miércoles, 11 de marzo de 2015

GWHC 20 El Regreso al Golden State, el tercer curso



Ya transcurridas las vacaciones Idina retornó a la universidad, por delante le quedaba el último curso, el más difícil según le habían dicho, pues además del aumento en la exigencia de las clases debía hacer las obligatorias prácticas con los niños. Pensaba en todo esto cuando escuchó la familiar voz de Heather.

-¡Hola Idina! ,- saludó ésta con entusiasmo- ¡cuánto me alegro de volver a verte!, chica.
-¡Heather!- Respondió alegremente la interpelada dirigiéndose hasta ella. –

            Ambas amigas se dieron un largo abrazo. Su compañera se había cambiado el look. Lucía un pelo bastante corto y tenía un estupendo y bronceado aspecto. Tomó a Idina de un brazo y la llevó hacia sus habitaciones.

-¿Qué tal las vacaciones?- Le preguntó Heather con visible interés.-
-Bueno, movidas,- sonrió su interlocutora refiriéndole con visible contento. –Mis primas y yo nos hemos reunido en la nave. ¡Si hubieras visto lo bonita que fue la boda de mi primo Leval con mi amiga Amatista! Y luego todo el proceso de terraformación de Bios. ¡Ha sido algo increíble!
- ¿Y qué tal Nehie? ¿Pudiste verla? - Se interesó su amiga. –
- Sí, incluso pasamos unos días juntas. – Le comentó Idina, aunque guardándose bien en decirle que esos días estuvieron literalmente en la Luna. – Pero tiene cosas que hacer y seguramente volverá dentro de unas semanas.
- Espero que no le ocurra como en el año pasado en segundo. – Suspiró Heather. – Casi no le da tiempo a cursarlo aquí. Aunque luego como es una máquina, pudo aprobar todo lo que se dejó por examinar en la convocatoria de Septiembre.
- Seguro que esta vez será distinto. – Le sonrió su compañera, con la esperanza de que así fuera. -

Al hilo de aquello la muchacha recordaba su estancia en el Reino de la Luna Nueva. Neherenia fue una estupenda anfitriona y ella desde luego tuvo tratamiento Real. Y eso en todos los sentidos, dado que su amiga le recordó que la había nombrado princesa y en efecto, aquello, amén de ir en serio, era agotador, todo el mundo le hacía reverencias. La pobre Idina llegó a sentirse algo envarada a veces pero se fue acostumbrando. Sin embargo, que todos aquellos chambelanes, mayordomos, guardias y demás la tratasen de ese modo, siempre la descolocaba. Las más de las veces se reía sin poderlo evitar ante la imperturbable mirada de esos tipos. Recordaba una de las veces, al poco de llegar. La muchacha había conseguido ir merced al sailor teleport, gentileza de Chibiusa y sus guardianas las sailor asteroides. Éstas no podían quedarse y se despidieron deseándole una buena estancia. Ella asintió con una amplia sonrisa. Ahora estaba ante las puertas de un gran salón. Vio a un tipo ataviado con una especie de levita y una peluca de esas de las películas de la revolución francesa acercarse, flanqueado por dos individuos jóvenes que vestían uniforme militar, aunque también éste parecía sacado de las guerras napoleónicas. Cuando estuvo a su altura los soldados se pusieron firmes y saludaron y el tipo aquel le hizo una marcada reverencia a la par que declaraba.

- Soy Gillard De La Lune, Canciller y Chambelán Mayor Real. Espero tener el honor de estar ante su Alteza Serenísima la Princesa de la Luna Nueva.
-Bueno, encantada de conocerle, me llamo Idina Rodney. Creo que Nehie...digo la reina Neherenia me espera.- Pudo replicar sintiéndose bastante tonta.-
-Enseguida transmitiré a su Soberana Majestad Serenísima la buena nueva de vuestra llegada, Alteza. – Replicó aquel individuo que se había fijado de inmediato en el collar que lucía la muchacha, con esas dos medias lunas, el símbolo de las princesas allí.-
- Muchas gracias. El caso es que no sé hacia dónde debo ir.- Le comentó la desconcertada chica.-

El individuo se limitó a hacer un ademán y uno de los soldados, bastante alto y atractivo, se ocupó de hacerse con la maleta de Idina. Ella de inmediato quiso intervenir algo apurada.

-No se moleste. Puedo yo.
-No en una molestia, Alteza. Es el protocolo Real.- Le informó el imperturbable jerarca.-

Tras asentir algo dubitativa la joven dejó que ese gallardo chico le llevase el equipaje. Su interlocutor mientras tanto, con una sonrisa demasiado postiza le pidió con empalagosa amabilidad.

-Si sois tan amable de acompañarme Alteza, os mostraré vuestras estancias para que podáis mitigar la fatiga del viaje.
-Este tipo habla como si declamase poemas.- Pensó entre perpleja y divertida.-

Tentada estuvo de decirle que de fatiga nada. ¡Si había sido tele transportada! Pero decidió dejar eso. Simplemente accedió a seguir a ese individuo que la condujo a una gran habitación que tenía una enorme cama con catafalco y todo. El soldado que iba tras ellos dejó su maleta sobre una mesa y tras saludar se marchó. Idina miraba en todas direcciones contemplando las alfombras, tapices y las cortinas. Bastante bonitas eso sí, aunque todo eso era algo recargado para su gusto.

-Cualquier cosa que necesitéis llamad al servicio y de inmediato acudirán las camareras reales.- Le comentó su guía.-

Aquel tipo le mostró a la chica una especie de larga maroma de tela de la que debía tirar. A buen seguro eso accionaría una campanilla. Apenas sí pudo creerlo, se quedó tan atónita que sin pretenderlo musitó, pensando en voz alta.

-Tengo que hablar con Nehie un poco acerca de la inclusión de las nuevas tecnologías en su palacio.
- Perdonad Alteza, ¿cómo decís?- Quiso saber el Canciller que creyó que le había indicado alguna cosa.-
- ¡No, nada, nada! - Se sonrió estúpidamente ella llevándose una mano al cogote.- Que muchas gracias, lo tendré en cuenta.
- Me retiro pues con vuestra venia. - Afirmó el tipo haciendo otro reverencia tan acusada que casi se le cae la peluca.-

            Idina asintió tapándose la boca para no reírse de aquello. ¡En cuanto se lo contase a sus padres estos no se lo iban a creer! Tras eso deshizo el equipaje y buscó el baño. Deseaba, eso sí, darse una ducha y cambiarse de ropa. Aunque todo lo que encontró fue una bañera de extraño diseño, casi parecía un plátano. Quizás hacía alusión a la media luna. En fin. Casi mejor, se dio un largo baño de agua caliente y tras secarse se acercó al armario ropero que era tan largo como un autobús. Al abrirlo los ojos se le quedaron como platos. ¡Había innumerables vestidos y eran todos de su talla!

-¿Pero qué es todo esto? Parece un mercadillo de ropa.- No pudo evitar exclamar, para decirse divertida.- ¡Ahora sí que voy a poder jugar a las princesas!

De niña hubiera sido realmente feliz, con tanta ropa para probarse y pese a que le seguían gustando los vestidos bonitos y los completos, no tenía tiempo para eso. Como había quedado con Nehie en pocos minutos supuso que debería ponerse alguno y elegirlo deprisa. Aunque no estaba demasiado segura. Decidió llamar a alguna de esas camareras.

-Vamos a ver qué pasa.- Musitó, pensando no sin algo de apuro.- Espero no quedarme con esto en la mano.-

Tiró divertida de esa especie de cuerda de raso y a los pocos segundos alguien estaba llamando a su puerta. Tras la misma oyó una tímida voz de muchacha que le preguntaba.

-¿Dais vuestro permiso Alteza Serenísima?

            Fue la propia interpelada la que abrió la puerta, allí, plantada y retrocediendo algo intimidada estaba una jovencita rubia de largos cabellos, no muy alta, al menos para la estatura que tenía Idina, y de tez bastante pálida. Enseguida le hizo una gran reverencia.

-Pasa, por favor. – Le pidió Idina con jovialidad.-
- Con vuestro permiso, Alteza.- Musitó la chica siguiendo a su interlocutora cuando ésta entró en la habitación.-
- ¿Cómo te llamas?- Le preguntó a esa muchacha. –
- Anaris de Sinus-Iridum, Alteza Serenísima. Estaré destinada a vuestro servicio en tanto dure vuestra estancia. – Fue la tímida respuesta.-
- Yo soy Idina, encantada de conocerte. Mira me gustaría que me aconsejases si no te importa.- Se presentó jovialmente ésta que pasó a comentar.- Tengo que elegir un vestido y no sé cuál. ¿Hay alguno que sea más apropiado según el protocolo?

            Según preguntaba se fijó en esa muchacha, lucía un elegante vestido color crema poco escotado, con una larga falta que casi llegaba hasta los tobillos. Era realmente recatado. Ni siquiera ella misma se vestiría así.  Y mira que tenía fama de puritana, sobre todo entre sus primas. Aunque entonces la chica replicó.

-Será un honor para mí el serviros, Alteza Serenísima. Con sumo gusto os sugeriré cuál de ellos podría resultar más adecuado.

Idina se encogió de hombros. Finalmente esa chica le aconsejó un vestido de noche algo largo, con tono burdeos y rebordes blancos. Decidió que no estaba mal del todo y se lo puso. Anaris abrió un cajón de una mesita cercana y sacó un collar de oro que conjuntaba a las mil maravillas. Una vez se lo probó Idina pudo contemplarse en un gran espejo que tenía frente a la cama.

-¿Cómo estoy?- Quiso saber dando algunas vueltas sobre sí misma.-
-Estáis hermosísima. Como toda Bella y gentil princesa de la Luna. - Replicó su interlocutora con obsequiosidad.-

Aunque ese halago le sonó como si fuese otra fórmula más de etiqueta. Idina no se rindió y quiso saber más de aquella chica.

-¿Eres de la Luna?
-Sí, Alteza Serenísima - Replicó ella.-
-Yo soy de la Tierra.- Le contó con naturalidad, agregando.- Y deja ya de llamarme Alteza Serenísima. Soy una chica normal. Lo que pasa es que soy amiga de tu reina desde que éramos pequeñas y ella me dio este título.
- Entonces sois una princesa de la Luna. – Concluyó su contertulia que le explicó algo apuradamente.- Perdonadme señora, pero acorde con el protocolo debo dirigirme a vos con las fórmulas de respeto tradicional que emanan de vuestro rango.

            Ahora sí que Idina se quedó perpleja. ¡Casi iba a necesitar un diccionario para comprender lo que esa chica le había dicho! Suspiró y tras agradecerle su ayuda respondió.

-Vale, muchas gracias. Me has ayudado mucho. Espero verte por aquí.
-Estoy a vuestro servicio, Alteza Serenísima. ¿Debo entender que me dais vuestra venia para retirarme? - Quiso saber la muchacha hizo una reverencia. -
-Claro, supongo. - Suspiró nuevamente la aludida.-
- Con vuestro permiso me voy pues.- Replicó esa chica que tras volver a saludar salió del cuarto.-

            Idina recordaba aquello ahora casi sin poderlo creer todavía. Cuando se lo comentó a su amiga Nehie tras verla a ésta le hizo bastante gracia. Por supuesto que primero fue presentada oficialmente, tuvo que hacer una reverencia y todo eso. Finalmente su amiga la llevó a sus aposentos privados y allí, al  hilo de esa anécdota sobre la Camarera y Chambelán Real charlaron con más calma.

-¡Por dios, Nehie! Tienes que modernizar el look de tus cortesanos.- Se reía Idina.-
-Sí, lo sé. Pero no veas lo difícil que es cambiar la tradición.- Suspiró la aludida no sin resignación, enumerando en tanto parodiaba el tono de alguno de sus dignatarios con pretendida voz grave.- ¡Oh! Majestad, llevamos siglos de tradición… ¡oh! mi reina…, la elegancia es fundamental en toda Cancillería que se precie…En fin… he decidido dejarles por imposibles. Al menos en las recepciones y actos oficiales, el día a día palaciego es otra cosa. De hecho el año pasado redacté un cambio en las normas. Pero como venias tú, De la Lune aludió a la visita de un personaje de alto rango para hacer que toda la Corte se vistiera como antaño.
-¿De alto rango? ¿Yo?- Se rio Idina señalándose a sí misma.-
-¡Bueno!- Rio su contertulia con ella ahora para recordarle.- Eres una princesa de la Luna, y sobre todo, eres mi mejor amiga. En eso debo darle la razón a mi canciller. Eres una persona muy importante.

            La interpelada agradeció esas palabras, aunque enseguida volvió al tema en el que estaban y comentó.

-Me ha sorprendido también esa chica, Anaris. Es muy agradable pero parecía tener miedo de hablarme.
-Es hija del barón de Sinus- Iridum. Es buena chica, aunque muy tímida. Normalmente la tengo como camarera personal. Pero le di instrucciones de que te atendiera.
-Sí, es maja.- Convino Idina, pasando a preguntar.- Y ese apellido tan raro que tiene ¿Significa algo? Parece que estuviera en latín o algo así.
- Bueno, hace alusión a una bahía lunar. - Le contó su contertulia.-
-Sí. Lo cierto es que siempre me ha sorprendido eso de que haya mares y bahías en la Luna.- Afirmó la invitada.-
-Mi ilusión es que, dentro de poco, tengamos auténticos océanos. Bueno, - sonrió la soberana para matizar.- Por lo menos extensos lagos. Y ahora con la ingeniería planetaria avanzada que la Masters Corporation nos ha ayudado a emprender, estamos logrando muchos avances.- Sentenció con patente satisfacción.-
-Aunque hace un par de meses, antes de terminar el curso pasado, tuvisteis problemas, ¿verdad?- Se interesó su amiga, al comentar.- Creo que escuché en las noticias que un meteorito había impactado aquí, en la Cara oculta.
-Así fue,- suspiró Nehie, ahora con más intensidad, al replicar.- Fue muy duro. Destruyó bastantes de nuestras cúpulas y provocó pérdidas humanas. Pero ya hemos reconstruido y puesto los medios para que esa tragedia no se repita.
-Me alegra oírte decir eso.- Sonrió su compañera, más aliviada.-

            De todos modos y a juzgar por la expresión de Neherenia, Idina creyó que podría haber sucedido algo más. Posiblemente fuera una impresión suya. Eso de que un meteorito se estrellase tuvo que ser muy duro para su amiga. Sobre todo sabiendo como amaba a su reino y el afán que tenía por cuidar de sus súbditos. Lo dejó correr para pasar a otros temas.

-Ya tengo ganas de volver a ver a Heather, a Bea y a Millie.- Le comentó a su amiga, añadiendo con animada expectación.- Y éste será el último curso…

No obstante, Neherenia  le respondió no sin cierto aire de tristeza.

-Sí, es verdad. Ya dentro de poco se terminará. Cuando pase este último año habré dado por concluidos mis estudios y deberé dedicarme por entero a la tarea de gobernar.
-Pero todavía tenemos estos días de vacaciones y todo el último año para disfrutarlo, mujer. – La animó su interlocutora sujetando las manos de su amiga con las suyas. –
-Tienes razón, – sonrió ahora Nehie afirmando de mejor talante. – De modo que vamos a disfrutarlos bien. Esta noche, por lo pronto, tenemos banquete, recibo al embajador del reino de los guerreros del espacio. Ha retornado de su mundo tras ir a informar a sus soberanos del tratado de amistad que firmamos.
-¡Vaya! – Se sorprendió su interlocutora que le comentó con patente curiosidad. – Siempre he oído hablar de ellos y sé que mi tío Roy es el hermano de su rey, pero no recuerdo haber visto a ninguno en la Tierra. Seguramente yo era muy pequeña y se me haya olvidado. Alguna vez mis padres me han contado algo y me dijeron que eran gente impresionante. Aunque muy bruscos quizás.
-Desde luego. – Convino Neherenia, añadiendo con complicidad. – Y espera a ver al embajador, se llama Doran y es realmente guapo. Pero no es para nada brusco, ni rudo como yo pensé.

Su amiga asintió esperando conocer a semejantes personajes, no tuvo que esperar mucho. Tras unas horas se anunció la llegada de los representantes del planeta Nuevo Vegeta. Idina pudo ver a ese hombre, bastante alto, de largo pelo castaño oscuro y con un par de penetrantes ojos azules, doblar la rodilla ante Nehie mientras la soberana estaba sentada en el trono. Aquel tipo vestía una especie de peto de color blanco y remataba su atuendo con largos pantalones azul oscuro y un par de botas blancas hasta la rodilla, a su espalda ondeaba una capa de color azul. Pero no venía solo. Junto a él se plantaba una mujer de elevada estatura también. Idina calculó que, más o menos sería tan alta como su amiga Heather. Lucía una larga melena color castaño y sus ojos eran inquisitivos y de una extraña tonalidad burdeos. Su semblante estaba relajado, no mostraba la seriedad que exhibía su compañero. Vestía un uniforme similar, excepto por su botas que eran negras y por encima de la rodilla y su capa que era de color rojo. Hizo una marcada reverencia ante la reina de la Luna Nueva pero no dobló la rodilla. Fue el hombre, que se anunció como Doran, quien la dio a conocer.

-Majestad, tengo el honor de presentaros una vez más en vuestra corte a su Alteza Real la princesa Seren Deveget, hija de mis soberanos. Ha venido como representante de sus padres.
-Es un placer teneros con nosotros.- Afirmó Neherenia que se levantó del trono y se acercó hasta aquella mujer para acto seguido darle un protocolario abrazo de amistad que ésta correspondió. –
-Para mí es un honor.- Declaró la princesa añadiendo con patente agrado. – Doran me habló maravillas de vuestro reino y veo que incluso se quedó corto, Majestad. La otra vez no pude visitarlo por mor de las circunstancias. Aunque espero poder conocer algo más de él.
-Sera un placer y un honor para mí el acompañaros personalmente en alguna de esas visitas.- Sonrió Neherenia.-

Había muchas más cosas que podrían decirse. A Idina le dio la impresión de que no hablaban de según qué temas con toda la claridad que deberían, estando ella presente.

-No sé, esto me parece raro. Es como si vinieran de nuevas pero hablan de un modo que sugiere lo contrario.- Se dijo extrañada para conjeturar.- Quizás es que son así.

 Al fin, terminados los trámites de rigor y como era tradicional, la soberana les hizo un invitador ademán con una mano indicando la dirección hacia su cámara privada para decir a sus invitados, incluyendo a Idina.

-Venid, por favor, hablaremos en mis estancias. Estaréis más cómodos.

El grupo se dirigió hacia allí. Una vez dentro la reina pasó  a presentar a su amiga a aquellos individuos.

-Esta es mi gran amiga, su Alteza Serenísima la Princesa de la Luna Nueva, Idina Rodney.
-¿Rodney?- Se sorprendió la alta mujer comentando como si tratase de recordar. – Mis padres me instruyeron bien acerca de sus amigos en la Tierra, creo recordar a un Tom Rodney.
-Es mi padre, Alteza. – Sonrió la muchacha. –
-Entonces vuestra madre es Cooan Malinde. La hermana de mi tía Bertie. –Afirmó Seren que complacida, sentenció. – Eso nos convertiría en parientes, primas en segundo grado, si no me equivoco.
-Podría ser. Pero tuteadme por favor. – Le pidió su interlocutora que no se sentía demasiado cómoda con semejantes tratamientos. –
-¿Y acaso sois una justiciera como ella?- Quiso saber la saiyajin. –
-Sí.- Admitió Idina que le reveló. – Soy la Dama del Fuego, tomé el relevo a mi madre hace años.
-Te comprendo bien,- le sonrió ahora aquella muchacha con más jovialidad, haciendo aparecer una especie de llave rematada con un cetro del mismo tono de sus ojos. – Hice lo mismo con la mía. Además de princesa de los saiyajin, soy la nueva Guardiana del Tiempo y del Cambio, Sailor Plutón. Princesa de Plutón.
-Y yo soy Sailor Shadow. La Guardiana de los Misterios de la Luna. – Suspiró Neherenia que se rio al sentenciar con desenfado. – ¡Es que no tenemos ni un momento libre!

Los demás se rieron a su vez por aquel comentario, aunque fue Doran quién más en serio terció para explicar a su anfitriona y a Idina.

-La princesa Seren tiene una doble misión. La oficial que es permanecer aquí como la más alta representante de nuestro reino y la confiada personalmente a ella por su madre, su majestad la Reina Setsuna Meioh, el sucederla como guardiana de la Tierra y protectora de la Reina Serenity.
-Sí, venimos justo ahora de una audiencia con ella y con el rey Endimión. Me han acogido muy amablemente a su servicio. Aunque saben que mi lealtad última siempre será para mi mundo y mis padres. – Matizó la muchacha  que agregó de manera más informal – y otra cosa que Doran no ha dicho, pero igualmente importante. ¿Sabéis? Quisiera residir una temporada en la Tierra para aprender bien sus modos de vida y costumbres. Para empezar, me llama la atención la escasa gravedad de la Luna.
-Es una sexta parte de la terrestre, no obstante aquí tenemos generadores de fuerza gravitatoria que la igualan en todas nuestras zonas habitables. Ahora mismo disfrutamos de la misma que en la Tierra.- Apuntó la soberana.-

            Esa fue una de las cosas que primero se hicieron. Siendo la propia Neherenia apenas una niña. Todas las zonas habitables de la Luna fueron acondicionadas así para tratar de igualarlas lo más posible a las condiciones terrestres. De este modo era más sencillo también que pudieran construirse recintos para mantener grandes cantidades de agua líquida. Eso les contó la soberana a su interlocutores.

-Muy interesante. Aun así, en mi mundo de origen es algo superior. De todos modos en las clases de historia me contaron que nuestros ancestros que vivieron en el planeta Vegeta original, tenían una gravedad diez veces más potente. Algunas teorías dicen que esa fue la causa de que nuestro pueblo desarrollase tanta fuerza.- Les explicó Seren que remató.- Pero pese a ésta pequeña diferencia, creo que para mí sería muy interesante ver cómo me desenvuelvo en la superficie terrestre.
-Pues para eso, lo mejor sería que se viniese con nosotras. ¿Verdad Nehie?- Terció jovialmente Idina, guiñándole un ojo a su amiga para sorpresa de los saiyajin. –
-Sería fantástico, no obstante tengo todavía muchos asuntos que atender, no me será posible regresar contigo a la Golden, al menos por ahora. – Le desveló la reina a su amiga dejándola un poco cabizbaja amén de sorprendida. -

Idina recordaba todavía aquello, después de proseguir esa conversación pasaron a cenar y tras una velada interesante se despidieron. Ella se vino de vuelta a los pocos días. Estuvo una semana con sus padres y más tarde retomó el curso. Ahora miraba a su amiga Heather que estaba abriendo la habitación que compartían en tanto le decía.

-Bueno, vamos a ver cómo está esto…Espero que no tengamos que pasarnos el curso limpiando.

Su amiga se echó a reír, asintiendo y de ese modo entre risas entraron en su cuarto, estaba tal y como lo dejaron. Eso sí, con una buena capa de polvo, que las chicas se afanaron en quitar.

-Tenemos que hacer muchos planes. - Le dijo Heather - hay que aprovechar bien este último año.
-Sí, pero recuerda que será más difícil que los dos anteriores, - le advirtió Idina. - Pero bueno, yo te he contado lo que hice en verano, ¿qué has hecho tú?
-Pues pasármelo muy bien, aunque no haya salido de la Tierra como tú, pero casi, estuve en Miami y en California, - sonrió su compañera. - He conocido a un chico genial, un surfista guapísimo que se llama Jack. ¿Y sabes lo mejor? Vive cerca de aquí, de seguro que vendrá a visitarme algún día. Ya te avisaré para que me dejes el cuarto, ya sabes a lo que me refiero. - Sonrió dándole un ligero codazo  en el hombro a su amiga. –

            Idina no pudo evitar ponerse colorada. Aquello era otro mito de la Golden del que había oído hablar. Cuando un chico o chica tenían pareja y querían llegar a según que extremos, sus compañeros de habitación solían dejarles libre el cuarto para que lo hicieran. Por supuesto que oficialmente esa práctica estaría rigurosamente prohibida siendo motivo inmediato de expulsión. Empero, se decía que la propia Jefa de estudios, y madre de Heather, la señora Roberts, hizo eso en sus días de estudiante.

-Pero cualquiera se lo dice ahora.- Se rio Heather, al comentar aquello con su amiga.-
-Bueno, por mí no hay problema, pero ya sabes lo que dicen las reglas acerca de traer chicos. Si tu madre se entera se va a enfadar.- Dijo precisamente Idina.-
-¿Mi madre?- rio Heather relatando sin pudor, para confirmarle esas historias a su compañera. - Mi madre se colaba siempre en las habitaciones de los chicos que le gustaban. ¡Era mucho peor que yo!, por lo menos Jack es mi novio…por cierto. - Recuperó por un momento la seriedad para recordarle a su contertulia.- Tenemos que pasarnos por el club, van a elegir al sustituto de Brad.
-¿Sustituto?- repuso Idina algo perdida aunque enseguida recordó que el anterior líder de la hermandad se graduó el año pasado y que ella y Heather, como cintas rojas, debían acudir para elegir al próximo purpurado. - ¿Y tiene que ser ahora?...
-Me he acordado ahora mismo. - Respondió su compañera - menos mal que has vuelto a tiempo. Será dentro de una hora, nos da tiempo a dejar en orden todo esto y arreglarnos un poco.

            Ambas amigas así lo hicieron, por el camino Idina le preguntó a Heather por su hermano y ésta le respondió que Jimmy estaba muy bien. Le visitó durante varios días en vacaciones a su nueva residencia donde se encontraba muy a gusto.

-Le echo de menos, era un chico encantador.- Comentó Idina produciendo la agradecida sonrisa de su amiga.-
-Y él también te recuerda. Eres su tata Idina.- Le respondió su compañera con satisfacción, agregando con humor.- Casi me voy a poner celosa, lo de tata solamente me lo decía a mí.

Y entre esas y otras conversaciones llegaron por fin a la sala de reuniones de la hermandad, donde dos cintas azules les abrieron la puerta enseguida.

-Pasad- les indicó Tamy, una de los miembros de su mismo rango. - Vamos a proceder a la elección.
-Sí, os estábamos esperando. - Añadió Paul, otro de los ataviados con la cinta roja. -

            Los miembros se sentaban alrededor de una larga mesa de madera, tres sitios estaban reservados para Neherenia, Idina y Heather. El de su compañera evidentemente permaneció desierto aunque les llamó la atención.

-Íbamos a concederle a Nehie la cinta roja para que pudiera tomar parte en la elección.- Les explicó Paul.-
-Desgraciadamente, algunas obligaciones la han retenido en su país.- Les comentó Idina, añadiendo más animosamente.- Espero que pueda venir pronto para que se la impongamos. Le hará muchísima ilusión.

            Y tanto ella como Heather ocuparon sus puestos con rapidez. Paul, el portavoz, se dirigió a todo el grupo.

-Vamos a votar para elegir a nuestro nuevo purpurado, como sabéis solemos hacerlo con papeletas, pero, en esta ocasión, no creo que sea necesario. Estamos todos de acuerdo ¿no?...

            Hubo asentimientos en todos los presentes a excepción de Idina, que tomó la palabra.

-Yo no sé a qué os referís ¿Estar de acuerdo en qué?
-En que tú seas la nueva líder del grupo.- Intervino Paula otra de los miembros.-
-¿Yo?- replicó la atónita muchacha señalándose a sí misma y no tardando en desestimar. - Yo no valgo para ser líder.
-Claro que sí,- le rebatió Heather alegando. - Eres la mejor de todos, lo que hiciste el año pasado impresionó a los miembros del club, y tienes más partidarios que nadie. Todos te queremos y te apoyamos, por favor, debes aceptar el cargo, será lo mejor para nuestra hermandad.
-Heather tiene toda la razón- convino Michael, un miembro sentado junto a la propia Idina. - De no ser tú, nadie querrá ese cargo.

            La interpelada guardó silencio durante unos momentos y por fin asintió resignada.

-Está bien, acepto si es para beneficio de todos.

            Los presentes prorrumpieron en aplausos. Entonces entró Brad, como era tradicional, había venido a despedirse y a entregar su cinta púrpura al sucesor que se hubiera elegido por el consejo. Él mismo, como marcaban los estatutos del club, recomendó a Idina y los otros aceptaron sin vacilar. Una vez le puso sobre la cabeza la cinta púrpura le deseó lo mejor y se despidió de todos.

-Ahora eres la jefa, nuestra nueva Gran Hermana.- Sonrió Heather, exclamando,- ¡qué bien lo vamos a pasar!
-Es una gran responsabilidad, espero hacerlo bien.- Contestó Idina tímidamente.-
-Lo harás, estamos convencidos de ello.- La animó Paul. –

            Así pues la nueva cinta púrpura ocupó el sillón presidencial de la mesa y comenzó a ejercer su nuevo cargo, entre otras ocupaciones debía recibir informes sobre los nuevos candidatos a la hermandad. Tras ocupar en ello más de dos horas regresó agotada su cuarto. Heather estaba allí preparando sus libros y demás para el día siguiente.

-¡Te odio!- le dijo Idina sonriendo con inequívoco tono de broma. -¿Sabes todo el papeleo que me he tenido que tragar?...
-No te preocupes mujer, yo te ayudaré con eso. Ahora prepárate los libros que mañana comenzamos.
-No tengo fuerzas ni para mover las pestañas.- Repuso la muchacha que pudo añadir entre bostezos. - Quiero dormir.
-Venga, yo te echaré una mano- le propuso su compañera que, en efecto, le ayudó a ordenar sus libros. -

            Una vez terminaron las chicas se acostaron para afrontar con fuerzas el primer día de clase. Éste llegó y ambas se emplazaron como siempre, juntas en el mismo banco. Pero al pasar lista tuvieron que separarse, junto a Heather se sentó un muchacho apuesto que se apellidaba Ralf. Idina suspiró, a ella le tocó ponerse con Debra, una chica de la hermandad. Las clases comenzaron como de costumbre y las chicas empezaron a estudiar con ganas. Pasaron las semanas y Heather rebosaba vitalidad, Idina estaba algo castigada por todas las ocupaciones de la hermandad y los estudios. No acababa de entender como su amiga podía estar tan fresca, pues, a parte de las clases, de colaborar en el club y demás actividades, por ejemplo como animadora, salía con su novio Jack que venía a buscarla los fines de semana. Uno de esos sábados Heather le pidió a su amiga el cuarto, para aquella noche Idina se lo cedió sin problemas yéndose a dormir con Beatriz, la compañera del año anterior de Nehie. Esa chica española era muy simpática. Ya el año anterior le había enseñado a la propia Idina a cocinar algunos platos típicos de su país.

-Bueno, discúlpame si te asalto en tu habitación.- Le comentó algo apurada su huésped.-
-No pasa nada.- Sonrió Beatriz indicándole que entrase en tanto afirmaba.- Mientras Nehie no esté no hay ningún problema. Además, echo de menos a alguien con quien hablar.

            Su interlocutora sonrió. ¡Más bien echaba de menos a alguien que la escuchase hablar! Y es que esa chica era más extrovertida que la propia Idina. Desde luego no es que se hubiesen tratado mucho por mor de sus diferentes horarios y clases, pero cuando conversaban parecía que fuesen amigas de toda la vida. Tal y como le contó en una ocasión, los españoles en general eran muy abiertos con otras personas. Aunque las conocieran poco.

-Me alegro de volverte a ver.- Comentó Idina.-
-Pues estuve a punto de no venir – Le confesó su compañera ensombreciendo un poco el gesto cuando le comentó.- Lo cierto es que mi familia ha tenido problemas económicos. Mi padre se quedó en paro, desde luego las cosas por España no están demasiado bien que digamos. Además de la mala situación en la economía, está la inestabilidad política.
- Vaya, cuánto lo siento. ¿Ha podido encontrar trabajo?- Se interesó su contertulia.-
- Por suerte sí. Había sido directivo de una importante empresa, le han contratado por algunos contactos que tenía en una multinacional con sede en La City Londinense. Mi madre es inglesa como ya os conté el año pasado y toda mi familia se ha mudado a Londres. Y por mi parte he podido regresar aquí.
- Me alegro mucho por tu familia y por ti. – Le sonrió animosamente Idina.-
-¿Y tú qué tal?- Se interesó a su vez su compañera.-
-Bien, mis padres no pueden quejarse. Ya sabes, mi madre es maestra de primaria y me dejó practicar unos días con sus niños en algunas actividades de verano. Mi padre tiene tres gimnasios de artes marciales y mi hermano Lance le ayuda a llevar las cuentas. Nuestro hermano mayor Alan está estudiando ahora un master en informática y diseño computarizado. Creo que estaba pensando en ir a Bios. Pero puede que al final se quede aquí, en la Tierra. Su novia Naya está tratando de sacar plaza en un hospital, es doctora.
- También tienes una familia muy movida por lo que veo. – Sonrió Beatriz afirmando divertida.- Igual que mi compañera de cuarto. Se pasa más tiempo en su país que aquí. Pero de este año, superada la asignatura de la tortilla de patatas, no pasa que ella, Heather, Millie y tú, aprendáis a hacer una paella en condiciones.

