Dedicada con mucho
cariño a dos buenos amigos. Aquí está mi promesa cumplida. Claudia, mi
maravillosa y fiel lectora, gran fuente de ayuda e inspiración, por un corto
espacio de tiempo el destino de nuestros universos se cruzó. Maren, espero que
también mi futuro lector, que disfrutes de Mako-chan y su intervención en este
relato.
El extraño viaje de Petz y Zafiro
No habían pasado muchos días
desde que se celebrase la victoria sobre las fuerzas de la oscuridad. Zafiro y
Petz habían vuelto ya a Japón, ella decidida a reabrir la tienda de cosméticos
que había estado llevando con sus hermanas y él, con una interesante oferta
hecha por la agencia espacial europea que estaba muy interesada en sus
conocimientos de ingeniería espacial del siglo XXX. Los dos echaban mucho de
menos a sus amigos y familiares, pero ya quedarían para verse de vez en cuando.
Lo principal era comenzar una nueva vida como habían hecho todos los demás. El
primer día de la reapertura de Otafukuya, Zafiro, que no tenía que incorporarse
a su trabajo hasta la semana siguiente, acudió a ayudar a Petz, bajo la
dirección de ella, se afanaba en ir entrando el género.
-Cariño ¿dónde pongo estas cajas?,- inquirió él.
- Pesan una tonelada.
-Ten cuidado, hay van los frascos
de perfume, - le advirtió ella indicándole. - Déjalos en el almacén, en la
esquina de la derecha.
-Muy bien- asintió el
interpelado, moviendo un gran contingente de cajas que debían de pesar bastante
como si de una pluma se tratara. -
Petz
miraba orgullosa a su novio, desde luego seguía tan guapo como siempre. Pero además
estaba mucho más fuerte. Recordaba todavía aquel momento tan maravilloso,
cuando él retornó a su vida. Ella estaba a punto de comer con sus hermanas, Tom
y Roy. En ese momento alguien llamó a la puerta y el novio de Bertie se levantó
a ver. Volvió dirigiéndose hacia las chicas.
- Es un vecino que dice que tienes algo que
le pertenece. Lo olvidó hace tiempo. - Declaró con bien estudiada indiferencia
dirigiéndose más concretamente a Petz que estaba retornando a la mesa con
algunos platos. -
- ¿Qué podrá ser? Si hace poco que nos hemos
mudado. Apenas conozco a nadie. - Inquirió ella sorprendida. Roy, impaciente,
casi la empujó hasta la puerta sin darle tiempo a dejar lo que llevaba en las manos.
- No lo entiendo, ahora mismo no caigo. – Insistía la desconcertada muchacha. –
El chico la acompañó
encogiéndose de hombros y tapándole adrede la visión. Llegado el momento
convenientemente se apartó. Allí, de pie frente a Petz, aguardaba un hombre de
pelo oscuro azulado y largo recogido en una coleta, llevaba una frondosa barba.
En un primer instante la chica no supo quién podría ser hasta que sus ojos se
clavaron en los de él...
Los
platos que llevaba cayeron al suelo y temblando, luchó por recuperar el habla.
- Hola Petz. - Saludó el muchacho con una
gran sonrisa, añadiendo distendido, con sus emociones bien controladas a pesar
de lo difícil que se le hacía. - Vengo a por mí chaqueta, te la dejé hasta que
volviera. ¿Recuerdas?
-Zafiro- musitó ella dejando caer las
lágrimas y moviendo la cabeza ¡Zafiro! - Exclamó abrazándose a él y rompiendo a
llorar. - ¡No puedo creerlo, estabas muerto, esto es un milagro!
-Lo es en verdad - convino él
acariciándole su pelo mientras la apretaba contra su pecho. - Gracias al Cielo
y a Roy pude luchar para ayudar a salvar este mundo. Y ya no habrá nadie que
nos separe jamás.
- Sí – terció su amigo dominando
a duras penas la emoción e intentando sonar divertido cuando declaró. –Está
visto que en el Cielo últimamente admiten a cualquiera.
Aunque
Petz apenas si llegó a oír aquello, sus piernas le fallaban, sentía que la
vista se le nublaba. Aquella impresión había sido demasiado fuerte, era como si
su corazón quisiera salírsele del pecho y ella jadeó intentando respirar. Eso
llegó a preocupar a ambos muchachos. Por suerte Zafiro la estrechaba con fuerza
entre sus brazos impidiéndola caer y finalmente la chica se recobró. Había
estado a punto de desmayarse. Roy optó por dejarles unos momentos a solas en
tanto volvía al comedor simulando que no pasaba nada. Incluso llegó a decir a
los demás con gesto alocado como antaño.
- ¡Le he tirado los platos a Petz
sin querer! - Aquello provocó las risas y movimientos de cabeza de los otros
comensales, que distraídos por su amigo, ni sospechaban la escena que estaba
produciéndose a pocos metros, salvo Kalie que simplemente sonrió en tanto Roy
agregaba. – ¡Espero que tengáis también de plástico!
Petz pensaba en eso ahora, fue lo
que Roy le dijo después...
-Solamente Kalie se dio cuenta.
En cambio, yo fui incapaz de percatarme de sus intenciones. Mi pobre hermana,
espero que esté bien....
Pero quizás
precisamente por disfrutar de esos momentos de felicidad plena con el retorno
de la persona amada a la que había creído perdida para siempre, no supo lo que
planeaba hacer su hermana menor. Ella entre tanto acariciaba el rostro de su
amado, aún no podía creer lo que veía. Sin embargo, se forzó a hacerlo dado que
él estaba allí, con una camisa muy parecida a cuando le viera por última vez y
desde luego bastante más fuerte. Y lo más importante con la misma mirada y
sonrisa que recordaba y que aquel muchacho no dejaba de brindarle.
- ¡Dios mío! - Sollozó Petz en
cuanto hubo recuperado un poco el tono de voz. Incluso pudo empezar a
amonestarle con cariño y euforia, acariciando de nuevo el rostro del chico y
sin dejar de sonreír. - ¡Cómo estás! ¡Menuda barba te has dejado! ¡Y ese pelo
tan largo! ¿Es que no había maquinillas de afeitar, ni tijeras en el Cielo?
- Imaginé que no te gustaría mi
nuevo estilo - sonrió él, agregando divertido. - Pero me hice la promesa de no
afeitarme ni córtame el pelo hasta no derrotar al enemigo y estar de vuelta
junto a ti. Además - remachó risueño - quería saber si me reconocerías.
- ¡Siempre reconoceré la mirada de tus ojos!
¡Así has vivido desde entonces en mi corazón! – Puedo balbucir ella sin poder
parar de llorar. -
Zafiro volvió a abrazarla como
si temiera perderla cuando la soltase. Un buen rato más estuvo así. Finalmente,
al cabo de unos momentos, una Petz retornando aun con lágrimas en las mejillas,
pero con una gran sonrisa iluminando su semblante, pudo decir a sus atónitas
hermanas, con grandes esfuerzos para contener la emoción.
-Tengo que poner un plato más. Tenemos otro
invitado.
Las otras asintieron, aunque no
tenían ni idea, (a excepción de Karaberasu) de quién podría ser. Y cuando aquel
hombre de largo pelo y frondosa barba entró dando las buenas tardes por unos
instantes siguieron sin saberlo. Hasta que en un destello de comprensión vieron
como su hermana mayor le daba la mano y se sentaba junto a él. Tanto Bertie
como Cooan se levantaron de la mesa como resortes, tirando también algunos
platos y vasos al desplazar el mantel, abriendo la boca con un gesto de
sorpresa y emoción. Todos parecieron estar congelados en el tiempo. Fue
entonces Karaberasu la que rompió esa especie de hechizo, diciendo con un tono
dulce y lleno de ternura.
-Bienvenido a casa, Zafiro.
Las chicas también volvieron a llorar. Roy,
emocionado como el resto, miró a un también atónito Tom. Éste supo quién era el
recién llegado puesto que Cooan le había contado su historia y la de Petz
alguna que otra vez. Entonces y para restar tensión del ambiente, Roy intervino
con tono distendido.
-¡Zafiro tío!, mira la que has liado, te has
cargado los platos, ¡a ver como cenamos ahora!
Todos
estallaron en carcajadas en tanto el recién llegado se limitaba a sonreír. Petz
se rio entre las lágrimas en tanto le abrazaba. ¡Aquello valía por mil
vajillas! Y platos tenían de sobra. ¡Pero ella había recuperado la mitad de su
alma, de su vida, que le faltaba! No podía pensar, ni sabía que decir. Lo mejor
era seguir la celebración y quiso ir a por la cena. Pero tanto Cooan como
Beruche la detuvieron. Ellas se encargarían de todo mientras Petz se sentaba
junto a su chico. Por fin las dos
hermanas pequeñas sirvieron y se sentaron a cenar. Las chicas apenas tenían
apetito por la emoción. Lo mismo le sucedía al todavía perplejo Tom. Pero no
podía decirse lo mismo de Roy y Zafiro que devoraron de forma increíble todo lo
que les ponían por delante. Sólo pedían repetir una y otra vez ante las caras
atónitas de los demás.
-No nogs migeifs afí.- Consiguió farfullar
Roy mientras masticaba, tragó y pudo añadir de forma más inteligible. - Ahora
que sé que pertenezco a la raza de los guerreros del espacio, comprendo por qué
tengo tanta hambre.
-Sí, - secundó Zafiro con mejores
maneras explicando con tranquilidad. - Además, después de estar muertos, no
sabéis el hambre que se tiene al resucitar y luchar.
Los
demás escuchaban curiosos como los dos chicos les contaron parte de sus
peripecias en el Cielo. Tom y las chicas hicieron lo propio con sus aventuras.
La única que no habló fue Karaberasu. Zafiro también se percató de su avanzado
estado, en un momento tras la cena y a solas con Petz, se lo comentó.
- No sabía que Karaberasu estuviera
embarazada ¿Quién es el padre? ¿Es que se ha casado? - Zafiro se sorprendió
pues la cara de Petz estaba ahora triste, ella le explicó lo sucedido. -
¡Canallas! - se enfureció el chico añadiendo con indignación. - ¡Si hubiera podido
atrapar al que lo hizo!
- Fue ella misma la que acabó con su
violador. Pero, aunque trata de disimularlo, ahora está asustada y perdida,
¡por favor!, no le comentes nada. Kalie no desea ensombrecer nuestros
reencuentros. Lo sé, y si nos centramos en ella lo pasará muy mal. - Le pidió
su interlocutora con gesto apenado. -
- Muy bien- acordó su interlocutor relajando
su semblante - descuida.
La
cena prosiguió y tras una maravillosa velada, los chicos se despidieron. Petz
salió a darle un beso a Zafiro.
-No te preocupes, mañana mismo me afeitaré. -
Le prometió risueñamente él. - Y nos veremos otra vez. Ahora me llevo puesta la
chaqueta. - Bromeó. -
Ella
no fue capaz de articular palabra, tal era la felicidad que la embargaba en ese
momento. Solamente asintió sonriendo de forma amplia y deseando con todas sus
fuerzas que aquello no fuera un sueño. Le abrazó con emoción. El chico pareció
entender aquello e hizo lo propio. Al separarse finalmente él mirándola con
ternura, declaró.
-Ahora será de verdad. Estaremos juntos. Y
comenzaremos de nuevo…como debió de ser entonces…
La muchacha
únicamente pudo sonreír de forma luminosa. Finalmente, el joven se marchó con
Roy. Por supuesto que, al día siguiente
se vieron, demostrando que aquello no había sido un sueño. No obstante, Petz
estaba desolada por la marcha de su hermana. Zafiro enseguida la confortó, tras
abrazarla, ambos se sentaron en el sofá del salón de ella. Su interlocutor le
dijo con tono cariñoso, que trataba también de animarla.
-Por lo que me has contado tu hermana ha
debido de sufrir mucho. Necesitará su espacio, su tiempo para asimilar todo
eso. Pero estoy convencido de que volverá.
Cosas más difíciles han sucedido. Mírame. Yo estuve muerto y ahora estoy
aquí, contigo.
-Cada vez que lo pienso no puedo evitar creer
que es un sueño. Que me despertaré de un momento a otro. - Pudo sollozar su interlocutora.
- Y a veces no sé si, cuando abra los ojos, estaré en la corte de tu padre o en
casa de los míos. O sencillamente aquí, sola con mis hermanas.
El
chico movió la cabeza y sonrió. Declarando a su vez.
-Cuando estuve en el Cielo, y me
explicaron lo ocurrido tampoco pude creerlo. Luego me dijeron que podría tener
la oportunidad de volver. Retornar al mundo de los vivos y ayudar a enmendar el
daño que causamos. Entonces no lo dudé. Allí también volví a ver a mi hermano.
Pasamos todo ese tiempo los dos juntos, como amigos, junto a Roy, Ail y Nephrite.
Nos conjuntamos como en un gran equipo de combate. Pero, sobre todo, formamos
un grupo lleno de camaradería. Todos deseábamos derrotar al mal. Pusimos
nuestra alma en ello. Aunque mentiría si no dijese que nuestros motivos eran
también egoístas. ¡Por mi parte deseaba tanto volver a tu lado!… sé lo que te
hice sufrir. Ojalá puedas perdonarme por ello.
La
conmovida chica le tapó los labios con un dedo. Pero él se liberó suavemente
para agregar.
-Sí, Petz, lo siento muchísimo.
Imagino como debiste de penar. Pero eres una mujer muy fuerte. Siempre lo has
sido. Desde que erais niñas has velado por tus hermanas. Nunca protestaste por
tu destino.
- ¡Oh, sí que lo hice! – Admitió
ella emocionada a su vez. - Lloraba a solas en mi habitación, cuando las demás
no podían escucharme. Llamaba a mi madre. Pero ella no estaba. Y la última vez
que fui a visitarla a casa. Gracias a ti. Casi escapándome de mis hermanas…la
encontré medio loca. Apenas sí me conoció. No quise decirlas nada. Solo Kalie
lo descubrió...- Musitó visiblemente consternada en tanto le caían las
lágrimas. -
Recordaba
ahora no sin pesar, aquella fatídica vez que retornó brevemente a casa. Tenía
muchos deseos de ver a su madre. Lo malo era que las cuatro no podían
ausentarse a la vez. Petzite, siendo la mayor, fue asimismo la encargada de
pedir permiso a la camarera mayor, Esmeralda. La joven estaba sentada en un
butacón de la sala de espera que custodiaba el camino hacia las dependencias de
la reina. De modo protocolario y casi sumiso, la mayor de las Ayakashi hizo una
leve reverencia y pudo hablar.
-Disculpad, Lady Esmeralda. Quisiera hablar
con vos un momento, si me lo permitís.
- ¿Qué es lo que sucede, Petzite? - Quiso
saber ésta, observándola con esos penetrantes ojos avellana que tenía. -
-Veréis. Me han llegado noticias de mi madre.
No está bien de salud y quisiera ir a verla.
Su
interlocutora la observó con gesto muy atento y enseguida respondió algo
apurada.
-Sabes que no puedo dejar que vayáis todas.
Os debéis al servicio de la soberana…
-Sería yo la única que fuese. - Le comentó la
joven. - Mis hermanas quedarían aquí. Por favor, Señora. - Imploró con tono angustiado.
- Hace años que no la vemos. Y nuestro padre desapareció hace tiempo. Solo nos
tiene a nosotras. Al menos he de saber cómo se encuentra.
-No sé. No estoy segura de que lo aprueben en
la corte. Además, estáis sujetas a la jurisdicción del hijo del marqués de
Crimson. No puedo darte permiso sin hablarlo con él…-Musitó de mala gana. -
Petzite
se sentía desfallecer. Su amo Rubeus no le daría ese permiso. Al menos desde
que ella no se recatara en mirarle de esa forma despectiva, tras lo que
descubrió que había entre Calaverite y él. Pero tendría que tragarse su orgullo
e ir a suplicarle. Temblaba solamente de pensar en lo que ese desalmado podría
pedirle a cambio. Sin embargo, una voz de hombre la sacó entonces de esos
pensamientos tan inquietantes. Enseguida la reconoció. Tanto ella como
Esmeralda hicieron una inclinación. Era el infante Zafiro que, con una media
sonrisa, declaró dirigiéndose a Petzite.
-No te preocupes, yo hablaré con
Rubeus y se lo diré a mi madre. No habrá problema. Puedes ir bajo mi
responsabilidad.
La
chica apenas pudo sino despegar los labios para musitar.
-Muchísimas gracias Alteza, no sé cómo
agradecéroslo.
El
muchacho sonrió, aunque con un deje de amargura para replicar.
-No tienes por qué dármelas. Sé
perfectamente lo que sientes. Mi madre está enferma, mi hermano en esa
condenada misión diplomática en la Tierra. Mi padre tan ocupado con los asuntos
del reino que apenas sí hablamos. Conozco perfectamente qué es estar solo. Y tú
también lo sabes. ¿No es así, Esmeralda?
-Sí, Alteza. - Pudo susurrar ésta
asintiendo despacio y bajando la vista. - Lo sé muy bien.
Y
Petzite pudo sonreír contenta por primera vez en mucho tiempo. Tras solicitar
permiso para retirarse tuvo el tiempo justo para ver a su hermana Calaverite e
informarla. Ésta se enfadó bastante y no pudo dejar de reprocharla.
-¡Claro! Así que eres tú la única que tiene
derecho a ver a nuestra madre.
-Escúchame. No era posible hacer otra cosa.
No podemos ir las cuatro. Ni tan siquiera dos. Y yo soy la mayor…
- ¡Siempre estás con lo mismo! – Estalló su interlocutora.
- Ya estoy harta. Eres la mayor…cuando te conviene. Pero para trabajar todas
somos iguales…
- ¡Si no te gusta haber sido tú la que
hubiera ido a pedírselo a Lady Esmeralda! - Se enojó su hermana a su vez. -
También yo estoy harta de ver tus devaneos con Rubeus. ¡Y de que vayas a tu
aire continuamente!
Su
contertulia no replicó, simplemente frunció el ceño, la miró con enfado y se
alejó. Petzite suspiró. No tenía tiempo para ir tras de ella y solucionar
aquello. Por el contrario, aprovechó a hacer un mínimo equipaje y salir deprisa
para tomar un transporte. El viaje duró varias horas. De camino tenía una
mezcla de ansiedad, alegría y preocupación. No sabía a ciencia cierta cómo
estaría su madre. Pero las noticias no parecían muy halagüeñas. Al fin llegó a
su casa. Unas droidas de servicio la abrieron. Pasó preguntando con tono
dubitativo.
- ¿Mamá?... Soy Petzite… ¿Estás aquí?...
Entonces
una figura bastante demacrada y con el cabello lacio salió de una habitación.
Para su horror la chica pudo reconocer a su madre. Ésta venía casi trastabillándose
y al ver a la joven se detuvo en seco, señalándola con un dedo acusador.
-Tú… eres…
-Soy Petzite, mamá. - Replicó la chica
tratando pese a aquella impresión de sonreír. -
- ¡Eres uno de ellos! - Exclamó la mujer. -
Apártate de mí, ¡no eres mi hija!
-Pero mamá. - Contestó la
asustada muchacha. - Soy yo…he venido a verte.
Pero
aquella enloquecida mujer movía la cabeza con un rictus de temor y casi
desesperación, musitando de forma inconexa…
-Todos corrompidos. ¡La Luna Negra! …mis hijas,
mis niñas… ¿Dónde están? ¿Qué habéis hecho con ellas? - Chilló ahora. -
- ¡Pero mamá! ¡Mírame, soy yo! - Pudo
sollozar la implorante Petzite realmente impactada por aquella dantesca escena.
-
Aunque
esa mujer pareció reaccionar mirándola entonces con otra expresión, lloraba
ahora y se lanzó a abrazar a la asustada chica.
-Petzite cariño… no dejes que te capturen a
ti también. No les creas…
- ¿Capturarme? ¿Quién? ¿Qué te ha pasado?...
¿Dónde está papá? ¿Sabes algo de él? - Inquirió la muchacha que estaba
totalmente sobrepasada por aquello. -
- ¿Papá? - Gimió nuevamente su madre, que
agregó con tono desvalido y lloroso. - Abuela…cuéntame más cosas de la Tierra…Esos
atardeceres hermosos en casa de tus abuelos…quisiera ir allí.
La
muchacha no podía evitar llorar viendo el lamentable estado de su pobre madre.
Por más que lo intentó no logró sacarla ya de esas ensoñaciones que la poseían.
Finalmente se marchó, musitando entre sollozos.
-Adiós, mamá…
Recordó
al volver, como su hermana Calaverite parecía estar de mejor talante cuando la
interrogó.
-Y bien… ¿Qué tal está mamá?
Sin
embargo, pese a todos sus esfuerzos, Petzite no pudo evitar derrumbarse al oír
esa pregunta y romper a llorar ante la atónita y preocupada mirada de su
hermana.
- ¡Petzite! – Pudo exclamar con visible inquietud.
- ¿Qué ha pasado? ....
Tras
una seria pugna por dominarse la interpelada le contó lo sucedido. Calaverite
tampoco pudo evitar las lágrimas. Entonces la mayor le ordenó recobrando su
tono más serio y autoritario.
-Ni una palabra de esto a Bertierite y a
Kermesite. Que al menos ellas recuerden a mamá tal y como fue.
Y
por una vez, su interlocutora asintió despacio conviniendo en eso sin poner ni
un solo, pero. Ahora pensaba en ello en tanto se lo refería a Zafiro, sin ser
capaz de evitar el emocionarse…
-Vosotras perdisteis a vuestra familia. Mi
hermano y yo a la nuestra. En general todos pagamos un precio muy alto. Pero
ahora, finalmente ha llegado el momento de ser felices. - Aseveró comprensivamente
el joven tomándola de las manos con afecto para sentenciar. - Y yo me aseguraré
de que tú lo seas. Mi amor.
Eso
la hizo sonreír una vez más. El solícito muchacho incluso le enjugó las
lágrimas con evidente cariño.
-Al menos, después, cuando
derrotamos a ese malvado Sabio, ella pudo darnos su último mensaje. - Declaró.
-
-Sí, algo me dijiste de eso.
¿Había ocultado una proyección tridimensional suya, no es así? - Quiso recordar
Zafiro. -
-Así es. - Asintió su novia,
haciendo memoria. -
Se acordaba
perfectamente de esa última batalla, sus hermanas y ella luchando contra aquel
ser de pesadilla y la cruel carcajada de aquel Sabio que justo le hizo
rememorar el lamentable estado en el que vio a su madre por última vez.
Entonces, la furiosa chica se recobró de esos tristes recuerdos y espetó
preparando su ataque…
- ¡Bastardo! ¡Jamás te lo perdonaré!
¡Lo vas a pagar!…
Sin embargo,
él arreciaba en sus burlas, exclamando con regocijo.
-Vuestra madre pasó sus últimos
días viviendo escondida, ¡como una alimaña! Se arrastraba a una especie de
sótano para evitar que la descubriésemos. Se consolaba oyendo sus patéticas
canciones. Creyó que sería capaz de vencer a mi hermano con eso. ¡Estúpida!
Pero en el fondo de su alma ella sabía que terminaría mal. Finalmente, no pudo
escapar a su destino. Y vosotras tampoco podréis.
- ¡Miserable canalla! - Pudo
espetar Karaberasu con una mezcla de furia y desolación. - Vamos a acabar
contigo en su nombre.
-Ella lo intentó, pero no fue
capaz de lograrlo. Y vosotras, la seguiréis. Pero no es justo darle todo el
mérito a mi hermano. - Añadió divertido. - Sois responsables de su muerte tanto
como él. ¡La dejasteis sola! Murió llamándoos sin que nadie la respondiese.
Aquellas
palabras golpearon a Petz y al resto de un modo más inmisericorde que las
ráfagas de energía que el Sabio arrojaba y que ellas volvían a intentar frenar
con sus poderes combinados. Sus energías resistían, lo malo fue que no pudieron
evitar sentirse culpables y consternadas, porque, aunque ese ser fuese malvado
y despreciable en eso no mentía.
-Estábamos siendo manipuladas por
ti o por eso otro, quien quiera que fuese. - Denunció Bertie sobreponiéndose y
defendiéndose a sí misma y a las otras. - Pero ahora somos libres. Y no
lograrás volver a utilizar nuestros sentimientos en nuestra contra.
-No me será necesario. ¡Ja, ja,
ja! - Se burló él. - Vuestra misma conciencia os perseguirá. Vuestros padres
murieron sin que vosotras movieseis ni solo un dedo para protegerles. Hasta
llegasteis a olvidarles. ¡Qué vergüenza de hijas!, ja, ja, ja…
De hecho, las
chicas se sentían realmente mal escuchando esas imprecaciones. Pese a tratar de
ignorar esas palabras, de algún modo aquel maldito encapuchado había logrado
que se les quedasen clavadas en lo más profundo de sus corazones. Aquel
engendro diabólico era un hábil manipulador. Eso hizo flaquear por un momento
su resolución y en esa guerra que mantenían. La energía del Sabio ganó terreno,
fue cuando Cooan reaccionó, arengándolas.
- ¡No perdamos el tiempo
discutiendo con ese monstruo y destruyamos su bola! Mientras siga intacta
tendrá todo su poder.
La joven
estaba buscando la misma, que todavía rodaba por el suelo, con la mirada, a la
par que se disponía a apuntar contra ella con su arco. Entonces la Dama del Fuego la vio.
Exclamando.
– ¡Desaparece maldito!
- ¡Nooo!,- aulló desesperado el
Sabio tratando de recobrarla, pues escuchó a sus enemigas y sabía que ahora
conocían su secreto. – ¡Perras traidoras!
