivel de sus labios y besarla con pasión. Setsuna le abrazó también y fundidos en ese largo beso, escucharon gritar a todos los saiyajin espoleado por Nilia, Moena, Blinz y Calix.

-¡Reina Meioh, reina Meioh!..- gritaban mientras los tamborileros aporreaban sus bombos con los mazos de forma rítmica. -

            Setsuna y Lornd, ahora abrazados, contemplaban sonrientes la escena pero pronto la voz solemne de Dariel les sacó de su alegría...

- Has vencido, eres nuestra reina. Ahora y según nuestras leyes tienes el derecho de disponer de la vida de Seira...
- Pero, ¡es tu hermana! - Objetó la atónita chica. - ¿No vas a interceder por ella?..
- No puedo,- negó Dariel que bajó la cabeza para añadir diríase que por primera vez con la voz tomada por la emoción, aunque pese a todo sonó tajante al afirmar. - Y ella tampoco lo querría. Mi deber es callar, ella te ofreció su vida si perdía y debe cumplir su palabra.

            Seira, que ya se había levantado, se acercó hasta la pareja y se arrodilló sumisamente delante de Setsuna para declarar.

- Así fue. Mi vida es tuya, tómala pues he perdido...mi acto puede considerarse como una rebelión contra la futura reina y eso está castigado con la muerte.- Agachó la cabeza esperando su destino, sin una queja ni una súplica en tanto sentenciaba con serena resignación. – Soy esclava de mi palabra…y de mi deber.

            La sailor miró a Lornd en busca de alguna ayuda, ambos estaban perplejos. Todos los allí presentes contenían el aliento. Aguardando el fatal desenlace. Entonces ella reaccionó recordando algunas de las cosas que le habían explicado sus amigas saiyajin acerca de sus usos y costumbres.

- Enseguida tomaré tu vida. Pero antes de hacer nada contigo, mando que Nilia, Moena, vengan aquí...- ordenó con templanza –

            Ambas acudieron con premura y se arrodillaron en tanto la nueva reina les decía con tono amable.

- Vosotras habéis sido fieles amigas desde el principio y deseo que seáis mis primeras damas.
-¡Es un honor muy grande, Majestad!- Respondió Moena emocionada. -
- No lo merecemos, no tenemos tanto nivel.- Objetó Nilia de forma muy modesta y asombrada al tiempo. -
- Yo creo que sí, y como parte de ese deber y a fin de servirme con total disponibilidad, estaréis eximidas de emparejaros con ningún saiyajin. A menos que vosotras mismas así lo queráis. Ese es mi deseo como nueva soberana. Nadie se opondrá a ello ¿verdad?- Inquirió Setsuna en voz alta y ninguno de los presentes replicó. -
- Calix, Blinz venid aquí. - Fue Lornd el que ordenó ahora. Los dos llegaron y se arrodillaron con la misma celeridad que las mujeres y él les indicó. - Tú Calix, serás mi consejero personal, con el título de Duque y tú Blinz, el encargado de gobernar el ejército de los saiyajin, general en jefe y Gran Conde. Ahora en pie. - Los dos se levantaron e inclinados besaron cada uno una mano de su rey que llamó a su vez. - Dariel, ven aquí....
- Aquí estoy, mi señor.-  Contestó de inmediato éste que se arrodilló ante él también. -
- Tú serás mi nuevo Canciller.- Un murmullo de aprobación se elevó entre el gentío en tanto su rey añadía. - Tras la coronación sustituirás al anciano Luarque que ya se merece un descanso y el homenaje de todos por sus años de sabio y justo gobierno.
-Tarea importante me encargas, la cumpliré con lealtad y orgullo, mi señor...- afirmó quedamente el guerrero que también besó una mano de Lornd, retirándose de inmediato con el permiso de su soberano. -

            Seira continuaba arrodillada y mirando al suelo, entonces Setsuna al fin le dedicó su atención y le preguntó con una voz bastante suave y cálida...

-¿Qué vamos a hacer contigo?....
- Mi señora, podéis matarme si así lo deseáis, es vuestro derecho. - Replicó con un hilo de voz, agregando sin embargo con mayor decisión y sinceridad. - Yo lo habría hecho sin dudar y vos tenéis ahora esa autoridad, nadie os lo censurará.

No obstante, en tanto oía esas palabras, Setsuna se percató del gesto de dolor de Calix y de Dariel, aunque ninguno hablase.

- Por lealtad hacia tus leyes y tu pueblo has luchado contra mí. - Declaró la nueva reina con una no disimulada admiración.- Eres valiente y honorable, pese a tus maneras algo rudas. Pero sé que eres así por qué piensas en el bienestar de todos por encima del tuyo propio. Dices bien, puedo disponer de tu vida y eso haré…
-Estoy dispuesta.- Replicó su interlocutora.- Así debe ser…

Y sumisamente ofreció el cuello en tanto uno de los saiyajin acercaba una espada a su nueva soberana. Sin embargo, ésta le hizo una seña con la mano para que se apartase y declaró.

 -¿Matarte?, no... ¡Qué tontería!  Tú eres muy valiosa Seira y no vamos a permitir que un corazón noble como el tuyo se extinga. Puedes prestarle grandes servicios a tu pueblo y se los prestarás. Porque voy a disponer de tu vida, pero no para arrebatártela. Durante este tiempo me he informado acerca de vuestras leyes y costumbres de modo que, aquí, ante la presencia del rey y de todos los notables del reino, te pido que seas mi Protectora Personal, mi Guardiana y Primera Dama Consejera.  Con dignidad equiparable a la del Canciller. No mereces menos.

            Hubo enormes murmullos de sorpresa e incredulidad entre los saiyajin. La misma Seira observó perpleja a su contertulia y apenas si pudo musitar una pregunta.

-¿En lugar de matarme me estás ofreciendo ser la mujer con más poder en el planeta después de ti?
-Sí…-Fue la contundente réplica.-
-¿Pese a eso, confías en mí?
-¿Acaso no debería hacerlo?...-Preguntó Setsuna a su vez con una leve sonrisa.-
-Traté de matarte y te insulté…lo haría de nuevo si las circunstancias se repitiesen.

            Setsuna sonriendo ahora con más amplitud, agregó.

-Y yo respondería igual. Sé que tu forma de actuar no fue por nada personal. Dime una cosa. ¿Qué has aprendido de tu derrota?

            La atónita saiyajin clavó sus ojos en los de la sailor y a los pocos instantes contestó.

-A no menospreciar vuestro poder. Fui demasiado soberbia y he recibido una lección que jamás olvidaré.

            Setsuna entonces tomó la palabra de nuevo para afirmar.

-Pues déjame decirte que yo he aprendido algo de esta victoria. Me he dado cuenta de que no he sido yo quien ha ganado, sino el poder del amor.
-¿El poder del amor?. No lo comprendo.- Musitó su contertulia.-
-Lo harás, y ahora por favor, dame una respuesta, Seira. Porque ¡te necesito!, tu gente te necesita, para velar por mí y aconsejarme de acuerdo a las leyes y tradiciones de este pueblo. Pues nadie será tan capaz y tan leal como tú. Nadie merece más ese puesto y sé que en nadie podría confiar más. Eres una mujer y una guerrera de honor. Y si me das tu palabra de desempeñar fielmente estos cometidos yo te creeré. – Sentenció la nueva soberana.-

Ahora todos enmudecieron de asombro. Luarque asintió con aprobación y musitó.

-En verdad es la reina que necesitábamos.

Lornd sonrió, lo mismo que Calix y Dariel en tanto Setsuna agregaba con más firmeza dirigiéndose a su vencida antagonista

- Ahora levanta y deja de mirar al suelo. Recuerdo que una mujer de éste que es ahora mi pueblo, dijo que eso era signo de debilidad. Y a la muy noble  Primera Dama y Guardiana Personal de la Reina no le corresponde humillarse de esa manera. - Seira obedeció, su gesto de sorpresa era evidente y parecía emocionada al  mirar a su soberana aunque tratase de controlar sus sentimientos. - Dime - insistió Setsuna con amabilidad casi maternal - ¿qué me respondes Seira?.... ¿Aceptarás?

            La aludida dejó pasar unos dramáticos segundos sin pronunciar palabra…

- Para mí será un gran honor, mi señora y mi reina...- pudo replicar al fin cayendo de rodillas y besando la mano de Setsuna para añadir con reconocimiento y devoción. - Por vuestra generosa bondad, sabiduría y vuestro valor yo, Seira, hija de Torix y Nairía,  de la estirpe Saiyanto, ante todos los aquí presentes juro solemnemente obedeceros, serviros y protegeros en todos vuestros deseos, necesidades y mandatos a costa de mi vida, que es vuestra ahora y siempre...

Todos los testigos de aquello apenas si podían recobrarse de su sorpresa y observaban maravillados la escena, pero pronto prorrumpieron en una gran ovación y, cuando se levantó, Seira miró a su nueva reina con mucha admiración. Solamente había mirado así antes a sus difuntos padres y a su hermano, no pudo por menos que preguntar...

-¿Qué poder es ese del amor que has usado que ha logrado derrotarme?, yo no lo he sentido mi señora...
- Ese el mayor que existe.- Repuso Setsuna sonriendo feliz para afirmar. - Mi amor es tan fuerte que obra esas maravillas.
-¡Qué gran suerte, tener un poder así! Vos debéis ser alguna guerrera legendaria en vuestro pueblo. - Dijo Seira con una voz reverencial -.
- No soy más que una mujer que ama. Este sentimiento está dentro de mí. Tú lo llevas dentro de ti también, todos lo llevamos, Seira. Depende de cada uno de nosotros el hacerlo florecer...

Y tras afirmar aquello se dio la vuelta y se alejó junto a Lornd. La guerrera del espacio se quedó mirándoles marchar hacia sus estancias sin ser capaz de moverse, pensando en las palabras de la que ahora era su soberana en tanto musitaba.

-Os pediré que me entrenéis para ser capaz de conseguirlo…

            Una vez  zanjado aquello los nuevos soberanos fueron a las habitaciones de la joven.

-Ahora ya puedo entrar aquí.- Repuso él entre feliz y aliviado.-
-Sí, ahora es cierto que soy tu prometida.- Sonrió la muchacha.-

Sin embargo, Lornd tenía un rostro más serio. Entonces, dirigiéndose a su nueva reina consorte, le  confesó.

-Setsuna, creo que me enamoré de ti desde el primer momento que vi tus ojos, cuando nos encontramos en tu mundo. Y deseo que sepas lo que siento. Quiero que seas mi única esposa y la madre de mis hijos. Tal y como decimos en mi pueblo. Sin embargo, debo confesarte que no fuiste la primera mujer a la que amé.

Su interlocutora le observó asombrada, no obstante, en su corazón había sospechado algo así. Lornd se había comportado en ocasiones de forma extraña cuando habían hablado de sus vidas previas. Ella se sorprendió porque el saiyajin a veces guardaba silencios misteriosos al referirse a temas de su pasado u observaba las estrellas con gesto melancólico. De todos modos le respondió de forma comprensiva.

-Quiero que sepas que yo a mi vez amé a otro hombre antes, pero mi amor era imposible. Hace mucho tiempo ya que olvidé aquello. Y ahora te amo solamente a ti.
-Es justo que así sea. – Sentenció él que agregó sin embargo. – Aunque me gustaría contarte mi historia.
-Y a mí me gustaría mucho oírla.- Suspiró ella.-

            Entonces su prometido, tras tomar algo de aire, le relató.

-Verás, siendo yo muy joven, una saiyajin algo mayor se hizo cargo de mi adiestramiento. En muchas cosas se parecía a Seira, aunque no era tan extrema. – Se sonrió ligeramente y añadió. – Es más, tú me la recordaste desde el primer instante. Fue al ver la expresión de tus ojos. Era como ver los de ella. Decididos, valerosos, pero con un brillo de amor hacia los suyos. Ayaina era su nombre. Me enseñó a luchar y me entrenó siendo yo un muchacho. Y me enamoré de ella porque sabía ser severa y tierna a un tiempo, dulce y fuerte cuando hacía falta. Exactamente como tú.

Su interlocutora escuchaba con visible asombro y aunque por un lado no le gustó aquello de ser el reflejo de otra mujer, por otro pudo comprender. Más cuando Lornd añadió, casi como una disculpa.

-Te suplico que me perdones. No deseo ofenderte. No pienses que solamente me fijé en ti por eso. A decir verdad, puede que al principio llamaras mi atención de ese modo pero tras irnos conociendo y viéndote, tienes tantas virtudes y eres tan maravillosa, que ya no podría pensar en nadie más que se te pudiera comparar.

Su prometida asintió, acariciándole las mejillas. Nada había que perdonar y ella así se lo manifestó.

-¿Y qué le sucedió a ella?- Quiso saber Setsuna, ahora realmente intrigada –

El saiyajin inspiró hondo y soltó el aire despacio. Parecía querer calmarse antes de proseguir, le tomó un par de minutos volver a  hablar y cuando lo hizo tenía un tono teñido de dolor e incluso de culpabilidad.

-Al enterarme que el mundo de mi hermano estaba bajo ataque quise salir inmediatamente en su ayuda. Pero fui atacado a mi vez. Ayaina iba conmigo. Yo todavía no era capaz de convertirme en súper guerrero, pero ella sí.  Cuando una horda de enemigos se abalanzó contra nosotros tuvo que contenerles. Mató a muchos pero no parecían tener fin. La ayudé durante unos momentos pero finalmente el túnel dimensional que comunicaba mi planeta con el de Asthel comenzó a cerrarse. Tuve que elegir. O ir a salvar a mi hermano o quedarme junto a ella.
-Y elegiste ir a salvar a tu hermano. – Quiso intuir Plutón con tono solidario y lleno de pesar. –

Aunque para su sorpresa él negó con la cabeza y sentenció.

-Le dije a Ayaina que jamás la dejaría, que la quería. Que prefería quedarme a su lado y morir con ella. Pero lejos de sonreírme o de aprobar aquello me miró de una forma tan dura como tú cuando dije que deseaba renunciar al trono y marcharme a la Tierra contigo. Y me espetó casi las mismas palabras. Me recordó mi deber como rey y mi pacto con mi hermano. Entonces, sin darme tiempo ni a replicar, me empujó hacia el pasaje dimensional. Cuando me colé por él y estaba siendo absorbido, aun pude mirarla por última vez. Entonces si se giró hacia mí y me sonrió. Mientras agotaba sus fuerzas lanzando rayos para cubrirme y desbaratando las filas de nuestros enemigos. Pero finalmente resultó alcanzada por una ráfaga tras otra de energía. Aquellos seres que nos atacaron eran también poderosos y muy numerosos. Ayaina se interpuso en la trayectoria de esos rayos para evitar que me diesen a mí. Lo último que vi fue como era literalmente acribillada desde todas direcciones. Su traje espacial destruido y ella quedando sin capacidad de respirar, a merced del enemigo ¡Y no pude hacer nada!