Idina se rio con aquella ocurrencia. Su amiga española, Bea, como a ella le gustaba ser llamada, era muy simpática. Era una de las cintas verdes que estaban en la lista para ser nombradas cinta azul y con ello, convertirse en miembro definitivo de la Hermandad. Era buena chica, y además se notaba que apreciaba mucho a su compañera de cuarto. ¡Si supiese que compartía habitación, baño y clases con toda una reina! Aunque estaba claro que Beatriz apreciaba a Neherenia como persona, ignorante como era de su condición de soberana. Idina se alegró mucho por ello.

-Eso es lo que verdaderamente cuenta, la forma de ser y la nobleza de intenciones de la gente, no su posición social o su riqueza.- Pensaba.-

Ella también echaba de menos a Nehie, aunque la única ventaja de que su amiga estuviera ausente era que tenía su plaza reservada y ella podía dormir allí cuando Heather quisiera “compañía”. Así pues compartió habitación con aquella muchacha que ese año, al igual que a cocinar platos típicos de su país, se había propuesto enseñarlas algo de español. De hecho, ambas charlaron algo sobre ese particular.

-Mi prima Kerria lo habla algo. - Pudo decir Idina que añadió.- Yo estudié francés y aprendí japonés de pequeña. Pero desgraciadamente nada de tu idioma.
-Pues este año yo te ayudaré. Ten en cuenta que mi lengua es la segunda o tercera en el mundo en número de hablantes.- Le recordó Bea, no sin una cierta dosis de orgullo patrio.-
- Lo intentaré. – Repuso su interlocutora.-
- “Pues adelante. Yo te enseñaré”- Declaró la española en su idioma materno para desconcierto de su compañera.-

Sin embargo, pronto se lo tradujo e Idina sonrió divertida. La improvisada alumna trató de recordar alguna cosa que les escuchara a su prima y a su tío Roy en ese idioma…

-Lo único que se decir es… “fiesta”, “gracias”- Aventuró la muchacha con una pronunciación algo dubitativa.-
-¡Ja, ja, ja! - Pues con eso te sobra para entenderte con todos los españoles.- Se rio Bea.-

Idina rio a su vez. Prosiguieron hablando sobre algunas costumbres y lugares del país de Bea.

-Mis tíos Roy y Bertie pasaron su Luna de Miel en Europa. Visitaron España si no recuerdo mal.- Le contó Idina a su compañera.- Les gustó bastante.
-Pues uno de estos días os invitaré a conocer mi país, a ti y a las demás. Sobre todo a mi compañera de habitación. La señorita súper ocupada.- Le propuso su interlocutora.-

Su contertulia asintió sonriente. Aquello no estará nada mal. Así, tras un poco más de conversación se acostaron. Idina pudo pasar una noche tranquila y descansar. A la mañana siguiente, volvió al cuarto a eso de las once. Heather le había asegurado que podría hacerlo sin problemas pero la muchacha se encontró casi de sopetón con un tipo rubio y descamisado al entrar en su habitación.

-Hola preciosa - Le dijo aquel individuo con toda la naturalidad del mundo. - ¿Buscabas a alguien?.
-En realidad no - respondió Idina algo cortada. -Venía a mi cuarto.
-¡Oh!, tú eres la compañera de Heather,- repuso el tipo dándole enseguida la mano.- Me llamo Jack, y soy su novio. Perdona, tendría que haberme ido ya pero ayer nos dormimos tarde.
-No te preocupes. No pasa nada… - pudo contestar la azorada muchacha para querer saber a su vez. -¿Está Heather aquí?
-Sí, enseguida la aviso - y en tanto lo decía se acercó al baño y tocó la puerta, informando a su novia. – Nena…Es tu compañera de cuarto.
-Enseguida salgo. - Se escuchó la jovial voz de ella desde dentro. -

            La interpelada salió al cabo de unos momentos de la ducha, estaba empapada y se cubría el cuerpo con una delgada toalla que casi se trasparentaba. Idina se sintió  violenta pues ese chico estaba allí recreándose con la mirada a la par que no se recataba de sobar el trasero de su novia.

-Idina perdona, pero ayer se nos hizo muy tarde. Enseguida nos vamos.- Se excusó Heather sonriendo algo apurada ante las manos que le ponía su novio más abajo de la espalda. -
-Tranquilos, tomaos el tiempo que necesitéis. Yo sólo venía a recoger unos libros.- Dijo ésta a la par que buscaba nerviosamente en su estantería. -
-Bueno, pues ha sido un placer conocerte,- le dijo Jack con una media sonrisa en tanto la valoraba descaradamente con la mirada. – Ya nos veremos por aquí.
-Igualmente. – Respondió la azorada Idina tratando de fijar su atención en lo que buscaba hasta que lo encontró. – Bueno… hasta luego…

Pero no parecieron hacerle mucho caso pues Heather y su novio estaban fundidos en un pasional beso. No queriendo molestar más salió discretamente para dirigirse a su aula. Una vez comenzaron las clases  se percató de que su amiga no acudió a primera hora. No pasaba nada, ya le dejaría los apuntes. Más tarde se vieron y su risueña compañera le contó más o menos lo que habían hecho ella y su novio la noche anterior. Aunque a Idina no le interesaban demasiado según qué tipo de detalles. Pasaron los días y Heather cada vez pasaba más de acudir a las clases. Llegaba tarde a su habitación, siempre tras la hora permitida. Idina le advertía una y otra vez que tuviera cuidado pero su compañera le respondía que no debía preocuparse por eso. Hasta que una noche fue sorprendida por la vigilancia del pasillo y llevada ante la jefa de estudios que no era otra que su propia madre. A Melanie no le agradaba mucho esa situación aunque tampoco le daba mucha importancia. Ella misma había burlado cantidad de veces esa norma de la hora que siempre le había parecido estúpida. Pero como responsable de la facultad era su obligación ocuparse de ese tema. Decidió sin embargo tener una charla más de madre a hija que no de jefa de estudios a alumna.

-Vamos a ver, Heather.- Le dijo tratando de aliviar la situación. - Sabes que no puedes volver más tarde de la hora permitida. ¿Cuántas veces más has faltado?
-Ninguna mamá, para una vez que se me ocurre hacerlo me pillan.- Se encogió de hombros la chica, simulando resignación. – Eso de ser una pardilla tiene sus pegas.

            Pero su madre le dedicó una mira más severa al tiempo que rebatía.

-No me mientas hija, yo he sido cocinera antes que fraile. Verás, no me voy a enfadar contigo mientras lleves al tanto tus estudios. Comprendo que, a tu edad, estas cosas pasan. Pero entiende tú también que no debes hacerlo más. Siendo mi hija todas las miradas estarán puestas en ti y en mí. Si te dejo hacer lo que quieras sentaré un mal precedente hacia los demás alumnos.
-Lo entiendo mamá, perdona, no volverá a pasar. ¿Alguna cosa más? - Preguntó impaciente ya por irse.-
-Sí, algunos profesores me han comentado que faltas a sus clases.
-No tiene importancia, estoy muy ocupada con las tareas de la hermandad, eso es todo.
-Mira a Idina, ella es la presidenta y sí que va a sus clases. - Objetó Melanie. -
- ¡Ella es una máquina mamá, no hay quien la iguale! - Rio Heather aunque de forma nerviosa para agregar. - De todas formas su trabajo como presidente no es tan duro como el mío, soy su secretaria, me encargo de llevarle sus asuntos, y  a cambio, me deja los apuntes.
-Pero los apuntes solos no bastan.- Repuso Melanie que insistió ahora con algo de inquietud. - Debes ir a clase más a menudo, hija. Dentro de poco van a comenzar las prácticas con los niños. Y eso es obligatorio para poder superar el curso.
-Tranquila mamá, iré, te lo prometo. - Repitió cansinamente Heather, aburrida ya de aquella especie de amonestación encubierta. -

Su madre se percató de eso y suspirando añadió con un tono más suave y conciliatorio.

-Muy bien, no quiero ser pesada porque cuando tenía tu edad tampoco soportaba los sermones. Me gustaban las fiestas y pasarlo bien, sin embargo iba a las clases. Anda, vete ya y no olvides tus promesas, hija.

            Heather sonrió contenta de poder salir de allí, estaba cansada, exhausta, necesitaba recuperarse. Nada más despedirse de su madre y encaminarse hacia su cuarto sacó de su bolsillo un frasquito y tomó una pastilla. Enseguida estaría mejor, gracias a que Jack le había dado esas píldoras estimulantes podría aguantar bien el resto del día, incluso estudiar por la noche. Si es que a Idina no le importaba. No, claro que no, era su amiga y de seguro que la ayudaría.

-Bueno, lo de las píldoras no se lo diré, no lo comprendería.- Supuso Heather.-

 Entre tanto la aludida se afanaba en prepararse para sus prácticas, pasados los primeros exámenes del trimestre con muy buenas calificaciones, le tocaría empezar a dar las clases a ella. Heather también aprobó, pues se quedaba estudiando hasta muy tarde. Apenas dormía, su amiga no acababa de comprender como soportaba ese ritmo.

-Tengo que hablar con ella. Se está forzando mucho.- Se decía con preocupación.-

            Y es que su compañera ensayaba con las animadoras como ella misma, al ayudaba en el club, estudiaba y salía con su novio. Amén de pasarse a veces por las clases de cocina para estar con Bea, Millie y Nehie. Lo cierto es que la propia Idina estaba asombrada. Ella había tenido que reducir sus ensayos como animadora y olvidarse de salir con chicos, porque no tenía tiempo material.

-No sé cómo lo hará.- Pensaba con extrañeza.-

Pero hablar con Heather era muy complicado pues cada vez la veía menos. No se separaba de ese Jack y a veces ni venía a dormir a la habitación.

-Supongo que pasará las noches fuera, con él, en algún sitio. Estoy preocupada. Tendría que decírselo a su madre. Pero si lo hago…la señora Roberts es la jefa de estudios y podría ponerla en un dilema.- Meditaba con inquietud Idina.-

Para su alivio, iría fuera unos días de una visita a la gran nave en la que viajasen sus primos Leval, Mazoui y su compañera y amiga Amatista. La razón, la esposa de su primo les comunicó que estaba embarazada. Idina se llevó una gran alegría, hacía muy poco que su compañera de grupo se había casado con Leval. De modo que se ausentó durante un par de semanas, pudo charlar allí con sus primas Kerria y Katherine a las que hacía bastante que no veía, regresando un poco antes de comenzar sus prácticas, entraría como profesora en una escuela de primaria y a su vez debería entrar y salir de la universidad a menudo. Pero siempre volver antes de las diez, claro. Estaba ya pensando en cómo le irían sus clases la penúltima noche antes de comenzar.

-Tengo muchísima ilusión pero también algo de miedo.- Se decía Idina.-ES una gran responsabilidad, deseo hacerlo muy bien.

Por otro lado, su amiga Heather estaba fatal, no había dormido nada el fin de semana anterior y casi no podía mantenerse en pie. Sacó su frasco de pastillas y se tomó un par de ellas, deseando que eso la mantuviera para afrontar el nuevo día. Cuando parecieron hacerle efecto salió del cuarto para dirigirse hacia la cafetería a fin de desayunar. Idina por su parte ya estaba allí pero olvidó llevarse su cuaderno de notas y regresó a la habitación.

-¿Donde podrá estar?- Se preguntó registrando su armario. -

            Levantando una carpeta vio rodar un frasquito que se abrió en la mesa desparramando su contenido de pastillitas. La muchacha no sabía que podría ser eso, pero seguramente eran de Heather. Supuso que se trataban de aspirinas, pero eran de un color rojo que no le resultaba familiar. Las guardó en un bolsillo para llevárselas a ella y por el camino se topó con Malcolm Roberts, el padre de Heather, que aparte de su trabajo como ojeador de los Giants de Nueva York, uno de los mejores equipos de Football del país, era profesor de educación física en la Golden.

-Hola, señor Roberts. - Saludó la muchacha. -
-Hola, Idina. ¿Vas a clase?- Le inquirió  amablemente Malcolm. -
-Sí, pero antes me acercaré al comedor, tengo que ver a Heather, esto debe ser suyo. Ha debido de olvidarlo en nuestra habitación. - Sacó las pastillas exhibiéndolas frente a Roberts que las miró sorprendido. -
-Déjame ver eso. - Le pidió el atónito hombre tomando el frasco de las manos de la chica para preguntar con extrañeza. - ¿De dónde las ha sacado?...
-No sé, las tenía sobre una mesita, debajo de una carpeta. - Respondió Idina que con toda su buena voluntad, comentó. - Serán aspirinas o pastillas para la tos.
-Esto no son pastillas para la tos, ¿estás segura de que las tenía mi hija?- Le preguntó su interlocutor muy serio ahora. -
-Sí señor, pero ¿que pueden ser si no? - Quiso saber ella que comenzaba a preocuparse, la expresión del señor Roberts no era nada tranquilizadora. -
-¡Dile a mi hija que quiero verla en el despacho de su madre y pronto! - Le urgió sin contestar. -

            Idina no se lo pensó al ver ese gesto tan enojado en el semblante del padre de su amiga. Asintió y corrió lo más rápido que pudo de vuelta a la cafetería. Encontró a la muchacha charlando animadamente con unos compañeros.

-Heather, tu padre quiere verte en el despacho de tu madre y está muy enfadado.
-¿Pero, por qué?- le inquirió la  chica entre atónita y preocupada. -
-Me encontré con un bote de tus pastillas y se las di para que te las devolviera.- Le respondió con total naturalidad.-
-¿Qué le diste mis pastillas?- Exclamó Heather horrorizada y mirando a Idina como si hubiera cometido un crimen. - ¿Sabes lo que has hecho?...
-¿El qué? yo creía que eran para la tos.- Se justificó la sorprendida muchacha. -

            Su amiga sacudía con la cabeza una y otra vez y salió de la cafetería a toda prisa sin siquiera mirarla. Idina trató de seguirla pero no pudo hacerlo pues la gente que iba y venía le obstaculizaba el paso. Entre tanto Heather llegó al despacho, tendría que inventarse cualquier cosa para evitar la bronca que a buen seguro le caería. Llamó a la puerta y le indicaron que podía pasar. Según entraba y antes de poder articular palabra su madre, sentada tras su mesa, le mostró el frasco de pastillas y le dijo con visible enfado en tanto su padre la observaba con severidad, cruzado de brazos y en pie.

-Ahora mismo vas a explicarnos lo que es esto, Heather.
-Y no nos digas que son pastillas para la tos,- añadió su padre también furioso.-  Sabemos perfectamente lo que son. Pastillas estimulantes, esto es una droga.
-¿Las estás tomando?- le inquirió Melanie con un tono de gran preocupación. -
-No, claro que no - repuso ella tratando de no ponerse nerviosa. -
-¿Entonces Idina ha mentido? No estaban en tu habitación, - repuso Roberts con tono contrariado. –

            Varias posibles réplicas cruzaron la mente de Heather en apenas décimas de segundo. ¿Qué podría decir? ¿Que eran de Idina? ¿Y para que se las habría dado a su profesor de educación física entonces? ¿Qué su compañera y amiga siendo tan buena chica, les había mentido porque sí? No tenía sentido. Al fin, con celeridad, replicó lo que más podría tomarse como cierto.

-No, estarían allí seguramente - dijo Heather con la voz más firme. - Jack debió dejarlas ahí.
-¿Jack?- se sorprendió Melanie desconcertada. - ¿Quién es Jack?..
-Es mi novio, mamá. Le conocí en verano, el chico del surf. ¿No te acuerdas?..

            Melanie se quedó pensativa y recordó. Cayó en la cuenta de quien se trataba. Su hija le habló de él, pero ella creyó que ese había sido un mero romance veraniego.

-¿Y le has metido en tu cuarto?- Intervino Roberts visiblemente irritado. - ¿No sabes que está prohibido?...

            Por suerte para esta cuestión Heather tenía una fácil respuesta.

-Pero papá, ¿quién de vosotros no se ha colado en los cuartos de otros chicos y chicas?, siempre me lo contabais y os reíais al recordarlo...

            Realmente Melanie y Roberts no sabían que oponer a eso. Su hija tenía razón, no podían pretender reprenderla ahora por algo que ellos mismos se habían ufanado en recordar que hacían en sus tiempos de estudiantes.

-Bien, estamos de acuerdo que esa práctica sigue siendo todavía común entre el alumnado, a pesar de las normas. Pero ahora esa no es la cuestión, hija.- Añadió Melanie yendo a lo que de verdad les inquietaba. - Lo que nos preocupa a tu padre y a mí son estas pastillas.
-Ya os he dicho que no sé de qué pastillas se tratan. Deben ser cosa de Jack, lo siento, no volverá a pasar.- Se disculpó ella.-
-Claro que no - repuso Malcolm con patente irritación, sentenciando. - Porque no vas a volver a ver a ese individuo.
-¡Pero papá!- respondió Heather tratando de protestar. -
-¡No hay peros que valgan!-  Tronó Roberts muy enfadado ahora. - Si me encuentro con ese tipo por aquí le parto la cabeza, se lo puedes decir cuando te despidas de él.
-¿Y no te has parado a pensar que a mí podría gustarme?- Le recriminó Heather, acusando ahora a su padre con palpable disgusto.  - Tú siempre tienes que recurrir a la violencia para todo.
-Tu padre quizás se exceda con ese comentario, pero desde luego que si sorprendo a ese chico aquí dentro le denunciaré por allanamiento y llamaré a la policía. No pertenece a esta Universidad.  Además, claro está, de denunciarle por presunto consumo de drogas.- Añadió Melanie con un tinte de voz muy severo.-
-Pero mamá, eso no son drogas, sólo son pastillas para no dormir.- Rebatió Heather que se dio cuenta tarde de que había hablado demasiado- …
-¿Cómo sabes tú que son para no dormir?..- Le interrogó su padre. -
-Bueno, Jack me decía que estaba muy ocupado para dormir, que le faltan horas al día, tienen que ser para eso. Pero no son ninguna droga.
-Esas pastillas crean adicción, hija.- Le previno su madre quien con tono muy inquieto, sentenció. - No quiero volver a verte con ellas. Ni siquiera por casualidad. ¿Me has entendido?
-Sí, mamá.- Refunfuñó Heather fingiendo estar molesta, cosa que no le costó demasiado hacer, pero aliviada en el fondo por no haber sido descubierta. – Lo que tú digas.
-Vete ya - le ordenó su padre tratando  de templar su enfado - y que sea la última vez.
-Si vuelves otra vez a este despacho por alguna causa parecida no podré tratarte como a mi hija. Tendré que actuar como jefa de estudios y castigarte como si de otra alumna más se tratara. Confío en que lo comprendas, Heather.- Le advirtió Melanie con un tono muy serio de voz. -
-Sí, mamá - repuso ésta de forma bastante más sumisa ahora. -

            Heather salió del despacho directa a clase, cuando regresó a su cuarto no estaba de humor para charlar con su compañera de habitación. De todos modos su amiga no estaba, al rato Idina regresó.  La recién llegada trató de entablar una conversación y tras unos instantes de tenso silencio por fin logró una respuesta.

-¡La has hecho buena!,- le recriminó su compañera. - Casi me metes en un lio de los gordos.
-Perdóname, yo no sabía lo que eran esas pastillas, creía que eran para la tos.

            Heather se rio dejando a su amiga atónita.

-¡Ay Idina!, siempre tan inocente...Mira, esas pastillas ayudan a no dormir, te mantienen activo para poder aprovechar mejor el tiempo. Jack me las recomendó este verano.
-Pero, ¿tú no tomas eso, verdad?...- Inquirió su compañera con la esperanza un tanto fútil de que así fuera. -
-Escúchame, no pasa nada por tomarlas, yo me he tomado alguna, sí, pero estoy bien, ¡mírame! - Le pidió su interlocutora tratando de desdramatizar. - ¿Me ves con pinta de drogadicta?

            Idina se fijó en ella, la verdad es que estaba muy desmejorada, sus ojos estaban cercados por grandes ojeras y habían perdido brillo, pero por lo demás parecía estar bien. Por ello le suplicó con visible inquietud.

-Por favor, no tomes más de esas pastillas ¿Y si te hacen daño? ¿Y si son adictivas?
-¡Oh!, no seas como mi madre, hablas igual que ella. - Espetó Heather contrariada para afirmar de modo tajante. - Ya soy mayorcita para saber lo que hago. ¡Y puedo dejarlas cuando quiera!
-Sólo te pido que tengas mucho cuidado con esas cosas,- le rogó su amiga con tono conciliador. -
- Sí, sí, no te preocupes,- le repitió Heather con voz cansina, deseando zanjar aquel tema. -

            Su compañera lo dejó correr, ella quería confiar en su amiga y estaba muy ocupada con todo lo que se le venía encima. Pero no podía dejar de pensar en eso. Además, venía justamente del despacho de la jefa de estudios que la había convocado al poco de estar con su hija. Y cuando pasó la ofrecieron sentarse. Tanto el señor Roberts como la madre de Heather, la observaron con preocupación, pero con un brillo de esperanza en sus ojos, sobre todo cuando Melanie le pidió.


-Idina, sabemos que eres la mejor amiga de nuestra hija y una chica muy responsable y querida por todos. Por favor. Si notas algo extraño en Heather, algún comportamiento raro. Te pedimos que nos lo hagas saber de inmediato.
-Sí, por supuesto. - Afirmó la muchacha asintiendo. –
-Confiamos en ti. Sabemos que eres la mejor persona para estar cerca de ella. En eso eres igual que tus padres. Siempre se podía contar con Tom y Connie. - Añadió Malcolm con visible gratitud. –
-Gracias señor Roberts, no se preocupen, si veo cualquier cosa rara en ella enseguida les informaré. – Les prometió la muchacha deseando que no se diera el caso. -

Y tras ese incidente pasaron los días y las prácticas estaban prontas a comenzar. Idina ya tenía adjudicada una escuela, estaba nerviosa y deseosa de iniciarse como maestra. Pero antes de hacerlo tenía una reunión en el club. Había que empezar a preparar los detalles de la fiesta de graduación que tendría lugar al final del próximo trimestre. Presidiendo la mesa de reuniones propuso.

-Chicos, he pensado que para la fiesta de este año podríamos hacer algo especial...

            Todos estuvieron de acuerdo, sus caras miraban a su cinta púrpura con curiosidad y entusiasmados por cualquier posible idea que se le hubiera ocurrido.

-Aunque lo cierto es que no he pensado nada todavía.- Admitió Idina riendo tontamente y llevándose la mano al cogote, haciendo que los demás casi se cayesen de espaldas.- Pero ya se me ocurrirá algo. - Añadió con una sonrisita nerviosa. -

            Y tras tratar algún que otro tema secundario la reunión terminó a la espera de que a la líder se le ocurriese alguna idea luminosa. Para su fastidio no le vino a la mente ninguna. Llegó a su cuarto agotada, Heather no había acudido al club, y no estaba allí tampoco. Seguramente estaría estudiando o buscando una escuela para hacer sus prácticas, pensó. El caso es que pasaron un par de horas y su compañera entró por la puerta arrastrando los pies. Tenía un aspecto horrible, casi a tientas buscó entre sus cosas tirando libros y carpetas. Idina, que estaba aprovechando a dormir un poco, se despertó sobresaltada.

-Heather ¿qué te ocurre? ¿Te encuentras mal? - fue lo único que pudo decir al ver la cara de su compañera. -
-¡Las había puesto por aquí!- balbuceó ella desesperada - ¿dónde están?..
-¿Que buscas?- Le preguntó Idina levantándose de la cama. -

            La interpelada se volvió hacia ella zarandeándola por los hombros con violencia y una mirada casi de psicópata

-¿Dónde, dónde las has metido?...
-No, no sé de qué me hablas… -  pudo replicar su interlocutora, muy asustada por esa expresión de locura que tenía su amiga. -
-Mis pastillas, las que tenía de reserva. Las has escondido ¿verdad?-

Heather se trastabilló y antes de que su compañera pudiera ayudarla se recobró y comenzó a abrir los cajones con violencia.

-¡Cálmate, por Dios!, vas a despertar a todo el mundo. - Le pidió Idina temerosa de que aquel escandalo llamase la atención, pero sobre todo muy asustada por la forma de actuar de su amiga. -
-¡Me importa un cuerno todo el mundo!- Aulló la otra chica fuera de sí. - ¡Quiero mis pastillas!
-No, ¡ya basta!- Espetó Idina entre asustada y furiosa. - ¿No ves que esto te está matando?...

            Pero Heather no la escuchaba, había visto por fin el frasco de sus pastillas al fondo del cajón. Por suerte siempre guardaba más de un botecito. De lo contrario lo habría pasado muy mal cuando su compañera le encontró el otro. Más ahora que llevaba unos días sin ver a Jack. Desde que le contase a su novio lo que pasara en el despacho de sus padres este no había dado señales de vida. Y con él se había cortado el suministro de pastillas. Ahora, presa del delirio y manoteando casi sin control logró hacerse con ellas, aunque Idina trató de impedírselo.

-¡No!, ¡no te dejaré! - Le chilló tratando de arrebatarle el frasco.-
-¡Déjame en paz!- gritó su compañera desembarazándose de ella con un empujón que arrojó a su oponente sobre la cama.
-¡Heather!- le gritó su amiga a la desesperada. - Si te tomas otra pastilla no tendré más remedio que expulsarte de la hermandad e informar a tus padres.

            Su interlocutora se la quedó mirando con cara de sorpresa, y sin darle excesivo crédito. Sonrió y abrió el frasco.

-Te lo advierto. - Añadió su compañera poniéndose muy seria. -
-Vamos Idina, tú no harás eso, eres mi amiga…No...No puedes echarme, yo te metí en el club, ¿no te acuerdas?
-Sí, lo recuerdo - repuso ésta con un gesto sombrío. - Pero si vuelves a tomarte otra más tendré que expulsarte Heather, nuestra hermandad no admite el consumo de drogas. Y tampoco la universidad. ¡Piénsalo! No arruines tu futuro.
-¿Drogas? ¡Oh vamos, no seas estúpida! Sólo necesito tomarme una y estaré bien, tú no lo comprendes.
-Claro que lo comprendo...por eso mismo te lo advierto, Heather.
-Ya basta, déjame tranquila. - Respondió su irritada interlocutora tomando una pastilla y metiéndosela en la boca. –

            Para Idina lo que estuvo obligada a decir entonces fue lo más doloroso desde que llegó a la universidad, pero no tuvo otro remedio.

-Heather, desde este momento estás expulsada de nuestra hermandad.
-¿Que has dicho?- Replicó ésta con una sonrisa de incredulidad. -
-Lo que has oído, no te molestes en volver. Mañana mismo comunicaré mi decisión a los otros miembros.
-Pero, si les dices eso se hará público y mis padres se enterarán, ¡no puedes hacerme esto! - Gritó Heather descompuesta. -
-Es por tu bien. Te lo avisé y no has querido escucharme. Y seré yo misma la que informe a la jefa de estudios de tu comportamiento. – Pudo responder la muchacha visiblemente apenada. –

            Idina se asustó cuando su interlocutora clavó en ella unos ojos destellantes de furia e incredulidad reprochándole con amargura.

-Pensaba que eras mi amiga, nunca creí que serías capaz de apuñalarme por la espalda. ¿No recuerdas quién te llevó hasta allí cuando ni siquiera sabías que existía? ¿Acaso no sabes quien propuso que te nombraran a ti como líder?
-Sí, lo sé y te lo agradezco. Soy tu amiga, Heather, y me importas mucho, por eso lo hago. Cuando estés mejor y te cures podrás volver, es lo único que puedo hacer para ayudarte. Ahora no eres tú misma. Estás dominada por la necesidad de tomar esas pastillas.  ¿No te das cuenta? - Respondió Idina con la voz más suave, en un intento de rebajar aquella tremenda tensión.-

            Pero fracasó del todo. Su compañera la miraba casi con fuego en los ojos, se levantó apartando una mano que su amiga le tendía y espetó entre rabiosa y frustrada.

-¡Yo no tengo que curarme de nada! Mi vida no depende de un maldito tubo de pastillas. ¿Quién te has creído que eres para darme lecciones de moralidad?
-Escúchame... Heather yo…-trató de replicar Idina bastante afectada -...
-¡No!, déjame en paz…- le chilló su compañera con el rostro desencajado por la ira.- Creía que eras distinta, pero eres igual que las demás. ¡Una zorra egoísta y una maldita chivata! No te bastaba con ser la líder del club y la capitana de las animadoras, ¿verdad? Tenías que quitarme a Brent y por si fuera poco meterte en medio de mi familia y yo para hacerles ver que comparada contigo no valgo nada. Gracias, muchas gracias señorita perfecta, por arruinarme la vida.
- Pero…por favor…escucha… - Le suplicó su amiga visiblemente alarmada y preocupada tratando de aferrar una de sus manos. -
- ¡No me toques, puta! y no vuelvas a dirigirme la palabra. ¡Nunca!....- Le chilló Heather apartándola de un empellón. -
           
            Salió del cuarto dando un tremendo portazo. Idina abrió la puerta y miró tratando de localizarla pero su desquiciada compañera ya se había perdido por los pasillos. Nerviosa, llorosa y muy agitada, llamó por teléfono a casa de los padres de su amiga. El horario de trabajo de estos había concluido hacía bastante rato y no se encontraban en el campus. Por fortuna ella tenía su número de las veces que quedaba con Heather fuera de las clases. Eran ya más de las doce cuando sonó el teléfono despertándolos a ambos. Melanie lo descolgó. Temiendo que fuera algún alumno gamberro que hubiera conseguido su número contestó a la defensiva y con poca simpatía.

-¿Se puede saber quién llama a estas horas? Como sea una broma…

            Sin embargo no lo era, ¡ojalá lo hubiera sido! Enseguida el semblante de la jefa de estudios pasó del enfado a la preocupación y al horror cuando entre sollozos Idina le contó lo que había ocurrido.

-¡Dios mío!, enseguida vamos, por favor, búscala hasta que lleguemos.
-¿Qué es lo que pasa?- Le preguntó su marido a medio despertar. -

            Melanie le refirió en pocas palabras lo que la compañera de su hija le había contado. Malcolm se levantó como un resorte. Así los dos salieron raudos hacia la facultad. Idina puso en pie a casi todos los miembros del club para tratar de encontrar a Heather pero nadie la veía. La jefa de estudios llegó enseguida  y se encontró con la asustada líder de la hermandad en su despacho.

-¿La has visto?- le preguntó desesperada. -
-No, nadie la ha visto, he dicho a todos que la busquen por el campus, pero no la hemos encontrado por ninguna parte.
-¡Oh, Dios!..- exclamó Melanie a punto de llorar. - Dices que estaba desquiciada por esas pastillas.
-Le pedí que no las tomara. La amenacé con expulsarla de la hermandad. La presioné demasiado, me equivoqué. ¡Lo siento mucho!- Balbuceó la pobre chica sin poder evitar llorar. - ¡Se ha escapado por mi culpa!

            La destrozada jefa de estudios abrazó a la muchacha y la consoló pese a todo. Con la voz lo más dulce y comprensiva que pudo.

-Hiciste lo que creíste mejor. Yo no lo habría hecho de otra forma. Ahora lo único que importa localizar a mi hija sana y salva. Gracias por preocuparte tanto por ella y ser tan buena amiga.
- Esa no era Heather. Sólo espero que se ponga bien. - Repuso Idina enjugándose las lágrimas.-

            Mientras tanto Roberts buscaba a su hija acompañado de algunos miembros del club, al no encontrarla volvió al despacho de su mujer y propuso avisar a la policía. Desde allí  pensaron en llamar a la comisaría del distrito pero al estar la Golden lejos de la ciudad tardarían en llegar. De momento lo dejaron correr, quizás apareciera enseguida, eso esperaban, de lo contrario parecía que tendrían que enfrentarse a una larga búsqueda. Eso se temían cuando uno de los grupos encontró a Heather, estaba en las afueras del campus, tirada en el suelo, inconsciente y con síntomas de intoxicación. El frasco de las pastillas estaba vacío. Afortunadamente sus constantes vitales aunque irregulares, se mantenían. Inmediatamente llamaron a una ambulancia y corrieron a avisar a sus padres. Melanie y Malcolm corrieron hacia allí a toda prisa seguidos por Idina.

