domingo, 31 de mayo de 2015

GWHC26 Expiar el pasado





            Expiar el pasado. La visita de Eron a la Tierra.

 

 

A una gran distancia en el espacio, una pequeña nave de forma esférica se acercaba velozmente hacia la Tierra. Su ocupante, medio dormido, captaba las transmisiones de video que le llegaban. Una de ellas le hizo despertar, era una canción, cantada por una voz de mujer muy bella.

 

Cierra la puerta
Encierra el mundo lejos
Todas las luchas se han ido de este corazón herido


A través del suelo
sueños y sombras juegan
Como refugiados del soplido del viento

La nave entró en la atmósfera terrestre. Y el guerrero, muy fascinado por esa melodía y la letra, decidió tomar la dirección que le indicaba su transmisor.

 

-Debe de ser ella, sin duda. - Se dijo en tanto seguía aquella tonada. -

 

Llamo al hombre

Que trata con amor más allá del arreglo
Él puede sanar el mundo
De corazones que necesitan cuidado


Brilla con una luz adelante

Cuando el siguiente paso no está claro


Llamo al hombre
Se le necesita aquí…

Uuuuhhh

            En un plató de televisión, Katherine completaba una de sus actuaciones musicales. Pensaba en muchas cosas a la vez, y cantaba como si en verdad pidiera ayuda para sí misma, deseando que alguien así fuera en su socorro. Según desgranaba la letra de la canción, aquel guerrero bajaba a la estratosfera y después a la troposfera, haciendo su entrada en el ámbito de la biosfera del planeta.

 

Cierro mis ojos
Recuerdo cuando
Tu dulce amor llenaba este cuarto vacío.


Las lágrimas que lloré
No lo traerán de vuelta
A menos que la solitaria estrella caiga

Llamo al hombre

Que trata con amor más allá del arreglo


Él puede sanar el mundo
De corazones que necesitan cuidado


Brilla con una luz adelante

Cuando el siguiente paso no está claro


Llamo al hombre
Se le necesita aquí…

-Siento que me llama, de modo consciente o no. O quizás sea él a quien necesita. - Se decía aquel individuo en tanto no podía dejar de escuchar aquella canción con admiración. - Él tenía razón. Aquí es donde debía venir…Puede que en este planeta se hallen las respuestas.

Su nave tomó una altura de sólo unas centenas de metros para avanzar algunos kilómetros y finalmente dirigirse contra el suelo. Allí frenó suavemente para estrellarse sin demasiada brusquedad. Abriéndose su cápsula, aquel enorme individuo emergió despacio del interior. Su enorme silueta se recortaba frente al pálido reflejo de la Luna. Tras ajustarse una especie de visor salió raudo volando en dirección a los acordes de la melodía.

 

Necesario en el caos y la confusión
Desde las llanuras al ayuntamiento
Necesario donde el orgulloso que camina sobre el alambre está presto a caer

Llamo al hombre
Quien trató con ello una vez


Él quizás
Pueda remendar este roto corazón mío


Brilla con una luz por delante
Ahora el futuro no está claro

 

Estaba fascinado por aquella voz, poderosa y suplicante al tiempo y la belleza de la canción que le traía una gran paz interior. Por primera vez en mucho tiempo se sentía sereno.

 

-Paz… quizás él me ha enviado esta señal, para que sepa que camino he de seguir…- Meditaba. -


Llamo al hombre

Se le necesita aquí


Llamo al hombre

Se le necesita aquí

Se le necesita aquí

Se le necesita aquí

Llamo al hombre

Se le necesita aquí
Aquí mismo

Aqui mismo…

 

Uuuuu....

 

(Call the Man. Celine Dion. Crédito al autor)

 

La tonada prosiguió, cuando concluyó, tras los aplausos, la intérprete se sentó en su puesto de presentadora y dio entrada a uno de sus reportajes.

 

-Ahora les dejo con el especial del controvertido depósito de residuos nucleares. Nuestro equipo tuvo que luchar mucho por conseguir estas filmaciones, todo para ofrecérselas en directo.

 

            Cuando el reportaje entró en antena Katherine se permitió unos segundos para descansar, dedicó alguna que otra sonrisa al público del plató y saludó a alguno de ellos firmando unos autógrafos. Después se retiró por unos minutos a su camerino. Allí, la visitó su amiga Rosy, la maquilladora. Una mujer morena, de unos cincuenta años y algo entrada en kilos que de inmediato comenzó con su labor de retoques. Tras ponerle una toalla alrededor del cuello y el pecho para proteger la blusa que la presentadora llevaba.

 

- ¿Qué tal estoy? - le preguntó Kathy mirándose con insistencia al espejo para suspirar -seguro que horrible. En ese estudio hace tanto calor que tenía la impresión de derretirme como un muñeco de cera.

-Estás bien - se apresuró a asegurarla ésta - sólo necesitas un repaso ligero en las mejillas y secarte el sudor de la frente.

- ¡Uff! - suspiró la reportera de forma larga y pausada. - ¡Qué ganas tengo de acabar esta temporada, menos mal que sólo queda un reportaje!

-Estás cansada ¿verdad? - le dijo Rosy a la vez que le retocaba. - Eso de ser presentadora debe ser muy duro.

-Lo es, siempre tienes que estar perfecta, tú lo sabes mejor que nadie, eres la que se encarga de ello. - Sonrió Kathy, afirmando entre divertida y sincera. - Si no fuera por ti, nadie me miraría...

- ¡Qué tontería! - rio Rosy - tú siempre estás muy guapa, apenas necesitas maquillaje, tienes un cutis increíble.

-Me viene de familia, mi madre tiene la piel muy tersa. Bueno, creo que debo volver, la pausa del reportaje debe estar al caer. Cuando tengamos más tiempo ya me contarás que tal la familia.

-Sí. Gracias- repuso aquella mujer quitándole la toalla del pecho al tiempo que, agradecida, agregaba. – Por cierto, muchísimas gracias por el autógrafo que le dedicaste a mi Payton, le hizo mucha ilusión a mi hija.

-No hay de qué. Fue un placer. - Sonrió Katherine. -

 

            Dicho esto, se levantó de la silla y salió despidiéndose de Rosy. Volvió al plató del programa y ocupó su puesto ante los espectadores para hacer sus característicos comentarios en la pausa. Solía analizar el reportaje con algún que otro invitado o experto en la materia. Aunque esa noche en particular no le apeteciera demasiado, pero a fin de cuentas era su trabajo… De modo que, luciendo la mejor de sus sonrisas volvió al plató…

 

-Doctor Andrews. Director de la Comisión para la evaluación de la seguridad en la energía. - Saludó a un hombre enjuto y algo entrado en años, de pelo gris. - Bienvenido y muchas gracias por haber aceptado nuestra invitación.

-Encantado de estar aquí. - Repuso afablemente ese tipo. -

-Bien, tengo algunas preguntas para usted. - Comentó la muchacha. -

 

            Afortunadamente tenía su lista preparada. Ella misma fue anotando aquellas cuestiones en tanto hizo ese reportaje. De modo que, sonriendo ante la cámara, comenzó a preguntar.

 

-Hemos podido ver que en las centrales nucleares se hacen muchas cosas. Y se produce una tremenda cantidad de energía. Sin embargo, eso conlleva unos riesgos. ¿No es cierto?

-Así es. - Repuso aquel hombre con gesto tranquilo. - Pero las medidas de seguridad son muy exigentes y funcionan a la perfección.

- En tal caso, doctor, según nuestros datos existen residuos de alta actividad, compuestos por los elementos del combustible gastado. Los de media producidos por la fisión nuclear y los de baja, todas aquellas herramientas, trajes, etc., que se hayan visto expuestos.  ¿Qué riesgos entrañan cada uno?

-Bien, los primeros se utilizan como combustible y no constituyen una amenaza. Emiten isótopos alfa y se almacenan habitualmente en piscinas, dentro de las propias centrales. Los segundos son los nucleídos…

- ¿Se refiere usted a los isótopos? - Inquirió Kathy consultando sus notas. - Esos sí que son peligrosos, ¿no es cierto?

 

            Aquí su interlocutor se echó hacia atrás en su sillón y llevándose una mano a la barbilla declaró con tintes magistrales.

 

-Bien, aquí habría que hacer una precisión, señorita. Un nucleído no es lo mismo que un isótopo. En realidad, los isótopos son un tipo de nucleído. Y usted se refiere mayormente a un radio nucleído, es un nucleído inestable. Cuando estos emiten radiación son más estables y se transforman en otros nucleídos, o en el mismo menos excitado si ha emitido radiactividad gamma. Y tienen una vida finita.

 

            Aunque tanto Katherine como el público miraban a aquel individuo con los ojos como platos. Realmente no comprendían gran cosa de esa perorata que estaba disertando. De modo que la periodista decidió reconducir aquello.

 

-Eso es muy interesante doctor, a un nivel mucho más técnico, por supuesto. Pero díganos, por favor. En un lenguaje que podamos comprender todos. ¿Cómo se almacenan esos residuos?

-Verá usted. Con los de baja y media intensidad se interponen barreras naturales y artificiales. Dejándoles aislados hasta que su radioactividad decaiga hasta niveles inofensivos.

-Vamos, que los meten en cuevas o los tiran en barriles al fondo del mar.- Comentó la periodista. -

-No es algo tan simple. - Rebatió su interlocutor. - Existen cuatro barreras fundamentales. La química, que inmoviliza el residuo en una matriz sólida, estable y duradera, que sea químicamente inerte. A este proceso se le denomina acondicionamiento. Y los elementos más utilizados son el cemento, el asfalto y los polímeros. La barrera física con bidones metálicos, resistentes a la corrosión y conductores de la energía calorífera para que se vaya el calor pero que contengan la radiación. Las de ingeniería, que son estructuras de contención y las geológicas, donde se almacenan. Deben ser estables e impermeables. Por si se superasen las tres anteriores. De modo que como puede comprobar, tomamos todo tipo de precauciones…

-Ya veo… un proceso muy complejo. - Afirmó Katherine. -

-Por no hablar del proceso del tratamiento. Que se subdivide en pretratamiento, tratamiento principal e inmovilización y envasado…- Añadió el científico. -

 

            Desde luego que Kathy echaba de menos a su cuñada. Seguro que Satory podría comprender toda aquella jerga sin ningún problema. Incluso completarla o ver si algo iba en una dirección incorrecta. Ella, no obstante, y pese a documentarse lo que pudo, únicamente era capaz de asentir y tras esbozar una sonrisa de circunstancias le pidió a aquel tipo.

 

-Entonces, acorde con su experta opinión, los ciudadanos no tenemos por qué preocuparnos pese a las pruebas que se han aportado en este reportaje de algunas negligencias y de graves recortes en el presupuesto…

-Le puedo asegurar, que en materia de seguridad nuclear nuestro gobierno se toma las cosas muy en serio. - Declaró solemnemente ese hombre. -

 

            Katherine iba a lanzar otra cuestión casi ya al límite del tiempo cuando la voz de un espectador se elevó entre el grupo de los atónitos asistentes a esa entrevista.

 

- ¡Dejaos de mentiras! …Sois los siervos de los soberanos. Usted y esa mal llamada periodista. Este tema y otros muchos no le interesan a nadie ¿Cuándo vas a hacer un reportaje sobre las falsedades de Endimión y Serenity? - La desafió un chico de veintitantos años, puesto en pie. - ¿Ahí no te metes, ¿verdad? ¡Lunática! ...

 

            La indignada reportera se levantó sosteniendo la desafiante mirada de ese chico. Tenía el pelo largo y vestía unos vaqueros desgastados y un jersey. La seguridad enseguida le rodeó pidiéndole amablemente que abandonara el plató entre los murmullos del público.

 

-Esperen. - Les pidió Katherine a quién no gustaba dejar ese tipo de retos sin contestar, replicando. - Me parece una gran idea. Investigaré sobre los soberanos y las princesas. Entre todas sus obras humanitarias y la ayuda que han dado a la población me saldrá un reportaje bastante extensión. Y quizás investigue también sobre los agitadores que pretenden difamarles. ¿Le gustaría eso, amigo?...

- ¡Vendida! ¡Tú no eres periodista, eres relaciones públicas! - Espetó ese chico mientras era custodiado por la seguridad e invitado nuevamente a abandonar el lugar. - Ya me voy, no me toquen. - Añadió levantando las manos como si le apuntasen con una pistola.-

 

            La joven periodista hizo un esfuerzo por contenerse, no tenía sentido dar pábulo a ese desgraciado para que continuase con su sarta de estupideces. Aunque le costó casi morderse la lengua para no replicar. Al fin volvió a sentarse para retomar las riendas del programa

 

-Ruego disculpas a los asistentes y a los espectadores que nos ven desde sus casas. Esto es el directo. - Sonrió de modo trémulo para dirigirse al doctor. - Perdone usted, y muchas gracias por haber venido.

-No hay de qué. - Convino el hombre aquel todavía atónito a su vez. - Ha sido un placer…

 

            Entre tanto el guerrero volaba con una enorme velocidad. Se aproximaba a un gran enjambre de luces que destacaban en la noche. Atraído por aquella magnitud de colorido se quedó suspendido en el aire admirando el espectáculo. Al fin se decidió a bajar, aterrizando en una zona próxima a donde el transmisor que llevaba enganchado a una oreja había detectado las coordenadas de las que provenía aquella canción y la posterior entrevista con ese incidente incluido.

 

-Bueno. Esto ha sido todo por hoy. - Declaraba mientras Katherine, despidiéndose del público en tanto aparecían los títulos de crédito en la pantalla, para remachar. - Espero verlos de nuevo en nuestro último reportaje del año…No se lo pierdan…

 

             Y tras salir del aire ella firmó algunos autógrafos y aceptó hacerse algunas fotos con las personas que habían asistido al plató. Finalmente, el productor del programa le indicó que estaban fuera de hora. La presentadora se dispuso a recoger sus cosas no sin antes querer saber.

 

- ¿Qué ha pasado con ese chiflado?

-La policía le tiene retenido en el cuarto de seguridad. - Le informó uno de los técnicos. - ¿Quieres hablar con él?

- ¿Con uno de esos locos que solamente busca publicidad? No, cualquier cosa que le dijese la usaría para darle la vuelta y promocionarse. No podemos darle importancia o sería un estímulo para otros como él. Ya le dije todo lo que tenía que decirle. - Desdeñó Kathy. - Además, estoy cansada.

-Supongo que, entre otras cosas, le vamos a denunciar por allanamiento y calumnias. Si deseas sumarte. Se dirigió a ti.

-Si tuviera que hacer eso por cada tipo que me insulta debería irme a vivir al juzgado y contratar a mi prima Kerria a jornada completa. - Sonrió sarcásticamente ella. - No, por mi parte no quiero saber nada más de ese individuo.

 

Su interlocutor asintió dejándola ya. Ella se marchó volviendo al camerino. Antes de entrar, su cámara, Billie, un hombre blanco de unos treinta y pocos años, porte atlético, pelo moreno, ojos oscuros y rasgos amables, la saludó.

 

-Ha estado muy bien. Incluso mejor que cuando lo vimos en producción. Y ese pirado hasta habrá aumentado el share…

-Sí. - Repuso la mujer con apenas interés. - Supongo que lo habrá hecho…

 

            Su interlocutor le dedicó una mirada que parecía algo preocupada y le comentó con ese mismo tono.

 

- ¿Te encuentras bien, Kat? Pareces muy cansada.

-Lo estoy – sonrió ella admitiéndolo sin paliativos. - No veo el momento de terminar, quiero descansar de una maldita vez.

-Solamente nos queda un reportaje. - Le comentó el operador de cámara queriendo saber. - ¿Has decidido ya sobre qué tratará? Quizás sobre esos grupos de chalados anti soberanistas…

-Aún no he decidido si voy a ir a dormir con la ropa puesta esta noche o si me pondré el pijama. – Suspiró su interlocutora que sin embargo alegró un poco el gesto y preguntó a su vez - ¿Qué tal va tu familia?

-Bueno, mi mujer bien, gracias, ya le queda menos para salir de cuentas. - Sonrió el cámara. -

-Me alegro mucho por vosotros. - Afirmó la reportera qué deseaba decir algo más, pero en ese momento ni se acordaba del nombre de la esposa de su ayudante. Finalmente, solo comentó con tintes de cansancio. - Voy a cambiarme. Ya nos veremos.

-Muy bien, cuídate, Kat. No tardes en volver a casa, han pronosticado una gran borrasca para la noche. - Le pidió Billie que se alejó no sin dedicarle una mirada de incluso mayor preocupación. - Nos vemos…

 

            Ella asintió como respuesta esquivando su mirada. Sabía muy bien que su ayudante estaba inquieto por ella. Y no le faltaba razón. Billie era un buen tipo. El reverso de aquel perturbado de Christian del que no deseaba acordarse, Desde que comenzaron a trabajar juntos demostró ser una persona amable. Incluso dio muestras de preocuparse por Katherine cuando la notaba baja de forma. Sin embargo, le quitaba hierro al asunto cuando alegaba que tenía que mantener su empleo y que no podía permitir que a su jefa le sucediera nada malo. No obstante, la reportera tenía claro que él estaba al tanto de más cosas de las que le decía. Seguramente conocía la adicción de ella a las drogas. A pesar de haber batallado contra ellas en más de una ocasión le había sido imposible dejarlas del todo. Ahora lo controlaba más, es cierto, pero a veces eso le pasaba una terrible factura. Ahora, sin ir más lejos, necesitaba tomar algo. Hacía no mucho había comenzado a consumir Plaguen. Era una sustancia menos adictiva que casi hacía el efecto de la antigua metadona. De esta forma podía reducir el consumo de pastillas. Todavía recordaba lo sucedido cuando, pese a la ayuda de su familia, se vio sumida en una espiral autodestructiva tras la muerte de Philip y sus cada vez más absorbentes compromisos, fue recurriendo al empleo de sustancias más fuertes para mantenerse en pie.

 

-Eso fue un infierno. - Suspiraba al pensar en ello. - Y sigo metida en él. Menos mal que mi madrina llegó en mi ayuda.

           

Ocurrió haría unos pocos años. Kathy había estado colocada esos últimos días. Ahora, sin más heroína para inyectarse, se arrastraba por su apartamento en un estado lamentable. Sudada, sucia y sin haber comido en dos días. Únicamente era capaz de gemir sin apenas fuerzas para levantarse.

 

-Ayudadme, por favor…

 

Y es que aquella terrible situación que comenzara hacía años en la facultad simplemente para atender a todos sus compromisos se había desatado. Primero fueron algunas pastillas para estar despierta, tenía mucho que estudiar. A su pesar no era tan brillante como su hermano y con la carrera, su actividad paralela como justiciera y el actuar en el escenario cantando y representando alguna obra de teatro, se sentía desbordada. Apenas sí tenía tiempo para nada más que mal dormir unas pocas horas. Le recomendaron esas pastillas cuando se caía de sueño en las clases y funcionó. Pero al cabo del tiempo necesitaba algo más fuerte. Después comenzó con un poco de heroína. No sería tan terrible, ella podría controlarlo, se dijo, pero no fue así. Por fortuna sus padres estaban ajenos a eso. Los veía poco últimamente. Pero su hermano, en una de esas visitas tras la terraformación de Bios de alguna forma lo descubrió. Mazoui quiso eso sí, ayudarla y gracias a su poder curativo la muchacha se sintió mejor, pero eso era solamente temporal, él no podía estar con ella siempre. Kathy le suplicó que no dijera nada a sus padres. El chico, conmovido por el dolor de su hermana y no deseando hacerles daño a los miembros de su familia, asintió. Pero tras algunos años, y con la vorágine de su vida profesional y algún que otro terrible suceso, como la muerte de aquel hombre, Philip, en ese maldito reportaje sobre el clan, reincidió. Y ahora su hermano ya no estaba allí para salvarla de sí misma. La atormentada chica no tenía a nadie a quién recurrir, al menos hasta que escuchó tocar a la puerta y una clara voz femenina que la llamaba por su nombre.

 

- ¡Dios mío! no, ¡Dios Mío! - musitó llena ahora de un pánico irracional cuando creyó que podría ser su madre. Prefería morir antes que ella la viese así. - No… ¡dejadme sola! -. Aulló ahora con un repentino cambio de humor. -

-Katherine. ¿Estás ahí?... ¡Kathy!...

 

Aquella voz seguía llamándola y la joven solo pudo arrastrarse a una esquina de su habitación en total oscuridad y sentarse en posición fetal. La puerta de su apartamento se abrió entonces y escuchó pasos de tacones dirigirse hacia ella. La luz de pronto se encendió, Kathy cerró los ojos, cegada momentáneamente por ese resplandor. Cuando los abrió, tras taparse el rostro con ambas manos, entre el delirio pudo ver a una mujer de larga melena rubia que la observaba con una mezcla de tristeza y severidad. Los azules ojos de aquella intrusa la escrutaron durante unos larguísimos segundos. Al fin, esa extraña movió la cabeza y suspiró para decir.

 

- ¡Menos mal que he llegado a tiempo! Por suerte tus padres no pueden verte ahora.

- ¿Qui…quién e…eres? – Pudo preguntar la chica entre balbuceos. –

- ¿No me conoces? Una vieja amiga de tu madre. - Fue la respuesta. – ¡Dios mío!, en qué estado te encuentras. - Valoró aquella mujer con manifiesta preocupación. -

 

Katherine creía ver en ella un rostro familiar, pero la fiebre y su obnubilación le hacían imposible distinguir los rasgos con claridad. Eso sí, se percató ahora de que, aparte de unos zapatos de color crema, la mujer llevaba una falda a juego que le llegaba por las rodillas y una blusa blanca con una chaquetita del mismo tono que su falda y cuando ésta se giró para otear en derredor de la estancia descubrió que llevaba un lazo rojo tras la cabeza. En eso era, desde luego, como su propia madre.

 

-A…ayúdame, te lo suplico mamá…- le pidió la chica tratando de incorporarse sin lograrlo. Presa de aquel incontrolable delirio. –

-Ojalá pudiera, cielo. – Suspiró ahora la mujer con pesar, añadiendo sin embargo con más contundencia. – Pero de momento tendrás que pasar por esto tú sola…

 

Kathy se estremecía con aquellos terribles espasmos, no podía soportarlo más. Sudaba copiosamente ahora. Luego tiritaba sin poderse controlar. Incluso le venían arcadas. Era el síndrome que repuntaba y la atacaba de forma feroz. Entonces creyó que había comenzado a alucinar, una especie de gato blanco con una media luna en la frente entró en el cuarto y ¡habló con esa mujer!, declarando con lo que parecía un tono lleno de compasión e inquietud.

 

-Está muy mal. Deberíamos llevarla a un hospital.

- ¡No! - sentenció tajantemente su interlocutora aseverando. – Tiene que superarlo aquí. Sin que nadie se entere. ¿Has traído la medicina, Artemis?