Tratando
desesperadamente de hacerse con ella, lanzó un nuevo rayo hacia las chicas
quienes una vez más lo interceptaron con sus energías. Ambos chorros de poder
se aguantaron en el aire. Beruche y Petz, a las que se unió a duras penas
Karaberasu, resistían ese pulso dejando libre a Cooan que, entre tanto, logró
apuntar a su blanco con el arco y disparó una gran flecha de fuego. La bola, al
recibir el impacto directo estalló. En ese mismo instante el poder del Gran
Sabio se extinguió. Bertie, Karaberasu y Petz a las que a su vez se unió ahora
Cooan, aumentaron la intensidad de sus rayos con las reservas que les quedaban
y le destruyeron. Esta vez definitivamente.
- ¡Adiós para siempre maldito
asesino! Que disfrutes en el Infierno. - Exclamó una pletórica Bertie. -
-Sí. Al fin hemos vengado a
nuestro mundo y a nuestros padres. - Añadió Kalie con el emocionado
asentimiento de sus hermanas. - Ya podrán descansar en paz…
Y dio la
impresión de que esas palabras provocaron algo, al menos, de entre los
cristales que habían pertenecido a esa bola algo comenzó a elevarse.
- ¿Qué es eso? - Exclamó Cooan. -
-No lo sé, pero a buen seguro no
será nada bueno. - Replicó Beruche. -
- ¡No vamos a cometer el mismo
error otra vez!! – Sentenció Karaberasu. -
Las demás
convinieron en eso y se pusieron nuevamente en guardia temiendo que aquel
malvado se regenerase de algún modo. Estaban prestas a rematarle de manera
definitiva, aunque sus temores fueron por esta vez infundados. Sucedió todo lo
contrario, una neblina dorada tomó forma. Y para asombro y emoción de las
jóvenes, una figura de mujer que les era muy conocida y querida las saludó con
voz dulce y llena de afecto.
-Mis queridas hijas. ¡Ojalá
podáis ver esto!
- ¡Mamá! - Sollozó Petz sin poder
creer lo que contemplaba.
Esa figura
sonrió, dio la impresión de contestar a esa invocación. No obstante, enseguida
aclaró mientras se condensaba más claramente en la imagen de una mujer de
cabellos castaños y tonos violetas algo encanecidos y con un rostro marcado por
alguna arruga que miraba al frente con unos bellos ojos azules haciendo
aguas.
-Llegado el lejano día en el que
podáis ver esto, ya seré solamente un recuerdo. Un fantasma, pero no maligno ni
cruel como éste al que habéis derrotado. Porque si me estáis viendo es que
habéis sido capaces de destruirle. Quiero que sepáis que me enfrenté a él y que
no tuve miedo. No estaba asustada. Le planté cara y se lo hice pagar. Incluso
logré introducir este holograma mío en su maléfica bola sin que él lo
sospechase. Solamente sentí tristeza por no volveros a ver.
- ¡Mamá! - Gimió una emocionada
Bertie a su vez. - Te echamos muchísimo de menos.
-Hijas mías, mis preciosas y
magníficas hijas. Lo sepáis o no sois la razón de mi existencia. – Sonreía esa
figura ajena a la réplica. - Sed fuertes, permanecer unidas y apoyaos entre
vosotras. Sé que algún día descubriréis lo que sucede y vuestros nobles
corazones harán que finalmente os rebeléis contra la maldad. Cuando ese momento
llegue lucharéis contra ella y a favor de la justicia como hicimos vuestro
padre y yo. Y no nos arrepentimos de ello. Él os quiso muchísimo, os lo
aseguro. Lo mismo que yo. No os arredréis ante las dificultades. Viajaréis muy
lejos, vuestro destino os conducirá a un tiempo y un lugar muy distante. Sé que
sufriréis, pero también estoy convencida de que superaréis todos los
obstáculos, y que venceréis. Estáis destinadas a ser felices.
- ¡Mamá!, te queremos. - Pudo
decir la llorosa Karaberasu, acariciándose a su vez el vientre. -
- ¡Al fin recuerdo tu rostro,
mamá! - Lloraba también Cooan. -
-Ya no me queda tiempo. Pronto
todo llegará a su fin, pero será también el principio. - Sonrió una vez más
aquella mujer de un modo animoso, para dirigirse a ellas una por una y declarar
con dulzura. - Petzite. Mi jovencita marimandona. Eres la mayor, te confío a
tus hermanas, tienes mucho carácter y eres fuerte, pero también amorosa y
buena, cuídalas, protégelas y sobre todo, permítete ser feliz, hija mía.
Las lágrimas
caían por las mejillas de la aludida al tiempo que asentía con devoción.
-Te lo prometo, mamá…- Pudo
sollozar. -
Ajena
a esa réplica, la imagen de su madre prosiguió…
-Calaverite. Mi chica presumida.
Eres ingeniosa, llena de optimismo y muy perspicaz. Guía a tus hermanas y vela
por ellas. Y, sobre todo, disfruta de la vida como tú sabes, aunque siempre con
prudencia. Sé que saldrás adelante sea cual sea tu destino y las pruebas por
las que debas pasar. No te rindas jamás. Eres muchísimo más fuerte y generosa
de lo que tú crees. Y jamás lo olvides,
cariño. Por oscura que sea la noche, siempre termina por amanecer.
La joven quiso
decir algo, pero no fue capaz de articular palabra, se llevó las manos al
rostro tratando de contener el llanto sin lograrlo, al fin suspiró con un
gemido…
-Lo haré, mamá…
E Idina pasó a
la siguiente de sus hijas que la escuchaba con idéntica emoción a las otras.
-Bertierite. Mi niña lectora.
Eres muy inteligente y tenaz. Aconseja a las demás. Aunque sé que puedes llegar
a ser algo tímida. Pero estoy segura de que, con el tiempo, sabrás liberar todo
el inmenso amor que hay en tu interior. Por tus hermanas y por otras
personas…recuerda el nombre de tus flores favoritas. Ese nombre será para
alguien muy especial, una preciosa criatura sangre de tu sangre y parte de ti.
Una niña que, cuando crezca y se haga mujer, marcará diferencias.
La chica, llorando como el resto,
no acertó a comprender aquello, pero asintió musitando.
-Sí, mamá…
Aquel
holograma sonrió ampliamente y prosiguió con tono cariñoso.
-Y tú, Kermesite, mi pequeña
bailarina. Siempre tan alegre y llena de inocencia. ¡Nunca la pierdas, pase lo
que pase! Por oscuro que el mundo te parezca, conserva la luz en tu interior.
¡Ojalá un día tengas una hermosa niñita a la que ponerle mi nombre! Una hija
que sea la madre de una gran familia.
- ¡Mamá! - Gimió la aludida. - Lo
haré, te lo prometo…
Idina sonrió
una vez más, ahora entre lágrimas, comenzando a desvanecerse, aunque antes de
hacerlo del todo, pudo decir a modo de despedida.
-Si me estáis viendo es que
triunfé en mi propósito. No sé si habré podido terminar con ese Sabio. Aunque
eso no era lo realmente importante. Lo principal era haceros llegar este
mensaje a través de su involuntaria colaboración. Quiero creer que lo he
logrado. De modo que os daré un último consejo. Sois todas excepcionales, pero
aún más cuando estáis juntas. Vuestra mayor fuerza radica en vuestra unión.
Apoyaos e inspiraos las unas en las otras, como yo lo he hecho contemplando
vuestra imagen y la de vuestro padre. Y escuchando algunas hermosas y viejas
canciones de la madre Tierra.
-Eso significó mucho para
vosotras. - Afirmó Zafiro cuando su llorosa novia concluyó de recordar aquello.
-
-Fue como si hubiéramos podido
despedirnos de ella, y estaba tan maravillosa y amorosa como la recordaba.
Ahora creo que quizás, esa vez que la vi en tan terrible estado no fuese ella.
-Pudiera haber sido una
alucinación creada por el Sabio. - Conjeturó Zafiro. -
-No lo sé, y nunca podré saberlo.
Pero no importa. Lo que realmente cuenta es que pudo decirnos adiós a todas.
Aunque hay muchas cosas de las que nos dijo que no supimos comprender.
-Posiblemente lo hagáis con el
paso del tiempo. - Sonrió Zafiro, dándole un suave beso en los labios, al
tiempo que añadía. - Ahora nos toca ser felices y disfrutar de esta nueva vida.
-Sí, y ya hemos empezado a
hacerlo. Sin ir más lejos, recuerdo la fiesta que celebramos. - Sonrió ahora
Petz. -
-Eso no puede olvidarse. -
Sentenció Zafiro. -
Y es que, al
poco tiempo del triunfo, todos se reunieron en esa gran fiesta para celebrar la
victoria sobre los demonios. Tuvieron la grata sorpresa de que Diamante
regresó, y no lo hizo solo sino acompañado por Esmeralda. Los hermanos se
abrazaron con gran alegría tras el reencuentro. Luego los miembros del grupo
charlaron en un aparte formando corrillos. El animado Roy se acercó dándole una
amistosa palmada en el hombro al recién llegado ante la sonrisa de Zafiro.
- ¡Principito! ¿Qué te cuentas, hombre?...
-No me puedo quejar, me alegro mucho de haber
vuelto. - Repuso Diamante. -
- ¡Y nosotros que pensábamos que nos
habríamos librado de ti por una buena temporada! - Sonrió Roy, añadiendo, ya
más en serio. - Me alegro mucho amigo, veo que conseguiste tu propósito.
El
aludido asintió, Zafiro estaba también visiblemente contento por su hermano y
por Esmeralda. Aunque no pudo decir nada puesto que Roy se adelantó una vez
más, esta vez dirigiéndose a él.
-Supongo que ya habrás puesto en práctica los consejos
que te di con Petz.
- ¿Consejos? - Se sorprendió Diamante
mirando alternativamente a su azorado hermano menor y a su amigo. - ¿Qué clase
de consejos?
-Mira, ¡los mismos que te voy a dar a
ti para que practiques con esa tía tan buena que te has traído! - Se rio su
contertulio. -
-Solo espero poder amarla tanto como
ella me quiere y me quiso a mí. - Suspiró ahora el príncipe de Némesis en un
tono extrañamente serio y melancólico en él. -
Sus amigos le observaron con
extrañeza e inquietud, pero Zafiro, al fijarse en su hermano mayor y mirar
hacia el resto, se percató de que él estaba observando a Usagi. En fin, a la
futura reina del Neo Cristal Tokio. Que, como de costumbre, estaba peleándose
con su amiga Rei ante las miradas entre divertidas y envaradas del resto.
-Debes olvidar del todo aquello. Ya
pasó. - Le aconsejó. - Ahora Esmeralda y tú tenéis una oportunidad de empezar
de nuevo…
-Lo sé. - Convino éste con tono suave.
- Pienso en ello de continuo.
- ¡Oíd, tíos! - Terció el inefable Roy,
al percatarse de qué iba aquello. - Algo creo recordar que me contaste en el
Rincón. Mira, ¿me vas a decir que estabas colado por Usagi? ¡Venga ya! Bueno,
no digo que no sea una chica estupenda. Es muy cachonda, ¡si vieras cómo nos lo
pasamos en mi apartamento los dos!…
Ahora
fueron los hermanos quienes miraron a su interlocutor totalmente pasmados. No
obstante, el aludido se apresuró a matizar con un gesto ondulatorio de ambas
manos que demandaba calma y atención.
- ¡No, no, no es nada de eso que podáis
estar pensado! Me refiero a cuando la conocí a ella, a Ami y a Rei. Fue al poco
de que me liberaran de Armagedón. Estuvimos todos en mi piso. Con Bertie y
Connie, claro. Y recuerdo que les puse unos videos de lucha libre. Estuve
haciendo el ganso con Usagi, imitábamos las poses de algunos luchadores. Nada
más. ¡Es una tía muy divertida! Pero lo cierto es que no te veo con ella…
-Yo estaba enamorado de la reina
Serenity, hay una gran diferencia. - Suspiró el príncipe. - Al menos en
apariencia.
Aunque ahora su amigo Roy replicó
con un tono más serio e incluso lleno de respeto, cuando puso una mano sobre el
hombro de Diamante y declaró.
-Mira amigo mío, a veces las cosas son
como son. Ya lo hablamos en el Rincón. ¿Recuerdas? - El aludido asintió
despacio y su interlocutor prosiguió. - No le des más vueltas a la cabeza. Ella
es feliz con Mamoru. ¡Aunque a veces el tío sea algo palizas con sus sermones!
- Bromeó arrancando la sonrisa a los hermanos y prosiguió ya más en serio. - Tú
la amaste, pero ella quiere a otro. En estos casos solo nos queda quitarnos de
en medio con dignidad. -Sentenció para agregar de modo conciliador y afectuoso.
- Y debo admitir que tu salida fue más que digna. ¡Moriste por salvarla!
Dejaste el listón muy alto.
-Sí, Roy tiene razón, hermano. - Convino
Zafiro. - Debes dejarlo estar.
-No es solamente eso, es que sabéis lo
mal que me siento por haberme comportado así. - Se lamentó el joven. -
-Lo que pasa es que fuiste demasiado
lanzado. - Terció su amigo añadiendo casi de modo jocoso. - Y mira quién te lo
dice. Pero a lo mejor, si hubieras tratado de conquistarla con flores y
bombones, en lugar de abalanzarte, ¿quién sabe?...
Aunque el
gesto de su interlocutor no parecía animarse con ese comentario, más bien al
contrario. Roy maldijo su torpeza, sin embargo, el príncipe sonrió ahora de
modo débil para admitir.
-Sí, ya me dijiste eso en el Rincón.
¡Fui un estúpido arrogante y zafio! - Se inculpó. - Tienes toda la razón. Quise
ganar por la fuerza lo que debe darse libremente.
-No seas tan duro contigo mismo. - Le
pidió su hermano, alegando. - Además, estabas sometido al influjo del cristal
negro y del mal, como el resto de nosotros.
-Sin embargo, tú fuiste capaz de verlo
y me advertiste, y yo no te creí. - Replicó su interlocutor. - No lo hice hasta
el final. Tuve que perderte antes y después morir para darme cuenta, ¡qué necio
fui!
-Ella te lo perdonó en el momento de tu
muerte. Y tú lo sabes muy bien. - Repuso conciliatoriamente Roy. -Ahora todo
eso pasó. Es una nueva vida, amigo.
-Es verdad. - Añadió Zafiro, alentando
a su hermano. - Ahora tienes la oportunidad de ser feliz. No la desaproveches
con esos malos recuerdos.
-Tenéis razón. - Afirmó Diamante, que,
no obstante, comentó. - Es que cuando la miro… no sé. Pese a que ahora se
comporta de esta manera tan infantil a veces, en el fondo no puedo dejar de ver
a la reina que hay en ella.
Sin
embargo, fue Roy quien, tras observar un poco a la aludida comentó con más
seriedad y tintes reflexivos de los suyos habituales.
-Lo sé, compañero, lo sé. Y tienes
razón, las apariencias engañan. También yo he podido observarla en algunas
ocasiones cuando ella no estaba pendiente de mí y lo he visto. Sobre todo, tras
aprender algunas de las técnicas que los maestros Son Goku y Piccolo nos
enseñaron. Aunque trate de disimularlo no es una chica corriente. Ella quiere
dar esa apariencia, no sé por qué. Sin embargo, en sus ojos tiene una enorme
fuerza y una grandísima sabiduría. Es más, posee un gran poder interior. Y
comprendo perfectamente lo que pudo atraerte tanto. Hay algo ahí, en ella, que
no desea manifestar. ¡Una enorme!… no sé cómo explicarlo, grandeza quizás. Pero
tu hermano tiene razón. Vive tu vida desde ahora… ¡disfrútala! Lo pasado,
pasado está…
-Sí, con todo lo que has luchado para
volver y rescatar a Esmeralda lo justo es que pienses en cómo ser feliz a su
lado. - Añadió Zafiro. - Usagi, Serenity o quién quiera que sea ella ahora,
tiene su propia vida y su destino…
-Sí, es verdad. - Pudo sonreír Diamante
que asintió más animadamente. - Muchas gracias, amigos. Os prometo que me
esforzaré por hacer feliz a Esmeralda. La pobre lo merece.
Y tras palmearle de nuevo en la
espalda Roy se alejó otra vez con su gesto cordial y lleno de ganas de
divertirse, se dirigió a Tom y juntos comenzaron a cantar en el karaoke para
solaz del resto…
Petz por su parte pensaba en ese
momento también. Su novio de ahora había cambiado mucho y hasta la sacó a
bailar una de las canciones que Roy y Tom cantaban…recordaba al entonces novio
de Bertie, montando aquello, con su acostumbrado entusiasmo.
- ¡Ey!, vamos a darle duro a Roxy
Music, Tommy. - Exclamaba Roy. -
- ¡Y le dieron! - Se rio Zafiro
ahora, haciendo que Petz le imitase. -
-Yo estuve cerca y los escuché
cuando estaban preparando todo para el concierto. Tom y Roy no escatimaron
desde luego. - Le contó ella a su novio. -
Y es que los dos habían llevado un karaoke y
cantaron muchas canciones para deleite del resto. Y hubo algunas muy
especiales, que significaron mucho para las diferentes parejas. Así, por
ejemplo, Roy y Tom hicieron un aparte con Haruka, Setsuna, Michiru y Hotaru y
les comentaron.
- ¿Habéis traído el material?
-Por supuesto. - Sonrió la sailor del viento,
señalando el maletero de su deportivo amarillo. -
- ¿Os habéis transportado con eso? - Se
sorprendió Roy, afirmando. - ¡Si que tiene fuerza vuestra técnica del sailor
tele portador! -
- ¡No! - Terció Michiru, explicándole. -
Nosotras vinimos en avión, para hacer algo de turismo. Haruka alquiló ese
coche, es igualito al que tiene en Japón. ¿Sabéis una cosa? Creo que quiere a
ese coche más que a mí.
- ¿Lo estás diciendo en serio? - Se sonrió la
aludida, preguntándole con un fingido y divertido retintín. - ¿Es que estás
celosa?
-Podría ser. - Susurró su contertulia, con
una sugerente melosidad. -
Los demás se sonrieron con esos comentarios,
al fin Tom les preguntó.
- ¿Podéis tocar esta canción? - Inquirió Tom
a la guardiana del tiempo. -
-Claro que sí. - Aseguró Setsuna. -
-La música se nos da casi mejor
que luchar. - Remachó la joven Hotaru. -
-Ya recuerdo eso. - Intervino
Zafiro, que divertido le contó a su novia. - Roy estaba realmente alegre, daba
voces a unos y otros para disponerlo todo.
Y recordó
entonces cuando un animado Roy se dirigió a él y algo aparte del resto le
comentó.
- ¿Recuerdas ese momento que me
contaste cuando entrenábamos?
- ¿Cuál? – Quiso saber el muchacho, dado que
habían hablado de muchas cosas y no tenía ni la menor idea de a cuál de ellos
podría referirse su amigo. -
-Sí, ese instante que recordaste cuando
estábamos en mi piso. Con Petzite. Me contaste que a veces os veíais en el
jardín de tu palacio en vuestro mundo. Mencionaste una canción que a ella le
habría gustado bailar contigo. Hasta la tarareaste, era una vieja canción de la
Tierra, dijiste.
- ¡Ah claro! - Exclamó él, tratando de no
llamar la atención. -
Por fortuna el resto estaba
todavía departiendo y Petzite no le miraba en ese momento, dado que charlaba
distendidamente con Makoto.
-Sí…- Agregó en voz más baja. -
-Pues sé cuál es. Y le he pedido a nuestras
amigas que la toquen. - Afirmó un sonriente Roy.-
Y
entonces le cuchicheó al oído a su interlocutor, quien enseguida compartió
aquella expresión de pícara alegría.
-Lo haré inmediatamente. - Afirmó Zafiro. -
Y
para sorpresa de todos los demás, excepto de Tom y Roy, claro, las sailors de
los planetas exteriores habían improvisado una pequeña banda musical. Haruka y
Setsuna con sendas guitarras, Michiru con un teclado y Hotaru al frente de una
batería con tambores. Cuando estuvieron listas comenzaron a tocar y fue Tom
quién ordenó al grupo, en tanto tomaba un micrófono del karaoke.
-Elijan a sus parejas…
Fue
en ese momento cuando Zafiro se acercó a la perpleja Petz y le pidió.
- ¿Me concedes este baile? Creo que lo tenemos
pendiente desde hace mucho tiempo…
Y
nada más oír los acordes de esa melodía, la chica asintió emocionada. Ambos se
abrazaron comenzando a danzar.
-Fue uno de los momentos más
felices de mi vida. - Admitió Petz ante la complacencia de su novio. -
-E incluso mi hermano se animó a
imitarnos. Y después el resto. - Añadió él, volviendo a recordar aquello. -
Ciertamente
Diamante siguió el ejemplo de su hermano, tomando a Esmeralda que evolucionó
grácilmente con él. Luego fue Nephrite quien, con elegancia y amabilidad, le
solicitó a la ruborizada Makoto.
- ¿Me concede el honor, señorita?...
Ésta aceptó como no pudo ser de otro modo. Les
siguieron Ail y Ann quienes dejaron al pequeño Giaal en los brazos de Ami, que
bailó con el crío visiblemente divertida, viendo a éste reír. Rei y Minako
hicieron su propia pareja tomándose de las manos y bailando a su vez entre
risas. Después fue el turno de Mamoru, sacando gentilmente a Usagi a esa
improvisada pista de baile. Y por supuesto, los
intérpretes, Roy y Tom,
quienes danzaron a su vez con Bertie y Cooan, Roy le comentó jocosamente a una risueña
Bertie…
-Ya
verás cubito, ésta es muy buena… ¡el gran Brian Ferry! -Y sin esperar réplica
aquel tarambana se ocupó por fin de cantar a coro con su amigo…
Podía sentir en el momento
No
había forma de saber
Hojas
caídas en la noche
¿Quién
puede decir dónde está soplando?
Tan
libre como el viento
Y es
de esperar que aprenden
¿Por
qué el mar con la marea?
¿No
tiene forma de volver?
Y los bailarines evolucionaban entre
sonrisas, pasando un rato realmente entretenido. Danzaban a los acordes de ese
tema en aquel parque, con la suave brisa que acompañaba la tarde. En aquel
momento cualquiera hubiese deseado que el tiempo se detuviese ahí, en ese mismo
instante. Aunque desde luego que Setsuna no hubiera podido pararlo, dado que
estaba muy ocupada dando los acordes de la melodía con su guitarra eléctrica,
junto a sus amigas y compañeras las sailors del espacio exterior, que también
estaban bordando la interpretación.
Más que esto - no hay nada
Más
que esto - dime una cosa
Más
que esto - no hay nada
Fue
divertido por un tiempo
No
había forma de saber
Como
un sueño en la noche
¿Quién
puede decir hacia dónde vamos?
Tom tocaba la guitarra, cerca de Cooan. Haruka le secundaba junto a
Michiru que, en esta ocasión, había dejado su característico violín por un
sintetizador.
No
hay atención en el mundo
Tal
vez estoy aprendiendo
¿Por qué el mar con la marea?
¿No
tiene forma de volver?
Más
que esto - no hay nada
Más
que esto - dime una cosa
Más
que esto - no hay nada…
(More than This,
Roxy Music, crédito al artista)
La canción concluyó con todos disfrutando de lo lindo. Entonces
Zafiro tomó a Petz de un brazo y le pidió sonriente.
- ¿Bailamos otra?...
-Claro que sí. - Sonrió ella. -
Era
como si se viese impulsada a ello. Y es que aquellas canciones daban la
impresión de tener algo de mágico. Realmente parecía como si todo transcurriera
más despacio. Como si las inquietudes y preocupaciones hubiesen desaparecido,
al menos por unos momentos. Y a Petz y a sus hermanas esa música le traía a la
mente recuerdos de su propia niñez. Su madre escuchaba canciones de la vieja
Tierra, según les contaba, y algunas eran las mismas que ellas estaban
disfrutando ahora.
-Mamá se sentiría muy feliz por
nosotras. Lo sé. Ahora lo sé. Su
sacrificio, y el de otros muchos, ha merecido la pena. - Pensaba Petz, llena de
alegría y al tiempo de añoranza. -
Así hubiera
sido sin duda, dado que, en aquel atardecer, con esa suave brisa meciendo los
cabellos de todos. Lo único que faltaba para que la dicha fuera completa era la
presencia de Kalie. Y así pasó aquella
maravillosa fiesta. Petz y Zafiro se fueron al apartamento de las chicas, en el
que ahora solamente estaban ellos dos. Y el joven se ocupó de entrarla en
brazos y besarla el cuello en tanto se dirigían al dormitorio. Ella se dejó
hacer, devolviendo cuantos besos y caricias podía. Lentamente él le fue bajando
uno de los tirantes del vestido. Ya desprovistos de la ropa se entregaron el
uno al otro. Fue la primera vez que hicieron el amor, recordaba Petz. Al poco
ambos retornaron a Japón. Ahora, en la tienda, y tras esa pausa para rememorar
esos intensos y hermosos días, observaba a su pareja colocando el género sin
asomo de cansancio. El joven debió de darse cuenta porque sonrió comentando con
desenfado.
-Después de los entrenamientos que tuvimos
que soportar en el Rincón del Alma y del Tiempo, esto no es nada.
-Supongo que no. - Sonrió la joven que miró
su reloj de pulsera, para comentar.- Ya van a ser las doce.
- ¿Por qué no subes a casa y
preparas algo de comer? - Le sugirió el chico. - Yo puedo colocar todo esto
enseguida.
