jueves, 11 de junio de 2015

GWHC30. El Extraño Viaje de Petz y Zafiro

Dedicada con mucho cariño a dos buenos amigos. Aquí está mi promesa cumplida. Claudia, mi maravillosa y fiel lectora, gran fuente de ayuda e inspiración, por un corto espacio de tiempo el destino de nuestros universos se cruzó. Maren, espero que también mi futuro lector, que disfrutes de Mako-chan y su intervención en este relato.

 

 

El extraño viaje de Petz y Zafiro

 

 

No habían pasado muchos días desde que se celebrase la victoria sobre las fuerzas de la oscuridad. Zafiro y Petz habían vuelto ya a Japón, ella decidida a reabrir la tienda de cosméticos que había estado llevando con sus hermanas y él, con una interesante oferta hecha por la agencia espacial europea que estaba muy interesada en sus conocimientos de ingeniería espacial del siglo XXX. Los dos echaban mucho de menos a sus amigos y familiares, pero ya quedarían para verse de vez en cuando. Lo principal era comenzar una nueva vida como habían hecho todos los demás. El primer día de la reapertura de Otafukuya, Zafiro, que no tenía que incorporarse a su trabajo hasta la semana siguiente, acudió a ayudar a Petz, bajo la dirección de ella, se afanaba en ir entrando el género.

 

-Cariño ¿dónde pongo estas cajas?,- inquirió él. - Pesan una tonelada.

-Ten cuidado, hay van los frascos de perfume, - le advirtió ella indicándole. - Déjalos en el almacén, en la esquina de la derecha.

-Muy bien- asintió el interpelado, moviendo un gran contingente de cajas que debían de pesar bastante como si de una pluma se tratara. -

 

            Petz miraba orgullosa a su novio, desde luego seguía tan guapo como siempre. Pero además estaba mucho más fuerte. Recordaba todavía aquel momento tan maravilloso, cuando él retornó a su vida. Ella estaba a punto de comer con sus hermanas, Tom y Roy. En ese momento alguien llamó a la puerta y el novio de Bertie se levantó a ver. Volvió dirigiéndose hacia las chicas.

 

- Es un vecino que dice que tienes algo que le pertenece. Lo olvidó hace tiempo. - Declaró con bien estudiada indiferencia dirigiéndose más concretamente a Petz que estaba retornando a la mesa con algunos platos. -

- ¿Qué podrá ser? Si hace poco que nos hemos mudado. Apenas conozco a nadie. - Inquirió ella sorprendida. Roy, impaciente, casi la empujó hasta la puerta sin darle tiempo a dejar lo que llevaba en las manos. - No lo entiendo, ahora mismo no caigo. – Insistía la desconcertada muchacha. –

 

El chico la acompañó encogiéndose de hombros y tapándole adrede la visión. Llegado el momento convenientemente se apartó. Allí, de pie frente a Petz, aguardaba un hombre de pelo oscuro azulado y largo recogido en una coleta, llevaba una frondosa barba. En un primer instante la chica no supo quién podría ser hasta que sus ojos se clavaron en los de él...

 

            Los platos que llevaba cayeron al suelo y temblando, luchó por recuperar el habla.

 

- Hola Petz. - Saludó el muchacho con una gran sonrisa, añadiendo distendido, con sus emociones bien controladas a pesar de lo difícil que se le hacía. - Vengo a por mí chaqueta, te la dejé hasta que volviera. ¿Recuerdas?

-Zafiro- musitó ella dejando caer las lágrimas y moviendo la cabeza ¡Zafiro! - Exclamó abrazándose a él y rompiendo a llorar. - ¡No puedo creerlo, estabas muerto, esto es un milagro!

-Lo es en verdad - convino él acariciándole su pelo mientras la apretaba contra su pecho. - Gracias al Cielo y a Roy pude luchar para ayudar a salvar este mundo. Y ya no habrá nadie que nos separe jamás.

- Sí – terció su amigo dominando a duras penas la emoción e intentando sonar divertido cuando declaró. –Está visto que en el Cielo últimamente admiten a cualquiera.

 

            Aunque Petz apenas si llegó a oír aquello, sus piernas le fallaban, sentía que la vista se le nublaba. Aquella impresión había sido demasiado fuerte, era como si su corazón quisiera salírsele del pecho y ella jadeó intentando respirar. Eso llegó a preocupar a ambos muchachos. Por suerte Zafiro la estrechaba con fuerza entre sus brazos impidiéndola caer y finalmente la chica se recobró. Había estado a punto de desmayarse. Roy optó por dejarles unos momentos a solas en tanto volvía al comedor simulando que no pasaba nada. Incluso llegó a decir a los demás con gesto alocado como antaño.

 

- ¡Le he tirado los platos a Petz sin querer! - Aquello provocó las risas y movimientos de cabeza de los otros comensales, que distraídos por su amigo, ni sospechaban la escena que estaba produciéndose a pocos metros, salvo Kalie que simplemente sonrió en tanto Roy agregaba. – ¡Espero que tengáis también de plástico!

 

Petz pensaba en eso ahora, fue lo que Roy le dijo después...

 

-Solamente Kalie se dio cuenta. En cambio, yo fui incapaz de percatarme de sus intenciones. Mi pobre hermana, espero que esté bien....

 

Pero quizás precisamente por disfrutar de esos momentos de felicidad plena con el retorno de la persona amada a la que había creído perdida para siempre, no supo lo que planeaba hacer su hermana menor. Ella entre tanto acariciaba el rostro de su amado, aún no podía creer lo que veía. Sin embargo, se forzó a hacerlo dado que él estaba allí, con una camisa muy parecida a cuando le viera por última vez y desde luego bastante más fuerte. Y lo más importante con la misma mirada y sonrisa que recordaba y que aquel muchacho no dejaba de brindarle.

 

- ¡Dios mío! - Sollozó Petz en cuanto hubo recuperado un poco el tono de voz. Incluso pudo empezar a amonestarle con cariño y euforia, acariciando de nuevo el rostro del chico y sin dejar de sonreír. - ¡Cómo estás! ¡Menuda barba te has dejado! ¡Y ese pelo tan largo! ¿Es que no había maquinillas de afeitar, ni tijeras en el Cielo?

- Imaginé que no te gustaría mi nuevo estilo - sonrió él, agregando divertido. - Pero me hice la promesa de no afeitarme ni córtame el pelo hasta no derrotar al enemigo y estar de vuelta junto a ti. Además - remachó risueño - quería saber si me reconocerías.

- ¡Siempre reconoceré la mirada de tus ojos! ¡Así has vivido desde entonces en mi corazón! – Puedo balbucir ella sin poder parar de llorar. -

 

Zafiro volvió a abrazarla como si temiera perderla cuando la soltase. Un buen rato más estuvo así. Finalmente, al cabo de unos momentos, una Petz retornando aun con lágrimas en las mejillas, pero con una gran sonrisa iluminando su semblante, pudo decir a sus atónitas hermanas, con grandes esfuerzos para contener la emoción.

 

-Tengo que poner un plato más. Tenemos otro invitado.

 

Las otras asintieron, aunque no tenían ni idea, (a excepción de Karaberasu) de quién podría ser. Y cuando aquel hombre de largo pelo y frondosa barba entró dando las buenas tardes por unos instantes siguieron sin saberlo. Hasta que en un destello de comprensión vieron como su hermana mayor le daba la mano y se sentaba junto a él. Tanto Bertie como Cooan se levantaron de la mesa como resortes, tirando también algunos platos y vasos al desplazar el mantel, abriendo la boca con un gesto de sorpresa y emoción. Todos parecieron estar congelados en el tiempo. Fue entonces Karaberasu la que rompió esa especie de hechizo, diciendo con un tono dulce y lleno de ternura.

 

-Bienvenido a casa, Zafiro.

 

 Las chicas también volvieron a llorar. Roy, emocionado como el resto, miró a un también atónito Tom. Éste supo quién era el recién llegado puesto que Cooan le había contado su historia y la de Petz alguna que otra vez. Entonces y para restar tensión del ambiente, Roy intervino con tono distendido.

 

-¡Zafiro tío!, mira la que has liado, te has cargado los platos, ¡a ver como cenamos ahora!

 

            Todos estallaron en carcajadas en tanto el recién llegado se limitaba a sonreír. Petz se rio entre las lágrimas en tanto le abrazaba. ¡Aquello valía por mil vajillas! Y platos tenían de sobra. ¡Pero ella había recuperado la mitad de su alma, de su vida, que le faltaba! No podía pensar, ni sabía que decir. Lo mejor era seguir la celebración y quiso ir a por la cena. Pero tanto Cooan como Beruche la detuvieron. Ellas se encargarían de todo mientras Petz se sentaba junto a su chico.  Por fin las dos hermanas pequeñas sirvieron y se sentaron a cenar. Las chicas apenas tenían apetito por la emoción. Lo mismo le sucedía al todavía perplejo Tom. Pero no podía decirse lo mismo de Roy y Zafiro que devoraron de forma increíble todo lo que les ponían por delante. Sólo pedían repetir una y otra vez ante las caras atónitas de los demás.

 

-No nogs migeifs afí.- Consiguió farfullar Roy mientras masticaba, tragó y pudo añadir de forma más inteligible. - Ahora que sé que pertenezco a la raza de los guerreros del espacio, comprendo por qué tengo tanta hambre.

-Sí, - secundó Zafiro con mejores maneras explicando con tranquilidad. - Además, después de estar muertos, no sabéis el hambre que se tiene al resucitar y luchar.

 

            Los demás escuchaban curiosos como los dos chicos les contaron parte de sus peripecias en el Cielo. Tom y las chicas hicieron lo propio con sus aventuras. La única que no habló fue Karaberasu. Zafiro también se percató de su avanzado estado, en un momento tras la cena y a solas con Petz, se lo comentó.

 

- No sabía que Karaberasu estuviera embarazada ¿Quién es el padre? ¿Es que se ha casado? - Zafiro se sorprendió pues la cara de Petz estaba ahora triste, ella le explicó lo sucedido. - ¡Canallas! - se enfureció el chico añadiendo con indignación. - ¡Si hubiera podido atrapar al que lo hizo!

- Fue ella misma la que acabó con su violador. Pero, aunque trata de disimularlo, ahora está asustada y perdida, ¡por favor!, no le comentes nada. Kalie no desea ensombrecer nuestros reencuentros. Lo sé, y si nos centramos en ella lo pasará muy mal. - Le pidió su interlocutora con gesto apenado. -

- Muy bien- acordó su interlocutor relajando su semblante - descuida.

 

            La cena prosiguió y tras una maravillosa velada, los chicos se despidieron. Petz salió a darle un beso a Zafiro.

 

-No te preocupes, mañana mismo me afeitaré. - Le prometió risueñamente él. - Y nos veremos otra vez. Ahora me llevo puesta la chaqueta. - Bromeó. -

 

            Ella no fue capaz de articular palabra, tal era la felicidad que la embargaba en ese momento. Solamente asintió sonriendo de forma amplia y deseando con todas sus fuerzas que aquello no fuera un sueño. Le abrazó con emoción. El chico pareció entender aquello e hizo lo propio. Al separarse finalmente él mirándola con ternura, declaró.

 

-Ahora será de verdad. Estaremos juntos. Y comenzaremos de nuevo…como debió de ser entonces…

 

La muchacha únicamente pudo sonreír de forma luminosa. Finalmente, el joven se marchó con Roy.  Por supuesto que, al día siguiente se vieron, demostrando que aquello no había sido un sueño. No obstante, Petz estaba desolada por la marcha de su hermana. Zafiro enseguida la confortó, tras abrazarla, ambos se sentaron en el sofá del salón de ella. Su interlocutor le dijo con tono cariñoso, que trataba también de animarla.

 

-Por lo que me has contado tu hermana ha debido de sufrir mucho. Necesitará su espacio, su tiempo para asimilar todo eso. Pero estoy convencido de que volverá.  Cosas más difíciles han sucedido. Mírame. Yo estuve muerto y ahora estoy aquí, contigo.

-Cada vez que lo pienso no puedo evitar creer que es un sueño. Que me despertaré de un momento a otro. - Pudo sollozar su interlocutora. - Y a veces no sé si, cuando abra los ojos, estaré en la corte de tu padre o en casa de los míos. O sencillamente aquí, sola con mis hermanas.

 

            El chico movió la cabeza y sonrió. Declarando a su vez.

 

-Cuando estuve en el Cielo, y me explicaron lo ocurrido tampoco pude creerlo. Luego me dijeron que podría tener la oportunidad de volver. Retornar al mundo de los vivos y ayudar a enmendar el daño que causamos. Entonces no lo dudé. Allí también volví a ver a mi hermano. Pasamos todo ese tiempo los dos juntos, como amigos, junto a Roy, Ail y Nephrite. Nos conjuntamos como en un gran equipo de combate. Pero, sobre todo, formamos un grupo lleno de camaradería. Todos deseábamos derrotar al mal. Pusimos nuestra alma en ello. Aunque mentiría si no dijese que nuestros motivos eran también egoístas. ¡Por mi parte deseaba tanto volver a tu lado!… sé lo que te hice sufrir. Ojalá puedas perdonarme por ello.

 

            La conmovida chica le tapó los labios con un dedo. Pero él se liberó suavemente para agregar.

 

-Sí, Petz, lo siento muchísimo. Imagino como debiste de penar. Pero eres una mujer muy fuerte. Siempre lo has sido. Desde que erais niñas has velado por tus hermanas. Nunca protestaste por tu destino.

- ¡Oh, sí que lo hice! – Admitió ella emocionada a su vez. - Lloraba a solas en mi habitación, cuando las demás no podían escucharme. Llamaba a mi madre. Pero ella no estaba. Y la última vez que fui a visitarla a casa. Gracias a ti. Casi escapándome de mis hermanas…la encontré medio loca. Apenas sí me conoció. No quise decirlas nada. Solo Kalie lo descubrió...- Musitó visiblemente consternada en tanto le caían las lágrimas. -

 

            Recordaba ahora no sin pesar, aquella fatídica vez que retornó brevemente a casa. Tenía muchos deseos de ver a su madre. Lo malo era que las cuatro no podían ausentarse a la vez. Petzite, siendo la mayor, fue asimismo la encargada de pedir permiso a la camarera mayor, Esmeralda. La joven estaba sentada en un butacón de la sala de espera que custodiaba el camino hacia las dependencias de la reina. De modo protocolario y casi sumiso, la mayor de las Ayakashi hizo una leve reverencia y pudo hablar.

 

-Disculpad, Lady Esmeralda. Quisiera hablar con vos un momento, si me lo permitís.

- ¿Qué es lo que sucede, Petzite? - Quiso saber ésta, observándola con esos penetrantes ojos avellana que tenía. -

-Veréis. Me han llegado noticias de mi madre. No está bien de salud y quisiera ir a verla.

 

            Su interlocutora la observó con gesto muy atento y enseguida respondió algo apurada.

 

-Sabes que no puedo dejar que vayáis todas. Os debéis al servicio de la soberana…

-Sería yo la única que fuese. - Le comentó la joven. - Mis hermanas quedarían aquí. Por favor, Señora. - Imploró con tono angustiado. - Hace años que no la vemos. Y nuestro padre desapareció hace tiempo. Solo nos tiene a nosotras. Al menos he de saber cómo se encuentra.

-No sé. No estoy segura de que lo aprueben en la corte. Además, estáis sujetas a la jurisdicción del hijo del marqués de Crimson. No puedo darte permiso sin hablarlo con él…-Musitó de mala gana. -

 

            Petzite se sentía desfallecer. Su amo Rubeus no le daría ese permiso. Al menos desde que ella no se recatara en mirarle de esa forma despectiva, tras lo que descubrió que había entre Calaverite y él. Pero tendría que tragarse su orgullo e ir a suplicarle. Temblaba solamente de pensar en lo que ese desalmado podría pedirle a cambio. Sin embargo, una voz de hombre la sacó entonces de esos pensamientos tan inquietantes. Enseguida la reconoció. Tanto ella como Esmeralda hicieron una inclinación. Era el infante Zafiro que, con una media sonrisa, declaró dirigiéndose a Petzite.

 

-No te preocupes, yo hablaré con Rubeus y se lo diré a mi madre. No habrá problema. Puedes ir bajo mi responsabilidad.

 

            La chica apenas pudo sino despegar los labios para musitar.

 

-Muchísimas gracias Alteza, no sé cómo agradecéroslo.

 

            El muchacho sonrió, aunque con un deje de amargura para replicar.

 

-No tienes por qué dármelas. Sé perfectamente lo que sientes. Mi madre está enferma, mi hermano en esa condenada misión diplomática en la Tierra. Mi padre tan ocupado con los asuntos del reino que apenas sí hablamos. Conozco perfectamente qué es estar solo. Y tú también lo sabes. ¿No es así, Esmeralda?

-Sí, Alteza. - Pudo susurrar ésta asintiendo despacio y bajando la vista. - Lo sé muy bien.

 

            Y Petzite pudo sonreír contenta por primera vez en mucho tiempo. Tras solicitar permiso para retirarse tuvo el tiempo justo para ver a su hermana Calaverite e informarla. Ésta se enfadó bastante y no pudo dejar de reprocharla.

 

-¡Claro! Así que eres tú la única que tiene derecho a ver a nuestra madre.

-Escúchame. No era posible hacer otra cosa. No podemos ir las cuatro. Ni tan siquiera dos. Y yo soy la mayor…

- ¡Siempre estás con lo mismo! – Estalló su interlocutora. - Ya estoy harta. Eres la mayor…cuando te conviene. Pero para trabajar todas somos iguales…

- ¡Si no te gusta haber sido tú la que hubiera ido a pedírselo a Lady Esmeralda! - Se enojó su hermana a su vez. - También yo estoy harta de ver tus devaneos con Rubeus. ¡Y de que vayas a tu aire continuamente!

 

            Su contertulia no replicó, simplemente frunció el ceño, la miró con enfado y se alejó. Petzite suspiró. No tenía tiempo para ir tras de ella y solucionar aquello. Por el contrario, aprovechó a hacer un mínimo equipaje y salir deprisa para tomar un transporte. El viaje duró varias horas. De camino tenía una mezcla de ansiedad, alegría y preocupación. No sabía a ciencia cierta cómo estaría su madre. Pero las noticias no parecían muy halagüeñas. Al fin llegó a su casa. Unas droidas de servicio la abrieron. Pasó preguntando con tono dubitativo.

 

- ¿Mamá?... Soy Petzite… ¿Estás aquí?...

 

            Entonces una figura bastante demacrada y con el cabello lacio salió de una habitación. Para su horror la chica pudo reconocer a su madre. Ésta venía casi trastabillándose y al ver a la joven se detuvo en seco, señalándola con un dedo acusador.

 

-Tú… eres…

-Soy Petzite, mamá. - Replicó la chica tratando pese a aquella impresión de sonreír. -

- ¡Eres uno de ellos! - Exclamó la mujer. - Apártate de mí, ¡no eres mi hija!

-Pero mamá. - Contestó la asustada muchacha. - Soy yo…he venido a verte.

 

            Pero aquella enloquecida mujer movía la cabeza con un rictus de temor y casi desesperación, musitando de forma inconexa…

 

-Todos corrompidos. ¡La Luna Negra! …mis hijas, mis niñas… ¿Dónde están? ¿Qué habéis hecho con ellas? - Chilló ahora. -

- ¡Pero mamá! ¡Mírame, soy yo! - Pudo sollozar la implorante Petzite realmente impactada por aquella dantesca escena. -

 

            Aunque esa mujer pareció reaccionar mirándola entonces con otra expresión, lloraba ahora y se lanzó a abrazar a la asustada chica.

 

-Petzite cariño… no dejes que te capturen a ti también. No les creas…

- ¿Capturarme? ¿Quién? ¿Qué te ha pasado?... ¿Dónde está papá? ¿Sabes algo de él? - Inquirió la muchacha que estaba totalmente sobrepasada por aquello. -

- ¿Papá? - Gimió nuevamente su madre, que agregó con tono desvalido y lloroso. - Abuela…cuéntame más cosas de la Tierra…Esos atardeceres hermosos en casa de tus abuelos…quisiera ir allí.

 

            La muchacha no podía evitar llorar viendo el lamentable estado de su pobre madre. Por más que lo intentó no logró sacarla ya de esas ensoñaciones que la poseían. Finalmente se marchó, musitando entre sollozos.

 

-Adiós, mamá…

 

            Recordó al volver, como su hermana Calaverite parecía estar de mejor talante cuando la interrogó.

 

-Y bien… ¿Qué tal está mamá?

 

            Sin embargo, pese a todos sus esfuerzos, Petzite no pudo evitar derrumbarse al oír esa pregunta y romper a llorar ante la atónita y preocupada mirada de su hermana.

 

- ¡Petzite! – Pudo exclamar con visible inquietud. - ¿Qué ha pasado? ....

 

            Tras una seria pugna por dominarse la interpelada le contó lo sucedido. Calaverite tampoco pudo evitar las lágrimas. Entonces la mayor le ordenó recobrando su tono más serio y autoritario.

 

-Ni una palabra de esto a Bertierite y a Kermesite. Que al menos ellas recuerden a mamá tal y como fue.

 

            Y por una vez, su interlocutora asintió despacio conviniendo en eso sin poner ni un solo, pero. Ahora pensaba en ello en tanto se lo refería a Zafiro, sin ser capaz de evitar el emocionarse…

 

-Vosotras perdisteis a vuestra familia. Mi hermano y yo a la nuestra. En general todos pagamos un precio muy alto. Pero ahora, finalmente ha llegado el momento de ser felices. - Aseveró comprensivamente el joven tomándola de las manos con afecto para sentenciar. - Y yo me aseguraré de que tú lo seas. Mi amor.

 

            Eso la hizo sonreír una vez más. El solícito muchacho incluso le enjugó las lágrimas con evidente cariño.

 

-Al menos, después, cuando derrotamos a ese malvado Sabio, ella pudo darnos su último mensaje. - Declaró. -

-Sí, algo me dijiste de eso. ¿Había ocultado una proyección tridimensional suya, no es así? - Quiso recordar Zafiro. -

-Así es. - Asintió su novia, haciendo memoria. -

 

Se acordaba perfectamente de esa última batalla, sus hermanas y ella luchando contra aquel ser de pesadilla y la cruel carcajada de aquel Sabio que justo le hizo rememorar el lamentable estado en el que vio a su madre por última vez. Entonces, la furiosa chica se recobró de esos tristes recuerdos y espetó preparando su ataque…

 

- ¡Bastardo! ¡Jamás te lo perdonaré! ¡Lo vas a pagar!…

 

Sin embargo, él arreciaba en sus burlas, exclamando con regocijo.

 

-Vuestra madre pasó sus últimos días viviendo escondida, ¡como una alimaña! Se arrastraba a una especie de sótano para evitar que la descubriésemos. Se consolaba oyendo sus patéticas canciones. Creyó que sería capaz de vencer a mi hermano con eso. ¡Estúpida! Pero en el fondo de su alma ella sabía que terminaría mal. Finalmente, no pudo escapar a su destino. Y vosotras tampoco podréis.

- ¡Miserable canalla! - Pudo espetar Karaberasu con una mezcla de furia y desolación. - Vamos a acabar contigo en su nombre.

-Ella lo intentó, pero no fue capaz de lograrlo. Y vosotras, la seguiréis. Pero no es justo darle todo el mérito a mi hermano. - Añadió divertido. - Sois responsables de su muerte tanto como él. ¡La dejasteis sola! Murió llamándoos sin que nadie la respondiese.

 

Aquellas palabras golpearon a Petz y al resto de un modo más inmisericorde que las ráfagas de energía que el Sabio arrojaba y que ellas volvían a intentar frenar con sus poderes combinados. Sus energías resistían, lo malo fue que no pudieron evitar sentirse culpables y consternadas, porque, aunque ese ser fuese malvado y despreciable en eso no mentía.

 

-Estábamos siendo manipuladas por ti o por eso otro, quien quiera que fuese. - Denunció Bertie sobreponiéndose y defendiéndose a sí misma y a las otras. - Pero ahora somos libres. Y no lograrás volver a utilizar nuestros sentimientos en nuestra contra.

-No me será necesario. ¡Ja, ja, ja! - Se burló él. - Vuestra misma conciencia os perseguirá. Vuestros padres murieron sin que vosotras movieseis ni solo un dedo para protegerles. Hasta llegasteis a olvidarles. ¡Qué vergüenza de hijas!, ja, ja, ja…

 

De hecho, las chicas se sentían realmente mal escuchando esas imprecaciones. Pese a tratar de ignorar esas palabras, de algún modo aquel maldito encapuchado había logrado que se les quedasen clavadas en lo más profundo de sus corazones. Aquel engendro diabólico era un hábil manipulador. Eso hizo flaquear por un momento su resolución y en esa guerra que mantenían. La energía del Sabio ganó terreno, fue cuando Cooan reaccionó, arengándolas.

 

- ¡No perdamos el tiempo discutiendo con ese monstruo y destruyamos su bola! Mientras siga intacta tendrá todo su poder.

 

La joven estaba buscando la misma, que todavía rodaba por el suelo, con la mirada, a la par que se disponía a apuntar contra ella con su arco.  Entonces la Dama del Fuego la vio. Exclamando.

 

– ¡Desaparece maldito!