 

El gato asintió, una especie de cajita de color marrón reposaba sobre una de las mesitas de noche. La mujer la tomó en sus manos, la abrió y sacando una pastilla se agachó para ponerla en la boca de Kathy.

 

-Tomate esto, te ayudará. Son hierbas medicinales de la Luna.

 

La chica apenas pudo tragar aquello, luchando por contener sus deseos de vomitar. Entre tanto su interlocutora sacó un pequeño frasco de cristal con una especie de líquido transparente y se la hizo beber.

 

-Y esto es agua de la Luna, de su sagrado manantial. – Le explicó haciendo que la muchacha tragase, dándole de beber en tanto la sujetaba pasándole un brazo tras la espalda para incorporarla. – Vamos, tienes que tomártela toda…

 

Katherine comenzó a toser tras haberse tomado aquello, ahora tiritaba de nuevo. Esa mujer la ayudó a meterse en la cama. Se notaba arder, no supo cuánto tiempo transcurrió después de eso. Por suerte el sopor la venció, obnubilando su mente y haciéndole perder el sentido. Al despertar se notaba muy débil pero ese síndrome de abstinencia había desaparecido. La cabeza se le aclaró. Ahora su cuidadora la observaba sentada junto a ella en una silla. Y más amablemente le preguntó.

 

- ¿Mejor?

-Sí, gracias. – Pudo musitar la chica que, con apenas un murmullo, pudo al fin reconocer a su buena samaritana y quiso saber. – Tú eres… ¡la madrina Minako! ¿Por qué has venido a ayudarme?

 

Y la mujer, esbozando ahora una sonrisa, replicó con voz serena y afectuosa.

 

-Sí, esa soy yo. Minako Aino. Y además de tu madrina y la de tu hermano supongo que sabes que soy una de las guardianas de la Reina Serenity. Mi título oficial es la guerrera del amor y la belleza. Su alteza la princesa de Venus. Pero tú puedes llamarme madrina o simplemente Minako. Como siempre. Me alegra que al fin tu mente se haya aclarado, tesoro.

 

Kathy se levantó a duras penas de la cama al escuchar aquello. La cabeza le daba vueltas y estaba muy débil. Pese a ello estaba anonadada. No lo podía creer. ¡Esa mujer! La misma que admiraba desde niña cuando escuchaba sus canciones, la que se presentó como su madrina y amiga de su madre, ¡una de las princesas planetarias! quien la ayudó a comenzar su carrera. Y pese a todas sus obligaciones y su alto rango estaba ahora allí, en su apartamento, haciendo de enfermera y cuidadora suya. Y ella ni la había reconocido por culpa de ese maldito mono que arrastraba. Aquello le hizo sentirse todavía más avergonzada de lo que ya estaba.

 

-Perdóname madrina…- Pudo musitar llena de pesar. - Lo siento mucho…

-Olvídate de eso. Ahora lo primero es que te des un buen baño. – Le dijo Minako con afabilidad. – Luego tienes que comer algo.

-Pero ¿por qué has venido a ayudarme? - Quiso saber la muchacha en tanto se desvestía y su interlocutora llenaba la bañera de agua caliente y gel, con algo de sales de baño. – Tú eres demasiado importante para ocuparte de alguien como yo…

-No digas tonterías. – Le reprobó su interlocutora que añadió con tono lleno de afecto. - Ya te lo dije. Soy una vieja amiga de tu madre. Y soy tu madrina. Prometí que siempre que pudiera estaría cerca para ayudaros, a tu hermano y a ti, si me necesitabais.

- ¿Vieja amiga? - repitió incrédulamente la chica dado que esa mujer parecía tener su misma edad. – ¿Y tú gato? Juraría que habló contigo. ¿Dónde está?

-Artemis ha tenido que irse, y en cuanto a hablar no hace otra cosa. Anda, ya habrá tiempo para que responda a tus preguntas. Ahora métete en la bañera. - Le indicó más jovialmente Minako sin dar importancia aquello, en tanto dejaba unas toallas limpias cerca, sentenciando. – Te vendrá muy bien…

 

Katherine no se hizo de rogar, el agua caliente y las sales la reanimaron. Efectivamente, tras bañarse y lavarse a fondo se sintió mucho mejor. Parecía haberse quitado años de encima. Después se cambió con ropa limpia y comió con auténtica voracidad la sopa que su solícita cuidadora le puso delante. Apenas sí pudo sentir lo salado del sabor y que los fideos no estaban demasiado hechos, tras eso unos emparedados de jamón y queso la saciaron, al menos por el momento.

 

-Lo mío no es la cocina – se disculpó Venus afirmando. – Lástima que Makoto no esté aquí. Te hubiera preparado alguna deliciosa receta de las suyas. Aunque como cuidadora al menos he mejorado, ¡ahora no empeoro el estado de mis amigas ni destrozo sus casas, ja, ja, ja! – Se rio como si celebrase una broma que solamente ella conocía. -

 

En cualquier caso, su contertulia se sintió mejor y tras la comida las dos se sentaron en el sofá que Kathy tenía en su salón. Ahora la expresión de Minako sí que se volvió seria cuando le dijo.

 

-Escúchame bien. No puedes continuar por este camino. Estamos muy preocupados, tu hermano trató de ayudarte, pero no podía hacerlo solo. Entonces tuvimos que intervenir.

- ¿Os lo contó él? - Le preguntó Kathy sin poder creerlo. –

-No, Mazoui no está al corriente de esto. Tenemos nuestras propias fuentes de información. – Afirmó Minako que le dijo, por el contrario. - Fui yo quien habló con él hace años y le explicó lo que te sucedía. Por eso vino desde Bios. Verás Kathy, tú tienes un grave problema. Las drogas son muy difíciles de dejar, tendrás que luchar contra eso con todas tus fuerzas.

-Ahora me siento mucho mejor- suspiró la muchacha añadiendo desconcertada, pero al mismo tiempo, aliviada. – No sé qué me diste, pero ha funcionado.

 

            Pero su madrina movió la cabeza con preocupación, para rebatir.

 

-Eso solamente es provisional. Tarde o temprano los efectos de tu abstinencia volverán a hacerse notar. Te di agua sagrada del manantial de la Luna. Pero eso solo te ha calmado por un tiempo. Lo que te sucede está en tu interior y es ahí donde deberás sanarte. Y ninguno de nosotros lo podemos hacer por ti.

 

La chica asintió consternada, en el fondo sabía que así era. Aquella extraordinaria mujer estuvo con ella un rato. Hablaron de varias cosas, entre ellas de cómo Sailor Venus en su día se enfrentó a Karaberasu, la madre de Katherine, de cómo la ayudó en su nueva vida y en un momento dado, fue Minako, la que, no sin pesar, le contó.

 

-Cuando tu madre se separó del resto de sus hermanas y tuvo que ir a vivir sola, luchando y sufriendo tanto por sacar adelante a tu hermano, me apené mucho. Quise ayudarla, pero era algo que no me estaba permitido hacer. Debía criar a Mazoui y crear una familia por sí misma. Solo pude interesarme por ella desde la distancia. Luego fui a verla el día en que naciste. Te sostuve en mis brazos y le prometí a tu madre que, cuando me necesitaseis, allí estaría.

-Mi madre nunca me ha contado mucho sobre eso. - Admitió Kathy, que con tono reflexivo agregó. - Mi hermano tampoco. Creo que ni él mismo supo la verdad hasta que nos reencontramos con mis tías. Y sé que, desde entonces, aunque él no lo diga, tiene una especie de complejo de culpabilidad por su origen.

-Tu hermano no tiene ninguna culpa de eso. - Afirmó Venus reconociendo a su vez. - Tuvo que superar muchas pruebas, como tu madre, como el resto de tu familia. Incluso como tú misma deberás seguir haciendo…

-Ya- musitó ahora Katherine para decir con patente tinte de culpabilidad y amargura. - Pero en su caso no ha sido justo. Él no tiene la culpa de haber nacido así. Pero yo sí la tengo por drogarme. ¿Verdad?...

 

            Su interlocutora la tomó de los hombros con ambas manos a la par que le sonreía con una mezcla de consternación y cariño maternal en tanto replicaba.

 

-Kathy, no estoy aquí para culparte de nada. Ni para juzgarte. Únicamente vine a ayudarte… pero por desgracia no puedo solucionar tu problema. Nadie puede. Solamente tú eres capaz de conseguir eso. Lo sabes muy bien, cariño. Debes ser fuerte y no rendirte.

 

            La muchacha asintió de forma débil e insegura. Y pudo musitar.

 

-Como en tu canción, Venus Route. ¿Sabes? es una de mis favoritas. A veces la escucho, sobre todo cuando me siento perdida y sin fuerzas.

-Espero que eso te ayude, pero una simple canción no basta. Tienes que reaccionar, cielo. - Respondió una apenada Minako. -

 

            Sí, su contertulia tenía razón, pero eso era más fácil decirlo que hacerlo. La escuchó entonces añadir.

 

-Me hospedo en un hotel cercano. Allí estoy registrada bajo el nombre de Carola. No quiero que se sepa mi identidad. Oficialmente no estoy aquí. Aunque como princesa Venus me dedico a ayudar a ciertos colectivos afectados por lacras como ésta que tú sufres. Si más adelante deseas contactar conmigo que sea a través de esta dirección…

 

Le entregó un papel donde estaban las señas de ese hotel y su nombre supuesto. Después se marchó para advertirla según salía.

 

- Aparte de aconsejarte no podré hacer ya nada más por ti. El resto será cuestión tuya. Lo más importante es que debes salir de esta espiral de autocompasión en la que te mueves o nada de lo que hagamos servirá.

- ¡Por favor! – Le pidió la angustiada muchacha. - ¿No podrías hacer que la reina Serenity usara conmigo el poder del Cristal de Plata? Eso sanó a mi madre y a mis tías en el pasado. Ellas nos lo contaron a mis primos y a mí…

-No, lo siento mucho – declaró su apesadumbrada interlocutora moviendo la cabeza para sentenciar. – No es lo mismo. El Cristal de Plata les quitó una influencia maligna de origen mágico. Lo tuyo es algo químico, es una adicción.  Y, sobre todo. Tu madre y sus hermanas quisieron cambiar.

-Pero, pero…yo también deseo cambiar. ¡Te lo suplico princesa Venus! ¡Madrina…por favor! – Pudo gemir la chica cayendo de rodillas sin dejar de llorar. – ¡Por favor!

 

Sin embargo, Minako la miró con lástima reflejada en sus azules ojos pero movió lentamente la cabeza y sin decir más se marchó dejándola sumida en aquellos angustiosos pensamientos… retornando de esos recuerdos la joven musitó.

 

-Madrina…tenías razón…

 

            Y ya comprendía el porqué de todo eso. Ni siquiera una princesa planetaria podía hacer nada por sacarla de su propio conflicto interior. No existía ningún remedio milagroso. Solamente su propia convicción y sus deseos de superarlo. Ahora, sentada en la soledad de su camerino, cuando el resto del personal se había ya ido, tuvo que sacar un poco de plaguen. Aspiró una dosis reducida, lo justo para quitarse esa creciente sensación opresiva y de agotamiento que la asaltaba. Cuando estuvo algo mejor se dio una ducha y se cambió. Después salió de allí rumbo hacia el garaje de los estudios. Estaba con la cabeza nublada de pensamientos. No podía apartar de su mente esas imágenes terribles de aquel granero. Habían pasado casi dos años de la muerte de Philip, pero en muchas ocasiones los recuerdos la asaltaban. Después de aquello y a raíz de ese reportaje y las consecuencias que tuvo para desarticular una importantísima red de supremacistas blancos y fanáticos religiosos peligrosos, los premios y la audiencia se habían disparado, pero eso no le compensaba. Lo que sí le hacía mucha ilusión era visitar a su hermano y sus sobrinas, además de poder hablar con su cuñada Satory a la que consideraba como a una hermana. Estaba tan ensimismada en esos y otros sentimientos, como el hastío de tanto trabajo y el deseo de volver a ver a los suyos, que ni se dio cuenta de que delante de su coche había aparecido un hombre enorme. Kathy lo vio en el preciso momento en que arrancaba. Bruscamente pisó el freno y el coche se detuvo antes casi de moverse. Katherine no sabía qué hacer, al ver a ese individuo casi se le corta la respiración. Debía de medir más de dos metros.

 

- ¡Maldita sea! Justo lo que me faltaba. - Se lamentó con una mezcla de contrariedad, temor y desconcierto. -

 

Sin poder evitarlo pensó en Mazoui. Su hermano era también muy alto, pero se dio cuenta de que no podía compararse con ese hombre. Al verlo algo mejor observó que el pelo le caía sobre los hombros, liso y negro y vestía un uniforme que le resultaba vagamente familiar, entre azul y morado con una especie de armadura blanca. Estaba cruzado de brazos y miraba fijamente hacia ella. Kathy presentía que no era el típico fan desbocado, ni siquiera un loco que quisiera acosarla sexualmente. De lo contrario algo habría hecho ya, se decía, pero, aun no las tenía todas consigo.

 

- ¡Qué diablos! - Pensó ella harta de seguir dentro del coche. - Sé defenderme sola, si es otro de esos chalados que odian a los soberanos y trata de atacarme sabrá como lucha una justiciera.

 

            Se decidió a salir y enfrentó la mirada del hombre, aunque ella no era precisamente bajita, medía un metro y setenta y cuatro centímetros a los que podía agregar unos seis centímetros más de sus zapatos de tacón. Pese a alcanzar de este modo el metro ochenta, tuvo que levantar la cabeza hasta que casi le dolió el cuello para mirar a aquel gigante.

 

-Oiga amigo, ¿se puede saber qué hace ahí en medio? casi le atropello con el coche. - Le dijo con un tono bastante agresivo para demostrar que no estaba intimidada. -

 

            Sin embargo, aquel tipo sólo la observaba sin despegar los labios, Katherine se estaba poniendo cada vez más nerviosa.

 

-Bueno, ¿quiere algo o dejará que me marche? Es tarde y estoy muy cansada, - añadió con algo más de calma. -

- ¿Eras tú la que cantaba? - Le preguntó ese hombre con una voz grave y extrañamente cálida. - Era una canción hermosa.

- ¿Cantar? Probablemente sí, lo hago en mi programa a veces. - Pudo responder descolocada por esa inesperada cuestión. -

 

Katherine suspiró aliviada. Después de todo iba a ser uno de tantos tipos que le decían lo maravillosa que era su voz para luego intentar llevársela a la cama.

 

-Tienes una bonita voz- le dijo ese tipo confirmando la impresión inicial de ella. -

- ¡Oye tío! - le espetó Kathy que decidió tomarse más confianzas en el trato, dado que, en efecto, estaba harta y cansada. - Si te gusta como canto me alegro mucho ¿Sabes? En las tiendas tienes todos mis Holo discos en solitario y los de las Justices, Beauty Quartete y las Ky- Kat para que te canses de escucharnos.

 

Aunque enseguida pensó que, de seguro ese hombre le confesaría que ya los tenía todos y que era su mayor fan, bla, bla, bla…

 

- ¿Holo discos?, no entiendo que quieres decir con eso. - Repuso él dejándola desconcertada una vez más. -

- ¿Vas a decirme que no sabes lo que es un Holo disco? Anda, será mejor que te vayas a tu casa muchacho, - remachó Kathy señalándole la salida del garaje. - El guardia de seguridad estará a punto de pasar.

-Yo no tengo hogar- respondió quedamente él - sólo vago por el espacio a la busca del perdón. Por eso me atrajo tu canción. Tú pareces buscar lo mismo…

 

            Katherine se quedó con la boca abierta, ese tipo no era un admirador compulsivo, ni un pervertido. Peor aún, ¡estaba como una cabra! Quizás se lo mandasen del manicomio, ¡ah no!, ahora no podía llamarse así, del psiquiátrico municipal para, "agradecerle" el reportaje que hizo sobre ellos, sacando a la luz todas sus irregularidades. Al estilo de “Alguien voló sobre el nido del Cuco” Eso debía ser y con la pinta que tenía, más le valdría a ella que no fuera agresivo. Aunque no parecía ser el caso, pero sería mejor andarse con prudencia y no provocarle.

 

-Mira, te diré lo que haremos- le dijo a ese individuo con una voz más suave y conciliadora. -Yo llamo a tu casa y que vengan a buscarte ¿vale?

-Tú no sabes lo que estás diciendo. - Le respondió él dándose la vuelta. -

-Que yo no sé lo que digo, - se susurró a sí misma con los brazos en jarras. - Lo que me faltaba por escuchar...

-Puedo percibirlo. También te sientes perdida. Igual que yo. - Sentenció ese individuo dejándola sin saber qué decir. - Tu canción lo reflejaba con toda claridad. Al principio creí que era a mí, pero era a él. Por eso le llamabas.

- ¿Se puede saber qué estás diciendo? - Exclamó Kathy. -

 

Aunque claro estaba que aquel tipo no debía de estar muy bien de la cabeza, respiró hondo y se tranquilizó para añadir con un tono más controlado.

 

- Escucha amigo. Era simplemente una canción. Y yo además de cantarla la interpreto. Soy una artista. ¿Vale? No debes darle más importancia. - Trató de argumentar ella. -

 

No obstante, si era sincera consigo misma pudiera ser que ese individuo no estuviera tan desencaminado. Quizás en el fondo sí que hubiese deseado que alguien apareciese y la ayudase de ese modo. En eso apareció el guardia de seguridad, Henry, así se llamaba. Era de raza negra, también alto, casi como ese tipo, y bastante fuerte, en su juventud había jugado al Football americano. Se acercó hasta ellos y mirando con expresión desconfiada al extraño le preguntó a Kathy.

 

- ¿Está todo en orden señorita O´ Brian?

-Sí, no te preocupes, - contestó ella tratando de aparentar normalidad-, es este hombre que no encuentra el camino de vuelta a su casa y me lo estaba preguntando.

- ¿Sí? ¿Es eso cierto, señor? - Le inquirió Henry al extraño. -

 

            El interpelado ni se molestó en responder, se dio la vuelta nuevamente hacia Kathy...pareció querer decirle algo, pero fue cortado por el guardia de seguridad antes de despegar los labios.

 

- ¡Oye tú, te estoy hablando! - Le espetó Henry sacando su porra y tocándole con ella. - Y deja de mirar así a la señorita, es de mala educación. ¿Qué eres?, ¿otro de esos fanáticos que la acosan?...

 

            Sin mediar palabra ese tipo agarró a su interlocutor con una sola mano y lo levantó por encima de su cabeza, luego le acercó hasta su rostro y le dijo sin cambiar el monocorde tono de su voz.

 

-Déjanos solos, estábamos hablando...hablábamos de algo importante.

 

            Y dicho eso soltó al guarda. Tanto Henry como Kathy se habían quedado pasmados.

 

-Ese tipo no es normal. ¿Cuánto pesará Henry, ciento cincuenta kilos? Y lo ha levantado como un trapo. - Pensó ella. -

 

El guardia, repuesto a su vez de la sorpresa, reaccionó y rápidamente le colocó unas esposas que llevaba en la parte trasera de su cinturón en tanto declaraba dirigiéndose a la atónita presentadora.

 

-Voy a llamar a la policía para que se hagan cargo de este loco.

 

            El tipo aquel se limitó a destrozar las esposas de acero separando los brazos sin que le costase el más mínimo esfuerzo. El perplejo vigilante, echándose para atrás, sacó su arma de fuego y le apuntó.

 

- ¡No se mueva, amigo!, se lo advierto, tengo una pistola. - Afirmó tratando de sonar seguro sin conseguirlo. -

 

            Pero ese individuo no parecía amedrentarse por eso. Miró al guardia y se aproximó hasta él.

 

- ¡No se acerque más o tendré que dispararle! - Insistió Henry con visible nerviosismo ahora. -

-Oiga, no empeore más las cosas. Haga lo que le dicen, por favor. - Añadió Kathy bastante asustada también. -

 

            Sin embargo, aquel tipo seguía avanzando y el vigilante amenazó con levantar el percutor, pero antes de poder hacerlo el misterioso hombre le arrebató la pistola de las manos sin que pudiera darse cuenta. Ahora tanto la reportera como el guarda le observaban con una mezcla de asombro y miedo. ¡A saber de lo que sería capaz! Kathy pensó incluso en transformarse en justiciera. No tenía elección, debía proteger a Henry y defenderse a sí misma. Pero no tuvo tiempo ni de invocar su poder. Solamente de ser testigo de lo que ese tipo hizo con el arma. Una vez la tuvo en su poder se apuntó a sí mismo y se disparó en el pecho a bocajarro, pero eso no le afectó en absoluto. El guarda retrocedió atónito y asustado. En tanto ese extraño individuo decía.

 

-Es ingenioso, con esto asustáis a la gente, sirve para hacer ruido. Pero es inofensivo.

           

            Henry no podía creerlo, fue la periodista quien le susurró.

 

- ¿Usas balas de fogueo?

-No, señorita. Es munición real. - Apenas sí musitó el estupefacto guarda, tratando de apartarse en tanto le comentaba a Katherine. - Este tío es muy raro, será mejor que nos marchemos de aquí. Señorita O ‘Brian.

 

            Ella también estaba con la boca abierta. Los únicos que eran capaces de algo similar eran Mazoui y Leval, y este hombre parecía superarlos. Ahora la reportera comenzaba a percibir una tremenda fuerza que provenía de él.

 

- ¿Quién eres? - le preguntó Kathy casi susurrando. -

-Me llamó Eron…- repuso aquel gigante sin añadir nada más. -

-Se…señorita, vámonos de aquí ahora que todavía no se ha puesto peligroso. - Le pidió Henry sujetándola de un brazo. -

-Vete tú sólo- repuso el coloso que, agarrando a su vez de las solapas al guarda, le lanzó contra el coche dejándole inconsciente. -

- ¿Por qué has hecho eso? - Le espetó Katherine enfadada y temerosa del estado del guarda. - Has podido matarle.

- ¿Matarle? Únicamente le he dicho que no moleste, no le he empujado tan fuerte, - repuso Eron extrañado y encogiéndose de hombros en tanto sentenciaba. - No pretendía dañarle. Los humanos son muy débiles.

- ¿Humanos? ¿De dónde eres tú sí puede saberse?,- inquirió ella atónita para confesar. - Nunca he visto a nadie que parezca tan fuerte, ni mi propio hermano, ni siquiera mi primo Leval.

 

            Al oír este nombre Eron se acercó a esa mujer preguntándole con mucho interés.

 

-Repite lo que has dicho.

- ¿El qué? - le preguntó ella mirándole confusa. -

- ¿Cómo se llama ese primo tuyo?,- insistió Eron zarandeándola de los hombros. -

- ¡Ya basta, me haces daño! - Protestó ella a la que los meneos de ese tipo casi tiran al suelo. - Mi primo Leval, él también es muy fuerte...