Y
para subrayar aquello levantó otros dos grandes paquetes como si fueran plumas
y los elevó sobre su cabeza colocándolos sobre unos estantes. Al poco se quitó
la camiseta que llevaba y se limpió con una toalla. Lo cierto es que Petz no se
cansaba de mirar ese torso que su pareja había desarrollado tanto… las gotas de
sudor caían perlando el pecho y el abdomen de su novio y eso hacía que la chica
perdiera la noción del tiempo. Apenas sí pudo volver a la realidad y musitar.
-Sí, es verdad. Mejor será que suba para ir
haciendo la comida.
Se
acercó al muchacho y le dio un ligero beso en los labios, no obstante, cuando
se giraba para marcharse sintió la mano de él posándose en su trasero. Eso la
hizo ponerse colorada.
- ¡Zafiro! - Pudo balbucear con bastante
dosis de vergüenza. – Nos pueden ver…
-Es un saludo que Roy me enseñó.
Para cuando tuviese novia, claro. - Se apresuró a matizar algo azorado. –
Bueno, pero no vayas a pensar que… ¡Vamos que él y yo no!, que nosotros,
¡nada!…
Petz
volvió a mirarle y movió la cabeza, aunque con una expresión divertida.
- ¡Te has pasado tanto tiempo a
su lado que me da a mí que quizás, algo hay! - Se rio ella. -
Subió entonces
a casa. Tenía mucho que hacer, pero se sentía muy feliz. Igual que al poco de
comenzar con su nueva vida. La unión con sus hermanas y la amistad con las
guerreras supusieron mucho para ella. Quedaban en bastantes ocasiones para
salir e intercambiarse confidencias. E incluso para pasar una velada tranquila
tomando algo. A su memoria acudió una de esas tardes en la que su amiga Makoto
vino al apartamento que por entonces compartía con sus hermanas. Fue ella misma la que salió a abrir dado que
la aguardaba.
-Buenas tardes. - Saludó la sailor en su
identidad civil, cuando se abrió la puerta. -
-Pasa, por favor. - Le pidió Petz. -
Su
invitada entró. Apenas acompañó a su anfitriona hasta el salón saludó a
Karaberasu que estaba terminando de arreglarse para salir. Al ver a la recién
llegada enseguida la saludó con jovialidad.
- ¡Hola Mako-chan!…
-Hola Kalie-chan. - Sonrió la aludida. - ¿Vas
a salir a ver a Mina-chan?
-Sí, quedamos para ir de tiendas. -Le
respondió su interlocutora, quién a su vez quiso saber. - ¿Has venido a sacar
por ahí a la carca de mi hermana?
Petz
ya fruncía el ceño, aunque en esta ocasión no dijo nada, fue Makoto quien, tras
reírse un poco de aquella ocurrencia, negó con la cabeza y replicó.
-No, vamos a hacer una tarta especial. La
favorita de tu hermana. De nata con fresas.
- ¡Oye! Eso suena muy bien. Dejadnos probar
algo al resto. - Pidió Karaberasu. -
- A ti no te voy a dejar ni el molde para el bizcocho.
- La amenazó teatral, aunque jovialmente Petz. -
Su hermana la sacó la lengua, se
rio y se levantó directa para salir.
-Que os divirtáis con el postre. - Comentó
con su característico desenfado. -
-Saluda a Minako. - Le pidió Petz a lo que
Kalie asintió. -
-Hasta luego Makoto…hermanita. -
Repuso saliendo del apartamento. -
Las
dos amigas se miraron divertidas. ¡Desde luego Karaberasu era así! Buena chica,
pero a veces según Petz, no había quién la aguantase. Aunque fue su invitada la
que le comentó.
- ¿No están tus otras hermanas?
-No, se fueron a estudiar a la biblioteca. -
Le respondió su interlocutora. - Se están preparando a conciencia para los
exámenes. Quieren aprobar el segundo curso de magisterio y pedir una beca para
estudiar fuera.
-Eso está muy bien. - Convino Makoto. -
¡Ojalá que lo logren!
-Me alegraría mucho por ellas. - Admitió
Petz, que dejó eso de lado y guio a su amiga hasta la cocina. - Bueno, henos
aquí…
No
tardaron en proveerse con delantales y otros útiles para comenzar su tarea.
Makoto entonces le explicó a su anfitriona…
-Esta tarta está riquísima,
verás. Es
sencilla de hacer y está buenísima. Te lo resumo: unas bases de bizcocho genovés con su almíbar, nata montada, mermelada
de fresas, fresas para la superficie y más nata. Eras tú a la que le encantaba
la nata, ¿verdad? ¿O era a Bertie? - Quiso saber la joven. -
-No, es a mí. - Sonrió Petz. - A mi hermana Bertie le gusta
más el chocolate. Es a Cooan a la que le encantan las fresas.
- ¡Pues entonces seréis ella y tú las que más disfrutéis de
la tarta! - Se rio Makoto. -
-No te inquietes por eso, seguro que Bertie y Kalie harán un
esfuerzo. - Rio también su interlocutora, que quiso saber a su vez. - ¿Y a las
chicas? ¿Cuál es su preferida?
-Esas se comen todos los dulces que les pongan por delante. -
Se sonrió su amiga afirmando. - En especial Usagi. Siempre tengo que hacer más
de una tarta cuando ella anda cerca. ¡No veas como se pone!
-Pues tiene suerte, al parecer no le engordan nada. - Afirmó
su contertulia. - En cambio yo ya voy teniendo edad suficiente como para pensar
en cuidarme un poco. - Remachó casi lamentándose por ello. -
-Bueno, tampoco creas que yo como mucho dulce. Casi disfruto
más haciendo cosas para mis amigos. Como esta tarta. Eso sí, para hacerla debemos
tener ganas de disfrutar en la cocina porque, no te voy a engañar, prepararla
lleva su tiempo. - Declaró la muchacha. - (Datos extraídos de esta página
http://www.thermorecetas.com/tarta-de-nata-y-fresas/)
-A mí me encanta pasarme horas en la cocina. Me relaja mucho.
Y más si es para hacer algo tan bueno. - Afirmó Petz. -
-Pues, ¿A qué estamos esperando? ¡Manos a la obra entonces! -
La arengó Makoto con entusiasmo. -
Petz se
aprestó a ello del mismo modo. La sailor fue instruyendo a su amiga en lo
referente a los ingredientes y su preparación. Entre tanto fueron charlando de
cosas cotidianas, volviendo a veces a evocar momentos del pasado.
-Recuerdo aquella vez cuando entrasteis en la
tienda esa de joyas en la que nos infiltramos. - Se reía Petz. -
-Sí, Mina-chan y yo tuvimos una discusión ese
día. - Recordaba Makoto a su vez. - Pero lo tuyo casi fue peor. Cuando
despotricaste contra el amor y los hombres.
-Me pillasteis en un mal día. - Admitió su
interlocutora algo azorada con esos malos recuerdos, suspiró para sentenciar. -
Aunque cuando trabajaba para la Luna Negra todos los días eran muy parecidos a
ese.
-Supongo que era muy duro estar lejos de
casa…- Afirmó su amiga solidariamente. -
-Echaba de menos mi mundo, a mis padres y, no
te voy a mentir ahora Mako-chan. Sobre todo, estaba muy amargada por mi amor
imposible. Para mí, amar a Zafiro era tan inalcanzable que quise renegar de
todo sentimiento parecido con nadie más. Viendo además como era Rubeus llegué a
odiar de verdad a los hombres. - Se lamentó su contertulia. -
Se
atrevió a confesarle incluso las burlas de su antiguo jefe, cuando salía el
tema. Una vez, estando en la nave, en presencia de sus propias hermanas, antes
precisamente de partir a esa misión, Rubeus comentaba.
-Si tenemos éxito en nuestra misión el
príncipe Diamante nos recompensará. Volveremos a Némesis cargados de honores.
-Y con el deber cumplido. - Observó Petz. - Que es lo más importante.
-Así es. ¡Y Petzite podrá ir a abrazarse al
infante Zafiro! - Se rio Calaverite. -
-Lo tendrá difícil. - Se burló
entonces su jefe cruzándose de brazos para comentar. - Zafiro le tiene
demasiado amor a su hermano. Tanto, que nunca le he visto en compañía femenina.
No sé, ese chico me preocupa. ¡Tendré que llevarle por ahí cuando volvamos!
¡Ja, ja! A ver si le espabila alguna mujer…o un hombre…porque, vete tú a saber…
¡ja, ja, ja!
En
esta ocasión hasta Calaverite guardó un apurado silencio. Miró a su hermana
mayor incluso con lástima e inquietud. Petzite apretó los dientes llena de
furia al escuchar eso, pero tuvo que tragarse su contrariedad y no decir nada.
Las dos pequeñas cruzaron a su vez miradas de apuro entre sí, pero
permanecieron al margen de aquella cuestión.
-Bueno, no quiero decir que eso sea condenable.
- Añadió Rubeus que parecía regocijarse con la expresión de su subordinada. -
Cada cual tiene sus gustos y si alguien prefiere compañía de su propio sexo…pues
allá él o ella. Aunque para mí eso sería impensable, ja, ja, ja…
Y
guiñó un ojo sin saber exactamente a cuál de ellas lo hacía. Aunque Kermesite
enseguida sonrió ruborizándose, Bertierite le dedicó una mirada plena de
desconcierto y Calaverite esbozó una sardónica sonrisa. Y en tanto su superior
se daba media vuelta entrando en el espejo que daba acceso a sus aposentos la
mayor de las hermanas apretaba los puños y clavaba una enfurecida mirada en él…
- ¡Maldito bastardo! - Pudo
musitar. -
Aunque
en esta ocasión Calaverite posó una mano sobre el hombro derecho de ella y le
susurró con tono conciliador.
- ¡Cálmate! ¡Es nuestro jefe, nos guste o no!
- ¡Déjame en paz! Tú empezaste
todo esto con tus estúpidos comentarios. - Replicó con rabia en tanto se
apartaba bruscamente de su contertulia metiéndose en su habitación. -
Rememoraba
esos momentos con un suspiro resignado… Makoto la escuchó no sin pesar, sin embargo,
enseguida quiso animarla en tanto colocaba la tarta en el horno. Pero su amiga
prosiguió con el relato. Al rato había salido de nuevo al puente de mando y
tanto ella como sus hermanas miraban a través de los amplios ventanales de la
nave, Petz, con tono agrio y molesto, rechinaba entre dientes.
-Este planeta es tan primitivo que ni
siquiera saben controlar el tiempo. ¿Hasta cuándo tendremos que quedarnos en
este maldito mundo?
-Querida Petzite, no te disgustes, no tienes
a nadie esperándote en ninguna parte, ¿no es así? ...-Le replicó Calaverite,
que no había olvidado los anteriores reproches de su hermana. -
- ¡Calaverite! - Repitió la aludida con tono irritado.
-
- ¿Vais a volver a discutir como si fuerais viejas?
- Terció Bertierite con tinte burlón.-
- ¡Oh, lo siento! – Añadió
Calaverite dirigiéndose a su hermana mayor. - No quise decir que no hayas
tenido suerte con los hombres, o que ninguno haya podido amarte.
- ¡No me importan los hombres! - Espetó Petzite.
-
A
ninguna de sus hermanas le dio tiempo a responder. Rubeus apareció a través de
su espejo, llevando su chaqueta sujeta por una mano y apoyada sobre su espalda,
en tanto preguntaba.
-¿Qué pasa aquí?...
-¡Rubeus! – Exclamaron todas al tiempo. -
-¿Queréis saber hasta cuando deberemos
quedarnos aquí? Eso solo dependerá de vuestro trabajo.- Declaró él, en tanto
las informaba mostrando unas imágenes del interior de una tienda. - Un nuevo
cristal punto ha sido descubierto.
-¿Qué es eso?- Quiso saber Petzite.-
-¡Son joyas! – Exclamó una entusiasmada
Bertierite.-
-No, son amuletos.- La corrigió Calaverite.-
No se pueden llamar joyas.
-Las chicas creen que convierten sus deseos
en realidad, que… traen suerte.- Explicó Rubeus.-
- ¡Ja, ja!, tonterías, es solo
una superstición. - Aseveró su interlocutora. -
-Calaverite, tú te encargarás de esta misión.
Cambia el poder de la tienda por el de la oscuridad.- Le indicó su jefe.-
-Lo siento Rubeus, pero yo solo dedico mi
poder a las cosas de verdad importantes.- Declinó ella.-
-¡Calaverite!- La amonestó su indignada
hermana mayor.- ¡Vuelve aquí!
-Por favor, encárgale este trabajo a otra
persona.- Le pidió a su superior desapareciendo sin más rumbo a sus estancias.-
Ahora,
volviendo de esa narración Petzite le contaba a Makoto.
-Me disculpé ante Rubeus y me
ofrecí para ir en el lugar de mi hermana. Yo sabía que ella, en el fondo,
estaba dolida y frustrada porque él dejó de prestarla atención. Luego, me contó
que Bertierite fue a su cuarto y le advirtió de que yo había partido. Ella me
siguió. Después fuimos a esa tienda y nos hicimos pasar por dependientas. Y
luego entrasteis vosotras. - Le comentó a su amiga que asintió, se acordaba
perfectamente de aquello. -
-Sí, nosotras habíamos tenido
también nuestros desacuerdos. - Le comentó su amiga a su vez, recordando. -
Caminaba
con Minako, Usagi y Luna. Ella y Venus iban enfadadas, sin querer hablarse,
Usagi en el centro, tratando de mediar.
-Mako-chan, Mina-chan.- Les pedía intentando
hacer posible una reconciliación.- ¡Vamos chicas! Tenéis que dejarlo ya…me
estáis estropeando el placer de ir de compras.
-No creo que eso me importe mucho.- Replicó
Makoto cruzada de brazos en tanto andaba.-
-Ni a mí tampoco.- Afirmó Minako a su vez.-
-Creo que están bastante enfadadas.- Comentó
con un susurro la gata al oído de su portadora.-
Usagi
iba a responder pero, andando hacia atrás como iba para mirar a sus amigas
tropezó cayendo al suelo.
-¡Ah! – Se quejó cuando entonces vio un
letrero de una tienda cercana que llamó su atención.- ¡La casa de los amuletos!
-leyó.-
-Yo sé lo que es. – Intervino Makoto.- Venden
joyas que hacen que los deseos se conviertan en realidad.
-¿Los deseos?- Preguntó Minako con gesto de
sorpresa.-
-Vamos a echar un vistazo,
chicas. - Las arengó Usagi entrando ya en esa tienda. -
Sus
compañeras se quedaron atónitas, olvidando su enfado por unos instantes. Fue
Minako la que, tras sonreír, comentó a Makoto.
- ¡Dios mío! ¿Estará bien?
La
aludida se sonrió, aunque enseguida volvieron a la realidad del momento y se
dieron la espalda recordando su mutuo enfado. No obstante, entraron en pos de
su amiga.
-Nuestra droida había encerrado a
las chicas capturadas y a las dependientas. Recuerdo eso. - Intervino Petz.- Y
mi hermana Kalie y yo estábamos vendiendo unas joyas a dos chicas, que, al
tocarlas, experimentaron el poder de la energía oscura. Por desgracia, ahora lo
entiendo. Debí haberlo visto entonces. La alegría y los sueños de esas
muchachas se trocaron en odio y desconfianza… ¡Y pensar que a nosotras nos
sucedía lo mismo, cuando creíamos que éramos quienes manipulaban a esas
infelices! ¡Éramos nosotras las manipuladas! - Se lamentó la joven. -
Júpiter
asintió, aunque con una sonrisa posó una mano sobre las de su amiga y declaró.
-Por fortuna supisteis verlo a tiempo. Y todo
se solucionó.- Afirmó Makoto que recuperó el hilo del relato.- Fue entonces
cuando entramos y Usagi…
La
muchacha no paraba de revolotear por todas partes, incluso cuando vio una gran
garrafa de un extraño líquido verde donde ponía.
- ¡Buenas notas! - Exclamó la
entusiasmada Usagi.-
-Tonterías.- Replicó Luna, afirmando.- Ni
siquiera un niño se dejaría engañar por estas baratijas…
Pero ni había terminado casi de pronunciar
esas palabras cuando Usagi, con decisión, sacó los cien yenes que costaba y se
lo bebió sin dudar para pasmo de sus amigas, incluida la gata.
-¡Te va a sentar mal! – La advirtió Makoto
entre atónita y preocupada.-
-Delicioso. - Declaró su amiga a la que se le
notaba como la tripa la había aumentado sensiblemente de tamaño ante tal
ingesta.-
-Dime Usagi. ¿Para qué es ese líquido?- Quiso
saber Minako.-
- ¿Si te lo tomas de un solo
trago tus deseos se verán cumplidos? - Preguntó a su vez Makoto. -
Petz
volvió a participar en esos recuerdos. Cuando dijo.
-Entonces os pregunté si podía ayudaros en
algo. A mi hermana y a mí nos sorprendió bastante ver como Usagi se bebía toda
esa enorme garrafa, ¡ja, ja! Y mi hermana comentó.
En
efecto, tras la intervención de Petzite, Calaverite tomó la palabra para decir
con amabilidad.
-Si lo que están buscando es un
amuleto para el amor estoy segura de poder mostrarles lo que ustedes necesitan.
Vengan, por favor…
-Con estos amuletos, cualquier deseo se
convertirá en realidad.- Aseguró Petzite.-
-¿Creen usted posible que yo recupere un
antiguo amor que he perdido?- Inquirió Usagi con patente interés.-
-¡Claro! - Sonrió Petzite quién sacando una
pequeña cajita roja afelpada añadió.- Si así lo desea, creo que éste será el
más indicado.
-En esa época, ella y Mamoru
estaban distanciados. - La explicó Makoto cortando esa narración. -
Petz
se sonrió, recordaba como depositó aquella cajita sobre la mesa de cristal del
mostrador, en tanto Usagi comentaba.
-¡Vaya! Así que puede hacernos recuperar un
amor… Aquí hay muchas cosas que me gustaría llevarme pero no puedo permitirme
el lujo de comprarlas.
Calaverite
y Petzite se miraron atónitas, fue la menor de ambas quién preguntó con
suavidad.
-¿Qué tipo de amuleto les gustaría
comprar?...
-Makoto no cree en amuletos para encontrar el
amor porque un chico al que ella amaba le rompió el corazón.- Repuso Minako con
voz queda.-
-¿Se lo rompió?- Exclamó Petzite con aire
agitado, en tanto cerraba un puño, dejando sorprendidas a todas, incluso a su
propia hermana.-
-Eso es algo que a nadie le importa, solo a
mí.- Repuso Makoto con tono molesto.-
-Recuerdo muy bien eso. - Añadió
ahora Júpiter cortando el relato. - No me hizo ninguna gracia que Mina-chan lo
dijera. - Entonces continuó recordando lo que su amiga Venus manifestó. -
-No te enfades.- Le respondió
conciliatoriamente la joven.- Solo quiero que encuentres un nuevo amor. Porque
soy tu mejor amiga.
-Oye Minako, dejemos esto ¿Quieres?- Repuso
Makoto con tono más suave.-
-Pues yo me lo tomé como algo personal.- Sonrió
ahora Petz, al rememorar.-
En
la tienda todas volvieron a dedicar su atención a la mayor de las hermanas
cuando ésta añadió.
-¡Yo no!
-Él en verdad era una persona estupenda, así
que no puedo evitar buscar a alguien que se le parezca.- Admitió
Makoto.-
-Entiendo.- Dijo Minako que sonrió a su vez
para declarar.- Entonces yo buscaré a alguien que se parezca a Alan, solo que
más guapo.
-Bueno, pero Usagi no podrá encontrar a nadie
que sustituya a Mamoru.- Comentó Makoto divertida.-
-¡Claro que no!- convino la aludida.-
Ahora
las dos jóvenes se reían recordando aquello, cuando Petz comentó.
-Luego entró Chibiusa y se puso a discutir
con Usagi. Daban tantos gritos y yo estaba de tan mal humor que recuerdo que salté
mandándolas callar.- Comentó para proseguir la narración.-
-Ya basta ¡callaos de una vez! – Exclamó la
falsa vendedora ante el asombro de las chicas e incluso el de su propia
hermana.-
-No podremos seguir adelante con
el plan a no ser que arregles esto. - Tercio precisamente Calaverite. -
-¿A qué plan se refiere?- Inquirió una
atónita Minako.-
Ante
aquella pregunta, Petzite replicó con patente tono de burla e irritación.
-Amor maravilloso, amor nuevo, ¡bobadas!
-¿El amor le parece una tontería?- Preguntó
la también anonadada Makoto.-
-¿Por qué no? - Replicó burlonamente Petzite
que, exhibiendo una gema de tonos púrpuras en su mano derecha añadió.- Tomen esta piedra y lo
olvidarán todo. Todo excepto su odio hacia los hombres…
-Ten cuidado Makoto, ella es algo más que una
simple vendedora.- Le advirtió Minako a su compañera, una vez que ambas
adoptaron una pose defensiva.-
Recordó
como la propia Usagi se interpuso entre ella y Chibiusa en ademán protector, en
tanto la entonces llamada Calaverite convocaba a su droida.
- ¡Sí! ¡Creo que hasta Kalie te
miró sorprendida del enfado que tenías! - Rio ahora Makoto rememorando eso
también. - Y luego tuvimos una buena pelea. Nos lo pusisteis muy difícil…recuerdo
eso que dijiste.
-Una mujer nunca podrá ser dura mientras esté
subyugada por el amor y dependa de un hombre.- Manifestó durante la lucha
Petzite.-
-Te equivocas.- Rebatió la Guerrera Júpiter
tratando de liberarse de un agarre de esa droida infernal que las apresaba
entonces.- El amor es lo que nos da fuerza y valor para poder destruirte.
Petz
asintió pero extinguiendo su sonrisa. Ahora musitó cabizbaja…
-Y todo ello porque no podía dejar de pensar
en Zafiro entonces, en la manera que tuve de separarme de él. Creía que para el
hermano del príncipe yo ni siquiera existía. Y después, cuando por fin tuvimos
una oportunidad de estar juntos…
-Eso ya pasó. Ahora todo es distinto y
seguramente algún día conocerás a alguien que te haga volver a amar.
-No lo sé.- Suspiró Petz.- Por ahora no estoy
interesada en eso. Quiero cuidar de mis hermanas, que salgamos adelante, y
seguir viviendo así, con cariño, sin rencores y sin temer al mañana.
-Lo estáis haciendo muy bien. Siempre que
hablamos, todas lo decimos.- Aseguró Makoto para matizar.- Las chicas y yo, cuando
quedamos en el Crown.
Su
anfitriona la llevó entonces al salón. Allí le sirvió un té y ella misma se
puso otro. Continuaron charlando sentadas a la mesa en espera de que la base de
la tarta se hornease.
-No sabía que fuéramos objeto de debate entre
vosotras. - Sonrió Petz, aunque haciéndolo de buen talante.-
-Como queridas amigas nuestras que sois, nos
preocupamos por vosotras y vuestro bienestar. Sé que a veces pasa mucho tiempo
sin que nos veamos, pero eso no significa que os hayamos olvidado. Pasamos por
muchas cosas juntas. ¡Y libramos buenas batallas desde luego! - Alegó
enarbolando ahora un puño.-
-¡Sí!- rio su interlocutora, recordando
también eso.- Tengo que reconocer que siempre fuiste una enemiga muy dura.
-Tampoco tú lo hacías nada mal. -
La halagó la interpelada que casi parecía que bromeando añadió. - De hecho, en
algunas ocasiones tus hermanas y tú no nos vendríais mal como refuerzo.
Eso granjeó la curiosidad de
Petz. Posiblemente su amiga y el resto de sus compañeras estuvieran luchando
contra nuevos enemigos. Aunque Mako-chan dio la impresión de haberse
arrepentido de aquel comentario. Y Petz, con tono serio y reflexivo, destinado también
a zanjar ese tema, declaró.
-Ahora somos mujeres normales. Y
me alegro de que así sea. El tiempo de pelear ya pasó…al menos yo no deseo
volver a eso nunca más. Y si lo hiciera desde luego que sería para defender a
mis hermanas y a mis amigas. - Sonrió ahora dedicando una afable mirada a su
contertulia. -
-Te comprendo muy bien. - Convino
Makoto para confesar a su vez. - ¿Sabes? Desde que era niña he tenido que ir de
un lado para otro. Cuando mis padres murieron me quedé muy desubicada, perdida
sería quizás la palabra exacta. Eran muy cariñosos conmigo, el centro de mi
mundo y de pronto los perdí. De un día para otro me quedé sola. Apenas me
criaron unos parientes lejanos, pero no era muy feliz con ellos. Enseguida
aprendí a vivir por mi cuenta. Pese a ser menor de edad, mis familiares
consintieron en ello. Con la herencia de mis padres en un fideicomiso del que
me iban entregando una asignación. De hecho, todavía la estoy recibiendo, hasta
que cumpla la mayoría de edad y pueda disponer de ello en su totalidad.
-Vaya. - Comentó Petz mirando con
simpatía e interés a su amiga para admitir. - No tenía ni idea. Pero yo también
te entiendo muy bien a ti. Sé de sobra lo que es tener que crecer y madurar a
marchas forzadas teniendo que cuidar a unas hermanas pequeñas.
