sábado, 26 de diciembre de 2015

GWHC32 Un reportaje de gran interés


Para Christian y todos los que se esfuerzan por alcanzar sus metas. ¡Ánimo en la lucha amigo!

 

Un reportaje de gran interés.

 

 

La lluvia corría perezosamente por los cristales. Los rayos iluminaban el cielo nocturno de cuando en cuando y se escuchaba el sonido de los truenos, cada vez más lejanos. Al menos la tormenta se alejaba. En ropa interior, Katherine suspiró con gesto aburrido. Allí, en su apartamento, mirando el agua estrellarse contra la ventana.  Decidió conectar la Tablet.

 

-A ver si puedo ocuparme del correo ahora. - Se dijo tratando de insuflarse ánimos. - Y tendré que llamar a mis padres. Hace una eternidad que no los veo…

 

            En eso pensaba dado que con su trabajo le era casi imposible sacar un hueco. Además, sus otras obligaciones la absorbían de un modo prácticamente total. Apenas si se mantenía en pie. Debía de recurrir a esas ayudas extras para hacerlo. No quería ni pensarlo. Suspiró dedicando su atención a esa larga lista de e-mails.

 

-Esto no se termina nunca. - Pensaba con creciente sensación de hastío. -

 

            Tenía los cientos de e-mails acostumbrados. Decenas o incluso cientos de personas tratando de hacerle llegar algún problema o hecho digno de denunciar. Por desgracia había tantos casos que eran tan indignantes de tropelías o injusticias que era materialmente imposible para ella investigarlos todos. Quizás podría ir filtrando algunos que ya hubiese tratado de un modo u otro. Lo cierto es que abrió unos cuantos, y en muchas ocasiones no eran temas que pudieran ser considerados de interés, o que incluso carecían de base. En cambio, hubo uno que atrajo su atención. Curiosamente no se trataba de una petición al uso para que le hiciera una entrevista. O que investigase alguna injusticia o extraña conspiración. Más bien le pedía su ayuda para… ¡Contactar con su prima Kerria! ...Pudo leer…

 

-Me dirijo a usted pidiéndole un favor. Soy una persona que está viviendo una situación muy complicada. Me gustaría que me ayudase a contactar con la señorita Kerria Lorein Malden. Sé que ustedes son familia. Quizás si le transmite mi caso ella podría hacer algo por mí. Conozco la reputación de su prima y la de usted. Son dos buenas personas que tratan de que la justicia se imponga. En mi situación sé que es algo difícil, incluso el colectivo al que la señorita Malden pertenece no me ha brindado el apoyo que yo esperaba. Quizás ella sí que pudiera, aunque no soy rico. Al menos no tanto como para costearme sus servicios…por eso le agradezco de antemano su atención…y aguardo una respuesta. Muchas gracias…

 

Katherine no dejaba de releer aquello sin comprender. ¿A qué situación se refería? No se lo aclaraba en ningún momento y eso de querer contactar con su prima casi a cualquier precio. No iba a molestar a Kerria por algo que no pudiera comprobar ella misma.

 

-No sé por qué no contacta con Ky él mismo. De todos modos, es mejor así. Prefiero ocuparme yo y que deje tranquila a la prima.

 

Desde luego que así era. Bastante tenía ésta ya con sus propios problemas. Así pues, tras unos instantes de reflexión, Kathy decidió responder tecleando lo siguiente.

 

-Me gustaría poder mantener una conversación a nivel personal con usted y que me contase qué ocurre exactamente en su caso. Es lo más que puedo prometerle antes de involucrar a alguien de mi familia.

 

            Dejó aquel mensaje en tanto revisaba alguno más, y al cabo de apenas unos minutos obtuvo respuesta, al abrir ese correo leyó.

 

-Gracias, dónde usted quiera y cuando me diga. Allí estaré…

- ¿Cómo le reconoceré?- Fue la pregunta que Kathy escribió.-

-No se preocupe. Yo la reconoceré a usted. - Respondió aquel anónimo que añadió, a modo de condición indispensable. - Venga sola, yo también lo haré…lo que debo contarle no tiene que trascender todavía…

           

De modo que Kathy respondió que estaba conforme, indicándole una cafetería cercana a su lugar de trabajo. Tras dar las señas se despidió, se verían en dos días. Antes le era imposible a la reportera debido a su propia agenda. La réplica no se hizo esperar. Aquel interlocutor le dio su conformidad. Allí estaría. La joven suspiró.

 

-Bueno, ya veremos. Espero que sea algo que merezca la pena…

 

            Así transcurrieron esos dos días, inmersa en sus quehaceres cotidianos se le pasaron volando. Al fin, arreglada con una blusa azul celeste y una falda y blazer de tonos crema, Katherine compareció en el lugar indicado. Se sentó en una de las mesas que hacían esquina junto a un gran ventanal y aguardó. Pasaron al menos veinte minutos y no sucedió nada, ni vino nadie. Al menos que ella pudiera constatar. Suspiró atusándose su pelo cobrizo y repasando el lazo amarillo que llevaba para sujetar el moño. Miró a un lado y a otro. No pasaba nada fuera de lo corriente, salvo la entrada y salida de clientes que iban y venían ignorándola por completo. Después de unos minutos consultó su reloj de pulsera. Estaba comenzando a meditar la idea de irse. Quizás aquel misterioso contacto solamente fuese un bromista. Alguien que se divirtiera jugando con gente como ella, a la caza de reportajes o de denunciar injusticias sociales.

 

-Quizás sean los de la competencia, que quieren hacerme perder el tiempo. - Se dijo en tanto apuraba la soda que pidió. - Bueno, creo que ya he esperado bastante…

 

            Y se levantó dispuesta ya a marcharse cuando una voz de tintes neutros atrajo su atención al dirigirle una pregunta…

 

- ¿Señorita O ´Brian?...

 

            La aludida se giró de inmediato hacia la fuente de aquella cuestión. Pudo ver sentado a alguien que le daba la espalda en otra mesa. Casi sin que pudiera reaccionar esa persona le indicó.

 

-Siéntese, por favor. Lamento haberla hecho esperar. Pero era necesario…

 

            Katherine obedeció, apartando una silla tomó asiento frente a su misterioso interlocutor. Al menos eso pensó. Era alguien de piel clara, ojos azules y mirada inquisitiva, su rostro tenía formas suaves y sus manos parecían delicadas. No obstante, su mirada transmitía firmeza y resolución. Al fin, la reportera fue capaz de decir con tono entre intrigado y casi reprobatorio…

 

-Supongo que usted es el autor de esos correos. ¿Me equivoco?

-No, no se equivoca usted. - Admitió su contertulio. -

-No me gusta esperar, y menos que alguien me tenga sentada perdiendo el tiempo. Señor…

-Por ahora no le diré mi nombre. – La cortó aquel tipo, dejándola sorprendida, más cuando él agregó. - Es por seguridad. Lo mismo que el haberla hecho aguardar durante casi media hora…

- ¿Por seguridad?... - Repitió ella entre perpleja y confusa. -

-Tenía que estar seguro de que nadie la seguía ni que hubiera traído compañía. - Replicó su interlocutor. -

-Tiene que ser un asunto muy serio para que tome tantas precauciones. - Declaró la joven con cierta incredulidad y un poso de reproche. - ¿Acaso no se fiaba de mí?

-Le aseguro que así es. Y no, lo siento, pero no confío en nadie hasta que esa persona me demuestre que se merezca que lo haga. - Contestó el interpelado sin pestañear. -

-Podría decir lo mismo de usted. - Replicó Kathy con visible malestar, aunque enseguida dejó aquello a un lado para recalcar con cierto sarcasmo. - Que me digan que tengo que ir de acá para allá con secretismos y poniéndome a prueba haciéndome esperar no es algo que me interese demasiado, señor no le diré mi nombre, tengo muchas cosas que hacer.

- Y sin embargo ha permanecido aquí. - Sonrió levemente ahora su contertulio. -

-Estaba marchándome cuando usted me llamó. - Le recordó la chica que añadió dejando que sonase a clara amenaza. - Y me iré si no se deja de circunloquios y va al grano…O confía en mí o me marcho, así de simple…

 

            Iba a hacer amago de levantarse cuando ese tipo despegó los labios para, sin prescindir de su hablar pausado, decir algo que la hizo abandonar aquella intención de inmediato.

 

-Estoy en el ejército. He pasado por muchas cosas. Y he visto otras muchas. Pero no la he llamado por eso. Se trata de mí…De mis circunstancias personales y las de otras muchas personas como yo…

 

            Katherine no pudo evitar que el brillo de sus azules ojos delatase su curiosidad. Ese tipo la tenía atrapada. No pudo resistirse a preguntar.

 

- ¿Qué circunstancias son esas?

 

            Su interlocutor dejó transcurrir unos segundos antes de tomar aire, soltarlo despacio y responder…

 

-Soy uno de los miembros del ejército que tienen disforia de género. - Le desveló él. -

 

            Al principio Katherine parpadeó mirándole sin comprender. Su contertulio se dio cuenta y esbozó una amplia sonrisa.

 

- ¡Perdón!, ¿Qué tiene el qué? - Pudo preguntar la atónita muchacha. -

-No se preocupe, la gente no está muy habituada a oír ese término. Para que le resulte más familiar le diré que soy lo que se conoce por un miembro de la comunidad transexual…

 

            Eso la hizo entender. La joven le observó ahora quizás percatándose de algún que otro detalle más sutil que se le hubiera escapado anteriormente. Asintió despacio…y su contertulio le explicó.

 

-No creo que usted conozca los casos de Beck o Manning. Pero son ejemplos de personas en la misma situación que yo. Bueno, podríamos decir que yo voy en la dirección inversa. Para decirlo en términos llanos y asequibles para el público en general. Ellos recorrieron el camino de hombres a mujeres…yo hago el contrario…

-Ya…- musitó ella todavía con expresión de asombro, para replicar. - ¿Y exactamente qué es lo que sucede?  Tenía entendido que en el ejército se han dado pasos para la normalización de los transexuales. Perdón, si puedo llamarles así…-Se disculpó temiendo haber podido ofender a su interlocutor. -

-Puede expresarlo así si lo desea. - Repuso ese hombre con serenidad. - Es totalmente correcto.

-Pues… con la política del “Don´t ask don´t tell” del año dos mil once. - Repuso la chica que había sacado su tablet del bolso e inmediatamente había ido a consultar en internet. - Aquí dice que a Tammy Smith la ascendieron a general de cuatro estrellas, siendo la primera mujer lesbiana en llegar a la máxima graduación. - Citó la joven en tanto lo leía. -

-Conozco esa política y se aplica sobre todo a gais, lesbianas y bisexuales, pero a nuestro colectivo le mantienen al margen. - Respondió su interlocutor. - Y eso ya sabe a lo que llevó en el caso de Manning.

-WikiLeaks. - Repuso la muchacha que acababa de verlo reflejado en la página que estaba leyendo. -  Pero usted… ¿no estará? - Inquirió alarmada. -

-No, no tema. Le aseguro que no es nada de eso. - La tranquilizó su contertulio para sentenciar. - No soy ningún espía, ni mucho menos quiero revelar secretos que comprometan la seguridad nacional.

-Entonces, ¿a qué viene tanto secretismo? - Quiso saber la reportera. - ¿Ha sufrido abusos o vejaciones por su condición?...

-No por parte de mis compañeros. - Repuso el aludido, aunque sí que agregó. - Pero algunos altos mandos están incómodos. Me han enviado a la reserva por el momento. Quizás temen lo mismo que ha dicho usted. Que pudiera convertirme en un traidor. Cosa que, desde luego, le repito que no sucederá.

 

            La charla se interrumpió un momento dado que una camarera se acercó, ambos le pidieron unos tés y prosiguieron la conversación…con aquel individuo relatando.

 

-Lo que sucede es que, como usted sabrá, seguimos una serie de tratamientos para nuestro cambio. Testosterona en mi caso y otra serie de componentes farmacéuticos. Además de operaciones cuando el cambio es completo…- Le refirió. - El problema es que mi seguro médico debería hacerse cargo de ello y me lo han denegado…

-Ya…por eso quiso usted que le pusiera en contacto con mi prima. ¿No es así? Tiene en mente demandarlos. - Repuso Kathy comenzando a comprender. -

-Sí, aunque esa no sea la única razón. - Le comentó aquel hombre, ahora bajando incluso el volumen de su tono, que no estaba siendo especialmente alto. -

 

            Su interlocutora se aproximó instintivamente a él para escuchar con más atención. Y lo que oyó no dejó de impactarla…

 

-Además están ellos. Esos que se arrogan el monopolio de la verdad…los que se oponen a los soberanos… No ignoro que su prima es una defensora de ambas cosas. La igualdad de todas las personas en derechos y la bondad de los reyes de la Tierra y las princesas…Es más, su madrina es la propia princesa Mercurio. ¿Me equivoco?

-No se lo confirmo, ni se lo desmiento. - Replicó impávidamente ella. -

 

Su interlocutor se permitió el lujo de esbozar una tenue sonrisa para responder a su vez.

 

-No hace falta que lo haga. Sé que es así. Y que sus madres son muy buenas amigas de las princesas planetarias.

- ¿Cómo sabe eso? - Acertó a preguntar Katherine. -

-Del mismo modo que sé que la madrina de usted es la princesa Venus. - Sonrió una vez más su contertulio que le explicó. - Estuve destinado en inteligencia militar. Llegué a tener acceso a informes clasificados. Pero no se inquiete. No sé nada más acerca de usted o su familia que pueda ser demasiado relevante, salvo, claro está, que tanto su hermano como su primo, el hermano de la señorita Malden, son militares.

-Entiendo...- Musitó Kathy que de inmediato preguntó, con tono nuevamente desconfiado. - ¿Y qué es lo que quiere entonces de ella?

-Únicamente que acepte representarme en una demanda que quiero interponer contra mi seguro. - Contestó él. - No deseo nada más.

-Mi prima suele dedicarse a esos casos. ¿Por qué no contactó directamente con ella? - Fue la aguda pregunta de la periodista. -

-Ya se lo dije a través del correo. No puedo permitirme pagar tanto. - Repuso su contertulio. -

-Teniendo en cuenta la naturaleza de su caso estoy segura de que ella aceptaría representarle sin exigir una tarifa demasiado elevada. - Declaró Katherine. -  Y creo que eso, usted lo sabe bien…

 

            Su interlocutor sonrió, obviamente tocado. Asintió despacio y pudo decir con tono de alabanza.

 

-Celebro comprobar que no me equivocaba. Desde luego tiene usted madera de reportera. Sabe distinguir la verdad...y posee el instinto…

-Entonces esto era otra especie de prueba de las suyas. ¿Verdad? - Replicó la joven con tono de reprobación. -

-Le ruego que me disculpe, pero debía estar absolutamente seguro de que usted se interesaría por mi caso.

-Y me interesa, se lo puedo asegurar.

 

            Su contertulio entonces pareció meditar algo tras unos instantes le dijo a Kathy en tanto se levantaba.

 

-Me llamo Enzo.

 

            La muchacha se levantó, desde luego era de bastante más estatura que él, aunque no llevaba tacones demasiado elevados. De hecho, Katherine era objetivamente una chica alta. Y ese hombre, no demasiado. Aunque parecía poseer una fuerza interior que contrarrestaba aquello. De modo que ella le sonrió afirmando más distendida.

 

-Supongo que ya he pasado sus pruebas, se ha dignado decirme su nombre…Y creo que si, además de convencer a su prima, hiciera un reportaje sobre su colectivo, eso podría servirle de ayuda. Aunque me imagino que ya contaba con ello.

 

El interpelado no respondió directamente, aunque sí que esbozo una amplia sonrisa para declarar.

 

-Ahora debo irme. Si consigue que su prima pueda representarme le prometo que no se arrepentirá. Le pido que me informe a través del correo. Y también, si es tan amable, aguarde un poco a salir después de que me haya ido. No creo que sea conveniente que nos vean marcharnos juntos…

- ¿Qué nos vean? - Se sorprendió ella para querer saber. - ¿Quién?...

 

            Pero su interlocutor se alejó tras hacer una leve inclinación de cabeza, poniéndose un sombrero que ocultaba su cara y una gabardina. La chica permaneció estática viéndole marchar.

 

-En fin...- Suspiró. - Es algo extraño, pero debe de tener sus razones…

 

            Enzo no tardó en salir a la calle y caminó durante un par de manzanas. Contaba con que aquellos que le hubiesen seguido caso de piratear sus e-mails habrían esperado infructuosamente durante ese tiempo, el que tardó en advertir a la señorita O’ Brian de su presencia en el café. Como vino utilizando el transporte público decidió irse tomando un taxi. De este modo sus perseguidores no podrían ir tras él, caso de que le hubiesen seguido en el mismo metro o autobús. Aunque claro está. Si se hubiese tratado del servicio secreto esas precauciones algo infantiles no le habrían servido de nada. Por fortuna en ese aspecto, sus acosadores eran bastante menos competentes. Quizás se centrasen ahora en ella. Aunque él no se preocupaba por la seguridad de esa muchacha. Sabía que era más que capaz de defenderse sola en el caso de precisarlo. Y al pedirle que simplemente convenciera a su prima, esos tipos podrían creer que no haría ningún reportaje o investigación que pudiera comprometerles. Aunque eso era ser demasiado optimista. Pensaba todo aquello cuando llamó a un taxi y éste le recogió.

 

-Buenas noches, a esta dirección. - Le indicó al conductor que asintió, arrancando el vehículo y perdiéndose en la oscuridad. -

 

            Katherine esperó al menos un cuarto de hora, luego decidió que ya era suficiente y se marchó. Por el camino se ocupó de comprobar si alguien la estaba siguiendo, aunque no pareció ser ese el caso.

 

-Ya va siendo tarde, en la costa este supongo que serán más de las seis. - Se dijo. -

 

            Cuando llegó a su apartamento decidió llamar por teléfono. Sería mejor comentar aquello con su prima. Si es que podía localizarla ya en casa. A estas alturas sus tíos Roy y Bertie de seguro sí estarían. Marcó el número y aguardó, al poco reconoció la voz de su tía.

 

-Hola, tía Bertie. ¿Qué tal estáis? - Saludó jovial. -

- ¡Kathy! ¡Qué sorpresa, cariño! - Contestó la aludida con tono afectuoso. - Pues bien, bueno, tu tío como de costumbre entrenando por ahí dime ¿Qué tal tú?

-Pues atareada, como de costumbre. Tengo que llamar a mis padres a ver si los veo. - Se adelantó enseguida temiendo que su contertulia fuera a decirla precisamente eso. -

-Sí, tu madre siempre que habla conmigo me comenta que apenas sí saben de ti. - Corroboró su tía para añadir con un tinte levemente admonitorio, aunque jovial. -  Sé que tu trabajo es muy importante, lo mismo le pasa a Kerria. Pero tienes que estar con la familia un poco más de tiempo. Créeme, tu madre, tus otras tías y yo lo sabemos y siempre nos ha pesado el que nos hubieran separado siendo tan niñas de nuestros padres…

 

            Katherine asintió pese a no ser vista. Esa historia de la infancia de su madre y las hermanas de ésta en Némesis fue realmente dura. Tuvo mucho que ver en lo que sucedió luego. No obstante, no podía entretenerse con eso, tenía que hablar con su prima. De modo que encajó deportivamente aquello y concedió.

 

-Tienes mucha razón. En cuanto pueda iré a visitarles. Aunque la última vez que hablé con ellos iban a viajar a ver a mi abuela Megan a Irlanda.

-Espero que tu abuela siga bien de salud. - La deseó Bertie. -

-Sí, como un roble. Y también creo que verían a mi tía Alannah y a mis primas. O allí o yendo luego a Francia. Por cierto. ¿Está la prima Kerria por ahí? - Se interesó haciendo virar el tema a lo que le convenía. -

-Tu prima está ahora con Sam y el niño - la informó con satisfacción. - Acaba de llegar de la oficina.

- ¡Oh vaya! Entonces no la quiero molestar. - Comentó la muchacha algo envarada. -

-No, no pasa nada, seguro que querrá saber de ti, le digo que se ponga enseguida…- Repuso su interlocutora. -

 

            Katherine dejó de oír nada, aguardó unos segundos. Eso de usar un teléfono sin pantalla era lo que tenía de malo. Pero no le gustaba establecer contacto visual a esas horas. Pese a estar arreglada comenzaba a notar el bajón que solía darle. Mejor que nadie pudiera darse cuenta. En eso meditaba cuando al cabo de los mismos escuchó la voz de Kerria.

 

-Hola. ¿Kathy? ¿Eres tú?...

-Sí. Hola, Ky. ¿Cómo estás?

-Muy bien, recién llegada del despacho. ¡Uff!, ya sabes cómo es esto… Estresada todo el día y parte de la noche. Al menos ahora tendré un ratito para estar con mi hijo.

-Lamento molestarte entonces. - Repuso su contertulia. -

-No, no te preocupes. - Replicó su prima. - Hace bastante que no hablamos.

- ¿Qué tal está Brian? - Se interesó genuinamente ahora. - Habrá crecido mucho.

-Está muy grande, sí. - Contestó Kerria con orgullo y alegría, sin embargo, decayó algo en su tono al añadir. - Lo único que me apena es que su padre no le haya llamado en meses…

-Mujer, seguro que le quiere y deseará ponerse en contacto en cuanto pueda. - Trató de animarla Katherine. -

-Sé que por él no hay ningún problema, es ella. ¡Es Rebecca! - Sentenció su prima ahora con patente indignación. - Estoy segura.

-No pierdas la fe en Brian. Es un buen hombre y te quiere. - Afirmó su prima, quien quiso variar de tema cuando añadió. - El caso es que te llamaba porque necesitaría tu ayuda. Bueno, más concretamente alguien la necesita…

- ¿Quién? ¿Qué es lo que sucede? - Se interesó de inmediato su contertulia. -

 

            Katherine le refirió todo lo sucedido, terminando con esa conversación que había mantenido en la cafetería con aquel tipo. Su prima escuchó sin interrumpir y finalmente tomó la palabra con un tinte más apurado…

 

-No sé, Kathy…es que estoy hasta arriba de trabajo…y no quiero dejar a mi hijo solo…

-Vaya, lo comprendo perfectamente. Aunque creo que este caso te merecería muchísimo la pena. - Le comentó tratando de sonar entusiasta. - ¿Y por qué tendrías que dejar a tu hijo?

-Si ese hombre y tú estáis en California espero que no crea que puedo ir hasta allí. Ahora mismo me sería materialmente imposible. - Se excusó la joven. -

-Le diré que vaya él a Nueva York. ¡Y mira por donde! ¡Hasta me animaría a ir yo! - Exclamó su contertulia. -

 

            Al otro lado del auricular Kerria se sonreía, moviendo levemente su cabeza y haciendo oscilar su larga melena de tono castaño claro. Sus verdes ojos se abrían expresando lo que pensaba. ¡Ahí estaba Kathy tratando de salirse con la suya! Sin embargo, la notaba cierta inquietud en el tono. Su prima no la llamaba nunca para esa clase de cosas. A buen seguro sería importante y era uno de los casos que entraban de lleno en su ámbito profesional. Tendría que consultar primero con Sebastián y con Pedro, pero esperaba poder ocuparse personalmente de ello. Así comentó…

 

-Mira, tendré que hablarlo primero con mis jefes. Espero que me permitan hacerme cargo de eso. Cuando lo sepa te llamaré.

-Vale, muchas gracias. Te debo una. - Afirmó Katherine. -

-Antes de deberme nada, aguarda a ver que me contestan. - Repuso su prima. -

-Tú eres muy persuasiva cuando quieres, no dudo de que lo conseguirás. - Afirmó Kathy. -

- ¿Persuasiva yo? No creo que tanto como tú. - Rio su prima, añadiendo ya más seria. - En cuanto lo sepa te digo algo.

-Muchas gracias, un besote para Brian, Sam y tus padres. - Le dijo Katherine. -

-Se lo daré de tu parte. - Convino Kerria. -

 

            Al colgar, en la casa de los Malden, Samantha, la rubia pareja de la abogada, se aproximó llevando de la mano al pequeño Brian y preguntando.

 

- ¿Quién era?

-La prima Katherine. - Le contestó la interpelada. - Me ha pedido ayuda profesional…

-Eso me suena a embrollo. - Sonrió Samantha. -

-Conociéndola bien puedes apostar a que sí. - Asintió su interlocutora. Tomando a su hijo en brazos para dedicarle unos cuantos besos y caricias. - Anda mi amor, vamos a darte la cena…

-Cená - Repitió el crio. - Mami Ky tengo hambe…

-Claro, cariño mío, ya es muy tarde. - Sonrió ella con dulzura. -

 

            Se levantó con él para llevarle a la mesita de la cocina e instalarle en su sillita a medida. Las dos mujeres sonreían al verle empuñar la cuchara con decisión. Una vez le sirvieron un poco de puré comenzó a comer.

 

-Despacito Brian, no te atragantes. - Le pidió Sam con algo de inquietud. - Te sentará mal…

 

Sin embargo, el crío tragaba con ganas. Como no podía ser de otra forma Bertie se aproximó a mirarle tan embelesada como su hija y su nuera.

 

- ¡Si continúa así, se hará tan grande como Roy! - Declaró divertida. -

-Hala Sam. Prepara otro plato, tendremos que hacer algo más. - Reía Kerria diciéndole con ternura a su hijo. - ¿Vas a querer filete, mi amor?

 

            El crío asintió y Samantha le miró sonriente, puso la televisión entre tanto para escuchar las noticias. Desgraciadamente las risas cesaron al oír un triste titular.

 

-Y otro caso de suicidio. Una joven estudiante se quitó la vida al no poder soportar los hirientes comentarios de sus compañeros….

- ¡Qué horror! - Pudo decir Bertie. -

 

            Aunque la información proseguía…

 

-Karen Smith, que antes era conocida por Kevin, era una joven transexual que luchó repetidas veces por ser reconocida por su auténtica identidad, pero según declararon sus afligidos padres tras leer su postrera nota, no podía soportar más las burlas y el vacío de muchos de sus compañeros. Triste destino para una joven de tan solo diecisiete años…

-Esto es terrible. - Musitó Samantha. - ¿Cómo se puede permitir que sucedan cosas así?

 

            Su pareja no dijo nada, terminó de dar de cenar a su pequeño cortándole el filete que acababa de hacerle en cachitos y le limpió la boquita. Simplemente añadió.

 

-Una manzana. ¿Eh, cielo?

-Sí, mami Ky - respondía el crío, ajeno por suerte a otra cosa que no fuera el comer. -

 

Aunque Bertie por el contrario declaró en alusión a las noticias.

 

-Soy profesora, lo he sido durante años, sé lo duro que para un crío puede resultar que le hagan eso. Yo misma tuve un caso parecido hace ya muchos años, antes de que tú nacieras, Kerria.

-Nunca me lo has contado. - Contestó entonces la interpelada. -

-Porque con todo lo que hemos vivido lo fui dejando postergado en mi memoria. Aun así, no fue por las mismas causas que las de esa pobre muchacha. Aunque, a fin de cuentas, fue un caso de acoso escolar manifiesto…No lo comprendo. - Suspiró con pesar. - Después de lo que la humanidad ha visto. Tras lo que las princesas y los soberanos han hecho. ¿Cómo pueden algunos seguir comportándose así con otras personas?...

-Las princesas y sus majestades no pueden estar pendientes de todo por desgracia. - Replicó Sam.-

-No, ellos no. - Añadió Kerria que, decididamente sentenció. - Pero nosotros estamos aquí para ayudarles.

-Hija mía. Una justiciera no es capaz de hacer nada ante estas situaciones. No puedes ir a un colegio a amenazar a críos con la espada de hielo o con un rayo congelante para que sean respetuosos. - Le dijo su madre. - Ni a muchos otros tampoco.

 

            La joven sonrió, movió la cabeza y entonces afirmó.

 

-Quizás la Dama del Hielo no pueda hacer nada. Pero Kerria Lorein Malden, como abogada, sí. Llamaré a la prima Kathy. Voy a aceptar ese caso.

- ¿Qué caso? - Quiso saber Beruche. -

 

            Entonces Kerria explicó a ambas lo que su prima le contase. Samantha asintió tomando una de las manos de su cónyuge entre las suyas…

 

-Haces lo correcto. Estoy muy orgullosa de ti.

-Eso díselo a Sebastián y a Pedro. - Suspiró la interpelada. - Tengo varios casos más de los que ocuparme.

-Intenta que se los pasen a otros abogados. - Le sugirió su madre. -

- En cuanto se lo cuente me van a matar- Musitó llevándose una mano a la frente. -

 

            Y es que, a decir verdad, al principio no había tenido muchas ganas de aceptar. Había sido más por compromiso hacia Kathy. Sin embargo, ahora tras escuchar esa triste noticia algo le dijo que quizás ella podría tener un papel en ayudar a personas en ese trance. Justo entonces entró su padre. Alto y realmente fornido. Con los músculos marcados y agrandados tras su entrenamiento. Parecía que los años no pasaran por él. Roy saludó a su esposa con una palmadita en el trasero, y antes de que ella pudiera ni amonestarle ya se estaba riendo para preguntar con su desenfado habitual en esos casos.

 

- ¿Qué hay de cena? Me muero de hambre…

- ¡Otro como su nieto! - Se rio Kerria. -

- ¡Ey! ¿Qué pasa con mi nieto? ...Es natural que coma bien. - Alegó tras ver bien limpio el plato del puré y el del filetito. - Ya sabéis que su herencia le marca. Ja, ja… ¿Verdad Brian? ¿A qué quieres ser tan grande como yo?

 

            El niño se limitó a asentir en tanto tenía agarrada una colorada manzana entre sus dos manitas. Su abuelo le mesó cariñosamente el pelo.

 

- ¡Ja, ja!... ya verás lo grandote que te vas a poner. - Le dijo con patente afecto. -

-Como tú, ágüelo. - Fue capaz de replicar para solaz de su interlocutor. -

 

            En la televisión entre tanto estaban ampliando esa información. Las mujeres se quedaron mirando con gesto serio y Roy las preguntó extrañado.

 

- ¿Qué pasa?...

 

            Le resumieron brevemente lo ocurrido y él tampoco pudo evitar indignarse…

 

- ¡Valiente hatajo de estúpidos! Todavía recuerdo como os lo hicieron pasar a vosotras esa clase de gentuza.

-Nosotras ya somos adultas y hemos vivido muchas cosas, papá. Pero esa pobre chica era tan solo una cría. - Replicó su hija con pesar. -

-Tú también eras una niña entonces. Cuando pasaste por aquello. - Musitó Bertie sin querer ser más explícita. -

-Me convertí en un monstruo peor incluso que ellos. Solo deseo olvidarme de eso. - Suspiró Kerria con evidente tono de culpabilidad. -

 

            Sam la tomó confortadoramente de la mano y pudo decir algo dubitativamente.

 

-Fue aquello de lo que ese hombre habló en el juicio, ¿verdad?...

-Sí - asintió su esposa bajando la cabeza con pesar. -

-Pues entonces olvídalo. – La animó su madre. - Fuiste capaz de superarlo. Te has convertido en una mujer estupenda y una maravillosa madre y abogada. Estamos muy orgullosos de ti.

-Gracias mamá. - Replicó la aludida no sin emoción, para afirmar decidida. - Por eso deseo tanto ayudar a los que están indefensos o son tan injustamente atacados.

-Por desgracia siempre hay gente así de malvada. -  Terció Sam.-

- Y con esos dementes del movimiento neo religioso de la Congregación ganando cada día más fuerza. Como si ellos hubiesen hecho algo por salvar el Universo. - Despotricó a gusto Roy para sentenciar. -  En fin. Alguien debería hacer algo al respecto…

-Tu hija lo hará. - Le comentó Beruche con un tinte de orgullo. -

 

            Ante la atónita mirada de Roy, y mientras Sam se llevaba al crío de allí para cambiarle y que no escuchase esas cosas, Kerria le refirió la llamada de Kathy. Su padre enseguida asintió para aconsejarla.

 

-Harás muy bien, cariño. Pero en lugar de llamar a tu prima mándale un mensaje. Allí ya debe de ser tarde.

 

            La joven asintió. Su padre se sentó a cenar en compañía de Bertie. Kerria se dirigió al salón para asistir sonriente a como Sam le estaba poniendo el pijama al niño.

 

-Anda Brian. Estate quietecito que te voy a pasar la camisita. - Le pidió tratando de meter la cabeza del crío por el agujero de la parte superior. -

 

            Después le puso el pantalón, aunque antes comprobaron el pañal.

 

- Mami Sam. ¡Ya no me hago pis! - Exclamó el pequeño realmente contento. -

-Claro. ¡Mi niño es todo un campeón! - Rio su interlocutora dándole un sentido beso en un mofletito. -

-Mi tesoro. - Añadió Kerria que le levantó en brazos para darle otro beso añadiendo con tono suave. - Eres el niño más guapo del mundo. Anda, enseguidita a dormir.

 

            El crio ya estaba entrecerrando los ojos, de modo que algo después le subió a la habitación y le acostó. Al bajar Sam la observó inquisitivamente preguntando.

 

-Entonces. ¿Vas a aceptar ese caso?... ¿Tendrás que irte?

-No. Le diré a Kathy que venga con ese hombre aquí. Si es que es posible…

-Será complicado, tú misma dices que Sebastián y Pedro no se lo van a tomar demasiado bien. - Comentó su esposa. -

-Puede ser, pero…cuando pienso en esa pobre chica...y en sus padres. Sam, ahora que tenemos a Brian no podría ni imaginar que él tuviera que pasar por algo semejante a lo que nosotras vivimos. Sin ir más lejos durante ese maldito juicio de hace unos años. Y trato de ponerme en el lugar de los padres de esa muchacha…estarán destrozados. Esto tiene que terminar. Si puedo ayudar a alguien a sentar un leading case que haga que estos comportamientos desaparezcan… es una obligación moral. Lo comprendes, ¿verdad?

 

            Su pareja asintió y se abrazó a ella, tras darle un beso en los labios pudo replicar.

 

- ¿Cómo no iba a entenderlo? Si hemos pasado por situaciones tan parecidas. Anda, avisa a Katherine, seguro que se va a alegrar mucho. - Le pidió con voz suave. -

 

            Y sin tardar ni un segundo más, su cónyuge tomó el teléfono móvil y envió un mensaje…

 

-Espero que cuando mi prima se levante y lo lea me contacte enseguida. - Suspiró. -

 

En efecto, en la otra parte del país Kathy ya dormía. Al menos trataba de hacerlo. Le venían aquellos sudores fríos tan inconfundibles….

 

- ¡Oh, Dios! ¡Otra vez!

 

            Como pudo se levantó en busca del bolso. De ahí extrajo un tubo y sacó una pastilla. Tras echarse agua en un vaso se la tomó bebiendo acto seguido. Eso tardaría aun un poco, pero de seguro que la haría sentir mejor…Trató de pensar en aquel nuevo reportaje en ciernes. Ella sabía lo que era pasar por algo parecido. Tenía su propio problema que se esforzaba por superar y que desesperadamente trataba de ocultar a su familia. Y por supuesto, se acordaba de su hermano. Él sí que sufrió desde niño por aquella terrible situación que le marcaba. Ser tan diferente y con el miedo continuo a que eso brotase.

