En la Holo pantalla pasaron nuevamente el anuncio, se preveía un programa muy interesante, en la hora de mayor audiencia. Samantha desconectó el aparato y buscó a su esposa que estaba sentada en el tocador del dormitorio.
- ¿Entonces irás? - Preguntó temerosa. -
- No tengo otra opción, confirmé mi presencia. -
Repuso la interpelada en tanto se arreglaba pausadamente. -
- Ojalá pudieras quedarte aquí, - deseó Samantha
sentándose en un sofá cerca de su pareja. -
- No puedo hacer eso, Sam- le contestó Kerria
recogiéndose el pelo en un intrincado moño. - Todos creerían que rehúyo el
desafío de ese tipo.
- Sabes que tratarán de envolverte con política. -
Le comentó su esposa con preocupación. - Y con muchos otros asuntos que nada
tengan que ver para desacreditarte.
-Sí, pero no tengo miedo. Siempre he dicho las cosas como las pienso. Y no voy a empezar a cambiar ahora. - Declaró su interlocutora con determinación. -
Sam asintió. Sabía que así era. Su cónyuge no tenía por costumbre rehuir esa clase de retos. Y éste se presumía muy interesante. Habían pasado ya unos meses desde que Brian se marchó a Bios para comenzar sus estudios en la universidad. Tanto Kerria como Samantha se quedaron muy solas durante ese tiempo. Al menos el muchacho regresó haría unas tres semanas para unas cortas vacaciones de apenas diez días, pero ya se había ido otra vez dejándolas con un gran hueco. No obstante, la vida continuaba y muy a su pesar a veces Kerria seguía siendo un personaje público. En la Tierra, al hilo de la polémica existente en cuanto a la inmigración a Bios, los problemas de moralidad se habían agudizado. Una figura emergente, el reverendo Waters, había ganado fama en una cruzada personal contra todo tipo de relaciones poco ortodoxas. Muchísimas personas se declaraban devotas suyas y la intolerancia se había extendido de una forma alarmante. Y, por si fuera poco, un número creciente de personas en la sociedad cuestionaban el papel de los reyes de la Tierra. Muchos grupos y colectivos abogaban por una “independencia” de cualquier tipo de tutela. La situación en el planeta madre, al igual que en Bios y en Nature, estaba cada vez más tensa con los conflictos entre pro y anti aperturas, los pros y anti familia Real del Milenario de Plata y el nuevo reino de Neo Cristal Tokio o de la soberana Kakyuu, unido a eso, esta nefasta ola de neo moralidad victoriana. Algunos extremistas que se declaraban seguidores de varias religiones muy extendidas proclamaban la necesidad de volver a los antiguos valores. Por un lado, las dos chicas se alegraban de haber apartado a Brian de esto. Tampoco habían vuelto a tener noticias del padre del muchacho desde hacía varios años, sólo supieron que se había separado de Rebecca. Cuando la propia Kerria ayudó a su antiguo novio en el duro proceso judicial que mantuvo por la custodia de su hija. Recordaba unos años atrás aun con amargura la vista del juicio. Rebecca tuvo la desfachatez de contratar los servicios del bufete de Sebastián y del poco después fallecido Pedro.
- ¡Sencillamente no puedo creerlo! - Decía la letrada con indignación. - ¿Cómo ha tenido la osadía de hacer esto? ¿Acaso pretendía que fuera yo la que atacase a Brian en un juzgado? Pues lo siento mucho…- Le dijo a su jefe. - No voy a trabajar para esa mujer. Y menos contra su ex marido. Que es el padre de mi hijo. Al contrario, yo misma le defenderé. Aunque tenga que dimitir de este bufete.
Sebastián se limitó a mirarla con tristeza, pero comprendiéndola perfectamente, aquel hombre solamente suspiró replicando un débil.
-Haz lo que creas mejor… acorde con tu conciencia…
Ella no pudo evitar sentir mucho pesar y lástima por Sebastian al escuchar su réplica. Hacía poco que había perdido a su pareja, al amor de su vida y socio del bufete. Suspirando dijo entonces.
-Lo siento, no quise hablarte de esa manera. No
tiene nada que ver contigo…
-Lo sé, no te apures. - Le contestó aquel hombre con
tono estoico. – Puedo entender el dilema que enfrentas. Ya has pasado por esto
otras veces.
-Es verdad. -Admitió ella. –
Recordaba
cuando le tocó defender a esa mujer, Sabra Leví, en Nature, y se vio entre la
espada y la pared de forzar a la amante de esta, una chica llamada Daphne, para
que saliera del armario y testificase a su favor. Pero ese era un mundo muy controlado
por gentes llenas de prejuicios e intolerancia contra el colectivo LGTBI, y la
pobre Daphne era maestra precisamente en uno de sus colegios, estando prometida
a un compañero profesor, y viviendo en el seno de una familia muy religiosa.
-Eso hubiera sido
tanto como destrozarle la vida entonces. Al final, pese a todo, pareció
vencerse a sí misma y quiso testificar. Pensé que a favor de Sabra, pero
resultó todo lo contrario. Daphne cometió perjurio, y jamás llegué a comprender
el motivo. Fue totalmente absurdo, confesó que la amaba delante de mí y a los
pocos minutos, declarando en el estrado, daba la impresión de odiarla.
Recordó
todo aquello en voz alta, y Sebastian asintió para sentenciar.
-Cuando me lo
contaste entonces te dije lo mismo. El miedo, el terror a dar ese salto al
vacío y perder todo lo que había conocido y sido hasta entonces en su vida pudo
haberla hecho cambiar. No la juzgues con severidad. Sencillamente creo que tuvo
un terror insoportable.
-No la juzgo por
tener miedo. Aunque en su momento eso me enfadó muchísimo. Pero al ver cómo su
propia hermana me miraba con aquel odio por el hecho de ser gay, pude
entenderla. - Admitió Kerria. –
-Por eso, yo te
entiendo bien a ti. - Le confesó Sebastian. – Esa Daphne mantuvo una dura lucha
entre sus sentimientos, su verdadero ser, y sus obligaciones para con la
sociedad de su planeta. Al final, por miedo a perder a su familia y todo lo que
le era querido desde el punto de vista laboral, se sometió a los dictados de
quienes le rodeaban. Pero tú no eres así. Antes que defender a alguien a quien
consideras culpable, prefieres renunciar a todo. Te respeto y hasta te admiro
por ello.
-Gracias Sebastian, que tú lo digas significa
muchísimo para mí. - Dijo ella con emoción. –
-No hace ninguna
falta que dimitas. Defiende a tu amigo. - Sentenció su jefe. – Ya veremos qué
se puede hacer para salir de esta situación…
Ella asintió de modo enérgico al tiempo que muy
reconocida. Defendería a Brian y vaya si lo hizo. Y al final su bufete declinó
asimismo hacerse cargo de representar a Rebecca.
-Fue un juicio muy duro para todos. - Recordó. -
Hacia memoria de aquello. Como si fuera ayer se veía
entrando en la sala junto con su defendido. Ella lucía un traje de blazer tono
gris perla y una blusa de color amarillo pálido. Su pelo recogido en una trenza
como las que solía llevar su madre cuando era joven. El acusado llevaba un
impecable traje azul marino y corbata del mismo tono, completada por una camisa
blanca. En el otro lado, Rebecca vestía un elegante traje blanco y negro, con
el pelo recogido en un moño y poco maquillaje. Su abogado lucía un traje tono
crema, con corbata a juego y camisa asimismo blanca. Estaba claro que el primer
asalto consistía en un concurso de pulcritud y elegancia. La apariencia y las
primeras impresiones jugaban un papel más importante del que pudiera
presumirse. Todo estaba dispuesto. Pese a ello, antes de comenzar y tras un
frio saludo de cortesía con la parte contraria y sentarse en sus lugares,
Kerria le comentó a Brian en voz baja de modo profesional, pero afectuoso a un
tiempo.
-Tú déjame hablar a mí. No te preocupes.
Posiblemente dirán cosas que no serán verdad. Buscarán hacerte enfadar para dar
la impresión de que eres de carácter violento. Eso siempre da mala imagen y en
eso los hombres tenéis todas las de perder. Aunque es una vista sin jurado y lo
que debemos hacer es convencer al juez. Veremos de qué talante es. No le he
tenido nunca en ninguna…- Suspiró sin querer translucir la inquietud que sentía
por eso. -
Y motivos tenía tras algunas malas experiencias. Aquello
era mucho más determinante de lo que se atrevía a reconocer ante Brian. Empero,
le sonrió animosamente.
-Confío en ti, pase lo que pase. - Musitó él a su
vez asintiendo tras recibir esas instrucciones, para agregar. - No sé cómo
agradecerte que tu bufete rechazara la oferta que les hizo Rebecca y que
decidieras defenderme.
- ¿Cómo iba a no hacerlo? - Le sonrió débilmente la
muchacha, que pudo captar por el rabillo del ojo una mirada de intenso odio por
parte de la ex mujer de su cliente. - Jamás antepondría el trabajo a las
personas que quiero…
Brian
sonrió algo tocado por la emoción, aunque enseguida recobró su gesto más serio.
En ese instante el juez entró en la sala, todos se pusieron en pie. Ante las
voces del alguacil que declaraba.
-El honorable Juez John Jefferson preside la vista.
Su
señoría se sentó en su alto estrado y desde allí convocó a los letrados. Tanto
Kerria como su oponente, el señor Thompson, se aproximaron. Ese tipo tenía fama
de ser un buen legalista y mejor litigante, pertenecía a su vez a un despacho
bastante caro. Quizás demasiado para lo que Rebecca pudiera permitirse. Aquello
no dejaba de sorprender a la defensora de Brian. ¿Es que a tanto llegaba el
odio de esa mujer? ¿Prefería arruinarse con tal de destruir a su ex marido? ¿O
es que contaba con ganar y sacarle hasta el último centavo? Fuera como fuere, dejó
de pensar en eso cuando el juez les inquirió a ella y a su colega.
- ¿Han alcanzado ustedes algún acuerdo?
-No señoría. - Comentó Thompson, explicando con
gesto de circunstancias. - Por expreso deseo de mi cliente no han existido
negociaciones previas.
-Por nuestra parte esperábamos una mejor voluntad
por los demandantes. - Replicó Kerria.-
-Mi clienta no desea establecer más contactos de los
legalmente necesarios, al estimar como perjudicial la influencia de su ex
marido, para ella y la hija que tienen en común. - Replicó el otro abogado. -
-Muy bien, en ese caso comencemos con la vista. –
Les indicó el juez. -
Los
letrados volvieron a sus puestos, al lado de sus representados. El juez
entonces dio la palabra al demandante. Thompson aguardó unos instantes antes de
comenzar.
-Señoría. Mi cliente, la ex señora Rice. Ahora
nuevamente señorita Jones, ha demandado a su exmarido, el señor Brian Rice, por
malos tratos psicológicos y amenazas.
-Oídas las acusaciones del demandante, ¿cómo se
declara el demandado? - Inquirió el juez. -
-Mi representado se declara inocente de todos esos
cargos, señoría. - Repuso Kerria de modo contundente y rápido. -
-Pasemos pues a escuchar el alegato y a valorar las
pruebas y el fundamento de la acusación. - Indicó Jefferson. -
Y
de inmediato el abogado de la demandante se adelantó hasta el estrado y comenzó
su discurso.
-Señoría, durante muchos años mi clienta se ha visto
anulada y postergada por el recuerdo de otra mujer. Su vida marital nunca ha
sido realmente como debería. Ha soportado los arranques de ira de su ex esposo
y ha visto incluso como la atención de éste se desviaba de ella y de la hija
que tienen en común, produciéndole no pocos sufrimientos a la niña. Por esa
razón, mi representada no está dispuesta a que esa mala influencia prosiga y
sería su deseo que ese hombre no pudiera acercarse a la pequeña, que
actualmente solo tiene diez años y ha tenido que presenciar muchas discusiones
y peleas domésticas. Demasiadas para lo que su corta edad le permite asimilar.
Tras
exponer eso, fue el turno de Kerria que afirmó con tono sereno.
-Señoría, mi cliente ha tratado de mostrarse
paciente y comprensivo durante años. Fue esa mujer quien, con sus celos
enfermizos, rompió su matrimonio. Mi defendido siempre tuvo que soportar los
constantes insultos y ataques de su expareja. Desgraciadamente la hija de ambos
sufrió las consecuencias de eso al verse involucrada de modo accidental. Pero
no fue culpa de su padre. Es responsabilidad de la madre que siempre ha
sembrado la discordia en su relación.
Rebecca
la miró con ira, diríase que echara chispas por los ojos. Le cuchicheó algo a
su abogado que pareció sorprenderse puesto que incluso abrió la boca observando
a su colega. De todos modos, enseguida recobró la compostura para intervenir.
-Señoría. Esa mujer, la causante directa de que mi
clienta tuviera que seguir un tratamiento psiquiátrico y tomase pastillas está
en esta misma sala. - Y tras una dramática pausa que duró cerca de varios
segundos, Thompson dirigiéndose a Kerria, exclamó. - ¡Es la defensora del
acusado!
Hubo
un tenso silencio entonces, hasta el juez miró sorprendido, menos mal que ella
reaccionó enseguida para responder con un claro dominio de sí misma…
-Aquí soy la abogada de mi cliente. Elegida por él
para su defensa. Como tal me conduciré en esta vista.
Rebecca
volvió a susurrar algo al oído de su abogado, éste movió la cabeza mirándola
apurado, pero ella insistió. Suspirando, diríase que, a desgana, él se levantó
dirigiéndose al juez y dijo.
-Alegamos conflicto de intereses en la defensa. Al
estar la abogada emocional y personalmente implicada en el caso. Solicitamos
que se la desestime como letrada en este proceso.
-Con la venia. - Terció Kerria. - No hay tal
conflicto de intereses, señoría. En este caso ambas situaciones se aúnan en la
misma dirección. La salvaguarda de los derechos de mi defendido. Haré todo
cuanto esté en mi mano desde el punto de vista legal para probar su inocencia.
-No hay lugar para la desestimación. - Dictaminó el juez.
- Prosigan…
Kerria
asintió, empero tras pedir la venia al juez tomó la palabra y con un tono
claro, serio y cortante, declaró a modo de advertencia.
-Antes de hacerlo, señoría, debo poner en
conocimiento de mi colega, el señor Thompson que, cualquier calumnia o ataque a
mi persona por su parte o la de su representada, aludiendo a temas de mi vida
privada, tendrá consecuencias legales, sin perjuicio de lo que suceda en esta sala.
Entonces
Rebecca perdió los nervios y se exaltó gritando en tanto se aproximaba con ademán
amenazante.
- ¿Te parecen pocas consecuencias las que me has
causado ya? ¡Todo esto es culpa tuya!
Su
abogado enseguida la apartó tratando de tranquilizarla. La interpelada se
limitó a mirarla con desdén. Ya no le producía temor, ni ningún tipo de cargo
de conciencia. Durante años trató de suavizar las cosas, de poder llevarse bien
con esa mujer. Pero jamás le perdonaría que tratara de evitar que Brian
conociera a su hijo y que ahora intentase quitarle a esa niña. Si tenía que
destrozarla ante el tribunal lo haría. Y no tendría remordimientos por ello.
Además, esa demente parecía que iba a ponérselo muy fácil. De modo que
aprovechó para sentenciar.
-Como puede ver, señoría, ésta ha sido la tónica
general durante años. Esa mujer me culpa a mí de su fracaso matrimonial, cuando
ni siquiera he estado cerca de su familia.
La
interpelada parecía querer responder a eso, pero su abogado le pedía
encarecidamente que guardase silencio. Aunque ahora le había llegado a Kerria
el turno de contratacar.
-La denuncia por violencia de género que interpuso
contra mi cliente es falsa. Siendo examinada por un equipo de psicólogos y médicos,
ninguno ha encontrado trazas de esos supuestos malos tratos.
-Mi colega se olvida de mencionar que hemos dicho
que eran malos tratos psíquicos, no físicos. Entre los que se cuenta la
infidelidad de ese hombre con la propia letrada que le representa. - Afirmó Thompson.
-
- ¡Protesto! - Replicó Kerria manteniéndose calmada
pese a que aquello le hacía hervir la sangre. - ¿Qué clase de infidelidad?
El
otro abogado miró a Rebecca y ésta, tras obsequiar a Kerria con una iracunda
mirada, le cuchicheó algo al oído. Casi pudo escucharse al letrado susúrrale a
su clienta.
-Pero eso, señorita Jones, no tiene ningún tipo de
relación…
- ¡Dígaselo! - Insistió su representada con un siseo.
-
Thompson
suspiró asintiendo despacio para dirigirse al juez.
-El acusado y su abogada tienen un hijo en común.
- Señoría. – Replicó Kerria con visible irritación.
- Respecto a la concepción de mi hijo, el que tengo en común con mi defendido,
sí. Le diré que ni él ni yo estábamos entonces casados con nuestros respectivos
cónyuges. No existe tal infidelidad a los ojos de la ley. Y puesto que mi
cliente se lo contó a su entonces novia, ella no puede alegar engaño o
desconocimiento ninguno. Fue algo que tanto mi actual representado como yo
misma, acordamos libremente. Tras consultar entonces a nuestras respectivas
parejas.
-Me contó que te había ayudado a tener un hijo. Pero
no que se acostase contigo. ¡Zorra! - Exclamó la furiosa Rebecca recurriendo
incluso al hiriente sarcasmo al sentenciar. - Se suponía que iba a donar esperma
para ti, pero no que iba a metértelo él directamente. ¿Qué le pediste un
servicio completo?
Aquello
dejó perplejo a Thompson y desde luego al juez. Aunque éste enseguida recobró
el control de aquello.
- ¡Orden en la sala! - Terció Jefferson dándole al mazo.
- Abogado, no toleraré ninguna falta de respeto hacia nadie durante la vista. Y
mucho menos al decoro y la corrección que deben mostrarse en este tribunal.
Llamo la atención a su clienta y le advierto que se verá sujeta a una multa por
desacato si repite esa conducta. Sin perjuicio de las acciones legales de las
que ha sido advertida ya por parte de la defensa.
-Suplicamos el perdón del tribunal. - Replicó el
letrado que se las veía y deseaba para tratar de apaciguar a su representada. -
Pedimos con todo respeto que esas desafortunadas palabras no consten en acta.
-Así es, señoría. Aquí tiene usted la prueba de lo
que digo. - Comentó Kerria ahora con tono frío y pleno de desdén. - Nosotros
presentamos hechos, y desde la otra parte nos responden con insultos. Ha sido
así desde hace años. Esa mujer quiso negarse a que mi defendido conociera a su
hijo. Después quiso apartarle de su vida. ¡Mi hijo, sí, mi hijo! - Recalcó eso
mirando ahora a Rebecca con indignación y odio a su vez. – Ha sufrido mucho por
tu culpa.
-Señora Malden. - La llamó a capítulo el juez. - No
exceda su calidad de letrada y no se implique en una riña personal. Debo
advertirla de las mismas consecuencias podrían devengarse para usted.
La
aludida respiró hondo y asintió, para responder tras dar un largo suspiro.
-Mis excusas, señoría. Únicamente quiero dejar claro
que esa mujer ha causado al menos tanto daño como el que dice haber recibido. Y
que el origen de todo esto fue su sistemática intención de apartar a mi cliente
de sus anteriores lazos afectivos y de parentesco con nuestro hijo. Que, debo
recordar, es unos cuatro años mayor que la hija que ella tiene en común con mi
defendido. Y ahora, no contenta con eso, quiere privar a esa niña inocente de
su padre.
- Bien, para tener una idea clara de la situación
llamaremos a Cinthia Rice al estrado. - Aseveró el juez, dejando helados a
Kerria y a su padre. -
Desde
luego esto no lo esperaban. No es que fuera imposible, pese a su corta edad el
testimonio de la niña podría ser muy revelador. Aunque desde luego ninguno de sus
padres deseaba que pasase por aquello. Incluso Rebecca parecía estar ajena a
esa situación dado que miró atónita a su abogado que le comentó con apuro.
-El juez cree que es importante saber qué es lo que
opina la niña.
Todos
guardaron silencio cuando Cindy entró de la mano de una mujer alguacil que,
cariñosamente, la indicó que debía sentarse en el alto sillón del estrado.
Entonces el juez la miró con afecto y le sonrió diciendo con tono suave al ver
la carita angustiada de la pequeña quién preguntó con un hilo de voz.
- ¿He hecho algo malo?
-Hola Cindy. No, en absoluto. Tú no has hecho nada
malo, no tengas miedo. Solo quiero hacerte algunas preguntas, y esos dos
señores también.
La
cría miraba en todas direcciones desconcertada, y sobre todo alternativamente a
sus papás. Su padre asintió despacio con una sonrisa, lo mismo que su madre.
Por una vez ambos estuvieron de acuerdo en algo. Entonces fue el señor Thompson
quién, con otra sonrisa, se aproximó a la cría y le preguntó.
-Te llamas Cinthia, Cinthia Loretta Rice, ¿verdad?
-Sí, - pudo decir la niña casi con un susurro. -
Pero mis padres me llaman Cindy…
-Muy bien. - Sonrió el letrado queriendo saber. -
Dinos Cindy, ¿has oído discutir a tus padres?
La
cría asintió despacio, pero el letrado le pidió con amabilidad, aunque también
firmeza.
-Tienes que decirlo, no vale solo con la cabeza.
-Sí, un poco. - Afirmó entonces la niña. -
- ¿Y por qué
crees que han discutido? -Le inquirió el abogado con aire inocente. -
-Una señora nos quiere quitar a papá. - Declaró la
pequeña, dejando impactados tanto a Brian como a Kerria. -
-Y tu papá ha estado mucho tiempo fuera de casa. ¿No
es así?
-Sí, tiene que trabajar mucho. Eso me decía mamá. -
Replicó Cindy. Moviendo ahora un poco sus piernas que le colgaban del asiento
en el estrado. -
- Pero seguro que cuando tu padre está en casa a ti
no te gusta que discuta con tu madre. - Fue la siguiente cuestión.
-No, no me gusta, me da miedo. - Pudo musitar la
niña casi a punto de llorar. -
Brian
bajó su cabeza apesadumbrado, le dolía mucho ver así a su hija, pero eso no era
verdad. Kerria posó una mano sobre su hombro tratando de confortarle. No
obstante, ella misma estaba indignada. Ese tipo usaba la demagogia más rastrera
para retorcer las palabras de esa pobre niña. Por fortuna enseguida le tocaría
el turno de preguntar. Al poco el abogado demandante sonrió y le comentó al
juez. Para volver después junto a su representada.
-No tengo ya más preguntas, señoría.
Fue
Kerria la que se levantó, aunque Rebeca hizo lo propio, Thompson tuvo que
actuar rápido y pedirle que se sentara. Aunque su indignada clienta le decía a
su abogado musitando, pero apretando los dientes.
- ¡No quiero que esa degenerada se acerque a mi
hija, no quiero que hable con ella!
-Cálmese, ¡por favor! Es la abogada de la otra
parte. Tiene ese derecho. Señorita Jones, contrólese, si vuelve a hacer algo
como lo de antes les dará la victoria en este caso. Al juez Jefferson no le
gustan nada esa clase de situaciones.
Y
respirando agitada e impotente Rebecca tuvo que presenciar cómo esa mujer se
aproximaba a su hijita con una sonrisa y le decía.
-Hola Cindy…no te preocupes. Enseguida terminaremos.
La
cría la observó con los ojos muy abiertos, aunque no dijo nada, fue la letrada
quién comenzó su turno de preguntas.
-Nos has contado que una señora quiere llevarse a tu
papá. ¿Alguna vez esa señora te ha molestado?
-No... –Declaró la pequeña añadiendo algo confusa. -
No la he visto nunca. Pero tiene que ser muy mala para querer eso.
Kerria
suspiró. Estaba claro que a esa pobre niña la había lavado el cerebro su madre.
Decidió cambiar de táctica, le sonrió animosa y le dijo.
- ¿Sabes que yo también tengo un hijo? Es un poco
mayor que tú.
Y sin dudar sacó una fotografía de las antiguas que
tenía de Brian. En ella el niño debería tener unos siete años. Rebecca se
revolvió en su silla con su abogado tratando de apaciguarla. Desde luego si las
miradas matasen Kerria habría estado en serio peligro. Entre tanto ésta le
comentaba a la pequeña.
-Mi niño también tiene un papá que apenas ha podido
verle. Como te pasa a ti, hay una señora que se lo ha impedido. ¿Crees que
también será mala?
La pequeña
sin dudar asintió nuevamente, pero recordó que tenía que hablar y afirmó.
-Sí, igual que la que quiere quitarme a mi padre.
- ¿Y no crees que, si los padres y esas señoras se
sentasen a hablar y aclarasen todos los problemas las cosas podrían solucionarse?
A lo mejor podrían estar juntos más a menudo y verse. Nadie tendría que quedarse
solo. - Le dijo Kerria. -
-Claro- convino la niña ahora con una expresión esperanzada.
- Así mis papás no se enfadarían.
- ¿Te gustaría poder ayudar a que todo se arreglase,
tesoro? - Inquirió la letrada. -
-Sí, me gustaría mucho. - Afirmó la pequeña queriendo
saber con patente interés. - ¿Qué puedo hacer?
Kerria
respiró hondo y luchando visiblemente para controlar sus propias emociones le
pidió a su joven interlocutora.
-Escúchame Cindy. Quiero que te imagines una cosa.
Piensa por unos momentos que yo fuese esa señora que tu madre dice. Esa tan
mala que quiere llevarse a tu papá. Si pudieras decirme algo, ¿qué me dirías?
Ahora
la niña puso una expresión suplicante y sollozó con su voz afectada por la
inquietud.
-Por favor, ¡no me quites a mi papá! No te lo
lleves.
Ni
Brian ni Rebecca pudieron ahora resistir a derramar lágrimas. La propia Kerria,
visiblemente conmovida, tuvo que hacer un ímprobo esfuerzo para controlar sus
emociones, a la par que respondía de forma dulce.
-No quiero
quitarte a tu papá, cielo. Solamente quiero que todos seamos amigos. Tampoco es
justo que le quiten el papá a mi hijo. Por eso te comprendo. ¿Lo ves Cindy?
Sería fácil arreglarlo. Tú eres una niña adorable. No debes tener miedo.
Tras
estas emocionadas palabras pudo apartarse de la cría para enjugarse alguna
lágrima y dijo recobrando a duras penas el aplomo en su voz.
-No hay más preguntas, señoría.
El
atónito juez asintió. Él también estaba conmovido por esa declaración. Permitió
que la niña se retirase, pero nadie pudo impedir que corriera a abrazarse a su
padre y después a su madre, dado que, cuando la mujer alguacil que la escoltaba
quiso impedirlo, Jefferson, con un gesto de su mano derecha, le indicó que
dejase expresar a la cría sus emociones. Eso sería de lo más revelador. Al fin
la agente del juzgado se llevó a la niña a la sala de espera. Fue su señoría
quién tomó la palabra y sentenció.
-Ya he visto más de lo necesario. Oídas las
alegaciones, en vista de las pruebas y escuchado el vital testimonio de esta pequeña.
Pónganse en pie las dos partes.
Tanto
Kerria como Brian, al igual que Thompson y Rebecca obedecieron de inmediato. El
juez pasó a dar el veredicto.
-No encuentro razones fundamentadas ni pruebas de
que el demandando, el señor Brian Rice, suponga ni una amenaza, ni ningún
peligro para su ex esposa y para la hija de ambos. Por el contrario, considero
la presencia paterna del señor Rice muy conveniente para la formación emocional
y el futuro desarrollo personal de su hija. De modo que deniego la petición de
alejamiento y debo fallar y así lo hago que la custodia habrá de ser
compartida. Se levanta la sesión. – Dictaminó de un mazazo, levantándose y
saliendo de la sala. -
Thompson
se aproximó a su colega para estrecharle la mano. Apenas si pudo decir un
aliviado.
-Felicidades…
Pero
fue cortado en seco por los gritos de Rebecca que insultaba a Kerria desde el
otro lado de la sala.
- ¡Maldita pécora asquerosa! ¡Qué bien les has
engañado a todos! Has manipulado a mi hija. ¡A una niña inocente!
-Basta ya, por favor. - Le pidió Thompson
visiblemente avergonzado por aquello. - Señorita Jones…
Aunque
esta vez la ofendida no iba a callarse por más tiempo. Ésta era la gota que
colmaba el vaso. Estaba más que harta y cansada de esa situación. De modo que,
con furia, le espetó por su parte.
- ¡Eres una desequilibrada! Da gracias a que no he
querido sacar tu historial médico de los últimos años. Pero te juro que como
continúes insultándome te demandaré por difamación y amenazas. Me será tan
sencillo probarlo que cuando acabe contigo solo podrás ver a tu hija tras los
barrotes de una celda acolchada.
Eso
hizo que las imprecaciones de Rebecca cesaran. Ahora el miedo sustituyó a la
ira en sus ojos. Más cuando su propio letrado asentía visiblemente preocupado.
Aunque fue Brian el que, sujetando a su abogada de un brazo, le pidió con
expresión suplicante y abatida.
-Basta, ¡por favor! Ya es suficiente, Kerria. Te lo
ruego, déjala.
La
aludida le observó, tan hundido y lleno de consternación, que trató de calmar
su propio enfado, suspiró y se dirigió a él.
-Lo haré únicamente por ti. Pero exijo que tu ex
esposa busque ayuda profesional. Y no me refiero a la de un abogado. Señor Thompson.
- Añadió ahora mirando hacia el otro lado de la sala. - Como representante
legal de esa mujer usted sabe que lo que digo es lo más acertado. Le pido por
su propio bien y el de esa niña que aconseje a su clienta al respecto.
-Quede tranquila. - Le aseguró su interlocutor
quien, posando una de sus manos sobre el brazo derecho de Rebecca le pidió conciliador.
- Vamos señorita Jones. Lo mejor será que nos vayamos. Tenemos mucho de qué
hablar.
-Pero…ella…- pudo balbucear ésta con expresión desconcertada.
- Ella tiene la culpa…
- La señorita Malden puede hacer lo que dice y
tendría motivos más que sobrados. Le advertí que se controlase. Tendrá usted
que tomar una decisión y una terapia adecuada le ayudaría. - Le replicó su
abogado ahora diríase que con tintes de admonición y patente preocupación. -
Como su letrado y por su propio interés le pido encarecidamente que no pronuncie
ni una palabra más…
La
mujer asintió despacio y no rechistó ya. Sumisamente se dejó sacar de la sala.
Se sentía totalmente derrotada y humillada, no obstante, lo único que ansiaba
era reunirse con su pequeña. Brian y Kerria quedaron a solas ahora en el
tribunal. Él suspiró llevándose las manos al rostro para musitar.
-Lo siento mucho, no quería que todo esto te cayese
encima.
-No te preocupes, no es culpa tuya. - Le consoló su interlocutora.
-
-Yo nunca quise que las cosas fueran así. - Pudo
replicar él entre sollozos. -
-Nadie quiso esto. - Se apresuró a replicar Kerria
que no obstante agregó de modo más sombrío. - Pero Rebecca no nos dejó otra
elección. – Y suspirando entonces le desveló a su amigo. - Aunque no tendrá que
preocuparse mucho. Sam y yo nos vamos a ir a Europa junto con Brian durante una
temporada.
- ¿A Europa? - Repitió su atónito cliente. -
-Aquí las cosas se están poniendo peor. Ahora los
moralistas van ganando adeptos y están esos del movimiento en contra de los
reyes de la Tierra. Nosotras lo tenemos todo. Somos amigos de Serenity y
Endimión, ¡incluso la princesa Mercurio es mi madrina! - Sonrió sardónica y
sarcásticamente ella para añadir no sin ironía. - Y encima estoy casada con
otra mujer y soy célebre todavía. ¡Vamos, esos tipos no podrían pedir un mejor
objetivo!
Su
contertulio la observaba atónito, no sabía que responder, fue ella la que
prosiguió.
-Tras la repentina muerte de Pedro, Sebastián, no ha
sido el mismo.
-Lo siento mucho.
- Repuso su interlocutor. - No le conocía mucho, solamente charlamos cuando
Rebecca contactó con él. Era un buen hombre. Tras hablar contigo me llamó. Al
menos eso me comentó.
Kerria
miró ahora a su contertulio con asombro. Le demandaba una aclaración de eso con
sus profundos ojos verdes y Brian así lo entendió. Él entonces le explicó.
-Me contó que mi
esposa deseaba contratarlos y que, pese a ser algo irregular, sabiendo que tú,
por decirlo de algún modo, me estimabas mucho, se decantaba por no aceptar.
-Entonces no me
dijo nada de eso. Solo que hiciera lo que yo creyese apropiado. Y eso que el
bufete no atraviesa por sus mejores momentos. - Suspiró Kerria pensando
agradecidamente en su jefe.- Él ya tenía muchas preocupaciones con el pobre
Pedro. Todos creíamos que estaba mejorando, pero tenía un tumor muy invasivo
que se le reprodujo. Se fue en cuestión de días. Hace apenas unas pocas semanas
del funeral. Tras eso Sebastián no quiere saber nada del bufete. Los
accionistas han comenzado a vender y algunos tipos relacionados con esos
movimientos de Salvemos la Tierra de los Lunáticos, han comenzado a comprar.
Dentro de poco tomarán el control de la compañía, destruyendo todo lo que
significa y me despedirán. No pienso darles esa satisfacción. A Sam le ha salido
una oferta de promoción en su empresa que incluye una estancia en Europa
durante quizás un par de años. Hemos decidido que iremos allí. Este tipo de
movimientos no parecen tan extendidos como en América.
-Os echaré de
menos. - Dijo Brian apesadumbrado. - Cuidaos mucho, por favor…y dale un beso a
nuestro hijo de mi parte. Dile que le quiero mucho. ¿Lo harás?
La
mujer le dio las manos y le sonrió afectuosamente entonces para decirle.
-Claro que lo haré. Y tú trata de arreglar las cosas
con Rebecca para que, al menos, puedas ver crecer a tu hija en paz. Seguro que
cuando le cuentes lo que te he dicho se alegrará. Estará muy feliz de que me
vaya tan lejos. Eso quizás haga que lo vuestro se recomponga un poco.
El interpelado
asintió despacio. Aunque lo dudaba. Al menos su matrimonio estaba roto, pero
por el bien de Cindy tendrían que hacer un esfuerzo par, al menos, comportarse
como personas civilizadas. Así se lo comentó a Kerria, quien asintió para
sentenciar.
-Sé que tú lo harás, pero no estoy tan segura de lo que
pueda hacer Rebecca. Está muy mal, Brian, esa mujer tiene un trastorno grave. Y
eso me preocupa. La condición que le impuse no fue por humillarla...
-Lo sé. - Declaró él. - Y siento todo lo que te dijo.
-Olvídalo, no fue culpa tuya, - le sonrió tiernamente
ella, para remachar. - Cuídate...
