Ya transcurridas las vacaciones Idina retornó a la
universidad, por delante le quedaba el último curso, el más difícil según le
habían dicho, pues además del aumento en la exigencia de las clases debía hacer
las obligatorias prácticas con los niños. Pensaba en todo esto cuando escuchó
la familiar voz de Heather.
-¡Hola Idina! ,- saludó ésta con entusiasmo- ¡cuánto
me alegro de volver a verte!, chica.
-¡Heather!- Respondió alegremente la interpelada
dirigiéndose hasta ella. –
Ambas
amigas se dieron un largo abrazo. Su compañera se había cambiado el look. Lucía
un pelo bastante corto y tenía un estupendo y bronceado aspecto. Tomó a Idina
de un brazo y la llevó hacia sus habitaciones.
-¿Qué tal las vacaciones?- Le preguntó Heather con
visible interés.-
-Bueno, movidas,- sonrió su interlocutora
refiriéndole con visible contento. –Mis primas y yo nos hemos reunido en la
nave. ¡Si hubieras visto lo bonita que fue la boda de mi primo Leval con mi
amiga Amatista! Y luego todo el proceso de terraformación de Bios. ¡Ha sido
algo increíble!
- ¿Y qué tal Nehie? ¿Pudiste verla? - Se interesó su
amiga. –
- Sí, incluso pasamos unos días juntas. – Le comentó
Idina, aunque guardándose bien en decirle que esos días estuvieron literalmente
en la Luna. – Pero tiene cosas que hacer y seguramente volverá dentro de unas
semanas.
- Espero que no le ocurra como en el año pasado en
segundo. – Suspiró Heather. – Casi no le da tiempo a cursarlo aquí. Aunque
luego como es una máquina, pudo aprobar todo lo que se dejó por examinar en la
convocatoria de Septiembre.
- Seguro que esta vez será distinto. – Le sonrió su
compañera, con la esperanza de que así fuera. -
Al hilo de aquello la muchacha recordaba su estancia
en el Reino de la Luna Nueva. Neherenia fue una estupenda anfitriona y ella
desde luego tuvo tratamiento Real. Y eso en todos los sentidos, dado que su
amiga le recordó que la había nombrado princesa y en efecto, aquello, amén de
ir en serio, era agotador, todo el mundo le hacía reverencias. La pobre Idina
llegó a sentirse algo envarada a veces pero se fue acostumbrando. Sin embargo,
que todos aquellos chambelanes, mayordomos, guardias y demás la tratasen de ese
modo, siempre la descolocaba. Las más de las veces se reía sin poderlo evitar
ante la imperturbable mirada de esos tipos. Recordaba una de las veces, al poco
de llegar. La muchacha había conseguido ir merced al sailor teleport, gentileza
de Chibiusa y sus guardianas las sailor asteroides. Éstas no podían quedarse y
se despidieron deseándole una buena estancia. Ella asintió con una amplia
sonrisa. Ahora estaba ante las puertas de un gran salón. Vio a un tipo ataviado
con una especie de levita y una peluca de esas de las películas de la
revolución francesa acercarse, flanqueado por dos individuos jóvenes que
vestían uniforme militar, aunque también éste parecía sacado de las guerras
napoleónicas. Cuando estuvo a su altura los soldados se pusieron firmes y saludaron
y el tipo aquel le hizo una marcada reverencia a la par que declaraba.
- Soy Gillard De La Lune, Canciller y Chambelán
Mayor Real. Espero tener el honor de estar ante su Alteza Serenísima la
Princesa de la Luna Nueva.
-Bueno, encantada de conocerle, me llamo Idina
Rodney. Creo que Nehie...digo la reina Neherenia me espera.- Pudo replicar
sintiéndose bastante tonta.-
-Enseguida transmitiré a su Soberana Majestad
Serenísima la buena nueva de vuestra llegada, Alteza. – Replicó aquel individuo
que se había fijado de inmediato en el collar que lucía la muchacha, con esas
dos medias lunas, el símbolo de las princesas allí.-
- Muchas gracias. El caso es que no sé hacia dónde
debo ir.- Le comentó la desconcertada chica.-
El individuo se limitó a hacer un ademán y uno de
los soldados, bastante alto y atractivo, se ocupó de hacerse con la maleta de
Idina. Ella de inmediato quiso intervenir algo apurada.
-No se moleste. Puedo yo.
-No en una molestia, Alteza. Es el protocolo Real.-
Le informó el imperturbable jerarca.-
Tras asentir algo dubitativa la joven dejó que ese
gallardo chico le llevase el equipaje. Su interlocutor mientras tanto, con una
sonrisa demasiado postiza le pidió con empalagosa amabilidad.
-Si sois tan amable de acompañarme Alteza, os
mostraré vuestras estancias para que podáis mitigar la fatiga del viaje.
-Este tipo habla como si declamase poemas.- Pensó
entre perpleja y divertida.-
Tentada estuvo de decirle que de fatiga nada. ¡Si
había sido tele transportada! Pero decidió dejar eso. Simplemente accedió a
seguir a ese individuo que la condujo a una gran habitación que tenía una
enorme cama con catafalco y todo. El soldado que iba tras ellos dejó su maleta
sobre una mesa y tras saludar se marchó. Idina miraba en todas direcciones
contemplando las alfombras, tapices y las cortinas. Bastante bonitas eso sí,
aunque todo eso era algo recargado para su gusto.
-Cualquier cosa que necesitéis llamad al servicio y
de inmediato acudirán las camareras reales.- Le comentó su guía.-
Aquel tipo le mostró a la chica una especie de larga
maroma de tela de la que debía tirar. A buen seguro eso accionaría una
campanilla. Apenas sí pudo creerlo, se quedó tan atónita que sin pretenderlo
musitó, pensando en voz alta.
-Tengo que hablar con Nehie un poco acerca de la
inclusión de las nuevas tecnologías en su palacio.
- Perdonad Alteza, ¿cómo decís?- Quiso saber el
Canciller que creyó que le había indicado alguna cosa.-
- ¡No, nada, nada! - Se sonrió estúpidamente ella
llevándose una mano al cogote.- Que muchas gracias, lo tendré en cuenta.
- Me retiro pues con vuestra venia. - Afirmó el tipo
haciendo otro reverencia tan acusada que casi se le cae la peluca.-
Idina
asintió tapándose la boca para no reírse de aquello. ¡En cuanto se lo contase a
sus padres estos no se lo iban a creer! Tras eso deshizo el equipaje y buscó el
baño. Deseaba, eso sí, darse una ducha y cambiarse de ropa. Aunque todo lo que
encontró fue una bañera de extraño diseño, casi parecía un plátano. Quizás
hacía alusión a la media luna. En fin. Casi mejor, se dio un largo baño de agua
caliente y tras secarse se acercó al armario ropero que era tan largo como un
autobús. Al abrirlo los ojos se le quedaron como platos. ¡Había innumerables
vestidos y eran todos de su talla!
-¿Pero qué es todo esto? Parece un mercadillo de
ropa.- No pudo evitar exclamar, para decirse divertida.- ¡Ahora sí que voy a
poder jugar a las princesas!
De niña hubiera sido realmente feliz, con tanta ropa
para probarse y pese a que le seguían gustando los vestidos bonitos y los
completos, no tenía tiempo para eso. Como había quedado con Nehie en pocos
minutos supuso que debería ponerse alguno y elegirlo deprisa. Aunque no estaba
demasiado segura. Decidió llamar a alguna de esas camareras.
-Vamos a ver qué pasa.- Musitó, pensando no sin algo
de apuro.- Espero no quedarme con esto en la mano.-
Tiró divertida de esa especie de cuerda de raso y a
los pocos segundos alguien estaba llamando a su puerta. Tras la misma oyó una
tímida voz de muchacha que le preguntaba.
-¿Dais vuestro permiso Alteza Serenísima?
Fue
la propia interpelada la que abrió la puerta, allí, plantada y retrocediendo
algo intimidada estaba una jovencita rubia de largos cabellos, no muy alta, al
menos para la estatura que tenía Idina, y de tez bastante pálida. Enseguida le
hizo una gran reverencia.
-Pasa, por favor. – Le pidió Idina con jovialidad.-
- Con vuestro permiso, Alteza.- Musitó la chica
siguiendo a su interlocutora cuando ésta entró en la habitación.-
- ¿Cómo te llamas?- Le preguntó a esa muchacha. –
- Anaris de Sinus-Iridum, Alteza Serenísima. Estaré
destinada a vuestro servicio en tanto dure vuestra estancia. – Fue la tímida
respuesta.-
- Yo soy Idina, encantada de conocerte. Mira me
gustaría que me aconsejases si no te importa.- Se presentó jovialmente ésta que
pasó a comentar.- Tengo que elegir un vestido y no sé cuál. ¿Hay alguno que sea
más apropiado según el protocolo?
Según
preguntaba se fijó en esa muchacha, lucía un elegante vestido color crema poco
escotado, con una larga falta que casi llegaba hasta los tobillos. Era
realmente recatado. Ni siquiera ella misma se vestiría así. Y mira que tenía fama de puritana, sobre todo
entre sus primas. Aunque entonces la chica replicó.
-Será un honor para mí el serviros, Alteza
Serenísima. Con sumo gusto os sugeriré cuál de ellos podría resultar más
adecuado.
Idina se encogió de hombros. Finalmente esa chica le
aconsejó un vestido de noche algo largo, con tono burdeos y rebordes blancos.
Decidió que no estaba mal del todo y se lo puso. Anaris abrió un cajón de una
mesita cercana y sacó un collar de oro que conjuntaba a las mil maravillas. Una
vez se lo probó Idina pudo contemplarse en un gran espejo que tenía frente a la
cama.
-¿Cómo estoy?- Quiso saber dando algunas vueltas
sobre sí misma.-
-Estáis hermosísima. Como toda Bella y gentil
princesa de la Luna. - Replicó su interlocutora con obsequiosidad.-
Aunque ese halago le sonó como si fuese otra fórmula
más de etiqueta. Idina no se rindió y quiso saber más de aquella chica.
-¿Eres de la Luna?
-Sí, Alteza Serenísima - Replicó ella.-
-Yo soy de la Tierra.- Le contó con naturalidad,
agregando.- Y deja ya de llamarme Alteza Serenísima. Soy una chica normal. Lo
que pasa es que soy amiga de tu reina desde que éramos pequeñas y ella me dio
este título.
- Entonces sois una princesa de la Luna. – Concluyó
su contertulia que le explicó algo apuradamente.- Perdonadme señora, pero
acorde con el protocolo debo dirigirme a vos con las fórmulas de respeto
tradicional que emanan de vuestro rango.
Ahora
sí que Idina se quedó perpleja. ¡Casi iba a necesitar un diccionario para
comprender lo que esa chica le había dicho! Suspiró y tras agradecerle su ayuda
respondió.
-Vale, muchas gracias. Me has ayudado mucho. Espero
verte por aquí.
-Estoy a vuestro servicio, Alteza Serenísima. ¿Debo
entender que me dais vuestra venia para retirarme? - Quiso saber la muchacha
hizo una reverencia. -
-Claro, supongo. - Suspiró nuevamente la aludida.-
- Con vuestro permiso me voy pues.- Replicó esa
chica que tras volver a saludar salió del cuarto.-
Idina
recordaba aquello ahora casi sin poderlo creer todavía. Cuando se lo comentó a
su amiga Nehie tras verla a ésta le hizo bastante gracia. Por supuesto que
primero fue presentada oficialmente, tuvo que hacer una reverencia y todo eso.
Finalmente su amiga la llevó a sus aposentos privados y allí, al hilo de esa anécdota sobre la Camarera y
Chambelán Real charlaron con más calma.
-¡Por dios, Nehie! Tienes que modernizar el look de
tus cortesanos.- Se reía Idina.-
-Sí, lo sé. Pero no veas lo difícil que es cambiar
la tradición.- Suspiró la aludida no sin resignación, enumerando en tanto
parodiaba el tono de alguno de sus dignatarios con pretendida voz grave.- ¡Oh!
Majestad, llevamos siglos de tradición… ¡oh! mi reina…, la elegancia es
fundamental en toda Cancillería que se precie…En fin… he decidido dejarles por
imposibles. Al menos en las recepciones y actos oficiales, el día a día
palaciego es otra cosa. De hecho el año pasado redacté un cambio en las normas.
Pero como venias tú, De la Lune aludió a la visita de un personaje de alto
rango para hacer que toda la Corte se vistiera como antaño.
-¿De alto rango? ¿Yo?- Se rio Idina señalándose a sí
misma.-
-¡Bueno!- Rio su contertulia con ella ahora para recordarle.-
Eres una princesa de la Luna, y sobre todo, eres mi mejor amiga. En eso debo
darle la razón a mi canciller. Eres una persona muy importante.
La
interpelada agradeció esas palabras, aunque enseguida volvió al tema en el que
estaban y comentó.
-Me ha sorprendido también esa chica, Anaris. Es muy
agradable pero parecía tener miedo de hablarme.
-Es hija del barón de Sinus- Iridum. Es buena chica,
aunque muy tímida. Normalmente la tengo como camarera personal. Pero le di
instrucciones de que te atendiera.
-Sí, es maja.- Convino Idina, pasando a preguntar.-
Y ese apellido tan raro que tiene ¿Significa algo? Parece que estuviera en
latín o algo así.
- Bueno, hace alusión a una bahía lunar. - Le contó
su contertulia.-
-Sí. Lo cierto es que siempre me ha sorprendido eso
de que haya mares y bahías en la Luna.- Afirmó la invitada.-
-Mi ilusión es que, dentro de poco, tengamos
auténticos océanos. Bueno, - sonrió la soberana para matizar.- Por lo menos
extensos lagos. Y ahora con la ingeniería planetaria avanzada que la Masters
Corporation nos ha ayudado a emprender, estamos logrando muchos avances.-
Sentenció con patente satisfacción.-
-Aunque hace un par de meses, antes de terminar el
curso pasado, tuvisteis problemas, ¿verdad?- Se interesó su amiga, al comentar.-
Creo que escuché en las noticias que un meteorito había impactado aquí, en la
Cara oculta.
-Así fue,- suspiró Nehie, ahora con más intensidad,
al replicar.- Fue muy duro. Destruyó bastantes de nuestras cúpulas y provocó
pérdidas humanas. Pero ya hemos reconstruido y puesto los medios para que esa
tragedia no se repita.
-Me alegra oírte decir eso.- Sonrió su compañera,
más aliviada.-
De
todos modos y a juzgar por la expresión de Neherenia, Idina creyó que podría
haber sucedido algo más. Posiblemente fuera una impresión suya. Eso de que un
meteorito se estrellase tuvo que ser muy duro para su amiga. Sobre todo
sabiendo como amaba a su reino y el afán que tenía por cuidar de sus súbditos.
Lo dejó correr para pasar a otros temas.
-Ya tengo ganas de volver a ver a Heather, a Bea y a
Millie.- Le comentó a su amiga, añadiendo con animada expectación.- Y éste será
el último curso…
No obstante, Neherenia le respondió no sin cierto aire de tristeza.
-Sí, es verdad. Ya dentro de poco se terminará.
Cuando pase este último año habré dado por concluidos mis estudios y deberé
dedicarme por entero a la tarea de gobernar.
-Pero todavía tenemos estos días de vacaciones y
todo el último año para disfrutarlo, mujer. – La animó su interlocutora
sujetando las manos de su amiga con las suyas. –
-Tienes razón, – sonrió ahora Nehie afirmando de
mejor talante. – De modo que vamos a disfrutarlos bien. Esta noche, por lo
pronto, tenemos banquete, recibo al embajador del reino de los guerreros del
espacio. Ha retornado de su mundo tras ir a informar a sus soberanos del
tratado de amistad que firmamos.
-¡Vaya! – Se sorprendió su interlocutora que le
comentó con patente curiosidad. – Siempre he oído hablar de ellos y sé que mi
tío Roy es el hermano de su rey, pero no recuerdo haber visto a ninguno en la
Tierra. Seguramente yo era muy pequeña y se me haya olvidado. Alguna vez mis
padres me han contado algo y me dijeron que eran gente impresionante. Aunque
muy bruscos quizás.
-Desde luego. – Convino Neherenia, añadiendo con
complicidad. – Y espera a ver al embajador, se llama Doran y es realmente
guapo. Pero no es para nada brusco, ni rudo como yo pensé.
Su amiga asintió esperando conocer a semejantes
personajes, no tuvo que esperar mucho. Tras unas horas se anunció la llegada de
los representantes del planeta Nuevo Vegeta. Idina pudo ver a ese hombre,
bastante alto, de largo pelo castaño oscuro y con un par de penetrantes ojos
azules, doblar la rodilla ante Nehie mientras la soberana estaba sentada en el
trono. Aquel tipo vestía una especie de peto de color blanco y remataba su
atuendo con largos pantalones azul oscuro y un par de botas blancas hasta la
rodilla, a su espalda ondeaba una capa de color azul. Pero no venía solo. Junto
a él se plantaba una mujer de elevada estatura también. Idina calculó que, más
o menos sería tan alta como su amiga Heather. Lucía una larga melena color
castaño y sus ojos eran inquisitivos y de una extraña tonalidad burdeos. Su
semblante estaba relajado, no mostraba la seriedad que exhibía su compañero.
Vestía un uniforme similar, excepto por su botas que eran negras y por encima
de la rodilla y su capa que era de color rojo. Hizo una marcada reverencia ante
la reina de la Luna Nueva pero no dobló la rodilla. Fue el hombre, que se
anunció como Doran, quien la dio a conocer.
-Majestad, tengo el honor de presentaros una vez más
en vuestra corte a su Alteza Real la princesa Seren Deveget, hija de mis
soberanos. Ha venido como representante de sus padres.
-Es un placer teneros con nosotros.- Afirmó
Neherenia que se levantó del trono y se acercó hasta aquella mujer para acto
seguido darle un protocolario abrazo de amistad que ésta correspondió. –
-Para mí es un honor.- Declaró la princesa añadiendo
con patente agrado. – Doran me habló maravillas de vuestro reino y veo que
incluso se quedó corto, Majestad. La otra vez no pude visitarlo por mor de las
circunstancias. Aunque espero poder conocer algo más de él.
-Sera un placer y un honor para mí el acompañaros
personalmente en alguna de esas visitas.- Sonrió Neherenia.-
Había muchas más cosas que podrían decirse. A Idina
le dio la impresión de que no hablaban de según qué temas con toda la claridad
que deberían, estando ella presente.
-No sé, esto me parece raro. Es como si vinieran de
nuevas pero hablan de un modo que sugiere lo contrario.- Se dijo extrañada para
conjeturar.- Quizás es que son así.
Al fin,
terminados los trámites de rigor y como era tradicional, la soberana les hizo
un invitador ademán con una mano indicando la dirección hacia su cámara privada
para decir a sus invitados, incluyendo a Idina.
-Venid, por favor, hablaremos en mis estancias.
Estaréis más cómodos.
El grupo se dirigió hacia allí. Una vez dentro la
reina pasó a presentar a su amiga a
aquellos individuos.
-Esta es mi gran amiga, su Alteza Serenísima la
Princesa de la Luna Nueva, Idina Rodney.
-¿Rodney?- Se sorprendió la alta mujer comentando
como si tratase de recordar. – Mis padres me instruyeron bien acerca de sus
amigos en la Tierra, creo recordar a un Tom Rodney.
-Es mi padre, Alteza. – Sonrió la muchacha. –
-Entonces vuestra madre es Cooan Malinde. La hermana
de mi tía Bertie. –Afirmó Seren que complacida, sentenció. – Eso nos
convertiría en parientes, primas en segundo grado, si no me equivoco.
-Podría ser. Pero tuteadme por favor. – Le pidió su
interlocutora que no se sentía demasiado cómoda con semejantes tratamientos. –
-¿Y acaso sois una justiciera como ella?- Quiso
saber la saiyajin. –
-Sí.- Admitió Idina que le reveló. – Soy la Dama del
Fuego, tomé el relevo a mi madre hace años.
-Te comprendo bien,- le sonrió ahora aquella
muchacha con más jovialidad, haciendo aparecer una especie de llave rematada
con un cetro del mismo tono de sus ojos. – Hice lo mismo con la mía. Además de
princesa de los saiyajin, soy la nueva Guardiana del Tiempo y del Cambio,
Sailor Plutón. Princesa de Plutón.
-Y yo soy Sailor Shadow. La Guardiana de los
Misterios de la Luna. – Suspiró Neherenia que se rio al sentenciar con
desenfado. – ¡Es que no tenemos ni un momento libre!
Los demás se rieron a su vez por aquel comentario,
aunque fue Doran quién más en serio terció para explicar a su anfitriona y a
Idina.
-La princesa Seren tiene una doble misión. La
oficial que es permanecer aquí como la más alta representante de nuestro reino
y la confiada personalmente a ella por su madre, su majestad la Reina Setsuna
Meioh, el sucederla como guardiana de la Tierra y protectora de la Reina
Serenity.
-Sí, venimos justo ahora de una audiencia con ella y
con el rey Endimión. Me han acogido muy amablemente a su servicio. Aunque saben
que mi lealtad última siempre será para mi mundo y mis padres. – Matizó la
muchacha que agregó de manera más
informal – y otra cosa que Doran no ha dicho, pero igualmente importante.
¿Sabéis? Quisiera residir una temporada en la Tierra para aprender bien sus
modos de vida y costumbres. Para empezar, me llama la atención la escasa
gravedad de la Luna.
-Es una sexta parte de la terrestre, no obstante
aquí tenemos generadores de fuerza gravitatoria que la igualan en todas nuestras
zonas habitables. Ahora mismo disfrutamos de la misma que en la Tierra.- Apuntó
la soberana.-
Esa
fue una de las cosas que primero se hicieron. Siendo la propia Neherenia apenas
una niña. Todas las zonas habitables de la Luna fueron acondicionadas así para
tratar de igualarlas lo más posible a las condiciones terrestres. De este modo
era más sencillo también que pudieran construirse recintos para mantener
grandes cantidades de agua líquida. Eso les contó la soberana a su
interlocutores.
-Muy interesante. Aun así, en mi mundo de origen es
algo superior. De todos modos en las clases de historia me contaron que
nuestros ancestros que vivieron en el planeta Vegeta original, tenían una
gravedad diez veces más potente. Algunas teorías dicen que esa fue la causa de
que nuestro pueblo desarrollase tanta fuerza.- Les explicó Seren que remató.-
Pero pese a ésta pequeña diferencia, creo que para mí sería muy interesante ver
cómo me desenvuelvo en la superficie terrestre.
-Pues para eso, lo mejor sería que se viniese con
nosotras. ¿Verdad Nehie?- Terció jovialmente Idina, guiñándole un ojo a su
amiga para sorpresa de los saiyajin. –
-Sería fantástico, no obstante tengo todavía muchos
asuntos que atender, no me será posible regresar contigo a la Golden, al menos
por ahora. – Le desveló la reina a su amiga dejándola un poco cabizbaja amén de
sorprendida. -
Idina recordaba todavía aquello, después de
proseguir esa conversación pasaron a cenar y tras una velada interesante se
despidieron. Ella se vino de vuelta a los pocos días. Estuvo una semana con sus
padres y más tarde retomó el curso. Ahora miraba a su amiga Heather que estaba
abriendo la habitación que compartían en tanto le decía.
-Bueno, vamos a ver cómo está esto…Espero que no
tengamos que pasarnos el curso limpiando.
Su amiga se echó a reír, asintiendo y de ese modo
entre risas entraron en su cuarto, estaba tal y como lo dejaron. Eso sí, con
una buena capa de polvo, que las chicas se afanaron en quitar.
-Tenemos que hacer muchos planes. - Le dijo Heather
- hay que aprovechar bien este último año.
-Sí, pero recuerda que será más difícil que los dos
anteriores, - le advirtió Idina. - Pero bueno, yo te he contado lo que hice en
verano, ¿qué has hecho tú?
-Pues pasármelo muy bien, aunque no haya salido de
la Tierra como tú, pero casi, estuve en Miami y en California, - sonrió su
compañera. - He conocido a un chico genial, un surfista guapísimo que se llama
Jack. ¿Y sabes lo mejor? Vive cerca de aquí, de seguro que vendrá a visitarme
algún día. Ya te avisaré para que me dejes el cuarto, ya sabes a lo que me
refiero. - Sonrió dándole un ligero codazo
en el hombro a su amiga. –
Idina
no pudo evitar ponerse colorada. Aquello era otro mito de la Golden del que
había oído hablar. Cuando un chico o chica tenían pareja y querían llegar a
según que extremos, sus compañeros de habitación solían dejarles libre el
cuarto para que lo hicieran. Por supuesto que oficialmente esa práctica estaría
rigurosamente prohibida siendo motivo inmediato de expulsión. Empero, se decía
que la propia Jefa de estudios, y madre de Heather, la señora Roberts, hizo eso
en sus días de estudiante.
-Pero cualquiera se lo dice ahora.- Se rio Heather, al comentar aquello con su amiga.-
-Bueno, por mí no hay problema, pero ya sabes lo que
dicen las reglas acerca de traer chicos. Si tu madre se entera se va a
enfadar.- Dijo precisamente Idina.-
-¿Mi madre?- rio Heather relatando sin pudor, para
confirmarle esas historias a su compañera. - Mi madre se colaba siempre en las
habitaciones de los chicos que le gustaban. ¡Era mucho peor que yo!, por lo
menos Jack es mi novio…por cierto. - Recuperó por un momento la seriedad para
recordarle a su contertulia.- Tenemos que pasarnos por el club, van a elegir al
sustituto de Brad.
-¿Sustituto?- repuso Idina algo perdida aunque
enseguida recordó que el anterior líder de la hermandad se graduó el año pasado
y que ella y Heather, como cintas rojas, debían acudir para elegir al próximo
purpurado. - ¿Y tiene que ser ahora?...
-Me he acordado ahora mismo. - Respondió su
compañera - menos mal que has vuelto a tiempo. Será dentro de una hora, nos da
tiempo a dejar en orden todo esto y arreglarnos un poco.
Ambas
amigas así lo hicieron, por el camino Idina le preguntó a Heather por su
hermano y ésta le respondió que Jimmy estaba muy bien. Le visitó durante varios
días en vacaciones a su nueva residencia donde se encontraba muy a gusto.
-Le echo de menos, era un chico encantador.- Comentó
Idina produciendo la agradecida sonrisa de su amiga.-
-Y él también te recuerda. Eres su tata Idina.- Le
respondió su compañera con satisfacción, agregando con humor.- Casi me voy a
poner celosa, lo de tata solamente me lo decía a mí.
Y entre esas y otras conversaciones llegaron por fin
a la sala de reuniones de la hermandad, donde dos cintas azules les abrieron la
puerta enseguida.
-Pasad- les indicó Tamy, una de los miembros de su
mismo rango. - Vamos a proceder a la elección.
-Sí, os estábamos esperando. - Añadió Paul, otro de
los ataviados con la cinta roja. -
Los
miembros se sentaban alrededor de una larga mesa de madera, tres sitios estaban
reservados para Neherenia, Idina y Heather. El de su compañera evidentemente
permaneció desierto aunque les llamó la atención.
-Íbamos a concederle a Nehie la cinta roja para que
pudiera tomar parte en la elección.- Les explicó Paul.-
-Desgraciadamente, algunas obligaciones la han
retenido en su país.- Les comentó Idina, añadiendo más animosamente.- Espero
que pueda venir pronto para que se la impongamos. Le hará muchísima ilusión.
Y tanto ella como Heather ocuparon sus
puestos con rapidez. Paul, el portavoz, se dirigió a todo el grupo.
-Vamos a votar para elegir a nuestro nuevo
purpurado, como sabéis solemos hacerlo con papeletas, pero, en esta ocasión, no
creo que sea necesario. Estamos todos de acuerdo ¿no?...
Hubo
asentimientos en todos los presentes a excepción de Idina, que tomó la palabra.
-Yo no sé a qué os referís ¿Estar de acuerdo en qué?
-En que tú seas la nueva líder del grupo.- Intervino
Paula otra de los miembros.-
-¿Yo?- replicó la atónita muchacha señalándose a sí
misma y no tardando en desestimar. - Yo no valgo para ser líder.
-Claro que sí,- le rebatió Heather alegando. - Eres
la mejor de todos, lo que hiciste el año pasado impresionó a los miembros del club,
y tienes más partidarios que nadie. Todos te queremos y te apoyamos, por favor,
debes aceptar el cargo, será lo mejor para nuestra hermandad.
-Heather tiene toda la razón- convino Michael, un
miembro sentado junto a la propia Idina. - De no ser tú, nadie querrá ese
cargo.
La
interpelada guardó silencio durante unos momentos y por fin asintió resignada.
-Está bien, acepto si es para beneficio de todos.
Los
presentes prorrumpieron en aplausos. Entonces entró Brad, como era tradicional,
había venido a despedirse y a entregar su cinta púrpura al sucesor que se
hubiera elegido por el consejo. Él mismo, como marcaban los estatutos del club,
recomendó a Idina y los otros aceptaron sin vacilar. Una vez le puso sobre la
cabeza la cinta púrpura le deseó lo mejor y se despidió de todos.
-Ahora eres la jefa, nuestra nueva Gran Hermana.-
Sonrió Heather, exclamando,- ¡qué bien lo vamos a pasar!
-Es una gran responsabilidad, espero hacerlo bien.-
Contestó Idina tímidamente.-
-Lo harás, estamos convencidos de ello.- La animó
Paul. –
Así
pues la nueva cinta púrpura ocupó el sillón presidencial de la mesa y comenzó a
ejercer su nuevo cargo, entre otras ocupaciones debía recibir informes sobre
los nuevos candidatos a la hermandad. Tras ocupar en ello más de dos horas
regresó agotada su cuarto. Heather estaba allí preparando sus libros y demás
para el día siguiente.
-¡Te odio!- le dijo Idina sonriendo con inequívoco
tono de broma. -¿Sabes todo el papeleo que me he tenido que tragar?...
-No te preocupes mujer, yo te ayudaré con eso. Ahora
prepárate los libros que mañana comenzamos.
-No tengo fuerzas ni para mover las pestañas.-
Repuso la muchacha que pudo añadir entre bostezos. - Quiero dormir.
-Venga, yo te echaré una mano- le propuso su
compañera que, en efecto, le ayudó a ordenar sus libros. -
Una
vez terminaron las chicas se acostaron para afrontar con fuerzas el primer día
de clase. Éste llegó y ambas se emplazaron como siempre, juntas en el mismo
banco. Pero al pasar lista tuvieron que separarse, junto a Heather se sentó un
muchacho apuesto que se apellidaba Ralf. Idina suspiró, a ella le tocó ponerse
con Debra, una chica de la hermandad. Las clases comenzaron como de costumbre y
las chicas empezaron a estudiar con ganas. Pasaron las semanas y Heather rebosaba
vitalidad, Idina estaba algo castigada por todas las ocupaciones de la
hermandad y los estudios. No acababa de entender como su amiga podía estar tan
fresca, pues, a parte de las clases, de colaborar en el club y demás
actividades, por ejemplo como animadora, salía con su novio Jack que venía a
buscarla los fines de semana. Uno de esos sábados Heather le pidió a su amiga
el cuarto, para aquella noche Idina se lo cedió sin problemas yéndose a dormir
con Beatriz, la compañera del año anterior de Nehie. Esa chica española era muy
simpática. Ya el año anterior le había enseñado a la propia Idina a cocinar
algunos platos típicos de su país.
-Bueno, discúlpame si te asalto en tu habitación.-
Le comentó algo apurada su huésped.-
-No pasa nada.- Sonrió Beatriz indicándole que
entrase en tanto afirmaba.- Mientras Nehie no esté no hay ningún problema.
Además, echo de menos a alguien con quien hablar.
Su
interlocutora sonrió. ¡Más bien echaba de menos a alguien que la escuchase
hablar! Y es que esa chica era más extrovertida que la propia Idina. Desde
luego no es que se hubiesen tratado mucho por mor de sus diferentes horarios y
clases, pero cuando conversaban parecía que fuesen amigas de toda la vida. Tal
y como le contó en una ocasión, los españoles en general eran muy abiertos con
otras personas. Aunque las conocieran poco.
-Me alegro de volverte a ver.- Comentó Idina.-
-Pues estuve a punto de no venir – Le confesó su
compañera ensombreciendo un poco el gesto cuando le comentó.- Lo cierto es que
mi familia ha tenido problemas económicos. Mi padre se quedó en paro, desde
luego las cosas por España no están demasiado bien que digamos. Además de la
mala situación en la economía, está la inestabilidad política.
- Vaya, cuánto lo siento. ¿Ha podido encontrar
trabajo?- Se interesó su contertulia.-
- Por suerte sí. Había sido directivo de una
importante empresa, le han contratado por algunos contactos que tenía en una
multinacional con sede en La City Londinense. Mi madre es inglesa como ya os
conté el año pasado y toda mi familia se ha mudado a Londres. Y por mi parte he
podido regresar aquí.
- Me alegro mucho por tu familia y por ti. – Le
sonrió animosamente Idina.-
-¿Y tú qué tal?- Se interesó a su vez su compañera.-
-Bien, mis padres no pueden quejarse. Ya sabes, mi
madre es maestra de primaria y me dejó practicar unos días con sus niños en
algunas actividades de verano. Mi padre tiene tres gimnasios de artes marciales
y mi hermano Lance le ayuda a llevar las cuentas. Nuestro hermano mayor Alan
está estudiando ahora un master en informática y diseño computarizado. Creo que
estaba pensando en ir a Bios. Pero puede que al final se quede aquí, en la
Tierra. Su novia Naya está tratando de sacar plaza en un hospital, es doctora.
- También tienes una familia muy movida por lo que
veo. – Sonrió Beatriz afirmando divertida.- Igual que mi compañera de cuarto.
Se pasa más tiempo en su país que aquí. Pero de este año, superada la
asignatura de la tortilla de patatas, no pasa que ella, Heather, Millie y tú,
aprendáis a hacer una paella en condiciones.