 

-Sí, puedo entenderlo demasiado bien. - Musitó sintiendo como finalmente esa pastilla iba haciendo su efecto para permitirle dormir. -

 

            Enzo no era tampoco capaz de conciliar el sueño. Aunque por otras razones. Su propia pareja le advirtió. Debía tener cuidado. Ya no era una simple cuestión de que el seguro médico militar se hiciera cargo o no de la operación, o que al albur de las leyes aprobadas hacía unos años se le permitiese el cambio de identidad de forma legal. Además, sabía demasiadas cosas. Información que podría resultar demasiado sensible de salir a la luz. Y luego estaban esos tipejos del movimiento tradicionalista religioso que amenazaban con hacer retroceder todas las conquistas que se habían obtenido. Con todo eso en la cabeza se puso a hacer abdominales y algunas flexiones. Además de para relajarse le vendrían bien para mejorar el tono muscular.

 

-Esa periodista es desde luego tenaz, lo ha demostrado en todos sus reportajes. - Pensaba. - ¡Ojalá que logre convencer a su prima!

 

            Y tras un rato de entrenar decidió darse una ducha y acostarse, al fin le venció el sueño. Al día siguiente, nada más despertar y apagar la alarma sonrió. En su móvil un mensaje breve de texto.

 

- ¿Podría venir conmigo a Nueva York? Mi prima Kerria dice que solamente allí podrá ocuparse de su caso.

 

            Y tras leer aquello levantó los brazos exclamando.

 

- ¡Sí! Gran Manzana, aquí voy…

 

En efecto. Al poco de levantarse a la mañana siguiente y una vez se duchó y adecentó un poco, Katherine consultó el móvil. Con alegría vio ese mensaje de Kerria. Ella aceptaba ocuparse de ese caso, pero dados sus otros compromisos le pedía que se trasladasen a Nueva York si es que ese hombre no tenía objeción. Enseguida le envió a Enzo el consabido texto. Al poco recibió réplica.

 

-Por mi parte ningún problema en absoluto. Estaré encantado. Dele las gracias a su prima de mi parte.

 

            Una vez se pusieron de acuerdo quedaron en abordar un vuelo que partía en dos días rumbo la costa Este, a la ciudad de los rascacielos. De camino al aeropuerto, Enzo abordó un taxi. Aunque en esta ocasión al poco rato presintió que algo no marchaba bien.

 

-Le dije hacia el aeropuerto. - Comentó al chófer que parecía haber equivocado el camino. -

 

            No obstante, ese tipo no respondió, se limitaba a seguir por una carretera cada vez más vacía de vehículos. Tomando una dirección opuesta a la que debería.

 

- ¡Pare ahora mismo! - Le exigió el muchacho. -

 

            Como ese hombre ignoraba sus peticiones no tuvo más remedio que sacar un arma que llevaba, le apuntó a la cabeza en tanto le ordenaba con mayor brusquedad.

 

-He dicho que se pare…

-No disparará. - Replicó ese hombre entonces, con total sentimiento de confianza. - A esta velocidad nos estrellaríamos…

-Puede que lo haga, quizás esa sea una mejor opción que lo que pueda aguardarme. - Replicó su interlocutor. -

 

            El chófer esbozó una sardónica sonrisa que Enzo pudo ver por el retrovisor. Entonces le contestó.

 

-Si hubiéramos querido matarle ya estaría usted muerto. Señor Cortés.

- ¿Y qué es lo que quieren entonces? - Le preguntó el joven. -

-Enseguida lo sabrá, solo tenga un poco más de paciencia. - Fue la respuesta. -

 

            No tuvo más remedio que confiar en sus posibilidades. De todos modos, tenía un arma y esos tipos se lo pensarían dos veces cuando llegase a donde quiera que le estuvieran conduciendo. Lo que sí hizo fue enviar un mensaje a Katherine O´ Brian, e indicar su posición con el Google maps, a través de su móvil.

 

- ¡Taxi! – Llamaba Katherine cuando recibió aquel aviso. - ¿Qué demonios está sucediendo? - Se dijo. -

 

            Leyó entonces el texto enviado. Rezaba así.

 

-Creo que me han secuestrado, me encaminan a esta dirección…

 

            La muchacha detuvo a un taxi, en efecto y le indicó que siguiera por esa misma ruta…

 

-No se detenga. - Le pidió, añadiendo. -Vaya lo más deprisa que pueda…

 

            Y le dio una buena cantidad al taxista que de seguro pagaría con creces la carrera.

 

-Lo que usted mande, señorita. - Declaró ese tipo arrancando de inmediato. -

 

Kathy asintió y procedió a seguir a su confidente. Al menos eso esperaba ella. Dado que, al parecer, ese hombre se guardaba mucha información, al margen de su propio caso.

 

-De eso ya me ocuparé más tarde. Ahora lo importante es saber qué le ha pasado. - Se dijo. -

 

No tardó mucho en ubicar la posición del otro vehículo. Iban recortando distancias. Estaban dirigiéndose hacia unos almacenes abandonados a las afueras del condado de Calaveras.

 

- ¡Vaya! Como el antiguo nombre de mi madre. - Se sonrió la periodista. -  Espero que sea un buen presagio.

 

            Entonces tuvo una idea. Llamó a la única persona que creyó podría ayudarla en ese instante. Por su parte Enzo vio como llegaban al fin a una gran nave almacén que parecía abandonada. El taxi se detuvo, Aquel individuo bajó de él y desde fuera invitó a su pasajero a hacer lo propio. Éste obedeció saliendo, eso sí, con el arma en la mano. Apuntaba sin titubear a su conductor y aunque deseaba interrogarle de inmediato no tuvo tiempo de decir nada. Una voz que provenía del fondo de esa gran estancia en penumbra se anticipó.

 

-Señor Cortés. Teníamos muchas ganas de conocerle…

- ¿Quién es usted? ¿Por qué me han traído aquí? - Quiso saber dirigiendo su pistola hacia aquella fuente de sonido. -

 

            Varios tipos trajeados, provistos de armas a su vez y con gafas de sol, salieron de entre la oscuridad rodeándole. Aquella voz masculina sonó una vez más en tono burlón.

 

- ¡Vamos! No se lo tome así. Es tal y como su guía le ha dicho. Si hubiéramos querido matarle, usted ya estaría muerto.

 

            No había muchas opciones pues, el joven bajó el arma y suspirando quiso saber.

 

- ¿Qué es lo que quieren de mí?...

-Verá. Es muy simple. Usted tiene un caso. Quiere que le reconozcan ciertos… llamémosles derechos.

-Son derechos, no se les puede llamar de otra manera. - Aseveró Enzo. -

-No discutiremos por eso ahora. - Convino su anónimo interlocutor. - Verá, formamos parte de un grupo cada vez más influyente. Uno que no ve con buenos ojos las injerencias de esas princesas planetarias y esos seres alienígenas. No deseamos un planeta esclavizado por ellos.

-Hasta donde yo sé, nunca se propusieron hacer eso. - Replicó el muchacho. -

-Usted ha tenido acceso a información muy importante, debido a su cargo. Señor Enzo Cortés. ¿O debería llamarle señorita Elisa? - Dijo aquel anónimo individuo con tinte algo burlón. -

 

            Eso no le gustó nada al chico que miró hacia esa negrura de donde la voz procedía y pudo responder no sin enfado.

 

-Al menos yo doy la cara. ¿Quién es usted para tomar mi situación tan a la ligera?...

-Cuando entró en el ejército era oficialmente una mujer. Después pidió el cambio de identidad que le fue concedido. - Enumeró ese tipo oculto para proseguir desgranando datos del expediente de Enzo. - Más tarde quiso comenzar sus tratamientos de... ¿cómo lo llaman?... ¡Ah sí! Disforia… Y como todavía no estaba satisfecho con eso, pidió que el ejército corriera con los costes de su operación, para completar todo el paquete. ¡Ja, ja!… Esto último no va con segundas, no se lo tome a mal…

-Espero que lo mejor que tenga no sea su sentido del humor. - Pudo sonreír Enzo de modo sarcástico, para exigir. - Vaya al grano. ¿Qué es lo que quieren de mí?...

-Es muy simple. Queremos información. - Repuso ahora el tipo que había conducido ese taxi. - Tiene la posibilidad de sacar muchos datos interesantes sobre esos extraterrestres que nos están invadiendo.

- ¿Extraterrestres que nos invaden? - Repitió su interlocutor de forma entre incrédula y reprobatoria. - ¡Nos salvaron a todos!

-Eso dicen ellos. - Contestó la voz anónima. - Pero sabemos que sus planes son muy distintos. Quieren gobernar la Tierra, dictar sus normas. Esclavizar a los nuestros.

- ¡Oh sí! -Exclamó Enzo de forma teatral para afirmar con tinte pleno de sarcasmo. -  Desean que el amor, la paz y la justicia se extiendan por el mundo, ayudar a las personas y no discriminar a nadie. ¡Qué horror! Creo que no tengo más remedio que someterme a ese terrible reinado…

- ¡Le creía más inteligente, pero lamento comprobar que es tan ingenuo como todos los tontos que han comprado esos argumentos! - Espetó ahora ese anónimo interlocutor al que parecía terminársele la paciencia, en tanto sentenciaba. - Éste es el trato. Usted nos consigue lo que le pidamos. A cambio logrará lo que desea. De lo contrario, no le auguro buen final…

 

            Ahora el chico no sabía si se refería al juicio o a su vida misma. Dado que esos matones que le rodeaban observándole con gesto impávido tras esas gafas le apuntaban con sus armas. Se tomó unos instantes para replicar y lo hizo con seguridad…

 

-No soy un traidor, nunca lo he sido y no voy a serlo. Hagan lo que quieran. Lo que si soy es un soldado y no me importa morir. Si debo luchar por mi causa o por la de mis conciudadanos lo haré…

-Respuesta equivocada. - Replicó su conductor girándose hacia él con otra arma. -

 

            Aquello iba a ponerse muy feo. El chico ya estaba listo para tirarse al suelo y comenzar a disparar. Al menos se llevaría por delante a alguno. Sin embargo, un repentino grito de mujer le sorprendió.

 

- ¡Venus Love me chain!...

 

            Al instante una extraña cadena de energía con forma de corazones entrelazados barrió a varios de esos tipos. Y sin darles tiempo a reaccionar otro ataque de energía dejó fuera de combate al resto. Al momento dos siluetas femeninas con faldas cortas y lazos en el pecho hicieron su aparición. Una de ellas corrió hacia la zona oscura para tratar de capturar a esa misteriosa voz. La otra, una chica rubia, algo más alta que Enzo, con zapatos y falda de color naranja y el pecho rematado por un lazo morado, se dirigió a él ofreciéndole una de sus manos enguantadas en el mismo tono inmaculado que su corpiño.

 

- ¿Está usted bien?

 

            El atónito chico apenas sí pudo asentir cuando la estrechó. ¡Esa era una de las guerreras planetarias! La otra figura había desaparecido de su vista. Esa mujer sonrió y le dijo con tintes tranquilizadores.

 

-Han huido y la policía se ocupará de estos…

-Pero… ¿Cómo han sabido qué? - Fue capaz de decir él. - ¿Quién es usted?

-Para eso estamos- se limitó a replicar ella. - Me llamo Aino Minako. Soy la princesa guerrera Venus… y de nada. - Remachó divertida. -

 

            No dijo más dado que la voz de otra mujer les llegó a ambos desde la entrada del recinto. Algunos de esos matones se estaban levantando, pero optaron por escapar. No deseaban enfrentarse a esa guerrera. Ella les dejó huir, en tanto la muchacha a la que pertenecía esa voz, se llegó hasta ella y le preguntó a Enzo.

 

- ¿Estás bien?  Vine lo más deprisa que pude.

 

            Era Katherine O’ Brian. El muchacho suspiró aliviado. La periodista saludó enseguida a la guerrera, a la que sacaba bastante estatura, dándola un abrazo más que significativo.

 

-Me alegra verte, madrina. Menos mal que pudiste acudir.

-Sí, me pillaste en un momento libre. - Suspiró la aludida sentenciando con humor. - ¡Y mira que es difícil!

-Celebro que hayas llegado a tiempo. - Añadió Kathy. -

- ¿Y la otra? - Inquirió Enzo mirando alrededor. -

- ¿Qué otra? - Se sorprendió la periodista. -

-La otra guerrera. - Matizó su interlocutor. -

-Aquí solo os he visto a los dos. - Respondió Katherine. -

 

Desde luego que Enzo podría ser muchas cosas excepto poco observador. Por su trabajo estaba muy acostumbrado a tener buena retentiva y podría jurar que habían sido dos sailors o guerreras las que habían acometido a esos tipos. De todos modos, si Katherine no había visto a la otra pudiera ser que esa sailor se hubiese marchado en persecución de sus agresores.

 

-Bueno, déjalo. No tiene importancia. - Dijo finalmente él. -

-Ante todo, cuéntanos. ¿Qué ha pasado? - Preguntó la sailor. -

 

            Su interlocutor les resumió lo sucedido. La guerrera se llevó una mano a la barbilla y pudo sentenciar, con patente malestar y no menos inquietud.

 

-Los tipos de la Luna Negra. Deben de ser ellos.

- ¿Esa asociación que se opone a vosotras y a los soberanos? - Preguntó Katherine. -

-Seguramente. - Replicó su contertulia agregando. - O quizás los de la Congregación para la fe.

-Es difícil precisarlo. - Convino Enzo, afirmando no sin inquietud. - Hasta podrían estar trabajando juntos.

-Por desgracia, desde que Serenity y las demás intervinieron para salvar la Tierra, mucha gente lo tomó por una especie de acto divino y eso hizo que, paradójicamente, los grupos más sectarios y conservadores ganaran adeptos. Fueron muy hábiles manipulando las cosas. Para dar a entender que todo eso fue una advertencia de Dios. Esos tipejos de la Congregación han ganado muchos adeptos. Y ahora acusan a los soberanos de apartarse de los designios divinos. - Explicó la periodista. -

-Eso explica por qué parece que hayamos dado marcha atrás en muchas de las conquistas sociales, en pro de la igualdad de derechos. - Añadió Enzo. -

-Por cierto. - Sonrió Minako diríase que casi divertida, para recordarles. - ¿No teníais un avión que tomar?

 

            El joven militar y Kathy se miraron abriendo la boca. ¡Era cierto! Con rapidez la periodista se lamentó.

 

- ¡Maldita sea! Despedí el taxi cuando vine corriendo hacia aquí…

- ¡Pero no hay mal que por bien no venga, os han dejado éste! - Se rio su madrina señalando el coche vacío en el que viniera Enzo. -

-Subid. Yo conduzco. - Afirmó la joven reportera. -

-No te preocupes, ahijada. Yo volveré con mis propios medios. - Declinó la sailor. –

- ¿Estás segura, madrina?

-Sí, sí. - Sonrió esta de forma forzada, agitando una de sus manos y llevándose otra al cogote, para remachar. – Daos prisa…

 

            Y sin esperar más los dos subieron al taxi, Katherine arrancó acelerando a toda potencia. Enzo tuvo más miedo durante el recorrido hasta el aeropuerto que en toda aquella especie de secuestro al que había sido sometido. Aunque por el camino pudo preguntarle a su intrépida conductora.

 

-De modo que era cierto lo que leí. Es tu madrina. Hay que admitir que vino enseguida. Pero ¿Cómo lo supo?...

-La llamé yo y le indiqué tu posición. - Replicó Kathy rebasando a un par de vehículos como si estuviera participando en una carrera de fórmula uno. - Tengo un, digamos canal preferente de comunicación, con ella.

 

            Y fue dando volantazo va y acelerón viene, para esquivar los vehículos que iban más despacio que la mujer, lo que les llevó increíblemente de una pieza hasta el aeropuerto. Una vez allí aparcaron el coche y bajaron con rapidez. Lo dejaron abandonado justo cuando ya se escuchaba alguna sirena de la policía que iba tras ese vehículo que con tal velocidad se había saltado algún que otro semáforo. Por fortuna no les siguieron a ellos que llegaron por poco a embarcar…

 

-No creas que siempre le piso tanto. - Sonrió ella como si tratara de disculparse. -

-Eso espero. - Musitó el chico. -

 

            Desde luego, si ni tan siquiera la intrépida princesa de Venus quiso montarse en el coche eso no decía mucho en favor de la señorita O’ Brian en materia de seguridad vial. Aunque supuso que, en efecto, aquello fue una situación excepcional. Al fin, suspirando aliviados, ocuparon sus asientos…Allí se enteraron, sin ir más lejos, de la triste noticia del suicido de aquella chica adolescente.

 

-Bien. – Comentó la joven reportera. - También trataré de cubrir esa noticia. Precisamente es algo que tiene mucho que ver con tu caso. Sí que es que puedo tutearte. - Corrigió. -

-Por supuesto. Después de lo que ya hemos pasado juntos nos hemos conocido mejor. - Convino él no sin algo de sorna. - Y veo que eres de confianza, al menos en tanto no conduzcas un taxi. - Añadió ya más distendidamente. -

 

            Su interlocutora sonrió, tomando aquello por un cumplido. El vuelo prosiguió sin incidentes. Al aterrizar en Nueva York, Katherine llamó a su prima. Kerria les indicó que fuesen a la sede de su bufete. La reportera pidió un taxi, y esta vez por fortuna solamente les cobraron una carrera algo cara. Finalmente llegaban a su destino. Tras identificarse en la recepción les señalaron el piso del despacho de la abogada.

 

- ¿Se puede? - Tocó Kathy a la puerta una vez llegaron. -

 

            Una mujer joven, algo más alta que Katherine, y muy guapa, abrió. Con pelo castaño claro recogido en una trenza y unos grandes ojos verdes. Sonrió abrazándose afectuosamente con la periodista y después le estrechó la mano a Enzo en tanto se presentaba.

 

-Kerria Lorein Malden. Abogada penalista. Un placer…pasad, por favor.

-Enzo Cortés. - Repuso él. - Encantado señorita…

 

            Y en tanto entraban y su anfitriona les ofrecía sentarse en sendos sillones de cuero tomando ella misma asiento en otro que se disponía frente a ellos tras de una mesa, Kathy matizó.

 

-Realmente es señora. Mi prima está casada…

-Sí- admitió ésta riéndose ahora con jovialidad. - Mi esposa me lo recuerda todos los días. Cada vez que me olvido de hacer algo en casa. ¡Es broma! Pero no se preocupe. Eso de señorita me gusta. Una ya va teniendo unos añitos.

-Es usted muy joven aún. - Declaró Enzo halagándola de seguido. - Y muy hermosa desde luego.

-Gracias. - Sonrió la abogada que, adoptando ya un gesto más serio, quiso saber. - Muy bien. Ahora tendré que ponerme al día sobre su caso.

-Antes de eso permite que te cuente una cosa. - Terció Katherine. -

 

            La periodista le refirió lo sucedido en esa especie de almacén. Kerria escuchó con mucha atención. Cuando su prima concluyó el relato la abogada suspiró afirmando.

 

-Me temo que esto va mucho más allá de un simple juicio de reclamación. Y para mi desgracia sé bien a quienes se está enfrentando usted. Esos mismos trataron de hacer de mi vida y de la de mi pareja y mi familia un infierno. Tengo cuentas personales que saldar con ellos. Lo que me hace todavía más feliz de representarle.

-Lo malo es que mi economía no es muy boyante. - Le advirtió Enzo con prevención. - Sé que sus honorarios son altos, aunque su prima me comentó…

 

            La abogada no le dejó concluir, se limitó a asentir aclarando.

 

-Pierda cuidado por eso. Cuando acabe con esos tipos el importe de la indemnización que tendrán que abonarle pagará con creces mi minuta. Aunque no le cobraré acorde a mis tarifas habituales, le haré un precio especial. Incluso me gustaría no tener que pedirle que abonase ningún importe. Pero desgraciadamente eso no puede ser, comprenda que trabajo para este bufete. Ellos sí que deben recibir una parte en materia de compensación por el tiempo que le dedique a su caso en perjuicio de otros que ya tenía asignados. - Le explicó en lo que parecía un tono algo pesaroso. -

-Me parece lo justo. - Repuso el joven. - No se disculpe por hacer su trabajo y querer cobrar.

-Bien, entonces deberíamos comenzar. Si te parece exponle a mi prima tu situación…-Le pidió Katherine. -

 

            El chico así lo hizo, esta vez fue más explícito en ciertas cosas, les habló incluso de su pareja. Las dos mujeres escucharon con suma atención, sin interrumpir. Al finalizar Kerria se tomó unos instantes para juntar sus manos dejándolas pegadas a su rostro casi como rezara. Meditó unos segundos y dijo.

 

-Si lo he entendido bien. Usted está en ese tratamiento y su pareja es otra mujer.

-No, yo soy un hombre. –La corrigió de inmediato él. -

-Lo siento. ¡Perdón! - Se disculpó enseguida la abogada. - Es la costumbre, suelo llevar muchos casos de parejas del mismo sexo…

-Digamos que ese es el problema que ustedes, los de la comunidad gay, tienen con nosotros. - Replicó el joven con un tinte reprobatorio en su voz. -

- ¿Problema? - Sonrió la abogada mirándole incrédula para añadir. - No lo entiendo. ¿Qué problema?...

-Verá, señorita Malden, el problema que ustedes no parecen entender está en que no todos los transexuales son gais, Por mi parte yo mismo no lo soy. Amo a una mujer sí, pero soy un hombre. El hecho de que naciera en un cuerpo que no se corresponde a lo que soy, no implica otra orientación sexual.

-Comprendo. Lamento mucho haberle ofendido. - Se disculpó de nuevo la mujer. - No volverá a suceder.

-No se preocupe. A veces lo primero es hacer que la gente sepa de lo que está hablando. Luego las cosas son más sencillas. – Afirmó su interlocutor con tinte conciliador ahora. -  Por esto mismo, incluso algunos de los que forman parte de su colectivo, nos han ninguneado. Acusándonos a veces de querer ir por libre. ¡Es que somos libres! También hay transexuales hombres por ejemplo que aman a otros hombres. Esos sí serían homosexuales. O mujeres trans que aman a otras mujeres y eso sí que las define como lesbianas.

-Ya. - Asintió Kerria todavía algo apurada. - Le agradezco que me lo haya aclarado, debo conocer absolutamente todo con precisión para representarle de la mejor manera posible. Ahora tendré que consultar la jurisprudencia y las leyes que puedan afectarle de modo directo.

-Y a mí me gustaría que me concedieras una entrevista. - Replicó Katherine que le aclaró. - Sobre tu punto de vista de toda esta situación. Si podemos elaborar un buen reportaje a la par que mi prima prepara su caso tendríamos muchas más posibilidades de concienciar a la población…

-Me parece una buena idea. - Convino Enzo. - Y, por favor, señorita Malden, tutéeme si lo desean.

-Será un placer. - Sonrió Kerria. - Lo mismo digo. Me iré preparando

-En tal caso nosotros podríamos ir haciendo lo mismo. -  Remachó Kathy. -

- Pues manos a la obra. - Arengó su prima poniéndose en pie. -

 

            Sus dos visitantes se levantaron también. La abogada los acompañó a la salida del despacho. Antes de despedirse le comentó a la periodista.

 

-Kathy, pasa por casa, seguro que mis padres y Sam querrán verte. Y así puedes ver también tú a mi hijo.

-Claro, en cuanto tenga un rato. - Sonrió ella. - También tengo muchas ganas de ver a mi hermano, a Satory y a mis sobrinas las gemelas. Pero lo primero es lo primero, ahora voy con Enzo a hacerle la entrevista.

 

            Y los dos se marcharon en tanto Kerria se dispuso a revisar toda esa información, suspirando resignadamente ante la avalancha de papeleo que se le avecinaba.

 

-Por suerte mucho de eso podré consultarlo on-line desde casa. - Se dijo para animarse. -

 

            Recordó entonces lo que le contó Kathy, de cómo su madrina Minako les había ayudado. Sonrió pensando.

 

-Yo también tengo una madrina estupenda. Y su ayuda precisamente me podrá venir muy bien en este caso.

 

            Y enseguida trató de comunicarse con ella….

 

-Solo espero no ser demasiado inoportuna. -Reflexionaba a la par que marcaba su clave. -

 

Ami Mizuno estaba cumplimentando una visita de esas que hacía en su cargo de colaboradora con la Organización Mundial de la Salud. En su calidad de princesa planetaria de Mercurio llevaba todo lo relacionado con las disciplinas médicas, siendo además ella misma doctora en medicina. Escuchó la llamada de su comunicador, aunque no pudo atenderla hasta concluir con sus obligaciones. Al fin, sentada en un despacho que tenía en la OMS, fue capaz de responder.

 

-Hola Kerria, cariño. Dime. ¿Qué sucede? No es habitual que uses el comunicador.

-Hola madrina, lamento molestarte, sé que estarás ocupada. Es que, verás, necesitaría un poco de ayuda por tu parte…

-Tú dirás, si puedo hacer algo por ti ya sabes que cuentas conmigo. - Le aseguró su interlocutora. -

-Necesitaría que me dieras información. - Le pidió la muchacha en tanto le explicaba. -

 

            Ami escuchó el resumen que su ahijada le hizo del caso que iba a llevar. Al término de este respondió.

 -Veré que puedo hacer. ¿Y dices que Minako también estuvo en eso?...

-Es lo que Kathy me dijo. - Contestó la joven. -

- De acuerdo. En cuanto tenga tiempo nos veremos. - Afirmó la princesa. - Ahora tengo que dejarte, cielo. Un saludo a tus padres, a Samantha y al pequeño Brian.

-De tu parte madrina. Adiós y gracias. - Se despidió la chica cortando la comunicación. -

 

            Entre tanto Katherine y Enzo habían ido a la estancia del hotel que el joven pudo reservar. No era de cinco estrellas precisamente pero no estaba del todo mal. Tras subir a la habitación y sentarse en una silla ella y sobre la cama él, comenzó la entrevista. La reportera llevaba su Tablet y al hilo de sus preguntas anotaba.

 

-La primera pregunta es la más obvia, pero, para las personas que no lo sepan o no estén familiarizadas con el término ¿Podrías decirme qué es una persona transgénero?

-Una persona transgénero es una persona, valga la redundancia, que no está conforme con el sexo que le asignaron al nacer basándose en sus genitales, ya que los genitales no te hacen ser hombre o mujer, sino tu cerebro. Si tu cerebro es masculino, por muy cuerpo femenino que tengas, eres un hombre. Y viceversa. Pero por desgracia, normalmente, siempre se ha asignado el sexo hombre o mujer basándose meramente en los genitales.

- ¿Es lo mismo entonces un transgénero que un transexual?

-No del todo. Un transgénero no tiene necesidad de operarse para cambiar, o al menos no lo precisa para sentirse más acorde con su verdadera identidad. Por el contrario, un transexual, si desea operarse para llevar a cabo una plena identificación con su sentir y su cuerpo. Éste último sería mi caso. - Aclaró el joven que remachó. - Y hay otros, quienes desgraciadamente, detestan el cuerpo en el que están. Como si de una prisión se tratara. ¿Ha oído usted esa expresión del cuerpo cárcel del Alma?

-Pues no. - Confesó Katherine inquiriendo con curiosidad. - ¿Qué significa?

-Es de Santa Teresa de Jesús. - Le informó su interlocutor. - Ella escribía aquello del “muero porque no muero, vivo sin vivir en mí”, aludiendo a su deseo de reunirse con Dios abandonando su cuerpo mortal. Algunos de los miembros de mi colectivo compartirían esa expresión. Sin embargo, no tienen miras tan elevadas. - Y el chico sonrió de modo entre sarcástico y algo consternado para agregar. - Lo único que desean es poder mirarse a sí mismos sin odio y sin sufrimiento. Reconocerse en el reflejo que les contempla, para poder ser felices. Pienso que no es pedir demasiado, ¿no crees?...

 

            Katherine guardó unos instantes de reflexivo silencio. Aquellas palabras le habían impresionado y, aunque por otras razones, sabía bien lo que era mirarse al espejo y odiarse a sí misma en ocasiones. Aunque enseguida impuso su profesionalidad y reanudó sus preguntas.

 

- ¿Qué hace falta para que una persona con disforia, al menos en tu caso, pueda llevar a cabo su cambio? ¿Qué reivindicáis de los políticos y de las leyes para que esto sea posible? Me refiero en materia de educación, sanidad, etc.

-Que haya más profesionales cualificados, que las operaciones mejoren, ya que en el caso de las chicas transexuales su operación, ambas, tanto la de senos como la vaginoplastia, son sencillas, pero la faloplastia es bastante compleja y difícil, a la par que costosa. Estaría bien que entrase por la seguridad social o al menos que no fuese tan cara, y que su resultado fuese lo más natural posible.

 

            Katherine asintió tomando notas de aquello en su Tablet, a la par que grababa el sonido. Su interlocutor prosiguió explicando.

 

-Lo que pido al respecto a los políticos que lleven a cabo una reforma completa sobre la Ley integral de Transexualidad, por ejemplo, sé que en España tienen una que es del dos mil siete, aquí en EE. UU. creo que se ha aprobado una ley sobre transexualidad en California y Nueva Jersey, no sé si en más sitios.

- ¿Y esa reforma debería incluir? - Quiso saber la periodista. -

-Que incluya no tener que estar dos años en hormonación y tratamiento para el cambio de nombre y demás documentos personales. También queremos que incluya una perfecta formación de profesionales para el tema de las operaciones, ya que son demasiado complejas y si se produce el más mínimo error, en muchos casos ese error es ya irreversible.

-Quizás la educación sería algo fundamental, ¿verdad? - Inquirió Kathy. -

-En materia de educación se debería de poner una asignatura sobre el tema, o hablar sobre ello, para que se empiece a tratar desde el principio como algo natural. Normalizar el tema de la transexualidad para así erradicar el acoso escolar en las escuelas y así evitar que en un futuro también se lleve a cabo un acoso laboral o simplemente en la calle.

- ¿Qué visión, al menos en tu opinión, tiene la sociedad de tu colectivo? Si es que podemos llamarlo así…

- La visión que tiene la sociedad sobre mi colectivo es de vicio, de prostitución en muchos casos. A las chicas transexuales las meten en el mismo saco que la prostitución, debido a que muchas de ellas, debido a que su cambio a veces no es tan efectivo. Ya que es más fácil eliminar estrógenos a base de testosterona que al revés, muchas de ellas se ven abocadas al mundo de la prostitución para poder vivir, porque no las quieren en muchos trabajos. En nuestro caso, los chicos transexuales, somos invisibles. Es decir, nuestro cambio, a lo largo del tiempo es más notorio, llegando a un resultado perfecto en el cual nadie diría que nacimos mujeres. Esto hablando del aspecto claro, ya que los genitales no varían y son muy pocos los que se operan debido a el nefasto resultado que en un alto porcentaje sucede. Pero cuando alguien descubre como nacimos, nos tratan muchas veces como monos de circo, como seres de otro planeta, como marginados sociales. Por eso muchos de ellos prefieren, simplemente, no reconocerlo nunca e inventarse un pasado que jamás ocurrió.

 

            Su interlocutora asintió, le parecía tremendo escuchar todo aquello. Esa pobre gente tenía desde luego mucho por lo que luchar. Lo que para otras personas ni tan siquiera se presuponía. Su naturaleza misma. Tras unos segundos para asimilar toda esa información, le ofreció a su entrevistado.

 

- ¿Alguna cosa más que quisieras poner de manifiesto?

-Me gustaría manifestar que no por el simple hecho de tener unos genitales u otros somos distintos. A mí, personalmente, me gusta pensar que soy diferente en algunos aspectos, pero para bien. Es decir, yo he vivido muchos años como “mujer” (lo resalto así porque nunca lo fui cien por cien), he estado con ellas, las he escuchado, me han visto como igual, etc., y sé cómo piensan en muchos aspectos, lo que quieren, lo que buscan. He sido como un hombre infiltrado en territorio “vedado”, me he sentido un espía, ¡ja, ja! - Se rio sin poderlo evitar, añadiendo ya más serio. - Por eso las entiendo en muchos aspectos, porque ya no es solo escucharlas sino también pasar por lo mismo que ellas, y hubo una época en que pasé por todo eso, hasta los dichosos cambios hormonales. No somos bichos raros, solamente tuvimos la desgracia de nacer en un cuerpo con unos genitales que no nos correspondían. Pero somos tan válidos como cualquiera y yo, cuando nos menosprecian o infravaloran por haber nacido de una forma u otra, o incluso cuando nos dicen que si somos así (si nos hormonamos) es porque queremos, porque podríamos quedarnos en nuestra forma “original” y no complicarnos la vida. Cuando no entienden que la complicación la tenemos desde nuestro nacimiento, que nosotros no elegimos nacer así y que nuestra vida es complicada por ese motivo, pero aun así lo prefiero a seguir siendo algo que no soy.

 

            Y tras unos instantes más en los que Katherine dedicó una respetuosa mirada a su entrevistado la joven sonrió apagando la Tablet.

 

-Muchas gracias, eso es todo por ahora. Creo que es un mensaje muy importante y me ocuparé de que sea recibido por la sociedad.

-Gracias a ti. - Sonrió Enzo que añadió. - Bueno, ¿Ahora que tienes que hacer?

-Debo ir a ver a la familia Smith. - Suspiró la muchacha. -

-Será muy duro. - Afirmó solidariamente su interlocutor. -

-Muchas veces mi trabajo es así. La gente piensa que es solamente glamur y salir guapa ante las cámaras o cantar algo. Pero desconoce la parte más dura y difícil. - Afirmó ella sentenciando con pesar. -  Puedo imaginar cómo estarán los padres de esa pobre chica. Lo último que desearán ahora es que una extraña vaya a remover su dolor.

 

            Enzo la miró con simpatía y únicamente pudo responder, posando una mano sobre las de ella.

 

-Seguro que esas personas, por muy afectadas que estén, agradecerán que alguien vaya y los escuche contar su historia. Como antes te dije. Evitar el acoso escolar es muy importante. Y esto creará conciencia en la sociedad. Haces una importante labor.

-Muchas gracias. - Sonrió débilmente la chica. -

-No, no hay de qué. - Afirmó Enzo, confesando. - Y debo admitir que si hace unos meses me hubiesen preguntado por ti quizás habría pensado lo mismo que otra mucha gente. Incluso cuando os veía cantar a ti y a tus primas me reía a veces. Pensaba, ¡estas niñas monas, no cantan mal pero no creo que sepan hacer otra cosa!

 

            Para su sorpresa la propia Katherine se rio también asintiendo para, a su vez, reconocer.

 

-En muchas ocasiones hasta nosotras mismas pensábamos así. Pero siempre quisimos superarnos. Sobre todo, por nuestras madres y nuestras madrinas. Ellas son maravillosas y nos gustaría seguir su ejemplo.

-Estarán muy orgullosas de vosotras. No tengo ninguna duda. Viéndoos a ti y a tu prima Kerria no es para menos.

-Y mi amiga Amatista es científica, vive y trabaja en Bios, está casada con mi primo Leval, el hermano de Kerria. Mi prima Idina, también vive allí y es maestra de infantil.

-Sois buenas personas. Eso es lo principal. - Aseveró su interlocutor. - No cambiéis nunca.

 

            Su contertulia sonrió agradecida y se despidió. Tal y como dijo Kathy se dispuso a viajar hasta el domicilio de aquella familia que perdió a su hija. Por su parte Kerria, se reunió con su madrina Ami que iba vestida con una discreta blusa y pantalón, cubierto su atuendo en parte por su bata blanca de doctora. Dado que se habían citado en un hospital donde ella solía ir a pasar algunas consultas.

