Tal y como había confesado durante el funeral de
Masters, Leval estaba doblemente impaciente. Por un lado esperando que Mazoui
averiguase algo que pudiera ayudarle con su investigación y por otro deseando
ver de nuevo a sus padres, su hermana, a la pareja de ésta y a su sobrino. Su
deseo, al menos éste último, iba a hacerse realidad enseguida. Llamó a casa de
sus padres y les avisó que él y su familia irían a verles. Roy y Beruche se
pusieron muy contentos. Kerria había anunciado su llegada la jornada anterior,
¡podrían tener de nuevo a sus dos hijos juntos otra vez y el mismo día! Leval,
Amatista, Asthel y Maray, se dirigieron hacia allí, al llegar y llamar a la
puerta para alegría del joven matrimonio, fue la propia Kerria la que abrió.
Los tres se abrazaron con mucho alborozo, hacía muchos años que no se veían.
-¡Leval! – Exclamó ella realmente emocionada en
tanto se agarraba a él con fuerza.-
-¡Ky!...-Repuso su contertulio, lleno a su vez de
alegría.- ¡Cuánto tiempo ha pasado, hermanita!
Luego
las dos mujeres se dieron otro sentido abrazo y Kerria también dio sendos besos
a sus sobrinos. Entraron juntos en casa y allí esperaban los padres de ambos.
Amatista entró con los niños tras su marido y su cuñada. Roy, muy feliz,
recibió a su hijo con un fuerte abrazo.
- ¡Leval muchacho! Cuánto tiempo sin verte, estás
muy bien, tan imponente como siempre y más con ese bigote,- le dijo con orgullo
y gran euforia.-
Por supuesto que Beruche también se acercó emocionada a saludar
a su hijo.
- ¡Cariño mío...qué contenta estoy de verte!...- le
abrazó a su vez y se fue enseguida hacia
sus nietos que la saludaron con dos afectuosos besos. -
- Hola abuela... ¿qué tal estás?,- preguntó Asthel
visiblemente contento. -
- Me alegro mucho de verte,- añadió cariñosamente
Maray dándole unas flores. -....
-¡Qué guapos y qué grandes estáis ya!...-
declaró Bertie muy orgullosa de sus
nietos. -...
- Sí - afirmó Roy mirando a su nieto que estaba
altísimo, para añadir. - Dentro de poco
nos van a dejar pequeños.....Asthel muchacho. ¿Has pensado en jugar al
baloncesto?...
- Bueno...he jugado algo en el colegio y en el
instituto, abuelo - respondió el interpelado. -
-¡Pues tienes que practicar a fondo, con tu altura y
tus dotes, seguro que llegas a ser profesional!...- exclamó Roy alborozado sólo
con pensar en ello, y añadiendo. - Tu padre no estaba muy entusiasmado por la
idea cuando era chaval, pero tú seguro que te tomarás más interés...
- Anda papá – le pidió Leval con voz condescendiente
- ...dale a Asthel un respiro...él tiene cosas muy importantes de que
ocuparse...
- Bueno, pero ratos libres tendrá.- Sonrió el
veterano entrenador que se dirigió a su nieto con un tono cómplice. - Asthel,
prométeme que jugarás en algún equipo de tu instituto.
- Sí- sonrió el chico con gesto divertido. - Vale abuelo.
-¡Muy bien!,- exclamó Roy que le puso una mano sobre
el hombro. - Así me gusta, oye… ¿cuánto mides ya? ¿En qué puesto juegas, alero,
escolta? - le preguntaba con interés profesional mientras se alejaba con él hacia el salón. -
Kerria
mientras tanto charlaba animadamente con su cuñada. Las dos estaban muy
contentas de verse, ¡hacía ya tanto tiempo que no lo hacían! Hablaban de cómo
les habían ido las cosas y tomando la palabra, Amatista le preguntó a su amiga
por su hijo.
- Está con Sam.- Repuso ésta, agregando no sin
pasión de madre. - Le ha llevado de compras por la ciudad. Como tampoco para de
crecer nos hemos encontrado que mucha de su ropa ya le queda pequeña. No creo
que tarden en llegar.
Entonces
Maray se acercó a su tía y le preguntó curiosa.
- Oye tía Kerria, ¿tú no estás casada, verdad?...
- Sí cariño... sí que lo estoy, con Sam - respondió
jovialmente ésta. -
- ¿Y las dos habéis tenido un niño? Porque Sam es
una mujer… ¿no? - objetó la niña atónita. -
- Hija, no preguntes tanto,- le pidió su madre algo
molesta y avergonzada, temiendo que su
amiga se sintiera incómoda. -
Pero su cuñada la tranquilizó declarando con
desenfado.
-¡Déjala! , no importa Amatista. Ella es joven y
quiere saber y si algo he aprendido en estos años es a decir la verdad respecto
a mí cuando me preguntan y sobre todo si es alguien de mi familia a quien
quiero. Dime cariño.- Añadió Kerria dirigiéndose a Maray - ¿Por qué te extraña
tanto que esté casada con otra mujer y
tenga un hijo?...
- No sé,- repuso la niña encogiéndose de hombros
para exponer algo de lo que alguna vez había escuchado en debates de la
holotele y en sus clases de ética. - Supongo que para tener niños no hace falta
casarse con un hombre, pero sino, luego el niño no tiene un padre.
Ahora,
tanto Amatista como su cuñada y amiga se miraron. Aquello era todavía
complicado de comprender para una cría de esa edad.
-No es tan sencillo, nena - suspiró Kerria que le
explicó con afecto y delicadeza. - Verás, hay muchas parejas que no se casan y
tienen hijos. Y otras que, aun casadas, no tienen.
-Pero, entonces. ¿Quién es el padre del primo
Brian?- Inquirió con curiosidad.- ¿Es que te hicieron inseminación?.
Eso
lo sabía por sus clases de ciencias. Hacía muchos años que ya no era necesario
tener relaciones de esas para que una mujer. Al menos eso le contaron.
-No, bueno. El padre de mi hijo está casado con otra
mujer...y mi esposa y yo somos las madres de tu primo. Pero Brian le conoce y
eso no representa ningún problema.
Maray
miró a su tía extrañada y asintió, aunque no estaba muy enterada de eso, de
siempre había oído a sus padres que la tía Kerria mantenía una relación
especial con una amiga. De modo que, mientras Amatista que estaba algo envarada, le dijo a su hija que eso eran cosas de
mayores que aún no podía entender, la niña respondió sin darle importancia.
- Me parece algo raro. Pero si os queréis mucho….me
parece bien.
-Sí, claro que nos queremos, y además somos muy
buenas amigas.- Sonrió su tía.-
-¿Sois buenas amigas?- preguntó para añadir. - Yo
también tengo amigas y a veces vienen a
mi casa a dormir o yo voy a las suyas. Entonces hacéis como yo, pero no tenéis
que pedir permiso a vuestros padres, ¡Jo, que suerte! - exclamó haciendo reír a
su tía que asintió. -
- Es algo parecido...pero no es lo mismo, dime
Maray. - Inquirió a su vez una divertida Kerria desviando el tema. - ¿A ti te
gusta ya algún chico?
La aludida negó con la cabeza agregando
despreocupadamente.
- Yo no soy como Asthel que cada vez que ve a
Madeleine se pone como tonto - y agregó
entre risas. - ¡Los chicos son unos bobos!...sobre todo los mayores, cuando ven
a una chica no paran de hacer tonterías...
Amatista
y su cuñada se miraron una vez más y rieron divertidas ahora, luego ésta última
le dijo a Maray en tono cómplice.
-Ya te contaré.- Le comentó la madre de la cría a su
cuñada con desenfado.-
- Ya hablaremos tú y yo...Maray - sonrió Kerria que
añadió dirigiéndose jovialmente a su amiga. - ¡Vaya!, como pasa el tiempo, así
que tu hijo ya está en la edad de ir tras las chicas.
Amatista asintió y sonrió orgullosa, mientras
acariciaba la barbilla de su hija, respondió.
- Asthel está ya hecho todo un hombre y Maray dentro
de poco será una mujercita...
-¡Jo mamá! No me gusta que me llames así - protestó
la niña. -
- Lo digo de forma cariñosa, cielo - le respondió su
madre con tono conciliador. -
-¡Ay!..- suspiró Kerria con nostalgia. - Recuerdo
cuando le cuidé en tu casa recién nacido y lo tuve entre mis brazos. ¡Parece
mentira que hayan pasado quince años! Y gracias a eso me decidí a tener a mi
hijo.
- Fue un bonito detalle llamarle Brian como su
padre. - Le dijo su cuñada. -
-¡Pobre Brian!,- suspiró Kerria ahora con un tono
más apenado. - Se divorció....su matrimonio no fue muy bien, tiene una hija
pero apenas la ve. No se merece eso, es un chico tan bueno. El único hombre al
que de verdad he amado - confesó ante la atenta y comprensiva mirada de
Amatista y la desconcertada expresión de Maray. -
Amatista miró a su cuñada amistosamente y con
complicidad y le dijo a la niña que fuera a charlar con su abuela. La cría fue
encantada pues Beruche, que estaba cerca, la llamó para dejar a las dos mujeres
charlar en paz. Una vez se alejó su hija, le dijo a Kerria.
- Estoy convencida de que tú te hubieses casado con
él de habértelo pedido.
- No, en eso te equivocas. Él me lo pidió. Éramos
unos críos entonces, pero yo ya estaba segura de mis sentimientos. - Musitó su
cuñada que pareció dudar, añadiendo. - No lo sé...quizá si las cosas hubieran
sido distintas. Solamente recuerdo que no podía darle lo que él se merecía,
Amatista. Ya lo sabes. Dios sabe que muchas veces me sentí muy mal por él. Que
llegue incluso a maldecir mi propia orientación sexual. Sin embargo, luego me di
cuenta de que ese no era mi camino. Además, después conocí a Sam, pero Brian ha
sido el único hombre con el que me he acostado. Y creo que con ningún otro
podría haber sentido lo que con él.
