lunes, 22 de diciembre de 2014

GWT 17.169. Reencuentro familiar


Tal y como había confesado durante el funeral de Masters, Leval estaba doblemente impaciente. Por un lado esperando que Mazoui averiguase algo que pudiera ayudarle con su investigación y por otro deseando ver de nuevo a sus padres, su hermana, a la pareja de ésta y a su sobrino. Su deseo, al menos éste último, iba a hacerse realidad enseguida. Llamó a casa de sus padres y les avisó que él y su familia irían a verles. Roy y Beruche se pusieron muy contentos. Kerria había anunciado su llegada la jornada anterior, ¡podrían tener de nuevo a sus dos hijos juntos otra vez y el mismo día! Leval, Amatista, Asthel y Maray, se dirigieron hacia allí, al llegar y llamar a la puerta para alegría del joven matrimonio, fue la propia Kerria la que abrió. Los tres se abrazaron con mucho alborozo, hacía muchos años que no se veían.



-¡Leval! – Exclamó ella realmente emocionada en tanto se agarraba a él con fuerza.-

-¡Ky!...-Repuso su contertulio, lleno a su vez de alegría.- ¡Cuánto tiempo ha pasado, hermanita!



            Luego las dos mujeres se dieron otro sentido abrazo y Kerria también dio sendos besos a sus sobrinos. Entraron juntos en casa y allí esperaban los padres de ambos. Amatista entró con los niños tras su marido y su cuñada. Roy, muy feliz, recibió a su hijo con un fuerte abrazo.



- ¡Leval muchacho! Cuánto tiempo sin verte, estás muy bien, tan imponente como siempre y más con ese bigote,- le dijo con orgullo y gran euforia.-



Por supuesto que  Beruche también se acercó emocionada a saludar a su hijo.



- ¡Cariño mío...qué contenta estoy de verte!...- le abrazó a su vez  y se fue enseguida hacia sus nietos que la saludaron con dos afectuosos besos. -

- Hola abuela... ¿qué tal estás?,- preguntó Asthel visiblemente contento. -

- Me alegro mucho de verte,- añadió cariñosamente Maray dándole unas flores. -....

-¡Qué guapos y qué grandes estáis ya!...- declaró  Bertie muy orgullosa de sus nietos. -...

- Sí - afirmó Roy mirando a su nieto que estaba altísimo, para añadir.  - Dentro de poco nos van a dejar pequeños.....Asthel muchacho. ¿Has pensado en jugar al baloncesto?...

- Bueno...he jugado algo en el colegio y en el instituto, abuelo - respondió el interpelado. -

-¡Pues tienes que practicar a fondo, con tu altura y tus dotes, seguro que llegas a ser profesional!...- exclamó Roy alborozado sólo con pensar en ello, y añadiendo. - Tu padre no estaba muy entusiasmado por la idea cuando era chaval, pero tú seguro que te tomarás más interés...

- Anda papá – le pidió Leval con voz condescendiente - ...dale a Asthel un respiro...él tiene cosas muy importantes de que ocuparse...

- Bueno, pero ratos libres tendrá.- Sonrió el veterano entrenador que se dirigió a su nieto con un tono cómplice. - Asthel, prométeme que jugarás en algún equipo de tu instituto.

- Sí- sonrió el chico  con gesto divertido. - Vale abuelo.

-¡Muy bien!,- exclamó Roy que le puso una mano sobre el hombro. - Así me gusta, oye… ¿cuánto mides ya? ¿En qué puesto juegas, alero, escolta? - le preguntaba con interés profesional  mientras se alejaba con él hacia el salón. -



            Kerria mientras tanto charlaba animadamente con su cuñada. Las dos estaban muy contentas de verse, ¡hacía ya tanto tiempo que no lo hacían! Hablaban de cómo les habían ido las cosas y tomando la palabra, Amatista le preguntó a su amiga por su hijo.



- Está con Sam.- Repuso ésta, agregando no sin pasión de madre. - Le ha llevado de compras por la ciudad. Como tampoco para de crecer nos hemos encontrado que mucha de su ropa ya le queda pequeña. No creo que tarden en llegar.



            Entonces Maray se acercó a su tía y le preguntó curiosa.



- Oye tía Kerria, ¿tú no estás casada, verdad?...

- Sí cariño... sí que lo estoy, con Sam - respondió jovialmente ésta. -

- ¿Y las dos habéis tenido un niño? Porque Sam es una mujer… ¿no? - objetó la niña atónita. -

- Hija, no preguntes tanto,- le pidió su madre algo molesta y avergonzada, temiendo que su  amiga se sintiera incómoda. -



Pero su cuñada la tranquilizó declarando con desenfado.



-¡Déjala! , no importa Amatista. Ella es joven y quiere saber y si algo he aprendido en estos años es a decir la verdad respecto a mí cuando me preguntan y sobre todo si es alguien de mi familia a quien quiero. Dime cariño.- Añadió Kerria dirigiéndose a Maray - ¿Por qué te extraña tanto que  esté casada con otra mujer y tenga un hijo?...

- No sé,- repuso la niña encogiéndose de hombros para exponer algo de lo que alguna vez había escuchado en debates de la holotele y en sus clases de ética. - Supongo que para tener niños no hace falta casarse con un hombre, pero sino, luego el niño no tiene un padre.



            Ahora, tanto Amatista como su cuñada y amiga se miraron. Aquello era todavía complicado de comprender para una cría de esa edad.



-No es tan sencillo, nena - suspiró Kerria que le explicó con afecto y delicadeza. - Verás, hay muchas parejas que no se casan y tienen hijos. Y otras que, aun casadas, no tienen.

-Pero, entonces. ¿Quién es el padre del primo Brian?- Inquirió con curiosidad.- ¿Es que te hicieron inseminación?.



            Eso lo sabía por sus clases de ciencias. Hacía muchos años que ya no era necesario tener relaciones de esas para que una mujer. Al menos eso le contaron.



-No, bueno. El padre de mi hijo está casado con otra mujer...y mi esposa y yo somos las madres de tu primo. Pero Brian le conoce y eso no representa ningún problema.



            Maray miró a su tía extrañada y asintió, aunque no estaba muy enterada de eso, de siempre había oído a sus padres que la tía Kerria mantenía una relación especial con una amiga. De modo que, mientras Amatista que estaba algo envarada,  le dijo a su hija que eso eran cosas de mayores que aún no podía entender, la niña respondió sin darle importancia.



- Me parece algo raro. Pero si os queréis mucho….me parece bien.

-Sí, claro que nos queremos, y además somos muy buenas amigas.- Sonrió su tía.-

-¿Sois buenas amigas?- preguntó para añadir. - Yo también tengo amigas y a  veces vienen a mi casa a dormir o yo voy a las suyas. Entonces hacéis como yo, pero no tenéis que pedir permiso a vuestros padres, ¡Jo, que suerte! - exclamó haciendo reír a su tía que asintió. -

- Es algo parecido...pero no es lo mismo, dime Maray. - Inquirió a su vez una divertida Kerria desviando el tema. - ¿A ti te gusta ya algún chico?



La aludida negó con la cabeza agregando despreocupadamente.



- Yo no soy como Asthel que cada vez que ve a Madeleine se pone como tonto -  y agregó entre risas. - ¡Los chicos son unos bobos!...sobre todo los mayores, cuando ven a una chica no paran de hacer tonterías...



            Amatista y su cuñada se miraron una vez más y rieron divertidas ahora, luego ésta última le dijo a Maray en tono cómplice.



-Ya te contaré.- Le comentó la madre de la cría a su cuñada con desenfado.-

- Ya hablaremos tú y yo...Maray - sonrió Kerria que añadió dirigiéndose jovialmente a su amiga. - ¡Vaya!, como pasa el tiempo, así que tu hijo ya está en la edad de ir tras las chicas.





             Amatista asintió y sonrió orgullosa, mientras acariciaba la barbilla de su hija, respondió.



- Asthel está ya hecho todo un hombre y Maray dentro de poco será una mujercita...

-¡Jo mamá! No me gusta que me llames así - protestó la niña. -

- Lo digo de forma cariñosa, cielo - le respondió su madre con tono conciliador. -

-¡Ay!..- suspiró Kerria con nostalgia. - Recuerdo cuando le cuidé en tu casa recién nacido y lo tuve entre mis brazos. ¡Parece mentira que hayan pasado quince años! Y gracias a eso me decidí a tener a mi hijo.

- Fue un bonito detalle llamarle Brian como su padre. - Le dijo su cuñada. -

-¡Pobre Brian!,- suspiró Kerria ahora con un tono más apenado. - Se divorció....su matrimonio no fue muy bien, tiene una hija pero apenas la ve. No se merece eso, es un chico tan bueno. El único hombre al que de verdad he amado - confesó ante la atenta y comprensiva mirada de Amatista y la desconcertada expresión de Maray. -



Amatista miró a su cuñada amistosamente y con complicidad y le dijo a la niña que fuera a charlar con su abuela. La cría fue encantada pues Beruche, que estaba cerca, la llamó para dejar a las dos mujeres charlar en paz. Una vez se alejó su hija, le dijo a Kerria.



- Estoy convencida de que tú te hubieses casado con él de habértelo pedido.

- No, en eso te equivocas. Él me lo pidió. Éramos unos críos entonces, pero yo ya estaba segura de mis sentimientos. - Musitó su cuñada que pareció dudar, añadiendo. - No lo sé...quizá si las cosas hubieran sido distintas. Solamente recuerdo que no podía darle lo que él se merecía, Amatista. Ya lo sabes. Dios sabe que muchas veces me sentí muy mal por él. Que llegue incluso a maldecir mi propia orientación sexual. Sin embargo, luego me di cuenta de que ese no era mi camino. Además, después conocí a Sam, pero Brian ha sido el único hombre con el que me he acostado. Y creo que con ningún otro podría haber sentido lo que con él.