La voz del poderoso guerrero, normalmente grave y desafiante se quebraba ahora por los sollozos. Setsuna posó sobre sus hombros sus manos en actitud confortadora y le atrajo hasta abrazar su cabeza enterrándola en su pecho. Lornd gemía ahora dejando caer amargas lágrimas.

-¿Por qué no fui capaz de ayudarla? ¿Por qué no fui más fuerte? ¿Por qué no pude estar donde ella estaba? Y cuando te alcanzaron a ti, en tanto yo trataba de destruir ese maldito meteoro o al verte en poder de Gralas, sentí aquello otra vez.  Después, viendo como luchaste en el desafío pensé que ibas a morir. ¡Esa sensación regresó una vez más! Estaba fuera del círculo, impotente, viendo como Seira iba a matarte. Y todo por mi causa.
-Pero no fue así. – Respondió dulcemente la chica, que también estaba emocionada ahora, al agregar. – Ayaina cumplió con su deber. Yo la comprendo bien como guardiana que soy, que he sido al menos hasta ahora de mi soberanos y de la Pequeña Dama. Mi vida nunca fue lo importante, sino la de mis protegidos. Como tu vida fue para ella lo principal. Estamos destinadas al sacrificio si es necesario. Estoy convencida de que te amó con todo su corazón y que cumplió con su deber sin arrepentirse de nada. Y esté donde esté ahora, se sentirá muy orgullosa de ti.

El rey de los saiyajin pudo al fin elevar su rostro y enjugarse las lágrimas. Para admitir casi aun entre sollozos.

-Ella está ahora sepultada en el panteón de los héroes. Al menos hay una lápida que la recuerda. Antes del reto fui a verla. Quise despedirme de forma definitiva. Ya no puedo cobijarla en mi corazón. Ahora para mí solo importas tú. Créeme cuando te digo que tienes una fuerza interior tan grande como la suya. Es algo que siempre me superará. Soy feliz por tenerte a mi lado. Y espero que transmitas a los míos tus valores y tu fe en el amor. Harás entonces de éste un gran pueblo.
-Nada me haría más dichosa.- Le comentó ella, ahora con un guiño de complicidad para indicarle. – Y quiero empezar desde ahora mismo. Por cierto.- Añadió ella observándole con un gesto amoroso y conciliador.- No tienes porqué desterrarla de tu corazón para hacerme sitio a mí. Con lo grande que lo tienes hay espacio de sobra para las dos.
-Gracias Setsuna.- Musitó él, abrazándola.-
-Yo te comprendo muy bien. – Añadió ella llegado su momento de sincerarse.- Pasé incontables edades yo sola. Sin compañía ni amigos. Solo la propia reina Serenity me visitaba…tuve que presenciar la destrucción de su reino sin poder hacer nada.- Añadió con un sollozo, siendo ahora quién se emocionaba.-  Y después su sucesora, la que conoces por Usagi. Ella me dio su cariño y permitió que su hija, la Pequeña Dama, me hiciese compañía en ocasiones, aliviando así mi soledad. También el rey Endimión venía a visitarme…

            Aquí la joven guardó un espeso y quizás hasta culpable silencio. Lornd asintió despacio y pudo terciar con voz queda.

-Comprendo…
-No, no es lo que crees.- Se apresuró a replicar su interlocutora.- Todo aquello fue totalmente platónico. Y si te digo la verdad, yo misma estoy hecha un lío. Es cierto que les amaba. Pero a todos de una forma diferente. Chibiusa era para mí la hermana pequeña que nunca había tenido. Casi una hija si lo prefieres. Serenity era como otra hermana o incluso la imagen de una madre bondadosa y una mujer hermosa y femenina. Y Endimión, bueno…la única figura masculina que conocí en muchísimo tiempo…
-Entiendo que eres una mujer después de todo. Y que tienes deseos y emociones como cualquiera.- Afirmó Lornd.-
-Por eso puedo ponerme en el lugar de otros y trato de no juzgarles.- Suspiró la chica afirmando.- Y quisiera que ambos nos diésemos una oportunidad. Lo mismo que otras personas de este mundo se merecen.

            Y Setsuna susurró algo más a su prometido y él, atónito en un principio, asintió después tras sonreír. Tras enjugar por completo sus lágrimas y recomponerse el rey llamó a Calix a su presencia. Le ordenó que junto al resto de los notables les siguieran hasta el Mausoleo de los Héroes. Al punto el chico obedeció. Tras unos minutos todos los saiyajin requeridos caminaban tras sus soberanos. Lornd, entrando el primero en aquel lugar, fue a arrodillarse ante la lápida de su antigua mentora. Allí sacó dos dagas de oro que depositó entrecruzadas sobre la tumba. En tanto Seira le susurraba a su nueva reina con tono lleno de respeto.

-Mirad bien, mi señora. Ese es el mayor honor que se le puede rendir a un caído por nuestro pueblo. Y recordadlo. Pues nunca veréis a un rey de los saiyajin arrodillarse salvo para ser proclamado o haceros su soberana tras los esponsales. Lo mismo que vos. Pues vuestro rango  hace que únicamente debáis arrodillaros ante el rey y nuestros ancestros.

Al momento en tanto Lornd se levantaba todos los demás doblaron la rodilla a su vez, como muestra de respeto a su soberano y a los héroes que allí yacían. Ahora fue Dariel quien informó a Setsuna con el mismo tono empleado por su hermana.

-También las tumbas de nuestros padres están aquí. Y un día nuestro deseo sería ser dignos de recibir sepultura a su lado.
-Estoy convencida de que ya os habéis ganado con creces ese derecho. – Le respondió Setsuna. – Sois dignos hijos de vuestros padres.



            El canciller inclinó la cabeza con agradecimiento. Mientras, Plutón había observado también al resto de los guerreros del espacio y reparó sobre todo en Calix. Aquel joven no podía evitar dirigir miradas hacia donde estaba ella, pero no era la reina quién era el objeto de su atención. Cuando esa ceremonia terminó y Setsuna, tras ordenar a su guardiana que esperase fuera se reunió con Lornd, se lo comentó. Él le confesó que también había adivinado los sentimientos del joven. Ambos decidieron llamarle para una audiencia privada al salón del trono donde ahora se sentaban. Cuando éste llegó se arrodilló ante ellos pero le hicieron levantar con rápidas señas de las manos.

-¿Qué deseáis de mí? Mandadme y obedeceré, majestades.
-Calix.- Inquirió Lornd con voz pausada. -¿Qué sientes tú por Seira?...
-¿Sentir señor? - Repitió el saiyajin sorprendido para tratar de contestar -, para mí ha sido como una hermana y lo que siento es que no me aprecie...
-¿Estás enamorado de ella, verdad? - Intervino Setsuna. –

 Más que una pregunta era una cálida afirmación, ella miraba fijamente a ese muchacho. Éste parecía nervioso y no comprender ese término.

-¿Qué significa enamorarse, Señora? - Quiso saber él con gesto atónito. -
- Significa lo que Lornd y yo sentimos el uno por el otro, el estar dispuesto a renunciar a todo por la persona amada, incluso a dar tu vida por ella, sin que te lo pida o sin tener obligación, ni deber de hacerlo. ¿Tú lo harías por ella, verdad Calix? - Le preguntó su soberana con tono maternal. -
- Sí, mi reina...lo haría, pero para ella no existo.- Objetó ensombrecido. - Soy muy inferior en fuerza, no soy digno de estar a su lado.
- Puedo ordenarla que te acepte como prometido. - Propuso despreocupadamente Lornd. - Ella lo hará...
- Pero no por su voluntad.- Repuso tristemente Calix afirmando con categórico pesar. - Yo no la querría de esa manera.
-¡Claro que no!,- acordó Setsuna, - ¡no seas tan bruto, Lornd!- Le reprendió con suavidad moviendo la cabeza para añadir, ahora con un toque de misterio. - Lo haremos de otro modo.
- ¿Cómo?- Quiso saber su prometido, observándola con desconcierto. -
- Antes de nada volveremos a la Tierra,- replicó la muchacha. - Quiero contarles a  mis compañeras lo que ha ocurrido aquí. Y debo hablar con Usagi y Mamoru, bueno, con la reina Serenity y el rey Endimión. Podemos llevarnos a Calix como tu consejero y a Seira como mi escolta, ¿qué te parece? Mientras Seira y yo visitamos a nuestras amigas en mi mundo, tú podrías ayudar a Calix a mejorar en cierto sitio…
- Ya te comprendo,- sonrió Lornd declarando con animación. - ¡Decidido! , le diré a Dariel que comience su labor y me sustituya por unos días. Todavía queda bastante para disponer la ceremonia de entronización. Me llevaré a Calix al Rincón del Alma y del Tiempo y entrenaremos. Estaremos de vuelta para la coronación y traeremos a nuestros amigos con nosotros.
- Señor,- intervino entonces el muchacho sin comprender, oponiendo. - En tan sólo unos días no podría superarla en poder, es inútil...
- Tú confía en mí. Y no te preocupes, ahora vete e informa a Dariel y a Seira de lo que hemos decidido. Pero no digas nada de tu entrenamiento, eso queda entre nosotros.
- Y dile también a Seira que quiero verla en mis estancias a la mayor brevedad. - Agregó Setsuna. -
- Por mi parte deseo reunirme con Dariel, para darle unas cuantas instrucciones.- Le indicó Lornd.-       

            Calix se inclinó y obedeció al punto saliendo deprisa. Lornd le comentó a su prometida.

-Estar a tu lado me ha hecho mucho más perceptivo en materia de amores. Y creo que hay algo que debo tratar con nuestro canciller en tanto tú hablas con su hermana.


-Lo que he de hablar con el Canciller son asuntos de Estado.- Alegó.-

Por su parte Calix se lo dijo a Dariel que aceptó complacido este primer encargo. El nuevo canciller debería además disponerlo todo para el día de la coronación, ayudando al canciller todavía en funciones. Sin tardanza se personó ante su soberano.

-¿Me mandasteis llamar, mi Señor? Eso me ha comunicado el noble Calix.- Preguntó inclinándose de modo bastante marcado.-
-Así es… ante todo quería felicitarte por el combate. Eres realmente poderoso, después de mí, el saiyajin más fuerte sin duda alguna...- Le alabó.-
-Me honráis, mi Señor.- Pudo decir el joven.-
-De hecho.- Añadió el monarca con tono algo enigmático.- Aunque sé que soy superior a ti en fuerza, no lo soy tanto como se evidenció en el reto.
-Sois demasiado generoso. No merezco tantas alabanzas.- Pudo decir el sorprendido Dariel con tono de visible desconcierto.-

            Sin embargo, su rey se giró mirándole fijamente y fiel al estilo saiyajin se dejó de rodeos.

-Urels y Yailr son fuertes, pero ninguno lo bastante como para inquietarme seriamente. Ni tampoco a ti. Dime. ¿Quién era el tercer defensor cuando tú perdiste el reto?- Le inquirió a bocajarro.-

            Dariel bajó levemente la mirada y pudo responder…

-Blinz, mi señor, el hermano de Calix. Un poderoso guerrero. Fui incapaz de superarles a los tres…Yo le sustituí cuando fracasé en la prueba y él partió a buscar a unos renegados.
-Ya veo.- Suspiró Lornd colocando sus manos tras la espalda y paseando por aquel salón.- También he comprobado la fuerza de Blinz, es incluso superior a Urels, sin embargo, pese a ello. No creo que tú te esforzases seriamente.

            Ahora el asombro dominó la cara de Dariel, enseguida el saiyajin trató de defenderse protestando.

-¿Cómo podéis pensar siquiera que no iba a darlo todo por convertirme en rey de nuestro pueblo?

            Y Lornd, sin  apenas alterar su hierático semblante, replicó…

-Al menos por dos motivos. El primero, no querías hacer a tu hermana desgraciada. Sabes bien a quién ama ella. Y que si hubieses vencido habría pedido ser tu consorte real y la madre de tus hijos…pese a que en el fondo no deseara tal cosa en absoluto.
-Sí, Majestad.- Pudo admitir el joven bajando la cabeza.- Así habría sido sin duda. Ella no hubiera dudado ni por un instante en cumplir lo que creía que era su deber para con Nuevo Vegeta.
-Y la segunda razón…- Añadió el soberano con voz queda.- Es que también tú amas a alguien. A alguien a quién hubiera sido imposible seguir amando como rey…

            El saiyajin miraba ahora a su soberano con la boca abierta. ¡No solamente era muy poderoso! Parecía además leerle el pensamiento con suma facilidad…Y la cosa fue a peor cuando sagazmente Lornd señaló…

-Es muy extraño que el saiyajin más fuerte de este planeta no se haya emparejado hace tiempo. Con su propia hermana estaba claro que no, puesto que Seira aspiraba a ser reina. Y cuando su hermano no logró convertirse en rey, esa exigencia por ser la madre de los posibles herederos al trono se desvaneció. Pero hay otras mujeres muy atractivas y poderosas aparte de ella. Y a falta de un monarca, alguien como tú debería haber formado una familia que habría sido la más fuerte de este mundo…

            El joven quiso tomar la palabra y apenas sí pudo decir….

-Señor, en mi calidad de defensor del reto, yo…
-Nada te lo impedía, no hay ley alguna que prohíba a un defensor del reto el emparejarse. De  hecho, Urels está casado y tiene dos hijos. Me informé cuidadosamente sobre mis rivales.- Le explicó Lornd.- En cambio Yailr y tú, no… Llama mucho la atención siendo los saiyajin defensores, los más fuertes de todos. ¿No lo crees?
-¿Qué, qué estas tratando de decir, Señor?- Inquirió Dariel con nerviosismo en su tono de voz.-
-Que me fije en la forma en la que protegiste a Yailr durante la lucha. Solamente se hace eso por alguien a quién se ama.- Remachó el rey.-
-Se protege a los compañeros de armas. Eso es básico en un combate.- Opuso el joven.-
-Pues no vi que hicieras lo mismo por Urels.- Rebatió Lornd, que ahora con más seriedad en su voz, ordenó a su Canciller.- Dile la verdad a tu rey.

            Dariel bajó la mirada y apenas sí fue capaz de musitar, ahogando incluso unos sollozos de vergüenza…

-Mi Señor, tenéis razón… nuestra relación es algo que para nuestro pueblo no es aceptable. El deber tiene que estar por encima de nuestros deseos personales. Yo inculqué eso a mi propia hermana y sin embargo no he sido capaz de cumplirlo. No merezco ser vuestro Canciller. Sería vuestra prerrogativa y obligación el desposeerme de este cargo y desterrarme sino ejecutarme…- Afirmó sentenciando.- No quiero ser motivo de vergüenza para mi linaje.

            Lornd le miró de forma inexpresiva y entonces con gran celeridad le lanzó una bofetada que lo derribó en el suelo para al fin espetar...

-¿Ahora te atreves a decirme lo qué tengo que hacer? ¿Tú que golpeaste a tu hermana por hacer lo mismo?