-¡Oh, Dios mío!, que esté bien.- Suplicaba Melanie llena de angustia. -


            Nada más llegar, su padre la reconoció. Heather respiraba a duras penas y tenía la boca cubierta de baba blanca. Debía de haber ingerido varias pastillas a la vez y eso le provocó una reacción aguda. La levantó en brazos tras asegurarse de que no tenía nada roto, ni bloqueos en la faringe y le tomó el pulso que era muy débil. Melanie no paraba de llorar y era ahora Idina la que, llorosa también, intentaba consolarla. Tras unos minutos que parecieron arrastrarse llegó la ambulancia. En un momento los sanitarios la subieron a una camilla y junto con sus padres la trasladaron al hospital más cercano. Idina se quedó allí, sin saber qué hacer. Cuando escuchó las familiares voces de sus amigas dirigiéndose a ella.

-¿Qué ha pasado?- Quiso saber Millie que, junto a muchos otros, había salido con el batín y el pijama de su habitación.-
-Sí, hay mucho revuelo.- Convino Bea, aproximándose también.-

            Aunque a la española le había dado tiempo a ponerse un chándal y salir para colaborar en la búsqueda. Una vez vio a Idina corrió hacia ella e insistió.

-¿Te encuentras bien?

            La interpelada no fue capaz de hablar, solamente arrancó a llorar abrazándose a su interlocutora.

-Cálmate.- Le pidió Beatriz, visiblemente preocupada.-
-¡Es…es Heather! - Gimió Idina, totalmente destrozada por el temor y la angustia.-

            Apenas pudo contarles a sus amigas que la habían encontrado tirada en el suelo, y que tuvieron que llevarla al hospital. Pero no quiso comentar nada de las pastillas. Sus dos compañeras la observaban entre perplejas y muy asustadas.

-¡Oh!, pobre chica.- Musitó Millie.-
-No sé qué hacer.- Les confesó Idina.-
-No puedes hacer nada más. Ten fe en que se va a poner bien.- La animó Beatriz.- Y tranquila, no estás sola. Estaremos contigo para lo que haga falta. Vena  dormir a mi cuarto si quieres.

Idina asintió agradecida. Al fin, todos se fueron a la cama. Nada más se podía hacer allí. Junto con Bea entró en el cuarto de esta.

-¿Quieres una tila?- Le ofreció la española.- Te vendrá bien para calmarte.
-Sí, gracias.- Musitó su interlocutora.-

            Tras unos minutos, los que tardó en hervir el agua en un hornillo que tenía y en echar la bolsita con la tila, Beatriz se la dio a su amiga. Idina dio algunos sorbos y Beatriz se sonrió pidiéndole con ternura.

-Espera que estará muy caliente.

            Así lo hizo, y tras un rato pudo beber aquello. No le gustaba demasiado pero si su amiga se lo recomendaba…

-Un viejo remedio de mi abuela Merceditas.- Sonrió Beatriz.- Te calmará.
-Gracias Bea.- Pudo decir Idina.-
-Seguro que mañana Heather estará mejor. No te preocupes. Llamaremos al hospital o iremos a verla. Lo que haga falta.- Aseveró la española.-
-Supongo que sus padres estarán allí pasando la noche con ella. Mañana a primera hora le preguntaré a la señora Roberts.- Repuso su interlocutora.-
-Pues tú trata de descansar. Mañana le preguntas a sus padres. Y no te olvides que tenemos clase de cocina a la tarde.- Le recordó animosamente Bea, remachando.- Toca preparar un mouse de espinacas.
-No me gustan nada las espinacas.- Suspiró Idina.-
-Tú te lo pierdes, tienen mucho hierro.- Le sonrió su amiga.- Anda, vamos a dormir un poco.

Y Bea no tardó en ponerse su pijama y subir a la litera. Amablemente le dejó la de abajo, que solía ocupar Nehie, a su huésped. Idina la imitó, tumbándose y dándole las buenas noches. Apagaron la luz y la española no tardó en dormirse, Idina la podía oír respirar. Ella misma trató de dormir pero no logró conciliar el sueño. Al amanecer esperó noticias, dejando dormida a Bea se levantó y tras pasar por su habitación, darse una ducha y cambiarse, se fue hasta el despacho de la directora. Aguardó hasta las diez de la mañana, cuando por fin llegó Melanie, enseguida se fue corriendo hacia ella nada más la vio entrar.

-Señora Roberts. ¿Cómo está Heather? - Le chilló desde el otro lado del pasillo sin poder contener su preocupación. -
-Está bien- respondió la madre de la muchacha según llegaba Idina junto a ella.- ¡Gracias a Dios! Ha tenido mucha suerte.  Le han hecho un lavado de estómago. Tenía una sobredosis de pastillas, no lo puedo creer, ¿cómo ha sido capaz de hacer eso?
-Estaba muy estresada, no tenía casi tiempo entre los estudios y el club. Además de salir con su novio,- explicó Idina. - Ella quería ser una buena maestra. Me lo dijo muchas veces, deseaba ser como usted y el señor Roberts y se esforzaba para conseguirlo.
-¡Casi destroza su vida!, ¡casi se mata!- sollozaba Melanie terriblemente torturada. - Por el amor de Dios. Yo con su edad nunca pensé siquiera en algo así, y desde luego que hice muchas tonterías de las que me arrepiento. Pero jamás me acerqué a las drogas.
-Tranquilícese. Lo importante es que Heather esté bien.
-No es tan sencillo, lo que ha hecho está castigado con la expulsión, pero ¿cómo voy a echar a mi propia hija? Nunca he tenido que expulsar a nadie. Además, si consta su expulsión de tu club en base a consumo de drogas no podré ignorar los hechos. Y esos antecedentes la perseguirán durante el resto de su vida. Jamás podrá entrar en otra buena universidad. Ni tampoco conseguir un buen trabajo.- Contestó a duras penas la abatida mujer.-

            Idina le sostuvo las manos entre las de ella y sonrió. Animosamente repuso para calmar a su atormentada interlocutora.

-Yo la expulsé de palabra y en nuestro cuarto, no había testigos y no he escrito nada por ahora, ni lo voy a hacer. Podrá explicarse diciendo que fue un accidente. Estoy segura de que Heather habrá aprendido la lección y que dejará de tomar pastillas.
-¿De veras? ¿Harías eso por ella? - Le preguntó Melanie esperanzada. -

            Idina asintió y la angustiada madre de Heather sonrió aliviada, dándole un beso en la mejilla y abrazándola con fuerza, añadió.

-Entonces y gracias al cielo podré dejarlo pasar. Mi hija no se tendrá que marchar de aquí. Al menos podrá curarse y quizás volver después.
-Ahora lo principal es estar junto a ella y que se recobre lo antes posible.- Dijo Idina secundada por el asentimiento de Melanie. - Bueno, si me disculpa ahora debo ir a clase, la esperé a usted durante la primera hora y me temo que tendré una falta injustificada de asistencia.
-¿Desde cuándo ayudar a salvar y preocuparse por una compañera es una falta injustificada?- Replicó Melanie  que la abrazó añadiendo con tono de patente reconocimiento. - No te preocupes, hablaré con el profesor que tenías a esa hora y te quitará la falta.

            Su interlocutora sonrió y se despidió de la jefa de estudios, a todo correr volvió a su aula. Al término de las clases preguntó a los padres de Heather si podría verla, ellos le dijeron que sí. La llevaron de visita al hospital, tras esperar unos minutos Idina entró a la habitación. Nada más verla Heather dejó de esbozar la sonrisa que mantenía con sus padres.

-¿Cómo estás?- Le preguntó Idina con suavidad. -
-Supongo que bien, gracias.- Respondió su amiga casi sin fuerzas. - Los médicos dicen que tuve suerte, pero tengo el estómago muy dañado y tendré que permanecer varias semanas en el hospital, a basa de dietas especiales.
-Al menos estás viva. – Sonrió su amiga, tratando de contener su emoción para sentenciar. - Eso es lo más importante.

            La convaleciente no podía reprimir los sollozos que dieron paso a un llanto silencioso. Sus padres y su compañera se acercaron a ella preocupados.

-¿Te duele algo, hija?- inquirió Roberts. -
-No,- negaba Heather con la cabeza mientras seguía llorando, los labios le temblaban y trataba de girar la cabeza para no mirar a su amiga. Ésta le sujetó una mano y eso precipitó que rompiese a llorar aún más. Desbordada por su sentimiento de culpabilidad. - ¡Perdóname, Idina!, no sabía lo que estaba haciendo. Os he fallado a todos, a ti, a mis padres…a mí misma...No puedes seguir siendo amiga de alguien como yo, te dije cosas horribles, pero no las pensaba, de verdad.
-No digas tonterías.- Contestó su amiga con un dulce tono de voz.- Yo te quiero mucho, porque junto a Nehie y a mis primas, eres una de mis mejores amigas. No renunciaría a ninguna de vosotras por nada. Y tengo muchas ganas de que vuelvas conmigo y con los chicos de la hermandad que te echan mucho de menos.
-Yo ya no soy de la hermandad, me expulsaste, ¿no te acuerdas?- Musitó la muchacha con pesar para admitir. – E hiciste bien, no merezco pertenecer a ella.
-Lo siento mucho, por mi culpa te fuiste enfadada y te tomaste todo el frasco. No debí ponerte entre la espada y la pared, debía ayudarte…y no lo hice. - Sollozó ahora Idina, sintiéndose culpable a su vez. -
-Lo hiciste, tú no tuviste la culpa, hiciste lo que debías hacer, siempre lo haces.- Sonreía Heather entre sus lágrimas para reconocer. - Me tomé las pastillas porque una ya no me hacía efecto, me volví loca y me tomé varias a la vez. Luego me sentí fatal y no recuerdo nada más.
-Lo principal es que ahora estás a salvo, y seguro que nunca más volverás a tomar esas pastillas.- Declaró animosamente Idina. -
-Nunca, nunca más lo haré, después de salir de aquí ya estaré desintoxicada. Te lo prometo. - Afirmó su compañera. -
-¿Y no te comerás ni siquiera las pastillas de moras? - Le preguntó ésta sonriendo para desdramatizar. -
-Ni esas. Bueno, quizás esas sí. - Sonrió Heather  enjugando sus lágrimas. -

            Ambas amigas se abrazaron ante la mirada sonriente de Melanie y  Malcolm.

-¿Sabes una cosa?- le dijo Heather todavía sonriente. - Jimmy vino a visitarme y estuvo muy cariñoso conmigo.
-¿Qué tal sigue tu hermano?- Se interesó Idina con auténtica atención y simpatía. -
-Está muy bien, ya ha aprendido muchas cosas. Nada más verme me dio un beso y me dijo. Tata, ponte buena. También me dio recuerdos para ti.
-Dale las gracias y salúdale cuando le veas otra vez. Espero poder visitarle pronto.
-Lo haré, aunque, lo único que lamento ahora.- Añadió Heather abatida - es que no podré graduarme.
-¡Pues claro que sí! - La animó Idina.-  Yo te traeré los apuntes que te hagan falta y te ayudaré a estudiar.
-No puedo pedirte eso, estás demasiado ocupada.
-No hay nada más importante que ayudar a mi mejor amiga - replicó su interlocutora. -
-Yo también te ayudaré- intervino Melanie añadiendo eso sí con un tono más realista. - Si de veras quieres graduarte. Aunque sea en Septiembre. Porque tienes que hacer las prácticas con los niños. Y eso sí que es obligatorio.
-Todos estamos contigo, hija - Le dijo cariñosamente su padre y de una forma bastante más suave de lo que solía hablar.- Lo conseguirás…


            Heather se abrazó emocionada a sus padres en tanto que Idina se alejaba para dejarles un poco de intimidad familiar. Terminó la hora de visitas y Roberts la llevó de nuevo a la universidad. Pasaron varios días, la convaleciente iba mejor, comiendo cosas muy ligeras y frugales para no afectar a su estómago. El señor Roberts traía y llevaba a Idina que le ponía al día con los apuntes y Melanie le repasaba las lecciones. También Millie y Bea fueron a verla y trataron de ayudarla con los estudios.  Y al poco una vieja y gran amiga retornó. Neherenia había vuelto. Enseguida se abrazó a su compañera Idina, saludó muy contenta a Millie y a  Beatriz y fue a visitar a Heather. 

-¿Cómo estás? – Se interesó Nehie tomando a su amiga de las manos, en tanto ésta se levantaba de forma trabajosa de la cama. –
-Mucho mejor ya. Aunque todavía tendré que recuperarme durante un par de semanas más.- Le informó Heather que quiso saber a su vez.- ¿Y tú? ¿Has resuelto todas las cosas de tu país? Porque chica, cada vez que te vas allí parece que fueras la reina. ¡No pueden estar sin ti!- Se sonrió su amiga. –

Neherenia rio con ella, evidentemente de lo acertada que estaba su amiga sin saberlo. Cuando estaban a punto de despedirse sacó un pequeño frasquito y le comentó a su compañera.

-Mira, esta agua viene de un manantial muy puro de mi país. Se llama agua de la Luna. Y tiene propiedades curativas. No te hará ningún daño y puede que te ayude a recobrarte antes.
-Muchas gracias. – Sonrió Heather tomándolo en una mano con delicadeza.-

La verdad es que tampoco se creía mucho aquello, pero viendo la expresión de su compañera decidió abrir el frasquito y dar un sorbo aunque fuera por agradarla. Y el caso es que pareció sentirse mejor. Su estómago que le dolía de una forma sorda y continuada desde que le hicieron el lavado dejó de molestarla. Quizás fuese la alegría de volver a ver a su amiga…

-Ahora tengo que irme, debo ponerme al día de muchas cosas. – Le dijo su compañera que afirmó jovial. – Espero verte muy pronto en la facultad.

Heather convino en eso con un asentimiento y volvió a acostarse. Su amiga se marchó rumbo a la Golden. Recordaba los últimos meses. Tras el ataque que sufrió su reino. Por supuesto eso estaba clasificado como secreto y no podía revelárselo a Idina. Por ello tuvo que mantener la versión del meteorito con ella. Al poco de comenzar las tareas de reconstrucción estuvo visitando personalmente varias de las zonas afectadas. Empezó por esa escuela infantil que estuvo tan próxima a la batalla. Gracias al Cielo sus amigas las Asteroides y Chibiusa protegieron ese enclave evitando que los críos sufrieran daños. Cuando ella llegó, unos días después, parecía que todo había vuelto a la normalidad aunque todavía se afanaban en reparar algunas estructuras dañadas. La soberana, vestida en este caso de un modo más informal, pasó a saludar a los niños. Junto con ella iba Doran, quien en breve debía retornar a su planeta natal para informar de lo sucedido a sus reyes.

-Nuestra bella y gentil reina.- Decían con admiración algunos de los súbditos que se congregaban allí.-
-La valerosa y hermosa soberana de nuestro país - Añadían otros, enterados de cómo su reina luchó junto a las guerreras de la Luna para defenderles.-

            Algunos soldados de escolta le abrían un pasillo para que pudiera caminar sin problemas. Sin embargo, esa precaución era del todo innecesaria. O al menos eso creían. Todos los allí reunidos la observaban con respeto y gran emoción, pero no se atrevían a aproximarse en exceso. Hasta que algunos gritos se oyeron.

-¡Asesina!- Exclamó una voz rota de origen femenino.-

            Eso atrajo las miradas de los allí reunidos, la propia Neherenia y Doran dirigieron su atención hacia un revuelo que se estaba organizando. Algunos miembros de la seguridad estaban forcejeando con alguien, era una mujer de mediana edad junto con otros dos individuos.

-¡Tú matates a mi hijo!- Gritaba esa mujer tratando de zafarse del cordón de seguridad para aproximarse.

            Iban a llevársela rastras pero la soberana se dirigió hasta allí seguida por el embajador saiyajin y les ordenó.

-Esperad.

            Todo el mundo a su alrededor guardó un espeso silencio. Ahora Nehie estaba cara a cara con esa mujer, la cara de aquel infeliz estaba demacrada y con ojos llorosos, restos de lágrimas le marcaban las mejillas. Ante la atónita y consternada mirada de la soberana esa mujer pareció quedar desconcertada, pero enseguida se recobró espetando con amargura y desconsuelo.

-Mi hijo era apenas un niño. ¡Se alistó en tu ejército de pacotilla y le mataron por tu culpa. Nos prometiste que estaríamos seguros en tu reino!

            Neherenia no supo que decir a eso, estaba pálida y realmente consternada. Al final únicamente fue capaz de musitar.

-Lamento muchísimo su pérdida, señora, yo…

            Pero aquella mujer no recibió bien esas condolencias, al contrario escupió hacia la soberana llegando a alcanzarla en el pecho. De inmediato la guardia intervino apresándola de nuevo y apartándola de su lado, incluso Doran se adelantó para interponerse entre ambas.

-¡No le hagáis daño! - Pidió la reina.-

            Esos guardias trataron de llevarse de allí a aquella individua quien, enloquecida continuaba con sus gritos.

-¡Asesina! Devuélveme a mi hijo…

            Muchos murmullos se oyeron entre la gente. Neherenia tuvo que controlarse para no derramar lágrimas aunque alguna traicioneramente le cayó por las mejillas. Doran enseguida se aprestó a decir asegurándose de hacerlo en voz alta.

-Eso es mentira. No tuvisteis la culpa de nada. Nos atacaron sin provocación. Y luchasteis la primera para defender a vuestro pueblo. Como embajador saiyajin y aliado doy fe de ello por mi honor.
-Dejadlo, por favor.- Musitó Neherenia con tono consternado.-

            Se dio media vuelta y entre algunos murmullos lejanos más de las personas que les rodeaban retornó hacia esa escuela infantil.

-Mi señora.- Intervino uno de sus dignatarios.- Podemos suspender la visita.
-Eso nunca.- Respondió ella con firmeza.- Quiero ver a los niños.

Aquel individuo asintió. Tras unos momentos las cosas parecieron volver a la normalidad. Al fin, Nehie y Doran entraron en la escuela. Los docentes hicieron una gran reverencia y la directora del centro enseguida dobló la rodilla y le dijo, llena de gratitud y devoción.

-Es un grandísimo honor para nosotros el que nos honréis con vuestra visita, Majestad Serenísima. Vos también, noble embajador.
-El honor es nuestro.- Convino el saiyajin asintiendo educadamente.-
-Muchas gracias. - Sonrió Nehie preguntando ahora.- ¿Podemos ver a los niños?
-Por supuesto, mi Señora.- Afirmó la directora haciéndola pasar a una de las aulas con un gentil ademán en tanto volvía a inclinarse.-

            La soberana entró descubriendo a un grupito de quince niños y niñas de entre cinco y seis años, sentados en sus sillitas y distribuidos alrededor de varias mesitas redondas. Algunos parecían estar dibujando algo, otros jugando con plastilina. Nehie, aprovechando sus conocimientos de pediatría y la psicología infantil que había estudiado en la Golden se interesó por lo que hacían. Llegó a sentarse en una de esas pequeñas sillas sosteniendo a un crío en su regazo. Doran, en pie y algo apartado, no pudo evitar sonreír. La situación era bastante cómica. ¡Toda una reina meciendo y jugando con un pequeño que se reía y que, sin ningún tipo de respeto a la etiqueta, tocaba la nariz de la soberana! Hasta le puso un pegote de plastilina en una mejilla que Neherenia se quitó para hacer una bolita con él, depositándolo en la mesa, en tanto que, con voz dulce, le preguntaba al chiquillo.

-¿Qué estás haciendo?...
-El palacio de la Luna.- Le dijo él con su vocecilla infantil.-
-Es muy bonito.- Valoró ella observando un pegote con forma de cilindro que se insertaba en otro con apariencia vagamente parecida a un rectángulo.-
-¡Reina Neherenia! – La llamó una cría que se aproximó a ella muy contenta, exhibiendo un papel, en tanto le decía con visible entusiasmo.- ¡Ésta eres tú! ¡Toma, te lo doy!

            La soberana tomó el papel y sonrió ampliamente al verse hay dibujada. Bueno, al menos una especie de monigote con cara sonriente, (dos puntitos por ojos y una línea curvada hacia arriba). Portando una gran corona en la cabeza y una falda muy larga, con varias rayas de colores morados que hacían la representación de sus cabellos.

-¡Qué guapa estoy! Gracias tesoro. - Se rio acariciando las mejillas de esa cría.-

            Y tras unos minutos en los que incluso les cantó una canción a los pequeños, la soberana se despidió de ellos. Todos le dijeron adiós con el coro de sus vocecillas y agitando sus manitas. La directora le agradeció una vez más su visita, los impresionados maestros se deshicieron en elogios hacia su persona. Y después de saludar al resto de los ciudadanos reunidos allí, tanto ella como Doran subieron a un deslizador que les llevó de retorno al palacio. Aunque Neherenia extinguió la sonrisa que había estado dedicando a sus súbitos y bajó la mirada con semblante triste.

-Majestad. Esa mujer os ha calumniado. Desde luego en mi reino sería castigaría por eso.- Dijo el saiyajin.-
-¿Es que no ha tenido bastante castigo ya perdiendo a su hijo?- Suspiró ella.-
-Su hijo debió luchar valientemente por vos y por este reino. Si murió con honor ella debería estar orgullosa.- Declaró él.-
-Seguramente haya perdido lo que más amó en el mundo.- Musitó Nehie.- Ahora no piensa en el significado de cosas como valor, honor o deber. Solamente entiende lo que es el dolor. No seas tan duro con ella.

Doran se la quedó mirando con manifiesta sorpresa, al fin no pudo evitar decir con admiración.

-¡Sois una gran soberana, Señora! En muchos aspectos me recordáis a su Majestad, la reina Meioh.
-Muchas gracias, que me comparéis con ella es para mí un gran honor. No creo merecerlo.
-Creedme. Lo merecéis. Sois sabia y generosa.- Le aseguró Doran, arguyendo.- Sabéis luchar con fiereza para defender a los vuestros y también ser amable y gentil con ellos. Como una madre. Y como tal perdonáis las ofensas que os hacen sin ninguna razón. Lamento que hayáis sufrido esas palabras tan injustas.
-Veréis embajador.- Suspiró la joven.- Cuando esa mujer me acusó de matar a su hijo, en parte tenía razón. Él murió por mí, defendiendo este reino. Eso me hace sentir muy mal. ¡Ojalá nadie hubiese tenido que perecer!
-Que eso no os desmotive, Señora.- Le pidió Doran.-

            Aunque ahora ella movió la cabeza para contestar con tono seguro.

 -No lo hará porque luego, cuando estaba con esos niños me daba cuenta, de que todo lo que hago merece la pena. Cualquier sacrificio o deber, por penoso que sea, es aceptable con tal de verles sonreír felices y despreocupados. Así es como los niños deben ser. Ya tendrán tiempo de crecer y afrontar problemas. Y pienso que gracias a mis buenas amigas de la Luna Blanca, así he podido ser yo también, al menos durante algunos momentos en mi vida. Esas experiencias, conociendo a muchos y buenos amigos e  incluyendo ahora mis estudios en la Tierra me han abierto los ojos. Y asimismo se me concedió algo que casi nadie podría soñar. Pude ver que hubiera sido de mí de no haber tenido a tan buenas personas alrededor. Y me dio tanto miedo y tristeza lo que vi que ahora, más que nunca, deseo firmemente mejorarme como persona y como reina día a día.
           
            Su interlocutor la escuchó con gran interés. Tomando nota de aquellas palabras. Estaba claro para él. Neherenia era tal y como la reina Meioh y su propia madre le describieron. Una pupila de la gran reina Serenity y de la princesa Usagi Chiba no podía ser menos.

-Insisto en que sois una gran soberana. Pero aún más importante, sois una mujer admirable.- Afirmó el saiyajin inclinándose en cuanto los dos bajaron del transporte y se dirigieron al interior del palacio.- Tenéis mi sincero respeto y devoción.

            La aludida sonrió, casi ruborizándose. Cada vez que veía a ese hombre le era difícil no hacerlo. Además de atractivo era valiente y sincero. Tenía ese punto de honor que los saiyajin de noble origen poseían. Comprendía de sobra el sentido del deber y lo llevaba a rajatabla, al igual que ella misma. Aunque a los pocos días Doran tuvo que irse. Después, pasados unos meses reapareció. Junto con la princesa Seren y Nehie misma todos viajaron de incognito a la Tierra. Allí asistieron a una importante reunión con un grupo de compañeros empeñados en una misión fundamental para el porvenir del Cosmos. La joven se daba perfecta cuenta de que el ataque a su reino e incluso el gobierno de la Luna, eran cosas triviales en comparación de aquello. Y si bien sabía que no debía decirle nada a Idina, y que sería mejor así, no podía evitar sufrir por eso. Más cuando uno de esos miembros del grupo era…

-No, deberá permanecer en la ignorancia de eso.- Meditaba la soberana.-

Por su parte Idina estaba a punto de prepararse para comenzar sus prácticas. Salió de la facultad y cuando iba caminando por el campus alguien le tiró del pelo. La chica se giró algo molesta para decir.

-Oiga. ¿Se puede saber que…?

No obstante, se detuvo en seco en medio de la frase. Allí, mirándola fijamente y con una gran sonrisa, estaba su hermano Lance. Hacía mucho que no le veía. Ni siquiera estuvo en la nave para celebrar el embarazo de Amatista y verse todos.

-¡Qué alegría! – Exclamó la chica abrazándose a él. –
-¡Hola, pequeñaja! – Saludó su hermano estrechándola entre sus brazos a su vez. –
-¿Qué estás haciendo aquí? - Quiso saber ella. –
-Pues tenía unos días libres y me dije, ¡voy a ver en qué clase de líos estará metida la enana! - Se rio el chico con jovialidad. –Tenía muchas ganas de verte y saber cómo estás.


La muchacha le contó brevemente lo acaecido en Bios y las peripecias de la facultad. Lance escuchó atentamente como solía. Por su expresión nunca se podía estar seguro de si lo que oía le gustaba o no. Aunque pareció más interesado cuando su hermana le dijo que Nehie acababa de regresar a la universidad.

-Bueno, mientras Heather se recupera tendrás otra buena amiga cerca.- Concluyó el muchacho que agregó divertido. – Por cierto. ¿Sabes que cerca de la facultad hay un bar restaurante donde se organiza un concurso de baile? Si no recuerdo mal nuestros padres lo ganaron en sus tiempos jóvenes.
-¡Es verdad! - Sonrió la muchacha.-  Recuerdo ver la copa cuando era niña.
-¿Qué te parecería si nos inscribimos y tratamos de reeditar viejos laureles para la familia?- Le propuso el chico.-

            Aunque ahora Idina suspiró moviendo la cabeza.

-Me habría gustado, pero tengo muchas cosas que hacer.
-Vaya.- Replicó Lance con tono algo alicaído, aunque añadiendo enseguida.- Pues entonces puede que se lo pida a Nehie. Ella también es una gran bailarina…

A su hermana aquello le pareció muy bien. De no ser porque su amiga no estaba allí en la Golden. Sin embargo, curiosamente fue la voz de la reina de la Luna la que se escuchó sacándola de esos pensamientos y llamándoles a ambos. Neherenia les había visto allí, parados y charlando en cuanto había llegado de visitar a Heather. Enseguida se acercó y dio un beso en la mejilla a Lance y un abrazo a su amiga. Tras los  saludos fue Idina la que rompió la reunión para decir con cierta inquietud.

-¡Oh cielos! Debo ir al colegio. Me esperan para comenzar con mis clases.
-Puedo llevarte si quieres. - Se ofreció su hermano. –
-No, gracias Lance, tengo ya los billetes del autobús, apenas tardaré media hora. Pero estará a punto de pasar y no quiero perderlo. Bueno, espero verte después. - Afirmó más deseándolo que otra cosa en tanto estampaba un beso en la mejilla a su hermano. – Hasta luego, Nehie. Cuídame bien a éste. Luego tú yo tenemos muchas cosas que contarnos. – Sonrió para alejarse con paso rápido. -

Los otros dos se la quedaron mirando con una sonrisa, Lance suspiró afirmando con tono afectuoso en tanto la misma se extinguía en su cara.

-Ahí va la buena de mi hermanita. Lista para otra aventura. Espero que no sea una prueba demasiado dura para ella.
-Supongo que sabrá enfrentarse a una clase llena de niños de guardería. – Sonrió despreocupadamente Nehie -

Aunque cuando vio la expresión de su interlocutor esa sonrisa se le borró rápidamente en tanto Lance le decía con tono grave.

-Tenemos que hablar…

Y la soberana de la Luna intuyó que aquello tenía que ver con su misión, siguió a su compañero hasta un lugar tranquilo donde él le puso al corriente de ciertas cosas que debía saber. Lance aprovechó en el ámbito de lo más informal para comentarle la oferta de ser su pareja de baile.

-Bueno…por mí sería estupendo.- Afirmó la joven.-
-Entonces nos vemos para ensayar cuando terminemos con el otro tema.- Le dijo él.-
-De acuerdo.- Convino Nehie.-


El chico sonrió y se despidió de ella encargándole que saludase a su hermana. Y sobre todo, que velase por ella. Neherenia le prometió que así lo haría. A juzgar por lo que Lance le contó, pese a no ser demasiado, supuso que su amiga iba a necesitarla.

-En fin. Espero que todo vaya bien…Y en cuanto a ese concurso… me gustaría participar.- Se dijo en tanto entraba en la facultad.-

 Idina, ajena a eso, subió en el autobús y llegó puntual al colegio que había elegido para sus prácticas, en él le adjudicaron una sala de guardería. Estaba ilusionadísima pero, al mismo tiempo, muy nerviosa. Esperaba ser capaz de controlar a los niños y a la vez poder enseñarles. Una vez se presentó ante la directora, una tal señora Dickinson y ésta le indicó el camino, fue al encuentro de su mentora. Ésta la esperaba a la puerta del aula. Entró en clase acompañada de esa maestra titular, que se ocuparía de ayudarla en el inicio y de evaluarla al final de las prácticas. Era una mujer de  edad madura y pelo cano corto que se presentó como Emily. Tras imponer con un tono suave y paciente el silencio entre los pequeños, presentó a Idina todos los críos la miraban con ojos muy abiertos en tanto su señorita les informaba.

-Niños, ésta va a ser vuestra maestra durante este próximo mes. Espero que os portéis muy bien con ella. Hacedlo y obedecedla en todo como si fuera yo.- Dicho esto se dirigió a su contertulia, le sonrió animosa y declaró. - Son todo tuyos, suerte...

            Su mentora se marchó de la clase y dejó a Idina sonriente y preguntándose qué iba a decirles a esos pequeños. Decidió comenzar por el principio.

-Bueno, como ya os ha dicho Emily, yo me llamo Idina. - Lo escribió en grande con un rotulador rojo en una pizarra blanca que tenía a su espalda. - Y ahora, me gustará conoceros a vosotros. ¿Quién será el primero en presentarse?- Miró en derredor de la clase, pero los niños guardaban un temeroso silencio. -Hala chicos, no hay que tener ningún miedo. Vamos a ser todos amigos.
           
            Los niños seguían callados, así que trató de cambiar de táctica. En la clase había una veintena de niños y niñas. Y decidió nombrarlos por lista.

-Voy a decir los nombres de cada uno y vosotros iréis respondiendo…diréis “yo”, ¿vale? - Los chicos asintieron sin decir palabra e Idina pasó lista pudiendo ver a que caras correspondían esos nombres. Ahora - añadió con una gran sonrisa. - Si queréis preguntarme alguna cosa...
           
            Ninguno de los chicos parecía estar muy interesados en hablar. No obstante, ella insistió sin desalentarse.

-Vamos, sin miedo...aunque si no queréis preguntarme nada, os contaré cosas yo.
-¿Qué cosas?- preguntó tímidamente una niña de pelo castaño. -
-Pues de dónde vengo, a que jugaba cuando era pequeña.
-¡Sí, sí, eso es divertido! - dijo un pequeño de pelo rubio.  -
-Eso está mejor.- Sonrió la muchacha con amplitud.- Si os parece bien, os contaré algunas historias. Y sé muchas de príncipes y princesas.
-¡Siii!- corearon los niños entusiasmados con esa idea. -

            Idina logró la atención y la confianza de los críos a base de cuentos y aventuras tanto propias como de las Justicieras, aunque siempre adaptando las historias a la corta edad de esos niños. Con el paso de los días la clase marchaba como un reloj. Ella incluso llevaba su guitarra y cantaba a los pequeños que siempre le pedían una canción más. Cierta tarde, al término de las clases, se percató de que una niña cojeaba al entrar en el aula. Lo cierto es que apenas la conocía pues sólo había venido tres días en las dos semanas que ella llevaba al frente de la clase. Sabía que se llamaba Patty y poco más. Era de un pelo rubio ceniza, rizado con unos graciosos bucles. A la hora de salir, Idina ayudaba a muchos pequeños a ponerse la chaqueta pues todavía no eran capaces de hacerlo en condiciones. Cuando le tocó el turno a la pequeña ésta se quejó. Su maestra no creyó haberla hecho daño, le había colocado la chaqueta con mucha suavidad. Sólo le había agarrado un momento del brazo, volvió a hacerlo y la niña se quejó nuevamente.

