Para Max y Elisa los hijos de mi gran amiga
Claudia. Que crezcan rodeados de cariño y que tengan siempre a su lado montones
de buenos amigos que les enseñen a valorar lo realmente importante en la vida.
Encontrando
nuevos amigos.
Había gran actividad en el palacio.
El salón de recepciones era todo un hervidero de personas yendo y viniendo,
transportando cajas y deteniéndose a veces a escuchar instrucciones. El chambelán
mayor daba órdenes al personal y la misma guardia se colocaba formando con su
uniforme de gala.
-¡Vamos,
vamos! - Repetía aquel hombre con tono nervioso.- Todo tiene que estar listo.
Su Majestad va a salir. Capitán.- Le preguntó al oficial que comandaba el
dispositivo de seguridad.- ¿Están sus hombres dispuestos?
-Sí,
señor.- Repuso el aludido.- Estamos preparados.
-Muy
bien.- Suspiró aquel tipo entrado en años, algo orondo y que llevaba un traje
dieciochesco rematado por una peluca blanca sobre la cabeza.- Anaris.- Llamó
dirigiéndose a una joven rubia que estaba ataviada con un largo vestido de raso
color verde oscuro.- ¿Has ido a ver si su Majestad está preparada?
-Iré
ahora mismo, Lord Chambelán.- Repuso tímidamente la joven inclinando
ligeramente su cabeza.-
Y sin perder ni un segundo se
encaminó hacia una salida lateral del salón. Abrió una puerta y caminó por un
largo pasillo. Este moría en otra puerta de colores blancos y negros con
intrincados diseños en su superficie. Marcas de una media luna creciente y de
un caballo alado podían verse en ella, esculpidas de forma primorosa. Aunque
lejos de contemplar en detalle algo que ya tenía muy visto, la muchacha tocó
con un llamador de bronce…el eco repetitivo de ese golpeo fue acompañado de su
voz algo trémula.
-Majestad.
¿Dais vuestro permiso?....
-Adelante.-
Se escuchó una voz de mujer joven desde el interior.-
La muchacha entró, tras hacer una
reverencia se dirigió hacia una jovencita de largo cabello moreno con reflejos
violetas, algo ensortijado, que lucía un vestuario bastante elegante pero menos
solemne que el resto de los cortesanos…
-Estoy
muy nerviosa, Anaris.- Le confesó esa chica que se contemplaba en un gran
espejo de cuerpo entero sito en el fondo de la estancia.- No sé cómo me irá.
-Vos
sois una reina, Señora. Todos tendrán que trataros conforme a vuestro rango.-
Comentó la aludida.-
La soberana suspiró moviendo
levemente la cabeza. Su doncella personal era buena y leal, cándida incluso y
quizás por ello no comprendía. Sonrió débilmente mirándola con aquellos ojos
azules profundos que tenía y le explicó.
-No
en esta ocasión. Voy a vivir como una muchacha totalmente anónima. Sin
privilegios, ni títulos. Nadie sabrá quién soy. Bueno, excepto un reducido
número de personas.
-Si
os lo puedo preguntar, Majestad. ¿Os ausentaréis durante mucho tiempo?
-Quizás
sean unos meses. Aunque intentaré retornar lo más frecuentemente posible. El
Canciller Lord Chambelán, Caballero Gillard De la Lune, asumirá la regencia en
mi ausencia.- Le contó.- Tú puedes tomarte este tiempo libre. Ve con tu
familia.
-Preferiría
ir a serviros.- Contestó la doncella con pesar.- A donde quiera que vayáis…
-Gracias.-
Repuso su interlocutora para replicar.- Sin embargo, eso no será posible en
esta ocasión. Ya te lo he dicho. No gozaré de privilegios especiales. Esta es
una etapa más en mi educación.
-Como
vos digáis, Majestad.- Pudo contestar la apurada chica.- ¿Deseáis alguna cosa?
El Chambelán me pidió que comprobase si estabais lista.
-Sí,
no te preocupes. No tardaré. Es cosa de unos minutos. Comunícale que enseguida
me reuniré con él. Y que aguardaremos a nuestras invitadas en la sala de
recepciones.
-Sí,
Señora.- Repuso la muchacha inclinando la cabeza.-
Aunque antes de que la doncella
saliera de la habitación. La soberana añadió…
-Anaris…
-Sí,
Majestad.- Se apresuró a replicar la interpelada.-
El rostro de la reina se dulcificó
con una amplia sonrisa para sentenciar.
-Os
echaré mucho de menos, a ti y a todas mis damas y cortesanos.
La aludida volvió a inclinarse y
salió cerrando la puerta. Una vez estuvo sola la monarca se aproximó hasta ese
espejo que le devolvía aquella expresión suya de ligera inquietud combinada con
expectación y ciertas dosis de emoción y alegría. Suspiró y musitó como si
hablase con su propia imagen.
-Bueno.
Querida amiga. Llegó el momento que tanto había estado anhelando. Ojalá que
todo sea tan maravilloso como me han dicho…
Entre
tanto en Portland, Oregón, una vez terminado el instituto Idina estaba muy
feliz. Acabó graduándose con unas magníficas notas y siendo muy querida por
todos sus compañeros y el claustro de profesores. Durante las vacaciones
también había tenido ocasión de ver a sus primas y de cantar con ellas.
Hicieron algunas pequeñas giras y cosecharon bastantes éxitos en ese verano.
Pero el estío llegaba a su fin y con él el momento de decidir sobre su futuro
estaba cada vez más cerca. Una tarde lluviosa, en tanto compartían un chocolate
caliente y unas pastas, charlaba con sus padres.
-Dinos
hija. - Le preguntaba Tom con patente interés. - ¿Has pensado ya en qué
universidad quieres estudiar?
-Sí, es
algo muy importante y tu padre y yo pensábamos que ya lo tendrías decidido. –
Terció Cooan. -
-Si
mamá.- Sonrió ella que desveló. - Desde siempre me han gustado mucho las
historias que me habéis contado de cómo os conocisteis en la Golden State
College y he pensado que me encantaría estudiar allí. Ya sabéis que deseo ser
maestra como vosotros. Aunque primero tendrían que aceptarme.
-No creo
que eso sea ningún problema con tu expediente académico.- Afirmó Tom. –
-¡Sería
maravilloso!, hija. Además tu padre tiene razón. No te inquietes, por si tus
notas no fueran suficiente motivo para que te concedieran plaza, que lo serán,
dan bonificación por ser hijo o hija de antiguos alumnos. – Afirmó su madre
sonriendo también en tanto le daba un cariñoso abrazo. -
-Y es
tradición que los universitarios se vayan lejos de su casa para aprender a
desenvolverse – Aseveró Tom, que tampoco podía ocultar su alegría, más aún
cuando agregó. - Lo bueno es que tú podrás tener cerca a tus tíos Beruche y Roy
para lo que te haga falta.
-Sé que
mi hermana y su marido estarán encantados de tenerte por allí. – Confirmó Cooan
que ahora suspiró con tintes nostálgicos.- Y podremos ir a verte cuando te matricules y recordar un
poco los viejos tiempos. ¿Verdad Tom?
-Por
supuesto, cariño.- Convino él dando la mano a su mujer -.
-Pues
podríamos llamarles y ponerles al corriente. – Propuso ella a lo que su esposo
asintió, aunque enseguida él corrigió para matizar -
-Mejor
les enviaré un mensaje. Ahora en Nueva York debe ser de madrugada.
Su
esposa asintió con aprobación, a la vista de la diferencia horaria eso sería
más juicioso. Aunque entre tanto Idina recordaba con ilusión las vicisitudes
que había compartido con sus compañeros y con sus primas. En estos últimos años
se había convertido en una adulta. Para bien o para mal desde que su madre le
cediera el testigo para sucederla como justiciera, su vida había cambiado mucho.
¡Había visto tantas cosas! Algunas maravillosas, otras horribles. Había luchado
contra todo tipo de enemigos. Muchos de ellos criaturas realmente terroríficas.
También había combatido a delincuentes más convencionales. Aunque ahora se
sentía casi más asustada. Pero no por nada malo. Quizás la palabra correcta
fuese emocionada. Por primera vez se daba cuenta de que iba a comenzar a vivir
su propia vida y a dirigirla hacia su verdadera vocación. Educar y proteger a
los niños.
-Vaya,
esto es realmente lo que deseo hacer.- Suspiraba la muchacha.-
De siempre fue muy abierta,
extrovertida y confiada. Aunque tras sus experiencias recientes se había vuelto
más cauta. Pero siempre apostaba por dar una oportunidad a quién la pidiese.
Sus padres la habían educado en la creencia de que todo el mundo tenía una
parte buena. De hecho, lo comprobó con aquella reina de los vampiros, Sarah, a
la que incluso llegó a conmover. Y si un ente de la noche podía mostrar
humanidad, todo el mundo podría. Al menos eso deseaba pensar. Y lo que era más
importante, quería seguir los pasos de su madre que siempre se mostró ante ella
como una mujer dulce y comprensiva. Deseaba ser ese tipo de maestra.
-Me
gustaría mucho ser capaz de lograr lo que vosotros.- Les confesó a sus padres.-
-Hija.
Tienes que perseguir tus propios sueños.- Repuso Tom.- No los nuestros.
-Ese es
mi sueño.- Replicó la joven.-
-¿Más
que ser una cantante famosa?- Sonrió su madre.-
-Sí.-
Dijo Idina, aunque tras sonreír algo apurada, admitió.- Bueno, lo de ser
cantante también es estupendo. Pero lo veo más como un pasatiempo que otra
cosa.
Y es que no se le daba nada , pero
que nada mal. Junto a sus primas, su
primo Granate (cuando este podía unirse a ellas en algún permiso) y a Amatista,
cosechó muchos éxitos con las Justices. Pero jamás vio aquello como su porvenir.
Eso sí, la experiencia había sido muy enriquecedora, viajaron por todo el mundo
e incluso llegó a actuar en Tokio, delante de su madrina Rei y de la gran ídolo
Minako Aino. La madrina de su prima Katherine. Aun recordaba el final de ese
concierto y cuando charló con la gran amiga de su madre.
-¡Habéis
estado fabulosas, cielo!- La alabó Rei sin reservas.-
-Muchísimas
gracias madrina, por venir al concierto y por animarnos, sé que estás muy
ocupada en el santuario Hikawa.
-¡No
seas tonta! ¿Cómo me lo iba a perder? – Exclamó su contertulia.-
-Espero
que se haya grabado bien para que mis padres y mis hermanos lo vean.- Deseó la
muchacha.-
-Estarán
tan orgullosos de ti como yo.- Aseveró Rei que entonces varió de tema y le
preguntó.- Bueno, ya os queda muy poco para terminar el instituto, ¿has pensado
qué quieres hacer?
-Sí, me
gustaría ser maestra como mis padres. –Respondió la joven.-
-Es algo
muy bonito. - Valoró su madrina que le contó.- Créeme, cuando tu madre tomó esa
decisión le sucedió como a ti, encontró su vocación y desde entonces siempre la
he visto feliz.
-Dime
una cosa, madrina Rei.- Le pidió la muchacha, algo inquieta ahora.- ¿Es cierto
que mi madre fue una vez tu peor enemiga? ¿Cómo es eso posible?
Y es que, tras ese terrible combate
contra aquel antiguo superior de su madre, esta le contó la historia de cómo
había sido su vida y no omitió sus combates contra su entonces enemiga Sailor
Marte. Pese a todo, Idina no podía creer que aquello hubiera pasado. Aunque su
propia madrina se lo confirmó.
-Pero cuando
os veo juntas parecéis como hermanas. Ella te quiere mucho.- Alegó la atónita
muchacha.-
-Y yo a
ella. Pero una cosa no quita la otra. -Contestó Rei, que le explicó.- Verás. Tu
madre ya te lo contó. Hubo un tiempo en el que ella y tus tías estuvieron
dominadas por el poder de la oscuridad. Sus mentes estaban confundidas por
influencias malignas y engañadas por mentiras. Pero en cuanto lo descubrieron
se apartaron de eso jurando ayudar y proteger a los demás. Y tanto tú como el
resto de sus hijos sois maravillosos y dignos herederos suyos.- Remachó con
satisfacción sentenciando.- Todos podemos cambiar en la vida. Siempre hay una
segunda oportunidad de hacer las cosas bien. Aunque es mejor si lo logras a la
primera.- Le sonrió tiernamente a la muchacha.- De modo que esfuérzate siempre
para lograr alcanzar todas tus metas.
-Sí,
madrina. Gracias. - Pudo decir ella realmente emocionada.- Así lo haré.
Ahora que lo pensaba cada vez veía
mayor sentido a esas sabias palabras. Su madrina desde luego tenía mucha
experiencia en la lucha contra el mal y había visto muchísimas cosas. También
fue una gran mentora para ella. Y un ejemplo a seguir. Ahora Idina solamente
deseaba conseguir realizar su sueño. Entre tanto salió de sus pensamientos y le
inquirió a su madre.
-¿Vas a
enviarles el mensaje ya a los tíos?
-Sí,
cariño.- Replicó Cooan que estaba ya con el WhatsApp.-
Su madre por supuesto envió el
mensaje. Horas después les llegó la réplica. Tal y como esperaban Roy y Bertie
estarían encantados de ayudar a su sobrina en todo lo que fuera necesario y
celebraban su decisión. No obstante, Idina tuvo que hacer la prueba de admisión
de la Universidad como era preceptivo y así tuvieron que aguardar unos días a
los resultados. Al fin llegó la carta con la notificación que tanto ansiaban.
Con la presencia de sus padres la muchacha la abrió no sin nerviosismo y leyó
atentamente. Al instante estaba dando saltos de alegría. Sus padres sonrieron
en tanto Cooan se hacía con la carta y leía a su vez con orgullo.
-¡Es
magnífico, hija! Cuanto me alegro... ¡Te han admitido!, con lo difícil que está
ahora.
-Sí,
incluso más que cuando entramos nosotros, - secundó Tom que abrazaba a su hija.
- Estoy muy orgulloso de ti, tesoro.
-No son
buenos tiempos en cuanto a ingresos de nuevos alumnos, pero aun así, me alegra
ver que la Golden no ha bajado el listón. Incluso lo han incrementado.- Convino
Cooan.-
-Pero
nuestra hija es maravillosa además de muy lista, con lo que estaba clarísimo
que la iban a admitir.- Sonrió Tom con patente tinte de orgullo.-
-¡Muchas
gracias papá, mamá! - repuso ella muy sonriente.- Estoy muy contenta, sobre todo por vosotros,
sé que casi os hacía más ilusión que a mí.
-¡No, mi
niña!- respondió Cooan exultante de
alegría pero tratando de comedirse al declarar. -Éste es tu éxito y debes estar
muy orgullosa de ti misma. Y si no hubieras podido entrar tampoco habría pasado
nada. Eso no cambia el cómo eres tú. Habrías ido a otra estupenda universidad.
-Espero
llegar a ser maestra como vosotros y hacerlo igual de bien.- Sonrió la chica. -
-¡Claro
que sí!- La animó Tom añadiendo con patente satisfacción. -Ya verás cuando se
lo contemos a tus hermanos. Ellos ya están en la universidad y seguro que se
alegrarán mucho de que tú sigas sus pasos.
-¡Lo
malo es que está tan lejos de aquí!- Suspiró Cooan lamentándose de ello, para
corregir enseguida ese tono por otro más animado al remachar. -Pero bueno, con
tus tíos cerca estarás muy bien y podrás venir a vernos en vacaciones.
Eso le recordó a la chica que en la
carta figuraban también las condiciones de estancia y el consejo de ir a
revisar la habitación que le había sido concedida con algún tiempo de
antelación para notificar posibles averías o desperfectos de cualquier tipo.
-Mamá,
debo irme dentro de cuatro días para poder inscribirme y alojarme antes de que
comience el curso. ¡Qué bien! , no sabéis las ganas que tengo de conocer
vuestra universidad.- Exclamó la muchacha con visible entusiasmo -
-Sí,
hija, allí nos conocimos tu padre y yo. ¡Cuántos recuerdos me trae! - Suspiró
la aludida con una mirada soñadora. -
-¿No
quedará nadie allí que estuviera con vosotros, verdad?...
-No lo
sé, cariño.- Respondió Tom. -Han pasado muchos años. Pero quién sabe. Puede que
algún profesor.
-Lo que
debemos hacer ahora es preparar tus cosas, en cuanto llegue el momento te
llevaremos al aeropuerto.- Intervino su madre. -
Y los
cuatro días transcurrieron raudos entre preparativos, Cooan y Tom hicieron
algunas llamadas para hablar con unos amigos y familiares, contándoles la gran
noticia. En especial mantuvieron contacto con Bertie y su marido para
informarles de cuando estaba prevista la llegada del avión a Nueva York. Por
fin llegó el gran día. La familia salió en coche rumbo al aeropuerto. Idina fue
acompañada por sus padres. Lance y Alan les despidieron. Ninguno podía ir, los
dos tenían sus respectivos planes y ocupaciones.
-Lo siento
mucho, es un examen inaplazable.- Declaró su alto hermano mayor Alan, de
cabellos morenos y ojos azules como los de ella.-
-Sí,
pequeñaja.- Intervino su otro hermano Lance, el segundo en edad, añadiendo.- Y
yo tengo mis propios trámites de matrícula que hacer. Me dieron cita hoy mismo
una hora antes de que tu avión salga.-
-¡Qué le
vamos a hacer!- Suspiró la chica, afirmando algo alicaída.- Me hubiera gustado
mucho que me acompañaseis.
-No te
preocupes, ya iremos a verte a la Gran Manzana.- Sonrió Alan.-
Y su hermano mayor le dio un fuerte
abrazo. Después ella se abrazó a su vez a Lance quien era más comedido a la
hora de mostrar esa clase de sentimientos. Pese a que ella sabía de sobra que
él la quería tanto como Alan. Así, tras desearle buena suerte a su hermana
pequeña se fueron. Iban juntos en un coche alquilado de color azul oscuro,
conduciendo Alan. Al salir y ponerse de camino todavía vieron desde lejos a sus
padres y a Idina.
-Bueno,
la enana ni sospecha lo que ocurrirá.- Se sonrió Lance.-
-Eso
espero.- Respondió su hermano quien quiso saber.- ¿Estás seguro de la hora y
del lugar?
-Totalmente.-
Afirmó este.-
Evidentemente
ajenos a esa conversación entre los dos jóvenes, Tom, Cooan y su hija se
pusieron a su vez en marcha.
-Tengo
ganas de ver a los tíos y a los primos en Nueva York.- Comentó una ilusionada
Idina.-
-Bueno,
solamente han pasado unos pocos meses desde que viste a Kerria. ¿No?- Inquirió
Cooan.-
-Sí,
mamá. Pero la echo igualmente de menos. Como a Tist y a Kathy. ¡Y al pirado del
primo Granate!- Se rio.-
Sus padres se sonrieron divertidos.
El hijo menor de Petz y Zafiro era todo un trasto, pero muy buen muchacho. Su
hija le quería mucho desde luego, lo mismo que a sus primas y a la hija de
Diamante y Esmeralda de quien se había hecho a su vez muy buena amiga. Y los
dos sabían que los sentimientos de esos jóvenes hacia Idina eran los mismos.
-Me
recuerdas mucho a nuestra amiga Usagi.- Sonrió ampliamente Cooan, sentenciando
con una mezcla de nostalgia y afecto.- Ella siempre logra hacerse amigo de
todos los que la rodean. Incluso de sus antiguas enemigas. ¡Si lo sabré yo!
-En
cuanto llegues allí, dales muchos recuerdos.- Terció Tom, afirmando divertido.-
Lo cierto es que hace años que ni tu hermana ni ese tontaina, vienen por aquí.
-Es
verdad. ¡Esos dos últimamente no se mueven de Nueva York!- Convino Cooan,
preguntándose en voz alta.- ¿Cuánto tiempo hará de la última vez que nos
visitaron?
Y tras
salir del camino que unía su casa a la carretera recordaron esa última visita
que Roy y Bertie les hicieran a ellos en Portland años atrás.
-¡Parece
que fue ayer y ya han debido de pasar al menos doce años!, si no recuerdo mal.
– Suspiró Tom en tanto conducía. -
-Sí, en
aquella ocasión fui yo la que vino a buscarles. – Replicó Cooan. -
-Yo no lo
recuerdo muy bien. Sólo vagamente a aquella niña que se unió a nosotras, creo
que después vino a casa a jugar alguna vez. – Sonrió Idina añadiendo algo
insegura.- ¿Cómo se llamaba? Era un nombre largo pero bonito. ¿Nehie?…Bueno,
no. Ese no era su verdadero nombre. Es que nosotras la llamábamos siempre así.
-Neherenia.
– Completó su madre aun con una sonrisa, agregando. - Una chiquilla
encantadora. Aunque algo triste. Menos mal que entre tú y tu prima Kerria
supisteis animarla.
-Pero
mamá – quiso saber la chica con curiosidad. - Hace años que no sabemos nada de
ella y cuando pregunté nunca me dijisteis que le sucedió. Parecía como si no
quisierais hablar de ese tema.
-Hija -
Terció Tom. – Eso fue porque aun eras
muy joven y no sabías nada de nuestras antiguas vidas.
-Pero.
¿Acaso esa niña tenía que ver con ello?- Se sorprendió la muchacha.-
-No
directamente. – Le desveló su padre para explicarle. - Pero pertenecía a ese mundo. ¡Mejor dicho a
otro mundo! - corrigió Tom con una media sonrisa para agregar. - Más bien fue
un favor que nos pidieron unas amigas.
-¿Guerrero
Luna y las demás?- Inquirió perspicazmente su hija. -
-Así es-
replicó Cooan que dijo ahora con un tono de mayor seriedad. - Y creo que ya es
hora de que te lo contemos. Tú recordarás algo pero no puedes acordarte de
todo.
-¿Pues
qué sucedió?- Le preguntó la chica con patente interés en su tono. -
Su madre comenzó a narrarle lo sucedido
entonces. Incluso en aquellos días las reuniones entre ellos ya no solían ser
muy habituales para ninguna de las dos familias. Tanto Roy y Bertie como Cooan
y Tom, no tenían la ocasión de juntarse con sus respectivos hijos muy a menudo.
Pero ese año, víspera de Navidad, al fin hubo una oportunidad. Por un lado, el
pequeño Leval de diez años y Kerria de ocho. Y del otro Alan que rondaba los
diez, Lance de algo más de ocho e Idina con sus siete añitos recién estrenados.
Aunque estaban muy atareados con sus respectivos compromisos, Cooan había
telefoneado a Beruche una de tantas veces. Hablaron mucho del resto de sus
amigos y la esposa de Tom le propuso a su hermana que viajasen allí ante la
inminencia de las fiestas. De hecho, tendrían unos días aprovechando que Roy
estaba oficialmente lesionado. Aunque eso era solamente una forma de darle al
chico un permiso encubierto por parte de su equipo. Por supuesto que
obedeciendo a las reglas de compromiso para vivir como gente normal, éste no
pudo usar su translación instantánea. De modo que, como cualquier familia
corriente, tomaron el avión y se plantaron
a las pocas horas en el aeropuerto internacional de Portland. Una vez
aterrizaron y recogieron el equipaje salieron de la terminal descubriendo que
la hermana de Bertie había venido a recibirles. Enseguida ambas se abrazaron.
Al punto Cooan exclamaba llena de alegría.
-¡Qué
bien que estáis aquí! ¡Y cuánto han crecido los niños! – Remachaba en tanto
acariciaba el pelo castaño de Leval y le sonreía a Kerria que saludaba contenta
con su manita. -
-Hola
tita Cooan. – Pudo decir la niña –
-¡Hola
tesoro! – Le sonrió cálidamente ésta para añadir con patente cariño. – Ya eres
toda una señorita. Verás que bien te lo vas a pasar con tu prima. Y tú también
Leval. ¡Estás hecho un hombretón!
-Gracias
tía – Pudo decir tímidamente el niño, bajando la cabeza tras ruborizarse un
poco. –
-Aquí te
vas a divertir mucho. Hay bastante campo y podrás jugar con tus primos. ¿Qué
tal tus hijos?- Se interesó Bertie dirigiéndose a su hermana menor con afabilidad. –
-Muy
grandes también. Alan deseoso de irse de campamento y Lance, bueno, le encanta
leer. Aunque supongo que también le hará ilusión ir con su hermano. ¿Y a ti,
Leval? ¿Te gusta ir de acampada?
El
niño asintió ahora con una leve sonrisa. Desde luego que le gustaba. Ya había
ido el verano anterior. De hecho Roy terció comentando.
-A Leval
le encanta irse de excursión. Cuando no va con su equipo de natación o de
béisbol a jugar partidos o a competir. Además, a ese cabeza hueca de marido
tuyo no se le ocurrió mejor cosa que enseñarle kárate hace años y tuve que
apuntarle a clases. ¡Ya es cinturón verde
y todo! Por cierto. ¿Dónde está Tom?
-¡Oh!, se
quedó con los niños en casa. Yo que tenía tiempo libre quise venir a buscaros,
tengo el coche fuera. Venid por favor. – Le contestó Cooan. -
Sus
parientes no se hicieron de rogar. Su anfitriona tenía un monovolumen de color
rojo bastante amplio en el que cabían a la perfección los cinco. Tanto ella al
volante como su hermana en el asiento de copiloto iban delante. Roy se puso
atrás con los niños tras meter las maletas en la parte trasera. A los pocos
minutos Cooan arrancaba y el coche se perdía por la carretera dejando atrás el
aeropuerto y enfilando la salida de la ciudad. Atravesando un puente sobre el
rio Columbia prosiguió hasta las afueras de Woodburn, el lugar en donde Tom y
ella vivían con su familia. De camino siguieron comentando la idea de que
Leval, que asentía de forma entusiasta, se uniese a sus primos en el campamento
al que ellos irían en la zona de Opal Creek.