            Sin embargo, cuando se restañó la sangre de los labios y pudo reponerse lo bastante como para permanecer de rodillas ante su soberano, el chico se atrevió a replicar con tintes eso sí, llenos de respeto…

-No, mi Señor. Yo la golpeé por no mostraros el debido respeto. Pero lo que ella dijo era cierto. Estaba cumpliendo con su deber…
-Igual que tú con el tuyo ahora. ¿No es así?- Inquirió Lornd.-
-Así es, Majestad.- Pudo replicar el aturdido saiyajin.-
- ¿Piensas que tu relación con Yailr enturbia tu capacidad para cumplir con tus obligaciones?- Quiso saber Lornd.-
-En algunas cosas sí, Señor.- Admitió el interpelado.-

            Entonces el soberano se paseó una vez más por la estancia y tras sonreír afirmó lapidariamente…

-Muy bien, pues ese problema de tu relación  se ha terminado…
-Como vos digáis. Dejaremos de frecuentar nuestra mutua compañía y nos desposaremos con las mujeres saiyajin que nos ordenéis.- Suspiró Dariel añadiendo en un intento por parecer convencido.- Tras los sacrificios y gestos de valor que he presenciado por vuestra parte y por la de la soberana y mi propia hermana, es lo menos que podemos hacer. Y os ruego vuestro perdón…

            Una vez más Lornd no le dejó terminar. Con un gesto de una mano le hizo levantarse y declaró fingiendo algo de irritación en su voz…

-No he querido decir eso. Y deja ya de completar mis frases. Sé hacerlo solo. Mi decisión es la siguiente. Como tu rey no hallo ninguna falta en tu proceder. Ni a ti, ni a Yailr se os exigirá que hagáis ese sacrificio. No es necesario. Tu honor y el suyo están a salvo porque sois leales. Y como a buen seguro tendré que ausentarme mucho de nuestro amado planeta tus obligaciones como regente harán que el matrimonio te sea algo difícil de compatibilizar con las mismas. Yailr podrá estar a tu lado para ayudarte en lo que consideres oportuno. A tu criterio dejo también el darle explicaciones a Seira sobre esto. Si piensas que ella merece conocer o no la verdad, será tu decisión.

            El saiyajin no podía creer lo que escuchaba. No pudo refrenar el impulso de arrodillarse y  besar la mano que le había golpeado. Finalmente pudo casi balbucear.

-¡Mi Señor, sois en verdad un legendario rey! Vos y la reina Meioh habéis conseguido no solamente nuestra lealtad por ley sino por amor a vuestras personas. Pedidme cualquier cosa y solo desearé no defraudaros…
-Muy bien, en ese caso levanta y escucha. Necesito tu ayuda. Tenemos mucho que hacer.- Le ordenó su soberano con tono más afable.-

Dariel así lo hizo. Presto a servir a su rey de la mejor forma posible. Por su parte, una vez avisó al hermano de Seira,  Calix partió a la búsqueda de esa mujer guerrera a la que encontró aguardando a ser llamada. Al ver llegar a ese saiyajin ésta le ignoró hasta que él se dirigió a ella con un tono forzadamente neutro.

- Seira, tenemos orden de acompañar al Rey y la Reina a la Tierra, como sus escoltas personales. Antes de eso nuestra soberana me ha ordenado decirte que quiere verte en sus estancias privadas.
-¿Tú? ¿Escolta? El rey no te necesita... más bien tendría que protegerte él a ti. - Replicó ella con una incrédula sonrisa de desprecio.-

Calix ignoró este comentario aunque le dolía mucho y respondió con serenidad.

- Bueno, más bien yo voy como su consejero, es mi cargo y así se me ha ordenado...

Ante esto su interlocutora no tuvo más remedio que asentir y conceder, aunque haciéndolo con un tono exento de cortesía, más bien casi a la defensiva.

- Muy bien. Tienes ese rango y como tal te respeto, pero nada más que eso. Acepto que te lo has ganado al ser fiel al rey desde el principio como su padrino durante el desafío, pero mi actitud hacia ti no va a cambiar...
-¿Por qué, Seira?- Preguntó Calix que ya no pudo disimular su dolor.  -¿Por qué me desprecias tanto? Antes éramos muy amigos. Y yo te qui...- se contuvo para no pronunciar esa palabra, casi vedada para los de su pueblo y la sustituyó agregando con un tono más apagado - apreciaba mucho...
- ¡De sobra lo sabes! - Estalló la chica con un tono indignado que también parecía teñido por el dolor. -¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué fuiste tan cobarde? ¿Por qué no fuiste un guerrero como todos? Huyes de la lucha, no te atreves a enfrentarte con otros saiyajin...- le recriminó y ahora su tono sonaba furioso, parecía incapaz de mantener su habitual indiferencia -...ese comportamiento es indigno de nuestro pueblo…
- Seira, lo que hice o lo que no hice en el pasado ya no lo puedo cambiar. Piensa lo que quieras, pero no me odies, por favor.- Le pidió él con una mirada suplicante. -
- No te odio, Calix. Se odia a quien de algún modo se respeta. - Contestó ahora con una voz fría. - No te mereces ni siquiera eso....ahora déjame sola. Debo acudir con la reina.

 Le dio la espalda y el abatido saiyajin se marchó cabizbajo. Seira mientras también miraba al suelo con una expresión de gran tristeza.

-No, nunca podría odiarte.- Meditaba ella con pesar.-

No obstante, la saiyajin se sobrepuso enseguida y compareció presta a la llamada de su soberana. Setsuna la esperaba luciendo ahora un vestido largo de tonos entre verdes y negros que había recibido como regalo de sus damas. Su guardiana enseguida hizo una marcada reverencia y declaró.

-Aquí estoy, mi señora. ¿Me mandaste llamar?

Plutón suspiró de forma larga. Ahora tenía que preguntarle a esa mujer algo muy importante. Paradójicamente fue su enfrentamiento con ella, su lucha por el hombre que amaba y por su propia vida, la que había postergado esta cuestión. No obstante, ahora la nueva reina de los saiyajin se veía ante un gran dilema personal y quiso servirse de su guardiana que, además, ostentaba el cargo de consejera. Así pues le preguntó, no sin antes pedirle.

-Seira, quiero que me respondas con total sinceridad.
-Lo que tú ordenes, mi señora. – Afirmó tajantemente ésta. –
-Dime. ¿A qué obliga el título de soberana del mundo de los saiyajin y cuál es el juramento de lealtad que deberé hacer? - Quiso saber  ella. –

Su guardiana pareció desconcertada, aunque supuso que esa pregunta era normal, a fin de cuentas su nueva reina era extranjera. De modo que se plegó a su demanda y contestó.

-Mi señora, como soberana del reino vuestro deber es servir a nuestro mundo y a nuestro rey. Deberéis ser leal y jurar fidelidad eterna y exclusiva a su Majestad y a las leyes y tradiciones de nuestro pueblo.
-Supongo claro, que eso choca contra otras lealtades. – Comentó Setsuna con el gesto demudado. –
-Así es, mi señora. No podréis tener más lealtad que la que corresponda a los intereses del reino, de nuestro planeta y de su Majestad.- Sentenció tajantemente Seira que completó.- Como yo por ejemplo debo seros leal a vos. –
-Pero tú también has jurado servir a este mundo y al rey. – Pudo decirle su interlocutora, que quiso saber con palpable interés. - ¿En caso de conflicto de lealtades, es decir, si tuvieras que elegir entre la obediencia que me debes a mí y a este planeta o al rey? ¿Qué harías?
-Mi señora, no habría tal. Mi juramento de fidelidad a nuestro monarca y al planeta Nuevo Vegeta estaría siempre por encima del que os presté a vos.- Afirmó la saiyajin sin el menor atisbo de duda. –
-Entiendo. – Musitó Plutón que se giró para que su interlocutora no pudiera ver su entristecido rostro. – Muchas gracias, me has sido de gran ayuda. Ahora puedes retirarte.

Seira no respondió, únicamente hizo otra marcada reverencia y dándose media vuelta salió de las estancias. Setsuna lo había sospechado, es más, ella lo había sabido desde el principio. Ahora se debatía en una terrible encrucijada. Su juramento de lealtad a la reina Serenity y a su labor de proteger el Portal del Espacio Tiempo colisionaba de manera directa con sus nuevos deberes y obligaciones reales. ¿Acaso una reina de los Guerreros del Espacio podría ser vasalla de los soberanos del Milenario de Plata y la Tierra? No lo creía posible. ¿Cómo iba a ser capaz de doblar la rodilla ante otra reina? Los saiyajin jamás se lo perdonarían. Ella supuso que esto podría llegar a ocurrir, pero los acontecimientos se desarrollaron tan vertiginosamente que no se vio capaz de detenerse a reflexionar. Es más, ni siquiera a plantearse en serio esa posibilidad y menos a informar de ella a Lornd. Ahora no le quedaba otra salida. Cuando viajase a la Tierra tendría que hablar con Usagi y contarle lo sucedido y, si no había otro remedio, renunciar a su puesto como guardiana y a sus poderes como Guerrera Plutón. Caso de que la reina Serenity se lo permitiera. De no ser así, tendría que romper un juramento u otro. Y desde luego conocía perfectamente cuál de los dos le traería peores consecuencias para la Tierra y sus seres queridos, en caso de incumplirlo.

-¡Oh, padre Cronos!, ¡ayúdame! – Suspiró pensando consternada.- Haga lo que haga heriré a muchas personas honorables y buenas.

            Y la muchacha, tras meditar sobre eso, decidió no dejar translucir su angustia. No deseaba amargar a Lornd, quizás aquello pudiera resolverse de mejor modo. Así pasaron un par de días, los preparativos se ultimaron y efectivamente la coronación se fijó para la vuelta de los Reyes. En una nave de cuatro plazas Lornd, Setsuna, Seira y Calix, llegaron a la Tierra. Setsuna, vestida como sailor le pidió a  su guardiana que la entrenase al modo saiyajin. Ambas fueron también al Rincón del Alma y del Tiempo, sólo estuvieron dentro unas seis horas del exterior que para ellas fueron tres meses. Seira enseñó a su soberana a luchar  al estilo de su pueblo, a cambio de que ésta le explicara la fuerza del amor...y como poder utilizarla. Así, las dos mujeres aprendieron mucho la una de la otra. Sin ir más lejos, al principio, cuando comenzaban su entrenamiento y Setsuna se transformó en Sailor, Seira meneó la cabeza y le dijo.

- Mi señora, podrías luchar mucho mejor si no llevases esas ropas, no son nada prácticas...
- Pero siempre he luchado con ellas y hasta ahora no he tenido problemas,- objetó su interlocutora algo perpleja -.
- Si queréis que os enseñe a luchar a la manera de los saiyajin deberéis hacerme caso. Yo prometo a mi vez seguir vuestros consejos para dominar el poder del amor.- Respondió la guerrera del espacio con tono paciente. -
- No Seira, el poder del amor no se controla. Ahí radica precisamente su poder. - Le rebatió Plutón y la saiyajin la miró confusa ante lo que su soberana sonrió ligeramente quitándole importancia para agregar. - Bueno, ya te lo explicaré. ¿Qué crees que debería de cambiar en mi atuendo?...- Quiso saber para cambiar de tema. -
- No os ofendáis, pero todo....por ejemplo, ese calzado. - Señaló acusatoriamente a las botas altas de Setsuna que las miró sin entender en tanto la saiyajin le explicaba. - Con ese tacón tan alto perdéis velocidad y equilibro. Además, vuestra columna vertebral se resentirá cuando saltéis - y sin más palabras apareció junto a su reina a gran velocidad y la tomó de una pierna en tanto le pedía con tono humilde. – Con vuestra venia, Majestad – y arrodillándose le levantó un pie arrancando un tacón, repitiendo la operación con el otro.- Así tendréis más estabilidad ¿a qué está mejor así?- Inquirió la saiyajin que esbozó una leve sonrisa de circunstancias. -
- Bueno, sí, aunque me noto algo rara...más baja quizás. - Pudo decir su interlocutora tratando de habituarse a andar. -
-¿Es por eso?...no sois tan baja, señora, ¿acaso vuestra estatura no es normal para las mujeres de nuestro pueblo? ¿Quizás es que las terrestres son más altas? - Quiso saber Seira sorprendida. -
- No, al contrario, normalmente son un poco más bajitas.- Sonrió su contertulia pensando que su metro setenta y siete no estaba al alcance de la mayoría de mujeres, aunque no se privó de admitir.- Tú sí que eres realmente alta. ¿Cuánto mides?
- A decir verdad, no lo sé. Nunca me preocupó.- Repuso su contertulia que retornó a lo que les ocupaba.- Bueno, eso no importa, ahora vuestro traje.- Declaró la guerrera del espacio que la recorrió con la vista en actitud crítica, añadiendo. - Esa falda, es muy corta y no os protege las piernas, ni tampoco usáis un peto, tomad.- Sacó uno que llevaba en su bolsa de viaje  pidiéndole respetuosamente a su reina. - Poneos este mío, os lo suplico, a mí ya me queda algo pequeño, a vos os estará bien.
- Gracias Seira,- contestó Setsuna ojeando el peto con curiosidad, sin saber muy bien cómo ponérselo aunque dejando un poco de lado eso agregó con desenfado. -A propósito tutéame. Creo que podemos tener más confianza.
- Lo que tú digas señora, entonces comencemos a entrenar. Lo primero es que aprendas a moverte rápido y esquivar los golpes, para eso… - sacó lo que parecían dos grandes tobilleras y se las entregó afirmando. - Cuando puedas moverte con esto, a la misma velocidad que ahora lo haces sin ello, habrás ganado mucha rapidez.

            Setsuna asintió y trató de moverse aunque casi no podía hacerlo, pero gradualmente se fue habituando y entre el peso y la severidad de las condiciones del cuarto progresó mucho en esos meses. Hasta había desarrollado un poco de masa muscular para horror de la chica. En fin, todo fuera por quedar bien ante sus nuevos súbditos. A su vez, cuando las dos se permitían un descanso hablaban. Plutón estaba muy interesada en saber cosas de la vida de su guardiana. Seira le contó algo que ya escuchase por boca de Nilia y Moena..

-Mi hermano y yo perdimos a nuestros padres a corta edad. Ambos murieron tratando de repeler un ataque que vino del cielo, unos proyectiles que iban a estrellarse contra nuestro planeta. Eso nos contaron cuando crecimos.

La sailor quedó impactada, a parte del trágico fin de esos guerreros aquello era demasiada casualidad. ¡Casi lo mismo había sucedido en la Tierra con ese gigantesco meteorito! Aunque afortunadamente Lornd y los demás salieron airosos de aquel trance sin perder a ningún guerrero. Así se lo comentó a su guardiana.