-Siempre fue un chico encantador. Y te apoyó hasta cuando los demás te dejamos sola. - Suspiró Amatista no sin cierto toque de culpabilidad. -



            Kerria posó una mano sobre las de su amiga dándole a entender que eso estaba ya más que superado. Aunque replicó tiñendo su voz de pesar.



-Incluso tuve que defenderle en un juicio contra su exmujer. Rebecca quiso apartarle de la custodia de su hija. ¡Esa mala pécora asquerosa! - Sentenció ahora con indignación. – Está loca y siempre me ha odiado. Y debo confesar que sentí una gran satisfacción cuando le ganamos el caso. Aunque no fue demasiado difícil.

-Debes dejar eso a un lado. - Le pidió su cuñada, algo preocupada por el malestar que su interlocutora evidenciaba cuando hablaba sobre eso. –

-Lo hice, sí. Luego Sam y yo nos mudamos a Europa con nuestro hijo. Desde entonces nada sé de ellos.  - Suspiró resignada y entristecida ahora para sentenciar. - Y no voy a engañarte Amatista, es cierto lo que le conté a tu hija. Brian sabe que tiene un padre. Ha podido conocerle y pasar algún tiempo junto a él, cuando esa zorra no lo ha impedido. Porque Rebecca se aseguró de evitarlo siempre que tuvo ocasión. Ahora llevamos mucho tiempo sin saber de él. Y algunas veces pregunta dónde está. ¿O que por qué no le importa? Por mucho que Sam o yo misma le digamos que su padre le quiere mucho, eso de que no se ponga en contacto con él no puede olvidarlo. Y sufro por mi hijo…

-Lo comprendo. - Convino afectuosamente su contertulia para remachar. – Nuestros hijos son lo más importante. Pero no te angusties, tanto Sam como tú sois las mejores madres que Brian podría tener. Está rodeado de amor por todas partes, eso sin contar a sus abuelos.

-Sí, es verdad. - Admitió Kerria, agregando ya más animada. - Mis padres estaban tan alegres ayer cuando llegamos. Lo primero que hizo Brian nada más verles abrir la puerta fue correr a abrazarse a ellos. Y le vi muy feliz. Quiere muchísimo a sus abuelos. -  Sonrió ahora con visible orgullo. -

-Espero que algún día, Brian pueda abrazar también a su padre.- La animó Amatista.-

-Sé que por él no habría problema.- Suspiró su amiga y cuñada, alegando incluso con tono introspectivo.- Cuando rompí con él, sé que le hice daño, pero fue inevitable. Pero pasado un tiempo lo comprendió y se convirtió en mi mejor amigo. Me apoyó y aceptó sin reservas cuando le propuse ser el padre de mi hijo. Ya sabes.

-Sí, me lo contaste.- Musitó Amatista, asegurándose de que su hija no pudiera escucharlas.-



            Por fortuna Maray ya se había alejado en busca de su abuela. Dándose cuenta también de ello, Kerria prosiguió repitiéndole a su amiga.



-Me acosté con él, ha sido el único hombre con el que he tenido ese tipo de relaciones. No sé porqué lo hice. Bueno, siempre pensé que deseaba tener un bebé fruto del auténtico amor. Temía que, llegado el día, mi hijo me preguntaría si yo quería a mi padre, o si él sentía lo mismo por mí. Y yo sabía que Brian me amaba. Quizás incluso llegué a sentirme mal, pensando que era una egoísta. Y además, no conté con Sam para eso. Puedes imaginarte como reaccionó cuando se lo confesé. Estuvo a punto de dejarme.

-No lo sabía.- Se sorprendió Amatista mirando con perplejidad a su cuñada.- Lo siento mucho.

-Por fortuna, Sam me quiere tanto como yo a ella y me perdonó. Siempre ha adorado a nuestro hijo, como si ella misma le hubiera traído al mundo. Ya sabes, ella no puede tener hijo. -Le refirió Kerria.-



            Amatista no lo recordaba muy bien, haciendo memoria, se acordó de que su cuñada se lo contó hace unos cuantos años. Fue justo tras el juicio que Kerria padeció, cuando trataron de arrebatarle a su propio hijo. Samantha tuvo que declarar.



-Eso le costó perder a su familia y confesar incluso que tuvo un aborto. Ese cabrón de Steve lo provocó al darle una paliza. Como consecuencia de eso, jamás pudo volver a concebir.

-¡Dios mío!- Musitó Amatista, con semblante entristecido al acordarse de aquello.- Pobre Sam.

-Me demostró que me amaba de verdad cuando renunció a tantas cosas por mí.- Afirmó Kerria, con tono entre agradecido y consternado.- Su familia es muy devota y puritana. Ya me entiendes.-  Y desgraciadamente no es algo que sea infrecuente hoy día. Diría que va a más. Hemos pasado por mucho, y todo porque aun subsisten los prejuicios y el odio hacia las personas como nosotras. Recuerdo hace unos años, cuando fui a Nature a defender a una chica en un caso de agresión. Había golpeado a un muchacho en un bar. Fue un problema de celos, un triángulo amoroso. Te lo conté hace tiempo.

-¿Quizás ese chico la engañaba con otra?- Elucubró Amatista con visible curiosidad pues no recordaba del todo.-

-No, esa chica era una piloto de cazas. Era homosexual y ella estaba enamorada de la novia de ese joven.

-¡Ah!, ya me acuerdo. Entonces fue un claro caso de celos por parte de la agresora.- Afirmó su cuñada.-

-Todo lo contrario. -Rebatió Kerria explicándole.- Cuando llegué a Nature y comencé a investigar descubrí de inmediato que esa otra muchacha, Daphne se llamaba, estaba en realidad enamorada de mi cliente. Pero, por culpa de la presión social y familiar, tenía que fingir y salía con aquel chico. No pude llamarla a declarar dado que habría tenido que hacerla confesar bajo juramento que era lesbiana. Para mí fue todo un dilema moral. Lo pasé realmente mal.- Suspiró ahora rememorando aquellos acontecimientos.- Eso dejaba a mi representada prácticamente sin defensa.

-¿Y al final qué pasó?- Quiso saber Amatista con manifiesto interés.-

-Pues sucedió lo que menos podría haberme imaginado. Daphne quiso declarar después de ver como su hermana pequeña, apenas un cría, subía al estrado. Cuando la interrogué me dejó helada. Tenía un odio visceral a las personas homosexuales. Incluso me echó en cara mi propia confesión. Cuando reconocí que era lesbiana en el programa de Al Mats.

-Me acuerdo perfectamente de eso.- Suspiró Amatista, incluso con tintes de culpabilidad.- ¡Ojalá hubiera podido estar allí, con vosotras!

-Estabas en el viaje de la SSP-1, cuidando del despistado de mi hermano.- Le recordó Kerria con desenfado ahora, aunque enseguida volvió a su relato y una vez más ensombreció su tono al agregar.- En fin, quizás Daphne pensó que ver así a su hermana era demasiado. Vino a la sala donde estábamos Sabra y yo. Bueno, así se llamaba mi cliente, era israelí.- Le aclaró Kerria, para proseguir.- Las dos se abrazaron y se besaron de un modo tan apasionado que hasta a mí me dio apuro…



            Eso hizo sonreír a Amatista,¡cómo tuvo que ser ese beso! pero su cuñada no imitó aquel gesto, enseguida supo la francesa el porqué, cuando Kerria continuó.



-Sin embargo, al subir al estrado, Daphne mintió. Acusó a mi cliente poco menos que de acosarla y de ser una psicópata. Sólo tuve que ver la mirada desencajada de Sabra y sus lágrimas. ¡Y mi teórica testigo, la que se suponía que iba a admitir su amor por ella, habló en su contra llena de odio! Jamás entendí ese proceder. Únicamente puedo achacarlo a que Daphne estaría aterrada de la posible reacción de su familia.

-Es horrible.- Pudo decir su interlocutora.- ¿Y no pudiste acusarla de perjurio?¿Verdad? Creo acordarme de que contaste eso.

-En efecto, fue imposible.- Negó su amiga moviendo la cabeza.- Sabra aceptó declarase culpable después de eso, quedó anímicamente deshecha.

-Lo comprendo.- Asintió Amatista.-¿Qué le pasó a esa piloto?

-Pues bastante menos de lo que yo me temía. Ese chico demostró no ser mala persona. Incluso intercedió por Sabra. Al final, mi defendida tuvo que alejarse de él a por lo menos trescientos kilómetros. Cuando me fui me quedó el consuelo de no verla entrar en la cárcel.  Por eso, a veces, cuando me lamento por lo que me ha ocurrido en el pasado, pienso en casos como este y considero que hice bien en su día. Cuando admití como era y lo que de veras sentía.- Declaró Kerria. –

-Fuiste muy valiente, de eso no cabe ninguna duda.- La alabó su cuñada.-

-Mi error ha sido pensar que todo el mundo quiere o puede actuar igual a como lo hice yo.- Suspiró su interlocutora, quien animó algo su voz al rememorar.- ¡Y ahora que me acuerdo! Cuando iba de camino a Nature parta ese juicio coincidí en la nave con tu madre. Ella iba por entonces allí a ocuparse de algunos asuntos en la casa que tenía en ese planeta. Si hasta me echó una pequeña reprimenda por no pasar por Bios y veros…

-Pues a ver sí se lo aplica.- Suspiró Amatista afirmando ahora con cierto pesar, teñido de ligera contrariedad.- Ha venido muy pocas veces a visitarnos en estos últimos años.