Después ambos se
despidieron, ya no volvieron a verse y aunque tuvieron algún contacto ocasional
vía Internet, habían pasado casi ocho años de aquello. Kerria, Sam y Brian, en
efecto viajaron a Europa. Vivieron casi dos años en Francia, donde Kerria se
reencontró con una antigua conocida, una reputada psicóloga vieja amiga del
colegio de su cuñada Amatista. Más tarde pasaron un año en España y unos meses
en Italia. Al menos el niño aprendió idiomas y visitó muchos lugares con
historia, empapándose de diferentes culturas. Al poco retornaron a los Estados
Unidos. Las cosas en el viejo continente comenzaban también a complicarse. No
tanto por problemas con los derechos LGTBI sino por el creciente grupo de antimonárquicos
existentes. Paradójicamente en su país natal habían surgido también influyentes
grupos que apoyaban a los reyes de la Tierra. La propia Kerria, tras un paso
por las Naciones Unidas como consejera legal, retomó su carrera judicial para
ejercer como abogada independiente. Sus padres se alegraron muchísimo cuando
retornaron ella, Samantha y el niño. No cupieron en sí de orgullo al ver lo
grande que estaba el muchacho y lo bien que sus madres le estaban criando.
Tuvieron algunos problemas, debidos a la adolescencia de Brian, y ¿por qué no
decirlo? A varios ataques homófobos, pero todo se superó. Habían pasado ya
algunos años más de aquello. Por su parte Roy y Beruche ya estaban mayores como
para intervenir en esas cuestiones de política y seguridad. Era Kerria, la que,
una vez regresó, de vez en cuando intentaba como Justiciera, pero sobre todo
como jurista, indagar algo sobre aquel polémico reverendo Waters y su
ascendente organización.
-No es nada fácil. Ese tipo no ha dejado constancia
alguna de delitos, ni tan siquiera se le puede demandar. Siempre habla de tal
forma que no se le pueda imputar ningún tipo de acusación por injurias o
comentarios de odio. Al menos es inteligente. Pero en este caso, eso me
perjudica. ¡Ojalá fuera un descerebrado que dijese lo primero que se le pasara por
la cabeza, sería muchísimo más fácil! - Se decía Kerria, cuando se topaba una y
otra vez con callejones sin salida en aquella investigación. -
Pero tenía algunos
discípulos, como por ejemplo el reverendo Corbin en Nature que eran incluso
peores que él.
-Lástima que no pueda hacer nada contra ese tipejo, está
más allá de mi jurisdicción. - Se lamentaba ella. -
Sin embargo, como
persona popular y abogada que había ejercido y ganado bastantes casos sobre discriminación
en los últimos años, además de ser propuesta recientemente como ayudante del
fiscal del distrito, había sido invitada a un debate frente al propio Waters y
otros contertulios con dos temas. Eso preocupaba algo a sus padres. El primero
asunto para polemizar era ¿puede y debe la moral marcar el acceso a un Nuevo
Mundo? Y el segundo. ¿Familia Real extraterrestre que tutele los destinos de
los mundos humanos, sí o no? El reverendo había insistido en la participación
de la señorita Malden como su oponente principal en la primera cuestión,
seguramente que con el claro deseo de desacreditarla. También acudirían otras
personalidades destacadas, gente famosa de varios espectros de la sociedad. Así
pues, el espectáculo estaba servido. Ella se preparaba para salir cuando su
madre salió para despedirla.
- Que tengas mucha
suerte Kerria y ten cuidado, hija, ese tipo es un manipulador. - Le advirtió
Beruche. -
- Descuida mamá, - sonrió ésta sin parecer
preocupada, afirmando con rotundidad. – Ya me he enfrentado a muchos tipos así,
sé muy bien cómo tratarlos.
- Bertie tiene razón.
- Convino Samantha levantándose del sillón en el que estaba para llegarse hasta
ambas. - Por favor, procura no darle cancha. Le encanta manipular a las
personas y cuenta con muchos fanáticos que creerán a pies juntillas todo lo que
él diga.
- Ya lo sé- suspiró su pareja - y eso es lo que más
me preocupa. Además, creo que no va a estar sólo. Pero bueno, yo tampoco lo
estaré.
- Bueno, ante todo
sé firme en tus convicciones, como siempre lo has sido. - La animó su madre. -
Te estaremos animando por la holotele. Tu padre me dijo que vendría antes hoy
de los entrenamientos de su equipo para no perdérselo.
- ¡A machacarle,
mi amor! - Sonrió Sam dándola un largo beso en los labios. –Podrás con él y con
todos sus fanáticos.
Kerria guiño un ojo y tras devolver ese beso a su pareja
a su vez besó en la mejilla a su madre antes de salir, se subió a su coche y
partió sin tardanza hasta los estudios. Por suerte no era hora punta y llegó en
tan sólo treinta minutos. Nada más aparcar un chico le esperaba en los accesos
al plató.
- ¿Señorita Malden?,- le inquirió consultando una
tablet. - ¿Es usted?
- Sí, soy yo. - Asintió
ella sin querer precisar que al estar casada lo más adecuado era llamarla
señora. – Pero…
Iba
a matizar la forma en la que ese muchacho se había dirigido a ella, pero ¡qué
diablos!, ya iba teniendo una edad. De modo que señorita estaba bien. Eso
pensaba reprimiendo una leve sonrisa cuando aquel chico, eso sí, muy educadamente,
le preguntó al hilo de esa palabra que había dejado colgando.
- ¿Sí?...
-No, nada…- Replicó enseguida ella. -
- Sígame por favor, la esperan en maquillaje. - Le
instó su guía. -
El moreno y espigado muchacho no tendría seguramente más
de veinte años. Esa mujer no debía de sonarle mucho, claro. Las Justices hacía
años que no cantaban juntas y ella misma no sacaba un disco desde hacía más de
una década. Ese chaval no tendría mucha constancia de sus antiguos éxitos. De
todas maneras, a sus cuarenta y un años, Kerria se mantenía en forma y
preciosa. Pero claro, el tiempo no pasaba en balde. Habían aparecido otras
chicas más jóvenes y otros grupos que les tomaron el relevo hacía ya años. Pese
a todo no había sufrido mucho con la llamada crisis de los cuarenta.
-Hoy día los
cuarenta son los nuevos treinta. - Pensó divertida. - Pero, aunque lo pasaba
genial cantando, mi verdadera vocación siempre fue la de ser abogado.
Bueno, y además aquella etapa ya pasó, ahora había
logrado realizar su sueño, era una abogada muy respetada. Y, si tenía suerte
tras las elecciones, estaría a punto de tomar posesión de su cargo de ayudante
del fiscal en Nueva York. En calidad de eso, y de su condición de referente
para el colectivo homosexual y transexual, amén de sus conocimientos de relaciones
internacionales y de la familia real de la Tierra, acudía al debate. Pensaba en
esto cuando llegó al camerino y la hicieron sentarse en el sillón del
maquillaje.
- ¡Espero que no tengan que barnizarme mucho! -
Bromeó con la maquilladora, una chica joven y rubita de pelo corto. -
- No, es usted muy bonita. - Declaró ésta con
admiración. - No será necesario más que marcarle un poco los pómulos y eliminar
un poco las ojeras.
- ¿Ojeras? - Pensó
Kerria con horror añadiendo hasta con algo de humor - ¡Oh no! ¿Se me notan
mucho?
Había estado trabajando en demasiados casos últimamente y
desde la marcha de su hijo le costaba además conciliar el sueño. El chico le
decía por holo mensajes que estaba perfectamente, pero ella era su madre y no
podía dejar de preocuparse por él. Sería quizás alguna tontería suya, pero no podía
evitar creer que algo le pasaba al chico, pese a que Amatista y Leval le
cuidasen maravillosamente bien. Ahora comprendía bien a su propia madre. Era
como tener una especie de clarividencia en lo relativo a los hijos…
- No se preocupe, apenas tiene - sonrió aquella
chica sacándola de aquellas reflexiones y tratando de disimular su torpe
declaración anterior. - Ya está lista- confirmó liberando a su importante
clienta de una especie de sábana que le había puesto por encima para evitar
mancharle su traje color azul celeste y la blusa blanca que llevaba. -
- Muchas gracias, - sonrió Kerria. -
Se levantó y fue guiada hasta las inmediaciones del
plató por aquel solícito muchacho que, de camino, le inquirió de forma siempre
cortés.
- Usted fue cantante ¿verdad?...
- Sí, lo fui-
asintió la aludida que le inquirió, no sin curiosidad. - ¿Has oído algún disco mío?
- Bueno, mis padres la admiraban mucho, a usted y a
sus compañeras. Pero yo era muy pequeño cuando...
- Ya, me hago
cargo. - Le detuvo ella mirando resignada al techo. -
- Perdone, no he
querido decir que sea usted mayor. - Se excusó apresuradamente el chico
atreviéndose a pedirle. - Si no le molesta y pudiese dedicar un autógrafo a mis
padres se lo agradecería mucho.
- Claro, ¡cómo no! - sonrió Kerria. - Dime cómo se
llaman.
Aquel
chaval le dejó un papel y un bolígrafo, como a la antigua usanza. Ella escribió
casi al dictado lo que el muchacho le pidió y lo firmó. Entraban al escenario
cuando terminó. El chico se despidió agradeciéndoselo y le indicó su asiento,
en un sofá rojo que se enfrentaba a otro de color azul, mediados ambos por un atril
negro. Era el púlpito del moderador. El público en un sector del plató aplaudió
al verla pasar, era la zona roja. La azul en cambio la acogió con silencio y
unos fríos pitos. Ese era el bando contrario. Aquello no era más que una
especie de tradición que daba más interés al programa. Kerria lo sabía y sonrió
ante aquellos espectadores teóricamente hostiles. El presentador entró por la
misma zona que ella y para él sí que hubo unanimidad de aplausos, el resto de
los invitados le seguían. Un hombre de luenga barba negra y sobrio traje y
corbata con el mismo color, contrastado por una inmaculada camisa, ocupó su
lugar en el sofá azul. Otra mujer de unos cincuenta años, rubia, de nombre
Debra Higs, presidenta de las asociaciones ortodoxas de padres le seguía. Junto
a Kerria se sentó un chico de unos treinta años, se trataba del famoso y
aclamado ciber roquero Lucero láser. A su compañera de banco personalmente no
le agradaban demasiado sus canciones, pero por lo menos el tipo era alguien que
siempre se significaba por los derechos de las minorías. Eso sí, lucía un
atuendo de lo más atípico. Un gorro rojo rematado con una especie de muelle
amarillo que apuntaba al techo. Una larga y raída chaqueta roja con multitud de
chapas de refresco pegadas y unos bombachos de color berenjena oscuro. A Kerria
le aliviaba sobremanera que su hijo Brian no fuera un fan de aquel tipo, como
lo eran otros muchos chicos de su edad. Si le hubiera visto llegar así vestido
a casa le hubiera dado algo, ¡y no digamos a Sam, Roy y Beruche! Tuvo que
reprimir una sonrisa al imaginarlo. Lo cierto es que con la edad se había
vuelto más conservadora de lo que creía. Aunque tratándose de alguien con esas
pintas no era para menos. Pero Lucero estaba ahí, en su bando, y por lo poco
que le conocía canciones y vestuario aparte, era un buen chico en el que se
podía confiar.
- ¿Cómo estás, Kerria? Ya veo que muy bien. - La
saludó el chico, de forma cordial. -
-Me alegra verte, Lucero.
- Replicó ella del mismo modo. - Hacía mucho que no coincidíamos tú y yo.
-Sí, desde hace algunos años, en la gala de los Emi.
- Recordó el cantante, a lo que su interlocutora asintió. - No estuvo mal.
Pero ella disentía ligeramente, rememoraba como ese tipo
salió a actuar dentro de un disfraz de calabaza de Halloween dando saltitos y
cantando cosas como, “bota, bota, bota, pon, pon…paso de la religión” …En
aquella ocasión la pobre no supo si taparse la cara o reír, al final hizo las
dos cosas…
-Vaya, viene alguien más. - Le comentó al joven, en
tanto se sonreía con ese recuerdo. -
Otra persona que se colocó al lado de Kerria era Mary
Akers, una activista pro apertura de Bios. La conocía poco, habían coincidido
en algunos actos sociales y otros debates, casi siempre en el mismo bando. Era
una chica que rondaría la treintena, agradable y muy inteligente, aunque Kerria
no compartía su enconado criterio por la apertura inmediata. Ella tenía una
postura mucho más moderada, siendo ese uno de los pocos puntos de fricción que
mantenía con aquella joven.
-Hola Kerria, hola, Lucero. - Les saludó con una sonrisa.
- Me alegra veros de nuevo.
Sus interlocutores expresaron lo mismo. Y por fin, en el
otro bando, con un grueso jersey gris y pantalones blancos, hizo acto de
presencia Carter Lench, un vetusto intelectual (o eso se consideraba él mismo)
muy religioso de posiciones más bien retrógradas. Se debía tener cuidado con
él, porque era mucho más irritante que el propio reverendo, aunque menos
sibilino. Sin embargo, la ventaja de debatir frente a alguien así era que se le
veía venir enseguida, por ese lado Kerria no debía preocuparse. Y una vez
terminado el quién es quién, el presentador Clarence Tay, con un elegante traje
marrón y una chillona corbata amarilla, se acercó a saludar a todos los
contertulios y les avisó que, en pocos minutos, saldrían al aire. El programa
iba a ser retransmitido vía satélite para la Tierra, Bios y Nature. Al día
siguiente, en Bios, tanto Brian como sus tíos y primos no querían perdérselo.
Pero Brian había salido con Asthel a comprar unas patatas y algunos refrescos.
Debían grabar el programa pues tanto Leval, de servicio en la estación orbital,
como Amatista, que tenía reunión con su personal de laboratorio, no podrían
verlo.
- Vamos Brian, dentro de poco comenzará el programa.
- Le instó Asthel. -
- ¡Eh, ah vale! ya voy- contestó él completamente
despistado. -
-¿Estás pensando en algo? - Le preguntó su primo observándole
divertido -
- No, que va- sonrió el aludido indicándole con
impaciencia. - Vamos, volvamos a casa.
Asthel
le dio dos palmadas en la espalda riéndose y ambos corrieron de vuelta, el
programa estaba a punto de comenzar. Por el camino, el joven recordaba el
motivo de su ensimismamiento. Estando de vacaciones en casa, había conocido
hace sólo un par de semanas a una preciosidad de chica…
-Realmente es preciosa y me gusta. – Pensaba,
rememorando cuando la conoció. -
Brian
aguardaba frente a la parada del bus cuando una voz de chica le llamó la
atención.
- Perdona, ¿es esta la línea C? - Le inquirió la
muchacha observándole con unos penetrantes ojos azules y dejando ondular su
larga melena de color castaño oscuro. -
- Sí, - repuso él, sin dejar de observarla. - Ésta
es.
Pasaron unos segundos antes de que la muchacha,
esbelta, alrededor de metro setenta y que no debía tener más de diecisiete
años, añadiese algo azorada.
- Te pareceré una tonta, pero no sé si es la línea
que busco, tengo que apearme en la calle noventa y ocho...cerca de la
urbanización Vereda Verde.
- Sí, sí que es ésta. Además, yo vivo allí, - sonrió
Brian divertido y encantado por la coincidencia por lo que la propuso. - Te
bajas conmigo y te indico por donde se va.
- Muchísimas gracias- sonrió ella muy amablemente. -
No me he presentado. Me llamo Cinthia Jones.
- Yo, Brian
Malden, encantado.
En ese momento llegó el bus, él la invitó a subir
primero y se sentaron juntos para charlar. Coincidieron en algunas cosas como
su interés por los deportes. Ella era hincha de los Knicks. Eso le encantó a
Brian, aunque optó por no decirle a esa muchacha quien era su abuelo.
-Lo mismo cree que intento tomarle el pelo o
engañarla para ligar. - Se dijo con prudencia el chico. -
Al fin llegaron y bajando en su parada, el muchacho
la condujo hasta la entrada de la urbanización.
- Muchas gracias- volvió a agradecerle ella, -
espero volver a verte pronto. Si vives por aquí. Yo tengo que ir a una academia
cercana. La High Studio, podríamos quedar cuando salga.
- Me gustaría- repuso Brian. - Sé dónde está esa
academia, ¿cuándo saldrás?
- Dentro de tres horas- contestó la joven. -
- Pues voy a casa a ver a mi familia y luego te veo.
- Le propuso el muchacho. -
Una
vez convenido él se marchó a su casa. Le quedaban sólo unos días antes de
reanudar sus clases en Bios. Quedó con Cinthia, la espero en efecto a la salida
de aquel edificio en el que estaba la academia y al rato la vio salir.
-Hola. - Sonrió él. –
-Hola. - Replicó la chica devolviéndole la sonrisa,
agregando impresionada. - ¡Has venido!
-Claro, siempre que prometo algo, lo cumplo. -
Declaró el chico. –
- Un hombre de palabra, me gusta. - Respondió
Cinthia. –
-Pues espero que te guste la pizza hay una pizzería
muy buena cerca de aquí. - Le comentó él, si es que te apetece. -
-Sí, gracias, me muero de hambre. - rio la
jovencita. -
Y para allá que se fueron, charlaron y se rieron
bastante, lo pasaron muy bien y quedaron para otro día, volvieron a verse y se
siguieron viendo. Era una chica agradable y muy guapa. La verdad es que le
atraía. Y a ella tampoco le resultaba indiferente él. Durante esos días comenzaron
a salir un poco más en serio. Una tarde, la víspera antes de volverse a Bios,
Brian fue a recogerla a la Academia y la invitó a ver una holo peli. La chica
aceptó muy contenta. La película se desarrollaba normalmente. La muchacha se
apoyó en su hombro y el joven la miró, lentamente fueron acercándose hasta
darse un cálido beso en los labios.
- Me gustas mucho- le susurró Brian pidiéndole -,
¿cuándo vuelva de Bios querrás salir conmigo?
- ¡Ya estamos saliendo! - sonrió ella divertida. -
- Me refiero a algo más en serio- aclaró el
muchacho. -
- No sé, intenta convencerme. - Le respondió su
contertulia acercándose otra vez. -
Él
lo intentó con un beso más intenso, ella le abrazó y correspondió de forma
apasionada, el resto de la holo película transcurrió sin que apenas se dieran
cuenta, entregados a mutuas caricias y besos cada vez más profundos. Cinthia
incluso alivió los ardores de Brian deslizando una mano bajo su pantalón. Por
suerte estaban en una sala poco concurrida y nadie pareció darse cuenta de eso.
- ¿Desde cuándo sabes hacer esto? - Le preguntó él
aun jadeando. -
- Tengo diecisiete años, no soy una niña, y por lo que
he tocado ahí, tú tampoco eres un bebé. - Replicó pícaramente la muchacha. -
-Pero… eres menor de edad...- Apenas pudo balbucir
el preocupado chico. - Y no está bien.
-No pasa nada, cumpliré los dieciocho enseguida. -
Le tranquilizó la joven. - Y lo celebraremos de forma mucho más divertida aún.
Tú, yo y esa cosa que tienes ahí…
Y le susurró eso con voz melosa e insinuante, eso
sí, limpiándose la mano con una servilleta de papel. Después se rio con Brian
que incluso se puso algo colorado ¡Menos mal que en la oscuridad del cine y en
la última fila no se advertía como estaba! – Pensó él. –
-Para cuando vuelvas y nos veamos, te aseguro que la
edad no será ya un problema. - Afirmó la muchacha. – Y pasaremos a cosas mucho
más interesantes…
El
muchacho podía fácilmente imaginar a lo que podía referirse Cinthia, y estaba
loco por comprobarlo, pero desafortunadamente tenía que volverse a Bios. Ella
aún no había aceptado ir a su casa para conocer a su familia. Tampoco él
insistió mucho, ni quiso comentarle nada más sobre sus allegados hasta no
llevar saliendo juntos algo más de tiempo.
-Tampoco he querido decirles nada a mamá Ky y a mamá
Sam, me da vergüenza, y querrían saber más cosas de ella. La verdad. Yo tampoco
sé mucho, pero no me importa. Ya tendré ocasión de conocerla. – Pensaba,
realmente encantado con Cinthia. -
Y tuvo suerte hasta en eso. La joven convino en que
aún era algo pronto. Que debían afianzar lo suyo primero para presentarse a sus
respectivas familias. El chico lo dejó estar hasta su vuelta. Cuando se
despidieron, ella le prometió que tendría noticias suyas...
- Vamos Brian, ¡parece que te ha dado un paso!,- se
rio Asthel - ¿En qué estabas pensando?
- No, en nada, - sonrió éste bastante cortado al
salir tan bruscamente de esos recuerdos, aunque al final admitió. - Bueno, en una chica que he conocido en la
Tierra.
- Luego me hablas de ella- le dijo su primo. - Ahora
volvamos rápido, el programa estará a punto de comenzar...
Los
dos volvieron a toda prisa, llegaron a casa justo a tiempo, la imagen de la
ciber tele mostró el principio del debate. El presentador introdujo una breve
biografía de sus invitados y formuló la pregunta, dando paso a las alegaciones
de cada participante. Brian y Asthel escucharon interesados sabiendo que lo que
iban a presenciar por mor de la distancia espacial que les separaba de la
Tierra había transcurrido la noche anterior, pero, para ellos, llegaba ahora en
directo. Así escucharon a Tay…
- Muy bien, ante todo, y como siempre recordamos a
nuestros espectadores que este programa no se responsabiliza de las opiniones
vertidas por los invitados. Dicho esto, reverendo. Abrimos con el primer tema
de la noche y comenzamos por usted. –
Declaró el presentador dirigiéndose a su invitado que escuchaba con gesto
adusto. - ¿Cuál es su opinión?
- Creo que para aquellos que me siguen en la fe,
estará muy clara. La moral debe presidir siempre nuestros actos. Eso es algo
que me parece fuera de toda duda. Por encima de cualquier tipo de deseo
personal...
- Y usted señorita Malden, ¿qué opina? - Preguntó
Clarence. -
- Ante todo, - señaló la aludida deseando matizar -
debemos saber qué significado tiene la palabra moral.
- Eso es obvio- terció Lench - los comportamientos y
actitudes que deben conducirnos en la sociedad, y en Gracia de Dios.
- Quiero decir. - Añadió Kerria no dándose por
interrumpida -, si la moral debe de interpretarse como un conjunto de normas de
religiosa moralina victoriana o si aludimos a la ética de cada persona y el
respeto a los demás. Sin meternos para nada en sus vidas privadas.
- Ese planteamiento es muy interesante - convino
Lucero - y tiene toda la razón. Las dos cosas son muy diferentes. Incluso
nosotros y el grupo del banco azul podríamos estar de acuerdo o no en la
pregunta del debate, dependiendo de cómo se califique la expresión
"moral".
- Para mí, sólo hay una moral- intervino el
reverendo Waters con tono doctrinal. -La que emana directamente del alma. Y de
los mandamientos de nuestro Señor y las palabras de la Biblia.
- ¡Y la Biblia especifica que mujer que convive con
mujer incurre en abominación!,- exclamó Carter dirigiéndose a Kerria en un tono
furibundo. -
-Empieza el ataque antes de lo que me imaginaba, -
pensó la aludida que respondió sin amedrentarse en absoluto. - Pues con esa
clase de definición siempre estaremos en desacuerdo.
- La moral es algo muy importante, señorita, -
contestó el reverendo con voz mucho más suave - y para nosotros no es en nada
admisible ese modo de vida.
- Así que hemos llegado a un punto importante en el debate.
- Dijo Clarence tomando la palabra. - Tenemos la clara oposición del banco azul
a la libre conformación de parejas.
- No es eso exactamente, - señaló Debra Higs interviniendo
por primera vez. - No estamos en desacuerdo con eso, sólo con las situaciones
que rompen las relaciones naturales.
- Claro, los que piensan como ustedes tienen que
saber lo que es natural y los demás no. - Terció Mary reprochando. - Es típico
de los grupos como los suyos arrobarse la potestad de decir siempre lo que está
bien y lo que no.
- Nosotros sólo seguimos las Sagradas Enseñanzas -
opuso el reverendo. -
- ¿Sagradas? ¿Qué puede haber de sagrado en algo que
contraviene los derechos de las personas? - Replicó Lucero que citó. – Apedrea
a la adúltera, líate con tu sobrina, que sea tu esclava quién conciba si tu
mujer es estéril… ¡Eso dicen sus escrituras! ….
El
debate se fue calentando progresivamente en esta línea. Entre el público, los
aplausos o pitidos de los dos sectores se iban alternando. Clarence marcó
entonces una pausa y tomó la palabra para decir.
- Tenemos una llamada. Buenas noches. - Dijo
esperando la respuesta por los altavoces. -
- Buenas noches- se escuchó responder a una voz de
mujer. -
- Nos llama usted para expresar su parecer, ¿verdad?
- Le inquirió Clarence. -
- Sí, verá, es por un hermano mío, hace años era fan
de esa señorita. - Las cámaras enfocaron a Kerria – que escuchaba con atención.
-
- ¿Se refiere usted a la señorita Malden? - Inquirió
Clarence. -
- Sí, a ella me refiero…
- ¿Y ya no lo es? - Volvió a preguntar Tay -
- ¡Pues por supuesto que no! - respondió secamente
la voz. -
- ¿Que hizo
que cambiase? - Preguntó el presentador. -
- Cuando ella reconoció que era homosexual, mi
hermano rompió un enorme póster suyo que tenía en su pared, nunca lo olvidaré.
¡Lo pasó tan mal el pobre! Entonces sólo tenía trece años.
- Pero eso ya ocurrió hace mucho tiempo. - Objetó
Clarence. -
- Sí, pero le marcó muchísimo y como a él, a muchos
otros chicos de entonces que perdieron un referente de lo que pensaban era una
chica para idealizar. La novia que todos hubiesen deseado tener.
- Muchas gracias, - repuso Clarence. -
El presentador se despidió de su ínter comunicadora,
por alusiones le cedió la palabra a Kerria.
Quien declaró no sin pesar, pero con total sinceridad y sin arrepentimiento.
- Yo lo sentí de veras por todos aquellos fans que
quedasen defraudados por aquellas declaraciones mías. Pero creo que mucho peor
hubiera sido no haberlo reconocido y representar una mentira.
- En eso consiste la moral de estos individuos-
añadió Mary saliendo en su apoyo. - Hay que ser como ellos quieren que seamos.
Si se dice la verdad o la mentira para conseguirlo les da lo mismo. El caso es
no salirse de “su normalidad”.
- No, de eso nada- objetó Debra. - En este caso se
pueden ver las consecuencias de estas actitudes. Ese chico ahora será ya todo
un hombre claro, pero en esos días estaba en la peor edad. Cambiaba de niño a
adolescente y admiraba a una mujer bonita, lo que es completamente normal.
Buscaba su rol, el normal y saludable desarrollo emocional. La chica de sus
sueños, por así decirlo. Pero si esa mujer confiesa que se siente atraída por
otras mujeres, en el fondo está destrozando la autoestima de ese muchacho y de
miles como él. Le confunden y le desorientan aún más de lo que está a esos
años.
- Pues entonces, según usted, lo mejor es esconderse
o representar una comedia que muchas veces se torna en un drama - repuso Kerria
molesta. - Como los casos de otras muchas mujeres que han tenido incluso que
casarse o fingir que tenían novio sólo para disimular, o también las
situaciones de hombres que han tenido que casarse con mujeres para lo mismo. Y
no digamos las personas que están atrapadas en un cuerpo que no aceptan, porque
se sienten del sexo opuesto.
Desde
luego que había conocido varios casos, pero sobre todo el de Daphne fue el más
terrible. Esa pobre mujer terminó por salir del armario en otro juicio, al que
Kerria asistió en Nature, como abogada de una pareja de mujeres que luchaban
por mantener la custodia de su hijo, frente al ex novio de una de ellas. Como
su maestra de primera, Daphne fue requerida a declarar sobre la idoneidad de
las madres del pequeño. Allí, presionada por el abogado del demandante,
finalmente confesó su propia homosexualidad.
-Acabó huyendo de Nature, dejando atrás a su
familia. ¡Incluso a sus hijos! Su hermana Steph se hizo cargo. Recuerdo aun
cuando vino a visitarnos y se hizo unas fotos con Brian. Mi hijo estaba
realmente colorado al conocerla. ¡Stephanie es una chica muy guapa. - Sonrió
levemente ahora al recordar eso. -
Empero,
tuvo que centrarse, dado que la réplica de la señora Higs la sacó
repentinamente de esos recuerdos.
-Hay cosas que deben ser como son. Y no pueden cambiarse.
Todos esos deseos únicamente van en contra de cómo nos ha hecho la madre
naturaleza. Al menos, si se casan como es debido estarán haciendo lo correcto y
eligiendo un bien moral, por encima de su egoísmo.
- Ese argumento es falaz. - Rebatió Mary. - Así sólo
se hace uno infeliz y al mismo tiempo desgraciada a la otra persona, yo no veo
el bien moral por ninguna parte.
- Lo mejor es no dejarse llevar por esos impulsos
ilícitos - replicó Carter con rotundidad. -Eso es la moral. El control y la
renuncia a lo que no es bueno.
- ¿Y por qué son ilícitos?, si es lo que yo siento,
- le respondió Kerria enfadada. - No es ningún capricho. Le aseguro que mi vida
hubiese sido mucho más sencilla de haber sido heterosexual. Siendo aceptada, y
sin ser juzgada. Y en ocasiones estuve tentada de ello. Pero no hubiese estado
bien. Llegué a salir con un chico maravilloso, pero no pude casarme con él. No
hubiera sido capaz de hacerle feliz, y le habría engañado de hacerlo. Pero de
acuerdo con su criterio todo el mundo hubiese aprobado esa boda con tal de
mantener las apariencias. Es una lástima y es una pena decirlo. Pero en una
sociedad que se precia de ser justa e igualitaria, todavía hoy hay muchas
trabas para quienes se salen de lo que algunos consideran normal.
- Es curioso, ¿quería ser aceptada?... que lo diga
usted que ha sido una cantante famosa y de éxito y es una abogada muy
renombrada. - Señaló el reverendo Waters replicando con agudeza. - ¿Dónde han
estado los problemas en su caso? Creo que la sociedad ha sido muy generosa con
usted.
Hubo
encendidos aplausos y comentarios de aprobación por parte de sus seguidores.
Tras unos momentos para que se extinguiesen, Kerria respondió tratando de
hacerse oír.
- Tengo que admitir que en mi caso la vida me ha ido
bien. Pero no lo he tenido nada fácil. Me he visto obligada a luchar por cosas
que a otras personas se les han concedido sin dudar, sin ni siquiera extrañarse.
Al hecho de ser mujer se sumó mi orientación sexual. Mi pareja y yo incluso tuvimos
que ir a juicio para demostrar que estábamos en condiciones de criar a nuestro
hijo. ¡Fue muy duro! Sufrimos agresiones, amenazas ¿Por qué nos obligaban a
demostrar algo que estábamos haciendo bien? ¿Sólo por ser dos mujeres? Cuando
hay parejas heterosexuales de hombres y mujeres que maltratan a sus hijos o los
descuidan. Entonces ustedes no ponen el grito en el cielo. Ni les piden
demostración alguna de su capacidad para criar a sus hijos. ¿Es esa su
moralidad?
La
alocución de Kerria obtuvo también muchos aplausos. Aunque enseguida saltó
Lench para denunciar aquello.
-Sus argumentos son falaces. ¿Trata de decir que
aprobamos el maltrato infantil, si lo perpetra una pareja normal? Es el mismo
discurso retorcido que hacen esos del colectivo LGB o no sé cuántas letras.
Cada día ponen una letra más. A este paso tendrán todo el abecedario.
-Lo cual demostraría que son incluyentes, al
contrario de ustedes, que excluyen a casi todo el mundo. - Replicó Mary,
obteniendo aplausos a su vez. -
-Son ustedes mismos los que se excluyen del resto
del mundo. Si no es como ustedes quieren lo cambian y ya está. - Denunció Debra.
–
-Como se ha hecho desde el principio de los tiempos,
cuando se han cometido injusticias, muchas de ellas en nombre de un Ser
superior que a buen seguro no estaría de acuerdo con lo que ustedes predican en
su nombre. - Intervino Kerria. -
- ¿Qué sabrá usted de lo que predicamos? Si se
aparta de las enseñanzas de Dios. - La recriminó Lench, para remachar. – Ya vuelve
a emplear sus falacias. Como el argumento que emplea cuando exigen criar a
niños inocentes para inocularles sus iniquidades, alegando que lo harían mejor
que sus padres naturales.
- ¡Un momento! Yo no he dicho que lo haga mejor que
nadie, sino que puedo hacer tan bien como cualquiera. - Replicó Kerria
dirigiéndose a ese tipo una vez más para preguntar con una mezcla de extrañeza
e indignación. - ¿Dónde se supone que está la falacia de mi argumento?
El
interpelado, dedicándole una mirada irritada, replicó con tono seco.
-Está muy claro dónde. Ustedes siempre están
oponiendo una pareja heterosexual formada por el hombre malo o maltratador y la
pobrecita mujer maltratada, frente a una de dos hombres o dos mujeres que son
maravillosos e ideales criando niños. ¡Esa es la mentira que quieren que nos
traguemos!
Y tras sentenciar esto recibió aplausos por parte de
los espectadores del rincón azul.
-Eso no es así. - Replicó Kerria afirmando con
tintes de autoridad en la materia. - Soy abogada penalista y he tenido
bastantes casos de conflictos entre parejas. A veces éstas eran heterosexuales
y otras veces homosexuales. No digo que por ser de una condición unas sean
mejores que las otras. Esa es la diferencia entre usted y yo. Donde usted,
señor Lench, ve una cuestión de vicio o de inmoralidad, solamente por el sexo o
el género de las integrantes de una pareja, yo sencillamente veo amor entre
personas. Y el amor a veces se termina o se corrompe. Nadie está libre de eso.
No somos perfectos, somos humanos. Podría esgrimir muchas estadísticas avalando
la capacidad para ejercer de madres y de padres de las parejas homosexuales o
transexuales, que en muchos casos mejoran los promedios de las heterosexuales.
Pero se lo repito, por si no me ha comprendido a pesar de todo, no voy a caer
en la tentación de decir que seamos mejores, aunque desde luego que tampoco
somos peores que las parejas heterosexuales.
Ahora
fue ella quien recibió muchos aplausos de su bancada. Aquello fue aprovechado
por el veterano presentador. Clarence indicó que tenían una pausa para
publicidad. Desde su asiento, Cinthia asistía muy interesada a ese debate,
sonreía, muy pronto le llegaría su turno.
-Admito que habla muy bien, sabe como envolver a la
gente. - Pensaba la chica, tras dedicarle una interesada mirada a Kerria. -
Durante los anuncios, maquilladores y demás atendían
a los invitados, repasando su aspecto o trayéndoles agua. De vuelta al aire, el
presentador dio paso a un vídeo musical.
- Aquí tienen ustedes algo que les hará recordar a
los de nuestra generación sus años más mozos y a los invitados también,
supongo.