 

-Verás, le explicó la princesa, ahora en su papel de doctora. La disforia de género es un término técnico con el que se designa a las personas que creen o les parece que tienen una contradicción entre su identidad de género en contraposición al sexo anatómico. (Wikipedia)

-Ya, es como me explicó Enzo, les da la impresión de estar en un cuerpo que no es el suyo. - Comentó la abogada. -

-No es exactamente eso. Su cuerpo es el suyo, pero no ha evolucionado hacia el sexo que les correspondería. - Matizó Ami, para añadir. -En el DSM V, publicado por la Asociación Psiquiátrica Americana, está definida como disforia de género y no como trastorno de identidad de género. (Wikipedia)

-Pero no es ningún trastorno mental. - Afirmó Kerria. -

-No, no lo es. Aunque he de recordarte que hasta hace bien poco también a la homosexualidad se la consideraba una enfermedad. –Le comentó su madrina. - Y todavía hay muchos que lo creen así por desgracia.

-Sobre todo esos neo religiosos. ¡Me hacen gracia! - Suspiró Kerria afirmando no sin sarcasmo. - Los que dicen que la homosexualidad no es natural se creen un libro donde una serpiente habla, la gente vuelve de entre los muertos, un hombre camina sobre el agua y una virgen tiene un bebé.

-Si lo consideras despacio. Tampoco esas cosas son ya imposibles. Para los que escribieron eso hace miles de años, serían mágicas. Pero hoy son una realidad a tenor de los avances de la ciencia. - Afirmó su interlocutora. -

 

            Eso hizo meditar a Kerria, incluso sonrió. Enseguida tomó de las manos a su madrina que la miraba atónita, más cuando la joven exclamó.

 

- ¡Eso es! Eres un genio… Ya me lo decían mis padres. Eres la mujer más inteligente del mundo.

- ¿Yo? - Repuso Ami sin comprender. - ¿Pero que he dicho?...

-Es eso mismo. Lo que me acabas de responder. - Comentó la abogada. - Es la mejor táctica posible. ¡Tienes toda la razón! Mi padre me contó cómo fue devuelto a la vida junto con sus amigos por un dragón enorme que parecía una serpiente gigantesca. Cualquiera de ellos puede flotar andando sobre el agua y hasta volar. Y con la fecundación in vitro una mujer, siendo técnicamente virgen, podría quedarse embarazada. Yo misma pude haber elegido ser madre de ese modo cuando hablé con Brian. - Guardó un instante de silencio y ahora musitó algo más quedamente. - Aunque preferí el método tradicional con él, se lo debía.

-Creo entender ya por dónde vas, cariño. - Sonrió animosamente su madrina. - Si todo eso es posible, siendo tan sobrenatural en apariencia…

- ¿Por qué negarle a alguien la posibilidad de adaptar su cuerpo a su sentir? - Completó Kerria. - Y si buscamos en ese mismo libro, nos daremos cuenta de que los propios ángeles no tienen sexo definido… Todo esto nos vendría muy bien para contratacar cualquier tipo de argumento religioso que pudieran utilizar. - Sentenció con evidente satisfacción para agregar. - Ahora necesito que me des algún tipo de valoración clínica. Certezas médicas que avalen nuestra postura.

-Para empezar, la disforia de género es el término con el que en mil novecientos setenta y tres el médico John Money, y a partir de ahí la psiquiatría, designan lo que en mil novecientos cincuenta y tres el médico Harry Benjamín había llamado transexualidad. - Comentó Ami (Wikipedia). - Como ya antes hemos comentado, es una condición de la mente, no un trastorno mental. Y existe un tratamiento que debe de ser multidisciplinario.

-Por ejemplo, Enzo mencionó algo de testosterona. - Dijo Kerria. -

-Sí, es el tratamiento hormonal. - Le explicó su madrina alegando. - Es mucho más efectivo por ejemplo en adolescentes que todavía no hayan desarrollado sus características sexuales secundarias. En el caso de tu cliente es un paso de hembra a macho. Dicho sin ningún tipo de connotación peyorativa.  Con términos clínicos. - Se apresuró a aclarar Ami. -

-Ya, aunque quizás eso ante un tribunal no iba a sonar demasiado bien. - Se sonrió algo apuradamente su ahijada. -

-Bueno, puedes decir de mujer a hombre y sería correcto. - Matizó su interlocutora. - Mira, aquí tienes los datos…

 

            Le mostró una página de internet. Treatment of gender dysphoria. Para indicarle en tanto se abría ese enlace.

 

-Aquí puedes hacerte una idea. Aunque sea una breve explicación…

-Sí. - Afirmó la joven leyendo aquello. -  Es de    www.news-medical.net. Entonces, acorde con lo que dice, para un paso de mujer a hombre…testosterona cypionate doscientos miligramos IM cada dos semanas.

-Es la hormona masculina por excelencia. - Explicó Ami. -

- ¡Sí! - se rio su ahijada refiriendo. - Mamá siempre le dice eso a papá. ¡Que está muy subido de testosterona, como todos los de su familia!

-Teniendo en cuenta que Roy proviene de los saiyajin, ¡no me extraña nada! - Rio a su vez su interlocutora, que recordaba aquello desde hacía años. -

-Según esto conduce a la reducción en el tamaño de la mama, cese de la menstruación, aumento del impulso sexual y desarrollo muscular, aumento del vello corporal y facial, Clítoris agrandado. - Leyó Kerria que preguntó. - ¿Y este tratamiento depende del seguro?

-Eso sí, lo que quizás es más complejo es la operación. - Le comentó su madrina según indicaba aquella página...- Cirugía de confirmación de género en ftm (female to male, es decir de mujer a hombre) incluye retirar el útero, trompas de Falopio y los ovarios, que eso se le conoce como histerectomía, y la construcción de un pene utilizando una faloplastia o una metaidoplastia. Se realiza una faloplastia utilizando tejido vaginal y piel de antebrazo para crear un pene. Una metadoiplastia involucra la creación de un pene de clítoris que se ha ampliado a través de la terapia hormonal. También se incluye la mastectomía, que se trataría de retirar el tejido mamario del pecho para darle una apariencia lo más masculina posible.

 

            A medida que escuchaba aquello la abogada no podía evitar poner alguna expresión de cierto repelús. Finalmente pudo suspirar admitiendo.

 

-Y yo que pensé que lo mío al salir del armario fue difícil…

-Lo tuyo y lo de Sam fue difícil, como para otros muchos miembros del colectivo gay. Pero vosotros os sentís con naturalidad en vuestro propio cuerpo. Ese es un factor que hace que para estas personas sea todavía mucho más complicado. - Declaró Ami. -

- ¿Tiene complicaciones de post operatorio? - Se interesó la joven. -

-Bueno, normalmente no en el estricto sentido médico clínico. Aunque depende mucho de la habilidad con que esas operaciones se hagan. - Le respondió su contertulia, añadiendo, eso sí. - Pero el miedo, a veces el estrés a no ser aceptado en la sociedad…

-Pero están protegidos de la discriminación por ley. - Argumentó Kerria. -

           

 

            Su madrina asintió despacio, aunque pese a ello pudo objetar.

 

-Cariño, tú mejor que yo, sabes que una cosa son las leyes y otra como se aplican.

-Sí, eso es verdad. - Admitió la joven no sin consternación. -

-Y algo muy importante es el apoyo psicológico. Deberías tenerlo muy en cuenta. - La aconsejó Ami. -

-Lo haré. -  Aseveró la abogada que ya estaba tomando cuantiosas anotaciones. - Tengo que ponerme al día con las leyes relativas a este caso. Pero tú me has ayudado muchísimo. Gracias, madrina. - Sonrió reconocida. -

-No hay de qué, cielo. - Repuso su contertulia que, posando una mano sobre las de la chica, añadió. - Se me hace tarde, tengo que hacer mi ronda ya.

-Siempre he pensado que eras increíble. Y ahora además de tener tantas responsabilidades sigues ejerciendo como médico. - Comentó la admirada Kerria. -

-Ser médico es una vocación. Me hace muy feliz ser capaz de ayudar a las personas de forma directa y cara a cara. No solamente con planes de investigación o campañas. – Comentó su contertulia que pasó a despedirse en tanto se levantaba de su silla. - Bueno, debo dejarte ya. Saluda a tus padres y a Sam… y al pequeño Brian, claro, tengo muchas ganas de ir a verle.

-Cuando quieras. - Afirmó su ahijada que, tras darla un cariñoso beso en la mejilla, se despidió a su vez. - De vuelta al despacho. - Se dijo en tanto se marchaba. - Hay mucho por hacer…

 

            Por su parte Katherine tuvo un cometido bastante menos agradable. Viajó un par de horas en coche para tratar de entrevistar a la familia de la fallecida. En un principio los destrozados padres no querían hablar con nadie. Llamó a la puerta y quiso identificarse. No hubo réplica. Al fin la madre, al reconocer a la reportera, abrió tímidamente la puerta de su casa y tras la rendija musitó.

 

- ¿Es usted la periodista que hace reportajes denunciando los abusos?

-Sí, soy yo, señora. Me llamo Katherine O’ Brian. - Repuso ella con voz suave y respetuosa. -

-Aguarde un momento, por favor. - Le pidió esa mujer cerrando de nuevo. -

 

            La joven esperó, creyó escuchar voces dentro, como si alguien estuviera discutiendo. Al poco rato estas cesaron. Finalmente fue un hombre de mediana edad, barba de tres días y ojeras, el que la abrió.

 

-Pase usted. -Dijo lacónicamente. -

-Muchas gracias. - Musitó ella siguiendo a ese hombre al interior. -

 

            La casa estaba prácticamente en penumbra. Ese individuo subió algo la persiana. La mujer que antes la había abierto, estaba sentada en un sofá de color crema, con su pelo rubio recogido en una coleta y los ojos bastante hinchados y enrojecidos. Apenas sí pudo decir, con un tembloroso tono de voz.

 

-No nos gustan los curiosos. Desde que esto pasó, mucha gente se acercaba a las ventanas.

- ¿Le apetece tomar algo? - Quiso saber su anfitrión. -

-No, muchas gracias. - Repuso Kathy con tono suave. -

-Usted dirá. - Suspiró aquel hombre. -

-Ante todo los acompaño en el sentimiento. - Pudo decir amablemente la reportera. - Comprendo que las circunstancias son muy duras para ustedes.

-Gracias. - Musitó su anfitrión añadiendo. - Ni nos hemos presentado. Soy John Smith, ella es mi esposa Mandy.

-Encantada de conocerlos. - Declaró Katherine. -

 

            Les ofreció una mano que ese matrimonio estrechó. Apenas fue capaz de despegar los labios cuando la mujer sollozó tratando de hablar.

 

-Es la peor cosa que te puede ocurrir en la vida. ¡Perder a una hija así!…

 

 

            Tal y como le confesase a Enzo en ocasiones como esta Katherine maldecía su trabajo. Era muy difícil tratar de mantenerse impermeable ante ese sufrimiento y ser capaz de preguntar. Intentó hacerlo con el tono más suave y amable que pudo.

 

- ¿Desde cuándo su hija se sintió como tal? Quiero decir, una chica.

-Podría usted decir que casi desde que tuvo uso de razón. Y no es que no le gustasen los deportes. - Musitó su padre añadiendo no sin orgullo. - ¿Sabe? Hay personas que se creen que por el mero hecho de ser varón te gusta el deporte y si eres una mujer, no tanto. Pero Karen era una apasionada…

 

            El hombre se levantó y tomó una fotografía que mostró a la periodista. Ahí estaba su hija, quizás con diez años, pelo corto. Iba vestida con un uniforme de béisbol, una gorra y un bate sobre el hombro, posando sonriente en un terreno de juego.

 

-Le gustaba mucho jugar.  Íbamos muchas veces al campo y le lanzaba la pelota. - Pudo gemir el pobre hombre antes de romper a llorar. - ¡Lo siento! - Fue capaz de balbucear levantándose de inmediato para salir de allí. -

 

            Kathy le observó dominada por el pesar y la compasión. Ella misma tenía los ojos húmedos y apretaba los labios en un denodado intento por controlarse…

 

-No ha podido superarlo, nunca lo hará. - Sentenció Mandy con tono abatido. - Para mí es otro infierno, pero ya he llorado todo lo que podía. Solo le pido que haga saber al mundo lo maravillosa que era mi hija y lo que sufrió. Para que no se repita.

-Haré todo lo que esté en mi mano. Se lo prometo. - Repuso la emocionada Kathy. -

 

            La mujer entonces le contó algunos episodios de la niñez y temprana adolescencia de su hija.

 

-Cuando creció, se dio cada vez más cuenta de que sentía como una chica. Y se encontraba atrapada en su cuerpo. Aunque siempre decía que no era ella, sino los que la despreciaban, los que vivían encerrados en sus propios prejuicios. Una de sus canciones favoritas era ésta. - Declaró, levantándose para conectar una cadena de música en la que se escuchó. -

 

Todas las cosas que ella dijo 
Todas las cosas que ella dijo 


Corren por mi mente 
Corren por mi mente 
Corren por mi mente 


Todas las cosas que ella dijo 
Todas las cosas que ella dijo 


Corren por mi mente 
Corren por mi mente 


Todas las cosas que ella dijo 
Esto no es suficiente 

Estoy una gran mierda, 
Me siento totalmente perdida 
Si pido ayuda es sólo porque 
Estar contigo me ha abierto los ojos 
¿Alguna vez podría haber creído en una sorpresa tan perfecta? 

Sigo preguntándome, preguntándome como paso 
mantengo cerrados mis ojos, pero no puedo aparte
Quiero volar a un lugar donde solo estemos tú y yo 
Sin nadie más, y así podamos ser libres. 

Todas las cosas que ella dijo 
Todas las cosas que ella dijo 


Corren por mi mente 
Corren por mi mente 
Corren por mi mente 


Todas las cosas que ella dijo 
Todas las cosas que ella dijo 


Corren por mi mente 
Corren por mi mente 
Todas las cosas que ella dijo 
Esto no es suficiente 

Todas las cosas que ella dijo 
Todas las cosas que ella dijo 

Y estoy tan confundida,
Sintiéndome arrinconada y apresurada 
Ellos dicen es mi culpa, pero la amo tanto 


Quiere volar con ella lejos donde el sol y la lluvia 
Caigan sobre mi rostro, 
Limpiándome de toda culpa. 

Cuando ellos se detienen y me miran fijamente 
No me preocupan
Porque siento por ella lo que ella siente por mi 


Puedo tratar de fingir, puedo tratar de olvidar 
Pero esto me vuelve loca, cuando sale de mi mente. 

Todas las cosas que ella dijo 
Todas las cosas que ella dijo 


Corren por mi mente 
Corren por mi mente 
Corren por mi mente 


Todas las cosas que ella dijo 
Todas las cosas que ella dijo 


Corren por mi mente 
Corren por mi mente 


Todas las cosas que ella dijo 
Esto no es suficiente 

Todas las cosas que ella dijo 
Todas las cosas que ella dijo 

Madre mírame. 
¿Dime qué es lo que ves? 
Sí, he perdido la cabeza.

Papá mírame. 
¿Alguna vez podré ser libre? 
¿Acaso he cruzado la línea? 

Todas las cosas que ella dijo 
Todas las cosas que ella dijo 


Corren por mi mente 
Corren por mi mente 
Corren por mi mente 


Todas las cosas que ella dijo 
Todas las cosas que ella dijo 


Corren por mi mente 
Corren por mi mente 
Todas las cosas que ella dijo 
Esto no es suficiente

 

(tAtu All the things she said, crédito al autor)

 

               Katherine guardó silencio hasta que la canción acabó. Juraría haberla oído antes. Era de hacía unos veinte años quizás.  Pudiera ser que un poco más.

 

-Lo comprendo. - Afirmó la joven. -

-No sé si puede hacerlo. - Repuso esa mujer. - ¿Sabe usted lo que es tener en tu vida a alguien que quieres con toda tu alma pero que es distinto? ¿Qué no es aceptado? ¿Del que se burlan? ¿Y qué tiene que esconder su verdadera naturaleza muchas veces por miedo a eso?... Mi hija fue valiente. Se hartó de esconderse. Y mire a lo que la ha llevado…-Sentenció con amargura y dolor. -

 

            La reportera no se atrevió a replicar. ¡Si esa mujer supiera su propia historia familiar! Simplemente negó con la cabeza despacio, dejando que su interlocutora hablase.

 

-No solo le gustaba el béisbol. Quería ser artista. Le gustaba cantar. Siendo usted famosa eso si lo entenderá.

-Yo también he sido cantante. - Se permitió terciar Kathy ahora. -

-Sí. - Sonrió débilmente la mujer. - Al verla la reconocí. Además de ser famosa por sus programas. Me sonaba de algo más. Por eso convencí a mi esposo de que abriéramos.  Karen tenía un poster en el que salían usted y otras chicas. No recuerdo exactamente el nombre. Las…

-Justices. - Completó una llorosa Katherine. - Éramos mis primas, una amiga, mi primo y yo. ¿Sabe? Mi primo también murió. Luchando por aquello en lo que creía. Por eso puedo intentar comprenderles a ustedes. Les prometo que esto será un reportaje digno de la memoria de su hija. Y que no me detendré hasta que la gente se conciencie.

-La creo. - Musitó su interlocutora. - Lo veo en sus ojos…

 

            Y esa mujer la miró agradecida en tanto la periodista la aferraba la mano. Tras una hora más en la que Mandy le contó cosas sobre su difunta hija, Kathy se despidió, agradeciendo de nuevo la amabilidad de esas gentes. Aunque el derrumbado esposo no volvió al salón. Al salir de allí la joven no pudo evitarlo y lloró. Después quiso de inmediato ir a darles un abrazo a sus familiares. Empezando por su hermano, y sus sobrinas. Estaban ahora viviendo en Nueva York. A pocos kilómetros…

 

-Tendría que haberlo hecho mucho antes. - Se amonestó pensando en su familia. -

 

            Sin embargo, no sabía que era observada. Desde la lejanía con unos prismáticos un coche le seguía la pista. Dos tipos trajeados. Uno que observaba con los binoculares comentó.

 

-La periodista ya se va…

-Supongo que habrá estado entrevistando a los padres de esa chica que se suicidó. - Replicó el otro con tinte indiferente para sentenciar. - Eso no debe preocuparnos. Incluso es mejor que se centre en hacer un reportaje sobre ello.

-Así es. Quizás no haya encontrado a nuestro sujeto lo bastante interesante. - Declaró el otro tipo. -

-Por el momento no la perderemos de vista. - Aseveró su compañero. -

 

            Y el coche arrancó siguiendo a su objetivo. Por su parte Enzo estaba en su habitación, Telefoneó a su pareja… la echaba de menos. Aunque sabía que no era muy recomendable que estuvieran juntos. Por mor de la seguridad.

 

-Sí, cariño. Sí... yo también te quiero…sí, sabes que tenemos que tomar precauciones. ¡Ojalá que no fuese necesario! No, no te preocupes. Sí, ella ha aceptado. Las dos son formidables. No, ¡ja, ja! No temas. A una le gustan las mujeres y está comprometida. La otra… ¡Sabes que solo te quiero a ti, tonta! Bueno. Un beso… Espero que podamos vernos muy pronto.

 

            Y colgó, aquello de pasar tanto tiempo sin la compañía de la persona a la que amaba era una tortura, pero debía sacrificarse. Al menos ahora su moral estaba alta. Con esas dos mujeres tan intrépidas de su parte contaba con muchas posibilidades de éxito. Porque si sus enemigos eran poderosos e influyentes estas chicas no lo eran menos.

 

-Solo me resta confiar en ellas. - Se dijo tumbándose en la cama con las manos tras la nuca y mirando hacia el techo, donde se perfilaban los reflejos de las luces callejeras. -

 

            Por su parte Kerria seguía investigando para hacerse con un buen apoyo legal. Tenía que consultar infinidad de documentos.  Había vuelto al fin a casa. Enseguida el pequeño Brian salió a recibirla.

 

- ¡Mami Ky! - La decía muy contento. -

-Tesoro. - Sonrió ampliamente la joven levantándole en brazos, pese a que llegaba cansadísima. - ¿Qué tal estás?...

-Mami Sam y yo hemos pintado. - Le contó lleno de entusiasmo. -

-Ahora me enseñas los dibujos, ¿vale cielo? Primero mamá se va a cambiar de ropa.

 

            El crío pareció un poco decepcionado, por suerte enseguida llegó su abuela que, de modo risueño, le propuso.

 

-Mientras tanto me los enseñas a mí. ¿Eh, cariño?...

 

            Kerria sonrió aliviada, agradeciendo a su madre la pausa. De hecho, aprovechó para darse un baño relajante. Entre Sam, Roy y Bertie se ocuparían bien de entretener a Brian.

 

-Y lo malo. - Pensaba en tanto se sumergía en el agua llena de espuma. - Es que después de cenar me tocará seguir con esto…Debo investigar a fondo.

 

            Y su cabeza ya estaba llena de leyes, enmiendas, posibles precedentes legales que sentasen jurisprudencia, sentencias del supremo, etc.…

 

-Necesito desconectar un poco, un poquito solo. - Murmuraba medio dormida en medio de la espuma, cerrando los ojos. -

 

            Se despertó a los veinte minutos. Se había quedado dormida. Al menos pudo salir de la bañera, secarse, ponerse el camisón y la bata y tras alabar los dibujos de su hijo, cenar un poco. Enseguida acostaron a Brian y ya entre adultos pudieron charlar sobre el tema en la sobremesa tras la cena.

 

-Entonces, ¿lo ves complicado, hija? - Quiso saber Roy. -

-En principio, dada la naturaleza de la demanda, no tendría por qué serlo. A mi cliente le asisten sus derechos constitucionales y tiene una hoja de servicios en el ejército que amerita su petición. Incluso hay precedentes de militares en situaciones muy similares. - Respondió al hilo de lo que llevaba investigado. -

- Pues eso es bueno. - Sonrió Samantha. -

-Sí, eso lo es. Además, la madrina Ami estuvo conmigo hoy y me puso al día de muchas cosas en el aspecto médico. –Les contó. - Os envía muchos besos a todos. Lo mismo que Kathy. Que estaba investigando por su cuenta.

-Seguro que lo harás muy bien. Con semejantes ayudantes todo es mucho más sencillo. - Afirmó Bertie. -

-Sin embargo. Me preocupa que quienes ya sabéis, estén detrás de esto. - Dijo la joven ahora con más inquietud. -

-Sí, ¡esos desgraciados! - Masculló Roy. - Parece que se empeñen en tener que destruir las vidas de cuantas personas decentes puedan.

-Teniendo en cuenta que mi cliente ha servido en inteligencia militar y que, por lo que Kathy me dijo, sabía de nuestra relación con las princesas planetarias…-Comentó Kerria. -

-Ya. - Convino su madre casi para completar la frase. - La pregunta es. ¿Cuánto más sabrá sobre nosotros o sobre otros temas sensibles de la seguridad mundial?...

-Y pudiera ser que esos tipos deseen que no difunda sus conocimientos. - Afirmó Sam que también esbozó un semblante preocupado ahora. -

-O puede que quieran precisamente que lo haga. - Añadió una reflexiva Bertie. - Para ponernos en evidencia ante todos.

 

            Eso hizo que todos guardasen un preocupado silencio. Entonces Kerria comentó.

 

-No sé. Quizás Leval pueda orientarme en eso. Siendo militar…

-Para eso es mejor que hables con tu primo Mazoui, el hermano de Kathy. - Le recomendó Roy. - Está más metido en esas cosas, y sobre todo en lo que ocurra aquí. Tu hermano desde Bios poca cosa podrá decirte.

 

            La joven asintió, esa era una buena sugerencia. Llamaría a Kathy y le pediría que hablase con su hermano en cuanto le viera. No tardó en enviarla un WhatsApp…

 

-Espero que le llegue a tiempo y pueda visitarlos. - Deseó Kerria. -

 

            Su prima enseguida vio la notificación. Justo entonces llegaba a casa de su hermano y su cuñada. En cuanto llamó, una joven algo más baja que ella, con gafitas redondas y pelo rubio abrió. Junto a ella dos niñas pequeñas idénticas que observaban a la recién llegada con los ojos muy abiertos, aunque los de una eran pupilas en tono más azulado y los de la otra verdoso.

 

- ¡Satory! ¡Lush, Mina! - Exclamó Katherine abrazándose a su cuñada. -

- ¡Cuánto me alegra verte por aquí! – Replicó su anfitriona haciéndola pasar. -

 

            La reportera no perdió ocasión de tomar en brazos a ambas crías y darles alternativamente besos. Las niñas se reían divertidas.

 

-Tita Kathy. - Dijo una de ellas, de nombre Alusa. -

-Hola tita. - Añadió la otra, llamada Minara. -

- ¡A veces no las distingo! - Se rio Kathy dejándolas por fin en el suelo. -

-No me sorprende. - Sonrió su cuñada. - En ocasiones hasta a mí me cuesta trabajo.

- ¿No está Mazzy? - Quiso saber la reportera. -

-Está en la base, de servicio todavía. - Le comentó su interlocutora que mirando a su cuñada enseguida inquirió. - ¿En qué nuevo reportaje del siglo andas metida?...

 

            Aunque se sorprendió de ver el gesto entristecido de Katherine, quién no tardó en suspirar para decir con tintes consternados.

 

-Acabo de venir de entrevistar a los padres de esa chica. La que se ha suicidado…

- ¡Oh!, lo lamento. - Declaró Satory. - Pobrecilla, lo escuché en las noticias. Ha tenido que ser muy duro, ¿verdad?

 

            Su cuñada asintió deprisa, no quería recordar aquello para no llorar delante de las crías. Por suerte éstas ya la estaban distrayendo, llamándola para que jugase con ellas. Katherine lo hizo con gusto. Tras volcar unos bloques de construcciones levantaban algunas torres que las niñas derribaban riéndose en tanto lo hacían.

 

-Quédate a cenar. - La invitó Satory con una sonrisa afable, añadiendo sin saber a ciencia cierta si con un tinte de pesar o de leve recriminación. - Te vemos muy pocas veces.

-Estaré encantada. Muchas gracias. - Repuso de modo jovial ahora su interlocutora. -

 

 

            Aunque primero dieron a las niñas su cena. Algo de jamón de york con verduras. Y de postre una compota de manzana que la misma Satory hacía. Kathy tomó sobre sus rodillas a Minara para darle un poco de esta última en tanto Alusa era sostenida por su madre. La periodista, mientras terminaba de hacer cenar a la cría, comentó divertida.

 

-Es algo que nunca comprenderé. Con el dinero que tenéis y no deseáis servicio.

-Bueno, me gusta atender a las niñas yo misma. - Replicó Satory que añadió con voz queda. - Sabes que cuando volví de la muerte, poco menos que todo cambió para mí. He aprendido a valorar lo que de veras importa. Y no es el dinero, ni el trabajo. En mi caso es la familia. Ver más a mi padre, a mi marido o a mis hijas. Y, además, sabes que nos gusta preservar la intimidad…

 

            Su interlocutora asintió. Podía comprender aquello perfectamente.

 

-Por cierto, no te di las gracias como mereces por todo lo que hiciste durante el tiempo que estuve enferma cuidando de mis hijas. - Añadió Satory. –

 

            Kathy sonrió, incluso algo ruborizada. Durante aquel terrible cáncer que llegó literalmente a matar a Satory ella se ocupó de cuidar a sus sobrinas con mucho amor y dedicación. Llegó a sorprenderse incluso de sí misma. Jamás se creyó capaz de hacer aquello. Y apenas sí tomaba pastillas durante ese tiempo.

 

-No fue nada. Soy su tía y era lo que tenía hacer. Lo hice encantada. Alusa y Minara son maravillosas.

 

            Minara le dio en beso en la mejilla, y, como no podía ser de otro modo, Alusa quiso hacer lo mismo. Satory tuvo que aproximarla a su tía para que lo hiciera.

 

-Gracias nenas. - Sonrió Katherine. -

-Serías una madre estupenda si quisieras. - La halagó su cuñada. –

-No lo sé. - Suspiró ésta, alegando. - Una cosa fue cuidar de Lush y de Mina por unas semanas y otra la obligación de por vida de ser madre. Además. ¿Quién sería el padre adecuado? - Se preguntó en voz alta. -

 

Estaban charlando sobre eso cuando oyeron la puerta del exterior abrirse. Enseguida Kathy escuchó la familiar voz de su hermano.

 

-Satory, niñas. Ya estoy en casa. - Anunció con desenfado. -

 

            Cuando el joven entró en la cocina se sonrió al ver a su hermana y al resto de su familia. Kathy dejó a Minara en una sillita y abrazó al recién llegado.

 

-Mazzy. ¡Me alegra verte por fin!

-Eso digo yo. - Repuso jovialmente el chico. - Ya era hora de que aparecieras…

 

            Al instante besó a su esposa y tomó en brazos a ambas niñas para hacer lo propio. Alusa casi le manchó la chaqueta militar que llevaba.

 

- ¡Parece que tu hija quiere condecorarte con una medalla más! - Se rio Satory. -

-Pues lamentaré decepcionarla. Es mi guerrera de faena diaria. - Se sonrió el avezado padre logrando por poco evitar el manchurrón. -

 

            Una vez dejaron a las crías en el suelo, su madre las tomó de la mano. Se despidieron de su tía que se arrodilló con gusto para ser besada en ambas mejillas por ese par de ciclones con patas. Tras reírse divertida las saludó con la mano en tanto Satory las llevaba a acostar. Una vez a solas su hermano la invitó a sentarse en el sofá del salón y le comentó.

 

-De veras, me alegra mucho verte, Kathy. Ha pasado ya algún tiempo. ¿Cómo estás?

-Bien…muchas gracias. - Fue capaz de replicar, sin enfrentar del todo la mirada a la de su interlocutor. - No me puedo quejar.

 

            Ella sabía de sobra lo que su hermano era capaz de hacer solamente con mirarla. Podría adentrarse casi en sus pensamientos y eso le daba miedo. Tampoco estaba siendo sincera con él. El viejo problema que ella tenía persistía. Quizás más controlado, pero tras la ayuda inestimable que él la prestó, unida a la de su madrina Minako, prometió no recaer. Desgraciadamente no pudo cumplirlo. Aunque se esforzó por sonar natural y sonriendo preguntó a su vez.

 

- ¿Y tú qué tal?  Muchas conspiraciones en el horizonte…

-Sabes que no podría decírtelo, aunque las hubiera. - Se sonrió Mazoui que ya más serio afirmó mirándola ahora sí a los ojos. - Pero creo que hay algo que no me cuentas. Te noto preocupada.

 

            Por fortuna la joven esperaba aquello y en esta ocasión tenía la respuesta preparada.

 

-He venido de entrevistar…-y le refirió lo mismo que había contado antes a Satory. -

 

            Su hermano no dijo nada durante unos instantes, luego suspiró. Asintiendo despacio. Finalmente declaró.

 

- ¡Pobre criatura! La entiendo demasiado bien. Es duro ser diferente. Mucho.

-Sí, lo es. - Convino la muchacha quién quiso entonces variar de tema, aunque al hilo de su reportaje y aseverar. - Pero no he venido hasta aquí para contarte eso…Hay más…en relación a lo que estoy investigando. Bueno, en realidad somos la prima Kerria y yo las que estamos en ello.

 

            Ahora sí que Mazoui entornó los ojos. Eso le parecía bastante raro a la par que interesante. Su hermana le fue contando lo sucedido desde que Enzo la contactara.

 

-Y dices que ese tipo pertenece a la inteligencia militar.

-Sí, al ejército de EE. UU. - Precisó la muchacha. -

-Pero el ejército norteamericano no es el mismo que el UNISON, ni depende de la ONU. - Objetó él. - ¿Por qué crees que yo podría ayudarte?

-Ahora eres tú quien no me cuenta todo. - Sonrió la muchacha. - ¿En serio piensas que me voy a creer que tú no sabes nada al respecto?

 

Su contertulio movió la cabeza y sonrió. Enseguida repuso con desenfado.

 

- ¿Y es que acaso tú no sabes que hay ciertas cosas que, aunque las supiera no te las podría contar?

- ¡Venga, Mazzy! – Le pidió ella con tono entre meloso y divertido. - No hagas como cuando nos escondías las muñecas a las primas Bridged, Suzanne y a mí.

-Bueno, -sonrió él añadiendo con un tinte lleno de suspense. - Pudiera ser que, algo, sí que sepa… escucha…

 

            La interpelada desde luego que aceptó prestarle toda su atención. Su hermano le contó algunas cosas interesantes. Pero no quiso pasar de determinados puntos. Al cabo de un rato, Satory retornó tras haber dormido a las niñas y se unió a ellos. La conversación derivó a terrenos más relacionados con temas familiares.

 

-Papá y mamá tienen muchas ganas de verte. - Declaró Mazoui con un cierto tono amonestador y condescendiente. -

-Bueno, y yo a ellos. - Repuso Katherine. - Pero es que no he parado en semanas.

-A veces es bueno tomarse un descanso, cuñada. - Terció Satory. -

-Sí, tenéis razón los dos, de verdad, en cuanto pueda haré una pausa. Quizás tras este reportaje. E iré a verlos.

 

            Su hermano le dedicó esa mirada que ella tan bien conocía de “ya, ya, pero luego no lo haces” aunque no dijo nada. Pese a todo, Kathy enseguida se defendió con un tono incluso algo molesto.

 

-Lo prometo. - Aseguró de inmediato. - También les echo mucho de menos. En cuanto tenga algún maldito día libre iré a casa…

-No te enfades. - Le pidió suavemente su cuñada. - Únicamente lo decimos porque siempre que hablamos con Kalie o con Mathew, nos preguntan por ti.

-Lo sé. - Admitió su interlocutora ahora con un modo más entristecido. - Lo digo de veras. Terminaré este reportaje y cuando el juicio empiece, iré a seguirlo con papá y mamá.

-Seguro que la prima Kerria hará un gran trabajo. Como de costumbre. Lo mismo que tú. - Intervino Mazoui para cerrar ese enojoso tema. - Ganaréis.

 

            Y tras expresar sus buenos deseos la pareja de esposos la despidió. Kathy dijo que se le iba haciendo tarde. Se marchó no sin antes volver a prometer que visitaría a sus padres. Así pasaron unos días. Junto con su prima y Enzo se reunieron para preparar el caso.

 

-Vamos a ver. - Les comentaba Kerria una vez sentados en su despacho. - Entonces será esto lo que solicitarás. Que el Estado se haga cargo de todos los gastos en cuanto a tratamientos operatorios y post operatorios sean precisos para finalizar el cambio de género, así como tu reingreso inmediato en el ejército con el rango actual que ostentas que es el ¿de?

-Capitán. - Aclaró el interpelado. -

-Eso es mucho. - Sonrió Katherine. -

-Sí, recuerdo a mi hermano diciéndome que para llegar a eso tendrían que pasar muchos años. - Convino Kerria. -

-Bueno, eso depende de la rama en la que tu hermano se encuadre. - Comentó el joven. -

-Está en el UNISON. - Le contestó su abogada. - Cuando viajó a Bios con la SSP-1 era teniente.

-Entonces su rango era asimilable a los de la Armada. Pero yo soy del ejército de tierra. - Replicó el chico. -

- ¿Y eso importa? - Quiso saber Kathy. -

-Sí - se sonrió él aclarando a sus interlocutoras. - Se denomina de modo diferente. Para tu hermano el rango de capitán es como para mí el de coronel.