-¡Vaya! No quise decir..- Fue capaz de musitar Kerria ahora.-

-Tranquila.- Le sonrió su contertulia recobrando la jovialidad para sentenciar.- Tampoco nosotros hemos venido apenas a la Tierra…

-Bueno, ahora estáis aquí, podrás ver a tus padres también.- Sonrió su cuñada.-



            Su amiga le sonrió a su vez y ambas siguieron charlando, entonces llamaron a la puerta. Leval abrió, vio que era Samantha con un chico de pelo castaño y ojos del mismo color del cielo, era espigado y de aspecto agradable. Sam le indicó con animación, tras saludar a Leval.



- Vamos Brian. Saluda a tu tío.

- Hola, tío Leval, ¿cómo estás?- dijo el muchacho que parecía sorprendido. -

- Yo muy bien, Brian. - Repuso sonriente el aludido que le dio la mano al muchacho. - ¿Y tú?

- Bien gracias. - Pudo responder el muchacho. –

-¿Qué tal Sam?- Se interesó entonces Leval. - ¿Cómo estás, cuñada?

- Aquí estoy, unos años más vieja. Recién llegada de Europa con tu hermana y Brian. - Le contó ella con cordialidad. –A ti se te ve muy bien.

-Muchas gracias.- Sonrió él.- Tampoco te puedes quejar, sigues siendo una mujer muy atractiva…

-¡Que no te oiga tu hermana!- Se rio Sam, añadiendo divertida.- A ver si se va a poner celosa…



Su interlocutor asintió, evidentemente era una broma de Samantha, pero seguro que su contertulia había dicho eso para romper el hielo del saludo. De modo que él se dirigió a los dos invitándoles.



-¡Pasad, venga! , no os quedéis ahí en la puerta, mi mujer y mis hijos tienen muchas ganas de veros.

            Los dos entraron y tras unos cuantos besos y preguntas por el estado de todos charlaron en corrillo. Samantha y Kerria con Amatista y Leval. Brian fue a ver a su abuelo y a su primo Asthel. Los encontró a ambos en el jardín donde Roy tenía una canasta con su zona reglamentaria pintada. El veterano ex jugador y entrenador le enseñaba algunos trucos a su nieto, entonces el recién llegado se acercó y les saludó.



- ¡Hola Brian! ¿Qué tal por la ciudad?... - Le saludó jubilosamente su abuelo

-Muy bien. Mamá Sam me llevó de compras. - Sonrió el muchacho. –



            Roy asintió con afecto para llamar la atención del recién llegado acerca de ese otro chico tan alto que el acompañaba.



- Mira...éste es tu primo Asthel....

-¿Qué tal Brian?,- le dijo el muchacho jovialmente. -

- Esto, ¿qué tal?- susurró tímidamente el interpelado a su vez, mirándole impresionado por el aspecto tan imponente que tenía. - Hola, oye, ¿qué edad tienes? ¡Eres enorme! - Pudo decir el chico con admiración.-



 Asthel algo cortado no dijo nada, fue Roy el que habló al hilo de lo que antes le había preguntado cuando iban hacia la cancha.



- Sí Asthel, con metro noventa y seis que dices que mides eres tan alto ya como tu abuelo Diamante, pero él era un poco manta. Tú en cambio por lo que he visto tienes buenas cualidades, Brian también juega de maravilla ¿Verdad?...

- Un poco sí que juego, abuelo. Tú me enseñaste - repuso éste con modestia. -

-¡Pues venga! - Animó Roy al recién llegado. - Juega un poco con tu primo...yo arbitraré.

- Pero, es mucho más alto que yo... ¡me saca casi veinte centímetros! - Objetó Brian visiblemente intimidado. -

- Venga, yo jugaré desde fuera...- le ofreció Asthel que tiró a canasta desde más allá de tres puntos encestando limpiamente. -

- Pues vaya plan... ¡lo tengo claro!,- suspiró su resignado rival. -



            Pero aceptó el reto y tanto él como su primo se pusieron a jugar con ganas para deleite de Roy que les iba dando consejos y les comentaba alguna que otra jugada. Mientras tanto sus padres charlaban contándose sus peripecias. Leval hablaba con Samantha retomando la conversación una vez roto el hielo.



- Hacía mucho que no te veía, como te dije antes estás muy guapa. - La halagó. -

- Gracias,- sonrió ella devolviéndole el elogio. -Tú tampoco estás nada mal...

-¡Oye...que os estoy escuchando! - Intervino Amatista simulando un tono de celosa prevención -... ¿Es que acaso queréis ligar sin que Kerria y yo nos demos cuenta? - Añadió en tono jocoso. -

- No te preocupes Amatista, Leval es muy guapo pero no es mi tipo.- Repuso Sam que se abrazó a su esposa, mientras ésta le decía con voz melosa. -

- Oye, que es mi hermano ¡Es casi como si fuera yo!...- advirtió con desenfado dándole un ligero beso a su cónyuge y preguntando después, dirigiéndose al aludido. - Bueno Leval, cuéntame... ¿qué tal todo por Bios?...

- La verdad, estoy preocupado,- repuso éste poniéndose serio para comentar.- Tengo ciertas sospechas y me gustaría pedirte tu opinión sobre algunas cosas.



Ante la extrañeza de ambas mujeres, Leval les contó a Kerria y Samantha parte de lo que  había averiguado pero sin muchos detalles.



- Entonces.- Comentó  su hermana sorprendida. - ¿Tú crees que ese tal Logan puede estar detrás de todo?..

- No, no es que lo crea. Juraría que sí. – Aunque Leval guardó un momento de silencio teniendo que admitir. - La verdad es que no puedo acusarle de nada sin pruebas, pero tampoco estoy seguro de que sea él el culpable, al menos no el único.

-¿Has hablado de eso con alguien? - Le inquirió Samantha. -

- Aquí en la Tierra solamente con Mazoui. – Contestó el interpelado afirmando convencido. – Sé que mi primo hará averiguaciones y me contará lo que sea con discreción. Pero allí no me fío de nadie.

- Debemos tener cuidado, en Bios también hay ahora un grupo de agitadores de los pro apertura.- Les contó Amatista. -

- Sí,- confirmó Kerria que agregó con tono más serio - por desgracia están proliferando mucho, sobre todo en su sector más radical y aquí, en la Tierra, bastantes países son gobernados ya por sus partidos políticos. Entre esos y los de la Congregación para la fe, estamos desbordados de fanáticos. Dentro de poco, si esto continúa así, la misma sociedad de las naciones estará dirigida por ellos, solamente de pensarlo se me ponen los pelos de punta...

- Por eso en Bios se quiere llegar a ser un mundo autónomo. - Le reveló Leval. - Quizá sea bueno abrir el planeta a todos, pero no de golpe.

- Esos rumores han llegado también hasta aquí. - Le desveló a su vez su hermana. -

-Hay algo más,- intervino Samantha - a las personas que se sabe que participaron en el proyecto no se las tiene en mucha estima. Se las acusa de ser parte de los elitistas...

-¿Elitistas?- Repitió una atónita Amatista.-

- Los activistas llaman así a los que no quieren poblar Bios con tanta rapidez o a las personas que van allí gracias a su dinero o cualidades,- les aclaró Kerria. -

- Sí. Es verdad. - Añadió Sam confesando  con pesar - antes nos miraban mal o incluso nos atacaban por ser pareja. Pero al enterarse de que Kerria era familiar tuya, aun fue peor. Las cosas se pusieron mal en Europa. Y ya no tuvo que ver nada con nuestra orientación sexual. De modo que, como el matrimonio homosexual hace años que es legal en este país, preferimos venir aquí.

-Si sería legal que nos casamos aquí. Vosotros vinisteis a la boda siendo Asthel muy pequeñito.- Les recordó Kerria.-

-Es cierto. Me acuerdo muy bien. Incluso la madrina Ami y dos princesas más acudieron.- Terció Leval.-

 - Bueno, aquí en el aspecto político no es que las cosas estén mucho mejor, pero por lo menos tenemos la familia cerca. – Sonrió su hermana, pasando un brazo por los hombros a su esposa.-

- Lo siento mucho Ky. Lamento que eso os haya perjudicado.- Pudo responder su contertulio no sin consternación.- No hubiera querido que sufrierais por ser mi familia.



 Él la miró con pesar, pues lo último que habría deseado en el mundo era haber sido causa de problemas para su hermana. Aunque ella percatándose de eso enseguida se apresuró a replicar.



- No fue en absoluto culpa tuya, sino de esa facción de intolerantes, no todos los que defienden la apertura son así.- Le contestó con afecto y serenidad. – Incluso ahora critican a los monarcas y a las princesas. No lo entiendo. Pero me he enfrentado públicamente a ellos en algunas tertulias. Por eso nos han atacado tanto…

-Y aunque la mayor parte del colectivo LGTBI es favorable a los soberanos, también hay algunos a quienes no terminan de convencer. - Apuntó Sam.-

-Es que no lo comprendo. ¿No ven todo lo que han hecho por la humanidad? - Exclamó una indignada Amatista. -

-En su opinión, los reyes y las princesas tendrían que haber arreglado todos los problemas del mundo. - Añadió Samantha suspirando contrariada. - Y no se dan cuenta de que ellos en realidad no gobiernan.

-Es cierto. Su misión no es esa.- Agregó Leval.-

-Hace mucho tiempo que la madrina Ami me lo dijo. Ellos no están aquí para resolver nuestro día a día. De ello debemos encargarnos los habitantes de la Tierra. Esa es la verdadera libertad. - Convino Kerria que añadió, no sin un resignado pesar. - Como os ha dicho Sam. Cuando ha salido el tema he llegado a discutir incluso con personas del colectivo LGTBI, que estaban pensando eso mismo. ¡Por si no hubiese sido lo bastante duro y complicado tener que lidiar con personas homófobas e intolerantes durante tantos años!