- ¿Dónde puedo encontrarlo? - le inquirió Eron de forma apremiante. -

-Se fue al espacio exterior, ahora vive en otro planeta bastante lejos de aquí. - Contestó su interlocutora sin poder ocultar su sorpresa. - ¿Pero por qué te interesa tanto?

-Tengo mis motivos- respondió secamente él. -

 

            Katherine se acercó al vigilante aprovechando que ese extraño individuo parecía haberse sumido en sus pensamientos. Por fortuna solamente estaba sin sentido y no parecía sufrir más daños. Después miró hacia aquel hombre viendo cómo se alejaba de allí, dispuesto a marcharse.

 

-Espera un momento- le llamó. - ¿A dónde vas?

-Le buscaré. - Repuso él de forma cortante. -

 

            La joven corrió tras él casi sin pensarlo y le cerró el paso. Eron la observó con extrañeza.

-No permitiré que hagas ningún daño a mis primos. - Afirmó tajantemente ella. -

-No deseo hacerles daño, - repuso él sin comprender para declarar a su vez. - Lo único que quiero es darle las gracias a su hijo...

- ¿Su hijo? - inquirió Katherine sorprendida. - Pero. ¿Te refieres al hijo de mi primo Leval?           

 

            Eron asintió, Kathy le miró confusa y después se sonrió, la sonrisa dio paso a una risa que no se molestó en ocultar.

 

- ¿Por qué te ríes? - le inquirió el gigante, sorprendido por aquella reacción. -

-Mi sobrino es un niño, sólo tendrá unos seis años, ¿qué es lo que tienes tú que agradecerle?

 

            Eron se quedó perplejo, quizás se hubiera equivocado. El muchacho que le curó era un chico mayor, por lo menos dieciséis años. Y ahora, después del tiempo, debía ser adulto. No podía tener seis años, a menos que...

 

- ¿Estás segura de eso? - Le preguntó a Katherine que asintió sin dudar. -

-Claro, ¿cómo no lo voy a estar? - Repuso ella sin dejar de reír informando a su interlocutor. - Hace poco que le he visto, el año pasado estuve en Bios.

- ¿Bios? - preguntó Eron. - ¿Qué es eso?

-El planeta donde viven mi primo Leval y mi amiga Amatista, que es su mujer. La madre de mi sobrino - Explicó Katherine cansinamente. -

- ¿Por dónde queda ese mundo? - Quiso saber su interlocutor. -

-No tengo ni la menor idea. Yo solamente sé que viajé en cohete - respondió Kathy- Pero no sé cómo ir allí. Dime una cosa, - añadió cambiando de tema al tiempo que picada por la curiosidad. - ¿Qué es lo que debes agradecerle a mi sobrino?

-Eso es cosa mía, - repuso Eron secamente, para agregar de un modo más amable. - Gracias por tu ayuda, ahora debo irme.

 

Eso de que la dejasen plantada de aquel modo la irritaba profundamente. Sobre todo, siendo periodista. Ahora que empezar a sentir interés por ese extraño individuo, de modo que Kathy reaccionó indignada.

 

-Oye, pero ¿qué te has creído? No voy a dejar que...

 

            Katherine iba a sujetarle de un brazo para exigirle una respuesta más clara, odiaba que la ignorasen cuando preguntaba alguna cosa, pero aquel tipo no le dio la oportunidad. Con rapidez se elevó en el aire y salió volando a una gran velocidad. Casi pareció evaporarse en la nada. Tras necesitar algunos segundos para recobrarse de la impresión, Kathy dedicó su atención al guarda que parecía despertarse, le ayudó a incorporarse.

 

- ¿Estás bien, Henry?,- le preguntó preocupada, pero sin poder dejar de pensar en aquel extraño individuo. -

-Sí, no se preocupe. - Repuso él levantándose trabajosamente. - ¿Dónde está ese tipo? ¿Le ha hecho algo?

-No, no te preocupes. - Le tranquilizó Kathy añadiendo con un impreciso. - Se marchó...bueno eso creo. La verdad, casi no pude ni verle irse, fue muy rápido. ¿De veras estás bien? ¿Llamo a una ambulancia?

-No, muchas gracias, señorita. - Sonrió Henry para tranquilizarla- vuelva a su casa, yo estoy bien ya. Por cosas peores he pasado.

 

            Kathy aguardó unos instantes para cerciorarse de eso. Como parecía que, en efecto, el guarda estaba ya plenamente recuperado le hizo caso y se marchó a su vehículo más tranquila. Por fin pudo conducir hasta su casa. Dejó el coche en el garaje y entró en su domicilio, quería relajarse como fuera, no contenta con la tensión del reportaje había tenido aquel incidente con ese tipo. Suspiró y trató de olvidarse de ello.

 

-Creo que imitaré a la prima Ky, a ella le funciona. - Se dijo en voz alta tratando de sonar jovial. -

 

De modo que se preparó un baño caliente con muchísimas burbujas y se sumergió en él poniendo la bañera en modalidad yacusi. Estuvo allí tratando de no pensar en nada, el goteo del agua y el sonido de las burbujas la sumieron en el sueño. Al despertar se percató de que se había quedado dormida casi dos horas.

 

-Voy a quedarme hecha una pasa. - Suspiró. - Ahora entiendo a Kerria, a veces Samantha se queja de que se queda dormida en el cuarto de baño.

 

Salió de la bañera, se secó y mucho más relajada se fue a dormir a su cama. Su subconsciente, postergado hasta entonces comenzó a trabajar, ¿o era algo más allá?...

 

- ¿Dónde estoy? - Preguntó entonces. -

 

            La joven estaba en una planicie llana, sin vegetación, deambulaba en pijama, pero no tenía frio, pese a que soplaba un viento helado. Andaba sin rumbo fijo, ni punto de referencia...

 

- ¿Qué hago en este sitio?...

 

            Eron por su parte se dispuso a dormir cerca de su cápsula. En una vasta llanura sin cobertura arbórea. De su nave sacó una espada que clavó cerca de él y se acomodó lo mejor que pudo, prescindiendo del frio o la incomodidad del suelo. Aquello no le importaba. Había superado situaciones peores y mayores incomodidades. Se rindió al sueño...

 

- ¡Eh tú, cobarde! - Le despertó una voz fuerte y agresiva. - Levanta del suelo.

 

            El guerrero abrió los ojos y miró a su alrededor, no vio a nadie, pero aquella voz resonaba, parecía que dentro de su propia cabeza.

 

- ¿Quién es? - preguntó en voz alta. -

- ¿Que quién soy? - repitió aquella voz cargada de desprecio, ordenándole. - Mírame bien y lo sabrás, estúpido.

 

            Eron se levantó y avanzó por la llanura. Entre la oscuridad de la noche algo brilló de pronto. Una luz dorada que casi hería la vista.

 

- ¡Es un súper guerrero! - Exclamó Eron. - No sabía que hubiera otro por aquí cerca, ni siquiera lo había sentido. ¿Cómo es posible?

 

            Mirando más detenidamente se percató de que su interlocutor era de su estatura, de largo pelo rubio dorado que se elevaba sobre su cabeza. Sus ojos verdes centelleantes, le miraban con expresión de odio y locura. Eron se puso en guardia al ver que ese individuo desenvainaba una enorme espada. ¡Su propia espada!

 

- ¡Me has traicionado! - Le grito aquel tipo con tono lleno de ira. - Y vas a pagar por ello...

- ¿Quién demonios eres? - le chilló Eron a su vez, - no te conozco...

-Pero yo a ti sí. - Replicó ese individuo atacándolo con mandobles de la espada que su víctima esquivó a duras penas. - Y vas a lamentar haberme abandonado…

 

            Furioso por ese ataque sin sentido se transformó en súper guerrero a su vez. El otro individuo era muy fuerte, tanto como él. Eron tenía que emplear toda su velocidad y destreza para esquivar sus ataques. Rodó hacia atrás y descubrió su espada clavada en el suelo, como la había dejado. Pero ¿cómo era posible si ese tipo la tenía? No pudo pensar más en ello, ni era el momento para eso, solo tuvo que sacarla y emplearla rápidamente para detener las acometidas de su rival.

 

- ¡Acabaré contigo! - Le gritaba éste con una furia desbocada. -

- ¡Estás completamente loco! - chilló Eron atacándole a su vez. -

 

            El ruido del entrechocar de las espadas resonaba en todo el lugar, devuelto por un eco interminable. La lucha estaba muy reñida y ninguno parecía destacarse, aunque, Eron, a diferencia de su enemigo, comenzaba a agotarse…

 

-Debo resistir. - Se decía. -

 

            Katherine seguía caminando por aquel lugar frio e inhóspito. Escuchó entonces ruidos de golpes metálicos. Se acercó hacia ellos y presenció algo sorprendente...

 

- Pero ¿qué es eso? - Exclamó la perpleja joven. -

 

            Con una potente música de fondo y una aguerrida canción dos enormes guerreros luchaban, atacándose con largas espadas que eran las que producían aquel sonido de entrechocar de aceros….

 

- ¿Quién eres, no sé quién eres? - Insistía Eron parando los golpes. -

-Yo sí sé tu nombre. - Se regocijó su rival atacando una vez más. -

 

Aquí estoy, soy el amo de tu destino 
Soy él, el único, soy el dios del reino que viene 
Dame el premio, simplemente dame el premio 
Dame a tus reyes, déjame aplastarlos en mis manos 

 

Kathy se quedó observando asombrada. La lucha era tan rápida que apenas si podía verlos. Tuvo que esperar un momento a que uno de ellos parase para recobrar la respiración.

 

- ¡Es él! - se dijo Kathy perpleja. - Y es un super saiyajin. ¿Pero contra quién demonios está peleando? Otro súper saiyajin, parece igual de poderoso.

 

Y aquella canción proseguía dejándola casi paralizada.

 

Tus débiles príncipes 
Tus tan llamados líderes de la Tierra 
Me los comeré enteros antes de saciarme 
La batalla está saldada y el juego está ganado, 
Yo soy el único...

 

            Se aproximó y pudo discernir más detalles. Era en efecto aquel tipo que la había abordado en el aparcamiento. Pero ¿quién era el otro? ...No pudo salir de su asombro al verlo, ¡también era ese tipo! Sin embargo, la expresión de su cara era diferente, miraba a su doble con un odio visceral y la locura parecía presidir sus actos.

 

- ¿Pero por qué me persigues? ...- le gritó el que parecía más agotado y racional. -

- ¡Tú quisiste matarme, tú y ese maldito mocoso! - Le respondió el otro del mismo modo. -

-No, fuiste tú el que se empeñó en autodestruirse, déjame en paz. -Le chilló Eron que ahora recobraba el aire trabajosamente. - ¡Desaparece!

 

            El otro le atacó con rabia, Eron paró el primer mandoble, pero no pudo evitar que su espada saliera despedida de sus manos. Su enemigo trataba de ensartarlo con la suya…

 

Yo soy el dios del reino que viene 
Dame el premio, solo dame el premio 
Apártate, he dicho que te apartes 
¡hey, hey, hey! despeja el camino 



-Maldita sea. - Exclamó su perplejo rival - no puede ser, deberíamos tener la misma fuerza.

- ¡Pero yo! - Aulló su doble, - la tengo multiplicada por el odio... ¡El odio y la venganza! ...Ahora mueeree…

 

            Eron se puso fuera del alcance de los furiosos rayos de energía que le lanzaba su oponente. La horrorizada Katherine quería ayudarle, pero sabía de sobra que esa no era una pelea en la que pudiera meterse. Muy pocas veces había presenciado algo así, ni siquiera cuando había visto entrenar a su hermano y a su primo....

 

-Qué puedo hacer ¡Le va a matar! – Se decía con una mezcla de miedo y asombro. -

 

            Entre tanto el doble de Eron le derribó en el suelo y tras una carcajada siniestra levantó su espada para rematarlo, en tanto exclamaba.

 

- ¡Ahora muere!

 

            Eron pudo esquivarlo y, haciéndose con su espada parar la acometida y entrechocar su acero con el de su enemigo. Pero este daba la impresión de ser más fuerte. Y lleno de regocijo sentenciaba.

 

-Tengo algo que decir, es mejor quemarse que extinguirse poco a poco.

 

Y lanzó un rayo de energía que envió a Eron al suelo una vez más. Este parecía no tener escapatoria. Kathy no pudo quedarse quieta, saltó de su escondite convertida en Justiciera, ¡aunque ella no había invocado su poder! Pero dejó de pensar en eso. No había tiempo que perder y tenía que hacer algo. Sin pensar lanzó su látigo contra el brazo de aquel individuo que iba a matar a su rival. Enroscándoselo y parando por unos instantes la descarga del golpe. Escuchando de fondo aquella música y esa canción que remachaba…

 

¡Solo puede quedar uno!

 

¡Apártate!

Dije apártate…

Hey, hey hey

Despeja el camino

 

Eso le dio tiempo a Eron a evitar el ataque y rodar poniéndose a salvo. El doble atacó pese a todo levantando a Kathy junto a su brazo y golpeando el suelo con la espada. La brecha que abrió era tan profunda que no se podía ver el final. Katherine cayó y se coló por la abertura, gritó precipitándose por el negro agujero, pero una mano la sujetó. Se vio elevada de nuevo y descubrió a ese hombre que la dejó a salvo en el suelo.

 

-Gracias por tu ayuda- le dijo él. - Ahora apártate, esta batalla debo enfrentarla yo solo.

-Sí, eso es- le espetó el otro tipo. - ¡Lucha maldito cobarde!...

 

No hay forma de escapar de mi autoridad - te lo advierto - 
Yo soy él número uno el único,

Yo soy el dios del reino que viene 
Dame el premio, solo dame el premio 

 

            Descargó el ataque de su espada que Eron evitó de un salto prodigioso. Katherine atacó a ese tipo con uno de sus rayos más fuertes, pero apenas si le tocó desvaneciéndose contra la brillante energía que le envolvía. Ahora un viento huracanado, provocado por el poder de ese individuo amenazaba con derribarla. Entonces el siniestro doble se acercó hasta ella sonriendo enfermizamente. Clavó en ella sus ojos y la aferró del cuello elevándola por encima de su cabeza.

 

-Tú también vas a morir- le siseó con una terrible carcajada que era devuelta por el eco del lugar en donde se encontraban -… ¡ja, ja, ja!...

 

Y sin miramientos elevó su espada a la altura de la cabeza de su presa, dispuesto a partirla por la mitad. Temblando de miedo, la chica cerró los ojos despidiéndose de todo, pero otra espada detuvo el mandoble mortal. Eron golpeó a su enemigo haciendo que soltara a su prisionera. Kathy cayó al suelo, pero su aliado la sujetó.

 

- ¡Vete, ahora! - le ordenó con brusquedad, Katherine obedeció alejándose de allí sin pérdida de tiempo. -

 

            Y en esta ocasión fue su salvador el que gritó…

 

Yo soy el único 
Yo soy el dios del reino que viene 
Dame el premio… 

            Su protector, furioso, acometió a su doble y comenzó a ganarle terreno, con potentes mandobles le hizo retroceder hasta derribarlo haciéndole perder su espada. Después lanzó contra él un poderosísimo rayo que le sepultó entre toneladas de rocas. Al grito de...

 

- ¡Sólo puede haber uno de nosotros, solo uno y no vas a ser tú!...

 

¡SÓLO PUEDE HABER UNO!

 

(Gimme The Prize. QUEEN. Crédito al autor)

 

            Eron cayó al suelo jadeando, dejó de brillar como un súper guerrero. Kathy corrió junto a él, para ayudarlo. El chico trató de levantarse y lo hizo, estaba junto a su espada que seguía clavada. Miró en derredor suyo, todo estaba en calma, no había rastro de lucha ni de aquella mujer. Había estado soñando de seguro, pero su cuerpo le dolía como si realmente le hubieran dado una paliza...

 

- ¿Qué ha ocurrido? Acaso ella, ella es…

 

            Katherine se levantó de la cama como un resorte, aun jadeaba por el esfuerzo de la carrera, erguida volvió a la calma poco a poco. Estaba a oscuras en su habitación, en pijama y sólo podía ver los números digitales del radio reloj despertador que marcaban las cuatro y cuarto. ¿Qué demonios había significado aquel sueño? Lo recordaba con claridad. Esa canción le era conocida y había sido sobre aquel hombre que la abordó en el aparcamiento. Tenía que verle de nuevo, no sabía el por qué, pero debía encontrarlo. ¿Dónde podría estar? Algo le dijo que en aquel lugar desierto. Un páramo de las afueras de la ciudad. Sin pararse a pensarlo dos veces se vistió deprisa y se metió en el coche. La noche estaba desapacible, se estaba preparando una tormenta y parecía que iba a ser muy fuerte. Las nubes copaban ya el cielo nocturno, visibles por el brillo de los relámpagos que cruzaban entre ellas. Kathy, pese a todo, aceleró para llegar lo más pronto posible.

 

-Debo de estar completamente loca…-Se decía en tanto conducía lo más deprisa que la prudencia la aconsejaba. - Pero tengo que comprobarlo…

 

            Eron se levantó mirando el cielo que comenzó a descargar un tremendo aguacero que le empapó en pocos minutos. Los rayos caían cerca de él, pues el páramo en el que descansaba estaba en un promontorio elevado. Comenzó a acumular poder y se elevó, sorteando los rayos que eran atraídos por su masa y la energía que desprendía. Los atacó con ráfagas que chocaron en el aire con los relámpagos produciendo enormes explosiones. Así durante media hora. Al cabo de ese tiempo, Katherine llegó al lugar. No sabía cómo lo había encontrado. Era como si guardase memoria de él debido al sueño que había tenido. El caso es que supo que estaba en el lugar correcto puesto que desde la lejanía pudo ver explosiones enormes. Supuso que aquel hombre estaba allí. Se detuvo a medio kilómetro y emprendió el ascenso por las rocas transformándose en justiciera y ayudándose de su látigo, en medio de un gran chaparrón. Llegó a la cima de aquella colina para quedarse anonadada, ese hombre brillaba en un poderoso tono dorado y recibía el impacto de numerosos rayos sobre su cuerpo. El ruido de las explosiones desafiaba el estruendo de los mismos truenos.

 

-Debe de estar soportando unas temperaturas de miles de grados y unas corrientes de millones de voltios de potencia, - se dijo la anonadada Kathy que no podía dejar de observar aquello sin apartar la vista. - ¡Es imposible!, nadie podría hacer eso. Creo que ni siquiera mi hermano o mi primo serían capaces de aguantar algo así.

 

            Eron miró entonces al suelo para descubrir a esa mujer que también había visto en su sueño. Ella le ayudó a luchar contra su maléfico doble. Pero ahora estaba en peligro si un rayo desviado caía cerca de su posición. Bajó protegiendo la zona con un escudo de energía. Justo a tiempo pues un rayo rebotado impactó a escasos metros de Kathy que salió disparada en el aire. El guerrero la sujetó justo a tiempo y asiéndola con una mano, entre una lluvia torrencial, apuntó con el otro brazo al cielo.

 

- ¡Aaaaahhh! - gritó lanzando un poderosísimo rayo de energía contra las nubes hasta diseminarlas de allí por completo en un radio de varios kilómetros....

 

            Descendiendo al suelo, dejó a Kathy en él con suavidad. Ella de rodillas, no daba crédito a lo que veía. ¡Ese hombre era un auténtico monstruo, con una fuerza incalculable! Había disipado esa tormenta como si nada. ¡Ojalá que estuviera de su lado! Aunque, si la había salvado, así lo supuso…

 

- ¿Qué haces aquí? - le inquirió él de forma brusca. -

 

            Katherine no supo que contestar, ¿iba a decirle que había soñado con él esa noche?, sería demasiado. Tampoco quería darle un pretexto para ligar de manera fácil, pero ese tipo no parecía demasiado interesado en ello.

 

-No sé cómo, pero algo me impulsó a venir- respondió confusa. -

-Yo te he visto en mis sueños- le confesó él. - Luchaba contra mí mismo y estabas allí para ayudarme. Eso debe significar algo.

 

            La muchacha se quedó perpleja, no pudo callárselo ya, asintió conviniendo con él.

 

-Yo también tuve ese sueño, luchabas contra alguien igual a ti, sí. Era tu doble, con una espada como. - Vio clavada en el suelo precisamente esa arma en la que rezaba una pequeña inscripción. - ¿Que puede significar esto? - Preguntó Kathy que se sentía realmente muy confusa. -

-No lo sé. Quizás sea cosa suya, - repuso Eron pensativamente para añadir. - Me previno que tendría que expiar mis culpas.

- ¿Cosa de quién? ¿Quién eres tú? - le preguntó ella. -

 

La joven, contemplando aquella enorme espada, trató de agarrarla por su empuñadura para desclavarla, aunque sin éxito. Estaba tan fuertemente incrustada que era incapaz de moverla ni un milímetro.

 

-Me llamo. - Y el interpelado se calló de improviso y pareció pensarse mejor su respuesta durante unos segundos. - Solo Eron, ya te lo dije.

-Yo soy Katherine O’ Brian…seguramente me conocerás por la televisión. - Afirmó ella segura de que así sería. –

 

Su contertulio sin embargo negó con la cabeza.

 

- ¿Debería conocerte? - preguntó extrañado. -

-No, claro que no- repuso Kathy totalmente descolocada, desde luego no era habitual que hubiera alguien que no la conociera, pero si ese tipo venía del espacio. - ¿Eres un guerrero del pueblo de los saiyajin? - le preguntó ella teniendo de pronto esa idea por asociación. -

-Sí, lo soy…- admitió Eron. -

-Debes ser de familia muy importante, por lo poco que sé, con la fuerza que tienes, al menos podrías serlo. - Repuso ella. - ¿Pero cómo demonios has metido esto así? ...-Agregó. -

 

Y es que la muchacha trataba de sacar nuevamente esa arma, aunque seguía sin poder moverla ni un milímetro.

 

-Digamos que no tengo familia, no hasta que pueda volver a ser merecedor de ella. - Repuso su interlocutor que tomó la espada con una sola mano sacándola sin dificultad. -

-Pero ¿entonces si la tienes? - Insistió ella en tanto observaba al saiyajin envainar aquella enorme arma tras una funda que pendía a su espalda. -

-No quiero hablar más de ese tema, si no te importa. - La cortó Eron que no se andaba con demasiadas diplomacias. -

 

            Katherine sabía por experiencia cuando se debía insistir con preguntas y cuando convenía parar, y esta era una situación que claramente reclamaba lo segundo. Decidió cambiar de tema. Al menos el intenso aguacero ya no les castigaba tras lo que ese tipo hizo, pero ambos estaban empapados.

 

-No es muy saludable quedarse aquí, entre la tormenta, ven a dormir a mi casa- le ofreció ella. -

-Aquí no estoy mal, no te molestes- le contestó él. -

-No es molestia, - negó la joven queriendo saber no sin curiosidad. -Me gustaría ayudarte y que me contases algo de tu viaje. ¿Habrás tenido aventuras? supongo.