-Eso significa que tus amigos y nuestro rey son aún más excepcionales de lo que yo imaginaba. Deseo mucho conocerles, con tu venia. Y quisiera saber más cosas sobre ese amor que poseéis, capaz de tantas maravillas.
-Verás, Seira. Sin ir más lejos tus padres poseían tal poder. Por ello se sacrificaron por todos vosotros, sobre todo por tu hermano y por ti.
-Ellos hicieron lo que se espera de cualquier saiyajin honorable.- Objetó la atónita joven.- Y yo, no entiendo ese terrible poder del amor, creo que puede ser muy negativo si no se sabe usar. ¿No es así?

La soberana sonrió tiernamente a esa muchacha. Pese a todo su poder y su valentía Seira parecía una niña cuando se tocaban estos temas. Quizás no comprendiera debido a esa vida llena de deber y de exigencia, únicamente centrada en la lucha, que había llevado. Aunque la sailor dudaba. En su opinión esa chica tenía un corazón noble y eso significaba que era capaz de amar. De modo que le dijo con tono amigable y casi de complicidad.

-Es verdad. Pero no temas eso. Estoy segura de que también tú tienes ese enorme poder en tu interior y que un día sabrás emplearlo bien.
-Pero. ¿Cómo podré estar segura de que lo tengo? ¿Cómo se manifiesta?- Inquirió la perdida saiyajin.-
-Por mucho que te lo quiera describir es algo que debes sentir dentro de ti. Y estoy convencida de que ese día llegará,  entonces comprenderás sin necesidad de palabras. Confía en mí.
-Si tú lo dices, mi Señora. Tu palabra para mí es ley.- Sentenció Seira.– Y deseo confiar en ella ahora más que nunca.- Suspiró con semblante abatido ahora.-
-Dime. ¿Qué es lo que te preocupa tanto?- Quiso saber la soberana.-
-Señora, no estoy aquí para crearos más complicaciones sino para ayudaros a resolver las vuestras.- Declaró la muchacha.-
-Es mi deseo compartir tus penas y tus alegrías. No quiero a nadie en mi reino que sufra sin poder recurrir a mí. – Replicó Setsuna.- Y menos que nadie mi Guardiana Personal, de la que depende mi seguridad.

            La saiyajin asintió comprendiendo la lógica de aquello, plegándose pues a la orden de su reina le relató con voz queda…

-Fue un poco antes de partir hacia este planeta. Mi hermano Dariel me mandó llamar a sus aposentos.

            La joven recordaba como acudió, llena de orgullo y alegría. Enseguida se plantó allí y tras hacer una inclinación quiso saber con tintes de satisfacción.

-¿El muy Noble  Canciller me mandó llamar?
-Tengo que decirte algo, Seira.- Replicó él con tono grave.-
-¿Qué sucede? ¿He cometido alguna falta?- Quiso saber la muchacha no sin inquietud ahora.-

            Esperaba que, pese a todo lo sucedido, tras su derrota su hermano no se avergonzase de ella. No obstante, él movió la cabeza y se paseó nervioso por sus aposentos para tratar de reunir el valor suficiente. Al fin, se detuvo y mirándola a los ojos, declaró.

-Tú no...la he cometido yo, y una muy grave, espero que logres perdonarme.
-¿Tú? Tú no has hecho nada más que dar gloria a nuestro mundo y a nuestra familia. Los mismos reyes lo han afirmado así.- Repuso la  desconcertada chica.- ¡Es un honor para mí ser tu hermana!

            Dariel volvió a negar con la cabeza y se atrevió al fin a confesar todo lo que había hablado con su rey. El gesto de su contertulia pasó de la incredulidad al pesar y después incluso a la ira. Sin poderse contener apenas pudo decir.

-Eso que estás diciendo. ¡No puedo creerlo! ¿Pudiste vencer en el desafío y no lo hiciste? ¿Por qué?...
-Por amor.- Fue la réplica tan rápida como firme de Dariel.- Hacia ti y hacia otra persona más.
-¡No! - Negó ella moviendo la cabeza visiblemente alterada ahora.- No me hables de amor… De ese poder tan sombrío y extraño. Me antepusiste al deber…y eso es imperdonable. La misma reina Meioh estuvo dispuesta a renunciar a eso por su obligación. ¡Y es una terrícola! Una terrestre ha demostrado más apego al honor y a la lealtad del pueblo saiyajin que mi propio hermano…
-Sabía que no podrías comprenderlo, Seira.- Musitó apenadamente él, admitiendo sin reparos.- Ni yo mismo lo entiendo, pero es la verdad…

            Su hermana le cruzó la cara con sendas bofetadas. Apenas sí pudo escupir temblando de indignación…

-¡Te idolatraba! Para mí eras el saiyajin perfecto. Lo más parecido al guerrero legendario hasta el retorno de nuestro rey…
-Nadie es perfecto, Seira.- Suspiró él mirándola con tristeza.- Nadie lo es…
-¡Ahora está muy claro que tú no! - Espetó la joven.- No…ya no quiero tener nada que ver contigo. Y no sé cómo es posible que permanezcas en el puesto que ocupas. No entiendo a los reyes.
-¿Es que no lo ves?- Le inquirió Dariel ahora recobrando su tono de voz más tajante y lleno de convencimiento.- ¡Ellos ven en nosotros fortaleza, no debilidad! Son capaces de convertir los defectos en virtudes…Por eso son tan excepcionales. Nos han enseñado que lo que juzgábamos como debilidades no lo son…Creí que tras tu combate contra la reina habías aprendido esa lección. ¿Acaso no has aprendido nada de tu derrota?
-¿Qué lección, dime?- Exclamó ella entre sollozos de rabia.- ¿Qué lección es esa? Que se puede faltar al honor y a la palabra. ¿Que quién creía que era mi modelo y mi maestro en el fondo no es más un despreciable cobarde y un egoísta?

            Esta vez el furioso Dariel replicó a eso con una bofetada que derribó a su hermana. No obstante, ella reaccionó transformándose en súper saiyajin y atacándole a su vez. El joven hizo lo propio y tras desencadenarse un corto combate pudo blocar todos los golpes de Seira y derribarla de un puñetazo en el suelo…

-Sigo siendo mucho más fuerte que tú, hermanita. Nunca olvides eso.- Declaró él.-
-No me importa. Aunque me derrotaras cien veces, ciento una te atacaría.- Escupió la guerrera mirándole desde el suelo para agregar incrédula de sus propias palabras.- Jamás llegué a pensar que alguien tan fuerte pudiera ser al mismo tiempo tan débil.
-Te equivocas. Ya te lo he dicho, eso no es debilidad. Y solo deseo que algún día lo comprendas.- Suspiró Dariel volviendo a su estado normal de saiyajin.-

            Seira dejó de brillar también y se incorporó. Tras obsequiar a su hermano con una mirada de desprecio apenas sí pudo espetar.

-¡Eres aún peor que Calix! Al menos él nació siendo cobarde y con una fuerza de combate inferior a la mía. No podía hacer nada por superarme. Eso es algo de lo que ni siquiera él tiene culpa. ¡Pero tú!…eres un traidor a tu estirpe…
-¡Ya es suficiente! - La cortó abruptamente su interlocutor.- Si no deseas ser llamada mi hermana, así sea. Pero no te consentiré que te insubordines. Ódiame cuanto quieras pero ten presente que ahora soy el Canciller.

La interpelada guardó unos instantes de silencio y tras restañarse algo de sangre de su pómulo derecho pudo rechinar tratando a duras penas de contenerse.

-Con la venia del Canciller me retiro. Mis deberes como guardiana personal y consejera de la Reina me reclaman… ¡Esa es ahora mi única lealtad!
-Pues ve a cumplir con tu deber.- Le ordenó Dariel dándole la espalda.-

            Llena de rabia la muchacha salió de allí. Ahora recordaba aquello con profundo pesar.


-Señora, me duele…y no son las heridas que Dariel me produjo, esas sanaron rápido. Aunque en cierto modo es como si algo me hubiera golpeado…-Fue capaz de decir conteniendo los sollozos.-

Setsuna posó una mano sobre las de su guardiana y animosamente le dijo…

-Sé a lo que te refieres. Por favor, no seas tan dura con tu hermano. Él debe de estar sufriendo ese mismo dolor. Lo que hizo no fue por cobardía, al contrario, demuestra mucho valor y también el amor que te tiene a ti y a esa otra persona.
-Lo lamento mucho, mi Señora. Yo no puedo verlo de esa manera. Solamente obró tratando de evitar su propia infelicidad, o la mía, o la de Yailr. Sí, sé perfectamente quién es ese guerrero. Y me da igual que sea de su mismo sexo o no. Esa no es la cuestión. Lo supe desde siempre. Como igualmente he sabido lo que había entre Nilia y Moena. Y sus pretextos para no querer emparejarse con ningún varón. Sin embargo, ellas eran de bajo nivel. Su comportamiento no acarreaba consecuencias para Nuevo Vegeta. Pero el de mi hermano sí.
-Supongo que lamentas no ser la reina y que yo lo sea. Para haber solucionado eso. - Conjeturó Setsuna con tinte entristecido y compasivo a la vez.-
-No del modo en que pensáis.- Se atrevió a admitir Seira.- Sois una gran soberana, y el rey Lornd un magnífico monarca. Pero esa no es la cuestión. Señora, nada tiene que ver contigo, ni con su Majestad. Lo fundamental es que lo que mi hermano hizo no tiene justificación. No cumplió lo que entonces habría sido su deber. Vencer en el reto cuando pudo haberlo hecho.
-Entiendo tu punto de vista. – Afirmó su interlocutora.- Aunque me apena que tú no comprendas el de tu hermano…
-Jamás podré llegar a entender eso.- Sentenció su interlocutora que remachó con tintes llenos de dolor en su voz.- No se entiende la traición…y menos la de tu propia sangre.

Setsuna movió negativamente la cabeza suspirando pero sonrió. El momento llegaría y su guardiana lo llegaría a entender, de eso estaba segura. Aunque por el momento mejor sería dejarlo estar. Esas cosas no pueden tratar de apresurarse. Finalmente cuando ambas mujeres salieron del cuarto les tocó el turno a Lornd y Calix pero sin que Seira se enterase. Su soberana la encargó acompañarla para buscar a sus compañeras y por su parte, Lornd se dirigió a su consejero con aire algo severo.

- Bien Calix, ahora lucharemos sin parar, vamos a estar aquí un medio año...
-¿Medio año?- replicó el alarmado joven inquiriendo asombrado -... ¿cómo voy a poder luchar seis meses contra vos, señor?  La reina y Seira…
- No te preocupes, en el exterior sólo transcurrirá medio día...ni se darán cuenta. Anda, vamos a empezar. - Le indicó su soberano que se preparó despojándose de su chaqueta. -
- No sé si podré hacerlo, sois muy superior a mí. - Objetó Calix que parecía temblar solo con pensar en ello. –

Lornd suspiró, aquello iba a ser complicado, él no poseía la facilidad de palabra de Setsuna para persuadir, ni para explicar la cosas. No obstante tendría que intentarlo, no tenía idea de lo que ella diría en un momento como este, pero decidió imitar al menos su templanza, así que repuso pacientemente.

- Calix, esto es un entrenamiento...no voy a pelear en serio, pero tú sí que debes trabajar a fondo  ¡Vamos!- Le espetó de forma brusca, pues su paciencia desde luego no era tan grande como la de su prometida. - ¡Adelante!
- No sé si podré luchar.- Dudaba él y su expresión mostraba miedo y bastante indecisión. -
- Tú amas a Seira y quieres que te corresponda. No somos tontos, tanto Setsuna como yo creemos que no le caes tan mal como hace ver. Lo único que no soporta es que seas débil, ten valor y lucha pensando en ella, ¿acaso no darías tu vida por Seira?...
- Sí señor, lo haría…- contestó ahora más enérgico y decidido. -
-¡Pues lucha!- Le arengó Lornd con un grito  tratando de animarle. - Lucha con todas tus fuerzas.  Cada golpe que des, cada uno que recibas piensa en ella, imagina que te acerca un poco más a su amor. No te importe lo que ocurra, ¡vamos, hazlo por Seira!


            Al oír esa soflama Calix se armó de valor lanzándose contra su interlocutor transformado en súper guerrero. Lornd, sonriente ante el éxito de su perorata, paró el ataque sin problemas. Luego, el combate pasó a ser una sucesión de golpes que se prolongó varias horas. Tras unos meses la actitud del muchacho había ido cambiando y su cuerpo y mente se fortalecieron. Al cabo de ese medio año allí dentro, ambos salieron reforzados y aquel chico estaba muy cambiado. Su fuerza había aumentado mucho y sobre todo su carácter se había transformado, ya no dudaba y ponía verdadera pasión en la lucha, pues comprendió que debería ser así cuando peleara por sus seres queridos…

-¡Jamás volveré a dudar!- Sentenció, ante la sonriente aprobación de su rey.-

            Mientras tanto durante ese día y ajenas por completo, al menos la saiyajin, a lo que estaban haciendo Lornd y Calix, ambas mujeres volaban sobre la Tierra. Seira había enseñado a su soberana a hacerlo. Con un buscador Setsuna rastreó las energías de sus amigas y al cabo de unas horas las localizó en acción. Estaban entrenándose en una campiña apartada. Le dijo a su guardiana que la esperase y que no interviniese hasta ser requerida y ella bajó, cuando sus compañeras dejaron de entrenar las abordó...

- El resto ya lo sabéis.- Declaró Setsuna dando por terminada su historia. -

            Sus compañeras estaban atónitas, aunque también muy preocupadas y la miraban de modo serio. Fue Haruka la que la interrogó con tono incluso duro.

-¿De veras estás pensando en abandonarnos, Setsuna?
-Todas nosotras hicimos un solemne juramento. – Le recordó Michiru –
-Lo sé.- Convino ella con voz queda para preguntar a sus compañeras. – Pero, ¿qué podría hacer sino? De verdad que en cuanto conozcáis a Seira comprenderéis mis motivos.
-¡Para empezar, nunca debiste aceptar ese compromiso! – Espetó Haruka cuya voz sonó ahora bastante más cortante –
-Vosotras sabéis que el amor es inevitable. Sin ir más lejos, lo que sentís la una por la otra. – Quiso defenderse Plutón –
-No es la misma situación. En eso estoy de acuerdo con tu guardiana. Hemos jurado muchas veces que si una de nosotras muriera o estuviera en peligro la otra debería continuar defendiendo a nuestra princesa y cumpliendo su misión, en el caso de tener que elegir. – Declaró Michiru también de un modo inmisericorde. –
-De todos modos, - terció Urano, ahora de mejor talante. – La decisión final no es nuestra. Tendrás que hablarlo con la Reina. Bueno, con Usagi. – Se corrigió con un gesto más desenfadado –
-Sí- sonrió a su vez Michiru haciendo que su compañera se sintiera mejor. – Seguramente ella dará con una solución, ya la conoces. Solamente espero que sea Usagi y no Serenity, la que te escuche.- Remachó pese a todo con un talante más sombrío.-
-Os agradezco vuestra franqueza.- Repuso Setsuna que se sintió alicaída al pensar en esas últimas palabras de su compañera. –
-Dinos,- le pidió Michiru para cambiar de tema, tratando de levantar el ánimo de su amiga. Aunque también pensativa e incluso atónita para preguntar - ¿Entonces esa tal Seira está por aquí?.....
-Me gustaría conocerla.- Terció la voz de Haruka que sonó entre curiosa y desafiante. -Quiero comprobar si es tan imponente.
-En ese caso os la presentaré.- Les dijo más animadamente Setsuna que se tocó esa especie de monóculo. Parecía estar emitiendo un mensaje y antes de que sus amigas pudiesen preguntar nada, su curiosidad fue satisfecha. – No tardará - comentó precisamente su compañera.-

            Y así fue. Como un relámpago apareció ante ellas una mujer bastante alta, de apariencia muy robusta, morena, de pelo corto y mirada altiva. Lucía unas ropas similares a las de Setsuna, pero con un pantalón corto y sin distintivos, tampoco llevaba capa. Plutón la presentó de modo cordial.

