lunes, 8 de junio de 2015

GWHC29. Un intenso debate para Kerria

En la Holo pantalla pasaron nuevamente el anuncio, se preveía un programa muy interesante, en la hora de mayor audiencia. Samantha desconectó el aparato y buscó a su esposa que estaba sentada en el tocador del dormitorio.

- ¿Entonces irás? - Preguntó temerosa. -

- No tengo otra opción, confirmé mi presencia. - Repuso la interpelada en tanto se arreglaba pausadamente. -

- Ojalá pudieras quedarte aquí, - deseó Samantha sentándose en un sofá cerca de su pareja. -

- No puedo hacer eso, Sam- le contestó Kerria recogiéndose el pelo en un intrincado moño. - Todos creerían que rehúyo el desafío de ese tipo.

- Sabes que tratarán de envolverte con política. - Le comentó su esposa con preocupación. - Y con muchos otros asuntos que nada tengan que ver para desacreditarte.

-Sí, pero no tengo miedo. Siempre he dicho las cosas como las pienso. Y no voy a empezar a cambiar ahora. - Declaró su interlocutora con determinación. -

            Sam asintió. Sabía que así era. Su cónyuge no tenía por costumbre rehuir esa clase de retos. Y éste se presumía muy interesante. Habían pasado ya unos meses desde que Brian se marchó a Bios para comenzar sus estudios en la universidad. Tanto Kerria como Samantha se quedaron muy solas durante ese tiempo. Al menos el muchacho regresó haría unas tres semanas para unas cortas vacaciones de apenas diez días, pero ya se había ido otra vez dejándolas con un gran hueco. No obstante, la vida continuaba y muy a su pesar a veces Kerria seguía siendo un personaje público. En la Tierra, al hilo de la polémica existente en cuanto a la inmigración a Bios, los problemas de moralidad se habían agudizado. Una figura emergente, el reverendo Waters, había ganado fama en una cruzada personal contra todo tipo de relaciones poco ortodoxas. Muchísimas personas se declaraban devotas suyas y la intolerancia se había extendido de una forma alarmante. Y, por si fuera poco, un número creciente de personas en la sociedad cuestionaban el papel de los reyes de la Tierra. Muchos grupos y colectivos abogaban por una “independencia” de cualquier tipo de tutela. La situación en el planeta madre, al igual que en Bios y en Nature, estaba cada vez más tensa con los conflictos entre pro y anti aperturas, los pros y anti familia Real del Milenario de Plata y el nuevo reino de Neo Cristal Tokio o de la soberana Kakyuu, unido a eso, esta nefasta ola de neo moralidad victoriana. Algunos extremistas que se declaraban seguidores de varias religiones muy extendidas proclamaban la necesidad de volver a los antiguos valores.  Por un lado, las dos chicas se alegraban de haber apartado a Brian de esto. Tampoco habían vuelto a tener noticias del padre del muchacho desde hacía varios años, sólo supieron que se había separado de Rebecca. Cuando la propia Kerria ayudó a su antiguo novio en el duro proceso judicial que mantuvo por la custodia de su hija. Recordaba unos años atrás aun con amargura la vista del juicio. Rebecca tuvo la desfachatez de contratar los servicios del bufete de Sebastián y del poco después fallecido Pedro. 

- ¡Sencillamente no puedo creerlo! - Decía la letrada con indignación. - ¿Cómo ha tenido la osadía de hacer esto? ¿Acaso pretendía que fuera yo la que atacase a Brian en un juzgado? Pues lo siento mucho…- Le dijo a su jefe. - No voy a trabajar para esa mujer. Y menos contra su ex marido. Que es el padre de mi hijo. Al contrario, yo misma le defenderé. Aunque tenga que dimitir de este bufete.

            Sebastián se limitó a mirarla con tristeza, pero comprendiéndola perfectamente, aquel hombre solamente suspiró replicando un débil.

-Haz lo que creas mejor… acorde con tu conciencia…

Ella no pudo evitar sentir mucho pesar y lástima por Sebastian al escuchar su réplica. Hacía poco que había perdido a su pareja, al amor de su vida y socio del bufete. Suspirando dijo entonces.

-Lo siento, no quise hablarte de esa manera. No tiene nada que ver contigo…

-Lo sé, no te apures. - Le contestó aquel hombre con tono estoico. – Puedo entender el dilema que enfrentas. Ya has pasado por esto otras veces.

-Es verdad. -Admitió ella. –

 

            Recordaba cuando le tocó defender a esa mujer, Sabra Leví, en Nature, y se vio entre la espada y la pared de forzar a la amante de esta, una chica llamada Daphne, para que saliera del armario y testificase a su favor. Pero ese era un mundo muy controlado por gentes llenas de prejuicios e intolerancia contra el colectivo LGTBI, y la pobre Daphne era maestra precisamente en uno de sus colegios, estando prometida a un compañero profesor, y viviendo en el seno de una familia muy religiosa.

 

-Eso hubiera sido tanto como destrozarle la vida entonces. Al final, pese a todo, pareció vencerse a sí misma y quiso testificar. Pensé que a favor de Sabra, pero resultó todo lo contrario. Daphne cometió perjurio, y jamás llegué a comprender el motivo. Fue totalmente absurdo, confesó que la amaba delante de mí y a los pocos minutos, declarando en el estrado, daba la impresión de odiarla.

 

            Recordó todo aquello en voz alta, y Sebastian asintió para sentenciar.

 

-Cuando me lo contaste entonces te dije lo mismo. El miedo, el terror a dar ese salto al vacío y perder todo lo que había conocido y sido hasta entonces en su vida pudo haberla hecho cambiar. No la juzgues con severidad. Sencillamente creo que tuvo un terror insoportable.

-No la juzgo por tener miedo. Aunque en su momento eso me enfadó muchísimo. Pero al ver cómo su propia hermana me miraba con aquel odio por el hecho de ser gay, pude entenderla. - Admitió Kerria. –

-Por eso, yo te entiendo bien a ti. - Le confesó Sebastian. – Esa Daphne mantuvo una dura lucha entre sus sentimientos, su verdadero ser, y sus obligaciones para con la sociedad de su planeta. Al final, por miedo a perder a su familia y todo lo que le era querido desde el punto de vista laboral, se sometió a los dictados de quienes le rodeaban. Pero tú no eres así. Antes que defender a alguien a quien consideras culpable, prefieres renunciar a todo. Te respeto y hasta te admiro por ello.

-Gracias Sebastian, que tú lo digas significa muchísimo para mí. - Dijo ella con emoción. –

-No hace ninguna falta que dimitas. Defiende a tu amigo. - Sentenció su jefe. – Ya veremos qué se puede hacer para salir de esta situación…

 

Ella asintió de modo enérgico al tiempo que muy reconocida. Defendería a Brian y vaya si lo hizo. Y al final su bufete declinó asimismo hacerse cargo de representar a Rebecca.

 

-Fue un juicio muy duro para todos. - Recordó. -

 

Hacia memoria de aquello. Como si fuera ayer se veía entrando en la sala junto con su defendido. Ella lucía un traje de blazer tono gris perla y una blusa de color amarillo pálido. Su pelo recogido en una trenza como las que solía llevar su madre cuando era joven. El acusado llevaba un impecable traje azul marino y corbata del mismo tono, completada por una camisa blanca. En el otro lado, Rebecca vestía un elegante traje blanco y negro, con el pelo recogido en un moño y poco maquillaje. Su abogado lucía un traje tono crema, con corbata a juego y camisa asimismo blanca. Estaba claro que el primer asalto consistía en un concurso de pulcritud y elegancia. La apariencia y las primeras impresiones jugaban un papel más importante del que pudiera presumirse. Todo estaba dispuesto. Pese a ello, antes de comenzar y tras un frio saludo de cortesía con la parte contraria y sentarse en sus lugares, Kerria le comentó a Brian en voz baja de modo profesional, pero afectuoso a un tiempo.

 

-Tú déjame hablar a mí. No te preocupes. Posiblemente dirán cosas que no serán verdad. Buscarán hacerte enfadar para dar la impresión de que eres de carácter violento. Eso siempre da mala imagen y en eso los hombres tenéis todas las de perder. Aunque es una vista sin jurado y lo que debemos hacer es convencer al juez. Veremos de qué talante es. No le he tenido nunca en ninguna…- Suspiró sin querer translucir la inquietud que sentía por eso. -

 

            Y motivos tenía tras algunas malas experiencias. Aquello era mucho más determinante de lo que se atrevía a reconocer ante Brian. Empero, le sonrió animosamente.

 

-Confío en ti, pase lo que pase. - Musitó él a su vez asintiendo tras recibir esas instrucciones, para agregar. - No sé cómo agradecerte que tu bufete rechazara la oferta que les hizo Rebecca y que decidieras defenderme.

- ¿Cómo iba a no hacerlo? - Le sonrió débilmente la muchacha, que pudo captar por el rabillo del ojo una mirada de intenso odio por parte de la ex mujer de su cliente. - Jamás antepondría el trabajo a las personas que quiero…

 

            Brian sonrió algo tocado por la emoción, aunque enseguida recobró su gesto más serio. En ese instante el juez entró en la sala, todos se pusieron en pie. Ante las voces del alguacil que declaraba.

 

-El honorable Juez John Jefferson preside la vista.

 

            Su señoría se sentó en su alto estrado y desde allí convocó a los letrados. Tanto Kerria como su oponente, el señor Thompson, se aproximaron. Ese tipo tenía fama de ser un buen legalista y mejor litigante, pertenecía a su vez a un despacho bastante caro. Quizás demasiado para lo que Rebecca pudiera permitirse. Aquello no dejaba de sorprender a la defensora de Brian. ¿Es que a tanto llegaba el odio de esa mujer? ¿Prefería arruinarse con tal de destruir a su ex marido? ¿O es que contaba con ganar y sacarle hasta el último centavo? Fuera como fuere, dejó de pensar en eso cuando el juez les inquirió a ella y a su colega.

 

- ¿Han alcanzado ustedes algún acuerdo?

-No señoría. - Comentó Thompson, explicando con gesto de circunstancias. - Por expreso deseo de mi cliente no han existido negociaciones previas.

-Por nuestra parte esperábamos una mejor voluntad por los demandantes. - Replicó Kerria.-

-Mi clienta no desea establecer más contactos de los legalmente necesarios, al estimar como perjudicial la influencia de su ex marido, para ella y la hija que tienen en común. - Replicó el otro abogado. -

-Muy bien, en ese caso comencemos con la vista. – Les indicó el juez. -

 

            Los letrados volvieron a sus puestos, al lado de sus representados. El juez entonces dio la palabra al demandante. Thompson aguardó unos instantes antes de comenzar.

 

-Señoría. Mi cliente, la ex señora Rice. Ahora nuevamente señorita Jones, ha demandado a su exmarido, el señor Brian Rice, por malos tratos psicológicos y amenazas.

-Oídas las acusaciones del demandante, ¿cómo se declara el demandado? - Inquirió el juez. -

-Mi representado se declara inocente de todos esos cargos, señoría. - Repuso Kerria de modo contundente y rápido. -

-Pasemos pues a escuchar el alegato y a valorar las pruebas y el fundamento de la acusación. - Indicó Jefferson. -

 

            Y de inmediato el abogado de la demandante se adelantó hasta el estrado y comenzó su discurso.

 

-Señoría, durante muchos años mi clienta se ha visto anulada y postergada por el recuerdo de otra mujer. Su vida marital nunca ha sido realmente como debería. Ha soportado los arranques de ira de su ex esposo y ha visto incluso como la atención de éste se desviaba de ella y de la hija que tienen en común, produciéndole no pocos sufrimientos a la niña. Por esa razón, mi representada no está dispuesta a que esa mala influencia prosiga y sería su deseo que ese hombre no pudiera acercarse a la pequeña, que actualmente solo tiene diez años y ha tenido que presenciar muchas discusiones y peleas domésticas. Demasiadas para lo que su corta edad le permite asimilar.

 

            Tras exponer eso, fue el turno de Kerria que afirmó con tono sereno.

 

-Señoría, mi cliente ha tratado de mostrarse paciente y comprensivo durante años. Fue esa mujer quien, con sus celos enfermizos, rompió su matrimonio. Mi defendido siempre tuvo que soportar los constantes insultos y ataques de su expareja. Desgraciadamente la hija de ambos sufrió las consecuencias de eso al verse involucrada de modo accidental. Pero no fue culpa de su padre. Es responsabilidad de la madre que siempre ha sembrado la discordia en su relación.

 

            Rebecca la miró con ira, diríase que echara chispas por los ojos. Le cuchicheó algo a su abogado que pareció sorprenderse puesto que incluso abrió la boca observando a su colega. De todos modos, enseguida recobró la compostura para intervenir.

 

-Señoría. Esa mujer, la causante directa de que mi clienta tuviera que seguir un tratamiento psiquiátrico y tomase pastillas está en esta misma sala. - Y tras una dramática pausa que duró cerca de varios segundos, Thompson dirigiéndose a Kerria, exclamó. - ¡Es la defensora del acusado!

 

            Hubo un tenso silencio entonces, hasta el juez miró sorprendido, menos mal que ella reaccionó enseguida para responder con un claro dominio de sí misma…

 

-Aquí soy la abogada de mi cliente. Elegida por él para su defensa. Como tal me conduciré en esta vista.

 

            Rebecca volvió a susurrar algo al oído de su abogado, éste movió la cabeza mirándola apurado, pero ella insistió. Suspirando, diríase que, a desgana, él se levantó dirigiéndose al juez y dijo.

 

-Alegamos conflicto de intereses en la defensa. Al estar la abogada emocional y personalmente implicada en el caso. Solicitamos que se la desestime como letrada en este proceso.

-Con la venia. - Terció Kerria. - No hay tal conflicto de intereses, señoría. En este caso ambas situaciones se aúnan en la misma dirección. La salvaguarda de los derechos de mi defendido. Haré todo cuanto esté en mi mano desde el punto de vista legal para probar su inocencia.

-No hay lugar para la desestimación. - Dictaminó el juez. - Prosigan…

 

            Kerria asintió, empero tras pedir la venia al juez tomó la palabra y con un tono claro, serio y cortante, declaró a modo de advertencia.

 

-Antes de hacerlo, señoría, debo poner en conocimiento de mi colega, el señor Thompson que, cualquier calumnia o ataque a mi persona por su parte o la de su representada, aludiendo a temas de mi vida privada, tendrá consecuencias legales, sin perjuicio de lo que suceda en esta sala.

 

            Entonces Rebecca perdió los nervios y se exaltó gritando en tanto se aproximaba con ademán amenazante.

 

- ¿Te parecen pocas consecuencias las que me has causado ya? ¡Todo esto es culpa tuya!

 

            Su abogado enseguida la apartó tratando de tranquilizarla. La interpelada se limitó a mirarla con desdén. Ya no le producía temor, ni ningún tipo de cargo de conciencia. Durante años trató de suavizar las cosas, de poder llevarse bien con esa mujer. Pero jamás le perdonaría que tratara de evitar que Brian conociera a su hijo y que ahora intentase quitarle a esa niña. Si tenía que destrozarla ante el tribunal lo haría. Y no tendría remordimientos por ello. Además, esa demente parecía que iba a ponérselo muy fácil. De modo que aprovechó para sentenciar.

 

-Como puede ver, señoría, ésta ha sido la tónica general durante años. Esa mujer me culpa a mí de su fracaso matrimonial, cuando ni siquiera he estado cerca de su familia.

 

            La interpelada parecía querer responder a eso, pero su abogado le pedía encarecidamente que guardase silencio. Aunque ahora le había llegado a Kerria el turno de contratacar.

 

-La denuncia por violencia de género que interpuso contra mi cliente es falsa. Siendo examinada por un equipo de psicólogos y médicos, ninguno ha encontrado trazas de esos supuestos malos tratos.

-Mi colega se olvida de mencionar que hemos dicho que eran malos tratos psíquicos, no físicos. Entre los que se cuenta la infidelidad de ese hombre con la propia letrada que le representa. - Afirmó Thompson. -

- ¡Protesto! - Replicó Kerria manteniéndose calmada pese a que aquello le hacía hervir la sangre. - ¿Qué clase de infidelidad?

 

            El otro abogado miró a Rebecca y ésta, tras obsequiar a Kerria con una iracunda mirada, le cuchicheó algo al oído. Casi pudo escucharse al letrado susúrrale a su clienta.

 

-Pero eso, señorita Jones, no tiene ningún tipo de relación…

- ¡Dígaselo! - Insistió su representada con un siseo. -

 

            Thompson suspiró asintiendo despacio para dirigirse al juez.

 

-El acusado y su abogada tienen un hijo en común.

- Señoría. – Replicó Kerria con visible irritación. - Respecto a la concepción de mi hijo, el que tengo en común con mi defendido, sí. Le diré que ni él ni yo estábamos entonces casados con nuestros respectivos cónyuges. No existe tal infidelidad a los ojos de la ley. Y puesto que mi cliente se lo contó a su entonces novia, ella no puede alegar engaño o desconocimiento ninguno. Fue algo que tanto mi actual representado como yo misma, acordamos libremente. Tras consultar entonces a nuestras respectivas parejas.

-Me contó que te había ayudado a tener un hijo. Pero no que se acostase contigo. ¡Zorra! - Exclamó la furiosa Rebecca recurriendo incluso al hiriente sarcasmo al sentenciar. - Se suponía que iba a donar esperma para ti, pero no que iba a metértelo él directamente. ¿Qué le pediste un servicio completo?

 

            Aquello dejó perplejo a Thompson y desde luego al juez. Aunque éste enseguida recobró el control de aquello.

 

- ¡Orden en la sala! - Terció Jefferson dándole al mazo. - Abogado, no toleraré ninguna falta de respeto hacia nadie durante la vista. Y mucho menos al decoro y la corrección que deben mostrarse en este tribunal. Llamo la atención a su clienta y le advierto que se verá sujeta a una multa por desacato si repite esa conducta. Sin perjuicio de las acciones legales de las que ha sido advertida ya por parte de la defensa.

-Suplicamos el perdón del tribunal. - Replicó el letrado que se las veía y deseaba para tratar de apaciguar a su representada. - Pedimos con todo respeto que esas desafortunadas palabras no consten en acta.

-Así es, señoría. Aquí tiene usted la prueba de lo que digo. - Comentó Kerria ahora con tono frío y pleno de desdén. - Nosotros presentamos hechos, y desde la otra parte nos responden con insultos. Ha sido así desde hace años. Esa mujer quiso negarse a que mi defendido conociera a su hijo. Después quiso apartarle de su vida. ¡Mi hijo, sí, mi hijo! - Recalcó eso mirando ahora a Rebecca con indignación y odio a su vez. – Ha sufrido mucho por tu culpa.

-Señora Malden. - La llamó a capítulo el juez. - No exceda su calidad de letrada y no se implique en una riña personal. Debo advertirla de las mismas consecuencias podrían devengarse para usted.

 

            La aludida respiró hondo y asintió, para responder tras dar un largo suspiro.

 

-Mis excusas, señoría. Únicamente quiero dejar claro que esa mujer ha causado al menos tanto daño como el que dice haber recibido. Y que el origen de todo esto fue su sistemática intención de apartar a mi cliente de sus anteriores lazos afectivos y de parentesco con nuestro hijo. Que, debo recordar, es unos cuatro años mayor que la hija que ella tiene en común con mi defendido. Y ahora, no contenta con eso, quiere privar a esa niña inocente de su padre.

- Bien, para tener una idea clara de la situación llamaremos a Cinthia Rice al estrado. - Aseveró el juez, dejando helados a Kerria y a su padre. -

 

            Desde luego esto no lo esperaban. No es que fuera imposible, pese a su corta edad el testimonio de la niña podría ser muy revelador. Aunque desde luego ninguno de sus padres deseaba que pasase por aquello. Incluso Rebecca parecía estar ajena a esa situación dado que miró atónita a su abogado que le comentó con apuro.

 

-El juez cree que es importante saber qué es lo que opina la niña.

 

            Todos guardaron silencio cuando Cindy entró de la mano de una mujer alguacil que, cariñosamente, la indicó que debía sentarse en el alto sillón del estrado. Entonces el juez la miró con afecto y le sonrió diciendo con tono suave al ver la carita angustiada de la pequeña quién preguntó con un hilo de voz.

 

- ¿He hecho algo malo?

-Hola Cindy. No, en absoluto. Tú no has hecho nada malo, no tengas miedo. Solo quiero hacerte algunas preguntas, y esos dos señores también.

 

            La cría miraba en todas direcciones desconcertada, y sobre todo alternativamente a sus papás. Su padre asintió despacio con una sonrisa, lo mismo que su madre. Por una vez ambos estuvieron de acuerdo en algo. Entonces fue el señor Thompson quién, con otra sonrisa, se aproximó a la cría y le preguntó.

 

-Te llamas Cinthia, Cinthia Loretta Rice, ¿verdad?

-Sí, - pudo decir la niña casi con un susurro. - Pero mis padres me llaman Cindy…

-Muy bien. - Sonrió el letrado queriendo saber. - Dinos Cindy, ¿has oído discutir a tus padres?

 

            La cría asintió despacio, pero el letrado le pidió con amabilidad, aunque también firmeza.

 

-Tienes que decirlo, no vale solo con la cabeza.

-Sí, un poco. - Afirmó entonces la niña. -

 - ¿Y por qué crees que han discutido? -Le inquirió el abogado con aire inocente. -

-Una señora nos quiere quitar a papá. - Declaró la pequeña, dejando impactados tanto a Brian como a Kerria. -

-Y tu papá ha estado mucho tiempo fuera de casa. ¿No es así?

-Sí, tiene que trabajar mucho. Eso me decía mamá. - Replicó Cindy. Moviendo ahora un poco sus piernas que le colgaban del asiento en el estrado. -

- Pero seguro que cuando tu padre está en casa a ti no te gusta que discuta con tu madre. - Fue la siguiente cuestión.

-No, no me gusta, me da miedo. - Pudo musitar la niña casi a punto de llorar. -

 

            Brian bajó su cabeza apesadumbrado, le dolía mucho ver así a su hija, pero eso no era verdad. Kerria posó una mano sobre su hombro tratando de confortarle. No obstante, ella misma estaba indignada. Ese tipo usaba la demagogia más rastrera para retorcer las palabras de esa pobre niña. Por fortuna enseguida le tocaría el turno de preguntar. Al poco el abogado demandante sonrió y le comentó al juez. Para volver después junto a su representada.

 

-No tengo ya más preguntas, señoría.

 

            Fue Kerria la que se levantó, aunque Rebeca hizo lo propio, Thompson tuvo que actuar rápido y pedirle que se sentara. Aunque su indignada clienta le decía a su abogado musitando, pero apretando los dientes.

 

- ¡No quiero que esa degenerada se acerque a mi hija, no quiero que hable con ella!

-Cálmese, ¡por favor! Es la abogada de la otra parte. Tiene ese derecho. Señorita Jones, contrólese, si vuelve a hacer algo como lo de antes les dará la victoria en este caso. Al juez Jefferson no le gustan nada esa clase de situaciones. 

 

            Y respirando agitada e impotente Rebecca tuvo que presenciar cómo esa mujer se aproximaba a su hijita con una sonrisa y le decía.

 

-Hola Cindy…no te preocupes. Enseguida terminaremos.

 

            La cría la observó con los ojos muy abiertos, aunque no dijo nada, fue la letrada quién comenzó su turno de preguntas.

 

-Nos has contado que una señora quiere llevarse a tu papá. ¿Alguna vez esa señora te ha molestado?

-No... –Declaró la pequeña añadiendo algo confusa. - No la he visto nunca. Pero tiene que ser muy mala para querer eso.

 

            Kerria suspiró. Estaba claro que a esa pobre niña la había lavado el cerebro su madre. Decidió cambiar de táctica, le sonrió animosa y le dijo.

 

- ¿Sabes que yo también tengo un hijo? Es un poco mayor que tú.

 

Y sin dudar sacó una fotografía de las antiguas que tenía de Brian. En ella el niño debería tener unos siete años. Rebecca se revolvió en su silla con su abogado tratando de apaciguarla. Desde luego si las miradas matasen Kerria habría estado en serio peligro. Entre tanto ésta le comentaba a la pequeña.

 

-Mi niño también tiene un papá que apenas ha podido verle. Como te pasa a ti, hay una señora que se lo ha impedido. ¿Crees que también será mala?

 

            La pequeña sin dudar asintió nuevamente, pero recordó que tenía que hablar y afirmó.

 

-Sí, igual que la que quiere quitarme a mi padre.

- ¿Y no crees que, si los padres y esas señoras se sentasen a hablar y aclarasen todos los problemas las cosas podrían solucionarse? A lo mejor podrían estar juntos más a menudo y verse. Nadie tendría que quedarse solo. - Le dijo Kerria. -

-Claro- convino la niña ahora con una expresión esperanzada. - Así mis papás no se enfadarían.

- ¿Te gustaría poder ayudar a que todo se arreglase, tesoro? - Inquirió la letrada. -

-Sí, me gustaría mucho. - Afirmó la pequeña queriendo saber con patente interés. - ¿Qué puedo hacer?

 

            Kerria respiró hondo y luchando visiblemente para controlar sus propias emociones le pidió a su joven interlocutora.

 

-Escúchame Cindy. Quiero que te imagines una cosa. Piensa por unos momentos que yo fuese esa señora que tu madre dice. Esa tan mala que quiere llevarse a tu papá. Si pudieras decirme algo, ¿qué me dirías?

 

            Ahora la niña puso una expresión suplicante y sollozó con su voz afectada por la inquietud.

 

-Por favor, ¡no me quites a mi papá! No te lo lleves.

 

            Ni Brian ni Rebecca pudieron ahora resistir a derramar lágrimas. La propia Kerria, visiblemente conmovida, tuvo que hacer un ímprobo esfuerzo para controlar sus emociones, a la par que respondía de forma dulce.

 

-No quiero quitarte a tu papá, cielo. Solamente quiero que todos seamos amigos. Tampoco es justo que le quiten el papá a mi hijo. Por eso te comprendo. ¿Lo ves Cindy? Sería fácil arreglarlo. Tú eres una niña adorable. No debes tener miedo.

 

            Tras estas emocionadas palabras pudo apartarse de la cría para enjugarse alguna lágrima y dijo recobrando a duras penas el aplomo en su voz.

 

-No hay más preguntas, señoría.

 

            El atónito juez asintió. Él también estaba conmovido por esa declaración. Permitió que la niña se retirase, pero nadie pudo impedir que corriera a abrazarse a su padre y después a su madre, dado que, cuando la mujer alguacil que la escoltaba quiso impedirlo, Jefferson, con un gesto de su mano derecha, le indicó que dejase expresar a la cría sus emociones. Eso sería de lo más revelador. Al fin la agente del juzgado se llevó a la niña a la sala de espera. Fue su señoría quién tomó la palabra y sentenció.

 

-Ya he visto más de lo necesario. Oídas las alegaciones, en vista de las pruebas y escuchado el vital testimonio de esta pequeña. Pónganse en pie las dos partes.

 

            Tanto Kerria como Brian, al igual que Thompson y Rebecca obedecieron de inmediato. El juez pasó a dar el veredicto.

 

-No encuentro razones fundamentadas ni pruebas de que el demandando, el señor Brian Rice, suponga ni una amenaza, ni ningún peligro para su ex esposa y para la hija de ambos. Por el contrario, considero la presencia paterna del señor Rice muy conveniente para la formación emocional y el futuro desarrollo personal de su hija. De modo que deniego la petición de alejamiento y debo fallar y así lo hago que la custodia habrá de ser compartida. Se levanta la sesión. – Dictaminó de un mazazo, levantándose y saliendo de la sala. -

 

            Thompson se aproximó a su colega para estrecharle la mano. Apenas si pudo decir un aliviado.

 

-Felicidades…

 

            Pero fue cortado en seco por los gritos de Rebecca que insultaba a Kerria desde el otro lado de la sala.

 

- ¡Maldita pécora asquerosa! ¡Qué bien les has engañado a todos! Has manipulado a mi hija. ¡A una niña inocente!

-Basta ya, por favor. - Le pidió Thompson visiblemente avergonzado por aquello. - Señorita Jones…

 

            Aunque esta vez la ofendida no iba a callarse por más tiempo. Ésta era la gota que colmaba el vaso. Estaba más que harta y cansada de esa situación. De modo que, con furia, le espetó por su parte.

 

- ¡Eres una desequilibrada! Da gracias a que no he querido sacar tu historial médico de los últimos años. Pero te juro que como continúes insultándome te demandaré por difamación y amenazas. Me será tan sencillo probarlo que cuando acabe contigo solo podrás ver a tu hija tras los barrotes de una celda acolchada.

 

            Eso hizo que las imprecaciones de Rebecca cesaran. Ahora el miedo sustituyó a la ira en sus ojos. Más cuando su propio letrado asentía visiblemente preocupado. Aunque fue Brian el que, sujetando a su abogada de un brazo, le pidió con expresión suplicante y abatida.

 

-Basta, ¡por favor! Ya es suficiente, Kerria. Te lo ruego, déjala.

 

 

            La aludida le observó, tan hundido y lleno de consternación, que trató de calmar su propio enfado, suspiró y se dirigió a él.

 

-Lo haré únicamente por ti. Pero exijo que tu ex esposa busque ayuda profesional. Y no me refiero a la de un abogado. Señor Thompson. - Añadió ahora mirando hacia el otro lado de la sala. - Como representante legal de esa mujer usted sabe que lo que digo es lo más acertado. Le pido por su propio bien y el de esa niña que aconseje a su clienta al respecto.

-Quede tranquila. - Le aseguró su interlocutor quien, posando una de sus manos sobre el brazo derecho de Rebecca le pidió conciliador. - Vamos señorita Jones. Lo mejor será que nos vayamos. Tenemos mucho de qué hablar.

-Pero…ella…- pudo balbucear ésta con expresión desconcertada. - Ella tiene la culpa…

- La señorita Malden puede hacer lo que dice y tendría motivos más que sobrados. Le advertí que se controlase. Tendrá usted que tomar una decisión y una terapia adecuada le ayudaría. - Le replicó su abogado ahora diríase que con tintes de admonición y patente preocupación. - Como su letrado y por su propio interés le pido encarecidamente que no pronuncie ni una palabra más…

 

            La mujer asintió despacio y no rechistó ya. Sumisamente se dejó sacar de la sala. Se sentía totalmente derrotada y humillada, no obstante, lo único que ansiaba era reunirse con su pequeña. Brian y Kerria quedaron a solas ahora en el tribunal. Él suspiró llevándose las manos al rostro para musitar.

 

-Lo siento mucho, no quería que todo esto te cayese encima.

-No te preocupes, no es culpa tuya. - Le consoló su interlocutora. -

-Yo nunca quise que las cosas fueran así. - Pudo replicar él entre sollozos. -

-Nadie quiso esto. - Se apresuró a replicar Kerria que no obstante agregó de modo más sombrío. - Pero Rebecca no nos dejó otra elección. – Y suspirando entonces le desveló a su amigo. - Aunque no tendrá que preocuparse mucho. Sam y yo nos vamos a ir a Europa junto con Brian durante una temporada.

- ¿A Europa? - Repitió su atónito cliente. -

-Aquí las cosas se están poniendo peor. Ahora los moralistas van ganando adeptos y están esos del movimiento en contra de los reyes de la Tierra. Nosotras lo tenemos todo. Somos amigos de Serenity y Endimión, ¡incluso la princesa Mercurio es mi madrina! - Sonrió sardónica y sarcásticamente ella para añadir no sin ironía. - Y encima estoy casada con otra mujer y soy célebre todavía. ¡Vamos, esos tipos no podrían pedir un mejor objetivo!

 

            Su contertulio la observaba atónito, no sabía que responder, fue ella la que prosiguió.

 

-Tras la repentina muerte de Pedro, Sebastián, no ha sido el mismo.

-Lo siento mucho. - Repuso su interlocutor. - No le conocía mucho, solamente charlamos cuando Rebecca contactó con él. Era un buen hombre. Tras hablar contigo me llamó. Al menos eso me comentó.

 

            Kerria miró ahora a su contertulio con asombro. Le demandaba una aclaración de eso con sus profundos ojos verdes y Brian así lo entendió. Él entonces le explicó.

 

-Me contó que mi esposa deseaba contratarlos y que, pese a ser algo irregular, sabiendo que tú, por decirlo de algún modo, me estimabas mucho, se decantaba por no aceptar.

-Entonces no me dijo nada de eso. Solo que hiciera lo que yo creyese apropiado. Y eso que el bufete no atraviesa por sus mejores momentos. - Suspiró Kerria pensando agradecidamente en su jefe.- Él ya tenía muchas preocupaciones con el pobre Pedro. Todos creíamos que estaba mejorando, pero tenía un tumor muy invasivo que se le reprodujo. Se fue en cuestión de días. Hace apenas unas pocas semanas del funeral. Tras eso Sebastián no quiere saber nada del bufete. Los accionistas han comenzado a vender y algunos tipos relacionados con esos movimientos de Salvemos la Tierra de los Lunáticos, han comenzado a comprar. Dentro de poco tomarán el control de la compañía, destruyendo todo lo que significa y me despedirán. No pienso darles esa satisfacción. A Sam le ha salido una oferta de promoción en su empresa que incluye una estancia en Europa durante quizás un par de años. Hemos decidido que iremos allí. Este tipo de movimientos no parecen tan extendidos como en América.

-Os echaré de menos. - Dijo Brian apesadumbrado. - Cuidaos mucho, por favor…y dale un beso a nuestro hijo de mi parte. Dile que le quiero mucho. ¿Lo harás?

 

            La mujer le dio las manos y le sonrió afectuosamente entonces para decirle.

 

-Claro que lo haré. Y tú trata de arreglar las cosas con Rebecca para que, al menos, puedas ver crecer a tu hija en paz. Seguro que cuando le cuentes lo que te he dicho se alegrará. Estará muy feliz de que me vaya tan lejos. Eso quizás haga que lo vuestro se recomponga un poco.

 

            El interpelado asintió despacio. Aunque lo dudaba. Al menos su matrimonio estaba roto, pero por el bien de Cindy tendrían que hacer un esfuerzo par, al menos, comportarse como personas civilizadas. Así se lo comentó a Kerria, quien asintió para sentenciar.

 

-Sé que tú lo harás, pero no estoy tan segura de lo que pueda hacer Rebecca. Está muy mal, Brian, esa mujer tiene un trastorno grave. Y eso me preocupa. La condición que le impuse no fue por humillarla...

-Lo sé. - Declaró él. - Y siento todo lo que te dijo.

-Olvídalo, no fue culpa tuya, - le sonrió tiernamente ella, para remachar. - Cuídate...