En
pantalla aparecieron las Justicies. Kerria sonrió al reconocerse tan jovencita,
cantando junto a sus primas y amigas. Por su cabeza cruzaron los diferentes
destinos que habían seguido las cuatro. A Amatista y Leval, los veía muy poco
desde que estaban en Bios, lo mismo que a Idina. Y respecto a Katherine, habían
coincidido más a menudo. Incluso le hizo una entrevista a Kerria y hacía ya
bastantes años que las dos trabajaron muy estrechamente para ayudar a aquel
oficial del ejército en su pleito contra el gobierno a causa de su condición
sexual. Sin embargo, su prima también estaba muy ocupada últimamente. Aparte de
sus reportajes parecía tener una especie de cruzada personal por descifrar una
especie de inscripción. Además, su pobre prima lo había pasado muy mal por
culpa de su adicción a las drogas. Todavía recordaba aquello.
-Espero que logres vencer definitivamente en esa
dura lucha, querida Kat. - Pensaba. - Todos estamos contigo.
Se
había enterado como todos, cuando Kathy anunció que dejaba su programa debido a
su enfermedad. Como ella lo llamó. Declaró su deseo de curarse y obtuvo el
apoyo de la mayoría de sus colegas. Hacía unos años que allí estaba, siendo
entrevistada en el programa de Tania Spencer, aquella joven reportera, que
podría considerarse como una discípula de la propia Katherine. La entrevistada
afirmó entonces con emoción y pesar.
-Tras muchos años batallando contra esto, he
decidido que no puedo continuar de esta manera. Lo mejor es retirarme y vencer
en esta lucha. La más importante de mi vida. Contra mí misma.
Su
entrevistadora la observó con pesar, incluso compasión. Para esa chica era una
difícil situación. Hacía años la propia Kathy la amadrinó con aquel reportaje
sobre la ruptura de la presa y la intervención de un misterioso guerrero dorado
que salvó a mucha gente al contener aquel caudal de agua desbordado tras unas
lluvias torrenciales y la posterior inundación que se produjo. Desde entonces,
aconsejada por su mentora, su carrera en el mundo de la información había sido
meteórica. Paradójicamente su competidora más directa era su gran amiga y
maestra. Casi no podía creerlo cuando le llegaron rumores sobre sus adicciones
y, pese a su instinto periodístico le pudo más el corazón y se negó a
investigar el asunto. Sin embargo, hablo con Kat y se lo preguntó en privado.
Su interlocutora lo admitió deseando hacerlo público en su programa. Ahora
Tania le sonrió levemente y pudo decir con patente cariño y respeto.
-Antes que nada, te considero una amiga. No creo que
nadie ignore que has sido mi mentora y que siempre te he admirado. Y sé, porque
te conozco desde hace años, que eres una gran persona. Solo puedo desearte toda
la suerte del mundo…
Apenas
pudo decir nada más puesto que se emocionaba abrazándose a su amiga entre los
aplausos del público, aunque sí que pudo añadir con una sonrisa.
-También hay otra persona aquí que quiere saludarte.
Katherine
entonces miró con sorpresa como desde la entrada del plató se escuchaban pasos
de tacones. Era Kerria que salió no tardando en correr a su encuentro. Ambas
primas se abrazaron entre lágrimas. Hubo una gran ovación. En tanto la
emocionada presentadora comentaba.
-Aquí están las Ky- Kat, reunidas de nuevo. Y como
despedida momentánea nos van a interpretar una canción.
Y
pese a que eso no estaba preparado, al menos Kathy no lo sabía, Kerria la animó
y las dos hicieron un dueto interpretando la versión de un antiguo tema.
Date la vuelta-
Cada cierto tiempo, me siento un poco sola,
y tú nunca estás por aquí.
-Date la vuelta-
Cada cierto tiempo, me siento un poco cansada
de escuchar el sonido de mis lágrimas.
-Date la vuelta-
Cada cierto tiempo me pongo un poco nerviosa,
porque los mejores años de mi vida han pasado.
-Date la vuelta-
Cada cierto tiempo me aterrorizo un poco,
y entonces veo la mirada en tus ojos.
-Date la vuelta, ojos brillantes-
Cada cierto tiempo, me derrumbo.
-Date la vuelta, ojos brillantes-
Cada cierto tiempo, me derrumbo.
-Date la vuelta-
Cada cierto tiempo me pongo un poco inquieta (o impaciente),
y sueño con algo salvaje.
-Date la vuelta-
Cada cierto tiempo, me siento un poco indefensa,
y reposo como un niño en tus brazos.
-Date la vuelta-
Cada cierto tiempo, me enfado un poco,
y sé que tengo que salir y gritar.
-Date la vuelta-
Incluso ahora me siento un poco aterrada
Y entonces veo la mirada de tus ojos
-Date la vuelta, ojos brillantes-
Cada cierto tiempo, me derrumbo.
-Date la vuelta, ojos brillantes-
Cada cierto tiempo, me derrumbo.
Y ahora, esta noche te necesito,
y te necesito más que nunca,
y si simplemente me abrazas fuerte,
Estaremos abrazados para siempre,
y solo lo haremos bien,
porque nunca estaremos equivocados.
Juntos podemos llevarlo hasta la última parada,
tu amor es como una sombra sobre mí todo el tiempo
-todo el tiempo-.
Y no sé qué hacer, y siempre estoy en la oscuridad,
vivimos en un barril de pólvora y soltamos chispas,
de verdad que esta noche te necesito,
el "para siempre" va a empezar esta noche,
el "para siempre" va a empezar esta noche.
Érase una vez en la que me enamoraba (cayendo en el amor),
pero ahora, simplemente me derrumbo (caigo
en pedazos),
nada que pueda hacer, un eclipse total del corazón.
Érase una vez en la que había luz en mi vida,
pero ahora solo hay amor en la oscuridad,
nada que pueda decir, un eclipse total del corazón.
-Date la vuelta, ojos brillantes-
Cada cierto tiempo, me derrumbo.
-Date la vuelta, ojos brillantes-
Pero la cosa no terminó
ahí. Justo al cantar ese último estribillo, Kerria le tocó en el hombro a su
prima para que se girase. Entonces, sorprendiendo y emocionando muchísimo a su
amiga, tanto Amatista como Idina aparecieron de entre bastidores uniéndose a la
canción. Las cuatro antiguas miembros de las Justices, y como se llamaban ahora,
Beauty Quartete. Y ahora Kathy lloraba sin poder seguir. Aunque eso no fue problema,
sus compañeras y amigas la cubrieron cantando, visiblemente emocionadas a su
vez.
Cada cierto tiempo, me derrumbo,
y ahora, esta noche te necesito,
y te necesito más que nunca,
y si simplemente me abrazas fuerte,
Estaremos abrazados para siempre,
y solo lo haremos bien,
porque nunca estaremos equivocados.
Juntos podemos llevarlo hasta la última parada,
Tu amor es como una sombra sobre mí todo el tiempo
-todo el tiempo. -
Y no sé qué hacer, y siempre estoy en la oscuridad,
vivimos en un barril de pólvora y soltamos chispas,
de verdad que esta noche te necesito,
el "para siempre" va a empezar esta noche,
El "para siempre" va a empezar esta noche.
Érase una vez en la que me enamoraba,
pero ahora, simplemente me derrumbo,
nada que pueda hacer, un eclipse total del corazón.
Érase una vez en la que había luz en mi vida,
pero ahora solo hay amor en la oscuridad,
nada que pueda decir, un eclipse total del corazón,
un eclipse total del corazón.
Total eclipse of the heart. Bonnie Tyler. Eclipse total
del corazón. (Crédito al autor)
Después Katherine lloró a abrazándose
a todas y cada una de ellas. Todo el público se puso en pie ovacionando
aquello. Hasta Tania lloraba sin poderse contener y aplaudía tan entusiasmada y
conmovida como el resto. Aquella fue una bonita noche, las chicas unidas y
apoyando a su querida prima y amiga.
Kerria lo rememoraba ahora con una emotiva sonrisa. Tuvo que contactar
con Amatista e Idina quienes, al saber lo que les proponía, no dudaron ni por
un instante en acudir a la Tierra pidiendo permisos en sus respectivos
trabajos. Parecía que aquello hubiese
sido ayer. Kathy, gracias al Cielo, estaba ya bien. Entre tanto seguía viéndose
a sí misma, mucho más jovencita, interpretando algunos temas.
- ¡Dios mío! - Pensó divertida ahora. - Ese también.
Y es que pusieron un hubo un fragmento de aquella
vez, en la que años antes de aquello, precisamente con Kathy, amadrinó al
equipo de la conferencia Este en el “All Star” de la NBA celebrado en Nueva
York, justamente con su padre, el famoso ex jugador Roy Malden, como
entrenador. Su prima a su vez representaba a la conferencia Oeste. Las dos
cantaron en las respectivas presentaciones de los dos equipos, vestidas a la
manera de animadoras. Ella con un uniforme que casi recordaba al suyo de
justiciera, de tonos azules, Kathy de colores rojos. Con un top rojo realmente sugerente,
aunque más recatado de lo que algunos quisieran con las letras WEST de color
blanco escritas en su espalda, una falda corta blanca y botas rojas de tacón
hasta las rodillas, Katherine cantó una versión de un antiguo pero exitoso
tema, mientras eran presentados los jugadores de su conferencia…
Algunos
chicos me besan,
Otros me
abrazan
Y está
bien,
Pero si no
me
Dan crédito
Acabo
marchándome.
Pueden
rogar y pueden clamar
Pero nada
más,
Así es
Porque el
chico con el frío y duro efectivo
Es siempre
el verdadero señor.
(ESTRIBILLO)
Porque
vivimos en un mundo material
Y yo soy
una chica material
Tú sabes
que vivimos en un mundo material
Y yo soy
una chica material.
Y Kat, entre andares insinuantes y graciosos gestos parecía coquetear con
los jugadores de su equipo que aguantaban estoicos con las manos tras la
espalda una vez salían por el túnel de vestuarios y saludaban al público con
una mano. La propia Kerria sonreía viendo a su prima e imaginando el apuro de
algunos de aquellos gigantes al ser “asediados” por una chica tan guapa y
talentosa.
Unos chicos
son románticos,
Otros
bailan lento,
Eso me
gusta
Pero si
ellos no pueden aumentar mis intereses
Entonces tengo
que dejarlos ir.
Unos chicos
lo intentan,
Otros mienten,
pero
Yo no les
dejo jugar
Sólo los
chicos que ahorran su dinero
Superan mis
días difíciles
(ESTRIBILLO)
Vivimos en
un mundo material (material)
Vivimos en
un mundo material
Los chicos
vienen y
Los chicos
van
Y eso es
todo lo que ves
La
experiencia me ha hecho rica
Y ahora
ellos van detrás de mí.
(ESTRIBILLO)
Material,
material,
Material,
material, mundo.
Vivimos en
un mundo material (material)
Vivimos en
un mundo material.
(Material World. Madonna. Crédito al autor)
Y
tras su canción y recibir muchos aplausos, Kathy sonrió, lanzó besos al público
y cedió el escenario. Turno de Kerria para darle la réplica. Se veía ahora, con
apenas veinte años quizás, saliendo ataviada con ese top azul, con las letras
EAST escritas en la espalda, y la parte delantera de su top, falda blanca y
botas como las de Katherine, pero de color azul. Aunque ella lucía unas gafas
de colores que se quitó tras comenzar a cantar con una voz más desgarrada y contundente
que su prima…
He estado esperando por
algún tiempo, cariño
Encontrar un camino para liberar tu mente
Son las simples cosas que me haces
Que hacen que mi corazón se olvide de latir
Pero no estoy aquí para intentar jugar a tu
tontería, no, no
Nunca suplicaré por ti.
Pero el Cielo bendijo el día que encontraste
Lo que estabas buscando
Bien, cariño, deberías saberlo mejor
Ahora quiero llevarte más alto
No me tengas esperando el
amor de fuera
No puedo detenerlo si tú quisieras
Porque fui hecha para amarte, sí, sí
Creo que pienso que fue un sueño
Encerrado en un misterio
No puedo suponer que suponía ser
Mi alma solo sigue diciéndome, sí, sí
Porque no puedo tomar esto por otro día
He pensado en nosotros en un centenar de
diferentes maneras
Y haría cualquier cosa por ti
Porque tu fuiste hecho para amarme
Y yo para amarte a ti
Ahora quiero llevarte más
alto
No me tengas esperando el
amor de fuera
No puedo detenerlo si tú quisieras
Porque fui hecha para amarte, sí, sí
Ahora quiero llevarte más
alto
No me tengas esperando el
amor de fuera
No puedo detenerlo si tú quisieras
Porque fui hecha para amarte, sí, sí
Es hora de que me dejes saber, cariño
No voy a
No voy a jugar a tus juegos
No puedo hacer frente a otro día
No me queda nada por decir
Oh, sí, sí, sí…
Ahora quiero llevarte más alto
No me tengas esperando el
amor de fuera
No puedo detenerlo si tú quisieras
Porque fui hecha para amarte, sí, sí
¡Vamos!
Y
exclamando esto, arengaba a sus jugadores entre los aplausos del respetable,
luego sonreía y tras girarse proseguía con la canción…
Ahora quiero llevarte más
alto
No me tengas esperando el
amor de fuera
No puedo detenerlo sí tú quisieras
Porque fui hecha para amarte, sí, sí
Ahora quiero llevarte más
alto
No me tengas esperando el amor de fuera
No puedo detenerlo si tú quisieras
Porque fui hecha para amarte, sí, sí
(Made
for Loving You. Anastacia. Crédito al autor)
Al acabar recibió una fuerte ovación, se abrazó a su
padre deseándole suerte y se retiró a presenciar el partido. Estuvo incluso comentando
parte del encuentro junto con Katherine, cada una apoyando a sus respectivas
conferencias. Ella acérrima fan de los Knicks, Kathy fiel seguidora de los
Clippers de los Ángeles.
-Y en el descanso. - Recordó con una mezcla de
nostalgia y divertida picardía. - Interpretamos a dúo la canción elegida para
promocionar el All Star de ese año.
Y
en efecto, salieron cantando juntas, turnándose para versionar un clásico de la
“reina del Pop” con imágenes de las mejores jugadas del partido como fondo. Y fue
precisamente Kerria la que comenzó a cantar…
El tiempo pasa muy
lentamente
El tiempo pasa muy lentamente
El tiempo pasa muy lentamente
Y Katherine la
relevó…
El tiempo pasa muy lentamente
El tiempo pasa muy lentamente
El tiempo pasa muy lentamente
Ambas entonces
cantaron a dúo…
Cada pequeña cosa
que dices o haces
Estoy colgada
Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Cariño, noche y día
Estoy harta
Estoy cansada de esperarte
Kerria cantó
entonces…
El tiempo pasa tan lento para los que esperan
No hay tiempo para dudar
Los que corren parecen tener toda la diversión
Estoy atrapada
No sé qué hacer
Su prima se la unió en los coros…
El tiempo pasa muy lentamente
El tiempo pasa muy lentamente
El tiempo pasa muy lentamente
No sé qué hacer
Y Kathy cantó a
solas…
Cada pequeña cosa
que dices o haces
Estoy colgada
Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Cariño, noche y día
Estoy harta
Estoy cansada de esperarte
Cada pequeña cosa
que dices o haces
Estoy colgada
Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Cariño, noche y día
Estoy harta
Estoy cansado de esperarte
Kerria tómó el
relevo…
Ring, ring, ring va
el teléfono
Las luces están encendidas, pero no hay nadie en casa
Tic, tic, tac, son las dos menos cuarto
Y terminé, te estoy colgando
Las dos unidas
cantaron…
No puedo seguir esperándote
Se que sigues dudando
No llores por mí
Porque encontraré mi camino
Te despertarás un día
Pero será demasiado tarde
Cada pequeña cosa
que dices o haces
Estoy colgada
Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Cariño, noche y día
Estoy harta
Estoy cansada de esperarte
Cada pequeña cosa que dices o haces
Estoy colgada
Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Cariño, noche y día
Estoy harta
Estoy cansado de esperarte
Cada pequeña cosa
Cada pequeña cosa
Estoy colgada
Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Esperando por tu llamada
Estoy harta
Estoy cansado de esperarte
Y Kerria volvió a cantar sola…
El tiempo pasa muy
lentamente
El tiempo pasa muy lentamente
Fue Katherine quien tomó el relevo…
El tiempo pasa muy lentamente
El tiempo pasa muy lentamente
Y las dos se fueron
turnando en sentenciar…
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Tan despacio
Rematando a coro…
No sé qué hacer
Cada pequeña cosa
que dices o haces
Estoy colgada
Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Cariño, noche y día
Estoy harto
Estoy cansado de esperarte
Cada pequeña cosa
que dices o haces
Estoy colgada
Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Bebé noche y día
Estoy harta
Estoy cansada de esperarte
Cada pequeña cosa
Cada pequeña cosa
Estoy colgada
Estoy colgada de ti
Esperando por tu llamada
Esperando por tu llamada
Estoy harta
Estoy cansada de esperarte
Madonna
(Hung up). Credit to the artist.
Desde luego que actuando en el All Star lo pasaron
muy bien, aunque para chasco suyo y de su padre, fue el equipo del oeste quién
se llevó la victoria.
- ¡Esta Kat!, me ganó la apuesta y mira que me sentó
mal. La muy sinvergüenza eligió el restaurante más caro que había. Y se pasó
media noche flirteando con un camarero, y la otra media, haciéndome burla. - Se
sonreía recordando eso con cariño y nostalgia ahora mientras junto al resto de
los invitados del debate veía concluir ese video. -
Finalmente, al término de la canción hubo muchos
aplausos. El moderador le otorgó la palabra al reverendo, con una afirmación
algo capciosa y sin embargo hecha en un divertido tono que buscaba rebajar la
tensión.
- No me irá a decir que cantar tan bien es pecado.
- No, claro que no. Líbreme, Dios de ello - sonrió
Waters agregando de forma más desenfadada. - Yo nunca me he metido con las
canciones de esta señorita, ni de sus compañeras, quizás en la ligereza de
vestuario, nada más. Pero su talento es innegable. Un gran don de Dios.
Eso
hizo que hasta Kerria le observase sorprendida. Que ese hombre la halagase no
entraba en sus esquemas. Aunque siempre tenía un matiz moralista. Por eso no
podía bajar la guardia.
- ¿Qué queda de aquella jovencita tan enérgica en
usted, veinte años después? - Le inquirió el presentador precisamente a la
aludida -
- Mucha ilusión por la vida- repuso ésta con una
leve sonrisa. - Y mucho deseo de aprender día a día…
- Contésteme a una pregunta ingenua - Le pidió el
reverendo con sorprendente amabilidad. - Cuando cantaba usted esas canciones de
amor tan bellas, con tanta fuerza y pasión. ¿En quién pensaba?
- Lo primero de todo, no es una pregunta tan ingenua
- sonrió Kerria de forma irónica para responder. – Pensaba en las personas a
las que amaba y a las que sigo queriendo o simplemente en nadie, para cantar,
muchas veces no hace falta.
- Pero será mejor inspirarse - le objetó Waters. -
- Pudiendo hacerlo, sí- concedió Kerria. -
- ¿Y usted no ha podido inspirarse en nadie en
concreto? - Inquirió Carter. -
- En mis padres, mi hermano, mi pareja y después en
nuestro hijo.
Por
supuesto, Lench tuvo que estropear aquello, o volver a la romper hostilidades
en el debate cuando espetó.
- Creo sinceramente que usted no sabe lo que dice. ¡Ha dicho textualmente nuestro hijo!
- Sí, sé lo que he dicho, - respondió Kerria sin
sorprenderse de su propia afirmación, para agregar no sin ironía. - ¿Y qué? Es
nuestro hijo. Yo le traje al mundo, se lo puedo asegurar.
- ¿Cómo va a ser el hijo de dos mujeres? - se burló
su interlocutor. - Será o de usted o de su... ¿cómo dice? Compañera o pareja, o
lo que sea.
- Digo que es nuestro hijo porque así está
legalmente reconocido- contestó su indignada contertulia para preguntar a su vez
- ¿O va usted a discutir también la moralidad de la ley?
- ¡La única ley importante es la de Dios! - Exclamó
Carter haciendo una teatral gesticulación. - Las otras, humanas todas, pueden
estar equivocadas como este caso.
-Y tal y como antes dijo Lucero. ¿Qué pasa cuando en
esa presunta ley de Dios se decía apedrear a la adúltera, pero no al adúltero?
¿O que conciba tu esclava en lugar de tu mujer si ésta no puede hacerlo? - Le
replicó Mary enfadada también - ¿Eso es justo? - Y sin esperar una respuesta
sentenció. - Pues está en la ley de su Dios.
–
Y tras aquella intervención obtuvo bastantes aplausos,
combinados con abucheos del otro sector
-Por favor, señores del público. - Intervino Tay,
tratando de serenar los ánimos. -
Cuando finalmente
lo logró y el auditorio guardó silencio, le dio la palabra al reverendo Waters.
- Estamos desbocando las cosas- intervino este
conciliatoriamente. - Nuestro Señor lo que proclama es el amor, pero un amor
bien entendido, quizás usted ha sufrido una confusión. - Señaló a Kerria que le
escuchaba sin saber si enfadarse o sorprenderse cuando el reverendo prosiguió.
- No digo yo que sea mala, ni perversa. ¡Dios me libre de ello!, únicamente Él
es capaz de juzgar. Creo que solamente ha equivocado su camino, vuelva al
sendero del Señor, déjeme ayudarla. Hay otras que lo han hecho…
Kerria
sabía perfectamente a quien se estaba refiriendo Waters. Hablaba de Maggie, su
antigua pareja. Salieron juntas hace años, pero su novia quiso sorprenderla con
un trio, junto con aquella terrible Marla. Tras de aquello, Kerria rompió la
relación al sentirse engañada, confirmándolo además por la confesión de la
propia Maggie. Al poco empezó su relación con Samantha y años después, cuando
viajó a Nature a defender al alférez Leví, se reencontró con ella. Ya sabía
entonces que Maggie, o Margaret como prefería que la llamasen, se había casado,
¡pero con un hombre! Bueno, en realidad con un saiyajin al que había conocido
durante el viaje de la SSP-2 que ambos hicieron juntos. Kerria no asistió a la
boda de ambos, pero mediante su prima Seren, la nueva Sailor Plutón, le envió
una sentida felicitación a su ex. Lo que no supo en ese momento y descubrió
cuando volvieron a verse, fue que Maggie se había vuelto una cristiana convencida,
incluso radical, y que abjuraba radicalmente de su pasado.
-Me invitó a cenar a su casa y me presentó a su
esposo Kiros y a su hija, la pequeña Gloria Elua. Era una niña adorable. Pero
Maggie hasta llegó a predicarme que me arrepintiera. -Recordaba todavía entre
perpleja e incrédula. -
Su
ex novia llegó a contarle una historia realmente extraña, por no decir
increíble. Acorde a la misma, murió durante el parto de su hija, fue al
Infierno y allí se encontró con su primer amor, su profesora de literatura del
instituto. Según Maggie estaba en el infierno debido a sus inclinaciones
antinaturales.
-Me dijo que su profesora fue acusada de mantener
relaciones con menores cuando descubrieron el romance que ambas mantenían, que
fue a la cárcel y quedó inhabilitada para enseñar. ¡Esa pobre mujer lo perdió
todo!, por eso se suicidó. Si en verdad la vio en el Infierno fue debido a eso,
no a que fuera lesbiana. Pero no pude persuadirla. - Recordó lamentándose
ahora.
Y
tanto que no pudo, Maggie era ahora la hermana Margaret, y oficiaba de diácono
en La parroquia más importante de Sagan City. Por eso, no le sentó nada bien
ese comentario de Waters, y le replicó haciendo gala de irónica sorna.
- Sí, claro, me
arrepentiré. ¿Cuánto dinero debo poner en el talonario para hacerme acreedora
de su perdón divino?
Entre
el público hubo reacciones encontradas de abucheos y aplausos. El reverendo se
levantó gesticulando para pedir silencio mientras respondía.
- Los donativos que recibimos en mi congregación únicamente
se emplean en ayudar a los desamparados de la vida. Señorita. Le perdono el
atrevido tono de sus palabras.
- Y yo a usted las suyas- contestó Kerria irónica,
añadiendo con total seriedad. - Pues vienen del profundo desconocimiento. Sepa
que mi vida es maravillosa porque soy feliz. Vivo junto a la persona que amo y
tengo un hijo maravilloso al que hemos educado siempre con el respeto y la
tolerancia hacia los demás. Incluidas las personas como usted.
- ¡No se puede educar a un hijo negándole la
presencia de un padre! - Se escandalizó Debra. – Díganme, señorita. ¿Qué tienen
de malo los hombres que tanto les disgustan?
- ¡Ya está bien!, y luego hablan de falacias y de
demagogia. Parece mentira que todavía tengan ustedes la imagen atávica de las
lesbianas que odian a los hombres. - Terció Mary. –
- Y esas Feminax, ¿qué? - Intervino Lench.- Ellas
proclaman su odio hacia los hombres por el mero hecho de serlo, es abominable.
Y
hubo aplausos hacia él, aunque paradójicamente fue Kerria quien terció, dándole
la razón.
-Claro que lo es. – Convino, aunque enseguida matizó
para dejar las cosas en su sitio. - Pero por desgracia, ellas son tan
extremistas en eso, como ustedes en lo contrario. Lo sé muy bien, he tenido que
pleitear contra algunas…
Se
acordaba de aquel tremendo juicio en el que actuando de fiscal logró que se
condenase a Marla al ostracismo. Esa desequilibrada que tanto daño había hecho
estaría ahora presa en el planeta Némesis. Junto con muchos que se habían
marchado de la Tierra. Renegando de los soberanos…
-Eso lo abordaremos en el siguiente debate. - Pensó,
prefiriendo no comentar nada de ello por el momento, empero sí que sentenció. –
La inmensa mayoría de las mujeres lesbianas, no somos así. No odiamos en
absoluto a los hombres por ser hombres. Es más, tenemos padres, hermanos,
amigos, a los que adoramos. Está usted muy equivocada, señora Higs.
- Sólo he dicho que entre dos mujeres pretenden
tomar el papel de un hombre y eso le influye negativamente a un niño. - Quiso
matizar Debra. -
- Nosotras nunca hemos querido suplantar a nadie. -
Respondió Kerria pacientemente -, lo he dicho muchas veces y lo repetiré muchas
más. Hasta que la gente como usted lo entienda. Mi hijo conoce a su padre y si
no ha podido verlo más es por causas por entero ajenas a mí y a mi compañera.
No tratamos de suplir a un padre. Sería una estupidez, ni tampoco odiamos a los
hombres, ni ninguna de nosotras quiere representar ese papel. Mary tiene razón,
siempre salen los viejos y falsos tópicos a relucir.
- Todo tópico tiene su parte de verdad. - Le dijo el
reverendo sibilinamente. -
- Puede que en algunos casos sí, como ya he
admitido. Siempre hay personas extremistas. - Admitió Kerria matizando de
seguido - ¡Pero eso tan manido de la pareja de lesbianas en la que una hace de
hombre! Creía que una persona tan inteligente como usted dispondría de mejores
argumentos. Eso es lo que siempre nos decían todos los tipos que se metían con
nosotras, incluso muchas mujeres. Nosotras ni odiamos a los hombres ni estamos
frustradas por no serlo, ni cuando nos decían, ¡guapa, qué lástima, vaya un
desperdicio! O… ¡es que no has probado a un hombre de verdad! Pues nosotras ni
estamos desperdiciadas, ni sentimos el menor deseo de “probar” a un hombre, en
absoluto. Somos mujeres y como tales nos sentimos, amamos y nos aceptamos. Nada
tiene que ver con otro tipo de sentimientos igual de respetables y legítimos
como por ejemplo el de las personas transgénero que sí desean cambiar de género,
porque su sexo biológico no se corresponde al sexo que sienten tener y que sufren
todavía más barreras que superar que las mujeres que somos cisgénero.
- Y debo decir que eres una de las mujeres más
femeninas que conozco. Además de que estás muy buena. ¿A que sí, público? Y
seguro que no se ofende por mi comentario. – Declaró jovialmente Lucero
invitando a su parte del respetable a prorrumpir en aplausos, en tanto aquel
inimitable individuo agregó con tinte divertido. – Eso sí, Kerria, ¡sálvame
luego de las feministas!…
La
interpelada se lo agradeció con una amplia sonrisa, casi se puso colorada, ¡ese
tipo era un auténtico pirado y no se paraba a pensar lo que soltaba! ¡Pero a
fin de cuentas era encantador! No obstante, desde el otro lado enseguida llegó
una réplica.
- Esto es grotesco. - Intervino Carter. - Así que es
muy femenina, pero desprecia la masculinidad de un hombre. No tiene sentido,
eso es lo que yo llamo conducta inmoral, más que eso, antinatural.
- Yo no me siento antinatural, - replicó Kerria muy
molesta por aquello y agregando con dignidad. -Siempre, desde que tuve uso de
razón y comencé a sentir mi sexualidad, me atrajeron las mujeres. Eso ha sido
para mí lo más natural del mundo, y para otras muchas chicas que he conocido,
también. No sé si se hereda o no, pero no es ningún capricho, ni un desprecio hacia
nadie, es mi manera de sentir.
- Di que sí, tía, - apoyó Lucero con su habitual
lenguaje post progre. - ¡Eres lo más! Esta sociedad está corrupta con tanto
sermón de fariseos como ese.
- ¡Usted es un delincuente en potencia! - Le acusó
Carter de modo furibundo. - Sus letras son tan horrorosas en su forma como en
lo que proclaman.
Kerria
se sonrió tratando de que no la viesen, lo de las letras horrendas era cierto,
desde luego. Y en muchas ocasiones pretendían precisamente eso, provocar. Pero
no tenía nada que ver con este tipo que tenía a su lado, estaba algo loco, pero
era buena gente.
- Mira tío - le respondió Lucero algo irritado a su
vez. - Tú lo has dicho, proclaman. Yo añado, denuncian. Las injusticias y las
hipocresías de esta sociedad. A los que les gusten los cantos parroquiales que
se vayan a la iglesia, pero a la mayoría de los jóvenes les gusta mi música y
entienden mis mensajes...
- ¿Con letras como quémalo todo y vámonos de juerga?
O ¿Viva la traición? - Le acusó una escandalizada Debra. - Tal y como está este
mundo sólo nos faltaba que nuestros hijos sufran semejante bombardeó de
violencia.
-Señora. ¡Si las toma fuera de contexto nos ha
fastidiado! En cambio, cuando hacemos galas pro tercer mundo y pedimos ayuda
para esas pobres personas, no se les ve a ustedes por ninguna parte, - acusó
Lucero. – Yo quiero que la gente piense con mis canciones, que se cuestionen
todo, incluso a sí mismos. No como sus farisaicos predicadores que en sus
templos se arrogan la verdad absoluta y no hacen nada por su próximo.
-Nosotros tenemos muchas iglesias que ayudan a los
pobres y desamparados. No le consiento que nos descalifique de ese modo. No
tiene idea alguna de las labores sociales que llevamos a cabo. - Terció Waters
con comedida indignación. -
- Pues en el caso de los pros aperturas- declaró
Mary. - Ustedes apoyan la conducta elitista de cerrar el acceso a Bios, para
los suyos sólo pueden ir los ricos ¡Vaya una solidaridad!
- Eso no es verdad, tanto el reverendo Waters como
yo, abogamos por una colonización lenta y ordenada, que no tiene nada que ver.
- Respondió Carter. -
- Otro tema interesante el que se ha enunciado-
declaró Clarence. - Debo recordar a todos que el primer tema es el de la moral,
no el de la homosexualidad, así que podemos y debemos extender la conversación
hacia otros ámbitos. Y hablando de eso, antes de ir a publicidad, pasemos ya a
introducir el segundo tema de la noche. – Así, el presentador cambió el tercio,
aunque dirigiéndose nuevamente a Kerria. - Se da la circunstancia de que usted
señorita Malden es hermana de uno de los moderadores del proceso, el coronel
Leval Malden ¿Está usted de acuerdo con su actuación?
- Vamos a ver, mi hermano nunca ha opinado nada, -
le rectificó la interpelada. - Se ha limitado a arbitrar una ronda de
conversaciones aplicando la ley. Los acuerdos que se alcanzaron, según me
contó, fueron gracias a la disposición de las partes. Él jamás ha ido en contra
de sus principios.
- Es cierto- corroboró Mary. - Ha hecho mucho por la
paz. Pese a ser un militar.
- En eso no estamos de acuerdo, Mary- sonrió Kerria
con cara de circunstancias para seguidamente afirmar. - Los militares no desean
las guerras.
- Bueno, según quienes- rebatió ésta que no parecía
muy proclive a continuar con esa conversación cuando dijo -, vamos a dejar ese
tema por ahora...
Su
contertulia no pudo ni expresar su acuerdo con eso, el presentador tomó
enseguida la palabra.
- Tenemos otra llamada- informó Tay interrumpiéndolas
a ambas. - ¿Diga?
- ¿Hola? - Chilló una voz de hombre. -
- Sí, le escuchamos, adelante- le invitó el
moderador. -
- Sólo dos cosas. Primero, ¡Lucero tío eres genial!
Tengo todos tus holo discos. - El aludido asintió sonriendo. -
- ¡Gracias, tío, viva la marcha! - Exclamó éste. -
- Pues eso, los tengo todos, sigue dándoles caña a
esos carcas. Y usted señorita Malden, no les haga ni caso. Para mí, lesbiana o
no, sigue estando muy bien y cantando mejor. A ver si saca otro disco.
- Muchas gracias, con ánimos así quizás me anime
algún día. - Se sonrió Kerria casi a punto de reírse por esos cumplidos tan sorpresivos.
-
Aplausos
por la llamada que se despidió al poco tiempo, el presentador dijo entonces.
-Otra llamada más.
En
esta ocasión, era una voz de mujer que sonaba desaprobatoria al declarar.
-Buenas noches. Me parece increíble que haya
personas que no respeten nada. Así se está quedando la Tierra. Ya cualquier
cosa es llamada familia. ¡Menos mal que el reverendo Waters, el señor Lench y
la señora Higs defienden las cosas como deben ser!
-Muchas gracias por su apoyo, señora. - Replicó
Debra, con el asentimiento de Carter y del reverendo. -
-Ustedes no se rindan…Cada vez somos más los que
estamos hartos de tanta impudicia. Y no pararemos hasta hacernos oír. -
Sentenció esa mujer antes de salir de antena. -
Kerria,
Lucero y Mary se miraron moviendo la cabeza. Pero ¡en fin! Todo el mundo tenía
derecho a expresar sus opiniones y éstas no siempre iban a ser acordes con las
suyas. Fue Clarence quien, tras muchos aplausos del sector azul, comentó.
- Bueno, eso nos lleva a recapitular, después de la
publicidad seguiremos, - se cortó la emisión, dando paso a los anuncios. -
En
casa de Kerria, sus padres y Sam seguían muy interesados el debate. Roy declaró
con evidente satisfacción.
- Lo está haciendo muy bien, les está dando en los
morros a esos cretinos.
- Kerria sabe bien cómo responder a esos argumentos
tan estúpidos con los que la atacan - añadió Sam. – Está ya muy harta de
oírlos…
- Y supongo que Brian lo estará viendo en Bios, -
suspiró Beruche. -
-Bueno cubito, lo verá cuando llegue allí la emisión.