- ¡Nooo!,- aulló desesperado el Sabio tratando de recobrarla, pues escuchó a sus enemigas y sabía que ahora conocían su secreto. – ¡Perras traidoras!

 

Tratando desesperadamente de hacerse con ella, lanzó un nuevo rayo hacia las chicas quienes una vez más lo interceptaron con sus energías. Ambos chorros de poder se aguantaron en el aire. Beruche y Petz, a las que se unió a duras penas Karaberasu, resistían ese pulso dejando libre a Cooan que, entre tanto, logró apuntar a su blanco con el arco y disparó una gran flecha de fuego. La bola, al recibir el impacto directo estalló. En ese mismo instante el poder del Gran Sabio se extinguió. Bertie, Karaberasu y Petz a las que a su vez se unió ahora Cooan, aumentaron la intensidad de sus rayos con las reservas que les quedaban y le destruyeron. Esta vez definitivamente.

 

- ¡Adiós para siempre maldito asesino! Que disfrutes en el Infierno. - Exclamó una pletórica Bertie. -

-Sí. Al fin hemos vengado a nuestro mundo y a nuestros padres. - Añadió Kalie con el emocionado asentimiento de sus hermanas. - Ya podrán descansar en paz…

 

Y dio la impresión de que esas palabras provocaron algo, al menos, de entre los cristales que habían pertenecido a esa bola algo comenzó a elevarse. 

 

- ¿Qué es eso? - Exclamó Cooan. -

-No lo sé, pero a buen seguro no será nada bueno. - Replicó Beruche. -

- ¡No vamos a cometer el mismo error otra vez!! – Sentenció Karaberasu. -

 

Las demás convinieron en eso y se pusieron nuevamente en guardia temiendo que aquel malvado se regenerase de algún modo. Estaban prestas a rematarle de manera definitiva, aunque sus temores fueron por esta vez infundados. Sucedió todo lo contrario, una neblina dorada tomó forma. Y para asombro y emoción de las jóvenes, una figura de mujer que les era muy conocida y querida las saludó con voz dulce y llena de afecto.

 

-Mis queridas hijas. ¡Ojalá podáis ver esto!

- ¡Mamá! - Sollozó Petz sin poder creer lo que contemplaba.

 

Esa figura sonrió, dio la impresión de contestar a esa invocación. No obstante, enseguida aclaró mientras se condensaba más claramente en la imagen de una mujer de cabellos castaños y tonos violetas algo encanecidos y con un rostro marcado por alguna arruga que miraba al frente con unos bellos ojos azules haciendo aguas. 

 

-Llegado el lejano día en el que podáis ver esto, ya seré solamente un recuerdo. Un fantasma, pero no maligno ni cruel como éste al que habéis derrotado. Porque si me estáis viendo es que habéis sido capaces de destruirle. Quiero que sepáis que me enfrenté a él y que no tuve miedo. No estaba asustada. Le planté cara y se lo hice pagar. Incluso logré introducir este holograma mío en su maléfica bola sin que él lo sospechase. Solamente sentí tristeza por no volveros a ver.

- ¡Mamá! - Gimió una emocionada Bertie a su vez. - Te echamos muchísimo de menos.

-Hijas mías, mis preciosas y magníficas hijas. Lo sepáis o no sois la razón de mi existencia. – Sonreía esa figura ajena a la réplica. - Sed fuertes, permanecer unidas y apoyaos entre vosotras. Sé que algún día descubriréis lo que sucede y vuestros nobles corazones harán que finalmente os rebeléis contra la maldad. Cuando ese momento llegue lucharéis contra ella y a favor de la justicia como hicimos vuestro padre y yo. Y no nos arrepentimos de ello. Él os quiso muchísimo, os lo aseguro. Lo mismo que yo. No os arredréis ante las dificultades. Viajaréis muy lejos, vuestro destino os conducirá a un tiempo y un lugar muy distante. Sé que sufriréis, pero también estoy convencida de que superaréis todos los obstáculos, y que venceréis. Estáis destinadas a ser felices.

- ¡Mamá!, te queremos. - Pudo decir la llorosa Karaberasu, acariciándose a su vez el vientre. - 

- ¡Al fin recuerdo tu rostro, mamá! - Lloraba también Cooan. - 

-Ya no me queda tiempo. Pronto todo llegará a su fin, pero será también el principio. - Sonrió una vez más aquella mujer de un modo animoso, para dirigirse a ellas una por una y declarar con dulzura. - Petzite. Mi jovencita marimandona. Eres la mayor, te confío a tus hermanas, tienes mucho carácter y eres fuerte, pero también amorosa y buena, cuídalas, protégelas y sobre todo, permítete ser feliz, hija mía.

 

Las lágrimas caían por las mejillas de la aludida al tiempo que asentía con devoción.

 

-Te lo prometo, mamá…- Pudo sollozar. -

 

            Ajena a esa réplica, la imagen de su madre prosiguió…

 

-Calaverite. Mi chica presumida. Eres ingeniosa, llena de optimismo y muy perspicaz. Guía a tus hermanas y vela por ellas. Y, sobre todo, disfruta de la vida como tú sabes, aunque siempre con prudencia. Sé que saldrás adelante sea cual sea tu destino y las pruebas por las que debas pasar. No te rindas jamás. Eres muchísimo más fuerte y generosa de lo que tú crees.  Y jamás lo olvides, cariño. Por oscura que sea la noche, siempre termina por amanecer.

 

La joven quiso decir algo, pero no fue capaz de articular palabra, se llevó las manos al rostro tratando de contener el llanto sin lograrlo, al fin suspiró con un gemido…

 

-Lo haré, mamá…

 

E Idina pasó a la siguiente de sus hijas que la escuchaba con idéntica emoción a las otras.

 

-Bertierite. Mi niña lectora. Eres muy inteligente y tenaz. Aconseja a las demás. Aunque sé que puedes llegar a ser algo tímida. Pero estoy segura de que, con el tiempo, sabrás liberar todo el inmenso amor que hay en tu interior. Por tus hermanas y por otras personas…recuerda el nombre de tus flores favoritas. Ese nombre será para alguien muy especial, una preciosa criatura sangre de tu sangre y parte de ti. Una niña que, cuando crezca y se haga mujer, marcará diferencias.

 

La chica, llorando como el resto, no acertó a comprender aquello, pero asintió musitando.

 

-Sí, mamá…

 

Aquel holograma sonrió ampliamente y prosiguió con tono cariñoso.

 

-Y tú, Kermesite, mi pequeña bailarina. Siempre tan alegre y llena de inocencia. ¡Nunca la pierdas, pase lo que pase! Por oscuro que el mundo te parezca, conserva la luz en tu interior. ¡Ojalá un día tengas una hermosa niñita a la que ponerle mi nombre! Una hija que sea la madre de una gran familia.

- ¡Mamá! - Gimió la aludida. - Lo haré, te lo prometo…

 

Idina sonrió una vez más, ahora entre lágrimas, comenzando a desvanecerse, aunque antes de hacerlo del todo, pudo decir a modo de despedida.

 

-Si me estáis viendo es que triunfé en mi propósito. No sé si habré podido terminar con ese Sabio. Aunque eso no era lo realmente importante. Lo principal era haceros llegar este mensaje a través de su involuntaria colaboración. Quiero creer que lo he logrado. De modo que os daré un último consejo. Sois todas excepcionales, pero aún más cuando estáis juntas. Vuestra mayor fuerza radica en vuestra unión. Apoyaos e inspiraos las unas en las otras, como yo lo he hecho contemplando vuestra imagen y la de vuestro padre. Y escuchando algunas hermosas y viejas canciones de la madre Tierra.

 

-Eso significó mucho para vosotras. - Afirmó Zafiro cuando su llorosa novia concluyó de recordar aquello. -

-Fue como si hubiéramos podido despedirnos de ella, y estaba tan maravillosa y amorosa como la recordaba. Ahora creo que quizás, esa vez que la vi en tan terrible estado no fuese ella.

-Pudiera haber sido una alucinación creada por el Sabio. - Conjeturó Zafiro. -

-No lo sé, y nunca podré saberlo. Pero no importa. Lo que realmente cuenta es que pudo decirnos adiós a todas. Aunque hay muchas cosas de las que nos dijo que no supimos comprender.

-Posiblemente lo hagáis con el paso del tiempo. - Sonrió Zafiro, dándole un suave beso en los labios, al tiempo que añadía. - Ahora nos toca ser felices y disfrutar de esta nueva vida.

-Sí, y ya hemos empezado a hacerlo. Sin ir más lejos, recuerdo la fiesta que celebramos. - Sonrió ahora Petz. -

-Eso no puede olvidarse. - Sentenció Zafiro. -

 

Y es que, al poco tiempo del triunfo, todos se reunieron en esa gran fiesta para celebrar la victoria sobre los demonios. Tuvieron la grata sorpresa de que Diamante regresó, y no lo hizo solo sino acompañado por Esmeralda. Los hermanos se abrazaron con gran alegría tras el reencuentro. Luego los miembros del grupo charlaron en un aparte formando corrillos. El animado Roy se acercó dándole una amistosa palmada en el hombro al recién llegado ante la sonrisa de Zafiro.

 

- ¡Principito! ¿Qué te cuentas, hombre?...

-No me puedo quejar, me alegro mucho de haber vuelto. - Repuso Diamante. -

- ¡Y nosotros que pensábamos que nos habríamos librado de ti por una buena temporada! - Sonrió Roy, añadiendo, ya más en serio. - Me alegro mucho amigo, veo que conseguiste tu propósito.

 

            El aludido asintió, Zafiro estaba también visiblemente contento por su hermano y por Esmeralda. Aunque no pudo decir nada puesto que Roy se adelantó una vez más, esta vez dirigiéndose a él.

 

 -Supongo que ya habrás puesto en práctica los consejos que te di con Petz.

- ¿Consejos? - Se sorprendió Diamante mirando alternativamente a su azorado hermano menor y a su amigo. - ¿Qué clase de consejos?

-Mira, ¡los mismos que te voy a dar a ti para que practiques con esa tía tan buena que te has traído! - Se rio su contertulio. -

-Solo espero poder amarla tanto como ella me quiere y me quiso a mí. - Suspiró ahora el príncipe de Némesis en un tono extrañamente serio y melancólico en él. -

 

Sus amigos le observaron con extrañeza e inquietud, pero Zafiro, al fijarse en su hermano mayor y mirar hacia el resto, se percató de que él estaba observando a Usagi. En fin, a la futura reina del Neo Cristal Tokio. Que, como de costumbre, estaba peleándose con su amiga Rei ante las miradas entre divertidas y envaradas del resto.

 

-Debes olvidar del todo aquello. Ya pasó. - Le aconsejó. - Ahora Esmeralda y tú tenéis una oportunidad de empezar de nuevo…

-Lo sé. - Convino éste con tono suave. - Pienso en ello de continuo.

- ¡Oíd, tíos! - Terció el inefable Roy, al percatarse de qué iba aquello. - Algo creo recordar que me contaste en el Rincón. Mira, ¿me vas a decir que estabas colado por Usagi? ¡Venga ya! Bueno, no digo que no sea una chica estupenda. Es muy cachonda, ¡si vieras cómo nos lo pasamos en mi apartamento los dos!…

 

Ahora fueron los hermanos quienes miraron a su interlocutor totalmente pasmados. No obstante, el aludido se apresuró a matizar con un gesto ondulatorio de ambas manos que demandaba calma y atención.

 

- ¡No, no, no es nada de eso que podáis estar pensado! Me refiero a cuando la conocí a ella, a Ami y a Rei. Fue al poco de que me liberaran de Armagedón. Estuvimos todos en mi piso. Con Bertie y Connie, claro. Y recuerdo que les puse unos videos de lucha libre. Estuve haciendo el ganso con Usagi, imitábamos las poses de algunos luchadores. Nada más. ¡Es una tía muy divertida! Pero lo cierto es que no te veo con ella…

-Yo estaba enamorado de la reina Serenity, hay una gran diferencia. - Suspiró el príncipe. - Al menos en apariencia.

 

Aunque ahora su amigo Roy replicó con un tono más serio e incluso lleno de respeto, cuando puso una mano sobre el hombro de Diamante y declaró.

 

-Mira amigo mío, a veces las cosas son como son. Ya lo hablamos en el Rincón. ¿Recuerdas? - El aludido asintió despacio y su interlocutor prosiguió. - No le des más vueltas a la cabeza. Ella es feliz con Mamoru. ¡Aunque a veces el tío sea algo palizas con sus sermones! - Bromeó arrancando la sonrisa a los hermanos y prosiguió ya más en serio. - Tú la amaste, pero ella quiere a otro. En estos casos solo nos queda quitarnos de en medio con dignidad. -Sentenció para agregar de modo conciliador y afectuoso. - Y debo admitir que tu salida fue más que digna. ¡Moriste por salvarla! Dejaste el listón muy alto.

-Sí, Roy tiene razón, hermano. - Convino Zafiro. - Debes dejarlo estar.

-No es solamente eso, es que sabéis lo mal que me siento por haberme comportado así. - Se lamentó el joven. -

-Lo que pasa es que fuiste demasiado lanzado. - Terció su amigo añadiendo casi de modo jocoso. - Y mira quién te lo dice. Pero a lo mejor, si hubieras tratado de conquistarla con flores y bombones, en lugar de abalanzarte, ¿quién sabe?...

 

Aunque el gesto de su interlocutor no parecía animarse con ese comentario, más bien al contrario. Roy maldijo su torpeza, sin embargo, el príncipe sonrió ahora de modo débil para admitir.

 

-Sí, ya me dijiste eso en el Rincón. ¡Fui un estúpido arrogante y zafio! - Se inculpó. - Tienes toda la razón. Quise ganar por la fuerza lo que debe darse libremente.

-No seas tan duro contigo mismo. - Le pidió su hermano, alegando. - Además, estabas sometido al influjo del cristal negro y del mal, como el resto de nosotros.

-Sin embargo, tú fuiste capaz de verlo y me advertiste, y yo no te creí. - Replicó su interlocutor. - No lo hice hasta el final. Tuve que perderte antes y después morir para darme cuenta, ¡qué necio fui!

-Ella te lo perdonó en el momento de tu muerte. Y tú lo sabes muy bien. - Repuso conciliatoriamente Roy. -Ahora todo eso pasó. Es una nueva vida, amigo.

-Es verdad. - Añadió Zafiro, alentando a su hermano. - Ahora tienes la oportunidad de ser feliz. No la desaproveches con esos malos recuerdos.

-Tenéis razón. - Afirmó Diamante, que, no obstante, comentó. - Es que cuando la miro… no sé. Pese a que ahora se comporta de esta manera tan infantil a veces, en el fondo no puedo dejar de ver a la reina que hay en ella.

 

Sin embargo, fue Roy quien, tras observar un poco a la aludida comentó con más seriedad y tintes reflexivos de los suyos habituales.

 

-Lo sé, compañero, lo sé. Y tienes razón, las apariencias engañan. También yo he podido observarla en algunas ocasiones cuando ella no estaba pendiente de mí y lo he visto. Sobre todo, tras aprender algunas de las técnicas que los maestros Son Goku y Piccolo nos enseñaron. Aunque trate de disimularlo no es una chica corriente. Ella quiere dar esa apariencia, no sé por qué. Sin embargo, en sus ojos tiene una enorme fuerza y una grandísima sabiduría. Es más, posee un gran poder interior. Y comprendo perfectamente lo que pudo atraerte tanto. Hay algo ahí, en ella, que no desea manifestar. ¡Una enorme!… no sé cómo explicarlo, grandeza quizás. Pero tu hermano tiene razón. Vive tu vida desde ahora… ¡disfrútala! Lo pasado, pasado está…

-Sí, con todo lo que has luchado para volver y rescatar a Esmeralda lo justo es que pienses en cómo ser feliz a su lado. - Añadió Zafiro. - Usagi, Serenity o quién quiera que sea ella ahora, tiene su propia vida y su destino…

-Sí, es verdad. - Pudo sonreír Diamante que asintió más animadamente. - Muchas gracias, amigos. Os prometo que me esforzaré por hacer feliz a Esmeralda. La pobre lo merece.

 

Y tras palmearle de nuevo en la espalda Roy se alejó otra vez con su gesto cordial y lleno de ganas de divertirse, se dirigió a Tom y juntos comenzaron a cantar en el karaoke para solaz del resto…

 

Petz por su parte pensaba en ese momento también. Su novio de ahora había cambiado mucho y hasta la sacó a bailar una de las canciones que Roy y Tom cantaban…recordaba al entonces novio de Bertie, montando aquello, con su acostumbrado entusiasmo.

 

- ¡Ey!, vamos a darle duro a Roxy Music, Tommy. - Exclamaba Roy. -

- ¡Y le dieron! - Se rio Zafiro ahora, haciendo que Petz le imitase. -

-Yo estuve cerca y los escuché cuando estaban preparando todo para el concierto. Tom y Roy no escatimaron desde luego. - Le contó ella a su novio. -

 

 Y es que los dos habían llevado un karaoke y cantaron muchas canciones para deleite del resto. Y hubo algunas muy especiales, que significaron mucho para las diferentes parejas. Así, por ejemplo, Roy y Tom hicieron un aparte con Haruka, Setsuna, Michiru y Hotaru y les comentaron.

 

- ¿Habéis traído el material?

-Por supuesto. - Sonrió la sailor del viento, señalando el maletero de su deportivo amarillo. -

- ¿Os habéis transportado con eso? - Se sorprendió Roy, afirmando. - ¡Si que tiene fuerza vuestra técnica del sailor tele portador! -

- ¡No! - Terció Michiru, explicándole. - Nosotras vinimos en avión, para hacer algo de turismo. Haruka alquiló ese coche, es igualito al que tiene en Japón. ¿Sabéis una cosa? Creo que quiere a ese coche más que a mí.

- ¿Lo estás diciendo en serio? - Se sonrió la aludida, preguntándole con un fingido y divertido retintín. - ¿Es que estás celosa?

-Podría ser. - Susurró su contertulia, con una sugerente melosidad. -

Los demás se sonrieron con esos comentarios, al fin Tom les preguntó.

 

- ¿Podéis tocar esta canción? - Inquirió Tom a la guardiana del tiempo. -

-Claro que sí. - Aseguró Setsuna. -

-La música se nos da casi mejor que luchar. - Remachó la joven Hotaru. -

-Ya recuerdo eso. - Intervino Zafiro, que divertido le contó a su novia. - Roy estaba realmente alegre, daba voces a unos y otros para disponerlo todo.

 

Y recordó entonces cuando un animado Roy se dirigió a él y algo aparte del resto le comentó.

 

- ¿Recuerdas ese momento que me contaste cuando entrenábamos?

- ¿Cuál? – Quiso saber el muchacho, dado que habían hablado de muchas cosas y no tenía ni la menor idea de a cuál de ellos podría referirse su amigo. -

-Sí, ese instante que recordaste cuando estábamos en mi piso. Con Petzite. Me contaste que a veces os veíais en el jardín de tu palacio en vuestro mundo. Mencionaste una canción que a ella le habría gustado bailar contigo. Hasta la tarareaste, era una vieja canción de la Tierra, dijiste.

- ¡Ah claro! - Exclamó él, tratando de no llamar la atención. -

 

            Por fortuna el resto estaba todavía departiendo y Petzite no le miraba en ese momento, dado que charlaba distendidamente con Makoto.

 

-Sí…- Agregó en voz más baja. -

-Pues sé cuál es. Y le he pedido a nuestras amigas que la toquen. - Afirmó un sonriente Roy.-

 

            Y entonces le cuchicheó al oído a su interlocutor, quien enseguida compartió aquella expresión de pícara alegría.

 

-Lo haré inmediatamente. - Afirmó Zafiro. -

           

            Y para sorpresa de todos los demás, excepto de Tom y Roy, claro, las sailors de los planetas exteriores habían improvisado una pequeña banda musical. Haruka y Setsuna con sendas guitarras, Michiru con un teclado y Hotaru al frente de una batería con tambores. Cuando estuvieron listas comenzaron a tocar y fue Tom quién ordenó al grupo, en tanto tomaba un micrófono del karaoke.

 

-Elijan a sus parejas…

 

            Fue en ese momento cuando Zafiro se acercó a la perpleja Petz y le pidió.

 

- ¿Me concedes este baile? Creo que lo tenemos pendiente desde hace mucho tiempo…

 

            Y nada más oír los acordes de esa melodía, la chica asintió emocionada. Ambos se abrazaron comenzando a danzar.

 

-Fue uno de los momentos más felices de mi vida. - Admitió Petz ante la complacencia de su novio. -

-E incluso mi hermano se animó a imitarnos. Y después el resto. - Añadió él, volviendo a recordar aquello. -

 

Ciertamente Diamante siguió el ejemplo de su hermano, tomando a Esmeralda que evolucionó grácilmente con él. Luego fue Nephrite quien, con elegancia y amabilidad, le solicitó a la ruborizada Makoto.

 

- ¿Me concede el honor, señorita?...

 

    Ésta aceptó como no pudo ser de otro modo. Les siguieron Ail y Ann quienes dejaron al pequeño Giaal en los brazos de Ami, que bailó con el crío visiblemente divertida, viendo a éste reír. Rei y Minako hicieron su propia pareja tomándose de las manos y bailando a su vez entre risas. Después fue el turno de Mamoru, sacando gentilmente a Usagi a esa improvisada pista de baile. Y por supuesto, los intérpretes, Roy y Tom, quienes danzaron a su vez con Bertie y Cooan, Roy le comentó jocosamente a una risueña Bertie…

 

-Ya verás cubito, ésta es muy buena… ¡el gran Brian Ferry! -Y sin esperar réplica aquel tarambana se ocupó por fin de cantar a coro con su amigo…

 

Podía sentir en el momento
No había forma de saber
Hojas caídas en la noche
¿Quién puede decir dónde está soplando?


Tan libre como el viento
Y es de esperar que aprenden
¿Por qué el mar con la marea?
¿No tiene forma de volver?

 

Y los bailarines evolucionaban entre sonrisas, pasando un rato realmente entretenido. Danzaban a los acordes de ese tema en aquel parque, con la suave brisa que acompañaba la tarde. En aquel momento cualquiera hubiese deseado que el tiempo se detuviese ahí, en ese mismo instante. Aunque desde luego que Setsuna no hubiera podido pararlo, dado que estaba muy ocupada dando los acordes de la melodía con su guitarra eléctrica, junto a sus amigas y compañeras las sailors del espacio exterior, que también estaban bordando la interpretación.

Más que esto - no hay nada
Más que esto - dime una cosa
Más que esto - no hay nada

Fue divertido por un tiempo
No había forma de saber
Como un sueño en la noche
¿Quién puede decir hacia dónde vamos?

 

Tom tocaba la guitarra, cerca de Cooan. Haruka le secundaba junto a Michiru que, en esta ocasión, había dejado su característico violín por un sintetizador.


No hay atención en el mundo
Tal vez estoy aprendiendo

¿Por qué el mar con la marea?
¿No tiene forma de volver?

Más que esto - no hay nada
Más que esto - dime una cosa
Más que esto - no hay nada…

 

(More than This, Roxy Music, crédito al artista)

 

  La canción concluyó con todos disfrutando de lo lindo. Entonces Zafiro tomó a Petz de un brazo y le pidió sonriente.

 

- ¿Bailamos otra?...

-Claro que sí. - Sonrió ella. -

 

            Era como si se viese impulsada a ello. Y es que aquellas canciones daban la impresión de tener algo de mágico. Realmente parecía como si todo transcurriera más despacio. Como si las inquietudes y preocupaciones hubiesen desaparecido, al menos por unos momentos. Y a Petz y a sus hermanas esa música le traía a la mente recuerdos de su propia niñez. Su madre escuchaba canciones de la vieja Tierra, según les contaba, y algunas eran las mismas que ellas estaban disfrutando ahora.

 

-Mamá se sentiría muy feliz por nosotras. Lo sé. Ahora lo sé.  Su sacrificio, y el de otros muchos, ha merecido la pena. - Pensaba Petz, llena de alegría y al tiempo de añoranza. -

 

Así hubiera sido sin duda, dado que, en aquel atardecer, con esa suave brisa meciendo los cabellos de todos. Lo único que faltaba para que la dicha fuera completa era la presencia de Kalie.  Y así pasó aquella maravillosa fiesta. Petz y Zafiro se fueron al apartamento de las chicas, en el que ahora solamente estaban ellos dos. Y el joven se ocupó de entrarla en brazos y besarla el cuello en tanto se dirigían al dormitorio. Ella se dejó hacer, devolviendo cuantos besos y caricias podía. Lentamente él le fue bajando uno de los tirantes del vestido. Ya desprovistos de la ropa se entregaron el uno al otro. Fue la primera vez que hicieron el amor, recordaba Petz. Al poco ambos retornaron a Japón. Ahora, en la tienda, y tras esa pausa para rememorar esos intensos y hermosos días, observaba a su pareja colocando el género sin asomo de cansancio. El joven debió de darse cuenta porque sonrió comentando con desenfado.

 

-Después de los entrenamientos que tuvimos que soportar en el Rincón del Alma y del Tiempo, esto no es nada.

-Supongo que no. - Sonrió la joven que miró su reloj de pulsera, para comentar.- Ya van a ser las doce.

- ¿Por qué no subes a casa y preparas algo de comer? - Le sugirió el chico. - Yo puedo colocar todo esto enseguida.