-Bueno, -
comentó Roy. – Ya tengo ganas de ver a Tommy y recordar un poco los viejos
tiempos. ¿Qué tal os va?
-¡De
maravilla! – Admitió una alegre Cooan para referir. - Él tiene ya mucha fama
por los alrededores en el mundo de las artes marciales. Ya hemos puesto dos
gimnasios. Y yo ahora tengo unos días de permiso del colegio.
-Se te
nota feliz. – Afirmó Bertie con tono complacido. - Me alegro mucho por
vosotros.
-¿Y los
famosos “New yorkers”?- rio ahora su hermana menor. - ¿Qué tal vais los Knickerbockers?
-¡Ah!,
este año no vamos muy bien en la temporada. – Se lamentó Roy afirmando de
seguido. - Pero mejoraremos. Lo único que tengo que hacer es encestar un poco
más.
-¡Ya vas
teniendo una edad, cariño! – Se burló Beruche – lo más probable es que te dejen
sentado en el banquillo para que no te canses demasiado.
-¡Papá no
se cansa nunca! - Proclamó Leval mirando a su madre como si aquello le
pareciese inconcebible. –
-Es una
broma, cielo. - Le sonrió afectuosamente
Bertie para añadir divertida. – Ya sé que papá es el mejor jugador de
baloncesto de mundo.
-Sí,
¡papá es el mejor! – Exclamó sentidamente Kerria abrazándose a su padre -¡Papi
siempre gana!
Éste
no pudo evitar reír en tanto achuchaba a su pequeña. También le hizo una
carantoña a su hijo. Desde luego era un héroe para ellos. Y eso sin necesidad
de convertirse en súper guerrero, ni de luchar. Lo cierto es que todos
compartían idéntico sentimiento. Aquella vida normal, trabajando de forma
cotidiana y criando a sus hijos les encantaba.
Por fortuna, todas las luchas y penalidades de años pasados habían
quedado atrás. Y lo más importante de todo. Sus hijos e hijas eran totalmente
ajenos a esas vivencias.
-Por lo
menos así fue hasta hace un par de años.- Suspiró Cooan, deteniendo aquel
relato para lamentar.- Hija, ¡Ojalá nunca hubierais tenido que enteraros. Ni
haber tenido que compartir este compromiso.
-No te
preocupes, mamá. -Contestó la muchacha.- Todas estamos muy orgullosas de
vuestro legado. Eso dicen las primas Katy, Ky y también Tist.
-¡Claro
Connie!. Nuestra niña ha demostrado ser una magnífica justiciera.- Afirmó Tom
sentenciando.- Superó la prueba con matrícula de honor.
Idina sonrió, ¡y eso que sus padres
desconocían la batalla que tuvieron contra la reina de los vampiros el verano
pasado!¡ Menos mal! Pero tras aquello pudo entender perfectamente el pesar de
su madre de haberse visto obligada por las circunstancias a darle el relevo. Y
eso la decidió más todavía a ser una digna justiciera y llevar esa gran tarea
con orgullo. Después le pidió a sus padres que continuasen con la historia.
-Bueno,
durante el viaje hasta casa no hubo nada más interesante que reseñar.- Afirmó
Cooan retomando el relato.-
Comentaron
cosas algo más intrascendentes en tanto el coche recortaba la distancia hacia
su destino. Ya casi al atardecer el hogar de los Rodney fue visible tras una
alineación de árboles. Cooan enfiló la última curva y desvió el coche hacia el
camino que dirigía directamente a su casa, un
chalet de dimensiones apreciables, aunque no tan grande como la casa de
sus amigos. De hecho, Bertie le comentó a su hermana de forma algo apurada.
-Pasamos
lo justo para saludar a Tom y a los niños y nos vamos enseguida al hotel.
-¡Pero
mujer! – Opuso ésta. – Os quedaréis al menos a cenar.
-No
quisiéramos ser una molestia. – Intervino Roy también con prevención. -
-No te
preocupes por eso. – Le tranquilizó su cuñada. – Y si queréis pasar aquí la
noche podemos haceros sitio. Hace bastante frio en estas fechas. Y eso por no
hablar de la niebla. Enseguida se forma una buena capa que no te deja apenas
ver.
-Sí, lo
miré al venir. Daban unos cuarenta y siete grados.- Comentó Roy.-
-Será un
error.- Dijo enseguida Cooan.-
-Mi
marido se refiere a los Fahrenheit. – Le aclaró Beruche a su hermana,
precisando.- Eso serán unos ocho grados Celsius.
-Es
cierto. A veces todavía pienso en grados centígrados.- Sonrió divertida Cooan,
para añadir. -Razón de más para que con este frío no tengáis que salir al caer
la noche. No me cuesta nada haceros un sitio en la habitación de invitados e
instalamos a los niños juntos.
-No, por
favor. No deseamos molestaros. - Rechazó de plano Bertie. – Ya tienes bastante
con tus propios hijos y con recibirnos ahora.
-Tranquila
Connie. - Afirmó Roy desenfadadamente. – Nos vamos a hospedar en un buen hotel.
Cuando vengo con mi equipo a jugar contra los Blazers solemos ir allí. No está
demasiado lejos y por suerte no se ha formado neblina. Además, un coche va a
venir a recogernos a eso de las nueve. Ya está todo dispuesto. Pero muchas
gracias de todas formas.
La
interpelada asintió, si su hermana y su cuñado ya lo tenían todo planeado no
valía la pena insistir. De todos modos
en el fondo suspiraba aliviada. Habrían sido muchos para poder
acomodarles bien, pero se sintió obligada a ofrecérselo. Aunque tanto Bertie
como Roy la conocían lo bastante a ella y a su esposo como para haberse
preparado con antelación y ahorrarles todo aquello. No deseaban que sus amigos
tuvieran que complicarse tanto la vida para acogerles. A todo eso Cooan frenó
justo ante la abierta puerta de su garaje. Allí, de pie, esperaban Tom y sus
tres hijos, convenientemente abrigados, eso sí. Alan saludaba con la mano.
Lance observaba con los ojos muy abiertos e Idina se escondía tras las piernas
de su padre. Y para remate el perro setter irlandés de un largo y cálido pelo
marrón que tenían, meneaba la cola y daba vueltas en torno de la niña. Al poco,
Roy y los niños bajaron y los dos viejos compañeros de clase y de aventuras se
dieron un fuerte abrazo.
-¡Ya iba
siendo hora de que os pasaseis por aquí!- ¿Qué tal el vuelo?
-Muy
lento… - afirmó Roy con la cómplice
sonrisa de su amigo. –
Los
niños entre tanto se saludaron. Leval enseguida comenzó a charlar con Alan, los
dos muchachos se llevaban bastante bien. Tenían aficiones comunes. Lance por su
parte quería estar a su lado aunque los dos mayores no parecían hacerle mucho
caso. Pero él se pegaba a ellos al igual que el perro que corría tras de los
críos. Las niñas por su parte se dieron
un tímido besito en la mejilla. Idina, muy contenta de ver a su prima, le dijo
animadamente en tanto sus madres habían bajado del coche y se reunían con
ellas.
-¡Vamos a
jugar al té! Me han regalado una vajilla por mi cumple.
-¡Vale! –
Acordó Kerria con visible entusiasmo en tanto le pedía a su madre. – Mami, ¿dónde está el señor Skipi?
-¡Uy!- Suspiró
Beruche tratando de recordar dónde habría puesto a aquel oso de peluche. El
favorito de la cría. – Pues en una maleta, hija. Pero ahora mismo no sé en
cual. No te preocupes. Luego lo sacaremos.
-Es que
quiero que pueda jugar con nosotras a tomar el té. – Le pidió la niña –
-Sí.-
Afirmó Idina con un asentimiento entusiasta de cabeza. – Yo voy a invitar a mi
muñeca Mimí. Se llama como la prima. – Señaló exhibiendo su graciosa muñeca de
trapo de trenzas morenas. – Se lo puse yo…
Sus
madres se sonrieron mirándose divertidas. Ese era el nombre de la hija de
Daniel, el hermano de Tom, y de Mimette, aquella estrafalaria pero buena chica
que fuera miembro de Brujas Cinco, también antiguas enemigas de Usagi y las
otras guerreras.
-Idina se
lo pasa genial con su prima Mimí cuando viene de visita. ¡Hacen sus reuniones
de muñecas! - Dijo Cooan con una amplia sonrisa.-
-La
verdad, están muy graciosas.- Convino Bertie susurrándole a su hermana.- Y me
trae recuerdos de cuando éramos niñas.
Su
hermana asintió. Ver así a sus hijas en efecto las retrotraía a sus propias
infancias. Antes incluso de ir a la Corte en Némesis. Cuando todavía eran lo
que podían recordar cómo niñas normales. No obstante, Cooan se dirigió a su
pequeña de forma maternal pero firme.
-Hija, lo
primero es que tu prima y los tíos entren en casa y se pongan cómodos. Luego
tenemos que cenar. Después podrás jugar un rato con Kerria.
-Sí, cielo
- convino su hermana dirigiéndose ahora a su propia hija. - Lo primero es lo
primero. Ya tendréis tiempo para jugar más tarde.
Las
dos crías suspiraron resignadas pero obedecieron. ¡Qué remedio! Además hacía
frio, a pesar de sus abrigos comenzaban a tiritar. Por el contrario los tres
niños ya estaban por los alrededores del jardín jugando al “corre que te
pillo”. Por supuesto Lance, con la ayuda del can de la familia, tenía que
atrapar a los dos mayores, lo que era misión casi imposible para él.
-¡Hala
Tot!- Animaba Alan a su mascota.-
Esta
se afanaba por correr y dar vueltas en torno suyo con la lengua fuera y la cola
en movimiento para diversión de los críos.
-Si os
pilla Tot hemos ganado. - Afirmaba Lance que ya jadeaba por la carrera. –
-De eso
nada. – Negó Leval, afirmando.- Nos tienes que alcanzar tú, Lance.
Aunque
lo bueno dura poco y sus padres les reclamaron a los pocos minutos para que
entrasen. Los tres obedecieron no sin
cierta resistencia, dado que se lo estaban pasando en grande. Pero pese a lo
divertido del juego finalmente se impusieron las condiciones meteorológicas, las
ganas de cenar y los mandatos paternos. Cuando por fin todos estuvieron dentro
de la casa en un ambiente muy animado se quitaron los abrigos y se sentaron
alrededor de una chimenea que presidía el salón de los Rodney.
-Encenderé
el fuego.- Les comentó Tom.- Ya va haciendo frío.
-¡Sí,
Paleto de Kansas! - Bromeó su amigo-. Espero que tengas buena provisión de
leña…
-¿Qué es
un paleto?- Quiso saber inocentemente Idina.-
Eso dejó a los adultos algo
desconcertados, sobre todo a su tío Roy, quién enseguida, y ante la
reprobatoria mirada de su esposa, le dijo a su sobrina.
-Pues es
un tipo realmente bueno. Una buena persona…
-¡Claro!-
Afirmó la cría asintiendo.- Como papá.
Aunque los otros críos, sobre todo
Leval, observaban aquello atónitos. El propio hijo de Roy iba a decir algo
cuando su madre intervino…
-Leval,
cariño…ve a traerme mi bolso. Me lo dejé en la entrada.
-Sí, mamá.-
Replicó obedientemente el niño.-
Y una vez se hubo alejado a cumplir
el recado Cooan les pidió a sus hijos que fueran a traer platos para ir
poniendo la mesa. Alan y Lance se aprestaron a ello con idéntica celeridad.
-Idos a
ayudar a los chicos.- Les indicó una sonriente Beruche a las dos niñas.-
-Vale.-
Asintió Kerria yendo de la manita con su prima.-
Aquí Idina interrumpió el relato
tras reírse…
-¡Pobre
tío Roy! O mucho me equivoco o la tía Bertie le debió de echar una buena bronca…
-No, no
te equivocas.- Se sonrió Tom que respondió antes de continuar narrando aquello.-
No veas como se pone tu tía cuando se enfada…
En efecto, Bertie aguardó a que los
niños no estuviesen en el salón para acto seguido ponerse con los brazos en
jarras y regañar a su marido…
-¡Robert
Malden! No está nada bien que le digas esas cosas a Tom, en su propia casa y
delante de los críos. ¿Qué ejemplo de respeto a los adultos les estás dando?
El interpelado se llevó una mano al
cogote y bajó la cabeza. Apenas si pudo musitar.
-Yo… lo
siento cubito. Sabes que no lo dije con mala intención. ¿Eh, Tommy? – Miró a su
amigo en busca de apoyo, para proseguir disculpándose ante su enojada esposa. -Siempre
le he llamado así, desde que nos conocimos en la universidad. Y no pretendo
ofenderle ni nada parecido.
-No pasa
nada.- Intervino el propio Tom saliendo en defensa de su amigo.- Es un
apelativo cariñoso. A Roy le encanta ponerlos.
-Sí, ese
es el problema.- Replicó Beruche suavizando su tono pero reconviniendo
igualmente a su marido.- Que eso está muy bien cuando estamos a solas. Pero los
niños no comprenden ese tipo de bromas. Todavía son muy jóvenes. Y no contento
con eso, vas y le mientes a tu sobrina. Tu propio hijo se ha quedado perplejo.
Por la cara que tenía el pobre Roy
parecía desear que la tierra se le tragase en ese mismo instante cuando agregó.
-Lo
siento, socio.
-Bueno,
no ha sido tan grave. Los niños se olvidarán enseguida de eso.- Intervino una
apurada Cooan.- No lo pienses más.
-En lo
sucesivo debes tener más cuidado.- Le indicó Bertie a su esposo que asintió
sumisamente.-
Ahí terminó esa conversación, los
niños retornaban con platos, vasos, tenedores y otros cubiertos. No se dieron
mala maña en disponerlos sobre la mesa. Tom entonces decidió romper ese
ambiente tan tenso que se había originado y con retomada jovialidad le comentó
a su todavía pesaroso amigo.
-En la
leñera guardo unos cuantos troncos. Si te animas a traérmelos.
-Sí,
claro.- Convino éste.-
Sin embargo, al oír eso los niños
enseguida se acercaron con entusiasmo.
Fue Alan quién preguntó.
-¡Papá!
¿Podemos ir nosotros?
-No hijo.
Es peligroso. Hay muchos troncos apilados y os podrían caer encima. Mejor que
vaya vuestro tío Roy…- Le respondió con firmeza.-
Los niños esbozaron una mueca de
decepción. Entonces Roy le cuchicheó algo a su amigo, éste sonrió asintiendo.
Fue el jugador de baloncesto quién les dijo a los críos.
-Haremos
una cosa. Yo me ocupo de alcanzar los troncos y vosotros los traéis. Os cargaré
como si fuerais camiones madereros…¡A ver cuántos podéis transportar!
-¡Siii! –
Exclamaron todos llenos de entusiasmo levantando un puño en alto...
Cooan
y Bertie se sonrieron. ¡Roy era más crío que los niños! Aunque de este modo0 logró
desde luego que el incidente de su desafortunado comentario se olvidase. Salió
con los pequeños encabezando un desfile improvisado. Tras ponerse abrigos y
guantes fueron a por la leña.
-No
entiendo por qué a los chicos les gusta tanto ir a recoger madera.- Suspiró
Kerria.-
-Es
verdad. Eso es aburrido.- Convino Idina señalando.- Y además, pesa mucho.
-Muy bien,
niñas.- Indicó entonces Cooan.- Id a lavaros las manos y a la mesa.- Que la
cena va a estar lista enseguida.
Las dos corrieron a obedecer. No
pasó mucho tiempo hasta que Roy volvió seguido de Leval, Alan y Lance que
llevaban un par de buenos troncos cada uno. Los depositaron en un hueco cercano
a la chimenea y Tom se ocupó de encender un par de ellos. Tras atizar los
maderos y brasas un cálido fuego chisporroteó
y el salón comenzó poco a poco a tener una temperatura muy agradable, haciendo
la velada aún más acogedora.
-A
lavaros las manos.- Les ordenó Bertie a todos los varones de la casa que
acataron aquel mandato sin rechistar.-
-¡De eso
me acuerdo! – Sonrió Idina ahora en tanto su padre adelantaba a otro coche.- El
tío Roy saludó como los soldados y luego todos fueron en plan desfile, ¡ja, ja!…
Luego se puso a contar algo sobre su abuelo, que estuvo en la guerra o algo
así.
-Sí, tu
tío siempre fue muy gracioso para eso. Y se le daban estupendamente los críos.
Siempre tenía alguna historia que contaros.- Asintió Cooan sonriendo a su vez.-
Y al poco volvieron...- Añadió retomando el relato.-
Y
tras sentarse a la mesa y bendecirla al estilo Rodney sin que ni tan siquiera
Roy hiciera el más mínimo comentario, se dispusieron a cenar. Desde luego los
críos comieron con mucho apetito y luego cada grupo de niños fue liberado del
tedio de seguir sentado junto con los adultos que deseaban a su vez estar
libres para sacar otros temas más privados.
-Puse la
calefacción en vuestros cuartos, estaréis bien.- Comentó Tom.-
-¿No será
mucho? Además del fuego, quiero decir.- Preguntó
Bertie.-
-No, que
va, -rebatió su hermana.- Esta casa aunque no lo parezca es demasiado grande
para calentarse con rapidez. Y la
chimenea sirve para dar calor en esta estancia. Aunque más allá su efecto no
llega demasiado.
-Sí, pero
nosotros somos duros.- Afirmó Leval dándose importancia.-
-Eso, el
frío no nos preocupa.- Le secundó Alan con el asentimiento de Lance.-
-¡Vaya,
así me gusta! - Se rio Roy susurrando a su amigo con complicidad.-Les tendría
que entrenar quién yo me sé…
Tom sonrió, pero no dijo nada. Fue
Cooan quien animó a los críos.
-Hala
niños, id a jugar. Pero antes meted a Tot en su caseta.
-¿En la
de fuera, mamá?- Quiso saber Alan.-
-Sí,
poneos los abrigos y conectar el radiador que tiene.- Le indicó su madre.-
-¿Dejáis
al perro fuera con este frío?- Preguntó la atónita Kerria.-
-Sí, a
Tot le gusta dormir en su caseta del jardín. Y no pasa frio, tiene su
calefacción.- Le contó Idina.-
La muchacha se acordaba de eso.
Comentó deteniendo la narración una vez más.
-Ky se
quedó asombrada. ¡Dijo que jamás había oído que las casetas de perro tuvieran
calefacción!
-Tus
primos nunca han tenido mascotas, o eso creo.- Comentó su padre.-
-Me
parece que algún gato y puede que peces de colores. Pero perros nunca.- Creyó
recordar Idina.-
Al
menos eso le dijo Kerria en alguna ocasión. Volvió a hacer memoria de aquella
visita de antaño. Los crios no tardaron en acatar aquella sugerencia. Alan,
Lance y Leval fueron al cuarto del hijo mayor de los Rodney a pertrecharse
adecuadamente para salir y las dos niñas hicieron lo propio dirigiéndose a la
habitación de Idina. Los chicos, una vez acomodaron al perro en su caseta,
entraron en casa, se quitaron los abrigos y tras ir al cuarto de Alan hablaron
entre ellos del campamento al que deberían ir al cabo de dos días. Aunque en
esa época ya hacía bastante frio pero seguro que sabrían pasárselo bien…
-¿De
campamento en invierno, aquí en Portland? - Se sorprendió Idina cortando por
unos instantes el relato. -
-Sí, no
era tan raro. – Terció Tom. – Lo cierto es que la mayor parte del tiempo
estaban “indoor”, jugando y repasando matemáticas, lengua, etc. Pero les
sacaban a jugar con la nieve y aprendían a hacer refugios y hogueras e incluso
Alan me contó que iglúes con hielo. -
-Si no
recuerdo mal, aquella vez tu pobre hermano Lance agarró un buen resfriado. – Sonrió
Cooan. - Y tu primo Leval y Alan se convirtieron en inseparables durante
aquellos días. Lástima que luego perdieran el contacto.
-Bueno,
pero ¿qué pasaba con Kerria y conmigo?- Insistió la muchacha. -
Su madre
prosiguió entonces. Le contó a su hija que ella y su prima jugaban con sus
muñecas y sus ositos a tomar el té, con una casita que la muchacha tenía y con
alguna que otra ropa de la propia Cooan se disfrazaban interpretando el papel
de hadas o princesas. Siempre que lo hacían recurrían a mirarse en un espejo de cuerpo entero que
tenía los padres de Idina en su habitación.
-Es
cierto. Ahora me acuerdo.- Comentó Idina, relatando a su vez.-
En una
de tantas ocasiones. Ella misma se estaba observando junto a su prima cuando
ésta le dijo admirada.
-¡Hala!-
¡Qué guapa estás, pareces una princesa de verdad!
-Sí.-
Sonrió la aludida que podía verse reflejada. O al menos eso pensó, dado que su
presunta imagen no se le parecía y comentó como si tal cosa. – Mira Ky, me he
transformado…
Y es que
aquella niña que podía ver en el espejo la miraba también con sorpresa. Vestía
un traje escotado color verde mar y una falda de tonos crema, con su pelo
graciosa y parcialmente recogido en un par de mechones y una gema color burdeos
sobre la frente. Pese a todo lo más llamativo era la gargantilla dorada que
lucía en el cuello. Tenía unas graciosas orejitas picudas de soplillo que se
descolgaban ligeramente hacia abajo y unos grandes y hermosos ojos azules. Su
reflejo miraba absorta a Idina y extendía las manos como si quisiera salir del
cristal. La hija de Cooan de forma divertida imitó la pose exclamando con entusiasmo
infantil.
-¡Es un
espejo mágico!
-¡Voy a
contárselo a mamá! – Chilló entusiásticamente Kerria que salió disparada a
buscar a sus padres. -
Su prima
seguía observándose muy interesada. Aunque ahora dudaba. Le parecía que esa
niña del espejo no era ella. Seguramente sería porque se había convertido en
una princesa como en los cuentos. Aunque de pronto se quedó helada cuando vio
que ese reflejo parecía hablarla. Los brazos del mismo bajaron para descansar
apoyados en las caderas y esa extraña pequeña reflejada en la imagen se dirigió
a ella preguntando con una vocecilla infantil parecida a la suya.
-Hola.
¿Quieres ser mi amiga?
Involuntariamente
Idina retrocedió alejándose. Abría la boca con sorpresa. Pero no tenía miedo,
solamente estaba asombrada. Pero si el espejo era mágico entonces eso sería lo
normal. Simplemente preguntó a su vez.
-¿Quién
eres?
-Soy la
reina Neherenia, – fue la respuesta. -
-¿Eso es
mejor que ser una princesa? – Quiso saber la niña con visible curiosidad. –
-Supongo
que sí.- Replicó ese reflejo que volvió a insistir con interés. - ¿Quieres ser
mi amiga?
-Claro.
– Sonrió Idina para añadir con amabilidad, como si lo que le propusiera a su
interlocutora fuera de lo más natural. -
¿Por qué no sales del espejo y vienes a jugar con nosotras?...
Aquella niña del reflejo sonrió
iluminando su semblante de contento. Kerria entre tanto había corrido hasta el
salón.
-Eso sí
que no se me va a olvidar nunca.- Aseveró Tom, para narra lo ocurrido
entonces.-
Estaban
charlando recordando viejos tiempos. Fue Tom el primero que vio llegar a su
sobrina a todo correr.
-¿Qué
tal va todo, Kerria? ¿Os lo estáis pasando bien Idina y tú?- Quiso saber con
visible ternura. –
-Sí-
asintió la niña que soltó con toda su franqueza infantil. - Y la prima Idina
está muy guapa, se ha mirado al espejo y se ha convertido en una princesa de
verdad. ¿Queréis venir a verlo?
-Luego
cielo, ahora estamos hablando cosas de mayores. – Sonrió Bertie, divertida por
la imaginación que tenían aquellas crías. -
-¡A
saber que le habrá hecho a mi ropa esta vez! – Pudo reírse Cooan que les contó.
- Siempre que juega a las princesas me quita algún vestido y trata de
ponérselo. Me las veo y me las deseo luego para plancharlo. Eso si no lo rompe
por alguna costura.
-¡Connie!
– Se rio Roy restándole trascendencia. - No será para tanto.
-No
dirías lo mismo si tu hija te revolviera el armario. – Opuso Cooan eso sí, con
un tono francamente divertido para añadir. – Al menos ahora le dejo alguno
viejo y así me evito disgustos.
Aunque
las voces de Idina le cortaron la réplica a su interlocutor. La niña también
vino corriendo para informarles a todos.
-Mamá.
Papá. ¡Tengo una nueva amiga! Es una niña muy simpática.
-¡Qué
bien, cielo! – Sonrió Tom para preguntar divertido a su hija. - ¿La primita
Kerria es tu nueva amiga?
-No. -
Negó ésta con la cabeza al igual que su prima para afirmar. – La niña del
espejo.
-¿Del
espejo?- Se extrañó Bertie, mirando a su propia hija cuando ésta replicaba a su
prima. –
-Esa
eras tú convertida en princesa. ¿Verdad?
-No, que
va. - Le corrigió Idina con patente entusiasmo para sentenciar. - Ella no es
una princesa, ¡es una reina! Me ha dicho que se llama la reina Neherenia.
Súbitamente
al oír esto tanto Cooan como Beruche se levantaron como una exhalación del
sofá. Sus respectivos maridos las observaron sin comprender nada, obviamente
extrañados de aquella reacción. Todavía más cuando Bertie, que parecía hacer un
esfuerzo por dominar el nervioso tono de su voz, le preguntó a su sobrina.
-Dime
cariño. ¿Dónde has oído ese nombre? ¿Te lo han dicho tus papás?
-No.- Replicó
tranquilamente la cría en tanto movía la cabeza para repetir. – Me lo ha dicho
la niña del espejo. Se llama así, es muy guapa.