Idina se rio con aquella ocurrencia. Su amiga
española, Bea, como a ella le gustaba ser llamada, era muy simpática. Era una
de las cintas verdes que estaban en la lista para ser nombradas cinta azul y
con ello, convertirse en miembro definitivo de la Hermandad. Era buena chica, y
además se notaba que apreciaba mucho a su compañera de cuarto. ¡Si supiese que
compartía habitación, baño y clases con toda una reina! Aunque estaba claro que
Beatriz apreciaba a Neherenia como persona, ignorante como era de su condición
de soberana. Idina se alegró mucho por ello.
-Eso es lo que verdaderamente cuenta, la forma de
ser y la nobleza de intenciones de la gente, no su posición social o su
riqueza.- Pensaba.-
Ella también echaba de menos a Nehie, aunque la
única ventaja de que su amiga estuviera ausente era que tenía su plaza
reservada y ella podía dormir allí cuando Heather quisiera “compañía”. Así pues
compartió habitación con aquella muchacha que ese año, al igual que a cocinar
platos típicos de su país, se había propuesto enseñarlas algo de español. De
hecho, ambas charlaron algo sobre ese particular.
-Mi prima Kerria lo habla algo. - Pudo decir Idina
que añadió.- Yo estudié francés y aprendí japonés de pequeña. Pero
desgraciadamente nada de tu idioma.
-Pues este año yo te ayudaré. Ten en cuenta que mi
lengua es la segunda o tercera en el mundo en número de hablantes.- Le recordó
Bea, no sin una cierta dosis de orgullo patrio.-
- Lo intentaré. – Repuso su interlocutora.-
- “Pues adelante. Yo te enseñaré”- Declaró la
española en su idioma materno para desconcierto de su compañera.-
Sin embargo, pronto se lo tradujo e Idina sonrió
divertida. La improvisada alumna trató de recordar alguna cosa que les
escuchara a su prima y a su tío Roy en ese idioma…
-Lo único que se decir es… “fiesta”, “gracias”-
Aventuró la muchacha con una pronunciación algo dubitativa.-
-¡Ja, ja, ja! - Pues con eso te sobra para
entenderte con todos los españoles.- Se rio Bea.-
Idina rio a su vez. Prosiguieron hablando sobre
algunas costumbres y lugares del país de Bea.
-Mis tíos Roy y Bertie pasaron su Luna de Miel en
Europa. Visitaron España si no recuerdo mal.- Le contó Idina a su compañera.-
Les gustó bastante.
-Pues uno de estos días os invitaré a conocer mi
país, a ti y a las demás. Sobre todo a mi compañera de habitación. La señorita
súper ocupada.- Le propuso su interlocutora.-
Su contertulia asintió sonriente. Aquello no estará
nada mal. Así, tras un poco más de conversación se acostaron. Idina pudo pasar
una noche tranquila y descansar. A la mañana siguiente, volvió al cuarto a eso
de las once. Heather le había asegurado que podría hacerlo sin problemas pero
la muchacha se encontró casi de sopetón con un tipo rubio y descamisado al
entrar en su habitación.
-Hola preciosa - Le dijo aquel individuo con toda la
naturalidad del mundo. - ¿Buscabas a alguien?.
-En realidad no - respondió Idina algo cortada.
-Venía a mi cuarto.
-¡Oh!, tú eres la compañera de Heather,- repuso el
tipo dándole enseguida la mano.- Me llamo Jack, y soy su novio. Perdona,
tendría que haberme ido ya pero ayer nos dormimos tarde.
-No te preocupes. No pasa nada… - pudo contestar la
azorada muchacha para querer saber a su vez. -¿Está Heather aquí?
-Sí, enseguida la aviso - y en tanto lo decía se
acercó al baño y tocó la puerta, informando a su novia. – Nena…Es tu compañera
de cuarto.
-Enseguida salgo. - Se escuchó la jovial voz de ella
desde dentro. -
La
interpelada salió al cabo de unos momentos de la ducha, estaba empapada y se
cubría el cuerpo con una delgada toalla que casi se trasparentaba. Idina se
sintió violenta pues ese chico estaba
allí recreándose con la mirada a la par que no se recataba de sobar el trasero
de su novia.
-Idina perdona, pero ayer se nos hizo muy tarde.
Enseguida nos vamos.- Se excusó Heather sonriendo algo apurada ante las manos
que le ponía su novio más abajo de la espalda. -
-Tranquilos, tomaos el tiempo que necesitéis. Yo
sólo venía a recoger unos libros.- Dijo ésta a la par que buscaba nerviosamente
en su estantería. -
-Bueno, pues ha sido un placer conocerte,- le dijo
Jack con una media sonrisa en tanto la valoraba descaradamente con la mirada. –
Ya nos veremos por aquí.
-Igualmente. – Respondió la azorada Idina tratando
de fijar su atención en lo que buscaba hasta que lo encontró. – Bueno… hasta
luego…
Pero no parecieron hacerle mucho caso pues Heather y
su novio estaban fundidos en un pasional beso. No queriendo molestar más salió
discretamente para dirigirse a su aula. Una vez comenzaron las clases se percató de que su amiga no acudió a
primera hora. No pasaba nada, ya le dejaría los apuntes. Más tarde se vieron y
su risueña compañera le contó más o menos lo que habían hecho ella y su novio
la noche anterior. Aunque a Idina no le interesaban demasiado según qué tipo de
detalles. Pasaron los días y Heather cada vez pasaba más de acudir a las
clases. Llegaba tarde a su habitación, siempre tras la hora permitida. Idina le
advertía una y otra vez que tuviera cuidado pero su compañera le respondía que
no debía preocuparse por eso. Hasta que una noche fue sorprendida por la
vigilancia del pasillo y llevada ante la jefa de estudios que no era otra que
su propia madre. A Melanie no le agradaba mucho esa situación aunque tampoco le
daba mucha importancia. Ella misma había burlado cantidad de veces esa norma de
la hora que siempre le había parecido estúpida. Pero como responsable de la
facultad era su obligación ocuparse de ese tema. Decidió sin embargo tener una
charla más de madre a hija que no de jefa de estudios a alumna.
-Vamos a ver, Heather.- Le dijo tratando de aliviar
la situación. - Sabes que no puedes volver más tarde de la hora permitida. ¿Cuántas
veces más has faltado?
-Ninguna mamá, para una vez que se me ocurre hacerlo
me pillan.- Se encogió de hombros la chica, simulando resignación. – Eso de ser
una pardilla tiene sus pegas.
Pero
su madre le dedicó una mira más severa al tiempo que rebatía.
-No me mientas hija, yo he sido cocinera antes que
fraile. Verás, no me voy a enfadar contigo mientras lleves al tanto tus
estudios. Comprendo que, a tu edad, estas cosas pasan. Pero entiende tú también
que no debes hacerlo más. Siendo mi hija todas las miradas estarán puestas en
ti y en mí. Si te dejo hacer lo que quieras sentaré un mal precedente hacia los
demás alumnos.
-Lo entiendo mamá, perdona, no volverá a pasar.
¿Alguna cosa más? - Preguntó impaciente ya por irse.-
-Sí, algunos profesores me han comentado que faltas
a sus clases.
-No tiene importancia, estoy muy ocupada con las
tareas de la hermandad, eso es todo.
-Mira a Idina, ella es la presidenta y sí que va a
sus clases. - Objetó Melanie. -
- ¡Ella es una máquina mamá, no hay quien la iguale!
- Rio Heather aunque de forma nerviosa para agregar. - De todas formas su
trabajo como presidente no es tan duro como el mío, soy su secretaria, me
encargo de llevarle sus asuntos, y a
cambio, me deja los apuntes.
-Pero los apuntes solos no bastan.- Repuso Melanie
que insistió ahora con algo de inquietud. - Debes ir a clase más a menudo,
hija. Dentro de poco van a comenzar las prácticas con los niños. Y eso es
obligatorio para poder superar el curso.
-Tranquila mamá, iré, te lo prometo. - Repitió
cansinamente Heather, aburrida ya de aquella especie de amonestación
encubierta. -
Su madre se percató de eso y suspirando añadió con
un tono más suave y conciliatorio.
-Muy bien, no quiero ser pesada porque cuando tenía
tu edad tampoco soportaba los sermones. Me gustaban las fiestas y pasarlo bien,
sin embargo iba a las clases. Anda, vete ya y no olvides tus promesas, hija.
Heather
sonrió contenta de poder salir de allí, estaba cansada, exhausta, necesitaba
recuperarse. Nada más despedirse de su madre y encaminarse hacia su cuarto sacó
de su bolsillo un frasquito y tomó una pastilla. Enseguida estaría mejor,
gracias a que Jack le había dado esas píldoras estimulantes podría aguantar
bien el resto del día, incluso estudiar por la noche. Si es que a Idina no le
importaba. No, claro que no, era su amiga y de seguro que la ayudaría.
-Bueno, lo de las píldoras no se lo diré, no lo
comprendería.- Supuso Heather.-
Entre tanto
la aludida se afanaba en prepararse para sus prácticas, pasados los primeros
exámenes del trimestre con muy buenas calificaciones, le tocaría empezar a dar
las clases a ella. Heather también aprobó, pues se quedaba estudiando hasta muy
tarde. Apenas dormía, su amiga no acababa de comprender como soportaba ese
ritmo.
-Tengo que hablar con ella. Se está forzando mucho.-
Se decía con preocupación.-
Y
es que su compañera ensayaba con las animadoras como ella misma, al ayudaba en
el club, estudiaba y salía con su novio. Amén de pasarse a veces por las clases
de cocina para estar con Bea, Millie y Nehie. Lo cierto es que la propia Idina
estaba asombrada. Ella había tenido que reducir sus ensayos como animadora y
olvidarse de salir con chicos, porque no tenía tiempo material.
-No sé cómo lo hará.- Pensaba con extrañeza.-
Pero hablar con Heather era muy complicado pues cada
vez la veía menos. No se separaba de ese Jack y a veces ni venía a dormir a la
habitación.
-Supongo que pasará las noches fuera, con él, en
algún sitio. Estoy preocupada. Tendría que decírselo a su madre. Pero si lo
hago…la señora Roberts es la jefa de estudios y podría ponerla en un dilema.-
Meditaba con inquietud Idina.-
Para su alivio, iría fuera unos días de una visita a
la gran nave en la que viajasen sus primos Leval, Mazoui y su compañera y amiga
Amatista. La razón, la esposa de su primo les comunicó que estaba embarazada.
Idina se llevó una gran alegría, hacía muy poco que su compañera de grupo se
había casado con Leval. De modo que se ausentó durante un par de semanas, pudo
charlar allí con sus primas Kerria y Katherine a las que hacía bastante que no
veía, regresando un poco antes de comenzar sus prácticas, entraría como
profesora en una escuela de primaria y a su vez debería entrar y salir de la
universidad a menudo. Pero siempre volver antes de las diez, claro. Estaba ya
pensando en cómo le irían sus clases la penúltima noche antes de comenzar.
-Tengo muchísima ilusión pero también algo de
miedo.- Se decía Idina.-ES una gran responsabilidad, deseo hacerlo muy bien.
Por otro lado, su amiga Heather estaba fatal, no
había dormido nada el fin de semana anterior y casi no podía mantenerse en pie.
Sacó su frasco de pastillas y se tomó un par de ellas, deseando que eso la mantuviera
para afrontar el nuevo día. Cuando parecieron hacerle efecto salió del cuarto
para dirigirse hacia la cafetería a fin de desayunar. Idina por su parte ya
estaba allí pero olvidó llevarse su cuaderno de notas y regresó a la
habitación.
-¿Donde podrá estar?- Se preguntó registrando su
armario. -
Levantando
una carpeta vio rodar un frasquito que se abrió en la mesa desparramando su
contenido de pastillitas. La muchacha no sabía que podría ser eso, pero
seguramente eran de Heather. Supuso que se trataban de aspirinas, pero eran de
un color rojo que no le resultaba familiar. Las guardó en un bolsillo para
llevárselas a ella y por el camino se topó con Malcolm Roberts, el padre de
Heather, que aparte de su trabajo como ojeador de los Giants de Nueva York, uno
de los mejores equipos de Football del país, era profesor de educación física
en la Golden.
-Hola, señor Roberts. - Saludó la muchacha. -
-Hola, Idina. ¿Vas a clase?- Le inquirió amablemente Malcolm. -
-Sí, pero antes me acercaré al comedor, tengo que
ver a Heather, esto debe ser suyo. Ha debido de olvidarlo en nuestra
habitación. - Sacó las pastillas exhibiéndolas frente a Roberts que las miró
sorprendido. -
-Déjame ver eso. - Le pidió el atónito hombre
tomando el frasco de las manos de la chica para preguntar con extrañeza. - ¿De
dónde las ha sacado?...
-No sé, las tenía sobre una mesita, debajo de una
carpeta. - Respondió Idina que con toda su buena voluntad, comentó. - Serán
aspirinas o pastillas para la tos.
-Esto no son pastillas para la tos, ¿estás segura de
que las tenía mi hija?- Le preguntó su interlocutor muy serio ahora. -
-Sí señor, pero ¿que pueden ser si no? - Quiso saber
ella que comenzaba a preocuparse, la expresión del señor Roberts no era nada
tranquilizadora. -
-¡Dile a mi hija que quiero verla en el despacho de
su madre y pronto! - Le urgió sin contestar. -
Idina
no se lo pensó al ver ese gesto tan enojado en el semblante del padre de su
amiga. Asintió y corrió lo más rápido que pudo de vuelta a la cafetería.
Encontró a la muchacha charlando animadamente con unos compañeros.
-Heather, tu padre quiere verte en el despacho de tu
madre y está muy enfadado.
-¿Pero, por qué?- le inquirió la chica entre atónita y preocupada. -
-Me encontré con un bote de tus pastillas y se las
di para que te las devolviera.- Le respondió con total naturalidad.-
-¿Qué le diste mis pastillas?- Exclamó Heather
horrorizada y mirando a Idina como si hubiera cometido un crimen. - ¿Sabes lo
que has hecho?...
-¿El qué? yo creía que eran para la tos.- Se
justificó la sorprendida muchacha. -
Su
amiga sacudía con la cabeza una y otra vez y salió de la cafetería a toda prisa
sin siquiera mirarla. Idina trató de seguirla pero no pudo hacerlo pues la
gente que iba y venía le obstaculizaba el paso. Entre tanto Heather llegó al
despacho, tendría que inventarse cualquier cosa para evitar la bronca que a
buen seguro le caería. Llamó a la puerta y le indicaron que podía pasar. Según
entraba y antes de poder articular palabra su madre, sentada tras su mesa, le
mostró el frasco de pastillas y le dijo con visible enfado en tanto su padre la
observaba con severidad, cruzado de brazos y en pie.
-Ahora mismo vas a explicarnos lo que es esto,
Heather.
-Y no nos digas que son pastillas para la tos,-
añadió su padre también furioso.- Sabemos
perfectamente lo que son. Pastillas estimulantes, esto es una droga.
-¿Las estás tomando?- le inquirió Melanie con un
tono de gran preocupación. -
-No, claro que no - repuso ella tratando de no
ponerse nerviosa. -
-¿Entonces Idina ha mentido? No estaban en tu
habitación, - repuso Roberts con tono contrariado. –
Varias
posibles réplicas cruzaron la mente de Heather en apenas décimas de segundo.
¿Qué podría decir? ¿Que eran de Idina? ¿Y para que se las habría dado a su
profesor de educación física entonces? ¿Qué su compañera y amiga siendo tan
buena chica, les había mentido porque sí? No tenía sentido. Al fin, con
celeridad, replicó lo que más podría tomarse como cierto.
-No, estarían allí seguramente - dijo Heather con la
voz más firme. - Jack debió dejarlas ahí.
-¿Jack?- se sorprendió Melanie desconcertada. -
¿Quién es Jack?..
-Es mi novio, mamá. Le conocí en verano, el chico
del surf. ¿No te acuerdas?..
Melanie
se quedó pensativa y recordó. Cayó en la cuenta de quien se trataba. Su hija le
habló de él, pero ella creyó que ese había sido un mero romance veraniego.
-¿Y le has metido en tu cuarto?- Intervino Roberts
visiblemente irritado. - ¿No sabes que está prohibido?...
Por
suerte para esta cuestión Heather tenía una fácil respuesta.
-Pero papá, ¿quién de vosotros no se ha colado en
los cuartos de otros chicos y chicas?, siempre me lo contabais y os reíais al
recordarlo...
Realmente
Melanie y Roberts no sabían que oponer a eso. Su hija tenía razón, no podían
pretender reprenderla ahora por algo que ellos mismos se habían ufanado en
recordar que hacían en sus tiempos de estudiantes.
-Bien, estamos de acuerdo que esa práctica sigue
siendo todavía común entre el alumnado, a pesar de las normas. Pero ahora esa
no es la cuestión, hija.- Añadió Melanie yendo a lo que de verdad les
inquietaba. - Lo que nos preocupa a tu padre y a mí son estas pastillas.
-Ya os he dicho que no sé de qué pastillas se
tratan. Deben ser cosa de Jack, lo siento, no volverá a pasar.- Se disculpó
ella.-
-Claro que no - repuso Malcolm con patente
irritación, sentenciando. - Porque no vas a volver a ver a ese individuo.
-¡Pero papá!- respondió Heather tratando de
protestar. -
-¡No hay peros que valgan!- Tronó Roberts muy enfadado ahora. - Si me
encuentro con ese tipo por aquí le parto la cabeza, se lo puedes decir cuando
te despidas de él.
-¿Y no te has parado a pensar que a mí podría
gustarme?- Le recriminó Heather, acusando ahora a su padre con palpable
disgusto. - Tú siempre tienes que
recurrir a la violencia para todo.
-Tu padre quizás se exceda con ese comentario, pero
desde luego que si sorprendo a ese chico aquí dentro le denunciaré por
allanamiento y llamaré a la policía. No pertenece a esta Universidad. Además, claro está, de denunciarle por presunto
consumo de drogas.- Añadió Melanie con un tinte de voz muy severo.-
-Pero mamá, eso no son drogas, sólo son pastillas
para no dormir.- Rebatió Heather que se dio cuenta tarde de que había hablado
demasiado- …
-¿Cómo sabes tú que son para no dormir?..- Le
interrogó su padre. -
-Bueno, Jack me decía que estaba muy ocupado para
dormir, que le faltan horas al día, tienen que ser para eso. Pero no son
ninguna droga.
-Esas pastillas crean adicción, hija.- Le previno su
madre quien con tono muy inquieto, sentenció. - No quiero volver a verte con
ellas. Ni siquiera por casualidad. ¿Me has entendido?
-Sí, mamá.- Refunfuñó Heather fingiendo estar
molesta, cosa que no le costó demasiado hacer, pero aliviada en el fondo por no
haber sido descubierta. – Lo que tú digas.
-Vete ya - le ordenó su padre tratando de templar su enfado - y que sea la última
vez.
-Si vuelves otra vez a este despacho por alguna
causa parecida no podré tratarte como a mi hija. Tendré que actuar como jefa de
estudios y castigarte como si de otra alumna más se tratara. Confío en que lo
comprendas, Heather.- Le advirtió Melanie con un tono muy serio de voz. -
-Sí, mamá - repuso ésta de forma bastante más sumisa
ahora. -
Heather
salió del despacho directa a clase, cuando regresó a su cuarto no estaba de
humor para charlar con su compañera de habitación. De todos modos su amiga no
estaba, al rato Idina regresó. La recién
llegada trató de entablar una conversación y tras unos instantes de tenso
silencio por fin logró una respuesta.
-¡La has hecho buena!,- le recriminó su compañera. -
Casi me metes en un lio de los gordos.
-Perdóname, yo no sabía lo que eran esas pastillas,
creía que eran para la tos.
Heather
se rio dejando a su amiga atónita.
-¡Ay Idina!, siempre tan inocente...Mira, esas
pastillas ayudan a no dormir, te mantienen activo para poder aprovechar mejor
el tiempo. Jack me las recomendó este verano.
-Pero, ¿tú no tomas eso, verdad?...- Inquirió su
compañera con la esperanza un tanto fútil de que así fuera. -
-Escúchame, no pasa nada por tomarlas, yo me he
tomado alguna, sí, pero estoy bien, ¡mírame! - Le pidió su interlocutora
tratando de desdramatizar. - ¿Me ves con pinta de drogadicta?
Idina
se fijó en ella, la verdad es que estaba muy desmejorada, sus ojos estaban
cercados por grandes ojeras y habían perdido brillo, pero por lo demás parecía
estar bien. Por ello le suplicó con visible inquietud.
-Por favor, no tomes más de esas pastillas ¿Y si te
hacen daño? ¿Y si son adictivas?
-¡Oh!, no seas como mi madre, hablas igual que ella.
- Espetó Heather contrariada para afirmar de modo tajante. - Ya soy mayorcita
para saber lo que hago. ¡Y puedo dejarlas cuando quiera!
-Sólo te pido que tengas mucho cuidado con esas
cosas,- le rogó su amiga con tono conciliador. -
- Sí, sí, no te preocupes,- le repitió Heather con
voz cansina, deseando zanjar aquel tema. -
Su
compañera lo dejó correr, ella quería confiar en su amiga y estaba muy ocupada
con todo lo que se le venía encima. Pero no podía dejar de pensar en eso.
Además, venía justamente del despacho de la jefa de estudios que la había
convocado al poco de estar con su hija. Y cuando pasó la ofrecieron sentarse.
Tanto el señor Roberts como la madre de Heather, la observaron con preocupación,
pero con un brillo de esperanza en sus ojos, sobre todo cuando Melanie le
pidió.
-Idina, sabemos que eres la mejor amiga de nuestra
hija y una chica muy responsable y querida por todos. Por favor. Si notas algo
extraño en Heather, algún comportamiento raro. Te pedimos que nos lo hagas
saber de inmediato.
-Sí, por supuesto. - Afirmó la muchacha asintiendo.
–
-Confiamos en ti. Sabemos que eres la mejor persona
para estar cerca de ella. En eso eres igual que tus padres. Siempre se podía
contar con Tom y Connie. - Añadió Malcolm con visible gratitud. –
-Gracias señor Roberts, no se preocupen, si veo
cualquier cosa rara en ella enseguida les informaré. – Les prometió la muchacha
deseando que no se diera el caso. -
Y tras ese incidente pasaron los días y las
prácticas estaban prontas a comenzar. Idina ya tenía adjudicada una escuela,
estaba nerviosa y deseosa de iniciarse como maestra. Pero antes de hacerlo
tenía una reunión en el club. Había que empezar a preparar los detalles de la
fiesta de graduación que tendría lugar al final del próximo trimestre.
Presidiendo la mesa de reuniones propuso.
-Chicos, he pensado que para la fiesta de este año
podríamos hacer algo especial...
Todos
estuvieron de acuerdo, sus caras miraban a su cinta púrpura con curiosidad y
entusiasmados por cualquier posible idea que se le hubiera ocurrido.
-Aunque lo cierto es que no he pensado nada
todavía.- Admitió Idina riendo tontamente y llevándose la mano al cogote,
haciendo que los demás casi se cayesen de espaldas.- Pero ya se me ocurrirá
algo. - Añadió con una sonrisita nerviosa. -
Y
tras tratar algún que otro tema secundario la reunión terminó a la espera de
que a la líder se le ocurriese alguna idea luminosa. Para su fastidio no le
vino a la mente ninguna. Llegó a su cuarto agotada, Heather no había acudido al
club, y no estaba allí tampoco. Seguramente estaría estudiando o buscando una
escuela para hacer sus prácticas, pensó. El caso es que pasaron un par de horas
y su compañera entró por la puerta arrastrando los pies. Tenía un aspecto
horrible, casi a tientas buscó entre sus cosas tirando libros y carpetas.
Idina, que estaba aprovechando a dormir un poco, se despertó sobresaltada.
-Heather ¿qué te ocurre? ¿Te encuentras mal? - fue
lo único que pudo decir al ver la cara de su compañera. -
-¡Las había puesto por aquí!- balbuceó ella
desesperada - ¿dónde están?..
-¿Que buscas?- Le preguntó Idina levantándose de la
cama. -
La
interpelada se volvió hacia ella zarandeándola por los hombros con violencia y
una mirada casi de psicópata
-¿Dónde, dónde las has metido?...
-No, no sé de qué me hablas… - pudo replicar su interlocutora, muy asustada
por esa expresión de locura que tenía su amiga. -
-Mis pastillas, las que tenía de reserva. Las has
escondido ¿verdad?-
Heather se trastabilló y antes de que su compañera
pudiera ayudarla se recobró y comenzó a abrir los cajones con violencia.
-¡Cálmate, por Dios!, vas a despertar a todo el
mundo. - Le pidió Idina temerosa de que aquel escandalo llamase la atención,
pero sobre todo muy asustada por la forma de actuar de su amiga. -
-¡Me importa un cuerno todo el mundo!- Aulló la otra
chica fuera de sí. - ¡Quiero mis pastillas!
-No, ¡ya basta!- Espetó Idina entre asustada y
furiosa. - ¿No ves que esto te está matando?...
Pero
Heather no la escuchaba, había visto por fin el frasco de sus pastillas al
fondo del cajón. Por suerte siempre guardaba más de un botecito. De lo
contrario lo habría pasado muy mal cuando su compañera le encontró el otro. Más
ahora que llevaba unos días sin ver a Jack. Desde que le contase a su novio lo
que pasara en el despacho de sus padres este no había dado señales de vida. Y
con él se había cortado el suministro de pastillas. Ahora, presa del delirio y
manoteando casi sin control logró hacerse con ellas, aunque Idina trató de
impedírselo.
-¡No!, ¡no te dejaré! - Le chilló tratando de
arrebatarle el frasco.-
-¡Déjame en paz!- gritó su compañera
desembarazándose de ella con un empujón que arrojó a su oponente sobre la cama.
-¡Heather!- le gritó su amiga a la desesperada. - Si
te tomas otra pastilla no tendré más remedio que expulsarte de la hermandad e
informar a tus padres.
Su
interlocutora se la quedó mirando con cara de sorpresa, y sin darle excesivo
crédito. Sonrió y abrió el frasco.
-Te lo advierto. - Añadió su compañera poniéndose
muy seria. -
-Vamos Idina, tú no harás eso, eres mi amiga…No...No
puedes echarme, yo te metí en el club, ¿no te acuerdas?
-Sí, lo recuerdo - repuso ésta con un gesto sombrío.
- Pero si vuelves a tomarte otra más tendré que expulsarte Heather, nuestra
hermandad no admite el consumo de drogas. Y tampoco la universidad. ¡Piénsalo! No
arruines tu futuro.
-¿Drogas? ¡Oh vamos, no seas estúpida! Sólo necesito
tomarme una y estaré bien, tú no lo comprendes.
-Claro que lo comprendo...por eso mismo te lo
advierto, Heather.
-Ya basta, déjame tranquila. - Respondió su irritada
interlocutora tomando una pastilla y metiéndosela en la boca. –
Para
Idina lo que estuvo obligada a decir entonces fue lo más doloroso desde que
llegó a la universidad, pero no tuvo otro remedio.
-Heather, desde este momento estás expulsada de
nuestra hermandad.
-¿Que has dicho?- Replicó ésta con una sonrisa de
incredulidad. -
-Lo que has oído, no te molestes en volver. Mañana
mismo comunicaré mi decisión a los otros miembros.
-Pero, si les dices eso se hará público y mis padres
se enterarán, ¡no puedes hacerme esto! - Gritó Heather descompuesta. -
-Es por tu bien. Te lo avisé y no has querido
escucharme. Y seré yo misma la que informe a la jefa de estudios de tu
comportamiento. – Pudo responder la muchacha visiblemente apenada. –
Idina
se asustó cuando su interlocutora clavó en ella unos ojos destellantes de furia
e incredulidad reprochándole con amargura.
-Pensaba que eras mi amiga, nunca creí que serías
capaz de apuñalarme por la espalda. ¿No recuerdas quién te llevó hasta allí
cuando ni siquiera sabías que existía? ¿Acaso no sabes quien propuso que te
nombraran a ti como líder?
-Sí, lo sé y te lo agradezco. Soy tu amiga, Heather,
y me importas mucho, por eso lo hago. Cuando estés mejor y te cures podrás
volver, es lo único que puedo hacer para ayudarte. Ahora no eres tú misma.
Estás dominada por la necesidad de tomar esas pastillas. ¿No te das cuenta? - Respondió Idina con la
voz más suave, en un intento de rebajar aquella tremenda tensión.-
Pero
fracasó del todo. Su compañera la miraba casi con fuego en los ojos, se levantó
apartando una mano que su amiga le tendía y espetó entre rabiosa y frustrada.
-¡Yo no tengo que curarme de nada! Mi vida no
depende de un maldito tubo de pastillas. ¿Quién te has creído que eres para
darme lecciones de moralidad?
-Escúchame... Heather yo…-trató de replicar Idina
bastante afectada -...
-¡No!, déjame en paz…- le chilló su compañera con el
rostro desencajado por la ira.- Creía que eras distinta, pero eres igual que
las demás. ¡Una zorra egoísta y una maldita chivata! No te bastaba con ser la
líder del club y la capitana de las animadoras, ¿verdad? Tenías que quitarme a
Brent y por si fuera poco meterte en medio de mi familia y yo para hacerles ver
que comparada contigo no valgo nada. Gracias, muchas gracias señorita perfecta,
por arruinarme la vida.
- Pero…por favor…escucha… - Le suplicó su amiga
visiblemente alarmada y preocupada tratando de aferrar una de sus manos. -
- ¡No me toques, puta! y no vuelvas a dirigirme la
palabra. ¡Nunca!....- Le chilló Heather apartándola de un empellón. -
Salió
del cuarto dando un tremendo portazo. Idina abrió la puerta y miró tratando de
localizarla pero su desquiciada compañera ya se había perdido por los pasillos.
Nerviosa, llorosa y muy agitada, llamó por teléfono a casa de los padres de su
amiga. El horario de trabajo de estos había concluido hacía bastante rato y no
se encontraban en el campus. Por fortuna ella tenía su número de las veces que
quedaba con Heather fuera de las clases. Eran ya más de las doce cuando sonó el
teléfono despertándolos a ambos. Melanie lo descolgó. Temiendo que fuera algún
alumno gamberro que hubiera conseguido su número contestó a la defensiva y con
poca simpatía.
-¿Se puede saber quién llama a estas horas? Como sea
una broma…
Sin
embargo no lo era, ¡ojalá lo hubiera sido! Enseguida el semblante de la jefa de
estudios pasó del enfado a la preocupación y al horror cuando entre sollozos Idina
le contó lo que había ocurrido.
-¡Dios mío!, enseguida vamos, por favor, búscala
hasta que lleguemos.
-¿Qué es lo que pasa?- Le preguntó su marido a medio
despertar. -
Melanie
le refirió en pocas palabras lo que la compañera de su hija le había contado.
Malcolm se levantó como un resorte. Así los dos salieron raudos hacia la
facultad. Idina puso en pie a casi todos los miembros del club para tratar de
encontrar a Heather pero nadie la veía. La jefa de estudios llegó enseguida y se encontró con la asustada líder de la
hermandad en su despacho.
-¿La has visto?- le preguntó desesperada. -
-No, nadie la ha visto, he dicho a todos que la
busquen por el campus, pero no la hemos encontrado por ninguna parte.
-¡Oh, Dios!..- exclamó Melanie a punto de llorar. -
Dices que estaba desquiciada por esas pastillas.
-Le pedí que no las tomara. La amenacé con
expulsarla de la hermandad. La presioné demasiado, me equivoqué. ¡Lo siento
mucho!- Balbuceó la pobre chica sin poder evitar llorar. - ¡Se ha escapado por
mi culpa!
La
destrozada jefa de estudios abrazó a la muchacha y la consoló pese a todo. Con
la voz lo más dulce y comprensiva que pudo.
-Hiciste lo que creíste mejor. Yo no lo habría hecho
de otra forma. Ahora lo único que importa localizar a mi hija sana y salva.
Gracias por preocuparte tanto por ella y ser tan buena amiga.
- Esa no era Heather. Sólo espero que se ponga bien.
- Repuso Idina enjugándose las lágrimas.-
Mientras
tanto Roberts buscaba a su hija acompañado de algunos miembros del club, al no
encontrarla volvió al despacho de su mujer y propuso avisar a la policía. Desde
allí pensaron en llamar a la comisaría
del distrito pero al estar la Golden lejos de la ciudad tardarían en llegar. De
momento lo dejaron correr, quizás apareciera enseguida, eso esperaban, de lo
contrario parecía que tendrían que enfrentarse a una larga búsqueda. Eso se
temían cuando uno de los grupos encontró a Heather, estaba en las afueras del
campus, tirada en el suelo, inconsciente y con síntomas de intoxicación. El
frasco de las pastillas estaba vacío. Afortunadamente sus constantes vitales
aunque irregulares, se mantenían. Inmediatamente llamaron a una ambulancia y
corrieron a avisar a sus padres. Melanie y Malcolm corrieron hacia allí a toda
prisa seguidos por Idina.
-¡Oh, Dios mío!, que esté bien.- Suplicaba Melanie
llena de angustia. -
Nada
más llegar, su padre la reconoció. Heather respiraba a duras penas y tenía la
boca cubierta de baba blanca. Debía de haber ingerido varias pastillas a la vez
y eso le provocó una reacción aguda. La levantó en brazos tras asegurarse de
que no tenía nada roto, ni bloqueos en la faringe y le tomó el pulso que era
muy débil. Melanie no paraba de llorar y era ahora Idina la que, llorosa
también, intentaba consolarla. Tras unos minutos que parecieron arrastrarse
llegó la ambulancia. En un momento los sanitarios la subieron a una camilla y
junto con sus padres la trasladaron al hospital más cercano. Idina se quedó
allí, sin saber qué hacer. Cuando escuchó las familiares voces de sus amigas
dirigiéndose a ella.