-Todo tiene sus pros y sus
contras, yo estaba más desahogada de responsabilidad al ser hija única, pero no
tenía a nadie en quien poderme apoyar. - Sonrió débilmente su interlocutora,
para proseguir. - Aunque me gustaba estar a mi aire. La soledad se convirtió
casi en una amiga. Lo cierto es que me costaba mucho hacer amigos. Además, como
era más grande que la mayoría muchos me temían, otros se metían conmigo. Y yo
nunca fui de las que se achantaban. - Afirmó haciendo sonreír a su oyente que
podía dar fe de eso. - El caso es que tampoco soportaba las injusticias. Si
veía que abusaban de alguien más débil iba a defenderle. Por eso me metía a
veces en peleas y me transfirieron de instituto. Afortunadamente fui a parar
donde estudiaban Usagi, Ami y después Minako, cuando comenzamos la secundaria
superior. Junto a ellas renací como guerrera. Pero, sobre todo, encontré a unas
grandes y maravillosas amigas, que me aceptaron por quién soy.
-La vuestra es una historia realmente
apasionante.- Comentó Petz.- Me has contado algunas cosas y por lo que veo,
tenemos mucho en común. Y cuanto más sé de ti, más me identifico contigo. Es
curioso. Y pensar que cuando luchábamos creía que éramos todo lo contrario…Pero
ambas somos apasionadas y femeninas…aunque sea muchas veces de puertas para
dentro.
-A mí nunca me han considerado demasiado
femenina.- Se lamentó Makoto.- Casi todos los chicos me veían como la forzuda
capaz de darles una paliza.
-Otra cosa en la que coincidimos.- Remarcó
Petz, para agregar.- Ya sabes lo que opino de eso. Y es de las pocas cosas en
las que no he cambiado desde que me purificasteis. - Declaró para sentenciar.- ¡Los
hombres que juzgan a las mujeres solo por su apariencia son unas babosas!
Su
amiga asintió, concediendo aquello incluso con una sonrisa. En eso que el horno
emitió un pitido. Se levantaron y sacaron la base de la tarta, equipadas con
sendas mangas pasteleras la recubrieron con nata y después colocaron mermelada
y fresas troceadas por encima. Entreteniéndose incluso en decorar el pastel con
caprichosos adornos.
-¡Esto me encanta! - Comentaba jovialmente
Makoto ahora.- Me pasaría el día metida en la cocina. Salvo claro está, para ir
de tiendas o recoger flores…
-Pues deberías dedicarte a ello en el
futuro.- La aconsejó Petz.-
-Sí, lo he pensado. Mi sueño siempre ha sido
el abrir una tienda de dulces y tartas hechas por mí y también una tienda de
flores.
- ¿Una floristería? Eso sería
estupendo. A mí me encantan las flores. - Afirmó su amiga. - A todas mis
hermanas y a mí. Némesis apenas sí tenía unos pocos jardines…
-Pues, por eso, cuando sea mayor de edad y
reciba toda mi herencia, he pensado en invertirla en ese negocio.- Le desveló
Makoto.-
-Estoy segura de que triunfarás.
¡Solo con que la gente vaya a probar tus tartas tendrás el local abarrotado! -
La animó Petz.-
La
joven sailor sonrió, sus ojos verdes y profundos tenían esa mirada soñadora tan
característica suya. Petz no podía evitar pensar que esa muchacha era realmente
una gran chica. Y no solamente en lo físico. ¡En todos los terrenos! Animosa,
valerosa, generosa y muy cariñosa cuando se la conocía y dejaba que la gente
penetrara esa especie de coraza defensiva que erigía al abrigo de su imponente
apariencia física. Aunque, si lo meditaba, ella misma no se diferenciaba
demasiado. Bueno, quizás tenía incluso peores arranques de genio que su amiga.
Pero de una cosa estaba bien segura. Las dos eran capaces de darlo todo por las
personas a las que querían.
-Muchas gracias, Petz.- Dijo la
muchacha. - Haces que crea que mi sueño se pueda realizar.
-¡Pues claro que se puede! - Aseveró su
interlocutora para remachar.- Y como ya te he dicho antes. Aquí estamos mis
hermanas y yo para ayudarte en todo lo necesario. A ti y a las demás chicas. Es
lo menos que podemos hacer, después de todo lo que os debemos…
Makoto
negó con la cabeza y replicó con cordialidad.
-No, no nos debéis nada. Todo lo habéis ido
logrando por vuestro esfuerzo y vuestra unión…
-Unión que fue posible gracias a vosotras, a
que creísteis en nosotras. Nos disteis una oportunidad. Y eso jamás os lo
podemos pagar. - Sonrió agradecida su contertulia.-
Estaban en ese tema cuando se
abrió la puerta, eran Beruche y Cooan que volvían. Tras saludar a su hermana y
a la invitada de ésta fueron a cambiarse. Al poco retornó Karaberasu. Como no
pudo ser de otro modo Petz repartió esa tarta entre sus hermanas, ella misma y
Makoto. Enseguida dieron buena cuenta del manjar entre animadas conversaciones.
Todas alabaron ese pastel. Incluida Kalie, que, por una vez y para variar,
elogió a su hermana mayor y su talento para elaborar ese postre
-Bueno. El mérito es de Mako-chan, ella me ha
enseñado.- Reconoció modestamente la aludida.-
-¡Claro!, si ya decía yo… entonces eso lo
explica todo.- Sonrió su hermana con su característico retintín.- Tenía que ser Mako-chan la responsable…
- ¡Oye! Que yo también he
colaborado. - Replicó Petz que parecía entrar abiertamente a aquella
provocación. - ¿Qué te has creído?
-Yo. ¡Nada! - Se sonrió la interpelada para
encogerse de hombros y contestar.- Me he limitado a escuchar y repetir lo que
tú misma has dicho.
-Petz tiene tanto mérito como
pueda tener yo. - Se apresuró a declarar Makoto, temiéndose una nueva disputa
entre esas dos. -
-No te preocupes.- Sonrió ahora su amiga para
explicar entre divertida y sarcástica.- Mi hermana siempre está con la misma
canción. Si no se mete conmigo no disfruta del día.
- ¡Pero en el fondo a ti te encanta! -
Contestó Karaberasu haciendo que todas se rieran, sobre todo cuando remachó con
jovialidad. - ¿Qué harías sin mí y estos ratos de agradable conversación que te
doy?
Y prosiguieron
charlando en buena armonía. Al menos por esa tarde. Petz recordaba eso con una
sonrisa en tanto hervía caldo para hacer sopa y preparaba más comida. Lo cierto
es que no dejaba de pensar en Karaberasu. ¿Dónde estaría? ¿Habría tenido al
bebé sin contratiempos? ¿Habría encontrado un hogar? ¿Sería feliz ahora? ¡Ojalá
pudiera encontrarla!, sin embargo, ni siquiera las guerreras parecían saber
nada sobre el paradero de su hermana. Suspiró, siempre rezaba por Kalie. Aunque
ahora no quería entristecer su ánimo. Zafiro estaría a punto de subir…
-Ya verás que plato tan delicioso.- Sonreía
la muchacha.- Tienes que comer en condiciones…debo cuidar muy bien de ti.
Y
en efecto, su novio no tardó apenas más que diez minutos. Ya casi todo estaba
listo. La mesa puesta y la comida a punto. Zafiro se metió en la ducha. Al
salir se vistió en aquel dormitorio de Petz en el que recordaba como ella le
cuidase, cuando escapó del primer ataque del Sabio en su huida a la Tierra…
- ¿Cómo pude estar tan ciego? -
Se decía rememorando aquello. -
Apenas pudo
reunir energía para escapar tras sufrir aquella terrible descarga de energía.
Se transportó a la Tierra y deambuló malherido, hasta caer inconsciente en un
parque, pensando en su hermano y en el peligro que corría. Tras una pesadilla
se despertó. Lo primero que pudo ver fue a Petzite portando una bandeja con
comida.
-¿Ya te has despertado?- Quiso saber la chica
con voz suave, mostrando la preocupación en su rostro. - ¿Cómo estás?
-¡Petzite!- Pudo exclamar él con voz aun
débil en cuanto la reconoció.- ¿Dónde estoy?
-En mi dormitorio - le susurró su
interlocutora, dejando la bandeja en una mesita y acercando una silla para
sentarse a su lado.-
Zafiro entonces pudo añadir, como si tratase
de recordarlo con claridad.
-Has estado viviendo en la Tierra desde que
nos traicionaste.
-Sí- admitió ella. - Y estoy
lista para ser castigada, pero te pido que perdones a mis hermanas, ¡por favor!
-Le suplicó la chica dejando translucir algo de su velada angustia, en tanto se
llevaba una de sus manos al pecho. - Castígame solo a mí. Yo soy la mayor y la
responsable.
-No te preocupes. - Sonrió él sin darle
ninguna importancia a aquello para afirmar. - No he venido a actuar de
ejecutor.- Pero dime.- Quiso saber ahora
con patente curiosidad - ¿Cómo has podido sobrevivir aquí?
-Tengo a mis hermanas, y ellas me tienen a
mí. Nos cuidamos mutuamente. Lo cierto es que hemos descubierto que este mundo
es maravilloso. Quizás la vida aquí comparada con Némesis y sus facilidades es
mucho más difícil. Pero nos hemos dado cuenta de cuánto valen el amor y la
confianza. Es tal y como todo era en
nuestro mundo cuando todavía era libre de la influencia del mal.
Su interlocutor escuchó
atentamente la historia que le contó aquella mujer que parecía totalmente
cambiada y así se lo reconoció él con patente admiración.
-Estás tan diferente. Pareces otra mujer. Y
debo decirte que me gusta mucho este cambio tuyo.- Halagó en tanto Petz le
acercaba la bandeja con la sopa, cosa que Zafiro agradeció. -
-Gracias, - sonrió ampliamente la muchacha,
ruborizándose incluso para añadir. -
Fueron Guerrero Luna y unas amigas las que nos enseñaron que se puede
vivir plenamente y amar. Entregarse a los demás y confiar, sin temores y sin
odios.
-Entonces hemos estado equivocados desde el
principio.- Musitó el muchacho con amargura agregando con patente temor. - Ese
maldito Hombre Sabio nos llenó la mente de mentiras y deseos de venganza y
quizás ya sea tarde. ¡Debo hacer algo y rápido!
Viendo la cara de preocupación
de Petz, Zafiro le contó lo sucedido, remachando a continuación.
-Tengo que ver a mi hermano y contarle lo que
está pasando. ¡Está en peligro!
-Tú eres el de siempre. - Se lamentó
ella. - Solo piensas en el príncipe Diamante.
-Debo levantarme y salir. – Pudo
replicar el chico. -
Y se esforzó tratando de hacerlo
pero cayendo presa de la debilidad. Volvió a tratar de levantarse, esta vez con
éxito. Pero cuando estaba a punto de trastabillarse de nuevo Petz le sujetó
abrazándose a él.
-¡No!, ¡debes seguir en la cama, estás muy
débil!- Pudo oponer ella con creciente alarma. -
-Tengo que advertir a Diamante… - Repetía
obsesivamente él.-
-¡No! – Chillo Petz entre lágrimas, cosa que
dejó atónito a Zafiro, más cuando ella añadió llorosa. - Si vas a verle puedes
morir, y yo no soportaría que algo te ocurriera. Si tú perdieras la vida, ahora
que te he vuelto a ver…
-Escúchame. Por favor. – Le pidió
cariñosamente él, realmente conmovido por los sentimientos de aquella muchacha.
-
Era una extraña sensación. En
sus ojos se notaba que podía percibir la preocupación y el cariño que ella le
mostraba. Hacía mucho tiempo que no debía de sentir nada parecido. Zafiro la
tomó suavemente de los hombros y le dijo con voz amable y llena de afecto.
- Tengo que hacerlo. Si tú supieras que tus
hermanas estuvieran en grave peligro y que algo terrible amenazase su
seguridad, también tratarías de ayudarlas. ¿No es así?
La compungida chica no tuvo más
remedio que asentir en tanto las lágrimas le caían profusamente, rodando por
sus mejillas. Zafiro se enderezó añadiendo con sentimiento y dulzura.
-Diamante es mi único y querido hermano. No
me lo perdonaría a mí mismo si le sucediera algo. Lo comprendes, ¿verdad?
Petz trató de decir algo, pero
él posó un dedo sobre sus labios para añadir con tono de promesa.
-Y cuando haya hablado con él. Regresaré aquí
otra vez. Te dejaré mi chaqueta hasta que vuelva. – Señaló hacia una pared
donde su americana de color azul marino reposaba colgada en una percha. -
Y
desgraciadamente no pudo cumplir su promesa. Al menos entonces. Afortunadamente
tuvo otra segunda oportunidad para redimirse. Por eso había estado preparando
una sorpresa. Quiso que su mujer subiera pronto a preparar la comida y tras
subir él mismo y ducharse, aprovechó que ella estuvo ocupada en la cocina.
Ahora había llegado el momento. Por ello, en tanto Petz le servía el estofado
que había hecho, él la tomó de una mano. La mujer sonrió…
-Tengo que terminar de servir la comida.- Le
dijo algo sorprendida pero divertida al tiempo.-
-Cariño.- Repuso él, mirándola con esa
expresión suya tan particular que a ella tanto le gustaba.- ¿Te he dicho alguna
vez lo afortunado que soy al estar contigo?...
Sin
darle tiempo a replicar la besó con suavidad en los labios.
-Pero… ¿A qué viene esto?- Pudo decir la azorada
chica.-
El
muchacho se sonrió, tenía una servilleta colocada estratégicamente en el plato
de ella y le dijo haciéndola notar.
-Pues, sin ir más lejos, por lo
deliciosamente bien que cocinas. Y lo atenta que eres, ¡fíjate! Ni siquiera te
has servido tú…deja que lo haga yo. Anda, pon tu plato.
La
muchacha asintió algo ruborizada, era cierto. Quitó la servilleta para permitir
a Zafiro que le echase un cazo de estofado, aunque para su sorpresa se encontró
un pequeño paquete. Lo observó sorprendida. Su risueño interlocutor le indicó.
-Bueno, mejor ábrelo o no podrás
comer…
La
joven no se hizo de rogar, también estaba intrigada. Así que desenvolviendo
aquello con presteza vio en una pequeña cajita que abrió. Apenas pudo contener
una exclamación al encontrar un pequeño pero hermoso anillo, con un zafiro
engastado. Su novio no tardó en arrodillarse y tomar una de sus manos.
Haciéndose con la cajita con la otra, el chico declaró con tono emocionado.
-Te prometí que volvería contigo. Y aunque me
costó lo cumplí. Ahora quiero prometerte que te amaré durante el resto de
nuestras vidas. Y eso te juro que lo cumpliré sin tardar. Por eso quiero
pedirte que te cases conmigo, Petz…
Su
contertulia apenas sí podía abrir la boca, no le salían las palabras, pero si
las lágrimas. Pasaron unos segundos en los que solamente podía clavar la vista
en él, y en esa mirada que tanto la arrebataba. Al fin, fue el propio chico
quién rompió aquella especie de encantamiento, añadiendo con un tono más jovial.
-Di algo, cariño. ¡La comida se
va a enfriar!
Petz
rompió a llorar pero de alegría. Zafiro se levantó y la muchacha se abrazó a
él. Todavía tuvieron que transcurrir unos segundos más para que ella balbucease
un sí. El chico la separó del abrazo y sonriente le dijo en tanto no dejaba de
sostenerla entre sus brazos.
-Te quiero y lo único que lamento
es el no habértelo demostrado muchísimo antes. Quizás...si todo hubiera sido
diferente entonces…
Ahora
fue ella quien le puso un dedo sobre los labios para que callase y respondió.
-Todo aquello ahora me parece tan
lejano como un sueño. Como si se tratase de la historia de otros. Ahora tenemos
el futuro por delante y solamente deseo hacerte feliz.
Y
el muchacho se dirigió hacia el mueble que presidía el salón y conectó un
equipo de sonido. Tenía preparada una canción. La atónita Petz le miraba
embelesada y aún más sorprendida, cuando, tras sonreír con amplitud, él la
soltó el pelo, dejando que su larga melena recogida en su moño se esparciera
por su antepecho y sus hombros. Después la tomó de una mano poniendo otra
detrás de la espalda de la chica y le pidió divertido.
-¿Bailas?...
-¡Pero Zafiro! – Exclamó ella
realmente anonadada, con la boca abierta y feliz. Para poder replicar.- ¿Ésta es
otra de las ideas de Roy?...
-No - Contestó él afirmando en tanto la
estrechaba más entre sus brazos.- Esto me lo dijo Tom. La canción me la
pusieron ambos. Y la verdad, me he aficionado a éste grupo….-Y sonrió agregando
con suavidad.- Señorita. ¿Tendrá corazón
y concederá usted este baile a alguien esclavizado por su amor? Aunque no
tengamos a Sailor Júpiter para hacernos los truenos. Como me sugirió el
gamberro de Roy.
Y
la aludida melodía estaba ya sonando… La joven accedió encantada, podía
escuchar esa letra en tanto giraba por el comedor con su pareja que canturreaba
en voz baja, siguiendo la letra…
Dile que la estaré esperando en el lugar de siempre
Con el cansancio y cansado y no hay escapatoria
Al necesitar una mujer tienes que saber
Como el fuerte se hace débil y el rico se hace pobre
Esclavo del amor
Esclavo del amor
Estas corriendo conmigo
No toques el suelo
Estamos agitándonos
Sin cadenas ni ataduras
El cielo se quema
En un mar de llamas
Aunque tu mundo cambie yo seré el mismo
Esclavo del amor
Esclavo del amor
Esclavo del amor
Esclavo del amor
No
No, puedo escapar
Soy un esclavo del amor
La tormenta se rompe o lo parece
Somos tan jóvenes para decidir crecer y para soñar
La primavera se da vuelta hacia mi ahora
Puedo escucharte reír
Puedo verte sonreír
Esclavo del amor
Esclavo del amor
Petz se dejaba llevar, tomada de
las manos de su pareja, ella levantó sus piernas hasta rodear con ambas la
cintura de él, quedando así sujeta. Zafiro comenzó a elevarse un poco sin tocar
el techo. Aunque para su prometida parecía hacerla tocar el cielo, cuando
comenzó a besarla en los hombros y el cuello...
Esclavo del amor
Esclavo del amor
Esclavo del amor
No
No puedo escapar
Soy un esclavo del amor
Las frentes de los dos quedaron unidas cuando
juntaron sus cabezas y sonrieron. Después una serie de besos, cada vez más
apasionados hasta que sin dejar de girar él la llevó hacia el dormitorio...
Esclavo del amor.
No.
No puedo escapar.
Soy un esclavo del amor
(Bryan Ferry. Slave to Love.
Crédito al autor)
Allí
aterrizaron sobre la blanda cama, con la muchacha encima. Poco a poco la ropa
fue desapareciendo y consumaron el acto. La joven le observó llena de
emotividad y afecto. Su prometido tenía aquella mirada suya tan plena de
sentimiento y de bondad. Esa que la fascinaba y hacía estremecer de nostalgia y
de amor.
-Pues va a ser cierto lo que me
aconsejaba Roy. - Se sonrió el chico alegando jocosamente. - Ponlas una canción
movidita para agarrarse y caen, ¡ja, ja, ja!…
Su contertulia
le observó tratando de fingir incredulidad e incluso algo de escándalo. Aunque en
esta ocasión Petz no pudo evitar reírse para declarar moviendo ligeramente la
cabeza, en un vano intento por simular algo de desaprobación.
- ¡Vaya amigos que has hecho!
Esos dos te han vuelto completamente loco. ¡Pero un loco maravilloso!
-Bueno, por fortuna ya no tenemos
que ajustarnos a las etiquetas de palacio. - Sonrió el chico para sentenciar. -
Y creo que nos hemos ganado el poder disfrutar de la vida y desmelenarnos un
poco, ¿no crees? - Remachó acariciando entre tanto precisamente el largo
cabello de su novia, liberado al fin de ese peinado tan típico que siempre
lucía. -
-Si mis hermanas me viesen ahora.
- Se sonrió la joven, no sin rubor. - ¡No sé qué pensarían de mí!…
-Pensarían que eres feliz, como
también lo soy yo, y se alegrarían muchísimo por ello. - Repuso afectuosamente
su interlocutor. -
La
joven asintió, aunque entonces cayó en la cuenta de algo y abrió la boca para
exclamar.
- ¡Se nos habrá enfriado el
estofado!
-Bueno cariño, creo que después
de esto, podremos calentarlo sin problemas. - Rio él, haciendo que su prometida
le secundase. -
Tras
esas palabras, y darse unos cuantos besos y vestirse, ambos se sentaron,
pusieron efectivamente a calentar el guiso y comieron. Se iba haciendo algo
tarde y tenían cosas que hacer. Ya habría tiempo después para celebrar. Fueron
fieles a sus obligaciones y esa misma tarde la pareja terminó de ordenar la
tienda. Gracias a Zafiro y a sus portentosas facultades no fue difícil. No les
llevó demasiado tiempo y fue él quien propuso con jovialidad.
-¿Por qué no llamas a las chicas? Seguro que
querrán saberlo.
-Sí, podemos invitarlas a tomar algo.- Asintió
Petz igualmente ilusionada.-
Y
dicho y hecho. Llamaron de inmediato, por fortuna en esta ocasión pudieron
acudir todas. Usagi, Rei, Ami, Minako y Makoto. Zafiro fue a ver a Mamoru, y a
llamar a su hermano que estaba en París con Esmeralda. Por su parte Petz quedó
con sus amigas. Se citaron en el Fruit Parlor Crown. Allí, ocupando una de sus
grandes mesas redondas, charlaban despreocupadas hasta que la recién prometida
les dio la noticia mostrando con orgullo y alegría la mano en la que ya lucía
su anillo de pedida.
-¡Guau! Es impresionante.- Exclamó Minako
contemplando aquella joya con vívido interés.-
-Desde luego, Zafiro es un gran chico.-
Afirmó una también admirada Rei.- No ha reparado en gastos…
-Sí, a ver si Mamo-kun toma ejemplo de una
vez.- Refunfuñó Usagi, quién, de inmediato sonrió azorada ante las caras de
pasmo del resto y se apresuró a añadir de modo más jovial.- ¡Muchísimas
felicidades! Estoy muy contenta por vosotros.
-Sí. - Convino Ami.- Es una gran
noticia, ¡enhorabuena!
-Muchas gracias, amigas. - Repuso
Petz, que les comentó con tono lleno de emoción y alegría. - Llamé a mis
hermanas para decírselo, Cooan y Bertie se han alegrado mucho. Lo único que me
entristece es no saber dónde podrá estar Kalie.
Aquí
su gesto se ensombreció y sus interlocutoras se miraron con pesar. Sobre todo
Minako y Makoto, que dedicaron sendas miradas a Usagi. Sin embargo ésta pasó a
esbozar una sonrisa y trató de alentar a su amiga.
-Seguro que estará bien. Y algún día podréis
reuniros. Debes seguir teniendo esperanza.
-Además, hoy es un gran día. No te pongas
triste.- Añadió Rei, tratando de apoyarla a su vez.-
-Claro.- Afirmó Minako sonriendo de nuevo.-
Ahora tienes que pensar en tu boda. Te ayudaremos en lo que haga falta.
-Os lo agradezco de veras a
todas. - Sonrió Petz visiblemente reconfortada por esas palabras. - De veras,
sois estupendas, chicas.
Entre
tanto Zafiro y Mamoru estaban tomando un café en la casa del novio de Usagi.
Tras recibir las felicitaciones de su anfitrión, el joven de Némesis le
comentaba.
-Ahora estoy algo nervioso. Es toda una
responsabilidad.
-Sí, te comprendo muy bien, me sucede lo
mismo con Usako.- Convino su interlocutor.- Pero tranquilo. Os queréis, todo irá
bien…
-Al menos tú eres menos directo que Roy.- Se
sonrió el chico.- Si te contase alguno de sus consejitos…
-¡Me los puedo imaginar!- Rio a su vez su
contertulio que agregó no tan divertido ahora.- Y después de lo que me has
contado que le has regalado a Petz, ya puedo ir pensando en algo o Usagi me
matará…
-Bueno…la verdad es que era muy caro, pero
tuve mucha suerte. Ya sabes que hay un tipo muy rico e influyente que quiere
que mi hermano y yo trabajemos para él.- Le contó en modo confidencial.-
-Sí, algo de eso hemos oído. Ese tipo, se
llama…-Afirmó dubitativamente su contertulio tratando de recordar.-
-Un tal Masters. - Le comentó
Zafiro. Poniéndole al corriente. - Es un multimillonario con un gran holding de
empresas, la mayor parte de ellas asociadas a la investigación y desarrollo de
tecnología revolucionaria.
-He visto algo en la televisión.- Admitió
Mamoru.- Es un tipo muy rico, sí. ¿Y qué te dijo, si puede saberse?
-Pues verás. Hace una semana más
o menos, me pidió que fuese a verle a su despacho. -Le refirió su interlocutor.
- De hecho, se puso en contacto conmigo casi desde que regresé a
Japón…Finalmente accedí a mantener una entrevista con él, a ver que tenía que
ofrecer…
Allí,
en el edificio de la Masters Corporation en Tokio, Zafiro aguardaba. Estaba en
una sala amplia con varias sillas y un sofá. En cuanto entró una solícita
secretaria le ofreció algo de beber. El joven aceptó un té. La mujer, de
mediana edad, le sonrió informándole con patente amabilidad.
-El señor Masters no tardará. Enseguida le
avisaré.
-Muy bien, gracias.- Respondió de idéntico
modo él.-
No
supo exactamente cuánto tiempo debió de transcurrir, quizás unos minutos,
posiblemente un cuarto de hora. Entonces aquella pulcra mujer de pelo claro
peinado en un moño y gafas le salió a comunicar.
-Pase, por favor.