-Bueno, dejemos eso ahora y centrémonos en lo que nos interesa. - Intervino Kerria consultando los apuntes de su Tablet. - Tenemos que presentar nuestra demanda basándonos en las leyes y precedentes registrados para cualquier caso que sea similar al tuyo. He estado recopilando algunas. Por ejemplo, ésta…en Sacramento, California. El gobernador de California, Jerry Brown, aprobó el lunes doce de agosto la histórica ley del Éxito y Oportunidad Escolar, con la que se asegura que los jóvenes transgéneros tengan la oportunidad de participar plenamente y tener éxito en las escuelas de todo el Estado. La Propuesta de la Asamblea mil doscientos sesenta y seis – que entró en vigor el uno de enero del dosmil catorce – fue creada por el asambleísta Tom Ammiano y fue aprobada por la Asamblea y el Senado de California durante el verano. La ley es la primera de su tipo en todo el país, y requiere que las escuelas públicas de California respeten la identidad de género de los estudiantes y establece que los estudiantes pueden participar plenamente en todas las actividades escolares, equipos deportivos, programas e instalaciones que correspondan a su identidad de género.

-Muy bien, eso nos ayudará. Al menos eso espero. - Comentó su cliente. -

-Estaré siguiendo la vista entre el público y si descubro algo más en mis indagaciones te lo haré saber, prima. - Intervino Katherine. -

 

            La joven se percató, no sin algo de culpabilidad, de que ya estaba rompiendo la promesa que le hiciera a su hermano de ver el juicio con sus padres. Pero no podía hacer otra cosa. Dejó de pensar en ello para prestar atención a su prima.

 

-Al menos es un juicio sin jurado. Decidirá un juez federal. - Comentó la abogada para exponer. - Eso es bueno y es malo…

- ¿Cómo? - Inquirió Enzo visiblemente desconcertado. - ¿Qué significa eso exactamente?

-Sí prima, deberías aclarar un poco eso. - Sonrió Kathy. -

-Me refiero a que doce personas normalmente podrían ser más difíciles de convencer. Y, en este caso, seríamos nosotros quienes necesitaríamos mayoría o unanimidad para ganar. En cambio, a un solo juez, que sopesará más técnicamente las pruebas y los argumentos, nos será más sencillo, teniendo en cuenta todo lo que obra a tu favor. - Explicó Kerria. -

-Entonces es mejor así. - Suspiró un aliviado Enzo. -

-Bueno. - Matizó su abogada con algo de prevención. - También dependerá de quién sea el juez. Y de que no sufra presiones. Es como jugarlo todo a una carta.

- Confiemos en la suerte irlandesa pues. - Sonrió Katherine. -

-No soy irlandés, me temo. - Objetó el muchacho. -

- ¡Pero mi prima Kathy, sí! - Rio Kerria para aliviar la tensión. - Al menos de ascendencia. Espero que de algo nos servirá.

 

Su contertulia asintió divertida. Pasaron un buen rato más discutiendo sobre la estrategia a seguir y haciendo preparativos. Finalmente, todo estaba listo. Kerria presentó un pliego de conciliación en nombre de su cliente ante el gobierno y la aseguradora, exigiendo el pago de las operaciones necesarias para la continuación del tratamiento de Enzo. Como la otra parte no se avino presentó entonces la correspondiente demanda. El juicio iba a comenzar.

 

-Aquí estamos. - Declaró Enzo, ataviado con un traje azul oscuro con corbata roja y camisa blanca. Una vez se vio allí, flanqueado por su abogada. -

-No te preocupes. Todo irá bien. - Le aseguró ella. -

 

            Habían entrado en la sala del palacio de justicia. Ocupando sus asientos, al poco llegó el representante del gobierno, la señorita Tera Stevens. Se trataba de una vieja conocida de Kerria. Era algo mayor que ella y un poco más baja, de pelo castaño corto, ojos marrones y un rostro atractivo. Vestía de manera similar a su colega. Un conjunto de chaqueta con falda hasta las rodillas. En un tono beige, casi tirando a marrón claro con blusa de color azul celeste. Kerria había elegido por su parte una tonalidad azul marino con una blusa blanca. Ambas, con zapatos de medio tacón, a juego. En algunas ocasiones se habían encontrado, dado que ella solía defender la postura de la administración en algunas demandas que la abogada había presentado. No obstante, su relación era cordial.

 

-Celebro verte. - Declaró estrechando la mano de su otra vez, antagonista ante el tribunal. -

-Igualmente. - Repuso Kerria que se ocupó de presentársela a su cliente. - Señor Cortés, la señorita Stevens

-Mucho gusto, señorita. - Dijo elegantemente él en tanto se saludaban con otro rápido apretón de manos. -

-Lo mismo digo, - contestó la aludida que pasó a proponer. - Antes de que su señoría llegue podríamos charlar y quizá llegar a un acuerdo. Así no malgastaríamos el dinero del contribuyente en un juicio.

-Eso dependería del acuerdo que usted estuviera dispuesta a alcanzar. - Respondió el interpelado. -

-Le ofrezco el pago de los medicamentos que precise. Así como una licenciatura con honores del ejército. - Declaró la joven abogada. -

- ¡Un momento! ¿Cómo que licenciarme? - Exclamó Enzo con visible sorpresa. -

-El ministerio público cree que alguien como usted en posesión de informaciones, digamos comprometedoras de la seguridad nacional, es un riesgo para la administración si se querella contra la misma. - Le explicó Tera. -

-Eso no se nos había notificado cuando interpusimos el pliego. - Intervino Kerria no sin asombro y enfado. - Impugnaré las bases de este mismo proceso.

-No, si acorde con la ley, te lo comunico de buena fe, ahora. Y lo haré igualmente con su señoría. - Sonrió su rival que ahora añadió, incluso parecía que, con pesar. - Lo lamento. Son instrucciones de última hora…

 

            La abogada y su cliente se miraron atónitos. ¿Quién podría estar detrás de aquello? Era una medida estúpida además de injusta y a traición.

 

- ¿Y así pretenden lograr un posible acuerdo por mi parte? Ahora más que nunca deseo llegar a juicio. -Afirmó Enzo, agregando. - Ya no solamente se cuestionan mis derechos civiles sino mi lealtad a mi país.

-Ya lo has oído, Tera. - Repuso Kerria con tono serio. - Mi cliente no está dispuesto a aceptar esa propuesta. Por el contrario, aceptaría el pago total de su tratamiento y las operaciones quirúrgicas que de él se derivasen, así como su reingreso en el ejército de inmediato con su rango y sus prerrogativas intactas.

 

            Sin embargo, su interlocutora esbozó una leve sonrisa y movió la cabeza… no hubo lugar a más. Su señoría entró en la sala. Todos se giraron en pie hacia el estrado…

 

-Todo el mundo en pie. - Ordenó un alguacil. - Su señoría. El honorable Lewis Orton, preside…

 

El juez se tomó su tiempo para acomodarse en su sillón, agarró enérgicamente el mazo y golpeó en seguida tres veces. A Kerria casi se le corta la respiración al verle. Ese hombre, de edad madura ya, pelo blanco con calvas en el centro de su cabeza, nariz aguileña y gafas cuadradas, era uno de los magistrados más conservadores que había. Suspiró y su cara no le pasó desapercibida a Enzo que le cuchicheó.

 

- ¿Ocurre algo?

-Todavía no, pero ocurrirá. - Musitó su abogada que de inmediato guardó silencio. -

 

            Todos tomaron asiento una vez lo hizo el juez. El alguacil, un tipo regordete y bajito, procedió a declarar.

 

-Se abre la vista. El señor Enzo Cortés contra el Gobierno de los Estados Unidos.

-No me gusta cómo suena eso. - Comentó el joven a su letrada. -

-Es lo habitual. Cualquier demanda que vaya a reclamar algo al sector público en nuestro país se denomina así. - Le tranquilizó Kerria. -

-Muy bien. - Declaró en alta voz el juez, reclamando a los letrados. - Hagan el favor de aproximarse ambas partes.

 

            Las abogadas obedecieron enseguida. El juez, saludó, antes que nada.

 

-Señorita Malden. Usted otra vez. Hacía tiempo que no la veía. - Remachó con tono irónico. -

-Sí, Señoría. Hacía ya un par de meses, el caso Simps. - Le recordó ella con tono suave. -

-Muy bien. ¿Y qué nos trae esta vez? – Quiso saber con un tonillo entre paternalista y algo quejoso que no gustó nada a la joven. -

-Una demanda que no ha podido resolverse en conciliación. Y con otra impugnación contra la defensa porque no nos advirtió en tiempo y forma de sus condiciones. - Agregó ella ya con más contundencia. -

-Buenos días, señorita Stevens ¿Qué debe decir la defensa ante eso? - Inquirió Orton con más amabilidad transluciendo en su tono. -

-Verá Señoría. - Contestó la interpelada. - Advertimos nada más entrar en la sala a mi colega y a su cliente. El Gobierno considera que, antes del comienzo del proceso, es tiempo más que suficiente. La otra parte puede pedir un aplazamiento si desea replantear su estrategia. Estaría en su derecho. O si prefiere renegociar a la luz de los nuevos datos que se le han aportado, me hallo a su disposición.

 

            Kerria movió la cabeza con desaprobación, pero en eso Tera llevaba razón. Podía pedir efectivamente unos días para reestructurar su forma de llevar ese caso. Aunque sabía bien que, de ese modo, ya se estaba ganando la mala predisposición de ese juez. Sin embargo, eso juraría que ya lo tenía. Al menos ese tipo, Orton, del que incluso algunos rumoreaban que era un seguidor de las doctrinas de los neo religiosos, era fiel cumplidor de la ley y la aplicaba en sentido estricto. Nada cambiaría por tanto si ella pedía unos días más. Al contrario. Más oportunidad para el gobierno de complicar esa maraña. De modo que dijo.

 

-No deseamos aplazamientos, Señoría.

-Muy bien. - Asintió el juez. - En tal caso entiendo que acepta usted tácitamente los nuevos condicionamientos de ese proceso.

-Así es. - Suspiró la letrada dedicándole al desconcertado Enzo una mirada de resignación. -

 -Muy bien. Vuelvan a sus lugares y procedamos. Tiene la palabra señorita Malden. –Indicó Orton. -

 

            Kerria se levantó andando despacio hacia el estrado, sus tacones resonaban ahora en medio del silencio de la sala. Parecía algo mayor con su conjunto diseñado por la firma Deveraux a juego con los zapatos, amén de llevar su normalmente largo y suelto cabello, recogido en un moño. Daba de este modo un aire de bastante seriedad y solidez.

 

-Señoría. Tras un cuidadoso periodo de reflexión e intentos por llegar a acuerdos de conciliación, y ante la negativa insistente de las autoridades, mi cliente, el capitán del ejército de tierra, el señor Enzo Cortés, ha decidido demandar al Gobierno.

- ¿Cuál es la demanda y sobre qué base? - Quiso saber el juez. -

-Mi cliente reclama el pago total de su tratamiento y las operaciones quirúrgicas que de él se derivasen, así como su reingreso en el ejército de inmediato con su rango y sus prerrogativas intactas. En función de las leyes sobre el transgénero existentes.

 

            Orton entonces dio la palabra a la defensa.

 

- ¿Señorita Stevens?...

-Señoría, el Gobierno al que represento estima que las reclamaciones del señor Cortés no se atienen a la legalidad. Tomando en consideración que está dado de baja por investigaciones alusivas a su puesto, como miembro del servicio de inteligencia, y la posible filtración por su parte de conocimientos e informaciones que podrían haber puesto en riesgo la seguridad nacional. A tal efecto tiene suspendidos todos los privilegios y derechos que pudieran derivarse de su rango militar. Por lo menos hasta que la investigación quede esclarecida.

 

            Kerria miró atónita a su defendido. Ella no había sido puesta al corriente de eso, Enzo por su parte comentó.

 

-No se me envió en ningún momento aviso o notificación alguna que aludiera a estar siendo investigado.

- ¿Estás seguro de eso? Porque es algo de vital importancia. - Repuso su abogada con un cuchicheo. -

-Estoy seguro. - Asintió enérgicamente él. - No he recibido ninguna advertencia por escrito…

 

            Kerria enseguida se levantó para reclamar.

 

-Protesto, Señoría. Alegamos que mi cliente no fue oficialmente notificado a tal efecto.

-En asuntos que incumban a la seguridad nacional no tenemos esa obligación. Eso se desprende del acta antiterrorista. - Respondió su oponente. - Basada en la “Ley Patriota”, (Patriot Act) de veintiséis de octubre del año dos mil uno. Promulgada por el presidente Bush. Tras los atentados del once de septiembre del dos mil unos. Y renovada en dos mil cinco.

-La protesta se desestima. - Declaró el juez. -

           

            Kerria suspiró. Eso no era nada bueno. Tera estaba esperando que hiciera esa objeción y tenía la réplica preparada. Esa mujer era muy buena litigante. Si no iban con cuidado incluso le podrían dar la vuelta al juicio y acabar siendo Enzo el encausado.

 

-Tenemos que evitar que contrataquen para involucrarte en temas de seguridad nacional. - Le cuchicheó a su cliente. -

-Esto está preparado. - Repuso él no sin indignación. - Es una trampa. Estoy seguro…

-Lo complicado de eso será demostrarlo. - Suspiró Kerria que le dijo variando su criterio anterior. - Sería mejor que pidiéramos un aplazamiento. Necesito saber más sobre esto.

-Tú eres la abogada. Haz lo que creas mejor…

 

            La muchacha asintió. Entonces se levantó y con tono determinado dijo.

 

-Señoría, con la venia. En vista de las nuevas aportaciones que hace la representante del Gobierno solicitamos un aplazamiento. Nos encontramos ante un claro caso de indefensión al no habernos sido proporcionada la información adecuada para el proceso.

-Usted quedó en aceptar los nuevos términos del proceso. - Le recordó Orton. -

-Con el debido respeto, Señoría. Esto no se nos había notificado hasta ahora mismo. - Replicó la abogada. -

 

            Su interlocutor asintió, eso sí que era un hecho que la defensa no negó, a ella se dirigió el juez para preguntar.

 

- ¿Está conforme la representante del Gobierno?

-Por nuestra parte y tal y como antes expresé, no hay ningún inconveniente, Señoría. - Contestó Tera. -

-Esta vista se aplaza hasta el próximo lunes a las diez de la mañana. - Sentenció Orton golpeando con su mazo. -

 

            Las dos partes se pusieron en pie cuando el juez se levantó abandonando el estrado y la sala. Una vez lo hizo, Kerria se aproximó hacia su colega y sin ocultar su enfado le recriminó.

 

- ¡Eso es jugar sucio, Tera!

-No, no lo es, Kerria. Tengo todo el derecho a representar los intereses de la Nación del mejor modo posible. Y me ampara la Ley. Ya lo has oído. Además, he convenido en que tengas tu aplazamiento. Tampoco quiero que los intereses de tu cliente se vean lesionados sin justificación.

-Nos veremos el lunes entonces. - Pudo decir su interlocutora con cierta frialdad. -

 

            La otra joven asintió. Kerria y Enzo se marcharon de la sala, encontrándose con Katherine que había estado presenciando aquello desde las primeras filas del público.

 

- ¿Has viso eso, Kat? - Le inquirió su prima con visible indignación. -

-Sí, mi hermano me advirtió una vez que, en cuestión de servicios de inteligencia, no se jugaba muy limpio. - Replicó la muchacha. - Sin embargo, no me contó nada de esto. No tengo idea de si lo sabía y no podía hablar o si lo ignoraba.

-Sería bueno para nosotros que te contase algo más. - Afirmó su prima. - O buscar a alguien que lo haga. Estoy por llamar a mi hermano Leval. No sé si él podría estar al tanto de algo.

-No lo creo. - Suspiró Kathy. - Estando en Bios y sin relación con la Tierra. Supongo que tu hermano no podrá ayudarnos.

-Por mi parte trataré de indagar algo. – Terció Enzo. - Esto me parece cada vez más raro…

 

            En eso convinieron cuando se despidieron. Kerria regresó a su casa, cansada y enfadada. Aquello no lo había previsto en modo alguno. Y estaba inerme ante las maniobras del ministerio público. Pese a todo al entrar enseguida sonrió. Al menos su hijo corría hacia ella y la saludaba. Con eso bastaba para alegrarle ese hasta entonces penoso día.

 

- ¡Mami Ky! - Chilló con su vocecita. -

- ¡Mi amor! - Repuso cariñosamente ella tomándole en brazos. -

 

            Entró con el pequeño Brian y le dejó cuidadosamente en un sillón. El niño se entretenía jugando con unos muñecos. Ella suspiró quitándose el abrigo y los zapatos. Al poco entró Samantha, venía sonriente y tras darle un beso en los labios le preguntó pasándole los brazos alrededor del cuello.

 

- ¿Qué tal?...

-No muy bien. - Suspiró su pareja moviendo la cabeza. -

- ¿Y eso? - Quiso saber la otra joven, tiñendo su tono ahora de sorpresa y algo de inquietud. -

 

            A grandes rasgos la recién llegada le explicó lo sucedido. Sam movió la cabeza.

 

-Vaya, eso sí que es una complicación.

- ¡Y que lo digas! - Musitó Kerria con contrariedad. -

-Bueno. ¿Qué te parece si para olvidarlo esta tarde nos vamos de compras? Y luego al holo cine. Tu madre dice que se puede quedar con Brian.

-Ya me gustaría, Sam. Pero debo revisar más información y datos…, y leyes…- Suspiró su interlocutora. -

-Es que hace mucho que no salimos las dos juntas. - Pudo añadir su pareja con manifiesto desencanto. -

-Lo sé. Y lo siento. Pero no he parado últimamente. Lo sabes de sobra. - Replicó Kerria con cierta irritación. - No tengo ni un minuto libre.

 

            Su pareja no respondió, al menos durante unos instantes. Pero su semblante estaba ahora más tenso, incluso parecía molesta cuando se apartó. Al darse cuenta su contertulia enseguida añadió con tintes conciliadores.

 

-Perdona. Estoy furiosa y cansada. No quise hablarte así…

-No pasa nada. - Fue capaz de responder Sam, componiendo una débil sonrisa para añadir. - Lo comprendo. Llevaré a Brian al parque y de tiendas. Necesita algo de ropa.

-Sí. Por favor. - Asintió su pareja. - Llévale y pasadlo bien.

 

            Samantha asintió tomando al crío de la manita y diciéndole con cariño.

 

-Vamos Brian. Nos vamos a poner muy guapos y vamos a la tienda.

- ¡Tenda, sí! - Repitió el entusiasmado niño. -

 

            Y Kerria vio cómo se marchaban. Bajó la mirada, estaba triste por tener que renunciar a pasar esos momentos con su hijo y su pareja. Lamentaba profundamente que esas ocasiones se le escapasen, Brian crecía día a día y esos escasos ratos en su compañía junto a Sam eran irremplazables. Pero el trabajo era implacable. Su madre entró entonces. Al verla de esa manera enseguida supuso lo que sucedía. Tampoco había sido ajena al tono de voz de la joven puesto que se había podido escuchar con toda claridad desde la cocina.

 

-Cariño. Tuviste un mal día, ¿eh?

-Así es, mamá. - Admitió la muchacha. - Y encima ahora, me he peleado con Sam.

-Bueno cariño. - La animó su madre. - Eso no fue una pelea. Créeme, tu padre y yo sí que teníamos peleas… ¡y de las buenas!

 

La joven sonrió. Esperaba que su madre no se estuviera refiriendo a las que protagonizaron junto al tío Tom, la tía Connie, los padres de Amatista y otros muchos amigos, frente a las fuerzas del mal.

 

-Si lo pones de esa manera. - Pudo sonreír. -

-Sé que estás muy estresada. Pero trata de aparcar eso cuando llegues a casa, hija. - Le pidió su madre, con algo de inquietud. -

- ¡Ojalá pudiera hacerlo! - Suspiró la muchacha que puso al día a su interlocutora de lo sucedido. - Y ahora tengo que preparar el caso desde otro punto de vista totalmente distinto. - Remachó con resignación. -

-Tú podrás hacerlo. Estoy segura. - Afirmó Bertie posando una mano sobre el hombro derecho de su hija. - Cuenta con tu padre y conmigo para lo que sea, si podemos ayudarte en algo.

-Gracias mamá. - Pudo sonreír la chica. - Pero en esta ocasión es labor de recopilar información y datos sobre leyes. Una ardua y penosa labor...- Suspiró con largueza. -

 

            Dicho esto, se dirigió a su despacho. Al menos a la habitación que tenían para tal fin. Allí estuvo planteándose la posibilidad de llamar a su hermano. Aunque cuando conectó su bandeja de entradas tenía un mensaje. Justamente provenía de Bios. Se alegró muchísimo al descubrir el sonriente rostro de su cuñada y amiga Amatista. Sostenía en brazos a la pequeña Maray, de apenas dos años y de pie junto a ella estaba Asthel de seis ya.

 

-Hola Ky. Tus sobrinos y yo esperamos verte muy pronto. - Aquí ensombreció un poco el gesto y el tono al añadir. - Tu hermano Leval no podrá venir. Tiene muchas cosas que hacer. Ya sabes, patrullar Bios y preocuparse de un sinfín de cosas militares. ¡Pero nosotros llegaremos allí en un par de días! ¿Verdad cielo? - Le dijo ahora con una sonrisa a su pequeña, que la imitó con una graciosa mueca. - Dile algo a la tita Kerria.

- ¡Tita! - Gritó la niña haciendo que tanto su madre como la receptora del mensaje se rieran. -

-Tita Kerria, te ayudaré. - Afirmó Asthel observándola con una sonrisa y esos grandes ojos violetas, como los de su madre. -

- ¿A qué vas a ayudar tú a la tía? - Le preguntó Amatista acariciándole ese pelo castaño sedoso que el crío tenía. -

 

            El niño se rio, aunque no dijo nada y en cambio fue su progenitora la que comentó, de modo jovial.

 

-No hace falta que vengas a buscarnos ni nada. Mis padres se ocuparán. Sé que estás muy liada. Hasta dentro de un par de días…

 

            Kerria sonrió. No podía responder a ese mensaje grabado desde tan lejos. Aunque al ver la fecha de emisión abrió unos ojos como platos. ¡Era de anteayer! Eso quería decir que su cuñada y sus sobrinos estarían a punto de llegar a la Tierra. Suspiró. Ahora sí que tendría que ponerse con urgencia a trabajar…

 

- ¡Oh, maldita sea! He perdido la noción del tiempo. Ni miré la bandeja de mensajes. - Se censuró, embarcándose entonces en aquella febril actividad de repasar argumentos y documentarse. -

 

            Katherine por su parte se despidió de Enzo. Decidió ir investigar algo más. Aunque ya le estaba viniendo otro bajón y casi tuvo que dejar colgado al pobre chico. Fue capaz de llegar al hotel y entrar a toda prisa en su habitación. A duras penas, entre temblores, sacó su cajita de pastillas y tomó una.

 

-Esta vez ha ido por poco. - Suspiró moviendo la cabeza. -

 

Tras respirar agitadamente durante un rato se tumbó a descansar. Al poco el sueño la venció…en tanto musitaba...

 

-Llegaremos al fondo de esto...

 

            Enzo finalmente pudo llamar a su pareja. Quedaron en una cafetería cercana de su hotel. Le sorprendió la prisa con la que esa periodista se había ido. Incluso creyó notarla algo rara. Confió en que estuviera bien. Aunque ahora se centró en aguardar a su novia a la que hacía bastante que no podía ver en persona. Estaba sentado junto a una de las mesas cercanas a la entrada. Al poco llegó una jovencita no muy alta, de largo pelo rubio tirando a trigueño y que llevaba gafas de sol. Él la reconoció de inmediato.

 

-Jackie. Estoy aquí. - La llamó levantando una mano. -

-Hola...Al fin podemos vernos. - Sonrió ella quitándose las gafas para mostrar dos bonitos ojos azules. -  Me costó encontrar este lugar…

-Pero si es una zona muy típica. - Sonrió él, dándole un beso en los labios en tanto la chica tomaba asiento. -

-No soy de aquí. Ya lo sabes. Nueva York es una ciudad muy grande. - Se justificó ella que parecía nerviosa. -

-No temas. - La tranquilizó el muchacho. - Estamos en un sitio céntrico y concurrido. Y te aseguro que no quieren matarme.

- ¿Cómo puedes estar tan seguro? - Le preguntó la chica con voz trémula. -

-Les soy más útil vivo que muerto. Para empezar porque quieren desacreditarme. - Afirmó él. - Y no liquidas a quién quieres hacer quedar mal. Al menos hasta que lo logras.

           

            Enzo le contó lo sucedido en el juicio. La chica no salía de su asombro. Al fin pudo sentenciar entre enfadada y atónita.

 

- ¡Eso es mentira! Tú nunca has traicionado a nadie ni has revelado secretos, estoy segura.

-Por desgracia les basta la mera sospecha para activar la maquinaria. - Suspiró Enzo añadiendo. - Mi pobre abogada se quedó tan atónita como yo. Tuvo que pedir un aplazamiento para replantear el caso.

-Es esa tal Kerria Malden. La conozco de las noticias, era cantante y ahora es abogada. Ha llevado muchos casos contra parejas homosexuales y personas de esa condición que han sufrido acosos e injusticias. Pero esto…. No sé, quizás sea un caso que le venga muy grande. No será su campo. - Afirmó la joven con creciente preocupación. -

-Confío en ella, se ve que es una buena mujer y que tiene talento. Igual que su prima que me entrevistó.

- ¿Katherine O ´Brian? - Le inquirió Jackie a lo que su novio asintió. - Era de su antiguo grupo de la Justices. No sé, es una buena periodista, hace buenos reportajes, pero se rumorean muchas cosas sobre ella.

- ¿Y qué cosas son esas? - Se extrañó él afirmando divertido, dado que conocía de sobra las habladurías que circulaban sobre la reportera. -  

-Dicen que es muy promiscua. Y que hasta consume drogas. - Le aclaró su interlocutora. -

- Pero eso son solamente chismes. La gente siempre se mete con los famosos. Y de esta chica, teniendo en cuenta la cantidad de escándalos y de sinvergüenzas que ha sacado a la luz, no me sorprende que traten de calumniarla. Lo más lógico es que quieran vengarse de ella. Pero la he conocido en persona y es mucho más agradable y cercana de lo que parece en la televisión. - Rebatió él. -

-Bueno, si tú lo dices, seguro que así será. - Pudo replicar su pareja. -

-Pero dejemos eso y hablemos un poco de nosotros. - La animó Enzo. - Tenemos muy poco tiempo para estar juntos. No lo malgastemos en preocuparnos.

- ¿Qué quieres hacer? Digo, ya sabes… con lo nuestro. Si consigues al fin poder operarte y todo eso…

-Está claro. Deseo estar contigo y que vivamos juntos.

-Lo malo de tu trabajo es que no paran de cambiarte de destino. Yo tengo que estar en la tienda. - Afirmó la muchacha. - Quizás, de haber continuado en la academia contigo…

-Por ahora no te preocupes. Después ya veremos. - Dijo él tratando de aparcar eso. - Seguro que las cosas irán resolviéndose por sí solas.

-Bueno, te traje una cosa. - Sonrió la chica. - Toma. - Le entregó un pequeño paquetito envuelto con un papel azul y un lazo rojo…

-Si no es mi cumpleaños. - Se sonrió él. -

 

            Ante el semblante expectante de la joven no tardó en abrir ese envoltorio. Encontró un gracioso pendrive con forma de ratón Mickey.

 

-Para tu colección- dijo Jackie con una leve sonrisa. - Y para que puedas reponer los que perdiste cuando te apartaron del servicio.

-Muchas gracias. Sí, esos que me habías regalado, uno con forma de rinoceronte, otro con forma de nave espacial y ahora éste. De veras. No es necesario que te molestes….

-Me gusta poder regalarte, aunque sea alguna pequeñez… - Casi se excusó ella. -

 

            Enzo le tomó las manos entre las de él y sonrió con más énfasis si cabía al mirarla a los ojos y aseverar.

 

-Te quiero a ti… con que estemos juntos es más que suficiente para mí…

 

            Su novia finalmente le devolvió esa sonrisa esperanzada y ambos se besaron. Luego continuaron conversando un poco más. Al fin él la llevó a su hotel…allí hicieron el amor y después se despidieron. La muchacha expresó su deseo de que todo saliera bien…

 

-Tú puedes con todo. - Le aseguró Jackie antes de marcharse. -

 

            Samantha paseaba no muy lejos, con el pequeño Brian de la mano. Sonreía al ver al crío mirar atónito algún escaparate. Sobre todo, los de las tiendas de juguetes. Su madre le metió en el coche, bien anclado en su sillita y fueron hasta un centro comercial cercano. Allí pasó con él y comenzó a visitar tiendas de niños. Tras varias vueltas y no pocas pruebas le compró al crio un par de pantaloncitos y algún que otro jersey y camisetitas.

 

-Bueno Brian. Espero que te duren. ¡Creces tan rápido, cariño! – Se rio ella ante el gesto inexpresivo del crío. -

-Juguetes. - Dijo entonces recobrando el entusiasmo, justo al mirar a través de otro escaparate, a una tienda que estaba en frente. -

-Vale. Vamos a mirar unos juguetes. - Concedió Sam.-

 

            Aunque siendo tan coqueta como ella era, no pudo evitar pararse a medio camino en el escaparate de una boutique. Le encantaban los bolsos y los complementos que exhibían. Quizás podría comprarle alguno a Kerria para animarla. Últimamente la notaba muy nerviosa. Era ese estrés del trabajo. Ella lo comprendía. Cuando debía estar organizando campañas de publicidad para algún que otro cantante, sobre todo para Lucero láser, le sucedía lo mismo.

 

-Si le compro algún bolso bonito o un foulard, de esos que le gustan… Amatista me comentó hace tiempo que a Kerria le habría gustado alguno como los que ella llevaba.

 

            Enseguida entró un momento. Iba a preguntar a la dependienta que ya estaba sonriente al verla, cuando con horror se percató de que…

 

- ¡Brian! - Exclamó mirando en todas direcciones. -

 

            Pero no se veía al crío. Enseguida le pidió con tono realmente lleno de temor a la sorprendida dependienta.

 

-Por favor. ¿Me ha visto entrar con un niño pequeño de la mano?...

-No, lo siento, señora. La acabo de ver ahora mismo y no iba con nadie.

 

            Sam se sentía morir. A veces Brian se soltaba de la mano, pero siempre se quedaba ahí. No era propenso a irse con desconocidos. Ella no se dio cuenta o si lo hizo ni le prestó atención, asumiendo que estaría a un par de metros todo lo más. Ahora estaba realmente aterrada. ¿Y si alguien se lo había llevado? ...Enseguida comenzó a mirar frenéticamente en todas las tiendas. Entonces se centró. ¡Claro! No tardó en ir corriendo a la juguetería. Dio un largo suspiro cuando le vio sentado en el suelo, entretenido con unos bloques de construcción. Junto a él un hombre alto y delgado, de traje y pelo gris, rodaría la cincuentena y le ofrecía una especie de juguete.

 

- ¡Que susto me has dado, cariño! – Pudo decir en cuanto se llegó hasta él. -

-¡Jugá!- Exclamó el pequeño divertido en tanto colocaba unas piezas encima de otras.-

- ¿Es su hijo? - Le inquirió amablemente el hombre aquel. -

-Sí, muchas gracias por cuidar de él. Estaba de la mano y un instante después. –Pudo justificarse la azorada muchacha. -

-Los niños son un don de Dios. Debemos cuidar de ellos, por encima de cualquier otra cosa. - Sonrió aquel tipo no sin afabilidad. Preguntando de seguido. - ¿Deseaba algún juguete para él? Vino corriendo a la tienda…

 

            Samantha se sentía realmente envarada. Menos mal que aquello no pasó de un susto. Era lo que faltaba para que Kerria se preocupase aún más de lo que ya estaba. Sonrió más abiertamente ahora y asintió.

 

-Creo que se ha ganado algo. Ha sido muy bueno. ¿Verdad, Brian? Pero no tienes que alejarte corriendo de mamá. - Le reprendió, eso sí, con suave dulzura. -

-Mami Sam. ¡Quero eto! - Le pidió exhibiendo una especie de figura curvada y de color oscuro. Me lo ha dao el teño…

-Muchas gracias. Dígame, ¿Cuánto le debo? - Preguntó la joven echando mano de su cartera. -

- ¡Oh! Nada por favor. Es gratis. - Sonrió aquel tipo. - Considérelo un recuerdo. Hay que cuidar bien a nuestros hijos. Son lo más preciado que tenemos…Sería terrible si les sucediera algo malo… ¿no cree?

 

            Samantha convino en eso, asintió y agradeciéndole el detalle a ese hombre se despidió llevándose a Brian de la mano. Esta vez se aseguró de no soltarlo y decidió que ya era hora de volver a casa. Por su parte, aquel tipo se sonrió maliciosamente y, tomando un teléfono móvil marcó un número. A los pocos instantes alguien debió de contestar pues dijo.

 

-Ha sido por casualidad. No esperaba que viniera. Iba a hacerlo de otro modo, pero el Señor dispone. Sí, justamente eso…ese crío entró corriendo de pronto cuando iba a limpiar la escena. No, el objetivo ya no molestará más. En cuanto a la concubina de esa sáfica ya le he dado el mensaje. No…esa mujer no tiene idea de lo que significa, pero su pareja sí. Y los padres de ella más todavía…Claro que se lo mostrará…Aunque podría haber hecho algo más…drástico. Muy bien, de momento aguardaré instrucciones…

 

Ajena a esta inquietante conversación telefónica, Samantha había montado a Brian en el asiento del coche y tras asegurarle bien con el cinturón arrancó. De camino fue escuchando algunas antiguas canciones de Kerria y su grupo, las Justices, rebautizado después como Beauty Quartete. Y otras de su pareja en solitario o con su prima Katherine. Con la que formaba el grupo de las Ky-Kat.

 

- ¡Qué bien cantan mami Ky y sus amiguitas, ¿verdad tesoro?

- ¡Sí! Exclamó entusiásticamente Brian haciéndola reír. -

 

El crio daba la impresión de estar entretenido con ese objeto que aquel hombre de la tienda le había dado. A decir verdad, Sam no se había fijado demasiado en lo que era. Supuso que alguna pieza de construcción. Con el susto que se había llevado al perder al niño ni se había molestado en ver aquello de cerca. Al fin enfiló el camino hacia su urbanización. Suspiró aliviada al llegar a casa. Aparcó en el garaje y tras sacar las bolsas con la compra, desabrochó a Brian de su sillita y entró con él.

 

- ¡Hola! – Se anunció sonriente. -

 

            Aunque su familia no parecía estarlo. Bertie y Roy veían las noticias en la televisión. La mujer comentó con horror.

 

- ¡Es terrible! Que haya locos así sueltos.

- ¿Qué ha pasado? - Quiso saber Samantha en tanto dejaba a Brian en un rincón, jugando con unos muñecos. -

-Una pobre chica de una tienda de juguetes del centro comercial. La han encontrado muerta en la trastienda. Hará cosa de un cuarto de hora…

- ¡No puede ser! – Exclamó Samantha llevándose las manos a la cara. - Si acabo de estar allí.

 

            Ante la mirada de perplejidad de sus suegros la chica les contó lo ocurrido. Además de remachar.

 

-Era un hombre el que nos atendió. Fue muy amable y le dio esto a Brian…

 

            Sin que el niño se percatase ahora al estar ocupado con otras cosas tomó ese extraño juguete y se lo mostró a sus interlocutores. Se quedó atónita al ver palidecer a su suegra. Bertie estaba lívida ahora. Roy enseguida agarró eso y preguntó.

 

- ¿Quién te dio esto?

-Pues, un hombre, era algo mayor… iba trajeado, muy elegante….