-¿Qué ha pasado?- Quiso saber Millie que, junto a
muchos otros, había salido con el batín y el pijama de su habitación.-
-Sí, hay mucho revuelo.- Convino Bea, aproximándose
también.-
Aunque
a la española le había dado tiempo a ponerse un chándal y salir para colaborar
en la búsqueda. Una vez vio a Idina corrió hacia ella e insistió.
-¿Te encuentras bien?
La
interpelada no fue capaz de hablar, solamente arrancó a llorar abrazándose a su
interlocutora.
-Cálmate.- Le pidió Beatriz, visiblemente
preocupada.-
-¡Es…es Heather! -
Gimió Idina, totalmente destrozada por el temor y la angustia.-
Apenas pudo contarles a sus amigas
que la habían encontrado tirada en el suelo, y que tuvieron que llevarla al
hospital. Pero no quiso comentar nada de las pastillas. Sus dos compañeras la
observaban entre perplejas y muy asustadas.
-¡Oh!, pobre
chica.- Musitó Millie.-
-No sé qué hacer.-
Les confesó Idina.-
-No puedes hacer
nada más. Ten fe en que se va a poner bien.- La animó Beatriz.- Y tranquila, no
estás sola. Estaremos contigo para lo que haga falta. Vena dormir a mi cuarto si quieres.
Idina asintió agradecida. Al fin, todos se fueron a la
cama. Nada más se podía
hacer allí. Junto con Bea entró en el cuarto de esta.
-¿Quieres una tila?- Le ofreció la española.- Te
vendrá bien para calmarte.
-Sí, gracias.- Musitó su interlocutora.-
Tras
unos minutos, los que tardó en hervir el agua en un hornillo que tenía y en
echar la bolsita con la tila, Beatriz se la dio a su amiga. Idina dio algunos
sorbos y Beatriz se sonrió pidiéndole con ternura.
-Espera que estará muy caliente.
Así
lo hizo, y tras un rato pudo beber aquello. No le gustaba demasiado pero si su
amiga se lo recomendaba…
-Un viejo remedio de mi abuela Merceditas.- Sonrió
Beatriz.- Te calmará.
-Gracias Bea.- Pudo decir Idina.-
-Seguro que mañana Heather estará mejor. No te
preocupes. Llamaremos al hospital o iremos a verla. Lo que haga falta.- Aseveró
la española.-
-Supongo que sus padres estarán allí pasando la
noche con ella. Mañana a primera hora le preguntaré a la señora Roberts.-
Repuso su interlocutora.-
-Pues tú trata de descansar. Mañana le preguntas a
sus padres. Y no te olvides que tenemos clase de cocina a la tarde.- Le recordó
animosamente Bea, remachando.- Toca preparar un mouse de espinacas.
-No me gustan nada las espinacas.- Suspiró Idina.-
-Tú te lo pierdes, tienen mucho hierro.- Le sonrió
su amiga.- Anda, vamos a dormir un poco.
Y Bea no tardó en ponerse su pijama y subir a la
litera. Amablemente le dejó la de abajo, que solía ocupar Nehie, a su huésped.
Idina la imitó, tumbándose y dándole las buenas noches. Apagaron la luz y la
española no tardó en dormirse, Idina la podía oír respirar. Ella misma trató de
dormir pero no logró conciliar el sueño. Al amanecer esperó noticias, dejando
dormida a Bea se levantó y tras pasar por su habitación, darse una ducha y
cambiarse, se fue hasta el despacho de la directora. Aguardó hasta las diez de
la mañana, cuando por fin llegó Melanie, enseguida se fue corriendo hacia ella
nada más la vio entrar.
-Señora Roberts. ¿Cómo está Heather? - Le chilló
desde el otro lado del pasillo sin poder contener su preocupación. -
-Está bien- respondió la madre de la muchacha según
llegaba Idina junto a ella.- ¡Gracias a Dios! Ha tenido mucha suerte. Le han hecho un lavado de estómago. Tenía una
sobredosis de pastillas, no lo puedo creer, ¿cómo ha sido capaz de hacer eso?
-Estaba muy estresada, no tenía casi tiempo entre
los estudios y el club. Además de salir con su novio,- explicó Idina. - Ella
quería ser una buena maestra. Me lo dijo muchas veces, deseaba ser como usted y
el señor Roberts y se esforzaba para conseguirlo.
-¡Casi destroza su vida!, ¡casi se mata!- sollozaba
Melanie terriblemente torturada. - Por el amor de Dios. Yo con su edad nunca
pensé siquiera en algo así, y desde luego que hice muchas tonterías de las que
me arrepiento. Pero jamás me acerqué a las drogas.
-Tranquilícese. Lo importante es que Heather esté bien.
-No es tan sencillo, lo que ha hecho está castigado
con la expulsión, pero ¿cómo voy a echar a mi propia hija? Nunca he tenido que
expulsar a nadie. Además, si consta su expulsión de tu club en base a consumo
de drogas no podré ignorar los hechos. Y esos antecedentes la perseguirán
durante el resto de su vida. Jamás podrá entrar en otra buena universidad. Ni
tampoco conseguir un buen trabajo.- Contestó a duras penas la abatida mujer.-
Idina
le sostuvo las manos entre las de ella y sonrió. Animosamente repuso para
calmar a su atormentada interlocutora.
-Yo la expulsé de palabra y en nuestro cuarto, no
había testigos y no he escrito nada por ahora, ni lo voy a hacer. Podrá
explicarse diciendo que fue un accidente. Estoy segura de que Heather habrá
aprendido la lección y que dejará de tomar pastillas.
-¿De veras? ¿Harías eso por ella? - Le preguntó
Melanie esperanzada. -
Idina
asintió y la angustiada madre de Heather sonrió aliviada, dándole un beso en la
mejilla y abrazándola con fuerza, añadió.
-Entonces y gracias al cielo podré dejarlo pasar. Mi
hija no se tendrá que marchar de aquí. Al menos podrá curarse y quizás volver
después.
-Ahora lo principal es estar junto a ella y que se
recobre lo antes posible.- Dijo Idina secundada por el asentimiento de Melanie.
- Bueno, si me disculpa ahora debo ir a clase, la esperé a usted durante la
primera hora y me temo que tendré una falta injustificada de asistencia.
-¿Desde cuándo ayudar a salvar y preocuparse por una
compañera es una falta injustificada?- Replicó Melanie que la abrazó añadiendo con tono de patente
reconocimiento. - No te preocupes, hablaré con el profesor que tenías a esa
hora y te quitará la falta.
Su
interlocutora sonrió y se despidió de la jefa de estudios, a todo correr volvió
a su aula. Al término de las clases preguntó a los padres de Heather si podría
verla, ellos le dijeron que sí. La llevaron de visita al hospital, tras esperar
unos minutos Idina entró a la habitación. Nada más verla Heather dejó de
esbozar la sonrisa que mantenía con sus padres.
-¿Cómo estás?- Le preguntó Idina con suavidad. -
-Supongo que bien, gracias.- Respondió su amiga casi
sin fuerzas. - Los médicos dicen que tuve suerte, pero tengo el estómago muy
dañado y tendré que permanecer varias semanas en el hospital, a basa de dietas
especiales.
-Al menos estás viva. – Sonrió su amiga, tratando de
contener su emoción para sentenciar. - Eso es lo más importante.
La
convaleciente no podía reprimir los sollozos que dieron paso a un llanto
silencioso. Sus padres y su compañera se acercaron a ella preocupados.
-¿Te duele algo, hija?- inquirió Roberts. -
-No,- negaba Heather con la cabeza mientras seguía
llorando, los labios le temblaban y trataba de girar la cabeza para no mirar a
su amiga. Ésta le sujetó una mano y eso precipitó que rompiese a llorar aún
más. Desbordada por su sentimiento de culpabilidad. - ¡Perdóname, Idina!, no
sabía lo que estaba haciendo. Os he fallado a todos, a ti, a mis padres…a mí
misma...No puedes seguir siendo amiga de alguien como yo, te dije cosas
horribles, pero no las pensaba, de verdad.
-No digas tonterías.- Contestó su amiga con un dulce
tono de voz.- Yo te quiero mucho, porque junto a Nehie y a mis primas, eres una
de mis mejores amigas. No renunciaría a ninguna de vosotras por nada. Y tengo
muchas ganas de que vuelvas conmigo y con los chicos de la hermandad que te
echan mucho de menos.
-Yo ya no soy de la hermandad, me expulsaste, ¿no te
acuerdas?- Musitó la muchacha con pesar para admitir. – E hiciste bien, no
merezco pertenecer a ella.
-Lo siento mucho, por mi culpa te fuiste enfadada y
te tomaste todo el frasco. No debí ponerte entre la espada y la pared, debía
ayudarte…y no lo hice. - Sollozó ahora Idina, sintiéndose culpable a su vez. -
-Lo hiciste, tú no tuviste la culpa, hiciste lo que
debías hacer, siempre lo haces.- Sonreía Heather entre sus lágrimas para
reconocer. - Me tomé las pastillas porque una ya no me hacía efecto, me volví
loca y me tomé varias a la vez. Luego me sentí fatal y no recuerdo nada más.
-Lo principal es que ahora estás a salvo, y seguro
que nunca más volverás a tomar esas pastillas.- Declaró animosamente Idina. -
-Nunca, nunca más lo haré, después de salir de aquí
ya estaré desintoxicada. Te lo prometo. - Afirmó su compañera. -
-¿Y no te comerás ni siquiera las pastillas de
moras? - Le preguntó ésta sonriendo para desdramatizar. -
-Ni esas. Bueno, quizás esas sí. - Sonrió
Heather enjugando sus lágrimas. -
Ambas
amigas se abrazaron ante la mirada sonriente de Melanie y Malcolm.
-¿Sabes una cosa?- le dijo Heather todavía sonriente.
- Jimmy vino a visitarme y estuvo muy cariñoso conmigo.
-¿Qué tal sigue tu hermano?- Se interesó Idina con
auténtica atención y simpatía. -
-Está muy bien, ya ha aprendido muchas cosas. Nada
más verme me dio un beso y me dijo. Tata, ponte buena. También me dio recuerdos
para ti.
-Dale las gracias y salúdale cuando le veas otra
vez. Espero poder visitarle pronto.
-Lo haré, aunque, lo único que lamento ahora.- Añadió
Heather abatida - es que no podré graduarme.
-¡Pues claro que sí! - La animó Idina.- Yo te traeré los apuntes que te hagan falta y
te ayudaré a estudiar.
-No puedo pedirte eso, estás demasiado ocupada.
-No hay nada más importante que ayudar a mi mejor
amiga - replicó su interlocutora. -
-Yo también te ayudaré- intervino Melanie añadiendo
eso sí con un tono más realista. - Si de veras quieres graduarte. Aunque sea en
Septiembre. Porque tienes que hacer las prácticas con los niños. Y eso sí que
es obligatorio.
-Todos estamos contigo, hija - Le dijo cariñosamente
su padre y de una forma bastante más suave de lo que solía hablar.- Lo
conseguirás…
Heather
se abrazó emocionada a sus padres en tanto que Idina se alejaba para dejarles
un poco de intimidad familiar. Terminó la hora de visitas y Roberts la llevó de
nuevo a la universidad. Pasaron varios días, la convaleciente iba mejor,
comiendo cosas muy ligeras y frugales para no afectar a su estómago. El señor
Roberts traía y llevaba a Idina que le ponía al día con los apuntes y Melanie
le repasaba las lecciones. También Millie y Bea fueron a verla y trataron de
ayudarla con los estudios. Y al poco una
vieja y gran amiga retornó. Neherenia había vuelto. Enseguida se abrazó a su
compañera Idina, saludó muy contenta a Millie y a Beatriz y fue a visitar a Heather.
-¿Cómo estás? – Se interesó Nehie tomando a su amiga
de las manos, en tanto ésta se levantaba de forma trabajosa de la cama. –
-Mucho mejor ya. Aunque todavía tendré que recuperarme
durante un par de semanas más.- Le informó Heather que quiso saber a su vez.-
¿Y tú? ¿Has resuelto todas las cosas de tu país? Porque chica, cada vez que te
vas allí parece que fueras la reina. ¡No pueden estar sin ti!- Se sonrió su
amiga. –
Neherenia rio con ella, evidentemente de lo acertada
que estaba su amiga sin saberlo. Cuando estaban a punto de despedirse sacó un
pequeño frasquito y le comentó a su compañera.
-Mira, esta agua viene de un manantial muy puro de
mi país. Se llama agua de la Luna. Y tiene propiedades curativas. No te hará
ningún daño y puede que te ayude a recobrarte antes.
-Muchas gracias. – Sonrió Heather tomándolo en una
mano con delicadeza.-
La verdad es que tampoco se creía mucho aquello,
pero viendo la expresión de su compañera decidió abrir el frasquito y dar un
sorbo aunque fuera por agradarla. Y el caso es que pareció sentirse mejor. Su
estómago que le dolía de una forma sorda y continuada desde que le hicieron el
lavado dejó de molestarla. Quizás fuese la alegría de volver a ver a su amiga…
-Ahora tengo que irme, debo ponerme al día de muchas
cosas. – Le dijo su compañera que afirmó jovial. – Espero verte muy pronto en
la facultad.
Heather convino en eso con un asentimiento y volvió
a acostarse. Su amiga se marchó rumbo a la Golden. Recordaba los últimos meses.
Tras el ataque que sufrió su reino. Por supuesto eso estaba clasificado como
secreto y no podía revelárselo a Idina. Por ello tuvo que mantener la versión
del meteorito con ella. Al poco de comenzar las tareas de reconstrucción estuvo
visitando personalmente varias de las zonas afectadas. Empezó por esa escuela
infantil que estuvo tan próxima a la batalla. Gracias al Cielo sus amigas las
Asteroides y Chibiusa protegieron ese enclave evitando que los críos sufrieran
daños. Cuando ella llegó, unos días después, parecía que todo había vuelto a la
normalidad aunque todavía se afanaban en reparar algunas estructuras dañadas.
La soberana, vestida en este caso de un modo más informal, pasó a saludar a los
niños. Junto con ella iba Doran, quien en breve debía retornar a su planeta
natal para informar de lo sucedido a sus reyes.
-Nuestra bella y gentil reina.- Decían con
admiración algunos de los súbditos que se congregaban allí.-
-La valerosa y hermosa soberana de nuestro país -
Añadían otros, enterados de cómo su reina luchó junto a las guerreras de la
Luna para defenderles.-
Algunos
soldados de escolta le abrían un pasillo para que pudiera caminar sin
problemas. Sin embargo, esa precaución era del todo innecesaria. O al menos eso
creían. Todos los allí reunidos la observaban con respeto y gran emoción, pero
no se atrevían a aproximarse en exceso. Hasta que algunos gritos se oyeron.
-¡Asesina!- Exclamó una voz rota de origen
femenino.-
Eso
atrajo las miradas de los allí reunidos, la propia Neherenia y Doran dirigieron
su atención hacia un revuelo que se estaba organizando. Algunos miembros de la
seguridad estaban forcejeando con alguien, era una mujer de mediana edad junto
con otros dos individuos.
-¡Tú matates a mi hijo!- Gritaba esa mujer tratando
de zafarse del cordón de seguridad para aproximarse.
Iban
a llevársela rastras pero la soberana se dirigió hasta allí seguida por el embajador
saiyajin y les ordenó.
-Esperad.
Todo
el mundo a su alrededor guardó un espeso silencio. Ahora Nehie estaba cara a
cara con esa mujer, la cara de aquel infeliz estaba demacrada y con ojos
llorosos, restos de lágrimas le marcaban las mejillas. Ante la atónita y
consternada mirada de la soberana esa mujer pareció quedar desconcertada, pero
enseguida se recobró espetando con amargura y desconsuelo.
-Mi hijo era apenas un niño. ¡Se alistó en tu
ejército de pacotilla y le mataron por tu culpa. Nos prometiste que estaríamos
seguros en tu reino!
Neherenia
no supo que decir a eso, estaba pálida y realmente consternada. Al final
únicamente fue capaz de musitar.
-Lamento muchísimo su pérdida, señora, yo…
Pero
aquella mujer no recibió bien esas condolencias, al contrario escupió hacia la
soberana llegando a alcanzarla en el pecho. De inmediato la guardia intervino
apresándola de nuevo y apartándola de su lado, incluso Doran se adelantó para
interponerse entre ambas.
-¡No le hagáis daño! - Pidió la reina.-
Esos
guardias trataron de llevarse de allí a aquella individua quien, enloquecida
continuaba con sus gritos.
-¡Asesina! Devuélveme a mi hijo…
Muchos
murmullos se oyeron entre la gente. Neherenia tuvo que controlarse para no
derramar lágrimas aunque alguna traicioneramente le cayó por las mejillas.
Doran enseguida se aprestó a decir asegurándose de hacerlo en voz alta.
-Eso es mentira. No tuvisteis la culpa de nada. Nos
atacaron sin provocación. Y luchasteis la primera para defender a vuestro
pueblo. Como embajador saiyajin y aliado doy fe de ello por mi honor.
-Dejadlo, por favor.- Musitó Neherenia con tono
consternado.-
Se
dio media vuelta y entre algunos murmullos lejanos más de las personas que les
rodeaban retornó hacia esa escuela infantil.
-Mi señora.- Intervino uno de sus dignatarios.-
Podemos suspender la visita.
-Eso nunca.- Respondió ella con firmeza.- Quiero ver
a los niños.
Aquel individuo asintió. Tras unos momentos las
cosas parecieron volver a la normalidad. Al fin, Nehie y Doran entraron en la
escuela. Los docentes hicieron una gran reverencia y la directora del centro
enseguida dobló la rodilla y le dijo, llena de gratitud y devoción.
-Es un grandísimo honor para nosotros el que nos
honréis con vuestra visita, Majestad Serenísima. Vos también, noble embajador.
-El honor es nuestro.- Convino el saiyajin
asintiendo educadamente.-
-Muchas gracias. - Sonrió Nehie preguntando ahora.-
¿Podemos ver a los niños?
-Por supuesto, mi Señora.- Afirmó la directora
haciéndola pasar a una de las aulas con un gentil ademán en tanto volvía a
inclinarse.-
La
soberana entró descubriendo a un grupito de quince niños y niñas de entre cinco
y seis años, sentados en sus sillitas y distribuidos alrededor de varias
mesitas redondas. Algunos parecían estar dibujando algo, otros jugando con
plastilina. Nehie, aprovechando sus conocimientos de pediatría y la psicología
infantil que había estudiado en la Golden se interesó por lo que hacían. Llegó
a sentarse en una de esas pequeñas sillas sosteniendo a un crío en su regazo.
Doran, en pie y algo apartado, no pudo evitar sonreír. La situación era
bastante cómica. ¡Toda una reina meciendo y jugando con un pequeño que se reía
y que, sin ningún tipo de respeto a la etiqueta, tocaba la nariz de la
soberana! Hasta le puso un pegote de plastilina en una mejilla que Neherenia se
quitó para hacer una bolita con él, depositándolo en la mesa, en tanto que, con
voz dulce, le preguntaba al chiquillo.
-¿Qué estás haciendo?...
-El palacio de la Luna.- Le dijo él con su vocecilla
infantil.-
-Es muy bonito.- Valoró ella observando un pegote
con forma de cilindro que se insertaba en otro con apariencia vagamente
parecida a un rectángulo.-
-¡Reina Neherenia! – La llamó una cría que se
aproximó a ella muy contenta, exhibiendo un papel, en tanto le decía con
visible entusiasmo.- ¡Ésta eres tú! ¡Toma, te lo doy!
La
soberana tomó el papel y sonrió ampliamente al verse hay dibujada. Bueno, al
menos una especie de monigote con cara sonriente, (dos puntitos por ojos y una
línea curvada hacia arriba). Portando una gran corona en la cabeza y una falda
muy larga, con varias rayas de colores morados que hacían la representación de
sus cabellos.
-¡Qué guapa estoy! Gracias tesoro. - Se rio
acariciando las mejillas de esa cría.-
Y
tras unos minutos en los que incluso les cantó una canción a los pequeños, la
soberana se despidió de ellos. Todos le dijeron adiós con el coro de sus
vocecillas y agitando sus manitas. La directora le agradeció una vez más su
visita, los impresionados maestros se deshicieron en elogios hacia su persona.
Y después de saludar al resto de los ciudadanos reunidos allí, tanto ella como
Doran subieron a un deslizador que les llevó de retorno al palacio. Aunque
Neherenia extinguió la sonrisa que había estado dedicando a sus súbitos y bajó
la mirada con semblante triste.
-Majestad. Esa mujer os ha calumniado. Desde luego
en mi reino sería castigaría por eso.- Dijo el saiyajin.-
-¿Es que no ha tenido bastante castigo ya perdiendo
a su hijo?- Suspiró ella.-
-Su hijo debió luchar valientemente por vos y por
este reino. Si murió con honor ella debería estar orgullosa.- Declaró él.-
-Seguramente haya perdido lo que más amó en el
mundo.- Musitó Nehie.- Ahora no piensa en el significado de cosas como valor,
honor o deber. Solamente entiende lo que es el dolor. No seas tan duro con
ella.
Doran se la quedó mirando con manifiesta sorpresa,
al fin no pudo evitar decir con admiración.
-¡Sois una gran soberana, Señora! En muchos aspectos
me recordáis a su Majestad, la reina Meioh.
-Muchas gracias, que me comparéis con ella es para
mí un gran honor. No creo merecerlo.
-Creedme. Lo merecéis. Sois sabia y generosa.- Le
aseguró Doran, arguyendo.- Sabéis luchar con fiereza para defender a los
vuestros y también ser amable y gentil con ellos. Como una madre. Y como tal
perdonáis las ofensas que os hacen sin ninguna razón. Lamento que hayáis
sufrido esas palabras tan injustas.
-Veréis embajador.- Suspiró la joven.- Cuando esa
mujer me acusó de matar a su hijo, en parte tenía razón. Él murió por mí,
defendiendo este reino. Eso me hace sentir muy mal. ¡Ojalá nadie hubiese tenido
que perecer!
-Que eso no os desmotive, Señora.- Le pidió Doran.-
Aunque
ahora ella movió la cabeza para contestar con tono seguro.
-No lo hará
porque luego, cuando estaba con esos niños me daba cuenta, de que todo lo que
hago merece la pena. Cualquier sacrificio o deber, por penoso que sea, es
aceptable con tal de verles sonreír felices y despreocupados. Así es como los
niños deben ser. Ya tendrán tiempo de crecer y afrontar problemas. Y pienso que
gracias a mis buenas amigas de la Luna Blanca, así he podido ser yo también, al
menos durante algunos momentos en mi vida. Esas experiencias, conociendo a
muchos y buenos amigos e incluyendo
ahora mis estudios en la Tierra me han abierto los ojos. Y asimismo se me
concedió algo que casi nadie podría soñar. Pude ver que hubiera sido de mí de
no haber tenido a tan buenas personas alrededor. Y me dio tanto miedo y
tristeza lo que vi que ahora, más que nunca, deseo firmemente mejorarme como
persona y como reina día a día.
Su
interlocutor la escuchó con gran interés. Tomando nota de aquellas palabras.
Estaba claro para él. Neherenia era tal y como la reina Meioh y su propia madre
le describieron. Una pupila de la gran reina Serenity y de la princesa Usagi
Chiba no podía ser menos.
-Insisto en que sois una gran soberana. Pero aún más
importante, sois una mujer admirable.- Afirmó el saiyajin inclinándose en
cuanto los dos bajaron del transporte y se dirigieron al interior del palacio.-
Tenéis mi sincero respeto y devoción.
La
aludida sonrió, casi ruborizándose. Cada vez que veía a ese hombre le era
difícil no hacerlo. Además de atractivo era valiente y sincero. Tenía ese punto
de honor que los saiyajin de noble origen poseían. Comprendía de sobra el sentido
del deber y lo llevaba a rajatabla, al igual que ella misma. Aunque a los pocos
días Doran tuvo que irse. Después, pasados unos meses reapareció. Junto con la
princesa Seren y Nehie misma todos viajaron de incognito a la Tierra. Allí
asistieron a una importante reunión con un grupo de compañeros empeñados en una
misión fundamental para el porvenir del Cosmos. La joven se daba perfecta
cuenta de que el ataque a su reino e incluso el gobierno de la Luna, eran cosas
triviales en comparación de aquello. Y si bien sabía que no debía decirle nada
a Idina, y que sería mejor así, no podía evitar sufrir por eso. Más cuando uno
de esos miembros del grupo era…
-No, deberá permanecer en la ignorancia de eso.-
Meditaba la soberana.-
Por su parte Idina estaba a punto de prepararse para
comenzar sus prácticas. Salió de la facultad y cuando iba caminando por el
campus alguien le tiró del pelo. La chica se giró algo molesta para decir.
-Oiga. ¿Se puede saber que…?
No obstante, se detuvo en seco en medio de la frase.
Allí, mirándola fijamente y con una gran sonrisa, estaba su hermano Lance.
Hacía mucho que no le veía. Ni siquiera estuvo en la nave para celebrar el
embarazo de Amatista y verse todos.
-¡Qué alegría! – Exclamó la chica abrazándose a él.
–
-¡Hola, pequeñaja! – Saludó su hermano estrechándola
entre sus brazos a su vez. –
-¿Qué estás haciendo aquí? - Quiso saber ella. –
-Pues tenía unos días libres y me dije, ¡voy a ver
en qué clase de líos estará metida la enana! - Se rio el chico con jovialidad.
–Tenía muchas ganas de verte y saber cómo estás.
Hay un asesinato en la pista de baile
Pero no cortes el rollo
Dj, vamos a incendiar este maldito lugar
Oh, conozco, conozco, conozco, conozco, conozco, conozco,
los de tu tipo
Así que, así que, así que, así que, así que, así que,
tendré que actuar
Si crees que te estás escapando
Demostraré que estás equivocado
Te tendré todo para mí
Nene, simplemente ven aquí
Escucha cuando te digo
¡Hey!, hay un asesinato en la pista de baile
Pero no cortes el rollo
Hay un asesinato en la pista de baile
Pero mejor no robes los movimientos
Dj, vamos a incendiar este maldito lugar
Oh, conozco, conozco, conozco, conozco, conozco, conozco,
los de tu tipo
Así que, así que, así que, así que, así que, así que,
tendrás que rezar
No pienses que escaparás
Demostraré que te equivocas
Te llevaré por el mal camino
Quédate otra canción
Te llevaré a todas partes
Hay un asesinato en la pista de baile
Pero no cortes el rollo
Hay un asesinato en la pista de baile…
Pero mejor no robes los movimientos
Dj, vamos a girar este lugar de algún modo
Hay un asesinato en la pista de baile
Pero no cortes el rollo…
Hey, hey
Hay un asesinato en la pista de baile
Pero mejor no robes los movimientos
Dj, vamos a incendiar este maldito lugar
Además de cantar de maravilla se movía de una forma muy sensual al ritmo de la música. El resto del auditorio estaba sin poder pronunciar palabra…
Yo dije noche, estoy viviendo como en un sueño
Yo sé que la noche no es lo que parece
Yo debo creer en algo
Por lo tanto me convenceré
Que esta noche nunca se irá
Oh oh oh, oh oh oh, oh oh oh, oh oh oh
Oh la noche, es mi mundo
Luces de la ciudad, chicas pintadas,
En el día, nada importa
El tiempo de la noche es adulador
Te has llevado, te has llevado mi auto-control
Noche, vivo entre las criaturas de la noche
No tengo la voluntad de intentar y luchar
Contra un nuevo mañana
Por lo tanto creo que me convenceré
Que el mañana nunca se sabe
Yo dije noche, estoy viviendo como en un sueño
Yo sé que la noche no es lo que parece
Yo debo creer en algo
Por lo tanto me convenceré
Que esta noche nunca se irá
La verdad es que la muchacha no estaba pasando un rato
nada agradable. Por lo menos al otro lado de la mesa, Millie sí que parecía
disfrutar de la velada charlando con aquel hombre y con otra señora de edad
mediana. Se alegró por ella. Aunque entonces volvió a sentir algo, en esta ocasión algo le
frotaba los pies. Debía ser ese tipejo con los suyos, no se cansaba de intentar
tocarla…
Será mejor que te encante amar y que te comportes bien
Será mejor que te encante amar y que te comportes bien
Mujer encadenada, mujer encadenada
Llama a su hombre con gran esperanza
Le dice que está bien, ella siempre se las arregla, ooh
Mujer encadenada, mujer encadenada
Creo que mentir y esperar es asunto del hombre pobre (hombre pobre)
Y me siento desesperanzadamente cargado por tus ojos de acero
(Tus ojos de acero)
Es un mundo loco que mantiene a las mujeres encadenadas
Mujer encadenada, mujer encadenada
Cambia su alma por piel y hueso
(Será mejor que te encante amar y que te comportes bien)
Entrega lo único que posee
(Será mejor que te encante amar y que te comportes bien) ooh, ooh
Mujer encadenada (el sol y la luna) mujer encadenada
Hombre de piedra, hombre de piedra, hey nena, no no no, ooh
Creo que en tu corazón hay heridas que el tiempo no puede sanar
(El tiempo no puede sanar)
Y siento que en algún lugar alguien no puede respirar
Sabes a lo que me refiero
Es un mundo loco que mantiene a las mujeres encadenadas
Esta bajo mi piel pero fuera de mis manos
Lo destrozaré (alguien en algún lugar está intentando)
Pero no lo comprendo (respirar)
No aceptaré la grandeza del hombre
Es un mundo loco que mantiene a las mujeres encadenadas
Loco que mantiene a las mujeres encadenadas
Así que libérala, libérala, libérala
Así que libérala, libérala (el sol y la luna)
Así que (el viento y la lluvia) libérala, libérala
Así que libérala, libérala, libérala
Así que libérala, libérala (el sol y la luna)
Así que (el viento y la lluvia) libérala, libérala
Una Aventura Mas
La muchacha le contó brevemente lo acaecido en Bios
y las peripecias de la facultad. Lance escuchó atentamente como solía. Por su
expresión nunca se podía estar seguro de si lo que oía le gustaba o no. Aunque
pareció más interesado cuando su hermana le dijo que Nehie acababa de regresar
a la universidad.
-Bueno, mientras Heather se recupera tendrás otra
buena amiga cerca.- Concluyó el muchacho que agregó divertido. – Por cierto.
¿Sabes que cerca de la facultad hay un bar restaurante donde se organiza un concurso
de baile? Si no recuerdo mal nuestros padres lo ganaron en sus tiempos jóvenes.
-¡Es verdad! - Sonrió la muchacha.- Recuerdo ver la copa cuando era niña.
-¿Qué te parecería si nos inscribimos y tratamos de
reeditar viejos laureles para la familia?- Le propuso el chico.-
Aunque
ahora Idina suspiró moviendo la cabeza.
-Me habría gustado, pero tengo muchas cosas que
hacer.
-Vaya.- Replicó Lance con tono algo alicaído, aunque
añadiendo enseguida.- Pues entonces puede que se lo pida a Nehie. Ella también
es una gran bailarina…
A su hermana aquello le pareció muy bien. De no ser
porque su amiga no estaba allí en la Golden. Sin embargo, curiosamente fue la
voz de la reina de la Luna la que se escuchó sacándola de esos pensamientos y
llamándoles a ambos. Neherenia les había visto allí, parados y charlando en
cuanto había llegado de visitar a Heather. Enseguida se acercó y dio un beso en
la mejilla a Lance y un abrazo a su amiga. Tras los saludos fue Idina la que rompió la reunión
para decir con cierta inquietud.
-¡Oh cielos! Debo ir al colegio. Me esperan para
comenzar con mis clases.
-Puedo llevarte si quieres. - Se ofreció su hermano.
–
-No, gracias Lance, tengo ya los billetes del
autobús, apenas tardaré media hora. Pero estará a punto de pasar y no quiero
perderlo. Bueno, espero verte después. - Afirmó más deseándolo que otra cosa en
tanto estampaba un beso en la mejilla a su hermano. – Hasta luego, Nehie.
Cuídame bien a éste. Luego tú yo tenemos muchas cosas que contarnos. – Sonrió
para alejarse con paso rápido. -
Los otros dos se la quedaron mirando con una
sonrisa, Lance suspiró afirmando con tono afectuoso en tanto la misma se
extinguía en su cara.
-Ahí va la buena de mi hermanita. Lista para otra
aventura. Espero que no sea una prueba demasiado dura para ella.
-Supongo que sabrá enfrentarse a una clase llena de
niños de guardería. – Sonrió despreocupadamente Nehie -
Aunque cuando vio la expresión de su interlocutor
esa sonrisa se le borró rápidamente en tanto Lance le decía con tono grave.
-Tenemos que hablar…
Y la soberana de la Luna intuyó que aquello tenía
que ver con su misión, siguió a su compañero hasta un lugar tranquilo donde él
le puso al corriente de ciertas cosas que debía saber. Lance aprovechó en el
ámbito de lo más informal para comentarle la oferta de ser su pareja de baile.
-Bueno…por mí sería estupendo.- Afirmó la joven.-
-Entonces nos vemos para ensayar cuando terminemos
con el otro tema.- Le dijo él.-
-De acuerdo.- Convino Nehie.-
El chico sonrió y se despidió de ella encargándole
que saludase a su hermana. Y sobre todo, que velase por ella. Neherenia le
prometió que así lo haría. A juzgar por lo que Lance le contó, pese a no ser
demasiado, supuso que su amiga iba a necesitarla.
-En fin. Espero que todo vaya bien…Y en cuanto a ese
concurso… me gustaría participar.- Se dijo en tanto entraba en la facultad.-
Idina, ajena
a eso, subió en el autobús y llegó puntual al colegio que había elegido para
sus prácticas, en él le adjudicaron una sala de guardería. Estaba
ilusionadísima pero, al mismo tiempo, muy nerviosa. Esperaba ser capaz de
controlar a los niños y a la vez poder enseñarles. Una vez se presentó ante la
directora, una tal señora Dickinson y ésta le indicó el camino, fue al
encuentro de su mentora. Ésta la esperaba a la puerta del aula. Entró en clase
acompañada de esa maestra titular, que se ocuparía de ayudarla en el inicio y
de evaluarla al final de las prácticas. Era una mujer de edad madura y pelo cano corto que se presentó
como Emily. Tras imponer con un tono suave y paciente el silencio entre los
pequeños, presentó a Idina todos los críos la miraban con ojos muy abiertos en
tanto su señorita les informaba.