- Chicas, Ésta es la muy noble Seira Saiyanto, hija de Torix y Nairía, mi guardiana personal y consejera. Seira, ellas son Haruka y Michiru, dos de mis compañeras y amigas sailors, princesas también de sus respectivos planetas...

            Aunque durante unos segundos, ambas estaban sorprendidas y no supieron cómo reaccionar, enseguida se rehicieron. Haruka le tendió la mano y enfrentó su mirada con la de Seira, ambas parecieron analizarse. La saiyajin se la estrechó e hizo una leve inclinación con su cabeza a modo de cortesía.

-¡Eres altísima! - Exclamó Michiru sin poder evitarlo para querer saber -... ¿Todas las saiyajin son como tú?...
- No,- contestó Seira. - Yo estoy algo por encima de la media, igual que tu compañera - miró a Urano que efectivamente a pesar de su buena estatura era bastante más baja que ella. -
- Y también parece que eres muy fuerte,- observó Haruka mientras la recorría con la vista. - Has enseñado bien a Setsuna, no hemos podido vencerla, ¿nos enseñarás también a nosotras?- Le preguntó con ese retintín meloso que ella era capaz de fingir cuando estaba interesada en algo o alguien -...
- Si mi reina me da permiso, lo haré con gusto - Replicó la saiyajin con una media sonrisa sin captar ese tono. Aunque sí que añadió como condición. - A cambio, vosotras podríais mostrarme algo de vuestras costumbres.
- Eso lo haremos a su debido tiempo. Ahora ¿por qué no vamos a comer algo? no tengo más alubias mágicas y me está entrando hambre. - Propuso Setsuna. -
- Nosotras ya estamos alimentadas con las alubias, pero os prepararemos algo de comer.- Se ofreció Michiru. -
- Acompañadnos a nuestra cabaña. Es por aquí.- Declaró Haruka que les indicó el camino y las cuatro recorrieron andando el trecho que las separaba de la misma. -

            La cabaña era pequeña aunque acogedora, con un salón, una habitación de dormitorio baño y cocina. Todo con una monocroma decoración marrón. El baño en cambio lucía un blanco inmaculado merced a sus baldosines. Haruka les ofreció dos sencillas sillas de madera. A Seira pareció gustarle el sitio, se asemejaba bastante a sus propias estancias, espartano, sobrio y bastante funcional. Sentadas alrededor de una  mesita esperaron a que Michiru trajese algo. La joven apareció tras unos instantes de la cocina con unos paquetes que estaban llenos de comestibles, queso, jamón, algo de pollo, etc. Acompañados de  una botella de vino y pan. Haruka se levantó para ayudarla y trajo algunas patatas fritas, carne ahumada, leche y miel...
           
- Sin cumplidos,- les sonrió Michiru mientras extendía los brazos en dirección a las viandas animándolas - ¡Comed todo lo que queráis! no sé si os bastará, pero como no solemos quedarnos mucho por aquí, no tenemos demasiada comida....
- Está bien, gracias - dijo Seira.- Con vuestro permiso, mi Reina.

 Setsuna asintió también y se hizo un pequeño bocadillo con carne ahumada y queso.

- Con esto comeré de sobra, luego un poco de leche y miel y ya está. Hay que vigilar la línea.- Declaró Plutón más para sí misma que para las demás. -

            Seira por su parte sí que necesitaba algo más. Comenzó a devorar la comida de una forma que dejó perplejas a Haruka y Michiru. Setsuna ya estaba algo más acostumbrada. Cuando se quedó satisfecha, la saiyajin casi había acabado con todas las existencias, sonriente dijo a las dos sorprendidas chicas.

- Muchas gracias por vuestra comida, lo cierto es que estaba hambrienta...
- Ya, ya lo veo.- Musitó Haruka observando, - los saiyajin coméis mucho, ¡es increíble!, por más que lo vea siempre me sorprende.
- Hemos visto comer a Lornd y a su hermano, pero nunca a una mujer de su raza. Es que no me explico donde lo echáis.- Remató Michiru aún sin podérselo creer, incluso dejando translucir cierto tonillo de envidia. – Y no se os acumula…
- Será por el ejercicio que hacen - contestó Setsuna que aventuró. - Queman muchas calorías con esas bolas de energía que lanzan.
- Nosotros tenemos un metabolismo muy avanzado.- Afirmó Seira explicándoles efectivamente a sus interlocutoras. - Necesitamos consumir mucha energía...
- Muchas mujeres de la Tierra envidiarían tu figura, sobre todo a la vista de lo que comes...- señaló Michiru con una sonrisa -
- Las mujeres terrestres dais mucha importancia a esas cosas.- Replicó Seira mostrándose sorprendida al tiempo que añadía. - No lo comprendo, el cuerpo es importante cuidarlo y fortalecerlo, es verdad, pero para el combate y la procreación, no para cuestiones estéticas...
- Bueno,- objetó Haruka -...hablando de la procreación. Al menos en algunos casos. A las mujeres les gusta arreglarse para gustar a los hombres, o a otras mujeres o incluso a sí mismas, y el cuerpo es importante,...
- Tú también eres mujer y no le das tanta importancia.- Declaró perspicazmente Seira observando a su interlocutora.-

Ahora que no estaba ataviada como sailor, llevaba un pantalón largo, una chaqueta vaquera y una camisa sin ningún tipo de maquillaje ni adornos. Contrastaba con Michiru, que vestía una falda corta y una blusa de seda y se adornaba con un collar de perlas y unos pendientes a juego, sus labios estaban pintados con un ligero tono sonrosado. La saiyajin declaró dirigiéndose a Urano con aprobación.

- Eres como yo, sólo te preocupa la eficiencia.
- Bueno- terció Setsuna divertida. - Haruka no es una mujer corriente, no le convencen esas cosas...
- Cada una tenemos nuestros gustos,- añadió está declarando ahora en referencia a Seira. -Pero tú eres muy bonita, estoy segura de que  los hombres se volverían locos por ti.
- Es verdad, reúnes una mezcla muy interesante. - Aseveró Michiru que jugueteó con sus dedos con el peto de Seira que la miraba sin entender cuando la sailor añadía con tono teñida de melosidad. - Eres tan fuerte y segura, y a la vez tan hermosa,  gustarás tanto a hombres como a mujeres...
- Michiru, ¿no estás llegando demasiado lejos?...- intervino Haruka con un tono entre divertido y reprobatorio. -
-¿Es que estás celosa?- añadió  su compañera con una sonrisita algo pícara. -
- Podría ser,- contestó Haruka devolviéndole la misma sonrisa.-

            Setsuna visiblemente colorada trataba de mirar para otro lado y se decidió a cortar la situación proponiendo.

- ¿Y si  llevara a Seira para que la conociera  Esmeralda?, ella cambiaría su imagen...

Haruka y Michiru asintieron con una sonrisa,  ¡eso tendrían que verlo! ...

-¡Sería una idea magnífica! - Aseguró la guerrera Neptuno.-

            Seira estaba desconcertada, no entendía la conversación de las compañeras de su reina pero tenía curiosidad por saber cómo hacían las mujeres de la Tierra para emparejarse. Su soberana le había dicho que no se basaban en la fuerza, entonces, ¿en qué? Quizá en la vestimenta, eso era algo ridículo, un vestido se podía cambiar con facilidad, pero la potencia de combate no, había que trabajar mucho y entrenar con tesón para mejorarse.

- Sí, me gustaría saber a qué os referís...- dijo mostrándose curiosa. -
- Entonces vámonos, luego nos reuniremos con Lornd y Calix.- Se levantó y Seira hizo lo propio – en tanto su reina se despedía. - Hasta luego chicas...
- Volved cuando Seira esté lista, no me la perdería por nada.- Comentó Urano con bastante interés. -
- Haruka.- Intervino Michiru con resignada paciencia. - Seira no es tu tipo....no empieces...
-¿Por qué no?...- replicó ésta con una voz bastante aterciopelada agregando.- Me gustaría conocer a una  mujer más fuerte que yo para variar, así me sentiría protegida entre sus brazos. ¡Ja, ja!, podría ser toda una experiencia....
-¡No tienes arreglo!- Respondió Michiru riendo a la par que movía la cabeza. -
-¿A qué se refieren, mi reina? - Quiso saber Seira mirando extrañada a Setsuna, buscando en ella alguna explicación. -
- Son bromas suyas, no les hagas caso,- pudo decir ésta visiblemente avergonzada. -  Adiós  - y sin más salió de la cabaña y su guardiana la siguió, las dos se fueron volando. -

            Durante el recorrido, su soberana le explicó a Seira algo sobre las relaciones entre los hombres y las mujeres en la Tierra. La saiyajin escuchaba bastante atónita para preguntar.

-Entonces, ¿tus compañeras son como Nilia y Moena?, ¿tienen esa clase de relación?
-Sí. - Admitió Setsuna.- Además de camaradas de armas son pareja.
-Luego han renunciado a procrear.- Afirmó la saiyajin.-
-Eso nunca se sabe.- Replicó enigmáticamente su interlocutora.-
-Si no tienen atracción por un hombre no serán capaces de hacerlo.- Afirmó convencida Seira.-
-Eso se puede lograr de otros modos.- Le respondió su soberana.-

            Ante la asombrada mirada de su guardiana, Setsuna le comentó que en la Tierra existía la posibilidad de inseminar a las mujeres para que tuvieran hijos sin necesitar practicar sexo con un varón.

-No me gustaría un método así. Preferiría saber quién va a ser el padre de mis hijos. ¿Cómo evitar que te fecunden con una semilla débil sino?

Su interlocutora suspiró resignada. Era difícil tratar de explicarle eso a la rígida saiyajin. Aunque entre esas conversaciones se les pasó el viaje rápidamente. Cruzaron el continente europeo descendiendo a la altura de París. Con gran  celeridad para no ser vistas aterrizaron al fin en un espacioso porche perteneciente a una gran mansión y Setsuna llamó al timbre. Al cabo de unos segundos una mujer de verde melena y vestida de forma muy elegante les abrió la puerta.

- ¡Hola, Esmeralda! - Saludó la sailor con una agradable sonrisa. -
-¿Setsuna?- replicó ésta visiblemente sorprendida.-

 Tanto que la observó de arriba abajo, al igual que a Seira, obviamente extrañada por sus ropas y tras ese análisis finalmente contestó con un cordial.

-Me alegro de verte,...
-Seguro que te preguntarás porqué vamos vestidas así, ¡ah perdona, ésta es Seira!

Setsuna la presentó con una indicación y la saiyajin inclinó de nuevo la cabeza de una forma muy deferente.

- Las amigas de mi reina son mis amigas,- añadió con tajante decisión. -
-¿Reina?...- Esmeralda no podía ocultar su cara de sorpresa, plantada delante de la puerta, al fin reaccionó - ¡Oh, qué descuidada soy! ¡Pasad, por favor, no os quedéis en la puerta! Diamante no está. Se encuentra en la Masters Corporation, discutiendo algunas cosas con Ian.

Según hablaba las condujo a un amplio salón que estaba decorado profusamente con todo tipo de detalles a cual más lujoso. Seira lo escrutaba todo con una mirada muy sorprendida. Era un lugar tan rico y lujoso como el palacio del rey. Incluso pudiera ser que más. Quizá esta mujer fuese la reina de la Tierra, pensó. Sería lo normal al ver que ella y su soberana se trataban de igual a igual.

- Permíteme que te ponga al corriente, Esmeralda.-  Le comentó Setsuna que pasó a referirle de forma muy resumida toda la historia, su interlocutora estaba perpleja en tanto la sailor remachaba. - Y ahora venimos a ver si tú puedes poner a mi guardiana a la moda terrestre...
-¡Oh, bueno, claro! - Aseguró la diseñadora aun atónita -...ven querida,- invitó a Seira para que se acercase  con un gesto de su mano según conjeturaba. - Debes tener una talla más que yo, al menos por tu altura....seguro que pasas del metro ochenta.


            Y sin ceremonias le indicó a la saiyajin que se descalzara y se colocara en posición recta contra una pared que tenía una especie de regleta graduada. Similar a la que había en las consultas médicas para los reconocimientos.

-Debes quedarte quieta y bajar la cabeza un poco pero sin doblar el cuello.- Le indicó la diseñadora.-
-Extraña técnica.- Comentó Seira quien viendo a su soberana asentir, obedeció de inmediato.-

            Esmeralda bajó entonces un tope de metal hasta que este tocó la coronilla de la saiyajin. Entonces la modelo declaró.

-Sí, que eres realmente alta, un metro y ochenta y tres centímetros. Como modelo valdrías oro.
-Me temo que no es lo suyo.- Sonrió Setsuna.-

            Y mientras Seira, que no entendía nada, se despegaba de aquella pared, su anfitriona tomaba la palabra una vez más. Le tomó unas cuantas medidas más y no tardó en ir a mirar en su guardarropa. Al volver dedicó una vez su atención a aquella imponente mujer.

-Vamos a ver, ¿qué podría sentarte mejor?....ropa de sport quizá, o algo más serio, no sé...- meditó Esmeralda tocándose la barbilla con aire pensativo mientras daba vueltas alrededor de una inmóvil y atónita saiyajin -...
- Ponle algo elegante, pero que sea cómodo. Seira está acostumbrada a poder moverse con mucha libertad.- Le sugirió una divertida Setsuna. -
- Haré lo que pueda.- Contestó Esmeralda que se desplazó hacia un gran armario de caoba y sacó de él algunos trajes. - ¡Menos mal que me gusta tener ropa de varias tallas! Anda, pruébate esto...

Le acercó a Seira un vestido compuesto por una falda beige y una blusa de un suave tono asalmonado.

- Pruébatelo,- le pidió Plutón también  con curiosidad. - Así verás cómo te queda.