- ¡Santo Dios! – Pudo exclamar Bertie que tuvo que sentarse. -

 

            Sam observaba a su suegra con el asombro pintado en su semblante, no entendía el motivo de que se hubiese puesto así.

 

-Bertie, ¿estás bien? - Quiso saber con inquietud. -

 

            Su suegra no respondió, parecía realmente agitada. Fue Roy quien tuvo que intervenir.

 

-Tranquila, cariño. - Le pidió a su esposa, para dirigirse a su atónita nuera. - Samantha. ¿No tienes idea de lo que es esto, ¿verdad? - Inquirió entre alarmado y temeroso. -

 

            Ahora sí que la chica se estaba asustando de veras. Movió la cabeza. Fue Bertie la que apenas pudo musitar.

 

-Es el emblema de la Luna Negra. Los enemigos de los Soberanos…

- ¡Oh, Dios! –Exclamó ella ahora, al borde de un ataque. - Ese hombre… estuvo con Brian...y yo…no me di cuenta de nada…

-Ha sido lo mejor que pudo suceder. Esto ha sido una advertencia. - Sentenció Roy. - No sé a quién, pero lo ha sido. ¿Qué te dijo? Las palabras exactas. - Inquirió. - Tranquilízate y trata de recordar. Es importante

 

A duras penas, Sam pudo repetir lo que ese tipo le dijera. En ese momento Kerria salió de su despacho. Llevaba ya un buen rato y estaba cansada. Al ver a su pareja quiso sonreír y comunicar a todos que Amatista estaría al llegar, pero se quedó atónita al ver esa escena…

 

- ¿Qué ha pasado?

 

            Una llorosa Samantha casi ni se atrevía a mirarla. Fue Bertie la que suavemente pudo responder.

 

-Nada cariño. Tranquila…

- ¿Tranquila? ¿Dónde está Brian? - Repitió ella quien, en un acto reflejo buscó a su hijo con la mirada. Se calmó en efecto al verle jugar tan contento. Ajeno a ese clima de nerviosismo. - ¿Qué ha pasado?

-Veras. - Pudo musitar Sam, quién apenas si le contó un breve resumen para concluir. - Por suerte no ha pasado nada…

 

            Pese a ello Kerria no se lo tomó nada bien. Llegó a sujetar a su asustada pareja de los hombros y a zarandearla cuando estalló.

 

- ¿Tú? ¿Has dejado que mi hijo estuviera en manos de esos locos?...

-Yo…fue solo un momento…- Quiso defenderse la pobre muchacha. -

- ¡Cállate! – La espetó Kerria con evidente enfado. - ¿Y si le hubieran secuestrado? ¿Y si le hubieran matado? - Exclamó con ira. -

 

            Samantha no se atrevió a mirarla, solo salió corriendo de allí, presa del llanto. Ahora el pequeño Brian miraba con expresión asustada. Su mamá Ky estaba muy enfadada y no sabía el porqué. Enseguida comenzó a llorar. Kerria se apresuró a ponerse de rodillas y abrazarle, tratando de sonar con tono dulce.

 

-No, Brian, no… no pasa nada tesoro…

 

            Fue la preocupada abuela quién se ocupó de relevarla. Entre tanto Roy se dirigió a la joven, que temblaba de enfado aún…

 

-Hija. Has sido muy dura con Sam…La pobre estaba destrozada. Se llevó un susto terrible.

-Tenía que vigilarle. ¡Por el amor de Dios! - Replicó ella con tono y cara de pocos amigos. - Solo eso y no ha sido capaz de ocuparse de Brian como debía por ir a mirar unos estúpidos bolsos.

-Sí, claro… pero no ha pasado nada. - Pudo decir su padre posando las manos sobre los hombros de la muchacha. - No te preocupes. Desde ahora, cuando salgamos iremos toda la familia unida.

-Esa no es la cuestión. - Se apartó la chica cruzándose de brazos. - ¿Cómo voy a confiar en ella para que se ocupe de Brian cuando yo no pueda?...

-Hasta ahora siempre lo ha hecho muy bien. - Suspiró Roy tratando de ser paciente. - Cariño, sé por lo que estás pasando. Tienes mucho trabajo y mucha presión. Pero te suplico que no lo pagues con ella.

 

            Y tras un tenso silencio en el que la joven pareció reflexionar, suspiró tomando la palabra.

 

-No quise gritarla así. - Se lamentó Kerria ahora. - Pero es que…cuando pienso en lo que pudo suceder…

-Hija, si hubieran querido hacerle daño a Brian se lo habrían hecho, con o sin Samantha. Y seguro que ella habría preferido morir antes que permitirlo. Lo sabes, ¿verdad?

-Lo sé. - Musitó al fin su hija, con los ojos llenos de lágrimas ahora. - ¡Lo siento! No debí perder el control así.

-En eso eres igual que yo… Tenemos un carácter y una bocaza que nos pierde. - La animó su padre acariciándola con suavidad el mentón. - Anda, sube a hablar con ella. Soluciónalo. Siendo abogada no debería resultarte difícil. - Sonrió tratando de bromear para aliviar la tensión. -

 

            Kerria esbozó una débil sonrisa a su vez y se avino a ello. Ahora se sentía muy mal por su reacción. Pero eso no excusaba a Samantha y su negligencia. Aunque al llegar junto a la puerta de la habitación se detuvo. Podía oírla llorar. El corazón se le encogió. Sam había pasado por mucho también y renunciado a todo por estar a su lado. Y era indiscutible lo mucho que quería a Brian. Pensando en eso la letrada aún se sintió más culpable. Tardó unos instantes y al fin abrió tímidamente la puerta. Su pareja estaba tendida en la cama, boca abajo y llorando. Se sentó a su lado y posó con suavidad sus manos en la espalda de la pobre chica.

 

- ¡Lo siento! - Gemía Sam.- Quiero a Brian más que a nada en el mundo, como te quiero a ti… ¡solo de pensar que él… yo…!

-Está bien. - Le susurró su esposa al oído en tanto la levantaba y la sujetaba entre sus brazos. - Perdóname. No debí reaccionar así. Son esos malditos locos. Están tratando de asustarnos. No es la primera vez. Pero han cometido un error. Si creen que quizás me van a apartar de este caso de esta manera. Solamente con insinuar que podrían tocar a mi hijo…a nuestro hijo. - Se corrigió ahora. -

-No... - Musitó Sam, moviendo la cabeza. - Está claro que no me consideras su madre. - Añadió con amargura. -

-Samantha. Lo siento mucho. No quise decir eso. Estaba fuera de mí. ¡Por favor! Olvídalo. -Se disculpó su apurada esposa. -

-Solo le perdí de vista un instante. - Volvió a excusarse su contertulia con pesar, recriminando a su vez llena de dolor. ¿Cómo has podido pensar que no me importa? ¿O que prefiero mirar bolsos que preocuparme por Brian?

 

Kerria hubiera deseado que la tierra se la tragase en ese momento. Lo último debió de oírlo Sam estando ya en la habitación. Y no le sorprendía dado el tono que ella misma había empleado. Apenas pudo replicar, tratando de enmendar aquella equivocación.

 

-Perdóname, estaba nerviosa y cansada. No pensé lo que dije. Me podría haber sucedido a mí. A cualquiera. ¡Claro que sé lo mucho que te importa nuestro hijo! Eres la mejor madre del mundo. Estás con Brian más que yo…No puedo pedirte más. En ningún terreno. - Sentenció llorosa también en tanto la abrazaba. -

 

            Su pareja se dejó abrazar y mecer despacio. Deseaba con todo su corazón dejar a un lado esa polémica, pero se sentía herida. Necesitaría tiempo para cicatrizar aquello. Al fin, Kerria pudo mirarla y sonreír, para decir con mejor talante.

 

-Y van a venir Amatista y los niños. Brian podrá jugar con sus primos. No nos pueden ver así…

 

            Su compañera asintió, aunque no dijo nada. Kerria sabía que seguía molesta y enfadada, por ahora no podía hacer nada más para remediar lo que dijo en ese arrebato. Al menos la tormenta había escampado. Al rato bajaron ya a cenar, Bertie había estado jugando con Brian. El crío se abrazó a sus mamás y las dos respiraron algo más tranquilas…

 

-Me acaba de llamar Amatista. Pasará primero un rato con sus padres. Diamante y Esmeralda están locos por ver a sus nietos y no se lo puedo reprochar. Enseguida vendrán. - Las informó Bertie. -

-Lástima que mi hermano no haya venido. - Suspiró Kerria. -

-Tratemos de no asustar a Amatista cuando llegue. - Les pidió Roy, que había colgado justo entonces el teléfono. -

-No te preocupes, papá. - Le tranquilizó su hija a ese respecto. -

- ¿Has hablado con ella? - Quiso saber Sam.-

-No, con Mazoui. Le llamé en cuanto pude. Le he explicado lo sucedido. Se pondrá a hacer averiguaciones. – Les comentó él. -

 

            Así pasó el rato y al cabo de un par de horas llegó Amatista. La rubia muchacha se abrazó efusivamente a todos. Los críos también se reunieron. La pequeña Maray pasaba de brazos entre sus tías y abuelos. Asthel y Brian enseguida se pusieron a jugar. Entre tanto los mayores se sentaron. Sin embargo, fue imposible ocultarle a la recién llegada lo sucedido puesto que las caras de sus anfitriones era el espejo de su temor.

 

- ¿Sucede algo? - Quiso saber la francesa, quien fiel a su costumbre de no irse por las ramas afirmó. - Parecéis preocupados.

 

Y tras un intercambio de miradas fue Kerria quién se limitó a explicar un conciso resumen de lo sucedido. Obviando el descuido de Sam para no dejarla en mal lugar, ni revivir aquel berrinche. Pese a todo, Amatista, quedó impactada tras oír aquello y les comentó, incluso lanzando una exclamación en su lengua materna.

 

- ¡Sacre bleu! ¡Es terrible! Esos indeseables. Leval también está teniendo que enfrentarse a algún problema en Bios. Por suerte nada demasiado serio aún. Aunque está muy liado.

-Y con ese juicio, además. Todo se me viene encima. - Suspiró Kerria, añadiendo. - Ahora tengo miedo de que quieran hacerle daño a cualquier miembro de la familia. No me lo perdonaría si…

 

            Pero su madre la cortó enseguida y replicó con entereza y seguridad.

 

-Hija, siempre hicimos lo que nos dictaba nuestra conciencia y el corazón. No dejes que esa gentuza te intimide hasta ese punto. Tanto tu padre, como yo misma, Sam y Brian, estaremos bien.

-Me quedaré un poco aquí. - Añadió Amatista pasándole un brazo sobre los hombros a su amiga. - Cuenta conmigo para lo que necesites. Ya me comprendes. - Sentenció acariciando la verde piedra que colgaba de su cuello. -

-Gracias. - Sonrió la interpelada que en un acto reflejo hizo lo propio con la azul que ella misma poseía. - Te lo agradezco, cuñada.

 

            Tras aquello la familia dejó ese tema y charlaron de otras cosas. Amatista les dio noticias y recuerdos de Idina y de los demás que vivían en Bios…al rato su invitada se despidió. Se alojaría en casa de sus padres a pocos minutos en coche de allí. La noche discurrió sin novedad y se fueron a dormir. Al día siguiente Sam no estaba demasiado comunicativa. Kerria no quiso forzar las cosas, le dio un sentido beso y fue a ocuparse de despertar al niño. Luego le dio el desayuno. Tendría que dedicar el resto del día a prepararse para la reanudación del juicio. Vio entonces una llamada de su primo Mazoui. Enseguida conectó la pantalla y tras saludarse el chico le comentó.

 

-He hecho algunas averiguaciones. Y tengo dos noticias, como suele decirse, una buena y otra mala.

-Muy bien. Dame la buena primero, no he tenido demasiadas alegrías últimamente. - Repuso la joven. -

-Tu cliente, Enzo, dice la verdad. Mi hermana me llamó ayer y me contó algo de lo sucedido en ese juicio. En un principio creyó que iban a televisarlo. Incluso habló con los de su cadena. Pero al parecer el Gobierno se ha negado a ello aludiendo seguridad nacional.

-Vaya. - Suspiró Kerria quien seguía muy atenta a su interlocutor. - ¿Y qué más?...

-No me consta que sea ningún traidor ni que haya revelado ningún secreto. La mala noticia, por el contrario, es que sí que se han producido algunas filtraciones y quizás se puedan asociar con él. Los servicios de inteligencia están indagando y antes de descubrir al auténtico culpable quizás pretendan distraer con una cortina de humo.

-Entiendo. - Repuso la joven al declarar. - Si hacen creer que sospechan de Enzo, entonces el verdadero topo se relajará y pudiera cometer un error.

-Algo así. - Afirmó su primo. - Y lo lamento, pero todo lo que te he dicho es confidencial. Al menos, no puedes emplearlo en el juicio…

-Ya lo imaginaba. - Repuso Kerria. - Pero gracias de todos modos.

-Bueno. - Sonrió ahora su primo cambiando de tema. - ¿Qué tal Amatista? Creo que llegó ayer de Bios… ¿No?

-Sí, así es…Pero la pobre no vino precisamente en buen momento. - Añadió ahora la chica con evidente pesar. -

-Lo sé. Tu padre me llamó y me contó lo sucedido. Tu hijo está bien ¿no es así? - Se interesó el joven. -

-Por suerte así es. Pero nos llevamos un susto terrible. - Afirmó Kerria. - Esos tipos son muy peligrosos.

-Pero, por desgracia para ellos, nosotros lo somos mucho más. - Aseveró Mazoui, que agregó con determinación. - Tranquila prima. Sabes que puedes contar conmigo y con Kathy.

-Ayer no supe nada de ella. Imagino que estará haciendo alguna de sus pesquisas. - Comentó la muchacha. -

-Sí, eso debe ser. Mi hermana es incluso más misteriosa que yo en ocasiones. - Sonrió el chico. - Bueno, debo dejarte. Da muchos recuerdos a todos.

-De tu parte, igualmente para Satory y las niñas. - Sonrió Kerria. -

 

            Y cortó la comunicación presta a continuar con esas montañas de datos, leyes y papeleos…

 

-Tengo que trabajar deprisa. - Se arengó. -

 

            Ajena a eso, Katherine había pasado el día anterior durmiendo. Se levantó mucho mejor. Tantas noches sin apenas sueño y corriendo de aquí para allá la pasaban factura. Se miró en el espejo y tenía un aspecto horrible.

 

-Nada que no solucione con un baño y un poco de maquillaje. - Se dijo animosa. -

 

            Se puso a ello y una vez concluido, en efecto, ganó bastante. Más aliviada por su mejora de imagen salió a desayunar. Tendría que ponerse en marcha.

 

-Ayer perdí todo el día. Espero poder recuperarlo hoy. - Pensó no sin algo de apuro. -

 

            Así las cosas, todos trataron de ocupar esa jornada en asuntos provechosos y al fin llegó la ansiada reanudación del proceso. La abogada, como de costumbre elegantemente vestida en esta ocasión con un blazer y un pantalón gris marengo, conjuntado con una blusa blanca, hizo una alegación antes de comenzar.

 

-Señoría. Como réplica a la ley Patriótica debo decir que varios fallos judiciales han declarado esa ley inconstitucional por violar los derechos y las garantías constitucionales. - Y tomando una carpeta portafolios de su mesa la puso sobre la del juez, agregando. - Aquí están esas sentencias. Las invoco como precedentes legales para anular las derivaciones que pudieran emanarse de la Patriot Act en el caso de mi representado.

-Se analizarán estos precedentes y este tribunal comunicará su resolución sobre si ha lugar el alegato o no en breve. - Repuso el juez quien entonces declaró. - Ahora la defensa…

-Gracias Señoría. El gobierno ejercerá su derecho a llamar a un testigo de refutación. - Dijo Tera que vestía apostando por una combinación de blusa amarilla, con falda y botas negras de fino tacón hasta las rodillas. -

 

Aquello del testigo no le gustó nada a Kerria. Además, eso era algo muy raro teniendo en cuenta que solía ser la parte demandante la que lo hacía. Así lo quiso hacer constar.

 

-Señoría, somos la parte que hace la demanda. Debemos ser pues los primeros en presentar a alguien ante el estrado. - Intervino la letrada. -

-En este caso el testigo acude con información pericial importante sobre el demandante. - Explicó Tera. - Podría aportar pruebas para desestimar el caso y por tanto, confirmar la no culpabilidad o responsabilidad del Gobierno. -

-Se acepta. - Decretó el juez. -

 

            Molesta y algo inquietada, Kerria no tuvo más remedio que sentarse. Como testigo de la defensa se citó a comparecer a un oficial de alto rango, superior de Enzo.

 

-Señoría. - Anunció Tera. - Llamo a declarar al coronel Jeremiah Ness.

 

            Un tipo de pelo rapado y uniformado en color verde manzana, con los distintivos del águila calva a cada lado del hombro, subió y se puso en pie junto al estrado. Un alguacil le acercó una biblia y le preguntó.

 

- ¿Jura usted decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, con la ayuda de Dios?

-Lo juro. - Replicó aquel individuo. -

 

            Kerria suspiró desde su asiento. Aquel ritual de jurar sobre una Biblia ya estaba algo anticuado. Pero era aún el procedimiento legal establecido. Estaba claro que, de haber sido un testigo ateo o de otra confesión, habría jurado sobre la Constitución. Eso ya daba indicación de sus tendencias ideológicas o religiosas. Unido a que era llamado por la defensa…

 

-Así que este tipo seguramente será bastante hostil. - Dedujo preparándose a tomar notas para cuando le tocase su turno de cuestionarlo. -

 

            Entre tanto su colega se había puesto en pie dirigiéndose al estrado y tras pedir la venia del juez comenzó su ronda de preguntas.

 

-Díganos, coronel Ness. ¿Ha sido usted superior directo del capitán Cortés?

-Sí, en efecto. - Repuso aquel hombre de inmediato. -

- ¿Cómo valoraría su rendimiento?

 

            El interpelado dejó transcurrir unos segundos y entonces replicó…

 

-En un principio era un buen oficial. Sin embargo, en los últimos meses comenzó a faltar sin causa justificada. Al menos técnicamente hablando.

- ¿Qué quiere decir con eso? - Inquirió la abogada. -

-No presentó las solicitudes reglamentarias ni pidió permiso a su cadena de mando, de la que formo parte. - Respondió el coronel. - Alegó un tratamiento del que no tenía confirmación oficial.

 

            En el banco de los demandantes Enzo le susurró a Kerria.

 

-Ese era mi tratamiento de hormonas. Lo notifiqué con antelación. Eso que dice carece de sentido.

 

            Aunque las preguntas de la representante del Gobierno a su testigo continuaban.

 

- ¿Entonces el capitán Cortés dejó de parecerle alguien digno de confianza?

-Sus continuas ausencias me llevaron a desconfiar. Cuando le pedí explicaciones alegó que había solicitado una licencia para tratarse de un trastorno. Pero no me constaba por ningún canal oficial….

- ¡Eso es mentira! – Exclamó ahora Enzo visiblemente enojado. -

 

Lo estaba tanto que interrumpió ese interrogatorio y de hecho el juez se dirigió hacia él.

 

-Guarde silencio mientras se toma declaración al testigo o le condenaré por desacato. - Advirtió con severidad. -

-Nuestras disculpas, señoría. - Replicó de inmediato Kerria tras ponerse rápidamente en pie y retomar su asiento con la misma celeridad. - Rogamos que la defensa prosiga.

 

            Después la letrada trató de calmar a su cliente susurrándole con tintes conciliadores.

 

-No debes intervenir así. Eso nos resta posibilidades. Este juez es muy estricto en estos temas. Nada le molesta más que haya alguien que no respete escrupulosamente las formas judiciales. Te comprendo, pero debes mantener la calma…

-Perdona. Ha sido una estupidez. - Admitió con pesar el joven. - No volverá a suceder…

 

            Tras ese incidente, la toma de declaración continuó. La abogada defensora enseguida preguntó al coronel.

 

-Pero el capitán Cortés, según los informes de los que disponemos, accedió a las pruebas físicas igualitarias para hombres y mujeres, tras la incorporación de éstas a las fuerzas de élite, desde el uno de enero del año dos mil quince. ¿O no fue así? - Remarcó Tera. -

-No, no fue acorde con esas pruebas. Los estándares son igualitarios para acceder a cuerpos de élite de intervención directa sobre el terreno, como por ejemplo los Rangers. En el caso del capitán Cortés pasó las pruebas generales de ingreso en la academia militar. Y lo hizo cuando su historial se refería a él como una mujer. La entonces cadete Elisa Cortés.

-Protesto, señoría. - Intervino Kerria. - El testigo está mezclando conceptos. Mi cliente superó con brillantez las pruebas que entonces, acorde con su condición legal, estaba obligado a pasar.

-Se acepta. - Concedió el juez, pasando a requerirle a la defensa. -

-Sin embargo. Es algo de capital importancia. Para comprender las motivaciones del demandante y sus posteriores peticiones al gobierno. - Replicó Tera que se dirigió respetuosamente al juez para solicitar. - Si lo permite, el testigo podría aclarar esto.

-Lo permitiré, pero vaya con cuidado. - Le instó Orton. -

-Así lo haré. - Replicó la abogada al añadir a modo de cuestión a su testigo. – Muy bien, coronel Ness. Si es usted tan amable, ¿podría decirnos qué requisitos precisa de cumplir un oficial o aspirante a tal en alguna de esas pruebas según sea su sexo?

 

            El interpelado asintió para pasar a exponer.

 

-Los oficiales del ejército de los Estados Unidos deben correr dos millas (tres, coma dos kilómetros) en un cierto límite de tiempo. El tiempo permitido es determinado por el género y edad de un oficial. Por ejemplo, una oficial mujer que tenga unos veintiocho años de edad debería completar el circuito de dos millas en veinte minutos y treinta segundos o menos. Los oficiales deben completar un número de lagartijas y sentadillas, también diferenciado por la edad y el género, en un minuto.

- Gracias por tan prolija información, coronel. ¿Y por qué cree usted que, la entonces cadete Cortés, no invocó su preferencia de ser considerada como un hombre en ese momento? - Preguntó la letrada con patente capciosidad. -

 

            Y tras un corto silencio, Ness afirmó…

 

-Debemos deducir que, para pasar esas pruebas, la entonces cadete Elisa Cortés prefirió la condición femenina al serle menos complicado. De haberlo querido entonces, podría haber pedido ser considerada como varón e iniciar los procedimientos legales. Pero claro. ¡Era más fácil como mujer! Una vez dentro ya podría solicitar eso al amparo del ejército y beneficiarse de los seguros médicos militares.

- ¡Protesto, señoría! Esa es una declaración totalmente subjetiva y que raya en la demagogia. El testigo no puede ponerse a especular, tratando de adivinar las intenciones de mi cliente. - Denunció Kerria. - Ni tampoco conocer sus circunstancias personales, ni de entonces, ni de ahora.

-Pero siembra un precedente y evidencia una duda al menos razonable. - Contra argumentó Tera. -

- Tomaré en cuenta esto solamente como un posible indicio, pero no como una prueba o evidencia sobre el demandante. Solamente será considerado si se aportasen más argumentos coincidentes por parte del Gobierno. - Repuso el juez. -

-Muy bien, Señoría. No tendremos problemas a ese respecto. Con la venia. Formularé al coronel otra cuestión. Y será totalmente objetiva.

-Proceda. - Le indicó el juez. -

-Si lo recuerda usted, coronel Ness. ¿Podría decirnos cuál es la talla mínima para poder entrar en el ejército de los Estados Unidos?...

 

            El interpelado entonces, se aclaró la garganta y asintió. Enseguida repuso…

 

-La talla mínima para las mujeres está en cuatro pies y once pulgadas. Para los hombres está en cinco pies. En el sistema métrico decimal sería de metro cuarenta y nueve y de metro cincuenta y dos respectivamente.

-Gracias, coronel. Con su permiso señoría, deseo hacerle una pregunta a mi colega. – Comentó la letrada que pasó a dirigirse a la atónita Kerria, preguntando. - Yo tengo una altura más que aceptable con mis cinco pies y seis pulgadas, sin tacones. Un metro con sesenta y ocho centímetros. Supero con claridad la media femenina. - Sonrió para agregar, dirigiéndose a su atónita colega. - En su caso, usted es incluso bastante más alta que yo. Señorita Malden. ¿Podría decirnos cuánto mide?...

-Señoría. No veo que tiene eso que ver con el caso. - Replicó la aludida más asombrada que molesta. -

-Si se me permite hacer esta pregunta, en mi opinión inocua, enseguida podré responder a esa cuestión. -  Aseguró la señorita Stevens. -

-Si su colega desea contestar, dado que no es a ella a quién se juzga y es un tema relativo a su imagen personal. Por mí no hay inconveniente. - Repuso un también extrañado juez. -

-No tengo ningún problema en responder a eso. Mido algo más de unos cinco pies, nueve pulgadas. – Replicó Kerria con rapidez, para matizar. - Descalza.

-Muy bien, es una altura bastante notable para una mujer. Teniendo en cuenta que es hija de un exjugador de baloncesto, no es de extrañar. – Afirmó Tera consultando un papel que tenía entre sus anotaciones y que usó para transponer. - Eso en el sistema métrico decimal que su cliente utilizó en su formulario viene a ser algo más de metro setenta y cinco. ¿Verdad? ...Yo diría que un metro y setenta y siete centímetros aproximadamente.

-Es algo así. - Repuso Kerria que insistió. - Pero sigo sin saber qué tiene esto de interés.

-Pues se lo diré ahora. - Se sonrió Tera para afirmar. - Usted, al igual que yo, podría por supuesto entrar en el ejército sin problemas por su talla, y viendo su figura, tampoco el peso sería un problema. Independientemente de su sexo. Pero su cliente no hubiera podido decir lo mismo. Al menos con su actual condición. ¿No es así?

 

            Y entonces extrajo unos folios de una carpeta que tenía sobre su mesa para afirmar…

 

-La ficha de alistamiento de su cliente. En ella, la entonces Elisa Cortés afirmaba medir un metro cuarenta y nueve centímetros. Como ven, insuficiente para la talla mínima de un hombre, pero más que adecuada para la de una mujer. Al alistarse además con dieciocho años su crecimiento estaría posiblemente completado. El organismo femenino, o si lo prefiere para no herir susceptibilidades, con biología femenina, suele terminar antes de desarrollarse.

-Señoría. Me reitero en lo anterior. - Denunció Kerria con patente indignación. - En ese momento los requisitos exigibles al capitán Cortés fueron escrupulosamente cumplidos por él de modo legal. Mi cliente reunía todos ellos y fue aceptado.

-Querrá decir aceptada. - Terció Tera con una leve sonrisa de satisfacción, más cuando le recordó al juez. - Aquí tiene otro indicio que apunta en la dirección de nuestras argumentaciones, Señoría.

-Muy bien. Se considerarán ambos indicios como una evidencia en favor del Gobierno. - Dictaminó Orton. -

 

            Kerria suspiró moviendo la cabeza. Entonces miró a Enzo, el muchacho enseguida le preguntó con inquietud…

 

-Lo tenemos mal, ¿verdad?

-No tanto como te puedas pensar. - Sonrió alentadoramente ella, para añadir. - Ahora será mi turno de preguntar.

 

            Y así era. La representante del Gobierno dio por terminadas sus cuestiones, siendo entonces Kerria la que se levantó con decisión. Tras acercarse al estrado utilizó un tono suave y muy respetuoso para dirigirse al juez.

 

-Con la venia, Señoría. Tengo algunas preguntas para el testigo.

-Proceda. - Le indicó Orton. -

 

            La letrada se dirigió entonces hacia aquel hombre, que, imperturbable, aguardaba. Entonces ella comenzó.

 

-Señor Ness…

-Soy coronel. - La corrigió de inmediato. - Si no le importa, señorita.

-Que así sea, pues. Coronel. - Repuso Kerria para preguntar. - ¿Enviaron ustedes algún tipo de informe negativo sobre mi cliente a la superioridad?

-No lo consideré necesario. – Contestó escuetamente el interpelado. -

- ¿Hizo constar en alguna evaluación las faltas de mi representado o bien le notificó advirtiéndole por escrito?

-Como dije anteriormente, le pregunté por el motivo de sus repetidas ausencias. - Dijo Ness. - En un principio no quise dar más trascendencia al asunto por no perjudicarle.

- ¿Pese a que su confianza en él se había visto afectada? - Rebatió la abogada a su vez con un simulado matiz de incredulidad, añadiendo. - No parece una postura muy coherente por parte de un oficial al mando y responsable de seguridad.

-Señorita. No creo que usted conozca o comprenda el funcionamiento de un servicio de inteligencia militar. - Replicó el testigo evidentemente molesto por aquello. -

-A pesar de que tengo en el ejército a un hermano, responsable de seguridad en Bios y a un primo que forma parte del servicio de inteligencia del UNISON, no del todo. No soy militar. Pero por lo que sé respecto a lo que me cuentan, sería bastante llamativo dejar pasar una conducta así sin emitir notificación, amonestación escrita o dejar constancia alguna. - Argumentó Kerria, rematando con algo de retintín. - Como creo que indica el reglamento. ¿No es así?

 

La joven casi no pudo reprimir una leve sonrisa al observar el efecto que había tenido aquella andanada suya en el contraído rostro del testigo. No obstante, recobró la seriedad y se centró para proseguir, pasando a un tono algo más cordial.

 

-Sin embargo, como usted dice, coronel. Supongo que habrá poderosas razones para ese tipo de actuación.

-La abogada deberá ceñirse al interrogatorio y dejar de lado consideraciones personales. - Le advirtió el juez. -

-Sí, señoría. Mis disculpas. - Replicó ella, disponiéndose a continuar. - Muy bien, coronel, dígame… ¿Desde cuándo tenía a mi cliente bajo su mando?

-Desde hace unos dos años. - Contestó el oficial. - Al ser ascendido a capitán y enviado a mi división de inteligencia.

-Pero, para ser ascendido y destinado a su división, el candidato debía de tener unos registros realmente buenos en su hoja de servicios. ¿No es así?

-Así es. - Tuvo que convenir su interlocutor. -

- ¿Y cuándo recuerda usted que comenzasen a producirse esas ausencias, que nos ha definido sin justificar? - Quiso saber Kerria. -

-En el transcurso de este último año, creo recordar. No estoy del todo seguro para decirlo con absoluta precisión. - Afirmó el coronel. -

 

            Kerria entonces asintió y tras ir a su mesa y hacerse con una carpeta extrajo unos documentos que mostró al juez en tanto declaraba.

 

-Señoría. Aquí están los requerimientos de mi representado. Son copias de los documentos que presentó al ejército solicitando permisos para su tratamiento hormonal. Como puede verse en la fecha, tienen al menos tres años de antigüedad. Consta el recibí y la concesión de los fondos para el tratamiento de mi cliente. Pero después, justo hará unos tres meses, estos se interrumpieron y a mi representado se le dio una baja del servicio que no quedó plenamente aclarada. Mi pregunta es. ¿Usted tuvo algo que ver con eso, por medio de algún informe o recomendación?

-No estoy autorizado a revelar ese tipo de información, señorita. Seguridad nacional. - Replicó el testigo. -

-La letrada no debe proseguir por esa senda. - Advirtió Orton nuevamente. -  Cíñase a aportar pruebas y a pedir testimonio siempre y cuando esto no choque con la protección de información reservada.

-Muy bien, Señoría. Reformularé mi pregunta. - Dijo la joven, mirando a su interrogado para inquirir. – Diga usted, coronel Ness. ¿Tiene usted alguna clase de prejuicio contra mi representado por su condición?

- ¡Protesto! - Terció la representante del Gobierno. - Mi colega está vulnerando el derecho a la privacidad del testigo. No se está juzgando al coronel ni se le han de pedir cuentas de sus opiniones.

-Se acepta. - Intervino el juez. - Vaya con cuidado letrada. - Le ordenó a Kerria. -

-Lo haré, Señoría. Gracias, pero no hay más preguntas…- Contestó la aludida. -

 

            Con visible alivio y mirándola con inquina el militar se retiró del estrado…La joven abogada se sentó con su cliente. Enzo asintió sonriendo en tanto susurraba.

 

-Bien hecho. Entre lo de los informes y esta última pregunta has conseguido desacreditarle. Lástima que no haya podido contestar.

-Mejor así. - Le comentó ella también en voz baja. - No sé qué opinión pueda tener sobre ti, pero, aún peor casi que una respuesta negativa ha sido la impresión que ha dado. Aunque al verle jurar sobre una Biblia no era difícil de imaginar. Cuando menos era un testigo manifiestamente hostil hacia ti y con motivos no demasiado claros. Eso deja en mal lugar sus afirmaciones acerca de tu falta de rendimiento y lo injustificado de las ausencias.

 

            Su representado convino en eso asintiendo. Aunque el juicio continuaba…La abogada del Gobierno se adelantó para pedir un receso y el juez lo concedió. Tras unos instantes la señorita Stevens se aproximó a Kerria.

 

- ¿Nos disculpa un momento, señor Cortés? - Le pidió al muchacho. -

-Por supuesto. - Afirmó él apartándose un poco de allí. -

 

            La letrada se dispuso a hablar entonces a Kerria para comentarla con una mezcla de reconocimiento y advertencia.

 

-Mira. Debo admitir que has jugado bien tus cartas. Pero créeme cuando te digo que todavía no he sacado la artillería. ¡Y nunca mejor dicho en este caso!

-O sea, que quieres negociar. - Se sonrió su interlocutora. -

-Mi oferta sigue siendo la misma. - Repuso Tera ya con gesto más serio. - Y si fuera tú, aconsejaría a mi cliente que la aceptara.

-Pero resulta que no eres yo. - Replicó con ligero regocijo la joven, aunque enseguida añadió con un tinte de sorpresa e incluso inquietud en su voz. - Tengo la impresión de que sabes alguna cosa que no me estás diciendo.

-Por supuesto. No voy a darte explicaciones de las tácticas que preparo. Igual que tú tampoco lo harías. - Declaró su contertulia. -

-No me refiero a eso y lo sabes…

-Vale. Entonces ¿Tomamos una copa y te lo cuento? - Le ofreció Tera. -

-Sabes que estoy casada. - Pudo sonreír su interlocutora ahora señalando, diríase que hasta un poco divertida. - Y que quiero a mi esposa.

-Y yo tengo novio. No te hagas la graciosa. Tú sabes de sobra que no voy por ahí. - Replicó su irritada interlocutora moviendo la cabeza, para agregar ahora con un tono inequívocamente teñido de inquietud. - En serio, Kerria. No puedo hablar aquí.

 

            Eso sí que tomó de sorpresa a la joven. Tras meditar por unos instantes asintió. Se despidió de su colega e informó a Enzo. Cuando el chico la observó con extrañeza, ella le explicó.

 

-Esto es normal entre abogados. Hay cosas que no podemos decirnos en el tribunal. A veces se pueden alcanzar acuerdos o llegar a compromisos, digamos que en un ambiente extraoficial. Además, conozco a Tera. No es mala persona, aunque lo haya parecido. Solamente hace su trabajo. Si me ha dicho eso es que hay algo que realmente le preocupa.

-Muy bien, confío en ti. - Afirmó su interlocutor. - Haz lo que creas mejor.

 

            Y su interlocutora asintió, cuando se despidió de Enzo tanto ella como Tera quedaron en reunirse en un bar cercano. Ocuparon una mesa y tras pedir sendos vinos la representante del Gobierno le comentó.

 

-Tengo instrucciones de hacer lo imposible para que tu cliente pierda esta reclamación.