-Niños, ésta va a ser vuestra maestra durante este
próximo mes. Espero que os portéis muy bien con ella. Hacedlo y obedecedla en
todo como si fuera yo.- Dicho esto se dirigió a su contertulia, le sonrió
animosa y declaró. - Son todo tuyos, suerte...
Su
mentora se marchó de la clase y dejó a Idina sonriente y preguntándose qué iba
a decirles a esos pequeños. Decidió comenzar por el principio.
-Bueno, como ya os ha dicho Emily, yo me llamo Idina.
- Lo escribió en grande con un rotulador rojo en una pizarra blanca que tenía a
su espalda. - Y ahora, me gustará conoceros a vosotros. ¿Quién será el primero
en presentarse?- Miró en derredor de la clase, pero los niños guardaban un
temeroso silencio. -Hala chicos, no hay que tener ningún miedo. Vamos a ser
todos amigos.
Los
niños seguían callados, así que trató de cambiar de táctica. En la clase había
una veintena de niños y niñas. Y decidió nombrarlos por lista.
-Voy a decir los nombres de cada uno y vosotros
iréis respondiendo…diréis “yo”, ¿vale? - Los chicos asintieron sin decir
palabra e Idina pasó lista pudiendo ver a que caras correspondían esos nombres.
Ahora - añadió con una gran sonrisa. - Si queréis preguntarme alguna cosa...
Ninguno
de los chicos parecía estar muy interesados en hablar. No obstante, ella
insistió sin desalentarse.
-Vamos, sin miedo...aunque si no queréis preguntarme
nada, os contaré cosas yo.
-¿Qué cosas?- preguntó tímidamente una niña de pelo
castaño. -
-Pues de dónde vengo, a que jugaba cuando era
pequeña.
-¡Sí, sí, eso es divertido! - dijo un pequeño de
pelo rubio. -
-Eso está mejor.- Sonrió la muchacha con amplitud.-
Si os parece bien, os contaré algunas historias. Y sé muchas de príncipes y
princesas.
-¡Siii!- corearon los niños entusiasmados con esa
idea. -
Idina
logró la atención y la confianza de los críos a base de cuentos y aventuras
tanto propias como de las Justicieras, aunque siempre adaptando las historias a
la corta edad de esos niños. Con el paso de los días la clase marchaba como un
reloj. Ella incluso llevaba su guitarra y cantaba a los pequeños que siempre le
pedían una canción más. Cierta tarde, al término de las clases, se percató de
que una niña cojeaba al entrar en el aula. Lo cierto es que apenas la conocía
pues sólo había venido tres días en las dos semanas que ella llevaba al frente
de la clase. Sabía que se llamaba Patty y poco más. Era de un pelo rubio
ceniza, rizado con unos graciosos bucles. A la hora de salir, Idina ayudaba a
muchos pequeños a ponerse la chaqueta pues todavía no eran capaces de hacerlo
en condiciones. Cuando le tocó el turno a la pequeña ésta se quejó. Su maestra
no creyó haberla hecho daño, le había colocado la chaqueta con mucha suavidad.
Sólo le había agarrado un momento del brazo, volvió a hacerlo y la niña se
quejó nuevamente.
-Me haces daño - protestó con un tono lastimero. -
-¿Te duele en el brazo, cielo?- Le preguntó agachándose para estar a su altura. -
La
pequeña asintió con la cabeza, Idina le remangó cuidadosamente descubriendo un
gran moratón.
-¿Qué te ha ocurrido? ¿Te has caído?
-Sí- repuso la niña secamente. -
-Anda, ven conmigo a la enfermería a que te curen.
La
pequeña negó con la cabeza torciendo los morros. Su maestra supuso que sería
porque temía a los médicos con las batas blancas pensando que quizás querrían
ponerle alguna inyección. Sonrió entre animosa y divertida y le propuso con
jovialidad.
-Bueno, entonces ven conmigo, se lo diremos a tu
mamá.
Con
cariño la sacó de la mano, sólo quedaba ella por salir y la madre de la niña la
esperaba. Era una mujer atractiva de corto pelo castaño claro y expresión
ausente en sus azules ojos. Idina sonrió entregándole a la pequeña que de
inmediato asió la mano de su madre.
-Buenos días, soy Idina Rodney, la maestra de
Patty.- Saludó con amabilidad.-
-Buenos días.- Musitó en respuesta esa mujer.-
-La niña tiene un moratón en el brazo derecho. - Le
informó -, no se ha querido venir conmigo a que se lo curen.
-No, está bien gracias - respondió la madre que
parecía tener prisa corroborando las palabras de la pequeña. - Se cayó ayer
jugando. El médico le dijo que aún le dolería durante unos días. Es que es muy
traviesa y siempre está trasteando ¿sabe?- sonrió de forma algo forzada. -
-Pues ten cuidado, Patty - sonrió Idina acariciando
el pelo de la niña - y hasta mañana.
-Hasta mañana y gracias - contestó la madre
desapareciendo a toda prisa con la pequeña. -
Idina
se entretuvo luego dejando la clase lista para el día siguiente y escribiendo
algunos informes para su memoria de prácticas. Cuando quiso darse cuenta era
tardísimo.
-¡Como no me espabile no llego!- Se dijo con
preocupación.
Así que recogió sus cosas y se marchó, tenía que
llegar al campus antes de las diez. Por fortuna entró a eso de las nueve y
media. De camino a su habitación se encontró con Nehie y con Beatriz. Ésta
última le dijo con bastante buen talante.
-Chica, vamos a hacer una paella valenciana mañana.
¿Te animas?
-No sé. - Sonrió la muchacha con cara de
circunstancias, para oponer apurada. – Es que tengo muchas cosas que hacer de
las prácticas.
-Vamos, si mañana es fin de semana, ¡no seas
esaboría! – replicó la española dejándola pasmada. Lo cierto es que lo último
se lo soltó en castellano y su contertulia no comprendió nada. –
Aunque Nehie parecía que si lo había hecho y se reía
tapándose la boca con la mano derecha. Idina, brazos en jarras, se dirigió a su
amiga y le inquirió.
-¿Se puede saber que es tan gracioso? Yo no he
comprendido nada.
-Ya, ¡lo sabemos! - reía Neherenia para explicarle.
– Es que Beatriz me ha contado algunas expresiones típicas de su país y esa me
hizo gracia. Le pedí que te la dijera a ver qué cara ponías. Ha resultado ser
la misma que me imaginaba.
-Con que sí ¿eh?- sonrió la aludida mirando ahora a
Bea para sentenciar algo dubitativamente en su pronunciación. – Pues me apunto
a la ¿Paela?
-¡Paella! - le corrigió Bea entre risas.-Otra igual
que Nehie cuando le dije lo de la tortilla.
- Si, a eso. A condición de que me traduzcas eso tan
gracioso.- Pidió Idina.-
-Bueno, es como decirle a alguien que no sea
aguafiestas. – Le explicó la muchacha visiblemente divertida por el
desconcierto de su amiga. –
-Me temo que tengo algo abandonadas mis clases de
español. – Suspiró Idina riéndose ahora con ellas. –
-Y además este fin de semana tu hermano y yo
participamos en el concurso de baile.- Le comentó Neherenia con entusiasmo.-
-Eso sí que no me lo perderé.- Sonrió su amiga.-
Y tras las bromas se despidieron, fueron cada una a
dormir. Idina seguía echando en falta a su compañera de habitación pero por lo
que sabía Heather estaba cada día mejor y con muchas ganas de regresar. Incluso
había quedado en hacer sus prácticas con Nehie quien, por haberse incorporado
tan tarde, tendría primero que hacer los exámenes y aprobar algunas materias.
Por lo tanto ambas podrían terminar juntas. Era una pena que no pudieran
graduarse las tres a la vez. En fin, al menos ahora las cosas parecían estar
bien. Al día siguiente, en efecto, Beatriz les enseñó en la clase de cocina a
preparar ese plato basado en arroz, con un colorante que le daba un tono
amarillo dorado, y repleto de marisco y carnes de lo más variopinto.
-Espero que esto no haya que lanzarlo al aire.-
Suspiró Neherenia.-
Eso provocó las risas de Bea y la mirada perpleja de
Idina y Millie, quien estaba con ellas a su vez. Al fin cuando se calmó, la
española les comentó.
-Recuerdo todavía el año pasado. ¡Cuando enseñe a
Nehie, y le dije que debía voltear la tortilla!
-Bueno, me pasé un poco.- Admitió la azorada
aludida.-
Les
contó que, cuando Bea le enseñó a preparar ese plato típico español una vez
pelaron las patatas cortándolas en rodajas y batieron los huevos, lo echaron
todo en una sartén. La cocinera experta le comentó entonces a su alumna.
-Cuando cuaja y está prácticamente hecha, le damos
la vuelta.- Comentó.-
-Ya supongo que así.- Dijo Neherenia, creyendo que
se hacía lo mismo que con algunos crepes y la tortilla francesa.-
Y
entonces Bea, riendo nuevamente, interrumpió el relato de su amiga y comentó a
sus divertidas oyentes.
-Y va la tía y no se le ocurre mejor cosa que lanzar
la tortilla hacia arriba. Yo le grite ¡Nehie, la tortilla!
-Bueno.- Se rio la aludida ahora.- Miré a la sartén y ya no estaba. Aunque al mirar al
techo…
Allí quedó en un principio, ese
pegote de huevo y patata que podría haber sido una estupenda tortilla española.
Lo malo es que gran parte cayó y algo manchó las caras de ambas chicas que se
habían quedado mirando hacia arriba. Eso sí, tras la sorpresa inicial, soltaron
unas buena carcajadas. Ahora todas se reían, cuando Nehie, todavía pensando en
eso y entre risas, concluyó de contar.
-Y aprendí dos
cosas. La primera, que no se debe de lanzar la tortilla de patatas hacia
arriba. Y la segunda, a limpiar bien un techo.
Y tras algunas risotadas más charlaron de temas
culinarios esperando a que la paella estuviera lista. Cuando al fin se hizo.
Puesto que debieron esperar a que reposara (según les explicó su compañera) Las
tres comieron y les gustó bastante. Incluso
a la jefa de estudios y a su esposo, (que pasaron por allí) les ofrecieron
probar y estos alabaron aquella comida. De paso dijeron que venían de visitar a
Heather y que, con suerte, le darían el alta en un par de días. Idina se alegró
mucho. Y al día siguiente era el gran acontecimiento. Junto con Bea y Millie
acudió a apoyar a su hermano y a su amiga. Allí estaban ellos ya. Nehie con un
hermoso vestido blanco de satén y falda hasta las rodillas, combinado con
zapatos blancos de poco tacón. Y Lance luciendo un smoking negro con pajarita
roja. Aquello parecía a todas luces excesivo, creyó Idina. Sin embargo, el
resto de parejas iban ataviadas de modo similar.
-Vaya, qué elegantes están todos.- Comentó admirada
Millie en tanto tomaban asiento alrededor de una mesa cercana a la pista de
baile.- Parece una película.
-Sí.- Suspiró Bea.- ¡Lástima no saber bailar!...
-Vamos a desearles suerte.- Les dijo Idina cuando su
hermano y Nehie se acercaron.-
Así lo
hicieron, Lance les contó que habían estado ensayando una canción de las que
sonarían. Tras animarles las muchachas les dejaron ir hacia la pista. Allí unas
once parejas más iban a competir contra ellos por el título. Y el certamen
empezó. Nehie y Lance estaban desde luego muy compenetrados y avanzaron hasta
la misma final, donde se jugaban el título frente a otras tres parejas. Sonando
eso sí, la canción que ellos habían ensayado más. Una muy del gusto del hermano
de Idina, con buenas dosis de humor sarcástico y algo ácido.
-Un , dos , tres.- Se oyó la señal para comenzar, en
tanto se iniciaba la música.-
Hay un asesinato en la pista de baile
Pero no cortes el rollo
Dj, vamos a incendiar este maldito lugar
Oh, conozco, conozco, conozco, conozco, conozco, conozco,
los de tu tipo
Así que, así que, así que, así que, así que, así que,
tendré que actuar
-Todos juntos. - Exclamó uno de los jueces.-
Las
parejas se separaron para bailar al compás de la música ejecutando una
coreografía obligatoria. Las chicas se admiraban de lo bien que Nehie y Lance
marcaban los pasos…
Si crees que te estás escapando
Demostraré que estás equivocado
Te tendré todo para mí
Nene, simplemente ven aquí
Escucha cuando te digo
¡Hey!, hay un asesinato en la pista de baile
Pero no cortes el rollo
Hay un asesinato en la pista de baile
Pero mejor no robes los movimientos
Dj, vamos a incendiar este maldito lugar
-Por parejas otra vez.- Fue la indicación de un juez,
mientras que otro tocaba en el hombro a una pareja descalificándola.-
-Ya solamente quedan ellos con otras dos.- Advirtió Bea.-
-Esto está muy emocionante.- Afirmó Millie.-
Y sus
amigos evolucionaban ahora por la pista girando con soltura. Los volantes de la
falda del vestido de Nehie se levantaban grácilmente con los movimientos de
ella. Lance por su parte la llevaba con gran ligereza…
Oh, conozco, conozco, conozco, conozco, conozco, conozco,
los de tu tipo
Así que, así que, así que, así que, así que, así que,
tendrás que rezar
No pienses que escaparás
Demostraré que te equivocas
Te llevaré por el mal camino
Otra pareja quedó eliminada. Aunque la chica que había
sido tocada en el hombro protestó. No obstante, tuvo que rendirse ante la
decisión de los jueces y salir.
-¡Vamos, están a punto de conseguirlo! - Decía una emocionada Bea,
agarrando de las manos a Idina que se reía.-
-Solo quedan otras dos más.- Apuntó Millie con idéntico sentimiento.-
Quédate otra canción
Te llevaré a todas partes
Hay un asesinato en la pista de baile
Pero no cortes el rollo
Hay un asesinato en la pista de baile…
Y simulando unos
pasos de tango Lance abrazó a Neherenia tumbándose con ella para remontar al
instante retornando ambos a su posición de baile. Tan certera y hábilmente lo
hizo que hasta desató aplausos del público. Al poco otra pareja más fue
eliminada y ya solo quedaba una como antagonista de los chicos. Tampoco lo
hacían nada mal, aunque arriesgaban bastante menos en la ejecución…
Pero mejor no robes los movimientos
Dj, vamos a girar este lugar de algún modo
Hay un asesinato en la pista de baile
Pero no cortes el rollo…
Hey, hey
Hay un asesinato en la pista de baile
Pero mejor no robes los movimientos
Dj, vamos a incendiar este maldito lugar
(Murder
on the dance floor. Sohie- Ellis-
Bextor, Crédito al autor)
Al concluir la canción hubo muchos aplausos. Ambas
parejas se inclinaron cortésmente para agradecerlos. Ahora tocaba escuchar la
decisión final de los jueces...
-Y los ganadores son…. ¡La pareja siete!- Dictaminó
el portavoz del jurado.
¡Y
eran ellos! Nehie estaba encantada, apenas podía creerlo, se abrazó
efusivamente a su compañero tras ver el número que ella y Lance llevaban.
-Cálmate, Bella y Gentil reina o harás que me ponga
colorado.- Le susurró él con tono divertido.-
Fue
ella la que sintió que se ruborizaba. Sonriendo algo tontamente se separó
enseguida.
-Lo siento. Es que me ha hecho muchísima ilusión.
Su
contertulio no pudo ni replicar, dado que las otras chicas ya estaban a su lado
felicitándoles.
-¡Enhorabuena! Lo habéis hecho genial.- Les alabó
Bea.-
-Sí, ha sido realmente impresionante.- Convino
Millie.-
-¡Maravilloso Nehie, hermanito! - Remachó Idina.-
Neherenia
y las otras muchachas se apartaron un poco en tanto charlaban. Idina,
aprovechando ese instante, le comentó a su hermano.
-Nehie y tú hacéis una gran pareja…
-Gracias pequeñaja.- Sonrió débilmente él,
añadiendo.- Pero creo que solo de baile…
Su
hermana le miró algo sorprendida. Aunque la expresión de los ojos violetas de
él era como casi siempre inescrutable. Idina no sabía si Lance podría sentir
algo por Nehie. Desde luego, viéndoles bailar con esa compenetración y esos
momentos tan apasionados que transmitieron al unirse sus dos cuerpos durante la
danza, cualquier podría creer que eran más que amigos. Sin embargo, al terminar
parecía que esa impresión se desvanecía deprisa quedando totalmente
difuminada…Ahora Idina les observaba cuando fueron a recoger el trofeo, una hermosa copa que se
parecía mucho a la que ella había visto en casa.
-Quédatela de recuerdo, hermosa y gentil reina…del
baile…
Neherenia
se quedó atónita e incluso palideció al principio cuando escuchó eso. Sin
embargo, luego sonrió. Lo mismo que el resto de las chicas.
-Pero también es tuya.- Opuso al fin la aludida.-
-Recuerdo que cuando mis padres ganaron este mismo
concurso todavía no eran novios. Mi padre se la regaló a mi madre sabiendo que
eso le hacía mucha ilusión. Como después se casaron la copa quedó en casa. Por
eso, como ya tenemos una, lo justo es que tú guardes un buen recuerdo.- Comentó
el chico con amabilidad.-
La
reina de la Luna le miró desconcertada. ¿Qué habría querido decir?... con ese
muchacho nunca se podía saber a ciencia cierta. Ni siquiera ella, la Guardiana
de los Misterios Lunares, podía penetrar en su mente. Al fin suspiró asintiendo
con una expresión de reconocimiento.
-Muchas gracias. Para mí será un tesoro muy
preciado.
Lance
le entregó la copa y sus manos se tocaron entonces. Nehie no pudo evitar
ruborizarse un poco. El chico simplemente sonrió.
-Vamos a tomar algo.- Terció entonces Idina.-
Neherenia,
Millie y Bea se mostraron conformes aunque fue Lance quién declinó amablemente
la propuesta de su hermana.
-Quizás en otra ocasión, pequeñaja. Ahora tengo que
marcharme…
-¡Vaya! Es una pena.- Pudo decir Bea quién no perdía
de vista a ese atractivo muchacho.- La noche es joven…
-¿Joven?- sonrió Millie alegando tras consultar su
teléfono móvil.- Si ya son casi las diez.
-Pues eso. En mi país todavía ni habríamos empezado
la noche.- Replicó la española con desenfado.-
-Decididamente tendremos que ir un día a tu país…-
Aseveró Idina con una amplia sonrisa.-
-¿No puedes quedarte un poco más?- Le preguntó Nehie
al chico.-
-Ojalá pudiera.- Suspiró éste mirándola con
intensidad.-
Ella
le devolvió esa misma expresión y casi creyó que el mundo se había detenido a
su alrededor. Aunque una vez más el propio Lance rompió el encanto para añadir.
-Tengo muchas cosas que hacer. Ya sabes…el trabajo
se acumula. Adiós chicas. Pasadlo bien… y tú, enana.- Sonrió con más desenfado
dirigiéndose ahora a su hermana.- No llegues tarde.
-¡Oye!- Rio la aludida.- Que ya no soy una niña…
-Para mí siempre lo serás. Pase lo que pase.- Le
aseguró su hermano con un tono más serio de lo que cabía esperar, remachando.-
Mi dulce pequeñaja…nunca lo olvides.
Y
sin más se dio media vuelta alejándose. Idina no supo cómo tomarse eso, pero
finalmente lo dejó correr. Su hermano era muy raro para esas cosas. Así que, junto
con las otras fueron a tomar algo y tras un par de horas. Eso sí, zafándose con
mucho cuidado de los vigilantes, burlaron el toque de queda y retornaron al
campus.
-¡Menos mal que hemos conseguido entrar!- Suspiró
Millie, todavía jadeando y con el nerviosismo a flor de piel, al sentenciar.-
Me siento como una espía de las películas.-
-Por suerte los vigilantes a veces hacen la vista
gorda según cómo les caigas.- Añadió Bea.-
-Sí, es injusto.- Admitió Idina.-
-Bueno, en este caso, no vamos a protestar.- Sonrió
Neherenia, sosteniendo su copa con orgullo.-
Y para no tentar más la suerte se dieron las buenas
noches apresurándose a ir a sus respectivos cuartos. Nehie y Bea entraron, se
cambiaron y tras pasar por la ducha, se fueron a dormir.
-No te podrás quejar, ¡vaya copa te has llevado y
sobre todo, vaya chico más guapo que es el hermano de Idina!- Afirmó Beatriz
con admiración.-
-Sí que lo es.- Suspiró Neherenia.-
-Pues creo que tú le gustas.- Opinó la española.-
-No lo sé. No te creas que es tan fácil saber qué
piensa.- Rebatió ella.-
-Yo que tú me lanzaría para salir con él.- Le
aconsejó su amiga.-
Neherenia
guardó un azorado silencio. No estaba para nada segura de lo que Lance podría
sentir por ella, aunque no le disgustaría que los dos pudieran ser más que
amigos. Además, siendo hermano de Idina, sería perfecto.
-Tendría por suegros a Tom y a Cooan, serían mis
padres, aunque políticos.- Llegó a pensar con ilusión.- No sé, ya veremos.-
Replicó a su compañera de cuarto, Para sentenciar.- Ahora lo que tengo es mucho
sueño…
Bea
asintió, le pasaba lo mismo. Se fueron a dormir al poco rato, lo mismo hicieron
Millie e Idina que al día siguiente querían preparar algunas cosas para sus
clases. Así pasó el fin de semana. Los días siguientes las cosas se
desarrollaron con normalidad. Lance se había marchado sin que ellas supieran a
donde. Aunque al menos tuvieron algo que
celebrar. Heather ya estaba en casa aunque todavía tardaría en regresar a la
Golden. Con ayuda de Nehie, Beatriz, Millie e Idina, se estuvo poniendo al día.
Por su parte las maestras en prácticas disfrutaban cada día más de sus
respectivas clases jugando con los pequeños y ganando al mismo tiempo
experiencia y desenvoltura. En el caso de Idina, Emily se puso enferma y no
pudo controlar sus progresos. De ello se ocupó en persona la directora. Aunque
para la voluntariosa profesora de prácticas eso no supuso ningún problema. Se
ocupaba siempre de preparar sus clases con mucha ilusión. Era divertido
inventarse juegos y poner en práctica todo lo que había aprendido acerca de la
pedagogía. Cierto día tocó jugar a las palabras. Les enseñaba objetos que los
críos debían nombrar. Al día siguiente les tocaba aprender a sumar. Idina les
hizo unas cuantas operaciones en la pizarra y animó a los pequeños a resolver
algunas.
-A ver, Patty. ¿Quieres salir a la pizarra?- Le
pidió amablemente a la niña, que, como de costumbre había faltado los días
anteriores. -
La
pequeña negó con la cabeza, Idina se acercó a su sitio y le repitió.
-Vamos, no tengas vergüenza, no pasa nada.
-No, no quiero,- repitió la pequeña con voz
temblorosa. -
-Anda, tienes que salir, todos tus compañeros han
salido ya a la pizarra. - Le dijo Idina que la tomó suavemente del brazo para
levantarla. -
-¡No, no!- chillaba la niña que parecía casi
enloquecida. -
-¿Qué te pasa?- Le inquirió su asombrada maestra con
inquietud ante la atenta mirada de todos los demás pequeños. - ¿Te sientes
mal?...
La
niña se tiró al suelo y cuando Idina fue a levantarla se tapó en posición fetal
arrinconándose entre los pupitres.
-¿Pero qué te ocurre, tesoro? No tengas miedo, no te
voy a hacer nada malo.- Idina logró mirarle la cara y se quedó atónita, la niña
estaba pálida, lloriqueaba y sus ojos la miraban con una expresión de miedo
horrendo. –Cálmate - le pidió muy preocupada, acariciándola pacientemente hasta
que se dejó levantar en brazos. - No te preocupes cielo, no tienes que salir si
no quieres. - Besó a la niña en la cabeza y entonces se percató de algo que la
dejó helada. -
La
pequeña tenía señales de golpes y moratones en el cuello y según le retiraba
suavemente la camisa del baby descubrió que estas se prolongaban por la
espalda.
-¡Santo Dios!- Exclamó Idina con los ojos como
platos.- ¿Pero qué es esto?...¿Quién te
ha hecho esto, nena?
-Me caí- respondió la niña entre sollozos
lastimeros. -
-Vamos dímelo, a mí me lo puedes contar. - Le pidió
nuevamente su anonadada maestra. -
-Me caí- repetía mecánicamente entre temblores. -
-¿Te han pegado? ¿Quién ha sido? - Le preguntó Idina
llena de preocupación, con un susurro. -
-¡Me caí, me caí! - gritó ahora una y otra vez
mientras sufría un ataque de histeria. -
-Vale, vale, cálmate.- Le pidió su interlocutora que
estaba cada vez más asustada. -
Los
otros críos miraban sorprendidos y como hipnotizados aquella escena, ninguno
decía nada, sólo se miraban atónitos y austados. Su maestra se percató de esto
dirigiéndose a ellos con toda la calma y la dulzura que pudo.
-Niños, quedaos aquí un momento, enseguida vuelvo,
portaos bien y haced las sumas de la pizarra.
Salió
con la niña directa a la enfermería, pese a los lloriqueos y pataleos de Patty
que no quería, el doctor a cargo sonrió al verla llegar pero su sonrisa
enseguida se desvaneció cuando vio el estado frenético en el que se encontraba
la niña y la asustada maestra le puso al corriente de lo que había visto.
Aunque les llevó unos minutos finalmente la pudieron calmar lo bastante como
para que el médico pudiera reconocerla.
-Fíjese en esto, doctor. - Idina descubrió parte de
la espalda de la cría, las horribles marcas y moratones se apreciaban mucho
mejor a la luz de la lámpara de la camilla. -
-¡Cielo Santo!, ¿quién ha podido hacerle esta
salvajada? - Musitó el facultativo con
el gesto demudado. -
-Hace una semana tenía un moretón parecido en el
brazo, intenté traerla pero no quiso. Llegó su madre y me dijo que se había
caído, que era muy traviesa.
-Esto no es producto de una caída,- rebatió el
médico sentenciando - son golpes. A esta
niña la han estado maltratando.
-No, ¡qué horror! - Exclamó su contertulia
llevándose las manos a la cabeza, aunque enseguida se contuvo para no ser
escuchada por la cría. – ¿Quién le ha podido hacer esto?
El
médico había dejado a ésta apartada y con una piruleta para que se le pasase el
berrinche. Ahora la niña, más calmada, se entretenía en comerla ajena a lo que
había provocado.
-¿Qué podemos hacer?...- le preguntó Idina al
doctor. -
-Esto hay que denunciarlo. - Respondió tajantemente éste,
afirmando - es un delito muy grave. Ahora mismo redactaré un parte de lesiones.
-Llamaré a su madre- convino la muchacha - tiene que
saberlo. Pero antes avisaré a la señora Dickinson.
Idina
corrió al despacho de la directora de la escuela y la informó de lo ocurrido,
ésta se levantó precipitadamente para ir a ver a la cría.
-¿Te das cuenta de que esa es una acusación muy
seria?
-Lo sé, pero la niña está muy mal. El doctor está
haciendo un parte de lesiones.- Respondió la angustiada chica. -
-Vamos a comprobarlo y si es así, después avisaremos
a su madre. - Fue la respuesta de la señora Dickinson. -
En
cuanto llegaron a la enfermería el doctor estaba efectivamente redactando un
parte de lesiones de la pequeña, la directora también se escandalizó al ver el
estado de la pobre Patty.
-Esto hay que ponerlo enseguida en conocimiento de
la madre y también de la policía. En todos mis años como directora de este
centro nunca había visto nada igual. - Declaró la horrorizada mujer. -
Llamaron
por teléfono al número que figuraba en la ficha de la pequeña pero no había
nadie en casa. Tuvieron que esperar pues quedaba poco para el término de las
clases. Idina aguardó a que llegase la madre de la niña pero ésta no se
presentó. Tras un par de horas y en su lugar acudió una mujer morena de pelo
largo y rizado, vestida de forma poco discreta, minifalda de cuero negro,
medias a juego y zapatos de tacón alto del mismo color, así como una chaqueta
roja de motorista. Incluía unas gafas de sol que le cubrían los ojos. Algo
fuera de lugar a esas horas cuando el astro rey estaba ya poniéndose sobre el
horizonte.
-Buenas tardes,- Saludó a Idina de forma muy educada
sin embargo. - Venía a llevarme a Patty.
-¿Y su madre?- Le inquirió ésta. -
-No ha podido venir, hoy tiene trabajo- repuso
nerviosamente. -
-Pues tenemos que hablar con ella- añadió la
directora que también estaba presente junto a la niña. Pasando a exponerle con
tono muy severo. - Patty tiene unas lesiones muy serias, nuestro médico ha
elaborado un informe y ha diagnosticado que son producto de malos tratos y
agresiones.
Aquella
mujer se quedó blanca, no supo que contestar, se la notaba nerviosa y asustada.
-Llamaré a su madre enseguida,- repuso por fin -...por
favor, pueden dejarme a la niña para llevarla a su médico de cabecera.
-Si no nos da usted alguna garantía de conocer a su
madre no podemos dejar que se la lleve.- Objetó la directora. –
- Tengo una autorización firmada.- Repuso aquella
mujer mostrando un papel que, efectivamente, llevaba la firma de la madre de
esa pequeña.- A veces ella no puede
venir a recogerla y me hago cargo yo.
La directora escrutó aquello y asintió. Indicó con
un gesto a Idina que todo estaba en regla y que le confiase a la pequeña a esa
joven.
- No quiero irme a casa, Sally - Le pidió la niña a
esa mujer con un tono trémulo y lleno de temor. -
-No tengas miedo, te llevaré conmigo hasta que venga
tu mamá.- Le tranquilizó la interpelada del modo más conciliatorio y amable que
pudo. –
Al escuchar aquello Patty pareció sentirse más
calmada. De todos modos su maestra intervino proponiéndole a esa chica.
- Podemos acompañarla si quiere.
-No, muchas gracias, como ya ven la niña me conoce.
Y tengo el permiso escrito de su madre. No se preocupen, yo se lo diré todo a
ella.
La
directora suspiró dejándolo correr. Aparte de ese documento, si la pequeña
quería ir con esa mujer era señal de que la conocía y le inspiraba confianza.
-El lunes traigan a la niña para aclarar esta situación
o tendremos que dar parte de esto a la policía.- Le advirtió a esa mujer que
asintió nerviosa. -
-¿Podemos irnos ya?- Preguntó ésta asiendo de la
mano a la pequeña. -
Su
interlocutora asintió y esa mujer se perdió por los pasillos con la cría. Idina
interrogó al médico y a la directora con la mirada y les preguntó con cara de
estar poco conforme con esa decisión.
-¿Y vamos a dejar que se la lleve sin más y ya
está?.
-Por desgracia no podemos hacer otra cosa. Tenía una
autorización en regla. Además, primero hay que notificárselo a los padres de la
niña antes de llamar a la policía. Pero si el lunes no vienen con ella y no nos
dan una buena explicación, avisaremos.
-¡Pero hasta entonces a esa cría le podría ocurrir
cualquier cosa! - Objetó Idina con patente inquietud, remachando con
reprobación. - Debieron de avisar a la policía.
-¿Y si los padres nos denuncian por no avisarles a
ellos antes?- Le preguntó la directora a su vez.- No, debemos esperar. Aunque
los malos tratos suelen producirse en las familias, por desgracia no tenemos
evidencias de eso. Podría haber sido otra cosa o en otro sitio. Incluso podrían
acusarnos a nosotros de ello.
Idina
seguía sin estar de acuerdo pero no podía replicar. A fin de cuentas solamente
era una maestra en prácticas. Salió de la escuela cansada y enfadada, a la vez
que muy preocupada por la suerte de Patty. Pero he ahí que descubrió a esa
mujer y a la niña aguardando en la parada del autobús. Decidió seguirlas.
Aprovechando la oscuridad que ya se cernía sobre las afueras de la ciudad se
transformó en justiciera y esperó a que llegase el autobús. Una vez Patty y su
acompañante subieron en él, saltó sobre el techo con sigilo. Arreglándoselas
para no ser vista...
-No dejaré esto así como así. Llegaré al fondo de
este asunto. - Se decía la joven en tanto se sujetaba con cuidado en la parte
de arriba del vehículo.-
El viaje duró un rato. Ya anochecía cuando la mujer
y la cría descendieron del bus, la Dama del Fuego aguardó unos instantes para saltar
de él. La oscuridad tenebrosa de la zona la ayudaba a no ser vista, era un
entorno de barrio miserable. Mala iluminación merced a las farolas rotas de esa
zona. La justiciera trató de orientarse. Aquel era sin duda un barrio de las
afueras, un suburbio marginal. Los cubos de basura se apilaban y las ratas
campaban por sus respetos. Idina no pudo reprimir un gesto de asco cuando una
de ellas, gorda y grisácea, a la luz casi intermitente de una vacilante farola,
le pasó entre las botas yendo a reunirse con sus congéneres que devoraban el
cadáver de lo que parecía ser un gato muerto.
