sábado, 26 de diciembre de 2015

GWHC33 La dificil misión de una reina

Para Sarah y Claudia dos las más grandes fans de Sailor Moon, con mucho cariño…espero que esta visión de mi historia por parte de vuestra heroína favorita os guste…

La difícil misión de una reina

Parte 1

Aquel día sería de gran trascendencia para todos. A pocas fechas para la Navidad finalmente había llegado el momento. Iba a revelarse oficialmente al mundo. Lo había hecho ya de modo evidente cuando, ayudada por su hija y por la reina de la Luna Nueva, y el resto de sus amigos, rechazase aquella terrible amenaza. Las cámaras la grabaron y su rostro salió a la luz. Ya no podía seguir viviendo de forma anónima.

-No, eso ya no me es posible. Sabía que este momento llegaría. Y tras todos los esfuerzos y los acuerdos que hemos sellado, debo rematar la tarea. - Se arengó.-

Y es que, tras unos días desde aquello, preparaba su intervención ante la Asamblea de las Naciones Unidas. Le quedaban tan solo unas pocas horas. Rebuscaba en su despacho. Aquel que podía usar en las instalaciones de la Masters Corporation. En el que había desempeñado su labor como asesora para la fundación del magnate al tiempo que le servía como centro de reuniones para todas aquellas complicadas relaciones interplanetarias que debía de mantener.

-Creo que las puse por aquí.- Pensaba mientras revisaba en su mesa.-

Estaba abriendo un par de cajones en busca de las cuartillas en las que tendría que redactar su discurso ante los representantes del mundo. Aunque no fue un blog lo que encontró, sino un pequeño cuadernillo. Uno que había llevado hacía tiempo.

-¡Mi diario! –Exclamó entre sorprendida y emocionada.- Aquí fui apuntando todo desde que vencí a Caos. Ni recordaba haberlo traído aquí.

            Sintiendo curiosidad por algo que había escrito hacía ya unos años, tomó asiento en ese cómodo sillón de cuero que tenía. Con nostalgia abrió ese librito y leyó…

-Me llamo Usagi Tsukino, tengo casi veinte años, estoy comenzando la universidad para licenciarme en ciencias políticas y psicología. ¡Al menos eso espero! Aunque pese a lo complicado de los estudios ese sea el menor de mis problemas. También soy Serenity, la heredera del reino del Milenario de Plata de la Luna y futura reina de la Tierra. Y mucho me temo que esta parte de mí cada vez va ganando más fuerza. Desde hace ya unos años…

            Al menos eso escribía la muchacha en su block de notas. Suspiró, por aquel entonces eso de comenzar un diario le había parecido una idea algo tonta. Sin embargo, quizás le viniera bien para ir recapitulando lo sucedido en esos últimos años. Serenity lo recordaba bien. Pensaba en sí misma diciéndose desconcertada en tanto hacía memoria…

-¿Cómo proseguiré? ¡Ah, claro!- Sonrió apartando esas largas coletas rubias suyas de la mesa.- Todo comenzó cuando tenía catorce años…entonces una gata, llamada Luna…

            Había anotado durante un buen rato sus pasadas peripecias. En tan solo un par de años habían pasado  muchísimas cosas. De ser una cría llorona e infantil pasó a convertirse en una poderosa guerrera y una auténtica princesa. A ejercer de amiga, de madre, de novia y de aliada o enemiga, según el caso, para un gran número de personas.

-Bueno, ¿por dónde seguiré? ¡A ver si lo pongo todo!- Se dijo en voz alta.- Que luego siempre hay algo que se me olvida…
- Y ya lo creo que lo puse. O al menos lo intenté.- Pensaba ahora en tanto proseguía la lectura.-

            Recordaba sus batallas contra los generales del Reino de la Oscuridad y la malvada reina Beryl. A los extraterrestres Ail y Ann, a las cuatro hermanas Ayakashi que pelearon contra ella y al resto de la familia de la Luna Negra y ese malvado nigromante. Después vendrían el grupo de las Brujas Cinco y su doctor. Algo más tarde el Circo de la Luna Muerta y su soberana, la reina Neherenia, para concluir con las sailor Ánima mates, sin ir más lejos. Estas fueron las secuaces de Galaxia, dominada entonces por ese maligno ente llamado Caos. Y todo aquello lo había hecho con el apoyo y la valentía de sus amigas y compañeras…

-Sí, primero tendría que poner algo sobre las chicas. –  Reflexionó.- ¡O me matarán! Sobre todo Rei… seguro que iba a decir que soy una egoísta o tal…Bueno, empezaré por orden. Según nos conocimos.

            Y escribió…

La primera de las chicas fue Ami Mizuno. La Guerrera representante del planeta Mercurio que controla el agua. Una gran estudiante. Es algo tímida al principio, pero una vez se la conoce es una estupenda amiga. Su sueño es convertirse en una gran doctora. Y va por buen camino, tiene las mejores notas del país.

-Hoy día nuestra querida Ami- chan lo ha logrado. Es una de las mejores cirujanas y doctoras del mundo. Todo un orgullo.- Pensó llena de contento por su amiga.-

La siguiente en unirse al equipo fue Rei Hino, la Guerrera Marte, con el poder del fuego. ¿Qué decir de ella?... es terca, malhumorada y a veces retorcida. Pero en el fondo tiene un gran corazón y es una chica realmente valerosa. Dispuesta a todo por sus amigos…

-Sí que le hice justicia.- Pensó divertida.- Para que luego diga que no soy objetiva. Pese a sus defectillos, es estupenda y una gran amiga.

Sonrió sin poder evitarlo al escribir esto último. Era cierto. Discutía con Rei más que con cualquiera pero las dos se querían muchísimo. En los momentos más bajos y más duros siempre estuvo a su lado. Su amiga había estudiado en el colegio femenino Santa Ana, que era católico. Pese a que la chica era sacerdotisa de un templo sintoísta, el santuario Hikawa. Más tarde pasó a la Universidad, a estudiar teología y filosofía, evidenciando a su vez un interés bastante grande por la rama de políticas que también abordó. No en vano su padre era un prominente miembro del gobierno.

-Bueno, es curioso que al final decidiera estudiar eso, teniendo en cuanta que siempre culpó a la política de la forma de ser de su padre. Lamento que los dos apenas sí se vean.
           
            Mejor olvidar eso, pertenecía a la vida privada de Rei y Usagi sabía bien lo que le dolía a su amiga cuando ese tema salía a la luz…

-En fin… luego llegó Mako-chan.

            Makoto Kino, la Guerrera representante del gran planeta Júpiter con el poder del trueno.  Físicamente hace honor a ese gigante gaseoso, ella es espectacular. Fuerte, dura, al menos en apariencia. No obstante, una vez penetrada esa coraza podía encontrarse a una jovencita femenina, tímida y muy hacendosa. Gran cocinera. Deseaba montar un negocio que combinase la floristería con la restauración, sus dos grandes pasiones. Cuando acabó la secundaria planeó estudiar diseño floral y algo de marketing.  En eso estaba ahora. Y con su primera tienda y cafetería.

-¡Qué bien! Siempre que tengo tiempo es estupendo pasarse por algún Flowers & Flavours que tiene a tomar alguna de sus estupendas tartas.- Se relamía ahora, para pensar con algo de apuro.- ¡Menos mal que me perdonó el error del nombre en el cartel.-

Y es que se acordó de cuando Mako-chan estaba con su primer negocio. Y le pidió a ella el favor de llamar a un cartelista y darle el nombre de la tienda para que pudieran ponerlo en la fachada.

-Se lo hubiera debido de haber encargado a otra. Ya sabía que el inglés no era lo mio.- Suspiró Usagi.-

            Se equivocó al deletrear la palabra Flavours, dando una w en lugar de una v. Al final, así quedó ese letrero.

-Pero la pobre Makoto, lejos de enfadarse conmigo me dijo que le gustaba la idea. De este modo su tienda sería realmente exclusiva.- Rememoró sonriendo.- ¡Pobre! Dejó ese error en el cartel de su primer negocio, aunque luego sí puso correctamente el de los demás…

Finalmente, la última de las interiores que se nos unió. Aunque ella comenzó incluso antes que nosotras, despertando primero como guerrera. Minako Aino. La Guerrera Venus del amor y la belleza. Es muy parecida a mí.

-¡Si Mina-chan leyera esto me estrangularía!- Se dijo en voz alta sin poder evitar reír, más al agregar.- Pero es cierto. ¡Somos casi idénticas!

            Al menos en su entusiasmo, su capacidad de hacer el tonto y tener dos gatos.

-¡Sí que lo éramos! – Se rio también ahora.- Aunque de eso haga ya mucho tiempo…pese a todo tuvimos algunos graves desencuentros.- Suspiró.- Afortunadamente las cosas se arreglaron en cuanto pude explicárselo todo a ella y a las demás.

            Y prosiguió leyendo con auténtico interés…

No solo somos similares físicamente. En este aspecto lo somos tanto que incluso una vez tuvo que suplantarme. De hecho, ella controla la energía con sus rayos concentrados y es la protectora y escolta personal de la princesa de la Luna. O sea de mí. Se la eligió precisamente por nuestro parecido. Para desconcertar al enemigo incluso llegó a asumir el papel de princesa cuando apenas habíamos despertado en este mundo. Es muy atlética y le apasionaba jugar al voleibol. Le encantaría ser un ídolo y una estrella de cine. Ahora estudia arte dramático y canto. Anda de prueba en prueba, espero que tenga suerte.

-Y al final lo logró.- Meditaba ahora, para continuar.-

Bueno. También están la Guerrera Urano, la Guerrera Neptuno, la Guerrera Saturno y la Guerrera Plutón. Las exteriores que son las protectoras del sistema solar. Montan guardia en el primer cinturón defensivo. Son respectivamente Haruka Tenou, Michiru Kaioh, Hotaru Tomoe y Setsuna Meioh. Unas chicas excelentes, aunque van más a su aire. Haruka gran deportista, campeona de motociclismo. Michiru es una artista maravillosa, toca el violín como nadie y pinta realmente bien. Hotaru está terminando ahora la secundaria. Es muy amiga de Chibiusa, vive esporádicamente con su padre y la esposa de éste, con la que no congenia mucho. Aunque hay un buen motivo para ello.

-Mejor dejar eso a un lado.- Decidió.-

Y Setsuna, bueno…ella era astrónoma y tuvo la ocasión de ir realmente a una lejana estrella, cuando contrajo matrimonio. Ahora es la soberana de un mundo. En fin. Eso lo contaré en otro volumen. En éste en cambio, quisiera céntrame en lo sucedido tras la difícil victoria que tuvimos contra Caos. De hecho, tras ayudar a Galaxia a purificarse ella misma se ocupó de devolver todas las semillas estelares. La paz había retornado no solamente a la Tierra, sino a todo el sistema solar y a la Vía Láctea. Mamo-chan, mi novio y futuro esposo, y yo, nos las prometíamos muy felices…e iba siendo hora de que mi familia fuese informada oficialmente de nuestra relación… ¡y vaya si lo fue!..

-Esa tarde no se me olvidará nunca.- Sonrió.-

Parte 2

Dejó el diario a un lado y volvió a suspirar. Todavía recordaba aquel día. Cuando al fin llevó a Mamoru a conocer oficialmente a sus padres. Fue al poco de derrotar a Caos. Y recordó haberle dicho a su novio.

-Vamos, venir a mi casa a conocer a mi familia no puede ser peor que enfrentarse a Galaxia. ¿No crees?
-No sé, no sé. Galaxia no iba a ser mi suegra. -Musitó él que parecía un poco reacio.-

            Ella le miró con ojos entornados y expresión acusatoria, Ante lo cual, Mamoru se apresuró a sonreír de forma un poco tonta y a agitar las manos para decir.

-Era una broma. ¡Pues claro que estoy deseando ir!

 Y por lo menos cumplió. El chico llegó puntual, con un ramo de rosas rojas(al menos eso no le costó mucho conseguirlo) y una botella de buen vino para el padre de Usagi. Nada más llamar toda la familia le aguardaba alineada en el vestíbulo. Fue la propia muchacha quién abrió.

-Buenas tardes.- Sonrió él.-
-Pasa, pasa. Te estábamos esperando.- Afirmó ella, con un tinte de nerviosismo en su tono, que en vano trataba de ocultar.-

            Aunque fue Ikuko, una mujer de mediana edad, atractiva aun y de larga melena oscura con reflejos entre malvas y azulados, la madre de Usagi, la que primero se aproximó sonriendo de modo cordial para saludar a ese apuesto joven.

-Vaya, ya teníamos ganas de volver a verte. Hace ya mucho tiempo ¿verdad? La otra vez tenías mucha prisa.
-Sí,- sonrió él algo azorado tratando de excusarse.- Lo siento, es que…, tenía cosas muy urgentes que hacer.
-Pero por fin, hoy podremos conocernos un poco mejor.- Replicó su suegra en ciernes, para agregar con aprobación.- Y eres muy puntual.
-Cosa que no puede decirse de mi hermana.- Susurró maliciosamente Shingo, al oído de la aludida.-

            Aquello no le sentó precisamente bien, pero se contuvo. El idiota de su hermano pequeño no iba a arruinar ese momento. Con sus doce años estaba  comenzando con la adolescencia. Había crecido tanto ya que era más alto que ella, y casi como la madre de ambos. Sin embargo, seguía siendo un crío.  Además, Usagi estaba mucho más preocupada de lo que su padre tuviera que decir. Y efectivamente, en tanto el recién llegado era hecho entrar en el salón e invitado a sentarse, fue Kenji, el cabeza de familia, un hombre de gafas, pelo moreno y casi de la estatura de Mamoru, quién le saludó con un tono analítico. El padre de Usagi, sin dejar de escrutarle con una mirada que no parecía demasiado amistosa, comentó.

-De modo que usted es el pretendiente de mi hija…
-Sí, sí señor.- Pudo replicar el aludido que se sentía realmente incómodo con la mirada que percibía de aquel hombre.- Encantado de conocerle.

            Le ofreció la mano que aquel tipo estrechó, aunque pasados unos instantes no parecía querer soltársela. Aquello estaba yendo demasiado lejos, afortunadamente intervino la madre de Usagi.

-Kenji.  Hazme el favor, ve a la cocina a por unas tijeras. No puedo abrir este paquete de galletas.- Le pidió con tono jovial.-
-Claro. - Replicó el requerido soltando la presa que estaba haciendo sobre la mano de su invitado.- Enseguida vuelvo…-Añadió casi como si le ametrallase con las palabras.-
-Tienes que disculpar a mi marido. - Sonrió conciliadoramente Ikuko para explicar.- Mucho trabajo y muchas preocupaciones.  Es periodista y todo lo analiza como si de una noticia de primera plana se tratase. Y por esta vez no se lo censuro, ¡ja, ja! No es cosa de todos los días que un joven tan apuesto como tú se presente como el novio formal de nuestra Usagi-chan.
-No, no…no se preocupe.- Casi tartamudeó el chico, para afirmar.- Lo comprendo perfectamente.
-Dime una cosa.- Le preguntó Shingo con un talente amistoso, que, enseguida se ocupó de matizar a modo de pulla para Usagi.- ¿Cómo un tipo tan atractivo como tú sale con una chica tan poca cosa como mi hermana? Seguro que podrías tener a la mujer que quisieras…
-¡Shingo! – Estalló la aludida que no se recató esta vez de darle un buen capón.-

            Y en tanto éste se frotaba el incipiente chichón, e Ikuko trataba de poner paz, la propia Usagi añadió de modo indignado aunque también con un matiz de reivindicativa satisfacción.

-Estoy mucho más solicitada de lo que tú te crees. ¡Para que te enteres!

            Desde luego, no pocos habían intentado ligársela, por las buenas o por las malas. Aunque eso ya pertenecía al pasado. Su auténtico amor estaba allí, resoplando al ver esa escena. Para terminar de arreglar aquello Kenji retornó con las tijeras requeridas.

-Aquí tienes, cariño.- Declaró afectuosamente.-

            Pero antes de entregarle el útil a su esposa no se recató en abrirlas y cerrarlas de forma ostentosa ante su huésped según sentenciaba.

-A ver qué tenemos que cortar por aquí…espero que nada que se haya descontrolado.

            Mamoru tragó saliva ante aquella tan poco sutil indirecta. Menos mal que Ikuko, haciendo de anfitriona ejemplar, le ofreció unos dulces con el té.

-Los he hecho yo misma.- Comentó la mujer tratando de cambiar de tema y correr un tupido velo sobre esas palabras tan poco afortunadas de su marido.- Espero que te gusten.

            El invitado enseguida probó uno y asintió. Declarando con patente sentimiento.

-¡Están deliciosos! Es usted una gran cocinera, señora Tsukino.
-¡Ya podrían aprender otras!- Se rio Shingo que no parecía haber escarmentado de su anterior experiencia.- Será que esa habilidad no se hereda…

            Usagi estaba roja como un tomate, deseando estrangular a su hermano allí mismo, pero decidió refrenarse. Aquello iba camino del desastre. Más incluso cuando su novio convino en eso casi sin darse cuenta.

-Sí…
-¿Cómo que sí?- Exclamó incrédulamente ella dirigiendo ahora su enfado hacia el desconcertado chico.-
-¡No!, digo, que bueno, que sí que están exquisitos…me refiero a los dulces, claro.- Se apresuró a matizar él.-

            Aunque su novia ya le miraba de reojo con patente enfado, el hermano de la misma se reía a carcajadas sin poder evitarlo, el padre observaba la escena con gesto desconfiado y la madre sonreía tontamente, para decirle, con voz algo achantada y cara de circunstancias a su envarado invitado.

-¿Un poco de té?...
-Gra… gracias.- Fue capaz de decir el chico alargando su temblorosa mano con la taza.- Es usted muy amable…

            Y en tanto le servía, Ikuko como de costumbre, se ocupó de apaciguar los ánimos declarando…

-Estamos muy contentos de tenerte aquí.  Has demostrado querer  de verdad a  nuestra hija. Ya es mucho tiempo el que lleváis juntos. Me gustaría, si no te importa claro, que nos contases algo sobre ti…

            Y esas palabras obraron el milagro. Se hizo el silencio. Tanto Kenji como Shingo estaban ahora atentos a las palabras de su invitado. La propia Usagi quería escuchar a su novio. Éste, tras sopesar durante unos instantes que iba a responder, tomó finalmente la palabra.