-¿Y qué tal Brian?, ¿cómo lo lleva él?,-  le preguntó Leval con visible interés. -

- Desde pequeño le explicamos la situación para que lo entendiese. Además conoce a su padre, nunca quisimos negarle la verdad. Tiene derecho a saber todo lo que concierna a su vida. - Explicó una vez más Kerria, haciéndolo extensivo ahora a su hermano.–

-Eso es lo correcto. Ya te lo dije antes. - Terció Amatista a su amiga quien sonrió agradecida. -

- Habéis hecho muy bien. – Convino Leval alabándolas sin reservas. - Sois unas buenas madres, eso se nota enseguida. No hay más que ver al chico.

-Gracias Leval...te lo agradecemos mucho porque sabemos que eres sincero.- Repuso Samantha, visiblemente complacida. -

- También vosotros sois muy buenos padres, se nota al ver a los vuestros. - Les dijo Kerria devolviéndoles el piropo. -

- ¿Recuerdas como éramos nosotras a esas edades?- Sonrió Amatista divertida. – Menos mal que ellos han salido más sensatos.

- A veces prefiero no hacerlo – se rió su cuñada moviendo la cabeza. – Tienes razón. ¡No fuimos precisamente un ejemplo en según qué épocas!…

-No seáis tan duras con vosotras mismas.- Intervino Leval.- Todo tuvo su porqué, y además supisteis tomar el camino correcto al final, en todo. ¿Sabes hermanita? Me basta con fijarme en cómo te miran nuestros padres. Eres un gran orgullo para ellos.

-Gracias.- Musitó su interlocutora dándole un beso en la mejilla, para añadir con tintes de emoción.- No te imaginas lo que eso significa para mí. Ahora sé lo que se siente. ¿Verdad Sam? Cuando miramos a nuestro propio hijo.



            Su cónyuge sintió con una sonrisa a la par que declaraba dirigiéndose a sus contertulios.



-Supongo que a vosotros os sucederá igual cuando miráis a vuestros hijos. Son estupendos.

-Al menos, estamos tan orgullosos de ellos como podrían estarlo unos padres corrientes. Pero es que, además, vosotras no ignoráis que en nuestra familia tenemos cualidades especiales.- Replicó Amatista.-

-Pues bien.- Aseveró tajantemente Leval, dejándolas atónitas.- Lo nuestro no era nada al lado de lo suyo. Os lo puedo asegurar.



            Y tanto él como su esposa les contaron algunas de las cosas que Asthel era capaz de hacer. Ninguna de sus dos oyentes salía de su asombro. No obstante, Kerria sí que podía imaginarlo bien. Pero Samantha miraba al hermano de su pareja con sus azules ojos llenos de incredulidad y preguntando.



-¿Pero cómo puede hacer esas cosas?...

-¡Ten en cuenta que es hijo y nieto de guerreros! - Sonrió Kerria agregando con admiración. -.Además, cuando yo le acuné sentí su gran poder latente y entonces sólo era un bebé. Ahora que es casi un hombre, no quiero ni pensar de lo que será capaz...

- Sé que sin duda está destinado a hacer grandes cosas, pero no puedo dejar de pensar que es mi hijo. ¡Y me preocupa tanto que se vaya de mi lado! - Le confesó Amatista con tono inquieto. -

- Te comprendo muy bien...para nosotras Brian es lo más importante en nuestras vidas - afirmó Samantha con el asentimiento de Kerria mientras hacía esa declaración. -

- No sé. - Terció Leval declarando con tono preocupado a su vez.- Sea lo que sea lo que deba hacer, seguramente será algo muy importante. Sólo espero que podamos ayudarle y protegerle todo lo que nos sea posible hasta que ese momento llegue.



            Sus interlocutoras asintieron. Entonces fue Kerria la que, al parecer recordando algo, les comentó.



-¡Ojalá que su misión traiga la paz definitivamente a la Tierra! Yo fui de esas ingenuas que también creía que cuando la Reina Serenity y el rey Endimión ayudaron a salvarnos de la Nada, las cosas irían bien para siempre. Pero el ser humano, ya se sabe. Distamos mucho de ser perfectos.

-Esa es la esencia.- Comentó su hermano.- Somos como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos. Es lo que los Soberanos debieron de comprender… por ello es la humanidad la que debe hacerse cargo de su destino.

-Sí, ellos solamente intervinieron cuando la situación era realmente insostenible, y por una amenaza ajena a nuestros propios actos.- Declaró Amatista.-

-Entonces demostraron su gran poder y nos salvaron. Igual que hiciste tú.- Añadió Kerria dirigiéndose a su cuñada.-

-Yo no hice nada más que ser una mera transmisora.- Declinó ésta con total humildad.- Si os soy sincera, apenas sí me acuerdo de lo que me sucedió…pero aquí en la Tierra, los reyes y nuestros padres, familiares y amigos tuvieron un papel fundamental.

-Fue algo asombroso.- Admitió Kerria.-

-Es cierto. Todavía recuerdo ese día. - Convino Sam dándole la mano a su pareja.-



            Desde luego que nunca podría olvidarlo. Cuando una mañana aquel agujero negro inmenso apareció en el Cielo. Ella estaba trabajando, su compañero de entonces Bob, con el que había tenido unos meses anteriores algo tensos, estuvo muy amable sin embargo. Fue de hecho quién le dijo…



-¿Qué demonios es eso que hay ahí?...- Indicaba apuntando con un dedo hacia el exterior, a través de una ventana.-



            Samantha miró por inercia y quedó asombrada.



-¡Dios mío!- Pudo exclamar.-



            Rápidamente alguno de sus compañeros conectó una televisión. Las noticias de todas las cadenas hablaban de eso. Misteriosos agujeros negros que iban creciendo en todas partes del mundo. Se entrevistaban a expertos astrofísicos que no parecían saber qué era aquello. Muchos gobernantes llamaban a la calma y se ordenó a la población encerrarse en sus casas. Pero Sam sabía que era cuestión de horas que el pánico más absoluto se adueñase de la ciudad. Quiso regresar de inmediato a casa con Kerria. Y como si le hubiera leído el pensamiento, fue precisamente Bob quién le dijo.



-Vete, ve con ella. No te preocupes, de hecho creo que todos deberíamos marcharnos a pasar el tiempo con nuestros seres queridos. Antes de que se colapsen las carreteras.



            La muchacha asintió, le sonrió agradecida y no lo dudó. Pero antes de salir de allí, alguien apareció. Era Roy, ¡Se había materializado de la nada! Nadie era capaz de pronunciar palabra, todos le observaban visiblemente sorprendidos. Fue entonces cuando el recién llegado declaró.



-No os asustéis, esto no es nada de particular. Sam, dame la mano. Nos vamos a casa.



            La chica asintió todavía en estado de shock. En cuanto aferró la mano del padre de su pareja los dos desaparecieron de allí. Al instante reapareció en el salón de la casa de los Malden. Allí, Bertie y Kerria aguardaban junto con alguien más a quién asombró ver allí pero cuyo nombre ahora no recordaba…



-Pero. ¿Cómo lo has hecho?- Le inquirió a aquel hombre que ahora la miraba sonriendo, más cuando la perpleja joven añadió, mirando a esa desconocida uniformada de es modo tan extraño.- ¡Y esa mujer, es!...

- Ha llegado el momento de que te contemos algunas cosas, Sam.- Terció su novia que, ante la asombrada mirada de su pareja, gritó elevando un brazo.- ¡Corazón puro del Hielo, dame el poder!..



Y tras una secuencia de luces y vueltas sobre sí misma increíbles, Kerria apareció convertida en una Justiciera, la Dama del Hielo.



-¡Eras tú!- Exclamó Sam llevándose una mano a la boca, sin poder creer lo que veía.-

-Sí.- Musitó su pareja.-

-¡Me salvasteis de él!- Fue capaz de decir emocionada.- Tú  y ella...

-Hubiésemos querido haber llegado mucho antes.- Sollozó Kerria ahora.-



            Aunque fue Bertie quien interrumpió ese momento tan emotivo con un tono más sereno



-Sé que esto es muy importante para vosotras. Pero ahora no tenemos tiempo. Hay muchas cosas que debes saber Samantha. Te iremos contando algunas de camino.



            En efecto, la atónita muchacha se percató de que  esa mujer  que se hallaba junto a su pareja era otra de las justicieras, o mejor dicho, era la famosa Guerrera Mercurio. Tal y como había recordado, ella y la Dama del Hielo, ¡Kerria! la salvaron de su ex marido. Cuando él la secuestrara meses atrás. Ahora fue la misma sailor quién le comentó.



-Tú y el resto de la humanidad preparaos, vais a ver algo que será recordado durante generaciones. ¡La salvación del Mundo! ¡Del Universo entero!… Hoy veréis a la reina Serenity y al rey Endimión desplegando su poder…



            Y al poco de decir eso, Roy les pidió a todos que se dieran la mano, desaparecieron reapareciendo en casa de otro grupo de personas con otra Sailor allí. Luego volvieron a unirse todos y desaparecieron otra vez. Al final, surgieron en medio de un campo, ¡estaban en otro país! Sam no pudo creerlo pero lo vio. Esa mujer rubia, tan etérea y elegante, junto con otras dos chicas de largos cabellos, negros los de una y rosados los de la otra, elevándose al Cielo y emitiendo esos resplandores plateados, y otros muchos allí reunidos, incluyendo a Roy y a otro enorme individuo refulgiendo en tonos dorados, plateados y en muchos colores más. Con aquella enorme esfera azulada de pura energía. Finalmente un inmenso y blanco resplandor y después todo había terminado. Esos agujeros negros habían desaparecido como si jamás hubiesen estado allí…



-Mi vida y la de la mayoría de los seres humanos cambió para siempre aquel día. - Suspiró Sam, saliendo ahora de sus recuerdos, en tanto terminaba de narrar aquello a sus interlocutores.-

- La de todos lo hizo, sí…- Convino Kerria dándole la mano con afecto una vez más, al tiempo que añadía con un tinte de incredulidad e incluso indignación.- Por eso mismo, no puedo creer que haya tanto desagradecido en este mundo. Fue la Reina Serenity la que les salvó de la destrucción, junto con mi padre, el tío Lornd y el resto, y sobre todo contigo, Amatista. Ahora ellos no solamente no recuerdan eso. Es más, ya a los pocos meses otra vez continuaron las guerras, las injusticias y demás atrocidades. Y por si fuera poco hay muchos que encima culparon de todo a Serenity y Endimión y que, desde entonces, promueven su oposición abierta a los reyes de la Tierra.