-¿Cómo pueden vivir aquí? ¿En un sitio así?- Se
preguntó mientras se afanaba en no perderlas la pista y controlar sus ganas de
vomitar. – ¡Por el amor de Dios!…
Tras
seguirlas durante unos minutos las vio entrar en un edificio de apartamentos
que estaba en un lamentable estado. La puerta de acceso aparecía desvencijada y
las escaleras llenas de mugre y deshechos. El olor era hiriente, pero pese a
todo Idina subió tras ellas. Escuchó voces y se descolgó por una de las
ventanas, subiendo por la escalera de incendios. Llegó junto a una ventana y
miró con cuidado de no ser descubierta. Al fin la vio, allí estaba Patty,
sentada en un viejo sofá que parecía hacer las veces de cama, sólo guarnecido
por dos mantas de colores que debieron de ser chillones en su día pero que
ahora estaban difuminados y desvaídos, aunque con apariencia de estar
pulcramente lavadas. A decir verdad, el interior de la casa, dentro de sus
limitaciones, parecía estar bien cuidado. Y lo más importante, la niña parecía
calmada. Idina aguardó y por fin vio llegar a la madre de la pequeña. Aunque no
estuvo segura al principio, el color de su pelo había cambiado, era rubio
platino con un peinado de media melena. Idina observó que era una peluca cuando la mujer se la
quitó, también se deshizo de unos altos zapatos de tacón rojos y abrazó a su
hija. Se podía escuchar lo que decían pues la ventana estaba entreabierta.
-Cariño, cuanto me alegro de verte, perdona a mamá,
pero no he podido ir a recogerte hoy.
-Hoy me han llevado a la enfermería, yo no quería
pero me llevaron. - Le confesó la pequeña con tono y expresión compungida. -
-No te preocupes, cielo. - Le consoló su madre
abrazándola y sentándose en el sofá con la pequeña en su regazo. - No pasa
nada.
-Pero es verdad- corroboró la mujer morena. - Lucy,
tendrás problemas si llevas al colegio a
la niña el lunes. Y también si no lo haces.
-¿Qué quieres decir?- Le inquirió su interlocutora
visiblemente asustada. -
-Que ellos han descubierto lo de la niña, el médico
estaba haciendo un informe.
-¡Me la quitarán!- Exclamó Lucy con la voz
entrecortada por la angustia mientras abrazaba más estrechamente a su pequeña.
Aunque enseguida aflojó su agarre ante los quejidos de dolor de la niña.-
Perdóname cariño, no me he dado cuenta. – Sollozó dándole un beso a la cría
para luego ayudarla a desvestirse y meterla en una cama hecha sobre aquel
desvencijado sofá. – Anda duérmete. Todo estará bien, mamá está aquí contigo
ahora.
La
cría no respondió, ya estaba cerrando los ojos seguramente agotada tras aquel
duro día. Su madre le dedicó una tierna sonrisa. Una vez hecho esto, se alejó
de la pequeña y musitó dirigiéndose a su compañera.
-Si me la quitan no tendré nada por lo que vivir,
Sally.
Idina
estaba impresionada, la cosa parecía mucho más grave incluso de lo que se había
podido imaginar. Esa mujer estaba realmente asustada ante esa posibilidad. No,
no creía que hubiera sido ella la causante de esas terribles lesiones. Sus ojos expresaban tanto horror como el que
tenía ella misma. Aunque continuó escuchando a aquellas dos mujeres hablar.
-Pero si no la llevas se pondrán a investigar. Y si
vas con ella tendrás que enfrentarte a muchas preguntas. - Le advirtió su
compañera. -Y si llaman a la policía…
-¡Oh, no!, la policía no…
-Mamá, tengo miedo,- le dijo la niña que pese a todo
había oído aquello. - Si viene la policía Tommy nos pegará otra vez.
-¡Así que era eso!, - pensó la justiciera que
escuchaba aquello entre atónita y horrorizada, estaban amenazadas por ese tal
Tommy, quizás fuera el padre de la niña.- ¡Qué horror! ¿Qué podría hacer? Tengo
que intervenir…pero, ¿cómo?...- Se preguntaba La Dama del Fuego.-
-No, cariño. - Le susurró su madre tratando de
calmarla - no te preocupes, no te hará más daño. No le dejaré.
Ahora
que caía en la cuenta, Idina pudo ver que la mujer morena se había quitado las
gafas y lucía un aparatoso moratón en su ojo derecho. La madre de la pequeña
tenía también el labio superior desacostumbradamente hinchado. Ahí ocurría algo
muy serio y estaba dispuesta a averiguarlo. Pero lo que la dejó helada de
horror fue escuchar a la pequeña con voz trémula y llena de pavor, musitar.
- Tommy dice que me venderá a esos señores malos.
Esos que les hacen cosas feas a los niños.
- ¡No, no cariño! - Se afanó en negar su madre en lo
que parecía un desesperado intento por tranquilizar a la pequeña que ni ella
misma creía. – Lo dice solo para que te portes bien…
-Mamá, tengo frio - se quejó la niña que al menos parecía más calmada respecto de
lo otro. -
-Sí, tenemos la ventana abierta. - Le señaló Sally a
su amiga. -
La
Dama del Fuego se escondió rápidamente pero sin pretenderlo dio un golpe al
hierro que la sustentaba llamando la atención. Las dos mujeres se asomaron pero
no pudieron verla. Por fin, creyendo a buen seguro que se trataría de algún
gato, cerraron. Idina pensó en que lo mejor era volver a la universidad.
Además, ya era muy tarde. Tuvo que darse prisa, recobrar su identidad normal y
entrar poco antes del toque de queda de las diez y media. Apenas si pudo dormir
recordando todo aquello. Era una suerte que Heather no estuviera todavía, lo
que había visto y oído era tan horrible que ni se atrevía a contárselo a sus
amigas.
-¡Oh, santo Dios! ¿Qué puedo hacer?- Se preguntaba
la joven tratando de conciliar el sueño sin conseguirlo.- No sé qué debo hacer…
A
la mañana siguiente era sábado, iba a visitar a su amiga Heather llevándole
algunos libros. Millie, Nehie y Bea dijeron que irían algo más tarde. Su amiga,
sin tener valor para contarles lo que había vivido la noche anterior, salió de
la universidad y tomó el autobús camino a la casa de los Roberts. Estos la
recibieron encantados. Tras saludar a la muchacha la invitaron a ir a la
habitación de su hija y las dejaron para que charlasen. Idina entró y descubrió
a su compañera desayunando con ganas. Ya estaba mucho mejor. Le alivió
que al menos, en lo relativo a eso, las cosas marchasen bien. Por su parte
Heather sonrió al verla pero su visitante no parecía muy feliz.
-¿Te ocurre algo?- Le preguntó su amiga sospechando
que algo no iba como debiera.-
-¿Se nota mucho?- Repuso Idina con el semblante
serio. -
-¿No será nada de tu familia, verdad?- Se preocupó
Heather - espero que todos estén bien.
-Mi familia está estupendamente, gracias a Dios, es
referente a mis clases…
-¿Es difícil, eh?-
sonrió su contertulia con expresión más divertida, creyendo que aquellos
diablillos estarían volviendo loca a su compañera. -
-Más de lo que te imaginas.- Suspiró ella que lucía
una mirada triste. –
¿Qué está pasando, Idina? – Le preguntó ahora su
amiga con mayor preocupación al percatarse de ello. – A ti te gustan mucho los
niños.
Y
ésta no pudo aguantar más, le contó todo lo que había ocurrido dejando a su
amiga de piedra. Incluso esa terrible conversación entre las dos mujeres,
omitiendo claro está, que la había escuchado como justiciera.
-¿Tú qué harías, Heather?- Le preguntó Idina que
realmente estaba muy confusa. -
-Para mí no hay duda, yo se lo diría a la policía. –
Sentenció tajantemente su interlocutora. -
-¿Y si le quitan la niña a su madre? Yo la vi, ella
la quiere de verdad. Y no tiene culpa de nada.
-Pero esa niña no puede vivir en esas condiciones,-
rebatió su amiga. - Piénsatelo. Sé qué harás lo que consideres mejor y más
justo, siempre lo haces, tengo plena confianza en ti.
-Gracias Heather, significa mucho para mí oírte
decir eso.- Pudo sonreír su amiga que, tratando de variar de tema le preguntó.
- A propósito, ¿has vuelto a ver a Jack?
-Ni siquiera vino a verme pero ya le he llamado
dándole un recado.- Contestó Heather con cierta malicia. -
-¿Cuál?- inquirió Idina con visible curiosidad. -
-¡Que se vaya a freír espárragos!, y si no me hace
caso será mi padre el que se lo diga, y ya sabes la manera tan particular que
tiene para dar los recados cuando se enfada, ¡ja, ja, ja!
Su compañera se rio también, lo agradeció para
aliviarse de la tensión que soportaba desde hacía un par de días. Ambas pasaron
unos instantes tronchándose de risa como en sus mejores momentos. Por fin Idina
le dijo ya más en serio.
-Me alegro tanto de que estés a salvo, llegué a
temer que te fuera a ocurrir algo más
grave.
-Pues no lo pienses más y cuéntame,- replicó Heather
tratando de desdramatizar.- ¿Cómo van las cosas por el campus?...
Su
compañera, ya más distendida, le contó lo último en cotilleos y demás vida
social. Luego repasaron algo de los apuntes y después de tres horas de visita
Idina se marchó a descansar. El día siguiente lo empleó en resolver cosas de la
hermandad y pensar en que se le ocurriría para celebrar la fiesta de graduación.
Empero estaba en blanco y preocupada por sus otros problemas no tuvo ninguna
idea que le pareciera buena. Aunque he aquí que durante el domingo, su amiga
Nehie le comentó…
-Los chicos de la Hermandad me han pedido que les
cante otra canción. Esta noche me he decidido. Voy a actuar.
-¿Qué vas a qué?- Se sorprendió su amiga.-
-Es para una buena obra. En la clase en la que
Millie hace sus prácticas se están recaudando fondos para niños de educación
especial. Beatriz ha prometido cocinar algo típico de España. Millie va a donar
un par de jerséis que tejió ella misma y yo recordé lo que tú, Amatista y tus
primas me dijisteis. Puede que no sea una profesional de la canción, pero
grabaré una… de una cantante que me gustaba mucho de pequeña. Tu tío Roy me
pasó ese tema y creo que, en cierto modo, me siento muy identificada con él.
-¡Ah, ya recuerdo, Xanadú!- Sonrió Idina creyendo
caer en la cuenta de cual era.-
Aunque
para su sorpresa su interlocutora movió la cabeza y afirmó dejándola
boquiabierta y algo inquietada.
-No, es algo bastante más oscuro…Y más “hot”.
-¿Oscuro?... ¿Hot?
No entiendo nada. ¡Pero Nehie! – Quiso advertirla casi con un
tartamudeo.- Si…si… es lo que creo debes tener cuidado con eso…
Sin
embargo, su amiga no la dejó seguir. Se reía ahora observándola divertida y la
señaló para afirmar…
-¡Vaya cara se te ha puesto! ¡No boba! No es lo que
te crees. ¡Es solo una canción! Mira, esta tarde grabaré el video. Será en la
sala de audición. Bea y Millie vendrá a verlo. Espero que puedas asistir tú
también.
Desde
luego que la curiosidad de Idina iba en aumento, más cuando su interlocutora no
quiso decirle cual era el título de esa canción. Así que no tuvo más remedio
que reconocer…
-No me lo perdería…
Y en eso quedaron. Unas horas más
tarde un grupo de estudiantes de la hermandad se congregó en la sala. Allí, en
el escenario, aguardaron. La propia Idina estaba ya allí con Bea y Millie. La
muchacha no pudo evitar preguntar.
-¿Os ha dicho que es lo que va a cantar?
-Ni idea.- Repuso Bea encogiéndose de hombros.- Pero
comentó que sería algo…que podría hacerle perder su autocontrol…
-Espero que no… parece una buena chica.- Comentó
Millie.-
Idina
deseaba lo propio. Había podido ver a su amiga en acción cuando peleaba y no
digamos a su contraparte oscura. Mejor que no se tratase de nada de eso. No
obstante, solo podían aguardar. Al fin, tras un telón se escuchó la voz de
Roger, uno de los chicos que organizaban esa grabación. Era de mediana estatura,
pelo castaño y barba a juego. Sonriente declaró en tanto se alzaba la cortina…
-¡Damas y caballeros, con ustedes la Reina de la
Noche…Nehie Moonlight!
Y
al son de una música entre misteriosa e insinuante la vieron. Llevaba el pelo
suelto, cardado como en los años ochenta, cayéndose sobre los hombros, ataviada
con una cazadora negra de cuero, y minifalda del mismo material, una blusa
blanca vaporosa bajo la misma, medias translúcidas que definían muy bien sus
largas y maravillosas piernas y zapatos negros de charol con un tacón más que
apreciable. Idina abrió la boca hasta casi hacerse daño, y lo propio pudo
decirse de sus amigas y ni que decir tiene de todos los miembros del sexo
opuesto. Alguno incluso silbaron entre alucinados y encantados… y eso que
Neherenia aún no había empezado a cantar.
Oh la noche, es mi mundo
Luces de la ciudad, chicas pintadas,
En el día, nada importa
El tiempo de la noche es adulador
En la noche, no hay control
Algo traspasa las paredes
Vestida de blanco, mientras caminas
Calle abajo, de mi alma
Luces de la ciudad, chicas pintadas,
En el día, nada importa
El tiempo de la noche es adulador
En la noche, no hay control
Algo traspasa las paredes
Vestida de blanco, mientras caminas
Calle abajo, de mi alma
Además de cantar de maravilla se movía de una forma muy sensual al ritmo de la música. El resto del auditorio estaba sin poder pronunciar palabra…
Te has llevado, te has
llevado mi auto-control
Me tienes viviendo solo para la noche
Antes de que llegue la mañana la historia ya se contó
Te has llevado, te has llevado mi auto-control
Otra noche, otro día que se pasa
Yo nunca dejo de preguntarme por qué
Ayudaste a que olvidara mi papel
Te has llevado, te has llevado mi auto-control
Yo, yo vivo entre las criaturas de la noche
No tengo la voluntad de intentar y luchar
Contra un nuevo mañana
Por lo tanto creo que me convenceré
Que el mañana nunca viene
Me tienes viviendo solo para la noche
Antes de que llegue la mañana la historia ya se contó
Te has llevado, te has llevado mi auto-control
Otra noche, otro día que se pasa
Yo nunca dejo de preguntarme por qué
Ayudaste a que olvidara mi papel
Te has llevado, te has llevado mi auto-control
Yo, yo vivo entre las criaturas de la noche
No tengo la voluntad de intentar y luchar
Contra un nuevo mañana
Por lo tanto creo que me convenceré
Que el mañana nunca viene
Yo dije noche, estoy viviendo como en un sueño
Yo sé que la noche no es lo que parece
Yo debo creer en algo
Por lo tanto me convenceré
Que esta noche nunca se irá
Oh oh oh, oh oh oh, oh oh oh, oh oh oh
Oh la noche, es mi mundo
Luces de la ciudad, chicas pintadas,
En el día, nada importa
El tiempo de la noche es adulador
Te has llevado, te has llevado mi auto-control
Me tienes viviendo solo para
la noche
Antes de que llegue la mañana la historia ya se contó
Te has llevado, te has llevado mi auto-control
Antes de que llegue la mañana la historia ya se contó
Te has llevado, te has llevado mi auto-control
Noche, vivo entre las criaturas de la noche
No tengo la voluntad de intentar y luchar
Contra un nuevo mañana
Por lo tanto creo que me convenceré
Que el mañana nunca se sabe
Yo dije noche, estoy viviendo como en un sueño
Yo sé que la noche no es lo que parece
Yo debo creer en algo
Por lo tanto me convenceré
Que esta noche nunca se irá
Te has llevado, te has
llevado mi auto-control
Te has llevado, te has
llevado mi auto-control
Te has llevado, te has
llevado mi auto-control
Te has llevado, te has
llevado mi auto-control…
(Self control Laura Branigan. Crédito al autor)
Y
al terminar los aplausos y los aullidos fueron ensordecedores. Nehie miraba
anonadada en todas direcciones, entre incrédula y encantada por semejante reacción.
Aunque claro. La parte negativa fue quitarse de encima a todos los moscones que
la asediaron suplicándole una cita. ¡Menos mal que sus amigas a modo de
guardaespaldas enseguida la rodearon sacándola de allí!
-¡Chica, esto sí que no me lo esperaba!- Admitió
Beatriz.-
-¡Vaya cambio, parecías otra! - Afirmó la asimismo
asombrada Millie.-
-Bueno, esa canción siempre me gustó.- Les confesó a
sus amigas.- Y como querían algo con gancho y más subidito de tono, pensé en
interpretarla.
-Pues lo han grabado y que se emitirá en el maratón
para recaudar fondos y la subasta que se hará después…- Les desveló Millie.-
-Sí... y tendré que cenar con el que puje más alto
para comprar el video.- Se sonrió Neherenia con visible rubor.-
-¡Pero Nehie!- Se escandalizó Idina.- ¿Sabes cómo
suena eso?...
-¿Sonar?... Es una cena.- Repuso su atónita amiga.-
-Pero ¿Y si es algún pervertido el que gana la
puja?- Se alarmó su amiga.-
Aunque
su interlocutora enseguida le guiñó un ojo y en tanto Bea y Millie comentaban a
su vez algo entre ellas le susurró llena de confianza…
-Tú sabes quién soy yo…No te preocupes…tendría que
ser un pervertido realmente fuerte o guapo… para que me pudiera hacer algo que
yo no quisiera…
Idina
asintió aunque desde luego no sabía si esa respuesta la tranquilizaba o la
ponía aún más nerviosa. De todos modos, su amiga pareció darse cuenta y sonrió
de un modo más afectuoso para declarar visiblemente divertida.
-¡Te estoy tomando el pelo, tonta!…Será una cena con
la fundación que lleva esta campaña. Junto con el ganador de la puja y yo
misma, también irán incluso algunos de esos niños y los directores de la gala…
-Bueno, siendo así.- Suspiró su contertulia ya más
aliviada.- ¿Y cuándo será eso?...
-Este martes próximo.- Respondió Millie uniéndose
ahora a la conversación.- Yo asistiré porque me apunté a ayudar a los
organizadores cuando me enteré durante las prácticas.
-¿Y tú Bea?- Quiso saber Idina.-
-Yo no… mañana por la tarde llegarán mis padres a
verme. Estarán unos días. Me iré con ellos a recorrer el país. De hecho, salgo
mañana para la “Gran Manzana”. Volveré la próxima semana.
Idina suspiró. Estaba claro que todas sus amigas
tenían ya hechos sus planes. Por el momento no quiso comentarles nada de la
situación en la que ella estaba metida. Sería como aguarles la celebración. Se
ocuparía de todo. Quizás las cosas se resolvieran bien, sin necesidad de que
ninguna Justiciera, ni tan siquiera ella misma, debiese intervenir. Así pasó el
resto de la tarde con las otras y luego se fue a dormir. El lunes volvió para
dar su última semana de prácticas. Llegó pronto, aún no habían venido los
niños. Esperó impaciente hasta que apareció la directora. Ésta le dijo con la
misma tensión contenida que tenía la joven maestra.
-Esperemos que se presente con la niña.
Los
pequeños comenzaron a llegar, corrían alegres, ajenos a todo lo que estaba
ocurriendo alrededor de su compañera. Idina aguardaba cada vez más nerviosa
escrutando la entrada, pero la cría no aparecía. Creía que no iba a venir pero
al fin la vio entrar, andaba despacio con su bolsita a la espalda. Su madre
apareció tras ella. Con su pelo rubio ceniza y vestida de forma bastante más
elegante a como la vio Idina en su apartamento. Lentamente la madre de Patty se
dirigió hacia la directora y ella misma.
-Buenos días, soy Lucy Prescott, la madre de Patty, creo
que querían ustedes hablar conmigo.- Les saludó esa mujer con bastantes buenos
modales aunque con tono inquieto. -
-Sí, es por un asunto muy serio.- Le informó la directora.
- Se trata de su hija, esta señorita que está dándole clases. - Señaló a Idina
que algo tensa saludó con la cabeza, - ha descubierto que tiene magulladuras y
heridas por todo el cuerpo. Nuestro médico la ha reconocido y ha dictaminado
que son malos tratos. Comprenderá usted que esto es algo muy grave.
-Lo comprendo,- repuso Lucy con seriedad. - Y les
puedo asegurar que no volverá a pasar. Su padre, bueno, su padrastro, ha pasado
una mala racha, eso es todo, pero ya se acabó. Les prometo que todo está
arreglado.
-Eso no se remedia por las buenas, debe usted
notificárselo a la policía. - Le comentó la señora Dickinson que no estaba en
absoluto de acuerdo con esas palabras. -
-Le ruego que me deje a mí los asuntos concernientes
a mi hija. - Replicó Lucy de una forma bastante menos amable. -
-¿Me obligará usted a llamar a mí?- Le respondió la
directora con pocas contemplaciones. –
El
semblante de aquella mujer palideció a ojos vistas. Apenas podía despegar los
labios para replicar. Rehuía la mirada de sus interlocutoras.
-Creo que no debemos enfrentarnos entre nosotras. - Intervino
Idina para calmar los ánimos. - Quizás todo esté arreglado ya, pero no vendría
mal presentar una denuncia. - Aconsejó dirigiéndose a la madre de la pequeña de
forma más amable y conciliatoria. -
-Usted no lo entiende, no puedo hacer eso, sino...-
Aunque Lucy se detuvo a mitad de la frase, con
evidente angustia. No quiso seguir hablando y bajó la cabeza. Solamente para
añadir con voz queda.
-Perdónenme, tengo que marcharme ya.
Se
alejó por el pasillo cabizbaja y con andares apresurados en tanto la directora
le decía elevando el tono de voz.
-Esto no va a quedar así, si usted no está dispuesta
a hacerlo tendremos que avisar nosotros.
-Espere por favor, no creo que eso sea lo mejor.- Intervino
Idina compadecida de aquella pobre mujer.
-
-¿Entonces qué debemos hacer? ¿Dejar que esa niña
siga expuesta a malos tratos? Yo ya
tengo muchos años y mucha experiencia y no me creo ni una palabra de que esté
todo arreglado, hijita. - Le dijo la
directora visiblemente irritada. – Esa mujer ha admitido de modo implícito que
el maltratador es su marido…o lo que sea.
-Tengo una amiga que entiende de estos problemas. - Le
explicó Idina refiriéndose a sí misma sin que por supuesto su interlocutora
pudiera saberlo. - Ella se encargará de investigar esto, está relacionada con
la policía y será de una forma más discreta para no poner a la niña, ni a su
madre en peligro con posibles represalias del padrastro de la pequeña.
-Muy bien, te lo dejo a ti, pero sólo te doy esta
semana. Hasta que Emily se recupere y vuelva a dirigir la clase. - Repuso la
directora que dio por zanjado el asunto volviendo a su despacho. -
Idina
suspiró, tendría que encargarse personalmente de ello. Como Dama del Fuego,
naturalmente. Y mientras tanto debía preparar su trabajo de fin de prácticas,
la fiesta de celebración y encima los ensayos de las animadoras. ¡Todo se le
echaba encima! Suspirando, entró en clase con los pequeños y la dio con su mejor voluntad, tratando de no
aparentar su preocupación. Se mostró particularmente cariñosa con Patty y
enseñó a todos los niños a escribir bien sus nombres. En su hora de comer llamó
por teléfono a la Golden. No hubiera querido hacerlo pero no veía otra opción.
Necesitaba ayuda. Por suerte pudo conectar con la habitación de Nehie y Bea,
fue la española la que atendió el teléfono.
-¿Dígame?- Inquirió extrañada, no era normal que
nadie llamase a esa extensión. –
- Hola Bea. ¿Está Nehie?- Quiso saber la muchacha. –
- Pues no. Ha salido y de hecho yo estaba a punto de
irme ya. - Repuso su compañera.-
-¿Irte?- Repitió Idina sin comprender.-
-Sí, mujer. ¿No te acuerdas? Voy a pasar la semana con mis padres. Me
marchaba ya a la ciudad. -Le recordó su compañera.-
-Es cierto. Perdona por haberte entretenido.- Se
disculpó su interlocutora.-
La
verdad es que con todo aquel asunto de esa pobre cría se le había ido
totalmente de la cabeza. Menos mal que su amiga repuso con afabilidad.
-No pasa nada. - ¿Quieres que le diga algo a Nehie
de tu parte?
- No, no te preocupes, ya la localizaré. Pásalo
genial con tu familia. Ya nos contarás. –Contestó Idina que tras despedirse de
su amiga, colgó. -
Dudaba en si debía implicar a Neherenia que al día
siguiente tenía aquel compromiso. No tenía pues más remedio que aguardar.
Terminada la hora del colegio esperó a que la madre de la pequeña se
presentase. Después, y sabiendo ya el camino, las siguió nuevamente.
Transformada en justiciera sopesó la situación….
-Lo siento amiga mía, pero te necesito.- Se dijo.-
Y esta vez sí que llamó vía transmisor de urgencia a
Neherenia que pudo contestar.
-¿Qué sucede? Beatriz me dijo que llamaste a la
habitación pero yo estaba en clase, debe ser algo importante para que me llames
utilizando el transmisor.
-Sí, lo es y mucho.- Replicó la Dama del Fuego
poniendo al corriente a su amiga de forma rápida de la situación y le indicó
dónde estaba para pedirle. –Lo lamento, no querría distraerte de tus
compromisos pero necesito tu ayuda. Yo sola no sé si podré resolver esto.
-¿Qué es lo que pasa?- Le preguntó su amiga con
creciente preocupación.-
Idina
le hizo un breve resumen de la situación.
-Es terrible. No te preocupes, enseguida voy para
allá. - Afirmó la conmocionada Nehie
cortando la comunicación no sin antes remachar. – No hagas nadas hasta
que llegue.
Así las cosas la Dama del Fuego se dispuso a
esperar. Escondida entre aquellas callejas malolientes y vigilando la casa
desde prudencial distancia, todo parecía tranquilo de momento. Empleó el tiempo
en dar unas vueltas por esos contornos y descubrir que, efectivamente, eran
bastante miserables y con muy escasas condiciones de salubridad, por no decir
ninguna. La pobre cría debía vivir ahí y encima soportar malos tratos. Era realmente
terrible. Muy impresionada por aquella situación volvió a su enclave de
vigilancia. Al cabo de una media hora larga alguien apareció con gran velocidad
a su lado. Era Sailor Shadow. La guerrera de la Cara Oculta de la Luna que no
pudo evitar una mueca de asco al mirar la suciedad y los roedores que se
hacinaban por esos parajes.
-¿Cómo pueden los seres humanos vivir en sitios como
estos? Jamás consentiría algo así en mi reino. – Afirmó entre indignada y
horrorizada. –
-Es una muestra de la miseria que hay en este
planeta - Le contestó Idina añadiendo con decisión. – Por eso tenemos que
luchar para hacer un mundo mejor para todos. Ahora aguarda aquí y cúbreme. Voy
a ver si pasa algo,
Su compañera asintió permaneciendo escondida tras
algunos cubos de basura. Por su parte la Dama del Fuego volvió a trepar por la
escalera de incendios y escuchó lo mejor que pudo. Aunque en esa ocasión la
ventana estaba cerrada y eso le dificultaba enterarse de lo que hablaban. Por
fin, pudo aguzar el oído lo suficiente.
-Ahora tienes que cenar muy bien mientras mamá sale
a trabajar.- Le dijo esa mujer a la pequeña mientras le quitaba cuidadosamente
la chaqueta. - Y luego a la camita.
-¿Vendrás a darme las buenas noches?- le preguntó la
niña tímidamente.-
-Claro que sí, mi amor.- Sonrió Lucy repitiendo con
afecto en su tono. - Ahora ven a la cocina para cenar.
La
madre se llevó de la mano a la pequeña rumbo a esa estancia. Idina quiso seguir
escuchando pero no podía desde tan lejos, esperó un momento y vio reaparecer a
Lucy que se cambió poniéndose esa peluca rubia platino y esas ropas con las que
la vio la otra vez a juego, esta vez con unas botas de charol de afilado y
largo tacón, por encima de la rodilla. Decidió seguirla, estaba muy intrigada
por aquel extraño cambio. Cuando esa mujer salió, observó cómo se reunía con
Sally, la otra chica que fue a recoger a Patty la semana pasada. Las dos se
dirigieron andando hasta una calle principal donde pasaban los coches. Idina se
ocultó tras un muro desgastado y medio derruido, maldijo al mancharse su traje
con restos de pintura de grafiti. Estaba ocupada tratando de limpiárselo y no
se enteró de que un hombre había aparecido junto a las dos chicas. Era un
tipejo enjuto, alto, de pelo oscuro, por lo menos eso parecía a la luz de los
neones nocturnos. Vestía descuidadamente, una chaqueta vaquera raída, unos
pantalones negros de pitillo y zapatillas deportivas. Eso contrastaba con la
cadena de oro que colgaba de su cuello y su pelo engominado. Parecía masticar
un chicle como si su vida dependiera de ello y se dirigió a Lucy con un tono
nada amable, teñido de sarcasmo.
-Hola cariño, celebro que hayas vuelto por aquí.
¡Cuánto honor!
-Yo…veras Tommy, te puedo explicar. Tuve que ir con
mi hija al colegio y…
-¿Y?..- espetó el tipo añadiendo con patente
disgusto. – Y claro, eso te permite dejar de trabajar...ya estoy harto de esa
mocosa, lo único que hace es molestar y hacerme gastar demasiado dinero.
-Es mi hija y el dinero lo gano yo, - respondió Lucy
molesta. -
A
Tommy no debió de gustarle esa réplica, de inmediato la sujetó de la barbilla
de forma violenta y la atrajo hacia él, la muchacha intentaba soltarse pero no
podía.
-¡Ya basta por favor! - Le pidió Sally asustada. -
-¿Tú quieres recibir también, maldita zorra?- Le
chilló aquel tipo con expresión agresiva para añadir después hacia Lucy. - Y
tú, escúchame bien…eres mía, este sitio es mío y el piso en el que vives
también lo es. Te conviene recordarlo, yo no soy ninguna institución infantil.
Parece que lo has olvidado y sabes lo que te haré a ti y a esa mocosa si no
espabilas.
-¡Por favor, Tommy!, ¡perdóname!, trabajaré, haré lo
que quieras.- Le suplicó la mujer que temblaba de miedo. -
-Desde luego que lo vas a hacer.- Replicó aquel tipo
blandiendo un puño amenazador contra ella. - O prepárate a llevarte la paliza
de tu vida.
-¡No Tommy!, tiene que trabajar.- Intervino Sally
que apostilló con tono de lógica obviedad que trataba de ocultar su temor. -
¿Cómo va a hacerlo si le marcas la cara o la dejas magulladuras?
El
individuo se detuvo, asintió entonces repetidas veces y bajó el puño. Soltó a
la aterrada Lucy, mientras se colocaba en orden su chaqueta y se repeinaba,
añadiendo algo más calmado.
-Menos mal que usas algo la cabeza de vez en
cuando...sí, tienes razón. No me serviría de nada si la dejo baldada. Pero
escucha una cosa. Si no traes una buena cantidad esta noche tu niña podría
tener dolores por todo el cuerpo, ¿me he expresado bien?..
-¡Por favor, te lo suplico!, no le hagas daño a mi
hija, te prometo que ganaré mucho dinero para ti - Le imploró Lucy de rodillas.
-
-¡Levántate estúpida, vas a ponerte perdida!- Le
espetó Tommy sujetándola de un brazo y tirando de ella hasta ponerla en pie.
Para agregar con un tinte bastante amenazador.- Si no quieres que te pase lo
mismo que a Rossie. ¿La recuerdas, verdad? También tenía una hijita molesta,
como tú.
Las
dos mujeres palidecieron con expresión de horror. Ninguna se atrevió a decir
nada. Fue ese individuo el que espetó.
-Ahora,
¡déjate de estupideces y empieza a trabajar! - Añadió alejándose de allí. -
-¿Estás bien, Lucy?- le preguntó Sally con un gesto
de gran preocupación hacia su amiga. -
-Sí, ya sabes lo que ha dicho, tengo que ganar
dinero...- pudo replicar ésta enjugándose algunas lágrimas para tratar de
centrarse en su labor. -
Un
coche aparcó junto a ellas y ambas se acercaron a la ventanilla, la puerta
delantera se abrió y Sally se subió, el coche arrancó perdiéndose en las calles. Unos pocos minutos después fue
Lucy la que tras pasear arriba y abajo la calle, se montó en otro vehículo que
salió enseguida de allí...Idina estaba atónita y muy impresionada. Así que a
eso se dedicaba la madre de la niña. Era una situación horrible, ¡pobre mujer!
Había tenido que contenerse para no darle una paliza a ese cerdo allí mismo,
pero no podía intervenir todavía. Al menos hasta poder asegurar la protección
de esas mujeres y de la niña. Tenía que hacer algo, pero, ¿qué podría
ser?...Decidió volverse hacia la casa de la pequeña, por si Sailor Shadow había
visto u oído alguna cosa nueva. Al llegar, su compañera le informó de que todo
estaba tranquilo. Llegó otra vez a la ventana y descubrió efectivamente que la
pequeña dormía, las luces estaban apagadas y la habitación sólo se iluminaba
ocasionalmente por los reflejos de los faros de coches que iban y venían. La
justiciera deslizó la ventana suavemente hasta abrir un resquicio que le
permitió pasar. Entró y se acercó a la cría que dormía agarrada a una muñeca de
trapo. Idina se recordó a sí misma a esa edad, durmiendo con su muñeca Mimí.
Sonrió con ternura y acarició suavemente la carita de la niña.
-Pobrecita.- Susurró llevada por la compasión. -Yo
te ayudaré, ya lo verás.
Después
de contemplar dormir a Patty durante unos minutos Idina se marchó. Junto con su
compañera tuvieron que valerse de sus poderes para entrar en la universidad sin
ser vistas. La mañana siguiente fue penosa a la hora de levantarse, estaba
cansadísima, pero se incorporó pensando en que no debía llegar tarde. Fue a dar
clase a la hora y esperó como siempre a que apareciese la niña. Ésta vino de la
mano de la mujer morena que vestía de una forma más convencional, con falda
larga y blusa a cuadros. Idina se interesó
enseguida por la madre de la pequeña. Pero no obtuvo de Sally sino evasivas.
-Tengo que irme ya,- se excusó ésta con la voz baja.