-Bueno, estoy en la universidad, estudiando medicina. Hace un año quise ir a los Estados Unidos, pero no fue posible. Quizás lo haga cuando transcurra este curso. Es una dura prueba, pero confío en que podremos superarla.- Sonrió.-

            Su novia sonrió a su vez ahora. Eso le trajo agridulces recuerdos. No podía olvidar como su amado llegó incluso a perder la vida durante esa separación. Siendo la primera víctima de aquella diabólica versión de Galaxia. Menos mal que luego todos pudieron volver a resucitar al recobrar sus semillas estelares.  Ahora se sintió algo tonta por todo el revuelo que había formado.

-Cuando el amor es de verdad. Se pueden salvar todas las pruebas. Como nos ha pasado a Kenji y a mí. ¿No es cierto, cariño?- Inquirió la mujer a su esposo.- Hemos superado todos los obstáculos y las adversidades…
-Sí, claro, que sí, querida.- Se apresuró a corroborar él, afirmando ahora con tintes de complicidad a su atónito interlocutor.- Si vieras como me miraba a mí el padre de mi mujer…creía que deseaba matarme, ¡ja, ja!…

            Ahora fue su esposa la que dedicó al padre de Usagi una mirada entre la sorpresa y la reprobación. Éste enseguida hizo un espacio con las manos para afirmar entre jocoso y apurado.

-¡Que era broma, cariño!…
-Bueno. ¿Y tus padres conocen ya a mi hermana?- Quiso saber Shingo.-

            Aquí el gesto de su invitado se ensombreció, pudo responder con una débil sonrisa sin embargo en tanto bajaba la mirada.

-Desgraciadamente mis padres murieron en un accidente de coche cuando yo tenía seis años. A resultas del mismo perdí también muchos de mis recuerdos.

            Ahora sí que la familia Tsukino observó a ese joven con pesar. Shingo deseó que la tierra le tragara en ese mismo momento por aquella metedura de pata. Ikuko no pudo evitar emocionarse un poco, su lado maternal salía nuevamente a relucir. En cuanto a Kenji, lamentó el haber sido tan poco cortés y tan injusto con ese pobre muchacho. Fue el primero en reaccionar.

-¡Vaya, cuanto lo siento! Tuvo que ser muy duro para ti, sobre todo a una edad tan temprana.

            Mamoru sonrió levemente, con un rictus de tristeza. Para añadir.

-Me crie con unos familiares y en cuanto pude me independicé. Quise estudiar medicina. Descubrir nuevos remedios. No sé, creo que siendo niño pensaba que, de haber sido un gran doctor, habría podido salvar a mis padres…

            La propia Usagi tenía los ojos humedecidos ahora. La verdad es que Mamoru no hablaba mucho de su vida. Al menos de la que había tenido tras su reencarnación. Ella por lo menos tenía una familia que la rodeaba con su cariño. Aunque muchas veces discutieran. De hecho, si lo pensaba, era muy afortunada comparándose con el resto de su grupo de amigas y su prometido. Él acababa de relatar su tragedia. Makoto perdió asimismo a los suyos en similares circunstancias. Rei se quedó sin su madre también a una muy tierna edad y apenas sí veía al autor de sus días, un ocupado y escurridizo político. Por su parte Ami tenía a su progenitora, pero ésta se divorció de su esposo y la muchacha apenas sabía nada de su padre, pese a que la escribiera y la enviase cuadros pintados por él de vez en cuando. Solamente Minako tenía a los dos igual que ella. Aunque los viese poco. El padre de su amiga Venus viajaba también mucho y su madre trabajaba fuera, si mal no recordaba. De modo que pudo intervenir, con más optimismo ahora.

-¡Mamoru es un gran chico! Sé que me quiere mucho. Y yo a él. Nos lo hemos demostrado de muchas maneras.

Parte 3

            Aunque de nuevo fue el padre quién, tras observar con recelo al joven preguntó a bocajarro.

-¿Se puede saber qué maneras han sido esas?...
-Bueno, papá.- Pudo replicar la muchacha, consciente de aquella metedura de pata. Aunque supo mantenerse digna en tanto sentenciaba con una falsa naturalidad. - Siempre de forma inocente y gentil. Somos demasiado jóvenes…
-Claro que sí, ¡vaya una tontería he pensado, ja, ja, ja! – Se rio forzadamente Kenji llevándose una mano a la nuca. –

            Ahora todos estaban visiblemente ruborizados. Usagi decidió que mejor no seguir por ahí. Más valía que sus padres ni sospechasen las cosas que ella y Mamo-chan habían hecho a esas alturas. Por suerte Ikuko volvió a acudir al quite. Recordando una anécdota.

-Nuestra hija tiene  mucha gente estupenda que la aprecia. ¿Te acuerdas de hace unos días cuándo esa vendedora de cosméticos tan simpática vino a casa? Ayer mismo  hablé con unas vecinas sobre sus cremas. ¡Son fantásticas!…
-Sí, Cooan-chan. - Sonrió la muchacha.- Sus hermanas y ella llevan una tienda de cosméticos y belleza muy cerca de aquí.
-Se pasó por casa y me trajo el muestrario. –Añadió Ikuko.- Una chica muy agradable y muy bien educada. Fíjate que antes de que llegases tú ya me había explicado las bondades de sus productos y estábamos charlando…

            Eso fue cierto, era una tarde de hacía ya algún tiempo. Las cuatro hermanas llevaban tan solo unos meses en sus nuevas vidas y parecía que se las apañaban bien. Usagi había retornado como casi siempre, de enfrentarse a sus enemigos de entonces. Con gesto algo cansado pero animada en lo esencial. Al entrar en casa y tras saludar en voz alta como era su costumbre, se dio cuenta de que su madre estaba sentada en el sofá, conversando con una atractiva mujer que llevaba un vestido color fucsia oscuro y un gran y bonito sombrero en tono crema cubriendo su largo y oscuro cabello algo ensortijado y con reflejos violetas. Enseguida supo quién era.

-¡Cooan-chan! –La saludó con jovialidad.-¿Cómo tú por aquí?
-¡Usagi-chan! - Replicó ésta esbozando una gran sonrisa y poniéndose en pie de inmediato.- ¿Así que vives aquí?
-¿Os conocéis?- Se sorprendió Ikuko alternando la mirada entre ambas.-
-Sí, es una buena amiga mía.- Le explicó su hija.- Hace poco que sus hermanas y ella abrieron una tienda de belleza.
-Beauty Quartete.- Añadió tímidamente Cooan.-
-Es muy interesante, sobre todo para mujeres como yo que ya vamos teniendo una edad.- Comentó la madre de Usagi no sin cierto pesar.-
-¡Oh, está usted bellísima, señora! - Afirmó la diligente vendedora en tanto declaraba.- Aunque para mantenerse más joven aun y agradar a su esposo, unas cremitas nunca vienen mal.
-No sé yo si mi esposo se fijará mucho en eso ya.- Suspiró la mujer llevándose las manos a ambas mejillas con tintes de resignación.-
-¡Pues claro que sí, mamá!- Intervino enérgicamente Usagi.- Confía en Cooan-chan. De vez en cuando hay que sorprender un poco a los hombres y cuidar nuestra apariencia. No podemos quejarnos de que no nos presten atención si no lo hacemos

            La señora Tsukino miró sorprendida a su hija, podría decirse que la vendedora hizo lo mismo. Al final, Ikuko convino en eso y le encargó a su visitante unas cremas.

-Por ser usted buena clienta y la madre de una amiga le haremos un descuento especial.- Le prometió la alegre muchacha.-
-Te lo agradezco.- Sonrió su interlocutora.-
-Bueno, si me disculpan he de marcharme ya.- Repuso la joven.- Tengo varias casas de este barrio todavía por visitar.
-Es una pena. ¿No querrías tomar un té?- Le ofreció la dueña de la casa.-
-Es usted muy amable, pero no puedo retrasarme.- Replicó la vendedora.-
-Por cierto. Antes de que lo olvide. Encárgame también unas cremas de esas hidratantes para mi hija. Tiene la piel un poco seca.- Le solicitó Ikuko.-
-¡Mamá!- protestó Usagi.- Mi piel está perfectamente.- Aunque enseguida corrió a mirarse en el espejo del recibidor y a sujetarse ambos mofletes para apretarlos con los dedos en tanto musitaba.- Bueno, o quizás no tanto…
-Eso es por el estrés.- Le explicó Cooan, para aconsejarla de modo cordial.- Si llevas una vida con sobresaltos al final te pasa factura Usagi-chan. Tienes que relajarte.
-¡Qué más quisiera! – Suspiró ésta para relatar.- Pero ya sabes. Exámenes, exámenes, líos, líos, más exámenes…

            Delante de su madre no podía ser más precisa, aunque Cooan la observaba dándose cuenta de que, evidentemente, había algo más. Al poco las dos salieron, la vendedora se despidió de la madre de Usagi que, muy amablemente, le dio una lista con amigas y vecinas que podrían estar interesadas en sus productos….

-Desde luego, que esa joven era muy agradable. Nos hicimos clientas habituales. Y cada vez que voy por su tienda ella y sus hermanas son amabilísimas conmigo. - Comentaba Ikuko saliendo de aquellos recuerdos, a la par que su hija.-
-Sí, mamá.- Convino Usagi, que le dedicó una mirada de reojo a su novio que asintió.- ¿Verdad Mamoru?
-Por supuesto. – Aseveró él.- Muy buenas chicas ella y sus hermanas…

            Su novia pensaba no sin algo de sorna y regocijo al hilo de aquello…

-Sí, si exceptuamos las veces que quisieron quemarnos, congelarnos, golpearnos con un látigo, electrocutarnos y matar a Chibiusa, son de lo más agradables. Bueno… eso fue en sus otras vidas y fueron engañadas. Ahora…tras haber pasado por momentos muy duros y difíciles, son muy felices cada una con sus propias familias…

            Pero pese a eso, se sonrió. Pensaba nuevamente en aquel día. Lo que su madre no podía saber es  que ella acompañó a Cooan a la puerta y charlaron un poco más. La vendedora enseguida le preguntó no sin preocupación, nada más salieron a la calle.

-¿Va todo bien? ¿Tenéis algún problema? Ya me comprendes…
-Tranquila, no es nada que no podamos solucionar.- Comentó más desenfadadamente ella.-
- Me alegra oír eso. ¿Qué tal está Chibiusa?- Se interesó Cooan.-
-Regresó al futuro, y luego volvió a visitarnos.- La informó.-
-Espero que un día pueda saludarla.- Deseó su interlocutora.- Ahora estamos trabajando muchísimo y apenas si tenemos tiempo para nada más.
-Me hago cargo.- Afirmó su contertulia.- Empezar de cero debe ser muy difícil.

            La joven asintió y entonces comentó con animado optimismo.

-¿Sabes una cosa, Usagi-chan? Gracias a tu hija del futuro y a vosotras me di cuenta de que me gustaban mucho los críos. Tanto mi hermana Bertie como yo nos hemos matriculado en la universidad a distancia para sacarnos el título de maestras.
-¡Vaya, eso es genial!- Exclamó su contertulia.-
-Si, en cuanto pueda iré a ver a Rei y se lo contaré. Tenemos pendiente un almuerzo.
-Seguro que le vas a dar una gran alegría.- Declaró Usagi.- Te aprecia muchísimo.
-Como yo a ella.- Aseveró su interlocutora.- Bueno, si necesitáis cualquier cosa. Ya sabes dónde estamos. Me alegra mucho haberte visto. Tu madre es una mujer muy simpática.- Comentó Cooan.-
-Lo mismo digo. Adiós, cuídate.- La despidió.-

            Su amiga se alejó en pos de otras casas que visitar. Usagi suspiró. No podía decirle nada de las batallas en las que andaban metidas ella y sus compañeras guerreras…

-Hija. ¿En qué piensas?- Le inquirió su padre, haciendo que retornase al momento que compartía con su novio y la familia.-
-Nada, papá. En que tengo que estudiar mucho. Los exámenes de fin de curso no serán fáciles.- Comentó.-

            Tanto su padre como su hermano y su madre abrieron unos ojos desmesurados. Fue el propio Shingo el que, con una preocupación que parecía genuina, le preguntó.

-Hermanita. ¿Te encuentras bien?...
-Pues sí.- Repuso ella que reparó ahora en las miradas que todos, incluido el propio Mamoru, le estaban dedicando.- ¿Se puede saber por qué me miráis de esa forma? - Quiso saber agregando convencida.- Ya tengo  dieciséis años. Soy casi una adulta. Debo comportarme con seriedad y encauzar mi vida…no puedo ser una niña siempre. Hay que labrarse un porvenir…

            Ahora la apertura ocular de sus parientes alcanzó incluso mayores niveles. Su hermano pequeño apenas podía apartar la vista de ella, realmente estupefacto por lo que escuchaba. Incluso llegó a musitar entre asombrado y lleno de temor.

-De verdad…no me volveré a meter contigo…me estás asustando. Dime que estás bien…
-Sí, hija mía.- Convino Ikuko, para agregar casi del mismo modo.- Estas cosas dichas así, por ti, de repente…
-¡Mi niña!- Pudo remachar Kenji con patente tono de inquietud mezclado con algo de orgullo.- Lo que sea que te ocurra a nosotros nos lo puedes decir…

            Era la muchacha la que estaba anonadada ahora. ¡Estaba diciendo aquello muy en serio! ¿Pero qué les pasaba a su hermano y a sus padres?  En fin, debió suponer que ella no había sido nunca un ejemplo de seriedad y madurez precisamente. Al menos de cara a su familia. Por fortuna intervino su novio que declaró, haciendo asentir al resto.

-Esa es una postura muy madura que te honra.

            Y sin aguardar otro comentario, el joven invitado les dijo a todos de modo muy educado y cordial.

-Han sido ustedes muy amables, les agradezco mucho esta velada.- Se levantó haciendo una inclinación de cortesía para remachar.- Confío en poder volver a verles pronto.
-Ten eso por seguro. - Replicó el padre de su novia que añadió.- Si has logrado hacer cambiar así a mi hija, cuentas con todas mis bendiciones, muchacho.
-Es cierto. ¡Eres un mago! ¡Jamás creí que pudiera llegar a escuchar a la tonta de mi hermana hablar como si tuviera sesera! - Se rio Shingo volviendo a su acidez habitual.-

            Usagi ya se estaba poniendo colorada una vez más, y ahora sí que iba a agarrar a ese mocoso para darle una buena tunda, pero se detuvo para escuchar con la misma expresión de sorpresa y emoción que el resto de sus familiares, cuando Mamoru declaró.

-Tu hermana es una chica muy especial. Puede que a veces no lo parezca, pero es fuerte y tiene una serenidad y una bondad fuera de lo común. Ha hecho mucho por muchas personas. Y todos la quieren y la respetan muchísimo. Tiene grandes amigos. No lo olvides, si algún día estás en apuros, ella siempre estará ahí para ayudarte. A ti, su querido hermano, con mayor razón.

            Shingo y Kenji estaban con la boca abierta, Ikuko por su parte sonreía de forma luminosa. La propia Usagi tenía lágrimas en los ojos, se abrazó enseguida a su novio.

-¡Mamo-chan, eso ha sido muy bonito!…
-Eres un gran chico. Vuelve cuando quieras.- Le ofreció Ikuko.-
-Sí, es cierto muchacho.- Convino Kenji.- Tras conocerte un poco mejor me dejas más tranquilo. Nuestra Usagi está en buenas manos.
-Son ustedes muy amables. Ha sido un placer para mí.- Replicó él haciendo una leve inclinación.-

Parte 4

            El resto de la familia Tsukino correspondió a la misma y el joven terminó por despedirse. Salió de la casa acompañado por su novia. Ella le dijo con los ojos arrobados.

-¿Lo has dicho de verdad? ¿Crees todas esas cosas sobre mí?
-¡Claro que sí!- Sonrió afectuosamente él que añadió. – Todo eso y mucho más. Ya te he dicho muchas veces que te amo más que al universo.
-Muchas gracias, Mamo-chan, yo también te amo así a ti.- Suspiró ella abrazándose al chico.-
-Sé que tu familia te ha considerado una niña algo llorona y todo eso.- Comentó él.- Pero si tus padres y tu hermano supieran quién eres de verdad y todo lo que has hecho…

            Aunque ella no le dejó continuar, su alegre expresión mudó ahora hacia otra más pesarosa y pudo musitar.

-Desgraciadamente eso no puede ser. No deseo involucrar a mi familia. Sabes tan bien como yo que tenemos un destino que nos aguarda. Y lo que dije ahí en el salón es cierto. Siento algo dentro de mí. A lo largo de tantas batallas he ido aprendiendo y madurando. Pero ahora es una sensación diferente. Es como si otra persona que hubiese estado dormida en mi interior estuviera poco a poco despertándose y tomando el control.
-Es Serenity.- Afirmó su interlocutor que a su vez confesó.- A mí me pasa algo parecido. Noto que Endimión gana terreno, cada vez más. Pese a todo sigo queriendo estudiar para acabar la carrera de medicina…y estoy convencido de que él también anhela que lo haga.
-Y yo, aunque nadie de mi familia me creyera también deseo estudiar, tener una vida contigo, pero no como soberanos. ¡Al menos todavía no! –Replicó ella con tintes ahora de consternación.-  Quiero que tú y yo… y nuestras amigas tengamos la posibilidad de cumplir nuestros sueños de esta vida. No de la anterior. Pero por desgracia presiento que un nuevo peligro nos acecha. ¡Uno muy grave!…
           
Al menos eso había percibido. Ahora volvía de ese recuerdo. Dejó de escribir. Pensaba en que tuvo aun que transcurrir casi un año, tras derrotar a Caos, para que aquello comenzara a manifestarse. Las hermanas pidieron esa beca que les fue concedida para ir a estudiar a los EE.UU. Fue entonces cuando  empezó a tener esas extrañas pesadillas. Su novio le confirmó que él las sufría a su vez. Recordó como los dos conversaban sobre aquello. Ocurrió un día, en el piso de él. A dónde la joven había comenzado a acudir de modo más que frecuente. Ya le quedaba muy poco para su ceremonia del “seijin no hi”. Su mayoría oficial de edad japonesa. Y eso parecía haber activado aún más sus percepciones. Dándola una certeza sobre quién era ella realmente y lo que debía de hacer. Así lo hablaba con Mamoru.

