domingo, 30 de noviembre de 2014

GWH 17 Encontrando nuevos amigos


Para Max y Elisa los hijos de mi gran amiga Claudia. Que crezcan rodeados de cariño y que tengan siempre a su lado montones de buenos amigos que les enseñen a valorar lo realmente importante en la vida.

Encontrando nuevos amigos.

            Había gran actividad en el palacio. El salón de recepciones era todo un hervidero de personas yendo y viniendo, transportando cajas y deteniéndose a veces a escuchar instrucciones. El chambelán mayor daba órdenes al personal y la misma guardia se colocaba formando con su uniforme de gala.

-¡Vamos, vamos! - Repetía aquel hombre con tono nervioso.- Todo tiene que estar listo. Su Majestad va a salir. Capitán.- Le preguntó al oficial que comandaba el dispositivo de seguridad.- ¿Están sus hombres dispuestos?
-Sí, señor.- Repuso el aludido.- Estamos preparados.
-Muy bien.- Suspiró aquel tipo entrado en años, algo orondo y que llevaba un traje dieciochesco rematado por una peluca blanca sobre la cabeza.- Anaris.- Llamó dirigiéndose a una joven rubia que estaba ataviada con un largo vestido de raso color verde oscuro.- ¿Has ido a ver si su Majestad está preparada?
-Iré ahora mismo, Lord Chambelán.- Repuso tímidamente la joven inclinando ligeramente su cabeza.-

            Y sin perder ni un segundo se encaminó hacia una salida lateral del salón. Abrió una puerta y caminó por un largo pasillo. Este moría en otra puerta de colores blancos y negros con intrincados diseños en su superficie. Marcas de una media luna creciente y de un caballo alado podían verse en ella, esculpidas de forma primorosa. Aunque lejos de contemplar en detalle algo que ya tenía muy visto, la muchacha tocó con un llamador de bronce…el eco repetitivo de ese golpeo fue acompañado de su voz algo trémula.

-Majestad. ¿Dais vuestro permiso?....
-Adelante.- Se escuchó una voz de mujer joven desde el interior.-

            La muchacha entró, tras hacer una reverencia se dirigió hacia una jovencita de largo cabello moreno con reflejos violetas, algo ensortijado, que lucía un vestuario bastante elegante pero menos solemne que el resto de los cortesanos…

-Estoy muy nerviosa, Anaris.- Le confesó esa chica que se contemplaba en un gran espejo de cuerpo entero sito en el fondo de la estancia.- No sé cómo me irá.
-Vos sois una reina, Señora. Todos tendrán que trataros conforme a vuestro rango.- Comentó la aludida.-

            La soberana suspiró moviendo levemente la cabeza. Su doncella personal era buena y leal, cándida incluso y quizás por ello no comprendía. Sonrió débilmente mirándola con aquellos ojos azules profundos que tenía y le explicó.

-No en esta ocasión. Voy a vivir como una muchacha totalmente anónima. Sin privilegios, ni títulos. Nadie sabrá quién soy. Bueno, excepto un reducido número de personas.
-Si os lo puedo preguntar, Majestad. ¿Os ausentaréis durante mucho tiempo?
-Quizás sean unos meses. Aunque intentaré retornar lo más frecuentemente posible. El Canciller Lord Chambelán, Caballero Gillard De la Lune, asumirá la regencia en mi ausencia.- Le contó.- Tú puedes tomarte este tiempo libre. Ve con tu familia.
-Preferiría ir a serviros.- Contestó la doncella con pesar.- A donde quiera que vayáis…
-Gracias.- Repuso su interlocutora para replicar.- Sin embargo, eso no será posible en esta ocasión. Ya te lo he dicho. No gozaré de privilegios especiales. Esta es una etapa más en mi educación.
-Como vos digáis, Majestad.- Pudo contestar la apurada chica.- ¿Deseáis alguna cosa? El Chambelán me pidió que comprobase si estabais lista.
-Sí, no te preocupes. No tardaré. Es cosa de unos minutos. Comunícale que enseguida me reuniré con él. Y que aguardaremos a nuestras invitadas en la sala de recepciones.
-Sí, Señora.- Repuso la muchacha inclinando la cabeza.-

            Aunque antes de que la doncella saliera de la habitación. La soberana añadió…

-Anaris…
-Sí, Majestad.- Se apresuró a replicar la interpelada.-

            El rostro de la reina se dulcificó con una amplia sonrisa para sentenciar.

-Os echaré mucho de menos, a ti y a todas mis damas y cortesanos.
           
            La aludida volvió a inclinarse y salió cerrando la puerta. Una vez estuvo sola la monarca se aproximó hasta ese espejo que le devolvía aquella expresión suya de ligera inquietud combinada con expectación y ciertas dosis de emoción y alegría. Suspiró y musitó como si hablase con su propia imagen.

-Bueno. Querida amiga. Llegó el momento que tanto había estado anhelando. Ojalá que todo sea tan maravilloso como me han dicho…

Entre tanto en Portland, Oregón, una vez terminado el instituto Idina estaba muy feliz. Acabó graduándose con unas magníficas notas y siendo muy querida por todos sus compañeros y el claustro de profesores. Durante las vacaciones también había tenido ocasión de ver a sus primas y de cantar con ellas. Hicieron algunas pequeñas giras y cosecharon bastantes éxitos en ese verano. Pero el estío llegaba a su fin y con él el momento de decidir sobre su futuro estaba cada vez más cerca. Una tarde lluviosa, en tanto compartían un chocolate caliente y unas pastas, charlaba con sus padres.

-Dinos hija. - Le preguntaba Tom con patente interés. - ¿Has pensado ya en qué universidad quieres estudiar?
-Sí, es algo muy importante y tu padre y yo pensábamos que ya lo tendrías decidido. – Terció Cooan. -
-Si mamá.- Sonrió ella que desveló. - Desde siempre me han gustado mucho las historias que me habéis contado de cómo os conocisteis en la Golden State College y he pensado que me encantaría estudiar allí. Ya sabéis que deseo ser maestra como vosotros. Aunque primero tendrían que aceptarme.
-No creo que eso sea ningún problema con tu expediente académico.- Afirmó Tom. –
-¡Sería maravilloso!, hija. Además tu padre tiene razón. No te inquietes, por si tus notas no fueran suficiente motivo para que te concedieran plaza, que lo serán, dan bonificación por ser hijo o hija de antiguos alumnos. – Afirmó su madre sonriendo también en tanto le daba un cariñoso abrazo. -
-Y es tradición que los universitarios se vayan lejos de su casa para aprender a desenvolverse – Aseveró Tom, que tampoco podía ocultar su alegría, más aún cuando agregó. - Lo bueno es que tú podrás tener cerca a tus tíos Beruche y Roy para lo que te haga falta.
-Sé que mi hermana y su marido estarán encantados de tenerte por allí. – Confirmó Cooan que ahora suspiró con tintes nostálgicos.- Y podremos ir  a verte cuando te matricules y recordar un poco los viejos tiempos. ¿Verdad Tom?
-Por supuesto, cariño.- Convino él dando la mano a su mujer -.
-Pues podríamos llamarles y ponerles al corriente. – Propuso ella a lo que su esposo asintió, aunque enseguida él corrigió para matizar -
-Mejor les enviaré un mensaje. Ahora en Nueva York debe ser de madrugada.

Su esposa asintió con aprobación, a la vista de la diferencia horaria eso sería más juicioso. Aunque entre tanto Idina recordaba con ilusión las vicisitudes que había compartido con sus compañeros y con sus primas. En estos últimos años se había convertido en una adulta. Para bien o para mal desde que su madre le cediera el testigo para sucederla como justiciera, su vida había cambiado mucho. ¡Había visto tantas cosas! Algunas maravillosas, otras horribles. Había luchado contra todo tipo de enemigos. Muchos de ellos criaturas realmente terroríficas. También había combatido a delincuentes más convencionales. Aunque ahora se sentía casi más asustada. Pero no por nada malo. Quizás la palabra correcta fuese emocionada. Por primera vez se daba cuenta de que iba a comenzar a vivir su propia vida y a dirigirla hacia su verdadera vocación. Educar y proteger a los niños.

-Vaya, esto es realmente lo que deseo hacer.- Suspiraba la muchacha.-

            De siempre fue muy abierta, extrovertida y confiada. Aunque tras sus experiencias recientes se había vuelto más cauta. Pero siempre apostaba por dar una oportunidad a quién la pidiese. Sus padres la habían educado en la creencia de que todo el mundo tenía una parte buena. De hecho, lo comprobó con aquella reina de los vampiros, Sarah, a la que incluso llegó a conmover. Y si un ente de la noche podía mostrar humanidad, todo el mundo podría. Al menos eso deseaba pensar. Y lo que era más importante, quería seguir los pasos de su madre que siempre se mostró ante ella como una mujer dulce y comprensiva. Deseaba ser ese tipo de maestra.

-Me gustaría mucho ser capaz de lograr lo que vosotros.- Les confesó a sus padres.-
-Hija. Tienes que perseguir tus propios sueños.- Repuso Tom.- No los nuestros.
-Ese es mi sueño.- Replicó la joven.-
-¿Más que ser una cantante famosa?- Sonrió su madre.-
-Sí.- Dijo Idina, aunque tras sonreír algo apurada, admitió.- Bueno, lo de ser cantante también es estupendo. Pero lo veo más como un pasatiempo que otra cosa.

            Y es que no se le daba nada , pero que nada mal. Junto a  sus primas, su primo Granate (cuando este podía unirse a ellas en algún permiso) y a Amatista, cosechó muchos éxitos con las Justices. Pero jamás vio aquello como su porvenir. Eso sí, la experiencia había sido muy enriquecedora, viajaron por todo el mundo e incluso llegó a actuar en Tokio, delante de su madrina Rei y de la gran ídolo Minako Aino. La madrina de su prima Katherine. Aun recordaba el final de ese concierto y cuando charló con la gran amiga de su madre.

-¡Habéis estado fabulosas, cielo!- La alabó Rei sin reservas.-
-Muchísimas gracias madrina, por venir al concierto y por animarnos, sé que estás muy ocupada en el santuario Hikawa.
-¡No seas tonta! ¿Cómo me lo iba a perder? – Exclamó su contertulia.-
-Espero que se haya grabado bien para que mis padres y mis hermanos lo vean.- Deseó la muchacha.-
-Estarán tan orgullosos de ti como yo.- Aseveró Rei que entonces varió de tema y le preguntó.- Bueno, ya os queda muy poco para terminar el instituto, ¿has pensado qué quieres hacer?
-Sí, me gustaría ser maestra como mis padres. –Respondió la joven.-
-Es algo muy bonito. - Valoró su madrina que le contó.- Créeme, cuando tu madre tomó esa decisión le sucedió como a ti, encontró su vocación y desde entonces siempre la he visto feliz.
-Dime una cosa, madrina Rei.- Le pidió la muchacha, algo inquieta ahora.- ¿Es cierto que mi madre fue una vez tu peor enemiga? ¿Cómo es eso posible?

            Y es que, tras ese terrible combate contra aquel antiguo superior de su madre, esta le contó la historia de cómo había sido su vida y no omitió sus combates contra su entonces enemiga Sailor Marte. Pese a todo, Idina no podía creer que aquello hubiera pasado. Aunque su propia madrina se lo confirmó.

-Pero cuando os veo juntas parecéis como hermanas. Ella te quiere mucho.- Alegó la atónita muchacha.-
-Y yo a ella. Pero una cosa no quita la otra. -Contestó Rei, que le explicó.- Verás. Tu madre ya te lo contó. Hubo un tiempo en el que ella y tus tías estuvieron dominadas por el poder de la oscuridad. Sus mentes estaban confundidas por influencias malignas y engañadas por mentiras. Pero en cuanto lo descubrieron se apartaron de eso jurando ayudar y proteger a los demás. Y tanto tú como el resto de sus hijos sois maravillosos y dignos herederos suyos.- Remachó con satisfacción sentenciando.- Todos podemos cambiar en la vida. Siempre hay una segunda oportunidad de hacer las cosas bien. Aunque es mejor si lo logras a la primera.- Le sonrió tiernamente a la muchacha.- De modo que esfuérzate siempre para lograr alcanzar todas tus metas.
-Sí, madrina. Gracias. - Pudo decir ella realmente emocionada.- Así lo haré.


            Ahora que lo pensaba cada vez veía mayor sentido a esas sabias palabras. Su madrina desde luego tenía mucha experiencia en la lucha contra el mal y había visto muchísimas cosas. También fue una gran mentora para ella. Y un ejemplo a seguir. Ahora Idina solamente deseaba conseguir realizar su sueño. Entre tanto salió de sus pensamientos y le inquirió a su madre.

-¿Vas a enviarles el mensaje ya a los tíos?
-Sí, cariño.- Replicó Cooan que estaba ya con el WhatsApp.-

            Su madre por supuesto envió el mensaje. Horas después les llegó la réplica. Tal y como esperaban Roy y Bertie estarían encantados de ayudar a su sobrina en todo lo que fuera necesario y celebraban su decisión. No obstante, Idina tuvo que hacer la prueba de admisión de la Universidad como era preceptivo y así tuvieron que aguardar unos días a los resultados. Al fin llegó la carta con la notificación que tanto ansiaban. Con la presencia de sus padres la muchacha la abrió no sin nerviosismo y leyó atentamente. Al instante estaba dando saltos de alegría. Sus padres sonrieron en tanto Cooan se hacía con la carta y leía a su vez con orgullo.

-¡Es magnífico, hija! Cuanto me alegro... ¡Te han admitido!, con lo difícil que está ahora.
-Sí, incluso más que cuando entramos nosotros, - secundó Tom que abrazaba a su hija. - Estoy muy orgulloso de ti, tesoro.
-No son buenos tiempos en cuanto a ingresos de nuevos alumnos, pero aun así, me alegra ver que la Golden no ha bajado el listón. Incluso lo han incrementado.- Convino Cooan.-
-Pero nuestra hija es maravillosa además de muy lista, con lo que estaba clarísimo que la iban a admitir.- Sonrió Tom con patente tinte de orgullo.-
-¡Muchas gracias papá, mamá! - repuso ella muy sonriente.-  Estoy muy contenta, sobre todo por vosotros, sé que casi os hacía más ilusión que a mí.
-¡No, mi niña!- respondió Cooan  exultante de alegría pero tratando de comedirse al declarar. -Éste es tu éxito y debes estar muy orgullosa de ti misma. Y si no hubieras podido entrar tampoco habría pasado nada. Eso no cambia el cómo eres tú. Habrías ido a otra estupenda universidad.
-Espero llegar a ser maestra como vosotros y hacerlo igual de bien.- Sonrió la chica. -
-¡Claro que sí!- La animó Tom añadiendo con patente satisfacción. -Ya verás cuando se lo contemos a tus hermanos. Ellos ya están en la universidad y seguro que se alegrarán mucho de que tú sigas sus pasos.
-¡Lo malo es que está tan lejos de aquí!- Suspiró Cooan lamentándose de ello, para corregir enseguida ese tono por otro más animado al remachar. -Pero bueno, con tus tíos cerca estarás muy bien y podrás venir a vernos en vacaciones.

            Eso le recordó a la chica que en la carta figuraban también las condiciones de estancia y el consejo de ir a revisar la habitación que le había sido concedida con algún tiempo de antelación para notificar posibles averías o desperfectos de cualquier tipo.

-Mamá, debo irme dentro de cuatro días para poder inscribirme y alojarme antes de que comience el curso. ¡Qué bien! , no sabéis las ganas que tengo de conocer vuestra universidad.- Exclamó la muchacha con visible entusiasmo -
-Sí, hija, allí nos conocimos tu padre y yo. ¡Cuántos recuerdos me trae! - Suspiró la aludida con una mirada soñadora. -
-¿No quedará nadie allí que estuviera con vosotros, verdad?...
-No lo sé, cariño.- Respondió Tom. -Han pasado muchos años. Pero quién sabe. Puede que algún profesor.
-Lo que debemos hacer ahora es preparar tus cosas, en cuanto llegue el momento te llevaremos al aeropuerto.- Intervino su madre. -

Y los cuatro días transcurrieron raudos entre preparativos, Cooan y Tom hicieron algunas llamadas para hablar con unos amigos y familiares, contándoles la gran noticia. En especial mantuvieron contacto con Bertie y su marido para informarles de cuando estaba prevista la llegada del avión a Nueva York. Por fin llegó el gran día. La familia salió en coche rumbo al aeropuerto. Idina fue acompañada por sus padres. Lance y Alan les despidieron. Ninguno podía ir, los dos tenían sus respectivos planes y ocupaciones.

-Lo siento mucho, es un examen inaplazable.- Declaró su alto hermano mayor Alan, de cabellos morenos y ojos azules como los de ella.-
-Sí, pequeñaja.- Intervino su otro hermano Lance, el segundo en edad, añadiendo.- Y yo tengo mis propios trámites de matrícula que hacer. Me dieron cita hoy mismo una hora antes de que tu avión salga.-
-¡Qué le vamos a hacer!- Suspiró la chica, afirmando algo alicaída.- Me hubiera gustado mucho que me acompañaseis.
-No te preocupes, ya iremos a verte a la Gran Manzana.- Sonrió Alan.-

            Y su hermano mayor le dio un fuerte abrazo. Después ella se abrazó a su vez a Lance quien era más comedido a la hora de mostrar esa clase de sentimientos. Pese a que ella sabía de sobra que él la quería tanto como Alan. Así, tras desearle buena suerte a su hermana pequeña se fueron. Iban juntos en un coche alquilado de color azul oscuro, conduciendo Alan. Al salir y ponerse de camino todavía vieron desde lejos a sus padres y a Idina.

-Bueno, la enana ni sospecha lo que ocurrirá.- Se sonrió Lance.-
-Eso espero.- Respondió su hermano quien quiso saber.- ¿Estás seguro de la hora y del lugar?
-Totalmente.- Afirmó este.-

Evidentemente ajenos a esa conversación entre los dos jóvenes, Tom, Cooan y su hija se pusieron a su vez en marcha.

-Tengo ganas de ver a los tíos y a los primos en Nueva York.- Comentó una ilusionada Idina.-
-Bueno, solamente han pasado unos pocos meses desde que viste a Kerria. ¿No?- Inquirió Cooan.-
-Sí, mamá. Pero la echo igualmente de menos. Como a Tist y a Kathy. ¡Y al pirado del primo Granate!- Se rio.-

            Sus padres se sonrieron divertidos. El hijo menor de Petz y Zafiro era todo un trasto, pero muy buen muchacho. Su hija le quería mucho desde luego, lo mismo que a sus primas y a la hija de Diamante y Esmeralda de quien se había hecho a su vez muy buena amiga. Y los dos sabían que los sentimientos de esos jóvenes hacia Idina eran los mismos.

-Me recuerdas mucho a nuestra amiga Usagi.- Sonrió ampliamente Cooan, sentenciando con una mezcla de nostalgia y afecto.- Ella siempre logra hacerse amigo de todos los que la rodean. Incluso de sus antiguas enemigas. ¡Si lo sabré yo!
-En cuanto llegues allí, dales muchos recuerdos.- Terció Tom, afirmando divertido.- Lo cierto es que hace años que ni tu hermana ni ese tontaina, vienen por aquí.
-Es verdad. ¡Esos dos últimamente no se mueven de Nueva York!- Convino Cooan, preguntándose en voz alta.- ¿Cuánto tiempo hará de la última vez que nos visitaron?

Y tras salir del camino que unía su casa a la carretera recordaron esa última visita que Roy y Bertie les hicieran a ellos en Portland años atrás.

-¡Parece que fue ayer y ya han debido de pasar al menos doce años!, si no recuerdo mal. – Suspiró Tom en tanto conducía. -
-Sí, en aquella ocasión fui yo la que vino a buscarles. – Replicó Cooan. -
-Yo no lo recuerdo muy bien. Sólo vagamente a aquella niña que se unió a nosotras, creo que después vino a casa a jugar alguna vez. – Sonrió Idina añadiendo algo insegura.- ¿Cómo se llamaba? Era un nombre largo pero bonito. ¿Nehie?…Bueno, no. Ese no era su verdadero nombre. Es que nosotras la llamábamos siempre así.
-Neherenia. – Completó su madre aun con una sonrisa, agregando. - Una chiquilla encantadora. Aunque algo triste. Menos mal que entre tú y tu prima Kerria supisteis animarla.
-Pero mamá – quiso saber la chica con curiosidad. - Hace años que no sabemos nada de ella y cuando pregunté nunca me dijisteis que le sucedió. Parecía como si no quisierais hablar de ese tema.
-Hija - Terció  Tom. – Eso fue porque aun eras muy joven y no sabías nada de nuestras antiguas vidas.
-Pero. ¿Acaso esa niña tenía que ver con ello?- Se sorprendió la muchacha.-
-No directamente. – Le desveló su padre para explicarle. -  Pero pertenecía a ese mundo. ¡Mejor dicho a otro mundo! - corrigió Tom con una media sonrisa para agregar. - Más bien fue un favor que nos pidieron unas amigas.
-¿Guerrero Luna y las demás?- Inquirió perspicazmente su hija. -
-Así es- replicó Cooan que dijo ahora con un tono de mayor seriedad. - Y creo que ya es hora de que te lo contemos. Tú recordarás algo pero no puedes acordarte de todo.
-¿Pues qué sucedió?- Le preguntó la chica con patente interés en su tono. -


         Su madre comenzó a narrarle lo sucedido entonces. Incluso en aquellos días las reuniones entre ellos ya no solían ser muy habituales para ninguna de las dos familias. Tanto Roy y Bertie como Cooan y Tom, no tenían la ocasión de juntarse con sus respectivos hijos muy a menudo. Pero ese año, víspera de Navidad, al fin hubo una oportunidad. Por un lado, el pequeño Leval de diez años y Kerria de ocho. Y del otro Alan que rondaba los diez, Lance de algo más de ocho e Idina con sus siete añitos recién estrenados. Aunque estaban muy atareados con sus respectivos compromisos, Cooan había telefoneado a Beruche una de tantas veces. Hablaron mucho del resto de sus amigos y la esposa de Tom le propuso a su hermana que viajasen allí ante la inminencia de las fiestas. De hecho, tendrían unos días aprovechando que Roy estaba oficialmente lesionado. Aunque eso era solamente una forma de darle al chico un permiso encubierto por parte de su equipo. Por supuesto que obedeciendo a las reglas de compromiso para vivir como gente normal, éste no pudo usar su translación instantánea. De modo que, como cualquier familia corriente, tomaron el avión y se plantaron  a las pocas horas en el aeropuerto internacional de Portland. Una vez aterrizaron y recogieron el equipaje salieron de la terminal descubriendo que la hermana de Bertie había venido a recibirles. Enseguida ambas se abrazaron. Al punto Cooan exclamaba llena de alegría.

-¡Qué bien que estáis aquí! ¡Y cuánto han crecido los niños! – Remachaba en tanto acariciaba el pelo castaño de Leval y le sonreía a Kerria que saludaba contenta con su manita. -
-Hola tita Cooan. – Pudo decir la niña –
-¡Hola tesoro! – Le sonrió cálidamente ésta para añadir con patente cariño. – Ya eres toda una señorita. Verás que bien te lo vas a pasar con tu prima. Y tú también Leval. ¡Estás hecho un hombretón!
-Gracias tía – Pudo decir tímidamente el niño, bajando la cabeza tras ruborizarse un poco. –
-Aquí te vas a divertir mucho. Hay bastante campo y podrás jugar con tus primos. ¿Qué tal tus hijos?- Se interesó Bertie dirigiéndose a su hermana menor  con afabilidad. –
-Muy grandes también. Alan deseoso de irse de campamento y Lance, bueno, le encanta leer. Aunque supongo que también le hará ilusión ir con su hermano. ¿Y a ti, Leval? ¿Te gusta ir de acampada?

El niño asintió ahora con una leve sonrisa. Desde luego que le gustaba. Ya había ido el verano anterior. De hecho Roy terció comentando.

-A Leval le encanta irse de excursión. Cuando no va con su equipo de natación o de béisbol a jugar partidos o a competir. Además, a ese cabeza hueca de marido tuyo no se le ocurrió mejor cosa que enseñarle kárate hace años y tuve que apuntarle a clases. ¡Ya es cinturón verde  y todo! Por cierto. ¿Dónde está Tom?
-¡Oh!, se quedó con los niños en casa. Yo que tenía tiempo libre quise venir a buscaros, tengo el coche fuera. Venid por favor. – Le contestó Cooan. -

Sus parientes no se hicieron de rogar. Su anfitriona tenía un monovolumen de color rojo bastante amplio en el que cabían a la perfección los cinco. Tanto ella al volante como su hermana en el asiento de copiloto iban delante. Roy se puso atrás con los niños tras meter las maletas en la parte trasera. A los pocos minutos Cooan arrancaba y el coche se perdía por la carretera dejando atrás el aeropuerto y enfilando la salida de la ciudad. Atravesando un puente sobre el rio Columbia prosiguió hasta las afueras de Woodburn, el lugar en donde Tom y ella vivían con su familia. De camino siguieron comentando la idea de que Leval, que asentía de forma entusiasta, se uniese a sus primos en el campamento al que ellos irían en la zona de Opal Creek.