-Siempre fue un chico encantador. Y te apoyó hasta
cuando los demás te dejamos sola. - Suspiró Amatista no sin cierto toque de
culpabilidad. -
Kerria
posó una mano sobre las de su amiga dándole a entender que eso estaba ya más
que superado. Aunque replicó tiñendo su voz de pesar.
-Incluso tuve que defenderle en un juicio contra su
exmujer. Rebecca quiso apartarle de la custodia de su hija. ¡Esa mala pécora
asquerosa! - Sentenció ahora con indignación. – Está loca y siempre me ha
odiado. Y debo confesar que sentí una gran satisfacción cuando le ganamos el
caso. Aunque no fue demasiado difícil.
-Debes dejar eso a un lado. - Le pidió su cuñada,
algo preocupada por el malestar que su interlocutora evidenciaba cuando hablaba
sobre eso. –
-Lo hice, sí. Luego Sam y yo nos mudamos a Europa
con nuestro hijo. Desde entonces nada sé de ellos. - Suspiró resignada y entristecida ahora para
sentenciar. - Y no voy a engañarte Amatista, es cierto lo que le conté a tu
hija. Brian sabe que tiene un padre. Ha podido conocerle y pasar algún tiempo
junto a él, cuando esa zorra no lo ha impedido. Porque Rebecca se aseguró de
evitarlo siempre que tuvo ocasión. Ahora llevamos mucho tiempo sin saber de él.
Y algunas veces pregunta dónde está. ¿O que por qué no le importa? Por mucho
que Sam o yo misma le digamos que su padre le quiere mucho, eso de que no se
ponga en contacto con él no puede olvidarlo. Y sufro por mi hijo…
-Lo comprendo. - Convino afectuosamente su
contertulia para remachar. – Nuestros hijos son lo más importante. Pero no te
angusties, tanto Sam como tú sois las mejores madres que Brian podría tener.
Está rodeado de amor por todas partes, eso sin contar a sus abuelos.
-Sí, es verdad. - Admitió Kerria, agregando ya más
animada. - Mis padres estaban tan alegres ayer cuando llegamos. Lo primero que
hizo Brian nada más verles abrir la puerta fue correr a abrazarse a ellos. Y le
vi muy feliz. Quiere muchísimo a sus abuelos. -
Sonrió ahora con visible orgullo. -
-Espero que algún día, Brian pueda abrazar también a
su padre.- La animó Amatista.-
-Sé que por él no habría problema.- Suspiró su amiga
y cuñada, alegando incluso con tono introspectivo.- Cuando rompí con él, sé que
le hice daño, pero fue inevitable. Pero pasado un tiempo lo comprendió y se
convirtió en mi mejor amigo. Me apoyó y aceptó sin reservas cuando le propuse
ser el padre de mi hijo. Ya sabes.
-Sí, me lo contaste.- Musitó Amatista, asegurándose
de que su hija no pudiera escucharlas.-
Por
fortuna Maray ya se había alejado en busca de su abuela. Dándose cuenta también
de ello, Kerria prosiguió repitiéndole a su amiga.
-Me acosté con él, ha sido el único hombre con el
que he tenido ese tipo de relaciones. No sé porqué lo hice. Bueno, siempre
pensé que deseaba tener un bebé fruto del auténtico amor. Temía que, llegado el
día, mi hijo me preguntaría si yo quería a mi padre, o si él sentía lo mismo
por mí. Y yo sabía que Brian me amaba. Quizás incluso llegué a sentirme mal,
pensando que era una egoísta. Y además, no conté con Sam para eso. Puedes
imaginarte como reaccionó cuando se lo confesé. Estuvo a punto de dejarme.
-No lo sabía.- Se sorprendió Amatista mirando con
perplejidad a su cuñada.- Lo siento mucho.
-Por fortuna, Sam me quiere tanto como yo a ella y
me perdonó. Siempre ha adorado a nuestro hijo, como si ella misma le hubiera
traído al mundo. Ya sabes, ella no puede tener hijo. -Le refirió Kerria.-
Amatista
no lo recordaba muy bien, haciendo memoria, se acordó de que su cuñada se lo
contó hace unos cuantos años. Fue justo tras el juicio que Kerria padeció,
cuando trataron de arrebatarle a su propio hijo. Samantha tuvo que declarar.
-Eso le costó perder a su familia y confesar incluso
que tuvo un aborto. Ese cabrón de Steve lo provocó al darle una paliza. Como
consecuencia de eso, jamás pudo volver a concebir.
-¡Dios mío!- Musitó Amatista, con semblante
entristecido al acordarse de aquello.- Pobre Sam.
-Me demostró que me amaba de verdad cuando renunció
a tantas cosas por mí.- Afirmó Kerria, con tono entre agradecido y
consternado.- Su familia es muy devota y puritana. Ya me entiendes.- Y desgraciadamente no es algo que sea
infrecuente hoy día. Diría que va a más. Hemos pasado por mucho, y todo porque
aun subsisten los prejuicios y el odio hacia las personas como nosotras.
Recuerdo hace unos años, cuando fui a Nature a defender a una chica en un caso
de agresión. Había golpeado a un muchacho en un bar. Fue un problema de celos,
un triángulo amoroso. Te lo conté hace tiempo.
-¿Quizás ese chico la engañaba con otra?- Elucubró
Amatista con visible curiosidad pues no recordaba del todo.-
-No, esa chica era una piloto de cazas. Era
homosexual y ella estaba enamorada de la novia de ese joven.
-¡Ah!, ya me acuerdo. Entonces fue un claro caso de
celos por parte de la agresora.- Afirmó su cuñada.-
-Todo lo contrario. -Rebatió Kerria explicándole.-
Cuando llegué a Nature y comencé a investigar descubrí de inmediato que esa
otra muchacha, Daphne se llamaba, estaba en realidad enamorada de mi cliente.
Pero, por culpa de la presión social y familiar, tenía que fingir y salía con
aquel chico. No pude llamarla a declarar dado que habría tenido que hacerla
confesar bajo juramento que era lesbiana. Para mí fue todo un dilema moral. Lo
pasé realmente mal.- Suspiró ahora rememorando aquellos acontecimientos.- Eso
dejaba a mi representada prácticamente sin defensa.
-¿Y al final qué pasó?- Quiso saber Amatista con
manifiesto interés.-
-Pues sucedió lo que menos podría haberme imaginado.
Daphne quiso declarar después de ver como su hermana pequeña, apenas un cría,
subía al estrado. Cuando la interrogué me dejó helada. Tenía un odio visceral a
las personas homosexuales. Incluso me echó en cara mi propia confesión. Cuando
reconocí que era lesbiana en el programa de Al Mats.
-Me acuerdo perfectamente de eso.- Suspiró Amatista,
incluso con tintes de culpabilidad.- ¡Ojalá hubiera podido estar allí, con
vosotras!
-Estabas en el viaje de la SSP-1, cuidando del
despistado de mi hermano.- Le recordó Kerria con desenfado ahora, aunque
enseguida volvió a su relato y una vez más ensombreció su tono al agregar.- En
fin, quizás Daphne pensó que ver así a su hermana era demasiado. Vino a la sala
donde estábamos Sabra y yo. Bueno, así se llamaba mi cliente, era israelí.- Le
aclaró Kerria, para proseguir.- Las dos se abrazaron y se besaron de un modo
tan apasionado que hasta a mí me dio apuro…
Eso
hizo sonreír a Amatista,¡cómo tuvo que ser ese beso! pero su cuñada no imitó
aquel gesto, enseguida supo la francesa el porqué, cuando Kerria continuó.
-Sin embargo, al subir al estrado, Daphne mintió.
Acusó a mi cliente poco menos que de acosarla y de ser una psicópata. Sólo tuve
que ver la mirada desencajada de Sabra y sus lágrimas. ¡Y mi teórica testigo,
la que se suponía que iba a admitir su amor por ella, habló en su contra llena
de odio! Jamás entendí ese proceder. Únicamente puedo achacarlo a que Daphne estaría
aterrada de la posible reacción de su familia.
-Es horrible.- Pudo decir su interlocutora.- ¿Y no
pudiste acusarla de perjurio?¿Verdad? Creo acordarme de que contaste eso.
-En efecto, fue imposible.- Negó su amiga moviendo
la cabeza.- Sabra aceptó declarase culpable después de eso, quedó anímicamente
deshecha.
-Lo comprendo.- Asintió Amatista.-¿Qué le pasó a esa
piloto?
-Pues bastante menos de lo que yo me temía. Ese
chico demostró no ser mala persona. Incluso intercedió por Sabra. Al final, mi
defendida tuvo que alejarse de él a por lo menos trescientos kilómetros. Cuando
me fui me quedó el consuelo de no verla entrar en la cárcel. Por eso, a veces, cuando me lamento por lo
que me ha ocurrido en el pasado, pienso en casos como este y considero que hice
bien en su día. Cuando admití como era y lo que de veras sentía.- Declaró
Kerria. –
-Fuiste muy valiente, de eso no cabe ninguna duda.-
La alabó su cuñada.-
-Mi error ha sido pensar que todo el mundo quiere o
puede actuar igual a como lo hice yo.- Suspiró su interlocutora, quien animó
algo su voz al rememorar.- ¡Y ahora que me acuerdo! Cuando iba de camino a
Nature parta ese juicio coincidí en la nave con tu madre. Ella iba por entonces
allí a ocuparse de algunos asuntos en la casa que tenía en ese planeta. Si
hasta me echó una pequeña reprimenda por no pasar por Bios y veros…
-Pues a ver sí se lo aplica.- Suspiró Amatista
afirmando ahora con cierto pesar, teñido de ligera contrariedad.- Ha venido muy
pocas veces a visitarnos en estos últimos años.
-¡Vaya! No quise decir..- Fue capaz de musitar
Kerria ahora.-
-Tranquila.- Le sonrió su contertulia recobrando la
jovialidad para sentenciar.- Tampoco nosotros hemos venido apenas a la Tierra…
-Bueno, ahora estáis aquí, podrás ver a tus padres
también.- Sonrió su cuñada.-
Su amiga
le sonrió a su vez y ambas siguieron charlando, entonces llamaron a la puerta.