 

            Después ambos se despidieron, ya no volvieron a verse y aunque tuvieron algún contacto ocasional vía Internet, habían pasado casi ocho años de aquello. Kerria, Sam y Brian, en efecto viajaron a Europa. Vivieron casi dos años en Francia, donde Kerria se reencontró con una antigua conocida, una reputada psicóloga vieja amiga del colegio de su cuñada Amatista. Más tarde pasaron un año en España y unos meses en Italia. Al menos el niño aprendió idiomas y visitó muchos lugares con historia, empapándose de diferentes culturas. Al poco retornaron a los Estados Unidos. Las cosas en el viejo continente comenzaban también a complicarse. No tanto por problemas con los derechos LGTBI sino por el creciente grupo de antimonárquicos existentes. Paradójicamente en su país natal habían surgido también influyentes grupos que apoyaban a los reyes de la Tierra. La propia Kerria, tras un paso por las Naciones Unidas como consejera legal, retomó su carrera judicial para ejercer como abogada independiente. Sus padres se alegraron muchísimo cuando retornaron ella, Samantha y el niño. No cupieron en sí de orgullo al ver lo grande que estaba el muchacho y lo bien que sus madres le estaban criando. Tuvieron algunos problemas, debidos a la adolescencia de Brian, y ¿por qué no decirlo? A varios ataques homófobos, pero todo se superó. Habían pasado ya algunos años más de aquello. Por su parte Roy y Beruche ya estaban mayores como para intervenir en esas cuestiones de política y seguridad. Era Kerria, la que, una vez regresó, de vez en cuando intentaba como Justiciera, pero sobre todo como jurista, indagar algo sobre aquel polémico reverendo Waters y su ascendente organización.

 

-No es nada fácil. Ese tipo no ha dejado constancia alguna de delitos, ni tan siquiera se le puede demandar. Siempre habla de tal forma que no se le pueda imputar ningún tipo de acusación por injurias o comentarios de odio. Al menos es inteligente. Pero en este caso, eso me perjudica. ¡Ojalá fuera un descerebrado que dijese lo primero que se le pasara por la cabeza, sería muchísimo más fácil! - Se decía Kerria, cuando se topaba una y otra vez con callejones sin salida en aquella investigación. -

 

Pero tenía algunos discípulos, como por ejemplo el reverendo Corbin en Nature que eran incluso peores que él.

 

-Lástima que no pueda hacer nada contra ese tipejo, está más allá de mi jurisdicción. - Se lamentaba ella. -

 

Sin embargo, como persona popular y abogada que había ejercido y ganado bastantes casos sobre discriminación en los últimos años, además de ser propuesta recientemente como ayudante del fiscal del distrito, había sido invitada a un debate frente al propio Waters y otros contertulios con dos temas. Eso preocupaba algo a sus padres. El primero asunto para polemizar era ¿puede y debe la moral marcar el acceso a un Nuevo Mundo? Y el segundo. ¿Familia Real extraterrestre que tutele los destinos de los mundos humanos, sí o no? El reverendo había insistido en la participación de la señorita Malden como su oponente principal en la primera cuestión, seguramente que con el claro deseo de desacreditarla. También acudirían otras personalidades destacadas, gente famosa de varios espectros de la sociedad. Así pues, el espectáculo estaba servido. Ella se preparaba para salir cuando su madre salió para despedirla.

 

- Que tengas mucha suerte Kerria y ten cuidado, hija, ese tipo es un manipulador. - Le advirtió Beruche. -

- Descuida mamá, - sonrió ésta sin parecer preocupada, afirmando con rotundidad. – Ya me he enfrentado a muchos tipos así, sé muy bien cómo tratarlos.

- Bertie tiene razón. - Convino Samantha levantándose del sillón en el que estaba para llegarse hasta ambas. - Por favor, procura no darle cancha. Le encanta manipular a las personas y cuenta con muchos fanáticos que creerán a pies juntillas todo lo que él diga.

- Ya lo sé- suspiró su pareja - y eso es lo que más me preocupa. Además, creo que no va a estar sólo. Pero bueno, yo tampoco lo estaré.

- Bueno, ante todo sé firme en tus convicciones, como siempre lo has sido. - La animó su madre. - Te estaremos animando por la holotele. Tu padre me dijo que vendría antes hoy de los entrenamientos de su equipo para no perdérselo.

- ¡A machacarle, mi amor! - Sonrió Sam dándola un largo beso en los labios. –Podrás con él y con todos sus fanáticos.

 

            Kerria guiño un ojo y tras devolver ese beso a su pareja a su vez besó en la mejilla a su madre antes de salir, se subió a su coche y partió sin tardanza hasta los estudios. Por suerte no era hora punta y llegó en tan sólo treinta minutos. Nada más aparcar un chico le esperaba en los accesos al plató.

 

- ¿Señorita Malden?,- le inquirió consultando una tablet. - ¿Es usted?

- Sí, soy yo. - Asintió ella sin querer precisar que al estar casada lo más adecuado era llamarla señora. – Pero…

 

            Iba a matizar la forma en la que ese muchacho se había dirigido a ella, pero ¡qué diablos!, ya iba teniendo una edad. De modo que señorita estaba bien. Eso pensaba reprimiendo una leve sonrisa cuando aquel chico, eso sí, muy educadamente, le preguntó al hilo de esa palabra que había dejado colgando.

 

- ¿Sí?...

-No, nada…- Replicó enseguida ella. -

- Sígame por favor, la esperan en maquillaje. - Le instó su guía. -

 

            El moreno y espigado muchacho no tendría seguramente más de veinte años. Esa mujer no debía de sonarle mucho, claro. Las Justices hacía años que no cantaban juntas y ella misma no sacaba un disco desde hacía más de una década. Ese chaval no tendría mucha constancia de sus antiguos éxitos. De todas maneras, a sus cuarenta y un años, Kerria se mantenía en forma y preciosa. Pero claro, el tiempo no pasaba en balde. Habían aparecido otras chicas más jóvenes y otros grupos que les tomaron el relevo hacía ya años. Pese a todo no había sufrido mucho con la llamada crisis de los cuarenta.

 

-Hoy día los cuarenta son los nuevos treinta. - Pensó divertida. - Pero, aunque lo pasaba genial cantando, mi verdadera vocación siempre fue la de ser abogado.

 

Bueno, y además aquella etapa ya pasó, ahora había logrado realizar su sueño, era una abogada muy respetada. Y, si tenía suerte tras las elecciones, estaría a punto de tomar posesión de su cargo de ayudante del fiscal en Nueva York. En calidad de eso, y de su condición de referente para el colectivo homosexual y transexual, amén de sus conocimientos de relaciones internacionales y de la familia real de la Tierra, acudía al debate. Pensaba en esto cuando llegó al camerino y la hicieron sentarse en el sillón del maquillaje.

 

- ¡Espero que no tengan que barnizarme mucho! - Bromeó con la maquilladora, una chica joven y rubita de pelo corto. -

- No, es usted muy bonita. - Declaró ésta con admiración. - No será necesario más que marcarle un poco los pómulos y eliminar un poco las ojeras.

- ¿Ojeras? - Pensó Kerria con horror añadiendo hasta con algo de humor - ¡Oh no! ¿Se me notan mucho?

 

Había estado trabajando en demasiados casos últimamente y desde la marcha de su hijo le costaba además conciliar el sueño. El chico le decía por holo mensajes que estaba perfectamente, pero ella era su madre y no podía dejar de preocuparse por él. Sería quizás alguna tontería suya, pero no podía evitar creer que algo le pasaba al chico, pese a que Amatista y Leval le cuidasen maravillosamente bien. Ahora comprendía bien a su propia madre. Era como tener una especie de clarividencia en lo relativo a los hijos…

 

- No se preocupe, apenas tiene - sonrió aquella chica sacándola de aquellas reflexiones y tratando de disimular su torpe declaración anterior. - Ya está lista- confirmó liberando a su importante clienta de una especie de sábana que le había puesto por encima para evitar mancharle su traje color azul celeste y la blusa blanca que llevaba. -

- Muchas gracias, - sonrió Kerria. -

 

Se levantó y fue guiada hasta las inmediaciones del plató por aquel solícito muchacho que, de camino, le inquirió de forma siempre cortés.

 

- Usted fue cantante ¿verdad?...

- Sí, lo fui- asintió la aludida que le inquirió, no sin curiosidad. - ¿Has oído algún disco mío?

- Bueno, mis padres la admiraban mucho, a usted y a sus compañeras. Pero yo era muy pequeño cuando...

- Ya, me hago cargo. - Le detuvo ella mirando resignada al techo. -

- Perdone, no he querido decir que sea usted mayor. - Se excusó apresuradamente el chico atreviéndose a pedirle. - Si no le molesta y pudiese dedicar un autógrafo a mis padres se lo agradecería mucho.

- Claro, ¡cómo no! - sonrió Kerria. - Dime cómo se llaman.

 

            Aquel chaval le dejó un papel y un bolígrafo, como a la antigua usanza. Ella escribió casi al dictado lo que el muchacho le pidió y lo firmó. Entraban al escenario cuando terminó. El chico se despidió agradeciéndoselo y le indicó su asiento, en un sofá rojo que se enfrentaba a otro de color azul, mediados ambos por un atril negro. Era el púlpito del moderador. El público en un sector del plató aplaudió al verla pasar, era la zona roja. La azul en cambio la acogió con silencio y unos fríos pitos. Ese era el bando contrario. Aquello no era más que una especie de tradición que daba más interés al programa. Kerria lo sabía y sonrió ante aquellos espectadores teóricamente hostiles. El presentador entró por la misma zona que ella y para él sí que hubo unanimidad de aplausos, el resto de los invitados le seguían. Un hombre de luenga barba negra y sobrio traje y corbata con el mismo color, contrastado por una inmaculada camisa, ocupó su lugar en el sofá azul. Otra mujer de unos cincuenta años, rubia, de nombre Debra Higs, presidenta de las asociaciones ortodoxas de padres le seguía. Junto a Kerria se sentó un chico de unos treinta años, se trataba del famoso y aclamado ciber roquero Lucero láser. A su compañera de banco personalmente no le agradaban demasiado sus canciones, pero por lo menos el tipo era alguien que siempre se significaba por los derechos de las minorías. Eso sí, lucía un atuendo de lo más atípico. Un gorro rojo rematado con una especie de muelle amarillo que apuntaba al techo. Una larga y raída chaqueta roja con multitud de chapas de refresco pegadas y unos bombachos de color berenjena oscuro. A Kerria le aliviaba sobremanera que su hijo Brian no fuera un fan de aquel tipo, como lo eran otros muchos chicos de su edad. Si le hubiera visto llegar así vestido a casa le hubiera dado algo, ¡y no digamos a Sam, Roy y Beruche! Tuvo que reprimir una sonrisa al imaginarlo. Lo cierto es que con la edad se había vuelto más conservadora de lo que creía. Aunque tratándose de alguien con esas pintas no era para menos. Pero Lucero estaba ahí, en su bando, y por lo poco que le conocía canciones y vestuario aparte, era un buen chico en el que se podía confiar.

 

- ¿Cómo estás, Kerria? Ya veo que muy bien. - La saludó el chico, de forma cordial. -

-Me alegra verte, Lucero. - Replicó ella del mismo modo. - Hacía mucho que no coincidíamos tú y yo.

-Sí, desde hace algunos años, en la gala de los Emi. - Recordó el cantante, a lo que su interlocutora asintió. - No estuvo mal.

 

            Pero ella disentía ligeramente, rememoraba como ese tipo salió a actuar dentro de un disfraz de calabaza de Halloween dando saltitos y cantando cosas como, “bota, bota, bota, pon, pon…paso de la religión” …En aquella ocasión la pobre no supo si taparse la cara o reír, al final hizo las dos cosas…

 

-Vaya, viene alguien más. - Le comentó al joven, en tanto se sonreía con ese recuerdo. -

 

            Otra persona que se colocó al lado de Kerria era Mary Akers, una activista pro apertura de Bios. La conocía poco, habían coincidido en algunos actos sociales y otros debates, casi siempre en el mismo bando. Era una chica que rondaría la treintena, agradable y muy inteligente, aunque Kerria no compartía su enconado criterio por la apertura inmediata. Ella tenía una postura mucho más moderada, siendo ese uno de los pocos puntos de fricción que mantenía con aquella joven.

 

-Hola Kerria, hola, Lucero. - Les saludó con una sonrisa. - Me alegra veros de nuevo.

 

Sus interlocutores expresaron lo mismo. Y por fin, en el otro bando, con un grueso jersey gris y pantalones blancos, hizo acto de presencia Carter Lench, un vetusto intelectual (o eso se consideraba él mismo) muy religioso de posiciones más bien retrógradas. Se debía tener cuidado con él, porque era mucho más irritante que el propio reverendo, aunque menos sibilino. Sin embargo, la ventaja de debatir frente a alguien así era que se le veía venir enseguida, por ese lado Kerria no debía preocuparse. Y una vez terminado el quién es quién, el presentador Clarence Tay, con un elegante traje marrón y una chillona corbata amarilla, se acercó a saludar a todos los contertulios y les avisó que, en pocos minutos, saldrían al aire. El programa iba a ser retransmitido vía satélite para la Tierra, Bios y Nature. Al día siguiente, en Bios, tanto Brian como sus tíos y primos no querían perdérselo. Pero Brian había salido con Asthel a comprar unas patatas y algunos refrescos. Debían grabar el programa pues tanto Leval, de servicio en la estación orbital, como Amatista, que tenía reunión con su personal de laboratorio, no podrían verlo.

 

- Vamos Brian, dentro de poco comenzará el programa. - Le instó Asthel. -

- ¡Eh, ah vale! ya voy- contestó él completamente despistado. -

-¿Estás pensando en algo? - Le preguntó su primo observándole divertido -

- No, que va- sonrió el aludido indicándole con impaciencia. - Vamos, volvamos a casa.

 

            Asthel le dio dos palmadas en la espalda riéndose y ambos corrieron de vuelta, el programa estaba a punto de comenzar. Por el camino, el joven recordaba el motivo de su ensimismamiento. Estando de vacaciones en casa, había conocido hace sólo un par de semanas a una preciosidad de chica…

 

-Realmente es preciosa y me gusta. – Pensaba, rememorando cuando la conoció. -

 

            Brian aguardaba frente a la parada del bus cuando una voz de chica le llamó la atención.

 

- Perdona, ¿es esta la línea C? - Le inquirió la muchacha observándole con unos penetrantes ojos azules y dejando ondular su larga melena de color castaño oscuro. -

- Sí, - repuso él, sin dejar de observarla. - Ésta es.

           

Pasaron unos segundos antes de que la muchacha, esbelta, alrededor de metro setenta y que no debía tener más de diecisiete años, añadiese algo azorada.

 

- Te pareceré una tonta, pero no sé si es la línea que busco, tengo que apearme en la calle noventa y ocho...cerca de la urbanización Vereda Verde.

- Sí, sí que es ésta. Además, yo vivo allí, - sonrió Brian divertido y encantado por la coincidencia por lo que la propuso. - Te bajas conmigo y te indico por donde se va.

- Muchísimas gracias- sonrió ella muy amablemente. - No me he presentado. Me llamo Cinthia Jones.

- Yo, Brian Malden, encantado.

 

En ese momento llegó el bus, él la invitó a subir primero y se sentaron juntos para charlar. Coincidieron en algunas cosas como su interés por los deportes. Ella era hincha de los Knicks. Eso le encantó a Brian, aunque optó por no decirle a esa muchacha quien era su abuelo.

 

-Lo mismo cree que intento tomarle el pelo o engañarla para ligar. - Se dijo con prudencia el chico. -

 

Al fin llegaron y bajando en su parada, el muchacho la condujo hasta la entrada de la urbanización.

 

- Muchas gracias- volvió a agradecerle ella, - espero volver a verte pronto. Si vives por aquí. Yo tengo que ir a una academia cercana. La High Studio, podríamos quedar cuando salga.

- Me gustaría- repuso Brian. - Sé dónde está esa academia, ¿cuándo saldrás?

- Dentro de tres horas- contestó la joven. -

- Pues voy a casa a ver a mi familia y luego te veo. - Le propuso el muchacho. -

 

            Una vez convenido él se marchó a su casa. Le quedaban sólo unos días antes de reanudar sus clases en Bios. Quedó con Cinthia, la espero en efecto a la salida de aquel edificio en el que estaba la academia y al rato la vio salir.

 

-Hola. - Sonrió él. –

-Hola. - Replicó la chica devolviéndole la sonrisa, agregando impresionada. - ¡Has venido!

-Claro, siempre que prometo algo, lo cumplo. - Declaró el chico. –

- Un hombre de palabra, me gusta. - Respondió Cinthia. –

-Pues espero que te guste la pizza hay una pizzería muy buena cerca de aquí. - Le comentó él, si es que te apetece. -

-Sí, gracias, me muero de hambre. - rio la jovencita. -

 

Y para allá que se fueron, charlaron y se rieron bastante, lo pasaron muy bien y quedaron para otro día, volvieron a verse y se siguieron viendo. Era una chica agradable y muy guapa. La verdad es que le atraía. Y a ella tampoco le resultaba indiferente él. Durante esos días comenzaron a salir un poco más en serio. Una tarde, la víspera antes de volverse a Bios, Brian fue a recogerla a la Academia y la invitó a ver una holo peli. La chica aceptó muy contenta. La película se desarrollaba normalmente. La muchacha se apoyó en su hombro y el joven la miró, lentamente fueron acercándose hasta darse un cálido beso en los labios.

 

- Me gustas mucho- le susurró Brian pidiéndole -, ¿cuándo vuelva de Bios querrás salir conmigo?

- ¡Ya estamos saliendo! - sonrió ella divertida. -

- Me refiero a algo más en serio- aclaró el muchacho. -

- No sé, intenta convencerme. - Le respondió su contertulia acercándose otra vez. -

 

            Él lo intentó con un beso más intenso, ella le abrazó y correspondió de forma apasionada, el resto de la holo película transcurrió sin que apenas se dieran cuenta, entregados a mutuas caricias y besos cada vez más profundos. Cinthia incluso alivió los ardores de Brian deslizando una mano bajo su pantalón. Por suerte estaban en una sala poco concurrida y nadie pareció darse cuenta de eso.

 

- ¿Desde cuándo sabes hacer esto? - Le preguntó él aun jadeando. -

- Tengo diecisiete años, no soy una niña, y por lo que he tocado ahí, tú tampoco eres un bebé. - Replicó pícaramente la muchacha. -

-Pero… eres menor de edad...- Apenas pudo balbucir el preocupado chico. - Y no está bien.

-No pasa nada, cumpliré los dieciocho enseguida. - Le tranquilizó la joven. - Y lo celebraremos de forma mucho más divertida aún. Tú, yo y esa cosa que tienes ahí…

 

Y le susurró eso con voz melosa e insinuante, eso sí, limpiándose la mano con una servilleta de papel. Después se rio con Brian que incluso se puso algo colorado ¡Menos mal que en la oscuridad del cine y en la última fila no se advertía como estaba! – Pensó él. –

 

-Para cuando vuelvas y nos veamos, te aseguro que la edad no será ya un problema. - Afirmó la muchacha. – Y pasaremos a cosas mucho más interesantes…

 

            El muchacho podía fácilmente imaginar a lo que podía referirse Cinthia, y estaba loco por comprobarlo, pero desafortunadamente tenía que volverse a Bios. Ella aún no había aceptado ir a su casa para conocer a su familia. Tampoco él insistió mucho, ni quiso comentarle nada más sobre sus allegados hasta no llevar saliendo juntos algo más de tiempo.

 

-Tampoco he querido decirles nada a mamá Ky y a mamá Sam, me da vergüenza, y querrían saber más cosas de ella. La verdad. Yo tampoco sé mucho, pero no me importa. Ya tendré ocasión de conocerla. – Pensaba, realmente encantado con Cinthia. -

 

Y tuvo suerte hasta en eso. La joven convino en que aún era algo pronto. Que debían afianzar lo suyo primero para presentarse a sus respectivas familias. El chico lo dejó estar hasta su vuelta. Cuando se despidieron, ella le prometió que tendría noticias suyas...

 

- Vamos Brian, ¡parece que te ha dado un paso!,- se rio Asthel - ¿En qué estabas pensando?

- No, en nada, - sonrió éste bastante cortado al salir tan bruscamente de esos recuerdos, aunque al final admitió.  - Bueno, en una chica que he conocido en la Tierra.

- Luego me hablas de ella- le dijo su primo. - Ahora volvamos rápido, el programa estará a punto de comenzar...

 

            Los dos volvieron a toda prisa, llegaron a casa justo a tiempo, la imagen de la ciber tele mostró el principio del debate. El presentador introdujo una breve biografía de sus invitados y formuló la pregunta, dando paso a las alegaciones de cada participante. Brian y Asthel escucharon interesados sabiendo que lo que iban a presenciar por mor de la distancia espacial que les separaba de la Tierra había transcurrido la noche anterior, pero, para ellos, llegaba ahora en directo. Así escucharon a Tay…

 

- Muy bien, ante todo, y como siempre recordamos a nuestros espectadores que este programa no se responsabiliza de las opiniones vertidas por los invitados. Dicho esto, reverendo. Abrimos con el primer tema de la noche y comenzamos por usted.  – Declaró el presentador dirigiéndose a su invitado que escuchaba con gesto adusto. - ¿Cuál es su opinión?

- Creo que para aquellos que me siguen en la fe, estará muy clara. La moral debe presidir siempre nuestros actos. Eso es algo que me parece fuera de toda duda. Por encima de cualquier tipo de deseo personal...

- Y usted señorita Malden, ¿qué opina? - Preguntó Clarence. -

- Ante todo, - señaló la aludida deseando matizar - debemos saber qué significado tiene la palabra moral.

- Eso es obvio- terció Lench - los comportamientos y actitudes que deben conducirnos en la sociedad, y en Gracia de Dios.

- Quiero decir. - Añadió Kerria no dándose por interrumpida -, si la moral debe de interpretarse como un conjunto de normas de religiosa moralina victoriana o si aludimos a la ética de cada persona y el respeto a los demás. Sin meternos para nada en sus vidas privadas.

- Ese planteamiento es muy interesante - convino Lucero - y tiene toda la razón. Las dos cosas son muy diferentes. Incluso nosotros y el grupo del banco azul podríamos estar de acuerdo o no en la pregunta del debate, dependiendo de cómo se califique la expresión "moral".

- Para mí, sólo hay una moral- intervino el reverendo Waters con tono doctrinal. -La que emana directamente del alma. Y de los mandamientos de nuestro Señor y las palabras de la Biblia.

- ¡Y la Biblia especifica que mujer que convive con mujer incurre en abominación!,- exclamó Carter dirigiéndose a Kerria en un tono furibundo. -

-Empieza el ataque antes de lo que me imaginaba, - pensó la aludida que respondió sin amedrentarse en absoluto. - Pues con esa clase de definición siempre estaremos en desacuerdo.

- La moral es algo muy importante, señorita, - contestó el reverendo con voz mucho más suave - y para nosotros no es en nada admisible ese modo de vida.

- Así que hemos llegado a un punto importante en el debate. - Dijo Clarence tomando la palabra. - Tenemos la clara oposición del banco azul a la libre conformación de parejas.

- No es eso exactamente, - señaló Debra Higs interviniendo por primera vez. - No estamos en desacuerdo con eso, sólo con las situaciones que rompen las relaciones naturales.

- Claro, los que piensan como ustedes tienen que saber lo que es natural y los demás no. - Terció Mary reprochando. - Es típico de los grupos como los suyos arrobarse la potestad de decir siempre lo que está bien y lo que no.

- Nosotros sólo seguimos las Sagradas Enseñanzas - opuso el reverendo. -

- ¿Sagradas? ¿Qué puede haber de sagrado en algo que contraviene los derechos de las personas? - Replicó Lucero que citó. – Apedrea a la adúltera, líate con tu sobrina, que sea tu esclava quién conciba si tu mujer es estéril… ¡Eso dicen sus escrituras! ….

 

            El debate se fue calentando progresivamente en esta línea. Entre el público, los aplausos o pitidos de los dos sectores se iban alternando. Clarence marcó entonces una pausa y tomó la palabra para decir.

 

- Tenemos una llamada. Buenas noches. - Dijo esperando la respuesta por los altavoces. -

- Buenas noches- se escuchó responder a una voz de mujer. -

- Nos llama usted para expresar su parecer, ¿verdad? - Le inquirió Clarence. -

- Sí, verá, es por un hermano mío, hace años era fan de esa señorita. - Las cámaras enfocaron a Kerria – que escuchaba con atención. -

- ¿Se refiere usted a la señorita Malden? - Inquirió Clarence. -

- Sí, a ella me refiero…

- ¿Y ya no lo es? - Volvió a preguntar Tay -

- ¡Pues por supuesto que no! - respondió secamente la voz. -

 - ¿Que hizo que cambiase? - Preguntó el presentador. -

- Cuando ella reconoció que era homosexual, mi hermano rompió un enorme póster suyo que tenía en su pared, nunca lo olvidaré. ¡Lo pasó tan mal el pobre! Entonces sólo tenía trece años.

- Pero eso ya ocurrió hace mucho tiempo. - Objetó Clarence. -

- Sí, pero le marcó muchísimo y como a él, a muchos otros chicos de entonces que perdieron un referente de lo que pensaban era una chica para idealizar. La novia que todos hubiesen deseado tener.

- Muchas gracias, - repuso Clarence. -

 

El presentador se despidió de su ínter comunicadora, por alusiones le cedió la palabra a Kerria.  Quien declaró no sin pesar, pero con total sinceridad y sin arrepentimiento.

 

- Yo lo sentí de veras por todos aquellos fans que quedasen defraudados por aquellas declaraciones mías. Pero creo que mucho peor hubiera sido no haberlo reconocido y representar una mentira.

- En eso consiste la moral de estos individuos- añadió Mary saliendo en su apoyo. - Hay que ser como ellos quieren que seamos. Si se dice la verdad o la mentira para conseguirlo les da lo mismo. El caso es no salirse de “su normalidad”.

- No, de eso nada- objetó Debra. - En este caso se pueden ver las consecuencias de estas actitudes. Ese chico ahora será ya todo un hombre claro, pero en esos días estaba en la peor edad. Cambiaba de niño a adolescente y admiraba a una mujer bonita, lo que es completamente normal. Buscaba su rol, el normal y saludable desarrollo emocional. La chica de sus sueños, por así decirlo. Pero si esa mujer confiesa que se siente atraída por otras mujeres, en el fondo está destrozando la autoestima de ese muchacho y de miles como él. Le confunden y le desorientan aún más de lo que está a esos años.

- Pues entonces, según usted, lo mejor es esconderse o representar una comedia que muchas veces se torna en un drama - repuso Kerria molesta. - Como los casos de otras muchas mujeres que han tenido incluso que casarse o fingir que tenían novio sólo para disimular, o también las situaciones de hombres que han tenido que casarse con mujeres para lo mismo. Y no digamos las personas que están atrapadas en un cuerpo que no aceptan, porque se sienten del sexo opuesto.

 

            Desde luego que había conocido varios casos, pero sobre todo el de Daphne fue el más terrible. Esa pobre mujer terminó por salir del armario en otro juicio, al que Kerria asistió en Nature, como abogada de una pareja de mujeres que luchaban por mantener la custodia de su hijo, frente al ex novio de una de ellas. Como su maestra de primera, Daphne fue requerida a declarar sobre la idoneidad de las madres del pequeño. Allí, presionada por el abogado del demandante, finalmente confesó su propia homosexualidad.

 

-Acabó huyendo de Nature, dejando atrás a su familia. ¡Incluso a sus hijos! Su hermana Steph se hizo cargo. Recuerdo aun cuando vino a visitarnos y se hizo unas fotos con Brian. Mi hijo estaba realmente colorado al conocerla. ¡Stephanie es una chica muy guapa. - Sonrió levemente ahora al recordar eso. -

 

            Empero, tuvo que centrarse, dado que la réplica de la señora Higs la sacó repentinamente de esos recuerdos.

 

-Hay cosas que deben ser como son. Y no pueden cambiarse. Todos esos deseos únicamente van en contra de cómo nos ha hecho la madre naturaleza. Al menos, si se casan como es debido estarán haciendo lo correcto y eligiendo un bien moral, por encima de su egoísmo.

- Ese argumento es falaz. - Rebatió Mary. - Así sólo se hace uno infeliz y al mismo tiempo desgraciada a la otra persona, yo no veo el bien moral por ninguna parte.

- Lo mejor es no dejarse llevar por esos impulsos ilícitos - replicó Carter con rotundidad. -Eso es la moral. El control y la renuncia a lo que no es bueno.

- ¿Y por qué son ilícitos?, si es lo que yo siento, - le respondió Kerria enfadada. - No es ningún capricho. Le aseguro que mi vida hubiese sido mucho más sencilla de haber sido heterosexual. Siendo aceptada, y sin ser juzgada. Y en ocasiones estuve tentada de ello. Pero no hubiese estado bien. Llegué a salir con un chico maravilloso, pero no pude casarme con él. No hubiera sido capaz de hacerle feliz, y le habría engañado de hacerlo. Pero de acuerdo con su criterio todo el mundo hubiese aprobado esa boda con tal de mantener las apariencias. Es una lástima y es una pena decirlo. Pero en una sociedad que se precia de ser justa e igualitaria, todavía hoy hay muchas trabas para quienes se salen de lo que algunos consideran normal.

- Es curioso, ¿quería ser aceptada?... que lo diga usted que ha sido una cantante famosa y de éxito y es una abogada muy renombrada. - Señaló el reverendo Waters replicando con agudeza. - ¿Dónde han estado los problemas en su caso? Creo que la sociedad ha sido muy generosa con usted.

 

            Hubo encendidos aplausos y comentarios de aprobación por parte de sus seguidores. Tras unos momentos para que se extinguiesen, Kerria respondió tratando de hacerse oír.

 

- Tengo que admitir que en mi caso la vida me ha ido bien. Pero no lo he tenido nada fácil. Me he visto obligada a luchar por cosas que a otras personas se les han concedido sin dudar, sin ni siquiera extrañarse. Al hecho de ser mujer se sumó mi orientación sexual. Mi pareja y yo incluso tuvimos que ir a juicio para demostrar que estábamos en condiciones de criar a nuestro hijo. ¡Fue muy duro! Sufrimos agresiones, amenazas ¿Por qué nos obligaban a demostrar algo que estábamos haciendo bien? ¿Sólo por ser dos mujeres? Cuando hay parejas heterosexuales de hombres y mujeres que maltratan a sus hijos o los descuidan. Entonces ustedes no ponen el grito en el cielo. Ni les piden demostración alguna de su capacidad para criar a sus hijos. ¿Es esa su moralidad?

 

            La alocución de Kerria obtuvo también muchos aplausos. Aunque enseguida saltó Lench para denunciar aquello.

 

-Sus argumentos son falaces. ¿Trata de decir que aprobamos el maltrato infantil, si lo perpetra una pareja normal? Es el mismo discurso retorcido que hacen esos del colectivo LGB o no sé cuántas letras. Cada día ponen una letra más. A este paso tendrán todo el abecedario.

-Lo cual demostraría que son incluyentes, al contrario de ustedes, que excluyen a casi todo el mundo. - Replicó Mary, obteniendo aplausos a su vez. -

-Son ustedes mismos los que se excluyen del resto del mundo. Si no es como ustedes quieren lo cambian y ya está. - Denunció Debra. –

-Como se ha hecho desde el principio de los tiempos, cuando se han cometido injusticias, muchas de ellas en nombre de un Ser superior que a buen seguro no estaría de acuerdo con lo que ustedes predican en su nombre. - Intervino Kerria. - 

- ¿Qué sabrá usted de lo que predicamos? Si se aparta de las enseñanzas de Dios. - La recriminó Lench, para remachar. – Ya vuelve a emplear sus falacias. Como el argumento que emplea cuando exigen criar a niños inocentes para inocularles sus iniquidades, alegando que lo harían mejor que sus padres naturales.

- ¡Un momento! Yo no he dicho que lo haga mejor que nadie, sino que puedo hacer tan bien como cualquiera. - Replicó Kerria dirigiéndose a ese tipo una vez más para preguntar con una mezcla de extrañeza e indignación. - ¿Dónde se supone que está la falacia de mi argumento?

 

            El interpelado, dedicándole una mirada irritada, replicó con tono seco.

 

-Está muy claro dónde. Ustedes siempre están oponiendo una pareja heterosexual formada por el hombre malo o maltratador y la pobrecita mujer maltratada, frente a una de dos hombres o dos mujeres que son maravillosos e ideales criando niños. ¡Esa es la mentira que quieren que nos traguemos!

 

Y tras sentenciar esto recibió aplausos por parte de los espectadores del rincón azul.

 

-Eso no es así. - Replicó Kerria afirmando con tintes de autoridad en la materia. - Soy abogada penalista y he tenido bastantes casos de conflictos entre parejas. A veces éstas eran heterosexuales y otras veces homosexuales. No digo que por ser de una condición unas sean mejores que las otras. Esa es la diferencia entre usted y yo. Donde usted, señor Lench, ve una cuestión de vicio o de inmoralidad, solamente por el sexo o el género de las integrantes de una pareja, yo sencillamente veo amor entre personas. Y el amor a veces se termina o se corrompe. Nadie está libre de eso. No somos perfectos, somos humanos. Podría esgrimir muchas estadísticas avalando la capacidad para ejercer de madres y de padres de las parejas homosexuales o transexuales, que en muchos casos mejoran los promedios de las heterosexuales. Pero se lo repito, por si no me ha comprendido a pesar de todo, no voy a caer en la tentación de decir que seamos mejores, aunque desde luego que tampoco somos peores que las parejas heterosexuales.

 

            Ahora fue ella quien recibió muchos aplausos de su bancada. Aquello fue aprovechado por el veterano presentador. Clarence indicó que tenían una pausa para publicidad. Desde su asiento, Cinthia asistía muy interesada a ese debate, sonreía, muy pronto le llegaría su turno.

 

-Admito que habla muy bien, sabe como envolver a la gente. - Pensaba la chica, tras dedicarle una interesada mirada a Kerria. -

 

Durante los anuncios, maquilladores y demás atendían a los invitados, repasando su aspecto o trayéndoles agua. De vuelta al aire, el presentador dio paso a un vídeo musical.

 

- Aquí tienen ustedes algo que les hará recordar a los de nuestra generación sus años más mozos y a los invitados también, supongo.