-Bueno, - comentó Roy. – Ya tengo ganas de ver a Tommy y recordar un poco los viejos tiempos. ¿Qué tal os va?
-¡De maravilla! – Admitió una alegre Cooan para referir. - Él tiene ya mucha fama por los alrededores en el mundo de las artes marciales. Ya hemos puesto dos gimnasios. Y yo ahora tengo unos días de permiso del colegio.
-Se te nota feliz. – Afirmó Bertie con tono complacido. - Me alegro mucho por vosotros.
-¿Y los famosos “New yorkers”?- rio ahora su hermana menor. - ¿Qué tal vais los Knickerbockers?
-¡Ah!, este año no vamos muy bien en la temporada. – Se lamentó Roy afirmando de seguido. - Pero mejoraremos. Lo único que tengo que hacer es encestar un poco más.
-¡Ya vas teniendo una edad, cariño! – Se burló Beruche – lo más probable es que te dejen sentado en el banquillo para que no te canses demasiado.
-¡Papá no se cansa nunca! - Proclamó Leval mirando a su madre como si aquello le pareciese inconcebible. –
-Es una broma, cielo.  - Le sonrió afectuosamente Bertie para añadir divertida. – Ya sé que papá es el mejor jugador de baloncesto de mundo.
-Sí, ¡papá es el mejor! – Exclamó sentidamente Kerria abrazándose a su padre -¡Papi siempre gana!

Éste no pudo evitar reír en tanto achuchaba a su pequeña. También le hizo una carantoña a su hijo. Desde luego era un héroe para ellos. Y eso sin necesidad de convertirse en súper guerrero, ni de luchar. Lo cierto es que todos compartían idéntico sentimiento. Aquella vida normal, trabajando de forma cotidiana y criando a sus hijos les encantaba.  Por fortuna, todas las luchas y penalidades de años pasados habían quedado atrás. Y lo más importante de todo. Sus hijos e hijas eran totalmente ajenos a esas vivencias.

-Por lo menos así fue hasta hace un par de años.- Suspiró Cooan, deteniendo aquel relato para lamentar.- Hija, ¡Ojalá nunca hubierais tenido que enteraros. Ni haber tenido que compartir este compromiso.
-No te preocupes, mamá. -Contestó la muchacha.- Todas estamos muy orgullosas de vuestro legado. Eso dicen las primas Katy, Ky y también Tist.
-¡Claro Connie!. Nuestra niña ha demostrado ser una magnífica justiciera.- Afirmó Tom sentenciando.- Superó la prueba con matrícula de honor.

            Idina sonrió, ¡y eso que sus padres desconocían la batalla que tuvieron contra la reina de los vampiros el verano pasado!¡ Menos mal! Pero tras aquello pudo entender perfectamente el pesar de su madre de haberse visto obligada por las circunstancias a darle el relevo. Y eso la decidió más todavía a ser una digna justiciera y llevar esa gran tarea con orgullo. Después le pidió a sus padres que continuasen con la historia.

-Bueno, durante el viaje hasta casa no hubo nada más interesante que reseñar.- Afirmó Cooan retomando el relato.-

Comentaron cosas algo más intrascendentes en tanto el coche recortaba la distancia hacia su destino. Ya casi al atardecer el hogar de los Rodney fue visible tras una alineación de árboles. Cooan enfiló la última curva y desvió el coche hacia el camino que dirigía directamente a su casa, un  chalet de dimensiones apreciables, aunque no tan grande como la casa de sus amigos. De hecho, Bertie le comentó a su hermana de forma algo apurada.

-Pasamos lo justo para saludar a Tom y a los niños y nos vamos enseguida al hotel.
-¡Pero mujer! – Opuso ésta. – Os quedaréis al menos a cenar.
-No quisiéramos ser una molestia. – Intervino Roy también con prevención. -
-No te preocupes por eso. – Le tranquilizó su cuñada. – Y si queréis pasar aquí la noche podemos haceros sitio. Hace bastante frio en estas fechas. Y eso por no hablar de la niebla. Enseguida se forma una buena capa que no te deja apenas ver.
-Sí, lo miré al venir. Daban unos cuarenta y siete grados.- Comentó Roy.-
-Será un error.- Dijo enseguida Cooan.-
-Mi marido se refiere a los Fahrenheit. – Le aclaró Beruche a su hermana, precisando.- Eso serán unos ocho grados Celsius.
-Es cierto. A veces todavía pienso en grados centígrados.- Sonrió divertida Cooan, para añadir. -Razón de más para que con este frío no tengáis que salir al caer la noche. No me cuesta nada haceros un sitio en la habitación de invitados e instalamos a los niños juntos.
-No, por favor. No deseamos molestaros. - Rechazó de plano Bertie. – Ya tienes bastante con tus propios hijos y con recibirnos ahora.  
-Tranquila Connie. - Afirmó Roy desenfadadamente. – Nos vamos a hospedar en un buen hotel. Cuando vengo con mi equipo a jugar contra los Blazers solemos ir allí. No está demasiado lejos y por suerte no se ha formado neblina. Además, un coche va a venir a recogernos a eso de las nueve. Ya está todo dispuesto. Pero muchas gracias de todas formas.

La interpelada asintió, si su hermana y su cuñado ya lo tenían todo planeado no valía la pena insistir. De todos modos  en el fondo suspiraba aliviada. Habrían sido muchos para poder acomodarles bien, pero se sintió obligada a ofrecérselo. Aunque tanto Bertie como Roy la conocían lo bastante a ella y a su esposo como para haberse preparado con antelación y ahorrarles todo aquello. No deseaban que sus amigos tuvieran que complicarse tanto la vida para acogerles. A todo eso Cooan frenó justo ante la abierta puerta de su garaje. Allí, de pie, esperaban Tom y sus tres hijos, convenientemente abrigados, eso sí. Alan saludaba con la mano. Lance observaba con los ojos muy abiertos e Idina se escondía tras las piernas de su padre. Y para remate el perro setter irlandés de un largo y cálido pelo marrón que tenían, meneaba la cola y daba vueltas en torno de la niña. Al poco, Roy y los niños bajaron y los dos viejos compañeros de clase y de aventuras se dieron un fuerte abrazo.

-¡Ya iba siendo hora de que os pasaseis por aquí!- ¿Qué tal el vuelo?
-Muy lento… -  afirmó Roy con la cómplice sonrisa de su amigo. –

Los niños entre tanto se saludaron. Leval enseguida comenzó a charlar con Alan, los dos muchachos se llevaban bastante bien. Tenían aficiones comunes. Lance por su parte quería estar a su lado aunque los dos mayores no parecían hacerle mucho caso. Pero él se pegaba a ellos al igual que el perro que corría tras de los críos.  Las niñas por su parte se dieron un tímido besito en la mejilla. Idina, muy contenta de ver a su prima, le dijo animadamente en tanto sus madres habían bajado del coche y se reunían con ellas.

-¡Vamos a jugar al té! Me han regalado una vajilla por mi cumple.
-¡Vale! – Acordó Kerria con visible entusiasmo en tanto le pedía  a su madre. – Mami, ¿dónde está el señor Skipi?
-¡Uy!- Suspiró Beruche tratando de recordar dónde habría puesto a aquel oso de peluche. El favorito de la cría. – Pues en una maleta, hija. Pero ahora mismo no sé en cual. No te preocupes. Luego lo sacaremos.
-Es que quiero que pueda jugar con nosotras a tomar el té. – Le pidió la niña –
-Sí.- Afirmó Idina con un asentimiento entusiasta de cabeza. – Yo voy a invitar a mi muñeca Mimí. Se llama como la prima. – Señaló exhibiendo su graciosa muñeca de trapo de trenzas morenas. – Se lo puse yo…

Sus madres se sonrieron mirándose divertidas. Ese era el nombre de la hija de Daniel, el hermano de Tom, y de Mimette, aquella estrafalaria pero buena chica que fuera miembro de Brujas Cinco, también antiguas enemigas de Usagi y las otras guerreras.

-Idina se lo pasa genial con su prima Mimí cuando viene de visita. ¡Hacen sus reuniones de muñecas! - Dijo Cooan con una amplia sonrisa.-
-La verdad, están muy graciosas.- Convino Bertie susurrándole a su hermana.- Y me trae recuerdos de cuando éramos niñas.

Su hermana asintió. Ver así a sus hijas en efecto las retrotraía a sus propias infancias. Antes incluso de ir a la Corte en Némesis. Cuando todavía eran lo que podían recordar cómo niñas normales. No obstante, Cooan se dirigió a su pequeña de forma maternal pero firme.

-Hija, lo primero es que tu prima y los tíos entren en casa y se pongan cómodos. Luego tenemos que cenar. Después podrás jugar un rato con Kerria.
-Sí, cielo - convino su hermana dirigiéndose ahora a su propia hija. - Lo primero es lo primero. Ya tendréis tiempo para jugar más tarde.


Las dos crías suspiraron resignadas pero obedecieron. ¡Qué remedio! Además hacía frio, a pesar de sus abrigos comenzaban a tiritar. Por el contrario los tres niños ya estaban por los alrededores del jardín jugando al “corre que te pillo”. Por supuesto Lance, con la ayuda del can de la familia, tenía que atrapar a los dos mayores, lo que era misión casi imposible para él.

-¡Hala Tot!- Animaba Alan a su mascota.-

Esta se afanaba por correr y dar vueltas en torno suyo con la lengua fuera y la cola en movimiento para diversión de los críos.

-Si os pilla Tot hemos ganado. - Afirmaba Lance que ya jadeaba por la carrera. –
-De eso nada. – Negó Leval, afirmando.- Nos tienes que alcanzar tú, Lance.

Aunque lo bueno dura poco y sus padres les reclamaron a los pocos minutos para que entrasen. Los tres obedecieron  no sin cierta resistencia, dado que se lo estaban pasando en grande. Pero pese a lo divertido del juego finalmente se impusieron las condiciones meteorológicas, las ganas de cenar y los mandatos paternos. Cuando por fin todos estuvieron dentro de la casa en un ambiente muy animado se quitaron los abrigos y se sentaron alrededor de una chimenea que presidía el salón de los Rodney.

-Encenderé el fuego.- Les comentó Tom.- Ya va haciendo frío.
-¡Sí, Paleto de Kansas! - Bromeó su amigo-. Espero que tengas buena provisión de leña…
-¿Qué es un paleto?- Quiso saber inocentemente Idina.-

            Eso dejó a los adultos algo desconcertados, sobre todo a su tío Roy, quién enseguida, y ante la reprobatoria mirada de su esposa, le dijo a su sobrina.

-Pues es un tipo realmente bueno. Una buena persona…
-¡Claro!- Afirmó la cría asintiendo.- Como papá.

            Aunque los otros críos, sobre todo Leval, observaban aquello atónitos. El propio hijo de Roy iba a decir algo cuando su madre intervino…

-Leval, cariño…ve a traerme mi bolso. Me lo dejé en la entrada.
-Sí, mamá.- Replicó obedientemente el niño.-

            Y una vez se hubo alejado a cumplir el recado Cooan les pidió a sus hijos que fueran a traer platos para ir poniendo la mesa. Alan y Lance se aprestaron a ello con idéntica celeridad.

-Idos a ayudar a los chicos.- Les indicó una sonriente Beruche a las dos niñas.-
-Vale.- Asintió Kerria yendo de la manita con su prima.-

            Aquí Idina interrumpió el relato tras reírse…

-¡Pobre tío Roy! O mucho me equivoco o la tía Bertie le debió de echar una buena bronca…
-No, no te equivocas.- Se sonrió Tom que respondió antes de continuar narrando aquello.- No veas como se pone tu tía cuando se enfada…

            En efecto, Bertie aguardó a que los niños no estuviesen en el salón para acto seguido ponerse con los brazos en jarras y regañar a su marido…

-¡Robert Malden! No está nada bien que le digas esas cosas a Tom, en su propia casa y delante de los críos. ¿Qué ejemplo de respeto a los adultos les estás dando?

            El interpelado se llevó una mano al cogote y bajó la cabeza. Apenas si pudo musitar.

-Yo… lo siento cubito. Sabes que no lo dije con mala intención. ¿Eh, Tommy? – Miró a su amigo en busca de apoyo, para proseguir disculpándose ante su enojada esposa. -Siempre le he llamado así, desde que nos conocimos en la universidad. Y no pretendo ofenderle ni nada parecido.
-No pasa nada.- Intervino el propio Tom saliendo en defensa de su amigo.- Es un apelativo cariñoso. A Roy le encanta ponerlos.
-Sí, ese es el problema.- Replicó Beruche suavizando su tono pero reconviniendo igualmente a su marido.- Que eso está muy bien cuando estamos a solas. Pero los niños no comprenden ese tipo de bromas. Todavía son muy jóvenes. Y no contento con eso, vas y le mientes a tu sobrina. Tu propio hijo se ha quedado perplejo.

            Por la cara que tenía el pobre Roy parecía desear que la tierra se le tragase en ese mismo instante cuando agregó.

-Lo siento, socio.
-Bueno, no ha sido tan grave. Los niños se olvidarán enseguida de eso.- Intervino una apurada Cooan.- No lo pienses más.
-En lo sucesivo debes tener más cuidado.- Le indicó Bertie a su esposo que asintió sumisamente.-

            Ahí terminó esa conversación, los niños retornaban con platos, vasos, tenedores y otros cubiertos. No se dieron mala maña en disponerlos sobre la mesa. Tom entonces decidió romper ese ambiente tan tenso que se había originado y con retomada jovialidad le comentó a  su todavía pesaroso amigo.

-En la leñera guardo unos cuantos troncos. Si te animas a traérmelos.
-Sí, claro.- Convino éste.-

            Sin embargo, al oír eso los niños enseguida se  acercaron con entusiasmo. Fue Alan quién preguntó.

-¡Papá! ¿Podemos ir nosotros?
-No hijo. Es peligroso. Hay muchos troncos apilados y os podrían caer encima. Mejor que vaya vuestro tío Roy…- Le respondió con firmeza.-

            Los niños esbozaron una mueca de decepción. Entonces Roy le cuchicheó algo a su amigo, éste sonrió asintiendo. Fue el jugador de baloncesto quién les dijo a los críos.

-Haremos una cosa. Yo me ocupo de alcanzar los troncos y vosotros los traéis. Os cargaré como si fuerais camiones madereros…¡A ver cuántos podéis transportar!
-¡Siii! – Exclamaron todos llenos de entusiasmo levantando un puño en alto...

Cooan y Bertie se sonrieron. ¡Roy era más crío que los niños! Aunque de este modo0 logró desde luego que el incidente de su desafortunado comentario se olvidase. Salió con los pequeños encabezando un desfile improvisado. Tras ponerse abrigos y guantes fueron a por la leña.

-No entiendo por qué a los chicos les gusta tanto ir a recoger madera.- Suspiró Kerria.-
-Es verdad. Eso es aburrido.- Convino Idina señalando.- Y además, pesa mucho.
-Muy bien, niñas.- Indicó entonces Cooan.- Id a lavaros las manos y a la mesa.- Que la cena va a estar lista enseguida.

            Las dos corrieron a obedecer. No pasó mucho tiempo hasta que Roy volvió seguido de Leval, Alan y Lance que llevaban un par de buenos troncos cada uno. Los depositaron en un hueco cercano a la chimenea y Tom se ocupó de encender un par de ellos. Tras atizar los maderos y brasas un cálido fuego chisporroteó  y el salón comenzó poco a poco a tener una temperatura muy agradable, haciendo la velada aún más acogedora.

-A lavaros las manos.- Les ordenó Bertie a todos los varones de la casa que acataron aquel mandato sin rechistar.-



-¡De eso me acuerdo! – Sonrió Idina ahora en tanto su padre adelantaba a otro coche.- El tío Roy saludó como los soldados y luego todos fueron en plan desfile, ¡ja, ja!… Luego se puso a contar algo sobre su abuelo, que estuvo en la guerra o algo así.
-Sí, tu tío siempre fue muy gracioso para eso. Y se le daban estupendamente los críos. Siempre tenía alguna historia que contaros.- Asintió Cooan sonriendo a su vez.- Y al poco volvieron...- Añadió retomando el relato.-

Y tras sentarse a la mesa y bendecirla al estilo Rodney sin que ni tan siquiera Roy hiciera el más mínimo comentario, se dispusieron a cenar. Desde luego los críos comieron con mucho apetito y luego cada grupo de niños fue liberado del tedio de seguir sentado junto con los adultos que deseaban a su vez estar libres para sacar otros temas más privados.

-Puse la calefacción en vuestros cuartos, estaréis bien.- Comentó Tom.-
-¿No será mucho?  Además del fuego, quiero decir.- Preguntó Bertie.-
-No, que va, -rebatió su hermana.- Esta casa aunque no lo parezca es demasiado grande para calentarse con rapidez.  Y la chimenea sirve para dar calor en esta estancia. Aunque más allá su efecto no llega demasiado.
-Sí, pero nosotros somos duros.- Afirmó Leval dándose importancia.-
-Eso, el frío no nos preocupa.- Le secundó Alan con el asentimiento de Lance.-
-¡Vaya, así me gusta! - Se rio Roy susurrando a su amigo con complicidad.-Les tendría que entrenar quién yo me sé…

            Tom sonrió, pero no dijo nada. Fue Cooan quien animó a los críos.

-Hala niños, id a jugar. Pero antes meted a Tot en su caseta.
-¿En la de fuera, mamá?- Quiso saber Alan.-
-Sí, poneos los abrigos y conectar el radiador que tiene.- Le indicó su madre.-
-¿Dejáis al perro fuera con este frío?- Preguntó la atónita Kerria.-
-Sí, a Tot le gusta dormir en su caseta del jardín. Y no pasa frio, tiene su calefacción.- Le contó Idina.-

            La muchacha se acordaba de eso. Comentó deteniendo la narración una vez más.

-Ky se quedó asombrada. ¡Dijo que jamás había oído que las casetas de perro tuvieran calefacción!
-Tus primos nunca han tenido mascotas, o eso creo.- Comentó su padre.-
-Me parece que algún gato y puede que peces de colores. Pero perros nunca.- Creyó recordar Idina.-

Al menos eso le dijo Kerria en alguna ocasión. Volvió a hacer memoria de aquella visita de antaño. Los crios no tardaron en acatar aquella sugerencia. Alan, Lance y Leval fueron al cuarto del hijo mayor de los Rodney a pertrecharse adecuadamente para salir y las dos niñas hicieron lo propio dirigiéndose a la habitación de Idina. Los chicos, una vez acomodaron al perro en su caseta, entraron en casa, se quitaron los abrigos y tras ir al cuarto de Alan hablaron entre ellos del campamento al que deberían ir al cabo de dos días. Aunque en esa época ya hacía bastante frio pero seguro que sabrían pasárselo bien…

-¿De campamento en invierno, aquí en Portland? - Se sorprendió Idina cortando por unos instantes el relato. -
-Sí, no era tan raro. – Terció Tom. – Lo cierto es que la mayor parte del tiempo estaban “indoor”, jugando y repasando matemáticas, lengua, etc. Pero les sacaban a jugar con la nieve y aprendían a hacer refugios y hogueras e incluso Alan me contó que iglúes con hielo. -
-Si no recuerdo mal, aquella vez tu pobre hermano Lance agarró un buen resfriado. – Sonrió Cooan. - Y tu primo Leval y Alan se convirtieron en inseparables durante aquellos días. Lástima que luego perdieran el contacto.
-Bueno, pero ¿qué pasaba con Kerria y conmigo?- Insistió la muchacha. -

Su madre prosiguió entonces. Le contó a su hija que ella y su prima jugaban con sus muñecas y sus ositos a tomar el té, con una casita que la muchacha tenía y con alguna que otra ropa de la propia Cooan se disfrazaban interpretando el papel de hadas o princesas. Siempre que lo hacían recurrían a  mirarse en un espejo de cuerpo entero que tenía los padres de Idina en su habitación.

-Es cierto. Ahora me acuerdo.- Comentó Idina, relatando a su vez.-

En una de tantas ocasiones. Ella misma se estaba observando junto a su prima cuando ésta le dijo admirada.

-¡Hala!- ¡Qué guapa estás, pareces una princesa de verdad!
-Sí.- Sonrió la aludida que podía verse reflejada. O al menos eso pensó, dado que su presunta imagen no se le parecía y comentó como si tal cosa. – Mira Ky, me he transformado…

Y es que aquella niña que podía ver en el espejo la miraba también con sorpresa. Vestía un traje escotado color verde mar y una falda de tonos crema, con su pelo graciosa y parcialmente recogido en un par de mechones y una gema color burdeos sobre la frente. Pese a todo lo más llamativo era la gargantilla dorada que lucía en el cuello. Tenía unas graciosas orejitas picudas de soplillo que se descolgaban ligeramente hacia abajo y unos grandes y hermosos ojos azules. Su reflejo miraba absorta a Idina y extendía las manos como si quisiera salir del cristal. La hija de Cooan de forma divertida imitó la pose exclamando con entusiasmo infantil.

-¡Es un espejo mágico!
-¡Voy a contárselo a mamá! – Chilló entusiásticamente Kerria que salió disparada a buscar a sus padres. -

Su prima seguía observándose muy interesada. Aunque ahora dudaba. Le parecía que esa niña del espejo no era ella. Seguramente sería porque se había convertido en una princesa como en los cuentos. Aunque de pronto se quedó helada cuando vio que ese reflejo parecía hablarla. Los brazos del mismo bajaron para descansar apoyados en las caderas y esa extraña pequeña reflejada en la imagen se dirigió a ella preguntando con una vocecilla infantil parecida a la suya.

-Hola. ¿Quieres ser mi amiga?

Involuntariamente Idina retrocedió alejándose. Abría la boca con sorpresa. Pero no tenía miedo, solamente estaba asombrada. Pero si el espejo era mágico entonces eso sería lo normal. Simplemente preguntó a su vez.

-¿Quién eres?
-Soy la reina Neherenia, – fue la respuesta. -
-¿Eso es mejor que ser una princesa? – Quiso saber la niña con visible curiosidad. –
-Supongo que sí.- Replicó ese reflejo que volvió a insistir con interés. - ¿Quieres ser mi amiga?
-Claro. – Sonrió Idina para añadir con amabilidad, como si lo que le propusiera a su interlocutora fuera de lo más natural.  - ¿Por qué no sales del espejo y vienes a jugar con nosotras?...

            Aquella niña del reflejo sonrió iluminando su semblante de contento. Kerria entre tanto había corrido hasta el salón.

-Eso sí que no se me va a olvidar nunca.- Aseveró Tom, para narra lo ocurrido entonces.-

Estaban charlando recordando viejos tiempos. Fue Tom el primero que vio llegar a su sobrina a todo correr.

-¿Qué tal va todo, Kerria? ¿Os lo estáis pasando bien Idina y tú?- Quiso saber con visible ternura. –
-Sí- asintió la niña que soltó con toda su franqueza infantil. - Y la prima Idina está muy guapa, se ha mirado al espejo y se ha convertido en una princesa de verdad. ¿Queréis venir a verlo?
-Luego cielo, ahora estamos hablando cosas de mayores. – Sonrió Bertie, divertida por la imaginación que tenían aquellas crías. -
-¡A saber que le habrá hecho a mi ropa esta vez! – Pudo reírse Cooan que les contó. - Siempre que juega a las princesas me quita algún vestido y trata de ponérselo. Me las veo y me las deseo luego para plancharlo. Eso si no lo rompe por alguna costura.
-¡Connie! – Se rio Roy restándole trascendencia. - No será para tanto.
-No dirías lo mismo si tu hija te revolviera el armario. – Opuso Cooan eso sí, con un tono francamente divertido para añadir. – Al menos ahora le dejo alguno viejo y así me evito disgustos.

Aunque las voces de Idina le cortaron la réplica a su interlocutor. La niña también vino corriendo para informarles a todos.

-Mamá. Papá. ¡Tengo una nueva amiga! Es una niña muy simpática.
-¡Qué bien, cielo! – Sonrió Tom para preguntar divertido a su hija. - ¿La primita Kerria es tu nueva amiga?
-No. - Negó ésta con la cabeza al igual que su prima para afirmar. – La niña del espejo.
-¿Del espejo?- Se extrañó Bertie, mirando a su propia hija cuando ésta replicaba a su prima. –
-Esa eras tú convertida en princesa. ¿Verdad?
-No, que va. - Le corrigió Idina con patente entusiasmo para sentenciar. - Ella no es una princesa, ¡es una reina! Me ha dicho que se llama la reina Neherenia.

Súbitamente al oír esto tanto Cooan como Beruche se levantaron como una exhalación del sofá. Sus respectivos maridos las observaron sin comprender nada, obviamente extrañados de aquella reacción. Todavía más cuando Bertie, que parecía hacer un esfuerzo por dominar el nervioso tono de su voz, le preguntó a su  sobrina.