El
muchacho no se hizo de rogar, siguió a esa mujer y ella le escoltó al interior
de un gran despacho alfombrado con moqueta. Al fondo una gran mesa de roble lo
presidía, flanqueada por dos grandes sillones de cuero o poli piel. Al otro
extremo de la habitación una larga mesa de cristal con sillas alineadas a ambos
lados y en otro frente un enorme ventanal con vistas magníficas desde esa
vigésima planta. Zafiro observaba todo esto reparando también en la decoración
de numerosas antigüedades y pinturas que debían de ser muy valiosas, pero que
se disponían en la pared como si de meros cuadros de baratillo se tratasen.
Seguramente Esmeralda, que se había aficionado mucho al arte últimamente,
podría haberle ilustrado algo a ese respecto. Entonces, una voz de hombre a su
espalda, le sacó de aquellas reflexiones. Dirigiéndose a él con tono cordial,
aunque no exento de un ligero toque de sarcasmo.
-Celebro mucho que haya venido,
señor Lassart. No es fácil que nadie de su familia acepte mis invitaciones.
Al
girarse vio a un hombre de metro setenta y cinco más o menos, con gafas
cuadradas de pasta, pelo castaño claro y porte fornido. Era bien parecido, o al
menos eso supuso Zafiro que opinaría Petz, aunque no en exceso. Ese era el
millonario.
-Gracias por su invitación, señor Masters. -
Repuso educadamente el interpelado.-
-Por favor, siéntese.- Le pidió su anfitrión
guiándole hasta esa larga mesa de cristal, donde una completa vajilla estaba
dispuesta.- ¿Desea tomar algo?...
-No, muchas gracias.- Rehusó el joven,
añadiendo ahora con curiosidad en tanto tomaba asiento frente a su interlocutor
para preguntarle.- Usted dirá. ¿Por qué tiene tanto interés en mi familia?
El
interpelado se limitó a tomar una especie de portafolio que contenía algunas
hojas escritas a ordenador. Pegada a la primera de ellas aparecía una foto del
propio Zafiro. El millonario, tras percatarse de que su invitado se había dado
cuenta de ese detalle, sonrió para leer de esas anotaciones.
-Zafiro Lassart. Ingeniero de estructuras.
Doctorado en diseño aerodinámico y de componentes robóticos. ¡Vaya…impresionante!
Es usted hermano de Diamante Lassart, ingeniero informático, con residencia en
París.
-Ha hecho usted sus deberes.- Admitió el
joven.-
Pero
su contertulio volvió a sonreír de nuevo, para declarar casi parecía que
divertido.
-Hasta aquí, parte de la información oficial
que consta sobre ustedes dos. Pero mis fuentes llegan mucho más allá. – Y sin
esperar alguna petición por parte de su oyente para que le aclarase aquello, el
millonario agregó.- Digamos que tengo muy buenos amigos en las altas esferas…y
cuando digo altas, quiero decir precisamente eso. Ustedes son dos personas muy
especiales, igual que el grupo que forman sus amigos. Les debemos muchísimo más
de lo que las autoridades oficialmente estarán dispuestas a reconocer. ¿Me
equivoco?...
-Bien, eso es muy impresionante.
- Comentó Zafiro. - veo que sabe bastantes cosas sobre nosotros. Sin embargo,
señor Masters, yo no sé nada acerca de usted. Comprenda que, así, no me siento
demasiado cómodo.
-No se preocupe. No tengo reparos en contarle
lo que quiera sobre mí.- Le contestó su interlocutor.- Pero antes, desearía que
escuchase mi propuesta. Si le parece…
-Será un placer. Usted dirá.- Replicó su
contertulio que parecía aguardar con interés.-
-Le seré sincero desde el principio. Tengo
muchas empresas y grandes científicos trabajando en ellas. Mi meta es lograr el
desarrollo de la humanidad. Mejorar su calidad de vida. Y por supuesto, ganar
dinero mientras lo hago.
- Es lo habitual en un empresario.- Convino
su contertulio.- No seré yo quien le censure por eso…
Masters
sonrió divertido ahora, asintió para replicar.
-Me gusta usted. Es un hombre
franco y dice las cosas claras. Eso sí,
antes las piensa, pero siempre habla con tono comedido. Y creo que es lo
bastante sensato e inteligente como para apreciar una buena oportunidad. Así
que no me andaré con rodeos porque no es mi estilo. Sé que usted posee grandes
conocimientos, le propongo que trabaje para mí. Con una división dedicada a la
ingeniería a gran escala. Tendría usted el control de la misma, con todos los
fondos que pudiera necesitar. Un salario más que aceptable y un horario
flexible de trabajo. Porque sé que tiene además otras importantes
responsabilidades. ¿Qué me dice?
Y
en tanto terminaba de pronunciar esas palabras aquel tipo escribió unas cifras
en un papel y se lo pasó a Zafiro, que lo leyó, en tanto Masters le aclaraba…
-Sus honorarios anuales serían esos… al
margen, claro está, de bonificaciones o comisiones por avances significativos o
descubrimientos de cierta relevancia.
Tras
suspirar, Zafiro le devolvió el papel y pudo decir, realmente impresionado.
-A esto le llama usted más que aceptable… yo
lo considero como una pequeña fortuna.
-Entonces. ¿Aceptará?- Quiso saber el
millonario, con evidente impaciencia.-
-Bueno. - Contestó el interpelado
con cierto tono reflexivo. - No es únicamente el dinero lo que valoro. En la
ESA me hicieron una oferta muy buena también. Y quisiera asentarme. Ellos no me
han puesto objeción a seguir viviendo en mi residencia actual. Y eso que está
muy lejos de su base central de operaciones. Verá, tengo una novia con la que
me gustaría formalizar mi relación. Ella vive en Japón, tiene una tienda. Los
dos compartimos piso muy cerca de su negocio y no quisiera tener que mudarme de
allí. Además, quisiera hacerla un buen regalo para declararme… ya me
comprende…un anillo de pedida. A ser posible, que fuese realmente hermoso.
Su
interlocutor, sentado frente a él con una de sus piernas sobre su otra rodilla,
escuchó con interés sujetando su ladeada sien con la mano derecha, como si
estuviera meditando algo mientras tanto, y hasta se permitió el lujo de
sonreír. Enseguida asintió para asegurar a su contertulio.
-Deje eso de mi cuenta. Podrá vivir donde
guste y solamente desplazarse cuando la ocasión lo requiera. Ya le he dicho que
su horario de trabajo sería flexible. Y en cuanto al otro asunto. Confíe en mí.
Digamos que, como gesto de buena voluntad y para que vea que cumplo mi palabra,
creo que su novia no tendrá queja del regalo que usted irá a hacerla. Estoy
seguro que al verlo le dará el sí quiero de inmediato… Y que entonces usted me
lo dará a mí… empresarialmente hablando, claro…
Ahora
Zafiro terminaba de recordar eso junto al atónito Mamoru, el joven concluyó el
relato sonriendo para narrarle a su contertulio.
-Y así fue, al poco me llegó ese anillo de
zafiro de no sé cuántos quilates…cortesía de Masters, con un cheque que
sufragaba los gastos de la boda e incluso de la Luna de Miel que eligiéramos.
Ni que decir tiene que acepté su oferta. ¡Cualquiera la hubiese rechazado!
-Vaya, lo celebro por ti, amigo.- Dijo
Mamoru.- Parece que ese tío está forrado.
- ¡Bastante, la verdad! - Se rio
ahora su interlocutor. - Aunque me haga trabajar duro. Cree que se cobra hasta
el último céntimo. ¡Ja, ja, ja!…
Y
así había sido, ese Masters era generoso sin duda, pero pedía resultados. De
las primeras cosas que hizo Zafiro fue el intentar recrear la fuente de poder
del cristal oscuro de Némesis. Pero, por supuesto, eliminando sus propiedades
negativas. Aquello era una ímproba tarea que además resultaba imposible. No
obstante, había mejorado bastante otras fuentes de energía alternativas durante
sus trabajos. También estaba diseñando unos robots droidas similares a los que
fabricaba en su mundo natal. Eso le vino ahora a la mente. Lo mismo que sus
intentos por persuadir a su hermano Diamante para que trabajase en esa empresa.
Al principio desde luego no consiguió convencerle. Y parece ser que no iba a
lograrlo. Su hermano mayor era a veces muy testarudo y orgulloso. Sobre todo,
cuando se cerraba en banda hacia algo. Era casi misión imposible hacerle variar
de criterio. Aunque tuvo motivos para pensar que Masters había tratado de
acercarse a él de un modo bastante menos sutil y comedido del que tuvo con el
propio Zafiro.
-Una pena. - Pensaba
lamentándolo.- Realmente mi hermano hubiese disfrutado trabajando aquí.
-Bueno. Creo que sería buena idea si fuéramos
a reunirnos con las chicas.- Le propuso Mamoru.-
Su
interlocutor asintió. Los dos salieron del apartamento de Mamoru para dirigirse
hacia el Crown. Iban en el coche del novio de Usagi. Sin embargo, al cabo de
unos pocos kilómetros, la calle estaba cortada y había un control policial.
Enseguida quisieron indagar para averiguar que estaba sucediendo.
-¿Un accidente?- Inquirió Zafiro al agente
que estaba dando paso a los vehículos de modo lento y ordenador.-
-No señor. Hay una complicación.- Replicó
éste sin querer ser más explícito.-
-Vaya, qué extraño. - Comentó
Mamoru.- No es hora punta…
Enseguida
llamó con un transmisor a Usagi y la puso al corriente. Las chicas por su parte
estaban todavía conversando cuando a sus oídos llegó una noticia que propagaron
dos recién llegados a la cafetería.
-Al parecer están atracando el banco de dos
calles más arriba. Los asaltantes se han atrincherado con unos cuantos
rehenes.- Comentaba uno de los que habían entrado.-
- ¿Habéis oído, chicas? - Les
susurró Minako a las demás. -
-Tendremos que actuar.- Comentó Makoto con el
asentimiento del resto.-
Así
que, en cuanto pudieron, buscaron un lugar al abrigo de miradas de curiosos y
se transformaron. No tardaron en acudir
hasta el perímetro…Fue Usagi la que se adelantó, llena de confianza, hasta la
posición de los agentes de policía.
-No se inquieten, ¡nosotras resolveremos esto!
– Proclamó elevando su brazo derecho con el dedo índice extendido en tanto se
llevaba el otro a la cadera.-
-Perdón señorita, debo pedirla a usted y al
resto de su grupo de animadoras que se retiren de aquí. No es una zona segura.-
Le respondió el que parecía estar al mando.-
-¿Animadoras? ¿Nosotras?- Exclamó Rei que
estaba próxima a su amiga.-
-Claro, ¿qué iban a ser sino con esos
uniformes?- Terció otro agente que parecía mirarlas con visible interés, sobre
todo hacia las minifaldas.-
-¿Es que no sabe quiénes somos?- Le preguntó
Minako a su vez al policía.- ¡Esto es increíble!
-Lo que sé es que ustedes no son agentes de
la ley, ni las fuerzas especiales de intervención.- Repuso el que parecía al
cargo, armándose de paciencia, según agregaba.- Ésta es zona peligrosa para los
civiles. Les ordeno que se alejen de inmediato.
-¡Esto es el colmo! – Rezongó Júpiter.- ¿Será
posible?
-Chicas, creo que será mejor que nos
retiremos.- Las aconsejó Mercurio.-
-Espera un momento.- Terció Marte
visiblemente ofendida.- ¿Nos hemos enfrentado a los seres más peligrosos del
universo y tú vas a agachar la cabeza y a obedecer a este tipo porque sí?
Ami
se encogió de hombros. No merecía la pena ponerse a polemizar con Rei cuando la
asaltaba uno de sus arranques de mal genio. Para colmo parecía que la gente que
se arremolinaba curiosa más allá de los límites del cordón policial les estaba
dedicando a ellas más atención que a la propia sede del banco en donde estaban
los atracadores. Fue la Guerrera Luna quien con su desparpajo y caradura
habituales se aproximó al agente. Al menos, lo hizo tras haberse apartado
previamente a un sitio desierto de gente y conjurar su poder lunar de
transformación…al grito de…
-¡Poder Luna!, ¡conviérteme en una bella
inspectora de policía!
Y
así se plantó delante de ese tipo, con un chaleco antibalas, vestida con falda
hasta las rodillas, zapatos de bajo tacón y un moño, a la par que le mostraba
unas credenciales y le decía.
-No hay problema agente. Mi equipo y yo somos
un grupo de operaciones especiales encubierto. Déjenos este asunto a nosotras y
verá como lo arreglamos…
Aunque
su interlocutor la mirase confuso al principio tras esas decididas palabras.
Sin embargo aquel carnet especial parecía estar en regla. Asintió y saludó a
esa oficial de policía de rango superior, en tanto le preguntaba.
-¿Qué quieren que hagamos?...
-Ante todo sería bueno que los secuestradores
salieran del banco.- Terció Petz susurrándoselo a Usagi a modo de sugerencia, a
lo que ésta asintió.- Lo antes posible. Quizás cuando Zafiro venga nos pueda
dar cobertura aérea…
Su
amiga le repitió aquello al oficial al mando, al menos hasta la parte de hacer
salir a los delincuentes, y su oyente convino en eso.
-¿Cuántos atracadores hay, lo saben ustedes?-
Inquirió Ami que ya estaba consultando su visor y su mini ordenador para
hacerse una composición de lugar.- Es importantísimo saber cuántas amenazas
potenciales existen.
-No estamos muy seguros.- Les dijo ese
policía mirón que no paraba de recrearse la vista con ellas.- Quizás seis o
siete…
-¿Han hecho alguna demanda?- Quiso saber
Rei.-
-Sí, un autobús y no ser perseguidos. Dicen
que llevarán rehenes y que los matarán si desobedecemos.- Les contestó el que
estaba al frente de las patrullas policiales.-
Las
chicas se miraron de modo cómplice. Al parecer estaban pensando en algo. Entre
tanto los muchachos llegaron al fin. Quisieron acercarse pero el dispositivo
policial lo impedía. Tuvieron que llamar a las chicas para que Usagi les colase
allí, pretextando que eran miembros de su grupo especial.
-¿Qué podemos hacer?- Quiso saber Mamoru.-
-Podríamos coordinar un ataque.- Respondió
Ami calculando las probabilidades de acercarse, para declarar visiblemente
inquietada.- Aunque lo veo bastante complicado. Hay demasiadas variables que
escapan a nuestro control. Muchos inocentes podrían ser heridos o algo peor.
-Pues creo que Petz tiene razón, sería mejor
que salieran.- Terció Rei escrutando en dirección hacia las cristaleras del
banco.- Desde aquí pueden vernos perfectamente. Pero nosotros a ellos, no.
-Es verdad. - Asintió Usagi, que
le comentó al policía al cargo. - ¿Sabe una cosa? Acepten sus demandas. No se preocupen.
Nos ocuparemos de que no vayan muy lejos y que no dañen a personas inocentes.
Pero ante todo hay que logran que salgan.
Su
interlocutor obedeció, aunque no parecía demasiado convencido. Enseguida se
transmitió aquello a los atracadores. Éstos, con gran desconfianza, exigieron
que el autobús estuviera sin nadie a bordo, con las puertas abiertas y aparcado
de tal forma que pudieran acceder a él sin ser vistos. Parapetados por el de
los francotiradores de la policía. Así se hizo. Al poco un grupo de cinco a
seis de esos malhechores subieron llevando una cantidad similar de rehenes.
Entonces los secuestradores sorprendieron de nuevo con otra petición, un coche
provisto de radio para captar la frecuencia policial. Como el grupo de las
guerreras pidió, los agentes de la ley complacieron nuevamente a esos
delincuentes. Al fin, seguros de su éxito, estos arrancaban alejándose por la
carretera.
-Espero que sepan lo que están
haciendo. - Suspiró el agente de mayor rango. -
-Descuide, somos profesionales. -
Le aseguró Minako esbozando una tímida sonrisa. -
-Ahora es tu turno, Zafiro. - Le
indicó Usagi.- Sígueles volando.
El
muchacho asintió, se elevó por los cielos a gran velocidad para asombro de la
policía y del resto de testigos, en tanto Minako sonreía otra vez con una
expresión de circunstancias para declarar.
-Ya se lo dijimos, somos una
unidad muy especial.
-Ahora chicas, usemos el tele
portador.- Les indicó Rei al resto que asintieron. - En cuanto Zafiro nos
informe de su posición…
Y pasaron casi
treinta minutos hasta que recibieron una señal en sus comunicadores. Entonces
las guerreras se dieron las manos, con Petz y Mamoru en el centro. Y tras
concentrar el poder de sus respectivos planetas desaparecieron dejando aún más
atónitos a los presentes.
-Bueno. ¡Y tan especiales que
son! - Suspiró el policía que estaba al mando, comentando a sus igualmente
perplejos compañeros. - A ver como explico esto en el informe…
Las
sailors por su parte reaparecieron junto a Zafiro, a unos cuantos metros de
donde estaban aparcados esos vehículos. Junto a los mismos se ubicaba un gran
hangar. Al poco vieron como esos atracadores obligaban a bajar a los rehenes.
-Podrían acabar con ellos ahora
que se creen que están a salvo. - Susurró Petz, que aparecía en su identidad de
Dama del Rayo. - Debemos intervenir deprisa.
-Sí, o quizás soltarles. Pero
esto último lo dudo mucho por desgracia. - Suspiró Minako, añadiendo. - Cuando
ayudaba a la policía en Inglaterra, la forma de actuar de esos tipos no era demasiado
benevolente. Y supongo que los de aquí no serán muy distintos.
-Entonces debemos actuar antes de
que hagan daño a esos inocentes. - Terció Ami, hablando en voz baja también. -
-Yo me muevo muy rápido. - Les
comentó Zafiro. - Lo suficiente como para interponerme entre los rehenes y
ellos, por si les disparan. Entre tanto vosotras podréis atacarles.
-Sí, y hagámoslo enseguida,
porque, o mucho me equivoco o la policía ha instalado un sistema de seguimiento
en el autobús.- Les indicó Ami, en tanto consultaba su mini portátil.-
Podrían venir hacia aquí y si los atracadores les descubren esto iba a ponerse
muy mal.
-Muy bien, en ese caso esto es lo
que haremos…- Les comentó Mamoru.- Zafiro y yo nos ocuparemos de entretenerles…
-Vale, entre tanto nosotras...-
Repuso Guerrero Luna, reuniendo en corrillo a las chicas para darles
instrucciones. Preguntando a todas tras concluir. - ¿Comprendido?
Las
demás asintieron al unísono. Una vez dispuestos Zafiro fue el primero en
comenzar la maniobra. Haciendo uso de su gran velocidad golpeó a dos
delincuentes antes de que ninguno le viera, luego se colocó entre el grupo de
rehenes y sus captores. Estos le apuntaron rápidamente con sus fusiles. Fue
entonces cuando unas cuantas rosas les golpearon en las manos, haciéndoles
perder el control de sus armas. Para cuando quisieron recobrarlas las chicas
habían aparecido golpeando a esos tipejos sin contemplaciones. Hubo sin embargo
dos que lograron apuntar a las sailors, aunque Júpiter usando su supremo
Trueno, y la Dama del Rayo, con su propio ataque, eso sí ambas con mesura, les
derribaron dejándoles inconscientes. Las dos chicas chocaron las palmas con
alegría. Marte estaba quemando el trasero de otro que aullaba en dirección a un
próximo charco de agua en el que se dejó caer. Minako había atado a un par con
su cadena de amor. Usagi derribó a uno más con su Moon Tiara. Ami por su parte
congeló a otro a la altura de los tobillos haciendo que se trastabillase y
cayera antes de poder aferrar su arma. Cuando todo estuvo controlado, los hasta
entonces rehenes vitorearon la intervención de ese grupo tan especial. Cortesía
de Zafiro, los atracadores fueron atados con una gruesa cadena de hierro que
encontraron dentro del hangar, al igual que un helicóptero que presumiblemente
tenían listo para la fuga con cuantioso botín que escondían en el asiento
trasero del coche, dinero y joyas…al poco y tal y como habían previsto, vieron
llegar a los coches de policía.
- ¿Están ustedes bien? - Quiso
saber Usagi interesándose por el estado de aquellas personas. -
-Sí, muchísimas gracias. - Sonrió
una mujer de pelo castaño, vestida con un blazer, que rondaría la cincuentena.
-
- ¡Nos han salvado, son ustedes
increíbles! - Añadió un tipo rechoncho y
cuarentón, vestido con traje y corbata. -
-Para eso estamos. - Sonrió Rei
visiblemente complacida para sentenciar. - Otra misión cumplida.
-Ahora les dejamos en buenas
manos, la policía está al llegar. - Les informó Minako. -
Y
tras recibir unos encendidos aplausos de aquellas personas el grupo de las
guerreras volvió a usar el sailor teleport, con Mamoru, Zafiro y Petz en medio.
Desaparecieron tras concentrar sus energías y las de sus amigos para volver a
materializarse en el bosquecillo del santuario Hikawa, como una de tantas
veces. Una vez adoptaron sus ropas civiles fue Usagi la que exclamó con un
brazo en alto.
- ¡Otro día más en la oficina,
chicas! Y ha estado chupado.
-Pues yo estoy cansadísima. -
Suspiró Minako. - Me voy a ir a casa a darme un largo baño de burbujas…
-Lo mismo digo. - Convino Makoto,
recordando. - Que mañana toca madrugar…
-No ha estado mal. - Sonrió Petz
afirmando. - Le estoy tomando gusto a ser una justiciera.
-Sí, sé que Bertie y Cooan
continúan haciendo lo propio en América. - Le dijo Ami.-
-Una vez que se adquiere esta
obligación es muy difícil dejarla. – Añadió Rei. -
-la maldad nunca descansa y es
nuestro deber combatirla. - Agregó Mamoru. -
-Eso es algo que tenemos
presente. ¿Verdad, cariño? - Repuso Zafiro sujetando por la cintura a su novia.
-
La
aludida asintió. Finalmente, tras charlar un poco más y recibir la enhorabuena
de todos por su compromiso, la pareja se marchó a casa. Sin embargo, la boda
aun debería esperar. Pasaron algunos días y después semanas. No pudieron
quejarse en cuanto a tener aventuras. Apareció un misterioso muchacho que
resultó ser el hijo que Roy y Bertie tendrían. Vino desde el futuro para
prevenirles de un terrible destino. Gracias al Cielo y al trabajo combinado de
todos, las cosas salieron bien y evitaron aquello. A las pocas semanas fue la
amenaza de un enorme meteoro la que reunió de nuevo a los amigos amén de
hacerles conocer al hermano mayor de Roy. Pasó más tiempo y fueron Diamante y
Esmeralda los que se las vieron con el señor Masters. Éste secuestró a la joven
y el hermano de Zafiro tuvo que ir a liberarla, participando entre tanto en una
especie de desafío del que finalmente salió triunfador. Pese a ello, esa
especie de prueba no le sentó nada bien al príncipe. El millonario quiso
disculparse, pero Diamante era inasequible a sus llamadas. Al fin el magnate trató
de hablar con Zafiro para que le ayudase. Éste incluso había conversado
anteriormente con su hermano para persuadirle de que se uniera a la Masters
Corporation. Por fortuna todos los esfuerzos dieron su fruto, así como la
intervención de una joven secretaria de Masters fue fundamental para que, al
fin, el orgulloso príncipe aceptase. Al poco, tanto él como Esmeralda se
casaron y después les tocó el turno a Zafiro y Petz. La ceremonia fue muy
bonita. Tuvo lugar en Tokio, asistieron todos, excepto desgraciadamente
Karaberasu que seguía ilocalizable. Pese a ello, su hermana mayor era feliz al
haber cumplido el sueño de casarse con el amor de su vida. Ahora, tras la
fiesta y el banquete, una vez a solas, pensaban en un destino para la Luna de
Miel.
-Escucha, mi amor. - Le comentaba
Zafiro, estando ambos tumbados en la cama. - Ian me ha dicho que nos regala un
viaje con todos los gastos pagados a donde queramos ir.
- ¡Vaya!, es muy generoso. -
Afirmó la joven, añadiendo divertida. - Tienes que ser muy buen empleado…
-Hago lo que puedo. - Repuso
entre modesta y jovialmente él, para insistir. - Tú solamente dime a dónde
deseas ir…
La
muchacha suspiró, girándose en la cama para quedar mirando a su esposo a los
ojos, entonces sonrió y dijo.
-Con tal de estar a tu lado,
cualquier parte que elijas me gustará.
El
muchacho entonces sonrió para comentar.
-Ian me envió también unas
botellas de vino de Chile. Bastante buena cosecha, por cierto, me comentó mi
hermano. Por curiosidad estuve indagando un poco sobre ese país. Tiene muchas
cosas hermosas que ver. Y.… teniendo en cuenta que Diamante y Esmeralda están
en Europa. Roy, Bertie, Tom y Cooan en América del Norte, y tú y yo vivimos en
Asia. Pensé que podríamos ir a África. Por variar. Aunque luego hablé con Tom y
me contó que la zona del Pacífico es un lugar muy hermoso. Me recomendó ir a un
destino que estuviera por allí. Y al ver estas botellas…pues, he pensado que...
¿Por qué no vamos a América del Sur? Sería bonito desconcertar y perdernos por
ahí tú y yo solos. ¿No crees?
Petz
asintió abrazándose a él ahora.
-Sí, mi hermana pequeña hablaba
maravillas de su Luna de Miel en Hawái. Dice que le encantó viajar a esas
islas. - Le contó su interlocutora a su vez. -
-Pues creo que podríamos comenzar
por visitar la isla de Pascua. Y luego ir hacia el continente.- Le propuso su
esposo.- ¿Qué te parece? Además, Tom también me comentó que existen muchos
misterios por allí. Él es un apasionado de esas cosas.