- Puntualizó Roy añadiendo con optimismo. - Y se sentirá muy orgulloso de su
mamá Ky.
-Es verdad, siempre lo olvido. - Suspiró su
interlocutora añadiendo con afecto y algo de nostalgia. -
- ¡Está tan lejos! Espero que siga bien.
-Claro que sí- sonrió su nuera. - Ya es todo un
hombre...- suspiró recordando que los años transcurrían deprisa, quizás
demasiado. - ¡Cómo pasan de rápido los años! ¡Aún le veo de chiquitín!…
Samantha
recordó como levantaba en sus brazos al pequeño dejándole tocar el suelo
suavemente con sus piernecitas.
- Vamos Brian, ahora tienes que ir hacia mamá Ky, -
le indicaba afectuosamente, señalando a su pareja que le aguardaba a un par de
metros. -
El
niño avanzó tímidamente, tambaleándose. Kerria le sonreía animosa alargando los
brazos y él trataba de llegar. Se reía al mirar a su madre. Logró alcanzarla
justo cuando se trastabillaba, siendo recogido en brazos y levantado por la
joven que le dio un montón de besos...ante la embelesada mirada de Samantha.
- ¿En qué piensas, Sam? - Le inquirió Beruche con
una sonrisa. -
- En el tiempo, como pasa de rápido. - Musitó ésta
declarando. - Hace nada teníamos a Brian en brazos y ya es un hombre. -
Suspiró. -
- Así es, ¡ya os lo decía! - rio Bertie. - La vida
es sólo un instante. Y dentro de poco, cuando os veáis las canas como yo aún
pensaréis que va más deprisa, - remachó con no poca nostalgia mesándose su
cabello, ya teñido de gris. -
- ¡Ya tengo! - rio Samantha también, eligiendo
alguno de sus pelos al azar. -Antes eran todos rubios, pero ahora... a gastar
dinero en tinte.
- Seguís siendo preciosas, chicas. - Les sonrió Roy
abrazándolas afectuosamente a ambas. – Todavía me dan ganas de ligar con vosotras…
- ¡Y tú sigues siendo tan atrevido como un muchacho!
- Bromeó Sam añadiendo divertida. - Me habría gustado conocerte en esa época.
- ¡No lo creo! - Se rio Beruche afirmando. -Era todo
un golfo y un gamberro, pero encantador, es verdad.
- Y sigues en muy buena forma, - señaló Samantha
entre aduladora y sinceramente sorprendida -
- Es por mi sangre de guerrero del espacio,
envejecemos más tarde. - Explicó él, aunque enseguida admitió. - Pero, aun así,
los años no perdonan.
Beruche asintió porque su marido se señalaba algunas
entradas en su cabellera y ciertas arrugas en el rostro. Tampoco era tan
fornido como antaño, pero, aun así, mantenía todavía una planta imponente para
alguien cercano ya a los setenta años.
-Bueno, ¡el que tuvo, retuvo! - Se rio él, haciendo que las mujeres le imitasen.
-
-Creo que ya van a seguir. - Les indicó Bertie. -
Y
los tres continuaron pendientes de la holo pantalla. Samantha seguía pensativa.
Recordaba la segunda vez que vio a Roy convertido en súper guerrero. Fue hace
pocos años, cuando entrenaba a Brian. Ella buscaba al chico y escuchó ruidos en
el gimnasio, entró en silencio y vio al muchacho inclinado, como si tratase de
hacer fuerza, él gritaba.
- ¿Qué te ocurre, Brian?,- le inquirió Sam asustada
- ¿Estás bien?
El
chico no respondía, entonces ocurrió algo que aterró a Samantha. Brian comenzó
a brillar en un intenso tono dorado, sus cabellos se volvieron de ese color y
apuntaron hacia arriba. La fuerza que desprendía era tan grande que ella no
podía ni acercarse, sino más bien luchar por no salir despedida contra la pared.
- ¡Dios mío! - Exclamó
horrorizada. -
Brian
volvió a su estado normal y se derrumbó en el suelo. Sam corrió hacia él
tratando de reanimarlo, pero era inútil, había perdido el sentido. Asustada y
muy nerviosa, corrió en busca de Kerria o de sus padres y encontró al padre y
la hija charlando tranquilamente en el comedor. Entró agitadísima chillando.
- ¡Venid
corriendo por favor, Brian está desmayado en el suelo!
Al punto, tanto Roy como Kerria con expresiones
entre atónitas y asustadas se dirigieron hacia ella.
- ¿Qué ha pasado? -
Le inquirió su esposa visiblemente preocupada. -
- ¡Entré en el gimnasio y vi a Brian! - Explicó agitadamente Sam - estaba brillando
de un color dorado ¡Os lo juro! Parecía emitir una especie de extraña luz, como
si fuera fuego, pero no se quemaba...Como tú aquella vez Roy. Cuando la reina
Serenity salvó el mundo. Luego se apagó y se ha quedado inconsciente, no puedo
reanimarlo. ¡Y pesa demasiado para mí!...
Para
sorpresa de Samantha, Roy y Kerria sonrieron con expresión de alivio e incluso
alegría.
- Pero ¿cómo os podéis quedar así? - Les recriminó
Samantha casi poniéndose histérica. - ¿Se ha desmayado!
- Tranquilízate Sam, no pasa nada. Ahora te lo
explicaremos todo. - Le respondió su esposa abrazándola. -
- No hay peligro alguno para Brian, todo lo contrario
- añadió Roy que les dijo. - Anda vamos.
Los
tres se dirigieron hasta el gimnasio. El muchacho seguía allí, inconsciente. Su
abuelo se encargó de cargárselo al hombro. Entrando en casa lo subieron a su
cuarto y su portador lo descargó sobre la cama. Brian se movía bañado en sudor,
estaba agotado. Roy sacó una especie de judía y se la dio a comer. El chico
masticó despacio y se recobró súbitamente para estupor de Samantha.
- Lo he
conseguido, abuelo, - musitó sonriendo el muchacho - aunque sólo por poco
tiempo.
- Ya eres un súper guerrero- sonrió también Roy. -
Estoy muy orgulloso de ti, pero debes seguir practicando.
- Lo haré - le aseguró Brian que entonces reparó en
Kerria y le dijo muy ilusionado - ¿Has oído mamá Ky? ¡Lo he logrado, ya soy un
súper guerrero! Cómo el abuelo y el tío Leval. - Declaró con orgullo. -
- Muy bien hijo, - aprobó la interpelada
acariciándole la cara con afecto. -
- Alguien va a explicarme lo que está pasando aquí.
¡No comprendo ni una palabra!,- exclamó Samantha casi enfadada por aquella
conversación que prescindía de ella y así lo hizo saber. - Me siento como si
aquí no pintase nada. ¿Qué es eso de un súper guerrero? ¿Es lo que hiciste tú
aquella vez, Roy?
- No te enfades, Sam.- Le pidió Kerria apretándole
los hombros cariñosamente para acto seguido pedirle al aludido. - Papá, por
favor, explícaselo.
- ¿Fue esto lo que viste? - Le preguntó a la atónita
Samantha que vio como Roy se transformaba en eso de súper guerrero brillando
exactamente igual que su nieto, pero sin emitir tanto destello. -
Samantha
pegó un salto hacia atrás por el sobresalto, Brian reía divertido y Kerria la
calmaba distendida.
- ¿Qué significa esto? ¿Por qué Brian puede hacer
eso también?,- preguntó mirando alternativamente a Kerria y Roy. -
- Como te contamos hace años soy un guerrero del
espacio. Del pueblo de los saiyajin - le explicó él. - Los de mi raza tenemos
una enorme fuerza potencial, que, cuando llega a un nivel que no podemos
controlar, nos hace pasar a este estado. Tenemos tanta energía que la liberamos
en parte. Brian, a través de Kerria, mi hija, lleva sangre mía, también es un
saiyajin. Por eso puede hacerlo, aunque aún es demasiado joven y no controla
del todo su poder.
- ¿Y tú Kerria? ¿Puedes hacer lo mismo también? -
inquirió Samantha perpleja. – Nunca te he visto así…
- No, - negó ésta - mi herencia no es tan fuerte
como la de Leval. Mi hermano si puede transformarse. No sé por qué, pero pese a
que hay mujeres que pueden hacerlo es mucho más fácil para los hombres ¡Será
que el estado de súper guerrero es la quinta esencia del machismo! - rio -
- Se debe a que para aumentar nuestra fuerza
necesitamos estar con un alto estado de tensión emocional- argumentó Roy
sonriendo con ese comentario de Kerria. - Enfadarnos por alguna causa es el
mejor ejemplo. Como ese comentario - tiró cariñosamente de una oreja a su hija
que soltó un ¡Au! entre risas en tanto su padre agregaba. - Se libera
testosterona y muchos andróginos, esa hormona es masculina, listilla. - Explicó
jovialmente mirando a Kerria para responder a ese comentario de antes. - Las
mujeres tienen, pero muy poca, y no basta, en la mayoría de los casos, para
provocar esta transformación. Aunque claro que he conocido a algunas capaces de
hacerlo. Grandes guerreras del pueblo de los saiyajin. Sin ir más lejos ahí
tienes a tu prima Seren. Además, eso solamente no basta, hay que entrenarse muy
duramente para lograrlo. A mí me costó, a Leval también y Brian está teniendo
que trabajar muy duro para conseguirlo.
- Y yo, con hacer de Justiciera ya tenía bastante-
añadió Kerria. -
-Creí que aquello fue una especie de sueño. Que
quizás lo imaginé después de lo que la reina Serenity y las princesas hicieron.
Pero era cierto. ¿Verdad? ¿Por qué no volviste a hacerlo hasta hoy? - Les
preguntó Samantha todavía asombrada pero más tranquila. -
- Sí, claro que era cierto, Sam – le confesó Roy
para justificarse acto seguido – Y con el paso de los años teníais otras
preocupaciones en la cabeza y no quise enredar más las cosas. Además, Bertie me
hizo prometer que no entrenaría a Brian.
- Y para variar no me hiciste ni caso - contestó
ésta que entre tanto había subido hasta allí añadiendo. - Me extrañó no ver a
nadie en casa y de camino he podido escuchar algo. Roy, me hiciste lo mismo con
Leval y ahora con mi nieto, ¡eres incorregible! - Le reprendió con los brazos
en jarras. -
- Nuestro nieto- corrigió su esposo añadiendo
conciliatoriamente. - Yo también soy su abuelo, sé que lo prometí. Pero cariño,
siempre y cuando él no lo necesitase. Recuerda que lo de nuestro hijo fue por
una causa justificada, lo mismo que con Brian. El chico necesitaba encauzar sus
fuerzas y comprender a qué se debían.
Beruche
pareció contentarse con eso. Aunque Sam terció todavía con la boca abierta.
- Aun no me lo creo. ¡Sois todos tan
impresionantes!…
- ¡Ja, ja! No te creas, tú no conociste a mi maestro.
- Repuso modestamente su suegro. - Él y sus amigos sí que eran unos fueras de
serie
- Mi padre, mi madre, mi hermano e incluso yo misma
con ayuda de nuestros familiares y amigos hemos protegido la Tierra desde hace
muchos años- intervino Kerria. -
- ¡Y ahora es mi turno! - declaró Brian con
entusiasmo. -
- Lo que tienes que hacer ahora es estudiar- le
recordó su madre añadiendo con retintín. - Para eso no hace falta convertirse
en súper guerrero.
- ¡Pero mama Ky! - protestó Brian. - ¿Y si alguien
atacara la Tierra?...
- De momento más vale que entrenes por si llegase
esa posibilidad para que puedas combatirlos - le contestó su abuelo, que agregó
más seriamente. – Sin embargo, deseo que eso no suceda y puedas vivir
tranquilo, hijo. Créeme, esto no es ninguna ventaja, es más una gran
responsabilidad.
- ¡A mí me gustaría ser tan fuerte como tú! - Le
expresó el muchacho con admiración. -
- Y lo serás, no te preocupes. Incluso más, estoy
seguro. - Le animó Roy, matizando, eso sí. - Pero debes controlar siempre tu
fuerza y no utilizarla nunca salvo casos de muy extrema necesidad. Ten en
cuenta que, mal empleada, podrías hacer muchísimo daño, comenzando por las
personas a las que quieres. Recuerda que la mayor parte de la gente son humanos
corrientes. Debes tener control de tu energía y no liberarla a no ser que sea
estrictamente necesario. ¿Lo comprendes?
El
chico asintió y le dijo a Samantha ahora ya más serio.
- Siento haberte preocupado, mamá Sam, pero me quedé
tan débil después de transformarme.
- No pasa nada Brian, estás bien y eso es lo que
cuenta…- respondió su otra madre dándole un beso en la frente para añadir,
ahora de mejor talante. – Pero esto me ha dejado más sorprendida todavía que
cuando Kerria me confesó que era una de las Justicieras. E incluso más que
cuando la reina Serenity salvó al planeta.
Después
de esas palabras bajaron a la cocina y Brian reclamó la comida, su abuela le
sirvió una fuente entera de espaguetis que devoró. Seguidos por un cuenco de
ensalada, dos filetes y mucho arroz que su risueña mamá Ky le puso delante.
Samantha le miraba desencajada. ¡Era imposible que alguien pudiese comer tanto!
Pero lo estaba viendo. Y aun así no podía creerlo. Roy por su parte reía.
- Más por favor, - repetía Brian una y otra vez. -
- ¡La tradición se
mantiene! - Declaró riendo Bertie con su delantal puesto y trayendo más comida.
-
Entre tanto Kerria terminaba de preparar un par de
bocadillos y un cuenco de guisado para su hambriento hijo y la pobre Samantha
abría unos ojos como platos, sin poderlo asimilar.
-Desde luego esta
familia es muy especial - Pensaba Sam, regresando al presente, mientras se
reanudaba el debate. - Tengo mucha suerte de formar parte de ella.
Por
fin centró su atención en la pantalla. Kerria aparecía en un primer plano.
Tomando la palabra.
- Estamos hablando de moral, pero no acabo de
entender qué tiene que ver eso con el amor, - preguntó a sus oponentes - ¿Por qué
es malo amar a una persona de tu mismo sexo?...
- Porque ese amor no es puro, es fruto de una aberración,
- le respondió el reverendo Waters pacientemente. - No quiero ofenderla, pero,
lo que usted cree que siente por otra mujer, ¿a dónde le conduce?
- No entiendo eso, ¿acaso una relación hombre y
mujer debe conducir a algún sitio y entre dos mujeres no? - Respondió Kerria
realmente desconcertada. -
- Me refiero a que la unión de un hombre con una mujer
produce un fruto- aclaró el reverendo. - Los hijos, y si estos son educados en
los valores religiosos y morales, perpetúan la raza humana y la civilización.
Una relación mujer con mujer, u hombre con hombre, es algo tan inútil que conduciría
a la extinción de la sociedad. Imagínense que todas las parejas fueran
constituidas por personas del mismo sexo. ¿Qué ocurriría?
- Siempre habría la posibilidad de adoptar hijos o
de una inseminación- respondió Mary. -
- Lo de la inseminación es algo que atenta contra lo
natural- intervino Carter. - Es forzar los designios de Dios.
- Pero, en base al argumento del reverendo- replicó
Kerria - si una pareja no obtiene descendencia es inútil. Dígame ¿Cuántas
mujeres y hombres estériles hay? ¿O que hayan sufrido una enfermedad o un
accidente que les haya dejado incapaces de procrear? ¿Son ellos una aberración?
- No- repuso categóricamente el reverendo - ellos se
unen debidamente y si es voluntad de Dios, tendrán descendencia. Entonces, en
el seno de una familia normal se pueden adoptar hijos, y educarles como
propios, tienen esa opción.
- ¿Y no la inseminación? ¡Vamos tío!, eres de la
edad de piedra, - intervino Lucero con tono despectivo. – Supongo que eso de
las transfusiones de sangre que salvan vidas estará muy mal también.
- ¿Y las parejas de gais no pueden adoptar a nadie,
ni siquiera inseminarse? - Repuso Mary indignada. - ¿Por qué no iban a ser respetables,
si trabajan y son buenas personas como Kerria?
- Porque eso es jugar a dos barajas- replicó Debra.
- Les viene muy bien prescindir de los hombres, pero para tener hijos bien que
necesitan de ellos, igual que los homosexuales masculinos con las mujeres.
- Claro- asintió el reverendo dirigiéndose a Kerria.
- Usted ha dicho que tiene un hijo, no lo habrá concebido acostándose con otra
mujer por mucho amor que afirme poner en ello.
Gran
número de personas de su bando aplaudieron, dejándolo de hacerlo y dedicando
toda su atención a la aludida en cuanto estuvo lista para responder.
- Sería ridículo por mi parte decirle que sí. Por
supuesto que precisé de la colaboración de un hombre - replicó ella que remachó
- y de un buen hombre, además.
- Pese a ser usted desviada reconoce que era un
“buen hombre” ¿Eh? - Terció Carter con sorna provocando hilaridad en muchos de
sus afines y abucheos en la otra aparte. -
- ¡No le permito que me insulte! - Se ofendió Kerria
levantándose como un resorte. - ¿Desviada por qué? ¿Sabe? Hay otras muchas
cosas que sí son desviaciones y en otros ámbitos de la vida. Hay desviados
religiosos también, que pervierten el mensaje de amor de las religiones y lo
trocan por odio matando y esclavizando a otros. Podríamos hablar de eso si nos
ponemos así. Y eso que me ha dicho puede ser constitutivo de demanda ante un
tribunal. He ido a juicio de parte de muchos clientes por menos. - Añadió en
tono de clara advertencia. -
- Vamos a calmarnos un poco, por favor. Recuerdo que
este programa no se hace responsable de las opiniones o declaraciones vertidas
en él por nuestros invitados. - Terció el moderador que se dirigió a Waters
otorgándole la palabra. -
- Seguro que el señor Lench no deseaba insultarla-
dijo éste muy suavemente. - Es un modo de hablar. Disculpe usted.
- Pues que lo diga él. Que no tire la piedra y
esconda la mano, eso también es bíblico. - Terció Lucero solidariamente. -
- Pido disculpas si la he ofendido. - Masculló Lench
sin parecer demasiado convencido de ello. –
Y
tras unos tensos instantes de silencio, Kerria retomó la palabra tras suspirar
y declaró con ironía.
- Acepto sus sentidas disculpas, señor Lench. Pero
no me refería a lo que maliciosamente ha interpretado usted cuando dije que era
un buen hombre. - Explicó ahora retomando un tono más sereno. - Me refería a
que tenía y tiene un gran corazón. Mi hijo, al que quiero más que a nada en
este mundo, es muy parecido a él, no únicamente en el físico sino en sus
sentimientos, y estoy muy orgullosa de ello.
Y grandes aplausos en la zona roja celebraron esa
declaración.
- Una madre es una madre, usted lo es y eso no se
puede negar. Respeto eso. - Intervino Debra en lo que parecía una sorprendente
declaración favorable a Kerria, pero que se encargó de voltear inmediatamente.
-Pero un padre es necesario también. ¿Cómo le llama su hijo a su compañera? ¿Mamá?
- A veces sí. Y también la llama por su nombre de
pila, como a mí - contestó Kerria, añadiendo de inmediato. -Pero eso no ha
impedido nunca que la quiera muchísimo, tanto como a mí, o que mi esposa no le
quiera como si ella misma le hubiese concebido.
Samantha
asintió desde casa visiblemente emocionada. Si era sincera algunas veces, en algún
momento bajo, pensaba en que, pese a todo, Brian no era hijo suyo. No llevaba
su sangre. Recordó otra vez el episodio de su transformación en súper guerrero,
eso agudizaba más las diferencias que de haberse tratado de un muchacho normal.
Pese a todo estaba fuera de toda duda que ella quería mucho al chico y sabía
que Brian a ella. Pero, en ocasiones la angustiaba una sensación de vacío. De
tiempo transcurrido que había perdido, con ese deseo de ser madre insatisfecho.
En su juventud, estando casada con Steve, aquel tipo que luego la maltrataría y
la acosaría, a punto estuvo de serlo. Cuando finalmente quedó encinta, ese
canalla le dio una paliza que le hizo perder a su bebé y además la dejó
incapacitada para concebir. Al principio no lo supo, tomó píldoras para no
quedarse embarazada de nuevo de semejante individuo. Poco después de separarse
de él, en un examen de rutina, le dieron aquella terrible noticia que la hundió.
De haber tenido un bebé éste hubiese sido inocente y además su propio hijo o
hija. Después ya fue tarde, su trabajo, su relación cuando conoció a Kerria. Finalmente,
cuando ésta le propuso la idea de que fueran madres, teniendo por donante a
Brian, estaba claro quién de las dos iba a quedarse encinta. Empero, jamás
esperó la manera en la que sucedió. Su pareja se acostó literalmente con aquel
ex novio suyo y eso le dolió muchísimo. Tanto que casi es tuvo a punto de dejar
a Kerria. Por fortuna pudieron arreglarlo. Y cuando Brian nació, le quiso como
si ella misma lo hubiera traído al mundo. Aunque siempre tenía una sombra que
la había inquietado, y que se proyectó muy negra y alargada en aquel juicio que
tuvieron que sufrir para mantener la custodia de su hijo. Si las leyes
cambiasen o merced a ese clima de cerrazón creciente en la sociedad algún día
se revocase su derecho a la patria potestad. Demasiados problemas. Y esa espina
clavada en el fondo de su alma por haber quedado imposibilitada para alumbrar en
algunas ocasiones se removía. Por fortuna, el amor de su pareja y el del niño,
unidos al cariño de Roy y Beruche habían hecho que olvidase esto la mayoría de
las veces. Incluso en una discusión que tuvo con Kerria, Bertie ayudó a calmar
las cosas. Samantha recordaba. Una de esas veces en las que Brian, teniendo
unos seis o siete años, comía una barbaridad.
-Hijo, ¡te va a sentar mal! - Le advertía ella con
inquietud –
-Déjale Sam.-
Intervino Kerria entonces, pasándole una cariñosa mano por la frente al crío. –
-Pero. ¿No estás
viendo lo que se ha comido? - Le expuso realmente preocupada. - Ya va por el
tercer plato de puré y cuatro salchichas.
-Debe tener
hambre. - Sonrió su esposa. –
Empero, ella estaba realmente
inquieta. ¡El niño iba a reventar! Tuvo que respirar hondo y ponerse seria.
-Brian, ya es
suficiente. - Le ordenó. –
El crío la miraba con gesto
perplejo, parecía no comprender por qué se había puesto así. Justo en ese
momento entró Bertie, que llegaba de su trabajo.
-Hola hija, hola
Sam. Vaya, ya estás comiendo, cariño. - Sonrió saludando también al crío. –
-Mamá Sam me ha dicho
que no coma más. - Musitó el apurado niño. –
Su abuela le miró con los mojos muy
abiertos, dedicando luego su atención a la propia Samantha, pero no dijo nada.
En cambio, Kerria sí que afirmó.
-No te preocupes,
cielo, si tienes más hambre puedes comer.
Y el pequeño asintió con entusiasmo,
devorando otra salchicha. Nadie habló, pero Sam se sintió humillada, furiosa
salió de allí a toda velocidad, sin prestar atención a su esposa que la
llamaba.
-Sam ¿Qué diablos
te pasa? - Le preguntó Kerria quien fue tras de ella. -
- ¡Me pasa que no
hago ninguna falta en la cocina! - Espetó la interpelada mirando a su pareja
con irritación y enfado. –
- ¡No hagas un drama!
- Le pidió su esposa, algo molesta a su vez, sentenciando. – Brian puede comer
eso y más…
-Un día va a
reventar. - Estalló Samantha. – Y tú encima le animas a que devore todo cuanto
haya en la mesa.
-Sé perfectamente
lo que puede comer. – Respondió Kerria elevando la voz a su vez. -
Por fortuna la oportuna llegada de
Bertie le evitó a Sam la necesidad de replicar con tono igualmente enojado.
-Chicas. ¿Qué os
pasa? - Quiso saber la madre de Kerria. -
-Nada, que Sam
siempre tiene que montar una escena por alguna tontería.
- ¿Eso piensas?
¿La salud de nuestro hijo te parece una tontería? - Exclamó ella, realmente
dolida. – La salud de Brian es perfecta. - Replicó Kerria, también de modo
airado. -
-Ya es suficiente,
Kerria Lorein. - Intervino Bertie mirándola con expresión severa. -
Aunque esta movió la cabeza con una
mezcla de incredulidad y malestar, replicando indignada.
-Solamente me
faltaba que te pusieras de su parte. Siempre lo haces.
-No me estoy
poniendo de parte de nadie. - Le respondió pacientemente su madre. -
-Cada vez que me
llamas por mi nombre completo está claro que es para echarme una bronca. Pues
ya no te servirá, mamá. Cuando era niña, me asustaba siempre al escucharlo,
pero ya soy mayorcita y sé lo que hago. Además, esta es una conversación
privada con mi esposa. - Exclamó con visible irritación. –
Aunque Beruche no pareció tomar
aquello nada bien, empleo no obstante un tono mesurado para contestar.
-Una conversación
privad a agritos que está llegando a los oídos de vuestro hijo. Dime, decidme
las dos. ¿Es esa la educación que le queréis dar?
Y ante esa reflexión, ninguna supo
qué replicar. Fue la propia Samantha quién, avergonzada, suspiró y dijo.
-Lo siento mucho.
No debí ponerme así, Bertie. Tienes razón…
-Sí, mamá.
Perdona…- Fue capaz de agregar Kerria, bajando la mirada a su vez, para
agregar. – Es que…
-Tienes el temperamento
de tu padre…ya lo sé. - Completó Bertie alegando. - Pero como tu misma me has
recordado, ya eres mayorcita para darle un mejor ejemplo a tu hijo de como
mantener una conversación civilizada, incluso cuando hay una discrepancia.
Samantha se limitó a escuchar y
observar entonces. Su suegra tenía un temple y un carácter que siempre la
admiraban. Sabía de sobra ya que cuando Kerria se enfadaba podía ser una fuerza
de la naturaleza. ¡Lo mismo que su padre! Sin embargo, una vez que a Beruche se
le terminaba la paciencia, se las arreglaba para dejarles más mansos que
corderitos, y eso sin tener que levantar la voz. Ahora su esposa estaba con la cabeza
gacha, recibiendo aquella regañina como si de una colegiala traviesa se
tratara. Pero lo mejor estaba por llegar, cuando Bertie le comentó a su hija,
mirando también solidariamente a la propia Sam.
- ¿Es que no
entiendes el motivo por el que Samantha se ha enojado contigo?
-Porque no estaba
de acuerdo con ella. No podemos estar siempre de acuerdo, mamá. - Se defendió
Kerria. –
Empero, Sam negó con la cabeza, y o
mismo hizo su suegra quien desveló.
-No es por un
desacuerdo, es porque la has desautorizado delante de vuestro hijo. ¿Es que no
te das cuenta? Una cosa es tener opiniones distintas, y otra polemizar delante
del niño. Sois sus madres, debéis mantener un frente unido para educarle y no
confundirle.
- ¿Y qué habría
tenido que hacer? - Quiso saber Kerria más desconcertada ya que enfadada. –
Beruche movió la cabeza y suspiró
para remachar con paciente reprobación.
- ¡Desde luego,
hija mía, con lo lista que eres para tantas cosas!... Si Samantha le ha dicho al
crío que deje de comer, tenga razón o no la tenga, tú debes apoyarla. Y tú,
Sam, has hecho bien en no continuar la disputa frente al crío, pero no es buena
idea el que tu hijo te vea salir tan agitada.
-Tienes toda la
razón. Lo siento. - Repitió ella con genuino pesar. -
-Por experiencia
os digo que, lo mejor es que hablaréis tranquilamente después, sin que Brian
esté delante…no se trata de quién de las dos tenga la razón, sino de que le
enseñéis a respetar las opiniones de los demás y que vea en vosotras unidad.
Por nada del mundo os peleéis así delante de él.
Y sin más que decir, Bertie se
marchó de vuelta a la cocina para ver qué estaba haciendo su nieto. Ahora la
cara de Kerria era un poema. Estaba ahí, de pie y con la boca abierta, sin
saber qué decir. Sam casi sonrió con regocijo. Aunque enseguida se puso seria,
también tenía su parte de culpa, su esposa entonces la miró con pesar.
-Lo siento, Sam,
te aseguro que no era esa mi intención. No quería desautorizarte.
-Lo sé, pero a los
ojos de nuestro hijo…- Musitó ella, alegando apenada. – Por eso me fui… ¿Qué
autoridad iba a tener con él en el futuro si hubiéramos seguido discutiendo así
en su presencia?
-Mi madre tiene
razón, las dos la tenéis. - Se apresuró a responder una apurada Kerria. – Lo
siento mucho, ahora mismo iré a decirle a Brian que ya ha comido suficiente.
-Bueno, o no la
conozco ya a estas alturas, o tu madre se habrá ocupado de eso. - Pudo finalmente
sonreír Sam. –
Kerria asintió, en efecto, tras
acercarse hasta la cocina, vieron que el niño había terminado de comer, y
charlaba con su abuela. Ambas prefirieron dejarle a su aire y Kerria le susurró
a Sam.
-Guárdame el
secreto, pero le he mentido un poco a mi madre.
- ¿Mentirla, en qué?
- Se sorprendió Samantha. –
-Cuando le dije
que eso de llamarme por mi nombre completo ya no le valía. - Le explicó Kerria,
añadiendo no son algo de azoramiento al admitir con un susurro. – Cuando la veo
poner esa expresión y llamarme Kerria Lorein, me echo a temblar.
Al principio Sam obsequió con una
perpleja mirada a su cónyuge, pero luego no pudo evitar echarse a reír…al poco
Kerria reía con ella y añadía divertida.
- ¡Y a mi padre le
pasa igual! Cuando le dice “Robert Malden” …
-Bueno, a mí
todavía no me ha llamado Samantha Katrina, pero rezaré para que no suceda. Me
portaré bien. - Reía Samantha. -
Y al final las dos se abrazaron, dándose incluso un
largo beso. Sam realmente agradecía a su suegra esas intervenciones. Bertie se
había convertido en una segunda madre para ella. Supliendo a la que perdió por
ese terrible desencuentro. Su padre falleció haría algunos años sin haberla
perdonado. Y para ser sincera consigo misma, Sam tampoco le perdonó a él. Con
su madre apenas sí había hablado en los últimos tiempos. Y fueron
conversaciones poco menos que convencionales, más propias de dos conocidas que
de madre e hija. Incluso su hermana Terry se comunicaba muy poco con ella. Por
supuesto Samantha estaba al corriente de que se casó con un apuesto joven y era
madre de dos niñas. No obstante, del mismo modo que Terry no acudió a su boda,
tampoco ella fue a la suya. Y no simplemente por devolverle el desdén. En el
fondo le habría gustado estar allí para compartir la alegría de su hermana
pequeña. Sin embargo, siendo pública su condición de bisexual y esposa de otra
mujer, nadie en la familia la hubiese aceptado allí. Y no quiso estropear ese
momento de la vida de Terry. Después si supo que su hermana quedó embarazada.
Ahora ella tenía dos hijas con su esposo.
Desgraciadamente Sam no conocía a sus sobrinas. Eso la apenaba
profundamente. Pero pensó que era mejor guardarse todo aquello en su interior.
Ese era un tema que no se atrevía a tratar con su pareja. Simplemente para no
hacerla sentirse culpable o sufrir. Pero, a pesar de esos sinsabores no
cambiaría su vida con Kerria por nada. Aunque también recordó con humor y
cierto envaramiento una de aquellas tantas veces en la que estaba ella al cuidado
de Brian. El niño debía de tener unos tres años. Kerria estaba trabajando en
algún caso. Sam se sentaba en un banco cercano a unos columpios, un tobogán y
un terreno con arena y baldosas blanditas en donde varios críos, incluido el
suyo, jugaban afanosamente.
- ¡Hola, tesoro! -
Le sonreía cuando el pequeño se aproximaba a enseñarle alguna cosita con las
que jugaba. - ¿A ver qué traes? ...Huy ¡qué bonito!
Sam
veía lo que fuera que el crío le mostrara, lo elogiaba, le acariciaba la
cabecita a Brian y luego el crío retornaba a sus juegos, sonriente y sentándose
con algún improvisado amiguito más. Ella le observaba embobada. Disfrutando de
cada momento. Luego seguía leyendo algo en la Tablet o revisando algunas de sus
tareas del trabajo. Eso estaba haciendo una tarde cuando una voz de mujer que
sonó a su lado le preguntó de modo jovial.
- Cómo crecen de rápido, ¿verdad?
Samantha
miró hacia la dirección desde donde aquella cuestión había surgido descubriendo
a una joven madre de cabellos morenos y ojos castaños que llevaba un cochecito
de bebé con un retoño dentro. El niño dormía plácidamente. No pudo por menos de
sonreír admitiendo.
-Sí…parece que fue
ayer cuando tuvimos a Brian…
- ¿El tuyo se llama Brian? - Repitió aquella chica
mirando hacia el crío en cuestión para alabar. - Es una monada. ¿Qué tiempo
tiene?
-Gracias. - Repuso Sam compartiendo plenamente esa opinión.
- Va a hacer tres años.
-El mío se llama Adam, solamente tiene diez semanas.
- Le contó aquella chica. - ¡Oh, disculpa!, te he molestado sin más y ni
siquiera me he presentado. Evelyn Cash. - Dijo ofreciéndole la mano a su interlocutora.
-
-Samantha…Malden. - Pudo completar, pues pese a que
todavía no estaba casada con Kerria, muchas veces sí que gustaba de usar ese apellido.
-
- ¿También es el primero que tienes? - Quiso saber
esa joven. -
-Sí, el primero y por ahora el único. - Le confesó
ella algo azorada. -
-Mi marido y yo quisiéramos alguno más en el futuro.
- Le contó esa muchacha sentándose a su lado. - James es escritor, guionista de
televisión. Yo soy actriz. Bueno, no muy conocida. – Se sonrió aquella chica
con algo de rubor. - Algún papelito en comedias.
-Soy economista. - Tuvo que contestar Sam.-
Aunque
por si acaso no quiso decir nada de que dirigía campañas de publicidad en una
empresa discográfica ni para celebridades. Pese a estar también licenciada en
marketing. O esa joven lo mismo era capaz hasta de pedirle que la presentase a
alguno de sus clientes. En fin. Aunque no parecía mala persona y quizás la
abordó al verla allí sola. Era normal, teniendo que cuidar de los pequeños y
sacarles a pasear a veces era aburrido. De modo que, por socializar, le
preguntó.
- ¿Eres de por aquí?
-Bueno, nos mudamos hace poco a unas cuantas
manzanas de este parque. - Le respondió la aludida. - Mi marido ha tenido
trabajo en una producción que se rueda cerca y le quieren a mano para los
guiones. ¡Como si no se pudieran escribir desde casa y enviarlos por e-mail! -
Suspiró la joven añadiendo. - De todos modos, me encanta Nueva York. Y también
hay buenas escuelas de arte dramático aquí. A ver si puedo matricularme en
alguna cuando Adam sea un poquito más mayor.
-Seguro que sí. - La animó Samantha. - Debes
perseguir tus metas profesionales.