Leval abrió, vio que era Samantha con un chico de pelo castaño y ojos del mismo
color del cielo, era espigado y de aspecto agradable. Sam le indicó con animación,
tras saludar a Leval.
- Vamos Brian. Saluda a tu tío.
- Hola, tío Leval, ¿cómo estás?- dijo el muchacho
que parecía sorprendido. -
- Yo muy bien, Brian. - Repuso sonriente el aludido
que le dio la mano al muchacho. - ¿Y tú?
- Bien gracias. - Pudo responder el muchacho. –
-¿Qué tal Sam?- Se interesó entonces Leval. - ¿Cómo
estás, cuñada?
- Aquí estoy, unos años más vieja. Recién llegada de
Europa con tu hermana y Brian. - Le contó ella con cordialidad. –A ti se te ve
muy bien.
-Muchas gracias.- Sonrió él.- Tampoco te puedes
quejar, sigues siendo una mujer muy atractiva…
-¡Que no te oiga tu hermana!- Se rio Sam, añadiendo
divertida.- A ver si se va a poner celosa…
Su interlocutor asintió, evidentemente era una broma
de Samantha, pero seguro que su contertulia había dicho eso para romper el
hielo del saludo. De modo que él se dirigió a los dos invitándoles.
-¡Pasad, venga! , no os quedéis ahí en la puerta, mi
mujer y mis hijos tienen muchas ganas de veros.
Los
dos entraron y tras unos cuantos besos y preguntas por el estado de todos
charlaron en corrillo. Samantha y Kerria con Amatista y Leval. Brian fue a ver
a su abuelo y a su primo Asthel. Los encontró a ambos en el jardín donde Roy
tenía una canasta con su zona reglamentaria pintada. El veterano ex jugador y
entrenador le enseñaba algunos trucos a su nieto, entonces el recién llegado se
acercó y les saludó.
- ¡Hola Brian! ¿Qué tal por la ciudad?... - Le
saludó jubilosamente su abuelo
-Muy bien. Mamá Sam me llevó de compras. - Sonrió el
muchacho. –
Roy
asintió con afecto para llamar la atención del recién llegado acerca de ese
otro chico tan alto que el acompañaba.
- Mira...éste es tu primo Asthel....
-¿Qué tal Brian?,- le dijo el muchacho jovialmente.
-
- Esto, ¿qué tal?- susurró tímidamente el
interpelado a su vez, mirándole impresionado por el aspecto tan imponente que
tenía. - Hola, oye, ¿qué edad tienes? ¡Eres enorme! - Pudo decir el chico con
admiración.-
Asthel algo
cortado no dijo nada, fue Roy el que habló al hilo de lo que antes le había
preguntado cuando iban hacia la cancha.
- Sí Asthel, con metro noventa y seis que dices que
mides eres tan alto ya como tu abuelo Diamante, pero él era un poco manta. Tú
en cambio por lo que he visto tienes buenas cualidades, Brian también juega de
maravilla ¿Verdad?...
- Un poco sí que juego, abuelo. Tú me enseñaste -
repuso éste con modestia. -
-¡Pues venga! - Animó Roy al recién llegado. - Juega
un poco con tu primo...yo arbitraré.
- Pero, es mucho más alto que yo... ¡me saca casi
veinte centímetros! - Objetó Brian visiblemente intimidado. -
- Venga, yo jugaré desde fuera...- le ofreció Asthel
que tiró a canasta desde más allá de tres puntos encestando limpiamente. -
- Pues vaya plan... ¡lo tengo claro!,- suspiró su
resignado rival. -
Pero
aceptó el reto y tanto él como su primo se pusieron a jugar con ganas para
deleite de Roy que les iba dando consejos y les comentaba alguna que otra
jugada. Mientras tanto sus padres charlaban contándose sus peripecias. Leval
hablaba con Samantha retomando la conversación una vez roto el hielo.
- Hacía mucho que no te veía, como te dije antes
estás muy guapa. - La halagó. -
- Gracias,- sonrió ella devolviéndole el elogio. -Tú
tampoco estás nada mal...
-¡Oye...que os estoy escuchando! - Intervino
Amatista simulando un tono de celosa prevención -... ¿Es que acaso queréis
ligar sin que Kerria y yo nos demos cuenta? - Añadió en tono jocoso. -
- No te preocupes Amatista, Leval es muy guapo pero
no es mi tipo.- Repuso Sam que se abrazó a su esposa, mientras ésta le decía
con voz melosa. -
- Oye, que es mi hermano ¡Es casi como si fuera
yo!...- advirtió con desenfado dándole un ligero beso a su cónyuge y
preguntando después, dirigiéndose al aludido. - Bueno Leval, cuéntame... ¿qué
tal todo por Bios?...
- La verdad, estoy preocupado,- repuso éste
poniéndose serio para comentar.- Tengo ciertas sospechas y me gustaría pedirte
tu opinión sobre algunas cosas.
Ante la extrañeza de ambas mujeres, Leval les contó
a Kerria y Samantha parte de lo que
había averiguado pero sin muchos detalles.
- Entonces.- Comentó
su hermana sorprendida. - ¿Tú crees que ese tal Logan puede estar detrás
de todo?..
- No, no es que lo crea. Juraría que sí. – Aunque
Leval guardó un momento de silencio teniendo que admitir. - La verdad es que no
puedo acusarle de nada sin pruebas, pero tampoco estoy seguro de que sea él el
culpable, al menos no el único.
-¿Has hablado de eso con alguien? - Le inquirió
Samantha. -
- Aquí en la Tierra solamente con Mazoui. – Contestó
el interpelado afirmando convencido. – Sé que mi primo hará averiguaciones y me
contará lo que sea con discreción. Pero allí no me fío de nadie.
- Debemos tener cuidado, en Bios también hay ahora
un grupo de agitadores de los pro apertura.- Les contó Amatista. -
- Sí,- confirmó Kerria que agregó con tono más serio
- por desgracia están proliferando mucho, sobre todo en su sector más radical y
aquí, en la Tierra, bastantes países son gobernados ya por sus partidos
políticos. Entre esos y los de la Congregación para la fe, estamos desbordados
de fanáticos. Dentro de poco, si esto continúa así, la misma sociedad de las
naciones estará dirigida por ellos, solamente de pensarlo se me ponen los pelos
de punta...
- Por eso en Bios se quiere llegar a ser un mundo
autónomo. - Le reveló Leval. - Quizá sea bueno abrir el planeta a todos, pero
no de golpe.
- Esos rumores han llegado también hasta aquí. - Le
desveló a su vez su hermana. -
-Hay algo más,- intervino Samantha - a las personas
que se sabe que participaron en el proyecto no se las tiene en mucha estima. Se
las acusa de ser parte de los elitistas...
-¿Elitistas?- Repitió una atónita Amatista.-
- Los activistas llaman así a los que no quieren
poblar Bios con tanta rapidez o a las personas que van allí gracias a su dinero
o cualidades,- les aclaró Kerria. -
- Sí. Es verdad. - Añadió Sam confesando con pesar - antes nos miraban mal o incluso
nos atacaban por ser pareja. Pero al enterarse de que Kerria era familiar tuya,
aun fue peor. Las cosas se pusieron mal en Europa. Y ya no tuvo que ver nada
con nuestra orientación sexual. De modo que, como el matrimonio homosexual hace
años que es legal en este país, preferimos venir aquí.
-Si sería legal que nos casamos aquí. Vosotros
vinisteis a la boda siendo Asthel muy pequeñito.- Les recordó Kerria.-
-Es cierto. Me acuerdo muy bien. Incluso la madrina
Ami y dos princesas más acudieron.- Terció Leval.-
- Bueno, aquí
en el aspecto político no es que las cosas estén mucho mejor, pero por lo menos
tenemos la familia cerca. – Sonrió su hermana, pasando un brazo por los hombros
a su esposa.-
- Lo siento mucho Ky. Lamento que eso os haya
perjudicado.- Pudo responder su contertulio no sin consternación.- No hubiera
querido que sufrierais por ser mi familia.
Él la miró
con pesar, pues lo último que habría deseado en el mundo era haber sido causa
de problemas para su hermana. Aunque ella percatándose de eso enseguida se
apresuró a replicar.
- No fue en absoluto culpa tuya, sino de esa facción
de intolerantes, no todos los que defienden la apertura son así.- Le contestó con
afecto y serenidad. – Incluso ahora critican a los monarcas y a las princesas.
No lo entiendo. Pero me he enfrentado públicamente a ellos en algunas
tertulias. Por eso nos han atacado tanto…
-Y aunque la mayor parte del colectivo LGTBI es
favorable a los soberanos, también hay algunos a quienes no terminan de
convencer. - Apuntó Sam.-
-Es que no lo comprendo. ¿No ven todo lo que han
hecho por la humanidad? - Exclamó una indignada Amatista. -
-En su opinión, los reyes y las princesas tendrían
que haber arreglado todos los problemas del mundo. - Añadió Samantha suspirando
contrariada. - Y no se dan cuenta de que ellos en realidad no gobiernan.
-Es cierto. Su misión no es esa.- Agregó Leval.-
-Hace mucho tiempo que la madrina Ami me lo dijo.
Ellos no están aquí para resolver nuestro día a día. De ello debemos
encargarnos los habitantes de la Tierra. Esa es la verdadera libertad. -
Convino Kerria que añadió, no sin un resignado pesar. - Como os ha dicho Sam.
Cuando ha salido el tema he llegado a discutir incluso con personas del
colectivo LGTBI, que estaban pensando eso mismo. ¡Por si no hubiese sido lo
bastante duro y complicado tener que lidiar con personas homófobas e
intolerantes durante tantos años!
-¿Y qué tal Brian?, ¿cómo lo lleva él?,- le preguntó Leval con visible interés. -
- Desde pequeño le explicamos la situación para que
lo entendiese. Además conoce a su padre, nunca quisimos negarle la verdad.