-Dime cariño. ¿Dónde has oído ese nombre? ¿Te lo han dicho tus papás?
-No.- Replicó tranquilamente la cría en tanto movía la cabeza para repetir. – Me lo ha dicho la niña del espejo. Se llama así, es muy guapa.
-Es como nosotras de pequeña. – Apuntó Kerria. -
-¿Ha intentado hacerlos algo malo? – Inquirió Bertie tratando de elegir las palabras con cuidado ahora para no alarmar a las niñas. -
-No mamá. - Negó su hija con expresión sorprendida. -
-¡Qué va! Es muy simpática. Yo le he dicho que salga del espejo para jugar con nosotras y que esperase un poquito que iba a preguntarle a mamá. – Explicó Idina dirigiéndose ahora a ésta. - ¿Me dejas jugar con ella?
-Antes quiero conocerla. Anda, voy contigo, cielo. – Se ofreció Cooan asiendo de la mano a su hija para pedirle con interés tamizado de afecto y preocupación. - A ver, preséntame a esa niña tan guapa.
-Kerria cariño, ve con tu tía y con tu prima. Ahora mismo voy yo.- Añadió Bertie que miraba ahora a su esposo y a su cuñado con visible temor. -

Ellos cruzaron sendas miradas de desconcierto. ¿Pero qué demonios había sucedido para que las chicas se pusieran así? De todas maneras no tardarían en averiguarlo. Cooan se llevó  a las dos crías hacia su habitación aunque sin entrar de momento, no se fiaba de lo que pudiera haber allí dentro. Entre tanto, Tom y Roy interrogaron a  Bertie.

-¿Se puede saber qué te pasa? Parece que hubieses visto a un fantasma.- Inquirió Roy hasta recordando.- Y que conste que vimos algunos en nuestra Luna de Miel y no te asustaste tanto.
-Sí, ¿qué sucede, Bertie?- Intervino Tom con algo de inquietud a su vez.- Tanto tú, como mi mujer os habéis puesto pálidas.

            La interpelada suspiró admitiendo aquello para relatarles.

-Veréis. Hace algunos años. Justo un año antes de la época en la que luchábamos contra los demonios y la secta, las guerreras tuvieron su propia batalla. Se enfrentaron a una malvada mujer que vivía aprisionada en un espejo o algo así. Estaba muy sola y  robaba los sueños de la gente para mantener su juventud. Lograron vencerla y Usagi la purificó con los poderes combinados de todas. Ami me dijo que la devolvieron a su infancia y que comenzó una nueva vida. Se llamaba así, Neherenia. Incluso en Némesis, cuando éramos niñas, escuchamos algún cuento que hablaba de ella. Era una poderosa soberana, muy antigua, que fue castigada por la reina Serenity del Milenario de Plata por su maldad. La selló dentro de un espejo, pero pudo escapar. Todavía recuerdo siendo una cría como mis padres nos metían miedo cuando hacíamos alguna travesura. Decían que si nos mirábamos demasiado en el espejo podría venir a llevarnos la malvada reina para robarnos las ilusiones.
-¡Entonces tenemos que evitar que Cooan entre ahí con las niñas! – Exclamó Tom levantándose también del sofá. -
-¡Vamos!- Urgió Roy poniéndose en pie también. –
-No pasa nada, – les calmó Bertie argumentando. –La conozco bien, mi hermana no habrá entrado en esa habitación. - Ahora vamos todos juntos. Pero antes tengo que llamar a las guerreras y contarles todo esto.

Beruche sacó su móvil y telefoneó a Ami. Esperaba que en Japón no fuera una hora demasiado intempestiva. A buen seguro su amiga podría estar trabajando en el hospital como médico internista. Tuvo suerte. En Japón eran dieciséis horas menos. Las cuatro de la madrugada, pero Ami tenía guardia. Además, Bertie no llamó al número del móvil de su amiga sino que directamente lo hizo a su transmisor de guerrera. Evidentemente esto no lo hacía nunca de no mediar una razón muy seria. De modo que la también conocida como Sailor Mercurio enseguida respondió. Bertie empleó apenas un par de minutos en informarla de lo ocurrido. Ami le dijo que no se preocuparan. Ella iba a poner al corriente a su vez a Usagi. No sin antes preguntar a su amiga.

-¿Qué hora y qué coordenadas tenéis allí?
-Un momento.- Le pidió su interlocutora transmitiendo la cuestión a los muchachos. –

Tom enseguida se puso a calcularlo y en cuanto lo hizo facilitó los datos a su cuñada, ella a su vez informó a su amiga guerrera. Tras esto, Ami  declaró.

-Tranquila, si no me equivoco en cuestión de segundos os van a ir a visitar unas amigas. Podéis confiar plenamente en ellas. Ahora debo dejaros, tengo unos pacientes que atender. Un saludo para todos.

Y se despidió. Aunque cuando Beruche no había aún terminado de corresponder al, “hasta pronto”. Oyeron el timbre de la puerta, un par de llamadas acompañadas de algunos ladridos de Tot. Fue Tom quién se dirigió a abrir.

-Y entonces fue cuando llegaron con Nehie. ¿Verdad? - Quiso recordar Idina que volvía a cortar el hilo del  relato. -
-Bueno, con Nehie todavía no,- afirmó su padre que ya estaba entrando en la terminal del aparcamiento del aeropuerto. – Eso sí. Al ir a recibirlas me quedé bastante sorprendido…

Abriendo la puerta Tom se topó con cinco muchachas a las que inmediatamente reconoció. En un principio creyó que serían Usagi y las demás, pero rápidamente corrigió esa impresión. Una era algo más bajita que el resto y tenía el pelo azul, con un extraño peinado, las demás, con cabellos de colores, rojo, verde y canela. Todas ellas con estilismos de pelo a  cual más intrincado, con una especies de bolas o aros según cada chica. Habían adoptado sus identidades civiles y llevaban un chándal del respectivo color de sus cabellos. Y por último, una de ellas, un poco más alta, aproximadamente de unos veinte años, de pelo rosa. Iba vestida con pantalón y un jersey fucsia, que fue la que habló.

-Hola Tom. Disculpad la intromisión, Ami nos ha informado a través de mi madre. Necesitamos que nos hagáis un favor.
-¡Qué perro tan mono! – Exclamó la que iba vestida de rojo. –
-Pues a mí me da un poco de miedo. – Pudo decir la de color azul apartándose cuando el can trataba de lamerla. –
-No seas miedosa, no te va a hacer nada. – Le dijo la que vestía de color canela en tanto acariciaba la cabeza del animal. –
-Es un buen perro. – Convino la de color verde. -
-¡Chibiusa! ¡Amazonas! – Pudo exclamar el dueño de la casa visiblemente sorprendido, aunque enseguida se rehízo y la ofreció a ella y a sus acompañantes. – Os hacíamos en el futuro. Pero pasad, por favor.


Afuera las temperaturas habían bajado bastante. Las chicas aceptaron encantadas la invitación. Tom volvió a dejar a su perro en la caseta y tras cerciorarse de que sus hijos habían puesto el calefactor cerró la parte delantera de la misma para que el can no pasase frío y dejó abierto un respiradero para que no se asfixiase. Al punto hizo pasar a las recién llegadas al salón, ellas saludaron cortésmente al resto de personas allí presentes. Sobre todo la más bajita de pelo azul, que dijo llamarse Para - Para  y exclamó.

-¡Hola a todos!, Beruche, Roy - ¿Qué tal? Me alegro mucho de volver a veros.
-Sí- convino su compañera de pelo color verde, y de nombre Jun-Jun. – Todavía nos acordamos de lo bien que lo pasábamos cuando estuvimos en vuestra casa.
-Espero que estéis bien. - ¿Qué tal todo?- Se interesó la del pelo rojo, de nombre Ves-Ves.
-¿Están vuestros hijos con vosotros?-Ya deben haber crecido mucho. - Remachó la del pelo más tono canela, presentándose como Cere–Cere.  -
-Sí, están aquí.- Replicó Bertie.- Me alegro mucho de veros, chicas.

En efecto, la joven sonrió al saludarlas. Hacía años que, tras la lucha contra los demonios y otras aventuras Chibiusa, que entonces tendría unos diez años de edad, apareció con ellas presentándolas como sus propias guerreras protectoras. Las Sailor Asteroides si mal no recordaban. Lo cierto es que eran unas chicas muy simpáticas y divertidas e incluso algo infantiles, sobre todo Para -Para, que era con la que Bertie mejor se llevaba. Pasaron unos días en su casa y la hermana de Cooan rememoró aquello con cariño.

-Es verdad.- Afirmó Jun-Jun.- La última vez en el cumpleaños de Kerria. Era muy pequeñita.
-Si no recordamos mal, la fiesta fue muy entretenida.- Añadió Cere – Cere.-
 -Y comimos muy bien.- Sonrió Jun-Jun.- Fuisteis unos estupendos anfitriones.
-¡Muchísimas gracias por invitarnos! - Aplaudió Para-Para con visible entusiasmo.-
-Al contrario. Amenizasteis la fiesta con juegos malabares y actuaciones de magia. A nuestros hijos y a sus amiguitos les encantó.- Repuso Roy divertido ante la reacción de aquellas simpáticas chicas.- Y a mí también.
-Nos gustaría verles.- Comentó Jun-Jun con el asentimiento de sus compañeras.-

Bertie iba a responder pero fue Chibiusa la que, adelantándose, intervino con más seriedad.

-Ahora no hay tiempo para eso. Lo lamento y os pido disculpas por haberos sobresaltado pero esto es importante. Supongo que tú, Bertie, y tu hermana conocéis la historia de Neherenia.
-Sí. Se la acabo de resumir a mi marido y a mi cuñado. – Confirmó la aludida. -

En ese momento llegó Cooan con las niñas, se las había apañado para entrar en su cuarto y observar el espejo desde una distancia prudencial, pero ahora no había nada de particular en él. Simplemente reflejaba los muebles de la estancia. Las crías, algo decepcionadas no entraron en cuanto vieron aquello desde la puerta entreabierta de la habitación. Fue Kerria la que suspiró con lástima diciendo.

-¡Jo mamá!, la reina esa se ha marchado.
-Sí.- Convino Idina que añadió con igual tono de desilusión. – Lo mismo se ha cansado de esperar y se ha ido a dormir.

Tanto las escoltas personales de Chibiusa como ella misma sonrieron a las crías. Fue la propia Pequeña Dama, ya no tan pequeña, la que les contestó afectuosamente para asombro también de Cooan, Beruche y sus esposos.

-No os preocupéis. Neherenia está muy contenta. Nos ha contado que la habéis invitado a jugar con vosotras. Le hace mucha ilusión.
-Es verdad,- convino Cere - Cere  - Por eso hemos venido a pedirle permiso a vuestros padres.
-¿Permiso para qué?- Quiso saber Tom. –
-Pues, para que pueda venir a jugar con las niñas. – Le contestó Ves –Ves. –
-Si nos autorizáis a ello podemos traerla aquí. – Añadió Jun – Jun. –
-No os preocupéis. Ahora es una niña muy maja. – Aseguró Para – Para, con su típico tono infantil que no había perdido en esos años.  -

Aunque fue Roy el que, carraspeando un poco para demandar la atención del grupo, les pidió a esas muchachas.

-Supongo que Tom y nuestras mujeres estarán de acuerdo en que, antes de que respondamos a eso, necesitamos que nos contéis que está pasando exactamente.

Las chicas se miraron y fue entonces cuando Chibiusa con tono desenfadado se dirigió a Cooan y le preguntó.

-¿Podrían mis compañeras ir a jugar con Idina y Kerria? Así yo podré hablar con vosotros.

De inmediato las dos hermanas respondieron de forma afirmativa. Las cuatro amazonas  parecían estar encantadas con esa idea. A indicación de Cooan  se fueron con las niñas a la habitación de Idina. Una vez dejaron a su líder con los adultos ésta comenzó su explicación.

-Veréis. Como sabéis ya la historia me saltaré esa parte. Debéis comprender que pudimos purificar a Neherenia y darle otra oportunidad al hacerla regresar en el tiempo a su infancia. Pero las fuerzas malignas que la poseyeron aprovechándose de su soledad podrían volver a intentarlo y todo comenzaría de nuevo. Eso preocupaba mucho a mis padres. Por tanto, a mí se me encomendó la misión, junto al cuarteto  de las  guerreras Amazonas. Bueno, - rectificó - ahora mis cuatro Sailor Asteroides, de vigilar a esa niña y ayudarla a hacer amigos.
-¿Y os hicisteis amigas suyas?- Inquirió Roy. –

            Chibiusa asintió, empero enseguida matizó.

-Así es. Pero no es tan sencillo. Nosotras por supuesto que la visitábamos alguna que otra vez, nos hicimos sus amigas, jugábamos con ella y junto con su preceptor el Chambelán de la Lune, un hombre de la confianza de mis padres, y otras personas de buen corazón, la educamos para que fuese buena, generosa y comprensiva. Pero no era suficiente, ella necesitaba a niñas de su edad con las que interactuar. En su corte no había muchas y sí algún que otro cortesano deseoso de medrar, que intentaba captar la atención de su joven reina en beneficio propio. De modo que pensamos que, si Neherenia pudiera hacer como hice yo, venir a la Tierra y vivir una temporada aquí, con personas de confianza, le sería muy beneficioso. De esa forma posiblemente haría amigos de forma natural como me sucedió a mí.
-No es mala idea. – Concedió Tom. -
-Eso creímos. – Sonrió Chibiusa para añadir. - La niña tenía un espejo que fue el origen de todos los males. La entidad malvada que la poseyó se hizo con ella a través de él. Fue destruido cuando la purificamos. Cuando nos aseguramos que el marco que quedaba estaba libre de maldad, lo reconstruimos y lo usamos para que fuera una especie de receptor, pero de bondad. Mi madre lo calibró con el cristal de Plata y mi amigo Helios le dio un toque con el de oro para que pudiera ponerse en contacto con alguna alma pura que tuviera hermosos sueños. Curiosamente hacía falta que alguien así tuviera un espejo similar con almas puras y bondadosas reflejándose en él. Y al parecer la combinación de vuestras hijas ha logrado conectar. Espero que nos disculpéis por ello, pero pensamos en primer lugar en vosotros y vuestras familias y no nos equivocamos. Ellas cumplen todos los requisitos. Además de su inocencia se da la circunstancia de que tanto Idina como Kerria, son descendientes de habitantes de la Luna.
-Aunque sea de la Luna Negra de Némesis. – Suspiró Beruche con lo que parecía un tinte de pesar. –
-Vosotras fuisteis guardianas terrestres en vuestras otras vidas, vivisteis en el Milenario de Plata en tiempos de mi abuela Serenity. ¿No es así?- Inquirió Chibiusa.-
-Así es.- Concedió Bertie.-
-Y después, cuando luchasteis contra nosotras fuisteis purificadas con el poder del cristal de Plata. – Declaró su interlocutora, aseverando. – Al parecer, gran parte de esa pureza pasó a  vuestras hijas.
-Y supongo que a nuestros hijos también. – Terció Cooan, o al menos eso es lo que ella deseaba. –
-Sí, pero supongo que sabéis que únicamente las mujeres podemos usar y canalizar ese poder.- Les respondió su contertulia.-
-¡Para que luego digan de discriminación machista! ¡Y esto qué es!- Terció Roy sonriendo con humor y provocando esa misma reacción de Tom que remachó jocoso.-
-Sí, pero pensándolo mejor me alegro de que sea así. ¡A nosotros no nos quedaría nada bien la minifalda!

Chibiusa se rio sin poderlo evitar, tomada por sorpresa por aquel comentario. Aunque fue Bertie la que pidió a los chicos que se callaran y dejasen a la chica continuar. Ésta al recobrarse así lo hizo.

-Al equipo de las Asteroides las han entrenado personalmente las guerreras del futuro. Igual que a mí. Ya sabéis que vine al pasado siendo una cría y que desde entonces lo he visitado con regularidad para completar mi formación como guerrera y como princesa.
-Y te ha cundido muchísimo.- La alabó Roy, añadiendo.- Eres digna hija de tus padres.
-Muchas gracias.- Sonrió algo azorada la aludida, agregando ahora.- Por ello, pensamos que si Neherenia pudiera estar un tiempo con vuestras hijas ellas podrían ser sus amigas y contagiarle toda su bondad y su alegría. Nos gustaría que la Reina de la Cara Oculta de la Luna creciera rodeada de buenas personas y nobles sentimientos para ser una mujer bondadosa y una fiel amiga. Que sepa lo que son el amor y el cariño de unos verdaderos amigos.  Así será nuestra aliada para velar por la paz y la justicia en lugar de una enemiga tan peligrosa como demostró ser. Eso es lo que decidieron mis padres. De modo que, cuando me encomendaron la misión, me acordé de vosotras.
-Gracias Chibiusa, aunque no somos el mejor ejemplo.- Suspiró Bertie bajando ahora la mirada.-
-Mi hermana tiene razón.- Afirmó Cooan igualmente avergonzada.- Tratamos de matarte, de hecho esa era parte primordial de nuestra misión.

            Aunque lejos de asentir a eso, su interlocutora sonrió animosamente para declarar.

-Precisamente por eso. Cuando vinisteis del futuro estabais engañadas y manipuladas por los poderes oscuros. Pero descubristeis la verdad, fuisteis purificadas y os convertisteis en unas magníficas amigas. Hasta os arriesgasteis por protegerme cuando ya erais humanas corrientes. A Neherenia le sucedió lo mismo. Por eso pensé que ella aprendería a ser una chica buena y comprometida con la causa de ayudar a otros si podía pasar un tiempo a vuestro lado. Y reforzar eso disfrutando de su infancia junto a vuestras hijas.

            Eso agradó mucho a sus interlocutores. Se miraron con gesto de aprobación. Deseosos de ayudar.

-Cuenta con nosotros. – Afirmó entonces Cooan con el asentimiento de su marido. -
-Por mí, ningún problema. – Acordó Beruche a su vez.-
-Desde luego.- Añadió Roy indicando que también estaba más que dispuesto. -

La hija de la reina Serenity sonrió ampliamente para sentenciar de forma entre entusiasta y aliviada.

-¡Cuánto me alegra que digáis eso! Entonces con vuestro permiso voy a llamar a las guerreras Amazonas para que me ayuden a traer a Neherenia.
-Pues vamos a buscarlas.- Le ofreció Cooan.-

Chibiusa asintió y tanto ella como Cooan y Bertie se dirigieron a la habitación. Allí la estampa era cómica aunque también enternecedora. Para - Para estaba jugando con la casa de muñecas de Idina. Ésta a su vez estaba absorta observando a Jun - Jun haciendo malabares con varias pelotas, entre tanto Kerria jugaba con  Ves- Ves y Cere - Cere a tomar el té.

-Ponme dos terrones, gracias – Le pedía Ves - Ves a Kerria sosteniendo una invisible taza frente a la niña. -
-¡Qué divertido!- Voy a redecorar esta habitación. – Decía a su vez Para - Para en tanto sacaba un armarito de juguete de la casita. -
-¡Hazlo ahora con cuatro pelotas! – Exclamaba Idina entusiasmada con la exhibición de malabares de Jun - Jun que sonreía divertida. –

La voz de Chibiusa cortó aquello cuando les ordenó a sus acompañantes.

-Chicas. Dejad los juegos para después. Ya podemos ir a buscar a Neherenia.
-¡Jo!.. Un ratito más. Ahora viene la tarta de cerezas. – Le pidió Cere – Cere, simulando beber de su invisible taza. –
-¡De cere-cere cerezas!- Exclamó una divertida Kerria haciendo reír a sus compañeras de juego.-
-¡Vaya, qué lástima! - Ahora que iba a cortarle la cabeza a la dueña de la casita por no rebajarme el alquiler. – Protestó Para – Para. –

Aunque tras las miradas de reprobación que le dirigieron el resto de sus compañeras, la muchacha con una mano tras la nunca sonrió rectificando azorada.

-Bueno, iba a negociar el precio un poco a la baja, eso es todo. ¡Ji, ji!
-Traed a Neherenia lo antes que podáis. Usad la tele portación de los planetas, a ser posible, con discreción. – Les ordenó Chibiusa. -
-Muy bien.- Asintió Cere – Cere, indicando al resto en tanto sus compañeras se le acercaban. – Vamos chicas. Esto es importante. Ya jugaremos después.
-Sí. Es cierto - convino Jun- Jun abandonando aquellas pelotas en el suelo para decepción de Idina, que trató de imitarla sin lograrlo. -

Dejando a las dos niñas con sus juegos todas salieron de la habitación y de la casa. Una vez fuera invocaron sus poderes transformándose. Tras un espectáculo producido por las diversas auras luminosas de las amazonas, éstas, ya con sus uniformes de sailors, se dieron las manos y concentraron sus energías. El resto de los presentes salieron atraídos por la luz que provocaron con aquellas transformaciones amén de por los ladridos de Tot. Sobre todo el grupo de Leval, Alan y Lance que apenas sí llegaron a tiempo. Aunque sus padres lograron taparles la visión y no pudieron ver como esas chicas desaparecían de repente.

-¿Qué ha pasado, papá? – Quiso saber Alan - ¿De dónde salió esa luz?
-Nada, habrá sido un relámpago. – Replicó su padre restándole importancia. -
-Pues no parece que haya ninguna tormenta. – Opuso Leval mirando sorprendido hacia el cielo que estaba algo nuboso aunque eso no justificaba para nada aquella explicación –
-Quizás haya sido una estrella fugaz.- Apuntó Lance.-
-No os preocupéis, no ha sido nada. ¡Hala!, idos a jugar. Que enseguida tendremos que irnos. – Terció Roy dirigiéndose sobre todo a su hijo. –

Los niños se miraron y asintieron. Total, allí no pasaba nada, de modo que regresaron a la habitación de Alan para aprovechar el tiempo. En cuanto a las dos niñas, que también acudieron a ver esas luces, fue Cooan la que a su vez las convenció de que se fueran al cuarto de Idina y recogieran un poco la ropa que habían sacado. Ambas aceptaron sabiendo que lo dejaron todo muy revuelto. De ese modo sus padres suspiraron aliviados. No tenían ningún interés en que los niños vieran cosas extrañas. Se habían prometido mantenerles aparte de eso. Lo fundamental es que tuvieran unas infancias y a ser posible, unas vidas normales. Y menos mal que actuaron deprisa puesto que, en medio de otro destello, las sailors reaparecieron. No obstante, ahora parecía que llevaban a alguien en el centro del círculo. Cuando se soltaron las manos y el grupo de Tom, Cooan y sus amigos pudieron mirar con más detenimiento, se asombraron al ver allí a una cría que efectivamente, parecía tener la edad de sus propias hijas. Era tal y como Idina la había descrito. Sobreponiéndose a la sorpresa indicaron a las guerreras que entrasen puesto que hacía ya bastante frío en el exterior. Éstas lo hicieron llevando de la mano a la pequeña. Una vez pasaron fue Tom el que se arrodilló al lado de esa cría que les observaba a todos con la misma extrañeza que ellos tenían.


-¿Cómo te llamas, cielo?- Quiso saber él con ternura paternal. –
-Neherenia. – Replicó tímidamente aquella niña que enrojeció a ojos vistas. -
-No te preocupes. Son unos buenos amigos nuestros que también quieren serlo tuyos. – Añadió Chibiusa también con tono cariñoso. -

La cría miraba en todas direcciones. Se tranquilizaba porque tenía a su lado a las cuatro amazonas a las que conocía, y también a la princesa de la Luna Blanca que era su amiga. Ahora recordaba que, estando en palacio, las guerreras habían venido a decirle que esas niñas a las que había visto a través del  espejo querían conocerla en persona y ser sus amigas. Incluso que jugarían con ella.

-Son dos niñas muy majas.- Le aseguró Cere- Cere.-
-¡Y saben juegos muy divertidos!- Intervino una entusiasta Para-Para.-
-¿De verdad?- Quiso saber la pequeña soberana.-
-Claro.- Sonrió Jun-Jun.- Te vamos a llevar allí para que lo pases muy bien.
-Es toda una suerte. Te va a encantar.- Añadió Ves- Ves.-

Neherenia asintió con alegría, eso le hizo muchísima ilusión. No tenía muchas oportunidades para eso en medio de sus obligaciones regias. Aceptó encantada el transportarse con ellas. Pese a los ruegos de su chambelán y de otros miembros de la corte que le aconsejaron prudencia.

-Majestad. Debéis tener presente que sois una reina.- Le recordó De la Lune, su regordete chambelán.-
-Y que pronto será hora de iros a dormir.- Añadió su cuidadora Cesla, una mujer de cabellos claros y mirada amable.-

Pero Neherenia les prometió que no tardaría mucho y que iba con sus amigas. Y ahora allí estaba. En un principio intimidada por tantas personas desconocidas a las que no parecía importarles nada que fuese una reina. Aunque mejor así. Ya estaba cansada de que sus súbditos la temiesen y de que no se atrevieran a jugar con ella por miedo a contrariarla de algún modo. Lo que más deseaba era tener amigos y no únicamente sirvientes. De modo que, con una expresión más risueña, se atrevió a preguntar a esos extraños.