-Desde luego. - Afirmó su interlocutora. - Los hombres
siempre hacen lo mismo, ¿verdad? Lo pasan bien con nosotras, pero luego parece
que los hijos son solo nuestros. Espero que no te lo tomes a mal. - Añadió con
prevención, sentenciando, aunque no con demasiado convencimiento. - Seguro que
tu marido será un hombre estupendo. Te ayudará bastante con el crio, ¿verdad?
Samantha
se limitó a sonreír algo envarada. Desde luego que su situación no era
precisamente esa. Pero no tenía muchas ganas de comenzar a contarle su vida a
la primera mujer que se sentase a su lado en un banco. Aunque su silencio fue
interpretado de otro modo por Evelyn que, azorada, se apresuró a disculparse.
-Lo siento, es que soy muy parlanchina. Todo el
mundo me lo dice. A veces me meto en lo
que no me importa.
-No, que va…está bien. Es bueno tener a alguien con
quien hablar aquí. A veces estoy sola con Brian durante mucho rato. - Pudo
responder Sam con amabilidad. -
-Me pasa lo mismo. Eso de ser nueva y no tener
amigas. Ya sabes. Buscas a alguna chica de tu edad, con niños y con situaciones
parecidas para intercambiar consejos y experiencias.
Sam
asentía solidariamente. Ella tampoco hablaba mucho con otras madres que iban
por allí. Quizás alguna vez de forma circunstancial cuando su hijo y los de
otras mujeres jugaban juntos. De todos modos, ella no se prodigaba en exceso
por aquel parque. A veces era Ky la que se pasaba. Otras Bertie, su teórica
futura suegra y orgullosa abuela del niño. Aunque preferían estar con el crío
en el jardín de casa. Tenían todo más a mano. Sam podía estar teletrabajando y
cuando no iba a su despacho en el bufete de Pedro y de Sebastián, Kerria podía
parar un poco de estudiar sus casos y jugar con el crío y sobre todo Roy, el
incombustible abuelo del pequeño, tenía la oportunidad de pasar un rato con él
cuando no se encontraba de gira con el equipo. Y precisamente Samantha recibió
un mensaje de éste en el móvil. Su suegro le preguntaba dónde estaba.
- “En el parque a tres manzanas” – Escribió ella con
una sonrisa. - Perdona. - Se disculpó con esa muchacha. -
- Será tu marido, ¿a qué sí? - sonrió ésta. -
¿Sabes? Quizás te parezca algo lanzada, pero podríamos conocernos los cuatro.
Aunque vuestro hijo sea mayor eso no quiere decir que no podamos vernos por
aquí. Y quizás tomar algo algún día.
-Bueno, sería una buena idea. Aunque no sé si podremos.
- Trató de excusarse Sam, alegando. - Es que coincidimos poco últimamente por
trabajo. Ya sabes, mi pareja y yo.
Y aunque marcó la palabra pareja ese matiz le debió
de escapar a su interlocutora. Siguieron charlando de algunas otras cosas más
intrascendentes como el tiempo y la moda cuando alguien se acercó.
-Pues mira, ese hombre te está saludando. - Se
percató Evelyn. - Es muy alto y bastante guapo, debe de ser tu marido, ¿verdad?
La
atónita Samantha observó que, en efecto, era Roy quien se aproximaba. Había
llegado casi en un instante, aunque conociéndole no le extrañaba nada.
- ¡Hola Sam!- Saludó jovialmente él, para agregar
dirigiéndose a esa joven que estaba sentada junto a su nuera.- Buenos días,
señorita.
Esa
muchacha enseguida se presentó. Tras dar su nombre, por supuesto que no se
privó de especular diciendo.
-Justo hablábamos de nuestros esposos. Veo que
Samantha tiene uno realmente imponente.
Con
cara de circunstancias Roy sonrió, eso sí, sin atreverse a corregir a esa
muchacha. Juzgando quizás que pudiera ser que Sam le hubiese dicho eso.
Mientras tanto su hija política se tapaba la boca discretamente para no reír.
Al fin se despidieron de esa joven. Ahora lo recordaba. Como también se acordó
de cuando al fin toda aquella especie de comedia de enredo se aclaró. Días más tarde
Samantha fue acompañada de Kerria y esa chica estaba de nuevo allí. Tras
saludarse y ante la cándida pregunta de Evelyn de si eran hermanas o quizás
cuñadas, la hija de Roy, directa como su padre, se ocupó de aclararle que eran
pareja.
-Somos las madres de Brian. Yo le concebí, pero Sam
le cría y le cuida más tiempo que yo…-Admitió con naturalidad. -
Esa muchacha escuchó aquello esbozando una sonrisa
de circunstancias y mirando de reojo a Sam que incluso se ruborizó contra su
voluntad. Al cabo de muy poco rato, meciendo a su niño en el cochecito en tanto
Kerria jugaba con Brian, esa joven alegó.
- ¡Qué tarde se me ha hecho! Mi marido debe de estar
ya en casa. Hasta mañana. Ha sido un placer…
Las
dos la despidieron de modo cordial. Esa fue la última vez que Samantha la vio.
Quizás fuera únicamente por casualidad. No quería pensar mal. Aunque juraría
que esa chica les dedicó una mirada que no parecía demasiado amigable cuando se
fue.
-Supongo que sería cosa de mi imaginación. - Quiso
decirse ahora en tanto lo meditaba. - Posiblemente a su marido le saldría
trabajo en otro sitio. No sé. Menos mal que Kerria ni se percató…solamente me
comentó algo extrañada que esa chica parecía tener prisa…sí, por alejarse de
nosotras. – Suspiró apenada. -
Por su parte su pareja, entre tanto, ajena
obviamente a esas reflexiones, seguía hablando en la pantalla.
- Nuestra familia además siempre ha estado muy
unida. Y a nuestro hijo no le ha faltado jamás el cariño.
- ¿Y qué le contaban en cuanto comenzó a hacerles
preguntas? - Inquirió Carter con visible retintín - ¿Qué lo suyo era lo normal?
- No, ni normal ni anormal. Sólo que era tan
respetable como las relaciones heterosexuales. - Le respondió Kerria con voz firme
y digna para añadir. - No todo es sexo, ustedes tienen la manía de calificarlo
todo en función de eso. Existen también el amor, la comprensión y el apoyo
mutuo en una pareja.
- El señor Lench tiene razón, y su hijo ¿qué? -
intervino Debra. - Me va usted a decir que nunca ha tenido problemas por estar
criándose junto a dos mujeres con ese tipo de relación. ¿Me va a decir que no
está confuso? ¿Que no se ha sentido rechazado?
- Mi hijo es un adulto ya- replicó la interpelada -
entiende las cosas. Y por nuestra parte jamás ha tenido rechazo. Si lo ha
sufrido es por culpa de los prejuicios que gentes como ustedes han metido en
las mentes de otros niños – estas palabras provocaron grandes aplausos que
duraron unos instantes, tras los mismos, Kerria prosiguió. - ¿Qué se puede
esperar de personas que ya piensan que me voy acostando por ahí con todas las
mujeres que dicen ser amigas mías? He tenido que oír cosas de lo más
aberrantes. Que si tuve affaires con algunas de mis compañeras de grupo. Que
resulta que son mis propias primas, o con la mujer de mi hermano, que es mi
mejor amiga y desde luego que es totalmente heterosexual. Incluso que me interesaba por las novias de
mi hijo o que las hacía proposiciones. ¿Es que tampoco se me permite tener
amistades sin dar lugar a ese tipo de prejuicios y calumnias? - Inquirió
bastante molesta e indignada. – ¡Eso sí que es una vergüenza!
- Pues claro que sí, eso es lo que yo le digo.
Propagar rumores falsos no es admisible - intervino el reverendo. – Pero
entienda que es natural que haya muchos que puedan pensarlo. Por eso mismo
usted puede tener muchísimas amigas, pero no acostarse con ellas. No compañeras
o parejas, o esposa, como llama a la mujer con la que vive, le pido lo que
usted misma ha reivindicado, dejen el sexo fuera de esto.
-La mujer con la que vivo es legalmente mi esposa.
Se luchó muchísimo para lograr el matrimonio igualitario y no le voy a permitir
que rebaje la naturaleza de nuestra relación.- Sentenció Kerria. –
Aunque
ya muchos, entre quienes se encontraba ese reverendo y también Lench, estaban
presionando a los políticos y otras instancias para que derogasen esa ley, o
que al menos le cambiasen el nombre de matrimonio a unión civil. Y habida cuenta
de la mayoría de los jueces conservadores en el Supremo, Kerria temía que eso
pudiera algún día hacerse realidad.
- El sexo es importante también, para transmitirse
amor - Le respondió Mary apoyando precisamente a Kerria. – Es una parte más de
la relación.
- De acuerdo, admitamos que ustedes son amigas y no
lo hacen - le planteó el reverendo en tono hipotético. - Pero hay otras muchas
mujeres que, diciendo eso mismo, en realidad están insinuando otra cosa bien
distinta. Si usted estuviera aquí con esa mujer que califica como su esposa -
añadió el reverendo dirigiéndose ahora a Kerria. - ¿Quiere eso decir que
después del programa se irían a la cama juntas? Pues no acabo de comprender ese
tipo de amistad.
- Verá usted, reverendo. - Suspiró su contertulia
armándose de paciencia. – Se lo repito. No la califico como mi esposa por
capricho. Legalmente lo es. En cuanto a lo otro que me ha dicho. Haríamos lo
que considerásemos oportuno con nuestros cuerpos y nuestras vidas, porque somos
adultas y estamos en un país libre. Pero no tiene que ver, le repito que una
cosa es mi pareja y otra una amiga. Aunque en el caso de mi cónyuge esas dos
cosas van unidas. - Respondió Kerria aseverando. – Ese es otro viejo tópico. El
de la promiscuidad. Las personas homosexuales no están deseosas de acostarse
con cualquiera de su mismo sexo que se les cruce en el camino. Lo que pasa es
que, todavía hoy, hay muchas que tienen miedo de admitir su condición. Pero no
porque les avergüence, sino por los problemas con los que se encuentran, en su
trabajo, en su vecindad. Es como si usted que se lleva tan bien con el señor
Carter decidiera acostarse con él, lo que me parecería muy respetable.
El reverendo se rio negando con la cabeza con una
expresión de incredulidad.
- ¡Pero la gran diferencia es que yo no soy
homosexual!,- gritó Carter muy ofendido - ¡No soy un pervertido como usted! ¡No
le consiento que mencione eso ni en broma! Y ahora a mi vez exijo una disculpa
por calificarme de sodomita.
- Ni ella tampoco- le respondió Lucero ahora con
seriedad e indignación. - Ya quisiera usted hacer las cosas que esta mujer ha
hecho, ayudando a la gente en multitud de obras benéficas y no como los
charlatanes de sus iglesias. - Aplausos y abucheos casi por igual, mientras la
temperatura del debate subía por segundos. – Mucho predicar y nada de dar
trigo…
Kerria
iba a contestar ella misma al insulto de Carter, pero se sorprendió de la
defensa tan encendida que hizo Lucero, quizás fuera aún mejor tipo de lo que
pensaba. Se calmó y aplaudió a su compañero. Enseguida añadió en tono conciliador.
-Si para usted eso
es un insulto, le pido disculpas. No le he calificado de ese modo. Me limité a
expresar una hipótesis. No obstante, no seré yo la que ofenda a nadie en sus
creencias cuando pido respeto para mí y mis ideas. - Afirmó con tono conciliador.
-
Lench pareció satisfecho con eso. Después hubo un
cruce de conversaciones entre los invitados a propósito de aquello. El moderador
tuvo que insistir para poner orden y que no hablasen todos a la vez. Una vez
restablecida la calma, Mary dijo pausadamente.
-Kerria es mi amiga, pero yo no soy homosexual y
desde luego que ella nunca me ha hecho ningún tipo de proposición. Y si me la
hubiese hecho con decirle educadamente que no estaba interesada se habría
terminado la historia. Ella como la inmensa mayoría de las personas que
conozco, sean homosexuales o no, es muy respetuosa y diferencia muy bien la
amistad del amor. También tengo muchos amigos hombres y no me acuesto con ellos
por el mero hecho de que lo sean. Eso que usted dice es absurdo.
- Pero seguramente la señorita Malden podría tener
deseos sexuales hacia usted. ¿No se sentiría violenta si así fuera? - Le
susurró el reverendo con un tono de aparente complicidad. -
- No, en absoluto, es tan absurdo como lo otro. Si
mis amigos masculinos me miran o no con deseo eso lo sabrán ellos. Igual que yo
los puedo mirar o no de esa forma, - contestó Mary. - Aparte de eso, Kerria
tiene a su pareja, que como ha dicho por activa y por pasiva para quienes de
entre ustedes se obstinan en no admitirlo, es legalmente su esposa y de la que
lleva enamorada mucho tiempo, y es más fiel a ella que muchas parejas
heterosexuales lo son entre sí.
- Pero eso también es inmoral, - repuso el reverendo
que parecía tener infinidad de argumentos cuando añadió. - Las parejas
heterosexuales que vulneran el compromiso del matrimonio son inmorales. No
tiene que ver ni estamos dando a elegir. El señor Lench ya lo ha expuesto
antes. Ustedes siempre juegan con esa falacia. Únicamente presentan una
disyuntiva entre dos casos igualmente rechazables. Si son mejores unos
homosexuales fieles entre sí que unos heterosexuales infieles. Lo que define
esto, es que aquí ya no se deberían aceptan las bodas de personas del mismo
sexo. Como era antaño cuando todavía quedaba un ápice de moralidad en el mundo.
Y desde luego seguiremos presionando para que esa ley se derogue. Cuando sea
así, si Dios quiere. No estaría obligada a mantener ningún tipo de fidelidad
con la que dice ahora es su esposa.
- Entonces me da usted la razón- terció Kerria. - Por
el sólo hecho de no haber pasado por un formalismo y una tradición se puede ser
inmoral. Pues eso es para mí más inmoral si cabe, e hipócrita por añadidura. Mi
pareja y yo tenemos una promesa mutua de fidelidad. Refrendada por una
ceremonial legal también. Y ustedes verían bien que ella o yo la rompiéramos
siempre y cuando fuese con un hombre. ¿Dónde están sus principios entonces?
- Eso demostraría que ustedes estarían guiadas por
la lujuria. Y tampoco será correcto. - Dijo Carter admitiendo para sorpresa de
sus antagonistas. – Al menos por lo que usted dice, son fieles la una a la
otra. Eso lo respeto. Sin embargo, no puede haber infidelidad si no hay
compromiso de veras. - Matizó de modo inmediato. -
- ¿Por qué no va a ser verdadero? - inquirió Lucero.
- ¿Sólo porque no hay una correspondencia con lo que ustedes consideran que
debería ser?
- Pero si incluso tenemos papeles. Ya se lo he dicho,
nos casamos hace años. - Informó Kerria ya casi con irónica sorna. -
- Pero eso no sirve de nada a los ojos de Dios, -
rebatió inmediatamente Carter - Es papel mojado. Ya dije antes que las leyes
humanas muchas veces van en contra de la Palabra del Señor.
- ¡Es increíble! - espetó Mary. - En cambio, una
pareja como la de ella, que se respeta y se quiere durante años no vale de
nada, una de heterosexuales casados que se odien y tengan que pedir el
divorcio, eso lo ven ustedes mal también. Pero si se soportan y viven siendo
desgraciados les parece maravilloso. ¿Qué importa aquí? Sus arcaicas leyes o la
felicidad de las personas.
- ¡Las leyes del Señor no son arcaicas, son eternas!
- Intervino el reverendo saltando como un resorte, con una pretendida
indignación. - Él las dictó por una razón, precisamente evitar el caos y la
abominación del género humano. Y ya tuvimos un aviso de las consecuencias del
inicuo proceder de la Humanidad. Ustedes siguen tentando la suerte… Nuestro
Señor es misericordioso pero el cáliz de su paciencia podría estar pronto a
colmarse y eso nos pone en riesgo a todos. Deberían pensar en ello.
Todos
guardaron unos instantes de silencio. Aquello bien podría ser la introducción
del segundo tema de debate. No obstante, el moderador les indicó, tratando de
reconducir la situación y eliminar la tensión que se había generado.
-Por ahora no nos salgamos del asunto que estamos
debatiendo, por favor.
Y
dicho esto le dio la palabra a Lucero que comentó no sin una buena dosis de
sorna.
- Y ustedes son los únicos que saben lo que quiere
Dios, claro. Han charlado con él. Son los iluminados.
- Nosotros sólo aplicamos la doctrina que está
escrita. - Contestó el reverendo. -
- Hay una llamada-
advirtió el moderador tratando de cortar la escalada de tensión - ¿Sí?
- Hola, - sonó una voz de hombre algo dubitativa. -
- ¿Quién es? - Inquirió Clarence. -
- Soy aquel muchacho al que se han referido antes,
la que llamó fue mi hermana.
- ¡Qué interesante! ¿Cómo se llama usted?
-Prefiero que me llamen John. - Contestó el
interpelado. -
-Muy bien, y díganos, John. - Le preguntó el
presentador - ¿Es cierto eso que nos contó su hermana? Rompió aquel póster al
saber que su cantante favorita era homosexual.
- Yo era un niño entonces, y para mí, ella era la
chica más guapa del mundo y la que mejor cantaba. A esa edad siempre existen enamoramientos de
esa clase y tuve una gran desilusión, incluso tiré algunos de sus CD s - la
cámara enfocaba a Kerria que mantenía un semblante serio e incluso algo apenado
mientras oía aquello, pero el hombre añadió. - Aunque tardé, me di cuenta con
los años de que era una tontería juzgar a las personas sólo por eso, ella
cantaba y canta muy bien. Así que volví a comprar los discos que había tirado y
los que salieron después. – Hubo un silencio y entonces aquel hombre añadió con
tono más suave y cómplice. - Te escuché hablar con tu novia de entonces, en el
estudio de grabación, es una historia larga. – Reconoció preguntando casi más a
modo de afirmación - Ella se llamaba Samantha, ¿verdad?
- Sí, - asintió Kerria, desvelando con satisfacción
y orgullo - y se sigue llamando así. Aún continuamos juntas y ahora es mi
esposa y también madre de nuestro hijo.
Tras
unos breves aplausos de su sector, Clarence pidió un poco de silencio, y ese
individuo al teléfono añadió.
- Era muy simpática y nos guio por los estudios,
nosotros os escuchamos. Bueno, un amigo y yo, nos perdimos por allí y os oímos
sin querer. –Se justificó aquel joven, añadiendo con pesar. - Tú llorabas por
lo mal que te habían tratado algunas personas al enterarse de tu confesión. Eso
comenzó a hacerme cambiar de opinión. Pude darme cuenta de que las cosas no son
como parecen y debe ser duro que te rechacen sólo por lo que sientes.
- Sí que lo es - afirmó su interlocutora de manera emocionada
al recordar aquellos días. –Es muy duro, te lo puedo asegurar. Sobre todo,
cuando solo deseas vivir tu vida en paz. Sin que nadie te odie simplemente por tu
orientación sexual.
- Desde aquí Kerria te felicito, eras muy buena y
seguro que lo sigues siendo. Y para mí, siempre serás mi favorita, sin
desmerecer a las demás del grupo. Todas habéis luchado mucho por lo que parece.
Sois un gran ejemplo para el resto de la gente.
También admiro mucho la lucha que ha mantenido tu prima Katherine. Ojalá
que se cure pronto. Por favor, cuando la veas, díselo.
Aquellas palabras provocaron muchos aplausos y la
aludida respondió incluso tratando de no llorar.
- Muchas gracias, John, lo haré encantada y me
alegro mucho de que de niño crecieras hasta convertirte en un adulto con la
mente tan abierta. Si me das tu dirección, sería estupendo mandarte otro póster
de los que quedan aún en la discográfica, y éste irá dedicado personalmente
para ti con todo mi cariño.
- ¡Muchas gracias! - repuso la voz notablemente
emocionada. - Me haría muchísima ilusión.
- ¡Estupendo! - terció el moderador. - Siga a la
escucha por la otra línea y dé su dirección. Gracias por su llamada- el
interlocutor salió de antena dando las buenas noches. - Apasionante- añadió
Clarence – Sin embargo, damas y caballeros, estamos llegando al final de este
interesantísimo debate. Muchas gracias por sus llamadas, pero no hay tiempo de
poner a nadie más en antena. Bueno, un minuto, nos piden paso con insistencia.
¡Vaya, debe ser la noche de Kerria! Otra para usted. Buenas noches.
- Buenas noches, - se escuchó responder a una voz
femenina. -
- ¿Con quién hablamos?
- Me llamo Nancy Kurev. Soy doctora en el pediátrico
de New York.
- ¡Nancy! - Exclamó Kerria levantándose emocionada
del sillón. -
- Hola Kerria, cuánto me alegro de poder hablar
contigo otra vez- la saludó ésta. -
- Vaya, ustedes dos se conocen. - Inquirió Clarence,
tan sorprendido como el resto. -
- Así es, - repuso Nancy que explicó con palpable
agradecimiento en su voz. - Esa mujer de ahí, junto a sus compañeras, me
ayudaron a mí cuando era una niña. Yo estaba enferma de cáncer. No tenía muchas
esperanzas de sobrevivir, pero gracias a ellas logré sacar las fuerzas para
hacerlo. Ahora cuido de niños con el mismo problema que tuve yo. Estoy de
guardia en el mismo hospital en el que fui paciente y cuando la vi en pantalla
no pude dejar de llamar.
- ¡Qué alegría! ¿Cómo estás, tesoro…? - Le inquirió
emocionadamente Kerria que estaba otra vez a punto de llorar. -
- Muy bien. Te mando recuerdos de Marian, para ti y
las demás. - Respondió Nancy emocionada también. - Ella es ahora la directora
del pabellón.
- ¿Qué edad tiene usted ahora?, si no le importa
revelarlo. - Le preguntó Clarence visiblemente interesado. -
- Ahora tengo veintisiete años. Conocí a las
Justices con apenas siete.
- Entonces, le ayudaron mucho, ¿llamaba para decir
algo más o sólo quería dar las gracias?,- le inquirió el moderador. -
- Para las dos cosas- contestó Nancy agregando no
sin algo de emotividad y con mucho afecto. - Kerria es una de las mejores
personas que he conocido. Amable, cariñosa y generosa. Como sus amigas. No es
justo que la martiricen con esos comentarios tan ofensivos ¡Animo Kerria!
- Muchas gracias, Nancy, cuídate mucho, cielo. -
Sollozó ésta. –
Y esta vez lo hizo entre los aplausos del público
sentado en el sector rojo e incluso parte del ubicado en el azul, realmente conmovido
por aquellas palabras.
- Muchas gracias, pero debemos cortar ya- dijo
Clarence que pareció asimismo impresionado. -
Tras
despedirse la llamada desapareció de antena y el presentador retomó la palabra.
- Ahora, - añadió dirigiéndose a los invitados. - Les
debo pedir que hagan sus últimas aseveraciones sobre este tema. Antes de
cambiar al otro debate. Porque nos hemos pasado de hora.
Y señaló con su mano el banco azul,
el primero fue Carter.
- Pese a estas llamadas que nos ha emocionado a todos,
hay algo que está claro, las leyes de la moralidad están muy definidas. En
nuestra educación y nuestros principios. Hay cosas que están mal, pero las
personas que actúan mal siempre se justifican de algún modo, aludiendo a su
propia ética personal. ¿Qué pasaría si en base a la ética personal del
destripador de Boston le hubieran dejado actuar impunemente?
- Gracias- le dijo Clarence, pasando al otro bando.
- Señorita Akers.
- Creo que ante todo tiene que respetarse la
libertad de cada persona, mientras no dañe a los demás. Y no querer hacer una
especie de cruzada contra los fantasmas que mucha gente tiene en sus propias
mentes.
- Señora Higs,- dijo el presentador pasando
nuevamente al banco azul. -
- Yo, como madre, sólo me preocupo por lo que pueda
afectar la educación de mis hijos. Y que tengan muy claras las normas de
conducta a seguir. No podemos dejar que algo tan básico como las normas morales
que salvaguardan nuestra comunidad se pisoteen.
- ¿Usted, señor Lucero? - Preguntó Clarence mirando
nuevamente hacia el banco rojo. -
- Pues… que menos pontificar con la vida de los
demás y más meterse en sus asuntos. Como decían antiguamente, vive y deja
vivir, que yo no me meto contigo, tío. O sea que estoy de acuerdo con Mary, -
aplausos y risas en su zona. -
- ¿Reverendo? - Inquirió el moderador extinguidos
los aplausos. -
- Me temo que se han dicho muchas cosas aquí,
algunas muy serias. Yo únicamente quisiera llamar a las conciencias de todos.
No podemos dejar de lado la palabra de Dios sólo porque no se ajuste a nuestros
intereses, aunque nos creamos que son muy lícitos, pero, yo pregunto. ¿Quién va
a saber más? nosotros, pobres mortales o Dios todopoderoso. - Aplausos entre el
sector azul. -
- ¿Y usted señora Malden?,- preguntó Clarence
dirigiéndose a Kerria para concluir. -
- Es cierto, se han dicho cosas importantes, pero,
realmente no sé si hemos sacado a la luz la verdad. Yo he visto cosas muy
reprobables llevadas a cabo en nombre de esas Leyes Divinas que el reverendo
alude. ¿Acaso es lícito torturar o hacer la guerra en nombre de Dios? ¿Recaudar
dinero que luego puede ir a otras manos bien distintas que los más pobres o
marginar e insultar a los que no aceptan esas premisas? - Aplausos para Kerria
que remachó. – Y lo digo yo que he sido educada en la fe católica. No dudo de
que existe un Dios que nos ama a todos, y sé que hay muy buenas personas que
hacen obras benéficas en su nombre. Pero me temo que esa famosa ley sagrada que
algunos le atribuyen es demasiado moldeable según quien la interprete y cuando.
El
reverendo quiso responder, pero Clarence se anticipó.
- Lo siento, de verdad, pero nuestro tiempo ha
llegado a su fin. Volveremos tras la publicidad con otro interesante tema. ¿Es
necesaria la presencia de los reyes de la Tierra o es nuestro mundo capaz de
dirigir su destino sin ellos?...
Y
en tanto aparecían anuncios, en la casa de los Malden, fue Roy quién comentó
con patente interés e incluso cierta dosis de preocupación.
-Ahora sí que se van a poner las cosas serias de
verdad.
Sam
y Bertie asintieron sin decir nada más. Esa cuestión dividía a las gentes incluso
más que la anterior. En el plató, entre tanto, algunos invitados se cambiaron
de asientos. Carter Lench se marchó y Mary Akers, hasta entonces compañera de
banco de Kerria, se pasó al lado contrario. Aunque un nuevo polemista llegó
entonces. Éste se sentó junto a la abogada. Era un conocido miembro de la
fundación de lucha contra la drogodependencia. Un hombre hispano, de mediana
edad, llamado Carlos López. De modo que, a la vuelta de la pausa para los
comerciales, el presentador dio a conocer los cambios en los grupos y comentó.
-Pasamos a debatir el segundo tema. Antes pondremos
en antecedentes a nuestros espectadores.
Se
dio entrada a un total televisivo en el que se mostraban imágenes de aquella
histórica sesión en la Asamblea de las Naciones Unidas donde se proclamase a
sus Majestades y otros momentos en los que aparecieron los soberanos y las
princesas planetarias. Al lado incluso de las Justicieras. Kerria no pudo
evitar sonreír al reconocerse ella misma, tan joven, con el uniforme de la Dama
del Hielo. Eso sí, su madrina Ami también estaba, tan joven como la recordaba
desde pequeña. El hombre a su lado, Carlos, también le era familiar. Juraría
haberle visto antes. Enseguida lo recordó cuando apareció en otras imágenes
junto a la princesa Venus y a su propia prima Katherine. Entre tanto, la voz en
off de ese minidocumental narraba.
-Han pasado ya veinte años desde la proclamación de
sus majestades los Reyes de la Tierra. Ahora, tras la perspectiva del tiempo,
han surgido voces cuestionándose el porqué de esos nombramientos. Realmente,
¿Debe nuestro planeta tener reyes? ¿Eso es algo que deba transmitirse? Muchas
voces se alzan ahora en desacuerdo, en tanto otras muchas lo defienden…
-Muy bien, damas y caballeros. – Habló Tay dirigiéndose
a ambas partes. - Vamos a ver cuáles son sus opiniones al respecto. Empezaremos
por los que no creen adecuado la existencia de este título. Señorita Akers.
-Verá Clarence, en mi opinión los ciudadanos de este
planeta debemos ser iguales en derechos y votar libremente a nuestros
representantes, la monarquía está fuera de lugar. Hoy día no representa papel alguno.
- Afirmó la joven. -
El
conductor del programa asintió, en lo que parecía convenir con esas aseveraciones,
aunque enseguida le concedió la palabra al otro lado, fue el recién llegado
quién afirmó.
-Para mí, la monarquía terrestre de los reyes
Endimión y Serenity ha hecho mucho por nuestro mundo. Sin ir más lejos, lo
salvó. Y durante todos estos años siempre han tratado de participar en causas
nobles. Yo mismo puedo decir que he colaborado activamente con su alteza la
princesa de Venus en la fundación que preside e impulsa contra la
drogodependencia y el apoyo del cuidado a la infancia. También la Princesa de Mercurio
nos ha ayudado mucho en su cargo como embajadora ante la OMS.
Ahora
la palabra pasó a Debra Higs quién argumentó.
-No creo que nadie venido de fuera de nuestro mundo
nos tenga que decir cómo debemos hacer las cosas. A mí casi me pareció una
especie de rendición. Con esos individuos que brillaban a lado de esos reyes. ¡Parecían
sus matones más que otra cosa! Si tanto nos quieren podrían dejarnos encauzar
nuestro destino. Durante muchos miles de años no nos han hecho falta soberanos
para todo el planeta.
Kerria
se removió molesta en su sillón, pero no podía replicar nada a eso. Desde luego
no decir que su padre era un príncipe saiyajin y su tío Lornd había sido el
rey.
- ¡Así nos ha ido! - Intervino ahora Lucero Láser, recordando.
- Guerras durante miles de años y todo tipo de conflictos.
-Pero serían nuestras guerras, y nuestros
conflictos. - Terció Waters de forma más mesurada e incluso parecía que
reflexiva. Al afirmar. – Coincido con mis compañeras. En este mundo somos ya
mayores de edad. No precisamos de esa clase de guía. Y añado que, para los que
tenemos fe, se trata de un grave pecado. El título de Soberano de la Tierra le
corresponde a únicamente a nuestro Señor.
-Creo que nos estamos olvidando de algo fundamental.
– Tomo la palabra Kerria. - Los reyes nunca han querido imponer nada. Solamente
nos han prestado su ayuda cuando la hemos necesitado. También yo tengo el honor
de conocer a muchas de las princesas e incluso a los soberanos. Soy la primera
que no desea una institución que controle el planeta sin haber sido
democráticamente elegida. Pero éste no es el caso. Primero, fueron proclamados de
manera honorífica por votación de la ONU, segundo, no interfieren en asuntos
internos de este mundo.
-Al menos eso es lo que parece. De por sí, ese gran
y costoso palacio en Tokio que casi parece de cristal ha salido de los recursos
de las gentes de la Tierra. - Denunció Mary. - Y otras informaciones apuntan a
presupuestos secretos de muchos países que van directamente a esos reyes.
-Eso no consta en ningún registro oficial. - Opuso
el señor López alegando. - Hay mucha conspiranoia, como la de esos tipos del
proyecto Némesis.
-Ese es un tema interesante, - terció el
presentador, explicando a todos, polemista y público. – Como algunos quizás
sabrán, ese proyecto surgió de las mentes de algunos pensadores, científicos y
personas destacadas de muchos ámbitos sociales y culturales. Criticaban esa
especie de vida tan, digamos dilatada de la familia real y las princesas.
Tachándola de anti natural.
-Coincido plenamente. – Apostilló el reverendo Waters.
- Algo así no puede ser más que fruto de las acciones del Maligno.
- ¿Por qué? - Le inquirió Kerria con tono indignado.
- A lo mejor su metabolismo o su naturaleza es distinta y viven más que los
humanos corrientes. Pero ¿por qué tiene siempre la manía de descalificar todo
lo que no entiende o no comparte como si fuera cosa del demonio? ¿Acaso sus
Matusalén y Noé, no vivían centenares de años según la Biblia?
-Mira, en eso también te doy la razón, Kerria. -
Añadió Lucero comentando. - La verdad sea dicha, hace algunos años me hubiera
sentado en el lado contrario. Pero conocí a la reina Serenity y al rey
Endimión. Son muy buenas personas. Me dijeron que lo único que deseaban era
ayudar cuando les necesitásemos.
-Entonces que se vayan a su mundo. Según ellos, la
Luna, y se queden allí hasta que les llamemos. - Terció Mary. -
-En la Luna que sepamos existe otro reino, que
también es amigo de nuestro planeta. - Remarcó el presentador introduciendo
otro total. -
Aparecieron
imágenes de su majestad la reina Neherenia, también muy joven, visitando la
Golden State College, donde cursó la carrera de magisterio. Kerria volvió a
sonreír. Su prima Idina aparecía allí, junto a su gran amiga Nehie, la misma
que ella conoció también cuando las tres eran niñas. La que apareció en ese
espejo. Con la que estuvieron en ese sueño de Nancy. ¡Si todo el mundo hubiera
podido tener la oportunidad de conocer a esa chica, ahora reina, y a los
soberanos y las princesas de cerca, este estúpido debate quedaría zanjado
enseguida! Pero, por otra parte, ella misma se hacía cargo de algunos de los
recelos de esas gentes. Es fácil temer a personas tan poderosas e influyentes,
más cuando no se las conoce.
-Muy bien. - Dijo Tay cuando terminaron de poner
esas imágenes. - Sus opiniones…
-Ésta al menos se queda en la Luna. - Observó Debra
no sin retintín. -
-Son nuestros amigos, además, su Majestad la reina
Neherenia, está casada con un miembro del pueblo de los guerreros del espacio.
Que también son aliados de la Tierra. - Les comentó Carlos. -
-Sí, esos tipos que brillan. - Comentó Mary, no sin
cierta sorna, para añadir con creciente inquietud. -Otra cosa igual, ¿quiénes
son? ¿Ante quiénes responden? Con esos poderes son incontrolables. Podrían
fácilmente destruirnos el día que les plazca. - Sentenció levantando murmullos
entre el público más cuando remachó. - ¿Qué clase de criaturas son?
- ¡Son personas como cualquiera! - Le replicó una
molesta Kerria levantándose de su sillón para sorpresa del resto y agregar. -
Tienen sentimientos y son cumplidores de la ley. Eso te lo aseguro. Conozco a
algunos de ellos y jamás han pensado ni pensarán nada que ponga en peligro la
vida en este planeta. Al contrario, gracias a su valor y sentido del deber,
estamos a salvo de muchas amenazas.
Su
interlocutora la observó ahora con gesto de asombro. Parecía que su amiga se
hubiera tomado aquello de un modo muy personal. Pero se rehízo enseguida para
declarar.
- ¡Vaya!, te veo muy informada.