           

            En pantalla aparecieron las Justicies. Kerria sonrió al reconocerse tan jovencita, cantando junto a sus primas y amigas. Por su cabeza cruzaron los diferentes destinos que habían seguido las cuatro. A Amatista y Leval, los veía muy poco desde que estaban en Bios, lo mismo que a Idina. Y respecto a Katherine, habían coincidido más a menudo. Incluso le hizo una entrevista a Kerria y hacía ya bastantes años que las dos trabajaron muy estrechamente para ayudar a aquel oficial del ejército en su pleito contra el gobierno a causa de su condición sexual. Sin embargo, su prima también estaba muy ocupada últimamente. Aparte de sus reportajes parecía tener una especie de cruzada personal por descifrar una especie de inscripción. Además, su pobre prima lo había pasado muy mal por culpa de su adicción a las drogas. Todavía recordaba aquello.

 

-Espero que logres vencer definitivamente en esa dura lucha, querida Kat. - Pensaba. - Todos estamos contigo.

 

            Se había enterado como todos, cuando Kathy anunció que dejaba su programa debido a su enfermedad. Como ella lo llamó. Declaró su deseo de curarse y obtuvo el apoyo de la mayoría de sus colegas. Hacía unos años que allí estaba, siendo entrevistada en el programa de Tania Spencer, aquella joven reportera, que podría considerarse como una discípula de la propia Katherine. La entrevistada afirmó entonces con emoción y pesar.

 

-Tras muchos años batallando contra esto, he decidido que no puedo continuar de esta manera. Lo mejor es retirarme y vencer en esta lucha. La más importante de mi vida. Contra mí misma.

 

            Su entrevistadora la observó con pesar, incluso compasión. Para esa chica era una difícil situación. Hacía años la propia Kathy la amadrinó con aquel reportaje sobre la ruptura de la presa y la intervención de un misterioso guerrero dorado que salvó a mucha gente al contener aquel caudal de agua desbordado tras unas lluvias torrenciales y la posterior inundación que se produjo. Desde entonces, aconsejada por su mentora, su carrera en el mundo de la información había sido meteórica. Paradójicamente su competidora más directa era su gran amiga y maestra. Casi no podía creerlo cuando le llegaron rumores sobre sus adicciones y, pese a su instinto periodístico le pudo más el corazón y se negó a investigar el asunto. Sin embargo, hablo con Kat y se lo preguntó en privado. Su interlocutora lo admitió deseando hacerlo público en su programa. Ahora Tania le sonrió levemente y pudo decir con patente cariño y respeto.

 

-Antes que nada, te considero una amiga. No creo que nadie ignore que has sido mi mentora y que siempre te he admirado. Y sé, porque te conozco desde hace años, que eres una gran persona. Solo puedo desearte toda la suerte del mundo…

 

            Apenas pudo decir nada más puesto que se emocionaba abrazándose a su amiga entre los aplausos del público, aunque sí que pudo añadir con una sonrisa.

 

-También hay otra persona aquí que quiere saludarte.

 

            Katherine entonces miró con sorpresa como desde la entrada del plató se escuchaban pasos de tacones. Era Kerria que salió no tardando en correr a su encuentro. Ambas primas se abrazaron entre lágrimas. Hubo una gran ovación. En tanto la emocionada presentadora comentaba.

 

-Aquí están las Ky- Kat, reunidas de nuevo. Y como despedida momentánea nos van a interpretar una canción.

 

            Y pese a que eso no estaba preparado, al menos Kathy no lo sabía, Kerria la animó y las dos hicieron un dueto interpretando la versión de un antiguo tema.

 

Date la vuelta-
Cada cierto tiempo, me siento un poco sola,
y tú nunca estás por aquí.


-Date la vuelta-
Cada cierto tiempo, me siento un poco cansada
de escuchar el sonido de mis lágrimas.


-Date la vuelta-
Cada cierto tiempo me pongo un poco nerviosa,
porque los mejores años de mi vida han pasado.


-Date la vuelta-
Cada cierto tiempo me aterrorizo un poco,
y entonces veo la mirada en tus ojos.


-Date la vuelta, ojos brillantes-
Cada cierto tiempo, me derrumbo.
-Date la vuelta, ojos brillantes-
Cada cierto tiempo, me derrumbo.

 

-Date la vuelta-
Cada cierto tiempo me pongo un poco inquieta (o impaciente),
y sueño con algo salvaje.


-Date la vuelta-
Cada cierto tiempo, me siento un poco indefensa,
y reposo como un niño en tus brazos.


-Date la vuelta-
Cada cierto tiempo, me enfado un poco,
y sé que tengo que salir y gritar.
-Date la vuelta-


Incluso ahora me siento un poco aterrada
Y entonces veo la mirada de tus ojos
-Date la vuelta, ojos brillantes-
Cada cierto tiempo, me derrumbo.
-Date la vuelta, ojos brillantes-


Cada cierto tiempo, me derrumbo.

Y ahora, esta noche te necesito,
y te necesito más que nunca,
y si simplemente me abrazas fuerte,


Estaremos abrazados para siempre,
y solo lo haremos bien,
porque nunca estaremos equivocados.

Juntos podemos llevarlo hasta la última parada,
tu amor es como una sombra sobre mí todo el tiempo
-todo el tiempo-.

 

Y no sé qué hacer, y siempre estoy en la oscuridad,
vivimos en un barril de pólvora y soltamos chispas,
de verdad que esta noche te necesito,
el "para siempre" va a empezar esta noche,
el "para siempre" va a empezar esta noche.

 

Érase una vez en la que me enamoraba (cayendo en el amor),
pero ahora, simplemente me derrumbo (caigo en pedazos),
nada que pueda hacer, un eclipse total del corazón.

 

Érase una vez en la que había luz en mi vida,
pero ahora solo hay amor en la oscuridad,
nada que pueda decir, un eclipse total del corazón.

-Date la vuelta, ojos brillantes-
Cada cierto tiempo, me derrumbo.
-Date la vuelta, ojos brillantes-

 

Pero la cosa no terminó ahí. Justo al cantar ese último estribillo, Kerria le tocó en el hombro a su prima para que se girase. Entonces, sorprendiendo y emocionando muchísimo a su amiga, tanto Amatista como Idina aparecieron de entre bastidores uniéndose a la canción. Las cuatro antiguas miembros de las Justices, y como se llamaban ahora, Beauty Quartete. Y ahora Kathy lloraba sin poder seguir. Aunque eso no fue problema, sus compañeras y amigas la cubrieron cantando, visiblemente emocionadas a su vez.


Cada cierto tiempo, me derrumbo,
y ahora, esta noche te necesito,
y te necesito más que nunca,
y si simplemente me abrazas fuerte,


Estaremos abrazados para siempre,
y solo lo haremos bien,
porque nunca estaremos equivocados.

Juntos podemos llevarlo hasta la última parada,


Tu amor es como una sombra sobre mí todo el tiempo
-todo el tiempo. -

Y no sé qué hacer, y siempre estoy en la oscuridad,
vivimos en un barril de pólvora y soltamos chispas,
de verdad que esta noche te necesito,
el "para siempre" va a empezar esta noche,


El "para siempre" va a empezar esta noche.

Érase una vez en la que me enamoraba,
pero ahora, simplemente me derrumbo,
nada que pueda hacer, un eclipse total del corazón.

 

Érase una vez en la que había luz en mi vida,
pero ahora solo hay amor en la oscuridad,
nada que pueda decir, un eclipse total del corazón,
un eclipse total del corazón.

 Total eclipse of the heart. Bonnie Tyler.  Eclipse total del corazón. (Crédito al autor)

           Después Katherine lloró a abrazándose a todas y cada una de ellas. Todo el público se puso en pie ovacionando aquello. Hasta Tania lloraba sin poderse contener y aplaudía tan entusiasmada y conmovida como el resto. Aquella fue una bonita noche, las chicas unidas y apoyando a su querida prima y amiga.  Kerria lo rememoraba ahora con una emotiva sonrisa. Tuvo que contactar con Amatista e Idina quienes, al saber lo que les proponía, no dudaron ni por un instante en acudir a la Tierra pidiendo permisos en sus respectivos trabajos.  Parecía que aquello hubiese sido ayer. Kathy, gracias al Cielo, estaba ya bien. Entre tanto seguía viéndose a sí misma, mucho más jovencita, interpretando algunos temas.

 

- ¡Dios mío! - Pensó divertida ahora. - Ese también.

Y es que pusieron un hubo un fragmento de aquella vez, en la que años antes de aquello, precisamente con Kathy, amadrinó al equipo de la conferencia Este en el “All Star” de la NBA celebrado en Nueva York, justamente con su padre, el famoso ex jugador Roy Malden, como entrenador. Su prima a su vez representaba a la conferencia Oeste. Las dos cantaron en las respectivas presentaciones de los dos equipos, vestidas a la manera de animadoras. Ella con un uniforme que casi recordaba al suyo de justiciera, de tonos azules, Kathy de colores rojos. Con un top rojo realmente sugerente, aunque más recatado de lo que algunos quisieran con las letras WEST de color blanco escritas en su espalda, una falda corta blanca y botas rojas de tacón hasta las rodillas, Katherine cantó una versión de un antiguo pero exitoso tema, mientras eran presentados los jugadores de su conferencia…

 

Algunos chicos me besan, 
Otros me abrazan 
Y está bien, 


Pero si no me 
Dan crédito 
Acabo marchándome. 


Pueden rogar y pueden clamar 
Pero nada más, 
Así es 


Porque el chico con el frío y duro efectivo 
Es siempre el verdadero señor. 

(ESTRIBILLO) 
Porque vivimos en un mundo material 
Y yo soy una chica material 
Tú sabes que vivimos en un mundo material 
Y yo soy una chica material. 

Y Kat, entre andares insinuantes y graciosos gestos parecía coquetear con los jugadores de su equipo que aguantaban estoicos con las manos tras la espalda una vez salían por el túnel de vestuarios y saludaban al público con una mano. La propia Kerria sonreía viendo a su prima e imaginando el apuro de algunos de aquellos gigantes al ser “asediados” por una chica tan guapa y talentosa.


Unos chicos son románticos, 
Otros bailan lento, 
Eso me gusta 
Pero si ellos no pueden aumentar mis intereses 
Entonces tengo que dejarlos ir. 

Unos chicos lo intentan, 
Otros mienten, pero 
Yo no les dejo jugar 
Sólo los chicos que ahorran su dinero 
Superan mis días difíciles 

(ESTRIBILLO) 

Vivimos en un mundo material (material) 
Vivimos en un mundo material 

Los chicos vienen y 
Los chicos van 
Y eso es todo lo que ves 
La experiencia me ha hecho rica 
Y ahora ellos van detrás de mí. 

(ESTRIBILLO) 
Material, material, 
Material, material, mundo. 

Vivimos en un mundo material (material) 
Vivimos en un mundo material.

 

(Material World. Madonna. Crédito al autor)

 

           Y tras su canción y recibir muchos aplausos, Kathy sonrió, lanzó besos al público y cedió el escenario. Turno de Kerria para darle la réplica. Se veía ahora, con apenas veinte años quizás, saliendo ataviada con ese top azul, con las letras EAST escritas en la espalda, y la parte delantera de su top, falda blanca y botas como las de Katherine, pero de color azul. Aunque ella lucía unas gafas de colores que se quitó tras comenzar a cantar con una voz más desgarrada y contundente que su prima…

 

He estado esperando por algún tiempo, cariño
Encontrar un camino para liberar tu mente
Son las simples cosas que me haces
Que hacen que mi corazón se olvide de latir


Pero no estoy aquí para intentar jugar a tu tontería, no, no

Nunca suplicaré por ti.
Pero el Cielo bendijo el día que encontraste

Lo que estabas buscando


Bien, cariño, deberías saberlo mejor
Ahora quiero llevarte más alto

No me tengas esperando el amor de fuera
No puedo detenerlo si tú quisieras
Porque fui hecha para amarte, sí, sí


Creo que pienso que fue un sueño
Encerrado en un misterio
No puedo suponer que suponía ser


Mi alma solo sigue diciéndome, sí, sí
Porque no puedo tomar esto por otro día

He pensado en nosotros en un centenar de diferentes maneras

Y haría cualquier cosa por ti
Porque tu fuiste hecho para amarme

Y yo para amarte a ti

Ahora quiero llevarte más alto

No me tengas esperando el amor de fuera
No puedo detenerlo si tú quisieras
Porque fui hecha para amarte, sí, sí

 

Ahora quiero llevarte más alto

No me tengas esperando el amor de fuera
No puedo detenerlo si tú quisieras
Porque fui hecha para amarte, sí, sí


Es hora de que me dejes saber, cariño
No voy a

No voy a jugar a tus juegos
No puedo hacer frente a otro día
No me queda nada por decir
Oh, sí, sí, sí…

Ahora quiero llevarte más alto

No me tengas esperando el amor de fuera
No puedo detenerlo si tú quisieras
Porque fui hecha para amarte, sí, sí

¡Vamos!

 

            Y exclamando esto, arengaba a sus jugadores entre los aplausos del respetable, luego sonreía y tras girarse proseguía con la canción…

 

Ahora quiero llevarte más alto

No me tengas esperando el amor de fuera
No puedo detenerlo sí tú quisieras
Porque fui hecha para amarte, sí, sí

Ahora quiero llevarte más alto

No me tengas esperando el amor de fuera
No puedo detenerlo si tú quisieras
Porque fui hecha para amarte, sí, sí

(Made for Loving You. Anastacia. Crédito al autor)

 

Al acabar recibió una fuerte ovación, se abrazó a su padre deseándole suerte y se retiró a presenciar el partido. Estuvo incluso comentando parte del encuentro junto con Katherine, cada una apoyando a sus respectivas conferencias. Ella acérrima fan de los Knicks, Kathy fiel seguidora de los Clippers de los Ángeles.

 

-Y en el descanso. - Recordó con una mezcla de nostalgia y divertida picardía. - Interpretamos a dúo la canción elegida para promocionar el All Star de ese año.

 

            Y en efecto, salieron cantando juntas, turnándose para versionar un clásico de la “reina del Pop” con imágenes de las mejores jugadas del partido como fondo. Y fue precisamente Kerria la que comenzó a cantar…

 

El tiempo pasa muy lentamente
El tiempo pasa muy lentamente
El tiempo pasa muy lentamente

 

Y Katherine la relevó…


El tiempo pasa muy lentamente
El tiempo pasa muy lentamente
El tiempo pasa muy lentamente

 

Ambas entonces cantaron a dúo…

Cada pequeña cosa que dices o haces
Estoy colgada
Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Cariño, noche y día
Estoy harta
Estoy cansada de esperarte

 

Kerria cantó entonces…


El tiempo pasa tan lento para los que esperan
No hay tiempo para dudar

Los que corren parecen tener toda la diversión
Estoy atrapada
No sé qué hacer

 

Su prima se la unió en los coros…


El tiempo pasa muy lentamente
El tiempo pasa muy lentamente

El tiempo pasa muy lentamente
No sé qué hacer

 

Y Kathy cantó a solas…

 

Cada pequeña cosa que dices o haces
Estoy colgada
Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Cariño, noche y día
Estoy harta
Estoy cansada de esperarte

 

Cada pequeña cosa que dices o haces
Estoy colgada

Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Cariño, noche y día

Estoy harta
Estoy cansado de esperarte

 

Kerria tómó el relevo…

Ring, ring, ring va el teléfono
Las luces están encendidas, pero no hay nadie en casa
Tic, tic, tac, son las dos menos cuarto
Y terminé, te estoy colgando

 

Las dos unidas cantaron…


No puedo seguir esperándote
Se que sigues dudando
No llores por mí
Porque encontraré mi camino

Te despertarás un día
Pero será demasiado tarde

 

Cada pequeña cosa que dices o haces
Estoy colgada
Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada

Cariño, noche y día
Estoy harta
Estoy cansada de esperarte
Cada pequeña cosa que dices o haces


Estoy colgada
Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Cariño, noche y día

Estoy harta

Estoy cansado de esperarte
Cada pequeña cosa
Cada pequeña cosa
Estoy colgada

Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Esperando por tu llamada
Estoy harta
Estoy cansado de esperarte

 

Y Kerria volvió a cantar sola…

 

El tiempo pasa muy lentamente
El tiempo pasa muy lentamente

 

Fue Katherine quien tomó el relevo…


El tiempo pasa muy lentamente
El tiempo pasa muy lentamente

 

Y las dos se fueron turnando en sentenciar…


Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio

 

Rematando a coro…

 

No sé qué hacer

Cada pequeña cosa que dices o haces
Estoy colgada
Estoy colgada de ti

Esperando por tu llamada
Cariño, noche y día

Estoy harto
Estoy cansado de esperarte

Cada pequeña cosa que dices o haces
Estoy colgada
Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Bebé noche y día

Estoy harta
Estoy cansada de esperarte

Cada pequeña cosa
Cada pequeña cosa
Estoy colgada

Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Esperando por tu llamada
Estoy harta
Estoy cansada de esperarte


Madonna (Hung up). Credit to the artist.

 

Desde luego que actuando en el All Star lo pasaron muy bien, aunque para chasco suyo y de su padre, fue el equipo del oeste quién se llevó la victoria.

 

- ¡Esta Kat!, me ganó la apuesta y mira que me sentó mal. La muy sinvergüenza eligió el restaurante más caro que había. Y se pasó media noche flirteando con un camarero, y la otra media, haciéndome burla. - Se sonreía recordando eso con cariño y nostalgia ahora mientras junto al resto de los invitados del debate veía concluir ese video. -

 

Finalmente, al término de la canción hubo muchos aplausos. El moderador le otorgó la palabra al reverendo, con una afirmación algo capciosa y sin embargo hecha en un divertido tono que buscaba rebajar la tensión.

 

- No me irá a decir que cantar tan bien es pecado.

- No, claro que no. Líbreme, Dios de ello - sonrió Waters agregando de forma más desenfadada. - Yo nunca me he metido con las canciones de esta señorita, ni de sus compañeras, quizás en la ligereza de vestuario, nada más. Pero su talento es innegable. Un gran don de Dios.

 

            Eso hizo que hasta Kerria le observase sorprendida. Que ese hombre la halagase no entraba en sus esquemas. Aunque siempre tenía un matiz moralista. Por eso no podía bajar la guardia.

 

- ¿Qué queda de aquella jovencita tan enérgica en usted, veinte años después? - Le inquirió el presentador precisamente a la aludida -

- Mucha ilusión por la vida- repuso ésta con una leve sonrisa. - Y mucho deseo de aprender día a día…

- Contésteme a una pregunta ingenua - Le pidió el reverendo con sorprendente amabilidad. - Cuando cantaba usted esas canciones de amor tan bellas, con tanta fuerza y pasión. ¿En quién pensaba?

- Lo primero de todo, no es una pregunta tan ingenua - sonrió Kerria de forma irónica para responder. – Pensaba en las personas a las que amaba y a las que sigo queriendo o simplemente en nadie, para cantar, muchas veces no hace falta.

- Pero será mejor inspirarse - le objetó Waters. -

- Pudiendo hacerlo, sí- concedió Kerria. -

- ¿Y usted no ha podido inspirarse en nadie en concreto? - Inquirió Carter. -

- En mis padres, mi hermano, mi pareja y después en nuestro hijo.

 

            Por supuesto, Lench tuvo que estropear aquello, o volver a la romper hostilidades en el debate cuando espetó.

 

- Creo sinceramente que usted no sabe lo que dice.  ¡Ha dicho textualmente nuestro hijo!

- Sí, sé lo que he dicho, - respondió Kerria sin sorprenderse de su propia afirmación, para agregar no sin ironía. - ¿Y qué? Es nuestro hijo. Yo le traje al mundo, se lo puedo asegurar.

- ¿Cómo va a ser el hijo de dos mujeres? - se burló su interlocutor. - Será o de usted o de su... ¿cómo dice? Compañera o pareja, o lo que sea.

- Digo que es nuestro hijo porque así está legalmente reconocido- contestó su indignada contertulia para preguntar a su vez - ¿O va usted a discutir también la moralidad de la ley?

- ¡La única ley importante es la de Dios! - Exclamó Carter haciendo una teatral gesticulación. - Las otras, humanas todas, pueden estar equivocadas como este caso.

-Y tal y como antes dijo Lucero. ¿Qué pasa cuando en esa presunta ley de Dios se decía apedrear a la adúltera, pero no al adúltero? ¿O que conciba tu esclava en lugar de tu mujer si ésta no puede hacerlo? - Le replicó Mary enfadada también - ¿Eso es justo? - Y sin esperar una respuesta sentenció. -  Pues está en la ley de su Dios. –

 

Y tras aquella intervención obtuvo bastantes aplausos, combinados con abucheos del otro sector

 

-Por favor, señores del público. - Intervino Tay, tratando de serenar los ánimos. -

 

 Cuando finalmente lo logró y el auditorio guardó silencio, le dio la palabra al reverendo Waters.

 

- Estamos desbocando las cosas- intervino este conciliatoriamente. - Nuestro Señor lo que proclama es el amor, pero un amor bien entendido, quizás usted ha sufrido una confusión. - Señaló a Kerria que le escuchaba sin saber si enfadarse o sorprenderse cuando el reverendo prosiguió. - No digo yo que sea mala, ni perversa. ¡Dios me libre de ello!, únicamente Él es capaz de juzgar. Creo que solamente ha equivocado su camino, vuelva al sendero del Señor, déjeme ayudarla. Hay otras que lo han hecho…

 

            Kerria sabía perfectamente a quien se estaba refiriendo Waters. Hablaba de Maggie, su antigua pareja. Salieron juntas hace años, pero su novia quiso sorprenderla con un trio, junto con aquella terrible Marla. Tras de aquello, Kerria rompió la relación al sentirse engañada, confirmándolo además por la confesión de la propia Maggie. Al poco empezó su relación con Samantha y años después, cuando viajó a Nature a defender al alférez Leví, se reencontró con ella. Ya sabía entonces que Maggie, o Margaret como prefería que la llamasen, se había casado, ¡pero con un hombre! Bueno, en realidad con un saiyajin al que había conocido durante el viaje de la SSP-2 que ambos hicieron juntos. Kerria no asistió a la boda de ambos, pero mediante su prima Seren, la nueva Sailor Plutón, le envió una sentida felicitación a su ex. Lo que no supo en ese momento y descubrió cuando volvieron a verse, fue que Maggie se había vuelto una cristiana convencida, incluso radical, y que abjuraba radicalmente de su pasado.

 

-Me invitó a cenar a su casa y me presentó a su esposo Kiros y a su hija, la pequeña Gloria Elua. Era una niña adorable. Pero Maggie hasta llegó a predicarme que me arrepintiera. -Recordaba todavía entre perpleja e incrédula. -

 

            Su ex novia llegó a contarle una historia realmente extraña, por no decir increíble. Acorde a la misma, murió durante el parto de su hija, fue al Infierno y allí se encontró con su primer amor, su profesora de literatura del instituto. Según Maggie estaba en el infierno debido a sus inclinaciones antinaturales.

 

-Me dijo que su profesora fue acusada de mantener relaciones con menores cuando descubrieron el romance que ambas mantenían, que fue a la cárcel y quedó inhabilitada para enseñar. ¡Esa pobre mujer lo perdió todo!, por eso se suicidó. Si en verdad la vio en el Infierno fue debido a eso, no a que fuera lesbiana. Pero no pude persuadirla. - Recordó lamentándose ahora.

 

            Y tanto que no pudo, Maggie era ahora la hermana Margaret, y oficiaba de diácono en La parroquia más importante de Sagan City. Por eso, no le sentó nada bien ese comentario de Waters, y le replicó haciendo gala de irónica sorna.

 

- Sí, claro, me arrepentiré. ¿Cuánto dinero debo poner en el talonario para hacerme acreedora de su perdón divino?

 

            Entre el público hubo reacciones encontradas de abucheos y aplausos. El reverendo se levantó gesticulando para pedir silencio mientras respondía.

 

- Los donativos que recibimos en mi congregación únicamente se emplean en ayudar a los desamparados de la vida. Señorita. Le perdono el atrevido tono de sus palabras.

- Y yo a usted las suyas- contestó Kerria irónica, añadiendo con total seriedad. - Pues vienen del profundo desconocimiento. Sepa que mi vida es maravillosa porque soy feliz. Vivo junto a la persona que amo y tengo un hijo maravilloso al que hemos educado siempre con el respeto y la tolerancia hacia los demás. Incluidas las personas como usted.

- ¡No se puede educar a un hijo negándole la presencia de un padre! - Se escandalizó Debra. – Díganme, señorita. ¿Qué tienen de malo los hombres que tanto les disgustan?

- ¡Ya está bien!, y luego hablan de falacias y de demagogia. Parece mentira que todavía tengan ustedes la imagen atávica de las lesbianas que odian a los hombres. - Terció Mary. –

- Y esas Feminax, ¿qué? - Intervino Lench.- Ellas proclaman su odio hacia los hombres por el mero hecho de serlo, es abominable.

 

            Y hubo aplausos hacia él, aunque paradójicamente fue Kerria quien terció, dándole la razón.

 

-Claro que lo es. – Convino, aunque enseguida matizó para dejar las cosas en su sitio. - Pero por desgracia, ellas son tan extremistas en eso, como ustedes en lo contrario. Lo sé muy bien, he tenido que pleitear contra algunas…

 

            Se acordaba de aquel tremendo juicio en el que actuando de fiscal logró que se condenase a Marla al ostracismo. Esa desequilibrada que tanto daño había hecho estaría ahora presa en el planeta Némesis. Junto con muchos que se habían marchado de la Tierra. Renegando de los soberanos…

 

-Eso lo abordaremos en el siguiente debate. - Pensó, prefiriendo no comentar nada de ello por el momento, empero sí que sentenció. – La inmensa mayoría de las mujeres lesbianas, no somos así. No odiamos en absoluto a los hombres por ser hombres. Es más, tenemos padres, hermanos, amigos, a los que adoramos. Está usted muy equivocada, señora Higs.

- Sólo he dicho que entre dos mujeres pretenden tomar el papel de un hombre y eso le influye negativamente a un niño. - Quiso matizar Debra. -

- Nosotras nunca hemos querido suplantar a nadie. - Respondió Kerria pacientemente -, lo he dicho muchas veces y lo repetiré muchas más. Hasta que la gente como usted lo entienda. Mi hijo conoce a su padre y si no ha podido verlo más es por causas por entero ajenas a mí y a mi compañera. No tratamos de suplir a un padre. Sería una estupidez, ni tampoco odiamos a los hombres, ni ninguna de nosotras quiere representar ese papel. Mary tiene razón, siempre salen los viejos y falsos tópicos a relucir.

- Todo tópico tiene su parte de verdad. - Le dijo el reverendo sibilinamente. -

- Puede que en algunos casos sí, como ya he admitido. Siempre hay personas extremistas. - Admitió Kerria matizando de seguido - ¡Pero eso tan manido de la pareja de lesbianas en la que una hace de hombre! Creía que una persona tan inteligente como usted dispondría de mejores argumentos. Eso es lo que siempre nos decían todos los tipos que se metían con nosotras, incluso muchas mujeres. Nosotras ni odiamos a los hombres ni estamos frustradas por no serlo, ni cuando nos decían, ¡guapa, qué lástima, vaya un desperdicio! O… ¡es que no has probado a un hombre de verdad! Pues nosotras ni estamos desperdiciadas, ni sentimos el menor deseo de “probar” a un hombre, en absoluto. Somos mujeres y como tales nos sentimos, amamos y nos aceptamos. Nada tiene que ver con otro tipo de sentimientos igual de respetables y legítimos como por ejemplo el de las personas transgénero que sí desean cambiar de género, porque su sexo biológico no se corresponde al sexo que sienten tener y que sufren todavía más barreras que superar que las mujeres que somos cisgénero.

- Y debo decir que eres una de las mujeres más femeninas que conozco. Además de que estás muy buena. ¿A que sí, público? Y seguro que no se ofende por mi comentario. – Declaró jovialmente Lucero invitando a su parte del respetable a prorrumpir en aplausos, en tanto aquel inimitable individuo agregó con tinte divertido. – Eso sí, Kerria, ¡sálvame luego de las feministas!…

 

            La interpelada se lo agradeció con una amplia sonrisa, casi se puso colorada, ¡ese tipo era un auténtico pirado y no se paraba a pensar lo que soltaba! ¡Pero a fin de cuentas era encantador! No obstante, desde el otro lado enseguida llegó una réplica.

 

- Esto es grotesco. - Intervino Carter. - Así que es muy femenina, pero desprecia la masculinidad de un hombre. No tiene sentido, eso es lo que yo llamo conducta inmoral, más que eso, antinatural.

- Yo no me siento antinatural, - replicó Kerria muy molesta por aquello y agregando con dignidad. -Siempre, desde que tuve uso de razón y comencé a sentir mi sexualidad, me atrajeron las mujeres. Eso ha sido para mí lo más natural del mundo, y para otras muchas chicas que he conocido, también. No sé si se hereda o no, pero no es ningún capricho, ni un desprecio hacia nadie, es mi manera de sentir.

- Di que sí, tía, - apoyó Lucero con su habitual lenguaje post progre. - ¡Eres lo más! Esta sociedad está corrupta con tanto sermón de fariseos como ese.

- ¡Usted es un delincuente en potencia! - Le acusó Carter de modo furibundo. - Sus letras son tan horrorosas en su forma como en lo que proclaman.

 

            Kerria se sonrió tratando de que no la viesen, lo de las letras horrendas era cierto, desde luego. Y en muchas ocasiones pretendían precisamente eso, provocar. Pero no tenía nada que ver con este tipo que tenía a su lado, estaba algo loco, pero era buena gente.

 

- Mira tío - le respondió Lucero algo irritado a su vez. - Tú lo has dicho, proclaman. Yo añado, denuncian. Las injusticias y las hipocresías de esta sociedad. A los que les gusten los cantos parroquiales que se vayan a la iglesia, pero a la mayoría de los jóvenes les gusta mi música y entienden mis mensajes...

- ¿Con letras como quémalo todo y vámonos de juerga? O ¿Viva la traición? - Le acusó una escandalizada Debra. - Tal y como está este mundo sólo nos faltaba que nuestros hijos sufran semejante bombardeó de violencia.

-Señora. ¡Si las toma fuera de contexto nos ha fastidiado! En cambio, cuando hacemos galas pro tercer mundo y pedimos ayuda para esas pobres personas, no se les ve a ustedes por ninguna parte, - acusó Lucero. – Yo quiero que la gente piense con mis canciones, que se cuestionen todo, incluso a sí mismos. No como sus farisaicos predicadores que en sus templos se arrogan la verdad absoluta y no hacen nada por su próximo.

-Nosotros tenemos muchas iglesias que ayudan a los pobres y desamparados. No le consiento que nos descalifique de ese modo. No tiene idea alguna de las labores sociales que llevamos a cabo. - Terció Waters con comedida indignación. -

- Pues en el caso de los pros aperturas- declaró Mary. - Ustedes apoyan la conducta elitista de cerrar el acceso a Bios, para los suyos sólo pueden ir los ricos ¡Vaya una solidaridad!

- Eso no es verdad, tanto el reverendo Waters como yo, abogamos por una colonización lenta y ordenada, que no tiene nada que ver. - Respondió Carter. -

- Otro tema interesante el que se ha enunciado- declaró Clarence. - Debo recordar a todos que el primer tema es el de la moral, no el de la homosexualidad, así que podemos y debemos extender la conversación hacia otros ámbitos. Y hablando de eso, antes de ir a publicidad, pasemos ya a introducir el segundo tema de la noche. – Así, el presentador cambió el tercio, aunque dirigiéndose nuevamente a Kerria. - Se da la circunstancia de que usted señorita Malden es hermana de uno de los moderadores del proceso, el coronel Leval Malden ¿Está usted de acuerdo con su actuación?

- Vamos a ver, mi hermano nunca ha opinado nada, - le rectificó la interpelada. - Se ha limitado a arbitrar una ronda de conversaciones aplicando la ley. Los acuerdos que se alcanzaron, según me contó, fueron gracias a la disposición de las partes. Él jamás ha ido en contra de sus principios.

- Es cierto- corroboró Mary. - Ha hecho mucho por la paz. Pese a ser un militar.

- En eso no estamos de acuerdo, Mary- sonrió Kerria con cara de circunstancias para seguidamente afirmar. - Los militares no desean las guerras.

- Bueno, según quienes- rebatió ésta que no parecía muy proclive a continuar con esa conversación cuando dijo -, vamos a dejar ese tema por ahora...

 

            Su contertulia no pudo ni expresar su acuerdo con eso, el presentador tomó enseguida la palabra.

 

- Tenemos otra llamada- informó Tay interrumpiéndolas a ambas. - ¿Diga?

- ¿Hola? - Chilló una voz de hombre. -

- Sí, le escuchamos, adelante- le invitó el moderador. -

- Sólo dos cosas. Primero, ¡Lucero tío eres genial! Tengo todos tus holo discos. - El aludido asintió sonriendo. -

- ¡Gracias, tío, viva la marcha! - Exclamó éste. -

- Pues eso, los tengo todos, sigue dándoles caña a esos carcas. Y usted señorita Malden, no les haga ni caso. Para mí, lesbiana o no, sigue estando muy bien y cantando mejor. A ver si saca otro disco.

- Muchas gracias, con ánimos así quizás me anime algún día. - Se sonrió Kerria casi a punto de reírse por esos cumplidos tan sorpresivos. -

 

            Aplausos por la llamada que se despidió al poco tiempo, el presentador dijo entonces.

 

-Otra llamada más.

 

            En esta ocasión, era una voz de mujer que sonaba desaprobatoria al declarar.

 

-Buenas noches. Me parece increíble que haya personas que no respeten nada. Así se está quedando la Tierra. Ya cualquier cosa es llamada familia. ¡Menos mal que el reverendo Waters, el señor Lench y la señora Higs defienden las cosas como deben ser!

-Muchas gracias por su apoyo, señora. - Replicó Debra, con el asentimiento de Carter y del reverendo. -

-Ustedes no se rindan…Cada vez somos más los que estamos hartos de tanta impudicia. Y no pararemos hasta hacernos oír. - Sentenció esa mujer antes de salir de antena. -

 

            Kerria, Lucero y Mary se miraron moviendo la cabeza. Pero ¡en fin! Todo el mundo tenía derecho a expresar sus opiniones y éstas no siempre iban a ser acordes con las suyas. Fue Clarence quien, tras muchos aplausos del sector azul, comentó.

 

- Bueno, eso nos lleva a recapitular, después de la publicidad seguiremos, - se cortó la emisión, dando paso a los anuncios. -

           

            En casa de Kerria, sus padres y Sam seguían muy interesados el debate. Roy declaró con evidente satisfacción.

 

- Lo está haciendo muy bien, les está dando en los morros a esos cretinos.