-¿Queréis ser mis amigos?
-¡Claro preciosa! – Le sonrió Roy agachándose para poder acercar su cara al rostro de esa pequeña tan adorable para levantarse acto seguido y susurrarle a Tom. – Pues yo no la veo tan peligrosa.
-No la viste cuando se hizo mayor. – Le contestó Chibiusa también con un susurro. –
-Está claro que ahora va a ser nuestra amiga. ¿A que sí? – Afirmó Bertie acariciando una mejilla de la niña que esbozó una sonrisita tímida en tanto asentía. –
-Y tiene un pelo precioso. Me recuerda a ti a su edad. – Terció Cooan dirigiéndose a Chibiusa que sonrió. -
-¿Tienes hambre, cielo?- Se interesó Beruche. -
-No gracias, cené en palacio antes de venir. – Repuso muy educadamente la cría. -
-Qué bien hablas nuestro idioma. – Comentó Bertie haciendo referencia a que, sin pretenderlo, habían estado conversando en inglés todo el tiempo. –
-He aprendido el idioma del reino de la Luna, el japonés y también el inglés. Siempre me han dicho en la Corte que son las lenguas que me serán más útiles si vengo a la Tierra. – Repuso la chiquilla. –

Todos se miraron sin poder ocultar su asombro. Eso era desde luego toda una proeza para una niña tan pequeña. Aunque enseguida Cere- Cere intervino para aclarar.

-La han educado para gobernar desde que nació.
-¡Pues menudo rollo! – suspiró Para - Para, a quien las otras fulminaron con la mirada. - Bueno añadió apuradamente ésta tratando de arreglar su desliz. - Pero eso está muy bien, así sabes muchas cosas.
-Así es, - convino Ves –Ves, sonriendo animosamente a la cría. - Eres muy lista.
-Y muy guapa. Aquí vas a hacer muchos amigos. Ya lo verás – aseveró Jun- Jun. -

La cría sonrió alentada por aquellas palabras. Más cuando Chibiusa agregó.

-Pues ahora toca jugar un poco. Que también es muy importante.
-Entonces no esperemos más y ven conmigo. Te llevaré a conocer a las niñas. – Le ofreció Cooan. -
-Oye. Una cosita antes de que conozcas a nuestras hijas. - Le pidió Tom susurrando al oído de la pequeña. – Verás. Los poderes de tus amigas y todas estas cosas tan increíbles que hacen mejor que sean un secreto entre nosotros, ¿vale? No queremos asustarlas.
-Vale. – Convino la niña mirando confusa a las sailors. -
-Es un secreto que guardamos entre todos. – Le explicó Chibiusa de rodillas para poder estar a su altura. – Pórtate como alguien totalmente normal.

La cría asintió. No sabía por qué pero si era lo que querían no diría nada. Miraba expectante a los adultos sin saber qué hacer.

-Seguro que podemos confiar en ella. – Terció Cooan que, sonriendo tiernamente a la niña, le ofreció una mano animándola a seguirla. - Vamos cariño.

La pequeña la estrechó y se dejó conducir rumbo hacia ese cuarto, en tanto Chibiusa le decía haciendo que ella y su cicerone se detuvieran por unos instantes.

-Nosotras tenemos que irnos ya.  Te quedarás aquí y cuando tengas que volver que nos llamen estos señores.

            La niña asintió mirando a Chibiusa con los ojos muy abiertos. Aunque pudo decir algo inquieta.

-¿Y qué pasará con mis cortesanos?
-No te preocupes. Les diremos que todo está bien.- La tranquiló Cere- Cere.-
-Sí, tú obedece a nuestros amigos.- Le pidió Ves- Ves con amabilidad.-
-Bueno, pues eso es todo. Chicas preparaos.- Las indicó Chibiusa.-
-Un momento, por favor, ¿cuánto tiempo pensáis que debería quedarse aquí?- Quiso saber Tom dirigiéndose ahora  a la hija de Usagi. –
-No mucho, unos pocos días si no os importa.- Fue la réplica de la interpelada.-

El muchacho abrió la boca con sorpresa, aunque no se atrevió a objetar nada. Pensó que se tratarían únicamente de algunas horas, aunque si era por el bien de la Tierra y de todos no le importaría acoger a una niña. Total, Alan y Lance se iban a marchar de campamento con su primo Leval. Sitio tendrían. Asintió en tanto veía a su esposa alejarse con esa cría hacia la habitación de su hija. Llegando a la estancia Cooan abrió suavemente y la pequeña reina volvió a encontrarse cara a cara con esa otra niña a la que había visto a través del espejo, pero ahora nada las separaba ya. La hija de los Rodney por su parte se acercó para presentarse llena de alegría.

-¡Qué bien que has venido! ¿Cómo estás? Me llamo Idina.
-Yo me llamo Kerria Lorein, pero mis papás solo me llaman Kerria. Y mi hermano Leval y mi prima me llaman Ky. - Afirmó otra niña que llevaba una graciosa trencita de color castaño con tintes azulados como el resto de su cabello, preguntando de seguido. - ¿Eres una reina de verdad?
-Sí- replicó su interlocutora. –
-¡Qué suerte!- Yo quisiera ser una reina también. – Afirmó Idina. –
-Ser reina no es divertido. – Les comentó aquella niña para añadir a modo de ejemplificación. – Hay que estar siempre muy quieta, sentada en una silla muy grande y escuchando a los cortesanos. Y tienes que estudiar mucho.

Sus dos contertulias se miraron atónitas. Creían que ser reina era otra cosa, aunque tampoco sabían exactamente qué. Solo que podrías llevar corona y ponerte un montón de trajes. Pero si no era así…

-Pues ya no quiero ser reina. – Suspiró Kerria. – Mejor vamos a jugar.
-Un momentito – Les pidió Cooan que, dirigiéndose a la pequeña invitada, le comentó. - Tendrás que cambiarte, ese vestido que llevas es muy bonito pero no creo que sea el más adecuado para jugar.

Neherenia se miró a sí misma con apuro. Aquello era verdad, a pesar del gran vestuario que poseía en su palacio no tenía otra ropa aquí. Aunque aquella simpática señora enseguida le sonrió alentadoramente para decir.

-No te preocupes, te dejaré uno de los pijamas de mi hija, tendréis la misma talla.
-Mamá, ¡déjale el de los gatitos! - Le sugirió  Idina con visible entusiasmo, al añadir. – Es mi favorito.
-¿Tu favorito, y quieres dejármelo a  mí?- Se sorprendió su invitada. –
-Claro, somos amigas. – Replicó Idina para sentenciar. – Y las amigas comparten sus cosas más queridas.

Cooan observó cómo el rostro de aquella niña se iluminaba y sonrió. Estaba muy orgullosa de su hija, ésta siempre había demostrado ser generosa y tener muy buenos sentimientos. Ahora no lo dudaba, seguro que su pequeña había sido bendecida con el poder del cristal de Plata que la sanó a ella misma.

-No me acuerdo de eso. – Terció Idina tratando de hacer memoria. –
-Es natural, cariño. - Le contestó su madre en tanto Tom estaba tratando de encontrar sitio para aparcar en la terminal. - Eras muy chiquitita. Pero a mí se me quedó grabado. Aunque entonces, si no recuerdo mal. Vinieron tus tíos Roy y Bertie a llevarse a Kerria.

Idina escuchó con atención mientras su madre siguió recordando aquello. Efectivamente se escucharon las voces de su hermana y de su cuñado.

-Kerria cariño, es hora de irnos. – Comentó Beruche en tanto llegaba a la habitación. -
-¡Jo, mamá! Yo quiero quedarme con la prima Idina y con Neherenia.- Protestó la chiquilla. –
-Es muy tarde, tesoro. – Secundó pacientemente Roy que también había entrado en el cuarto. –Tenemos que marcharnos, los tíos deben descansar.
-¡Pero no me quiero ir! - Protestó la niña entonando un quejido lastimero.-
-Kerria Lorein.- Repitió su madre con un tono más severo.- Compórtate.

No obstante, la niña estaba visiblemente disgustada, casi a punto de hacer pucheros. Cooan se percató de ello y, sin pensarlo dos veces, les propuso a sus parientes con desenfado.

-¿Por qué no la dejáis aquí? Las tres pueden dormir en la habitación de mi hija.
-¡Sí!, ¡sí!  - Exclamó la pequeña saltando y batiendo palmas, secundada por su prima Idina, ante el gesto atónito de su invitada. - ¡Qué bien, tita Connie!

            La interpelada se rio entre divertida y enternecida por aquello. En tanto los padres de Kerria se miraban sin saber qué decir.

-Y deja a Leval también. Total, mañana tendría que ir a buscarle a tu hotel de camino al camping. Y así nos ahorramos la parada. Aquí no se va a notar mucho la diferencia. – Intervino Tom que también se había reunido allí con ellos y presenciaba aquella escena con gesto divertido, argumentando. – No os vais a llevar solamente a uno de los dos.
-Pero eso os va a dar mucho trabajo. – Se resistía Beruche. –

Una vez más Roy y su esposa cruzaron sendas miradas de apuro. Pero solamente con ver la expresión de su hija y de su sobrina la resolución de llevarse a Kerria flaqueaba por momentos. Ante esas esperanzadas caritas les era imposible negarse. Finalmente fue Bertie la que claudicó con un suspiro resignado indicándole a su pequeña.

-Está bien. Dale las gracias a la tía Connie.

Kerria se colgó literalmente del cuello de su madre a la que dio un completo repaso de besos ante las risas de todos, después repitió la operación con su tía.

-¿Y para mí no hay nada?- Se rio su padre, que, por supuesto, fue asaltado a su vez por la chiquilla entre otra oleada de risas. –

Roy levantó a su hija en brazos y la acercó a su rostro amorosamente para indicarle.

-Pórtate bien y se una buena amiga para Nehie.
-Sí, papá. – Asintió la niña con una gran sonrisa. -
-Cooan. Ahora te doy el pijama y alguna de sus cosas. ¡Ah, y las de Leval también! Y gracias otra vez.- Suspiró Beruche, que sin embargo no podía dejar de sonreír al ver lo felices que eran aquellas crías, volvió a señalar, algo apurada por su hermana. – ¡Aunque vas a tener mucho trabajo con tanta tropa!
-¡No hay de qué! Con ver lo contentas que están merece la pena. – Afirmó su interlocutora visiblemente divertida a su vez. – No te preocupes. A cosas más difíciles me he enfrentado, ¡ja, ja!

Bertie rio con ella. ¡Y tanto que era cierto!  Así las dos hermanas salieron del cuarto para concretar detalles. Por su parte Tom le dijo a su amigo que pusiera al corriente a Leval. Roy lo hizo y el chico, por supuesto, estuvo encantado de quedarse a dormir con sus primos. Estos lo celebraron con idéntico alborozo aunque sin dar besos a sus padres. Consideraban que los chicos no hacían esas cosas. Bueno, a sus madres sí, pero cuando no hubiese amigos mirando. De modo que, tras dejarlo todo organizado, Beruche y Roy se despidieron. Los críos tardaron poco en irse a dormir. De mañana Tom tenía efectivamente que llevarles  al campamento por lo que se fueron a acostar antes. Estaban ansiosos y excitados ante la perspectiva de las aventuras que tendría allí.

-Oye, tío Tom. - Le preguntó Leval ante la atenta mirada de Alan y Lance.- ¿Es verdad que podremos hacer nuestras propias cabañas y montar en canoa?
-No lo sé.- Admitió éste afirmando.- Ahora en esta época del año los ríos suelen congelarse y no es prudente adentrarse en el hielo. Podría romperse. En cuanto a las cabañas, quizás podáis construir iglúes, que es mucho mejor.
-¿Qué es un iglú?- Quiso saber Alan.-
-Una casa de hielo, lo leí en un libro sobre esquimales. - Le informó su hermano menor.-
-Eso suena muy bien.- Declaró Leval, deseoso de hacer algo así.-
-Papá.- Terció entonces Alan.- ¿Quién ha venido a veros antes?
-Unas amigas de tu madre, tus tíos y mías.- Le contó éste.-
-Creo que han traído a una niña.- Comentó Lance que se había asomado anteriormente por la puerta y pudo ver a esa pequeña con su madre, yendo hacia el cuarto de Idina.- No la conozco, ¿es de aquí?
-Es una amiguita de tu hermana y de tu prima.- Le respondió su padre de forma natural.-
- Decía que era una reina.- Comentó el pequeño con tinte suspicaz.-
-Sí, ¡se pasan todo el día jugando a esas tonterías de princesas! - Se rio Alan.-
-Las niñas son así. Unas aburridas. - Concluyó Leval encogiéndose de hombros.-
- Es verdad. ¿Quién quiere jugar a nada con ellas?- Convino Lance restándole importancia.-

            Tom se sonreía escuchando aquello. Pensaba que habría que ver a esos tres dentro de unos años. Posiblemente no pensaran que estar con una chica fuera tan aburrido. Pero lo dejó correr y les dio las buenas noches comentándoles con una mezcla de afabilidad y advertencia.

-Chicos, debéis iros a la cama ya. Mañana hay que madrugar. Os vendré a despertar y como estéis dormidos os tiraré de las orejas.
-Vale papá.- Asintió Alan no sabiendo si aquello le parecía algo divertido o no.- Hasta mañana…


            De hecho los tres ya tenían puesto el pijama y se fueron a acostar sin preocuparse más de las niñas y sus tontos juegos…

-¿Con que eso decían, eh?- Se reía Idina en tanto su padre rememoraba aquello.-
-Sí, hija. - Le confirmaba él con otra gran sonrisa.- Y de veras lo creían, ¡ja, ja!
-Me gustaría ver si esos bobos dirían lo mismo si pudieran estar con Nehie ahora. Aunque ni yo misma sé cómo estará. Imagino que tendrá mi edad. - Suspiró la muchacha, agregando con pesar.- Apenas sí recuerdo nada de esa ocasión, y después de todos estos años no sé si podría reconocerla si la viera. Y dime ¿Qué sucedió luego?- Inquirió llena de curiosidad.-
-Pues espera que te contaré más.- Intervino su madre retomando el relato.-

Ella y su marido prepararon tres camas para los chicos. Después, repitieron la operación en el cuarto de su hija una vez que las niñas terminaron de ordenar la habitación y tuvieron puestos los pijamas. A Neherenia le quedaba muy bien el de Idina, esos gatitos negros sobre fondo burdeos se parecían mucho a Luna, la gata de Usagi. Cooan recordó que aquel pijama fue un regalo de Rei, su gran amiga y madrina de sus hijos. Kerria tenía otro de florecitas de colores sobre fondo blanco muy mono y la propia Idina lucía uno de estrellas amarillas sobre fondo azul que, en sus propias palabras, era su segundo pijama favorito. Así las cosas, cuando el matrimonio Rodney improvisó las tres camitas se dispusieron a acostar a las niñas. Pero antes la hija de Cooan le pidió a su madre.

-¿Nos cuentas un cuento, mami?
-¿Un cuento?- Se sorprendió ésta, puesto que no era ya muy habitual que su hija le pidiera tal cosa. –
-Sí tita, ¡por favor!- Secundó Kerria. –
-Está bien. Os voy a contar uno muy bonito, aunque algo triste, pero con final feliz. - Sonrió Cooan. –

Las tres niñas la miraron muy interesadas. Tapadas con sus mantas hasta las naricitas. Idina estaba más próxima a su madre, Neherenia en el centro y Kerria cerca de la ventana. Cooan tuvo que cavilar durante unos instantes para ver cómo podría expresarse adecuadamente y entonces comenzó a contar.

-Érase una vez una hermosa chica que vivía en un palacio.
-¿Era una princesa?- Quiso saber Kerria. –
-Sí, bueno, era una reina. – Le contestó su tía que prosiguió. - Era una chica muy guapa, pero tenía un problema. No tenía amigos de su edad, ni de ninguna otra. Solamente podía entretenerse mirándose a un gran espejo que poseía. Tan sola estaba que su propio reflejo era su única compañía.
-¡Qué triste! – Afirmó Idina. -
-Esa chica es como yo.- Musitó Neherenia asimismo con un poso de tristeza. –
-No, ¡qué va! – Replicó Kerria. – Tú tienes amigas como nosotras.

Eso hizo sonreír a su interlocutora que se sintió mejor. De inmediato Cooan asintió dándole la razón a su sobrina.

-Claro, esa chica no eres tú. – Aseveró con mucho énfasis.- Además era mucho mayor. – Y continuó narrando con tono rimbombante. – Tenía  un montón de cortesanos que la halagaban diciéndole todo el tiempo lo bella que era, pero ningún verdadero amigo. Entonces, de tanto mirarse al espejo acabó por pensar que solo él la quería. Y quiso apropiarse de los sueños de la gente para ser siempre joven y hermosa.
-¿Y qué pasó?- Terció la propia Neherenia con visible interés y preocupación. -

-Que se volvió una chica muy mala. Odiaba a todo aquel que tuviera amigos y quería apropiarse de los hermosos sueños de la gente. Pero un día, unas jóvenes muy valientes se enfrentaron con ella. Y una princesa muy buena la ayudó a darse cuenta de que no se portaba bien. De hecho, al final se hicieron amigas suyas y esa muchacha, al darse cuenta de todo, se volvió buena y fue feliz. Porque tuvo de pronto muchos amigos. – Sonrió Cooan dando por terminado el relato.-

-Me alegro por esa chica. – Aseveró Idina que sentenció. - En el fondo no era mala, me daba pena, es muy triste no tener amigos y que nadie te quiera. ¿Verdad, mami?  A mí no me gustaría nada vivir así.

Enternecida la aludida pasó cariñosamente su mano por la cabeza de su hija acariciándole el pelo. Después la besó en la frente y, por supuesto, repitió la operación con las otras niñas. En ese momento Tom entraba en el cuarto tras acostar a los muchachos. Por su parte, al recibir ese beso, Neherenia sintió algo muy cálido y bonito en su interior y sin poder evitarlo dijo.

-Me gustaría que fueras mi mamá también.
-Pues yo ya tengo la mía, pero tita Connie es una mamá muy buena.- Añadió Kerria. –

Pero lo que dejó impactada a Cooan y a su marido fueron las respuestas de su hija y de su invitada.

-Mi mamá es maestra. Hace de mami de los niños de la guardería y todos la quieren mucho.- Afirmó Idina.-
-¿Y podría hacer de mamá para mí?, es que yo no tengo. - Quiso saber Neherenia añadiendo con prevención, en tanto miraba a Idina. - ¿No te importa?
-¿No tienes mamá?- Se sorprendió Kerria. –
-Ni tampoco papá. – Pudo añadir la pobre niña con gesto triste. – No quiero que Idina se enfade. Pero ojalá que tu mamá y tu papá me quisieran a mí también.- Agregó mirando esperanzadamente a su contertulia. - ¿No te enfadas?
-¡Claro que no! - Afirmó despreocupadamente ésta para indicar. – Así viviríamos juntas y seríamos hermanitas. Como mami y tita Bertie. Y nos querríamos tanto como ellas.

Su marido tuvo que abrazarla para que las lágrimas de Cooan pasaran desapercibidas a las crías.

-Es muy tarde. – Dijo Tom, emocionado también, sobre todo cuando Idina añadía que sería estupendo también si él podría ser asimismo el papá de Nehie. –
-Sería genial.- Intervino Kerria.- Y las dos seríais mis primitas.

Tom asintió, repitió la operación que ya había realizado su mujer y besó a las tres niñas, después ambos adultos salieron apagando la luz y cerrando la puerta. Al llegar al salón, al fin los dos solos, Cooan no podía evitar sollozar en tanto su marido decía con tono reflexivo y lleno de compasión.

-Y ésta era la malvada reina Neherenia. ¡Pobre niña! No puedo ni imaginar cómo tuvo que ser su vida en la infancia para convertirse en ese monstruo que decían que fue.
-¡Y todo porque no le dieron cariño! ¡Estaba sola! – Pudo replicar su emocionada esposa. - ¡Cómo la comprendo, Tom! Cada vez que me recuerdo a su edad cuando me separaron de mis padres, y años después la época en la que Rubeus me trataba con esa frialdad. Así fui una vez yo. Encerrándome en mí misma y mi egoísmo, en una vana ilusión de amor. Hasta que mis amigas me liberaron, igual que a esta pobre cría.
-No pienses en eso más. - Le pidió su esposo abrazándola para asegurar. - Te prometo que, mientras esa pequeña esté aquí, le daremos todo el afecto que podamos. Y será una más de la familia. – Tom calló durante unos instantes y prosiguió declarando de forma más reflexiva y casi hasta culpable. - Es curioso. Al principio acepté por hacer un favor a nuestras amigas y para prevenir una futura amenaza. Pero ahora eso ya no me importa. Solo veo la carita de esa pobre cría que únicamente necesita  cariño y amistad para ser feliz.
-Usagi y las demás siempre han tenido razón. El amor y la confianza al final son lo más importante. – Asintió su mujer enjugando sus lágrimas al fin. -
-E hicieron un gran trabajo contigo y tus hermanas. Tanto Rei, como Usagi y las demás. – Le sonrió él dándole un ligero beso en los labios. – Jamás podré agradecérselo lo suficiente.
- Sí, gracias a ellas pudimos rehacer nuestras vidas y escapar de aquello. Y ahora estoy muy orgullosa de nuestra hija. - Le contó Cooan recordándole. – ¿Has oído lo que le ha dicho? Es generosa y buena. Gracias a Dios que ha heredado lo mejor de nosotros.
-¡Sowing the seeds of love! – Canturreó él ante la mirada atónita de su esposa. – Es una vieja canción.- Sonrió para explicar. - Roy la solía cantar, aunque para otros menesteres. - Rio ahora en tanto achuchaba a su mujer. -
-¡Tom! – rio ella a su vez, entre atónita y sorprendida por esa demostración tan espontánea de afecto. –

            Y es que su esposo casi parodiaba a la perfección a su cuñado y amigo cantando, en tanto achuchaba a su mujer

Plantando las semillas del amor
Plantando las semillas del amor
Los pájaros y las abejas
Mi novia y yo…enamorados.

-¡Para tonto que los niños nos van a oír! – Reía su esposa.-

            Tras recorrer el parking encontraron un hueco. Idina reía mientras su padre aparcaba al fin y declaraba divertida.

-¡Ah!, de eso me acuerdo. Entonces salí yo y os vi abrazaditos. Pensé que estabais jugando. ¡Ja, ja!
-Y en cierto modo así era. – Sonrió Tom acabando de maniobrar el coche para meterlo en la plaza del parking. -
-Desde luego, hija. – Suspiró Cooan, que ahora se reía cuando rememoraba.- ¡Menudo corte nos llevamos!, no sé si saliste a hacer pis o a decirnos algo.
-Eso sí que lo recuerdo bien. – Pudo responder su hija, explicándoles. – Iba a buscar a mi muñeca Mimí, me la había dejado en el salón.
-¡Pues qué oportuna fuiste! – Terció su padre para provocar aún más la risa de ambas. -

Los tres bajaron finalmente del vehículo. Tom se ocupó de la maleta de su hija y se encaminaron hacia el interior de la terminal. Tenían tiempo todavía. El vuelo no despegaría hasta media hora más tarde. Se acomodaron pues en uno de los bancos que había en tanto veían pasar a multitud de viajeros de acá para allá. Ajena al bullicio Idina estaba pensando todavía en aquello. Los recuerdos le iban viniendo a la mente poco a poco. Ahora  hizo memoria. Al día siguiente sus hermanos y su primo Leval efectivamente se marcharon de campamento. Apenas si se percataron de la presencia de Nehie, como ahora la llamaban todos. A esa cría incluso pareció gustarle ese apodo. Mientras su padre llevaba a los chicos en coche, perro incluido, ellas se despertaron y fueron a desayunar. Su madre había puesto ya la mesa. Idina pensaba ahora con cariño en aquel desayuno tan particular.

-¿Queréis más cereales, niñas?- Preguntó Cooan a las chiquillas que asintieron en tanto masticaban. –

Lo cierto es que estaban muy graciosas comiendo a dos carrillos, incluso Neherenia parecía haber adoptado plenamente las maneras de sus amigas. Aunque tras tragar se permitió decir.

-Sí, por favor. Está muy bueno. En palacio no me dan nada tan rico.
-¿No comes tartas y bollos cuando quieres?- Le preguntó Kerria visiblemente sorprendida. Dado que había dado por supuesto que una reina podía hacer lo que se le antojara. –
-No, la mayoría de las veces me dan tostadas con mermelada, algo de jamón ahumado y té. El Canciller Real dice que debo mantenerme con una dieta de señoritas para ser una soberana estilizada y bella. – Replicó Neherenia con tinte resignado en su voz. –
-Pues si yo fuera la reina ordenaría que me trajeran galletas como las que hace mi madre. – Afirmó Idina. –

La aludida se rio al escuchar aquello y entonces tuvo una idea que pasó a proponer a las chiquillas.

-¿Y si hago unas galletas y vosotras me ayudáis?
-¡Siii!- Exclamaron  su hija y su sobrina al unísono ante la sorprendida mirada de su invitada. -
-¡Pues vamos allá! – Arengó Cooan indicando a las pequeñas. – Ante todo lavaros las manos muy bien.