-Porque, como ya te he dicho. Conozco bien a algunos
de ellos. - Afirmó la interpelada, aunque ahora con un tono más bajo y trémulo
de voz. - No son como tú crees.
- ¿De qué los conoces tanto? - Quiso saber Mary con
un genuino sentimiento de curiosidad, secundado por el resto de los presentes.
-
-He tratado con ellos. - Se limitó a replicar con tono
trémulo. - Y hasta he podido coincidir a menudo en algunas audiencias y actos
oficiales.
Estaba
nuevamente atada. ¿Qué podía añadir? Que ella misma era hija del hermano del
que fuera rey de los saiyajin. ¿Qué su propio padre era un guerrero del
espacio? Estaba claro que ese anuncio
perturbaría a la gente muchísimo más que su condición sexual. Y, además, el
reconocer que era lesbiana era algo que le afectaba solamente a ella. Pero
decir abiertamente que tenía sangre de los saiyajin incluía al resto de su
familia. Por suerte, no tuvo ocasión de añadir nada más…
-Creo que si hubiesen querido conquistarnos o algo
así lo habrían hecho hace mucho tiempo. - La apoyó Lucero para afirmar. - No
parecen malos tipos. Y estoy loco porque me digan qué laca usan para mantener
esos pelos tan arriba.
Este
último comentario levantó las risas del público, incluso las de los polemistas.
Kerria se rio también agradeciendo ese toque de humor y ese capote para
suavizar un debate que se estaba tensando por momentos. Aunque enseguida se
restauró la polémica con la siguiente intervención de Mary.
-Si no recuerdo mal…dijeron habernos librado de una
amenaza. Amenaza que nadie supo cómo apareció. Y terminaron con ella
simplemente utilizando un haz de luz. A veces no puedo evitar sospechar si
aquello no fue una maniobra para hacernos creer que estábamos en peligro. Y que
precisábamos ayuda. – Declaró la joven haciendo que el público cuchichease de
nuevo al hilo de esa suposición. -
-Escucha. Yo estuve allí, sé lo que vi. Y los
poderes que nos atacaron eran bien reales. La reina Serenity, el rey Endimión,
la reina Neherenia y la princesa Usagi, junto con más personas, nos salvaron
del fin del Mundo. ¡De eso no tengo duda posible! - Replicó Kerria provocando
más murmullos en la sala. -
-Como ya expuse anteriormente, pudo ser una señal de
Dios Todopoderoso para que moderásemos nuestro comportamiento. - Terció el
reverendo que paradójicamente parecía darle la razón a su antagonista con ese
comentario, aunque se apresuró a matizar. – Si esas mujeres fueron o no
instrumentos para darnos una advertencia no lo sé. Pero si alguien se apiadó de
nuestro planeta fue el Señor.
-Pues, no se ofenda reverendo, pero yo no vi al Señor.
- Repuso Lucero no sin ironía en el tono. - Vi a esas tres y a otros cuantos
batiéndose el cobre por todos nosotros. Y a todos esos de los que ustedes
sospechan y murmuran, estar ahí para defender este planeta, no para destruirlo,
ni conquistarlo.
-Bien pudieran ser ellas unas enviadas de Dios. -
Quiso añadir Carlos para suavizar el clima de tensión que nuevamente aumentaba.
-
-De todos modos, y al hilo de estas reflexiones,
tenemos una intervención de alguien que prefiere permanecer en el anonimato. -
Les comentó el presentador dando paso a una llamada. -
La
voz de aquel tipo sonaba algo fría y grave, pero de un tono suave y educado al
tiempo cuando saludó.
-Buenas noches a todos. Nosotros tenemos algo que
aportar.
-Bien, pues usted dirá. - Intervino Tay invitándole
a continuar. -
-Durante años hemos estado observando la conducta de
esos llamados reyes de la Tierra. También conocemos a muchos de los
representantes del proyecto Némesis. En realidad, somos un grupo que coopera
con ellos. Que aspiramos a devolver a la Tierra a sus legítimos dueños, los
seres humanos.
-No sabía que nos la hubiesen arrebatado. - Le
interrumpió Kerria con sarcasmo. -
-Ese es su problema señorita Malden, el suyo y el de
otros muchos como usted. Solo ven el envoltorio. Y son víctimas de su
admiración por esos seres. Pero todo esto obedece a un plan trazado desde hace
ya mucho tiempo. La señorita Akers y el reverendo llevan mucha razón. Aunque no
saben hasta qué punto. Es antinatural la forma en la que esas criaturas
prolongan su vida y quieren hacer lo propio con todos nosotros.
- ¿Y eso le parece mal? No tenía ni idea, la
Humanidad lleva luchando toda su historia por vivir más y mejor, ¿y eso a
ustedes les molesta? - Terció Lucero con tono pleno de incredulidad. -
-No nos molesta cuando se ha hecho por medios
naturales y con los avances de la ciencia que tanto le han costado ir
adquiriendo al ser humano a costa de su entrega, tesón y sacrificio. Pero sí
cuando se recurre a la magia y otros artificios para conseguirlo. - Opuso
aquella voz alegando. - Nuestro grupo se opone a los intentos de los habitantes
de la Luna Blanca y la Luna Nueva por dominarnos. Por oposición a ellos, nos
hacemos llamar Luna Negra…y luchamos por impedir que acaben controlando a la raza
humana y esclavizándola para servirles. ¡Dios no se lo permita!
Al
oír este nombre Kerria palideció, recordaba cuando su madre le contase la
historia de su vida y la de sus tías. Todos provenían de Némesis y servían a un
clan con ese mismo nombre. Lo mismo le sucedió a Bertie cuando escuchó eso en
el domicilio de los Malden. Sam la observó preocupada, su suegra había abierto
la boca y llevado las manos al rostro se había quedado lívida.
- ¿Qué te ocurre, Bertie? - Inquirió con sorpresa. -
¿Te encuentras bien?
- ¡Dios mío! Esto no puede estar sucediendo. - Pudo
balbucear la anciana. -
-Cariño…- Intervino un asimismo preocupado Roy
tomando las manos de su esposa. - Esos son…
-El nombre del clan fue inspirado por el Sabio. Él
legó esa marca a Diamante cuando era el príncipe de Némesis. Pero ese Sabio
vino de alguna parte… recuerda el que destruimos aquí, en este tiempo, cuando
luchábamos contra los demonios. A veces he pensado que… ¡Santo Cielo!, ojalá no
sea verdad…Pudiera ser que hubiera más de uno de esos Sabios. ¿Y si el que nos
manipuló en el siglo Treinta viniera de este momento?
-Sí…eso pudiera tener sentido, pero jamás percibimos
la presencia de ningún otro. Y los demonios desaparecieron cuando les vencimos.
- Opuso Roy. -
-Pero… ¿Y si él no fuera un demonio? - Le preguntó
su asustada esposa dejándole meditar aquello con un escalofrío recorriéndole la
espalda. - ¿Y si no pudierais
percibirle?
Roy
le dedicó entonces una mirada perpleja. Jamás pensó en eso. Ahora también
estaba visiblemente asustado por esa posibilidad. De lo poco que lograba
recordar de cuando fuera poseído por Armagedón y estuviera junto a Valnak, pudo
comprobar que éste no tenía idea de quién o qué era ese Sabio. Y que no hablaba
de él como de uno de los suyos. Entonces, ¿Quién había sido aquel extraño y
terrible ser, que hasta inspiraba la desconfianza y la prevención a ese
demonio?
-Tendremos que llamar a Diamante y a los demás. A
ver qué opinan. - Le comentó a su mujer.-
Samantha
los miraba a ambos ahora con expresión de no comprender nada, aunque fue su
suegro quién le comentó.
-Hace años que te contamos la historia de la
familia. Nuestras batallas y otras peripecias, pero te hicimos un resumen. Para
que entiendas esto en su auténtica dimensión debemos explicarte las cosas con
más detalle, Sam. En cuanto el programa termine lo haremos.
La
muchacha asintió. Aquello parecía ser realmente grave, incluso pudo ver por
televisión la expresión de su esposa cuando la enfocaron. Parecía haber visto
un fantasma. Entre tanto, el programa proseguía con la intervención del
reverendo Waters que se mostraba tan sorprendido como el resto del público
cuando admitió con tono reflexivo.
-Eso tiene mucho sentido. Bien pudiera ser lo que
este caballero nos dice.
- ¡No, no lo es! - Rebatió Kerria saltando como un
resorte y acusando sin amilanarse. - Esa organización no busca salvar a la
Tierra. ¡Son ellos quienes desean dominarla y destruir el posible reino de paz
que pueda implantarse en nuestro mundo! ¡Son ellos los auténticos invasores!
Ahora
hubo un denso silencio en el plató. Hasta sus compañeros de banco la observaron
con cara de sorpresa.
-Esas son calumnias propagadas desde la Luna Blanca
y desde sus círculos mediáticos. ¡Los lunáticos serviles como usted! - Replicó
su interlocutor con tono irritado. - Aquellos que reparten vanas promesas de
vida eterna en la Tierra. Algún día comprenderán que el Fantasma de la Muerte
es necesario…
Kerria crispó su expresión y estaba a punto de
responder. La mención de aquel personaje la había dejado horrorizada, a su vez
el público había comenzado a murmurar de nuevo. Ese calificativo de lunático se
usaba como insulto, no solamente por su connotación de locura, y levantaba
bastantes ampollas entre parte de la población. Los designados así eran prácticamente
acusados de tener favoritismo por su relación con la familia real de la Luna…
- ¿Qué? - Pudo replicar la abogada con los ojos
abiertos de forma desmesurada. - Eso es…
- ¿A qué se refieren con eso? - Inquirió el mismo
reverendo, con idéntico asombro. ¿Qué es eso del Fantasma de la Muerte?
-Es una alegoría a la inevitable conclusión de toda vida.
- Repuso enigmáticamente aquella voz, que, con un talante mucho más cordial, le
aclaró a Waters. - Usted, como religioso puede comprenderlo. Se debe morir para
poder trascender. Es el modo en el que, algún día, nos reuniremos con nuestro
hacedor. Por eso se da cuenta de la falsedad de los soberanos terrestres. Ellos
desean impedirlo con su apariencia de prosperidad y vida eterna. Pero es solo
una ilusión. Como dicen las escrituras. Ancha y lujosa es la puerta que conduce
a la perdición…
-Sí, es cierto. - Convino el reverendo que parecía
perplejo al remachar. - Eso dicen… y estrecha la que lleva a la Salvación.
- ¿Están insinuando que los reyes son la perdición?
- Terció Lucero que pasó a descalificar con su habitual tono entre irreverente
y mordaz. - ¡Están ustedes como cabras, amigo! Aquí los únicos fantasmas que
hay son ustedes…de la muerte no sé. Pero de la tontería un rato.
Sin
embargo, ese interlocutor misterioso ni se dignó replicar al cantante y sí
añadió en tono desafiante dirigiéndose a Kerria.
-Usted sabe de sobra lo que queremos decir, señorita
Malden. Y su familia no es ajena tampoco a ello. Conocen muy bien el
significado de la palabra traición…
- ¡Si vuelve a nombrar a mi familia una vez más le
aseguro que le demandaré por difamación y calumnia! …No pararé hasta
identificarle. -Amenazó ella con creciente enfado. -
Y tras un espeso silencio y muchos más murmullos entre el público tuvo que ser el presentador quién interviniera. No deseaba alimentar esa polémica en exceso. Además, viendo que el tiempo del programa estaba próximo a concluir, terció en tanto despedía esa llamada con bastante apuro.
-Bueno, ruego a todos que haya calma. En cualquier
caso, muchas gracias por su aportación al debate.
Aquel
misterioso interlocutor no replicó, solo se escuchó el sonido de un teléfono al
colgarse. Cinthia estaba muy atenta a todo eso. Desde luego no había esperado
que las cosas se pusieran tan interesantes. Estaba allí con otros propósitos,
pero lo que oía reforzaba su determinación. ¡Allí estaba la causa de todo el
mal! Se ocuparía personalmente de solucionarlo. Ya se lo advirtieron, ten
cuidado. Pero ella aceptó cumplir con esa tarea y de paso poder arreglar sus
propios asuntos. Un poco más de paciencia, enseguida tendría su oportunidad…
-Lamentablemente, pese a que este asunto es tan
interesante, nos hemos quedado sin tiempo. Es el turno de la ronda final. -
Anunció Tay dirigiéndose nuevamente a los participantes en el debate. - ¿Sus
últimas conclusiones sobre este tema?
Primero
tomó la palabra Debra que declaró.
-Me he quedado muy sorprendida con ésta última
llamada. Espero que las cosas no lleguen tan lejos, pero razón de más para
revisar la política de nuestro mundo acerca de esos reyes.
-En mi caso, no tengo dudas. Los soberanos han hecho
mucho bien, igual que las princesas planetarias o las justicieras, que muchas
veces las han ayudado a defender la paz y la justicia. - Remachó Carlos. -
-Pues a mí me preocupa y mucho, el grado de poder y
de influencia que tienen seres extraterrestres en nuestro planeta. - Afirmó Mary.
- Las naciones Unidas y los gobiernos de este mundo deberían tomar cartas en el
asunto. Y más tras lo que hemos escuchado.
-No creo que sea para tanto. - Rebatió ahora Lucero.
- A mí me dan más miedo esos tipos de la alianza de Némesis y el que ha
llamado, ese de la Luna Negra. ¿Qué pruebas tienen de lo que han dicho? A mí me
parecen unos enajenados. Yo solamente he visto a las princesas, a los reyes de
la Tierra y a las propias justicieras y los guerreros dorados, hacer el bien y
auxiliarnos. Ya mis padres me lo contaban.
-Quizás eso sea un truco o una conspiración. A veces
para ganar la confianza hay que fingir ser un cordero y disfrazarse como tal,
aunque se sea un lobo. - Comentó ahora Waters. – Y la cita que hizo ese
misterioso comunicante del evangelio pudiera ser muy apropiada…desconfiad de
aquel que se presenta envuelto en luz pues para el príncipe del engaño esa es
una de sus formas favoritas. - Declaró a modo de teatral conclusión. -
- He tenido la ocasión de conocer a muchas de las
princesas planetarias, a los soberanos, así como a alguna de las justicieras y
puedo asegurarles que lo único que desean es la paz y la prosperidad para este
planeta. Siempre ha sido así y siempre lo será. - Sentenció Kerria con el mayor
tono de convicción que pudo expresar, al tiempo que trataba de calmarse. - Esos
tipos de la Luna Negra y de Némesis son unos mentirosos y unos manipuladores.
¡Ellos son el verdadero peligro!…
Aunque
la airada voz de un miembro del público la cortó de improviso y les hizo a
todos girarse cuando ese energúmeno gritaba.
-La Luna Negra tiene razón. ¡Malditos lunáticos
hipócritas! ¡Tú! - Sentenció señalando a Kerria con un dedo acusador. - Eres uno
de ellos, ¡traidora a la raza humana!
-Por favor, caballero. Le ruego que tenga la bondad
de abandonar el plató. - Le pidió Tay haciendo gala de un control y una
entereza admirables. -
Aunque
ese tipo, ajeno a razonamientos, prosiguió con su perorata de acusaciones…
- ¡Eres una sierva de esa puta de Serenity y de su
corte de princesas de la abominación! ¡Zorra invertida y embustera! Tú y los tuyos
estáis condenados…
-Seguridad, por favor. Escolten a ese hombre fuera
del plató. - Terció Clarence con tono más cortante, aseverando. - No vamos a
permitir amenazas ni insultos de ningún tipo contra nadie de los presentes. -
-Por favor, señor, modérese. - Le pidió incluso el
reverendo, cuando dos fornidos vigilantes se hacían con ese tipo y trataban de
sacarle de allí. - Ese no es el camino. - Remató Waters. -
Por
increíble que pareciera algunas personas del público hicieron causa común con
ese agitador aplaudiendo sus palabras y abucheando incluso a los miembros de
seguridad. Sin embargo, la mayoría de los presentes ovacionó la intervención de
los guardias y abucheó a su vez a ese energúmeno. Entre tanto Kerria apenas era
capaz de dejar de mirar a aquel tipo de mediana edad, cabellos largos y barba
cana, que era ahora arrastrado por la seguridad del estudio hacia el exterior.
Ante aquello Cindy no pudo evitar sonreír.
-Todo como estaba previsto.
- Pensaba con regocijo. -
Por su parte el envarado presentador asintió
despacio dirigiéndose a la cámara para declarar.
-Pedimos disculpas a la audiencia por este
lamentable incidente. Especialmente a la señora Malden.
Kerria
asintió sin querer dar más importancia a aquello…Tay aprovechó entonces para
despedir el espacio.
-Pues esto ha sido todo, damas y caballeros,
esperamos que el programa haya sido de su agrado. Volveremos la próxima semana
con más temas de actualidad.
Aplausos
del público y títulos de crédito desfilando en tanto los invitados se
levantaban e intercambiaban saludos y conversaciones. Sus suegros aún se
miraban con expresión demudada.
- ¡Pobre hija mía! - Pudo decir una todavía impactada Beruche. -
-Era un maldito loco. Por desgracia proliferan
muchos últimamente. - Masculló un enfadado Roy. -
Fue Sam la que se levantó apagando la holo tele.
-No debemos dar importancia a esa gente. Se
descalifican ellos mismos. Cuando Kerria vuelva hagamos como si nada.
-Tienes razón. - Convino Bertie. - Personas como
esas no merecen la más mínima pérdida de tiempo por nuestra parte.
-Es cierto. - Convino Roy afirmando con un tono más calmado.
- Estoy muy orgulloso de mi hija, incluso más viendo lo admirablemente que ha
llevado esas provocaciones.
Sus
contertulias asintieron, pensaban exactamente lo mismo. Fue Sam quiso dejar ya
ese tema.
- Bueno, pues tendremos que cenar ya. Kerria tardará
en volver. -
- Sí, iré poniendo la mesa - dijo Beruche. -
- Tengo hambre, - anunció Roy en un intento por
recobrar un tono más jovial - y después de este debate más aun, nuestra chica
les ha dado una buena lección.
- Ha estado nivelado - reconoció Sam más realista y
objetiva que su suegro. - Ese reverendo es un tipo muy hábil, sabe moderarse o
exaltarse según le conviene, ese tono tan suave y civilizado no es el que usa
con sus seguidores.
-A mí lo que más me ha preocupado ha sido esa última
llamada. - Musitó Bertie sin evitar volver a aquello. -
-Seguramente que serán una panda de locos. - Afirmó
Roy deseando restarle importancia. - Ya os digo que hay mucho chalado que entra
en antena a decir tonterías…y para mí que ese imbécil del público era un
agitador pagado por esos tipejos.
-Ojalá sea solamente eso, pero he visto la expresión
de Kerria y me he asustado. - Pudo decir Samantha. -
Roy
y Beruche la escucharon pensativos hasta que por fin Sam sonrió y añadió
tratando de desdramatizar incluso con una risa algo forzada.
- Pero ha estado muy bien. Para ser sincera creo que
ella y su grupo han ganado a los puntos. ¡Ja, ja!
Sus suegros rieron con Sam, tratando de olvidarse de
aquello. Pensando muy orgullosos en lo estupendamente que se había portado su
hija. Entonces Bertie le comentó a su nuera de nuevo con mayor seriedad.
-Ahora, hasta que nuestra hija llegue, te contaremos
toda la historia, Samantha. Y esta vez sin omitir detalles. Espero que de este
modo podrás comprenderlo todo.
Su
interlocutora asintió, preparándose para oír el relato más asombroso que jamás
hubiera escuchado. Kerria por su parte había vuelto al set de maquillaje tras
departir un poco con Lucero y Mary.
- ¿Estás bien, Kerria? - Se interesó su amigo roquero.
-
-Sí, gracias.
Muchas gracias. -Le agradeció ella. -
Aunque fue Mary quien le comentó todavía incrédula y
con prevención en su tono.
-Kerria, te conozco hace años. Hemos luchado juntas
por los derechos de muchos colectivos desfavorecidos. Pero no logro entenderte
en este tema. No justifico a esos locos, pero quizás algo de razón sí que
tengan
-Ya te lo he dicho en otras ocasiones. - Repuso la aludida.
- De veras. No es lo que crees, te equivocas con las familias Reales de la Tierra
y de la Luna. Tendrías que pasar algún tiempo viendo como ayudan a la gente…
-No soy una persona cerrada de mente. Ya me conoces.
Si de verdad es como tú dices no tendré inconveniente en cambiar de opinión. -
Afirmó Mary suavizando su tenso semblante con una sonrisa y estrechando la mano
de su amiga. - El tiempo dirá quién tiene razón.
Lo
cierto es que al ver la expresión de la cara de su amiga llegó incluso a
asustarse. Normalmente Kerria era apasionada cuando defendía sus puntos de
vista. Pero esto había sido distinto. El semblante de la abogada había estado
crispado por la ira y el miedo. No quiso ahondar más. Se limitó a despedirse de
ella que le devolvió el saludo y Kerria lo hizo a su vez con Lucero.
-Gracias por tu apoyo, como siempre. - Le sonrió agradecida.
-
-No hay de qué, ya sabes que siempre digo y canto lo
que pienso. - Sonrió también él agregando en tanto se alejaba. - Dale recuerdos
a Sam. Hace mucho que no la veo.
-De tu parte. - Repuso afablemente su interlocutora
dirigiéndose a la zona de su camerino. -
Carlos también
la saludó de pasada dándole recuerdos de Katherine. No obstante, el joven tenía
prisa y no se detuvo a charlar. Los demás invitados estaban ya listos para
marcharse y Kerria deseaba hacer lo mismo. Tenía muchas ganas de llegar a casa
y conocer la opinión de sus padres y de Sam de su intervención en el programa y
Brian...bueno, seguro que él lo vería mañana. Lo lamentaba por aquella última
llamada y sobre todo por ese enojoso incidente. No deseaba que su hijo sufriera
por ella. Se despidió asimismo del presentador, cruzó unas buenas noches de
cortesía con la señora Higs y se alejó. No obstante, el último al que vio fue
el reverendo Waters que, cortésmente inclinó la cabeza. Ella se le quedó
mirando durante unos segundos y le comentó con tono suave y conciliatorio.
-Pese a lo que pueda pensar, no somos el diablo, ni
mucho menos el enemigo. Pero esos tipos de la Luna Negra sí. Tenga mucho
cuidado con ellos.
El
interpelado se giró hacia ella y le sostuvo la mirada afirmando a su vez con
tono tranquilo.
-Y yo tampoco soy el fanático que cree. Pero tengo
mis convicciones como usted las suyas, señorita. No se inquiete, a mí tampoco
me han parecido de fiar. - Terminó sentenciando su interlocutor. - Hablaban con
demasiado odio…y tal y como le dije a ese energúmeno, ese no es camino.
- ¡Lástima que su amigo el señor Lench no se quedase
a este segundo debate! Le habría encantado esa intervención. - Replicó ella no
sin sorna. -
-Pese a lo que crea, Carter es algo impulsivo y a
veces obcecado. Pero no aprobaría lo que esos tipos le han dicho. Del mismo
modo que tampoco yo lo hago. Buenas noches, señorita Malden y cuídese. - Remachó
en un tono que parecía sincero. -
Ella
no replicó, aunque quedó gratamente sorprendida por esas palabras. El reverendo
hizo una leve inclinación de cabeza y se marchó a su camerino. Kerria suspiró
entrando en el suyo y comenzó a desmaquillarse...
-Ha sido un día
muy largo…- Pensaba. - Tengo ganas de llegar a casa y darme un baño, luego caer
rendida en la cama…
El
público desalojaba también. Cinthia se levantó de su asiento azul. Como el
resto de los asistentes se dirigió hacia la salida, pero al poco cambió de
dirección. Nadie vigilaba los pasillos de acceso a camerinos. Los agentes de
seguridad de los estudios estaban ocupados escoltando a los invitados hacia
fuera, en especial al reverendo. Otros se habían llevado a ese tipo y le custodiaban
hasta que llegase la policía. La joven se sonrió. Eso había estado planeado.
Aquel tipo, conocido en clave por Antimonio, tenía esa misión, su intervención
había estado preparada al final del debate precisamente para dejarle a ella el
campo libre. Y a juzgar por lo sucedido el éxito había sido total. De modo que,
inadvertida, ella pudo meterse por los bastidores y dirigirse hacia los
camerinos. Nada más leer el nombre de Kerria Malden en la puerta sonrió y abrió
despacio. La vio de espaldas y se acercó.
- Enseguida salgo, - le dijo esa mujer sin girarse al
escuchar pasos tomándola por alguien del personal de estudio. – Me voy ya.
- No se preocupe por eso- le respondió Cinthia. - No
hay ninguna prisa. Tenía ganas de conocerla personalmente, desde hacía mucho
tiempo. Bueno, en realidad la conozco, pero no se acordará de mí. – Añadió
tímidamente cerrando lentamente la puerta mientras entraba. -
Kerria
se volvió mirándola con interés y dedicándole una sonrisa a esa chica para
preguntarle.
- No lo siento, no te conozco. O al menos no me
acuerdo. Dime ¿Quieres un autógrafo?
- No, no es eso precisamente lo que quiero. - Sonrió
ésta ahora con malicia desabotonándose la blusa. – Verá, es que encuentro que
usted es muy atractiva…
- Oye, - sonrió su interlocutora a su vez, tratando
de suavizar el tenso ambiente que notaba a su alrededor. -Es tarde, estoy
cansada. Eres muy joven y yo estoy comprometida. Además, podría ser tu madre.
No estaría bien. - Argumentó pensando que esa chica era una admiradora
demasiado extremada. -
- ¿De verdad? ¿No me diga?,- sonrió Cinthia a su vez
para preguntar con voz melosa. - ¿Es que no me encuentra atractiva? ...Yo haría
lo que fuera por estar con usted…ya me comprende.
Kerria
la observaba atónita y apenas pudo decir templando su envaramiento.
-Mira…lo he dicho muy claro durante el debate. No te
confundas. Estoy casada. Quiero a mi pareja.
- ¿Así que era sincera? - Se sonrió otra vez aquella
muchacha clavando en ella una mirada extraña, Kerria pensó que incluso
enloquecida cuando remachó. - ¡Qué decepción!
Continuando
con su comedia, Cindy fingió trastabillarse y se llevó una mano al pecho.
- ¿Te pasa algo?,- le inquirió su interlocutora
visiblemente preocupada. -
- ¡A mí nada, pero a usted sí que le va a pasar
algo! - Le espetó la chica sacando entonces un largo y afilado cuchillo de
entre su ropa. -
La
agredida tuvo los suficientes reflejos como para esquivar el intento de
cuchillada de la chica, interpuso la silla entre ella y su agresora.
- ¡Pero por el amor de Dios!, ¿qué intentas hacer? -
Le chilló a esa muchacha sin todavía poder creerlo. -
- ¿Es que no es evidente? ¡Trato de hacer justicia!
- Escupió Cinthia acechándola a la espera de pasar al ataque eludiendo la
silla. - ¿No sabe quién soy? ¿A qué no? ¡Maldita lunática!
La interpelada,
atónita y asustada, negó con la cabeza. Entonces su agresora respondió con otra
pregunta.
- ¿Le dice algo el nombre de Cindy? Cindy Rice...
- ¿Qué? ¿Cindy Rice?,- exclamó Kerria atónita y casi
paralizada por el estupor - ¿Eres la hija de...?
- De Brian Rice y de su mujer, mi madre, Rebecca. Su
mujer hasta que se divorciaron por su culpa. Usted ha destruido mi familia.
Parecerá una santa incomprendida para los demás, pero a mí no me engaña. El
reverendo tiene toda la razón. Pero aun él se queda corto. Usted y las personas
con sus inclinaciones y creencias son destructivas para la moral y la sociedad.
Seguro que esas llamadas de apoyo son de homosexuales como usted o de gentes a
las que ha pagado.
- Estás equivocada… ¡no sé de qué me estás hablando!
- contestó Kerria contemplándola horrorizada. – cálmate, por favor.
- ¡Cállese!,- le chilló Cindy con un frío tono
enloquecido a la par que acariciaba el cuchillo arrinconando a su presa hacia
la pared. - Por su culpa, mis padres se divorciaron, la vida de mi madre ha
sido un infierno. Siempre discutiendo por su causa, desde que yo era una niña.
Nuestro padre nos dejó por usted. Me hizo declarar en el juicio contra ellos.
Quiso meter a mi madre en un psiquiátrico. ¡La odio, la odio con toda mi alma!
- Le escupió con tanta ira que a Kerria se le heló la sangre. – Y voy a
matarla…
- ¡Estás equivocada! Eso no sucedió así. - Quiso
rebatirle su contertulia con la voz entrecortada, a la par que esquivaba otro
intento de cuchillada. - ¡Por favor, entra en razón! Puedo explicarte lo que
pasó si te calmas.
-No escucharé sus mentiras. Es tan manipuladora como
lo son esa maldita reina Serenity y su marido. O como esas princesas. Tratan de
engatusarnos con bonitas palabras, pero nos hacen desgraciados. No intente
engañarme. Me lo han contado todo sobre los de su calaña… ¡Nos llevan por el camino de la perdición,
con embrujos! Son como los cantos de sirena. ¡La Luna Negra tiene razón! –
Exclamó con tinte triunfante mostrando un tatuaje en esa precisa forma y color
bajo su antebrazo para proclamar con orgullo enfermizo. - Yo soy uno de ellos.
Y acabaré con la hipocresía de los lunáticos como usted.
- ¡No, no puede ser!,- balbuceaba la aludida
moviendo la cabeza sin poder creer lo que escuchaba. -Pero sí sólo eres una
niña ¡Por Dios! Piensa en lo que intentas hacer. ¡Sería un asesinato!
- ¡Es lo que se merece, miserable zorra! No solo por ser una sirvienta de esa familia
de farsantes con corona. Sino sobre todo por lo que nos ha hecho, a mi padre, a
mi madre y a mí. - Sentenció Cindy una vez más, tratando de alcanzarla. – Hasta
ahora se ha librado. Pero ahora… ¡Va a pagarlo de una vez por todas! …Y luego
será el turno de esa drogata que tiene por compañera de grupo.
-No puedes hablar en serio. - Pudo decir una
horrorizada Kerria que ahora ya no solo temía por ella sino por Kathy y el
resto de su familia. - Piensa lo que quieres hacer…
-Ahora verá lo en serio que hablo. - Se sonrió
aviesamente su interlocutora, sentenciando con una mezcla de regocijo y odio. -
Y no se inquiete, más pensado no lo puedo tener. ¡He dispuesto de años para
prepararlo!…
Por
la cabeza de la atormentada muchacha pasaban recuerdos de peleas que sus padres
habían tenido. De cómo ella, en su cuarto, lloraba al escuchar sus gritos y
siempre el nombre de Kerria estaba presente en todas aquellas disputas. La
odiaba a muerte a ella y al resto de las Justices, y alguna que otra vez había
hecho pedazos posters o carteles propagandísticos del grupo. Incluso una vez,
rompió un Holo disco firmado que tenía su padre. Eso encima le valió estar una
semana castigada. Después, tras el divorcio recordó a su madre rota, teniendo
que ir a rehabilitación por darse a la bebida y al psiquiatra, al ser amenazada
por esa bruja hipócrita que tenía delante. Esa ramera lesbiana que ante el
mundo trataba de dárselas de santa. Por suerte cuando más desesperada estaba
unos individuos que dijeron pertenecer a la organización Luna Negra la
auxiliaron, a ella y a su madre. Le contaron la auténtica historia de los
manejos y conspiraciones que esos malditos de la Luna Blanca estaban tejiendo.
Además de ser, para sorpresa de la chica, quienes pagaron la deuda que
arrastraban por la minuta de ese caro bufete que su madre contratase. De hecho,
Rebecca hubo de hipotecar su casa para ello años atrás. Pero su enfermedad le
hizo casi imposible mantener empleos estables y estaba casi arruinada y
desahuciada. No obstante, esa gente fue muy amable con ellas. Se hicieron cargo
de todas las deudas y los gastos y las dijeron comprender perfectamente lo que
sucedía y quienes eran esa malvada Kerria y su pérfida familia. Desde entonces
la joven juró que les ayudaría a desenmascarar a esos farsantes de la Luna
Blanca, del reino de la Tierra y demás lunáticos. Además de poder cumplir con
su anhelada venganza. Aquel tipo, el iracundo espectador de mote Antimonio, le
había explicado antes de acudir a ese programa.
-Sabemos que ella estará allí. No te preocupes, iré
contigo. Lograré centrar la atención sobre mí y tú podrás ocuparte de ella. De
este modo le harás un gran servicio a nuestro mundo.
-Sí, contad conmigo. Mi vida está al servicio de la
Luna Negra y del Fantasma de la Muerte. - Proclamó con orgullo la chica. -
Ese
tipo la miró con aprobación, aunque pese a todo le dijo con amabilidad e
incluso parecía que preocupación.
-Es muy arriesgado, tanto si sale bien cómo sino
podrías correr peligro. Incluso perder la vida. O como poco ir a la cárcel para
siempre. ¿Estás completamente segura de querer hacerlo? Todavía puedes volverte
atrás.
-Muy segura. Ya te he dicho que he jurado lealtad al
Fantasma de la Muerte. - Sentenció la joven rematando ya con mayor gravedad. -
Y en su nombre hoy haré justicia. Solo deseo que cuidéis de mi madre si algo me
llegara a ocurrir. Y que ella siga fuera de esto.
-Tenlo por seguro. Eres una gran heroína y, en
cualquier caso, podrás ser una mártir para la causa. - La halagó su interlocutor.
- No temas por tu madre. Tendrá toda nuestra consideración y nuestro apoyo.
Como ha sido siempre.
-Lo sé. Nunca nos
habéis fallado. Sois los únicos que no lo han hecho. - Admitió ella. -
En eso pensaba ahora Cindy de modo
obsesivo mientras el objeto de su odio trataba infructuosamente de razonar con
ella.
- Mira, olvida eso de la Luna Negra ahora. Hablemos
de nosotros. Vamos a razonar como adultos. Tu madre y yo no nos llevábamos
bien, pero te juro que no sucedió así. ¿Acaso te crees que a ella le gustaría
lo que intentas? Le destrozarías el corazón, irías a la cárcel. Y a tu padre
igual, no se merecen que les hagas sufrir así. - Argumentó Kerria tratando
desesperadamente de disuadirla. –
Aunque
la réplica de Cindy fue la de reír histriónicamente y dejar de llamar de usted
a su más que posible víctima.
- Tienes miedo ¿eh? No me convencerás con esa
palabrería para salvar la vida. Anda, avisa a una de esas princesitas para que
te protejan. O a esas justicieras. ¡Solo son otro atajo de putas que juegan a
heroínas y lamen el trasero de esos malditos soberanos! – Escupió con regocijo
para proclamar. - Además, todavía soy menor, en este Estado no pueden
encerrarme. Haberlo pensado antes. Y ¿Sabes una cosa? Me he enrollado con algunas mujeres sólo para
saber lo que se siente. Para que no digas que no he tratado de ponerme en tu
lugar. Para mí fue toda una revelación. Hasta estaba dispuesta a hacérmelo
contigo para concederte una especie de último deseo. - Se burló con sorna y
preguntó. – Me he preparado a conciencia practicando con alguna de las de tu
calaña. ¿Y sabes lo que sentí?