Al requerimiento de su reina Seira se despojó inmediatamente de su peto y del resto de su uniforme quedándose desnuda. Esmeralda la observaba impresionada, su cuerpo era bastante robusto y musculoso, pero a la vez, esbelto y muy bien torneado. Sus piernas eran largas y fuertes como columnas y su estómago marcaba claramente las abdominales cuando lo contraía de forma involuntaria para moverse. Sus pechos eran de buen tamaño pero no excesivos y sus hombros y brazos le daban un aspecto fornido pero a la vez muy atractivo, sus espaldas casi parecían las de un hombre, pero su piel en cambio era muy tersa.

- ¡Eres un monumento! - exclamó la diseñadora comentando admirada. – Lo dicho, Setsuna dirá lo que quiera pero tú podrías ser una estupenda modelo...
-¿Modelo?...-  repitió Seira que tenía cara de  no comprender nada.-

 Y la sailor tras sonreír divertida por aquello, le explicó.

- Las modelos son mujeres muy bellas y de un cuerpo perfecto, suelen mostrar cómo quedan en ellas las ropas para que todo el mundo lo vea. Esmeralda se dedica a eso, ella es modelo y diseña trajes...
- Además eres preciosa,-. Añadió la citada ensalzando entusiasmada las mejores cualidades de la chica. - Tienes los ojos muy grandes y profundos, con chispa. Evidencias un fuerte carácter, tus pómulos están muy marcados y tus labios son bastante carnosos. Querida, cuando acabe contigo los hombres se pegarán por ti...
-¡Vaya! , aquí ocurre entonces lo mismo que en mi mundo...- comentó Seira con expresión aliviada de haber escuchado por fin algo normal. -
-No, Seira,- le aclaró una divertida Setsuna. - Lo dice de forma figurada. Es una forma de hablar...
- No comprendo, Señora. - Replicó ésta, perdida de nuevo.-
- Sí, mira,- repuso Plutón tratando de ejemplificar. - Como cuando tú me decías que acabarías conmigo en un segundo...
- Yo lo decía en serio, os subestimé, lo siento, Majestad. Ya os dije que fue lo que aprendí de mi derrota.- Se disculpó la saiyajin bajando la cabeza.-

 Setsuna se encogió de hombros y suspiró ante la sonrisa de Esmeralda, ya no sabía cómo explicárselo.

- No, no eso, bueno, no importa, ponte la ropa. - Le pidió queriendo aparcar el tema. -
- Espera- interrumpió la diseñadora algo alarmada para preguntarle - ¿No tienes ropa interior?...no puedes ponerte eso así...
-¿Ropa interior?... ¿qué es eso?...- Quiso saber Seira que se miró sin comprender. -
- Ahora te lo explico.- Contestó Esmeralda que tras buscar en los cajones de sus armarios le trajo medias, sujetador y algunas prendas íntimas según decía. - Estas seguro que te van, póntelas. -
- Esto es un protector.- Creyó descubrir Seira haciéndose con un sujetador  -...para el pecho claro.
- Bueno algo así, - replicó la diseñadora que quiso matizar. - Te hace estar mejor, realza tus encantos. Y las protege… ya sabes… de la gravedad…
-¿Te refieres a los pechos? Bueno,- convino Seira que se lo puso ayudada por Esmeralda al igual que todo lo demás.- ¡Qué curioso peto! Aunque no parece muy resistente.

Al fin se probó la ropa, tenía un aspecto bastante elegante y estaba muy atractiva. Esmeralda la miró con aprobación.

- Muy bien, ahora faltan algunos complementos.- Afirmó yendo a buscar varios pendientes y unos collares.

Tras probarle algunos decidió que estaría mejor con una cadena de oro y pendientes a juego pero Seira no tenía agujeros en las orejas, así que Esmeralda tuvo que contentarse con unos pendientes de rubí que eran prensiles.

-No he llevado a cabo ninguna acción de mérito para que me honres con estas condecoraciones.- Afirmó la confusa saiyajin cuando Esmeralda le colocó un collar.-
-No te preocupes, son simples ornamentos. Las mujeres terrestres los llevan.- Le contó Setsuna tapándose la boca para no reír.-

Luego la diseñadora la hizo sentarse y la maquilló, los labios de color rojo a tono con sus pendientes. Al terminar, Seira tenía el aspecto de una mujer sofisticada de alto nivel.

-¿Estoy acorde con los usos de las hembras humanas?- Inquirió la guardiana.-
-¡Estás perfecta! , desde luego hay que reconocer que he hecho un buen trabajo ¿no? - Declaró una orgullosa Esmeralda  y Setsuna asintió convencida de ello en tanto su amiga añadía. - Ahora vamos a dar un paseo, pero antes, pruébate esto...- de un cajón del armario sacó un par de zapatos de tacón de color también beige. - Espero que sea tu número. Son algo grandes para mí. Yo calzo un treinta y nueve, estos son un cuarenta, pero como son nuevos seguro que te aprietan, no te preocupes, se te pasará en cuanto andes un poco.

            Cuando se los hubo calzado Seira notó que efectivamente le apretaban, pero lo peor fue levantarse, cuando trató de andar casi se cayó.

-¿Cómo podéis moveros con esto?...- inquirió incrédula. - Ahora que lo intento aun creo que tenías más mérito al luchar contra mí con ellos.- Afirmó la saiyajin que fue sujetada por sus acompañantes para que  no tropezase. -
- Piensa que es un entrenamiento para el equilibrio.- Sonrió Setsuna. -
- Sí, seguro que me vendrá bien...- confirmó Seira más entusiasmada con esa idea. – Es más difícil de lo que parecía. – Admitió con estupor.-
-¡Pues hala! , vamos a pasear para que los hombres nos admiren. - Declaró Esmeralda añadiendo con afabilidad.-  Pero antes Setsuna, tú también tienes que cambiarte y como usas mi talla puedo dejarte algo mío. Vas a estar muy bien, ya verás...
           

            Una vez vestida con un traje azul claro con zapatos a juego y un collar de esmeraldas que le prestase su amiga, Setsuna salió con las dos. Se pasearon por las tiendas de la ciudad y todos los hombres giraban la cabeza a su paso, mirándolas embobados. Pudieron escuchar algún que otro piropo y alguna que otra observación más subida de tono e incluso grosera, pero no hicieron mucho caso. Al menos, eso le indicó Setsuna  a su guardiana.

-¿Entonces no queréis que les de una lección?- Preguntó Seira cuando uno de esos patanes le lanzó un silbido a su soberana.-
-No, lo hacen con su mejor voluntad, como muestra de aprecio.- Pudo inventar la apurada Setsuna.-
-Extrañas costumbres. Pero si es una manera de evidenciar su respeto por ti, Señora, no debo ser descortés. - Se limitó a sentenciar la saiyajin encogiéndose de hombros, para alivio de sus compañeras de paseo.-

Al volver del paseo se despidieron de Esmeralda, ésta las dejó para ir a buscar a Diamante tras decirlas que dispusieran de su casa. Después de agradecerle el gesto a la diseñadora ésta se fue. Tras entrar en el domicilio de su anfitriona Setsuna le preguntó a Seira que le había parecido la experiencia, ésta respondió que diferente pero muy ilustrativa.

- Ya verás cuando Calix y Lornd te vean...
- No me preocupa que Calix me vea...- repuso la guerrera mostrándose ahora más seria. -
- Dime una cosa ¿qué sientes tú por él, Seira? si es que me lo puedes decir. - Le inquirió Setsuna con suavidad y diplomacia en su voz -
- Nada, no merece consideración, es débil.- Escupió ésta aparentemente irritada. -
- No..., por un momento no pienses en su fuerza, háblame de él, antes de que te enfadases por eso. Creo que erais muy amigos de niños, - trató de sonsacarla su reina. -
- Sí, de niños sí, jugábamos juntos. Sus padres eran muy honorables, nos criaron a mi hermano y a mi tras la muerte de los míos. - Admitió ella que, sin embargo enseguida objetó. - Pero los niños crecen y deben afrontar sus responsabilidades y él no supo o no quiso hacerlo.
- Yo no lo creo así- rebatió Setsuna agregando en defensa del saiyajin. - Tuvo el valor de apoyar a Lornd y ser su padrino, le ayudó...y le fue fiel creyendo en él cuando las cosas estaban más difíciles.
- Y le respeto por eso, pero no tiene que ver con lo otro,- replicó Seira ahora sin ningún rastro de enojo, sino más bien de tristeza. -
- Él te quiere, eso se le nota, deberías darle una oportunidad,- le sugirió Setsuna añadiendo con un enigmático acento. - Puede que haya cambiado...
- La cobardía no se pierde en poco tiempo.- Suspiró resignadamente la saiyajin que todavía objetó, diríase que incluso con pesar-  Pero aun así, no sería capaz de vencerme y no podría desposarme con un guerrero más débil que yo.
- ¿Y si él te demostrase que ha cambiado y que incluso puede vencerte? - La interrogó Setsuna con patente interés. - ¿Qué pensarías?
- Entonces podría ser distinto.- Concedió Seira con voz algo dubitativa para reafirmarse enseguida en su anterior opinión.- Pero eso no es posible.
- Ya veo. En fin, ahora vamos a reunirnos con el rey,- indicó bruscamente Setsuna cambiando de tema. -
- Les localizaré con el buscador y volaremos hacia allí, señora.- Dijo la saiyajin que se puso su monóculo detector. -
- Espera, eso no será necesario...- terció su reina. -

            En efecto, Lornd y Calix aparecieron junto a ellas, Seira se sorprendió mucho, pero Lornd le explicó que él podía trasladarse sintiendo sus energías. El joven guerrero también había aprendido. Su apariencia a los sorprendidos ojos de Seira era bastante diferente, incluso parecía otro. Emitía energía de una forma que ella no había sentido antes y al verla Calix también quedó atónito. No pudo evitar decirle con una sonrisa utilizando algunos consejos que su rey le había brindado.

- Estás muy hermosa, Seira. Las ropas humanas te sientan muy bien.


            Ella ignoró su comentario, Calix borró su sonrisa y Lornd también le hizo el mismo cumplido a la saiyajin que ahora sí que sonrió respondiendo respetuosamente.

- Gracias, mi Señor...ha sido idea de la reina.
- Bueno, creo que estás vestida para la ocasión. Calix tiene algo que decirte, escúchale...- aquello sonó como una orden y Seira se dio cuenta de ello. -
- Si es vuestro deseo Señor, lo haré. Bien Calix, ¿qué tienes que decirme?...- quiso saber la chica a desgana. -
- Creo que es mejor que te lo diga en privado... ¿por qué no pasáis a otra habitación?,- sugirió Lornd. -

Aunque su propuesta sonaba otra vez a un claro mandato, de modo que ambos obedecieron al punto y mientras les veían pasar a la otra estancia, silenciosamente Setsuna y Lornd desearon suerte a Calix. Aunque Plutón le comentó entre tanto a su prometido.

-Yo debo ver a Usagi cuanto antes. Hay algo muy importante que debo decirle.
-Muy bien,- afirmó su interlocutor para preguntar.- ¿Puedes esperar a que esos dos resuelvan su situación?

Setsuna asintió. También estaba deseosa de ver aquello. Entre tanto en la otra habitación, una incómoda saiyajin se resistía a mirar a los ojos a Calix, pero él, sin importarle eso, decidió ir directo al grano.

-Seira, te quiero, te he querido desde que éramos niños, desde que mi madre os acogió a ti y a tu hermano. Y tú me has querido a mí, lo sé. Pero esa tontería de la lucha nos ha separado. Y no es justo.
-¿Que no es justo?..- replicó ella visiblemente enfadada  para oponer. - Es el pilar de nuestras costumbres y tradiciones, el modo de vivir en lo que se basa nuestro pueblo, ¿y tú te atreves a decir que es una tontería? Deberías haber sido menos cobarde...precisamente por lo que tu madre Lebra significó para mí, me avergüenza recordar tu comportamiento desde que ella murió. Por suerte pudo ahorrarse esa humillación y no ver en lo que te has convertido...

          Calix miró al suelo y tragó saliva. Aquello sí que era un duro reproche. Aunque fiel a sus intenciones se rehízo.

- No puedo cambiar como era entonces, pero ahora es diferente.- Replicó más resueltamente él. Seira por su lado, miraba a los objetos de la sala para distraer su atención, pero su contertulio la tomó de forma ruda por los hombros e hizo que le mirase espetando - ¡Vas a escucharme y a mirarme a la cara, ya estoy harto de tu desprecio!...
- Es lo que te mereces,- escupió ella furiosa para advertirle. - Suéltame si no quieres salir herido...te lo advierto, no te dejes engañar por estas ropas, sigo siendo la misma....
- Pero yo no... Y te lo demostraré - aseveró él también bastante alterado, para añadir. - Te quiero y deseo que seas mi mujer, y si no lo deseas por tu voluntad, me conformaré con ello. Pero si todo lo que te lo impide es ese ridículo asunto del reto, te desafío ahora mismo a un combate...

El rostro de Seira expresó una gran sorpresa, su voz se calmó y dijo ahora con un tono más suave e incluso teñido de preocupación.

- Pero Calix, si lucho eres consciente de  que lo haré en serio, podría herirte o incluso matarte. ¿Lo sabes, verdad?...
- No me preocupa,- declaró él con tono de hastío.- Ya he tenido miedo durante mucho tiempo y estoy cansado, cansado de verte todos los días y de que me desprecies como si fuera basura. Harto de querer decirte lo que siento y no poder hacerlo ¡pero ahora se acabó! Prefiero morir si llega el caso a seguir así. Solamente te pido que si venzo, me dirás de verdad lo que sientes por mí...

            Seira se quedó callada observándole fijamente, parecía sorprendida e incluso dubitativa. Por fin pareció decidirse y asintió ya con un tono más grave y duro.

-No habrá ningún inconveniente, si me vences seré tuya.- Sentenció ella dando eso por imposible.-
-Muy bien, tengo la venia del rey Lornd. Vayamos a luchar a un lugar más apropiado.- Le propuso él.-
- Esta bien, pero lo vas a lamentar, Calix. Espera a que me cambie,- le pidió ella justificándose - no puedo luchar con este aspecto.-

Él salió de la habitación, aunque a Seira le daba igual, no existía esa clase de vergüenza para los de su raza. El muchacho aprovechó de todas maneras para contarles a sus reyes lo sucedido.

- Id al Cielo, Setsuna y yo os esperamos allí,- le indicó Lornd.

Calix asintió y sus soberanos se transportaron, entonces salió Seira, de nuevo vestida con su armadura de guerrero.

- ¡Vamos a donde sea y acabemos con esto de una vez! - Declaró con brusquedad. -
- Entonces agárrame,- le pidió él. Seira esbozó una expresión de desconfianza. - Es sólo para transportarnos allí.- La convenció su interlocutor. -

            Ella aceptó de forma remisa sujetándose a uno de sus brazos. El chico sintió un escalofrío. Aquella era la situación en la que más cerca habían estado después de dejar de ser niños. Dejando aquello de lado se concentró en la energía de su soberano y ambos aparecieron en el cielo, junto a Lornd y Setsuna. Así, sin más preámbulos, se pusieron en guardia. Seira volvió a preguntarle a Calix si deseaba volverse atrás, éste negó con la cabeza y sin más concesiones ella atacó, con una velocidad enorme  le golpeó en la cara derribándolo.