Idina y su prima obedecieron al punto. Se lavaron con abundante jabón y tras un buen secado y aclarado ya estaban listas. Su amiguita las observaba con la boca abierta.

-¿Nunca has hecho galletas? – Le preguntó Idina en tanto su interlocutora movía negativamente la cabeza. - Pues es muy divertido.
-Es mejor comérselas. – Opuso Kerria que ya se relamía, las galletas de su tía estaban muy ricas. -
-¡Lo bueno es que podréis hacer las dos cosas! – Rio Cooan, en tanto animaba a su invitada. – Ven Nehie, lávate las manos. Tienen que estar muy limpitas para poder meterlas bien en la masa.

La atónita niña obedeció imitando a sus compañeras. Tan pronto estuvo lista Cooan las dispuso en línea ante a mesa de la cocina. Las tres ataviadas con delantales que tenía de la talla de su hija, todos con dibujos de animalitos. Puestas en fila junto a la mesa y con expresiones en sus caras que mostraban la máxima atención, la madre de Idina les explicaba.

-Ahora mezclamos los ingredientes, harina, un poco de sal, un poco de agua, algo de azúcar y levadura.

Dicho esto sacó del armario que tenía enfrente de la mesa un gran bol y mezcló aquellos componentes comenzando a revolverlos. De vez en cuando añadía algo de agua o espesaba con la harina, según lo viera más o menos denso. Tras unos minutos encargó a su hija, más diestra en esos menesteres, el remover la masa y a Neherenia y a Kerria el ir modelando parte a medida que Idina la compactaba.

-Ahora chicas, vosotras dos vais dándole forma a las galletas. – Les indicó la adulta y las niñas trataron de darle formas ovaladas a aquella masa que, efectivamente, era fácilmente moldeable para ellas. – Tratad de que queden igualitas.
-¡Tachán! , he hecho un pajarito. – Exclamó Kerria componiendo algo vagamente parecido a un cuerpecito y unas alas.- ¿Te gusta, tía?...
-Bueno,- suspiró Cooan, tratando de ser lo más suave posible para decirle a su sobrina. – Será mejor que las alas no sean tan grandes para que se haga bien en el horno, cariño.
-Pues le pongo con las alas cerradas. – Repuso la pequeña, inasequible al desaliento. -

Por su parte Neherenia se reía visiblemente contenta. Nunca había hecho algo tan divertido en la corte. ¿Por qué no le enseñarían a hacer estas cosas? Era mejor que aquellas aburridísimas recepciones en las que no se podía mover y debía estar siempre elegante y sin una mancha.  A todo eso, ya había hecho varias galletas y al parecer bastante bien. La madre de Idina asintió con aprobación. Su propia hija había terminado de remover la masa e hizo igualmente unas pocas galletas más, tras lo cual Idina espolvoreó canela y unos topings de chocolate como su madre le había enseñado. Finalmente, todas las galletitas ocuparon la superficie de una gran bandeja que Cooan metió en el horno.

-Ahora tendrán que hacerse, será cosa de media hora.- Les informó. –
-¡Lástima que hayamos desayunado ya! – Se lamentó Kerria que hubiera deseado tener sitio en su barriguita para alguna galleta. –
-Bueno, pues nos las comeremos para merendar. – Propuso Idina. –

Aquello fue acogido con entusiasmo. Ahora debían volver a lavarse, cosa que hicieron enseguida. Cooan se sonreía al verlas tan contentas. Se alegraba que aquella receta que le diera Makoto fuera tan fácil de preparar. Lo cierto es que ella también se lo pasaba en grande haciendo cosas con las niñas. No en vano disfrutaba mucho con los críos, teniendo en cuenta su vocación y al mismo tiempo profesión como maestra. Pero ahora tendrían que salir un poco a la calle. No quedarse todo el día en casa. Estaba pensando en eso cuando escuchó la voz de su hija exclamar.

-¡Mirad! ¡Está nevando!
-Anda, es verdad. – Confirmó Kerria pegado su naricilla a la ventana en tanto veía caer los copos. - ¡Qué bonito!

Neherenia observaba aquello con mucha curiosidad. En su reino no había nieve. Al menos ella nunca pudo verla así tan de cerca. Las normas de seguridad del palacio eran tan estrictas que apenas sí salía del mismo. Tenía ganas de tocar aquella especie de algodoncitos que caían formando un hermoso manto blanco y Cooan, que pareció adivinarle el pensamiento, les propuso a las niñas.

-Poneros ropa de abrigo y vamos fuera. Dentro de un ratito habrá bastante nieve como para hacer un muñeco.
-¡Bieeen! – Corearon las dos primas que, dando saltos de alegría, agarraron a su pequeña invitada cada una de una mano haciendo que ella las imitase. - ¡Muñeco! ¡Vamos a hacer un muñeco!

Cooan no pudo por menos que echarse a reír a la vista de tal espectáculo. Cuando las crías se calmaron las ayudó a equiparse con gruesos abrigos, guantes y botas de nieve que tenía. Por fortuna su hija estaba tan bien provista que podía dejarles ropa a las otras dos niñas que compartían unas tallas similares…

-¡A jugar!- Arengó Kerria a sus amiguitas que la siguieron al punto rumbo al jardín.-

Ahora, en medio de aquella terminal del aeropuerto, Idina se sonreía recordando aquello. Todas salieron a ver nevar, por unos momentos se quedaron de pie, quietas, dejando que los copos les cayesen encima, o miraban hacia arriba abriendo la boca para ver si se comían alguno. Aquella era una agradable sensación. Luego, tras librar una batalla de bolas muy divertida, en la que enseñaron a Nehie el arte de lanzarlas con precisión, hicieron un muñeco que su madre las aconsejó decorar con dos ramitas a modo de brazos y la consabida zanahoria por nariz. Quedó muy gracioso y por fortuna duró hasta que su padre llegó. Entonces Tom les hizo una foto a todas junto a su “obra de arte”, con Neherenia en el centro. Las tres sonreían muy felices. Idina no sabía si sus padres habrían guardado aquella foto. Lo cierto es que puede que la hicieran con el móvil y luego la borrasen. Iba a preguntárselo a su padre cuando él se le adelantó con otra cosa.

-Antes de nada, hija. Tu madre y yo tenemos una sorpresa para ti.
-¿Una sorpresa?- Se extrañó la muchacha, dado que no le habían dicho nada hasta ese momento, y faltaban solamente quince minutos para abordar el avión. – ¿De qué se trata?
-No es algo que te vaya a ocupar mucho en el equipaje. – Sonrió Cooan afirmando con seguridad. – Y podrás llevarla contigo.

La chica estaba realmente intrigada, ¿Qué podría ser? Sus padres no llevaban nada en las manos, ni un paquete, ni una bolsa que no fuera de ella misma. Incluso juraría que su padre la observaba con una sonrisa divertida. Aquella típica expresión que ponía cuando la iban a sorprender completamente. Su madre también parecía esbozar ese mismo gesto. Pero ella no podía anticipar nada. Entonces se levantó llena de alegría. Allí estaban sus dos hermanos. Alan que era muy parecido a su padre, algo más alto que él Lance que lucía su misma apariencia y tenía una estatura similar a la de su hermano mayor.

-¿Pero no teníais un examen y una reunión?- Preguntó Idina entre perpleja y muy contenta de verles.-

Fue Alan quien sonriendo se aproximó y dijo.

-¿Acaso te creías que no íbamos a venir a despedirte?, pequeñaja.
-¡Qué alegría! Pero, ¿Os ha dado tiempo a hacer todo eso?- Quiso saber Idina.-
-¡Pues claro que sí, enana!  – Afirmó Lance con una media sonrisa muy típica suya. - Y nos las hemos arreglado para venir a asegurarnos de que te vas y nos dejas tranquilos por una temporada.
-¡Tampoco es eso, hombre! - Pudo decir Alan que se había quedado atónito por semejante respuesta. -

Su hermana en cambio sonrió. Lance era así. Tenía un ácido sentido del humor que, desde luego, no había heredado de sus padres. Alan por el contrario era más parecido a ella, aunque controlaba mejor sus emociones. Los dos a su manera la querían mucho, aunque su hermano mayor lo demostraba más evidentemente. No obstante, Idina sabía que Lance no era mal chico, sencillamente no gustaba de mostrar sus sentimientos en demasía. Quizás fuera porque siendo el mediano no tuvo como Alan, la primogenitura. Al ser el mayor y el primer hijo seguramente sus padres se volcaron mucho con él. Y en el caso de Idina, siendo la niña y la pequeña, pues lo mismo. Empero, la chica sabía que eso no era así. Sus padres les habían querido siempre a todos y se lo habían demostrado a cada uno de ellos, juntos o por separado. En fin, lo importante es que los dos estaban allí. Aunque ahora fue el mismo Lance quien dijo con tono serio.

-Créenos. Hemos estado muy ocupados haciendo bastantes gestiones… pero ha sido por tu causa.
-¿Por mí?- Se sorprendió la muchacha posando una mano sobre su propio pecho. –
-Así es, hermanita. – Añadió Alan en tanto se giraba acercándose a una mujer que estaba de espaldas. – Ahora disculpa un segundo….

El chico le tocó el hombro ligeramente a esa desconocida. Ella asintió y se giró acercándose a Idina. Vestía una falda larga de color negro y una blusa celeste con un collar de oro adornado con tres medias lunas, unidas entre sí, una dorada y dos plateadas, que tenían los cuernos hacia arriba. Además de muy bonito hacía juego con una gargantilla que lucía en el cuello. Al principio Idina la miró confusa, no la reconoció pese a que esa mujer le sonreía de forma amistosa. Necesitó fijarse en aquel pelo largo, ondulado, de color azulado oscuro con reflejos violetas y en dos moños a modo de bolas que tenía en la parte superior de la cabeza. Abriendo unos ojos como platos al fin pudo exclamar.

-¡Nehie! ¿Eres tú?
-Hola Idina – Sonrió ésta de forma cálida. - Cuanto me alegro de volver a verte otra vez.

Su interlocutora se abrazó a ella y aunque se mostró sorprendida en principio por ese gesto, Neherenia correspondió a ese abrazo apretándola fuertemente también. Tratando de dominar su emoción, Idina preguntó.

-Pero. ¿Cómo es que estás aquí, después de tantos años?
-Quise venir antes, pero mis obligaciones me lo impidieron. Y también tenía que estar preparada. Menos mal que Chibiusa y las sailor Asteroides me echaron una mano. Me dijeron que habían hablado con tus padres y que te ibas a estudiar lejos de tu casa.
-Es cierto. Voy a echar mucho de menos a mi familia. Pero allí tengo a mis tíos, Roy, Bertie y a mi prima Kerria entre otros amigos y familiares.
- A tu prima la recuerdo. – Sonrió Neherenia. – Era muy simpática. Igual que tus tíos.
-No quisiera interrumpir. – Terció entonces Tom consultando su reloj para decir a las chicas. - El avión sale en cinco minutos. Hay que ir a la puerta de embarque.

Tanto Alan, como Lance dieron un beso a su hermana. La chica se abrazó entonces a sus padres. Y Cooan tras darle un sentido beso en la mejilla, comentó.

-Que tengáis un buen viaje. Cuidaos mucho y dad muchos recuerdos.
-Gracias mamá. - Replicó su hija, aunque en ese instante se quedó pensativa y repitió sin comprender. - ¿Tengáis? Ah claro, tú tendrás que irte ya de vuelta a tu reino. – Suspiró la muchacha añadiendo con pesar. – Siento haberte hecho hacer un recorrido tan largo para solo poderte ver unos pocos minutos, Nehie.
-Te aseguro que el viaje ha merecido la pena.- Afirmó ésta con jovialidad. -
-Sí. Tuvimos que ir a buscarla al punto donde nos dijeron Chibiusa y las otras. – Terció Alan. –
-Y no fue fácil. Estaba en medio del bosque. - Añadió Lance que se explicó. - Pero todo sea por mor de guardar el secreto.
-Me gustaría que tuviéramos tiempo para charlar y que me contases que tal te ha ido durante todos estos años. – Suspiró Idina tomando de las manos a su amiga. –

Aunque para su asombro, ésta se rio de forma divertida para replicar con desenfado.

-¡Bueno!, supongo que, en las cinco horas largas que dura el vuelo hasta Nueva York, ¡algún tiempo nos dará para conversar!

Ahora fueron todos los que se rieron ante el gesto de Idina, con la boca abierta y los ojos como platos. Cuando fue su padre el que la advirtió nuevamente con jocosidad.

-O sino, quedaos aquí en la terminal. Total, en tres minutos se va a ir el avión.
-¡El avión!- ¡Oh Dios mío!, lo había olvidado con toda la emoción. – Exclamó Idina llevándose las manos a la cabeza. -
-Vamos corriendo. – Les indicó Alan. –
-Sí, y cuando lleguéis llamadnos. – Les pidió Cooan. -

Su hija estaba apurada, buscó sus maletas pero no las vio. Aunque Lance la tranquilizó. Ya se había ocupado de todo junto con Alan. La chica suspiró aliviada. ¡Menos mal que sus hermanos se habían encargado de facturarle el equipaje! De modo que sin perder ya ni un segundo más, todos corrieron hasta la zona de embarque. Allí, tras un último abrazo de las chicas al resto de la familia, ambas cruzaron la puerta para recorrer un pasillo que conectaba con  la misma entrada del avión. Aún quedaba un minuto. Lo justo para encontrar sus asientos que, como no podía ser de otro modo, estaban uno al lado del otro. Una vez acomodadas y con el cinturón. Y tras escuchar los preceptivos saludos del comandante y los consejos de seguridad de las azafatas de vuelo, los motores rugieron. El aparato comenzó a tomar velocidad. Muy poca al principio dado que se dirigía desde la terminal hacia la pista de despegue. Tras unos segundos se colocó en posición, con las turbinas al ralentí, aguardando las instrucciones de la torre de control. Entre tanto Idina aprovechó para preguntar a su amiga.

-¿Cómo es posible que vengas conmigo?
-Veras, – le explicó Neherenia. - Desde que estuve con tu familia y con el resto de vuestros amigos me di cuenta de que no era bueno permanecer encerrada en mi reino. Además, caí en la cuenta de que nuestros ceremoniales, costumbres y hasta vestuarios, estaban muy anticuados. Al principio al ser tan pequeña no pensaba mucho en esas cosas, pero a medida que Chibiusa y el cuarteto de amazonas me visitaban e incluso me traían a la Tierra alguna vez para jugar con ellas o conocer lugares de este mundo y sus costumbres, me percaté de ello.
-Por cierto Nehie. Bueno, perdón. – Se excusó la azorada chica al admitir. – No sé mucho de etiqueta. Seguramente debo llamarte majestad o algo así.
-¡No! – Se rio su contertulia apretando una mano de Idina entre las suyas  para afirmar. – Nehie está muy bien. Me hace mucha ilusión, hacía mucho tiempo que nadie me llamaba así. Salvo Chibiusa y las amazonas. Y además eres mi amiga. Tú y tu familia siempre podréis llamarme así.
-Gracias. – Le sonrió su interlocutora para luego añadir. -Tengo curiosidad. ¿Dónde está tu reino?
-En la Luna. – Replicó ésta como si tal cosa. –
-Pero, no lo entiendo ¿no era ese el reino de la reina Serenity? Bueno, de la madre de Chibiusa. –
-Sí y no. – Repuso enigmáticamente Neherenia, que pasó a explicar a su atónita oyente. - Verás. Ella era la Reina de la Luna, pero de la cara visible. Yo soy la soberana de la cara Oculta. Lo que llamaban allí Luna Muerta, porque nunca veía la Tierra ni era vista desde ésta. Aunque nos gusta más llamarla la Luna Nueva. Vivimos bajo la superficie.
-Tiene que ser un poco triste. Bueno, no te ofendas. - Le pidió Idina. –
-No me ofendo nada en absoluto, tienes toda la razón. Algo triste sí que es. - Convino su amiga que sin embargo, le desveló. - Aunque tengamos lagos subterráneos, incluso bosques y ríos, casas y palacios. Y ahora estamos tratando de construir cúpulas que permitan poblar la superficie con vegetación e incluso crear más lagos. Tengo muchas ilusiones y proyectos para hacerla lo más hermosa y agradable posible para mi pueblo.  Aun  así  no se puede comparar con la belleza de la cara de la Luna de Serenity, y menos aún con la Tierra y sus hermosos paisajes. Esa fue otra de las razones por las que he querido venir aquí.
-¿Y ahora qué vas a hacer? Supongo que si me acompañas a Nueva York querrás ver a mis tíos y mi prima…

En ese instante escucharon como los motores del aparato rugían con más fuerza. El avión fue acelerando y recorriendo cada vez más deprisa la pista. Ahora sí que iba en serio, estaban despegando. La soberana lunar se aferró al asiento con ambas manos, sorprendida de la brusquedad de aquello. A Idina tampoco le gustaba mucho esa sensación, incluso se mareaba ligeramente. En eso había salido a su madre que jamás aguantó muy bien eso de volar en avión.

-¿Esto siempre es así cuando esta cosa despega? - Inquirió Neherenia con gesto algo demudado. –
-Eso me temo.- Tuvo que responder su contertulia algo agobiada a su vez.  – Espero que las bolsas de emergencia no estén muy lejos…
-¿Bolsas?- Se extrañó su amiga.- ¿Para qué?
-Enseguida lo entenderás.- Pudo decir Idina con los ojos haciendo chiribitas.-

En ese momento notaron una especie de vuelco en el estómago cuando el aeroplano comenzó a elevarse del suelo. Subía a gran velocidad ganando altura en cuestión de segundos. Durante esos instantes ninguna habló, por fin parecía que la cosa se estabilizaba un poco.  Idina respiró hondo varias veces y pudo controlar alguna incipiente nausea. Por su parte, la reina de la Luna Nueva pudo sonreír ahora, suspirando largamente para declarar.

-¡Como atracción de feria es mejor que el tiovivo que tenía en palacio!
-Bueno, pues con suerte estaremos tranquilas hasta el aterrizaje. – Afirmó su amiga, visiblemente aliviada también de que aquello hubiese pasado. – Si no hay turbulencias, espero…
-¿Qué me decías antes?- Le recordó Neherenia, aunque ella misma se respondió al acordarse. - ¡Ah! Sí, claro. En cuanto lleguemos iré a ver a Kerria y a sus padres. Tengo muchas ganas de saludarles y que me cuenten que tal les ha ido. Pero eso no es todo.
-¿Qué más tienes pensado hacer?- Quiso saber Idina con patente curiosidad. –
-Pues, lo mismo que tú. – Sonrió la muchacha al sentenciar para dejar atónita a su interlocutora. - ¡Me he matriculado en la Golden State College! De modo que, si no te importa, que estemos juntas por este curso me verás bastante a menudo.

El rostro de su amiga resplandecía de alegría, aunque de forma incrédula se atreviera a preguntar.

-¿De verdad? ¿Cómo es posible? Quiero decir, me encanta la idea, pero si eres la reina ¿Cómo vas a poder pasar un año entero fuera de tu reino?
-Mi chambelán que es el Canciller, se ocupará de la regencia entre tanto. Yo deseo completar mi educación y les hice ver a los miembros de mi corte que, para poder establecer unas buenas relaciones con la Tierra cuando llegue el momento, es importante que comprenda bien los usos y costumbres del planeta. Como ya me han hecho estudiar todo lo necesario sobre política, economía e historia de mi mundo y parte de éste, fui yo las que les sugirió que mi educación estaría completa si era capaz de aprender cosas sobre los niños. Para el día en que me case y tenga herederos. Aunque no sé cuándo será eso.
-Es buena idea. Si te preparas para ser maestra aprenderás entre otras cosas psicología.- Afirmó su amiga. - De ese modo también entenderás mejor a tus súbditos.
-Claro. – Convino Nehie, agregando. – Y nunca me olvidé de lo que me dijiste aquella vez, en tu habitación, cuando me distes tu pijama y tu madre nos contó un cuento. Te pedí si ella podría ser mi mamá también.  Me respondiste que era maestra y que hacía de mamá de los niños.
-Yo ya ni me acordaba, hasta que mi madre me lo recordó viniendo de camino. – Confesó Idina algo apurada. –
-Pues yo nunca lo olvidé, ni eso ni que cuando me marché e iba a devolverte el pijama que me prestaste, tú me dijiste que me lo quedase de recuerdo. Entonces me hizo muchísima ilusión pero también me supo mal no poder corresponder a tu regalo. Ahora finalmente voy a lograr hacerlo.


Y tras decir esto extrajo un pequeño estuche de color negro de una bolsa que llevaba con ella. Sin más se lo ofreció a Idina. Su amiga lo observó curiosa en tanto lo sostenía entre las manos y preguntó.

-¿Qué es esto?
-Ábrelo, por favor. – Le pidió su interlocutora con una expectante mirada clavada en ella. -

Su amiga obedeció descubriendo un hermoso collar de color dorado con dos medias lunas plateadas unidas entre sí y con los cuernos apuntando hacia arriba. ¡Era algo precioso! Se fijó en que era idéntico al que Neherenia llevaba pero con una luna menos. Entonces su compañera de viaje le explicó.

-Es el símbolo de la realeza de mi mundo. El que yo llevo es el de la reina, tiene tres medias lunas. Con una dorada. El tuyo es el símbolo de una princesa. Puede llevarse como collar o colocártelo en la frente. De hecho, yo antes lo llevaba así, pero aquí no quiero llamar mucho la atención. - Y tras esa parrafada suspiró para rematar - Espero que te guste.
-Pero. Yo... no sé si podré aceptar algo tan valioso. – Pudo replicar su amiga visiblemente conmocionada. – Debe de ser muy caro…
-Tú y los tuyos me aceptasteis como parte de vosotros. En estos años nada ha habido para mí más valioso que vuestra amistad. Por favor, te suplico que también me dejes adoptarte a ti como parte de mi familia. – Le pidió Neherenia con visible emoción en su tono de voz, para remachar después. - Desde ahora y para los habitantes de mi mundo al menos, eres su Alteza Serenísima de la Cara Oculta de la Luna, la princesa Idina.  -
-¿Todo eso? Pues a ti - ¿Cómo te llaman en tu mundo?- Quiso saber su atónita amiga. –
-Pues…- Y tras fingir una voz más grave y rimbombante, su interlocutora replicó con tintes claros de auto parodia. – Su Soberana Majestad  Serenísima de la Cara Oculta de la Luna, la bella y gentil Reina Neherenia I. Condesa de Chauvenet y de Beijerinck y algún que otro título más del que ni me acuerdo. -  Y tras reírse con su compañera, añadió ahora con voz más queda y cómplice a un tiempo. - Pero me gusta más Nehie.

También emocionada Idina asintió, colgándose ese collar con agradecimiento. Pudo decir en tanto sonreía.

-¡Pues vaya un negocio tan malo has hecho! Un collar como éste y un título que suena tan bien a  cambio de un pijama de gatitos y un apodo.

Pero su contertulia sonrió más ampliamente para contradecirla en tono afable y agradecido según negaba con la cabeza.

-Mi soledad a cambio de unos amigos maravillosos. Mis aburridas rutinas de palacio sustituidas por unos hermosos recuerdos. Y mis títulos reales reemplazados por el título de amiga. Nunca podré daros nada que valga tanto como eso. Créeme cuando te digo que la que ha salido ganando, y con mucho, he sido yo.

Tras unos instantes en los que la otra muchacha no supo que decir, finalmente encontró otra cosa para romper ese silencio tan emotivo. Y dicho sea de paso, tenía mucha curiosidad, de modo que Idina le preguntó a su amiga.

-¿Cómo lo has hecho para poder matricularte en la Golden?
-¡Pues pagando la tasa de inscripción!, como tú. – Rio Neherenia que parecía haber desarrollado un gran sentido del humor. -
-¡Ja, ja!- Me lo imagino, pero. ¿Para superar la prueba de ingreso? Es muy dura, lo sé muy bien.
-Sí que lo es. Pero yo estudié muchísimo. Sobre todo cuando tus padres me comentaron que seguramente irías allí.

Idina se quedó boquiabierta otra vez. ¿Pero si ella se lo dijo a su familia pocas semanas antes? ¿Cómo era posible? ¿Acaso habrían viajado en el tiempo o algo así para saberlo? Ahora todo le parecía verosímil. Con los poderes que tenían las guerreras bien podría haber sido así. Aunque al comentarle aquello a su compañera de asiento ésta solamente se rio negando con la cabeza para rebatir.