-Me haces daño - protestó con un tono lastimero. -
-¿Te duele en el brazo, cielo?- Le preguntó  agachándose para estar a su altura. -

            La pequeña asintió con la cabeza, Idina le remangó cuidadosamente descubriendo un gran moratón.

-¿Qué te ha ocurrido? ¿Te has caído?
-Sí- repuso la niña secamente. -
-Anda, ven conmigo a la enfermería a que te curen.

            La pequeña negó con la cabeza torciendo los morros. Su maestra supuso que sería porque temía a los médicos con las batas blancas pensando que quizás querrían ponerle alguna inyección. Sonrió entre animosa y divertida y le propuso con jovialidad.

-Bueno, entonces ven conmigo, se lo diremos a tu mamá.

            Con cariño la sacó de la mano, sólo quedaba ella por salir y la madre de la niña la esperaba. Era una mujer atractiva de corto pelo castaño claro y expresión ausente en sus azules ojos. Idina sonrió entregándole a la pequeña que de inmediato asió la mano de su madre.

-Buenos días, soy Idina Rodney, la maestra de Patty.- Saludó con amabilidad.-
-Buenos días.- Musitó en respuesta esa mujer.-
-La niña tiene un moratón en el brazo derecho. - Le informó -, no se ha querido venir conmigo a que se lo curen.
-No, está bien gracias - respondió la madre que parecía tener prisa corroborando las palabras de la pequeña. - Se cayó ayer jugando. El médico le dijo que aún le dolería durante unos días. Es que es muy traviesa y siempre está trasteando ¿sabe?- sonrió de forma algo forzada. -
-Pues ten cuidado, Patty - sonrió Idina acariciando el pelo de la niña - y hasta mañana.
-Hasta mañana y gracias - contestó la madre desapareciendo a toda prisa con la pequeña. -

            Idina se entretuvo luego dejando la clase lista para el día siguiente y escribiendo algunos informes para su memoria de prácticas. Cuando quiso darse cuenta era tardísimo.

-¡Como no me espabile no llego!- Se dijo con preocupación.

Así que recogió sus cosas y se marchó, tenía que llegar al campus antes de las diez. Por fortuna entró a eso de las nueve y media. De camino a su habitación se encontró con Nehie y con Beatriz. Ésta última le dijo con bastante buen talante.

-Chica, vamos a hacer una paella valenciana mañana. ¿Te animas?
-No sé. - Sonrió la muchacha con cara de circunstancias, para oponer apurada. – Es que tengo muchas cosas que hacer de las prácticas.
-Vamos, si mañana es fin de semana, ¡no seas esaboría! – replicó la española dejándola pasmada. Lo cierto es que lo último se lo soltó en castellano y su contertulia no comprendió nada. –

Aunque Nehie parecía que si lo había hecho y se reía tapándose la boca con la mano derecha. Idina, brazos en jarras, se dirigió a su amiga y le inquirió.

-¿Se puede saber que es tan gracioso? Yo no he comprendido nada.
-Ya, ¡lo sabemos! - reía Neherenia para explicarle. – Es que Beatriz me ha contado algunas expresiones típicas de su país y esa me hizo gracia. Le pedí que te la dijera a ver qué cara ponías. Ha resultado ser la misma que me imaginaba.
-Con que sí ¿eh?- sonrió la aludida mirando ahora a Bea para sentenciar algo dubitativamente en su pronunciación. – Pues me apunto a la ¿Paela?
-¡Paella! - le corrigió Bea entre risas.-Otra igual que Nehie cuando le dije lo de la tortilla.
- Si, a eso. A condición de que me traduzcas eso tan gracioso.- Pidió Idina.-
-Bueno, es como decirle a alguien que no sea aguafiestas. – Le explicó la muchacha visiblemente divertida por el desconcierto de su amiga. –
-Me temo que tengo algo abandonadas mis clases de español. – Suspiró Idina riéndose ahora con ellas. –
-Y además este fin de semana tu hermano y yo participamos en el concurso de baile.- Le comentó Neherenia con entusiasmo.-
-Eso sí que no me lo perderé.- Sonrió su amiga.-

Y tras las bromas se despidieron, fueron cada una a dormir. Idina seguía echando en falta a su compañera de habitación pero por lo que sabía Heather estaba cada día mejor y con muchas ganas de regresar. Incluso había quedado en hacer sus prácticas con Nehie quien, por haberse incorporado tan tarde, tendría primero que hacer los exámenes y aprobar algunas materias. Por lo tanto ambas podrían terminar juntas. Era una pena que no pudieran graduarse las tres a la vez. En fin, al menos ahora las cosas parecían estar bien. Al día siguiente, en efecto, Beatriz les enseñó en la clase de cocina a preparar ese plato basado en arroz, con un colorante que le daba un tono amarillo dorado, y repleto de marisco y carnes de lo más variopinto.

-Espero que esto no haya que lanzarlo al aire.- Suspiró Neherenia.-

Eso provocó las risas de Bea y la mirada perpleja de Idina y Millie, quien estaba con ellas a su vez. Al fin cuando se calmó, la española les comentó.

-Recuerdo todavía el año pasado. ¡Cuando enseñe a Nehie, y le dije que debía voltear la tortilla!
-Bueno, me pasé un poco.- Admitió la azorada aludida.-

            Les contó que, cuando Bea le enseñó a preparar ese plato típico español una vez pelaron las patatas cortándolas en rodajas y batieron los huevos, lo echaron todo en una sartén. La cocinera experta le comentó entonces a su alumna.

-Cuando cuaja y está prácticamente hecha, le damos la vuelta.- Comentó.-
-Ya supongo que así.- Dijo Neherenia, creyendo que se hacía lo mismo que con algunos crepes y la tortilla francesa.-

            Y entonces Bea, riendo nuevamente, interrumpió el relato de su amiga y comentó a sus divertidas oyentes.

-Y va la tía y no se le ocurre mejor cosa que lanzar la tortilla hacia arriba. Yo le grite ¡Nehie, la tortilla!
-Bueno.- Se rio la aludida ahora.- Miré a la sartén y ya no estaba. Aunque al mirar al techo…

            Allí quedó en un principio, ese pegote de huevo y patata que podría haber sido una estupenda tortilla española. Lo malo es que gran parte cayó y algo manchó las caras de ambas chicas que se habían quedado mirando hacia arriba. Eso sí, tras la sorpresa inicial, soltaron unas buena carcajadas. Ahora todas se reían, cuando Nehie, todavía pensando en eso y entre risas, concluyó de contar.

-Y aprendí dos cosas. La primera, que no se debe de lanzar la tortilla de patatas hacia arriba. Y la segunda, a limpiar bien un techo.

Y tras algunas risotadas más charlaron de temas culinarios esperando a que la paella estuviera lista. Cuando al fin se hizo. Puesto que debieron esperar a que reposara (según les explicó su compañera) Las tres comieron y les  gustó bastante. Incluso a la jefa de estudios y a su esposo, (que pasaron por allí) les ofrecieron probar y estos alabaron aquella comida. De paso dijeron que venían de visitar a Heather y que, con suerte, le darían el alta en un par de días. Idina se alegró mucho. Y al día siguiente era el gran acontecimiento. Junto con Bea y Millie acudió a apoyar a su hermano y a su amiga. Allí estaban ellos ya. Nehie con un hermoso vestido blanco de satén y falda hasta las rodillas, combinado con zapatos blancos de poco tacón. Y Lance luciendo un smoking negro con pajarita roja. Aquello parecía a todas luces excesivo, creyó Idina. Sin embargo, el resto de parejas iban ataviadas de modo similar.

-Vaya, qué elegantes están todos.- Comentó admirada Millie en tanto tomaban asiento alrededor de una mesa cercana a la pista de baile.- Parece una película.
-Sí.- Suspiró Bea.- ¡Lástima no saber bailar!...
-Vamos a desearles suerte.- Les dijo Idina cuando su hermano y Nehie se acercaron.-

      Así lo hicieron, Lance les contó que habían estado ensayando una canción de las que sonarían. Tras animarles las muchachas les dejaron ir hacia la pista. Allí unas once parejas más iban a competir contra ellos por el título. Y el certamen empezó. Nehie y Lance estaban desde luego muy compenetrados y avanzaron hasta la misma final, donde se jugaban el título frente a otras tres parejas. Sonando eso sí, la canción que ellos habían ensayado más. Una muy del gusto del hermano de Idina, con buenas dosis de humor sarcástico y algo ácido.

-Un , dos , tres.- Se oyó la señal para comenzar, en tanto se iniciaba la música.-

Hay un asesinato en la pista de baile
Pero no cortes el rollo
Dj, vamos a incendiar este maldito lugar

Oh, conozco, conozco, conozco, conozco, conozco, conozco,
los de tu tipo
Así que, así que, así que, así que, así que, así que,
tendré que actuar

-Todos juntos. - Exclamó uno de los jueces.-

            Las parejas se separaron para bailar al compás de la música ejecutando una coreografía obligatoria. Las chicas se admiraban de lo bien que Nehie y Lance marcaban los pasos…

Si crees que te estás escapando
Demostraré que estás equivocado
Te tendré todo para mí
Nene, simplemente ven aquí

Escucha cuando te digo
¡Hey!, hay un asesinato en la pista de baile
Pero no cortes el rollo
Hay un asesinato en la pista de baile
Pero mejor no robes los movimientos
Dj, vamos a incendiar este maldito lugar

-Por parejas otra vez.- Fue la indicación de un juez, mientras que otro tocaba en el hombro a una pareja descalificándola.-
-Ya solamente quedan ellos con otras dos.- Advirtió Bea.-
-Esto está muy emocionante.- Afirmó Millie.-

            Y sus amigos evolucionaban ahora por la pista girando con soltura. Los volantes de la falda del vestido de Nehie se levantaban grácilmente con los movimientos de ella. Lance por su parte la llevaba con gran ligereza…

Oh, conozco, conozco, conozco, conozco, conozco, conozco,
los de tu tipo
Así que, así que, así que, así que, así que, así que,
tendrás que rezar

No pienses que escaparás
Demostraré que te equivocas
Te llevaré por el mal camino

Otra pareja quedó eliminada. Aunque la chica que había sido tocada en el hombro protestó. No obstante, tuvo que rendirse ante la decisión de los jueces y salir.

-¡Vamos, están a punto de conseguirlo! - Decía una emocionada Bea, agarrando de las manos a Idina que se reía.-
-Solo quedan otras dos más.- Apuntó Millie con idéntico sentimiento.-

Quédate otra canción
Te llevaré a todas partes
Hay un asesinato en la pista de baile
Pero no cortes el rollo
Hay un asesinato en la pista de baile…

Y simulando unos pasos de tango Lance abrazó a Neherenia tumbándose con ella para remontar al instante retornando ambos a su posición de baile. Tan certera y hábilmente lo hizo que hasta desató aplausos del público. Al poco otra pareja más fue eliminada y ya solo quedaba una como antagonista de los chicos. Tampoco lo hacían nada mal, aunque arriesgaban bastante menos en la ejecución…

Pero mejor no robes los movimientos
Dj, vamos a girar este lugar de algún modo
Hay un asesinato en la pista de baile
Pero no cortes el rollo…

Hey, hey
Hay un asesinato en la pista de baile
Pero mejor no robes los movimientos
Dj, vamos a incendiar este maldito lugar

(Murder on the dance floor. Sohie- Ellis- Bextor, Crédito al autor)

Al concluir la canción hubo muchos aplausos. Ambas parejas se inclinaron cortésmente para agradecerlos. Ahora tocaba escuchar la decisión final de los jueces...

-Y los ganadores son…. ¡La pareja siete!- Dictaminó el  portavoz del jurado.

            ¡Y eran ellos! Nehie estaba encantada, apenas podía creerlo, se abrazó efusivamente a su compañero tras ver el número que ella y Lance llevaban.

-Cálmate, Bella y Gentil reina o harás que me ponga colorado.- Le susurró él con tono divertido.-

            Fue ella la que sintió que se ruborizaba. Sonriendo algo tontamente se separó enseguida.

-Lo siento. Es que me ha hecho muchísima ilusión.


            Su contertulio no pudo ni replicar, dado que las otras chicas ya estaban a su lado felicitándoles.

-¡Enhorabuena! Lo habéis hecho genial.- Les alabó Bea.-
-Sí, ha sido realmente impresionante.- Convino Millie.-
-¡Maravilloso Nehie, hermanito! - Remachó Idina.-

            Neherenia y las otras muchachas se apartaron un poco en tanto charlaban. Idina, aprovechando ese instante, le comentó a su hermano.

-Nehie y tú hacéis una gran pareja…
-Gracias pequeñaja.- Sonrió débilmente él, añadiendo.- Pero creo que solo de baile…

            Su hermana le miró algo sorprendida. Aunque la expresión de los ojos violetas de él era como casi siempre inescrutable. Idina no sabía si Lance podría sentir algo por Nehie. Desde luego, viéndoles bailar con esa compenetración y esos momentos tan apasionados que transmitieron al unirse sus dos cuerpos durante la danza, cualquier podría creer que eran más que amigos. Sin embargo, al terminar parecía que esa impresión se desvanecía deprisa quedando totalmente difuminada…Ahora Idina les observaba cuando fueron a  recoger el trofeo, una hermosa copa que se parecía mucho a la que ella había visto en casa.

-Quédatela de recuerdo, hermosa y gentil reina…del baile…

            Neherenia se quedó atónita e incluso palideció al principio cuando escuchó eso. Sin embargo, luego sonrió. Lo mismo que el resto de las chicas.

-Pero también es tuya.- Opuso al fin la aludida.-
-Recuerdo que cuando mis padres ganaron este mismo concurso todavía no eran novios. Mi padre se la regaló a mi madre sabiendo que eso le hacía mucha ilusión. Como después se casaron la copa quedó en casa. Por eso, como ya tenemos una, lo justo es que tú guardes un buen recuerdo.- Comentó el chico con amabilidad.-

            La reina de la Luna le miró desconcertada. ¿Qué habría querido decir?... con ese muchacho nunca se podía saber a ciencia cierta. Ni siquiera ella, la Guardiana de los Misterios Lunares, podía penetrar en su mente. Al fin suspiró asintiendo con una expresión de reconocimiento.

-Muchas gracias. Para mí será un tesoro muy preciado.

            Lance le entregó la copa y sus manos se tocaron entonces. Nehie no pudo evitar ruborizarse un poco. El chico simplemente sonrió.

-Vamos a tomar algo.- Terció entonces Idina.-

            Neherenia, Millie y Bea se mostraron conformes aunque fue Lance quién declinó amablemente la propuesta de su hermana.

-Quizás en otra ocasión, pequeñaja. Ahora tengo que marcharme…
-¡Vaya! Es una pena.- Pudo decir Bea quién no perdía de vista a ese atractivo muchacho.- La noche es joven…
-¿Joven?- sonrió Millie alegando tras consultar su teléfono móvil.- Si ya son casi las diez.
-Pues eso. En mi país todavía ni habríamos empezado la noche.- Replicó la española con desenfado.-
-Decididamente tendremos que ir un día a tu país…- Aseveró Idina con una amplia sonrisa.-
-¿No puedes quedarte un poco más?- Le preguntó Nehie al chico.-
-Ojalá pudiera.- Suspiró éste mirándola con intensidad.-


            Ella le devolvió esa misma expresión y casi creyó que el mundo se había detenido a su alrededor. Aunque una vez más el propio Lance rompió el encanto para añadir.

-Tengo muchas cosas que hacer. Ya sabes…el trabajo se acumula. Adiós chicas. Pasadlo bien… y tú, enana.- Sonrió con más desenfado dirigiéndose ahora a su hermana.- No llegues tarde.
-¡Oye!- Rio la aludida.- Que ya no soy una niña…
-Para mí siempre lo serás. Pase lo que pase.- Le aseguró su hermano con un tono más serio de lo que cabía esperar, remachando.- Mi dulce pequeñaja…nunca lo olvides.

            Y sin más se dio media vuelta alejándose. Idina no supo cómo tomarse eso, pero finalmente lo dejó correr. Su hermano era muy raro para esas cosas. Así que, junto con las otras fueron a tomar algo y tras un par de horas. Eso sí, zafándose con mucho cuidado de los vigilantes, burlaron el toque de queda y retornaron al campus.

-¡Menos mal que hemos conseguido entrar!- Suspiró Millie, todavía jadeando y con el nerviosismo a flor de piel, al sentenciar.- Me siento como una espía de las películas.-
-Por suerte los vigilantes a veces hacen la vista gorda según cómo les caigas.- Añadió Bea.-
-Sí, es injusto.- Admitió Idina.-
-Bueno, en este caso, no vamos a protestar.- Sonrió Neherenia, sosteniendo su copa con orgullo.-

Y para no tentar más la suerte se dieron las buenas noches apresurándose a ir a sus respectivos cuartos. Nehie y Bea entraron, se cambiaron y tras pasar por la ducha, se fueron a dormir.

-No te podrás quejar, ¡vaya copa te has llevado y sobre todo, vaya chico más guapo que es el hermano de Idina!- Afirmó Beatriz con admiración.-
-Sí que lo es.- Suspiró Neherenia.-
-Pues creo que tú le gustas.- Opinó la española.-
-No lo sé. No te creas que es tan fácil saber qué piensa.- Rebatió ella.-
-Yo que tú me lanzaría para salir con él.- Le aconsejó su amiga.-

            Neherenia guardó un azorado silencio. No estaba para nada segura de lo que Lance podría sentir por ella, aunque no le disgustaría que los dos pudieran ser más que amigos. Además, siendo hermano de Idina, sería perfecto.

-Tendría por suegros a Tom y a Cooan, serían mis padres, aunque políticos.- Llegó a pensar con ilusión.- No sé, ya veremos.- Replicó a su compañera de cuarto, Para sentenciar.- Ahora lo que tengo es mucho sueño…

            Bea asintió, le pasaba lo mismo. Se fueron a dormir al poco rato, lo mismo hicieron Millie e Idina que al día siguiente querían preparar algunas cosas para sus clases. Así pasó el fin de semana. Los días siguientes las cosas se desarrollaron con normalidad. Lance se había marchado sin que ellas supieran a donde.  Aunque al menos tuvieron algo que celebrar. Heather ya estaba en casa aunque todavía tardaría en regresar a la Golden. Con ayuda de Nehie, Beatriz, Millie e Idina, se estuvo poniendo al día. Por su parte las maestras en prácticas disfrutaban cada día más de sus respectivas clases jugando con los pequeños y ganando al mismo tiempo experiencia y desenvoltura. En el caso de Idina, Emily se puso enferma y no pudo controlar sus progresos. De ello se ocupó en persona la directora. Aunque para la voluntariosa profesora de prácticas eso no supuso ningún problema. Se ocupaba siempre de preparar sus clases con mucha ilusión. Era divertido inventarse juegos y poner en práctica todo lo que había aprendido acerca de la pedagogía. Cierto día tocó jugar a las palabras. Les enseñaba objetos que los críos debían nombrar. Al día siguiente les tocaba aprender a sumar. Idina les hizo unas cuantas operaciones en la pizarra y animó a los pequeños a resolver algunas.

-A ver, Patty. ¿Quieres salir a la pizarra?- Le pidió amablemente a la niña, que, como de costumbre había faltado los días anteriores. -

            La pequeña negó con la cabeza, Idina se acercó a su sitio y le repitió.

-Vamos, no tengas vergüenza, no pasa nada.
-No, no quiero,- repitió la pequeña con voz temblorosa. -
-Anda, tienes que salir, todos tus compañeros han salido ya a la pizarra. - Le dijo Idina que la tomó suavemente del brazo para levantarla. -
-¡No, no!- chillaba la niña que parecía casi enloquecida. -
-¿Qué te pasa?- Le inquirió su asombrada maestra con inquietud ante la atenta mirada de todos los demás pequeños. - ¿Te sientes mal?...

            La niña se tiró al suelo y cuando Idina fue a levantarla se tapó en posición fetal arrinconándose entre los pupitres.

-¿Pero qué te ocurre, tesoro? No tengas miedo, no te voy a hacer nada malo.- Idina logró mirarle la cara y se quedó atónita, la niña estaba pálida, lloriqueaba y sus ojos la miraban con una expresión de miedo horrendo. –Cálmate - le pidió muy preocupada, acariciándola pacientemente hasta que se dejó levantar en brazos. - No te preocupes cielo, no tienes que salir si no quieres. - Besó a la niña en la cabeza y entonces se percató de algo que la dejó helada. -
           
            La pequeña tenía señales de golpes y moratones en el cuello y según le retiraba suavemente la camisa del baby descubrió que estas se prolongaban por la espalda.

-¡Santo Dios!- Exclamó Idina con los ojos como platos.-  ¿Pero qué es esto?...¿Quién te ha hecho esto, nena?
-Me caí- respondió la niña entre sollozos lastimeros. -
-Vamos dímelo, a mí me lo puedes contar. - Le pidió nuevamente su anonadada maestra. -
-Me caí- repetía mecánicamente entre temblores. -
-¿Te han pegado? ¿Quién ha sido? - Le preguntó Idina llena de preocupación, con un susurro.  -
-¡Me caí, me caí! - gritó ahora una y otra vez mientras sufría un ataque de histeria. -
-Vale, vale, cálmate.- Le pidió su interlocutora que estaba cada vez más asustada. -

            Los otros críos miraban sorprendidos y como hipnotizados aquella escena, ninguno decía nada, sólo se miraban atónitos y austados. Su maestra se percató de esto dirigiéndose a ellos con toda la calma y la dulzura que pudo.

-Niños, quedaos aquí un momento, enseguida vuelvo, portaos bien y haced las sumas de la pizarra.

            Salió con la niña directa a la enfermería, pese a los lloriqueos y pataleos de Patty que no quería, el doctor a cargo sonrió al verla llegar pero su sonrisa enseguida se desvaneció cuando vio el estado frenético en el que se encontraba la niña y la asustada maestra le puso al corriente de lo que había visto. Aunque les llevó unos minutos finalmente la pudieron calmar lo bastante como para que el médico pudiera reconocerla.

-Fíjese en esto, doctor. - Idina descubrió parte de la espalda de la cría, las horribles marcas y moratones se apreciaban mucho mejor a la luz de la lámpara de la camilla. -
-¡Cielo Santo!, ¿quién ha podido hacerle esta salvajada? - Musitó el  facultativo con el gesto demudado. -
-Hace una semana tenía un moretón parecido en el brazo, intenté traerla pero no quiso. Llegó su madre y me dijo que se había caído, que era muy traviesa.
-Esto no es producto de una caída,- rebatió el médico sentenciando -  son golpes. A esta niña la han estado maltratando.
-No, ¡qué horror! - Exclamó su contertulia llevándose las manos a la cabeza, aunque enseguida se contuvo para no ser escuchada por la cría. – ¿Quién le ha podido hacer esto?


            El médico había dejado a ésta apartada y con una piruleta para que se le pasase el berrinche. Ahora la niña, más calmada, se entretenía en comerla ajena a lo que había provocado.

-¿Qué podemos hacer?...- le preguntó Idina al doctor. -
-Esto hay que denunciarlo. - Respondió tajantemente éste, afirmando - es un delito muy grave. Ahora mismo redactaré un parte de lesiones.
-Llamaré a su madre- convino la muchacha - tiene que saberlo. Pero antes avisaré a la señora Dickinson.

            Idina corrió al despacho de la directora de la escuela y la informó de lo ocurrido, ésta se levantó precipitadamente para ir a ver a la cría.

-¿Te das cuenta de que esa es una acusación muy seria?
-Lo sé, pero la niña está muy mal. El doctor está haciendo un parte de lesiones.- Respondió la angustiada chica. -
-Vamos a comprobarlo y si es así, después avisaremos a su madre. - Fue la respuesta de la señora Dickinson. -

            En cuanto llegaron a la enfermería el doctor estaba efectivamente redactando un parte de lesiones de la pequeña, la directora también se escandalizó al ver el estado de la pobre Patty.

-Esto hay que ponerlo enseguida en conocimiento de la madre y también de la policía. En todos mis años como directora de este centro nunca había visto nada igual. - Declaró la horrorizada mujer. -

            Llamaron por teléfono al número que figuraba en la ficha de la pequeña pero no había nadie en casa. Tuvieron que esperar pues quedaba poco para el término de las clases. Idina aguardó a que llegase la madre de la niña pero ésta no se presentó. Tras un par de horas y en su lugar acudió una mujer morena de pelo largo y rizado, vestida de forma poco discreta, minifalda de cuero negro, medias a juego y zapatos de tacón alto del mismo color, así como una chaqueta roja de motorista. Incluía unas gafas de sol que le cubrían los ojos. Algo fuera de lugar a esas horas cuando el astro rey estaba ya poniéndose sobre el horizonte.

-Buenas tardes,- Saludó a Idina de forma muy educada sin embargo. - Venía a llevarme a Patty.
-¿Y su madre?- Le inquirió ésta. -
-No ha podido venir, hoy tiene trabajo- repuso nerviosamente. -
-Pues tenemos que hablar con ella- añadió la directora que también estaba presente junto a la niña. Pasando a exponerle con tono muy severo. - Patty tiene unas lesiones muy serias, nuestro médico ha elaborado un informe y ha diagnosticado que son producto de malos tratos y agresiones.

            Aquella mujer se quedó blanca, no supo que contestar, se la notaba nerviosa y asustada.

-Llamaré a su madre enseguida,- repuso por fin -...por favor, pueden dejarme a la niña para llevarla a su médico de cabecera.
-Si no nos da usted alguna garantía de conocer a su madre no podemos dejar que se la lleve.- Objetó la directora. –
- Tengo una autorización firmada.- Repuso aquella mujer mostrando un papel que, efectivamente, llevaba la firma de la madre de esa pequeña.-  A veces ella no puede venir a recogerla y me hago cargo yo.

La directora escrutó aquello y asintió. Indicó con un gesto a Idina que todo estaba en regla y que le confiase a la pequeña a esa joven.

- No quiero irme a casa, Sally - Le pidió la niña a esa mujer con un tono trémulo y lleno de temor. -
-No tengas miedo, te llevaré conmigo hasta que venga tu mamá.- Le tranquilizó la interpelada del modo más conciliatorio y amable que pudo. –

Al escuchar aquello Patty pareció sentirse más calmada. De todos modos su maestra intervino proponiéndole a esa chica.

- Podemos acompañarla si quiere.
-No, muchas gracias, como ya ven la niña me conoce. Y tengo el permiso escrito de su madre. No se preocupen, yo se lo diré todo a ella.

            La directora suspiró dejándolo correr. Aparte de ese documento, si la pequeña quería ir con esa mujer era señal de que la conocía y le inspiraba confianza.

-El lunes traigan a la niña para aclarar esta situación o tendremos que dar parte de esto a la policía.- Le advirtió a esa mujer que asintió nerviosa. -
-¿Podemos irnos ya?- Preguntó ésta asiendo de la mano a la pequeña. -

            Su interlocutora asintió y esa mujer se perdió por los pasillos con la cría. Idina interrogó al médico y a la directora con la mirada y les preguntó con cara de estar poco conforme con esa decisión.

-¿Y vamos a dejar que se la lleve sin más y ya está?.
-Por desgracia no podemos hacer otra cosa. Tenía una autorización en regla. Además, primero hay que notificárselo a los padres de la niña antes de llamar a la policía. Pero si el lunes no vienen con ella y no nos dan una buena explicación, avisaremos.
-¡Pero hasta entonces a esa cría le podría ocurrir cualquier cosa! - Objetó Idina con patente inquietud, remachando con reprobación. - Debieron de avisar a la policía.
-¿Y si los padres nos denuncian por no avisarles a ellos antes?- Le preguntó la directora a su vez.- No, debemos esperar. Aunque los malos tratos suelen producirse en las familias, por desgracia no tenemos evidencias de eso. Podría haber sido otra cosa o en otro sitio. Incluso podrían acusarnos a nosotros de ello.

            Idina seguía sin estar de acuerdo pero no podía replicar. A fin de cuentas solamente era una maestra en prácticas. Salió de la escuela cansada y enfadada, a la vez que muy preocupada por la suerte de Patty. Pero he ahí que descubrió a esa mujer y a la niña aguardando en la parada del autobús. Decidió seguirlas. Aprovechando la oscuridad que ya se cernía sobre las afueras de la ciudad se transformó en justiciera y esperó a que llegase el autobús. Una vez Patty y su acompañante subieron en él, saltó sobre el techo con sigilo. Arreglándoselas para no ser vista...

-No dejaré esto así como así. Llegaré al fondo de este asunto. - Se decía la joven en tanto se sujetaba con cuidado en la parte de arriba del vehículo.-

El viaje duró un rato. Ya anochecía cuando la mujer y la cría descendieron del bus, la Dama del Fuego aguardó unos instantes para saltar de él. La oscuridad tenebrosa de la zona la ayudaba a no ser vista, era un entorno de barrio miserable. Mala iluminación merced a las farolas rotas de esa zona. La justiciera trató de orientarse. Aquel era sin duda un barrio de las afueras, un suburbio marginal. Los cubos de basura se apilaban y las ratas campaban por sus respetos. Idina no pudo reprimir un gesto de asco cuando una de ellas, gorda y grisácea, a la luz casi intermitente de una vacilante farola, le pasó entre las botas yendo a reunirse con sus congéneres que devoraban el cadáver de lo que parecía ser un gato muerto.

-¿Cómo pueden vivir aquí? ¿En un sitio así?- Se preguntó mientras se afanaba en no perderlas la pista y controlar sus ganas de vomitar. – ¡Por el amor de Dios!…


            Tras seguirlas durante unos minutos las vio entrar en un edificio de apartamentos que estaba en un lamentable estado. La puerta de acceso aparecía desvencijada y las escaleras llenas de mugre y deshechos. El olor era hiriente, pero pese a todo Idina subió tras ellas. Escuchó voces y se descolgó por una de las ventanas, subiendo por la escalera de incendios. Llegó junto a una ventana y miró con cuidado de no ser descubierta. Al fin la vio, allí estaba Patty, sentada en un viejo sofá que parecía hacer las veces de cama, sólo guarnecido por dos mantas de colores que debieron de ser chillones en su día pero que ahora estaban difuminados y desvaídos, aunque con apariencia de estar pulcramente lavadas. A decir verdad, el interior de la casa, dentro de sus limitaciones, parecía estar bien cuidado. Y lo más importante, la niña parecía calmada. Idina aguardó y por fin vio llegar a la madre de la pequeña. Aunque no estuvo segura al principio, el color de su pelo había cambiado, era rubio platino con un peinado de media melena. Idina observó  que era una peluca cuando la mujer se la quitó, también se deshizo de unos altos zapatos de tacón rojos y abrazó a su hija. Se podía escuchar lo que decían pues la ventana estaba entreabierta.

-Cariño, cuanto me alegro de verte, perdona a mamá, pero no he podido ir a recogerte hoy.
-Hoy me han llevado a la enfermería, yo no quería pero me llevaron. - Le confesó la pequeña con tono y expresión compungida. -
-No te preocupes, cielo. - Le consoló su madre abrazándola y sentándose en el sofá con la pequeña en su regazo. - No pasa nada.
-Pero es verdad- corroboró la mujer morena. - Lucy, tendrás problemas si  llevas al colegio a la niña el lunes. Y también si no lo haces.
-¿Qué quieres decir?- Le inquirió su interlocutora visiblemente asustada. -
-Que ellos han descubierto lo de la niña, el médico estaba haciendo un informe.
-¡Me la quitarán!- Exclamó Lucy con la voz entrecortada por la angustia mientras abrazaba más estrechamente a su pequeña. Aunque enseguida aflojó su agarre ante los quejidos de dolor de la niña.- Perdóname cariño, no me he dado cuenta. – Sollozó dándole un beso a la cría para luego ayudarla a desvestirse y meterla en una cama hecha sobre aquel desvencijado sofá. – Anda duérmete. Todo estará bien, mamá está aquí contigo ahora.