Su
espantada interlocutora negó con la cabeza.
- ¡Asco, muchísimo asco!,- escupió con cara de
desprecio – sois repugnantes. A una de esas guarras le pegué tan fuerte en la
cabeza que aún debe tener una buena migraña, ¡ja, ja, ja! Así aprenderá a no
buscar nada con otra chica.
- Por favor- musitó Kerria alarmadísima y realmente
atemorizada por esa expresión de locura que tenía la muchacha, en tanto hacía
un espacio con ambas palmas de sus manos, tratando de mantener la distancia. - Necesitas
ayuda, debes ir a un médico, estás enferma. ¿Es que no lo ves?
- No necesito ninguna ayuda, bueno sí. - Se rio
Cindy añadiendo con un macabro sentido del humor para solicitar - estate quieta
y déjate matar de una vez.
- Yo también tengo un hijo y sé la tristeza que
podría sentir una madre si te encarcelasen, por favor, ¡recapacita! Deja esto y
vete, no diré nada, lo prometo, - le aseguró Kerria que notaba como le
temblaban las piernas. -
- ¡Me da exactamente igual!, - reía Cindy - Dentro
de poco no hablarás más. Lo tengo todo planeado, en cuanto te mate pondré tus
huellas en el arma. Y hasta he escrito una nota de suicido. - Y para horror de
su presunta víctima extrajo de entre sus bolsillos un pliego de papel, lo abrió
y leyó no sin regocijo. - Soy culpable. Todo lo que han dicho sobre mí es
cierto. Me vendí a los soberanos de la Tierra y he conspirado para ayudarles a
conquistar el mundo. Ya no soporto más el peso de mi traición. ¿Qué te parece?
Melodramático, ¿eh?...
-Te lo ruego. También tengo familia. - Le pidió
Kerria realmente asustada por la mirada de locura de esa chica. - Ellos son
inocentes. Mi hijo, sobre todo. Si de veras sabes lo que se sufre al romper una
familia, no lo hagas…
Eso
pareció hacer reflexionar a su agresora, aunque la impresión se desvaneció
enseguida y ésta replicó no sin un aire triunfal…
- ¡Ah! Hablando de tu hijo. No te lo he dicho, lo
siento, se me olvidaba. Conozco a Brian, es más, ¡me lo he ligado! Ese al menos
no es gay como tú. Lo puedo atestiguar. Bueno, en algo se te parece, ¡sí que le
gustan las mujeres igual que a ti, ja, ja! - añadió ante la cara de horror de
Kerria que se estaba poniendo lívida. Cindy concluyó regocijándose por ello. -
Y cuando estés muerta yo le consolaré. Me lo voy a cepillar y luego le dejaré.
Así sabrá lo que se sufre. Bueno, no sé,
quizás no le deje, no parece mal muchacho. Supongo que no es culpa suya ser
hijo de alguien como tú. Por cierto, es muy guapo, eso tengo que reconocerlo. Y
está muy bien dotado, lo he podido comprobar. - Añadió con fingida melosidad. -
Y no dejaba de relamerse ostentosamente para
desesperación de su víctima. No obstante, como había admitido, Brian le gustaba
sinceramente, lo cortés no quitaba lo valiente, pensó esbozando una malévola
sonrisa.
- ¡No, no por Dios, no sabes lo que estás
diciendo!,- sollozó Kerria moviendo la cabeza con la boca abierta por el horror
y la incredulidad en tanto era acorralada contra la mesa de maquillaje. - No
puedes hacer eso, ¡por favor!
- Cuanto más te duela más me animas a hacerlo,
perra, ¡así aprenderás! Encima vas y le pones a tu bastardo el nombre de mi
padre. ¿Cómo lo tuviste, con uno de esos donantes gais? - Se burló Cindy, agregando,
eso sí, con un falso tinte conciliador. - Pero tranquila, no nos hemos
acostado...todavía. Eso lo he dejado para el final. Tendré que consolarle por tu
pérdida. ¿Quién sabe? puede que te haga abuela a título póstumo ¡Ja, ja!
Pero…no, no, no - negó con pretendido tono meloso para sentenciar con marcado desprecio.
- Eso no ocurrirá, antes abortaría que llevar otro bastardo con tu maldita
sangre lunática dentro de mí.
Su
más que inminente víctima estaba con la boca abierta y desencajada, los ojos
abiertos como platos y los pelos de punta. ¡Esa chica estaba loca! No podía
decir eso en serio, sobre todo sabiendo que… ¿O quizás no lo sabía? Se estremeció atreviéndose a preguntar.
- ¿Es que no lo sabes? ¿Tus padres nunca te dijeron?
- repuso Kerria con expresión
desesperada, pero fue interrumpida en seco. -
- ¿Decirme qué?,- le inquirió su atacante blandiendo
delante suyo el cuchillo. -
- Brian y tú, sois hermanastros, - le desveló su
interlocutora escandalizada. - ¡El padre de mi hijo es tu propio padre!...
Ahora
fue el turno de Cindy de quedarse perpleja, tardó en reaccionar. Al principio
incrédula, después la emprendió a mandobles con el cuchillo tratando de
alcanzar a Kerria que la esquivaba a la desesperada oponiendo la silla como
escudo.
- ¡Mentira! - chilló la chica fuera de sí. - Eres
una sucia ramera mentirosa. ¡Ese disparate no te salvará!
- Es cierto, ¡te juro que es verdad! - insistió su
víctima en tanto intentaba apartarse. - Pregúntaselo a tus padres si no me
crees.
La esquizofrénica muchacha trató de apuñalarla
una vez más, pero Kerria levantó la silla y el cuchillo se clavó en la misma.
Pudo aprovechar para empujar a la chica y correr fuera. Cindy desclavó el arma y
la persiguió con el cuchillo en alto, como una posesa. Al llegar a la salida
del escenario, los guardas de seguridad la vieron llegar y dieron el alto.
- Detente o dispararemos. - Advirtieron a Cindy que
trataba de alcanzar a Kerria. -
- ¡Vas a morir! - gritaba aquella chica que lanzó el
cuchillo contra su víctima. Ésta logró esquivarlo, la agresora se trastabilló y
los guardias aprovecharon la ocasión y apresaron a la muchacha que se resistía
aullando entre forcejeos. - ¡No te salvarás!, ahora he fallado, pero te mataré.
Iré a por ti, ¡te lo juro!
Su
víctima la escuchaba totalmente ausente, estaba horrorizada. No podía entender
como todo el amor que le profesó el padre de Brian se había vuelto un odio tan
ciego y fanático por parte de su hija. Durante años se había enfrentado a
numerosos enemigos y siempre había estado alerta e incluso pasado miedo, pero
nunca como ahora. Esto la desbordaba, no por ella misma sino por cómo esa niña
había destruido su propia vida intentado acabar con la de ella. Incluso con la de
su hijo Brian, sólo por intentar vengarse de algo que no había existido nunca.
Kerria no quería ni mirarla mientras la muchacha seguía profiriendo aullidos y
graves insultos dirigidos contra su persona.
- ¡Maldita zorra! Esto no va a quedar así. La próxima
vez no fallaré… ¡ya lo verás!
Los
guardias redujeron y esposaron a la chica y le pidieron a la agredida que
declarase. Por suerte las cámaras y la mayoría de la gente se habían marchado.
Aquel incidente no trascendió. Por su parte Cindy fue trasladada a un calabozo.
La joven no quiso llamar por teléfono y guardó silencio desde entonces. Pero,
gracias a que llevaba identificación en su cartera, la policía localizó a sus
padres llamándoles enseguida para que acudiesen a comisaría. Kerria pidió
permiso para ir a casa, quería calmarse, se lo concedieron con la condición de
que debía volver. Así pues, llegó conduciendo como si estuviera en trance. No
podía dejar de revivir en su mente aquellos momentos tan terribles y sobre todo
la enloquecida expresión de esa chiquilla. Aparcó y salió del vehículo casi sin
que sus piernas pudieran sostenerla. Entró abriendo con dificultad y se
encontró con Sam y sus padres que la felicitaron.
- Has estado muy bien, Kerria - le dijo Samantha con
gesto sonriente. -
- ¡Estupendo hija, nos ha gustado mucho! – añadió
orgullosamente Roy. -
- Debes estar cansada - le dijo su madre, has vuelto
tardísimo, el programa acabó hace mucho. - pasa y siéntate. ¿Has cenado?
Todos
se quedaron atónitos cuando la recién llegada rompió a llorar presa de un
ataque de nervios en la misma puerta, cayendo de rodillas. Hasta ese momento se
había mantenido entera pero ahora, se derrumbaba sin poder evitarlo. Eran
muchas cosas las que nublaban su cabeza, entre Roy y Sam la ayudaron a ponerse
en pie, la entraron al salón y la echaron una mano para sentarse mirándola muy
preocupados.
- ¿Qué te pasa, hija? - le inquirió su padre tan
atónito como preocupado. -
- ¡Pa…pá! - balbuceaba ella con los ojos enrojecidos
en tanto Sam le dejaba un pañuelo y la abrazaba. - ¡Quería matarme!
- ¿Quién?,- exclamó Samantha muy asustada
conjeturando no sin motivos. - ¿Alguno de esos locos del reverendo… o esos
tipos de la Luna Negra?
- No - negó Kerria con la cabeza. -La hija de...la
hija…- casi no podía hablar, por fin hizo un esfuerzo y les reveló. - ¡La hija
de Brian y Rebecca!
- ¿Quee? - Chilló Samantha palideciendo el semblante
hasta quedarse lívida. - ¡No puede ser!, pero ¿cómo?, ¿por qué?
- Apareció en el camerino con un cuchillo, me echó
la culpa de que sus padres se divorciasen y de un montón de cosas más. - Le
explicó su esposa tratando de dominarse. -
- ¡Por el amor de Dios! - Exclamó Beruche
abrazándose a su hija. - No te ha herido ¿verdad, cariño?
- Ha sido peor, ¡pobre niña! - susurró Kerria -
Estaba desquiciada, era como si la hubiesen lavado el cerebro. Nunca había
visto una expresión así. Estaba enajenada.
- ¿Casi ha estado a punto de matarte y todavía la compadeces?
- le recriminó Sam con un tono de asombro. -
- Estaba completamente loca, ha perdido el juicio,
teníais que haber visto sus ojos - respondió su interlocutora repitiendo
continuamente. - ¡Nunca había visto nada igual! ¡Me dio muchísimo miedo!
- ¿No te transformaste en Justiciera, hija?… - Le
preguntó una asimismo preocupadísima Bertie. -
Hubiese
sido un juego de niños para Kerria el haberse convertido en la Dama del Hielo y
desarmar a esa demente, aunque ésta negó con la cabeza.
-Estaba tan horrorizada, que ni me lo planteé. –
Confesó, relatando entre sollozos. - Luego pude escapar, la seguridad la detuvo
y la llevaron a comisaría. Tuve que explicar lo que había pasado. Me dejaron
venir a casa para que descansara un poco y pensase si quería interponer una
denuncia.
- Entonces tendrás que volver a declarar, - le dijo
su padre pasándole una mano por los hombros y añadiendo con tono confortador – tranquilo
cariño, nosotros te acompañaremos.
- ¡Mamá! - Pudo gemir Kerria realmente atormentada.
- ¿Acaso yo fui así? ¿Aquella vez?... Ahora entiendo cómo te debiste sentir…
-Cálmate cariño. - Le pidió Bertie abrazándola para
que su hija pudiera desahogarse llorando. - Todo está bien, olvida eso… ya
pasó…
- ¡Lo siento, debí romperte el corazón! - Sollozaba
la torturada chica que no podía parar de repetir como si estuviera trastornada.
- ¡Lo siento mamá…lo siento mucho!
Su madre lloró con ella y Sam también. Fue Roy quién
algo más entero las abrazó a todas tratando de calmarlas diciendo.
-Tu madre tiene razón, cielo. Eso ya pasó hace mucho
y no eras responsable de tus actos. Quizás esa chica tampoco lo sea. Pero debes
denunciarlo ante la policía. No temas nada, iremos todos contigo.
La
aludida asintió temblando todavía. Así, una vez calmados un poco los ánimos,
tanto Roy, como Samantha y Beruche se arreglaron rápidamente. Tan pronto le
dieron una tila a Kerria, Sam condujo hasta la comisaría, allí los agentes
aguardaban a la agredida. Nada más entrar los oficiales le pidieron que se
sentase.
- Tómese su tiempo, señora Malden. Lo primero de
todo - le dijo un agente - ¿desea denunciarlo?
- No- musitó Kerria bajando la cabeza. -
- ¡Tienes que hacerlo! - le pidió Samantha. - ¡Ha
intentado matarte!, es algo gravísimo, si no lo denuncias lo volverá a
intentar.
- No puedo hacer eso, es la hija de Brian. Le destrozaría.
- Objetó su contertulia. -
- Se trata de tu vida, hija - Le dijo Roy con voz
serena pero firme. - No puedes permitir que esto se repita. La próxima vez,
sabe Dios lo que podría intentar. Y quizás no tengas tanta suerte.
Y
al poco de decir eso, la puerta de la comisaría se abrió, entró Brian. Estaba
más envejecido, con una barba de dos días y el gesto desencajado por la
preocupación. Se sentó y entonces vio a su amiga. Levantándose inmediatamente
se dirigió hasta ella.
- Kerria, ¿estás bien? - Le preguntó conteniendo la
respiración. -
Ésta
se abrazó a él llorando angustiada. Él estaba también lloroso y muy preocupado
cuando afirmó.
- No puedo creerlo, cuando me llamaron pensé que era
un error. Mi hija, ella no puede ser capaz de una cosa así ¿Cómo es posible? No
creí que fuera tan mal padre.
- No, estoy segura de que no es por eso, Brian - le
consoló Kerria aun entre sollozos. - Han sido las circunstancias…
- Tengo que ver a mi hija- le dijo él levantándose.
- Pueden meterla en la cárcel por esto, o en un correccional.
- No lo
denunciaré, no preocupes, Brian - Le tranquilizó su interlocutora. -
Él
sonrió agradecido besando a Kerria en la frente. Acto seguido los policías le
llevaron hasta la zona de calabozos donde tenían a Cindy. Cuando Brian bajó, la
chica se aferró a los barrotes preguntando esperanzada.
- Papá, ¿eres tú?
- Sí, cariño- respondió él en tanto el guardia abría
la puerta y dejaba salir a la muchacha. – Ya estoy aquí, no te preocupes…
Brian
abrazó a su hija y ella lloró pegada a su pecho, él no sabía qué hacer,
¿reñirla? No, eso no era una chiquillada. Tampoco podía dejar las cosas así,
Cindy había intentado matar a Kerria. Sólo pudo preguntar con tinte incrédulo.
- ¿Por qué lo hiciste, hija?...
- Por ti y por mamá y por todos - repuso Cindy entre
el llanto – es todo por culpa de esa mujer.
- No, hay otras muchas cosas. Escucha… hace mucho
que no veía a Kerria. Ella no supo nada de nuestro divorcio hasta que yo se lo
conté por e-mail y después fui yo quien le pidió que me defendiera cuando
tuvimos aquella vista por tu custodia.
-Pero ella quiso internar a mamá. - Objetó la chica.
-
-No es cierto, cariño. No sé quién te ha podido
decir eso. Le buscó ayuda profesional. Tu madre vio a una psicóloga muy buena.
Hasta vino de Francia para tratarla. La ayudó mucho.
-Pues esa ayuda no fue suficiente. Después mamá
empezó a beber y casi se mata por eso. Por su culpa estuvimos a punto de
perderlo todo, ¡jamás podré perdonar a esa mujer! - Espetó la chica con rabia.
-
-Escúchame hija. Kerria no es responsable de eso. Se
vio atrapada en medio. Te juro por lo que más quieras que es la verdad. -
Enfatizó su padre tomándola de los hombros con vehemencia. -
La
muchacha le observó diríase que con la duda reflejada por vez primera en su
semblante. Al poco quiso decir algo…
- Es cierto
que...- Cindy no se atrevía, pero por fin reunió el valor y preguntó. - ¿Es
cierto que eres el padre de su hijo?
Brian
no dijo nada durante unos segundos, pero al fin lo admitió.
- Sí, es verdad, ella deseaba tener un hijo y me lo
pidió a mí. Me quería tanto que no quiso que el niño fuera de otro. ¿Comprendes,
cariño? Pero eso fue antes de casarme con tu madre.
- ¿Por qué nunca me contasteis nada? - Le inquirió
Cindy acusatoriamente ahora. -
- Tu madre no quiso, quería que fuéramos una familia
unida, pero no eligió la mejor forma, hija. Anda, Kerria no va a denunciarte,
pagaré la fianza y vendrás conmigo a casa.
- ¿No me va a denunciar?,- repuso Cindy sorprendida.
– Pero, intenté matarla…
- No, no lo hará. Volverás a casa conmigo, al menos
hasta que tu madre llegue. Y cuando nos marchemos espero que le pidas perdón a
Kerria.
- ¡No, eso jamás! - respondió la chica de forma
hostil. – Es una traidora a la raza humana. Es la marioneta de esos malditos
monarcas.
- Mira Cindy- le dijo Brian con toda la paciencia
que pudo reunir. - Has intentado matar a una persona, eso es lo peor que se
puede hacer. Por nada del mundo está justificado, y si lo hubieras hecho no
sólo habrías destrozado la vida de la familia de Kerria y la tuya, también la
de tu madre y la mía y la de su hijo, que lo es también mío. ¡Tu hermano!
Cuando salgas, pídele perdón o de lo contrario no podrás volver a dormir tranquila
durante el resto de tu vida. Hazme caso, confía en mí que soy tu padre antes
que nada y te quiero. De lo demás que dices, ni quiero ni puedo hablar en este
momento. Pero cree lo que te digo. Alguien te ha engañado. Eso tampoco es
cierto. Lo sé porque he sido testigo de muchas cosas, hija.
Aquellas
palabras martillearon la conciencia de la chica. Sobre todo, la mención a
Brian. ¡Su hermano! Con el que había comenzado aquella relación. ¿Qué diría su
padre cuando lo supiera? Si es que Kerria no se lo hubiera contado ya.
- Está bien, - asintió Cindy con la cabeza gacha,
admitiendo que su padre tenía razón. Al menos para poder salir de allí. - Si
ella acepta…- Masculló con incredulidad. -
- Lo hará, estoy seguro porque la conozco bien. -
Sonrió Brian acariciando la cara de su hija con suavidad. -
En ese momento llegaba Rebecca, venía muy asustada.
Los policías le indicaron que su ex marido ya estaba allí. Al igual que Kerria,
fue sólo verla para ponerse a la defensiva.
- ¡No podía ser de otro modo!,- exclamó la recién
llegada dirigiéndose a ella en un tono resentido. - Tenías que estar tú de por
medio.
La
aludida no respondió, miraba hacia el suelo con la cabeza gacha, no se sentía
con fuerzas, pero Roy no se pudo callar, se plantó furioso a pocos centímetros
de Rebecca.
- ¡Escúchame bien, maldita loca estúpida! La
perturbada de tu hija ha intentado matar a la mía, ¿me oyes? ¡Matarla!... y
encima Kerria no ha querido denunciarla. Deberías agradecérselo de rodillas,
besar el suelo por donde mi hija pisa, encerrar a esa mocosa en un psiquiátrico
y quedarte tú dentro con ella.
Rebecca
trató de replicar, pero Roy añadió muy furioso.
- ¡Y espérate! Mi hija no lo ha denunciado, pero
puede que yo lo haga. ¡Como vuelva a ver a esa demente cerca de ella me ocuparé
personalmente de que vaya a la cárcel! Si es que no soy yo mismo quién le da un
buen escarmiento. ¿Te queda claro?
Ahora
sí que Rebecca retrocedió, visiblemente asustada. Ese hombre, pese a su edad,
era bastante corpulento y alto, y daba la impresión de estar determinado a
cumplir su amenaza.
- Ya basta, papá - le interrumpió la deshecha Kerria
tratando de mediar entre sollozos y gemidos - Es suficiente. Déjalo por favor.
No quiero más odio…no puedo soportarlo más. Mira a lo que nos ha conducido.
Eso
hizo enmudecer a su padre que veía consternado como su hija se derrumbaba,
sostenida ahora por Sam que estaba igual de destrozada por aquello.
- Es cierto, Roy, nuestra hija tiene toda la razón.
Esto no nos conduce a ninguna parte - añadió Bertie hablándole ahora a la
atónita Rebecca con más calma, aunque con visible indignación. - Kerria y tú
siempre habéis tenido problemas, pero no se deben meter a terceras personas en
medio, ¿qué le has contado a tu hija para que actúe así?
- La verdad- respondió su contertulia tratando de
mantenerse lo más digna y ofendida posible. -Sólo le dije la verdad. Por su causa,
- miró a Kerria de soslayo - su padre nos dejó a las dos.
- Eso no es verdad, Rebecca- terció Brian que traía
a Cindy abrazada. – Y tú lo sabes.
Roy
se interpuso entre los recién llegados y su hija. Beruche le sujetó un brazo,
temerosa de que hiciera algo de lo que se arrepintiese después, pero no fue
necesario. Cindy corrió al lado de su madre. Rebecca la abrazó emocionada y le
dijo con patente incredulidad y horror.
- Pero ¿cómo has podido intentar algo así? ¡Por
Dios!
- Mamá, ella tiene la culpa, fue la que os separó.
Quería vengarte…- se defendió Cindy tratando de justificarse -
- ¡Así no mi niña, así no!, - lloraba Rebecca
mesando el cabello de la muchacha agregando compungida. - Esa no es la
solución, yo nunca te enseñé nada parecido. ¿Cómo pudiste pensar una cosa así?
- Perdóname mamá- sollozaba la chica sin saber que responder,
aunque enseguida completó dubitativa. - Ellos me lo contaron.
- ¿Ellos? - Quiso saber su padre dedicándole una
mirada sorprendida. - ¿A quiénes te refieres?
- A esas personas que se oponen a los soberanos de
la Tierra. A la Luna Negra. – Pudo replicar la confundida chica. -
Bertie
y Roy se miraron con horror. ¡Así que era eso! Después de tanto tiempo el
pasado volvía de aquella forma tan terrible. ¿O era su propio futuro? Entonces
a Beruche se le ocurrió una idea. Declaró mirando a su esposo y a su hija.
-Llamaré a Ami. Tiene que saber esto, espero que
ella nos pueda dar algunas respuestas.
- ¿Vas a llamar a la madrina? - Se sorprendió Kerria.
-
Entonces
Rebecca intervino, no queriendo meterse en las conversaciones de la otra parte
y deseando salir de allí lo antes posible.
- Tenemos que irnos a casa- le susurró a su hija
consolándola con un abrazo. - Vamos Cindy.
- ¿Puede venir papá? - preguntó la muchacha con un
tono de ruego - por favor.
- Sí, claro, - concedió Rebecca mirando a Brian -
puede venir. Después de todo es tu padre…
- ¿Por qué no quisiste que supiera que tengo un
hermano? - Preguntó dejando a Rebecca helada. -
- ¿Se lo has dicho, Brian? - Le inquirió ella
mirándole fijamente -.
- No, fui yo, - respondió Kerria. -
- ¿Y por qué tenías que decírselo a mi hija?,- le
espetó Rebecca visiblemente dolida. -
Kerria
no dijo nada, paradójicamente fue Cindy la que lo justificó.
- Mamá, yo le dije que me había ligado a su hijo.
Pensaba salir con él para luego dejarle. Ella, se asustó mucho y yo me alegré.
No sabía que era mi hermano.
- ¡Es tu hermanastro! - Le corrigió Rebecca
horrorizada por lo que oía - Pero aun así ¡por Dios! salir con él...
- No lo sabía, mamá - insistió Cindy apesadumbrada.
- Pero si es hijo de papá él también debe quererle mucho. A mí me habría
gustado tener un hermano mayor. - Reconoció dejando a sus padres sorprendidos.
-
- Hija- balbuceó Rebecca abrazándola nuevamente. -
Le conocerás.
- Ya lo conozco ¿recuerdas? - Sonrió Cindy secándose
las lágrimas con la manga de su blusa - Hemos ido al cine juntos y paseado y
comido pizza juntos. -Dijo, aunque cuidándose mucho de repetir otras cosas que
le había desvelado a Kerria. - Es un chico muy guapo y encantador. No sé qué
podré decirle si le vuelvo a ver…
- Ahora está en Bios- intervino Samantha con un hilo
de voz. - Pero vendrá en vacaciones, entonces se lo diremos.
Rebecca
y Brian se llevaron a Cindy, pero ésta, antes de salir, se paró junto a Kerria
y musitó una disculpa. Sin atreverse a mirarla a los ojos.
- Lo siento. Te daré mi número por si necesitas
cualquier cosa. - Afirmó el padre de la chica dejando que ella lo viese y lo
copiase a su teléfono móvil. -
- Esta bien, vamos a olvidarlo- sonrió débilmente Kerria.
-
-Me gustará tener un momento en privado para hablar contigo.
Por favor. - Le pidió él. -
Su
interlocutora asintió. Rebecca salió con su hija. Brian aguardó a que lo
hicieran. Tanto él como Kerria se metieron en una sala anexa…
- No sé qué puedo decir, - musitó él con una mirada
de profundo pesar, vergüenza y reconocimiento a la vez. - Gracias, por no
denunciarlo. Yo me haré cargo, la ayudaré…
- Por favor, Brian, como iba a hacer algo así. - Le
dijo su contertulia tratando de desdramatizar. – Se lo que es preocuparse por
un hijo. Nuestro hijo.
El
interpelado asintió despacio, con una expresión de total derrota. Añadiendo con
voz queda.
- Solamente quiero que sepas que lo siento mucho.
Siento todo esto. Ojalá las cosas hubieran sido bien distintas.
-No pudiste hacer nada. - Le consoló su interlocutora.
- No ha sido culpa tuya.
Pero
él negó con la cabeza, sonrió débilmente y musitó.
-Si pudiera haberte olvidado las cosas habrían sido
muy diferentes. Pero sé que si tuviera la ocasión de nacer otra vez volvería a
enamorarme de ti. ¡Ojalá todo hubiese sido distinto! A veces pensaba que, de
haber sido yo una mujer, quizás tú pudieras haberme correspondido. Otras
supliqué que pudieras haberme amado simplemente por lo que era, un muchacho
corriente…
-Hubo una vez en la que la yo también recé por eso.
¡No sabes cuánto! Incluso luché contra mí misma. Pero no era posible. - Sollozó
ella acariciando el demacrado rostro a medio afeitar que lucía su contertulio.
- Nunca lo fue…
-En el fondo siempre lo supe. Por eso, muchas veces
me refugio en los recuerdos que tengo contigo. Sobre todo, el de aquella vez.
Cuando fuiste mía. ¡Solamente mía! Y yo tuyo, ¡únicamente tuyo! Cierro los ojos
e imagino que el tiempo se detiene, y estamos ahí. El uno junto al otro,
abrazados y haciendo el amor. Amándonos, como decía esa canción que me dedicaste.
-Sí, esa canción fue solo para ti y para mí. -
Admitió ella con una débil sonrisa. - Y que Sam me perdone, pero todo lo que expresé
cuando la cantaba era totalmente real. Esos eran mis sentimientos hacia ti…
-Lo sé. - Afirmó su contertulio acariciando
ligeramente una mejilla de Kerria. - Y estoy dispuesto a vivir con ese mero
recuerdo de la promesa de lo que pudo ser. Y de esos instantes en los que
fuimos uno. Y en los que diste el regalo de tu amor.
-Tú me hiciste a mí el mejor de los regalos. ¡Nuestro
hijo! - Sollozó ella. - Y eso siempre será así…
Él
asintió despacio, esbozando una débil sonrisa y se enjugó alguna lágrima
declarando con tono emocionado.
-Si el destino me diera otra oportunidad, mi mayor
deseo sería compartir mi vida a tu lado… ¿Sabes Kerria? Ese ha sido el mayor sueño de mi vida. Tú has
sido y eres ese sueño inalcanzable. ¿Recuerdas? Nuestra primera canción. Tierra
seca. Estoy en un páramo, desde que te perdí.
Brian
recordó entonces una ensoñación que tuvo hace años, producto seguramente de su
anhelo imposible. Creyó estar en su habitación, cuando era joven, meses después
de que Kerria rompiera con él. Pensaba en ella escuchando una y otra vez esa
canción que el padre de la muchacha le pusiera, un día hacía ya tiempo, cuando
armándose de valor quiso invitarla a ir al cine.
En todo el tiempo que te he conocido
Has estado inquieta y nerviosa
Nunca he querido poseerte
Era consciente del peligro
De hacer una oferta por tus favores
Eres una extraña tan natural
Puse excusas y corrí
Eres una isla
Pero no puedo dejarte fuera en el mar
Estás tan violenta con tu silencio
Eres una isla
No puedo dormir
¿No hablarás conmigo?
Estoy en una tierra seca
¿No me ayudarás?, por favor
En todo el tiempo en que te he conocido
Ha habido algo entre nosotros
No creo que sea mi imaginación
Sentí como si no pudiera tocarte
Pero tuve el sentimiento de que te hubiera gustado
Contarme la verdad si pudieras hacerlo
Inventé excusas y corrí
Eres una isla
Pero no puedo dejarte fuera en el mar
Eres demasiado violenta con tu silencio
Eres una isla.
No puedo dormir
¿No hablarás conmigo?
Estoy en un páramo
¿No me ayudarás?, por favor…
(Dry Land. Marillion. Crédito al autor)
-Una hermosa canción. - Escuchó decir a una voz
grave y gutural a sus espaldas cuando ese tema terminó. -
Se giró hacia ese sonido quedando petrificado de
pavor. Una figura vestida con un negro sayal, que ocultaba sus facciones bajo
una capucha y sostenía un gran libro de color burdeos, le dijo.
-Ella podría ser tuya…
-Qui… ¿Quién eres tú? - Fue capaz de balbucir. -
Y
esa extraña figura replicó con ese tono grave y profundo.
-Yo soy… quien puede hacer realidad tu sueño… si
sirves a mis propósitos, mañana ella será tuya.
- ¿A quién te refieres? ...-Balbució el asombrado y
aterrado joven. -
Y
sacando una mano enguantada de debajo de esa ancha manga de su sayal el
encapuchado hizo aparecer unas imágenes de Kerria. Es más, el atónito Brian
pudo ver como si de una película se tratase a la muchacha corriendo hacia él,
que aparecía en esa visión. La oía decir.
- ¡Cariño! ¿Se puede saber por qué no me has
llamado?
Y
el anonadado chico oyó a su otro yo en esas imágenes, tan perplejo como él,
replicar.
-Pero si tú dijiste… dijiste que lo nuestro, era
imposible, ¡qué te gustaban las mujeres!…
- ¡Ja, ja, ja! - Se reía ella moviendo la cabeza. -
¿Cómo pudiste pensar que eso era verdad, tonto? Lo hice para comprobar hasta
qué punto me amabas. Y ya he visto que me quieres más que a nada. Fuiste capaz
de renunciar a mí. - Sonrió ahora acariciándole la mejilla, para darle un beso
en los labios y añadir dejándole asombrado y muy feliz. - Y sí… quiero casarme
contigo…deseo ser tuya y que tú seas mío. No quiero ni querré a ningún otro
hombre ni a ninguna mujer, solo te amaré a ti.
Entonces
esa visión se desvaneció. Aquel extraño ser declaró dirigiéndose al atónito
muchacho.
- ¿Has visto lo fácil que sería? ...Ella podría
amarte, ser la madre de tus hijos y ambos viviríais felices hasta el fin de
vuestros días, que serían largos. Únicamente debes hacer lo que yo te ordene y
se cumplirá tu sueño.
-Un momento. - Pudo replicar el joven. - ¿Acaso ella
cambiaría de opinión así sin más?
-Yo la haría cambiar. Puedo reescribir su destino,
su personalidad, incluso sus deseos más profundos. - Fue la enigmática réplica.
- Cambiarlos por completo para ti…hacerla por completo tuya. Sin que se lo
cuestionase jamás.
-Pero, entonces esa no sería Kerria. –Objetó el muchacho.
- Sería otra chica que nada tendría que ver. No sería libre para
elegir…perdería su esencia.
Recordó
aquella vez, cuando siendo unos críos la chica se había comportado de forma tan
extraña. Luego tuvo esa especie de accidente. Kerria estuvo a punto de morir,
atacada por esos locos de aquella extraña secta. En medio de su sueño esas
memorias se manifestaron y el chico pudo responder negando con la cabeza.
-No, no así. No la quiero a ese precio…No sería verdad.
Ya no sería ella…no me amaría por su voluntad y prefiero perderla a hacerla
desaparecer de ese modo.
-Piénsalo bien. -Insistió su extraño interlocutor. -
Te aseguro que serías muy feliz. En cambio…si rechazas esta oferta…
- ¿Qué me pasará? ¿Acaso me matarás? - Contestó el
chico atreviéndose a lanzar un desafío. - No te temo, haz lo que tengas que
hacer…
Sin
embargo, ese encapuchado negó con un gesto de su cabeza y pudo decir, con un
tono lleno de respeto.
-Realmente te admiro Brian Rice, eres mucho mejor de
lo que yo mismo creí que llegarías a ser. Te prometo que un día tendrás tu
recompensa, pero también deberás transitar por un camino de sufrimiento…ese
será el precio que deberás pagar por tu renuncia. No obstante, si te sirve de
consuelo, Kerria alcanzará la felicidad, pese a que deba superar sus propias
pruebas. Y un día, estas llegarán a su culminación…y tú estarás allí…a su lado.
El
muchacho quiso preguntar a qué se refería, pero ese extraño ser sencillamente
ya no estaba en la habitación. Él mismo abrió los ojos ahora, estaba dormido
sobre su mesa. Creyó haber soñado aquello. Ahora lo recordaba moviendo la
cabeza y tras darle un cálido y afectuoso beso en la frente a su amor imposible,
declaró.
-Jamás te haría daño, antes moriría, y nunca trataría
de alterar tu esencia…pero siempre te amaré…y eso no podrá cambiar. Nadie lo
cambiará por mucho que escriba…
Su
interlocutora no supo que contestar, no comprendía aquello, pensó que ese pobre
hombre estaba realmente hundido y trastornado por lo ocurrido. No le podía
culpar, se quedó llorando en silencio mientras él salía. Aunque Roy sí que
interceptó a Brian y le comentó, ya con un tono más calmado.
- Tu hija necesita ayuda, podría recaer y sería
peligroso.
- Sí, tienes razón. Te prometo que me ocuparé de eso
- admitió él bastante alicaído. - Espero que algún día podamos vernos en
mejores circunstancias.
- Tú siempre serás bien recibido en casa, - le
respondió Roy cuidando de excluir al resto de su familia de forma implícita. –
Y has de saber que comprendo muy bien lo que sientes. Pasé por ello una vez. Te
deseo lo mejor y espero que puedas recuperar a tu familia.