-¡Nada de eso!, lo que ocurre es que tus padres te conocen muy bien. Siempre que les hablabas de que querías ser maestra imaginaron que algún día te gustaría estudiar donde lo hicieron ellos. Esas noticias me llegaron a través de las guerreras de la Luna Blanca cuando tu madre hablaba con Rei para decirle lo que ibas a hacer.
-¡Vaya con mis padres! – Tuvo que admitir la muchacha visiblemente impresionada. –
-Por mi parte estoy muy feliz. Y también me llenó de satisfacción ser capaz de superar esas pruebas por mí misma.- Miró entonces a su amiga y le confesó. - ¿Sabes Idina? Lo malo de ser una reina es que nunca sabes si eres tú la que de veras hace algo bien o son tus súbditos y cortesanos los que te dicen que es así. En el palacio claro, estudiaba y me examinaban. Aunque siempre me esforcé porque me dijeron desde muy niña que era mi deber. Sin embargo, lo que deseo es estar en un sitio donde me traten como a una más. Si tengo que lograr algo que merezca la pena quiero que sea porque lo consiga como otra persona cualquiera. Por mis propios méritos.
-Estoy de acuerdo. Eso es lo que siempre he querido hacer también y lo que me enseñaron mis padres.- Afirmó su contertulia.-
-Tus padres son unas personas maravillosas. Si algún día soy madre, quisiera ser tan buena para mis hijos como ellos lo han sido para ti. Y darles el cariño que se respiraba en tu hogar.
-Siempre hemos estado muy unidos.- Convino su amiga, añadiendo.- A mí me gustaría también ser tan buena madre como la mía lo ha sido para mí.
-Desde pequeña, sobre todo tras conoceros, he pensado en que si tuviera una hija la llamaría…
-¡Mimí! ¿Cómo mi muñeca y mi prima?- Trató de adivinar Idina.-
-¡No! - Se rio su interlocutora que le contó.- He leído muchos libros y entre ellos, hubo uno que me llamó la atención. No sé si lo conocerás. Se titula Alicia a través del espejo.
-Sí, es de Lewis Carroll. La segunda parte de Alicia en el País de las Maravillas.- Afirmó Idina.- De niña mi madre me los leía. Bueno, esos y otros muchos más.

            Neherenia asintió, para declarar.

-Alguna de mis damas de compañía me lo leían también. Aunque en cuanto pude aprender a leer bien quise hacerlo yo misma. Me gusta mucho ese tipo de obras de la literatura. Y esa en especial. Porque me sucedió lo que a esa niña. Descubrí un mundo maravilloso, lleno de personas extraordinarias, al otro lado de mi espejo. Por eso, si llego a tener una hija me gustaría llamarla Alice.
-Eso sería muy bonito.- Convino su contertulia que pasó a querer saber con visible interés y con algo de humor. - ¿Y tú, qué nombre has utilizado para inscribirte en la Golden? ¿Alice o la reina de Corazones?
-¡No! – rio de nuevo ésta para desvelar. - Me he inscrito con mi nombre, Neherenia. Pero mi apellido tuve que improvisarlo, porque necesitaba uno, es Moonlight.
-¡Hay que reconocer que está bien traído! – Rio también su amiga. –
-Lo que realmente deseo es ser una chica completamente normal durante todo este tiempo. Ningún trato de favor, ni permisos especiales. – Le confesó Nehie. – Eso mismo hicieron Chibiusa y sus padres. Y todas las guerreras. Nacer y vivir como personas normales hasta despertar con sus auténticas identidades. Eso les permitió conocer y comprender a la  gente corriente. Me han enseñado que esa es la mejor manera de querer y poder ayudar y proteger a los demás.

Idina asintió con aprobación. Así debían ser las cosas. Entonces pasó el servicio de almuerzo. Las dos compraron sendos bocadillos y unos refrescos. Sin percatarse llevaban ya más de dos horas de vuelo charlando y recordando viejos tiempos. Ya tenían hambre. Era divertido ver como toda una reina se las veía y las deseaba para hincarle el diente a esos dos panes con jamón y queso. Le sucedió igual a su compañera de almuerzo. Ambas tuvieron que dar por perdida su batalla frente a las migas que caían incesantemente. No obstante, lo de menos era mancharse un poco. De modo que ninguna habló hasta dar buena cuenta de la comida y los refrescos. Entonces se sintieron mejor y Neherenia reanudó la conversación.
-Esto ha sido difícil de comer.
-Supongo que no estarás muy habituada a este tipo de manjares, ¡ja, ja! - Se rio su amiga.-
-No, la verdad. En palacio todo se hace de manera muy elegante y sofisticada.- Suspiró Nehie moviendo la cabeza.-
-Pues aquí no.- Comentó una divertida Idina, remachando.-  Somos aburridamente normales.
-De aburridos nada. Y permíteme decir que siempre os admiré precisamente porque erais una familia normal. Y cuando luego descubrí los poderes que tenían tus padres y tus otros familiares aún me impresionaron más. Podrían haber dominado este mundo de haberlo querido, y sin embargo vivían aquí sin llamar la atención. Bueno, al menos en lo posible. –

La joven sonrió recordando ahora al tío de Idina, el tal Roy, que era tan divertido cuando cantaba y jugaba con ellas y así lo comentó con nostalgia y una sonrisa.

-Tu tío era realmente muy gracioso. De niña yo me quedaba atónita con él. Nunca olvidaré cuando nos despedimos, esa fiesta que organizó.

Idina también se acordó en esta ocasión. Fue cuando Neherenia, tras unos días, estaba a punto de irse. Su prima igualmente debía regresar a su casa. Las vacaciones de invierno tocaban a su fin. Cuando llegó el momento los padres de Kerria regresaron por la niña. Ya habían recogido a Leval del campamento, aunque éste terminase al día siguiente, por lo que ni Alan ni Lance estaban todavía en casa. Era de mañana y el avión partía a la tarde, como tenían tiempo a Roy no se le ocurrió mejor cosa que montar una improvisada fiesta de despedida junto con su amigo Tom. Echando mano de un karaoke que el padre de Idina tenía casi olvidado ambos dieron un recital con algunas de las canciones que solían interpretar de muchachos.

-¡Hey!, escuchad ésta. Es una de mis favoritas.- Les pidió a las atónitas crías, para añadir con humildad.- Con el permiso y el perdón del maestro Freddie. Desde luego no soy él, Pero trataré de no estropearla mucho.

            Y en tanto la música comenzaba Roy la acompañó sin estropearla en absoluto, con su estupenda voz.

Es una clase de magia
Es una clase de magia

Un sueño, un alma, un premio
Una meta, una mirada dorada
Podría ser 

un tipo de magia 
una mirada dorada, 
es un tipo de magia. 

Y bailaba, ya fuera con una o con otra de las niñas. Subiendo a sus hombros a la divertida Kerria y danzando con Nehie e Idina ante las divertidas miradas de su mujer y de los padres de su sobrina…

Un rayo de luz 
que te muestra el camino 
ningún hombre mortal 
puede ganar hoy día, 
es un tipo de magia. 

La campana que suena dentro de tu mente 
está desafiando 
de las puertas del tiempo 
es un tipo de magia. 

La espera parece eterna aquí 
el día empezará con cordura 
Es un tipo de magia (es un tipo de magia) 
Solo puede quedar uno 
esta rabia que duró mil años 
pronto desaparecerá. 

Esta llama 
que nace 
dentro de mí 
estoy oyendo secretas armonías. 
(Es un tipo de magia) 
La campana que suena dentro de tu mente 
está desafiando 
las puertas del tiempo. 

(Es un tipo de magia, 
es un tipo de magia) 

Esta rabia 
que duró 
mil años 
pronto se, pronto se 
Pronto se irán 

Esto es un tipo de magia 
Sólo puede haber uno 
Esta rabia 
que duró mil años 
pronto se irá (se irá) 
(Magia) 

Es un tipo de magia 
es un tipo de magia 
magia, magia, 
magia, magia 
es magia 
es un tipo de magia

(A Kind of Magic. QUEEN. Crédito al autor)

-¡Qué canción tan  bonita! - Alabó Neherenia.- Y cantas muy bien.
-Eso no es nada. Como os he dicho antes, tendrías que escuchar al cantante original.- Le dijo Roy añadiendo con sentida admiración y nostalgia.- Ese sí que era un maestro. Y hasta tuve la oportunidad de cantar con él.
-¿Y ya no canta más, papi?- Quiso saber Kerria que seguía subida en sus hombros.-
-No cariño, bueno. Ahora canta desde el Cielo.- Pudo responder él.-
-¿Y fuiste allí para cantar con él, tío Roy?- Quiso saber una perpleja Idina.-
-Pues sí, más o menos.- Se sonrió el interpelado.-
-¿Cómo lo hiciste?- Inquirió Neherenia con visible asombro.-
-Fue muy fácil, subí al Cielo también y…

            Aunque éste se detuvo a media frase porque con las caras que pusieron su mujer y sus amigos enseguida se dio cuenta de su desliz y matizó.

-Quiero decir. Fue un tipo de magia, como dice la letra. Tenemos el karaoke, así que puedo cantar con él siempre que quiera. ¡Ja, ja!- Sentenció llevándose una mano al cogote en tanto se reía tratando de salir de ese apuro.-


Las niñas asintieron. Eso era verdad. Aunque en su inocencia de entonces no repararon en las caras de alivio de los padres de Idina y  sobre todo de Bertie que movía la cabeza entre resignada y admonitoriamente ante el encogimiento de hombros de su atolondrado marido. De todos modos las pequeñas lo pasaron en  grande. Roy incluso las tomó en brazos de nuevo y danzó con ellas al ritmo de más canciones. Todos se divertían bailando y jugando también con Tot que correteaba, ladraba y saltaba a su alrededor como si quisiera participar de ese festejo.  Neherenia estaba muy entretenida  jugando con esa simpática mascota a la que al principio había mirado con cierta prevención. En la Corte no había animales de esos. Poco después, su amiga Idina le convenció de que era un perrito muy majo. Aunque a la pequeña soberana le costó llevarse algún que otro lametón. Finalmente se hicieron buenos amigos.

-¿Qué pasó con Tot?- Le preguntó jovialmente a Idina. –
-Bueno, hace unos años que se murió. Era muy mayor para ser un perro. - Se lamentó su interlocutora para tristeza de su amiga. –
-¡Cuánto lo siento!, era muy simpático. – Le dijo Nehie visiblemente apenada. –
-Ahora tenemos otro, un pastor alemán hembra que se llama Tat. – Sonrió Idina añadiendo con humor. – Como puedes ver, ¡no nos rompimos la cabeza buscando nombres!

Su amiga se rio por la ocurrencia. ¡Era cierto! Todavía recordaba a aquel can jugando con ellas y como bailaba con la música en aquella improvisada fiesta de despedida que le dieron. En una de las canciones, el mismo tío de Idina jugó con el animal y luego levantó en brazos a la propia Neherenia bailando con ella. Aquello hizo las delicias de la niña que, cuando aquel hombre tan fuerte y simpático la dejó en el suelo tras danzar con ella por todo el salón, le miró admirada para alabarle.

-Me gusta mucho como cantas. Y esas canciones son muy divertidas. ¿Las has compuesto tú?
-¡Qué va! Son de artistas muy buenos, de las mejores décadas del sesenta al noventa. - Afirmó el padre de Kerria, añadiendo. – Y yo estoy un poco desentrenado. Pero ya te daré una lista para que el disk jockey de tu palacio te las pinche. – Remachó con su inconfundible tono bromista ante la confundida mirada de su interlocutora que no comprendió nada de aquello. -
-En otras palabras – terció Bertie divertida, dirigiéndose a Neherenia con mucha amabilidad. – Te escribirá los nombres para que te las pongan en Palacio.
-¡Qué bien!- Aplaudió la niña con visible alegría. -¡Muchas gracias!

Roy le puso una que decía algo de unas alas rotas y la acompañó cantando con un tono de  voz potente y al tiempo suave y confortador.

Nena, no entiendo
Porque no podemos tomarnos 
de la mano

Ésta puede ser la última vez
Me temo, a menos que aclare todo
Te necesito tanto

Toma éstas alas rotas
Y aprende a volar otra vez
Y aprende a vivir libre

Y cuando escuchemos las voces cantar
El libro del amor se abrirá 
y nos dejará entrar

Nena, creo que esta noche
Podemos tomar lo que está mal
Y solucionarlo

Te necesito tanto
Nena, es todo lo que sé
Que eres la mitad de carne
Y sangre que me completa
Te necesito tanto.

(Broken Wings. Mister Mister, crédito al autor)

 Ahora aquella chiquilla, ya adulta, recordaba eso y sonreía para comentar a su amiga en tanto ésta ojeaba por la ventanilla del avión.

-El caso es que, desde entonces, pedí que se sintonizaran algunas emisoras de radio de la Tierra. Sobre todo de música. Y no estoy tan perdida en esa materia como en otras. Gracias a tu tío Roy y a tu padre. Y como tuve que aprender a bailar en palacio. Bueno, pues eso tampoco se me da mal.
-¡Igual que yo! – Afirmó Idina entusiasmada contándole a su vez. - Aparte de cantar he estudiado algo de ballet y danza.  Una de las cosas que quiero hacer en la Golden es entrar en el equipo de animadoras. Como hizo mi madre cuando estudió allí.
-¿Animadoras?- Se sorprendió Neherenia que la miró sin entender. –
-Son unas chicas que bailan durante los partidos de baloncesto o de fútbol en la Universidad. – Le explicó su contertulia. - Daba mucho prestigio formar parte del equipo de la Golden. Eso me decía mi madre.
-En ese caso yo quiero intentarlo también. – Afirmó su compañera de viaje para pasmo de la muchacha. – Si tu madre lo hizo seguro que será interesante.

Idina casi se rio imaginando a toda una reina como su amiga con los pompones y la faldita ejecutando los pasos de baile. Seguro que en su corte eso no iba a ser muy bien recibido. Pero, ¡qué narices! Se trataba de que Nehie disfrutase de la experiencia. Sería estupendo que las dos pudieran entrar y compartir aquello juntas. Todavía siguieron charlando un rato más hasta que ambas estuvieron cansadas. Se acomodaron lo mejor posible para echar una cabezada. Neherenia pensaba ahora, a medio camino entre la ensoñación y el recuerdo en aquellos días pasados junto a la familia de su amiga. Fue poco antes de irse cuando Cooan pudo hablar un poco con ella a solas.

-Cuanto te agradezco todo tu cariño y tu ayuda, Cooan.- Musitaba ya medio dormida.- En esos días fuiste lo más cercano a una madre que nunca haya tenido…

En aquel sueño evocador era una cría otra vez y estaba guardando el pijama que le había regalado Idina cuando la madre de ésta entró en la habitación. Kerria se había ido con sus padres el día anterior y ahora ambas niñas estaban solas. En ese momento la pequeña de Cooan había salido un rato con su padre y el perro a comprar algunas cosas. Neherenia se quedó porque debía hacer el equipaje. No tenía mucho pero le estaba costando trabajo. No estaba acostumbrada a ese tipo de tareas que siempre delegaba en sus sirvientes.

-¿Qué tal vas cielo, puedo ayudarte?- Le preguntó la mamá de su amiguita. -
-Sí, gracias. No sé cómo se guarda esto. – Reconoció la pobre cría con preocupación. -

La solícita anfitriona entró y enseguida se percató del caos de ropas a medio doblar que esa niña tenía sobre la cama con tan solo una pequeña maletita que le habían comprado para guardar aquello. Pero sonriendo de forma alentadora comenzó a doblar con presteza aquel pijamita de gatitos y el resto de las ropitas que le habían regalado a su invitada.

-¡Qué bien lo haces!- Se admiró Neherenia para afirmar. - En palacio mis sirvientes siempre me hacen estas cosas y no sabía que fuera tan difícil.
-Eso es porque nunca lo has hecho. Pero con un poco de práctica enseguida se aprende. ¿Ves? Debes doblar así. – Afirmó Cooan indicándole a la pequeña que observaba con atención, más cuando su interlocutora le dijo invitándola a hacerlo. - Ahora tú.

La cría trató de repetir lo que había visto y lo cierto es que le quedó mejor que antes. Aun así el resultado no se podía comparar al de la adulta que la observaba divertida.

-No se me da nada bien. - Suspiró la pobre cría con tono alicaído. –
-Tranquila. Nadie nace sabiendo. – Le contestó Cooan con afecto en tanto acariciaba un poco el pelo de la chiquilla. - Lo importante es intentar aprender. Mira, yo tampoco sabía hacer muchas cosas cuando llegué aquí.
-¡Pues ahora lo haces todo muy bien! – Se admiró la niña. -
-Hubo un tiempo en el que yo era como tú. Bueno, muy parecida. Viví en un lugar en el que todo era aparentemente más fácil. Aunque no teníamos el cariño que existe aquí. - Le explicó su interlocutora. - Pero cuando descubrí lo que significaba querer a alguien y que te quisieran cambié sin dudar mi antigua vida por ésta.
-Pero yo soy la reina de mi mundo. – Pudo decir la chiquilla sintiéndose un poco triste al remachar. - No puedo dejar mis obligaciones. Aunque me gustaría ser una niña como Idina. Y tenerte  como mamá.
-Cariño – le sonrió Cooan con ternura al declarar arrodillándose junto a la pequeña para estar a su altura en tanto le acariciaba una mejilla. – Por muy reina que seas, ahora eres una niña igual que mi hija o que mi sobrina Kerria. Lo único es que tienes una responsabilidad muy grande para tu edad. ¿Sabes que es lo que creo que debes hacer? – La cría desde luego no lo sabía pero deseaba enterarse y su interlocutora enseguida le desveló. - Debes ser una buena reina, y seguro que lo serás. Gobierna a tus súbditos con sabiduría y prudencia, pero siempre con el corazón. Quiérelos, busca lo mejor para ellos y seguro que te corresponderán. Rodéate de buenas personas y toma ejemplo de su bondad.
-Sí.- Asintió la niña con gesto convencido. – Eso me han dicho siempre que haga.
-Tienes a Chibiusa y las amazonas, ellas te mostrarán el camino, y serás bien recibida aquí cuando quieras venir a vernos. Y lo más importante de todo. -Remachó su contertulia sentenciando.- Recuerda que no estás sola. Siempre estaremos a tu lado y seremos amigos tuyos.

Neherenia sonrió feliz, igual que ahora lo hacía en esa especie de duermevela. Apenas si pudo saber cuánto tiempo soñó, o rememoró. Le pareció que había transcurrido solamente un instante cuando la voz del comandante del vuelo las sacó a ella y a Idina de esa especie de siesta. El piloto anunciaba la maniobra de aproximación al aeropuerto de La Guardia. Las chicas se desperezaron y, casi sin darse cuenta esta vez, el aparato descendió y enfiló la pista aterrizando sin apenas producirlas molestias, salvo la impresión del reencuentro con el suelo. Ese fue el único sobresalto, cuando las ruedas tomaron contacto y comenzó a rodar para ir frenando poco a poco. Tras unos minutos para que el aeroplano pudiera detenerse del todo se abrieron las puertas. Las dos sacaron del maletero que tenían sobre sus asientos las bolsas de mano que llevaban y salieron siendo cordialmente despedidas por la tripulación que les agradeció haber volado en  esa compañía, al igual que al resto de los pasajeros.

-Bueno, ahora debemos ir a por las maletas. – Le indicó Idina a su confusa amiga. -
-¿No nos las traen?- Inquirió Neherenia con tono de sorpresa. -
-¡Ja, ja!- Bienvenida al mundo de los plebeyos, su Serenísima Majestad o cómo sea que te digan. – Se burló su compañera, eso sí, con buen talante. - ¡Hala Nehie!, vamos a la zona de equipajes. - La arengó de seguido. –

Ésta sonrió divertida al percatarse de inmediato que su amiga le devolvía las bromas que ella previamente le había gastado. Por supuesto que fue tras sus pasos y al cabo de unos minutos llegaron hasta una especie de cinta rodante por la que salían multitud de bultos y equipajes. Idina le indicó entonces a su compañera.

-En cuanto veas la tuya vas y la quitas de esa cinta. Entonces ya podremos irnos.

Por fortuna no tuvieron que aguardar mucho rato. Tan pronto vio su equipaje Neherenia hizo como le había dicho su amiga. Paradójicamente tuvieron que esperar algo más a la maleta de Idina. Pero finalmente ella pudo recuperarla y las chicas salieron de allí, rumbo a la zona de salidas del aeropuerto. Nada más acceder a la misma, tras un cordón, las dos escucharon unas voces familiares.

-¡Chicas, aquí!

Eran Roy y Bertie que habían ido a buscarles. Su sobrina enseguida sonrió corriendo hacia ellos. Nehie la siguió. Tras los abrazos de rigor el tío de Idina se ofreció a llevar las maletas. Las chicas aceptaron agradecidas dado que abultaban bastante y pesaban también lo suyo.

-¡Cuánto me alegro de veros! – Decía entre tanto Beruche que les comentó. – A Kerria le hubiera gustado venir, pero tenía unos compromisos. Luego la veréis.
-Sí, me hace mucha ilusión volver a ver a la prima. – Repuso Idina que quiso saber. -  ¿Qué tal le va a Leval?
-¡Uy!- Suspiró su madre. – Estudiando mucho en la Academia Militar. - Y no para de entrenarse, en eso y con su padre.
-¿Y el resto de los primos y Amatista y sus padres?- Se interesó la sobrina de Bertie. -
-Ya te contaré. – Le prometió su tía queriendo saber a su vez. - ¿Y por casa que tal todo?
 -Muy bien.- Afirmó la muchacha. - Mis padres y mis hermanos os mandan saludos.
-Ya hablaré yo con el atontado de tu padre. – Sonrió Roy sentenciando con jocosidad. - Últimamente no se ha dignado ni llamarme.
-Ha estado muy atareado con los gimnasios y apenas si tiene tiempo para nada más. – Se disculpó la chica visiblemente azorada. –
-¡Es broma, cariño!– Replicó desenfadadamente su tío para sentenciar admitiendo. - Tan atontado estoy yo como él. Tampoco le he llamado. Pero tus padres tienen que venir para cuando empecéis. Por cierto. Discúlpame. – Agregó reparando ahora en esa jovencita tan callada que acompañaba a su sobrina. - ¿Tú eres Nehie, verdad? Me dijeron que ibas a venir a estudiar aquí también.
-Sí, soy yo. Me alegro de verte otra vez. – Sonrió la chica. -
-Yo también, te recuerdo de pequeña, eras una niña muy mona. Y te has convertido en una chica muy guapa. ¡Vas a ligar mucho en la Golden State! – Aseveró él riéndose divertido en tanto su contertulia y su sobrina se ruborizaban visiblemente cuando agregó. – No me los revolucionéis, ¿eh chicas?
-¡Anda Roy!- le cortó Beruche con tono simulado de reprimenda una vez llegaron al coche. - Carga las maletas y no empieces como de costumbre.

Su marido obedeció sin rechistar. Una vez acomodado el equipaje les tocó el turno a ellos. Era Bertie la que conducía mientras su animado esposo se ponía en el lado del copiloto para declarar.

-¡Ah! recuerdo la de veces que vinimos a recoger o a llevar a Ami al aeropuerto cuando se pasaba por aquí a estudiar algún master de esos de medicina o a algún congreso. Y alguna vez vine a buscar también a las amazonas y a Chibiusa. Y les ponía algo de música.

Y ni corto ni perezoso sincronizó el ordenador del automóvil con unas cuantas canciones que Neherenia enseguida reconoció. La chica sonrió  en tanto escuchaba como Roy las acompañaba con su propia voz, cantando como siempre de maravilla.

-A ver si te acuerdas de ésta.- La retó el padre de Kerria.-

Si pudiera pasar la página 
en el tiempo entonces yo reordenar 
sólo uno o dos días 
cerrar mis, cerrar mis, cerrar  los ojos 

Y la propia soberana se unió a él para sorpresa del resto, dado que conocía la letra de muchas tras haberlas oído en numerosas ocasiones en palacio.

Pero no pude encontrar una manera 
así que me conformo por un día 
creer en ti 
cuéntame, cuéntame, cuéntame mentiras 

 Cuéntame mentiras 
 Cuéntame dulces mentiritas 
(cuéntame mentiras, cuéntame, cuéntame mentiras) 
¡Oh, no, no, no puedes disfrazar! 
(no se puede disfrazar, no se puede no disfrazar) 
decirme mentiras 
Cuéntame dulces mentiritas 

Y finalmente Idina se apuntó. Lo cierto es que los tres hacían un gran trío de voces.

Aunque yo no estoy haciendo planes 
espero que usted entienda 
hay una razón por la cual 
cerrar el, cierre su, cierra los ojos 

No más corazones rotos 
estamos mejor separados 
vamos a darle una oportunidad 
dime, dime, dime mentiras 

Dime mentiras 
Cuéntame dulces mentiritas 
(dime mentiras, dime, dime mentiras) 

¡oh, no, no, no puedes ocultar!
(no se puede disfrazar, no se puede no, disfrazar) 
decirme mentiras 
Cuéntame dulces mentiritas 

Si pudiera pasar la página 
en el tiempo entonces yo reordenar 
sólo uno o dos días 
cerrar mis, cerrar mis, cerrar los ojos 

Pero no pude encontrar una manera 
así que me conformo por un día 
creer en ti 
dime, dime, dime mentiras 

Dime mentiras 
Dime dulces mentiritas 
(dime mentiras, dime, dime mentiras) 
oh, no, no, no puedes ocultar 
(no se puede disfrazar, no se puede no disfrazarse) 

Dime mentiras 
Dime dulces mentiritas 
(dime mentiras, dime, dime mentiras) 
oh, no, no, no puedes ocultar 
(no se puede disfrazar, no se puede no disfrazar) 

decirme mentiras 
Dime dulces mentiritas 
(dime, dime mentiras)...