Tiene derecho a saber todo lo que concierna a su vida. - Explicó una vez más
Kerria, haciéndolo extensivo ahora a su hermano.–
-Eso es lo correcto. Ya te lo dije antes. - Terció
Amatista a su amiga quien sonrió agradecida. -
- Habéis hecho muy bien. – Convino Leval alabándolas
sin reservas. - Sois unas buenas madres, eso se nota enseguida. No hay más que
ver al chico.
-Gracias Leval...te lo agradecemos mucho porque
sabemos que eres sincero.- Repuso Samantha, visiblemente complacida. -
- También vosotros sois muy buenos padres, se nota
al ver a los vuestros. - Les dijo Kerria devolviéndoles el piropo. -
- ¿Recuerdas como éramos nosotras a esas edades?-
Sonrió Amatista divertida. – Menos mal que ellos han salido más sensatos.
- A veces prefiero no hacerlo – se rió su cuñada
moviendo la cabeza. – Tienes razón. ¡No fuimos precisamente un ejemplo en según
qué épocas!…
-No seáis tan duras con vosotras mismas.- Intervino
Leval.- Todo tuvo su porqué, y además supisteis tomar el camino correcto al
final, en todo. ¿Sabes hermanita? Me basta con fijarme en cómo te miran
nuestros padres. Eres un gran orgullo para ellos.
-Gracias.- Musitó su interlocutora dándole un beso
en la mejilla, para añadir con tintes de emoción.- No te imaginas lo que eso
significa para mí. Ahora sé lo que se siente. ¿Verdad Sam? Cuando miramos a
nuestro propio hijo.
Su
cónyuge sintió con una sonrisa a la par que declaraba dirigiéndose a sus
contertulios.
-Supongo que a vosotros os sucederá igual cuando
miráis a vuestros hijos. Son estupendos.
-Al menos, estamos tan orgullosos de ellos como
podrían estarlo unos padres corrientes. Pero es que, además, vosotras no
ignoráis que en nuestra familia tenemos cualidades especiales.- Replicó
Amatista.-
-Pues bien.- Aseveró tajantemente Leval, dejándolas
atónitas.- Lo nuestro no era nada al lado de lo suyo. Os lo puedo asegurar.
Y
tanto él como su esposa les contaron algunas de las cosas que Asthel era capaz
de hacer. Ninguna de sus dos oyentes salía de su asombro. No obstante, Kerria
sí que podía imaginarlo bien. Pero Samantha miraba al hermano de su pareja con
sus azules ojos llenos de incredulidad y preguntando.
-¿Pero cómo puede hacer esas cosas?...
-¡Ten en cuenta que es hijo y nieto de guerreros! -
Sonrió Kerria agregando con admiración. -.Además, cuando yo le acuné sentí su
gran poder latente y entonces sólo era un bebé. Ahora que es casi un hombre, no
quiero ni pensar de lo que será capaz...
- Sé que sin duda está destinado a hacer grandes
cosas, pero no puedo dejar de pensar que es mi hijo. ¡Y me preocupa tanto que
se vaya de mi lado! - Le confesó Amatista con tono inquieto. -
- Te comprendo muy bien...para nosotras Brian es lo
más importante en nuestras vidas - afirmó Samantha con el asentimiento de
Kerria mientras hacía esa declaración. -
- No sé. - Terció Leval declarando con tono
preocupado a su vez.- Sea lo que sea lo que deba hacer, seguramente será algo
muy importante. Sólo espero que podamos ayudarle y protegerle todo lo que nos
sea posible hasta que ese momento llegue.
Sus
interlocutoras asintieron. Entonces fue Kerria la que, al parecer recordando
algo, les comentó.
-¡Ojalá que su misión traiga la paz definitivamente
a la Tierra! Yo fui de esas ingenuas que también creía que cuando la Reina
Serenity y el rey Endimión ayudaron a salvarnos de la Nada, las cosas irían
bien para siempre. Pero el ser humano, ya se sabe. Distamos mucho de ser
perfectos.
-Esa es la esencia.- Comentó su hermano.- Somos como
somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos. Es lo que los Soberanos
debieron de comprender… por ello es la humanidad la que debe hacerse cargo de
su destino.
-Sí, ellos solamente intervinieron cuando la
situación era realmente insostenible, y por una amenaza ajena a nuestros
propios actos.- Declaró Amatista.-
-Entonces demostraron su gran poder y nos salvaron.
Igual que hiciste tú.- Añadió Kerria dirigiéndose a su cuñada.-
-Yo no hice nada más que ser una mera transmisora.-
Declinó ésta con total humildad.- Si os soy sincera, apenas sí me acuerdo de lo
que me sucedió…pero aquí en la Tierra, los reyes y nuestros padres, familiares
y amigos tuvieron un papel fundamental.
-Fue algo asombroso.- Admitió Kerria.-
-Es cierto. Todavía recuerdo ese día. - Convino Sam
dándole la mano a su pareja.-
Desde
luego que nunca podría olvidarlo. Cuando una mañana aquel agujero negro inmenso
apareció en el Cielo. Ella estaba trabajando, su compañero de entonces Bob, con
el que había tenido unos meses anteriores algo tensos, estuvo muy amable sin
embargo. Fue de hecho quién le dijo…
-¿Qué demonios es eso que hay ahí?...- Indicaba
apuntando con un dedo hacia el exterior, a través de una ventana.-
Samantha
miró por inercia y quedó asombrada.
-¡Dios mío!- Pudo exclamar.-
Rápidamente
alguno de sus compañeros conectó una televisión. Las noticias de todas las
cadenas hablaban de eso. Misteriosos agujeros negros que iban creciendo en
todas partes del mundo. Se entrevistaban a expertos astrofísicos que no
parecían saber qué era aquello. Muchos gobernantes llamaban a la calma y se
ordenó a la población encerrarse en sus casas. Pero Sam sabía que era cuestión
de horas que el pánico más absoluto se adueñase de la ciudad. Quiso regresar de
inmediato a casa con Kerria. Y como si le hubiera leído el pensamiento, fue
precisamente Bob quién le dijo.
-Vete, ve con ella. No te preocupes, de hecho creo
que todos deberíamos marcharnos a pasar el tiempo con nuestros seres queridos.
Antes de que se colapsen las carreteras.
La
muchacha asintió, le sonrió agradecida y no lo dudó. Pero antes de salir de
allí, alguien apareció. Era Roy, ¡Se había materializado de la nada! Nadie era
capaz de pronunciar palabra, todos le observaban visiblemente sorprendidos. Fue
entonces cuando el recién llegado declaró.
-No os asustéis, esto no es nada de particular. Sam,
dame la mano. Nos vamos a casa.
La
chica asintió todavía en estado de shock. En cuanto aferró la mano del padre de
su pareja los dos desaparecieron de allí. Al instante reapareció en el salón de
la casa de los Malden. Allí, Bertie y Kerria aguardaban junto con alguien más a
quién asombró ver allí pero cuyo nombre ahora no recordaba…
-Pero. ¿Cómo lo has hecho?- Le inquirió a aquel
hombre que ahora la miraba sonriendo, más cuando la perpleja joven añadió,
mirando a esa desconocida uniformada de es modo tan extraño.- ¡Y esa mujer,
es!...
- Ha llegado el momento de que te contemos algunas
cosas, Sam.- Terció su novia que, ante la asombrada mirada de su pareja, gritó
elevando un brazo.- ¡Corazón puro del Hielo, dame el poder!..
Y tras una secuencia de luces y vueltas sobre sí
misma increíbles, Kerria apareció convertida en una Justiciera, la Dama del
Hielo.
-¡Eras tú!- Exclamó Sam llevándose una mano a la
boca, sin poder creer lo que veía.-
-Sí.- Musitó su pareja.-
-¡Me salvasteis de él!- Fue capaz de decir
emocionada.- Tú y ella...
-Hubiésemos querido haber llegado mucho antes.-
Sollozó Kerria ahora.-
Aunque
fue Bertie quien interrumpió ese momento tan emotivo con un tono más sereno
-Sé que esto es muy importante para vosotras. Pero
ahora no tenemos tiempo. Hay muchas cosas que debes saber Samantha. Te iremos
contando algunas de camino.
En
efecto, la atónita muchacha se percató de que
esa mujer que se hallaba junto a
su pareja era otra de las justicieras, o mejor dicho, era la famosa Guerrera
Mercurio. Tal y como había recordado, ella y la Dama del Hielo, ¡Kerria! la
salvaron de su ex marido. Cuando él la secuestrara meses atrás. Ahora fue la
misma sailor quién le comentó.
-Tú y el resto de la humanidad preparaos, vais a ver
algo que será recordado durante generaciones. ¡La salvación del Mundo! ¡Del
Universo entero!… Hoy veréis a la reina Serenity y al rey Endimión desplegando
su poder…
Y
al poco de decir eso, Roy les pidió a todos que se dieran la mano,
desaparecieron reapareciendo en casa de otro grupo de personas con otra Sailor
allí. Luego volvieron a unirse todos y desaparecieron otra vez. Al final,
surgieron en medio de un campo, ¡estaban en otro país! Sam no pudo creerlo pero
lo vio. Esa mujer rubia, tan etérea y elegante, junto con otras dos chicas de
largos cabellos, negros los de una y rosados los de la otra, elevándose al
Cielo y emitiendo esos resplandores plateados, y otros muchos allí reunidos,
incluyendo a Roy y a otro enorme individuo refulgiendo en tonos dorados,
plateados y en muchos colores más. Con aquella enorme esfera azulada de pura
energía. Finalmente un inmenso y blanco resplandor y después todo había
terminado. Esos agujeros negros habían desaparecido como si jamás hubiesen
estado allí…
-Mi vida y la de la mayoría de los seres humanos
cambió para siempre aquel día. - Suspiró Sam, saliendo ahora de sus recuerdos,
en tanto terminaba de narrar aquello a sus interlocutores.-
- La de todos lo hizo, sí…- Convino Kerria dándole
la mano con afecto una vez más, al tiempo que añadía con un tinte de
incredulidad e incluso indignación.- Por eso mismo, no puedo creer que haya
tanto desagradecido en este mundo. Fue la Reina Serenity la que les salvó de la
destrucción, junto con mi padre, el tío Lornd y el resto, y sobre todo contigo,
Amatista. Ahora ellos no solamente no recuerdan eso. Es más, ya a los pocos
meses otra vez continuaron las guerras, las injusticias y demás atrocidades. Y
por si fuera poco hay muchos que encima culparon de todo a Serenity y Endimión
y que, desde entonces, promueven su oposición abierta a los reyes de la Tierra.