-Es curioso, en mi sueño, una figura de hábito negro que maneja un gran libro se me aparece, pero no dice nada. Únicamente señala ese libro. Y es como si yo misma pudiera leer algo. Cosas que van a suceder…y tengo una responsabilidad, la de asegurarme de que sucedan…
-Me pasa lo mismo.- Le confesó su interlocutor.-
-Las chicas no han tenido ninguno de esos sueños. Ni siquiera Rei.- Comentó Usagi que de un modo más decaído, añadió.- Y no me atrevo a decírselo. Al menos aun no…porque creo que eso nos arrastrará a otro desafío. Puede que el más grave que jamás hayamos tenido. ¡Y me asusta!
-Pienso como tú. Y sin embargo también siento que es nuestro ineludible deber.- Declaró Mamoru.- Y que será algo muy duro y difícil que enfrentar.
-Ella me lo está diciendo también. Serenity está emergiendo.- Sentenció la muchacha.- La razón de Estado. El otro día, sin ir más lejos, hablaba con Ami y le pregunté sobre ese tema…

            Con la atención de su novio puesta en ella, le contó…

            Tras una tarde de verse y tomar un helado, las dos muchachas paseaban de regreso a casa. Ami estaba muy cambiada, esa chica tímida y reservada, gran estudiante, había adquirido una enorme sabiduría y también, por qué no decirlo, una apreciable belleza y desenvoltura. Con esa media melena de tono azul oscuro, casi moreno ya.  Ahora iba a entrar pronto en la facultad de medicina, tras esos excelentes resultados en sus pruebas. Hablando sobre ello, la aspirante a médico comentaba llena de felicidad.

-Mi madre se siente muy orgullosa, y mi padre también. Se ha enterado y me envió un cuadro precioso de un paisaje. Y una nota en la que me anima a alcanzar mi sueño.
-Eso es estupendo. Lo celebro.- La animó Usagi, quién sin embargo no parecía estar ahora muy feliz.-
-¿Qué pasa, Usa-chan?- Quiso saber Ami a quién no escapó esa expresión.- ¿Algún problema?
-Ya sabes que los estudios no son mi fuerte. – Le comentó la interpelada, para añadir.- Sin embargo, me he estado esforzando últimamente. Quiero entrar en la facultad de ciencias políticas y después cursar psicología. Para ser la reina del futuro, tengo que saber de esas cosas. Y el otro día estaba tratando de estudiar cuando leí una sentencia que me preocupó.
-¿Cuál?- Le inquirió su amiga.-

            Y tras hacer memoria, su contertulia recitó.

-En materia de Estado, el fin justifica los medios.
- Esa frase es de Nicolás Maquiavelo.- Repuso Ami haciendo gala de su sapiencia una vez más.-  De su obra el Príncipe. Significa que cualquier cosa es lícita para asegurar el poder. Pero no debes tomarlo tan al pie de la letra. Lo escribió en el siglo dieciséis.
-Ya, pero… ¿Tú estás de acuerdo con eso?..-Quiso saber su atribulada amiga.-
-No lo sé.- Admitió Ami encogiéndose de hombros para afirmar.- A primera vista no. Tú sabes perfectamente que hemos debido tomar muchas decisiones difíciles durante nuestras luchas contra el mal. Sobre todo tú. Sin embargo, jamás te vi apartarte de tu moral y de tus buenos sentimientos. Y siempre tuviste razón. De modo que no creo que tengas que inquietarte.- Remachó sonriendo de modo tranquilizador.- Confío en que harás lo correcto cada vez que debas elegir.

            Eso alivió mucho a su interlocutora, no obstante ahora, regresando de aquellos momentos, le decía a Mamoru con semblante cariacontecido.

-Mucho me temo que algún día sucederá. Tendremos que seguir esa regla, nos guste o no… Y puede que, como me dijo Ami, hacer lo correcto conlleve sacrificios muy duros para algunas personas.
-Mirar el cuadro a una gran escala y no los detalles.- Añadió Mamoru asimismo con pesar.- Eso implica desapegarse de las personas y hasta ponerlas en riesgo. Incluso de las que quieres y tienes más cercanas. Por un supuesto bien mayor…
-No me gusta eso de la razón de Estado.- Sentenció la muchacha.- Pero si estamos destinados a ser soberanos, ¿cómo podremos ignorarla?.

            Desde luego que aquello llegaba a inquietarla e incluso desagradarla bastante, pero al mismo tiempo cada vez comprendía más que no siempre se podrían hacer las cosas a gusto de todos o evitando dañar a nadie. Menos si cabía cuando de gobernar se tratase. Y si bien esa contingencia no se les planteaba todavía, a buen seguro que ese día llegaría. De hecho, a partir de ese momento los acontecimientos se precipitaron. Ahora hacía memoria. Bertie y Cooan viajaron a EE.UU, allí conocieron a dos chicos realmente estupendos. Sus hermanas mayores Petz y Karaberasu les enseñaban las fotos que las dos chicas las enviaban cuando quedaban todas a tomar algo en el Crown o en el Santuario Hikawa. Después Rei y Ami viajaron allí, junto con ella misma, al requerimiento de sus amigas. Un mal desconocido se manifestó, tal y como se le había augurado, a tenor de los sueños que tuvo. Le surgió la ocasión de conocer a esos dos muchachos, Roy Malden y Thomas Alan Rodney. Muy buenos chicos, con un papel muy importante a desempeñar. Sobre todo en el caso de Roy, quién, al igual que sus amigas antaño, fue dominado por las fuerzas del mal. Usagi, Ami, Rei, junto con Cooan y Bertie lograron rescatarle de las mismas y obtener un valiosísimo aliado. Y tras unos meses llegó finalmente ese instante tan temido por ella. Pese a que su corazón y sus sentimientos la dictaban lo contrario, tuvo que dejar abandonadas a sus amigas y a las otras dos hermanas que acudieron también a América.

-Yo supe perfectamente lo que iba a pasar.- Se decía aun con sentimiento de culpa.- Pero no podía hacer nada para cambiarlo. Tenía que suceder de ese modo. Y además esa otra nueva amenaza que surgió paralelamente me obligó a tomar decisiones igualmente difíciles….como Serenity, no como Usagi... Realmente ahora ya no sé quién soy de las dos.

            Por fortuna todo salió bien, y supo que hizo lo que debía. Pese a que aquello le costara en un principio la incomprensión, la reprobación e incluso el conflicto con las demás chicas. Sus amigas y compañeras guerreras. Después llegó la victoria y el reencuentro con otros antiguos enemigos, ahora convertidos en amigos y aliados. Recordaba uno de aquellos sueños de forma muy vívida. Uno que aconteció antes de que aquello comenzara.

-Es más, eso no fue ningún sueño…- Se corrigió a sí misma.-

            La muchacha estaba en su habitación, era tarde. Se había despertado en medio de la noche. Apenas sí fue capaz de reaccionar cuando Luna se aproximó. La gata tenía su media luna refulgente en un tono dorado que le sorprendió.

-¿Qué es lo que pasa?- Pudo preguntar.-
-Tienes que acompañarme.- Le pidió la felina.- Tenemos que ver a alguien. Mejor dicho, tienes que ir a verle tú sola…
-¿Pero a qué te refieres? - Fue capaz de preguntar en tanto se incorporaba de la cama.-

            Estaba a punto de vestirse cuando a su alrededor apareció una luz blanca que la envolvió. Para su sorpresa desapareció de su cuarto reapareciendo en una gran e inmaculada extensión. Entonces, a pocos metros, observó a un hombre anciano alto, de larga barba blanca y túnica de ese color, acompañado por un joven de pelo moreno y elevado hacia arriba, casi en forma lanceolada. Éste último vestía una especie de kimono rojo.

-Te saludo, Majestad Serenísima. - Declaró aquel hombre entrado en años que la hizo una respetuosa inclinación.- Se muy bienvenida.

            La chica quería morirse de vergüenza. ¡Estaba ante dos hombres desconocidos y en pijama!. Pero no era así, se percató entonces de que lucía las galas del Milenario de Plata. Apenas sí pudo preguntar…

-¿Dónde estoy?
-Estás en una región en la que convergen los sueños y las fantasías. Podrías decir que esto es el Cielo. Yo me llamo Landar y es mi misión coordinar todo esto. Soy una especie de mago si lo prefieres.
-¿Qué queréis de mí?- Inquirió ella todavía con recelo, mirando a sus interlocutores.-
-A mí ni me preguntes.- Intervino aquel joven llevándose una mano al cogote para asegurar.- Me ha pasado lo mismo que a ti. No sé qué hago aquí…Al principio creía que era un lugar para entrenar.
-Este muchacho tan locuaz se llama Son Goku. Pertenece a una dimensión distinta de la tuya. Reina Serenity.- Le explicó el mago quién se dirigió ahora hacia ese tipo para aclararle.- Ella es la legendaria Guerrera de la Luna.
-¿Guerrera de la Luna?... No me suena para nada.- Afirmó ese individuo sin recatarse dejándola planchada.- De todos modos, llamándote así, confío en que perdones a mi amigo Piccolo y al maestro Mutenroshi, no lo hicieron con mala intención.
-¿Hacer qué?- Se sorprendió la chica.-
-Destruir la Luna, ¡dos veces! No era nada personal, eso seguro.- Contestó aquel chico.-
-¿Qué han destruido la Luna?- Se alarmó la joven.-
-No temas. Eso no ha pasado en tu mundo.- La calmó el anciano que pasó a explicarla.-  Goku y su amigo provienen de una humanidad anterior, llamémosla así. Pero por unas causas que ya irás descubriendo, han podido establecer contacto con tu tiempo y tu dimensión. Lo cierto es que todos estamos amenazados…
-¿Amenazados, por quién?- Inquirió la joven, ahora con seriedad.-
-Es un enemigo muy poderoso. Tanto que ha logrado alterar el equilibrio interdimensional. – Le contó Landar.- Para reestablecerlo necesitaremos de vuestra colaboración.
-¡Bien! Nunca desdeño un buen combate.- Afirmó Goku entrechocando sus puños.-
-¿Contra quién hemos de luchar esta vez?- Quiso saber la muchacha.-
-No se trata de luchar abiertamente contra él. Digamos que es algo más mucho poderoso y temible que Caos, pero que actuará de un modo muy similar. No podréis acceder a su presencia directa hasta que no hayáis logrado derrotar a sus manifestaciones…
-Si es así, es una lástima. Me habría gustado enfrentarme a eso.- Declaró ese joven que, de pronto hizo algo que la dejó perpleja, tras remachar.- Con todo lo que me he entrenado…

Parte 5

            Inopinadamente comenzó a emitir una poderosísima ola de energía que casi la derriba. Su pelo cambió de color, refulgiendo de un tono dorado, y un aura de ese mismo brillo le rodeó. Sus ojos, que Usagi hubiera jurado que eran negros, se volvieron azules. La muchacha reaccionó invocando su poder y convirtiéndose en Eterna Guerrera Luna. Tras ponerse en guardia esperó acontecimientos.

-¡Eso me ha gustado! – Exclamó el chico, valorando con sinceridad. - La verdad, te queda más bonito que a mí. Y ya eres rubia de natural…
-Gracias. Creo…- Pudo replicar ella con desconfianza, dado que todavía no tenía muy claro si ese hombre era amigo o enemigo.-

            Fue el mago quién se ocupó de apaciguar los ánimos. Y exhortarles a la calma.

-Estamos del mismo lado. Dejaos de niñerías como las de ver quién es más poderoso en según qué nivel adoptéis…
-¡Oh vamos! Yo nunca atacaría a una chica.- Replicó Goku que parecía azorado, retornando de inmediato a su estado normal de tipo moreno.- Mi abuelo me dijo que eso no era nada apropiado.
-Por lo que a mí respecta, solamente lucho contra los poderes de la oscuridad.- Afirmó  a su vez Usagi quién observando mejor a su posible oponente comentó de modo más jovial.- Y no me pareces mala persona.
-No lo soy.- Se apresuró a decir él, que añadió.- Hasta te invitaré a un helado para demostrártelo.
-Si es doble y con un batido de fresa de acompañamiento, ¡dalo por hecho! - Sonrió su interlocutora.-
-Y unos cuantos bollos y algo de arroz antes no vendrían nada mal.- Agregó el joven.-

Aquello provocó aún mayor  entusiasmo en la chica que pudo decir.

-Solo espero que esto sea un sueño y no me engorde…

            Ahora el mago se llevó las manos a la cabeza, suspiró comentando con tinte resignado de voz.

-Debí suponerlo. En eso desde luego, además de en combatir a favor del bien, sois almas gemelas. ¡Dejad de pensar en comer y atended un momento! - Les reprendió.-

            Algo avergonzados por su afán gastronómico los dos le prestaron ya toda su atención. Landar les contó bastantes cosas. Tras las cuales, Goku pudo aseverar llevándose una mano a la barbilla en modo reflexivo.

-Entonces mi misión será permanecer aquí y ayudarles a mejorar. Bueno, me gusta eso de ser el mentor de jóvenes con talento. Parece uno de esos programas de televisión que ve mi mujer.
-Por mi parte haré todo cuanto me has dicho.- Convino Usagi que agregó.- Pero todo eso es tan sumamente complicado…
-Sí que lo es. Pero debe llevarse a cabo. Por el bien supremo.- Les recalcó su interlocutor.- Reina Serenity, debes tomar esa enorme responsabilidad, junto con el rey Endimión y el resto de tu equipo.
-Lo haré. Comprendo que, en esta ocasión, no seremos nosotros quienes llevemos el peso de los acontecimientos. Aunque podremos intervenir en algunos de ellos. ¿No es así?- Inquirió con un tono y seriedad mayores de lo habitual.-
-Así es.- Asintió el mago que le comentó a Goku.- Y tú tienes una estirpe de herederos tuyos de la que ocuparte. Algunas cosas todavía no han salido a la luz pero lo harán…Y una alianza entre los descendientes de tu raza y los de la soberana es imperativa.
-Por mi parte, genial.- Afirmó el interpelado ofreciendo su mano a la muchacha.- ¡Chócala amiga!

            Sonriendo ampliamente la chica, que volvía a pensar como Usagi, se la estrechó. Entonces Goku le comentó jovialmente al anciano, dejándole atónito.

-¡Venga Landar, no seas tacaño! Un mago tan poderoso como tú podría hacer aparecer dos sillas una mesa y unos cuantos manjares deliciosos para festejar este acuerdo.
-Teniendo en cuenta el favor que nos has pedido, digo yo que sería un gesto.- Agregó solidariamente Usagi.-

 Y nadie podría negar que no lo hubiera tomado en serio. Ya estaba empezando a hacer causa común con su recién adquirido amigo. Por aquello de fomentar su recién creada alianza.

-Debí suponerlo.- Suspiró el interpelado que asintió para admitir.- La verdad, teniendo en cuenta las circunstancias no pedís demasiado. Sea pues…

            Y señaló hacia la espalda de ambos jóvenes. Al girarse ambos descubrieron en efecto lo que habían requerido. Una larguísima mesa repleta de manjares con una pinta suculenta.  No tardaron en sentarse y comenzar a comer…más bien devorar, para estupefacción de aquel anciano…

-¡Qué bueno está todo! – Declaraba Son Goku en tanto se comía su tercera pata de jabalí.-
-¡Eh, déjame algo de paté! - Le pedía Usagi que masticaba a dos carrillos también.- Y quiero probar esas patatas fritas…
-Me mofía de fambre.- Comentaba él masticando sin parar pasándole un cuenco con las patatas a su interlocutora.-
-Fi y yo tamfiem.- Admitía la muchacha metiéndose en la boca unas cuantas.- ¡Qué crujientes!

            Son Goku acabó de pasar un poco de puré y de carne por su gaznate tras golpearse en el pecho afirmando divertido.

-Ahora que lo pienso. Lo bueno de estar muerto es que no puedes morirte de hambre. ¡Ja, ja!…
Pero al principio no lo sabía y de camino a la casa de Kaioh me comí hasta una nube,.
-¿De algodón?- Preguntó Usagi dando por hecho que habría alguna feria por esos parajes.-
-No, una de verdad. No estaba hecha de algodón, me llenó la barriga pero no quitaba el hambre. Luego me di cuenta de que no me hacía falta comer, estado muerto.
-¿Estando muerto?- Se sorprendió Usagi.- ¿Y puedes comer así?
-Ya te digo, y la comida te sabe incluso mejor. Te lo digo yo que he fallecido al menos dos veces.
-¿Dos?- Se sorprendió su contertulia, añadiendo.- Vaya, yo solamente me morí una. Al menos que recuerde. No, espera, - se corrigió.- Quizás serían también dos.
-Le pillas el truco enseguida.- Le comentaba desenfadadamente él.- Sobre todo cuando puedes resucitar con las bolas de dragón. ¿Las has utilizado alguna vez?
-No, no tenemos de eso. Simplemente me reencarné en la Tierra.- Le explicó Usagi sin darle más importancia. Volviendo su atención hacia la comida.- Desde luego dan ganas de morirse otra vez para comer aquí más a menudo…
-Pero ahora no estás muerta, ¿no es así?
-Pues espero que no.- Respondió Usagi algo inquieta.- Me parece que estaré soñando. De modo que me aprovecharé.

            Y tras hacer buenas esas palabras y trasegarse también unas verduras, algunos buñuelos y varios batidos se despidió de su nuevo amigo.

-Ha sido un placer conocerte.- Le dijo él.- Pásate por aquí alguna que otra vez…
-Si Landar nos tiene preparada otra comilona como ésta no lo dudes.- Convino la joven.-

El mago se limitó a mover la cabeza y suspirar. Aguardó a que esos dos se dieran la mano e hizo un conjuro. Al instante la chica volvió a encontrarse en su cuarto, acostada. Ahora dudaba de si aquello había sido un sueño, pero cuando se palpó su abultada barriga se dio cuenta de que no. En cualquier caso, ya sabía lo que tenía que hacer…

-Lo primero iré al baño… lo segundo…empezaré a actuar…

            Cumplió enseguida, al menos con la primera de ambas cosas…al salir, visiblemente más aliviada, Luna, que se despertó en ese instante, le preguntó.

-Bueno ¿Qué tal ha ido?...

Parte 6

            Y tras hacerle un pequeño resumen del asunto, incluyendo la parte del banquete, Usagi declaró.

-Va a ser algo difícil. Pero tenemos que mantener en lo posible nuestra esencia, a fin de que las cosas se desarrollen bien.
-Cuenta con nosotros. Se lo diré de inmediato a Artemis…
-Por ahora no le  expliques demasiado.- Le pidió su amiga.-
-Así lo haré.- Afirmó la gata que algo aviesamente remachó.- Todavía se la guardo por lo de esas instrucciones que me daba en los recreativos y sus ridículas contraseñas.