-
-Espere un momento. - Le pidió Idina, pero la mujer
se alejaba apresuradamente.- Por favor, espere, tengo una amiga que ha visto la
penosa situación en la que se encuentra Patty.
La
mujer se detuvo sorprendida. Se giró con un gesto dominado por la sorpresa y el
temor.
-¿Qué es lo que sabe usted?- Inquirió Sally
visiblemente nerviosa. -
-Mi amiga es…- Idina se detuvo buscando las palabras
para proseguir. -Bueno, trabaja junto a la policía. Y le pedí que investigase
el caso de la niña con discreción. Me ha contado lo que ocurre y a lo que se
dedican ustedes.
-Entonces ya lo sabe.- Susurró esa mujer con gesto y
tono abatidos.- Por favor, si lo denuncian destrozarán la vida de mi amiga
Lucy.
-No tenga miedo, nadie va a denunciar nada. Solamente
queremos ayudarlas. ¿Por qué no ha venido su madre hoy y porqué pasan tantos
días sin venir, tanto ella como la niña?...
-Creo que usted ya lo sabrá,- repuso Sally mirando
al suelo. -Tenemos un hombre, ya sabe. Bueno, trabajamos para él, y no tiene
mucha paciencia. Si no ganamos lo suficiente nos golpea, y si al día siguiente
volvemos a venir con poco dinero nos da una paliza. Algunas veces debemos estar
varios días recuperándonos de los golpes.
Idina
escuchaba horrorizada, pero Sally no había terminado aún de contarle aquella
sórdida historia.
-Ayer noche, Lucy no ganó lo suficiente y lo
intentó, pero estaba muy nerviosa. Llegó a casa y Tommy la golpeó, amenazó con
pegarle a la niña, pero ella se lo impidió, él le dio una buena paliza.
-¡Canalla! - Exclamó Idina furiosa. - Alguien tiene
que acabar con eso.
-No podemos hacer nada,- replicó Sally muy asustada
para explicar con consternada resignación. - Si le denunciamos conseguiríamos
que la policía le encerrara durante algunos días, pero cuando saliera iría a
por nosotras. Usted no sabe cómo se las gastan esa clase de tipos. Sólo le pido
que cuide de la niña lo mejor posible. Mientras esté en clase está segura. Su
madre tardará aún unos días en reponerse para salir a buscarla. Ahora está en
casa.
-Se lo diré a mi amiga. - Le prometió su
interlocutora - ella lo solucionará, se encargará de darle una buena lección a
ese tipo.
-No, ¡por favor!, luego se vengaría con Lucy y con
la niña y si se entera de que he hablado con usted, conmigo también.
-No lo sabrá, y aunque lo supiera cuando mi amiga le
dé su merecido no volverá a tocarlas, eso puedo prometérselo. - Le aseguró su
contertulia con voz firme. -
Aquella pobre mujer esbozó una leve sonrisa que
parecía de alivio en tanto su interlocutora tomaba una de sus manos entre las
suyas para animarla.
-Gracias por su comprensión, señorita.- Le agradeció
Sally musitando,- es de las pocas personas que no me miran con desprecio cuando
saben la verdad....
Se
alejó dejando a Idina sin capacidad para decir nada más. Al cabo de unos
segundos la maestra novata volvió al aula donde los niños estaban haciendo de
las suyas. Tardó un par de minutos en calmarlos y comenzar las clases. Al
terminar, ella misma acompañó a Patty hasta la salida.
-Mi mamá no va a venir hoy. - Le dijo la pequeña -
está enferma. Vendrá tía Sally.
-Tranquila, cariño. - Sonrió Idina asegurándole con
dulzura. - Yo te acompañaré hasta que venga.
Pero
dieron las dos y Sally no llegaba, las tres y tampoco. Idina no quería dejar
sola a la pequeña y decidió llevársela consigo. Llamó por teléfono antes a casa
de Patty. Esperó un largo rato hasta que por fin alguien descolgó el aparato.
-Diga - contestó una voz temblorosa -...
-¿Es usted, Lucy?- Preguntó ella para presentarse. -
Soy Idina Rodney, la profesora de Patty… ¿es usted su madre?...
-Sí, soy yo... ¿Dónde está mi hija?...
-Está conmigo, esperaba que usted o su amiga pasasen
a recogerla.
-Yo no estoy bien. - Contestó Lucy a duras penas,
parecía costarle bastante esfuerzo el articular las palabras, aun así añadió. -
Pero mi amiga ha debido ir a buscarla. La llevó al colegio esta mañana.
-Pero no ha regresado a por ella. - Le informó
Idina. - Y ya han pasado más de dos horas desde que terminaron las clases. Si
quiere puedo llevar a la niña a casa.
-No, no se moleste, la llamaré para que vaya a
recoger a la niña...- repuso Lucy una vez más con serios esfuerzos por hablar.
-
-El caso es que tengo que irme del colegio, estoy
alojada en el campus de la Golden State, soy maestra en prácticas. Y debo
regresar allí. Si no le parece mal, me llevaré a la pequeña y aguardaré a que llegue su amiga. Le daré el
teléfono de mi facultad y la extensión de mi cuarto - y enseguida le facilitó
el número en cuanto Lucy pudo anotarlo. -
-Muy bien, se lo agradezco mucho. - Susurró su
interlocutora que escuchó abrirse la puerta. - Tengo que dejarla, por favor,
cuide bien de mi pequeña.
-Descuide- repuso Idina que oyó colgarse el teléfono
e hizo lo propio. - Vamos nena, - le dijo a la cría - te vas a venir conmigo a
un sitio muy bonito.
-¿Es que no va a venir tía Sally?- Le inquirió la
niña con el semblante asustado. -
-Vendrá luego, pero tú no te preocupes. Ya verás, te
va a gustar mucho…
No obstante, antes de que ambas salieran de la clase,
la directora llegó acompañada de un tipo de pelo cano y algo entrado en kilos.
El individuo se identificó como agente federal del servicio social. Sin que la
pobre muchacha pudiera hacer nada le ordenó.
-Debo llevarme a esa niña, hemos tenido constancia
de su situación.
-Por favor,- le pidió Idina. - Al menos déjennosla
un día hasta que su madre se haga cargo.
-Imposible, señorita. – Afirmó el tipo aquel de modo
imperturbable para sentenciar. – La ley es la ley. Ustedes no tienen permiso legal para tenerla en custodia. Tiene
que venirse conmigo.
La joven se negaba categóricamente a pesar de esa
placa que el tipo aquel le mostraba, miró suplicante a la señora Dickinson,
pero ésta movió la cabeza.
-No podemos hacer nada. – Suspiró la directora
encogiéndose de hombros. –
La cría no quería ir con ese hombre, se puso a
llorar con expresión suplicante y
asustada. Aunque Idina trató de tranquilizarla diciéndole que solo sería un
ratito en tanto llegase su mamá. Pese a ello le costó ver como ese individuo
casi se la llevaba a rastras y la metía en el coche sin hacer nada por
detenerle. Cuando este arrancó perdiéndose por la carretera, la enfadada
muchacha, con tono de reproche, le dijo a la directora.
-Usted me dijo que esperaría antes de llamar a los
servicios sociales.
-Pero hija, yo no les he llamado. – Opuso su
interlocutora con gesto desconcertado para añadir. – Pensé que habría sido cosa
tuya.
-¿Mía?- Se señaló la muchacha a sí misma con tono
atónito. – ¡Yo jamás habría hecho tal cosa!
-No lo entiendo. – Pudo decir la directora. – Esto
es muy raro. Si no has sido tú… ¿Entonces quién ha dado parte? Voy a llamarles
para comprobarlo.
Idina comenzó a tener un mal presentimiento, pero no
quiso sacar las cosas de quicio hasta que la señora Dickinson regresó de
llamar. Pero ésta venía con el semblante pálido en tanto pudo decir.
-No tienen constancia de que ninguno de sus agentes
haya venido aquí a por una niña.
-¡Dios mío! –Exclamó Idina con las manos en la boca.
- ¿Entonces, quién era ese hombre?
En casa de la cría entre tanto su madre aguardó
hasta ver quien venía, ojalá no fuera Tommy, aún estaba enfadado con ella y si
bebía de seguro le propinaría una nueva paliza. Pero no era él, sino su amiga
Sally que traía un lamentable aspecto, su cara lucía varios moratones y su
labio sangraba. Lucy se levantó a duras penas para ayudarla a sentarse.
-¿Que te ha ocurrido?- preguntó con angustia. -
-Tommy, se enteró de que quise dejarte dinero para
engañarlo, me sorprendió cuando iba a buscar a Patty y me dio una paliza. Me
advirtió que no quería ver más a la niña por aquí o le pegaría otra peor a
ella. O…- Y guardó un espeso silencio, parecía tener miedo de lo que iba a
decir.-
-¿O qué?- Quiso saber su amiga.-
Pero
Sally no contestó, se limitó a mirar a su interlocutora con un gesto lleno de
temor y angustia.
-Dios mío, ¿qué voy a hacer?- Sollozó Lucy que
parecía comprender de lo que se trataba sin tener que oírlo. -
- No te preocupes por eso. - Escuchó entonces la voz
de Tommy que entraba en ese momento. Parecía divertido cuando afirmó. – Ya se
han ocupado de tu hija.
- ¿Qué quieres decir? ¿Qué le has hecho?- Pudo
preguntar Lucy tratando a duras penas de levantarse.-
-Yo… nada. Pero uno de mis clientes me ha dado una
buena suma por ocuparse de ella. Ya me entiendes…
La mujer se estremeció de horror, solo pudo chillar
de angustia tratando de levantarse.
-Bastardo. ¡Te mataré!
Pero no tenía apenas fuerzas, el tipo le dio una
bofetada tan fuerte que la derribó. Como pudo Sally se arrodilló a su lado para
sostenerla.
-¡Oh!, no temas. La cuidarán bien, al menos de
momento. Tiene que curarse esos golpecitos que le di. Pero luego estarás
orgullosa. La van a iniciar en tu misma profesión. ¡Que no se diga que no va a
tener una esmerada educación!
-Tommy te lo suplico, ¿dónde está la niña? No puedes
permitir que le hagan eso, ¡es una cría! ¡Por favor!- Intervino Sally que
estaba pálida de horror. –
-Si os portáis bien lo mismo os lo digo. ¡Esto es
por obligarme a pegaros! - Escupió él, sentenciando. – De algún modo tenía que
cobrarme las pérdidas. Pero trabajad bien y puede que os cuente quién la tiene
para que podáis comprársela. Eso si quiere vendérosla cuando la pruebe. ¡Ja, ja!
Lucy únicamente era capaz de llorar
en estado catatónico. ¡Su hija, su pobre niña a merced de Dios sabía que
delincuentes o desalmados que no dudarían en abusar de ella! O cobrar a otros
para que lo hicieran. Sally por su parte se sentía igual de aterrada pero se
forzó a serenarse. Se quedó pensativa unos momentos y en cuanto Tommy se marchó
telefoneó enseguida a Idina. Ésta no había llegado, aun así repitió su llamada
una hora más tarde. Seguían sin contestar. La maestra por su parte estaba de
vuelta en la Golden y lo antes que pudo localizó a Nehie poniéndola al
corriente de lo sucedido.
-Esto no me gusta nada. – Afirmó la soberana de la
Luna Nueva que ya estaba en aquella cena de gala. – En cuanto pueda me reuniré
contigo…La cena va a comenzar en unos veinte minutos y voy a la mesa.
-Tranquila. Te esperaré, como la otra noche.- Le
aseguró su interlocutora, eso sí, insistiendo con gran zozobra.- Pero trata de
venir lo antes posible. ¡Por favor!…
De
hecho, había llegado hacía escasamente unos momentos. Su móvil tenía varias
llamadas perdidas de Idina. En cuanto pudo lo atendió. Su amiga le había dejado
varios mensajes en el buzón de voz con un tono cargado de angustia. Fue
devolver la llamada y oír su voz y saber que debía ir a ayudarla. Sin embargo,
eso no era tan simple. Tenía ese compromiso que atender…Meditaba sobre eso
cuando una voz masculina se dirigió a ella.
-Usted debe de ser la estrella del video clip.-
Comentó un hombre cercano a la cincuentena, de pelo rubio lacio y bigotito.-
-Sí, soy yo.- Admitió Neherenia.-
-Mi nombre es Elmer White House. Gané la puja de su vídeo.- Afirmó con tono triunfal.-
-¡Oh, vaya!- Pudo
replicar la muchacha sin saber qué más añadir.- Es… estupendo.
-Usted sí que lo
es… ¿Podría tutearla?- Quiso saber en tanto le ofrecía un brazo para ir hacia
la gran mesa alargada que podía verse en el interior de la sala de banquetes.-
-Claro.- Sonrió de
modo algo forzado la joven en tanto se tomaba de aquel brazo.- Como quiera…
Aquel individuo lucía un traje de
chaqué que no le quedaba demasiado bien. De hecho, su galán no la inspiraba
mucho. Era de planta algo escuálida y más bajo que ella. Sin embargo, Nehie
llevaba zapatos de bastante tacón blancos Quizás por eso le sobrepasaba en
media cabeza. Completaba el vestuario
con un vestido malva que dejaba al descubierto sus hombros. Pese a no tener demasiado escote podría jurar
que las miradas del tal Elmer se desviaban mucho hacia esa parte de ella. No se
sentía muy cómoda que digamos. Al menos se sentaron a la mesa enseguida. Eso sí, con él a su lado…
diríase que demasiado.
-Por lo menos no
estoy sola.- Suspiró aliviada, al ver a Millie y a algunos miembros más de esa
organización.- ¡Hola! –Saludó de inmediato a su compañera.-
Ésta le devolvió el gesto en forma
de una mano agitada, aunque parecía estar muy pendiente de lo que le comentaba
un hombre de color que parecía rondar la cuarentena de edad. Nehie supo luego
que era el director de esa escuela de educación especial. Estaba allí con
alguno de esos niños.
-Una gran labor,
¿verdad?- Preguntó el tal Elmer a la desprevenida chica.-
-Sí, sí… por
supuesto.- Convino ella sin mucha seguridad, dado que ni le había prestado
atención.-
-Me encanta
colaborar con estas obras sociales, por el bien de la infancia.- Añadió él
mientras deslizaba una mano bajo el mantel.-
-Sí… son
iniciativas muy bonitas.- Acordó la joven.-
Sirvieron el aperitivo, un cóctel de
gambas. Más tarde un consomé ligero…Nehie lo tomó sin demasiadas ganas. Además,
notó algo que se posaba levemente sobre su muslo izquierdo. Ese tipo la sonreía
afirmando con melosidad.
-¿Usted es
artista?...Canta maravillosamente.
-No, bueno… solamente
soy una estudiante de magisterio.- Comentó ella sintiéndose algo violenta.-
-Por eso le gustan
tanto los niños, claro…-Susurró el tipo aquel.-
La muchacha asintió. Otra vez
percibió una caricia sobre sus piernas, en un acto a mitad de camino entre el
reflejo y la intención lanzó un pequeño puntapié que impactó en el tobillo de
su interlocutor que se quejó del impacto.
-¡Oh, lo siento!-
Se disculpó ella fingiéndose preocupada.- ¡Qué tonta no me di cuenta!
-No pasa nada.-
Repuso ese individuo forzando una sonrisa.-
-No, no me
encuentro muy bien.- Pudo decir tratando de obtener un respiro.-
-Vaya.- Comentó su
interlocutor con aparente pesar.- ¿Quiere que la acompañe a tomar un poco el
aire?
Neherenia no sabía que responder.
Pero para su alegría y sorpresa una voz muy conocida lo hizo por ella.
-Ya te acompaño
yo, cariño…lamento haber llegado tarde.
Al mirar quedó perpleja. Allí en
pie, vistiendo un smoking negro con pajarita roja y camisa blanca estaba él.
Lance la miró con esos ojos malvas tan inquisitivos, esbozando una pícara y
cómplice sonrisa y antes de que la atónita joven pudiera despegar los labios él
se acercó y unió los suyos a los de ella en un cálido beso.
-Disculpe usted.-
Declaró el chico dirigiéndose al también atónito individuo que se sentaba junto
a Nehie.- Le prometí a mi novia que no me retrasaría, pero ya sabe…el trabajo…
-Sí, claro…- Pudo
apenas balbucir aquel desconcertado individuo.-
-¿Te sientes bien,
mi amor?- Preguntó Lance guiñando un ojo a la perpleja Nehie, más cuando él
agregó con un buen fingido, o quizás no, tono de afecto.- Sabes que no debes
esforzarte, tu embarazo está apenas comenzando…
-¿Está usted
embarazada?- Inquirió el tipo aquel sin dar crédito a lo que escuchaba.-
-De apenas un par
de meses.- Replicó risueñamente Lance, añadiendo.- Estamos muy ilusionados, ¿no
es cierto mi amor?...- Remachó mirando a
la perpleja Nehie.-
-Sí, eso… mucho.-
Sonrió ella con cara de circunstancias.-
-Será mejor que
nos vayamos, mi novia lleva encontrándose mal los últimos días. Ya se imagina
usted, las náuseas y todo eso…- Explicó Lance a ese atónito individuo.-
-Claro.- Convino a
su pesar el decepcionado Elmer.- Confío en que se mejore enseguida y que el
embarazo vaya bien…
-Muchas gracias.-
Musitó la chica tratando ahora de aguantarse las ganas de reír.- Un placer
conocerle…
A lo lejos vio como Millie la
observaba sorprendida, más bien fijándose en la presencia del hermano de Idina.
La saludó agitando la mano y se dejó llevar por el brazo de su valiente
rescatador. Tras salir de ese lugar y enfilar la calle anduvieron durante un
rato hasta que se detuvieron al fin. Subieron al coche de él que arrancó. Nehie
pudo mirar a ese muchacho y decir moviendo la cabeza entre incrédula y
divertida.
-¿Embarazada?...
¿No se te ocurrió nada mejor?...
-Bella y gentil
reina. Las cosas que tengo que hacer para ayudaros.- Suspiró el muchacho con
idéntico tono.-
Aunque ahora ella le miró de un modo
más sensual en tanto le preguntaba con un susurro.
-¿Acaso te ocurre
como a mí? Por unos momentos me hubiera gustado que fuera verdad.-Sonrió.-
Y de hecho, algo en Nehie se había
agitado cuando ese muchacho pronunció aquellas palabras. Hablando de ella como
su novia y la futura madre de ese
ficticio hijo. Sin embargo, Lance sonrió parecía que divertido, para
afirmar.
-Esas cosas están
muy lejos de mis prioridades…
-Comprendo.-
Musitó Nehie ahora con un dolido tinte de decepción, queriendo saber entonces.-
¿Cómo es que estabas allí?.. La recepción únicamente era para personas…
-Que hubieran
aportado algo a esa causa.- Completó él mostrándola un teléfono móvil en donde
puso un video.-
Para asombro de Nehie era Lance
cantando una hermosa canción.
Mujer
encadenada Será mejor que te encante amar y que te comportes bien
Será mejor que te encante amar y que te comportes bien
Mujer encadenada, mujer encadenada
Llama a su hombre con gran esperanza
Le dice que está bien, ella siempre se las arregla, ooh
Mujer encadenada, mujer encadenada
Creo que mentir y esperar es asunto del hombre pobre (hombre pobre)
Y me siento desesperanzadamente cargado por tus ojos de acero
(Tus ojos de acero)
Es un mundo loco que mantiene a las mujeres encadenadas
Mujer encadenada, mujer encadenada
Cambia su alma por piel y hueso
(Será mejor que te encante amar y que te comportes bien)
Entrega lo único que posee
(Será mejor que te encante amar y que te comportes bien) ooh, ooh
Mujer encadenada (el sol y la luna) mujer encadenada
Hombre de piedra, hombre de piedra, hey nena, no no no, ooh
Creo que en tu corazón hay heridas que el tiempo no puede sanar
(El tiempo no puede sanar)
Y siento que en algún lugar alguien no puede respirar
Sabes a lo que me refiero
Es un mundo loco que mantiene a las mujeres encadenadas
Esta bajo mi piel pero fuera de mis manos
Lo destrozaré (alguien en algún lugar está intentando)
Pero no lo comprendo (respirar)
No aceptaré la grandeza del hombre
Es un mundo loco que mantiene a las mujeres encadenadas
Loco que mantiene a las mujeres encadenadas
Así que libérala, libérala, libérala
Así que libérala, libérala (el sol y la luna)
Así que (el viento y la lluvia) libérala, libérala
Así que libérala, libérala, libérala
Así que libérala, libérala (el sol y la luna)
Así que (el viento y la lluvia) libérala, libérala
Una Aventura Mas
(Woman
in chains. Tears for fears. Crédito al autor)
El muchacho poseía una voz grave y
potente que era al tiempo profunda y cantaba con mucho afecto. Ante la
sorprendida mirada de la reina él le explicó, cuando tras unos minutos llegaron
a una zona próxima al campus de la universidad y se bajaron del coche.
-Es una canción
antigua, que mi padre le dedicó a mi madre. Ella siempre dice que le recordaba
al momento en el que se libró de su amargo pasado y fue libre al fin. La colgué
en la página web de esta asociación y me subastaron como a ti. Cené en el
comedor anexo al tuyo con la señora que me compró, por así decirlo, y pretexté
que mi novia estaba de parto para irme. Como ves no soy muy bueno inventando
excusas. Ahora Nehie, tienes que ir a ayudar a mi hermana. Porque con suerte
esa canción podrá hacerse realidad para otras mujeres. Tenéis que salvarlas y
liberarlas. A ellas y a una niña inocente que han sufrido mucho.
La impactada reina no supo que
decir. Finalmente Lance la animó con un más enérgico.
-Ve, Sailor
Shadow…y por favor, evita que mi hermana haga algo de lo que se arrepentiría el
resto de su vida…
Al fin ella reaccionó, asintió
mientras el muchacho se metía en el coche…
-¿No vendrás a
ayudarnos?- Le preguntó casi en forma de ruego.-
-No debo
intervenir en eso. Y no precisáis ya de mi ayuda. Sois dos guerreras de la
justicia. Suerte y no olvides lo que te he dicho.- Le recordó enfáticamente
él.-
La chica asintió y su interlocutor
arrancó perdiéndose enseguida por la carretera. Allí se quedó ella observando
cómo se alejaba y deseando haber podido hablar de lo que sentía…
-No tengo tiempo
de pensar en esto. Idina necesita mi ayuda.- Se dijo dirigiéndose deprisa hacia
el encuentro de su compañera.-
Lance entre tanto condujo varios
kilómetros hasta estar lo bastante lejos. En cuanto pudo se detuvo y sacó su
teléfono. Hizo una llamada…
-Idina y Neherenia
te necesitan, Majestad.- Dijo cuando le contestaron desde el otro lado.-
Solamente tú podrás guiarlas para recobrar la paz y volver al camino de la luz.
Sobre todo ayuda a mi hermana…lo dejo en tus manos…Gracias…
Colgó y volvió a arrancar para perderse
por la autopista camino a su siguiente misión. Entre tanto Idina llegado por fin a su cuarto y Neherenia la abordó
allí, justo en la puerta. Las dos se prepararon para salir. Justo entonces el
teléfono sonó e Idina lo descolgó. Nehie se fue adelantando para esperarla
fuera.
-¿Diga?- inquirió la muchacha. –
-Te lo suplico, ¡ayúdanos! – Balbuceaba Sally,
llorosa, al otro lado del aparato.-
-¿Qué ha pasado?- Quiso saber la muchacha con
patente inquietud. -
Sally pudo a duras penas contarle lo sucedido, su
oyente se estremeció de furia y de horror. Pudo dominarse lo posible para
asegurar a esa mujer.
- No se preocupe. Hablaré con mis amigas. Le juro
que ellas recuperarán a la niña.
-Me ha pegado a mí también. Por favor dígales a sus
amigas que tengan mucho cuidado y dense prisa por favor, esos hombres son unos
pervertidos, podrían hacerle cualquier cosa a Patty. - Terminó aquella pobre
chica tratando en vano de no llorar más. -
Tras colgar Idina salió como un resorte de su
habitación. Estaba realmente furiosa. Una vez fuera de la facultad Neherenia se
unió a ella. Como su amiga no hablaba, Nehie le dijo.
-Vamos para allá. Tenemos que averiguar lo que
sucede.
-Lo que haremos es ir a por ese maldito chulo.
¡Déjamelo a mí! – Replicó su compañera con un siseo. –
En cuanto estuvieron en un lugar al abrigo de miradas
se transformaron. A toda velocidad fueron hacia el lugar donde vivía la cría.
Debían comenzar por buscar pistas. La Dama del Fuego sabía perfectamente a
quién debía interrogar. Entonces, antes de comenzar a buscar, le recordó a
Nehie de forma contundente.
-Si le ves antes que yo, espera. Y si trata de
escapar, detenle. ¡Pero es mío!
Sailor Shadow asintió aunque le preocupaba el rostro
de su amiga y sobre todo aquella mirada que parecía desprender fuego. Nunca la
había visto así. Era como si estuviera conteniendo una gran rabia en su
interior, presta a emerger de un momento a otro. Decidió adelantarse y subió a
espiar por la ventana de la casa. Allí
vio a las dos mujeres de las que su amiga le había hablado. Estaba a punto de
darse a conocer cuando un tipo que debía ser ese tal Tommy entró en la
habitación dando gritos y tirando todo lo que encontraba a su paso. Parecía que
él y Lucy discutían y ella, como era habitual, llevaba la peor parte.
-¿Cómo que esta noche tampoco puedes trabajar?- Le
gritó él- ¡Ya me tienes harto! ¿Sabes que me cuestas dinero?
-Tal y como me has dejado nadie me mirará, por lo
menos hasta dentro de dos días.- Le imploró Lucy, muerta de miedo. -
-Siempre podrás hacer algo.- Le chilló Tommy. - Vas
a salir ahora mismo, yo no mantengo vagas.- La sujetó de un brazo y tiró de
ella sin miramientos hasta ponerla en pie.-
-No, por favor, no puedo Tommy. Además estoy
preocupada por mi hija, no sería una compañía agradable. Por favor, tráela de
vuelta, ¡te lo suplico! - Sollozaba la
pobre mujer. -
-¡Maldita puta!, ¿te has creído que los tíos te
pagan para que les des conversación?- La abofeteó haciéndola trastabillarse,
para amenazarla de seguido. - Sal ahora mismo o te daré tal paliza que esta vez
sí que nadie te va a mirar. ¿O quieres que llame a mis clientes especiales y
les pida que envíen a tu niñita para actuar en tu lugar? No creo que haya
empezado todavía pero seguro que se le iba a dar muy bien con algo de
entrenamiento. Como a la hija de Rossie.
Esto
ya fue demasiado para Sailor Shadow que
no pudo soportarlo más, furiosa destrozó la ventana con un rayo de energía. El
tal Tommy se giró sorprendido y casi sin llegar a ver siquiera lo que le golpeó
cayó al suelo víctima de una patada en la cara. La justiciera ayudó a sentarse
a Lucy que la miraba alucinada.
-¿Estás bien?- Le inquirió Nehie con amabilidad. -
-Sí, gracias, pero ¿quién eres tú?...- preguntó aun
sin poder creer lo que pasaba. -
- Soy una de las amigas de la que te habló la
maestra de tu hija.- Fue la respuesta. -
Tommy
se había incorporado vencida la sorpresa inicial y ahora esgrimía una navaja
automática. Se acercó con la típica pose del
matón diestro en materia de lucha callejera, pero eso no asustaba a
Nehie que le plantó cara poniéndose en guardia.
-No sé quién coño eres, zorra. Pero te vas a
arrepentir de atacarme en mi casa. - Le amenazó él. -
-Un chulo barato como tú no me impresiona nada. - Sonrió
ella con suficiencia. -
Ese
tipo arremetió contra aquella extraña mujer tratando de pincharla pero su rival
era mucho más rápida y le esquivó sin dificultad. Con otra patada le arrebató
la navaja y con un rayo de energía le empotró contra la pared. El chulo salió
como pudo del agujero que había hecho en ese barato aglomerado de yeso y trató
de golpearla, pero una vez más salió trasquilado, sufriendo una llave de judo
que dio con su espalda en el suelo.
-Eres muy valiente contra mujeres y niñas
indefensas, vamos a ver de lo que eres capaz ahora contra Sailor Shadow. La
Guardiana de la cara oculta de la Luna. - Le espetó ésta con un tono de abierto
desafío, amén de adoptando la famosa pose que popularizase la mítica guerrera
Luna, en tanto sentenciaba. – En nombre de los misterios de la Luna, ¡te
castigaré!
Al
oír ese nombre a Tommy casi le da un vuelco el corazón. Había oído hablar de las
justicieras y de cómo se enfrentaban contra todo tipo de delincuentes y
maleantes. No en vano habían conseguido encerrar a muchos de ellos y en el
mundillo de estos, al que también él pertenecía, se las consideraba muy
peligrosas. ¡Y esa otra era una de las Sailors! Que eran consideradas como más
poderosas y temibles todavía.
-¡Mi…Mierda!- Acertó a balbucear mientras salía
disparado de la habitación, bajando las escaleras como si el diablo le
persiguiese. -
-¡No te vas a escapar tan fácilmente de mí! - Chilló
su antagonista que salió tras él utilizando la ventana. -
Tommy
corría con todas sus fuerzas atravesando un sombrío callejón pero para su
desgracia su perseguidora era mucho más rápida que él. Le cortó el paso cayendo
desde el aire como si hubiera sido tele
transportada. Y cuando el chulo quiso huir dando la vuelta la sailor lanzó una
especie de diadema que le cortó el paso. La guerrera exhibía ahora un gran
cetro que refulgía de tonos plateados.
- Basta, me rindo. ¡Vale, vale, vale! - Dijo él
tratando de sonar conciliador en tanto levantaba ambas manos y las bajaba
juntándolas a la altura de las muñecas. - ¿Quieres arrestarme? Me entrego.
-No, no se trata de eso.- Sonrió la sailor
afirmando. - Si te entrego a la policía te soltarán enseguida y no hablarás.
Voy a encargarme de que nunca más le hagas daño a nadie.
-¿Qué quieres decir?- Chilló él asustado para replicar. – Oye, tengo mis
derechos ¿sabes?..
-¿Y esa pobre mujer a la que maltratas y su hija a
la que has vendido como si fuera una mercancía no los tienen? ¡Eres un cerdo
cobarde!, te voy a hacer pagar cada uno de los golpes que las has dado. Y voy a
disfrutar mucho haciéndolo.
-¡No, por favor! - Gimoteaba Tommy poniéndose de
rodillas. - Haré lo que tú quieras, lo que sea. Pero no me mates, por favor.
-¡Matarte es poco, canalla! - Rio Nehie con un semblante amenazador. - Voy a
bombardearte con mi cetro de energía lunar.
-¡No!, te lo suplico, te daré dinero, eso es, tengo
dinero. - Pudo decir ese tipo que efectivamente sacó un fajo de billetes, a
buen seguro habría allí una cantidad de algunos cientos de dólares. -
-Eso no está nada mal, me lo quedaré. - Sonrió
Sailor Shadow indicándole con un ademán de su cetro hacia un cercano contenedor
cerrado. - Déjalo ahí, sobre ese cubo.
El
chulo se apresuró a obedecer, atónito de esa petición de ella, pues había
escuchado que las guerreras de la justicia jamás se dejaban sobornar. Quizás
hoy fuera su día de suerte y eso le salvase.
-Ya está, todo tuyo, sí señor, es una buena suma. - Sonrió
aliviado. -
-¡Eso no es suficiente! - Escupió su interlocutora.
- Para un maldito chulo que pega a mujeres y niñas. ¿Porque reconoces que los
has hecho, verdad?..
-A mí no me gusta ser violento. - Trató de
justificarse él.- Sólo lo hago cuando me saca de quicio, pero me arrepiento
enseguida, de verdad.
-¡Y una mierda que lo haces!- Escupió ella con
manifiesto desprecio para amenazarle. - A mí no trates de vacilarme o te dejo
seco ahora mismo. Reconoce que las has pegado y que has vendido a la niña.
-Sí, lo reconozco, lo reconozco, las he pegado a las
dos, a la madre y a la hija. Es verdad, tienes razón, lo admito. Vendí a la
cría.
-Muy bien,- sonrió Nehie apagando con un click la
grabadora que sólo había conectado para recoger aquella última frase. -
Sailor
Shadow estaba satisfecha de que su estrategia hubiera funcionado. Ahora tenían
pruebas para encerrarle una temporada. Porque no grabó la amenazadora forma que
tuvo de exigirle una respuesta o cualquier jurado habría absuelto a ese tipo. Y
estaba a punto de preguntar a ese malnacido por la dirección a dónde habría
vendido a esa pequeña cuando apareció la Dama del Fuego. Sin mediar palabra
ésta se abalanzó sobre ese tipo tan deprisa que ni siquiera su compañera la vio
hacerlo. La justiciera asestó a ese individuo una patada tremenda, lanzándole
al menos dos metros para atrás. No se había recobrado todavía del golpe cuando
Idina descargó sobre él un rayo de energía que le hizo chillar de dolor. Tommy
se revolcaba tratando de apagar las llamas que le habían prendido en la
chaqueta. Neherenia estaba con la boca abierta. Más cuando su amiga agarró a
ese tipo y le levantó de las solapas apoyándolo contra una pared para gritarle
a la cara con manifiesta rabia.
-¡La niña! ¿A quién se la has vendido maldito
bastardo? ¿A quién?
El chulo apenas si podía abrir la boca para
replicar, dolorido y aterrado como estaba. Al parecer otra de esas terribles
justicieras había llegado y a ésta no parecía importarle su dinero. De todos
modos cuando pudo responder lo intentó.
-Te pagaré, como a tu amiga…
No pudo terminar la frase, el puñetazo que se llevó
en el rostro le saltó al menos dos dientes y el posterior rodillazo en el
estómago le postró de rodillas. En tanto la justiciera le soltaba y retrocedía
un par de pasos materializando su arco para apuntarle con fría furia.
