martes, 7 de abril de 2015

GWHC24 La Historia de Kerria, Sam y su hijo


Poco después de visitar a Amatista y conocer al pequeño Asthel, Kerria se planteó muy en serio la posibilidad de tener un bebé. Era como si hubiera sentido una llamada. Recordó como auxilió a su madrina Ami a traer al mundo a ese crio. Y días después, ella misma se ofreció a quedarse cuidándole cuando toda la familia salió a dar un paseo.

 

-Lo dije sin pensar.- Rememoraba divertida.- Algo me impulsó a quererme quedar con él, mientras Tist y el resto salía…

 

            Y es que eso dejó perplejos a todos, la propia Amatista le preguntó.

 

-¿Estás segura, Ky?

-Por supuesto que sí, no te preocupes. Hice de canguro alguna vez para pagarme algunas cosillas en la universidad.- Se sonrió la muchacha.-

 

            Lo cierto es que así fue, aunque no de críos recién nacidos. Aunque Kerria contaba con que el pequeñín no le iba a dar problemas.

 

-Bueno, pues… no tardaremos.- Sonrió Amatista.-

-Anda cariño, confía en mi hermana. -Le pidió Leval, añadiendo jocoso.- La cara de patata nos lo cuidará bien.

 

            Su hermana le sacó la lengua pero se rio. Aquel mote que tanto le disgustaba de pequeña le traía ahora muy gratos recuerdos. Al fin, los demás la dejaron con el bebé.

 

- Pues bueno - Decía la muchacha con voz dulce y aterciopelada, en tanto que meciendo la cuna con suavidad miraba a su sobrino dormir plácidamente para susurrarle -...ahora estamos solitos tú y yo. -¿Sabes una cosa, chiquitín? Eres un niño muy guapo, un auténtico muñequito y eres igual a cómo te vi en mi sueño...

 

            Kerria recordó aquellas visiones que había tenido cuando estuvo tan cerca de la muerte, la visión del bebé de Amatista fue una de las cosas que le sirvieron como acicate para volver a la vida. Quiso desde entonces ayudar en lo posible a que su amiga y su hermano pudieran terminar juntos.

 

-Aunque durante un tiempo llegué a pensar que no sucedería. Cuando se distanciaron.- Recordaba ahora.-  Pero, al final, esa premonición o visión o lo que fuese, resultó ser cierta. Y me alegro, me alegro mucho de que fuera así.

 

Y es que ahora sonreía satisfecha contemplando el fruto de esa unión. Ese niño era alguien muy especial. De algún modo creía que, desde siempre, había estado destinado a nacer. Eso explicaba muchos de los avatares por los que ella misma y sus familiares y amigos se habían visto obligados a pasar. Así transcurrieron un par de horas, estaba sumida en sus propios pensamientos, próximos exámenes, su relación con Sam, las diferentes responsabilidades que tenía, incluyendo su actividad como Justiciera…

 

-Menos mal que esta visita me sirve como unas vacaciones.- Suspiró.- Son muchas cosas las que me aguardan cuando regrese, pero estoy deseando hacerlas.

 

Fue entonces cuando oyó que el bebé lloraba, no con mucha fuerza, pero  se apresuró a mecerle en la cuna. Eso no hizo que el niño se tranquilizase. Cuando ella le miró, él levantó hacia arriba sus bracitos de manera rítmica y espasmódica. Pensó que quizá el niño quería ser acunado por su madre, pero como Amatista no estaba allí, decidió que tendría que hacerlo ella misma.

 

-Tendrás que conformarte con tu tía, pequeñín.- Le susurró y sonrió con ternura.-

 

Con mucho cuidado y cariño levantó al bebé y le meció en sus brazos. Sintió entonces un escalofrío que la recorrió y muchas sensaciones agradables a la vez. ¡Ahora estaba decidida! En su fuero interno se abría cada vez más el deseo de ser madre algún día no muy lejano.

 

-¡Cómo si no tuviese nada más que hacer! Pero, no sé por qué. Lo deseo mucho. Puede que no enseguida, claro. Primero tendré que terminar la carrera y asentarme con Samantha. Aunque, a ver como se lo digo a ella.- Meditaba con cierta inquietud, pero ilusión al mismo tiempo.-

 

De hecho, ya lo había llegado a pensar en alguna otra ocasión, pero le faltaba valor para ni tan siquiera acometer la idea comentándosela a los suyos. Temía los inconvenientes que a buen seguro tendría que afrontar. Empezando por quién podría ser el padre. Aunque ella sabía bien a quien desearía pedirle eso. Otra cosa iba a ser como se lo tomaría su pareja. También era todavía muy joven. Eso es lo que más la inquietaba, estaba estudiando y luchando mucho por ser admitida en Harvard para graduarse en derecho allí.

 

-Un bebé sería lo menos oportuno para mí y para Sam en este momento.- Suspiró diciéndose a sí misma.- Tienes que ser más realista, Ky.

 

            Y es que, cuando alguna vez las dos habían ido de paseo y visto algunos críos por la calle, ella sonreía, en ocasiones divertida al verles corretear. No obstante, le había parecido ver tristeza en el rostro de su novia. Samantha enseguida cambiaba esa expresión y comentaba acto seguido lo gracioso o monos que eran esos pequeños.

 

-Nunca le he preguntado por eso, pero ella estuvo casada…con ese canalla.- Pensó ahora llena de malestar.-

 

            Revivía una vez más, sin poderlo evitar. Lo ocurrido con ese demente que casi mató a Samantha. Ella pudo atraparle en su identidad de justiciera y por fortuna, la intercesión de su madrina Ami, que estaba a su lado en su calidad de Sailor Mercurio, evitó que Kerria se tomara la justicia por su mano con aquel miserable.

 

-Hubiera merecido que le matase allí mismo.- Pensaba con furor.-

 

Aunque en ese instante su sobrino pareció reaccionar, llorando un poco. De forma rápida y solícita ella le tomó en brazos y le acunó suavemente.

 

-Ya, ya, chiquitín.- Musitó con dulzura.-

 

No supo el porqué, pero mirando a ese niño, los pensamientos que acababa de tener la avergonzaron profundamente. En cuanto pudo calmar a Asthel le dejó en la cuna de nuevo, como si ahora no se sintiera digna de tenerle entre sus brazos.

 

-Tengo que superar eso. Quiero ser una buena persona, una que defienda la ley y la justicia. No puedo pensar de esa manera. Por muy canalla que ese tipo fuera, no era más que un desequilibrado.

 

Y es que bastaba con mirar a aquel pequeñín, ahora apaciblemente dormidito, para que cualquier tipo de odio o de enfado se desvaneciese. Ahora hasta se sintió ridícula por haber revivido aquellos terribles momentos. Sam estaba bien, en casa con sus padres,  ese loco en prisión y ella con su familia y seres queridos, disfrutando de aquellas fiestas y del recién nacido. ¡Y haciendo de canguro improvisado! Se ofreció sin siquiera pensar, y eso que no tenía ni idea de cómo actuar con un bebé. La joven se rio a pesar de sí misma y casi se reprochó con jovialidad.

 

-Kerria Lorein, tú sí que estás loca, chica. ¡Tener un hijo ahora! ¡Cómo si no tuvieras cosas de las que ocuparte ya!

 

Pero a la vista de un bebé tan precioso, que le hacía experimentar aquellas emociones, supo también que valdría la pena. Continuó observándole embelesada, como si no tuviera constancia del tiempo. Asthel despertó al rato, abriendo aquellos ojos violetas tan bonitos. El niño elevó sus bracitos como si desease que ella le sacara de su cuna. Kerria así lo hizo. Besó con suavidad en la frente al crío, éste jugueteaba con el pelo de su cuidadora, ella le tarareó alguna canción de las que cantaba junto con sus primas y Amatista. Así, tras media hora, el bebé se durmió de nuevo. Su tía le miraba sonriente y sin poder apartar la vista de aquel cuerpecito.

 

-Y al poco volvieron todos.- Suspiró saliendo de esos recuerdos.- Y viendo el amor con el que Amatista le tenía en brazos, y la expresión de mi hermano y mis padres…Y sobre todo, aquella vez cuando Kat, Idina, Sandy y yo misma la escuchamos cantar. Es la canción más maravillosa que jamás le haya escuchado a Tist.- Recordó.-

 

En una ocasión, cuando llegaron de la Tierra, se reunió con sus primas. Las tres fueron a visitar a Amatista, aunque primero se pasaron a llamar a Sandy. Esa muchacha de larga cabellera morena que se había hecho muy amiga de Tist durante el viaje a Bios. Era compañera suya del grupo de las Fairy Five. Ésta les contó que ahora era una justiciera más y las invitó a su boda con el primo Coraión. Las chicas le dieron la enhorabuena y, tras acogerla como nueva compañera en la lucha contra el mal, todas juntas fueron a ver a Amatista. Llamaron a la puerta y ésta se abrió de forma automática...

 

-¿Hola?- Saludó Idina.-

-Amatista, ¿estás ahí?- Quiso saber Katherine a su vez.-

-¿Hay alguien?- Inquirió Kerria.-

 

Extrañadas, entraron al salón y al hacerlo pudieron escuchar una bonita canción. Era su amiga que dormía a su hijo. La muchacha le tenía tomado en brazos, gentilmente puesto junto a su pecho en tanto se balanceaba despacio en una mecedora que su suegra le regaló. Cantaba con una dulzura y una paz de espiritualidad tal que las demás no se atrevieron a interrumpirla. Es más, todas escuchaban maravilladas. Kerria estaba extasiada, sin darse cuenta le cayeron lágrimas de pura felicidad .

 

-¡Es una sensación de paz tal!… jamás la había experimentado, bueno, solamente una vez, cuando estuve a punto de cruzar al Más Allá.- Pensó admirada.-

 

Su amiga cantaba ajena a todo lo demás mientras mecía al niño que iba cerrando lentamente los ojos, arrullado por la hermosa y aterciopelada voz de su madre.

 

-¿Quién puede decirme si tenemos Cielo?

-¿Quién puede decirme la forma en la que debe ser?

-Sagrada Luz de Luna, el cometa Sappho

-Lágrimas de un ángel debajo de un árbol

 

-Hablas tras la llegada de la mañana

-En tanto ves la nueva aurora

 

-Nubes en carmesí

-La llave del Cielo

-Un amor tallado en Caoba

 

-Alguien me habló de las rosas chinas

-Una y mil noche y una noche

-La última imagen de la Tierra, el fin de la tarde

-Matices de índigo y azul

 

-Una nueva Luna me lleva

-A bosques de sueños  que sigo

-Un nuevo mundo me espera

-Mi sueño, mi camino

 

-Sé que si tengo un Cielo

-No hay nada más que desear

-La Lluvia y  un rio, un mundo de maravillas

-Puede ser el paraíso para mí

 

-Aaaa

-Aaaa

-Aaaa

-He visto el Sol

-He visto las estrellas

 

(ENYA China Roses, crédito al autor)

 

Por fin Asthel se quedó dormido y Amatista concluyó su canción, entonces las admiradas chicas se acercaron a saludarla.

 

- ¡Nunca había sentido una atmósfera de paz y amor semejante! ¡Ha sido algo maravilloso! - Afirmó Sandy totalmente fascinada por aquel encanto. -

- ¡Es una canción preciosa! ¡La más bonita que jamás hayas escrito! - Terció Idina que preguntó sorprendida e incluso emocionada teniendo que enjugarse algunas lágrimas. - ¿Cuándo la has compuesto, Amatista?...

 

            Su amiga las observó casi con estupor, como si retornase de un lugar muy lejano, se limitó a sonreír respondiendo con tono sincero y restándole importancia a aquello.

 

- No es mía.  Veréis, chicas. A veces tengo la sensación de que alguien me enviase lo que debo cantar. En realidad no soy consciente de cómo empiezo, es como si me sumiera en una especie de sueño.

- No sé cómo explicarlo, – intervino Katherine que apenas sí pudo decir visiblemente emocionada también. – Es como si una gran paz hubiera descendido de pronto sobre mí al escucharte.

- Es algo tan bello que no puede ser de este mundo.- Suspiró la también conmovida Kerria que añadió inspirada por aquel momento. - Amatista, chicas, tengo que deciros algo...

-¿De qué se trata?...- preguntó Kathy con interés, pues por el tono de su prima, la declaración  iba a ser importante. -

- Veréis, intenté contárselo a Amatista el otro día, pero no pude, ¿te acuerdas? vino Leval y no quise decirlo delante de él y mis padres, prefiero que primero lo sepáis vosotras.

 

            Así fue, cuando cuidó al bebé, y tuvo un momento a solas con su cuñada, había estado dispuesta a confesarle aquello, por la llegada del resto la disuadió.

 

-¿Qué es, Kerria?...- inquirió también Amatista, ahora  con tono serio. - Pareces preocupada.

- Más bien algo asustada y emocionada,- confesó la interpelada - ¡pero lo deseo tanto!,...- todas la miraron intrigadas hasta que les desveló. - Quisiera tener un hijo...como tú. He sentido cosas maravillosas cuando tuve en mis brazos a tu niño. Cada vez que estoy cerca de él, noto como si todo en el universo estuviera en armonía. Desearía sentir la misma sensación con mi propio hijo...

- Pero, un hijo, de repente. Lo has decidido así, tú sola… ¿tu pareja lo sabe? - objetó Idina desconcertada. –

-Se lo he comunicado a Samantha por holo mensaje hace unas pocas horas. Antes de venir aquí, me llegó contestación. Ella al principio se sorprendió mucho también, seguro que pensó que estaba loca, pero al final estuvo de acuerdo conmigo.

           

            Más exactamente, Samantha se quedó con la boca abierta. Apenas fue capaz de responder, tras la espera de rigor.

 

-¿Un hijo? Pero...¿cómo te ha dado por eso ahora?

-¿Es que no quisieras que fuésemos madres?- Le preguntó una a su vez algo decepcionada Kerria.-

-Sí, bueno...claro que eso sería maravilloso, pero ¿Ahora?

-Somos jóvenes, estamos en una relación estable. Tendremos el apoyo de mi familia. -Enumeró  su interlocutora.-

-Y tienes que acabar derecho, y eres una justiciera. Y yo no paro de trabajar.- Argumentó una escéptica Samantha a su vez, para añadir, tratando de ser más cuidadosa en su tono.-Mira. Será mejor que lo hablemos detenidamente cuando vuelvas.

-¿Entonces, no te gusta la idea?- Inquirió una apenada Kerria.-

-No he dicho eso, la idea es preciosa.-Quiso animarla Sam, afirmando, eso sí.- Pero tenemos que hablarlo y planificarlo con mucho detalle.

-Sí, tienes razón.- Admitió su pareja, declarando con mejor ánimo.- Hablaremos cuando vuelva.  Perdona Sam, sabes que soy muy impulsiva a veces.

-¿Solamente a veces?.- Sonrió su novia, remachando con cariño.- Estoy deseando tenerte entre mis brazos. Y que hablemos de esto con calma...

 

            Kerria convino en eso y se despidió de su novia. Ahora volviendo de esos recuerdos, escuchó a Kathy preguntarle.

 

-¿Y cómo lo haréis?.- Quiso saber Katherine deseando no molestar a su prima con ese espinoso asunto, aunque no tenía opción y lo planteó abiertamente. - Me refiero a que vosotras dos sois mujeres. ¿Quién de vosotras lo tendrá?

- Me gustaría tenerlo yo.- Afirmó su prima. -

- Pero, necesitaréis un donante - objetó Amatista -...alguien... ¿tienes idea de a quién se lo pediríais?..

- De eso no hablé con Samantha. Prefiero dejarlo para cuando esté con ella de vuelta en la Tierra. Supongo que estará de acuerdo cuando se lo proponga. Tras pensarlo muy detenidamente quisiera pedírselo a Brian.

- Ese chico siempre te ha querido mucho. – Afirmó Amatista, aseverando con pleno convencimiento. – Seguro que le harías muy feliz si se lo pidieras.

- Ya no estoy tan segura de eso. Ahora él tiene otra vida. – Suspiró Kerria que, sin embargo, añadió con seguridad. – Pero, como tú misma has dicho, sé que él me quiere y deseo un hijo que venga concebido de manera natural y con amor por sus padres. Igual que el tuyo y el de mi hermano.

 

Todas se miraron sorprendidas. Desde luego que esa frase podría querer significar algo más que ser un simple donante. Pero pasaron de puntillas sobre ello…

 

- Es un paso muy importante,- terció Sandy con voz reflexiva para preguntarle. -¿Lo has pensado bien?...

- Sí, lo deseo mucho,- afirmó Kerria que, haciéndose cargo de las circunstancias, admitió.  - Ya sé que podéis pensar que por mis inclinaciones quizá no pueda tener los mismos deseos de ser madre, como tendría cualquier mujer heterosexual.

- ¡No digas tonterías, Ky!- Exclamó Amatista, alegando a su vez. -¿Por qué íbamos a pensar eso? Tú eres buena y cariñosa, pocas mujeres podrían ser mejores madres que tú. Pero debes decírselo a tus padres sin vacilar. ¡Seguro que te apoyarán!

- Estoy de acuerdo con Amatista. – Convino Sandy agregando animosa. - Apenas te conozco pero detecto en ti mucha bondad y si mi madre, siendo una diablesa, pudo tenerme y quererme a mí, no veo por qué no podríais tú y tu compañera criar a un hijo. Además, te entiendo muy bien, yo también deseo tener un bebé cuando Coraíon y yo nos casemos. Quiero darle todo el amor que yo no pude tener cuando mi madre murió.

 

            Eso hizo meditar y animó a Kerria a partes iguales, esa muchacha tenía un pasado impactante. Tal y como les confesó, su madre había sido una súcubo que se volvió prácticamente humana por amor, la tuvo y murió tratando de protegerla a ella y a su padre del ataque de unos sectarios. Si la historia de Sam había sido terrible, casi parecía de cuento de hadas comparada con las pocas pinceladas que esa chicas les dio de la suya propia. Y si en virtud de aquellas facultades que decía poseer la alentaba a ser madre, por algo sería.

 

-¡Adelante con ello! - La instó jovialmente Idina también, permitiéndose bromear. - De ese modo no me quedaré en paro. ¡Siempre hacen falta niños que educar!

 

            Eso la hizo reír, su prima ya había terminado su carrera de magisterio e incluso había encontrado trabajo como maestra  allí, primero en la SSP-1 y  después posiblemente la fueran a destinar pronto al planeta Bíos.

 

- A mí no me van tanto los críos, pero comprendo que es algo muy bonito. – Opinó Katherine que también se sumó al optimismo y al humor general al agregar. - Todas te apoyamos, y estoy segura de que Sam y tú seréis unas madres perfectas, pero no me pidáis a mí que cambie los pañales ¿eh?

 

            Las demás se rieron y Kerria asintió, sonriendo agradecida. Todas las chicas le sonrieron a su vez dándole su apoyo, mientras tanto el pequeño Asthel aun dormía. Eso rememoraba durante su viaje de vuelta con su familia. Su compañera la esperaba en el astropuerto de Nueva York. Por su parte, la publicista no podía dejar de recordar lo sucedido hacía tan poco tiempo. Toda la historia del mundo había dado un vuelco y todavía apenas si era capaz, al igual que el resto de la población, de asimilarlo. La mujer nunca podría olvidarlo. Cuando, una mañana, aquel agujero negro inmenso apareció en el Cielo. Ella estaba trabajando, su compañero de entonces Bob, con el que había tenido unos meses anteriores algo tensos, estuvo muy amable sin embargo. Fue de hecho quién dijo…

 

-¿Qué demonios es eso que hay ahí?...- Indicaba apuntando con un dedo hacia el exterior, a través de una ventana.-

 

            Samantha miró por inercia y quedó asombrada.

 

-¡Dios mío!- Pudo exclamar.-

 

            Rápidamente alguno de sus compañeros conectó una televisión. Las noticias de todas las cadenas hablaban de eso. Misteriosos agujeros negros que iban creciendo en los cielos de todas partes del mundo. Se entrevistaban a expertos astrofísicos que no parecían saber qué era aquello. Muchos gobernantes llamaban a la calma y se ordenó a la población encerrarse en sus casas. Pero Sam sabía que era cuestión de horas que el pánico más absoluto se adueñase de la ciudad. Quiso regresar de inmediato a casa con Kerria. Y como si le hubiera leído el pensamiento, fue precisamente Bob quién le dijo.

 

-Vete, ve con ella. No te preocupes. De hecho, creo que todos deberíamos marcharnos a pasar el tiempo con nuestros seres queridos. Antes de que se colapsen las carreteras.

 

            La muchacha asintió, le sonrió agradecida y no lo  dudó. Durante ese tiempo, tras haber mejorado mucho su opinión acerca de su compañero, un día, al poco de haber sido de alta del hospital tras el secuestro y la agresión que sufrió, se decidió a contarle la verdad sobre ella misma. Aprovechando que estaban a solas en la oficina, ella le comentó.

 

-Perdóname, Bob, no he sido justa contigo.

 

            Aunque él le dedicó una mirada de extrañeza queriendo saber.

 

-¿A qué te refieres, Sam?

 

            Ella suspiró, y entonces contestó con voz queda.

 

-Sé que has tratado de ser amable conmigo, me has propuesto salir, incluso te tomaste muchas molestias para invitarme a lugares realmente caros.

-Bueno.- Sonrió forzadamente él.- Yo sólo…

 

            Empero, ella no le dejó concluir, enseguida respondió yendo directa al grano.

 

-Yo estuve casada, eso no terminó nada bien, mi marido era un maltratador, me lo hizo pasar muy mal..

-Vaya, no lo sabía, lo siento mucho.- Repuso él realmente impactado.-

-Tú no tienes la culpa. Hace poco salió de la cárcel y comenzó a acosarme de nuevo. Tengo algunos amigos en la policía que conocen a una de las justicieras que hay por aquí cerca. La Dama del Hielo.

-Ya, comprendo.- Musitó él bajando la mirada.-

 

            Samantha entonces le miró a los ojos tomando una mano de él entre las suyas y le musitó.

 

-Lo siento, ella te confundió con él. Yo recibí una llamada amenazadora desde tu teléfono…

-Pero lo perdí.- Se justificó él.- Hasta lo denuncié, se lo dije a esa mujer, pero no me creyó.

-De veras que lo lamento mucho. -Insistió Sam, para explicarle.- Pero en ese momento eras el único sospechoso en el que podíamos pensar. No sabíamos que mi ex marido había salido de prisión. Luego él me secuestró y…

 

            Tuvo que parar dado que estaba llorando. Bob la miró con pesar, durante unos instantes ninguno habló hasta que él finalmente fue capaz de decir, tomado por la lástima.

 

-Lo siento mucho, Sam. No tenía ni idea. Jamás quise parecer un acosador. Es que tú me gustas, me gustas mucho. Y quisiera que me dieses una oportunidad.- Confesó., afirmando enseguida con énfasis.- Te juro que yo no soy como ese ex marido tuyo.

 

            Ella se rehízo, ya sabía eso, pero no había imaginado que él fuera a declararse. Al poco le confió a su vez.

 

-Me siento muy halagada, pero ya hay una persona en mi vida. Tengo pareja desde hace unas semanas y salgo con ella.

-¿Algún tipo de por aquí?- Inquirió él, que parecía dolido al enterarse de eso.-

 

            Samantha le miró una vez más, ahora con expresión apurada y se atrevió a musitar.

 

-No es un hombre.

 

            Eso dejó a Bob estupefacto, incluso llegó a abrir la boca ante aquella revelación, Sam apenas pudo esbozar una tímida sonrisa, casi le divertía ver el efecto que había causado en ese pobre tipo. Al fin, él pudo casi balbucir.

 

-Bueno, yo…entiendo…siento haberte molestado, Samantha. No se repetirá…

-No tienes nada por lo que disculparte, pero mi vida… las cosas son así.- Pudo sentenciar la joven.-

 

 

Y desde entonces, Bob cumplió su palabra. Seguía siendo amable con ella, y trabajaban bien juntos. Aunque Samantha no le reveló la identidad de su pareja. Sin embargo, ella creyó que su compañero lo sabía, pese a que tanto Kerria como ella, cuando se veían por la discográfica, jamás evidenciaban nada. Ahora ese hombre la invitaba a irse y Sam aceptó. Deseaba estar junto a su amada por si llegaba el fin. Pero antes de salir de allí, alguien apareció. Era Roy, ¡Se había materializado de la nada! Nadie era capaz de pronunciar palabra, todos le observaban visiblemente sorprendidos. Fue entonces cuando el recién llegado declaró.

 

-No os asustéis, esto no es nada de particular. Sam, dame la mano. Nos vamos a casa.

 

            La chica asintió, todavía en estado de shock. En cuanto aferró la mano del padre de su pareja los dos desaparecieron de allí. Al instante reapareció en el salón de la casa de los Malden. Allí, Bertie y Kerria aguardaban…

 

-Pero. ¿Cómo lo has hecho?- Le inquirió a aquel hombre que ahora la miraba sonriendo con afecto paternal.-

- Ha llegado el momento de que te contemos algunas cosas, Sam.- Terció su novia.-

-¿Algunas cosas?... ¿Cómo cuáles?- Se interesó la joven.-

 

Por toda réplica Kerria le sonrió con ternura y ante la asombrada mirada de su pareja, gritó elevando un brazo.

 

- ¡Corazón puro del Hielo, dame el poder!...

 

Y tras una secuencia de luces y vueltas sobre sí misma increíbles, Kerria apareció convertida en una Justiciera, la Dama del Hielo.

 

-¡Eras tú!- Exclamó Sam llevándose una mano a la boca, sin poder creer lo que veía.- ¡Fuiste tú la que me salvaste!…

-Te lo contaremos todo de camino. - Intervino Bertie.-

 

            En efecto, la atónita muchacha se percató de que allí también se hallaba otra de esas justicieras, o mejor dicho, era una famosa Sailor, la guerrera de Mercurio. La recordó, ella y la Dama del Hielo, ¡ahora sabía que fue Kerria! la salvaron de su ex marido. Cuando él la secuestrara meses atrás. Ahora fue la misma sailor quién le comentó.

 

-Tú y el resto de la humanidad preparaos, vais a ver algo que será recordado durante generaciones. ¡La salvación del Mundo! ¡Del Universo entero!… Hoy al fin veréis a la reina Serenity y al rey Endimión desplegando su inmenso poder…

 

            Y al poco de decir eso, Roy les pidió a todos que se dieran la mano, desaparecieron reapareciendo en casa de otro grupo de personas con otra sailor allí. Luego volvieron a unirse todos y desaparecieron otra vez. Al final, surgieron en medio de un campo, ¡estaban en otro país! Sam no pudo creerlo pero lo vio. Esa mujer rubia, tan etérea y elegante, junto con otras dos chicas de largos cabellos, negros los de una y rosados los de la otra, elevándose al Cielo y emitiendo esos resplandores plateados, y otros muchos allí reunidos, incluyendo a Roy, refulgiendo en tonos dorados, plateados y en muchos colores más. El padre de Kerria y otro hombre tan imponente como él, que brillaba con los mismos destellos entre dorados y amarillos, elevando los brazos y creando una gigantesca esfera de luz que arrojaron combinada con el poder de aquellos jóvenes. Finalmente un inmenso y blanco resplandor y después todo había terminado. Esos agujeros negros habían desaparecido como si jamás hubiesen estado allí…

 

-El día de la Salvación fue llamado.- Pensó admirada.-

 

Sam recordaba todo eso con incredulidad. ¡Y eso que lo había visto en primera persona! Aquella mujer esplendorosa, era la mismísima reina Serenity. La soberana de todas las sailors Guardianas. Aunque lo que jamás pudo imaginar era que su propia pareja fuese una de ellas.

 

-No cariño, - Le matizó una ufana Kerria cuando así se lo comentó.- No soy una sailor, solamente soy una justiciera.-

-Pero, vistes igual. ¿Es que no es lo mismo?- Inquirió ella sin comprender.-

-No lo es. Hay algunas diferencias importantes, pero lo fundamental es que todas luchamos contra la injusticia y por el bien.- Le sonrió su novia, momentos después de besarla con pasión.-

 

 Y la vida continuaba. Tras esa fenomenal actuación, y el discurso que dieron Serenity, su marido e incluso el rey de aquellos guerreros que brillaban en tonos dorados, la Asamblea de Naciones Unidas había votado por una gran mayoría investir a la reina de la Luna y a su esposo, el rey Endimión, como Soberanos de la Tierra. Kerria estuvo allí, como la Dama del Hielo, y, por si fuera poco, Samantha supo más tarde que los soberanos del planeta de los saiyan, aliados de Serenity, eran parientes de los Malden. ¡Nada menos que los tíos de su pareja! A pesar de ello, tanto Roy como Bertie no quisieron darse a conocer ante la opinión pública por eso, optando por una vida tranquila y apartada de aquello. Ella lo comprendía y daba gracias por esa decisión. Ya eran bastante famosos, él por su faceta de entrenador y ex jugador de baloncesto, y su hija por ser cantante y ahora una conocida activista por los derechos de los homosexuales, amén de haber dado ejemplo de coraje y valor al admitir públicamente su condición de lesbiana en un programa de máxima audiencia. Y en tanto aguardaba la vuelta de su novia, Sam recordó también unas fechas más recientes, cuando estuvo pasando la Navidad con su propia familia. No supo, ni tuvo valor para confesarles su propia relación, pero sentados a la mesa en Nochebuena sacaron varios temas. Entre ellos, sus padres y su hermana hablaron de esos reyes de la Luna y de la propia Kerria.

 

-No sé qué más podré hacer. Mis padres nunca lo aceptarían.- Se dijo con tristeza mientras recordaba.-

 

Samantha estaba sentada junto a su hermana Teresa, el cabeza de familia presidía la mesa y su madre estaba frente a ellas. Los suyos eran de fuerte raigambre protestante. Su padre, aparte de ser contable, ejercía como reverendo en su congregación. Desde luego que no era ni el mejor sitio, ni el mejor momento  para que ella confesase sus inclinaciones. Y menos tras lo sucedido en las últimas fechas. Antes de comenzar la cena, el señor Wilson bendijo la mesa con unas breves palabras de oración siendo secundado por el resto de la familia. Después empezaron. Al poco fue el patriarca el que comentó.

 

-Ya iba siendo hora de que nuestra familia volviera a reunirse. Desde aquel extraño suceso, apenas si nos habíamos visto.

-Por suerte, gracias a la reina Serenity, el mundo ha continuado. - Intervino Teresa con una leve sonrisa.- O no hubiéramos podido celebrar la Navidad.

 

            Terry, como la llamaba cariñosamente Samantha, era su hermana pequeña. Estaba todavía acabando la universidad y quedó muy impresionada con aquella maravillosa demostración de poder de la soberana lunar. Desgraciadamente eso no se aplicaba a sus padres. Sobre todo al señor Wilson que, tras dedicarle una severa mirada, rebatió.

 

-¡Ya estamos con lo mismo otra vez! ¿Hasta cuándo tendré que oír la misma historia?

-¡Pero papá! - Comentó Terry.- Ella y sus amigos nos salvaron a todos.

-No hicieron nada más que la voluntad de Dios. Fueron los instrumentos del Altísimo, como lo fue Moisés cuando sacó a los hebreos de Egipto, y les libró de la cólera del faraón. Si es que esa llamada amenaza no fue una simple advertencia.- Replicó su interlocutor afirmando categóricamente.- En este mundo de pecado nos hemos apartado tanto de Nuestro Señor que tuvo que enviarnos una señal. Quizás esa mujer y los otros actuaron como su instrumento, o quizás solo quisieron aprovecharse. No lo sé. Pero eso de que ella y su esposo fuesen nombrados reyes de la Tierra. Es un grave pecado de soberbia por su parte. El único príncipe de la Tierra es nuestro Señor.

 

            Hubo un espeso silencio en la mesa, durante unos instantes ninguna de las mujeres se atrevió a decir nada, hasta que la madre de ambas muchachas convino con su marido.

 

-Por supuesto. Además, ¿Cómo sabemos efectivamente que aquellos agujeros desaparecieron por obra de esa señora? Estoy de acuerdo con vuestro padre. Fue un aviso del Cielo. Nos quiso decir que dejásemos de pecar y que nos comportemos rectamente. Apartad los vicios y las iniquidades de vosotros. Aunque admito que esa llamada reina habló bien, palabras como amor y amistad son bellas palabras…

-No te fíes.- Intervino su esposo con patente desconfianza.- Hoy día se utiliza la palabra amor para fines realmente deplorables. Todavía recuerdo el programa ese donde salió aquella cantante, que, por cierto, era cliente tuya.- Añadió dirigiéndose a Sam a la que el corazón parecía haberle dado un vuelco en cuanto escuchó eso.-

-¿Qué cliente?- Preguntó ella con el tono demudado, aunque de sobra lo sabía.-

- No me acuerdo de su nombre, era una depravada. Se atrevió a confesar que le gustaba tratar carnalmente con otras mujeres y a eso le llamaba amor. ¡Una descastada y una impúdica! Eso es lo que es. No comprendo cómo puedes trabajar con personas así. Debe ser del estilo a esa reina, o lo que sea.

-Papá, por favor. La conozco, es una buena persona. - Pudo protestar Samantha aunque sin elevar el tono.-

- ¿Cómo va a ser buena alguien que presume de sus desviaciones y anima al resto de la gente a seguir su ejemplo?- Espetó su interlocutor con patente disgusto.- Y esas otras dos, las que se decían de su grupo…seguramente serán lo mismo que ella.

-Creo recordar que ellas dijeron que no...- Se atrevió a corregirle Terry.-

-Que dijeran sí o no da igual. ¡Cualquiera se fía de ellas! - Rebatió su padre para sentenciar.- Se complacían en secundar a la otra.

-Sí, es cierto. Recuerdo que una dijo que le gustaban mucho los hombres y otra que estaba pensando en volverse… ¡oh! No puedo ni repetirlo, ¡qué vergüenza!- Terció la señora Wilson.-

 

            Sam suspiró, quiso desde luego defender a Kerria y a sus compañeras y pudo replicar con tono paciente y conciliatorio.

 

-No fue así, mamá…Lo estás sacando de contexto. Una dijo que a ella le gustaban solamente los hombres…y la otra que esperaba encontrar novio. ¡E hizo una broma inocente! Pero nada que ver con lo que crees. Hazme caso, las conozco. Son unas chicas muy normales y muy agradables.

- ¡Lo que hay que oír! Desde luego, hija, no tienes remedio. Eres demasiado ingenua. - Suspiró su interlocutora, recordando de seguido.- Primero lo de ese loco de Steve, ahora defiendes a esas libertinas.

 

            Eso no le sentó nada bien a Sam, ¿Qué quería decir su madre? ¿Acaso no quedó bien claro que su ex marido era un maltratador?...Y sobre todo, le recordaba los terribles momentos que había sufrido a manos de ese perturbado. Algo que no se había atrevido a contarles. Temblaba de impotencia y de rabia. Por suerte ella no tuvo que hablar, fue Terry la que intervino con manifiesta incredulidad.

 

-¡Mamá! Ese tipo era un enfermo. Maltrataba a mi hermana.

- Por eso mismo.- Declaró su madre dirigiéndose a Samantha.- No es la primera vez que a ti, hija, te engañan. Y eso que Steve parecía encantador.

-No fue tan sencillo.- Pudo decir la aludida que, desde luego no deseaba recordar aquello cuando sentenció.- Las apariencias engañan. Tú misma lo has dicho, parecía encantador. A todos nos embaucó.

 

            Ante eso al menos  los señores Wilson no pudieron oponer nada. Sam lo sabía y de este modo quiso zanjar ese enojoso tema. Ojalá pudiera haberles dicho a sus padres que Kerria además era una de las justicieras, y que la salvó de ese canalla. Pero aquel era un secreto que debía permanecer oculto. Incluso más que el de su propia tendencia sexual. Ahora, volviendo su mente al momento en el que estaba, suspiró. También ella guardaba otros secretos. Su vida desde luego en la adolescencia no fue nada fácil y comprendía hasta cierto punto que sus padres reaccionaran así. De joven tuvo algunos líos, borracheras, pero fueron solamente eso, juergas universitarias. Luego todo cambió, se hizo una mujer responsable y se licenció en marketing y finanzas. Tras la mala experiencia de Steve entró a trabajar en su empresa de publicidad. Allí, gracias al Cielo, conoció a su actual pareja. Y por fin la vio llegar desde la terminal. Enseguida se aproximó para saludarla. Ambas se dieron un beso de forma discreta para no llamar la atención. Mientras volvían a la casa de los padres de Kerria hablaron del viaje...

 

-¿Y tus padres?- Quiso saber extrañada de no verles allí.-.

-Han pensado que querría verte a solas.- Sonrió la joven.- Nos esperarán en casa.

-¿Cómo están Amatista, Leval y tu sobrino?...- preguntó Samantha. -

-¡De maravilla...el niño es tan precioso...están muy felices!- Replicó Kerria muy contenta. -

- Por eso has pensado en tener un hijo.- Le comentó su interlocutora con gesto perspicaz. -

- Si... ¿qué te parece la idea? - Le inquirió su pareja muy pendiente de su semblante. -

- Hay muchos problemas...muchas cosas que debemos meditar detenidamente antes de dar ese paso...- repuso Sam en actitud pensativa. -

-¿Tienes miedo a lo que piense la gente?..- Quiso saber su compañera. -

- Eso es lo que menos me preocupa. - Negó Sam que de inmediato le preguntó. - Por ejemplo Kerria, ¿te has parado a pensar quien sería el padre?.....

- Hay una persona a la que me gustaría pedírselo...- susurró ella mientras entrelazaba sus manos a la altura del pecho. -

- Brian, ¿se trata de él, verdad?...- comentó Samantha mirando inquisitivamente a su compañera  que asintió. - Tiene novia y a ella no creo que le haga mucha gracia la idea.- Objetó con preocupación. -

- Es verdad.- Admitió Kerria que sin embargo dijo. - Pero tendría que preguntárselo....

- Yo no me opongo a que tengamos un niño o una niña, pero quizá sería mejor un donante anónimo.- Propuso Samantha. -

- A eso me opongo.- Rebatió su pareja negando con la cabeza -....no quiero que el padre de nuestro hijo sea un desconocido...por favor Sam....- le pidió  mirándola de forma suplicante. -

 

            Ésta la observó realmente sorprendida, al parecer aquello significaba mucho para su compañera, desde luego era un tema muy importante, no debía tomarse a la ligera. Samantha recordó como alguna que otra vez habían hablado de ello, pero ninguna parecía sentirse preparada. Tanto Kerria como ella misma deseaban continuar con sus respectivos trabajos y con su relación sin tener semejante responsabilidad. Pero ahora, después de la vuelta de Bios, notaba muy cambiada a su compañera en ese sentido. ¡Era como si tener un hijo se hubiera convertido, de repente, en algo primordial para ella! No obstante, si lo tenía con Brian sería como si diera a entender que sentía algo más por aquel muchacho que una mera amistad, incluso una amistad entrañable o fraternal. De ser así, no habría pensado siquiera en la posibilidad de que ese muchacho fuera el donante. En su fuero interno a Samantha aquello no le gustaba, tardó en responder, pero al fin creyó dar con algo adecuado.

 

- Podríamos hacerlo de otra forma. Si quieres yo puedo ceder un óvulo y pedirle....no sé si te gustará la idea.-

-¿Pedírselo  a quién..?..- preguntó Kerria mirándola con ansiedad. -

 

            A Sam no se le hacía fácil lanzar su propuesta pero finalmente se decidió aunque con tono algo dubitativo.

 

- Para que ese niño sea lo más posible de las dos, tú podrías tenerlo con un óvulo mío y que tu hermano fuese el donante...

-¿Qué? - Exclamó Kerria quedándose muy sorprendida aunque reaccionó objetando enseguida. -Pero Leval ya tiene un hijo, está casado con mi mejor amiga y ¿cómo se lo tomaría Amatista? Sería el hermanastro de su hijo en lugar de su primo ¿Y mis padres? - ¿Qué pensarían?, podrían llegar a creer que es una especie de incesto.

- Pero sería un óvulo mío el que lo concebiría, no tuyo. - Opuso Sam para descalificar aquello. -

- Ya lo sé, es que sencillamente sería mi sobrino, y el hijo de mi propio hermano. Legalmente podría ser muy confuso. –Objetó Kerria que realmente se sentía muy incómoda con esa posibilidad. –

 

            Aunque quizás ese fuera un argumento muy endeble, pero estaba claro que a su pareja eso no le gustaba en absoluto. De todos modos, Sam parecía haber pensado eso cuidadosamente para que todos ellos participasen de un modo u otro en la concepción de ese bebé. Pero por eso mismo, tanta mezcla era algo muy raro. A Kerria le parecía que algo extraño pasaba con su pareja y le dedicó una perpleja mirada. Apercibiéndose de ello Samantha suspiró y a su pesar, declaró.

 

- Quizá no sea tan buena idea. Tienes razón. Seria comprometer la vida de tu hermano y de Amatista. Bueno - cedió no sin resignación - si es lo que deseas, podemos probar con Brian.

 

            Kerria abrazó a Samantha, eso significaba mucho para ella. Poco después llegaron a casa. Cuando les contaron lo ocurrido a los Malden ambos se alegraron para sorpresa de las dos mujeres. Roy exclamó entusiasmado.

 

-¡Tener otro nieto! ¡Estupendo chicas! Esto hay que celebrarlo.

- Es una idea muy bonita.- Añadió Bertie que sin embargo y haciendo honor a su carácter más reflexivo les comentó. - Pero hijas, ¿lo habéis pensado bien? Sois muy jóvenes todavía, es una gran responsabilidad, y a Brian también debéis pedirle su opinión...

-Yo pronto cumpliré los veintisiete.- Aseveró Samantha.-

- Sí.  Y yo voy camino de veintitrés. Tampoco soy una cría. Y en tanto pudiéramos formalizarlo todo pasará algún tiempo. Por otra parte, a Brian le conocemos bien, es un chico estupendo, sano y fuerte. Además de atractivo. –Sonrió Kerria ante la cara de pasmo de Samantha y agregó con jovialidad. - Si vamos a tener un niño o una niña mejor que sea guapo ¿No creéis?

- Estoy de acuerdo. Realmente no creo que pudieras escoger a nadie mejor. – Terció Roy.-

 

Y desde luego que parecía cada vez más entusiasmado con  la idea. Si ese chico no había podido ser su yerno, al menos de ese modo podría ser parte de la familia.

 

- Pues mañana mismo le llamaré para ir preparando el terreno.- Respondió su hija. -

- Sí, es algo que no se puede decir de golpe. – Convino su madre indagando a Samantha.  - ¿Tú qué opinas Sam? También eres parte de ello.

- Bueno, es cierto que Brian es un buen muchacho. Kerria tiene razón. - Agregó tratando de parecer más segura e incluso de auto convencerse de ello. - Es el mejor padre posible para el bebé.

 

            Los demás asintieron con aprobación y así quedó decidido. No obstante, a Bertie no se le había pasado por alto la expresión en la cara de Sam. Tan pronto como pudo, quiso tener unas palabras en privado con esa muchacha. Aprovechó que Kerria había ido a deshacer las maletas y que Roy estaba fuera, haciendo algo de ejercicio en el gimnasio. 

 

-¿Tienes un momento, querida?- Le pidió a la pareja de su hija.-

-Claro Bertie.- Repuso ésta con cordialidad.-

 

            Beruche la indicó que la siguiese y las dos tomaron asiento en el sofá del salón. Allí, la madre de Kerria puso sus manos sobre las de la muchacha y le comentó con suave tono y bastante consideración.

 

-Sé que esto te hace sentir muy incómoda…y que a diferencia de mi hija tú tienes dudas, Sam. ¿No es así?...

 

            La azorada muchacha no supo que replicar. Parecía que su interlocutora le estuviera leyendo el pensamiento. Apenas sí pudo musitar.

 

-Kerria tiene mucha ilusión, desea que el padre sea Brian, y lo entiendo… tienen una relación muy especial.- Remachó bajando la cabeza.-

 

            Bertie elevó la barbilla de aquella chica con uno de sus dedos y le pidió de forma muy afectuosa.

 

-Mírame Sam…y escucha bien lo que voy a decirte… es cierto. Mi hija y Brian tienen una relación muy especial. Va más allá de la amistad, incluso más allá del amor en muchos terrenos. Pero hay una cosa que también es cierta.

-¿Cuál?- Pudo decir la joven con tono trémulo de voz, luchando por no derramar lágrimas tras escuchar aquella cruda realidad.-

 

            Y su contertulia le sonrió ahora con patente cariño y le respondió.

 

-Que tú eres la persona que mi hija ha elegido para compartir su vida. Y eso no cambiará. Cree lo que te digo. Conozco a Kerria muy bien. Soy su madre después de todo.

-¡Ojalá fuera tan fácil de creer para mí!, pero es que un hijo es algo tan fuerte…es un vínculo muy grande…-Opuso Samantha.- Kerria podría pensar que el bebé tiene derecho a tener a su padre a su lado. Y lo entiendo…

-Nadie dice que el bebé no tenga derecho a tener a su padre. – Afirmó Beruche.- Lo único que te digo que ella te quiere a ti. De no haber sido así, se habría casado con Brian haría ya mucho tiempo. Y el muchacho además ya tiene su propia pareja…que es otra cosa muy importante a ponderar.

 

            Como Sam parecía seguir inmersa en la zozobra, su teórica suegra agregó…

 

-Mira Samantha. Eres una chica maravillosa. Mi esposo y yo te queremos como si fueras otra hija. Y lo que es más importante. Kerria te ama con todo su corazón. Creo sin embargo que sois jóvenes todavía, pero también sé que sois capaces y que tenéis mucho amor por entregar. Confía en lo que te digo. El bebé os unirá más todavía. Y seréis muy felices viéndole crecer.

 

            La chica la miró ahora con expresión de gratitud. Esa mujer siempre parecía comprenderla sin tener que pronunciar palabra. ¡Ojalá su propia madre fuera así! Y mirándola a los ojos veía que todo aquello que le decía era cierto. Aunque tenía otro motivo más para su zozobra. Uno que no quería desvelar. Al menos no todavía. Sam esperaba que algún día tuviera el valor suficiente para contarle más cosas de su propia vida a esa magnífica mujer. Si alguien podía entenderla era Bertie. Aunque de momento se conformó con abrazarse a ella y musitar.

 

-Gracias, muchas gracias…

-Todo irá bien querida. Ya lo verás. - Afirmó su contertulia acariciándole maternalmente el pelo.-

 

La joven se sintió mucho mejor y se fue a ayudar a su pareja a colocar sus cosas y de paso a trazar un plan. Tenían mucho de qué hablar. Al día siguiente Kerria llamó a casa de los padres de Brian y le dejó un recado ya que él no estaba, había salido con su novia Rebecca. Cuando volvió a casa el muchacho telefoneó a casa de los Malden de inmediato. Fue Samantha la que apareció en la pantalla del vídeo teléfono.

 

- Hola Sam....me ha llamado Kerria... ¿está ella en casa? - Quiso saber él. -

- Hola Brian. Sí, espera un minuto...ahora viene…

 

La llamó con una voz, la joven apareció en la pantalla pasados unos pocos segundos saludando con simpatía.

 

- Hola Brian... ¿qué tal con Rebecca?..

- Bien, dime Kerria.... ¿querías alguna cosa?  Hace mucho que no sé de tu  vida. -  Repuso él y sonó con un cierto tinte de reproche. -

- Verás...es que he estado en Bios, con mi hermano y Amatista, conociendo a mi sobrino.- Explicó ella a modo de justificación. -

- Lo siento, no lo sabía. Me gustaría verte y que charlásemos de ello. Sobre todo que me cuentes como les van las cosas a Leval y a Amatista.

-De maravilla, son muy felices con su hijo.- Sonrió la muchacha.-

-Pues estoy deseando que me cuentes más. Samantha y tú podríais cenar conmigo esta noche.- Propuso más animadamente  él. - ¿Qué decís?..

- Por mí está bien. Es una idea estupenda, Kerria.... ¿no crees?...- le dijo Sam con expresión neutra y no demasiado entusiasmo en su tono.  -

- Pues - susurró la muchacha algo dubitativa – sí, si lo es...pero mejor vente tú a cenar a casa, Brian.- Añadió de forma más jovial. - Yo te he llamado y lo justo es que haga de anfitriona. Además, mis padres se van a cenar fuera. Vente a las ocho.

- ¿Vas a cocinar tú?- Le inquirió el chico con cierto tonillo de chanza, para añadir sin darle tiempo a ella a replicar. - ¿Puedo hacer antes mi testamento?

- ¡Qué gracioso eres! – Repuso la muchacha con humor. -

- Vale, a las ocho estaré allí.- Contestó el muchacho que colgó muy contento. -

 

            Samantha y Kerria se miraron ahora más serias, Sam le dijo de forma muy perspicaz...

 

- No has querido cenar en su casa por si sus padres lo oían...vas a decírselo esta noche.