-Eso era de esperar. - Replicó su interlocutora sin sorprenderse. - Es tu obligación.

 

            Pero su colega movió la cabeza mirándola ahora con gesto preocupado para añadir con un tono tan bajo que casi susurraba.

 

-No, éste no es como cualquier otro caso. Por supuesto que los abogados y fiscales siempre estamos dispuestos a ganar. Utilizando todos los medios que la ley nos permite. Pero esta vez es muy diferente. Un tipo con el que no llegué más que a hablar por teléfono, el que me contrató en nombre del Gobierno, me dijo que hiciera cualquier cosa. Cuando le indiqué que investigaría y utilizaría las evidencias que tuviera o que pudiera encontrar, se limitó a reír y a responder que no me preocupase por eso. Que si no tenía evidencias él me las proporcionaría. Claro que, técnicamente no puedo acusarle de nada, pero me sonó muy mal…

- ¿Acaso piensas que podrían fabricar pruebas contra mi cliente? - Quiso saber Kerria que ahora sí que empezaba a inquietarse. -

-No dijo eso, pero lo dio a entender. Tú sabes tan bien como yo que eso no bastaría ante un tribunal. Pero por si acaso quiero ir con mucho cuidado. No tengo el menor interés en atacar a alguien inocente o en que me juzgasen por mala praxis.

- ¿Y qué quieres que haga yo? - Preguntó su contertulia, poniendo las manos sobre la mesa, en tanto miraba de forma profunda a su colega y añadía. - ¿Qué se supone que tratas de decirme con eso?

-Que sería mejor que negociarais. Que tu cliente se olvidase de su reclamación. - Replicó Tera. - Te aseguro que cuando le investigué para este caso apenas sí pude encontrar nada relevante. De hecho, lo he planteado en la vista. Todo eso sobre sus medidas y sus ausencias. Incluso el testimonio del coronel, lo he sacado con la única finalidad de desprestigiarle o poner en duda que cumpla los requisitos legales para su petición. Pero tú has sido lo bastante buena como para hacer que fuera Ness a su vez el que quedase en entredicho.

- ¿Y por qué has esperado hasta ahora para decirme esto? - Preguntó Kerria. -

-Bueno, no creía que fueras capaz de darle la vuelta tal y como lo has hecho. - Confesó su colega con una leve sonrisa, eso sí, dándose prisa en agregar. - Aunque sé lo buena que eres.

 

            La aludida suspiró profundamente mirando hacia el techo, después enfrentó de nuevo sus ojos a los de su interlocutora y declaró.

 

-Entiendo. Supongo que sabes que mi obligación es la de informar a mi cliente de esto.

-Es evidente. - Concedió Tera. -

-Y no dudes que yo también sé lo buena que tú eres y las argucias que utilizas. ¿Acaso esto no es más que un truco para que nos rindamos y negociemos? Tú misma has dicho que te ordenaron ganar a cualquier precio. - Inquirió ahora no sin desconfianza. -

 

            En esta ocasión fue la interpelada la que miró hacia el techo y replicó…

 

-Ya…debí imaginar que podrías pensar eso. Sin embargo, te aseguro que no lo es. Y tú ya deberías saber el poder que tienen en el Gobierno y en sus organizaciones de los servicios secretos. Solo te estoy advirtiendo por el propio bien de tu cliente y el tuyo…

 

            Y dicho esto dejó un billete de diez dólares sobre la mesa, se levantó y se marchó de allí. Kerria aún se mantuvo sentada durante un rato más, tratando de decidir que debería hacer. Al final retornó a casa dándole vueltas a todo eso. Por fortuna al llegar se encontró un cuadro familiar que la hizo sonreír. En el salón, sentados frente a la holo tele, estaban su madre, su amiga Amatista y los niños. Veían una película que ella recordaba siendo adolescente. Llegó justo en esa escena en la que una de las protagonistas cantaba una bonita canción sobre ser ella misma y no tener que fingir, en tanto bailaba creando un gran palacio de hielo usando unos poderes especiales que poseía.

 

- ¡Anda! Si estáis viendo esa película…-Sonrió la joven letrada al entrar en la estancia. -

- ¡Mami pelícua! - Se rio Brian. -

-Chi…- Añadió la pequeña Maray quién, mirando a Beruche señaló hacia la holo tele diciendo. - Agüela Bertie…

- ¡Lo que me faltaba! Que lo diga hasta mi nieta. - Se rio la aludida. -

 

            Justo entonces entró su esposo quién había aparecido a tiempo de oír eso y exclamó canturreando divertido el estribillo de esa canción.

 

-Déjalo cubito… ¡Let it go! Let it go! ¡Let it go! ¡Ja, ja, ja!

- ¡La verdad es que se te parece bastante, Bertie! - Se rio Amatista, cómplicemente con su cuñada. -

-Será mejor que no lo repitas, querida. - Le pidió su suegra para añadir entre resignada y divertidamente. - El bobo de Roy me estuvo llamando Elsa durante una buena temporada tras el estreno de esa película. Incluso delante de la gente. Y yo tenía que ir diciendo que no me llamaba así…

- ¡Pero desde luego parece que la inventaron pensando en ti! - Rio Roy y con él buena parte de los presentes. -

- ¡Ja, ja, ja! Sí, de eso me acuerdo. - Asintió Kerria, que se sentía mejor tras esos momentos de bromas y relax familiar. Y enseguida agregó casi de modo reflexivo. - Aunque creo que casi tiene más en común conmigo que contigo, mamá. De hecho, hubo algunas críticas de los de siempre, arguyendo que Elsa en realidad salía del armario con esa canción. Y a veces me sentía igual que ella. Me daban ganas de irme a una isla desierta. De modo que la puedo comprender. Anda, ¡hacedme sitio!

 

            Y sin esperar réplica decidió quitarse los zapatos y colocarse entre su amiga y su madre. Los niños estaban sentados en la alfombra, justo delante de ellas. Roy se quedó de pie con una sonrisa. A los pocos minutos fue Sam la que llegó. Enseguida exclamó divertida.

 

- ¡Esa película me encanta!

-Pues instálate, te hacemos un hueco. - Le propuso Amatista. -

 

            Así fue, Sam se sentó junto a la madre de Asthel y de Maray, en el extremo de ese gran y ocupado sofá. Roy entonces se rio al verlas, comentando.

 

- ¡No sé quiénes son más niños! Las del sofá o los de la alfombra.

-Mira quién fue a hablar. - Se rio su esposa recordándole. - ¡El que se pone a ver el pressing catch!

-Eso es divertido. - Opuso el interpelado, aunque nadie le dio la razón. - Será mejor que vaya a ocuparme de la cena o nos moriremos de hambre esta noche. - Aseveró él, todavía con una sonrisa. -

 

            Kerria miraba a su padre con gesto risueño. Ahora estaba más animada. Además, en un momento dado, Amatista se levantó para atender a sus hijos y ella se puso junto a Sam. Las dos se abrazaron apoyando la cabeza de una contra la otra. Después su cuñada las dejó a su aire sentándose en la otra parte del sofá. Parecía que al menos la paz entre ellas había vuelto. La joven abogada no ignoraba que Samantha había estado dolida y enfadada con ella durante los últimos días. Por eso quiso mostrase lo más cariñosa posible y al parecer funcionó. Ahora al fin, su esposa le sonreía de nuevo.

 

- ¡Ojalá las cosas se arreglasen así de fácil, como en los cuentos de hadas! - Deseó-…

 

            Su hijo la sacó de aquellos pensamientos cuando, en una pausa, le enseñó un dibujo de su primo. Era la silueta inconfundible de un ratón.

 

- ¡Qué bonito, cariño! - Sonrió Kerria. - ¿Lo has dibujado tú?

-Ratón Mickey, malo. - Declaró el crio como respuesta. -

-No, está muy bien. - Se apresuró a decir la sorprendida madre. -

-Primito Asthel lo ha dibujado, dice que es malo. - Aseveró Brian. -

 

            La joven se limitó a darle un beso al crío. Los niños tenían esas cosas. Fue Amatista la que, sonriente, terció para comentar incluso algo sorprendida.

 

-A mí de pequeña me gustaba mucho. Mi madre me compraba muñecos, sábanas y otras muchas cosas de ese ratón. A Maray también le encanta. ¡Ja, ja!, pero a Asthel no le gusta tanto. Aunque nunca había dicho eso de él.

 

            Su cuñada lo dejó estar tras asentir descuidadamente. ¡Ojalá que todos los problemas que tuviera fueran esos!  Entonces fue el pequeño Asthel quién se aproximó a ella y le cuchicheó algo al oído. Kerria abrió los ojos atónita. ¡No sabía cómo interpretar eso, ni lo comprendía en absoluto! Pero decidió dejarlo estar. Ya la había avisado su cuñada. Asthel tenía esas cosas. Por lo menos esa velada concluyó bien, con todos cenando en armonía tras la película una de las recetas típicas de los Malden. Pollo frito y puré de maíz con almendras.

 

- ¡Esto está muy bueno! - Afirmó Amatista. -

-Sí, la receta de mi abuela Ethel. La descubrí entre los papeles que guardaban mis padres. - Afirmó su suegro lleno de satisfacción, para sentenciar. - Intenté que tu padre aprendiera a hacerla. Pero el principito siempre ha sido un desastre entre los fogones. Ya en el Rincón no le podíamos dejar solo en la cocina. A tu tío Zafiro se le daba algo mejor. Por lo menos no quemaba el arroz, ¡ja, ja! Nephrite sí que era un gran cocinero y Ail, bueno. ¡Hacía lo que podía!, ¡ja, ja!…

 

            Todos se rieron de aquello, con un tinte entre divertido y nostálgico. Los críos estaban a su aire y tras cenar fueron a jugar. Los mayores conversaban de diversos temas y cuando Kerria les refirió algo de lo sucedido aquel día en el juicio, su padre, como de costumbre., tuvo una de sus ocurrencias y exclamó.

 

-Si yo hubiera estado en tu lugar hubiese mirado fijamente al coronel ese y le hubiera preguntado. ¿Ordenó usted un código rojo?

 

            Los demás se miraron sin comprender. Aunque Kerria sí que se sonrió. Por supuesto era una de esas referencias cinematográficas que tanto gustaba de hacer su progenitor, y así lo aclaró para sentenciar divertida.

 

-Ganas me dieron, papá. Pero me temo que no hubiera sido demasiado procedente…

 

            Aunque para sorpresa de todos, Roy incluido, a los pocos instantes Kerria desvaneció su sonrisa y musitó reflexivamente.

 

- ¿O quizás sí?...

 

Nadie tuvo tiempo de preguntarle nada. Al poco llamó el teléfono. Fue Bertie la que se acercó.

 

- ¿Diga? ¡Hola Ami-chan!… sí, claro, muy bien. ¿Y tú? Ya, ya lo imagino… ¿Kerria? Sí, enseguida te la paso… a ver si te vienes a cenar un día o podemos vernos. Hoy precisamente Roy ha hecho la receta de su abuela. Te acuerdas, ¿verdad? ¡Ji, ji! …sí, esa cena fue muy interesante desde luego. Claro…de tu parte. Un saludo…

 

            Beruche llevó aquel teléfono inalámbrico hasta su hija, y le susurró.

 

-Tu madrina Ami. Quiere hablar contigo por algo del caso…

-Sí, gracias, mamá. - Repuso la joven que se alejó con el teléfono para poder hablar lejos de las conversaciones del resto. - Dime madrina…

 

Los demás siguieron compartiendo bromas y algunas risas. Cuando Kerria retornó tras esa conversación su gesto parecía estar algo intranquilo. No obstante, se dirigió a su cuñada.

 

- ¿Tendrías un segundo, Amatista?

-Claro. - Asintió ella. - Tú dirás…

 

Tras comentarle un par de cosas a la esposa de su hermano ésta se despidió a los pocos minutos llevándose a Asthel y Maray. Los demás no tardaron en irse a dormir con Kerria todavía dándole vueltas a ese comentario que le hiciera su padre.

 

-Un código rojo…

 

            Samantha, que estaba acostada a su lado le preguntó entonces.

 

- ¿Qué es eso de un código rojo?

-Una especie de ajuste de cuentas en el ejército o la marina. No lo recuerdo bien. De niña lo vi en una película. - Le explicó a su esposa. -

- ¿Y qué importancia tiene eso, aparte de ser una broma típica de tu padre? - Quiso saber Sam añadiendo. –Te has quedado muy pensativa.

-No lo sé…pero podría haber algo de eso en cómo han tratado a Enzo. - Musitó Kerria. -

 

            Puede que no de una forma igual a la que se plasmaba en esa película, pero sí que habían existido prejuicios por parte del coronel Ness. Lo importante de esa cuestión sería saber si eran debidos a la manera de pensar de aquel oficial o le habían venido impuestos desde más arriba.

 

-Pudieron haberle ordenado que diera un escarmiento con Enzo. - Especuló Kerria. -

 

Y luego estaba ese aviso que le había dado Tera. La propia abogada del gobierno había reconocido que tenía que desprestigiar a Enzo a cualquier precio.

 

-Si le han ordenado eso a ella, no quiero ni imaginar qué habrían podido ordenarle al coronel Ness. - Pensó la muchacha. -

 

               Pero no le comentó nada más a Sam, tanto ella como su mujer estaban cansadas y no tardaron en dormirse. Por su parte Katherine estuvo bastante activa durante aquel día…Alguna que otra pista que tenía la hizo investigar y descubrió cosas que la alarmaron. Tendría que avisar a Kerria y a Enzo de inmediato. Pero antes llamó a su madrina…tenía un mensaje de ella…

 

-Hola madrina Minako. Recibí tu llamada. - La saludó cuando apareció el rostro de la princesa Venus en la pantalla de su ordenador. -

-Hola Kathy. - Contestó afablemente la aludida para comentar. - Verás. Cuando me hablaste de tu caso y fui a proteger a tu entrevistado de ese intento de secuestro, me sorprendió que esos tipos anduvieran tras de él. He hablado con Ami y ella me contó que estaba ayudando a tu prima Kerria con ese caso también. Las dos se lo comentamos a la reina Serenity.

- ¿A la reina? - Se sorprendió Katherine que alegó. - Pero ella está muy por encima de estas cosas.

-No, cariño. - Sonrió su madrina. - Precisamente ella siempre quiere ayudar a las personas que lo necesiten o sean maltratadas, discriminadas o perseguidas de manera injusta. El asunto es que habló con una vieja amiga suya. Estaba en Nature, de modo que la comunicación tardó. Y es alguien que puede ayudar a ese muchacho y aportaros experiencia. Envió a algunos de sus ayudantes, estarán a punto de llegar. Hemos quedado en el palacio y la soberana me ha pedido que te invite. Mañana temprano. Estate lista para las ocho.

- ¿A Palacio? ¿A mí? - Exclamó la chica, agregando con gesto de asombro y visible contento. - ¡Es un gran honor! Pero madrina. No podré llegar a tiempo. Tendría que tomar un avión. - Objetó ahora más preocupada. -

-Si es por eso, no te apures. Unas amigas te irán a recoger. - Se sonrió Minako. -  Y convendría que trajeses a ese chico también…

- ¿A Enzo? Es que está en medio de un juicio. - Le recordó Kathy. -

-Podrá regresar a tiempo. - Aseguró su interlocutora. - No te preocupes.

-Bien, si tú lo dices. Le llamaré. - Convino la joven. -

 

            Así se despidieron, al día siguiente la muchacha se levantó temprano, tras ducharse y vestirse aguardaba con impaciencia. Quizás viniese alguien y se identificase como amigo o aliado de los reyes. De momento, el primero en llegar fue Enzo. El joven llamó a la puerta tras asegurarse de que no le seguían. Kathy enseguida abrió.

 

-Bueno días. - Le saludó él. -

 

            La muchacha correspondió al saludo, y su interlocutor comentó.

 

-A juzgar por lo que me escribiste anoche por el WhatsApp tendrán que venir a buscarnos. ¿Verdad?

-Sí, aunque ignoro quién vendrá. - Confesó su contertulia. -

 

Sin embargo, no tuvieron mucho tiempo de elucubrar, de repente un grupo de cinco chicas uniformadas como sailors, que se daban las manos formando un corro, se materializaron en medio de su salón, tirando algunos enseres y dándoles un buen susto.

 

-Parece que calculamos bien. - Afirmó una de ellas, de pelo azulado y con extrañas bolitas colgando de él. - ¡Qué buenas somos!

-Bueno, casi. - Añadió otra de cabellos rojos elevados en una gran cola al ver el estropicio. - Considerando lo pequeño que este cuarto.

-Espero que no hayamos roto nada caro. - Comentó otra más, con una especie de aros en su peinado, y cabellos de tono tirando a fucsia. Describiendo lo que veía. - Hemos dañado parte del mobiliario y algunos adornos.

-Sí, pese a eso. No ha estado mal para ser la primera vez que venimos aquí. - Remachó otra con una especie de larga cabellera verde en forma de extraña coleta. -

 

            La quinta de ellas, de pelo rosa y con dos moños lanceolados sobre ambos lados de la cabeza, sonrió dirigiéndose a la asombrada inquilina y a su invitado, saludando.

 

-Buenos días, Kathy. Disculpa por la intromisión. Buenos días, señor.

- ¡Sailor Asteroides, Chibiusa! – Exclamó ella sin poderlo creer. -

-Vinimos a recogeros. - Afirmó jovialmente la del cabello azul. - Pedisteis un taxi, ¿a qué sí?

-Sí, como ha dicho Para- Para, somos vuestro medio de transporte hasta el palacio. - Añadió la del pelo verde. -

- ¡Ahora lo comprendo! – Sonrió la reportera. - Habéis usado el sailor tele portador.

- ¿El qué? - se sorprendió el muchacho que estaba con la boca abierta. -

-Eso es. - Afirmó Chibiusa indicando a las del pelo rojo y fucsia. - Ves-Ves, Cere-Cere, dejad que entren en el círculo.

 

            Las dos aludidas separaron sus manos y Kathy pasó, quedando justo en el medio. Entonces Ves-Ves le comentó a su compañera del pelo verde.

 

-Sujeta bien a Para- Para ¿eh? Jun-Jun…Llevamos mucho peso y el enlace tiene que ser fuerte.

-Sí, no te preocupes. - Suspiró ésta con tono cansino. -

-No me voy a soltar. - Se reivindicó la del pelo azul. -

-Eso espero, la última vez estuvimos perdidas entre dos dimensiones durante varios días porque se te ocurrió rascarte la nariz. - Denunció Ves-Ves. -

- ¡Es que me picaba! – Protestó la aludida, tratando de defenderse. -

-Chicas. Dejadlo ya. - Suspiró pacientemente Chibiusa. -

-Sí, princesa. Lo sentimos. - Replicó la del cabello rojo con el asentimiento de su polemista. -

- ¿Princesa? - Se sorprendió el muchacho. -

-Sí, es su Alteza la princesa Usagi Chiba Tsukino de la Tierra y de la Luna. Hija de nuestros soberanos. - Replicó la del pelo verde dejando asombrado al chico. -

-No hace falta que me des tanto bombo Jun-Jun, - le pidió la aludida algo sonrojada. -

- ¿Listos? - Les inquirió Cere-Cere a Katherine y a Enzo. -

-Sí, gracias. - Replicó ésta a esa muchacha del pelo fucsia claro. -

-Bueno, no sé para qué debemos estarlo, pero supongo que sí. - Convino el atónito joven. -

-Confía en ellas. Saben lo que hacen…aunque a veces no den esa impresión. - Sonrió la reportera. -

 

            Las guerreras se miraron algo azoradas. Su jefa enseguida asintió, a la par que las ordenó.

 

- ¡Adelante chicas!

 

            Las sailors emitieron una serie de resplandores que igualaban el tinte de sus cabellos entonces se produjo una súbita descarga de energía y todas, junto con Kathy y Enzo, desaparecieron. No tardaron en reaparecer en medio de un gran y lujoso salón. Allí, sentados en sendos tronos, los soberanos les observaron con amplias sonrisas. La reina lucía un largo vestido blanco con un escote decorado con ribetes dorados y el rey una especie de esmoquin y pajarita de tonos malvas con camisa blanca. Las asteroides y Chibiusa hicieron unas marcadas reverencias.

 

-Es un placer teneros aquí. - Saludó Endimión. -

-Majestades - repuso Kathy inclinándose también. - Es un honor…

 

            Enzo hizo un leve saludo con la cabeza. No iba con él eso de la realeza. Aunque respetaba a esos soberanos y su obra. Pensaba en eso cuando vio a la izquierda de los reyes a tres mujeres. Las tres ataviadas de idéntica manera. Lucían un provocativo traje que semejaba un bikini de cuero negro con una especie de alitas blancas en el escote, rematado con un par de guantes hasta el codo y botas altas negras por encima de la rodilla del mismo material.

 

-Katherine, señor Cortés. Sed bienvenidos. - Intervino la soberana, añadiendo. - A nuestra hija, la princesa Usagi Chiba y a sus guardianas las ladies asteroides ya las conocéis. Permitidnos pues presentaros a tres amigas venidas de otro mundo. Sailor Star Fighter, Sailor Star Maker Y Sailor Star Healer. Ellas son las guardianas personales de mi gran amiga la princesa Kakyuu, del planeta Kinmoku. Y protectoras también del planeta Nature.

-Encantadas de conoceros. - Declaró la más alta con largo pelo castaño peinado en una coleta que se presentó. - Soy Sailor Star Maker. Pero podéis llamarme Taiki.

-Nos han hablado muy bien de vosotros. Yo soy Sailor Star Healer, aunque mi nombre es Yatén.- Añadió la más baja de pelo plateado, sujeto en forma de una larga hilera. -

-Esperamos poder ayudar en lo posible. - Remachó la tercera, de una estatura mediana y largo cabello negro recogido también en una coleta. - Soy Sailor Star Fighter, aunque aquí me conocen como Seiya.

-Sí, mis amigas están al tanto su caso, señor Cortés. – Añadió Serenity remarcando. - Y desean ayudar…

-Si puedo hablar, majestad. - Repuso el aludido, que recibió enseguida una señal de asentimiento de la soberana para proseguir. - Con todo respeto. No sé qué podrían hacer estas tres señoritas al respecto de mi caso.

 

            Fue Star Fighter la que sonrió mirando a la reina. Serenity devolvió la sonrisa y asintió. En ese mismo momento las tres se envolvieron en una luz que al principio cegó un poco a los presentes. A los pocos instantes, cuando pudieron volver a mirarlas fue Enzo quién quedó atónito. En lugar de esas guerreras aparecieron tres hombres que lucían trajes de color azul para Yatén, rojo el de Seiya y crema el de Taiki, respectivamente. Antes de que el asombrado joven pudiera pronunciar palabra, fue este último quien, con voz marcadamente masculina ahora, le dijo.

 

-Créenos amigo, sabemos perfectamente cómo te sientes.

-Desde luego. - Añadió Yatén, sentenciando. - Nosotros hemos hecho esto infinidad de veces.

- ¿Hacer? - Repitió Kathy con visible asombro también. - ¿Hacer qué?

-Las sailor Starlight tienen un poder muy particular. Además de transformarse en guerreras pueden alterar su sexo a voluntad. - Les desveló Chibiusa. -

- ¿Qué? - Exclamó Enzo sin poderlo evitar. -

 

            Fue ahora Taiki quién, sonriendo comprensivamente, le explicó.

 

-Según la tradición y las normas de la galaxia, solamente las mujeres pueden convertirse en guerreras guardianas. Lo que aquí llaman Sailors. En nuestro mundo cada persona es hermafrodita. Puede elegir libremente que sexo desea tener. Eso sí, una vez lo elige suele conservarlo. Nosotros en cambio, tenemos la potestad de poder cambiarlo dada nuestra condición de guerreras.

- ¡Esto es alucinante!  De lo más impresionante que he visto. - Musitó Katherine. - Y mira que he visto cosas increíbles…

-Entonces… ¿eso quiere decir que ustedes podrían ayudarme? - Inquirió el muchacho. -

-Bueno, nuestro mundo está muy avanzado y quizás allí fuesen capaces de hacer algo para acelerar su proceso de cambio. - Comentó Yaten. -

- ¡Eso sería maravilloso, Enzo! – Le animó Kathy afirmando esperanzada. - Ni siquiera tendrías que continuar con el juicio. Aunque perdieras daría igual. ¡Podrías lograr tu meta!

 

            Aunque el joven, lejos de asentir o alegrarse pareció sopesar eso con un talante serio. Entonces añadió, con tinte de pregunta retórica y tono ligeramente consternado.

 

- ¿Tú crees Katherine? Yo lo no pienso así…

 

            Ahora todos le dedicaron unas sorprendidas miradas. El chico sonrió levemente para afirmar.

 

-Nunca me gustó tomar atajos ni aprovecharme de ninguna ventaja injusta. Si algo he aprendido en la vida es a lograr las cosas confiando en mi esfuerzo y en mi capacidad de luchar. Dices que quizás estos generosos amigos pudieran solucionar mi situación. Lo que ocurre es que no considero que sea solamente mía. Verán. No deseo parecer desagradecido, pero, no creo que esto sea buena idea.

-Pero. ¿Por qué no? - Inquirió la atónita reportera. -

-Porque precisamente no entiendo esto únicamente como mi situación personal. Hay muchísimos otros casos. Cuando vi que me denegaban esas ayudas y esas subvenciones que me gané sirviendo a mi país me enfadé, sí, pero no solamente por mí. Existen muchos más que están o podrían estar en esta misma posición. Lo que quiero es sentar un precedente legal, social e incluso hasta moral. Hacer que se reconozcan nuestros derechos. ¡Para todos los transgénero y los transexuales! Sería fácil aceptar su oferta, irme con ustedes a su planeta y olvidar todo esto. Sería fácil sí, pero no sería lo correcto. No mientras haya muchas personas que nunca podrían beneficiarse de ese mismo tratamiento de privilegio y de hacer que esos intolerantes sepan de una vez que sus prejuicios no tiene razón de ser. Además, mi querida Kathy - sonrió ahora añadiendo con algo más de jovialidad. - Tu pobre prima está luchando por esta causa con todas sus fuerzas. No sería noble abandonarla. Lo comprendes, ¿verdad? Espero que todos ustedes lo entiendan. Por eso lamento tener que rehusar su amable oferta. Por lo menos hasta que se haga justicia no solamente para mí, sino para todos.

 

            Nadie replicó en ese momento. Los demás estaban perplejos y con la boca abierta. Pasó un largo instante de silencio. Al fin, Serenity se levantó dirigiéndose hacia el chico y sonriente, agregó con tono suave y amable.

 

-Debo disculparme. No quisimos ofenderle.

-No me han ofendido en absoluto, Majestad. - Se apresuró a responder él. - Al contrario, aprecio mucho su ayuda. Pero sencillamente tengo un deber que cumplir.

-Es usted mucho mejor incluso de lo que nos habían contado. - Terció Endimión tomando la palabra en tanto se levantaba del trono. - Me ha dejado sin palabras, y crea que eso es difícil. – Y tras decir esto sonrió al igual que el resto. -

-Gracias Majestad. - Repuso el aludido. - Ahora compruebo lo que siempre había pensado. Ustedes son honorables y buenas personas. Es un verdadero privilegio para mí haber tenido la ocasión de conocerlos. Y también a sus ilustres visitantes.

-Amigo mío. - Añadió Seiya ofreciéndole una mano que Enzo estrechó. - El honor es nuestro. No es fácil encontrar a personas así. Nos ha dado una lección. - Y añadió de un modo algo más desenfadado dirigiéndose a la soberana. - ¿Verdad Odango?

 

            La aludida se limitó a sonreír asintiendo. Lo mismo que el rey Endimión, Chibiusa y las asteroides, que estaban igualmente impresionadas ante esas declaraciones.

 

-Es usted muy valiente y está lleno de sentido de la Justicia. - Comentó Yatén. -

-Es verdad. Y aunque no aceptase nuestra oferta, le rogaríamos que, cuando todo esto termine, nos hiciera el gran favor de visitar nuestro mundo. Seguro que nuestra princesa estará encantada de conocerle. - Remató Taiki, con idéntico tono de admiración. -

-Y le puedo asegurar, estimado Enzo, que las Starlight no regalan los oídos a cualquiera. - Sonrió Serenity. -

-Entonces nos quedaremos en este planeta hasta que el juicio acabe y ver el resultado. – Afirmó Seiya. - Deseamos que tenga usted suerte.

-Se lo agradezco. Ahora, si me disculpan. Deberíamos regresar. La vista estará a punto de continuar. - Repuso el joven.

-Sí, por supuesto. - Convino Endimión, haciendo una indicación a su hija y a las guardianas de ésta. -

- Después, sea cual sea el veredicto, en nombre de su alteza la princesa Kakyuu, considérese cordialmente invitado a visitar Kinmoku. –Declaró Seiya. -

-Le rogamos que acepte venir a vernos. - Remachó Taiki.-

 

            Enzo asintió sonriendo y junto con Kathy se colocó en el centro de ese corrillo que le devolvió de inmediato a la habitación del hotel de la reportera. Tras desearles buena suerte las sailors desaparecieron con su teletransporte…

 

-Bueno. - Suspiró Katherine. - Pues vamos allá.

-Sí, debo ir sin falta a la corte. El juicio va a reanudarse y tu prima me estará esperando allí. - Comentó el chico. -

-Puedo llevarte si quieres. - Se ofreció Kathy. -

-No, gracias. Bueno. - Pudo argüir algo apurado Enzo. - Mejor tomo un taxi. Creo que es conveniente que no nos vean juntos…

-Como tú quieras. - Repuso la joven algo sorprendida. - Supongo que será lo más indicado.

 

            Se despidieron pues. El muchacho llamó a un Yellow cab típico de allí y le indicó la dirección. Afortunadamente esta vez no le dieron otro paseo no deseado. De camino sonreía divertido. ¡Cualquiera le decía a Katherine que no estaba dispuesto a montar con ella en coche! Y eso que él era valiente. Se había enfrentado a tipos armados y pasado por dificultades. ¡Pero no era un suicida! Entre tanto la reportera tuvo una llamada. Era su madrina. Minako la aguardaba en otro sitio. No tardó en ir allí a reunirse con ella. Además, descubrió la presencia de la doctora Mizuno. Estaban en una especie de almacén muy grande, en la zona de los muelles.

 

- ¡Hola madrina, hola Ami! - Saludó la muchacha con cordialidad. -

 

            Aunque la expresión de sus interlocutoras estaba seria. Las dos le devolvieron lacónicamente el saludo, y enseguida fue la princesa de Mercurio la que comentó.

 

-Esto está mucho más enredado de lo que creíamos.

-Así es. - Convino Minako. -

- ¿Qué es lo que pasa? - Inquirió la periodista. -

-Verás. Mucho me temo que el caso contra tu amigo es la punta del iceberg de algo muchísimo más grave. - Comentó la doctora. -

- ¿A qué te refieres? - Quiso saber Kathy con patente interés e inquietud. -

-En pocas palabras, ahijada. No solo los miembros del Gobierno están tras de tu amigo. Los que apoyan a la Luna Negra y esos neo religiosos también juegan un papel importante en esto. - Aclaró Minako. -

-Sí, ahora te mostraremos algo. – Añadió Ami, qué pasó a invocar su transformación. - ¡Planeta Mercurio dame el poder!

- ¡Planeta Venus, dame el poder! - Exclamó a su vez Minako. -

 

            Y tras un espectáculo de luz y giros sobre sí mismas aparecieron con sus atuendos de guerreras. Tras recibir la mirada de ambas sailors fue Katherine la que, a su vez, invocó.

 

- ¡Corazón puro del Trueno, dame el poder!

 

            Tan pronto estuvo transformada, las guerreras le mostraron una puerta oculta en una de las paredes de ese hangar…

 

-Es por aquí. - Indicó Mercurio. -

 

            Venus abrió la puerta y las tres vieron unas escaleras en forma de caracol que descendían vertiginosamente.

 

- ¡Vamos! - Indicó la sailor del amor a su ahijada. -

 

            Descendieron por esas escaleras durante un buen rato, tratando de que el sonido de sus tacones fuera lo más silencioso posible. Al llegar finalmente hasta abajo encontraron una gruesa puerta que parecía de sólido acero blindado…

 

-Esto es impenetrable. - Suspiró Katherine, o, mejor dicho, la Dama del Trueno, añadiendo. - Quizás ni con nuestros ataques combinados seamos capaces de atravesarlo.

-E incluso aunque pudiéramos derribarla o abrir un agujero, saltarían las alarmas. - Le indicó Venus señalando un par de sensores que estaban sobre el techo. -

- ¡Menos mal que tenemos la combinación! – Sonrió Ami dejándolas atónitas a ambas. - Al menos la de esta puerta…

- ¿Y cómo es posible eso? - Inquirió agudamente Kathy. -

-Digamos que algunos aliados nos han ayudado mucho. - Sonrió Mercurio. - Sobre todo uno en particular que te aprecia bastante.

 

            La joven reportera no quiso preguntar más, aunque ya se imaginaba de quién podía haber venido esa ayuda. Sonrió asintiendo y preguntó.

 

- ¿Se puede saber a quién pertenece todo este complejo?

-Eso ahora es lo de menos. - Replicó su madrina. -

 

Entre tanto la puerta se abrió lentamente, sin hacer el más mínimo ruido. Con mucho sigilo penetraron en el interior. Allí, un grupo de individuos trajeados deambulaba por un largo pasillo colándose por puertas que posiblemente darían entrada a estancias secretas.

 

- ¡Vamos! – Susurró Venus. -

 

            Aunque uno de esos individuos de traje las vio cuando trataban de cruzar hacia una de esas puertas que estaba abierta. Por suerte la Dama del Trueno fue rápida en atraparle con su látigo y dejarle inconsciente con una ligera descarga.

 

-No le he hecho daño. Dormirá durante un rato. - Comentó para tranquilizar a sus interlocutoras. -

 

            Las otras asintieron confiando en la palabra de su compañera. Pudieron entrar en esa habitación donde se encontraron con una serie de ficheros informatizados.

 

-Creo que puedo intentar acceder a ellos. – Comento Mercurio sacando su miniportátil. -

-Date prisa. - La urgió Venus al escuchar ruidos de pasos. - No tardarán en llegar.

 

            Y en efecto, dos de esos tipos iban hacia allí. Tanto Minako cono Kathy aguardaron colocándose a ambos lados de la entrada. Al aparecer esos tipos vieron a Ami quién sonrió saludando con la mano, para dejarles atónitos al comentar.

 

- ¡Hola, chicos! ¿No es esta la biblioteca?

 

            Por suerte no necesito esperar a réplica. Surgiendo de sus escondites sus compañeras dejaron fuera de combate a esos dos de sendos golpes. Katherine suspiró aliviada, aunque su madrina enseguida dijo con preocupación.

 

-Hay que darse prisa en salir de aquí. La buena suerte no nos va a durar para siempre. Ni siquiera la irlandesa.

 

            Y casi al instante los hechos le dieron la razón. Algún individuo más llegó atraído por la falta de comunicación de sus compañeros. Esta vez no pudieron sorprenderles antes de que reaccionasen y dieron la alarma. Al momento una luz rojiza y una bocina estridente retumbaron por el complejo.

 

- ¡Vámonos! - Urgió la Dama del Trueno. -

-No he podido acceder a todos sus archivos, pero tendrá que bastar. - Se lamentó la guerrera Mercurio. -

 

            Salieron a toda prisa del recinto, pero a todo correr erraron la dirección del pasillo y en vez de hacia la salida se precipitaron a entrar en una gran sala. Allí les aguardaban numerosos de esos tipos. Algunos armados con pistolas e incluso largos bates de béisbol.