-No es que quiera meterme a investigar
nada. - Se sonrió Petz, agregando. - Bastante acción hemos tenido ya en
nuestras vidas.
- ¡No te preocupes por eso! - Rio
Zafiro, aseverando. - Te aseguro que solamente haremos turismo.
Su
esposa se rio de aquella ocurrencia, ya estaban comenzando a diseñar el viaje,
aunque tuvieron que aguardar un poco. Diamante y Esmeralda acudieron a
visitarles unos días, aprovechando tras la boda de Zafiro y Petz, para quedarse
una semana en Japón. La ahora modelo y diseñadora tendría tiempo para pasar
unos vestidos en Tokio y comprobar que tal iba la sucursal de la casa Deveraux.
Encargo hecho por su jefa en persona. Diamante y ella quisieron también saludar
a sus amigas las guerreras, a Mamoru y a los gatos. Pasados esos días, estaban
a punto de irse, pero antes cenaron con sus anfitriones en casa de estos.
-Bueno, he reservado una botella
de este vino que Ian nos envió. - Comentó Zafiro tras descorcharla. -
-Es un “Pinot Noir” - Alabó
Diamante que era todo un entendido. - Es del valle del Bio - Bio. Muy al sur de
Chile. Éste es uno de la gran reserva de mil novecientos noventa. - Le explicó al resto. -
- ¡Sí que sabes de vinos! -
Suspiró Petz atónita como los demás. -
-Para Diamante es uno de sus
hobbies favoritos. De hecho, es que le encanta. - Se sonrió Esmeralda,
sentenciando divertida ante el gesto torcido de su esposo. - Cuando Ian le
mandó una caja de este vino, supe que por fin le había conquistado…
-No soy tan fácil de convencer. -
Se defendió él sonriendo con cierto sarcasmo, sobre todo al agregar. - Y mucho
menos para perdonarle según qué cosas a Masters. Aunque, en honor a la verdad,
también le ayuda que me enviase unas cuantas botellas de Don Melchor…
-Lo importante hermano es que
estamos juntos al fin. - Afirmó Zafiro cambiando ya de tema, para alivio de
todos. - Decidnos, ¿vais a viajar por aquí en vuestra Luna de Miel?
-No, hemos decidido volver a
París. - Le respondió Esmeralda, añadiendo. - Puede que vayamos a ver a
Nephrite y a Amanda. Tengo ganas de ver Londres. Cuando Bertie y Roy estuvieron
en su viaje de novios y luego fueron a visitarnos a París, nos hablaron muy
bien de la ciudad. Tanto es así que le dijo a Diamante que aquel sitio le iba a
encantar…
-Sí, y es cierto. Por una vez ese
tarambana de Roy hablaba en serio. - Convino Diamante ahora con tono más
distendido. - Nuestro amigo, el príncipe de los Cuatro Cielos, está encantado
allí, puso una tienda de antigüedades y le va muy bien. Incluso tuvo un
interesante caso por resolver, creo que así conoció a Amanda. - Informó a sus
interlocutores. -
- ¡Claro!, ese enredo de
diamantes que nos contó. - Creyó recordar Petz, de las últimas veces que el
grupo se había reunido. -
-Bueno. - Terció su cuñada, para
querer saber a su vez. - ¿Entonces vais a ir por fin a Chile?
-Queremos visitar algunos de los
lugares de ese país, sí. - Repuso Zafiro que les contó, a grandes rasgos,
algunas de las sugerencias que Tom les había dado. - Para empezar la Isla de
Pascua.
-Debe de ser un lugar muy
exótico. - Afirmó Esmeralda. -
-Eso esperamos. - Sonrió Petz.-
Luego volveremos al continente para ver algunos sitios destacados de allí.
Prosiguieron
con la conversación y ya, de noche avanzada, los visitantes se despidieron
deseándoles que disfrutasen de la Luna de Miel y haciendo votos por verse tras
la misma para intercambiar anécdotas. Los siguientes días tanto Petz como
Zafiro se ocuparon de dejar preparados todos los trámites, cerrar Otafukuya por
vacaciones y hacer las maletas. Al fin, fueron al aeropuerto de Narita para
tomar el avión. Tendrían que llegar primero a Santiago de Chile, y desde allí,
tras la escala, ir al aeropuerto de Mataveri International para llegar a esa
apartada isla. Serían muchas horas dado que la distancia era enorme. Aquel
viaje iba para largo. Lo ocuparon rememorando viejas historias y anécdotas de
Némesis y de las luchas contra los demonios.
-Desde luego, el bueno de Ian no
ha reparado en gastos. - Declaró Petz totalmente desbordada. -
Y
es que el millonario había puesto un jet privado a su disposición. Zafiro se
había quedado perplejo cuando se enteró. Solamente el combustible costaría una
fortuna. Pero su jefe le aseguró que él y su esposa merecían lo mejor. De modo
que, sentados en esos cómodos asientos de cuero, los recién casados
contemplaban a través de las ventanillas como el suelo se alejaba en esa
vertiginosa subida según despegaban…luego continuaron charlando. Aunque al cabo
de unas horas, cerca de su destino, el aviso del piloto por el hilo interno de
la aeronave llamó su atención.
-Parece que tendremos
turbulencias. Les ruego que se sienten y se abrochen los cinturones, gracias…
Así
lo hicieron, fue Petz la que comentó no sin extrañeza.
- ¡Qué raro! Juraría que había
luz diurna hace un momento. - Indicó mirando por la ventanilla hacia un horizonte
de oscuridad total. -
-Quizás hayamos pasado algún huso
horario en la rotación terrestre y estemos ahora en la zona nocturna. -
Especuló Zafiro. -
-Sí, pudiera ser. - Convino su
esposa. -
En
ese instante el avión comenzó a moverse violentamente, casi balanceándose. Los
dos se sujetaron a los apoyabrazos de los asientos.
-Esto va a ser entretenido. -
Comentó desenfadadamente él. -
-Espero que no demasiado. - Pudo
replicar la muchacha. -
- ¿Estás bien? - Quiso saber su
esposo. -
-Descuida, es mi hermana Cooan la
que se marea. No yo. - Se sonrió ella añadiendo divertida. - Hace falta mucho
más que esto para afectarme…
-Si yo te contara los
entrenamientos a los que nos sometimos en el Rincón. ¡Esto no pasa de ser
divertido a su lado! - Se rio el chico. -
Al
fin, tras unos segundos que parecieron horas, el avión salió de esas
turbulencias y cosa curiosa, el sol lucía otra vez.
-Seguramente habremos pasado a
través de alguna tormenta. - Supuso Zafiro sin darle ya más importancia. -
Tras la vuelta
a la normalidad la pareja se olvidó pronto de aquello y departió un poco más. Al
fin, aterrizaron. Al bajar un guía contratado les aguardaba. Parecía ser un
chico joven, de pelo castaño. Se dirigió
a ellos en un más que correcto inglés.
-Bienvenidos a Rapa Nui, o
“Tepito Ote Henua”, “el ombligo del mundo” como la llamamos aquí. - Les dijo
con amabilidad. - Mi nombre es Nicolás Cantero. Seré su cicerone aquí y cuando
ustedes retornen a la zona del continente.
-Eso sigue siendo de Chile.
¿Verdad? - Quiso asegurarse Zafiro. -
-Sí señor. Pertenecemos a la
región de Valparaíso. - Repuso su interlocutor que, tomando una maleta de la
pareja les ofreció solícitamente. - Síganme si son tan amables. Iremos al hotel
y dejaremos su equipaje. Tienen tiempo de descansar y después partiremos cuando
gusten a que les muestre algunas de las maravillas locales.
Ambos
asintieron agradecidos. El guía subió el equipaje y les invitó a abordar un
turismo estacionado cerca. Él mismo se subió para conducir de camino al lugar
en donde la pareja se alojaría por espacio de un par de días. Tiempo que iban a
dedicar a visitar la isla. Lo cierto es que ese muchacho estaba asombrado.
Aquellas personas debían de ser muy importantes como para que le hubiesen
enviado nada menos que hasta la isla de Pascua para recibirles. Todo lo que él
sabía era que anteayer su jefe le llamó a la oficina y le dio un pasaje de
avión, y de los caros.
-Tienes que ir a ocuparte de
atender a una pareja de recién casados. - Le informó para sorpresa del joven. -
Les harás de guía por la isla de Pascua y después en el continente.
La
verdad, aquello era como si le hubiese tocado un premio de lotería. Ya tuvo mucha
suerte al conocer a un compañero en la universidad con el que trabó amistad
debido a su afición común por la geografía. Éste era de familia pudiente y
conocía al dueño de la agencia de viajes que le empleó. Y al poco de ser
recomendado por su amigo le llegaba esta oportunidad. ¡Fue un golpe de fortuna!
Solo le fastidiaba el tener que separarse de la chica a la que quería durante
el verano. Quizás así se podrían clarificar un poco las cosas. Salió de sus
pensamientos cuando escuchó a esa mujer comentarle a su esposo.
-De modo que, dentro de dos días
retornamos a la capital de Chile y después. ¿A dónde dices que vamos a ir?
-Bueno. - Repuso él consultando su
folleto de viaje. - Hay muchas opciones, pero según la agencia alguien me
recomendó…
Y sacando unas anotaciones
impresas en una serie de mensajes de texto, leyó.
- “Bueno, pues, fíjate un recorrido
fijo por las regiones de la Araucanía, los Ríos y los Lagos. En los Ríos está
Valdivia, dónde hubo un gran terremoto. Podemos pasar también por la cuenca
lacustre del Villarrica y el Llanquihue…
-No
tengo ni idea de dónde podrá estar eso. - Dijo Petz.-
- ¡Ni
yo! - Sonrió su esposo haciéndola reír a ella a su vez, en tanto afirmaba con
entusiasmo, casi juvenil. - Iremos a la aventura… eso es mucho más emocionante.
¿No crees?
Su
pareja convino en ello. Para preguntarle a su guía.
-Perdona, tú que eres de aquí, ¿verdad? ¿Qué nos
aconsejarías?...
El muchacho adoptó un aire pensativo y replicó, sin
girar la cabeza dado que iba pendiente de la carretera, para contestar.
-Verán
ustedes. Cuando vuelvan a Santiago les sugeriría que visitasen Temuco. De ahí a
Villarrica-Pucón. Siguen a Valdivia, de ahí ruta a lago Llanquihue, Puerto
Montt y terminen en Chiloé. Les aseguro que merecerá la pena.
Sus
interlocutores cruzaron sendas miradas de aprobación, No tenían ni idea de
dónde estarían aquellos lugares, pero les gustaba la forma en la que ese joven
les respondió. Fue realmente diligente a la hora de proveerles con información.
Su tono además denotaba seguridad y mucho deseo de ser útil. Por fin llegaron
al hotel y tal y como les sugiriese su cicerone se acomodaron, descansaron y se
adecentaron un poco. Al cabo de unas cuatro horas ese joven vino a recogerles.
Enseguida los llevó a ver las famosas cabezas.
-Hay más
de novecientos moáis por toda la isla. - Les explicó Nicolás, agregando en
tanto contemplaban algunos. - La mayoría de ellas fueron labradas en toba del
cono volcánico “Rano Raraku”. El significado de los moáis es aún incierto, y
hay varias teorías en torno a estas estatuas. La más común de ellas es que las
estatuas fueron talladas por los habitantes polinesios de la isla,
entre los siglos IX y XVI, como representaciones de antepasados
difuntos, de manera que proyectaran su mana (poder sobrenatural) sobre sus descendientes.
-Vaya, es muy interesante. -
Declaró Petz, quién tras las gafas de sol que llevaba no dejaba de observar
esas enormes cabezas, para querer saber. - Miran todas hacia un sitio
determinado, ¿verdad? Al menos eso creí escuchar una vez.
-Bueno. Debían situarse sobre
los ahu, - repuso su guía para explicarles. - Una especie de plataformas
ceremoniales, con sus rostros hacia el interior de la isla excepto los siete
situados en el Ahu Akivi y un moái
de cuatro manos señalizando el solsticio de invierno en el Ahu Huri
A Urenga. Tras encajarles unos ojos de coral con pupila de obsidiana o roca
volcánica roja, se convertían en el aringa ora, o el rostro vivo de un
ancestro. (Datos de Wikipedia) …
-Son impresionantes desde luego.
- Afirmó Zafiro. - Y tú te lo conoces todo muy bien.
-Gracias señor. Es parte de mi
trabajo. - Adujo modestamente él. -
-No, pero, además de eso, se nota
que es algo que te gusta. - Añadió Petz sonriéndole con aprobación. - Es bueno
hacer el trabajo con pasión.
-Me gusta leer, sobre todo me
encanta conocer cosas sobre otros lugares y países. - Declaró el joven no sin
entusiasmo. -
-Te pareces a mis hermanas. -
Dijo su interlocutora. - A ellas también les gusta viajar. A todas en realidad.
Lo hemos hecho desde niñas.
-Vienen ustedes de muy lejos,
¿verdad? - Inquirió el muchacho. -
-No te puedes hacer una idea. -
Sonrió Zafiro, de modo cómplice con su esposa. - De Japón. - Añadió al instante
de modo cordial. -
- ¿Tú eres de por aquí? ¿De esta
isla? - Quiso saber Petz.-
-No, señora. Vengo del
continente, pero soy de la zona costera. Mis padres son pescadores, y abrieron
un restaurante de comida artesanal del lugar.
- ¡Vaya! - Exclamó su contertulia.
- Una buena amiga mía es aficionada a la cocina. Quiere montar una repostería.
- ¿Estudias? Si te lo puedo
preguntar. - Terció Zafiro. -
-Sí
señor, en la Universidad de la Frontera. Ingeniería… Aunque también me gustaría
ayudar a la gente, hacer trabajo social.
- ¡No me lo puedo creer! –
Exclamó su interlocutor, que enseguida le aclaró al muchacho. - Yo soy
ingeniero. Trabajo para la Masters Corporation.
-Vaya, no oí hablar de esa
empresa. - Repuso el muchacho que parecía sorprendido. -
-Es una gran multinacional – Le
contó Zafiro para agregar. - Mi jefe es multimillonario…
Su contertulio asintió. Quizás eso
tuviera sentido. Por eso aquella pareja era tan bien considerada por la agencia.
Desde luego que los gastos que sumaban simplemente los viajes a Pascua ya
denotaban un gran poderío económico. Y la cosa no paraba ahí. Hotel de cinco
estrellas y un tour realmente largo por Chile, que era un país para personas de
alto poder adquisitivo. Por lo menos en el caso de las rutas probables de
turismo que esos extranjeros deseaban tomar.
-Realmente este viaje de ustedes
es muy costoso. - Admitió el muchacho, afirmando con admiración. - Deben de
apreciarle mucho en su trabajo.
-Sí, no me puedo quejar. - Se
sonrió Zafiro, confirmando así los pensamientos del chico. - Ya te digo que mi
jefe es un tipo con dinero…
- ¡Algo de posibles tiene, sí! -
Se rio Petz a su vez agarrándose de un brazo de su esposo. -
Tras
estas palabras su guía los llevó a ver algunas más y retornaron al hotel, sería
ya media tarde, tras descansar asistieron a una representación del Sau Sau, el
baile típico de la zona. Éste les recordó a ambos mucho los bailes hawaianos
que Cooan y Tom dijeron haber visto en su luna de miel. Tras presenciar unas
pocas de esas danzas hasta les invitaron a tratar de bailarlo y fue divertido
ver a Zafiro decorado con una especie de tocado con plumas tratando de imitar
los pasos y las posturas de aquello. Por su parte Petz estaba muy hermosa con
unas guirnaldas que adornaban su pelo y una especie de falda de caña. Tras
tomar parte en esa danza y pasar un rato muy entretenido, Nicolás les explicó.
-El Sau Sau es una danza de pareja suelta e independiente, que
realiza sus evoluciones casi rozándose. Cuando intervienen varias parejas éstas
no se mezclan. Manteniendo cada una su independencia respecto de las demás. Los
movimientos del Sau-Sau son suaves, siendo ajeno al baile todo gesto brusco o
expresión dura. Los movimientos principales son el de brazos y caderas. El
brazo, la mano y los dedos forman un solo bloque cuyos movimientos semejan
líneas suaves y ondulantes. Ambos brazos siguen movimientos libres y a veces la
mujer insinúa peinarse el cabello. El movimiento de caderas es principalmente
lateral, siendo el paso de poco avance y muy apegado al suelo. No hay grandes
desplazamientos, bailándose más bien en el puesto y cada bailarín realiza giros
individuales, teniendo como eje uno de los dos pies con el talón ligeramente
levantado.
-Es una canción
muy bonita. - Comentó Petz, quién, llena de curiosidad, preguntó. - ¿Qué
significa la letra?
-La letra de
esta canción está escrita en idioma polinésico antiguo. Nadie en la Isla de
Pascua o como la llaman en su lengua, Rapa Nui o Te Pito o Te Henua, parece
saber que significa, pero la canción fue transmitida de generación en
generación. - Respondió su guía. - (Datos de youtube antoniofidel41)
Y tras pasar un rato más,
anocheciendo ya, la pareja se despidió del guía y se fue a descansar. Al día
siguiente tras desayunar y bañarse un poco en las cristalinas playas retornaron
al hotel para reunirse nuevamente con Nicolás que los llevó al aeropuerto.
Estaban listos para volver a Santiago de Chile, la capital. El vuelo duró
algunas horas. Las aprovecharon para conversar un poco más con aquel chico que
les había caído muy simpático a los dos. Fue precisamente él quién les comentó
de modo prudente y cordial.
-Se les
ve muy dichosos juntos. Si no es indiscreción. ¿Hace mucho que se conocen?...
-Lo somos. - Afirmó Zafiro que
pasó un brazo por los hombros de su esposa que se sentaba a su derecha.
Atrayéndola hacia sí. - Y podrías decir que nos conocemos hace siglos, ja, ja…
- ¿Y tú? ¿Tienes a alguien
esperándote? - Si te lo puedo preguntar. - Inquirió Petz.-
-Bueno, sí… podría decirlo de ese
modo. - Repuso el muchacho con tono algo apurado, declarando. - Tengo una
amiga…
- ¿Amiga? - Inquirió su
contertulia. -
-Es algo complicado, - pudo decir
él, eligiendo con cuidado sus palabras, para añadir. - Hace años que nos
conocemos, desde la secundaria. Pero…bueno, no acabamos de ser pareja.
- ¿Tienes alguna foto de ella? Si
no lo juzgas como demasiado personal. - Comentó Petz.-
-Claro. - Sonrió tenuemente el
joven. - Miren, tengo una en mi billetera.
Y
sacando una cartera Nicolás les mostró la foto de una chica de larga cabellera
morena, era atractiva, veinteañera quizás, como el joven. Esbozaba una ligera
sonrisa, casi como si estuviera avergonzada ante la cámara. Aunque sus ojos de
color azabache daban la impresión de contener una fuerte personalidad.
-Es muy guapa. - Valoró Zafiro
pasándole la foto a su mujer. - Me recuerda a…
- ¿Rei? - Le susurró su esposa, a
lo que él asintió. -
-Tiene un aire muy similar, en su
pelo y en esa mirada. - Comentó su marido. -
- ¿Cómo se llama? - Quiso saber
ella. -
-Rosario…-fue la tímida réplica
del interpelado. - La extraño mucho, ¿saben?...
- ¿Habéis tenido alguna riña? -
Le preguntó Petz.-
-No, no es eso. Aunque ella tiene
su carácter. - Comentó el chico. -
- ¡Todas lo tienen! - Se rio
Zafiro ganándose ahora un coscorrón, aunque cariñoso, de su esposa. - ¡Au! Ya
empiezas a parecerte a tu hermana Bertie con Roy. - Protestó cómicamente él. -
-Más bien diría yo que eres tú
quién empieza a parecerse a ese alocado cuñado nuestro. - Repuso su mujer, eso
sí, con una sonrisa añadiendo ahora para dirigirse al chico. - Seguramente que
ella también te echará de menos a ti.
Nicolás
se sonrió, esa pareja era agradable. Se percibía que eran dos buenas personas y
por algún motivo que no llegaba del todo a comprender, se veía proclive a
contarles cosas de su vida personal que, desde luego, no solía compartir casi con
nadie. Al menos, no con desconocidos.
-Son ustedes muy amables. -
Declaró. -
-Si podemos ayudarte, al menos
con un consejo. Te diría que es importante ganarte a sus padres. - Le dijo Petz
creyendo que aquello podría tener algo que ver, pudiera ser que ellos no viesen
bien esa relación. - Viendo cómo eres no te costará demasiado hacerlo.
-Desgraciadamente los padres de
ella murieron en un accidente de tránsito. - Les desveló dejándoles atónitos y
apenados. - Puede que eso la haya influido en su manera de ser.
-Lo siento muchísimo. - Se
disculpó su interlocutora. - No quise…
-No es culpa de usted. No podía
saberlo. - La animó el muchacho, que les contó a ambos. - Vive con sus abuelos,
aunque ellos ya están muy mayores. Es una chica estupenda. De verdad, solo que
a veces, no sé. Es como si tuviera miedo de que estuviésemos juntos.
Zafiro y Petz se miraron. Podían
comprender a ese chico y también a aquella muchacha. Eso incluso les recordaba
en parte a su propia historia. Así le contó él a ese joven. Adaptando no
obstante su relato.
-Verás.
Nosotros también estuvimos separados mucho tiempo. Aunque próximos era como si un mundo entero
se interpusiera. Problemas en nuestras familias. Otras cosas…
-Así era. - Convino Petz,
acudiendo en ayuda de su esposo para completar esa narración. - Yo creía que mi
marido era inalcanzable. Y luego el destino nos separó. Fue muy doloroso, pero
gracias a Dios volvió a unirnos y esta vez no dejamos pasar la oportunidad.
-Al principio yo ni imaginaba lo
que mi esposa sentía hacia mí. - Se lamentó Zafiro. - Luego, cuando pude
descubrirlo fue tarde. Pero se nos concedió una nueva ocasión para enmendar
aquello. Hazme caso, Nicolás. Si quieres a esa chica tienes que decírselo.
-Se lo he dicho muchas veces,
pero es como si ella no lo creyera o, no sé… en ocasiones pienso que le pasa
como a usted, señora… Quiero decir. - Trató de explicarse con semblante
preocupado. - Me da miedo que me considere algo lejano o inasequible…cuando yo
no soy así en absoluto.
Su interlocutora le escuchó con
amable atención y asintió. Podía comprender eso demasiado bien.
-Escucha. - Le pidió ella con
amabilidad. - Si hay algo que he aprendido en estos años es a ser sincera y a
no dejar escapar a la gente a la que de verdad quiero. Debes ser paciente, pero
persistir. Tampoco la agobies, dado que puede que necesite su espacio. Sin
embargo, que vea que estás ahí y que crees en ella. Mira, haremos una cosa.
Tengo una tienda de cosméticos, te daré la dirección. Escríbeme y tan pronto
estemos de vuelta en Tokio te mandaré un set de belleza y unas cremas de las
mejores.
-Pero, eso será muy caro. - Se
sorprendió él, alegando apuradamente. - No creo que lo pueda pagar.
-Nadie ha
dicho que vaya a cobrarte nada. –Le sonrió amablemente Petz.- Considéralo un
regalo de alguien que sabe lo que sentís.
-Espero que ella no lo tome a
mal. - Sonrió el chico con azoramiento y ante la cara de sorpresa de la pareja
por sus palabras, se apresuró a matizar. - Si le regalo cremas de belleza no
quiero que me acuse de no verla hermosa.
-Te puedo asegurar que no lo
hará. - Aseveró su interlocutora, que le dijo animosamente. - Yo misma le
escribiré una dedicatoria. Es algo entre mujeres, déjamelo a mí…Ya sabré lo que
decirle…
El joven asintió agradecido, prosiguieron conversando de algunas
cosas más y finalmente el avión tomó tierra. Tras llegar a Santiago se
encaminaron a la siguiente etapa de su viaje.
-Pues ahora nos toca decidir. -
Le comentó Zafiro a su esposa. - Tenemos varias alternativas y todas muy
interesantes. La verdad es que este país es muy grande y hermoso. ¿A dónde
iremos en primer lugar?
-Me gusta tener donde poder
elegir. - Declaró Petz con una sonrisa para dirigirse a su guía. - ¿Qué nos
aconsejas Nicolás?
-Bueno, creo que sería
conveniente seguir el itinerario fijado. - Contestó el chico mostrando una
lista con aquel recorrido turístico que ya les aconsejase en la Isla de Pascua.
- Primero vayan a descansar. Mañana habría que partir.