 

            Y para subrayar aquello levantó otros dos grandes paquetes como si fueran plumas y los elevó sobre su cabeza colocándolos sobre unos estantes. Al poco se quitó la camiseta que llevaba y se limpió con una toalla. Lo cierto es que Petz no se cansaba de mirar ese torso que su pareja había desarrollado tanto… las gotas de sudor caían perlando el pecho y el abdomen de su novio y eso hacía que la chica perdiera la noción del tiempo. Apenas sí pudo volver a la realidad y musitar.

 

-Sí, es verdad. Mejor será que suba para ir haciendo la comida.

 

            Se acercó al muchacho y le dio un ligero beso en los labios, no obstante, cuando se giraba para marcharse sintió la mano de él posándose en su trasero. Eso la hizo ponerse colorada.

 

- ¡Zafiro! - Pudo balbucear con bastante dosis de vergüenza. – Nos pueden ver…

-Es un saludo que Roy me enseñó. Para cuando tuviese novia, claro. - Se apresuró a matizar algo azorado. – Bueno, pero no vayas a pensar que… ¡Vamos que él y yo no!, que nosotros, ¡nada!…

 

            Petz volvió a mirarle y movió la cabeza, aunque con una expresión divertida.

 

- ¡Te has pasado tanto tiempo a su lado que me da a mí que quizás, algo hay! - Se rio ella. -

 

Subió entonces a casa. Tenía mucho que hacer, pero se sentía muy feliz. Igual que al poco de comenzar con su nueva vida. La unión con sus hermanas y la amistad con las guerreras supusieron mucho para ella. Quedaban en bastantes ocasiones para salir e intercambiarse confidencias. E incluso para pasar una velada tranquila tomando algo. A su memoria acudió una de esas tardes en la que su amiga Makoto vino al apartamento que por entonces compartía con sus hermanas.  Fue ella misma la que salió a abrir dado que la aguardaba.

 

-Buenas tardes. - Saludó la sailor en su identidad civil, cuando se abrió la puerta. -

-Pasa, por favor. - Le pidió Petz. -

 

            Su invitada entró. Apenas acompañó a su anfitriona hasta el salón saludó a Karaberasu que estaba terminando de arreglarse para salir. Al ver a la recién llegada enseguida la saludó con jovialidad.

 

- ¡Hola Mako-chan!…

-Hola Kalie-chan. - Sonrió la aludida. - ¿Vas a salir a ver a Mina-chan?

-Sí, quedamos para ir de tiendas. -Le respondió su interlocutora, quién a su vez quiso saber. - ¿Has venido a sacar por ahí a la carca de mi hermana?

 

            Petz ya fruncía el ceño, aunque en esta ocasión no dijo nada, fue Makoto quien, tras reírse un poco de aquella ocurrencia, negó con la cabeza y replicó.

 

-No, vamos a hacer una tarta especial. La favorita de tu hermana. De nata con fresas.

- ¡Oye! Eso suena muy bien. Dejadnos probar algo al resto. - Pidió Karaberasu. -

- A ti no te voy a dejar ni el molde para el bizcocho. - La amenazó teatral, aunque jovialmente Petz. -

 

Su hermana la sacó la lengua, se rio y se levantó directa para salir.

 

-Que os divirtáis con el postre. - Comentó con su característico desenfado. -

-Saluda a Minako. - Le pidió Petz a lo que Kalie asintió. -

-Hasta luego Makoto…hermanita. - Repuso saliendo del apartamento. -

 

            Las dos amigas se miraron divertidas. ¡Desde luego Karaberasu era así! Buena chica, pero a veces según Petz, no había quién la aguantase. Aunque fue su invitada la que le comentó.

 

- ¿No están tus otras hermanas?

-No, se fueron a estudiar a la biblioteca. - Le respondió su interlocutora. - Se están preparando a conciencia para los exámenes. Quieren aprobar el segundo curso de magisterio y pedir una beca para estudiar fuera.

-Eso está muy bien. - Convino Makoto. - ¡Ojalá que lo logren!

-Me alegraría mucho por ellas. - Admitió Petz, que dejó eso de lado y guio a su amiga hasta la cocina. - Bueno, henos aquí…

 

            No tardaron en proveerse con delantales y otros útiles para comenzar su tarea. Makoto entonces le explicó a su anfitriona…

 

-Esta tarta está riquísima, verás. Es sencilla de hacer y está buenísima. Te lo resumo: unas bases de bizcocho genovés con su almíbar, nata montada, mermelada de fresas, fresas para la superficie y más nata. Eras tú a la que le encantaba la nata, ¿verdad? ¿O era a Bertie? - Quiso saber la joven. -

-No, es a mí. - Sonrió Petz. - A mi hermana Bertie le gusta más el chocolate. Es a Cooan a la que le encantan las fresas.

- ¡Pues entonces seréis ella y tú las que más disfrutéis de la tarta! - Se rio Makoto. -

-No te inquietes por eso, seguro que Bertie y Kalie harán un esfuerzo. - Rio también su interlocutora, que quiso saber a su vez. - ¿Y a las chicas? ¿Cuál es su preferida?

-Esas se comen todos los dulces que les pongan por delante. - Se sonrió su amiga afirmando. - En especial Usagi. Siempre tengo que hacer más de una tarta cuando ella anda cerca. ¡No veas como se pone!

-Pues tiene suerte, al parecer no le engordan nada. - Afirmó su contertulia. - En cambio yo ya voy teniendo edad suficiente como para pensar en cuidarme un poco. - Remachó casi lamentándose por ello. -

-Bueno, tampoco creas que yo como mucho dulce. Casi disfruto más haciendo cosas para mis amigos. Como esta tarta. Eso sí, para hacerla debemos tener ganas de disfrutar en la cocina porque, no te voy a engañar, prepararla lleva su tiempo. - Declaró la muchacha. - (Datos extraídos de esta página http://www.thermorecetas.com/tarta-de-nata-y-fresas/)

-A mí me encanta pasarme horas en la cocina. Me relaja mucho. Y más si es para hacer algo tan bueno. - Afirmó Petz. -

-Pues, ¿A qué estamos esperando? ¡Manos a la obra entonces! - La arengó Makoto con entusiasmo. -

 

Petz se aprestó a ello del mismo modo. La sailor fue instruyendo a su amiga en lo referente a los ingredientes y su preparación. Entre tanto fueron charlando de cosas cotidianas, volviendo a veces a evocar momentos del pasado.

 

-Recuerdo aquella vez cuando entrasteis en la tienda esa de joyas en la que nos infiltramos. - Se reía Petz. -

-Sí, Mina-chan y yo tuvimos una discusión ese día. - Recordaba Makoto a su vez. - Pero lo tuyo casi fue peor. Cuando despotricaste contra el amor y los hombres.

-Me pillasteis en un mal día. - Admitió su interlocutora algo azorada con esos malos recuerdos, suspiró para sentenciar. - Aunque cuando trabajaba para la Luna Negra todos los días eran muy parecidos a ese.

-Supongo que era muy duro estar lejos de casa…- Afirmó su amiga solidariamente. -

-Echaba de menos mi mundo, a mis padres y, no te voy a mentir ahora Mako-chan. Sobre todo, estaba muy amargada por mi amor imposible. Para mí, amar a Zafiro era tan inalcanzable que quise renegar de todo sentimiento parecido con nadie más. Viendo además como era Rubeus llegué a odiar de verdad a los hombres. - Se lamentó su contertulia. -

 

            Se atrevió a confesarle incluso las burlas de su antiguo jefe, cuando salía el tema. Una vez, estando en la nave, en presencia de sus propias hermanas, antes precisamente de partir a esa misión, Rubeus comentaba.

 

-Si tenemos éxito en nuestra misión el príncipe Diamante nos recompensará. Volveremos a Némesis cargados de honores.

-Y con el deber cumplido. - Observó Petz. -  Que es lo más importante.

-Así es. ¡Y Petzite podrá ir a abrazarse al infante Zafiro! - Se rio Calaverite. -

-Lo tendrá difícil. - Se burló entonces su jefe cruzándose de brazos para comentar. - Zafiro le tiene demasiado amor a su hermano. Tanto, que nunca le he visto en compañía femenina. No sé, ese chico me preocupa. ¡Tendré que llevarle por ahí cuando volvamos! ¡Ja, ja! A ver si le espabila alguna mujer…o un hombre…porque, vete tú a saber… ¡ja, ja, ja!

 

 

            En esta ocasión hasta Calaverite guardó un apurado silencio. Miró a su hermana mayor incluso con lástima e inquietud. Petzite apretó los dientes llena de furia al escuchar eso, pero tuvo que tragarse su contrariedad y no decir nada. Las dos pequeñas cruzaron a su vez miradas de apuro entre sí, pero permanecieron al margen de aquella cuestión.

 

-Bueno, no quiero decir que eso sea condenable. - Añadió Rubeus que parecía regocijarse con la expresión de su subordinada. - Cada cual tiene sus gustos y si alguien prefiere compañía de su propio sexo…pues allá él o ella. Aunque para mí eso sería impensable, ja, ja, ja…

 

            Y guiñó un ojo sin saber exactamente a cuál de ellas lo hacía. Aunque Kermesite enseguida sonrió ruborizándose, Bertierite le dedicó una mirada plena de desconcierto y Calaverite esbozó una sardónica sonrisa. Y en tanto su superior se daba media vuelta entrando en el espejo que daba acceso a sus aposentos la mayor de las hermanas apretaba los puños y clavaba una enfurecida mirada en él…

 

- ¡Maldito bastardo! - Pudo musitar. -

 

            Aunque en esta ocasión Calaverite posó una mano sobre el hombro derecho de ella y le susurró con tono conciliador.

 

- ¡Cálmate! ¡Es nuestro jefe, nos guste o no!

- ¡Déjame en paz! Tú empezaste todo esto con tus estúpidos comentarios. - Replicó con rabia en tanto se apartaba bruscamente de su contertulia metiéndose en su habitación. -

 

            Rememoraba esos momentos con un suspiro resignado… Makoto la escuchó no sin pesar, sin embargo, enseguida quiso animarla en tanto colocaba la tarta en el horno. Pero su amiga prosiguió con el relato. Al rato había salido de nuevo al puente de mando y tanto ella como sus hermanas miraban a través de los amplios ventanales de la nave, Petz, con tono agrio y molesto, rechinaba entre dientes.

 

-Este planeta es tan primitivo que ni siquiera saben controlar el tiempo. ¿Hasta cuándo tendremos que quedarnos en este maldito mundo?

-Querida Petzite, no te disgustes, no tienes a nadie esperándote en ninguna parte, ¿no es así? ...-Le replicó Calaverite, que no había olvidado los anteriores reproches de su hermana. -

- ¡Calaverite! - Repitió la aludida con tono irritado. -

- ¿Vais a volver a discutir como si fuerais viejas? - Terció Bertierite con tinte burlón.-

- ¡Oh, lo siento! – Añadió Calaverite dirigiéndose a su hermana mayor. - No quise decir que no hayas tenido suerte con los hombres, o que ninguno haya podido amarte.

- ¡No me importan los hombres! - Espetó Petzite. -

 

            A ninguna de sus hermanas le dio tiempo a responder. Rubeus apareció a través de su espejo, llevando su chaqueta sujeta por una mano y apoyada sobre su espalda, en tanto preguntaba.

 

-¿Qué pasa aquí?...

-¡Rubeus! – Exclamaron todas al tiempo. -

-¿Queréis saber hasta cuando deberemos quedarnos aquí? Eso solo dependerá de vuestro trabajo.- Declaró él, en tanto las informaba mostrando unas imágenes del interior de una tienda. - Un nuevo cristal punto ha sido descubierto.

-¿Qué es eso?- Quiso saber Petzite.-

-¡Son joyas! – Exclamó una entusiasmada Bertierite.-

-No, son amuletos.- La corrigió Calaverite.- No se pueden llamar joyas.

-Las chicas creen que convierten sus deseos en realidad, que… traen suerte.- Explicó Rubeus.-

- ¡Ja, ja!, tonterías, es solo una superstición. - Aseveró su interlocutora. -

-Calaverite, tú te encargarás de esta misión. Cambia el poder de la tienda por el de la oscuridad.- Le indicó su jefe.-

-Lo siento Rubeus, pero yo solo dedico mi poder a las cosas de verdad importantes.- Declinó ella.-

-¡Calaverite!- La amonestó su indignada hermana mayor.- ¡Vuelve aquí!

-Por favor, encárgale este trabajo a otra persona.- Le pidió a su superior desapareciendo sin más rumbo a sus estancias.-

 

            Ahora, volviendo de esa narración Petzite le contaba a Makoto.

 

-Me disculpé ante Rubeus y me ofrecí para ir en el lugar de mi hermana. Yo sabía que ella, en el fondo, estaba dolida y frustrada porque él dejó de prestarla atención. Luego, me contó que Bertierite fue a su cuarto y le advirtió de que yo había partido. Ella me siguió. Después fuimos a esa tienda y nos hicimos pasar por dependientas. Y luego entrasteis vosotras. - Le comentó a su amiga que asintió, se acordaba perfectamente de aquello. -

-Sí, nosotras habíamos tenido también nuestros desacuerdos. - Le comentó su amiga a su vez, recordando. -

 

            Caminaba con Minako, Usagi y Luna. Ella y Venus iban enfadadas, sin querer hablarse, Usagi en el centro, tratando de mediar.

 

-Mako-chan, Mina-chan.- Les pedía intentando hacer posible una reconciliación.- ¡Vamos chicas! Tenéis que dejarlo ya…me estáis estropeando el placer de ir de compras.

-No creo que eso me importe mucho.- Replicó Makoto cruzada de brazos en tanto andaba.-

-Ni a mí tampoco.- Afirmó Minako a su vez.-

-Creo que están bastante enfadadas.- Comentó con un susurro la gata al oído de su portadora.-

 

            Usagi iba a responder pero, andando hacia atrás como iba para mirar a sus amigas tropezó cayendo al suelo.

 

-¡Ah! – Se quejó cuando entonces vio un letrero de una tienda cercana que llamó su atención.- ¡La casa de los amuletos!  -leyó.-

-Yo sé lo que es. – Intervino Makoto.- Venden joyas que hacen que los deseos se conviertan en realidad.

-¿Los deseos?- Preguntó Minako con gesto de sorpresa.-

-Vamos a echar un vistazo, chicas. - Las arengó Usagi entrando ya en esa tienda. -

 

            Sus compañeras se quedaron atónitas, olvidando su enfado por unos instantes. Fue Minako la que, tras sonreír, comentó a Makoto.

 

- ¡Dios mío! ¿Estará bien?

 

            La aludida se sonrió, aunque enseguida volvieron a la realidad del momento y se dieron la espalda recordando su mutuo enfado. No obstante, entraron en pos de su amiga.

 

-Nuestra droida había encerrado a las chicas capturadas y a las dependientas. Recuerdo eso. - Intervino Petz.- Y mi hermana Kalie y yo estábamos vendiendo unas joyas a dos chicas, que, al tocarlas, experimentaron el poder de la energía oscura. Por desgracia, ahora lo entiendo. Debí haberlo visto entonces. La alegría y los sueños de esas muchachas se trocaron en odio y desconfianza… ¡Y pensar que a nosotras nos sucedía lo mismo, cuando creíamos que éramos quienes manipulaban a esas infelices! ¡Éramos nosotras las manipuladas! - Se lamentó la joven. -

 

            Júpiter asintió, aunque con una sonrisa posó una mano sobre las de su amiga y declaró.

 

-Por fortuna supisteis verlo a tiempo. Y todo se solucionó.- Afirmó Makoto que recuperó el hilo del relato.- Fue entonces cuando entramos y Usagi…

 

            La muchacha no paraba de revolotear por todas partes, incluso cuando vio una gran garrafa de un extraño líquido verde donde ponía.

 

- ¡Buenas notas! - Exclamó la entusiasmada Usagi.-

-Tonterías.- Replicó Luna, afirmando.- Ni siquiera un niño se dejaría engañar por estas baratijas…

 

 

             Pero ni había terminado casi de pronunciar esas palabras cuando Usagi, con decisión, sacó los cien yenes que costaba y se lo bebió sin dudar para pasmo de sus amigas, incluida la gata.

 

-¡Te va a sentar mal! – La advirtió Makoto entre atónita y preocupada.-

-Delicioso. - Declaró su amiga a la que se le notaba como la tripa la había aumentado sensiblemente de tamaño ante tal ingesta.-

-Dime Usagi. ¿Para qué es ese líquido?- Quiso saber Minako.-

- ¿Si te lo tomas de un solo trago tus deseos se verán cumplidos? - Preguntó a su vez Makoto. -

 

            Petz volvió a participar en esos recuerdos. Cuando dijo.

 

-Entonces os pregunté si podía ayudaros en algo. A mi hermana y a mí nos sorprendió bastante ver como Usagi se bebía toda esa enorme garrafa, ¡ja, ja! Y mi hermana comentó.

 

            En efecto, tras la intervención de Petzite, Calaverite tomó la palabra para decir con amabilidad.

 

-Si lo que están buscando es un amuleto para el amor estoy segura de poder mostrarles lo que ustedes necesitan. Vengan, por favor…

-Con estos amuletos, cualquier deseo se convertirá en realidad.- Aseguró Petzite.-

-¿Creen usted posible que yo recupere un antiguo amor que he perdido?- Inquirió Usagi con patente interés.-

-¡Claro! - Sonrió Petzite quién sacando una pequeña cajita roja afelpada añadió.- Si así lo desea, creo que éste será el más indicado.

-En esa época, ella y Mamoru estaban distanciados. - La explicó Makoto cortando esa narración. -

 

            Petz se sonrió, recordaba como depositó aquella cajita sobre la mesa de cristal del mostrador, en tanto Usagi comentaba.

 

-¡Vaya! Así que puede hacernos recuperar un amor… Aquí hay muchas cosas que me gustaría llevarme pero no puedo permitirme el lujo de comprarlas.

 

            Calaverite y Petzite se miraron atónitas, fue la menor de ambas quién preguntó con suavidad.

 

-¿Qué tipo de amuleto les gustaría comprar?...

-Makoto no cree en amuletos para encontrar el amor porque un chico al que ella amaba le rompió el corazón.- Repuso Minako con voz queda.-

-¿Se lo rompió?- Exclamó Petzite con aire agitado, en tanto cerraba un puño, dejando sorprendidas a todas, incluso a su propia hermana.-

-Eso es algo que a nadie le importa, solo a mí.- Repuso Makoto con tono molesto.-

-Recuerdo muy bien eso. - Añadió ahora Júpiter cortando el relato. - No me hizo ninguna gracia que Mina-chan lo dijera. - Entonces continuó recordando lo que su amiga Venus manifestó. -

-No te enfades.- Le respondió conciliatoriamente la joven.- Solo quiero que encuentres un nuevo amor. Porque soy tu mejor amiga.

-Oye Minako, dejemos esto ¿Quieres?- Repuso Makoto con tono más suave.-

-Pues yo me lo tomé como algo personal.- Sonrió ahora Petz, al rememorar.-

 

            En la tienda todas volvieron a dedicar su atención a la mayor de las hermanas cuando ésta añadió.

 

-¡Yo no!

-Él en verdad era una persona estupenda, así que no puedo evitar buscar a alguien que se le parezca.- Admitió Makoto.-

-Entiendo.- Dijo Minako que sonrió a su vez para declarar.- Entonces yo buscaré a alguien que se parezca a Alan, solo que más guapo.

-Bueno, pero Usagi no podrá encontrar a nadie que sustituya a Mamoru.- Comentó Makoto divertida.-

-¡Claro que no!- convino la aludida.-

 

            Ahora las dos jóvenes se reían recordando aquello, cuando Petz comentó.

 

-Luego entró Chibiusa y se puso a discutir con Usagi. Daban tantos gritos y yo estaba de tan mal humor que recuerdo que salté mandándolas callar.- Comentó para proseguir la narración.-

 

-Ya basta ¡callaos de una vez! – Exclamó la falsa vendedora ante el asombro de las chicas e incluso el de su propia hermana.-

-No podremos seguir adelante con el plan a no ser que arregles esto. - Tercio precisamente Calaverite. -

-¿A qué plan se refiere?- Inquirió una atónita Minako.-

 

            Ante aquella pregunta, Petzite replicó con patente tono de burla e irritación.

 

-Amor maravilloso, amor nuevo, ¡bobadas!

-¿El amor le parece una tontería?- Preguntó la también anonadada Makoto.-

-¿Por qué no? - Replicó burlonamente Petzite que, exhibiendo una gema de tonos púrpuras en su mano  derecha añadió.- Tomen esta piedra y lo olvidarán todo. Todo excepto su odio hacia los hombres…

-Ten cuidado Makoto, ella es algo más que una simple vendedora.- Le advirtió Minako a su compañera, una vez que ambas adoptaron una pose defensiva.-

 

            Recordó como la propia Usagi se interpuso entre ella y Chibiusa en ademán protector, en tanto la entonces llamada Calaverite convocaba a su droida.

 

- ¡Sí! ¡Creo que hasta Kalie te miró sorprendida del enfado que tenías! - Rio ahora Makoto rememorando eso también. - Y luego tuvimos una buena pelea. Nos lo pusisteis muy difícil…recuerdo eso que dijiste.

-Una mujer nunca podrá ser dura mientras esté subyugada por el amor y dependa de un hombre.- Manifestó durante la lucha Petzite.-

-Te equivocas.- Rebatió la Guerrera Júpiter tratando de liberarse de un agarre de esa droida infernal que las apresaba entonces.- El amor es lo que nos da fuerza y valor para poder destruirte.

 

            Petz asintió pero extinguiendo su sonrisa. Ahora musitó cabizbaja…

 

-Y todo ello porque no podía dejar de pensar en Zafiro entonces, en la manera que tuve de separarme de él. Creía que para el hermano del príncipe yo ni siquiera existía. Y después, cuando por fin tuvimos una oportunidad de estar juntos…

-Eso ya pasó. Ahora todo es distinto y seguramente algún día conocerás a alguien que te haga volver a amar.

-No lo sé.- Suspiró Petz.- Por ahora no estoy interesada en eso. Quiero cuidar de mis hermanas, que salgamos adelante, y seguir viviendo así, con cariño, sin rencores y sin temer al mañana.

-Lo estáis haciendo muy bien. Siempre que hablamos, todas lo decimos.- Aseguró Makoto para matizar.- Las chicas y yo, cuando quedamos en el Crown.

 

            Su anfitriona la llevó entonces al salón. Allí le sirvió un té y ella misma se puso otro. Continuaron charlando sentadas a la mesa en espera de que la base de la tarta se hornease.

 

-No sabía que fuéramos objeto de debate entre vosotras. - Sonrió Petz, aunque haciéndolo de buen talante.-

-Como queridas amigas nuestras que sois, nos preocupamos por vosotras y vuestro bienestar. Sé que a veces pasa mucho tiempo sin que nos veamos, pero eso no significa que os hayamos olvidado. Pasamos por muchas cosas juntas. ¡Y libramos buenas batallas desde luego! - Alegó enarbolando ahora un puño.-

-¡Sí!- rio su interlocutora, recordando también eso.- Tengo que reconocer que siempre fuiste una enemiga muy dura.

-Tampoco tú lo hacías nada mal. - La halagó la interpelada que casi parecía que bromeando añadió. - De hecho, en algunas ocasiones tus hermanas y tú no nos vendríais mal como refuerzo.

 

Eso granjeó la curiosidad de Petz. Posiblemente su amiga y el resto de sus compañeras estuvieran luchando contra nuevos enemigos. Aunque Mako-chan dio la impresión de haberse arrepentido de aquel comentario. Y Petz, con tono serio y reflexivo, destinado también a zanjar ese tema, declaró.

 

-Ahora somos mujeres normales. Y me alegro de que así sea. El tiempo de pelear ya pasó…al menos yo no deseo volver a eso nunca más. Y si lo hiciera desde luego que sería para defender a mis hermanas y a mis amigas. - Sonrió ahora dedicando una afable mirada a su contertulia. -

-Te comprendo muy bien. - Convino Makoto para confesar a su vez. - ¿Sabes? Desde que era niña he tenido que ir de un lado para otro. Cuando mis padres murieron me quedé muy desubicada, perdida sería quizás la palabra exacta. Eran muy cariñosos conmigo, el centro de mi mundo y de pronto los perdí. De un día para otro me quedé sola. Apenas me criaron unos parientes lejanos, pero no era muy feliz con ellos. Enseguida aprendí a vivir por mi cuenta. Pese a ser menor de edad, mis familiares consintieron en ello. Con la herencia de mis padres en un fideicomiso del que me iban entregando una asignación. De hecho, todavía la estoy recibiendo, hasta que cumpla la mayoría de edad y pueda disponer de ello en su totalidad.

-Vaya. - Comentó Petz mirando con simpatía e interés a su amiga para admitir. - No tenía ni idea. Pero yo también te entiendo muy bien a ti. Sé de sobra lo que es tener que crecer y madurar a marchas forzadas teniendo que cuidar a unas hermanas pequeñas.