 

-Bueno. Podría haber sido peor. - Suspiró Venus. -

-Sí, pero me cuesta imaginar cómo. - Agregó sarcásticamente Kathy. -

 

            No hubo mucho tiempo para más charlas. Tuvieron que esquivar disparos y acometidas de sus enemigos. Las guerreras y la justiciera usaron sus poderes de modo controlado para no matar a sus adversarios que, pese a todo, no dejaban de ser humanos. Aunque aquello les pasaba factura y no veían escapatoria.

 

- ¡Maldita sea! Nos bloquean el camino. - Exclamó la Dama del Trueno jadeando agotada. -

 

            Esos matones las estaban superando claramente en número y en agresividad. Las muchachas estaban preocupadas, tendrían que utilizar su poder en un grado más fuerte y eso conllevaba riesgos. Al menos para la vida de sus contrarios. Era un dilema. Afortunadamente dos sendos gritos de voces conocidas, lanzando sus respectivos ataques, las sacaron del apuro.

 

- ¡Qué vuele el búmeran!

-Oleada de cristales de hielo, ¡ataca!

 

            Aquello desbarató la oleada de atacantes dejando fuera de combate a varios. El resto se replegó, temeroso de aquellos nuevos refuerzos para las chicas. Fue Ami la que sonrió saludando aliviada.

 

- ¡Dama del Viento, Dama del Hielo! Encantadas de veros.

 

            Katherine también sonrió con patente alegría. Aquellas dos eran su amiga Amatista y su prima Kerria respectivamente. Fue la segunda de éstas quién las urgió.

 

-Por aquí, ¡vamos! Antes de que se reorganicen y vuelvan…

 

            Y sus ataques habían abierto un pasillo por el que las chicas pudieron escapar, siguiendo a sus salvadoras que las guiaron hasta la salida. Corrieron lo más deprisa que les permitieron las piernas, afortunadamente sin toparse con ninguna resistencia seria. Quizás un par o tres de esos individuos a los que dejaron fuera de combate de modo rápido y sencillo. Al fin pudieron salir. Estaban de regreso en esa especie de almacén. Tras respirar hondo un rato y recobrar el aliento, fue Katherine quién quiso saber.

 

- ¿Cómo disteis con nosotras?...

-Tu hermano habló con algunos de sus contactos y se lo contó a la madrina Ami que me llamó. - Repuso Kerria. - Se lo dije a Amatista y ella aceptó venir a ayudarme.

-Claro. - Sonrió la aludida añadiendo con más jovialidad. - Echaba de menos la acción, chicas. Solo lamento que la Dama del Fuego no haya podido unirse a la fiesta.

-Me temo que Idina estará más tranquila en Bios con sus niños en la escuela y en su casa. - Sonrió Kerria. -

-Muchas gracias. - Repuso Minako que, no obstante, adoptó nuevamente un gesto serio para decir. - Ahora tenemos que irnos de aquí. Ami, espero que podamos analizar esa información que has logrado extraer cuanto antes.

 

            Su compañera asintió replicando.

 

-Sí, tenemos que regresar al palacio de Neo Cristal sin más demora. Luego os enviaré lo que haya podido sacar en limpio, chicas. - Agregó dirigiéndose hacia las justicieras, más concretamente a su ahijada y a Kathy. - Pero antes pongámonos fuera del alcance de esos tipos.

 

Y las demás convinieron en ello, no tardaron en marcharse adoptando al rato sus identidades civiles. Al poco y una vez en terreno seguro, las princesas se despidieron del resto. Así, las tres mujeres que quedaban comentaron.

 

-Esto es mucho más complejo de lo que en principio ya parecía. - Declaró Kerria. -

-Así es. Y me alegra que hayáis podido venir. - Suspiró Katherine. - Por cierto, Ky. ¿Cómo es que estáis aquí? ¿No teníais vista?

-Pedí un aplazamiento hasta mañana para consultar nuevas evidencias. - Sonrió la interpelada. - Por eso hemos podido acudir a echaros una mano.

-Lástima que no pueda quedarme aquí. - Repuso Amatista, que agregó. - Debo marcharme de regreso a Bios mañana, pero ya les contaré a Idina y a Leval lo que ha pasado.

-Nosotras tenemos que ceñirnos al caso, bueno, al menos yo. Y tú, prima, al reportaje. - Intervino Kerria dirigiéndose a Kathy. -

-Es cierto. Haríamos bien en ponernos en marcha. Mañana si no recuerdo mal, volvéis a la sala.

-No sin antes darle un vistazo a ciertas pruebas que mi madrina Ami me va a pasar. - Comentó su interlocutora. -

-Que tengas buen viaje Amatista, dale un beso a tus hijos y otro al primo Leval a la prima Idina y al resto de la familia y amigos de mi parte. – Le pidió la reportera. - Les echo mucho de menos.

 

            La aludida asintió dándole a su vez un afectuoso abrazo. Se despidieron pues, Amatista y Kerria dirigiéndose a la casa de los Malden. Katherine a su hotel. De camino, tras tomar un taxi, la joven periodista trataba de hilar todo aquello. En su cabeza las cuestiones se iban agolpando en un vano intento por desenredar toda esa enrevesada trama.

 

-A ver. Recapitulemos. - Se decía reflexivamente. - Un tipo que es transgénero, bueno, transexual, como él me corrigió. En fin, desea que le reconozcan unos derechos adquiridos para pagarse su tratamiento. El Gobierno se niega, él trabajaba en inteligencia militar. Sospechan que pudiera ser un espía o un filtrador de datos. Por eso le niegan lo que pide. O esa es la razón oficial. Pero mi hermano dice que no es culpable. Al menos hasta donde él sabe. Luego están esos tipos de la Luna Negra o lo que sea. Estarán confabulados seguramente con esos neo religiosos que le persiguen. Pero no para matarle. O eso ya lo habrían hecho. Es más, le piden información. Aquella vez en el hangar cuando le secuestraron. Él se negó a cooperar y parecía que iban a matarle, o al menos trataron de asustarle apuntándole con una pistola cuando la madrina Minako y yo intervinimos con nuestras identidades secretas. - Sonrió ahora, al recordar la expresión del pobre Enzo cuando ella llegó al poco. - Por suerte pudo evitar que el chico descubriera que era la Dama del Trueno…- Bueno, luego en el juicio poco menos que quieren desacreditarle o por lo menos intimidarle usándole como cabeza de turco o advertencia. ¿Pero de aviso para quién? - Se decía visiblemente confusa para seguir desmadejando aquello. - Según me ha dicho Ky, la abogada del Gobierno la advirtió…Es como si supieran que Enzo es inocente, pero quisieran un acuerdo dando la impresión de que es culpable…y a fin de cuentas ese tratamiento tampoco sería tan caro de sufragar para las arcas gubernamentales. Quizás no quieran sentar un precedente.  Sin embargo, las leyes, según mi prima, son claras a ese respecto. No lo acabo de comprender. No tiene sentido… por más vueltas que le doy aquí hay algo que no me cuadra o que se me escapa.

 

            Y en cuanto llegó a su habitación continuaba en su vano intento por desentrañar aquellos enigmas. Aunque enseguida tuvo que tomarse una pastilla. Había hecho mucho esfuerzo, tanto físico como mental. Ya le daban algunos temblores en las manos cuando tomó un vaso de agua.

 

-Menos mal que no me han visto así. - Se dijo con una mezcla de alivio y vergüenza, pensando, asimismo. - Estoy agotada, no soy capaz de pensar con mucha claridad, debo dormir un poco.

 

Así pues, decidió descansar un poco y dejarlo estar. Al menos de momento…fue entonces cuando a su Tablet llegó un correo de Ami. Aunque la muchacha ya se había acostado. Entre tanto Kerria y su cuñada llegaron a casa. Los niños estaban dormidos, las dos tuvieron tiempo de charlar un rato. Sentadas en el sofá del salón, la anfitriona suspiraba…           

 

-Este caso me está agotando a todos los niveles, no sé. Incluso mi relación con Sam se está resintiendo. Y eso me inquieta mucho.

-Es un tema muy complicado. - Afirmó Amatista de modo solidario. - No te preocupes, sabrás sacarlo adelante y las cosas se normalizarán.

-Eso espero, Tist. - Sonrió débilmente su amiga. - Porque, sobre todo, tengo miedo de que esos canallas traten de hacerle daño a ella o a Brian.

-Te vendrían bien unos guardaespaldas como los que tiene mi hijo. - Sonrió ahora Amatista tratando de aliviar la tensión. -

 

            Su cuñada la miró sin comprender, aunque enseguida su interlocutora le dio una pista.

 

- ¿Recuerdas que te lo conté?

- ¿Te refieres a esos?...

-Sí. - La interrumpió Amatista como si no quisiera dejarla acabar la frase. - A esos me refiero. Aunque llevan un tiempo sin aparecer. Después de que sucediese aquello. Solamente uno de ellos vino, cuando Asthel tenía unos cuatro años.

-Eso sí que son palabras mayores. - Admitió Kerria, añadiendo no sin inquietud. - Si ni siquiera mi hermano o el primo Mazoui pudieron hacer nada contra ellos.  Pero ahora están de nuestro lado. ¿Verdad?

-Así parece, aunque con lo caprichosos que eran nunca se puede estar plenamente seguro. - Declaró su amiga. - En fin… ya veremos si vuelven a mostrarse a o no.

 

            Una súbita llamada al comunicador de Kerria interrumpió la conversación. La muchacha contestó de inmediato.

 

- ¿Diga? Hola madrina Ami… Dime. ¿Qué? ¿Estás segura de eso? .... ¡Vaya! es fantástico. Bueno, al menos desde el punto de vista judicial. Sí, sí claro. Eso nos podría hacer ganar el caso sin duda. Tendré que consultarlo con mi cliente. Vale… ¿Me lo envías ya? ¡Muchas gracias! ¿Qué dices? ¿Se los has mandado ya a Katherine? ¿No te ha respondido? No lo sé. Puede que ya esté durmiendo. Vale. Lo haré. Hasta pronto. Sí… les daré recuerdos de tu parte. Adiós.

 

            Al cortar la conexión Amatista la miró con expresión inquisitiva. Su cuñada entonces le explicó.

 

-Mi madrina Ami. Va a enviarme unas pruebas que ha encontrado cuando copió esos discos de ordenador…Se los ha enviado a Kathy, pero ella no ha respondido. Teniendo en cuenta que ya es tarde y el día que hemos tenido seguro que se habrá ido a acostar.

-No me sorprendería nada. Yo misma estoy molida. Ya no somos tan jovencitas como antes. - Sonrió Amatista, añadiendo. - Sin ir más lejos recuerdo aquella vez en ese club de Los Ángeles, cuando luchamos contra Sarah…

- ¡No me lo recuerdes! - Sonrió trémulamente Kerria moviendo la cabeza. -

-Sí, es cierto. Todavía lo siento muchísimo, no me porté nada bien contigo. - Admitió su interlocutora, azorada ahora. -

-No eras tú misma. Eso pasó hace mucho y acabó bien. Dejémoslo estar. - Sonrió su amiga que prefería apartar de su mente aquellos enojosos recuerdos, así que añadió volviendo a su tema original. - Cuando me lleguen esos informes de la madrina tendré que comprobarlos. Si contiene la mitad de lo que me ha dicho estoy segura de que ganaremos el caso. Es más, hasta podríamos alcanzar un buen acuerdo para Enzo.

-Vaya, me alegro por ti. - Sonrió Amatista levantándose del sofá. - Bueno, te dejo entonces, es tarde ya. Voy a casa de mis padres a dormir. Hace rato que habrán acostado a Asthel y Maray. Y no quiero que se preocupen por mí. Ya sabes lo que es eso…

-Sí, gracias y buenas noches. - La despidió Kerria tras levantarse y obsequiarla con un beso en la mejilla y un abrazo. - Que descanses cuñada y gracias otra vez por tu ayuda...recuerda, la Dama del Viento tiene que quedarse un poco más.

-La Dama del Viento estará a tu disposición cuando la necesites. - Le aseguró Amatista. -

-Muchas gracias, Tist. - Repuso Kerria. -

 

            Su amiga sonrió y se marchó. Ella entonces optó por ir al despacho. Aunque antes de entrar vio llegar a su madre que iba envuelta en una bata. Bertie la saludó

 

- ¿Qué tal ha ido todo, hija?

-Bien mamá. La madrina Ami me va a enviar información. Debo estudiarla. Podría ser la solución al caso.

-Procura no quedarte hasta muy tarde. - Se limitó a responder su madre tras hacer que la joven se agachase un poco para besarla afectuosamente en la frente. - Hasta mañana, hija.

-Hasta mañana. - Repuso la chica que finalmente se metió en su despacho. -

 

            No tardó en ver el correo de Ami, de éste pudo descargarse varios folios con información realmente sorprendente y privilegiada. Esa clase de archivos clasificados por los que el Gobierno a buen seguro que estaría dispuesto a pactar. Sin embargo, debía consultarlo con Enzo.

 

-Mejor le llamaré mañana. -Pensó. - Ahora seguramente que estará acostado. Y yo debería hacer lo mismo.

 

            Otra cosa la inquietaba. La manera en la que habían obtenido esas pruebas no fue precisamente de lo más legal.

 

-Podrían acusarme de mala praxis profesional, si se demuestra que esto es información clasificada. Por eso sería clave tener idea de si el lugar que asaltamos era propiedad federal o bien un complejo ilegal u oficialmente inexistente.

 

Debería ocuparse de indagar también en eso. Aunque ahora estaba tan cansada que únicamente deseaba dormir. Tras ducharse y ponerse un camisón subió al piso de arriba. Pasó por el cuarto de su hijo. Después de contemplarle durmiendo durante unos instantes sonrió y le besó afectuosamente en una mejilla.

 

-Duerme bien, mi amor. - Le susurró con cariñoso tono. -

 

Luego se dirigió a su habitación. Samantha ya dormía. Trató de hacer el menor ruido posible y se metió en la cama junto a ella, la abrazó con suavidad y se dejó arrastrar a las cálidas profundidades del sueño musitando…

 

-Tengo que comentarle esto…a ver qué tiene que decir…

 

            Enzo por su parte no pudo dormir mucho. Ajeno a todas esas peripecias de su abogada y el resto de las chicas estuvo hablando por teléfono con su novia. Jackie se mostró algo preocupada cuando el joven le comentó su deseo de llegar hasta el final de la vista. Más aún sí cabía al referirle lo que la abogada del Gobierno le contase a Kerria.

 

-Cariño. Deberías dejarlo estar. No se puede vencer al Gobierno. Tienen todas las de ganar. - Contestó Jackie con tinte inquieto, proponiéndole. -  Haremos una cosa, trabajaremos y ahorraremos para pagarte todo lo que precises.

-No se trata solamente de eso. - Replicó el joven, añadiendo. - De hecho, mi operación no sería problema ninguno.

- ¿A qué te refieres? - Quiso saber ella con tono sorprendido. -

 

            Pese a no querer haberlo hecho, él se sinceró, al menos en pocas palabras puso a su novia al corriente de cierta oferta hecha por unos visitantes muy importantes, aunque sin especificar ni sus identidades ni origen…

 

- ¡Acéptala! – Le urgió ella. - Si son gente con recursos todo se arreglaría.

- ¿Crees que no me gustaría? Pero no puedo aceptar a cualquier precio. - Rebatió él. - Al menos tengo que luchar hasta el final por mis derechos legales. Y por los de la comunidad de la que formo parte.

-Hazlo por mí. Sería perfecto. Podríamos casarnos y olvidarnos de todo. ¿Acaso no te importo? - Exclamó la joven, casi suplicándole. - Deja esa especie de cruzada…

 

            Enzo suspiró. Jackie era buena chica, pero no alcanzaba a comprender todas las implicaciones que aquello tenía. Suspiró y armándose de paciencia repuso.

 

-Escucha. Nada me gustaría más. Te quiero, lo sabes. Desde que nos conocimos en la academia. Pero no puedo ser egoísta. Dame solamente un poco más de tiempo y todo habrá terminado. Si pierdo el juicio podría considerar esa propuesta…

-Está bien. - Sollozó ella al otro lado del aparato. - Pero prométeme que estarás conmigo pronto.

-Claro que sí. - La animó el muchacho. -  Eso tenlo por seguro, cariño.

 

            Se despidieron y él se quedó pensativo. Quería a Jackie, pero no podía renunciar a toda su lucha. Pasó esa tarde y parte de la noche dándole vueltas hasta que el sueño le venció…

 

-No será sencillo, pero debo terminar lo que he comenzado. Es una obligación moral. –Se decía poco antes de dormir. -

 

            A la mañana siguiente sonó el despertador de su habitación y Katherine abrió de mala gana los ojos. Ya eran más de las diez y de nuevo la reportera estaba hecha unos zorros.

 

-Tengo que pensar seriamente en rehabilitarme. – Meditaba al incorporarse con los ojos aun entrecerrados. -  Bueno. Cuando acabe este reportaje…

 

            Siempre se decía lo mismo. Suspiró. Mejor no pensar en eso ahora. Consultó su Tablet como casi siempre al levantarse de la cama. Ya iba a dejarlo para irse a la ducha cuando vio el mensaje de Ami. Lo descargó leyendo atónita algunos de los folios allí adjuntados. Apenas pudo evitar exclamar.

 

- ¡Maldita sea! ¡He sido una idiota! Estaba delante de nuestras narices. Espero que Kerria lo haya recibido también. Tengo que llamarla, ¿Qué hora es? ¡Mierda! - Masculló al ver que el reloj pasaba de las diez y veinte. - Estará de camino al juzgado. Tengo que ir por si acaso no sabe esto.

 

            Pero por fortuna Kerria sí que lo sabía. Se levantó a las ocho. Tras ducharse, desayunar y vestirse se despidió de Sam y de sus padres. Besó tiernamente a su todavía dormido hijo y a eso de las nueve y media se marchó para acudir a la vista. Aunque ahora iba con un ánimo bastante contrastado. Tenía la victoria al alcance de la mano, pero no dependería de ella. Y sobre todo debía actuar con mucha precaución. Telefoneó a Enzo que se había levantado una hora más tarde.

 

- ¿Diga? - Repuso él. -

-Buenos días, Enzo. Soy Kerria. - Saludó la abogada. - Voy de camino al juzgado.

-Sí, me reúno contigo en cuanto me dé una ducha y tome algo de desayuno. Creo que la vista se reanudaba a las once. - Comentó el chico. -

-Procura venir al menos media hora antes. - Le pidió ella quién no quería hablar demasiado a través del teléfono, aunque sentenció de un modo lo suficientemente serio como para que el joven se inquietase. - Tengo que decirte algo muy importante. ¡Ah!, y otra cosa. Necesito que me traigas algo como prueba.

 

            Le comentó de qué se trataba. El muchacho se sorprendió, aunque convino en ello para despedirse.

 

-Allí estaré. A las diez y media entonces.

 

            La abogada por su parte hizo otra llamada al comunicador de su madrina.

 

-Hola madrina Ami. - la saludó. -

-Hola cielo. Dime. ¿Todo marcha bien? - Se interesó la sailor. -

-Sí, te llamaba para preguntarte una cosa y es fundamental que contestes. Todo el caso, e incluso mi futuro profesional, podría depender de ello.

 

Y tras un breve momento de silencio, La princesa de Mercurio replicó.

 

-Tú dirás.

- ¿El complejo que visitamos el otro día era propiedad del gobierno o de alguna agencia legal y conocida?

-Ya sé por qué me preguntas eso. - Declaró Ami que enseguida replicó de forma más despreocupada. - Estate tranquila. Ningún organismo oficial reclamará.

-Gracias madrina, eso era justo lo que necesitaba saber. Ahora voy al juzgado. - Le contó Kerria. -

-Buena suerte, tesoro. - Se despidió su interlocutora. -

 

               Y sin perder ni un segundo más hacia allí que se dirigió. A esa hora prácticamente en punto, ella y su cliente coincidieron a la entrada de los juzgados. Kerria iba con un jersey blanco, falda azul marino y zapatos negros, Enzo con un traje de color marrón claro, camisa tono canela y corbata a juego. Al verse se saludaron y la abogada le hizo pasar a un despacho que tenían reservado para sus reuniones en los recesos.

 

-Tú dirás. Parecía muy importante. - Comentó el chico. -

-Sí, lo es. - Afirmó ella que posó incluso ambas manos sobre los hombros de su sorprendido interlocutor para mirarle a los ojos y sentenciar. - Podemos ganar. Tengo información que, de usarla, haría que el Gobierno se retirase de inmediato y buscase un acuerdo. Depende de ti.

- ¿Qué esperamos pues? - Repuso decididamente él. - ¡Es magnífico!

 

            Ahora Kerria suspiró, la cosa era que, aquella instalación que habían asaltado se separó de su cliente y tras caminar un poco por la habitación, finalmente se giró para enfrentar su mirada y repuso con tono serio y algo consternado.

 

-No sé si seguirás pensando lo mismo una vez te revele lo que he averiguado…

 

            Entre tanto Kathy se había dado una rápida ducha, secado a todo correr y vestido. Eso sí, de forma elegante, con una blusa tono oliva y una falda beige. Unas botas marrones hasta la rodilla completaban el conjunto. Tomó un taxi y le indicó la dirección. Llegaba justo antes de la hora de la vista. Eran las once menos diez. Aliviada entró en el edificio. Tras mostrar su acreditación de prensa pudo acceder a la sala. Allí buscó con la vista a Kerria y a Enzo. Vio a ambos que estaban sentándose. Por fortuna el juez todavía no había hecho acto de presencia. Así pues, la joven se aproximó hasta los banquillos y llamó a su prima.

 

- ¡Ky!... tengo que decirte algo…

 

            Aunque cuando la interpelada la miró asintiendo Kathy enseguida pudo darse cuenta de que estaba al corriente. Diríase que Enzo también. La reportera asintió a su vez. Fue Kerria la que se levantó y se acercó a la muchacha, para comentarla al oído.

 

-Celebro que hayas venido. Pero quizás no te necesite a ti, sino a la Dama del Trueno. Tenemos poco tiempo. Escucha…

 

            Katherine se sorprendió al principio, pero luego convino en ese plan a su vez. Sin más se marchó de la sala…

 

- ¿Qué ha pasado? - Quiso saber Enzo cuando su abogada se reunió con él. -

-Le he dicho a mi prima que debe tratar de contactar con una testigo que nos es fundamental para este caso. Más concretamente con dos. - Añadió de modo enigmático. -

-Me imagino quiénes son. - Musitó el chico. - Al menos una de ellas.

 

            Kerria posó una mano sobre las de él, en un intento de confortarle. Pero Tera se aproximó en ese momento. La abogada vestía un traje de blazer y pantalón blanco, con una blusa negra y zapatos de ese color. Los dos se levantaron para saludarla.

 

-Espero que sean razonables. - Comentó la representante del Gobierno. -

-Créeme Tera que, dadas las circunstancias, lo seremos. - Afirmó Kerria quién la comentó. - Y para corresponder a tu amabilidad de hace días te diré que las tornas se han cambiado. Deberías negociar con nosotros y sería mucho mejor para tu cliente, el Gobierno, que accediese a nuestras demandas.

 

            Aunque su interlocutora sonrió moviendo la cabeza para replicar, incluso con gesto divertido.

 

- ¡Vamos Kerria! Que soy mayorcita, no trates de jugar conmigo ni de hacerme caer en un truco de principiante. ¡No tienes nada y lo sabes! …- Sentenció tomando asiento en su lugar. -

-Bien. Te lo he advertido. - Sonrió ella a su vez sentándose despaciosamente a su vez en su sitio, para remachar casi con tintes de regocijo en la voz. - Luego no te quejes…

 

Su interlocutora arqueó las cejas, al parecer no estando ya tan segura de su ventaja. Incluso pareció querer replicar a eso. Pero justo entonces Orton entró en la sala y las dos tuvieron que ponerse en pie como el resto. El alguacil anunció a su Señoría y éste, tras dar un par de mazazos, declaró.

 

-Se reanuda el caso de Enzo Cortés contra el Gobierno de los Estados Unidos. Tiene la palabra la representante del demandante.

 

            Kerria se levantó de modo enérgico. Decidida, se aproximó hacia el estrado. Tras mirar a su cliente que asintió y a su colega, consultó su reloj de pulsera y comentó.

 

-Señoría. El demandante quisiera exhortar al Gobierno por última vez a que llegue a un acuerdo beneficioso para ambas partes.

 

            La respuesta la tuvo de inmediato, cuando el juez dio la palabra a Tera que, levantándose dijo de modo respetuoso pero firme.

 

-Señoría, el Gobierno mantiene su oferta inicial.

-Con la venia. – Terció Kerria. - Desearía pedir un receso de unos veinte minutos para comunicar en privado cierta información a mi colega e invitarla a que reconsidere su postura. Considero que debe conocerla, es fundamental para que represente a su cliente del mejor modo posible.

-Se acepta. - Indicó el juez que, con un mazo, suspendió la vista remachando. - Tienen veinte minutos, si no llegan a un acuerdo deberemos proseguir con la vista y terminar con los testigos caso de que los tuvieran y las conclusiones. Después, oídas ambas partes, tras retirarme por unos minutos si lo considero pertinente, daré mi veredicto.

 

            Ambas letradas asintieron. Dejando al resto salir de la sala. Ellas se marcharon a un cuarto anexo. El despacho del propio juez. Aunque Orton se lo cedió sin estar presente para no verse influenciado por lo que ambas se dijeran. Al fin, Tera, con patente interés e incluso algo de irritación, preguntó.

 

-Vale. Déjate de juegos y de adivinanzas. Dime de una vez que es lo que tienes entre manos. Si es que tienes algo…

-Muy bien. No me andaré con rodeos. A ninguna de nosotras nos gusta. - Replicó Kerria que, sacando unos folios de la carpeta que había traído consigo, se los dejó a su colega encima de la mesa del juez, remachando. - Y esto es lo que tengo. O al menos una parte.

 

            Tera se hizo con ellos y comenzó a leer algunos párrafos subrayados. Su expresión pasó de la incredulidad al asombro. Miró a su interlocutora con los ojos muy abiertos y expresión desconcertada.

 

-Ahora… tú verás. – Declaró inflexiblemente Kerria. -  Decídete pronto.

-No puedes utilizar esto. - Rebatió su contertulia. - ¡Invocaré el acta de secretos oficiales! – Añadió casi con tono amenazante. - Llamaré al FBI si es necesario.

-Invoca lo que te dé la gana. Y llama a quién quieras. Nadie querrá saber nada. - Sonrió su colega. - Esto es lo que hay. Yo que tú, al que llamaría es a tu cliente y le pondría al corriente de esto…

 

            Ahora fue Tera la que, tras suspirar, se paseó por ese despacho y pudo decir con tono conciliador.

 

-No hay necesidad. Creo que podremos llegar a un acuerdo… siempre y cuando…

- ¿Siempre y cuando qué?

-Escucha. – Le pidió la representante del Gobierno. - Esto es de seguridad nacional. Tu cliente hizo un juramento…

-Oficialmente hablando esto no pertenece a ninguna institución que se conozca. Lo sé de buena tinta. Por lo que a mi cliente respecta no quebrantará ningún juramento. No le hará ninguna falta. Tera, no eres tonta. Lo sabes tan bien como yo. Aunque hay un modo para que tanto el Gobierno como mi cliente salgan beneficiados de esto.

- ¿Qué propones entonces? - Quiso saber su ahora muy interesada colega. -

 

             Y tras sonreír Kerria se lo explicó. Por su parte Kathy había ido a buscar a una de las testigos, la otra evidentemente le era mucho más fácil de encontrar…Por fortuna dio tiempo a todo. Su prima se había ocupado de eso…Al cabo de media hora estaba allí, de vuelta. Pero como la Dama del Trueno. Cuando la vista se reanudó… la letrada de la parte demandante tomó la palabra a instancias del juez.

 

-Señoría, llamo a declarar ante este tribunal a la señorita Jaqueline Bonet.

 

            El alguacil abrió la puerta de la sala y la novia de Enzo entró. Caminaba despacio hasta llegar al estrado y tomar asiento. Parecía algo nerviosa. La tomaron juramento y ella lo hizo sobre un ejemplar de la Constitución. Al fin, Kerria sonrió, comenzando el interrogatorio.

 

-Es usted Jaqueline Bonet.

-Sí. Soy yo. - Replicó suavemente ésta. -

-Para que conste ante el tribunal. ¿Podría usted decir qué relación la une al demandante?

-Soy su pareja sentimental. - Contestó la testigo. -

- ¿Dónde se conocieron ustedes? - Quiso saber su interrogadora. -

-Protesto señoría. - Tercio Tera. - No veo que relevancia pueda tener el testimonio de esta señorita, ni la naturaleza de sus relaciones con el demandante para nuestro caso.

-Señoría. - Replicó Kerria. - Le aseguro que la tiene. Pero la representante del Gobierno debe dejarme llegar hasta ahí.

-Denegada. - Terció el juez. - Conteste a la pregunta, señorita Bonet.

-Bueno, nos conocimos en la academia militar. Las dos, bueno. Entonces ambas éramos mujeres, habíamos entrado al mismo tiempo.

 

            A Enzo no le agradó mucho que se refiriese a él como mujer, ni aún entonces. Ya hacía años que se lo había dicho. Pero quizás ahora, entre el nerviosismo y lo que se había podido oír en la sala, Jackie quisiera ceñirse a lo que legalmente era él entonces. En cualquier caso. Kerria prosiguió con sus preguntas.

 

- ¿Su relación comenzó entonces allí?

-Sí, en un principio era amistad. Las pruebas eran realmente duras y yo lo pasaba muy mal. Enzo, bueno, entonces Elisa, me animaba mucho. Y eso me ayudó.

-Sin embargo, usted dejó la academia. ¿No es así? - Repuso la abogada. -

-Al final lo hice porque me di cuenta de que esa vida no estaba hecha para mí. Mi familia es de clase media. Tiene una tienda de ropa en nuestra ciudad natal y decidí hacerme cargo del negocio. Junto a mis padres y mi hermano.

-No obstante, ustedes no rompieron su amistad. - Comentó la letrada. -

-Continuamos en contacto. Nos seguíamos viendo y saliendo como amigas. Fue entonces cuando la que yo creía una mujer se declaró. - Sonrió nerviosa ahora, mirando hacia Enzo y agregó. - Claro, yo en un principio dije no. No soy gay. Pero me contó que, en realidad, ella no era una mujer, sino un hombre.

- ¿Y usted no lo puso en duda? - Se interesó Kerria. -

-Al principio claro que sí. ¡Si hasta nos habíamos visto desnudas en las duchas! - Contestó Jackie, prosiguiendo. -  Pero luego me contó todo aquello de la disforia de género y lo que deseaba hacer. El caso es que, sin haberme dado cuenta, yo ya estaba enamorada. No del sexo, sino de la persona. Y entonces acepté. – Replicó la muchacha, añadiendo ahora con tono apurado. - ¡Entiéndalo, por favor! Mi familia es tradicional. No excesivamente religiosa, pero aun así no ven bien esta clase de cosas. Tenía muchas dudas e incluso miedo. Tardé en decirles que salía con alguien. Enzo había comenzado ya sus tratamientos hormonales y vestía y actuaba como un hombre. Sin embargo, acordamos aguardar hasta que su cambio fuera completo.

- ¿Se refiere usted al final del tratamiento con testosterona y a la operación a la que debe someterse el señor Cortés? - Terció la letrada. -

-Sí, eso es. - Ratificó la aludida, comentando. - Fue entonces cuando le trasladaron a inteligencia y poco tiempo después le denegaron las ayudas gubernamentales a las que tenía y tiene derecho.

- ¿Recuerda usted los motivos que le esgrimieron? - Preguntó la letrada. -

-Simplemente se las denegaron. Argumentando que no tenía derecho. - Comentó la chica. -

-Muy bien, gracias, señorita Bonet. No hay más preguntas. - Replicó Kerria. -

 

            Aquello extrañó un poco a Enzo. Su abogada podría haber llegado más lejos o incluso tratar de que Jackie hablase sobre él y les dijera que no era ningún traidor. Sin embargo, era tarde para eso. Fue el turno de la representante del gobierno.

 

-Señorita. - Dijo Tera dirigiéndose a la testigo. - ¿Habló alguna vez el señor Cortés acerca de su trabajo con usted?

-Bueno, me decía que estaba destinado en inteligencia. Pero nunca comentó nada sobre las labores que llevaba a cabo allí. Me explicó que eso le estaba prohibido. Seguridad nacional. - Replicó la joven. -

-Entiendo. Luego usted cree en la honradez y la lealtad de su novio para con su patria. ¿No es así?

-Por supuesto. - Afirmó rotundamente la muchacha. -

-Gracias. No hay más preguntas, señoría.

 

            Eso sí que terminó por desconcertar a Enzo e incluso al juez. Tera había hecho unas preguntas que tendrían que haber sido formuladas por Kerria. Aunque Orton autorizó a la testigo a retirarse. La chica lo hizo tras dedicar una inquieta mirada a su pareja y se alejó caminando hasta salir de la sala. Entonces el juez le indicó a la abogada del demandante.

 

- ¿Algún testigo más?

-Sí, con la venia me gustaría llamar a dos testigos, Señoría. Forman parte de un grupo y deben corroborar mutuamente sus declaraciones.

-Eso es algo muy inusual. Usted tan solo había notificado la comparecencia de uno. - Repuso el juez quien de seguido miró a Tera para inquirir. - ¿La defensa tiene alguna objeción?

-La defensa no tiene objeción, Señoría. - Contestó ésta añadiendo. - En este caso lo consideramos procedente.

 

            Ahora sí que Enzo no comprendía nada ¿Qué le habría contado Kerria para que esa hasta hace poco implacable letrada casi pareciera estar cooperando con ellos?

 

-En tal caso, proceda señorita Malden. - Le pidió el juez. -

-Llamo a declarar a dos miembros del grupo de las Justicieras. La Dama del Viento y la Dama del Trueno. - Exclamó dejando atónita a la sala. -

 

            Y cuando ambas luchadoras enmascaradas entraron con sus uniformes de batalla hubo gran cantidad de miradas y cuchicheos. Algunos incluso sacaron algún teléfono móvil para fotografiarlas. La mayor parte de la gente nunca las había visto en persona y eran muy altas y hermosas. La dama del Viento hacía ondear su verde melena por una brisa que ella misma produjera. La dama del Trueno se limitó a pasar una de sus manos por su larga cabellera de color anaranjado.

 

- ¡Orden en la sala o haré desalojar! – Advirtió el juez. -

 

            Eso acalló los murmullos. Entre tanto un par de alguaciles acondicionaron a toda prisa el estrado con dos sillas. Kerria tuvo que reprimir una sonrisa pensando.

 

-Esos filtros de apariencia que tienen nuestros trajes son geniales. Mejores incluso que los de nuestras madrinas y a ellas no las reconocieron nunca. Claro que ellas sí que modifican su apariencia física al transformarse en sailors.

 

Aunque pronto se centró en su cometido. Esas mujeres fueron requeridas a prestar juramento por un alguacil cada una y al unísono. Lo hicieron sobre una Biblia. Eso lo aprovechó Orton para comentar.

 

-Debido a que desconocemos su nacionalidad sería poco fiable hacerlas jurar por la Constitución de los Estados Unidos. Espero que ustedes tengan creencias que, en conciencia, les permitan dar su palabra en nombre de Dios.