            Usagi se rio de aquello. Ahora sonreía una vez más tras recordar esos momentos. Pensaba en aquello, eso lo comenzó todo. Junto a su amigo Son Goku, a Landar y a Mamoru trazaron un elaborado plan para afrontar lo que se avecinaba. Después llegó otra gran batalla contra enemigos realmente poderosos y malvados. Tan terribles que casi hacían quedar a los anteriores como un grupo de boy scouts.

-Al menos nuestros amigos obtuvieron la recompensa a su valor y a su lucha.- Se decía con satisfacción.-

            Desde luego que las cuatro hermanas y otros muchos antiguos enemigos suyos se habían reformado y pelearon con valentía por su futuro y el de la Tierra. Ella y las guerreras, junto con Mamoru y los gatos les ayudaron todo lo que les estaba permitido.

-¡En fin! - Suspiró largamente en tanto mordisqueaba el bolígrafo para reflexionar.- Ya iré escribiendo lo que suceda…

            Y dejo ese blog de notas cerrado por el momento. Miró el reloj y salió disparada, al darse cuenta con horror, de que otra vez iba a llegar tarde…Por supuesto así sucedió.. Ya reunida con sus amigas, todas la saludaron.

-Como siempre la última. Hay cosas que no cambiarán nunca.- Se burló Rei.-

            La interpelada no respondió enseguida. Simplemente pensaba.

-Sí, mi amiga Rei-chan.  A veces la llamo Reiko, pero es una broma. O no, depende… es un nombre artístico que usaba para cantar junto a Minako. Ahora es la sacerdotisa principal del santuario, dado que su abuelo está jubilado y en un retiro espiritual. Creo que es bastante arisca y ácida en ocasiones, pero cuando llega la hora de la verdad es una gran amiga en la que se puede confiar. Lo único que le pasa es que tiene una misandria galopante. Aunque, en fin, no es que no le gusten los hombres, pero no se fía de ellos. Bueno, en eso a veces la puedo comprender.

            Y en tanto hacía esa reflexión su amiga proseguía metiéndose con ella por su tardanza…finalmente Usagi sí que replicó con tonillo sarcástico.

-Desde luego. Tampoco cambiará la manía de una que yo me sé de criticar a todo el mundo…
-¿Y se puede saber a quién te refieres?- Quiso saber su interlocutora mirándola con los ojos entornados.-
-No hay que ser muy lista para darse cuenta…- Repuso su contertulia adoptando idéntica expresión y aproximando su cara a la de su amiga.-
-Bueno, tengamos la fiesta en paz.- Les pidió una agradable muchacha de pelo corto y azulado.-
-La buena de Ami.- Se sonrió Usagi para reflexionar.- La persona más inteligente y ecuánime que he conocido nunca. Menos mal que pudo venir para nuestra reunión mensual porque tiene mucho que estudiar. Es algo tímida aunque lo fue superando con los años. Siempre es paciente y educada. Tampoco tiene en las relaciones con los hombres su punto fuerte. ¡Hasta le asustan las cartas de amor! Pero creo yo que ha sentido algo por alguno, al menos en un par de ocasiones que recuerde…

            Meditaba de este modo cuando otra muchacha intervino. Llamando la atención del resto…

-Vale chicas. Espero que podamos reunirnos más a menudo, sé que es difícil y ahora para mí mucho más…

-Mi amiga Minako. La que antes despertó como guerrera.- Pensó Usagi en tanto observaba a su rubia compañera, hacer ondear su melena y su rojo lazo que la sujetaba al moverse.- Ahora es un ídolo juvenil. Su sueño tan largamente anhelado. También tuvo sus malas experiencias con algún chico y un desengaño. Pero lo superó…Aunque sigue teniendo esos arranques de entusiasmo vital tan….acelerados.

            Y en efecto, su amiga ya estaba soltando toda una perorata sobre fiestas, galas y demás, las otras se limitaban a escucharla sin poder pronunciar palabra…finalmente una joven de cabellera castaña y ojos verdes pudo decir.

-Pero Mina-chan…Realmente estamos muy ocupadas…
-Esa es mi gran amiga Makoto.- Se dijo Usagi.- Otra que está muy ocupada con el Flowers & Flavours. En Juuban. Es una cafetería con una parte de floristería… ¿O era una floristería con parte de cafetería?... bueno, da igual. Es la mejor cocinera que hay. Y las tartas se le dan de maravilla. Sin embargo, ella tampoco escapa a la maldición con el sexo opuesto. Siempre dice que un chico le rompió el corazón. ¡A ver si algún día nos revela quién!

            Y recapitulando en ello, estaba tan absorta que ni siquiera pestañeó cuando Ami se dirigió a ella preguntándola.

-¿Y tú qué opinas?...
-¿Opinar? ¿De qué?- Quiso saber.-
-¿Es que no estabas escuchando?- La reprendió Rei para variar.-
-¡Pues claro que estaba escuchando! - Se indignó Usagi enfrentando su mirada a la su interlocutora.

            Su amiga no se achantó, ambas chocaron frente contra frente y procedieron a sacarse la lengua en un torneo de a ver cuál de ellas aguantaba más…el resto suspiró con evidente resignación…

-Bueno, como estaba diciendo.- Intervino Minako al fin tras haber aguardado pacientemente a que esas dos concluyeran su enésima disputa .- ¿Os vendríais a mi concierto del próximo sábado en Yuuban?..
-Es que tengo mucho que estudiar.- Objetó Ami.-
-Y yo tengo que preparar bastantes tartas, el domingo es un día de mucha venta.- Añadió Makoto.-
-Ya… bueno.- Suspiró su amiga ídolo algo desencantada.-
-No te preocupes. Te prometo que haremos lo posible por ver tu recital.- Afirmó Usagi.-
-No andes prometiendo nada por las demás. ¿Cuántas veces tendré que repetírtelo?- Volvió a interrumpirla Rei con visible irritación, en tanto sentenciaba.- Luego eres la primera en no cumplir y nos dejas mal también a nosotras…

            El resto miró para otro lado asintiendo lentamente. Ahora Usagi hubo de reconocer que su amiga tenía razón. Hacía eso muy a menudo. Pero en el pasado. Las cosas habían cambiado y así lo quiso hacer constar.

-Vale. Admito que tenías razón en eso. Pero esta vez será distinto…Mina-chan. Haré lo posible por asistir. Aunque no pueda hablar por las demás.
-Yo iré.- Aseguró entonces Rei guiñando un ojo para aseverar divertida.- ¿Lo ves? Usa-chan. No es tan difícil cuando dices las cosas bien.
-Bueno, creo que podré hacer unas cuantas tartas y unirme a Usagi y a Rei.- Terció Makoto.-
-A fin de cuentas, me sé bastante bien el parcial y tengo tiempo todavía. Me vendrá bien dejar los libros por un día.- Remató Ami con tinte desenfadado.-

            Eso alegró mucho a su compañera que les prometió dedicarlas el concierto. Así fue, el grupo hizo honor a su promesa y acudieron. Minako se puso muy contenta, también cumplió su palabra y tras desgranar algunos de sus temas más populares fue muy aplaudida. Especialmente Aino Senshi. Las Guerreras de amor.

Mi cabello arde en llamas hacia el cielo, 
mi cuerpo es como una flama. 
¡Oh no! ¿Por qué ha resultado así? 
Ahora realmente estoy ardiendo por dentro. 

Mientras estoy enamorada (y herida del corazón), 
quiero tener dulces sueños, pero 
no me lo permiten; es su culpa. 

Como pensé, me lleva a hacer esto. 
Con mis propias manos, debo acabar con el demonio. 
¡Eso es! Hasta entonces, debo perseverar. 
Despierten, ¡oh pálidas guerreras! 

Sin importar cuán mala persona eres, 
si me amas, creeré en ti. 
¡No debes intentar tomar ventaja 
de algo así! 

            La gente bailaba y coreaba la canción, con una Minako magistral, haciendo las delicias del público.

Siempre quiero protegerte. 
Por tu bien, daré saltando adelante. 
El amor solo es energía ilimitada. 

Vamos, nos lleva a hacer esto. 
¡Mostrémosle los corazones puros que tienen las chicas! 
Debemos perseverar en todo lo que hacemos. 
Jurando en nuestros corazones, ¡guerreras del amor! 

Vamos, nos lleva a hacer esto. 
Con nuestras propias manos, debemos acabar con el demonio.
¡Eso es! Hasta entonces, debemos perseverar. 
Despierten, ¡guerreras del amor!

Las demás hubieron de admitir que la voz de su amiga había mejorado mucho. Tras unos años de academia y cursillos de canto. También iba teniendo cada vez más fans y su representante barajaba la posibilidad de que comenzase a hacer giras por otros países. Así la actuación terminó y cuando la artista al fin pudo acabar de atender a algún admirador todas la felicitaron. Luna y Artemis se unieron a ellas junto con Mamoru.

-¡Minako has estado genial! - Alabó él.-
-Muchas gracias.- Sonrió la ruborizada aludida.-
-Es cierto, cada vez cantas mejor.- Secundó Artemis, el blanco gato que era su fan número uno y su gran amigo, a parte del grupo de las otras guerreras.- Dentro de poco serás una estrella a nivel mundial.
           
No obstante, Usagi que había estado disfrutando de todo aquello al igual que el resto, se puso seria al ver llegar a Luna, dado que la negra gata no parecía lucir una expresión jovial. Al contrario, se aproximó comentándole con un susurro que parecía preocupado.

-Tenemos que hablar…ahora.

Parte 7

            La aludida se apartó un poco del resto, para que su compañera felina pudiera comentarle…

-¿Qué sucede, Luna?- Inquirió.-
-Tienes que volver al Cielo. Landar quiere hablar contigo.- Le contó la gata.-
-¿Ahora?- Se sorprendió la joven.-
-Sí.- Replicó tajantemente su interlocutora.- Urgentemente.
-¿Y cómo hago para dejar al resto sin que…?- Quiso saber la muchacha.-
-Me ocuparé yo.- Sonrió la gata que, dirigiéndose al resto llamó su atención al grito de…- Chicas, Usagi ha estado tan encantada de ver este concierto que ha decidido invitaros en la cafetería de Makoto. Ella pagará las tartas… ¿A que sí Usa-chan?

            La cara de la aludida era un poema, abrió la boca y los ojos de manera desmesurada. Sin embargo, antes de que pudiera protestar. Luna se anticipó añadiendo.

-Pero desgraciadamente y como de costumbre, se ha olvidado de traer dinero. Ahora iremos a su casa a buscarlo. Vosotras adelantaos.
-¡Vaya! Esto sí que no lo esperaba de ti. Debo reconocer que me has dejado alucinada.- Se sonrió Rei dando un sentido aplauso.-
-Sí, muchas gracias.- Convino Ami.-
-De veras, eres una gran amiga.- Afirmó Minako.-
-¡Ya te digo!- Remachó Makoto que afirmó llena de satisfacción.- Gracias por confiar en mis productos. Y no te preocupes, te guardaremos unas tartas deliciosas para cuando llegues…

            A todo eso, la interpelada solamente podía asentir sin capacidad moral para desmentir aquello. Incluso Mamoru se aproximó, una vez se alejaban las otras llevando consigo a Artemis, para decirla.

-¿De veras te vas a gastar tanto?
-Ha sido cosa de Luna.- Dijo al fin dedicándole una acusatoria mirada a la gata.- Que debe de creerse que soy millonaria…
-No seas tan quejica.- Repuso ésta, tornando su tono más serio ahora para proseguir.- Los dos debéis ir al Cielo. Tienen algo muy importante que deciros. No os llevará mucho tiempo…
-Está bien. – Contestó Usagi mirando en todas direcciones hasta asegurarse de que no pasaba nadie para preguntar.- ¿Y cómo haremos exactamente para…?...

            No había completado su cuestión cuando tanto ella, como Mamoru y la gata, se encontraron rodeados de aquella blancura tan característica a su alrededor…Usagi finalmente pudo concluir su pregunta con tono apagado…

-¿Ir hasta allí?...
-Celebro que hayáis venido tan rápido, Majestades.- Escucharon ambos la voz del mago.- Luna, muchas gracias por informar a los soberanos, mi querida amiga.

            La gata maulló satisfecha apartándose un poco. Entonces Landar sonrió para añadir.

-Hay alguien que tenía muchos deseos de verte y que ha obtenido un permiso especial del Creador para poder saludaros, antes de seguir su viaje…

            La muchacha miró atónita como una forma humana de energía se condensó frente a ella. Al poco sus rasgos se hicieron reconocibles. Un vestido blanco, unas largas coletas de pelo entre suavemente malva y albino que caían casi al suelo, con dos grandes moños sobre su cabeza. Era una mujer alta y majestuosa que hizo que los ojos de Usagi se llenasen de lágrimas.

-¡Mamá! – Exclamó entre emocionada y sorprendida.-
-Hija mía.- Resonó una voz dulce y suave que no se sabía a ciencia cierta si provenía de aquella aparición.-

            La joven se llevaba las manos a la boca realmente asombrada y feliz, Mamoru la acogió entre sus brazos, entre tanto, esa figura no dejaba de sonreírles a ambos para finalmente ser capaz de declarar.

-Estoy muy orgullosa de los dos. He visto vuestras batallas contra las fuerzas de la Oscuridad y he asistido con enorme felicidad al modo en el que habéis madurado y os habéis convertido en lo que deberéis ser. La fuerza que traerá la paz y la armonía al mundo…e incluso al universo entero.
-Gracias, Majestad. Muchas gracias.- Repuso con voz queda un no menos emocionado Mamoru.-
-Endimión, sé que tu tarea ha sido ímproba. Lo mismo que mi hija has tenido muchas dificultades que superar. Y tendrás muchas más en el futuro. Vuestra labor todavía dista mucho de estar concluida. -Les advirtió la soberana.-
-Lo sabemos, mamá.- Fue capaz finalmente de decir la emocionada joven.-
-Ahora que tú, hija mía, vas a cumplir los veinte años en la Tierra, serás oficialmente ya mayor de edad como para ser también su reina. La Neo Reina Serenity… Tomando también mi nombre, al igual que hiciste en el reino del Milenario de Plata, de donde eres mi sucesora. Selene hija. Tendrás una enorme tarea que realizar. Muchas veces no será agradable, pero siempre será necesaria.
-Cada vez tengo más recuerdos y sensaciones de la que será Serenity dentro de mí.- Afirmó la joven que añadió, con un leve toque de nostalgia y hasta pesar.- Sé que un día inevitablemente llegaré a ser ella por completo. Pero una parte de mi ser quisiera mantener el espíritu alegre y lleno de inocencia de Usagi Tsukino. No obstante, no ignoro que, pese a todo, soy diferente de las demás…
-Sí, de tus guardianas.- Replicó la gran Soberana.- Verás, hija mía, ellas se reencarnaron para revivir en un ciclo completo, con recuerdos de sus otras vidas, al igual que tú. Pero a diferencia de ti, las personalidades que tienen son las que han ido construyendo en sus vidas actuales. Madurarán, por supuesto, y llegarán a ser unas hermosas princesas, llenas de sabiduría y bondad que te querrán tanto o más que ahora. Son seres realmente poderosos y llenos de luz. Pese a que todavía no hayan podido descubrirlo plenamente. Sin embargo, tú no eres su igual. Eres su reina. Y la esencia de las soberanas de la Luna va mucho más allá de una encarnación. La reina Serenity es alguien muy especial…como sé que ya descubriste pero créeme. Aún no lo has hecho de manera absoluta…
-Tienes razón. Pero como te he dicho, es una parte de mí la que no quiere que eso siga adelante.-Se lamentó la muchacha.- Para empezar, en la Tierra tengo otra familia a la que amo. No quiero perderlos…

            Su madre volvió a sonreír…Asintió declarando con tintes amables y tranquilizadores.

-No les perderás. Sé que Ikuko, Kenji y Shingo son tu familia. Te quieren tanto como tú a ellos. Y no podría haber mejores personas a tu lado en tu nueva vida en la Tierra.  Tienes a las chicas y a muchos amigos más. Algunos de ellos han hecho también el mismo viaje. Se han reencarnado de pasadas vidas y eras de la Humanidad. Porque, al igual que tú, dejaron pendientes tareas por concluir.  Un día llegará en el que todo se cierre sobre sí mismo. El momento de la Transcendencia acaecerá. Y vosotros habréis de jugar un papel fundamental para que eso ocurre de la mejor forma posible…
-Pero hasta entonces, madre. –Pudo musitar la muchacha mirándola con una mezcla de cariño emoción e inquietud.- Temo la enorme responsabilidad que caerá sobre mí, sobre nosotros.- Matizó tomando una de las manos de Mamoru entre las suyas.- Y me aterra que nos aplaste…

            Aunque ahora el joven había transmutado sus ropas por la armadura real de la Tierra, mostrándose como el rey Endimión. Intervino para afirmar con voz queda.

-Comprendo perfectamente a vuestra hija, Majestad. A veces es muy duro y difícil. En ocasiones ni yo mismo  sé quién soy realmente. Mamoru, Endimión, Tuxedo Kamen…
-Sí, como yo misma, la princesa Selene, Usagi Tsukino, Sailor Moon o la Reina de Neo Cristal Tokio, Serenity.


            Su contertulia sonrió con amplitud, movió lentamente la cabeza y declaró con tintes tranquilizadores y llenos de afecto.

-En el fondo sabéis perfectamente quienes sois. Y lo que tendréis que hacer. Confío plenamente en vuestra capacidad y en la bondad de vuestros corazones. Hijos míos…Ahora hija, te haré mi último regalo…los conocimientos que poseo, todo lo que aprendí…mis recuerdos, pasarán a ti para ayudarte. Acéptalo como un obsequio, el último que puede hacerte ya una madre que te ama más allá del tiempo y del espacio, por tu próximo cumpleaños…

            Y sin más de la reina partió un aura de color plateado que envolvió a la joven, introduciéndose en ella. Al cabo de unos instantes en los que nadie habló, la chica afirmó.