- Ese tipo de cosas se han dicho en Bios también.
Sobre todo entre los partidarios de la independencia. Alguno que otro hay. Y
parece que su influencia, lejos de menguar, crece a pasos agigantados. -
Intervino Leval cabizbajo. -
- Ya os lo he comentado, que hasta he llegado a
discutir agriamente con algunos compañeros. En nuestro propio colectivo. Aunque
hay de todo, personas que apoyan y admiran a las princesas, sobre todo a Urano
y Neptuno, que simpatizan con su relación. Ellas mismas son de los nuestros,
dicen. Pero otros las tachan de opresoras. Incluso las acusan de ser una especie
de infiltradas. ¡Como si estuvieran fingiendo su mutuo amor para poder
adentrarse en nuestros círculos y dominarnos! Es una estúpida paranoia. ¿Os lo
podéis creer?- Preguntó Kerria con tono retórico y al tiempo molesto para
sentenciar.- Cuando las he defendido me acusaban de elitista. Eres una lacaya
de los que nos gobiernan en la sombra, te has vendido a los lunáticos, me
decían. ¡Idiotas! – Espetó con impotente pesar.- No entienden nada.
- Sabes que el ser humano es así. Creemos lo que nos gusta o deseamos creer y
sobre todo siempre tenemos miedo de lo que no entendemos. - Afirmó su cuñada
con tono conciliatorio. Rematando no sin cierta resignación. –De nada sirve
enfadarse. Las princesas y los reyes no lo hacen. Tenemos que seguir adelante
haciendo lo que es justo. Y tomar ejemplo de ellos.
- Si a mí me molesta, imaginad a nuestros padres.-
Replicó Kerria mirando al resto con pesar.- A ellos les duele mucho que se dude
así de Serenity, Endimión y el resto de las princesas. ¡Han compartido tantos
pesares y combates juntos!
- Por ello, creo que mi mujer tiene razón. Nuestro
deber es luchar por la verdad y la justicia y hacer el bien. Para lograr un
mundo mejor que legar a nuestros hijos. Tal como las guerreras y nuestros
padres hicieron antes por nosotros.- Sentenció Leval.-
Sus contertulias convinieron en eso. ¡Qué remedio
quedaba! Por su parte, Beruche estaba con su nieta en la habitación que hacía
tantos años fuera la de su padre, Maray le preguntaba a su abuela.
-¿Y cómo era papá cuando tenía mi edad? - Quiso
saber la niña muy interesada. -
- Tu padre era un niño muy bueno, siempre era
aplicado en sus estudios y nunca se metía en líos.- Le contó Bertie que
asimismo agregó. -Tú también eres muy buena, tu madre me lo ha dicho y me
alegro.
-¿Y tú, abuela?- volvió a preguntar Maray con
visible curiosidad -.... ¿cómo eras cuando tenías mi edad?...
- Cielo, ya casi ni me acuerdo,- declaró Beruche
sonriendo. - Sucedió hace tanto tiempo y en un lugar tan lejano...
-¿Eras de otro planeta como yo?...- Inquirió la cría
con toda naturalidad. -
-¿Quién te ha dicho eso?,- le inquirió la atónita
Bertie a su vez.-
- Lo he soñado.- Le contestó Maray -, cuando era más
pequeña soñaba contigo, con la abuela Esmeralda y con los abuelos. Os veía en
un mundo distinto...muy lejos, con jardines hermosos aunque el sitio era algo
frío. Llevabais dibujada una media luna negra en la frente. Luego te veía en la
Tierra y te peleabas con unas chicas que llevaban faldas cortas...Se parecían
mucho a la reina Serenity y a sus princesas.
-¡Dios mío!- exclamó Bertie que abrazó
afectuosamente a su nieta para explicarle. – ¡Cariño, eso fue ya hace más de
cuarenta años! Casi ni me acordaba - volvió a mirar a la niña esbozando una
gran sonrisa y le susurró. -Tú tienes también grandes dones como tu hermano.
Utilízalos bien.
-¿Me contarás las aventuras que tuvisteis tú y el
abuelo Roy? - Le preguntó Maray con el vivo deseo de que así fuera. – Papá me
ha dicho que vivisteis muchas cosas.
- Ten paciencia, un día te contaré algo de eso, os
las contaré a los dos. A tu hermano y a ti. Mis aventuras cuando era joven y
como conocí a vuestro abuelo...
- Tú eras una princesa, ¿a que sí? - Sonrió la
chiquilla. -
- Sí, mi vida - admitió Beruche que le contó. - Lo
fui y tú también lo eres, tu madre es princesa también. Tu abuelo Diamante y tu
abuela Esmeralda, también fueron príncipes de un mundo muy lejano
¿De ese planeta tan oscuro y frío?- Inquirió la
pequeña.-
-Así es, cielo.- Admitió Bertie.- Verás, yo vivía
allí con mis padres y mis hermanas...
Admirada,
Maray escuchaba las palabras de su abuela como si encajasen en un puzzle al que
le habían faltado esas piezas hasta ese momento. Mientras tanto los dos primos
jugaron bastante y aunque Brian lo hizo lo mejor que pudo ganó Asthel, pero eso
no fue lo que contaba. Cuando Roy fue un momento adentro ambos hablaron y
Asthel sintió que su primo estaría llamado a unirse a él.
-Eres muy bueno. No hay quien pueda contigo. – Le
felicitó sinceramente Brian. –
-Eso no es importante – le dijo su primo que quiso cambiar
de tema para afirmar. – Brian. Sé que no has jugado todo lo bien que podrías.
-¿Por qué dices eso?- se sorprendió el muchacho. –
-Noto en ti una gran fuerza.- Le desveló Asthel
afirmando. – Eres del mismo linaje que mi padre y que el abuelo. Hubieras
podido ganarme fácilmente de haberlo querido.
-Bueno - admitió el chico bajando la cabeza y
mirando al suelo. – El abuelo siempre me dice que no utilice mis habilidades
especiales, que eso no sería justo para los demás. Pero supongo que a ti te
sucederá algo parecido.
-Sí, no es exactamente lo mismo pero lo comprendo
bien. - Le comentó su primo poniendo una mano sobre el hombro de su contertulio
para alabarle con sinceridad. – Tienes un gran potencial, puedo sentirlo con
claridad y no sólo para jugar a baloncesto. Me gustaría que, cuando llegara el
momento, te unieras a nosotros.
-¿Unirme a vosotros?- Se extrañó el muchacho que le
miró ahora sin comprender. - ¿Para qué?...
Asthel le
contó algo sobre su misión y un asombrado Brian le prometió que, llegado el
momento, le ayudaría. Por su parte los padres de ambos muchachos estaban
charlando todavía. Leval entonces le dijo a Sam.
-Si no te importa, voy a robarte a mi hermana por
unos momentos, tengo unos papeles que me gustaría que viera.
-No te preocupes.- Comentó su interlocutora de forma
jovial para añadir. – Así Amatista y yo nos ponemos un poco al día. Dejamos
tanta charla de política y vamos a cosas más entretenidas.
-Eso espero- convino ésta con ese mismo deseo al
preguntar. – Quiero saber si habéis visitado París. ¿Os gustó?
-Claro, estuvimos allí unos meses. Una ciudad
preciosa. – Le contó Sam. –
-¿Y Kerria al final aprendió algo de francés?- se
rio la esposa de Leval. –
-¡Bien sur, belle -
soeur! – replicó la
aludida con buena pronunciación para provocar la carcajada de su hermano y
Amatista. –
Como Samantha no comprendía nada de aquello, fue su
pareja la que le contó, casi sin poder parar de reír.
-Verás. Yo siempre odié estudiar francés, no se me
daba nada bien. Al menos hasta que llegó Amatista y me ayudó.
-Pues ahora sí que has aprendido en París.- Sonrió
Sam. –
-Il est jamais trop
tard! – rio Kerria mirando a su hermano y cuñada con gesto cómplice. –
Y tras unas nuevas risas llenas también de nostalgia los
dos hermanos se metieron en la casa en tanto Amatista y Sam continuaban
charlando distendidamente en el porche. La pareja de Kerria se reía de alguna
que otra anécdota que su concuñada le contó. Aunque también tornaba su
expresión seria cuando la mujer de Leval de forma sincera le comentase.
-Kerria fue muy
buena conmigo, y yo se lo pagué muy mal. Cuando no la apoyé. Todavía hoy,
después de tantos años y experiencias vividas, no puedo evitar sentirme
culpable por no haber actuado de otra manera.
-Ella no me ha
contado mucho acerca de eso, pero sé que a esa edad lo pasó muy mal, fue cuando
descubrió su orientación sexual y se aceptó a sí misma. - Replicó Sam. – Eso
siempre es complicado. También yo pasé
una época terriblemente dura y difícil.
Su contertulia que ya sabía eso por
boca de Kerria no quiso evidentemente ahondar en el tema, lo que si declaró
fue.
-Visto ahora con los
años fui una estúpida. Incluso entonces, cuando solamente era una cría, me di
cuenta de ello. – Se acusó Amatista. –
-Kerria te quiere
mucho, sé que Leval y tú sois dos de las personas más importantes para ella. Y
siempre que hablábamos de la familia os recordaba con mucho amor a ambos. - Le
contó Samantha, tratado de animar a su interlocutora. – Y os ha echado
muchísimo de menos…
-Nunca podré
agradecerla todo lo que hizo por mí, y cómo trató de ayudarme a conquistar a su
hermano. – Sonreía Amatista ahora, con aquellos recuerdos.-
-Siempre dice que
sois como unas hermanas para ella. Tú y sus primas. Os considera a todas así. –
Declaró Sam. –
-¿Y qué tal tú?