-Por mi parte las tengo. - Afirmó la Dama del Trueno con voz que sonaba grave. -

-Lo mismo digo. - La secundó su compañera justiciera que añadió con un tono más sedoso. - Y si lo prefiere Señoría, podemos jurar por la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

-Gracias, me basta su palabra. De todos es conocida su reputación como luchadoras por el bien. - Replicó el juez, quien ahora se dirigió hacia Kerria. - Señorita Malden. ¿Va a interrogar a las testigos por separado o al mismo tiempo?

-Con el permiso de su Señoría, será mejor y más práctico hacerlo indistintamente y a la vez. - Respondió la abogada que pasó ahora a comentar. - Señor Juez y apreciada colega de la defensa. Así como partes participantes en esta causa. Antes de comenzar advertiré que ambas justicieras gozan de un acuerdo de inmunidad firmado y ratificado por el gobierno de los Estados Unidos en pro del cual no está permitido preguntarles sobre si poseen otras identidades ajenas a las conocidas por todos como luchadoras. Así como de otros asuntos de índole particular o que puedan suponer un perjuicio para ellas y sus actividades en pro de la defensa de este planeta. Tengo una copia de ese documento por si alguien en la sala desea examinarlo.

-No es necesario. El gobierno de nuestra nación sabe de su existencia y lo reconoce como legítimo. - Replicó Tera. -

-Por mi parte también conozco ese documento y no me saldré de sus términos. Señoría. - Añadió Kerria. -

 

Ahora fueron sus dos amigas las que tuvieron que evitar una sonrisita. Antes de que la señorita Malden comenzase a “interrogarlas”.

 

-En tal caso, y con permiso de su Señoría. - Comentó la letrada recibiendo un asentimiento por parte de Orton. - Comenzaré por la Dama del Trueno. Señorita, dígame. ¿Es cierto que participó usted junto a su compañera en una intervención frente a llamémosles, elementos perturbadores para la paz, ayer noche?

-Sí, es cierto. - Replicó la interpelada. -

-Señorita Dama del Viento. ¿Eso es así? - Quiso saber Kerria, tratando de no sonreír. -

-Lo es. - Aseveró su interlocutora esbozando una tenue sonrisa por su parte. -

-Si no es lesivo para su labor o perjudicial para ningún inocente. ¿Podrían indicarnos cuál fue el objeto de esa misión? ...Por favor, que responda cualquiera de las dos.

-Tratábamos de desbaratar una operación de un grupo criminal que opera en suelo norteamericano. Tenemos permiso para ello, en virtud del tratado que ha mencionado usted. - Repuso la Dama del Trueno. -

-Asimismo confiscamos pruebas que demuestran algunas cosas que tienen relación con este caso.  Y las facilitamos a las autoridades pertinentes en función de nuestros acuerdos de cooperación.  - Añadió la Dama del Viento. -

-Muy bien. Dichas pruebas me fueron entregadas a mí y yo las he compartido con la defensa, en virtud de mi obligación a mantener en todo momento la verdad y la integridad de este proceso. - Declaró Kerria. -

 

 Y entonces miró a su colega en una implícita invitación para corroborarlo.

 

-Sí, así es Señoría. - Admitió Tera tras levantarse y volverse a sentar en su silla. - La representante del señor Cortés puso en mi conocimiento todas las evidencias.

-Esas mismas pruebas le han sido entregadas al FBI y a otras instituciones del país para que investiguen los posibles riesgos que entrañen para la seguridad nacional. - Comentó Kerria afirmando con rotundidad. - En ellas se exonera a mi representado de cualquier tipo de comportamiento o actitud delictiva, que suponga traición, sedición o ánimo de conspirar contra su país. Invalidando por lo tanto las alegaciones del Gobierno para denegar su petición. Muchas gracias, Señoría. No tengo más preguntas.

 

            Fue el turno de Tera que se levantó enseguida y dirigiéndose a las testigos comenzó a su vez.

 

-Señoritas, para que conste en el acta oficial. Y si eso no interfiere con las cláusulas de confidencialidad aprobadas en el acuerdo de cooperación que tienen signado con los gobiernos terrestres.  ¿Guardan ustedes alguna relación con las famosas guerreras de la Justicia, también conocidas como las princesas planetarias?

-Somos sus aliadas y colaboramos en ocasiones para proteger al mundo. - Declaró la Dama del Viento. -

- ¿Rinden ustedes obediencia a los Soberanos de la Tierra por encima de cualquier otra obligación?

-No, no somos sailors, ni tampoco princesas planetarias, somos justicieras. - Replicó la Dama del Trueno. -

- ¿Serían tan amables de aclararnos la diferencia? Para que conste. - Insistió Tera. -

-Por supuesto. - Fue el turno de la Dama del Viento, qué explicó. - Las sailors o princesas, tienen un juramento de lealtad para con los soberanos. Nosotras les estimamos y respetamos como cualquier otro ciudadano de este planeta, pero no les debemos obediencia alguna más allá del respeto estrictamente institucional.

- ¿Debo entender que son ustedes ciudadanas de la Tierra? - Inquirió la abogada. -

-No podemos confirmarlo ni desmentirlo, en función del documento que citó antes la letrada del demandante. - Repuso la Dama del Trueno. -

-Pero nuestra lealtad está en la defensa de los derechos y de la libertad de todas las personas. - Añadió su compañera. -

-Muy bien. – Asintió Tera que concluyó. - Por parte de la defensa no hay más preguntas. Mi cliente confía en las testigos y acepta su palabra.

 

            Orton asintió indicándoles a las justicieras.

 

-Muchas gracias por su presencia. Pueden ustedes retirarse cuando gusten.

 

            Así lo hicieron ambas entre los aplausos de los asistentes al juicio. Una vez más el magistrado tuvo que llamar al orden. Al fin la ovación cesó. Las luchadoras se marcharon de la sala. Su Señoría tomó la palabra.

 

-Oídos todos los testimonios es momento para las conclusiones. Su turno, señorita Malden.

 

            Kerria asintió poniéndose en pie una vez más y comenzando su discurso en tanto caminaba por el estrado despacio.

 

-Señoría, estimada colega, partes representadas, damas y caballeros. Lo han podido escuchar por boca de unas reputadas y valerosas mujeres cuya honestidad y compromiso están fuera de toda duda. La misma defensa lo ha admitido sin objeción. Hay pruebas de que mi cliente es inocente y, por tanto, de que las trabas que la administración le había impuesto para concederle lo que justamente ha demandado no tienen lugar de ser.  Así pues, ahora únicamente nos resta apelar al concepto de justicia en sí mismo. Muchas personas se oponen y se opondrán a los deseos del señor Cortés en base a lo que denominan preceptos religiosos y convicciones morales. Nosotros mismos hemos presenciado como varios de estos testigos, incluido uno de la defensa, han jurado sobre las Sagradas Escrituras. En ellas, si no recuerdo mal, se dice que la homosexualidad no es natural. Pero se describe a una serpiente que habla, a gente que vuelve de entre los muertos, a un hombre que camina sobre el agua y a una virgen que tiene un bebé.

-Tenga usted mucho cuidado, abogada. Podría acusarla de desacato y de falta de respeto a la libertad de creencias. - La advirtió el juez. -

-No tengo la menor intención de faltar al respeto a la fe de muchos millones de personas. Yo misma fui educada en la fe católica. - Replicó Kerria que prosiguió. - Es más. Creo firmemente en lo que ahí dice puesto que se ha demostrado como verdad. Y me explicaré. Todas ellas son ciertas hoy día a tenor de los avances de la ciencia.

 

            Eso logró que los murmullos volvieran a llenar la sala. Tras unos cuantos golpes de mazo por parte del juez estos finalmente se acallaron. La abogada prosiguió de modo imperturbable para justificar esas palabras.

 

-Bien…Les aseguro que conozco a algunas personas que podrían jurar sin mentir el haber hablado con serpientes o seres similares. Hoy día, se logra reanimar a gente clínicamente muerta. Todos hemos presenciado las evoluciones del Guerrero Dorado surcando el cielo o a la misma reina Serenity elevarse en el aire y flotar. Siendo sin duda capaces de caminar sobre el agua con esa misma técnica. Y por supuesto que hay muchas mujeres que, gracias a la fecundación in vitro, pueden concebir sin perder su virginidad. Nada de eso es imposible ya. Quizás en esas lejanas épocas alguien fuera capaz de hacerlo. Y yo añado también. La homosexualidad no es una conducta natural… Según lo veamos, claro. Pese a que yo misma soy homosexual y no tengo la impresión de ir contra natura. Tampoco es algo nuevo, se remonta a la noche de los tiempos. Es de suponer entonces que las personas que quieren a otras de su mismo sexo han sido creadas por el mismo Dios. Porque eso, Señoría, damas y caballeros, me lleva a mi última reflexión. El sexo de los ángeles. Verán, si yo les preguntase ¿Qué sexo tienen los ángeles? ¿Cuál sería su respuesta? - Hubo un espeso y perplejo silencio en toda la sala que duró varios segundos, la propia Kerria sonrió y se encargó de romperlo declarando. - Nadie lo sabe. Quizás no tengan, o quizás puedan adoptar el sexo que deseen. No sé si eso será o no natural. Puede que para ellos sí. O puede que únicamente importe el amor con el que el Creador les ha imbuido. A ellos y a todos nosotros. Luego, si los propios ángeles son capaces de eso y nadie lo ve mal. ¿Por qué debemos plantearnos prejuicios cuando hablamos de seres humanos? ¿Es distinto eso de lo que mi cliente quiere hacer con su vida?... Nada más. Muchas gracias…- Remató para sentarse junto a Enzo. -

 

            Tras más murmullos que fueron muriendo esta vez sin intervención de Orton, el juez dio la palabra a Tera.

 

-Gracias Señoría. - Repuso la joven quien, aproximándose ahora al estrado, comenzó. - Verán. Debo confesar que mi colega me ha dejado estupefacta. Este caso ha pasado por varias etapas, aunque jamás creía que fuéramos a llegar a la metafísica en estado puro. Sin embargo, tengo que darle la razón en un aspecto. Su cliente ha quedado oficialmente exonerado de sospecha. Es más, el Gobierno está en deuda con él. Las pruebas que sustentan estas afirmaciones no pueden ser reveladas dado que forman parte de secretos que comprometen la seguridad nacional. Y están así clasificadas. No obstante, dado que fueron las Justicieras, quienes las obtuvieron sin violar ningún acuerdo, ni atentar en modo alguno contra ninguna institución oficial, no estando ellas sometidas a restricciones en cuanto al silencio y la obligación de no revelar secretos oficiales de esta nación, es mi obligación como abogada y la de su Señoría, como juez, la de tomarlas en consideración. Ese es el acuerdo que alcancé con mi colega. A cambio de entregar esas evidencias a la custodia del Gobierno éste las admite como válidas para apoyar la reclamación del Capitán Cortés. Eso es todo.

 

            Ahora fue Tera la que retornó a ocupar su asiento. Orton mantuvo silencio durante unos tensos y agónicos minutos. Al fin se dirigió a ambas partes.

 

-Muy bien. Tras oír a las letradas y sopesar las nuevas evidencias y circunstancias esta es mi decisión. Debo dictaminar, y así por consiguiente fallo a favor del demandante. Condeno al Gobierno a pagar las costas del proceso, a sufragar los tratamientos y las operaciones que fueran precisas para continuar el cambio del Señor Cortes y a readmitir a éste con su rango de capitán del ejército de tierra de los Estados Unidos, si él así lo deseara. Declaro el caso cerrado. - Y tras un golpe de mazo se levantó, lo mismo que el resto de los presentes, para salir de la sala. -

 

            Enzo se abrazó a su abogada lleno de júbilo. Kerria sonrió. Aunque no del todo feliz. Ahora tocaba quizás la parte más difícil.

 

- ¡Eres fantástica! - La alabó el chico. - Sabía que no me equivocaba al confiar en tu prima y en ti. Muchas gracias.

-No hay de qué. Bueno. Ahora tenemos que reunirnos con Kathy. - Repuso Kerria sin demasiado entusiasmo. -

-Vale, pero ¿Dónde se ha ido? - Quiso saber su contertulio. -

-Tuvo que ir a buscar a los testigos. Entre ellos a tu novia. Ella te espera en la sala de juntas. - Le informó la abogada. -

-Sí, vamos. - Afirmó el joven con alborozo. - Lo sentí mucho cuando me dijiste que tendría que declarar. Pero ahora se alegrará tanto como yo al saber el resultado.

 

            Kerria le siguió tras dar un largo suspiro. En efecto, Jackie estaba allí, junto con Katherine e incluso Tera y el propio juez Orton. Ninguno habló hasta que Enzo se abrazó con su novia incluso se besaron sin recato haciendo sonreír a la reportera. Aunque fue tras separarse de aquel beso cuando el juez tomó la palabra.

 

-Le felicito señor Cortés.

-Muchas gracias Señoría. - Repuso educadamente él. -

-Sí, es estupendo. Ahora podremos hacer nuestros sueños realidad. - Afirmó Jackie. - ¡Volverás al ejército!

-Bueno, a decir verdad. No estoy ya tan seguro de querer hacer eso ya. - Comentó el joven. -

- ¡Pero es tu vida!  Luchaste mucho para entrar en él. - Opuso la muchacha. - Lo necesitas…

- ¿De veras? - Terció entonces Tera dejando sorprendida a la pareja. - Más cuando agregó, con un falso tono reflexivo. - Me pregunto quién lo necesita más. Si el señor Cortés, o usted, señorita Bonet.

 

            La chica pareció palidecer a ojos vistas, aunque fue Enzo quién se encaró con la letrada para preguntar con tono entre atónito e irritado.

 

- ¿Qué quiere decir con eso?...

-Quiero decir que su novia, y lamentándolo mucho, es una espía. - Contestó Tera dejándole perplejo e impactado. -

- ¡Eso es una estupidez! - Replicó finalmente el joven. - No tiene ningún sentido.

 

            No obstante, fue la propia Kerria quién terció con tono abatido para apoyar a su colega.

 

-Mucho me temo que es verdad. Lo siento Enzo.

-Pero ¿pero que dicen? ¿Yo una espía? ¡Eso es una tontería! - Se defendió la muchacha con un tinte de voz rayano en la indignación. Sobre todo, al afirmar. - Pueden registrarme e investigarme. Seguro que lo han hecho y que no…

-No hemos encontrado nada. - Completó Tera para añadir. - Claro que no. Usted y los suyos son mucho más inteligentes que eso.

-Sí, desde luego que lo son. - Intervino Katherine. -

-Ustedes están mal de la cabeza. - Replicó Jackie ahora con un tono que distaba mucho de ser su agradable tinte de voz habitual. - ¡Malditas luna…!

 

            Pero ahí se calló, quizás tratando de evitar cometer un error. Demasiado tarde, cuando fue Kerria la que terminó esa palabra en su lugar.

 

-Lunáticas. Ese es el apelativo que los de la Luna Negra dan a los que simpatizan con los soberanos Serenity y Endimión. ¿Verdad? Perteneces a esa organización.

- ¿Y qué si no me gustan los soberanos y sus amigos? - Espetó la joven. - ¿Es que es obligatorio?

-Pero Jackie. - Trató de calmarla Enzo. -  Tranquilízate, seguro que hay una explicación. No puede ser. - Agregó ahora mirando a Kerria y a su colega abogada de modo alterno. - Tienen que estar equivocadas.

-Me gustaría estarlo en esta ocasión. - Replicó Tera abriendo la puerta de la sala, para llamar a alguien. - Caballeros…pueden intervenir.

 

            A su requerimiento dos tipos trajeados y que mostraron placas de agentes del FBI procedieron a detener a Jackie en tanto le leían sus derechos. Sin embargo, fue Kerria quien les interrumpió comentando con tono severo.

 

-Ahórrenselo. En virtud de la ley antiterrorista esta señorita ha perdido el privilegio de ser considerada ciudadana de los Estados Unidos.

 

El asombrado Enzo trató de mediar, pero fue Kathy quién suavemente le sujetó de un brazo. El atónito joven no podía creer lo que estaba pasando.

 

- ¿Alguien, por favor, podría explicarme qué demonios está sucediendo?

 

Fue Tera la que mirando a su colega de profesión la instó a hacerlo. En tanto los federales esposaban a la chica que pareció dejar de resistirse resignándose a los hechos. Jackie estaba totalmente desarbolada. Recordaba cuando aquella mujer periodista fue en su búsqueda y la convenció para declarar nunca pudo imaginarse eso. Incluso llegó a prometerle que todo saldría bien. Estaba en una habitación de hotel lista para regresar a su casa. Entonces llamaron a la puerta.

 

- ¿Quién es? - Quiso saber observando por el agujero de la mirilla. -

- ¿Señorita Bonet? ...Me llamo Katherine O´ Brian. Estoy haciendo un reportaje sobre el caso de Enzo Cortés y ayudándole en su juicio.

 

            Entonces abrió…desde luego esa mujer era imponente y muy atractiva. Solamente esperaba que Enzo no se hubiese fijado mucho en ella, habida cuenta de la reputación que tenía.

 

-Bueno. - Pensó no sin algo de sorna la muchacha. - Quizás lo que ésta busca, él todavía no se lo pueda dar. -

 

            Aunque sin querer parecer maleducada sonrió preguntando con tono cándido.

 

- ¿Qué desea usted de mí?...

-Me envía su abogada, me ha pedido que le diga que su testimonio sería muy importante.

- ¿Mi testimonio? - Se sorprendió la joven. -

-Sí, eso me contó la señorita Malden. - Repuso aquella reportera. - El señor Cortés le ha dicho que usted es su pareja y que podría hablar bien de su lealtad.

-Claro que sí. - Se apresuró a responder. - Estoy a su disposición.

 

            Aquella mujer sonrió complacida. Jackie lo hizo también. De ese modo ella quedaría totalmente protegida. ¿Quién sospecharía de la abnegada novia del acusado? Sobre todo, cuando declarase a favor de él. ¡Sería perfecto para su misión! Entonces las duras palabras de la propia periodista la devolvieron a la dura realidad.

 

-Se creyó usted muy lista…pero no lo era tanto como pensaba.

-No sé de qué me habla. - Contestó la aludida mirando con desafío a su interlocutora. -

-No entiendo nada. ¿Qué está sucediendo aquí Jackie? ¿Por qué dicen esas cosas? - Quiso saber su novio. -

-No tengo ni idea. Querrá hacer uno de sus reportajes sensacionalistas a mi costa. - Mintió la aludida no sin sarcasmo. -

-Verás Enzo. Yo te lo explicaré. - Terció Kerria, con la atención de todos los presentes ahora puesta en ella. - Al principio estaba tan perpleja como tú. Pero alguien me dijo que me fijase en una cosa. ¿Trajiste lo que te pedí?

 

            El desconcertado muchacho al principio no sabía de qué le estaba hablando su letrada. Entonces lo recordó. De un bolsillo extrajo ese pendrive con forma de cabeza del ratón Mickey y se lo entregó a su interlocutora. A su vez Tera sacó un extraño aparato que emitía una luz rojiza y un zumbido que se acrecentó en presencia de aquel objeto.

 

-Éste es un pendrive muy especial. - Les refirió a todos Kerria. - Tiene un sensor oculto que copia y transmite los datos por un canal de sub frecuencias. En otras palabras. Tal y como venía en parte de esa documentación que las justicieras confiscaron y entregaron al FBI, era capaz de hacer de hacker y copiar archivos de cualquier ordenador, por muchas medidas de seguridad informáticas que éste tuviese. De hecho, el antivirus no lo detectaba.

- ¡Entonces, las filtraciones en mi puesto se debían a eso! - Exclamó el impactado joven. - Con razón sospecharon de mí. Ness no estaba tan errado después de todo. - Remachó con amargura. -

-En efecto. Tu novia te regaló varios de esos aparatos equipados con esa tecnología. Pero al comenzar a detectarse fugas en la información por parte de los servicios secretos, el cerco se fue estrechando. – Comentó Kathy que añadió. - Digamos que mi hermano es militar y trabaja en la inteligencia del UNISON.  No podía darme detalles, pero si una explicación general del asunto. Aunque no pudiera detectarse la fuga, los espías y agentes infiltrados que tienen en la Luna Negra les confirmaron que esta organización poseía información que solamente podía haber sido obtenida de tu puesto, Enzo. Lo siento.

-Sí, datos que también me dio a mí. - Añadió Kerria. - Y alguien me dio la clave, al principio no comprendí – Sonrió ahora musitando casi. - Ratón Mickey malo, le hará daño al hombre que es como el angelito.

 

            Eso último le vino a la memoria, fue aquel día cuando su sobrino Asthel se lo susurró al oído.

 

- ¡Es un niño increíble! Prometió que me ayudaría y vaya si lo hizo. - Pensaba asombrada. - No sé cómo puede hacer eso…

 

            Y asimismo estaba esa reflexión sobre el código rojo.

 

-El coronel Ness, lo supiese o no, estaba tratando de dar una lección al espía. Al no estar seguro de que fuera Enzo, decidió pese a todo ir por él. De esta manera lograría dos cosas. La primera, castigar al traidor si es que Enzo lo era, la segunda, dar una advertencia a cualquier otro y, al mismo tiempo, hacerle sentir seguro.

-Claro. Al ir por Enzo, el verdadero traidor se confiaría en ese aspecto.

-Pero lo que el coronel jamás pudo imaginar, como el resto de nosotros, era que ese traidor no estaba infiltrado dentro porque no le hacía falta. - Sentenció Kerria. -

-Admito que fue usted muy inteligente, señorita Bonet. - Añadió Tera. -

 

Ahora fue Enzo quien con tono entristecido y decepcionado se dirigió a su novia.

 

-Por eso me regalaste tantos de esos pendrives.

-Sí. - Admitió ella ahora con tono serio, para añadir evidenciando pesar. - Perdóname. Nunca quise hacerte daño.

-Ya, claro. Solamente me has usado para obtener información. - Replicó él moviendo la cabeza con una mezcla de desaprobación, dolor y enfado. - Fingiste que me querías y que me apoyabas durante todo este tiempo. Para que pudiera volver a mi puesto y seguir espiando.

-Eso no es cierto. Al principio quizás sí, pero lo que testifique en el juicio era verdad. ¡Te quiero! - Insistió la muchacha llorando ahora. - Pensé que perderías y por eso te dije que lo olvidases y que nos fuéramos…

-Lo siento. - Musitó él, luchando ahora por no llorar. -  Pero ya no puedo creerte, Jackie. Si es que te llamas realmente así.

-En eso nunca te mentí. - Se defendió la joven. - Aunque si lo hice tras dejar la academia. No me fui. ¡Me echaron cuando en los informes de rendimiento me descartaron! Estaba resentida con ellos. Luego, me uní a la Luna Negra. Y lo hice porque tras escucharlos, creo que es cierto eso que dicen. Los soberanos quieren dominarnos y someternos a su voluntad.

-Pobre de ti. - Suspiró su interlocutor que ahora sentía incluso más lástima que enfado hacia la que consideraba ya su ex novia. - Lo siento mucho. Verás. ¿Recuerdas esa oferta de la que te hable? Pues me la hicieron unos amigos de los soberanos. He podido tener el honor de conocerlos en persona. Y no son para nada como tú crees. Te han lavado el cerebro.

-¡Noo!- Aulló ella ahora, siendo sujetada férreamente por esos dos agentes. - ¡A ti sí que te lo han lavado! …Te has convertido en otro de sus lacayos…

-Llévensela. - Ordenó Tera a los agentes que así lo hicieron arrastrándola fuera de la sala en tanto ella gritaba y pataleaba. - ¡Enzoo! ¡Te quierooo!

 

            El joven se tapaba la cara con ambas manos para llorar al menos con un poco de dignidad. Kathy enseguida posó una de sus manos en el hombro derecho del chico para tratar de animarle.

 

-Lo siento. Pero debes seguir adelante y olvidar. Pasa página. Ahora podrás cumplir tu sueño.

-Es cierto. - Convino Kerria también entristecida por él. - ¡Ánimo, amigo!

 

            Fue Orton quién no queriendo importunar con su presencia se despidió a su vez. Tera le siguió, tras saludar a su colega.

 

-Una vez más, Kerria. Has sido una dura oponente. Aunque celebro que en esta ocasión hayamos acabado jugando del mismo lado.

 

            La interpelada se limitó a sonreír. Ambas se estrecharon la mano y la que había sido representante del Gobierno se marchó. Fue Kathy la que, tras abrazar a Enzo con patente afecto declaró.

 

-Mi reportaje se emitirá la próxima semana. Estás invitado a verlo en el plató, Enzo. Me gustaría entrevistarte allí. Los padres de la difunta Karen han prometido que vendrán. Seguro que esta noticia de tu victoria en el tribunal les alegrará.

-Sí, acorde con la ley has sentado un precedente legal. ¡Enhorabuena! - Le felicitó Kerria. -

 

            El chico pudo enjugarse las lágrimas y asintió. No sin emoción para musitar.

 

-Ahora si me disculpáis quisiera estar un rato a solas…

 

Ambas muchachas lo comprendieron perfectamente saliendo de la sala. Kerria suspiró tomando la palabra una vez estuvieron por los pasillos del juzgado.

 

-Ha sido duro y difícil, pero la justicia ha prevalecido.

-Bien por mi primita la abogada. ¡Ja, ja! - Rio ahora Kathy poniendo una voz engolada y pretendidamente grave en imitación de su contertulia. – Dígame, señorita Dama del Trueno…

- ¡No me lo recuerdes! No sé cómo no me tronche de risa allí mismo. - Sonrió su prima que entonces quiso saber. - ¿Y Amatista?

-Ya se tuvo que marchar. Se quedó solamente para acudir a declarar. Aunque oficialmente ella, Asthel y Maray partieron ayer en la lanzadera con rumbo a Bios. Menos mal que mi hermano pudo transportarse con ella. Eso de la translación instantánea es toda una ventaja. Deberíamos pedirles que nos enseñaran…

- ¡Como si no tuviéramos ya bastantes cosas de las que ocuparnos! - Se rio Kerria ahora. - En fin. Vamos a ver si Enzo está mejor. Ha sido muy duro para él.

-Es verdad. - Convino su interlocutora. - Pero en cuestión de desengaños el tiempo lo cura todo…

 

            Y su prima asintió. Ambas volvieron al cabo de unos minutos a esa habitación. Sin embargo, no encontraron a su amigo allí. En su lugar vieron una nota de éste dirigida a ambas.

 

Queridas Kerria y Katherine. Perdonadme por estas apresuradas letras, pero no tengo mucho tiempo. Sois dos personas fantásticas. Habéis luchado para que la verdad y la justicia prevalezcan. Os estoy muy agradecido. Desafortunadamente no podré asistir a tu programa, Kathy. No es ni muchísimo menos porque no lo desee, pero los soberanos me han hecho una muy buena oferta que no puedo rechazar. Os lo explicaré.  Al poco de salir vosotras de esta habitación, aparecieron la princesa Chiba y sus guerreras Asteroides con su tele portación. ¡Gracias a Dios que no rompieron nada esta vez! Me trajeron un pliego de sus majestades. Ya están al tanto de la sentencia y me han ofrecido la posibilidad de ser agregado de la embajada del reino de Neo Cristal Tokio en el planeta de la princesa Kakyuu. Es un grandísimo honor que he aceptado gustoso. Así, de paso, puedo aceptar también la invitación de las guerreras Star Light. Y puede que incluso les pida ayuda para acelerar mi cambio. Ahora que, según me has dicho Kerria, he sentado jurisprudencia. Un “leading case” lo llamaste, ¿no es así? para otras personas en la misma situación que yo. Espero poder volver a veros algún día o bien si alguna vez me necesitaseis, buscadme y estaré encantado de ayudaros. Si no fuera así, un fuerte abrazo y mi agradecimiento eterno e incondicional. Os deseo felicidad y ánimo en vuestras encomiables batallas en defensa del bien. Mis estimadas justicieras.

 

                                                                       Firmado, vuestro amigo para siempre.

 

Capitán Enzo Cortés. Agregado a la Embajada del Reino de Neo Cristal Tokio en Kinmoku

 

Las dos se quedaron atónitas, aunque se alegraron mucho por él. ¡Seguro que todo le iba a ir muy bien!

 

- Pero ¿cómo se han podido enterar tan pronto? - Se preguntó Kerria en voz alta. -

-Está claro que tienen sus recursos. O bien lo suponían. - Elucubró Katherine. -

-Quizás el mismo Enzo les haya estado informando. - Sonrió la abogada. -

-Es un tipo fantástico. - Alabó Kathy. -

-Sí…como dijo Asthel, el hombre que era como el angelito…

- ¿Qué quieres decir? - Quiso saber su atónita prima. -

-Cuando hice mi alegato final…- Sonrió su interlocutora. -

-Ya... ¡ja, ja!… con aquello del sexo de los ángeles. Ahora lo comprendo. Lo tenías todo pactado con la abogada defensora. Sino de qué te ibas a haber enrollado con eso. - Se rio Kathy. -

 

            Aunque para su sorpresa su contertulia movió la cabeza y replicó con tintes misteriosos, aunque divertidos.

 

-No fue solamente eso. Es que mi sobrino me dio la pista. Con eso del ratón Mickey en alusión al pendrive… y con mencionar a su ángel. ¡Le comparó con Enzo! Siendo todavía un niño tan pequeño no sabe lo que es una persona transexual, pero quizás si tiene esa imagen de alguien capaz de parecer de un sexo y ser del opuesto. O de no reflejar a ciencia cierta ninguno. Y me dijo. Ayuda al señor que es como el angelito. El ratón Mickey le hará daño.

-La verdad, ese niño no deja de asombrarme a veces. - Suspiró Kathy al darse cuenta de lo que eso significaba. - ¿Cómo podía saber él?

-Prima, mejor no investigar eso…-Sonrió Kerria moviendo la cabeza. - Sabes tan bien como yo que a veces hay cosas que conviene dejar estar.

 

Su contertulia asintió. Con ese convencimiento se despidieron. Días después el reportaje que Katherine había elaborado con partes del juicio, testimonios y declaraciones de Enzo, los padres de la difunta Karen y otros muchos, fue todo un éxito. Los emocionados padres de la difunta chica les dieron las gracias de todo corazón. La periodista entrevistó incluso a su prima Kerria que explicó las repercusiones que esa sentencia marcaba a efectos legales para la comunidad transgénero y transexual. Como broche final las Ky-Kat cantaron alguna que otra de sus melodías favoritas. En especial una que a Kathy le gustaba mucho de una cantante con la que incluso guardaba cierto parecido. Además, de dedicársela a la fallecida Karen, deseaban hacerles un guiño a unos amigos de un lejano planeta…

 

Aguanta un momento en el tiempo
Y mira a los cielos
Y estamos congelados en luz
No pasa un segundo


Es un soñar despierto
¿Sosteniéndome? 
Tú nunca sabes realmente
Hasta que lo sabes


En un parpadear de ojos
Los corazones se unirán.

Somos uno 
Encuéntranos bajo la Luz de las estrellas,

La Luz de las estrellas

La Luz de las estrellas


Podría morir
Aquí mismo en tus brazos


Somos uno
Capturados aquí bajo la Luz de la estrella

La Luz de las estrellas

La Luz de las estrellas


¡Oh!, porque esta noche
Hemos hallado el Cielo en la oscuridad

No hay silueta en mi mente
Es solo tú y yo 
Y la estrella brilla
Los cuerpos están ciegos


Es tan natural
Irrompible
Nunca te dejaré ir


Dejarte ir
Mano en mi mano
Aquí hasta el final

Somos uno 
Encuéntranos bajo la luz de la Estrella

 

Luz de la estrella

Luz de la estrella

Somos uno
Capturados aquí bajo la Luz de la estrella

 

La Luz de las estrellas

La Luz de las estrellas


Oh, porque esta noche
Hemos hallado el Cielo en la oscuridad

Como el Nuevo día surge
Perdido en nuestro abrazo
Somos uno

Somos uno
Capturados aquí bajo la Luz de la estrella

 

La Luz de las estrellas

La Luz de las estrellas


¡Oh!, porque esta noche
Hemos hallado el Cielo en la oscuridad

(Starlight. Sophie-Ellis Bextor. Crédito al autor)

 

Y ya en el planeta Kinmoku el capitán Enzo Cortés, invitado en la corte de la princesa Kakyuu, pudo al fin ver aquel programa. Sonrió complacido. Su anfitriona y las Star light lo disfrutaban a su lado, sentados en unos cómodos sillones en las estancias particulares de la Princesa.

 

-Ha sido una canción muy hermosa. - Valoró Enzo. -

-Sí y todo un detalle por su parte, que se llamase Starlight. El título no podría haber estado mejor elegido. - Sonrió a su vez Seiya. -

-La reina Serenity nos contó que eran unas chicas estupendas y no se equivocó. - Afirmó Yatén.-

-Desde luego tienen talento, eso no se puede negar. - Convino Taiki que añadió dirigiéndose a su princesa. - ¿Y a vos que os ha parecido, Alteza?...

 

            La aludida se tomó unos breves instantes para responder y lo hizo con una gran sonrisa en tanto balanceaba su cabello pelirrojo peinado en unos caprichosos aros.

 

-Es tal y como ha dicho el señor Cortés. Una canción maravillosa. Se percibe la luz de la esperanza en ella. Un resplandor que nos hace mucha falta. Y ahora que todo ha terminado bien y que está usted aquí, capitán…quisiera cumplir la promesa que le hicieron mis guerreras cuando le conocieron en la Tierra.

 

            Ahora fue Enzo quien asintió pareciendo sopesar su contestación hasta que finalmente declaró.

 

-Bueno Alteza… es una proposición realmente magnífica. Me siento muy honrado y la valoro en todo el honor que me hacéis… no sé yo si merezco algo así…Y por favor. Llamadme, Enzo.

-Os puedo asegurar, princesa, que lo merece. - Terció Seiya. - Demostró un gran sentido del deber y de la honestidad. La propia Odango se quedó perpleja y admirada…

-Seiya...- Le reconvino Yatén moviendo la cabeza. -

-Bueno, quise decir la reina Serenity. - Se sonrió el aludido haciendo que el resto el imitase. - Y el resto de la corte también se asombró. Hasta esa presuntuosa de Urano…

-No empieces. - Suspiró Taiki.-

 

            Aunque todos guardaron silencio cuando fue la soberana de aquel mundo la que tomó la palabra dirigiéndose a su invitado.

 

-Ya ha podido usted ver que las cosas son más complicadas de lo que de por sí sabía. Señor Cortés, quise decir, Enzo. - Recordó sonriendo levemente para añadir. - En este mundo, pero sobre todo en el que tenemos bajo nuestra protección, el planeta Nature, han pasado y pasan muchas cosas y a buen seguro que seguirán ocurriendo otras. Necesitamos personas valerosas y de buen corazón. Por eso le pregunto ¿Aceptará unirse a nosotros?...

 

Enzo no replicó enseguida, y cuando lo hizo pudo decir con un tinte reflexivo.

 

-Señora…es algo que, si no os importa, me gustaría pensar con detenimiento. El mero hecho de ser agregado en la embajada del reino de la Luna en vuestro planeta ya es un honor suficiente para mí. Pero comprended que primero desearía llevar a buen fin mi historia…

 

La princesa Kakyuu asintió despacio. Lo comprendía muy bien gracias a lo relatado por su invitado y a la crónica que acababan de ver. La lucha de Enzo y esas dos mujeres que tanto contribuyeron a concienciar a toda la sociedad sobre aquello con un reportaje de gran interés.

 

 

 

 

 

 

 



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