-Sí, de eso no me puedo quejar- admitió el saiyajin. -

 

Y al decir eso sonrió, era la primera vez que Kathy le veía hacerlo. Le volvía bastante más atractivo.

 

-Entonces ven, por favor. - Le pidió su contertulia con otra sonrisa agregando no sin cierto sentido irónico del humor. - Te prometo que seré buena…

 

            Eron asintió, aunque sin comprender a que podía referirse con eso. Ella le invitó a entrar en su coche, pese a que él prefería ir volando Kathy le convenció de que eso no sería una buena idea. El guerrero aceptó. Tampoco deseaba llamar mucho la atención. Se acomodó atrás pues la parte delantera le venía demasiado pequeña, incluso con el asiento al tope de su retroceso. Una vez llegaron a casa de la joven, ella le invitó a pasar. Él se golpeó la frente con el quicio de la puerta.

 

- ¿Te has hecho daño? - Le preguntó Katherine con una sonrisa- lo siento, se me olvidó advertirte, eres tan alto.

-No me ha pasado nada, gracias- respondió el aludido. -

 

Aunque no se podía decir lo mismo de la puerta que presentaba una buena abolladura en la madera. Kathy suspiró, tendría que llamar para que lo arreglasen. Bueno, eso no importaba mucho ahora.

 

- ¿Quieres ducharte? - le propuso la muchacha, esta vez desde luego que sin ningún tipo de doble intención. - Estarás sudoroso de tanto pelear.

-No me vendría mal, gracias…- reconoció Eron. -

-El baño está aquí- le indicó ella abriéndole una puerta objetando eso sí - Pero no tengo ropa de tu talla.

-No importa, lavaré la mía – contestó él y desde luego en eso fue bastante literal dado que se metió en la ducha vestido. -

-Pero...

 

Kathy dejó de hablar pues el guerrero ya había puesto el agua, y tal como ocurriera antes, la ducha estaba muy baja para su cabeza, por suerte ésta era extraíble y Eron la pudo manejar a sus anchas. La joven salió del baño para ducharse a su vez en el otro que tenía pegado a su dormitorio...

 

-Vaya un tipo tan raro. - No podía dejar de pensar. - Aunque no parece malo, pero casi me destroza la puerta…

 

            Meditando sobre eso ella terminó con rapidez y volvió con un albornoz alrededor del cuerpo a ver si su invitado estaba listo. Recordó que no le había traído toalla. Enseguida fue a buscar una grande, pero al llegar junto a la puerta que estaba entreabierta comprobó que a Eron no le hacía falta, salió de la ducha con su cuerpo completamente desnudo.

 

-Te, te traía la toalla. - Musitó Kathy clavando los ojos en él, y recorriendo completamente la anatomía de ese tipo en un acto reflejo. -

 

            Desde luego ni una estatua Miguelangelesca se le podía comparar. Su cuerpo estaba musculado por completo, parecía casi un culturista, pero más estilizado. Sus bíceps, pecho y trapecios eran lo más grande que Kathy había visto en su vida. Pero lo de abajo aun le pareció mayor. Cuando ella era pequeña alguna vez vio a su hermano desnudo. Incluso siendo adolescente siempre creyó que Mazoui sería el hombre con el atributo más grande hasta que conoció a Philip, pero ahora…Eron superaba todas las previsiones. Eso era sin ningún lugar a dudas lo más grande y largo que había visto en su vida. Y eso que no estaba estimulado. No debía haber mujer en el mundo que pudiera permitirse encajar semejante...

 

- ¿Te ocurre algo? - le preguntó Eron que estaba desprovisto de ningún tipo de vergüenza. - ¿Acaso te he mojado el suelo? lo siento.

-No, digo, bueno quizás algo, te traía una toalla. - Sonrió Kathy como una estúpida. -

 

Al ver así a ese elemento a la muchacha le parecía haber retornado a sus días como adolescente entre pícara y vergonzosa, cuando se contaba cosas con Amatista y sus primas relativas a los chicos.

 

-No la necesito gracias, me basta con mi energía. - Respondió despreocupadamente él. -

 

Y a modo de demostración, emitió un aura que le secó en breves momentos. No obstante, al emitirla, todo su cuerpo aumentó ligeramente su volumen, y eso significaba todo. En especial la parte más comprometida de él que incluso comenzó a levantarse.

 

-Mejor tápate, ¿vale? - Le pidió ella dándose la vuelta entre tartamudeos sin saber qué hacer. -

 

Era curioso, ya no recordaba esa sensación desde que iba al instituto. Kathy desde luego le habría propuesto relaciones inmediatas a un tipo con semejante poderío, pero, en este caso, hasta era excesivo, se imaginaba haciendo el amor con él y le daba miedo. Ese tío la reventaría si...

 

-No es por aprovecharme de ti – dijo entonces él lo que produjo un vuelco en el corazón de su anfitriona. Quizás ese tipo esperaba llevar a la práctica los temores de ella. - Pero tengo mucha hambre- añadió lo que la hizo suspirar aliviada. -

-Sí, claro, te prepararé algo...qué… ¿qué te gustaría? - Le preguntó casi balbuceando. -

-Lo que tengas, me da igual - respondió descuidadamente en tanto se ponía su ropa que había secado también con su energía. -

 

            Katherine suspiró aliviada, por fin pudo volverse. Ahora, con el pelo liso cayéndole sobre los hombros y vestido con la ropa limpia parecía otra cosa. Desde luego era atractivo y tenía cierto vago parecido con Leval. Quizás Kathy había asociado que ambos eran súper guerreros. De todas maneras, éste era, sin lugar a duda, muchísimo más fuerte, como si se tratase de una variante salvaje de su primo. Mucho mayor y más poderoso y sin domesticar por la civilización...pensaba en eso en tanto freía unas croquetas y preparaba una sopa, ambas de sobre y se reía. ¡El hombre salvaje del espacio!, menudo titular para un reportaje, y luego, a modo de demostración un poster a tamaño natural que exhibiera aquel descomunal..., casi le da por troncharse de risa, pero se dominó. Su invitado mientras se sentaba en un sofá del cuarto de estar. Kathy le sirvió unos entremeses en tanto preparaba lo demás.

 

-Gracias- Sonrió Eron abriendo los ojos en cuanto ella le trajo la bandeja - me muero de hambre.

 

            Sin más ceremonias fue comiéndoselos uno a uno hasta dejar la bandeja desierta. Kathy se quedó sorprendida, volvió con la sopa que Eron se ventiló en sólo unos momentos.

 

-Ahora te traigo lo demás - le dijo entre atónita e incrédula. -

 

            Las croquetas siguieron el mismo camino, luego una ensalada, unos espaguetis y un pollo asado. Katherine no sabía ya que poner, su nevera estaba en las últimas. Decidió cocer unos huevos que él se comió como si de caramelos se tratasen...

 

- ¡Qué bueno está todo, cocinas muy bien! - Halagó él. -

-Pues hijo, si llamas cocinar a cocer huevos, calentar croquetas y sopa de sobre en el microondas…- pensó entre atónita y divertida. - Gracias- repuso esta vez en voz alta y con una amplia sonrisa. - ¿Quieres algo más? - preguntó ella con fingida cortesía esperando por supuesto una negativa. Nadie podría comerse nada más. -

-Si tienes algo más no me vendría mal, gracias- repuso él. -

 

            Kathy abrió unos ojos como platos. Tardó en responder.

 

-Voy a buscar algo…enseguida vuelvo...Espérate aquí ¿eh?

 

            Miró uno tras otro en todos los cajones de la despensa, pero sólo le quedaban patatas fritas y cacahuetes. Desde luego no pasaba demasiado tiempo en casa para estar bien aprovisionada. Pese a todo se lo llevó a Eron que se los comió casi sin darse cuenta...

 

-Y yo que creía que mi hermano y mi primo comían a lo bestia- suspiró ella. - Ni entre los dos juntos tragan la mitad que éste.

- ¿Tú no comes? - le inquirió él masticando un montón de patatas fritas que sonaban como un derrumbe de guijarros entre sus muelas. -

-No gracias, estoy a dieta- repuso sonriendo entre dientes en tanto pensaba. - Sí, como no me coma las servilletas, ¡te lo has engullido todo!

 

            Por fin, Eron pareció darse por satisfecho. Eso sí, dejándole a su anfitriona dos cacahuetes de cortesía.

 

-Bueno, después de comer me vendría bien dormir un poco- comentó él levantándose y estirando los brazos que casi rozaban el techo. -

-Puedes dormir en el sofá- le ofreció Kathy. - Te traeré una manta.

-No te molestes, prefiero el suelo, es más cómodo, en ese sofá tan pequeño no quepo.

-Es verdad, - reconoció la muchacha dedicando una mirada al mismo, se alejó, y tras rebuscar en un armario trajo una manta que entregó al guerrero- ...bueno toma.

 

            Antes de tumbarse el saiyajin agarró su espada dispuesto a clavarla.

 

- ¿Qué haces?,- le chilló ella alarmada por semejante intención. -

- ¡Ah! perdona, es cierto...la costumbre. La dejaré aquí sobre esta mesa. -  Se disculpó. -

 

Eron dejó su espada sobre una mesa de madera que Katherine tenía en la habitación, el pomo sobresalía ligeramente, pues ese espadón medía más que la pequeña mesita.

 

-Que duermas bien - Le deseó él que se tumbó sin dedicarla mayor atención. -

-Buenas noches- respondió Kathy que se volvió a su habitación sintiéndose muy desconcertada e incluso algo picada en su autoestima. - Lo mismo te deseo…

 

            Se acostó y empezó a pensar, no podía conciliar el sueño. ¿Y si ese individuo esperaba a que se durmiera para tratar de forzarla? No...Decididamente no...Si hubiera querido habría abusado de ella sin ninguna dificultad. No era uno de esos. ¿Sería homosexual? También podría ser, ¡vaya una lata! Bueno, casi mejor, sino...Kathy pensaba en eso y también en los motivos que tendría Eron, creyó recordar que así se llamaba, para buscar a su sobrino. ¿Qué tendría que agradecerle? ¿Quién era ese gigante? Todas esas preguntas se agolpaban en su cabeza, demasiadas preguntas para dejarlas sin respuesta. Sobre todo, tratándose de ella, una periodista que nunca dejaba ningún cabo suelto por atar. Sin embargo, estaba demasiado cansada como para tratar de responderlas. Al menos esa noche. Dejó pasar dos horas y tras dormir de forma algo agitada se levantó, a la tímida luz de la noche se acercó hasta él que dormía profundamente. Kathy le escuchó murmurar en sueños. Parecía asaltado por una pesadilla.

 

-Madre…perdóname. Hermano…hermana, ¿por qué? ¿Qué me está pasando?

 

            Kathy trataba de escuchar detenidamente pero únicamente entendía esas palabras. Se juntó con él tratando de conseguir alguna información. Entonces el guerrero la sujetó de un brazo con una de sus enormes manos. La espantada chica no podía soltarse. Pese a tirar con todas sus fuerzas.

 

-Suelta- musitaba nerviosa. - Me vas a romper el brazo.

 

            Pero el agarre de Eron se hizo más suave, era una caricia a la vez que murmuraba.

 

-Aiona. Yo te quiero…perdóname.

 

            Katherine se quedó pensativa y perpleja, así que el tipo tenía novia, o quizás sería novio, con esos nombres tan raros que tenían los guerreros del espacio nunca se sabía. Eron volvió a hablar.

 

-Mensajero, si me necesitas, acudiré.

- ¿Mensajero? ¿De qué estás hablando ahora? - musitó Kathy para sí. -

 

            Aprovechando que el agarre había disminuido en fuerza pudo soltarse. Respirando aliviada decidió volver a la cama. Se acostó tratando de darle sentido a aquellas palabras, pero era inútil. Al fin le rindió el sueño.

 

- ¡Que tipo tan raro! - Murmuraba en tanto cerraba los ojos. -

 

            A la mañana siguiente, en cuanto Katherine se despertó pegó un salto y un chillido, nada más abrir los ojos se encontró con Eron que la observaba de cerca. Ella se tapó con la sábana pues dormía ligera de ropa. Aun respirando agitada escuchó las disculpas de él.

 

-Lo siento, no quería asustarte, venía a despertarte, el sol ya está muy alto en el horizonte.

- ¿Qué hora es? - repuso Kathy recobrando la respiración - bonita forma de comenzar el día. - Pensó. -

-Debe ser mediodía- calculó Eron. -

- ¿No sabes mirar la hora? - Le inquirió Kathy de mal talante. - Eso no puede ser, serán sólo las…

 

Y en tanto añadía lo demás. Ella misma consultó su despertador comprobando que eran más de las doce.

 

- ¡Oh, Dios Mío!, es tardísimo, menos mal que es domingo y no tengo nada que hacer.

-Te he buscado algo para comer, pero no tienes nada…- le comentó Eron. -

- ¿Es que no sabes pensar más que en comer? - Le reprobó ella que también sentía su estómago vacío reclamarle algo con lo que ocuparlo. - Te diré lo que haremos, en cuanto me levante y me adecente un poco iremos a comprar algo de comida y luego venimos y preparo algo.

-Me parece bien - asintió él queriendo saber - ¿Tardarás mucho?

-Eso no se le pregunta a una señorita- rezongó Kathy tratando de organizar su enredado pelo, - desde luego los guerreros del Espacio sois todos unos brutos. Por lo menos los que conozco, o si no, es que no entendéis en absoluto a las mujeres.

- ¿Entender? ¿El qué? - le preguntó Eron observándola desconcertado. -

-No se nos puede meter prisa cuando tenemos que arreglarnos. Anda, espérame fuera, me tengo que duchar y vestir...

 

            Eron se encogió de hombros, no era esa la norma entre las mujeres de su pueblo. Seguramente las humanas eran distintas, de modo que asintió y salió de la habitación y de la casa. Katherine le pudo ver montando guardia en el jardín. Desde luego es mucho mejor que un perro, aunque comía bastante más. Se sonrió de esa ocurrencia. Era irónico y hasta gracioso, si la gente de la prensa amarilla supiera que había pasado la noche con un tipo así, y que no se habían tocado... ¡le tumbarían la reputación! Eso la hizo reír. Con lo que ese tipo de prensa disfrutaba buscándola amantes nuevos cada dos por tres y los paparazis que siempre la apuntaban con sus molestas cámaras en cuanto la veían con algún hombre desconocido o con el que nunca hubiera coincidido hasta aquel momento.

 

-Nadie lo creería, es que ni yo misma me lo creo. Haber pasado la noche con un tiarrón como ese sin haber hecho otra cosa que dormir.

 

            Suspiró, quizás había sido injusta con él. Por lo poco que su hermano le había contado de ellos, y lo que Kathy misma pudo averiguar, los saiyajin no tenían las mismas costumbres que los humanos.

 

-Tengo muy mal despertar, lo siento por él. Necesito un café. Pero ni de eso me queda. - Se dijo. -

 

            Metiéndose en la ducha, dándose una reparadora sesión de agua caliente. Se secó, vistió y después de maquillarse ligeramente salió a la calle. Eron seguía allí sin mover un músculo.

 

- ¡Te lo has tomado a pecho! - rio ella que ya estaba de mejor humor - venga, tenemos que irnos…

 

            Él la miró de soslayo, pero con gesto serio para comentar.

 

-He sentido una presencia. Lejos de aquí, pero de mucho poder. Tanta fuerza sólo puede tenerla el Mensajero.

-Te escuché hablar en sueños ayer- confesó Kathy que al notar la mirada de contrariedad de Eron añadió. - Es que hablabas muy alto…y bueno, dijiste esa palabra, ¿quién es el Mensajero?

-Es una historia muy larga, - le dijo su interlocutor que no parecía demasiado inclinado a hablar más sobre el tema. -

-Puedes contármela mientras compramos. Vamos, me gustaría ayudarte, pero para eso tienes que contármelo todo.

- ¿Cómo podrías hacerlo? - le preguntó él con gesto incrédulo. -

-Por ejemplo, cuando vaya a verle a Bios, podría decirle que le buscas, - respondió ella con un tono desapasionado. -

- ¿Irás pronto? - le inquirió el saiyajin ahora con un tinte de clara impaciencia. -

-No lo sé, puede que sí o no. Pero, si me cuentas lo que ocurre se lo diré en cuanto lo vea. Confía en mí. Asthel es mi sobrino segundo. - Le respondió ella de modo suspicaz, supuso que ese guerrero no podría referirse a otro que no fuera su sobrino, agregando. – Además, soy periodista de investigación y muy buena, por cierto. Hasta podría averiguar cosas que te fueran útiles.

-Muy bien, confío en tu palabra - aceptó Eron confirmando sus sospechas. -

 

            Kathy le pidió que subiera al coche. El saiyajin lo hizo y ella condujo hasta un supermercado que estaba abierto en domingo. Una vez allí la chica se hizo con un carrito y le encomendó a Eron la misión de llevarlo. Ella lo iba llenado a cada paso con diferentes artículos.

 

-De modo que aquí dan comida y solo tienes que llenar este carro. Interesantes costumbres. - Declaró él. -

-Sí, bueno, y luego queda el pequeño detalle de pagarlo todo. - Se sonrió la muchacha francamente divertida ante las cosas que decía su interlocutor para sentenciar. - Esa sí que es una costumbre muy apreciada por aquí…

 

Continuaron haciendo la compra y entre tanto Katherine le recordó a su acompañante que le contase su historia. El rostro de éste pareció tensarse, como si librase una lucha interna. Finalmente se decidió a hablar.

 

-Todo empezó hace muchos años- explicó él. - Yo estaba enfermo, no sabía lo que hacía, o si lo sabía no podía controlar mis actos. Únicamente deseaba destruirlo todo, dominarlo todo y acabar con el que se me opusiera. Hice mucho daño a mis padres, a mis compañeros, a mis hermanos. Pero un día llegó él.

- ¿Te gustan las hamburguesas? - Preguntó Kathy mirándole inquisitiva y sosteniendo un paquete de panes especiales para tal efecto. - Perdona, te he cortado - añadió echando el paquete dentro del carro. - Sigue por favor.

 

            El interpelado asintió. No parecía molesto por aquello, y sí bastante avergonzado. Lo externalizaba cuando prosiguió.

 

-Él me mostró todo el mal que había hecho, puso delante de mí la esencia de mi locura. La separó de mi cuerpo y pese a que le ataqué con todas mis fuerzas, no logré ni tan siquiera rozarle. 

- ¿Cómo? - exclamó Kathy atrayendo la atención de medio supermercado. - Quiero decir- añadió susurrando en voz baja al percatarse de las miradas de otras personas. - Con toda la fuerza que tienes.

-La fuerza del Mensajero va mucho más allá de medidas terrenales. - Respondió Eron con una voz muy respetuosa, casi reverencial. - Yo no soy nada comparado con él.

-Y ese es mi sobrino, - resopló ella sin creérselo demasiado y tratando de banalizarlo. - ¡Pues vaya con el niño!

-Prometí solemnemente recorrer el universo para expiar mis culpas y volver cuando me necesitara. - Añadió él. - También quiero volver a verle para que me diga si ya he cumplido con mi penitencia.

-Vaya una historia, es impresionante. - Afirmó Kathy llegando a la caja, luego adoptó un tono más cotidiano para añadir recordándole al saiyajin. - Vete sacando las cosas del carro, hay que pagarlas.

-Tengo unas monedas de oro de mi mundo y de otros planetas de la galaxia. - Le ofreció Eron. - ¿Bastarán?

- ¡Quita, quita! - Le sonrió jovialmente su contertulia exhibiendo su cartera. - Para eso se han inventado las tarjetas de crédito.

 

            Katherine sacó una de sus tarjetas y se la dio a la cajera mientras esta pasaba los artículos por el láser que desclasificaba su código y precio. Hecho esto, estaba pidiéndole unas bolsas cuando se escuchó un grito.

 

- ¡No se mueva nadie, denme todo el dinero!

 

            Hubo más gritos de pánico que dos disparos a una estantería se encargaron de acallar. Un tipo cubierto con una media amenazaba a los aterrados clientes del local. Le cubría otro individuo con una careta del pato Donald. Ambos iban armados con potentes escopetas recortadas. El de la media se acercó a la cajera que atendía a Kathy.

 

- ¡Vamos, el dinero!, no tenemos todo el día, ¡tú! – Le espetó a la joven reportera. - Dame todo lo que lleves.

-Mira, creo que esa es Katherine O’ Brian, la presentadora. - Le informó el de la careta del pato con asombro. -

- ¿Y a mí qué? - rezongó el otro sin darle ninguna importancia. - Yo no veo la televisión. Vamos, ¡el dinero! - espetó con malos modos. -

-Es que no llevo nada más que mis tarjetas, - contestó ella sin perder la calma. -

-Pues tus joyas, lo que lleves. Vamos nena, no me hagas enfadar. Y tú, gigantón - dijo apuntando a Eron que le miraba sin hacerle demasiado caso cuando ese tipo le exigió. - ¡Venga!, vacíate los bolsillos o te lleno todo de plomo.

- ¡Que original! - Se burló Katherine con manifiesta sorna. -

- ¿Te vas a reír de mí? - Le gritó el atracador apuntándola con su arma. - Me importa un bledo quien seas, vuelve a burlarte y te dejo seca.

-Por favor, señorita. - Le pidió la asustada cajera - no diga nada y deles lo que piden.

-Sí, eso. Es un buen consejo, síguelo y no habrá problemas. - Convino el atracador calmándose y apartando la escopeta de la periodista. -

-Esto me viene de familia- suspiró Kathy aparentemente resignada- a mi madre y a mi hermano también les atracaron en un supermercado.

-Me vas a hacer llorar- se burló el de la careta del pato. Urgiéndola. - ¡Venga! ...date prisa y los demás también. - Apuntó a dos señoras mayores que temblaban de miedo. - ¡Rápido!

- ¿Quieres que aniquile a estos tipos?,- preguntó Eron con desapasionamiento. - No tienen fuerza de combate, son incluso más débiles que tú.

-Eres muy amable. - Le susurró Katherine de forma irónica - pero con que les desarmes y les captures sin destrozarlos me conformo. Y muchas gracias por el cumplido. No soy una súper guerrera pero no creo que mi fuerza esté tan mal.

-Como quieras- repuso Eron andando sin prisas hacia el de la careta de Donald. - No matar, vale…

- ¿A dónde crees que vas tío listo? - Le espetó el atracador viéndole acercarse. - Quieto ahí o te frío.

- ¡Cállate payaso! - le respondió el saiyajin que la arrebató la escopeta con tal velocidad que a ese tipo no le dio tiempo ni a apretar el gatillo y eso que tenía el dedo pegado a él. -

-Co, ¿Como lo ha hecho? - balbuceó pasmado éste. -

 

            Sin embargo, el otro atracador se giró hacia Eron y le apuntó disparándole a pocos metros.