¿Sigues trabajando en la discográfica?- Se interesó su interlocutora. –
-Sí, he estado en la
filial de Francia y en la de Bélgica entre otras. Ya te digo que Kerria ha
aprendido hasta francés. Luego nos mudamos a España durante unos meses. Allí sí
que ella hablaba ya algo de español, era yo la que no tenía ni idea. Hablando
cuatro idiomas, además del nuestro, francés, alemán e italiano, así pude
aprender un quinto. – Ambas se rieron de nuevo ahora, aunque Sam continuó algo
más seria para contarle. - Después en
toda Europa surgió aquello de los pros aperturas radicales, lo que os contamos.
Decidimos regresar, no solamente por nosotras y por Brian, nos preocupábamos
también por Roy y Bertie.
-No temas por ellos.
- La tranquilizó su interlocutora para asegurar convencida. – Si algo tienen
los padres de Kerria y de Leval es que son luchadores natos. Hace falta mucho
más que un grupo de fanáticos descerebrados para que se inquieten.
-Sí, ahora lo sé. Me
di cuenta de que son realmente prodigiosos. Fíjate que, como os he contado
antes, cuando apareció la reina Serenity y Kerria me desveló su identidad como
Dama del Hielo me quedé impresionada. Pero eso no fue nada comparado a cuando
vi a su padre convertirse en guerrero dorado, lo mismo que hizo Brian.
-¿Brian puede
convertirse ya en súper guerrero?- Se sorprendió Amatista. –
-Sí, el verano
pasado en las vacaciones, justo antes de que retornásemos a Europa por última
vez hasta volver aquí ayer. – Le contó Samantha. – Roy le entrenó y el chico,
pues ¡comenzó a brillar! … al principio cuando le vi me asusté. Pero si
hubieses visto la expresión de sus abuelos y de Kerria. No sé cómo explicarlo.
Estaban tan orgullosos y felices…- Ahora Sam sonrió añadiendo – Le pregunté a
Ky si ella era capaz de hacer eso y se rio diciéndome divertida. ¡Eh!,
exigente. ¿Es que no te basta con que sea la Dama del Hielo?
-¡Muy propio de
ella! – rio Amatista a su vez imaginándose la escena y la cara que debió de
poner la pobre Samantha, dado que se recordaba ella misma cuando descubrió a
Leval haciendo lo propio. – Sí… es algo que no se olvida.
-Y Roy como siempre
me animó con uno de sus comentarios. Dijo que yo no debía preocuparme, ¡que ya
era rubia natural!, que eso de ser súper guerreros era para ahorrarse el tinte.
¡Es que no sabía dónde meterme! – Rio ahora la mujer moviendo la cabeza para
afirmar divertida. – Y yo que creía que eso de salir del armario y ser una
pareja homosexual era algo que llamaba la atención.
-En esta familia no
te diré que eso sea vulgar, ¡pero sí suena muy normalito! – Le replicó su
interlocutora de forma jocosa. –
-¿Y tu hijo se
transforma también?- Quiso saber su contertulia con interés. –
Ahora Amatista extinguió su sonrisa y suspiró, ante la
atenta mirada de su interlocutora pudo decir con un tono más suave y serio.
-No puedes ni
imaginar lo que le hemos visto hacer. Su padre, yo misma e incluso hasta su tío
Mazoui, estábamos asombrados. Un súper guerrero se queda en nada comparado con
eso… Aunque ahora parece que está más normal. Y debo confesar que me alegro.
Ojalá que siempre continuase así, pero sé bien que un día, se apartará de mi
lado.
Sam asintió, la comprendía muy bien. A su vez le
comentó a su contertulia sus temores.
-Verás. Brian crece
por días y se hacía cada vez más fuerte. Ya está tan alto como su madre sino
incluso más. Por eso salimos hoy a mirar algo. Mucha de su ropa le queda ya
pequeña y hace nada que la compramos. De modo que tenía que renovarle algo el
vestuario. - Ahora la mujer sonrió con un poso de nostalgia al agregar con voz
queda. - Recuerdo cuando era pequeño y le llevaba de la manita, íbamos de
tiendas y mientras jugaba le miraba ropa. ¡Nunca le gustó probársela! Pero le
sobornaba con un helado o con comprarle algún juguete. ¡Cómo pasa el
tiempo! Dentro de poco será un hombre.
Quizás tenga que luchar como sus abuelos y sus tíos y primos. No voy a
mentirte, no lo deseo en absoluto. Rezo porque no sea necesario.
-Te comprendo. –
Aseveró Amatista de forma cómplice al sentenciar. – Sé lo que eso significa y
no lo quiero tampoco para mis hijos. Igual que nuestros padres no lo quisieron
para nosotros. Por desgracia, no es algo que dependa únicamente de nuestra
elección. Como lo nuestro no dependió de la suya.
-Sí, y lo supe desde
el principio. En cuanto fui acogida en esta excepcional familia como si de una
hija más se tratase. Comprendí el grado de sacrificio y todo lo que Roy, Bertie
y los demás habían hecho por la Tierra. Fíjate, quedé todavía más impresionada
cuando los soberanos de la Tierra les llamaron amigos y les abrazaron. Cierta
vez que fueron invitados a verles en ese palacio que habían construido en
Tokio, el Palacio de Cristal, si no recuerdo mal.
-Sí, Cristal Tokio.
La capital del reino futuro de la Tierra. - Musitó su interlocutora, recordando
la historia que sus propios padres le contaron de su propio porvenir. -
-Eso es. Allí,
habían fijado el rey Endimión y la Reina Serenity su capital administrativa. –
Prosiguió Sam que declaró con tono de admiración - cuando conocí a los monarcas
y a sus guardianas, ¡cada una con rango de princesa y soberana a su vez de un
planeta! Y allí estaba yo, una chica de clase media, con estudios, eso sí,
codeándome con la realeza. Y mi pareja, era nada menos que la Dama del Hielo y
princesa de un mundo antiguo.
-No quiero pecar de
inmodesta - sonrió Amatista que confiaba en la pareja de su cuñada y le desveló
con desenfado.- No sé si lo sabrás ya, pero yo soy la Dama del Viento.
Sam abrió los ojos como platos, claro está que había
sospechado algo, pero no tenía la seguridad de que así fuese. Kerria jamás le
había dicho nada sobre las identidades del resto de las justicieras. Y todavía
quedó más sorprendida cuando su interlocutora le termino de exponer con tanta
franqueza como afectuosidad.
-Mi nombre verdadero
sería Amatista de la Luna Negra, princesa de Némesis, también soy duquesa de
Green Emeraude, por parte de mi madre.
-Vaya, ¡lo mío es
ser una plebeya! – Suspiró Samantha
tomándoselo con jovialidad. – ¡Cualquiera sale por ahí con vosotras!
-Todo eso no tiene
ninguna importancia ya – le dijo su contertulia aseverando – y jamás me hizo
falta para ser feliz. Ni a mi marido tampoco. Hemos preferido ganarnos todo lo
que tenemos por nosotros mismos. Y en cuanto a Kerria, sé que ella siempre ha
opinado igual, y que su felicidad o una gran parte de ella al menos, está
hablando conmigo ahora mismo.- Sentenció posando una mano sobre las de Sam que
le dedicó una agradecida sonrisa. –
Las dos mujeres fueron interrumpidas por Bertie y Roy que
las llamaron dentro, estaba comenzando a oscurecer.
-Venid dentro, chicas.
Empieza a hacer algo de fresco y enseguida habrá que cenar.- Les indicó su
suegra.-
-Ya vamos.- Replicó
Amatista y las dos pasaron sin hacerse de rogar para reunirse con los demás.-
Por su parte, Leval estaba con su hermana en un cuarto
que ella solía utilizar como despacho, sentados en sendos sillones con una mesa
entre medias de ambos, leían los documentos que él trajo desde Bios en una
Tablet de alta resolución. Kerria escrutaba aquellos informes, en su mayoría
anteproyectos de ley del parlamento de Bios y suspiraba. Cuando terminó se tomó
unos momentos para reflexionar, miró a su hermano y declaró.
-Esto no pertenece a
mi campo jurídico, necesitaría más tiempo para estudiarlos con detenimiento,
pero sí que puedo decirte al menos un par de cosas.
-Te escucho.... –
Afirmó su hermano con patente interés. –
-Verás. Para
empezar, estos anteproyectos de ley podrían ser tumbados en la ONU con
facilidad, al menos por dos causas. La primera, van en contra de la Declaración
de Derechos Humanos. Te cito de su artículo segundo…- Y tras mirar en Internet,
ella leyó. –
-Artículo 2
-Toda persona tiene todos los derechos y libertades
proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo,
idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional
o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no
se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o
internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto
si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración
fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía”.
-Y podría leerte el
artículo tres, el nueve, etc. – Afirmó su interlocutora que añadió. - La segunda
razón, tampoco concuerdan con el documento de la Colonización Planetaria. Pero
supongo que eso ya lo sabías, ¿verdad?- inquirió ella de forma perspicaz, a lo
que Leval asintió. -¿Entonces, qué quieres que yo te diga?- Quiso saber la
chica que ahora parecía desconcertada. – No precisas que te confirme lo que ya
conoces.
-Pues, sin ir más
lejos, que triquiñuelas legales pudieran utilizar para hacer pasar esas leyes.
– Le respondió Leval –
-Bueno, eso es algo
complicado – suspiró largamente ella para decir. – En cuanto a esas propuestas
de restringir la inmigración a Bios, sólo si los que acuden allí fueran
culpables de algún delito o por causa de seguridad, podrían ser expulsados.
Pero no creo que pudieran impedirles entrar de forma preventiva. Para tal
efecto antes debería haber un juicio con garantías legales o un mandato de un
juez, con indicios al menos que constatasen tal peligrosidad. Quizás si
retorcieran el artículo catorce de la Declaración de Derechos Humanos y paso a
citarlo…
“Articulo 14
En caso de persecución, toda persona tiene derecho a
buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país.
Este derecho no podrá ser invocado contra una acción
judicial realmente originada por delitos comunes o por actos opuestos a los
propósitos y principios de las Naciones Unidas”.