-Todo tiene sus pros y sus contras, yo estaba más desahogada de responsabilidad al ser hija única, pero no tenía a nadie en quien poderme apoyar. - Sonrió débilmente su interlocutora, para proseguir. - Aunque me gustaba estar a mi aire. La soledad se convirtió casi en una amiga. Lo cierto es que me costaba mucho hacer amigos. Además, como era más grande que la mayoría muchos me temían, otros se metían conmigo. Y yo nunca fui de las que se achantaban. - Afirmó haciendo sonreír a su oyente que podía dar fe de eso. - El caso es que tampoco soportaba las injusticias. Si veía que abusaban de alguien más débil iba a defenderle. Por eso me metía a veces en peleas y me transfirieron de instituto. Afortunadamente fui a parar donde estudiaban Usagi, Ami y después Minako, cuando comenzamos la secundaria superior. Junto a ellas renací como guerrera. Pero, sobre todo, encontré a unas grandes y maravillosas amigas, que me aceptaron por quién soy.

-La vuestra es una historia realmente apasionante.- Comentó Petz.- Me has contado algunas cosas y por lo que veo, tenemos mucho en común. Y cuanto más sé de ti, más me identifico contigo. Es curioso. Y pensar que cuando luchábamos creía que éramos todo lo contrario…Pero ambas somos apasionadas y femeninas…aunque sea muchas veces de puertas para dentro.

-A mí nunca me han considerado demasiado femenina.- Se lamentó Makoto.- Casi todos los chicos me veían como la forzuda capaz de darles una paliza.

-Otra cosa en la que coincidimos.- Remarcó Petz, para agregar.- Ya sabes lo que opino de eso. Y es de las pocas cosas en las que no he cambiado desde que me purificasteis. - Declaró para sentenciar.- ¡Los hombres que juzgan a las mujeres solo por su apariencia son unas babosas!

 

            Su amiga asintió, concediendo aquello incluso con una sonrisa. En eso que el horno emitió un pitido. Se levantaron y sacaron la base de la tarta, equipadas con sendas mangas pasteleras la recubrieron con nata y después colocaron mermelada y fresas troceadas por encima. Entreteniéndose incluso en decorar el pastel con caprichosos adornos.

 

-¡Esto me encanta! - Comentaba jovialmente Makoto ahora.- Me pasaría el día metida en la cocina. Salvo claro está, para ir de tiendas o recoger flores…

-Pues deberías dedicarte a ello en el futuro.- La aconsejó Petz.-

-Sí, lo he pensado. Mi sueño siempre ha sido el abrir una tienda de dulces y tartas hechas por mí y también una tienda de flores.

- ¿Una floristería? Eso sería estupendo. A mí me encantan las flores. - Afirmó su amiga. - A todas mis hermanas y a mí. Némesis apenas sí tenía unos pocos jardines…

-Pues, por eso, cuando sea mayor de edad y reciba toda mi herencia, he pensado en invertirla en ese negocio.- Le desveló Makoto.-

-Estoy segura de que triunfarás. ¡Solo con que la gente vaya a probar tus tartas tendrás el local abarrotado! - La animó Petz.-

 

            La joven sailor sonrió, sus ojos verdes y profundos tenían esa mirada soñadora tan característica suya. Petz no podía evitar pensar que esa muchacha era realmente una gran chica. Y no solamente en lo físico. ¡En todos los terrenos! Animosa, valerosa, generosa y muy cariñosa cuando se la conocía y dejaba que la gente penetrara esa especie de coraza defensiva que erigía al abrigo de su imponente apariencia física. Aunque, si lo meditaba, ella misma no se diferenciaba demasiado. Bueno, quizás tenía incluso peores arranques de genio que su amiga. Pero de una cosa estaba bien segura. Las dos eran capaces de darlo todo por las personas a las que querían.

 

-Muchas gracias, Petz.- Dijo la muchacha. - Haces que crea que mi sueño se pueda realizar.

-¡Pues claro que se puede! - Aseveró su interlocutora para remachar.- Y como ya te he dicho antes. Aquí estamos mis hermanas y yo para ayudarte en todo lo necesario. A ti y a las demás chicas. Es lo menos que podemos hacer, después de todo lo que os debemos…

 

            Makoto negó con la cabeza y replicó con cordialidad.

 

-No, no nos debéis nada. Todo lo habéis ido logrando por vuestro esfuerzo y vuestra unión…

-Unión que fue posible gracias a vosotras, a que creísteis en nosotras. Nos disteis una oportunidad. Y eso jamás os lo podemos pagar. - Sonrió agradecida su contertulia.-

 

Estaban en ese tema cuando se abrió la puerta, eran Beruche y Cooan que volvían. Tras saludar a su hermana y a la invitada de ésta fueron a cambiarse. Al poco retornó Karaberasu. Como no pudo ser de otro modo Petz repartió esa tarta entre sus hermanas, ella misma y Makoto. Enseguida dieron buena cuenta del manjar entre animadas conversaciones. Todas alabaron ese pastel. Incluida Kalie, que, por una vez y para variar, elogió a su hermana mayor y su talento para elaborar ese postre

 

-Bueno. El mérito es de Mako-chan, ella me ha enseñado.- Reconoció modestamente la aludida.-

-¡Claro!, si ya decía yo… entonces eso lo explica todo.- Sonrió su hermana con su característico retintín.-  Tenía que ser Mako-chan la responsable…

- ¡Oye! Que yo también he colaborado. - Replicó Petz que parecía entrar abiertamente a aquella provocación. - ¿Qué te has creído?

-Yo. ¡Nada! - Se sonrió la interpelada para encogerse de hombros y contestar.- Me he limitado a escuchar y repetir lo que tú misma has dicho.

-Petz tiene tanto mérito como pueda tener yo. - Se apresuró a declarar Makoto, temiéndose una nueva disputa entre esas dos. -

-No te preocupes.- Sonrió ahora su amiga para explicar entre divertida y sarcástica.- Mi hermana siempre está con la misma canción. Si no se mete conmigo no disfruta del día.

 - ¡Pero en el fondo a ti te encanta! - Contestó Karaberasu haciendo que todas se rieran, sobre todo cuando remachó con jovialidad. - ¿Qué harías sin mí y estos ratos de agradable conversación que te doy?

 

Y prosiguieron charlando en buena armonía. Al menos por esa tarde. Petz recordaba eso con una sonrisa en tanto hervía caldo para hacer sopa y preparaba más comida. Lo cierto es que no dejaba de pensar en Karaberasu. ¿Dónde estaría? ¿Habría tenido al bebé sin contratiempos? ¿Habría encontrado un hogar? ¿Sería feliz ahora? ¡Ojalá pudiera encontrarla!, sin embargo, ni siquiera las guerreras parecían saber nada sobre el paradero de su hermana. Suspiró, siempre rezaba por Kalie. Aunque ahora no quería entristecer su ánimo. Zafiro estaría a punto de subir…

 

-Ya verás que plato tan delicioso.- Sonreía la muchacha.- Tienes que comer en condiciones…debo cuidar muy bien de ti.

 

            Y en efecto, su novio no tardó apenas más que diez minutos. Ya casi todo estaba listo. La mesa puesta y la comida a punto. Zafiro se metió en la ducha. Al salir se vistió en aquel dormitorio de Petz en el que recordaba como ella le cuidase, cuando escapó del primer ataque del Sabio en su huida a la Tierra…

 

- ¿Cómo pude estar tan ciego? - Se decía rememorando aquello. -

 

Apenas pudo reunir energía para escapar tras sufrir aquella terrible descarga de energía. Se transportó a la Tierra y deambuló malherido, hasta caer inconsciente en un parque, pensando en su hermano y en el peligro que corría. Tras una pesadilla se despertó. Lo primero que pudo ver fue a Petzite portando una bandeja con comida.

 

-¿Ya te has despertado?- Quiso saber la chica con voz suave, mostrando la preocupación en su rostro. - ¿Cómo estás?

-¡Petzite!- Pudo exclamar él con voz aun débil en cuanto la reconoció.- ¿Dónde estoy?

-En mi dormitorio - le susurró su interlocutora, dejando la bandeja en una mesita y acercando una silla para sentarse a su lado.-

 

 Zafiro entonces pudo añadir, como si tratase de recordarlo con claridad.

 

-Has estado viviendo en la Tierra desde que nos traicionaste.

-Sí- admitió ella. - Y estoy lista para ser castigada, pero te pido que perdones a mis hermanas, ¡por favor! -Le suplicó la chica dejando translucir algo de su velada angustia, en tanto se llevaba una de sus manos al pecho. - Castígame solo a mí. Yo soy la mayor y la responsable.

-No te preocupes. - Sonrió él sin darle ninguna importancia a aquello para afirmar. - No he venido a actuar de ejecutor.- Pero dime.- Quiso saber  ahora con patente curiosidad - ¿Cómo has podido sobrevivir aquí?

-Tengo a mis hermanas, y ellas me tienen a mí. Nos cuidamos mutuamente. Lo cierto es que hemos descubierto que este mundo es maravilloso. Quizás la vida aquí comparada con Némesis y sus facilidades es mucho más difícil. Pero nos hemos dado cuenta de cuánto valen el amor y la confianza.  Es tal y como todo era en nuestro mundo cuando todavía era libre de la influencia del mal.

 

Su interlocutor escuchó atentamente la historia que le contó aquella mujer que parecía totalmente cambiada y así se lo reconoció él con patente admiración.

 

-Estás tan diferente. Pareces otra mujer. Y debo decirte que me gusta mucho este cambio tuyo.- Halagó en tanto Petz le acercaba la bandeja con la sopa, cosa que Zafiro agradeció. -

-Gracias, - sonrió ampliamente la muchacha, ruborizándose incluso para añadir. -  Fueron Guerrero Luna y unas amigas las que nos enseñaron que se puede vivir plenamente y amar. Entregarse a los demás y confiar, sin temores y sin odios.

-Entonces hemos estado equivocados desde el principio.- Musitó el muchacho con amargura agregando con patente temor. - Ese maldito Hombre Sabio nos llenó la mente de mentiras y deseos de venganza y quizás ya sea tarde. ¡Debo hacer algo y rápido!

 

Viendo la cara de preocupación de Petz, Zafiro le contó lo sucedido, remachando a continuación.

 

-Tengo que ver a mi hermano y contarle lo que está pasando. ¡Está en peligro!

-Tú eres el de siempre. - Se lamentó ella. - Solo piensas en el príncipe Diamante.

-Debo levantarme y salir. – Pudo replicar el chico. -

 

Y se esforzó tratando de hacerlo pero cayendo presa de la debilidad. Volvió a tratar de levantarse, esta vez con éxito. Pero cuando estaba a punto de trastabillarse de nuevo Petz le sujetó abrazándose a él.

 

-¡No!, ¡debes seguir en la cama, estás muy débil!- Pudo oponer ella con creciente alarma. -

-Tengo que advertir a Diamante… - Repetía obsesivamente él.-

-¡No! – Chillo Petz entre lágrimas, cosa que dejó atónito a Zafiro, más cuando ella añadió llorosa. - Si vas a verle puedes morir, y yo no soportaría que algo te ocurriera. Si tú perdieras la vida, ahora que te he vuelto a ver…

-Escúchame. Por favor. – Le pidió cariñosamente él, realmente conmovido por los sentimientos de aquella muchacha. -

 

Era una extraña sensación. En sus ojos se notaba que podía percibir la preocupación y el cariño que ella le mostraba. Hacía mucho tiempo que no debía de sentir nada parecido. Zafiro la tomó suavemente de los hombros y le dijo con voz amable y llena de afecto.

 

- Tengo que hacerlo. Si tú supieras que tus hermanas estuvieran en grave peligro y que algo terrible amenazase su seguridad, también tratarías de ayudarlas. ¿No es así?

 

La compungida chica no tuvo más remedio que asentir en tanto las lágrimas le caían profusamente, rodando por sus mejillas. Zafiro se enderezó añadiendo con sentimiento y dulzura.

 

-Diamante es mi único y querido hermano. No me lo perdonaría a mí mismo si le sucediera algo. Lo comprendes, ¿verdad?

 

Petz trató de decir algo, pero él posó un dedo sobre sus labios para añadir con tono de promesa.

 

-Y cuando haya hablado con él. Regresaré aquí otra vez. Te dejaré mi chaqueta hasta que vuelva. – Señaló hacia una pared donde su americana de color azul marino reposaba colgada en una percha. -

 

            Y desgraciadamente no pudo cumplir su promesa. Al menos entonces. Afortunadamente tuvo otra segunda oportunidad para redimirse. Por eso había estado preparando una sorpresa. Quiso que su mujer subiera pronto a preparar la comida y tras subir él mismo y ducharse, aprovechó que ella estuvo ocupada en la cocina. Ahora había llegado el momento. Por ello, en tanto Petz le servía el estofado que había hecho, él la tomó de una mano. La mujer sonrió…

 

-Tengo que terminar de servir la comida.- Le dijo algo sorprendida pero divertida al tiempo.-

-Cariño.- Repuso él, mirándola con esa expresión suya tan particular que a ella tanto le gustaba.- ¿Te he dicho alguna vez lo afortunado que soy al estar contigo?...

 

            Sin darle tiempo a replicar la besó con suavidad en los labios.

 

-Pero… ¿A qué viene esto?- Pudo decir la azorada chica.-

 

            El muchacho se sonrió, tenía una servilleta colocada estratégicamente en el plato de ella y le dijo haciéndola notar.

 

-Pues, sin ir más lejos, por lo deliciosamente bien que cocinas. Y lo atenta que eres, ¡fíjate! Ni siquiera te has servido tú…deja que lo haga yo. Anda, pon tu plato.

 

            La muchacha asintió algo ruborizada, era cierto. Quitó la servilleta para permitir a Zafiro que le echase un cazo de estofado, aunque para su sorpresa se encontró un pequeño paquete. Lo observó sorprendida. Su risueño interlocutor le indicó.

 

-Bueno, mejor ábrelo o no podrás comer…

 

            La joven no se hizo de rogar, también estaba intrigada. Así que desenvolviendo aquello con presteza vio en una pequeña cajita que abrió. Apenas pudo contener una exclamación al encontrar un pequeño pero hermoso anillo, con un zafiro engastado. Su novio no tardó en arrodillarse y tomar una de sus manos. Haciéndose con la cajita con la otra, el chico declaró con tono emocionado.

 

-Te prometí que volvería contigo. Y aunque me costó lo cumplí. Ahora quiero prometerte que te amaré durante el resto de nuestras vidas. Y eso te juro que lo cumpliré sin tardar. Por eso quiero pedirte que te cases conmigo, Petz…

 

            Su contertulia apenas sí podía abrir la boca, no le salían las palabras, pero si las lágrimas. Pasaron unos segundos en los que solamente podía clavar la vista en él, y en esa mirada que tanto la arrebataba. Al fin, fue el propio chico quién rompió aquella especie de encantamiento, añadiendo con un tono más jovial.

 

-Di algo, cariño. ¡La comida se va a enfriar!

 

            Petz rompió a llorar pero de alegría. Zafiro se levantó y la muchacha se abrazó a él. Todavía tuvieron que transcurrir unos segundos más para que ella balbucease un sí. El chico la separó del abrazo y sonriente le dijo en tanto no dejaba de sostenerla entre sus brazos.

 

-Te quiero y lo único que lamento es el no habértelo demostrado muchísimo antes. Quizás...si todo hubiera sido diferente entonces…

 

            Ahora fue ella quien le puso un dedo sobre los labios para que callase y respondió.

 

-Todo aquello ahora me parece tan lejano como un sueño. Como si se tratase de la historia de otros. Ahora tenemos el futuro por delante y solamente deseo hacerte feliz.

 

            Y el muchacho se dirigió hacia el mueble que presidía el salón y conectó un equipo de sonido. Tenía preparada una canción. La atónita Petz le miraba embelesada y aún más sorprendida, cuando, tras sonreír con amplitud, él la soltó el pelo, dejando que su larga melena recogida en su moño se esparciera por su antepecho y sus hombros. Después la tomó de una mano poniendo otra detrás de la espalda de la chica y le pidió divertido.

 

-¿Bailas?...

-¡Pero Zafiro! – Exclamó ella realmente anonadada, con la boca abierta y feliz. Para poder replicar.- ¿Ésta es otra de las ideas de Roy?...

-No - Contestó él afirmando en tanto la estrechaba más entre sus brazos.- Esto me lo dijo Tom. La canción me la pusieron ambos. Y la verdad, me he aficionado a éste grupo….-Y sonrió agregando con suavidad.-  Señorita. ¿Tendrá corazón y concederá usted este baile a alguien esclavizado por su amor? Aunque no tengamos a Sailor Júpiter para hacernos los truenos. Como me sugirió el gamberro de Roy.

 

            Y la aludida melodía estaba ya sonando… La joven accedió encantada, podía escuchar esa letra en tanto giraba por el comedor con su pareja que canturreaba en voz baja, siguiendo la letra…

 

Dile que la estaré esperando en el lugar de siempre 
Con el cansancio y cansado y no hay escapatoria 
Al necesitar una mujer tienes que saber 
Como el fuerte se hace débil y el rico se hace pobre 


Esclavo del amor 
Esclavo del amor 

Estas corriendo conmigo 
No toques el suelo 
Estamos agitándonos 
Sin cadenas ni ataduras 
El cielo se quema 
En un mar de llamas 

Aunque tu mundo cambie yo seré el mismo 
Esclavo del amor 
Esclavo del amor 

Esclavo del amor 
Esclavo del amor 

No 
No, puedo escapar 
Soy un esclavo del amor 

La tormenta se rompe o lo parece 

Somos tan jóvenes para decidir crecer y para soñar 
La primavera se da vuelta hacia mi ahora 

Puedo escucharte reír 
Puedo verte sonreír 

Esclavo del amor 
Esclavo del amor 

 

Petz se dejaba llevar, tomada de las manos de su pareja, ella levantó sus piernas hasta rodear con ambas la cintura de él, quedando así sujeta. Zafiro comenzó a elevarse un poco sin tocar el techo. Aunque para su prometida parecía hacerla tocar el cielo, cuando comenzó a besarla en los hombros y el cuello...

Esclavo del amor 
Esclavo del amor 

Esclavo del amor 
No 
No puedo escapar 
Soy un esclavo del amor 

 

Las frentes de los dos quedaron unidas cuando juntaron sus cabezas y sonrieron. Después una serie de besos, cada vez más apasionados hasta que sin dejar de girar él la llevó hacia el dormitorio...


Esclavo del amor.

No.

No puedo escapar. 
Soy un esclavo del amor

 

(Bryan Ferry. Slave to Love. Crédito al autor)

 

            Allí aterrizaron sobre la blanda cama, con la muchacha encima. Poco a poco la ropa fue desapareciendo y consumaron el acto. La joven le observó llena de emotividad y afecto. Su prometido tenía aquella mirada suya tan plena de sentimiento y de bondad. Esa que la fascinaba y hacía estremecer de nostalgia y de amor.

 

-Pues va a ser cierto lo que me aconsejaba Roy. - Se sonrió el chico alegando jocosamente. - Ponlas una canción movidita para agarrarse y caen, ¡ja, ja, ja!…

 

Su contertulia le observó tratando de fingir incredulidad e incluso algo de escándalo. Aunque en esta ocasión Petz no pudo evitar reírse para declarar moviendo ligeramente la cabeza, en un vano intento por simular algo de desaprobación.

 

- ¡Vaya amigos que has hecho! Esos dos te han vuelto completamente loco. ¡Pero un loco maravilloso!

-Bueno, por fortuna ya no tenemos que ajustarnos a las etiquetas de palacio. - Sonrió el chico para sentenciar. - Y creo que nos hemos ganado el poder disfrutar de la vida y desmelenarnos un poco, ¿no crees? - Remachó acariciando entre tanto precisamente el largo cabello de su novia, liberado al fin de ese peinado tan típico que siempre lucía. -

-Si mis hermanas me viesen ahora. - Se sonrió la joven, no sin rubor. - ¡No sé qué pensarían de mí!…

-Pensarían que eres feliz, como también lo soy yo, y se alegrarían muchísimo por ello. - Repuso afectuosamente su interlocutor. -

 

            La joven asintió, aunque entonces cayó en la cuenta de algo y abrió la boca para exclamar.

 

- ¡Se nos habrá enfriado el estofado!

-Bueno cariño, creo que después de esto, podremos calentarlo sin problemas. - Rio él, haciendo que su prometida le secundase. -

 

            Tras esas palabras, y darse unos cuantos besos y vestirse, ambos se sentaron, pusieron efectivamente a calentar el guiso y comieron. Se iba haciendo algo tarde y tenían cosas que hacer. Ya habría tiempo después para celebrar. Fueron fieles a sus obligaciones y esa misma tarde la pareja terminó de ordenar la tienda. Gracias a Zafiro y a sus portentosas facultades no fue difícil. No les llevó demasiado tiempo y fue él quien propuso con jovialidad.

 

-¿Por qué no llamas a las chicas? Seguro que querrán saberlo.

-Sí, podemos invitarlas a tomar algo.- Asintió Petz igualmente ilusionada.-

 

            Y dicho y hecho. Llamaron de inmediato, por fortuna en esta ocasión pudieron acudir todas. Usagi, Rei, Ami, Minako y Makoto. Zafiro fue a ver a Mamoru, y a llamar a su hermano que estaba en París con Esmeralda. Por su parte Petz quedó con sus amigas. Se citaron en el Fruit Parlor Crown. Allí, ocupando una de sus grandes mesas redondas, charlaban despreocupadas hasta que la recién prometida les dio la noticia mostrando con orgullo y alegría la mano en la que ya lucía su anillo de pedida.

 

-¡Guau! Es impresionante.- Exclamó Minako contemplando aquella joya con vívido interés.-

-Desde luego, Zafiro es un gran chico.- Afirmó una también admirada Rei.- No ha reparado en gastos…

-Sí, a ver si Mamo-kun toma ejemplo de una vez.- Refunfuñó Usagi, quién, de inmediato sonrió azorada ante las caras de pasmo del resto y se apresuró a añadir de modo más jovial.- ¡Muchísimas felicidades! Estoy muy contenta por vosotros.

-Sí. - Convino Ami.- Es una gran noticia, ¡enhorabuena!

-Muchas gracias, amigas. - Repuso Petz, que les comentó con tono lleno de emoción y alegría. - Llamé a mis hermanas para decírselo, Cooan y Bertie se han alegrado mucho. Lo único que me entristece es no saber dónde podrá estar Kalie.

 

            Aquí su gesto se ensombreció y sus interlocutoras se miraron con pesar. Sobre todo Minako y Makoto, que dedicaron sendas miradas a Usagi. Sin embargo ésta pasó a esbozar una sonrisa y trató de alentar a su amiga.

 

-Seguro que estará bien. Y algún día podréis reuniros. Debes seguir teniendo esperanza.

-Además, hoy es un gran día. No te pongas triste.- Añadió Rei, tratando de apoyarla a su vez.-

-Claro.- Afirmó Minako sonriendo de nuevo.- Ahora tienes que pensar en tu boda. Te ayudaremos en lo que haga falta.

-Os lo agradezco de veras a todas. - Sonrió Petz visiblemente reconfortada por esas palabras. - De veras, sois estupendas, chicas.

 

            Entre tanto Zafiro y Mamoru estaban tomando un café en la casa del novio de Usagi. Tras recibir las felicitaciones de su anfitrión, el joven de Némesis le comentaba.

 

-Ahora estoy algo nervioso. Es toda una responsabilidad.

-Sí, te comprendo muy bien, me sucede lo mismo con Usako.- Convino su interlocutor.- Pero tranquilo. Os queréis, todo irá bien…

-Al menos tú eres menos directo que Roy.- Se sonrió el chico.- Si te contase alguno de sus consejitos…

-¡Me los puedo imaginar!- Rio a su vez su contertulio que agregó no tan divertido ahora.- Y después de lo que me has contado que le has regalado a Petz, ya puedo ir pensando en algo o Usagi me matará…

-Bueno…la verdad es que era muy caro, pero tuve mucha suerte. Ya sabes que hay un tipo muy rico e influyente que quiere que mi hermano y yo trabajemos para él.- Le contó en modo confidencial.-

-Sí, algo de eso hemos oído. Ese tipo, se llama…-Afirmó dubitativamente su contertulio tratando de recordar.-

-Un tal Masters. - Le comentó Zafiro. Poniéndole al corriente. - Es un multimillonario con un gran holding de empresas, la mayor parte de ellas asociadas a la investigación y desarrollo de tecnología revolucionaria.

-He visto algo en la televisión.- Admitió Mamoru.- Es un tipo muy rico, sí. ¿Y qué te dijo, si puede saberse?

-Pues verás. Hace una semana más o menos, me pidió que fuese a verle a su despacho. -Le refirió su interlocutor. - De hecho, se puso en contacto conmigo casi desde que regresé a Japón…Finalmente accedí a mantener una entrevista con él, a ver que tenía que ofrecer…

 

            Allí, en el edificio de la Masters Corporation en Tokio, Zafiro aguardaba. Estaba en una sala amplia con varias sillas y un sofá. En cuanto entró una solícita secretaria le ofreció algo de beber. El joven aceptó un té. La mujer, de mediana edad, le sonrió informándole con patente amabilidad.

 

-El señor Masters no tardará. Enseguida le avisaré.

-Muy bien, gracias.- Respondió de idéntico modo él.-

 

            No supo exactamente cuánto tiempo debió de transcurrir, quizás unos minutos, posiblemente un cuarto de hora. Entonces aquella pulcra mujer de pelo claro peinado en un moño y gafas le salió a comunicar.