-Ahora…es como si años de estudios se hubiesen introducido en mí. Geoestratégica, política interplanetaria y esos términos que antes ni conocía…y otras muchísimas cosas, incluso más valiosas. Mamá… no tenía ni idea que fueras tan sabia…aunque siempre lo sospeché. -Remachó con admiración.-
-La sabiduría por sí misma no basta, cariño. Ha de ser acompañada por un buen corazón. Tú tienes ambas cosas…
-Quizás no tanto.- Se lamentó la joven confesando.- Tú sabes que alejé a Setsuna de nuestro lado. ¿Verdad?
-Lo sé…-Admitió la aparición.-
-Y… ¿sabes por qué?…- Agregó la muchacha.-

            Su madre asintió despacio. Entonces fue Endimión quién se ocupó de comentar no sin turbación.

-Puedo jurarte por mi honor que yo nunca…
-Lo sé, mi amor.- Se apresuró a cortarle ella.- No es culpa tuya, ni de ella. Solo mía…Aunque sabes que no fue solamente eso…
-Aseguraste un aliado muy poderoso. Comenzaste a entretejer la gran coalición contra el mal. Los lazos de los amigos que os apoyarán en el futuro.- Terció su madre agregando animosa.- Y elegiste a la única de tus guerreras capaz de poder lograr eso. Créeme hija mía, no fueron solamente tus sentimientos. Aplicaste la razón de Estado. Como hice yo una vez…
-¿Tú?- Se sorprendió la joven.-
-Te he transmitido mi saber y mis recuerdos. Podrás verlo si te concentras en ello.- Sonrió tenuemente su madre que añadió para despedirse.- Ahora tengo que marcharme… Siempre te querré, mi niña…Sigue así para alcanzar el maravilloso destino que te aguarda, que os espera a todos…
-Te quiero, mamá.- Sollozó la ya plenamente Serenity.-

            Y sin poder contenerse se abalanzó a abrazar a su madre. Por fortuna ésta se había condensado en una forma física por ese tiempo, y ambas pudieron estrecharse entre sus brazos. Tras unos momentos que parecían no tener fin, la antigua soberana se separó, volvió a sonreír y fue desvaneciéndose lentamente. Su hija sonrió a su vez sin dejar de verter lágrimas…

-Ha ido a ocupar su lugar en la Eternidad. Como un ángel guardián. - Terció Landar con patente respeto en su voz.- La maravillosa reina Serenity I.
-Y me ha dejado con una tremenda responsabilidad y un listón muy alto que franquear. – Completó su interlocutora.-
-No estarás sola a la hora de lograrlo.- La animó de inmediato Endimión.- Siempre estaré a tu lado. Y el resto de las chicas también…
-Es cierto...Ahora sé que nunca estaré sola.- Musitó ella.-
-Será mejor que retornéis a la Tierra. – Les sugirió el mago.- Os esperan.
-Sí- sonrió Serenity afirmando en esta ocasión con un desenfado propio de Usagi.- ¡Cuánto antes mejor o  tendré una buena factura por pagar!…

Y cuando quisieron darse cuenta estaban junto con Luna, en una esquina de la calle cercana a la cafetería de Makoto y con sus ropas civiles. Por fortuna no había nadie alrededor que les hubiese visto aparecer. Entre tanto el resto de las muchachas efectivamente aprovecharon y fueron  a merendar. Ya hacía rato que estaban deleitándose con algunas de  las mejores tartas de su anfitriona.

-¡Humm! Ésta de arándanos y grosella está buenísima.- Suspiraba Rei.-
-Pues anda que la de queso con nueces.- Afirmó Minako con tono que rayaba en la total satisfacción.-
-¡Eres toda una artista! - Alababa Ami dando buena cuenta de otra que tenía nata y fresas.-
-Muchas gracias, chicas.- Sonreía Makoto observando a sus amigas con evidente orgullo profesional aprestándose a catar la de chocolate con naranja.- Lo cierto es que las hice ayer. Especialmente para vosotras…

            Las demás asintieron agradecidas. Justo entonces llegaron Usagi y Mamoru con Luna. La primera por supuesto, que se sonrió aviesamente señalando los platos que habían devorado, fue Rei.

-Mira, mira… ¡vete preparando la cartera! - Dijo divertida para sentenciar.- Eso te pasa por llegar tan tarde…

            Aunque al observar con más atención a su amiga la sonrisa se le fue del rostro. El resto de chicas no pareció percatarse de nada en especial, sí la sacerdotisa que añadió, ya con tono algo preocupado y voz queda.

-¿Estás bien?... ¿Ha pasado algo?

            Su amiga solo sonrió ampliamente, de modo muy afectuoso. Marte se quedó perpleja. Sabía perfectamente a quién pertenecía esa expresión. Para asombro del resto enseguida se levantó haciendo una reverencia, poniendo una rodilla en tierra.

-Reina Serenity.- Dijo con evidente respeto.- Majestad.

            Las otras se dieron cuenta a su vez e imitaron a su compañera. Atrayendo eso sí, las curiosas y sorprendidas miradas del resto de clientes. Por fortuna lo tomaron por una especie de broma hacia los recién llegados. Fue Mamoru, quien algo azorado y nervioso, comentó en voz alta para ser oído por las personas del establecimiento.

-Tampoco tenéis que poneros así porque os hayamos invitado a unas raciones de tarta, chicas.

Y entre tanto, Usagi les indicó que se sentasen de nuevo…

-Por favor, eso no es necesario aquí. Sois mis amigas.- Las cuchicheó algo azorada.-
-Ante todo somos tus leales súbditas.- Afirmó Venus, recobrando por unos instantes su papel de líder del cuarteto de las Sailors Interiores.-
-Es un honor, tenerte con nosotras, Majestad.- Añadió Mercurio.-
-Dinos que debemos hacer.- Secundó Júpiter.-
-Bien. Os lo diré. - Replicó ella con tono grave para añadir enseguida con un desenfado que disipaba por completo aquella atmósfera de repentino boato.- ¡Hacedme sitio y servirme unos trozos de pastel, me muero de hambre!

            Las otras no tardaron en sonreír… Fue la propia Marte quién dijo ya de forma más jovial, pero aun así respetuosa.

-Su Majestad no ha cambiado nada. ¡Tan golosa como siempre!
-¡Creo que eso es algo que, aunque pasara por mil reencarnaciones, nunca  variaría! - Se rio la interpelada.-


Así, las chicas tomaron asiento junto con Mamoru, dejando a los gatos cómodamente instalados en sendos bancos. Tras terminar de merendar, la soberana elogió esos deliciosos pasteles y después, más seria, se dirigió al resto contándoles lo ocurrido.


-Desde ahora no quiero tener más secretos con vosotras. Al menos en lo que de mí dependa. Pese a que hemos ganado muchas batallas sabed que aún nos aguardan otras muchas. Puede que incluso más duras y peligrosas.
-Nos hacemos cargo, Majestad.- Replicó Ami con el asentimiento solidario de las otras.- ¿Qué debemos hacer?
-Por el momento continuad con vuestras vidas. - Les indicó Mamoru a modo de Endimión.- La construcción del mundo futuro será lenta todavía. Requerirá mucho tiempo. Podréis ocuparos de ser felices y alcanzar vuestros anhelos terrenales durante ese periodo.
-Sí, ni mi futuro esposo, ni yo, queremos que eso cambie.- Aseveró Serenity que les comentó más distendidamente.- Mientras vivamos en la Tierra y nos ocupemos de nuestras actividades cotidianas no quiero que me llaméis Majestad, ni reina, ni Señora…ni tan siquiera Serenity… Aquí soy Usagi Tsukino. Al menos quiero serlo durante el mayor tiempo que me sea posible. ¿Lo comprendéis, verdad?- Remachó casi con una mirada implorante.-

            Las demás asintieron, observándola con gran afecto, fue por supuesto Rei la que rompió ese momento cargado de emotividad para suspirar, diciendo como si lo hubiese pensado de antemano.

-¿Con que Usagi, eh? Así que no te habrás traído dinero, ¿verdad? Nos tocará pagar a nosotras. ¡Cómo si lo viera!..
-¡Pues te equivocas, listilla!- Replicó la aludida ahora al más puro estilo de su personalidad terrenal.- Lo prometido es deuda. Tengo dinero y voy a pagar… ¿Qué se siente al volver a meter la pata de nuevo? ¿Eh?...

            Durante unos momentos su contertulia no respondió, después se limitó a sacarla la lengua a sonreír y contestar divertida.

-¡Pues un tremendo alivio! ¡Yo sí que no he traído nada! Me dejé el monedero en el Santuario…

            Aquello hizo que todos prorrumpieran en unas grandes risotadas. Usagi hasta se abrazó a su amiga Rei. Finalmente cuando se extinguieron las carcajadas fue Makoto la que afirmó.

-No te preocupes. Te haré un descuento. Tenemos el treinta por ciento por ser clientas habituales y además otro diez extra por ser mis amigas…
-Vale.- Convino Usagi diciéndole a Mercurio.- Ami, calcula…
-¿Y por qué tengo que ser yo?- Protestó jocosamente ésta.-
-Porque eres la genio del grupo…-Declaró su interlocutora con desparpajo.-
-¿No habías dicho que la soberana te transmitió sus conocimientos y experiencias?- Terció Minako.-
-Sí,- pero mi madre no era demasiado buena en matemáticas.- Se excusó Usagi.-

            Y tras una oleada de risas más, cuando al fin se calmaron, la guerrera de la sabiduría se dispuso a realizar los cálculos oportunos.

-A ver…- Suspiró Ami sacando su pequeño ordenador.- ¿Cuánto ha sido todo?...
-Unos tres mil doscientos yenes.- Las informó Makoto, agregando enseguida.- Sin los descuentos…
-Pues vamos a ver…- Repuso la encargada de hacer las cuentas que tras teclear dictaminó.- Deduciendo el cuarenta por ciento  la factura quedaría en mil novecientos veinte…
-Con la propina mil trescientos.- Intervino maliciosamente Rei.-
-Ganas me dan de mandarte a limpiar los aseos que teníamos en palacio. ¡Los treinta y siete!- Murmuró Usagi entre dientes.-
-¿Qué?- Inquirió la aludida que no pudo entenderla.- ¿Qué farfullas?
- Nada, nada.- Repuso ésta que enseguida se rehízo y sonrió, sacando la cartera de su bolso para conceder.-  Está bien, con propina…

            Pero su expresión risueña se extinguió al contar los billetes. Enseguida dedicó su atención a  su novio y con ojos suplicantes musitó adoptando un tonillo entre meloso y lastimero.

-Mamo- chan…

Parte 8

            El interpelado suspiró resignado para hacer la inevitable pregunta…

-¿Cuánto te falta?
-Ochocientos yenes.- Fue la rápida y aliviada contestación.-
-¿Ochocientos?...-Exclamó el joven que apenas sí podía creerlo.-

            Sin embargo tuvo que recurrir a su billetero, ¡qué remedio! Y completar la suma requerida. Las demás le agradecieron ese “detalle” que había tenido al invitarlas. Y tras salir y dar un paseo se separaron, despidiéndose hasta el día siguiente. Ahora, Mamoru y Usagi paseaban juntos de la mano… Iban recordando momentos como ese. Entre embarazosos y cómicos.

-La verdad, es que ha sido un corte.- Admitió la muchacha aferrándose a uno de sus brazos para añadir.- ¿Me perdonas?
- Esto no ha sido nada. Todavía recuerdo cuando montamos esa fiesta de la victoria.- Se sonreía él.- Éste Roy es un caso…Eso sí que fue de lo más embarazoso…

            La muchacha se rio, creía saber a lo que su pareja se refería. Fue durante el momento de la merienda. Estaban prácticamente todos allí. El citado Roy junto a Bertie, Cooan y Tom, Diamante con Esmeralda, Zafiro y Petz, Nephrite, Ail, Ann con su bebé, y las demás guerreras y los gatos. Tras hacer unos brindis, le tocó el turno de hablar a Mamoru, el joven se levantó y con la atención del auditorio puesta en él, declaró.

-Hoy es un gran día, momento de que los amigos celebremos todos juntos. Oportunidad para saludarnos en este reencuentro y estrechar aún más si caben, estos lazos que nos unen…porque los lazos de afecto son como sutiles imanes que siempre nos mantendrán cerca…y pase lo que pase podremos contar…

            Y estaba tan absorto en su discurso, sin percatarse de las expresiones atónitas del resto que ni se dio cuenta de la presencia de Roy. Éste le asaltó por detrás pasándole un brazo por los hombros y tapándole la boca con un emparedado a la par que exclamaba jocoso.

-¡Pero mira que eres chapas, tío!...

            El grupo pasó de la sorpresa e incredulidad a las carcajadas. Destacando Esmeralda que casi dejó sordos a Diamante y a Nephrite que estaban a su lado…Aunque incluso el ruido de las de ella quedaba eclipsado por el solaz general. Hasta la normalmente seria y reflexiva Setsuna estaba tumbada sobre el césped, sujetándose el abdomen que amenazaba con dolerle ya…Haruka y Michiru no eran capaces de levantarse entre risotadas, golpeando el suelo con los puños una y tapándose el estómago la otra y Hotaru se agarraba a un tronco de árbol para no ir al suelo. De las demás, mejor ni acordarse…

-Sí… a mí casi me dejó fuera de combate con unas frases de ese estilo.-Fue capaz de afirmar Cooan que tampoco podía dejar de reírse - ¡Nunca entendía nada de lo que decía!
-En eso… no había quién le ganara.- Convino Annie que sujetaba a su pequeño bebé tratando de no doblarse de la risa.- ¡No le comprendían ni nuestras cartas!…

            El blanco de toda aquella chanza se quitó aquel sándwich de la boca y pudo responder tratando de defenderse…

-No creo que sea para tanto…

            Aunque su novia y el resto de las sailors, víctimas también de la risa, asentían solidariamente con sus amigos…

-¡Tío!...- Intervino nuevamente Roy entre carcajadas.- ¡Compadezco a todos estos si han tenido que vérselas con tus discursos!…No te lo tomes a mal. Pero creo que Nephrite me contó que se rebelaron no por la influencia de esa Metalia sino porque les ibas a dar un discurso de Navidad. ¡Ja, ja!…

            Por supuesto que el príncipe de los Cuatro Cielos negó con la cabeza, pero al momento se rio. Por su parte Mamoru encajó deportivamente aquellas chanzas y sonrió. Roy le palmeó la espalda haciendo que casi se cayera…

-Sí.- Suspiró el protagonista de esa anécdota rememorando aquello y sentenciando no sin ironía.- Muy gracioso, vamos.
-¡No te lo tomes a mal! - Se reía todavía su pareja.- Sabes que era una broma…Roy y los demás te quieren mucho…
-Lo sé.- Admitió su novio sonriendo ahora de modo genuino.- Son todos estupendos y unos grandes amigos.

            Ella pensaba en eso. Ahora, con esos recuerdos de su madre, dejaba volar su mente a esa otra encarnación. La gran reina del pasado había conocido de hecho a Roy, pero él entonces no se llamaba así, sino Asthel. Era un príncipe de sangre saiyajin. Y quizás, ahora la muchacha se daba cuenta de todo. Ella misma quiso reeditar lo que su propia madre hizo. Cuando en una visita de este príncipe, un gallardo y altísimo joven, enfundado en una cota de malla plateada y un traje blanco, le guió a pasear por los hermosos jardines de la Luna.

-Vos sois muy joven, Alteza.- Le decía la soberana en tanto caminaban entre la arboleda del jardín.-
-Sí, Majestad, pero en mi mundo somos conscientes desde muy temprana edad de nuestras obligaciones.- Replicó él.-
-Vuestros padres son amigos míos. Príncipe Asthel. De hecho, vuestra madre Alisán es la guardiana de vuestro mundo.- Comentaba Serenity alegando.- Y vuestro padre, Dronaos, el heredero del planeta de los saiyajin. Son dos grandes poderes unidos…y muy valiosos amigos y aliados en la lucha contra los poderes oscuros que nunca descansan.
-Son dos planetas cuyos soberanos por desgracia pueden verse muy poco.- Contestó el joven.- Cada uno debe regir su mundo. Cuando se conocieron, se enamoraron de inmediato, pese a ese inconveniente.
-¿Cómo se conocieron?- Quiso saber la reina.- Eso no llegué a hablarlo con ellos.
-Por ese viaje que mi padre hizo tras serle ordenado por mi abuelo Torix.- Fue la respuesta de Asthel quién relató.- Veréis Señora. Mi abuelo juzgó necesario que mi padre, entonces príncipe heredero de Nuevo Vegeta, tomase conciencia de que no estábamos solos en el Universo, y de que podríamos hallar tanto amigos como enemigos.
-La raza de vuestros ancestros fue en el pasado muy belicosa. Todos nos alegramos cuando los antepasados de Torix decidieron seguir el camino de la paz.- Comentó Serenity con patente aprobación.-
-Habláis de ello como si hubierais estado presente en aquellos días tan remotos.- Sonrió el atónito joven.-

            Su interlocutora no replicó, sonriendo a su vez de forma enigmática para finalmente contestar.

-La historia me es tan conocida que casi podría afirmarlo sin dudar. Pero decidme. ¿Cómo os organizáis ahora?
-Mi hermano mayor Lornd será el soberano de Nuevo Vegeta. Le corresponde por derecho y es el más fuerte. Además, nació y se crió allí. Cuando mi madre vivió en ese mundo durante los primeros años de su matrimonio. Luego se trasladaron a Alliance dejando un canciller para gobernar en su nombre. Y fue en el mundo de mi madre en donde nací yo. Al poco mi padre se llevó consigo a mi hermano a su planeta de origen. Allí le educó para su labor de futuro rey, como mi madre me educó a mí para serlo de su mundo.-Le explicó el príncipe añadiendo.- Ahora mi hermano comenzará a buscar esposa. Aunque sé que su preceptora Ayaina es muy de su agrado. Quizás algún día se atreva a pedirla en matrimonio.
-¿Y en cuanto a vos? ¿Hay alguna dama que os agrade particularmente?- Se interesó la soberana.-
-¡Muchas a la vez!- Se rio el chico haciendo que la reina de la Luna quedara perpleja.-

            Sin embargo Serenity se rio al poco tiempo. Ese muchacho era agradable y tenía sentido del humor. Percibía asimismo bondad en él.  Podría ser una buena idea que sus familias estrechasen lazos con la Luna.

-También yo tengo una hija. Es una niña aún, pero algún día será mi sucesora.- Declaró.- Selene. La princesa de la Luna.
-Si es tan bella como su madre pretendientes no le habrán de faltar.- Alabó Asthel.-
-Ahora está en la Tierra. Permití que fuese a recorrer un poco de ese mundo amigo.- Le dijo Serenity.- Hace días que marchó. No creo que tarde en retornar.