- Ese tipo de cosas se han dicho en Bios también. Sobre todo entre los partidarios de la independencia. Alguno que otro hay. Y parece que su influencia, lejos de menguar, crece a pasos agigantados. - Intervino Leval cabizbajo. -

- Ya os lo he comentado, que hasta he llegado a discutir agriamente con algunos compañeros. En nuestro propio colectivo. Aunque hay de todo, personas que apoyan y admiran a las princesas, sobre todo a Urano y Neptuno, que simpatizan con su relación. Ellas mismas son de los nuestros, dicen. Pero otros las tachan de opresoras. Incluso las acusan de ser una especie de infiltradas. ¡Como si estuvieran fingiendo su mutuo amor para poder adentrarse en nuestros círculos y dominarnos! Es una estúpida paranoia. ¿Os lo podéis creer?- Preguntó Kerria con tono retórico y al tiempo molesto para sentenciar.- Cuando las he defendido me acusaban de elitista. Eres una lacaya de los que nos gobiernan en la sombra, te has vendido a los lunáticos, me decían. ¡Idiotas! – Espetó con impotente pesar.- No entienden nada.

- Sabes que el ser humano es así.  Creemos lo que nos gusta o deseamos creer y sobre todo siempre tenemos miedo de lo que no entendemos. - Afirmó su cuñada con tono conciliatorio. Rematando no sin cierta resignación. –De nada sirve enfadarse. Las princesas y los reyes no lo hacen. Tenemos que seguir adelante haciendo lo que es justo. Y tomar ejemplo de ellos.

- Si a mí me molesta, imaginad a nuestros padres.- Replicó Kerria mirando al resto con pesar.- A ellos les duele mucho que se dude así de Serenity, Endimión y el resto de las princesas. ¡Han compartido tantos pesares y combates juntos!

- Por ello, creo que mi mujer tiene razón. Nuestro deber es luchar por la verdad y la justicia y hacer el bien. Para lograr un mundo mejor que legar a nuestros hijos. Tal como las guerreras y nuestros padres hicieron antes por nosotros.- Sentenció Leval.-



Sus contertulias convinieron en eso. ¡Qué remedio quedaba! Por su parte, Beruche estaba con su nieta en la habitación que hacía tantos años fuera la de su padre, Maray le preguntaba a su abuela.



-¿Y cómo era papá cuando tenía mi edad? - Quiso saber la niña muy interesada. -

- Tu padre era un niño muy bueno, siempre era aplicado en sus estudios y nunca se metía en líos.- Le contó Bertie que asimismo agregó. -Tú también eres muy buena, tu madre me lo ha dicho y me alegro.

-¿Y tú, abuela?- volvió a preguntar Maray con visible curiosidad -.... ¿cómo eras cuando tenías mi edad?...

- Cielo, ya casi ni me acuerdo,- declaró Beruche sonriendo. - Sucedió hace tanto tiempo y en un lugar tan lejano...

-¿Eras de otro planeta como yo?...- Inquirió la cría con toda naturalidad. -

-¿Quién te ha dicho eso?,- le inquirió la atónita Bertie a su vez.-

- Lo he soñado.- Le contestó Maray -, cuando era más pequeña soñaba contigo, con la abuela Esmeralda y con los abuelos. Os veía en un mundo distinto...muy lejos, con jardines hermosos aunque el sitio era algo frío. Llevabais dibujada una media luna negra en la frente. Luego te veía en la Tierra y te peleabas con unas chicas que llevaban faldas cortas...Se parecían mucho a la reina Serenity y a sus princesas.

-¡Dios mío!- exclamó Bertie que abrazó afectuosamente a su nieta para explicarle. – ¡Cariño, eso fue ya hace más de cuarenta años! Casi ni me acordaba - volvió a mirar a la niña esbozando una gran sonrisa y le susurró. -Tú tienes también grandes dones como tu hermano. Utilízalos bien.

-¿Me contarás las aventuras que tuvisteis tú y el abuelo Roy? - Le preguntó Maray con el vivo deseo de que así fuera. – Papá me ha dicho que vivisteis muchas cosas.

- Ten paciencia, un día te contaré algo de eso, os las contaré a los dos. A tu hermano y a ti. Mis aventuras cuando era joven y como conocí a vuestro abuelo...

- Tú eras una princesa, ¿a que sí? - Sonrió la chiquilla. -

- Sí, mi vida - admitió Beruche que le contó. - Lo fui y tú también lo eres, tu madre es princesa también. Tu abuelo Diamante y tu abuela Esmeralda, también fueron príncipes de un mundo muy lejano 

¿De ese planeta tan oscuro y frío?- Inquirió la pequeña.-

-Así es, cielo.- Admitió Bertie.- Verás, yo vivía allí con mis padres y mis hermanas...



            Admirada, Maray escuchaba las palabras de su abuela como si encajasen en un puzzle al que le habían faltado esas piezas hasta ese momento. Mientras tanto los dos primos jugaron bastante y aunque Brian lo hizo lo mejor que pudo ganó Asthel, pero eso no fue lo que contaba. Cuando Roy fue un momento adentro ambos hablaron y Asthel sintió que su primo estaría llamado a unirse a él.



-Eres muy bueno. No hay quien pueda contigo. – Le felicitó sinceramente Brian. –

-Eso no es importante – le dijo su primo que quiso cambiar de tema para afirmar. – Brian. Sé que no has jugado todo lo bien que podrías.

-¿Por qué dices eso?- se sorprendió el muchacho. –

-Noto en ti una gran fuerza.- Le desveló Asthel afirmando. – Eres del mismo linaje que mi padre y que el abuelo. Hubieras podido ganarme fácilmente de haberlo querido.

-Bueno - admitió el chico bajando la cabeza y mirando al suelo. – El abuelo siempre me dice que no utilice mis habilidades especiales, que eso no sería justo para los demás. Pero supongo que a ti te sucederá algo parecido.

-Sí, no es exactamente lo mismo pero lo comprendo bien. - Le comentó su primo poniendo una mano sobre el hombro de su contertulio para alabarle con sinceridad. – Tienes un gran potencial, puedo sentirlo con claridad y no sólo para jugar a baloncesto. Me gustaría que, cuando llegara el momento, te unieras a nosotros.

-¿Unirme a vosotros?- Se extrañó el muchacho que le miró ahora sin comprender. - ¿Para qué?...



Asthel  le contó algo sobre su misión y un asombrado Brian le prometió que, llegado el momento, le ayudaría. Por su parte los padres de ambos muchachos estaban charlando todavía. Leval entonces le dijo a Sam.



-Si no te importa, voy a robarte a mi hermana por unos momentos, tengo unos papeles que me gustaría que viera.

-No te preocupes.- Comentó su interlocutora de forma jovial para añadir. – Así Amatista y yo nos ponemos un poco al día. Dejamos tanta charla de política y vamos a cosas más entretenidas.

-Eso espero- convino ésta con ese mismo deseo al preguntar. – Quiero saber si habéis visitado París. ¿Os gustó?

-Claro, estuvimos allí unos meses. Una ciudad preciosa.  – Le contó Sam. –

-¿Y Kerria al final aprendió algo de francés?- se rio la esposa de Leval. –

Bien sur, belle - soeur! – replicó la aludida con buena pronunciación para provocar la carcajada de su hermano y Amatista. –



Como Samantha no comprendía nada de aquello, fue su pareja la que le contó, casi sin poder parar de reír.



-Verás. Yo siempre odié estudiar francés, no se me daba nada bien. Al menos hasta que llegó Amatista y me ayudó.

-Pues ahora sí que has aprendido en París.- Sonrió Sam. –

-Il est jamais trop tard! – rio Kerria mirando a su hermano y cuñada con gesto cómplice. –



Y tras unas nuevas risas llenas también de nostalgia los dos hermanos se metieron en la casa en tanto Amatista y Sam continuaban charlando distendidamente en el porche. La pareja de Kerria se reía de alguna que otra anécdota que su concuñada le contó. Aunque también tornaba su expresión seria cuando la mujer de Leval de forma sincera le comentase.



-Kerria fue muy buena conmigo, y yo se lo pagué muy mal. Cuando no la apoyé. Todavía hoy, después de tantos años y experiencias vividas, no puedo evitar sentirme culpable por no haber actuado de otra manera.

-Ella no me ha contado mucho acerca de eso, pero sé que a esa edad lo pasó muy mal, fue cuando descubrió su orientación sexual y se aceptó a sí misma. - Replicó Sam. – Eso siempre es complicado. También yo  pasé una época terriblemente dura y difícil.



            Su contertulia que ya sabía eso por boca de Kerria no quiso evidentemente ahondar en el tema, lo que si declaró fue.