 

- ¡Muere maldito estúpido! - Aulló en tanto Kathy y los demás se tiraban al suelo entre un considerable caos y griterío. -

 

            Varios disparos después la gente se atrevió a mirar. Esperaban ver a ese gigante tendido entre un charco de sangre, pero él seguía ahí, en pie y mirando a su atacante sin translucir ninguna emoción.

 

- ¿Es que no sabéis hacer otra cosa más que estruendo? - Preguntó con sorna a su atónito atacante. - Mira, esto ya lo he hecho antes, para que veas que a mí no me molesta este ruido.

 

Y si más se apuntó con la escopeta disparándose varias veces, las balas rebotadas contra su pecho rompieron los escaparates.

 

-Es…este tío no es normal, - balbuceó el de la media paralizado por el miedo y el asombro. - ¿De dónde leches ha salido?...

- ¡Vámonos de aquí! - gritó el otro saliendo a todo correr siendo inmediatamente imitado por su compañero. -

 

            Eron sonrió y de un salto se plantó delante de ellos, sin mediar más palabras les chocó las cabezas y los amarró con una señal de tráfico que arrancó del suelo.

 

-Ya está- declaró en tanto el asombrado público se levantaba. - ¿Podemos ir a desayunar?

- ¡Claro! - rio Kathy afirmando divertida. - Te lo has ganado.

 

            Salieron del supermercado entre los aplausos y los murmullos de admiración de la gente. La policía no tardaría en llegar alertada por la alarma del local y desde luego los atracadores no estaban en condiciones de escaparse. Es más, para sacarlos de allí tuvieron que llamar a los bomberos. Katherine y Eron, ajenos a eso, volvieron a casa de ella.

 

-Hemos traído mucha comida. - Sonrió la muchacha indicándole a su acompañante que bajase. - Tienes que ayudarme con las bolsas. 

 

            Ella dejó el coche en el garaje y sacó las bolsas dándoselas una tras otra a Eron, luego se ocupó de su parte. Antes de que comenzasen a andar hacia la casa, el saiyajin dejó las suyas en el suelo.

 

- ¿Qué haces? - le preguntó Kathy sorprendida. - Con lo que me había costado que pudieras agarrar todas las bolsas.

-Deja las tuyas. -Le pidió el guerrero para comentar. - Hay una forma más fácil. Hazlo - le insistió a su interlocutora en cuanto la vio poner cara de incredulidad. -

 

            Katherine obedeció, dejó las bolsas en el suelo ante su casa y con cara de asombro las vio elevarse. Las de Eron también flotaban en el aire. Él las señalaba con un dedo y las dirigía hacia dentro de la casa.

 

-Así es más fácil- sonrió él. - ¿Lo ves?

-Sí, es verdad- reconoció Kathy devolviéndole la sonrisa. - Pero claro, será fácil para ti. - Pensó moviendo la cabeza. -

 

            Entraron al fin y Eron dejó descender las bolsas con suavidad sobre la mesa de la cocina.

 

-Bueno, ¿qué quieres que te prepare? - le inquirió ella.  -

-No sé, cualquier cosa. ¿Qué es esto? - preguntó él sacando un paquete de compresas. ¿Se come?

- ¡Esto es mío! - respondió un colorada Kathy arrebatándoselo con rapidez. - Si se come - pensó casi con sorna, aunque había cada maniaco por ahí, que vete tú a saber. - Mira, esto es para esos días del mes. - Repuso ella tratando de explicárselo a su interlocutor. -

- No entiendo. ¿Qué días? ¿Qué mes? - Insistió él encogiéndose de hombros. - ¿Se trata de alguna celebración?

 

Katherine suspiró atónita, no podía creerlo. Entonces fue ella la que le preguntó.

 

- ¿Es que las mujeres de tu mundo no tienen estas cosas?

-No sé a qué cosas te refieres. - Replicó el saiyajin mirándola sin comprender. -

 

            Kathy decidió dejarlo estar. Moviendo la cabeza pudo decir, eligiendo las palabras.

 

- Anda, olvídalo. Espérame fuera un momento y te haré un desayuno…suficiente…

           

            Eron asintió y salió al jardín. Hacía un día soleado y la vista era hermosa. A lo lejos más y más casitas unifamiliares. La gente discurría pacíficamente paseando en parejas o llevando de la mano a niños pequeños.

 

- ¡Que vida tan tranquila! - Pensó ahora con una expresión consternada. - ¡Como envidio una paz así!... ¡Ojalá algún día pudiera disfrutarla!...

 

            Meditaba que él podría haber vivido de esa manera, pudo haber sido el rey de los saiyajin, pero hizo demasiadas maldades. Estaba enfermo, pero eso no era excusa. Ahora no podía dejar de pensar en cuánto había destruido. Hogares, seres vivos, familias. Todavía acudían a su mente los gritos de terror y de agonía de aquellos pobres desgraciados que tuvieron la mala fortuna de cruzarse en su camino de destrucción. De permanecer ahora en ese estado hubiera destrozado de un plumazo aquella idílica visión. No le habrían importado ni mujeres ni niños. Dejó de mirar entristecido por aquellos desagradables recuerdos y entró en la casa por la terraza del salón. Quiso apartar todos aquellos terribles pensamientos de su mente y dedicó su atención a unas fotografías que debían de tener muchos años. Una mujer muy parecida a Kathy sostenía a una niña de graciosa sonrisita, pelo cobrizo y unos enormes ojos azules. Junto a ellas un muchacho de pelo castaño y ojos color miel. Un hombre de cabellos castaño-rojizos y con gafas se situaba detrás de ellos. Próxima a esa foto otra de Kathy vestida con una toga negra y un birrete del mismo color. La mujer de antes estaba junto a ella. Según recorría con la vista el resto de las fotos vio que en todas salía su anfitriona, en algunas con otras chicas. Todas vestidas de un estilo parecido y otras de la muchacha en diferentes planos. Deberían ser miembros de su familia, dedujo.

 

-Eron, ya está el desayuno. - Le avisó ella desde la cocina. -

 

            Él estaba observando una de las fotografías de Kathy recogiendo una estatuilla. Ella entre tanto salió a buscarlo al salón.

 

- ¿Dónde estás? - le inquirió la joven impaciente por comer también. - He dicho que ya está el desayuno.

-Miraba estas imágenes- respondió el interpelado tomando una de ellas. - Eres tú.

-Sí, - repuso ella orgullosamente señalando la primera foto que había visto Eron y confirmando sus deducciones. - Aquí estoy con mi madre, mi padre y mi hermano. Esa - señaló aquella en la que posaba con otras chicas- es la que me hice con mis primas en nuestro último concierto juntas. ¡Ah! - suspiró tomando la foto entre sus brazos. - ¡Qué tiempos aquellos!, era todo tan bonito. Éramos unas jovencitas.

-No eres tan mayor- intervino Eron - ¿Cuántos años tienes?

-Eso no se le pregunta a una señorita- contestó Kathy algo molesta. -

- ¿Por qué? - quiso saber él extrañado por esa reacción. - ¿Qué tiene de malo decir la edad?

-Tengo treinta años - repuso Kathy a desgana, pero por una vez sin mentir sobre eso. -

 

Aunque si lo pensaba con calma tenía que darle la razón. Realmente, ¿qué había de malo en ello?

 

-Y yo también - convino él. - Somos apenas unos niños.

-Sí, es cierto- concedió ella con una débil sonrisa para alegar. - Pero a mí me ocurre que he vivido tantas cosas que me siento más vieja.

-Lo entiendo muy bien. - Asintió Eron dejando la foto en su lugar. - He visitado regiones muy remotas del cosmos. Y también he visto muchas cosas. Algunas hermosas, otras horribles.

-Podrías contarme algo de eso mientras desayunamos. - Le propuso ella en realidad deseosa de tomar algo lo antes posible. -

-Es verdad, y ya tengo mucha hambre- recordó Eron. - ¡Vamos!

 

Y tras esa entusiastica indicación voló a la cocina dejando a anfitriona con la palabra en la boca, aunque esta vez, lejos de enfadarse por eso, se rio.

 

-Es como un niño grande. Realmente grande. - Se dijo divertida. -

 

            Y así era efectivamente, el saiyajin dio buena cuenta de los cereales las numerosas tostadas y los huevos con beicon que había hecho Katherine.

 

- ¡Estaba muy bueno! - declaró él. - Me recuerda a las comidas que hacía mi madre. A pesar de su rango le gustaba cocinar para nosotros de vez en cuando.

-Gracias - sonrió Kathy que no recordaba a ningún hombre tan conformista con los menús como éste. Y casi por deformación profesional preguntó a su huésped. – Dices que tu madre tenía un elevado rango. ¿Te refieres en el planeta de los guerreros del espacio?

-Sí - dijo él, aunque de modo más seco ahora. -

 

            La muchacha se percató enseguida de aquello, parecía que cuando mencionó el detalle de la posición de su madre el saiyajin había bajado la guardia. Ahora debió de darse cuenta y no deseaba continuar hablando de ese tema. Ella no quería que se tensara el ambiente y decidió contarle algo de sí misma.

 

-Recuerdo a mi madre cocinando y a mi abuela Dotty también. El olor de los guisos y las tartas que nos hacían las dos. Cuando estaban juntas se las veía muy felices. Y mi hermano y yo lo éramos también. Luego merendábamos todos juntos, con ellas y con mi padre cuando volvía del hospital. - Remató ahora con un tono algo más decaído. - Esos fueron buenos tiempos para mí. No necesitaba ser famosa, ni ganar dinero…

-Veo que guardas buenos recuerdos de tu familia. Eso está muy bien. - Declaró el saiyajin con aprobación. -

- ¡Ojalá les tuviera cerca más a menudo! – Suspiró la muchacha invadida ahora por una oleada de nostalgia. - ¡Les echo mucho de menos, no puedes imaginar cuanto!

-Sí, puedo hacerlo. Aunque yo no tengo recuerdos tan agradables de la mía. - Confesó su interlocutor afirmando también con un tinte de tristeza. - Y fue por mi culpa. Les hice sufrir mucho.

 

            Kathy le miró ahora con cierta sorpresa. Y queriendo ayudarle más que indagar le comentó.

 

-Quizás si sacas fuera lo que llevas en tu corazón puedas aliviarte. Yo soy buena escuchando a las personas. ¿Sabes? Mi trabajo consiste precisamente en eso.

 

            Y dijo esto último casi sin darse cuenta, pero ahora que meditaba sobre ello era verdad. Su labor de denunciar muchos abusos e irregularidades le había granjeado muchos enemigos, pero también las simpatías de muchas personas. Y bastantes de ellas le había abierto su corazón y desahogado contándole sus problemas o las injusticias que habían tenido que padecer. La misma Katherine también sabía lo que era sufrir. Y por la mirada que podía apreciar en los ojos de su contertulio éste no era diferente, al menos en eso, de las muchas gentes que habían sufrido y a las que había entrevistado. De la propia expresión de sus mismos ojos cuando a veces, a solas, ella confrontaba el espejo. Y añadió con la voz queda.

 

-Es muy duro, te dices que eres una profesional y que haces tu trabajo, pero el sufrimiento que he visto y la impotencia de no poder hacer nada la mayoría de las veces…

-Pero tú tienes algunos poderes, ¿verdad?  Al menos en mi sueño vi como ibas vestida, y luego apareciste igual cuando me encontraste en ese páramo. Parecías una especie de guerrera de este planeta. - Le comentó él. -

-Soy una de las Justicieras. - Admitió Kathy declarando. - La Dama del Trueno. Como lo fue mi madre antes que yo. Pero, pese a eso, no soy capaz de ayudar a la gente siempre. Y lo paso muy mal. La última vez…

 

            Aquí se detuvo tragando saliva, recordaba el horrible final de Philip y como fue incapaz de protegerle. Sin darse cuenta le brotaban lágrimas que Eron advirtió declarando a su vez con desolación.

 

-Por terribles que hayan sido tus recuerdos en ese aspecto por lo menos tratabas de hacer el bien. Mi caso fue totalmente distinto.

 

            Observando la sorpresa en el rostro de su interlocutora, Eron reunió el valor para confesar.

 

-Antes me preguntaste por mi madre…

-Bueno. Si es algo de lo que no desees hablar. - Contestó la chica con prevención. -

-No, creo que en ti puedo confiar. Tenías razón. Necesito hablar con alguien. He pasado mucho tiempo solo, a la deriva en el espacio, tratando de enmendar algunos de mis muchos crímenes.

- ¿Crímenes? - repitió la chica sin comprender. -

 

            El saiyajin inspiró hondo entonces y le desveló con voz grave.

 

-Me llamo Eron Deveget. Y soy príncipe de los guerreros del espacio. Mis padres son el rey Lornd Deveget y la reina Setsuna Meioh.

- ¿Los reyes de los saiyajin? ...-Exclamó la muchacha. - Entonces tú eres también primo de Leval y de Kerria, como yo.

- No creo que mi familia me haya mencionado mucho en los últimos años. – Repuso él con amargura para afirmar. - No traje más que vergüenza y deshonor a los de mi estirpe.

- ¿Por qué dices eso?

- ¡Maté, destruí…no solo a personas, a ciudades, a mundos enteros! - Pudo replicar ahora llevándose las manos a la cabeza y enterrando la misma entre ellas, en tanto gemía. - Disfrutaba haciéndolo, algo dentro de mí me impulsaba…pero ahora, ahora todavía oigo sus gritos…solo puedo oír sus gritos pidiendo misericordia… la piedad que no tuve con ellos…

 

            Su interlocutora le observó abriendo la boca con horror, el saiyajin, de apariencia tan poderosa y temible, se derrumbaba llorando como un niño en sus brazos. Ella le sostuvo la cabeza gentilmente contra su pecho. Durante un rato ninguno habló. Eron sentía como si todos esos remordimientos y culpas que estaba soportando se derrumbasen ahora sobre él con el peso de una montaña que lo aplastase. Por su parte Kathy no sabía que replicar. ¿Qué podría decir para animarle? Realmente, si lo que le había contado era cierto eran cosas terribles. Finalmente ella fue capaz de consolarle cuando declaró.

 

-Si estás sufriendo tanto por eso es porque en el fondo tienes un buen corazón. Quizás estuvieras dominado por alguna fuerza maligna. Puede que te controlase y que no tengas la culpa. He visto casos de eso.

 

            Pese a esas palabras el guerrero fue capaz de mirarla, todavía con lágrimas cayéndole por las mejillas y mover la cabeza.

 

-Ojalá eso fuera así. Pero recuerdo muy bien lo que hice y cómo perpetré aquellas horribles acciones. Enfermo o no, controlado o no, fui yo.

-Todos tenemos una parte de nosotros mismos que no deseamos. - Respondió la muchacha que a su vez le confesó. - Yo tengo un grave problema con las drogas. He tratado de dejarlas varias veces y nunca lo he conseguido. He preocupado y causado sufrimiento a muchas personas. Aunque he podido ocultárselo a mis padres hasta ahora.

 

            Aunque ahora suspiró y dijo, casi como si reflexionase para sí misma.

 

-Es curioso, desde que estoy a tu lado no he tomado nada.

 

            A lo que el saiyajin respondió, con un tono más calmado, enjugándose las lágrimas.

 

-A mí me sucede algo similar. Desde que estoy contigo, me siento en paz. Como si hubiera llegado al sitio en el que siempre debí estar.

-Eres el primer hombre, exceptuando a mi hermano, con el que he podido sincerarme tanto. Incluso más que con mis primas. - Afirmó Katherine. -

-Y tú has sido la primera persona en todo el universo a la que he podido confesarle de verdad como me siento. - Contestó él, musitando. - A parte de a él.

- ¿Sabes? - Le mencionó la muchacha ahora con un tinte de voz más animado. - Mi propia madre y mis tías fueron malvadas una vez. Mi madre me lo contó hace años. Pero gracias a las princesas planetarias y sobre todo a la reina Serenity, sus vidas cambiaron.

-La reina Serenity- musitó el muchacho como si paladease aquel nombre, para preguntar. - ¿Está ella en este planeta?

-Sí, es la reina de la Tierra y de la Luna blanca o visible. Junto a su esposo Endimión que es el rey de ambos mundos. - Le contó Kathy añadiendo. - Y a mí me ayudó mucho la princesa Venus que fue una gran amiga de mi propia madre. De hecho, Minako Aino, que es como se llama en realidad, es mi madrina. - Remachó con orgullo. -

-Mi madre fue compañera suya. Era una princesa planetaria, la princesa de Plutón, antes de casarse con mi padre y convertirse en la reina de Nuevo Vegeta. - Le explicó a su vez Eron afirmando esperanzado. - Ahora es mi hermana Seren quien ocupa ese puesto, sirve a Serenity. Quizás ella pueda ayudarme. Aunque no soy digno ni siquiera de invocar su nombre…-Acabó por decir una vez más asaltado por la culpa y la vergüenza. -

 

            Kathy posó su mano derecha sobre la del poderoso guerrero, le sonrió alentadora y le animó.

 

-Mi madre y mis tías siempre dicen que la reina Serenity es única ayudando a las personas a ser mejores y a escapar de las garras del mal. Con la ayuda de ella, cualquiera que lo desee puede tener una segunda oportunidad.

- ¿Estás segura de eso? - Le inquirió el saiyajin mirándola con gesto de asombro ahora. -

 

            Y su interlocutora tras sonreír más luminosamente ahora declaró.

 

-La prueba la tienes delante de ti. Yo no estaría ahora aquí de no ser por la bondad de la reina y de sus guardianas. Ellas ayudaron a mi madre a escapar del control de las fuerzas de la oscuridad. Desde que supe que mi madre y sus hermanas eran las justicieras ellas me contaron la historia. Y ten por seguro que algunos de los que luego fueron sus amigos y conocidos hicieron cosas terribles contra este planeta y sus soberanos. Pero, cuando se arrepintieron y quisieron cambiar, Serenity lo hizo posible. Y sé que es cierto porque estoy aquí y porque conocí a los soberanos hace años. Tienen un aura de poder y de bondad que te hacen sentir bien solo con estar a su lado.

 

            El guerrero escuchó muy atento y asintió, repuso ahora con un tono más suave y hasta reflexivo.

 

-Sí, quizás eso mismo es lo que el Mensajero hizo por mí.

 

            Kathy asintió, miró entonces al cielo, parecía que llegaban nubes, aquella soleada mañana iba poco a poco opacándose. Creyó recordar que sus compañeros del tiempo en la televisión habían pronosticado una gran borrasca. Sin darle mayor importancia le preguntó a su interlocutor en un intento por banalizar un poco esa conversación.

 

- ¿Quieres dar un paseo? Podría mostrarte algunos lugares de la ciudad. En cuanto arregle esto un poco. -Afirmó pensando en ordenar algo. -

 

            El saiyajin asintió, aunque sin demasiada convicción, no le vendría mal apartar de su mente de esas ideas que habían vuelto a aflorarle…pudo decir a la muchacha.

 

-Voy a echar un vistazo desde a los alrededores, ahora vuelvo.

 

            Kathy asintió en tanto recogía un poco la casa y se preparaba…

 

-Muy bien, aquí estaré…- Le dijo ella tras sonreír. -

 

            En el supermercado, entre tanto, la policía había podido llevarse por fin a aquellos atracadores. La prensa, avisada por alguna llamada anónima que les informó de que Katherine O’ Brian había estado allí, acudió al lugar. Preguntando a las personas que habían sido testigos del atraco descubrieron la soberbia actuación de aquel tipo tan extraño. La cajera les contó cómo había rechazado las balas, no la creían al principio, pero pronto tuvieron la confirmación de las demás personas.

 

- ¿Has oído eso, Peter? - dijo una chica delgada de pelo castaño rojizo corto, vestida con vaqueros a un muchacho de pelo rubio ceniza algo alborotado, que estaba apuntando las declaraciones. -

-Sí, Tania, - repuso él que adoptaba una expresión de escepticismo al añadir. - Y sigo sin creérmelo. ¿Qué es eso de un tipo al que le rebotaban las balas? ¡Ni que fuera Superman!...

- ¿Quién? - inquirió Tania sin entender. Por fin recordó un antiguo superhéroe de los cómics, dejó eso de lado y conjeturó. - Si estaba con Katherine O´ Brian, todo es posible. Puede que fuera su próximo reportaje. Ya sabes cómo trabaja esa mujer.

-Tu adorada Katherine O’ Brian. - Sonrió el chico con tintes de ligera burla. -

-Pues claro que sí. - Reivindicó su interlocutora, aseverando con una mezcla de deseo y admiración. – Ya quisiera yo ser la mitad de buena que ella.

 

            Ante aquello, Peter asintió, era cierto.

 

- No me extraña que la hayan premiado tantas veces, - contestó el chico sentenciando - ¡si logra esos reportajes tan impresionantes!

-Pues esta vez va a ser ella el centro del nuestro - sonrió Tania guiñando uno de sus bonitos ojos azules. - Y nosotros nos llevaremos el Pulitzer.

-Para dos chicos recién licenciados en periodismo. ¿No crees que es un sueño demasiado exagerado? - Inquirió Peter con tono inseguro. -

-Fíjate en ella- contestó Tania- tiene casi nuestra edad y ya se lo han dado dos veces.

 

            Ante eso Peter no supo que contestar, asintió mesándose su pelo trigueño.

 

-Por mí, estupendo- sonrió, afirmando divertido. - Tú serás la nueva Kathy O’ Brian y yo seré tu cámara Billy. Siempre a por la noticia.

-Pues vamos para allá, acorde con mis indagaciones creo que vive por aquí cerca. - Añadió entusiásticamente ella consultando un libro de notas. - Y de paso conseguiré que me firme su último disco.

 

            Y llenos de optimismo por lograr sus metas esa pareja de jovencitos subió en su coche y salieron rumbo a la dirección de Kathy que Tania había conseguido, a través de mucho insistir, en el club de fans oficial de las Justices. La casa que coincidía con las señas se perfilaba a pocos kilómetros.

 

-Mira allí es. - Le indicó Peter. -

-Vale, tengo que aparcar por aquí cerca…- le respondió ella frenando. -

 

            En ese momento y concluido el desayuno, Eron salió a reconocer el terreno. Katherine le pidió que volase alto para no ser visto pero él la tranquilizó. Iría andando tranquilamente por la calle. Kathy le tomó de las manos mirándole hacia arriba por mor de su gran estatura. Sentía algo especial al perderse en su mirada. Eron tenía unos ojos grandes y de color castaño muy oscuro, prácticamente negros, pero estaban tristes, pese a que él sonriera.