- Kerria sabe bien cómo responder a esos argumentos tan estúpidos con los que la atacan - añadió Sam. – Está ya muy harta de oírlos…

- Y supongo que Brian lo estará viendo en Bios, - suspiró Beruche. -

-Bueno cubito, lo verá cuando llegue allí la emisión. - Puntualizó Roy añadiendo con optimismo. - Y se sentirá muy orgulloso de su mamá Ky.

-Es verdad, siempre lo olvido. - Suspiró su interlocutora añadiendo con afecto y algo de nostalgia. -

- ¡Está tan lejos! Espero que siga bien.

-Claro que sí- sonrió su nuera. - Ya es todo un hombre...- suspiró recordando que los años transcurrían deprisa, quizás demasiado. - ¡Cómo pasan de rápido los años! ¡Aún le veo de chiquitín!…

 

            Samantha recordó como levantaba en sus brazos al pequeño dejándole tocar el suelo suavemente con sus piernecitas.

 

- Vamos Brian, ahora tienes que ir hacia mamá Ky, - le indicaba afectuosamente, señalando a su pareja que le aguardaba a un par de metros. -

 

            El niño avanzó tímidamente, tambaleándose. Kerria le sonreía animosa alargando los brazos y él trataba de llegar. Se reía al mirar a su madre. Logró alcanzarla justo cuando se trastabillaba, siendo recogido en brazos y levantado por la joven que le dio un montón de besos...ante la embelesada mirada de Samantha.

 

- ¿En qué piensas, Sam? - Le inquirió Beruche con una sonrisa. -

- En el tiempo, como pasa de rápido. - Musitó ésta declarando. - Hace nada teníamos a Brian en brazos y ya es un hombre. - Suspiró. -

- Así es, ¡ya os lo decía! - rio Bertie. - La vida es sólo un instante. Y dentro de poco, cuando os veáis las canas como yo aún pensaréis que va más deprisa, - remachó con no poca nostalgia mesándose su cabello, ya teñido de gris. -

- ¡Ya tengo! - rio Samantha también, eligiendo alguno de sus pelos al azar. -Antes eran todos rubios, pero ahora... a gastar dinero en tinte.

- Seguís siendo preciosas, chicas. - Les sonrió Roy abrazándolas afectuosamente a ambas. – Todavía me dan ganas de ligar con vosotras…

- ¡Y tú sigues siendo tan atrevido como un muchacho! - Bromeó Sam añadiendo divertida. - Me habría gustado conocerte en esa época.

- ¡No lo creo! - Se rio Beruche afirmando. -Era todo un golfo y un gamberro, pero encantador, es verdad.

- Y sigues en muy buena forma, - señaló Samantha entre aduladora y sinceramente sorprendida -

- Es por mi sangre de guerrero del espacio, envejecemos más tarde. - Explicó él, aunque enseguida admitió. - Pero, aun así, los años no perdonan.

 

Beruche asintió porque su marido se señalaba algunas entradas en su cabellera y ciertas arrugas en el rostro. Tampoco era tan fornido como antaño, pero, aun así, mantenía todavía una planta imponente para alguien cercano ya a los setenta años.

 

-Bueno, ¡el que tuvo, retuvo!  - Se rio él, haciendo que las mujeres le imitasen. -

-Creo que ya van a seguir. - Les indicó Bertie. -

 

            Y los tres continuaron pendientes de la holo pantalla. Samantha seguía pensativa. Recordaba la segunda vez que vio a Roy convertido en súper guerrero. Fue hace pocos años, cuando entrenaba a Brian. Ella buscaba al chico y escuchó ruidos en el gimnasio, entró en silencio y vio al muchacho inclinado, como si tratase de hacer fuerza, él gritaba.

 

- ¿Qué te ocurre, Brian?,- le inquirió Sam asustada - ¿Estás bien?

 

            El chico no respondía, entonces ocurrió algo que aterró a Samantha. Brian comenzó a brillar en un intenso tono dorado, sus cabellos se volvieron de ese color y apuntaron hacia arriba. La fuerza que desprendía era tan grande que ella no podía ni acercarse, sino más bien luchar por no salir despedida contra la pared.

 

- ¡Dios mío! - Exclamó horrorizada. -

 

            Brian volvió a su estado normal y se derrumbó en el suelo. Sam corrió hacia él tratando de reanimarlo, pero era inútil, había perdido el sentido. Asustada y muy nerviosa, corrió en busca de Kerria o de sus padres y encontró al padre y la hija charlando tranquilamente en el comedor. Entró agitadísima chillando.

 

 - ¡Venid corriendo por favor, Brian está desmayado en el suelo!

 

Al punto, tanto Roy como Kerria con expresiones entre atónitas y asustadas se dirigieron hacia ella.

 

- ¿Qué ha pasado? -  Le inquirió su esposa visiblemente preocupada. -

- ¡Entré en el gimnasio y vi a Brian!  - Explicó agitadamente Sam - estaba brillando de un color dorado ¡Os lo juro! Parecía emitir una especie de extraña luz, como si fuera fuego, pero no se quemaba...Como tú aquella vez Roy. Cuando la reina Serenity salvó el mundo. Luego se apagó y se ha quedado inconsciente, no puedo reanimarlo. ¡Y pesa demasiado para mí!...

 

            Para sorpresa de Samantha, Roy y Kerria sonrieron con expresión de alivio e incluso alegría.

 

- Pero ¿cómo os podéis quedar así? - Les recriminó Samantha casi poniéndose histérica. - ¿Se ha desmayado!

- Tranquilízate Sam, no pasa nada. Ahora te lo explicaremos todo. - Le respondió su esposa abrazándola. -

- No hay peligro alguno para Brian, todo lo contrario - añadió Roy que les dijo. - Anda vamos.

 

            Los tres se dirigieron hasta el gimnasio. El muchacho seguía allí, inconsciente. Su abuelo se encargó de cargárselo al hombro. Entrando en casa lo subieron a su cuarto y su portador lo descargó sobre la cama. Brian se movía bañado en sudor, estaba agotado. Roy sacó una especie de judía y se la dio a comer. El chico masticó despacio y se recobró súbitamente para estupor de Samantha.

 

- Lo he conseguido, abuelo, - musitó sonriendo el muchacho - aunque sólo por poco tiempo.

- Ya eres un súper guerrero- sonrió también Roy. - Estoy muy orgulloso de ti, pero debes seguir practicando.

- Lo haré - le aseguró Brian que entonces reparó en Kerria y le dijo muy ilusionado - ¿Has oído mamá Ky? ¡Lo he logrado, ya soy un súper guerrero! Cómo el abuelo y el tío Leval. - Declaró con orgullo. -

- Muy bien hijo, - aprobó la interpelada acariciándole la cara con afecto. -

- Alguien va a explicarme lo que está pasando aquí. ¡No comprendo ni una palabra!,- exclamó Samantha casi enfadada por aquella conversación que prescindía de ella y así lo hizo saber. - Me siento como si aquí no pintase nada. ¿Qué es eso de un súper guerrero? ¿Es lo que hiciste tú aquella vez, Roy?

- No te enfades, Sam.- Le pidió Kerria apretándole los hombros cariñosamente para acto seguido pedirle al aludido. - Papá, por favor, explícaselo.

- ¿Fue esto lo que viste? - Le preguntó a la atónita Samantha que vio como Roy se transformaba en eso de súper guerrero brillando exactamente igual que su nieto, pero sin emitir tanto destello. -

 

            Samantha pegó un salto hacia atrás por el sobresalto, Brian reía divertido y Kerria la calmaba distendida.

 

- ¿Qué significa esto? ¿Por qué Brian puede hacer eso también?,- preguntó mirando alternativamente a Kerria y Roy. -

- Como te contamos hace años soy un guerrero del espacio. Del pueblo de los saiyajin - le explicó él. - Los de mi raza tenemos una enorme fuerza potencial, que, cuando llega a un nivel que no podemos controlar, nos hace pasar a este estado. Tenemos tanta energía que la liberamos en parte. Brian, a través de Kerria, mi hija, lleva sangre mía, también es un saiyajin. Por eso puede hacerlo, aunque aún es demasiado joven y no controla del todo su poder.

- ¿Y tú Kerria? ¿Puedes hacer lo mismo también? - inquirió Samantha perpleja. – Nunca te he visto así…

- No, - negó ésta - mi herencia no es tan fuerte como la de Leval. Mi hermano si puede transformarse. No sé por qué, pero pese a que hay mujeres que pueden hacerlo es mucho más fácil para los hombres ¡Será que el estado de súper guerrero es la quinta esencia del machismo! - rio -

- Se debe a que para aumentar nuestra fuerza necesitamos estar con un alto estado de tensión emocional- argumentó Roy sonriendo con ese comentario de Kerria. - Enfadarnos por alguna causa es el mejor ejemplo. Como ese comentario - tiró cariñosamente de una oreja a su hija que soltó un ¡Au! entre risas en tanto su padre agregaba. - Se libera testosterona y muchos andróginos, esa hormona es masculina, listilla. - Explicó jovialmente mirando a Kerria para responder a ese comentario de antes. - Las mujeres tienen, pero muy poca, y no basta, en la mayoría de los casos, para provocar esta transformación. Aunque claro que he conocido a algunas capaces de hacerlo. Grandes guerreras del pueblo de los saiyajin. Sin ir más lejos ahí tienes a tu prima Seren. Además, eso solamente no basta, hay que entrenarse muy duramente para lograrlo. A mí me costó, a Leval también y Brian está teniendo que trabajar muy duro para conseguirlo.

- Y yo, con hacer de Justiciera ya tenía bastante- añadió Kerria. -

-Creí que aquello fue una especie de sueño. Que quizás lo imaginé después de lo que la reina Serenity y las princesas hicieron. Pero era cierto. ¿Verdad? ¿Por qué no volviste a hacerlo hasta hoy? - Les preguntó Samantha todavía asombrada pero más tranquila. -

- Sí, claro que era cierto, Sam – le confesó Roy para justificarse acto seguido – Y con el paso de los años teníais otras preocupaciones en la cabeza y no quise enredar más las cosas. Además, Bertie me hizo prometer que no entrenaría a Brian.

- Y para variar no me hiciste ni caso - contestó ésta que entre tanto había subido hasta allí añadiendo. - Me extrañó no ver a nadie en casa y de camino he podido escuchar algo. Roy, me hiciste lo mismo con Leval y ahora con mi nieto, ¡eres incorregible! - Le reprendió con los brazos en jarras. -

- Nuestro nieto- corrigió su esposo añadiendo conciliatoriamente. - Yo también soy su abuelo, sé que lo prometí. Pero cariño, siempre y cuando él no lo necesitase. Recuerda que lo de nuestro hijo fue por una causa justificada, lo mismo que con Brian. El chico necesitaba encauzar sus fuerzas y comprender a qué se debían.

 

            Beruche pareció contentarse con eso. Aunque Sam terció todavía con la boca abierta.

 

- Aun no me lo creo. ¡Sois todos tan impresionantes!…

- ¡Ja, ja! No te creas, tú no conociste a mi maestro. - Repuso modestamente su suegro. - Él y sus amigos sí que eran unos fueras de serie

- Mi padre, mi madre, mi hermano e incluso yo misma con ayuda de nuestros familiares y amigos hemos protegido la Tierra desde hace muchos años- intervino Kerria. -

- ¡Y ahora es mi turno! - declaró Brian con entusiasmo. -

- Lo que tienes que hacer ahora es estudiar- le recordó su madre añadiendo con retintín. - Para eso no hace falta convertirse en súper guerrero.

- ¡Pero mama Ky! - protestó Brian. - ¿Y si alguien atacara la Tierra?...

- De momento más vale que entrenes por si llegase esa posibilidad para que puedas combatirlos - le contestó su abuelo, que agregó más seriamente. – Sin embargo, deseo que eso no suceda y puedas vivir tranquilo, hijo. Créeme, esto no es ninguna ventaja, es más una gran responsabilidad.

- ¡A mí me gustaría ser tan fuerte como tú! - Le expresó el muchacho con admiración. -

- Y lo serás, no te preocupes. Incluso más, estoy seguro. - Le animó Roy, matizando, eso sí. - Pero debes controlar siempre tu fuerza y no utilizarla nunca salvo casos de muy extrema necesidad. Ten en cuenta que, mal empleada, podrías hacer muchísimo daño, comenzando por las personas a las que quieres. Recuerda que la mayor parte de la gente son humanos corrientes. Debes tener control de tu energía y no liberarla a no ser que sea estrictamente necesario. ¿Lo comprendes?

 

            El chico asintió y le dijo a Samantha ahora ya más serio.

 

- Siento haberte preocupado, mamá Sam, pero me quedé tan débil después de transformarme.

- No pasa nada Brian, estás bien y eso es lo que cuenta…- respondió su otra madre dándole un beso en la frente para añadir, ahora de mejor talante. – Pero esto me ha dejado más sorprendida todavía que cuando Kerria me confesó que era una de las Justicieras. E incluso más que cuando la reina Serenity salvó al planeta.

 

            Después de esas palabras bajaron a la cocina y Brian reclamó la comida, su abuela le sirvió una fuente entera de espaguetis que devoró. Seguidos por un cuenco de ensalada, dos filetes y mucho arroz que su risueña mamá Ky le puso delante. Samantha le miraba desencajada. ¡Era imposible que alguien pudiese comer tanto! Pero lo estaba viendo. Y aun así no podía creerlo. Roy por su parte reía.

 

- Más por favor, - repetía Brian una y otra vez. -

- ¡La tradición se mantiene! - Declaró riendo Bertie con su delantal puesto y trayendo más comida. -

 

Entre tanto Kerria terminaba de preparar un par de bocadillos y un cuenco de guisado para su hambriento hijo y la pobre Samantha abría unos ojos como platos, sin poderlo asimilar.

 

-Desde luego esta familia es muy especial - Pensaba Sam, regresando al presente, mientras se reanudaba el debate. - Tengo mucha suerte de formar parte de ella.

 

            Por fin centró su atención en la pantalla. Kerria aparecía en un primer plano. Tomando la palabra.

 

- Estamos hablando de moral, pero no acabo de entender qué tiene que ver eso con el amor, - preguntó a sus oponentes - ¿Por qué es malo amar a una persona de tu mismo sexo?...

- Porque ese amor no es puro, es fruto de una aberración, - le respondió el reverendo Waters pacientemente. - No quiero ofenderla, pero, lo que usted cree que siente por otra mujer, ¿a dónde le conduce?

- No entiendo eso, ¿acaso una relación hombre y mujer debe conducir a algún sitio y entre dos mujeres no? - Respondió Kerria realmente desconcertada. -

- Me refiero a que la unión de un hombre con una mujer produce un fruto- aclaró el reverendo. - Los hijos, y si estos son educados en los valores religiosos y morales, perpetúan la raza humana y la civilización. Una relación mujer con mujer, u hombre con hombre, es algo tan inútil que conduciría a la extinción de la sociedad. Imagínense que todas las parejas fueran constituidas por personas del mismo sexo. ¿Qué ocurriría?

- Siempre habría la posibilidad de adoptar hijos o de una inseminación- respondió Mary. -

- Lo de la inseminación es algo que atenta contra lo natural- intervino Carter. - Es forzar los designios de Dios.

- Pero, en base al argumento del reverendo- replicó Kerria - si una pareja no obtiene descendencia es inútil. Dígame ¿Cuántas mujeres y hombres estériles hay? ¿O que hayan sufrido una enfermedad o un accidente que les haya dejado incapaces de procrear?  ¿Son ellos una aberración?

- No- repuso categóricamente el reverendo - ellos se unen debidamente y si es voluntad de Dios, tendrán descendencia. Entonces, en el seno de una familia normal se pueden adoptar hijos, y educarles como propios, tienen esa opción.

- ¿Y no la inseminación? ¡Vamos tío!, eres de la edad de piedra, - intervino Lucero con tono despectivo. – Supongo que eso de las transfusiones de sangre que salvan vidas estará muy mal también.

- ¿Y las parejas de gais no pueden adoptar a nadie, ni siquiera inseminarse? - Repuso Mary indignada. - ¿Por qué no iban a ser respetables, si trabajan y son buenas personas como Kerria?

- Porque eso es jugar a dos barajas- replicó Debra. - Les viene muy bien prescindir de los hombres, pero para tener hijos bien que necesitan de ellos, igual que los homosexuales masculinos con las mujeres.

- Claro- asintió el reverendo dirigiéndose a Kerria. - Usted ha dicho que tiene un hijo, no lo habrá concebido acostándose con otra mujer por mucho amor que afirme poner en ello.

 

            Gran número de personas de su bando aplaudieron, dejándolo de hacerlo y dedicando toda su atención a la aludida en cuanto estuvo lista para responder.

 

- Sería ridículo por mi parte decirle que sí. Por supuesto que precisé de la colaboración de un hombre - replicó ella que remachó - y de un buen hombre, además.

- Pese a ser usted desviada reconoce que era un “buen hombre” ¿Eh? - Terció Carter con sorna provocando hilaridad en muchos de sus afines y abucheos en la otra aparte. -

- ¡No le permito que me insulte! - Se ofendió Kerria levantándose como un resorte. - ¿Desviada por qué? ¿Sabe? Hay otras muchas cosas que sí son desviaciones y en otros ámbitos de la vida. Hay desviados religiosos también, que pervierten el mensaje de amor de las religiones y lo trocan por odio matando y esclavizando a otros. Podríamos hablar de eso si nos ponemos así. Y eso que me ha dicho puede ser constitutivo de demanda ante un tribunal. He ido a juicio de parte de muchos clientes por menos. - Añadió en tono de clara advertencia. -

- Vamos a calmarnos un poco, por favor. Recuerdo que este programa no se hace responsable de las opiniones o declaraciones vertidas en él por nuestros invitados. - Terció el moderador que se dirigió a Waters otorgándole la palabra. -

- Seguro que el señor Lench no deseaba insultarla- dijo éste muy suavemente. - Es un modo de hablar. Disculpe usted.

- Pues que lo diga él. Que no tire la piedra y esconda la mano, eso también es bíblico. - Terció Lucero solidariamente. -

- Pido disculpas si la he ofendido. - Masculló Lench sin parecer demasiado convencido de ello. –

 

            Y tras unos tensos instantes de silencio, Kerria retomó la palabra tras suspirar y declaró con ironía.

 

- Acepto sus sentidas disculpas, señor Lench. Pero no me refería a lo que maliciosamente ha interpretado usted cuando dije que era un buen hombre. - Explicó ahora retomando un tono más sereno. - Me refería a que tenía y tiene un gran corazón. Mi hijo, al que quiero más que a nada en este mundo, es muy parecido a él, no únicamente en el físico sino en sus sentimientos, y estoy muy orgullosa de ello.

 

Y grandes aplausos en la zona roja celebraron esa declaración.

 

- Una madre es una madre, usted lo es y eso no se puede negar. Respeto eso. - Intervino Debra en lo que parecía una sorprendente declaración favorable a Kerria, pero que se encargó de voltear inmediatamente. -Pero un padre es necesario también. ¿Cómo le llama su hijo a su compañera? ¿Mamá?

- A veces sí. Y también la llama por su nombre de pila, como a mí - contestó Kerria, añadiendo de inmediato. -Pero eso no ha impedido nunca que la quiera muchísimo, tanto como a mí, o que mi esposa no le quiera como si ella misma le hubiese concebido.

 

            Samantha asintió desde casa visiblemente emocionada. Si era sincera algunas veces, en algún momento bajo, pensaba en que, pese a todo, Brian no era hijo suyo. No llevaba su sangre. Recordó otra vez el episodio de su transformación en súper guerrero, eso agudizaba más las diferencias que de haberse tratado de un muchacho normal. Pese a todo estaba fuera de toda duda que ella quería mucho al chico y sabía que Brian a ella. Pero, en ocasiones la angustiaba una sensación de vacío. De tiempo transcurrido que había perdido, con ese deseo de ser madre insatisfecho. En su juventud, estando casada con Steve, aquel tipo que luego la maltrataría y la acosaría, a punto estuvo de serlo. Cuando finalmente quedó encinta, ese canalla le dio una paliza que le hizo perder a su bebé y además la dejó incapacitada para concebir. Al principio no lo supo, tomó píldoras para no quedarse embarazada de nuevo de semejante individuo. Poco después de separarse de él, en un examen de rutina, le dieron aquella terrible noticia que la hundió. De haber tenido un bebé éste hubiese sido inocente y además su propio hijo o hija. Después ya fue tarde, su trabajo, su relación cuando conoció a Kerria. Finalmente, cuando ésta le propuso la idea de que fueran madres, teniendo por donante a Brian, estaba claro quién de las dos iba a quedarse encinta. Empero, jamás esperó la manera en la que sucedió. Su pareja se acostó literalmente con aquel ex novio suyo y eso le dolió muchísimo. Tanto que casi es tuvo a punto de dejar a Kerria. Por fortuna pudieron arreglarlo. Y cuando Brian nació, le quiso como si ella misma lo hubiera traído al mundo. Aunque siempre tenía una sombra que la había inquietado, y que se proyectó muy negra y alargada en aquel juicio que tuvieron que sufrir para mantener la custodia de su hijo. Si las leyes cambiasen o merced a ese clima de cerrazón creciente en la sociedad algún día se revocase su derecho a la patria potestad. Demasiados problemas. Y esa espina clavada en el fondo de su alma por haber quedado imposibilitada para alumbrar en algunas ocasiones se removía. Por fortuna, el amor de su pareja y el del niño, unidos al cariño de Roy y Beruche habían hecho que olvidase esto la mayoría de las veces. Incluso en una discusión que tuvo con Kerria, Bertie ayudó a calmar las cosas. Samantha recordaba. Una de esas veces en las que Brian, teniendo unos seis o siete años, comía una barbaridad.

 

-Hijo, ¡te va a sentar mal! - Le advertía ella con inquietud –

-Déjale Sam.- Intervino Kerria entonces, pasándole una cariñosa mano por la frente al crío. –

-Pero. ¿No estás viendo lo que se ha comido? - Le expuso realmente preocupada. - Ya va por el tercer plato de puré y cuatro salchichas.

-Debe tener hambre. - Sonrió su esposa. –

 

            Empero, ella estaba realmente inquieta. ¡El niño iba a reventar! Tuvo que respirar hondo y ponerse seria.

 

-Brian, ya es suficiente. - Le ordenó. –

 

            El crío la miraba con gesto perplejo, parecía no comprender por qué se había puesto así. Justo en ese momento entró Bertie, que llegaba de su trabajo.

 

-Hola hija, hola Sam. Vaya, ya estás comiendo, cariño. - Sonrió saludando también al crío. –

-Mamá Sam me ha dicho que no coma más. - Musitó el apurado niño. –

 

            Su abuela le miró con los mojos muy abiertos, dedicando luego su atención a la propia Samantha, pero no dijo nada. En cambio, Kerria sí que afirmó.

 

-No te preocupes, cielo, si tienes más hambre puedes comer.

 

            Y el pequeño asintió con entusiasmo, devorando otra salchicha. Nadie habló, pero Sam se sintió humillada, furiosa salió de allí a toda velocidad, sin prestar atención a su esposa que la llamaba.

 

-Sam ¿Qué diablos te pasa? - Le preguntó Kerria quien fue tras de ella. -

- ¡Me pasa que no hago ninguna falta en la cocina! - Espetó la interpelada mirando a su pareja con irritación y enfado. –

- ¡No hagas un drama! - Le pidió su esposa, algo molesta a su vez, sentenciando. – Brian puede comer eso y más…

-Un día va a reventar. - Estalló Samantha. – Y tú encima le animas a que devore todo cuanto haya en la mesa.

-Sé perfectamente lo que puede comer. – Respondió Kerria elevando la voz a su vez. -

 

            Por fortuna la oportuna llegada de Bertie le evitó a Sam la necesidad de replicar con tono igualmente enojado.

 

-Chicas. ¿Qué os pasa? - Quiso saber la madre de Kerria. -

-Nada, que Sam siempre tiene que montar una escena por alguna tontería.

- ¿Eso piensas? ¿La salud de nuestro hijo te parece una tontería? - Exclamó ella, realmente dolida. – La salud de Brian es perfecta. - Replicó Kerria, también de modo airado. -

-Ya es suficiente, Kerria Lorein. - Intervino Bertie mirándola con expresión severa. -

 

            Aunque esta movió la cabeza con una mezcla de incredulidad y malestar, replicando indignada.

 

-Solamente me faltaba que te pusieras de su parte. Siempre lo haces.

-No me estoy poniendo de parte de nadie. - Le respondió pacientemente su madre. -

-Cada vez que me llamas por mi nombre completo está claro que es para echarme una bronca. Pues ya no te servirá, mamá. Cuando era niña, me asustaba siempre al escucharlo, pero ya soy mayorcita y sé lo que hago. Además, esta es una conversación privada con mi esposa. - Exclamó con visible irritación. –

 

            Aunque Beruche no pareció tomar aquello nada bien, empleo no obstante un tono mesurado para contestar.

 

-Una conversación privad a agritos que está llegando a los oídos de vuestro hijo. Dime, decidme las dos. ¿Es esa la educación que le queréis dar?

 

            Y ante esa reflexión, ninguna supo qué replicar. Fue la propia Samantha quién, avergonzada, suspiró y dijo.

 

-Lo siento mucho. No debí ponerme así, Bertie. Tienes razón…

-Sí, mamá. Perdona…- Fue capaz de agregar Kerria, bajando la mirada a su vez, para agregar. – Es que…

-Tienes el temperamento de tu padre…ya lo sé. - Completó Bertie alegando. - Pero como tu misma me has recordado, ya eres mayorcita para darle un mejor ejemplo a tu hijo de como mantener una conversación civilizada, incluso cuando hay una discrepancia.

 

            Samantha se limitó a escuchar y observar entonces. Su suegra tenía un temple y un carácter que siempre la admiraban. Sabía de sobra ya que cuando Kerria se enfadaba podía ser una fuerza de la naturaleza. ¡Lo mismo que su padre! Sin embargo, una vez que a Beruche se le terminaba la paciencia, se las arreglaba para dejarles más mansos que corderitos, y eso sin tener que levantar la voz. Ahora su esposa estaba con la cabeza gacha, recibiendo aquella regañina como si de una colegiala traviesa se tratara. Pero lo mejor estaba por llegar, cuando Bertie le comentó a su hija, mirando también solidariamente a la propia Sam.

 

- ¿Es que no entiendes el motivo por el que Samantha se ha enojado contigo?

-Porque no estaba de acuerdo con ella. No podemos estar siempre de acuerdo, mamá. - Se defendió Kerria. –

 

            Empero, Sam negó con la cabeza, y o mismo hizo su suegra quien desveló.

 

-No es por un desacuerdo, es porque la has desautorizado delante de vuestro hijo. ¿Es que no te das cuenta? Una cosa es tener opiniones distintas, y otra polemizar delante del niño. Sois sus madres, debéis mantener un frente unido para educarle y no confundirle.

- ¿Y qué habría tenido que hacer? - Quiso saber Kerria más desconcertada ya que enfadada. –

 

            Beruche movió la cabeza y suspiró para remachar con paciente reprobación.

 

- ¡Desde luego, hija mía, con lo lista que eres para tantas cosas!... Si Samantha le ha dicho al crío que deje de comer, tenga razón o no la tenga, tú debes apoyarla. Y tú, Sam, has hecho bien en no continuar la disputa frente al crío, pero no es buena idea el que tu hijo te vea salir tan agitada.

-Tienes toda la razón. Lo siento. - Repitió ella con genuino pesar. -

-Por experiencia os digo que, lo mejor es que hablaréis tranquilamente después, sin que Brian esté delante…no se trata de quién de las dos tenga la razón, sino de que le enseñéis a respetar las opiniones de los demás y que vea en vosotras unidad. Por nada del mundo os peleéis así delante de él.

           

            Y sin más que decir, Bertie se marchó de vuelta a la cocina para ver qué estaba haciendo su nieto. Ahora la cara de Kerria era un poema. Estaba ahí, de pie y con la boca abierta, sin saber qué decir. Sam casi sonrió con regocijo. Aunque enseguida se puso seria, también tenía su parte de culpa, su esposa entonces la miró con pesar.

 

-Lo siento, Sam, te aseguro que no era esa mi intención. No quería desautorizarte.

-Lo sé, pero a los ojos de nuestro hijo…- Musitó ella, alegando apenada. – Por eso me fui… ¿Qué autoridad iba a tener con él en el futuro si hubiéramos seguido discutiendo así en su presencia?

-Mi madre tiene razón, las dos la tenéis. - Se apresuró a responder una apurada Kerria. – Lo siento mucho, ahora mismo iré a decirle a Brian que ya ha comido suficiente.

-Bueno, o no la conozco ya a estas alturas, o tu madre se habrá ocupado de eso. - Pudo finalmente sonreír Sam. –

 

            Kerria asintió, en efecto, tras acercarse hasta la cocina, vieron que el niño había terminado de comer, y charlaba con su abuela. Ambas prefirieron dejarle a su aire y Kerria le susurró a Sam.

 

-Guárdame el secreto, pero le he mentido un poco a mi madre.

- ¿Mentirla, en qué? - Se sorprendió Samantha. –

-Cuando le dije que eso de llamarme por mi nombre completo ya no le valía. - Le explicó Kerria, añadiendo no son algo de azoramiento al admitir con un susurro. – Cuando la veo poner esa expresión y llamarme Kerria Lorein, me echo a temblar.

 

            Al principio Sam obsequió con una perpleja mirada a su cónyuge, pero luego no pudo evitar echarse a reír…al poco Kerria reía con ella y añadía divertida.

 

- ¡Y a mi padre le pasa igual! Cuando le dice “Robert Malden” …

-Bueno, a mí todavía no me ha llamado Samantha Katrina, pero rezaré para que no suceda. Me portaré bien. - Reía Samantha. -

 

Y al final las dos se abrazaron, dándose incluso un largo beso. Sam realmente agradecía a su suegra esas intervenciones. Bertie se había convertido en una segunda madre para ella. Supliendo a la que perdió por ese terrible desencuentro. Su padre falleció haría algunos años sin haberla perdonado. Y para ser sincera consigo misma, Sam tampoco le perdonó a él. Con su madre apenas sí había hablado en los últimos tiempos. Y fueron conversaciones poco menos que convencionales, más propias de dos conocidas que de madre e hija. Incluso su hermana Terry se comunicaba muy poco con ella. Por supuesto Samantha estaba al corriente de que se casó con un apuesto joven y era madre de dos niñas. No obstante, del mismo modo que Terry no acudió a su boda, tampoco ella fue a la suya. Y no simplemente por devolverle el desdén. En el fondo le habría gustado estar allí para compartir la alegría de su hermana pequeña. Sin embargo, siendo pública su condición de bisexual y esposa de otra mujer, nadie en la familia la hubiese aceptado allí. Y no quiso estropear ese momento de la vida de Terry. Después si supo que su hermana quedó embarazada. Ahora ella tenía dos hijas con su esposo.  Desgraciadamente Sam no conocía a sus sobrinas. Eso la apenaba profundamente. Pero pensó que era mejor guardarse todo aquello en su interior. Ese era un tema que no se atrevía a tratar con su pareja. Simplemente para no hacerla sentirse culpable o sufrir. Pero, a pesar de esos sinsabores no cambiaría su vida con Kerria por nada. Aunque también recordó con humor y cierto envaramiento una de aquellas tantas veces en la que estaba ella al cuidado de Brian. El niño debía de tener unos tres años. Kerria estaba trabajando en algún caso. Sam se sentaba en un banco cercano a unos columpios, un tobogán y un terreno con arena y baldosas blanditas en donde varios críos, incluido el suyo, jugaban afanosamente.

 

- ¡Hola, tesoro! - Le sonreía cuando el pequeño se aproximaba a enseñarle alguna cosita con las que jugaba. - ¿A ver qué traes? ...Huy ¡qué bonito!

 

            Sam veía lo que fuera que el crío le mostrara, lo elogiaba, le acariciaba la cabecita a Brian y luego el crío retornaba a sus juegos, sonriente y sentándose con algún improvisado amiguito más. Ella le observaba embobada. Disfrutando de cada momento. Luego seguía leyendo algo en la Tablet o revisando algunas de sus tareas del trabajo. Eso estaba haciendo una tarde cuando una voz de mujer que sonó a su lado le preguntó de modo jovial.

 

- Cómo crecen de rápido, ¿verdad?

 

            Samantha miró hacia la dirección desde donde aquella cuestión había surgido descubriendo a una joven madre de cabellos morenos y ojos castaños que llevaba un cochecito de bebé con un retoño dentro. El niño dormía plácidamente. No pudo por menos de sonreír admitiendo.

 

-Sí…parece que fue ayer cuando tuvimos a Brian…

- ¿El tuyo se llama Brian? - Repitió aquella chica mirando hacia el crío en cuestión para alabar. - Es una monada. ¿Qué tiempo tiene?

-Gracias. - Repuso Sam compartiendo plenamente esa opinión. - Va a hacer tres años.

-El mío se llama Adam, solamente tiene diez semanas. - Le contó aquella chica. - ¡Oh, disculpa!, te he molestado sin más y ni siquiera me he presentado. Evelyn Cash. - Dijo ofreciéndole la mano a su interlocutora. -

-Samantha…Malden. - Pudo completar, pues pese a que todavía no estaba casada con Kerria, muchas veces sí que gustaba de usar ese apellido. -

- ¿También es el primero que tienes? - Quiso saber esa joven. -

-Sí, el primero y por ahora el único. - Le confesó ella algo azorada. -

-Mi marido y yo quisiéramos alguno más en el futuro. - Le contó esa muchacha sentándose a su lado. - James es escritor, guionista de televisión. Yo soy actriz. Bueno, no muy conocida. – Se sonrió aquella chica con algo de rubor. - Algún papelito en comedias.

-Soy economista. - Tuvo que contestar Sam.-

 

            Aunque por si acaso no quiso decir nada de que dirigía campañas de publicidad en una empresa discográfica ni para celebridades. Pese a estar también licenciada en marketing. O esa joven lo mismo era capaz hasta de pedirle que la presentase a alguno de sus clientes. En fin. Aunque no parecía mala persona y quizás la abordó al verla allí sola. Era normal, teniendo que cuidar de los pequeños y sacarles a pasear a veces era aburrido. De modo que, por socializar, le preguntó.

 

- ¿Eres de por aquí?

-Bueno, nos mudamos hace poco a unas cuantas manzanas de este parque. - Le respondió la aludida. - Mi marido ha tenido trabajo en una producción que se rueda cerca y le quieren a mano para los guiones. ¡Como si no se pudieran escribir desde casa y enviarlos por e-mail! - Suspiró la joven añadiendo. - De todos modos, me encanta Nueva York. Y también hay buenas escuelas de arte dramático aquí. A ver si puedo matricularme en alguna cuando Adam sea un poquito más mayor.