-Es como
nosotras de pequeña. – Apuntó Kerria. -
-¿Ha
intentado hacerlos algo malo? – Inquirió Bertie tratando de elegir las palabras
con cuidado ahora para no alarmar a las niñas. -
-No
mamá. - Negó su hija con expresión sorprendida. -
-¡Qué
va! Es muy simpática. Yo le he dicho que salga del espejo para jugar con
nosotras y que esperase un poquito que iba a preguntarle a mamá. – Explicó
Idina dirigiéndose ahora a ésta. - ¿Me dejas jugar con ella?
-Antes
quiero conocerla. Anda, voy contigo, cielo. – Se ofreció Cooan asiendo de la
mano a su hija para pedirle con interés tamizado de afecto y preocupación. - A
ver, preséntame a esa niña tan guapa.
-Kerria
cariño, ve con tu tía y con tu prima. Ahora mismo voy yo.- Añadió Bertie que
miraba ahora a su esposo y a su cuñado con visible temor. -
Ellos
cruzaron sendas miradas de desconcierto. ¿Pero qué demonios había sucedido para
que las chicas se pusieran así? De todas maneras no tardarían en averiguarlo.
Cooan se llevó a las dos crías hacia su
habitación aunque sin entrar de momento, no se fiaba de lo que pudiera haber
allí dentro. Entre tanto, Tom y Roy interrogaron a Bertie.
-¿Se
puede saber qué te pasa? Parece que hubieses visto a un fantasma.- Inquirió Roy
hasta recordando.- Y que conste que vimos algunos en nuestra Luna de Miel y no
te asustaste tanto.
-Sí,
¿qué sucede, Bertie?- Intervino Tom con algo de inquietud a su vez.- Tanto tú,
como mi mujer os habéis puesto pálidas.
La interpelada suspiró admitiendo
aquello para relatarles.
-Veréis.
Hace algunos años. Justo un año antes de la época en la que luchábamos contra
los demonios y la secta, las guerreras tuvieron su propia batalla. Se
enfrentaron a una malvada mujer que vivía aprisionada en un espejo o algo así.
Estaba muy sola y robaba los sueños de
la gente para mantener su juventud. Lograron vencerla y Usagi la purificó con
los poderes combinados de todas. Ami me dijo que la devolvieron a su infancia y
que comenzó una nueva vida. Se llamaba así, Neherenia. Incluso en Némesis,
cuando éramos niñas, escuchamos algún cuento que hablaba de ella. Era una
poderosa soberana, muy antigua, que fue castigada por la reina Serenity del
Milenario de Plata por su maldad. La selló dentro de un espejo, pero pudo
escapar. Todavía recuerdo siendo una cría como mis padres nos metían miedo
cuando hacíamos alguna travesura. Decían que si nos mirábamos demasiado en el
espejo podría venir a llevarnos la malvada reina para robarnos las ilusiones.
-¡Entonces
tenemos que evitar que Cooan entre ahí con las niñas! – Exclamó Tom levantándose
también del sofá. -
-¡Vamos!-
Urgió Roy poniéndose en pie también. –
-No pasa
nada, – les calmó Bertie argumentando. –La conozco bien, mi hermana no habrá
entrado en esa habitación. - Ahora vamos todos juntos. Pero antes tengo que
llamar a las guerreras y contarles todo esto.
Beruche
sacó su móvil y telefoneó a Ami. Esperaba que en Japón no fuera una hora
demasiado intempestiva. A buen seguro su amiga podría estar trabajando en el
hospital como médico internista. Tuvo suerte. En Japón eran dieciséis horas
menos. Las cuatro de la madrugada, pero Ami tenía guardia. Además, Bertie no
llamó al número del móvil de su amiga sino que directamente lo hizo a su
transmisor de guerrera. Evidentemente esto no lo hacía nunca de no mediar una
razón muy seria. De modo que la también conocida como Sailor Mercurio enseguida
respondió. Bertie empleó apenas un par de minutos en informarla de lo ocurrido.
Ami le dijo que no se preocuparan. Ella iba a poner al corriente a su vez a
Usagi. No sin antes preguntar a su amiga.
-¿Qué
hora y qué coordenadas tenéis allí?
-Un
momento.- Le pidió su interlocutora transmitiendo la cuestión a los muchachos.
–
Tom
enseguida se puso a calcularlo y en cuanto lo hizo facilitó los datos a su
cuñada, ella a su vez informó a su amiga guerrera. Tras esto, Ami declaró.
-Tranquila,
si no me equivoco en cuestión de segundos os van a ir a visitar unas amigas.
Podéis confiar plenamente en ellas. Ahora debo dejaros, tengo unos pacientes
que atender. Un saludo para todos.
Y se despidió.
Aunque cuando Beruche no había aún terminado de corresponder al, “hasta
pronto”. Oyeron el timbre de la puerta, un par de llamadas acompañadas de
algunos ladridos de Tot. Fue Tom quién se dirigió a abrir.
-Y
entonces fue cuando llegaron con Nehie. ¿Verdad? - Quiso recordar Idina que
volvía a cortar el hilo del relato. -
-Bueno,
con Nehie todavía no,- afirmó su padre que ya estaba entrando en la terminal
del aparcamiento del aeropuerto. – Eso sí. Al ir a recibirlas me quedé bastante
sorprendido…
Abriendo
la puerta Tom se topó con cinco muchachas a las que inmediatamente reconoció.
En un principio creyó que serían Usagi y las demás, pero rápidamente corrigió
esa impresión. Una era algo más bajita que el resto y tenía el pelo azul, con
un extraño peinado, las demás, con cabellos de colores, rojo, verde y canela.
Todas ellas con estilismos de pelo a
cual más intrincado, con una especies de bolas o aros según cada chica.
Habían adoptado sus identidades civiles y llevaban un chándal del respectivo
color de sus cabellos. Y por último, una de ellas, un poco más alta,
aproximadamente de unos veinte años, de pelo rosa. Iba vestida con pantalón y
un jersey fucsia, que fue la que habló.
-Hola
Tom. Disculpad la intromisión, Ami nos ha informado a través de mi madre.
Necesitamos que nos hagáis un favor.
-¡Qué
perro tan mono! – Exclamó la que iba vestida de rojo. –
-Pues a
mí me da un poco de miedo. – Pudo decir la de color azul apartándose cuando el
can trataba de lamerla. –
-No seas
miedosa, no te va a hacer nada. – Le dijo la que vestía de color canela en
tanto acariciaba la cabeza del animal. –
-Es un
buen perro. – Convino la de color verde. -
-¡Chibiusa!
¡Amazonas! – Pudo exclamar el dueño de la casa visiblemente sorprendido, aunque
enseguida se rehízo y la ofreció a ella y a sus acompañantes. – Os hacíamos en
el futuro. Pero pasad, por favor.
Afuera
las temperaturas habían bajado bastante. Las chicas aceptaron encantadas la
invitación. Tom volvió a dejar a su perro en la caseta y tras cerciorarse de
que sus hijos habían puesto el calefactor cerró la parte delantera de la misma
para que el can no pasase frío y dejó abierto un respiradero para que no se
asfixiase. Al punto hizo pasar a las recién llegadas al salón, ellas saludaron
cortésmente al resto de personas allí presentes. Sobre todo la más bajita de
pelo azul, que dijo llamarse Para - Para
y exclamó.
-¡Hola a
todos!, Beruche, Roy - ¿Qué tal? Me alegro mucho de volver a veros.
-Sí-
convino su compañera de pelo color verde, y de nombre Jun-Jun. – Todavía nos
acordamos de lo bien que lo pasábamos cuando estuvimos en vuestra casa.
-Espero
que estéis bien. - ¿Qué tal todo?- Se interesó la del pelo rojo, de nombre Ves-Ves.
-¿Están
vuestros hijos con vosotros?-Ya deben haber crecido mucho. - Remachó la del
pelo más tono canela, presentándose como Cere–Cere. -
-Sí,
están aquí.- Replicó Bertie.- Me alegro mucho de veros, chicas.
En
efecto, la joven sonrió al saludarlas. Hacía años que, tras la lucha contra los
demonios y otras aventuras Chibiusa, que entonces tendría unos diez años de
edad, apareció con ellas presentándolas como sus propias guerreras protectoras.
Las Sailor Asteroides si mal no recordaban. Lo cierto es que eran unas chicas
muy simpáticas y divertidas e incluso algo infantiles, sobre todo Para -Para,
que era con la que Bertie mejor se llevaba. Pasaron unos días en su casa y la
hermana de Cooan rememoró aquello con cariño.
-Es
verdad.- Afirmó Jun-Jun.- La última vez en el cumpleaños de Kerria. Era muy
pequeñita.
-Si no
recordamos mal, la fiesta fue muy entretenida.- Añadió Cere – Cere.-
-Y comimos muy bien.- Sonrió Jun-Jun.-
Fuisteis unos estupendos anfitriones.
-¡Muchísimas
gracias por invitarnos! - Aplaudió Para-Para con visible entusiasmo.-
-Al
contrario. Amenizasteis la fiesta con juegos malabares y actuaciones de magia.
A nuestros hijos y a sus amiguitos les encantó.- Repuso Roy divertido ante la
reacción de aquellas simpáticas chicas.- Y a mí también.
-Nos
gustaría verles.- Comentó Jun-Jun con el asentimiento de sus compañeras.-
Bertie
iba a responder pero fue Chibiusa la que, adelantándose, intervino con más
seriedad.
-Ahora
no hay tiempo para eso. Lo lamento y os pido disculpas por haberos sobresaltado
pero esto es importante. Supongo que tú, Bertie, y tu hermana conocéis la
historia de Neherenia.
-Sí. Se
la acabo de resumir a mi marido y a mi cuñado. – Confirmó la aludida. -
En ese
momento llegó Cooan con las niñas, se las había apañado para entrar en su
cuarto y observar el espejo desde una distancia prudencial, pero ahora no había
nada de particular en él. Simplemente reflejaba los muebles de la estancia. Las
crías, algo decepcionadas no entraron en cuanto vieron aquello desde la puerta
entreabierta de la habitación. Fue Kerria la que suspiró con lástima diciendo.
-¡Jo
mamá!, la reina esa se ha marchado.
-Sí.- Convino
Idina que añadió con igual tono de desilusión. – Lo mismo se ha cansado de
esperar y se ha ido a dormir.
Tanto
las escoltas personales de Chibiusa como ella misma sonrieron a las crías. Fue
la propia Pequeña Dama, ya no tan pequeña, la que les contestó afectuosamente
para asombro también de Cooan, Beruche y sus esposos.
-No os
preocupéis. Neherenia está muy contenta. Nos ha contado que la habéis invitado
a jugar con vosotras. Le hace mucha ilusión.
-Es
verdad,- convino Cere - Cere - Por eso
hemos venido a pedirle permiso a vuestros padres.
-¿Permiso
para qué?- Quiso saber Tom. –
-Pues,
para que pueda venir a jugar con las niñas. – Le contestó Ves –Ves. –
-Si nos
autorizáis a ello podemos traerla aquí. – Añadió Jun – Jun. –
-No os
preocupéis. Ahora es una niña muy maja. – Aseguró Para – Para, con su típico
tono infantil que no había perdido en esos años. -
Aunque
fue Roy el que, carraspeando un poco para demandar la atención del grupo, les
pidió a esas muchachas.
-Supongo
que Tom y nuestras mujeres estarán de acuerdo en que, antes de que respondamos
a eso, necesitamos que nos contéis que está pasando exactamente.
Las
chicas se miraron y fue entonces cuando Chibiusa con tono desenfadado se
dirigió a Cooan y le preguntó.
-¿Podrían
mis compañeras ir a jugar con Idina y Kerria? Así yo podré hablar con vosotros.
De
inmediato las dos hermanas respondieron de forma afirmativa. Las cuatro
amazonas parecían estar encantadas con
esa idea. A indicación de Cooan se
fueron con las niñas a la habitación de Idina. Una vez dejaron a su líder con
los adultos ésta comenzó su explicación.
-Veréis.
Como sabéis ya la historia me saltaré esa parte. Debéis comprender que pudimos
purificar a Neherenia y darle otra oportunidad al hacerla regresar en el tiempo
a su infancia. Pero las fuerzas malignas que la poseyeron aprovechándose de su
soledad podrían volver a intentarlo y todo comenzaría de nuevo. Eso preocupaba
mucho a mis padres. Por tanto, a mí se me encomendó la misión, junto al
cuarteto de las guerreras Amazonas. Bueno, - rectificó -
ahora mis cuatro Sailor Asteroides, de vigilar a esa niña y ayudarla a hacer
amigos.
-¿Y os
hicisteis amigas suyas?- Inquirió Roy. –
Chibiusa asintió, empero enseguida
matizó.
-Así es.
Pero no es tan sencillo. Nosotras por supuesto que la visitábamos alguna que
otra vez, nos hicimos sus amigas, jugábamos con ella y junto con su preceptor
el Chambelán de la Lune, un hombre de la confianza de mis padres, y otras
personas de buen corazón, la educamos para que fuese buena, generosa y
comprensiva. Pero no era suficiente, ella necesitaba a niñas de su edad con las
que interactuar. En su corte no había muchas y sí algún que otro cortesano
deseoso de medrar, que intentaba captar la atención de su joven reina en
beneficio propio. De modo que pensamos que, si Neherenia pudiera hacer como
hice yo, venir a la Tierra y vivir una temporada aquí, con personas de
confianza, le sería muy beneficioso. De esa forma posiblemente haría amigos de
forma natural como me sucedió a mí.
-No es
mala idea. – Concedió Tom. -
-Eso
creímos. – Sonrió Chibiusa para añadir. - La niña tenía un espejo que fue el
origen de todos los males. La entidad malvada que la poseyó se hizo con ella a
través de él. Fue destruido cuando la purificamos. Cuando nos aseguramos que el
marco que quedaba estaba libre de maldad, lo reconstruimos y lo usamos para que
fuera una especie de receptor, pero de bondad. Mi madre lo calibró con el
cristal de Plata y mi amigo Helios le dio un toque con el de oro para que
pudiera ponerse en contacto con alguna alma pura que tuviera hermosos sueños.
Curiosamente hacía falta que alguien así tuviera un espejo similar con almas
puras y bondadosas reflejándose en él. Y al parecer la combinación de vuestras
hijas ha logrado conectar. Espero que nos disculpéis por ello, pero pensamos en
primer lugar en vosotros y vuestras familias y no nos equivocamos. Ellas
cumplen todos los requisitos. Además de su inocencia se da la circunstancia de
que tanto Idina como Kerria, son descendientes de habitantes de la Luna.
-Aunque
sea de la Luna Negra de Némesis. – Suspiró Beruche con lo que parecía un tinte
de pesar. –
-Vosotras
fuisteis guardianas terrestres en vuestras otras vidas, vivisteis en el
Milenario de Plata en tiempos de mi abuela Serenity. ¿No es así?- Inquirió
Chibiusa.-
-Así
es.- Concedió Bertie.-
-Y
después, cuando luchasteis contra nosotras fuisteis purificadas con el poder
del cristal de Plata. – Declaró su interlocutora, aseverando. – Al parecer, gran
parte de esa pureza pasó a vuestras hijas.
-Y
supongo que a nuestros hijos también. – Terció Cooan, o al menos eso es lo que
ella deseaba. –
-Sí,
pero supongo que sabéis que únicamente las mujeres podemos usar y canalizar ese
poder.- Les respondió su contertulia.-
-¡Para
que luego digan de discriminación machista! ¡Y esto qué es!- Terció Roy sonriendo
con humor y provocando esa misma reacción de Tom que remachó jocoso.-
-Sí,
pero pensándolo mejor me alegro de que sea así. ¡A nosotros no nos quedaría
nada bien la minifalda!
Chibiusa
se rio sin poderlo evitar, tomada por sorpresa por aquel comentario. Aunque fue
Bertie la que pidió a los chicos que se callaran y dejasen a la chica
continuar. Ésta al recobrarse así lo hizo.
-Al
equipo de las Asteroides las han entrenado personalmente las guerreras del
futuro. Igual que a mí. Ya sabéis que vine al pasado siendo una cría y que
desde entonces lo he visitado con regularidad para completar mi formación como
guerrera y como princesa.
-Y te ha
cundido muchísimo.- La alabó Roy, añadiendo.- Eres digna hija de tus padres.
-Muchas
gracias.- Sonrió algo azorada la aludida, agregando ahora.- Por ello, pensamos
que si Neherenia pudiera estar un tiempo con vuestras hijas ellas podrían ser sus
amigas y contagiarle toda su bondad y su alegría. Nos gustaría que la Reina de
la Cara Oculta de la Luna creciera rodeada de buenas personas y nobles
sentimientos para ser una mujer bondadosa y una fiel amiga. Que sepa lo que son
el amor y el cariño de unos verdaderos amigos.
Así será nuestra aliada para velar por la paz y la justicia en lugar de
una enemiga tan peligrosa como demostró ser. Eso es lo que decidieron mis
padres. De modo que, cuando me encomendaron la misión, me acordé de vosotras.
-Gracias
Chibiusa, aunque no somos el mejor ejemplo.- Suspiró Bertie bajando ahora la
mirada.-
-Mi
hermana tiene razón.- Afirmó Cooan igualmente avergonzada.- Tratamos de
matarte, de hecho esa era parte primordial de nuestra misión.
Aunque lejos de asentir a eso, su
interlocutora sonrió animosamente para declarar.
-Precisamente
por eso. Cuando vinisteis del futuro estabais engañadas y manipuladas por los
poderes oscuros. Pero descubristeis la verdad, fuisteis purificadas y os
convertisteis en unas magníficas amigas. Hasta os arriesgasteis por protegerme
cuando ya erais humanas corrientes. A Neherenia le sucedió lo mismo. Por eso
pensé que ella aprendería a ser una chica buena y comprometida con la causa de ayudar
a otros si podía pasar un tiempo a vuestro lado. Y reforzar eso disfrutando de
su infancia junto a vuestras hijas.
Eso agradó mucho a sus
interlocutores. Se miraron con gesto de aprobación. Deseosos de ayudar.
-Cuenta
con nosotros. – Afirmó entonces Cooan con el asentimiento de su marido. -
-Por mí,
ningún problema. – Acordó Beruche a su vez.-
-Desde
luego.- Añadió Roy indicando que también estaba más que dispuesto. -
La hija
de la reina Serenity sonrió ampliamente para sentenciar de forma entre
entusiasta y aliviada.
-¡Cuánto
me alegra que digáis eso! Entonces con vuestro permiso voy a llamar a las
guerreras Amazonas para que me ayuden a traer a Neherenia.
-Pues
vamos a buscarlas.- Le ofreció Cooan.-
Chibiusa
asintió y tanto ella como Cooan y Bertie se dirigieron a la habitación. Allí la
estampa era cómica aunque también enternecedora. Para - Para estaba jugando con
la casa de muñecas de Idina. Ésta a su vez estaba absorta observando a Jun -
Jun haciendo malabares con varias pelotas, entre tanto Kerria jugaba con Ves- Ves y Cere - Cere a tomar el té.
-Ponme
dos terrones, gracias – Le pedía Ves - Ves a Kerria sosteniendo una invisible
taza frente a la niña. -
-¡Qué
divertido!- Voy a redecorar esta habitación. – Decía a su vez Para - Para en
tanto sacaba un armarito de juguete de la casita. -
-¡Hazlo
ahora con cuatro pelotas! – Exclamaba Idina entusiasmada con la exhibición de
malabares de Jun - Jun que sonreía divertida. –
La voz
de Chibiusa cortó aquello cuando les ordenó a sus acompañantes.
-Chicas.
Dejad los juegos para después. Ya podemos ir a buscar a Neherenia.
-¡Jo!..
Un ratito más. Ahora viene la tarta de cerezas. – Le pidió Cere – Cere,
simulando beber de su invisible taza. –
-¡De
cere-cere cerezas!- Exclamó una divertida Kerria haciendo reír a sus compañeras
de juego.-
-¡Vaya,
qué lástima! - Ahora que iba a cortarle la cabeza a la dueña de la casita por
no rebajarme el alquiler. – Protestó Para – Para. –
Aunque
tras las miradas de reprobación que le dirigieron el resto de sus compañeras,
la muchacha con una mano tras la nunca sonrió rectificando azorada.
-Bueno,
iba a negociar el precio un poco a la baja, eso es todo. ¡Ji, ji!
-Traed a
Neherenia lo antes que podáis. Usad la tele portación de los planetas, a ser
posible, con discreción. – Les ordenó Chibiusa. -
-Muy
bien.- Asintió Cere – Cere, indicando al resto en tanto sus compañeras se le
acercaban. – Vamos chicas. Esto es importante. Ya jugaremos después.
-Sí. Es
cierto - convino Jun- Jun abandonando aquellas pelotas en el suelo para decepción
de Idina, que trató de imitarla sin lograrlo. -
Dejando
a las dos niñas con sus juegos todas salieron de la habitación y de la casa.
Una vez fuera invocaron sus poderes transformándose. Tras un espectáculo
producido por las diversas auras luminosas de las amazonas, éstas, ya con sus
uniformes de sailors, se dieron las manos y concentraron sus energías. El resto
de los presentes salieron atraídos por la luz que provocaron con aquellas
transformaciones amén de por los ladridos de Tot. Sobre todo el grupo de Leval,
Alan y Lance que apenas sí llegaron a tiempo. Aunque sus padres lograron
taparles la visión y no pudieron ver como esas chicas desaparecían de repente.
-¿Qué ha
pasado, papá? – Quiso saber Alan - ¿De dónde salió esa luz?
-Nada,
habrá sido un relámpago. – Replicó su padre restándole importancia. -
-Pues no
parece que haya ninguna tormenta. – Opuso Leval mirando sorprendido hacia el
cielo que estaba algo nuboso aunque eso no justificaba para nada aquella
explicación –
-Quizás
haya sido una estrella fugaz.- Apuntó Lance.-
-No os
preocupéis, no ha sido nada. ¡Hala!, idos a jugar. Que enseguida tendremos que
irnos. – Terció Roy dirigiéndose sobre todo a su hijo. –
Los
niños se miraron y asintieron. Total, allí no pasaba nada, de modo que
regresaron a la habitación de Alan para aprovechar el tiempo. En cuanto a las
dos niñas, que también acudieron a ver esas luces, fue Cooan la que a su vez
las convenció de que se fueran al cuarto de Idina y recogieran un poco la ropa
que habían sacado. Ambas aceptaron sabiendo que lo dejaron todo muy revuelto.
De ese modo sus padres suspiraron aliviados. No tenían ningún interés en que
los niños vieran cosas extrañas. Se habían prometido mantenerles aparte de eso.
Lo fundamental es que tuvieran unas infancias y a ser posible, unas vidas
normales. Y menos mal que actuaron deprisa puesto que, en medio de otro
destello, las sailors reaparecieron. No obstante, ahora parecía que llevaban a
alguien en el centro del círculo. Cuando se soltaron las manos y el grupo de
Tom, Cooan y sus amigos pudieron mirar con más detenimiento, se asombraron al
ver allí a una cría que efectivamente, parecía tener la edad de sus propias
hijas. Era tal y como Idina la había descrito. Sobreponiéndose a la sorpresa
indicaron a las guerreras que entrasen puesto que hacía ya bastante frío en el
exterior. Éstas lo hicieron llevando de la mano a la pequeña. Una vez pasaron
fue Tom el que se arrodilló al lado de esa cría que les observaba a todos con
la misma extrañeza que ellos tenían.
-¿Cómo
te llamas, cielo?- Quiso saber él con ternura paternal. –
-Neherenia.
– Replicó tímidamente aquella niña que enrojeció a ojos vistas. -
-No te
preocupes. Son unos buenos amigos nuestros que también quieren serlo tuyos. –
Añadió Chibiusa también con tono cariñoso. -
La cría
miraba en todas direcciones. Se tranquilizaba porque tenía a su lado a las
cuatro amazonas a las que conocía, y también a la princesa de la Luna Blanca
que era su amiga. Ahora recordaba que, estando en palacio, las guerreras habían
venido a decirle que esas niñas a las que había visto a través del espejo querían conocerla en persona y ser sus
amigas. Incluso que jugarían con ella.
-Son dos
niñas muy majas.- Le aseguró Cere- Cere.-
-¡Y
saben juegos muy divertidos!- Intervino una entusiasta Para-Para.-
-¿De
verdad?- Quiso saber la pequeña soberana.-
-Claro.-
Sonrió Jun-Jun.- Te vamos a llevar allí para que lo pases muy bien.
-Es toda
una suerte. Te va a encantar.- Añadió Ves- Ves.-
Neherenia
asintió con alegría, eso le hizo muchísima ilusión. No tenía muchas
oportunidades para eso en medio de sus obligaciones regias. Aceptó encantada el
transportarse con ellas. Pese a los ruegos de su chambelán y de otros miembros
de la corte que le aconsejaron prudencia.
-Majestad.
Debéis tener presente que sois una reina.- Le recordó De la Lune, su regordete
chambelán.-
-Y que
pronto será hora de iros a dormir.- Añadió su cuidadora Cesla, una mujer de
cabellos claros y mirada amable.-
Pero
Neherenia les prometió que no tardaría mucho y que iba con sus amigas. Y ahora
allí estaba. En un principio intimidada por tantas personas desconocidas a las
que no parecía importarles nada que fuese una reina. Aunque mejor así. Ya
estaba cansada de que sus súbditos la temiesen y de que no se atrevieran a
jugar con ella por miedo a contrariarla de algún modo. Lo que más deseaba era
tener amigos y no únicamente sirvientes. De modo que, con una expresión más
risueña, se atrevió a preguntar a esos extraños.
-¿Queréis
ser mis amigos?
-¡Claro
preciosa! – Le sonrió Roy agachándose para poder acercar su cara al rostro de
esa pequeña tan adorable para levantarse acto seguido y susurrarle a Tom. –
Pues yo no la veo tan peligrosa.