 

-Pase, por favor.

 

            El muchacho no se hizo de rogar, siguió a esa mujer y ella le escoltó al interior de un gran despacho alfombrado con moqueta. Al fondo una gran mesa de roble lo presidía, flanqueada por dos grandes sillones de cuero o poli piel. Al otro extremo de la habitación una larga mesa de cristal con sillas alineadas a ambos lados y en otro frente un enorme ventanal con vistas magníficas desde esa vigésima planta. Zafiro observaba todo esto reparando también en la decoración de numerosas antigüedades y pinturas que debían de ser muy valiosas, pero que se disponían en la pared como si de meros cuadros de baratillo se tratasen. Seguramente Esmeralda, que se había aficionado mucho al arte últimamente, podría haberle ilustrado algo a ese respecto. Entonces, una voz de hombre a su espalda, le sacó de aquellas reflexiones. Dirigiéndose a él con tono cordial, aunque no exento de un ligero toque de sarcasmo.

 

-Celebro mucho que haya venido, señor Lassart. No es fácil que nadie de su familia acepte mis invitaciones.

 

            Al girarse vio a un hombre de metro setenta y cinco más o menos, con gafas cuadradas de pasta, pelo castaño claro y porte fornido. Era bien parecido, o al menos eso supuso Zafiro que opinaría Petz, aunque no en exceso. Ese era el millonario.

 

-Gracias por su invitación, señor Masters. - Repuso educadamente el interpelado.-

-Por favor, siéntese.- Le pidió su anfitrión guiándole hasta esa larga mesa de cristal, donde una completa vajilla estaba dispuesta.- ¿Desea tomar algo?...

-No, muchas gracias.- Rehusó el joven, añadiendo ahora con curiosidad en tanto tomaba asiento frente a su interlocutor para preguntarle.- Usted dirá. ¿Por qué tiene tanto interés en mi familia?

 

            El interpelado se limitó a tomar una especie de portafolio que contenía algunas hojas escritas a ordenador. Pegada a la primera de ellas aparecía una foto del propio Zafiro. El millonario, tras percatarse de que su invitado se había dado cuenta de ese detalle, sonrió para leer de esas anotaciones.

 

-Zafiro Lassart. Ingeniero de estructuras. Doctorado en diseño aerodinámico y de componentes robóticos. ¡Vaya…impresionante! Es usted hermano de Diamante Lassart, ingeniero informático, con residencia en París.

-Ha hecho usted sus deberes.- Admitió el joven.-

 

            Pero su contertulio volvió a sonreír de nuevo, para declarar casi parecía que divertido.

 

-Hasta aquí, parte de la información oficial que consta sobre ustedes dos. Pero mis fuentes llegan mucho más allá. – Y sin esperar alguna petición por parte de su oyente para que le aclarase aquello, el millonario agregó.- Digamos que tengo muy buenos amigos en las altas esferas…y cuando digo altas, quiero decir precisamente eso. Ustedes son dos personas muy especiales, igual que el grupo que forman sus amigos. Les debemos muchísimo más de lo que las autoridades oficialmente estarán dispuestas a reconocer. ¿Me equivoco?...

-Bien, eso es muy impresionante. - Comentó Zafiro. - veo que sabe bastantes cosas sobre nosotros. Sin embargo, señor Masters, yo no sé nada acerca de usted. Comprenda que, así, no me siento demasiado cómodo.

-No se preocupe. No tengo reparos en contarle lo que quiera sobre mí.- Le contestó su interlocutor.- Pero antes, desearía que escuchase mi propuesta. Si le parece…

-Será un placer. Usted dirá.- Replicó su contertulio que parecía aguardar con interés.-

-Le seré sincero desde el principio. Tengo muchas empresas y grandes científicos trabajando en ellas. Mi meta es lograr el desarrollo de la humanidad. Mejorar su calidad de vida. Y por supuesto, ganar dinero mientras lo hago.

- Es lo habitual en un empresario.- Convino su contertulio.- No seré yo quien le censure por eso…

 

            Masters sonrió divertido ahora, asintió para replicar.

 

-Me gusta usted. Es un hombre franco y dice las cosas claras.  Eso sí, antes las piensa, pero siempre habla con tono comedido. Y creo que es lo bastante sensato e inteligente como para apreciar una buena oportunidad. Así que no me andaré con rodeos porque no es mi estilo. Sé que usted posee grandes conocimientos, le propongo que trabaje para mí. Con una división dedicada a la ingeniería a gran escala. Tendría usted el control de la misma, con todos los fondos que pudiera necesitar. Un salario más que aceptable y un horario flexible de trabajo. Porque sé que tiene además otras importantes responsabilidades. ¿Qué me dice?

 

            Y en tanto terminaba de pronunciar esas palabras aquel tipo escribió unas cifras en un papel y se lo pasó a Zafiro, que lo leyó, en tanto Masters le aclaraba…

 

-Sus honorarios anuales serían esos… al margen, claro está, de bonificaciones o comisiones por avances significativos o descubrimientos de cierta relevancia.

 

            Tras suspirar, Zafiro le devolvió el papel y pudo decir, realmente impresionado.

 

-A esto le llama usted más que aceptable… yo lo considero como una pequeña fortuna.

-Entonces. ¿Aceptará?- Quiso saber el millonario, con evidente impaciencia.-

-Bueno. - Contestó el interpelado con cierto tono reflexivo. - No es únicamente el dinero lo que valoro. En la ESA me hicieron una oferta muy buena también. Y quisiera asentarme. Ellos no me han puesto objeción a seguir viviendo en mi residencia actual. Y eso que está muy lejos de su base central de operaciones. Verá, tengo una novia con la que me gustaría formalizar mi relación. Ella vive en Japón, tiene una tienda. Los dos compartimos piso muy cerca de su negocio y no quisiera tener que mudarme de allí. Además, quisiera hacerla un buen regalo para declararme… ya me comprende…un anillo de pedida. A ser posible, que fuese realmente hermoso.

 

            Su interlocutor, sentado frente a él con una de sus piernas sobre su otra rodilla, escuchó con interés sujetando su ladeada sien con la mano derecha, como si estuviera meditando algo mientras tanto, y hasta se permitió el lujo de sonreír. Enseguida asintió para asegurar a su contertulio.

 

-Deje eso de mi cuenta. Podrá vivir donde guste y solamente desplazarse cuando la ocasión lo requiera. Ya le he dicho que su horario de trabajo sería flexible. Y en cuanto al otro asunto. Confíe en mí. Digamos que, como gesto de buena voluntad y para que vea que cumplo mi palabra, creo que su novia no tendrá queja del regalo que usted irá a hacerla. Estoy seguro que al verlo le dará el sí quiero de inmediato… Y que entonces usted me lo dará a mí… empresarialmente hablando, claro…

 

            Ahora Zafiro terminaba de recordar eso junto al atónito Mamoru, el joven concluyó el relato sonriendo para narrarle a su contertulio.

 

-Y así fue, al poco me llegó ese anillo de zafiro de no sé cuántos quilates…cortesía de Masters, con un cheque que sufragaba los gastos de la boda e incluso de la Luna de Miel que eligiéramos. Ni que decir tiene que acepté su oferta. ¡Cualquiera la hubiese rechazado!

-Vaya, lo celebro por ti, amigo.- Dijo Mamoru.- Parece que ese tío está forrado.

- ¡Bastante, la verdad! - Se rio ahora su interlocutor. - Aunque me haga trabajar duro. Cree que se cobra hasta el último céntimo. ¡Ja, ja, ja!…

 

            Y así había sido, ese Masters era generoso sin duda, pero pedía resultados. De las primeras cosas que hizo Zafiro fue el intentar recrear la fuente de poder del cristal oscuro de Némesis. Pero, por supuesto, eliminando sus propiedades negativas. Aquello era una ímproba tarea que además resultaba imposible. No obstante, había mejorado bastante otras fuentes de energía alternativas durante sus trabajos. También estaba diseñando unos robots droidas similares a los que fabricaba en su mundo natal. Eso le vino ahora a la mente. Lo mismo que sus intentos por persuadir a su hermano Diamante para que trabajase en esa empresa. Al principio desde luego no consiguió convencerle. Y parece ser que no iba a lograrlo. Su hermano mayor era a veces muy testarudo y orgulloso. Sobre todo, cuando se cerraba en banda hacia algo. Era casi misión imposible hacerle variar de criterio. Aunque tuvo motivos para pensar que Masters había tratado de acercarse a él de un modo bastante menos sutil y comedido del que tuvo con el propio Zafiro.

 

-Una pena. - Pensaba lamentándolo.- Realmente mi hermano hubiese disfrutado trabajando aquí.

-Bueno. Creo que sería buena idea si fuéramos a reunirnos con las chicas.- Le propuso Mamoru.-

 

            Su interlocutor asintió. Los dos salieron del apartamento de Mamoru para dirigirse hacia el Crown. Iban en el coche del novio de Usagi. Sin embargo, al cabo de unos pocos kilómetros, la calle estaba cortada y había un control policial. Enseguida quisieron indagar para averiguar que estaba sucediendo.

 

-¿Un accidente?- Inquirió Zafiro al agente que estaba dando paso a los vehículos de modo lento y ordenador.-

-No señor. Hay una complicación.- Replicó éste sin querer ser más explícito.-

-Vaya, qué extraño. - Comentó Mamoru.- No es hora punta…

 

            Enseguida llamó con un transmisor a Usagi y la puso al corriente. Las chicas por su parte estaban todavía conversando cuando a sus oídos llegó una noticia que propagaron dos recién llegados a la cafetería.

 

-Al parecer están atracando el banco de dos calles más arriba. Los asaltantes se han atrincherado con unos cuantos rehenes.- Comentaba uno de los que habían entrado.-

- ¿Habéis oído, chicas? - Les susurró Minako a las demás. -

-Tendremos que actuar.- Comentó Makoto con el asentimiento del resto.-

 

            Así que, en cuanto pudieron, buscaron un lugar al abrigo de miradas de curiosos y se transformaron.  No tardaron en acudir hasta el perímetro…Fue Usagi la que se adelantó, llena de confianza, hasta la posición de los agentes de policía.

 

-No se inquieten, ¡nosotras resolveremos esto! – Proclamó elevando su brazo derecho con el dedo índice extendido en tanto se llevaba el otro a la cadera.-

-Perdón señorita, debo pedirla a usted y al resto de su grupo de animadoras que se retiren de aquí. No es una zona segura.- Le respondió el que parecía estar al mando.-

-¿Animadoras? ¿Nosotras?- Exclamó Rei que estaba próxima a su amiga.-

-Claro, ¿qué iban a ser sino con esos uniformes?- Terció otro agente que parecía mirarlas con visible interés, sobre todo hacia las minifaldas.-

-¿Es que no sabe quiénes somos?- Le preguntó Minako a su vez al policía.- ¡Esto es increíble!

-Lo que sé es que ustedes no son agentes de la ley, ni las fuerzas especiales de intervención.- Repuso el que parecía al cargo, armándose de paciencia, según agregaba.- Ésta es zona peligrosa para los civiles. Les ordeno que se alejen de inmediato.

-¡Esto es el colmo! – Rezongó Júpiter.- ¿Será posible?

-Chicas, creo que será mejor que nos retiremos.- Las aconsejó Mercurio.-

-Espera un momento.- Terció Marte visiblemente ofendida.- ¿Nos hemos enfrentado a los seres más peligrosos del universo y tú vas a agachar la cabeza y a obedecer a este tipo porque sí?

 

            Ami se encogió de hombros. No merecía la pena ponerse a polemizar con Rei cuando la asaltaba uno de sus arranques de mal genio. Para colmo parecía que la gente que se arremolinaba curiosa más allá de los límites del cordón policial les estaba dedicando a ellas más atención que a la propia sede del banco en donde estaban los atracadores. Fue la Guerrera Luna quien con su desparpajo y caradura habituales se aproximó al agente. Al menos, lo hizo tras haberse apartado previamente a un sitio desierto de gente y conjurar su poder lunar de transformación…al grito de…

 

-¡Poder Luna!, ¡conviérteme en una bella inspectora de policía!

 

            Y así se plantó delante de ese tipo, con un chaleco antibalas, vestida con falda hasta las rodillas, zapatos de bajo tacón y un moño, a la par que le mostraba unas credenciales y le decía.

 

-No hay problema agente. Mi equipo y yo somos un grupo de operaciones especiales encubierto. Déjenos este asunto a nosotras y verá como lo arreglamos…

 

            Aunque su interlocutor la mirase confuso al principio tras esas decididas palabras. Sin embargo aquel carnet especial parecía estar en regla. Asintió y saludó a esa oficial de policía de rango superior, en tanto le preguntaba.

 

-¿Qué quieren que hagamos?...

-Ante todo sería bueno que los secuestradores salieran del banco.- Terció Petz susurrándoselo a Usagi a modo de sugerencia, a lo que ésta asintió.- Lo antes posible. Quizás cuando Zafiro venga nos pueda dar cobertura aérea…

 

            Su amiga le repitió aquello al oficial al mando, al menos hasta la parte de hacer salir a los delincuentes, y su oyente convino en eso.

 

-¿Cuántos atracadores hay, lo saben ustedes?- Inquirió Ami que ya estaba consultando su visor y su mini ordenador para hacerse una composición de lugar.- Es importantísimo saber cuántas amenazas potenciales existen.

-No estamos muy seguros.- Les dijo ese policía mirón que no paraba de recrearse la vista con ellas.- Quizás seis o siete…

-¿Han hecho alguna demanda?- Quiso saber Rei.-

-Sí, un autobús y no ser perseguidos. Dicen que llevarán rehenes y que los matarán si desobedecemos.- Les contestó el que estaba al frente de las patrullas policiales.-

 

            Las chicas se miraron de modo cómplice. Al parecer estaban pensando en algo. Entre tanto los muchachos llegaron al fin. Quisieron acercarse pero el dispositivo policial lo impedía. Tuvieron que llamar a las chicas para que Usagi les colase allí, pretextando que eran miembros de su grupo especial.

 

-¿Qué podemos hacer?- Quiso saber Mamoru.-

-Podríamos coordinar un ataque.- Respondió Ami calculando las probabilidades de acercarse, para declarar visiblemente inquietada.- Aunque lo veo bastante complicado. Hay demasiadas variables que escapan a nuestro control. Muchos inocentes podrían ser heridos o algo peor.

-Pues creo que Petz tiene razón, sería mejor que salieran.- Terció Rei escrutando en dirección hacia las cristaleras del banco.- Desde aquí pueden vernos perfectamente. Pero nosotros a ellos, no.

-Es verdad. - Asintió Usagi, que le comentó al policía al cargo. - ¿Sabe una cosa? Acepten sus demandas. No se preocupen. Nos ocuparemos de que no vayan muy lejos y que no dañen a personas inocentes. Pero ante todo hay que logran que salgan.

 

            Su interlocutor obedeció, aunque no parecía demasiado convencido. Enseguida se transmitió aquello a los atracadores. Éstos, con gran desconfianza, exigieron que el autobús estuviera sin nadie a bordo, con las puertas abiertas y aparcado de tal forma que pudieran acceder a él sin ser vistos. Parapetados por el de los francotiradores de la policía. Así se hizo. Al poco un grupo de cinco a seis de esos malhechores subieron llevando una cantidad similar de rehenes. Entonces los secuestradores sorprendieron de nuevo con otra petición, un coche provisto de radio para captar la frecuencia policial. Como el grupo de las guerreras pidió, los agentes de la ley complacieron nuevamente a esos delincuentes. Al fin, seguros de su éxito, estos arrancaban alejándose por la carretera.

 

-Espero que sepan lo que están haciendo. - Suspiró el agente de mayor rango. -

-Descuide, somos profesionales. - Le aseguró Minako esbozando una tímida sonrisa. -

-Ahora es tu turno, Zafiro. - Le indicó Usagi.- Sígueles volando.

 

            El muchacho asintió, se elevó por los cielos a gran velocidad para asombro de la policía y del resto de testigos, en tanto Minako sonreía otra vez con una expresión de circunstancias para declarar.

 

-Ya se lo dijimos, somos una unidad muy especial.

-Ahora chicas, usemos el tele portador.- Les indicó Rei al resto que asintieron. - En cuanto Zafiro nos informe de su posición…

 

Y pasaron casi treinta minutos hasta que recibieron una señal en sus comunicadores. Entonces las guerreras se dieron las manos, con Petz y Mamoru en el centro. Y tras concentrar el poder de sus respectivos planetas desaparecieron dejando aún más atónitos a los presentes.

 

-Bueno. ¡Y tan especiales que son! - Suspiró el policía que estaba al mando, comentando a sus igualmente perplejos compañeros. - A ver como explico esto en el informe…

           

            Las sailors por su parte reaparecieron junto a Zafiro, a unos cuantos metros de donde estaban aparcados esos vehículos. Junto a los mismos se ubicaba un gran hangar. Al poco vieron como esos atracadores obligaban a bajar a los rehenes.

 

-Podrían acabar con ellos ahora que se creen que están a salvo. - Susurró Petz, que aparecía en su identidad de Dama del Rayo. - Debemos intervenir deprisa.

-Sí, o quizás soltarles. Pero esto último lo dudo mucho por desgracia. - Suspiró Minako, añadiendo. - Cuando ayudaba a la policía en Inglaterra, la forma de actuar de esos tipos no era demasiado benevolente. Y supongo que los de aquí no serán muy distintos.

-Entonces debemos actuar antes de que hagan daño a esos inocentes. - Terció Ami, hablando en voz baja también. -

-Yo me muevo muy rápido. - Les comentó Zafiro. - Lo suficiente como para interponerme entre los rehenes y ellos, por si les disparan. Entre tanto vosotras podréis atacarles.

-Sí, y hagámoslo enseguida, porque, o mucho me equivoco o la policía ha instalado un sistema de seguimiento en el autobús.- Les indicó Ami, en tanto consultaba su mini portátil.- Podrían venir hacia aquí y si los atracadores les descubren esto iba a ponerse muy mal.

-Muy bien, en ese caso esto es lo que haremos…- Les comentó Mamoru.- Zafiro y yo nos ocuparemos de entretenerles…

-Vale, entre tanto nosotras...- Repuso Guerrero Luna, reuniendo en corrillo a las chicas para darles instrucciones. Preguntando a todas tras concluir. - ¿Comprendido?

 

            Las demás asintieron al unísono. Una vez dispuestos Zafiro fue el primero en comenzar la maniobra. Haciendo uso de su gran velocidad golpeó a dos delincuentes antes de que ninguno le viera, luego se colocó entre el grupo de rehenes y sus captores. Estos le apuntaron rápidamente con sus fusiles. Fue entonces cuando unas cuantas rosas les golpearon en las manos, haciéndoles perder el control de sus armas. Para cuando quisieron recobrarlas las chicas habían aparecido golpeando a esos tipejos sin contemplaciones. Hubo sin embargo dos que lograron apuntar a las sailors, aunque Júpiter usando su supremo Trueno, y la Dama del Rayo, con su propio ataque, eso sí ambas con mesura, les derribaron dejándoles inconscientes. Las dos chicas chocaron las palmas con alegría. Marte estaba quemando el trasero de otro que aullaba en dirección a un próximo charco de agua en el que se dejó caer. Minako había atado a un par con su cadena de amor. Usagi derribó a uno más con su Moon Tiara. Ami por su parte congeló a otro a la altura de los tobillos haciendo que se trastabillase y cayera antes de poder aferrar su arma. Cuando todo estuvo controlado, los hasta entonces rehenes vitorearon la intervención de ese grupo tan especial. Cortesía de Zafiro, los atracadores fueron atados con una gruesa cadena de hierro que encontraron dentro del hangar, al igual que un helicóptero que presumiblemente tenían listo para la fuga con cuantioso botín que escondían en el asiento trasero del coche, dinero y joyas…al poco y tal y como habían previsto, vieron llegar a los coches de policía.

 

- ¿Están ustedes bien? - Quiso saber Usagi interesándose por el estado de aquellas personas. -

-Sí, muchísimas gracias. - Sonrió una mujer de pelo castaño, vestida con un blazer, que rondaría la cincuentena. -

- ¡Nos han salvado, son ustedes increíbles!  - Añadió un tipo rechoncho y cuarentón, vestido con traje y corbata. -

-Para eso estamos. - Sonrió Rei visiblemente complacida para sentenciar. - Otra misión cumplida.

-Ahora les dejamos en buenas manos, la policía está al llegar. - Les informó Minako. -

 

            Y tras recibir unos encendidos aplausos de aquellas personas el grupo de las guerreras volvió a usar el sailor teleport, con Mamoru, Zafiro y Petz en medio. Desaparecieron tras concentrar sus energías y las de sus amigos para volver a materializarse en el bosquecillo del santuario Hikawa, como una de tantas veces. Una vez adoptaron sus ropas civiles fue Usagi la que exclamó con un brazo en alto.

 

- ¡Otro día más en la oficina, chicas! Y ha estado chupado.

-Pues yo estoy cansadísima. - Suspiró Minako. - Me voy a ir a casa a darme un largo baño de burbujas…

-Lo mismo digo. - Convino Makoto, recordando. - Que mañana toca madrugar…

-No ha estado mal. - Sonrió Petz afirmando. - Le estoy tomando gusto a ser una justiciera.

-Sí, sé que Bertie y Cooan continúan haciendo lo propio en América. - Le dijo Ami.-

-Una vez que se adquiere esta obligación es muy difícil dejarla. – Añadió Rei. -

-la maldad nunca descansa y es nuestro deber combatirla. - Agregó Mamoru. -

-Eso es algo que tenemos presente. ¿Verdad, cariño? - Repuso Zafiro sujetando por la cintura a su novia. -

 

            La aludida asintió. Finalmente, tras charlar un poco más y recibir la enhorabuena de todos por su compromiso, la pareja se marchó a casa. Sin embargo, la boda aun debería esperar. Pasaron algunos días y después semanas. No pudieron quejarse en cuanto a tener aventuras. Apareció un misterioso muchacho que resultó ser el hijo que Roy y Bertie tendrían. Vino desde el futuro para prevenirles de un terrible destino. Gracias al Cielo y al trabajo combinado de todos, las cosas salieron bien y evitaron aquello. A las pocas semanas fue la amenaza de un enorme meteoro la que reunió de nuevo a los amigos amén de hacerles conocer al hermano mayor de Roy. Pasó más tiempo y fueron Diamante y Esmeralda los que se las vieron con el señor Masters. Éste secuestró a la joven y el hermano de Zafiro tuvo que ir a liberarla, participando entre tanto en una especie de desafío del que finalmente salió triunfador. Pese a ello, esa especie de prueba no le sentó nada bien al príncipe. El millonario quiso disculparse, pero Diamante era inasequible a sus llamadas. Al fin el magnate trató de hablar con Zafiro para que le ayudase. Éste incluso había conversado anteriormente con su hermano para persuadirle de que se uniera a la Masters Corporation. Por fortuna todos los esfuerzos dieron su fruto, así como la intervención de una joven secretaria de Masters fue fundamental para que, al fin, el orgulloso príncipe aceptase. Al poco, tanto él como Esmeralda se casaron y después les tocó el turno a Zafiro y Petz. La ceremonia fue muy bonita. Tuvo lugar en Tokio, asistieron todos, excepto desgraciadamente Karaberasu que seguía ilocalizable. Pese a ello, su hermana mayor era feliz al haber cumplido el sueño de casarse con el amor de su vida. Ahora, tras la fiesta y el banquete, una vez a solas, pensaban en un destino para la Luna de Miel.

 

-Escucha, mi amor. - Le comentaba Zafiro, estando ambos tumbados en la cama. - Ian me ha dicho que nos regala un viaje con todos los gastos pagados a donde queramos ir.

- ¡Vaya!, es muy generoso. - Afirmó la joven, añadiendo divertida. - Tienes que ser muy buen empleado…

-Hago lo que puedo. - Repuso entre modesta y jovialmente él, para insistir. - Tú solamente dime a dónde deseas ir…

 

            La muchacha suspiró, girándose en la cama para quedar mirando a su esposo a los ojos, entonces sonrió y dijo.

 

-Con tal de estar a tu lado, cualquier parte que elijas me gustará.

 

            El muchacho entonces sonrió para comentar.

 

-Ian me envió también unas botellas de vino de Chile. Bastante buena cosecha, por cierto, me comentó mi hermano. Por curiosidad estuve indagando un poco sobre ese país. Tiene muchas cosas hermosas que ver. Y.… teniendo en cuenta que Diamante y Esmeralda están en Europa. Roy, Bertie, Tom y Cooan en América del Norte, y tú y yo vivimos en Asia. Pensé que podríamos ir a África. Por variar. Aunque luego hablé con Tom y me contó que la zona del Pacífico es un lugar muy hermoso. Me recomendó ir a un destino que estuviera por allí. Y al ver estas botellas…pues, he pensado que... ¿Por qué no vamos a América del Sur? Sería bonito desconcertar y perdernos por ahí tú y yo solos. ¿No crees?

 

            Petz asintió abrazándose a él ahora.