Brian
asintió despacio, aunque eso no le aliviaba mucho en aquellos terribles
instantes y salió tras de su mujer y su hija. Kerria salió también de ese
cuarto luego de un par de minutos, algo más recompuesta y dijo al resto de su
familia.
- Ha sido una noche muy larga, lo mejor será volver
a casa.
Todos
asintieron sin querer añadir nada más y retornaron. Kerria tuvo que tomarse un
somnífero para poder dormir. Rebecca entre tanto iba abrazando a su hija
durante todo el trayecto de vuelta a casa. Brian conducía, llegaron al fin y la
chica se acostó. Estaba con los nervios rotos y las fuerzas agotadas. Antes de
dormirse sus padres le dieron las buenas noches.
- Yo sólo quería arreglarlo todo. Pensé que así, si
acababa con ella se terminarían los problemas. Y volveríamos a estar juntos. Me
equivoqué.
- Hija- le respondió suavemente Brian - lo que
intentaste fue algo horrible. Aunque fuera por ese motivo. Kerria tiene su
familia, su vida y un hijo que la quiere y al que ella adora como nosotros a
ti. ¿No pensaste que sería de él, ni de los padres de ella? Y más conociéndole
como dices.
- Sólo pensaba en nosotros, papá- sollozaba la
muchacha. - Lo preparé todo, incluso les espié. Esas gentes me ayudaron. Me
dijeron donde vivían y que ese chico era su hijo, luego le seguí e incluso
hablé con él, hasta hemos llegado a salir en serio.
- Pero ¿no habréis hecho nada?, tú me comprendes ¿verdad?
- Le inquirió su madre, alarmada. -
- No, la verdad es que es muy agradable y se portó
muy bien conmigo. Como le dije que era menor no me hizo nada de eso, sólo un
par de besos - se sonrió, aunque callándose desde luego lo demás que ella sí le
hizo a él mientras añadía. - Es muy bueno y me gustaba de verdad. Cuanto más lo
pienso más me doy cuenta de que no se merece esto. - Susurró ahora más apenada.
-
- Pues para bien o para mal cariño, nada cambiara el
hecho de que es tu hermano - le recordó Brian. - Espero que algún día podáis
llevaros bien como familia...
- Si no me
odia cuando sepa lo que he intentado hacerle a su madre, yo también lo
quisiera, buenas noches, papá, mamá. - Les contestó Cindy presa de un total
abatimiento. -
Tanto
Rebecca como Brian salieron de la habitación. Ella cerró la puerta del cuarto
de su hija y le dijo entre apesadumbrada y resignadamente.
- Sé lo que vas a decirme, tú tienes la culpa por
envenenar a nuestra hija contra Kerria desde que era una niña. Pero yo jamás le
dije que la matase. Hacía ya años que no quería ni pensar en el tema. Bastantes
problemas he tenido de qué ocuparme…
- No, Rebecca, no te diré eso de nuevo. Ya te lo
dije hace ya mucho tiempo. - Susurró él. – Ya basta de reproches, dejémoslo de
una vez.
- ¿Qué ha pasado, Brian? yo te quería. - Se lamentó
ella amargamente. -
- Y yo a ti, pero dejamos que la sombra de Kerria se
interpusiera. Yo, fui culpable por no poder olvidarla y tú, por recordármela aún
más. Ahora, después de los años, creo que está muy claro. Ella tiene su vida,
tiene a Samantha y tiene a su hijo. Y no la había vuelto a ver desde hace años,
hasta esta noche. Ni siquiera he salido con ninguna otra mujer desde que nos
divorciamos tú y yo.
- Yo tampoco he salido con nadie, tenía demasiados
fantasmas...y lo peor es que se los he transmitido a nuestra hija. Yo solamente
quería que Cindy fuera feliz. Y sí, cometí un gravísimo error, volcando mi
frustración acumulada contra Kerria en los oídos de nuestra hija. Pero, Brian, te
juro por lo más sagrado que nunca pude suponerme esto. - Se defendió su
contertulia con desasosiego en su voz. -
- ¿Y si lo intentásemos otra vez?,- le pidió él
tímidamente. - ¿No lo ves, Rebecca? Llevábamos mucho tiempo sin hablarnos, sólo
mediante abogados. Ha tenido que pasar esto para que volviéramos a reunirnos.
Aunque sólo sea como amigos.
- Y sin discutir delante de nuestra hija- reconoció
Rebecca. - Michelle tenía razón, y no quise escucharla. Ella me dijo que tenía
que dejar los fantasmas del pasado atrás y dialogar contigo. Que para ser feliz
debía perdonar y pasar página. Pero me negué. Ahora veo que cometí un grave
error. Por favor, Brian. Por nuestro bien y el de nuestra hija, ¿de veras crees
que lo podríamos volver a intentar?
- ¿Y conocer al hijo de Kerria? - Quiso saber él. -
Lo dijiste en serio.
- Sí, su hijo que también es el tuyo. - Asintió
Rebecca admitiendo - el chico no tiene la culpa. Seguro que es encantador.
Hasta Cindy lo ha dicho. Se nota cuando habla que le gusta de verdad. Y no me
sorprende que así sea, para algo eres tú su padre - sonrió abrazando a su
exmarido -
En
ese momento sonó el móvil de él. Era un mensaje de voz de Kerria, les pidió
que, al día siguiente, acudieran a la casa de sus padres. Todos, tanto él, como
Rebecca e incluso Cindy. Cuando Brian se lo dijo a su ex esposa, ésta se
sorprendió. No obstante, asintió. Tendrían que comenzar a cicatrizar esas
heridas y empezar de nuevo. Y es que antes de acostarse, fue la propia abogada
quien lo comentó.
-Deberíamos contarles toda la verdad. Solamente así
lo entenderían.
Roy
no parecía muy dispuesto a ello, pero su esposa asintió.
-Sí, hija. Tiene razón. - Convino Bertie. – Esto ha
durado ya demasiado.
- ¿Estáis seguras? - Inquirió el respectivamente
padre y esposo de ambas. -
-Sí, papá. Por favor. - Le pidió encarecidamente
Kerria. –
Roy
guardó silencio y asintió despacio.
-Estaremos todos a tu lado. - Quiso alentarla
Samantha. –
-Llámales hija. Diles que vengan mañana. - le
propuso Bertie. –
Así
lo hizo, pero Brian respondía al teléfono. Supuso que estaría ocupado con su
esposa y su hija y le dejó un mensaje en el buzón de voz.
-Por favor, venid los tres a mi casa mañana. Tenemos
muchísimo de que hablar, y debemos contaros cosas muy importantes. – Casi recitó
Kerria antes de colgar. -
En
Bios siguieron el debate con muchísimo interés. Amatista y Leval, aprovechando
una tarde libre en común lo vieron. Les encantó la participación de Kerria,
pero tanto a su hermano como a su cuñada les preocuparon mucho aquellas
intervenciones de esos tipos de la Luna Negra.
-Es terrible, pobre Ky. - Declaró Amatista. –
-Esos canallas. - Añadió el enojado Leval, aunque
agregando, eso sí, con verdadero orgullo. – Pero mi hermana ha sabido replicarles
como merecen.
Amatista incluso contactó con sus padres para
contárselo y ellos, que no vieron el debate, también se quedaron atónitos y
realmente inquietos. De todos modos, no hicieron ya más comentarios sobre ese
tema. Fueron pasando los días, al cabo de dos semanas, en Bios recibieron un
mensaje, era Kerria.
- Hola cuñada, ¿cómo estás? - Saludó Amatista que
nunca recordaba que era un mensaje sin posible conversación. -
- Quería pediros que me mandéis a Brian por unos
días. Tengo algo muy importante que contarle. - Les pedía desde su alocución
con un rostro excesivamente serio para tratarse de buenas noticias. -
Amatista
y Leval se miraron entre sorprendidos y preocupados cuando el mensaje terminó.
En cuanto Brian regresó de la Universidad se lo pusieron. El chico decidió
embarcar en la próxima nave que salía el día siguiente. No sabría para que lo hacía
llamar su madre que fuese tan importante. ¡Ojalá que todos estuvieran bien de
salud! De todas maneras, aprovecharía para ver a Cindy. Tenía su número, la
llamaría para quedar.
-En cuanto llegue le daré un toque. Estoy deseando verla.
- Se decía muy ilusionado. -
Tras
despedirse de su familia de Bios abordó la nave y en dos días llegó a la
Tierra, en el astro puerto le aguardaban sus dos madres. Durante este tiempo
éstas habían mantenido contacto con Brian y Rebecca. Cindy había estado en
tratamiento para conseguir sacar de ella todo ese odio acumulado y el rencor
hacia Kerria, sobre la que había proyectado la frustración de la separación de
sus padres. La misma reputada psicóloga francesa que atendiera a Rebecca,
Michelle Arnau, se encargó de tratarla personalmente en cuanto recibió la
llamada de su amiga. Cindy desahogó su frustración con ella y más cuando la
doctora le confesó que también era homosexual. Lo que la chica tampoco sabía es
que ambas tenían una historia en común. Michelle también había sufrido mucho, precisamente
por todo lo contrario que Cindy y cuando se la relató ésta pudo comprender que
nada se resolvía con el odio. Pero, sobre todo, le confirmó lo que supo aquella
tarde en la que acudió junto a sus padres a la casa de los Malden y pudo
conocer a unas personas muy especiales que también la ayudaron mucho a
desvanecer esa energía tan negativa. Tras un tiempo, la chica estaba mucho
mejor, aunque mantenían el tratamiento, y, de común acuerdo, sus padres, Kerria
y Sam, habían decidido verse y que Brian supiera la verdad. Así, tras aguardar
ansiosas y a la vez tensamente al muchacho, ambas le vieron llegar, acercándose
por la terminal.
- ¡Hola, mamá, hola, mamá Sam! - saludó Brian muy
contento de volver a verlas queriendo saber. - ¿Qué ocurre para que me saquéis
de la facultad en medio del trimestre?
- Te lo explicaremos en casa, hijo, - le respondió
Kerria mirándose cómplicemente con Samantha. -
- No les habrá ocurrido algo a los abuelos, ¿verdad?
- Inquirió él muy preocupado. -
- No, los abuelos están bien, descuida, - pudo
sonreír Sam para tratar de calmarle. - Solamente deseamos que conozcas a una
persona.
- Vale, pero antes tengo que llamar- les sonrió
aliviado. - Ahora vengo, - se alejó corriendo hasta un lugar algo más íntimo
sin que Kerria ni Sam pudieran decirle nada. -
- Tenemos que decírselo - le urgió Sam a su pareja.
-
- Sí, pero no me atrevo a hacerlo aquí - repuso ésta
con patente temor. -
Ajeno
a todo aquello Brian llamó al número que Cindy le había dado, pero nadie
respondía, pensó que estaría liada. Decidió llamar después. Volvió con su madre
y con Sam y los tres se fueron a casa. Después de saludar a sus abuelos. Kerria
le preguntó a su padre en otra habitación.
- ¿Han llamado?
- Sí, vendrán dentro de una hora. - Contestó Roy que
le inquirió - ¿Estás segura de que esto es buena idea?, hacer venir a Brian...
- Tiene que conocer a su hermana- respondió Kerria-
y quitarse de la cabeza esa idea de salir con ella. Cuanto antes afrontemos
esto, mejor.
- En cuanto la conozca seguro que lo hará, pero me
preocupa su reacción. - Objetó su padre. -
- Lo sé papá, y a mí también, pero el daño que pueda
hacerle ahora se le pasará. Más tarde podría ser peor, y yo ya estoy harta de
malentendidos y equívocos que duran años. - Argumento Kerria con la aprobación
de Roy. – Eso no quita que habrá que hacérselo saber con delicadeza. Al menos
lo más suavemente posible. Y prepararnos lo mejor que podamos para lo que venga
después…
Su
padre asintió lentamente y la dejó en el salón, Beruche bajó de su habitación.
Sam estaba con ella. Brian había subido para arreglarse, su madre quiso hablar
con él, pero fue incapaz de abordar el tema al verle tan feliz. Pasó la hora y
sonó el timbre de la puerta. Abrió Bertie, eran Rebecca, Brian y su hija Cindy.
Los tres pasaron al salón justo cuando bajaba Brian que vio en primer lugar a
su padre:
- ¡Papa! - exclamó corriendo hacia él - ¡Qué
alegría, era ésta la sorpresa!
- Me alegro mucho de verte, hijo, - dijo el aludido abrazándole,
pero sin demasiado júbilo para presentar a Rebecca, añadiendo. - Ésta es mi
mujer.
- Hola Brian, - saludó ella que parecía algo
incomodada, más por sus remordimientos que por otra cosa y preocupada por lo
que podría desencadenarse en cuanto ese chico viese a su hija y entonces éste
la vio - ¿Cómo estás? Encantada de conocerte.
- ¡Cindy! - la llamó él sorprendido. -Tú también has
venido a verme, ¿cómo te has enterado de que llegaba?
- Vengo con ellos- musitó bajando la cabeza. -
- ¡Qué casualidad! - ¡Esto es increíble! …todos
aquí, reunidos. - Sonrió el joven interpretando aquello como un encuentro
fortuito. - Te voy a presentar.
Intentó besarla en los labios, pero ella, muy
envarada, apartó la cara de forma que su interlocutor sólo acertó en la
mejilla. Él se sonrió, era natural, quizás Cindy tenía vergüenza de que la
besara delante de la familia de él, no pasaba nada. Ella parecía querer decir algo,
pero, antes de que pudiera replicar el muchacho la tomó de la mano y la
presentó con un tono muy entusiasta.
- ¡Mamá, Sam,
esta es Cindy! nos conocimos cuando vine de vacaciones y estamos saliendo
juntos. ¿A qué es preciosa? Abuelo Roy, abuela Bertie, ésta es Cindy - Les dijo
según se acercaban ambos con cara de circunstancias. - ¿Qué es lo que pasa? -
Inquirió Brian mirando el sombrío rostro de todos, incluida la muchacha. -
¿Alguien me va a decir lo que pasa aquí? - añadió ya con un tono más serio y
preocupado. -
- Brian, verás - pudo decir su madre con dificultad.
-Han venido a vernos, tu padre…
- Sí, ya lo veo, pero ¿qué tiene eso de malo? Hace
tanto que no le veía. - La cortó él. -
- Déjeme a mí, por favor, yo soy la causante de este
lío. - Le pidió Cindy a Kerria, ésta asintió despacio y la muchacha
agregó. - Brian, yo vengo con ellos.
- Ya me lo has dicho- repuso él cansinamente. - Pues
es estupendo, es lo mejor que me ha ocurrido en mi vida, la chica que me gusta
y mi padre, en el mismo día. - Añadió ahora sonriente y lleno de alegría. -
Todos
se miraban petrificados, ni siquiera Kerria tenía valor para pronunciar
palabra. Ella que siempre enfrentaba los problemas por dolorosos que fueran, no
quería hacerle tanto daño a su hijo, pero era algo inevitable. Rebecca miraba
al suelo arrepintiéndose de todos los años en los que impidió que Brian y su
hija se conocieran. Ahora el destino los iba a castigar de forma terriblemente
cruel por su culpa. Tampoco tenía valor ni para mirarlos a los ojos.
Afortunadamente para ellas fue Cindy la que tomó esa responsabilidad.
- ¡Brian, Brian escúchame!,- le tomó de las manos
casi a punto de llorar cuando le reveló. - Son mis padres Brian. ¡Tu padre es
también el mío!
- ¿Qué?,- exclamó éste moviendo la cabeza con una
media sonrisa incrédula. - Pero ¿qué dices? será una broma, ¿verdad?
- No hijo, no es ninguna broma. ¡Ojalá lo fuera! - Añadió
Kerria llena de consternación. -
- Es la verdad- reconoció su propio padre,
sentenciando. - Los dos sois hijos míos.
- ¡No, no puede ser! - Estalló él apartándose de
todos. - ¿Por qué? ¿Por qué me tiene que estar pasando esto a mí?
- Cálmate por favor - le pidió Sam también muy
afectada. -
- ¡No quiero!, no quiero calmarme. Ya estoy harto
¿Me vais a decir que Cindy es mi hermana? Cuando por fin he conocido a alguien
que me importa de verdad y a quién quería, ¿es mi hermana? - Añadió entre
sollozos de impotencia y desesperación. -
- ¡Brian, por favor, cariño!,- le pidió su abuela
apesadumbrada. - Trata de entenderlo.
- ¡No! ¿Qué es lo que tengo que entender? ¿Por qué
nunca me lo dijisteis? - Lloraba apretando los puños. ¿Tú lo sabías? - Le
espetó a Cindy. -
- ¡No lo sabía! - sollozaba ésta también. - Cuando
te conocí yo, ...no lo sabía - negaba con la cabeza visiblemente hundida. -
- ¡No, no, maldita sea! - Chillaba él dirigiéndose
hacia la puerta. - ¡No puede ser! - ¿Por qué tengo que pagar yo por vuestros
errores? ¿Eh? –Estalló el joven. -
Brian observó en derredor suyo señalando a todos con
un dedo acusador y una mirada llena de reproche. Nadie se atrevía a responder,
en buena parte porque esa era la verdad y el chico salió dando un portazo que
casi destrozó los goznes.
- ¡Hijo, espera! - Le pidió Kerria llorosa pero su
padre la detuvo tomándola de un brazo. -
- Déjalo, necesita estar sólo. - Afirmó
categóricamente Roy. -
- ¡Todo esto es culpa mía! - lloraba Rebecca
lamentándose amargamente. - Nunca debí permitir que ocurriera, ¡por Dios!, el
chico tiene razón. Nuestros errores los están pagando ellos, ¡nuestros hijos!
La
cara de Roy cobró entonces un aspecto de enorme preocupación. Los demás le
miraron sorprendidos.
- La energía de Brian no para de aumentar… ¡tengo
que detenerle antes de que escape a su control! - Dijo saliendo rápidamente
tras él. -
- ¿Qué pasa?,- preguntó Brian padre con gesto
preocupado. -
- Mi padre se ocupará, no temas. - Respondió Kerria
tratando de mantener la calma pese a todo. -
Todos
esperaban preocupados, pero Sam, Kerria y Beruche que sabían lo que podía
pasar, aún más si cabe. Ahora Rebecca y Cindy recordaron con horror lo que les
contaran hacía unos días. Contenían el aliento, atemorizadas. Pensado en todo
lo que se les desveló…
- ¡Oh, Dios mío!, ¡espero que no haga nada
irreparable por mi culpa! - Pensaba la atribulada Cinthia al hacer memoria. -
Al día siguiente de aquel “incidente” tras el debate,
Ami Mizuno, la princesa Mercurio, contactó con la familia Malden, respondiendo
a la llamada de Bertie. Enterada de todo les comentó que ella no podría ir pero
que Chibiusa y sus guardianas sí que los visitarían. Así fue. Las cinco
aparecieron en el salón de la casa con su tele portación. Allí aguardaron. Al
poco llegaron Brian, Rebecca y Cindy. Los tres quedaron visiblemente
impresionados, y las mujeres hasta intimidadas cuando Kerria hizo las
presentaciones.
-Ellas son la princesa Usagi Chiba Tsukino, heredera
del Milenario de Plata y del reino de Cristal Neo Tokio. Y sus guardianas, las Ladies
Sailor Asteroides.
Las
presentadas hicieron un gesto de cabeza a modo de saludo. Rebecca y Cindy
hicieron lo propio, sin saber qué decir. Cuando Bertie les ofreció sentarse en
el sofá y los sillones del salón, fue Chibiusa la que se dirigió a todos los
presentes.
-La princesa Mercurio me ha explicado lo sucedido.
Las cosas son más serias de lo que podéis imaginar.
- Lamento mucho haber actuado así. - Pudo decir la
muchacha, presa del remordimiento e incluso el temor. -
Rebecca
también estaba amilanada, a la vista de semejantes mujeres, todas ataviadas
como esas legendarias guerreras. Pero se asustó realmente cuando la princesa de
la Luna sacó una especie de cetro aparentemente de la nada y apuntó con él a
Cindy.
- ¡Por favor! - Le suplicó, con pavor poniéndose de rodillas.
- ¡Ten piedad de mi hija!
Chibiusa
bajó el cetro y tanto ella como sus guardianas la miraron con cara de sorpresa.
Fue Bertie la que, posando sus manos sobre los hombros de aquella mujer, no
tardó en calmarla en tanto la ayudaba a levantarse.
-No temas. No le va a hacer nada malo a Cindy. Todo
lo contrario.
Así
era, de hecho, la princesa le comentó a la atónita y atemorizada chica.
-Percibo en ti un rastro de energía negativa.
Alguien te la ha inoculado. Y eso, junto a las mentiras que te contaron,
potenció tu odio hacia Kerria. Tranquila. Voy a limpiarte de él.
Y
elevando el cetro invocó.
- ¡Moon Healing Escalation!”
Cindy
sintió entonces como un torrente de cálida energía y rosada penetraba en su
cuerpo, tan potente que la levantó del suelo haciéndola girar ante las caras de
asombro de sus padres. Finalmente se sintió mucho mejor. De hecho, estaba de
maravilla. Chibiusa y sus guardianas sonrieron. Lo mismo que Beruche que
comentó llena de agradecida nostalgia.
-Recuerdo esa sensación, ¡tan cálida y hermosa!
Entrando como un torrente en mi corazón. Cuando la madre de la princesa, la
reina Serenity, entonces la guerrera de la Luna, hizo por mí lo mismo que su
hija ha hecho ahora por ti, Cinthia.
-Sí, yo también sé lo que se siente cuando la maldad
te manipula y te lava el cerebro. - Convino Chibiusa. - En esa ocasión también usaron el odio contra
mí y mis padres. Por unos rencores que eran totalmente inventados.
-Lo mismo que me sucedió a mí. - Terció a su vez
Kerria que agregó dirigiéndose a la familia de Cindy. - Ahora os vamos a contar
unas historias que muy pocas personas en este mundo saben. Y podréis comprender
la verdad de cómo son las cosas…
Y
ante los asombrados ojos de los Rice, Kerria invocó su poder convirtiéndose en
una justiciera, la Dama del Hielo. Pero la expresión de estupor de esa familia
llegó todavía a cotas más altas cuando el padre de ésta se transformó en un
guerrero dorado ante ellos. Fue Bertie la que les comentó, ante la sonrisa de
Samantha.
-Éstas son dos de las razones por las cuales nuestra
familia es tan especial. Ahora vamos a contaros una larga, muy larga historia.
-Tenemos mucho tiempo, y muchos deseos de oírla. -
Pudo decir Brian saliendo por fin de su asombro. -
Tanto Rebecca como Cindy convinieron en eso. ¡Desde
luego que ansiaban conocer todo aquello! Tras un par de horas únicamente para
un somero resumen quedaron anonadados. ¡Tantas luchas, tantas batallas de los
padres de Kerria, de ella misma y sus primas y resto de familia y amigos! ¡En
todas partes y en tantos años! Protegiendo la Tierra, luego Bios y Nature.
Siempre contra aquel mal. Beruche les explicó.
-Cuando era joven, vine desde el futuro con mis
hermanas. Pertenecíamos al clan de la Luna Negra. Ese que ahora se está creando
aquí. Y que es el mismo que ha intentado manipularte a ti, Cindy. Lo hizo de igual modo con nosotras. Influidas
por él, tratamos de acabar con la vida de la princesa Usagi. Entonces una pobre
niña pequeña que huyó a este tiempo en busca de la legendaria Sailor Moon. La
que sería su madre en el futuro. La que, junto al rey Endimión, crearía el
reino de Neo- Cristal Tokio. Afortunadamente ella nos liberó. ¡Jamás podremos
pagarle esa deuda de gratitud! Pero juramos luchar contra el mal con todas
nuestras fuerzas, y lo cumplimos, y tras nosotras, nuestros hijos e hijas. Y
ahora es el turno de nuestros nietos y nietas. ¿Lo entiendes ahora, querida
niña? El mal que nos poseyó entonces es el mismo que ha tratado de utilizarte.
Estoy convencida. De algún modo sigue presente…y eso es lo que más me asusta.
Puesto que creímos haberlo destruido para siempre. Para evitar que se repitiese
la historia. - Concluyó con tono sombrío. -
-Todos hemos tenido nuestras particulares pruebas y
escapamos del control del mal. - Terció Kerria relevando a su madre de la narración.
- Y me doy cuenta de que todo va dirigido a lo mismo. Tenemos un destino que ha
de cumplirse. Ahora, finalmente todo cobra sentido. Dado que serán mi hijo y
otros jóvenes como él, los que deberán tomar nuestro relevo en la batalla, ese
mal desea impedirlo a cualquier precio. Y no se detendrá ante nada para
conseguirlo.
Cinthia escuchaba con la boca abierta y realmente
anonadada. ¡De modo que era eso!, a través de ella esos malvados habían
intentado dañar a su hermanastro. Ahora la muchacha sí que se estremecía entre
balbuceos, no podría perdonarse a sí misma por aquello...Recordaba ese día y
esas palabras que se repetían en su cabeza martilleándola sin cesar. ¿Acaso
Brian estaba destinado a sufrir por su culpa de esa forma tan cruel?
- ¡Por favor, Señor, no lo permitas! - Pensaba con angustia.
- Brian es bueno, es inocente de todo esto. Castígame a mí. Yo debo sufrir en
su lugar. Si le salvas te entregaré mi vida a cambio.
Por su parte Roy alcanzó a su nieto cuando éste
estaba a punto de sufrir una crisis. La fuerza de Brian hizo temblar la Tierra.
Estaba acumulando cada vez más energía hasta transformarse en súper guerrero.
Tuvo que placarlo para evitar que la descarga descontrolada de su fuerza
destruyese varios kilómetros a la redonda.
- ¡Maldita sea Brian, contrólate! - Le pidió Roy
sujetando como podía a su enfurecido nieto. -
- No, ¿Por qué? ¿Qué es lo que he hecho para
merecerme esto? - repetía una y otra vez. -
-Nada, la vida a veces es injusta, - respondió su
interlocutor - Pero esto sólo empeora las cosas. Podrías matar a mucha gente si
descargas tu ira así, gente inocente. Debes contenerte, tienes una
responsabilidad.
- Siempre es igual, tienes responsabilidades, tienes
esto, lo otro, pero no tengo derecho a querer a nadie, ni a ver a mi padre. Ni
a conocer a una chica a la que querer sin que sea mi propia hermana, ni a que
no me insulten, ni a mis madres ni a mí. - Protestó amargamente el muchacho. –
Roy
le dejó desahogar toda esa rabia e indignación, comprendía por lo que su pobre
nieto estaba pasando. Al fin, cuando Brian concluyó esa catarata de reproches, el
le dijo con firmeza y afecto a la vez.
- Tus madres han tenido que soportar mucho, pero
siempre les ha ayudado tener a la familia y apoyarse mutuamente y, sobre todo,
tenerte a ti. Tú has hecho que cualquier cosa por la que han tenido que pasar
haya merecido la pena. No hagas que esto les sea imposible de soportar, Brian.
Ya eres un hombre, compórtate como tal.
- Eso iba a hacer con Cindy, cuando pienso que ella
y yo… y es mi propia hermana, ¡Dios! - Se lamentaba golpeando el suelo en el que
había excavado un apreciable agujero. -
- Brian ¿No haríais algo de eso… juntos… verdad? -
Le preguntó Roy muy preocupado con esa posibilidad. -
- No, porque era menor y además quería conocerla
mejor y poder salir con ella. Me gustaba, me gusta todavía, no puedo borrar eso
de mi cabeza de repente, abuelo. - Contestó el desolado joven calmándose a la
par que su energía iba disminuyendo progresivamente. - ¡No puedo!
- Lo sé, hijo. - Convino afectuosamente Roy que le
abrazó dejando que el chico se apretase a él llorando, dando así un desahogo
más inocuo a su frustración. - Nadie te va a pedir que lo hagas. Sólo que
trates de asimilarlo poco a poco. No tienes una novia, tienes una hermana. Ella
también se ha quedado hundida nada más saberlo. Pero por el bien de su familia
ha sabido encajarlo con gran entereza. Y es más joven que tú. ¡Vamos Brian!,
eres un saiyajin. ¡Compórtate! No eres el único en la familia que ha pasado por
trances difíciles. Todos lo hemos hecho alguna vez.
El
interpelado se dejó convencer poco a poco y accedió a volver con su abuelo.
Entraron ambos y vieron las caras de ansiedad de todos, en especial de Kerria y
Sam. También Beruche miraba a su marido y a su nieto con cara de angustia y aun
restos de lágrimas, pero Roy las tranquilizó con su mirada. Llevaba a Brian
pasándole un brazo por los hombros. El muchacho se acercó hasta Cindy y dijo
aun agitado por su enfado, pero controlándose.
- Creo que tendré que aprender a quererte como a una
hermana.
- ¡Brian! - lloraba ella tratando de abrazarle, pero
él no se dejó. -Por favor, ¡perdóname!
- No me lo hagas más difícil, - le pidió él que se
paró a pensar recordando un detalle. - ¿Por qué me dijiste que te apellidabas
Jones?
- Es el apellido de mi madre- Repuso ella. - Cuando
se separó de mi padre decidí utilizarlo. - Explicó Cindy, mintiendo de común
acuerdo con sus padres. -
En realidad,
no quería decir que se lo ocultó deliberadamente. La muchacha rezaba porque
Brian no descubriese que ella había intentado matar a su madre. Nunca se lo
perdonaría, y con toda la razón. Pero podía estar tranquila por eso. Ninguno de
los presentes tenía la menor intención de comentárselo al muchacho jamás.
Demasiado atormentado estaba ya. Así pues, la chica añadió.
- Podemos empezar de nuevo, salir a dar una vuelta
como dos hermanos. - Propuso nerviosa, aguardando la respuesta con ansiedad - ¿Qué
me dices?
- No, no puedo, - se negó amargamente él - ¿No lo
entiendes?, necesito tiempo. Mamá. - Se dirigió a Kerria que estaba muy apenada
y le comentó con voz queda. - Quiero volverme enseguida a Bios y olvidarme de
esto.
Kerria
iba a replicarle algo, pero no pudo hacerlo, sólo asentir y responder
apesadumbrada.
- Está bien hijo. Mañana mismo podrás volver con tus
tíos.
- Cuando quieras y estés preparado, ven a vernos. - Le
invitó Rebecca lo más amablemente que pudo muy castigada por su complejo de
culpabilidad. - Serás bien recibido en nuestra casa y vosotras también - añadió
a Kerria y Samantha. - Por mi parte, deseo intentar arreglar las cosas.
- Quizás sea tarde para eso- musitó Brian padre
sombríamente, mirando a su mujer que avergonzada, bajó la cabeza. -
- No lo es. El tiempo arregla las cosas- terció
Beruche sujetando la barbilla de su desolado nieto con suavidad para decirle. –
Brian cariño, ahora estás muy enfadado y herido, lo comprendo. Pero debes darte
tiempo, a ti y a los demás. Aquí se han hecho cosas mal, por parte de todos, y
lo que ha ocurrido es la consecuencia. Los que más habéis sufrido sin tener
culpa de nada sois Cindy y tú.
- Es verdad- admitió Rebecca - yo debo pediros
perdón por muchas cosas.
- Dejemos lo pasado atrás - intervino Sam - ya nos
ha castigado bastante.
- Creo que debemos irnos, dejar descansar a los chicos,
- propuso Brian padre. - Rebecca, Cindy, vámonos.
La consternada
chica se acercó a su hermanastro en un último intento.
- Brian, ¿me llamarás? Aunque sea dentro de algún tiempo.
- Le pidió con un gesto de súplica en su semblante lloroso. -
- Te llamaré, lo prometo- le dijo él más
conciliatoriamente acariciando su cara. – Pero no ahora, deberás esperar.
Cindy
bajó la cabeza asintiendo despacio, no podía pedir más. Al menos él no la
repudiaba. Aliviada en parte por ello se despidió de todos, uno por uno, al
llegar hasta Kerria no pudo evitar llorar, ésta la abrazó.
- ¡Lo siento! - Gemía sin poderse detener. - Perdóname,
por favor… ¡lo siento mucho! Es por mi culpa…
- Todo se arreglará, vamos, todo está olvidado,
pequeña. - Le susurró su también emocionada interlocutora con su mejor tinte de
sinceridad. – Sé muy bien lo que ahora sientes. Porque una vez pasé por lo
mismo que tú.
- ¿Y qué hiciste para superarlo? - Quiso saber la
desgarrada joven. -
-Seguir adelante y tratar de ser mejor persona. - Le
sonrió ahora su contertulia. -
Entre
lágrimas Cindy asintió dejando que esa mujer, a la que había intentado matar,
le acariciase maternalmente la mejilla. Después fue suavemente llevada de su
lado por sus padres, que se despidieron a su vez. Al salir, la muchacha estaba
destrozada por el remordimiento y el dolor, pero su madre trató de animarla
sentándose junto a ella.
- Saldremos de esto cariño, juntos, tú, tu padre y
yo. Volveremos a ser una familia. Te lo prometo.
- ¿De verdad? -
Inquirió Cindy levantando la cabeza y observando a su interlocutora
entre lágrimas, aunque más esperanzada. -
- Sí, hija- afirmó Brian, declarando con más
ilusión. - Tu madre y yo vamos a intentarlo
otra vez, sin miedos ni rencores, ni sospechas. Bastante de eso hemos tenido
ya. Y aunque no será fácil, al menos pondremos todo de nuestra parte para
hacerlo posible. ¿Verdad Beckie? –
Le dijo usando ese cariñoso apelativo que únicamente
empleó cuando eran novios y en los primeros momentos de su matrimonio, antes de
que todo naufragase. La interpelada asintió con emotividad. Cindy lloró
apretada a su madre que le acarició el pelo con suavidad en tanto Brian
arrancaba. El coche se perdió en las calles, rumbo a casa. En cuanto a Kerria,
su esposa y sus padres tenían la dura tarea de recuperar al muchacho. Éste,
algo más calmado, esperó unos días más, convencido por sus abuelos para
permanecer en la Tierra. Cuando por fin volvió a Bios, allí, al cabo del
tiempo, conoció a la chica que iba a ser su pareja y pudo, por fin, aceptar a
Cindy como su hermana. Él mismo le escribió una Holo carta y volvieron a verse,
llegando a ser, además de hermanastros, buenos amigos. Ella le contó que también
había conocido a un chico con el que salía y Brian, a su vez tras presentarle a
su novia, le dijo que debía partir para cumplir una importante misión, la más
importante de toda su vida, con otros compañeros, para poder salvar a todo el
Cosmos de la amenaza definitiva para la misma existencia de todo lo creado…
-Vaya…esto es muy interesante. - Comentó una voz de
procedencia desconocida cerrando un grueso libro de tapas color burdeos. - Y yo
que pensaba que lo mío era complicado… Creo que después de lo que me averiguado
podría hacer que esta historia fuera algo incluso más emocionante… Sí,
recurriré a ese engendro, ja, ja, ja… Ya verás Brian, me has caído simpático. Y
te comprendo mejor de lo que crees. Voy a darte la ocasión perfecta para
demostrar a tu hermanita y a tu padre lo mucho que vales.
Y
ya no se oyó nada más…al menos durante un tiempo, el autor de esa voz
permaneció al margen del futuro devenir de los acontecimientos.
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