-Seguro que sí. - La animó Samantha. - Debes perseguir tus metas profesionales.

-Desde luego. - Afirmó su interlocutora. - Los hombres siempre hacen lo mismo, ¿verdad? Lo pasan bien con nosotras, pero luego parece que los hijos son solo nuestros. Espero que no te lo tomes a mal. - Añadió con prevención, sentenciando, aunque no con demasiado convencimiento. - Seguro que tu marido será un hombre estupendo. Te ayudará bastante con el crio, ¿verdad?

 

            Samantha se limitó a sonreír algo envarada. Desde luego que su situación no era precisamente esa. Pero no tenía muchas ganas de comenzar a contarle su vida a la primera mujer que se sentase a su lado en un banco. Aunque su silencio fue interpretado de otro modo por Evelyn que, azorada, se apresuró a disculparse.

 

-Lo siento, es que soy muy parlanchina. Todo el mundo me lo dice.  A veces me meto en lo que no me importa.

-No, que va…está bien. Es bueno tener a alguien con quien hablar aquí. A veces estoy sola con Brian durante mucho rato. - Pudo responder Sam con amabilidad. -

-Me pasa lo mismo. Eso de ser nueva y no tener amigas. Ya sabes. Buscas a alguna chica de tu edad, con niños y con situaciones parecidas para intercambiar consejos y experiencias.

 

            Sam asentía solidariamente. Ella tampoco hablaba mucho con otras madres que iban por allí. Quizás alguna vez de forma circunstancial cuando su hijo y los de otras mujeres jugaban juntos. De todos modos, ella no se prodigaba en exceso por aquel parque. A veces era Ky la que se pasaba. Otras Bertie, su teórica futura suegra y orgullosa abuela del niño. Aunque preferían estar con el crío en el jardín de casa. Tenían todo más a mano. Sam podía estar teletrabajando y cuando no iba a su despacho en el bufete de Pedro y de Sebastián, Kerria podía parar un poco de estudiar sus casos y jugar con el crío y sobre todo Roy, el incombustible abuelo del pequeño, tenía la oportunidad de pasar un rato con él cuando no se encontraba de gira con el equipo. Y precisamente Samantha recibió un mensaje de éste en el móvil. Su suegro le preguntaba dónde estaba.

 

- “En el parque a tres manzanas” – Escribió ella con una sonrisa. - Perdona. - Se disculpó con esa muchacha. -

- Será tu marido, ¿a qué sí? - sonrió ésta. - ¿Sabes? Quizás te parezca algo lanzada, pero podríamos conocernos los cuatro. Aunque vuestro hijo sea mayor eso no quiere decir que no podamos vernos por aquí. Y quizás tomar algo algún día.

-Bueno, sería una buena idea. Aunque no sé si podremos. - Trató de excusarse Sam, alegando. - Es que coincidimos poco últimamente por trabajo. Ya sabes, mi pareja y yo.

 

Y aunque marcó la palabra pareja ese matiz le debió de escapar a su interlocutora. Siguieron charlando de algunas otras cosas más intrascendentes como el tiempo y la moda cuando alguien se acercó.

 

-Pues mira, ese hombre te está saludando. - Se percató Evelyn. - Es muy alto y bastante guapo, debe de ser tu marido, ¿verdad?

 

            La atónita Samantha observó que, en efecto, era Roy quien se aproximaba. Había llegado casi en un instante, aunque conociéndole no le extrañaba nada.

 

- ¡Hola Sam!- Saludó jovialmente él, para agregar dirigiéndose a esa joven que estaba sentada junto a su nuera.- Buenos días, señorita.

 

            Esa muchacha enseguida se presentó. Tras dar su nombre, por supuesto que no se privó de especular diciendo.

 

-Justo hablábamos de nuestros esposos. Veo que Samantha tiene uno realmente imponente.

 

            Con cara de circunstancias Roy sonrió, eso sí, sin atreverse a corregir a esa muchacha. Juzgando quizás que pudiera ser que Sam le hubiese dicho eso. Mientras tanto su hija política se tapaba la boca discretamente para no reír. Al fin se despidieron de esa joven. Ahora lo recordaba. Como también se acordó de cuando al fin toda aquella especie de comedia de enredo se aclaró. Días más tarde Samantha fue acompañada de Kerria y esa chica estaba de nuevo allí. Tras saludarse y ante la cándida pregunta de Evelyn de si eran hermanas o quizás cuñadas, la hija de Roy, directa como su padre, se ocupó de aclararle que eran pareja.

 

-Somos las madres de Brian. Yo le concebí, pero Sam le cría y le cuida más tiempo que yo…-Admitió con naturalidad. -

 

Esa muchacha escuchó aquello esbozando una sonrisa de circunstancias y mirando de reojo a Sam que incluso se ruborizó contra su voluntad. Al cabo de muy poco rato, meciendo a su niño en el cochecito en tanto Kerria jugaba con Brian, esa joven alegó.

 

- ¡Qué tarde se me ha hecho! Mi marido debe de estar ya en casa. Hasta mañana. Ha sido un placer…

 

            Las dos la despidieron de modo cordial. Esa fue la última vez que Samantha la vio. Quizás fuera únicamente por casualidad. No quería pensar mal. Aunque juraría que esa chica les dedicó una mirada que no parecía demasiado amigable cuando se fue.

 

-Supongo que sería cosa de mi imaginación. - Quiso decirse ahora en tanto lo meditaba. - Posiblemente a su marido le saldría trabajo en otro sitio. No sé. Menos mal que Kerria ni se percató…solamente me comentó algo extrañada que esa chica parecía tener prisa…sí, por alejarse de nosotras. – Suspiró apenada. -

 

Por su parte su pareja, entre tanto, ajena obviamente a esas reflexiones, seguía hablando en la pantalla.

 

- Nuestra familia además siempre ha estado muy unida. Y a nuestro hijo no le ha faltado jamás el cariño.

- ¿Y qué le contaban en cuanto comenzó a hacerles preguntas? - Inquirió Carter con visible retintín - ¿Qué lo suyo era lo normal?

- No, ni normal ni anormal. Sólo que era tan respetable como las relaciones heterosexuales. - Le respondió Kerria con voz firme y digna para añadir. - No todo es sexo, ustedes tienen la manía de calificarlo todo en función de eso. Existen también el amor, la comprensión y el apoyo mutuo en una pareja.

- El señor Lench tiene razón, y su hijo ¿qué? - intervino Debra. - Me va usted a decir que nunca ha tenido problemas por estar criándose junto a dos mujeres con ese tipo de relación. ¿Me va a decir que no está confuso? ¿Que no se ha sentido rechazado?

- Mi hijo es un adulto ya- replicó la interpelada - entiende las cosas. Y por nuestra parte jamás ha tenido rechazo. Si lo ha sufrido es por culpa de los prejuicios que gentes como ustedes han metido en las mentes de otros niños – estas palabras provocaron grandes aplausos que duraron unos instantes, tras los mismos, Kerria prosiguió. - ¿Qué se puede esperar de personas que ya piensan que me voy acostando por ahí con todas las mujeres que dicen ser amigas mías? He tenido que oír cosas de lo más aberrantes. Que si tuve affaires con algunas de mis compañeras de grupo. Que resulta que son mis propias primas, o con la mujer de mi hermano, que es mi mejor amiga y desde luego que es totalmente heterosexual.  Incluso que me interesaba por las novias de mi hijo o que las hacía proposiciones. ¿Es que tampoco se me permite tener amistades sin dar lugar a ese tipo de prejuicios y calumnias? - Inquirió bastante molesta e indignada. – ¡Eso sí que es una vergüenza!

- Pues claro que sí, eso es lo que yo le digo. Propagar rumores falsos no es admisible - intervino el reverendo. – Pero entienda que es natural que haya muchos que puedan pensarlo. Por eso mismo usted puede tener muchísimas amigas, pero no acostarse con ellas. No compañeras o parejas, o esposa, como llama a la mujer con la que vive, le pido lo que usted misma ha reivindicado, dejen el sexo fuera de esto.

-La mujer con la que vivo es legalmente mi esposa. Se luchó muchísimo para lograr el matrimonio igualitario y no le voy a permitir que rebaje la naturaleza de nuestra relación.- Sentenció Kerria. –

 

            Aunque ya muchos, entre quienes se encontraba ese reverendo y también Lench, estaban presionando a los políticos y otras instancias para que derogasen esa ley, o que al menos le cambiasen el nombre de matrimonio a unión civil. Y habida cuenta de la mayoría de los jueces conservadores en el Supremo, Kerria temía que eso pudiera algún día hacerse realidad.

 

- El sexo es importante también, para transmitirse amor - Le respondió Mary apoyando precisamente a Kerria. – Es una parte más de la relación.

- De acuerdo, admitamos que ustedes son amigas y no lo hacen - le planteó el reverendo en tono hipotético. - Pero hay otras muchas mujeres que, diciendo eso mismo, en realidad están insinuando otra cosa bien distinta. Si usted estuviera aquí con esa mujer que califica como su esposa - añadió el reverendo dirigiéndose ahora a Kerria. - ¿Quiere eso decir que después del programa se irían a la cama juntas? Pues no acabo de comprender ese tipo de amistad.

- Verá usted, reverendo. - Suspiró su contertulia armándose de paciencia. – Se lo repito. No la califico como mi esposa por capricho. Legalmente lo es. En cuanto a lo otro que me ha dicho. Haríamos lo que considerásemos oportuno con nuestros cuerpos y nuestras vidas, porque somos adultas y estamos en un país libre. Pero no tiene que ver, le repito que una cosa es mi pareja y otra una amiga. Aunque en el caso de mi cónyuge esas dos cosas van unidas. - Respondió Kerria aseverando. – Ese es otro viejo tópico. El de la promiscuidad. Las personas homosexuales no están deseosas de acostarse con cualquiera de su mismo sexo que se les cruce en el camino. Lo que pasa es que, todavía hoy, hay muchas que tienen miedo de admitir su condición. Pero no porque les avergüence, sino por los problemas con los que se encuentran, en su trabajo, en su vecindad. Es como si usted que se lleva tan bien con el señor Carter decidiera acostarse con él, lo que me parecería muy respetable.

 

El reverendo se rio negando con la cabeza con una expresión de incredulidad.

 

- ¡Pero la gran diferencia es que yo no soy homosexual!,- gritó Carter muy ofendido - ¡No soy un pervertido como usted! ¡No le consiento que mencione eso ni en broma! Y ahora a mi vez exijo una disculpa por calificarme de sodomita.

- Ni ella tampoco- le respondió Lucero ahora con seriedad e indignación. - Ya quisiera usted hacer las cosas que esta mujer ha hecho, ayudando a la gente en multitud de obras benéficas y no como los charlatanes de sus iglesias. - Aplausos y abucheos casi por igual, mientras la temperatura del debate subía por segundos. – Mucho predicar y nada de dar trigo…

 

            Kerria iba a contestar ella misma al insulto de Carter, pero se sorprendió de la defensa tan encendida que hizo Lucero, quizás fuera aún mejor tipo de lo que pensaba. Se calmó y aplaudió a su compañero. Enseguida añadió en tono conciliador.

 

-Si para usted eso es un insulto, le pido disculpas. No le he calificado de ese modo. Me limité a expresar una hipótesis. No obstante, no seré yo la que ofenda a nadie en sus creencias cuando pido respeto para mí y mis ideas. - Afirmó con tono conciliador. -

 

Lench pareció satisfecho con eso. Después hubo un cruce de conversaciones entre los invitados a propósito de aquello. El moderador tuvo que insistir para poner orden y que no hablasen todos a la vez. Una vez restablecida la calma, Mary dijo pausadamente.

 

-Kerria es mi amiga, pero yo no soy homosexual y desde luego que ella nunca me ha hecho ningún tipo de proposición. Y si me la hubiese hecho con decirle educadamente que no estaba interesada se habría terminado la historia. Ella como la inmensa mayoría de las personas que conozco, sean homosexuales o no, es muy respetuosa y diferencia muy bien la amistad del amor. También tengo muchos amigos hombres y no me acuesto con ellos por el mero hecho de que lo sean. Eso que usted dice es absurdo.

- Pero seguramente la señorita Malden podría tener deseos sexuales hacia usted. ¿No se sentiría violenta si así fuera? - Le susurró el reverendo con un tono de aparente complicidad. -

- No, en absoluto, es tan absurdo como lo otro. Si mis amigos masculinos me miran o no con deseo eso lo sabrán ellos. Igual que yo los puedo mirar o no de esa forma, - contestó Mary. - Aparte de eso, Kerria tiene a su pareja, que como ha dicho por activa y por pasiva para quienes de entre ustedes se obstinan en no admitirlo, es legalmente su esposa y de la que lleva enamorada mucho tiempo, y es más fiel a ella que muchas parejas heterosexuales lo son entre sí.

- Pero eso también es inmoral, - repuso el reverendo que parecía tener infinidad de argumentos cuando añadió. - Las parejas heterosexuales que vulneran el compromiso del matrimonio son inmorales. No tiene que ver ni estamos dando a elegir. El señor Lench ya lo ha expuesto antes. Ustedes siempre juegan con esa falacia. Únicamente presentan una disyuntiva entre dos casos igualmente rechazables. Si son mejores unos homosexuales fieles entre sí que unos heterosexuales infieles. Lo que define esto, es que aquí ya no se deberían aceptan las bodas de personas del mismo sexo. Como era antaño cuando todavía quedaba un ápice de moralidad en el mundo. Y desde luego seguiremos presionando para que esa ley se derogue. Cuando sea así, si Dios quiere. No estaría obligada a mantener ningún tipo de fidelidad con la que dice ahora es su esposa.

- Entonces me da usted la razón- terció Kerria. - Por el sólo hecho de no haber pasado por un formalismo y una tradición se puede ser inmoral. Pues eso es para mí más inmoral si cabe, e hipócrita por añadidura. Mi pareja y yo tenemos una promesa mutua de fidelidad. Refrendada por una ceremonial legal también. Y ustedes verían bien que ella o yo la rompiéramos siempre y cuando fuese con un hombre. ¿Dónde están sus principios entonces?

- Eso demostraría que ustedes estarían guiadas por la lujuria. Y tampoco será correcto. - Dijo Carter admitiendo para sorpresa de sus antagonistas. – Al menos por lo que usted dice, son fieles la una a la otra. Eso lo respeto. Sin embargo, no puede haber infidelidad si no hay compromiso de veras. - Matizó de modo inmediato. -

- ¿Por qué no va a ser verdadero? - inquirió Lucero. - ¿Sólo porque no hay una correspondencia con lo que ustedes consideran que debería ser?

- Pero si incluso tenemos papeles. Ya se lo he dicho, nos casamos hace años. - Informó Kerria ya casi con irónica sorna. -

- Pero eso no sirve de nada a los ojos de Dios, - rebatió inmediatamente Carter - Es papel mojado. Ya dije antes que las leyes humanas muchas veces van en contra de la Palabra del Señor.

- ¡Es increíble! - espetó Mary. - En cambio, una pareja como la de ella, que se respeta y se quiere durante años no vale de nada, una de heterosexuales casados que se odien y tengan que pedir el divorcio, eso lo ven ustedes mal también. Pero si se soportan y viven siendo desgraciados les parece maravilloso. ¿Qué importa aquí? Sus arcaicas leyes o la felicidad de las personas.

- ¡Las leyes del Señor no son arcaicas, son eternas! - Intervino el reverendo saltando como un resorte, con una pretendida indignación. - Él las dictó por una razón, precisamente evitar el caos y la abominación del género humano. Y ya tuvimos un aviso de las consecuencias del inicuo proceder de la Humanidad. Ustedes siguen tentando la suerte… Nuestro Señor es misericordioso pero el cáliz de su paciencia podría estar pronto a colmarse y eso nos pone en riesgo a todos. Deberían pensar en ello.

 

            Todos guardaron unos instantes de silencio. Aquello bien podría ser la introducción del segundo tema de debate. No obstante, el moderador les indicó, tratando de reconducir la situación y eliminar la tensión que se había generado.

 

-Por ahora no nos salgamos del asunto que estamos debatiendo, por favor.

 

            Y dicho esto le dio la palabra a Lucero que comentó no sin una buena dosis de sorna.

 

- Y ustedes son los únicos que saben lo que quiere Dios, claro. Han charlado con él. Son los iluminados.

- Nosotros sólo aplicamos la doctrina que está escrita. - Contestó el reverendo. -

- Hay una llamada- advirtió el moderador tratando de cortar la escalada de tensión - ¿Sí?

- Hola, - sonó una voz de hombre algo dubitativa. -

- ¿Quién es? - Inquirió Clarence. -

- Soy aquel muchacho al que se han referido antes, la que llamó fue mi hermana.

- ¡Qué interesante! ¿Cómo se llama usted?

-Prefiero que me llamen John. - Contestó el interpelado. -

-Muy bien, y díganos, John. - Le preguntó el presentador - ¿Es cierto eso que nos contó su hermana? Rompió aquel póster al saber que su cantante favorita era homosexual.

- Yo era un niño entonces, y para mí, ella era la chica más guapa del mundo y la que mejor cantaba.  A esa edad siempre existen enamoramientos de esa clase y tuve una gran desilusión, incluso tiré algunos de sus CD s - la cámara enfocaba a Kerria que mantenía un semblante serio e incluso algo apenado mientras oía aquello, pero el hombre añadió. - Aunque tardé, me di cuenta con los años de que era una tontería juzgar a las personas sólo por eso, ella cantaba y canta muy bien. Así que volví a comprar los discos que había tirado y los que salieron después. – Hubo un silencio y entonces aquel hombre añadió con tono más suave y cómplice. - Te escuché hablar con tu novia de entonces, en el estudio de grabación, es una historia larga. – Reconoció preguntando casi más a modo de afirmación - Ella se llamaba Samantha, ¿verdad?

- Sí, - asintió Kerria, desvelando con satisfacción y orgullo - y se sigue llamando así. Aún continuamos juntas y ahora es mi esposa y también madre de nuestro hijo.

 

            Tras unos breves aplausos de su sector, Clarence pidió un poco de silencio, y ese individuo al teléfono añadió.

 

- Era muy simpática y nos guio por los estudios, nosotros os escuchamos. Bueno, un amigo y yo, nos perdimos por allí y os oímos sin querer. –Se justificó aquel joven, añadiendo con pesar. - Tú llorabas por lo mal que te habían tratado algunas personas al enterarse de tu confesión. Eso comenzó a hacerme cambiar de opinión. Pude darme cuenta de que las cosas no son como parecen y debe ser duro que te rechacen sólo por lo que sientes.

- Sí que lo es - afirmó su interlocutora de manera emocionada al recordar aquellos días. –Es muy duro, te lo puedo asegurar. Sobre todo, cuando solo deseas vivir tu vida en paz. Sin que nadie te odie simplemente por tu orientación sexual.

- Desde aquí Kerria te felicito, eras muy buena y seguro que lo sigues siendo. Y para mí, siempre serás mi favorita, sin desmerecer a las demás del grupo. Todas habéis luchado mucho por lo que parece. Sois un gran ejemplo para el resto de la gente.  También admiro mucho la lucha que ha mantenido tu prima Katherine. Ojalá que se cure pronto. Por favor, cuando la veas, díselo.

 

Aquellas palabras provocaron muchos aplausos y la aludida respondió incluso tratando de no llorar.

 

- Muchas gracias, John, lo haré encantada y me alegro mucho de que de niño crecieras hasta convertirte en un adulto con la mente tan abierta. Si me das tu dirección, sería estupendo mandarte otro póster de los que quedan aún en la discográfica, y éste irá dedicado personalmente para ti con todo mi cariño.

- ¡Muchas gracias! - repuso la voz notablemente emocionada. - Me haría muchísima ilusión.

- ¡Estupendo! - terció el moderador. - Siga a la escucha por la otra línea y dé su dirección. Gracias por su llamada- el interlocutor salió de antena dando las buenas noches. - Apasionante- añadió Clarence – Sin embargo, damas y caballeros, estamos llegando al final de este interesantísimo debate. Muchas gracias por sus llamadas, pero no hay tiempo de poner a nadie más en antena. Bueno, un minuto, nos piden paso con insistencia. ¡Vaya, debe ser la noche de Kerria! Otra para usted. Buenas noches.

- Buenas noches, - se escuchó responder a una voz femenina. -

- ¿Con quién hablamos?

- Me llamo Nancy Kurev. Soy doctora en el pediátrico de New York.

- ¡Nancy! - Exclamó Kerria levantándose emocionada del sillón. -

- Hola Kerria, cuánto me alegro de poder hablar contigo otra vez- la saludó ésta. -

- Vaya, ustedes dos se conocen. - Inquirió Clarence, tan sorprendido como el resto. -

- Así es, - repuso Nancy que explicó con palpable agradecimiento en su voz. - Esa mujer de ahí, junto a sus compañeras, me ayudaron a mí cuando era una niña. Yo estaba enferma de cáncer. No tenía muchas esperanzas de sobrevivir, pero gracias a ellas logré sacar las fuerzas para hacerlo. Ahora cuido de niños con el mismo problema que tuve yo. Estoy de guardia en el mismo hospital en el que fui paciente y cuando la vi en pantalla no pude dejar de llamar.

- ¡Qué alegría! ¿Cómo estás, tesoro…? - Le inquirió emocionadamente Kerria que estaba otra vez a punto de llorar. -

- Muy bien. Te mando recuerdos de Marian, para ti y las demás. - Respondió Nancy emocionada también. - Ella es ahora la directora del pabellón.

- ¿Qué edad tiene usted ahora?, si no le importa revelarlo. - Le preguntó Clarence visiblemente interesado. -

- Ahora tengo veintisiete años. Conocí a las Justices con apenas siete.

- Entonces, le ayudaron mucho, ¿llamaba para decir algo más o sólo quería dar las gracias?,- le inquirió el moderador. -

- Para las dos cosas- contestó Nancy agregando no sin algo de emotividad y con mucho afecto. - Kerria es una de las mejores personas que he conocido. Amable, cariñosa y generosa. Como sus amigas. No es justo que la martiricen con esos comentarios tan ofensivos ¡Animo Kerria!

- Muchas gracias, Nancy, cuídate mucho, cielo. - Sollozó ésta. –

 

Y esta vez lo hizo entre los aplausos del público sentado en el sector rojo e incluso parte del ubicado en el azul, realmente conmovido por aquellas palabras.

 

- Muchas gracias, pero debemos cortar ya- dijo Clarence que pareció asimismo impresionado. -

 

            Tras despedirse la llamada desapareció de antena y el presentador retomó la palabra.

 

- Ahora, - añadió dirigiéndose a los invitados. - Les debo pedir que hagan sus últimas aseveraciones sobre este tema. Antes de cambiar al otro debate. Porque nos hemos pasado de hora.

 

            Y señaló con su mano el banco azul, el primero fue Carter.

 

- Pese a estas llamadas que nos ha emocionado a todos, hay algo que está claro, las leyes de la moralidad están muy definidas. En nuestra educación y nuestros principios. Hay cosas que están mal, pero las personas que actúan mal siempre se justifican de algún modo, aludiendo a su propia ética personal. ¿Qué pasaría si en base a la ética personal del destripador de Boston le hubieran dejado actuar impunemente?

- Gracias- le dijo Clarence, pasando al otro bando. - Señorita Akers.

- Creo que ante todo tiene que respetarse la libertad de cada persona, mientras no dañe a los demás. Y no querer hacer una especie de cruzada contra los fantasmas que mucha gente tiene en sus propias mentes.

- Señora Higs,- dijo el presentador pasando nuevamente al banco azul. -

- Yo, como madre, sólo me preocupo por lo que pueda afectar la educación de mis hijos. Y que tengan muy claras las normas de conducta a seguir. No podemos dejar que algo tan básico como las normas morales que salvaguardan nuestra comunidad se pisoteen.

- ¿Usted, señor Lucero? - Preguntó Clarence mirando nuevamente hacia el banco rojo. -

- Pues… que menos pontificar con la vida de los demás y más meterse en sus asuntos. Como decían antiguamente, vive y deja vivir, que yo no me meto contigo, tío. O sea que estoy de acuerdo con Mary, - aplausos y risas en su zona. -

- ¿Reverendo? - Inquirió el moderador extinguidos los aplausos. -

- Me temo que se han dicho muchas cosas aquí, algunas muy serias. Yo únicamente quisiera llamar a las conciencias de todos. No podemos dejar de lado la palabra de Dios sólo porque no se ajuste a nuestros intereses, aunque nos creamos que son muy lícitos, pero, yo pregunto. ¿Quién va a saber más? nosotros, pobres mortales o Dios todopoderoso. - Aplausos entre el sector azul. -

- ¿Y usted señora Malden?,- preguntó Clarence dirigiéndose a Kerria para concluir. -

- Es cierto, se han dicho cosas importantes, pero, realmente no sé si hemos sacado a la luz la verdad. Yo he visto cosas muy reprobables llevadas a cabo en nombre de esas Leyes Divinas que el reverendo alude. ¿Acaso es lícito torturar o hacer la guerra en nombre de Dios? ¿Recaudar dinero que luego puede ir a otras manos bien distintas que los más pobres o marginar e insultar a los que no aceptan esas premisas? - Aplausos para Kerria que remachó. – Y lo digo yo que he sido educada en la fe católica. No dudo de que existe un Dios que nos ama a todos, y sé que hay muy buenas personas que hacen obras benéficas en su nombre. Pero me temo que esa famosa ley sagrada que algunos le atribuyen es demasiado moldeable según quien la interprete y cuando.

 

 

            El reverendo quiso responder, pero Clarence se anticipó.

 

- Lo siento, de verdad, pero nuestro tiempo ha llegado a su fin. Volveremos tras la publicidad con otro interesante tema. ¿Es necesaria la presencia de los reyes de la Tierra o es nuestro mundo capaz de dirigir su destino sin ellos?...

 

            Y en tanto aparecían anuncios, en la casa de los Malden, fue Roy quién comentó con patente interés e incluso cierta dosis de preocupación.

 

-Ahora sí que se van a poner las cosas serias de verdad.

 

            Sam y Bertie asintieron sin decir nada más. Esa cuestión dividía a las gentes incluso más que la anterior. En el plató, entre tanto, algunos invitados se cambiaron de asientos. Carter Lench se marchó y Mary Akers, hasta entonces compañera de banco de Kerria, se pasó al lado contrario. Aunque un nuevo polemista llegó entonces. Éste se sentó junto a la abogada. Era un conocido miembro de la fundación de lucha contra la drogodependencia. Un hombre hispano, de mediana edad, llamado Carlos López. De modo que, a la vuelta de la pausa para los comerciales, el presentador dio a conocer los cambios en los grupos y comentó.

 

-Pasamos a debatir el segundo tema. Antes pondremos en antecedentes a nuestros espectadores.

 

            Se dio entrada a un total televisivo en el que se mostraban imágenes de aquella histórica sesión en la Asamblea de las Naciones Unidas donde se proclamase a sus Majestades y otros momentos en los que aparecieron los soberanos y las princesas planetarias. Al lado incluso de las Justicieras. Kerria no pudo evitar sonreír al reconocerse ella misma, tan joven, con el uniforme de la Dama del Hielo. Eso sí, su madrina Ami también estaba, tan joven como la recordaba desde pequeña. El hombre a su lado, Carlos, también le era familiar. Juraría haberle visto antes. Enseguida lo recordó cuando apareció en otras imágenes junto a la princesa Venus y a su propia prima Katherine. Entre tanto, la voz en off de ese minidocumental narraba.

 

-Han pasado ya veinte años desde la proclamación de sus majestades los Reyes de la Tierra. Ahora, tras la perspectiva del tiempo, han surgido voces cuestionándose el porqué de esos nombramientos. Realmente, ¿Debe nuestro planeta tener reyes? ¿Eso es algo que deba transmitirse? Muchas voces se alzan ahora en desacuerdo, en tanto otras muchas lo defienden…

-Muy bien, damas y caballeros. – Habló Tay dirigiéndose a ambas partes. - Vamos a ver cuáles son sus opiniones al respecto. Empezaremos por los que no creen adecuado la existencia de este título. Señorita Akers.

-Verá Clarence, en mi opinión los ciudadanos de este planeta debemos ser iguales en derechos y votar libremente a nuestros representantes, la monarquía está fuera de lugar. Hoy día no representa papel alguno. - Afirmó la joven. -

 

            El conductor del programa asintió, en lo que parecía convenir con esas aseveraciones, aunque enseguida le concedió la palabra al otro lado, fue el recién llegado quién afirmó.

 

-Para mí, la monarquía terrestre de los reyes Endimión y Serenity ha hecho mucho por nuestro mundo. Sin ir más lejos, lo salvó. Y durante todos estos años siempre han tratado de participar en causas nobles. Yo mismo puedo decir que he colaborado activamente con su alteza la princesa de Venus en la fundación que preside e impulsa contra la drogodependencia y el apoyo del cuidado a la infancia. También la Princesa de Mercurio nos ha ayudado mucho en su cargo como embajadora ante la OMS.

 

            Ahora la palabra pasó a Debra Higs quién argumentó.

 

-No creo que nadie venido de fuera de nuestro mundo nos tenga que decir cómo debemos hacer las cosas. A mí casi me pareció una especie de rendición. Con esos individuos que brillaban a lado de esos reyes. ¡Parecían sus matones más que otra cosa! Si tanto nos quieren podrían dejarnos encauzar nuestro destino. Durante muchos miles de años no nos han hecho falta soberanos para todo el planeta.

 

            Kerria se removió molesta en su sillón, pero no podía replicar nada a eso. Desde luego no decir que su padre era un príncipe saiyajin y su tío Lornd había sido el rey.

 

- ¡Así nos ha ido! - Intervino ahora Lucero Láser, recordando. - Guerras durante miles de años y todo tipo de conflictos.

-Pero serían nuestras guerras, y nuestros conflictos. - Terció Waters de forma más mesurada e incluso parecía que reflexiva. Al afirmar. – Coincido con mis compañeras. En este mundo somos ya mayores de edad. No precisamos de esa clase de guía. Y añado que, para los que tenemos fe, se trata de un grave pecado. El título de Soberano de la Tierra le corresponde a únicamente a nuestro Señor.

-Creo que nos estamos olvidando de algo fundamental. – Tomo la palabra Kerria. - Los reyes nunca han querido imponer nada. Solamente nos han prestado su ayuda cuando la hemos necesitado. También yo tengo el honor de conocer a muchas de las princesas e incluso a los soberanos. Soy la primera que no desea una institución que controle el planeta sin haber sido democráticamente elegida. Pero éste no es el caso. Primero, fueron proclamados de manera honorífica por votación de la ONU, segundo, no interfieren en asuntos internos de este mundo.

-Al menos eso es lo que parece. De por sí, ese gran y costoso palacio en Tokio que casi parece de cristal ha salido de los recursos de las gentes de la Tierra. - Denunció Mary. - Y otras informaciones apuntan a presupuestos secretos de muchos países que van directamente a esos reyes.

-Eso no consta en ningún registro oficial. - Opuso el señor López alegando. - Hay mucha conspiranoia, como la de esos tipos del proyecto Némesis.

-Ese es un tema interesante, - terció el presentador, explicando a todos, polemista y público. – Como algunos quizás sabrán, ese proyecto surgió de las mentes de algunos pensadores, científicos y personas destacadas de muchos ámbitos sociales y culturales. Criticaban esa especie de vida tan, digamos dilatada de la familia real y las princesas. Tachándola de anti natural.

-Coincido plenamente. – Apostilló el reverendo Waters. - Algo así no puede ser más que fruto de las acciones del Maligno.

- ¿Por qué? - Le inquirió Kerria con tono indignado. - A lo mejor su metabolismo o su naturaleza es distinta y viven más que los humanos corrientes. Pero ¿por qué tiene siempre la manía de descalificar todo lo que no entiende o no comparte como si fuera cosa del demonio? ¿Acaso sus Matusalén y Noé, no vivían centenares de años según la Biblia?

-Mira, en eso también te doy la razón, Kerria. - Añadió Lucero comentando. - La verdad sea dicha, hace algunos años me hubiera sentado en el lado contrario. Pero conocí a la reina Serenity y al rey Endimión. Son muy buenas personas. Me dijeron que lo único que deseaban era ayudar cuando les necesitásemos.

-Entonces que se vayan a su mundo. Según ellos, la Luna, y se queden allí hasta que les llamemos. - Terció Mary. -

-En la Luna que sepamos existe otro reino, que también es amigo de nuestro planeta. - Remarcó el presentador introduciendo otro total. -

 

            Aparecieron imágenes de su majestad la reina Neherenia, también muy joven, visitando la Golden State College, donde cursó la carrera de magisterio. Kerria volvió a sonreír. Su prima Idina aparecía allí, junto a su gran amiga Nehie, la misma que ella conoció también cuando las tres eran niñas. La que apareció en ese espejo. Con la que estuvieron en ese sueño de Nancy. ¡Si todo el mundo hubiera podido tener la oportunidad de conocer a esa chica, ahora reina, y a los soberanos y las princesas de cerca, este estúpido debate quedaría zanjado enseguida! Pero, por otra parte, ella misma se hacía cargo de algunos de los recelos de esas gentes. Es fácil temer a personas tan poderosas e influyentes, más cuando no se las conoce.

 

-Muy bien. - Dijo Tay cuando terminaron de poner esas imágenes. - Sus opiniones…

-Ésta al menos se queda en la Luna. - Observó Debra no sin retintín. -

-Son nuestros amigos, además, su Majestad la reina Neherenia, está casada con un miembro del pueblo de los guerreros del espacio. Que también son aliados de la Tierra. - Les comentó Carlos. -

-Sí, esos tipos que brillan. - Comentó Mary, no sin cierta sorna, para añadir con creciente inquietud. -Otra cosa igual, ¿quiénes son? ¿Ante quiénes responden? Con esos poderes son incontrolables. Podrían fácilmente destruirnos el día que les plazca. - Sentenció levantando murmullos entre el público más cuando remachó. - ¿Qué clase de criaturas son?

- ¡Son personas como cualquiera! - Le replicó una molesta Kerria levantándose de su sillón para sorpresa del resto y agregar. - Tienen sentimientos y son cumplidores de la ley. Eso te lo aseguro. Conozco a algunos de ellos y jamás han pensado ni pensarán nada que ponga en peligro la vida en este planeta. Al contrario, gracias a su valor y sentido del deber, estamos a salvo de muchas amenazas.

 

            Su interlocutora la observó ahora con gesto de asombro. Parecía que su amiga se hubiera tomado aquello de un modo muy personal. Pero se rehízo enseguida para declarar.

 

- ¡Vaya!, te veo muy informada.