- Sí. - Musitó su compañera alegando. – No tiene mucho sentido demorarlo, cuanto antes pueda darnos una respuesta, mejor. Sólo espero que a él le haga feliz....

 

             Samantha no respondió, pero no dejaba de pensar en eso una y otra vez. Si Brian aceptaba él y Kerria tendrían entonces un vínculo tan profundo que quizás ella misma estuviera de más. Pudiendo tener a su padre con él, ¿para qué iba a necesitarla a ella ese bebé? Pero enseguida pensó en las palabras de Bertie. Ya no estaban solamente ellos, tenían que contar con esa tal Rebecca.

 

-Y si yo fuese ella y me enterase no me iba a gustar demasiado la idea.- Reflexionó.-

 

De todas formas el paso estaba dado y no había vuelta atrás. Aunque alimentaba la secreta esperanza de que Brian se negase. Y posiblemente fuese así. Ya que ese muchacho estaba ahora con esa otra chica y esto no podría suponerle nada más que inquietudes. De modo que esperó y a las ocho en punto el chico estaba allí. Tal y como dijo Kerria, Roy y Beruche habían salido, en realidad para dejarle a su hija y a Sam el campo disponible. Ambas mujeres se vistieron muy elegantes para la ocasión con trajes de noche, negro en el caso de Sam y azul celeste en el de Kerria. El chico se quedó atónito al verlas. Él venía de sport pues juzgaba que aquello no era más que una simple cena amistosa. Le extrañó desde luego el atuendo de las chicas aunque no le dio más importancia y comenzaron a cenar después de un aperitivo. Charlaron sobre asuntos intrascendentes hasta que por fin, Kerria puso el tema sobre la mesa.

 

- Samantha y yo hemos estado pensándolo mucho y a las dos nos hace mucha ilusión la posibilidad de formar una familia, queremos tener un hijo.... ¿qué te parece la idea, Brian?...

-¿Un hijo?- Repitió él que pareció muy sorprendido -¿vosotras?...perdonad. Es que no me lo esperaba. ¿De veras que lo habéis pensado bien? Aun sois muy jóvenes.

-Sí, bueno, eso mismo han dicho mis padres, pero al final no les parece tan mala idea.- Contestó afablemente Kerria.-

- Lo hemos hablado y meditado como corresponde a algo tan importante y creemos que estamos preparadas para dar ese paso.- Respondió Samantha  que sin embargo parecía envarada. -

- Pero alguien tendrá que ayudaros.- Inquirió su contertulio que parecía nervioso al reflejar la obviedad. - Me refiero ¿tenéis pensado quien va a ser el donante?...

- Lo tenemos pensado, pero falta por saber si él estará de acuerdo...- Replicó que Kerria mirándole  fijamente, dejó transcurrir unos instantes y al fin le preguntó  - Brian... ¿querrías serlo tú?

 

 

            Éste se levantó perplejo de la mesa, no podía hablar, no le salían las palabras, al fin pudo preguntar incrédulo.

 

-¿Lo dices de verdad? ¿Yo? ¿El padre de ese niño?.....

- No tienes por qué decidirlo ahora si no quieres....-Contestó Kerria.-

 

La joven lo hizo hablando de forma muy condescendiente y comprensiva, se hacía cargo perfectamente de todo lo que debía estar pasando por la cabeza del muchacho.

 

-¿Cuál de vosotras lo tendría?,- preguntó  con ansiedad mirando a Kerria. -

- No lo hemos pensado aún...- mintió ella mirando de reojo a Sam, ya que podía sentir la tensión de su pareja. -

- Cuando lo tengáis decidido decírmelo, por favor....yo debo pensarlo también, es una responsabilidad muy grande.- Opuso débilmente el desconcertado chico. -

- No te preocupes, tú sólo tendrías que donar...el resto será cosa nuestra.- Terció Samantha de una forma un tanto brusca para lo que solía. – Sin obligaciones de ningún tipo por tu parte.

- Ya, comprendo.- Pudo musitar Brian que miró su reloj y dijo algo cabizbajo. - Es tarde, debo irme ya. Quizá Rebecca haya llamado. Ha sido una cena deliciosa, gracias, hasta mañana.

- Brian…- Kerria algo preocupada por la reacción del chico se levantó proponiéndole en un fallido intento por parecer jovial.  -Espera, te acompañaré....

- No te molestes, de verdad, gracias… - repuso él con voz apagada - conozco el camino...

 

            El chico se marchó de la casa sumido en sus pensamientos, las dos mujeres se miraron Sam le susurró a su compañera con el gesto cariacontecido.

 

-¿Has visto cómo ha cambiado la expresión de su cara? Estaba ansioso y quedó decepcionado cuando le dijiste que aún no sabríamos cuál de las dos será la madre. Está muy claro lo que él desea.

- Sí, me he dado cuenta, ¡pobre Brian! - Repuso Kerria con la voz algo entristecida. -

- Creo que metí la pata cuando le dije que únicamente debía donar y desentenderse del bebé. - Se lamentó Sam agregando consternada. - Fui demasiado brusca, ese chico es muy sensible y se nota que te quiere de verdad.- Kerria miró a su pareja con cara de sorpresa mientras ésta añadía. - A él le entusiasmaba la idea...pero solamente si la madre fueras tú...desea que el hijo sea suyo y tuyo…- reconoció visiblemente  dolida. -

- Pero también debe ser hijo tuyo, Samantha. Si él no lo desea, buscaremos a otro. Hay muchos hombres buenos para darnos un bebé sano con el que podamos formar una familia.

 

Fue lo que repuso su interlocutora, preocupada a la vez que tomaba con suavidad la mano de su compañera y la miraba a los ojos para mostrar su sinceridad  pues se daba perfecta cuenta de que aquello suponía una dura prueba para ella. Samantha se censuró entonces aquella actitud que estaba manteniendo. Su pareja estaba dispuesta a renunciar al padre que real y objetivamente más se ajustaba a ella. Abrazó entonces por la espalda a Kerria mientras le decía suavemente.

 

- No, no sería justo, Brian es el mejor padre que podríamos encontrar. Si quiere que tú seas la madre, adelante. A fin de cuentas era lo que habíamos pensado y francamente, no me imagino a mí como la madre de su hijo. Ni siquiera donando un óvulo para que creciera en tu interior.

 

             Su compañera se volvió a girar más animada y ambas se besaron...pasaron un par de días sin saber nada de Brian, por fin Kerria le llamó y le dijo que ella sería la madre. El chico se alegró enormemente, no pudo disimularlo y sin pensar en nada más le dijo que él estaría dispuesto a ser el padre del niño. Lo único que le preocupaba era que Rebecca tendría que saberlo, de otro modo, la conciencia del chico no le dejaría tranquilo. Kerria no le puso ninguna objeción e incluso Sam llegó a pensar que quizás en el último instante todo se anulase dependiendo de esa otra chica. A decir verdad, por mucho que quisiera persuadirse de que era lo mejor, una parte de ella se negaba a aceptarlo. De modo que Brian se reunió con su novia y le contó lo que ocurría, aunque para su sorpresa, ella reaccionó mejor de lo que cabría esperar.

 

- Bueno, si sólo es eso...serán ellas las que tengan la custodia y el cuidado del niño. ¿No? - Inquirió Rebecca clavando en él sus duros ojos castaños. – Te han dicho que tú no estarías obligado a  nada con él. Espero que pongan eso por escrito.

- Ellas serán las madres pero yo seré el padre y me gustaría tener contacto con el niño o la niña. - Repuso él que así lo deseaba. -

- Eso no puede ser, Brian.- Negó con la cabeza ella balanceando su media melena castaña rojiza, al exponer  -...yo quiero casarme contigo. Hemos hecho nuestros planes y quiero que en el futuro tengamos nuestra propia familia....ya tendremos hijos, pero de verdad.

-¿De verdad? ¡El hijo de Kerria sería mío de verdad! - Exclamó el muchacho visiblemente contrariado ¡…se trataría de un bebé...como cualquier otro! ¿Cómo pretendes que lo ignore?

- Brian, no quiero que nada se interponga entre nosotros. Tú me dijiste que me amabas, ahora es más importante esa Kerria que yo, cuando ella ni siquiera se ha preocupado en llamarte hasta que no te ha necesitado.- Le recriminó ella indignada. -

- No.- Rebatió su pareja con creciente enfado. - Yo conozco a Kerria desde hace bastantes años, salí con ella. Pero ahora la considero como a una hermana, no tiene nada que ver con nosotros. Es más, si ella me ha elegido a mí habrá sido porque también piensa lo mismo...

- Está bien.- Transigió Rebecca  calmándose al comprender que había dado a Brian en un punto muy vulnerable. - Lo siento, no quería decir eso, es que te quiero tanto que no deseo compartirte con nadie. Pero tienes razón, salisteis juntos antes de conocerme a mí y ella y tú lo dejasteis. Kerria tiene esa orientación sexual y no pensaría en ti como puedo hacerlo yo...

           

            Brian asintió y abrazó a su novia para sellar las paces. Pero en el fondo de su corazón aun le dolía más este comentario, quizá porque sabía que era así. Cuando salió con Kerria, al principio lo pasaron muy bien como buenos amigos, pero cuando llegó el momento de tener relaciones íntimas ella nunca pudo. Él fue comprensivo y  pese al dolor que le produjo, se dio cuenta de que aquella chica nunca podría amar así a un hombre, al fin la joven le pidió dejarlo y seguir siendo amigos. Eso fue muy duro para él y le costó bastante tiempo aceptarlo. Ahora ella parecía querer hacerle el mejor regalo que él podría esperar, lo más cerca posible de una autentica unión como hombre y mujer. Eso era lo máximo que nunca podría ofrecerle. Él deseaba aceptar ese regalo, así llamó a Kerria y le dijo que, tras hablarlo con Rebecca, aceptaría...

 

-No habrá ningún problema por su parte.- Le dijo no demasiado animado pese a todo.-

-Gracias, muchas gracias.- Le contestó ella.-

 

             Tras colgar se lo contó a Sam. Las dos se alegraron de la decisión de Brian, sobre todo Kerria. No obstante le conocía bien, lo bastante como para notar que éste tenía dentro de sí una gran tristeza...

 

- Ha aceptado pero le encuentro apenado. – Comentó con voz queda. - Tan diferente de como él suele ser cuando algo le ilusiona.

- Te quiere Kerria, a pesar de todo...él piensa en ti más de lo que te imaginas. Nunca ha dejado de amarte. - Declaró Samantha  que tampoco parecía estar demasiado feliz. -

 

            Y Kerria se apresuró a replicar con su mejor tinte de convicción.

 

- Pero tiene a Rebecca y sabe que tú y yo...

- Lo sabe,- sonrió Sam que añadió comprensivamente. - Pero en su corazón no puede evitar sentir lo que siente y le entiendo muy bien... ¿quién sería capaz de no enamorarse de ti?...

           

            Al oír eso Kerria se sintió emocionada, abrazó a Sam besándola de forma apasionada, pero ahora no dejaba de pensar en Brian. ¿Sería duro para él, tener un simple papel de donante, ayudar a concebir un niño de forma tan fría...y luego se acabó?...en cierto modo se sentía culpable de la ruptura de su noviazgo con él. Nunca quiso llegar a tener relaciones íntimas y el muchacho lo entendió...él jamás le reprochó nada, sabía cómo era ella y no intentó cambiarla.  Y mientras se acostaba con Samantha le daba vueltas en la cabeza a una idea que no sabía si tendría el valor suficiente para realizar....

 

-Debo estar loca, pero…algo me dice que tiene que ser así. Ojalá que no me eche atrás.- Meditaba con zozobra en tanto intercambiaba besos y caricias con su novia.- ¡Perdóname Sam!

 

            Por fin llegó el día, Brian tendría que ir al hospital para donar su esperma. Sin embargo, antes de ir hacia allí Kerria le llamó por el vídeo teléfono, le pidió que fuera a su casa de forma urgente. El muchacho le preguntó si había algún problema pero ésta solamente le insistió en que fuera lo antes posible. Éste acudió de inmediato inquietándose por si hubiese surgido alguna complicación, cuando llegó, la chica le aguardaba y le abrió la puerta con rapidez.

 

-¿Qué ocurre Kerria, algo va mal?...

- Pasa por favor, sube a mi habitación y te lo contaré...- respondió ella con un tono extrañamente misterioso. Ambos subieron mientras el chico le preguntaba por los demás. Kerria dijo que estaba sola en casa, una vez arriba ella cerró la puerta y declaró. - Te he llamado porque debo pedirte algo, Brian...

-¿El qué?...- preguntó él sintiéndose desorientado. ¿Qué sería esta vez? -

- Dame un hijo, Brian.- Musitó la chica que lo  pidió con una expresión tan suplicante en su cara que realmente aturdió al muchacho.  -

- Voy a hacerlo. - Replicó él sin comprender.  -Ya te dije que iba a donar el esperma para ti. Estaba a punto de ir al hospital.

 

            Pero la expresión de la chica y sobre todo su respuesta le dejaron anonadado cuando ella moviendo la cabeza replicó.

 

- Así no. Yo quiero un bebé para darle todo mi amor, el mío y el de Samantha, pero no sólo cuando nazca. También quiero concebirlo con amor, como mis padres hicieron con mi hermano y conmigo, no de una forma fría, con un tubo de ensayo. No podría sentirme su madre por completo. Deseo poder decirle algún día que amé a su padre y que él me quiso a mí. No Brian, quiero que seas tú quien lo ponga dentro de mí...- y dicho esto comenzó a quitarse la ropa despacio. -

- ¡Kerria! -  Pudo oponer débilmente él asombrado e incluso hasta preocupado por esa extraña actitud de ella. - Tú nunca has podido hacer el amor con un hombre, no quiero que sufras por esto. No me lo perdonaría.

 

            Pero ésta le miró con ternura y le acarició la cara para responder con una sonrisa.

 

-¿Cómo puedes decir eso? Eres el hombre más maravilloso que he conocido y el único al que jamás me entregaré.

- Pero y Rebecca.- Objetó inmediatamente entre sorprendido y temeroso, - no creo que ella lo comprenda. ¿Y Samantha?

- No se lo digas Brian, tu novia no tiene porqué saberlo...yo te quiero. Nunca he querido a ningún hombre de este modo. Y Sam....lo comprenderá. Tendrá que hacerlo…

 

Y al nombrar a su pareja la muchacha sentía una punzada en el estómago, la excitación nerviosa se iba apoderando cada vez más de ella al tiempo que una cierta dosis de remordimientos por lo que no podía dejar de ver como una traición a su compañera. Pero no pudo pensar mucho más en eso, pues Brian la abrazó emocionado y le confesó.

 

-¡Te quiero, siempre te he querido y he deseado tanto tenerte, pero si esto que vas a hacer lo haces sólo para intentar compensarme, no lo hagas! ¡No quiero que sufras, te amo demasiado para permitirlo!...

- Pues ámame ahora que aún tengo valor, ¡por favor!....Brian.- Le rogó ella tumbándose en la cama de forma sumisa. -

           

 

            El muchacho ya no pudo resistir más, él lo deseaba desde siempre. Y esa más que posiblemente sería su primera y única oportunidad. Así pues se desnudó y junto a ella se tumbó en la cama. Comenzó por acariciarla  como si estuviera tocando una delicada porcelana. Ahora se daba cuenta de que jamás la había visto desnuda! Y ella tenía un cuerpo muy hermoso. La besó con pasión por todo el mismo. La chica no se resistió, pese a que no le devolviera esa gentileza. Pero sí que le acarició a su vez en la cara y el pecho. Después ambos se abrazaron durante un rato. No obstante el chico no parecía excitarse.

 

-Yo, no sé, lo que me pasa.- Musitó él.-

 

            Quizás aquello, un sueño tan largamente anhelado, le había tomado tan de improviso, y la presión a la que estaba sometido era tal, que no era capaz de lograr que esa parte suya respondiera.

 

-No pasa nada.- Le susurró ella, haciéndose cargo.-

 

            Kerria le estimuló entonces con la ayuda de su mano, y luego de forma oral. Eso sí pareció funcionar. La joven recordó a su pesar que había hecho eso en esos años de dudas, cuando iba con Debbie a aquellos sórdidos lugares, tratando de probarse a sí misma que le gustaban los chicos.

 

-Si hice esto con tipos que no lo merecían, al menos ahora puedo hacerlo con el único al que de verás hubiese estado dispuesta a ello, sin nada que demostrarme, únicamente por amor.

 

            Y es que incluso de novios ella no llegó más que a estimularle de modo manual. Permitiéndole desahogarse al menos de esa manera, dado que las otras se las tuvo vedadas. Ahora, tras esmerarse Kerria en ello,  esa parte de Brian sí que reaccionó. Tras intentar devolverle ese tipo de estimulación oral en las partes indicadas de la chica, logrando arrancar de ella algunos gemidos, él estuvo preparado y se dispuso a penetrarla. La muchacha separó sus piernas. Brian se puso encima. Ahora ella parecía angustiada, de hecho, era como asomarse a un gran abismo del que no viera el final. De algún modo su amante, dándose cuenta de eso, se detuvo...

 

- Kerria.- Repitió entre jadeos él. - Si no deseas continuar...aún podemos dejarlo.

-¡Por favor, abrázame fuerte y hazlo! -  Le suplicó la chica y él asintió, la penetró y comenzó a moverse despacio.-

 

La chica ahogó un grito. No es que no hubiera experimentado algo semejante cuando había mantenido relaciones sexuales con otras mujeres, como Maggie, que usaban objetos, o incluso partes de su cuerpo para la penetración. Pero esto era diferente. Nunca había sentido algo así. Gemía con una extraña mezcla de excitación, temor y dolor.  Sin embargo, lo que más le impactó fue el notar humedecida la cara del chico junto a la suya y  percatarse de que él lloraba.

 

-Te quiero.- Era lo único que él era capaz de musitar.- Te quiero, Kerria.

 

Brian la amó con mucha ternura, tratando de hacérselo más fácil y la abrazaba deseando no soltarla nunca. Sabía que cuando todo hubiese terminado la perdería, se separaría de su lado y nunca más podría volver a tenerla así. Como siempre había soñado hacer, con esa unión carnal entre hombre y mujer.

 

-No deseo estar sin ti.- Pudo balbucear él entre lágrimas.- No puedo…

-Brian.- Pudo musitar la chica mirándole atónita.-

-Te amo más que a nada.- Le confesó él. Añadiendo con el deseo de aferrarse a aquel pensamiento.- Y sé que tú me quieres también. Ahora… ahora que hemos roto esta barrera.

 

            No obstante, la chica se incorporó de la cama y le miró entre impactada y realmente preocupada. Apenas sí pudo suspirar.

 

-¡No, por favor! No digas eso…no es así…

 

            El joven sujetó con ambas manos a la muchacha por donde los brazos de ella arrancaban de sus hombros y la miró aun derramando lágrimas...durante algunos instantes ninguno habló. Fue él quien tras un esfuerzo considerable dijo.

 

-Los dos lo hemos sentido… No puedes negarlo…

-No, no puedo.- Admitió la muchacha bajando la cabeza.- Brian…yo nunca dije que no te quisiera. Pero…te suplico que lo comprendas. Hace años que dejamos claras las cosas entre nosotros. No me hagas volver a pasar por eso, otra vez…

-Tú me pediste que te diera un hijo. Y acepté. Me has pedido concebirlo de un modo natural y aquí estoy…puedes pedirme cualquier cosa, sabes que daría mi vida por ti.- Le respondió él casi atragantándose con las palabras.-

 

            Ahora fue Kerria quien no pudo evitar llorar y se abrazó a él. Ambos desnudos y sintiendo el contacto de la piel del otro. Sin embargo, la chica se apartó ligeramente, lo justo para mirar a los azules ojos del muchacho con los verdes suyos y mover la cabeza.

 

-¿Acaso no me crees?- Pudo susurrar el joven.-

-No es eso...- Repuso la atormentada chica.- Brian…el problema es precisamente que te creo. Que sé que dices la verdad. ¡Me lo has demostrado siempre!

-No lo entiendo.- Se desesperaba el muchacho.- ¡No sé qué más puedo hacer para probarte lo que siento por ti!…

 

            Kerria le acarició con ternura el rostro, posando cada una de sus manos en las mejillas de él y enjugándole aquellas lágrimas. Le sonrió levemente y añadió con voz temblorosa y llena de pesar.

 

-Sé perfectamente lo que sientes por mí. Pero ya te lo he dicho…yo…amo a Samantha. La quiero con todo mi corazón y deseo compartir mi vida con ella. Quizás haya cometido un grave error al pedirte esto. Posiblemente he sido una egoísta arrastrándote a esta situación. ¡Perdóname! Lo último que querría es hacerte sufrir. No puedo hacerte creer en una ilusión que nunca se convertirá en realidad.

-Sufriría lo que fuera con tal de estar junto a ti.- Contestó desesperadamente él.- No me importa.

-Pero a mí sí. Tienes que comprenderlo, no puede ser.- Rebatió la muchacha.- Lo sabes tan bien como yo. No solamente estamos nosotros. ¿Qué pasa con Sam? ¿Qué pasa con Rebecca? Tú mismo me lo dijiste.

-Lo dejaría todo por ti.- Sentenció el chico dejándola petrificada.- No volvería la vista atrás…

 

            Hubo otro largo silencio en el que Kerria luchaba por elegir con cuidado sus palabras.

 

-Sí, sí que lo harías. Mirarías atrás. - Declaró ella con convicción y afecto a un tiempo.- Lo harías porque te conozco. Eres demasiado bueno…

-¿Y de que me ha servido serlo?- Replicó él con amargura.- Parece que me castigasen por ser así… de estúpido.

-No eres ningún estúpido. Eres el mejor chico que he conocido jamás.- Afirmó la compungida Kerria, sentenciando.- Y por eso mismo eres incapaz de herir a otros a sabiendas. Eres mucho mejor que yo. Y nunca te perdonarías el haberles hecho daño a dos personas inocentes. Como Sam y como Rebecca. No lo merecen…- Y antes de que Brian pudiera responder a eso Kerria se le adelantó con pleno reconocimiento y aseveró rotunda, reuniendo las últimas fuerzas que le quedaban en un esfuerzo enorme por mantenerse entera.- Sé que tú tampoco te mereces esto. Y he rezado con todas mis fuerzas para que tu novia te haga feliz. Porque sé que yo jamás podría lograrlo. Solamente te suplico que no pierdas la esperanza en ti y en Rebecca.

 

            La joven le atrajo hacia sí como si no quisiera dejarle replicar y Brian dejó que Kerria envolviera su cabeza entre sus brazos. El chico ya no pudo soportarlo más y estalló en llanto ahogado contra el cuerpo de ella en tanto gritaba con así mismo tono sofocado.

 

-¡Hubiera dado mi vida mil veces porque tú me amaras!…

 

            Tampoco Kerria pudo evitar llorar ya sin dejar de abrazar a ese pobre muchacho. Fue apenas capaz de balbucear completamente abatida.

 

-¡Lo sé, lo sé…y me destroza el corazón haberte hecho tanto daño!…¡Perdóname!…Únicamente puedo pedirte una cosa. El mayor sacrifico que pueda demandarte es que…por favor…dejes las cosas como están…Porque sé que de verdad me amas…

 

            Brian escuchó esa última parte entre atónito y hundido. Sí, él la amaba por encima de cualquier cosa. Incluso por encima de sí mismo. Y si de ese modo podía probárselo lo haría. Renunciaría.  Sin embargo, eso no extinguía la amargura del muchacho. Pero en lo más profundo de sí, sabía que ella tenía razón. Ojalá aquello hubiese sucedido años antes. Con un hijo de por medio, nada le hubiese detenido para lograr el amor de Kerria. Ahora desgraciadamente existían muchas barreras entre ambos y él lo sabía muy bien. Rebecca y Samantha estaban entre ellos. Al fin el joven se separó del abrazo de ella y tras mirarla de nuevo a  los ojos, nublados por las lágrimas, asintió para musitar.

 

-Cualquier cosa que me pidas.

 

Kerria pudo sonreír acariciándole el pelo y él una vez más la tomó entre los brazos y  volvieron a hacer el amor. A pesar de esa catarata de sentimientos desbocados, o quizás precisamente debido a ello, el chico no tardó en excitarse de nuevo. Ahora a ella le resultó más fácil. El contacto físico casi era ya lo de menos tras aquella tormenta de sentimientos desatados entre los dos. Al fin terminaron y él permaneció abrazando a Kerria como si quisiera protegerla del mundo que les aguardaba afuera. Ella había notado el líquido caliente en sus entrañas y de alguna manera extraña presentía que ya estaba embarazada. Suavemente se soltó del abrazo de su amante y le acarició el pecho apoyando su cabeza en él. Los dos todavía con restos de lágrimas en la cara.

 

- Ha sido algo muy hermoso, nunca creí que pudiese ser así.- Reconoció ella con un susurro. -

- Será porque hemos hecho el amor en lugar solamente de acostarnos.- Conjeturó Brian mientras acariciaba con suavidad el  vientre de su pareja para musitar. - Ojalá que nazca un bebé sano y fuerte para ti y Samantha, lo único que te pido que me dejéis verle...

- Tú serás su padre, ¡claro que podrás verle!, siempre que quieras. Crecerá sabiendo quién eres tú.- Sonrió Kerria. – Te lo juro. Siempre serás parte de la familia. Será hijo, de Sam y mío, pero  nuestro también, Brian.

- Esto significa mucho para mí, ¡me has hecho muy feliz! - Pudo decir el chico visiblemente emocionado. – Y perdóname, no quise herirte. Es verdad…no quiero hacerle daño a nadie.

- No Brian. Soy yo quien debe pedirte perdón.  A pesar de todo lo que has pasado por mi causa tú me has dado el regalo más maravilloso que se puede dar...ayudarme a crear una nueva vida.- Respondió ella agregando también embargada por la emoción. -  Algunas veces pienso que de haber sido una mujer heterosexual habría sido muy feliz casada contigo. – Afirmó añadiendo con tono de disculpa y hasta de pesar volviendo a emocionarse otra vez.- Lo lamento, muchas veces llegué a desearlo, supliqué poder cambiar. No porque no me sienta bien con mi identidad sexual, ni por lo que el resto de la gente pudiese decir o pensar, sino únicamente por ti…

 

            La chica se abrazaba a él, notando el contacto de su piel y el cuerpo de su amante ocasional. No obstante, eso no le producía aquella sensación de excitación que tenía cuando se acostaba con otras mujeres, sobre todo con Sam. Era lógico. En cambio sí percibía un intenso sentimiento de ternura. Le parecía algo muy raro y desconcertante a la vez. Era como estar acurrucada con un hermano. Por eso ahora dudaba. ¿Qué estaba haciendo?...Quizás aquello fuese lo más cruel que pudiera haberle hecho jamás a nadie. Era lógico que el pobre Brian hubiera estallado liberando todos esos sentimientos que a buen seguro llevaría años reprimiendo. Pero por otra parte deseaba continuar experimentando aquello. Sabía que una vez terminase jamás volvería a repetirse de nuevo. Y ese chico al menos merecía que ella le amase de esa forma, aunque solamente fuese por aquella única vez. Por ello se quedó mirando al muchacho a los ojos con una mezcla de fascinación y afecto en tanto él la acariciaba con ternura una mejilla y le decía con pesar.

 

- A pesar de todo lo que luché por ti, fracasé…

-No digas eso, no es cierto. Tú no has fracasado jamás.- Le susurró ella con pesar y al mismo tiempo, con todo el cariño que pudo.- Era algo que no podía suceder. Eres un hombre maravilloso, pero yo tendría que haber sido otra mujer.

 

            Brian fue quien pudo sonreír esta vez. Y moviendo la cabeza afirmó lleno de afecto y tristeza al mismo tiempo.

 

- Prefiero no poder tenerte a ti que tener a otra que no hubieras sido tú. No habría tenido sentido. Y tienes razón, sería inútil aferrase a esa clase de ilusión. Lo intenté con todas mis fuerzas y de la mejor manera que supe. Ahora veo que el destino no lo ha querido así, pero yo nunca podré olvidarte. Ojalá este momento pudiera congelarse en el tiempo. Al menos ha sido real. Ya no desearía hacer nada más en mi vida que estar aquí, junto a ti. Aunque por lo menos siempre tendré este momento. Y viviré en él. - Sentenció apagadamente Brian que se levantó para vestirse, pero Kerria le detuvo con suavidad sujetándole una mano. -...

- Pues hagamos que este momento dure aún algo más…yo también quiero tener este recuerdo para siempre en mi corazón. Pero Brian…antes prométeme una cosa.

-Lo que tú quieras.- Replicó enseguida él.-

-No te encierres tú en este momento, encierra este momento en tu corazón y visítalo siempre que quieras. Pero no dejes de vivir. Eres un buen hombre que puede hacer muy feliz a otra mujer. No prives a Rebecca de eso.

 

Y aunque tardó un poco en contestar, finalmente el chico pareció vencerse y asintió despacio. Entonces, algo dubitativamente ella le invitó a acercarse. Volvieron a abrazarse con suavidad e hicieron el amor de nuevo. Esta vez más lentamente todavía. Como si quisieran apurar aquello saboreándolo hasta el final. Ahora ya no le agobiaba tanto pero a la muchacha se le hacía muy extraño. Volvía a tener esa impresión. No le salía natural como cuando estaba con Sam o anteriormente con otras mujeres. Pese a ello no sufrió tanto esta vez, ni se le hizo desagradable.

 

-Debo ser la peor amante del mundo. Lo siento, jamás tuve este tipo de unión con un hombre. - Suspiró Kerria cuando concluyeron esa otra vez.-

-Para mí, no habrá jamás a nadie mejor que tú.- Le susurró él al oído para besarla suavemente en la mejilla.-

 

 Así pasaron un par de horas más juntos y abrazados como si realmente fueran uno hasta que por fin Brian se marchó. Kerria se quedó todavía acostada acariciándose el vientre y con una mezcla de sentimientos que chocaban como olas ante los farallones de una playa. Por un lado sintiéndose muy feliz. Ahora comprendía a su amiga Amatista y lo que ella le contó de su noche de bodas con Leval. Tras el temor y el daño del principio, junto con un gran miedo a lo desconocido, estaba llena de una sensación realmente maravillosa. Le sucedía lo mismo que a su cuñada, sin saber cómo presentía que una nueva vida había comenzado a latir en su interior....pero al mismo tiempo pensaba en el dolor y el desconsuelo de Brian, en su propio sentimiento de culpa y su pena y sobre todo, en su pareja. Pasado aquel momento de extraño ensueño y catarsis que había vivido junto a su ex novio tendría que confesarle aquello a Samantha. Y no estaba segura de cómo podría reaccionar…

 

-¡Qué he hecho! ¡Dios mío!- Se decía ahora llena de culpabilidad.- ¿Y ahora, qué voy a hacer?

 

 

            Y no dejaba de pensar en ello y se debatía en otra lucha interna que casi la desgarraba. Por un lado podría callar. Sabía que Brian jamás lo contaría. Al menos a Sam. Sin embargo, no quería cimentar la felicidad de ambas en un engaño. ¿Y si algún día su pareja lo descubría? No podía dejar de sentirse atrapada por aquel dilema. Así, cuando Samantha volvió, encontró a su novia con la mirada ausente, vestida con un camisón y recostada en el sofá.

 

-Hola.- Saludó la recién llegada.-

-Hola Sam.- Apenas musitó su interlocutora.-

-¿Te encuentras mal?- Se sorprendió esta al verla así.-

-No.- Apenas susurró su pareja.-

-¿Va todo bien? ¿Sabes si Brian ha donado ya, Kerria? - Le preguntó con visible interés. -

- Sí, lo ha hecho....- respondió ella con una voz suave para asegurar tras acariciarse el vientre. - Ya está todo en orden.

-¿Ya fuiste a que te inseminaran?,- se sorprendió su compañera al verla ejecutar ese gesto. - ¡No lo puedo creer, tan rápido! Pero ¿Cuándo has podido?.

 

            Kerria dudó una vez más de si debía contárselo a Samantha. Pero su conciencia la empujaba a ello, si le ocultaba eso las cosas no podrían empezar bien de ningún modo. Era mejor no esconderse secretos en lo que a su futuro bebé comportase. Además, debía confiar en el vínculo de ambas. Al fin decidió hablar y aunque sentía miedo, reuniendo el valor necesario, le confesó.

 

- Perdóname Sam...Pero no me han inseminado...

-¿Entonces? no lo entiendo, ¿por qué me dices que está todo resuelto? - Quiso saber Samantha llegando a pensar que quizás su compañera hubiese dado marcha atrás. –

-Por favor. Voy a decirte algo, y necesito que lo entiendas.- Suspiró la muchacha.- Que confíes en mí…- Le pidió.-

-¿Qué pasa? Me estás asustando. ¿Ha sucedido algo con Brian? Acaso él se ha negado en el último momento.- Preguntó en parte esperanzada de que así fuera.-

 

            Aunque su interlocutora movió la cabeza despacio. Y tras unos segundos enfrentó su mirada a la de ella. Confesando con voz queda.

 

- Me he acostado con Brian…, para tener el niño.

-¿Qué?...- exclamó su interlocutora. Preguntando con incredulidad.  – Pero tú…no es posible. Me dijiste que tú nunca lo habías hecho con un hombre. ¿Cómo,…cómo has podido hacerme eso?...Dime, ¿acaso te ha obligado? ¿Te impuso eso como condición? Debiste haber esperado, darle largas y hablarlo conmigo…-Le reprochó.-

-No.- Pudo musitar la interpelada moviendo la cabeza despacio.- Por favor, no le culpes a él. Todo fue idea mía. Fui yo quién se le pidió

 

            La sorpresa y el asombro iniciales fueron tornándose en una dolorosa sensación. Samantha se sentía herida en lo más profundo, únicamente era capaz de negar con la cabeza y de clavar en su pareja una mirada vidriosa con una pregunta en su cara. ¿Por qué?

 

- Por favor, entiéndelo. - Respondió Kerria sabiendo perfectamente lo que esos ojos querían saber. - Yo no quería una concepción fría y de laboratorio, deseaba que fuese con amor. Como todos hemos sido concebidos. Además, pensé que se lo debía a Brian...después de todo este tiempo...

-¿Qué se lo debías? ¿Y qué pasa conmigo? ¿Acaso lo has pensado? ¡Me has dejado completamente fuera de esto, parece que no pinto nada! - Chilló Sam que ahora desahogaba su furia. – ¿Y su novia? ¿Acaso lo sabía ella?

- No, no lo sabía, ni creo que deba saberlo. Por favor, Sam, no quise herirte, no era esa mi intención, tú lo sabes. - Se defendió Kerria alegando también. – Además, he querido decírtelo. Podría haberme callado, pero no deseo guardarte ningún secreto. ¡Te lo ruego, compréndeme! Brian ha sido el único y nunca habrá nadie más, ni hombre ni mujer. Lo he hecho por el bebé...perdóname por favor...- suplicó con lágrimas. -

-¿Por el bebé? ¿Me tomas por una estúpida?- Se revolvió su interlocutora con visible ira.- ¿Qué tiene eso que ver?

-Te lo juro.- Se apresuró a decir Kerria.- No sé cómo explicarlo. Sentí que debía de engendrar al bebé así.

-¿Me estás diciendo que Brian lo aceptó sin más? Que te dijo. ¡Ah, muy bien! Vamos a acostarnos y te hago el encargo. - Escupió Samantha entre lágrimas, entonando esas palabras con una fingida voz grave.- Y que se olvidó de su novia y tú te olvidaste de mí… ¿Eso es lo que quieres que me crea?... Podría creerlo de él, sé cómo te ama, la forma en la que te sigue mirando…pero tú, tú…

 

            Kerria fue incapaz de responder, solo se llevó las manos a la cara tapándose el rostro y sin dejar de llorar. Samantha la miraba con una mezcla de rabia, enfado y desolación. No dijo más, se alejó de allí y tomó su bolso, estaba a punto de salir de la casa y quizás de la vida de Kerria. Aunque ésta, al darse cuenta, se rehízo lo bastante para salir tras de ella. Interponerse entre la puerta y rogar.

 

-¡Samantha por favor! Por favor, Sam… ¡No me dejes, te lo suplico, no te vayas!

 

            Se puso incluso de rodillas con las manos entrelazadas a la altura de la barbilla. Las lágrimas le caían por ambas mejillas. Sin embargo, eso no parecía ablandar a su pareja. Sam, ciega de rabia la abofeteó con fuerza.

 

-¡Zorra! –Pudo escupir.-

 

            Kerria encajó la bofetada con una exclamación de dolor pero aun así, no se movió…

 

-¡Déjame salir!- Exclamó Samantha.-

-Te quiero, Sam…- balbució su pareja.- Te quiero…

 

            Sam trataba de apartarla pero ella misma luchaba contra las lágrimas. Veía que Kerria estaba realmente sufriendo. Aun así no era capaz de perdonarla. ¡No quería! ¿Cómo había sido capaz de traicionarla así? La publicista quería alcanzar la puerta pero su novia, entre sollozos se abrazó a su cintura.  Al final y tras entablar una lucha terrible consigo misma, Samantha cedió al llanto y la abrazó, envolviendo su cabeza y apretando ésta contra su vientre.

 

-¡Perdóname! - Era la única palabra que acertaba a pronunciar Kerria.-

 

Y estuvieron un buen rato así. Sin que ninguna más hablase. Sam ahora con un hilo de voz pausada y también con los ojos llorosos,  le inquirió.

 

- ¿Te ha gustado?...hacerlo con él.

- Al principio tenía mucho miedo.- Le confesó Kerria para relatar, - luego sentí algo que no me imaginaba, no sólo placer físico, sino mucho amor, pero fue distinto a lo nuestro. Era como si me sintiera protegida por él. Cuando me acuesto contigo lo siento también, de otro modo más natural y es algo maravilloso. Sé que no podría lograrlo con nadie más. Admito que ha sido una bella experiencia pero nunca se repetirá. Te lo prometo. - Aseguró recurriendo a toda la rotundidad de la que era capaz en esa situación. -

-¿Quién sabe? - Replicó Samantha con una amarga e incrédula ironía, - podrías querer tener más hijos...o no haberte quedado embarazada ahora.

- Eso no es justo, Sam. No puedes decirme eso. Tienes que confiar en mí.- Opuso su compañera con tono conciliador. -

- ¿Que no es justo? ¿Qué confíe en ti? Tú podrías habérmelo dicho antes de hacerlo...quizá lo hubiera entendido, o no...Te hubiese suplicado que no lo hicieras o me habrías convencido. ¡Ni yo misma lo sé! Hasta me hubiese prestado a unirme a vosotros si hubiese sido  preciso. Pero ya veo que no me necesitabais.- Gimió sintiéndose hundida.-

- Yo te necesito Sam.- ¡Tienes que creerme! - Le rogó su consternada pareja.- Es que no sé qué me ocurrió.

 

            Fue Samantha la que suspirando pudo decir en un intento por serenarse.

 

-Te ocurrió que en el fondo le quieres. Y sí…te creo.- Admitió con un poso de dolor y de amargura para añadir.- Sé que también me quieres a mí. Pero no puedes amarnos a los dos. No es justo para ninguno.

-Se lo dije a él. ¡Siempre se lo he dicho! - Opuso Kerria enjugándose las lágrimas en tanto se ponía trabajosamente en pie.- Le quiero sí, pero a ti te amo. No es  lo mismo. Yo quiero vivir mi vida junto a ti.

 

            Durante unos tensos y angustiosos momentos Samantha no replicó. Kerria tenía mucho miedo. ¿Y si la hubiera perdido? ¿Qué iba a hacer? Aunque al final, su novia la miró a los ojos, con los suyos haciendo aguas y a duras penas respondió con un hilo de voz temblorosa y dolida.

 

- Por eso me duele tanto, Ky. No es por el simple hecho de que os acostaseis. No es el contacto físico entre vosotros lo que me hace sentir tan frustrada y tan…humillada. Por ti estaba dispuesta a que Brian fuera el padre de nuestro bebé. Y a que tú lo concibieras, incluso sin ningún óvulo mío.

-Lo siento…yo..- Intentó disculparse su pareja una vez más.-

 

Aunque Sam, alargando un brazo la detuvo para proseguir con tono sombrío y sobre todo muy triste.

 

-Es muy duro para mí, conociendo la historia que hubo entre vosotros. Y lo es aún más  viendo que decidiste esto a mis espaldas. Ni siquiera me diste el beneficio de la duda. No tuve opción de decidir si estaba de acuerdo o no. Posiblemente me habría negado. Seguramente habríamos discutido, gritado y roto algún que otro jarrón. Y quizás, solamente quizás… al final yo habría cedido. Y lo hubiese hecho únicamente por una razón. ¡Porque te quiero con toda mi alma!- Sollozó la joven ahora.- Pero tú me negaste la posibilidad de hacer ese sacrificio por ti y por el niño.  Si al menos lo hubiera sabido.- Replicó Samantha sintiéndose muy dolida. – Me hubiera gustado tener la posibilidad de elegir. De demostrarte todo lo que significas para mí. Ahora ese niño, niña o lo que sea, no tiene nada que ver conmigo. ¿Es que no lo comprendes?- Remató entre balbuceos.-

 

            Su interlocutora la escuchaba totalmente impactada. Estaba embargada por la vergüenza, la tristeza y el arrepentimiento. Se sentía desolada. Podía empezar a calibrar el daño que le había hecho a su pareja. Nada podía oponer a eso y sabía que Sam tenía toda la razón.

 

-Solo pensaste en ti y en él.- Suspiró Samantha entre sollozos.- Yo no entraba en esa ecuación.

- Se me ocurrió sin pensar.- Argumentó una vez más su torturada pareja como excusa. - Fue algo que me vino de pronto. Te pido perdón...te juro por lo más sagrado que te lo compensaré durante toda la vida. Si me quieres, perdóname. ¡Te lo suplico!

- Eso no es justo. No uses mi amor de esa manera. Si no te quisiera como te quiero no me importaría tanto...- Repuso la llorosa Samantha quien a duras penas pudo continuar narrando para horror de su pareja.- Tú me salvaste de Steve, pero esa no fue la única vez que me pegó.

-Lo sé, cariño, lo siento mucho.- Sollozó Kerria.-

 

            Aunque Sam la detuvo con una mano y suspirando largamente para reunir el suficiente valor, le confesó.

 

-Cuando estábamos casados no siempre fue así. Empezó siendo amable y atento, pero poco a poco cambió y se volvió paranoico. Empezó a pegarme, al principio una bofetada, luego se disculpaba. Yo estaba aterrada y desconcertada…pero entonces, pasó algo.- Fue capa de rematar tragando saliva.-

-¿Qué paso?- Quiso saber su interlocutora mirándola con mucho interés y preocupación.-

-Quedé embarazada, ¿Sabes? -Sonrió levemente Sam, para añadir.- Y creí que todo se iba a solucionar. Cuando se lo dije a Steve, supuse que se alegraría y que cambiaría…pero él, no lo tomó bien…- Musitó ahora.-

-¿Qué? ¿Cómo es posible? ¿Era su bebé?- Pudo preguntar la atónita Kerria.-

 

            Sam rompió a llorar y su pareja la abrazó, Kerria quiso calmarla pero su novia luchó por proseguir su trágica historia y así lo hizo.

 

-Me acusó de haberle engañado con otro, de que ese bebé no era suyo. ¡De ser un bastardo!- Exclamó para agregar! Y me pegó, me dio una paliza brutal y yo…yo perdí a mi niño…

 

            Ahora era Kerria quien lloraba sin consuelo, era como si su sangre se le hubiera congelado en las venas, más al escuchar gemir a una destrozada Samantha.

 

-¡Perdí a mi bebé y ya jamás podré tener otro! Me dejó inútil…

-¡Oh, Sam!.-Pudo balbucir Kerria a su vez, abrazándola con toda la fuerza y el afecto que pudo.-

 

No sabía qué podía decir. Ahora se sentía terriblemente culpable. Su amada había sufrido lo indecible, había debido pasar por un autentico infierno. ¡Y ella le había dado el golpe final! Así se lo confirmó ésta cuando fue capaz de sollozar entre gemidos cargados de dolor y angustia.

-Por eso quería formar parte de esto…, para…de algún modo… ¡poder sentirme la madre de nuestro bebé!- Terminó por derrumbarse Samantha.-

Kerria sollozando todavía más la abrazó temblorosa. Su pareja respondió estrechándola con fuerza, y ambas se echaron a llorar queriendo dar por zanjada aquella dura prueba para su relación.

- Será nuestro bebé. Y las dos seremos sus madres. Jamás dudes de eso. –  Pudo decir Kerria tras un buen rato de desahogo -

- Yo estaré siempre a tu lado y al suyo. – Respondió Sam.- Pero no me apartes de tu vida así otra vez. Porque no lo soportaría.

-Te lo prometo. ¡Nunca más! - Suspiró su agradecida pareja. - ¡Nunca más, mi amor! Te juro que me esforzaré para que seas la más orgullosa y feliz de las madres.


Ahora Sam asintió, a pesar de todo la creía y estaba firmemente decidida a superar sus recelos y llegar a ser una buena madre ya que esto era lo más importante. Aquel bebé era inocente de toda esa situación y no importaba como hubiese sido concebido, sería bienvenido en la familia y amado por las dos y así debía ser. Así, poco a poco superaron aquello. Unas semanas después Kerria se hizo las pruebas de embarazo y ante su alegría y la de Samantha estas fueron positivas. Cuando Brian se enteró fue muy feliz pero su noviazgo con Rebecca, en cambio, no atravesaba por buenos momentos. Ella notaba que cuando hacían el amor él estaba ausente. Se figuró el motivo, pero desde luego, lejos estaba de imaginar toda la verdad. Creía que su novio únicamente pensaba en el bebé que iba a tener con esa Kerria, quiso soslayarlo para evitar discusiones, pero una noche su paciencia se terminó y estalló.

 

-¿Pero qué demonios te pasa, Brian? ¡Ya estoy harta de esta situación!..

- No sé a qué te refieres. - Respondió él realmente sorprendido. -

-¡Sabes de sobra a lo que me refiero!...cuando estás conmigo la ves a ella. ¡Cuando paseamos, salimos o hacemos el amor, no lo haces conmigo sino con ella! - Escupió Rebecca furiosa. -

-¿Pero de qué estás hablando? No sé a qué demonios viene esto. - Preguntó él simulando perplejidad, aunque en el fondo de su corazón Brian lo sabía perfectamente. -

- De Kerria, de ella estoy hablando, únicamente piensas en esa mujer... ¿Se puede saber cuándo te darás cuenta de que no le interesas? Sólo te necesitaba para tener a su hijo y nada más.- Sentenció amargamente ella. -

-¡Eso no es verdad! - Replicó él enfadado, oponiendo. - Si quisiera podría haber encontrado a otros muchos donantes. No es por interés...tú no lo entenderías...

-¡Claro, por eso solamente piensas en ella...en vez de conmigo, te gustaría estar junto a esa tortillera!- Aseveró su novia remarcando la palabra con mucho desprecio. -...

 

            Brian estalló furioso replicando con unos gritos que asustaron a Rebecca.

 

-¡No vuelvas a insultarla de esa manera!... ¿me oyes?  Nunca vuelvas a decir eso en tu vida.

 

Y como un resorte se levantó de la cama y se encerró en el baño mientras  su novia golpeaba la puerta pidiéndole que la perdonase.

 

-¡Por favor, abre la puerta! No quise decir eso…

 

            Brian solía tener un carácter muy paciente y tranquilo, pero esas palabras le habían herido en lo más profundo. Rebecca se había dado cuenta de ello y ahora quería pedirle perdón. Cierto era que lo había dicho en un momento de ofuscación, pero realmente pensaba así. Sabía de sobra lo que su novio sentía por aquella maldita mujer. A pesar de que la razón le decía que Kerria no compartía esos sentimientos hacia él. Pero no podía evitarlo, era casi peor que su pareja idolatrase a una imagen idealizada de esa chica. Como un amor cortés medieval, en el que cuanto más ignoraba la dama a su caballero, más embebido se sentía él por ella. Contra eso sí que no podía competir. Se sentía frustrada y celosa. Quizás esa otra no estuviera interesada, pero el chico no podía dejar de pensar en ella. Y Rebecca deseaba que él estuviera verdaderamente a su lado y que la amase. Por ello tenía que luchar por él, incluso contra él mismo. Aunque no quería bajo ninguna circunstancia que se enfadase tanto como para irse. Ella le quería. Estaba pues dispuesta a olvidarlo todo, a tragarse su malestar y los celos y a seguir con su relación. Le dijo esto último a Brian que al fin abrió la puerta y abrazó a su pareja que lloraba.

 

- Siento haberte parecido ausente. - Musitó él en tono conciliador afirmando -...te quiero, ya lo sabes, pero esto no tiene nada que ver. Además, Kerria ya es muy feliz con Samantha y jamás la dejaría. No te preocupes.

 

Dijo eso casi más para convencerse a sí mismo que a su novia, pero en realidad habría deseado estar junto a su amor imposible. No obstante, también sabía que Rebecca no tenía culpa de eso y no quería hacerla sufrir más. Sobre todo cuando ella pudo balbucear con patente desesperación.