-¿Lo ves? No eres rival para mí, basta de tonterías. - Afirmó la chica entre resignada y dolida. -

            Pero Calix se levantó sin estar aparentemente dañado, aunque el chico dudaba, no quería hacerle daño a la mujer que amaba. No obstante, su indecisión podría costarle cara. Ella sí que no iba a vacilar. Y de hecho Seira volvió a golpearle sin miramientos lanzándole a varias decenas de metros. Algo aturdido él volvió a erguirse aunque esta vez escuchó los gritos de Lornd.

- Calix, recuerda todo lo que hemos aprendido. Pelea por ella, aunque sea contra ella. Le dolerá mucho más perderte que tus golpes.

            Él asintió, no deseaba dañar a Seira pero si era por obtener su amor que así fuera. Además, su soberano tenía razón, a buen seguro ella preferiría sufrir algunas heridas físicas, que no otras morales y sobre todo, él no podía permitirse perder. De modo que, cuando  su oponente volvió a la carga tras recobrarse de la sorpresa que le produjo escuchar las palabras de su rey, Calix la recibió preparado. Ahora la guerrera erró el ataque pues su contrincante la esquivó de una forma muy veloz. Y por respuesta golpeó a Seira en el estómago lanzándola a varios metros. Luego reapareció ante ella y ambos intercambiaron golpes con mucha velocidad. Seira se transformó en súper saiyajin y Calix hizo lo propio. Tras un rato de pelea vertiginosa en la que estaban muy igualados ella comenzaba a agotarse, pero su rival parecía seguir entero. La chica le lanzó una ráfaga de energía que él anuló con una suya. Calix, más rápido de lo que ella pudo seguir, la sujetó por las muñecas y la derribó en el suelo. Su atónita rival pese a esforzarse al máximo, no podía moverse.

-¡Reconoce que has perdido!,- exclamó él afirmando con júbilo. -¡Te he derrotado Seira! Soy más fuerte que tú ¡Vamos, admítelo! No te soltaré hasta que lo hagas...

            La muchacha trataba frenéticamente de soltarse pero Calix tenía una fuerza enorme, ¿de dónde la habría sacado? ¡Apenas sí podía creerlo, la había derrotado! Es más, incluso pese a no querer admitirlo, una parte de ella deseaba que así fuera. Quizás comenzaba a comprender a su propio hermano. Pero no podía dejarse vencer sin más, su orgullo saiyajin no lo soportaría. De modo que, tras unos momentos de resistencia inútil, más que nada para probarse a sí misma sin ninguna duda que no sería capaz de remontar la lucha, al fin se rindió. Desistió en sus forcejeos y más calmada pese a su agitada respiración, dijo, musitando con pesar.

- Me has vencido, sí, ¿y qué cambia eso? Ahora eres más fuerte que yo, no lo niego...pero ¿por qué no lo demostraste antes?...

Calix la soltó, no obstante siguió sobre ella respondiendo con suavidad.

- Ha sido porque hasta ahora no he tenido las fuerzas necesarias. Ahora comprendo bien a nuestros soberanos, es el amor lo que me ha dado la fuerza...
-¿Qué poder tan grande es ese? - Replicó Seira asombrada - ¿Cómo puede hacer cambiar tanto a las personas?...No lo entiendo.

            Calix no respondió, sólo sonrió de forma amplia, se limitó a aproximarse a Seira y besarla en los labios durante unos segundos. Ella sintió de nuevo aquella misma sensación que tuvo cuando besó a su hermano pero ahora mucho más cálida y que la embargaba por completo electrizándola y haciendo que su corazón latiese mucho más rápido. Así cuando su oponente se irguió, ayudándola a levantarse, él le preguntó con ansiedad.

- Dímelo Seira ¿Qué respondes?, ¿soy ahora digno de ti? Aunque haya vencido si no me aceptas te dejaré, pero si me quieres, sé mi esposa. He probado merecerte según nuestras costumbres y lucharé a muerte contra cualquiera que diga lo contrario, ¡me da igual si gano o pierdo!...pero no te obligaré a aceptarme si no me amas.

            Seira confusa miró a sus soberanos sintiéndose completamente perdida, estaba buscando algo, una orden, un consejo, pero Setsuna le dijo con una voz muy amable y comprensiva.

- Debes decidir por ti misma, en el amor no se puede mandar ni recibir órdenes, Seira. Está en tu corazón. Por eso luché contra ti aun sabiendo las escasas posibilidades que tenía. Por eso tu hermano hizo lo que hizo. Calix también lo ha entendido porque siente lo mismo dentro del suyo y tú asimismo lo harás...

            La saiyajin, asintió y sonrió de forma leve, después besó nuevamente a Calix, ahora lo hizo mejor que en su primer intento. Después dijo con una voz muy suave para lo que ella acostumbraba.

- Creo que ya empiezo a entenderlo. Sí, te acepto, ahora puedo decírtelo, yo sentía eso que tú sientes, pero no podía hacer nada. Siempre te he querido Calix, al principio como a un hermano. Luego me gustabas como hombre, pero me hizo mucho daño que te negases a luchar. Fuiste contra nuestras tradiciones y ante todo, soy una mujer leal a nuestro pueblo  - Confesó ella que parecía emocionada. -
- Ahora que he cambiado, cambia tú, por favor. La lucha no es lo más importante, solamente sirve para proteger lo que más amas o para defender lo que crees justo. Es por lo único por lo que merece la pena entrenar y ser más fuerte. Por eso jamás quise pelar antes contra ti, ni ser más fuerte. ¡No quería hacerte daño! - Declaró Calix que se rio añadiendo con un toque de aguda ironía - ¡y pensar que he tenido que derrotarte para que lo comprendieras!- La abrazó y Seira se dejó estrechar por aquellos brazos por los que nunca pensó que podría dejarse envolver.

Ahora era libre de  permitirlo. En verdad Calix le había dado la mejor prueba de sus sentimientos hacia ella. Había aprendido de sus derrotas, se había esforzado y vencido su antigua cobardía y debilidad. El saiyajin que tenía ahora a su lado era alguien fuerte y de coraje, pero a la vez mantenía las ideas que antes le habían hecho débil. Incluso las había reafirmado. Y recordó las palabras de la reina y sobre todo las de Dariel. Algún día lo comprenderás. Ahora se sentía culpable de haberle vuelto la espalda a su hermano. Él siempre la cuidó y la ayudó a superarse. Luchó y sufrió para llegar a ser el hombre más fuerte de Nuevo Vegeta. Y aunque no llegara a ser el rey siempre estuvo ahí para defender y proteger su mundo. Pese a exponerse a la deshonra ante ella al admitir sus propios sentimientos. Para  la saiyajin eso era muy difícil de entender, solamente podía pensar en el gran poder del amor del que le habían hablado sus soberanos, Dariel y su ahora prometido. Y quiso obtenerlo también, pero no solamente por aumentar su fuerza, es más, ahora no quería pensar en ello. Únicamente deseaba estar junto a  Calix y compartirlo todo con él. ¡Acaso sería eso a lo que su reina y su hermano se habían referido!  Sin embargo, no podía estar del todo segura. De todos modos, una cosa sí que sabía, le encantaba ese ritual del beso, aunque no tuviera nada que ver con una transferencia de energía para la lucha. Así que lo repitió con Calix que aceptó gustoso, mientras Lornd y Setsuna sonreían complacidos observando la escena.

- Bueno, ahora cuando regresemos a nuestro mundo podréis dar la noticia, por lo que a mí respecta tenéis nuestros mejores deseos.- Les dijo Lornd que añadió con jovialidad.-
-Muchas gracias, mi Señor, mi Señora.- Repuso Calix tomando de una mano a Seira.-

            La propia Guardiana sonrió débilmente y dijo con tono reflexivo e incluso algo consternado.

-Y a mí vez desearía recuperar a mi hermano. Ahora lo comprendo. Le juzgué con mucha dureza. Puede que no venciera en el reto, pero se sacrificó siempre por el bienestar de nuestro planeta y por el mío.
 -Así es.- Convino Lornd.- Celebro que lo hayas entendido al fin. ¡Volvamos ahora a despedirnos de nuestros amigos!
- Aunque antes debo hablar con alguien. – Le recordó Setsuna a su prometido.-

Él asintió con una sonrisa, aunque esta enseguida se extinguió al mirar a su compañera, dado que ésta tenía una expresión seria.

¿Vamos contigo?- Le preguntó Lornd. –
-En esta ocasión debo ir yo sola. – Sentenció Plutón que dirigiéndose a Seira le ordenó. -Quédate aquí con Calix y su Majestad. Si te necesito te lo haré saber. No temas, no voy a correr ningún  peligro.
- Como digas, mi Señora. – Replicó obedientemente la guerrera haciendo una inclinación de cabeza, con Calix imitándola -

            Al poco de decir esto, el mago Landar apareció de improviso. Tanto Seira como Calix se pusieron en guardia aunque Lornd enseguida les indicó que se tranquilizasen con un gesto de su mano derecha. De este modo el anciano se dirigió a Setsuna.

-Te dije que deberías tomar una difícil decisión. ¿Estás lista para hacerlo?
-Lo estoy,- convino ella con tono grave para pedirle al mago. - ¿Podrías trasladarme hasta donde están la reina Serenity y el rey Endimión?

Landar asintió. De pronto y sin apenas transición, Plutón se halló en presencia de sus compañeras dentro de una sala bastante amplia. Allí se sentaban Mamoru y Usagi, flanqueados por las demás guerreras. Incluidas Hotaru y Chibiusa. Aunque en esta ocasión la expresión de los rostros de todos no era de alegría por volver a verla, más bien denotaban preocupación y seriedad. Incluso Usagi, que siempre solía estar alegre y risueña mostraba ahora una expresión severa. Además, vestía las ropas del Milenio de Plata, al igual que Mamoru que aparecía ahora como el rey Endimión. El resto de las guerreras a su vez lucían vestidos largos correspondientes a su posición de princesas de sus respectivos mundos. Incluso Luna, con Artemis y Diana, estaban allí en su forma humana. Setsuna, que mutó sus ropas para lucir un largo vestido de terciopelo negro, les dedicó una mirada de pesar y aguardó. Nadie hablaba hasta que fue la propia Usagi, actuando como Serenity, la que declaró con gravedad en su voz.

-He sido informada de todo por Urano y Neptuno. También Landar me puso al corriente. Bien, ahora quiero oírlo de ti, Plutón. ¿Es cierto que has roto tu juramento como guerrera y como guardiana?
-Mi señora.- Pudo decir ella, casi con un hilo de voz. – Nunca he roto mi juramento. Éste fue el de servirte y protegerte a ti y a toda la familia Real y custodiar la Puerta del Espacio Tiempo cuando se me requiriera.
-Sin embargo.- Terció ahora Endimión.- Al prometerte con el rey de los saiyajin y aceptar ser coronada como su reina, tu lealtad ha entrado en un conflicto de intereses.
-Sí, Majestad. Me temo que así es.- Admitió la muchacha bajando la cabeza. –
-Tendrás que decidir pues el camino que deseas seguir. – Sentenció Serenity. –
-Lo he pensado mucho.- Replicó Setsuna que aclaró su voz para pedir a su soberana -  Quisiera poder contaros la historia de como ha ocurrido antes de comunicaros mi decisión.

Sus interlocutores asintieron. De modo que Plutón les contó todo lo sucedido, incluso aquella situación que habían protagonizado Calix y Seira. Al concluir los dos soberanos del Milenario de Plata y la Tierra se miraron. Fue Serenity la que, con voz suave, más amable y conciliatoria, habló.

-Setsuna, si pudiera mostrarme como Usagi Tsukino y hablase contigo de esto, te apoyaría y estaría muy feliz por ti. Pero desgraciadamente en este asunto es la reina Serenity la que tiene que pronunciarse. Comprendo perfectamente tus sentimientos y sé lo que es amar a alguien. – Afirmó en tanto le daba una mano a Endimión que se la estrechó. - No obstante, a veces hay cosas más importantes que nuestros sentimientos, y tú lo sabes. ¿No es cierto?
-Sí, Majestad. – Admitió Plutón con desolación en su voz. - Lo sé muy bien.

Luna se acercó a la soberana del milenario de Plata y pareció susúrrale algo, ella asintió. Entonces le preguntó a Plutón.

-Por lo que nos has contado según las leyes de los guerreros del espacio, su reina no puede ser vasalla de nadie que no sea su rey ni servir otros intereses que los de su pueblo. ¿Estoy en lo cierto?
-Así es, Majestad. Lo estáis – Afirmó la interpelada. –
-Bien, siendo así. ¿Qué dice la ley de los saiyajin sobre sus alianzas con otros pueblos?- Quiso saber Serenity. –

Setsuna se tomó unos instantes para meditar y pudo responder.

-Hacen honor a ellas. Siempre estarán prestos a ayudar a sus amigos y aliados. Y si yo soy su reina podéis contar con que eso será siempre así.

La soberana del Milenario de Plata suspiró largamente y sentenció con voz queda.

-Muy bien, ya he oído bastante. Como comprenderás y por mucho que a todos nos pese, no puedes seguir manteniendo tu estatus actual, Plutón. Deberás renunciar a tus poderes y a tu condición de Guerrera Guardiana del Portal Espacio Temporal.

Unos murmullos de consternación se extendieron por las filas de las demás sailors. Todas bajaron la cabeza apenadas. Hotaru incluso tenía los ojos cubiertos de lágrimas. Haruka y Michiru se esforzaban también por no llorar. Setsuna las observó a todas y pese a estar compungida se obligó a sonreír afirmando.

-Suceda lo que suceda nunca dejaréis de ser mis amigas. Os querré a todas siempre. Y a vosotros más que a nadie rey Endimión, reina Serenity. Entiendo bien la gravedad de lo que he hecho y estoy dispuesta a aceptar cualquier veredicto. Pero antes de que os pronuncies, para ser honesta debo deciros que, si todo volviese a suceder del mismo modo, actuaría exactamente igual…

Y tras un denso y atronador silencio fue esta vez Endimión el que tomó la palabra para declarar con tintes de pesar.