(Fleetwood mac. Little lies. Crédito al autor.-

Beruche conducía sonriendo divertida y escuchaba con deleite. Y entre canción y canción el viaje así se les hizo muy corto y en apenas tres cuartos de hora llegaron a casa de los Malden. Tras aparcar el coche dentro del garaje del chalet sacaron las maletas y entraron en la casa en tanto Roy les indicaba.

-Bueno, tenemos varias habitaciones. Al menos cinco, de modo que no habrá problema. La de Leval está ahora desocupada porque se pasa la vida metido en la academia militar. Pero con lo  quisquilloso que es con el orden mejor la dejamos así para cuando vuelva. Kerria está en la suya y vosotras dos podéis acomodaros en un cuarto cada una.
-No quisiéramos molestar, tío – Repuso Idina algo cohibida. -
-¡No digas tonterías, cariño! ¡Cómo vais a molestar! – Sonrió Beruche anticipándose a su propio esposo. - Espera a que llegue Kerria y os vea. Lo contenta que se va a poner mi hija.
-Es usted muy amable, muchas gracias. – Contestó ahora Neherenia que añadió deseando que así fuera. -Algún día tienen que venir a visitarme a mi mundo.
-¡Pues no sé yo los vuelos que haya para la Luna! – Se rio Roy haciendo que su esposa e incluso su sobrina se rieran con él.-

Aunque la reina se lo tomó de forma más literal, sobre todo al replicar algo insegura mientras tomaban asiento en un amplio sofá del salón.

-No creo que esos aviones terrestres sean capaces de llegar. No con esa tecnología. Aunque las amazonas y las guerreras sí que pueden con el sailor teleport.
-¡Es una broma! – Le explicó Roy, que añadió con amabilidad. - Estaremos encantados un día de estos de irte a ver. No te preocupes, yo también domino una técnica que me permitiría ir.
-Es cierto. Lo vi con mis propios ojos.- Confirmó Idina que no se acordaba bien del nombre cuando dijo. – Mi padre me lo contó. Es una técnica que se llama transmisión, o transición, no estoy segura. Algo instantáneo. Recuerdo cuando apareciste de pronto en casa, hace años.
-Aquello fue una urgencia. Por eso lo hizo tu tío.- Le recordó Bertie haciendo que el semblante de Idina y el de Roy se pusieran serios.-

            No obstante, cuando la señora Malden se percató de aquello enseguida quiso arreglarlo. Sonrió animosa para posar sus manos sobre las de su esposo y decir.

-Sin embargo, esto también podría considerarse algo muy importante.
-La translación instantánea. – Comentó Roy con tono reflexivo. - ¡Y pensar que podía haberlo hecho todo el tiempo y teníamos que usar el avión!
-¡Claro que sí! - Terció Beruche a su modo inflexible para explicar a las chicas. - Siempre quisimos que nuestros hijos crecieran en un mundo lo más normal posible. No hubiera sido muy lógico que su padre apareciera y desapareciera cada dos por tres delante de ellos.
-Tienes razón, tía Bertie. – Convino Idina admitiendo. - Mis padres pensaban igual. Solo cuando fue inevitable me contaron toda la verdad. Y me traspasaron la responsabilidad de ser una justiciera.
-¿Eres una justiciera?- Se sorprendió Neherenia. –
-Sí.- Le confesó su amiga agregando. - En confianza. Nadie lo sabe más que la familia. Ni siquiera mis mejores amigos. Pero tú eres muy especial. Además de ser mi amiga sabes el secreto de las guerreras y eres de la Luna.
-Gracias por tu confianza. Y ya que has sido tan sincera contigo, yo lo seré a mi vez. – Le comentó la muchacha haciendo que todos la observaran con interés cuando declaró. - También puedo transformarme en guerrera.
-¿También tú?- Se sorprendió Beruche. –
-Sí, veréis…- les relató.- Todo comenzó hace unos meses…

La joven reina casi había terminado con una de aquellas fatigosas recepciones en la Corte. Estaba ya cansada y aquello se le hacía interminable. Por fortuna las últimas invitadas eran la princesa del Milenario de Plata y su escolta. Muy feliz de ver a sus amigas, Neherenia las hizo pasar a su salón privado dejando fuera a sus escoltas e incluso ministros. No le fue demasiado difícil convencer a su séquito. Dijo que los asuntos a tratar eran personales y no de Estado. Y allí estaban Chibiusa y las guerreras asteroides. Designadas oficialmente por la Reina Serenity y el Rey Endimión como embajadoras ante el Reino de la Cara Oculta de la Luna. Fue Chibiusa la que, tras el saludo protocolario de rigor, abrazó cariñosamente a la muchacha y le dijo.

-Me alegra verte tan bien. Hacía ya tiempo que no podíamos reunirnos.
-Es verdad, – convino su interlocutora en tanto las ofrecía sentarse en unas sillas con un ademán de sus brazos. – Os echaba mucho de menos…

Todas tomaron asiento y Chibiusa prosiguió.

-Mis padres están al tanto de tus progresos, les he ido informando durante estos años y están muy felices por ti y por tus súbditos.
-Estoy contenta de poder considerar a tus padres y a tu reino como amigos. – Afirmó de igual modo Neherenia. -
-Tanto es así que ella desea regalarte algo que selle aún más nuestras relaciones de mutuo cariño y respeto.

Y la joven princesa hizo una seña a Cere–Cere que le acercó una cajita de color caoba. Chibiusa la tomó entre sus manos y se la entregó a su interlocutora en tanto le pedía con jovialidad.

-Es un regalo personal de parte de mi madre. La Soberana del Milenario de Plata. Ábrelo, por favor.

Neherenia no se hizo de rogar. Ella tenía también mucha curiosidad por ver de qué se trataba. Al abrir la cajita descubrió, envuelto en un trapito de terciopelo rojo, un pequeño bastón  de marfil rematado con una media luna de color oscuro.

-¡Es precioso!, no sé qué decir. Muchísimas gracias. Envía mi reconocimiento a tu madre y mejores deseos a los reyes del Milenario de Plata y Neo Cristal Tokio. – Pudo decir la soberana sosteniéndolo en una de sus manos. -

La princesa de los citados reinos sonrió mirando con complicidad a sus escoltas que le devolvieron esa sonrisa. Fue entonces Ves – Ves la que se permitió decir con tono entre pícaro y divertido.

-Pero eso no es todo. Majestad.
-No, ese bastón tiene otra sorpresa. – Apuntó Jun – Jun. –
-¡Sí!, ¡es verdad! Ya verás cómo te gusta. – Terció una entusiasmada Para – Para dando palmas. -
-Chicas, no la atosiguéis – Les pidió Cere- Cere que, pese a ello agregó con tintes enigmáticos. - Tiene truco.

Neherenia las miró sin entender de qué podría tratarse aquello. Aunque Chibiusa fue la encargada de revelárselo.

-Es un transformador. Lo han diseñado Luna y Artemis con sus mejores deseos. Te permitirá invocar su poder y convertirte en una Guerrera de la Justicia.
-¿Yo?- Se señaló la atónita reina a sí misma posando una mano sobre su pecho. – No sé si seré la persona adecuada para eso.
-¿Quién mejor?- Replicó desenfadadamente Chibiusa para agregar. - Tienes que decir,  ¡Cara oculta de la Luna, dame el poder!
-Vamos anímate. – Le pidió Ves- Ves. –
-Sí, ¡será muy guay! – Intervino Para – Para. –
-No sé qué decir. – Musitó la reina mirando alternativamente ese pequeño bastón y los rostros expectantes de sus amigas.- No tengo palabras…
-Pues entonces di  solamente las palabras precisas para transformarte. – Le insistió Cere- Cere – ¡Anda!
-Por favor… – completó Jun - Jun -
-Vamos. No te preocupes.- La animó Chibiusa indicando a sus guardianas. – Apartémonos un poco para darle espacio.

Las demás obedecieron en seguida. Por suerte aquella estancia era muy amplia. Neherenia, animada por todas, decidió invocar esa transformación.

-¡Cara oculta de la Luna, dame el poder!


Al instante se vio envuelta en una luz destellante de color plateado que la hizo girar sobre sí misma. Su cuerpo apareció desnudo en un breve flash únicamente para ser vuelto a vestir con unas botas hasta la rodilla de color negro con ligero tacón, minifalda a juego, un corpiño blanco y una diadema plateada que sujetaba su frente. Lucía un gran lazo negro también sobre el pecho y en el cuello una cinta de tono blanco con tres lunas en fase creciente con los cuernos apuntando hacia arriba, inscritas en ella. Y casi sin que pudiera ni pensar en lo que decía, exclamó.

-La cara Oculta de la Luna es mi guardiana, Yo soy la Guerrera de la Justicia Sailor Shadow Moon. ¡Y en nombre de los misterios de la Luna te castigaré!- Anunció haciendo un curioso juego con sus brazos y manos que recordaba bastante al de Guerrero Luna.-

Tras de ella escuchó unos cálidos aplausos, las Sailor Asteroides también se habían transformado, al igual que Chibiusa que ahora lucía su rosado uniforme de guerrera Chibi Luna. Aunque ya vista la edad que tenía, aparentando al menos veinte años, no dejaba ya ese nombre muy creíble.

-Vale, y ahora, ¿cómo vuelvo a mi estado normal? - Quiso saber Neherenia. –
-Te bastará con desearlo. - Le respondió Ves - Ves –
-El caso es que me apetece estar así un ratito más. Creo que me miraré en el espejo. – Comentó la muchacha visiblemente satisfecha con su apariencia. -
-Mejor deja el espejo para otro rato, ¿vale?- Le sugirió Cere – Cere con el asentimiento del resto.
-¿Por qué?- Se extrañó la soberana.-
-No, por nada de particular, cosas nuestras.- Se sonrió Ves-Ves.-
-Sí.- Ya te lo podemos decir nosotras, quedas genial con ese uniforme. – Afirmó Jun – Jun
-Es verdad. ¡Estás muy mona! – La alabó Para – Para.
-Digna para concurso de miss.- Remató Cere- Cere-
-Anda chicas. No seáis tontas. Claro que puede mirarse en el espejo.- Las regañó jovialmente Chibiusa.-

            Así la joven se observó detenidamente y lo cierto es que quedó algo cohibida. Esa minifalda era bastante corta para lo que ella solía ponerse. Y el corpiño ajustado le marcaba claramente sus encantos…La verdad, ella no se había fijado mucho hasta entonces en aquello. Simplemente había crecido. Ahora se percataba que era bastante más alta que Chibiusa o cualquiera de las Asteroides. Y con los tacones de las botas que calzaba en ese momento incluso destacaba más.

-Por cierto. Estás realmente altísima. – Declaró Jun- jun que pareció leerle el pensamiento para preguntar.- ¿Cuánto mides?
-Pues hace poco que me hicieron el último reconocimiento médico.- Trató de hacer memoria Neherenia.- Me parece que más de metro setenta…creo que metro setenta y cuatro…aunque no creo que vaya a crecer más. Ya tengo más de dieciocho años.
-Es verdad. Tu cumple fue el pasado once de julio, ¿no es así?- Sonrió Chibiusa.-
-Siempre os acordáis.- Le agradeció su interlocutora afirmando.- Me gustó mucho vuestro regalo. Ese vestido de noche era precioso de la marca Deveraux. Y el collar de perlas a juego también. Espero estrenarlo pronto en alguna recepción de palacio.
-Te quedaba genial. Con ese talle que tienes.- La elogió Jun-jun.-
-Y con tu estatura. Podrías ser hasta modelo.- Afirmó Para- Para con entusiasmo.-
-Sí, y también te queda muy bien el uniforme de guerrera. ¡Estás muy sexy! - La halagó Ves - Ves.-
-Los hombres de la corte te van a adorar más aún. Si vas vestida así.- Se rio Cere-Cere, haciendo que el resto de sus compañeras lo hicieran a su vez.- Tienes que empezar a modernizar tu estilo…

            Neherenia se puso colorada. ¡Esas chicas tenían cada ocurrencia! Pero las quería mucho, de siempre fueron sus amigas y le enseñaron muchas cosas. La acompañaron en cumpleaños, navidades y otras celebraciones. Se preocuparon por ella como si de hermanas mayores se trataran. Lo mismo que Chibiusa. Aunque ahora, después de haber pasado los años, desde luego que ella había crecido y sus amigas parecían no haber cambiado nada. Quizás se debiera a su condición de guerreras. Así lo afirmó.

-Es increíble lo bien que os conserváis. A este paso me haré vieja y seguiréis igual.
-¿Por qué dices eso?- Se alarmó Jun- jun apresurándose a comentar.- No hay nada malo en  cumplir años…
-En eso no, pero en hacerse mayor sí. Es un ro…- Quiso sentenciar Para- Para, aunque entre Ves- Ves y Jun- Jun ya la estaban tapando la boca para sorpresa de Nehie.-
-No, bueno…lo que quiere decir nuestra compañera es que se pasa mejor siendo niña. Para algunas cosas solamente. ¿Verdad, Para- Para?- La inquirió Cere-Cere, con un tono que combinaba la reprobación con el retintín.-

            La aludida asintió y al fin sus colegas le retiraron las manos de la boca. Neherenia no comprendía de qué iba todo aquello. ¡Claro que no tenía nada de malo hacerse mayor! Así lo hizo constar dirigiéndose ahora a Chibiusa.

-Tus padres siempre han dicho que cada edad tiene su atractivo.- Declaró remachando convencida.- Tarde o temprano todos tendremos que pasar por hacernos mayores…

            La interpelada asintió con cara de circunstancias aunque enseguida esbozó una sonrisa de afecto y respondió.

-Precisamente. Y ahora que tú ya eres adulta hemos pensado que las cuatro sailor asteroides y yo podremos ayudarte en el entrenamiento para desarrollar tus poderes.
-¡Eso sería estupendo!- Exclamó la joven soberana eso sí, agregando con un tono más calmado y analítico. - Pero ahora ya no hay enemigos de los que preocuparse. Me contasteis que Sailor Moon liberó a la mismísima Galaxia.
-No te creas. Siempre hay problemas. El mal acecha y Caos no fue vencido, solo fue expulsado de manera temporal. Nunca se sabe cuándo retornará y cómo nos atacará. - Le comentó Chibiusa ensombreciendo su semblante ahora.- Por ello todos debemos estar preparados.

Aquello era cierto. Así, en tanto terminaba de contar aquello a sus amigos, fue Roy quien le dijo.

-Chibiusa tenía toda la razón. Nosotros pensamos que todo había terminado cuando derrotamos a los demonios y a la secta que les invocó. Pero estábamos equivocados. Hemos tenido numerosos enemigos después. Y de muchas procedencias. Fueran o no enviados de Caos, nos han dado muchísimos problemas.
-Sí. Y por desgracia ya no somos tan jóvenes. – Admitió Bertie a su pesar añadiendo con dulzura en tanto acariciaba la mejilla de su sobrina. – Pero ahora vosotras tenéis el relevo, sois una nueva generación. De modo que, una Guerrera de la Justicia extra nunca está de más. Créeme, puede que tengáis que usar vuestros poderes antes de lo que pensáis.
-Sí, pese a que no vengan enemigos poderosos del espacio o del averno siempre habrá delitos y criminales a los que podemos combatir. – Le explicó Idina. -

En ese tema estaban cuando oyeron voces fuera. Una muchacha se despedía de un chico. Puesto que la oían decir.

-Hasta mañana Brian. Ya hablamos, ¿vale?

Al poco se abrió la puerta. Una joven alta y hermosa, de grandes ojos verdes, pelo castaño claro y una larga trenza a juego, entró en el salón. Al principio se quedó mirando atónita, luego sonrió y corrió a abrazarse a su prima.

-¡Idina!, ¡Qué alegría! ¿Cuándo has llegado?
-Hace solo un rato. - Replicó la aludida estrechando a la muchacha entre los brazos. -


Cuando se separaron Kerria observó a esa otra atractiva chica de larguísimo cabello moreno de reflejos azulados y con ojos azules a tono. Había algo en ella que le resultaba familiar pero no recordaba. Hasta que su madre le resolvió el misterio.

-Ésta es Nehie. ¿No te acuerdas? Jugabais juntas de pequeñas. Ha venido a estudiar con tu prima a la Golden.
-Sí – Terció Idina con patente sentido del humor para presentar, según ella de forma oficial. – Es su Soberana Majestad  Serenísima de la Cara Oculta de la Luna. Y Sailor Shadow Moon. Guardiana de los Misterios de la Luna. Y más cosas que ni me acuerdo.
-¡No le hagas caso! – Terció desenfadadamente ella para conceder. - Puedes llamarme sencillamente Nehie como cuando éramos niñas.
-Pues hola Nehie, me alegra volver a verte.- Saludó la recién llegada.-
-Escucha, que no he terminado. – Prosiguió Idina, casi recobrando el resuello puesto que había soltado toda esa parrafada sin respirar. Se dirigió ahora hacia su compañera de viaje y a su vez declaró. - Y mi prima. Su alteza serenísima Kerria Lorein, princesa de Alliance y Señora del Invierno, así como la Justiciera Luchadora Dama del Hielo.
-Oye, ¡pues dicho así no suena del todo mal! - rio Kerria junto a sus padres, más cuando añadió con humor. - Pero lo malo sería escribir todo eso en una tarjeta de visita. Tú lo tienes más fácil, prima. Sin ningún título raro de esos.
-¡Eh!, un respeto Ky. – Demandó cómicamente ella que, entre risas compartidas con Neherenia desveló. - Que sepas que ahora soy su Alteza Serenísima de la Cara Oculta de la Luna. Y Justiciera luchadora La Dama del Fuego.
-¡Menos mal que somos americanos, aquí tanto título no significa un pimiento! – Rio Roy provocando más la carcajada general, más al remachar. – El único que respetamos es el del “Rey del Rock”

Y una vez extinguidas las risas, fue Neherenia la que tomó la palabra para decir.

-Me alegro de que aquí sea así. Quiero ganarme el respeto de la gente por como soy y cómo actúe, no por mis títulos.
-Te aseguro que lo lograrás, querida. – Aseguró Beruche que, con una sonrisa, rememoró. - Aun me acuerdo de la camiseta que le compramos a Kerria cuando tendría… ¿Cuántos hija? ¿Diez años?
-No sé, mamá. ¿A qué camiseta te refieres?- Quiso saber la chica que no parecía acordarse de aquello, en tanto tomaba asiento al lado de su prima. -
-¡Ah! Ya lo sé. Recuerdo a cual se refiere tu madre. -  Sonrió su padre al recordar. - A esa que ponía. Quiero ser presidente, no una princesa.
-Sí, ahora me acuerdo. – Asintió la hija de Roy y Beruche con una divertida expresión. – Era muy subversiva, ¡ja, ja!…
-Pues ya sabes, Nehie. – La animó Idina con un tono jocoso. - ¡Preséntate a las elecciones!

Y tras la chanza la reina sin embargo quedó pensativa y añadió.

-Quién sabe. Puede que no fuera mala idea actualizar un poco el gobierno de mi mundo. A mi lado siempre han gobernado el Canciller y el Consejo Real. Y bueno, cuando era niña, yo no es que gobernase mucho que digamos. Solamente me dedicaba a presidir audiencias y a ir de un lado a otro inaugurando obras. Además de a estudiar. Pero ahora ya soy adulta y legalmente tengo el poder de tomar decisiones.
-Pues ya sabes. Aprende bien en la Tierra y toda la experiencia que consigas podrías trasladarla allí para mejorar las cosas. – La animó Roy. -

Aquel era un interesante pensamiento. De hecho la chica se propuso conocer bien las formas de gobierno democráticas de la Tierra. Hechas esas reflexiones la charla siguió hasta que cayó la tarde. Tras ponerse cómodas e instalarse en las habitaciones departieron un poco más tras la cena y finalmente se fueron a dormir. En los días que siguieron Kerria avisó a Amatista. Una hermosa muchacha muy alta, rubia y de ojos violetas que estuvo encantada de pasarse por allí pese a que Leval y el primo de éste, Mazoui, de maniobras con los cadetes de su promoción, no estuvieran. Pero pudo conocer a Neherenia y tras revelarle que era la Dama del Viento, decidieron que había que llamar a la justiciera que faltaba, Katherine,  a la que quisieron traer lo antes posible. En este caso Roy si usó la translación instantánea.

-Hola, encantada de conocerte.- Saludó la recién aparecida, sujeta del brazo de su tío.-
-Es un placer.- Sonrió Neherenia.-
-Bueno, - afirmó Amatista, que estaba presente también.- Pues ya estamos todas las Justicieras.
-Y además, de eso, ¡somos las Justices! - Comentó una divertida Kerria.-

            Aunque viendo el gesto de extrañeza de su invitada, Idina le explicó.

-Tenemos un grupo musical con mi primo Granate. Es una pena que él no pueda venir ahora. Está muy liado con esas maniobras o lo que sea que hacen.
- Ya te lo presentaremos en otra ocasión.- Comentó Kerria añadiendo divertida.- Es muy simpático. Aunque está un poco loco, ¡Ja, ja!…
-Más bien es un chico travieso.- Rio Kathy con el asentimiento de las demás.-
-Pues, ahora que lo pienso, Nehie podría cantar con nosotras alguna vez.- Sonrió Idina.-
-¿Yo? - Se señaló la aludida no sin cierto rubor.-
-Cantas de maravilla. - Terció Roy.- Y tienes muy buen gusto para la música. ¡Ja, ja! Te gusta casi lo mismo que a mí…
-No creo que el Consejo Real viera eso con muy buenos ojos.- Pudo responder la aludida.-
-Me refiero a que cantases aquí, con nosotras, en el ámbito familiar.- Le aclaró su amiga.-
-Por nosotras estupendo.- Intervino Katherine.-
-Sería genial que cantases algo.- La animó Idina.-
-¿Aquí? – Exclamó Neherenia con visible vergüenza.-
-¿Por qué no? – Terció Kerria.- ¡Vamos Nehie! Mi padre dice que eres un talento.
-Mira, haremos una cosa. Podrías interpretar algo con el karaoke oficial de nuestras fiestas. Dime qué canción te gustaría y la buscaré.- Le ofreció Roy.-

            La muchacha estaba realmente cohibida. Una cosa era cantar por propia iniciativa, en la ducha o en sus habitaciones, a solas y otra actuar delante de tanta gente. Más si parte del auditorio era las famosas Justices. La propia Bertie, que llegaba en ese momento junto con su vecina y amiga Esmeralda, comentó.

-Dejad a Nehie tranquila. No insistáis, si no se siente cómoda no tenéis que obligarla.

            La invitada suspiró aliviada. Aunque no había respirado al hilo de aquello, escuchó otro comentario entre halagador y algo embarazoso. Y provenía de esa mujer de cabellera verdosa  que la estudiaba con sumo interés…

-Pues no sé cómo cantarás, pero desde luego, tienes aspecto de modelo. ¿Podrías caminar un poco?
-¡Mamá! – Protestó Amatista mirando a su progenitora.- ¡No empieces!
-Calla un momento, hija.- Le pidió su interlocutora.- Esta chica tiene una planta magnífica. Como si de una princesa se tratara…
-Más bien, una reina.- Sonrió una divertida Kerria aunque su comentario en forma de susurro no llegó a oídos de Esmeralda.-

            Neherenia suspiró y asintiendo convino en andar un poco. Eso no era desde luego algo tan íntimo para ella como cantar en público. De modo que dio unos cuantos pasos como si anduviera por la alfombra del salón de su trono. Al verla la veterana diseñadora se quedó admirada, exclamando.

-¡Es cierto! Esta chica tiene un porte real. Eso es algo con lo que se nace. Querida, te ofrecería ahora mismo y sin dudarlo un curso gratuito en la academia Deveraux de modelos.
-Me temo Esmeralda, que esta joven ya tiene muchas ocupaciones.- Sonrió Bertie.-

Y le cuchicheó algo a su amiga haciendo que fuera ella la que se ruborizase ahora.

-¡Oh, perdón!- Se apresuró a disculparse.- No tenía ni idea…Majestad.
-No tiene importancia, señora Deveraux. Si mis compromisos me lo permitieran sería un honor para mí. - Repuso la aludida con una amplia sonrisa.- Es más, se lo agradezco, son todos muy amables.
-Es una lástima, Para – Para tenía toda la razón. Seguro que ibas a ser una estupenda modelo.- Comentó un divertido Roy para añadir.- Sin embargo Esmy, mucho me temo que esta chica, aparte de sus regias obligaciones, ha venido a estudiar mucho y no le va a quedar demasiado tiempo para nada más.
- Eso es lo que iba a decirte, mamá.- Añadió Amatista entre abochornada y algo molesta.-
-Desde luego Nehie, eres una muchacha de múltiples talentos.- La elogió Bertie.- Aunque ya tienes una importante misión en tu vida.
-Sí, soy muy consciente de eso. Por eso quiero prepararme lo mejor posible. Deseo ser un buen gobernante para mi pueblo.
-Estoy convencido de que lo serás.- La animó Roy.- Tienes inteligencia, tesón y sobre todo bondad. Es una pena que estés tan liada. Puede que también tuvieras futuro en el baloncesto.