 

-Sí, mi hermana pequeña hablaba maravillas de su Luna de Miel en Hawái. Dice que le encantó viajar a esas islas. - Le contó su interlocutora a su vez. -

-Pues creo que podríamos comenzar por visitar la isla de Pascua. Y luego ir hacia el continente.- Le propuso su esposo.- ¿Qué te parece? Además, Tom también me comentó que existen muchos misterios por allí. Él es un apasionado de esas cosas.

-No es que quiera meterme a investigar nada. - Se sonrió Petz, agregando. - Bastante acción hemos tenido ya en nuestras vidas.

- ¡No te preocupes por eso! - Rio Zafiro, aseverando. - Te aseguro que solamente haremos turismo.

 

            Su esposa se rio de aquella ocurrencia, ya estaban comenzando a diseñar el viaje, aunque tuvieron que aguardar un poco. Diamante y Esmeralda acudieron a visitarles unos días, aprovechando tras la boda de Zafiro y Petz, para quedarse una semana en Japón. La ahora modelo y diseñadora tendría tiempo para pasar unos vestidos en Tokio y comprobar que tal iba la sucursal de la casa Deveraux. Encargo hecho por su jefa en persona. Diamante y ella quisieron también saludar a sus amigas las guerreras, a Mamoru y a los gatos. Pasados esos días, estaban a punto de irse, pero antes cenaron con sus anfitriones en casa de estos.

 

-Bueno, he reservado una botella de este vino que Ian nos envió. - Comentó Zafiro tras descorcharla. -

-Es un “Pinot Noir” - Alabó Diamante que era todo un entendido. - Es del valle del Bio - Bio. Muy al sur de Chile. Éste es uno de la gran reserva de mil novecientos noventa.  - Le explicó al resto. -

- ¡Sí que sabes de vinos! - Suspiró Petz atónita como los demás. -

-Para Diamante es uno de sus hobbies favoritos. De hecho, es que le encanta. - Se sonrió Esmeralda, sentenciando divertida ante el gesto torcido de su esposo. - Cuando Ian le mandó una caja de este vino, supe que por fin le había conquistado…

-No soy tan fácil de convencer. - Se defendió él sonriendo con cierto sarcasmo, sobre todo al agregar. - Y mucho menos para perdonarle según qué cosas a Masters. Aunque, en honor a la verdad, también le ayuda que me enviase unas cuantas botellas de Don Melchor…

-Lo importante hermano es que estamos juntos al fin. - Afirmó Zafiro cambiando ya de tema, para alivio de todos. - Decidnos, ¿vais a viajar por aquí en vuestra Luna de Miel?

-No, hemos decidido volver a París. - Le respondió Esmeralda, añadiendo. - Puede que vayamos a ver a Nephrite y a Amanda. Tengo ganas de ver Londres. Cuando Bertie y Roy estuvieron en su viaje de novios y luego fueron a visitarnos a París, nos hablaron muy bien de la ciudad. Tanto es así que le dijo a Diamante que aquel sitio le iba a encantar…

-Sí, y es cierto. Por una vez ese tarambana de Roy hablaba en serio. - Convino Diamante ahora con tono más distendido. - Nuestro amigo, el príncipe de los Cuatro Cielos, está encantado allí, puso una tienda de antigüedades y le va muy bien. Incluso tuvo un interesante caso por resolver, creo que así conoció a Amanda. - Informó a sus interlocutores. -

- ¡Claro!, ese enredo de diamantes que nos contó. - Creyó recordar Petz, de las últimas veces que el grupo se había reunido. -

-Bueno. - Terció su cuñada, para querer saber a su vez. - ¿Entonces vais a ir por fin a Chile?

-Queremos visitar algunos de los lugares de ese país, sí. - Repuso Zafiro que les contó, a grandes rasgos, algunas de las sugerencias que Tom les había dado. - Para empezar la Isla de Pascua.

-Debe de ser un lugar muy exótico. - Afirmó Esmeralda. -

-Eso esperamos. - Sonrió Petz.- Luego volveremos al continente para ver algunos sitios destacados de allí.

 

            Prosiguieron con la conversación y ya, de noche avanzada, los visitantes se despidieron deseándoles que disfrutasen de la Luna de Miel y haciendo votos por verse tras la misma para intercambiar anécdotas. Los siguientes días tanto Petz como Zafiro se ocuparon de dejar preparados todos los trámites, cerrar Otafukuya por vacaciones y hacer las maletas. Al fin, fueron al aeropuerto de Narita para tomar el avión. Tendrían que llegar primero a Santiago de Chile, y desde allí, tras la escala, ir al aeropuerto de Mataveri International para llegar a esa apartada isla. Serían muchas horas dado que la distancia era enorme. Aquel viaje iba para largo. Lo ocuparon rememorando viejas historias y anécdotas de Némesis y de las luchas contra los demonios.

 

-Desde luego, el bueno de Ian no ha reparado en gastos. - Declaró Petz totalmente desbordada. -

 

            Y es que el millonario había puesto un jet privado a su disposición. Zafiro se había quedado perplejo cuando se enteró. Solamente el combustible costaría una fortuna. Pero su jefe le aseguró que él y su esposa merecían lo mejor. De modo que, sentados en esos cómodos asientos de cuero, los recién casados contemplaban a través de las ventanillas como el suelo se alejaba en esa vertiginosa subida según despegaban…luego continuaron charlando. Aunque al cabo de unas horas, cerca de su destino, el aviso del piloto por el hilo interno de la aeronave llamó su atención.

 

-Parece que tendremos turbulencias. Les ruego que se sienten y se abrochen los cinturones, gracias…

 

            Así lo hicieron, fue Petz la que comentó no sin extrañeza.

 

- ¡Qué raro! Juraría que había luz diurna hace un momento. - Indicó mirando por la ventanilla hacia un horizonte de oscuridad total. -

-Quizás hayamos pasado algún huso horario en la rotación terrestre y estemos ahora en la zona nocturna. - Especuló Zafiro. -

-Sí, pudiera ser. - Convino su esposa. -

 

            En ese instante el avión comenzó a moverse violentamente, casi balanceándose. Los dos se sujetaron a los apoyabrazos de los asientos.

 

-Esto va a ser entretenido. - Comentó desenfadadamente él. -

-Espero que no demasiado. - Pudo replicar la muchacha. -

- ¿Estás bien? - Quiso saber su esposo. -

-Descuida, es mi hermana Cooan la que se marea. No yo. - Se sonrió ella añadiendo divertida. - Hace falta mucho más que esto para afectarme…

-Si yo te contara los entrenamientos a los que nos sometimos en el Rincón. ¡Esto no pasa de ser divertido a su lado! - Se rio el chico. -

 

            Al fin, tras unos segundos que parecieron horas, el avión salió de esas turbulencias y cosa curiosa, el sol lucía otra vez.

 

-Seguramente habremos pasado a través de alguna tormenta. - Supuso Zafiro sin darle ya más importancia. -

 

Tras la vuelta a la normalidad la pareja se olvidó pronto de aquello y departió un poco más. Al fin, aterrizaron. Al bajar un guía contratado les aguardaba. Parecía ser un chico joven, de pelo castaño.  Se dirigió a ellos en un más que correcto inglés.

 

-Bienvenidos a Rapa Nui, o “Tepito Ote Henua”, “el ombligo del mundo” como la llamamos aquí. - Les dijo con amabilidad. - Mi nombre es Nicolás Cantero. Seré su cicerone aquí y cuando ustedes retornen a la zona del continente.

-Eso sigue siendo de Chile. ¿Verdad? - Quiso asegurarse Zafiro. -

-Sí señor. Pertenecemos a la región de Valparaíso. - Repuso su interlocutor que, tomando una maleta de la pareja les ofreció solícitamente. - Síganme si son tan amables. Iremos al hotel y dejaremos su equipaje. Tienen tiempo de descansar y después partiremos cuando gusten a que les muestre algunas de las maravillas locales.

 

            Ambos asintieron agradecidos. El guía subió el equipaje y les invitó a abordar un turismo estacionado cerca. Él mismo se subió para conducir de camino al lugar en donde la pareja se alojaría por espacio de un par de días. Tiempo que iban a dedicar a visitar la isla. Lo cierto es que ese muchacho estaba asombrado. Aquellas personas debían de ser muy importantes como para que le hubiesen enviado nada menos que hasta la isla de Pascua para recibirles. Todo lo que él sabía era que anteayer su jefe le llamó a la oficina y le dio un pasaje de avión, y de los caros.

 

-Tienes que ir a ocuparte de atender a una pareja de recién casados. - Le informó para sorpresa del joven. - Les harás de guía por la isla de Pascua y después en el continente.

 

            La verdad, aquello era como si le hubiese tocado un premio de lotería. Ya tuvo mucha suerte al conocer a un compañero en la universidad con el que trabó amistad debido a su afición común por la geografía. Éste era de familia pudiente y conocía al dueño de la agencia de viajes que le empleó. Y al poco de ser recomendado por su amigo le llegaba esta oportunidad. ¡Fue un golpe de fortuna! Solo le fastidiaba el tener que separarse de la chica a la que quería durante el verano. Quizás así se podrían clarificar un poco las cosas. Salió de sus pensamientos cuando escuchó a esa mujer comentarle a su esposo.

 

-De modo que, dentro de dos días retornamos a la capital de Chile y después. ¿A dónde dices que vamos a ir?

-Bueno. - Repuso él consultando su folleto de viaje. - Hay muchas opciones, pero según la agencia alguien me recomendó…

 

Y sacando unas anotaciones impresas en una serie de mensajes de texto, leyó.

 

- “Bueno, pues, fíjate un recorrido fijo por las regiones de la Araucanía, los Ríos y los Lagos. En los Ríos está Valdivia, dónde hubo un gran terremoto. Podemos pasar también por la cuenca lacustre del Villarrica y el Llanquihue…

-No tengo ni idea de dónde podrá estar eso. - Dijo Petz.-

- ¡Ni yo! - Sonrió su esposo haciéndola reír a ella a su vez, en tanto afirmaba con entusiasmo, casi juvenil. - Iremos a la aventura… eso es mucho más emocionante. ¿No crees?

 

            Su pareja convino en ello. Para preguntarle a su guía.

 

-Perdona, tú que eres de aquí, ¿verdad? ¿Qué nos aconsejarías?...

El muchacho adoptó un aire pensativo y replicó, sin girar la cabeza dado que iba pendiente de la carretera, para contestar.

 

-Verán ustedes. Cuando vuelvan a Santiago les sugeriría que visitasen Temuco. De ahí a Villarrica-Pucón. Siguen a Valdivia, de ahí ruta a lago Llanquihue, Puerto Montt y terminen en Chiloé. Les aseguro que merecerá la pena.

 

            Sus interlocutores cruzaron sendas miradas de aprobación, No tenían ni idea de dónde estarían aquellos lugares, pero les gustaba la forma en la que ese joven les respondió. Fue realmente diligente a la hora de proveerles con información. Su tono además denotaba seguridad y mucho deseo de ser útil. Por fin llegaron al hotel y tal y como les sugiriese su cicerone se acomodaron, descansaron y se adecentaron un poco. Al cabo de unas cuatro horas ese joven vino a recogerles. Enseguida los llevó a ver las famosas cabezas.

 

-Hay más de novecientos moáis por toda la isla. - Les explicó Nicolás, agregando en tanto contemplaban algunos. - La mayoría de ellas fueron labradas en toba del cono volcánico “Rano Raraku”. El significado de los moáis es aún incierto, y hay varias teorías en torno a estas estatuas. La más común de ellas es que las estatuas fueron talladas por los habitantes polinesios de la isla, entre los siglos IX y XVI, como representaciones de antepasados difuntos, de manera que proyectaran su mana (poder sobrenatural) sobre sus descendientes.

-Vaya, es muy interesante. - Declaró Petz, quién tras las gafas de sol que llevaba no dejaba de observar esas enormes cabezas, para querer saber. - Miran todas hacia un sitio determinado, ¿verdad? Al menos eso creí escuchar una vez.

-Bueno. Debían situarse sobre los ahu, - repuso su guía para explicarles. - Una especie de plataformas ceremoniales, con sus rostros hacia el interior de la isla excepto los siete situados en el Ahu Akivi y un moái de cuatro manos señalizando el solsticio de invierno en el Ahu Huri A Urenga. Tras encajarles unos ojos de coral con pupila de obsidiana o roca volcánica roja, se convertían en el aringa ora, o el rostro vivo de un ancestro. (Datos de Wikipedia) …

-Son impresionantes desde luego. - Afirmó Zafiro. - Y tú te lo conoces todo muy bien.

-Gracias señor. Es parte de mi trabajo. - Adujo modestamente él. -

-No, pero, además de eso, se nota que es algo que te gusta. - Añadió Petz sonriéndole con aprobación. - Es bueno hacer el trabajo con pasión.

-Me gusta leer, sobre todo me encanta conocer cosas sobre otros lugares y países. - Declaró el joven no sin entusiasmo. -

-Te pareces a mis hermanas. - Dijo su interlocutora. - A ellas también les gusta viajar. A todas en realidad. Lo hemos hecho desde niñas.

-Vienen ustedes de muy lejos, ¿verdad? - Inquirió el muchacho. -

-No te puedes hacer una idea. - Sonrió Zafiro, de modo cómplice con su esposa. - De Japón. - Añadió al instante de modo cordial. -

- ¿Tú eres de por aquí? ¿De esta isla? - Quiso saber Petz.-

-No, señora. Vengo del continente, pero soy de la zona costera. Mis padres son pescadores, y abrieron un restaurante de comida artesanal del lugar.

- ¡Vaya! - Exclamó su contertulia. - Una buena amiga mía es aficionada a la cocina. Quiere montar una repostería.

- ¿Estudias? Si te lo puedo preguntar. - Terció Zafiro. -

-Sí señor, en la Universidad de la Frontera. Ingeniería… Aunque también me gustaría ayudar a la gente, hacer trabajo social.

- ¡No me lo puedo creer! – Exclamó su interlocutor, que enseguida le aclaró al muchacho. - Yo soy ingeniero. Trabajo para la Masters Corporation.

-Vaya, no oí hablar de esa empresa. - Repuso el muchacho que parecía sorprendido. -

-Es una gran multinacional – Le contó Zafiro para agregar. - Mi jefe es multimillonario…

 

            Su contertulio asintió. Quizás eso tuviera sentido. Por eso aquella pareja era tan bien considerada por la agencia. Desde luego que los gastos que sumaban simplemente los viajes a Pascua ya denotaban un gran poderío económico. Y la cosa no paraba ahí. Hotel de cinco estrellas y un tour realmente largo por Chile, que era un país para personas de alto poder adquisitivo. Por lo menos en el caso de las rutas probables de turismo que esos extranjeros deseaban tomar.

 

-Realmente este viaje de ustedes es muy costoso. - Admitió el muchacho, afirmando con admiración. - Deben de apreciarle mucho en su trabajo.

-Sí, no me puedo quejar. - Se sonrió Zafiro, confirmando así los pensamientos del chico. - Ya te digo que mi jefe es un tipo con dinero…

- ¡Algo de posibles tiene, sí! - Se rio Petz a su vez agarrándose de un brazo de su esposo. -

 

            Tras estas palabras su guía los llevó a ver algunas más y retornaron al hotel, sería ya media tarde, tras descansar asistieron a una representación del Sau Sau, el baile típico de la zona. Éste les recordó a ambos mucho los bailes hawaianos que Cooan y Tom dijeron haber visto en su luna de miel. Tras presenciar unas pocas de esas danzas hasta les invitaron a tratar de bailarlo y fue divertido ver a Zafiro decorado con una especie de tocado con plumas tratando de imitar los pasos y las posturas de aquello. Por su parte Petz estaba muy hermosa con unas guirnaldas que adornaban su pelo y una especie de falda de caña. Tras tomar parte en esa danza y pasar un rato muy entretenido, Nicolás les explicó.

 

-El Sau Sau es una danza de pareja suelta e independiente, que realiza sus evoluciones casi rozándose. Cuando intervienen varias parejas éstas no se mezclan. Manteniendo cada una su independencia respecto de las demás. Los movimientos del Sau-Sau son suaves, siendo ajeno al baile todo gesto brusco o expresión dura. Los movimientos principales son el de brazos y caderas. El brazo, la mano y los dedos forman un solo bloque cuyos movimientos semejan líneas suaves y ondulantes. Ambos brazos siguen movimientos libres y a veces la mujer insinúa peinarse el cabello. El movimiento de caderas es principalmente lateral, siendo el paso de poco avance y muy apegado al suelo. No hay grandes desplazamientos, bailándose más bien en el puesto y cada bailarín realiza giros individuales, teniendo como eje uno de los dos pies con el talón ligeramente levantado.

-Es una canción muy bonita. - Comentó Petz, quién, llena de curiosidad, preguntó. - ¿Qué significa la letra?

-La letra de esta canción está escrita en idioma polinésico antiguo. Nadie en la Isla de Pascua o como la llaman en su lengua, Rapa Nui o Te Pito o Te Henua, parece saber que significa, pero la canción fue transmitida de generación en generación. - Respondió su guía. - (Datos de youtube antoniofidel41)

 

Y tras pasar un rato más, anocheciendo ya, la pareja se despidió del guía y se fue a descansar. Al día siguiente tras desayunar y bañarse un poco en las cristalinas playas retornaron al hotel para reunirse nuevamente con Nicolás que los llevó al aeropuerto. Estaban listos para volver a Santiago de Chile, la capital. El vuelo duró algunas horas. Las aprovecharon para conversar un poco más con aquel chico que les había caído muy simpático a los dos. Fue precisamente él quién les comentó de modo prudente y cordial.

 

-Se les ve muy dichosos juntos. Si no es indiscreción. ¿Hace mucho que se conocen?...

-Lo somos. - Afirmó Zafiro que pasó un brazo por los hombros de su esposa que se sentaba a su derecha. Atrayéndola hacia sí. - Y podrías decir que nos conocemos hace siglos, ja, ja…

- ¿Y tú? ¿Tienes a alguien esperándote? - Si te lo puedo preguntar. - Inquirió Petz.-

-Bueno, sí… podría decirlo de ese modo. - Repuso el muchacho con tono algo apurado, declarando. - Tengo una amiga…

- ¿Amiga? - Inquirió su contertulia. -

-Es algo complicado, - pudo decir él, eligiendo con cuidado sus palabras, para añadir. - Hace años que nos conocemos, desde la secundaria. Pero…bueno, no acabamos de ser pareja.

- ¿Tienes alguna foto de ella? Si no lo juzgas como demasiado personal. - Comentó Petz.-

-Claro. - Sonrió tenuemente el joven. - Miren, tengo una en mi billetera.

 

            Y sacando una cartera Nicolás les mostró la foto de una chica de larga cabellera morena, era atractiva, veinteañera quizás, como el joven. Esbozaba una ligera sonrisa, casi como si estuviera avergonzada ante la cámara. Aunque sus ojos de color azabache daban la impresión de contener una fuerte personalidad.

 

-Es muy guapa. - Valoró Zafiro pasándole la foto a su mujer. - Me recuerda a…

- ¿Rei? - Le susurró su esposa, a lo que él asintió. -

-Tiene un aire muy similar, en su pelo y en esa mirada. - Comentó su marido. -

- ¿Cómo se llama? - Quiso saber ella. -

-Rosario…-fue la tímida réplica del interpelado. - La extraño mucho, ¿saben?...

- ¿Habéis tenido alguna riña? - Le preguntó Petz.-

-No, no es eso. Aunque ella tiene su carácter. - Comentó el chico. -

- ¡Todas lo tienen! - Se rio Zafiro ganándose ahora un coscorrón, aunque cariñoso, de su esposa. - ¡Au! Ya empiezas a parecerte a tu hermana Bertie con Roy. - Protestó cómicamente él. -

-Más bien diría yo que eres tú quién empieza a parecerse a ese alocado cuñado nuestro. - Repuso su mujer, eso sí, con una sonrisa añadiendo ahora para dirigirse al chico. - Seguramente que ella también te echará de menos a ti.

 

            Nicolás se sonrió, esa pareja era agradable. Se percibía que eran dos buenas personas y por algún motivo que no llegaba del todo a comprender, se veía proclive a contarles cosas de su vida personal que, desde luego, no solía compartir casi con nadie. Al menos, no con desconocidos.

 

-Son ustedes muy amables. - Declaró. -

-Si podemos ayudarte, al menos con un consejo. Te diría que es importante ganarte a sus padres. - Le dijo Petz creyendo que aquello podría tener algo que ver, pudiera ser que ellos no viesen bien esa relación. - Viendo cómo eres no te costará demasiado hacerlo.

-Desgraciadamente los padres de ella murieron en un accidente de tránsito. - Les desveló dejándoles atónitos y apenados. - Puede que eso la haya influido en su manera de ser.

-Lo siento muchísimo. - Se disculpó su interlocutora. - No quise…

-No es culpa de usted. No podía saberlo. - La animó el muchacho, que les contó a ambos. - Vive con sus abuelos, aunque ellos ya están muy mayores. Es una chica estupenda. De verdad, solo que a veces, no sé. Es como si tuviera miedo de que estuviésemos juntos.

 

            Zafiro y Petz se miraron. Podían comprender a ese chico y también a aquella muchacha. Eso incluso les recordaba en parte a su propia historia. Así le contó él a ese joven. Adaptando no obstante su relato.

 

-Verás. Nosotros también estuvimos separados mucho tiempo.  Aunque próximos era como si un mundo entero se interpusiera. Problemas en nuestras familias. Otras cosas…

-Así era. - Convino Petz, acudiendo en ayuda de su esposo para completar esa narración. - Yo creía que mi marido era inalcanzable. Y luego el destino nos separó. Fue muy doloroso, pero gracias a Dios volvió a unirnos y esta vez no dejamos pasar la oportunidad.

-Al principio yo ni imaginaba lo que mi esposa sentía hacia mí. - Se lamentó Zafiro. - Luego, cuando pude descubrirlo fue tarde. Pero se nos concedió una nueva ocasión para enmendar aquello. Hazme caso, Nicolás. Si quieres a esa chica tienes que decírselo.

-Se lo he dicho muchas veces, pero es como si ella no lo creyera o, no sé… en ocasiones pienso que le pasa como a usted, señora… Quiero decir. - Trató de explicarse con semblante preocupado. - Me da miedo que me considere algo lejano o inasequible…cuando yo no soy así en absoluto.

 

            Su interlocutora le escuchó con amable atención y asintió. Podía comprender eso demasiado bien.

 

-Escucha. - Le pidió ella con amabilidad. - Si hay algo que he aprendido en estos años es a ser sincera y a no dejar escapar a la gente a la que de verdad quiero. Debes ser paciente, pero persistir. Tampoco la agobies, dado que puede que necesite su espacio. Sin embargo, que vea que estás ahí y que crees en ella. Mira, haremos una cosa. Tengo una tienda de cosméticos, te daré la dirección. Escríbeme y tan pronto estemos de vuelta en Tokio te mandaré un set de belleza y unas cremas de las mejores.

-Pero, eso será muy caro. - Se sorprendió él, alegando apuradamente. - No creo que lo pueda pagar.

-Nadie ha dicho que vaya a cobrarte nada. –Le sonrió amablemente Petz.- Considéralo un regalo de alguien que sabe lo que sentís.

-Espero que ella no lo tome a mal. - Sonrió el chico con azoramiento y ante la cara de sorpresa de la pareja por sus palabras, se apresuró a matizar. - Si le regalo cremas de belleza no quiero que me acuse de no verla hermosa.

-Te puedo asegurar que no lo hará. - Aseveró su interlocutora, que le dijo animosamente. - Yo misma le escribiré una dedicatoria. Es algo entre mujeres, déjamelo a mí…Ya sabré lo que decirle…

 

El joven asintió agradecido, prosiguieron conversando de algunas cosas más y finalmente el avión tomó tierra. Tras llegar a Santiago se encaminaron a la siguiente etapa de su viaje.

 

-Pues ahora nos toca decidir. - Le comentó Zafiro a su esposa. - Tenemos varias alternativas y todas muy interesantes. La verdad es que este país es muy grande y hermoso. ¿A dónde iremos en primer lugar?

-Me gusta tener donde poder elegir. - Declaró Petz con una sonrisa para dirigirse a su guía. - ¿Qué nos aconsejas Nicolás?

-Bueno, creo que sería conveniente seguir el itinerario fijado. - Contestó el chico mostrando una lista con aquel recorrido turístico que ya les aconsejase en la Isla de Pascua. - Primero vayan a descansar. Mañana habría que partir.