-Ahora voy a darte tu merecido. - Espetó ella
tensando amenazadora la flamígera cuerda. - ¡Dime a quién le has vendido a esa
niña o prepárate para arder, hijo de puta!
Ese
tipo estaba muerto de miedo. Es más, apenas si pudo vocalizar un nombre. Pero
Sailor Shadow le dio una tregua tratando de frenar a su compañera.
-Dama del Fuego, le vas a matar, ¡cálmate! - Le
pidió con manifiesto temor. –
-Haré un servicio a la humanidad aniquilando a esta
rata miserable. ¡Escúchame bien bastardo asqueroso!, la única posibilidad que
tienes de seguir con vida es que me digas dónde está esa cría.
-No puedo, si te lo digo me matarán. – Replicó él
que estaba paralizado de terror. –
La respuesta de la justiciera fue lanzarle una
flecha de fuego que le alcanzó en una mano. El tipo aulló de dolor en tanto
ésta se le carbonizaba. Nehie estaba horrorizada, más si cabía al ver la
expresión de los ojos de su amiga que brillaban con un malsano regocijo. Idina
jamás había mostrado esa agresividad ni ese odio, contra ninguno de sus
anteriores enemigos.
-Respuesta equivocada. – Sonrió la justiciera de
forma sardónica en tanto advertía a ese hombre. – Solo te lo preguntaré una vez
más. Y no te preocupes de lo que te harán esos tipos si se enteran de que has
hablado. Mejor preocúpate de lo que te voy a hacer ahora mismo yo si no me
dices lo que quiero saber.
El individuo trató de arrastrarse hacia ella y no
debió haberlo hecho, la Dama del Fuego se limitó a darle una patada que terminó
de derribarle en el suelo. Sailor Shadow sujetó a su amiga de un brazo y volvió
a pedirle encarecidamente.
-Tú no eres así. ¡Por favor!, no sigas o acabarás
por arrepentirte.
Pero su compañera la miró con ese gesto terrible y
escupió.
-¡Cuando alguien es capaz de hacerle cosas tan
terribles a gente indefensa, en especial a los niños, no merece mejor suerte
que la muerte!
Y sin más apuntó con otra flecha, pero esta vez de
mayor potencia y de lleno al cuerpo de ese tipo que solamente podía acurrucarse
en posición fetal. Incluso a juzgar por el olor que desprendía se había hecho
sus necesidades encima.
-La…la… tienen… los del club…de la calle 29, John
Deu… John Deu… – Gimió aquel desgraciado que temía que había llegado su última
hora. –
-Muy bien, ahora vamos a jugar a las hogueras. – Se
sonrió Idina tensando la saeta. –
-¡Por el amor de Dios! Te suplico que pares. – Le
pidió su horrorizada amiga. – Ya ha hablado y te aseguro que ha dicho la
verdad. Como guardiana de los misterios de la Luna puedo sentir si alguien me
miente.
Sailor Shadow veía como su compañera
temblaba literalmente de ira pero pareció contenerse, bajando el arco y
desmaterializando su flecha respiró hondo varias veces y finalmente concedió a
ese individuo.
- ¡Lárgate
anda!, me repugnan los tipos como tú. Pero si vuelvo a saber que les haces
algún daño, a ellas o a cualquier otra, volveré a por ti, sabré donde
encontrarte…y si me has mentido ten por seguro que serás una rata muerta. Otra
cosa, reza porque esa pobre cría siga siendo una niña inocente o te juro que
desearás que te hubiera matado hoy. ¡Fuera de mi vista!
Aunque
antes de eso Sailor Shadow emitió sobre él un aura de su cetro que
milagrosamente le recuperó en parte la mano y alguna de sus heridas. El tipo no
podía creerlo. Miró a ambas aunque ni pudo dar las gracias a su benefactora,
cuando observó lleno de pavor como la Dama del Fuego tensaba nuevamente su arco
no quiso tentar más su suerte y desapareció a todo correr por las calles,
derribando cubos de basura a su paso. Idina entonces le indicó a su compañera
sin dar tregua en su duro tono de voz.
-Vamos a esa dirección.
Su amiga la observaba con la boca abierta, casi
paralizada por el miedo y la preocupación. Lance se lo advirtió, pero no creyó
que esa situación llegase a tal extremo. De todos modos decidió que no era
momento para discutir, ya hablaría con ella más tarde. Ambas tenían ahora una
misión que cumplir. Llegaron en cuestión de unos treinta minutos a esa calle y
observaron. Tal y como Tommy había dicho había un bar allí. Aunque parecía no
tener clientes. Neherenia pensaba en entrar de forma sigilosa pero su amiga no
tenía ganas de entretenerse, de una patada saltó la puerta. El tipo a cargo del
bar se quedó petrificado. Apenas si pudo decir.
-¿Pero quiénes demonios sois?
Por respuesta la Dama del Fuego lanzó un par de flechas
que de inmediato incendiaron la barra del local. Y con una agilidad felina
saltó sobre ella para enganchar a ese tipo del cuello y preguntar sin mucha
delicadeza.
-¡La niña! ¿Dónde está?
-Un momento. No sé de qué me está hablando. – Pudo
defenderse ese tipo que tuvo la ocurrencia de añadir. - ¿Dónde está su orden de
registro?
-¡Aquí! – Exclamó la Dama del Fuego que puso sobre
el pecho de ese tipo una de sus saetas ardientes provocándole quemaduras
bastante serias. –
Cuando aquel individuo dejó de gritar de dolor su
interrogadora volvió a espetar en tanto le sujetaba del pelo siseando cada
palabra con autentico odio.
-No me hagas perder la paciencia miserable gusano.
¡No estoy de humor!
-A…a…abajo. - Señaló aquel aterrado tipo en
dirección a unas escaleras de caracol que se perdían en un nivel inferior.
-Compruébalo - Le ordenó Idina a su amiga
sentenciando. – Si es mentira este imbécil se va a enterar de quién soy yo.
Sin querer provocar más la cólera de su amiga,
Sailor Shadow se apresuró a mirar, bajó esas escaleras y encontró una puerta
que estaba cerrada. No se entretuvo mucho y la descerrajó de una patada. Al
abrirla un tipo gordo y que estaba casi desnudo se la quedó mirando. Ella le
devolvió la mirada y al poco palideció, al resplandor de una bombilla rojiza
descubrió a tres críos, un niño y dos niñas, entre ellas a una pequeña que
cuadraba con la descripción de Patty. Sin poderlo evitar exclamó horrorizada.
-¡Oh Dios mío! Pero ¿qué está haciendo?
Aquel tipejo trató de cubrirse pero Sailor Shadow se
fue hasta él y sin darle ni tiempo a hablar le golpeó con una patada a la
altura del vientre dejándole doblado en el suelo. Al poco llegó la Dama del
Fuego que también palideció a la vista de tan grotesco espectáculo. ¡Ese cerdo
estaba haciéndoles a saber qué a esos pobres críos! Por suerte para ese tipejo,
la guerrera de la Luna Nueva le remató con otro golpe dejándole inconsciente.
Neherenia pensó que era mejor eso que dejar que Idina descargase toda su furia
contra él. Pero su amiga ahora bajó su arco y tratando de sonar con voz dulce y
cariñosa se dirigió a los pequeños.
-¿Estáis bien? Venimos a llevaros a casa.
Ninguno dijo nada ni hizo el menor movimiento, el
niño sollozaba en silencio, la niña se tapaba la cara y se acurrucaba en un
rincón y Patty la miraba con ojos muy abiertos, como si no pudiera creer lo que
estaba presenciando.
-Tranquila, cielo. – Le pidió Idina agachándose para
estar a su altura. – Ya estás a salvo, te lo prometo.
Nehie por su parte trataba de acercarse a los otros
niños, pero estos ahora, temblando de miedo se acurrucaron contra la pared. La
soberana de la Luna les dedicó una mirada de piedad y apenas pudo contener las
lágrimas. Infructuosamente les pedía que no tuvieran miedo.
-Quiero irme a casa con mamá. – Pudo musitar la
pequeña Patty. –
-Claro, claro que sí. – Concedía Idina tratando de
tomarla en brazos. –
Entonces fue cuando la otra niña, bastante
maquillada, con los labios pintados de rojo intenso y llevando una especie de
medias mucho más grandes de lo que eran sus piernecitas, se volvió mirando a
Sailor Shadow y pudo decir con un hilillo de voz lleno de temor en tanto se
tumbaba sumisamente separando las piernas.
-¿Nos vas a hacer tocar cosas como ese señor?
-Sí. - Convino el crío afirmando para horror de las
dos muchachas.- Tenemos que tocar su cosita para que se haga más grande…
Ambas mujeres se miraron entre incrédulas y
espantadas. Idina tuvo que reprimir sus sollozos y su expresión de rabia en
tanto su amiga, luchando también por mantener la compostura, pudo sonreír para
decirle a esa pobre pequeña.
-No, claro que no… eso se ha terminado para siempre.
- Y mirándose hacia su compañera le indicó. – Saquemos a los niños de aquí y
llamemos a la policía.
La Dama del Fuego asintió, casi no tenía ni fuerzas
para eso tras el shock al que se había visto sometida. Aquello era más de lo
que podía tolerar. ¡Le entraban hasta ganas de vomitar! Entonces observó a ese
tipo, parecía que recobraba el conocimiento. Llena de furia dejó cuidadosamente
a Patty en el suelo y materializó su arco, pero Neherenia se interpuso y le
susurró con preocupación.
-¿Qué vas a hacer?
-¡Darle su merecido! - Siseó su amiga. –
-¿Delante de los niños? ¿Es que no han sufrido ya
bastantes traumas?- Le recriminó Nehie con patente temor. –
-¡Llévatelos! – Le ordenó Idina que parecía no
querer renunciar a su venganza sobre todo al indicar. – Ahora le reconozco.
Éste es el cerdo que se hizo pasar por inspector de asuntos sociales. ¡El que
me quitó a Patty! Y mira para lo que la quería. ¡Una niña inocente, una niña
pequeña!…- Masculló con indignación y odio.-
Y sin que Nehie pudiera impedirlo la Dama del Fuego
aulló llena de rabia lanzando una patada tan fuerte contra ese tipo que sonó
con el ruido de alguna de sus costillas al romperse. La violencia del golpe
incluso le llegó a elevar medio metro del suelo. Y eso que debía de pesar
bastante. La Justiciera emitía ahora un aura rojiza. De otro puntapié le rompió
la nariz a ese tipo. Y apuntó de nuevo
con su arco a su objetivo que ahora se arrastraba por el suelo entre quejidos
de dolor, derramando sangre a modo de reguero líquido espeso y negruzco.
-En nombre de la justicia ¡Voy a reducirte a
cenizas! - Espetó la chica.-
Y lo hizo con
una frialdad tan terrible como aparentemente controlada. Casi pareció que se
deleitaba solo con pensarlo.
-¡Ya basta, por Dios! – Exclamó la horrorizada
Sailor Shadow interponiéndose de inmediato entre ella y su presa. –
-¡Apártate! – Masculló su compañera sin bajar el
arco. –
-No, no lo haré, al menos hasta que recapacites.
¿Qué vas a hacer? - Le replicó.-
Nehie permaneció firmemente ahí, desafiando a esa
flecha de fuego que estaba ya preparada en el arma de su interlocutora…
-No me obligues a hacerte daño por defender a esa
sabandija. No merece el esfuerzo.
-No puedes hacer eso. No sería justicia, sería
venganza.- Le respondió Sailor Shadow con visible
temor por lo que su amiga quería hacer.-
-¡Es lo que merece!- Estalló su interlocutora,
tratando e controlarse para sisear con fría cólera.- Eres mi amiga y te quiero,
pero si me obligas a pasar por encima
de ti para castigarle, te juro que lo haré.– Le advirtió Idina con un siseo de
rabia y una mirada que realmente dio miedo a Sailor Shadow. –
Su amiga movió la cabeza y con tono de visible
tristeza y temor y dándose cuenta de algo le indicó.
-Mira a los niños…por favor…
-Sí, es por ellos por quienes lo hago. ¡Esto es
justicia! ¿Es que no lo ves? – Exclamó su compañera creyéndose cargada de
razón. – Hay que terminar con monstruos como éste para que no hagan más daño a
los niños…
-¡Míralos!- Chilló Nehie con desesperación señalando
con el dedo donde estaban los tres críos, que se habían juntado cerca de la
pared opuesta. – ¡Que les mires, maldita sea!
Casi a desgana su interlocutora obedeció, pudo
observarles, los tres estaban temblando y les caían lágrimas de puro miedo. Era
natural, los pobres habían sufrido mucho y atravesado por una terrible
situación con aquel depravado. Pero al percatarse de un terrible detalle Idina
se quedó pálida. Esos pequeños no miraban a ese tipejo que se retorcía en el
suelo manando sangre de la nariz y
gimiendo de dolor ¡la observaban a ella! Y sus rostros estaban contraídos por
el pavor.
-No, no.- Trató de decirles moderando su tono tan
agresivo.- Yo soy la buena, estoy aquí para salvaros de él.-
Pero en cuanto hizo un leve amago por acercarse los
tres se abrazaron entre sí observándola aterrorizados. Con horror la Dama del
Fuego se dio cuenta de que esos pobres críos habían llegado a temerla a ella mucho
más que a ese individuo. ¿Qué podrían estar pensando de aquella loca
sanguinaria en la que se había convertido? Y lo más duro y revelador para la
justiciera fue que, cuando una vez más quiso dirigirse a ellos para
tranquilizarles, los tres se acurrucaron contra la pared, muertos de miedo y
llorando. La Dama del Fuego bajó entonces el arco y desvaneció su arma moviendo
la cabeza y sollozando horrorizada.
-¡Oh no! ¡Dios mío, perdóname! Yo…no quería… - Pudo
decir mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. –
Sailor Shadow se ocupó rápidamente de ese tipejo.
Sin darle mucha tregua le dio un puñetazo que volvió a sumirle en la
inconsciencia. Y de inmediato abrazó a su amiga que ahora lloraba
desconsoladamente de rodillas en tanto se lamentaba.
-¡Me he convertido en un monstruo! ¡Soy un monstruo
como ellos!
-No, no.- Le rebatía Nehie con todo el afecto que
pudo. – Ya se terminó, se terminó…
Y con rapidez la soberana de la Luna Nueva sonrió a
los niños y se sentó junto a ellos para decirles con jovialidad.
-Voy a contaros un cuento. Os gustará.
-¿Un cuento?- Le preguntó la sorprendida Patty con
los ojos muy abiertos para reconocer. – Me gustan mucho los cuentos. Mi
señorita Idina nos cuenta cuentos de príncipes y de princesas.
-¿Te gusta tu señorita?- Quiso saber Sailor Shadow
acariciando con suavidad el rostro de la niña-
-Sí - sonrió ésta al fin, para sentenciar. – La
señorita Idina es muy buena. No como ella. – Añadió ahora señalando a la Dama
del Fuego con visible temor y vocecilla trémula. – Es mala. Pega a la gente como Tommy. Me da
miedo…
A la aludida se le heló la sangre en las venas. Tras
aquello se derrumbó llorando en el suelo sin poder ni mirar a esos chiquillos.
Se sentía terriblemente avergonzada y hundida. Llevándose las manos a la cara
como si pudiera ocultarse así de su presencia. Toda su vida se había entregado
a la defensa de los débiles y los inocentes. Había luchado contra seres
terribles que sembraban el pánico entre los desvalidos. Muchas veces había
visto los rostros de horror de las personas a las que rescató o ayudó cuando
miraban a esos villanos y ahora esas mismas expresiones las tenían esos niños
al mirarla a ella, ¡y era por su culpa!
-¡No, no puede ser!…no quiero ser así… ¡no quiero!…-
se decía gimiendo una y otra vez entre sollozos, refugiándose en una esquina de
aquel sucio cuartucho.-
Nehie
trató de desviar la atención de los niños de su pobre compañera. Idina lloraba
y gemía sin consuelo, estaba destrozada por el shock de verse a sí misma tal y
como la habían percibido esos críos. Sin embargo, Sailor Shadow de inmediato
sonrió a los pequeños y con voz suave les comentó.
-No se lo tengáis en cuenta. Por favor. Mi amiga es
muy buena, pero ha tenido un día muy, muy malo. ¿Sabéis? Se había enfadado
mucho con unas personas muy malas, creyó que os habían hecho mucho daño. Pero
ahora ya se le ha pasado.
Los
pequeños asintieron con miradas sorprendidas y las bocas todavía abiertas.
Entonces fue Patty la que, de forma algo dubitativa, se acercó a la Dama del
Fuego que permanecía acurrucada en aquel rincón. Y con una tímida vocecita le
preguntó.
-¿Ya no estás enfadada? ¿Quieres ser nuestra amiga?
Idina
enmudeció al escuchar aquello, apenas si fue capaz de dedicarle una leve mirada a esa cría que se
había acercado hasta ella poniéndole una de sus manos sobre la espalda. Entre
balbuceos pudo replicar.
-Cariño…yo no…quería asustaros…perdóname cielo…
Fue
incapaz de articular más palabras, solamente abrazó a la pequeña y lloró con
amargura pero al mismo tiempo con alivio. Entonces Patty le dijo con tono más
animoso.
-Mi mamá siempre me dice que tengo que ser una niña
buena. Y la señorita Idina me ha dicho que si tengo algún problema que me haga
sentir triste se lo cuente, ¿Tú tienes algún problema que te haga estar triste?
Me lo puedes contar.
A
través de sus lágrimas y del antifaz la Dama del Fuego miró a la cría y le
acarició las mejillas sonriendo por fin. Entonces aquel niño que permanecía
junto a Nehie intervino todavía con voz tímida, recordándole a Sailor Shadow su
promesa.
- ¿Nos vas a contar un cuento?
-Claro. - Afirmó ella sonriendo también entre
lágrimas para declarar.- Escuchadme niños. Yo os voy a contar uno que me sé muy
bien, de una reina y de su amiguita la princesa de la Luna.
Aquello pareció obrar un milagro, esos pequeños
parecieron olvidar sus temores al menos por un momento. Sailor Shadow les hizo
ponerse en un pequeño corrillo, todos sentados con las piernas cruzadas sobre
unas desgastadas colchonetas que les habían servido de camas y ella, en el
centro, les narró.
-Había una vez una reina niña que estaba muy, muy
sola, y solamente tenía un espejo. Su única amiga era la imagen de sí misma
reflejada. Entonces pensó que nadie más la quería. Se hizo una chica muy mala y
creció para convertirse en una malvada soberana, que les robaba los sueños a
sus súbditos. Pero cierto día unas chicas muy guapas y muy buenas que eran
Guerreras de la Justicia…
-¿Cómo tú?- Quiso saber el niño. –
-Sí, como nosotras. – Afirmó su interlocutora
señalando también a la Dama del Fuego que ahora trataba de enjugarse las
lágrimas y de sonreír sentándose junto a los niños. – Pues esas justicieras la
convencieron de que no se estaba portando bien y ¿sabéis lo que hicieron?
Como todos negaron con la cabeza, ella prosiguió
tras ese momento de suspense.
-La volvieron a hacer una niña pequeñita y se
hicieron muy amigas suyas. Entonces cambiaron ese espejo para que solo pudiera
reflejar a gente buena. La soberana niña pudo así conocer a otras niñas como
ella y una de esas pequeñas, que era una niña muy buena, se hizo muy amiga
suya. Cuando las dos fueron mayores la reina la hizo princesa de su mundo, que
era el mundo de la Luna. Ambas chicas se hicieron justicieras y se dedicaron a salvar
a los niños.
-¿Y esas niñas que se hicieron justicieras erais
vosotras? - Se atrevió a aventurar agudamente la cría que estaba con Patty que
al menos contaría con siete u ocho años. –
Nehie asintió con una sonrisa pasando un cariñoso
brazo por los hombros de Idina. Su amiga lloraba con emoción ahora pero sonreía
más ampliamente entre sus lágrimas. Conmovida por aquello. Al fin se dominó lo
suficiente como para decirles a los críos de forma más animosa.
-Ahora volveremos a casa.
Pero los niños, aunque ya tranquilizados respecto de
la Dama del Fuego, apenas si podían moverse. Las justicieras descubrieron
horrorizadas que presentaba magulladuras y heridas, amén de un estado de
evidente debilidad. No debían de haber comido en bastantes horas. Cuando
pudieron sacarles en brazos de allí subieron la escalera de caracol para
descubrir que el tipo que había estado antes seguramente habría huido. Aunque
eso no les importaba. Llamaron a la policía y a una ambulancia. Los pobres
críos presentaban síntomas claros de mala nutrición y heridas. Sobre todo la
niña mayor y el otro pequeño. Ninguna de las dos adultas quería pensar siquiera
que más lesiones podrían tener. Por suerte, Patty únicamente había estado allí
un día. Los otros dos podrían llevar mucho más tiempo. Fue entonces cuando
Neherenia sacó un frasquito tan pequeño como el que le regalase a Heather y les
susurró a los pequeños.
-Yo soy Sailor Shadow, la guardiana de los misterios
de la Luna. Y también soy la reina de su Cara Oculta. Ésta es agua de la Luna.
¡Es mágica! Si la bebéis os ayudará a estar buenos enseguida.
Aquellos pobres críos asintieron e incluso el niño
sonrió esperanzado. Con unos pequeños traguitos vaciaron el frasco entre los
tres e Idina juraría que su aspecto mejoró a ojos vistas. Después las chicas improvisaron una especie de camastro con un
par de colchonetas y de mantas que tenían abajo, en aquella lúgubre habitación
en la que habían estado retenidos. Tras subir eso al piso superior les
acostaron hasta que llegasen las autoridades. Neherenia blandió entonces su
cetro y le comentó a su amiga.
-Antes me has visto usar esto en una pequeña dosis.
Ese cerdo de Tommy no se merecía más. Ahora voy a utilizar mucho más poder.
-Pero. ¿No harás daño a los niños?- Se preocupó su
compañera. –
-No temas – sonrió su amiga para explicarle. – Es el
poder de la transmisión de la Luna Curativa. Yo no soy la Guerrera de la Luna
blanca, pero ella me concedió la capacidad de utilizarlo. El suyo es tan
potente que puede sanar un planeta entero. El mío es mucho más modesto, pero
para ayudar a unos niños creo que servirá.
Idina asintió, deseaba de corazón ver aquello. Y su
amiga entonces invocó el poder al grito de…
-¡Moon Healing Scalation!
Y un resplandor plateado inundó la estancia y
envolvió a los pequeños que parecieron dormir entonces de forma más plácida y
profunda. Y Neherenia se ocupó de que parte de ese resplandor le llegase a su
amiga, ella también lo necesitaba. Aquello ayudó a la atormentada chica a lavar
ese odio que había anidado en su alma. Idina se sintió nuevamente en paz, al
menos en eso, pero su sentido de culpa seguía ahí. No obstante, sonrió ampliamente abrazando a su compañera.
-Muchas gracias, Nehie.- Pudo sollozar agregando
visiblemente arrepentida de su comportamiento – Gracias por salvarme de mí
misma. ¡Perdóname por favor!
Su interlocutora la tomó de los hombros con afecto
para negar con la cabeza y afirmar mirándola animosamente a los ojos.
-Yo también estuve ahí, viví sumida en el odio. Fui
la malvada reina del cuento, ¿recuerdas? Y cuando me enteré de las cosas tan
terribles que hice en mi otra vida juré que lo enmendaría y que ayudaría
siempre a cualquiera que lo necesitase. Tú siempre has sido una gran amiga para
mí. Me diste tu cariño y me hiciste sentir parte de tu familia. ¿Cómo no iba a
ayudarte?
Idina tomó las manos de su compañera entre las suyas
y sonrió. A lo lejos se escucharon sirenas. Fue entonces cuando recobrando la
serenidad la Dama del Fuego le dijo.
-Será mejor que nos vayamos. Llevaremos a Patty con
su madre. La policía cuidará de estos otros niños. ¡Fíjate! – Agregó con un poso de tristeza mirando en
la dirección donde ahora dormían esos pequeños. – Ni siquiera les hemos
preguntado cómo se llamaban.
-Déjales dormir. Con mi transmisión curativa también
he borrado gran parte de sus recuerdos. Con suerte olvidarán todo esto
incluyéndonos a nosotras.
Su amiga asintió, eso sería lo mejor. Con mucha
delicadeza tomó a una dormida Patty en brazos y tras besarla afectuosamente en
la frente, ambas se alejaron de allí. Desde la distancia observaron llegar a la
policía y a una ambulancia. Habían dejado una nota explicando lo sucedido. Se
aliviaron al ver como evacuaban a los dos niños y como sacaban a ese otro tipo
en camilla pero esposado. Al poco volvieron al campus, Neherenia se quedó al
cuidado de la pequeña a la que metieron en la habitación de Idina. Ésta sonrió
satisfecha, se guardó el dinero que su amiga le había sacado al chulo y volvió
a la casa donde estaba Lucy. La angustiada madre aún seguía tan sorprendida por
lo que había pasado que no se había movido de allí. Nada más llegar, la Dama
del Fuego se interesó por su estado tras calmarla, informando a esa pobre mujer
con mucha amabilidad.
- Mi compañera tiene a Patty, la ha llevado a un
sitio seguro, en el campus donde estudia su maestra para que duerma y se
recupere estando a salvo. Puede estar tranquila, la niña está bien. Mañana
podrá recogerla si usted está mejor.
Lucy no pudo dejar de llorar emocionada y tomando
las manos de su bienhechora las besó sin dejar de sollozar.
- ¡Gracias!, muchas gracias.
Idina la observaba con los ojos llorosos. Esa pobre
mujer había sufrido mucho, se dominó lo bastante como para preguntarle a la
madre de la pequeña.
-¿Se encuentra bien?...
-Sí gracias, no estaba tan bien desde hacía mucho
tiempo…pero, por favor, tutéame. Dime ¿qué ha pasado con Tommy?
-Le hemos dejado marchar, aunque estoy segura de que
no te volverá a hacer mal alguno, ni a ti, ni a tu hija, te lo prometo. Y
también le hemos sacado una pequeña indemnización por daños.- Le entregó a Lucy
el dinero que Nehie obtuvo y le indicó. - Repártelo con tu amiga, tendréis
suficiente para salir de esto hasta que encontréis algo mejor.
-No sé cómo daros las gracias Dama del Fuego, nunca
creí que unas heroínas tan famosas como vosotras se preocupasen por gente como
yo.- Musitó a punto de llorar en tanto bajaba la mirada. -
Su interlocutora buscó sus ojos con los suyos y la
obsequió con una gran sonrisa en tanto
le acariciaba afectuosamente un mechón de pelo que le caía hacia el ojo derecho
para responder con tono más dulce y jovial.
-¿Qué tonterías estás diciendo? Nosotras nos
preocupamos por todos los que necesitan ayuda o son víctimas de tipos como ese
Tommy.- Y añadió con rotunda seguridad. - Mientras estemos aquí no permitiremos
que gentuza así haga sufrir a buenas personas como vosotras.
Idina pensó que era curioso y bastante desagradable
que ese cerdo se llamase igual que su padre que era todo lo contrario, un
hombre justo y bueno del que había aprendido a seguir el camino de la verdad y
la justicia, igual que con su madre. Aunque todavía se sentía culpable por su
modo de actuar. Si ellos la hubiesen visto estarían avergonzados. Por fortuna,
Nehie evitó que cometiera alguna barbaridad y así al menos podría seguir siendo
una justiciera y mirar a sus padres a la cara con dignidad. Al menos eso quería
creer.
-Buenas personas. ¿Nosotras?- Inquirió la incrédula
y emocionada Lucy.-
-Sí, buenas personas que seguramente hayan tenido
mala suerte en la vida. Pero os he estado observando y he visto el amor que
tienes hacia tu hija. También mi amiga Idina me lo contó.
-Gracias.- Sollozó Lucy.-
La Dama del Fuego también estaba emocionada, pero tras
hacer un esfuerzo se serenó y pasó a aconsejar a su interlocutora.
- Debes comenzar una vida nueva con tu hija.
Trabajar en algo honrado. Bueno, ya me entiendes. - Rectificó azorada tratando
de explicarse. - No digo que tú no seas honrada pero...
-No te preocupes, tienes razón, y no me has
ofendido...- replicó Lucy que suspirando le relató. - ¿Sabes una cosa? Tienes razón.
Yo no fui siempre una prostituta. Era una chica normal, como supongo lo serás
tú bajo esa máscara que llevas para proteger tu identidad. - Idina convino
asintiendo suavemente en tanto su interlocutora proseguía.- Incluso fui a la
universidad y me diplomé, estudié secretariado, pero tuve mala suerte en la
vida. O quizás me la busqué.
-¿Que te pasó?- Le inquirió su contertulia con
amabilidad y también llena de curiosidad. – Si me lo quieres contar.
Esa
mujer asintió despacio. ¡Claro que quería hacerlo! Así le relató…
-Salía con un chico que me llevaba por ambientes
poco adecuados. Mi madre murió de una enfermedad y yo quedé destrozada. No me
llevaba bien con mi padre y me refugié en mi novio. Bebíamos y nos pasábamos
las noches de juerga, perdí los cursos y encima quedé embarazada. Entonces él
me abandonó. Mi padre era un hombre de ideas anticuadas, ya sabes, y no me lo
perdonó. Me echó de casa. Yo traté de encontrar trabajo pero no lo conseguía al
estar embarazada. Gasté todos mis ahorros y cuando Patty nació tuve que
comenzar a prostituirme para ganarme la vida.
-¿Y tu padre no te perdonó? ¿Aun sabiendo lo de tu
hija? - Preguntó Idina espantada. No podía creer aquello. – No puedo creer que
un padre, por enfadado que estuviese, fuera capaz de hacer algo así.
-Él murió casi al tiempo de nacer mi niña y se lo
dejó todo a la caridad, me desheredó. Ya lo ves, pude tener una carrera y una
vida fácil, pero caí en las manos de Tommy que fue el único que se dignó
acogerme. Al principio fue muy amable conmigo y la niña, creí que incluso
seríamos una familia. Pero sólo quería ganar dinero a mi costa. Luego conocí a
Sally que estaba en una situación parecida a la mía. Incluso peor, él la obligo
a abortar. Nos hicimos como hermanas, y nos apoyamos la una a la otra.
Únicamente así hemos podido resistir durante este tiempo. Y hace poco Tommy nos
dijo que una compañera había muerto y que su hija… pues había quedado sola. Por
lo que nos contó, esos malnacidos la habrán empleado en su negocio. Apenas es
cinco años mayor que Patty. Ya lo ves. En la prensa salió que una fulana más
había muerto...y ya está. Y a veces cuando pienso en lo que sería de mi hija si
a mí me ocurriese lo mismo...eso es lo único que ha evitado que me quitase de
en medio para no sufrir más... -pudo rematar entre sollozos.-
-No te preocupes. Esa vida tan terrible se terminó. -
Le dijo la conmovida justiciera sin poder evitar llorar al oír aquello, - yo os
ayudaré. Te lo prometo.
-Ya lo has hecho, de veras, muchas gracias, que Dios
te lo pague.
-Además de librarte de ese tipo, conozco a gente que
podría darte trabajo en otra ciudad. A ti y a tu amiga. Llámala y marchaos a un
hotel, con ese dinero tendréis suficiente para aguantar hasta que os consiga un
empleo.
-¿Por qué te tomas tantas molestias por alguien como
yo? No me conoces.- Pudo preguntar una sorprendida Lucy. –
Su
interlocutora suspiró largamente en tanto se calmaba a su vez y de forma muy
sincera le confesó a esa atónita mujer.
-Te equivocas, conozco el sufrimiento, el tuyo, el
de tu hija y el de otros niños. Y no voy a permitir que eso siga así. Verás.
Durante mi lucha contra el mal he visto muchas cosas terribles y he luchado
contra auténticos monstruos, puedes creerme. Pero jamás en mi vida vi algo que
me produjera tanto horror como lo que he visto esta noche. No hay demonio, ni
criatura de las tinieblas capaz de la maldad que demuestran algunos seres
presuntamente humanos. Me enfrenté incluso contra vampiros con más moral y
escrúpulos que ese Tommy o esos malditos traficantes de niños. Confía en mí y
sal de aquí enseguida.
-Haré una maleta con algo de ropa y llamaré a Sally,-
sonrió Lucy visiblemente emocionada. -
-Yo vigilaré por si ese tipo tiene la idea de
regresar, aunque dudo mucho que se atreva. - Le respondió Idina. -
Y
así lo hizo pero tal y como se había imaginado el tal Tommy no apareció,
parecía haberse evaporado, al menos por esa noche. Lucy avisó a su amiga y
ambas se trasladaron a un hotel, no era una maravilla pero sí mucho mejor de lo
que tenían por casa. La Dama del Fuego les dijo que permanecieran en contacto a
través de la maestra de su hija. Luego volvió al campus y adoptó la identidad
de Idina. Ya casi amanecía. La niña aun dormía en su habitación y Nehie estaba
velándole el sueño. O al menos durmiendo junto a ella, en la litera de arriba. En eso que la
cría se despertó. Abriendo los ojitos algo aturdida. Al principio miró en
derredor sin saber dónde estaba. Entonces vio a su maestra y sonrió.
-¡Señorita Idina! – Exclamó desconcertada para
preguntar.- ¿Dónde está mi mamá?
-Te dejó conmigo hoy porque estaba ocupada, tesoro.
– Le respondió su maestra de forma jovial asegurando con dulzura. – Pero no
tardaré en venir…
La muchacha despertó a su compañera. Neherenia se
desperezó a desgana, estaba cansada, pero enseguida se percató de la presencia
de la niña y bajó de la litera.
-Buenos días, cariño.- Le sonrió mesando el pelo de
la pequeña con afecto maternal. –
-¿Sabéis qué? He tenido un sueño muy bonito.- Les
confió la cría con una gran sonrisa. –
-¿Ah sí?- Se interesó Idina que, acercándose hasta
la niña le preguntó. - ¿Y de qué iba?