El matrimonio aceptó esa cabal
sugerencia y eso hizo. Durmieron bien y al día siguiente estaban frescos y
dispuestos a retomar su viaje. Por su parte Petz no olvidó su promesa y
aprovechó el tiempo que tenían hasta reunirse con Nicolás para escribir esa
nota a la “amiga” de éste y tratar de llamar a su cuñada Esmeralda. Sin embargo,
no pudo charlar con ella, no recibía señal. Lástima, hubiese querido
consultarla una cosa. Aun así, terminó de redactar aquella carta
A la atención
de la señorita Rosario…
Querida amiga, no me conoces, pero yo sí
que he oído hablar de ti. Perdona que sea tan directa y me tome quizás
excesivas confianzas en algo que no es de mi incumbencia. Sin embargo, este
joven, Nicolás, al que mi esposo y yo hemos conocido por ser el guía de nuestro
viaje de Luna de Miel, te tiene en muy alta estima. Tanta que ha llegado a
confiarme el temor que le asalta en ocasiones. Espera ser merecedor de tu
afecto y piensa en ti casi a cada hora del día. Como pago por su amabilidad y
su buen trato le he prometido enviarle una colección de cremas de belleza de
las que vendo en mi tienda, allá en Japón, para ti. Te ruego que no tomes esto
por ningún tipo de insinuación malintencionada. Sabes como yo que a las mujeres
nos gusta vernos hermosas y que debemos cuidarnos. Mi propia cuñada, mis
hermanas y yo misma, utilizamos estas cremas y puedo asegurarte que son
magníficas para limpiar, refrescar y afirmar la piel. A tu edad sin duda no te
hacen ninguna falta, pero nunca viene mal darse un capricho de vez en cuando y
comenzar a invertir en una misma. Porque seguro que tú lo vales. Por cierto, mi
cuñada trabaja en la firma Deveraux como modelo y diseñadora y, si estás
interesada en la moda, no tengo dudas de que ella estaría encantada en hacerte
un precio muy especial en el vestido que más te agrade de su nueva línea.
Tómalo como un gesto de solidaridad de una mujer que comprende perfectamente lo
que sientes, dado que pasó por eso mismo hace ya algún tiempo. Agradeciendo tu
atención y tu amabilidad por leer estas líneas me despido.
Sinceramente
tuya.
Petz
Lassart.
Tras esto firmó la misiva, la metió
en un sobre que selló y aguardó hasta poder entregársela al joven. Una vez lo
hizo le pidió que confiase en ella y se la entregase a esa muchacha sin leerla
antes.
-Lo
haré. - Convino Nicolás. -
-Entonces
ya podemos irnos a recorrer esta parte de tu país. - Sonrió Petz con el asentimiento
de su esposo. -
Y se pusieron en marcha rumbo a la
primera de las paradas de su itinerario. Temuco, la capital de la región de la
Araucanía, que distaba casi setecientos kilómetros de la capital. El grupo tomó
un vuelo. Durante el mismo, Nicolás les fue explicando ayudándose de un libro
que llevaba.
-De las
cosas más destacables que ver tenemos el Cerro Ñielol,
un atractivo natural que guarda especies nativas que está en medio de la ciudad
como un gran e imponente pulmón. También el Museo Nacional Ferroviario Pablo Neruda,
es no sólo un lugar donde se guardan antiguas locomotoras y carros, además es
un tributo a la tradición y el momento de esplendor ferroviario del sur de
Chile y es una ventana a las artes visuales de alto nivel, ya que en su galería
de arte se han exhibidos importantes colecciones.
-Suena interesante. - Convino Zafiro para querer saber. -
¿Qué más cosas hay?
-Otro de los paseos imprescindibles es visitar en pleno
centro el Mercado
Modelo. Es un hermoso patrimonio de la ciudad y un lugar donde
se puede encontrar la mejor comida criolla y una gran variedad de artesanía
mapuche.
- ¿Mapuches? - Inquirió Petz.-
- Sí, el pueblo originario de estas tierras, con una fuerte
presencia en la ciudad y la región. En la Avenida Alemania está el Museo Regional, un
sitio que guarda una importante colección etnográfica de ellos. - La informó
Nicolás. - Además, la ciudad en sí está a medio camino entre el Océano Pacífico
y la Cordillera de los Andes.
-Suena espectacular. - Declaró Zafiro. -
Así
trascurrieron los poco más de cuarenta minutos del vuelo, al desembarcar al fin
y tomar un taxi el grupo se dirigió a un hotel y de allí salieron ya a recorrer
la ciudad. Fueron a aquellos sitios que su guía les indicase. A solamente siete
cuadras de la Plaza de Armas de Temuco se encontraba el Monumento Natural Cerro
Ñielol, la única área silvestre protegida de Chile en el radio
urbano de una ciudad. Disfrutaron de sus bosques de peumos, boldos, olivillos,
robles, laureles y ulmos.
- ¡Qué flores tan preciosas! –Exclamó Petz sacando fotos de
ellas. - A Makoto-chan le encantaría estar aquí. ¡Ojalá pudiera llevarle
algunas!
La mujer
tomó cuantiosas instantáneas de unas bellas enredaderas plagadas de flores de
tonos entre carmesíes y violáceos. Incluso pudo adornarse el pelo con alguna
flor. Pero no podía arrancar más dado que era zona protegida. Más tarde
dedicaron su atención al Museo
Regional de Temuco, ubicado en una antigua casona colonial
declarada monumento histórico nacional. Pudiendo ver más de tres mil objetos
que comprendían colecciones pictóricas, fotográficas y arqueológicas de la
Araucanía. Tras recorrer aquello llegó la noche y se decidieron a ir a cenar.
Nicolás se disculpó puesto que deseaba llamar a su chica.
-Espero que mi polola esté en casa. - Le comentó a la pareja
que se quedó mirándole sorprendida. -
-Po… ¿Qué? - Inquirió Zafiro. -
- Polola, es como llamamos acá a las novias, como ustedes
dirían. - Les aclaró el muchacho. - Aunque no sé si le gustaría mucho que me
refiriese a ella así. - Musitó casi para él mismo. -
- ¿Decías? - Inquirió Zafiro. -
- ¡No, no fue nada! Que ahora iré a ver si está- Sonrió algo
apuradamente el chico. -
-Muy bien, no te preocupes, aquí estaremos. - Le dijo
amablemente Petz.-
El chico se
alejó tras despedirse. La pareja quedó entonces charlando, sentados en un local
de la Avenida Alemania. Recordaron como su joven guía les había referido con
detalle una buena descripción de esos alrededores. Fue al llegar a esa avenida
cuando les comentó.
-Esta es la calle más bonita de la ciudad. Al menos para mi
gusto.
El grupo
había pasado antes cerca de un hospital, el Hernán Henríquez. Dónde Nicolás les
comentó que uno de sus conocidos trabajaba. Después, en la plaza más cercana,
les señaló una estatua, la de un tal Dagoberto Godoy.
-Fue el primer aviador que cruzó la cordillera de los Alpes,
en mil novecientos dieciocho. Aun hoy día tiene descendientes muy importantes
por acá. - Explicó el chico. -
El matrimonio iba observando aquello en tanto
escuchaba con interés aquellas explicaciones.
-Y allí al frente tienen la facultad del hospital de medicina
de la Frontera. - Les comentó su joven cicerone. -
Continuaron
el recorrido pasando por una bella iglesia, la de San Francisco, cuyo año de
construcción era mil novecientos veintiséis.
-Al frente está el campus de la universidad católica. - Les
informó Nicolás. - Y allí el museo araucano. Si seguimos en esta dirección
encontraremos todos los pubs de la zona. Y el centro comercial. El Portal
Temuco.
Y tras caminar hasta allí, y volverse luego hacia
la zona de locales de copas, en tanto aguardaban a Nico, fue Zafiro quién
comentó.
-Me pareció ver antes unas flores de jazmín por aquí cerca.
Ya se lo diré a Diamante. Son sus flores preferidas, y las mías.
-Podemos recordar esta calle como la avenida del Jazmín. -
Sonrió su esposa. - Aunque no se llame así.
-Me agrada mucho estar aquí sentado, disfrutando de todo
esto, sin tener que ir a trabajar o a luchar contra ninguna amenaza. - Declaró
él que añadió incluso contento de que así fuera. - De hecho, me encanta
comportarme como una persona normal, sin utilizar poderes ni habilidades
especiales.
-Sí, lo mismo digo. - Convino su interlocutora que, algo
pensativa, comentó. - Desde luego que me parece como un sueño. Este lugar es
encantador y a vece siento como si realmente estuviéramos soñando.
-Es
curioso, me sucede lo mismo. - Comentó pensativamente Zafiro quien enseguida
agregó con un talante más despreocupado. - Eso significa que somos tan felices
que no podemos dar crédito.
Su
esposa asintió sonriendo. Prosiguieron la conversación unos minutos más y al
cabo de casi media hora Nicolás reapareció, pero no vino solo. Una joven de
largo pelo moreno le seguía. Algo tímidamente se quedó atrás un par de metros
en tanto el chico se aproximaba a la pareja.
-Lamento haber tardado, es
que…verán…
Y
haciendo un ademán con la mirada les indicó la presencia de aquella joven. Para
presentarla, en tanto la aludida se aproximaba con patente vergüenza.
-Ésta es Rosario…
La joven apenas era capaz de mirar a
esos dos extraños, recordaba hacía tan solo una media hora, cuando Nicolás la
llamó proponiéndola el citarse en la avenida Alemania. Ella no estaba demasiado
dispuesta, pero tampoco quiso dejar pasar la ocasión. Además, el chico dijo que
tenía una cosa importante que entregarle. De modo que, más impulsada por la
curiosidad incluso que por su atracción hacia él ella aceptó. En cuanto se
vieron le entregó esa carta.
- ¿Y esto qué es? – Inquirió mirándole
entre sorprendida y algo desconfiada. -
-Tú ábrela y lee. – Se limitó a
replicar su interlocutor, no sin cierto tonillo de misterio que a la joven le
resultó incluso malicioso. -
La muchacha obedeció quedándose
atónita. Desde luego que por los cambios que hubo de mostrar su gesto Nicolás
estaría leyendo a su vez en ella. Al poco de terminar, guardó unos instantes de
incómodo silencio y luego miró a su contertulio para reprenderlo.
- Y tú, ¿cómo es que vas contando nada
sobre mí a unos extraños? ¿eh?
Aquello
tomó a Nico algo de improviso, apenas sí se echó algo para atrás y mostró las
palmas de ambas manos a la chica para responder.
-No te enfades. Lo hice con la mejor
intención. Además, son dos muy buenas personas. - ¿Dos? - Inquirió la joven
todavía con una mirada reprobatoria. - ¿Cómo que dos?
-Sí, la mujer que escribió la carta y
su esposo. Están aquí los dos, en ésta misma avenida, en un pub.- Le explicó
él. -
-Ni sueñes que voy a ir para allá,
sería de lo más embarazoso. ¡Vaya plancha! - Sentenció la chica dándole la
espalda. -
-Pero no lo tomes así, por favor. - Le
pidió su interlocutor. - Te aseguro que son muy agradables. Sobre todo, Petz ha
sido muy amable, al menos ve a agradecerle…
Rosario volvió a mirarle,
suspiró elevando la vista al cielo nocturno ya. Apenas movió la cabeza pudo
decir con resignación e incluso algo de malestar.
-No me queda otra. Se me vería muy maleducada si no lo
hiciera.
El chico se
alegró al oír aquello y pareció aliviarse también. De modo que allí estaba,
parada como un poste y mirando de hito en hito a esa pareja de extraños que la
observaban ahora con una sonrisa afable. Aunque la muchacha se sentía como una
tonta cuando declaró.
-Rosario Carolina Herrera. Mucho gusto
en conocerlos. ¿Cómo están?
-Soy Petz Lassart y él es mi esposo
Zafiro. - Repuso esa mujer quién enseguida comentó hasta diríase que divertida.
- Lo de Carolina Herrera me es muy familiar.
-Bueno. - Pudo replicar la chica con
cierto rubor. - Algunas veces mis amigas me dicen en broma que si soy familia
de la empresaria.
-Encantados de conocerte. - Terció
Zafiro que se levantó gentilmente ofreciéndole una silla a la chica. - Por
favor, acompañadnos. Íbamos a cenar algo.
-No quisiera entrometerme. - Musitó Rosario, que se sentía
envarada y algo nerviosa, no gustaba de relacionarse de ese modo tan repentino,
pero no deseaba tampoco ser descortés. – Bueno, quizás ustedes desean pasar
tranquilos la velada.
-Te aseguro que es un placer
compartirla con vosotros. Nicolás es un joven muy amable y nos está haciendo de
guía por vuestro hermoso país. Nos sentimos agradecidos y él nos habló de ti.
Veo que no exageró. Eres una joven realmente agradable. Además, hablas el
inglés muy bien. - La halagó Petz.-
La chica se revolvía nerviosa en
la silla, no quiso enfrentar la mirada de su interlocutora, limitándose a
sonreír un poco. Tampoco estaba acostumbrada a esa catarata de elogios. Es más,
no le gustaba que fuesen tan directos con ella, quizás no terminaba de creerse
esas palabras. No se veía a sí misma como alguien que valiera tanto como esa
mujer daba a entender. Aunque quizás su interlocutora pudo pese a todo
percatarse de aquello y sonrió amablemente para añadir.
-Te ruego que me disculpes si estimas que he sido demasiado
directa. Es un defecto mío de carácter.
Zafiro aprovechó un instante de
silencio para ofrecerse a ir a por algo de beber, Nicolás se apresuró a
secundarle.
- ¿Qué desean tomar? - Inquirió el
chico. -
- Para mí un jugo solamente. - Repuso
tímidamente Rosario. -
-Tráeme un té de rosas, si es que
tienen – Solicitó Petz.- Si no hay, pues una cerveza. - Añadió. -
-Vale. Preguntaré también que tienen de
comer. - Contestó su esposo. -
Y los dos hombres entraron al
pub. Sentadas fuera quedaron ellas. Nicolás suspiró comentándole a Zafiro.
-Espero que todo vaya bien. Rosario
casi me mata. Es algo vergonzosa con los extraños y esto le ha parecido una
especie de encerrona.
-No te preocupes. - Le sonrió
animosamente su interlocutor. - Mi esposa tiene tres hermanas pequeñas y sabe
hablar con la gente. Trabaja de cara al público.
Con esa esperanza el joven
asintió. Tras eso se dirigieron a la barra del pub. Entre tanto, y tras un
embarazoso silencio de unos segundos, fue Rosario la que se atrevió a sacar un
tema. Más que nada por cortesía.
- ¿Cómo se decidieron a venir aquí de
viaje de novios?
- Vimos que era un lugar precioso. - Le contestó Petz.- Mi
hermana pequeña y su marido nos hablaron muy bien de esta parte del mundo.
Aunque ellos no han venido.
-Celebro que les guste. - Comentó su
interlocutora. -
-Bueno, ¿y tú?... Si no es indiscreción. ¿Estudias?...
-Sí, trabajo social. - Respondió la
interpelada. - Deseo ayudar a las personas.
-Eso es muy bonito. - Valoró su
contertulia asintiendo con aprobación. -
-Me apena mucho ver a la gente sufrir.
- Pudo decir ahora esa jovencita con tono más entristecido. - Quiero hacer lo
que pueda por auxiliar a las personas que lo necesiten…
Petz la observó con patente
simpatía. Desde luego ese carácter le recordaba al de sus queridas amigas
guerreras. Enseguida comentó con tono de complicidad.
-Mis mejores amigas se parecen mucho a ti en eso. Tratando
siempre de ayudar a los demás. Sois un tipo de personas admirable. Por mi parte
intento hacer lo mismo, pero ellas me superan en dedicación.
-Sobre todo, ayudar a personas en
riesgo social es algo que me llama mucho la atención. - Le reveló la muchacha
que parecía irse sintiendo más cómoda en tanto agregaba. - Hay mucho por hacer.
Se debería dotar de más presupuesto y tomar medidas más orientadas a la
educación… -Mis dos hermanas menores son maestras, seguro que coincidirían
contigo en eso. - Afirmó su contertulia. -
-Y la sanidad y las campañas de
prevención de enfermedades también son cosas muy importantes en mi opinión. -
Añadió la muchacha. -
Petz sonreía dejando que su
joven interlocutora se explayase. Aquella era su pasión, sin duda alguna, había
ido poco a poco superando esa timidez inicial y ahora era casi una catarata de
sugerencias, medidas que tomaría y cosas que haría para mejorar la vida de casi
todo el mundo a su alrededor. Al fin, le dijo.
-El jefe de mi esposo es un hombre muy rico. También ayuda a
la gente con donaciones y fundaciones. Y la jefa de mi cuñada…bueno. Es una
mujer famosa y que también aporta lo que puede para causas sociales. El caso es
que, precisamente cerca de aquí, estaba planeando poner una tienda.
Ante la mirada de su
interlocutora Petz se sonrió recordando la llamada que hizo a París, antes de
irse de viaje.
-Hola Esmeralda, ¿Qué tal por la Ciudad
de la Luz? - Saludó a su cuñada y amiga. -
-De lo más liado. - Replicó ésta. -
Acabamos de pasar una colección. ¿Y vosotros qué tal lo estáis pasando en
vuestro viaje? - Quiso saber con tono lleno de interés. -
-Todavía no hemos partido, aunque
quería preguntarte algo. - Repuso su contertulia. - Comentó a su contertulia
- ¿No me comentaste que tu jefa quería expandir la franquicia Deveraux por
Hispanoamérica?
-Algo de eso entendí. - Replicó su
interlocutora deseando saber por su parte. - ¿Después de visitar la isla de
Pascua a dónde ibais a ir?...
-A una zona llamada Temuco, en Chile. -
Le indicó la aludida. -
-Vaya. Uno de los lugares a considerar
era precisamente el país en el que estáis ahora. - Le contó la modelo. - Lo más
seguro es que abramos unas cuantas franquicias por allí.
Al oír aquello su contertulia se alegró. Enseguida pasó a proponer.
-Podrías aconsejar a tu jefa que la pusiera en esta parte
del país.
-No sé. - Dudó Esmeralda. - Si no es un
lugar populoso y concurrido, no pienso que tenga atractivo comercial. Y no creo
que a Madame Deveraux le guste que yo, una novata, empiece a decirle dónde debe
de emplazar sus tiendas.
Petz lo comprendía, su cuñada estaba labrándose una muy buena reputación,
primero como modelo y más tarde comenzando a diseñar para esa prestigiosa
firma. Simplemente se limitó a pedirle.
-Bueno, tú haz lo que puedas.
-Lo intentaré. - Le aseguró Esmeralda
para indicar. - De todos modos, si te enteras de alguna buena posibilidad de
negocio por allí, veremos que se puede hacer.
-Ya te contaré. - Repuso su
interlocutora para despedirse. -
Ahora saliendo de esos recuerdos
le comentó aquella conversación a su interlocutora. La muchacha la observó con
gesto pensativo.
- ¿Una tienda? - Inquirió Rosario. -
-Sí, una boutique de moda. No sé si la
ubicarán aquí, pero por si acaso, si estuvieras interesada en trabajar, podrías
mandar tu currículum. - La aconsejó a su contertulia. -
-Quizás. - Afirmó la chica, que parecía
algo dubitativa, alegando. - Trato de ganar algo de dinero y de estudiar a un
tiempo, pero es difícil.
-Me sigues recordando mucho a mis
hermanas menores. - Sonrió ahora Petz.- Ellas hacían lo mismo y se esforzaron
mucho. Pero al fin cumplieron sus sueños. Por eso mismo te animo a que seas
persistente y tenaz. Seguro que tú harás lo mismo.
-Muchas gracias. - Pudo sonreír esa
muchacha a su vez, más animada. -
En ese instante llegaron los hombres. Traían la carta y las
bebidas. Para comer les sirvieron una cosa llamada chorrillana. Una receta al
parecer típica de allí. Consistente en un plato de papas fritas en el que se
mezclan distintos tipos de carne, vienesas y otros elementos
como huevos o cebolla frita, se le
agrega aliños y sal.
-Vaya. Esto debe
de tener bastante colesterol. - Comentó Petz observando aquel enorme plato que
le habían servido. -
-Ya lo quemaremos
esta noche. - Replicó su marido que, al percatarse de las miradas entre
atónitas y ruborizadas del resto, se sonrió para añadir de inmediato. - Bueno,
quiero decir, en el paseo que demos después…
Así trascurrió la velada, con
algunos temas más de conversación. Finalmente se despidieron de esa joven
pareja. Quedarían con Nicolás para proseguir al día siguiente con el viaje. Por
su parte los esposos fueron al hotel, de camino conversaron sobre esa interesante
noche.
- ¿Qué opinas de
esa muchacha, Zafiro? - Quiso saber ella. -
-Parece una chica
bastante amable, aunque algo tímida. Quizás le falte algo de confianza en sí
misma. - Valoró él. -
-Eso mismo pensé
yo, pero cuando comenzó a hablar sobre lo que le gustaría hacer fue perdiendo
el miedo. - Afirmó su esposa, para opinar. - Creo que Nicolás tiene razón,
Rosario vale mucho, pero me da la impresión de que ella no lo cree así. Es una
lástima.
Su marido asintió. Llegaron a su
habitación y no tardaron mucho en acostarse, aunque por mor de otras
interesantes actividades conyugales, dormirse les llevó algo más de tiempo. A
la mañana siguiente, estaban prestos a proseguir el viaje. Fueron al punto
indicado para reunirse con su guía. El joven ya les aguardaba y al verlos
llegar esbozó una sonrisa.
- ¿Qué tal ayer
con Rosario? - Se interesó Petz.-
-Ustedes le
resultaron muy simpáticos. - Respondió el joven. - Y no crean que dice eso de
todo el mundo. - Remachó queriendo constatar aquello con patente énfasis. -
-Me alegro mucho.
A nosotros también nos pareció que era una chica estupenda. - Declaró Zafiro. -
Y así charlaron en su camino hacia Villarrica y Pucón, éste último
pueblo más cercano al volcán y destino de turismo internacional, según les comentó
Nicolás. Admiraron aquel volcán a cierta distancia. Sobre todo, la parte blanca
de su glaciar cercano a la cima. De noche les contaron que sobre el
volcán podía verse un punto naranja en el cielo. Era el reflejo de su lava. Los
dos paseaban por un camino turístico y aprovechando que su guía estaba a unos
metros más atrás, Petz incluso llegó a comentarle a su esposo, no sin cierto
resquemor.
-Esperemos que no decida despertarse ahora.
-Bueno, sí lo hiciera quizás con una onda de energía pudiera solucionar
algo. - Comentó él. -
- ¿Tú crees que eso serviría? - Inquirió su incrédula mujer. -
-Según me contase el maestro Son Goku, a él una vez le pasó algo
similar. Y con la Ola Kame ha me ha, logró al menos desviar el curso de la
lava. Aunque tienes razón. Mejor no tener que averiguarlo. - Remachó sonriendo
con cara de circunstancias. -
En ese que Nico se acercó, y tras hojear un libro del lugar les informó.
-Al parecer la última erupción importante se produjo el treinta de
octubre de mil novecientos ochenta y cuatro. Comenzó una nueva erupción, del
tipo estromboliana, que incluyó dos ríos de lava, pero no causó víctimas ni
destrucción de bienes. El seis de diciembre de dicho año, una segunda erupción
hizo que la lava escurriera al estero Correntoso. Desde entonces, el cráter ha
permanecido abierto, mostrando esporádicamente un pozo de lava activo en su
interior… (Wikipedia)
-La verdad es que es hermoso, a la par que peligroso. - Tuvo que admitir
Zafiro. -
Concluyeron esa visita y continuaron viaje hacia la región de los Lagos
en la provincia de Valdivia y su capital homónima. Al llegar allí Zafiro quiso
llamar a su hermano, pero fue imposible la comunicación. Ese número no
aparecía.
- ¡Qué extraño! – Se dijo el chico comentando. - Aquí debería existir
cobertura suficiente para hacer llamadas. -
- ¡Vaya!, tiene un celular realmente moderno. - Se sorprendió Nicolás. -
Los de aquí casi semejan ladrillos.
- ¿Te gusta? - Quiso saber Zafiro. -
Su interlocutor asintió. Así era, el muchacho
se maravillaba del pequeño tamaño de aquel teléfono que la Masters Corporation
había construido, utilizando, entre otras, las aportaciones de Zafiro basadas
en la tecnología del siglo treinta, aunque claro, eso no se podía contar.
-Es un modelo experimental. - Discurrió, Zafiro, lo que era
rigurosamente cierto por otra parte. -
-Bueno, ya intentaré llamar a mis hermanas más tarde. - Intervino Petz.-
Y
una vez más, su infatigable guía les proveyó con datos sobre el lugar, extraídos
de sus anotaciones y de algunos libros.
-Valdivia. Fundada en mil quinientos cincuenta y dos por el conquistador
español Pedro de Valdivia, bajo
el nombre de «Santa María la Blanca de Valdivia», es la cuarta ciudad más
antigua del país, después de Santiago, La Serena y Concepción.
Durante el Chile colonial, se la
consideraba «la llave del mar del sur», porque era un enclave estratégico para
el acceso al océano Pacífico. A
raíz de eso se construyó un conjunto
de fortificaciones que la
protegían de ataques enemigos o de los indígenas de la zona. Integra junto con las comunas de Corral, Lanco, Máfil y Mariquina el Distrito Electoral N° 53 y pertenece a la
Circunscripción Senatorial 14ª. La Perla del Sur (Wikipedia)
-Es una hermosa ciudad. Con un río muy bonito. - Valoró Petz.-
-Se llama igual que la villa. - Le comentó Nicolás. -
Todavía pudieron aprender algo más de ese
lugar. Más tarde fueron al lago Llanquihue, el segundo más grande de todo
Chile, cuya profundidad no se conocía con seguridad.
-En el idioma de los mapuches significa lugar donde zambullirse en el
agua. - Les explicó su guía. -
- ¡Precioso! - Se admiró Petz al contemplar sus aguas calmas que le
dotaban de un tono azul realmente hermoso. - ¿Y esa alta cumbre que se ve al
fondo? - Quiso saber ella. -
-El volcán Osorno. - Respondió Nico. -
-Realmente es un paraje de ensueño. - Declaró Zafiro mirando esa gran
extensión de agua y las zonas de pastos y arbolado que la precedían, desde su
posición. -
-Hay otro pueblo a la orilla de este lago. Se llama
Frutillar, es muy alemán. - Les comentó el muchacho. - Con un museo colonial
alemán a destacar. Un edificio con amplias cristaleras y una entrada con tejado
a dos aguas. Muy de ese periodo. Está cerca del banco Estado. También son
célebres sus semanas musicales. Con orquestas que dan sus conciertos en las
calles.