-O pudieran usar el
quince, alegando a su derecho a tener nacionalidad. Por ahora el estatus
judicial de Bios es incierto. Aún no se ha decidido si se le considera como un
país más de la Tierra.- Remachó ella.- También podrían usar algo parecido a lo
que tenemos aquí, en los EE.UU. El Acta Patriótica... Depende de cómo enfoquen
las migraciones. Podrían interpretarlas como invasiones de un espacio soberano
o actos terroristas.
-Sí, y de
proclamarse independiente Bios quizás los documentos vigentes como esta
Declaración de Derechos Humanos o el documento de Colonización Planetaria no
pudieran ser aplicados. Podrían esgrimir que no los tienen ratificados como
planeta soberano o qué sé yo. – Reflexionó Leval con visible preocupación. –
-Eso sí es algo a lo
que podrían aferrarse. Aunque el artículo dos diga lo contrario, pero una cosa
es el papel y otra actuar de facto – coincidió Kerria que aseveró. – Y entonces
lo ibais a tener muy complicado. Y no quiero ni imaginar la reacción de muchos
pros aperturas radicales…
-Sí, eso podría
llegar a significar incluso una guerra de Bios contra la Tierra. ¡O hasta una
guerra civil en el planeta! – Afirmó Leval con patente inquietud, de hecho no
lo quería ni imaginar. Confesando. –
Estoy realmente preocupado.
- No te pongas en lo
peor.- Trató de animarle su interlocutora, aseverando convencida.- Eso no creo
que fuera tan fácil. Algo se podría hacer antes.
Ahora fue él quien suspiró soltando
el aire con lentitud…
-Muchas gracias Ky,
me has ayudado mucho.
-Lamento no poder
hacerlo más. Pero si tienes cualquier otra duda llámame siempre que quieras.-
Le ofreció ella que comentó según recordaba. – De todos modos los soberanos
terrestres no se han pronunciado claramente sobre esta cuestión.
-¿Qué iban a poder
decir?- preguntó su hermano de forma retórica para responderse. – Que desean
que todo el mundo tenga derecho a la libertad, felicidad, etc. Saben muy bien
que no pueden tomar partido y provocar una fractura. Se comprometieron a eso
cuando fueron acatados como soberanos de la Tierra. Ya hemos estado hablando de
toda la oposición que deben enfrentar aquí e incluso en Bios, y eso sin mojarse
o precisamente por no hacerlo e
implicarse más. Desde luego no les envidio, reciben críticas hagan lo
que hagan.
La muchacha asintió, no obstante tuvieron que dejar el
tema dado que su madre les llamaba a cenar, fue Kerria la que se sonrió ahora
afirmando.
-Como en los viejos
tiempos. ¿Verdad hermanito? A cenar…que sino mamá se enfadará.
Leval le devolvió la sonrisa y le dio a su hermana
un agradecido y afectuoso beso en la mejilla. Ambos se dirigieron prestos a
cumplir el mandato materno. Se reunieron todos y compartieron la velada. A los
orgullosos abuelos se les veía muy felices de estar rodeados por su familia.
Todos charlaron animados alrededor de la mesa y Roy comentó con visible ilusión
a su mujer pero dirigiéndose también al resto.
-Mira cubito. Si el maestro Son Goku me diera a
elegir un deseo con las bolas de dragón posiblemente sería éste. Tener a toda
nuestra familia reunida. Como aquí y ahora.
-¿Qué son las bolas de dragón, abuelo?-Le preguntó
Maray mirándole sin comprender. –
-¡Uy hija! Algo que existió hace mucho, mucho
tiempo…- Pudo decirle él cargado de nostalgia para prometerle a su nieta. – Un
día te lo contaré.
-Sí, a mí también me gustaría que me lo contases. –
Le pidió Asthel a su vez visiblemente intrigado con eso. – No sé porque pero es
como si me recordase algo…
Los
padres del chico le miraron extrañados, lo mismo que sus abuelos. Aunque Leval
creyó que, quizás en alguna ocasión, él mismo pudiera haber mencionado esas
historias que su padre les contara de críos a él y a su hermana. No le dio más
importancia, al igual que el resto.
-El abuelo me lo contó a mí cuando era pequeño, ya
te lo explicaré. – Terció Brian que agregó mirando a su prima que también
expresaba mucha curiosidad en su semblante. – Y a ti también, Maray.
Los adultos se sonrieron, Leval y Kerria recordaban
asimismo esas historias. Sam no tenía mucha idea pero se acordó también de algo
que su suegro le contara una de las veces que los dos hablaron de lo particular
que era su familia. Beruche por supuesto no podía olvidarlas. Gracias a esas
bolas su esposo volvió a la vida y derrotó a ese terrible demonio para luego
retornar a su lado del más allá, junto a los demás, Diamante, Nephrite, Zafiro,
y Ail. ¡Hacía tanto tiempo ya de eso!
-Y pensar que esta casa se me hacía tan grande
cuando nos casamos y vinimos a vivir en ella. – Suspiró Bertie mirando con
orgullo y alegría los rostros de sus hijos, nietos y nueras.-
-Pues ahora mismo somos nueve – afirmó el jovial
abuelo que remachó con su humor habitual. – Un quinteto inicial y cuatro de
banquillo, ¡no está mal! Aunque no nos dé mucho margen para una serie completa
de play off. ¡Ja, ja!
Entonces un destello pasó por la mente de Asthel,
¡eso es! nueve era el número, tendrían que ser nueve. Esos serían los miembros
de su grupo, los que llevarían a cabo esa misión. Ya eran un total de seis,
contándose a sí mismo y junto con su hermana Maray, su primo Brian, Alusa y
Minara y Granate. Faltaban tres más. ¿Quiénes serían? Aún no lo sabía, pero
confiaba en que, con el tiempo, las identidades de los restantes miembros le
serían desveladas. Los demás, ajenos a los pensamientos del chico, continuaron
cenando y hablando de todo, recuerdos del ayer, esperanzas para el futuro, etc.
-¿No han podido venir tus padres, Amatista? – Quiso
saber Roy que agregó con cierto pesar. – Solo faltan ellos para que estemos
completos. Al menos a nivel de familia directa.
-Se quedaron con Satory y con Mazoui tras el
funeral. Hacía tiempo que tampoco veían a los tíos Zafiro y Petz y a Kaori y
Souichi. Tenían mucho que hablar y todavía más por recordar. - Contestó la
muchacha con un tono más lleno de melancolía. –
-Bueno, en cuanto el pesado de tu padre me haga el
honor de venir ya le contaré nuestra pequeña reunión en tanto le sacuda un
poco. ¡Ah, ese principito tan estirado! - Sonrió su interlocutor para
desdramatizar, ante las divertidas miradas del resto. –
-Mamá – le susurró Maray por lo bajo a ésta que se
sentaba junto a ella. - ¿Al abuelo Roy le cae mal el abuelo Diamante?
-No hija, todo lo contrario, siempre han sido
grandes amigos, desde antes incluso de que tu padre y yo naciéramos. – Le contó
Amatista con una gran sonrisa para aclararla. – Tu abuelo Roy es muy bromista y
siempre habla así de tu abuelo Diamante, pero sé lo mucho que le quiere. Y mi
padre le estima mucho también a él. Podría decirse que son como hermanos.
-¡Qué raro! – se sorprendió la chiquilla,
asegurando. – Si le hablase así a alguna de mis amigas seguro que reñiríamos.
-No te preocupes, cuando seas mayor lo comprenderás
– afirmó su madre con seguridad agregando no sin humor. – Entre tanto no se te
ocurra decirles lo mismo que dice tu abuelo.
Aunque Roy, que pudo escuchar aquello, terció
enseguida con un tinte más lleno de ternura y declaró.
-Tu madre tienen razón. No me hagas mucho caso
Maray, ya soy solamente un viejo gruñón. Y los viejos hablamos así. Pero tu
abuelo Diamante es uno de los mejores hombres que nunca haya conocido. Siempre
fuimos muy amigos. Lo que pasa es que le echo mucho de menos al muy bribón…y
además prometió traerme una de esas botellas de vino francés tan caras que
tiene… ¡en eso sí que tu padre es un rácano, Amatista! Reconócelo.
La aludida se rio. El resto sonrió a su vez. Sobre
todo Bertie que tomó una de las manos de su esposo mirándole con ternura.
Solamente ella entrevió un poso de tristeza en los ojos de Roy. Asthel por su
parte se fijó asimismo en su abuelo. Aparentaba estar feliz y de hecho
disfrutaba de la presencia de la familia, sin embargo sentía en él una gran
tristeza. Pudo saber entonces el motivo, era como si una extraña presencia se
lo revelase. Suspiró apenado.
-Pero cuando de luchar codo con codo, y de amistad
se trataba, Diamante siempre ha sido un gran tipo. Tanto él, como su hermano,
los demás...mi amigo Tommy…le echo de menos. Quiera Dios que siga bien. -
Suspiró Roy ahora con mayor melancolía casi para sí, para remachar ya en voz
alta.- Sí, recordadlo chicos. Ante todo sed buenos amigos y compañeros y
ayudaros siempre los unos a los otros. Que la alegría de uno sea la de todos y
los problemas también.
Todos le escucharon con atención y meditaron sobre
aquellas palabras. Era cierto. La camaradería de sus mayores había cimentado
las bases de las vidas de todos ellos. Después, la segunda generación había
hecho lo propio, creando sus propios lazos de cariño y hermandad. Ahora veían
como, poco a poco, surgía una tercera generación que de seguro estaría llamada
a tener sus propios vínculos y momentos de amistad y sacrificio compartidos.
Sobre todo Asthel, que se iba percatando cada vez más de que él mismo y los
elegidos para acompañarle, forjarían un grupo que debería proseguir con esa
tradición algún día.
-Ésta es una gran y hermosa familia.- Pensaba
Beruche mirando en derredor, llena de orgullo para recordar.- Querida Ami.