-Porque, como ya te he dicho. Conozco bien a algunos de ellos. - Afirmó la interpelada, aunque ahora con un tono más bajo y trémulo de voz. - No son como tú crees.

- ¿De qué los conoces tanto? - Quiso saber Mary con un genuino sentimiento de curiosidad, secundado por el resto de los presentes. -

-He tratado con ellos. - Se limitó a replicar con tono trémulo. - Y hasta he podido coincidir a menudo en algunas audiencias y actos oficiales.

 

            Estaba nuevamente atada. ¿Qué podía añadir? Que ella misma era hija del hermano del que fuera rey de los saiyajin. ¿Qué su propio padre era un guerrero del espacio?  Estaba claro que ese anuncio perturbaría a la gente muchísimo más que su condición sexual. Y, además, el reconocer que era lesbiana era algo que le afectaba solamente a ella. Pero decir abiertamente que tenía sangre de los saiyajin incluía al resto de su familia. Por suerte, no tuvo ocasión de añadir nada más…

 

-Creo que si hubiesen querido conquistarnos o algo así lo habrían hecho hace mucho tiempo. - La apoyó Lucero para afirmar. - No parecen malos tipos. Y estoy loco porque me digan qué laca usan para mantener esos pelos tan arriba.

 

            Este último comentario levantó las risas del público, incluso las de los polemistas. Kerria se rio también agradeciendo ese toque de humor y ese capote para suavizar un debate que se estaba tensando por momentos. Aunque enseguida se restauró la polémica con la siguiente intervención de Mary.

 

-Si no recuerdo mal…dijeron habernos librado de una amenaza. Amenaza que nadie supo cómo apareció. Y terminaron con ella simplemente utilizando un haz de luz. A veces no puedo evitar sospechar si aquello no fue una maniobra para hacernos creer que estábamos en peligro. Y que precisábamos ayuda. – Declaró la joven haciendo que el público cuchichease de nuevo al hilo de esa suposición. -

-Escucha. Yo estuve allí, sé lo que vi. Y los poderes que nos atacaron eran bien reales. La reina Serenity, el rey Endimión, la reina Neherenia y la princesa Usagi, junto con más personas, nos salvaron del fin del Mundo. ¡De eso no tengo duda posible! - Replicó Kerria provocando más murmullos en la sala. -

-Como ya expuse anteriormente, pudo ser una señal de Dios Todopoderoso para que moderásemos nuestro comportamiento. - Terció el reverendo que paradójicamente parecía darle la razón a su antagonista con ese comentario, aunque se apresuró a matizar. – Si esas mujeres fueron o no instrumentos para darnos una advertencia no lo sé. Pero si alguien se apiadó de nuestro planeta fue el Señor.

-Pues, no se ofenda reverendo, pero yo no vi al Señor. - Repuso Lucero no sin ironía en el tono. - Vi a esas tres y a otros cuantos batiéndose el cobre por todos nosotros. Y a todos esos de los que ustedes sospechan y murmuran, estar ahí para defender este planeta, no para destruirlo, ni conquistarlo.

-Bien pudieran ser ellas unas enviadas de Dios. - Quiso añadir Carlos para suavizar el clima de tensión que nuevamente aumentaba. -

-De todos modos, y al hilo de estas reflexiones, tenemos una intervención de alguien que prefiere permanecer en el anonimato. - Les comentó el presentador dando paso a una llamada. -

 

            La voz de aquel tipo sonaba algo fría y grave, pero de un tono suave y educado al tiempo cuando saludó.

 

-Buenas noches a todos. Nosotros tenemos algo que aportar.

-Bien, pues usted dirá. - Intervino Tay invitándole a continuar. -

-Durante años hemos estado observando la conducta de esos llamados reyes de la Tierra. También conocemos a muchos de los representantes del proyecto Némesis. En realidad, somos un grupo que coopera con ellos. Que aspiramos a devolver a la Tierra a sus legítimos dueños, los seres humanos.

-No sabía que nos la hubiesen arrebatado. - Le interrumpió Kerria con sarcasmo. -

-Ese es su problema señorita Malden, el suyo y el de otros muchos como usted. Solo ven el envoltorio. Y son víctimas de su admiración por esos seres. Pero todo esto obedece a un plan trazado desde hace ya mucho tiempo. La señorita Akers y el reverendo llevan mucha razón. Aunque no saben hasta qué punto. Es antinatural la forma en la que esas criaturas prolongan su vida y quieren hacer lo propio con todos nosotros.

- ¿Y eso le parece mal? No tenía ni idea, la Humanidad lleva luchando toda su historia por vivir más y mejor, ¿y eso a ustedes les molesta? - Terció Lucero con tono pleno de incredulidad. -

-No nos molesta cuando se ha hecho por medios naturales y con los avances de la ciencia que tanto le han costado ir adquiriendo al ser humano a costa de su entrega, tesón y sacrificio. Pero sí cuando se recurre a la magia y otros artificios para conseguirlo. - Opuso aquella voz alegando. - Nuestro grupo se opone a los intentos de los habitantes de la Luna Blanca y la Luna Nueva por dominarnos. Por oposición a ellos, nos hacemos llamar Luna Negra…y luchamos por impedir que acaben controlando a la raza humana y esclavizándola para servirles. ¡Dios no se lo permita!

 

            Al oír este nombre Kerria palideció, recordaba cuando su madre le contase la historia de su vida y la de sus tías. Todos provenían de Némesis y servían a un clan con ese mismo nombre. Lo mismo le sucedió a Bertie cuando escuchó eso en el domicilio de los Malden. Sam la observó preocupada, su suegra había abierto la boca y llevado las manos al rostro se había quedado lívida.

 

- ¿Qué te ocurre, Bertie? - Inquirió con sorpresa. - ¿Te encuentras bien?

- ¡Dios mío! Esto no puede estar sucediendo. - Pudo balbucear la anciana. -

-Cariño…- Intervino un asimismo preocupado Roy tomando las manos de su esposa. - Esos son…

-El nombre del clan fue inspirado por el Sabio. Él legó esa marca a Diamante cuando era el príncipe de Némesis. Pero ese Sabio vino de alguna parte… recuerda el que destruimos aquí, en este tiempo, cuando luchábamos contra los demonios. A veces he pensado que… ¡Santo Cielo!, ojalá no sea verdad…Pudiera ser que hubiera más de uno de esos Sabios. ¿Y si el que nos manipuló en el siglo Treinta viniera de este momento?

-Sí…eso pudiera tener sentido, pero jamás percibimos la presencia de ningún otro. Y los demonios desaparecieron cuando les vencimos. - Opuso Roy. -

-Pero… ¿Y si él no fuera un demonio? - Le preguntó su asustada esposa dejándole meditar aquello con un escalofrío recorriéndole la espalda. -  ¿Y si no pudierais percibirle?

 

            Roy le dedicó entonces una mirada perpleja. Jamás pensó en eso. Ahora también estaba visiblemente asustado por esa posibilidad. De lo poco que lograba recordar de cuando fuera poseído por Armagedón y estuviera junto a Valnak, pudo comprobar que éste no tenía idea de quién o qué era ese Sabio. Y que no hablaba de él como de uno de los suyos. Entonces, ¿Quién había sido aquel extraño y terrible ser, que hasta inspiraba la desconfianza y la prevención a ese demonio?

 

-Tendremos que llamar a Diamante y a los demás. A ver qué opinan. - Le comentó a su mujer.-

 

 

            Samantha los miraba a ambos ahora con expresión de no comprender nada, aunque fue su suegro quién le comentó.

 

-Hace años que te contamos la historia de la familia. Nuestras batallas y otras peripecias, pero te hicimos un resumen. Para que entiendas esto en su auténtica dimensión debemos explicarte las cosas con más detalle, Sam. En cuanto el programa termine lo haremos.

 

            La muchacha asintió. Aquello parecía ser realmente grave, incluso pudo ver por televisión la expresión de su esposa cuando la enfocaron. Parecía haber visto un fantasma. Entre tanto, el programa proseguía con la intervención del reverendo Waters que se mostraba tan sorprendido como el resto del público cuando admitió con tono reflexivo.

 

-Eso tiene mucho sentido. Bien pudiera ser lo que este caballero nos dice.

- ¡No, no lo es! - Rebatió Kerria saltando como un resorte y acusando sin amilanarse. - Esa organización no busca salvar a la Tierra. ¡Son ellos quienes desean dominarla y destruir el posible reino de paz que pueda implantarse en nuestro mundo! ¡Son ellos los auténticos invasores!

 

            Ahora hubo un denso silencio en el plató. Hasta sus compañeros de banco la observaron con cara de sorpresa.

 

-Esas son calumnias propagadas desde la Luna Blanca y desde sus círculos mediáticos. ¡Los lunáticos serviles como usted! - Replicó su interlocutor con tono irritado. - Aquellos que reparten vanas promesas de vida eterna en la Tierra. Algún día comprenderán que el Fantasma de la Muerte es necesario…

 

Kerria crispó su expresión y estaba a punto de responder. La mención de aquel personaje la había dejado horrorizada, a su vez el público había comenzado a murmurar de nuevo. Ese calificativo de lunático se usaba como insulto, no solamente por su connotación de locura, y levantaba bastantes ampollas entre parte de la población. Los designados así eran prácticamente acusados de tener favoritismo por su relación con la familia real de la Luna…

 

- ¿Qué? - Pudo replicar la abogada con los ojos abiertos de forma desmesurada. - Eso es…

- ¿A qué se refieren con eso? - Inquirió el mismo reverendo, con idéntico asombro. ¿Qué es eso del Fantasma de la Muerte?

-Es una alegoría a la inevitable conclusión de toda vida. - Repuso enigmáticamente aquella voz, que, con un talante mucho más cordial, le aclaró a Waters. - Usted, como religioso puede comprenderlo. Se debe morir para poder trascender. Es el modo en el que, algún día, nos reuniremos con nuestro hacedor. Por eso se da cuenta de la falsedad de los soberanos terrestres. Ellos desean impedirlo con su apariencia de prosperidad y vida eterna. Pero es solo una ilusión. Como dicen las escrituras. Ancha y lujosa es la puerta que conduce a la perdición…

-Sí, es cierto. - Convino el reverendo que parecía perplejo al remachar. - Eso dicen… y estrecha la que lleva a la Salvación.

- ¿Están insinuando que los reyes son la perdición? - Terció Lucero que pasó a descalificar con su habitual tono entre irreverente y mordaz. - ¡Están ustedes como cabras, amigo! Aquí los únicos fantasmas que hay son ustedes…de la muerte no sé. Pero de la tontería un rato.

 

            Sin embargo, ese interlocutor misterioso ni se dignó replicar al cantante y sí añadió en tono desafiante dirigiéndose a Kerria.

 

-Usted sabe de sobra lo que queremos decir, señorita Malden. Y su familia no es ajena tampoco a ello. Conocen muy bien el significado de la palabra traición…

- ¡Si vuelve a nombrar a mi familia una vez más le aseguro que le demandaré por difamación y calumnia! …No pararé hasta identificarle. -Amenazó ella con creciente enfado. -

 Y tras un espeso silencio y muchos más murmullos entre el público tuvo que ser el presentador quién interviniera. No deseaba alimentar esa polémica en exceso. Además, viendo que el tiempo del programa estaba próximo a concluir, terció en tanto despedía esa llamada con bastante apuro.

 

-Bueno, ruego a todos que haya calma. En cualquier caso, muchas gracias por su aportación al debate.

 

            Aquel misterioso interlocutor no replicó, solo se escuchó el sonido de un teléfono al colgarse. Cinthia estaba muy atenta a todo eso. Desde luego no había esperado que las cosas se pusieran tan interesantes. Estaba allí con otros propósitos, pero lo que oía reforzaba su determinación. ¡Allí estaba la causa de todo el mal! Se ocuparía personalmente de solucionarlo. Ya se lo advirtieron, ten cuidado. Pero ella aceptó cumplir con esa tarea y de paso poder arreglar sus propios asuntos. Un poco más de paciencia, enseguida tendría su oportunidad…

 

-Lamentablemente, pese a que este asunto es tan interesante, nos hemos quedado sin tiempo. Es el turno de la ronda final. - Anunció Tay dirigiéndose nuevamente a los participantes en el debate. - ¿Sus últimas conclusiones sobre este tema?

 

            Primero tomó la palabra Debra que declaró.

 

-Me he quedado muy sorprendida con ésta última llamada. Espero que las cosas no lleguen tan lejos, pero razón de más para revisar la política de nuestro mundo acerca de esos reyes.

-En mi caso, no tengo dudas. Los soberanos han hecho mucho bien, igual que las princesas planetarias o las justicieras, que muchas veces las han ayudado a defender la paz y la justicia. - Remachó Carlos. -

-Pues a mí me preocupa y mucho, el grado de poder y de influencia que tienen seres extraterrestres en nuestro planeta. - Afirmó Mary. - Las naciones Unidas y los gobiernos de este mundo deberían tomar cartas en el asunto. Y más tras lo que hemos escuchado.

-No creo que sea para tanto. - Rebatió ahora Lucero. - A mí me dan más miedo esos tipos de la alianza de Némesis y el que ha llamado, ese de la Luna Negra. ¿Qué pruebas tienen de lo que han dicho? A mí me parecen unos enajenados. Yo solamente he visto a las princesas, a los reyes de la Tierra y a las propias justicieras y los guerreros dorados, hacer el bien y auxiliarnos. Ya mis padres me lo contaban.

-Quizás eso sea un truco o una conspiración. A veces para ganar la confianza hay que fingir ser un cordero y disfrazarse como tal, aunque se sea un lobo. - Comentó ahora Waters. – Y la cita que hizo ese misterioso comunicante del evangelio pudiera ser muy apropiada…desconfiad de aquel que se presenta envuelto en luz pues para el príncipe del engaño esa es una de sus formas favoritas. - Declaró a modo de teatral conclusión. -

- He tenido la ocasión de conocer a muchas de las princesas planetarias, a los soberanos, así como a alguna de las justicieras y puedo asegurarles que lo único que desean es la paz y la prosperidad para este planeta. Siempre ha sido así y siempre lo será. - Sentenció Kerria con el mayor tono de convicción que pudo expresar, al tiempo que trataba de calmarse. - Esos tipos de la Luna Negra y de Némesis son unos mentirosos y unos manipuladores. ¡Ellos son el verdadero peligro!…

 

            Aunque la airada voz de un miembro del público la cortó de improviso y les hizo a todos girarse cuando ese energúmeno gritaba.

 

-La Luna Negra tiene razón. ¡Malditos lunáticos hipócritas! ¡Tú! - Sentenció señalando a Kerria con un dedo acusador. - Eres uno de ellos, ¡traidora a la raza humana!

-Por favor, caballero. Le ruego que tenga la bondad de abandonar el plató. - Le pidió Tay haciendo gala de un control y una entereza admirables. -

           

            Aunque ese tipo, ajeno a razonamientos, prosiguió con su perorata de acusaciones…

 

- ¡Eres una sierva de esa puta de Serenity y de su corte de princesas de la abominación! ¡Zorra invertida y embustera! Tú y los tuyos estáis condenados…

-Seguridad, por favor. Escolten a ese hombre fuera del plató. - Terció Clarence con tono más cortante, aseverando. - No vamos a permitir amenazas ni insultos de ningún tipo contra nadie de los presentes. -

-Por favor, señor, modérese. - Le pidió incluso el reverendo, cuando dos fornidos vigilantes se hacían con ese tipo y trataban de sacarle de allí. - Ese no es el camino. - Remató Waters. -

 

            Por increíble que pareciera algunas personas del público hicieron causa común con ese agitador aplaudiendo sus palabras y abucheando incluso a los miembros de seguridad. Sin embargo, la mayoría de los presentes ovacionó la intervención de los guardias y abucheó a su vez a ese energúmeno. Entre tanto Kerria apenas era capaz de dejar de mirar a aquel tipo de mediana edad, cabellos largos y barba cana, que era ahora arrastrado por la seguridad del estudio hacia el exterior. Ante aquello Cindy no pudo evitar sonreír.

 

-Todo como estaba previsto. - Pensaba con regocijo. -

 

Por su parte el envarado presentador asintió despacio dirigiéndose a la cámara para declarar.

 

-Pedimos disculpas a la audiencia por este lamentable incidente. Especialmente a la señora Malden.

 

            Kerria asintió sin querer dar más importancia a aquello…Tay aprovechó entonces para despedir el espacio.

 

-Pues esto ha sido todo, damas y caballeros, esperamos que el programa haya sido de su agrado. Volveremos la próxima semana con más temas de actualidad.

 

            Aplausos del público y títulos de crédito desfilando en tanto los invitados se levantaban e intercambiaban saludos y conversaciones. Sus suegros aún se miraban con expresión demudada.

 

- ¡Pobre hija mía!  - Pudo decir una todavía impactada Beruche. -

-Era un maldito loco. Por desgracia proliferan muchos últimamente. - Masculló un enfadado Roy. -

 

Fue Sam la que se levantó apagando la holo tele.

 

-No debemos dar importancia a esa gente. Se descalifican ellos mismos. Cuando Kerria vuelva hagamos como si nada.

-Tienes razón. - Convino Bertie. - Personas como esas no merecen la más mínima pérdida de tiempo por nuestra parte.

-Es cierto. - Convino Roy afirmando con un tono más calmado. - Estoy muy orgulloso de mi hija, incluso más viendo lo admirablemente que ha llevado esas provocaciones.

 

            Sus contertulias asintieron, pensaban exactamente lo mismo. Fue Sam quiso dejar ya ese tema.

 

- Bueno, pues tendremos que cenar ya. Kerria tardará en volver. -

- Sí, iré poniendo la mesa - dijo Beruche. -

- Tengo hambre, - anunció Roy en un intento por recobrar un tono más jovial - y después de este debate más aun, nuestra chica les ha dado una buena lección.

- Ha estado nivelado - reconoció Sam más realista y objetiva que su suegro. - Ese reverendo es un tipo muy hábil, sabe moderarse o exaltarse según le conviene, ese tono tan suave y civilizado no es el que usa con sus seguidores.

-A mí lo que más me ha preocupado ha sido esa última llamada. - Musitó Bertie sin evitar volver a aquello. -

-Seguramente que serán una panda de locos. - Afirmó Roy deseando restarle importancia. - Ya os digo que hay mucho chalado que entra en antena a decir tonterías…y para mí que ese imbécil del público era un agitador pagado por esos tipejos.

-Ojalá sea solamente eso, pero he visto la expresión de Kerria y me he asustado. - Pudo decir Samantha. -

 

            Roy y Beruche la escucharon pensativos hasta que por fin Sam sonrió y añadió tratando de desdramatizar incluso con una risa algo forzada.

 

- Pero ha estado muy bien. Para ser sincera creo que ella y su grupo han ganado a los puntos. ¡Ja, ja!

 

Sus suegros rieron con Sam, tratando de olvidarse de aquello. Pensando muy orgullosos en lo estupendamente que se había portado su hija. Entonces Bertie le comentó a su nuera de nuevo con mayor seriedad.

 

-Ahora, hasta que nuestra hija llegue, te contaremos toda la historia, Samantha. Y esta vez sin omitir detalles. Espero que de este modo podrás comprenderlo todo.

 

            Su interlocutora asintió, preparándose para oír el relato más asombroso que jamás hubiera escuchado. Kerria por su parte había vuelto al set de maquillaje tras departir un poco con Lucero y Mary.

 

- ¿Estás bien, Kerria? - Se interesó su amigo roquero. -

-Sí, gracias. Muchas gracias. -Le agradeció ella. -

 

Aunque fue Mary quien le comentó todavía incrédula y con prevención en su tono.

 

-Kerria, te conozco hace años. Hemos luchado juntas por los derechos de muchos colectivos desfavorecidos. Pero no logro entenderte en este tema. No justifico a esos locos, pero quizás algo de razón sí que tengan

-Ya te lo he dicho en otras ocasiones. - Repuso la aludida. - De veras. No es lo que crees, te equivocas con las familias Reales de la Tierra y de la Luna. Tendrías que pasar algún tiempo viendo como ayudan a la gente…

-No soy una persona cerrada de mente. Ya me conoces. Si de verdad es como tú dices no tendré inconveniente en cambiar de opinión. - Afirmó Mary suavizando su tenso semblante con una sonrisa y estrechando la mano de su amiga. - El tiempo dirá quién tiene razón.

 

            Lo cierto es que al ver la expresión de la cara de su amiga llegó incluso a asustarse. Normalmente Kerria era apasionada cuando defendía sus puntos de vista. Pero esto había sido distinto. El semblante de la abogada había estado crispado por la ira y el miedo. No quiso ahondar más. Se limitó a despedirse de ella que le devolvió el saludo y Kerria lo hizo a su vez con Lucero.

 

-Gracias por tu apoyo, como siempre. - Le sonrió agradecida. -

-No hay de qué, ya sabes que siempre digo y canto lo que pienso. - Sonrió también él agregando en tanto se alejaba. - Dale recuerdos a Sam. Hace mucho que no la veo.

-De tu parte. - Repuso afablemente su interlocutora dirigiéndose a la zona de su camerino. -

 

 Carlos también la saludó de pasada dándole recuerdos de Katherine. No obstante, el joven tenía prisa y no se detuvo a charlar. Los demás invitados estaban ya listos para marcharse y Kerria deseaba hacer lo mismo. Tenía muchas ganas de llegar a casa y conocer la opinión de sus padres y de Sam de su intervención en el programa y Brian...bueno, seguro que él lo vería mañana. Lo lamentaba por aquella última llamada y sobre todo por ese enojoso incidente. No deseaba que su hijo sufriera por ella. Se despidió asimismo del presentador, cruzó unas buenas noches de cortesía con la señora Higs y se alejó. No obstante, el último al que vio fue el reverendo Waters que, cortésmente inclinó la cabeza. Ella se le quedó mirando durante unos segundos y le comentó con tono suave y conciliatorio.

 

-Pese a lo que pueda pensar, no somos el diablo, ni mucho menos el enemigo. Pero esos tipos de la Luna Negra sí. Tenga mucho cuidado con ellos.

 

            El interpelado se giró hacia ella y le sostuvo la mirada afirmando a su vez con tono tranquilo.

 

-Y yo tampoco soy el fanático que cree. Pero tengo mis convicciones como usted las suyas, señorita. No se inquiete, a mí tampoco me han parecido de fiar. - Terminó sentenciando su interlocutor. - Hablaban con demasiado odio…y tal y como le dije a ese energúmeno, ese no es camino.

- ¡Lástima que su amigo el señor Lench no se quedase a este segundo debate! Le habría encantado esa intervención. - Replicó ella no sin sorna. -

-Pese a lo que crea, Carter es algo impulsivo y a veces obcecado. Pero no aprobaría lo que esos tipos le han dicho. Del mismo modo que tampoco yo lo hago. Buenas noches, señorita Malden y cuídese. - Remachó en un tono que parecía sincero. -

 

            Ella no replicó, aunque quedó gratamente sorprendida por esas palabras. El reverendo hizo una leve inclinación de cabeza y se marchó a su camerino. Kerria suspiró entrando en el suyo y comenzó a desmaquillarse...

 

-Ha sido un día muy largo…- Pensaba. - Tengo ganas de llegar a casa y darme un baño, luego caer rendida en la cama…

 

            El público desalojaba también. Cinthia se levantó de su asiento azul. Como el resto de los asistentes se dirigió hacia la salida, pero al poco cambió de dirección. Nadie vigilaba los pasillos de acceso a camerinos. Los agentes de seguridad de los estudios estaban ocupados escoltando a los invitados hacia fuera, en especial al reverendo. Otros se habían llevado a ese tipo y le custodiaban hasta que llegase la policía. La joven se sonrió. Eso había estado planeado. Aquel tipo, conocido en clave por Antimonio, tenía esa misión, su intervención había estado preparada al final del debate precisamente para dejarle a ella el campo libre. Y a juzgar por lo sucedido el éxito había sido total. De modo que, inadvertida, ella pudo meterse por los bastidores y dirigirse hacia los camerinos. Nada más leer el nombre de Kerria Malden en la puerta sonrió y abrió despacio. La vio de espaldas y se acercó.

 

- Enseguida salgo, - le dijo esa mujer sin girarse al escuchar pasos tomándola por alguien del personal de estudio. – Me voy ya.

- No se preocupe por eso- le respondió Cinthia. - No hay ninguna prisa. Tenía ganas de conocerla personalmente, desde hacía mucho tiempo. Bueno, en realidad la conozco, pero no se acordará de mí. – Añadió tímidamente cerrando lentamente la puerta mientras entraba.  -

 

            Kerria se volvió mirándola con interés y dedicándole una sonrisa a esa chica para preguntarle.

 

- No lo siento, no te conozco. O al menos no me acuerdo. Dime ¿Quieres un autógrafo?

- No, no es eso precisamente lo que quiero. - Sonrió ésta ahora con malicia desabotonándose la blusa. – Verá, es que encuentro que usted es muy atractiva…

- Oye, - sonrió su interlocutora a su vez, tratando de suavizar el tenso ambiente que notaba a su alrededor. -Es tarde, estoy cansada. Eres muy joven y yo estoy comprometida. Además, podría ser tu madre. No estaría bien. - Argumentó pensando que esa chica era una admiradora demasiado extremada. -

- ¿De verdad? ¿No me diga?,- sonrió Cinthia a su vez para preguntar con voz melosa. - ¿Es que no me encuentra atractiva? ...Yo haría lo que fuera por estar con usted…ya me comprende.

 

            Kerria la observaba atónita y apenas pudo decir templando su envaramiento.

 

-Mira…lo he dicho muy claro durante el debate. No te confundas. Estoy casada. Quiero a mi pareja.

- ¿Así que era sincera? - Se sonrió otra vez aquella muchacha clavando en ella una mirada extraña, Kerria pensó que incluso enloquecida cuando remachó. - ¡Qué decepción!

 

            Continuando con su comedia, Cindy fingió trastabillarse y se llevó una mano al pecho.

 

- ¿Te pasa algo?,- le inquirió su interlocutora visiblemente preocupada. -

- ¡A mí nada, pero a usted sí que le va a pasar algo! - Le espetó la chica sacando entonces un largo y afilado cuchillo de entre su ropa. -

 

            La agredida tuvo los suficientes reflejos como para esquivar el intento de cuchillada de la chica, interpuso la silla entre ella y su agresora.

 

- ¡Pero por el amor de Dios!, ¿qué intentas hacer? - Le chilló a esa muchacha sin todavía poder creerlo. -

- ¿Es que no es evidente? ¡Trato de hacer justicia! - Escupió Cinthia acechándola a la espera de pasar al ataque eludiendo la silla. - ¿No sabe quién soy? ¿A qué no? ¡Maldita lunática!

 

            La interpelada, atónita y asustada, negó con la cabeza. Entonces su agresora respondió con otra pregunta.

 

- ¿Le dice algo el nombre de Cindy? Cindy Rice...

- ¿Qué? ¿Cindy Rice?,- exclamó Kerria atónita y casi paralizada por el estupor - ¿Eres la hija de...?

- De Brian Rice y de su mujer, mi madre, Rebecca. Su mujer hasta que se divorciaron por su culpa. Usted ha destruido mi familia. Parecerá una santa incomprendida para los demás, pero a mí no me engaña. El reverendo tiene toda la razón. Pero aun él se queda corto. Usted y las personas con sus inclinaciones y creencias son destructivas para la moral y la sociedad. Seguro que esas llamadas de apoyo son de homosexuales como usted o de gentes a las que ha pagado.

- Estás equivocada… ¡no sé de qué me estás hablando! - contestó Kerria contemplándola horrorizada. – cálmate, por favor.

- ¡Cállese!,- le chilló Cindy con un frío tono enloquecido a la par que acariciaba el cuchillo arrinconando a su presa hacia la pared. - Por su culpa, mis padres se divorciaron, la vida de mi madre ha sido un infierno. Siempre discutiendo por su causa, desde que yo era una niña. Nuestro padre nos dejó por usted. Me hizo declarar en el juicio contra ellos. Quiso meter a mi madre en un psiquiátrico. ¡La odio, la odio con toda mi alma! - Le escupió con tanta ira que a Kerria se le heló la sangre. – Y voy a matarla…

- ¡Estás equivocada! Eso no sucedió así. - Quiso rebatirle su contertulia con la voz entrecortada, a la par que esquivaba otro intento de cuchillada. - ¡Por favor, entra en razón! Puedo explicarte lo que pasó si te calmas.

-No escucharé sus mentiras. Es tan manipuladora como lo son esa maldita reina Serenity y su marido. O como esas princesas. Tratan de engatusarnos con bonitas palabras, pero nos hacen desgraciados. No intente engañarme. Me lo han contado todo sobre los de su calaña…  ¡Nos llevan por el camino de la perdición, con embrujos! Son como los cantos de sirena. ¡La Luna Negra tiene razón! – Exclamó con tinte triunfante mostrando un tatuaje en esa precisa forma y color bajo su antebrazo para proclamar con orgullo enfermizo. - Yo soy uno de ellos. Y acabaré con la hipocresía de los lunáticos como usted.

- ¡No, no puede ser!,- balbuceaba la aludida moviendo la cabeza sin poder creer lo que escuchaba. -Pero sí sólo eres una niña ¡Por Dios! Piensa en lo que intentas hacer. ¡Sería un asesinato!

- ¡Es lo que se merece, miserable zorra!  No solo por ser una sirvienta de esa familia de farsantes con corona. Sino sobre todo por lo que nos ha hecho, a mi padre, a mi madre y a mí. - Sentenció Cindy una vez más, tratando de alcanzarla. – Hasta ahora se ha librado. Pero ahora… ¡Va a pagarlo de una vez por todas! …Y luego será el turno de esa drogata que tiene por compañera de grupo.

-No puedes hablar en serio. - Pudo decir una horrorizada Kerria que ahora ya no solo temía por ella sino por Kathy y el resto de su familia. - Piensa lo que quieres hacer…

-Ahora verá lo en serio que hablo. - Se sonrió aviesamente su interlocutora, sentenciando con una mezcla de regocijo y odio. - Y no se inquiete, más pensado no lo puedo tener. ¡He dispuesto de años para prepararlo!…

 

            Por la cabeza de la atormentada muchacha pasaban recuerdos de peleas que sus padres habían tenido. De cómo ella, en su cuarto, lloraba al escuchar sus gritos y siempre el nombre de Kerria estaba presente en todas aquellas disputas. La odiaba a muerte a ella y al resto de las Justices, y alguna que otra vez había hecho pedazos posters o carteles propagandísticos del grupo. Incluso una vez, rompió un Holo disco firmado que tenía su padre. Eso encima le valió estar una semana castigada. Después, tras el divorcio recordó a su madre rota, teniendo que ir a rehabilitación por darse a la bebida y al psiquiatra, al ser amenazada por esa bruja hipócrita que tenía delante. Esa ramera lesbiana que ante el mundo trataba de dárselas de santa. Por suerte cuando más desesperada estaba unos individuos que dijeron pertenecer a la organización Luna Negra la auxiliaron, a ella y a su madre. Le contaron la auténtica historia de los manejos y conspiraciones que esos malditos de la Luna Blanca estaban tejiendo. Además de ser, para sorpresa de la chica, quienes pagaron la deuda que arrastraban por la minuta de ese caro bufete que su madre contratase. De hecho, Rebecca hubo de hipotecar su casa para ello años atrás. Pero su enfermedad le hizo casi imposible mantener empleos estables y estaba casi arruinada y desahuciada. No obstante, esa gente fue muy amable con ellas. Se hicieron cargo de todas las deudas y los gastos y las dijeron comprender perfectamente lo que sucedía y quienes eran esa malvada Kerria y su pérfida familia. Desde entonces la joven juró que les ayudaría a desenmascarar a esos farsantes de la Luna Blanca, del reino de la Tierra y demás lunáticos. Además de poder cumplir con su anhelada venganza. Aquel tipo, el iracundo espectador de mote Antimonio, le había explicado antes de acudir a ese programa.

 

-Sabemos que ella estará allí. No te preocupes, iré contigo. Lograré centrar la atención sobre mí y tú podrás ocuparte de ella. De este modo le harás un gran servicio a nuestro mundo.

-Sí, contad conmigo. Mi vida está al servicio de la Luna Negra y del Fantasma de la Muerte. - Proclamó con orgullo la chica. -

 

            Ese tipo la miró con aprobación, aunque pese a todo le dijo con amabilidad e incluso parecía que preocupación.

 

-Es muy arriesgado, tanto si sale bien cómo sino podrías correr peligro. Incluso perder la vida. O como poco ir a la cárcel para siempre. ¿Estás completamente segura de querer hacerlo? Todavía puedes volverte atrás.

-Muy segura. Ya te he dicho que he jurado lealtad al Fantasma de la Muerte. - Sentenció la joven rematando ya con mayor gravedad. - Y en su nombre hoy haré justicia. Solo deseo que cuidéis de mi madre si algo me llegara a ocurrir. Y que ella siga fuera de esto.

-Tenlo por seguro. Eres una gran heroína y, en cualquier caso, podrás ser una mártir para la causa. - La halagó su interlocutor. - No temas por tu madre. Tendrá toda nuestra consideración y nuestro apoyo. Como ha sido siempre.

-Lo sé. Nunca nos habéis fallado. Sois los únicos que no lo han hecho. - Admitió ella. -

 

            En eso pensaba ahora Cindy de modo obsesivo mientras el objeto de su odio trataba infructuosamente de razonar con ella.

 

- Mira, olvida eso de la Luna Negra ahora. Hablemos de nosotros. Vamos a razonar como adultos. Tu madre y yo no nos llevábamos bien, pero te juro que no sucedió así. ¿Acaso te crees que a ella le gustaría lo que intentas? Le destrozarías el corazón, irías a la cárcel. Y a tu padre igual, no se merecen que les hagas sufrir así. - Argumentó Kerria tratando desesperadamente de disuadirla. –

 

            Aunque la réplica de Cindy fue la de reír histriónicamente y dejar de llamar de usted a su más que posible víctima.

 

- Tienes miedo ¿eh? No me convencerás con esa palabrería para salvar la vida. Anda, avisa a una de esas princesitas para que te protejan. O a esas justicieras. ¡Solo son otro atajo de putas que juegan a heroínas y lamen el trasero de esos malditos soberanos! – Escupió con regocijo para proclamar. - Además, todavía soy menor, en este Estado no pueden encerrarme. Haberlo pensado antes. Y ¿Sabes una cosa?  Me he enrollado con algunas mujeres sólo para saber lo que se siente. Para que no digas que no he tratado de ponerme en tu lugar. Para mí fue toda una revelación. Hasta estaba dispuesta a hacérmelo contigo para concederte una especie de último deseo. - Se burló con sorna y preguntó. – Me he preparado a conciencia practicando con alguna de las de tu calaña. ¿Y sabes lo que sentí?