-Estaba en la Luna. – Afirmó la chiquilla para
sorpresa de las dos, más aun de Nehie al agregar. – Y había una fuente muy
bonita de piedra blanca. Salía un chorrito de agua y una señora rubia muy
guapa, con unas coletas muy largas, que tenía una media luna en la frente, y
dos bolas de pelo encima de la cabeza, me sonrió y me dijo que esa era el agua
mágica de la Luna.
Y como si aquello fuera lo más natural del mundo la
cría sacó un frasquito parecido al que tenía Neherenia. A la luz de los
primeros rayos del sol refulgió como el oro y Patty añadió para asombro de las
dos muchachas que la escuchaban.
-La señora guapa de las coletas me dijo que las dos
teníais que beber un poquito de esta agua para quitaros los malos recuerdos. No
sé - dudó al tratar de recordar y expresarlo con su limitado vocabulario. – Me
dejó beber un poquito y me puse muy contenta.
-¿Te dijo ella como se llamaba?- Quiso saber
Neherenia realmente asombrada. – Esa señora rubia.
-Sí- sonrió la niña. - Tenía un nombre muy bonito.
Reina Serenity.
Las dos amigas se miraron sin poder creerlo, pero
estaba claro. Obedecieron las instrucciones sin titubear y tras beber un sorbo
cada una se sintieron regeneradas. Era como si una oleada de calor y de afecto
muy intenso las recorriera. Pero la cosa no terminó ahí y la pequeña sacó otro frasquito
similar al anterior para declarar.
-Y éste es para mami y para Sally.
-¡Gracias, cielo! – Pudo decir Idina casi a punto de
llorar.-
Ahora, tras haber bebido un sorbo de esa agua mágica
podía comprender realmente lo vacía que había estado cuando únicamente se movió
por ese deseo de venganza. No sabía cómo lo había hecho pero la Soberana del
Milenario de Plata les había enviado el agua de la Luna con esa pequeña cuando
más la necesitaban. Una niña aun pura e inocente que había encontrado ese
manantial que Neherenia consideraba casi de leyenda y así se lo dijo la propia
soberana a la cría llena de admiración.
-¡Has hecho algo que ni yo misma, la Reina de la
Luna Nueva, puedo hacer! Porque incluso a mí me ha sido imposible encontrar esa
fuente. Solo tenía unos frasquitos que me regaló la propia reina Serenity
cuando era tan pequeña como tú.
Idina asintió visiblemente emocionada.
Ahora lo comprendía, aquella niña tenía el candor que ella misma había perdido
tras crecer y pelear contra los poderes oscuros. Es más, estaba segura de que estos
habían tratado de corromperla y a punto habían estado de lograrlo. Por suerte
tuvo allí a su amiga, gracias a ella no sucumbió al mal. Entonces ayudó a la
niña a levantarse en tanto pensaba aquello y tuvo al fin una idea. Dejó a Patty
dándose un baño y le comentó a su amiga.
- Podría llamar a mis primas y a Amatista. ¡Claro,
las Justices!
- ¿A tu grupo?- Le inquirió Nehie con visible gesto
de sorpresa. -
-Eso es. Para empezar cumpliré una promesa que le
hice a la mamá de Patty. Kathy está cerca de aquí, la llamaré y ella avisará a
su hermano y a Satory. Después hablaré con mis compañeras. Y tú Nehie, quiero
que actúes a nuestro lado.
- ¿Yo?- Se señaló la muchacha con patente rubor para
oponer. – Pero si no soy cantante profesional.
-¿Cómo qué no? ¿Y ese video que grabaste?- Le
comentó su amiga no sin una pícara sonrisa al afirmar.- Menuda sex simbol
estabas hecha…
Y
tras ruborizarse lo suyo, Neherenia movió la cabeza y extendió ambas manos como
si quisiera hacer un espacio para
objetar a modo de fallida excusa.
-Pero eso fue distinto. Era para esa campaña de
ayuda… y además, no soy tan audaz como para actuar ante tanto público…
- Lo vas a ser.
- Sonrió su amiga que de seguido le explicó. – Porque vamos a actuar por
una buena causa, y será algo mucho mejor que la fiesta de celebración de la
facultad, el concurso de baile que ganaste con mi hermano Lance o esa gala en la que tomaste parte.
Y
mientras dejaban a Patty bañándose y jugando con la espuma del gel, le explicó
su plan a Neherenia. Ésta se alegró visiblemente y asintió. ¡Aquella idea era
sencillamente maravillosa! De modo que Idina telefoneó a su prima Katherine y
le expuso brevemente la situación, ella se ofreció a ayudar en lo que hiciera
falta y de paso le propuso otra cosa.
-Pero Kat, debo pedir permiso antes.- Le aclaró
Idina - de momento avisa a tu hermano y que él hable con Satory. Tengo un favor
que pedirle a su padre.
-Pierde cuidado, enseguida les llamo.- Le aseguró su
prima quien con su típica curiosidad quiso saber.- Has tenido una buena por
allí, ¿me equivoco?
-No, no te equivocas. Ya te lo contaré con calma
cuando tengamos tiempo. Muchas gracias, Kathy.- Le dijo Idina con patente
reconocimiento.-
-De nada, chica, para eso estamos las primas.
Cuidaos mucho Nehie y tú.- Se despidió su contertulia.-
Después
de colgar con Kathy fue a ver a la jefa de estudios. De forma escueta y yendo
al grano le expuso su idea.
-¿Podríamos actuar aquí mis primas y yo? Ese es el acontecimiento
especial que estaba pensando.
-¿Aquí? ¿Un concierto? ¿En el College?- Repitió
Melanie pasmada para añadir. - Pues...no sé, tengo que pedir permisos, hacer
preparativos.
-Sería para la fiesta de graduación y a beneficio de
las personas maltratadas y de los niños.- Dijo Idina.- ¡Por favor, señora Roberts!
Su
interlocutora asintió. Sonriendo miró a aquella entusiasta jovencita y repuso.
-Yo estoy conforme, pero debo informar al decano y
al rector, pues no depende de mí. Pero descuida. Haré lo que sea por
convencerles.
-¡Llamaremos a todo el mundo!, ¡dígaselo!, invitaré
a mis padres y a mis tíos. Será una publicidad magnífica.- Exclamó Idina
visiblemente entusiasmada. -
-¡Les convenceré aunque me juegue la vida en ello! -
Sonrió la jefa de estudios que había sido contagiada por el arrebato de
optimismo de la chica. -
Es
más, Melanie podía ver en aquella mirada llena de ilusión de Idina el reflejo
de Connie cuando ésta se entusiasmaba allá en aquello lejanos días de su
juventud. Sonrió llena de ternura y por supuesto que se dedicó a llamar y logró
convencer a sus superiores que, al oír los nombres de tanto famoso y encima
exalumnos, decidieron aprobar la idea. La televisión mundial y Bios seguro que
lo transmitirían. Sería una inyección de publicidad para el College que últimamente
no estaba en sus mejores épocas. Idina por su parte logró también contactar con
Amatista y Leval en Bios, merced a su primo Mazoui que le consiguió una
frecuencia ultra rápida que usaba la Masters Corporation. Fue su amiga Amatista
la que recibió el mensaje y le aseguró que podría ir, tras el último chequeo de
su embarazo las cosas iban bien y tenía permiso para viajar. Desafortunadamente
su marido no podría acudir con ella dado que tenía ocupaciones en su base. Más
tarde Idina avisó a Kerria quien, por supuesto, confirmó de inmediato su
presencia allí al saber el motivo. Todo se arregló y durante los días escasos
que faltaban se iniciaron los preparativos. Pese a que las Justices se habían
retirado oficialmente en Bios, éste concierto fue publicitado como obra
benéfica y se desmintió que el grupo volviese. Durante el tiempo que duraron
los preparativos, Idina animó a Lucy y a Sally a denunciar a Tommy. Esto, más
la grabación que Nehie obtuvo y el testimonio de Sailor Shadow, la propia Dama
del Fuego por un lado, y de Idina, al día siguiente, por otro, le mandaron a la
sombra por una larga temporada. Además, el tal Tommy estaba demasiado asustado
por las amenazas de la justiciera, que se ocupó de lanzarle alguna que otra
inquietante mirada durante la vista del juicio. El tipo se declaró culpable de
todo casi agradecido por ir a la cárcel. Y seguro que estaría muy asustado como
para pensar en vengarse al salir. Pero lo que más alegró a Idina fue que esas
miradas que le dedicó, aunque no del todo fingidas, no contenían aquel odio
salvaje de antes sino únicamente indignación. Gracias a su amiga y al agua de
la Luna, ya no albergaba rencor hacia ese desgraciado. Sin embargo, nada
supieron del otro individuo al que sorprendieron con los niños. Era como si
jamás hubiera existido. La policía no tenía constancia suya. Aquello las
indignó, pero no podían hacer nada. Tuvieron que dejarlo estar y pasar página.
Al menos esos críos estaban a salvo de ese desalmado.
-No lo comprendo.- Pudo decir Idina con patente
desagrado.- Si se lo llevaron detenido.
-Debía de ser algún tipo importante.- Conjeturó
Neherenia.-
-Si alguna vez vuelvo a verle que se prepare.-
Masculló su compañera.-
Aunque
dándose cuenta de la preocupada mirada de su amiga, se apresuró a matizar.
-No, no temas. No me vengaría de él. No deseo caer a
su mismo nivel. Le detendría y le llevaría al juzgado yo misma.
Más aliviada Nehie sonrió dándole un abrazo a su
amiga. Ella sabía perfectamente lo que era luchar por proteger a unos niños
inocentes en su propio reino. Aunque en su caso sí que destruyó a sus enemigos.
No tuvo otra opción, pero se daba cuenta de que el odio era muy peligroso. En
un principio deseó hacerles pagar la muerte de Granate y las de sus súbitos.
Luego sintió como esa sensación la iba corroyendo. Las guerreras y la propia
Soberana del Milenario de Plata se lo habían dicho. Así pudo librarse de aquello,
temiendo volver a convertirse en esa malvada reina del cuento que fue en su
anterior vida. Ahora, abrazada a su compañera y querida amiga, suspiró aliviada
de que aquello hubiera quedado atrás. Las dos habían tenido que soportar unas
duras pruebas, pero por fortuna las habían superado. Y así pasaron los días.
Quedaba ya una semana para la gran fiesta. Las Justices se reunieron y
ensayaron algunas de sus canciones ante el delirio de sus fans en la
universidad. Los miembros de la hermandad tuvieron que hacer de improvisados
guardaespaldas para evitar que los chicos las asediasen. Todo estaba a punto,
Neherenia ensayó con las chicas y desde luego no lo hacía nada mal. Fue
entonces cuando la soberana de la Luna, en uno de los descansos en un
improvisado camerino, les comentó a las otras con un poso de tristeza y
melancolía.
-¡Ojalá Granate estuviera aquí!
-Seguro que está. - Afirmó Amatista tomando de una
mano a la soberana. –
-Sí. - Convino Kerria añadiendo con afecto. – Y
estará muy contento y muy orgulloso de ver que te has unido al grupo, Nehie.
-¿Quién mejor que tú para sustituirle en este
concierto?- Añadió Katherine dedicando una sonrisa al recuerdo de su primo. –
-Chicas. ¡Vamos a darlo todo por él y por los niños!
- Las arengó Idina a lo que todas asintieron. –
Todas convinieron en eso. Su compañera de grupo y
Neherenia les contaron todo lo ocurrido y ante los remordimientos de Idina por
su modo de actuar, la réplica de sus primas y amigas fue la apoyarla de forma
incondicional.
-En tu lugar habría hecho lo mismo. – Afirmó
Amatista sentenciando en tanto se acariciaba su vientre que ya comenzaba a
verse algo abultado. – Ahora que voy a ser madre, si cualquiera intentase hacer
con mi hijo lo que has comentado le mataría sin pensarlo ni un segundo.
-Lo mismo digo. Hasta creo que incluso fuiste
demasiado buena con esos tipos. Yo no lo habría sido. – Comentó Katherine y
desde luego en esta ocasión no lo dijo en tono de broma. –
-Gracias al Cielo que todo acabó bien y esos pobres
críos son felices otra vez. – Suspiró Kerria. –
-Así es. - Afirmó Neherenia complacida, pudiéndoles
explicar. – Nos enteramos que los otros dos pequeños que rescatamos eran
huérfanos y que ahora están con familias de acogida. Al parecer no recuerdan
nada de ese trauma y tienen la oportunidad de empezar una nueva vida.
-Y la pequeña Patty les dio a su madre y a Sally un
poco del agua de la Luna. – Terció Idina con otra radiante sonrisa para
agregar. – Por cierto. Gracias Kathy. Cuando llamaste a tu hermano y Satory
ellos enseguida le contaron todo al padre de ella. El mismo señor Masters se ha
ocupado de ayudar a esas mujeres y a la niña.
-No hay de qué. Para mí ha sido un placer el poder echar
una mano. - Sonrió a su vez su prima. –
-Bueno chicas, ya queda poco tiempo, volvamos al
ensayo. – Les indicó Kerria mirando su reloj.-
Todas se pusieron a ello con renovado brío. Y por
fin, llegó el gran día. La celebración de la graduación. Para completa alegría
de todos Heather también se unió a la fiesta pues ya estaba casi reestablecida
por completo. Idina se graduó con matrícula de Honor y constando en su
expediente todo lo que había hecho por la niña. Ésta, su madre y su amiga, no
se quisieron perder la ceremonia. Tal y como les contó a sus compañeras Idina
había pedido a Ian Masters, por mediación de Kathy y Satory, que diese trabajo
a las dos mujeres y el millonario las colocó en una de sus empresas con sede en
Filadelfia. Las dos comenzarían su nueva vida a partir del día siguiente pero
esa tarde querían disfrutar también de la fiesta y el concierto. Estaban las
tres sentadas en lugares preferentes, al lado casi del escenario. La pequeña,
absorta ante todo ese espectáculo, le preguntó a su madre casi sin poderlo
creer.
-¿Y Tommy ya no nos pegará más?...
-No hija, eso se terminó. - Le sonrió Lucy con visible alegría en su
expresión. - Nunca más nos molestará.
- ¿Os gustó el agua de la Luna?- Quiso saber la cría
vivamente interesada. –
- Es la mejor agua que hemos bebido nunca. ¡Muchas
gracias, cariño! – Le sonrió Sally también con el rostro resplandeciente de
felicidad. –
- La reina Serenity fue muy simpática. Igual que
Nehie. ¿Sabéis que ella es reina de la Luna también? De la otra parte que no se
ve.- Les aclaró la cría.-
- Claro que sí, cielo - Le sonrió tiernamente su
madre.-
Y con mucho amor le dio un beso en la frente, al
igual que hizo Sally que les comentó a ambas con entusiasmo.
- ¡Mirad, ya salen!
El concierto va a comenzar.
Y
las tres se dispusieron a pasar por primera vez en mucho tiempo, una noche
maravillosa y entretenida, libres por completo de temores y preocupaciones…
A
todo eso, los padres de Idina y Roy junto con Beruche se acercaron a saludar a
sus viejos amigos Melanie y Malcolm. La jefa de estudios saltó a los brazos de
él en cuanto le vio.
-¡No puede ser!, Roy Malden, canalla. Ya era hora de
que te dejaras ver.
-¡Ja, ja! - Rio él afirmando jocoso. - Voy a hacer
realidad mi fantasía erótica favorita, enrollarme con la jefa de estudios.
-Malden, no te pases. - Sonrió Roberts blandiendo el
puño con desenfado. - Recuerda que
todavía te debo alguna.
-Vale, me has convencido. - Dijo su interlocutor
soltando a Melanie de la cintura entre las risas de ésta y los demás. -
-¡Eso, más vale que te portes bien! - Rio Beruche
dirigiéndose a Roberts a continuación. - Y tranquilo Malcolm, yo le mataría
antes.
-Entonces le dejo en tus manos, Bertie. Sé que
sufriría más. - Rio asimismo el interpelado.
-
-¡No, piedad!-
Exclamó jocosamente Roy ante un amago de capón por parte de su mujer. -
-Bueno, lo principal es que esto va a ser un éxito.
- Intervino Tom acercándose a ellos junto con su esposa. -
-Ya lo creo que lo será, estoy segura de eso. - Afirmó
Melanie. -
-¿Qué tal se ha portado nuestra hija?- Preguntó
Cooan. -
-¡De maravilla! - Exclamó Roberts para alabar a la
muchacha, sentenciando. - Desde nuestra época no he conocido a ningún alumno
que lo haya hecho tan bien.
-Y lo tendría muy difícil para saber quién fue mejor
- añadió su mujer, - si ella o vosotros.
-Me haces muy feliz con esas palabras.- Sonrió Cooan
visiblemente orgullosa de su hija, suspirando también aliviada puesto que había
estado muy preocupada por ella. – Muy feliz…
De hecho, hablaron las dos unos días antes y cuando
Idina le contó todo lo sucedido la pobre chica no pudo evitar echarse a llorar.
Su madre la estrechó entre sus brazos con dulzura y le susurró con gran amor en
tanto su hija confesaba.
-¡Casi les mato, mamá! ¡Tenía tanta rabia y tanto
odio contra esos tipos! ¡Hacerles esas cosas tan horribles a los niños!
Perdóname por haber actuado así.
-Cariño, perdóname tú a mí. – Pudo replicar su madre
con pesar mientras la abrazaba con fuerza dejando que la muchacha se desahogase
llorando. - ¿Qué te he hecho? Ha sido culpa mía, cuando te obligué a
convertirte en justiciera. ¡Ojalá no hubiera tenido que suceder!
-No pudiste hacer otra cosa entonces. – Opuso la
chica que alegó. – Y tú siempre actuaste
bien mamá…
-No es cierto, mi niña. Tú ya sabes que luchar por
la justicia a veces es muy duro. Y corres el riesgo de perder la razón cuando
algo como a lo que te has tenido que enfrentar es tan terrible y tan injusto.-
La consoló Cooan añadiendo a su vez. – A mí me sucedió lo mismo cuando dejaron
a tu padre en una silla de ruedas. Me cegó el odio de tal forma que solo quería
vengarme. Pero tus tías me ayudaron a superarlo. Tú has tenido a Nehie a tu
lado. Y por lo que me dijiste, incluso la propia reina Serenity os ha ayudado.
Comprendió por lo que estabas pasando, por eso te envió esa agua. Sí, mi amor.
Ella sabe cómo eres en realidad. Por eso sigue creyendo en ti, al igual que yo.
Tú tampoco debes dudar de tu corazón.
-Solamente sé que no deseo experimentar esos
sentimientos tan horribles nunca más.- Pudo decir la chica con un tono lleno de
pesar. –
-Eso es muy difícil, cielo. Pero piensa en lo bueno.
Has hecho algo maravilloso. Mi vida, has salvado a esos niños inocentes de un
destino terrible. ¡Estoy tan orgullosa de ti! Tu padre y yo lo estamos. Has
sido capaz de tomar nuestro relevo e incluso de superarnos.
-No mamá.- Negó humildemente ella. – No podría
superaros por mucho que lo intentara.
-Eres una persona de grandes sentimientos y muy buen
corazón. Y créeme. Yo a tu edad jamás podría haberlo hecho tan bien como tú.-
Le confesó su madre tras darle un beso en la mejilla y acariciarle el pelo. –
Idina sonrió sintiéndose feliz y aliviada. A pesar
de toda el agua de la Luna y de la ayuda de Neherenia tenía el peso de confesar
a sus padres aquello. Al menos lo hizo con su madre, esperaba que eso terminase
con su catarsis. Ahora se sentía bien y más cuando su interlocutora, de forma
animosa, la arengó jovialmente.
-Y en ese concierto sé que vas a dar lo mejor que
hay dentro de ti para todos esos niños y personas maltratadas. Con tu actuación
y la de tus primas y amigas, seguro que recaudaréis mucho dinero para ellos.
Su hija asintió, Cooan recordaba esas palabras ahora
junto al resto de sus familiares y amigos. Su hija entre tanto estaba junto a
sus compañeras que se estaban dando los últimos retoques al maquillaje, ya casi
listas para salir. En el exterior entre tanto la gente iba llegando y los
familiares de las chicas se disponían a ocupar sus lugares de privilegio.
-Bueno, esto
va a comenzar.- Indicaba Roy - nosotros vamos a colocarnos.
-Sí, tienes razón - asintió Tom.- Vamos para allá.
El
grupo se dirigió hacia la zona que tenían reservada, el campus entero estaba
repleto de gente, una multitud de jóvenes en su mayoría. Todos ansiosos por que
comenzara el concierto. Antes de aquello también hubo degustación culinaria.
Beatriz junto con Idina, Nehie, Heather, Millie y algunas otras chicas, habían
cocinado platos típicos españoles y de otras nacionalidades. Por un pequeño
donativo para la causa mucha gente que había asistido pudo saborearlos quedando
visiblemente satisfechos. Las chicas del
grupo que iban a actuar en breves minutos entre tanto, estaban entre bastidores
terminando de arreglarse.
-Estoy nerviosa,- confesó Amatista acariciando su
barriguita otra vez. -
-¡Ni que este fuera el primer concierto que damos! –
Sonrió desenfadadamente Katherine. –
- Pues el mío, sí. – Pudo agregar Neherenia que
hasta temblaba un poco. -
-Pero yo te entiendo, Tist. - Intervino Idina. - A
mí siempre me ocurría, cada vez que actuábamos. Y tú no te preocupes Nehie, es
algo normal. Pero como mi prima Kathy sigue en la brecha pues para ella es un
día más en la oficina. - Sonrió remachando aquello.-
Efectivamente
Katherine era la única que se mantenía de forma constante dentro del mundo del
espectáculo. Según terminaba sus estudios de periodismo actuaba con
regularidad. A veces Kerria se unía a ella. Formaban el dúo de las Ky- Kat,
aunque esto era únicamente de modo ocasional, dado que la pequeña de los Malden
estaba muy centrada en sus estudios de derecho y su activismo a favor del
colectivo LGTBI. Y fue ésta misma la que comentó a las todavía alumnas de la
Golden.
-Y esta noche será muy especial para vosotras.
Además de haber recibido los diplomas, es como si actuarais en casa.
- Bueno, yo recibiré el mío cuando haga mis
prácticas en septiembre. Debo recuperar los meses que me ausenté. – La corrigió
Neherenia que añadió animosa. – Pero tu prima ya lo tiene y seguro que hoy va a
bordar su actuación.
-Desde luego que sí.- Convino Idina. -Ya nos quedan
cinco minutos, quiero salir ahí y cantar como nunca…se lo debo a los niños, a nuestros
padres, en fin… a todos.
-Lo harás, eso seguro. Todas lo haremos. - La animó Amatista con determinación. -
Una
chica entró en ese momento en el camerino, era Heather. Tras saludar con afecto
a Idina y a Nehie, sus compañeras le
presentaron al resto del grupo. Pero no venía sola, traía a Lucy y a Sally con
Patty que también las desearon suerte. Las Justices en pleno se hicieron fotos
con todas ellas y una muy especial con la niña en brazos de Idina y flanqueada
por Nehie, Heather y las demás componentes del grupo.
-Mucha suerte, señorita Idina. - Le deseó Patty tras
darle un cariñoso beso en la mejilla. -
-¡Gracias tesoro! - Sonrió ésta haciéndole una
carantoña en la carita para susurrarle con cariño y complicidad. -Este
concierto os lo dedico a todos y muy especialmente a ti. ¡Te quiero mucho,
cielo! - Remachó, recordando agradecida como esa pobre cría, aun sin conocer su
identidad tras el antifaz de la Dama del Fuego, la había alentado en sus
momentos más oscuros.- Espero que te guste mucho.
-Ahora tenemos que salir.- Avisó Katherine - espero
que disfrutéis.
Sus amigas retornaron a sus lugares entre el
público. Las artistas, poniendo sus manos al estilo del saludo típico de los
jugadores de baloncesto, las cuatro Justices más Neherenia, Justice de honor
por esa noche, exclamaron con energía y decisión.
-¡Go, Justices! ¡Go, Golden!
Y llenas de ilusión y confiadas se dirigieron al
escenario… Al grito de…
-¡Adelante!
Y
las chicas salieron ante la ovación de sus fans, tras presentarse con su típico
estilo arremetieron con las canciones, mezcla de antiguas y nuevas que
arrancaron muchísimos aplausos. Su concierto duró más de dos horas e Idina
destacó entre todas. Las demás le cedieron gustosamente el protagonismo en esa
ocasión tan especial para su compañera, prima y amiga. Casi al terminar, y como
broche de oro, ella en persona presentó a dos invitados muy especiales.
-Queridos compañeros y amigos de la Golden y de
otros lugares. Tengo la alegría y el orgullo de presentar a dos chicos que
fueron muy populares aquí. De hecho ganaron el concurso de canciones de la
universidad en repetidas ocasiones. Y digo mucho orgullo porque además de ser
unas instituciones aquí son, respectivamente, mi tío y mi padre.- Grandes
aplausos entre la muchedumbre cuando
Idina desveló entre sonrisas y un tinte jovial y animado. - ¡Os presento a
Robert (Roy) Malden y a Thomas Alan Rodney de la promoción del 96!
Ambos
salieron con sendas guitarras y con la ayuda de las Justices, que hicieron unos
coros de excepción, cantaron algunas de las canciones que les hicieron ganar
esos campeonatos. La propia Idina nunca había participado en ellos. Al ser
digamos, una cantante profesional, no lo consideró justo ni adecuado. Pero
ahora tenía la ocasión de ver a su padre y su tío en acción frente a un gran
público y desde luego, lo que contaban de ellos no era para menos. A pesar de
los años transcurridos seguían siendo dos ciclones sobre el escenario. Al ritmo
de esos dos artistas retornados ad hoc todos bailaron y corearon las canciones.
Y al terminar, fue Tom el que se dirigió hacia el respetable. Tras eso sí, respirar
un poco para recobrar el aliento.
-Muchas gracias por dar a dos carrozas como nosotros
la posibilidad de volver aquí a cantar una vez más.
-¡Eh! habla por ti viejales, yo aún estoy hecho un
chaval. - Intervino jocosamente Roy dándole una colleja, lo que provocó las
risas del público.- Bueno, ahora en
serio. - Añadió con verdadera emoción estrujando cariñosamente a su amigo por
los hombros. - Ha sido maravilloso volver aquí otra vez y comprobar cómo se
mantiene la tradición de la Golden State College. Gracias a todos vosotros,
estudiantes, profesores y demás. Gracias por ayudar en esta gran obra a
beneficio de los niños. ¡Go, Golden! – Remachó puño en alto entre grandes
aplausos. -
-Y gracias por vuestros aplausos.- Añadió Tom. -
Pero más que nosotros se los merecen las chicas. ¡Justices al escenario! - Les
indicó con un jovial grito. -
Las
interpeladas aplaudieron y obedecieron al punto. También se fotografiaron junto
a sus padres y tíos. Rematando el recital con un dúo con Nehie, su propio padre
al piano y con los coros de las demás, interpretando una canción dedicada al
Agua de la Luna, tema que ambas reescribieron a partir de un clásico de una
famosa artista de la época de juventud de sus padres y que fue muy ovacionada.
La letra hablaba de como recobrar el amor buscando una misteriosa agua lunar,
declarando entre otras estrofas.
He mirado en todos los lugares que podía
Solo para encontrar una pista
Para traértela
Y hacer que me quieras
He corrido en círculos alrededor del sol
Para cazarte
Pero es inútil
No puedes ver eso.
Estoy fuera de mí razón.
Tratando de encontrar un camino para llegar hasta ti
No sabes con cuanta fuerza lo he intentado
Lo he intentado. Lo he intentado
¿Qué es lo que tengo que hacer?
¿Debo traerte el agua de la Luna?
¿Es eso lo que tengo que hacer?
¿Para hacer que me quieras?
¿Para hacer que me quieras?
Te he dado todo lo que podía darte,
Es eso lo que quieres de mí
Tengo que tornar la arena en el mar
¿Eso es lo que quieres de mí?
He hecho todo lo que podía hacer
Excepto traer agua de la Luna
He hecho todo lo que podía hacer
Excepto traer el Agua de la Luna…
He alcanzado alto en el Cielo
Tratando de robar las estrellas
¡Oh!, para ganar tu corazón
Pero incluso eso no es bastante
Y he buscado en todo libro que conozco
Solo para encontrar las palabras
Para tocar tu mundo
Y obtener algo de amor de ti
Ya he dado todo lo que podía dar
Y no sé, no sé qué me queda por intentar
E intento
E intento
¿Qué tengo que hacer?
Tengo que traerte agua de la Luna…
Para hacerte amarme…
Para hacerte amarme…
Tengo que tornar la arena en el mar
¿Eso es lo que quieres de mí?
He hecho todo lo que podía hacer
Excepto traer agua de la Luna…
Ámame
¿Cómo te haré amarme?
¿Cómo te haré ver eso?
Estoy fuera de mi razón
E intento…
E intento…
E intentoooo…
Tengo que traerte agua de la Luna…
Cariño, ¿eso es lo que tengo que hacer?
¿Para hacerte amarme?
¿Para hacerte amarme?
Tengo que tornar la arena en el mar
¿Eso es lo que quieres de mí?
He hecho todo lo que podía hacer
Excepto traer agua de la Luna
He hecho todo lo que podía hacer
Excepto traer agua… agua de la Luna
¡Cariño!,
Sí, ámame cariño, ámame cariño, cariño…
He hecho todo
Tendrás que amarme, cariño…
He
hecho todo…
Oooohhh…
(Water
from the Moon. Intérprete Celine Dion. Crédito
al autor. Diane Warren)
Y así tras este broche de oro el concierto concluyó y fue un gran éxito, siendo
grabado para la posteridad. Además, con la televisión y una edición de las
canciones se recaudó mucho para la obra benéfica al que iba destinado. Después
de eso el curso llegó a su final aunque tanto Neherenia como Heather tuvieron
que graduarse en septiembre. Pero su amiga Idina estuvo allí, también Seren, la
princesa de los saiyajin y Doran, al igual que Chibiusa y las amazonas que no
pudieron asistir al concierto. Aunque sí que vieron la grabación del mismo
quedando maravillados.
-En verdad los humanos tenéis un poder enorme cuando
apeláis a vuestros sentimientos. – Reconoció el saiyajin realmente impresionado
al oír aquellas canciones. –
-Sí. Mi madre y mi padre nos han hablado muchas
veces de ello a mis hermanos y a mí y es algo maravilloso. – Afirmó a su vez
Seren añadiendo. – Espero aprender más acerca de estas sensaciones ahora que
pasaré aquí una temporada. Me gustaría que mis padres pudieran escuchar estas
hermosas canciones.
-Pues haz como yo. Le voy a llevar una copia a los
míos. ¡Les va a encantar! - Comentó la
heredera del Milenario de Plata y el reino de la Tierra con animación. –
-Y de paso dale las gracias a tu madre por todo de
mi parte. – Le dijo Idina añadiendo. – Esa canción sobre el Agua de la Luna
también va dedicada a ella con todo mi cariño y gratitud, por mantener su
confianza en mí y apoyarme cuando más lo necesitaba.
Chibiusa asintió con una sonrisa y respondió.
-No dudes que se lo diré. Cuídate.
Tras eso se despidió junto con sus guardianas. Lo
mismo hicieron Doran y Seren. Aunque estos quedaron en verse con Nehie en otra
ocasión y ya en la Luna, a lo que ella estuvo conforme. Al día siguiente las
chicas, con mucho afecto, se despidieron también de Beatriz que volvía a
España, afirmando que ahora, con ese título de maestra en inglés, encontraría
trabajo sin tanta dificultad. Bea les deseó lo mejor a sus compañeras. Millie
también partió a su hogar habiendo ganado confianza en sí misma y decidida a
ser una buena maestra. A su vez Heather
les comentó que ella seguiría estudiando y que, quizás algún día, trabajase con
sus padres en la Golden. Sus compañeras le desearon muchísima suerte.
Finalmente fue Neherenia la que, tomando las manos de su amiga entre las suyas,
le dijo con nostalgia y mucho afecto.
-Es una lástima que se tenga que acabar. Ha sido
maravilloso compartir contigo toda esta experiencia. Espero que no dejes de
venir a verme a mi reino de la Luna. ¿Quién sabe? Puede que las dos juntas
logremos algún día hallar ese manantial.
-Sería estupendo, sí. - Afirmó su amiga para
sentenciar con menos entusiasmo. – Pero creo que ya no somos tan inocentes y
puras como para eso. De todos modos claro que intentaré visitarte, Nehie. Y tú
deberías hacer lo mismo conmigo,- y tras una breve pausa se sonrió con picardía
para sentenciar. - Pero yendo a Bios.
Y viendo la expresión de sorpresa de su
interlocutora, Idina le contó que había
enviado una instancia para ser aceptada en el primer colegio que se estaba
construyendo en aquel nuevo mundo y que esperaba tener la fortuna de ser
admitida. Así y con un fuerte y prolongado abrazo, se despidieron las dos
amigas.
-Sea donde sea. Espero que volvamos a vernos pronto,
mi querida amiga. Estoy convencida de que te admitirán en esa escuela nueva en
Bios y que harás felices a muchos niños con tus clases y tu bondad. - Remachó
Neherenia.-
-Eso mismo deseo yo también.- Sonrió su interlocutora
cuando finalmente se dijeron adiós.-
Y así fue, dado su inmejorable historial y las
recomendaciones de multitud de personas, Idina fue llamada a ocupar una plaza
en ese centro. Aunque, hasta que la escuela se finalizara tuvo que dar clases
en la nave, aquel enorme asteroide que orbitaba el planeta. Lo hizo así
comenzando una nueva vida y siendo la primera maestra del hijo de Leval y
Amatista. Disfrutó mucho con su trabajo y pasado el tiempo pudo preocuparse de
lo único que no había hecho hasta ese momento, encontrar al hombre de su vida,
que sería su marido y con el que formaría su propia familia. Pero ni mucho
menos terminarían ahí sus aventuras, ni las de la soberana de la Luna Nueva. No
obstante, aquellas serán otras historias que deberán ser contadas en otra
ocasión.
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