-Visto ahora con los años fui una estúpida. Incluso entonces, cuando solamente era una cría, me di cuenta de ello. – Se acusó Amatista. –

-Kerria te quiere mucho, sé que Leval y tú sois dos de las personas más importantes para ella. Y siempre que hablábamos de la familia os recordaba con mucho amor a ambos. - Le contó Samantha, tratado de animar a su interlocutora. – Y os ha echado muchísimo de menos…

-Nunca podré agradecerla todo lo que hizo por mí, y cómo trató de ayudarme a conquistar a su hermano. – Sonreía Amatista ahora, con aquellos recuerdos.-

-Siempre dice que sois como unas hermanas para ella. Tú y sus primas. Os considera a todas así. – Declaró Sam. –

-¿Y qué tal tú? ¿Sigues trabajando en la discográfica?- Se interesó su interlocutora. –

-Sí, he estado en la filial de Francia y en la de Bélgica entre otras. Ya te digo que Kerria ha aprendido hasta francés. Luego nos mudamos a España durante unos meses. Allí sí que ella hablaba ya algo de español, era yo la que no tenía ni idea. Hablando cuatro idiomas, además del nuestro, francés, alemán e italiano, así pude aprender un quinto. – Ambas se rieron de nuevo ahora, aunque Sam continuó algo más seria para contarle. -  Después en toda Europa surgió aquello de los pros aperturas radicales, lo que os contamos. Decidimos regresar, no solamente por nosotras y por Brian, nos preocupábamos también por Roy y Bertie.

-No temas por ellos. - La tranquilizó su interlocutora para asegurar convencida. – Si algo tienen los padres de Kerria y de Leval es que son luchadores natos. Hace falta mucho más que un grupo de fanáticos descerebrados para que se inquieten.

-Sí, ahora lo sé. Me di cuenta de que son realmente prodigiosos. Fíjate que, como os he contado antes, cuando apareció la reina Serenity y Kerria me desveló su identidad como Dama del Hielo me quedé impresionada. Pero eso no fue nada comparado a cuando vi a su padre convertirse en guerrero dorado, lo mismo que hizo Brian.

-¿Brian puede convertirse ya en súper guerrero?- Se sorprendió Amatista. –

-Sí, el verano pasado en las vacaciones, justo antes de que retornásemos a Europa por última vez hasta volver aquí ayer. – Le contó Samantha. – Roy le entrenó y el chico, pues ¡comenzó a brillar! … al principio cuando le vi me asusté. Pero si hubieses visto la expresión de sus abuelos y de Kerria. No sé cómo explicarlo. Estaban tan orgullosos y felices…- Ahora Sam sonrió añadiendo – Le pregunté a Ky si ella era capaz de hacer eso y se rio diciéndome divertida. ¡Eh!, exigente. ¿Es que no te basta con que sea la Dama del Hielo?

-¡Muy propio de ella! – rio Amatista a su vez imaginándose la escena y la cara que debió de poner la pobre Samantha, dado que se recordaba ella misma cuando descubrió a Leval haciendo lo propio. – Sí… es algo que no se olvida.

-Y Roy como siempre me animó con uno de sus comentarios. Dijo que yo no debía preocuparme, ¡que ya era rubia natural!, que eso de ser súper guerreros era para ahorrarse el tinte. ¡Es que no sabía dónde meterme! – Rio ahora la mujer moviendo la cabeza para afirmar divertida. – Y yo que creía que eso de salir del armario y ser una pareja homosexual era algo que llamaba la atención.

-En esta familia no te diré que eso sea vulgar, ¡pero sí suena muy normalito! – Le replicó su interlocutora de forma jocosa. –

-¿Y tu hijo se transforma también?- Quiso saber su contertulia con interés. –



Ahora Amatista extinguió su sonrisa y suspiró, ante la atenta mirada de su interlocutora pudo decir con un tono más suave y serio.



-No puedes ni imaginar lo que le hemos visto hacer. Su padre, yo misma e incluso hasta su tío Mazoui, estábamos asombrados. Un súper guerrero se queda en nada comparado con eso… Aunque ahora parece que está más normal. Y debo confesar que me alegro. Ojalá que siempre continuase así, pero sé bien que un día, se apartará de mi lado.



Sam asintió, la comprendía muy bien. A su vez le comentó  a su contertulia sus temores.



-Verás. Brian crece por días y se hacía cada vez más fuerte. Ya está tan alto como su madre sino incluso más. Por eso salimos hoy a mirar algo. Mucha de su ropa le queda ya pequeña y hace nada que la compramos. De modo que tenía que renovarle algo el vestuario. - Ahora la mujer sonrió con un poso de nostalgia al agregar con voz queda. - Recuerdo cuando era pequeño y le llevaba de la manita, íbamos de tiendas y mientras jugaba le miraba ropa. ¡Nunca le gustó probársela! Pero le sobornaba con un helado o con comprarle algún juguete. ¡Cómo pasa el tiempo!  Dentro de poco será un hombre. Quizás tenga que luchar como sus abuelos y sus tíos y primos. No voy a mentirte, no lo deseo en absoluto. Rezo porque no sea necesario.

-Te comprendo. – Aseveró Amatista de forma cómplice al sentenciar. – Sé lo que eso significa y no lo quiero tampoco para mis hijos. Igual que nuestros padres no lo quisieron para nosotros. Por desgracia, no es algo que dependa únicamente de nuestra elección. Como lo nuestro no dependió de la suya.

-Sí, y lo supe desde el principio. En cuanto fui acogida en esta excepcional familia como si de una hija más se tratase. Comprendí el grado de sacrificio y todo lo que Roy, Bertie y los demás habían hecho por la Tierra. Fíjate, quedé todavía más impresionada cuando los soberanos de la Tierra les llamaron amigos y les abrazaron. Cierta vez que fueron invitados a verles en ese palacio que habían construido en Tokio, el Palacio de Cristal, si no recuerdo mal.

-Sí, Cristal Tokio. La capital del reino futuro de la Tierra. - Musitó su interlocutora, recordando la historia que sus propios padres le contaron de su propio porvenir. -

-Eso es. Allí, habían fijado el rey Endimión y la Reina Serenity su capital administrativa. – Prosiguió Sam que declaró con tono de admiración - cuando conocí a los monarcas y a sus guardianas, ¡cada una con rango de princesa y soberana a su vez de un planeta! Y allí estaba yo, una chica de clase media, con estudios, eso sí, codeándome con la realeza. Y mi pareja, era nada menos que la Dama del Hielo y princesa de un mundo antiguo.

-No quiero pecar de inmodesta - sonrió Amatista que confiaba en la pareja de su cuñada y le desveló con desenfado.- No sé si lo sabrás ya, pero yo soy la Dama del Viento.



Sam abrió los ojos como platos, claro está que había sospechado algo, pero no tenía la seguridad de que así fuese. Kerria jamás le había dicho nada sobre las identidades del resto de las justicieras. Y todavía quedó más sorprendida cuando su interlocutora le termino de exponer con tanta franqueza como afectuosidad.



-Mi nombre verdadero sería Amatista de la Luna Negra, princesa de Némesis, también soy duquesa de Green Emeraude, por parte de mi madre.

-Vaya, ¡lo mío es ser una plebeya!  – Suspiró Samantha tomándoselo con jovialidad. – ¡Cualquiera sale por ahí con vosotras!

-Todo eso no tiene ninguna importancia ya – le dijo su contertulia aseverando – y jamás me hizo falta para ser feliz. Ni a mi marido tampoco. Hemos preferido ganarnos todo lo que tenemos por nosotros mismos. Y en cuanto a Kerria, sé que ella siempre ha opinado igual, y que su felicidad o una gran parte de ella al menos, está hablando conmigo ahora mismo.- Sentenció posando una mano sobre las de Sam que le dedicó una agradecida sonrisa. –



Las dos mujeres fueron interrumpidas por Bertie y Roy que las llamaron dentro, estaba comenzando a oscurecer.



-Venid dentro, chicas. Empieza a hacer algo de fresco y enseguida habrá que cenar.- Les indicó su suegra.-

-Ya vamos.- Replicó Amatista y las dos pasaron sin hacerse de rogar para reunirse con los demás.-



Por su parte, Leval estaba con su hermana en un cuarto que ella solía utilizar como despacho, sentados en sendos sillones con una mesa entre medias de ambos, leían los documentos que él trajo desde Bios en una Tablet de alta resolución. Kerria escrutaba aquellos informes, en su mayoría anteproyectos de ley del parlamento de Bios y suspiraba. Cuando terminó se tomó unos momentos para reflexionar, miró a su hermano y declaró.



-Esto no pertenece a mi campo jurídico, necesitaría más tiempo para estudiarlos con detenimiento, pero sí que puedo decirte al menos un par de cosas.

-Te escucho.... – Afirmó su hermano con patente interés. –

-Verás. Para empezar, estos anteproyectos de ley podrían ser tumbados en la ONU con facilidad, al menos por dos causas. La primera, van en contra de la Declaración de Derechos Humanos. Te cito de su artículo segundo…- Y tras mirar en Internet, ella leyó. –



-Artículo 2

-Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía”.



-Y podría leerte el artículo tres, el nueve, etc. – Afirmó su interlocutora que añadió. - La segunda razón, tampoco concuerdan con el documento de la Colonización Planetaria. Pero supongo que eso ya lo sabías, ¿verdad?- inquirió ella de forma perspicaz, a lo que Leval asintió. -¿Entonces, qué quieres que yo te diga?- Quiso saber la chica que ahora parecía desconcertada. – No precisas que te confirme lo que ya conoces.

-Pues, sin ir más lejos, que triquiñuelas legales pudieran utilizar para hacer pasar esas leyes. – Le respondió Leval –

-Bueno, eso es algo complicado – suspiró largamente ella para decir. – En cuanto a esas propuestas de restringir la inmigración a Bios, sólo si los que acuden allí fueran culpables de algún delito o por causa de seguridad, podrían ser expulsados. Pero no creo que pudieran impedirles entrar de forma preventiva. Para tal efecto antes debería haber un juicio con garantías legales o un mandato de un juez, con indicios al menos que constatasen tal peligrosidad. Quizás si retorcieran el artículo catorce de la Declaración de Derechos Humanos y paso a citarlo…



Articulo 14

En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país.

Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas”.