-Meioh Setsuna. Princesa y guerrera del sistema solar exterior,  guardiana de Plutón. Ante todas las princesas guerreras del Sistema Solar, interior y exterior como testigos, y ante los muy honorables Luna, Artemis y Diana, como notarios del reino. Su Majestad Serenity, Reina de la Luna y yo, Endimión, Rey de la Tierra, ambos monarcas del futuro Neo Cristal Tokio, declaramos que tu juramento de fidelidad hacia nosotros queda sin efecto a partir de este mismo instante.
-Se te retiran tus atribuciones como escolta personal de los reyes y como protectora de la princesa, la Pequeña Dama.- Añadió Serenity con rotundidad. –

Plutón pudo sentir como las lágrimas resbalaban por sus mejillas. No ignoraba que eso iba a suceder. Se había prometido no llorar pero fue escuchar aquello último y sintió que se le partía el corazón. Ella había querido a la princesa, la Pequeña Dama, como todos cariñosamente la llamaban, desde el día en que nació, como si de una hija se tratara. Durante mucho tiempo fue la única que mitigó su soledad y con la que pudo charlar. Ahora esta sentencia la apartaba de su lado. Pudiera ser que para siempre…

-Así sea,- suspiró al fin, adelantándose hacia sus ya ex monarcas para entregarles su cetro. –

Pero para su sorpresa ninguno hizo ademán de aceptarlo. Setsuna se limitó entonces a dejarlo a sus pies. Aunque cuando ella se daba ya la vuelta para alejarse escuchó la voz de Endimión que sonaba algo más conciliatoria al añadir.

-¡Espera! Todavía no hemos acabado.

Setsuna se giró y para su asombro vio sonreír a Serenity que añadió con un tono mucho más alegre.

-No hemos dicho nada sobre tu condición de Sailor. Princesa Plutón.
-Entiendo que también debo renunciar a eso, Majestad. – Replicó ésta dándolo por sentado. –
-Entiendes mal. – Le rebatió la reina Serenity, diríase que incluso de forma divertida para añadir. -Vamos Setsuna, acércate.

Y para estupor de Plutón y del resto de las sailors, Serenity se levantó de su asiento y se acercó hasta la joven abrazándola para desvelarle a ella y al resto de los presentes, con la sonrisa cómplice de Luna, Artemis y Endimión.

-Sin un juramento de lealtad hacia nosotros ya no hay conflicto ninguno para ti. Pero nadie te impide pedirle a Lornd que formalicemos una alianza y un tratado de eterna amistad entre ambos reinos. ¿Verdad, amiga mía?
-No, Majestad. – Sonrió Plutón que entonces comprendió. - Yo podría seguir protegiéndoos.
-Como aliada, no como vasalla.- Puntualizó Serenity que ahora hablaba más como Usagi al afirmar. - ¡No veas los quebraderos de cabeza que tuvimos Artemis, Luna, Mamoru y yo para pensar en esta solución!
-¿Qué tuvimos?- Intervino Luna moviendo su humana cabeza para suspirar. - ¡Qué cruz!

Actuando ahora como Usagi, la soberana se limitó a llevarse la mano al cogote y ponerse colorada ante las atónitas miradas del resto.

-Así será. - Intervino Endimión dejando pasar aquello y hablando ya más como Mamoru al explicar. - Siendo aliados nos asistiremos mutuamente. No deberás inclinarte ni servirnos porque seremos iguales en dignidad. Y aunque no te esté permitido utilizar esos poderes, nominalmente podrás seguir siendo Guerrera Plutón y princesa de tu planeta. Quizás algún día, si tienes una hija que no sea heredera al trono de tu pueblo, podrás pasarla ese cargo. En cuanto a tu puesto de guardiana del portal espacio tiempo podrá ser cubierto como hasta ahora. Y el hecho de que no tengas la responsabilidad oficial de protegernos ni a nosotros, ni a la Pequeña Dama, no significa que no puedas venir a vernos cuando quieras. Continúas siendo nuestra amiga.
-Los reyes han hablado. - Sentenció ahora Serenity que había vuelto a adoptar las ropas de Usagi, para agregar ya al modo alocado de ésta.- Ahora lo harán tus amigos. Y creo que ya es hora de que nos presentes a esos guerreros del espacio tan impresionantes.

Setsuna sonrió muy feliz, abrazó de nuevo a su amiga con gran emotividad. Al punto el resto de las chicas se unieron a ellas en una piña. Efectivamente, al poco tiempo, tanto Lornd, como Calix y Seira aparecieron allí llevados por Landar. El mago había estado esperando una señal de los soberanos de la Tierra y la Luna que Usagi le dio con un gesto. Por supuesto Setsuna hizo las presentaciones. Cuando Seira se plantó ante las sailors, una muy impresionada Usagi la observó atónita en tanto Setsuna ejercía de anfitriona presentando orgullosa.

-Esta es mi querida amiga,  la Reina del Milenario de Plata.
-Las amigas de mi señora son mis amigas también.- Proclamó Seira como ya hiciera al conocer a Urano y Neptuno. –
-Pues no sabes cuánto me alegro. – Pudo decir Usagi todavía atónita ante la planta de aquella mujer. –
-Y firmaremos un pacto de eterna amistad con el reino de la Luna. – Les comentó Setsuna a los saiyajin.- Serán por siempre aliados nuestros.

 Lornd que asintió con una divertida sonrisa para pedirle a Landar que acababa de aparecer…

-¿Podrías poner la música?

            Y el mago asintió divertido. Una melodía con una canción comenzó a sonar y el saiyajin la acompañó para sorpresa y regocijo del resto, en especial de su prometida.

Hola amiguito
Obtén tu espectáculo junto
Yo estaba escuchando antes 
Ahora no importa más

Mira a tu alrededor ahora
Es lo que siempre te va a  hundir
Solo acaba de comenzar

Un mirada es todo lo que hizo falta
Recuerdo que la dulce rendición 
Recuerdo, sí, ¿recuerdas tú?
Esa dulce rendición

Mi determinación. Venia arrasando en toda la Nación
Un error seguro para cualquiera
Que no pude llevar a casa a todos
Solo acaba de comenzar

Una mirada fue suficiente
Que lo llevó a Recordar esa dulce rendición, te recuerdo
Esa dulce rendición

Setsuna sonrió, se sentía realmente feliz, y sus amigas hicieron lo propio disfrutando de aquella bonita y romántica canción.

No lo sé
No me importa
Estoy viviendo sin ti, cariño
Aun cuando sé lo que está sucediendo

Sólo tomo una mirada, un vistazo
Para definir mi corazón para el romance
¿Crees tú en mi dulce rendición?

Mi dulce rendición

Hola amiguito
Ahora tu espectáculo es juntos
Nunca quise que escucharas antes 

¿Por qué no he de salir por la puerta?
Quédate ahora
Y así va la historia a través de la noche
Es más que empezar

            También Seira escuchaba pensativa. Aquella canción era muy bella, y notaba que algo en ella se conmovía. Pese a ser lo más opuesto a un himno de batalla saiyajin, sentía que le daba fuerzas. Y lo más extraño de todo es que hablaba de rendirse…

-Quizás empiezo a darme cuenta de lo que los soberanos y Calix, e incluso Dariel, sienten.- Pensó.-

Una mirada fue todo lo que llevó 
al Recuerdo de la dulce rendición 
Tú recordarás
Mi dulce rendición

No sé, no me importa 
Porque yo estoy viviendo sin ti, cariño 
Aun cuando sé lo que está pasando 
Sólo se necesita 

Una mirada, una mirada 
Para configurar mi corazón para el romance 
Un vistazo es todo lo que se 

Mi dulce rendición
Mi dulce rendición
una mirada es todo llevó a recordar
(No sé, no me importa)
(No sé, no me importa)

(Sweet Surrender, Wet, Wet, Wet. Crédito al autor)

-¿Lo comprendes ahora, Seira?- Sonrió Calix para afirmar.- Es tal y como dice esta canción terrestre. A veces para vencer hay primero que rendirse.

            Y la hasta entonces altanera y fiera saiyajin pudo asentir con emoción suspirando.

-Ahora sí que lo entiendo…no es una derrota…es todo lo contrario. No puedes perder cuando estás con la persona a quien amas.

Entre tanto Lornd no tardó en desvelarle a la sorprendida y emocionada Plutón.

– Lo cierto es que ya lo teníamos todo hablado.
-¿Cuándo?- Quiso saber su prometida con el desconcierto reflejado en su cara. –
-Verás.- Le explicó Lornd.- Al poco de irte con Seira a ver a Esmeralda, Usagi se puso en contacto con mi hermano. Le pidió que me localizara. Asthel, quiero decir, Roy, la transportó al Cielo y me puso al corriente de todo. Junto a la reina Serenity y al rey Endimión rubricamos el acuerdo. Y de paso mi hermanito me sugirió esta canción…
-Es cierto.- Terció Usagi con gesto divertido.- Es una canción que explica muy bien las cosas. Y en cuanto a nosotros, nos honra poder llamar amigos al pueblo de los saiyajin.
-Lo mismo digo Majestad, si alguna vez tenéis problemas llamadnos y acudiremos siempre a socorreros.- Convino Calix –
-Defenderemos vuestro reino y vuestro mundo como si del nuestro se tratase. Tenéis mi palabra. – Secundó Seira. –
-Y la palabra de un saiyajin es sagrada. – Sentenció Lornd dirigiéndose a sus súbditos para inquirir con tono jovial.- ¿Verdad?

Ambos guerreros del espacio asintieron con sus semblantes relajados en sendas sonrisas. Entonces, tras despedirse de las sailors, Mamoru, Usagi y el resto, Lornd abrazó a Setsuna y Calix hizo lo mismo con Seira. Desaparecieron y reaparecieron junto a la energía de Roy, con su hermano y la esposa de éste.

-¡Hermano! – Saludó Lornd abrazándose a Roy –
-Vaya, ¡Cuánto me alegro de veros! - Afirmó éste ante la sonrisa de Bertie, que se había quedado estupefacta cuando el rey de los saiyajin, Setsuna y sus acompañantes aparecieron –
-Bienvenidos. – Saludó ella al fin dándose a su vez un abrazo con Plutón. –

Fue Setsuna la que se ocupó de hacer las presentaciones una vez Lornd saludó a Beruche y ella misma lo hiciera con Roy.

-Estos son Seira, mi guardiana personal y consejera, y Calix, el consejero del rey. Calix, Seira. El príncipe Asthel, hermano de su majestad y la princesa Lorein, su esposa.

Ambos saiyajin hicieron una marcada inclinación, aunque Roy enseguida les ofreció la mano diciendo con jovialidad.

-¡Anda!, dejaos de chorradas palaciegas.

Sorprendidos, los dos guerreros del espacio se miraron sin entender, pero su interlocutor ya les estaba dando la mano y ellos se la estrecharon con visible desconcierto.

-Es un gran honor para nosotros, Alteza – Pudo decir Calix que percibía claramente la fuerza de aquel hombre. –
-Lo mismo digo, mi Señor. – Pudo añadir Seira con patente respeto. –
-Bueno.- Replicó el aludido en tanto les ofrecía sentarse a todos. - ¿Nos vais a contar qué tal os ha ido por ahí, o no?
- Por supuesto y, por cierto. Buena elección de la música. Como de costumbre. Espero verte en mi coronación para que también te encargues de ese particular.- Intervino Lornd. –
-Espero que no solamente sea por eso por lo que me invitas, bribón. ¡Ja, ja!  Aunque descuida. ¡Si montas una buena fiesta allí estaré! – Rio su hermano que insistió con patente interés. – Ahora contádnoslo todo con detalle.
-Sí- convino Beruche. – Por lo que parece habéis tenido alguna que otra aventura.
-¡No te lo puedes ni imaginar, futura cuñada! – Sonrió Setsuna dejando a su contertulia boquiabierta por aquella última alusión.-

      Finalmente, tras sonreír con amplitud y volver a abrazar a su interlocutora, Bertie exclamó.

 -¡Muchas felicidades! ¡Cuánto me alegro por los dos! Pero, ¿cómo fue?...
-Verás,- comenzó Plutón que suspiró entre resignada y divertida para volver a contar por enésima vez su historia. – Fue tras la destrucción del meteorito y después de que me rescataseis. Lornd y yo decidimos tener unos días libres…

Y por supuesto que la sailor, ayudada por su prometido, les contó todas sus peripecias. Tras ello todos tuvieron mucho de qué hablar. Sus amigos escucharon con mucha atención. Después les tocó a ellos ponerles al día. Tanto Seira como Calix, junto a sus soberanos, pudieron escuchar otros impresionantes relatos de los príncipes Asthel y Lorein, que probaban el poder del amor. Al cabo de un rato, Setsuna entonces recordó algo. Le pidió incluso confirmación a su guardiana y comentó.

-Esa canción del desafío. Era la misma que cantaban y tocaban cuando peleaban esos niños. Dime Seira, Nilia y Moena me contaron que se llevaba cantando por generaciones en tu mundo. ¿Es así?
-Así es, señora.- Asintió la saiyajin.-
-Podrías cantar un fragmento junto con Calix?- Le pidió su interlocutora.-

            Algo sorprendida ante tal requerimiento la guerrera se aprestó no obstante a obedecer, junto con su ahora prometido entonaron varias estrofas, hasta golpeando rítmicamente la mesa. Al terminar Roy sonrió moviendo la cabeza para exclamar.

-¿Estáis de coña, no? Esa canción es de la Tierra y no tendrá más de unos dos o tres años. Es más, tengo por aquí el cd.- Les informó.-

            Y así era, puso la música de ese compact y ante el asombro de los saiyajin pudieron escuchar precisamente esa melodía. Ahora fue Calix quien quiso saber con visible intriga, dirigiendo a su anfitrión.

-¿Acaso trajisteis vos esta canción, mi señor? ¿De igual manera que la que sonó en el palacio de los soberanos terrestres?
-¿Yo? ¡Qué más quisiera! Podré ser un príncipe saiyajin reencarnado pero no el rey del pop. ¡Ja, ja!..
-¿Rey del Pop?- Será quizás otro poderoso guerrero legendario.- Musitó Seira con tintes reflexivos.-

Los demás, salvo Calix que tampoco comprendía nada, se rieron de aquella ocurrencia. Aunque desde luego aquello era demasiado extraño como para dejarlo pasar. El mismo Roy comentó algo más seriamente además de con patente intriga.

-Bueno, legendario seguro que sí. Lo otro no creo. Ya le preguntaremos a Landar. Seguro que él sabrá algo al respecto.

Así quedó esa cuestión. Tras charlar sobre más cosas, los nuevos reyes de Nuevo Vegeta y sus escoltas se despidieron de sus anfitriones.

-Entonces vendréis.- Quiso asegurarse Lornd.-
-Si nada en la Tierra o fuera de ella, nos lo impide, tienes mi palabra.- Afirmó Roy.-
-Palabra de saiyajin.- Sonrió su hermano.-
-Y palabra de un Malden, que no es menos sagrada.- Afirmó su interlocutor.-
-Ha sido un placer conoceros.- Sonrió Bertie dedicando su atención a esos dos jóvenes guerreros.-
-Lo mismo decimos, Señora.- Respondió respetuosamente Seira, haciendo una cortes inclinación.-

Calix la imitó. Al fin Lornd, Setsuna y sus guardianes se marcharon yendo a ver a los demás. También les contaron la historia completa y les invitaron a la coronación en Nueva Vegeta, igual que Roy todos prometieron estar allí para no perderse tan alta ocasión. ¿Qué sucedió entonces? Esa ya será otra historia…


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