 

            El matrimonio aceptó esa cabal sugerencia y eso hizo. Durmieron bien y al día siguiente estaban frescos y dispuestos a retomar su viaje. Por su parte Petz no olvidó su promesa y aprovechó el tiempo que tenían hasta reunirse con Nicolás para escribir esa nota a la “amiga” de éste y tratar de llamar a su cuñada Esmeralda. Sin embargo, no pudo charlar con ella, no recibía señal. Lástima, hubiese querido consultarla una cosa. Aun así, terminó de redactar aquella carta

 

          A la atención de la señorita Rosario…

 

Querida amiga, no me conoces, pero yo sí que he oído hablar de ti. Perdona que sea tan directa y me tome quizás excesivas confianzas en algo que no es de mi incumbencia. Sin embargo, este joven, Nicolás, al que mi esposo y yo hemos conocido por ser el guía de nuestro viaje de Luna de Miel, te tiene en muy alta estima. Tanta que ha llegado a confiarme el temor que le asalta en ocasiones. Espera ser merecedor de tu afecto y piensa en ti casi a cada hora del día. Como pago por su amabilidad y su buen trato le he prometido enviarle una colección de cremas de belleza de las que vendo en mi tienda, allá en Japón, para ti. Te ruego que no tomes esto por ningún tipo de insinuación malintencionada. Sabes como yo que a las mujeres nos gusta vernos hermosas y que debemos cuidarnos. Mi propia cuñada, mis hermanas y yo misma, utilizamos estas cremas y puedo asegurarte que son magníficas para limpiar, refrescar y afirmar la piel. A tu edad sin duda no te hacen ninguna falta, pero nunca viene mal darse un capricho de vez en cuando y comenzar a invertir en una misma. Porque seguro que tú lo vales. Por cierto, mi cuñada trabaja en la firma Deveraux como modelo y diseñadora y, si estás interesada en la moda, no tengo dudas de que ella estaría encantada en hacerte un precio muy especial en el vestido que más te agrade de su nueva línea. Tómalo como un gesto de solidaridad de una mujer que comprende perfectamente lo que sientes, dado que pasó por eso mismo hace ya algún tiempo. Agradeciendo tu atención y tu amabilidad por leer estas líneas me despido.

Sinceramente tuya.

                                                                          Petz Lassart.

 

            Tras esto firmó la misiva, la metió en un sobre que selló y aguardó hasta poder entregársela al joven. Una vez lo hizo le pidió que confiase en ella y se la entregase a esa muchacha sin leerla antes.

 

-Lo haré. - Convino Nicolás. -

-Entonces ya podemos irnos a recorrer esta parte de tu país. - Sonrió Petz con el asentimiento de su esposo. -

 

            Y se pusieron en marcha rumbo a la primera de las paradas de su itinerario. Temuco, la capital de la región de la Araucanía, que distaba casi setecientos kilómetros de la capital. El grupo tomó un vuelo. Durante el mismo, Nicolás les fue explicando ayudándose de un libro que llevaba.

 

-De las cosas más destacables que ver tenemos el Cerro Ñielol, un atractivo natural que guarda especies nativas que está en medio de la ciudad como un gran e imponente pulmón. También el Museo Nacional Ferroviario Pablo Neruda, es no sólo un lugar donde se guardan antiguas locomotoras y carros, además es un tributo a la tradición y el momento de esplendor ferroviario del sur de Chile y es una ventana a las artes visuales de alto nivel, ya que en su galería de arte se han exhibidos importantes colecciones.

-Suena interesante. - Convino Zafiro para querer saber. - ¿Qué más cosas hay?

-Otro de los paseos imprescindibles es visitar en pleno centro el Mercado Modelo. Es un hermoso patrimonio de la ciudad y un lugar donde se puede encontrar la mejor comida criolla y una gran variedad de artesanía mapuche.

- ¿Mapuches? - Inquirió Petz.-

- Sí, el pueblo originario de estas tierras, con una fuerte presencia en la ciudad y la región. En la Avenida Alemania está el Museo Regional, un sitio que guarda una importante colección etnográfica de ellos. - La informó Nicolás. - Además, la ciudad en sí está a medio camino entre el Océano Pacífico y la Cordillera de los Andes.

-Suena espectacular. - Declaró Zafiro. -

 

            Así trascurrieron los poco más de cuarenta minutos del vuelo, al desembarcar al fin y tomar un taxi el grupo se dirigió a un hotel y de allí salieron ya a recorrer la ciudad. Fueron a aquellos sitios que su guía les indicase. A solamente siete cuadras de la Plaza de Armas de Temuco se encontraba el Monumento Natural Cerro Ñielol, la única área silvestre protegida de Chile en el radio urbano de una ciudad. Disfrutaron de sus bosques de peumos, boldos, olivillos, robles, laureles y ulmos.

 

- ¡Qué flores tan preciosas! –Exclamó Petz sacando fotos de ellas. - A Makoto-chan le encantaría estar aquí. ¡Ojalá pudiera llevarle algunas!

 

            La mujer tomó cuantiosas instantáneas de unas bellas enredaderas plagadas de flores de tonos entre carmesíes y violáceos. Incluso pudo adornarse el pelo con alguna flor. Pero no podía arrancar más dado que era zona protegida. Más tarde dedicaron su atención al Museo Regional de Temuco, ubicado en una antigua casona colonial declarada monumento histórico nacional. Pudiendo ver más de tres mil objetos que comprendían colecciones pictóricas, fotográficas y arqueológicas de la Araucanía. Tras recorrer aquello llegó la noche y se decidieron a ir a cenar. Nicolás se disculpó puesto que deseaba llamar a su chica.

 

-Espero que mi polola esté en casa. - Le comentó a la pareja que se quedó mirándole sorprendida. -

-Po… ¿Qué? - Inquirió Zafiro. -

- Polola, es como llamamos acá a las novias, como ustedes dirían. - Les aclaró el muchacho. - Aunque no sé si le gustaría mucho que me refiriese a ella así. - Musitó casi para él mismo. -

- ¿Decías? - Inquirió Zafiro. -

- ¡No, no fue nada! Que ahora iré a ver si está- Sonrió algo apuradamente el chico. -

-Muy bien, no te preocupes, aquí estaremos. - Le dijo amablemente Petz.-

 

            El chico se alejó tras despedirse. La pareja quedó entonces charlando, sentados en un local de la Avenida Alemania. Recordaron como su joven guía les había referido con detalle una buena descripción de esos alrededores. Fue al llegar a esa avenida cuando les comentó.

 

-Esta es la calle más bonita de la ciudad. Al menos para mi gusto.

 

            El grupo había pasado antes cerca de un hospital, el Hernán Henríquez. Dónde Nicolás les comentó que uno de sus conocidos trabajaba. Después, en la plaza más cercana, les señaló una estatua, la de un tal Dagoberto Godoy.

 

-Fue el primer aviador que cruzó la cordillera de los Alpes, en mil novecientos dieciocho. Aun hoy día tiene descendientes muy importantes por acá. - Explicó el chico. -

 

El matrimonio iba observando aquello en tanto escuchaba con interés aquellas explicaciones.

 

-Y allí al frente tienen la facultad del hospital de medicina de la Frontera. - Les comentó su joven cicerone. -

 

            Continuaron el recorrido pasando por una bella iglesia, la de San Francisco, cuyo año de construcción era mil novecientos veintiséis.

 

-Al frente está el campus de la universidad católica. - Les informó Nicolás. - Y allí el museo araucano. Si seguimos en esta dirección encontraremos todos los pubs de la zona. Y el centro comercial. El Portal Temuco.

 

Y tras caminar hasta allí, y volverse luego hacia la zona de locales de copas, en tanto aguardaban a Nico, fue Zafiro quién comentó.

 

-Me pareció ver antes unas flores de jazmín por aquí cerca. Ya se lo diré a Diamante. Son sus flores preferidas, y las mías.

-Podemos recordar esta calle como la avenida del Jazmín. - Sonrió su esposa. - Aunque no se llame así.

-Me agrada mucho estar aquí sentado, disfrutando de todo esto, sin tener que ir a trabajar o a luchar contra ninguna amenaza. - Declaró él que añadió incluso contento de que así fuera. - De hecho, me encanta comportarme como una persona normal, sin utilizar poderes ni habilidades especiales.

-Sí, lo mismo digo. - Convino su interlocutora que, algo pensativa, comentó. - Desde luego que me parece como un sueño. Este lugar es encantador y a vece siento como si realmente estuviéramos soñando.

-Es curioso, me sucede lo mismo. - Comentó pensativamente Zafiro quien enseguida agregó con un talante más despreocupado. - Eso significa que somos tan felices que no podemos dar crédito.

 

            Su esposa asintió sonriendo. Prosiguieron la conversación unos minutos más y al cabo de casi media hora Nicolás reapareció, pero no vino solo. Una joven de largo pelo moreno le seguía. Algo tímidamente se quedó atrás un par de metros en tanto el chico se aproximaba a la pareja.

 

-Lamento haber tardado, es que…verán…

 

            Y haciendo un ademán con la mirada les indicó la presencia de aquella joven. Para presentarla, en tanto la aludida se aproximaba con patente vergüenza.

 

-Ésta es Rosario…


         La joven apenas era capaz de mirar a esos dos extraños, recordaba hacía tan solo una media hora, cuando Nicolás la llamó proponiéndola el citarse en la avenida Alemania. Ella no estaba demasiado dispuesta, pero tampoco quiso dejar pasar la ocasión. Además, el chico dijo que tenía una cosa importante que entregarle. De modo que, más impulsada por la curiosidad incluso que por su atracción hacia él ella aceptó. En cuanto se vieron le entregó esa carta.

 

- ¿Y esto qué es? – Inquirió mirándole entre sorprendida y algo desconfiada. -

-Tú ábrela y lee. – Se limitó a replicar su interlocutor, no sin cierto tonillo de misterio que a la joven le resultó incluso malicioso. -

 

La muchacha obedeció quedándose atónita. Desde luego que por los cambios que hubo de mostrar su gesto Nicolás estaría leyendo a su vez en ella. Al poco de terminar, guardó unos instantes de incómodo silencio y luego miró a su contertulio para reprenderlo.

 

- Y tú, ¿cómo es que vas contando nada sobre mí a unos extraños? ¿eh?

 

Aquello tomó a Nico algo de improviso, apenas sí se echó algo para atrás y mostró las palmas de ambas manos a la chica para responder.

 

-No te enfades. Lo hice con la mejor intención. Además, son dos muy buenas personas. - ¿Dos? - Inquirió la joven todavía con una mirada reprobatoria. - ¿Cómo que dos?

-Sí, la mujer que escribió la carta y su esposo. Están aquí los dos, en ésta misma avenida, en un pub.- Le explicó él. -

-Ni sueñes que voy a ir para allá, sería de lo más embarazoso. ¡Vaya plancha! - Sentenció la chica dándole la espalda. -

-Pero no lo tomes así, por favor. - Le pidió su interlocutor. - Te aseguro que son muy agradables. Sobre todo, Petz ha sido muy amable, al menos ve a agradecerle…

 

Rosario volvió a mirarle, suspiró elevando la vista al cielo nocturno ya. Apenas movió la cabeza pudo decir con resignación e incluso algo de malestar.

 

-No me queda otra. Se me vería muy maleducada si no lo hiciera.

 

El chico se alegró al oír aquello y pareció aliviarse también. De modo que allí estaba, parada como un poste y mirando de hito en hito a esa pareja de extraños que la observaban ahora con una sonrisa afable. Aunque la muchacha se sentía como una tonta cuando declaró.

 

-Rosario Carolina Herrera. Mucho gusto en conocerlos. ¿Cómo están?

-Soy Petz Lassart y él es mi esposo Zafiro. - Repuso esa mujer quién enseguida comentó hasta diríase que divertida. - Lo de Carolina Herrera me es muy familiar.

-Bueno. - Pudo replicar la chica con cierto rubor. - Algunas veces mis amigas me dicen en broma que si soy familia de la empresaria.

-Encantados de conocerte. - Terció Zafiro que se levantó gentilmente ofreciéndole una silla a la chica. - Por favor, acompañadnos. Íbamos a cenar algo.

-No quisiera entrometerme. - Musitó Rosario, que se sentía envarada y algo nerviosa, no gustaba de relacionarse de ese modo tan repentino, pero no deseaba tampoco ser descortés. – Bueno, quizás ustedes desean pasar tranquilos la velada.

-Te aseguro que es un placer compartirla con vosotros. Nicolás es un joven muy amable y nos está haciendo de guía por vuestro hermoso país. Nos sentimos agradecidos y él nos habló de ti. Veo que no exageró. Eres una joven realmente agradable. Además, hablas el inglés muy bien. - La halagó Petz.-

 

La chica se revolvía nerviosa en la silla, no quiso enfrentar la mirada de su interlocutora, limitándose a sonreír un poco. Tampoco estaba acostumbrada a esa catarata de elogios. Es más, no le gustaba que fuesen tan directos con ella, quizás no terminaba de creerse esas palabras. No se veía a sí misma como alguien que valiera tanto como esa mujer daba a entender. Aunque quizás su interlocutora pudo pese a todo percatarse de aquello y sonrió amablemente para añadir.

 

-Te ruego que me disculpes si estimas que he sido demasiado directa. Es un defecto mío de carácter.

 

Zafiro aprovechó un instante de silencio para ofrecerse a ir a por algo de beber, Nicolás se apresuró a secundarle.

 

- ¿Qué desean tomar? - Inquirió el chico. -

- Para mí un jugo solamente. - Repuso tímidamente Rosario. -

-Tráeme un té de rosas, si es que tienen – Solicitó Petz.- Si no hay, pues una cerveza. - Añadió. -

-Vale. Preguntaré también que tienen de comer. - Contestó su esposo. -

 

Y los dos hombres entraron al pub. Sentadas fuera quedaron ellas. Nicolás suspiró comentándole a Zafiro.

 

-Espero que todo vaya bien. Rosario casi me mata. Es algo vergonzosa con los extraños y esto le ha parecido una especie de encerrona.

-No te preocupes. - Le sonrió animosamente su interlocutor. - Mi esposa tiene tres hermanas pequeñas y sabe hablar con la gente. Trabaja de cara al público.

 

Con esa esperanza el joven asintió. Tras eso se dirigieron a la barra del pub. Entre tanto, y tras un embarazoso silencio de unos segundos, fue Rosario la que se atrevió a sacar un tema. Más que nada por cortesía.

 

- ¿Cómo se decidieron a venir aquí de viaje de novios?

- Vimos que era un lugar precioso. - Le contestó Petz.- Mi hermana pequeña y su marido nos hablaron muy bien de esta parte del mundo. Aunque ellos no han venido.

-Celebro que les guste. - Comentó su interlocutora. -

-Bueno, ¿y tú?... Si no es indiscreción. ¿Estudias?...

-Sí, trabajo social. - Respondió la interpelada. - Deseo ayudar a las personas.

-Eso es muy bonito. - Valoró su contertulia asintiendo con aprobación. -

-Me apena mucho ver a la gente sufrir. - Pudo decir ahora esa jovencita con tono más entristecido. - Quiero hacer lo que pueda por auxiliar a las personas que lo necesiten…

 

Petz la observó con patente simpatía. Desde luego ese carácter le recordaba al de sus queridas amigas guerreras. Enseguida comentó con tono de complicidad.

 

-Mis mejores amigas se parecen mucho a ti en eso. Tratando siempre de ayudar a los demás. Sois un tipo de personas admirable. Por mi parte intento hacer lo mismo, pero ellas me superan en dedicación.

-Sobre todo, ayudar a personas en riesgo social es algo que me llama mucho la atención. - Le reveló la muchacha que parecía irse sintiendo más cómoda en tanto agregaba. - Hay mucho por hacer. Se debería dotar de más presupuesto y tomar medidas más orientadas a la educación… -Mis dos hermanas menores son maestras, seguro que coincidirían contigo en eso. - Afirmó su contertulia. -

-Y la sanidad y las campañas de prevención de enfermedades también son cosas muy importantes en mi opinión. - Añadió la muchacha. -

 

Petz sonreía dejando que su joven interlocutora se explayase. Aquella era su pasión, sin duda alguna, había ido poco a poco superando esa timidez inicial y ahora era casi una catarata de sugerencias, medidas que tomaría y cosas que haría para mejorar la vida de casi todo el mundo a su alrededor. Al fin, le dijo.

 

-El jefe de mi esposo es un hombre muy rico. También ayuda a la gente con donaciones y fundaciones. Y la jefa de mi cuñada…bueno. Es una mujer famosa y que también aporta lo que puede para causas sociales. El caso es que, precisamente cerca de aquí, estaba planeando poner una tienda.

 

Ante la mirada de su interlocutora Petz se sonrió recordando la llamada que hizo a París, antes de irse de viaje.

 

-Hola Esmeralda, ¿Qué tal por la Ciudad de la Luz? - Saludó a su cuñada y amiga. -

-De lo más liado. - Replicó ésta. - Acabamos de pasar una colección. ¿Y vosotros qué tal lo estáis pasando en vuestro viaje? - Quiso saber con tono lleno de interés. -

-Todavía no hemos partido, aunque quería preguntarte algo. - Repuso su contertulia. - Comentó a su contertulia - ¿No me comentaste que tu jefa quería expandir la franquicia Deveraux por Hispanoamérica?

-Algo de eso entendí. - Replicó su interlocutora deseando saber por su parte. - ¿Después de visitar la isla de Pascua a dónde ibais a ir?...

-A una zona llamada Temuco, en Chile. - Le indicó la aludida. -

-Vaya. Uno de los lugares a considerar era precisamente el país en el que estáis ahora. - Le contó la modelo. - Lo más seguro es que abramos unas cuantas franquicias por allí.

 

            Al oír aquello su contertulia se alegró. Enseguida pasó a proponer.

 

-Podrías aconsejar a tu jefa que la pusiera en esta parte del país.

-No sé. - Dudó Esmeralda. - Si no es un lugar populoso y concurrido, no pienso que tenga atractivo comercial. Y no creo que a Madame Deveraux le guste que yo, una novata, empiece a decirle dónde debe de emplazar sus tiendas.

 

            Petz lo comprendía, su cuñada estaba labrándose una muy buena reputación, primero como modelo y más tarde comenzando a diseñar para esa prestigiosa firma. Simplemente se limitó a pedirle.

 

-Bueno, tú haz lo que puedas.

-Lo intentaré. - Le aseguró Esmeralda para indicar. - De todos modos, si te enteras de alguna buena posibilidad de negocio por allí, veremos que se puede hacer.

-Ya te contaré. - Repuso su interlocutora para despedirse. -

 

Ahora saliendo de esos recuerdos le comentó aquella conversación a su interlocutora. La muchacha la observó con gesto pensativo.

 

- ¿Una tienda? - Inquirió Rosario. -

-Sí, una boutique de moda. No sé si la ubicarán aquí, pero por si acaso, si estuvieras interesada en trabajar, podrías mandar tu currículum. - La aconsejó a su contertulia. -

-Quizás. - Afirmó la chica, que parecía algo dubitativa, alegando. - Trato de ganar algo de dinero y de estudiar a un tiempo, pero es difícil.

-Me sigues recordando mucho a mis hermanas menores. - Sonrió ahora Petz.- Ellas hacían lo mismo y se esforzaron mucho. Pero al fin cumplieron sus sueños. Por eso mismo te animo a que seas persistente y tenaz. Seguro que tú harás lo mismo.

-Muchas gracias. - Pudo sonreír esa muchacha a su vez, más animada. -

 

En ese instante llegaron los hombres. Traían la carta y las bebidas. Para comer les sirvieron una cosa llamada chorrillana. Una receta al parecer típica de allí. Consistente en un plato de papas fritas en el que se mezclan distintos tipos de carne, vienesas y otros elementos como huevos o cebolla frita, se le agrega aliños y sal.

 

-Vaya. Esto debe de tener bastante colesterol. - Comentó Petz observando aquel enorme plato que le habían servido. -

-Ya lo quemaremos esta noche. - Replicó su marido que, al percatarse de las miradas entre atónitas y ruborizadas del resto, se sonrió para añadir de inmediato. - Bueno, quiero decir, en el paseo que demos después…

 

            Así trascurrió la velada, con algunos temas más de conversación. Finalmente se despidieron de esa joven pareja. Quedarían con Nicolás para proseguir al día siguiente con el viaje. Por su parte los esposos fueron al hotel, de camino conversaron sobre esa interesante noche.  

 

- ¿Qué opinas de esa muchacha, Zafiro? - Quiso saber ella. -

-Parece una chica bastante amable, aunque algo tímida. Quizás le falte algo de confianza en sí misma. - Valoró él. -

-Eso mismo pensé yo, pero cuando comenzó a hablar sobre lo que le gustaría hacer fue perdiendo el miedo. - Afirmó su esposa, para opinar. - Creo que Nicolás tiene razón, Rosario vale mucho, pero me da la impresión de que ella no lo cree así. Es una lástima.

 

            Su marido asintió. Llegaron a su habitación y no tardaron mucho en acostarse, aunque por mor de otras interesantes actividades conyugales, dormirse les llevó algo más de tiempo. A la mañana siguiente, estaban prestos a proseguir el viaje. Fueron al punto indicado para reunirse con su guía. El joven ya les aguardaba y al verlos llegar esbozó una sonrisa.

 

- ¿Qué tal ayer con Rosario? - Se interesó Petz.-

-Ustedes le resultaron muy simpáticos. - Respondió el joven. - Y no crean que dice eso de todo el mundo. - Remachó queriendo constatar aquello con patente énfasis. -

-Me alegro mucho. A nosotros también nos pareció que era una chica estupenda. - Declaró Zafiro. -

 

Y así charlaron en su camino hacia Villarrica y Pucón, éste último pueblo más cercano al volcán y destino de turismo internacional, según les comentó Nicolás. Admiraron aquel volcán a cierta distancia. Sobre todo, la parte blanca de su glaciar cercano a la cima.  De noche les contaron que sobre el volcán podía verse un punto naranja en el cielo. Era el reflejo de su lava. Los dos paseaban por un camino turístico y aprovechando que su guía estaba a unos metros más atrás, Petz incluso llegó a comentarle a su esposo, no sin cierto resquemor.

 

-Esperemos que no decida despertarse ahora.

-Bueno, sí lo hiciera quizás con una onda de energía pudiera solucionar algo. - Comentó él. -

- ¿Tú crees que eso serviría? - Inquirió su incrédula mujer. -

-Según me contase el maestro Son Goku, a él una vez le pasó algo similar. Y con la Ola Kame ha me ha, logró al menos desviar el curso de la lava. Aunque tienes razón. Mejor no tener que averiguarlo. - Remachó sonriendo con cara de circunstancias. -

 

            En ese que Nico se acercó, y tras hojear un libro del lugar les informó.

 

-Al parecer la última erupción importante se produjo el treinta de octubre de mil novecientos ochenta y cuatro. Comenzó una nueva erupción, del tipo estromboliana, que incluyó dos ríos de lava, pero no causó víctimas ni destrucción de bienes. El seis de diciembre de dicho año, una segunda erupción hizo que la lava escurriera al estero Correntoso. Desde entonces, el cráter ha permanecido abierto, mostrando esporádicamente un pozo de lava activo en su interior… (Wikipedia)

-La verdad es que es hermoso, a la par que peligroso. - Tuvo que admitir Zafiro. -

 

Concluyeron esa visita y continuaron viaje hacia la región de los Lagos en la provincia de Valdivia y su capital homónima. Al llegar allí Zafiro quiso llamar a su hermano, pero fue imposible la comunicación. Ese número no aparecía.

 

- ¡Qué extraño! – Se dijo el chico comentando. - Aquí debería existir cobertura suficiente para hacer llamadas. -

- ¡Vaya!, tiene un celular realmente moderno. - Se sorprendió Nicolás. - Los de aquí casi semejan ladrillos.

- ¿Te gusta? - Quiso saber Zafiro. -

 

            Su interlocutor asintió. Así era, el muchacho se maravillaba del pequeño tamaño de aquel teléfono que la Masters Corporation había construido, utilizando, entre otras, las aportaciones de Zafiro basadas en la tecnología del siglo treinta, aunque claro, eso no se podía contar.

 

-Es un modelo experimental. - Discurrió, Zafiro, lo que era rigurosamente cierto por otra parte. -

-Bueno, ya intentaré llamar a mis hermanas más tarde. - Intervino Petz.-

 

            Y una vez más, su infatigable guía les proveyó con datos sobre el lugar, extraídos de sus anotaciones y de algunos libros.

 

-Valdivia. Fundada en mil quinientos cincuenta y dos por el conquistador español Pedro de Valdivia, bajo el nombre de «Santa María la Blanca de Valdivia», es la cuarta ciudad más antigua del país, después de Santiago, La Serena y Concepción. Durante el Chile colonial, se la consideraba «la llave del mar del sur», porque era un enclave estratégico para el acceso al océano Pacífico. A raíz de eso se construyó un conjunto de fortificaciones que la protegían de ataques enemigos o de los indígenas de la zona. Integra junto con las comunas de Corral, Lanco, Máfil y Mariquina el Distrito Electoral N° 53 y pertenece a la Circunscripción Senatorial 14ª. La Perla del Sur (Wikipedia)

 

-Es una hermosa ciudad. Con un río muy bonito. - Valoró Petz.-

-Se llama igual que la villa. - Le comentó Nicolás. -

 

            Todavía pudieron aprender algo más de ese lugar. Más tarde fueron al lago Llanquihue, el segundo más grande de todo Chile, cuya profundidad no se conocía con seguridad.

 

-En el idioma de los mapuches significa lugar donde zambullirse en el agua. - Les explicó su guía. -

- ¡Precioso! - Se admiró Petz al contemplar sus aguas calmas que le dotaban de un tono azul realmente hermoso. - ¿Y esa alta cumbre que se ve al fondo? - Quiso saber ella. -

-El volcán Osorno. - Respondió Nico. -

-Realmente es un paraje de ensueño. - Declaró Zafiro mirando esa gran extensión de agua y las zonas de pastos y arbolado que la precedían, desde su posición. -

-Hay otro pueblo a la orilla de este lago. Se llama Frutillar, es muy alemán. - Les comentó el muchacho. - Con un museo colonial alemán a destacar. Un edificio con amplias cristaleras y una entrada con tejado a dos aguas. Muy de ese periodo. Está cerca del banco Estado. También son célebres sus semanas musicales. Con orquestas que dan sus conciertos en las calles.