 

-No tardaré. – Le aseguró él saliendo ya de la casa y perdiéndose por una avenida cercana. -

 

 

A través de una ventana la muchacha le observó alejarse, iba sin ese peto que había traído, solo con la parte interior de su atuendo de combate. Aquello parecía una especie de chándal deportivo, de modo que, al menos, por ese concepto, no llamaba demasiado la atención. Aunque claro, con semejante estatura casi todo el mundo se le quedaba mirando.  Katherine volvió a la cocina cuando Eron dejó de ser visible al doblar una esquina. La chica se encontraba extraña, pocas veces le había ocurrido eso mirando a un hombre. ¡Incluso le había dado de comer de muy buen grado!, se sonrió algo ruborizada. Por unos instantes se le pasó la idea de la familia por la cabeza. Todas sus excompañeras tenían ya su marido y sus hijos, ella en cambio seguía soltera e independiente de esos compromisos. Nunca le había atraído sacrificar su carrera profesional. Pero, viendo a Amatista con sus hijos y a Kerria con el suyo, incluso Idina que tardó algo más, pero que estaba encantada con su familia, algunas veces lo llegaba a considerar.

 

-El problema es que debería encontrar al padre adecuado. Bueno, Ky me diría que podría ser madre soltera. Pero eso sería imposible…yo sola no sería capaz de atender a una criatura y seguir trabajando. No…tampoco quisiera que un hijo o una hija mía me viese tomar pastillas. - Suspiró apenada. -

 

Ese mero pensamiento le hacía daño. Y en el fondo no le hacía tampoco tanta ilusión. A veces hasta se censuraba a sí misma por ello. Aun recordaba la alegría en la cara de su prima cuando le dijo que iba a tener un bebé.

 

-A Idina siempre le han encantado los críos. Se hizo maestra de infantil y primaria como su madre, precisamente por eso. Ella sí que está hecha para ser madre.

 

Pensó a su vez en sus sobrinas, Alusa y Minara, que se estaban haciendo ya un par de preciosas señoritas. Las gemelas se criaban de maravilla y tanto Mazoui como Satory estaban muy orgullosos y felices.

 

-Son lo más parecido a unas hijas que podré tener. - Suspiraba. - ¿Qué clase de madre iba a ser yo? No es lo mismo cuidarlas un rato que estar ahí para ellas siempre. ¡Soy un desastre!, ni siquiera se ocuparme de mí misma…

 

 Pasó un rato pensando en eso. Al final sonrió de modo sardónico negando con la cabeza, decididamente no se imaginaba como madre y esposa. El sonido del timbre la distrajo, volvió a la realidad y se encaminó a la puerta. Abrió esperando que fuera Eron, aunque para su sorpresa, se encontró con dos muchachos. Un chico y una chica vestidos con trazas informales y provistos de una antigua cámara digital.

 

-Hola- se anunció la chica de pelo castaño e inquisitivos ojos azules. - Me llamo Tania, Tania Spencer. Y él es mi compañero Peter Walton.

- ¿Es que él no tiene boca? - Sonrió Kathy cruzándose de brazos en tanto les observaba alternativamente para preguntar con tono no demasiado cortés. - ¿Qué es lo que queréis?..

-Acabamos de terminar la carrera de periodismo y estamos trabajando en una agencia de prensa independiente. - Le explicó la muchacha que parecía llevar la voz cantante. - Nos gustaría entrevistarla a usted.

- ¿A mí? - Se señaló Kathy a si misma alegando. - Normalmente soy yo la que hace las entrevistas. No estoy muy acostumbrada a que sea al revés. De todas formas, hoy no me viene demasiado bien, lo siento.

-No le robaremos mucho tiempo- insistió Tania. -

-De verdad- repuso Katherine sin alterar su inescrutable expresión - hoy no me es posible. Si queréis, podéis venir la semana que viene y os atenderé encantada.

-Hoy sería lo ideal- intervino Peter - la han visto a usted en el supermercado a la hora de un atraco con un tipo enorme que lo ha impedido. Ha salido hasta en el video del local.

- ¿Cómo dices? - le inquirió Kathy pasando al contrataque con su agudo tono de periodista avispada. - ¿Cuándo has oído eso?

-Hace menos de una hora. Lo van a decir por la tele- repuso Peter sin pensar - ese tío que iba con usted detenía las balas y era rapidísimo. Ni a cámara lenta pueden verse al… ¡ay! 

 

Se quejó sentidamente el chico al recibir la patada de irritada Tania en una de sus espinillas.

 

-El caso es que nos gustaría entrevistarla, pero no por esa cuestión. Nos interesa que nos cuente como hay que hacer para lograr unos reportajes tan buenos como los suyos. - Se apresuró a intervenir esa joven esbozando una sonrisita que parecía bastante falsa. Más cuando agregó con pretendida inocencia en el tono. - Y de paso si nos quiere contar algo de lo que presenció como testigo de ese extraño suceso.

-No hay mucho que contar- replicó la interpelada tratando de dominar la situación con su experiencia - fue todo tan rápido. Como ha dicho tu compañero, demasiado para verlo. Ahora, por favor, tengo mucho que hacer. Volved la semana próxima y hablaremos, ¿vale chicos? - Remachó con tono conciliador. -

-Es que… - Tania no pudo decir más, Kathy siempre con una educada sonrisa, les deseó buenos días y cerró la puerta. -

- ¡Pues vaya! - declaró el decepcionado muchacho - Ella es una estupenda periodista, pero no le gusta conceder entrevistas, luego se queja de que mucha gente no coopera.

- ¡Serás bobo! - le amonestó su compañera con irritación. - ¿Para qué has tenido que decirle nada, bocazas? Pensará que queríamos pisarle esa noticia. Y no me ha gustado nada la cara que ha puesto.

-Pues yo la he visto tan normal- rebatió Peter desconcertado. -

- ¡Ay! ...- suspiró Tania meneando la cabeza- mira que eres, no te enteras de nada...Venga, hay que replantear la estrategia. - Y sin más le agarró de un brazo y se lo llevó casi a rastras de allí. -

 

            Kathy no había dejado de escuchar a esos dos y se sonreía tras la puerta. Esa chica le gustaba.

 

-Tiene olfato y empuje. Además, no va desencaminada. - Admitió. –

 

Y es que le recordaba mucho a ella misma cuando empezó a ejercer de periodista. Entonces tenía mucho que demostrar, que no sólo era una figura decorativa, ni una cantante intrusa en la profesión. Y, además, esa muchacha tenía una cualidad que Katherine admiraba y de la que también hacía gala. Era insistente y tenaz. Buscaba la noticia y no daba la impresión de rendirse con facilidad. Parecía tener mucha ilusión. De su compañero no podía decir lo mismo. Era muy ingenuo y descubría sus cartas con demasiada facilidad. Por lo menos les había ahuyentado antes de que Eron volviera. Eso la alivió.

 

-Espero que no estén cerca de aquí cuando él vuelva. - Pensó Kathy. -

 

            A todo eso Tania llevaba casi arrastras hacia el coche a Peter, pese a las protestas de él.

 

- ¿Te vas a rendir así de fácil? - le recriminó el chico. - ¿No decías que hay que insistir para conseguir la noticia?

-No me estoy rindiendo- le contestó Tania, recordándole con paciencia. - Te he dicho que hay que cambiar de táctica. Simplemente esperaremos a que la situación sea más favorable. ¿No ves que ahora la O’ Brian está sobre aviso? Anda vámonos.

 

            Andaban hacia el coche cuando Peter señaló con una mano hacia la calle contigua.

 

- ¿Has visto a ese tío? ¡Es enorme! Podría ser el del supermercado, coincide con la descripción.

 

            Su compañera miró descubriendo a un individuo moreno de pelo negro largo y liso y de por lo menos dos metros o más de altura. Por la dirección que llevaba se encaminaba claramente a la casa de Katherine.

 

- ¡Es él! - repuso Tania cuidando de hacerlo en voz baja. -

-Podemos abordarle para hacerle una entrevista, - propuso Peter. -

-No, de eso nada- le contradijo ella, indicándole con premura, - corre, trae la cámara de fotos.

 

            Peter se metió en el coche y sacó la cámara de alta resolución que traía. El tipo casi había cruzado toda la calle cuando pudo apuntarle con el flas. Eron por su parte notó que le observaban. Se dirigió hacia los dos muchachos, en especial al que le apuntaba con su cámara...según le veían aproximarse los dos chicos se miraron asustados.

 

- ¿Qué estás haciendo con eso? - Le inquirió al asustado chico cuando se plantó delante de él. -

-Yo, nada, nada. - Respondió el interpelado ocultando su cámara. -

-Sólo hacíamos unas fotos al paisaje y usted se puso en medio- añadió Tania con bastante agilidad mental y descaro. -

-Lo siento- respondió Eron creyéndose aquella versión. - Haced vuestras fotos, yo me apartaré.

 

            Peter miró a Tania sin saber qué hacer, ella asintió con la cabeza y el muchacho tiró unas fotos de lo primero que vio.

 

-Ya, ya está, - sonrió Peter intimidado sólo con ver a ese gigante. -

-Me alegro- contestó Eron que se dio media vuelta alejándose de ellos. -

-Vamos, ¡a qué esperas! - le susurró Tania a su compañero que aun respiraba tratando de tranquilizarse-. ¡Ahora!...

 

            El chico trató de disparar la foto, pero la cámara sonó extraña, enseguida se dio cuenta de lo que ocurría.

 

-Es que se ha terminado la memoria, tengo que eliminar unos cuantos archivos. - Dijo encogiéndose de hombros. -

- ¡Eres un idiota! - le abroncó Tania. - No se te ocurrió traer otra memoria de repuesto. ¿A qué no?

-Pues no, pero a ti tampoco se te había ocurrido- le recriminó él a su vez añadiendo. - Y esa manía de que teníamos que hacerlo a la vieja usanza, cuando con el móvil podríamos haber hecho muchas fotos. -

-Pero la cámara no era mía- le recriminó a su vez ella en tanto sacaba a su teléfono móvil con rapidez. - Se suponía que de eso te encargabas tú, desde luego, ¡hay que fastidiarse!

 

            Pero para cuando quiso tenerlo preparado su objetivo se había perdido de vista ya. Efectivamente se dirigía hacia la casa de Katherine. Entró por una ventana abierta. En cuanto Kathy le vio, se apresuró a advertirle.

 

-Te han grabado en la cámara del video, han venido dos chicos preguntando por lo del supermercado.

-Yo me he encontrado con dos chicos- le contó él. - Hacían fotos en mi dirección, pero la chica me dijo que eran del paisaje y que yo estaba en medio.

- ¡Eran ellos!, seguro. Tendremos problemas si viene la prensa. Lo sé muy bien porque yo, en su lugar, me apresuraría a hacerlo.

- ¿Que hacemos entonces? - preguntó Eron. -

-Tenemos que salir de aquí. Hasta que se olviden, pero hasta la noche no, ahora nos verían. Seguro que aguardan ahí para sacarnos fotos...

-Les voy a decir que nos dejen tranquilos- intervino Eron con un tinte amenazador. -

-Déjalos, - le disuadió Kathy sonriendo condescendientemente - solo son unos chiquillos que tratan de conseguir un buen reportaje. No les puedo culpar por eso. Lo mejor será pasar desapercibidos. Además, el cielo se está cubriendo. Saldremos en coche.

 

            Así era, aquellas nubes que habían comenzado a encapotar el cielo iban creciendo y haciéndose progresivamente más oscuras. Eron por su parte aceptó la propuesta de la muchacha y Katherine le invitó a subir al coche. Un potente aguacero había comenzado a descargar y con la lluvia cayendo de forma intensa, condujo hasta un motel próximo, pero confiando en que allí no podrían ser descubiertos. Reservaron solamente una habitación y el propietario pensó que no eran sino otra pareja más. Eso sí, quedó anonadado del tamaño y el aspecto de Eron. Una vez dentro de la habitación, Kathy colgó su chaqueta y el saiyajin se sentó sobre la cama que se curvó peligrosamente por su peso. Ella lo advirtió sonriendo…

 

- ¿Cuánto pesas? - Le preguntó casi riéndose por la circunstancia. -

-No lo sé- repuso Eron desvelando. - Nunca he tenido curiosidad. Y el peso varía según la masa de mi cuerpo recibe las diferentes atracciones gravitatorias de los planetas en los que he estado.

-Vaya, me diré eso cuando engorde. - Sonrió Kathy, quien ya más seriamente le preguntó, sentándose junto a él haciendo que la cama comenzase a crujir. - Dime una cosa, ¿por qué has venido a la Tierra, para buscar a mi sobrino? ¿Para buscar respuestas?

-En parte sí, quería que me aclarase el porqué de las cosas. - Confesó él. - Como ya te dije hice mucho mal. Demasiado dolor causé para querer recordarlo y no sé si eso tuvo que ser así para servir a otro propósito. Ese es el único consuelo que me queda.

-Ese sueño que tuvimos. Luchabas contra ti mismo… ¿es por eso? - le preguntó Kathy sorprendida, a la par que ataba cabos. – Es una especie de lucha interior. Porque ese no eras tú.

-Tiene que ver. - Reconoció su interlocutor – Y sí, para mi eterna vergüenza fui ese ser cruel y enloquecido una vez. Hice mucho daño a mis padres y al resto de mis compatriotas. Y cuando el Mensajero me curó, me dijo que debía expiar mis culpas recorriendo el Universo. Así lo hice. Y durante mis viajes aprendí que tengo una misión que cumplir. -

- ¿Qué misión? - le insistió Kathy. -

-Ni yo mismo lo sé todavía. Por eso quería haber visto aquí al Mensajero, para que me lo desvelase. O quizás lo sepa la reina Serenity. - Respondió Eron deseoso de cambiar de tema para comentar no sin sorpresa. - ¿Qué me dices de ti? Preguntas mucho pero no me cuentas nada de tu propia vida. ¿No tienes pareja? Eres una mujer muy valiente y hermosa.

 

            Eso tomó a Kathy de improviso, guardó un incómodo silencio antes de responder.

 

-Perdona, siempre he sido yo la que ha hecho las preguntas, y lo cierto es que no me gusta mucho que me interroguen a mí...bueno…- suspiró sonriendo y callando por unos momentos. -

-No has respondido a mi pregunta- le recordó Eron. -

-Durante mucho tiempo he estado tan absorta en mi trabajo que no tuve tiempo de encontrar a nadie estable para formar una familia. - Explicó con un tinte reflexivo en tanto le contaba a su interlocutor. - De niña y de adolescente era muy retraída para esas cosas. Me espabilé en el instituto y en las vacaciones, ¡lo cierto es que demasiado! - se rio recordando aquello. - Luego llegaría el grupo con mis primas. Después mi carrera de periodista y presentadora. Conocí a algunos hombres, unos no eran lo que yo esperaba y otros- se entristeció al recordar el trágico fin de Philip. - Bueno, no he podido ni creo que pueda.

-Pero tú eres joven- rebatió Eron animándola - no pierdas la esperanza.

-Soy demasiado independiente para atarme a ese tipo de responsabilidades- respondió ella. - Marido, hijos, no podría cuidar de todo eso, ¡por Dios! Los niños que lloran de noche, se hacen pipí en todos los sitios, la casa, ¡uuff! Nunca me podría acostumbrar.

-Te pareces a mí, somos nómadas- declaró Eron - yo voy de un sitio a otro del Cosmos y tú de una noticia a otra. Por lo menos, tú ves a tu familia.

-No tanto como quisiera- le confesó Katherine, - sólo cuando tengo alguna semana de vacaciones. A mis sobrinas las veo muy de tarde en tarde. Fui a su bautizo y ahora, casi sin darme cuenta, son dos adorables criaturitas que no paran de corretear. Dentro de nada las veré en la universidad.

- ¿No decías que no soportabas a los niños? - sonrió Eron. -

-Me refiero a tener que cuidarles continuamente, - aclaró Kathy - no a estar de visita. O atenderles algo de tiempo. ¿Tú nunca has pensado en establecerte y casarte?

-No, no puedo- negó con la cabeza su contertulio. - He jurado viajar por todo el universo defendiendo el bien y la Justicia. Ya te lo dije. Se lo debo a él.

- ¿A Asthel? - le preguntó su sorprendida contertulia. - ¿Tanto bien te hizo ese niño?..

-No te lo puedes ni imaginar- repuso él con admiración. - Gracias a su intervención vi la luz tras estar sumido en tinieblas...

 

            La chica se quedó impresionada, un emocionado Eron hablaba como uno de esos santos iluminados de la antigüedad cuando se refería a Asthel. Más todavía cuando prosiguió.

 

-Cuando me mostró aquello…no sé. No tengo palabras, no sé cómo describir, la grandeza, la armonía, la paz que hay en el universo…Realmente somos insignificantes, pero a la vez preciosos. Cada ser vivo, cada átomo de las incontables galaxias. Y ahora sé que todo eso tiene una razón de ser…y lo que aún fue más increíble, oí las voces…

- ¿Las voces? - Le inquirió su interlocutora. -

 

            Desde luego en otro contexto eso podría parecer esquizofrenia, pero Katherine no creía que se tratase de eso. Y su pensamiento fue confirmado cuando Eron prosiguió.

 

-Los seres superiores que habitan en el cosmos. Escuché alguna lejana estrofa de sus canciones y creí que iba a disolverme en ellas. ¡No sé, no lo puedo explicar! No es comparable a nada de lo que haya experimentado ni antes ni después. - Pudo decir moviendo la cabeza, con lágrimas en los ojos cuando sentenció. - ¡Era algo absolutamente maravilloso!

-Ojalá pudiera oír eso alguna vez. - Suspiró Katherine más que impresionada, conmovida por la forma que tenía aquel rudo guerrero, al menos en apariencia, de narrar aquello. - Ver esa luz que dices.

 

            Al fin la joven quiso dejar el tema, estaba cansada, demasiadas emociones por ese día.

 

-Tengo sueño- le dijo a Eron - Podríamos dormir ya ¿no te parece?

-Sí, creo que ya es hora- convino él ofreciéndole con amabilidad. - Quédate tú con la cama.

 

            Katherine le agradeció el gesto, era lo natural, pero muchos hombres habrían tenido que esperar a que ella se lo pidiera. O peor aún, le habrían insinuado que podrían compartirla. Aunque ella no era ninguna santa y con más de uno posiblemente hubiera aceptado. Sin ir más lejos, no le hubiera importado con Eron. Por su parte el saiyajin, ajeno a esos pensamientos, se levantó como un resorte. Justo entonces la cama tembló y se hundió el somier. La chica se cayó con ella dando un respingo por el susto. El guerrero primero se quedó sorprendido, luego se sonrió y más tarde se echó a reír. Kathy quedó perpleja, no creía que alguien de apariencia tan seria pudiera reírse así. Cuando se quiso dar cuenta al pensar en eso y en lo ridícula que debía ser esa escena se puso a reír con él.

 

-Creo que yo tampoco voy a poder usar la cama. – Fue capaz de aseverar ella cuando pudo dejar de reír. -

-Pues duerme en el suelo conmigo - le propuso jovialmente su interlocutor. -

 

            Katherine se quedó seria, esa era una proposición con doble intención, o por lo menos, desde luego que si cualquier otro le hubiera hecho una propuesta semejante ya sabría a qué atenerse, pero no con Eron.

 

-Vamos, - le insistió él que parecía impacientarse, más que nada por dormir – No es tan incómodo y no estarás pensándotelo toda la noche.

-Hazme sitio- sonrió ella dejándose convencer. -

 

            La joven se tumbó sobre una de las mantas que había sacado de aquella ruinosa cama. Pese a todo tenía frio, su espalda se lo reprocharía al día siguiente, eso seguro. Eron estaba junto a ella y desprendía calor, parecía una estufa. La muchacha temblaba ligeramente, se sentía algo destemplada, quizás tendría que tomarse alguna pastilla, pero con las prisas se le olvidaron en su casa. Él se giró en su dirección y sus rostros estuvieron a pocos centímetros.

 

- ¿Tienes frío? - le preguntó él casi sorprendido por eso. -

-Un poco sí- reconoció Kathy. -

-Acércate. Anda, yo te calentaré un poco. - Le ofreció. -

 

            Eron la envolvió con un brazo, Katherine al principio se sintió extraña, pero se dejó abrazar. Era curioso, esa frase que él había utilizado sin pensar era la típica que utilizaría cualquier camionero salido para intentar cepillársela. Aunque esa sensación, más que recordarle un momento previo para hacer el amor con un hombre, le hacía sentir igual que cuando era una niña y su padre la abrazaba para secarla, cuando salían del mar o la sacaba de la bañera. Era una sensación de calidez y seguridad que la reconfortaba. Además, Eron tenía la facilidad de decir cosas que cualquiera interpretaría con otro sentido y decirlas con sinceridad, expresando exactamente lo que debían significar. Kathy se dejó ir, escuchando el tamborileo de la lluvia de afuera. Quizás fuera esa sensación de sentirse protegida o el calor que provenía de la energía del saiyajin, el caso es que su impresión de frio y esa angustia que sufría cuando su organismo le reclamaba la dosis de pastillas o de plaguen fue desapareciendo gradualmente. El sueño le fue llegando, sumiéndola en la oscuridad. Por su parte, Eron observó a esa chica, notaba una sensación rara. No estaba acostumbrado a ser tan suave, tan cuidadoso con algo o alguien. Si apretara un poco la aplastaría. Debía tener cuidado. Pasó al menos una hora observándola dormir y después se levantó, dejándola bien tapada. Miraba por la ventana viendo caer la lluvia y pensaba.

 

-Esto no es para mí, no estoy hecho para estas cosas.

           

            Al fin se tumbó cerca de ella y logró conciliar el sueño, al cabo de lo que para él fueron tan sólo unos instantes algunos rayos de sol que se filtraban por la ventana, unidos a una canción que había empezado a sonar, le despertaron.

 

Mírate, cariño.

La imagen de un hombre roto

Tu confianza está sacudida

El mundo se derrumbó sobre ti de nuevo

 

Pero sé que hacer para aliviar el dolor

Y traerte de vuelta a la vida otra vez

Un poquito de amor

A veces puede recorrer un largo camino

 

Katherine también se incorporó, despertando al oírse cantar a sí misma, en su teléfono móvil.

 

Un poquito de amor

Es realmente todo lo que necesitas

Cuando la vida se pone dura, necesitas

Un poquito de amor a veces

 

¡Oh, cariño!, abrázame

Deja que toda esa ira desaparezca

Se muestra una pequeña sonrisa

Y algo se está incendiando aquí

 

La chica fue a detener la música, pero Eron movió la cabeza, deseaba seguir escuchando...

 

Y cuando llegue la mañana estarás como nuevo

Tomarás esta noche que hemos compartido contigo

Un poquito de amor

A veces puede recorrer un largo camino

 

Un poquito de amor

Es realmente todo lo que necesitas

Cuando la vida se pone dura, necesitas

 

Un poquito de amor a veces

Un poquito de amor

A veces puede recorrer un largo camino

Un poquito de amor

 

Y animándose por momentos, al ver el gesto de atención y buen ánimo de su acompañante, la propia joven hizo coro consigo misma para cantar...

 

Es más fuerte que cualquier cosa (más fuerte que cualquier cosa)

Las palabras no son suficientes, necesitas

Un poquito de amor a veces (baby)

 

Lo has hecho antes, lo volverás a hacer

Levántate del suelo y vuelve a saltar.