 

-Por favor, te lo suplico. Dime qué tengo que hacer… ¿Cómo puedo llegar a ti?... ¿Cómo podría hacerme un hueco en tu corazón? ¿Cómo competir contra la idea que tienes de ella?

 

Su interlocutor le dedicó una mirada llena de tristeza. Se sentía mal por esa pobre chica. De modo que tragándose a su vez su propio pesar le susurró a su novia con mejor talante en tanto la rodeaba pasándole un brazo por los hombros.

 

 - Anda vamos a dormir,- ella asintió todavía llorosa y juntos se acostaron. -

 

            Pasaron las semanas y los meses. Dispuesto a demostrarle a Rebecca que le importaba Brian se alejó de las chicas para lograr que la relación entre ambos se asentase. Entre tanto el embarazo de Kerria se iba haciendo cada vez más notorio. Una tarde, estando tumbada en el sofá, sintió una buena patada en la tripa. Soltó un sorprendido quejido. Sam atraída por ello se acercó.

 

-¿Qué te ocurre?..

- Es el bebé, me ha dado una patada. - Sonrió su interlocutora que aún se frotaba ligeramente la  zona en cuestión cuando añadió encantada. - Le noto moverse.

- Déjame escuchar. - Le pidió Sam acercando una oreja a la tripa. -

 

            Samantha sonrió muy contenta al notar los movimientos en el interior de su compañera, aquella futura personita debía de estar bailando “break dance”  puesto que junto a su oído sintió un golpe seco.

 

-¡Ay! , esa ha sido otra. - Exclamó Kerria que pasado el daño aseveró divertida. - De esta sale futbolista, seguro.

- Espera, te traeré un almohadón para amortiguar y le diré a tus padres que vengan para que lo escuchen. - Repuso Sam muy entusiasmada en tanto que iba a buscarlos. -

 

            Su novia sonrió sintiéndose muy feliz pese a aquella ristra de golpecitos. Efectivamente, tanto Roy como Bertie, pudieron notar eso posando una mano sobre el vientre de su hija.

 

-Tiene madera de saiyajin.- Sonrió Roy.-

-No empieces con eso.- Le amonestó cariñosamente su esposa.-

 

Empero, los dos tenían el semblante iluminado por la felicidad. Lo mismo que las dos chicas. Los días seguían pasando y Kerria se fue acostumbrando a eso. Pasados los tres primeros meses, los más críticos del embarazo, incluso  pudo volver a actuar como justiciera de vez en cuando hasta que, cierto día, su madre le pidió charlar, aprovechando que estaban solas en la casa.

 

-Cariño, debes dejar de salir a patrullar, no puedes arriesgar el bienestar del bebé.

-Mamá, tú también ejerciste como la Dama del Hielo tras tener a Leval, e incluso tenerme a mí.

-Eran otros tiempos y jamás lo hice mientras os llevaba en mi vientre.- Le rebatió Bertie, aseverando seria.- Escucha, cariño. Lo más importante ahora debe ser esa vida que llevas dentro de ti. Si le sucediera algo jamás te lo perdonarías.

-Es verdad.- Musitó Kerria bajando la mirada.-

 

 Así lo hizo, también pidió la baja en el bufete por maternidad. Durante ese tiempo había ido ascendiendo y su mentora, April Sinclair confiaba cada vez más en ella. Cuando Kerria le comunicó que iba a ser madre, podría jurar que esa mujer se emocionó, más al felicitarla y darle un consejo. 

-Pase lo que pase, quiere a ese bebé más que a tu propia vida y no permita que nada ni nadie lo separe de tu lado…

-Lo haré, te lo aseguro.- Sonrió Kerria.-

-Bueno, pues vete a contárselo a Pedro y a Sebastián.- Contestó April ya repuesta de ese momento.- Les alegrará mucho por ti.

 

            Y en eso aquella mujer no se equivocaba. Tras expresarle sus mejores deseos, los dueños de la firma la emplazaron para que retornase a su puesto tras tener a su hijo y agotar su baja.

 

-En fin, tendré que acostumbrarme a la calma.- Se decía la muchacha, tras volver a casa.-

 

Al menos sí que podía continuar cantando. En esta ocasión Samantha no se ocupó de esa campaña puesto que oficialmente alegó tener otros compromisos. Empero, la razón real fue que las dos juzgaron más prudente mantener la distancia en el trabajo, a fin de que nadie sospechara de su relación. Kerria grabó algunos temas y en su siguiente disco en solitario le dedicó una bonita canción a Brian, versionando un clásico. Estaba curiosamente en español, idioma que ella hablaba con cierta soltura, reconociendo así el amor que había existido y aún existía entre ellos.  Incluso grabó un video en el que aparecía con una amarilla flor, de la que ella misma tomaba el nombre, en el pelo y un hermoso vestido blanco y vaporoso que luego en mitad de la canción, se trocaba en otro de color rojo, una clara alegoría a la pérdida de la virginidad…al menos por su parte, respecto de una relación heterosexual.

 

-Oh vida, vida… mi vida…

-Oooh

-Sí, mi amor.

 

Sola en mi silencio andaba en la ciudad

El calor de tu mirada me hizo despertar

De ese largo sueño, de esa soledad

Caminar junto a tu lado era natural

 

Contigo me escapé del mundo a otra dimensión

En tus brazos yo sentía que perdía la razón

El miedo de entregarme con tu piel se me borró

Y en mi corazón, por ti…

 

Cualquiera podía darse cuenta de la fuerza y la pasión que ponía la intérprete, mayor incluso que el suyo habitual. Eso desde luego sobrepasaba el mero ámbito de la actuación ante la cámara. Más al oír el estribillo…

 

Se despertaba el amor

Como despierta una flor

Cuando el viento la acaricia

Y se entrega ante el calor

           

Se despertaba el amor

Con esta loca pasión

Junto a ti descubro lo que es

Amar haciendo el amor

 

Fuimos descubriendo secretos de los dos

Y así entre risa y lágrimas el sol nos encontró

Somos dos extraños que el cielo confesó

Amantes que el destino sedujo sin control

 

Contigo me escapé del mundo a otra dimensión

En tus brazos yo sentía que perdía la razón

El miedo de entregarme con tu piel se me borró

Y en mi corazón, por ti…

 

Se despertaba el amor

Como despierta una flor

Cuando el viento la acaricia

Y se entrega ante el calor

 

Aquella canción casi parecía dar a entender que ella hubiera variado sus preferencias. La propia Samantha comprendió de forma muy clara su significado, pero no dijo nada. Kerria estaba dando lo mejor de sí una vez más.

 

Se despertaba el amor

Con esta loca pasión

Junto a ti descubro lo que es

Amar haciendo el amor

 

Como un día soñé

Cuando el sentimiento es tan profundo

Entre el hombre y la mujer

 

            Y un detalle muy clarificador fue que ella exhibió una hermosa tiara a modo de corona. Quizás para sus fans o la mayor parte de la gente que no la conocía, eso carecía de importancia… pero era aquella pequeña corona que ganó junto con Brian, cuando fueron el rey y la reina del baile del instituto…

 

Cuando es de verdad, cuando sientes más

Y el deseo llega más adentro.

 

ooooh...

Oooh

Amor, amor…

 

Contigo me escapé del mundo a otra dimensión

En tus brazos yo sentía que perdía la razón

El miedo de entregarme con tu piel se me borró

Y en mi corazón, y en mi corazón...

 

Se despertaba el amor

Como despierta una flor

Cuando el viento la acaricia

Y se entrega ante el calor

 

¡Aquella era una hermosísima canción de amor dedicada a su amante! Pero lejos de conmoverla o emocionarla en el buen sentido la hizo encoger el corazón. Eso sí, luchaba denodadamente por no mostrar aquellas emociones delante de los otros.

 

Se despertaba el amor

Con esta loca pasión

Junto a ti descubro lo que es

Amar haciendo el amor...

 

(Amar haciendo el Amor. Celine Dion. Crédito al autor)

 

De hecho el rostro de Samantha permaneció inmutable cuando en compañía de su pareja vio ese video por televisión, junto a los señores Malden, en el salón de casa.

 

-¡Es una canción preciosa! - Declaró Bertie añadiendo divertida.- ¡Menos mal que había subtítulos!, porque mi español no es muy bueno que digamos.-

-¡Eso te pasa por no haber estudiado más, cubito!- Se rio su esposo que también había quedado encantado.-

-¡Es la primera vez que oigo a alguien reprocharle a mamá que no haya estudiado algo!- Rio también Kerria.- Sobre todo siendo tú, papá. ¡Ja, ja!

-Es que, cuando fuimos de viaje de novios y visitamos España, tu madre tuvo una buena ocasión para haber aprendido.- Recordaba Roy no sin nostalgia, para dirigirse ahora a su también risueña esposa.- ¿Recuerdas lo bien que lo pasamos?

-¡Eso es imposible olvidarlo!- Apuntó ella, rememorando a su vez.- Nos sucedieron bastantes cosas y te trajiste esa casete de música de aquel cantante tan bueno…

-Por eso nuestra hija habla español tan bien. Me ocupé de enseñarla desde pequeñita.- Sonrió su interlocutor.-

-En eso le llevo ventaja a mi hermano. Esa lengua la hablo mejor que él. - Presumió la joven dirigiéndose ahora a su pareja que se había mantenido muy callada.- ¿Y tú Sam? Sí que estudiaste español, ¿verdad? Y lo hablas bastante bien. Mi chica sabe bastantes idiomas.- Remachó no sin orgullo.-

 

            Sin embargo la interpelada ni tan siquiera sonrió, se levantó apartándose de Kerria y pudiendo pretextar con sequedad.

 

-Disculpadme un momento, tengo que ir al baño…

 

            Si los Malden notaron algo raro en esa forma de actuar por parte de aquella joven se cuidaron mucho de evidenciarlo. Quizás estaban más pendientes de sus recuerdos ahora. Kerria por el contrario enseguida comprendió que algo no marchaba bien. Tardó unos instantes pero se fue discretamente tras su pareja. Efectivamente ésta parecía estar en el cuarto de baño. Sin dudar tocó a la puerta con preocupación.

 

-Sam. ¿Estás bien?... ¿Te duele algo?... ¿Te ha bajado? Ya sabes…

 

            La otra chica no respondía, aunque Kerria pudo aguzar el oído y para su sorpresa y mayor inquietud oyó sollozos entrecortados.

 

-Me estás asustando, por favor. Di algo…-Le pidió con apremio.-

-Estoy bien…-Fue capaz de responder su interlocutora con voz trémula y entre el llanto.- ¡Déjame sola, por favor!…

 

            Kerria aguardó ahí en pie, sin saber lo que hacer, únicamente acariciando ya su incipiente curva en el vientre. Al poco su madre pasó a su lado. Al verla le hizo una seña y la muchacha se aproximó. Bertie enseguida le susurró.

 

-Será mejor que la dejes a solas. Lo necesita.

-Pero... ¿Qué le pasa?- Quiso saber la desconcertada chica, con creciente inquietud.- ¿Te ha contado algo que yo no sepa?... ¿Es que tiene algún problema? ¿Está enferma?

 

            Y para sorpresa y horror de su hija, Beruche replicó en tanto ambas se apartaban de allí.

 

-Puede que tu padre tenga razón y mi español no sea muy bueno, pero no hacía falta entender el idioma. Solo con ver ese video las cosas quedaban muy claras. De hecho, si yo hubiera sido Sam, habría reaccionado igual. O incluso peor.

-¿Reaccionar a qué? ¿Qué pasa con ese video? ¿No le ha gustado? Creo que está muy bien.- Afirmó su atónita hija.-

-Sabes de sobra a lo que me refiero…-Suspiró su madre, para exponer sin tapujos.- Samantha ha comprendido a quién iba dedicado y lo que quería decir.

-¡Pero mamá! Ella no puede creer que yo…- Quiso replicar Kerria, tan angustiada y perpleja que apenas era capaz de añadir nada más.- ¡Yo nunca!…

- Es duro para ella ser consciente de que el padre de vuestro hijo es alguien tan importante para ti. – Le desveló Bertie en tanto acariciaba las mejillas de su impactada hija.- Tanto que esa canción podría parecerle una declaración de amor a cualquiera. Y realmente lo es. Tú quieres mucho a Brian, hija.

 

            Kerria movió la cabeza entre incrédula y hasta disgustada ahora, apenas sí pudo mantenerse calmada para sentenciar.

 

-Pero, no de esa manera.  No lo entiendo, ¿por qué? ¿Qué más pruebas quiere de que yo la amo a ella? Ya tuve mi oportunidad con Brian y yo…si no acepté su propuesta de matrimonio cuando salíamos juntos… ¡esto es ridículo! Le juré que ella era la única persona en mi vida. Y así es.  - Sollozó ahora tratando de desahogarse con frustración e incluso enfado.- ¿Es que siempre voy a tener que estar a prueba, cada vez que hablemos de él?

 

            Su madre le dejó sacar aquello de su interior y aguardó unos instantes. Luego, acariciando las mejillas de su hija replicó con suavidad y tinte conciliador.

 

-Escucha cariño. Sam te quiere mucho, igual que tú a ella. Pero a veces, ni nosotros mismos somos capaces de dominar nuestros sentimientos, ni nuestras pasiones. ¡Ni los celos! Seguro que sabe que estás a su lado porque la amas. Solamente te pido que le des un poco de tiempo para asimilar esto. Ahora no puede ponerse delante de ti, su mismo corazón está luchando contra esa sensación. Porque aunque sabe que la elegiste a ella no se siente segura…

-¿Qué más pruebas necesita? Después de todo lo que hemos pasado juntas y de lo que compartimos, aun así, ¿todavía reacciona de esta manera? - Se molestó Kerria.- No lo puedo comprender.

-Imagínate que ella hubiera tenido algún tipo de relación con su ex marido, o con alguna otra pareja durante vuestro noviazgo, pero te asegurase que solo te ama a ti. – Le respondió su madre haciendo que se quedase petrificada, y que parase a reflexionar.- ¿Cómo te sentirías tú?

 

            Kerria estaba segura de que sus padres jamás supieron lo suyo con Brian, la forma en la que concibió a su hijo. Samantha le prometió que nunca se lo diría. Tampoco tenía nada que ganar con eso y hubiese sido todavía más humillante para ella. Aunque pudiera ser que sencillamente, su madre se hubiera dado cuenta. Era muy inteligente e intuitiva. Ojalá no fuese el caso, de todos modos, ella replicó de forma sombría.

 

-Yo me molestaría, es verdad. Pero tendría confianza en ella. Sobre todo tras darle tantas pruebas de mi amor.

 

            Bertie movió la cabeza y replicó con tono afectuoso y comprensivo.

 

-Escucha cariño. Cuando tu padre jugaba y tenía que ir de gira, a veces yo sufría. Siempre ha sido un hombre muy atractivo. Y las mujeres estaban locas por él. ¡Lo sé! Lo vi en la universidad cuando estudiábamos juntos.- Se sonrió ahora añorando aquellos tiempos y prosiguió.- Te mentiría si te dijese que jamás tuve ninguna duda respecto de él. Pese a que se ocupaba de ser lo más cariñoso que podía. Y por culpa de mis celos o de sus tonterías, alguna que otra vez discutimos y él reaccionaba igual que tú.

-Mamá. Yo nunca traicionaría a Samantha.- Se defendió Kerria, ahora con visible apuro.-

-Lo sé cielo, y ella también. Igual que tu padre nunca me engañó. Y si lo hubiera hecho, desde luego que yo lo habría sabido en mi interior. En eso sois iguales los dos, incapaces de ocultar lo que sentís. Sam se parece más a mí. Prefiere guardarse muchas cosas. Quizás sufre en silencio por otras que ni siquiera existen. Confía en mí. Se le pasará. Y luego se sentirá como una tonta. Pero tienes que darle tiempo para que lo asimile.

 

 

            Aunque Kerria bajó la cabeza ahora y a duras penas fue capaz de mirar a su madre para decir.

 

-En el fondo quizás ella tenga parte de razón. Siento algo por Brian, mamá. Pero no es lo que la gente pudiera imaginarse. Le quiero mucho, es cierto. Y sé todo el daño que le hice, a sabiendas o no. A veces es como si quisiera compensarle, por todo…No sé, es muy difícil de explicar.

-Te entiendo, cariño.- Sonrió Bertie poniendo una mano en las de su hija para añadir más animosamente.- Anda, dejémoslo ya. Cuando Sam regrese tú solamente demuéstrale lo mucho que la quieres.

 

            Su contertulia asintió, sonriendo agradecida. Su madre desde luego era un pozo de sabiduría para estas y otras muchas cosas. Así pues aguardó y en efecto Samantha retornó al poco rato. Una vez en la habitación de ambas, Kerria se decidió a abordar la cuestión. Apenas sí pudo musitar.

 

-Te pido perdón.

-¿Por qué?- Pretendió desconocer Samantha.-

-Eres la persona a la que amo y con la que quiero pasar el resto de mi vida.- Declaró su pareja en tanto la abrazaba.- Y si he hecho algo para que dudes de eso, quiero disculparme. Nunca tuve esa intención.

 

            Samantha se emocionó mucho, ahora era ella la que se sentía culpable. Aquella reacción suya tan infantil le había hecho daño a Kerria.

 

-¡Perdóname tú a mí! - Repuso con alguna lágrima.- Me he comportado como una chiquilla tonta…

 

            Iba a seguir hablando pero su compañera puso un dedo sobre sus labios, después lo apartó para besarla en ellos. Tras eso, no hicieron falta más aclaraciones. La crisis quedó superada…

 

-Y vamos a ser muy felices, con nuestro bebé.- Sentenció Kerria, abrazándola con cuidado.-

 

 En cuanto a Brian, él también recibió a la perfección ese mensaje y se emocionó mucho al ver esa actuación. No necesitaba entender la letra para comprender su significado. Sobre todo al ver a Kerria lucir aquella tiara en su cabeza. No obstante, a Rebecca le pareció una provocación, lo que originó nuevas discusiones y que el odio y resentimiento de ella por esa mujer aumentaran. ¿Acaso trataba a su novio como a un perrito faldero? Él se había ido apartando y quizás esa mujer, al darse cuenta, decidió que debía dar un tirón a la correa.

 

-¡Esa maldita ramera! - Rumiaba Rebecca con una apreciable dosis de inquina.- Será muy lesbiana cuando le conviene, pero basta que Brian se haya alejado un poco de su control para que le dedique una cancioncita. Le encanta tenerlo atrapado en sus redes. Quizás para el día en el que se aburra de estar con esa otra. Y sabe que, cuando quiera, puede embelesarle por completo. Es como si mientras está con esa novia suya me lo estuviera prestando para que se lo mantuviera a punto. Pero no, jamás te lo permitiré, ¡zorra!

 

            Por supuesto no se atrevía a exteriorizar del todo esos pensamientos, pero aquello le reconcomía el alma. Por suerte para ella, Kerria permaneció ajena a esas opiniones de aquella chica. Es más, continuaba  estudiando e iba aprobando con brillantez las asignaturas que le quedaban de derecho. También como artista y ex miembro de las Justices, ahora rebautizadas como Beauty Quartete, cuando Amatista e Idina podía unirse muy de tarde en tarde a ellas viniendo desde Bios. Otras veces, cantaba con su prima Katherine. Las dos habían formado un dueto al que pusieron por nombre las Ky- Kat, uniendo los apodos de ambas. Y por si fuera poco también se prestaba para colaborar en en obras benéficas. Aunque lo que más solía hacer era pasear con Samantha muy feliz y orgullosa. No obstante, pese a todas sus precauciones, desde que admitiese en público su homosexualidad y la popularidad le hiciera ser conocida, siempre había el grupito de turno que murmuraba al verlas a ambas. En algunos círculos de la sociedad eso no estaba bien visto y en otros aún se iba más lejos. Cada vez con más fuerza surgía un nuevo grupo social reaccionario que hacía ese tipo de apostolado sin paliativos contra lo que juzgaban algo totalmente antinatural y mucho menos si un futuro niño o niña estaba implicado. Ellas a veces lo oían y otras no pero, pensando en el bienestar del bebé, eran conscientes de que nada bueno podría derivarse de un enfrentamiento directo. De este modo ignoraban cualquier comentario que fuese ofensivo. Por desgracia llegó un día en que las palabras fueron reemplazadas por los hechos. Un día Samantha salía de hacer unas compras en el supermercado. Kerria, que estaba ya de siete meses, no había ido acompañándola. Cuando estaba guardando las bolsas en el coche un par de tipos se acercaron a ella mientras comentaban de forma que Sam pudiera oírles con claridad.

 

- No está mal, pero que nada mal - Dijo uno de los individuos recorriéndola con la mirada -...lástima que sea de esas…

- Es cierto.- Convino el otro divertido para conjeturar con sorna -, ¡pero quizá es que nunca ha probado a un buen macho...debe de ser eso!

 

            Sam trató de no prestar atención, pero los dos hombres se pusieron entre el coche y ella impidiéndola cargar los paquetes...

 

- Seguro que necesitas la ayuda de un hombre para cargar esos bultos. A fin de cuentas deben  ser muy pesados para ti, encanto.- Le dijo el primero con pretendida amabilidad. -

- Por favor, déjeme pasar...no quiero ningún problema...- les pidió la joven intentando conservar la calma. -

-¿Problemas? - El otro individuo la miró con una expresión de burla para añadir con falsa condescendencia. - Aquí no hay ningún problema...solamente somos dos hombres intentando ayudar a una preciosa señorita...

 

            El otro se acercó mucho a Samantha y la intentó sobar descaradamente. La joven se apartó cuanto pudo dedicándole una mirada indignada, pero también llena de temor.

 

- Te podemos ayudar y mucho más de lo que crees...eres preciosa y me carga bastante que un cuerpo como el tuyo se desaproveche de esta manera. En serio, dinos, ¿qué puedes tener con otra mujer?... ¡a no ser que gastéis muchos pepinos de estos! - Rio mientras le sacaba algunas de esas hortalizas de una bolsa. -

-¡Ya basta! - Replicó ella realmente enfadada. - ¡Fuera de aquí o llamaré a la policía!

 

            Sin que pudiese reaccionar uno de los hombres detrás suya le golpeó por la espalda haciéndola caer. Después ambos la emprendieron a patadas con ella, como pudo Samantha se cubrió para evitar sufrir un golpe en la cabeza. El jaleo alarmó a varios peatones y los dos hombres huyeron no sin antes decir.

 

-¡Nuestra hermandad no va a tolerar vuestras perversas desviaciones, malditas zorras! ¡Secuaces de las lunáticas!

 

            Samantha, muy contusionada y con algunas fracturas, fue auxiliada por varias personas que pasaban por allí. Medio inconsciente fue trasladada a un hospital, por suerte no había sufrido ninguna lesión irreparable, pero tenía muchos moretones por todo el cuerpo. En su móvil llevaba el número de la casa de los Malden como contacto de emergencia. Un médico llamó y Roy, que atendió el teléfono, fue de inmediato. Kerria cuando se puso histérica.

 

-¡Cálmate cielo!- Le pedía infructuosamente Bertie.-

-¡Otra vez no! Otra vez ha sido por no estar ahí protegiéndola. No tenía que haberla dejado ir sola. - Gritaba la agitada muchacha.-

-Tranquila, cariño. Iré ahora mismo.- Le aseguró su padre, sentenciando.- Te doy mi palabra. Me ocuparé de proteger a Samantha y de traerla a casa a salvo.

 

Pese a la promesa de su padre, Kerria estaba realmente asustada y muy nerviosa, también quiso ir, pero su madre la convenció de que en su estado no sería una buena idea.

 

-Confía en papá.- Le pidió Bertie.-

 

Cuando Kerria se calmó, su padre fue raudo hacia el hospital. Pidió información sobre Sam y le condujeron a la sala de espera.

 

-Aguarde un momento, por favor.- Le pidió una amable enfermera.-

 

Roy así lo hizo.

 

-Espero que la pobre Sam esté bien.- Pensaba realmente preocupado.-

 

Por fortuna el médico que la había atendido no tardó en ir a su encuentro y le dijo que la muchacha estaba fuera de peligro, pero que debería estar en observación al menos un par de días. Desgraciadamente él no podía usar las alubias allí o sería demasiado evidente. Fue a visitarla y eso sí, se le encogió el corazón al verla vendada en parte de la cabeza y el tórax y un brazo.

 

-Roy.- Gimió ella sin poder evitar llorar.-

 

            Él enseguida se puso de rodillas y abrazó cuidadosamente a esa pobre muchacha, dejando que la mejilla no vendada reposase contra su pecho.

 

-Tranquila, Sam. Te pondrás bien enseguida.- Le informó.-

-Por favor, no dejes que Kerria sepa cómo estoy. Querría venir…no debe, ni por ella, ni por el bebé. - Le suplicó la angustiada chica.-

 

            A su interlocutor le partía el corazón comprobar que, antes que su propia salud, Samantha anteponía la de Kerria y su embarazo.

 

-No temas por eso. Ya sabes cómo es, estaba deseando venir, pero entre su madre y yo la hemos disuadido.- Le contó Roy afirmando con tono cariñoso.- Bertie y yo nos turnaremos para estar contigo hasta que te den el alta. Y luego te llevaremos a casa.

 

Samantha se sintió mucho mejor sonriendo muy reconocida. Empero, otro problema le rondaba la mente. Tampoco deseaba que su familia se enterase, no les veía demasiado pero a veces sí que les llamaba.

 

-Ahora no. ¡Ojalá que no se les ocurra!- Suspiró.-

 

            Y es que se veía obligada a un doble juego muy peligroso. Por una parte, vivía junto con Kerria en casa de los padres de este, aunque por otra seguía manteniendo su apartamento con el alquiler al corriente de pago. Cuando sus padres expresaban el deseo de ir a verla, ella les recibía allí, pretextando que vivía sola. Tampoco les había dicho nada a los señores Malden de eso. Únicamente Kerria estaba al corriente y la cubría. Pero ahora, si a sus padres o a Terry se les ocurriera ir y descubriesen que había sido hospitalizada harían muchas preguntas.

 

-Les diría que me atracaron. Que tengo muy mala suerte.- Se dijo amargamente, recordando su terrible experiencia con su ex marido.- Ya van dos veces que me sucede, pensarán.

 

 Por fortuna eso no sucedió y la muchacha esperó pacientemente a poder volver a casa. Roy cumplió su palabra y tanto él como Bertie, por turnos, fueron todos los días a visitarla. Samantha se negó a que Kerria fuese. No deseaba darle un disgusto. Finalmente, tras una semana retornó a casa con el brazo escayolado y algunos moretones. Bertie estuvo con ella ese día al obtener el alta y Roy se ocupó de ir a buscarla. Kerria la recibió con un llanto que desahogaba su angustia de esos dos días. Pasado el momento de las emociones, Sam les contó lo que ella recordaba, pues hasta entonces nadie quiso mentar aquello.

 

-¡Parece mentira!- Declaró indignada Beruche mientras acariciaba el rostro aun lloroso de su hija.- ¿Cómo puede existir gente así? ¡Es horrible!, menos mal que no te dieron muy fuerte en la cabeza, ni en otro sitio vital.

- Me cubrí y tuve suerte, - replicó Samantha -...pero fueron unos momentos espantosos - reconoció, aun temblando cuando lo recordaba. -

-¡Desde ahora no irás sola, yo te acompañaré! Si vuelves a ver a esos cerdos, dímelo, ¡les daré tal paliza que pensarán que te hicieron fueron solamente caricias! - Afirmó Roy muy enfadado. -

- No merece la pena que te ensucies con ellos, pero gracias...estaré más segura si tú me acompañas. - Admitió la muchacha sonriéndole agradecida. -

- He llamado a Sebastián al bufete.- Comentó Kerria, ya repuesta de los sollozos.- Me ha dicho que investigarán e interpondrán una demanda.

-No, ¡por favor! - Le pidió Sam con patente temor en su tono de voz. Insistiendo con la angustia reflejada en sus ojos. - No deseo que esto se haga público. ¡Te lo suplico!…

 

            Los demás se miraron con extrañeza y bastante asombro. Pero Kerria asintió, si ese era el deseo de su novia, lo respetaría. Cuando llamó no tardó en entender la razón.  Para sorpresa de la muchacha la pareja de Sebastián, Pedro, se puso al teléfono y tras oír esa nueva orden comentó con resignación.

 

-No te preocupes. ¿Sabes Kerria? Esto es bastante frecuente. Muchas veces las víctimas de este tipo de agresiones homófobas tienen, por desgracia, más que temer de la justicia y sus repercusiones que los propios agresores.

-Pero, no lo comprendo. Ella tiene todas las de ganar. - Repuso la confusa muchacha.- Es un caso clarísimo de agresión, agravado por violencia de género y hasta de odio a un colectivo.

-No es eso, Kerria. Yo sí que comprendo a tu compañera. En el fondo es fácil de entender, verás. - Le explicó Pedro.- Tu pareja tendrá familia. Y puede que ellos no sepan cuál es su verdadera tendencia sexual. Si hay una vista y un juicio eso tendría que hacerse público. De hecho, nuestra demanda se basaría en ello. Porque como bien has indicado, aparte de un atentado contra la integridad física de Sam, es un ataque a sus derechos civiles agravado por una doble discriminación, de género y orientación sexual.

 

            Kerria se quedó atónita, le parecía mentira no haber pensado en eso. Sujetaba el teléfono con la mirada perdida. Ahora sí que todo encajaba. Enseguida recordó esa doble vida que llevaba la pobre Sam. De cara al resto del mundo, ella eran sencillamente una cantante de éxito y Sam su  publicista.

 

-Comprendo, muchas gracias, Pedro.- Musitó la joven.-

-No hay de qué. Espero que tu embarazo vaya muy, pero que muy bien. Muchos besos de mi parte y de la de Sebastián. También April te manda saludos. Te echamos de menos por aquí. –Le deseó él que se despidió colgando al poco.-

 

            La chica colgó también, se quedó pensativa. Estaba muy claro que Samantha no había hablado todavía de eso con sus padres. En ocasiones había ido a verles o a pasar algunas fiestas en su compañía. Y al regresare siempre le prometía a Kerria que hablaría con ellos y les contaría lo que pasaba la próxima vez que les viese. Pero posiblemente no tuviese valor. En fin, lo entendía. Y sabía que no debía forzar a su pareja. A fin de cuentas, salir del armario o no, como popularmente se decía, era una decisión personal de cada uno. Al menos estaban juntas y Sam se iba a recuperar y desde luego ni Kerria, ni sus padres, iban a permitir que a la pobre chica le volviera a suceder algo parecido…

 

-Jamás volveré a dejarla desprotegida.- Se juramentó Kerria.- En cuanto tenga al niño estaré a su lado. Y entre tanto, papá se ocupará. Y compadezco al desgraciado que se aproxime a Sam con mala fe.

 

Así, en los días que siguieron Roy en efecto y como siempre hacía cumplió su palabra. No se separó de Samantha, casi parecía su padre o incluso su novio. Esa era la broma que tanto Kerria como Bertie hacían, para lograr una sonrisa en Sam. De hecho, nadie la volvió a molestar, pero los ataques cambiaron de blanco. Una noche Brian sufrió una tremenda paliza cuando volvía a su casa, pese a tratar de defenderse nada pudo hacer pues eran un grupo de enmascarados que llevaban palos y porras, las palabras  de  los agresores vinieron a ser estas. Pintadas en un  muro cercano.

 

- Esto les ocurre a los que quieren tanto a las desviadas... ¡vamos a limpiar el país y después el mundo de tanta impudicia!  En la Congregación para la defensa de la fe y los valores de la decencia, no queremos esa clase de gentuza. Tampoco a los amiguitos de Serenity ni sus princesitas por aquí... ¡Malditos lunáticos, que habéis traído la depravación a nuestro mundo!

 

            Brian fue hospitalizado y esta vez Kerria insistió tanto en verle que no pudieron impedírselo pero al llegar al hospital fue Rebecca la que le cerró el camino.

 

-¿Es que aún no es suficiente? - Le inquirió ésta con indignación. - ¿No te basta con lo que le han hecho por tu culpa? ¡Déjale en paz de una vez y vuélvete con tu novia! - Remarcó la última palabra con manifiesto desprecio. -

- No tienes ningún derecho a tratarme así...yo no tengo la culpa...a Samantha también la pegaron son ese grupo de fanáticos...por favor, Rebecca. - Le pidió Kerria angustiada. -

 

            Ésta miró el vientre de aquella chica que ya estaba bastante abultado y respondió con resentimiento.

 

- Tú ya tienes lo que querías de él. Ahora, si no te importa, déjame cuidar a Brian en paz...no necesita que vengas aquí....

- Por el amor de Dios, Rebecca, ¿qué es lo que te he hecho yo? - Le preguntó Kerria dirigiéndole  una mirada desasosegada e incrédula. -

-¿Que, qué me has hecho? - Espetó la interpelada con gran indignación -¡y tienes la cara de preguntármelo! ¡Me lo has robado!, sino en cuerpo, sí en alma... ¡tú ya le tuviste y le dejaste, ahora olvídate de él, déjale ser feliz conmigo!...

- No lo comprendes.- Repuso su interlocutora que meneó la cabeza muy entristecida. - ¡Oh Rebecca!...eso no es verdad, para mí Brian es ahora como un hermano. Él permaneció junto a mí cuando estuve a las puertas de la muerte, ¡incluso me salvó la vida! Déjame verle una vez por lo menos. Si le quieres de verdad, no te opongas, yo no quiero robártelo...te lo suplico, ¡por favor!

 

Kerria comenzó a sollozar de forma tan desesperada que incluso su antagonista se ablandó. Además, en el estado en el que esa chica estaba podría sucederle cualquier cosa. Y si llegara a tener cualquier tipo de complicación con su embarazo, Rebecca pensó con horror que Brian no se lo perdonaría jamás. De modo que cedió, apartándose de su camino a disgusto, añadió con un tono menos duro.

 

- Está bien, no soy ningún monstruo. Pero sólo por unos momentos...está en observación y las visitas tienen que ser cortas.

- No te preocupes - repuso su interlocutora que aún pudo sonreír  a pesar de todo. -Gracias, muchas gracias....-  y muy despacio pasó a la habitación del joven. -

 

             Allí le vio dormido, estaba bastante vendado y tenía señales de hematomas por todo el cuerpo, suavemente le tomó de una mano y se la acarició. Estuvo en silencio hasta que por fin le susurró en voz muy baja.

 

- Tienes que ponerte bien, por todos los que te quieren y por tu hijo. Brian, si supieras cuanto siento que te haya ocurrido esto por mi causa. Siempre has sufrido por mí... ¡no te merezco como amigo! Espero que puedas hacer feliz a Rebecca y sobre todo, que ella te haga feliz a ti. - Le besó en un hueco del vendaje que le cubría la cara y después en los labios y salió del cuarto reprimiendo sus lágrimas. -

 

            El joven estuvo en un estado bastante grave pero por suerte pudo salir adelante. Quizás aquella visita le diera fuerzas. Al poco de recobrarse, urgido por su novia, decidió trasladarse a vivir a otro lugar, no deseando ser de nuevo el blanco de más agresiones ni ponerla en peligro a ella. Así pasaron dos meses más y por fin llegó la hora. Kerria se puso de parto y fue llevada por su padre al hospital. Fue curioso, en cuanto dio a luz Samantha no estaba, fueron los padres de Kerria quienes estuvieron junto a ella. Roy apretó su mano en tanto Beruche la animaba.

 

- Vamos, hija mía, sólo un poco más. - Le pedía su madre limpiando la frente de Kerria de sudor. -

 

             La chica se esforzaba, pero le dolía mucho, no pensaba que fuera algo tan largo, llevaba más de dos horas desde que había roto aguas.

 

- Mamá. ¿Hace siempre tanto daño? ¡Au!- gritó tratando de empujar. -

- No hija, normalmente sólo la primera vez. Leval me dolió más que tú.

- Pues yo no creo que quiera tener más niños ¡Ay!- chilló otra vez, añadiendo.-Ojalá la madrina Ami estuviera aquí.

 

Pero esta , ahora en calidad de princesa planetaria y responsable del área de salud, estaba muy ocupada. En este caso había viajado fuera de la Tierra para ocuparse de algunos asuntos, en representación de los reyes Serenity y Endimión. Por desgracia estaba demasiado lejos como para que Roy la trajera usando la traslación instantánea. Pero eso ahora era lo de menos. La chica seguía gritando y empujando mientras el doctor le pedía un último esfuerzo tranquilizándola pues de inmediato el equipo de anestesistas le puso un calmante epidural que actuó enseguida. Y una vez aliviada del dolor, y con una mayor dilatación, Kerria solamente preguntaba una y otra vez.

 

- ¿Dónde está Sam?

- No sé, hija. - Le respondió Roy.-  Y eso que trato de concentrarme en su energía, pero es tan pequeñita que no la encuentro.

- No pienses en ello, mi niña. - La tranquilizó Bertie susurrándole con dulzura. –Seguro que vendrá enseguida. Ahora debes centrarte en el bebé. Haz un esfuercito más.

 

            La muchacha asintió débilmente entre jadeos agotados y apretó. Tras unos agónicos minutos, donde la parturienta respiraba agitadamente y trataba de ayudar a su bebé a salir todo llegó a su fin cuando asomó la pequeña cabeza…

 

- ¡Ya está! - Declaró el médico, confirmando algunas ecografías previas que Kerria se hizo, - es un niño.-

- Es un chico y muy fuerte. - Sonrió Roy afirmando entre emocionado y visiblemente feliz, bromeando incluso para relajar a su tensa hija. -¡Qué bien hecho está!

 

            La bisoña madre sonrió relajándose al fin, dando rienda suelta a su agotamiento en tanto el médico le daba palmadas al recién nacido haciéndole llorar. Más tarde lo lavó, lo envolvió en una toalla y lo puso en brazos de ella.

 

- Enhorabuena, - la felicitó. -Ha tenido usted un bebé precioso, señora. Y usted señor,…

-¿Yo? - Se señaló Roy atónito mientras Bertie y Kerria sonreían al oírle añadir ahora divertido. -Yo soy su abuelo, no su padre. Esta señorita tan esforzada que está tumbada aquí es mi hija.

-Disculpe mi torpeza.- Pudo decir el azorado facultativo.-.

-No se preocupe, no viene mal que le vean a uno tan joven todavía, ¡ja, ja!- Se rio Roy restándole importancia.-

- Ojalá hubiera venido Samantha. Lo que hubiera dado porque ella estuviese junto a mí. Es el momento más feliz de mi vida. - Suspiró la emocionada muchacha volviendo a percatarse ahora de la ausencia de su pareja. - Pero esa maldita reunión, y yo creí que iba a romper aguas por lo menos tres días más tarde.

- Yo puedo ir por ella en cuanto logre detectarla. Esta chica debería entrenarse algo para subir su energía.- Bromeó su padre que se ofreció a salir en su busca.-

-Es una pena que tu madrina Ami no haya podido venir tampoco. Pero en cuanto pueda hablar con ella se lo contaré.- Se lamentó Bertie.-

-Tenía unos compromisos muy importantes.- Repuso Kerria.-  Pero sé que la habría encantado haber ayudado en mi parto. Como hizo con el de Tist. Y antes de eso, ayudándote a ti a traernos a Leval y a mí al mundo.

 

A todo eso Samantha al fin había venido y esperaba tras la puerta. Tras recibir un mensaje de Roy al móvil se apresuró en acabar esa reunión. Ahora aguardaba expectante, quiso entrar a la sala pero un médico la detuvo preguntando.

 

-¿Es usted familia? Sino deberá esperar fuera.

- Yo...

 

La pobre chica no sabía que decir. Desesperada, iba a explicar cuál era su relación con Kerria cuando Roy, que se apercibió de que estaba fuera, salió a buscarla.

 

- Es de la familia. - Le aseguró al médico y pasando un confortador brazo sobre los hombros de Sam le dijo con amabilidad. - Ven a verlo, ha sido un niño precioso.

-¡Un niño! - Exclamó ella muy contenta. - ¡Qué alegría!

 

            Pasaron adentro y las dos chicas se agarraron de las manos, mirando al bebé que ahora descansaba en una cuna junto a su madre.

 

-¡Cuánto lo siento! - Se disculpó la recién llegada lamentándose profundamente. - Me habría gustado tanto estar aquí antes, pero ese maldito atasco. Estaba parada y tocando el claxon, sin poder moverme.

- No te preocupes Sam.- La tranquilizó su pareja que, sonriente, declaró. - Lo importante es que ya estamos juntas. ¿Has visto? , tenemos un niño precioso.

- Sí,- sonrió también Samantha llevada por la emoción. - Es una maravilla, ¡tan chiquitito!

 

            Beruche se ocupó de lavar y cambiar por primera vez los pañales a su nieto y le dijo a Kerria entre risas.

 

- Mira hija y fíjate bien, para que aprendas. Tú también Sam, desde ahora ésta va a ser vuestra más importante ocupación.

- Y que lo digas. - Convino Samantha. -

-¿Sabéis algo de Brian? - Preguntó Kerria con interés. -

- Nada, le llamé pero no logré contactar con él. - Le comentó su padre -.

- Sam, papá, mamá, si no os importa, quisiera que el niño se llamase como él.- Declaró resueltamente Kerria. –

-No tienes que pedirnos permiso a nosotros, es vuestro hijo. Habladlo vosotras. – Contestó serenamente Bertie.-

-¿Brian?..- repitió Sam  que de inmediato convino en ello. - A mí me gusta, es un nombre muy bonito. Y él se lo merece.

- Creo que le volveré a llamar. A ver si doy con él. Le encantará saberlo. - Sonrió Roy. -

 

            Por fin logró contactar con el muchacho, aún convaleciente de sus heridas. Éste se alegró tanto al enterarse que quiso ir enseguida al hospital. Aunque todavía llevaba muletas, único signo junto con alguna cicatriz de la paliza que había sufrido, estaba en condiciones de hacerlo.  Rebecca esta vez no se opuso a ver al recién nacido, incluso ella tuvo que admitir que era un bebé muy robusto y encantador. Pero por otra parte ya tenía sus propios planes. Tras ese momento de euforia además era una buena oportunidad. Le pidió a Brian que se casara con ella. Él dudó un poco pero aceptó, quería así formar su propia familia y convencer a su novia, o mejor dicho a sí mismo, de que la amaba. Un mes después el niño fue bautizado y tanto su padre como Rebecca asistieron, aunque manteniéndose en un discreto segundo plano. La que también asistió llena de alegría fue Ami Mizuno. La princesa de Mercurio recién llegada de un viaje al planeta Kinmoku. Tras la ceremonia se acercó a saludar a sus amigos.

 

-Es un niño precioso. Será un chico muy apuesto de mayor.- Declaró con una amplia sonrisa.-

-Gracias madrina Ami.- Repuso Kerria.-

 

            Sam apenas sí podía creer que esa mujer que estaba allí delante de ella, luciendo un atuendo normal, compuesto por una blusa de tonos azules oscuros y una falda gris perla fuese nada más y nada menos que una de las princesas planetarias. Doctora en medicina y guerrera guardiana. Además creyó recordarla cuando, hacía varios años, la salvó en su identidad de Guerrera Mercurio, junto con la que entonces pensaba que era la Dama del Hielo, de su perturbado ex marido.

 

-Es un honor tenerla aquí, Alteza. - Pudo decir de modo cohibido hasta tratando de hacer una reverencia.-

-Nada de títulos, llámame simplemente Ami.- Le pidió la interpelada con naturalidad, disuadiéndola de que se inclinase, más cuando alegó, entre divertida y apurada.- Y no hagas eso, por favor. Eres de la familia.

 

            Por desgracia, no todo el mundo parecía dispuesto a obviar el título de Ami. Ni otras cosas. A las afueras de la iglesia en la que estaban, donde Roy logró que su nieto fuera bautizado, las voces de algunos energúmenos se alzaban.

 

-Fuera de aquí, este es un lugar sagrado. ¡Qué hace esa impúdica profanando este sitio con su bastardo!…

-No queremos amigos de los lunáticos, ni princesas opresoras.- Chillaban otros.-

-¡Canallas!- Masculló Brian, que se levantó del banco que ocupaba para espetar-.- ¿Cómo pueden decir eso de mi hijo?

-Déjalo - Le pidió Rebecca, que por una vez estaba tan asustada como consternada al oír aquello.- No quiero que vuelvan a hacerte daño. Por favor…

 

            Su novio tuvo que asentir y sentarse tras respirar hondo. Aquellas imprecaciones e insultos continuaron aunque por suerte no eran demasiados los que se ufanaban en lanzarlos. La mayor parte de la gente por el contrario reprobó aquello sintiendo vergüenza. El propio Roy se estaba enfadando por momentos y pudo decir mascullando con patente ira.

 

-¡Como salga ahí, ya veremos si esos malditos se atreven a abrir la boca!…

 

            Aunque Bertie le miró con gesto suplicante, más cuando se volvió a oír. En este caso aludiendo a Ami.

 

-Que se vaya esa ramera de la Luna. ¡Está manchando la casa de Dios!

-No os preocupéis, amigos.- Les pidió la princesa que sonrió.- Estamos más que acostumbradas a que haya personas que nos critiquen.

-Esto no es criticar, madrina, es ofender.- Repuso una indignada Kerria que acunaba a su bebé ahora en tanto agregaba llena de pesar.- Y sin ningún motivo.

           

Por fortuna la policía vino enseguida y desalojó a esos individuos. Al fin, junto a unos escoltas que habían acudido también para evitar complicaciones, Ami se despidió.

 

-Me alegra mucho el haberos visto. Es un bebé precioso. Cuidadle mucho. Y recuerdos de parte de mis compañeras y de los soberanos.

-Lo único que lamento es que Leval y Amatista no pudieran venir.- Comentó su ahijada.-

-Por lo que parece el pequeño Asthel es un crío sorprendente y tienen que estar con él allí. - Repuso Ami.- No deben moverse de Bios, al menos por ahora, de no ser algo de suma gravedad.

 

            Kerria asintió. No sabía exactamente qué pasaba con su sobrino pero cuando recordaba la vez que le acunó y lo que sintió entonces se hacía una idea.

 

-Seguro que a los dos les habría encantado estar aquí.- La animó Bertie.- Tu hermano me dijo que llamaría para enviar un Holo mensaje.

 

            Tras eso, despidieron a Ami que se marchó cuando las cosas afuera se calmaron. Y en efecto, al llegar a casa habían recibido la comunicación desde Bios. Leval, Amatista y el pequeño Asthel, se asomaban a la pantalla. Junto a ellos Esmeralda y Diamante que habían ido a pasar unos días.

 

-Os enviamos un fuerte abrazo y muchos besos. Lamentamos no poder estar con vosotros. Pero las obligaciones nos lo impiden.- Declaró Leval, añadiendo.- Ky, Sam, Enhorabuena.

-Queridas cuñadas. Un besote.- Las saludó Amatista con jovialidad, haciendo que su hijo hiciera lo propio con la manita.-

-¡Pimito wapo! - Dijo el crío, haciendo reír a todos, tanto los que estaban a un lado como al otro de la emisión.-

-En cuanto seamos capaces iremos allí a veros. También echamos de menos a mamá y papá.- Comentó Leval.-

-Sí, Roy, tarambana. Espero que no te aburras mucho por allá sin mí.- Terció jovialmente Diamante, añadiendo divertido.- Compadezco al pobre que te tenga que aguantar.

-Muchos besos para todos y enhorabuena.- Añadió Esmeralda.- Estamos deseando veros…

 

Así terminó el mensaje. Los Malden también tenían muchas ganas de reencontrarse con sus parientes y amigos. En cuanto a Brian y Rebecca su boda se celebró dos meses después y por supuesto invitaron a Kerria y Samantha que fueron con el niño y acompañados por Roy y Beruche. La novia del chico no se opuso a su presencia, feliz tras haber conseguido al fin su deseo. Es más, disfrutaba secretamente que Brian ya era suyo y que esa otra se sentaba en uno de los bancos limitándose a mirar.  Después se fueron de luna de miel y Rebecca le insistió en ir a vivir todavía más al oeste, tanto que por fin lo logró, ocupándose de que su marido no contactase muy a menudo con su hijo, ni con la madre de éste. Al poco Diamante y Esmeralda retornaron y conocieron al pequeño Brian. Fue un tiempo más tarde cuando al fin, Amatista, Leval y su pequeño viajaron a la Tierra haciendo lo propio. Así las cosas parecían discurrir con normalidad. Pasó un año y Kerria había perdido el contacto con el padre de su hijo salvo por algún correo electrónico o llamada muy infrecuente. El niño crecía muy sano y fuerte. Samantha y Kerria solían llevarle de excursión al campo, mientras el pequeño jugaba ellas le miraban muy contentas. Todo transcurría felizmente, incluso Kerria incluyó en otro de sus discos una canción dedicada a su hijo. Era una especie de situación en la que  cantaba otro de esos clásicos que tanto le gustaban. Casi en plan auto parodia biográfica de ella misma.