            Todos se rieron y la aludida sonrió agradecida por aquellas palabras. Aunque también, aparte de darle moral la obligaban a mucho. Ella quiso embarcarse en este reto y ahora no podía quedar mal. Parecía haber generado muchas expectativas. Y además, tenía muchas ganas de hacer amistades. Chibiusa y las Asteroides siempre le dijeron que de todas las cosas que podría aprender y obtener en la Tierra, ese sería su tesoro más preciado. De hecho, hizo buenas migas con las primas de Idina y con Amatista. Finalmente, tras tomar algo más de confianza, aceptó al fin cantar algo. Pidió la música de una de sus canciones favoritas. Una que, en efecto, Roy le enseñara de niña.

-Habla de un lugar mágico en el que todo el mundo es feliz. Así me gustaría que fuera mi reino.- Confesó a sus oyentes antes de comenzar a cantar.-

            Y una vez empezó, su voz sonó clara y llena de alegría. Con una fuerza y vitalidad que impresionó a sus amigas y al resto de los allí presentes.

Un lugar a donde nadie se atrevió a ir
El amor que vinimos a conocer
Lo llaman Xanadú

Y ahora, abre tus ojos y ve
Lo que hemos hecho es real
Estamos en Xanadú

Un millón de luces están danzando y tú aquí eres una 
Estrella fugaz
Un mundo eterno y tú estás aquí conmigo, eternamente

Coro:
Xanadú, Xanadú, (ahora estamos aquí) en Xanadú
Xanadú, Xanadú, (ahora estamos aquí) en Xanadú

Xanadú, tus luces de Neón brillaran por ti, Xanadú

El amor, los ecos de hace tiempo
Necesitaste conocer el mundo
Están en Xanadú

El sueño que vino a través de millones de años
Que vivió a través de todas las lágrimas, vino a Xanadú

Un millón de luces están danzando y tu aquí eres una 
Estrella fugaz
Un mundo eterno y tu estas aquí conmigo, eternamente

Ahora estamos aquí, ahora estas cerca en Xanadú
Ahora estamos aquí, ahora estas cerca en Xanadú
Xanadú.

(Olivia Newton John and Electric Light Orchestra. Xanadú, crédito al autor)

Al terminar fue obsequiada por unos entusiastas aplausos de sus atónitas oyentes.

-¡Fantástico! – Exclamó Katherine.-
-¡Eres realmente muy buena! - Convino Amatista con sincera admiración.-
-Bueno, no es para tanto.- Se sonrojó la muchacha explicando a sus amigas.- Siempre me gustó mucho esta canción. Desde que era niña ya la escuchaba y me inspiró. Yo también quisiera crear un paraíso en la Luna para mis súbditos. Algo como el Xanadú de la canción, o el mítico palacio de verano del emperador Kublai Khan. Tal y como lo describe Coleridge en su poema…
-¿Quién era ese?- Quiso saber Kathy poniendo ojos como platos.-
-Ni idea.- Admitió Kerria encogiéndose de hombros.-
-A saber en qué equipo jugaba.- Comentó jocosamente Roy, provocando la hilaridad general.-
-¡Desde luego esta chica es una empollona! - Rio Amatista provocando que el rubor ascendiera por las mejillas de la soberana una vez más.- No te falta de nada, mona.
-Ya os lo decíamos.- Sonrió Idina para mayor sonrojo de su amiga, cuando sentenció.- Además de ser muy culta y muy guapa ¡sería la reina del pop si no fuera ya una reina de verdad!

Todas se rieron, al final hasta la propia reina de la Luna Nueva quien azorada y tras unos momentos de francas carcajadas, pudo tomar la palabra.

-En serio.- Dijo ella ya con  la atención del resto de las chicas.- Mi mayor sueño es convertir mi reino en un lugar hermoso, seguro y acogedor para todos cuantos viven en él. Y para ello debo prepararme lo mejor posible.
-Es un objetivo muy loable.- Afirmó Kerria.-
-Cuenta con nosotras para ayudarte en lo que podamos.- Se ofreció Katherine.-
-Muchas gracias.- Repuso la aludida visiblemente reconocida por la gentileza de esas muchachas.- Sois muy amables, chicas.

 De ese modo pasaron los días. Las muchachas incluso entrenaron juntas como Justicieras y así trabaron una buena relación con esa joven reina.

-Luchas realmente bien.- Le comentó una admirada Amatista que recordaba aquel igualado combate que habían disputado ambas reconociendo abiertamente.- No sé si podría vencerte en una pelea seria…

            Y es que la reina de la Luna Nueva se había transformado en sailor, lo que estaba un escalón por encima del grado de justiciera. Por su parte Amatista luchó concentrada y realmente motivada. No quiso incurrir en el mismo error que cometió cuando infravaloró a Chibiusa tiempo atrás. En aquellos días en los que la princesa del futuro Cristal Tokio fue a adiestrarla a ella y a sus compañeras. A pesar de eso, ni el boomerang, ni sus ataques de kárate pudieron con su rival. Neherenia esquivaba o blocaba cada uno de los golpes y contraatacaba con buena técnica a su vez. Tanto que su adversaria se las veía y deseaba para no encajar sus golpes. Así, tras intercambiarse todo tipo de ataques y dar volteretas para eludir las ofensivas contrarias, ambas acordaron detener el entrenamiento.

-La próxima vez amiga mía, nos tocará a ti y a mí.- Dijo Idina dirigiéndose a la soberana.-
-Estoy impaciente.- Sonrió la interpelada.-
-La que pierda que pague una cena.- Propuso desenfadadamente Katherine.-
-Sí, ¡pero para todas! - Terció Kerria con visible entusiasmo.-
-Bueno, eso es mucho decir. Mis finanzas no son muy boyantes ahora mismo.- Pudo decir Idina con cierta prevención.-
-Así que te echas atrás.- Sonrió Pérfidamente Amatista, agregando divertida.- Es importante pelear bajo presión.
-De eso ya he tenido en abundancia.- Le recordó su amiga.- Igual que vosotras…


            Aquí su contertulia asintió con el gesto más serio. Era cierto. Habían tenido ya ocasión de enfrentarse a peligrosos enemigos.

-Perdona, dije una tontería.- Musitó Amatista ensombreciendo su semblante.-
-No hay nada que perdonar.- Repuso Idina sujetando una mano de su amiga entre las suyas.-
-Me gustaría que algún día me contaseis algo de eso. Si es que no pertenece al ámbito de la intimidad.- Comentó Nehie con tono intrigado.-
-Si, ya te contaré. –Le prometió Idina que añadió sonriente ahora.- Y acepto el reto…aunque si pierdo preparaos a comer pizza familiar…

            Todas se troncharon de la ocurrencia. Y al día siguiente se celebró el “gran combate” aunque para decepción de las otras la cosa se saldó en empate. Sin saber a ciencia cierta cuál de las dos se mantuvo al nivel de la otra sin querer sobrepasarla. Sin embargo, fue Idina quién dio con la solución proponiendo para alegría del grupo.

-¡Hagamos una cena de grupo cocinando nosotras mismas!
-Lo único que espero que tú sepas cocinar.- Se sonrió Neherenia algo avergonzada para admitir.- En eso sí que no tengo ni la menor idea. ¿Lo veis?- sonrió divertida ahora.- Disto mucho de ser perfecta.
-Sí, pues a nosotras no nos mires.- Añadió Katherine del mismo modo.- Yo no sé ni freír un huevo.
-Bueno Amatista, tú eres francesa…-Comentó Kerria con cierto fingido retintín.-
-¿Y qué se supone que quiere decir eso?- La inquirió su compañera del mismo modo.-
-Que en Francia se come muy bien.- Explicó su interlocutora.-
-¡No será por lo que yo cocine! - Aseveró su amiga con jocosidad.-

            De nuevo más risas. Por fortuna las chicas sí que podían ayudar a Idina que era de largo la más dotada en artes culinarias. La hija de los Rodney hizo un risotto que, acompañado por alguna improvisada ensalada, sirvió perfectamente a una noche realmente divertida. Rematada por una quedada de pijamas…

-Recuerdo cuando estaba con Kerria y contigo Idina, pero éramos niñas. No tenía ni idea de que esto era una tradición que se hacía también siendo mayores.- Comentó la soberana, queriendo saber.- ¿Y qué se hace en una noche de pijamas exactamente?...
-Pues, para empezar, se habla de chicos.- Le apuntó Katherine.-
-¿De chicos? - Se extrañó Nehie.- ¿Por qué?...
-A lo mejor vas a ser de las mías.- Sonrió Kerria mirándola con complicidad añadiendo con tono de impostada picardía.- Y ese tema no te interesa.

            Ante la desconcertada mirada de su interlocutora, Amatista terció con algo de prevención.

-Bueno, quizás Nehie no sepa… aunque ahora estás saliendo con Brian y se os ve muy bien.
-Sí- concedió Kerria aunque no con demasiado entusiasmo.- Es un gran chico.
-Bueno.- Intervino Katherine que, con su curiosidad y gusto habituales por el cotilleo, le inquirió a su regia amiga.- ¿Tienes a algún pretendiente en la Luna que te haga tilín?..
-¡Que!, ¿Qué me haga, qué?...- Repitió Neherenia sin entender nada.-
-Se refiere a si te gusta algún chico de tu reino.- Le aclaró Idina.- Si tienes novio…

            Ahora el rubor volvió nuevamente al rostro de la soberana. Apenas pudo sonreír nerviosa y mover la cabeza con apuro.

-No, no tengo a nadie así. La verdad es que no me fijo mucho en los chicos…
-Entonces prefieres a las chicas.- Creyó deducir Kerria.-
-¡No! – Se apresuró a contestar la interpelada, aún más roja si cabe.- Yo…¡claro que no!…
-No es nada malo.- Intervino Idina, apurada por su prima para alegar.- ¿Por qué no ibas a preferir tener novia? Si alguna de tus cortesanas te gusta.
-Eso no estaría bien.- Casi tartamudeó la interpelada.-  Quiero decir. No tiene que ver con el género de esa persona. Es que no debo mezclarme con mis cortesanos. Al menos a esos niveles.- Suspiró la reina.- El consejo Real siempre me lo ha advertido…Pero no es lo que creéis.
-Pues si deseas modernizar tu reino, esa sería una buena forma de hacerlo.- Le sugirió Kathy preguntando.- ¿Por qué no ibas a poder enamorarte de alguno de ellos… o de ellas?
-Dejad a la pobre tranquila.- Sonrió la hija de los Malden que le confesó entonces a su atónita invitada.- Veras. Ellas dicen eso por mi causa. Es que a mí me gustan las mujeres, y pensaba que al responder eso que has dicho quizás a ti también.
- ¿A ti?- Repuso Neherenia con visible sorpresa para afirmar. - No lo entiendo. ¿No sales con ese chico? Brian, creo que se llama.
-Él es un caso muy especial. Estamos muy unidos.- Confesó la joven bajando ahora la mirada y agregando con voz queda.- Sin embargo, a veces lo paso mal por mí y sobre todo por él…

            Nehie se percató de que aquel tema le suponía a su amiga algo cercano a la tristeza, de hecho ninguna de las otras hizo comentario alguno, lejos de las jocosas observaciones que solían hacer en asuntos similares. De modo que replicó algo cohibida.

-Perdóname, no quise ofenderte. Por supuesto que sé que hay hombres que aman a otros hombres y mujeres que quieren a otras mujeres. Y en mi reino existen esas relaciones y nadie las ve mal. Solo que no es mi caso. De hecho, todavía no he conocido el amor… pero, si te soy sincera, me fijo únicamente en los chicos guapos, no en las chicas. Al menos en lo relativo a ese tema.

            Kerria le dedicó una amable sonrisa y repuso con buen talante.

-No tienes que disculparte por eso. Y no me has ofendido, descuida. Yo tampoco he querido hacerte sentir violenta. Cada cual tiene derecho a ser como desee ser, siempre que no haga daño a los demás.
-Sí, esa es la clave.- Afirmó Idina pasando sendos brazos por los hombros de su prima y de su amiga para confortarlas.- Cada uno tiene derecho a ser feliz a su manera.

            Neherenia sonrió, aliviada de dejar atrás aquel tema tan espinoso para sus contertulias. Ahora se miraba ese camisón azul marino que llevaba y dijo al recordar.

-¿Sabes que todavía guardo el pijama de gatitos que me regalaste?
-¡Pues no creo que te quede demasiado bien ahora! - Se rio la interpelada.-

            Nehie rompió a reír, imaginándose de esa guisa y las demás compartieron esas carcajadas tan liberadoras. Se podría decir que casi ni durmieron. Pero la noche fue realmente divertida y quedó como un grato recuerdo en el corazón de todas. Finalmente tanto Amatista como Kathy y Kerria regresaron a sus respectivas ocupaciones puesto que el curso en sus carreras también comenzaba. Y cuando llegó el ansiado día del ingreso en la universidad para la apertura del curso académico los padres de Idina fueron traídos también por su cuñado a la casa de los Malden. Una vez allí, antes de encaminarse hacia la Golden, se sentaron junto a su hija y Neherenia. Lo cierto es que Idina tenía alguna que otra duda de cómo había sido posible que su amiga fuera a estudiar a su lado. Entonces fue su padre quién, tomando la palabra, se lo contó a ella y al resto de los presentes que no estuvieran al corriente.

-Verás hija. Sucedió al poco de que recibieses la carta de la Universidad admitiéndote. Un  día recibimos una llamada de Rei. Cuando se lo contamos se puso muy contenta y entonces se le ocurrió una idea.

Tom recordaba cuando la Guerrera Marte, vía pantalla les sugirió.

-¿Qué os parecería si vuestra hija pudiera ir a estudiar con una amiga?
-Sería estupendo, pero no sé a quién te refieres. – Replicó Cooan. –
-¿Recordáis a Neherenia?- Les desveló Rei, que entonces les contó. - Las Sailor Asteroides y Chibiusa la han estado entrenando como Guerrera de la Justicia, pero sería interesante que completase su formación en la Tierra. No sabíamos a dónde la podríamos enviar, pero cuando me has contado lo de tu hija. Pues bueno. Ya sabes que quiero mucho a  Idina, es mi ahijada.  E independientemente de eso es una chica maravillosa. Y creo que sería la amiga ideal para ella.
-Es verdad. – Convino ahora Tom, que todavía recordaba a esa chiquilla tan encantadora para intervenir diciendo. - Si os encargáis de traerla a la Tierra yo les diré a mis hijos que vayan a buscarla. Idina tiene que tomar un avión dentro de un par de días para viajar a Nueva York.
-No será ningún problema. - Afirmó Marte que les explicó. – Chibiusa y sus sailors Asteroides utilizarán el tele portador. Para ser discretos decidnos un lugar solitario. Puede que venga con algo de séquito.

Y Tom le indicó unas coordenadas. Quedaron para dentro de dos días, todo estaría dispuesto. Papeles, documentos, incluso las pruebas de acceso que Nehie realmente hizo y aprobó, fueron tramitados por una organización secreta al margen de los gobiernos de la Tierra. Las sailors habían estado en contacto con ella mediante la mediación de un viejo amigo de Tom y Roy, el señor Nephrite Saint Join. Y de otro misterioso personaje más que no se había dado a conocer directamente. Al menos Rei no les quiso hablar de él. En todo caso lo importante fue que, a la hora pactada, las Asteroides y Chibiusa aparecieron en el lugar convenido con Neherenia. La joven reina venía con su pelo recogido a la altura de las caderas y el atuendo con el que Idina la viera de nuevo en la terminal. Tal y como se acordó Alan y Lance la recogieron y fueron con ella al aeropuerto. Allí aguardaron hasta que sus padres llegaron con su hermana pequeña.

-Vaya. ¡Cuánto secreto! – Comentó Idina sin salir de su asombro. -
-Hay razones poderosas para ello. – Dijo crípticamente su padre sin querer añadir más. -
-Lo importante es que estoy aquí y que dentro de un par de horas empezaremos, ¡estoy muy nerviosa! - Pudo sonreír Nehie. –

            Ahora rememoró cuando finalmente su doncella Anaris entró en su habitación una vez más y la informó.

-Majestad. La princesa Chiba y las ladies Asteroides han llegado.
-Muy bien.- Contestó la joven.- Hazlas pasar.

            La doncella se retiró de la estancia y tras unos instantes retornó abriendo la puerta para franquear el paso a Chibiusa y las demás. Fue la hija de la reina Serenity y el rey Endimión quien le preguntó a  su amiga.

-¿Estás preparada?...
-Sí - asintió la aludida.- Cuando queráis.

            Y entonces Chibiusa hizo una seña a las otras quienes, junto con ella, se dieron las manos. Neherenia se colocó en el centro del círculo que formaron y tras invocar sus respectivos poderes todas se desvanecieron, reapareciendo en aquel lugar que les había sido indicado…

-Y así llegué.- Le desveló a su amiga Idina.- Ahora es cuando más nerviosa estoy.- Confesó.- Es el miedo a lo desconocido…
-Todo irá bien, ya lo verás, querida. - La animó Cooan, con el asentimiento de su hermana y su cuñado. -
-Bueno. Pues es el momento de ir para allá. - Les informó Roy que le dijo a su esposa. -Bertie, tú lleva a las chicas. Yo usaré el otro coche para llevar a Tom y a Cooan.
-¿No va a venir la prima? - Quiso saber Idina puesto que Kerria no estaba en casa. -
-Tiene compromisos que atender. – Le explicó su tía añadiendo con una sonrisa. - Pero me dijo que os deseaba mucha suerte y que ya os visitará.
-El compromiso se llama Brian. Acaba de volver de visitar a unos parientes.- Le susurró Idina a su amiga que sonrió divertida.-
-Sí, nos lo presentó al poco de esa charla que mantuvimos. Un chico muy guapo.- Valoró Nehie.-


                  Así había sido. Una tarde, justo a los dos días de esa quedada de pijamas donde la hija de los Malden le reveló su secreto, la joven apareció de la mano de un apuesto muchacho de cabello castaño y ojos azules claros. Idina y Nehie estaban en el jardín de los Malden y vieron cómo, al entrar, esa joven pareja se daba un ligero beso en los labios. Sin embargo, Kerria las vio y saludando les dijo.

-Chicas, venid. Os voy a presentar…

             Ambas se aproximaron, y la anfitriona declaró.

-Brian, a mi prima Idina ya la conoces. Ésta chica es una amiga suya que va a estudiar con ella en la Golden. Se llama Neherenia Moonlight. Nehie, éste es Brian Rice.
-Encantado.- Sonrió amablemente el chico ofreciendo su mano.-
-Es un placer.- Correspondió la soberana estrechándosela.-
-¿De dónde eres?- Quiso saber el joven con educada cortesía.-
-Soy de un país extranjero.- Pudo componer la interpelada con algo de envaramiento.-
-Sí, vino de intercambio y vamos a estudiar juntas. De niñas la acogimos por unos días en mi casa y nos hicimos muy amigas.- Intervino algo apuradamente Idina para zanjar aquella incómoda cuestión.-

           Brian pareció quedarse algo sorprendido pero siendo un joven discreto y educado no hizo más comentarios sobre aquello. Se limitó a asentir y afirmar.

-Espero que disfrutes de tu estancia en nuestro país y que hagas muchos amigos.
-Gracias, así lo espero yo también.- Sonrió la muchacha.-
-Ahora tengo que irme.- Se despidió Brian que tras obsequiar a su novia con un beso en la mejilla le susurró.- Nos vemos luego…
-Sí, hasta la tarde.- Convino Kerria que sin embargo se alejó un poco con él para acompañarle hasta la salida del jardín.- Ahora vuelvo chicas.- Les comentó.-

        Idina y Nehie asintieron, aunque tras haberse alejado un poco pudieron oír algo de la conversación que esa pareja mantenía, lo que las hizo sonreír.

-Es una chica muy guapa y parece simpática.- Valoraba Brian.-
-¡Oye! – Exclamó Kerria fingiéndose algo molesta.- Se supone que eso debería decirlo yo. Y es cierto. La verdad es que además de guapísima está muy buena.- Remató dejando perplejo a su novio.-

         Aunque éste sonrió, y notando que su pareja trataba de bromear con eso, incluso se permitió el lujo de añadir.

-Mira, en eso estamos de acuerdo…

         Las otras no pudieron ya oír más. Al poco de retornar Kerria fue Nehie quien cumplimentó al muchacho.

-Es realmente muy guapo y lo más importante es que parece encantador. Ahora comprendo por qué sales con él. Me gustaría encontrar un chico así algún día.
                                                                                  
        Sin embargo su interlocutora solo sonrió débilmente por toda réplica. Pero tanto ella como la prima de esa muchacha dejaron pasar aquello. Ahora volvía de esos pensamientos y le comentó a su amiga.

-Pues  espero que Kerria y Brian sean felices, sin embargo….
-¿Sin embargo qué? ¿Has notado algo raro?- Inquirió Idina observándola con inquietud.-
-No, es solo eso. Que les veo muy bien juntos.- Mintió Nehie dándose cuenta de su indiscreción.- Les deseo lo mejor.


              Su amiga asintió dejando aquello. No obstante, la soberana sí que era bastante perceptiva. Como guardiana de los secretos de la Luna se daba cuenta de cuando alguien mentía o trataba de ocultar algo. Y no quiso decir lo que notó al ver a la prima de Idina ya entonces. Pero estaba claro que Kerria, conscientemente o no, se estaba despegando de aquel pobre chico.

-En fin.- Se dijo con pesar.- Eso es algo que no me corresponde a mí juzgar, ni soy quién para intervenir en ello. Es su vida.
-¿En qué piensas? Te veo muy concentrada.- Comentó Idina sacándola de aquellas reflexiones.-
-¡Oh! En nada de particular. Ya sabes. Estoy tratando de imaginar cómo será la universidad. Qué haremos allí, a cuanta gente vamos a conocer.- Pudo improvisar.-
-Mis padres siempre dicen que hay que estar preparados para lo mejor.- Sonrió su amiga.-
-Sabio consejo.- Convino la soberana de la Luna Nueva.-

            Y es que pensaba en alguna de las conversaciones que había mantenido con los reyes Serenity y Endimión. Sobre todo una, a raíz de su decisión de ir a estudiar a la Tierra. La propia Nehie viajó a la sede de esos soberanos. Un extraño lugar al que fue transportada. Allí, sentados en una gran sala de blancas paredes y con dos tronos y algunas sillas de tafetán, fue recibida. La invitaron a sentarse y ambos reyes dejaron sus asientos de privilegio para ponerse a su lado.

-Bien querida.- Comentó Serenity.- ¿Cómo te sientes?
-Muy bien, muchas gracias, Majestad.- Replicó respetuosamente ella.-
-No estamos ante la Corte, ni seguimos ningún protocolo.- Terció Amablemente Endimión.- No utilicemos tratamientos reales.
-Eso es.- Convino la soberana de la Luna Blanca.- Lo que nos importa es saber cómo estás.
-Muy ilusionada.- Les confesó la chica.- Ya se lo dije a Chibiusa y a las amazonas. Por un lado deseando que llegue el momento, aunque por otro, algo nerviosa. Quiero cumplir con las expectativas y la confianza que habéis depositado en mí.
-No te preocupes por eso. Lo harás.- Aseguró Endimión, para rematar.- Lo importante es que seas feliz y disfrutes de la experiencia.
-Y sobre todo, que hagas muchos y buenos amigos.- Eso es lo que más te enseñará.- Sentenció Serenity.-

         Charló con ellos un rato más. Luego se despidió. Tenía que regresar a su propio reino y comenzar los preparativos. Ahora al fin, el momento tan ansiado había llegado.

-No debo estar nerviosa. Sino emocionada. Esta será una magnífica experiencia. Estoy segura. Como dijeron los reyes Serenity y Endimión. Voy a conocer a nuevos y maravillosos amigos. A algunos los he encontrado ya. - Pensó dándose ánimos.-

              Y por fin, olvidándose de eso, acompañó a Idina y se dirigieron a los vehículos. Cuando se pusieron en camino muchas cosas pasaron por la mente de todos. Unos recordaban experiencias del pasado con nostalgia, otras suspiraban deseando que aquella nueva etapa de sus vidas les fuera provechosa. Para unos era la sensación del deber ya cumplido y la añoranza del ayer. Para las dos jóvenes se abrirían nuevos retos y expectativas. ¿Qué ocurriría aquel primer año en la Golden State College? ¿Tendrían un buen curso y conocerían nuevos amigos? Deseaban que sí. Ambas estaban convencidas de que aprenderían cosas que cambiarían su modo de ver el mundo. Y efectivamente tendrían aventuras, amistades y problemas que deberían saber solventar. No obstante, eso pertenece a otra historia que a su tiempo deberá ser contada.




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