-No la
viste cuando se hizo mayor. – Le contestó Chibiusa también con un susurro. –
-Está
claro que ahora va a ser nuestra amiga. ¿A que sí? – Afirmó Bertie acariciando
una mejilla de la niña que esbozó una sonrisita tímida en tanto asentía. –
-Y tiene
un pelo precioso. Me recuerda a ti a su edad. – Terció Cooan dirigiéndose a
Chibiusa que sonrió. -
-¿Tienes
hambre, cielo?- Se interesó Beruche. -
-No
gracias, cené en palacio antes de venir. – Repuso muy educadamente la cría. -
-Qué
bien hablas nuestro idioma. – Comentó Bertie haciendo referencia a que, sin
pretenderlo, habían estado conversando en inglés todo el tiempo. –
-He
aprendido el idioma del reino de la Luna, el japonés y también el inglés.
Siempre me han dicho en la Corte que son las lenguas que me serán más útiles si
vengo a la Tierra. – Repuso la chiquilla. –
Todos se
miraron sin poder ocultar su asombro. Eso era desde luego toda una proeza para
una niña tan pequeña. Aunque enseguida Cere- Cere intervino para aclarar.
-La han
educado para gobernar desde que nació.
-¡Pues menudo
rollo! – suspiró Para - Para, a quien las otras fulminaron con la mirada. -
Bueno añadió apuradamente ésta tratando de arreglar su desliz. - Pero eso está
muy bien, así sabes muchas cosas.
-Así es,
- convino Ves –Ves, sonriendo animosamente a la cría. - Eres muy lista.
-Y muy
guapa. Aquí vas a hacer muchos amigos. Ya lo verás – aseveró Jun- Jun. -
La cría
sonrió alentada por aquellas palabras. Más cuando Chibiusa agregó.
-Pues
ahora toca jugar un poco. Que también es muy importante.
-Entonces
no esperemos más y ven conmigo. Te llevaré a conocer a las niñas. – Le ofreció
Cooan. -
-Oye.
Una cosita antes de que conozcas a nuestras hijas. - Le pidió Tom susurrando al
oído de la pequeña. – Verás. Los poderes de tus amigas y todas estas cosas tan
increíbles que hacen mejor que sean un secreto entre nosotros, ¿vale? No
queremos asustarlas.
-Vale. –
Convino la niña mirando confusa a las sailors. -
-Es un
secreto que guardamos entre todos. – Le explicó Chibiusa de rodillas para poder
estar a su altura. – Pórtate como alguien totalmente normal.
La cría
asintió. No sabía por qué pero si era lo que querían no diría nada. Miraba
expectante a los adultos sin saber qué hacer.
-Seguro
que podemos confiar en ella. – Terció Cooan que, sonriendo tiernamente a la
niña, le ofreció una mano animándola a seguirla. - Vamos cariño.
La
pequeña la estrechó y se dejó conducir rumbo hacia ese cuarto, en tanto
Chibiusa le decía haciendo que ella y su cicerone se detuvieran por unos
instantes.
-Nosotras
tenemos que irnos ya. Te quedarás aquí y
cuando tengas que volver que nos llamen estos señores.
La niña asintió mirando a Chibiusa
con los ojos muy abiertos. Aunque pudo decir algo inquieta.
-¿Y qué
pasará con mis cortesanos?
-No te
preocupes. Les diremos que todo está bien.- La tranquiló Cere- Cere.-
-Sí, tú
obedece a nuestros amigos.- Le pidió Ves- Ves con amabilidad.-
-Bueno,
pues eso es todo. Chicas preparaos.- Las indicó Chibiusa.-
-Un
momento, por favor, ¿cuánto tiempo pensáis que debería quedarse aquí?- Quiso
saber Tom dirigiéndose ahora a la hija
de Usagi. –
-No
mucho, unos pocos días si no os importa.- Fue la réplica de la interpelada.-
El
muchacho abrió la boca con sorpresa, aunque no se atrevió a objetar nada. Pensó
que se tratarían únicamente de algunas horas, aunque si era por el bien de la
Tierra y de todos no le importaría acoger a una niña. Total, Alan y Lance se
iban a marchar de campamento con su primo Leval. Sitio tendrían. Asintió en
tanto veía a su esposa alejarse con esa cría hacia la habitación de su hija.
Llegando a la estancia Cooan abrió suavemente y la pequeña reina volvió a
encontrarse cara a cara con esa otra niña a la que había visto a través del
espejo, pero ahora nada las separaba ya. La hija de los Rodney por su parte se
acercó para presentarse llena de alegría.
-¡Qué
bien que has venido! ¿Cómo estás? Me llamo Idina.
-Yo me
llamo Kerria Lorein, pero mis papás solo me llaman Kerria. Y mi hermano Leval y
mi prima me llaman Ky. - Afirmó otra niña que llevaba una graciosa trencita de
color castaño con tintes azulados como el resto de su cabello, preguntando de
seguido. - ¿Eres una reina de verdad?
-Sí-
replicó su interlocutora. –
-¡Qué suerte!-
Yo quisiera ser una reina también. – Afirmó Idina. –
-Ser
reina no es divertido. – Les comentó aquella niña para añadir a modo de
ejemplificación. – Hay que estar siempre muy quieta, sentada en una silla muy
grande y escuchando a los cortesanos. Y tienes que estudiar mucho.
Sus dos
contertulias se miraron atónitas. Creían que ser reina era otra cosa, aunque
tampoco sabían exactamente qué. Solo que podrías llevar corona y ponerte un
montón de trajes. Pero si no era así…
-Pues ya
no quiero ser reina. – Suspiró Kerria. – Mejor vamos a jugar.
-Un
momentito – Les pidió Cooan que, dirigiéndose a la pequeña invitada, le
comentó. - Tendrás que cambiarte, ese vestido que llevas es muy bonito pero no
creo que sea el más adecuado para jugar.
Neherenia
se miró a sí misma con apuro. Aquello era verdad, a pesar del gran vestuario
que poseía en su palacio no tenía otra ropa aquí. Aunque aquella simpática
señora enseguida le sonrió alentadoramente para decir.
-No te
preocupes, te dejaré uno de los pijamas de mi hija, tendréis la misma talla.
-Mamá,
¡déjale el de los gatitos! - Le sugirió
Idina con visible entusiasmo, al añadir. – Es mi favorito.
-¿Tu
favorito, y quieres dejármelo a mí?- Se
sorprendió su invitada. –
-Claro,
somos amigas. – Replicó Idina para sentenciar. – Y las amigas comparten sus
cosas más queridas.
Cooan
observó cómo el rostro de aquella niña se iluminaba y sonrió. Estaba muy
orgullosa de su hija, ésta siempre había demostrado ser generosa y tener muy
buenos sentimientos. Ahora no lo dudaba, seguro que su pequeña había sido
bendecida con el poder del cristal de Plata que la sanó a ella misma.
-No me
acuerdo de eso. – Terció Idina tratando de hacer memoria. –
-Es
natural, cariño. - Le contestó su madre en tanto Tom estaba tratando de
encontrar sitio para aparcar en la terminal. - Eras muy chiquitita. Pero a mí
se me quedó grabado. Aunque entonces, si no recuerdo mal. Vinieron tus tíos Roy
y Bertie a llevarse a Kerria.
Idina
escuchó con atención mientras su madre siguió recordando aquello. Efectivamente
se escucharon las voces de su hermana y de su cuñado.
-Kerria
cariño, es hora de irnos. – Comentó Beruche en tanto llegaba a la habitación. -
-¡Jo,
mamá! Yo quiero quedarme con la prima Idina y con Neherenia.- Protestó la
chiquilla. –
-Es muy
tarde, tesoro. – Secundó pacientemente Roy que también había entrado en el
cuarto. –Tenemos que marcharnos, los tíos deben descansar.
-¡Pero
no me quiero ir! - Protestó la niña entonando un quejido lastimero.-
-Kerria
Lorein.- Repitió su madre con un tono más severo.- Compórtate.
No
obstante, la niña estaba visiblemente disgustada, casi a punto de hacer
pucheros. Cooan se percató de ello y, sin pensarlo dos veces, les propuso a sus
parientes con desenfado.
-¿Por
qué no la dejáis aquí? Las tres pueden dormir en la habitación de mi hija.
-¡Sí!,
¡sí! - Exclamó la pequeña saltando y
batiendo palmas, secundada por su prima Idina, ante el gesto atónito de su
invitada. - ¡Qué bien, tita Connie!
La interpelada se rio entre
divertida y enternecida por aquello. En tanto los padres de Kerria se miraban
sin saber qué decir.
-Y deja
a Leval también. Total, mañana tendría que ir a buscarle a tu hotel de camino
al camping. Y así nos ahorramos la parada. Aquí no se va a notar mucho la
diferencia. – Intervino Tom que también se había reunido allí con ellos y
presenciaba aquella escena con gesto divertido, argumentando. – No os vais a
llevar solamente a uno de los dos.
-Pero
eso os va a dar mucho trabajo. – Se resistía Beruche. –
Una vez
más Roy y su esposa cruzaron sendas miradas de apuro. Pero solamente con ver la
expresión de su hija y de su sobrina la resolución de llevarse a Kerria
flaqueaba por momentos. Ante esas esperanzadas caritas les era imposible
negarse. Finalmente fue Bertie la que claudicó con un suspiro resignado
indicándole a su pequeña.
-Está
bien. Dale las gracias a la tía Connie.
Kerria
se colgó literalmente del cuello de su madre a la que dio un completo repaso de
besos ante las risas de todos, después repitió la operación con su tía.
-¿Y para
mí no hay nada?- Se rio su padre, que, por supuesto, fue asaltado a su vez por
la chiquilla entre otra oleada de risas. –
Roy
levantó a su hija en brazos y la acercó a su rostro amorosamente para
indicarle.
-Pórtate
bien y se una buena amiga para Nehie.
-Sí,
papá. – Asintió la niña con una gran sonrisa. -
-Cooan.
Ahora te doy el pijama y alguna de sus cosas. ¡Ah, y las de Leval también! Y
gracias otra vez.- Suspiró Beruche, que sin embargo no podía dejar de sonreír
al ver lo felices que eran aquellas crías, volvió a señalar, algo apurada por
su hermana. – ¡Aunque vas a tener mucho trabajo con tanta tropa!
-¡No hay
de qué! Con ver lo contentas que están merece la pena. – Afirmó su
interlocutora visiblemente divertida a su vez. – No te preocupes. A cosas más
difíciles me he enfrentado, ¡ja, ja!
Bertie
rio con ella. ¡Y tanto que era cierto!
Así las dos hermanas salieron del cuarto para concretar detalles. Por su
parte Tom le dijo a su amigo que pusiera al corriente a Leval. Roy lo hizo y el
chico, por supuesto, estuvo encantado de quedarse a dormir con sus primos.
Estos lo celebraron con idéntico alborozo aunque sin dar besos a sus padres.
Consideraban que los chicos no hacían esas cosas. Bueno, a sus madres sí, pero
cuando no hubiese amigos mirando. De modo que, tras dejarlo todo organizado,
Beruche y Roy se despidieron. Los críos tardaron poco en irse a dormir. De
mañana Tom tenía efectivamente que llevarles
al campamento por lo que se fueron a acostar antes. Estaban ansiosos y
excitados ante la perspectiva de las aventuras que tendría allí.
-Oye,
tío Tom. - Le preguntó Leval ante la atenta mirada de Alan y Lance.- ¿Es verdad
que podremos hacer nuestras propias cabañas y montar en canoa?
-No lo
sé.- Admitió éste afirmando.- Ahora en esta época del año los ríos suelen
congelarse y no es prudente adentrarse en el hielo. Podría romperse. En cuanto
a las cabañas, quizás podáis construir iglúes, que es mucho mejor.
-¿Qué es
un iglú?- Quiso saber Alan.-
-Una
casa de hielo, lo leí en un libro sobre esquimales. - Le informó su hermano
menor.-
-Eso
suena muy bien.- Declaró Leval, deseoso de hacer algo así.-
-Papá.-
Terció entonces Alan.- ¿Quién ha venido a veros antes?
-Unas
amigas de tu madre, tus tíos y mías.- Le contó éste.-
-Creo
que han traído a una niña.- Comentó Lance que se había asomado anteriormente
por la puerta y pudo ver a esa pequeña con su madre, yendo hacia el cuarto de
Idina.- No la conozco, ¿es de aquí?
-Es una
amiguita de tu hermana y de tu prima.- Le respondió su padre de forma natural.-
- Decía
que era una reina.- Comentó el pequeño con tinte suspicaz.-
-Sí, ¡se
pasan todo el día jugando a esas tonterías de princesas! - Se rio Alan.-
-Las
niñas son así. Unas aburridas. - Concluyó Leval encogiéndose de hombros.-
- Es
verdad. ¿Quién quiere jugar a nada con ellas?- Convino Lance restándole
importancia.-
Tom se sonreía escuchando aquello.
Pensaba que habría que ver a esos tres dentro de unos años. Posiblemente no
pensaran que estar con una chica fuera tan aburrido. Pero lo dejó correr y les
dio las buenas noches comentándoles con una mezcla de afabilidad y advertencia.
-Chicos,
debéis iros a la cama ya. Mañana hay que madrugar. Os vendré a despertar y como
estéis dormidos os tiraré de las orejas.
-Vale
papá.- Asintió Alan no sabiendo si aquello le parecía algo divertido o no.-
Hasta mañana…
De hecho los tres ya tenían puesto
el pijama y se fueron a acostar sin preocuparse más de las niñas y sus tontos
juegos…
-¿Con
que eso decían, eh?- Se reía Idina en tanto su padre rememoraba aquello.-
-Sí,
hija. - Le confirmaba él con otra gran sonrisa.- Y de veras lo creían, ¡ja, ja!
-Me
gustaría ver si esos bobos dirían lo mismo si pudieran estar con Nehie ahora.
Aunque ni yo misma sé cómo estará. Imagino que tendrá mi edad. - Suspiró la
muchacha, agregando con pesar.- Apenas sí recuerdo nada de esa ocasión, y
después de todos estos años no sé si podría reconocerla si la viera. Y dime
¿Qué sucedió luego?- Inquirió llena de curiosidad.-
-Pues
espera que te contaré más.- Intervino su madre retomando el relato.-
Ella y
su marido prepararon tres camas para los chicos. Después, repitieron la
operación en el cuarto de su hija una vez que las niñas terminaron de ordenar
la habitación y tuvieron puestos los pijamas. A Neherenia le quedaba muy bien
el de Idina, esos gatitos negros sobre fondo burdeos se parecían mucho a Luna,
la gata de Usagi. Cooan recordó que aquel pijama fue un regalo de Rei, su gran
amiga y madrina de sus hijos. Kerria tenía otro de florecitas de colores sobre
fondo blanco muy mono y la propia Idina lucía uno de estrellas amarillas sobre
fondo azul que, en sus propias palabras, era su segundo pijama favorito. Así
las cosas, cuando el matrimonio Rodney improvisó las tres camitas se
dispusieron a acostar a las niñas. Pero antes la hija de Cooan le pidió a su
madre.
-¿Nos
cuentas un cuento, mami?
-¿Un
cuento?- Se sorprendió ésta, puesto que no era ya muy habitual que su hija le
pidiera tal cosa. –
-Sí
tita, ¡por favor!- Secundó Kerria. –
-Está
bien. Os voy a contar uno muy bonito, aunque algo triste, pero con final feliz.
- Sonrió Cooan. –
Las tres
niñas la miraron muy interesadas. Tapadas con sus mantas hasta las naricitas.
Idina estaba más próxima a su madre, Neherenia en el centro y Kerria cerca de
la ventana. Cooan tuvo que cavilar durante unos instantes para ver cómo podría
expresarse adecuadamente y entonces comenzó a contar.
-Érase
una vez una hermosa chica que vivía en un palacio.
-¿Era
una princesa?- Quiso saber Kerria. –
-Sí,
bueno, era una reina. – Le contestó su tía que prosiguió. - Era una chica muy
guapa, pero tenía un problema. No tenía amigos de su edad, ni de ninguna otra.
Solamente podía entretenerse mirándose a un gran espejo que poseía. Tan sola
estaba que su propio reflejo era su única compañía.
-¡Qué
triste! – Afirmó Idina. -
-Esa
chica es como yo.- Musitó Neherenia asimismo con un poso de tristeza. –
-No,
¡qué va! – Replicó Kerria. – Tú tienes amigas como nosotras.
Eso hizo
sonreír a su interlocutora que se sintió mejor. De inmediato Cooan asintió
dándole la razón a su sobrina.
-Claro,
esa chica no eres tú. – Aseveró con mucho énfasis.- Además era mucho mayor. – Y
continuó narrando con tono rimbombante. – Tenía
un montón de cortesanos que la halagaban diciéndole todo el tiempo lo
bella que era, pero ningún verdadero amigo. Entonces, de tanto mirarse al
espejo acabó por pensar que solo él la quería. Y quiso apropiarse de los sueños
de la gente para ser siempre joven y hermosa.
-¿Y qué
pasó?- Terció la propia Neherenia con visible interés y preocupación. -
-Que se
volvió una chica muy mala. Odiaba a todo aquel que tuviera amigos y quería
apropiarse de los hermosos sueños de la gente. Pero un día, unas jóvenes muy
valientes se enfrentaron con ella. Y una princesa muy buena la ayudó a darse
cuenta de que no se portaba bien. De hecho, al final se hicieron amigas suyas y
esa muchacha, al darse cuenta de todo, se volvió buena y fue feliz. Porque tuvo
de pronto muchos amigos. – Sonrió Cooan dando por terminado el relato.-
-Me
alegro por esa chica. – Aseveró Idina que sentenció. - En el fondo no era mala,
me daba pena, es muy triste no tener amigos y que nadie te quiera. ¿Verdad,
mami? A mí no me gustaría nada vivir
así.
Enternecida
la aludida pasó cariñosamente su mano por la cabeza de su hija acariciándole el
pelo. Después la besó en la frente y, por supuesto, repitió la operación con
las otras niñas. En ese momento Tom entraba en el cuarto tras acostar a los
muchachos. Por su parte, al recibir ese beso, Neherenia sintió algo muy cálido
y bonito en su interior y sin poder evitarlo dijo.
-Me
gustaría que fueras mi mamá también.
-Pues yo
ya tengo la mía, pero tita Connie es una mamá muy buena.- Añadió Kerria. –
Pero lo
que dejó impactada a Cooan y a su marido fueron las respuestas de su hija y de
su invitada.
-Mi mamá
es maestra. Hace de mami de los niños de la guardería y todos la quieren mucho.-
Afirmó Idina.-
-¿Y
podría hacer de mamá para mí?, es que yo no tengo. - Quiso saber Neherenia
añadiendo con prevención, en tanto miraba a Idina. - ¿No te importa?
-¿No
tienes mamá?- Se sorprendió Kerria. –
-Ni
tampoco papá. – Pudo añadir la pobre niña con gesto triste. – No quiero que
Idina se enfade. Pero ojalá que tu mamá y tu papá me quisieran a mí también.-
Agregó mirando esperanzadamente a su contertulia. - ¿No te enfadas?
-¡Claro
que no! - Afirmó despreocupadamente ésta para indicar. – Así viviríamos juntas
y seríamos hermanitas. Como mami y tita Bertie. Y nos querríamos tanto como
ellas.
Su
marido tuvo que abrazarla para que las lágrimas de Cooan pasaran desapercibidas
a las crías.
-Es muy
tarde. – Dijo Tom, emocionado también, sobre todo cuando Idina añadía que sería
estupendo también si él podría ser asimismo el papá de Nehie. –
-Sería
genial.- Intervino Kerria.- Y las dos seríais mis primitas.
Tom
asintió, repitió la operación que ya había realizado su mujer y besó a las tres
niñas, después ambos adultos salieron apagando la luz y cerrando la puerta. Al
llegar al salón, al fin los dos solos, Cooan no podía evitar sollozar en tanto
su marido decía con tono reflexivo y lleno de compasión.
-Y ésta
era la malvada reina Neherenia. ¡Pobre niña! No puedo ni imaginar cómo tuvo que
ser su vida en la infancia para convertirse en ese monstruo que decían que fue.
-¡Y todo
porque no le dieron cariño! ¡Estaba sola! – Pudo replicar su emocionada esposa.
- ¡Cómo la comprendo, Tom! Cada vez que me recuerdo a su edad cuando me
separaron de mis padres, y años después la época en la que Rubeus me trataba
con esa frialdad. Así fui una vez yo. Encerrándome en mí misma y mi egoísmo, en
una vana ilusión de amor. Hasta que mis amigas me liberaron, igual que a esta
pobre cría.
-No
pienses en eso más. - Le pidió su esposo abrazándola para asegurar. - Te
prometo que, mientras esa pequeña esté aquí, le daremos todo el afecto que
podamos. Y será una más de la familia. – Tom calló durante unos instantes y
prosiguió declarando de forma más reflexiva y casi hasta culpable. - Es
curioso. Al principio acepté por hacer un favor a nuestras amigas y para
prevenir una futura amenaza. Pero ahora eso ya no me importa. Solo veo la
carita de esa pobre cría que únicamente necesita cariño y amistad para ser feliz.
-Usagi y
las demás siempre han tenido razón. El amor y la confianza al final son lo más
importante. – Asintió su mujer enjugando sus lágrimas al fin. -
-E
hicieron un gran trabajo contigo y tus hermanas. Tanto Rei, como Usagi y las
demás. – Le sonrió él dándole un ligero beso en los labios. – Jamás podré
agradecérselo lo suficiente.
- Sí, gracias
a ellas pudimos rehacer nuestras vidas y escapar de aquello. Y ahora estoy muy
orgullosa de nuestra hija. - Le contó Cooan recordándole. – ¿Has oído lo que le
ha dicho? Es generosa y buena. Gracias a Dios que ha heredado lo mejor de
nosotros.
-¡Sowing
the seeds of love! – Canturreó él ante la mirada atónita de su esposa. – Es una
vieja canción.- Sonrió para explicar. - Roy la solía cantar, aunque para otros
menesteres. - Rio ahora en tanto achuchaba a su mujer. -
-¡Tom! –
rio ella a su vez, entre atónita y sorprendida por esa demostración tan
espontánea de afecto. –
Y es que su esposo casi parodiaba a
la perfección a su cuñado y amigo cantando, en tanto achuchaba a su mujer
Plantando
las semillas del amor
Plantando
las semillas del amor
Los pájaros
y las abejas
Mi novia
y yo…enamorados.
-¡Para
tonto que los niños nos van a oír! – Reía su esposa.-
Tras recorrer el parking encontraron
un hueco. Idina reía mientras su padre aparcaba al fin y declaraba divertida.
-¡Ah!, de
eso me acuerdo. Entonces salí yo y os vi abrazaditos. Pensé que estabais
jugando. ¡Ja, ja!
-Y en
cierto modo así era. – Sonrió Tom acabando de maniobrar el coche para meterlo
en la plaza del parking. -
-Desde
luego, hija. – Suspiró Cooan, que ahora se reía cuando rememoraba.- ¡Menudo
corte nos llevamos!, no sé si saliste a hacer pis o a decirnos algo.
-Eso sí
que lo recuerdo bien. – Pudo responder su hija, explicándoles. – Iba a buscar a
mi muñeca Mimí, me la había dejado en el salón.
-¡Pues
qué oportuna fuiste! – Terció su padre para provocar aún más la risa de ambas.
-
Los
tres bajaron finalmente del vehículo. Tom se ocupó de la maleta de su hija y se
encaminaron hacia el interior de la terminal. Tenían tiempo todavía. El vuelo
no despegaría hasta media hora más tarde. Se acomodaron pues en uno de los
bancos que había en tanto veían pasar a multitud de viajeros de acá para allá.
Ajena al bullicio Idina estaba pensando todavía en aquello. Los recuerdos le
iban viniendo a la mente poco a poco. Ahora
hizo memoria. Al día siguiente sus hermanos y su primo Leval
efectivamente se marcharon de campamento. Apenas si se percataron de la
presencia de Nehie, como ahora la llamaban todos. A esa cría incluso pareció
gustarle ese apodo. Mientras su padre llevaba a los chicos en coche, perro
incluido, ellas se despertaron y fueron a desayunar. Su madre había puesto ya
la mesa. Idina pensaba ahora con cariño en aquel desayuno tan particular.
-¿Queréis
más cereales, niñas?- Preguntó Cooan a las chiquillas que asintieron en tanto
masticaban. –
Lo
cierto es que estaban muy graciosas comiendo a dos carrillos, incluso Neherenia
parecía haber adoptado plenamente las maneras de sus amigas. Aunque tras tragar
se permitió decir.
-Sí, por
favor. Está muy bueno. En palacio no me dan nada tan rico.
-¿No
comes tartas y bollos cuando quieres?- Le preguntó Kerria visiblemente
sorprendida. Dado que había dado por supuesto que una reina podía hacer lo que
se le antojara. –
-No, la
mayoría de las veces me dan tostadas con mermelada, algo de jamón ahumado y té.
El Canciller Real dice que debo mantenerme con una dieta de señoritas para ser
una soberana estilizada y bella. – Replicó Neherenia con tinte resignado en su
voz. –
-Pues si
yo fuera la reina ordenaría que me trajeran galletas como las que hace mi
madre. – Afirmó Idina. –
La
aludida se rio al escuchar aquello y entonces tuvo una idea que pasó a proponer
a las chiquillas.
-¿Y si
hago unas galletas y vosotras me ayudáis?
-¡Siii!- Exclamaron
su hija y su sobrina al unísono ante la
sorprendida mirada de su invitada. -
-¡Pues
vamos allá! – Arengó Cooan indicando a las pequeñas. – Ante todo lavaros las
manos muy bien.
Idina
y su prima obedecieron al punto. Se lavaron con abundante jabón y tras un buen
secado y aclarado ya estaban listas. Su amiguita las observaba con la boca
abierta.