-O pudieran usar el quince, alegando a su derecho a tener nacionalidad. Por ahora el estatus judicial de Bios es incierto. Aún no se ha decidido si se le considera como un país más de la Tierra.- Remachó ella.- También podrían usar algo parecido a lo que tenemos aquí, en los EE.UU. El Acta Patriótica... Depende de cómo enfoquen las migraciones. Podrían interpretarlas como invasiones de un espacio soberano o actos terroristas.

-Sí, y de proclamarse independiente Bios quizás los documentos vigentes como esta Declaración de Derechos Humanos o el documento de Colonización Planetaria no pudieran ser aplicados. Podrían esgrimir que no los tienen ratificados como planeta soberano o qué sé yo. – Reflexionó Leval  con visible preocupación. –

-Eso sí es algo a lo que podrían aferrarse. Aunque el artículo dos diga lo contrario, pero una cosa es el papel y otra actuar de facto – coincidió Kerria que aseveró. – Y entonces lo ibais a tener muy complicado. Y no quiero ni imaginar la reacción de muchos pros aperturas radicales…

-Sí, eso podría llegar a significar incluso una guerra de Bios contra la Tierra. ¡O hasta una guerra civil en el planeta! – Afirmó Leval con patente inquietud, de hecho no lo quería ni imaginar. Confesando.  – Estoy realmente preocupado.

- No te pongas en lo peor.- Trató de animarle su interlocutora, aseverando convencida.- Eso no creo que fuera tan fácil. Algo se podría hacer antes.



            Ahora fue él quien suspiró soltando el aire con lentitud…



-Muchas gracias Ky, me has ayudado mucho.

-Lamento no poder hacerlo más. Pero si tienes cualquier otra duda llámame siempre que quieras.- Le ofreció ella que comentó según recordaba. – De todos modos los soberanos terrestres no se han pronunciado claramente sobre esta cuestión.

-¿Qué iban a poder decir?- preguntó su hermano de forma retórica para responderse. – Que desean que todo el mundo tenga derecho a la libertad, felicidad, etc. Saben muy bien que no pueden tomar partido y provocar una fractura. Se comprometieron a eso cuando fueron acatados como soberanos de la Tierra. Ya hemos estado hablando de toda la oposición que deben enfrentar aquí e incluso en Bios, y eso sin mojarse o precisamente por no hacerlo e  implicarse más. Desde luego no les envidio, reciben críticas hagan lo que hagan.



La muchacha asintió, no obstante tuvieron que dejar el tema dado que su madre les llamaba a cenar, fue Kerria la que se sonrió ahora afirmando.



-Como en los viejos tiempos. ¿Verdad hermanito? A cenar…que sino mamá se enfadará.



Leval le devolvió la sonrisa y le dio a su hermana un agradecido y afectuoso beso en la mejilla. Ambos se dirigieron prestos a cumplir el mandato materno. Se reunieron todos y compartieron la velada. A los orgullosos abuelos se les veía muy felices de estar rodeados por su familia. Todos charlaron animados alrededor de la mesa y Roy comentó con visible ilusión a su mujer pero dirigiéndose también al resto.



-Mira cubito. Si el maestro Son Goku me diera a elegir un deseo con las bolas de dragón posiblemente sería éste. Tener a toda nuestra familia reunida. Como aquí y ahora.

-¿Qué son las bolas de dragón, abuelo?-Le preguntó Maray mirándole sin comprender. –

-¡Uy hija! Algo que existió hace mucho, mucho tiempo…- Pudo decirle él cargado de nostalgia para prometerle a su nieta. – Un día te lo contaré.

-Sí, a mí también me gustaría que me lo contases. – Le pidió Asthel a su vez visiblemente intrigado con eso. – No sé porque pero es como si me recordase algo…



            Los padres del chico le miraron extrañados, lo mismo que sus abuelos. Aunque Leval creyó que, quizás en alguna ocasión, él mismo pudiera haber mencionado esas historias que su padre les contara de críos a él y a su hermana. No le dio más importancia, al igual que el resto.



-El abuelo me lo contó a mí cuando era pequeño, ya te lo explicaré. – Terció Brian que agregó mirando a su prima que también expresaba mucha curiosidad en su semblante. – Y a ti también, Maray.



Los adultos se sonrieron, Leval y Kerria recordaban asimismo esas historias. Sam no tenía mucha idea pero se acordó también de algo que su suegro le contara una de las veces que los dos hablaron de lo particular que era su familia. Beruche por supuesto no podía olvidarlas. Gracias a esas bolas su esposo volvió a la vida y derrotó a ese terrible demonio para luego retornar a su lado del más allá, junto a los demás, Diamante, Nephrite, Zafiro, y Ail. ¡Hacía tanto tiempo ya de eso!



-Y pensar que esta casa se me hacía tan grande cuando nos casamos y vinimos a vivir en ella. – Suspiró Bertie mirando con orgullo y alegría los rostros de sus hijos, nietos y nueras.-

-Pues ahora mismo somos nueve – afirmó el jovial abuelo que remachó con su humor habitual. – Un quinteto inicial y cuatro de banquillo, ¡no está mal! Aunque no nos dé mucho margen para una serie completa de play off. ¡Ja, ja!



Entonces un destello pasó por la mente de Asthel, ¡eso es! nueve era el número, tendrían que ser nueve. Esos serían los miembros de su grupo, los que llevarían a cabo esa misión. Ya eran un total de seis, contándose a sí mismo y junto con su hermana Maray, su primo Brian, Alusa y Minara y Granate. Faltaban tres más. ¿Quiénes serían? Aún no lo sabía, pero confiaba en que, con el tiempo, las identidades de los restantes miembros le serían desveladas. Los demás, ajenos a los pensamientos del chico, continuaron cenando y hablando de todo, recuerdos del ayer, esperanzas para el futuro, etc.



-¿No han podido venir tus padres, Amatista? – Quiso saber Roy que agregó con cierto pesar. – Solo faltan ellos para que estemos completos. Al menos a nivel de familia directa.

-Se quedaron con Satory y con Mazoui tras el funeral. Hacía tiempo que tampoco veían a los tíos Zafiro y Petz y a Kaori y Souichi. Tenían mucho que hablar y todavía más por recordar. - Contestó la muchacha con un tono más lleno de melancolía. –

-Bueno, en cuanto el pesado de tu padre me haga el honor de venir ya le contaré nuestra pequeña reunión en tanto le sacuda un poco. ¡Ah, ese principito tan estirado! - Sonrió su interlocutor para desdramatizar, ante las divertidas miradas del resto. –

-Mamá – le susurró Maray por lo bajo a ésta que se sentaba junto a ella. - ¿Al abuelo Roy le cae mal el abuelo Diamante?

-No hija, todo lo contrario, siempre han sido grandes amigos, desde antes incluso de que tu padre y yo naciéramos. – Le contó Amatista con una gran sonrisa para aclararla. – Tu abuelo Roy es muy bromista y siempre habla así de tu abuelo Diamante, pero sé lo mucho que le quiere. Y mi padre le estima mucho también a él. Podría decirse que son como hermanos.

-¡Qué raro! – se sorprendió la chiquilla, asegurando. – Si le hablase así a alguna de mis amigas seguro que reñiríamos.

-No te preocupes, cuando seas mayor lo comprenderás – afirmó su madre con seguridad agregando no sin humor. – Entre tanto no se te ocurra decirles lo mismo que dice tu abuelo.



Aunque Roy, que pudo escuchar aquello, terció enseguida con un tinte más lleno de ternura y declaró.



-Tu madre tienen razón. No me hagas mucho caso Maray, ya soy solamente un viejo gruñón. Y los viejos hablamos así. Pero tu abuelo Diamante es uno de los mejores hombres que nunca haya conocido. Siempre fuimos muy amigos. Lo que pasa es que le echo mucho de menos al muy bribón…y además prometió traerme una de esas botellas de vino francés tan caras que tiene… ¡en eso sí que tu padre es un rácano, Amatista! Reconócelo.



La aludida se rio. El resto sonrió a su vez. Sobre todo Bertie que tomó una de las manos de su esposo mirándole con ternura. Solamente ella entrevió un poso de tristeza en los ojos de Roy. Asthel por su parte se fijó asimismo en su abuelo. Aparentaba estar feliz y de hecho disfrutaba de la presencia de la familia, sin embargo sentía en él una gran tristeza. Pudo saber entonces el motivo, era como si una extraña presencia se lo revelase. Suspiró apenado.



-Pero cuando de luchar codo con codo, y de amistad se trataba, Diamante siempre ha sido un gran tipo. Tanto él, como su hermano, los demás...mi amigo Tommy…le echo de menos. Quiera Dios que siga bien. - Suspiró Roy ahora con mayor melancolía casi para sí, para remachar ya en voz alta.- Sí, recordadlo chicos. Ante todo sed buenos amigos y compañeros y ayudaros siempre los unos a los otros. Que la alegría de uno sea la de todos y los problemas también.



Todos le escucharon con atención y meditaron sobre aquellas palabras. Era cierto. La camaradería de sus mayores había cimentado las bases de las vidas de todos ellos. Después, la segunda generación había hecho lo propio, creando sus propios lazos de cariño y hermandad. Ahora veían como, poco a poco, surgía una tercera generación que de seguro estaría llamada a tener sus propios vínculos y momentos de amistad y sacrificio compartidos. Sobre todo Asthel, que se iba percatando cada vez más de que él mismo y los elegidos para acompañarle, forjarían un grupo que debería proseguir con esa tradición algún día.