 

Cariño, todavía creo en ti

Y saldremos de esto

Porque el amor verdadero esta de nuestro lado

Síii

 

Un poquito, un poquito

Un poquito de amor

Un poco de amor puede llegar muy lejos a veces (a veces)

Un poco de amor puede llegar muy lejos a veces

Un poquito de amor Es realmente todo lo que necesitas

 

Cuando la vida se pone dura, necesitas

Un poquito de amor a veces

Un poco de amor puede llegar muy lejos a veces

Un poquito de amor es más fuerte que cualquier cosa

Más fuerte que cualquier otra cosa

 

Las palabras no son suficientes, necesitas (¿no lo sabes?)

Un poquito de amor a veces

Un poco de amor a veces va muy lejos

Un poco de amor puede llegar muy lejos a veces

Un poco de amor es todo lo que necesitas

 

Eron pensó entonces que aquello parecía un mensaje dirigido a él.

 

Más fuerte que cualquier otra cosa

Cuando la vida se pone dura, necesitas

Un poco de, un poco de amor a veces

Un poquito de amor es más fuerte que cualquier cosa

 

(Celine Dion. Little bit of love. Crédito al artista)

 

Al fin terminó la canción, Eron no pudo por menos que admitir.

 

-Eres una estupenda cantante, y transmites mucha fuerza. Tanto en la grabación, como ahora mismo.

-Bueno, ¡Ojalá pudiera transmitírmelo a mí misma! - Suspiró Kathy. -

 

Aunque de un modo inexplicable se sentía muy bien esa mañana. Sin rastro de cansancio acumulado, ni necesidad de ninguna pastilla. Incluso había empezado espontáneamente a cantar al escucharse. Quizás quiso impresionar a su invitado. Por eso, le comentó con sinceridad.

-Será que deseaba causarte buena impresión. No me suele despertar así por las mañanas.

-Tienes una gran fuerza interior. - Sonrió levemente su contertulio, sentenciando. - No debes menospreciarte.

 

Kathy sonrió agradecida. Aquello le sonó realmente sincero, algo sonrojada pudo no obstante cambiar de tema.

 

- ¿Qué hora es? - Susurró ella frotándose los ojos. -

-No lo sé - repuso Eron. - El sol se cuela entre las nubes. Pero debe ser avanzado el día.

 

            El reloj de Katherine marcaba las diez y media. Desde luego últimamente no se levantaba demasiado temprano y debía ir a los estudios para trabajar en el siguiente reportaje.

 

-Tengo que volver a casa, mis cosas están ahí. - Susurró Kathy desperezándose. -

-Yo me daré una vuelta por esta zona, - le dijo Eron. - No te preocupes, no me verán, saldré a mucha velocidad.

-Vale, cuando vuelvas pásate por casa. Pero sin que nadie te vea- le recordó la joven. -

 

            Eron asintió y abrió la ventana, sin decir más, salió volando y efectivamente iba tan rápido que Kathy no pudo verlo. Ella se sonrió, desde luego el chico cumplía las cosas al pie de la letra. Sacó las llaves del coche y volvió para su casa. Conectó la radio para distraerse, pero, en lugar de ello, se preocupó por las alarmantes noticias que estaban dando.

 

-Si las lluvias no disminuyen se teme seriamente por el riesgo de inundación en la parte sureste del Estado- decía el locutor que añadía con tintes de inquietud - el nivel de las aguas de la presa está sobre máximos. Y se prevén más tormentas para la tarde.

 

            Katherine recordó un reportaje suyo de hacía ya unos meses, fue en esa misma presa. Había tenido denuncias de que su infraestructura no era la adecuada y decidió investigar. Alguna información le llegó sobre el pago de comisiones y otras irregularidades que habían mermado el ya de por sí reducido presupuesto.

 

-Esos canallas usaron material de muy mala calidad. - Recordó. -

 

Efectivamente, cuando fue allí a reconocer el lugar pudo ver enormes grietas camufladas en el hormigón. Por entonces la presa aguantaba, pues su nivel de agua era mínimo y la parchearon con capas de cemento fresco, pero ahora era distinto. La situación podría ser muy grave. Rezó para que resistiera.

 

-Si aquello cede habrá una tragedia. - Pensaba con patente preocupación. – Como continúe lloviendo a este ritmo ese remiendo no aguantará mucho…

 

            En ese instante Eron sobrevolaba los nuevamente encapotados y lluviosos cielos de la región. Apenas podía ver unos cuantos metros delante de él. Se convirtió en súper guerrero para iluminarse. El agua caía torrencialmente ahora y la superficie de la zona estaba casi inundada. Volando por el cauce de un rio crecido llegó hasta una enorme pared, tras de ella, se concentraba muchísima agua, un enorme lago. Eso era lo que los humanos llamaban embalse, recordó. Siendo niño su madre le había contado algo sobre la Tierra y sus modos de vida. Además, en Nuevo Vegeta también había alguna construcción parecida a esa. Aunque, desde luego mucho más pequeña. Fijándose en la pared, Eron descubrió que estaba agrietada y que el tamaño de los desperfectos iba creciendo apreciablemente.

 

-Esto no aguantará por mucho tiempo. - Determinó. -

 

Al otro lado de esa muralla, más allá del cauce que había remontado, se alineaban bastantes casas. Era fácil suponer que, de romperse, el agua arrasaría todo aquello. Se dispuso a volver a casa de Katherine para contárselo, pero, antes de eso, lanzó un potente rayo contra el cauce del rio que arrancaba de la presa y abrió una enorme hendidura paralela.

 

-Con eso bastará de momento para el caso de que se salga el agua. - Pensó Eron. -

 

            Se dio media vuelta y regresó. La pared estaba comenzando a perder su consistencia. En cuanto llegó, Kathy ya estaba en casa, él entró por una ventana, chorreando agua en la moqueta nueva, pero eso no importaba en aquellos momentos.

 

-Menos mal que has vuelto. - Le dijo Katherine con expresión preocupada. -

-Hay un gran problema no muy lejos de aquí, - le respondió el saiyajin. - Una enorme pared de cemento que contiene mucha agua está a punto de romperse.

- ¡Oh no, la presa! - exclamó Kathy alarmada, confirmando así sus temores. - Lo he escuchado por la radio, hay que hacer algo para evitarlo. Sería un terrible desastre y morirían muchísimas personas.

-Abrí un canal para el agua. - Le explicó Eron - Pero no sé si bastará, tendré que reforzarlo. Voy a volver.

-Llévame por favor, - le pidió ella - lo filmaré con mi cámara portátil.

-Podría ser peligroso, además te mojarás, está lloviendo mucho, - objetó él. -

-No te preocupes, me pondré un impermeable y las botas de agua. - Sonrió la muchacha, aunque eso de empaparse era lo que menos podría importarle en vista de la situación. - Vamos, tengo que ir a grabar eso…

-Muy bien, entonces ven conmigo - aceptó Eron. -

-Un momento - le respondió ella corriendo a por una cámara y sus ropas. -

 

            Tan pronto estuvo pertrechada, Eron la levantó y se la puso sobre los hombros. Luego salió a la calle, llovía a cántaros.

 

-Así tendrás una buena panorámica- le dijo él que se elevó en el aire en tanto le pedía. – Sujétate bien.

 

            Kathy chilló de la impresión de elevarse en el aire. No estaba desde luego acostumbrada a eso. Ahora parecía una cría, recordaba cómo iba a caballo sobre los hombros de su padre, o incluso las veces que había montado en la noria. Sin embargo, esto era incomparablemente mejor, por lo menos mucho más arriesgado y emocionante. Eron se desplazaba deprisa, pero cuidando de que ella no se marease. La joven intentaba divisar toda el área circundante desde la altura, pero el cielo estaba cada vez más negro y la lluvia le impedía abarcar demasiada distancia. Por fin llegaron ante el embalse. Ella apuntó con la cámara filmando el alarmante resquebrajamiento de la presa. Comentó entre tanto haciendo gala de una gran sangre fría y profesionalidad en el tinte de su voz.

 

-Aquí podemos ver el rápido deterioro de la pared que sustenta el embalse, como ya habíamos advertido anterior y reiteradamente, una chapuza para escatimar presupuesto por parte de los contratistas que obtuvieron la adjudicación por parte de la administración de obras hidráulicas del Estado. - Cortó la grabación y le dijo a Eron con un tono mucho más ansioso y preocupado. - Hay que avisar a las autoridades y prepararse para un desastre.

 

            Como eco a sus palabras a los pocos instantes enormes chorros de agua atravesaron la pared. Ésta se desplomó rápidamente por la presión y millones de metros cúbicos enfurecidos cayeron sobre la hendidura que había abierto Eron anteriormente.

 

- ¡Dios mío! - Exclamó la reportera. - Va a sobrepasar el canal que hiciste.

 

Y por desgracia, estaba en lo cierto, aquello no bastaba para contener toda el agua.

 

-No pude hacerla mayor. Todo el lugar habría peligrado.  - Le comentó Eron. -

 

Y es que había sido cauteloso al excavarla, si hubiera empleado más potencia podría haber destruido toda la zona.

 

- ¡Tenemos que hacer algo! - chilló Kathy pero sin saber el qué.-

-Tengo una idea- respondió Eron volando hacia una formación rocosa cercana en tanto el agua discurría a una gran velocidad por el surco, desbordando completamente éste y el cauce del rio - ¡Cúbrete la cara!  -Le advirtió él. -

 

            Katherine sintió como los músculos del saiyajin se tensaban e incluso aumentaban de volumen empujándola hacia arriba, obedeció de inmediato cerrando los ojos y bajando la cabeza a la par que se sujetó de los hombros de aquel coloso para no caer. Eron concentró energía dirigiéndola contra una gran masa de rocas, la hizo saltar en pedazos y estos lejos de caer en derrumbe bailoteaban a su alrededor. Luego, como si una mano invisible los guiase, cayeron a los lados del cauce que aún no había sido alcanzado por las aguas. Moviendo las manos como si las estuviera colocando por control remoto, el saiyajin las apiló a cada lado formando un pasillo.

 

- ¡Es increíble! - Exclamó Kathy, abriendo los ojos al fin para contemplar ese acto inaudito. -

 

Eron entonces fusionó las piedras con varios rayos creando unas paredes que lograron encorsetar aquel torrente y alejarlo de los núcleos de población.

 

- ¿Has visto eso?,- gritó Peter tratando de hacerse oír por encima del ruido ambiental. - ¡Ha sido Increíble!

 

El muchacho elevaba el tono tanto como podía a la par que filmaba con una cámara que esta vez sí tenía memoria para tomar la película, en dirección hacia esa milagrosa pared de piedra, surgida de la nada, de entre aquel enorme resplandor dorado que brillaba, suspendido a unos doscientos metros de altura.

 

- ¡Nunca he visto nada igual! - Exclamó Tania entre balbuceos. - ¡Que reportaje!, nos darán el premio del siglo.

 

            Los dos habían ido hasta la zona del embalse al conjeturar que podría haber problemas, aunque más bien la idea fue de Tania, como siempre. Con lo que estaba lloviendo y las alarmantes noticias de la radio, ella recordó un reportaje de Kathy que advertía los peligros potenciales de ese embalse y su precariedad. Por supuesto fue inmediatamente desmentida y descalificada como una reportera de prensa amarilla y deseosa de notoriedad por los responsables de este, pero no pudieron demostrar que Katherine mintiera. Ahora estaba muy claro que ella había dicho la verdad. Tania pensaba que en muchas ocasiones era demasiado sensacionalista, pero tuvo que reconocer que más bien lo que tenía era un magnífico instinto, y mucho trabajo detrás de cada noticia, ¡ojalá pudiera imitarla! Por lo pronto esas imágenes que habían logrado darían la vuelta al mundo y más allá, hasta Bios e incluso Nature, eso seguro. Pero ahora lo que la interesaba era aquel resplandor del que habían partido ese colosal rayo que desintegró una montaña cercana e hizo orbitar a su alrededor a tantos millones de toneladas de roca.

 

-Peter, intenta enfocar hacia allí. - Le indicó señalando el resplandor dorado - A ver si captamos lo que es.

 

            El muchacho dirigió su cámara y para su sorpresa captó la figura de un hombre con otra sobre sus hombros, más pequeña, con la distancia a la que estaban no se podía precisar, los rostros no podían verse.

 

- ¿Quién demonios será ese tipo? -exclamó él atónito.-

-No lo sé, - repuso Tania - pero te aseguro que un demonio no… más bien un guerrero dorado. Puede que uno de esos aliados de los reyes de la Tierra.

- ¿Puedes ampliar la imagen? - Le pidió la joven. -

-No, lo siento, está al máximo del zoom. - Se lamentó su compañero. -

-Tú y tus cámaras baratas. - Musitó ella con irritación. -

- ¿Decías? - Quiso saber Peter. -

-Nada, nada...no le pierdas. - le indicó ella señalando hacia aquel resplandor. -

 

            En ese momento, Eron y Kathy, ajenos a los dos chicos, bajaron más cerca del suelo. La situación era preocupante. Aunque la furia del agua desbordada no había afectado a las viviendas sí lo había hecho la de la torrencial lluvia. Vieron correr a la gente tratando de escapar. El guerrero aterrizó ayudando a salir a dos personas de un coche que estaba casi sepultado entre el barro. Katherine descendió de sus hombros y les echó una mano a ambos.

 

- ¡Muchas gracias! Dios la bendiga - Balbuceó una mujer de mediana edad con los nervios destrozados por el miedo. -

-Tenga- le dijo amablemente Katherine que le ofreció su chubasquero, ella se calaría, pero no importaba. - ¿Podría contarme cuando ocurrió esto? - dijo conectando su cámara. -

 

            La mujer no podía hablar, estaba demasiado nerviosa, fue un hombre que estaba con ella, más tranquilo, el que respondió.

 

-Fue hace cosa de una hora, llovía tanto que de las cárcavas comenzó a bajar el agua. Nos sorprendió en el coche y se nos llevó por delante. Paramos aquí, pero el barro nos tragaba como si fueran arenas movedizas. De no ser por ustedes no sé qué habríamos hecho.

-Tranquilícense, ahora ya ha pasado, - los animó Kathy tratando de calmar sobre todo a aquella mujer. Y queriendo saber, aunque ahora con interés humanitario. - ¿Saben si queda más gente por aquí?...

-Dieron orden de evacuar- le contestó el hombre. - No lo sé, nosotros fuimos casi de los últimos en intentar salir.

-Miraremos por allá- intervino Eron - quizás quede gente atrapada.

- ¿Quién es usted, amigo? - Le inquirió el hombre anonadado, ahora que, más calmado, veía a aquel individuo brillar con aquellos potentes destellos dorados. -

-Sólo eso, un amigo que desea ayudar y nada más, - le sonrió el saiyajin en tanto le indicaba a su acompañante. - Vamos Kathy

 

Ella asintió, así él, tomándola de la cintura y colocándosela nuevamente sobre sus hombros, despegó de inmediato.

 

- ¡Debe ser un ángel de Dios! - sollozaba la mujer dominada por la emoción. - Nadie podría hacer algo como lo que él ha hecho.

 

            El hombre convino asintiendo sin dejar de mirar hacia el cielo para sentenciar.

 

-Sí, lo reconozco de la televisión. Es uno de esos guerreros dorados amigos del rey Endimión y la reina Serenity. Los soberanos les habrán enviado a ayudarnos, ¡benditos sean!

 

            Entre tanto, Peter tomó una panorámica del gran pasillo de piedra mientras Tania hacía sus comentarios templando en lo posible su excitación para sonar todo lo profesional que pudiera.

 

- ¡Es increíble!, no sabemos quién lo ha hecho, pero estas inmensas paredes que deben de medir al menos treinta pies de altura y varias millas de longitud, han logrado encauzar el desbordamiento de la presa. Y lo han dirigido hacia una gran depresión deshabitada que podrá hacerse cargo de este volumen de agua. La pregunta es. ¿Habrá que lamentar alguna desgracia personal pese a esta milagrosa intervención anónima?

 

            El eco de esa misma pregunta también resonaba en Kathy. Eron tomaba altura entrando casi en las nubes.

 

- ¿Qué vas a hacer? - le inquirió ella comenzando a asustarse porque ya ni veía el suelo.-

-Voy a terminar con este diluvio, es la única manera de que las cosas no empeoren. - Respondió resueltamente él. -

 

            Ni corto ni perezoso emitió nuevamente una oleada de energía tal que bastó para abrir un enorme claro entre las nubes. Podía verse incluso el sol rojo del atardecer y las montañas a lo lejos. Eron recordó, que cuando era pequeño, escuchó a su madre contar a Seira, su aya educadora que se encargó de entrenarle de niño, algo que sucedió cuando sus padres no eran aun reyes y estaban en la Tierra. Sus padres comenzaban a salir juntos y habían proyectado un día de campo que se arruinó por la llegada de una borrasca. No obstante, Lornd había eliminado una tormenta con el simple poder de su energía y eso les permitió ver el mismo espectáculo que Kathy y su hijo disfrutaban en ese instante.

 

-Sí, es un bonito espectáculo... padre, madre. ¡Ojalá pudierais verme ahora! Os hubiese hecho sentir orgullosos en lugar de avergonzados de mí. - Se dijo con tristeza. -

 

Sin embargo, ahora no había tiempo para recrearse en eso, ni compadecerse y él aumentó su fuerza deshaciendo una densa masa de nubes que huyeron llevadas por el viento provocado por el poder tan grande que estaba siendo desplegado.

 

- ¡Es impresionante! - Exclamó Kathy declarando eufórica. - Desde aquí parece que fuéramos dioses. Nunca en mi vida he sentido algo así. Tienes los elementos a tus pies. Parece que te obedecieran.

-Bueno, yo ya lo he hecho alguna que otra vez, te acostumbras. - Respondió Eron sin darle tanta importancia. -

-Pues es la segunda vez que te lo he visto hacer y aun no me he acostumbrado, - añadió la muchacha que se sentía realmente bien. - ¡Es maravilloso, indescriptible!…

-Ya podemos bajar- declaró el guerrero de un modo más comedido que su acompañante. - El peligro de la lluvia ha pasado.

 

            Descendieron cerca de la posición de Tania y Peter. Estos, como no podía ser de otro modo, se dirigieron hacia ellos cámara en ristre. Cuando ambas parejas se vieron quedaron sorprendidas mutuamente.

 

- ¿Cómo lo habéis hecho? - Les preguntó aquella joven periodista boquiabierta. -

- ¿Qué hacéis vosotros aquí?,- inquirió Katherine por toda respuesta. - ¿No veis que es muy peligroso?

-Somos periodistas, igual que usted- se reivindicó Peter, agregando. - Y creo que andábamos tras la misma noticia.

-Pero lo del embalse no es nada en comparación con lo que ha hecho este tipo. - Añadió Tania mirando a Eron brillar hasta que este retornó a su estado normal. - Es sencillamente sobrenatural…

-No le mezcléis en esto, - les pidió Kathy. -

- ¿Bromeas? - respondió su interlocutora sin podérselo creer alegando entusiasmada. - Es la noticia del siglo. Desde hacía mucho tiempo que no se tenían noticias de un guerrero dorado. ¿Ángeles de Dios? ¿Extraterrestres? ¿Experimentos del gobierno? ¿Aliados de los reyes de la Tierra? ¿Quiénes son ustedes en realidad? - Le inquirió a Eron que la miraba sorprendido. -

-Únicamente somos personas, como tantas otras- repuso al fin, eso sí matizando - con poder y habilidad para hacer que las cosas cambien, a mejor o a peor, ahora lo comprendo bien. - Añadió casi más para sí mismo. - Tanto Asthel como mi hermano tenían razón. El poder por sí mismo no significa nada. Es lo que haces con él. Y es una gran responsabilidad.

 

Los muchachos no le comprendieron bien, aunque ahora estaban más atentos a la veterana reportera que se dirigió a ellos con un fingido tinte malicioso.

 

-Mirad, con el reportaje de la inundación bastará para recibir un premio. Yo tengo otro grabado, podría llevarlo antes que vosotros y hacerlo mío, sería una carrera y tengo todas las de ganar. Lo único que tendría que hacer es llamar a mis estudios en tanto que vosotros deberíais pedir hora.

-¡Eso no es justo!- Protestó Tania visiblemente enfadada.- Nos hemos jugado la vida tanto o más que usted para lograr esta información.

 

La joven quería morirse de desesperación. ¿Su admirada Katherine O’ Brian sería realmente capaz de hacerle eso? ¿Le pisaría ese reportaje de aquella forma tan vil? De ser así, no era la persona que había creído. Aunque para su alivio, la escuchó añadir.

 

-Lo sé, el reportaje también es vuestro. - Admitió Kathy declarando ahora con tono conciliador. - Pero si unimos lo que tengo yo y lo que habéis obtenido por vuestro lado, todos ganaremos. Yo lograré incluso que os contraten en mi canal. Necesito gente como vosotros que me ayude a investigar...aunque seáis una potencial competencia, pero a mí eso me gusta.

-Sería estupendo- afirmó Peter. - ¿Eh, Tania? - miró a su compañera que ahora ya no parecía tan entusiasmada. -

-Pero a cambio de…- le inquirió suspicazmente la joven a Katherine que asintió. -

-Eres muy lista, y veo que lo pillas todo al vuelo. Verás, este tipo - señaló Kathy a Eron que estaba apartado a varios metros, mirando el panorama - no ha aparecido por aquí, él no desea publicidad. Y ya veis lo bestia que puede llegar a ser cuando se enfada.

-Entiendo, si mostramos sus imágenes nos deja peor que esa montaña - respondió Tania con resignación. -

 

            Eron iba a negarlo, pero Katherine se lo impidió adelantándose.

 

 -Pues más o menos. - Sonrió ella con picardía. -

-Pues yo lo veo razonable - intervino Peter. - Escucha, vale más estar disfrutando de la fama enteros que no a trocitos.

-Conforme, - admitió la interpelada con un tinte resignado de voz. - Visto de esa manera cualquiera opone nada. Aunque es triste que no pueda revelarse toda la verdad.

 

Kathy la observó con una mezcla de aprobación, pesar e incluso instinto maternal, para decirle con tono suave y conciliador.

 

-Escucha... Eras Tania, ¿verdad?

 

La interpelada asintió, y su idolatrada periodista añadió.

 

-A lo largo de los años he aprendido muchas cosas. Una de ellas es que, a veces, aunque deseemos contar algo, lo más prudente es no hacerlo. Diciendo toda la verdad podríamos perjudicar a personas que no lo merecen. Una parte de la labor de un reportero es saber hasta dónde puede llegar.

-Creía que la ética periodística estaba en atenerse a los hechos, decir siempre toda la verdad y no revelar las fuentes. - Suspiró Tania. -

-Y así es. Por eso te pido que pienses en mi amigo como en una fuente. La que ha hecho posible esto. No debemos desvelar su identidad. Él no lo quiere así.