-¿Nunca
has hecho galletas? – Le preguntó Idina en tanto su interlocutora movía
negativamente la cabeza. - Pues es muy divertido.
-Es mejor
comérselas. – Opuso Kerria que ya se relamía, las galletas de su tía estaban
muy ricas. -
-¡Lo
bueno es que podréis hacer las dos cosas! – Rio Cooan, en tanto animaba a su
invitada. – Ven Nehie, lávate las manos. Tienen que estar muy limpitas para
poder meterlas bien en la masa.
La
atónita niña obedeció imitando a sus compañeras. Tan pronto estuvo lista Cooan
las dispuso en línea ante a mesa de la cocina. Las tres ataviadas con
delantales que tenía de la talla de su hija, todos con dibujos de animalitos.
Puestas en fila junto a la mesa y con expresiones en sus caras que mostraban la
máxima atención, la madre de Idina les explicaba.
-Ahora
mezclamos los ingredientes, harina, un poco de sal, un poco de agua, algo de
azúcar y levadura.
Dicho
esto sacó del armario que tenía enfrente de la mesa un gran bol y mezcló
aquellos componentes comenzando a revolverlos. De vez en cuando añadía algo de
agua o espesaba con la harina, según lo viera más o menos denso. Tras unos
minutos encargó a su hija, más diestra en esos menesteres, el remover la masa y
a Neherenia y a Kerria el ir modelando parte a medida que Idina la compactaba.
-Ahora chicas,
vosotras dos vais dándole forma a las galletas. – Les indicó la adulta y las
niñas trataron de darle formas ovaladas a aquella masa que, efectivamente, era
fácilmente moldeable para ellas. – Tratad de que queden igualitas.
-¡Tachán!
, he hecho un pajarito. – Exclamó Kerria componiendo algo vagamente parecido a
un cuerpecito y unas alas.- ¿Te gusta, tía?...
-Bueno,-
suspiró Cooan, tratando de ser lo más suave posible para decirle a su sobrina.
– Será mejor que las alas no sean tan grandes para que se haga bien en el
horno, cariño.
-Pues le
pongo con las alas cerradas. – Repuso la pequeña, inasequible al desaliento. -
Por
su parte Neherenia se reía visiblemente contenta. Nunca había hecho algo tan
divertido en la corte. ¿Por qué no le enseñarían a hacer estas cosas? Era mejor
que aquellas aburridísimas recepciones en las que no se podía mover y debía
estar siempre elegante y sin una mancha.
A todo eso, ya había hecho varias galletas y al parecer bastante bien.
La madre de Idina asintió con aprobación. Su propia hija había terminado de remover
la masa e hizo igualmente unas pocas galletas más, tras lo cual Idina espolvoreó
canela y unos topings de chocolate como su madre le había enseñado. Finalmente,
todas las galletitas ocuparon la superficie de una gran bandeja que Cooan metió
en el horno.
-Ahora
tendrán que hacerse, será cosa de media hora.- Les informó. –
-¡Lástima
que hayamos desayunado ya! – Se lamentó Kerria que hubiera deseado tener sitio
en su barriguita para alguna galleta. –
-Bueno,
pues nos las comeremos para merendar. – Propuso Idina. –
Aquello
fue acogido con entusiasmo. Ahora debían volver a lavarse, cosa que hicieron
enseguida. Cooan se sonreía al verlas tan contentas. Se alegraba que aquella
receta que le diera Makoto fuera tan fácil de preparar. Lo cierto es que ella
también se lo pasaba en grande haciendo cosas con las niñas. No en vano
disfrutaba mucho con los críos, teniendo en cuenta su vocación y al mismo
tiempo profesión como maestra. Pero ahora tendrían que salir un poco a la
calle. No quedarse todo el día en casa. Estaba pensando en eso cuando escuchó
la voz de su hija exclamar.
-¡Mirad!
¡Está nevando!
-Anda, es
verdad. – Confirmó Kerria pegado su naricilla a la ventana en tanto veía caer
los copos. - ¡Qué bonito!
Neherenia
observaba aquello con mucha curiosidad. En su reino no había nieve. Al menos ella
nunca pudo verla así tan de cerca. Las normas de seguridad del palacio eran tan
estrictas que apenas sí salía del mismo. Tenía ganas de tocar aquella especie
de algodoncitos que caían formando un hermoso manto blanco y Cooan, que pareció
adivinarle el pensamiento, les propuso a las niñas.
-Poneros
ropa de abrigo y vamos fuera. Dentro de un ratito habrá bastante nieve como
para hacer un muñeco.
-¡Bieeen!
– Corearon las dos primas que, dando saltos de alegría, agarraron a su pequeña
invitada cada una de una mano haciendo que ella las imitase. - ¡Muñeco! ¡Vamos
a hacer un muñeco!
Cooan
no pudo por menos que echarse a reír a la vista de tal espectáculo. Cuando las
crías se calmaron las ayudó a equiparse con gruesos abrigos, guantes y botas de
nieve que tenía. Por fortuna su hija estaba tan bien provista que podía
dejarles ropa a las otras dos niñas que compartían unas tallas similares…
-¡A
jugar!- Arengó Kerria a sus amiguitas que la siguieron al punto rumbo al jardín.-
Ahora,
en medio de aquella terminal del aeropuerto, Idina se sonreía recordando
aquello. Todas salieron a ver nevar, por unos momentos se quedaron de pie,
quietas, dejando que los copos les cayesen encima, o miraban hacia arriba
abriendo la boca para ver si se comían alguno. Aquella era una agradable
sensación. Luego, tras librar una batalla de bolas muy divertida, en la que
enseñaron a Nehie el arte de lanzarlas con precisión, hicieron un muñeco que su
madre las aconsejó decorar con dos ramitas a modo de brazos y la consabida
zanahoria por nariz. Quedó muy gracioso y por fortuna duró hasta que su padre
llegó. Entonces Tom les hizo una foto a todas junto a su “obra de arte”, con
Neherenia en el centro. Las tres sonreían muy felices. Idina no sabía si sus
padres habrían guardado aquella foto. Lo cierto es que puede que la hicieran
con el móvil y luego la borrasen. Iba a preguntárselo a su padre cuando él se
le adelantó con otra cosa.
-Antes de
nada, hija. Tu madre y yo tenemos una sorpresa para ti.
-¿Una
sorpresa?- Se extrañó la muchacha, dado que no le habían dicho nada hasta ese
momento, y faltaban solamente quince minutos para abordar el avión. – ¿De qué
se trata?
-No es
algo que te vaya a ocupar mucho en el equipaje. – Sonrió Cooan afirmando con
seguridad. – Y podrás llevarla contigo.
La
chica estaba realmente intrigada, ¿Qué podría ser? Sus padres no llevaban nada
en las manos, ni un paquete, ni una bolsa que no fuera de ella misma. Incluso
juraría que su padre la observaba con una sonrisa divertida. Aquella típica
expresión que ponía cuando la iban a sorprender completamente. Su madre también
parecía esbozar ese mismo gesto. Pero ella no podía anticipar nada. Entonces se
levantó llena de alegría. Allí estaban sus dos hermanos. Alan que era muy parecido
a su padre, algo más alto que él Lance que lucía su misma apariencia y tenía
una estatura similar a la de su hermano mayor.
-¿Pero no
teníais un examen y una reunión?- Preguntó Idina entre perpleja y muy contenta
de verles.-
Fue
Alan quien sonriendo se aproximó y dijo.
-¿Acaso
te creías que no íbamos a venir a despedirte?, pequeñaja.
-¡Qué
alegría! Pero, ¿Os ha dado tiempo a hacer todo eso?- Quiso saber Idina.-
-¡Pues
claro que sí, enana! – Afirmó Lance con
una media sonrisa muy típica suya. - Y nos las hemos arreglado para venir a
asegurarnos de que te vas y nos dejas tranquilos por una temporada.
-¡Tampoco
es eso, hombre! - Pudo decir Alan que se había quedado atónito por semejante
respuesta. -
Su
hermana en cambio sonrió. Lance era así. Tenía un ácido sentido del humor que,
desde luego, no había heredado de sus padres. Alan por el contrario era más
parecido a ella, aunque controlaba mejor sus emociones. Los dos a su manera la
querían mucho, aunque su hermano mayor lo demostraba más evidentemente. No
obstante, Idina sabía que Lance no era mal chico, sencillamente no gustaba de
mostrar sus sentimientos en demasía. Quizás fuera porque siendo el mediano no
tuvo como Alan, la primogenitura. Al ser el mayor y el primer hijo seguramente
sus padres se volcaron mucho con él. Y en el caso de Idina, siendo la niña y la
pequeña, pues lo mismo. Empero, la chica sabía que eso no era así. Sus padres
les habían querido siempre a todos y se lo habían demostrado a cada uno de
ellos, juntos o por separado. En fin, lo importante es que los dos estaban
allí. Aunque ahora fue el mismo Lance quien dijo con tono serio.
-Créenos.
Hemos estado muy ocupados haciendo bastantes gestiones… pero ha sido por tu
causa.
-¿Por
mí?- Se sorprendió la muchacha posando una mano sobre su propio pecho. –
-Así es,
hermanita. – Añadió Alan en tanto se giraba acercándose a una mujer que estaba
de espaldas. – Ahora disculpa un segundo….
El
chico le tocó el hombro ligeramente a esa desconocida. Ella asintió y se giró
acercándose a Idina. Vestía una falda larga de color negro y una blusa celeste
con un collar de oro adornado con tres medias lunas, unidas entre sí, una
dorada y dos plateadas, que tenían los cuernos hacia arriba. Además de muy
bonito hacía juego con una gargantilla que lucía en el cuello. Al principio
Idina la miró confusa, no la reconoció pese a que esa mujer le sonreía de forma
amistosa. Necesitó fijarse en aquel pelo largo, ondulado, de color azulado
oscuro con reflejos violetas y en dos moños a modo de bolas que tenía en la
parte superior de la cabeza. Abriendo unos ojos como platos al fin pudo
exclamar.
-¡Nehie!
¿Eres tú?
-Hola
Idina – Sonrió ésta de forma cálida. - Cuanto me alegro de volver a verte otra
vez.
Su
interlocutora se abrazó a ella y aunque se mostró sorprendida en principio por
ese gesto, Neherenia correspondió a ese abrazo apretándola fuertemente también.
Tratando de dominar su emoción, Idina preguntó.
-Pero.
¿Cómo es que estás aquí, después de tantos años?
-Quise
venir antes, pero mis obligaciones me lo impidieron. Y también tenía que estar
preparada. Menos mal que Chibiusa y las sailor Asteroides me echaron una mano.
Me dijeron que habían hablado con tus padres y que te ibas a estudiar lejos de
tu casa.
-Es
cierto. Voy a echar mucho de menos a mi familia. Pero allí tengo a mis tíos,
Roy, Bertie y a mi prima Kerria entre otros amigos y familiares.
- A tu
prima la recuerdo. – Sonrió Neherenia. – Era muy simpática. Igual que tus tíos.
-No
quisiera interrumpir. – Terció entonces Tom consultando su reloj para decir a
las chicas. - El avión sale en cinco minutos. Hay que ir a la puerta de
embarque.
Tanto
Alan, como Lance dieron un beso a su hermana. La chica se abrazó entonces a sus
padres. Y Cooan tras darle un sentido beso en la mejilla, comentó.
-Que
tengáis un buen viaje. Cuidaos mucho y dad muchos recuerdos.
-Gracias
mamá. - Replicó su hija, aunque en ese instante se quedó pensativa y repitió
sin comprender. - ¿Tengáis? Ah claro, tú tendrás que irte ya de vuelta a tu
reino. – Suspiró la muchacha añadiendo con pesar. – Siento haberte hecho hacer
un recorrido tan largo para solo poderte ver unos pocos minutos, Nehie.
-Te
aseguro que el viaje ha merecido la pena.- Afirmó ésta con jovialidad. -
-Sí.
Tuvimos que ir a buscarla al punto donde nos dijeron Chibiusa y las otras. –
Terció Alan. –
-Y no fue
fácil. Estaba en medio del bosque. - Añadió Lance que se explicó. - Pero todo
sea por mor de guardar el secreto.
-Me
gustaría que tuviéramos tiempo para charlar y que me contases que tal te ha ido
durante todos estos años. – Suspiró Idina tomando de las manos a su amiga. –
Aunque
para su asombro, ésta se rio de forma divertida para replicar con desenfado.
-¡Bueno!,
supongo que, en las cinco horas largas que dura el vuelo hasta Nueva York,
¡algún tiempo nos dará para conversar!
Ahora
fueron todos los que se rieron ante el gesto de Idina, con la boca abierta y
los ojos como platos. Cuando fue su padre el que la advirtió nuevamente con
jocosidad.
-O sino,
quedaos aquí en la terminal. Total, en tres minutos se va a ir el avión.
-¡El
avión!- ¡Oh Dios mío!, lo había olvidado con toda la emoción. – Exclamó Idina
llevándose las manos a la cabeza. -
-Vamos
corriendo. – Les indicó Alan. –
-Sí, y
cuando lleguéis llamadnos. – Les pidió Cooan. -
Su
hija estaba apurada, buscó sus maletas pero no las vio. Aunque Lance la
tranquilizó. Ya se había ocupado de todo junto con Alan. La chica suspiró
aliviada. ¡Menos mal que sus hermanos se habían encargado de facturarle el
equipaje! De modo que sin perder ya ni un segundo más, todos corrieron hasta la
zona de embarque. Allí, tras un último abrazo de las chicas al resto de la
familia, ambas cruzaron la puerta para recorrer un pasillo que conectaba con la misma entrada del avión. Aún quedaba un
minuto. Lo justo para encontrar sus asientos que, como no podía ser de otro
modo, estaban uno al lado del otro. Una vez acomodadas y con el cinturón. Y
tras escuchar los preceptivos saludos del comandante y los consejos de seguridad
de las azafatas de vuelo, los motores rugieron. El aparato comenzó a tomar
velocidad. Muy poca al principio dado que se dirigía desde la terminal hacia la
pista de despegue. Tras unos segundos se colocó en posición, con las turbinas
al ralentí, aguardando las instrucciones de la torre de control. Entre tanto
Idina aprovechó para preguntar a su amiga.
-¿Cómo es
posible que vengas conmigo?
-Veras, –
le explicó Neherenia. - Desde que estuve con tu familia y con el resto de
vuestros amigos me di cuenta de que no era bueno permanecer encerrada en mi
reino. Además, caí en la cuenta de que nuestros ceremoniales, costumbres y
hasta vestuarios, estaban muy anticuados. Al principio al ser tan pequeña no
pensaba mucho en esas cosas, pero a medida que Chibiusa y el cuarteto de
amazonas me visitaban e incluso me traían a la Tierra alguna vez para jugar con
ellas o conocer lugares de este mundo y sus costumbres, me percaté de ello.
-Por
cierto Nehie. Bueno, perdón. – Se excusó la azorada chica al admitir. – No sé mucho
de etiqueta. Seguramente debo llamarte majestad o algo así.
-¡No! – Se
rio su contertulia apretando una mano de Idina entre las suyas para afirmar. – Nehie está muy bien. Me hace
mucha ilusión, hacía mucho tiempo que nadie me llamaba así. Salvo Chibiusa y
las amazonas. Y además eres mi amiga. Tú y tu familia siempre podréis llamarme
así.
-Gracias.
– Le sonrió su interlocutora para luego añadir. -Tengo curiosidad. ¿Dónde está
tu reino?
-En la
Luna. – Replicó ésta como si tal cosa. –
-Pero, no
lo entiendo ¿no era ese el reino de la reina Serenity? Bueno, de la madre de
Chibiusa. –
-Sí y no.
– Repuso enigmáticamente Neherenia, que pasó a explicar a su atónita oyente. -
Verás. Ella era la Reina de la Luna, pero de la cara visible. Yo soy la
soberana de la cara Oculta. Lo que llamaban allí Luna Muerta, porque nunca veía
la Tierra ni era vista desde ésta. Aunque nos gusta más llamarla la Luna Nueva.
Vivimos bajo la superficie.
-Tiene
que ser un poco triste. Bueno, no te ofendas. - Le pidió Idina. –
-No me ofendo
nada en absoluto, tienes toda la razón. Algo triste sí que es. - Convino su
amiga que sin embargo, le desveló. - Aunque tengamos lagos subterráneos,
incluso bosques y ríos, casas y palacios. Y ahora estamos tratando de construir
cúpulas que permitan poblar la superficie con vegetación e incluso crear más
lagos. Tengo muchas ilusiones y proyectos para hacerla lo más hermosa y
agradable posible para mi pueblo. Aun así
no se puede comparar con la belleza de
la cara de la Luna de Serenity, y menos aún con la Tierra y sus hermosos
paisajes. Esa fue otra de las razones por las que he querido venir aquí.
-¿Y ahora
qué vas a hacer? Supongo que si me acompañas a Nueva York querrás ver a mis
tíos y mi prima…
En
ese instante escucharon como los motores del aparato rugían con más fuerza. El
avión fue acelerando y recorriendo cada vez más deprisa la pista. Ahora sí que
iba en serio, estaban despegando. La soberana lunar se aferró al asiento con
ambas manos, sorprendida de la brusquedad de aquello. A Idina tampoco le
gustaba mucho esa sensación, incluso se mareaba ligeramente. En eso había
salido a su madre que jamás aguantó muy bien eso de volar en avión.
-¿Esto
siempre es así cuando esta cosa despega? - Inquirió Neherenia con gesto algo
demudado. –
-Eso me
temo.- Tuvo que responder su contertulia algo agobiada a su vez. – Espero que las bolsas de emergencia no
estén muy lejos…
-¿Bolsas?-
Se extrañó su amiga.- ¿Para qué?
-Enseguida
lo entenderás.- Pudo decir Idina con los ojos haciendo chiribitas.-
En
ese momento notaron una especie de vuelco en el estómago cuando el aeroplano
comenzó a elevarse del suelo. Subía a gran velocidad ganando altura en cuestión
de segundos. Durante esos instantes ninguna habló, por fin parecía que la cosa
se estabilizaba un poco. Idina respiró
hondo varias veces y pudo controlar alguna incipiente nausea. Por su parte, la
reina de la Luna Nueva pudo sonreír ahora, suspirando largamente para declarar.
-¡Como
atracción de feria es mejor que el tiovivo que tenía en palacio!
-Bueno,
pues con suerte estaremos tranquilas hasta el aterrizaje. – Afirmó su amiga,
visiblemente aliviada también de que aquello hubiese pasado. – Si no hay
turbulencias, espero…
-¿Qué me
decías antes?- Le recordó Neherenia, aunque ella misma se respondió al
acordarse. - ¡Ah! Sí, claro. En cuanto lleguemos iré a ver a Kerria y a sus
padres. Tengo muchas ganas de saludarles y que me cuenten que tal les ha ido. Pero
eso no es todo.
-¿Qué más
tienes pensado hacer?- Quiso saber Idina con patente curiosidad. –
-Pues, lo
mismo que tú. – Sonrió la muchacha al sentenciar para dejar atónita a su
interlocutora. - ¡Me he matriculado en la Golden State College! De modo que, si
no te importa, que estemos juntas por este curso me verás bastante a menudo.
El
rostro de su amiga resplandecía de alegría, aunque de forma incrédula se
atreviera a preguntar.
-¿De
verdad? ¿Cómo es posible? Quiero decir, me encanta la idea, pero si eres la
reina ¿Cómo vas a poder pasar un año entero fuera de tu reino?
-Mi
chambelán que es el Canciller, se ocupará de la regencia entre tanto. Yo deseo
completar mi educación y les hice ver a los miembros de mi corte que, para
poder establecer unas buenas relaciones con la Tierra cuando llegue el momento,
es importante que comprenda bien los usos y costumbres del planeta. Como ya me
han hecho estudiar todo lo necesario sobre política, economía e historia de mi
mundo y parte de éste, fui yo las que les sugirió que mi educación estaría
completa si era capaz de aprender cosas sobre los niños. Para el día en que me
case y tenga herederos. Aunque no sé cuándo será eso.
-Es buena
idea. Si te preparas para ser maestra aprenderás entre otras cosas psicología.-
Afirmó su amiga. - De ese modo también entenderás mejor a tus súbditos.
-Claro. –
Convino Nehie, agregando. – Y nunca me olvidé de lo que me dijiste aquella vez,
en tu habitación, cuando me distes tu pijama y tu madre nos contó un cuento. Te
pedí si ella podría ser mi mamá también.
Me respondiste que era maestra y que hacía de mamá de los niños.
-Yo ya ni
me acordaba, hasta que mi madre me lo recordó viniendo de camino. – Confesó
Idina algo apurada. –
-Pues yo
nunca lo olvidé, ni eso ni que cuando me marché e iba a devolverte el pijama
que me prestaste, tú me dijiste que me lo quedase de recuerdo. Entonces me hizo
muchísima ilusión pero también me supo mal no poder corresponder a tu regalo.
Ahora finalmente voy a lograr hacerlo.
Y
tras decir esto extrajo un pequeño estuche de color negro de una bolsa que llevaba
con ella. Sin más se lo ofreció a Idina. Su amiga lo observó curiosa en tanto
lo sostenía entre las manos y preguntó.
-¿Qué es
esto?
-Ábrelo,
por favor. – Le pidió su interlocutora con una expectante mirada clavada en
ella. -
Su
amiga obedeció descubriendo un hermoso collar de color dorado con dos medias
lunas plateadas unidas entre sí y con los cuernos apuntando hacia arriba. ¡Era
algo precioso! Se fijó en que era idéntico al que Neherenia llevaba pero con
una luna menos. Entonces su compañera de viaje le explicó.
-Es el
símbolo de la realeza de mi mundo. El que yo llevo es el de la reina, tiene
tres medias lunas. Con una dorada. El tuyo es el símbolo de una princesa. Puede
llevarse como collar o colocártelo en la frente. De hecho, yo antes lo llevaba
así, pero aquí no quiero llamar mucho la atención. - Y tras esa parrafada
suspiró para rematar - Espero que te guste.
-Pero.
Yo... no sé si podré aceptar algo tan valioso. – Pudo replicar su amiga
visiblemente conmocionada. – Debe de ser muy caro…
-Tú y los
tuyos me aceptasteis como parte de vosotros. En estos años nada ha habido para
mí más valioso que vuestra amistad. Por favor, te suplico que también me dejes
adoptarte a ti como parte de mi familia. – Le pidió Neherenia con visible
emoción en su tono de voz, para remachar después. - Desde ahora y para los
habitantes de mi mundo al menos, eres su Alteza Serenísima de la Cara Oculta de
la Luna, la princesa Idina. -
-¿Todo
eso? Pues a ti - ¿Cómo te llaman en tu mundo?- Quiso saber su atónita amiga. –
-Pues…- Y
tras fingir una voz más grave y rimbombante, su interlocutora replicó con
tintes claros de auto parodia. – Su Soberana Majestad Serenísima de la Cara Oculta de la Luna, la
bella y gentil Reina Neherenia I. Condesa de Chauvenet
y de Beijerinck y algún que otro título más del que ni me acuerdo.
- Y tras reírse con su compañera, añadió ahora
con voz más queda y cómplice a un tiempo. - Pero me gusta más Nehie.
También
emocionada Idina asintió, colgándose ese collar con agradecimiento. Pudo decir
en tanto sonreía.
-¡Pues
vaya un negocio tan malo has hecho! Un collar como éste y un título que suena
tan bien a cambio de un pijama de
gatitos y un apodo.
Pero
su contertulia sonrió más ampliamente para contradecirla en tono afable y
agradecido según negaba con la cabeza.
-Mi
soledad a cambio de unos amigos maravillosos. Mis aburridas rutinas de palacio
sustituidas por unos hermosos recuerdos. Y mis títulos reales reemplazados por
el título de amiga. Nunca podré daros nada que valga tanto como eso. Créeme
cuando te digo que la que ha salido ganando, y con mucho, he sido yo.
Tras
unos instantes en los que la otra muchacha no supo que decir, finalmente
encontró otra cosa para romper ese silencio tan emotivo. Y dicho sea de paso,
tenía mucha curiosidad, de modo que Idina le preguntó a su amiga.
-¿Cómo lo
has hecho para poder matricularte en la Golden?
-¡Pues
pagando la tasa de inscripción!, como tú. – Rio Neherenia que parecía haber
desarrollado un gran sentido del humor. -
-¡Ja, ja!-
Me lo imagino, pero. ¿Para superar la prueba de ingreso? Es muy dura, lo sé muy
bien.
-Sí que
lo es. Pero yo estudié muchísimo. Sobre todo cuando tus padres me comentaron
que seguramente irías allí.
Idina
se quedó boquiabierta otra vez. ¿Pero si ella se lo dijo a su familia pocas
semanas antes? ¿Cómo era posible? ¿Acaso habrían viajado en el tiempo o algo
así para saberlo? Ahora todo le parecía verosímil. Con los poderes que tenían
las guerreras bien podría haber sido así. Aunque al comentarle aquello a su
compañera de asiento ésta solamente se rio negando con la cabeza para rebatir.
-¡Nada de
eso!, lo que ocurre es que tus padres te conocen muy bien. Siempre que les
hablabas de que querías ser maestra imaginaron que algún día te gustaría
estudiar donde lo hicieron ellos. Esas noticias me llegaron a través de las
guerreras de la Luna Blanca cuando tu madre hablaba con Rei para decirle lo que
ibas a hacer.
-¡Vaya
con mis padres! – Tuvo que admitir la muchacha visiblemente impresionada. –
-Por mi
parte estoy muy feliz. Y también me llenó de satisfacción ser capaz de superar
esas pruebas por mí misma.- Miró entonces a su amiga y le confesó. - ¿Sabes
Idina? Lo malo de ser una reina es que nunca sabes si eres tú la que de veras
hace algo bien o son tus súbditos y cortesanos los que te dicen que es así. En
el palacio claro, estudiaba y me examinaban. Aunque siempre me esforcé porque
me dijeron desde muy niña que era mi deber. Sin embargo, lo que deseo es estar
en un sitio donde me traten como a una más. Si tengo que lograr algo que
merezca la pena quiero que sea porque lo consiga como otra persona cualquiera.