 

Ya me lo figuraba 
Estaba arriba, abajo y todo a la vez 
Era pecadora y salvaje, nene, sabes lo que digo 
Hasta que llegaste tú, ¡si!, tú. 

Algo andaba mal 
Hice un trato con el demonio por nada 
Fui al infierno y regresé, porque un ángel me vigilaba 
¡Eras tú, si!, tú. 
Es todo por ti 

Tú eres la razón 
Tú eres la razón por que me despierto todos los días 
Y duermo en las noches 
Tú eres la razón, la razón 

En medio de la noche 
Había naufragado porque te adoro 
Quiero apoyarte 

Me estoy dejando caer 
No doy más vueltas llevando mi aro 
Saliste de mis sueños y los hiciste realidad 


Sé lo que siento 
Eres tú 
Es todo por ti

Tú eres la razón 
Tú eres la razón por que me despierto todos los días 
Y duermo en las noches 
Tú eres la razón, la razón 

En medio de la noche 
Había naufragado porque te adoro 
Quiero tocarte 
Quiero apoyarte 
Tú eres la razón, nene 

Tú eres la razón 
Tú eres la razón por que me despierto todos los días 
Y duermo en las noches 
Tú eres la razón, la razón

 

 

(The Reason. Versión de Celine Dion, crédito al autor)

 

Y cantaba de tal manera, dentro de una casa o en un bar, enfundada en un camisón de raso y tumbándose sobre una cama, que daba la impresión de esperar a un hombre. Aunque al final se desvelaba la trama, entrando  ella en una habitación, y mostrando una cuna de bebé. En esta ocasión, los Malden se rieron con aquello y Sam lo celebró divertida…

 

-Es desde luego, la mejor razón del mundo para ser más responsable que nunca.- Afirmó Kerria abrazada a su pareja.-

-Sí que lo es.- Sonreía Bertie tomando en brazos a su nieto.-

 

Y siguió transcurriendo el tiempo. Kerria terminó su carrera. Logró graduarse en Harvard con buenas notas y entró a trabajar, ya como abogado, en el bufete de Sebastián y Pedro. Bajo la supervisión de April. Pero lamentablemente las cosas iban a cambiar. Un día les llegó un anónimo que Samantha leyó. Después de hacerlo se puso muy nerviosa, tanto que su pareja como la madre de ésta fueron a tratar de calmarla. Beruche leyó aumentando el  asombro y el enfado en su tono, según lo hacía.

 

- “Vuestra conducta inmoral no va a ser tolerada por más tiempo. Ningún niño inocente será corrompido por vuestra lujuriosa y antinatural vida"...- dejó el papel retorcido en la mesa exclamando  - ¡Qué horror! ¿Quién podrá mandar esto?...

- Sospecho que será de alguna de esas sectas fanáticas religiosas.- Aventuró Kerria. - Últimamente hay muchos de esos movimientos integristas que no permiten nada que se aleje de sus concepciones estilo Edad Media.

-Es verdad.- Convino su madre que con pesar, agregó.- Incluso odian a la reina Serenity, al rey Endimión y a todas las princesas planetarias. No lo puedo comprender. ¡Ellos salvaron la Tierra!

- Debemos tener cuidado, pueden tratar de hacerle algo al niño.- Intervino Samantha realmente alarmada. -

-¡No lo permitiré, nunca tocarán a mi hijo!...- aseveró Kerria visiblemente furiosa. -

 

            Roy estaba fuera con el equipo, cuando llegó y le pusieron al corriente también se enfadó mucho.

 

-Me gustaría ver quien tiene el valor de intentar hacerle algo a mi nieto delante de mí.- Sentenció apretando los puños.-

 

Así que decidió acompañar a su hija y a Samantha cuando salieran con su nieto. No tuvieron el menor problema. Pero un día que se retrasó las chicas fueron asaltadas por un grupo de enmascarados que parecían haber estado aguardando la ocasión propicia. Sam abrazó al niño que lloraba asustado sin comprender lo que ocurría mientras Kerria peleaba con ellos. Estaba en inferioridad numérica, pero, pese a ello, su sangre de saiyajin y su experiencia como Justiciera le daban mucha fuerza y puso fuera de combate a muchos de sus atacantes sin ni siquiera tener que transformarse, y aunque estuvo tentada de hacerlo no quería que su identidad se descubriera. No obstante, se iba debilitando, hacía tiempo que no entrenaba. Por suerte, su padre apareció a tiempo. Aunque los individuos restantes, lejos de amedrentarse, se encararon con él.

 

-¿Qué quieres, viejo?... ¡déjanos en paz y vete a tu casa!

 

            Muy furioso el interpelado puso fuera de combate a todos los individuos en apenas unos segundos, excepto a uno al que interrogó levantándolo en vilo por el cuello...

 

-¡Ahora le vas a decir a este viejo lo que está pasando aquí, escoria! ¡Quienes demonios sois y qué queréis de mi hija, de su pareja y de mi nieto!

- A nosotros nos han ordenado asustarlas. - Pudo responder ese anónimo y aterrado tipejo que no esperaba que aquel hombre pudiera tener tanta fuerza. - Sólo sabemos eso....

-¿Quién os envía?... ¡dímelo antes de que pierda la paciencia! - Le espetó  Roy  zarandeándole en vilo con una sola mano y preparando el puño con la otra. -

-¡No lo sé, no lo sé! ¡Le juro que no tengo ni idea! - Se apresuró a balbucir ese individuo.- A nosotros sólo nos pagan, vamos a recoger el dinero a un bar,-  le dio la dirección del sitio.-

-¿Cuándo os pagan? ¿Cómo contacto con ellos?- Le interrogó su interlocutor.-

-Suelen hacerlo los martes por la tarde, a eso de las seis. Vaya allí y diga que quiere ganarse algún dinero. - Le contó el tipo aquel para añadir en un vano intento por sonar conciliador. - Oiga amigo, no es por nada personal, ni siquiera sabemos si es verdad  lo que dicen...

-¿Qué es lo que dicen?... ¿eh?...- remarcó su interrogador notando que de un momento a otro perdería los estribos. -

- Por favor, no me pegue, sólo repetiré lo que he oído.- Le suplicó ese tipo.

 

Roy asintió aunque cumplir esa promesa le iba a costar bastante trabajo, sobre todo cuando aquel hombre agregó.

 

- Que estas dos son unas pervertidas, que ese niño está siendo corrompido por su maldad. Que será un peligro para el mundo. Igual que el resto de su familia y los reyes de la Tierra.

-¡Diles a tus jefes que tengan narices para venir ellos a decirme eso en persona! Fuera de mi vista. Y como se os ocurra volver a molestar a mi familia no seré tan amable como ahora. - Espetó lanzando al individuo a varios metros, éste junto a sus compinches ya recuperados, se apresuró a huir.  -¡Malditos canallas! - Masculló Roy tratando de calmarse. -

-¡Déjalo ya!- Intervino Kerria abrazando al niño que seguía llorando asustado sin saber lo que pasaba. - Gracias Papá. Creo que será mejor que volvamos a casa...no tengo muchas ganas de continuar con la excursión. - Añadió entre abatida y agotada en tanto besaba a su hijo y trataba de confortarlo con un tono dulce. - Vamos mi amor, ya está, ya ha pasado todo…

 

            Samantha también estaba muy nerviosa y asustada, a pesar de saber desde algo antes de que el niño naciera que Kerria era una de las Justicieras (se lo desveló poco antes de aquella terrible amenaza de los agujeros) y de conocer ya la increíble fuerza de Roy, temía por que en un futuro aquellas agresiones desembocaran en algo realmente trágico...

 

-Espero que con la lección que les has dado a esos canallas nos dejen en paz.- Dijo deseando que así fuera.-

-Me ocuparé de llegar al fondo de este asunto.- Le prometió su suegro.- Y les dejaré un mensaje que seguro recibirán.

-Te lo suplico. No empeores las cosas, papá.- Le pidió Kerria muy preocupada.- Tenemos que pensar en el niño.

-Confía en mí, cariño.- Repuso más calmadamente él.-

- No lo entiendo. ¿A quién hacemos daño? Solamente queremos vivir nuestras vidas en paz.- Suspiró una abatida Samantha.-

 

            Volvieron a casa y allí, tanto Roy como Bertie animaron a las dos mujeres.

 

-Sois unas chicas fabulosas, buenas madres y nuestro orgullo.- Las alabó Beruche, en tanto tomaba en brazos a su nieto y le daba dos sentidos besos en la frente.- Nunca dejéis que esos canallas os hagan creer otra cosa.

-Pero es muy duro.- Confesó Kerria deseando evitar las lágrimas.- No estar tranquilas ni cuando vamos a pasear con nuestro hijo.

 

            Sam le dio la mano a su pareja y las dos se abrazaron. Se sentían abatidas y preocupadas. No tanto por ellas sino por el pequeño. Brian era todavía apenas un bebé, por suerte no entendía nada de lo que sucedía. Empero, iría creciendo y podría ser víctima de ese odio, únicamente por ser el hijo de ambas. Roy por su parte observaba esa escena realmente indignado y entristecido por su hija y la que él consideraba como su nuera.

 

-Ese desgraciados se van a enterar de quién soy yo. Ya acabé con gentuza mucho más peligrosa y dura.- Pensó decidido a darles un buen escarmiento.-

 

Por supuesto sabía que de decir eso en voz alta su esposa e incluso las chicas tratarían de disuadirle. Así pues guardó silencio. No obstante, en cuanto tuvo ocasión fue por ese bar. Con una chaqueta de cuero y unas gafas de sol, y calándose una gorra para disimular su identidad de conocida figura del deporte. Entró sin llamar la atención, primero debía cerciorarse de que, en efecto, era el lugar correcto.

 

-No sea que la líe y estos pobres tipos no tengan nada que ver.- Se dijo con tintes precavidos.-

 

            Se colocó en la barra y pidió una cerveza. El barman se la puso, Roy miró a un lado y a otro. Aparentemente aquel sitio era un bar común y corriente. Consultó su teléfono.

 

-Son casi las seis de la tarde y es martes.

 

            Entonces decidió comenzar su representación, llamando al barman una vez más.

 

-¿Le pongo otra?- Quiso saber ese tipo, que lucía una calva apreciable, y cuya cara parecía la de un perro de presa.-

-Después. Verá, estaba buscando algún trabajo. ¿No tienen nada por aquí?. De lo que sea, camarero, en cocina…

 

            Aquel individuo le miró con atención, daba la impresión de tratar de reconocerle, pese a las gafas y la gorra que Roy llevaba.

 

-Lo siento.- Respondió finalmente.- Aquí no necesitamos a nadie.

 

            Su cliente asintió despacio, e insistió.

 

-¿Conoce usted a alguien que pueda ayudarme? Soy fuerte, puedo hacer trabajos duros.

 

            Eso dio la impresión de interesar a ese individuo. Se alejó de la barra sin mediar palabra y fue hacia una mesa en la que un hombre de edad madura estaba sentado con un vaso de vino. Roy se fijó de soslayo en que intercambiaron algunas palabras. Ese tipo de la mesa le dirigió una mirada y le comentó algo al barman. Al poco, este volvió a la barra y le susurró a su cliente.

 

-El caballero desea invitarle a una copa. Y quiere que le acompañe.

 

            Roy asintió despacio. Sin responder se levantó del taburete en el que estaba y fue a sentarse junto a ese individuo.

 

-Gracias por la invitación, amigo.- Le saludó.-

 

            Ese tipo, con voz aflautada, se limitó a responder.

 

-Creo que buscaba usted trabajo.

-Así es. ¿Tiene algo para mí?- Quiso saber Roy.-

-Podría ser. Necesito a alguien fuerte que se ocupe de unos agitadores.- Contestó ese individuo.-

-¿Qué agitadores? Veo esto muy tranquilo.- Comentó despreocupadamente Roy.-

 

            Aquel tipo esbozó una maliciosa sonrisa y no tardó en contestar.

 

-No son fáciles de ver, al menos antes se ocultaban, pero han ido envalentonándose y ahora salen impunemente a las calles, exhibiendo sus vicios y sus comportamientos antinaturales.

-¿Esos que dicen que son de la Luna?- Inquirió su contertulio.-

-Los que han venido a este mundo como falsos profetas y falsos mesías salvadores.- Apuntó ese individuo.—Bueno amigo, yo no entiendo de esas cosas. Solamente quisiera ganarme algunos dólares.- Replicó Roy fingiendo despreocupación.-

 

            Ese tipo asintió despacio. Sacó una cartera de la que extrajo cientos de ellos y los puso sobre la mesa.

 

-Esto como adelanto por dar un escarmiento a algunos de esos amigos de los lunáticos.- Le dijo.-

-¿A quiénes debo escarmentar?- Quiso saber su contertulio.-

-A estas dos desviadas. Son un terrible ejemplo para la sociedad. Muy pernicioso, están exhibiendo su inmoralidad y además son amigas de las falsas profetas.- Le explicó ese tipo a Roy, mostrándole varias fotos en su teléfono.- Merecen una buena lección.

 

            Desde luego, tuvo que contenerse cuando vio que en esa foto aparecía su propia hija, tomada de la mano con Samantha. Las dos paseaban cerca de casa. Esos canallas no respetaban evidentemente la intimidad de nadie.

 

-Te diré sus nombres y dirección.- Afirmó ese individuo.

-No hace falta.- Contestó Roy levantándose de la mesa y aseverando todavía con tono tranquilo.- Las conozco bien. Y para que vea que soy profesional le voy a dar una muestra de lo que soy capaz de hacer. Y no se la cobraré…

-Excelente.- Dijo su contertulio.-

 

            Y para sorpresa de aquel canalla y los otros allí presentes, Roy lanzó una silla contra la cristalera del bar haciéndola añicos, tampoco se privó de tirar mesas. Enseguida dos tipos trataron de detenerle, pero con un simple empujón les lanzó a varios metros de distancia.

 

-¿Qué os parece esta demostración?- Exclamó él, ya con patente enfado.-

 

            No dejó prácticamente botella sin romper y una vez terminó esa demostración, se quitó las gafas y la gorra y agarró de las solapas del traje que llevaba al tipo aquel, levantándole a medio metro del suelo.

 

-¡Tú, eres!...-Pudo apenas balbucir aquel individuo.-

           

Roy asintió, para juntar su cara a la suya y sisear.

 

-Si he hecho esto con el bar, imagina lo que podría hacer contigo, miserable. ¡Si volvéis a atacar a mi hija o alguien de mi familia, o que esté con ella, os buscaré y acabaré con todos vosotros, uno por uno, y eso te lo juro por mi vida! Ahora confiesa. ¿Quién está detrás de esto? Porque salva a la vista que no eres tú.

-No te diré nada.- Se resistió aquel tipo.-

-Una pena.- Repuso Roy dándole un golpe contra una mesa.-

-Oiga, he llamado a la policía.- Le advirtió uno de los clientes.-

 

            Al escuchar esto, Roy se sonrió, respondiendo con tinte despreocupado.

 

-Sí, llamadles, así les podré contar a lo que os dedicáis aquí.

 

Empero decidió no buscar más problemas. Volvió a sujetar a ese sinvergüenza y sentenció.

 

-Espero que te haya quedado claro mi mensaje, la próxima vez no seré tan amable.

 

Y tranquilamente se marchó. Se sentía mejor tras haberles ajustado un poco las cuentas a esos cerdos. Sin embargo, no pudo sacar información de quién estaba detrás. Por todo consuelo esperó que con ese aviso sería suficiente. Si esos tipos querían guerra les había dejado claro que la tendrían. Él respondería contundentemente. Al regresar a casa, eso sí, su esposa enseguida vio que algo no iba bien.

 

-¿De donde vienes?. Tienes la ropa hecha un desastre.- Quiso saber en tanto los dos entraban en el salón.-

-Nada, cosas mías.- Musitó él.-

-Roy…- Le llamó Bertie arrastrando su nombre.-

 

            Cuando ella hacía eso, es que demandaba una respuesta adecuada. Al fin él asintió, y aprovechando que Kerria y Sam estaban presentes

 

-He ido a explicar a esos bastardos que os han atacado que la próxima vez seré yo con quien deban tratar. Espero que lo hayan comprendido.

 

            Aunque esto, lejos de satisfacer a su hija, la hizo mirarle con expresión de alarma y replicar.

 

-Papá, ¿qué has hecho?

-Pues redecorarles un poco el bar en el que se reúnen.- Contestó él como si tal cosa.-

 

            Entonces les hizo un breve resumen de lo que pasó, incluyendo su conversación con aquel tipejo.

 

-No, por favor.- Le pidió Kerria, tras escucharle.- No debiste haber hecho eso. No quiero una guerra.

-Pero cariño, se han pasado de la raya.- Respondió Roy.- os atacado a ti  y a Samantha.

           

Sam no dijo nada, bajó la mirada, y aunque agradecía muchísimo que el padre de Kerria saliese en su defensa, se sentía mal. Así Bertie intervino con tinte admonitorio para decir a su esposo.

 

-Nuestra hija tiene razón. Ese no es el modo. Podrían denunciarte y les estarías dando un pretexto fácil para justificar sus actos.

-Tampoco les hice gran cosa.- Se defendió él, alegando con tinte molesto.- Y si alguien se atreve a atacar a mi hija o a cualquier persona que yo considere de mi familia, se las verá conmigo.

 

            Miró a Sam que únicamente pudo esbozar una débil sonrisa. Aunque fue Kerria la que tomó la palabra para insistir.

 

-Papá, no. Yo quiero defenderme de manera legal. Si debo acudir a los tribunales lo haré. Mamá tiene razón. Si les das una paliza pasaremos a ser los malos de la historia. Así no solucionaremos nada. E incluso podría ser peor, y que lo pagasen con Brian.

 

            Roy suspiró, tratando de controlar su enojo, al fin pudo decir contrariado.

 

-De verdad que no os entiendo. ¡Esos cabrones querían mataros! Se creen que pueden hacer lo que quieran.  ¡Pues no tienen ni idea de con quien están tratando!… -Exclamó ya con enfado.-

Si vuelven a tocaros a vosotras o a mi nieto juro por lo más sagrado que….

 

            Empero, a todos les sorprendió que Beruche le interrumpiese dando un grito.

 

-¡Ya basta, Roy!. No jures nada…

 

            Su marido le dedicó una mirada de estupefacción, y ella suspirando largamente para tranquilizarse, añadió.

 

-Dices que no tienen ni idea de con quién están tratando. ¿No es así?. O quizás sí que la tienen Roy.- Le rebatió Beruche, dejándole perplejo, lo mismo que a su hija.-

 

            Se hizo un incómodo silencio y Beruche, con tono más calmado, explicó.

 

-¿Y si lo saben perfectamente y están buscando provocarnos?. Tú mismo nos has contado que ese tipo habló de lunáticos y expresó su odio por los reyes y las princesas. Y por cualquiera que sea amigo de ellos. Si actuamos mal, les estaremos salpicando. Haríamos el trabajo sucio de esos miserables. ¿Es que no lo entiendes?- Clamó ella con una mezcla de temor y preocupación.-

 

            Su esposo entonces asintió, bajando la cabeza pudo musitar.

 

-Lo siento, solamente pensé en Kerria y en Sam siendo atacadas por esa basura. No podía quedarme cruzado de brazos.

-Muchas gracias Roy, pero Kerria y Bertie tienen razón.- Intervino Samantha al fin.-

-Claro, papá.- Añadió conciliatoriamente Kerria, tras volver con el niño en brazos.- Debemos ser cuidadosos y no caer en sus provocaciones. Seguro que todo se solucionará.

 

Y así dejaron aquel tema. Roy dio su palabra de controlarse y esta vez Bertie sí que le dejó hacer esa promesa. Pero por desgracia se equivocaban. Las cosas, lejos de solucionarse, con el paso del tiempo, empeorarían aún más. Los ataques físicos cesaron, pero fueron sustituidos por una campaña de desprestigio contra Kerria. La acusaban de un sin fin de actos inmorales. En algunas ciudades hasta tuvo que dejar de actuar pues de vez en cuando aún hacía giras como cantante en solitario. Llegaron incluso a amenazar con demandarla por incumplimiento de contrato. En un principio eso no preocupó a la familia, no existían motivos para ello. Tras demostrar fehacientemente con esas pruebas de amenazas que habían existido razones de peso al temer por la seguridad de la artista para suspender los conciertos.

 

-He devuelto cualquier adelanto que me dieron a cuenta de mis actuaciones.- Afirmó la joven.- E incluso he pagado algunas indemnizaciones por daños.

-No te preocupes por eso. El seguro de artistas que tienes lo ha cubierto sin problemas.- Quiso animarla Samantha.-

-Lo sé. El mismo bufete de Sebastián y Pedro se ha ocupado de eso. ¡Ah, casi lo olvidaba! Mi prima Kathy me llamó, estaba indignada. Ella también ha estado actuando y ha recibido gritos e insultos, acusándola de ser una desviada. ¡Kat, que cada vez que ve un chico guapo pierde la cabeza.- Sonrió sardónicamente Kerria, para añadir apagada.- Incluso me ofreció que hiciéramos un concierto como las Ky-Kat, pero lo rechacé, no quiero que se ponga en peligro por mi causa.

-Bueno, así te tendremos en casa un poco más.- Comentó Sam mientras veía jugar por el suelo a Brian.-

 

            Kerria miró a su hijo y sonrió, no le importaba lo que quisieran intentar contra ella, con tal de que el niño estuviese a salvo.

 

-Yo te defendería con mi vida, mi amor.- Pensó la joven sonriendo al ver como el crio reía divertido jugando con sus muñecos.-

 

No obstante, a veces las amenazas no vienen por medio de la violencia. Una tranquila mañana Roy fue al buzón y recogió una citación judicial a nombre de su hija.

 

-Kerria, ha llegado esto para ti, quizás sea por algún caso de tu bufete.- Especuló él.-

-Gracias papá. ¡Qué raro!, no suelen enviarme este tipo de cosas a casa.- Declaró la muchacha.-

 

Cuando ésta la abrió leyó con sorpresa y horror que se le acusaba de perversión de menores y de conducta inmoral inadecuada para la custodia de un niño, instándola a comparecer en una corte de justicia para una vista preliminar...así lo leyó con un tono mezcla de incredulidad, espanto e indignación.

 

-¡Por el amor de Dios!- Exclamaba Beruche muy enfadada y disgustada.-

 

Trató de consolar a su hija que estaba realmente hundida, incrustada en un sillón tras haber dejado caer ese papel.

 

- ¡Esto es increíble!, esos malditos bastardos ¿qué se han creído? No te preocupes cielo, tu padre y yo estaremos contigo en todo momento.- Sentenció Beruche.-

-¿Por qué me hacen esto?-  Se preguntaba Kerria al borde del llanto. - ¿Qué les he hecho yo a esa gente?...

- No has hecho nada, cariño. - Le dijo su pareja con dulzura mientras la abrazaba tratando de animarla. - No te preocupes, cuando demostremos que eres inocente de todo eso llegará nuestro turno.

- Pero yo no tengo que demostrar nada. - Balbuceaba la desconsolada joven alegando. - No he hecho nada malo, Samantha. Ni tampoco tú.  ¡Y quieren quitarnos a nuestro niño! – Remachó entre lágrimas de impotencia y desesperación mirando a su hijo que dormía en su parque, ajeno a todo aquello, en tanto su desolada madre repetía con un gemido. – No hemos hecho nada malo.

- Tú y yo lo sabemos, Kerria,- le respondió resignadamente su compañera. - Pero por desgracia las leyes son como son y tendremos que demostrárselo...lo sabes mejor que yo.

 

            La abogada asintió, bajando la cabeza y tratando de enjugar sus lágrimas. Sam se abrazó a ella intentando consolarla.

 

-¡Malditos! Voy a enterarme de quiénes os están haciendo esto y me las van a pagar todas juntas.- Prometió Roy que no podía soportar ver sufrir así a su hija ni a la pareja de ésta. -

- Papá, yo soy licenciada en derecho, tengo el título de abogado. Sam tiene razón, es un asunto de leyes. En eso puedo defenderme...- replicó Kerria, ahora con un tono de voz más resuelto. -

- No hija, es mejor que se lo dejes a nuestro abogado. Él tiene mucha experiencia y conoce bastantes recursos legales, hazme caso. Tú eres parte interesada y podrían atacar tus sentimientos. –Argumentó su padre.-

- Es cierto, cariño. – Convino Beruche también con su habitual serenidad para añadir. - Te conozco y sé que tu corazón se impondría a tu mente en estos momentos.

 

            La joven guardó unos momentos de silencio. Pensó sobre lo que sus padres le habían dicho. Tenía que admitir que llevaban toda la razón. Entonces comentó…

 

- Me gustaría que se ocupasen Sebastián y Pedro. Tienen mucha experiencia en este tipo de casos.

-Muy bien, si es lo que tú quieres. Confío en ese hombre, es una buena persona y un magnifico abogado por lo que te tengo oído.- Afirmó Roy.-

-Sí, hija. Llámale.- Convino Bertie.-

 

Samantha asintió  coincidiendo con ambos y Kerria se dispuso a pedir ayuda a su propio bufete. Pues era cierto que tanto Sebastián como Pedro sabían muy bien lo que se hacían en este tipo de situaciones. De modo que la familia Malden se reunió con los dos para preparar su defensa. Al principio Sebastián quedó incrédulo pudiéndole comentar a la muchacha.

 

-No lo entiendo. ¿Acaso has hecho alguna cosa en público o dicho algo que te comprometiera?

-Aparte de que soy lesbiana. Y de qué apoyo a los soberanos y a las princesas planetarias. No, que yo sepa. Salvo que eso ahora sea un crimen castigado con la pena capital. - Replicó la interpelada no sin sarcasmo.-

 

            Su representante legal suspiró, de modo suave se dirigió nuevamente a la joven y le dijo.

 

-Mira. Comprendo perfectamente por lo que estás pasando. Pero debes dejar a un lado tus sentimientos. Hay que usar la lógica y ceñirse a la ley. Si no tienen nada no ganarán.

-Aparte de manchar mi imagen y la de mi familia.- Musitó ella con tono sombrío.- En eso ya han ganado.

-Todavía no. – Intervino Pedro afirmando también.- Si carecen de evidencias contratacaremos después con una demanda que hará historia. Pero si hubiera cualquier cosa que pudieran utilizar en tu contra debes decírnoslo. Hay que estar prevenidos para anular sus posibles estrategias.

 

            Roy parecía querer decir algo, pero su hija, quizás imaginando qué podría ser le detuvo posando una mano sobre el brazo derecho de su padre. Fue la propia Kerria la que declaró.

 

-No se me ocurre nada. Desde que soy una figura pública nunca hice nada de lo que avergonzarme. Bueno, quizás cuando era una adolescente las cosas no fueron todo lo bien que deberían.- Suspiró ahora.-

-Si no tienes ninguna denuncia, ni condena, supongo que no podrán atacarnos.- Comentó Bertie.-

-No debemos confiarnos, señora Malden.- Le objetó Sebastián afirmando.- En estos casos sería peligroso si existiera cualquier cosa que pudiera sembrar una duda razonable en el jurado sobre la capacidad de Kerria como madre.

-Pero siempre se dice que con duda razonable no puede condenarse a nadie.- Terció Roy.-

-En este caso no se trataría de condenar, sino de dictaminar si su hija puede hacerse cargo de la educación de un menor.- Comentó a su vez Pedro.- Y en ese tema, la duda siempre ha de resolverse buscando el bienestar del niño.

-Podemos llamar a muchos testigos que hablarán muy bien de mi hija.- Afirmó Bertie recordando.- Sin ir más lejos su hermano.

-No, mamá.- Replicó enseguida la muchacha.- No quiero involucrar a Leval en esto. Él tiene sus propias preocupaciones. Y no nos serviría de nada.

-¿Cómo qué no? Y además estará encantado de venir. Y Amatista también.- Comentó su padre mirándola extrañado.-

-Señor Malden.- Le explicó entonces Sebastián con tono resignado.- Siendo familiares de Kerria su testimonio se presupone favorable, no nos harían ganar gran cosa. Lo más probable es que los demandantes tampoco les citasen a declarar. Aunque si nosotros lo hiciéramos, el más mínimo titubeo por su parte les favorecería a ellos.

 

            Hubo un incómodo silencio, no habían esperado que las cosas fuesen así, sin embargo, Bertie enseguida recordó.

 

-¿Y si llamásemos a mi amiga Ami? Es su madrina y además una princesa planetaria.

 

            Sebastián y su pareja se miraron, al instante éste último movió negativamente la cabeza y afirmó.

 

-No creemos que sea recomendable. Hay mucha controversia con eso ahora. Y ante cualquier foco de conflicto ellos saldrían ganando. No importa lo elocuente que fuera esa testigo. Lo que de verdad iba a impactar al jurado sería la reacción que ella despertase. Y no podemos arriesgarnos a que sea mala. Es una carta que conviene no jugar, de igual modo que tampoco creo que la otra parte quiera hacerlo. No se sabe de qué lado podría caer.

-Sí, es como lo anterior. No creo que el testimonio de la madrina de Kerria fuese negativo. Seguro que sería positivo, pero el juez y el jurado ya contarían con eso. Y no podemos arriesgarnos a que los miembros del jurado tengan algún tipo de prejuicio contra los soberanos de la Tierra.- Añadió Sebastián.-

-¡Esto es absurdo! - Protestó Roy llevándose las manos a la cabeza.-

-Lo que sí podemos hacer es citarles si viene al caso. Pero no nos atrevemos a llamarles.  No lo consideramos apropiado, sin embargo es su decisión. Tu decisión, Kerria. - Comentó Pedro dirigiéndose directamente a la joven y haciéndose cargo de la situación por la que pasaban sus clientes.-

 

            Tras unos momentos de tenso silencio la chica finalmente asintió y pudo decir con tono suave y voz queda.

 

-Confío en vosotros. Lo haremos como nos aconsejáis…

 

            Sus abogados asintieron dispuestos a prepararlo todo. Pasaron unos días y así llegó el momento de la comparecencia, todos vestidos de forma muy elegante y con el niño, fueron al juzgado. Aunque Samantha se mantuvo al margen, oficialmente era la publicista y directora de las campañas de promoción de Kerria y de su grupo. Al menos eso se dijo ante los medios. Todo el mundo presupuso que estaba allí para defender a su cliente desde el punto de vista de la propaganda.

 

-Al menos, no sospechan de nuestra relación.- Pensaba Sam.-

 

Kerria por su parte compareció flanqueada por Sebastián que se haría cargo de la defensa y sus alegaciones y de Pedro que actuaría como ayudante. Para su sorpresa había cámaras de la Holo televisión, los periodistas intentaron sacarles declaraciones, se arremolinaban a su alrededor. Afortunadamente la policía del juzgado les abrió un pasillo. Los reporteros trataban de saltarse la vigilancia policial y alguno lo logró preguntando cosas como...

 

-¿Es cierto que usted ha protagonizado escándalos homosexuales con algunas de sus antiguas compañeras de grupo?...

 

            Kerria, muy ofendida, estaba a punto de contestar a eso cuando Sebastián se adelantó impidiéndole hablar...

 

- Eso es una calumnia de la que tendrá usted cumplida respuesta con una demanda....

- Oiga yo únicamente lo pregunto, no lo afirmo. - Se justificó de inmediato el periodista que insistió. - ¿Es verdad o no? Cito textualmente lo publicado en algunos medios. Y estos se preguntan.  ¿Pudiera ser que hartas de las prácticas impúdicas de su compañera, Idina Rodney y Amatista Lassart dejaran el grupo y se fueran a Bios por eso?

 

            La muchacha, al oír semejantes embustes, tentada estuvo de estallar dándole una bofetada a ese cretino, pero su abogado le susurró que ignorase esa y cualquier otra pregunta hasta no escuchar oficialmente las acusaciones.

 

-¡Qué más quisieran ellos que ver cómo te enfureces y pierdes el control! Les estarías dando media victoria en bandeja.-Susurró Pedro al oído de la joven.-

-Alguno de estos periodistas incluso podrían trabajar para ellos.- Le indicó Sebastián.- Únicamente buscarían provocarte.

 

De modo que, con gran esfuerzo y todavía temblando de rabia, Kerria asintió y supo controlarse. Flanqueada por sus letrados y por sus padres, continuó. Entraron en la sala y las puertas se cerraron dejando fuera a los periodistas y curiosos. Tomaron asiento y sólo se levantaron cuando el juez entró, una vez vueltos a sentar, escucharon las acusaciones.

 

- Señorita Malden...por favor, póngase en pie.- Pidió el juez, de apellido Davis, a Kerria que se levantó tal y como le indicase su abogado de forma pausada pero decidida en tanto el magistrado le daba a conocer los posibles cargos. - Se le acusa a usted de conducta desordenada e inmoral y de pervertidora de menores, no siendo considerada adecuada para la crianza de un niño. No obstante, debo aclararle que esto es solamente una vista preliminar no es un juicio, sólo en el caso de no conseguir un acuerdo, digamos amistoso, tendrá que celebrarse éste.

- Lo sé, señoría. Una conciliación. También soy abogado. – Asintió ella comentando esto de forma humilde. -

 

El juez le devolvió el asentimiento. Era un hombre de edad mediana, de raza blanca y aspecto serio, aunque no parecía ser hostil. De modo que, con tono sereno pero firme le inquirió a la chica.

 

- Ahora debo preguntarle ¿cómo se declara usted?..

 

            Kerria miró a su abogado y a su familia y estos asintieron, ella dijo con voz clara y sin dudar.

 

-  Inocente, señoría....

 

            En ese momento, el letrado correspondiente a la acusación, un abogado de prestigio, miembro de un famoso bufete, se levantó dirigiéndose al juez entregándole un archivador que éste consultó para declarar.

 

- Muy bien, entonces y ante la insistencia de la acusación y las evidencias circunstanciales presentadas no tengo otro remedio que ordenar el juicio. Éste se celebrará en esta misma sala dentro de siete días...- dio un mazazo  para sentenciar. - Se da por terminada esta vista...- al punto se levantó abandonando la sala, tras él desapareció el fiscal. -

 

            Los Malden se quedaron allí durante unos segundos, nadie habló hasta que fue Kerria la que musitó con angustia dirigiendo una suplicante mirada a Sebastián

 

- Ahora tendré que ir a juicio, ¿qué vamos a hacer?

- No te preocupes,- la animó éste con su pelo cano y su chaqueta y corbata grises oscuros que le reforzaban en aquella planta inmejorable de hombre maduro y con una gran aura de experiencia y control de la situación.- Casi siempre se va a juicio, la vista, como te dijo Davis, sólo sirve para tratar de llegar a un arreglo amistoso. Esto era lo previsible, ya lo sabes. Pero estoy seguro de que ganaremos...

- Es verdad,- Intervino Samantha tratando de animar a su pareja. - Yo no tengo ninguna duda de ello.

- ¿Cómo es ese juez?- Se interesó de inmediato Beruche  con evidente preocupación. -

- Es un hombre razonable y relativamente joven. Eso nos viene bien, no tiene prejuicios contra parejas de hecho, ni se dejará influenciar por el ambiente.- Replicó Pedro a su vez, aunque eso sí, en honor a la verdad, añadió. - El fiscal es Tim Ross un tipo que no duda en emplear cualquier artimaña que le sirva, aun bordeando la legalidad. Y suele salirse con la suya, aunque sabemos cómo tratarle, no teman.

-¡Malditos! , os han estado molestando e insultando  durante años y ahora esto. - Terció Roy visiblemente indignado para agregar de mejor talante. - No temas nada hija, cuando te declaren inocente y Sebastián termine con ellos, voy a descubrir quién ha organizado todo esto y entonces sabrá lo que es bueno.

 

            Kerria asintió, más animada volvió a casa con su familia, y se ocupó de cuidar a su hijo. Samantha había salido a trabajar, en su oficina escuchó el eco de los comentarios. La noticia había dado la vuelta al país, incluso al mundo. Creyó entonces que hasta algunos de sus compañeros le dedicaban miradas furtivas. Ellos no sabían la naturaleza de sus relaciones con Kerria. Todavía y pese al tiempo que llevaban juntas, no se habían hecho de notar salvo en círculos muy cerrados. Aunque algunos si pudieran sospechar algo. El mismo Bob estuvo muy callado esa mañana, apenas si le dirigió la palabra. Pero en cuanto llegase el juicio no solamente sus compañeros de la agencia sino todo el mundo se enterarían y aunque Samantha amaba con todo su corazón a su pareja y al niño, nunca quiso que su relación se descubriera de una forma tan abierta. No dejaba de ser paradójico, a ella la habían presentado como a la directora de marketing y publicidad de la empresa discográfica donde estaba su pareja. Esto justificaba su presencia con ella dado que se creía que Kerria Malden era una madre soltera, lesbiana eso sí, pero que no tenía una pareja estable de su mismo sexo. Aquel razonamiento fundamentaba en parte algunas de las acusaciones de conducta inmoral  y desordenada, incluso promiscua, impropia para ser la tutora legal de un niño. Sam sabía que cuando se iniciase la vista debería a buen seguro declarar, y aunque deseara con todas sus fuerzas ayudar a su pareja, tenía sus razones para querer seguir siendo “anónima”. No obstante, ahora que había salido en televisión con ella, sus temores no iban a tardar en evidenciarse.

 

- Sam - Le llamó una de sus compañeras, sacándola de esas reflexiones. - Hay una llamada para ti, por la línea uno.

 

             Ésta le dio las gracias y atendió el teléfono.

 

- Samantha Wilson al habla. ¿Dígame?..

 

            Al principio no hubo respuesta.

 

-¿Quién es?,- insistió Samantha. -

- Hola señorita Wilson - Escuchó decir Sam que no lograba reconocer el tono de lo que parecía una voz masculina.  - Tengo una pregunta para usted.- Aquella voz hizo una pausa para luego continuar con un tinte burlesco y cruel. - ¿Qué dirán sus padres y su hermana cuando sepan que convive de esa forma tan poco cristiana con otra mujer?

-¿Quién es usted?- Chilló la alterada joven, pero ya le habían colgado el teléfono. -

 

            Sam colgó con rabia y el grupo de compañeros de su alrededor la miraron atónitos. Ella se fue al servicio y se desahogó llorando allí. Cuando volvió a casa no quiso decirle nada a Kerria que, junto al abogado de sus padres, repasaba sus argumentaciones. Samantha subió  a su cuarto, se sentó en la cama pensativa y bastante deprimida. Pensaba en su familia, había tenido problemas con sus padres. Todavía recordaba aquella cena de Nochebuena. Cuando les contó que  trabajaba con Kerria y su padre se disgustó mucho al saber a través de la televisión la orientación sexual de ésta. A su madre tampoco le hacía gracia. Incluso su hermana Terry, que la había defendido siempre ante sus padres, le pidió que dejase a semejante cliente. Pero tras un tiempo aquello se le hacía cada vez más insoportable. Cuando salía a colación el tema de su vida amorosa siempre tenía que fingir y decirles a sus padres que no había encontrado a ningún hombre lo bastante bueno.

 

-¿Y ese tal Bob? ¿Era tu compañero de trabajo, verdad?- Inquirió su madre afirmando.- Alguna vez te he oído hablar de él. Incluso le vimos cuando te visitamos hace años en Nueva York. Y me pareció un hombre muy agradable. ¿Acaso ya no os veis?

 

            Se refería a una visita que le hicieran a Sam antes incluso de que conociera a Kerria. Entonces no salía con nadie, ni hombre ni mujer, pero estaba bastante compenetrada con su compañero. A decir verdad nunca le pudo poner ni un solo pero a Bob en el ámbito laboral y quizás ese buen equipo que formaban entonces indujo a sus padres a pensar otra cosa. Aunque la muchacha repuso entonces.

 

-Es un compañero de trabajo, mamá. No quiero mezclar las cosas. No es bueno…Además, todavía no me siento cómoda tras lo que pasó…

 

Daba a entender que todavía estaba afectada por su mala experiencia con Steve. Sin embargo con su hermana era diferente. Terry la miraba sin creerse aquello, Alguna vez quiso preguntarle y Sam siempre soslayaba el tema o le daba evasivas. Una tarde sin embargo, de las pocas veces que pudo quedar con su hermana a solas, se sinceró. Ya no podía soportarlo más. Llamó a Teresa.

 

-¿Podrías quedar conmigo esta tarde? Tengo que contarte una cosa.

-Bueno.- Replicó su interlocutora a través del teléfono queriendo saber. ¿Qué pasa?

-Prefiero explicártelo con calma...- Pudo responder Sam tratando de no sonar preocupada.- Mejor en persona que por teléfono.

-¿Estás bien?- Se inquietó no obstante Terry.-

-Sí, sí… luego nos vemos y te cuento.- Contestó su hermana forzando un tono jovial.-

-Vale, quedamos entonces.- Replicó la otra muchacha.-

 

Terry estaba terminando su carrera de económicas en su facultad y esa tarde no tenía clases. Su hermana mayor condujo hasta el Estado de Kentucky el natal de ambas, donde Terry estudiaba y se citaron en un bar próximo a la universidad de la chica. Samantha la esperó, iba como de costumbre,  bien vestida. En esa ocasión con una falda beis, una blusa verde pálido y zapatos a juego que la hacían estar elegante y discreta. Terry, aparte de ser algo más joven, siempre había sido mucho más partidaria de la ropa cómoda, apareció con unos pantalones vaqueros, zapatillas y una sudadera de su campus.

 

-¡Hola Sam!- Exclamó bastante contenta al ver allí a su hermana.-

-Hola.- Sonrió ésta débilmente.-

 

Tras sentarse en una mesa y pedir sendos refrescos la universitaria le preguntó con interés.

 

-Y bien. ¿Qué es eso tan importante que querías contarme?...

- Bueno, antes de nada, ¿cómo estás tú? Hace tiempo que no nos vemos.- Pudo replicar su interlocutora.-

-¡Genial! El trimestre me va muy bien. No me puedo quejar. Me ayudaron mucho tus consejos en algunas asignaturas, Sam. ¡Qué suerte tener una hermana mayor que ha pasado por esto antes!- Sonrió la muchacha.- ¡Y encima en la misma carrera!

 

            La verdad es que Terry era muy similar a la propia Samantha. Al menos en su aspecto, así se recordaba ella en su etapa universitaria. Veía a esa muchacha, igualmente rubia, un poquito más alta que su hermana mayor y con esos ojos azules tan hermosos y profundos y rememoraba esos días.  Aunque Terry se dejaba el pelo algo más largo y se hacía coletas para ir más funcional. Sam era más coqueta a la hora de vestirse y arreglarse. Sin embargo, en ocasiones, cuando las dos iban con un look parecido, pese a la diferencia de edad, pues le pasaba al menos seis años a su hermana, casi parecían gemelas.

 

-Me alegro mucho por ti. -Declaró observando no sin cariño y orgullo a la pequeña de la familia.- Te lo mereces.

-Gracias a ti nuestros padres cedieron y me pude venir a estudiar aquí también. Siempre has ido por delante y me has ayudado mucho.- Afirmó la chica que enseguida extinguió su sonrisa al observar el rostro grave de su interlocutora.- Sam, ¿te pasa algo?- Se interesó de inmediato con inquietud.-

- Veras Terry. – Logró al fin responder mirándola a los ojos.- Tú eres la única de la familia con la que puedo hablar de esto. Sé que papá y mamá jamás lo entenderían.

-¿Te ha pasado algo malo? - Quiso saber su hermana que ahora si empezaba a preocuparse seriamente. –

- Tú sabes dónde trabajo yo y para quienes lo hago…

-Si, en esa agencia de publicidad.- Recordó la muchacha.-

-Y que una de mis principales clientes es Kerria Malden, junto con sus primas.- Añadió Sam.-

-Ya hablamos de eso.- Contestó Terry, afirmando sin rodeos.- Sé que es tu trabajo, pero no creo que sea buena idea que sigas representando a esa mujer…ya sabes…sobre todo después de las cosas que se están diciendo de ella. Y sobre todo de lo que admitió ser. - Pudo responder no sin apuro.-

-¿Acaso es algo tan terrible? Que ella sea así, no tiene nada que ver con su personalidad.

-¡Oh, vamos Samantha!- Exclamó Theresa, con una mezcla de incredulidad y contrariedad.- Proclamó a los cuatro vientos que era lesbiana. No creo que sea un prodigio de virtud. Y hay muchos que aseguran que su forma de vivir es…cuando menos, muy licenciosa…no te conviene que te relacionen con alguien así.

-Es todo mentira. La conozco hace mucho. No es en absoluto como esos calumniadores dicen que es. Ella es una buena chica, Terry. – Declaró Samantha que decidió aclarar aquello de una vez por todas para sentenciar.- Es buena y la quiero…

 

            Esperó conteniendo la respiración para ver la reacción de su interlocutora. Aunque para su desconcierto su hermana menor sonrió, posando una mano sobre las suyas y le contestó desdramatizando…

 

-Nadie dice que sea mala persona, Sam. Entiendo incluso que si lleváis tantos años de relación profesional te sientas unida a ella.- Convino la joven agregando, eso sí con prevención.- Pero ya sabes cómo se están poniendo las cosas. La gente ha comenzado a ser menos tolerante con ese tipo de personas. Bueno, quiero decir que, sin ir más lejos, nuestros padres están disgustados. Ya lo sabes. Ellos no pueden comprender como trabajas para alguien con esa clase de moral…

-¿Y qué hay de ti?- Quiso saber su interlocutora clavando en ella una mirada casi de súplica.- ¿Tú puedes entenderlo? Terry…

-¡Oh vamos, Samantha!- Replicó la aludida.- A mí me da igual que esa chica sea lesbiana o sea de la Luna, como la reina Serenity. Es tu cliente y debes hacer tu trabajo. Sólo te pido que tengas cuidado para evitarte problemas. Está bien que la aprecies, pero mantén las distancias.

 

            Ahora fue Terry la que miró sorprendida a su hermana. Los ojos de Sam estaban llenos de tristeza, incluso alguna lágrima resbalaba de ellos.

 -¿Qué te pasa?- Quiso saber cada vez más alarmada.- Sam…estás llorando. Mira, no quise ofenderte, vale.

 

Empero, su hermana mayor movió la cabeza despacio y reuniendo todo su valor le confesó, dejándola helada.

 

-Terry…,hay algo que debo contarte, yo… no solamente la aprecio. Estoy enamorada de ella, y ella lo está de mí. Somos pareja…desde hace algún tiempo…

 

            Tardó unos instantes en ser capaz de pronunciar otra palabra más, para cuando pudo hacerlo su hermana menor se levantó de la silla y exclamó con un tinte entre incrédulo, airado y sobresaltado.

 

-¿Qué? Será una broma, ¿verdad? Una broma de muy mal gusto…

- Terry, ¡por favor! – Le pidió Sam moviendo la cabeza sin poder dejar de llorar.- Te lo suplico, ¡escúchame!

-¿Sabes lo que eso significa si es cierto?- Le inquirió la aludida ahora con un tono más duro y enojado.- ¡Destrozarás nuestra familia! – Sentenció entre furiosa y alarmada para añadir con un tinte de súplica. – Dime que eso no es verdad.

- No puedo….la quiero…las dos nos queremos. - Musitó su hermana mayor llevándose ambas manos a la cara, para tratar de ocultar su rostro, como si de pronto se avergonzase de mirarla y poder añadir. – ¡Ya no podía más!, tenía que decírtelo, eres mi hermana pequeña.  La única en quien puedo confiar. Te quiero Terry, te quiero desde siempre. Nos hemos apoyado, nos hemos comprendido… por favor, te necesito…

 

            Lloraba de tal forma que algunos otros clientes dirigieron su atención hacia la mesa. Su hermana menor, preocupada y también avergonzada por ese espectáculo, trató de calmarla. Se sentó a su lado y le dijo, posando una mano sobre la espalda de la pobre chica.

 

-De acuerdo Sam, cálmate…por favor, lo último que necesito es que hagas una escena. Tú eres mi hermana mayor, por supuesto que te quiero, pero…compréndelo. ¿Cómo iba a esperarme esto?