Y en tanto mantenían esa conversación los dos recorrían ahora un trecho cerca de la parte interior de los jardines de palacio. Vieron alguna figura femenina moverse por allí. El chico sacó entonces una especie de instrumento musical que mostró a la soberana quién enseguida preguntó.

-¿Qué es? Parece una especie de flauta…
-Algo así.- Afirmó el joven comentando.- En la corte de mi madre suelo tocarla. Agrada mucho a las doncellas. Quizás lo haga con las vuestras.
-¿Sois buen músico entonces?- Sonrió la reina.-
-Si me lo permitís, para que valoréis mi destreza en este arte, me gustaría dedicaros una tonada…
-Estaré encantada.- Asintió su interlocutora.-

El invitado tocó pues esa especie de flauta. Y era en verdad talentoso. Aquella melodía arrullaba y elevaba el espíritu para deleite de la soberana. Sonaba tan clara que hasta una de las damas de la corte quedó prendada de esa música y de su intérprete. Parapetada tras unos rosales escuchaba con embeleso aquella pieza. Y Serenity pudo ver que ese sentimiento era mutuo. Su joven visitante reparó a su vez en los encantos de aquella deliciosa joven de larga cabellera casi albina…y con un  vaporoso y bonito vestido de color azul celeste.

-Lorein.- Le pidió la soberana.- Acércate por favor…

            La muchacha se aproximó de forma tímida. Había estado escuchando tras unos árboles aquella melodía que ese extraño visitante había interpretado…

-Majestad.- Dijo con tono suave en tanto hacia una reverencia.- Disculpad…
-¿Te ha gustado la música?- Le inquirió la sonriente reina.-
-¡Oh! Mucho, Señora. - Fue capaz de decir ruborizándose.-
-Me complace que a una dama tan hermosa le haya gustado mi humilde interpretación.- Terció ese apuesto chico de largos cabellos castaños y ojos verdes.-

            Y la mirada de él confluyó en los profundos ojos de índigo de la chica. Ambos  jóvenes sonrieron casi de forma instantánea y apartaron la mirada no sin rubor.

-Conozco esa pieza, y esa canción. – Terció entonces Serenity.- Es muy antigua… ¿podríais tocarla otra vez si sois tan amable?

            Asthel así lo hizo. La soberana entonces declamó para sorpresa de sus interlocutores.

De profundis clamavit ad te Domine
Domine exaudi vocem meam
Et ipse redimet Israel
In secula

De profundis clamavit ad te Domine
In secula…

(Monasterio de la Rábida, Vangelis, crédito al autor)

Parte 9

-Desde lo profundo clamo a ti. Señor. Señor escucha mi voz. Él redimirá Israel, para siempre…Desde lo profundo clamo a ti, Señor…Para siempre. - Tradujo Asthel.-
- Proviene de las altas esferas…- le contó la reina.- Es como una canción que llegase a través del tiempo y del espacio. De alguna vida pasada. O de otra realidad…
-Yo solo sé que la escuché de niño a nuestro consejero mágico, el noble Landar.- Repuso el desconcertado joven.- Pero él no me ha explicado su significado. Me enseñó ese idioma desconocido. Entiendo las palabras pero no su propósito. Ni tampoco sé quién es ese Israel.
-Es una tonada bellísima. Acaricia el alma. - Pudo musitar la otra muchacha.- También es como si me resultase familiar.
-Es de mi mundo natal. Alliance. O al menos eso había creído hasta ahora.- Le contó más jovialmente ese chico.-
-Quizás, en el fondo, todos provengamos del mismo lugar, así como nuestras canciones.- Sonrió encantadoramente esa muchacha.-

               El príncipe no podía apartar su mirada de ella. Fue entonces cuando se percató de que ni tan siquiera había dicho su nombre y algo azorado declaró.

-Lo siento. He sido muy descortés al no presentarme.- Me llamo Asthel Deveget, y soy el segundo hijo del rey Dronaos de Nuevo Vegeta y de la Reina Alisan de Alliance.
-Mucho gusto, Alteza.- Soy Lorein, servidora de su Majestad la reina Serenity.- Dijo la joven con marcada modestia.-
-Y princesa de la región Boreal de la Tierra, Señora del Invierno. Una de mis guerreras exteriores. Y de mis damas de la corte más notables. – Completó la reina.-
-Vaya. Para mí es un honor. Alteza.- Sonrió ahora ese muchacho con una sentida inclinación.- Disculpad.
-No, por favor…- le pidió ella realmente colorada ahora.- Eso no es necesario.

               La soberana vio el rubor en las mejillas de la chica. Sonrió con ternura. Entonces le comentó cambiando de tema.

-¿Y tus hermanas?
-Están en palacio. Ludiel estaba tratando de enseñar a hacer pastas a Aelia. Pronto será el cumpleaños de Elisan y queremos darle una sorpresa. Yo…bueno, estaba buscando algunos ingredientes cuando escuché esta música…- Explicó con creciente timidez.-

               Casi para confirmar sus palabras se escuchó una llamada. Una voz de mujer pronunciaba el nombre de esa chica. Ésta, haciendo otra reverencia, se excusó.

-Si me disculpáis, Majestad. ¿Puedo irme?...
-Claro.- Sonrió la interpelada.- Ve…
-Encantada de conoceros, Señor.- Dijo mirando a aquel joven que sonrió haciendo otra galante inclinación.-
-El placer fue mío. Solo deseo poder volver a veros antes de mi partida.- Afirmó él.-

            La chica sonrió turbada, clavando una vez más sus ojos azules y profundos en los de él. Entonces se marchó caminando con cierta prisa… Asthel se quedó mirándola embobado…Serenity se sonrió y le dijo a ese muchacho.

-Sus hermanas son Ludiel, la Dama de la Primavera, princesa del Oriente terrestre, Elisan, Señora del Otoño y princesa de Occidente y Aelia, Dama del Estío y princesa Austral de la Tierra. Son mis damas de compañía y mis guardianas.
-No parecen poseer temperamento guerrero.- Valoró el joven.-
-No os dejéis engañar por su apariencia y su timidez. Lorein de hecho es la más reflexiva. Le apasiona leer y le encanta la naturaleza, la visión del agua y de los ríos y las criaturas de los bosques…Pero sabe combatir y tornar la fresca brisa en ventisca helada. Su hermana Ludiel es más enérgica, pero amorosa cuando debe. Ama los hermosos paisajes y las luces de la tormenta y como la lluvia puede arreciar o ser suave. Elisan es la más traviesa y pícara, no obstante admira la belleza del arte y retumba como el trueno si es necesario y Aelia la soñadora y entusiasta. Le gusta la poesía y adora estar junto a los niños. Aunque es capaz a su vez de inflamar con sus anhelos o con sus llamas. Son realmente unas jóvenes muy prometedoras.
-Pero no son de la Luna, dijisteis que vienen del planeta que orbitáis.- La recordó Asthel con extrañeza.-
-Fueron enviadas como parte del acuerdo de amistad entre los reinos de la Tierra y de la Luna por su soberano. Se convirtieron en mis doncellas y escoltas personales y adiestran a las futuras guardianas, venidas de los planetas cercanos de este sistema solar. Deben hacerlo. Pese a que ahora es época de paz, siempre tenemos que estar vigilantes.- Deslizó la reina casi a modo de velada advertencia, más al remachar.- Puesto que el mal nunca descansa…

            Pero su joven interlocutor no se percató de aquello. Su mente y su corazón estaban en otra parte muy distante. Serenity pudo comprobarlo cuando le oyó suspirar y decir.

-¡Ojalá pudiera conocer a esa dama mejor! Y mostrarle mi mundo.

            Ahora la reina se rio, apenas pudo decir divertida ante la cara de su invitado.

-Perdonadme, os lo ruego. Veo que ha sido este un encuentro muy afortunado… para los dos.  A buen seguro que Lorein compartirá vuestra opinión.

            Y así fue. La intuición de Serenity no andaba errada. Y no perdió ocasión de hacer que esos dos se viesen más. Enseguida la llama del amor se avivó entre ellos. Tanto fue así que al poco de conocerse Asthel deseaba desposarla. La soberana de la Luna estuvo conforme y se lo consultó al rey terrestre. Su hijo, el  joven Endimión, sería su heredero y quizás el futuro consorte de la sucesora de la reina de la Luna. Puesto que ella también anhelaba un bello porvenir para su propia hija, la princesa Selene. En un principio había pensado en ofrecer su mano como parte de un acuerdo al heredero de Alliance. Pero era remisa a  que la todavía niña abandonase su propio reino o a que un extranjero lo rigiera. No era esa la costumbre en la Luna. De siempre fueron mujeres las que gobernaron. Ahora la oportunidad se presentó sola. Podría forjar una alianza con ese remoto planeta sin incluir a su propia hija en el proceso. De modo que Asthel hizo el camino de vuelta a su mundo y tras llevar con entusiasmo la propuesta de Serenity recibió los parabienes de sus padres. Quedó acordado, Lorein viajaría a ese lejano lugar y contraería nupcias con ese joven. Lo mismo hicieron sus otras hermanas que, a su vez, fueron prometidas a otros príncipes planetarios. Aunque, en honor a la verdad, solamente cuando ellas se mostraron verdaderamente enamoradas de sus pretendientes, aceptó la soberana que esos enlaces se llevasen a cabo. Para suplir su marcha, las aprendizas que tuvieran antaño se hicieron cargo de la seguridad. Pese a ser unas niñas todavía mostraron mucho talento. Las princesas guerreras Mercurio, Venus, Marte y Júpiter se ocuparían también de proteger y cuidar a la heredera del Milenario de Plata.

-Lo recuerdo. Ahora veo claro lo que mi madre quiso hacer.- Musitó Usagi que añadió con tintes de pesar en tanto salía de aquellas lejanas evocaciones.- Pero el ataque a tan gran escala del mal frustró aquello…Ni tan siquiera ella pudo llegar a imaginar una oscuridad de tan colosales proporciones.
-¿Qué decías?- Quiso saber Mamoru.-
-No, nada- sonrió la chica.- Que mañana será un día duro. Tengo muchísimo que estudiar. Pero estoy convencida de que a partir de ahora me será más fácil hacerlo.

            Su novio asintió. Siguieron caminando hasta que llegaron a la casa de ella. Allí se despidieron. Después de saludar a su familia la joven subió a su cuarto. Tras cambiarse de ropa siguió anotando en su diario. Lo cierto es que quedaba ya muy poco para su vigésimo cumpleaños. Las hojas del calendario iban cayendo rumbo a ese treinta de junio y ella no podía dejar de pensar en sus grandes responsabilidades…

-Cada vez lo tengo más próximo.- Se decía.- Y estos días de despreocupación y alegría están próximos a concluir. Bueno, puede que la felicidad no deba sacrificarse por completo.- Pensó con más optimismo.-

            Y llegó el gran día. Primero tuvo lugar la ceremonia de su mayoría de edad. Evento que iba a compartir con sus amigas, dado que eran todas de la misma promoción. Al menos la fiesta que celebraron el día antes era más suya. Fueron sus padres los que insistieron en agasajarla y no pudo negarse. La joven lucía muy hermosa con un largo vestido blanco palabra de honor que evocaba su traje de soberana. Aunque era distinto y solamente sus amigas y Mamoru podían percatarse obviamente de eso. Por su parte, Ikuko, Kenji y Shingo estaban allí. El hermano menor de Usagi incluso parecía haberse tornado un joven bastante más amable y cariñoso con ella, quizás debido a que ya tenía dieciséis años.

-Estáis todas muy bonitas.- Alabó el jovencito que no se privaba de mirarlas bien, especialmente a Ami, por las que sentía una especial predilección.- Parecéis unas auténticas princesas…

            Eso hizo sonreír a las chicas. La verdad, el hermano de Usagi había crecido mucho y estaba hasta más alto que su padre. Los años le estaban transformando en un apuesto jovencito. Hasta Makoto y Minako bromeaban con su amiga en alguna ocasión, diciéndole con voz artificialmente melosa que, quizás, no estaría mal que estrechasen lazos familiares con ella. Usagi siempre movía la cabeza y las daba algunos capones. Pero en el fondo se reía de esa ocurrencia. Ahora fue Ami, la que replicó a las gentiles palabras del chico.

-Gracias Shingo. - Sonrió amablemente ella, que lucía un traje de fiesta de tono azul celeste.- También tú estás muy guapo.
-No hay de qué.- Se apresuró a replicar el muchacho.- Solo digo lo que es evidente a ojos de cualquiera.
-Vas a hacer que me ponga colorada. Tú sí que vas elegante…estás hecho todo un hombre.- Afirmó Ami, haciendo que el chico se ruborizase a su vez.-

Y es que vestía traje azul marino con corbata roja, que le daban una apariencia incluso más varonil y madura. No obstante, seguía siendo un muchacho y dando muestras de ello se aproximó discretamente a su hermana y preguntó con un susurro.

- Oye, ¿Sabes si Ami sale con alguien?...
-¿Que si Ami, qué?- Exclamó la joven siendo silenciada de inmediato por su contertulio.-
-¡Chiis! No seas tan escandalosa. - Le pidió el azorado joven.- Anda, dime. ¿Sabes si tiene novio?
-Bueno, pues, no sé. No lo creo. Sus estudios de medicina la absorben por completo.- Pudo responder para mirar ahora a su hermano y decirle con tintes maternales.- Y es demasiado mayor para ti…
-Pero eso se soluciona con un poco más de tiempo.- Arguyó él.- ¿Y además, cuántos años puede tener, diecinueve? Si es más joven que tú…
-¡Deja ya de decir bobadas! - Contestó su hermana moviendo la cabeza.- Tenemos la misma edad.
-Ella los cumple el diez de septiembre y tú…. el treinta de junio, creo. –Afirmó él para insistir con obviedad.- Es más joven que tú…
-¿Te sabes su fecha de cumpleaños mejor que la mía?- Casi se indignó su interlocutora.-

            Su hermano le devolvió una mirada algo apurada aunque enseguida se rehízo para responder.

-Eso no importa ahora. Te prometo que desde este mismo instante me acordaré perfectamente de tu cumpleaños y te regalaré lo que quieras… pero trata de ver si tengo alguna oportunidad, ¡por favor!

            Aunque la aludida movió la cabeza suspirando enternecida. Quiso ser más delicada puesto que veía que el interés de su pobre hermanito era sincero. De modo que declaró con tono suave y más bajo.

-Escucha. No es tan sencillo. Ella tiene muchas obligaciones y una vida dedicada al estudio. No está interesada en chicos…
-¿Es que ella es? - Se espantó el muchacho.- ¡Le gustan las mujeres!- Fue capaz de añadir con visible zozobra.-
-¡Noo!, no he dicho que le gusten las mujeres. No me dejaste terminar. - Contestó pacientemente su hermana.- Solo que está muy ocupada y que, por ahora, los hombres no la preocupan hasta el extremo de querer mantener una relación.

            Eso pareció aliviar a Shingo quién, simplemente volvió a susurrar.

-¡Por favor, hermanita!
-Haré lo que pueda.- Concedió al fin ella para quitarse a aquel insistente muchacho de encima.- Pero no prometo nada…

            Éste pareció quedar satisfecho, al menos de momento. Usagi no perdió tiempo hizo un discreto aparte con Ami y la comentó con cierta inquietud.

-Mejor no le des a mi hermano falsas esperanzas….te lo pido por favor.
-¿A qué te refieres con eso?- Se sorprendió su amiga.-

            Y tras poner al corriente en pocas palabras a su contertulia, la homenajeada sentenció.

-Es muy joven todavía, y es mi hermano. Sabes bien que no es posible.
-Yo nunca quise darle ningún tipo de señal en ese aspecto.- Se defendió la azorada Ami.- Creía que aquello se le había pasado hacía ya mucho. Si solamente era un niño cuando aquella vez en la playa…
-Bueno, pues lo dicho…- La cortó su interlocutora ahora con genuina preocupación, para pedir con voz queda.- Desanímale si debes hacerlo. No obstante, te agradecería que tuvieras cuidado Es mi hermano pequeño. Tampoco quisiera que le rompieses el corazón.

            Su amiga asintió. Por supuesto que lo tendría. Ahora simplemente repuso con tintes conciliatorios.

-El pobre solamente halagó mi vestido. No puedo ser desagradable con él por eso. Ni tampoco tiene porqué significar nada más que un cumplido.

            Usagi asintió admitiendo aquello. En realidad, las chicas llevaban vestidos con sus colores más paradigmáticos. Rei ataviada con uno rojo, Minako con el tono amarillo anaranjado y Makoto de verde manzana. Calzaban zapatos a juego y ornamentos sencillos pero elegantes. Mamoru no desentonaba con su smoking. Incluso para la ocasión llegaron algunas amigas más. Haruka Tenou, Michiru Kaioh y Hotaru Tomoe. La primera con un traje masculino de color blanco y oro. Las restantes con vestidos similares a los de sus compañeras. Verde mar, y violeta respectivamente.

-Desde luego. Mi hermano se podría haber fijado en Rei. Con lo borde que ella es cuando quiere se habría desencantado en unos minutos.- Musitó resignadamente.-

Aunque todavía faltaba una invitada más. Para sorpresa y alegría de Usagi que estaba perdida en esas reflexiones, una voz femenina muy familiar la saludó a su espalda.

-Espero que hayamos llegado a tiempo a la ceremonia.
-¡Setsuna! –Exclamó girándose para reconocer a su amiga, que lucía un hermoso vestido de sedoso tono entre verdoso y negro.- ¡Qué alegría!

            La mujer sonrió abrazándose de inmediato a la chica. Junto a ella un hombretón realmente alto y fuerte, que llevaba un traje  marrón oscuro con camisa crema y corbata a juego. Su largo pelo castaño iba recogido en una coleta. Se mantenía en un discreto segundo plano. Sin embargo, la anfitriona reparó pronto en él y fue a saludarle.

-¡Lornd! Me alegro mucho de que hayáis podido venir.
-Majestad. – Replicó él sonriendo y tomando una de las manos de la joven para acercarla a sus labios en tanto se inclinaba.- Muchas felicidades.

Parte 10

            Aquello no pasó desapercibido para el padre de Usagi quien se aproximó curioso. Al darse cuenta el resto sonrió algo estúpidamente. Sin embargo Kenji saludó preguntando.