 

La chica meditó sobre esas palabras y al fin asintió, sonriendo incluso para sentenciar.

 

-Siendo así, habrá que proteger a nuestra fuente.

- ¡Estupendo! - sonrió Katherine, ofreciéndoles. - Ahora vámonos a mi casa a celebrarlo.

-Si no le importa - Le pidió tímidamente Peter, - podría firmarme un autógrafo.

-Todos los que quieras - repuso Kathy que agregó. - Y además podéis hacerme esa entrevista si queréis...

-Bueno, ahora que vamos a ser famosos, no sé si nos hará falta...- replicó Tania con sorna. -

 

            Su contertulia no supo cómo tomarlo, al principio incluso le molestó un poco pero después se dio cuenta de que era una broma y se rio. Tania y Peter lo hicieron con ella.

 

-Oye, jovencita. ¿Sabes que tienes madera? - La alabó con total sinceridad más al remachar. - Me recuerdas mucho a mí misma a tu edad. Eres tan insolente al menos como era yo. - Remachó divertida. -

           

            Eso hizo reír a esa muchacha que agregó de buen talante.

 

-Lo tomaré como un cumplido, he tratado de seguir sus pasos, señorita O’ Brian. - Le confesó la joven no sin satisfacción para proponerle. -  Si tiene tiempo, podría contarle algunas de mis investigaciones. 

-Por favor, llámame, Kat, y claro que estaré encantada de que me cuentes todo eso. - Convino su contertulia. -

 

Eron, por su parte había sentido algo, una extraña vibración que le atraía, como si le estuviese advirtiendo de un peligro, quiso comprobarlo.

 

-Esperadme aquí un momento, ahora vuelvo, - les dijo a todos y levantó el vuelo antes de que pudieran preguntarle que ocurría. -

 

            Una de las paredes que había construido tenía grietas, el agua escapaba por ella con un ritmo cada vez más importante. Eron se dio cuenta justo cuando reventaba, como última medida aumentó su poder de forma enorme emitiendo un aura de energía que detuvo el agua como si de una pared invisible se tratase. Tanto Kathy como Peter y Tania se quedaron pasmados. Igual que si fuera Moisés reencarnado, el saiyajin pasó entre el agua abriendo un corredor solamente con su energía y con un potente grito hizo retroceder toda esa masa de líquido mientras con sus enormes brazos dibujaba en el aire las instrucciones para que enormes trozos de barro y piedra colmataran la brecha que él mismo cerró con un rayo. Únicamente un pequeño promontorio quedó emergido de aquel lago que se había formado. Eron lo sobrevoló, era un montículo embarrado.

 

- ¿Qué es eso? ¿Quién? - Pudo musitar perplejo. -

 

            Y es que entre las ramas de los árboles y sentada sobre un islote de tierra rodeada por un mar de agua fangosa vio a una niña sentada. No podía sacarla directamente pues sobre ella tenía ramas de árboles, y tampoco deseaba asustarla, de modo que se posó sobre el montículo y se acercó andando. En ese momento se percató de algo curioso que le hizo sorprenderse todavía más. La pequeña vestía una túnica blanca que permanecía inmaculada entre todo aquel fangal, él, por su parte, se había manchado hasta la rodilla nada más aterrizar y se llenó de salpicaduras al comenzar a caminar.

 

-Yo te sacaré - le dijo Eron con un tono tranquilizador llegándose hasta ella, la pequeña no debía tener más de cinco años. -

 

Aunque se maravillaba de lo calmada que estaba, como si no tuviera la impresión de correr el menor peligro. Claro que, siendo tan pequeña, era lógico que no pudiera comprender la situación en la que se encontraba. Entonces la niña le habló, con un tono dulce y afable.

 

-Te esperaba- sonrió la cría que era rubita y con unos ojos muy azules de tono celeste. -

- ¿A mí? - se señaló Eron que la devolvió la sonrisa. - Anda, te sacaré de aquí, esto es peligroso para una niña.

-Nada debes temer por mí, porque esto no puede dañarme. - Repuso la cría que no hablaba en absoluto como correspondía a su edad, sobre todo cuando agregó, para asombro de él. - Ni tampoco sufras más por ti, tu tiempo de penar ha terminado. Esa es la ley aquí, dijo el rey del atardecer…

 

            Entonces Eron sintió emanar de ella una potencia indescriptible, descomunal. Se quedó paralizado, era una sensación similar a la que sintiera con Asthel. La fuerza que desprendía esa pequeña era espiritual y su pelo rubio se tornó blanco flameando como si estuviera siendo mecido por una fresca brisa.

 

-Vuelve con los tuyos - le pidió la niña con dulzura y a la vez determinación. -  Serás muy útil allí. Para mostrar el camino a las nuevas generaciones. Tu periplo durará años, pero es necesario que vuelvas. Ellos deberán emprender una gran y trascendente misión.

- ¿Yo? - Inquirió casi con un susurro. - Pero ¿quién eres tú? - Pudo decir mirándola con asombro reverencial. -

-Sólo un mensajero, como Asthel. Un ángel de la categoría de los Querubines. - La niña entonces se elevó en el aire batiendo unas etéreas alas mientras le ordenaba. - Ahora, interpreta la profecía del rey de la ciudad del atardecer.

- ¡Un ángel! - Reconoció Eron anonadado mirando hacia Kathy y los chicos que estaban a unos centenares de metros.- ¡No puedo creerlo…no entiendo!…

 

            La niña sonrió de la forma más bella que él hubiera visto nunca y entonces le indicó.

 

-Ve con ella a la montaña, canta la canción ceremonial del rey del atardecer. Entonces lo comprenderás.

-Pero…yo no soy el rey…no soy digno de cantar esa canción. - Pudo replicar el saiyajin, puesto de rodillas, casi entre balbuceos, estremecido por semejante energía. -

-Ya la entonaste una vez, del modo en que no debías hacerlo. Haz como te digo, Eron, de la estirpe Deveget. Cántala ahora con su verdadera esencia. Reconcíliate con los de tu sangre y retorna a ellos en paz.

 

Y ese tono de voz era tan dulce que el guerrero apenas podía evitar las lágrimas. En efecto notaba una gran sensación de calidez a la que siguió otra de felicidad. Como si algo largamente perdido y anhelado por fin volviese a él. Iba a decírselo a los otros girando la cabeza para ver si podía distinguirles.

 

-Gracias. - Pudo decir emocionado mirando de nuevo hacia ese ángel. -

 

Sin embargo, la figura celestial ya no estaba allí, había desaparecido sin que él se diera cuenta, no había sentido su marcha, y eso que ya no percibía aquella enorme potencia. Aun lívido por aquella aparición, bajó de nuevo hasta los demás. Al poco de reunirse con ellos fue Kathy la que le preguntó con inquietud.

 

-Estás pálido. ¿Te encuentras bien?

 

            El guerrero no respondió, entonces fue la otra chica la que intervino.

 

-Supongo que lo que acabamos de ver tampoco podemos contarlo - suspiró Tania. -

- ¿Qué habéis visto? - Les inquirió el todavía maravillado Eron, pensando en el ángel. -

-Eso que has hecho con el agua - precisó Peter. - Bueno, lo cierto es que estaba tan asustado y sorprendido que se me olvidó grabarlo.

- ¡Te lo he dicho mil veces, cabeza hueca! - Le regañó su compañera gesticulando expresivamente con las manos. - Lo primero es el reportaje.

-Bueno, luego le he filmado cuando terminó y sobrevoló ese montículo. - Se excusó el chico. -

- ¿Y eso ya que importa? - contestó Tania irritada por semejante descuido para suspirar resignada. - ¡Eres un desastre!…

 

            Katherine asintió para sí. Divertida confirmaba su primera impresión. Desde luego esa chica valía, pero ya más seria volvió a dirigirse a Eron para preguntarle pues le notaba extraño.

 

- ¿Qué era eso que te llamó la atención?

-Debo marcharme- respondió él eludiendo el tema. - Volver a casa.

-Enseguida nos vamos. - Repuso Kathy. -

-No. - Suspiró él matizando. - A mi verdadera casa. A mi mundo.

 

            Su interlocutora le miró sorprendida e incluso apenada.

 

- ¿Tienes que hacerlo?

-Sí, es necesario que lo haga.

- ¿Con quién has estado hablando? - Preguntó Kathy al darse cuenta de aquella expresión de su mirada que parecía haber quedado impactada por algo. -

-Yo no vi a nadie- declaró Peter - y enfoqué bien con la cámara, sólo estaba él.

 

            Eron sonrió de modo condescendiente entonces y le respondió.

 

-Era alguien mucho más allá de la visión terrenal. Vamos, volvamos, pero antes de ir a tu casa quisiera llevarte conmigo a que vieras algo. - Le pidió a Katherine añadiendo con voz queda. - Y también a que lo escucharas.

 

            Ésta se le quedó mirando, los ojos de él brillaban, desprendían una gran paz, la melancolía e incluso tristeza que había visto en ellos habían desaparecido. Ahora se iluminaban con una determinación, una meta que le guiaría a partir de entonces.

 

-Pues vamos. - Convino Katherine. -

 

Sin decir más, Eron se elevó con ella en brazos dirigiéndose hacia aquella montaña que se veía en la lejanía, justo cuando atardecía.

 

-Bueno, hay van el señor y la señora maravilla. - Suspiró la joven reportera. -

-¡Esto ha sido increíble! - Añadió su compañero. - Tía…todavía estoy alucinando…

 

Y Tania y Peter se quedaron hablando sobre el estupendo reportaje que iban a presentar, ¡de la mano de Katherine O’ Brian nada menos! Deseando que, cuando menos, les hicieran un gran contrato en la misma cadena o incluso les premiasen a lo grande por semejante primicia.

 

-Esto nos va a cambiar la vida. - Sonrió la chica llena de entusiasmo. - Lo hará para siempre.

 

Sin preocuparse de ese tema de momento la famosa periodista entre tanto charlaba con Eron. El guerrero le contó su visión y lo que le había pedido que hiciera.

 

- ¡Era un ser superior! - Le explicó lleno de admiración – con al menos tanto poder como el que sentí en Asthel. Me ha dicho que debo regresar, tengo una importante tarea que cumplir, pero antes...

 

            Volaron hacia la cima de aquella montaña y aterrizaron. El sol se veía rojo ocupando gran parte del horizonte en tanto caía y él le comentó.

 

-En nuestro mundo existe una alta montaña, se llama el pico del atardecer, dado que, desde allí, la vista de nuestro sol poniente es la mejor de todo el planeta. La tradición dicta que cada vez que un nuevo soberano es coronado lleve a su futura reina con él y le cante una canción que ha pasado de generación en generación. Es la historia de algo que una vez sucedió en Nuevo Vegeta, una antigua disputa por el trono. Y el ángel me ha dicho que te trajera y que te la cantara a ti. Me aseguró que así entendería su significado.

 

            Su contertulia no habló, solo asintió llena de curiosidad y asombro ante tales costumbres. Sintiendo la cálida caricia de ese atardecer que teñía todo en tonalidades rojizas. Eron entonces cantó con voz potente y llena de sentimiento. Como si finalmente pudiera abrir una compuerta largamente cerrada. Y en tanto entonaba aquella canción efectivamente comprendió. Se recordó a sí mismo, cuando lleno de ira y odio amenazó a su propio hermano, que iba a ser proclamado como soberano a los pocos días. Eron entró en tromba a través del blanco corredor de palacio hasta el salón del trono.

 

-Todo esto que hay aquí, pronto arderá. ¡Esa es la palabra del rey! - Recordó haber espetado. - Tienes una corona de papel. No te durará…solo eres un rey títere. Algunos estamos sedientos de poder, otros como tú os ahogaréis con él. El más fuerte ha de reinar, esa es la ley aquí. Yo soy el rey de la ciudad del ocaso.

 

            Y en ese instante enmudeció llevándose ambas manos a las mejillas y pudo musitar.

 

- ¡Oh, Dios mío! ...entonces fui yo… todo este tiempo, tantas generaciones…y finalmente siempre se trató de mí. ¡No eran los recuerdos del pasado, era una profecía de lo que iba a hacer!

 

            Katherine le miraba atónita, sin comprender nada de aquello, pero vio como el saiyajin lloraba en tanto cantaba ahora en voz más baja y llena de patente asombro como si cada estrofa le confirmara todavía más sus conclusiones.

 

-Un hombre harapiento llegó arrastrándose

- Atravesando los corredores de este inmaculado lugar

-Y dejó caer su cuerpo

-Y vi las heridas que surcaban su cara

 

Recordó a Dariel, el canciller real, al que él mismo había herido de muerte, cuando se arrastraba desangrándose hasta derrumbarse sobre un camastro que trajeron con urgencia para atenderle…

 

-Y almas heridas vinieron a su lecho

-  Escuchar las historias que contaría

- De mariposas y tiempos de verano.

 

Él se dedicaba a exclamar que era el más fuerte, en tanto algunos aterrados cortesanos se reunían entorno al hermano de Seira que, desolada, le aferraba de la mano oyendo como éste, con sus últimas palabras, recordaba los grandes y hermosos días del reino…

 

-Y todos los reunidos allí

-Recordaron como solía ser

-Antes de que el veintisiete llegase…

-Este lugar nunca será el mismo

 

Y Bralen, su hermano y nuevo rey de los saiyajin, estaba fuera de la ciudad y llegaría al día siguiente, veintisiete. Para enfrentarse al propio Eron que gritaba a todo el que quisiera o no escucharle…

 

-Durante la noche llegó a mí e hizo de esta esquina un campo de batalla…

-Clavando una mirada que no podía explicar

-La locura de un juego mayor…

-Él dijo… soy el rey de la ciudad del atardecer…

 

Entonces fue cuando se puso en marcha para dirigirse hacia Bralen que le aguardaba con su propia hermana Seren y otros guerreros. Allí fue donde se encontró con el Mensajero y donde afortunadamente todo cambiaría para él…ese juego más grande que sus demenciales sueños de poder y dominio…la tarea que tenía encomendada, que le fue encargada incluso desde antes del principio de los tiempos. ¡Ahora lo veía!...

 

            Y entre lágrimas el arrepentido y al fin rehabilitado guerrero, remachó con un chorro de voz tan potente que casi hizo temblar las rocas de su alrededor.

 

-¡Soooy el reeeey.... aaaah!

 

            Katherine estaba paralizada escuchándole. Aquello fue algo realmente asombroso. A ella también le saltaban las lágrimas, visiblemente conmovida. No podía imaginar que ese hombre pudiera cantar así, pero lo que le llamaba la atención no era la fuerza de su voz sino ese hermoso y al mismo tiempo triste sentimiento de liberación y de esperanza que pudo percibir. Entonces le escuchó suspirar.

 

- ¡Oh, Señor! ...He sido tu instrumento después de todo. Siempre lo fui… - Pudo balbucear cayendo de rodillas en tanto su acompañante se aproximaba a él preocupada. - Todo esto debía de ocurrir.

- ¿Estás bien? - Se interesó ella observándole con una creciente intranquilidad. -

 

            Pero él se levantó y esbozó una pálida sonrisa, secándose las lágrimas pudo responder.

 

-Ahora sí…por fin lo estoy. El ángel tenía razón, al fin lo he comprendido. El veintisiete… mi hermano fue proclamado el cuatro de junio del calendario terrestre y yo…yo quise arrebatarle el trono y acabar con él el veintisiete…el día de su coronación y de su boda con Aiona…

-No sé de qué estás hablando. -Pudo musitar ella totalmente desconcertada. -

-Es una larga larguísima historia. - Le aseguró él.-

-Y por qué no me la cuentas de camino. - Sonrió la muchacha. - Me encantaría poder escucharla.

 

            Y Eron asintió, entonces tomó a su acompañante en brazos y retornó con ella a la ciudad. Durante ese camino de vuelta le contó la razón de todo aquello y Katherine se emocionó con él. De este modo llegaron enseguida a la casa de la chica y allí, el guerrero, tomando un trozo de papel, escribió algo. Se lo entregó a Kathy que intentó leerlo, la caligrafía estaba clara pero el idioma le era desconocido.

 

- ¿Qué pone aquí? - le preguntó ella con curiosidad. -

-Es una carta para el Mensajero - Respondió Eron afirmando confiado. - Lo entenderá, búscale cuando sea un adolescente. Él te lo explicará.

- ¿Explicármelo? ¿Y no puedes explicármelo tú? - Le pidió ella casi desesperadamente. -

-No, eso sí que no puedo hacerlo. - Repuso inclinando la cabeza y acariciando el rostro de Kathy con una mano puesta en su barbilla. - Y me gustaría, me gustaría mucho quedarme. He conocido cosas que nunca había sentido. Una vida de paz, tranquila, pero ahora que ya entiendo lo que tengo que hacer mi deber me lleva muy lejos de aquí. Tú tampoco eludirías tus responsabilidades, debes tratar de comprenderlo.

-Sí, lo entiendo - musitó una abatida Katherine queriendo saber con un poso de esperanza- ¿Volveré a verte?, alguna vez.

-No lo sé, quizás…ahora debo marchar. - Sacando su dispositivo tecleó una orden que fue obedecida por su lejana capsula espacial, emitiendo su posición al receptor de Eron. - Adiós - se despidió él, presto para salir por la ventana. -

 

 Kathy le detuvo para poder darle un beso de despedida en los labios largo y suave. Eron esbozó una tenue sonrisa que ennoblecía bastante sus hasta entonces toscos rasgos. Mirándola por última vez a los ojos sin decir nada salió por la ventana poniendo rumbo hacia su cápsula. La muchacha salió al jardín para ver cómo se alejaba hasta que ya no pudo distinguirle…

 

-Adiós, hasta pronto - susurró ella con la mirada perdida en el cielo, entonces llegó Tania. -

-Se ha marchado ¿eh? - Le dijo está acercándose despacio. -

-Tenía que volver a su hogar- respondió una apenada Kathy remarcando esta palabra. -

-Ha hecho mucho bien, - la animó su contertulia- seguro que volverá algún día.

-No lo sé- suspiró Katherine - pero, a donde quiera que vayas Eron, te deseo mucha suerte y felicidad. Bueno - añadió cambiando de tercio con un tono muy profesional y más animado. - Vamos a preparar el reportaje. Nos queda mucho por hacer

 

            Tania sonrió y entre ambas se pusieron a planificarlo, uniendo sus informaciones. Peter entró momentos después y las ayudó. Cuando concluyeron pudieron sentirse muy satisfechos. Y no fue para menos. Presentaron un excelente informe que fue premiado e incluso aclamado por los medios. Los dos jóvenes tan prometedores fueron efectivamente contratados. Fue la propia Katherine quién, tras dar paso al reportaje y recibir grandes aplausos, les invitó a pasar presentándoles.

 

-Y gracias a la colaboración de estos dos talentosos colegas. Han podido ustedes ser testigos de lo ocurrido el día de las inundaciones.

 

            Ambos chicos sonrieron llenos de vergüenza cuando todo el plató se levantó prorrumpiendo una gran ovación. La propia Kathy les aplaudía dándoles después sendos abrazos. Al fin, la reportera declaró una vez se extinguieron los aplausos.

 

-Y quiero dedicar esta canción a buen amigo que no está hoy aquí, tuvo que partir en pos de cumplir con una importantísima tarea…Nos ayudó a todos, a mí la primera. Y solo deseo que él encuentre también la paz y la armonía que merece…

 

O es un sueño que no tenga la oportunidad de

Hacerse realidad, cariño

Solo se necesita un poco de fe, cariño

Cualquier cosa que queramos hacer

Podemos hacerla ahora

 

Y con voz potente y llena de una nueva fuerza que surgía de ella Katherine interpretó ese antiguo tema....

 

No hay nada en nuestro camino, cariño

Nada sobre lo que nuestro amor no pueda elevarse

Hemos atravesado la noche

 

Podemos llegar a la luz

Mientras tengamos nuestro amor

Iluminando el camino

 

Con un poco de fe

Con un poco de confianza

Si crees en el amor

El amor puede mover montañas

 

Y así lo había presenciado, Eron literalmente las había movido. No por egoísmo o deseos de mostrar su poder, sino para ayudar a otros.

Cree en tu corazón

Y siente, siéntelo en tu alma

Y el amor, cariño, el amor puede

Mover montañas

Profundos océanos y altas montañas

No nos detendrán

Por qué el amor está de nuestro lado, cariño

Podremos alcanzar el paraíso y

Tocar el cielo

 

Solo créelo, cree en ti y en mí, cariño

Si tenemos amor lo suficientemente fuerte
Podemos hacer cualquier cosa.

Superarlo todo

 

Porque a través de todo el amor

Siempre encuentra un camino


Con un poco de fe

 

Y se aplicaría eso a sí misma. Con fe y determinación, no cesaría en la batalla contra sus propias debilidades y de paso, seguiría tratando de hacer que brillase la verdad y que se hiciera justicia.

 

Tú crees en mí

Yo creo en ti

Si creemos el uno en el otro

No hay nada que no podamos hacer

Si nuestro amor es lo bastante fuerte

El amor encontrará una manera

Con un poco de fe.

(Love can move mountains. Celine Dion. Crédito al autor)

 

            Al fin concluyó, arrancando una gran ovación. Ahora fueron Peter y Tania las que la aplaudieron con entusiasmo abrazándose a ella después. Fue la joven reportera en ciernes quien le susurró a su mentora.

 

-Seguro que algún día volveréis a reuniros…Haz como dice esa canción…

-Lo haré. - Aseguró su interlocutora. - Y tú continúa así…y te auguro una gran carrera en este mundo.

 

 La muchacha asintió. Y desde luego que Katherine no se equivocaba. Tania cumplió su sueño, se convirtió en una periodista de talento y fama mundial. Amiga y competidora de Kathy que también prosiguió con su carrera consiguiendo magníficos reportajes, pero siempre con la curiosidad de aquel mensaje. Por su parte Eron se alejaba de la Tierra en su nave. Ya estaba muy distanciado, pero, aun así, aquella canción le llegó con claridad a su dispositivo. El saiyajin sonrió. Apenas pudo musitar…

 

-Gracias Mensajero, por permitir que me llegue su voz. Gracias Katherine… Creeré en ti y creeré en mí…y quizás tal y como cantas, algún día, el amor pueda volver a reunirnos…hasta entonces, sé feliz.

 

Y de este modo prosiguió su viaje, rumbo a su lejano mundo. Tenía una gran labor que realizar allí.  Algunos años después, aprovechando otro documental, Katherine llegó hasta Bios y allí, Asthel, que ya era un adolescente, le descifró aquella misiva. En ese momento, Eron daba por concluido el viaje de retorno a casa y comenzó su tarea de adiestramiento que prepararía al que iba a ser su pupilo para la importante misión que le había sido anunciada por el ángel. Sin embargo, aún les sucederían muchas cosas más, pero que deberán ser contadas en otro momento y lugar.

 

 

 

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