 

            Su interlocutora trató de serenarse un poco y asintió. Era lógico, aquella noticia era impactante para alguien de su familia. Incluso para Terry que era la más joven y había chocado con sus padres hasta más que ella, por motivos de comportamiento o incluso de moda. Pero ahora Samantha lo veía claro. Pese a las apariencias y la brecha generacional en el fondo su propia hermana compartía esos prejuicios que le habían ido inculcando desde casa y desde la comunidad tan religiosa en la que habían crecido. Ella misma, siendo muy joven, se sentía muy mal cuando empezó a mirar a otras chicas y a sentirse atraída por ellas. Trató de negárselo una y otra vez. Salió con muchachos, quizás en exceso, tratando de compensar aquello. Desde el instituto iba con demasiados chicos, hasta le llegaron a llamar la atención en casa por eso. Pero Sam siempre había creído que más valía llevarse una regañina o incluso algún castigo por ese motivo, que permitir que sus padres descubrieran realmente que a ella le gustaban también las mujeres. No es que los hombres le disgustasen. En el caso de su ex marido Steve, al principio hasta se enamoró de él. Creyó que podría formar una familia “normal” y superar esos deseos de relacionarse con personas de su mismo sexo. No obstante, las cosas se torcieron de forma terrible y ese hombre demostró ser un perturbado. Aquello fue la gota que desbordó el vaso. Ella decidió liberarse y comenzó a frecuentar bares de ambiente, a conocer  y citarse con mujeres. Lo hizo al terminar la universidad y una vez se separó de ese tipo. Más tarde con el divorcio entró a trabajar en la compañía y allí conoció a Kerria. Fue amor a primera vista. Al principio pensó que un amor imposible. Creyó que esa joven artista tendría su novio, su vida convencional. Pero todo eso cambió cuando la cantante confesó al mundo entero que era homosexual, y más tarde cuando, reuniendo valor, Sam se declaró y ella la correspondió. Ese fue el momento más feliz de su vida. Ahora, con la voz entrecortada, trató de explicarle todo aquello a su perpleja hermana menor. Al acabar el relato Terry guardó un incómodo silencio, fueron solamente unos instantes pero a su hermana le parecieron años. Finalmente, la pequeña de los Wilson pudo decir con tono más suave y conciliatorio.

 

-Mira… quiero entenderte. Sé que ha debido ser muy difícil para ti. Sobre todo por culpa de ese cerdo de Steve. ¿Recuerdas? A mí nunca me gustó. Ya lo sabes. Y te defendí delante de papá y mamá. Siempre dije que no fue culpa tuya. Te hizo mucho daño y te marcó.

- Lo sé y te lo agradezco, siempre te estaré agradecida por eso.- Comentó Sam, que trató de sonreír, no obstante el severo gesto de su interlocutora le congeló la expresión.-

- No, Samantha. - Replicó la otra chica afirmando con tono más cortante.- Eso fue otra historia. Lo que me dices ahora, no… yo…lo siento, no puedo aceptarlo.

-Pero, yo…-Pudo musitar su interlocutora palideciendo al oír aquello.-

-No me interpretas mal. - Se apresuró a responder Terry.- Mira, siempre te querré, somos hermanas. Nada podrá cambiar eso. Pero honestamente no puedo ponerme delante de nuestros padres y defenderte en esta ocasión, Sam. Yo tampoco apruebo eso. Me parece una inmoralidad. Ya sé que soy joven y que quizás habrías creído que pensaría de forma diferente. Pero hay líneas que no se pueden cruzar. Somos cristianas, somos gente de bien. Vivimos en una comunidad religiosa…y sabes muy bien lo que eso significa.

- Terry, por favor, ¡no me hagas esto! - Pudo sollozar nuevamente su hermana.- Te lo suplico, no…

-¿Qué no te haga esto?- Exclamó ahora la aludida, endureciendo su tono.- ¿Acaso no te has parado a pensar en el resto de la familia, Sam? No es solamente tu vida la que está en juego aquí. Si lo que me has contado se supiera sería un escándalo que nos mancharía a todos ¿Me oyes? A papá, a mamá, a mí… sin contar con nuestros vecinos y otros parientes.

- No…no puedo evitar ser como soy. Lo siento…- Se derrumbó la interpelada.-

 

            Pese a todo a su hermana se le partía el corazón al verla así, la abrazó despacio y le susurró más dulcemente.

 

-Escúchame. Querías desahogarte hablando conmigo, ya lo has hecho. Te prometo que todo quedará entre tú y yo. Pero hazme solamente un favor. A mí y a la familia. Te ruego que mantengas esa relación en secreto.  Espero que con el tiempo se termine y vuelvas a una vida más normal. Nadie tendrá porqué saberlo.

 

Sam levantó la vista a duras penas hasta encontrarse con los ojos de su hermana. Trató de decirle con cierto tono de esperanza…

 

-Podrías venir conmigo a Nueva York un día y conocer a Kerria y a su familia. Ya verás, cuando la conozcas…

-¡Basta!- La cortó Terry con una rotundidad ahora que incluso llegó a sobrecoger a su hermana, más aún cuando se separó de ella bruscamente y escupió.- No quiero conocer a esa degenerada.  ¡La mujer que ha hecho esto con mi hermana!

 

            Ahora Samantha la miraba con estupor, el rictus de esa chica le recordaba las expresiones de sus propios padres cuando, antaño, discutían por alguna cosa que les causaba enojo. No pudo hablar presa a su vez del asombro y la incredulidad. Puesto que era Terry la que ahora, con lágrimas en los ojos, añadía de forma dolida.

 

-¿No lo entiendes, verdad? Siempre te admiré, y te he querido, Sam. ¡Eres mi hermana mayor! Para mí eras el espejo en el que me miraba. He querido ser como tú desde que éramos niñas. Fuiste la que me protegía de las regañinas cuando no sacaba buenas notas o la que me ayudaba a quedar con chicos a escondidas de nuestros padres. Eras la mujer triunfadora en la que quería convertirme. Pero…ahora…no me pidas…- Suspiró largamente y enjugándose las lágrimas dijo tratando de recobrar la compostura.- Se me hace tarde, debo irme ya.

-¡Terry!- Fue lo único que pudo ser capaz de decir su desolada contertulia.-

-Ya nos veremos.- Fue la única despedida que recibió, en tanto su hermana se daba la vuelta y se marchaba sin volver la vista atrás.-

 

Ahora, en la soledad de la habitación, recordaba aquello con amargura. Había decepcionado a su hermana y lo que era todavía peor, iba a hacerlo con el resto de su familia. Y es que la hora tan temida había llegado, ese juicio tendría publicidad, se hablaría de él en todas partes. Su relación saldría a la luz, y Sam sabía no tendría otra opción para proteger a Kerria y al niño. En ello pensaba cuando tocaron a la puerta. Era Beruche que abrió tímidamente.

 

-¿Samantha, estás bien?- Le preguntó preocupada. - No has bajado a cenar.

- No, estoy bien Bertie, gracias. - Pudo decir la chica con el tono apagado. -

 

             Pero su interlocutora negó suavemente con la cabeza y se sentó en la cama junto a la muchacha declarando con amabilidad.

 

- Vamos Sam, ya casi eres como mi hija. Y te pasa como a Kerria, no me puedes ocultar las cosas, y más si se reflejan tan claramente en tu cara. ¿Qué te ocurre?

 

            Samantha la miró entonces con los ojos llorosos, ante ese tono pleno de afecto y comprensión fue incapaz de contenerse más y le confesó de forma amarga.

 

-¡Tengo miedo, tengo mucho miedo, Bertie!

-¿Por qué? - Le inquirió su interlocutora tratando de calmarla, - no me cabe duda de que ganaremos.

- No es sólo por eso. - Negó Sam vehementemente con la cabeza para desvelarle. - Sé que parezco egoísta pero temo por mí. ¿Sabes? Cuando se celebre el juicio probablemente tendré que comparecer. Todo el mundo sabrá lo mío con Kerria, y no me avergüenzo de ello. ¡Sabe Dios que no! La quiero más que a nada en el mundo, a ella y a Brian. Pero cuando lo sepan en mi ciudad natal y sobre todo en mi casa. Les dije que trabajaba con Kerria pero no que ella y yo viviéramos juntas con un niño. Y si lo de simplemente trabajar les puso muy furiosos a mis padres, esto no me lo perdonarán jamás. Ello son muy fundamentalistas desde el punto de vista religioso. Pertenecen a esa Congregación y esa gente nos odia.  ¡Estoy asustada! , no querrán volver a verme. Ni siquiera mi hermana pequeña lo entendió cuando se lo conté.

- Tranquilízate, hija. - Le pidió Beruche abrazando a Samantha que sollozaba sin consuelo. - Son tus padres. Puede que estén disgustados al principio, pero eso se olvida. Te quieren mucho estoy  segura. Te lo digo yo, no hay nada por encima del amor de unos padres por sus hijos.

- Tú no conoces a mi padre. Es muy religioso y totalmente chapado a la antigua, - balbuceó Sam añadiendo consternada - y mi madre mira tanto el qué dirán de la gente. Mi propia hermana me pidió que abandonase a Kerria, pero yo no pude hacer eso. Y ahora cuando lo sepan. ¿Qué voy a hacer? A Kerria no me atrevo a decirle nada.  Ha sufrido tanto y es la que siempre ha dado la cara por las dos, sobre todo con este asunto del niño. Y ahora que me toca a mí hacer algo…no puedo dejarla sola…

- Ten valor, Samantha, - le pidió Bertie acariciándola el pelo, llena de compasión y pesar por la muchacha. - Todo saldrá bien, aquí tienes una familia que te quiere. Ya te he dicho muchas veces que para Roy y para mí eres como otra hija. Eres una persona buena y cariñosa. Kerria no podría haber encontrado a nadie mejor para compartir su vida y, pase lo que pase,  siempre nos tendrás aquí. No sufras tanto, seguro que no será tan grave como crees.

- Muchas gracias, me siento tan feliz de teneros a todos,- balbuceó tratando de recobrar el ánimo. - Pero no tengo derecho a lamentarme tanto. Kerria me necesita, ¡por favor!, no le cuentes nada de esto, ya me siento mejor y no deseo afectar su moral para el juicio. Te prometo que estaré allí en perfecto estado y que no me separaré de ella.

- No hace falta que me lo digas, lo sé, cariño. - Le susurró Beruche como hubiera hecho con su propia hija, la besó con afecto en la frente y añadió cordialmente. - Anda, anímate, lávate la cara y vamos a cenar.

 

            Samantha sonrió agradecida e hizo lo que su contertulia le dijo, bajó con ella  y la cena discurrió con normalidad. Así pasaron los siete días preparando el proceso junto a Sebastián y Pedro y volvieron a comparecer. Se repitió el alboroto con la prensa, una vez en la sala y con el juez presente se formularon oficialmente las acusaciones y se comenzaron a presentar pruebas. El fiscal llamó a declarar a muchas chicas, ex compañeras del instituto de Kerria, que no dudaron en tachar la conducta de ésta de inmoral. Recordando algún que otro escándalo con una tal Debbie. A la que, sin embargo, no se pudo localizar. El abogado defensor las interrogó para saber si  su defendida había sido alguna vez una amenaza para ellas o las había molestado, tuvieron que decir que no. Asimismo citó a otras que declararon que Kerria era una buena chica, y que fue hostigada, insultada y acorralada por muchas de esas otras.

 

-Bien. - Sonrió un satisfecho Pedro, susurrándole a Kerria, en tanto ambos estaban sentados en la mesa de la defensa.- Hemos anulado por completo estos testimonios. Se ha visto que eran tendenciosos y totalmente parciales.

-Si seguimos así, no tendremos ningún problema.- Añadió Sebastián, que estaba al otro lado de la joven.-

 

Kerria asintió esperanzada. Pero el siguiente testigo fue algo mucho más duro. Entró en la sala un vagabundo, aunque bien trajeado para la ocasión, contó cómo había visto a una mujer malvada y cruel que casi le mata.

 

-¿Está esa mujer en esta sala?- Quiso saber el fiscal Ross.-

-Sí señor.- Musitó aquel tipo.-

-¿Puede indicarnos dónde?- Le preguntó teatralmente su interrogador.-

-Ahí.- Musitó ese hombre, apuntando a Kerria con un dedo acusador.-

 

Eso provocó murmullos en la sala. Por supuesto el juez ordenó silencio, cosa que se produjo de inmediato. Por su parte Sebastián había escuchado ese testimonio con aire aburrido y cuando le tocó interrogar al testigo le preguntó con tintes de incredulidad absoluta, recapitulando antes.

 

- Vamos a ver si lo he comprendido todo bien. Señor Amos, ha dicho que miró a esa mujer, según usted la señorita Malden, a los ojos, y que estos tenían una mirada diabólica, eran rojizos, brillaban como ascuas, según su expresión.- Remarcó con teatralidad para indicar a ese testigo.-  Muy bien, si es tan amable, por favor, ¿podría mirar usted a la acusada a los ojos?

- No me atrevo a hacerlo, ¿es necesario?- Inquirió el vagabundo que parecía asustado, tanto que le hizo esa pregunta al Juez -.

-¿Es eso imprescindible señor abogado?-. Quiso saber Davis a su vez, poco convencido también de la utilidad de esa petición. -

- Le aseguro señoría que es algo vital para el caso. Si tan seguro está el testigo de lo que vio, no creo que le suponga ningún problema el confirmarlo. - Alegó Sebastián.-

 

Pese a ello lo hizo con tono que realmente no daba esa impresión, más bien parecía sarcasmo. Aunque enseguida agregó con seriedad.

 

- Desde luego que demostrará algo muy relevante.

 

            El juez ordenó al testigo que lo hiciera y el vagabundo aceptó no sin un cierto resquemor, tras poder acercarse a Kerria, que le observó a su vez atónita, pues no recordaba de nada a ese tipo. Aunque ella podía sentir que hablaba con convencimiento. ¿Podría ser algún pobre demente al que hubieran engañado? Por fortuna no vio como el semblante de su padre palidecía. A su pesar, sentado un par de filas más atrás, Roy sí recordó quién era ese pobre desgraciado. Menos mal que no le tocaba declarar en ese momento a él. Afortunadamente el vagabundo no reparó en el padre de la chica. La observaba a ella y pareció sorprendido, no sabía que decir, el abogado añadió entonces, recitando las notas de los taquígrafos que seguían el proceso.

 

- Señor Amos, en lo relativo a la descripción que dio usted de mi cliente, la señorita Malden,  dijo que tenía los ojos rojizos, como ascuas brillantes. ¿No fue así? Y que nunca olvidaría esa terrible  mirada. Eso es lo que consta en su declaración. – Y ante el asentimiento del confuso testigo el abogado añadió.- Que yo sepa la señorita Malden tiene los ojos verdes ¿Es usted daltónico, quizás? - Preguntó Sebastián de forma algo maliciosa. -

- No, no señor...distingo los colores con claridad.- Aseguró el vagabundo que parecía confuso. -

-Pudiera ser que estuviese oscuro cuando la vio entonces, quizá por eso se confunda usted. - Conjeturó el letrado con aparente afabilidad. -

- Sí, puede ser,- admitió el  mendigo. - Estaba oscuro, no se veía muy bien, era un callejón...

-Luego si no se veía bien, ¿cómo puede usted afirmar  con tal seguridad que era mi defendida y no otra persona parecida la que le atacó aquella noche?

- Era su cara, pero los ojos eran distintos, tampoco tenía esa expresión. Ahora es normal, aunque han pasado algunos años y yo...

 

Aquí el hombre se atascó, sin saber cómo continuar, parecía no disponer de léxico y Sebastián enseguida lo aprovechó para, de un modo aparentemente condescendiente, preguntar.

 

-¿Había bebido usted aquella noche?

-Protesto, Señoría.- Terció Ross.- No se juzga aquí al testigo

-Es muy relevante saber si el testigo estaba o no bajo los efectos del alcohol o de alguna otra sustancia alucinógena.- Replicó rápidamente Sebastián.-

 

            El hombre no contestó esperando instrucciones, al fin fue requerido a ello por el juez, entonces dudó.

 

- Bueno, no me acuerdo, fue hace mucho tiempo, quizá un poco. Yo… además, cuando la vi… ella estaba flotando.

-¡Perdón!- Le interrumpió Sebastián con un tono de voz todavía más incrédulo, y esta vez no tuvo que fingirlo cuando inquirió.- ¿Ha dicho usted que mi cliente estaba flotando…se refiere a flotar en el aire?

 

            Eso levantó murmullos en la sala, más cuando ese hombre asintió tímidamente, ante lo que el juez le requirió.

 

-Sea tan amable de responder con palabras a la pregunta.

-Sí…sí señor. Recuerdo que flotaba en el aire…

 

            Aquello se descontroló cuando ese tipo refirió la forma en la que ella vestía y como dominaba a otros vagabundos. Por supuesto que en la sala las voces y cuchicheos se acrecentaron, por no decir las risas que incluso se oían con toda claridad. El juez entonces utilizó su mazo para cortar aquello.

 

-Ruego orden en la sala y silencio a los presentes.

 

            El público calló, pero hasta algunos miembros del jurado se sonreían ahora cuchicheando entre ellos. Finalmente volvieron a recobrar un gesto impasible. La que no se estaba divirtiendo en absoluto fue la propia Kerria, para su desgracia fue capaz al fin de recordar eso. Nunca perdió del todo la memoria de las terribles cosas que hizo siendo Devilish Lady, pero no podía decirlo. Sintió compasión por aquel pobre desgraciado, una víctima más de su lado oscuro. Le miró con total conmiseración y eso hizo que ese tipo se percatase de su gesto, si bien pareció sobresaltarse. Aunque entonces, para sorpresa del propio abogado defensor, agregó.

 

-Pero, ahora…no, sus ojos son totalmente distintos. Esa otra mujer no tenía humanidad. Pero ésta otra señorita… es lo contrario.

 

El fiscal habló entre cuchicheos con un tipo vestido con traje y corbata negros, de pelo igualmente oscuro sentado junto a él. Expresó su contrariedad, estaba claro que ese testigo había sido un regalo para la defensa que, desde luego, un abogado con la experiencia de Sebastián, no iba a desperdiciar. A todo eso el juez le indicó al mendigo.

 

- Puede retirarse, gracias.

 

El testigo abandonó el estrado y Kerria, bajando la cabeza, no se atrevió a mirarle ni pudo evitar derramar algunas lágrimas. Rápidamente su padre, que había avanzado para sentarse justo detrás, le tomó una mano. Bertie, también acomodada en la fila posterior, le dio un pañuelo. Por suerte la atención de todos estaba puesta ahora en el estrado. El abogado de la joven, con tono entre cansino y escéptico,  se dirigió a  la sala y a los doce miembros del jurado, personas con mayoría de raza blanca y edad mediana con hijos.

 

- Bueno… señoras y señores, creo que el llamémosle testimonio de ese caballero ha sido lo suficientemente elocuente. Primero dijo que mi defendida era una especie de bruja, luego que sus ojos eran rojos y brillantes, mírenla ustedes. – Repentinamente señaló a Kerria y luego hizo un grandilocuente gesto con la mano al jurado. - Yo creo que sus ojos son verdes y muy bonitos por cierto, si se me permite la observación...

- Señor abogado. -  Intervino el juez de forma condescendiente. - Por favor, omita comentarios personales y cíñase al caso.

- Discúlpeme señoría. - Le pidió éste que siguió con su discurso. - Luego, ese hombre ha dicho que estaba oscuro. Después admitió que han pasado varios años y que no recuerda con claridad y, para colmo de confusión, que había bebido alcohol quizá. Además de que mi defendida dominaba el arte de la levitación. Y por si eso no bastase, él mismo ha terminado por admitir que no puede ser la misma persona que le atacó. Señoras y señores del jurado - se encogió significativamente de hombros y remachó. - ¿A quién debemos encomendar este caso entonces? ¿A un jurado, a un exorcista o quizá a alcohólicos anónimos? – Hubo más risas en la sala, el juez llamó al orden de nuevo y Sebastián prosiguió con tono más severo. - Ahora en serio, este testimonio no me parece muy digno de crédito... ¿y a ustedes? Que yo sepa, la justicia no acepta endemoniados, ni demonios, ni posesiones infernales, ni gente que levita, aunque no estaría de más hacerle un test de alcoholemia o psicológico a ese testigo.

- Le aseguro señoría que la salud mental de ese hombre se ha comprobado, ahora es un individuo rehabilitado con un trabajo estable en un restaurante, como pinche de cocina. - Intervino el fiscal. -

- Con todos mis respetos. No me pasaré a comer por ese sitio. - Terció Sebastián fingiéndose atemorizado, provocando una vez más la carcajada general. –

-Le recuerdo al señor abogado que eso que manifiesta antes bien podría ser cierto. No existía constancia de personas con tales habilidades. Pero hoy todo el mundo conoce a individuos como el guerrero dorado o la propia soberana de la Tierra, capaces de hacer algo así.- Repuso el fiscal.-

-En tal caso, deberíamos llamarles a declarar a ver si coinciden, que lo dudo mucho, con la descripción dada por ese hombre, quién obviamente entonces necesitaba ayuda profesional…no sé si de un exorcista o de un psiquiatra.- Se ratificó Sebastián.-

- Orden en la sala y a usted señor abogado, ya le he advertido, cese en ese tipo de comentarios peyorativos hacia un testigo o deberé amonestarle. - Le ordenó Davis. -

 

            Éste convino en ello con un humilde asentimiento de cabeza, ya había logrado el efecto que quería, aunque sin embargo replicó.

 

- Muy bien señoría, mis disculpas. Pero ahora siendo totalmente riguroso y serio. No creo que esta sala sea un tribunal de inquisición medieval, ni que ese tipo de acusaciones se puedan ni tan siquiera tener en cuenta. ¿Qué pretenden, condenar a mi defendida por bruja?

- Eso es cierto,- convino el juez - este tribunal no tendrá en cuenta esos datos. En cuanto al presunto  ataque  físico sufrido por el testigo, si la autora o inductora es la acusada, deberán decidirlo los miembros del jurado, se suspende la sesión por media hora. - Dicho lo cual asestó un mazazo en la mesa y  concedió a todos un descanso. -

 

            Tras entrar en uno de los despachos del juzgado, reservado a la defensa, Kerria se acercó a su abogado y le preguntó cómo pensaba él que iba el caso, éste le respondió con confianza.

 

- Después de esto, creo que el jurado comienza a creer que las acusaciones contra ti son del todo  gratuitas. Por lo demás, en cuanto a tu orientación sexual, estás protegida por la constitución. Sólo tendré que recordarles que éste es un país libre y que en este Estado no hay leyes que prohíban a una pareja homosexual tener o adoptar un hijo.

-¡Estupendo! - Intervino Roy muy animado. - Entonces esto está ya ganado...

- Si no tienen algo más sólido, creo que sí. - Asintió su abogado agregando. - Lo único a lo que podrían agarrase en un desorden moral en la vida de Kerria o falta de cuidados al pequeño y eso, por lo que he visto, es imposible.

- No tendrán nada más, ¿qué podrían tener?...- Preguntó Samantha sin esperar ninguna contestación. -

 

Aunque el rostro de su pareja estaba demudado, se sentó aparte rehuyendo su mirada. A Sam le extrañó, pero lo achacó a la tensión que la pobre Kerria debía de estar soportando. Se sentó a su lado y le pasó un brazo tras los hombros.

 

-¿Te encuentras bien? - Quiso saber con inquietud.-

-Será mejor que salgamos un rato.- Comentó Sebastián dándose cuenta de que esas dos muchachas necesitaban estar a solas.-

 

 

            Tanto Pedro, como Bertie y Roy les siguieron. Entonces Sam insistió.

 

-Kerria, dime. ¿Qué te sucede? Hasta ahora todo va muy bien. Si esos tipos han traído a ese pobre loco a decir esas bobadas es que deben de estar desesperados.

 

            Sin embargo, para su asombro, su pareja la miró con los ojos llenos de lágrimas y apenas si pudo balbucear.

 

-Ese hombre no estaba loco, Sam. Lo que dijo de mí era verdad.

 

            En esta ocasión fue Samantha la que miró a su interlocutora con la boca abierta y los ojos como platos.

 

-¿Pero, qué dices?...

-Es una historia muy larga. Te lo contaré todo en casa. Pero aquí…

 

            No obstante, Sam la cortó de forma demasiado seca para lo que solía, dejándola sorprendida.

 

-¡No!, no quiero que me cuentes nada de esas tonterías. ¿Lo has entendido? No deseo saber nada que pudiera perjudicarte.

 

            Aunque en un principio se sobresaltó, Kerria lo comprendió enseguida. Al fin asintió despacio. Su pareja le sujetó la barbilla y la atrajo hacia sí, dándole un cálido beso en los labios, para musitar ahora con suavidad.

 

-Siento haberte hablado así, pero no podemos permitirnos ni el más mínimo error. Y no  quiero saber nada que pueda comprometerte si tengo que declarar. Hicieses lo que hicieses entonces, no eres esa persona ya.

-Es verdad. - Tuvo que admitir su contertulia, enjugándose las lágrimas.- Gracias…

-Y estoy segura de que, pasado esto, no tendrán nada que pueda preocuparnos.- Remachó Sam con tono esperanzado.-

-¡Ojalá tengas razón!- Suspiró Kerria deseándolo de veras.-

 

            La respuesta la tuvieron al reanudarse el juicio, la acusación llamó a declarar a unos hombres que estuvieron en cierto bar donde vieron a la acusada con una chica que salía con ella entonces. (Kerria se acordó otra vez de Debbie.) Ambas, según sus declaraciones, consumieron drogas y practicaron sexo cuando aún eran menores de edad, en un local público. El acusador llamó a declarar al director del antiguo instituto de Kerria, que confirmó cierto incidente acaecido cuando la muchacha cursaba estudios en su centro. No obstante, dijo no haber sido testigo directo del mismo. Después la acusación llamó a los propios padres de la joven...

 

- Llamo a declarar a Robert Malden.- Enunció el fiscal que indicó a Roy que se sentara en el estrado y le preguntó tras los juramentos de rigor. - Señor Malden, ¿no es verdad que usted requirió la ayuda del director de la escuela de su hija para reprender su comportamiento y que incluso llegó a amenazar con internarla?...

- Estaba muy enfadado entonces, yo...-  Quiso justificarse el interpelado, pero el fiscal le interrumpió secamente y con un tono desapasionado le insistió. -

- Por favor, responda usted, sí o no.

- Bueno, sí lo dije, pero… - el testigo volvió a ser interrumpido antes de explicarse. -

- Gracias, no hay más preguntas...

 

 

            El abogado no llamó a Roy, prefirió llamarle después junto con Beruche, cuando ésta hubiese declarado para el fiscal. Bertie, también sentada en el estrado, fue asimismo interrogada.

 

- Señora Malden. Usted llegó a proponer que su hija se cambiara a su instituto, un instituto para chicos y chicas conflictivos y en su mayor parte con antecedentes.

- Eso no es así. Únicamente lo sugerí a mi hija, porque estaba incómoda en su instituto en aquel entonces. Y yo no daba clase en ese mismo lugar. Ni tampoco ya en ese otro centro. Quise cambiarla a un colegio privado en el que impartía clases entonces. - Contestó ella de forma segura y clara.-

 

            El fiscal asintió descuidadamente en tanto parecía pensar algo y acto seguido sacó unos papeles que leyó como otra prueba...

 

- Usted señora Malden, y su marido, ¿no tuvieron también problemas? Quiero decir, quizá desatendieron a su hija y ella derivó a esos comportamientos a causa de no sentirse comprendida. ¿No cree?

-¿De qué habla?- Se sorprendió Beruche.-

- A dónde quiere llegar señor fiscal.- Terció el juez. -

- Quiero decir señoría que los abuelos tampoco parecen indicados para cuidar al niño. Tengo documentos y declaraciones que recogen el malestar de entonces de la señorita Malden para con sus padres, en las que da a entender que nunca se preocuparon mucho de ella. Además, tanto el uno como el otro de los padres de la señorita Malden se ausentaban sin causas que lo justificaran de sus puestos y a veces por bastante tiempo. Y en su casa frecuentemente se armaba un gran escándalo.

 

            El fiscal se refería aunque sin saberlo a las veces que Beruche ejerció de justiciera y a las que Roy se había entrenado con sus amigos. Además de a las discusiones que ellos mantuvieron con su entonces díscola hija. Kerria había escrito algo así en su diario, en los días previos al incidente  que la convirtió en  Devilish Lady. Luego creyó que ese libro se había perdido, en él expresaba su angustia por sentirse incomprendida. ¡Pero eso lo escribió con apenas quince años! Ahora, tanto los padres de la joven, como los propios Sebastián y Pedro se miraron atónitos. Sin embargo, el jefe del bufete de la chica reaccionó.

 

- Señoría.- El abogado defensor se levantó enérgico. - Protesto, eso aquí carece de base. Primero, no se juzga a los padres de la acusada, que por lo que todo el mundo sabe han tenido una vida intachable y se han ganado el respeto de toda su comunidad. La señora Malden ha logrado encauzar las vidas de multitud de chicos y chicas que habrían acabado en la cárcel de no ser por ella y el señor Malden ha sido uno de los más famosos jugadores y entrenadores de baloncesto de todos los tiempos. Además de  colaborar desinteresadamente siempre, en innumerables proyectos de ayuda a los niños y a personas en apuros. Si eso es malo ya me dirán ustedes lo que es bueno entonces...

- Quizá expresé mal mis argumentos, por supuesto que no se juzga a los señores Malden. Su reputación y comportamientos en sociedad son intachables, han hecho mucho bien, eso nadie lo pone en duda.- Respondió el fiscal más comedido para luego añadir de forma condescendiente e incluso parecía que solidaria con la ya indignada testigo.  - Sólo he querido decir que quizá no se dieron cuenta de los problemas de su propia hija. Eso suele pasar, a veces no vemos lo más cercano a nosotros aunque luego nos pese. Quizá la señorita Malden incurrió en esos delitos para llamar la atención de sus padres. Ella misma lo escribe, leo textualmente.- Hubo una pausa dramática y Ross entonó con su mejor acento dramático. -” A mis padres apenas les importo, sólo soy su niña pequeña, su princesita. Nunca llegaré a ser como mi hermano a sus ojos y además, si ellos supieran lo que yo siento, seguro que no lo admitirían. Prefiero callar y seguir viéndome a escondidas con”...

 

            Ahí se detuvo para agregar.

 

- Se menciona el nombre de otra muchacha, como no se haya presente aquí y no está encausada y acorde a las leyes que protegen la privacidad, al ser menor de edad entonces, no lo haré público. Solamente lo muestro al juez y al jurado.

 

            Tras hacerlo fue Sebastián el que obtuvo el turno de réplica.

 

- Me es difícil contener mi indignación hacia el pésimo juego de mi colega el señor fiscal. Para empezar. ¿Qué hace él leyendo un diario íntimo de mi cliente sin su permiso expreso?

- En estos casos, pueden emplearse las pruebas proporcionadas por ambas partes y este diario no estaba en poder de la acusada, según ella misma, lo perdió.- Replicó el fiscal. -

- Eso no excusa para nada su lectura. Atenta al derecho de intimidad.- Objetó el letrado de la defensa. -

- Que está por debajo del derecho al bienestar de un niño pequeño. Cuando puede mostrar hechos relevantes. - Replicó Ross que, en esta ocasión, si obtuvo la razón por parte del juez. -

 

            Kerria se removía nerviosa en su asiento, sus mismos padres parecían sorprendidos. No conocían ese libro, la propia chica hacía años que lo había olvidado. Aquello podría significar un grave inconveniente pero tras intercambiar unos breves comentarios con Pedro que asintió, Sebastián supo maniobrar merced a sus tablas y alegar.

 

- Suponiendo que esto fuera así, que es mucho suponer, ese diario tiene al menos ocho años. Cuando mi cliente lo escribió atravesaba por plena adolescencia, que, como es bien sabido, supone la época más inestable de la personalidad. Para casi todo el mundo normal a efectos “psíquicos” - y subrayó la  frase para agregar. - Y a la vista de todo el mundo está que esos problemas o cualquier tipo de situaciones que pudieran interpretarse de esas notas están, hoy día, mucho más que superados. La familia Malden está unida y sus miembros se entienden a la perfección, mi cliente se ha convertido en una mujer adulta, plena y responsable de sus actos.

- No obstante, los delitos cometidos siguen ahí. - Objetó el fiscal. -

- Otra cosa igual, ¿qué delitos? - Terció el defensor que ahora parecía estar furioso cuando inquirió.  -¿Acaso se juzgó y condenó a la señorita Malden por algo de eso? - Pausa larga y él mismo se contestó. - No...claro que no. No se la juzgó porque nunca nadie la acusó de nada y si esas personas que han declarado verla entonces en esos lugares, también eran menores de edad, ¿qué hacían allí ellos? ¿De veras estuvieron allí? Si la señorita Malden hubiese sido acusada y condenada habrían sido sus padres y no ella los garantes de su futuro buen comportamiento. Según la ley la responsabilidad penal no puede achacársele a un menor de la misma manera que a un adulto. Y cualquiera de esas cosas, si es que realmente sucedieron, ya habrían prescrito. Legalmente no podrían tenerse en consideración. Creo que en cualquier caso eso se ha podido constatar, insisto en lo dicho. La señorita Malden es ¡a día de hoy!, una cantante famosa, licenciada además en derecho. A la que tengo el honor y el placer de tener trabajando en mi propia firma de abogados. Y que, por si eso fuese poco, ayuda también a numerosas instituciones benéficas. Su hermano, al que no hemos podido llamar a tiempo pues está en el planeta Bios, un militar condecorado repetidas veces por su valor y entrega en el deber. No creo que eso haya venido a consecuencia de una deficiente educación, ni de una falta de atención. Cosa de otro modo, muy común, no la falta de atención, sino las familias con padres trabajadores que ven a sus hijos menos de lo que quisieran. Piénsenlo señores del jurado, seguro que conocen a alguna familia con ese tipo de circunstancias. Buenas personas que trabajan y hacen lo que pueden por su comunidad, cuyos hijos, adolescentes en muchos casos, a veces se sienten algo desplazados o ignorados. Algunos incluso pueden llevar diarios como éste y escribir cosas similares. Eso no es nada fuera de lo común. Pero el caso de esta familia lo es, al menos en un detalle. - Todo el mundo centró plenamente la atención en Sebastián, parecía que él mismo torpedease sus discursos pero enseguida se encargó de hacer ver lo contrario al remachar, aclarando ese intencionado malentendido.– Todos sus miembros han hecho mucho por todos nosotros...sirviendo siempre a su comunidad, de un modo u otro.

 

Roy sonrió para sí y pensó no sin regocijo.

 

- Y no sabéis ni la mitad de todo lo que hemos hecho.... ¿dónde estaría este mundo ahora de no ser por nosotros?

 

Lamentó no poder ponerse a brillar allí como el guerrero dorado, o que su propia hija no se transformara en justiciera para que se enterasen bien esos idiotas de con quienes estaban hablando. Pero eso era algo que él,  su esposa y su hija, tenían bien claro. Además de estar obligados por una antigua promesa y un acuerdo a nivel mundial. Nada de sus vidas secretas debía salir a la luz. Ni siquiera ahora que los reyes Serenity y Endimión hacía tanto que se revelaron a la humanidad.

 

- Muy bien...personalmente y sin que conste para el jurado debo decir que admiro mucho la labor de esta familia en conjunto.- Admitió el juez que sin embargo enseguida matizó. - Pero ese tampoco es el tema que ahora nos ocupa. De todas formas, y si han terminado las alegaciones, el jurado puede retirarse a dictaminar un veredicto...

- Antes debo terminar con las mías. Con su venia, señoría. - Terció el fiscal que añadió de forma implacable. - Pero previamente quiero llamar a declarar a una las implicadas al estrado, primero a la señorita Wilson.-

 

Samantha se levantó despacio, lucía un bonito conjunto de chaqueta color beige con blusa azul celeste, sobre la que se podía ver un colgante con el signo de la cruz, completado por una larga falda que le llegaba hasta las rodillas, ( este tipo de atuendo fue, como no, consejo del abogado de los Malden). Aunque la cruz no era para ella un mero símbolo ornamental. Pese a lo que sentía por Kerria, o precisamente por eso,  se consideraba una mujer creyente y toda su educación cristiana la llevaba a rezar puesto que se sentía muy nerviosa. Pero enseguida fue tranquilizada por su abogado y por su pareja con sendas miradas de apoyo. Ya con más confianza subió al estrado y se sentó, tras el juramento de rigor el fiscal procedió a interrogarla.

 

-¿Se llama usted Samantha Katrina Wilson?...

- Sí señor, - respondió Sam, que hacía mucho que no oía su nombre completo. -

-¿Es la hija mayor de Karl Wilson y Wendy Collins?..

- Sí, lo soy. - Volvió a responder con celeridad. -

 

            El abogado defensor intervino con rapidez tratando de minar la utilidad de las preguntas del fiscal.

 

- Todos sabemos quién es la señorita Wilson...no creo que haga falta preguntar eso. Aunque claro, si el señor fiscal no tiene otra cosa que preguntar.- Sonrió con suficiencia y un rumor sofocado de comentarios pudo escucharse en la sala. -

- Formulo estas preguntas aparentemente intrascendentes sólo para que consten en acta y se reconozca con toda claridad la identidad de la testigo. Es un procedimiento de rutina como usted sabe muy bien. No trate de desviar la atención con trivialidades. Ahora si me permite el señor abogado, pasaré a las preguntas más importantes...

 

Fue lo que expuso Ross a modo de contestación. Hizo entonces una leve pausa dramática  en tanto su colega y rival asentía, reanudando después su interrogatorio. Miró a Samantha que se removía nerviosa en su silla y preguntó con tono tranquilo e incluso distendido. Como si quisiera tranquilizar a la testigo.

 

- Señorita Wilson... ¿a qué se dedica usted?...

-Soy ejecutiva de una empresa de publicidad. Me encargo de la sección de promoción y marketing.- Contestó la muchacha sin titubear, con calma y naturalidad. -

- ¿Trabaja usted en la misma discográfica que tiene la representación de la acusada?

- Sí, señor.- Repuso ésta. –

-¿Debo suponer que la conoció allí?

-Sí, así es…

-Y su cometido principal es el de llevar las campañas publicitarias para sus discos y los de otros artistas. ¿Es así?- Preguntó el fiscal.-

-Sí.- Afirmó rápidamente Sam.-

- Muy bien...entonces supongo que conocerá usted la importancia de la imagen pública.- Le dijo el fiscal. -

- Por supuesto, - repuso la aludida de forma tajante pero suave. -

- Entonces fácilmente entenderá que la sociedad actual no aprueba, en su mayoría, que una mujer de digamos, pasado algo dudoso…

 

Enseguida saltó Sebastián como un resorte con el consabido y enérgico.

 

- ¡Protesto señoría! Acabamos de demostrar que no hay tal. El pasado de mi cliente es algo totalmente normal y sin tacha a efectos tanto legales como morales al no existir pruebas de lo contrario.

- Se acepta. - Convino el juez que enseguida reprendió a Ross. - Señor fiscal,  haga el favor de no hacer juicios de valor sobre la acusada en temas no probados legalmente.

- Pido perdón a su señoría y al abogado defensor, así como a la acusada, no pretendía ofender. Lo diré de otro modo.- Replicó conciliatoriamente el fiscal que tras carraspear volvió a centrarse en Samantha para añadir, haciendo antes una aclaración.  - Es por pura curiosidad, por favor, que no conste si se considera inapropiado. Pero como directora de campañas de marketing, en su opinión profesional. ¿Cómo cree usted que pensarían, sin ir más lejos sus padres, de una mujer que vive sin pareja estable y que ha tenido un hijo de un hombre al que no desea estar unida salvo para tener a dicho hijo? ¿Serían propensos a comprar los discos de la encausada?

-Esa pregunta es en absoluto improcedente. – Protestó nuevamente Sebastián.- La testigo no tiene obligación de responderla.

- Así es, si no es relevante para el caso.  -Afirmó el juez que volvió a dirigirse a Ross indicándole. - Haga el favor de centrarse en el tema y no en satisfacer su curiosidad.

- Muy bien, señoría.- Aceptó el fiscal que, sin embargo arguyó. - Pero verá, lo cierto es que esto tiene mucha relación en el caso.  ¿Qué pensaría una comunidad de clientes potenciales? Teniendo en cuenta el público mayoritariamente adolescente y joven. Los padres y madres de esos chicos y chicas. ¿Considerarían a su cliente como una influencia adecuada para sus hijos? Profesionalmente hablando señorita Wilson. ¿Sería usted partidaria de sacar estos hechos a la luz, o bien de ocultarlos en su campaña?…

 

            Ahora Sam no sabía que decir. Miraba hacia sus manos entrelazadas sobre su regazo, no obstante, el fiscal la apremió de modo implacable a responder.

 

-Señoría, creo que la pregunta es bastante pertinente. Y le pido a la testigo que la conteste en su calidad de experta en el tema.

- Sí que lo es. Conteste a la pregunta, señorita Wilson. – Le indicó el juez.-

-Yo…- Musitó ella, que a duras penas levantó la vista para mirar a su inquisidor, luego observó a Kerria que la miraba a su vez con expresión preocupada.- No…- Tuvo que admitir consternada.- No lo incluiría en la campaña…- Aunque entonces en un arranque de inspiración, afirmó.- Me centraría en la calidad de la música, y en el look de los cantantes, que es lo que importa en un lanzamiento.

-¡Vaya!- Repuso el fiscal que vio con disgusto como tanto la acusada como sus abogados parecían respirar tranquilos. Por eso añadió.- ¿De verdad que usted no consideraría relevantes esos hechos? Verá, le diré lo que creo. Creo que todos convenimos en que una madre de digamos, vida tan liberada, con varias parejas potenciales, aparte de correr riesgos sanitarios, fácilmente transmisibles al niño dada su corta edad y su aun etapa de lactante, no brinda la estabilidad emocional adecuada que puede ofrecer una pareja estable.

- Eso tiene tan poco sentido como los demás palos de ciego que va dando el fiscal. - Volvió a protestar Sebastián.-

 

Aunque ahora Ross se adelantó a la intervención de juez agregando con cierta suficiencia.

 

- Pero es que no he concluido, por favor señor abogado, permítame llegar al final. – Pidió aquel letrado y de este modo añadió. -Señorita Wilson, apelo nuevamente a su condición de profesional. Si usted hiciera un estudio de marketing para cualquier sondeo de mercado seguramente comprobaría que la mayor parte de la sociedad no está de acuerdo con ese modo de vida y menos aún para criar un niño. ¿Sí o no? Quizás por ello no incluiría esos datos en su campaña, ¿no es así? No interesa que algo suene desfavorable para el objetivo de lograr un máximo de ventas.

- Señoría - Intervino el defensor -¿qué es esto?...un juicio o un peritaje comercial sobre las opiniones de mercado de la señorita Wilson. Creo que el señor fiscal se ha equivocado de sitio, esas consultas pertenecen al horario de trabajo de mi defendida. Seguro que allí ella estaría encantada de atenderle para darle el mejor asesoramiento posible.

- Estamos de acuerdo.- Convino el fiscal  matizando - Pero no es tan sencillo como lo expone el señor abogado. - Como ya le he solicitado antes, si me deja continuar con mi argumentación hasta el final verá hasta donde quiero llegar y lo considero muy importante para el caso.

 

El juez asintió, también llevado por la curiosidad, no sin antes advertir.

 

- Prosiga, pero vaya usted con mucho cuidado.

- Así lo haré, señoría. – Asintió éste que retomó su interrogatorio. - Verá usted señorita Wilson,- dijo el fiscal volviendo a Samantha para preguntarle con tono neutro.- ¿Qué opinión le merece a usted todo esto? ¿Lo considera perjudicial? Se lo pregunto puesto que, en su compañía existen rumores de que la señorita Malden quizás no sea ya tan buena inversión…

-No me constan esos rumores. - Replicó rápidamente la testigo.-

-Bien, pero quizás sí que le consten estos otros.- Afirmó el fiscal con una leve sonrisita cuando añadió.- ¿No estará mezclando usted la vida personal y la profesional en este caso?

- No, no le entiendo. - Replicó la chica ahora con patente nerviosismo en su tono y su expresión.-

 

            Y aquel tipo sonrió complacido, era como si al fin hubiera llegado al momento que había estado esperando cuando afirmó.

 

-Se lo explicaré. Mire, cuando preguntamos en su empresa muchos de sus compañeros han afirmado que ustedes dos se llevan muy bien, quizás demasiado bien. ¿Quizás hay algo que nos oculta, señorita?

 

            Sam miró envarada hacia el banquillo en donde estaba Kerria, después hacia el juez y apenas iba a despegar los labios cuando terció Sebastián.

 

- No tiene ningún derecho a preguntarle a la testigo sobre su vida privada. Va en contra de su derecho a la intimidad.

- Solamente lo pregunto porque eso nos va a llevar a una parte muy importante del caso. Pero si la testigo se niega a responder esa cuestión haré otra pregunta que sí deberá contestar...- Sentenció el fiscal con tinte amenazante y como transcurrieron algunos segundos de silencio, cumplió con su “amenaza” y le inquirió a Sam. Señorita Wilson, ¿actualmente vive usted en casa de la familia Malden?

 

            Ahora no procedían las protestas y Samantha tuvo que admitir.

 

- Sí señor. Vivo allí.

- Y... ¿Mantiene usted una relación con la acusada aparte de la estrictamente comercial? Lo pregunto porque es muy extraño que una empleada y su digamos, cliente, vivan juntas en casa de la segunda.

-¡Protesto! – Volvió a intervenir Sebastián para aseverar. - Los motivos que tenga la señorita Wilson para proceder de ese modo no son incumbencia del fiscal. Podría estar viviendo de alquiler o por mera comodidad para llevar un proyecto de las campañas comerciales. En cualquier caso, repito, es su derecho a la intimidad.

 

El juez miró a Ross con cierta severidad, no obstante éste no pareció preocuparse por ello y de forma conciliatoria explicó…

 

-No es mi intención meterme en la vida privada de la testigo pero esto es muy importante para el caso. La señorita Wilson tiene un contacto evidente con el niño y puede llegar a influirle al compartir la misma vivienda. Nos puede decir de primera mano cómo es el ambiente en esa casa. Y sobre todo si mantiene algún tipo de relación afectiva con la madre del pequeño. Entonces sería copartícipe en su educación y el resto de sus opiniones y sus declaraciones anteriores estarían claramente influenciadas siendo parciales. - Replicó el fiscal con rotundidad. -

- En este caso la pregunta es procedente. - Admitió el juez instando a Samantha. - La testigo debe contestar.

 

            Ahora se produjo un denso silencio. Sam no tuvo más remedio que reconocer con voz queda pero todavía en modo ambiguo.

 

- Sí, mantenemos una relación.

-¿Es esa relación estrictamente laboral?- Quiso saber el fiscal. -

 

            Hubo algunos murmullos de expectación en la sala y Ross, con habilidad, maniobró para preguntar.

 

- En el caso de haber sido un matrimonio por ejemplo, la mujer no puede declarar contra su marido o viceversa. En su caso señorita Wilson, si hubiese algo de índole, llamémosle sentimental, entre la acusada y usted y estuvieran casadas conforme a las leyes de este Estado, podría aplicar ese derecho. Por lo tanto es una cuestión muy pertinente. La acusación es la primera en querer salvaguardar los derechos constitucionales y civiles de cualquiera de los participantes en este proceso. Por ello, me veo obligado a insistir. ¿La relación que existe entre ustedes es similar a un matrimonio o es una mera amistad sin otro tipo de implicaciones? En otras palabras. ¿Son pareja usted y la señorita Malden? Es algo que, como ya he comentado anteriormente,  también es muy importante, dado que guarda estrecha relación con la crianza y la educación del niño.

 

Sebastián quiso protestar pero ahora lo tenía difícil. Tras conversar unos instantes con Pedro, éste, con gesto apesadumbrado, negó con la cabeza. Samantha entonces dirigió una mirada llena de afecto hacia Kerria, sus abogados y los padres de ésta. Sonrió débilmente asintió despacio, sabiendo que su respuesta iba a cambiar para siempre su vida. Respiró hondo y suspiró  al fin,  llena de dignidad y de valor, admitió.

 

- Sí. Somos pareja. Y la amo con todo mi corazón.

 

            Kerria sonrió visiblemente emocionada enjugándose algunas lágrimas. Entre tanto los murmullos de antes se acrecentaron tanto que el juez tuvo que llamar al orden. Y el fiscal aprovechó para preguntar ahora con un tinte más conciliador y pretendidamente amistoso.

 

- Eso supone que usted es homosexual, ¿acaso tiene pudor o vergüenza en admitirlo? La señorita Malden no lo tuvo en su día, y realmente no es algo que se deba juzgar. ¿Por qué entonces su defensor ha querido protestar? ¿Lo sabe usted? ¿Acaso lo juzga perjudicial para el futuro de ese niño? ¿Es que un prominente abogado activista en favor de los derechos de las personas de esa orientación sexual tiene algún problema en aportar estos datos?

 

            Sebastián se quedó sin argumentos contra eso y Samantha se vio obligada a responder.

 

- Es verdad, soy gay y no tengo pudor en admitirlo. Supongo que el abogado habrá protestado por consideración a  mi intimidad y mi libre decisión de decirlo en público.

- Muy loable, pero supongo que, siendo la pareja de la señorita Malden y cuidando del niño con ella, usted deseaba apoyarla. ¿Me equivoco? Y sabiendo esto, era mejor reconocer la relación que une a ambas que permitir que se diga que su pareja pudiera llevar una vida, llamémosla disipada.

- Sí, señor. – Musitó Sam. –Además es la verdad.

- ¿Ha desvelado usted alguna vez en su empresa su condición de homosexual? - Le inquirió entonces  Ross. -

- No, no lo he hecho oficialmente. - Respondió la interpelada ahora con la voz más baja. –

 

            Pensó en Bob, era el único a quién le había confesado que salía con una mujer.  Empero, su compañero demostró ser de confianza. Al menos que ella supiera, no se lo había contado a nadie en el trabajo.