-¿Quién es tu amigo?...
-¡Es, es americano! - Pudo discurrir su hija de modo algo atropellado.-
-Vaya, con esa estatura debe de ser algún jugador de baloncesto, como ese otro amigo tuyo. ¿No?- Inquirió el periodista.-
-Es su hermano.- Contestó la joven.-

             El atónito padre de Usagi no podía dejar de mirar a aquel individuo que estaría aproximadamente en los dos metros de alto por casi otros dos de ancho.

-Y usted, caballero. ¿De qué conoce a mi hija?
-Soy el re…
-¡El representante deportivo de su hermano Roy! - Interrumpió la muchacha con visible apuro.-  Él nos lo presentó cuando fuimos a Nueva York, a visitar a Ami… ¿Verdad?...
-Claro, claro. - Convino la aludida con una sonrisita algo forzada.-
-Sí, es mi amiguete, ese jugador de baloncesto de... ¿De qué equipo era, Ami?- Quiso saber con premura la apurada muchacha.-
-¡Los Knicks!… eso.- Recordó ella de inmediato.-
-Un honor conocerle.- Declaró Lornd estrechando la mano de ese hombre.- Señor…
- Tsukino Kenji.- Le dijo él.- ¿Y usted es?...
-Lornd de la estirpe Deveget…- Replicó con orgullo aunque dejando atónito a su interlocutor.-
-Sí, los Deveget de Nueva York.- Se sonrió Usagi con expresión algo tonta.- Una buena familia… de toda la vida de allí, ¡ja, ja!…se toman muy en serio sus orígenes. Los americanos, que son así…
           
            El rey de los saiyajin se mantuvo en silencio tras escuchar aquello. Era consciente de que no debía revelar su verdadera identidad y de que casi lo había hecho. Usagi estaba hecha un flan, por suerte la elegante Setsuna acudió en su ayuda. Sonriendo con amabilidad saludó al padre de su amiga y enseguida comentó.

-Venimos de muy lejos, pero ha merecido la pena. Estar aquí es para nosotros motivo de gran alegría. Su hija es una persona maravillosa y una gran amiga.
-Ella es única para alegrar el corazón de las gentes e infundirlas buenos sentimientos. La tenemos en una altísima consideración.- Refrendó Lornd ya siendo más discreto.-
-Desde luego, me encanta que Usa-chan tenga tan buenos amigos.- Afirmó su contertulio, alucinado por semejantes invitados y los piropos que dedicaban a su hija.- Cariño. ¿Cuándo has podido conocer a tanta gente? -Preguntó no sin asombro.-
-Muchas de ellas son de aquí.- Repuso la joven añadiendo con tintes misteriosos y casi divertidos.- Y otros, bueno, digamos que afortunadamente el destino les cruzó en mi camino.

            Su padre asintió, encogiéndose de hombros y comentando de forma desenfadada cuando Ikuko le hizo una seña.

-Voy a ver si tu madre quiere algo. Está muy emocionada y deseando verte mañana en la celebración oficial. – Y dicho esto se despidió alejándose hacia su esposa.-
-Tu padre es un buen hombre.- Comentó Setsuna.-
-Sí.- Añadió Lornd.- Se percibe con claridad. Y no me extraña. Siendo el padre de la futura soberana del mundo.
-¡Mejor que no le digas eso o le daría un ataque! - Sonrió la aludida para explicarle al saiyajin.- Mira. Mis padres terrestres nada saben de quién soy en realidad. Todavía no es el momento. Ni para ellos, ni para la Humanidad. No podemos mostrarnos aún.
-Comprendo. Lamento haberte puesto en un brete.- Se disculpó su interlocutor.-
-No te preocupes.- Replicó animosamente Usagi.- Lo que importa es que hayáis podido venir. Me habéis hecho muy feliz. Te lo agradezco Lornd, siempre es un placer verte y con Setsuna tengo a todas mis chicas aquí, conmigo. Pero contadme.- Les pidió con interés.- ¿Qué tal todo por Nuevo Vegeta? ¿Cómo están Calix, Seira y el pequeño Eron?
-¡Seira tan inflexible y espartana como siempre! - Rio Setsuna.- Ya sabes lo en serio que se toma sus funciones como mi guardiana y consejera. Insistió en venir para escoltarme. Sin embargo,  dije que no era necesario. Que la encargaba del cuidado de mi hijo. Le pedí que le instruyera y protegiera en nuestra ausencia. Lo tomó como un gran honor. Ya sabéis cómo es, me juró una vez más que con su vida y todo eso…
-Su hermano Dariel es el Canciller y rige el reino en nuestra ausencia. Y el esposo de Seira, Calix, le ayuda a coordinar los contactos con nuestros aliados.- Añadió Lornd.-
-Y nuestro hijo está muy bien.- Sonrió afectuosamente ahora Setsuna.- Grande y fuerte. Y bueno… dentro de poco tendrá compañía…- Añadió acariciándose el abdomen.-

            Sus amigas se quedaron atónitas, enseguida las caras de asombro dieron paso a las de alegría. Todas la felicitaron.

-¡Qué buena noticia!- Me alegro mucho por vosotros.- Exclamó Usagi dando ambas manos a su amiga.-
-Y si es niña.- Declaró un satisfecho Lornd.- La llamaremos como tú.
-¿Usagi Deveget?- Repitió la aludida tratando de imaginar cómo iba a sonar aquello en la corte de los saiyajin.-
-¡No! - Se rio Setsuna, para aclarar divertida.- Serenity. En honor a la reina más maravillosa de la Galaxia. Con tu venia, claro está.
-¡Oh, yo!… ¡no sé qué decir! - Pudo responder la emocionada muchacha.- Será un gran honor. Muchas gracias…por acordaros de mí.
-Gracias a ti.- Repuso Lornd que dobló una rodilla sin recato ante ella.- Ya te lo dije una vez, igual que a mi esposa. Toma mi mano y mi vida también. - Sentenció ofreciéndola una suya.-

            Usagi la estrechó de forma algo vergonzosa, afortunadamente sus padres y su hermano estaban ahora distraídos. Solamente sus amigos íntimos vieron aquello. El saiyajin se levantó de nuevo y se alejó para charlar con Haruka, Hotaru y Michiru, con las que se llevaba muy bien. En eso que otros dos amigos llegaron. Se trataban de Zafiro y Petz, acudieron tras cerrar la tienda y retornar de su trabajo en la Masters respectivamente.

-Querida Usa-chan, ¡muchas felicidades! - La saludó Petz.-
-Sí, enhorabuena en tu mayoría oficial de edad.- Añadió Zafiro.-

            Los dos acudieron muy elegantes, ella con un blazer de tonos verde oliva, él con traje y corbata azul marino y camisa blanca. La mujer llevaba su característico moño y él lucía un pelo corto aunque con algo de flequillo.

-Mañana quince de enero será la fiesta oficial, el alcalde nos recibirá y tendremos que ponernos los kimonos.- Les comentó Usagi.-
-Sí, espero que por fin hayas aprendido a llevarlo en condiciones.- Terció la guerrera Marte que pasaba por allí y no pudo resistirse a hacer ese comentario.- Mira que he intentado enseñarte veces.
-¡No te defraudaré mi queridísima Rei! - Rio la interpelada.-
-La verdad es que, puestos a observar el protocolo, deberías ser tú la que recibiera al alcalde. ¡Ja, ja! - Terció Petz divertida.-

            Setsuna, Usagi, Zafiro y Rei se rieron por aquello. Las sailors enseguida le pidieron  a su amiga que las pusiera al día. Ésta les comentó.

-Bueno, pues ya sabéis. En tu caso Rei-chan, mi hermana Cooan y Tom siempre se acuerdan mucho de ti. Quieren que vayas a verles a Portland.
-Y de nosotras… ¿Se acuerdan?- Intervino jovialmente Ami que se acercó junto a Makoto y Minako.- ¿Qué tal estáis?- Añadió con amabilidad.
-Bien, muchas gracias.- Repuso Zafiro que respondió.- Pues hablé hace poco con mi hermano. Esmeralda y él están muy felices. Por cierto. Queridísima Ami –chan, amigas. También me contó otra cosa. Me encargó, Ami, que en cuanto puedas te pongas en contacto con Roy y Bertie. Claro que piensan mucho en ti. Es más. Quieren saludarte lo antes posible.

Aquello sonó algo raro. La propia interpelada les interrogó con un semblante más serio.

-¿Sucede algo malo?...
-No, ¡qué va! – Sonrió Petz que añadió.- Tú haznos caso. Ami –chan…O mejor aún.- Se dijo pensativa al ver a Lornd.- Oye Setsuna, ¿podría hablar con tu esposo un segundo?
-Claro.- Asintió ella.- Lornd, ¿Podrías venir un momento, por favor?- Llamó de inmediato a su marido.-

            Éste se aproximó. Petz y Zafiro le saludaron a su vez y tras ponerse de puntillas la mujer le cuchicheó algo al oído. El saiyajin escuchó atentamente, asintió sonriendo con amplitud. Enseguida repuso.

-¡Dalo por hecho!

            Y se alejó para ocultarse en algún sitio desierto de gente. Entre tanto Makoto se aproximó a su amiga Petz, tras darse un abrazo se pusieron a charlar de sus cosas. Zafiro compartió conversación con Ami y Rei. Minako y Usagi se quedaron allí, junto con Setsuna. Hablando de temas algo más intrascendentes.

-Espero poder ver a Esmeralda y a Kaori.- Les comentaba la soberana saiyajin.- Hace mucho que no me pongo al día de las tendencias en moda.
-Sí, con Esmeralda no podrías tener mejor consejera. Su carrera en la casa Deveraux está cada vez más afianzada.- Le contó Minako.-
-Hace poco que estuvo aquí con Diamante.- Recordó Usagi afirmando divertida.- Incluso me tomó medidas para un vestido. Su regalo de cumpleaños. Me dijo.

            Pensaba en aquello, subida  a una especie de tarima en tanto su antigua enemiga le colocaba alfileres para tomarle los bajos.

-Ante todo no te muevas, Usa-chan.- Le pedía la modelo.-
-Eso quiero, pero me ponen nerviosa los alfileres.- Le confesó la chica.-
-Eres la futura reina de la Tierra y de la Luna. Has derrotado a las mayores amenazas del Universo y ¿te asustan unos alfileres? - Se sorprendió su interlocutora.-
-Sí…bueno... Tú no conoces a mi amigo Son Goku. Él peleó contra los más terribles enemigos en su dimensión. Murió y resucitó varias veces y hace unos entrenamientos terriblemente duros. Eso sí, no le hables ni en broma de ponerse una inyección…en eso le pasa igual que a Mamo-chan. ¡Podrían fundar un club de alérgicos a las agujas! -Replicó con tono a medio camino entre el nerviosismo y la chanza.-

Y entre tanto miraba con aprehensión como su contertulia iba colocando esos finos y afilados elementos entre el dobladillo de la ropa.

-Por lo que Diamante me contó, ese maestro suyo era de lo más peculiar, sí. - Concedió divertida, para insistir.- ¡Pero estate quieta!…Así no hay quién calcule bien el bajo…

            Aunque le costó lo suyo, también sentía algunas cosquillas que la hacía reír cuando la abnegada Esmeralda le estaba tomando medias. Finalmente la joven se mantuvo lo más estática que pudo. Por fin su sastre de lujo asintió con aprobación.

-Estupendo. Tengo tus medidas. En cuanto pueda te arreglaré uno de los vestidos que estoy diseñando para la próxima temporada. Creo que te sentará de maravilla.
-¡Muchas gracias! - Exclamó la muchacha realmente encantada.-
-Gracias a ti. Majestad.- Sonrió su interlocutora haciendo una inclinación.-
-¡Oh, dejad eso ya! No quiero que me llaméis Majestad.- Protestó jocosamente la chica.- Aquí solamente soy Usagi Tsukino…

            Su contertulia asintió para tomar la palabra en tanto ambas se sentaban alrededor de una mesa.

-Lo único que sé es que, gracias a ti ,Diamante y yo podemos estar juntos. Y somos muy felices.
-Bueno, fuisteis vosotros quienes lograsteis volver con mucho esfuerzo. No tuve que ver en eso.- Se apresuró a  replicar la interpelada.-
-Tuviste todo que ver porque nos inspiraste con tu bondad.- Declaró una emocionada Esmeralda ahora.- Me hiciste recordar lo bueno que había en mí. Los recuerdos de la madre de Diamante y lo que ella quiso para todos los habitantes de Némesis una vez. La unión y la paz con la Tierra y la Luna. Te prometo que nunca lo olvidaré.
-Estoy convencida de que no lo harás.- Sonrió afectuosamente la muchacha quién por unos instantes retomó su papel como Serenity para sentenciar.- Y tanto tú como tu esposo seréis muy importantes en el devenir de las cosas. Vuestra contribución será fundamental para alcanzar la paz definitivamente.
-¿Qué debemos hacer?  Tú solo dínoslo. Estaremos a tu servicio sin dudarlo. - Se ofreció su interlocutora.-
-Por ahora disfrutad de la vida que tenéis y ¿quién sabe? Puede que dentro de poco decidáis aumentar la familia….

Parte 11

            Eso hizo que Esmeralda se ruborizase visiblemente. Apenas sí pudo contestar.

-Creemos que todavía…es un poco pronto…con todo el trabajo…
-Tomaos el tiempo que preciséis.- Sonrió afectuosamente su contertulia añadiendo a modo de particular confesión.- Mamo- chan y yo hemos pensado en hacer eso mismo. Hay muchas obligaciones que debemos atender antes que ser padres.
-Pero, la Pequeña Dama…- Objetó Esmeralda, alegando.- Ella tiene que nacer.
-A su debido tiempo la Pequeña Dama vendrá a este mundo. Por ahora lo hace desde el futuro. Es más. A ver si puede venir a mi fiesta de mayoría de edad.- Casi musitó para sí.-
-Lamentablemente nosotros no podremos asistir. Tengo la semana de la moda de Milán y Diamante debe acudir a su trabajo.- Se lamentó su interlocutora, quien no obstante agregó más animosamente.- Pero te deseamos lo mejor.
-Os lo agradezco de corazón, amiga mía.- Repuso Usagi posando una mano sobre las de su contertulia.-

            Recordaba eso cuando, efectivamente, una voz muy conocida se hizo escuchar a sus espaldas. Aunque pertenecía a una jovencita quinceañera que estaba acompañada otras cuatro de exóticos peinados.

-No pensarías que iba a perderme tu fiesta.- Declaró esa recién llegada.-

            Nada más girarse Usagi sonrió. ¡Allí estaba! Su hija del futuro. Realmente hermosa y muy crecidita ya. Tanto que hasta la superaba en altura. Venía junto con sus propias guardianas las sailor Asteroides, quienes en sus identidades civiles, lucían también unos elegantes vestidos.

-¡Chibiusa!...
-Muchas felicidades.- Sonrió la muchacha casi sonando a modo de excusa.- Vinimos en cuanto pudimos.
-Enhorabuena, Majestad.- La saludó Ceres, como era conocida formalmente.-

            La muchacha lucía un enrevesado peinado de tono fucsia y trenzas enroscadas en círculos. Y su vestido era de tono azafrán.

-Sí. Qué chulo es tener una fiesta para ti sola.- Afirmó Juno.-

Ésta joven tenía una larga coleta verde elevada hacia arriba y vestía de ese color en tono manzana.

-Me encantan las fiestas. Son divertidas.- Convino Palas.-

La muchacha lucía un pelo más recatado que el resto, Aunque le colgaban cuatro largas hileras de cabello azulado rematados en bolitas. Del mismo tono que su vestido.

-Bueno, no está nada mal.- Remachó Vesta.- Con otra larga coleta rojiza que desafiaba la gravedad. Al tiempo que lucía un vestido de tonos burdeos.-

            Usagi las saludó cariñosamente a todas, que, con algo de disimulo hicieron una leve reverencia. Pese a que su interlocutora trató de disuadirlas con gestos de sus manos dado que justo en ese instante se aproximaba Ikuko.

-Vaya hija, ¡cuánta gente ha venido a tu fiesta!- Exclamó muy alegre al reconocer a Chibiusa. -¡Qué alegría verte por aquí!-Se apresuró a decir.-
-Hola, mamá Ikuko.- Saludó la joven de modo muy agradable puesto que adoraba a su técnicamente futura abuela.- Yo también estoy muy contenta de haber podido venir.
-Sí, desde que tus padres te enviaron a estudiar a Europa te hemos echado muchísimo de menos.- Se lamentó la mujer.-

            Usagi sonrió, eso formaba parte de la sugestión hipnótica que Chibiusa implantó en su familia. Era el único modo de justificar sus ausencias, idas y venidas. Sin embargo, Ikuko la miraba atónita y diciendo con admiración.

-¡Has crecido tantísimo! Ya eres toda una mujer. ¡Es increíble! No me ha parecido que fuese hace tanto que te marchaste.
-El tiempo pasa volando.- Terció Usagi con tono divertido.- No te lo puedes ni imaginar, mamá.
-Y vosotras, ¿sois también amigas de Usagi?- Quiso saber la madre de la homenajeada, dirigiéndose a las Asteroides.-

            Al unísono las jóvenes hicieron una educada inclinación. Palas como de costumbre se adelantó con ese entusiasmo suyo que los años no habían conseguido domar. Juntando ambas manos a la altura del pecho y exclamando.

-¡Usted es la madre de la reina en la Tierra, es un honor!

            Las otras la miraron entre horrorizadas e incrédulas. Juno ya le estaba tapando la boca, pese a sus protestas y Ceres enseguida sonrió trémulamente al darse cuenta de la expresión de Ikuko y sobre todo, de las de Usagi y Chibiusa, para acudir al rescate y matizar.

-¡De la reina de la fiesta que se celebra en estas tierras, a eso se refiere mi amiga, ja, ja!
-Sí… es para nosotras un honor el haber sido invitadas.- Añadió Vesta.-
-Somos compañeras de Chibiusa.- Se apresuró a remachar Juno que todavía sujetaba a Palas tapándola la boca con la otra mano.- Estudiamos con ella.
-Al decirles que iba a venir las invité a que me acompañasen.- Pretextó la aludida llevándose una mano al cogote.-

            Ikuko sonrió divertida y asintió con aprobación, Juno había soltado al fin a Palas, que enseguida recompuso su gesto al percatarse de las miradas del resto, sonrió y saludó.

-Mucho gusto en conocerla, señora.
-Lo mismo digo. Sois unas chicas encantadoras. Me alegra que seáis tan buenas amigas de Chibiusa.
-¡Muchas gracias!- Replicaron todas a coro.-

            La madre de la festejada se alejó tras hacer una leve inclinación de cabeza. Momento en el que Vesta le recriminó a su compañera.