 

            Su espantada interlocutora negó con la cabeza.

 

- ¡Asco, muchísimo asco!,- escupió con cara de desprecio – sois repugnantes. A una de esas guarras le pegué tan fuerte en la cabeza que aún debe tener una buena migraña, ¡ja, ja, ja! Así aprenderá a no buscar nada con otra chica.

- Por favor- musitó Kerria alarmadísima y realmente atemorizada por esa expresión de locura que tenía la muchacha, en tanto hacía un espacio con ambas palmas de sus manos, tratando de mantener la distancia. - Necesitas ayuda, debes ir a un médico, estás enferma. ¿Es que no lo ves?

- No necesito ninguna ayuda, bueno sí. - Se rio Cindy añadiendo con un macabro sentido del humor para solicitar - estate quieta y déjate matar de una vez.

- Yo también tengo un hijo y sé la tristeza que podría sentir una madre si te encarcelasen, por favor, ¡recapacita! Deja esto y vete, no diré nada, lo prometo, - le aseguró Kerria que notaba como le temblaban las piernas. -

- ¡Me da exactamente igual!, - reía Cindy - Dentro de poco no hablarás más. Lo tengo todo planeado, en cuanto te mate pondré tus huellas en el arma. Y hasta he escrito una nota de suicido. - Y para horror de su presunta víctima extrajo de entre sus bolsillos un pliego de papel, lo abrió y leyó no sin regocijo. - Soy culpable. Todo lo que han dicho sobre mí es cierto. Me vendí a los soberanos de la Tierra y he conspirado para ayudarles a conquistar el mundo. Ya no soporto más el peso de mi traición. ¿Qué te parece? Melodramático, ¿eh?...

-Te lo ruego. También tengo familia. - Le pidió Kerria realmente asustada por la mirada de locura de esa chica. - Ellos son inocentes. Mi hijo, sobre todo. Si de veras sabes lo que se sufre al romper una familia, no lo hagas…

 

            Eso pareció hacer reflexionar a su agresora, aunque la impresión se desvaneció enseguida y ésta replicó no sin un aire triunfal…

 

- ¡Ah! Hablando de tu hijo. No te lo he dicho, lo siento, se me olvidaba. Conozco a Brian, es más, ¡me lo he ligado! Ese al menos no es gay como tú. Lo puedo atestiguar. Bueno, en algo se te parece, ¡sí que le gustan las mujeres igual que a ti, ja, ja! - añadió ante la cara de horror de Kerria que se estaba poniendo lívida. Cindy concluyó regocijándose por ello. - Y cuando estés muerta yo le consolaré. Me lo voy a cepillar y luego le dejaré. Así sabrá lo que se sufre.  Bueno, no sé, quizás no le deje, no parece mal muchacho. Supongo que no es culpa suya ser hijo de alguien como tú. Por cierto, es muy guapo, eso tengo que reconocerlo. Y está muy bien dotado, lo he podido comprobar. - Añadió con fingida melosidad. -

 

Y no dejaba de relamerse ostentosamente para desesperación de su víctima. No obstante, como había admitido, Brian le gustaba sinceramente, lo cortés no quitaba lo valiente, pensó esbozando una malévola sonrisa.

 

- ¡No, no por Dios, no sabes lo que estás diciendo!,- sollozó Kerria moviendo la cabeza con la boca abierta por el horror y la incredulidad en tanto era acorralada contra la mesa de maquillaje. - No puedes hacer eso, ¡por favor!

- Cuanto más te duela más me animas a hacerlo, perra, ¡así aprenderás! Encima vas y le pones a tu bastardo el nombre de mi padre. ¿Cómo lo tuviste, con uno de esos donantes gais? - Se burló Cindy, agregando, eso sí, con un falso tinte conciliador. - Pero tranquila, no nos hemos acostado...todavía. Eso lo he dejado para el final. Tendré que consolarle por tu pérdida. ¿Quién sabe? puede que te haga abuela a título póstumo ¡Ja, ja! Pero…no, no, no - negó con pretendido tono meloso para sentenciar con marcado desprecio. - Eso no ocurrirá, antes abortaría que llevar otro bastardo con tu maldita sangre lunática dentro de mí.

 

            Su más que inminente víctima estaba con la boca abierta y desencajada, los ojos abiertos como platos y los pelos de punta. ¡Esa chica estaba loca! No podía decir eso en serio, sobre todo sabiendo que… ¿O quizás no lo sabía?  Se estremeció atreviéndose a preguntar.

 

- ¿Es que no lo sabes? ¿Tus padres nunca te dijeron? -  repuso Kerria con expresión desesperada, pero fue interrumpida en seco. -

- ¿Decirme qué?,- le inquirió su atacante blandiendo delante suyo el cuchillo. -

- Brian y tú, sois hermanastros, - le desveló su interlocutora escandalizada. - ¡El padre de mi hijo es tu propio padre!...

 

            Ahora fue el turno de Cindy de quedarse perpleja, tardó en reaccionar. Al principio incrédula, después la emprendió a mandobles con el cuchillo tratando de alcanzar a Kerria que la esquivaba a la desesperada oponiendo la silla como escudo.

 

- ¡Mentira! - chilló la chica fuera de sí. - Eres una sucia ramera mentirosa. ¡Ese disparate no te salvará!

- Es cierto, ¡te juro que es verdad! - insistió su víctima en tanto intentaba apartarse. - Pregúntaselo a tus padres si no me crees.

 

             La esquizofrénica muchacha trató de apuñalarla una vez más, pero Kerria levantó la silla y el cuchillo se clavó en la misma. Pudo aprovechar para empujar a la chica y correr fuera. Cindy desclavó el arma y la persiguió con el cuchillo en alto, como una posesa. Al llegar a la salida del escenario, los guardas de seguridad la vieron llegar y dieron el alto.

 

- Detente o dispararemos. - Advirtieron a Cindy que trataba de alcanzar a Kerria. -

- ¡Vas a morir! - gritaba aquella chica que lanzó el cuchillo contra su víctima. Ésta logró esquivarlo, la agresora se trastabilló y los guardias aprovecharon la ocasión y apresaron a la muchacha que se resistía aullando entre forcejeos. - ¡No te salvarás!, ahora he fallado, pero te mataré. Iré a por ti, ¡te lo juro!

 

            Su víctima la escuchaba totalmente ausente, estaba horrorizada. No podía entender como todo el amor que le profesó el padre de Brian se había vuelto un odio tan ciego y fanático por parte de su hija. Durante años se había enfrentado a numerosos enemigos y siempre había estado alerta e incluso pasado miedo, pero nunca como ahora. Esto la desbordaba, no por ella misma sino por cómo esa niña había destruido su propia vida intentado acabar con la de ella. Incluso con la de su hijo Brian, sólo por intentar vengarse de algo que no había existido nunca. Kerria no quería ni mirarla mientras la muchacha seguía profiriendo aullidos y graves insultos dirigidos contra su persona.

 

- ¡Maldita zorra! Esto no va a quedar así. La próxima vez no fallaré… ¡ya lo verás!

 

            Los guardias redujeron y esposaron a la chica y le pidieron a la agredida que declarase. Por suerte las cámaras y la mayoría de la gente se habían marchado. Aquel incidente no trascendió. Por su parte Cindy fue trasladada a un calabozo. La joven no quiso llamar por teléfono y guardó silencio desde entonces. Pero, gracias a que llevaba identificación en su cartera, la policía localizó a sus padres llamándoles enseguida para que acudiesen a comisaría. Kerria pidió permiso para ir a casa, quería calmarse, se lo concedieron con la condición de que debía volver. Así pues, llegó conduciendo como si estuviera en trance. No podía dejar de revivir en su mente aquellos momentos tan terribles y sobre todo la enloquecida expresión de esa chiquilla. Aparcó y salió del vehículo casi sin que sus piernas pudieran sostenerla. Entró abriendo con dificultad y se encontró con Sam y sus padres que la felicitaron.

 

- Has estado muy bien, Kerria - le dijo Samantha con gesto sonriente. -

- ¡Estupendo hija, nos ha gustado mucho! – añadió orgullosamente Roy. -

- Debes estar cansada - le dijo su madre, has vuelto tardísimo, el programa acabó hace mucho. - pasa y siéntate. ¿Has cenado?

 

            Todos se quedaron atónitos cuando la recién llegada rompió a llorar presa de un ataque de nervios en la misma puerta, cayendo de rodillas. Hasta ese momento se había mantenido entera pero ahora, se derrumbaba sin poder evitarlo. Eran muchas cosas las que nublaban su cabeza, entre Roy y Sam la ayudaron a ponerse en pie, la entraron al salón y la echaron una mano para sentarse mirándola muy preocupados.

 

- ¿Qué te pasa, hija? - le inquirió su padre tan atónito como preocupado. -

- ¡Pa…pá! - balbuceaba ella con los ojos enrojecidos en tanto Sam le dejaba un pañuelo y la abrazaba. - ¡Quería matarme!

- ¿Quién?,- exclamó Samantha muy asustada conjeturando no sin motivos. - ¿Alguno de esos locos del reverendo… o esos tipos de la Luna Negra?

- No - negó Kerria con la cabeza. -La hija de...la hija…- casi no podía hablar, por fin hizo un esfuerzo y les reveló. - ¡La hija de Brian y Rebecca!

- ¿Quee? - Chilló Samantha palideciendo el semblante hasta quedarse lívida. - ¡No puede ser!, pero ¿cómo?, ¿por qué?

- Apareció en el camerino con un cuchillo, me echó la culpa de que sus padres se divorciasen y de un montón de cosas más. - Le explicó su esposa tratando de dominarse. -

- ¡Por el amor de Dios! - Exclamó Beruche abrazándose a su hija. - No te ha herido ¿verdad, cariño?

- Ha sido peor, ¡pobre niña! - susurró Kerria - Estaba desquiciada, era como si la hubiesen lavado el cerebro. Nunca había visto una expresión así. Estaba enajenada.

- ¿Casi ha estado a punto de matarte y todavía la compadeces? - le recriminó Sam con un tono de asombro. -

- Estaba completamente loca, ha perdido el juicio, teníais que haber visto sus ojos - respondió su interlocutora repitiendo continuamente. - ¡Nunca había visto nada igual! ¡Me dio muchísimo miedo!

- ¿No te transformaste en Justiciera, hija?… - Le preguntó una asimismo preocupadísima Bertie. -

 

            Hubiese sido un juego de niños para Kerria el haberse convertido en la Dama del Hielo y desarmar a esa demente, aunque ésta negó con la cabeza.

 

-Estaba tan horrorizada, que ni me lo planteé. – Confesó, relatando entre sollozos. - Luego pude escapar, la seguridad la detuvo y la llevaron a comisaría. Tuve que explicar lo que había pasado. Me dejaron venir a casa para que descansara un poco y pensase si quería interponer una denuncia.

- Entonces tendrás que volver a declarar, - le dijo su padre pasándole una mano por los hombros y añadiendo con tono confortador – tranquilo cariño, nosotros te acompañaremos.

- ¡Mamá! - Pudo gemir Kerria realmente atormentada. - ¿Acaso yo fui así? ¿Aquella vez?... Ahora entiendo cómo te debiste sentir…

-Cálmate cariño. - Le pidió Bertie abrazándola para que su hija pudiera desahogarse llorando. - Todo está bien, olvida eso… ya pasó…

- ¡Lo siento, debí romperte el corazón! - Sollozaba la torturada chica que no podía parar de repetir como si estuviera trastornada. - ¡Lo siento mamá…lo siento mucho!

 

Su madre lloró con ella y Sam también. Fue Roy quién algo más entero las abrazó a todas tratando de calmarlas diciendo.

 

-Tu madre tiene razón, cielo. Eso ya pasó hace mucho y no eras responsable de tus actos. Quizás esa chica tampoco lo sea. Pero debes denunciarlo ante la policía. No temas nada, iremos todos contigo.

 

            La aludida asintió temblando todavía. Así, una vez calmados un poco los ánimos, tanto Roy, como Samantha y Beruche se arreglaron rápidamente. Tan pronto le dieron una tila a Kerria, Sam condujo hasta la comisaría, allí los agentes aguardaban a la agredida. Nada más entrar los oficiales le pidieron que se sentase.

 

- Tómese su tiempo, señora Malden. Lo primero de todo - le dijo un agente - ¿desea denunciarlo?

- No- musitó Kerria bajando la cabeza. -

- ¡Tienes que hacerlo! - le pidió Samantha. - ¡Ha intentado matarte!, es algo gravísimo, si no lo denuncias lo volverá a intentar.

- No puedo hacer eso, es la hija de Brian. Le destrozaría. - Objetó su contertulia. -

- Se trata de tu vida, hija - Le dijo Roy con voz serena pero firme. - No puedes permitir que esto se repita. La próxima vez, sabe Dios lo que podría intentar. Y quizás no tengas tanta suerte.

 

            Y al poco de decir eso, la puerta de la comisaría se abrió, entró Brian. Estaba más envejecido, con una barba de dos días y el gesto desencajado por la preocupación. Se sentó y entonces vio a su amiga. Levantándose inmediatamente se dirigió hasta ella.

 

- Kerria, ¿estás bien? - Le preguntó conteniendo la respiración. -

 

            Ésta se abrazó a él llorando angustiada. Él estaba también lloroso y muy preocupado cuando afirmó.

 

- No puedo creerlo, cuando me llamaron pensé que era un error. Mi hija, ella no puede ser capaz de una cosa así ¿Cómo es posible? No creí que fuera tan mal padre.

- No, estoy segura de que no es por eso, Brian - le consoló Kerria aun entre sollozos. - Han sido las circunstancias…

- Tengo que ver a mi hija- le dijo él levantándose. - Pueden meterla en la cárcel por esto, o en un correccional.

- No lo denunciaré, no preocupes, Brian - Le tranquilizó su interlocutora. -

 

            Él sonrió agradecido besando a Kerria en la frente. Acto seguido los policías le llevaron hasta la zona de calabozos donde tenían a Cindy. Cuando Brian bajó, la chica se aferró a los barrotes preguntando esperanzada.

 

- Papá, ¿eres tú?

- Sí, cariño- respondió él en tanto el guardia abría la puerta y dejaba salir a la muchacha. – Ya estoy aquí, no te preocupes…

 

            Brian abrazó a su hija y ella lloró pegada a su pecho, él no sabía qué hacer, ¿reñirla? No, eso no era una chiquillada. Tampoco podía dejar las cosas así, Cindy había intentado matar a Kerria. Sólo pudo preguntar con tinte incrédulo.

 

- ¿Por qué lo hiciste, hija?...

- Por ti y por mamá y por todos - repuso Cindy entre el llanto – es todo por culpa de esa mujer.

- No, hay otras muchas cosas. Escucha… hace mucho que no veía a Kerria. Ella no supo nada de nuestro divorcio hasta que yo se lo conté por e-mail y después fui yo quien le pidió que me defendiera cuando tuvimos aquella vista por tu custodia.

-Pero ella quiso internar a mamá. - Objetó la chica. -

-No es cierto, cariño. No sé quién te ha podido decir eso. Le buscó ayuda profesional. Tu madre vio a una psicóloga muy buena. Hasta vino de Francia para tratarla. La ayudó mucho.

-Pues esa ayuda no fue suficiente. Después mamá empezó a beber y casi se mata por eso. Por su culpa estuvimos a punto de perderlo todo, ¡jamás podré perdonar a esa mujer! - Espetó la chica con rabia. -

-Escúchame hija. Kerria no es responsable de eso. Se vio atrapada en medio. Te juro por lo que más quieras que es la verdad. - Enfatizó su padre tomándola de los hombros con vehemencia. -

 

            La muchacha le observó diríase que con la duda reflejada por vez primera en su semblante. Al poco quiso decir algo…

 

- Es cierto que...- Cindy no se atrevía, pero por fin reunió el valor y preguntó. - ¿Es cierto que eres el padre de su hijo?

 

            Brian no dijo nada durante unos segundos, pero al fin lo admitió.

 

- Sí, es verdad, ella deseaba tener un hijo y me lo pidió a mí. Me quería tanto que no quiso que el niño fuera de otro. ¿Comprendes, cariño? Pero eso fue antes de casarme con tu madre.

- ¿Por qué nunca me contasteis nada? - Le inquirió Cindy acusatoriamente ahora. -

- Tu madre no quiso, quería que fuéramos una familia unida, pero no eligió la mejor forma, hija. Anda, Kerria no va a denunciarte, pagaré la fianza y vendrás conmigo a casa.

- ¿No me va a denunciar?,- repuso Cindy sorprendida. – Pero, intenté matarla…

- No, no lo hará. Volverás a casa conmigo, al menos hasta que tu madre llegue. Y cuando nos marchemos espero que le pidas perdón a Kerria.

- ¡No, eso jamás! - respondió la chica de forma hostil. – Es una traidora a la raza humana. Es la marioneta de esos malditos monarcas.

- Mira Cindy- le dijo Brian con toda la paciencia que pudo reunir. - Has intentado matar a una persona, eso es lo peor que se puede hacer. Por nada del mundo está justificado, y si lo hubieras hecho no sólo habrías destrozado la vida de la familia de Kerria y la tuya, también la de tu madre y la mía y la de su hijo, que lo es también mío. ¡Tu hermano! Cuando salgas, pídele perdón o de lo contrario no podrás volver a dormir tranquila durante el resto de tu vida. Hazme caso, confía en mí que soy tu padre antes que nada y te quiero. De lo demás que dices, ni quiero ni puedo hablar en este momento. Pero cree lo que te digo. Alguien te ha engañado. Eso tampoco es cierto. Lo sé porque he sido testigo de muchas cosas, hija.

 

            Aquellas palabras martillearon la conciencia de la chica. Sobre todo, la mención a Brian. ¡Su hermano! Con el que había comenzado aquella relación. ¿Qué diría su padre cuando lo supiera? Si es que Kerria no se lo hubiera contado ya.

 

- Está bien, - asintió Cindy con la cabeza gacha, admitiendo que su padre tenía razón. Al menos para poder salir de allí. - Si ella acepta…- Masculló con incredulidad. -

- Lo hará, estoy seguro porque la conozco bien. - Sonrió Brian acariciando la cara de su hija con suavidad. -

           

En ese momento llegaba Rebecca, venía muy asustada. Los policías le indicaron que su ex marido ya estaba allí. Al igual que Kerria, fue sólo verla para ponerse a la defensiva.

 

- ¡No podía ser de otro modo!,- exclamó la recién llegada dirigiéndose a ella en un tono resentido. - Tenías que estar tú de por medio.

 

            La aludida no respondió, miraba hacia el suelo con la cabeza gacha, no se sentía con fuerzas, pero Roy no se pudo callar, se plantó furioso a pocos centímetros de Rebecca.

 

- ¡Escúchame bien, maldita loca estúpida! La perturbada de tu hija ha intentado matar a la mía, ¿me oyes? ¡Matarla!... y encima Kerria no ha querido denunciarla. Deberías agradecérselo de rodillas, besar el suelo por donde mi hija pisa, encerrar a esa mocosa en un psiquiátrico y quedarte tú dentro con ella.

 

            Rebecca trató de replicar, pero Roy añadió muy furioso.

 

- ¡Y espérate! Mi hija no lo ha denunciado, pero puede que yo lo haga. ¡Como vuelva a ver a esa demente cerca de ella me ocuparé personalmente de que vaya a la cárcel! Si es que no soy yo mismo quién le da un buen escarmiento. ¿Te queda claro?

 

            Ahora sí que Rebecca retrocedió, visiblemente asustada. Ese hombre, pese a su edad, era bastante corpulento y alto, y daba la impresión de estar determinado a cumplir su amenaza.

 

- Ya basta, papá - le interrumpió la deshecha Kerria tratando de mediar entre sollozos y gemidos - Es suficiente. Déjalo por favor. No quiero más odio…no puedo soportarlo más. Mira a lo que nos ha conducido.

 

            Eso hizo enmudecer a su padre que veía consternado como su hija se derrumbaba, sostenida ahora por Sam que estaba igual de destrozada por aquello.

 

- Es cierto, Roy, nuestra hija tiene toda la razón. Esto no nos conduce a ninguna parte - añadió Bertie hablándole ahora a la atónita Rebecca con más calma, aunque con visible indignación. - Kerria y tú siempre habéis tenido problemas, pero no se deben meter a terceras personas en medio, ¿qué le has contado a tu hija para que actúe así?

- La verdad- respondió su contertulia tratando de mantenerse lo más digna y ofendida posible. -Sólo le dije la verdad. Por su causa, - miró a Kerria de soslayo - su padre nos dejó a las dos.

- Eso no es verdad, Rebecca- terció Brian que traía a Cindy abrazada. – Y tú lo sabes.

 

            Roy se interpuso entre los recién llegados y su hija. Beruche le sujetó un brazo, temerosa de que hiciera algo de lo que se arrepintiese después, pero no fue necesario. Cindy corrió al lado de su madre. Rebecca la abrazó emocionada y le dijo con patente incredulidad y horror.

 

- Pero ¿cómo has podido intentar algo así? ¡Por Dios!

- Mamá, ella tiene la culpa, fue la que os separó. Quería vengarte…- se defendió Cindy tratando de justificarse -

- ¡Así no mi niña, así no!, - lloraba Rebecca mesando el cabello de la muchacha agregando compungida. - Esa no es la solución, yo nunca te enseñé nada parecido. ¿Cómo pudiste pensar una cosa así?

- Perdóname mamá- sollozaba la chica sin saber que responder, aunque enseguida completó dubitativa. - Ellos me lo contaron.

- ¿Ellos? - Quiso saber su padre dedicándole una mirada sorprendida. - ¿A quiénes te refieres?

- A esas personas que se oponen a los soberanos de la Tierra. A la Luna Negra. – Pudo replicar la confundida chica. -

 

            Bertie y Roy se miraron con horror. ¡Así que era eso! Después de tanto tiempo el pasado volvía de aquella forma tan terrible. ¿O era su propio futuro? Entonces a Beruche se le ocurrió una idea. Declaró mirando a su esposo y a su hija.

 

-Llamaré a Ami. Tiene que saber esto, espero que ella nos pueda dar algunas respuestas.

- ¿Vas a llamar a la madrina? - Se sorprendió Kerria. -

 

            Entonces Rebecca intervino, no queriendo meterse en las conversaciones de la otra parte y deseando salir de allí lo antes posible.

 

- Tenemos que irnos a casa- le susurró a su hija consolándola con un abrazo. - Vamos Cindy.

- ¿Puede venir papá? - preguntó la muchacha con un tono de ruego - por favor.

- Sí, claro, - concedió Rebecca mirando a Brian - puede venir. Después de todo es tu padre…

- ¿Por qué no quisiste que supiera que tengo un hermano? - Preguntó dejando a Rebecca helada. -

- ¿Se lo has dicho, Brian? - Le inquirió ella mirándole fijamente -.

- No, fui yo, - respondió Kerria. -

- ¿Y por qué tenías que decírselo a mi hija?,- le espetó Rebecca visiblemente dolida. -

 

            Kerria no dijo nada, paradójicamente fue Cindy la que lo justificó.

 

- Mamá, yo le dije que me había ligado a su hijo. Pensaba salir con él para luego dejarle. Ella, se asustó mucho y yo me alegré. No sabía que era mi hermano.

- ¡Es tu hermanastro! - Le corrigió Rebecca horrorizada por lo que oía - Pero aun así ¡por Dios! salir con él...

- No lo sabía, mamá - insistió Cindy apesadumbrada. - Pero si es hijo de papá él también debe quererle mucho. A mí me habría gustado tener un hermano mayor. - Reconoció dejando a sus padres sorprendidos. -

- Hija- balbuceó Rebecca abrazándola nuevamente. - Le conocerás.

- Ya lo conozco ¿recuerdas? - Sonrió Cindy secándose las lágrimas con la manga de su blusa - Hemos ido al cine juntos y paseado y comido pizza juntos. -Dijo, aunque cuidándose mucho de repetir otras cosas que le había desvelado a Kerria. - Es un chico muy guapo y encantador. No sé qué podré decirle si le vuelvo a ver…

- Ahora está en Bios- intervino Samantha con un hilo de voz. - Pero vendrá en vacaciones, entonces se lo diremos.

 

            Rebecca y Brian se llevaron a Cindy, pero ésta, antes de salir, se paró junto a Kerria y musitó una disculpa. Sin atreverse a mirarla a los ojos.

 

- Lo siento. Te daré mi número por si necesitas cualquier cosa. - Afirmó el padre de la chica dejando que ella lo viese y lo copiase a su teléfono móvil. -

- Esta bien, vamos a olvidarlo- sonrió débilmente Kerria. -

-Me gustará tener un momento en privado para hablar contigo. Por favor. - Le pidió él. -

 

            Su interlocutora asintió. Rebecca salió con su hija. Brian aguardó a que lo hicieran. Tanto él como Kerria se metieron en una sala anexa…

 

- No sé qué puedo decir, - musitó él con una mirada de profundo pesar, vergüenza y reconocimiento a la vez. - Gracias, por no denunciarlo. Yo me haré cargo, la ayudaré…

- Por favor, Brian, como iba a hacer algo así. - Le dijo su contertulia tratando de desdramatizar. – Se lo que es preocuparse por un hijo. Nuestro hijo.

 

            El interpelado asintió despacio, con una expresión de total derrota. Añadiendo con voz queda.

 

- Solamente quiero que sepas que lo siento mucho. Siento todo esto. Ojalá las cosas hubieran sido bien distintas.

-No pudiste hacer nada. - Le consoló su interlocutora. - No ha sido culpa tuya.

 

            Pero él negó con la cabeza, sonrió débilmente y musitó.

 

-Si pudiera haberte olvidado las cosas habrían sido muy diferentes. Pero sé que si tuviera la ocasión de nacer otra vez volvería a enamorarme de ti. ¡Ojalá todo hubiese sido distinto! A veces pensaba que, de haber sido yo una mujer, quizás tú pudieras haberme correspondido. Otras supliqué que pudieras haberme amado simplemente por lo que era, un muchacho corriente…

-Hubo una vez en la que la yo también recé por eso. ¡No sabes cuánto! Incluso luché contra mí misma. Pero no era posible. - Sollozó ella acariciando el demacrado rostro a medio afeitar que lucía su contertulio. - Nunca lo fue…

-En el fondo siempre lo supe. Por eso, muchas veces me refugio en los recuerdos que tengo contigo. Sobre todo, el de aquella vez. Cuando fuiste mía. ¡Solamente mía! Y yo tuyo, ¡únicamente tuyo! Cierro los ojos e imagino que el tiempo se detiene, y estamos ahí. El uno junto al otro, abrazados y haciendo el amor. Amándonos, como decía esa canción que me dedicaste.

-Sí, esa canción fue solo para ti y para mí. - Admitió ella con una débil sonrisa. - Y que Sam me perdone, pero todo lo que expresé cuando la cantaba era totalmente real. Esos eran mis sentimientos hacia ti…

-Lo sé. - Afirmó su contertulio acariciando ligeramente una mejilla de Kerria. - Y estoy dispuesto a vivir con ese mero recuerdo de la promesa de lo que pudo ser. Y de esos instantes en los que fuimos uno. Y en los que diste el regalo de tu amor.

-Tú me hiciste a mí el mejor de los regalos. ¡Nuestro hijo! - Sollozó ella. - Y eso siempre será así…

 

 

            Él asintió despacio, esbozando una débil sonrisa y se enjugó alguna lágrima declarando con tono emocionado.

 

-Si el destino me diera otra oportunidad, mi mayor deseo sería compartir mi vida a tu lado… ¿Sabes Kerria?  Ese ha sido el mayor sueño de mi vida. Tú has sido y eres ese sueño inalcanzable. ¿Recuerdas? Nuestra primera canción. Tierra seca. Estoy en un páramo, desde que te perdí.

 

            Brian recordó entonces una ensoñación que tuvo hace años, producto seguramente de su anhelo imposible. Creyó estar en su habitación, cuando era joven, meses después de que Kerria rompiera con él. Pensaba en ella escuchando una y otra vez esa canción que el padre de la muchacha le pusiera, un día hacía ya tiempo, cuando armándose de valor quiso invitarla a ir al cine.

 

En todo el tiempo que te he conocido

Has estado inquieta y nerviosa

Nunca he querido poseerte

 

Era consciente del peligro

De hacer una oferta por tus favores

Eres una extraña tan natural

Puse excusas y corrí

 

Eres una isla

Pero no puedo dejarte fuera en el mar

Estás tan violenta con tu silencio

Eres una isla

 

No puedo dormir

¿No hablarás conmigo?

Estoy en una tierra seca

¿No me ayudarás?, por favor

 

En todo el tiempo en que te he conocido

Ha habido algo entre nosotros

No creo que sea mi imaginación

 

Sentí como si no pudiera tocarte

Pero tuve el sentimiento de que te hubiera gustado

Contarme la verdad si pudieras hacerlo

Inventé excusas y corrí

 

Eres una isla

Pero no puedo dejarte fuera en el mar

Eres demasiado violenta con tu silencio

Eres una isla.

No puedo dormir

 

¿No hablarás conmigo?

Estoy en un páramo

¿No me ayudarás?, por favor…

(Dry Land. Marillion. Crédito al autor)

-Una hermosa canción. - Escuchó decir a una voz grave y gutural a sus espaldas cuando ese tema terminó. -

Se giró hacia ese sonido quedando petrificado de pavor. Una figura vestida con un negro sayal, que ocultaba sus facciones bajo una capucha y sostenía un gran libro de color burdeos, le dijo.

 

-Ella podría ser tuya…

-Qui… ¿Quién eres tú? - Fue capaz de balbucir. -

 

            Y esa extraña figura replicó con ese tono grave y profundo.

 

-Yo soy… quien puede hacer realidad tu sueño… si sirves a mis propósitos, mañana ella será tuya.

- ¿A quién te refieres? ...-Balbució el asombrado y aterrado joven. -

 

            Y sacando una mano enguantada de debajo de esa ancha manga de su sayal el encapuchado hizo aparecer unas imágenes de Kerria. Es más, el atónito Brian pudo ver como si de una película se tratase a la muchacha corriendo hacia él, que aparecía en esa visión. La oía decir.

 

- ¡Cariño! ¿Se puede saber por qué no me has llamado?

 

            Y el anonadado chico oyó a su otro yo en esas imágenes, tan perplejo como él, replicar.

 

-Pero si tú dijiste… dijiste que lo nuestro, era imposible, ¡qué te gustaban las mujeres!…

- ¡Ja, ja, ja! - Se reía ella moviendo la cabeza. - ¿Cómo pudiste pensar que eso era verdad, tonto? Lo hice para comprobar hasta qué punto me amabas. Y ya he visto que me quieres más que a nada. Fuiste capaz de renunciar a mí. - Sonrió ahora acariciándole la mejilla, para darle un beso en los labios y añadir dejándole asombrado y muy feliz. - Y sí… quiero casarme contigo…deseo ser tuya y que tú seas mío. No quiero ni querré a ningún otro hombre ni a ninguna mujer, solo te amaré a ti.

 

            Entonces esa visión se desvaneció. Aquel extraño ser declaró dirigiéndose al atónito muchacho.

 

- ¿Has visto lo fácil que sería? ...Ella podría amarte, ser la madre de tus hijos y ambos viviríais felices hasta el fin de vuestros días, que serían largos. Únicamente debes hacer lo que yo te ordene y se cumplirá tu sueño.

-Un momento. - Pudo replicar el joven. - ¿Acaso ella cambiaría de opinión así sin más?

-Yo la haría cambiar. Puedo reescribir su destino, su personalidad, incluso sus deseos más profundos. - Fue la enigmática réplica. - Cambiarlos por completo para ti…hacerla por completo tuya. Sin que se lo cuestionase jamás.

-Pero, entonces esa no sería Kerria. –Objetó el muchacho. - Sería otra chica que nada tendría que ver. No sería libre para elegir…perdería su esencia.

 

            Recordó aquella vez, cuando siendo unos críos la chica se había comportado de forma tan extraña. Luego tuvo esa especie de accidente. Kerria estuvo a punto de morir, atacada por esos locos de aquella extraña secta. En medio de su sueño esas memorias se manifestaron y el chico pudo responder negando con la cabeza.

 

-No, no así. No la quiero a ese precio…No sería verdad. Ya no sería ella…no me amaría por su voluntad y prefiero perderla a hacerla desaparecer de ese modo.

-Piénsalo bien. -Insistió su extraño interlocutor. - Te aseguro que serías muy feliz. En cambio…si rechazas esta oferta…

- ¿Qué me pasará? ¿Acaso me matarás? - Contestó el chico atreviéndose a lanzar un desafío. - No te temo, haz lo que tengas que hacer…

 

            Sin embargo, ese encapuchado negó con un gesto de su cabeza y pudo decir, con un tono lleno de respeto.

 

-Realmente te admiro Brian Rice, eres mucho mejor de lo que yo mismo creí que llegarías a ser. Te prometo que un día tendrás tu recompensa, pero también deberás transitar por un camino de sufrimiento…ese será el precio que deberás pagar por tu renuncia. No obstante, si te sirve de consuelo, Kerria alcanzará la felicidad, pese a que deba superar sus propias pruebas. Y un día, estas llegarán a su culminación…y tú estarás allí…a su lado.

 

            El muchacho quiso preguntar a qué se refería, pero ese extraño ser sencillamente ya no estaba en la habitación. Él mismo abrió los ojos ahora, estaba dormido sobre su mesa. Creyó haber soñado aquello. Ahora lo recordaba moviendo la cabeza y tras darle un cálido y afectuoso beso en la frente a su amor imposible, declaró.

 

-Jamás te haría daño, antes moriría, y nunca trataría de alterar tu esencia…pero siempre te amaré…y eso no podrá cambiar. Nadie lo cambiará por mucho que escriba…

 

            Su interlocutora no supo que contestar, no comprendía aquello, pensó que ese pobre hombre estaba realmente hundido y trastornado por lo ocurrido. No le podía culpar, se quedó llorando en silencio mientras él salía. Aunque Roy sí que interceptó a Brian y le comentó, ya con un tono más calmado.

 

- Tu hija necesita ayuda, podría recaer y sería peligroso.

- Sí, tienes razón. Te prometo que me ocuparé de eso - admitió él bastante alicaído. - Espero que algún día podamos vernos en mejores circunstancias.

- Tú siempre serás bien recibido en casa, - le respondió Roy cuidando de excluir al resto de su familia de forma implícita. – Y has de saber que comprendo muy bien lo que sientes. Pasé por ello una vez. Te deseo lo mejor y espero que puedas recuperar a tu familia.