Por mis propios méritos.
-Estoy de
acuerdo. Eso es lo que siempre he querido hacer también y lo que me enseñaron
mis padres.- Afirmó su contertulia.-
-Tus
padres son unas personas maravillosas. Si algún día soy madre, quisiera ser tan
buena para mis hijos como ellos lo han sido para ti. Y darles el cariño que se
respiraba en tu hogar.
-Siempre
hemos estado muy unidos.- Convino su amiga, añadiendo.- A mí me gustaría
también ser tan buena madre como la mía lo ha sido para mí.
-Desde
pequeña, sobre todo tras conoceros, he pensado en que si tuviera una hija la
llamaría…
-¡Mimí!
¿Cómo mi muñeca y mi prima?- Trató de adivinar Idina.-
-¡No! -
Se rio su interlocutora que le contó.- He leído muchos libros y entre ellos,
hubo uno que me llamó la atención. No sé si lo conocerás. Se titula Alicia a
través del espejo.
-Sí, es
de Lewis Carroll. La segunda parte de Alicia en el País de las Maravillas.-
Afirmó Idina.- De niña mi madre me los leía. Bueno, esos y otros muchos más.
Neherenia asintió, para declarar.
-Alguna
de mis damas de compañía me lo leían también. Aunque en cuanto pude aprender a
leer bien quise hacerlo yo misma. Me gusta mucho ese tipo de obras de la
literatura. Y esa en especial. Porque me sucedió lo que a esa niña. Descubrí un
mundo maravilloso, lleno de personas extraordinarias, al otro lado de mi
espejo. Por eso, si llego a tener una hija me gustaría llamarla Alice.
-Eso
sería muy bonito.- Convino su contertulia que pasó a querer saber con visible
interés y con algo de humor. - ¿Y tú, qué nombre has utilizado para inscribirte
en la Golden? ¿Alice o la reina de Corazones?
-¡No! –
rio de nuevo ésta para desvelar. - Me he inscrito con mi nombre, Neherenia. Pero
mi apellido tuve que improvisarlo, porque necesitaba uno, es Moonlight.
-¡Hay que
reconocer que está bien traído! – Rio también su amiga. –
-Lo que
realmente deseo es ser una chica completamente normal durante todo este tiempo.
Ningún trato de favor, ni permisos especiales. – Le confesó Nehie. – Eso mismo
hicieron Chibiusa y sus padres. Y todas las guerreras. Nacer y vivir como
personas normales hasta despertar con sus auténticas identidades. Eso les permitió
conocer y comprender a la gente corriente.
Me han enseñado que esa es la mejor manera de querer y poder ayudar y proteger
a los demás.
Idina
asintió con aprobación. Así debían ser las cosas. Entonces pasó el servicio de almuerzo.
Las dos compraron sendos bocadillos y unos refrescos. Sin percatarse llevaban
ya más de dos horas de vuelo charlando y recordando viejos tiempos. Ya tenían
hambre. Era divertido ver como toda una reina se las veía y las deseaba para
hincarle el diente a esos dos panes con jamón y queso. Le sucedió igual a su
compañera de almuerzo. Ambas tuvieron que dar por perdida su batalla frente a
las migas que caían incesantemente. No obstante, lo de menos era mancharse un
poco. De modo que ninguna habló hasta dar buena cuenta de la comida y los
refrescos. Entonces se sintieron mejor y Neherenia reanudó la conversación.
-Esto ha
sido difícil de comer.
-Supongo
que no estarás muy habituada a este tipo de manjares, ¡ja, ja! - Se rio su
amiga.-
-No, la
verdad. En palacio todo se hace de manera muy elegante y sofisticada.- Suspiró
Nehie moviendo la cabeza.-
-Pues
aquí no.- Comentó una divertida Idina, remachando.- Somos aburridamente normales.
-De
aburridos nada. Y permíteme decir que siempre os admiré precisamente porque
erais una familia normal. Y cuando luego descubrí los poderes que tenían tus
padres y tus otros familiares aún me impresionaron más. Podrían haber dominado
este mundo de haberlo querido, y sin embargo vivían aquí sin llamar la
atención. Bueno, al menos en lo posible. –
La
joven sonrió recordando ahora al tío de Idina, el tal Roy, que era tan
divertido cuando cantaba y jugaba con ellas y así lo comentó con nostalgia y
una sonrisa.
-Tu tío
era realmente muy gracioso. De niña yo me quedaba atónita con él. Nunca
olvidaré cuando nos despedimos, esa fiesta que organizó.
Idina
también se acordó en esta ocasión. Fue cuando Neherenia, tras unos días, estaba
a punto de irse. Su prima igualmente debía regresar a su casa. Las vacaciones
de invierno tocaban a su fin. Cuando llegó el momento los padres de Kerria
regresaron por la niña. Ya habían recogido a Leval del campamento, aunque éste
terminase al día siguiente, por lo que ni Alan ni Lance estaban todavía en
casa. Era de mañana y el avión partía a la tarde, como tenían tiempo a Roy no
se le ocurrió mejor cosa que montar una improvisada fiesta de despedida junto
con su amigo Tom. Echando mano de un karaoke que el padre de Idina tenía casi
olvidado ambos dieron un recital con algunas de las canciones que solían
interpretar de muchachos.
-¡Hey!,
escuchad ésta. Es una de mis favoritas.- Les pidió a las atónitas crías, para
añadir con humildad.- Con el permiso y el perdón del maestro Freddie. Desde
luego no soy él, Pero trataré de no estropearla mucho.
Y en tanto la música comenzaba Roy
la acompañó sin estropearla en absoluto, con su estupenda voz.
Es una
clase de magia
Es una
clase de magia
Un sueño,
un alma, un premio
Una meta,
una mirada dorada
Podría ser
un tipo de magia
una mirada dorada,
es un tipo de magia.
Y bailaba, ya fuera con una
o con otra de las niñas. Subiendo a sus hombros a la divertida Kerria y
danzando con Nehie e Idina ante las divertidas miradas de su mujer y de los
padres de su sobrina…
Un rayo de luz
que te muestra el camino
ningún hombre mortal
puede ganar hoy día,
es un tipo de magia.
La campana que suena dentro de tu mente
está desafiando
de las puertas del tiempo
es un tipo de magia.
La espera parece eterna aquí
el día empezará con cordura
Es un tipo de magia (es un tipo de magia)
Solo puede quedar uno
esta rabia que duró mil años
pronto desaparecerá.
Esta llama
que nace
dentro de mí
estoy oyendo secretas armonías.
(Es un tipo de magia)
La campana que suena dentro de tu mente
está desafiando
las puertas del tiempo.
(Es un tipo de magia,
es un tipo de magia)
Esta rabia
que duró
mil años
pronto se, pronto se
Pronto se irán
Esto es un tipo de magia
Sólo puede haber uno
Esta rabia
que duró mil años
pronto se irá (se irá)
(Magia)
Es un tipo de magia
es un tipo de magia
magia, magia,
magia, magia
es magia
es un tipo de magia
(A Kind of Magic. QUEEN. Crédito al autor)
-¡Qué
canción tan bonita! - Alabó Neherenia.-
Y cantas muy bien.
-Eso no
es nada. Como os he dicho antes, tendrías que escuchar al cantante original.-
Le dijo Roy añadiendo con sentida admiración y nostalgia.- Ese sí que era un
maestro. Y hasta tuve la oportunidad de cantar con él.
-¿Y ya no
canta más, papi?- Quiso saber Kerria que seguía subida en sus hombros.-
-No
cariño, bueno. Ahora canta desde el Cielo.- Pudo responder él.-
-¿Y
fuiste allí para cantar con él, tío Roy?- Quiso saber una perpleja Idina.-
-Pues sí,
más o menos.- Se sonrió el interpelado.-
-¿Cómo lo
hiciste?- Inquirió Neherenia con visible asombro.-
-Fue muy
fácil, subí al Cielo también y…
Aunque éste se detuvo a media frase
porque con las caras que pusieron su mujer y sus amigos enseguida se dio cuenta
de su desliz y matizó.
-Quiero
decir. Fue un tipo de magia, como dice la letra. Tenemos el karaoke, así que
puedo cantar con él siempre que quiera. ¡Ja, ja!- Sentenció llevándose una mano
al cogote en tanto se reía tratando de salir de ese apuro.-
Las
niñas asintieron. Eso era verdad. Aunque en su inocencia de entonces no repararon
en las caras de alivio de los padres de Idina y sobre todo de Bertie que movía la cabeza entre
resignada y admonitoriamente ante el encogimiento de hombros de su atolondrado marido.
De todos modos las pequeñas lo pasaron en
grande. Roy incluso las tomó en brazos de nuevo y danzó con ellas al
ritmo de más canciones. Todos se divertían bailando y jugando también con Tot
que correteaba, ladraba y saltaba a su alrededor como si quisiera participar de
ese festejo. Neherenia estaba muy
entretenida jugando con esa simpática
mascota a la que al principio había mirado con cierta prevención. En la Corte
no había animales de esos. Poco después, su amiga Idina le convenció de que era
un perrito muy majo. Aunque a la pequeña soberana le costó llevarse algún que
otro lametón. Finalmente se hicieron buenos amigos.
-¿Qué
pasó con Tot?- Le preguntó jovialmente a Idina. –
-Bueno,
hace unos años que se murió. Era muy mayor para ser un perro. - Se lamentó su
interlocutora para tristeza de su amiga. –
-¡Cuánto
lo siento!, era muy simpático. – Le dijo Nehie visiblemente apenada. –
-Ahora
tenemos otro, un pastor alemán hembra que se llama Tat. – Sonrió Idina
añadiendo con humor. – Como puedes ver, ¡no nos rompimos la cabeza buscando
nombres!
Su
amiga se rio por la ocurrencia. ¡Era cierto! Todavía recordaba a aquel can
jugando con ellas y como bailaba con la música en aquella improvisada fiesta de
despedida que le dieron. En una de las canciones, el mismo tío de Idina jugó
con el animal y luego levantó en brazos a la propia Neherenia bailando con
ella. Aquello hizo las delicias de la niña que, cuando aquel hombre tan fuerte
y simpático la dejó en el suelo tras danzar con ella por todo el salón, le miró
admirada para alabarle.
-Me gusta
mucho como cantas. Y esas canciones son muy divertidas. ¿Las has compuesto tú?
-¡Qué va!
Son de artistas muy buenos, de las mejores décadas del sesenta al noventa. -
Afirmó el padre de Kerria, añadiendo. – Y yo estoy un poco desentrenado. Pero
ya te daré una lista para que el disk jockey de tu palacio te las pinche. –
Remachó con su inconfundible tono bromista ante la confundida mirada de su
interlocutora que no comprendió nada de aquello. -
-En otras
palabras – terció Bertie divertida, dirigiéndose a Neherenia con mucha
amabilidad. – Te escribirá los nombres para que te las pongan en Palacio.
-¡Qué bien!-
Aplaudió la niña con visible alegría. -¡Muchas gracias!
Roy
le puso una que decía algo de unas alas rotas y la acompañó cantando con un
tono de voz potente y al tiempo suave y
confortador.
Nena, no entiendo
Porque no podemos tomarnos
de la mano
Porque no podemos tomarnos
de la mano
Ésta puede ser la última vez
Me temo, a menos que aclare todo
Te necesito tanto
Toma éstas alas rotas
Y aprende a volar otra vez
Y aprende a vivir libre
Y cuando escuchemos las voces cantar
El libro del amor se abrirá
y nos dejará entrar
Nena, creo que esta noche
Podemos tomar lo que está mal
Y solucionarlo
Te necesito tanto
Nena, es todo lo que sé
Que eres la mitad de carne
Y sangre que me completa
Te necesito tanto.
(Broken Wings. Mister Mister, crédito al autor)
Ahora aquella chiquilla, ya adulta, recordaba
eso y sonreía para comentar a su amiga en tanto ésta ojeaba por la ventanilla
del avión.
-El caso
es que, desde entonces, pedí que se sintonizaran algunas emisoras de radio de
la Tierra. Sobre todo de música. Y no estoy tan perdida en esa materia como en
otras. Gracias a tu tío Roy y a tu padre. Y como tuve que aprender a bailar en
palacio. Bueno, pues eso tampoco se me da mal.
-¡Igual
que yo! – Afirmó Idina entusiasmada contándole a su vez. - Aparte de cantar he
estudiado algo de ballet y danza. Una de
las cosas que quiero hacer en la Golden es entrar en el equipo de animadoras.
Como hizo mi madre cuando estudió allí.
-¿Animadoras?-
Se sorprendió Neherenia que la miró sin entender. –
-Son unas
chicas que bailan durante los partidos de baloncesto o de fútbol en la
Universidad. – Le explicó su contertulia. - Daba mucho prestigio formar parte
del equipo de la Golden. Eso me decía mi madre.
-En ese
caso yo quiero intentarlo también. – Afirmó su compañera de viaje para pasmo de
la muchacha. – Si tu madre lo hizo seguro que será interesante.
Idina
casi se rio imaginando a toda una reina como su amiga con los pompones y la
faldita ejecutando los pasos de baile. Seguro que en su corte eso no iba a ser muy
bien recibido. Pero, ¡qué narices! Se trataba de que Nehie disfrutase de la
experiencia. Sería estupendo que las dos pudieran entrar y compartir aquello
juntas. Todavía siguieron charlando un rato más hasta que ambas estuvieron
cansadas. Se acomodaron lo mejor posible para echar una cabezada. Neherenia
pensaba ahora, a medio camino entre la ensoñación y el recuerdo en aquellos
días pasados junto a la familia de su amiga. Fue poco antes de irse cuando
Cooan pudo hablar un poco con ella a solas.
-Cuanto te
agradezco todo tu cariño y tu ayuda, Cooan.- Musitaba ya medio dormida.- En
esos días fuiste lo más cercano a una madre que nunca haya tenido…
En
aquel sueño evocador era una cría otra vez y estaba guardando el pijama que le
había regalado Idina cuando la madre de ésta entró en la habitación. Kerria se
había ido con sus padres el día anterior y ahora ambas niñas estaban solas. En
ese momento la pequeña de Cooan había salido un rato con su padre y el perro a
comprar algunas cosas. Neherenia se quedó porque debía hacer el equipaje. No
tenía mucho pero le estaba costando trabajo. No estaba acostumbrada a ese tipo
de tareas que siempre delegaba en sus sirvientes.
-¿Qué tal
vas cielo, puedo ayudarte?- Le preguntó la mamá de su amiguita. -
-Sí,
gracias. No sé cómo se guarda esto. – Reconoció la pobre cría con preocupación.
-
La
solícita anfitriona entró y enseguida se percató del caos de ropas a medio
doblar que esa niña tenía sobre la cama con tan solo una pequeña maletita que
le habían comprado para guardar aquello. Pero sonriendo de forma alentadora
comenzó a doblar con presteza aquel pijamita de gatitos y el resto de las
ropitas que le habían regalado a su invitada.
-¡Qué
bien lo haces!- Se admiró Neherenia para afirmar. - En palacio mis sirvientes
siempre me hacen estas cosas y no sabía que fuera tan difícil.
-Eso es
porque nunca lo has hecho. Pero con un poco de práctica enseguida se aprende.
¿Ves? Debes doblar así. – Afirmó Cooan indicándole a la pequeña que observaba
con atención, más cuando su interlocutora le dijo invitándola a hacerlo. -
Ahora tú.
La
cría trató de repetir lo que había visto y lo cierto es que le quedó mejor que
antes. Aun así el resultado no se podía comparar al de la adulta que la
observaba divertida.
-No se me
da nada bien. - Suspiró la pobre cría con tono alicaído. –
-Tranquila.
Nadie nace sabiendo. – Le contestó Cooan con afecto en tanto acariciaba un poco
el pelo de la chiquilla. - Lo importante es intentar aprender. Mira, yo tampoco
sabía hacer muchas cosas cuando llegué aquí.
-¡Pues
ahora lo haces todo muy bien! – Se admiró la niña. -
-Hubo un
tiempo en el que yo era como tú. Bueno, muy parecida. Viví en un lugar en el
que todo era aparentemente más fácil. Aunque no teníamos el cariño que existe
aquí. - Le explicó su interlocutora. - Pero cuando descubrí lo que significaba
querer a alguien y que te quisieran cambié sin dudar mi antigua vida por ésta.
-Pero yo
soy la reina de mi mundo. – Pudo decir la chiquilla sintiéndose un poco triste
al remachar. - No puedo dejar mis obligaciones. Aunque me gustaría ser una niña
como Idina. Y tenerte como mamá.
-Cariño –
le sonrió Cooan con ternura al declarar arrodillándose junto a la pequeña para
estar a su altura en tanto le acariciaba una mejilla. – Por muy reina que seas,
ahora eres una niña igual que mi hija o que mi sobrina Kerria. Lo único es que
tienes una responsabilidad muy grande para tu edad. ¿Sabes que es lo que creo
que debes hacer? – La cría desde luego no lo sabía pero deseaba enterarse y su
interlocutora enseguida le desveló. - Debes ser una buena reina, y seguro que
lo serás. Gobierna a tus súbditos con sabiduría y prudencia, pero siempre con
el corazón. Quiérelos, busca lo mejor para ellos y seguro que te
corresponderán. Rodéate de buenas personas y toma ejemplo de su bondad.
-Sí.-
Asintió la niña con gesto convencido. – Eso me han dicho siempre que haga.
-Tienes a
Chibiusa y las amazonas, ellas te mostrarán el camino, y serás bien recibida
aquí cuando quieras venir a vernos. Y lo más importante de todo. -Remachó su
contertulia sentenciando.- Recuerda que no estás sola. Siempre estaremos a tu
lado y seremos amigos tuyos.
Neherenia
sonrió feliz, igual que ahora lo hacía en esa especie de duermevela. Apenas si
pudo saber cuánto tiempo soñó, o rememoró. Le pareció que había transcurrido
solamente un instante cuando la voz del comandante del vuelo las sacó a ella y
a Idina de esa especie de siesta. El piloto anunciaba la maniobra de
aproximación al aeropuerto de La Guardia. Las chicas se desperezaron y, casi
sin darse cuenta esta vez, el aparato descendió y enfiló la pista aterrizando
sin apenas producirlas molestias, salvo la impresión del reencuentro con el
suelo. Ese fue el único sobresalto, cuando las ruedas tomaron contacto y
comenzó a rodar para ir frenando poco a poco. Tras unos minutos para que el
aeroplano pudiera detenerse del todo se abrieron las puertas. Las dos sacaron
del maletero que tenían sobre sus asientos las bolsas de mano que llevaban y
salieron siendo cordialmente despedidas por la tripulación que les agradeció
haber volado en esa compañía, al igual
que al resto de los pasajeros.
-Bueno,
ahora debemos ir a por las maletas. – Le indicó Idina a su confusa amiga. -
-¿No nos
las traen?- Inquirió Neherenia con tono de sorpresa. -
-¡Ja,
ja!- Bienvenida al mundo de los plebeyos, su Serenísima Majestad o cómo sea que
te digan. – Se burló su compañera, eso sí, con buen talante. - ¡Hala Nehie!,
vamos a la zona de equipajes. - La arengó de seguido. –
Ésta
sonrió divertida al percatarse de inmediato que su amiga le devolvía las bromas
que ella previamente le había gastado. Por supuesto que fue tras sus pasos y al
cabo de unos minutos llegaron hasta una especie de cinta rodante por la que
salían multitud de bultos y equipajes. Idina le indicó entonces a su compañera.
-En
cuanto veas la tuya vas y la quitas de esa cinta. Entonces ya podremos irnos.
Por
fortuna no tuvieron que aguardar mucho rato. Tan pronto vio su equipaje
Neherenia hizo como le había dicho su amiga. Paradójicamente tuvieron que
esperar algo más a la maleta de Idina. Pero finalmente ella pudo recuperarla y
las chicas salieron de allí, rumbo a la zona de salidas del aeropuerto. Nada
más acceder a la misma, tras un cordón, las dos escucharon unas voces
familiares.
-¡Chicas,
aquí!
Eran
Roy y Bertie que habían ido a buscarles. Su sobrina enseguida sonrió corriendo
hacia ellos. Nehie la siguió. Tras los abrazos de rigor el tío de Idina se
ofreció a llevar las maletas. Las chicas aceptaron agradecidas dado que
abultaban bastante y pesaban también lo suyo.
-¡Cuánto
me alegro de veros! – Decía entre tanto Beruche que les comentó. – A Kerria le
hubiera gustado venir, pero tenía unos compromisos. Luego la veréis.
-Sí, me
hace mucha ilusión volver a ver a la prima. – Repuso Idina que quiso saber.
- ¿Qué tal le va a Leval?
-¡Uy!-
Suspiró su madre. – Estudiando mucho en la Academia Militar. - Y no para de
entrenarse, en eso y con su padre.
-¿Y el
resto de los primos y Amatista y sus padres?- Se interesó la sobrina de Bertie.
-
-Ya te contaré.
– Le prometió su tía queriendo saber a su vez. - ¿Y por casa que tal todo?
-Muy bien.- Afirmó la muchacha. - Mis padres y
mis hermanos os mandan saludos.
-Ya
hablaré yo con el atontado de tu padre. – Sonrió Roy sentenciando con
jocosidad. - Últimamente no se ha dignado ni llamarme.
-Ha
estado muy atareado con los gimnasios y apenas si tiene tiempo para nada más. –
Se disculpó la chica visiblemente azorada. –
-¡Es
broma, cariño!– Replicó desenfadadamente su tío para sentenciar admitiendo. -
Tan atontado estoy yo como él. Tampoco le he llamado. Pero tus padres tienen
que venir para cuando empecéis. Por cierto. Discúlpame. – Agregó reparando
ahora en esa jovencita tan callada que acompañaba a su sobrina. - ¿Tú eres
Nehie, verdad? Me dijeron que ibas a venir a estudiar aquí también.
-Sí, soy
yo. Me alegro de verte otra vez. – Sonrió la chica. -
-Yo
también, te recuerdo de pequeña, eras una niña muy mona. Y te has convertido en
una chica muy guapa. ¡Vas a ligar mucho en la Golden State! – Aseveró él
riéndose divertido en tanto su contertulia y su sobrina se ruborizaban
visiblemente cuando agregó. – No me los revolucionéis, ¿eh chicas?
-¡Anda
Roy!- le cortó Beruche con tono simulado de reprimenda una vez llegaron al
coche. - Carga las maletas y no empieces como de costumbre.
Su
marido obedeció sin rechistar. Una vez acomodado el equipaje les tocó el turno
a ellos. Era Bertie la que conducía mientras su animado esposo se ponía en el
lado del copiloto para declarar.
-¡Ah!
recuerdo la de veces que vinimos a recoger o a llevar a Ami al aeropuerto
cuando se pasaba por aquí a estudiar algún master de esos de medicina o a algún
congreso. Y alguna vez vine a buscar también a las amazonas y a Chibiusa. Y les
ponía algo de música.
Y
ni corto ni perezoso sincronizó el ordenador del automóvil con unas cuantas
canciones que Neherenia enseguida reconoció. La chica sonrió en tanto escuchaba como Roy las acompañaba
con su propia voz, cantando como siempre de maravilla.
-A ver si
te acuerdas de ésta.- La retó el padre de Kerria.-
Si pudiera pasar la página
en el tiempo entonces yo reordenar
sólo uno o dos días
cerrar mis, cerrar mis, cerrar los ojos
en el tiempo entonces yo reordenar
sólo uno o dos días
cerrar mis, cerrar mis, cerrar los ojos
Y
la propia soberana se unió a él para sorpresa del resto, dado que conocía la
letra de muchas tras haberlas oído en numerosas ocasiones en palacio.
Pero no pude encontrar una manera
así que me conformo por un día
creer en ti
cuéntame, cuéntame, cuéntame mentiras
Cuéntame mentiras
Cuéntame dulces mentiritas
(cuéntame mentiras, cuéntame, cuéntame mentiras)
¡Oh, no, no, no puedes disfrazar!
(no se puede disfrazar, no se puede no disfrazar)
decirme mentiras
Cuéntame dulces mentiritas
Y
finalmente Idina se apuntó. Lo cierto es que los tres hacían un gran trío de
voces.
Aunque yo no estoy haciendo planes
espero que usted entienda
hay una razón por la cual
cerrar el, cierre su, cierra los ojos
No más corazones rotos
estamos mejor separados
vamos a darle una oportunidad
dime, dime, dime mentiras
estamos mejor separados
vamos a darle una oportunidad
dime, dime, dime mentiras
Dime mentiras
Cuéntame dulces mentiritas
(dime mentiras, dime, dime mentiras)
¡oh, no, no, no puedes ocultar!
(no se puede disfrazar, no se puede no, disfrazar)
decirme mentiras
Cuéntame dulces mentiritas
Si pudiera pasar la página
en el tiempo entonces yo reordenar
sólo uno o dos días
cerrar mis, cerrar mis, cerrar los ojos
Pero no pude encontrar una manera
así que me conformo por un día
creer en ti
dime, dime, dime mentiras
Dime mentiras
Dime dulces mentiritas
(dime mentiras, dime, dime mentiras)
oh, no, no, no puedes ocultar
(no se puede disfrazar, no se puede no disfrazarse)
Dime mentiras
Dime dulces mentiritas
(dime mentiras, dime, dime mentiras)
oh, no, no, no puedes ocultar
(no se puede disfrazar, no se puede no disfrazar)
decirme mentiras
Dime dulces mentiritas
(dime, dime mentiras)...