            La cría no respondió, ya estaba cerrando los ojos seguramente agotada tras aquel duro día. Su madre le dedicó una tierna sonrisa. Una vez hecho esto, se alejó de la pequeña y musitó dirigiéndose a su compañera.

-Si me la quitan no tendré nada por lo que vivir, Sally.

            Idina estaba impresionada, la cosa parecía mucho más grave incluso de lo que se había podido imaginar. Esa mujer estaba realmente asustada ante esa posibilidad. No, no creía que hubiera sido ella la causante de esas terribles lesiones.  Sus ojos expresaban tanto horror como el que tenía ella misma. Aunque continuó escuchando a aquellas dos mujeres hablar.

-Pero si no la llevas se pondrán a investigar. Y si vas con ella tendrás que enfrentarte a muchas preguntas. - Le advirtió su compañera. -Y si llaman a la policía…
-¡Oh, no!, la policía no…
-Mamá, tengo miedo,- le dijo la niña que pese a todo había oído aquello. - Si viene la policía Tommy nos pegará otra vez.
-¡Así que era eso!, - pensó la justiciera que escuchaba aquello entre atónita y horrorizada, estaban amenazadas por ese tal Tommy, quizás fuera el padre de la niña.- ¡Qué horror! ¿Qué podría hacer? Tengo que intervenir…pero, ¿cómo?...- Se preguntaba La Dama del Fuego.-
-No, cariño. - Le susurró su madre tratando de calmarla - no te preocupes, no te hará más daño. No le dejaré.

            Ahora que caía en la cuenta, Idina pudo ver que la mujer morena se había quitado las gafas y lucía un aparatoso moratón en su ojo derecho. La madre de la pequeña tenía también el labio superior desacostumbradamente hinchado. Ahí ocurría algo muy serio y estaba dispuesta a averiguarlo. Pero lo que la dejó helada de horror fue escuchar a la pequeña con voz trémula y llena de pavor, musitar.

- Tommy dice que me venderá a esos señores malos. Esos que les hacen cosas feas a los niños.
- ¡No, no cariño! - Se afanó en negar su madre en lo que parecía un desesperado intento por tranquilizar a la pequeña que ni ella misma creía. – Lo dice solo para que te portes bien…
-Mamá, tengo frio - se quejó la niña  que al menos parecía más calmada respecto de lo otro. -
-Sí, tenemos la ventana abierta. - Le señaló Sally a su amiga. -

            La Dama del Fuego se escondió rápidamente pero sin pretenderlo dio un golpe al hierro que la sustentaba llamando la atención. Las dos mujeres se asomaron pero no pudieron verla. Por fin, creyendo a buen seguro que se trataría de algún gato, cerraron. Idina pensó en que lo mejor era volver a la universidad. Además, ya era muy tarde. Tuvo que darse prisa, recobrar su identidad normal y entrar poco antes del toque de queda de las diez y media. Apenas si pudo dormir recordando todo aquello. Era una suerte que Heather no estuviera todavía, lo que había visto y oído era tan horrible que ni se atrevía a contárselo a sus amigas.

-¡Oh, santo Dios! ¿Qué puedo hacer?- Se preguntaba la joven tratando de conciliar el sueño sin conseguirlo.- No sé qué debo hacer…

            A la mañana siguiente era sábado, iba a visitar a su amiga Heather llevándole algunos libros. Millie, Nehie y Bea dijeron que irían algo más tarde. Su amiga, sin tener valor para contarles lo que había vivido la noche anterior, salió de la universidad y tomó el autobús camino a la casa de los Roberts. Estos la recibieron encantados. Tras saludar a la muchacha la invitaron a ir a la habitación de su hija y las dejaron para que charlasen. Idina entró y  descubrió  a su compañera desayunando con ganas. Ya estaba mucho mejor. Le alivió que al menos, en lo relativo a eso, las cosas marchasen bien. Por su parte Heather sonrió al verla pero su visitante no parecía muy feliz.

-¿Te ocurre algo?- Le preguntó su amiga sospechando que algo no iba como debiera.-
-¿Se nota mucho?- Repuso Idina con el semblante serio. -
-¿No será nada de tu familia, verdad?- Se preocupó Heather - espero que todos estén bien.
-Mi familia está estupendamente, gracias a Dios, es referente a mis clases…
-¿Es difícil, eh?- sonrió su contertulia con expresión más divertida, creyendo que aquellos diablillos estarían volviendo loca a su compañera. -
-Más de lo que te imaginas.- Suspiró ella que lucía una mirada triste. –
¿Qué está pasando, Idina? – Le preguntó ahora su amiga con mayor preocupación al percatarse de ello. – A ti te gustan mucho los niños.

            Y ésta no pudo aguantar más, le contó todo lo que había ocurrido dejando a su amiga de piedra. Incluso esa terrible conversación entre las dos mujeres, omitiendo claro está, que la había escuchado como justiciera.

-¿Tú qué harías, Heather?- Le preguntó Idina que realmente estaba muy confusa. -
-Para mí no hay duda, yo se lo diría a la policía. – Sentenció tajantemente su interlocutora. -
-¿Y si le quitan la niña a su madre? Yo la vi, ella la quiere de verdad. Y no tiene culpa de nada.
-Pero esa niña no puede vivir en esas condiciones,- rebatió su amiga. - Piénsatelo. Sé qué harás lo que consideres mejor y más justo, siempre lo haces, tengo plena confianza en ti.
-Gracias Heather, significa mucho para mí oírte decir eso.- Pudo sonreír su amiga que, tratando de variar de tema le preguntó. - A propósito, ¿has vuelto a ver a Jack?
-Ni siquiera vino a verme pero ya le he llamado dándole un recado.- Contestó Heather con cierta malicia. -
-¿Cuál?- inquirió Idina con  visible curiosidad. -
-¡Que se vaya a freír espárragos!, y si no me hace caso será mi padre el que se lo diga, y ya sabes la manera tan particular que tiene para dar los recados cuando se enfada, ¡ja, ja, ja!

Su compañera se rio también, lo agradeció para aliviarse de la tensión que soportaba desde hacía un par de días. Ambas pasaron unos instantes tronchándose de risa como en sus mejores momentos. Por fin Idina le dijo ya más en serio.

-Me alegro tanto de que estés a salvo, llegué a temer que te fuera a ocurrir algo  más grave.
-Pues no lo pienses más y cuéntame,- replicó Heather tratando de desdramatizar.- ¿Cómo van las cosas por el campus?...

            Su compañera, ya más distendida, le contó lo último en cotilleos y demás vida social. Luego repasaron algo de los apuntes y después de tres horas de visita Idina se marchó a descansar. El día siguiente lo empleó en resolver cosas de la hermandad y pensar en que se le ocurriría para celebrar la fiesta de graduación. Empero estaba en blanco y preocupada por sus otros problemas no tuvo ninguna idea que le pareciera buena. Aunque he aquí que durante el domingo, su amiga Nehie le comentó…

-Los chicos de la Hermandad me han pedido que les cante otra canción. Esta noche me he decidido. Voy a actuar.
-¿Qué vas a qué?- Se sorprendió su amiga.-
-Es para una buena obra. En la clase en la que Millie hace sus prácticas se están recaudando fondos para niños de educación especial. Beatriz ha prometido cocinar algo típico de España. Millie va a donar un par de jerséis que tejió ella misma y yo recordé lo que tú, Amatista y tus primas me dijisteis. Puede que no sea una profesional de la canción, pero grabaré una… de una cantante que me gustaba mucho de pequeña. Tu tío Roy me pasó ese tema y creo que, en cierto modo, me siento muy identificada con él.
-¡Ah, ya recuerdo, Xanadú!- Sonrió Idina creyendo caer en la cuenta de cual era.-

            Aunque para su sorpresa su interlocutora movió la cabeza y afirmó dejándola boquiabierta y algo inquietada.

-No, es algo bastante más oscuro…Y más “hot”.
-¿Oscuro?... ¿Hot?  No entiendo nada. ¡Pero Nehie! – Quiso advertirla casi con un tartamudeo.- Si…si… es lo que creo debes tener cuidado con eso…

            Sin embargo, su amiga no la dejó seguir. Se reía ahora observándola divertida y la señaló para afirmar…

-¡Vaya cara se te ha puesto! ¡No boba! No es lo que te crees. ¡Es solo una canción! Mira, esta tarde grabaré el video. Será en la sala de audición. Bea y Millie vendrá a verlo. Espero que puedas asistir tú también.

            Desde luego que la curiosidad de Idina iba en aumento, más cuando su interlocutora no quiso decirle cual era el título de esa canción. Así que no tuvo más remedio que reconocer…

-No me lo perdería…

            Y en eso quedaron. Unas horas más tarde un grupo de estudiantes de la hermandad se congregó en la sala. Allí, en el escenario, aguardaron. La propia Idina estaba ya allí con Bea y Millie. La muchacha no pudo evitar preguntar.

-¿Os ha dicho que es lo que va a cantar?
-Ni idea.- Repuso Bea encogiéndose de hombros.- Pero comentó que sería algo…que podría hacerle perder su autocontrol…
-Espero que no… parece una buena chica.- Comentó Millie.-


            Idina deseaba lo propio. Había podido ver a su amiga en acción cuando peleaba y no digamos a su contraparte oscura. Mejor que no se tratase de nada de eso. No obstante, solo podían aguardar. Al fin, tras un telón se escuchó la voz de Roger, uno de los chicos que organizaban esa grabación. Era de mediana estatura, pelo castaño y barba a juego. Sonriente declaró en tanto se alzaba la cortina…

-¡Damas y caballeros, con ustedes la Reina de la Noche…Nehie Moonlight!

            Y al son de una música entre misteriosa e insinuante la vieron. Llevaba el pelo suelto, cardado como en los años ochenta, cayéndose sobre los hombros, ataviada con una cazadora negra de cuero, y minifalda del mismo material, una blusa blanca vaporosa bajo la misma, medias translúcidas que definían muy bien sus largas y maravillosas piernas y zapatos negros de charol con un tacón más que apreciable. Idina abrió la boca hasta casi hacerse daño, y lo propio pudo decirse de sus amigas y ni que decir tiene de todos los miembros del sexo opuesto. Alguno incluso silbaron entre alucinados y encantados… y eso que Neherenia aún no había empezado a cantar.

Oh la noche, es mi mundo 
Luces de la ciudad, chicas pintadas, 
En el día, nada importa 
El tiempo de la noche es adulador 

En la noche, no hay control 
Algo traspasa las paredes 
Vestida de blanco, mientras caminas 
Calle abajo, de mi alma 

            Además de cantar de maravilla se movía de una forma muy sensual al ritmo de la música. El resto del auditorio estaba sin poder pronunciar palabra…

Te has llevado, te has llevado mi auto-control 
Me tienes viviendo solo para la noche 
Antes de que llegue la mañana la historia ya se contó 
Te has llevado, te has llevado mi auto-control 

Otra noche, otro día que se pasa 
Yo nunca dejo de preguntarme por qué 
Ayudaste a que olvidara mi papel 
Te has llevado, te has llevado mi auto-control 

Yo,  yo vivo entre las criaturas de la noche 
No tengo la voluntad de intentar y luchar 
Contra un nuevo mañana 
Por lo tanto creo que me convenceré 
Que el mañana nunca viene 

Yo dije noche, estoy viviendo como en un sueño 
Yo sé que la noche no es lo que parece 
Yo debo creer en algo 
Por lo tanto me convenceré 
Que esta noche nunca se irá 

Oh oh oh, oh oh oh, oh oh oh, oh oh oh 

Oh la noche, es mi mundo 
Luces de la ciudad, chicas pintadas, 
En el día, nada importa 
El tiempo de la noche es adulador 

Te has llevado, te has llevado mi auto-control 
Me tienes viviendo solo para la noche 
Antes de que llegue la mañana la historia ya se contó 
Te has llevado, te has llevado mi auto-control 

Noche, vivo entre las criaturas de la noche 
No tengo la voluntad de intentar y luchar 
Contra un nuevo mañana 
Por lo tanto creo que me convenceré 
Que el mañana nunca se sabe 

Yo dije noche, estoy viviendo como en un sueño 
Yo sé que la noche no es lo que parece 
Yo debo creer en algo 
Por lo tanto me convenceré 
Que esta noche nunca se irá

Te has llevado, te has llevado mi auto-control 
Te has llevado, te has llevado mi auto-control 
Te has llevado, te has llevado mi auto-control 
Te has llevado, te has llevado mi auto-control… 

(Self control Laura Branigan. Crédito al autor)

            Y al terminar los aplausos y los aullidos fueron ensordecedores. Nehie miraba anonadada en todas direcciones, entre incrédula y encantada por semejante reacción. Aunque claro. La parte negativa fue quitarse de encima a todos los moscones que la asediaron suplicándole una cita. ¡Menos mal que sus amigas a modo de guardaespaldas enseguida la rodearon sacándola de allí!

-¡Chica, esto sí que no me lo esperaba!- Admitió Beatriz.-
-¡Vaya cambio, parecías otra! - Afirmó la asimismo asombrada Millie.-
-Bueno, esa canción siempre me gustó.- Les confesó a sus amigas.- Y como querían algo con gancho y más subidito de tono, pensé en interpretarla.
-Pues lo han grabado y que se emitirá en el maratón para recaudar fondos y la subasta que se hará después…- Les desveló Millie.-
-Sí... y tendré que cenar con el que puje más alto para comprar el video.- Se sonrió Neherenia con visible rubor.-
-¡Pero Nehie!- Se escandalizó Idina.- ¿Sabes cómo suena eso?...
-¿Sonar?... Es una cena.- Repuso su atónita amiga.-
-Pero ¿Y si es algún pervertido el que gana la puja?- Se alarmó su amiga.-

            Aunque su interlocutora enseguida le guiñó un ojo y en tanto Bea y Millie comentaban a su vez algo entre ellas le susurró llena de confianza…

-Tú sabes quién soy yo…No te preocupes…tendría que ser un pervertido realmente fuerte o guapo… para que me pudiera hacer algo que yo no quisiera…

            Idina asintió aunque desde luego no sabía si esa respuesta la tranquilizaba o la ponía aún más nerviosa. De todos modos, su amiga pareció darse cuenta y sonrió de un modo más afectuoso para declarar visiblemente divertida.

-¡Te estoy tomando el pelo, tonta!…Será una cena con la fundación que lleva esta campaña. Junto con el ganador de la puja y yo misma, también irán incluso algunos de esos niños y los directores de la gala…
-Bueno, siendo así.- Suspiró su contertulia ya más aliviada.- ¿Y cuándo será eso?...
-Este martes próximo.- Respondió Millie uniéndose ahora a la conversación.- Yo asistiré porque me apunté a ayudar a los organizadores cuando me enteré durante las prácticas.
-¿Y tú Bea?- Quiso saber Idina.-
-Yo no… mañana por la tarde llegarán mis padres a verme. Estarán unos días. Me iré con ellos a recorrer el país. De hecho, salgo mañana para la “Gran Manzana”. Volveré la próxima semana.

Idina suspiró. Estaba claro que todas sus amigas tenían ya hechos sus planes. Por el momento no quiso comentarles nada de la situación en la que ella estaba metida. Sería como aguarles la celebración. Se ocuparía de todo. Quizás las cosas se resolvieran bien, sin necesidad de que ninguna Justiciera, ni tan siquiera ella misma, debiese intervenir. Así pasó el resto de la tarde con las otras y luego se fue a dormir. El lunes volvió para dar su última semana de prácticas. Llegó pronto, aún no habían venido los niños. Esperó impaciente hasta que apareció la directora. Ésta le dijo con la misma tensión contenida que tenía la joven maestra.

-Esperemos que se presente con la niña.

            Los pequeños comenzaron a llegar, corrían alegres, ajenos a todo lo que estaba ocurriendo alrededor de su compañera. Idina aguardaba cada vez más nerviosa escrutando la entrada, pero la cría no aparecía. Creía que no iba a venir pero al fin la vio entrar, andaba despacio con su bolsita a la espalda. Su madre apareció tras ella. Con su pelo rubio ceniza y vestida de forma bastante más elegante a como la vio Idina en su apartamento. Lentamente la madre de Patty se dirigió hacia la directora y ella misma.

-Buenos días, soy Lucy Prescott, la madre de Patty, creo que querían ustedes hablar conmigo.- Les saludó esa mujer con bastantes buenos modales aunque con tono inquieto. -
-Sí, es por un asunto muy serio.- Le informó la directora. - Se trata de su hija, esta señorita que está dándole clases. - Señaló a Idina que algo tensa saludó con la cabeza, - ha descubierto que tiene magulladuras y heridas por todo el cuerpo. Nuestro médico la ha reconocido y ha dictaminado que son malos tratos. Comprenderá usted que esto es algo muy grave.
-Lo comprendo,- repuso Lucy con seriedad. - Y les puedo asegurar que no volverá a pasar. Su padre, bueno, su padrastro, ha pasado una mala racha, eso es todo, pero ya se acabó. Les prometo que todo está arreglado.
-Eso no se remedia por las buenas, debe usted notificárselo a la policía. - Le comentó la señora Dickinson que no estaba en absoluto de acuerdo con esas palabras. -
-Le ruego que me deje a mí los asuntos concernientes a mi hija. - Replicó Lucy de una forma bastante menos amable. -
-¿Me obligará usted a llamar a mí?- Le respondió la directora con pocas contemplaciones. –

            El semblante de aquella mujer palideció a ojos vistas. Apenas podía despegar los labios para replicar. Rehuía la mirada de sus interlocutoras.

-Creo que no debemos enfrentarnos entre nosotras. - Intervino Idina para calmar los ánimos. - Quizás todo esté arreglado ya, pero no vendría mal presentar una denuncia. - Aconsejó dirigiéndose a la madre de la pequeña de forma más amable y conciliatoria. -
-Usted no lo entiende, no puedo hacer eso, sino...-

Aunque Lucy se detuvo a mitad de la frase, con evidente angustia. No quiso seguir hablando y bajó la cabeza. Solamente para añadir con voz queda.

-Perdónenme, tengo que marcharme ya.

            Se alejó por el pasillo cabizbaja y con andares apresurados en tanto la directora le decía elevando el tono de voz.

-Esto no va a quedar así, si usted no está dispuesta a hacerlo tendremos que avisar nosotros.
-Espere por favor, no creo que eso sea lo mejor.- Intervino Idina compadecida de aquella pobre mujer.  -
-¿Entonces qué debemos hacer? ¿Dejar que esa niña siga expuesta a malos tratos?  Yo ya tengo muchos años y mucha experiencia y no me creo ni una palabra de que esté todo arreglado, hijita. - Le dijo  la directora visiblemente irritada. – Esa mujer ha admitido de modo implícito que el maltratador es su marido…o lo que sea.
-Tengo una amiga que entiende de estos problemas. - Le explicó Idina refiriéndose a sí misma sin que por supuesto su interlocutora pudiera saberlo. - Ella se encargará de investigar esto, está relacionada con la policía y será de una forma más discreta para no poner a la niña, ni a su madre en peligro con posibles represalias del padrastro de la pequeña.
-Muy bien, te lo dejo a ti, pero sólo te doy esta semana. Hasta que Emily se recupere y vuelva a dirigir la clase. - Repuso la directora que dio por zanjado el asunto volviendo a su despacho. -

            Idina suspiró, tendría que encargarse personalmente de ello. Como Dama del Fuego, naturalmente. Y mientras tanto debía preparar su trabajo de fin de prácticas, la fiesta de celebración y encima los ensayos de las animadoras. ¡Todo se le echaba encima! Suspirando, entró en clase con los pequeños  y la dio con su mejor voluntad, tratando de no aparentar su preocupación. Se mostró particularmente cariñosa con Patty y enseñó a todos los niños a escribir bien sus nombres. En su hora de comer llamó por teléfono a la Golden. No hubiera querido hacerlo pero no veía otra opción. Necesitaba ayuda. Por suerte pudo conectar con la habitación de Nehie y Bea, fue la española la que atendió el teléfono.

-¿Dígame?- Inquirió extrañada, no era normal que nadie llamase a esa extensión. –
- Hola Bea. ¿Está Nehie?- Quiso saber la muchacha. –
- Pues no. Ha salido y de hecho yo estaba a punto de irme ya.  - Repuso su compañera.-
-¿Irte?- Repitió Idina sin comprender.-
-Sí, mujer. ¿No te acuerdas?  Voy a pasar la semana con mis padres. Me marchaba ya a la ciudad. -Le recordó su compañera.-
-Es cierto. Perdona por haberte entretenido.- Se disculpó su interlocutora.-

            La verdad es que con todo aquel asunto de esa pobre cría se le había ido totalmente de la cabeza. Menos mal que su amiga repuso con afabilidad.

-No pasa nada. - ¿Quieres que le diga algo a Nehie de tu parte?
- No, no te preocupes, ya la localizaré. Pásalo genial con tu familia. Ya nos contarás. –Contestó Idina que tras despedirse de su amiga, colgó. -

Dudaba en si debía implicar a Neherenia que al día siguiente tenía aquel compromiso. No tenía pues más remedio que aguardar. Terminada la hora del colegio esperó a que la madre de la pequeña se presentase. Después, y sabiendo ya el camino, las siguió nuevamente. Transformada en justiciera sopesó la situación….

-Lo siento amiga mía, pero te necesito.- Se dijo.-

Y esta vez sí que llamó vía transmisor de urgencia a Neherenia que pudo contestar.

-¿Qué sucede? Beatriz me dijo que llamaste a la habitación pero yo estaba en clase, debe ser algo importante para que me llames utilizando el transmisor.
-Sí, lo es y mucho.- Replicó la Dama del Fuego poniendo al corriente a su amiga de forma rápida de la situación y le indicó dónde estaba para pedirle. –Lo lamento, no querría distraerte de tus compromisos pero necesito tu ayuda. Yo sola no sé si podré resolver esto.
-¿Qué es lo que pasa?- Le preguntó su amiga con creciente preocupación.-

            Idina le hizo un breve resumen de la situación.

-Es terrible. No te preocupes, enseguida voy para allá. - Afirmó la conmocionada Nehie  cortando la comunicación no sin antes remachar. – No hagas nadas hasta que llegue.

Así las cosas la Dama del Fuego se dispuso a esperar. Escondida entre aquellas callejas malolientes y vigilando la casa desde prudencial distancia, todo parecía tranquilo de momento. Empleó el tiempo en dar unas vueltas por esos contornos y descubrir que, efectivamente, eran bastante miserables y con muy escasas condiciones de salubridad, por no decir ninguna. La pobre cría debía vivir ahí y encima soportar malos tratos. Era realmente terrible. Muy impresionada por aquella situación volvió a su enclave de vigilancia. Al cabo de una media hora larga alguien apareció con gran velocidad a su lado. Era Sailor Shadow. La guerrera de la Cara Oculta de la Luna que no pudo evitar una mueca de asco al mirar la suciedad y los roedores que se hacinaban por esos parajes.

-¿Cómo pueden los seres humanos vivir en sitios como estos? Jamás consentiría algo así en mi reino. – Afirmó entre indignada y horrorizada. –
-Es una muestra de la miseria que hay en este planeta - Le contestó Idina añadiendo con decisión. – Por eso tenemos que luchar para hacer un mundo mejor para todos. Ahora aguarda aquí y cúbreme. Voy a ver si pasa algo,

Su compañera asintió permaneciendo escondida tras algunos cubos de basura. Por su parte la Dama del Fuego volvió a trepar por la escalera de incendios y escuchó lo mejor que pudo. Aunque en esa ocasión la ventana estaba cerrada y eso le dificultaba enterarse de lo que hablaban. Por fin, pudo aguzar el oído lo suficiente.

-Ahora tienes que cenar muy bien mientras mamá sale a trabajar.- Le dijo esa mujer a la pequeña mientras le quitaba cuidadosamente la chaqueta. - Y luego a la camita.
-¿Vendrás a darme las buenas noches?- le preguntó la niña tímidamente.-
-Claro que sí, mi amor.- Sonrió Lucy repitiendo con afecto en su tono. - Ahora ven a la cocina para cenar.

            La madre se llevó de la mano a la pequeña rumbo a esa estancia. Idina quiso seguir escuchando pero no podía desde tan lejos, esperó un momento y vio reaparecer a Lucy que se cambió poniéndose esa peluca rubia platino y esas ropas con las que la vio la otra vez a juego, esta vez con unas botas de charol de afilado y largo tacón, por encima de la rodilla. Decidió seguirla, estaba muy intrigada por aquel extraño cambio. Cuando esa mujer salió, observó cómo se reunía con Sally, la otra chica que fue a recoger a Patty la semana pasada. Las dos se dirigieron andando hasta una calle principal donde pasaban los coches. Idina se ocultó tras un muro desgastado y medio derruido, maldijo al mancharse su traje con restos de pintura de grafiti. Estaba ocupada tratando de limpiárselo y no se enteró de que un hombre había aparecido junto a las dos chicas. Era un tipejo enjuto, alto, de pelo oscuro, por lo menos eso parecía a la luz de los neones nocturnos. Vestía descuidadamente, una chaqueta vaquera raída, unos pantalones negros de pitillo y zapatillas deportivas. Eso contrastaba con la cadena de oro que colgaba de su cuello y su pelo engominado. Parecía masticar un chicle como si su vida dependiera de ello y se dirigió a Lucy con un tono nada amable, teñido de sarcasmo.

-Hola cariño, celebro que hayas vuelto por aquí. ¡Cuánto honor!
-Yo…veras Tommy, te puedo explicar. Tuve que ir con mi hija al colegio y…
-¿Y?..- espetó el tipo añadiendo con patente disgusto. – Y claro, eso te permite dejar de trabajar...ya estoy harto de esa mocosa, lo único que hace es molestar y hacerme gastar demasiado dinero.
-Es mi hija y el dinero lo gano yo, - respondió Lucy molesta. -


            A Tommy no debió de gustarle esa réplica, de inmediato la sujetó de la barbilla de forma violenta y la atrajo hacia él, la muchacha intentaba soltarse pero no podía.

-¡Ya basta por favor! - Le pidió Sally asustada. -
-¿Tú quieres recibir también, maldita zorra?- Le chilló aquel tipo con expresión agresiva para añadir después hacia Lucy. - Y tú, escúchame bien…eres mía, este sitio es mío y el piso en el que vives también lo es. Te conviene recordarlo, yo no soy ninguna institución infantil. Parece que lo has olvidado y sabes lo que te haré a ti y a esa mocosa si no espabilas.
-¡Por favor, Tommy!, ¡perdóname!, trabajaré, haré lo que quieras.- Le suplicó la mujer que temblaba de miedo. -
-Desde luego que lo vas a hacer.- Replicó aquel tipo blandiendo un puño amenazador contra ella. - O prepárate a llevarte la paliza de tu vida.
-¡No Tommy!, tiene que trabajar.- Intervino Sally que apostilló con tono de lógica obviedad que trataba de ocultar su temor. - ¿Cómo va a hacerlo si le marcas la cara o la dejas magulladuras?

            El individuo se detuvo, asintió entonces repetidas veces y bajó el puño. Soltó a la aterrada Lucy, mientras se colocaba en orden su chaqueta y se repeinaba, añadiendo algo más calmado.

-Menos mal que usas algo la cabeza de vez en cuando...sí, tienes razón. No me serviría de nada si la dejo baldada. Pero escucha una cosa. Si no traes una buena cantidad esta noche tu niña podría tener dolores por todo el cuerpo, ¿me he expresado bien?..
-¡Por favor, te lo suplico!, no le hagas daño a mi hija, te prometo que ganaré mucho dinero para ti - Le imploró Lucy de rodillas. -
-¡Levántate estúpida, vas a ponerte perdida!- Le espetó Tommy sujetándola de un brazo y tirando de ella hasta ponerla en pie. Para agregar con un tinte bastante amenazador.- Si no quieres que te pase lo mismo que a Rossie. ¿La recuerdas, verdad? También tenía una hijita molesta, como tú.

            Las dos mujeres palidecieron con expresión de horror. Ninguna se atrevió a decir nada. Fue ese individuo el que espetó.

 -Ahora, ¡déjate de estupideces y empieza a trabajar! - Añadió alejándose de allí. -
-¿Estás bien, Lucy?- le preguntó Sally con un gesto de gran preocupación hacia su amiga. -
-Sí, ya sabes lo que ha dicho, tengo que ganar dinero...- pudo replicar ésta enjugándose algunas lágrimas para tratar de centrarse en su labor. -
           
            Un coche aparcó junto a ellas y ambas se acercaron a la ventanilla, la puerta delantera se abrió y Sally se subió, el coche arrancó perdiéndose en  las calles. Unos pocos minutos después fue Lucy la que tras pasear arriba y abajo la calle, se montó en otro vehículo que salió enseguida de allí...Idina estaba atónita y muy impresionada. Así que a eso se dedicaba la madre de la niña. Era una situación horrible, ¡pobre mujer! Había tenido que contenerse para no darle una paliza a ese cerdo allí mismo, pero no podía intervenir todavía. Al menos hasta poder asegurar la protección de esas mujeres y de la niña. Tenía que hacer algo, pero, ¿qué podría ser?...Decidió volverse hacia la casa de la pequeña, por si Sailor Shadow había visto u oído alguna cosa nueva. Al llegar, su compañera le informó de que todo estaba tranquilo. Llegó otra vez a la ventana y descubrió efectivamente que la pequeña dormía, las luces estaban apagadas y la habitación sólo se iluminaba ocasionalmente por los reflejos de los faros de coches que iban y venían. La justiciera deslizó la ventana suavemente hasta abrir un resquicio que le permitió pasar. Entró y se acercó a la cría que dormía agarrada a una muñeca de trapo. Idina se recordó a sí misma a esa edad, durmiendo con su muñeca Mimí. Sonrió con ternura y acarició suavemente la carita de la niña.

-Pobrecita.- Susurró llevada por la compasión. -Yo te ayudaré, ya lo verás.

            Después de contemplar dormir a Patty durante unos minutos Idina se marchó. Junto con su compañera tuvieron que valerse de sus poderes para entrar en la universidad sin ser vistas. La mañana siguiente fue penosa a la hora de levantarse, estaba cansadísima, pero se incorporó pensando en que no debía llegar tarde. Fue a dar clase a la hora y esperó como siempre a que apareciese la niña. Ésta vino de la mano de la mujer morena que vestía de una forma más convencional, con falda larga y blusa a  cuadros. Idina se interesó enseguida por la madre de la pequeña. Pero no obtuvo de Sally sino evasivas.

-Tengo que irme ya,- se excusó ésta con la voz baja. -
-Espere un momento. - Le pidió Idina, pero la mujer se alejaba apresuradamente.- Por favor, espere, tengo una amiga que ha visto la penosa situación en la que se encuentra Patty.

            La mujer se detuvo sorprendida. Se giró con un gesto dominado por la sorpresa y el temor.

-¿Qué es lo que sabe usted?- Inquirió Sally visiblemente nerviosa. -
-Mi amiga es…- Idina se detuvo buscando las palabras para proseguir. -Bueno, trabaja junto a la policía. Y le pedí que investigase el caso de la niña con discreción. Me ha contado lo que ocurre y a lo que se dedican ustedes.
-Entonces ya lo sabe.- Susurró esa mujer con gesto y tono abatidos.- Por favor, si lo denuncian destrozarán la vida de mi amiga Lucy.
-No tenga miedo, nadie va a denunciar nada. Solamente queremos ayudarlas. ¿Por qué no ha venido su madre hoy y porqué pasan tantos días sin venir, tanto ella como la niña?...
-Creo que usted ya lo sabrá,- repuso Sally mirando al suelo. -Tenemos un hombre, ya sabe. Bueno, trabajamos para él, y no tiene mucha paciencia. Si no ganamos lo suficiente nos golpea, y si al día siguiente volvemos a venir con poco dinero nos da una paliza. Algunas veces debemos estar varios días recuperándonos de los golpes.

            Idina escuchaba horrorizada, pero Sally no había terminado aún de contarle aquella sórdida historia.

-Ayer noche, Lucy no ganó lo suficiente y lo intentó, pero estaba muy nerviosa. Llegó a casa y Tommy la golpeó, amenazó con pegarle a la niña, pero ella se lo impidió, él le dio una buena paliza.
-¡Canalla! - Exclamó Idina furiosa. - Alguien tiene que acabar con eso.
-No podemos hacer nada,- replicó Sally muy asustada para explicar con consternada resignación. - Si le denunciamos conseguiríamos que la policía le encerrara durante algunos días, pero cuando saliera iría a por nosotras. Usted no sabe cómo se las gastan esa clase de tipos. Sólo le pido que cuide de la niña lo mejor posible. Mientras esté en clase está segura. Su madre tardará aún unos días en reponerse para salir a buscarla. Ahora está en casa.
-Se lo diré a mi amiga. - Le prometió su interlocutora - ella lo solucionará, se encargará de darle una buena lección a ese tipo.
-No, ¡por favor!, luego se vengaría con Lucy y con la niña y si se entera de que he hablado con usted, conmigo también.
-No lo sabrá, y aunque lo supiera cuando mi amiga le dé su merecido no volverá a tocarlas, eso puedo prometérselo. - Le aseguró su contertulia con voz firme. -

Aquella pobre mujer esbozó una leve sonrisa que parecía de alivio en tanto su interlocutora tomaba una de sus manos entre las suyas para animarla.