 

            Brian asintió despacio, aunque eso no le aliviaba mucho en aquellos terribles instantes y salió tras de su mujer y su hija. Kerria salió también de ese cuarto luego de un par de minutos, algo más recompuesta y dijo al resto de su familia.

 

- Ha sido una noche muy larga, lo mejor será volver a casa.

 

            Todos asintieron sin querer añadir nada más y retornaron. Kerria tuvo que tomarse un somnífero para poder dormir. Rebecca entre tanto iba abrazando a su hija durante todo el trayecto de vuelta a casa. Brian conducía, llegaron al fin y la chica se acostó. Estaba con los nervios rotos y las fuerzas agotadas. Antes de dormirse sus padres le dieron las buenas noches.

 

- Yo sólo quería arreglarlo todo. Pensé que así, si acababa con ella se terminarían los problemas. Y volveríamos a estar juntos. Me equivoqué.

- Hija- le respondió suavemente Brian - lo que intentaste fue algo horrible. Aunque fuera por ese motivo. Kerria tiene su familia, su vida y un hijo que la quiere y al que ella adora como nosotros a ti. ¿No pensaste que sería de él, ni de los padres de ella? Y más conociéndole como dices.

- Sólo pensaba en nosotros, papá- sollozaba la muchacha. - Lo preparé todo, incluso les espié. Esas gentes me ayudaron. Me dijeron donde vivían y que ese chico era su hijo, luego le seguí e incluso hablé con él, hasta hemos llegado a salir en serio.

- Pero ¿no habréis hecho nada?, tú me comprendes ¿verdad? - Le inquirió su madre, alarmada. -

- No, la verdad es que es muy agradable y se portó muy bien conmigo. Como le dije que era menor no me hizo nada de eso, sólo un par de besos - se sonrió, aunque callándose desde luego lo demás que ella sí le hizo a él mientras añadía. - Es muy bueno y me gustaba de verdad. Cuanto más lo pienso más me doy cuenta de que no se merece esto. - Susurró ahora más apenada. -

- Pues para bien o para mal cariño, nada cambiara el hecho de que es tu hermano - le recordó Brian. - Espero que algún día podáis llevaros bien como familia...

-  Si no me odia cuando sepa lo que he intentado hacerle a su madre, yo también lo quisiera, buenas noches, papá, mamá. - Les contestó Cindy presa de un total abatimiento.  -

 

 

            Tanto Rebecca como Brian salieron de la habitación. Ella cerró la puerta del cuarto de su hija y le dijo entre apesadumbrada y resignadamente.

 

- Sé lo que vas a decirme, tú tienes la culpa por envenenar a nuestra hija contra Kerria desde que era una niña. Pero yo jamás le dije que la matase. Hacía ya años que no quería ni pensar en el tema. Bastantes problemas he tenido de qué ocuparme…

- No, Rebecca, no te diré eso de nuevo. Ya te lo dije hace ya mucho tiempo. - Susurró él. – Ya basta de reproches, dejémoslo de una vez.

- ¿Qué ha pasado, Brian? yo te quería. - Se lamentó ella amargamente. -

- Y yo a ti, pero dejamos que la sombra de Kerria se interpusiera. Yo, fui culpable por no poder olvidarla y tú, por recordármela aún más. Ahora, después de los años, creo que está muy claro. Ella tiene su vida, tiene a Samantha y tiene a su hijo. Y no la había vuelto a ver desde hace años, hasta esta noche. Ni siquiera he salido con ninguna otra mujer desde que nos divorciamos tú y yo.

- Yo tampoco he salido con nadie, tenía demasiados fantasmas...y lo peor es que se los he transmitido a nuestra hija. Yo solamente quería que Cindy fuera feliz. Y sí, cometí un gravísimo error, volcando mi frustración acumulada contra Kerria en los oídos de nuestra hija. Pero, Brian, te juro por lo más sagrado que nunca pude suponerme esto. - Se defendió su contertulia con desasosiego en su voz. -

- ¿Y si lo intentásemos otra vez?,- le pidió él tímidamente. - ¿No lo ves, Rebecca? Llevábamos mucho tiempo sin hablarnos, sólo mediante abogados. Ha tenido que pasar esto para que volviéramos a reunirnos. Aunque sólo sea como amigos.

- Y sin discutir delante de nuestra hija- reconoció Rebecca. - Michelle tenía razón, y no quise escucharla. Ella me dijo que tenía que dejar los fantasmas del pasado atrás y dialogar contigo. Que para ser feliz debía perdonar y pasar página. Pero me negué. Ahora veo que cometí un grave error. Por favor, Brian. Por nuestro bien y el de nuestra hija, ¿de veras crees que lo podríamos volver a intentar?

- ¿Y conocer al hijo de Kerria? - Quiso saber él. - Lo dijiste en serio.

- Sí, su hijo que también es el tuyo. - Asintió Rebecca admitiendo - el chico no tiene la culpa. Seguro que es encantador. Hasta Cindy lo ha dicho. Se nota cuando habla que le gusta de verdad. Y no me sorprende que así sea, para algo eres tú su padre - sonrió abrazando a su exmarido -

 

            En ese momento sonó el móvil de él. Era un mensaje de voz de Kerria, les pidió que, al día siguiente, acudieran a la casa de sus padres. Todos, tanto él, como Rebecca e incluso Cindy. Cuando Brian se lo dijo a su ex esposa, ésta se sorprendió. No obstante, asintió. Tendrían que comenzar a cicatrizar esas heridas y empezar de nuevo. Y es que antes de acostarse, fue la propia abogada quien lo comentó.

 

-Deberíamos contarles toda la verdad. Solamente así lo entenderían.

 

            Roy no parecía muy dispuesto a ello, pero su esposa asintió.

 

-Sí, hija. Tiene razón. - Convino Bertie. – Esto ha durado ya demasiado.

- ¿Estáis seguras? - Inquirió el respectivamente padre y esposo de ambas. -

-Sí, papá. Por favor. - Le pidió encarecidamente Kerria. –

 

            Roy guardó silencio y asintió despacio.

 

-Estaremos todos a tu lado. - Quiso alentarla Samantha. –

-Llámales hija. Diles que vengan mañana. - le propuso Bertie. –

 

            Así lo hizo, pero Brian respondía al teléfono. Supuso que estaría ocupado con su esposa y su hija y le dejó un mensaje en el buzón de voz.

 

-Por favor, venid los tres a mi casa mañana. Tenemos muchísimo de que hablar, y debemos contaros cosas muy importantes. – Casi recitó Kerria antes de colgar. -

 

            En Bios siguieron el debate con muchísimo interés. Amatista y Leval, aprovechando una tarde libre en común lo vieron. Les encantó la participación de Kerria, pero tanto a su hermano como a su cuñada les preocuparon mucho aquellas intervenciones de esos tipos de la Luna Negra.

 

-Es terrible, pobre Ky. - Declaró Amatista. –

-Esos canallas. - Añadió el enojado Leval, aunque agregando, eso sí, con verdadero orgullo. – Pero mi hermana ha sabido replicarles como merecen.

 

Amatista incluso contactó con sus padres para contárselo y ellos, que no vieron el debate, también se quedaron atónitos y realmente inquietos. De todos modos, no hicieron ya más comentarios sobre ese tema. Fueron pasando los días, al cabo de dos semanas, en Bios recibieron un mensaje, era Kerria.

 

- Hola cuñada, ¿cómo estás? - Saludó Amatista que nunca recordaba que era un mensaje sin posible conversación. -

- Quería pediros que me mandéis a Brian por unos días. Tengo algo muy importante que contarle. - Les pedía desde su alocución con un rostro excesivamente serio para tratarse de buenas noticias. -

 

            Amatista y Leval se miraron entre sorprendidos y preocupados cuando el mensaje terminó. En cuanto Brian regresó de la Universidad se lo pusieron. El chico decidió embarcar en la próxima nave que salía el día siguiente. No sabría para que lo hacía llamar su madre que fuese tan importante. ¡Ojalá que todos estuvieran bien de salud! De todas maneras, aprovecharía para ver a Cindy. Tenía su número, la llamaría para quedar.

 

-En cuanto llegue le daré un toque. Estoy deseando verla. - Se decía muy ilusionado. -

 

            Tras despedirse de su familia de Bios abordó la nave y en dos días llegó a la Tierra, en el astro puerto le aguardaban sus dos madres. Durante este tiempo éstas habían mantenido contacto con Brian y Rebecca. Cindy había estado en tratamiento para conseguir sacar de ella todo ese odio acumulado y el rencor hacia Kerria, sobre la que había proyectado la frustración de la separación de sus padres. La misma reputada psicóloga francesa que atendiera a Rebecca, Michelle Arnau, se encargó de tratarla personalmente en cuanto recibió la llamada de su amiga. Cindy desahogó su frustración con ella y más cuando la doctora le confesó que también era homosexual. Lo que la chica tampoco sabía es que ambas tenían una historia en común. Michelle también había sufrido mucho, precisamente por todo lo contrario que Cindy y cuando se la relató ésta pudo comprender que nada se resolvía con el odio. Pero, sobre todo, le confirmó lo que supo aquella tarde en la que acudió junto a sus padres a la casa de los Malden y pudo conocer a unas personas muy especiales que también la ayudaron mucho a desvanecer esa energía tan negativa. Tras un tiempo, la chica estaba mucho mejor, aunque mantenían el tratamiento, y, de común acuerdo, sus padres, Kerria y Sam, habían decidido verse y que Brian supiera la verdad. Así, tras aguardar ansiosas y a la vez tensamente al muchacho, ambas le vieron llegar, acercándose por la terminal.

 

- ¡Hola, mamá, hola, mamá Sam! - saludó Brian muy contento de volver a verlas queriendo saber. - ¿Qué ocurre para que me saquéis de la facultad en medio del trimestre?

- Te lo explicaremos en casa, hijo, - le respondió Kerria mirándose cómplicemente con Samantha. -

- No les habrá ocurrido algo a los abuelos, ¿verdad? - Inquirió él muy preocupado. -

- No, los abuelos están bien, descuida, - pudo sonreír Sam para tratar de calmarle. - Solamente deseamos que conozcas a una persona.

- Vale, pero antes tengo que llamar- les sonrió aliviado. - Ahora vengo, - se alejó corriendo hasta un lugar algo más íntimo sin que Kerria ni Sam pudieran decirle nada. -

- Tenemos que decírselo - le urgió Sam a su pareja. -

- Sí, pero no me atrevo a hacerlo aquí - repuso ésta con patente temor. -

 

 

            Ajeno a todo aquello Brian llamó al número que Cindy le había dado, pero nadie respondía, pensó que estaría liada. Decidió llamar después. Volvió con su madre y con Sam y los tres se fueron a casa. Después de saludar a sus abuelos. Kerria le preguntó a su padre en otra habitación.

 

- ¿Han llamado?

- Sí, vendrán dentro de una hora. - Contestó Roy que le inquirió - ¿Estás segura de que esto es buena idea?, hacer venir a Brian...

- Tiene que conocer a su hermana- respondió Kerria- y quitarse de la cabeza esa idea de salir con ella. Cuanto antes afrontemos esto, mejor.

- En cuanto la conozca seguro que lo hará, pero me preocupa su reacción. - Objetó su padre. -

- Lo sé papá, y a mí también, pero el daño que pueda hacerle ahora se le pasará. Más tarde podría ser peor, y yo ya estoy harta de malentendidos y equívocos que duran años. - Argumento Kerria con la aprobación de Roy. – Eso no quita que habrá que hacérselo saber con delicadeza. Al menos lo más suavemente posible. Y prepararnos lo mejor que podamos para lo que venga después…

 

            Su padre asintió lentamente y la dejó en el salón, Beruche bajó de su habitación. Sam estaba con ella. Brian había subido para arreglarse, su madre quiso hablar con él, pero fue incapaz de abordar el tema al verle tan feliz. Pasó la hora y sonó el timbre de la puerta. Abrió Bertie, eran Rebecca, Brian y su hija Cindy. Los tres pasaron al salón justo cuando bajaba Brian que vio en primer lugar a su padre:

 

- ¡Papa! - exclamó corriendo hacia él - ¡Qué alegría, era ésta la sorpresa!

- Me alegro mucho de verte, hijo, - dijo el aludido abrazándole, pero sin demasiado júbilo para presentar a Rebecca, añadiendo. - Ésta es mi mujer.

- Hola Brian, - saludó ella que parecía algo incomodada, más por sus remordimientos que por otra cosa y preocupada por lo que podría desencadenarse en cuanto ese chico viese a su hija y entonces éste la vio - ¿Cómo estás? Encantada de conocerte.

- ¡Cindy! - la llamó él sorprendido. -Tú también has venido a verme, ¿cómo te has enterado de que llegaba?

- Vengo con ellos- musitó bajando la cabeza. -

- ¡Qué casualidad! - ¡Esto es increíble! …todos aquí, reunidos. - Sonrió el joven interpretando aquello como un encuentro fortuito. - Te voy a presentar.

 

Intentó besarla en los labios, pero ella, muy envarada, apartó la cara de forma que su interlocutor sólo acertó en la mejilla. Él se sonrió, era natural, quizás Cindy tenía vergüenza de que la besara delante de la familia de él, no pasaba nada. Ella parecía querer decir algo, pero, antes de que pudiera replicar el muchacho la tomó de la mano y la presentó con un tono muy entusiasta.

 

 - ¡Mamá, Sam, esta es Cindy! nos conocimos cuando vine de vacaciones y estamos saliendo juntos. ¿A qué es preciosa? Abuelo Roy, abuela Bertie, ésta es Cindy - Les dijo según se acercaban ambos con cara de circunstancias. - ¿Qué es lo que pasa? - Inquirió Brian mirando el sombrío rostro de todos, incluida la muchacha. - ¿Alguien me va a decir lo que pasa aquí? - añadió ya con un tono más serio y preocupado. -

- Brian, verás - pudo decir su madre con dificultad. -Han venido a vernos, tu padre…

- Sí, ya lo veo, pero ¿qué tiene eso de malo? Hace tanto que no le veía. - La cortó él. -

- Déjeme a mí, por favor, yo soy la causante de este lío. - Le pidió Cindy a Kerria, ésta asintió despacio y la muchacha agregó.  - Brian, yo vengo con ellos.

- Ya me lo has dicho- repuso él cansinamente. - Pues es estupendo, es lo mejor que me ha ocurrido en mi vida, la chica que me gusta y mi padre, en el mismo día. - Añadió ahora sonriente y lleno de alegría. -

 

            Todos se miraban petrificados, ni siquiera Kerria tenía valor para pronunciar palabra. Ella que siempre enfrentaba los problemas por dolorosos que fueran, no quería hacerle tanto daño a su hijo, pero era algo inevitable. Rebecca miraba al suelo arrepintiéndose de todos los años en los que impidió que Brian y su hija se conocieran. Ahora el destino los iba a castigar de forma terriblemente cruel por su culpa. Tampoco tenía valor ni para mirarlos a los ojos. Afortunadamente para ellas fue Cindy la que tomó esa responsabilidad.

 

- ¡Brian, Brian escúchame!,- le tomó de las manos casi a punto de llorar cuando le reveló. - Son mis padres Brian. ¡Tu padre es también el mío!

- ¿Qué?,- exclamó éste moviendo la cabeza con una media sonrisa incrédula. - Pero ¿qué dices? será una broma, ¿verdad?

- No hijo, no es ninguna broma. ¡Ojalá lo fuera! - Añadió Kerria llena de consternación. -

- Es la verdad- reconoció su propio padre, sentenciando. - Los dos sois hijos míos.

- ¡No, no puede ser! - Estalló él apartándose de todos. - ¿Por qué? ¿Por qué me tiene que estar pasando esto a mí?

- Cálmate por favor - le pidió Sam también muy afectada. -

- ¡No quiero!, no quiero calmarme. Ya estoy harto ¿Me vais a decir que Cindy es mi hermana? Cuando por fin he conocido a alguien que me importa de verdad y a quién quería, ¿es mi hermana? - Añadió entre sollozos de impotencia y desesperación. -

- ¡Brian, por favor, cariño!,- le pidió su abuela apesadumbrada. - Trata de entenderlo.

- ¡No! ¿Qué es lo que tengo que entender? ¿Por qué nunca me lo dijisteis? - Lloraba apretando los puños. ¿Tú lo sabías? - Le espetó a Cindy. -

- ¡No lo sabía! - sollozaba ésta también. - Cuando te conocí yo, ...no lo sabía - negaba con la cabeza visiblemente hundida. -

- ¡No, no, maldita sea! - Chillaba él dirigiéndose hacia la puerta. - ¡No puede ser! - ¿Por qué tengo que pagar yo por vuestros errores? ¿Eh? –Estalló el joven. -

 

Brian observó en derredor suyo señalando a todos con un dedo acusador y una mirada llena de reproche. Nadie se atrevía a responder, en buena parte porque esa era la verdad y el chico salió dando un portazo que casi destrozó los goznes.

 

- ¡Hijo, espera! - Le pidió Kerria llorosa pero su padre la detuvo tomándola de un brazo. -

- Déjalo, necesita estar sólo. - Afirmó categóricamente Roy. -

- ¡Todo esto es culpa mía! - lloraba Rebecca lamentándose amargamente. - Nunca debí permitir que ocurriera, ¡por Dios!, el chico tiene razón. Nuestros errores los están pagando ellos, ¡nuestros hijos!

 

            La cara de Roy cobró entonces un aspecto de enorme preocupación. Los demás le miraron sorprendidos.

 

- La energía de Brian no para de aumentar… ¡tengo que detenerle antes de que escape a su control! - Dijo saliendo rápidamente tras él. -

- ¿Qué pasa?,- preguntó Brian padre con gesto preocupado. -

- Mi padre se ocupará, no temas. - Respondió Kerria tratando de mantener la calma pese a todo. -

 

            Todos esperaban preocupados, pero Sam, Kerria y Beruche que sabían lo que podía pasar, aún más si cabe. Ahora Rebecca y Cindy recordaron con horror lo que les contaran hacía unos días. Contenían el aliento, atemorizadas. Pensado en todo lo que se les desveló…

 

- ¡Oh, Dios mío!, ¡espero que no haga nada irreparable por mi culpa! - Pensaba la atribulada Cinthia al hacer memoria. -

 

Al día siguiente de aquel “incidente” tras el debate, Ami Mizuno, la princesa Mercurio, contactó con la familia Malden, respondiendo a la llamada de Bertie. Enterada de todo les comentó que ella no podría ir pero que Chibiusa y sus guardianas sí que los visitarían. Así fue. Las cinco aparecieron en el salón de la casa con su tele portación. Allí aguardaron. Al poco llegaron Brian, Rebecca y Cindy. Los tres quedaron visiblemente impresionados, y las mujeres hasta intimidadas cuando Kerria hizo las presentaciones.

 

-Ellas son la princesa Usagi Chiba Tsukino, heredera del Milenario de Plata y del reino de Cristal Neo Tokio. Y sus guardianas, las Ladies Sailor Asteroides.

 

            Las presentadas hicieron un gesto de cabeza a modo de saludo. Rebecca y Cindy hicieron lo propio, sin saber qué decir. Cuando Bertie les ofreció sentarse en el sofá y los sillones del salón, fue Chibiusa la que se dirigió a todos los presentes.

 

-La princesa Mercurio me ha explicado lo sucedido. Las cosas son más serias de lo que podéis imaginar.

- Lamento mucho haber actuado así. - Pudo decir la muchacha, presa del remordimiento e incluso el temor. -

 

            Rebecca también estaba amilanada, a la vista de semejantes mujeres, todas ataviadas como esas legendarias guerreras. Pero se asustó realmente cuando la princesa de la Luna sacó una especie de cetro aparentemente de la nada y apuntó con él a Cindy.

 

- ¡Por favor! - Le suplicó, con pavor poniéndose de rodillas. - ¡Ten piedad de mi hija!

 

            Chibiusa bajó el cetro y tanto ella como sus guardianas la miraron con cara de sorpresa. Fue Bertie la que, posando sus manos sobre los hombros de aquella mujer, no tardó en calmarla en tanto la ayudaba a levantarse.

 

-No temas. No le va a hacer nada malo a Cindy. Todo lo contrario.

 

            Así era, de hecho, la princesa le comentó a la atónita y atemorizada chica.

 

-Percibo en ti un rastro de energía negativa. Alguien te la ha inoculado. Y eso, junto a las mentiras que te contaron, potenció tu odio hacia Kerria. Tranquila. Voy a limpiarte de él.

 

            Y elevando el cetro invocó.

 

- ¡Moon Healing Escalation!”

 

            Cindy sintió entonces como un torrente de cálida energía y rosada penetraba en su cuerpo, tan potente que la levantó del suelo haciéndola girar ante las caras de asombro de sus padres. Finalmente se sintió mucho mejor. De hecho, estaba de maravilla. Chibiusa y sus guardianas sonrieron. Lo mismo que Beruche que comentó llena de agradecida nostalgia.

 

-Recuerdo esa sensación, ¡tan cálida y hermosa! Entrando como un torrente en mi corazón. Cuando la madre de la princesa, la reina Serenity, entonces la guerrera de la Luna, hizo por mí lo mismo que su hija ha hecho ahora por ti, Cinthia.

-Sí, yo también sé lo que se siente cuando la maldad te manipula y te lava el cerebro. - Convino Chibiusa. -  En esa ocasión también usaron el odio contra mí y mis padres. Por unos rencores que eran totalmente inventados.

-Lo mismo que me sucedió a mí. - Terció a su vez Kerria que agregó dirigiéndose a la familia de Cindy. - Ahora os vamos a contar unas historias que muy pocas personas en este mundo saben. Y podréis comprender la verdad de cómo son las cosas…

 

            Y ante los asombrados ojos de los Rice, Kerria invocó su poder convirtiéndose en una justiciera, la Dama del Hielo. Pero la expresión de estupor de esa familia llegó todavía a cotas más altas cuando el padre de ésta se transformó en un guerrero dorado ante ellos. Fue Bertie la que les comentó, ante la sonrisa de Samantha.

 

-Éstas son dos de las razones por las cuales nuestra familia es tan especial. Ahora vamos a contaros una larga, muy larga historia.

-Tenemos mucho tiempo, y muchos deseos de oírla. - Pudo decir Brian saliendo por fin de su asombro. -

 

Tanto Rebecca como Cindy convinieron en eso. ¡Desde luego que ansiaban conocer todo aquello! Tras un par de horas únicamente para un somero resumen quedaron anonadados. ¡Tantas luchas, tantas batallas de los padres de Kerria, de ella misma y sus primas y resto de familia y amigos! ¡En todas partes y en tantos años! Protegiendo la Tierra, luego Bios y Nature. Siempre contra aquel mal. Beruche les explicó.

 

-Cuando era joven, vine desde el futuro con mis hermanas. Pertenecíamos al clan de la Luna Negra. Ese que ahora se está creando aquí. Y que es el mismo que ha intentado manipularte a ti, Cindy.  Lo hizo de igual modo con nosotras. Influidas por él, tratamos de acabar con la vida de la princesa Usagi. Entonces una pobre niña pequeña que huyó a este tiempo en busca de la legendaria Sailor Moon. La que sería su madre en el futuro. La que, junto al rey Endimión, crearía el reino de Neo- Cristal Tokio. Afortunadamente ella nos liberó. ¡Jamás podremos pagarle esa deuda de gratitud! Pero juramos luchar contra el mal con todas nuestras fuerzas, y lo cumplimos, y tras nosotras, nuestros hijos e hijas. Y ahora es el turno de nuestros nietos y nietas. ¿Lo entiendes ahora, querida niña? El mal que nos poseyó entonces es el mismo que ha tratado de utilizarte. Estoy convencida. De algún modo sigue presente…y eso es lo que más me asusta. Puesto que creímos haberlo destruido para siempre. Para evitar que se repitiese la historia. - Concluyó con tono sombrío. -

-Todos hemos tenido nuestras particulares pruebas y escapamos del control del mal. - Terció Kerria relevando a su madre de la narración. - Y me doy cuenta de que todo va dirigido a lo mismo. Tenemos un destino que ha de cumplirse. Ahora, finalmente todo cobra sentido. Dado que serán mi hijo y otros jóvenes como él, los que deberán tomar nuestro relevo en la batalla, ese mal desea impedirlo a cualquier precio. Y no se detendrá ante nada para conseguirlo.

 

Cinthia escuchaba con la boca abierta y realmente anonadada. ¡De modo que era eso!, a través de ella esos malvados habían intentado dañar a su hermanastro. Ahora la muchacha sí que se estremecía entre balbuceos, no podría perdonarse a sí misma por aquello...Recordaba ese día y esas palabras que se repetían en su cabeza martilleándola sin cesar. ¿Acaso Brian estaba destinado a sufrir por su culpa de esa forma tan cruel?

 

- ¡Por favor, Señor, no lo permitas! - Pensaba con angustia. - Brian es bueno, es inocente de todo esto. Castígame a mí. Yo debo sufrir en su lugar. Si le salvas te entregaré mi vida a cambio.

 

Por su parte Roy alcanzó a su nieto cuando éste estaba a punto de sufrir una crisis. La fuerza de Brian hizo temblar la Tierra. Estaba acumulando cada vez más energía hasta transformarse en súper guerrero. Tuvo que placarlo para evitar que la descarga descontrolada de su fuerza destruyese varios kilómetros a la redonda.

 

- ¡Maldita sea Brian, contrólate! - Le pidió Roy sujetando como podía a su enfurecido nieto. -

- No, ¿Por qué? ¿Qué es lo que he hecho para merecerme esto? - repetía una y otra vez. -

-Nada, la vida a veces es injusta, - respondió su interlocutor - Pero esto sólo empeora las cosas. Podrías matar a mucha gente si descargas tu ira así, gente inocente. Debes contenerte, tienes una responsabilidad.

- Siempre es igual, tienes responsabilidades, tienes esto, lo otro, pero no tengo derecho a querer a nadie, ni a ver a mi padre. Ni a conocer a una chica a la que querer sin que sea mi propia hermana, ni a que no me insulten, ni a mis madres ni a mí. - Protestó amargamente el muchacho. –

 

            Roy le dejó desahogar toda esa rabia e indignación, comprendía por lo que su pobre nieto estaba pasando. Al fin, cuando Brian concluyó esa catarata de reproches, el le dijo con firmeza y afecto a la vez.

 

- Tus madres han tenido que soportar mucho, pero siempre les ha ayudado tener a la familia y apoyarse mutuamente y, sobre todo, tenerte a ti. Tú has hecho que cualquier cosa por la que han tenido que pasar haya merecido la pena. No hagas que esto les sea imposible de soportar, Brian. Ya eres un hombre, compórtate como tal.

- Eso iba a hacer con Cindy, cuando pienso que ella y yo… y es mi propia hermana, ¡Dios! - Se lamentaba golpeando el suelo en el que había excavado un apreciable agujero. -

- Brian ¿No haríais algo de eso… juntos… verdad? - Le preguntó Roy muy preocupado con esa posibilidad. -

- No, porque era menor y además quería conocerla mejor y poder salir con ella. Me gustaba, me gusta todavía, no puedo borrar eso de mi cabeza de repente, abuelo. - Contestó el desolado joven calmándose a la par que su energía iba disminuyendo progresivamente. - ¡No puedo!

- Lo sé, hijo. - Convino afectuosamente Roy que le abrazó dejando que el chico se apretase a él llorando, dando así un desahogo más inocuo a su frustración. - Nadie te va a pedir que lo hagas. Sólo que trates de asimilarlo poco a poco. No tienes una novia, tienes una hermana. Ella también se ha quedado hundida nada más saberlo. Pero por el bien de su familia ha sabido encajarlo con gran entereza. Y es más joven que tú. ¡Vamos Brian!, eres un saiyajin. ¡Compórtate! No eres el único en la familia que ha pasado por trances difíciles. Todos lo hemos hecho alguna vez.

 

            El interpelado se dejó convencer poco a poco y accedió a volver con su abuelo. Entraron ambos y vieron las caras de ansiedad de todos, en especial de Kerria y Sam. También Beruche miraba a su marido y a su nieto con cara de angustia y aun restos de lágrimas, pero Roy las tranquilizó con su mirada. Llevaba a Brian pasándole un brazo por los hombros. El muchacho se acercó hasta Cindy y dijo aun agitado por su enfado, pero controlándose.

 

- Creo que tendré que aprender a quererte como a una hermana.

- ¡Brian! - lloraba ella tratando de abrazarle, pero él no se dejó. -Por favor, ¡perdóname!

- No me lo hagas más difícil, - le pidió él que se paró a pensar recordando un detalle. - ¿Por qué me dijiste que te apellidabas Jones?

- Es el apellido de mi madre- Repuso ella. - Cuando se separó de mi padre decidí utilizarlo. - Explicó Cindy, mintiendo de común acuerdo con sus padres. -

 

            En realidad, no quería decir que se lo ocultó deliberadamente. La muchacha rezaba porque Brian no descubriese que ella había intentado matar a su madre. Nunca se lo perdonaría, y con toda la razón. Pero podía estar tranquila por eso. Ninguno de los presentes tenía la menor intención de comentárselo al muchacho jamás. Demasiado atormentado estaba ya. Así pues, la chica añadió.

 

- Podemos empezar de nuevo, salir a dar una vuelta como dos hermanos. - Propuso nerviosa, aguardando la respuesta con ansiedad - ¿Qué me dices?

- No, no puedo, - se negó amargamente él - ¿No lo entiendes?, necesito tiempo. Mamá. - Se dirigió a Kerria que estaba muy apenada y le comentó con voz queda. - Quiero volverme enseguida a Bios y olvidarme de esto.

 

            Kerria iba a replicarle algo, pero no pudo hacerlo, sólo asentir y responder apesadumbrada.

 

- Está bien hijo. Mañana mismo podrás volver con tus tíos.

- Cuando quieras y estés preparado, ven a vernos. - Le invitó Rebecca lo más amablemente que pudo muy castigada por su complejo de culpabilidad. - Serás bien recibido en nuestra casa y vosotras también - añadió a Kerria y Samantha. - Por mi parte, deseo intentar arreglar las cosas.

- Quizás sea tarde para eso- musitó Brian padre sombríamente, mirando a su mujer que avergonzada, bajó la cabeza. -

- No lo es. El tiempo arregla las cosas- terció Beruche sujetando la barbilla de su desolado nieto con suavidad para decirle. – Brian cariño, ahora estás muy enfadado y herido, lo comprendo. Pero debes darte tiempo, a ti y a los demás. Aquí se han hecho cosas mal, por parte de todos, y lo que ha ocurrido es la consecuencia. Los que más habéis sufrido sin tener culpa de nada sois Cindy y tú.

- Es verdad- admitió Rebecca - yo debo pediros perdón por muchas cosas.

- Dejemos lo pasado atrás - intervino Sam - ya nos ha castigado bastante.

- Creo que debemos irnos, dejar descansar a los chicos, - propuso Brian padre. - Rebecca, Cindy, vámonos.

 

            La consternada chica se acercó a su hermanastro en un último intento.

 

- Brian, ¿me llamarás? Aunque sea dentro de algún tiempo. - Le pidió con un gesto de súplica en su semblante lloroso. -

- Te llamaré, lo prometo- le dijo él más conciliatoriamente acariciando su cara. – Pero no ahora, deberás esperar.

 

            Cindy bajó la cabeza asintiendo despacio, no podía pedir más. Al menos él no la repudiaba. Aliviada en parte por ello se despidió de todos, uno por uno, al llegar hasta Kerria no pudo evitar llorar, ésta la abrazó.

 

- ¡Lo siento! - Gemía sin poderse detener. - Perdóname, por favor… ¡lo siento mucho! Es por mi culpa…

- Todo se arreglará, vamos, todo está olvidado, pequeña. - Le susurró su también emocionada interlocutora con su mejor tinte de sinceridad. – Sé muy bien lo que ahora sientes. Porque una vez pasé por lo mismo que tú.

- ¿Y qué hiciste para superarlo? - Quiso saber la desgarrada joven. -

-Seguir adelante y tratar de ser mejor persona. - Le sonrió ahora su contertulia. -

 

            Entre lágrimas Cindy asintió dejando que esa mujer, a la que había intentado matar, le acariciase maternalmente la mejilla. Después fue suavemente llevada de su lado por sus padres, que se despidieron a su vez. Al salir, la muchacha estaba destrozada por el remordimiento y el dolor, pero su madre trató de animarla sentándose junto a ella.

 

- Saldremos de esto cariño, juntos, tú, tu padre y yo. Volveremos a ser una familia. Te lo prometo.

- ¿De verdad? -  Inquirió Cindy levantando la cabeza y observando a su interlocutora entre lágrimas, aunque más esperanzada. -

- Sí, hija- afirmó Brian, declarando con más ilusión.  - Tu madre y yo vamos a intentarlo otra vez, sin miedos ni rencores, ni sospechas. Bastante de eso hemos tenido ya. Y aunque no será fácil, al menos pondremos todo de nuestra parte para hacerlo posible. ¿Verdad Beckie? –

 

Le dijo usando ese cariñoso apelativo que únicamente empleó cuando eran novios y en los primeros momentos de su matrimonio, antes de que todo naufragase. La interpelada asintió con emotividad. Cindy lloró apretada a su madre que le acarició el pelo con suavidad en tanto Brian arrancaba. El coche se perdió en las calles, rumbo a casa. En cuanto a Kerria, su esposa y sus padres tenían la dura tarea de recuperar al muchacho. Éste, algo más calmado, esperó unos días más, convencido por sus abuelos para permanecer en la Tierra. Cuando por fin volvió a Bios, allí, al cabo del tiempo, conoció a la chica que iba a ser su pareja y pudo, por fin, aceptar a Cindy como su hermana. Él mismo le escribió una Holo carta y volvieron a verse, llegando a ser, además de hermanastros, buenos amigos. Ella le contó que también había conocido a un chico con el que salía y Brian, a su vez tras presentarle a su novia, le dijo que debía partir para cumplir una importante misión, la más importante de toda su vida, con otros compañeros, para poder salvar a todo el Cosmos de la amenaza definitiva para la misma existencia de todo lo creado…

 

-Vaya…esto es muy interesante. - Comentó una voz de procedencia desconocida cerrando un grueso libro de tapas color burdeos. - Y yo que pensaba que lo mío era complicado… Creo que después de lo que me averiguado podría hacer que esta historia fuera algo incluso más emocionante… Sí, recurriré a ese engendro, ja, ja, ja… Ya verás Brian, me has caído simpático. Y te comprendo mejor de lo que crees. Voy a darte la ocasión perfecta para demostrar a tu hermanita y a tu padre lo mucho que vales.

 

            Y ya no se oyó nada más…al menos durante un tiempo, el autor de esa voz permaneció al margen del futuro devenir de los acontecimientos.

 

 

 

 

 

 

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