- ¡Qué bonito! – Exclamó Petz a la vista de ese panorama.
- Todo lleno de lagos y de flores.
El
chico sonrió, la pareja se hizo unas fotos. Más bien fue Nicolás quién se las
tomó. Con aquel incomparable marco natural de fondo.
-A mi hermano le va a encantar. Él soñaba con algo como esto, ya sabes,
en nuestra casa. - Le comentó su esposo a Petz, de forma cómplice. -
-Sí. -Asintió ella comprendiendo enseguida a qué se refería él. -
- ¿Acaso en Japón no hay lagos así? - Se interesó Nicolás. -
-No tan espectaculares. - Repuso Zafiro enseguida para zanjar ese tema.
-
Así concluyeron esa visita y el grupo partió
hacia la siguiente escala, Puerto Montt, allí les informaron de que este lugar se emplazaba frente al seno de Reloncaví y que contaba con una bahía protegida en su costado occidental por
la isla Tenglo.
-Por su ubicación estratégica, constituye
el principal nexo con el archipiélago de Chiloé a dónde iremos para terminar el viaje y con la Patagonia chilena en las regiones de Aysén y de Magallanes. - Les instruyó Nicolás, echando mano una
vez más de sus grandes conocimientos geográficos. -
-Muy interesante. Luego este sitio es
clave. - Supuso Zafiro. -
-Sí, en gran parte gracias a su aeropuerto internacional y base aérea El Tepual, el segundo en importancia del país, y su puerto marítimo. - Repuso su versado guía, aunque en
esta ocasión echando mano de un librito. -
-Creo que Masters me comentó que su avión privado nos llevaría hasta
Chiloé. – Comentó Zafiro. -
-Iremos a El Tepual, pues. - Repuso Nicolás. -
Así lo hicieron y no tardaron en comprobar
que así era. Aunque cuando el piloto les recibió a bordo del avión, les comentó
algo extrañado tras darles la bienvenida.
-No he podido hablar con la Masters
Corporation desde que salí del aeropuerto de Santiago.
-Bueno, debe de haber algún fallo en las comunicaciones. Tampoco
nosotros hemos sido capaces de contactar con nadie. - Terció Petz que ahora sí
que comenzaba a inquietarse, puesto que preguntó a su esposo. - ¿Crees que
habrá sucedido algo, cariño?...
-No lo sé, pero por ahora aguardaremos. Ya tendremos tiempo de llamar de
regreso. - Declaró él. -
Y sin querer dedicar más tiempo a aquello se
acomodaron en los asientos, el avión despegó conduciéndoles a la última escala
de su recorrido. El archipiélago de Chiloé, un conjunto de varias islas que
estaba localizado entre los paralelos cuarenta y un grados y cuarenta y tres grados de latitud sur. Comprendía una gran isla, la isla Grande de Chiloé, y un gran
número de islas e islotes menores. El archipiélago tiene una superficie de
nueve mil ciento ochenta y un kilómetros cuadrados (Wikipedia)
-Los habitantes de
acá se conocen por el nombre de Chilotes. - Les informó el joven guía. -
La pareja de esposos se sorprendió
de los palafitos que se levantaban en la ciudad de Castro. Cada uno de un
vívido y diferente color. Por debajo de ellos se extendía el agua del océano
Pacífico. También sacaron unas fotos del paisaje de ribera del canal de Chacao
y se metieron por algún que otro bosque de arrayanes. Perteneciente al
ecosistema de la selva Valdiviana, un bosque siempre verde, como les refirió
Nicolás que también puso al corriente a sus clientes acerca de alguna de las
leyendas locales.
-Por aquí se habla
del barco fantasma. El Caleuche… o de la sirena que se lleva a los hombres, la
Pincoya…
-Vaya, espero que
no venga a por mí. - Suspiró Zafiro haciendo que su esposa se riera. -
-Yo te defenderé.
- Le brindó la muchacha sujetando su piedra de la justicia con disimulo. -
-Y también hablan
del Trauco, una especie de duende que deja embarazadas a las mujeres. - Comentó
el joven con algo más de timidez y azoramiento. -
- ¡En tal caso
seré yo quien te defienda a ti, cariño! - Se rio Zafiro acompañado de su esposa
a la que aquello hizo gracia a su vez. -
-Aquí lo creen de
veras. - Les advirtió el apurado joven, para aconsejarles. - Mejor no se rían
de esas cosas.
La pareja intercambió miradas de sorpresa y
apuro. Fue Zafiro quien tomó la palabra para asegurar a su interlocutor.
-Tranquilo. No
ofenderemos a nuestros anfitriones.
Y llena de curiosidad Petz solicitó
algo de información a los lugareños. Estos vinieron a explicarles que, dentro
de la mitología local, el rango más alto correspondería a Tenten Vilu y Caicai Vilu, quienes, en
una lucha legendaria y titánica, crearon el archipiélago. Más abajo de Caicai Vilu estaría el Millalobo como Rey de los mares, junto a su
mujer la Huenchulay los tres
hijos de ambos, el Pincoy como el príncipe de los mares, la Pincoya y la sirena
chilota como princesas; quienes
lo ayudan en la tarea de manejar los mares. Luego el Millalobo otorgaría
diferentes rangos menores a distintas criaturas mitológicas marinas. (Wikipedia)
-Bueno,
esperemos no encontrarnos con ninguno. - Le comentó Zafiro a su interesada
esposa. -
-Seguro que mis hermanas no han tenido
nada tan apasionante en sus lunas de miel. - Replicó ella convencida. -
-Algo contó Bertie sobre una especie de
aventura con el fantasma de un caballero español, ¿no? - Quiso recordar Zafiro.
-
-Eso seguro que fue cosa de Roy. - Se
sonrió su contertulia, sentenciando divertida. - ¡Menudo liante está hecho! …
¡Es capaz de inventarse cualquier cosa!
-Es cierto. - Admitió su marido,
llevándose una mano al cogote para sentenciar divertido. - Lo que a ese no se
le ocurra para tomar el pelo a la gente… ¡ja, ja, ja!…
-En cambio Cooan, por ejemplo, no comentó
nada extraño de la suya. Tanto ella como Tom lo pasaron muy bien en Hawái. - Afirmó
Petz. -
Aunque su guía no parecía estar muy
risueño. Y les comentó con cierta intranquilidad.
-No conviene
alejarse mucho de la zona turística. Al menos eso dicen los isleños.
-Tranquilo. Te aseguro que nos las hemos
visto con peores cosas que con leyendas y mitos locales. - Comentó Zafiro. -
-También debemos contar con amenazas más
terrenales. - Matizó el joven. - No conviene alejarse mucho. La zona suele ser
segura pero nunca se sabe…
-No creo que vayamos a tener ningún
problema. - Sonrió Petz con total seguridad. -
Nicolás asintió despacio, aunque sin
comprender a qué podría deberse tanta confianza por parte de sus
interlocutores. Sin embargo, quizás sus clientes tuvieran razón. No había
motivos para ser tan receloso. Esa parte no era especialmente conflictiva y la
población deseaba la visita de los turistas. Tampoco él se creía demasiado esas
leyendas. De modo que, en efecto, recorrieron el lugar sin ningún tipo de
contratiempo. Tomándose eso sí, muchas fotografías en aquellos parajes tan
hermosos. Al fin, abordaron el avión de retorno directamente a Santiago de
Chile.
- ¡Ha sido un
viaje maravilloso! - Pudo decir Petz realmente encantada. -
-Sí, tu país nos
ha encantado de veras. - Secundó Zafiro, dirigiéndose hacia su joven guía. -
-Son ustedes muy
amables. -Alegó Nicolás. -
-Deja ya de
llamarnos de usted y tutéanos. - Le pidió Petz de modo más desenfadado. -
-Sí, bueno, es
curioso. - Sonrió el joven. - Para nosotros el hablarle de usted a alguien casi
es como si fuera amigo o conocido, en cambio a los extranjeros les parece el
tratamiento más cortés. Me siento confuso si les tengo que hablar de otro modo.
-Entonces no te
preocupes y dirígete a nosotros como quieras. - Le sonrió Zafiro dándole una
palmada en la espalda. -
Así charlaron un poco más y el vuelo
transcurrió sin incidentes, aunque una vez aterrizaron ya tocaba despedirse de
su amigo. Nicolás les estrechó las manos y le deseó a la pareja un feliz
retorno a su país.
-Recuérdale a
Rosario que, cuando la casa Deveraux abra una tienda, deje su currículo. - Le
pidió Petz con gran simpatía. -
-No duden de que
lo haré. Ha sido un placer el haberles conocido. -Se despidió el joven. -
-Lo mismo digo.
Que te vaya muy bien. - Le deseó Zafiro. -
-Toma, esto es
para ti. - Le dijo la mujer entregándole un sobre. -
Cuando el joven miró vio una gran
cantidad de dinero. Atónito quiso devolverlo…
-Esto es
demasiado, no puedo aceptarlo.
-Por favor,
considéralo una bonificación por ser el mejor guía que hubiéramos podido tener
aquí. - Sonrió Petz. -
-Eso es. – Convino
Zafiro afirmando divertido. - Este Ian es un caso, ni siquiera me dijo que
fuéramos a tener uno. Y el muy pillastre nos buscó al mejor…
El chico sonrió agradecido. No sabía
quién sería aquel Ian, pero supuso que el jefe de su cliente. Tras volver a dar
las gracias por todo el matrimonio se despidió. Abordaron el avión y se
prepararon para el despegue. Antes de hacerlo el piloto se aproximó a
saludarles.
-Espero que hayan
disfrutado. - Les dijo con amabilidad. -
-Sí, gracias.
Estuvo muy bien. - Repuso Petz con la misma gentileza. -
-Por cierto. -
Quiso saber Zafiro. - ¿Pudo hablar ya con el señor Masters? -
-No señor, y es
muy raro, ninguna frecuencia me ha servido para entrar en contacto con él. Mi
compañero tampoco ha podido. ¿Tuvieron ustedes más suerte? - Inquirió por su
parte. -
-Pues ahora que lo
menciona, no. - Se percató Petz. -
De hecho, ella había intentado
contactar con sus hermanas y con Esmeralda sin resultado. Posiblemente a esa
distancia las comunicaciones no funcionasen, pero no tenía sentido. En otras
ocasiones aquello no había sido un impedimento.
-Pudiera ser que,
con una cadena montañosa tan enorme como los Andes, se dificulte la recepción.
- Conjeturó él, quien de inmediato movió la cabeza. - No, la verdad es que no
me parece un motivo suficiente…
-Bueno, a la
vuelta lo comentaremos…-Repuso su esposa que le preguntó al piloto. - ¿Y usted
no ha salido a intentarlo en la ciudad?
-No señora, por mi
parte solamente hice algunas compras de comida y demás. Tenemos una cabina en
el avión, y mi copiloto otra. Generalmente dormimos en ellas cuando trabajamos.
- Les explicó. -
-No le dé más
vueltas y no se preocupe. Ya lo aclararemos. Será mejor que despegue cuanto
antes y nos pongamos en marcha. - Comentó Zafiro. -
Su interlocutor asintió y se dirigió
hacia la cabina de mando. La pareja tomó asiento en aquellos cómodos sillones
que casi se habían convertido en parte de su propia cotidianeidad. Tras
abrocharse los cinturones experimentaron igual sensación de vértigo en el
despegue que en las ocasiones anteriores…
-Rumbo a casa. –
Suspiró ella que añadió casi entre divertida y haciéndose la remolona. - ¡Que
duro se me va a hacer volver a madrugar!
-Bueno, eres una
mujer fuerte. ¡Te sobrepondrás! - Se rio
su esposo. -
Petz le imitó. Estaban realmente
felices y pasaron el rato comentando las incidencias del viaje. Aunque
nuevamente el piloto les advirtió de que algo similar a un frente de nubes se
aproximaba…
-Les ruego que se
abrochen bien los cinturones. Vendrán algunas turbulencias. Gracias…
Ambos obedecieron de inmediato
conocedores ya de lo que eso podría significar. Efectivamente, al poco rato el
avión comenzó a bandear como en la ocasión anterior. De nuevo una total
oscuridad. Pero esta vez Zafiro decidió avanzar hacia la cabina del piloto.
-Ten cuidado, te
caerás. - Le avisó Petz. -
-No, iré
levitando. - Se sonrió él. -
Se impulsó saltando un poco para
elevarse en el aire, pero para su sorpresa cayó al suelo sin poder emitir energía
ninguna…
- Pero ¿qué? -
Dijo en voz alta ante el estupor propio y de su esposa. -
-Mira que te lo
dije. - Le amonestó ella. -
-No lo entiendo.
Es como si no tuviera energía para volar. - Comentó él. -
Ahora su mujer le observó preocupada.
Eso sí que era extraño. Zafiro pudo ponerse en pie pese a los vaivenes del
aparato y trató de emitir algo de aura, pero sin resultado.
- ¿Podrían estar
atacándonos de algún modo? - Inquirió ella. -
-No lo sé. -
Respondió su marido con visible desconcierto. -
- ¡Déjame esto a
mí! - Le pidió la joven que levantando un brazo sobre su cabeza y extendiendo
los dedos de su mano gritó. - Corazón Puro del Rayo, ¡dame el poder!
Sin embargo, pasaron los segundos y
no sucedió absolutamente nada. Petz seguía ahí, en esa misma posición sin que
su apariencia hubiera variado, ni se manifestase la energía habitual para su
transformación.
- ¿Qué está
ocurriendo aquí? - Se preguntó también en voz alta, afirmando con total
desconcierto. - Es como si nuestros poderes hubiesen desaparecido.
Otra fuerte sacudida casi la
derriba, por fortuna su esposo la sujetó abrazándola por la cintura. Al tiempo
que le sugería.
-Será mejor que
nos sentemos y esperemos a que esto pase. Seguro que será algo similar a la otra
vez, cuando vinimos…
Ella asintió, juzgando eso como lo
más prudente que podían hacer, dadas esas extrañas circunstancias. Al fin, tras
unos pocos minutos más, las cosas parecieron retornar a la normalidad. El avión
salió de esas turbulencias. Por fin el piloto les informó…
-Tenemos buen
tiempo y visibilidad excelente. El vuelo marcha conforme a lo normal.
- ¿Qué ha sido
eso? - Quiso saber Zafiro utilizando el interfono. -
-No sabría
decirle, una especie de zona oscura, casi parecía que un agujero. - Pudo
describirle aquel tipo con tono entre sorprendido e incrédulo. - Pero ha
desaparecido, y el radar tampoco detecta nada fuera de lo corriente.
-En fin…-Suspiró
Zafiro tras colgar y contarle aquello a su mujer. - Estoy algo cansado, vamos a
reclinar estos asientos. ¿Te parece?
-Buena idea. -
Convino ella. -
Y después de hacerlo y agenciarse un
par de mantas se tumbaron. Al poco estaban dormidos, no sabían por qué, pero un
cansancio de plomo les había envuelto. Cuando quisieron despertar estaban muy próximos
a aterrizar en Narita. Tras recibir el aviso de rigor por parte del copiloto de
que se abrochasen cinturones y mantuvieran los asientos en posición vertical,
el aparato comenzó a descender de modo apreciable. Los dos se prepararon tal y
como les habían indicado. Afortunadamente tomaron tierra sin novedad. Nada más
descender del avión se encontraron con Diamante y Esmeralda, también el propio
Masters aguardaba casi al pie de la escalerilla.
- ¡Hermano!
–Saludó jovialmente Zafiro. -
Pero ni Diamante ni el resto
respondieron de inmediato, es más, sus rostros estaban contraídos por la
preocupación. Finalmente, el príncipe de Némesis sí que contestó, pero más bien
a modo de inquieto interrogatorio.
- ¿Se puede saber
dónde os habíais metido? No hubo forma de contactar con vosotros en estas
semanas.
-Incluso creímos
que vuestro avión se había estrellado en el océano. Llegamos a enviar
expediciones de búsqueda. - Completó Esmeralda con patente preocupación a su
vez. -
La pareja se miró atónita, fue Petz
la que pudo replicar con tono conciliador.
-A nosotros
tampoco nos fue posible entrar en contacto. Tratamos de llamaros varias veces,
a ti Esmeralda, a mis hermanas, a la Masters Corporation… Pero nunca había
señal.
-No pudimos comunicarnos
con el avión. - Terció Masters. - Y eso que lo intentamos en muchas ocasiones.
-El piloto y el
copiloto nos informaron de eso mismo. Ellos trataron de sintonizar, pero fue
imposible. - Les comentó Zafiro, visiblemente extrañado a su vez. -
-Hasta
sobrevolamos el Pacífico tratando de percibir tu energía. Roy, Nephrite y yo.
Sin ningún resultado. Llegamos a pensar lo peor. - Le comentó su todavía
asustado hermano. -
-Hablamos con las
guerreras, pero nos dijeron ignorar que había pasado. Ninguna tenía ni la menor
idea. Ni siquiera Rei podía sentiros al consultar su fuego sagrado. Ni tampoco
Daniel y Mimette os detectaban con ningún aparato. ¡Pasamos mucho miedo! -
Sollozó ahora Esmeralda. -
Petz corrió a abrazar a su cuñada.
En tanto los hermanos hacían lo propio entre ellos. Enseguida una limusina del millonario
trasladó al grupo a casa. Allí, tras notificar al resto de sus familiares y
amigos que estaban bien permanecieron un rato sentados en el salón, los esposos
narraron el viaje y esas extrañas turbulencias…
-No nos consta
ningún tipo de alteración meteorológica. - Les comentó Ian que, de paso,
replicó al hilo del relato. - Y, por cierto, yo no contraté a ningún guía…
-Pero, entonces.
¿Cómo es que ese muchacho? ...-Fue capaz de preguntar Zafiro que no salía de su
estupor. - ¿De dónde salió?
-No tengo ni idea.
- Admitió el millonario encogiéndose de hombros, para aventurar con poca
convicción. - Pudiera ser que os confundiera con otros clientes…
- ¿Y dices que has
perdido tu fuerza? ¡Qué raro! - Se sorprendió Diamante a su vez, cambiando de
tema. -
-Sí, traté de
concentrar mi aura en esa perturbación, pero no pude sacar nada. - Les repitió
su interlocutor que ahora hizo lo propio. ¿Lo veis?...
Sin embargo, en esta ocasión sí que
lo logró y el poder que emitió casi arroja al suelo al millonario. Esmeralda y
Petz se agarraron al sofá. Aunque enseguida dejó de hacerlo. El atónito chico
se dio cuenta de que había tirado algunas cosas de la estantería cercana y solo
pudo decir.
-No lo entiendo…
¡Menos mal que no me esforcé mucho!
-Y tú Petz, ¿dijiste
que eras incapaz de transformarte? - Terció Esmeralda. -
La asombrada aludida asintió, no obstante,
se levantó alejándose del resto, en un sitio con espacio y con cierta prevención elevó su brazo exclamando
como en la ocasión anterior.
-Corazón puro del
Rayo, ¡dame el poder!
Esta vez fue inmediato, una verdosa
energía la rodeó haciéndola girar sobre sí misma hasta que completó su
transformación de la forma habitual. Apenas podía balbucear cuando musitó
mirádnosle a sí misma ahora vestida como justiciera.
-No…no lo
entiendo…antes no sucedió absolutamente nada.
-Pues ahora tu
piedra de la justicia va de maravilla, como de costumbre. – Sonrió Esmeralda posando las manos sobre los
hombros de su compañera. -
En eso estaban cuando sonó el timbre
de la puerta. Enseguida abrieron dando la bienvenida a Makoto. La muchacha llegó
casi a la carrera, entre jadeante y visiblemente preocupada.
- ¿Qué os ha
sucedido? ¿Estáis bien?...
-Estamos
perfectamente – La tranquilizó Petz dándola un abrazo. - Me alegro mucho de
verte Mako -chan…
- ¡Las chicas y yo
estábamos muy asustadas! Creímos que os había sucedido algo. - Le confesó ahora
ya con mayor alivio. -
-Sentimos mucho el
haber causado tantos problemas. - Lamentó su amiga que añadió. - Pero también
nos pareció muy raro el no poder establecer contacto con vosotros. ¡Y mira que
lo intentamos! – Insistió con énfasis. -
-Tengo la
impresión de que, como mi mentor Nube Alta me decía, algunas veces exploramos
mundos que no conocemos. Incluso sin darnos cuenta. - Declaró Diamante
llevándose una mano a la barbilla. -
-Quizás esas
extrañas tormentas o lo que fueran tuviesen algo que ver- Comentó su hermano
quien enseguida les comentó. - Y tengo pruebas de dónde estuvimos, se puede
corroborar llamando a las personas que nos atendieron allí…
-Sí, enséñales las
fotos que nos hicimos. - Le pidió Petz. -
-Me llevé una
cámara digital. - Les dijo Zafiro, que enseguida se hizo con el aparato para
indicar. - Seguro que saldremos todos.
Aunque para mayor sorpresa del joven
y de su esposa, los dos efectivamente aparecieron en las fotos, pero no había
ni rastro de alguna que se tomaron con Nicolás…
- ¿Estás seguro de
que nos las hicieron con esa cámara? - Preguntó Petz sintiéndose realmente
desconcertada. -
-Sí,
completamente. – Le aseguró su también atónito esposo. - ¡Esto no tiene
explicación! - Sentenció ante las sorprendidas miradas del resto. -
Masters terció en el asunto
sugiriendo que llevasen la cámara a analizar a sus laboratorios. También
contactó de inmediato con sus filiales en ese país y le dijeron que no conocían
de nada a esa agencia de turismo que atendiera a la pareja, y menos a aquel
presunto guía. No obstante, la llegada del matrimonio a Santiago de Chile
estaba documentada, no así desde que partieran camino a la isla de Pascua. A
partir de ese momento no se supo nada hasta su llegada de regreso a Japón.
Aquello era realmente un misterio. Incluso cuando pudieron hablar a través de
video conferencia con Tom y Cooan, y pusieron a esa pareja al corriente de lo
ocurrido, el joven esposo de la hermana menor de Petz les comentó.
-Por lo que he
leído sobre esoterismo y dimensiones paralelas bien hubierais podido ir a parar
a alguna. Eso explicaría por qué los poderes y habilidades que tenéis aquí no
funcionaban allí.
-Claro. - Comentó
Zafiro. - Quizás en esa otra dimensión ese tipo de cosas no existan.
- ¿Y cómo hemos
podido entrar en esa extraña dimensión entonces? - Quiso saber Petz. -
-Vosotros
dijisteis que sobre volasteis la isla de Pascua, ¿verdad? Inquirió Tom con tono
perspicaz. -
-Sí, una vez al
llegar a visitarla y la otra al regresar desde Santiago hacia Japón…-Repuso
Zafiro que entonces haciendo memoria, exclamó. - ¡Espera! Fue en ambas
ocasiones cuando esa extraña tormenta o perturbación se produjo…
Tom parecía meditar como si de este
modo confirmara algo que había estado pensando y así se lo contó a sus amigos…
-En el paralelo
treinta y seis grados de latitud sur se identifica uno de los llamados
triángulos de la muerte, como el de las Bermudas. Durante siglos han
desaparecido barcos que navegaban por sus aguas de modo inexplicable. Si lo
sobrevolasteis quizás alguna alteración electromagnética que se produzca allí
sea la causante de eso. Un posible agujero dimensional que cruzasteis de ida y
vuelta a un mundo paralelo.
-Eso suena
totalmente increíble. - Terció Petz. - Nadie nos tomaría en cuenta si contamos
algo así…
-Créeme hermana,
Tom y yo sí. - Intervino entonces Cooan, que estaba junto a su esposo, para
sentenciar. - Te comprendemos más de lo que puedas imaginarte.
A la interpelada no le dio tiempo a
preguntar al hilo de esa afirmación. Makoto se unió a ellos, estaba departiendo
con Esmeralda y Diamante, pero atendiendo al mismo tiempo a esa conversación, y
declaró.
-Eso podría ser.
Hay muchas dimensiones ocultas.
-Entonces podemos
decir que habéis tenido un viaje de novios realmente fuera de lo común. - Se
sonrió Esmeralda, cuchicheándole a su marido. - Creo que hasta supera al
nuestro…
-Será desde luego
un recuerdo imborrable para vosotros. - Convino el aludido. -
La joven pareja se sonrió. Así sería sin ninguna duda. De
modo que, tras despedirse de la conferencia y dar las gracias a sus amigos,
quedaron por fin a solas en su casa. Petz se limitó a suspirar comentando
resignada…
-Y mañana tocará
abrir. Lástima...no podré enviarle esas cremas a…
- ¿A quién? - Se
interesó su esposo mirándola atónito. -
Petz le devolvió la mirada con gesto asimismo sorprendido. Ahora no era
capaz de acordarse. ¿Acaso sería un envío que dejo pendiente para alguna
clienta antes del viaje?
-La verdad, no lo
recuerdo, sé que había quedado con alguien en mandarle algo. Bueno, ya me
acordaré. - Sentenció la muchacha más despreocupadamente. -
Y cansados tras el jet lag cenaron
pronto y se fueron a dormir. Estaban impacientes por retomar sus trabajos y sus
vidas. Amanecieron con el recuerdo de un agradable viaje de Luna de Miel, en un
maravilloso escenario, aunque sin recordar nada de aquellos muchachos…que
seguramente a estas alturas tampoco se acordarían ya de que una joven pareja,
venida de un lugar muy remoto y diferente, se cruzara alguna vez en sus vidas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)