-Gracias por su comprensión, señorita.- Le agradeció Sally musitando,- es de las pocas personas que no me miran con desprecio cuando saben la verdad....

            Se alejó dejando a Idina sin capacidad para decir nada más. Al cabo de unos segundos la maestra novata volvió al aula donde los niños estaban haciendo de las suyas. Tardó un par de minutos en calmarlos y comenzar las clases. Al terminar, ella misma acompañó a Patty hasta la salida.

-Mi mamá no va a venir hoy. - Le dijo la pequeña - está enferma. Vendrá tía Sally.
-Tranquila, cariño. - Sonrió Idina asegurándole con dulzura. - Yo te acompañaré hasta que venga.


            Pero dieron las dos y Sally no llegaba, las tres y tampoco. Idina no quería dejar sola a la pequeña y decidió llevársela consigo. Llamó por teléfono antes a casa de Patty. Esperó un largo rato hasta que por fin alguien descolgó el aparato.

-Diga - contestó una voz temblorosa -...
-¿Es usted, Lucy?- Preguntó ella para presentarse. - Soy Idina Rodney, la profesora de Patty… ¿es usted su madre?...
-Sí, soy yo... ¿Dónde está mi hija?...
-Está conmigo, esperaba que usted o su amiga pasasen a recogerla.
-Yo no estoy bien. - Contestó Lucy a duras penas, parecía costarle bastante esfuerzo el articular las palabras, aun así añadió. - Pero mi amiga ha debido ir a buscarla. La llevó al colegio esta mañana.
-Pero no ha regresado a por ella. - Le informó Idina. - Y ya han pasado más de dos horas desde que terminaron las clases. Si quiere puedo llevar a la niña a casa.
-No, no se moleste, la llamaré para que vaya a recoger a la niña...- repuso Lucy una vez más con serios esfuerzos por hablar. -
-El caso es que tengo que irme del colegio, estoy alojada en el campus de la Golden State, soy maestra en prácticas. Y debo regresar allí. Si no le parece mal, me llevaré a la pequeña  y aguardaré a que llegue su amiga. Le daré el teléfono de mi facultad y la extensión de mi cuarto - y enseguida le facilitó el número en cuanto Lucy pudo anotarlo. -
-Muy bien, se lo agradezco mucho. - Susurró su interlocutora que escuchó abrirse la puerta. - Tengo que dejarla, por favor, cuide bien de mi pequeña.
-Descuide- repuso Idina que oyó colgarse el teléfono e hizo lo propio. - Vamos nena, - le dijo a la cría - te vas a venir conmigo a un sitio muy bonito.
-¿Es que no va a venir tía Sally?- Le inquirió la niña con el semblante asustado. -
-Vendrá luego, pero tú no te preocupes. Ya verás, te va a gustar mucho…

No obstante, antes de que ambas salieran de la clase, la directora llegó acompañada de un tipo de pelo cano y algo entrado en kilos. El individuo se identificó como agente federal del servicio social. Sin que la pobre muchacha pudiera hacer nada le ordenó.

-Debo llevarme a esa niña, hemos tenido constancia de su situación.
-Por favor,- le pidió Idina. - Al menos déjennosla un día hasta que su madre se haga cargo.
-Imposible, señorita. – Afirmó el tipo aquel de modo imperturbable para sentenciar. – La ley es la ley. Ustedes no tienen  permiso legal para tenerla en custodia. Tiene que venirse conmigo.

La joven se negaba categóricamente a pesar de esa placa que el tipo aquel le mostraba, miró suplicante a la señora Dickinson, pero ésta movió la cabeza.

-No podemos hacer nada. – Suspiró la directora encogiéndose de hombros. –

La cría no quería ir con ese hombre, se puso a llorar  con expresión suplicante y asustada. Aunque Idina trató de tranquilizarla diciéndole que solo sería un ratito en tanto llegase su mamá. Pese a ello le costó ver como ese individuo casi se la llevaba a rastras y la metía en el coche sin hacer nada por detenerle. Cuando este arrancó perdiéndose por la carretera, la enfadada muchacha, con tono de reproche, le dijo a la directora.

-Usted me dijo que esperaría antes de llamar a los servicios sociales.
-Pero hija, yo no les he llamado. – Opuso su interlocutora con gesto desconcertado para añadir. – Pensé que habría sido cosa tuya.
-¿Mía?- Se señaló la muchacha a sí misma con tono atónito. – ¡Yo jamás habría hecho tal cosa!
-No lo entiendo. – Pudo decir la directora. – Esto es muy raro. Si no has sido tú… ¿Entonces quién ha dado parte? Voy a llamarles para comprobarlo.

Idina comenzó a tener un mal presentimiento, pero no quiso sacar las cosas de quicio hasta que la señora Dickinson regresó de llamar. Pero ésta venía con el semblante pálido en tanto pudo decir.

-No tienen constancia de que ninguno de sus agentes haya venido aquí a por una niña.
-¡Dios mío! –Exclamó Idina con las manos en la boca. - ¿Entonces, quién era ese hombre?

En casa de la cría entre tanto su madre aguardó hasta ver quien venía, ojalá no fuera Tommy, aún estaba enfadado con ella y si bebía de seguro le propinaría una nueva paliza. Pero no era él, sino su amiga Sally que traía un lamentable aspecto, su cara lucía varios moratones y su labio sangraba. Lucy se levantó a duras penas para ayudarla a sentarse.

-¿Que te ha ocurrido?- preguntó con angustia. -
-Tommy, se enteró de que quise dejarte dinero para engañarlo, me sorprendió cuando iba a buscar a Patty y me dio una paliza. Me advirtió que no quería ver más a la niña por aquí o le pegaría otra peor a ella. O…- Y guardó un espeso silencio, parecía tener miedo de lo que iba a decir.-
-¿O qué?- Quiso saber su amiga.-

            Pero Sally no contestó, se limitó a mirar a su interlocutora con un gesto lleno de temor y angustia.

-Dios mío, ¿qué voy a hacer?- Sollozó Lucy que parecía comprender de lo que se trataba sin tener que oírlo. -
- No te preocupes por eso. - Escuchó entonces la voz de Tommy que entraba en ese momento. Parecía divertido cuando afirmó. – Ya se han ocupado de tu hija.
- ¿Qué quieres decir? ¿Qué le has hecho?- Pudo preguntar Lucy tratando a duras penas de levantarse.-
-Yo… nada. Pero uno de mis clientes me ha dado una buena suma por ocuparse de ella. Ya me entiendes…

La mujer se estremeció de horror, solo pudo chillar de angustia tratando de levantarse.

-Bastardo. ¡Te mataré!

Pero no tenía apenas fuerzas, el tipo le dio una bofetada tan fuerte que la derribó. Como pudo Sally se arrodilló a su lado para sostenerla.

-¡Oh!, no temas. La cuidarán bien, al menos de momento. Tiene que curarse esos golpecitos que le di. Pero luego estarás orgullosa. La van a iniciar en tu misma profesión. ¡Que no se diga que no va a tener una esmerada educación!
-Tommy te lo suplico, ¿dónde está la niña? No puedes permitir que le hagan eso, ¡es una cría! ¡Por favor!- Intervino Sally que estaba pálida de horror. –
-Si os portáis bien lo mismo os lo digo. ¡Esto es por obligarme a pegaros! - Escupió él, sentenciando. – De algún modo tenía que cobrarme las pérdidas. Pero trabajad bien y puede que os cuente quién la tiene para que podáis comprársela. Eso si quiere vendérosla cuando la pruebe. ¡Ja, ja!

            Lucy únicamente era capaz de llorar en estado catatónico. ¡Su hija, su pobre niña a merced de Dios sabía que delincuentes o desalmados que no dudarían en abusar de ella! O cobrar a otros para que lo hicieran. Sally por su parte se sentía igual de aterrada pero se forzó a serenarse. Se quedó pensativa unos momentos y en cuanto Tommy se marchó telefoneó enseguida a Idina. Ésta no había llegado, aun así repitió su llamada una hora más tarde. Seguían sin contestar. La maestra por su parte estaba de vuelta en la Golden y lo antes que pudo localizó a Nehie poniéndola al corriente de lo sucedido.

-Esto no me gusta nada. – Afirmó la soberana de la Luna Nueva que ya estaba en aquella cena de gala. – En cuanto pueda me reuniré contigo…La cena va a comenzar en unos veinte minutos y voy a la mesa.
-Tranquila. Te esperaré, como la otra noche.- Le aseguró su interlocutora, eso sí, insistiendo con gran zozobra.- Pero trata de venir lo antes posible. ¡Por favor!…


            De hecho, había llegado hacía escasamente unos momentos. Su móvil tenía varias llamadas perdidas de Idina. En cuanto pudo lo atendió. Su amiga le había dejado varios mensajes en el buzón de voz con un tono cargado de angustia. Fue devolver la llamada y oír su voz y saber que debía ir a ayudarla. Sin embargo, eso no era tan simple. Tenía ese compromiso que atender…Meditaba sobre eso cuando una voz masculina se dirigió a ella.

-Usted debe de ser la estrella del video clip.- Comentó un hombre cercano a la cincuentena, de pelo rubio lacio y bigotito.-
-Sí, soy yo.- Admitió Neherenia.-
-Mi nombre es Elmer White House. Gané la puja de su vídeo.- Afirmó con tono triunfal.-
-¡Oh, vaya!- Pudo replicar la muchacha sin saber qué más añadir.- Es… estupendo.
-Usted sí que lo es… ¿Podría tutearla?- Quiso saber en tanto le ofrecía un brazo para ir hacia la gran mesa alargada que podía verse en el interior de la sala de banquetes.-
-Claro.- Sonrió de modo algo forzado la joven en tanto se tomaba de aquel brazo.- Como quiera…

            Aquel individuo lucía un traje de chaqué que no le quedaba demasiado bien. De hecho, su galán no la inspiraba mucho. Era de planta algo escuálida y más bajo que ella. Sin embargo, Nehie llevaba zapatos de bastante tacón blancos Quizás por eso le sobrepasaba en media cabeza.  Completaba el vestuario con un vestido malva que dejaba al descubierto sus hombros.  Pese a no tener demasiado escote podría jurar que las miradas del tal Elmer se desviaban mucho hacia esa parte de ella. No se sentía muy cómoda que digamos. Al menos se sentaron a  la mesa enseguida. Eso sí, con él a su lado… diríase que demasiado.

-Por lo menos no estoy sola.- Suspiró aliviada, al ver a Millie y a algunos miembros más de esa organización.- ¡Hola! –Saludó de inmediato a su compañera.-

            Ésta le devolvió el gesto en forma de una mano agitada, aunque parecía estar muy pendiente de lo que le comentaba un hombre de color que parecía rondar la cuarentena de edad. Nehie supo luego que era el director de esa escuela de educación especial. Estaba allí con alguno de esos niños.

-Una gran labor, ¿verdad?- Preguntó el tal Elmer a la desprevenida chica.-
-Sí, sí… por supuesto.- Convino ella sin mucha seguridad, dado que ni le había prestado atención.-
-Me encanta colaborar con estas obras sociales, por el bien de la infancia.- Añadió él mientras deslizaba una mano bajo el mantel.-
-Sí… son iniciativas muy bonitas.- Acordó la joven.-

            Sirvieron el aperitivo, un cóctel de gambas. Más tarde un consomé ligero…Nehie lo tomó sin demasiadas ganas. Además, notó algo que se posaba levemente sobre su muslo izquierdo. Ese tipo la sonreía afirmando con melosidad.

-¿Usted es artista?...Canta maravillosamente.
-No, bueno… solamente soy una estudiante de magisterio.- Comentó ella sintiéndose algo violenta.-
-Por eso le gustan tanto los niños, claro…-Susurró el tipo aquel.-

            La muchacha asintió. Otra vez percibió una caricia sobre sus piernas, en un acto a mitad de camino entre el reflejo y la intención lanzó un pequeño puntapié que impactó en el tobillo de su interlocutor que se quejó del impacto.

-¡Oh, lo siento!- Se disculpó ella fingiéndose preocupada.- ¡Qué tonta no me di cuenta!
-No pasa nada.- Repuso ese individuo forzando una sonrisa.-

            La verdad es que la muchacha no estaba pasando un rato nada agradable. Por lo menos al otro lado de la mesa, Millie sí que parecía disfrutar de la velada charlando con aquel hombre y con otra señora de edad mediana. Se alegró por ella. Aunque entonces volvió a sentir algo, en esta ocasión algo le frotaba los pies. Debía ser ese tipejo con los suyos, no se cansaba de intentar tocarla…

-No, no me encuentro muy bien.- Pudo decir tratando de obtener un respiro.-
-Vaya.- Comentó su interlocutor con aparente pesar.- ¿Quiere que la acompañe a tomar un poco el aire?

            Neherenia no sabía que responder. Pero para su alegría y sorpresa una voz muy conocida lo hizo por ella.

-Ya te acompaño yo, cariño…lamento haber llegado tarde.

            Al mirar quedó perpleja. Allí en pie, vistiendo un smoking negro con pajarita roja y camisa blanca estaba él. Lance la miró con esos ojos malvas tan inquisitivos, esbozando una pícara y cómplice sonrisa y antes de que la atónita joven pudiera despegar los labios él se acercó y unió los suyos a los de ella en un cálido beso.

-Disculpe usted.- Declaró el chico dirigiéndose al también atónito individuo que se sentaba junto a Nehie.- Le prometí a mi novia que no me retrasaría, pero ya sabe…el trabajo…
-Sí, claro…- Pudo apenas balbucir aquel desconcertado individuo.-
-¿Te sientes bien, mi amor?- Preguntó Lance guiñando un ojo a la perpleja Nehie, más cuando él agregó con un buen fingido, o quizás no, tono de afecto.- Sabes que no debes esforzarte, tu embarazo está apenas comenzando…
-¿Está usted embarazada?- Inquirió el tipo aquel sin dar crédito a lo que escuchaba.-
-De apenas un par de meses.- Replicó risueñamente Lance, añadiendo.- Estamos muy ilusionados, ¿no es cierto mi amor?...- Remachó mirando a  la perpleja Nehie.-
-Sí, eso… mucho.- Sonrió ella con cara de circunstancias.-
-Será mejor que nos vayamos, mi novia lleva encontrándose mal los últimos días. Ya se imagina usted, las náuseas y todo eso…- Explicó Lance a ese atónito individuo.-
-Claro.- Convino a su pesar el decepcionado Elmer.- Confío en que se mejore enseguida y que el embarazo vaya bien…
-Muchas gracias.- Musitó la chica tratando ahora de aguantarse las ganas de reír.- Un placer conocerle…

            A lo lejos vio como Millie la observaba sorprendida, más bien fijándose en la presencia del hermano de Idina. La saludó agitando la mano y se dejó llevar por el brazo de su valiente rescatador. Tras salir de ese lugar y enfilar la calle anduvieron durante un rato hasta que se detuvieron al fin. Subieron al coche de él que arrancó. Nehie pudo mirar a ese muchacho y decir moviendo la cabeza entre incrédula y divertida.

-¿Embarazada?... ¿No se te ocurrió nada mejor?...
-Bella y gentil reina. Las cosas que tengo que hacer para ayudaros.- Suspiró el muchacho con idéntico tono.-

            Aunque ahora ella le miró de un modo más sensual en tanto le preguntaba con un susurro.

-¿Acaso te ocurre como a mí? Por unos momentos me hubiera gustado que fuera verdad.-Sonrió.-

            Y de hecho, algo en Nehie se había agitado cuando ese muchacho pronunció aquellas palabras. Hablando de ella como su novia y la futura madre de ese  ficticio hijo. Sin embargo, Lance sonrió parecía que divertido, para afirmar.

-Esas cosas están muy lejos de mis prioridades…
-Comprendo.- Musitó Nehie ahora con un dolido tinte de decepción, queriendo saber entonces.- ¿Cómo es que estabas allí?.. La recepción únicamente era para personas…
-Que hubieran aportado algo a esa causa.- Completó él mostrándola un teléfono móvil en donde puso un video.-

            Para asombro de Nehie era Lance cantando una hermosa canción.
Mujer encadenada 

Será mejor que te encante amar y que te comportes bien 
Será mejor que te encante amar y que te comportes bien 
Mujer encadenada, mujer encadenada 

Llama a su hombre con gran esperanza 
Le dice que está bien, ella siempre se las arregla, ooh 
Mujer encadenada, mujer encadenada 

Creo que mentir y esperar es asunto del hombre pobre (hombre pobre) 
Y me siento desesperanzadamente cargado por tus ojos de acero 
(Tus ojos de acero) 
Es un mundo loco que mantiene a las mujeres encadenadas 
Mujer encadenada, mujer encadenada 

Cambia su alma por piel y hueso 
(Será mejor que te encante amar y que te comportes bien) 
Entrega lo único que posee 
(Será mejor que te encante amar y que te comportes bien) ooh, ooh 
Mujer encadenada (el sol y la luna) mujer encadenada 

Hombre de piedra, hombre de piedra, hey nena, no no no, ooh 

Creo que en tu corazón hay heridas que el tiempo no puede sanar 
(El tiempo no puede sanar) 
Y siento que en algún lugar alguien no puede respirar 
Sabes a lo que me refiero 
Es un mundo loco que mantiene a las mujeres encadenadas 

Esta bajo mi piel pero fuera de mis manos 
Lo destrozaré (alguien en algún lugar está intentando) 
Pero no lo comprendo (respirar) 
No aceptaré la grandeza del hombre 
Es un mundo loco que mantiene a las mujeres encadenadas 
Loco que mantiene a las mujeres encadenadas 

Así que libérala, libérala, libérala 
Así que libérala, libérala (el sol y la luna) 
Así que (el viento y la lluvia) libérala, libérala 
Así que libérala, libérala, libérala 
Así que libérala, libérala (el sol y la luna) 
Así que (el viento y la lluvia) libérala, libérala 
Una Aventura Mas


(Woman in chains. Tears for fears. Crédito al autor)


            El muchacho poseía una voz grave y potente que era al tiempo profunda y cantaba con mucho afecto. Ante la sorprendida mirada de la reina él le explicó, cuando tras unos minutos llegaron a una zona próxima al campus de la universidad y se bajaron del coche.

-Es una canción antigua, que mi padre le dedicó a mi madre. Ella siempre dice que le recordaba al momento en el que se libró de su amargo pasado y fue libre al fin. La colgué en la página web de esta asociación y me subastaron como a ti. Cené en el comedor anexo al tuyo con la señora que me compró, por así decirlo, y pretexté que mi novia estaba de parto para irme. Como ves no soy muy bueno inventando excusas. Ahora Nehie, tienes que ir a ayudar a mi hermana. Porque con suerte esa canción podrá hacerse realidad para otras mujeres. Tenéis que salvarlas y liberarlas. A ellas y a una niña inocente que han sufrido mucho.

            La impactada reina no supo que decir. Finalmente Lance la animó con un más enérgico.

-Ve, Sailor Shadow…y por favor, evita que mi hermana haga algo de lo que se arrepentiría el resto de su vida…

            Al fin ella reaccionó, asintió mientras el muchacho se metía en el coche…

-¿No vendrás a ayudarnos?- Le preguntó casi en forma de ruego.-
-No debo intervenir en eso. Y no precisáis ya de mi ayuda. Sois dos guerreras de la justicia. Suerte y no olvides lo que te he dicho.- Le recordó enfáticamente él.-

            La chica asintió y su interlocutor arrancó perdiéndose enseguida por la carretera. Allí se quedó ella observando cómo se alejaba y deseando haber podido hablar de lo que sentía…

-No tengo tiempo de pensar en esto. Idina necesita mi ayuda.- Se dijo dirigiéndose deprisa hacia el encuentro de su compañera.-

            Lance entre tanto condujo varios kilómetros hasta estar lo bastante lejos. En cuanto pudo se detuvo y sacó su teléfono. Hizo una llamada…

-Idina y Neherenia te necesitan, Majestad.- Dijo cuando le contestaron desde el otro lado.- Solamente tú podrás guiarlas para recobrar la paz y volver al camino de la luz. Sobre todo ayuda a mi hermana…lo dejo en tus manos…Gracias…

            Colgó y volvió a arrancar para perderse por la autopista camino a su siguiente misión. Entre tanto Idina llegado por fin a su cuarto y Neherenia la abordó allí, justo en la puerta. Las dos se prepararon para salir. Justo entonces el teléfono sonó e Idina lo descolgó. Nehie se fue adelantando para esperarla fuera.

-¿Diga?- inquirió la muchacha. –
-Te lo suplico, ¡ayúdanos! – Balbuceaba Sally, llorosa, al otro lado del aparato.-
-¿Qué ha pasado?- Quiso saber la muchacha con patente inquietud. -

Sally pudo a duras penas contarle lo sucedido, su oyente se estremeció de furia y de horror. Pudo dominarse lo posible para asegurar a esa mujer.

- No se preocupe. Hablaré con mis amigas. Le juro que ellas recuperarán a la niña.
-Me ha pegado a mí también. Por favor dígales a sus amigas que tengan mucho cuidado y dense prisa por favor, esos hombres son unos pervertidos, podrían hacerle cualquier cosa a Patty. - Terminó aquella pobre chica tratando en vano de no llorar más. -

Tras colgar Idina salió como un resorte de su habitación. Estaba realmente furiosa. Una vez fuera de la facultad Neherenia se unió a ella. Como su amiga no hablaba, Nehie le dijo.

-Vamos para allá. Tenemos que averiguar lo que sucede.
-Lo que haremos es ir a por ese maldito chulo. ¡Déjamelo a mí! – Replicó su compañera con un siseo. –

En cuanto estuvieron en un lugar al abrigo de miradas se transformaron. A toda velocidad fueron hacia el lugar donde vivía la cría. Debían comenzar por buscar pistas. La Dama del Fuego sabía perfectamente a quién debía interrogar. Entonces, antes de comenzar a buscar, le recordó a Nehie de forma contundente.

-Si le ves antes que yo, espera. Y si trata de escapar, detenle. ¡Pero es mío!

Sailor Shadow asintió aunque le preocupaba el rostro de su amiga y sobre todo aquella mirada que parecía desprender fuego. Nunca la había visto así. Era como si estuviera conteniendo una gran rabia en su interior, presta a emerger de un momento a otro. Decidió adelantarse y subió a espiar por la ventana de la casa.  Allí vio a las dos mujeres de las que su amiga le había hablado. Estaba a punto de darse a conocer cuando un tipo que debía ser ese tal Tommy entró en la habitación dando gritos y tirando todo lo que encontraba a su paso. Parecía que él y Lucy discutían y ella, como era habitual, llevaba la peor parte.

-¿Cómo que esta noche tampoco puedes trabajar?- Le gritó él- ¡Ya me tienes harto! ¿Sabes que me cuestas dinero?
-Tal y como me has dejado nadie me mirará, por lo menos hasta dentro de dos días.- Le imploró Lucy, muerta de miedo. -
-Siempre podrás hacer algo.- Le chilló Tommy. - Vas a salir ahora mismo, yo no mantengo vagas.- La sujetó de un brazo y tiró de ella sin miramientos hasta ponerla en pie.-
-No, por favor, no puedo Tommy. Además estoy preocupada por mi hija, no sería una compañía agradable. Por favor, tráela de vuelta, ¡te lo suplico!  - Sollozaba la pobre mujer. -
-¡Maldita puta!, ¿te has creído que los tíos te pagan para que les des conversación?- La abofeteó haciéndola trastabillarse, para amenazarla de seguido. - Sal ahora mismo o te daré tal paliza que esta vez sí que nadie te va a mirar. ¿O quieres que llame a mis clientes especiales y les pida que envíen a tu niñita para actuar en tu lugar? No creo que haya empezado todavía pero seguro que se le iba a dar muy bien con algo de entrenamiento. Como a la hija de Rossie.

            Esto ya fue demasiado para Sailor Shadow  que no pudo soportarlo más, furiosa destrozó la ventana con un rayo de energía. El tal Tommy se giró sorprendido y casi sin llegar a ver siquiera lo que le golpeó cayó al suelo víctima de una patada en la cara. La justiciera ayudó a sentarse a Lucy que la miraba alucinada.

-¿Estás bien?- Le inquirió Nehie con amabilidad. -
-Sí, gracias, pero ¿quién eres tú?...- preguntó aun sin poder creer lo que pasaba. -
- Soy una de las amigas de la que te habló la maestra de tu hija.- Fue la respuesta. -

            Tommy se había incorporado vencida la sorpresa inicial y ahora esgrimía una navaja automática. Se acercó con la típica pose del  matón diestro en materia de lucha callejera, pero eso no asustaba a Nehie que le plantó cara poniéndose en guardia.

-No sé quién coño eres, zorra. Pero te vas a arrepentir de atacarme en mi casa. - Le amenazó él. -
-Un chulo barato como tú no me impresiona nada. - Sonrió ella con suficiencia. -

            Ese tipo arremetió contra aquella extraña mujer tratando de pincharla pero su rival era mucho más rápida y le esquivó sin dificultad. Con otra patada le arrebató la navaja y con un rayo de energía le empotró contra la pared. El chulo salió como pudo del agujero que había hecho en ese barato aglomerado de yeso y trató de golpearla, pero una vez más salió trasquilado, sufriendo una llave de judo que dio con su espalda en el suelo.

-Eres muy valiente contra mujeres y niñas indefensas, vamos a ver de lo que eres capaz ahora contra Sailor Shadow. La Guardiana de la cara oculta de la Luna. - Le espetó ésta con un tono de abierto desafío, amén de adoptando la famosa pose que popularizase la mítica guerrera Luna, en tanto sentenciaba. – En nombre de los misterios de la Luna, ¡te castigaré!

            Al oír ese nombre a Tommy casi le da un vuelco el corazón. Había oído hablar de las justicieras y de cómo se enfrentaban contra todo tipo de delincuentes y maleantes. No en vano habían conseguido encerrar a muchos de ellos y en el mundillo de estos, al que también él pertenecía, se las consideraba muy peligrosas. ¡Y esa otra era una de las Sailors! Que eran consideradas como más poderosas y temibles todavía.

-¡Mi…Mierda!- Acertó a balbucear mientras salía disparado de la habitación, bajando las escaleras como si el diablo le persiguiese. -
-¡No te vas a escapar tan fácilmente de mí! - Chilló su antagonista que salió tras él utilizando la ventana. -

            Tommy corría con todas sus fuerzas atravesando un sombrío callejón pero para su desgracia su perseguidora era mucho más rápida que él. Le cortó el paso cayendo desde el aire como si  hubiera sido tele transportada. Y cuando el chulo quiso huir dando la vuelta la sailor lanzó una especie de diadema que le cortó el paso. La guerrera exhibía ahora un gran cetro que refulgía de tonos plateados.

- Basta, me rindo. ¡Vale, vale, vale! - Dijo él tratando de sonar conciliador en tanto levantaba ambas manos y las bajaba juntándolas a la altura de las muñecas. - ¿Quieres arrestarme? Me entrego.
-No, no se trata de eso.- Sonrió la sailor afirmando. - Si te entrego a la policía te soltarán enseguida y no hablarás. Voy a encargarme de que nunca más le hagas daño a nadie.
-¿Qué quieres decir?- Chilló  él asustado para replicar. – Oye, tengo mis derechos ¿sabes?..
-¿Y esa pobre mujer a la que maltratas y su hija a la que has vendido como si fuera una mercancía no los tienen? ¡Eres un cerdo cobarde!, te voy a hacer pagar cada uno de los golpes que las has dado. Y voy a disfrutar mucho haciéndolo.
-¡No, por favor! - Gimoteaba Tommy poniéndose de rodillas. - Haré lo que tú quieras, lo que sea. Pero no me mates, por favor.
-¡Matarte es poco, canalla! - Rio  Nehie con un semblante amenazador. - Voy a bombardearte con mi cetro de energía lunar.
-¡No!, te lo suplico, te daré dinero, eso es, tengo dinero. - Pudo decir ese tipo que efectivamente sacó un fajo de billetes, a buen seguro habría allí una cantidad de algunos cientos de dólares. -
-Eso no está nada mal, me lo quedaré. - Sonrió Sailor Shadow indicándole con un ademán de su cetro hacia un cercano contenedor cerrado. - Déjalo ahí, sobre ese cubo.

            El chulo se apresuró a obedecer, atónito de esa petición de ella, pues había escuchado que las guerreras de la justicia jamás se dejaban sobornar. Quizás hoy fuera su día de suerte y eso le salvase.

-Ya está, todo tuyo, sí señor, es una buena suma. - Sonrió aliviado. -
-¡Eso no es suficiente! - Escupió su interlocutora. - Para un maldito chulo que pega a mujeres y niñas. ¿Porque reconoces que los has hecho, verdad?..
-A mí no me gusta ser violento. - Trató de justificarse él.- Sólo lo hago cuando me saca de quicio, pero me arrepiento enseguida, de verdad.
-¡Y una mierda que lo haces!- Escupió ella con manifiesto desprecio para amenazarle. - A mí no trates de vacilarme o te dejo seco ahora mismo. Reconoce que las has pegado y que has vendido a la niña.
-Sí, lo reconozco, lo reconozco, las he pegado a las dos, a la madre y a la hija. Es verdad, tienes razón, lo admito. Vendí a la cría.
-Muy bien,- sonrió Nehie apagando con un click la grabadora que sólo había conectado para recoger aquella última frase. -

            Sailor Shadow estaba satisfecha de que su estrategia hubiera funcionado. Ahora tenían pruebas para encerrarle una temporada. Porque no grabó la amenazadora forma que tuvo de exigirle una respuesta o cualquier jurado habría absuelto a ese tipo. Y estaba a punto de preguntar a ese malnacido por la dirección a dónde habría vendido a esa pequeña cuando apareció la Dama del Fuego. Sin mediar palabra ésta se abalanzó sobre ese tipo tan deprisa que ni siquiera su compañera la vio hacerlo. La justiciera asestó a ese individuo una patada tremenda, lanzándole al menos dos metros para atrás. No se había recobrado todavía del golpe cuando Idina descargó sobre él un rayo de energía que le hizo chillar de dolor. Tommy se revolcaba tratando de apagar las llamas que le habían prendido en la chaqueta. Neherenia estaba con la boca abierta. Más cuando su amiga agarró a ese tipo y le levantó de las solapas apoyándolo contra una pared para gritarle a la cara con manifiesta rabia.

-¡La niña! ¿A quién se la has vendido maldito bastardo? ¿A quién?

El chulo apenas si podía abrir la boca para replicar, dolorido y aterrado como estaba. Al parecer otra de esas terribles justicieras había llegado y a ésta no parecía importarle su dinero. De todos modos cuando pudo responder lo intentó.

-Te pagaré, como a tu amiga…

No pudo terminar la frase, el puñetazo que se llevó en el rostro le saltó al menos dos dientes y el posterior rodillazo en el estómago le postró de rodillas. En tanto la justiciera le soltaba y retrocedía un par de pasos materializando su arco para apuntarle con fría furia.

-Ahora voy a darte tu merecido. - Espetó ella tensando amenazadora la flamígera cuerda. - ¡Dime a quién le has vendido a esa niña o prepárate para arder, hijo de puta!

            Ese tipo estaba muerto de miedo. Es más, apenas si pudo vocalizar un nombre. Pero Sailor Shadow le dio una tregua tratando de frenar a su compañera.

-Dama del Fuego, le vas a matar, ¡cálmate! - Le pidió con manifiesto temor. –
-Haré un servicio a la humanidad aniquilando a esta rata miserable. ¡Escúchame bien bastardo asqueroso!, la única posibilidad que tienes de seguir con vida es que me digas dónde está esa cría.
-No puedo, si te lo digo me matarán. – Replicó él que estaba paralizado de terror. –

La respuesta de la justiciera fue lanzarle una flecha de fuego que le alcanzó en una mano. El tipo aulló de dolor en tanto ésta se le carbonizaba. Nehie estaba horrorizada, más si cabía al ver la expresión de los ojos de su amiga que brillaban con un malsano regocijo. Idina jamás había mostrado esa agresividad ni ese odio, contra ninguno de sus anteriores enemigos.