¡Cuánta razón teníais! El amor es maravilloso. Cuando era joven nunca soñé el
poder estar tan rodeada de él. Y todo fue gracias a ti y al resto de las
guerreras. Siempre os he estado y os estaré muy agradecida de todo corazón…
Y tras aquellos momentos de meditación prosiguieron
la cena. Hubo otras muchas conversaciones pero al final terminaron aquella
velada y se fueron cada uno a dormir. Leval y Amatista a la antigua habitación
de él. Su mujer, con voz melosa, le susurró al oído que esa era una antigua
fantasía suya hecha al fin realidad. Liarse con él en su cuarto.
-No sabes las cosas que llegaba a imaginar cuando
estábamos sentados aquí y tú me dabas clases.- Le confesó pícaramente ella.-
-¡Ahora comprendo por qué nunca te enterabas de
nada! - Rio él, afirmando divertido.- Entonces la culpa no era mía por ser un
mal profesor.
Amatista se rio con ganas y su solicito marido le
prometió que haría que ese sueño se cumpliera por completo más allá de las
expectativas que ella tuviera de adolescente mientras comenzaba a desnudarla…
asimismo Kerria, en su habitación con su pareja, se dispuso a no ser menos que
su hermano. Y le decía a su cónyuge.
-¿Sabes una cosa, Sam?... Esto me ha hecho sentir
rejuvenecida.
-¿No me digas?- Replicó la aludida en tanto se
quitaba la ropa.-
-Sí… y me están entrado muchas ganas de… ya sabes.-
Se sonrió lascivamente su esposa.-
-Pero es que los niños están en las habitaciones de
en frente, y tu hermano y Amatista en la de al lado…
-No creo que mi hermano y mi cuñada se preocupen
mucho de que hagamos algún ruidito.- Se sonrió ella añadiendo con tono pícaro.-
Para mí que los taparán con los que vayan
a hacer ellos. Y los críos no se enterarán…- Le susurró melosamente a la
oreja en tanto comenzaba a besarla suavemente el cuello, haciéndola jadear.-
Bueno, si es que tú… no gritas demasiado. - Rio.-
Samantha
sonrió a su vez tratando de mantener sus expresiones de placer bajo control.
-Haré lo que pueda. - Fue capaz de replicar en tanto
devolvía un beso a su pareja sentenciando ya con algún jadeo. – Pero no te
prometo nada a ese respecto…
Por su parte Asthel y Brian compartieron un cuarto
de invitados donde continuaron charlando un rato antes de dormir sobre quienes
irían a esa especie de misión.
-Entonces has descubierto que nos faltan tres.-
Comentaba Brian.- Pero no sabes quienes podrán ser.
-Aun no. Aunque estoy convencido de que eso lo
averiguaré cuando llegue el momento. - Afirmó su primo. -
-Suena alucinante todo eso de dioses y seres mágicos
que me has contado.- Declaró Brian.- Es muy difícil de creer.
-Mi hermana te lo podrá confirmar.- Dijo Asthel.-
-No es necesario. Sé que eres sincero. No sé por
qué, pero algo me dice que debo creer en todo lo que me cuentas. - Afirmó su
interlocutor. -
Asthel sonrió agradecido. Eso era en efecto muy
importante. Los dos primos hablaron algo más hasta que finalmente, cansados, se
durmieron. Por su parte, Maray pudo descansar en otra estancia para ella sola,
tratando de imaginarse a sus padres a su edad. Y pensando en cómo debieron ser
sus abuelos de jóvenes.
-Vivieron muchas aventuras. E hicieron cosas muy
importantes. No sé.- Reflexionaba la niña.- Pero si Asthel tiene razón nosotros
tendremos que hacer cosas parecidas…A veces me da un poco de miedo…pero si mis
padres y mis abuelos fueron tan valientes, yo también lo seré…
Aunque ajenos
a los pensamientos de su nieta, Roy y Bertie en su dormitorio, comentaron lo
felices que eran con aquel reencuentro familiar.
-Estoy muy feliz de tenerles a todos bajo nuestro
techo, cubito.- Afirmó él.-
-Me pasa lo mismo.- Convino su esposa, que le
abrazaba ahora para musitar con ternura.- Ha sido algo que nos ha venido muy bien…
-Así es- musitó Roy con tinte más consternado.- De
lo poco que me hacer sentir mejor.
-No sufras más por él. No podemos hacer nada.- Le
sugirió Bertie mirándole con expresión triste.-
-No puedo aceptar eso.- Replicó su marido apenas
conteniendo unas lágrimas.- Cada vez que hemos ido a verle, no sé…noto que le
vamos perdiendo más y más. Y es precisamente eso, el no poder evitarlo, lo que
me martiriza. Nada de lo que puedo hacer, ni mi fuerza, ni mis técnicas...ni
las alubias, sirven.
Beruche no dijo nada, se limitó a abrazarle con más
fuerza y a darle sendos besos en las mejillas para finalmente susurrarle al
oído con afecto.
-Anda duérmete, que mañana tenemos que disfrutar de
nuestros hijos y nietos. Y ellos, para una vez que pueden venir a la Tierra, no
deben ver a su abuelo triste.
-Sí, tienes toda la razón.- Sonrió débilmente el
aludido.- Delante suya no lo estaré, te lo prometo.
Su esposa asintió, convencida de ello. Su marido
siempre cumplía su palabra. Al fin, todos conciliaron el sueño, tras un par de
días más, Asthel, junto con su hermana y sus padres, tuvieron que volver a
Bios. Muchas cosas aguardaban allí a
cada uno de ellos, cosas que tendrían que ir siendo solucionadas…
-Enviad un holo mensaje cuando lleguéis.- les pidió
Bertie despidiéndoles a la puerta junto con su esposo.-
-Descuida mamá- Le aseguró Leval.-
-Buen viaje. Cuidaos mucho.- Sonrió Roy.-
-Igualmente.- Respondió su nuera.-
-Adiós abuelos, adiós tía Ky, tía Sam, adiós primo
Brian.- Se despidió Maray.-
-Adiós, cielo. -Repuso Kerria.-
-tened cuidado-- Les pidió Sam.
-Ya hablaremos.- Añadió Brian, más que nada
dirigiéndose a Asthel, y agregando después.- Adiós, tío Leval, tía Amatista.
Adiós primos.
Asthel
también saludó, aunque miró apenado a su abuelo.
-¡Ojalá pudiera hacer algo!- Pensó con tristeza una
vez montaron en el deslizador y se alejaron-
Y en el palacio de Cristal Tokio, una entristecida
soberana citó a una de sus leales princesas. La llamada en cuestión era Marte
que había vuelto de pasar unas horas supervisando el santuario Hikawa. Nada más
llegar a palacio, su compañera Minako la abordó. Con gesto amable y algo triste
le dijo.
-Rei. La reina Serenity quiere verte en su cámara
privada.
-¿Te ha dicho para qué?- Quiso saber ésta.-
-No…pero nos ha pedido que en cuanto volvieras te lo
dijésemos.- Replicó su interlocutora que no parecía tener muchas más ganas de
hablar.-
Su
compañera simplemente asintió. Sin siquiera cambiarse de su kimono shinto
ceremonial acudió a esa llamada. Tras pedir permiso se le franqueó el paso a la
cámara de la soberana. Serenity la aguardaba sentada en un diván. Al verla sus
ojos expresaron una profunda tristeza. Tras levantarse se dirigió a su amiga y le propuso con
amabilidad y suave tono.
- Vamos a pasear, Reiko.
Ésta
la observó no sin inquietud, cada vez que su soberana utilizaba ese nombre (que
por cierto no era el suyo, sino un pseudónimo artístico que utilizase haría ya
muchos años) es que algo malo pasaba. Así se lo expresó en tanto las dos
caminaban por los jardines anexos a palacio, acompañadas eso sí, por el resto
de las princesas que se habían dado cita allí y observaban a prudente
distancia. Como si todas fuesen partícipes de un terrible secreto, de algo que
enseguida la soberana le fuese a revelar.
-¿Qué sucede, Usagi-chan?- Se plantó la princesa de
Marte deteniéndose en seco para
dedicarle una mirada entre inquisitiva y preocupada a su amiga y reina y
sentenciar casi a modo de cariñoso reproche.- Cada vez que usas ese nombre. Y
sabes que no es el mío. Es siempre para echarme una bronca o para prohibirme
que haga algo.- Su contertulia no replicó, de modo que Rei añadió.- Supongo que me irás a decir alguna cosa que
me hará enfadar y tendrás que ordenarme que deje de hacer lo que se me vaya a
ocurrir, ¿verdad?- Sonrió levemente ahora para asegurar.- No te preocupes, he madurado mucho ya y
comprendo que las cosas son como son por alguna razón.
Entonces
su amiga sí que replicó, tras dejar escapar alguna lágrima. Apenas sí pudo
musitar con tono quebrado por la emoción.
-No Rei. Esta vez no. Al contrario, te voy a pedir
que hagas exactamente lo que te dicte el corazón.
Y
antes de que su impactada interlocutora pudiera ni replicar, la soberana se
acercó y le susurró al oído, contándole lo que sucedía. Ahora fue la princesa de
Marte la que no pudo evitar derramar lágrimas de dolor y pesar. Casi sin poder
articular palabra, balbuceó.
-Entonces… ¿tiene que ser así?... ¿No hay nada que
podamos hacer?… ¿Ni tan siquiera…él…?
Su
amiga y soberana asintió, o bien negó con la cabeza, confirmando
respectivamente aquellas suposiciones y llorando en silencio a su vez. Lo mismo
que el resto de las princesas que, desde prudencial distancia, las observaban
compungidas.
-¿Puedo ir con ellos, Majestad?- Se atrevió apenas a
preguntar Rei entre sollozos.- ¡Por favor!
-Claro… y llévate a Ami. A pesar de todo, hay algo
que entre ella y Neherenia sí que podrán hacer…- Declaró Serenity atreviéndose
a sonreír muy levemente, con el rostro velado por las lágrimas.-
Ahora
fue la princesa de Marte la que asintió despacio y tras contener el llanto hizo
una reverencia, contestada por otra leve inclinación de su soberana. Después se
alejó, junto con su compañera la princesa Mercurio, prestas a acudir donde las
necesitaban…
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