 

-¿Por qué?..- preguntó entonces su inquisidor de forma insistente. - ¿No nos acaba de decir que no es algo de lo que usted se avergüence señorita Wilson?...

- No,- replicó Samantha  alegando con total sinceridad y lógica. - Nada tiene que ver con eso. Nunca me han preguntado sobre ello. Mi vida privada no tiene que ver con mi trabajo.

- Comprendo. - Asintió el fiscal que, no obstante, matizó. - Pero ¿no será también por miedo? ¿No tendría problemas con su propia familia si ellos lo supieran? ¿Acaso no han discutido con usted sólo por el mero hecho de trabajar con la acusada?

- Eso no tiene que ver - musitó Sam abatida y visiblemente nerviosa, sin acertar a comprender como aquel hombre podía llegar a saber incluso eso. - Nuestras relaciones han sido algo tensas en ocasiones por diferencias de ideas y opiniones, eso es todo.

- No la oímos señorita Wilson.- Dijo el fiscal implacable mientras Samantha trataba de no derrumbarse. -

- No, no es por eso, – repitió  ella alzando la voz. - Discutí con mis padres por otros motivos.

 

Aunque lo cierto era que la razón principal era por eso. Sam siempre tuvo fricciones con su padre pues sus visiones de las cosas chocaban mucho. Igual que recordase cuando habló con Terry ella había salido con algunos chicos, (al menos en tanto vivió en su ciudad natal), sin tener nunca novio formal. Sus padres no aprobaban esa manera de actuar, al ser tan tradicionales, hasta que comenzó a salir y posteriormente se casó con Steve, quien posteriormente la maltrató y de quién a duras penas logró escapar, tras pedir el divorcio. El mismo tipo que la secuestró hacía más de un año y así lo hizo constar el fiscal.

 

- Hemos hablado con sus padres señorita Wilson y ellos no nos han contado lo mismo. Dijeron y cito, que usted era una chica “algo ligera de cascos que solía mantener relaciones con numerosos hombres” y según testimonios de otras personas que la han conocido o visto en algunos lugares, usted no es homosexual sino bisexual... e insisto que cito textualmente, en las palabras de esas gentes, “usted participaba en fiestas con alcohol y orgías”.

-¡Protesto, señoría!- Terció el defensor airadamente. - El fiscal está haciendo juicios de valor sobre la  vida de la señorita Wilson. Esa conducta profesional es impropia y censurable y pido que se le llame la atención.

- Señor fiscal.- Intervino el juez. - Queda usted avisado por última vez. Este tribunal no permitirá ninguna descalificación personal hacia la testigo. No es a ella a quién se está juzgando en su aptitud para la custodia.

- Pido disculpas a la testigo y al tribunal, señoría. Aunque he advertido que estaba limitándome a citar unos testimonios. Recuerdo también a la sala que, en cierta medida, si  la señorita Wilson es copartícipe en la educación del niño, eso es algo que debe considerarse por parte de este tribunal. No obstante, lo diré de otra manera. Verá usted señorita, según lo que nos han dicho sus propios padres. Cuando les llamamos para pedir su colaboración…

 

Aquello hizo que a la chica se le cortase la respiración, exclamó de una manera tan notoria que el mismo juez detuvo el discurso del fiscal y la miró preocupado, preguntando.

 

-¿Se encuentra usted bien, señorita?...

 

A duras penas, Samantha asintió. Ahora fue Kerria la que, mirando a Pedro con los ojos llorosos, le pidió con tono de súplica.

 

-¡Por favor, tenéis que sacarla de ahí, la está destrozando!

-Haremos lo posible por terminar con esto enseguida. - Replicó el abogado, que no obstante tuvo que admitir con pesar.- Pero no podemos hacer nada hasta que Ross concluya su intervención. Y me temo que esto va a ir a peor…

 

Y por desgracia el vaticinio no pudo ser más acertado. El fiscal, tras aguardar unos segundos retomó su argumentación, eso sí, con tono más pausado e incluso condescendiente…

 

-No se preocupe, nosotros simplemente les consultamos en su calidad de padres de la responsable de la campaña de publicidad de la acusada. Pero fueron ellos los que nos comentaron lo demás. En resumen, no la consideran a usted capaz de hacerse cargo del cuidado y la educación de un niño y más si no tiene usted nada que ver con él, ni biológica ni jurídicamente hablando. Además, refirieron episodios de alcoholismo y conductas desordenadas que tuvo usted en su adolescencia y temprana juventud. Hechos que sí están probados y constan en una ficha policial que usted aún tiene en ese distrito. Eso era lo que tenía que decir.

 

Con los murmullos de toda la sala se retiró a su puesto y en su lugar subió el abogado. Sebastián miró con lástima a aquella pobre chica. Samantha estaba totalmente destrozada, pálida, con la mirada vidriosa y perdida. El defensor lo sabía y se dirigió a ella con palabras tranquilizadoras.

 

- Señorita Wilson. ¿Sería usted tan amable de aclarar la naturaleza de esos cargos que le imputa el fiscal?

 

            La chica tragó saliva y de forma obediente se dispuso a aclarar aunque con voz temblorosa.

 

- Lo cierto es que durante una fiesta en la facultad bebimos demasiado y la policía vino porque hacíamos mucho ruido. Fue cuando nos llevaron a comisaría y nos tomaron las huellas.

- Comprendo. - Suspiró el abogado agregando solidariamente. - Un incidente que le ha sucedido a gran parte de la población universitaria. Personas que hoy son intachables padres o madres, o profesionales muy valiosos para nuestra sociedad. ¿Acaso estaba usted sola cuando tuvo esas conductas, señorita Wilson?

- No, me reunía con mi grupo de amigos. – Repuso ella ahora con más alivio. -

- ¿Bebe usted ahora de forma regular?- Quiso saber su abogado. –

- Hace muchos años que no pruebo el alcohol de esa manera. – Replicó ella -

- Señorita Wilson, usted lleva ya varios años en la empresa en la que trabaja. En palabras de sus superiores, su rendimiento es muy bueno, su actitud excelente. Sus jefes están muy satisfechos con su labor. Desde hace años no tiene ningún antecedente ni penal ni tan siquiera una multa de tráfico y, además, usted tiene una hermana menor a la que ha cuidado cuando era niña, y también alguna experiencia profesional en ese sentido. Yo creo que sí sabe cuidar a los niños. ¿Es verdad lo que le digo?

- Sí,- convino Samantha más aliviada, explicando no sin cierta nostalgia. -  Es cierto, hubo un tiempo en el que mis padres trabajaban los dos y a menudo yo me hacía cargo de mi hermana pequeña. También trabajé de canguro cuando estaba en el instituto y luego en la universidad para ayudar a pagarme los estudios.

-¿Alguna vez tuvo alguna queja por parte de las familias de los niños a los que cuidó? - Se interesó Sebastián.-

-No, no señor…

- Entonces es evidente que el hijo de la señorita Malden está en buenas manos con usted. Además, los exámenes que se le han hecho al pequeño demuestran que goza de una excelente salud y que está muy bien cuidado.- Se volvió al jurado elevando intencionadamente el tono. - ¡Esos son los hechos que interesan señores, lo demás son sólo calumnias especulativas! - Volvió a mirar a Samantha y le preguntó de forma más pausada. - ¿Los padres de usted tienen algún título referente a educación o psicología, o algo similar que les acredite para hacer diagnósticos sobre su capacidad?

- No señor, - negó ella con la cabeza para matizar. - Mi padre es contable y también pastor en su comunidad evangélica, y mi madre es secretaria.

- Muy bien,- repuso el abogado. - Eso quiere decir que no tienen autoridad legal para emitir esa clase de juicios y que si llevan tanto tiempo sin hablarse con usted, o manteniendo relaciones tensas, puede que sean sus sentimientos o mejor dicho, resentimientos personales por desacuerdos o peleas domésticas, los que hablen por ellos. O simplemente diferencias de opinión. Eso no es ningún delito, al menos en este país. En cualquier caso es irrelevante ante un tribunal. No hay más preguntas, puede usted retirarse.

 

Samantha suspiró, se levantó lentamente del estrado visiblemente nerviosa aun y lo abandonó entre bastantes murmullos que se esparcían por toda la sala. Le temblaban las piernas pero  se sentía aliviada de haber terminado de pasar ese calvario. Se sentó junto a Kerria que le sujetó las manos entre las suyas.

 

-¿Lo he hecho fatal, verdad? - Le preguntó entre susurros a su pareja con voz angustiada. - Espero no haberlo estropeado todo. Tendría que haberte contado eso, mi padre siempre ha estado muy chapado a la antigua. Incluso cuando quise independizarme e ir a estudiar a una universidad del Estado se enfadó mucho tiempo y estuvo casi un año sin hablarme. Eso es algo que aún me duele. Luego vino lo de Steve. Lo siento, no quise complicarte las cosas.

- Nada de eso - le dijo Kerria tranquilizándola. - Lo has hecho muy bien, no temas, y no te preocupes, lo entiendo. Todos hemos hecho cosas desacertadas en nuestro pasado y eso no significa que…- La voz del juez interrumpió la conversación. -

- Señorita Malden, se le ruega que suba al estrado.- Samantha le deseó suerte y la interpelada se levantó decidida. -

 

             Subió a declarar, llevaba el pelo recogido en un moño, un bonito  jersey de punto de lana blanca y una falda larga con unas medias y zapatos de medio tacón también blancos a juego que le daban una apariencia muy elegante, pura y seria. Tras el preceptivo juramento, que ella hizo con una Biblia, el fiscal comenzó su interrogatorio.

 

-¿Se llama usted Kerria Lorein Malden?...

- Sí, señor...

-¿Es usted hija de Robert Malden y de Bertie Malinde?

- Sí señor...

-¿Está usted casada?...

- Vivo con mi compañera. - Contestó Kerria que dirigió la vista a Samantha. -

- No le he preguntado eso señorita Malden,- insistió el fiscal con visible mala intención. - La pregunta ha sido, ¿está usted casada?...

- No, no estamos casadas, todavía no. Podemos casarnos  y quizás pronto lo hagamos. Aunque en muchas partes aún no se reconocería un matrimonio entre dos mujeres. Pero es algo que quiero hacer en un futuro, y supongo que mi pareja también.- Repuso ella de forma tajante. -

 

Sam sonrió mirándola con orgullo y amor. Ahora que todo se sabría, que su vida había quedado al descubierto, ya no había motivo para esconderse más. Ojalá que se lo propusiera. O ella misma lo haría. Aunque dejó eso de lado por el momento, para seguir escuchando…

 

- Ya.- Ignorando este comentario el fiscal prosiguió.-  Así que no está casada. Luego en caso de que algo le ocurriese a usted, Dios no lo quiera. La señorita Wilson no tendría ninguna potestad legal sobre el niño, ¿no es eso verdad?...

- Yo firmé un papel dándole potestad a mi pareja…

 

            Empezó a responder la interpelada, pero su interlocutor la interrumpió para puntualizar.

 

- Pero si el padre biológico decidiese interponer una demanda, ese papel no serviría de nada, ¿sabe eso perfectamente, verdad?...Si no recuerdo mal, usted misma nos dijo que es abogado…

- Lo sé, pero el padre nunca haría algo así.- Aseguró Kerria. -

-¿Usted cree?  – Inquirió escépticamente Ross para argumentar. - A fin de cuentas es su padre, lo deja al libre albedrío de él... que sepamos no le ha pedido usted nunca que firme ningún documento de renuncia al niño y no creo que un padre medianamente normal dejase desatendido a un hijo en tales circunstancias. - Silencio y luego el fiscal repuso variando su estrategia.- No hemos contactado con el padre del niño puesto que su derecho a la intimidad y sus propias consideraciones familiares, están protegidas por la ley.

-¡Y un cuerno! – Susurró Pedro a Roy y al resto que le escucharon atentos cuando el letrado remachó.- Lo que pasa es que a buen seguro sería un testigo hostil para la acusación. Nosotros sí que pudimos contactar con él. Dijo que si hiciera falta vendría a declarar a favor de Kerria.

-¿Y le han dicho que venga?- Se interesó Bertie.-

-Por lo que nos explicó, prefería no tener que hacerlo salvo que no hubiera otro remedio. Alegó posibles problemas en su familia. En consideración a eso su hija prefirió no llamarle. - Le contestó Sebastián.-

 

            Los demás se miraron no sin extrañeza. Aunque enseguida volvieron a atender al estrado. El fiscal proseguía…

 

 - Pero, incluso si eso fuera como usted dice y a su digamos, compañera, le ocurriera algo también, o simplemente terminasen su relación... ¿quién se haría cargo del niño? Entonces su padre natural seguramente sí podría reclamar los derechos, que por supuesto tiene...

- Entonces señor, no me cabe duda de que el niño estaría muy bien cuidado. De todas formas - añadió ella con ironía. - Si por desgracia algo malo le ocurriese al padre de mi hijo estarían sus abuelos y sino sus tíos en Bios. No se preocupe por eso. Si algo tenemos es una buena y numerosa familia que se quiere y se apoya. La salvaguardia de los derechos del menor y todo lo concerniente a su bienestar se hallan plenamente garantizados.

 

            Y tras sentenciar aquello Kerria sonrió satisfecha pues hubo un murmullo de aprobación en la sala. No en vano, como ese tipo había recordado, ella también era abogada.

 

- Ya veo.- Repuso el fiscal que, lejos de remitir en su tono tras esa contestación, atacó ahora con más dureza. - Señorita Malden, es público y notorio y está más que probado, que usted ha reconocido su condición homosexual. ¿Ha salido usted con varias mujeres antes de conocer a su actual pareja?...

-¿Qué tiene eso de malo? Nunca lo he ocultado porque nunca me he avergonzado de ello.- Repuso Kerria con digna naturalidad. -

- Muy bien, pero como sabrá, eso  puede considerarse como una conducta inmoral y desordenada.  No digo que sea nada punible desde el punto de vista legal. Únicamente deseo hacerle ver la realidad de las cosas. A mucha gente no le gusta esa manera de actuar y, por si fuera poco, su hijo crecerá soportando esas consecuencias, ¿se ha parado a pensar en eso?...

- Por supuesto que lo he pensado. - Repuso ella para agregar. - Pero le aseguro que mi hijo tendrá todo nuestro cariño y le educaremos lo mejor que podamos. Mi vida anterior no tiene que ver en eso y no le ocultaremos nada, lo mejor es que sepa las cosas de una forma natural...

-¿Natural? - Exclamó el fiscal con voz de incredulidad. - ¡Qué su madre comparta el lecho con otra mujer y que su padre viva alejado de él le parece a usted natural! - Añadió simulando perplejidad, mientras el abogado defensor protestaba enérgicamente. -

-¡Protesto!, está usando unos términos despectivos, homófobos y vejatorios contra mi defendida y especulando sobre si su relación es natural o no, cuando no hay nada malo ni muchísimo menos ilegal en ello.- Exclamó Sebastián que también se mostró indignado ante semejantes afirmaciones, sentenciando.- Es su derecho como adulta a elegir como vivir su vida, ni más, ni menos…

- Me disculpo si he ofendido a la testigo, pero teniendo en cuenta que no hay nada legislado explícitamente, sí lo hay implícitamente. Sobre todo desde el día de la Salvación, como algunos lo llaman. Saben perfectamente que hay un creciente movimiento religioso. Se están aprobando leyes cada vez más relativas a la moral. - Replicó el fiscal que alegó. - En muchas comunidades e incluso legalmente hablando, se dice marido y mujer, no mujer y mujer, y para muchísimos ciudadanos moralmente es una conducta del todo reprobable. Puede considerarse una desviación sexual. Incluso, como ya he mencionado, hay precedentes legales sobre ello en algunos Estados.- Y antes de escuchar ninguna protesta o réplica por parte de su colega, Ross quiso añadir de un modo más conciliador y anticipándose a lo que Sebastián  pudiera esgrimir. - Pero, vamos a pensar por un momento que no es así, señorita. Que, además, legalmente es un hecho que existe una libertad de expresión y de convivencia para las personas adultas sin distinción de sexo, credo o raza o lo que se quiera. Hablemos solamente a nivel humano. – Y tomando aire centró su mirada en Kerria que se la sostuvo sin vacilar y la preguntó. - Señorita Malden. ¿Cómo le van ustedes a explicar a un niño que tiene dos madres, y que no tiene un padre y una madre como los demás niños? ¿Cree que podrá hacerlo de forma natural? Piense por unos instantes en lo que un pequeño de tan corta edad pueda entender y asimilar...no en lo que usted, como adulta comprende y sabe.

- El niño tiene un padre, le vuelvo a repetir que nunca hemos dicho que no lo tenga y que podrá verle siempre que quiera.- Dijo Kerria tratando de no perder la paciencia. -

-¿Desde miles de kilómetros? Sea usted realista, quizá unas pocas veces al año y poco más, pero en la vida cotidiana estará huérfano de padre en la práctica, sin un modelo masculino a quién imitar.- Repuso el fiscal. -

- Como muchas parejas heterosexuales divorciadas. Eso no hace que ustedes quieran prohibir el divorcio.- Replicó la aludida añadiendo.- Y mi hijo tiene a mi padre cerca, que es su abuelo, ese, le aseguro que es un buen modelo masculino a seguir. Además, si no me equivoco, también hay muchas madres solteras que crían a sus hijos y a ningún tribunal le parece eso mal.

- Señorita Malden, por favor, el tribunal no se ha pronunciado aún en este caso y aún menos en valoraciones.- Intervino el juez. -

- Lo siento señoría, no me expliqué bien, quiero decir que a nadie le parece mal que una madre soltera cuide un niño y por ejemplo, comparta el piso con otra mujer. - Rectificó ella. -

- Sí pero, lo suyo es distinto, tanto usted como su pareja, reconocen abiertamente tener relaciones íntimas de índole homosexual. ¿Qué pasará cuando el niño vea el tipo de relación que mantienen? Como poco quedará muy confuso, podría pensar que todas las mujeres son como ustedes. Un niño tiende a asimilar al resto de las personas con sus padres, es el elemento primero de comparación que tiene.- Contratacó Ross.-

 

            Kerria estaba furiosa e indignada. Aquello era retorcer las cosas de un modo repugnante, además de entrometerse de un modo burdo y muy grosero en su vida íntima. Y mostrar una homofobia digna de ser denunciada con una querella criminal. Sin embargo, sabía que ese tipo no desconocía eso. Sencillamente era su estrategia, buscaba provocarla. No se dejó envolver y con un tono bastante controlado respondió.

 

- No sé qué pensará usted de nosotras, o qué películas de esas verá, pero no estamos acostándonos a todas horas, y menos delante de un crío. Las parejas heterosexuales también pueden hacer cosas similares delante de sus hijos. El darnos la mano, abrazarnos o besarnos incluso, son gestos de afecto, a él también se los hacemos y eso, que yo sepa, no ha sido nunca malo para un niño. ¿O es que a usted no le besó nunca su madre? - Preguntó ahora ella con un ligero tono de burla -...

 

Incluso hubo algunas risas en la sala  y se llegó a escuchar una exclamación desde el fondo de la misma:

 

-¡Por eso tiene tan mala leche!

- Silencio o haré desalojar,- amenazó el juez recordando a todo el mundo. - El público debe mantener silencio y respetar a los participantes en este proceso. ¿Ha terminado usted ya?- Añadió dirigiéndose al fiscal, no sin cierta impaciencia. -

- Sí, no deseo hacer más preguntas - respondió éste.-

 

Acto seguido, el abogado de la defensa se levantó y fue hacia Kerria, diciéndole con tono ágil dando la impresión de querer acabar con esa especie de trámite.

 

- Señorita Malden. Le voy a formular unas preguntas a las que quiero que conteste simplemente con un sí o con un no. ¿Se gana usted honradamente la vida?

- Sí.

-¿Tanto usted como su compañera están actualmente libres de cargos penales?

- Sí.

-¿Ayuda usted en obras benéficas?

- Sí

-¿Sus relaciones familiares con el padre de su hijo son tan cordiales que no ha tenido nunca ningún problema con la custodia del niño?

- Sí, bueno, me refiero a que nunca he tenido ningún problema.- Matizó Kerria por si eso se prestase a confusión. -

- O sea, que el propio padre del chico cree que tanto usted, como su compañera, están capacitadas para criarle y educarle bien.

- Sí.

-¿Ha tenido usted alguna evaluación psiquiátrica o de cualquier índole que negase que tanto usted como su compañera no eran aptas para el cuidado del niño?

- No.

-¿Ha tenido su hijo algún análisis o dictamen de especialistas que desaconsejen que viva con usted y su pareja?

- No.

- No hay más preguntas.- Sentenció un satisfecho Sebastián, el juez autorizó a Kerria a levantarse y les pidió a los dos letrados que iniciasen sus alegatos ya que no había más testigos, comenzó el fiscal. -

- Señores del jurado...no se dejen confundir, estamos hablando de algo muy serio, la educación de un niño. Éste fue concebido por la acusada con un hombre actualmente casado y fuera de aquí, que no ha firmado nunca una autorización para ceder su custodia. Criado por dos mujeres que se ven envueltas en situaciones conflictivas e incluso violentas, con una moral y un  comportamiento sexual que, como mínimo, puede llevar a esa criatura a la confusión más absoluta. No decimos que la acusada sea perversa, ni autora de ningún crimen, únicamente pensamos que ese niño quizá estaría mejor en el seno de una familia normal. Así y para empezar, el pobre se evitaría todo tipo de burlas que puedan traumatizarle en el futuro. Pues aunque sea penoso tener que admitirlo, en esta situación por mucho que se afane su madre en quererle y cuidarle, hay muchos sectores de la sociedad, empezando por los otros niños, que se meterán con el pequeño y le harán sentirse distinto. Eso, tal y como lo prueban informes de expertos en la materia es muy perjudicial para un desarrollo emocional normal en un niño, y aquí debemos considerar, sobre todas las cosas, la salud de pequeño. Es todo, gracias...

 

            Cuando el fiscal terminó fue el turno de la defensa que, en un gesto de estudiada teatralidad, elevó los brazos al aire exclamando:

 

- ¡Señoras y señores del jurado,...esto es dantesco! Recapitulemos. Antes el fiscal quería convencernos de que la acusada era, por lo menos, un demonio...luego como eso se demostró absurdo, de que era una delincuente juvenil...y, como tampoco puede probar esa hipótesis, sí hipótesis- remarcó con indignado énfasis - ya que ni siquiera llega a ser una teoría al estar por completo carente de pruebas, pues se lanza al vacío con otra suposición. Sin más argumentos que blandir, nos dice ahora que el niño no está en una familia normal, que las dos mujeres que le cuidan están rodeadas de violencia ¡claro que lo están!- y en ese instante sacó unos papeles que exhibió en una mano para denunciar. - Han sido agredidas en numerosas ocasiones por matones y encapuchados y ¿saben por qué? – En ese momento hizo una estudiada pausa dramática para remachar. -¡Solamente por su condición de pareja!, hay gentes que no pueden aceptar esto, pese a ser un derecho recogido en la Constitución, y, como no han podido evitarlo por la fuerza, han pretendido llegar a este tribunal para que ustedes les hagan el trabajo sucio, es algo que sólo de pensarse enferma. Sabemos que las cosas en nuestro mundo han cambiado, que una oleada de nuevo fanatismo religioso está creciendo. Pero la ley es la ley, pese a quién pese. En cuanto al padre biológico no ha firmado nada, pero, ¿alguna vez ha exigido ver al niño? Yo respondo que no, nunca lo ha exigido, y ¿saben por qué no?...muy fácil, porque siempre que ha querido lo ha visto. La verdad es que mantiene una relación de gran amistad con esta familia y es como si fuera un miembro más de la misma. Se ha ido a vivir lejos porque ha fundado su propia familia y trabaja en un lugar distante ¿Es un delito eso? Imagínense si a cada padre divorciado amistosamente que puede ver a sus hijos cuando quisiera se le pidiese que lo exigiera o que firmase alguna autorización a la madre por la custodia de los niños. Eso es un absurdo que a nada conduce. Yo, a diferencia del señor fiscal, creo que ese niño es muy afortunado. Tiene mucho amor y por partida doble. Tiene a su padre que le ve cuando él mismo quiere o puede, luego tiene a sus abuelos... ¿o debemos declarar ilegal a la cantidad de casos que existen de otros abuelos menos afortunados que cuidan y crían a sus nietos por muerte o abandono de sus padres? Luego tiene a su madre y a la compañera de su madre. Eso tampoco está prohibido en este Estado. Además de un tío que es militar condecorado y todo un ejemplo a seguir como el resto de su familia, por su sacrificio y sus servicios, no solamente a su país, sino al mundo entero. En cuanto a las posibles burlas de otros niños cuando el hijo de la acusada crezca. ¿Acaso el fiscal juega a ser adivino? ¿Ese tipo de actitudes no se solventan fácilmente con una adecuada educación en el seno de la propia escuela y en los hogares de los otros chicos? ¿Es que los niños no se meten unos con otros llamándose también gordos, flacos, ricos, pobres, altos o bajos, negros o blancos, católicos, o judíos por poner algunos ejemplos de lo más tradicionales? ¿A los niños con minusvalías acusadas según esto a dónde habría que mandarles a vivir? ¿Con algunas familias como ellos, aislados en un gueto para gentes como ellos para evitar rechazos y burlas? ¿Es que acaso todo esto no les recuerda  a cierta ideología denigrante para la especie humana que provocó un exterminio masivo de personas y una guerra hace apenas ni cien años? - Sebastián hizo un breve silencio para que se asimilasen todas sus cuestiones sin réplica y entonces volvió a preguntar al jurado. -   ¿Quieren decirme entonces dónde se sustenta la acusación? Yo no lo sé, ni creo que el mismo fiscal lo sepa. Es más, ¿dónde están los acusadores? ¿Por qué no han dado la cara? - Quiso saber dirigiéndose indignadamente al banco que estaba junto al del fiscal, ahora vacío. Era como si ese misterioso hombre sentado antes allí, hubiera salido en algún momento del juicio sin que nadie hubiera reparado en él. Pero el letrado, dejando pasar aquello, terminó su alegato con un reflexivo -...eso me pregunto yo, la acusada, y estoy seguro que todos ustedes, es todo...

- Muy bien, ahora pueden ir a deliberar.- Indicó el juez. - Salgan cuando estén listos....

 

            El jurado pidió unos momentos, después sus componentes dialogaron entre sí y el portavoz anunció.

 

- No hace falta señoría, este caso está muy claro...- todos contuvieron la respiración y el representante prosiguió. - Para nosotros no hay caso, no es cuestión de declarar inocente o culpable. Simplemente no creemos que exista ni siquiera motivo para juzgar a la acusada  en base a prejuicios y concepciones morales y éticas diferentes. No obstante, como debemos dar un veredicto, por unanimidad diremos que es inocente...

 

            Al oír aquello Kerria y Samantha, llenas de alegría, se levantaron abrazando a Roy y Beruche que sonreían muy dichosos a su vez. El juez sonrió  también añadiendo por su parte...

 

- No he podido pronunciarme hasta ahora, pero comparto el pensamiento del jurado. No obstante, esas presuntas pruebas presentadas debían ser analizadas y sometidas a la ley. En fin, no tengo nada más que añadir, declaro terminado el juicio...- y efectivamente, con un seco golpe de mazo dio por concluido el mismo para acto seguido retirarse.  -

 

            Roy felicitó a su abogado quien le dijo con una gran modestia y sinceridad.

 

- Ojalá todos mis casos fuesen como éste, lo ganaría hasta un estudiante de primero de derecho.- Sonrió Sebastián bastante satisfecho. -

 

            Incluso el fiscal, una vez terminado todo, se aproximó hasta su colega y los clientes del mismo, felicitándoles con deportividad.

 

- Confío en que no piensen que había nada personal, sólo hacía mi trabajo. - Y ante la severa mirada de los Malden, Ross se dirigió a Kerria agregando en tanto le ofrecía su mano. - Usted también ha estudiado para abogado y seguro que lo entenderá. Se deben cumplir con los compromisos laborales.

- Yo únicamente entiendo que mis principios estarían siempre por encima de cualquier cosa. –  Replicó la muchacha sin disimular su malestar y hostilidad hacia aquel individuo y sin aceptar su saludo. -

- No obstante, y pese a que no tenías base, has hecho una buena labor. – Admitió Pedro que ahora parecía mostrarse bastante más afable con su  hasta hace poco “encarnizado rival”.

-Sí, es algo muy extraño.- Añadió Sebastián para afirmar.-  No entiendo por qué aceptaste llevarlo. Este caso lo tenías perdido desde el comienzo.-

 

            Y para sorpresa de todos, el fiscal confesó.

 

- Voy a decirles algo, en realidad no sé qué pretendían mis clientes con este juicio.  Cuando estudié el caso les comenté que ganar era muy difícil. Una posibilidad entre mil. Aun así presentaron estas evidencias que he citado y mi obligación era llevarlas ante el tribunal.

- Por eso te contrataron a ti. Eres capaz de utilizar cualquier cosa. Y no me malinterpretes. Me refiero a tu habilidad. – Comentó Sebastián a modo de cumplido y no de reproche, a lo que su interlocutor asintió. -

- Pues ahora me toca a mí, voy a descubrir y a demandar a los instigadores, sean quienes sean y juro que se acordarán de esto.- Declaró Roy  que estaba, pese a la victoria, realmente indignado, para preguntarle a Ross. - ¿Quiénes son sus clientes?

- Lo lamento señor Malden, pero no puedo facilitarle sus nombres eso violaría mi ética profesional. – Contestó el interpelado que, tras un leve asentimiento de saludo, se despidió deseándoles. Buenos días y suerte.

-Pues no se ha preocupado mucho de su ética profesional cuando nos interrogaba.- Musitó una molesta Kerria viéndole alejarse.-

 

            Roy asintió a las palabras de su hija, desde luego que no le bastaba con eso, estaba más que dispuesto a remover cielo y tierra para que esos “acusadores misteriosos” dieran la cara, no obstante fue la propia Kerria quien le pidió.

 

- Nosotras queremos olvidarnos lo antes posible de esto y educar a Brian para que crezca feliz, por favor papa, déjalo estar.

 

Beruche y Samantha asintieron y Roy tuvo que ceder en eso. Por fin salieron de la sala deseosos de relajarse aunque en el hall había una multitud congregada de entre la cual se escuchaban algunas voces anónimas que las insultaban.

 

-¡Fuera de aquí, no queremos degeneradas!

-¡Largaos y llevaos vuestra inmoralidad de aquí!..

-¡Dios creó a Adán y Eva, no a Mary y a Eva!

-Volveos con vuestra preciosa reina de la Luna. No os queremos aquí. ¡Lunáticos! - Chilló otro escondido entre la multitud.-

 

            Kerria, visiblemente enfadada y harta quería contestar, pero su madre la detuvo. Beruche le susurró con voz calmada.

 

- Déjales, no merece la pena, hija.

 

            Y en tanto subían al coche el móvil de Roy sonó.

 

-¿Quién es?- Inquirió éste con prevención temiendo otra llamada de provocación. -

- Roy, ¿cómo estáis? - Inquirió la voz de Diamante. -

-¡Hola amigo, bien, acabamos de salir del juicio y hemos ganado!- Repuso el aludido con patente contento ahora. -

-¿Quién es, papá?- Preguntó Kerria. -

- Es Diamante, pregunta que como ha ido.- Le explicó éste tapando unos instantes el teléfono. -

 

            Kerria sonrió, los padres de su amiga Amatista estaban en París, tenían cosas que atender allí pero siempre que habían hablado o les visitaban, expresaron su apoyo a las chicas.

 

- Me alegro mucho, - afirmó Diamante añadiendo. – Esmeralda está aquí, le gustaría saludarlas.

- Os la paso. - Dijo Roy advirtiendo a su hija. - Toma, es Esmeralda.

- Hola Kerria, cielo, ¿cómo estás?- Le preguntó cariñosamente la voz de la diseñadora. -

- Muy bien, gracias por llamar. Estamos muy contentas, ¡hemos ganado, Esmeralda! - Le contó la muchacha llena de satisfacción. -

-¡Sabía que lo conseguiríais! , aquí estábamos siguiendo el juicio con mucho interés, querríamos haber estado con vosotros pero estamos tan liados.- Se disculpó su interlocutora.-

- No te preocupes, para nosotros es como si estuvierais aquí, gracias.- Repuso jovialmente Kerria que, de inmediato se interesó. - ¿Has sabido algo nuevo de Amatista y Leval? Ellos tampoco podían venir. Aunque se ofrecieron a pedir permiso para hacerlo y les dije que no. Por lo que sé las cosas en Bios están complicadas.

- Mi hija  y tu hermano seguro que también han estado muy pendientes. - Le aseguró Esmeralda que añadió animosa. - Ten valor, todo se arreglará y sobre todo quiere mucho a tu niño. Eso te compensará con creces de cualquier contrariedad. ¡Ya lo verás! Dale un beso al peque y otros más a Sam y a tus padres de nuestra parte.

-¡Claro que sí! ¡Muchas gracias! - Sonrió Kerria despidiendo la comunicación. -

 

            Volvieron a casa y allí pudieron descansar, tuvieron más llamadas de amigos, familia y conocidos, entre ellos Tom, Cooan, Idina y algunos más. Y cuando las chicas estaban juntas acunando al bebé el teléfono sonó otra vez. Beruche se puso al aparato.

 

-¿Sí? ¿Quién es? - Quiso saber ésta. - Samantha es para ti. - Añadió dirigiéndose a la joven con voz seria. –Una chica, dice que es tu hermana.

 

            La muchacha se levantó nerviosa, tomó el auricular entre sus manos y preguntó desconfiada.

 

-¿Terry? ¿Eres tú? - Pudo decir con un hilo de voz. -

- Hola Sam, hemos oído el resultado del juicio. Felicidades.- Repuso ésta de forma lacónica y apagada. -

- Gracias Terry.- Repuso su contertulia esbozando una sonrisa para querer saber. - ¿Están contigo papá y mamá?

 Su hermana guardó un significativo silencio que se hacía cada vez más denso hasta que Samantha insistió…

 

- Terry. Dime, ¿puedo hablar con ellos?

- No quieren hablar contigo, - replicó entristecida su interlocutora, al tiempo que bajaba el tono y agregaba. –De hecho, ni siquiera saben que te he llamado.

- Pero,- musitó Sam, helada por aquella noticia. - ¿Es que no lo han visto todo? ¿No ven que somos inocentes? Sólo he sido sincera.

- Ya sabes cómo son papá y mamá, Samantha. Ya te lo advertí.- Le respondió su hermana, que solamente fue capaz de sentenciar. - Ellos no aprueban esas cosas.

- No… ¡Tengo que ir a verles! ¡Tengo que explicarles!… – Pudo decir su interlocutora al borde del llanto. -

-¡No, no lo hagas, por favor! - Le pidió vehementemente su hermana  que quiso suavizar su tinte de voz al añadir de forma más conciliadora. - Al menos espera un tiempo.

-¿Podré verte a ti?- Inquirió Sam transmitiendo su consternación en esa súplica. -

- Voy a estar muy ocupada. - Repuso evasivamente Terry  que se despidió de una forma un tanto fría. - Tengo que colgar ya. Solamente quería saber cómo estabas. Adiós, Samantha. ¡Ojalá que todo os vaya bien!

 

            Y cortó la comunicación. Durante unos interminables segundos Sam se quedó escuchando la señal del teléfono hasta que se decidió a colgar. Aquellas últimas palabras de su hermana le habían sonado a despedida. ¡Y una que parecía definitiva! De modo que en cuando Kerria y sus padres se interesaron por lo ocurrido, ella se lo contó, diciendo al final aunque de forma no muy convencida.

 

- Debo ir a ver a mis padres, intentar arreglar las cosas.

- ¡Claro!, no te preocupes Samantha. - La animó Kerria que se sentía mal por no haberlo sabido antes, ofreciéndose de inmediato. -Si quieres que te acompañe.

- No, mejor no. - Declinó ésta muy reconocida cuando añadió. - Gracias, pero debo hacerlo sola.

 

            Todos le desearon suerte. Pese al aviso de su hermana Sam emprendió viaje al día siguiente. Únicamente estuvo fuera veinticuatro horas pero regresó hundida y con claros síntomas de haber bebido. Se abrazó a Kerria que fue quien le abrió la puerta quedándose helada al verla. Aunque enseguida se rehízo ayudando a Sam a sentarse y tanto Roy como Bertie que acunaba a su dormido nieto, le inquirieron con temor al verla en ese terrible estado.

 

-¿Qué ha ocurrido, Sam? - Preguntó Roy. -

-¡Los he perdido!,- sollozaba - ¡He perdido a mis padres! No me quieren, ¡para ellos sólo soy una golfa y una pervertida que se ha condenado!

- ¡Por el amor de Dios! ¿Cómo has venido conduciendo así?- Le inquirió Kerria  alarmada. - Has podido tener un accidente.

- Lo siento, - balbuceó Samantha rompiendo a llorar, apoyándose en un hombro de su pareja en tanto gemía. - Si me hubieran visto así en el juicio te habrían quitado al niño por mi culpa. ¡No soy una buena madre, ni tampoco soy una buena hija según parece!

- No digas eso, Sam, sabes que no es verdad. Tú eres una chica estupenda - Intervino Bertie conmovida por la compasión, añadiendo con patente curiosidad también. - ¿Qué ha pasado para que vengas así?

- Sí, tranquilízate por favor. - Le pidió Kerria muy preocupada apretando sus manos entre las de ella -Y cuéntanos... - Guardó unos momentos de tenso silencio y agregó con más prevención. - Si quieres hacerlo.

- Quiero hacerlo. ¡Necesito hacerlo! Ahora vosotros sois toda mi familia.- Contestó entre sollozos la interpelada que, como pudo, narró su historia. -

 

            Samantha había ido en coche. Condujo casi sin descanso hasta llegar a la casa de sus padres. Sabía que aquello iba a ser duro, no se hacía muchas ilusiones pero confiaba en que, ahora que sabían la verdad, llegasen a aceptarlo tras conocer a la familia de Kerria y al bebé. Con esta mínima esperanza, una vez aparcó, descendió del coche con las piernas casi dormidas. Se aproximó a la puerta y tras unos momentos de duda se decidió a llamar.

 

-¡Hola! ¿Estáis en casa?- Tocó con los nudillos tímidamente en tanto preguntaba.-

 

            La respuesta se hizo esperar. Sam tenía miedo de que no le abrieran, pero por fortuna, o quizás no. No fue así. Fue su propia madre la que abrió la puerta y se la quedó mirando severamente durante unos momentos, ninguna dijo nada hasta que la adusta mujer se decidió.

 

-¿Qué haces aquí? - Le inquirió por único saludo. -

- Hola mamá, - contestó Samantha esbozando una tímida sonrisa. - He venido a ver como estáis.

-¡Ya!,- rezongó ésta para reprochar. - ¿Y te acuerdas de nosotros ahora? Pues ya ves cómo estamos. Puedes volverte con tu amiguita la cantante.-  Y ya  iba a cerrar la puerta pero Sam la sujetó. -

-¡Por favor, mamá! he hecho un viaje muy largo para veros. Por lo menos, deja que os cuente lo que siento. Que os explique.

 

            Su madre pese a estar reacia la permitió pasar. La joven entró despacio mientras preguntaba tímidamente.

 

-¿Dónde está papá?

- Tu padre está fuera. Ha salido a dar un paseo, volverá enseguida, mejor que no te encuentre  aquí cuando regrese. Así que dime, - repuso secamente su madre que inquirió casi a bocajarro. -¿Por qué Sam? ¿Cómo has podido hacernos esto?

- Yo no os he hecho nada. - Se defendió Samantha. -

-¡Nada! ¿Llamas no hacer nada al escándalo en el que te has visto metida? Con esa...artista, o lo que sea. - Pudo decir su madre con marcado desprecio para preguntar.- ¿Cuánto crees que le durará su capricho por ti? ¡Y con un hijo, por amor de Dios!  Debería haberse casado con el padre de esa criatura en lugar de utilizarte a ti para darse publicidad.

-¿Publicidad? - Exclamó Samantha atónita y ofendida, rebatiendo. - Mamá, no sabes lo que dices. ¿Qué clase de publicidad? ¿La que casi arruina su vida? ¿La que nos ha granjeado multitud de problemas?

 

            Su madre iba a replicar cuando la puerta de la calle se abrió. Sam se estremeció al oír la voz de su padre.

 

- ¿Estás aquí, Wendy?, ya he vuelto...

 

            Ese tono distendido se cortó en seco al entrar al salón y ver a su hija. El semblante de Karl Wilson pasó de la expresión relajada a una marcadamente hostil.

 

-¿Qué demonios haces tú aquí? - Inquirió de forma brusca. -

- Papá, - pudo decir Sam visiblemente temerosa. - He venido a veros.

- Pues nosotros no queremos verte, ¡márchate! - Fue la dura réplica de su padre. -

- Por favor, déjame explicarme. - Le pidió encarecidamente su hija. -

-¡No hay nada que explicar! - Espetó el señor Wilson para abroncarla a renglón seguido. - Nos has mentido y puesto en vergüenza, has deshonrado el nombre la familia. No tenemos nada que hablar contigo.

 

            Wendy Wilson, la envarada madre de Sam, pese a todo, quiso ser más conciliadora.

 

- Karl, trata de calmarte. No es bueno para tu tensión.

- Pues que se vaya ésta...- tardó en decir como si buscase las palabras hasta escupir. - ¡Esta mujer!

 

            Samantha no podía creer lo que oía, había discutido mucho con su padre en otras ocasiones, pero nunca le había dicho algo semejante. Lo único que pudo hacer fue balbucear dedicándole al tiempo una mirada suplicante.

 

- Trata de entenderlo, por favor.

-¿Qué es lo que tengo que entender? ¿Qué vives en pecado continuo? ¿Qué tú y tu…?- rebuscó los términos para soltar de la forma más hiriente que pudo. -¿Tú y tu amiguita, esa zorra de cantante desviada, vais a criar a un bebé inocente en ese ambiente inmoral?

-¿Cómo puedes decir eso de nosotras?, yo soy tu hija y a ella no la conoces siquiera. - Repuso Samantha sin poder creer lo que estaba escuchando. -

- A ti creía que te conocía, pero si esa mujer ha hecho esto contigo no quiero ni pensar en cómo será ella. ¿Cómo has podido degenerarte así? ¡Eres peor que una ramera!, que por lo menos, peca con un sexo distinto al suyo y para ganarse la vida.

-¡Papá, por Dios! , no me digas eso. - Exclamó Sam verdaderamente herida por aquello. -

- No menciones el santo nombre de Dios. Después de cómo has pisoteado las enseñanzas que quisimos inculcarte desde niña.- Le espetó su padre con fría furia para agregar. – Empezando por el no levantarás falso testimonio, ni mentirás y el honrarás a tu padre y a tu madre. Ahora lo entiendo. Por eso nunca encontrabas al hombre adecuado. Te dedicabas a la depravación con otras mujeres. Siempre has sido una constante fuente de problemas y disgustos. Al principio saliendo aquí y allá, sin rumbo fijo, ni compromiso alguno. Después yéndote a esa universidad del Estado. ¿Qué tenían de malo las de aquí? Pero jamás pude ni imaginar que fueras a llegar tan lejos. Claro, lejos de tu casa has podido dar rienda suelta a tu impudicia.  Te casaste con ese hombre y te divorciaste. Alegaste aquello de los malos tratos y que te controlaba. Ahora comienzo a pensar si no serías tú quién mancharas la sagrada institución del matrimonio para encubrir tus iniquidades y volvieses loco a Steve con tu depravación cuando lo descubrió.

 

            Dicho esto aquel hombre se giró dispuesto a terminar así la discusión, aunque Samantha, petrificada por aquellas terribles palabras, quiso defenderse sin embargo alegando.

 

- Eso no fue así. Yo solamente deseaba ser libre y nunca le he hecho daño a nadie. Salí con hombres sí, pero la mayoría sólo pensaban en una cosa, acostarse conmigo y después desaparecer. Mi ex marido era un perturbado que me pegaba y me maltrataba. Pues con Kerria eso no sucede. Tiene una familia magnífica y unos padres que la quieren y que me quieren a mí también. ¡Por favor!, trata de ver más allá de tus prejuicios y tu moral anticuada. Soy tu hija y....

 

            No pudo proseguir puesto que aquello, lejos de calmar a su padre le enfureció aún más. El señor Wilson se giró nuevamente para sentenciar elevando un brazo al aire y con la cara congestionada por la ira.

 

-¡Yo únicamente tengo una hija!, se llama Theresa Lindsay Wilson. A ti  no te conozco ¿Me oyes? ¡Para mí y para tu madre estás muerta! ¡No, mucho peor aún!  ¡Ni siquiera has nacido! Así ya podrás hacer lo que te plazca y vivir a gusto en ese lodazal de lascivia en el que te revuelcas.

- ¡Pero Karl! - Intervino Wendy afectada también por aquellas palabras. -Tampoco hay que llegar a esos extremos.

-¡Para mí no existe!, y todas las cosas que tengas en esta casa te serán enviadas a tu nueva dirección. Esa en la que vives aferrándote a la inmoralidad y a la abominación. - Gritó el colérico individuo alejándose rumbo a su habitación. -

 

            Su hija quiso detenerle pero ya no pudo articular palabra. Su padre se alejó de ella, al parecer para siempre. Se volvió entonces hacia su madre con lágrimas en los ojos suplicando su intercesión. Pero ésta le sorprendió aún más por su dureza.

 

- Ya has oído, y bien que te lo advertí. - Le respondió a su desconsolada hija. - Será mejor que te marches, Samantha.

-¡Mamá! - Sollozaba la chica completamente destrozada. - No, no podéis hacerme esto. Os lo suplico.

-¿Y tú sí puedes hacérnoslo a nosotros?,- le reprochó su madre que quiso, pese a su rudeza, tratar ahora de ser más conciliadora al añadir como condición. - Escúchame bien. Sólo podrás volver a ser bien recibida en esta casa si dejas a esa mujer y te comportas con dignidad. Pide perdón por todos tus pecados y arrepiéntete de veras. Entonces haré lo posible por interceder ante tu padre por ti.

-¿Dignidad?,- balbuceaba Samantha negando con la cabeza para afirmar acto seguido con la voz quebrada por el dolor y la tristeza.  - Nunca he dejado de comportarme dignamente. Y si me obligáis a elegir entre mi amor, mi vida y vosotros. Lo siento mucho, pero no puedo renunciar a Kerria, ni al niño.

- Entonces, si es así como piensas, ya está todo dicho. Tu padre tiene razón. Has dejado de ser nuestra hija. - Sentenció su madre con fría rotundidad. -

- Adiós mamá. – Musitó Sam, añadiendo con el corazón roto. - Me vuelvo con las personas que me quieren. ¿Sabes madre? Es curioso que los padres de Kerria me quieran como a una hija y que mis propios padres me traten peor que si estuviera leprosa o fuera una asesina. Pero no te preocupes por mí. No voy a estar sola. Ellos me apoyarán.

-¡Pues corre y vete con tu nueva familia!  - Le respondió  aquella mujer dominándose también para no llorar. -

 

            Samantha le dedicó una última mirada de súplica que no ablandó a su madre, después salió para siempre de la que una vez fuera su casa. Llorando, condujo como pudo hasta un motel en el que pasó la noche bebiendo, para volver después a casa con Kerria y la que ahora era su única familia. Al terminar aquel relato Sam enterró su cabeza entre los brazos de su pareja que, también con lágrimas en los ojos, la dejó llorar. Roy y Beruche la miraban consternados.

 

- Mis padres me han repudiado. - Gemía desconsoladamente ante la mirada compasiva de todos. -¡Para ellos sólo soy una pecadora asquerosa!

- No te preocupes. - La animó afectuosamente Roy, visiblemente afectado como el resto. - Nosotros te queremos como a una hija más. Ya verás cómo todo pasará y tú y tus padres volveréis a veros.

- Ya no me importa, - musitó Sam elevando la cabeza para dejar ver las lágrimas que circulaban por sus mejillas como dos largas hileras de agua en tanto intentaba esbozar una pálida sonrisa. - Os tengo a vosotros y al niño. Y no me importa nada de lo demás.

- No digas eso, sabes que no es cierto. - Intervino Beruche con suavidad, para afirmar convencida.  -El amor por los padres no se extingue así como así.

- Para ellos ni siquiera existo, peor aún, hubieran preferido que muriese. ¡Si me hubiera matado en la carretera habrían sido más felices! - Declaró la muchacha completamente destrozada. -

-¡No digas eso! - Le pidió Kerria a punto de llorar. - No puedes ni siquiera pensarlo. Ven conmigo Sam, debes acostarte y ya verás cómo mañana todo será mejor.

- No lo sé… - pudo decir ésta casi sin fuerzas y expresión ausente. -

 

            Kerria la levantó en brazos y subió las escaleras hacia su habitación. Añadiendo animosamente a su pareja.