-Respuesta equivocada. – Sonrió la justiciera de forma sardónica en tanto advertía a ese hombre. – Solo te lo preguntaré una vez más. Y no te preocupes de lo que te harán esos tipos si se enteran de que has hablado. Mejor preocúpate de lo que te voy a hacer ahora mismo yo si no me dices lo que quiero saber.

El individuo trató de arrastrarse hacia ella y no debió haberlo hecho, la Dama del Fuego se limitó a darle una patada que terminó de derribarle en el suelo. Sailor Shadow sujetó a su amiga de un brazo y volvió a pedirle encarecidamente.

-Tú no eres así. ¡Por favor!, no sigas o acabarás por arrepentirte.

Pero su compañera la miró con ese gesto terrible y escupió.

-¡Cuando alguien es capaz de hacerle cosas tan terribles a gente indefensa, en especial a los niños, no merece mejor suerte que la muerte!

Y sin más apuntó con otra flecha, pero esta vez de mayor potencia y de lleno al cuerpo de ese tipo que solamente podía acurrucarse en posición fetal. Incluso a juzgar por el olor que desprendía se había hecho sus necesidades encima.

-La…la… tienen… los del club…de la calle 29, John Deu… John Deu… – Gimió aquel desgraciado que temía que había llegado su última hora. –
-Muy bien, ahora vamos a jugar a las hogueras. – Se sonrió Idina tensando la saeta. –
-¡Por el amor de Dios! Te suplico que pares. – Le pidió su horrorizada amiga. – Ya ha hablado y te aseguro que ha dicho la verdad. Como guardiana de los misterios de la Luna puedo sentir si alguien me miente.

            Sailor Shadow veía como su compañera temblaba literalmente de ira pero pareció contenerse, bajando el arco y desmaterializando su flecha respiró hondo varias veces y finalmente concedió a ese individuo.

 - ¡Lárgate anda!, me repugnan los tipos como tú. Pero si vuelvo a saber que les haces algún daño, a ellas o a cualquier otra, volveré a por ti, sabré donde encontrarte…y si me has mentido ten por seguro que serás una rata muerta. Otra cosa, reza porque esa pobre cría siga siendo una niña inocente o te juro que desearás que te hubiera matado hoy. ¡Fuera de mi vista!

            Aunque antes de eso Sailor Shadow emitió sobre él un aura de su cetro que milagrosamente le recuperó en parte la mano y alguna de sus heridas. El tipo no podía creerlo. Miró a ambas aunque ni pudo dar las gracias a su benefactora, cuando observó lleno de pavor como la Dama del Fuego tensaba nuevamente su arco no quiso tentar más su suerte y desapareció a todo correr por las calles, derribando cubos de basura a su paso. Idina entonces le indicó a su compañera sin dar tregua en su duro tono de voz.

-Vamos a esa dirección.

Su amiga la observaba con la boca abierta, casi paralizada por el miedo y la preocupación. Lance se lo advirtió, pero no creyó que esa situación llegase a tal extremo. De todos modos decidió que no era momento para discutir, ya hablaría con ella más tarde. Ambas tenían ahora una misión que cumplir. Llegaron en cuestión de unos treinta minutos a esa calle y observaron. Tal y como Tommy había dicho había un bar allí. Aunque parecía no tener clientes. Neherenia pensaba en entrar de forma sigilosa pero su amiga no tenía ganas de entretenerse, de una patada saltó la puerta. El tipo a cargo del bar se quedó petrificado. Apenas si pudo decir.

-¿Pero quiénes demonios sois?

Por respuesta la Dama del Fuego lanzó un par de flechas que de inmediato incendiaron la barra del local. Y con una agilidad felina saltó sobre ella para enganchar a ese tipo del cuello y preguntar sin mucha delicadeza.

-¡La niña! ¿Dónde está?
-Un momento. No sé de qué me está hablando. – Pudo defenderse ese tipo que tuvo la ocurrencia de añadir. - ¿Dónde está su orden de registro?
-¡Aquí! – Exclamó la Dama del Fuego que puso sobre el pecho de ese tipo una de sus saetas ardientes provocándole quemaduras bastante serias. –

Cuando aquel individuo dejó de gritar de dolor su interrogadora volvió a espetar en tanto le sujetaba del pelo siseando cada palabra con autentico odio.

-No me hagas perder la paciencia miserable gusano. ¡No estoy de humor!
-A…a…abajo. - Señaló aquel aterrado tipo en dirección a unas escaleras de caracol que se perdían en un nivel inferior.
-Compruébalo - Le ordenó Idina a su amiga sentenciando. – Si es mentira este imbécil se va a enterar de quién soy yo.

Sin querer provocar más la cólera de su amiga, Sailor Shadow se apresuró a mirar, bajó esas escaleras y encontró una puerta que estaba cerrada. No se entretuvo mucho y la descerrajó de una patada. Al abrirla un tipo gordo y que estaba casi desnudo se la quedó mirando. Ella le devolvió la mirada y al poco palideció, al resplandor de una bombilla rojiza descubrió a tres críos, un niño y dos niñas, entre ellas a una pequeña que cuadraba con la descripción de Patty. Sin poderlo evitar exclamó horrorizada.

-¡Oh Dios mío! Pero ¿qué está haciendo?

Aquel tipejo trató de cubrirse pero Sailor Shadow se fue hasta él y sin darle ni tiempo a hablar le golpeó con una patada a la altura del vientre dejándole doblado en el suelo. Al poco llegó la Dama del Fuego que también palideció a la vista de tan grotesco espectáculo. ¡Ese cerdo estaba haciéndoles a saber qué a esos pobres críos! Por suerte para ese tipejo, la guerrera de la Luna Nueva le remató con otro golpe dejándole inconsciente. Neherenia pensó que era mejor eso que dejar que Idina descargase toda su furia contra él. Pero su amiga ahora bajó su arco y tratando de sonar con voz dulce y cariñosa se dirigió a los pequeños.

-¿Estáis bien? Venimos a llevaros a casa.

Ninguno dijo nada ni hizo el menor movimiento, el niño sollozaba en silencio, la niña se tapaba la cara y se acurrucaba en un rincón y Patty la miraba con ojos muy abiertos, como si no pudiera creer lo que estaba presenciando.

-Tranquila, cielo. – Le pidió Idina agachándose para estar a su altura. – Ya estás a salvo, te lo prometo.

Nehie por su parte trataba de acercarse a los otros niños, pero estos ahora, temblando de miedo se acurrucaron contra la pared. La soberana de la Luna les dedicó una mirada de piedad y apenas pudo contener las lágrimas. Infructuosamente les pedía que no tuvieran miedo.

-Quiero irme a casa con mamá. – Pudo musitar la pequeña Patty. –
-Claro, claro que sí. – Concedía Idina tratando de tomarla en brazos. –

Entonces fue cuando la otra niña, bastante maquillada, con los labios pintados de rojo intenso y llevando una especie de medias mucho más grandes de lo que eran sus piernecitas, se volvió mirando a Sailor Shadow y pudo decir con un hilillo de voz lleno de temor en tanto se tumbaba sumisamente separando las piernas.

-¿Nos vas a hacer tocar cosas como ese señor?
-Sí. - Convino el crío afirmando para horror de las dos muchachas.- Tenemos que tocar su cosita para que se haga más grande…

Ambas mujeres se miraron entre incrédulas y espantadas. Idina tuvo que reprimir sus sollozos y su expresión de rabia en tanto su amiga, luchando también por mantener la compostura, pudo sonreír para decirle a esa pobre pequeña.

-No, claro que no… eso se ha terminado para siempre. - Y mirándose hacia su compañera le indicó. – Saquemos a los niños de aquí y llamemos a la policía.

La Dama del Fuego asintió, casi no tenía ni fuerzas para eso tras el shock al que se había visto sometida. Aquello era más de lo que podía tolerar. ¡Le entraban hasta ganas de vomitar! Entonces observó a ese tipo, parecía que recobraba el conocimiento. Llena de furia dejó cuidadosamente a Patty en el suelo y materializó su arco, pero Neherenia se interpuso y le susurró con preocupación.

-¿Qué vas a hacer?
-¡Darle su merecido! - Siseó su amiga. –
-¿Delante de los niños? ¿Es que no han sufrido ya bastantes traumas?- Le recriminó Nehie con patente temor. –
-¡Llévatelos! – Le ordenó Idina que parecía no querer renunciar a su venganza sobre todo al indicar. – Ahora le reconozco. Éste es el cerdo que se hizo pasar por inspector de asuntos sociales. ¡El que me quitó a Patty! Y mira para lo que la quería. ¡Una niña inocente, una niña pequeña!…- Masculló con indignación y odio.-

Y sin que Nehie pudiera impedirlo la Dama del Fuego aulló llena de rabia lanzando una patada tan fuerte contra ese tipo que sonó con el ruido de alguna de sus costillas al romperse. La violencia del golpe incluso le llegó a elevar medio metro del suelo. Y eso que debía de pesar bastante. La Justiciera emitía ahora un aura rojiza. De otro puntapié le rompió la nariz a ese tipo.  Y apuntó de nuevo con su arco a su objetivo que ahora se arrastraba por el suelo entre quejidos de dolor, derramando sangre a modo de reguero líquido espeso y negruzco.

-En nombre de la justicia ¡Voy a reducirte a cenizas! - Espetó la chica.-

Y lo hizo  con una frialdad tan terrible como aparentemente controlada. Casi pareció que se deleitaba solo con pensarlo.

-¡Ya basta, por Dios! – Exclamó la horrorizada Sailor Shadow interponiéndose de inmediato entre ella y su presa. –
-¡Apártate! – Masculló su compañera sin bajar el arco. –
-No, no lo haré, al menos hasta que recapacites. ¿Qué vas a hacer? - Le replicó.-

Nehie permaneció firmemente ahí, desafiando a esa flecha de fuego que estaba ya preparada en el arma de su interlocutora…

-No me obligues a hacerte daño por defender a esa sabandija. No merece el esfuerzo.
-No puedes hacer eso. No sería justicia, sería venganza.- Le respondió Sailor Shadow con visible temor por lo que su amiga quería hacer.-
 -¡Es lo que merece!- Estalló su interlocutora, tratando e controlarse para sisear con fría cólera.- Eres mi amiga y te quiero, pero si me obligas a pasar por encima de ti para castigarle, te juro que lo haré.– Le advirtió Idina con un siseo de rabia y una mirada que realmente dio miedo a Sailor Shadow. –

Su amiga movió la cabeza y con tono de visible tristeza y temor y dándose cuenta de algo le indicó.

-Mira a los niños…por favor…
-Sí, es por ellos por quienes lo hago. ¡Esto es justicia! ¿Es que no lo ves? – Exclamó su compañera creyéndose cargada de razón. – Hay que terminar con monstruos como éste para que no hagan más daño a los niños…
-¡Míralos!- Chilló Nehie con desesperación señalando con el dedo donde estaban los tres críos, que se habían juntado cerca de la pared opuesta. – ¡Que les mires, maldita sea!

Casi a desgana su interlocutora obedeció, pudo observarles, los tres estaban temblando y les caían lágrimas de puro miedo. Era natural, los pobres habían sufrido mucho y atravesado por una terrible situación con aquel depravado. Pero al percatarse de un terrible detalle Idina se quedó pálida. Esos pequeños no miraban a ese tipejo que se retorcía en el suelo manando sangre  de la nariz y gimiendo de dolor ¡la observaban a ella! Y sus rostros estaban contraídos por el pavor.

-No, no.- Trató de decirles moderando su tono tan agresivo.- Yo soy la buena, estoy aquí para salvaros de él.-

Pero en cuanto hizo un leve amago por acercarse los tres se abrazaron entre sí observándola aterrorizados. Con horror la Dama del Fuego se dio cuenta de que esos pobres críos habían llegado a temerla a ella mucho más que a ese individuo. ¿Qué podrían estar pensando de aquella loca sanguinaria en la que se había convertido? Y lo más duro y revelador para la justiciera fue que, cuando una vez más quiso dirigirse a ellos para tranquilizarles, los tres se acurrucaron contra la pared, muertos de miedo y llorando. La Dama del Fuego bajó entonces el arco y desvaneció su arma moviendo la cabeza y sollozando horrorizada.

-¡Oh no! ¡Dios mío, perdóname! Yo…no quería… - Pudo decir mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. –

Sailor Shadow se ocupó rápidamente de ese tipejo. Sin darle mucha tregua le dio un puñetazo que volvió a sumirle en la inconsciencia. Y de inmediato abrazó a su amiga que ahora lloraba desconsoladamente de rodillas en tanto se lamentaba.

-¡Me he convertido en un monstruo! ¡Soy un monstruo como ellos!
-No, no.- Le rebatía Nehie con todo el afecto que pudo. – Ya se terminó, se terminó…

Y con rapidez la soberana de la Luna Nueva sonrió a los niños y se sentó junto a ellos para decirles con jovialidad.

-Voy a contaros un cuento. Os gustará.
-¿Un cuento?- Le preguntó la sorprendida Patty con los ojos muy abiertos para reconocer. – Me gustan mucho los cuentos. Mi señorita Idina nos cuenta cuentos de príncipes y de princesas.
-¿Te gusta tu señorita?- Quiso saber Sailor Shadow acariciando con suavidad el rostro de la niña-
-Sí - sonrió ésta al fin, para sentenciar. – La señorita Idina es muy buena. No como ella. – Añadió ahora señalando a la Dama del Fuego con visible temor y vocecilla trémula.  – Es mala. Pega a la gente como Tommy. Me da miedo…

A la aludida se le heló la sangre en las venas. Tras aquello se derrumbó llorando en el suelo sin poder ni mirar a esos chiquillos. Se sentía terriblemente avergonzada y hundida. Llevándose las manos a la cara como si pudiera ocultarse así de su presencia. Toda su vida se había entregado a la defensa de los débiles y los inocentes. Había luchado contra seres terribles que sembraban el pánico entre los desvalidos. Muchas veces había visto los rostros de horror de las personas a las que rescató o ayudó cuando miraban a esos villanos y ahora esas mismas expresiones las tenían esos niños al mirarla a ella, ¡y era por su culpa!

-¡No, no puede ser!…no quiero ser así… ¡no quiero!…- se decía gimiendo una y otra vez entre sollozos, refugiándose en una esquina de aquel sucio cuartucho.-

            Nehie trató de desviar la atención de los niños de su pobre compañera. Idina lloraba y gemía sin consuelo, estaba destrozada por el shock de verse a sí misma tal y como la habían percibido esos críos. Sin embargo, Sailor Shadow de inmediato sonrió a los pequeños y con voz suave les comentó.

-No se lo tengáis en cuenta. Por favor. Mi amiga es muy buena, pero ha tenido un día muy, muy malo. ¿Sabéis? Se había enfadado mucho con unas personas muy malas, creyó que os habían hecho mucho daño. Pero ahora ya se le ha pasado.

            Los pequeños asintieron con miradas sorprendidas y las bocas todavía abiertas. Entonces fue Patty la que, de forma algo dubitativa, se acercó a la Dama del Fuego que permanecía acurrucada en aquel rincón. Y con una tímida vocecita le preguntó.

-¿Ya no estás enfadada? ¿Quieres ser nuestra amiga?

            Idina enmudeció al escuchar aquello, apenas si fue capaz de  dedicarle una leve mirada a esa cría que se había acercado hasta ella poniéndole una de sus manos sobre la espalda. Entre balbuceos pudo replicar.

-Cariño…yo no…quería asustaros…perdóname cielo…

            Fue incapaz de articular más palabras, solamente abrazó a la pequeña y lloró con amargura pero al mismo tiempo con alivio. Entonces Patty le dijo con tono más animoso.

-Mi mamá siempre me dice que tengo que ser una niña buena. Y la señorita Idina me ha dicho que si tengo algún problema que me haga sentir triste se lo cuente, ¿Tú tienes algún problema que te haga estar triste? Me lo puedes contar.

            A través de sus lágrimas y del antifaz la Dama del Fuego miró a la cría y le acarició las mejillas sonriendo por fin. Entonces aquel niño que permanecía junto a Nehie intervino todavía con voz tímida, recordándole a Sailor Shadow su promesa.

- ¿Nos vas a contar un cuento?
-Claro. - Afirmó ella sonriendo también entre lágrimas para declarar.- Escuchadme niños. Yo os voy a contar uno que me sé muy bien, de una reina y de su amiguita la princesa de la Luna.

Aquello pareció obrar un milagro, esos pequeños parecieron olvidar sus temores al menos por un momento. Sailor Shadow les hizo ponerse en un pequeño corrillo, todos sentados con las piernas cruzadas sobre unas desgastadas colchonetas que les habían servido de camas y ella, en el centro, les narró.

-Había una vez una reina niña que estaba muy, muy sola, y solamente tenía un espejo. Su única amiga era la imagen de sí misma reflejada. Entonces pensó que nadie más la quería. Se hizo una chica muy mala y creció para convertirse en una malvada soberana, que les robaba los sueños a sus súbditos. Pero cierto día unas chicas muy guapas y muy buenas que eran Guerreras de la Justicia…
-¿Cómo tú?- Quiso saber el niño. –
-Sí, como nosotras. – Afirmó su interlocutora señalando también a la Dama del Fuego que ahora trataba de enjugarse las lágrimas y de sonreír sentándose junto a los niños. – Pues esas justicieras la convencieron de que no se estaba portando bien y ¿sabéis lo que hicieron?

Como todos negaron con la cabeza, ella prosiguió tras ese momento de suspense.

-La volvieron a hacer una niña pequeñita y se hicieron muy amigas suyas. Entonces cambiaron ese espejo para que solo pudiera reflejar a gente buena. La soberana niña pudo así conocer a otras niñas como ella y una de esas pequeñas, que era una niña muy buena, se hizo muy amiga suya. Cuando las dos fueron mayores la reina la hizo princesa de su mundo, que era el mundo de la Luna. Ambas chicas se hicieron justicieras y se dedicaron a salvar a los niños.
-¿Y esas niñas que se hicieron justicieras erais vosotras? - Se atrevió a aventurar agudamente la cría que estaba con Patty que al menos contaría con siete u ocho años. –

Nehie asintió con una sonrisa pasando un cariñoso brazo por los hombros de Idina. Su amiga lloraba con emoción ahora pero sonreía más ampliamente entre sus lágrimas. Conmovida por aquello. Al fin se dominó lo suficiente como para decirles a los críos de forma más animosa.

-Ahora volveremos a casa. 

Pero los niños, aunque ya tranquilizados respecto de la Dama del Fuego, apenas si podían moverse. Las justicieras descubrieron horrorizadas que presentaba magulladuras y heridas, amén de un estado de evidente debilidad. No debían de haber comido en bastantes horas. Cuando pudieron sacarles en brazos de allí subieron la escalera de caracol para descubrir que el tipo que había estado antes seguramente habría huido. Aunque eso no les importaba. Llamaron a la policía y a una ambulancia. Los pobres críos presentaban síntomas claros de mala nutrición y heridas. Sobre todo la niña mayor y el otro pequeño. Ninguna de las dos adultas quería pensar siquiera que más lesiones podrían tener. Por suerte, Patty únicamente había estado allí un día. Los otros dos podrían llevar mucho más tiempo. Fue entonces cuando Neherenia sacó un frasquito tan pequeño como el que le regalase a Heather y les susurró a los pequeños.

-Yo soy Sailor Shadow, la guardiana de los misterios de la Luna. Y también soy la reina de su Cara Oculta. Ésta es agua de la Luna. ¡Es mágica! Si la bebéis os ayudará a estar buenos enseguida.

Aquellos pobres críos asintieron e incluso el niño sonrió esperanzado. Con unos pequeños traguitos vaciaron el frasco entre los tres e Idina juraría que su aspecto mejoró a ojos vistas.  Después las chicas  improvisaron una especie de camastro con un par de colchonetas y de mantas que tenían abajo, en aquella lúgubre habitación en la que habían estado retenidos. Tras subir eso al piso superior les acostaron hasta que llegasen las autoridades. Neherenia blandió entonces su cetro y le comentó a su amiga.

-Antes me has visto usar esto en una pequeña dosis. Ese cerdo de Tommy no se merecía más. Ahora voy a utilizar mucho más poder.
-Pero. ¿No harás daño a los niños?- Se preocupó su compañera. –
-No temas – sonrió su amiga para explicarle. – Es el poder de la transmisión de la Luna Curativa. Yo no soy la Guerrera de la Luna blanca, pero ella me concedió la capacidad de utilizarlo. El suyo es tan potente que puede sanar un planeta entero. El mío es mucho más modesto, pero para ayudar a unos niños creo que servirá.

Idina asintió, deseaba de corazón ver aquello. Y su amiga entonces invocó el poder al grito de…

-¡Moon Healing Scalation!

Y un resplandor plateado inundó la estancia y envolvió a los pequeños que parecieron dormir entonces de forma más plácida y profunda. Y Neherenia se ocupó de que parte de ese resplandor le llegase a su amiga, ella también lo necesitaba. Aquello ayudó a la atormentada chica a lavar ese odio que había anidado en su alma. Idina se sintió nuevamente en paz, al menos en eso, pero su sentido de culpa seguía ahí. No obstante,  sonrió ampliamente abrazando a su compañera.

-Muchas gracias, Nehie.- Pudo sollozar agregando visiblemente arrepentida de su comportamiento – Gracias por salvarme de mí misma. ¡Perdóname por favor!

Su interlocutora la tomó de los hombros con afecto para negar con la cabeza y afirmar mirándola animosamente a los ojos.

-Yo también estuve ahí, viví sumida en el odio. Fui la malvada reina del cuento, ¿recuerdas? Y cuando me enteré de las cosas tan terribles que hice en mi otra vida juré que lo enmendaría y que ayudaría siempre a cualquiera que lo necesitase. Tú siempre has sido una gran amiga para mí. Me diste tu cariño y me hiciste sentir parte de tu familia. ¿Cómo no iba a ayudarte?

Idina tomó las manos de su compañera entre las suyas y sonrió. A lo lejos se escucharon sirenas. Fue entonces cuando recobrando la serenidad la Dama del Fuego le dijo.

-Será mejor que nos vayamos. Llevaremos a Patty con su madre. La policía cuidará de estos otros niños. ¡Fíjate!  – Agregó con un poso de tristeza mirando en la dirección donde ahora dormían esos pequeños. – Ni siquiera les hemos preguntado cómo se llamaban.

-Déjales dormir. Con mi transmisión curativa también he borrado gran parte de sus recuerdos. Con suerte olvidarán todo esto incluyéndonos a nosotras.

Su amiga asintió, eso sería lo mejor. Con mucha delicadeza tomó a una dormida Patty en brazos y tras besarla afectuosamente en la frente, ambas se alejaron de allí. Desde la distancia observaron llegar a la policía y a una ambulancia. Habían dejado una nota explicando lo sucedido. Se aliviaron al ver como evacuaban a los dos niños y como sacaban a ese otro tipo en camilla pero esposado. Al poco volvieron al campus, Neherenia se quedó al cuidado de la pequeña a la que metieron en la habitación de Idina. Ésta sonrió satisfecha, se guardó el dinero que su amiga le había sacado al chulo y volvió a la casa donde estaba Lucy. La angustiada madre aún seguía tan sorprendida por lo que había pasado que no se había movido de allí. Nada más llegar, la Dama del Fuego se interesó por su estado tras calmarla, informando a esa pobre mujer con mucha amabilidad.

- Mi compañera tiene a Patty, la ha llevado a un sitio seguro, en el campus donde estudia su maestra para que duerma y se recupere estando a salvo. Puede estar tranquila, la niña está bien. Mañana podrá recogerla si usted está mejor.

Lucy no pudo dejar de llorar emocionada y tomando las manos de su bienhechora las besó sin dejar de sollozar.

- ¡Gracias!, muchas gracias.

Idina la observaba con los ojos llorosos. Esa pobre mujer había sufrido mucho, se dominó lo bastante como para preguntarle a la madre de la pequeña.

-¿Se encuentra bien?...
-Sí gracias, no estaba tan bien desde hacía mucho tiempo…pero, por favor, tutéame. Dime ¿qué ha pasado con Tommy?
-Le hemos dejado marchar, aunque estoy segura de que no te volverá a hacer mal alguno, ni a ti, ni a tu hija, te lo prometo. Y también le hemos sacado una pequeña indemnización por daños.- Le entregó a Lucy el dinero que Nehie obtuvo y le indicó. - Repártelo con tu amiga, tendréis suficiente para salir de esto hasta que encontréis algo mejor.
-No sé cómo daros las gracias Dama del Fuego, nunca creí que unas heroínas tan famosas como vosotras se preocupasen por gente como yo.- Musitó a punto de llorar en tanto bajaba la mirada. -

Su interlocutora buscó sus ojos con los suyos y la obsequió con una  gran sonrisa en tanto le acariciaba afectuosamente un mechón de pelo que le caía hacia el ojo derecho para responder con tono más dulce y jovial.

-¿Qué tonterías estás diciendo? Nosotras nos preocupamos por todos los que necesitan ayuda o son víctimas de tipos como ese Tommy.- Y añadió con rotunda seguridad. - Mientras estemos aquí no permitiremos que gentuza así haga sufrir a buenas personas como vosotras.

Idina pensó que era curioso y bastante desagradable que ese cerdo se llamase igual que su padre que era todo lo contrario, un hombre justo y bueno del que había aprendido a seguir el camino de la verdad y la justicia, igual que con su madre. Aunque todavía se sentía culpable por su modo de actuar. Si ellos la hubiesen visto estarían avergonzados. Por fortuna, Nehie evitó que cometiera alguna barbaridad y así al menos podría seguir siendo una justiciera y mirar a sus padres a la cara con dignidad. Al menos eso quería creer.

-Buenas personas. ¿Nosotras?- Inquirió la incrédula y emocionada Lucy.-
-Sí, buenas personas que seguramente hayan tenido mala suerte en la vida. Pero os he estado observando y he visto el amor que tienes hacia tu hija. También mi amiga Idina me lo contó.
-Gracias.- Sollozó Lucy.-

La Dama del Fuego también estaba emocionada, pero tras hacer un esfuerzo se serenó y pasó a aconsejar a su interlocutora.

- Debes comenzar una vida nueva con tu hija. Trabajar en algo honrado. Bueno, ya me entiendes. - Rectificó azorada tratando de explicarse. - No digo que tú no seas honrada pero...
-No te preocupes, tienes razón, y no me has ofendido...- replicó Lucy que suspirando le relató. - ¿Sabes una cosa? Tienes razón. Yo no fui siempre una prostituta. Era una chica normal, como supongo lo serás tú bajo esa máscara que llevas para proteger tu identidad. - Idina convino asintiendo suavemente en tanto su interlocutora proseguía.- Incluso fui a la universidad y me diplomé, estudié secretariado, pero tuve mala suerte en la vida. O quizás me la busqué.
-¿Que te pasó?- Le inquirió su contertulia con amabilidad y también llena de curiosidad. – Si me lo quieres contar.

            Esa mujer asintió despacio. ¡Claro que quería hacerlo! Así le relató…

-Salía con un chico que me llevaba por ambientes poco adecuados. Mi madre murió de una enfermedad y yo quedé destrozada. No me llevaba bien con mi padre y me refugié en mi novio. Bebíamos y nos pasábamos las noches de juerga, perdí los cursos y encima quedé embarazada. Entonces él me abandonó. Mi padre era un hombre de ideas anticuadas, ya sabes, y no me lo perdonó. Me echó de casa. Yo traté de encontrar trabajo pero no lo conseguía al estar embarazada. Gasté todos mis ahorros y cuando Patty nació tuve que comenzar a prostituirme para ganarme la vida.
-¿Y tu padre no te perdonó? ¿Aun sabiendo lo de tu hija? - Preguntó Idina espantada. No podía creer aquello. – No puedo creer que un padre, por enfadado que estuviese, fuera capaz de hacer algo así.
-Él murió casi al tiempo de nacer mi niña y se lo dejó todo a la caridad, me desheredó. Ya lo ves, pude tener una carrera y una vida fácil, pero caí en las manos de Tommy que fue el único que se dignó acogerme. Al principio fue muy amable conmigo y la niña, creí que incluso seríamos una familia. Pero sólo quería ganar dinero a mi costa. Luego conocí a Sally que estaba en una situación parecida a la mía. Incluso peor, él la obligo a abortar. Nos hicimos como hermanas, y nos apoyamos la una a la otra. Únicamente así hemos podido resistir durante este tiempo. Y hace poco Tommy nos dijo que una compañera había muerto y que su hija… pues había quedado sola. Por lo que nos contó, esos malnacidos la habrán empleado en su negocio. Apenas es cinco años mayor que Patty. Ya lo ves. En la prensa salió que una fulana más había muerto...y ya está. Y a veces cuando pienso en lo que sería de mi hija si a mí me ocurriese lo mismo...eso es lo único que ha evitado que me quitase de en medio para no sufrir más... -pudo rematar entre sollozos.-
-No te preocupes. Esa vida tan terrible se terminó. - Le dijo la conmovida justiciera sin poder evitar llorar al oír aquello, - yo os ayudaré. Te lo prometo.
-Ya lo has hecho, de veras, muchas gracias, que Dios te lo pague.
-Además de librarte de ese tipo, conozco a gente que podría darte trabajo en otra ciudad. A ti y a tu amiga. Llámala y marchaos a un hotel, con ese dinero tendréis suficiente para aguantar hasta que os consiga un empleo.
-¿Por qué te tomas tantas molestias por alguien como yo? No me conoces.- Pudo preguntar una sorprendida Lucy. –

            Su interlocutora suspiró largamente en tanto se calmaba a su vez y de forma muy sincera le confesó a esa atónita mujer.

-Te equivocas, conozco el sufrimiento, el tuyo, el de tu hija y el de otros niños. Y no voy a permitir que eso siga así. Verás. Durante mi lucha contra el mal he visto muchas cosas terribles y he luchado contra auténticos monstruos, puedes creerme. Pero jamás en mi vida vi algo que me produjera tanto horror como lo que he visto esta noche. No hay demonio, ni criatura de las tinieblas capaz de la maldad que demuestran algunos seres presuntamente humanos. Me enfrenté incluso contra vampiros con más moral y escrúpulos que ese Tommy o esos malditos traficantes de niños. Confía en mí y sal de aquí enseguida.
-Haré una maleta con algo de ropa y llamaré a Sally,- sonrió Lucy visiblemente emocionada. -
-Yo vigilaré por si ese tipo tiene la idea de regresar, aunque dudo mucho que se atreva. - Le respondió Idina. -

            Y así lo hizo pero tal y como se había imaginado el tal Tommy no apareció, parecía haberse evaporado, al menos por esa noche. Lucy avisó a su amiga y ambas se trasladaron a un hotel, no era una maravilla pero sí mucho mejor de lo que tenían por casa. La Dama del Fuego les dijo que permanecieran en contacto a través de la maestra de su hija. Luego volvió al campus y adoptó la identidad de Idina. Ya casi amanecía. La niña aun dormía en su habitación y Nehie estaba velándole el sueño. O al menos durmiendo junto a  ella, en la litera de arriba. En eso que la cría se despertó. Abriendo los ojitos algo aturdida. Al principio miró en derredor sin saber dónde estaba. Entonces vio a su maestra y sonrió.

-¡Señorita Idina! – Exclamó desconcertada para preguntar.- ¿Dónde está mi mamá?
-Te dejó conmigo hoy porque estaba ocupada, tesoro. – Le respondió su maestra de forma jovial asegurando con dulzura. – Pero no tardaré en venir…

La muchacha despertó a su compañera. Neherenia se desperezó a desgana, estaba cansada, pero enseguida se percató de la presencia de la niña y bajó de la litera.

-Buenos días, cariño.- Le sonrió mesando el pelo de la pequeña con afecto maternal. –
-¿Sabéis qué? He tenido un sueño muy bonito.- Les confió la cría con una gran sonrisa. –
-¿Ah sí?- Se interesó Idina que, acercándose hasta la niña le preguntó. - ¿Y de qué iba?
-Estaba en la Luna. – Afirmó la chiquilla para sorpresa de las dos, más aun de Nehie al agregar. – Y había una fuente muy bonita de piedra blanca. Salía un chorrito de agua y una señora rubia muy guapa, con unas coletas muy largas, que tenía una media luna en la frente, y dos bolas de pelo encima de la cabeza, me sonrió y me dijo que esa era el agua mágica de la Luna.

Y como si aquello fuera lo más natural del mundo la cría sacó un frasquito parecido al que tenía Neherenia. A la luz de los primeros rayos del sol refulgió como el oro y Patty añadió para asombro de las dos muchachas que la escuchaban.