-Ésta es una gran y hermosa familia.- Pensaba Beruche mirando en derredor, llena de orgullo para recordar.- Querida Ami. ¡Cuánta razón teníais! El amor es maravilloso. Cuando era joven nunca soñé el poder estar tan rodeada de él. Y todo fue gracias a ti y al resto de las guerreras. Siempre os he estado y os estaré muy agradecida de todo corazón…



Y tras aquellos momentos de meditación prosiguieron la cena. Hubo otras muchas conversaciones pero al final terminaron aquella velada y se fueron cada uno a dormir. Leval y Amatista a la antigua habitación de él. Su mujer, con voz melosa, le susurró al oído que esa era una antigua fantasía suya hecha al fin realidad. Liarse con él en su cuarto.



-No sabes las cosas que llegaba a imaginar cuando estábamos sentados aquí y tú me dabas clases.- Le confesó pícaramente ella.-

-¡Ahora comprendo por qué nunca te enterabas de nada! - Rio él, afirmando divertido.- Entonces la culpa no era mía por ser un mal profesor.



Amatista se rio con ganas y su solicito marido le prometió que haría que ese sueño se cumpliera por completo más allá de las expectativas que ella tuviera de adolescente mientras comenzaba a desnudarla… asimismo Kerria, en su habitación con su pareja, se dispuso a no ser menos que su hermano. Y le decía a su cónyuge.



-¿Sabes una cosa, Sam?... Esto me ha hecho sentir rejuvenecida.

-¿No me digas?- Replicó la aludida en tanto se quitaba la ropa.-

-Sí… y me están entrado muchas ganas de… ya sabes.- Se sonrió lascivamente su esposa.-

-Pero es que los niños están en las habitaciones de en frente, y tu hermano y Amatista en la de al lado…

-No creo que mi hermano y mi cuñada se preocupen mucho de que hagamos algún ruidito.- Se sonrió ella añadiendo con tono pícaro.- Para mí que los taparán con los que vayan  a hacer ellos. Y los críos no se enterarán…- Le susurró melosamente a la oreja en tanto comenzaba a besarla suavemente el cuello, haciéndola jadear.- Bueno, si es que tú… no gritas demasiado. - Rio.-



            Samantha sonrió a su vez tratando de mantener sus expresiones de placer bajo control.



-Haré lo que pueda. - Fue capaz de replicar en tanto devolvía un beso a su pareja sentenciando ya con algún jadeo. – Pero no te prometo nada a ese respecto…



Por su parte Asthel y Brian compartieron un cuarto de invitados donde continuaron charlando un rato antes de dormir sobre quienes irían a esa especie de misión.



-Entonces has descubierto que nos faltan tres.- Comentaba Brian.- Pero no sabes quienes podrán ser.

-Aun no. Aunque estoy convencido de que eso lo averiguaré cuando llegue el momento. - Afirmó su primo. -

-Suena alucinante todo eso de dioses y seres mágicos que me has contado.- Declaró Brian.- Es muy difícil de creer.

-Mi hermana te lo podrá confirmar.- Dijo Asthel.-

-No es necesario. Sé que eres sincero. No sé por qué, pero algo me dice que debo creer en todo lo que me cuentas. - Afirmó su interlocutor. -



Asthel sonrió agradecido. Eso era en efecto muy importante. Los dos primos hablaron algo más hasta que finalmente, cansados, se durmieron. Por su parte, Maray pudo descansar en otra estancia para ella sola, tratando de imaginarse a sus padres a su edad. Y pensando en cómo debieron ser sus abuelos de jóvenes.



-Vivieron muchas aventuras. E hicieron cosas muy importantes. No sé.- Reflexionaba la niña.- Pero si Asthel tiene razón nosotros tendremos que hacer cosas parecidas…A veces me da un poco de miedo…pero si mis padres y mis abuelos fueron tan valientes, yo también lo seré…



 Aunque ajenos a los pensamientos de su nieta, Roy y Bertie en su dormitorio, comentaron lo felices que eran con aquel reencuentro familiar.



-Estoy muy feliz de tenerles a todos bajo nuestro techo, cubito.- Afirmó él.-

-Me pasa lo mismo.- Convino su esposa, que le abrazaba ahora para musitar con ternura.- Ha sido algo que nos ha venido muy bien…

-Así es- musitó Roy con tinte más consternado.- De lo poco que me hacer sentir mejor.

-No sufras más por él. No podemos hacer nada.- Le sugirió Bertie mirándole con expresión triste.-

-No puedo aceptar eso.- Replicó su marido apenas conteniendo unas lágrimas.- Cada vez que hemos ido a verle, no sé…noto que le vamos perdiendo más y más. Y es precisamente eso, el no poder evitarlo, lo que me martiriza. Nada de lo que puedo hacer, ni mi fuerza, ni mis técnicas...ni las alubias, sirven.



Beruche no dijo nada, se limitó a abrazarle con más fuerza y a darle sendos besos en las mejillas para finalmente susurrarle al oído con afecto.



-Anda duérmete, que mañana tenemos que disfrutar de nuestros hijos y nietos. Y ellos, para una vez que pueden venir a la Tierra, no deben ver a su abuelo triste.

-Sí, tienes toda la razón.- Sonrió débilmente el aludido.- Delante suya no lo estaré, te lo prometo.



Su esposa asintió, convencida de ello. Su marido siempre cumplía su palabra. Al fin, todos conciliaron el sueño, tras un par de días más, Asthel, junto con su hermana y sus padres, tuvieron que volver a Bios. Muchas cosas  aguardaban allí a cada uno de ellos, cosas que tendrían que ir siendo solucionadas…



-Enviad un holo mensaje cuando lleguéis.- les pidió Bertie despidiéndoles a la puerta junto con su esposo.-

-Descuida mamá- Le aseguró Leval.-

-Buen viaje. Cuidaos mucho.- Sonrió Roy.-

-Igualmente.- Respondió su nuera.-

-Adiós abuelos, adiós tía Ky, tía Sam, adiós primo Brian.- Se despidió Maray.-

-Adiós, cielo. -Repuso Kerria.-

-tened cuidado-- Les pidió Sam.

-Ya hablaremos.- Añadió Brian, más que nada dirigiéndose a Asthel, y agregando después.- Adiós, tío Leval, tía Amatista. Adiós primos.

           

            Asthel también saludó, aunque miró apenado a su abuelo.



-¡Ojalá pudiera hacer algo!- Pensó con tristeza una vez montaron en el deslizador y se alejaron-



Y en el palacio de Cristal Tokio, una entristecida soberana citó a una de sus leales princesas. La llamada en cuestión era Marte que había vuelto de pasar unas horas supervisando el santuario Hikawa. Nada más llegar a palacio, su compañera Minako la abordó. Con gesto amable y algo triste le dijo.



-Rei. La reina Serenity quiere verte en su cámara privada.

-¿Te ha dicho para qué?- Quiso saber ésta.-

-No…pero nos ha pedido que en cuanto volvieras te lo dijésemos.- Replicó su interlocutora que no parecía tener muchas más ganas de hablar.-



            Su compañera simplemente asintió. Sin siquiera cambiarse de su kimono shinto ceremonial acudió a esa llamada. Tras pedir permiso se le franqueó el paso a la cámara de la soberana. Serenity la aguardaba sentada en un diván. Al verla sus ojos expresaron una profunda tristeza. Tras levantarse  se dirigió a su amiga y le propuso con amabilidad y suave tono.



- Vamos a pasear, Reiko.



            Ésta la observó no sin inquietud, cada vez que su soberana utilizaba ese nombre (que por cierto no era el suyo, sino un pseudónimo artístico que utilizase haría ya muchos años) es que algo malo pasaba. Así se lo expresó en tanto las dos caminaban por los jardines anexos a palacio, acompañadas eso sí, por el resto de las princesas que se habían dado cita allí y observaban a prudente distancia. Como si todas fuesen partícipes de un terrible secreto, de algo que enseguida la soberana le fuese a revelar.



-¿Qué sucede, Usagi-chan?- Se plantó la princesa de Marte deteniéndose en seco para  dedicarle una mirada entre inquisitiva y preocupada a su amiga y reina y sentenciar casi a modo de cariñoso reproche.- Cada vez que usas ese nombre. Y sabes que no es el mío. Es siempre para echarme una bronca o para prohibirme que haga algo.- Su contertulia no replicó, de modo que Rei añadió.-  Supongo que me irás a decir alguna cosa que me hará enfadar y tendrás que ordenarme que deje de hacer lo que se me vaya a ocurrir, ¿verdad?- Sonrió levemente ahora para asegurar.-  No te preocupes, he madurado mucho ya y comprendo que las cosas son como son por alguna razón.



            Entonces su amiga sí que replicó, tras dejar escapar alguna lágrima. Apenas sí pudo musitar con tono quebrado por la emoción.



-No Rei. Esta vez no. Al contrario, te voy a pedir que hagas exactamente lo que te dicte el corazón.



            Y antes de que su impactada interlocutora pudiera ni replicar, la soberana se acercó y le susurró al oído, contándole lo que sucedía. Ahora fue la princesa de Marte la que no pudo evitar derramar lágrimas de dolor y pesar. Casi sin poder articular palabra, balbuceó.



-Entonces… ¿tiene que ser así?... ¿No hay nada que podamos hacer?… ¿Ni tan siquiera…él…?



            Su amiga y soberana asintió, o bien negó con la cabeza, confirmando respectivamente aquellas suposiciones y llorando en silencio a su vez. Lo mismo que el resto de las princesas que, desde prudencial distancia, las observaban compungidas.



-¿Puedo ir con ellos, Majestad?- Se atrevió apenas a preguntar Rei entre sollozos.- ¡Por favor!

-Claro… y llévate a Ami. A pesar de todo, hay algo que entre ella y Neherenia sí que podrán hacer…- Declaró Serenity atreviéndose a sonreír muy levemente, con el rostro velado por las lágrimas.-



            Ahora fue la princesa de Marte la que asintió despacio y tras contener el llanto hizo una reverencia, contestada por otra leve inclinación de su soberana. Después se alejó, junto con su compañera la princesa Mercurio, prestas a acudir donde las necesitaban…





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