- ¡Qué bonito! – Exclamó Petz a la vista de ese panorama. - Todo lleno de lagos y de flores.

 

            El chico sonrió, la pareja se hizo unas fotos. Más bien fue Nicolás quién se las tomó. Con aquel incomparable marco natural de fondo.

 

-A mi hermano le va a encantar. Él soñaba con algo como esto, ya sabes, en nuestra casa. - Le comentó su esposo a Petz, de forma cómplice. -

-Sí. -Asintió ella comprendiendo enseguida a qué se refería él. -

- ¿Acaso en Japón no hay lagos así? - Se interesó Nicolás. -

-No tan espectaculares. - Repuso Zafiro enseguida para zanjar ese tema. -

 

            Así concluyeron esa visita y el grupo partió hacia la siguiente escala, Puerto Montt, allí les informaron de que este lugar se emplazaba frente al seno de Reloncaví y que contaba con una bahía protegida en su costado occidental por la isla Tenglo.

 

-Por su ubicación estratégica, constituye el principal nexo con el archipiélago de Chiloé a dónde iremos para terminar el viaje y con la Patagonia chilena en las regiones de Aysén y de Magallanes. - Les instruyó Nicolás, echando mano una vez más de sus grandes conocimientos geográficos. -

-Muy interesante. Luego este sitio es clave. - Supuso Zafiro. -

-Sí, en gran parte gracias a su aeropuerto internacional y base aérea El Tepual, el segundo en importancia del país, y su puerto marítimo. - Repuso su versado guía, aunque en esta ocasión echando mano de un librito. -

-Creo que Masters me comentó que su avión privado nos llevaría hasta Chiloé. – Comentó Zafiro. -

-Iremos a El Tepual, pues. - Repuso Nicolás. -

 

            Así lo hicieron y no tardaron en comprobar que así era. Aunque cuando el piloto les recibió a bordo del avión, les comentó algo extrañado tras darles la bienvenida.

 

-No he podido hablar con la Masters Corporation desde que salí del aeropuerto de Santiago.

-Bueno, debe de haber algún fallo en las comunicaciones. Tampoco nosotros hemos sido capaces de contactar con nadie. - Terció Petz que ahora sí que comenzaba a inquietarse, puesto que preguntó a su esposo. - ¿Crees que habrá sucedido algo, cariño?...

-No lo sé, pero por ahora aguardaremos. Ya tendremos tiempo de llamar de regreso. - Declaró él. -

 

            Y sin querer dedicar más tiempo a aquello se acomodaron en los asientos, el avión despegó conduciéndoles a la última escala de su recorrido. El archipiélago de Chiloé, un conjunto de varias islas que estaba localizado entre los paralelos cuarenta y un grados y cuarenta y tres grados de latitud sur. Comprendía una gran isla, la isla Grande de Chiloé, y un gran número de islas e islotes menores. El archipiélago tiene una superficie de nueve mil ciento ochenta y un kilómetros cuadrados (Wikipedia)

 

-Los habitantes de acá se conocen por el nombre de Chilotes. - Les informó el joven guía. -

 

            La pareja de esposos se sorprendió de los palafitos que se levantaban en la ciudad de Castro. Cada uno de un vívido y diferente color. Por debajo de ellos se extendía el agua del océano Pacífico. También sacaron unas fotos del paisaje de ribera del canal de Chacao y se metieron por algún que otro bosque de arrayanes. Perteneciente al ecosistema de la selva Valdiviana, un bosque siempre verde, como les refirió Nicolás que también puso al corriente a sus clientes acerca de alguna de las leyendas locales.

 

-Por aquí se habla del barco fantasma. El Caleuche… o de la sirena que se lleva a los hombres, la Pincoya…

-Vaya, espero que no venga a por mí. - Suspiró Zafiro haciendo que su esposa se riera. -

-Yo te defenderé. - Le brindó la muchacha sujetando su piedra de la justicia con disimulo. -

-Y también hablan del Trauco, una especie de duende que deja embarazadas a las mujeres. - Comentó el joven con algo más de timidez y azoramiento. -

- ¡En tal caso seré yo quien te defienda a ti, cariño! - Se rio Zafiro acompañado de su esposa a la que aquello hizo gracia a su vez. -

-Aquí lo creen de veras. - Les advirtió el apurado joven, para aconsejarles. - Mejor no se rían de esas cosas.

 

La pareja intercambió miradas de sorpresa y apuro. Fue Zafiro quien tomó la palabra para asegurar a su interlocutor.

 

-Tranquilo. No ofenderemos a nuestros anfitriones.

 

            Y llena de curiosidad Petz solicitó algo de información a los lugareños. Estos vinieron a explicarles que, dentro de la mitología local, el rango más alto correspondería a Tenten Vilu y Caicai Vilu, quienes, en una lucha legendaria y titánica, crearon el archipiélago. Más abajo de Caicai Vilu estaría el Millalobo como Rey de los mares, junto a su mujer la Huenchulay los tres hijos de ambos, el Pincoy como el príncipe de los mares, la Pincoya y la sirena chilota como princesas; quienes lo ayudan en la tarea de manejar los mares. Luego el Millalobo otorgaría diferentes rangos menores a distintas criaturas mitológicas marinas. (Wikipedia)

 

-Bueno, esperemos no encontrarnos con ninguno. - Le comentó Zafiro a su interesada esposa. -

-Seguro que mis hermanas no han tenido nada tan apasionante en sus lunas de miel. - Replicó ella convencida. -

-Algo contó Bertie sobre una especie de aventura con el fantasma de un caballero español, ¿no? - Quiso recordar Zafiro. -

-Eso seguro que fue cosa de Roy. - Se sonrió su contertulia, sentenciando divertida. - ¡Menudo liante está hecho! … ¡Es capaz de inventarse cualquier cosa!

-Es cierto. - Admitió su marido, llevándose una mano al cogote para sentenciar divertido. - Lo que a ese no se le ocurra para tomar el pelo a la gente… ¡ja, ja, ja!…

-En cambio Cooan, por ejemplo, no comentó nada extraño de la suya. Tanto ella como Tom lo pasaron muy bien en Hawái. - Afirmó Petz. -

 

            Aunque su guía no parecía estar muy risueño. Y les comentó con cierta intranquilidad.

 

-No conviene alejarse mucho de la zona turística. Al menos eso dicen los isleños.

-Tranquilo. Te aseguro que nos las hemos visto con peores cosas que con leyendas y mitos locales. - Comentó Zafiro. -

-También debemos contar con amenazas más terrenales. - Matizó el joven. - No conviene alejarse mucho. La zona suele ser segura pero nunca se sabe…

-No creo que vayamos a tener ningún problema. - Sonrió Petz con total seguridad. -

 

            Nicolás asintió despacio, aunque sin comprender a qué podría deberse tanta confianza por parte de sus interlocutores. Sin embargo, quizás sus clientes tuvieran razón. No había motivos para ser tan receloso. Esa parte no era especialmente conflictiva y la población deseaba la visita de los turistas. Tampoco él se creía demasiado esas leyendas. De modo que, en efecto, recorrieron el lugar sin ningún tipo de contratiempo. Tomándose eso sí, muchas fotografías en aquellos parajes tan hermosos. Al fin, abordaron el avión de retorno directamente a Santiago de Chile.

 

- ¡Ha sido un viaje maravilloso! - Pudo decir Petz realmente encantada. -

-Sí, tu país nos ha encantado de veras. - Secundó Zafiro, dirigiéndose hacia su joven guía. -

-Son ustedes muy amables. -Alegó Nicolás. -

-Deja ya de llamarnos de usted y tutéanos. - Le pidió Petz de modo más desenfadado. -

-Sí, bueno, es curioso. - Sonrió el joven. - Para nosotros el hablarle de usted a alguien casi es como si fuera amigo o conocido, en cambio a los extranjeros les parece el tratamiento más cortés. Me siento confuso si les tengo que hablar de otro modo.

-Entonces no te preocupes y dirígete a nosotros como quieras. - Le sonrió Zafiro dándole una palmada en la espalda. -

 

            Así charlaron un poco más y el vuelo transcurrió sin incidentes, aunque una vez aterrizaron ya tocaba despedirse de su amigo. Nicolás les estrechó las manos y le deseó a la pareja un feliz retorno a su país.

 

-Recuérdale a Rosario que, cuando la casa Deveraux abra una tienda, deje su currículo. - Le pidió Petz con gran simpatía. -

-No duden de que lo haré. Ha sido un placer el haberles conocido. -Se despidió el joven. -

-Lo mismo digo. Que te vaya muy bien. - Le deseó Zafiro. -

-Toma, esto es para ti. - Le dijo la mujer entregándole un sobre. -

 

            Cuando el joven miró vio una gran cantidad de dinero. Atónito quiso devolverlo…

 

-Esto es demasiado, no puedo aceptarlo.

-Por favor, considéralo una bonificación por ser el mejor guía que hubiéramos podido tener aquí. - Sonrió Petz. -

-Eso es. – Convino Zafiro afirmando divertido. - Este Ian es un caso, ni siquiera me dijo que fuéramos a tener uno. Y el muy pillastre nos buscó al mejor…

 

            El chico sonrió agradecido. No sabía quién sería aquel Ian, pero supuso que el jefe de su cliente. Tras volver a dar las gracias por todo el matrimonio se despidió. Abordaron el avión y se prepararon para el despegue. Antes de hacerlo el piloto se aproximó a saludarles.

 

-Espero que hayan disfrutado. - Les dijo con amabilidad. -

-Sí, gracias. Estuvo muy bien. - Repuso Petz con la misma gentileza. -

-Por cierto. - Quiso saber Zafiro. - ¿Pudo hablar ya con el señor Masters? -

-No señor, y es muy raro, ninguna frecuencia me ha servido para entrar en contacto con él. Mi compañero tampoco ha podido. ¿Tuvieron ustedes más suerte? - Inquirió por su parte. -

-Pues ahora que lo menciona, no. - Se percató Petz. -

 

            De hecho, ella había intentado contactar con sus hermanas y con Esmeralda sin resultado. Posiblemente a esa distancia las comunicaciones no funcionasen, pero no tenía sentido. En otras ocasiones aquello no había sido un impedimento.

 

-Pudiera ser que, con una cadena montañosa tan enorme como los Andes, se dificulte la recepción. - Conjeturó él, quien de inmediato movió la cabeza. - No, la verdad es que no me parece un motivo suficiente…

-Bueno, a la vuelta lo comentaremos…-Repuso su esposa que le preguntó al piloto. - ¿Y usted no ha salido a intentarlo en la ciudad?

-No señora, por mi parte solamente hice algunas compras de comida y demás. Tenemos una cabina en el avión, y mi copiloto otra. Generalmente dormimos en ellas cuando trabajamos. - Les explicó. -

-No le dé más vueltas y no se preocupe. Ya lo aclararemos. Será mejor que despegue cuanto antes y nos pongamos en marcha. - Comentó Zafiro. -

 

            Su interlocutor asintió y se dirigió hacia la cabina de mando. La pareja tomó asiento en aquellos cómodos sillones que casi se habían convertido en parte de su propia cotidianeidad. Tras abrocharse los cinturones experimentaron igual sensación de vértigo en el despegue que en las ocasiones anteriores…

 

-Rumbo a casa. – Suspiró ella que añadió casi entre divertida y haciéndose la remolona. - ¡Que duro se me va a hacer volver a madrugar!

-Bueno, eres una mujer fuerte. ¡Te sobrepondrás!  - Se rio su esposo. -

 

            Petz le imitó. Estaban realmente felices y pasaron el rato comentando las incidencias del viaje. Aunque nuevamente el piloto les advirtió de que algo similar a un frente de nubes se aproximaba…

 

-Les ruego que se abrochen bien los cinturones. Vendrán algunas turbulencias. Gracias…

 

            Ambos obedecieron de inmediato conocedores ya de lo que eso podría significar. Efectivamente, al poco rato el avión comenzó a bandear como en la ocasión anterior. De nuevo una total oscuridad. Pero esta vez Zafiro decidió avanzar hacia la cabina del piloto.

 

-Ten cuidado, te caerás. - Le avisó Petz. -

-No, iré levitando. - Se sonrió él. -

 

            Se impulsó saltando un poco para elevarse en el aire, pero para su sorpresa cayó al suelo sin poder emitir energía ninguna…

 

- Pero ¿qué? - Dijo en voz alta ante el estupor propio y de su esposa. -

-Mira que te lo dije. - Le amonestó ella. -

-No lo entiendo. Es como si no tuviera energía para volar. - Comentó él. -

 

            Ahora su mujer le observó preocupada. Eso sí que era extraño. Zafiro pudo ponerse en pie pese a los vaivenes del aparato y trató de emitir algo de aura, pero sin resultado.

 

- ¿Podrían estar atacándonos de algún modo? - Inquirió ella. -

-No lo sé. - Respondió su marido con visible desconcierto. -

- ¡Déjame esto a mí! - Le pidió la joven que levantando un brazo sobre su cabeza y extendiendo los dedos de su mano gritó. - Corazón Puro del Rayo, ¡dame el poder!

 

            Sin embargo, pasaron los segundos y no sucedió absolutamente nada. Petz seguía ahí, en esa misma posición sin que su apariencia hubiera variado, ni se manifestase la energía habitual para su transformación.

 

- ¿Qué está ocurriendo aquí? - Se preguntó también en voz alta, afirmando con total desconcierto. - Es como si nuestros poderes hubiesen desaparecido.

 

            Otra fuerte sacudida casi la derriba, por fortuna su esposo la sujetó abrazándola por la cintura. Al tiempo que le sugería.

 

-Será mejor que nos sentemos y esperemos a que esto pase. Seguro que será algo similar a la otra vez, cuando vinimos…

 

            Ella asintió, juzgando eso como lo más prudente que podían hacer, dadas esas extrañas circunstancias. Al fin, tras unos pocos minutos más, las cosas parecieron retornar a la normalidad. El avión salió de esas turbulencias. Por fin el piloto les informó…

 

-Tenemos buen tiempo y visibilidad excelente. El vuelo marcha conforme a lo normal.

- ¿Qué ha sido eso? - Quiso saber Zafiro utilizando el interfono. -

-No sabría decirle, una especie de zona oscura, casi parecía que un agujero. - Pudo describirle aquel tipo con tono entre sorprendido e incrédulo. - Pero ha desaparecido, y el radar tampoco detecta nada fuera de lo corriente.

-En fin…-Suspiró Zafiro tras colgar y contarle aquello a su mujer. - Estoy algo cansado, vamos a reclinar estos asientos. ¿Te parece?

-Buena idea. - Convino ella. -

 

            Y después de hacerlo y agenciarse un par de mantas se tumbaron. Al poco estaban dormidos, no sabían por qué, pero un cansancio de plomo les había envuelto. Cuando quisieron despertar estaban muy próximos a aterrizar en Narita. Tras recibir el aviso de rigor por parte del copiloto de que se abrochasen cinturones y mantuvieran los asientos en posición vertical, el aparato comenzó a descender de modo apreciable. Los dos se prepararon tal y como les habían indicado. Afortunadamente tomaron tierra sin novedad. Nada más descender del avión se encontraron con Diamante y Esmeralda, también el propio Masters aguardaba casi al pie de la escalerilla.

 

- ¡Hermano! –Saludó jovialmente Zafiro. -

 

            Pero ni Diamante ni el resto respondieron de inmediato, es más, sus rostros estaban contraídos por la preocupación. Finalmente, el príncipe de Némesis sí que contestó, pero más bien a modo de inquieto interrogatorio.

 

- ¿Se puede saber dónde os habíais metido? No hubo forma de contactar con vosotros en estas semanas.

-Incluso creímos que vuestro avión se había estrellado en el océano. Llegamos a enviar expediciones de búsqueda. - Completó Esmeralda con patente preocupación a su vez. -

 

            La pareja se miró atónita, fue Petz la que pudo replicar con tono conciliador.

 

-A nosotros tampoco nos fue posible entrar en contacto. Tratamos de llamaros varias veces, a ti Esmeralda, a mis hermanas, a la Masters Corporation… Pero nunca había señal.

-No pudimos comunicarnos con el avión. - Terció Masters. - Y eso que lo intentamos en muchas ocasiones.

-El piloto y el copiloto nos informaron de eso mismo. Ellos trataron de sintonizar, pero fue imposible. - Les comentó Zafiro, visiblemente extrañado a su vez. -

-Hasta sobrevolamos el Pacífico tratando de percibir tu energía. Roy, Nephrite y yo. Sin ningún resultado. Llegamos a pensar lo peor. - Le comentó su todavía asustado hermano. -

-Hablamos con las guerreras, pero nos dijeron ignorar que había pasado. Ninguna tenía ni la menor idea. Ni siquiera Rei podía sentiros al consultar su fuego sagrado. Ni tampoco Daniel y Mimette os detectaban con ningún aparato. ¡Pasamos mucho miedo! - Sollozó ahora Esmeralda. -

 

            Petz corrió a abrazar a su cuñada. En tanto los hermanos hacían lo propio entre ellos.  Enseguida una limusina del millonario trasladó al grupo a casa. Allí, tras notificar al resto de sus familiares y amigos que estaban bien permanecieron un rato sentados en el salón, los esposos narraron el viaje y esas extrañas turbulencias…

 

-No nos consta ningún tipo de alteración meteorológica. - Les comentó Ian que, de paso, replicó al hilo del relato. - Y, por cierto, yo no contraté a ningún guía…

-Pero, entonces. ¿Cómo es que ese muchacho? ...-Fue capaz de preguntar Zafiro que no salía de su estupor. - ¿De dónde salió?

-No tengo ni idea. - Admitió el millonario encogiéndose de hombros, para aventurar con poca convicción. - Pudiera ser que os confundiera con otros clientes…

- ¿Y dices que has perdido tu fuerza? ¡Qué raro! - Se sorprendió Diamante a su vez, cambiando de tema. -

-Sí, traté de concentrar mi aura en esa perturbación, pero no pude sacar nada. - Les repitió su interlocutor que ahora hizo lo propio. ¿Lo veis?...

 

            Sin embargo, en esta ocasión sí que lo logró y el poder que emitió casi arroja al suelo al millonario. Esmeralda y Petz se agarraron al sofá. Aunque enseguida dejó de hacerlo. El atónito chico se dio cuenta de que había tirado algunas cosas de la estantería cercana y solo pudo decir.

 

-No lo entiendo… ¡Menos mal que no me esforcé mucho!

-Y tú Petz, ¿dijiste que eras incapaz de transformarte? - Terció Esmeralda. -

 

            La asombrada aludida asintió, no obstante, se levantó alejándose del resto, en un sitio con espacio y con cierta prevención elevó su brazo exclamando como en la ocasión anterior.

 

-Corazón puro del Rayo, ¡dame el poder!

 

            Esta vez fue inmediato, una verdosa energía la rodeó haciéndola girar sobre sí misma hasta que completó su transformación de la forma habitual. Apenas podía balbucear cuando musitó mirádnosle a sí misma ahora vestida como justiciera.

 

-No…no lo entiendo…antes no sucedió absolutamente nada.

-Pues ahora tu piedra de la justicia va de maravilla, como de costumbre.  – Sonrió Esmeralda posando las manos sobre los hombros de su compañera. -

 

            En eso estaban cuando sonó el timbre de la puerta. Enseguida abrieron dando la bienvenida a Makoto. La muchacha llegó casi a la carrera, entre jadeante y visiblemente preocupada.

 

- ¿Qué os ha sucedido? ¿Estáis bien?...

-Estamos perfectamente – La tranquilizó Petz dándola un abrazo. - Me alegro mucho de verte Mako -chan…

- ¡Las chicas y yo estábamos muy asustadas! Creímos que os había sucedido algo. - Le confesó ahora ya con mayor alivio. -

-Sentimos mucho el haber causado tantos problemas. - Lamentó su amiga que añadió. - Pero también nos pareció muy raro el no poder establecer contacto con vosotros. ¡Y mira que lo intentamos! – Insistió con énfasis. -

-Tengo la impresión de que, como mi mentor Nube Alta me decía, algunas veces exploramos mundos que no conocemos. Incluso sin darnos cuenta. - Declaró Diamante llevándose una mano a la barbilla. -

-Quizás esas extrañas tormentas o lo que fueran tuviesen algo que ver- Comentó su hermano quien enseguida les comentó. - Y tengo pruebas de dónde estuvimos, se puede corroborar llamando a las personas que nos atendieron allí…

-Sí, enséñales las fotos que nos hicimos. - Le pidió Petz. -

-Me llevé una cámara digital. - Les dijo Zafiro, que enseguida se hizo con el aparato para indicar. - Seguro que saldremos todos.

 

            Aunque para mayor sorpresa del joven y de su esposa, los dos efectivamente aparecieron en las fotos, pero no había ni rastro de alguna que se tomaron con Nicolás…

 

- ¿Estás seguro de que nos las hicieron con esa cámara? - Preguntó Petz sintiéndose realmente desconcertada. -

-Sí, completamente. – Le aseguró su también atónito esposo. - ¡Esto no tiene explicación! - Sentenció ante las sorprendidas miradas del resto. -

 

            Masters terció en el asunto sugiriendo que llevasen la cámara a analizar a sus laboratorios. También contactó de inmediato con sus filiales en ese país y le dijeron que no conocían de nada a esa agencia de turismo que atendiera a la pareja, y menos a aquel presunto guía. No obstante, la llegada del matrimonio a Santiago de Chile estaba documentada, no así desde que partieran camino a la isla de Pascua. A partir de ese momento no se supo nada hasta su llegada de regreso a Japón. Aquello era realmente un misterio. Incluso cuando pudieron hablar a través de video conferencia con Tom y Cooan, y pusieron a esa pareja al corriente de lo ocurrido, el joven esposo de la hermana menor de Petz les comentó.

 

-Por lo que he leído sobre esoterismo y dimensiones paralelas bien hubierais podido ir a parar a alguna. Eso explicaría por qué los poderes y habilidades que tenéis aquí no funcionaban allí.

-Claro. - Comentó Zafiro. - Quizás en esa otra dimensión ese tipo de cosas no existan.

- ¿Y cómo hemos podido entrar en esa extraña dimensión entonces? - Quiso saber Petz. -

-Vosotros dijisteis que sobre volasteis la isla de Pascua, ¿verdad? Inquirió Tom con tono perspicaz. -

-Sí, una vez al llegar a visitarla y la otra al regresar desde Santiago hacia Japón…-Repuso Zafiro que entonces haciendo memoria, exclamó. - ¡Espera! Fue en ambas ocasiones cuando esa extraña tormenta o perturbación se produjo…

 

            Tom parecía meditar como si de este modo confirmara algo que había estado pensando y así se lo contó a sus amigos…

 

-En el paralelo treinta y seis grados de latitud sur se identifica uno de los llamados triángulos de la muerte, como el de las Bermudas. Durante siglos han desaparecido barcos que navegaban por sus aguas de modo inexplicable. Si lo sobrevolasteis quizás alguna alteración electromagnética que se produzca allí sea la causante de eso. Un posible agujero dimensional que cruzasteis de ida y vuelta a un mundo paralelo.

-Eso suena totalmente increíble. - Terció Petz. - Nadie nos tomaría en cuenta si contamos algo así…

-Créeme hermana, Tom y yo sí. - Intervino entonces Cooan, que estaba junto a su esposo, para sentenciar. - Te comprendemos más de lo que puedas imaginarte.

 

            A la interpelada no le dio tiempo a preguntar al hilo de esa afirmación. Makoto se unió a ellos, estaba departiendo con Esmeralda y Diamante, pero atendiendo al mismo tiempo a esa conversación, y declaró.

 

-Eso podría ser. Hay muchas dimensiones ocultas.

-Entonces podemos decir que habéis tenido un viaje de novios realmente fuera de lo común. - Se sonrió Esmeralda, cuchicheándole a su marido. - Creo que hasta supera al nuestro…

-Será desde luego un recuerdo imborrable para vosotros. - Convino el aludido. -

 

La joven pareja se sonrió. Así sería sin ninguna duda. De modo que, tras despedirse de la conferencia y dar las gracias a sus amigos, quedaron por fin a solas en su casa. Petz se limitó a suspirar comentando resignada…

 

-Y mañana tocará abrir. Lástima...no podré enviarle esas cremas a…

- ¿A quién? - Se interesó su esposo mirándola atónito. -

 

Petz le devolvió la mirada con gesto asimismo sorprendido. Ahora no era capaz de acordarse. ¿Acaso sería un envío que dejo pendiente para alguna clienta antes del viaje?

 

-La verdad, no lo recuerdo, sé que había quedado con alguien en mandarle algo. Bueno, ya me acordaré. - Sentenció la muchacha más despreocupadamente. -

 

            Y cansados tras el jet lag cenaron pronto y se fueron a dormir. Estaban impacientes por retomar sus trabajos y sus vidas. Amanecieron con el recuerdo de un agradable viaje de Luna de Miel, en un maravilloso escenario, aunque sin recordar nada de aquellos muchachos…que seguramente a estas alturas tampoco se acordarían ya de que una joven pareja, venida de un lugar muy remoto y diferente, se cruzara alguna vez en sus vidas

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)