-La señora guapa de las coletas me dijo que las dos teníais que beber un poquito de esta agua para quitaros los malos recuerdos. No sé - dudó al tratar de recordar y expresarlo con su limitado vocabulario. – Me dejó beber un poquito y me puse muy contenta.
-¿Te dijo ella como se llamaba?- Quiso saber Neherenia realmente asombrada. – Esa señora rubia.
-Sí- sonrió la niña. - Tenía un nombre muy bonito. Reina Serenity.

Las dos amigas se miraron sin poder creerlo, pero estaba claro. Obedecieron las instrucciones sin titubear y tras beber un sorbo cada una se sintieron regeneradas. Era como si una oleada de calor y de afecto muy intenso las recorriera. Pero la cosa no terminó ahí y la pequeña sacó otro frasquito similar al anterior para declarar.

-Y éste es para mami y para Sally.
-¡Gracias, cielo! – Pudo decir Idina casi a punto de llorar.-

Ahora, tras haber bebido un sorbo de esa agua mágica podía comprender realmente lo vacía que había estado cuando únicamente se movió por ese deseo de venganza. No sabía cómo lo había hecho pero la Soberana del Milenario de Plata les había enviado el agua de la Luna con esa pequeña cuando más la necesitaban. Una niña aun pura e inocente que había encontrado ese manantial que Neherenia consideraba casi de leyenda y así se lo dijo la propia soberana a la cría llena de admiración.

-¡Has hecho algo que ni yo misma, la Reina de la Luna Nueva, puedo hacer! Porque incluso a mí me ha sido imposible encontrar esa fuente. Solo tenía unos frasquitos que me regaló la propia reina Serenity cuando era tan pequeña como tú.


      Idina asintió visiblemente emocionada. Ahora lo comprendía, aquella niña tenía el candor que ella misma había perdido tras crecer y pelear contra los poderes oscuros. Es más, estaba segura de que estos habían tratado de corromperla y a punto habían estado de lograrlo. Por suerte tuvo allí a su amiga, gracias a ella no sucumbió al mal. Entonces ayudó a la niña a levantarse en tanto pensaba aquello y tuvo al fin una idea. Dejó a Patty dándose un baño y le comentó a su amiga.

- Podría llamar a mis primas y a Amatista. ¡Claro, las Justices!
- ¿A tu grupo?- Le inquirió Nehie con visible gesto de sorpresa. -
-Eso es. Para empezar cumpliré una promesa que le hice a la mamá de Patty. Kathy está cerca de aquí, la llamaré y ella avisará a su hermano y a Satory. Después hablaré con mis compañeras. Y tú Nehie, quiero que actúes a nuestro lado.
- ¿Yo?- Se señaló la muchacha con patente rubor para oponer. – Pero si no soy cantante profesional.
-¿Cómo qué no? ¿Y ese video que grabaste?- Le comentó su amiga no sin una pícara sonrisa al afirmar.- Menuda sex simbol estabas hecha…

            Y tras ruborizarse lo suyo, Neherenia movió la cabeza y extendió ambas manos como si quisiera hacer un espacio para  objetar a modo de fallida excusa.

-Pero eso fue distinto. Era para esa campaña de ayuda… y además, no soy tan audaz como para actuar ante tanto público…
- Lo vas a ser.  - Sonrió su amiga que de seguido le explicó. – Porque vamos a actuar por una buena causa, y será algo mucho mejor que la fiesta de celebración de la facultad, el concurso de baile que ganaste con mi hermano Lance  o esa gala en la que tomaste parte.

            Y mientras dejaban a Patty bañándose y jugando con la espuma del gel, le explicó su plan a Neherenia. Ésta se alegró visiblemente y asintió. ¡Aquella idea era sencillamente maravillosa! De modo que Idina telefoneó a su prima Katherine y le expuso brevemente la situación, ella se ofreció a ayudar en lo que hiciera falta y de paso le propuso otra cosa.

-Pero Kat, debo pedir permiso antes.- Le aclaró Idina - de momento avisa a tu hermano y que él hable con Satory. Tengo un favor que pedirle a su padre.
-Pierde cuidado, enseguida les llamo.- Le aseguró su prima quien con su típica curiosidad quiso saber.- Has tenido una buena por allí, ¿me equivoco?
-No, no te equivocas. Ya te lo contaré con calma cuando tengamos tiempo. Muchas gracias, Kathy.- Le dijo Idina con patente reconocimiento.-
-De nada, chica, para eso estamos las primas. Cuidaos mucho Nehie y tú.- Se despidió su contertulia.-

            Después de colgar con Kathy fue a ver a la jefa de estudios. De forma escueta y yendo al grano le expuso su idea.

-¿Podríamos actuar aquí mis primas y yo? Ese es el acontecimiento especial que estaba pensando.
-¿Aquí? ¿Un concierto? ¿En el College?- Repitió Melanie pasmada para añadir. - Pues...no sé, tengo que pedir permisos, hacer preparativos.
-Sería para la fiesta de graduación y a beneficio de las personas maltratadas y de los niños.- Dijo Idina.-  ¡Por favor, señora Roberts!

            Su interlocutora asintió. Sonriendo miró a aquella entusiasta jovencita y repuso.

-Yo estoy conforme, pero debo informar al decano y al rector, pues no depende de mí. Pero descuida. Haré lo que sea por convencerles.
-¡Llamaremos a todo el mundo!, ¡dígaselo!, invitaré a mis padres y a mis tíos. Será una publicidad magnífica.- Exclamó Idina visiblemente entusiasmada. -
-¡Les convenceré aunque me juegue la vida en ello! - Sonrió la jefa de estudios que había sido contagiada por el arrebato de optimismo de la chica. -


            Es más, Melanie podía ver en aquella mirada llena de ilusión de Idina el reflejo de Connie cuando ésta se entusiasmaba allá en aquello lejanos días de su juventud. Sonrió llena de ternura y por supuesto que se dedicó a llamar y logró convencer a sus superiores que, al oír los nombres de tanto famoso y encima exalumnos, decidieron aprobar la idea. La televisión mundial y Bios seguro que lo transmitirían. Sería una inyección de publicidad para el College que últimamente no estaba en sus mejores épocas. Idina por su parte logró también contactar con Amatista y Leval en Bios, merced a su primo Mazoui que le consiguió una frecuencia ultra rápida que usaba la Masters Corporation. Fue su amiga Amatista la que recibió el mensaje y le aseguró que podría ir, tras el último chequeo de su embarazo las cosas iban bien y tenía permiso para viajar. Desafortunadamente su marido no podría acudir con ella dado que tenía ocupaciones en su base. Más tarde Idina avisó a Kerria quien, por supuesto, confirmó de inmediato su presencia allí al saber el motivo. Todo se arregló y durante los días escasos que faltaban se iniciaron los preparativos. Pese a que las Justices se habían retirado oficialmente en Bios, éste concierto fue publicitado como obra benéfica y se desmintió que el grupo volviese. Durante el tiempo que duraron los preparativos, Idina animó a Lucy y a Sally a denunciar a Tommy. Esto, más la grabación que Nehie obtuvo y el testimonio de Sailor Shadow, la propia Dama del Fuego por un lado, y de Idina, al día siguiente, por otro, le mandaron a la sombra por una larga temporada. Además, el tal Tommy estaba demasiado asustado por las amenazas de la justiciera, que se ocupó de lanzarle alguna que otra inquietante mirada durante la vista del juicio. El tipo se declaró culpable de todo casi agradecido por ir a la cárcel. Y seguro que estaría muy asustado como para pensar en vengarse al salir. Pero lo que más alegró a Idina fue que esas miradas que le dedicó, aunque no del todo fingidas, no contenían aquel odio salvaje de antes sino únicamente indignación. Gracias a su amiga y al agua de la Luna, ya no albergaba rencor hacia ese desgraciado. Sin embargo, nada supieron del otro individuo al que sorprendieron con los niños. Era como si jamás hubiera existido. La policía no tenía constancia suya. Aquello las indignó, pero no podían hacer nada. Tuvieron que dejarlo estar y pasar página. Al menos esos críos estaban a salvo de ese desalmado.

-No lo comprendo.- Pudo decir Idina con patente desagrado.- Si se lo llevaron detenido.
-Debía de ser algún tipo importante.- Conjeturó Neherenia.-
-Si alguna vez vuelvo a verle que se prepare.- Masculló su compañera.-

            Aunque dándose cuenta de la preocupada mirada de su amiga, se apresuró a matizar.

-No, no temas. No me vengaría de él. No deseo caer a su mismo nivel. Le detendría y le llevaría al juzgado yo misma.

Más aliviada Nehie sonrió dándole un abrazo a su amiga. Ella sabía perfectamente lo que era luchar por proteger a unos niños inocentes en su propio reino. Aunque en su caso sí que destruyó a sus enemigos. No tuvo otra opción, pero se daba cuenta de que el odio era muy peligroso. En un principio deseó hacerles pagar la muerte de Granate y las de sus súbitos. Luego sintió como esa sensación la iba corroyendo. Las guerreras y la propia Soberana del Milenario de Plata se lo habían dicho. Así pudo librarse de aquello, temiendo volver a convertirse en esa malvada reina del cuento que fue en su anterior vida. Ahora, abrazada a su compañera y querida amiga, suspiró aliviada de que aquello hubiera quedado atrás. Las dos habían tenido que soportar unas duras pruebas, pero por fortuna las habían superado. Y así pasaron los días. Quedaba ya una semana para la gran fiesta. Las Justices se reunieron y ensayaron algunas de sus canciones ante el delirio de sus fans en la universidad. Los miembros de la hermandad tuvieron que hacer de improvisados guardaespaldas para evitar que los chicos las asediasen. Todo estaba a punto, Neherenia ensayó con las chicas y desde luego no lo hacía nada mal. Fue entonces cuando la soberana de la Luna, en uno de los descansos en un improvisado camerino, les comentó a las otras con un poso de tristeza y melancolía.

-¡Ojalá Granate estuviera aquí!
-Seguro que está. - Afirmó Amatista tomando de una mano a la soberana. –
-Sí. - Convino Kerria añadiendo con afecto. – Y estará muy contento y muy orgulloso de ver que te has unido al grupo, Nehie.
-¿Quién mejor que tú para sustituirle en este concierto?- Añadió Katherine dedicando una sonrisa al recuerdo de su primo. –
-Chicas. ¡Vamos a darlo todo por él y por los niños! - Las arengó Idina a lo que todas asintieron. –
           
Todas convinieron en eso. Su compañera de grupo y Neherenia les contaron todo lo ocurrido y ante los remordimientos de Idina por su modo de actuar, la réplica de sus primas y amigas fue la apoyarla de forma incondicional.

-En tu lugar habría hecho lo mismo. – Afirmó Amatista sentenciando en tanto se acariciaba su vientre que ya comenzaba a verse algo abultado. – Ahora que voy a ser madre, si cualquiera intentase hacer con mi hijo lo que has comentado le mataría sin pensarlo ni un segundo.
-Lo mismo digo. Hasta creo que incluso fuiste demasiado buena con esos tipos. Yo no lo habría sido. – Comentó Katherine y desde luego en esta ocasión no lo dijo en tono de broma. –
-Gracias al Cielo que todo acabó bien y esos pobres críos son felices otra vez. – Suspiró Kerria. –
-Así es. - Afirmó Neherenia complacida, pudiéndoles explicar. – Nos enteramos que los otros dos pequeños que rescatamos eran huérfanos y que ahora están con familias de acogida. Al parecer no recuerdan nada de ese trauma y tienen la oportunidad de empezar una nueva vida.
-Y la pequeña Patty les dio a su madre y a Sally un poco del agua de la Luna. – Terció Idina con otra radiante sonrisa para agregar. – Por cierto. Gracias Kathy. Cuando llamaste a tu hermano y Satory ellos enseguida le contaron todo al padre de ella. El mismo señor Masters se ha ocupado de ayudar a esas mujeres y a la niña.
-No hay de qué. Para mí ha sido un placer el poder echar una mano. - Sonrió a su vez su prima. –
-Bueno chicas, ya queda poco tiempo, volvamos al ensayo. – Les indicó Kerria mirando su reloj.-

Todas se pusieron a ello con renovado brío. Y por fin, llegó el gran día. La celebración de la graduación. Para completa alegría de todos Heather también se unió a la fiesta pues ya estaba casi reestablecida por completo. Idina se graduó con matrícula de Honor y constando en su expediente todo lo que había hecho por la niña. Ésta, su madre y su amiga, no se quisieron perder la ceremonia. Tal y como les contó a sus compañeras Idina había pedido a Ian Masters, por mediación de Kathy y Satory, que diese trabajo a las dos mujeres y el millonario las colocó en una de sus empresas con sede en Filadelfia. Las dos comenzarían su nueva vida a partir del día siguiente pero esa tarde querían disfrutar también de la fiesta y el concierto. Estaban las tres sentadas en lugares preferentes, al lado casi del escenario. La pequeña, absorta ante todo ese espectáculo, le preguntó a su madre casi sin poderlo creer.

-¿Y Tommy ya no nos pegará más?...
-No hija, eso se terminó. -  Le sonrió Lucy con visible alegría en su expresión. - Nunca más nos molestará.
- ¿Os gustó el agua de la Luna?- Quiso saber la cría vivamente interesada. –
- Es la mejor agua que hemos bebido nunca. ¡Muchas gracias, cariño! – Le sonrió Sally también con el rostro resplandeciente de felicidad. –
- La reina Serenity fue muy simpática. Igual que Nehie. ¿Sabéis que ella es reina de la Luna también? De la otra parte que no se ve.- Les aclaró la cría.-
- Claro que sí, cielo - Le sonrió tiernamente su madre.-

Y con mucho amor le dio un beso en la frente, al igual que hizo Sally que les comentó a ambas con entusiasmo.

- ¡Mirad, ya salen!  El concierto va a comenzar.

            Y las tres se dispusieron a pasar por primera vez en mucho tiempo, una noche maravillosa y entretenida, libres por completo de temores y preocupaciones…


            A todo eso, los padres de Idina y Roy junto con Beruche se acercaron a saludar a sus viejos amigos Melanie y Malcolm. La jefa de estudios saltó a los brazos de él en cuanto le vio.

-¡No puede ser!, Roy Malden, canalla. Ya era hora de que te dejaras ver.
-¡Ja, ja! - Rio él afirmando jocoso. - Voy a hacer realidad mi fantasía erótica favorita, enrollarme con la jefa de estudios.
-Malden, no te pases. - Sonrió Roberts blandiendo el puño con desenfado. - Recuerda que  todavía te debo alguna.
-Vale, me has convencido. - Dijo su interlocutor soltando a Melanie de la cintura entre las risas de ésta y los demás. -
-¡Eso, más vale que te portes bien! - Rio Beruche dirigiéndose a Roberts a continuación. - Y tranquilo Malcolm, yo le mataría antes.
-Entonces le dejo en tus manos, Bertie. Sé que sufriría más.  - Rio asimismo el interpelado. -
-¡No, piedad!-  Exclamó jocosamente Roy ante un amago de capón por parte de su mujer. -
-Bueno, lo principal es que esto va a ser un éxito. - Intervino Tom acercándose a ellos junto con su esposa. -
-Ya lo creo que lo será, estoy segura de eso. - Afirmó Melanie. -
-¿Qué tal se ha portado nuestra hija?- Preguntó Cooan. -
-¡De maravilla! - Exclamó Roberts para alabar a la muchacha, sentenciando. - Desde nuestra época no he conocido a ningún alumno que lo haya hecho tan bien.
-Y lo tendría muy difícil para saber quién fue mejor - añadió su mujer, - si ella o vosotros.
-Me haces muy feliz con esas palabras.- Sonrió Cooan visiblemente orgullosa de su hija, suspirando también aliviada puesto que había estado muy preocupada por ella. – Muy feliz…

De hecho, hablaron las dos unos días antes y cuando Idina le contó todo lo sucedido la pobre chica no pudo evitar echarse a llorar. Su madre la estrechó entre sus brazos con dulzura y le susurró con gran amor en tanto su hija confesaba.

-¡Casi les mato, mamá! ¡Tenía tanta rabia y tanto odio contra esos tipos! ¡Hacerles esas cosas tan horribles a los niños! Perdóname por haber actuado así.
-Cariño, perdóname tú a mí. – Pudo replicar su madre con pesar mientras la abrazaba con fuerza dejando que la muchacha se desahogase llorando. - ¿Qué te he hecho? Ha sido culpa mía, cuando te obligué a convertirte en justiciera. ¡Ojalá no hubiera tenido que suceder!
-No pudiste hacer otra cosa entonces. – Opuso la chica  que alegó. – Y tú siempre actuaste bien mamá…
-No es cierto, mi niña. Tú ya sabes que luchar por la justicia a veces es muy duro. Y corres el riesgo de perder la razón cuando algo como a lo que te has tenido que enfrentar es tan terrible y tan injusto.- La consoló Cooan añadiendo a su vez. – A mí me sucedió lo mismo cuando dejaron a tu padre en una silla de ruedas. Me cegó el odio de tal forma que solo quería vengarme. Pero tus tías me ayudaron a superarlo. Tú has tenido a Nehie a tu lado. Y por lo que me dijiste, incluso la propia reina Serenity os ha ayudado. Comprendió por lo que estabas pasando, por eso te envió esa agua. Sí, mi amor. Ella sabe cómo eres en realidad. Por eso sigue creyendo en ti, al igual que yo. Tú tampoco debes dudar de tu corazón.
-Solamente sé que no deseo experimentar esos sentimientos tan horribles nunca más.- Pudo decir la chica con un tono lleno de pesar. –
-Eso es muy difícil, cielo. Pero piensa en lo bueno. Has hecho algo maravilloso. Mi vida, has salvado a esos niños inocentes de un destino terrible. ¡Estoy tan orgullosa de ti! Tu padre y yo lo estamos. Has sido capaz de tomar nuestro relevo e incluso de superarnos.
-No mamá.- Negó humildemente ella. – No podría superaros por mucho que lo intentara.
-Eres una persona de grandes sentimientos y muy buen corazón. Y créeme. Yo a tu edad jamás podría haberlo hecho tan bien como tú.- Le confesó su madre tras darle un beso en la mejilla y acariciarle el pelo. –

Idina sonrió sintiéndose feliz y aliviada. A pesar de toda el agua de la Luna y de la ayuda de Neherenia tenía el peso de confesar a sus padres aquello. Al menos lo hizo con su madre, esperaba que eso terminase con su catarsis. Ahora se sentía bien y más cuando su interlocutora, de forma animosa, la arengó jovialmente.

-Y en ese concierto sé que vas a dar lo mejor que hay dentro de ti para todos esos niños y personas maltratadas. Con tu actuación y la de tus primas y amigas, seguro que recaudaréis mucho dinero para ellos.

Su hija asintió, Cooan recordaba esas palabras ahora junto al resto de sus familiares y amigos. Su hija entre tanto estaba junto a sus compañeras que se estaban dando los últimos retoques al maquillaje, ya casi listas para salir. En el exterior entre tanto la gente iba llegando y los familiares de las chicas se disponían a ocupar sus lugares de privilegio.

 -Bueno, esto va a comenzar.- Indicaba Roy - nosotros vamos a colocarnos.
-Sí, tienes razón - asintió Tom.- Vamos para allá.

            El grupo se dirigió hacia la zona que tenían reservada, el campus entero estaba repleto de gente, una multitud de jóvenes en su mayoría. Todos ansiosos por que comenzara el concierto. Antes de aquello también hubo degustación culinaria. Beatriz junto con Idina, Nehie, Heather, Millie y algunas otras chicas, habían cocinado platos típicos españoles y de otras nacionalidades. Por un pequeño donativo para la causa mucha gente que había asistido pudo saborearlos quedando visiblemente satisfechos.  Las chicas del grupo que iban a actuar en breves minutos entre tanto, estaban entre bastidores terminando de arreglarse.

-Estoy nerviosa,- confesó Amatista acariciando su barriguita otra vez. -
-¡Ni que este fuera el primer concierto que damos! – Sonrió desenfadadamente Katherine. –
- Pues el mío, sí. – Pudo agregar Neherenia que hasta temblaba un poco. -
-Pero yo te entiendo, Tist. - Intervino Idina. - A mí siempre me ocurría, cada vez que actuábamos. Y tú no te preocupes Nehie, es algo normal. Pero como mi prima Kathy sigue en la brecha pues para ella es un día más en la oficina. - Sonrió remachando aquello.-

            Efectivamente Katherine era la única que se mantenía de forma constante dentro del mundo del espectáculo. Según terminaba sus estudios de periodismo actuaba con regularidad. A veces Kerria se unía a ella. Formaban el dúo de las Ky- Kat, aunque esto era únicamente de modo ocasional, dado que la pequeña de los Malden estaba muy centrada en sus estudios de derecho y su activismo a favor del colectivo LGTBI. Y fue ésta misma la que comentó a las todavía alumnas de la Golden.

-Y esta noche será muy especial para vosotras. Además de haber recibido los diplomas, es como si actuarais en casa.
- Bueno, yo recibiré el mío cuando haga mis prácticas en septiembre. Debo recuperar los meses que me ausenté. – La corrigió Neherenia que añadió animosa. – Pero tu prima ya lo tiene y seguro que hoy va a bordar su actuación.
-Desde luego que sí.- Convino Idina. -Ya nos quedan cinco minutos, quiero salir ahí y cantar como nunca…se lo debo a los niños, a nuestros padres, en fin… a todos.
-Lo harás, eso seguro. Todas lo haremos.  - La animó Amatista con determinación. -

            Una chica entró en ese momento en el camerino, era Heather. Tras saludar con afecto a Idina y a Nehie, sus compañeras  le presentaron al resto del grupo. Pero no venía sola, traía a Lucy y a Sally con Patty que también las desearon suerte. Las Justices en pleno se hicieron fotos con todas ellas y una muy especial con la niña en brazos de Idina y flanqueada por Nehie, Heather y las demás componentes del grupo.

-Mucha suerte, señorita Idina. - Le deseó Patty tras darle un cariñoso beso en la mejilla. -
-¡Gracias tesoro! - Sonrió ésta haciéndole una carantoña en la carita para susurrarle con cariño y complicidad. -Este concierto os lo dedico a todos y muy especialmente a ti. ¡Te quiero mucho, cielo! - Remachó, recordando agradecida como esa pobre cría, aun sin conocer su identidad tras el antifaz de la Dama del Fuego, la había alentado en sus momentos más oscuros.- Espero que te guste mucho.
-Ahora tenemos que salir.- Avisó Katherine - espero que disfrutéis.

Sus amigas retornaron a sus lugares entre el público. Las artistas, poniendo sus manos al estilo del saludo típico de los jugadores de baloncesto, las cuatro Justices más Neherenia, Justice de honor por esa noche, exclamaron con energía y decisión.

-¡Go, Justices! ¡Go, Golden!

Y llenas de ilusión y confiadas se dirigieron al escenario… Al grito de…

-¡Adelante!

            Y las chicas salieron ante la ovación de sus fans, tras presentarse con su típico estilo arremetieron con las canciones, mezcla de antiguas y nuevas que arrancaron muchísimos aplausos. Su concierto duró más de dos horas e Idina destacó entre todas. Las demás le cedieron gustosamente el protagonismo en esa ocasión tan especial para su compañera, prima y amiga. Casi al terminar, y como broche de oro, ella en persona presentó a dos invitados muy especiales.

-Queridos compañeros y amigos de la Golden y de otros lugares. Tengo la alegría y el orgullo de presentar a dos chicos que fueron muy populares aquí. De hecho ganaron el concurso de canciones de la universidad en repetidas ocasiones. Y digo mucho orgullo porque además de ser unas instituciones aquí son, respectivamente, mi tío y mi padre.- Grandes aplausos entre la  muchedumbre cuando Idina desveló entre sonrisas y un tinte jovial y animado. - ¡Os presento a Robert (Roy) Malden y a Thomas Alan Rodney de la promoción del 96!

            Ambos salieron con sendas guitarras y con la ayuda de las Justices, que hicieron unos coros de excepción, cantaron algunas de las canciones que les hicieron ganar esos campeonatos. La propia Idina nunca había participado en ellos. Al ser digamos, una cantante profesional, no lo consideró justo ni adecuado. Pero ahora tenía la ocasión de ver a su padre y su tío en acción frente a un gran público y desde luego, lo que contaban de ellos no era para menos. A pesar de los años transcurridos seguían siendo dos ciclones sobre el escenario. Al ritmo de esos dos artistas retornados ad hoc todos bailaron y corearon las canciones. Y al terminar, fue Tom el que se dirigió hacia el respetable. Tras eso sí, respirar un poco para recobrar el aliento.

-Muchas gracias por dar a dos carrozas como nosotros la posibilidad de volver aquí a cantar una vez más.
-¡Eh! habla por ti viejales, yo aún estoy hecho un chaval. - Intervino jocosamente Roy dándole una colleja, lo que provocó las risas del público.-  Bueno, ahora en serio. - Añadió con verdadera emoción estrujando cariñosamente a su amigo por los hombros. - Ha sido maravilloso volver aquí otra vez y comprobar cómo se mantiene la tradición de la Golden State College. Gracias a todos vosotros, estudiantes, profesores y demás. Gracias por ayudar en esta gran obra a beneficio de los niños. ¡Go, Golden! – Remachó puño en alto entre grandes aplausos. -
-Y gracias por vuestros aplausos.- Añadió Tom. - Pero más que nosotros se los merecen las chicas. ¡Justices al escenario! - Les indicó con un jovial grito. -

            Las interpeladas aplaudieron y obedecieron al punto. También se fotografiaron junto a sus padres y tíos. Rematando el recital con un dúo con Nehie, su propio padre al piano y con los coros de las demás, interpretando una canción dedicada al Agua de la Luna, tema que ambas reescribieron a partir de un clásico de una famosa artista de la época de juventud de sus padres y que fue muy ovacionada. La letra hablaba de como recobrar el amor buscando una misteriosa agua lunar, declarando entre otras estrofas.

He mirado en todos los lugares que podía
Solo para encontrar una pista
Para traértela
Y hacer que me quieras

He corrido en círculos alrededor del sol
Para cazarte
Pero es inútil
No puedes ver eso.
Estoy fuera de mí razón.

Tratando de encontrar un camino para llegar hasta ti
No sabes con cuanta fuerza lo he intentado
Lo he intentado. Lo he intentado
¿Qué es lo que tengo que hacer?

¿Debo traerte el agua de la Luna?
¿Es eso lo que tengo que hacer?
¿Para hacer que me quieras?
¿Para hacer que me quieras?

Te he dado todo lo que podía darte,
Es eso lo que quieres de mí

Tengo que tornar la arena en el mar
¿Eso es lo que quieres de mí?
He hecho todo lo que podía hacer
Excepto traer agua de la Luna

He hecho todo lo que podía hacer
Excepto traer el Agua de la Luna…

He alcanzado alto en el Cielo
Tratando de robar las estrellas
¡Oh!, para ganar tu corazón
Pero incluso eso no es bastante

Y he buscado en todo libro que conozco
Solo para encontrar las palabras
Para tocar tu mundo
Y obtener algo de amor de ti

Ya he dado todo lo que podía dar
Y no sé, no sé qué me queda por intentar

E intento
E intento

¿Qué tengo que hacer?
Tengo que traerte agua de la Luna…
Para hacerte amarme…
Para hacerte amarme…

Tengo que tornar la arena en el mar
¿Eso es lo que quieres de mí?
He hecho todo lo que podía hacer
Excepto traer agua de la Luna…

Ámame
¿Cómo te haré amarme?
¿Cómo te haré ver eso?
Estoy fuera de mi razón

E intento…
E intento…
E intentoooo…

Tengo que traerte agua de la Luna…
Cariño, ¿eso es lo que tengo que hacer?
¿Para hacerte amarme?
¿Para hacerte amarme?

Tengo que tornar la arena en el mar
¿Eso es lo que quieres de mí?
He hecho todo lo que podía hacer
Excepto traer agua de la Luna

He hecho todo lo que podía hacer
Excepto traer agua… agua de la Luna
¡Cariño!,
Sí, ámame cariño, ámame cariño, cariño…

He hecho todo
Tendrás que amarme, cariño…
He hecho todo…

Oooohhh…

(Water from the Moon. Intérprete Celine Dion. Crédito al autor. Diane Warren)

Y así tras este broche de oro el concierto concluyó y fue un gran éxito, siendo grabado para la posteridad. Además, con la televisión y una edición de las canciones se recaudó mucho para la obra benéfica al que iba destinado. Después de eso el curso llegó a su final aunque tanto Neherenia como Heather tuvieron que graduarse en septiembre. Pero su amiga Idina estuvo allí, también Seren, la princesa de los saiyajin y Doran, al igual que Chibiusa y las amazonas que no pudieron asistir al concierto. Aunque sí que vieron la grabación del mismo quedando maravillados.

-En verdad los humanos tenéis un poder enorme cuando apeláis a vuestros sentimientos. – Reconoció el saiyajin realmente impresionado al oír aquellas canciones. –
-Sí. Mi madre y mi padre nos han hablado muchas veces de ello a mis hermanos y a mí y es algo maravilloso. – Afirmó a su vez Seren añadiendo. – Espero aprender más acerca de estas sensaciones ahora que pasaré aquí una temporada. Me gustaría que mis padres pudieran escuchar estas hermosas canciones.
-Pues haz como yo. Le voy a llevar una copia a los míos. ¡Les va a encantar!  - Comentó la heredera del Milenario de Plata y el reino de la Tierra con animación. –
-Y de paso dale las gracias a tu madre por todo de mi parte. – Le dijo Idina añadiendo. – Esa canción sobre el Agua de la Luna también va dedicada a ella con todo mi cariño y gratitud, por mantener su confianza en mí y apoyarme cuando más lo necesitaba.

Chibiusa asintió con una sonrisa y respondió.

-No dudes que se lo diré. Cuídate.

Tras eso se despidió junto con sus guardianas. Lo mismo hicieron Doran y Seren. Aunque estos quedaron en verse con Nehie en otra ocasión y ya en la Luna, a lo que ella estuvo conforme. Al día siguiente las chicas, con mucho afecto, se despidieron también de Beatriz que volvía a España, afirmando que ahora, con ese título de maestra en inglés, encontraría trabajo sin tanta dificultad. Bea les deseó lo mejor a sus compañeras. Millie también partió a su hogar habiendo ganado confianza en sí misma y decidida a ser una buena maestra.  A su vez Heather les comentó que ella seguiría estudiando y que, quizás algún día, trabajase con sus padres en la Golden. Sus compañeras le desearon muchísima suerte. Finalmente fue Neherenia la que, tomando las manos de su amiga entre las suyas, le dijo con nostalgia y mucho afecto.

-Es una lástima que se tenga que acabar. Ha sido maravilloso compartir contigo toda esta experiencia. Espero que no dejes de venir a verme a mi reino de la Luna. ¿Quién sabe? Puede que las dos juntas logremos algún día hallar ese manantial.
-Sería estupendo, sí. - Afirmó su amiga para sentenciar con menos entusiasmo. – Pero creo que ya no somos tan inocentes y puras como para eso. De todos modos claro que intentaré visitarte, Nehie. Y tú deberías hacer lo mismo conmigo,- y tras una breve pausa se sonrió con picardía para sentenciar. - Pero yendo a Bios.

Y viendo la expresión de sorpresa de su interlocutora, Idina le contó que  había enviado una instancia para ser aceptada en el primer colegio que se estaba construyendo en aquel nuevo mundo y que esperaba tener la fortuna de ser admitida. Así y con un fuerte y prolongado abrazo, se despidieron las dos amigas.

-Sea donde sea. Espero que volvamos a vernos pronto, mi querida amiga. Estoy convencida de que te admitirán en esa escuela nueva en Bios y que harás felices a muchos niños con tus clases y tu bondad. - Remachó Neherenia.-
-Eso mismo deseo yo también.- Sonrió su interlocutora cuando finalmente se dijeron adiós.-

Y así fue, dado su inmejorable historial y las recomendaciones de multitud de personas, Idina fue llamada a ocupar una plaza en ese centro. Aunque, hasta que la escuela se finalizara tuvo que dar clases en la nave, aquel enorme asteroide que orbitaba el planeta. Lo hizo así comenzando una nueva vida y siendo la primera maestra del hijo de Leval y Amatista. Disfrutó mucho con su trabajo y pasado el tiempo pudo preocuparse de lo único que no había hecho hasta ese momento, encontrar al hombre de su vida, que sería su marido y con el que formaría su propia familia. Pero ni mucho menos terminarían ahí sus aventuras, ni las de la soberana de la Luna Nueva. No obstante, aquellas serán otras historias que deberán ser contadas en otra ocasión.

           




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