 

- Cálmate Sam. - Le susurró al oído. - El tiempo todo lo cura. Ya lo verás.

 

            Ella convino en silencio enjugando sus lágrimas, decidida a vivir la vida con las personas que habían demostrado quererla de verdad tal y como era. Roy se ofreció a subirla él, pero Kerria negó con la cabeza. Una vez que su hija se llevó de allí a Samantha, él rebuscó entre el bolso de de la chica.

 

-¿Qué estás haciendo?- Quiso saber la perpleja Beruche.-

 

Su marido no contestó, con un rictus de furia buscó el teléfono una vez lo tuvo en su poder quiso consultar el número de los padres de Sam pero no aparecía. Claro, ella lo sabía sin necesidad de apuntarlo. En lugar de eso buscó en el ordenador basándose en la dirección que sí conocía.

 

- A ver. Wilson Karl. Aquí está, y el teléfono, - rechinó entre dientes. -

- Roy ¿Qué vas a hacer?- Le interrogó Bertie preocupada por la expresión de su esposo.  -

-¡Ese bastardo va a saber quién soy yo! Voy a decirle lo que pienso de un miserable como él. - Masculló por toda réplica. -

- ¡No, déjalo!, le harías más daño a Samantha, no merece la pena, Roy. - Le pidió Beruche bastante asustada.-

 

Y es que su esposo estaba verdaderamente furioso y ella sabía que, cuando se ponía así, apenas sí se controlaba.

 

- Ya no puede ocurrirle nada peor de lo que le ha pasado esta noche.- Sentenció él que marcó el número. - ¿No crees?

 

            Realmente Bertie no supo que replicar a eso. Entre tanto en casa de los Wilson las cosas no estaban mucho mejor. La madre de Sam había llorado toda aquella noche y su padre se la había pasado en vela hasta el amanecer, sólo, pensando en lo que había ocurrido y aunque a su manera, sufriendo también por ello. El sonido del teléfono le sacó de su meditación. Lo dejó sonar unas cuatro veces antes de descolgar. Era un antiguo modelo sin imagen. Se puso al aparato preguntando.

 

-¿Quién es?

-¿Es usted Karl Wilson? - Inquirió Roy desde el otro lado. -

- Sí ¿Quién me lo pregunta?

- Soy Roy Malden, el padre de Kerria Malden, ¡maldito hijo de perra! Debería romperle la cara por calumniar a mi hija pero eso no es nada en comparación con lo que debería hacerle por destrozar la vida de la suya.

 

            Al principio Karl se quedó mudo por la sorpresa, después repuso en un mismo tono colérico.

 

-¿Quién se cree que es para meterse en los asuntos de mi familia? ¡En lugar de eso debería de darle vergüenza lo que hace su hija y cómo lo airea a los cuatro vientos!

-¡Vergüenza la que usted no tiene! - Le increpó Roy que no se privó en agregar.  - ¡Es usted un mal nacido y un miserable!, tanto que se las da de moral y virtuoso. ¿Así es como practica las enseñanzas de un buen cristiano? ¿Cómo puede renegar así de su propia hija? Samantha es una persona maravillosa y tiene más moral y bondad en su corazón de la que tendrá usted nunca. ¡Sepulcro blanqueado! Deberían encerrarle por lo que ha hecho. Casi logra que la pobre chica se mate en la carretera. Y de gracias a que no quiero hacer sufrir más a ninguna de las dos o me plantaba allí ahora mismo y le iba a enseñar lo que es bueno, ¡canalla! Ahora demándeme si se atreve. – Bramó colgando bruscamente bajo la angustiada mirada de Bertie. -

-¡Oh Roy! ¿Qué has hecho?- Gimió ésta poniéndose a llorar. -

- Lo siento - susurró él ya más calmado y arrepentido de su arrebato. - No he podido evitarlo, a ese tipo tenían que decirle las verdades que se merecía aunque no fuera a la cara. Perdóname.

 

            Pero su esposa sonrió levemente y negando con la cabeza respondió, en tanto se enjugaba las lágrimas.

 

- No. No hay nada que perdonar. Estoy muy orgullosa de ti y te quiero mucho. – Declaró ella en tanto ambos se abrazaban. -

 

            Kerria por su parte había liberado a Sam de los zapatos y la ropa y la había ayudado a ponerse un pijama, la arropó lo mejor que pudo y le deseó buenas noches con un suave beso en la frente.

 

- No me dejes, por favor, Kerria, no me dejes. - Le musitó ésta con gesto de angustia. -

- Tranquila, no te preocupes,- la tranquilizó ella acariciándola el pelo. - Sólo voy a estar abajo. ¿Quieres que te traiga algo?

- No, me refiero a que no podría soportar vivir sin ti.- Sollozó Samantha. -

-¿Cómo te iba a dejar? - Le sonrió su pareja tratando de animarla. - ¡Anda tonta, duérmete!, para que mañana no amanezcas con ojeras, ¿vale?

 

            Sam asintió como si fuera una cría pequeña en tanto Kerria volvía a besarla con suavidad, esta vez en los labios, y se alejaba apagando la luz. Bajó al comedor y allí vio a sus padres abrazados.

 

-¿Qué tal está Sam ahora? - Se interesó Roy. -

- Mejor, la he dejado arropada y espero que se duerma pronto. – Les informó Kerria musitando con pesar, sin apenas dominar las lágrimas. - Pobrecilla, está tan hundida. Jamás la había visto así. Ni siquiera cuando la secuestró ese canalla de su ex marido. ¡Él le rompió las costillas, pero sus propios padres le han roto el corazón! ¿Cómo se puede ser tan cruel?

- No te preocupes cielo, nos tiene a todos para apoyarla. - Intervino Beruche. -

- Lo sé, mamá. Muchas gracias. - Dijo Kerria abrazándose a los dos. - Os quiero tanto, he tenido mucha suerte al teneros como padres.

- No, cariño. Nosotros somos muy afortunados de teneros a vosotras y a Brian. Os merecéis lo mejor y no permitiremos que nadie os haga más daño. - Afirmó Roy mesando el pelo de su hija. –

 

            La joven sonrió agradecida, tras unos instantes comentó.

 

- Hoy dormiré en el cuarto de Leval. No quiero molestar a Sam por si acaso Brian llora o se despierta. La pobre debe descansar. Lo necesita.

- Bien hija. - Concedió su madre. - Te prepararé la habitación.

- No te preocupes, mamá - repuso ella. - Yo lo haré, vosotros también estaréis cansados, idos a dormir.

 

            Tanto Roy como Beruche asintieron y todos se dispusieron a olvidarse de esa aciaga noche. Y el tiempo pasó, el padre de Sam no volvió a hablar con ella y la muchacha ya no lo intentó. Aunque al menos sí pudo charlar fugazmente con su madre y ver a su hermana con alguna frecuencia. En cuanto a la familia Malden, Kerria y Sam fortalecieron todavía más su unión. Y hubo una cosa que hablaron y en la que ambas coincidieron. Poner en conocimiento de Felicity y Ernest que eran abuelos del bebé de Kerria y Samantha. Pese a que se habían mudado a otro Estado por motivos laborales de Ernest enseguida acudieron a conocerle. Los dos prometieron ir de vez en cuando a visitarle. Roy y Bertie, que les apreciaban tras tantos años como vecinos, les respondieron que siempre serían bien recibidos.

 

-Al menos, nuestro hijo tiene toda una familia tras de él.- Suspiró Samantha.-

-Es verdad. Y los vínculos de amor que le rodean se harán cada vez más fuertes.- Replicó Kerria.-

 

            Las dos estaban en el jardín, sentadas en el porche y entonces la hija de los Malden se levantó poniéndose de rodillas ante su atónita pareja.

 

-¿Qué haces? ¿Se te ha caído algo?- Le preguntó Sam.

-No. - Sonrió ésta para declarar.- Sam, has sido mi compañera, mi pareja y mi amiga durante los buenos y los malos momentos. Ahora quiero pedirte que te cases conmigo. Tal y como dije en ese juicio que haría. Te quiero y no deseo pasar la vida con otra persona a mi lado. ¿Me aceptarás?- Remachó sacando un precioso anillo de oro con un diamante engarzado en él.-

 

            Al principio Samantha no supo cómo reaccionar. Estaba sin palabras. Ni tan siquiera estaba segura de que todo eso no fuera un sueño. Solamente pudo ponerse a llorar.

 

-No sé.- Sonrió nuevamente Kerria tomando una mano de su pareja.- Creo que no habrá sido la mejor declaración de la historia, pero tampoco fue tan mala para que te pongas así.

 

            Ahora fue Samantha la que rio entre lágrimas y movió la cabeza. Al fin pudo replicar llena de felicidad.

 

-Ha sido la cosa más hermosa que me hayan dicho jamás. ¡Te quiero Kerria y también deseo pasar toda mi vida junto a ti!

 

            La aludida se levantó y ambas se abrazaron besándose largamente. Al poco rato Roy con el pequeño Brian en brazos, y Bertie, salieron al jardín a reunirse con ellas. Las encontraron abrazadas.

 

-Parece que la cosa fue bien.- Comentó él.-

-Ya tenía miedo de que no me aceptase.- Dijo Kerria.-

 

            Todos se rieron, y el incombustible entrenador afirmó con su característico desenfado…

 

-Pues cuando yo le pedí a tu madre matrimonio tenía hasta un plan B. Si fallaba lo demás, tirarme al suelo y patalear…¡Ja, ja!

-Casi lo hiciste. ¡Fue lo único que te faltó!- Terció Bertie añadiendo entre nostálgica y divertida.- Te declaraste a voces en medio del restaurante, rodilla en tierra, con todos mirando. ¡Qué vergüenza!- Remachó agitando ahora una mano. ¡Debí de ponerme coloradísima!…

 

            Las chicas sonrieron enternecidas, viendo a sus mayores abrazarse. Kerria estaba muy agradecida de haber venido al mundo en el seno de esa familia. Tuvieron malos momentos pero los superaron y eso les unió más. Veía además a su amado hijo en brazos de ese orgulloso abuelo y eso la llenaba de felicidad.

 

-Bueno.- Intervino Roy.- Pues habrá que montar una celebración por todo lo alto e invitar a todo el mundo. Os ayudaré encantado. Las fiestas y los jolgorios son mi especialidad…

-Gracias, papá.- Replicó su hija con una expresión radiante.-

-¡Mi niña y Sam!- Declaró Bertie dándoles un abrazo lleno de cariño a las dos.- Hoy es un día muy feliz.

-Muchas gracias por todo, Bertie, Roy.- Fue capaz de musitar una muy emocionada Samantha.- Os quiero…

 

            Bertie abrazó a su vez a esa encantadora joven, Kerria se las unió y Roy las envolvió a todas entre sus brazos mientras su hija sostenía al pequeño Brian.

 

-Ésta es una gran familia.- Sentenció él.- Y eso es lo más importante, que festejemos estar juntos.

 

Y así se hizo. Cuando llegaron las primas de Kerria y su cuñada, avisadas por los Malden enseguida se aprestaron a ayudar. Así, un par de días antes de la boda se decidió que Kerria se mudaría temporalmente a la casa de los Lassart. Más bien fue idea de las damas de honor alegando que sería emocionante hacerlo como era costumbre, sin que en este caso las dos novias se vieran hasta el día del enlace. A ambas les pareció algo divertido, quizás pensando en alguna sorpresa por parte de sus amigas. Una vez Kerria estuvo instalada su amiga Amatista se ocupó de ella junto con Esmeralda. La veterana diseñadora sonreía viendo como las jóvenes estaban tan ilusionadas.

 

-Lo único que lamento es que Nehie no haya podido venir.- Comentó Kerria.-

-Idina habló con ella, pero estaba muy ocupada en la Luna para ayudarnos. Aunque prometió asistir a la ceremonia.- Repuso Amatista.-

-Y a ti, muchas gracias por permitir que me aloje en tu casa. Esmeralda.- Declaró la novia.-

-No hay de qué, Chérie. También nosotros nos alojamos en la de tus padres hace tiempo. Y me dejaste algo de ropa. ¿Te acuerdas?

-Parece que sucedió hace una eternidad.- Afirmó su interlocutora.-

-Sí, es verdad, pero nunca lo he olvidado. Y recuerdo que entonces te prometí que si algún día necesitabas algún modelito para un momento especial, contases conmigo.

-Sí. Gracias Esmeralda.- Sonrió Kerria, agregando eso sí, con algo de pesar.- Pero me temo que la ceremonia tendrá lugar dentro de solamente dos días. Ni tan siquiera tú serías capaz de hacer un vestido en tan poco tiempo.

-No subestimes a mi madre.- Terció Amatista.- Si dice que puede hacerlo, es que lo hará.

 

            La veterana diseñadora suspiró paseando con los brazos cruzados sobre el pecho por el salón y tuvo que admitir rebatiendo a su hija.

 

-En este caso Kerria tiene toda la razón…-Sin embargo, enseguida sonrió una vez más con esa picardía suya y añadió.- De no haber sido previsora.

-¿Qué quieres decir? - Inquirió la novia con gesto de sorpresa.-

-Pues que Amatista me dijo que tarde o temprano le pedirías matrimonio a Sam. Y yo me tomé la libertad de ir adelantando trabajo.

 

            Y ante la mirada atónita y admirada de Kerria, su anfitriona fue a un armario que estaba cerrado. Lo abrió y de él sacó una percha que ocultaba algo bajo una funda para ropa.

 

-¿Quieres verlo?- Preguntó Amatista con desenfado a su perpleja amiga.- Entre mi madre y yo discurrimos el diseño.

-¡Oh Dios! ¿No me digas que?...- Fue capaz de decir la joven, realmente tomada por la emoción.-

 

            Su amiga tomó el traje de las manos de su madre y quitó la funda. Kerria al verlo no pudo evitar llevarse ambas manos a la boca, iluminar su mirada y sollozar totalmente desbordada por los sentimientos.

 

-¡Es precioso!...

 

            Satisfecha, Esmeralda asintió. Aquel vestido era realmente hermoso, de tonos blancos con brillos azulados, parecía brillar con vida propia cuando los rayos del sol incidían en él. Su tejido era vaporoso, tanto que parecía etéreo. El escote generoso pero al tiempo protector, la espalda descubierta en parte y una falda que llegaba hasta las rodillas pero que ondeaba al mover el conjunto casi como si la agitase una brisa invisible y por detrás una larga y sedosa cola.

 

-Es una de mis mejores creaciones.- Declaró la diseñadora.- Y tu madre me dio tus medidas. Las comprobé con las que yo misma había anotado hace años, Te veo igual que entonces, así que supongo que te estará perfectamente.

 

            Sin poder contener su alborozo la chica se abrazó a Amatista y a la madre de ésta…

 

-Gracias.  -Pudo musitar realmente tomada por la emoción.- Muchas gracias…

-No cariño, - sonrió la diseñadora.- Te lo mereces, eres como otra hija para mí.

-Pero pruébatelo.- La apremió una también emocionada Amatista.- Hay que ver si te queda…

 

            Su amiga no se hizo de rogar. Desde luego que Esmeralda había sido bien informada por Bertie, el vestido le quedaba como un guante.

 

-Una auténtica princesa. Nadie lo podrá negar.- Aseveró Amatista con expresión alegre.-

-Y ya verás… cuando Idina y Katherine le enseñen su vestido a Sam.- Afirmó Esmeralda.-

-¿También le has diseñado uno?- Exclamó Kerria realmente asombrada y agradecida.-

-Por eso insistimos en que las dos os separaseis hasta la boda.- Sonrió Amatista guiñándole un cómplice ojo a su madre.- Queremos que os sorprendáis cada una con el vestido de la otra en la ceremonia.

 

            Y así fue, Samantha estuvo atendida por Kathy e Idina que hicieron de damas de honor para ella. Auxiliadas por la madre de Kerria.

 

-Chicas, no sabéis cuanto significa esto para mí. Muchas gracias. Con todo lo que tengo que preparar.- Pudo decir una reconocida Samantha.-

-De nada, prima política.- Sonrió Cariñosamente Idina afirmando.- Te ayudaremos en todo lo que necesites.

-Pero ahora espera, que tenemos una sorpresa.- Añadió Kathy.-

-¿Sorpresa?- Se extrañó Sam.- ¿Qué clase de sorpresa?

-Pues de la clase de ésta.- Intervino Bertie que subía al cuarto de la muchacha portando una gran funda para trajes.-

-¿Qué llevas ahí?- Quiso saber Samantha con visible curiosidad.-

-Tu vestido.- Sonrió su futura suegra añadiendo divertida.- ¿Qué sino? ¿O es que pensabas casarte desnuda?

 

            Y cuando Idina ayudó a su tía a sacarlo y lo desplegaron ante ella, la joven tuvo una reacción muy parecida a la de su prometida.

 

-¡Qué maravilla!- Sollozó llevándose las manos a la cara.-

 

            Kathy e Idina abrazaron a la muchacha mientras Bertie le decía con una gran y afectuosa sonrisa.

 

-Anda tesoro, pruébatelo. Esmeralda tuvo que cortarlo y coserlo en función de mis indicaciones…

 

            Por supuesto Sam obedeció enseguida. Estaba realmente bonita con ese vestido inmaculado con orlas  floreadas sobre el pecho y falda hasta la mitad del muslo. Hasta pudo girar sobre sí misma realmente feliz haciendo que esa faldita se elevase ligeramente.

 

-También tenemos los complementos. Vas a estar preciosa.

-¡Oh!… -Balbuceó la muchacha abrazándose ahora a Bertie.- Gracias, de verdad…

 

            Aunque para sorpresa de las demás mujeres se sentó en la cama rompiendo a llorar, aunque parecía que esta vez lo hacía con amargura.

 

-¿Te encuentras bien?- Se preocupó Katherine arrodillándose a su lado.-

-¿Qué te ocurre? ¿Algo va mal?- Añadió Idina haciendo lo propio que su prima.- ¿Te gusta el vestido, verdad?

-No… todo es maravilloso, el vestido es increíble y tan bonito que… sólo pensé que… ¡ojalá nunca me hubiese casado antes! Ojalá que fuera todo nuevo y ésta mi primera vez… Y también, me gustaría que mis padres y mi hermana estuvieran aquí. ¡Si pudieran verme con este vestido!- Se lamentó ella sentenciando con patente tristeza.- Pero jamás lo harán…

-No te desanimes. Quizás si hablaras con ellos.- Trató de alentarla Idina.-

-Todo es posible. ¿Quién sabe? – Convino Kathy.-

 

            No obstante, Sam las miró agradecida y llena de pesar a un tiempo, suspiró.

 

-Cuando Kerria me lo pidió…lo intenté. Me puse en contacto con mi hermana. En la esperanza de que si mis padres no venían, ella al menos si lo hiciera. Sólo me contestó “felicidades.”

-¿Y no quiere venir?- Se sorprendió Idina alegando atónita.- ¡Eres su hermana!

- Cuando se lo pedí me contestó que jamás podría estar presente en esa sacrílega burla a la institución del matrimonio. – Musitó Sam con evidente sufrimiento en su voz.-

-Hija, no te apures por eso. – Intervino Bertie tomándola afectuosamente de las manos.- Aquí nos tienes, somos tu familia. Vas a tener a mucha gente que te quiere a tu lado, empezando por mi hija, que será tu esposa.

 

            Aquello hizo florecer una sonrisa en el triste semblante de Samantha que enseguida asintió afirmando con más entereza.

 

-Lo supe cuando hice mi elección. Entre mi familia biológica y la que ahora es mi verdadera familia. Y  os lo agradezco a todos por ello.

-¡Claro! – Exclamó Katherine haciéndola sonreír una vez más al exclamar.- Ahora vas a tener dos primas y una cuñada estupendas.

-Si tan solo pudiera haberla conocido antes… - Suspiró Samantha para añadir con voz trémula ahora.- El vestido es maravilloso, pero su color no es el adecuado…

-Pues creo que el blanco te sienta muy bien.- Opuso Kathy.-

-El blanco representa la virginidad y la pureza, y me temo que eso a mí me falta.- Declaró Sam.-

-La verdadera pureza están en el alma y el corazón de la persona. No en otras partes de su cuerpo.- Rebatió Bertie.- Y tú, mi niña, la posees. Confía en mí, es el color adecuado para ti.

 

Tras oír aquellas palabras pronunciadas con tanto afecto Sam se abrazó a Bertie y lloró, aunque ahora de felicidad, ante las emocionadas miradas de Idina y Kathy.

 

-¡Eso sí!- Rio la reportera para quitarle tensión al momento.- De despedidas de solteras, nada. Y no porque no tengamos ganas precisamente. ¡Ja, ja!…

-No podríais ir juntas a la misma fiesta.- Añadió Idina.- Pero sobre todo porque creemos que eso huelga.

-Es cierto.- Convino Sam.- Yo no voy a renunciar a nada. Al contrario. Lo voy a tener todo. No hace falta ir a ver chicas guapas.

-No, de eso tienes de sobra aquí. - Rio nuevamente Katherine, que afirmó divertida.- Y no te lo tomes a mal, pero en mi caso me iría a ver chicos guapos.

-Un hombre guapo no me disgusta.- Sonrió esta vez Sam.-

-¡Oye! ¿A que me chivo a mi prima?- Rio Idina.-

           

Todas rieron incluyendo a Bertie. Aunque pasadas las carcajadas fue Sam quién nuevamente con emotividad en su tono le dijo a la madre de su prometida.

 

-Estás aquí, conmigo, siendo Kerria tu hija. Deberías estar a su lado. Nunca te podré agradecer lo bastante que seas una madre para mí desde hace ya tanto tiempo.

-Cariño, mi hija sabe que me tiene a su lado siempre. Y tanto Esmeralda como Amatista se ocuparán de ella bien. Y yo a partir de ahora seré tu madre también. Ya lo sabes…

-Ya lo eres… desde que te conocí. Para eso no necesito ninguna ceremonia. Gracias por todo, Bertie. - Sonrió la joven de forma luminosa.-

 

Y una vez más, muchos abrazos y emoción desbordada. De ese modo concluyeron los preparativos. Al fin llegó el gran día.  Celebraron una discreta ceremonia civil, a la que, por supuesto, invitaron a amigos y parientes. Incluso Brian, que pudo ver así a su hijo. Aunque desde luego Rebecca no parecía estar demasiado contenta con ello, pero se guardó mucho de decir nada rodeada como estaba de la familia y amigos de Kerria. Además, si esas dos se casaban fortalecían todavía más su propia relación y eso le convenía.

 

-No tengo nada en contra, al revés. Me alegro mucho de que Brian pueda comprobar por sí mismo que esa mujer no cuenta con él en su vida.- Pensaba Rebecca.-

 

Aparte de eso hubo algunas invitadas realmente importantes, lo cual incluso llegó a impresionarla. Celebridades de la música y el arte, que apoyaban la causa de la igualdad. Sebastián y Pedro y otros compañeros del bufete y, para mayor prez y orgullo, la reina Neherenia, junto a su esposo y cuatro princesas planetarias acudieron. Seren Deveget, una altísima y hermosa joven de pelo castaño, ojos bermellón y tez ligeramente morena, representando a también los saiyajin, y siendo además prima de Kerria. También estuvieeron Haruka Tenoh, princesa Urano, Michiru Kaioh, princesa Neptuno y Ami Mizuno, la princesa Mercurio y madrina de Kerria. Samantha estaba realmente asombrada. Esas mujeres eran imponentes y muy bellas. Conoció a Ami en el bautizo del niño y ahora, flanqueada por esas dos y con galas realmente regias todas eran todavía más impresionantes. Además, si mal no recordaba algunas ya eran guerreras de la justicia desde antes de que ella misma naciera. ¿Cómo era posible que se conservaran tan bien?

 

-Eso me lo tienen que contar.- Pensaba divertida.-

 

Pero algo que también le asombró fue ver como lucía Kerria. Estaba hermosísima con el cabello castaño claro largo y suelto,  con ese vestido de tonos blancos y azules pastel y una tiara de plata en la cabeza. Su prometida fue llevaba hacia el altar del brazo de su orgulloso y feliz padre. Sam, por su parte fue acompañada por Bertie. La joven avanzaba del brazo de su suegra y le susurró.

 

-Estoy muy nerviosa.

-Es normal. – Afirmó cariñosamente Beruche.-

-Kerria lleva una diadema preciosa.- Valoró la muchacha.-

-Sí, es el símbolo de su ascendencia real.- Le desveló Bertie.- Mi hija es una princesa. Y no es sólo una manera de llamarla por parte de una madre afectuosa. Puedes creerme.

 

 Sam quedó perpleja. Ahora recordaba cuando la soberana de la Tierra salvó el planeta y después compareció ante la ONU, junto con sus aliados los saiyajin. Así se lo musitó a Beruche en tanto iban recorriendo el camino del jardín hacia el altar.

 

-Mi hija, es la sobrina de los soberanos de Nuevo Vegeta. Por eso ha venido su prima Seren. - Le desveló su próxima suegra.- Y princesa de otro lejano lugar…es una larga historia. Ya habrá tiempo de contártela algún día. Ahora simplemente sé feliz…

 

La joven asintió con emoción. A  su vez lucía muy bella con su vestido blanco vaporoso  y una guirnalda de flores blancas en el pelo. Recordó como también pudo asimismo conversar con Leval, el hermano de la muchacha y Amatista, su desde ahora oficialmente cuñada. El pequeño hijo de estos Asthel, era una monada y parecía muy despierto e inteligente para su edad. Hizo buenas migas con su primito Brian y los dos jugaron durante toda la celebración. Más tarde charló de nuevo con las primas y amigas de Kerria, Idina y Katherine. En fin, la muchacha terminó por comprobar que esa familia era realmente excepcional en todos los terrenos.

 

-Cada uno de ellos son seres humanos…bueno o saiyajin de esos, realmente magníficos por derecho propio.- Pensó entre admirada y agradecida por estar ahí.-

 

Pero lo más hermoso fue cuando su prometida y después esposa, la emocionó dedicándole una hermosa canción, versión de un clásico, que había estado arreglando ayudada por el coro de sus antiguas compañeras de grupo. Justo antes de pronunciar sus votos matrimoniales.

 

Aaah

Aaaah

 

Vamos, ven conmigo

Dónde quiera que esté,

Quiero que estés conmigo

Caminando de la mano

Es algo que se siente tan bien

 

Cuando estoy cerca de ti

Puedo saber lo que se siente

Al desear que algo sea verdadero

Nunca antes me había sentido de esta manera

 

Kerria se aproximó cantando hasta ella, y tomando las manos de una emocionadísima Samantha, desgranó aquellas hermosas estrofas con su apasionada y potente voz.

 

¿Acaso hay algo más?

¿Estás sintiendo lo mismo que yo?

Honestamente, ¿no crees que es irreal?

No estoy viviendo un cuento de hadas

Si esto falla

No sé qué vaya a hacer porque

 

Estoy a medio camino del Cielo

Sigamos hasta el final

No quiero renunciar

Porque sé que estoy a punto de enamorarme

 

Cuando lleguemos allí

Me muero por ver

La sonrisa en tu rostro

 

Estoy tan segura de que querrás quedarte

Y estará bien

 

Tengo tantos sueños para compartir

Por favor, quédate

Déjame compartirlos contigo

 

Si estás buscando la felicidad, nada menos

Ven conmigo cariño, yo busco lo mismo

 

Y las miradas de una se fundían con las de la otra en tanto Kerria cantaba, secundada por sus primas y su cuñada a los coros desde la lejanía…

 

Estoy a medio camino del Cielo

Sigamos hasta el final

No quiero renunciar

Porque sé que estoy a punto de enamorarme

 

Estoy a medio camino del Cielo

Sigamos hasta el final

No quiero renunciar

Porque sé en verdad que estoy a punto de enamorarme

 

No quiero dejar ir mi vida con moderación. Cariño

Estoy lista para entregarme libremente a la tentación

Éste es el momento

Podría usar un poco de amor

Y de inspiración, mi vida ahora

 

Ven y comparte la alegría

Unámonos a esta celebración

 

 

Al fin la frente de Kerria reposó sobre la de Sam mientras declamaba…

 

Es el momento

Esperando y rogando que pronto vengas

Y me digas que eres mía

 

No quiero renunciar

No quiero renunciar

 

Me estoy enamorando

             A medio camino del Cielo

 

            Al fin fueron separándose poco a poco. Con una Samantha incapaz de dejar de llorar de pura felicidad.

 

No quiero renunciar a esto

No quiero renunciar

 

Porque me estoy enamorando

Le estás dando vida a todos mis sentidos

 

No quiero renunciar

Porque realmente me estoy enamorando

No quiero renunciar

Ah ah

 

(Halfway To Heaven. Celine Dion. Crédito al autor)

 

Y así, tras esa magnífica interpretación, cargada de la pasión y del amor de Kerria, Sam  todavía temblaba de emoción cuando junto al representante del ayuntamiento, Sebastián, oficiando de maestro de ceremonias, les preguntó.

 

-Ahora, os toca pronunciar los votos. ¿Habéis venido las dos aquí, libremente, motivadas por el amor que mutuamente sentís la una por la otra?

-Sí.- Repuso Kerria con rapidez.-

-Sí.- Convino Sam sonriendo.-

 

            Su interlocutor asintió para proseguir.

 

-Comenzaré por ti. Kerria Lorein Malden ¿Deseas desposar a Samantha Katrina Wilson para amarla, respetarla y protegerla, en lo bueno y en lo malo, hasta que la muerte os separe?

-Sí…quiero.- Contestó la joven.-

-Y tú. Samantha Katrina Wilson. ¿Deseas desposar a Kerria Lorein Malden, para amarla, respetarla y protegerla, en lo bueno y en lo malo, hasta que la muerte os separe?

-Sí...quiero.- Afirmó Sam.-

-En presencia pues de todas estas personas, familiares y amigos que os quieren y sólo os desean lo mejor, pido que si cualquiera tiene alguna objeción para la unión de estas mujeres en este matrimonio, lo diga ahora, o guarde silencio para siempre…- Declaró Sebastián.-

 

            Y como no podía ser menos un silencio total le respondió. Ahora fue ya el representante civil de la ciudad quién intervino para dar carta de validez legal a la ceremonia.

 

-En nombre del Estado de Nueva York, las declaro esposas.

-Y por supuesto, podéis besaros.- Terció Sebastián ya con una sonrisa y tono desenfadado.-

 

Desde luego que no se hicieron de rogar ante los aplausos de todos. Brian era uno de los que más aplaudía aunque pese a todo un sentimiento de amargura estaba presente en el fondo de su corazón. ¡Él había imaginado tantas veces esa ceremonia! Pero claro. Siendo él quien ocupara el lugar de Samantha.

 

-El destino lo ha querido así.- Pensaba con resignación y tristeza, paradójicamente combinadas con la alegría de ver felices a esas dos extraordinarias mujeres.- Y las dos lo merecéis…Pero yo siempre te amaré, Kerria.

 

            Tras el final de la ceremonia, las dos recién casadas departieron con sus invitados, agradeciéndoles su presencia allí. Una anécdota divertida fue cuando saludaron a las princesas de Urano y Neptuno. La más lata de cortos cabellos rubio ceniza las felicitó con una amplia sonrisa.

 

-¡Enhorabuena! Ha sido una ceremonia preciosa.

-Sí.- Convino su acompañante, esa otra bella mujer de cabello verdemar, comentando no sin algo de malicia.- Haruka. Hasta te has emocionado cuando Kerria cantó esa hermosa canción.

-¿Yo?- Se señaló la interpelada como si no supiera de lo que su pareja estaba hablando.-

-Te caían las lágrimas.- Apuntó una divertida Michiru ante la sonrisa de las dos recién desposadas.-

-La maldita alergia, esta época del año, ya se sabe. No tenéis idea de cuanto me irrita los ojos.

 

            Las dos esposas asintieron divertidas, aunque enseguida intervino la princesa de Neptuno para afirmar con jocosidad.

 

-Ruka, tú no tienes alergia.

-¿Ah no?- Replicó la aludida fingiendo no estar al corriente de eso.-

 

            Todas se rieron. Al fin Haruka le sonrió tiernamente a Kerria y dijo.

 

-Recuerdo a una pequeña asustada, a la que devolví su osito. Eso sucedió hace mucho tiempo, y esa niña se ha convertido en una mujer realmente maravillosa. Espero que tú y tu esposa seáis muy felices.

-Muchas gracias. Para nosotras es un honor que alguien como tú y como la princesa de Neptuno hayan venido a nuestra boda.

-Cualquier cosa que necesitéis, ya sabéis donde encontrarnos.- Añadió Michiru.-

-Gracias .- Añadió Sam.-

 

Y así, se despidieron de ellas y continuaron cumplimentando a todos sus invitados. Cuando todo acabó, las recién casadas se fueron de Luna de Miel y recorrieron algunos países de Europa. Roy y  Bertie se quedaron al cargo de su nieto y les dieron buenas indicaciones de a donde podrían ir. Las dos las siguieron quedando encantadas. Sobre todo, en la capital de España, conocieron un lugar llamado Chueca, donde resultaba que la mayoría de las parejas eran homosexuales. Pero estuvieron fuera apenas tres semanas, ambas echaban mucho de menos al pequeño Brian. Pese a que sus abuelos cuidaron muy solitamente de él, el crio las añoró mucho. Tanto que cuando retornaron parecía estar enfadado y no se iba con ninguna de las dos. Tuvieron que esforzarse mucho y rodearle de mimos y arrumacos para hacerse perdonar, pero finalmente lo lograron. Y así retornaron a sus vidas rutinarias. Kerria trabajando en el bufete y ya bastante alejada de la música salvo por apariciones ocasionales. Incluso viajó varias veces a planetas como Bios y Nature para ocuparse de casos realmente importantes, pues su fama y cotización como abogado había ido creciendo durante esos años. Por su parte Sam, continuaba en su trabajo, dedicándose a la promoción de artistas y ascendiendo en su empresa. Mientras tanto, Brian crecía, cuando tuvo cinco años le llevaron a la guardería. Se había convertido en un precioso niño de pelo castaño claro y ojos azul cielo. La maestra al principio estaba algo extrañada y pensó que las dos mujeres que se turnaban en ir a buscarle eran hermanas. Al  descubrir la verdad se quedó algo sorprendida pero al conocerlas se dio cuenta de que eran buenas personas y buenas madres. Igual ocurrió con las maestras de primaria cuando llegó el momento. Ya con ocho años, Brian comenzó a tener edad de cuestionarse seriamente porqué él no tenía un papá y un día lo preguntó a Samantha que había ido a recogerle. Una vez le instaló en el coche y puso el cinturón de seguridad el crío le soltó a bocajarro.

 

- Mami Sam. ¿Por qué no tengo papá?...

-¿Cómo? - Samantha le miró pillada por sorpresa, pero tanto su esposa como ella sabían que algún día el niño podría preguntarles eso. Se habían preparado para ello y le respondió de forma natural. - Cariño, por supuesto que tienes papá, no te acuerdas de él porque te ha visto cuando eras muy pequeñito.

-¿Es que no me quiere?...- Preguntó el niño mirando a Sam con pesar. -

- Claro que te quiere, y estoy convencida de que pronto le verás. - Le sonrió alentadoramente ella que tomó al niño de la mano en tanto le acariciaba la barbilla con la otra. - Vamos a casa, te prepararé la merienda, ¿qué quieres comer?

-¡Un bollo con chocolate! - Respondió éste recobrando su entusiasmo infantil. -

- Vale, pero después de comerte el bocadillo y la fruta.- Contestó Sam que acarició con ternura  la cara del pequeño. -

 

            Al llegar a casa y mientras merendaba el crío, Samantha le contó a su cónyuge lo que el niño había preguntado. Era algo extraño. Después de todo Brian jamás tuvo el menor problema en poder ver a su hijo, pero hacía mucho que no daba señales. Por los padres de él las dos sabían que tanto el joven como Rebecca se marcharon lejos. Esperaban que todo fuese bien. Kerria decidió llamar al padre de su hijo. Hacía años que no lo hacía. Casi desde la boda de ambas. Él le dio ese número desde haría al menos cuatro años pero avisándola de que a Rebecca no le gustaría que llamase. Kerria respetó eso y sólo llamó en un par de ocasiones, pero efectivamente, la mala fortuna hizo que la esposa de Brian se pusiera al aparato y que, con excusas, le negase hablar con él. Después cambió su número, tuvieron que hacer una ímproba labor para conseguir el nuevo. Tanto Felicia como Ernest se habían ido a vivir al extranjero y tampoco sabían demasiado de su hijo. O al menos eso les dijeron. Por suerte gracias a Roy y a sus “contactos en las altas esferas” pudieron hacerse con un número del joven. De modo que cuando Kerria terminó de marcar, el  teléfono comenzó a emitir el característico sonido que produce al estar a la espera de que se descuelgue desde el otro lado. Por fin, alguien respondió dejando bastante sorprendida a Kerria. Era una vocecilla infantil,  parecía una niña.

 

- ¿Queen es?...- se oyó con un tinte entre curioso y divertido. -

- Hola,- dijo Kerria con voz suave queriendo saber a su vez  -¿Quién es?...

- Soy yo - escuchó por toda contestación Kerria que suponiendo de quién podría tratarse, sonrió inquiriendo. -

- ¿Está tu papá? ¿Me dejas hablar con él?

- Sí...- Fue la contestación a la que la pequeña agregó.  - ¿Tú quen edes?

- Soy una amiga de tu papá, me gustaría hablar con él....

- Epea. –

 

Sin dejar de sonreír Kerria escuchó unos pasos que corrían, al cabo de unos instantes alguien contestó nuevamente al teléfono. La voz de la niña había sido sustituida por otra de mujer adulta, reconoció  a Rebecca.

 

- Diga, ¿quién es?...- quiso saber y  su tono denotaba curiosidad. -

- Hola Rebecca, soy Kerria... ¿cómo estáis? - Saludó ésta de forma dubitativa para, armándose de valor añadir. - Llamaba para hablar con Brian...

- Hacía tiempo que no se te escuchaba. - Replicó con sarcasmo -, ¿qué es lo que quieres? ¿Y cómo has conseguido este número?

- Es por el niño, ha empezado a preguntar por su padre, acaba de cumplir los ocho años y quiere conocerle...- Explicó Kerria sin contestar a esa última cuestión.  -

- Brian ya le ha visto....- respondió Rebecca no con demasiado buen tono. -

- Pero… de eso hacen ya al menos cuatro años, el niño no se acuerda de él.- Objetó su interlocutora. -

- Lo siento mucho, pero ya no es como antes. Brian ahora tiene familia propia. No puede dedicarse a eso. La que ha contestado antes al teléfono es nuestra hija. - Repuso su contertulia con voz seca. -

- Pero Rebecca, mi hijo es su hijo también, eso debe decidirlo él.- Objetó su interlocutora que no podía creer lo que escuchaba -...

- Ya está decidido, le hice prometer que no le vería.- Sentenció su interlocutora. –

 

            Kerria se quedó helada. ¿Cómo era posible que le hubiera hecho prometer tal cosa? Tardó alguno segundos incluso en poder reaccionar.

           

-¡Eso no es justo, mi hijo no tiene culpa de nada! Es sólo un niño, ¡por Dios! ¿Cómo puedes ser tan cruel? - Exclamó Kerria exaltando su tono.-

 

 Eso sorprendió a Sam que la miraba preocupada. Al instante se alejó rumbo a la cocina pues Brian estaba allí. Podría acercarse al salón y escuchar y no sería bueno que lo hiciera...

 

-¿Cruel yo?...sólo defiendo a mi familia,- se justificó Rebecca añadiendo. – Ya te lo he dicho, tenemos una hija. Ahora mismo has hablado con ella y solamente tiene cuatro años. No voy a dejar que su padre esté pendiente de otro niño. ¿No estabais tan convencidas Samantha y tú de poder criarle? No necesitabais un hombre, ¿verdad? Estáis casadas legalmente, además. Pues ahora os las podéis arreglar sin él como hasta ahora.

-¿Por qué nos odias tanto, Rebecca? ¿No ves que solamente harás sufrir a un niño inocente que no es responsable de nada? - Le reprochó Kerria entre dolida, furiosa y asombrada por aquella respuesta. - ¿Cómo puedes negarle el ver a su padre?

- No tengo nada más que hablar contigo ¡déjanos en paz! - Espetó Rebecca que colgó. -

 

            Kerria temblaba de rabia e impotencia, ¡no podría hablar con Brian, no podría decirle que su hijo quería verle! Ahora entendía por qué no respondía a sus mensajes. Por qué no pudo jamás encontrarle en las redes sociales ni por e -mail. Porqué nunca atendía las llamadas, ¡era Rebecca! Ella se había opuesto porque creía que aun después de tanto tiempo Brian podría seguir amándola. Quizá podría ser también por celos hacia el pequeño.  A buen seguro que debió de amenazarle con el divorcio o algo así. El caso es que su hijo sufriría, iba a estar condenado a no conocer a su padre por culpa de aquella maldita mujer. ¡No! no iba a permitirlo. Cuando volvió a la cocina donde estaban Samantha y el niño, su compañera le preguntó tratando de mostrarse optimista.

 

-¿Has hablado ya con él? Vendrá aquí ¿verdad?...

- No, iremos nosotras y Brian también vendrá. - Declaró resueltamente Kerria. -

 

            El niño miró a su madre con los ojos muy abiertos...

 

-¡Guau! voy a ir a ver a mi padre. Así  los chicos no se reirán de mí.- Exclamó ilusionado.-

 

Aunque se calló enseguida levándose las manos a la boca al darse cuenta de su desliz, pero ya era tarde, Samantha le miró inquisitiva y le preguntó.

 

-¿Quiénes se ríen de ti? No nos habías dicho nada. - Él permaneció en silencio sin querer mirarlas y ella le insistió. -Vamos Brian, no tengas miedo en decírnoslo.

- Hijo, por favor,- le pidió su otra madre preocupada. - Contéstale a Sam.

- Los niños del colegio...- musitó cabizbajo, – algunos se ríen de mí porque tengo dos madres en vez de un padre y una madre como ellos, dicen que soy raro...un experimento, que no puedo ser normal.

 

            Kerria abrazó a su hijo y trató de consolarle como podía asegurándole con voz afectuosa y suave.

 

- No te preocupes cariño, no les hagas caso. Claro que tienes un papá y vas a conocerle pronto, muy pronto. -  Mesó los cabellos de su hijo que eran igual que los suyos y le miró a sus ojos, azules profundos como los de su lejano padre. -

- Pero ¿por qué no vive con nosotros? ¿No nos quiere? - Pudo preguntar el chico con tono apenado. -

 

            Su madre suspiró largamente. Ella y su mujer se miraron sin saber que responder. ¿Cómo explicarle eso a un niño?  Al fin se decidió a decir.

 

- No Brian, no es tan fácil. Escucha, todavía eres muy joven para entender esto, un día lo comprenderás. Pero lo que sí tienes que saber es que tanto tu padre, como mamá Sam, como los abuelos y yo, te queremos mucho, hijo.- Le aseguró abrazando al crio con fuerza mientras ella y Samantha se miraron a los ojos no sin consternación por el pequeño. Añadiendo con toda la dulzura que pudo. – Anda, ve a jugar. 

 

Afortunadamente el niño se marchó corriendo muy contento tras escuchar eso.

 

-¿Qué ha pasado en realidad, Kerria? - Quiso saber Sam ahora con un tono más serio. - Noto que algo no ha ido bien, ¿qué te ha dicho Brian?

- No he hablado con él. - Confesó abatida, contándole a su cónyuge la conversación completa para remachar. -Rebecca no me ha dejado hacerlo, dice que les dejemos en paz.

-¡Esa mujer es odiosa!- Escupió Samantha indignada. - Espero que la hayas mandado al Infierno.

- No puedo hacer eso, no quiero que ni Brian su marido, ni nuestro hijo, sufran.

- Pero Kerria, ¿vas a plantarte allí con el niño sin que él lo sepa y a exponerte a que Rebecca le haga sufrir?...

-¡No se atreverá!- Replicó  su compañera en un arrebato de furia en el que sentenció.- ¡Si le hace daño a mi hijo se las verá conmigo!  ¡La despedazaré con mis propias manos!

 

            Los ojos de su esposa echaban fuego, Samantha se quedó impresionada. La conocía desde hacía ya varios años, vivían en pareja, se amaban e incluso se compenetraban casi a la perfección. Por supuesto que sabía que era una buena madre y que adoraba a Brian. Pero ahora, se daba realmente cuenta de hasta donde llegaba su amor maternal. El niño era, sin lugar a dudas, lo principal en su vida, incluso por delante de su relación. Samantha siempre pensó que esto ocurriría, pero comprendía bien a Kerria, Sam misma quería muchísimo al niño, aunque quizás no era lo mismo. O puede que sí, ella también haría cualquier cosa por ese pequeño.

 

- Tratemos de pensar un poco de manera más calmada. - Le pidió intentando serenar los ánimos de su compañera. - No sería bueno tener una discusión con Rebecca delante de Brian, ni del hijo, ni del padre. - Aclaró para añadir. - Además, según has dicho, ellos tienen una hija que sufriría. Y también es inocente.

- Sí, tienes razón - suspiró Kerria sintiéndose más calmada y racional al declarar. - Por un lado entiendo el afán de Rebecca por mantenernos alejadas de Brian. Lo hace no sólo por ella, sino también por su hija. Pero no debe de ser así, no vamos a quitarle el padre a la niña, ni a ella. Lo que haríamos sería incluso aumentar su familia...

- Quizá sea precisamente eso lo que Rebecca no quiera, - replicó perspicazmente Samantha. -

 

Las dos mujeres se quedaron calladas pensando, entonces entró Beruche que volvía del trabajo.

 

- Hola hijas. -  Las dos saludaron con la cabeza sin hablar, por fin fue Kerria la que dijo. -

- Hola mamá, ¿qué tal el día?...

- Bien cariño, gracias,- repuso con un tono muy animado para contarles. - ¿Sabes que me ha llamado Leval?...

 

            El rostro de Kerria se iluminó de alegría, hacía mucho que no tenía noticias de su hermano, Amatista y los niños de estos.

 

-¿Qué tal están él y los demás? - Se interesó inquiriéndole a su madre. -


- Están muy bien...le he dicho que venga él con toda la familia. Pero, por ahora no le será posible, tiene trabajo pendiente. Se ve que en Bios las cosas están algo liadas.

- Ojalá que puedan venir pronto. - Intervino Samantha. -

-¡Cuánto les echo de menos! - Suspiró Kerria, ahora con una mirada triste. -

-¡Espera a que tu padre vuelva de la gira con el equipo y se lo diga! - Exclamó Beruche que entonces se percató de la mirada de su hija, perdida hacia la pared. - Cariño, ¿te ocurre algo?...

- Verás Bertie, - explicó apuradamente Sam. - Kerria ha intentado hablar con Brian...- le contó lo ocurrido y añadió  a modo de final. - Estamos dispuestas a ir para que el niño conozca a su padre.

- Hija - Beruche le dio la mano a Kerria y apretó con suavidad aconsejándola. - Debes ser paciente, no hagas nada que resulte irreparable para tu hijo. Ni para esa otra chiquilla. No olvides que ella tampoco tiene culpa de nada.

- No mamá, no haré nada malo para ninguno de los dos niños. No te preocupes...- Le prometió su hija.-

 

            En ese instante, Brian entró de nuevo a la cocina y saludó entusiásticamente a la recién llegada.

 

- Hola abuela, ¿sabes que voy a ver a mi papá?...

- Sí cielo, ya lo sé... ¡verás cómo es maravilloso! - Le animó ésta que acarició el sonriente semblante de su nieto y le sonrió a su vez. -

 

            Así prepararon el viaje. Al cabo de unos días salieron en avión rumbo a Florida, donde vivían ahora Brian y su familia. Las dos prometieron al niño llevarle al nuevo Disney World. Pero en cuanto llegaron al hotel donde se alojarían  empezaron a pensar cómo podrían ver a Brian. Cuando el crío dormía, agotado por el viaje, Kerria y Samantha cambiaron impresiones sobre como lo harían.

 

- Podemos abordarle cuando vaya a trabajar,- propuso Sam. -

- El problema es averiguar cuando y donde trabaja ¿cómo lo haremos? - Pensó Kerria que pareció tener una idea luminosa pues exclamó. -¿Cómo no se me ocurrió mucho antes?  ¡Voy a llamar a mi padre, él sabrá cómo encontrarle! al menos eso espero.

 

Ante la mirada de sorpresa de Samantha que no comprendía nada, su compañera marcó el número del teléfono móvil de su padre y le contó lo ocurrido. Roy le respondió.

 

- Me  ocuparé de dar con Brian. Casi hemos terminado los partidos, así que tomaré el primer vuelo y le localizaré, así podrás hablar con él. Mañana llegaré.