(Fleetwood
mac. Little lies. Crédito al autor.-
Beruche
conducía sonriendo divertida y escuchaba con deleite. Y entre canción y canción
el viaje así se les hizo muy corto y en apenas tres cuartos de hora llegaron a
casa de los Malden. Tras aparcar el coche dentro del garaje del chalet sacaron
las maletas y entraron en la casa en tanto Roy les indicaba.
-No
quisiéramos molestar, tío – Repuso Idina algo cohibida. -
-¡No
digas tonterías, cariño! ¡Cómo vais a molestar! – Sonrió Beruche anticipándose
a su propio esposo. - Espera a que llegue Kerria y os vea. Lo contenta que se
va a poner mi hija.
-Es usted
muy amable, muchas gracias. – Contestó ahora Neherenia que añadió deseando que
así fuera. -Algún día tienen que venir a visitarme a mi mundo.
-¡Pues no
sé yo los vuelos que haya para la Luna! – Se rio Roy haciendo que su esposa e
incluso su sobrina se rieran con él.-
Aunque
la reina se lo tomó de forma más literal, sobre todo al replicar algo insegura
mientras tomaban asiento en un amplio sofá del salón.
-No creo
que esos aviones terrestres sean capaces de llegar. No con esa tecnología.
Aunque las amazonas y las guerreras sí que pueden con el sailor teleport.
-¡Es una
broma! – Le explicó Roy, que añadió con amabilidad. - Estaremos encantados un
día de estos de irte a ver. No te preocupes, yo también domino una técnica que
me permitiría ir.
-Es
cierto. Lo vi con mis propios ojos.- Confirmó Idina que no se acordaba bien del
nombre cuando dijo. – Mi padre me lo contó. Es una técnica que se llama
transmisión, o transición, no estoy segura. Algo instantáneo. Recuerdo cuando
apareciste de pronto en casa, hace años.
-Aquello
fue una urgencia. Por eso lo hizo tu tío.- Le recordó Bertie haciendo que el
semblante de Idina y el de Roy se pusieran serios.-
No obstante, cuando la señora Malden
se percató de aquello enseguida quiso arreglarlo. Sonrió animosa para posar sus
manos sobre las de su esposo y decir.
-Sin
embargo, esto también podría considerarse algo muy importante.
-La
translación instantánea. – Comentó Roy con tono reflexivo. - ¡Y pensar que
podía haberlo hecho todo el tiempo y teníamos que usar el avión!
-¡Claro
que sí! - Terció Beruche a su modo inflexible para explicar a las chicas. -
Siempre quisimos que nuestros hijos crecieran en un mundo lo más normal
posible. No hubiera sido muy lógico que su padre apareciera y desapareciera
cada dos por tres delante de ellos.
-Tienes
razón, tía Bertie. – Convino Idina admitiendo. - Mis padres pensaban igual.
Solo cuando fue inevitable me contaron toda la verdad. Y me traspasaron la
responsabilidad de ser una justiciera.
-¿Eres
una justiciera?- Se sorprendió Neherenia. –
-Sí.- Le
confesó su amiga agregando. - En confianza. Nadie lo sabe más que la familia.
Ni siquiera mis mejores amigos. Pero tú eres muy especial. Además de ser mi
amiga sabes el secreto de las guerreras y eres de la Luna.
-Gracias
por tu confianza. Y ya que has sido tan sincera contigo, yo lo seré a mi vez. –
Le comentó la muchacha haciendo que todos la observaran con interés cuando
declaró. - También puedo transformarme en guerrera.
-¿También
tú?- Se sorprendió Beruche. –
-Sí,
veréis…- les relató.- Todo comenzó hace unos meses…
La
joven reina casi había terminado con una de aquellas fatigosas recepciones en
la Corte. Estaba ya cansada y aquello se le hacía interminable. Por fortuna las
últimas invitadas eran la princesa del Milenario de Plata y su escolta. Muy
feliz de ver a sus amigas, Neherenia las hizo pasar a su salón privado dejando
fuera a sus escoltas e incluso ministros. No le fue demasiado difícil convencer
a su séquito. Dijo que los asuntos a tratar eran personales y no de Estado. Y
allí estaban Chibiusa y las guerreras asteroides. Designadas oficialmente por
la Reina Serenity y el Rey Endimión como embajadoras ante el Reino de la Cara
Oculta de la Luna. Fue Chibiusa la que, tras el saludo protocolario de rigor,
abrazó cariñosamente a la muchacha y le dijo.
-Me alegra
verte tan bien. Hacía ya tiempo que no podíamos reunirnos.
-Es
verdad, – convino su interlocutora en tanto las ofrecía sentarse en unas sillas
con un ademán de sus brazos. – Os echaba mucho de menos…
Todas
tomaron asiento y Chibiusa prosiguió.
-Mis
padres están al tanto de tus progresos, les he ido informando durante estos
años y están muy felices por ti y por tus súbditos.
-Estoy
contenta de poder considerar a tus padres y a tu reino como amigos. – Afirmó de
igual modo Neherenia. -
-Tanto es
así que ella desea regalarte algo que selle aún más nuestras relaciones de
mutuo cariño y respeto.
Y
la joven princesa hizo una seña a Cere–Cere que le acercó una cajita de color
caoba. Chibiusa la tomó entre sus manos y se la entregó a su interlocutora en
tanto le pedía con jovialidad.
-Es un
regalo personal de parte de mi madre. La Soberana del Milenario de Plata.
Ábrelo, por favor.
Neherenia
no se hizo de rogar. Ella tenía también mucha curiosidad por ver de qué se
trataba. Al abrir la cajita descubrió, envuelto en un trapito de terciopelo
rojo, un pequeño bastón de marfil
rematado con una media luna de color oscuro.
-¡Es
precioso!, no sé qué decir. Muchísimas gracias. Envía mi reconocimiento a tu
madre y mejores deseos a los reyes del Milenario de Plata y Neo Cristal Tokio.
– Pudo decir la soberana sosteniéndolo en una de sus manos. -
La
princesa de los citados reinos sonrió mirando con complicidad a sus escoltas
que le devolvieron esa sonrisa. Fue entonces Ves – Ves la que se permitió decir
con tono entre pícaro y divertido.
-Pero eso
no es todo. Majestad.
-No, ese
bastón tiene otra sorpresa. – Apuntó Jun – Jun. –
-¡Sí!,
¡es verdad! Ya verás cómo te gusta. – Terció una entusiasmada Para – Para dando
palmas. -
-Chicas,
no la atosiguéis – Les pidió Cere- Cere que, pese a ello agregó con tintes
enigmáticos. - Tiene truco.
Neherenia
las miró sin entender de qué podría tratarse aquello. Aunque Chibiusa fue la
encargada de revelárselo.
-Es un
transformador. Lo han diseñado Luna y Artemis con sus mejores deseos. Te
permitirá invocar su poder y convertirte en una Guerrera de la Justicia.
-¿Yo?- Se
señaló la atónita reina a sí misma posando una mano sobre su pecho. – No sé si
seré la persona adecuada para eso.
-¿Quién
mejor?- Replicó desenfadadamente Chibiusa para agregar. - Tienes que
decir, ¡Cara oculta de la Luna, dame el
poder!
-Vamos
anímate. – Le pidió Ves- Ves. –
-Sí,
¡será muy guay! – Intervino Para – Para. –
-No sé
qué decir. – Musitó la reina mirando alternativamente ese pequeño bastón y los
rostros expectantes de sus amigas.- No tengo palabras…
-Pues entonces
di solamente las palabras precisas para
transformarte. – Le insistió Cere- Cere – ¡Anda!
-Por
favor… – completó Jun - Jun -
-Vamos.
No te preocupes.- La animó Chibiusa indicando a sus guardianas. – Apartémonos
un poco para darle espacio.
Las
demás obedecieron en seguida. Por suerte aquella estancia era muy amplia.
Neherenia, animada por todas, decidió invocar esa transformación.
-¡Cara
oculta de la Luna, dame el poder!
Al
instante se vio envuelta en una luz destellante de color plateado que la hizo
girar sobre sí misma. Su cuerpo apareció desnudo en un breve flash únicamente
para ser vuelto a vestir con unas botas hasta la rodilla de color negro con
ligero tacón, minifalda a juego, un corpiño blanco y una diadema plateada que
sujetaba su frente. Lucía un gran lazo negro también sobre el pecho y en el
cuello una cinta de tono blanco con tres lunas en fase creciente con los
cuernos apuntando hacia arriba, inscritas en ella. Y casi sin que pudiera ni
pensar en lo que decía, exclamó.
-La cara
Oculta de la Luna es mi guardiana, Yo soy la Guerrera de la Justicia Sailor
Shadow Moon. ¡Y en nombre de los misterios de la Luna te castigaré!- Anunció
haciendo un curioso juego con sus brazos y manos que recordaba bastante al de
Guerrero Luna.-
Tras
de ella escuchó unos cálidos aplausos, las Sailor Asteroides también se habían
transformado, al igual que Chibiusa que ahora lucía su rosado uniforme de
guerrera Chibi Luna. Aunque ya vista la edad que tenía, aparentando al menos
veinte años, no dejaba ya ese nombre muy creíble.
-Vale, y
ahora, ¿cómo vuelvo a mi estado normal? - Quiso saber Neherenia. –
-Te bastará
con desearlo. - Le respondió Ves - Ves –
-El caso
es que me apetece estar así un ratito más. Creo que me miraré en el espejo. –
Comentó la muchacha visiblemente satisfecha con su apariencia. -
-Mejor
deja el espejo para otro rato, ¿vale?- Le sugirió Cere – Cere con el
asentimiento del resto.
-¿Por
qué?- Se extrañó la soberana.-
-No, por
nada de particular, cosas nuestras.- Se sonrió Ves-Ves.-
-Sí.- Ya
te lo podemos decir nosotras, quedas genial con ese uniforme. – Afirmó Jun –
Jun
-Es
verdad. ¡Estás muy mona! – La alabó Para – Para.
-Digna
para concurso de miss.- Remató Cere- Cere-
-Anda
chicas. No seáis tontas. Claro que puede mirarse en el espejo.- Las regañó
jovialmente Chibiusa.-
Así la joven se observó
detenidamente y lo cierto es que quedó algo cohibida. Esa minifalda era
bastante corta para lo que ella solía ponerse. Y el corpiño ajustado le marcaba
claramente sus encantos…La verdad, ella no se había fijado mucho hasta entonces
en aquello. Simplemente había crecido. Ahora se percataba que era bastante más
alta que Chibiusa o cualquiera de las Asteroides. Y con los tacones de las
botas que calzaba en ese momento incluso destacaba más.
-Por
cierto. Estás realmente altísima. – Declaró Jun- jun que pareció leerle el
pensamiento para preguntar.- ¿Cuánto mides?
-Pues
hace poco que me hicieron el último reconocimiento médico.- Trató de hacer
memoria Neherenia.- Me parece que más de metro setenta…creo que metro setenta y
cuatro…aunque no creo que vaya a crecer más. Ya tengo más de dieciocho años.
-Es
verdad. Tu cumple fue el pasado once de julio, ¿no es así?- Sonrió Chibiusa.-
-Siempre
os acordáis.- Le agradeció su interlocutora afirmando.- Me gustó mucho vuestro
regalo. Ese vestido de noche era precioso de la marca Deveraux. Y el collar de
perlas a juego también. Espero estrenarlo pronto en alguna recepción de
palacio.
-Te
quedaba genial. Con ese talle que tienes.- La elogió Jun-jun.-
-Y con tu
estatura. Podrías ser hasta modelo.- Afirmó Para- Para con entusiasmo.-
-Sí, y también
te queda muy bien el uniforme de guerrera. ¡Estás muy sexy! - La halagó Ves -
Ves.-
-Los
hombres de la corte te van a adorar más aún. Si vas vestida así.- Se rio
Cere-Cere, haciendo que el resto de sus compañeras lo hicieran a su vez.-
Tienes que empezar a modernizar tu estilo…
Neherenia se puso colorada. ¡Esas
chicas tenían cada ocurrencia! Pero las quería mucho, de siempre fueron sus
amigas y le enseñaron muchas cosas. La acompañaron en cumpleaños, navidades y
otras celebraciones. Se preocuparon por ella como si de hermanas mayores se
trataran. Lo mismo que Chibiusa. Aunque ahora, después de haber pasado los años,
desde luego que ella había crecido y sus amigas parecían no haber cambiado
nada. Quizás se debiera a su condición de guerreras. Así lo afirmó.
-Es
increíble lo bien que os conserváis. A este paso me haré vieja y seguiréis
igual.
-¿Por qué
dices eso?- Se alarmó Jun- jun apresurándose a comentar.- No hay nada malo
en cumplir años…
-En eso
no, pero en hacerse mayor sí. Es un ro…- Quiso sentenciar Para- Para, aunque
entre Ves- Ves y Jun- Jun ya la estaban tapando la boca para sorpresa de
Nehie.-
-No,
bueno…lo que quiere decir nuestra compañera es que se pasa mejor siendo niña. Para
algunas cosas solamente. ¿Verdad, Para- Para?- La inquirió Cere-Cere, con un
tono que combinaba la reprobación con el retintín.-
La aludida asintió y al fin sus
colegas le retiraron las manos de la boca. Neherenia no comprendía de qué iba
todo aquello. ¡Claro que no tenía nada de malo hacerse mayor! Así lo hizo
constar dirigiéndose ahora a Chibiusa.
-Tus
padres siempre han dicho que cada edad tiene su atractivo.- Declaró remachando
convencida.- Tarde o temprano todos tendremos que pasar por hacernos mayores…
La interpelada asintió con cara de
circunstancias aunque enseguida esbozó una sonrisa de afecto y respondió.
-Precisamente.
Y ahora que tú ya eres adulta hemos pensado que las cuatro sailor asteroides y
yo podremos ayudarte en el entrenamiento para desarrollar tus poderes.
-¡Eso
sería estupendo!- Exclamó la joven soberana eso sí, agregando con un tono más
calmado y analítico. - Pero ahora ya no hay enemigos de los que preocuparse. Me
contasteis que Sailor Moon liberó a la mismísima Galaxia.
-No te
creas. Siempre hay problemas. El mal acecha y Caos no fue vencido, solo fue
expulsado de manera temporal. Nunca se sabe cuándo retornará y cómo nos atacará.
- Le comentó Chibiusa ensombreciendo su semblante ahora.- Por ello todos
debemos estar preparados.
Aquello
era cierto. Así, en tanto terminaba de contar aquello a sus amigos, fue Roy
quien le dijo.
-Chibiusa
tenía toda la razón. Nosotros pensamos que todo había terminado cuando
derrotamos a los demonios y a la secta que les invocó. Pero estábamos
equivocados. Hemos tenido numerosos enemigos después. Y de muchas procedencias.
Fueran o no enviados de Caos, nos han dado muchísimos problemas.
-Sí. Y por
desgracia ya no somos tan jóvenes. – Admitió Bertie a su pesar añadiendo con
dulzura en tanto acariciaba la mejilla de su sobrina. – Pero ahora vosotras
tenéis el relevo, sois una nueva generación. De modo que, una Guerrera de la
Justicia extra nunca está de más. Créeme, puede que tengáis que usar vuestros
poderes antes de lo que pensáis.
-Sí, pese
a que no vengan enemigos poderosos del espacio o del averno siempre habrá
delitos y criminales a los que podemos combatir. – Le explicó Idina. -
En
ese tema estaban cuando oyeron voces fuera. Una muchacha se despedía de un
chico. Puesto que la oían decir.
-Hasta
mañana Brian. Ya hablamos, ¿vale?
Al
poco se abrió la puerta. Una joven alta y hermosa, de grandes ojos verdes, pelo
castaño claro y una larga trenza a juego, entró en el salón. Al principio se
quedó mirando atónita, luego sonrió y corrió a abrazarse a su prima.
-¡Idina!,
¡Qué alegría! ¿Cuándo has llegado?
-Hace
solo un rato. - Replicó la aludida estrechando a la muchacha entre los brazos.
-
Cuando
se separaron Kerria observó a esa otra atractiva chica de larguísimo cabello
moreno de reflejos azulados y con ojos azules a tono. Había algo en ella que le
resultaba familiar pero no recordaba. Hasta que su madre le resolvió el
misterio.
-Ésta es
Nehie. ¿No te acuerdas? Jugabais juntas de pequeñas. Ha venido a estudiar con
tu prima a la Golden.
-Sí –
Terció Idina con patente sentido del humor para presentar, según ella de forma
oficial. – Es su Soberana Majestad
Serenísima de la Cara Oculta de la Luna. Y Sailor Shadow Moon. Guardiana
de los Misterios de la Luna. Y más cosas que ni me acuerdo.
-¡No le
hagas caso! – Terció desenfadadamente ella para conceder. - Puedes llamarme sencillamente
Nehie como cuando éramos niñas.
-Pues
hola Nehie, me alegra volver a verte.- Saludó la recién llegada.-
-Escucha,
que no he terminado. – Prosiguió Idina, casi recobrando el resuello puesto que
había soltado toda esa parrafada sin respirar. Se dirigió ahora hacia su
compañera de viaje y a su vez declaró. - Y mi prima. Su alteza serenísima
Kerria Lorein, princesa de Alliance y Señora del Invierno, así como la
Justiciera Luchadora Dama del Hielo.
-Oye,
¡pues dicho así no suena del todo mal! - rio Kerria junto a sus padres, más
cuando añadió con humor. - Pero lo malo sería escribir todo eso en una tarjeta
de visita. Tú lo tienes más fácil, prima. Sin ningún título raro de esos.
-¡Eh!, un
respeto Ky. – Demandó cómicamente ella que, entre risas compartidas con
Neherenia desveló. - Que sepas que ahora soy su Alteza Serenísima de la Cara
Oculta de la Luna. Y Justiciera luchadora La Dama del Fuego.
-¡Menos
mal que somos americanos, aquí tanto título no significa un pimiento! – Rio Roy
provocando más la carcajada general, más al remachar. – El único que respetamos
es el del “Rey del Rock”
Y una vez extinguidas
las risas, fue Neherenia la que tomó la palabra para decir.
-Me
alegro de que aquí sea así. Quiero ganarme el respeto de la gente por como soy
y cómo actúe, no por mis títulos.
-Te
aseguro que lo lograrás, querida. – Aseguró Beruche que, con una sonrisa,
rememoró. - Aun me acuerdo de la camiseta que le compramos a Kerria cuando
tendría… ¿Cuántos hija? ¿Diez años?
-No sé,
mamá. ¿A qué camiseta te refieres?- Quiso saber la chica que no parecía
acordarse de aquello, en tanto tomaba asiento al lado de su prima. -
-¡Ah! Ya
lo sé. Recuerdo a cual se refiere tu madre. -
Sonrió su padre al recordar. - A esa que ponía. Quiero ser presidente,
no una princesa.
-Sí,
ahora me acuerdo. – Asintió la hija de Roy y Beruche con una divertida
expresión. – Era muy subversiva, ¡ja, ja!…
-Pues ya
sabes, Nehie. – La animó Idina con un tono jocoso. - ¡Preséntate a las
elecciones!
Y
tras la chanza la reina sin embargo quedó pensativa y añadió.
-Quién
sabe. Puede que no fuera mala idea actualizar un poco el gobierno de mi mundo.
A mi lado siempre han gobernado el Canciller y el Consejo Real. Y bueno, cuando
era niña, yo no es que gobernase mucho que digamos. Solamente me dedicaba a
presidir audiencias y a ir de un lado a otro inaugurando obras. Además de a
estudiar. Pero ahora ya soy adulta y legalmente tengo el poder de tomar
decisiones.
-Pues ya
sabes. Aprende bien en la Tierra y toda la experiencia que consigas podrías
trasladarla allí para mejorar las cosas. – La animó Roy. -
Aquel
era un interesante pensamiento. De hecho la chica se propuso conocer bien las
formas de gobierno democráticas de la Tierra. Hechas esas reflexiones la charla
siguió hasta que cayó la tarde. Tras ponerse cómodas e instalarse en las
habitaciones departieron un poco más tras la cena y finalmente se fueron a
dormir. En los días que siguieron Kerria avisó a Amatista. Una hermosa muchacha
muy alta, rubia y de ojos violetas que estuvo encantada de pasarse por allí
pese a que Leval y el primo de éste, Mazoui, de maniobras con los cadetes de su
promoción, no estuvieran. Pero pudo conocer a Neherenia y tras revelarle que
era la Dama del Viento, decidieron que había que llamar a la justiciera que
faltaba, Katherine, a la que quisieron
traer lo antes posible. En este caso Roy si usó la translación instantánea.
-Hola,
encantada de conocerte.- Saludó la recién aparecida, sujeta del brazo de su
tío.-
-Es un
placer.- Sonrió Neherenia.-
-Bueno, -
afirmó Amatista, que estaba presente también.- Pues ya estamos todas las
Justicieras.
-Y
además, de eso, ¡somos las Justices! - Comentó una divertida Kerria.-
Aunque viendo el gesto de extrañeza
de su invitada, Idina le explicó.
-Tenemos
un grupo musical con mi primo Granate. Es una pena que él no pueda venir ahora.
Está muy liado con esas maniobras o lo que sea que hacen.
- Ya te
lo presentaremos en otra ocasión.- Comentó Kerria añadiendo divertida.- Es muy
simpático. Aunque está un poco loco, ¡Ja, ja!…
-Más bien
es un chico travieso.- Rio Kathy con el asentimiento de las demás.-
-Pues,
ahora que lo pienso, Nehie podría cantar con nosotras alguna vez.- Sonrió
Idina.-
-¿Yo? -
Se señaló la aludida no sin cierto rubor.-
-Cantas
de maravilla. - Terció Roy.- Y tienes muy buen gusto para la música. ¡Ja, ja!
Te gusta casi lo mismo que a mí…
-No creo
que el Consejo Real viera eso con muy buenos ojos.- Pudo responder la aludida.-
-Me
refiero a que cantases aquí, con nosotras, en el ámbito familiar.- Le aclaró su
amiga.-
-Por
nosotras estupendo.- Intervino Katherine.-
-Sería
genial que cantases algo.- La animó Idina.-
-¿Aquí? –
Exclamó Neherenia con visible vergüenza.-
-¿Por qué
no? – Terció Kerria.- ¡Vamos Nehie! Mi padre dice que eres un talento.
-Mira,
haremos una cosa. Podrías interpretar algo con el karaoke oficial de nuestras
fiestas. Dime qué canción te gustaría y la buscaré.- Le ofreció Roy.-
La muchacha estaba realmente
cohibida. Una cosa era cantar por propia iniciativa, en la ducha o en sus
habitaciones, a solas y otra actuar delante de tanta gente. Más si parte del
auditorio era las famosas Justices. La propia Bertie, que llegaba en ese
momento junto con su vecina y amiga Esmeralda, comentó.
-Dejad a
Nehie tranquila. No insistáis, si no se siente cómoda no tenéis que obligarla.
La invitada suspiró aliviada. Aunque
no había respirado al hilo de aquello, escuchó otro comentario entre halagador
y algo embarazoso. Y provenía de esa mujer de cabellera verdosa que la estudiaba con sumo interés…
-Pues no
sé cómo cantarás, pero desde luego, tienes aspecto de modelo. ¿Podrías caminar
un poco?
-¡Mamá! –
Protestó Amatista mirando a su progenitora.- ¡No empieces!
-Calla un
momento, hija.- Le pidió su interlocutora.- Esta chica tiene una planta
magnífica. Como si de una princesa se tratara…
-Más
bien, una reina.- Sonrió una divertida Kerria aunque su comentario en forma de
susurro no llegó a oídos de Esmeralda.-
Neherenia suspiró y asintiendo
convino en andar un poco. Eso no era desde luego algo tan íntimo para ella como
cantar en público. De modo que dio unos cuantos pasos como si anduviera por la
alfombra del salón de su trono. Al verla la veterana diseñadora se quedó
admirada, exclamando.
-¡Es
cierto! Esta chica tiene un porte real. Eso es algo con lo que se nace.
Querida, te ofrecería ahora mismo y sin dudarlo un curso gratuito en la
academia Deveraux de modelos.
-Me temo
Esmeralda, que esta joven ya tiene muchas ocupaciones.- Sonrió Bertie.-
Y
le cuchicheó algo a su amiga haciendo que fuera ella la que se ruborizase
ahora.
-¡Oh,
perdón!- Se apresuró a disculparse.- No tenía ni idea…Majestad.
-No tiene
importancia, señora Deveraux. Si mis compromisos me lo permitieran sería un
honor para mí. - Repuso la aludida con una amplia sonrisa.- Es más, se lo
agradezco, son todos muy amables.
-Es una
lástima, Para – Para tenía toda la razón. Seguro que ibas a ser una estupenda
modelo.- Comentó un divertido Roy para añadir.- Sin embargo Esmy, mucho me temo
que esta chica, aparte de sus regias obligaciones, ha venido a estudiar mucho y
no le va a quedar demasiado tiempo para nada más.
- Eso es
lo que iba a decirte, mamá.- Añadió Amatista entre abochornada y algo molesta.-
-Desde
luego Nehie, eres una muchacha de múltiples talentos.- La elogió Bertie.-
Aunque ya tienes una importante misión en tu vida.
-Sí, soy
muy consciente de eso. Por eso quiero prepararme lo mejor posible. Deseo ser un
buen gobernante para mi pueblo.
-Estoy
convencido de que lo serás.- La animó Roy.- Tienes inteligencia, tesón y sobre
todo bondad. Es una pena que estés tan liada. Puede que también tuvieras futuro
en el baloncesto.
Todos se rieron y la aludida sonrió
agradecida por aquellas palabras. Aunque también, aparte de darle moral la
obligaban a mucho. Ella quiso embarcarse en este reto y ahora no podía quedar
mal. Parecía haber generado muchas expectativas. Y además, tenía muchas ganas
de hacer amistades. Chibiusa y las Asteroides siempre le dijeron que de todas
las cosas que podría aprender y obtener en la Tierra, ese sería su tesoro más
preciado. De hecho, hizo buenas migas con las primas de Idina y con Amatista.