 

Al día siguiente, su padre cumplió su palabra. Indagó nuevamente ayudado por algunos “amigos” y cuando supo su paradero exacto se reunió con su familia. Primero saludó a su nieto que se puso muy contento, después se fue con Kerria y trató de detectar la energía de Brian, no le fue fácil pero al fin lo consiguió, confirmando así sus informes. Después se las arreglaron para que la secretaria del chico le llamase. Tras informar a su jefe de quiénes se trataban, éste accedió de inmediato. Cuando entraron en el despacho de Brian el muchacho estaba anonadado.

 

- Pero ¿qué? ¡Kerria!..- pudo decir entre sorprendido e incrédulo. -

- Hola Brian. - Saludó ella que le brindó la mejor de sus sonrisas. -

- Os dejo a solas para que habléis.- Intervino Roy que salió por la puerta y aguardó fuera. -

-¿Cómo has logrado encontrarme? - Le preguntó él, perplejo aun. -

- Eso es cosa de mi padre, he tenido que recurrir a él pues sino no habría podido localizarte.- Confesó de forma más jovial para decaer en su tono según agregaba.  Te llamé muchas veces,- le explicó ella bajando entristecida la cabeza. - Pero… - y para asombro y contrariedad de su contertulio le refirió lo que había ocurrido con la mujer de él. -

- Ella nunca me contó eso y yo creí que después de estos años no desearíais que yo...Rebecca no paraba de decírmelo. Me insistía en que vosotras ya teníais vuestra vida y que el crío podría quedar desconcertado si yo aparecía de pronto…- Repuso su contertulio también entristecido.-

 

            Kerria no podía creer aquello. ¿Pero qué demonios le pasaba a esa mujer? Había tratado desde siempre de separarles y tratándose de ella misma podía comprenderlo. Eran celos de pareja. Sin embargo, hacer eso para alejar a Brian de su hijo… Aquello rayaba en la obsesión. No quiso desde luego decir nada de lo que pensaba para no herir a ese pobre muchacho, sobre todo cuando él declaró, con un tono mucho más ilusionado.

 

 - Quiero ver al niño ¡claro que quiero! Es mi hijo. Lo deseo desde hace ya años, ¿puedes pedirle a tu padre que nos lleve junto a él? - Le propuso emocionado para querer saber. - ¿En dónde os alojáis? 

- Por supuesto. - Asintió ella que, tras dictarle la dirección que él apuntó en su agenda personal, abrió la puerta y llamó a su padre.- Enseguida le verás…

 

Roy entró y le comentó a Brian que él les llevaría. Dicho y hecho, les condujo a ambos en un coche alquilado hasta el hotel. El niño estaba fuera con Samantha, posiblemente ésta le estuviera comprando alguna cosa para entretenerle. Aprovechando esto, Brian entró junto a Kerria sin hacer ruido, cuando el niño y Sam regresaron  y le vieron, ella sonrió ampliamente y el crío se quedó callado mirando a ese desconocido con extrañeza hasta que su madre le dijo.

 

- Cariño, este señor es tu padre.- Brian se levantó totalmente perplejo sin saber que decir, aquel hombre le sonrió saludándole. -

- Hola hijo.- El niño, llorando de alegría se abrazó a él, era muy feliz.-

-¿Eres mi papa?- Exclamó entre lágrimas.- ¿De verdad?

 

Kerria sonrió también emocionada, les dejó a solas en la habitación para que hablasen.

 

-¿Qué tal?,- preguntó Samantha expectante puesto que, junto con Roy, había salido para dejar más intimidad al crío y a sus padres. -

- Ahora están hablando los dos.- Dijo Kerria sonriente y no sin lágrimas de dicha -, estaban muy emocionados. Ha sido muy bonito.

- Entonces esperemos hasta que terminen, tendrán mucho que contarse. - Sugirió Roy sonriendo también, lleno de satisfacción.  -

 

            Cuando por fin salieron Brian quedó en ir a Disney World con Kerria, Samantha y el niño. Roy tuvo que irse pues debía seguir con su trabajo de entrenador no sin antes despedirse de todos y desearles un buen día. Y así fue, el pequeño disfrutó mucho con su padre y sus dos mamás. Cuando se despidieron de Brian y volvieron al hotel el niño se durmió enseguida agotado pero muy feliz. Sam le arropó solamente con una delgada sábana pues hacía calor y le susurró a su pareja.

 

- Seguro que es un gran padre...me ha bastado verle hoy con Brian. A veces pienso que te has perdido a una persona excepcional por mi causa.

- No digas tonterías, Sam.-  Rebatió Kerria acariciando el rostro de su compañera y afirmando. - Tú también eres una persona excepcional. Brian es un hombre magnífico al que quiero mucho, pero yo me enamoré de ti. Mi hijo ha tenido una gran suerte, con un padre como él y dos madres como nosotras. Nunca le faltará amor.

- Es verdad,- convino su interlocutora, añadiendo ahora con un tono más desenfadado. - Aunque cualquiera que nos oiga pensará que nosotras solas nos colgamos las medallas.- Rieron y se abrazaron las dos.-

 

            Pero para Brian padre la cosa no terminó tan bien, al volver a casa Rebecca se enfadó con él por no saber nada en todo el día. Su enojado marido le respondió entonces con la verdad, eso provocó que  su esposa se pusiera fuera de sí.

 

-¿Cómo has podido? ¡Nos dejas plantadas a nosotras por irte con ellos!...

- No os he dejado plantadas, Brian es mi hijo y tú, tú eres la culpable al impedirle a Kerria hablar conmigo. ¿Cómo te atreviste a engañarme? - Le recriminó él, furioso a su vez. -

-¡Encima tengo que escuchar eso! Solamente lo hice para que no dejases de lado a tu hija, ¡maldita sea, Brian! Sabía que en cuanto la vieras perderías el culo por ir con ella, nada te importamos nosotras.

-¡Eso no es verdad!- Gritó  él muy enfadado echándole en cara a su vez. - Estás celosa sin ninguna razón, eres una egoísta. ¿Es que no te das cuenta de que ese niño no tiene nada que ver con tu animadversión por Kerria?...

- Yo no estoy contra ese niño, pero, ¿no te das cuenta que ella lo está utilizando para tenerte cerca cuando le conviene? Lo quiere todo, a su pareja y a ti, a cada uno en una mano. Desde luego hoy ha triunfado. - Denunció ella con ira. -

-¡Eso es mentira! - Aulló Brian que sin embargo calló al oír la tímida voz de su hija. -

- Papá, mamá. ¿Po qué gritáis?,- preguntó con una tímida vocecilla la  asustada cría, que entró en la habitación de sus padres agarrada a una de sus muñecas. -

- No pasa nada hija,-  pudo decir la apurada Rebecca con voz suave tratando de tranquilizar a la angustiada niña. -

- Vete a dormir, Cindy –  Le pidió su padre tratando de controlar su enfado  para entonar ahora con toda la dulzura que pudo dirigiéndose a la pequeña. - No pasa nada, vamos, yo te llevaré a la camita hija...

-¿Me contaás un quento?,- le pidió la cría con un temeroso hilo de voz. -

- Claro que sí, mi amor.- Brian tomó en brazos a su hija y se la llevó mientras Rebecca reprimía unos sollozos. -

 

            Tratando de calmarse por el bien de la niña, él le contó el cuento a su pequeña y la durmió, después volvió más tranquilo a su habitación y le dijo a su mujer.

 

- Es una locura. Así sólo haremos que nuestra hija sufra. Por favor Rebecca, trata de comprenderme...

- No les veas más, es lo único que te pido.- Replicó ella de modo inflexible. -

-¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo? Es lo mismo que si yo te dijese que no puedes ver más a Cindy. ¿Lo aceptarías? ¿Harías sufrir a un niño inocente así? - Inquirió él con el rostro desencajado… - ¿Renunciarías a tu propia hija?

 

            Rebecca no supo que decir, finalmente encontró las palabras y concedió.

 

- Está bien, admito que ese pobre crío no tiene ninguna culpa de esta situación. Pero si quieres verles ve tú a visitarles y nunca, ¿me oyes? nunca, se lo digas a nuestra hija.- Brian asintió apenado, concedió aquello pensando así en acabar con esa discusión. -

-Así será. Tienes mi palabra.- Concedió sombríamente al fin él.-

 

            En el hotel de Sam y Kerria  las dos mujeres estaban haciendo el equipaje, dispuestas a volver a su casa con su hijo. Pero antes de irse recibieron la visita de Rebecca. La muchacha, recurriendo a la agenda de su marido, se había enterado de la dirección donde se alojaban y cuando Kerria fue a abrir la puerta de su habitación, se la encontró allí plantada.

 

-¡Rebecca! - Exclamó visiblemente sorprendida. -

- ¡Sí, soy yo, ya podéis estar satisfechas, casi destrozáis a mi familia! - Le espetó ésta con visible ira en su rostro. -

- No te comprendo, - replicó  su interlocutora realmente confusa. -

-¡Claro que lo haces! Deja de fingir, tenías que venir, ¿verdad? Ahora Brian no para de darle vueltas a la cabeza, te advertí que no iba a permitir que lo hicieras...

 

            Eso era lo que le faltaba por escuchar. Aquella demente la culpaba de imagínate qué, en función de vete a saber que paranoias que le pasasen por la cabeza.

 

-¡Ya estoy harta de ti, Rebecca! - Respondió Kerria notando como la sangre le hervía por momentos mientras denunciaba -, sólo miras por ti misma. Dices que no quieres que haga daño a tu hija. ¿Cómo me crees capaz de eso? Yo no quiero hacerle daño a una niña ni se lo haré jamás. Pero explícame una cosa. ¿Qué mal hay en que tenga un hermano? Aun así, si no deseas que los niños se conozcan, allá tú. Eso me es igual, pero escúchame bien, no dejaré que tú hagas sufrir a mi hijo. Él está ahí dentro,- señaló la puerta y añadió con decisión. - Entra, mírale a los ojos y dile, si te atreves, que no vas a dejarle ver nunca más a su padre. ¡Y explícale por qué!

 

            Rebecca se vio sorprendida y hasta intimidada por este cambio en esa mujer. Kerria hasta ahora siempre había estado a la defensiva y pidiéndola que la dejase ver a Brian. Ahora la fulminaba con la mirada desde su atalaya de casi metro ochenta. Rebecca, casi quince centímetros más baja, siempre debía alzar la cabeza para tratar de enfrentar los ojos de su interlocutora, pero ahora, estos parecían desprender fuego en lugar de aguas como en otras ocasiones. Las tornas se habían cambiado, podía ver que había tocado en esa mujer un punto muy sensible, se dio cuenta de que también era madre y que su hijo le era tan importante y querido como Cindy para ella misma. Más cuando su interlocutora le espetó dejándola realmente intimidada.

 

-¡Haría cualquier cosa por mi hijo, moriría por él y te aseguro que mataría por él!

- Está bien, no volveré a oponerme a que veas a Brian. Pero le he dicho a mi marido que si quiere verte vaya a donde vivís. Y no quiero que te acerques a mi hija, ni tú, ni nadie de tu familia.- Remachó pese a todo tratando de rehacerse sin querer perder su tono duro e inflexible. –Esa es mi única condición. Pactemos eso y por mi parte no habrá más inconvenientes.

- De acuerdo.- Concedió Kerria calmándose para asegurar. - No te preocupes por eso, no lo haré. Nunca me meteré en la vida de tu hija. Con tal de que tú no destroces la vida de mi hijo…

- No soy un monstruo, pese a lo que te pueda parecer. A tu hijo nunca le he deseado ningún mal. Seguro que es un crío encantador. - Replicó su interlocutora bajando ahora la cabeza.-

-Ni yo tampoco he pretendido jamás perjudicar a tu hija. ¿Es que no lo ves?- Contestó su contertulia a su vez tratando de hacérselo comprender, casi con desesperación.- No se trata de herir a nadie…

 

            Rebecca se dio por satisfecha y se marchó sin despedirse. Quizás se había extralimitado y ahora lo lamentaba. Al menos logró ese acuerdo. Mientras su esposo no mezclase a los niños todo iría bien. Kerria por su parte entró en la habitación, no le contó a Sam lo que había ocurrido hasta que volvieron a casa. Así pasaron unos meses, las cosas en la ciudad se habían enrarecido, cada vez surgían más problemas con diferentes movimientos políticos que estaban ligados a la colonización espacial y con grupos intolerantes. En ese momento de crisis, la situación social había experimentado una involución. El grupo de partidarios de “Liberar a la Tierra de falsos dioses”, o de seres que rigieran sus destinos, como Serenity y Endimión, ganaba adeptos día a día. Muchos afirmaban que nada había cambiado en el planeta, seguía habiendo guerras, hambre y miseria. Por supuesto que los defensores de la monarquía terrestre argumentaban que eso de ser reyes era un mero cargo de honor y que velaban únicamente en defensa del planeta contra las amenazas del espacio exterior, como aquellos agujeros. Por tanto, no se les podía achacar responsabilidad ninguna de los problemas domésticos de los terrestres que seguían con sus gobiernos nacionales y sus organizaciones supraestatales. No obstante, los enemigos de ese régimen llegaron a decir que, muy posiblemente todo eso de los agujeros fuera un invento de los mismos reyes y las princesas planetarias, para obtener esos privilegios. Sea como fuere, la ola de moralidad y de retorno a unas costumbres tradicionales se iba extendiendo. Las razones que, nueve años antes, habían sido fútiles para rebatir la capacidad de ambas de cuidar a un niño comenzaron a ser tomadas en cuenta. Lo cierto e incluso irónico del asunto  es que la dos mujeres temían por ellas, pero ya no por su condición sexual. Ahora era por presuntamente pertenecer a lo que muchos de aquellos agitadores denominaban el clan de los privilegiados. Esos que podían ir a Bios y retornar cuando les venía en gana. Y que encima gozaban de contactos con la monarquía de Endimión y Serenity. Les llamaban despectivamente los lunáticos. La propia Kerria, harta de aquello, se significó una vez más. Sin embargo, en esta ocasión lo hizo por la defensa de los reyes de la Tierra y ello le granjeó incluso las antipatías de muchos de los que hacía pocos años la apoyaran sin reservas en su lucha por los derechos del colectivo gay y otras minorías. Hasta una facción de feministas extremistas, denominadas las Feminax, la puso en su punto de mira. Traidora miserable y servidora del hetero patriarcado eran los epítetos más amables que le dedicaban.

 

-Y luego esa maldita Marla.- Suspiró Kerria.- ¡Una loca! Cuanto lo siento por April.

 

Descubrió que su mentora en el bufete de Sebastián y pedro era la madre de aquella individua. Pero lejos de amilanarse por eso, por primera vez en su vida, Kerria pidió ser fiscal para meter entre rejas a esa perturbada, que incluso fue quien había manipulado a Maggie y la delató, haciendo que Kerria tuviera que salir del armario en esa famosa entrevista que le concedió a Al Mats. Pero las tropelías de esa mujer no terminaron ahí, años antes estuvo en Nature, cometiendo bastantes delitos a cual más reprobable, los que perpetró solamente en el Estado de Nueva York, no eran tampoco para desdeñar. Kerria siguió esas pistas, hablando incluso con su ex novia a la que encontró totalmente cambiada. Margaret, que es como deseaba ser llamada ahora, se había casado con un saiyajin, embajador de su mundo en Nature, un tal Kiros Derail, que era primo del esposo de la propia reina Neherenia. Los dos eran padres de una niña llamada Gloria Elua.

 

-Bueno, jamás pude pensar que Maggie fuera capaz de cambiar tanto.

 

            Y es que su ex se había vuelto una mujer muy devota. Cristiana fervorosa que predicaba en contra de su antiguo modo de vida. Incluso le dio un sermón de eso a Kerria durante una cena a la que la invitó, y donde la abogada conoció a la familia de su antigua pareja.

 

-Bueno, es su decisión. Ella decía querer expiar sus pecados. Pero pese a todo sigue siendo buena persona. En cambio Marla…

 

Extorsión, chantaje, incluso relaciones con chicas menores de edad. Kerria no lo tuvo difícil para lograr una sentencia condenatoria a muchos años de prisión.

 

-Eligió el ostracismo.- Recordaba ahora.- No puedo olvidar esos gritos que daba cuando la sacaron a rastras del juzgado.

 

 Y tras tanta tensión y mucho tiempo separada de Sam y de su hijo, a su vuelta y, buscando salir de todo eso, las dos decidieron irse a vivir a Europa, a un país del norte donde las cosas eran de otra forma. Incluso era válida su unión allí. Así lo hicieron y estuvieron fuera por dos años. Después fueron a España, donde paradójicamente, se las tenía en mucha consideración y estima. Brian ya tenía doce años recién cumplidos y poco a poco comenzó a dejar de ser un niño. En Europa hizo amigos y su situación era bien tolerada, incluso comprendida por la mayoría. Pero también allí comenzó a enrarecerse el ambiente por el asunto de la colonización planetaria. Las dos chicas decidieron volverse a los Estados Unidos, eran una pareja legal, pero su matrimonio comenzaba a ser discutido por cambios judiciales. Pese a ello pensaron que sería mejor volver a casa puesto que Roy y Beruche les echaban muchísimo de menos. El regreso al principio fue bueno, las cosas parecían haberse calmado, incluso recibieron la visita de Leval, Amatista y sus hijos. De hecho, Brian y sus primos congeniaron bastante bien. Pasaron un par de años más, el chico contaba catorce años. En el colegio tenía un gran éxito con las chicas, puesto que era bastante alto y fornido para su edad, además de guapo. Buen jugador de baloncesto como su abuelo y de un carácter asequible. Incluso le habían comprado su primera moto, regalo de sus orgullosos abuelos, aunque a veces le asaltase el típico genio de los Malden. Sobre todo un día, uno de sus compañeros, celoso de él, le dijo a una chica que  le gustaba a Brian que éste era hijo de dos mujeres y de los lunáticos, amén de otras cosas bastante sórdidas, todas inventadas.  Esa chica que desgraciadamente pertenecía a una de esas familias neo moralistas lo contó a sus padres que la prohibieron volver a verle. La muchacha también se asustó por eso y no quiso salir con él. Cuando Brian se enteró de quién había sido le pidió explicaciones, pero ese otro chico, replicó de forma bastante mal encarada que no querían a un lunático hijo de dos mujeres por allí, provocando las risas de muchos que estaban escuchando aquello. Entre ellos, las de la muchacha que a Brian le gustaba. Éste, fuera de sí, pegó una buena paliza a su rival lo que le valió ir al despacho del director, de apellido Turner, y ser expulsado por unos días. Afortunadamente como causas atenuantes tuvo las provocaciones sufridas. Kerria estaba trabajando en su bufete de nuevo y fue Samantha la que estaba más cercana. Se encargó de recogerle tras tener que escuchar los hechos en boca del director junto al muchacho. Tras terminar, pedir disculpas y hacer que el niño prometiera no volver a hacer algo así, el señor Turner le pidió a Brian que aguardase fuera unos minutos. Después se dirigió a Sam, puesto que al margen de aquel incidente, otra cosa parecía inquietar a ese hombre.

 

-Vera, señora Malden. - Le dijo él, dado que la mujer se había cambiado legalmente de apellido cuando se casó con Kerria. - Brian siempre fue sociable y hasta popular. Nunca había hecho algo así, pero últimamente está mucho más irascible. Comienza a preocuparnos. Sus compañeros hasta ahora no se habían metido con él y no creo que vuelvan a hacerlo tras lo ocurrido. Pero muchos empiezan a tenerle miedo.

-Yo… le puedo asegurar que es muy buen chico. Jamás ha sido violento con nadie. Quizás por todo lo que ha ocurrido las cosas se han descontrolado, pero le prometo que no se repetirá. Mi esposa y yo hablaremos muy seriamente con él.- Fue lo único que pudo decir la perpleja y preocupada Sam.-

 

            El director que conocía perfectamente la relación de Sam con Kerria asintió. Declarando al parecer convencido.

 

-Sé que ustedes son buenas personas y le educan bien. En otras circunstancias me habría gustado olvidar este incidente. Pero comprendan que ha sido algo muy grave. Y solamente porque hasta ahora Brian había sido un chico modélico no tomaré una medida más drástica. Pese a que el padre del otro chico y algunos más me lo han pedido.

 

            Sam enseguida comprendió lo que aquello significaba y se apresuró a replicar con visible apuro.

 

-Por favor, le ruego que trate de hablar con ellos. Si es preciso nosotras lo haremos. Pediremos disculpas. Espero que el otro niño esté bien.

-Sí, no tema, aunque tuvieron que ingresarle de urgencia solamente ha sufrido algunas contusiones y el labio roto. Pero no es tanto por la gravedad de las lesiones sino por la naturaleza del hecho. Es bulling y eso está penado legalmente.

-¡Dios mío! - Pudo suspirar Sam que volvió a asegurar.- Le aseguro que haremos lo que sea necesario para compensar a ese muchacho…

-Afortunadamente hablé con sus padres y han decidido no presentar cargos. A condición de que este hecho no se repita. Porque él también provocó la situación y eso no les deja en muy buen lugar que digamos. - La tranquilizó el director afirmando de un modo más conciliador.- Y además, ahora que tendrá unos días para reflexionar sobre lo que ha hecho, espero que Brian haya aprendido la lección.

-Sí, muchísimas gracias por su comprensión. Nos ocuparemos de que así sea.- Le prometió una vez más Samantha estrechando la mano del director que la acompañó hasta la salida de su despacho.-

 

Cuando la mujer salió vio al chico aguardándola sentado en un banco del largo pasillo que había en ese edificio. Muy preocupada, se dirigió hacia él y le llamó la atención.

 

- Brian, no debes hacer eso, aunque entiendo por qué lo has hecho.-  El chico no decía nada, sólo escuchaba a Sam sin aparentemente mucho interés. - Di algo hombre,  no te quedes tan callado.

- No tengo nada que decir, - replicó él de forma seca. -

 

            Samantha decidió dejarlo estar, fueron al coche y así llegaron a casa, sin pronunciar palabra. Kerria también fue informada por el señor Turner. Cuando terminó su jornada y retornó su esposa le contó lo sucedido en la entrevista que mantuvo con el director. Tras oír aquello movió la cabeza atónita y se fue hacia el muchacho enfadada y bastante preocupada también.

 

- Pero Brian, ¿Se puede saber qué has hecho? ¡Me ha llamado el director al trabajo, ese chico está en el hospital!

- Sólo le he dado lo que se merecía.- Replicó indiferentemente él. –

-¿Te das cuenta de que podrías haberle provocado lesiones muy serias? Mira hijo, soy abogada. Por mucho menos de eso sus padres podrían demandarnos. Tenemos que dar gracias de que no haya sido así.

-¡Pues la próxima vez que cierre la maldita boca y así se evitará problemas! - Contestó hoscamente el chico.-

 

            Kerria suspiró incrédula, Sam y ella se miraron sin saber qué hacer. ¿Desde cuándo Brian se había vuelto así? Él jamás intimidó a nadie ni fue violento.

 

- No te entiendo, de verdad que no, las cosas hay que hablarlas. No se puede ir por ahí pegándole a la gente.- Le recriminó su madre biológica al fin. -

- ¡Por su culpa! - Rechinó él ahora con tono furioso. -Tina no quiere verme, porque ese estúpido le ha dicho que yo soy raro por tener dos madres...que soy un lunático, y un montón de cosas de esas.

 

            Kerria y Samantha le observaban ahora sin saber que decir. Desde que volvieran de Europa, hacía ya varios meses, Brian no veía a su padre, éste se había divorciado de Rebecca, todo por el viejo problema de siempre. Aquella mujer estaba obsesionada con ellas. Y para colmo de males ahora le negaba a su ex marido las visitas a su propia hija. Éste por su parte estaba inmerso en su propia batalla legal por la custodia de Cindy. Y lo que es más. Ella de forma realmente retorcida, contrató los servicios del bufete de Sebastián y Pedro, llegando a acusar a su esposo de malos tratos. Por supuesto cuando Kerria se enteró se negó en redondo a aceptar ese caso. Su jefe habló con ella, el pobre hombre atravesaba a su vez una difícil situación, su pareja estaba mal de salud. Hacía algún tiempo que a Pedro se le diagnosticó un cáncer y apenas si salía ya de su casa. Kerria era la que prácticamente tomaba las decisiones allí. Sebastián había delegado en ella en tanto cuidaba a su esposo.

 

-Mira.- Le decía él.- Somos profesionales, si hay una posibilidad, por pequeña que ésta sea, de que esa mujer diga la verdad, nuestro deber es ayudarla y defenderla en el proceso de custodia.

-Pero es que yo sé cuál es la verdad.- Rebatió Kerria.- Brian es inocente, le conozco desde que éramos críos. ¡Jamás haría algo así! Esto no es más que una maniobra de esa mujer. Con todos los despachos de abogados que hay precisamente ha querido contratar los servicios del nuestro, cuando sabe perfectamente que yo trabajo aquí.

-Escúchame Kerria. - Le pidió su interlocutor con un suspiro que evidenciaba una gran fatiga, en tanto se dejaba caer en una silla del despacho que ambos ocupaban para charlar de ese tema.- Nuestro bufete no atraviesa ahora su mejor momento. Y necesitamos casos. Tú eres una gran abogada. Comprendo que si conoces a ese hombre tengas un conflicto de intereses. No te estoy pidiendo a ti que aceptes.

-Pero sí a otros miembros de este despacho.- Dijo la mujer algo más calmada, preocupada también al ver la cara de Sebastián, por lo que agregó con más suavidad.- Sé que Pedro está enfermo y sé lo mucho que te desvives por él. Os quiero mucho a los dos y siempre os estaré muy agradecida por todo lo que habéis hecho por mí. Créeme, lo último que desearía es causarte problemas. Pero entiende lo que siento. Si esa mujer logra que condenen a Brian le destrozará la vida. Y si eso es debido a la actuación de alguno de los miembros de esta firma no podré seguir aquí. Es más, si defendemos la causa de Rebecca dimitiré y le ofreceré a su ex marido mis servicios como su abogada.

 

            Sebastián asintió lentamente cerrando los ojos. Podía comprender a esa joven que de siempre demostró ser íntegra y luchar por los desfavorecidos o cualquier colectivo que sufriera abusos o cuyos derechos fueran conculcados. Simplemente sentenció.

 

-Haz lo que creas mejor…

 

            Y Kerria no pudo responder a eso, se marchó del despacho pensando que ese había sido su último día en la firma. Después, y para mayor preocupación, el director del colegio de su hijo le llamó para contarle lo sucedido. Ahora todo llegaba de golpe, la  adolescencia de Brian, su situación con el padre del chico y su trabajo, y para rematarlo esto. Kerria, pese a todo pudo tratar de tranquilizarse un poco y decir al fin mientras Samantha salía para atender una llamada de teléfono.

 

- Mira hijo, las cosas son así, no es fácil para nadie, hay mucha gente estúpida pero si tú les respondes con la violencia aun te crearás más antipatías.

-¡Es la única manera, ya estoy harto de aguantar insultos! He hecho lo que cualquier hombre haría. Tú no lo entiendes. - Dijo dando la espalda a su madre. -

-¡Ya lo creo que sí, y no digas tonterías!, a ti te falta mucho todavía para ser un hombre, Brian.- Respondió su madre bastante molesta, añadiendo. - ¿Crees que mamá Sam o yo lo hemos tenido fácil? ¡Mírame cuando te hablo! - Le ordenó irritada por aquella falta de educación. -

-¡Déjame en paz! - Chilló él  insistiendo según se giraba. - ¡Ya soy mayor, sí que soy un hombre, más alto y más fuerte que la mayoría! Tú no eres quién para decirme si lo soy o no. ¿Qué sabrás tú de los hombres? De hecho, mi padre vive con otra porqué te acuestas con una mujer. ¡Ya estoy harto de que digan eso y lo peor de todo, es que es verdad!

           

            Para Kerria esas palabras fueron un golpe tan duro e inesperado que le dolió en lo más profundo de su alma. Ya estaba harta y furiosa por todo. Hizo sin pensar lo que nunca habría creído posible, le dio a Brian una fuerte bofetada que sonó a sus oídos como un estruendo. El chico, confuso al principio, se tocó la mejilla y trató de decir algo, no pudo hacerlo y salió de allí corriendo. Al fin ella se dio cuenta de lo que había hecho  y trató de detenerle a gritos pero él no la hizo caso, se subió a su motocicleta y se fue con ella. Cuando Samantha volvió se encontró a Kerria llorando desconsoladamente, sin embargo ésta no quiso hablar de lo que Brian le había dicho. Sam la abrazó sin comprender lo que pasaba, entonces llegaron Roy y Beruche que habían estado fuera. Cuando se enteraron de lo ocurrido Roy salió a buscar a su nieto acompañado de Samantha que miró por el resto de la casa. Entre tanto Bertie intentaba consolar a su hija lo mejor que podía. Kerria sí le contó a su madre lo sucedido con todos los detalles.

 

- ¡Mamá! - Tartamudeó la joven hundida por el llanto. - Me ha hecho tanto daño, oírle decir una cosa así de mí y de Sam. De otro cualquiera no me habría importado, ¡pero de mi propio hijo!

- Tranquilízate hija, no lo ha dicho en serio.- Le respondió Beruche intentando confortarla. -Está enfadado y todavía es un niño, dijo cosas que no sentía. Ni siquiera sabe lo que significan.

- Me miró con tanta rabia, tenía una expresión terrible de reproche en sus ojos.- Sollozó Kerria asegurando desconsolada. - ¡Con lo que yo le quiero, para mí lo es todo! ¿Cómo ha podido hablarme así? ¿No puede entender lo difícil que ha sido y que es para Sam y para mí salir adelante contra todas las trabas que nos ponen? ¡Me ha roto el corazón!- Pudo balbucir.-

- Cariño,- respondió Bertie con voz pausada y suave - a veces los hijos sois crueles con los padres. Quizá porque no comprendéis lo mucho que os queremos. Recuérdate tú misma a su edad...ahora ya sabes cómo nos dolían a tu padre y a mí aquellas situaciones en las que te metías y muchas de las cosas que nos decías.

- ¡Y lo siento! ¡Lo siento mucho! ¡Ojalá lo hubiese entendido entonces! – Repuso la destrozada chica. – ¡Jamás imaginé que pudiera doler tanto!…en esos años os decepcioné mucho y lo lamento, siempre lo haré…

 

Aunque Bertie la abrazó amorosamente meciéndola despacio en tanto le susurraba con patente afecto.

 

-Pero no es un reproche lo que te hago, es una simple observación. Mírate ahora, de ser esa chiquilla tan complicada has terminado por convertirte en una mujer fuerte, valiente, inteligente y con un hijo al que quieres más que a nada en el mundo. Por eso te digo que no tengas miedo, cariño. Ya verás cómo Brian superará esta etapa y acabará siendo un hombre del que todos nos sentiremos muy orgullosos. Tú y Sam las primeras.

 

Su hija asintió despacio, quería creer aquello. Seguro que su madre no se equivocaba, era mucho más sabia de lo que ella podría nunca llegar a ser. No obstante, la llorosa chica replicó afirmando llena de culpabilidad al rememorar esa convulsa época de su vida.

 

-Me comporté muchísimo peor que él. Brian no actuó como yo lo hice. Ahora que lo entiendo desearía que aquello jamás hubiera sucedido. Y si cambié fue porque vosotros supisteis perdonarme.  Pero yo le he pegado.- Objetó Kerria visiblemente arrepentida - nunca lo había hecho. ¡Vosotros nunca me pegasteis a mí! Ni siquiera en los peores momentos. Hasta papá supo contenerse mejor que yo…Ni siquiera sé cómo ha pasado. Fue sin pensar, por un momento no pude controlarme. Estoy muy agobiada, tengo tantos problemas… ahora lo siento tanto, ¿y si le pasa algo ahí fuera por culpa mía?

- No le va a pasar nada,- rebatió Beruche con un tono entre seguro y confortador, - tu padre ha ido a buscarle y lo traerá, descuida...es su abuelo...anda hija, dime. ¿Qué es eso que tanto te preocupa?

 

            Kerria le contó todo lo ocurrido en el despacho, su madre la escuchó con atención y no dijo nada hasta que terminó. Entonces Bertie le dedicó una amorosa mirada para declarar.

 

-Sebastián es un buen hombre. Y tiene razón. Debes hacer lo que te dicte tu conciencia. Tú sabes cómo es Brian. Ayúdale. No te preocupes por el trabajo. Seguro que tu jefe lo comprenderá. Pero cariño. Sobre todo recuerda que eres muy fuerte. Has pasado por cosas mucho peores y siempre has salido adelante. Ahora lo más importante es que tu hijo y tú hagáis las paces.

 

            Su interlocutora asintió entre lágrimas esperando que así fuera. Tenía confianza en que el abuelo del chico le traería de vuelta.           En efecto, Roy, dejando que Sam buscase por los alrededores, había montado en el coche saliendo en busca de su nieto. Sabía que, además de todas las circunstancias que le rodeaban, posiblemente Brian estuviera acusando también su herencia saiyajin. Las fuerzas y la energía del muchacho habían crecido mucho en los últimos dos años y al no saber canalizarlas le provocaban cambios bruscos de humor y mucha agresividad. Hasta ahora no había habido nada que temer, pero la fuerza del chico ya era demasiado importante como para dejarla sin control. Roy nunca hizo gala de sus poderes delante de su nieto, ni salvo muy contadas excepciones, ante Samantha. Beruche, Kerria y él decidieron en su día comportarse a todos los efectos como personas normales. ¡Bastantes problemas tenían ya por unas diferencias que, comparadas con las reales, eran algo insignificante!, pero ahora se replanteó aquello. El muchacho tenía derecho a conocer su herencia y sus dones. Y sobre todo, debería saber dominarlos en beneficio suyo y de todo el mundo. Así que se concentró en el aura cada vez más intensa del chico y condujo hasta allí. Brian  estaba ahora sentado en un parque con la motocicleta aparcada a un par de metros, miraba al cielo con pesar. Su abuelo se dirigió hacia él y le pidió con suavidad.

 

- Vamos, Brian. Es hora de que volvamos a casa.

- No quiero volver, no quiero seguir siendo el hazme reír de todos.- Musitó el chico tras un breve silencio. -

-¿Quién ha dicho eso de ti? Algún estúpido supongo...pero tú le has dado su merecido y por eso se ha enfadado tu madre contigo...- Declaró solidariamente Roy que puso las manos sobre los hombros de su nieto, añadiendo de modo comprensivo.  - Lo que has hecho, no está bien, aunque te hayan insultado Brian, eso lo sabes. En la vida no se debe actuar así.

- Pero abuelo, he perdido a una chica que me gustaba mucho por eso. Han insultado a nuestra familia. - Se defendió el muchacho agregando esperanzado. - Tú si puedes entenderme, eres un hombre.

- Sí Brian, yo sé lo que es pelearse por la chica a la que amas. Darlo todo por ella y por tus amigos y seres queridos. No tienes que explicármelo. Y como lo sé, créeme. La violencia no vale para todo en esta vida. ¿Te crees que esa chica no lo hubiese sabido tarde o temprano? Si te quisiera de veras no le importarían esas cosas.- Repuso su contertulio restándole importancia para añadir con más humor. -Y no te preocupes, tendrás a muchas chicas más, tantas que deberás apartarlas a manotazos. ¡Aunque no te tomes eso en sentido literal!

 

            Brian no se rio como solía hacer casi siempre que su abuelo bromeaba, estaba cabizbajo y  éste a su vez trató de animarle con un tono más jovial

 

- En confianza muchacho, te has pasado, con un buen puñetazo en los morros habría bastado.

- Abuelo,- dijo él realmente entristecido. - Nada de lo que haga cambiará que soy diferente en eso. La gente cada día es más cruel conmigo por esa razón, no entiendo por qué.

 

            Roy estuvo reflexivo durante unos instantes y luego dijo a su nieto en tono serio.

 

- Tus madres, Kerria y Samantha, son dos mujeres magníficas que han sufrido mucho, pero nunca han dejado que a ti te hicieran el menor daño, no cuando ellas han podido evitarlo. Pero en la vida, tarde o temprano uno debe enfrentarse a problemas y ha de saber afrontarlos con valentía. Nadie puede protegernos siempre. Eso es lo que significa ser un hombre, Brian. Tienes que mantener tu dignidad pero no a costa de la violencia. Vuelve a casa y habla con tus madres, les debes una disculpa. Les dijiste algo terrible. Piénsalo. La persona que te trajo al mundo, y la que te ha querido desde que naciste. Las dos siempre han estado ahí, para ti, desde que te cambiaban los pañales, hablaban contigo, te escuchaban, te cuidaban.

 

            El muchacho asintió ahora visiblemente avergonzado. Lo que su abuelo le decía era la verdad. Se arrepentía muchísimo de esa frase que le soltase a su pobre mamá Ky, que, seguramente había tratado de ayudarle, pero él estaba tan enfadado que su juicio se nubló. No quería pensar en cómo podría sentirse su mamá Sam si le contaban aquello. Entre tanto Roy remachaba con tono amable pero firme. Pasándole un brazo por los hombros y achuchándole un poco.

 

 -Ya tienes edad suficiente para saber muchas cosas hijo, para empezar, a dominar tu fuerza y tus impulsos.

- Siento haber sido tan violento. -Admitió el muchacho que se excusó entonces con tono desconcertado. - Pero es que, cuando me enfado no sé lo que me pasa, pierdo el control de mí mismo.

- Lo sé Brian, te sucede como a todos los miembros de la familia. En eso has salido a mí, a tu tío Leval y por supuesto que a tu mamá Ky. - Le sonrió alentadoramente Roy que añadió. - Y todos hemos debido entrenar mucho para aprender a controlarnos. Poseemos ciertos dones que deben ser bien dirigidos.

- ¿Dones?- Se sorprendió el chico que entonces conjeturó. - ¿Te refieres a la fuerza que tengo o a la agilidad? Siempre he superado a mis compañeros sin apenas esfuerzo.- Desveló aun atónito. -

 

Desde luego que para él la educación física o la competición en cualquier deporte eran pan comido. Se daba cuenta de que podía ganar siempre y sin apenas esforzarse, tanto era así que muchas veces renunciaba a hacerlo para que no le mirasen como a un bicho raro. ¡Bastante de eso tenía ya! Sobre todo en los últimos tiempos. Entonces Roy asintió con una amable sonrisa y repuso de forma conciliatoria, recordando a su difunto padre.

 

- Mira hijo, tu bisabuelo me decía siempre esto. Me recordaba una vieja película que de niño era mi favorita, sobre un súper héroe que llegaba a este planeta y su padre adoptivo le decía. “He llegado a una conclusión hijo, tú estás aquí por alguna razón”…Brian, “posees enormes poderes, de los cuales hasta ahora has descubierto tan sólo unos pocos”

 

Ahí se detuvo puesto que aún se emocionaba rememorando a su padre, los paseos que daban juntos, cómo le inculcase su afición al baloncesto y sobre todo, como quiso que él llegara a ser un hombre decente y honrado. Que ayudase siempre a los demás. Tanto su padre como su madre adoptivos fueron personas magníficas que le guiaron hacia el bien. Salvándole junto a otras buenas gentes de un terrible destino. ¡Ojalá pudieran haber conocido a sus nietos y a sus bisnietos! En eso meditaba cuando fue Brian quién sacó esta vez de sus pensamientos a su abuelo, preguntándole con tono curioso.

 

-¿Y cómo seguía aquello?...

-Ven conmigo a casa y haz las paces con tu madre, luego te lo diré.- Le sonrió su interlocutor asegurándole con un tono entre nostálgico y lleno de orgullo.-  Y te contaré muchas cosas que debes saber, cosas que te asombrarán. Y que a bien seguro cambiarán tu vida para siempre. Pero lo primero es lo primero y antes debes comenzar a aceptar tus responsabilidades como el auténtico hombre que dices ser. Todos nos equivocamos pero la verdadera grandeza está en saber admitirlo, pedir perdón por ello y tratar de no repetir los mismos errores, hijo. ¡Vamos!, sé que no me decepcionarás.

 

            El muchacho asintió. Eso era cierto. Y además estaba dominado por la curiosidad de modo que aceptó regresar, Roy le dijo que se volviese en la moto. El chico así lo hizo pero al llegar su abuelo le esperaba. ¡Sin haber traído el coche! Brian no sabía cómo podría haber llegado tan rápido pero se olvidó de eso cuando entró en la casa. Vio a su mamá Ky abatida y con los ojos enrojecidos de llorar. No la había visto así nunca y le entró un gran sentimiento de culpa. Su abuela y Sam estaban junto a ella. El chico no se atrevía a acercarse hasta que Beruche le agarró de una mano y le llevó junto a Kerria.

 

- Vamos arreglar esto ahora mismo. - Indicó  su abuela con determinación. -

- Lo siento, mamá Ky.- Musitó esperando que su madre siguiera enfadada, pero Kerria le abrazó y de nuevo rompió a llorar. -

-¡No quería pegarte hijo, pero me has hecho mucho daño, mucho daño!,- repitió entre sollozos. -Yo te quiero más que a nada en el mundo. Puedo soportarlo todo, menos tu rechazo…

- ¡Lo siento! - Pudo responder Brian sin poder contener el llanto a su vez. - Yo también os quiero mucho mamá Ky. A ti y a mamá Sam, ¡lo siento!...

 

            Se unieron a Samantha que les abrazó a ambos, Brian también le pidió perdón a ella una y otra vez, y entre los tres lloraron aún más. Así, cuando todo se tranquilizó, Roy cumplió su palabra y llevó a su nieto al gimnasio para relatarle.

 

- Verás Brian, tú eres más diferente a los demás de lo que te crees, pero no por estar viviendo con dos madres. Eso, comparado con lo que te voy a contar, es algo anecdótico.

- Entonces ¿por qué abuelo? - Inquirió el chico mirándole sin comprender. -

 

            Por toda respuesta Roy se convirtió en súper guerrero. Ya no era tan joven ni tenía la fuerza de antaño, pero aun así dejó a su nieto boquiabierto. Sobre todo cuando desapareció de su vista, reapareciendo a los pocos segundos y aseverando.

 

- Por esto, tú también serás capaz de hacerlo con entrenamiento. Verás Brian, nuestra familia lleva velando por la Tierra desde hace muchos años. Primero tu abuela y yo, luego tu madre, tu tío Leval, tu tía Amatista y otros muchos amigos nuestros que no conoces siquiera. Y dentro de poco te tocará a ti algo de esa responsabilidad.

- Sí, recuerdo cuando hablé con el primo Asthel una vez que vino a vernos con los tíos. Me dijo que un día tendríamos algo importante que hacer, pero no quiso contarme más. - Recordó Brian que todavía no salía de su asombro. -

- Pues es cierto. - Aseguró Roy confesando - yo no sé lo que será, pero algo me dice que es así. Por esa razón entre otras. Por tu capacidad innata para actuar y tu poder para ayudar a los demás, desde ahora entrenaremos tú y yo. Es necesario que aprendas a conducir tus energías y a emplearlas para proteger a tus semejantes. No para vapulearles. – Y dicho esto guardó un breve silencio, sonrió y agregó poniéndose a levitar delante de su anonadado nieto. - ¡A ver cuántos amigos tuyos son capaces de hacer esto!

 

            Así pasó el tiempo, Roy comenzó a entrenar al chico. Al principio Bertie y Kerria  estuvieron un poco reacias con eso y Samantha quedó realmente atónita al descubrirlo. Por otro lado la abogada tuvo que decidir. Al día siguiente iba dispuesta a presentar su renuncia a Sebastián, pero su jefe lo rechazó alegando.

 

-Pensé en lo que dijiste. No deseo que participemos en una injusticia. Así se lo comuniqué a nuestra clienta. Ella ha decidido buscar en otra firma.

 

            Kerria suspiró aliviada. Por lo menos eso era algo alentador. Entonces Sebastián le comentó.

 

-Hablé con el señor Rice y le ofrecí nuestros servicios. Él, al saber que tú podrías llevar su defensa, aceptó. Me dijo que, pasase lo que pasase, el simple hecho de que hubieses creído en él, era más que suficiente.

 

            La joven sonrió muy agradecida, abrazando a su jefe y dándole un cálido beso en la mejilla. Fue entonces cuando éste, con su fino humor, comentó sonriendo levemente pese a todo.

 

-Cualquiera que nos viese podría pensar mal. Por suerte hace ya tiempo que nos conocen…y tenemos una reputación.

-Muchas gracias.- Le dijo la chica que entonces preguntó con inquietud.- y Pedro, ¿cómo está?

-¡Oh, mejor! Gracias por preguntar.  parece que la quimio le está haciendo efecto. –Replicó Sebastián.-

-Dale un gran beso por mí.- Le pidió Kerria.-

-Lo haré. - Convino su jefe algo emocionado, añadiendo acto seguido con recobrado control. – Bueno, ahora tenemos trabajo que hacer.

           

Y Kerria se dispuso a ello, preparando uno de los casos más importantes y duros de su vida al que siguieron otros igualmente interesantes y prestigiosos que ayudaron a relanzar el bufete…Los años transcurrieron y Roy demostró que el entrenamiento y su guía fueron beneficiosos para Brian. Ayudó al muchacho a pasar su adolescencia. Su abuelo le enseñó muchas cosas y el chaval les llenó de orgullo a todos cuando utilizó alguna que otra vez sus poderes, eso sí de incógnito, como el nuevo Guerrero Dorado, para salvar vidas en accidentes o catástrofes, o bien para defender a personas inocentes. Así, manteniendo su identidad como súper guerrero en secreto de cara a la sociedad y pese a otras duras pruebas que le restaban por superar, Brian se convirtió en un apuesto joven, tan alto y fuerte como lo fueran su abuelo y su tío Leval. Llegó el día en el que, terminando el instituto, pensaba en ir a la universidad. Un día, se lo contó a su abuelo después de acabar un entrenamiento.

 

- Hoy hemos trabajado mucho verdad, Brian - Decía Roy mientras respiraba agitado. - Yo ya no soy tan joven y tú ya superas mi fuerza. ¡Ja, ja!

- Abuelo, he pensado en ir a la universidad en Bios.- Declaró el muchacho. -

-¿Tan lejos?,- replicó su abuelo con gesto pensativo y preguntando -... ¿tienes alguna razón especial?...

- La verdad. No sé cómo explicarlo. Algo me dice que debo ir allí. Estar con los primos Asthel y Maray. -  Comentó Brian de forma pausada agregando con un poso de mayor pragmatismo. - Además, la carrera que deseo estudiar se imparte en Bios con los mejores profesores y especialistas.

 

            Roy asintió con aprobación y declaró.

 

- Ya eres lo suficientemente adulto como para tomar esa decisión, a mí me parece bien hijo, pero debes decírselo a tus madres.

 

            Brian asintió y cuando se lo dijo a Kerria y a Sam, sobre todo la segunda no pareció tomarlo muy bien.

 

-Pero cariño. ¿Realmente tienes que ir allí?- Quiso saber Samantha con visible desconcierto, sobre todo al afirmar.- Aquí en la Tierra tendrías la posibilidad de ir a muy buenas facultades. Y más cerca de nosotras.

-Sí mamá Sam, lo sé, pero, es algo que no logro explicar. Es como si debiera ir a Bios. Siento que algo me llama a ir allí.- Quiso argumentar el chico al que parecían resistírseles las palabras.-

 

            Su otra madre por el contrario no decía nada, solamente escuchaba y le miraba con una mezcla grande de amor y orgullo. Fue cuando su propia esposa le pidió que diera su opinión, que declaró.

 

-Sam, creo que Brian debe ir. Verás, está sintiendo una llamada. Y yo sabía que este día tendría que llegar. Hace mucho tiempo que lo presentí…

-¡Pero Kerria! - Replicó su pareja realmente sorprendida.- Apenas si le veremos cuando vaya a estudiar a Bios.

-Mi hermano y Amatista velarán por él y además mi hijo ya tiene edad suficiente para saber cuidarse solo. - Y dicho esto suspiró con una leve sonrisa y añadió.- Para una madre es duro decir eso, pero es la verdad.

 

            El muchacho le dio un abrazo tan lleno de afecto como largo, a Kerria se le empañaron los ojos, aunque cuando madre e hijo se soltaron ella le acarició una mejilla y dijo con tono emotivo.

 

-Mi amor. Ve a Bios, encuentra tu futuro. Sé que allí te aguarda algo importante.

 

             Y ahora que le observaba convertido en aquel apuesto joven de pelo castaño y ojos azules, Kerria sintió un pálpito, recordó que hacía mucho tiempo había visto esa imagen en algún momento. En sus sueños o quizás en aquella ocasión en el que estuvo tan cerca de morir se le mostró a su hijo mucho antes de que lo hubiera concebido. Aquello debía significar algo. Samantha se unió a ella abrazando al joven. Las dos le desearon mucha suerte en esa nueva etapa que iba a comenzar. Así, el chico tuvo la oportunidad de conocer mejor al resto de su familia y a la persona que estaría destinada para él. Aunque todavía le aguardasen muchas y duras pruebas, en Bios y de regreso a la Tierra. En ese mundo lejano sabría finalmente el rumbo al que debería orientar su vida y la importante tarea que estaba destinado a realizar. Y sus madres también tuvieron todavía muchas cosas que superar, pero esas serán otras historias.

     

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