Finalmente, tras tomar algo más de confianza, aceptó al fin cantar algo. Pidió
la música de una de sus canciones favoritas. Una que, en efecto, Roy le
enseñara de niña.
-Habla de
un lugar mágico en el que todo el mundo es feliz. Así me gustaría que fuera mi
reino.- Confesó a sus oyentes antes de comenzar a cantar.-
Y una vez empezó, su voz sonó clara
y llena de alegría. Con una fuerza y vitalidad que impresionó a sus amigas y al
resto de los allí presentes.
Un lugar a donde nadie se atrevió a ir
El amor que vinimos a conocer
Lo llaman Xanadú
Y ahora, abre tus ojos y ve
Lo que hemos hecho es real
Estamos en Xanadú
Un millón de luces están danzando y tú aquí eres una
Estrella fugaz
Un mundo eterno y tú estás aquí conmigo, eternamente
Coro:
Xanadú, Xanadú, (ahora estamos aquí) en Xanadú
Xanadú, Xanadú, (ahora estamos aquí) en Xanadú
Xanadú, tus luces de Neón brillaran por ti, Xanadú
El amor, los ecos de hace tiempo
Necesitaste conocer el mundo
Están en Xanadú
El sueño que vino a través de millones de años
Que vivió a través de todas las lágrimas, vino a Xanadú
Un millón de luces están danzando y tu aquí eres una
Estrella fugaz
Un mundo eterno y tu estas aquí conmigo, eternamente
Ahora estamos aquí, ahora estas cerca en Xanadú
Ahora estamos aquí, ahora estas cerca en Xanadú
Xanadú.
El amor que vinimos a conocer
Lo llaman Xanadú
Y ahora, abre tus ojos y ve
Lo que hemos hecho es real
Estamos en Xanadú
Un millón de luces están danzando y tú aquí eres una
Estrella fugaz
Un mundo eterno y tú estás aquí conmigo, eternamente
Coro:
Xanadú, Xanadú, (ahora estamos aquí) en Xanadú
Xanadú, Xanadú, (ahora estamos aquí) en Xanadú
Xanadú, tus luces de Neón brillaran por ti, Xanadú
El amor, los ecos de hace tiempo
Necesitaste conocer el mundo
Están en Xanadú
El sueño que vino a través de millones de años
Que vivió a través de todas las lágrimas, vino a Xanadú
Un millón de luces están danzando y tu aquí eres una
Estrella fugaz
Un mundo eterno y tu estas aquí conmigo, eternamente
Ahora estamos aquí, ahora estas cerca en Xanadú
Ahora estamos aquí, ahora estas cerca en Xanadú
Xanadú.
(Olivia Newton John and
Electric Light Orchestra. Xanadú, crédito al autor)
Al
terminar fue obsequiada por unos entusiastas aplausos de sus atónitas oyentes.
-¡Fantástico!
– Exclamó Katherine.-
-¡Eres
realmente muy buena! - Convino Amatista con sincera admiración.-
-Bueno,
no es para tanto.- Se sonrojó la muchacha explicando a sus amigas.- Siempre me
gustó mucho esta canción. Desde que era niña ya la escuchaba y me inspiró. Yo
también quisiera crear un paraíso en la Luna para mis súbditos. Algo como el
Xanadú de la canción, o el mítico palacio de verano del emperador Kublai Khan.
Tal y como lo describe Coleridge en su poema…
-¿Quién
era ese?- Quiso saber Kathy poniendo ojos como platos.-
-Ni
idea.- Admitió Kerria encogiéndose de hombros.-
-A saber
en qué equipo jugaba.- Comentó jocosamente Roy, provocando la hilaridad
general.-
-¡Desde
luego esta chica es una empollona! - Rio Amatista provocando que el rubor
ascendiera por las mejillas de la soberana una vez más.- No te falta de nada,
mona.
-Ya os lo
decíamos.- Sonrió Idina para mayor sonrojo de su amiga, cuando sentenció.-
Además de ser muy culta y muy guapa ¡sería la reina del pop si no fuera ya una
reina de verdad!
Todas
se rieron, al final hasta la propia reina de la Luna Nueva quien azorada y tras
unos momentos de francas carcajadas, pudo tomar la palabra.
-En
serio.- Dijo ella ya con la atención del
resto de las chicas.- Mi mayor sueño es convertir mi reino en un lugar hermoso,
seguro y acogedor para todos cuantos viven en él. Y para ello debo prepararme
lo mejor posible.
-Es un
objetivo muy loable.- Afirmó Kerria.-
-Cuenta con
nosotras para ayudarte en lo que podamos.- Se ofreció Katherine.-
-Muchas
gracias.- Repuso la aludida visiblemente reconocida por la gentileza de esas
muchachas.- Sois muy amables, chicas.
De ese modo pasaron los días. Las muchachas
incluso entrenaron juntas como Justicieras y así trabaron una buena relación
con esa joven reina.
-Luchas
realmente bien.- Le comentó una admirada Amatista que recordaba aquel igualado
combate que habían disputado ambas reconociendo abiertamente.- No sé si podría
vencerte en una pelea seria…
Y es que la reina de la Luna Nueva
se había transformado en sailor, lo que estaba un escalón por encima del grado
de justiciera. Por su parte Amatista luchó concentrada y realmente motivada. No
quiso incurrir en el mismo error que cometió cuando infravaloró a Chibiusa
tiempo atrás. En aquellos días en los que la princesa del futuro Cristal Tokio
fue a adiestrarla a ella y a sus compañeras. A pesar de eso, ni el boomerang,
ni sus ataques de kárate pudieron con su rival. Neherenia esquivaba o blocaba
cada uno de los golpes y contraatacaba con buena técnica a su vez. Tanto que su
adversaria se las veía y deseaba para no encajar sus golpes. Así, tras
intercambiarse todo tipo de ataques y dar volteretas para eludir las ofensivas
contrarias, ambas acordaron detener el entrenamiento.
-La
próxima vez amiga mía, nos tocará a ti y a mí.- Dijo Idina dirigiéndose a la
soberana.-
-Estoy
impaciente.- Sonrió la interpelada.-
-La que
pierda que pague una cena.- Propuso desenfadadamente Katherine.-
-Sí, ¡pero
para todas! - Terció Kerria con visible entusiasmo.-
-Bueno,
eso es mucho decir. Mis finanzas no son muy boyantes ahora mismo.- Pudo decir
Idina con cierta prevención.-
-Así que
te echas atrás.- Sonrió Pérfidamente Amatista, agregando divertida.- Es
importante pelear bajo presión.
-De eso
ya he tenido en abundancia.- Le recordó su amiga.- Igual que vosotras…
Aquí su contertulia asintió con el
gesto más serio. Era cierto. Habían tenido ya ocasión de enfrentarse a
peligrosos enemigos.
-Perdona,
dije una tontería.- Musitó Amatista ensombreciendo su semblante.-
-No hay
nada que perdonar.- Repuso Idina sujetando una mano de su amiga entre las
suyas.-
-Me
gustaría que algún día me contaseis algo de eso. Si es que no pertenece al
ámbito de la intimidad.- Comentó Nehie con tono intrigado.-
-Si, ya
te contaré. –Le prometió Idina que añadió sonriente ahora.- Y acepto el
reto…aunque si pierdo preparaos a comer pizza familiar…
Todas se troncharon de la ocurrencia.
Y al día siguiente se celebró el “gran combate” aunque para decepción de las
otras la cosa se saldó en empate. Sin saber a ciencia cierta cuál de las dos se
mantuvo al nivel de la otra sin querer sobrepasarla. Sin embargo, fue Idina
quién dio con la solución proponiendo para alegría del grupo.
-¡Hagamos
una cena de grupo cocinando nosotras mismas!
-Lo único
que espero que tú sepas cocinar.- Se sonrió Neherenia algo avergonzada para
admitir.- En eso sí que no tengo ni la menor idea. ¿Lo veis?- sonrió divertida
ahora.- Disto mucho de ser perfecta.
-Sí, pues
a nosotras no nos mires.- Añadió Katherine del mismo modo.- Yo no sé ni freír
un huevo.
-Bueno
Amatista, tú eres francesa…-Comentó Kerria con cierto fingido retintín.-
-¿Y qué
se supone que quiere decir eso?- La inquirió su compañera del mismo modo.-
-Que en
Francia se come muy bien.- Explicó su interlocutora.-
-¡No será
por lo que yo cocine! - Aseveró su amiga con jocosidad.-
De nuevo más risas. Por fortuna las
chicas sí que podían ayudar a Idina que era de largo la más dotada en artes
culinarias. La hija de los Rodney hizo un risotto que, acompañado por alguna improvisada
ensalada, sirvió perfectamente a una noche realmente divertida. Rematada por
una quedada de pijamas…
-Recuerdo
cuando estaba con Kerria y contigo Idina, pero éramos niñas. No tenía ni idea
de que esto era una tradición que se hacía también siendo mayores.- Comentó la
soberana, queriendo saber.- ¿Y qué se hace en una noche de pijamas
exactamente?...
-Pues, para
empezar, se habla de chicos.- Le apuntó Katherine.-
-¿De
chicos? - Se extrañó Nehie.- ¿Por qué?...
-A lo
mejor vas a ser de las mías.- Sonrió Kerria mirándola con complicidad añadiendo
con tono de impostada picardía.- Y ese tema no te interesa.
Ante la desconcertada mirada de su
interlocutora, Amatista terció con algo de prevención.
-Bueno,
quizás Nehie no sepa… aunque ahora estás saliendo con Brian y se os ve muy
bien.
-Sí-
concedió Kerria aunque no con demasiado entusiasmo.- Es un gran chico.
-Bueno.-
Intervino Katherine que, con su curiosidad y gusto habituales por el cotilleo,
le inquirió a su regia amiga.- ¿Tienes a algún pretendiente en la Luna que te
haga tilín?..
-¡Que!,
¿Qué me haga, qué?...- Repitió Neherenia sin entender nada.-
-Se
refiere a si te gusta algún chico de tu reino.- Le aclaró Idina.- Si tienes
novio…
Ahora el rubor volvió nuevamente al
rostro de la soberana. Apenas pudo sonreír nerviosa y mover la cabeza con
apuro.
-No, no
tengo a nadie así. La verdad es que no me fijo mucho en los chicos…
-Entonces
prefieres a las chicas.- Creyó deducir Kerria.-
-¡No! –
Se apresuró a contestar la interpelada, aún más roja si cabe.- Yo…¡claro que no!…
-No es
nada malo.- Intervino Idina, apurada por su prima para alegar.- ¿Por qué no
ibas a preferir tener novia? Si alguna de tus cortesanas te gusta.
-Eso no
estaría bien.- Casi tartamudeó la interpelada.- Quiero decir. No tiene que ver con el género
de esa persona. Es que no debo mezclarme con mis cortesanos. Al menos a esos
niveles.- Suspiró la reina.- El consejo Real siempre me lo ha advertido…Pero no
es lo que creéis.
-Pues si
deseas modernizar tu reino, esa sería una buena forma de hacerlo.- Le sugirió
Kathy preguntando.- ¿Por qué no ibas a poder enamorarte de alguno de ellos… o
de ellas?
-Dejad a
la pobre tranquila.- Sonrió la hija de los Malden que le confesó entonces a su
atónita invitada.- Veras. Ellas dicen eso por mi causa. Es que a mí me gustan
las mujeres, y pensaba que al responder eso que has dicho quizás a ti también.
- ¿A ti?-
Repuso Neherenia con visible sorpresa para afirmar. - No lo entiendo. ¿No sales
con ese chico? Brian, creo que se llama.
-Él es un
caso muy especial. Estamos muy unidos.- Confesó la joven bajando ahora la
mirada y agregando con voz queda.- Sin embargo, a veces lo paso mal por mí y sobre
todo por él…
Nehie se percató de que aquel tema
le suponía a su amiga algo cercano a la tristeza, de hecho ninguna de las otras
hizo comentario alguno, lejos de las jocosas observaciones que solían hacer en
asuntos similares. De modo que replicó algo cohibida.
-Perdóname,
no quise ofenderte. Por supuesto que sé que hay hombres que aman a otros
hombres y mujeres que quieren a otras mujeres. Y en mi reino existen esas
relaciones y nadie las ve mal. Solo que no es mi caso. De hecho, todavía no he
conocido el amor… pero, si te soy sincera, me fijo únicamente en los chicos
guapos, no en las chicas. Al menos en lo relativo a ese tema.
Kerria le dedicó una amable sonrisa
y repuso con buen talante.
-No
tienes que disculparte por eso. Y no me has ofendido, descuida. Yo tampoco he
querido hacerte sentir violenta. Cada cual tiene derecho a ser como desee ser,
siempre que no haga daño a los demás.
-Sí, esa
es la clave.- Afirmó Idina pasando sendos brazos por los hombros de su prima y
de su amiga para confortarlas.- Cada uno tiene derecho a ser feliz a su manera.
Neherenia sonrió, aliviada de dejar
atrás aquel tema tan espinoso para sus contertulias. Ahora se miraba ese
camisón azul marino que llevaba y dijo al recordar.
-¿Sabes
que todavía guardo el pijama de gatitos que me regalaste?
-¡Pues no
creo que te quede demasiado bien ahora! - Se rio la interpelada.-
Nehie rompió a reír, imaginándose de
esa guisa y las demás compartieron esas carcajadas tan liberadoras. Se podría
decir que casi ni durmieron. Pero la noche fue realmente divertida y quedó como
un grato recuerdo en el corazón de todas. Finalmente tanto Amatista como Kathy
y Kerria regresaron a sus respectivas ocupaciones puesto que el curso en sus
carreras también comenzaba. Y cuando llegó el ansiado día del ingreso en la
universidad para la apertura del curso académico los padres de Idina fueron
traídos también por su cuñado a la casa de los Malden. Una vez allí, antes de
encaminarse hacia la Golden, se sentaron junto a su hija y Neherenia. Lo cierto
es que Idina tenía alguna que otra duda de cómo había sido posible que su amiga
fuera a estudiar a su lado. Entonces fue su padre quién, tomando la palabra, se
lo contó a ella y al resto de los presentes que no estuvieran al corriente.
-Verás
hija. Sucedió al poco de que recibieses la carta de la Universidad
admitiéndote. Un día recibimos una
llamada de Rei. Cuando se lo contamos se puso muy contenta y entonces se le
ocurrió una idea.
Tom recordaba cuando la
Guerrera Marte, vía pantalla les sugirió.
-¿Qué os
parecería si vuestra hija pudiera ir a estudiar con una amiga?
-Sería
estupendo, pero no sé a quién te refieres. – Replicó Cooan. –
-¿Recordáis
a Neherenia?- Les desveló Rei, que entonces les contó. - Las Sailor Asteroides
y Chibiusa la han estado entrenando como Guerrera de la Justicia, pero sería
interesante que completase su formación en la Tierra. No sabíamos a dónde la
podríamos enviar, pero cuando me has contado lo de tu hija. Pues bueno. Ya
sabes que quiero mucho a Idina, es mi
ahijada. E independientemente de eso es
una chica maravillosa. Y creo que sería la amiga ideal para ella.
-Es
verdad. – Convino ahora Tom, que todavía recordaba a esa chiquilla tan
encantadora para intervenir diciendo. - Si os encargáis de traerla a la Tierra yo
les diré a mis hijos que vayan a buscarla. Idina tiene que tomar un avión
dentro de un par de días para viajar a Nueva York.
-No será
ningún problema. - Afirmó Marte que les explicó. – Chibiusa y sus sailors
Asteroides utilizarán el tele portador. Para ser discretos decidnos un lugar
solitario. Puede que venga con algo de séquito.
Y
Tom le indicó unas coordenadas. Quedaron para dentro de dos días, todo estaría
dispuesto. Papeles, documentos, incluso las pruebas de acceso que Nehie
realmente hizo y aprobó, fueron tramitados por una organización secreta al
margen de los gobiernos de la Tierra. Las sailors habían estado en contacto con
ella mediante la mediación de un viejo amigo de Tom y Roy, el señor Nephrite
Saint Join. Y de otro misterioso personaje más que no se había dado a conocer
directamente. Al menos Rei no les quiso hablar de él. En todo caso lo
importante fue que, a la hora pactada, las Asteroides y Chibiusa aparecieron en
el lugar convenido con Neherenia. La joven reina venía con su pelo recogido a
la altura de las caderas y el atuendo con el que Idina la viera de nuevo en la
terminal. Tal y como se acordó Alan y Lance la recogieron y fueron con ella al
aeropuerto. Allí aguardaron hasta que sus padres llegaron con su hermana
pequeña.
-Vaya.
¡Cuánto secreto! – Comentó Idina sin salir de su asombro. -
-Hay
razones poderosas para ello. – Dijo crípticamente su padre sin querer añadir
más. -
-Lo
importante es que estoy aquí y que dentro de un par de horas empezaremos,
¡estoy muy nerviosa! - Pudo sonreír Nehie. –
Ahora rememoró cuando finalmente su
doncella Anaris entró en su habitación una vez más y la informó.
-Majestad.
La princesa Chiba y las ladies Asteroides han llegado.
-Muy
bien.- Contestó la joven.- Hazlas pasar.
La doncella se retiró de la estancia
y tras unos instantes retornó abriendo la puerta para franquear el paso a
Chibiusa y las demás. Fue la hija de la reina Serenity y el rey Endimión quien
le preguntó a su amiga.
-¿Estás
preparada?...
-Sí -
asintió la aludida.- Cuando queráis.
Y entonces Chibiusa hizo una seña a
las otras quienes, junto con ella, se dieron las manos. Neherenia se colocó en
el centro del círculo que formaron y tras invocar sus respectivos poderes todas
se desvanecieron, reapareciendo en aquel lugar que les había sido indicado…
-Y así
llegué.- Le desveló a su amiga Idina.- Ahora es cuando más nerviosa estoy.-
Confesó.- Es el miedo a lo desconocido…
-Todo irá
bien, ya lo verás, querida. - La animó Cooan, con el asentimiento de su hermana
y su cuñado. -
-Bueno.
Pues es el momento de ir para allá. - Les informó Roy que le dijo a su esposa.
-Bertie, tú lleva a las chicas. Yo usaré el otro coche para llevar a Tom y a
Cooan.
-¿No va a
venir la prima? - Quiso saber Idina puesto que Kerria no estaba en casa. -
-Tiene
compromisos que atender. – Le explicó su tía añadiendo con una sonrisa. - Pero me
dijo que os deseaba mucha suerte y que ya os visitará.
-El
compromiso se llama Brian. Acaba de volver de visitar a unos parientes.- Le
susurró Idina a su amiga que sonrió divertida.-
-Sí,
nos lo presentó al poco de esa charla que mantuvimos. Un chico muy guapo.-
Valoró Nehie.-
Así había sido. Una tarde,
justo a los dos días de esa quedada de pijamas donde la hija de los Malden le
reveló su secreto, la joven apareció de la mano de un apuesto muchacho de
cabello castaño y ojos azules claros. Idina y Nehie estaban en el jardín de los
Malden y vieron cómo, al entrar, esa joven pareja se daba un ligero beso en los
labios. Sin embargo, Kerria las vio y saludando les dijo.
-Chicas,
venid. Os voy a presentar…
Ambas se aproximaron, y la
anfitriona declaró.
-Brian,
a mi prima Idina ya la conoces. Ésta chica es una amiga suya que va a estudiar
con ella en la Golden. Se llama Neherenia Moonlight. Nehie, éste es Brian Rice.
-Encantado.-
Sonrió amablemente el chico ofreciendo su mano.-
-Es
un placer.- Correspondió la soberana estrechándosela.-
-¿De
dónde eres?- Quiso saber el joven con educada cortesía.-
-Soy
de un país extranjero.- Pudo componer la interpelada con algo de envaramiento.-
-Sí,
vino de intercambio y vamos a estudiar juntas. De niñas la acogimos por unos
días en mi casa y nos hicimos muy amigas.- Intervino algo apuradamente Idina
para zanjar aquella incómoda cuestión.-
Brian pareció quedarse algo
sorprendido pero siendo un joven discreto y educado no hizo más comentarios
sobre aquello. Se limitó a asentir y afirmar.
-Espero
que disfrutes de tu estancia en nuestro país y que hagas muchos amigos.
-Gracias,
así lo espero yo también.- Sonrió la muchacha.-
-Ahora
tengo que irme.- Se despidió Brian que tras obsequiar a su novia con un beso en
la mejilla le susurró.- Nos vemos luego…
-Sí,
hasta la tarde.- Convino Kerria que sin embargo se alejó un poco con él para
acompañarle hasta la salida del jardín.- Ahora vuelvo chicas.- Les comentó.-
Idina y Nehie asintieron, aunque tras
haberse alejado un poco pudieron oír algo de la conversación que esa pareja
mantenía, lo que las hizo sonreír.
-Es
una chica muy guapa y parece simpática.- Valoraba Brian.-
-¡Oye!
– Exclamó Kerria fingiéndose algo molesta.- Se supone que eso debería decirlo
yo. Y es cierto. La verdad es que además de guapísima está muy buena.- Remató
dejando perplejo a su novio.-
Aunque éste sonrió, y notando que su
pareja trataba de bromear con eso, incluso se permitió el lujo de añadir.
-Mira,
en eso estamos de acuerdo…
Las otras no pudieron ya oír más. Al poco de
retornar Kerria fue Nehie quien cumplimentó al muchacho.
-Es
realmente muy guapo y lo más importante es que parece encantador. Ahora
comprendo por qué sales con él. Me gustaría encontrar un chico así algún día.
Sin embargo su interlocutora solo
sonrió débilmente por toda réplica. Pero tanto ella como la prima de esa
muchacha dejaron pasar aquello. Ahora volvía de esos pensamientos y le comentó
a su amiga.
-Pues
espero que Kerria y Brian sean felices,
sin embargo….
-¿Sin
embargo qué? ¿Has notado algo raro?- Inquirió Idina observándola con inquietud.-
-No,
es solo eso. Que les veo muy bien juntos.- Mintió Nehie dándose cuenta de su
indiscreción.- Les deseo lo mejor.
Su amiga asintió dejando aquello. No
obstante, la soberana sí que era bastante perceptiva. Como guardiana de los
secretos de la Luna se daba cuenta de cuando alguien mentía o trataba de
ocultar algo. Y no quiso decir lo que notó al ver a la prima de Idina ya
entonces. Pero estaba claro que Kerria, conscientemente o no, se estaba
despegando de aquel pobre chico.
-En
fin.- Se dijo con pesar.- Eso es algo que no me corresponde a mí juzgar, ni soy
quién para intervenir en ello. Es su vida.
-¿En
qué piensas? Te veo muy concentrada.- Comentó Idina sacándola de aquellas
reflexiones.-
-¡Oh!
En nada de particular. Ya sabes. Estoy tratando de imaginar cómo será la
universidad. Qué haremos allí, a cuanta gente vamos a conocer.- Pudo
improvisar.-
-Mis
padres siempre dicen que hay que estar preparados para lo mejor.- Sonrió su
amiga.-
-Sabio
consejo.- Convino la soberana de la Luna Nueva.-
Y es que pensaba en alguna de las
conversaciones que había mantenido con los reyes Serenity y Endimión. Sobre
todo una, a raíz de su decisión de ir a estudiar a la Tierra. La propia Nehie
viajó a la sede de esos soberanos. Un extraño lugar al que fue transportada.
Allí, sentados en una gran sala de blancas paredes y con dos tronos y algunas
sillas de tafetán, fue recibida. La invitaron a sentarse y ambos reyes dejaron
sus asientos de privilegio para ponerse a su lado.
-Bien
querida.- Comentó Serenity.- ¿Cómo te sientes?
-Muy
bien, muchas gracias, Majestad.- Replicó respetuosamente ella.-
-No
estamos ante la Corte, ni seguimos ningún protocolo.- Terció Amablemente
Endimión.- No utilicemos tratamientos reales.
-Eso
es.- Convino la soberana de la Luna Blanca.- Lo que nos importa es saber cómo
estás.
-Muy
ilusionada.- Les confesó la chica.- Ya se lo dije a Chibiusa y a las amazonas.
Por un lado deseando que llegue el momento, aunque por otro, algo nerviosa.
Quiero cumplir con las expectativas y la confianza que habéis depositado en mí.
-No
te preocupes por eso. Lo harás.- Aseguró Endimión, para rematar.- Lo importante
es que seas feliz y disfrutes de la experiencia.
-Y
sobre todo, que hagas muchos y buenos amigos.- Eso es lo que más te enseñará.-
Sentenció Serenity.-
Charló
con ellos un rato más. Luego se despidió. Tenía que regresar a su propio reino
y comenzar los preparativos. Ahora al fin, el momento tan ansiado había
llegado.
-No
debo estar nerviosa. Sino emocionada. Esta será una magnífica experiencia.
Estoy segura. Como dijeron los reyes Serenity y Endimión. Voy a conocer a
nuevos y maravillosos amigos. A algunos los he encontrado ya. - Pensó dándose
ánimos.-
Y por fin, olvidándose de eso,
acompañó a Idina y se dirigieron a los vehículos. Cuando se pusieron en camino
muchas cosas pasaron por la mente de todos. Unos recordaban experiencias del
pasado con nostalgia, otras suspiraban deseando que aquella nueva etapa de sus
vidas les fuera provechosa. Para unos era la sensación del deber ya cumplido y
la añoranza del ayer. Para las dos jóvenes se abrirían nuevos retos y
expectativas. ¿Qué ocurriría aquel primer año en la Golden State College?
¿Tendrían un buen curso y conocerían nuevos amigos? Deseaban que sí. Ambas
estaban convencidas de que aprenderían cosas que cambiarían su modo de ver el
mundo. Y efectivamente tendrían aventuras, amistades y problemas que deberían
saber solventar. No obstante, eso pertenece a otra historia que a su tiempo deberá
ser contada.
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