-Para- Para, cómo se te ha ocurrido decir eso. Nuestra soberana está de incógnito. Su familia de la Tierra ignora quién es en realidad.
-Yo…Lo siento.- Pudo disculparse la apurada chica bajando la cabeza.-
-Debes tener cuidado con tu ímpetu.- La recomendó Ceres.-
-Pero Cere- Cere.- Se defendió la azorada joven.- No lo dije con mala intención.
-Eso ya lo sabemos.- Suspiró Juno.-
-Cere- Cere, Jun- Jun, Bes -Bes. No os enojéis con Para-Para. Por favor. - Sonrió Usagi añadiendo con ternura.- La pobre solo trató de ser amable con mi madre.
-Claro. No ha pasado nada.- Añadió Chibiusa proponiéndolas con animación.- Ahora vamos a pasarlo bien y a saludar al resto de nuestros amigos.
-Desde luego que sí. Además, he visto a camareros con bandejas de canapés.- Comentó Cere- Cere.-
-Pues yo me muero de hambre.- Afirmó Jun-Jun.-
-Sí, ya va siendo hora de comer algo.- Suscribió Para- Para.-
-¡Al ataque chicas! - Las arengó Bes- Bes.-

            Todas sonrieron dispuestas a ello con visible entusiasmo, tras felicitar una vez más a su futura reina se mezclaron con los demás invitados. Usagi movió la cabeza divertida. ¡Estas chicas nunca cambiarían! Las que fueran enemigas suyas del Dead Moon Circus eran ahora las escoltas y amigas de su hija del futuro. Aunque había que reconocer que en los últimos tiempos habían estado muy ocupadas adiestrando y educando a Neherenia que volvía a ser una cría.

-Sí, se nos acumula el trabajo para crear un mundo mejor. Hay mucho por hacer y precisamos de toda la ayuda posible. – Suspiró.-

            En eso que Lornd retornó junto con algunos amigos. Usagi sonrió de inmediato al ver a Bertie y a Cooan con sus respectivos esposos. Tras los abrazos de rigor Beruche declaró

-¡Felicidades Usa-chan!
-Sí- añadió su hermana.- ¡Enhorabuena!
-Muchísimas gracias, chicas.- Replicó la agasajada.- Y bien.- Quiso saber ahora con cierto tinte de interés.- Creo que tenías algo que contarnos, Bertie. Tu hermana Petz y Zafiro no quisieron decirnos nada. Ni a mí, ni a Ami.

            La cara de la aludida resplandeció con una gran sonrisa. Su esposo hizo lo propio rodeándola con un protector brazo por los hombros. Entonces Usagi comprendió. De inmediato llamó a su amiga y compañera Mercurio.

-¡Bertie, Cooan, Roy, Tom!- Les saludó ésta última visiblemente feliz de verlos.-
-Bueno. Ahora sí que podrán decirte lo que pasa.- Le susurró Usagi.-

            Y con la atención de todos, incluyendo a Setsuna y las otras guerreras, además de Petz y Zafiro, Beruche sonrió tímidamente pero muy alegre y declaró.

-Estoy embarazada…

            Aquello fue un estallar de júbilo y parabienes. Todos sabían lo que eso significaba. Y quién iba a ser el hijo de la pareja.

-Es maravilloso. Ahora os tendrá a los dos para que le crieis.
-¡Desde luego! - Aseguró Roy que estaba pletórico e incluso algo pícaramente malicioso al añadir.- Y…una cosa más. Cubito cariño, díselo…

            Su esposa asintió y de inmediato se dirigió a su querida amiga, no sin emoción. Ahora incluso hasta se le escapaban algunas lágrimas cuando dijo.

-Ami-chan. De no ser por ti y por las otras yo… jamás hubiera tenido la oportunidad de ser feliz. Mi hermana Cooan y tú me convencisteis de lo hermoso que era vivir y tener a tu lado a las personas que te quieren. Me arrepentí hace mucho de las cosas tan pueriles que dije. El amor no es una tontería…ahora que voy a ser madre lo percibo todavía con más claridad…
-Así es.- Sonrió su amiga agregando con mucho afecto.- Y me alegro muchísimo por ti.

            Bertie asintió dominando su emotividad a duras penas, para replicar…

-Por eso quiero pedirte, rogarte que, cuando el niño vaya a nacer seas tú quien ayude a traerlo a este mundo. Para que sepa que las guerreras del amor y de la justicia estarán siempre ahí cuidando de él, como hacen con todos los habitantes de este planeta. Y, sobre todo… Roy y yo queremos pedirte que seas su madrina.

Parte 12

            En esta ocasión, fue Ami la que no pudo evitar emocionarse y derramar algunas lágrimas en tanto se abrazaba a su querida amiga.

-¡Oh! Bertie-chan…Es un gran honor para mí. Acepto encantada. ¡Muchísimas gracias! Pero no soy católica., No podré formar parte del rito del bautismo de vuestro hijo.
-El honor es nuestro.- Intervino afectuosamente Roy.- No te preocupes, sé que no eres católica. Pero no importa. No hace falta ningún rito para que seas de la familia. Y nuestro hijo tendrá la mejor mentora del mundo en ti.
-Muchas gracias.- Sonrió la emocionada Ami.-
- Lo que ha dicho mi esposa es cierto. Somos nosotros los que debemos daros las gracias por todo lo que habéis hecho por nosotros.- Respondió Roy.-
-Sí. Así es.- Convino Cooan.-
-Bueno.- Se sonrió Rei mirando divertida a su amiga.- Pues a ver para cuando os toca a vosotros.

            Tom y su mujer se ruborizaron entre las risas de los otros. Pero enseguida sonrieron. Por supuesto que Cooan tomó de las manos a Rei y afirmó tajantemente.

-Cuando eso suceda, tú serás la primera en saberlo y, por supuesto, queremos rogarte que aceptes ser la madrina de nuestros hijos. Ya lo sabes.
-Para mí será motivo de una inmensa alegría.- Sonrió ampliamente Rei, que ahora no pudo evitar emocionarse a su vez y adoptar un tono lleno de cariño.- Gracias, Cooan-chan.
-Gracias  ti. - Replicó su emocionada amiga sentenciando.- De no ser por tu bondad, tu confianza y apoyo jamás lo habría conseguido. Hiciste que creyese en mí misma, que recobrase la esperanza en el futuro. ¡Me diste la vida, mi querida amiga!

            Turno de la pobre Rei para que se le saltasen las lágrimas. Usagi sonrió. En el fondo, pese a su mal genio y tantas broncas que tenían las dos, su amiga era un pedazo de pan. Pese a que muchas ocasiones la joven fuese arisca o tratase de aparentarlo, poseía un corazón de oro. Ella salvó a Cooan del infierno en el que vivía y la ayudó a comenzar de nuevo más que nadie. Después eso hizo posible que el resto de las hermanas viesen la luz.

-Sí… todo aquello debía de suceder…- Meditó Serenity volviendo de aquellos recuerdos.- Entre otras cosas me ha enseñado a apreciar a mis amigas como las maravillosas personas que son.

Pensó en eso, sentada en aquel sillón de cómodo cuero en el que se hundía. Pasó alguna página más del diario para releer. Al día siguiente aconteció esa fiesta con algunos familiares de las chicas que también asistieron, los padres de Ami, los de Minako, Yuuichirou, el abuelo de Rei…incluso el padre de ésta. La única que no tenía familiares fue la pobre Makoto. Pero la chica no se puso triste por eso. Tanto sus amigas como Petz y Zafiro estuvieron a su lado como si de hermanos se tratasen. Pasó el tiempo, algunos años más con batallas y demás ocupaciones. Sus amigos fueron teniendo hijos. Roy y Bertie dos, Tom y Cooan, tres, Zafiro y Petz otros dos, Diamante y Esmeralda tuvieron una niña. Además de Mimette y el hermano de Tom, Daniel. Por otro lado Kaori y el profesor Tomoe…Nephrite por su parte fue padre de dos con su esposa Amanda y Ail y Ann, que visitaron esporádicamente la Tierra, añadieron a otra cría a su anterior hijo. Incluso Serenity sabía muy bien el paradero de Karaberasu y que fue madre de dos hijos. Aquello le costó una agria disputa con Minako. Le dio orden tajante de no intervenir, pero su amiga no pudo obedecerla. Por una parte poniéndose en su lugar lo comprendía, pero en justicia se vio obligada a castigarla a ella y a Artemis, que le brindó ayuda. Por fortuna todo eso quedó atrás y se reconciliaron. Tras un tiempo amargo entre ambas las cosas fueron al fin como antes.

-Bueno, quizás no del todo.- Suspiraba ahora en tanto pasaba más páginas.-  Es esa maldita razón de Estado.- Se lamentó.- Te obliga a actuar de formas en las que jamás lo harías de no tener semejantes responsabilidades…

            Pero alegró su semblante. Enseguida vio un apartado que rezaba, Navidades.  Sonrió. Esas fueron unas bastante divertidas. Como acababa de leer sus amigos ya eran padres de numerosos vástagos y cada uno de ellos se reunía con sus propias familias. Pero las guerreras solían ir a verles aunque fuera por un día o dos, para compartir algunos momentos con sus respectivos ahijados. Usagi les preguntaba a ellas y al mago Landar, que le decía cosas que ni sus amigas podrían conocer, extraídas de un libro muy especial, el llamado el Libro de los Días. Después anotaba esas peripecias. Incluso en el caso de Minako, a la que dijo que podía ir a ver a Kalie y los niños  pero de modo discreto.  Así tomó ese apartado y leyó…

Especial Navidad.

Esa mañana nevaba y nevaba… aquellas eran unas Navidades realmente blancas…Roy sonrió entusiasmado. Tenía muchas ganas de sacar a los niños al jardín y hacer un muñeco de nieve bien grande. Estarían al llegar, fueron con Bertie al centro comercial para hacer algunas compras navideñas. Por suerte su equipo no jugaba. Tendría dos días para disfrutar de la familia antes del siguiente partido. Ya se imaginaba la escena cuando llegaran…Esperó hasta que al fin oyó el sonido de la puerta al abrirse. La primera que entró corriendo fue la pequeña Kerria.

-¡Papi! –Exclamó entusiasmada en tanto él la recibía tomándola en brazos y levantándola.- Hemos comprado muchas cosas.
-¡Qué bien cariño! A ver ¿Qué habéis comprando, eh? - Sonrió él que la miraba embobado.-
           
No era para menos, era una niña preciosa. Con esos enormes ojazos verdes como los de él y ese pelo castaño claro, casi rubio, peinado con una trenza igual que la de su madre y esos nueve años que aun mantenían toda la inocencia infantil. La cría enseguida relató emocionada.

-Mami ha comprado mucha comida, y dulces… y algo de ropa… y adornos para el árbol. ¡Esos lo he elegido yo!…
-Serán tan bonitos como tú.- Repuso cariñosamente su padre. Dándola un beso en la mejilla para dejarla en  el suelo.- O casi…
-Hola papá.- Saludó Leval, que con sus once años y medio, ya era más contenido y reposado que su hermana menor.- ¿Ya terminaste de jugar?
-Sí, hijo. Hasta la próxima semana no tendremos partido. – Afirmó él.-
-Entonces podrás pasar la Nochebuena y la Navidad con nosotros.- Sonrió el niño.-
-¡Claro!- Aseguró su interlocutor devolviéndole la sonrisa en tanto le mesaba el pelo.- Cuenta con ello.
-Este año estaremos todos juntos por más tiempo.- Intervino Bertie que entraba también en el comedor.- Ya iba siendo hora.
-Me gustaría ver también a los primos Alan y Lance y a la prima Idina, como el año pasado. Y a Nehie. – Comentó Kerria.-
-Este año no podrá ser, cielo. Tus primos pasaban las fiestas con sus abuelos, sus tíos y su prima Mimí. - Le comentó su madre.-

            Kerria torció un poco el morro, pero ¡qué se le iba a hacer! Estaba contenta de todos modos. Iban a decorar un árbol grandísimo y su entusiasmo creció cuando su padre les propuso a ella y a Leval con tono jovial.

-Y después de comer haremos el muñeco de nieve más grande del barrio.
-¡Eso será genial!- Afirmó Leval deseoso de emprender semejante obra.- Luego le haremos fotos. Para tener la prueba.
-¡Y le pondremos una zanahoria por nariz! Como el que hicimos con la tía Connie el año pasado.- Añadió la más que eufórica Kerria.-
-Y vuestra madre nos podría ayudar.- Se sonrió pícaramente Roy afirmando divertido.- ¿Verdad cariño? Eso de la nieve no guarda secretos para ti…
-Mejor no molestaros en vuestros quehaceres.- Se rio Beruche quien afirmó ya más seria.- Pero eso será después de comer y si salís bien abrigados.- Y ante el asentimiento de los dos críos, ella sonrió nuevamente agregando, más bien para aludir a su esposo.- Me refiero a los tres…
-¡A la orden, cubito! - Repuso su marido poniéndose firme y saludando de forma cómica.-

            Bertie volvió a mover de nuevo la cabeza entre resignada y divertida. En eso estaba cuando se escuchó el timbre de la puerta…

-¡Voy a ver quién es! – Se ofreció Kerria con entusiasmo.-
-Espera hija, mejor será que vaya yo.- La detuvo su madre.- Sabes que no me gusta que abráis a posibles desconocidos.

            Y así, haciendo gala de precaución fue la propia Bertie quien se aproximó y dio un vistazo por la mirilla Enseguida su rostro se iluminó con una gran sonrisa. No tardó en abrir.

-¡Felices fiestas, familia!- La saludó una conocida voz femenina.-
-¡Madrina Ami, madrina Ami! – Exclamó Kerria corriendo a abrazarla.-

            La mujer sonrió con ternura dejando que la cría se llegara hasta ella y casi chocase con la cabeza contra su pecho. Adoraba a sus ahijados y le hacía mucha ilusión poder visitarles, más en esas fechas.

-¡Qué bien! Qué Navidades tan buenas.- Afirmaba la pequeña realmente contenta.-

Su madrina enseguida la rodeó con sus brazos y repuso con una expresión radiante.

-Me alegro muchísimo de veros, cariño.
-¡Madrina! - La saludó Leval yendo también a su encuentro con visible contento.-

            El niño ya era casi tan alto como ella. Ami se sentía realmente encantada al ver crecer a sus dos ahijados de ese modo, llenos de ilusión y con unos corazones tan puros. Desde luego los desvelos de todos, comenzado por los padres de aquellos niños, habían merecido la pena. Abrazó a ambos con mucho afecto y tras separarse la recién llegada recogió unas bolsas que había traído y que reposaban en la entrada.

-¡Qué sorpresa! Pasa por favor.- Le pidió Beruche tras abrazarse a ella también.- ¿Cómo has podido venir? No te esperábamos…
-Mi doctora favorita. – La saludó Roy con otro abrazo.- ¿Qué tal estás?
-Estupendamente.- Afirmó la muchacha que les contó, una vez la hicieron pasar y colgaron su abrigo de gruesa lana blanca en el perchero del recibidor.- En un par de días vuelo a Japón para ver a mis padres. ¡Estas fiestas las van a pasar juntos! Es todo un acontecimiento y no puedo faltar. Pero antes me dije que sería estupendo poder veros.
-Sin embargo, tendrás tiempo de cenar con nosotros por lo menos hoy y pasar el día de mañana aquí.- Le ofreció Bertie.-
-De eso no tengas ninguna duda.- Asintió la interpelada.- ¡Ah! Lo olvidaba.- Sonrió reparando en esas bolsas que había traído.- Para vosotros. Feliz Navidad.

            Ami sacó de las mismas unos paquetes envueltos y rematados en lazos que fue distribuyendo entre sus amigos. Ellos los observaron con perplejidad.

-No tenías que haberte molestado.- Pudo decir Bertie entre agradecida y apurada.- De haber sabido que vendrías hubiéramos buscando algo para ti…
-No te preocupes por eso. Y no ha sido ninguna molestia.- Afirmó la aludida.-
-Eso se arregla rápido. - Afirmó Roy.- Algo habrá que podamos regalar a nuestra hada madrina favorita.
-De verdad. No tenéis que hacerlo. - Sonrió la aludida, remachando. - Me basta con veros tan felices a todos.

            Por supuesto mientras los adultos mantenían esa conversación los críos estaban deseosos de abrir sus regalos. Leval, algo más formal, pidió permiso a sus padres y estos asintieron sonrientes. El muchacho desenvolvió aquello y sacó una caja de la que extrajo un pequeño telescopio.

- ¡Guau! –Exclamó encantado. - Es lo que yo quería…muchas gracias madrina Ami.
-Espero que puedas ver muchas estrellas con él, cariño…- Sonrió su interlocutora para decirle con tono afectuoso. - A mí siempre me han gustado los astros. Recuerdo un buen amigo y antiguo compañero de instituto con el que fui a la casa de uno de nuestros profesores una vez, a observar un cometa…

            Recordaba a Taiki, o mejor dicho, sailor Star Maker. Ahora, tanto ella como sus compañeras Star Light estaban en el planeta Kinmoku, sirviendo a su princesa, la elegante y bondadosa Kakyuu.

-¡Qué recuerdos!- Musitó Ami, comentando eso con sus amigos.-
-Nos has hablado de esas guerreras en alguna ocasión.- Respondió Bertie discretamente.-
-¿Hace mucho que no os veis?- Quiso saber Roy.-
-Bastantes años.- Admitió Ami.-
-¡Ojalá pudiera llevaros hasta allí, pero no conozco sus energías.- Se lamentó él.-
-No te preocupes, solamente divagaba un poco, al hilo de mis recuerdos.- Sonrió Ami, observando complacida como su ahijado estaba ya examinando su regalo.-


Por su parte la pequeña Kerria no tardó tampoco en abrir el suyo, aunque rompiendo el papel con celeridad. Encontró un pequeño karaoke…

-¿Qué es esto?- Quiso saber algo desconcertada.-
-Es un karaoke, cielo. Para cantar.- Sonrió su madre.-
-¡Qué bien! Así podré cantar las canciones de Minako.- Dijo con patente entusiasmo.-
-Mi hija es una fan.- Le contó Roy divertido.-
-Cuando Mina-chan venga por aquí, espero que podáis llevarla a uno de sus conciertos.- Repuso Ami mirando con ternura a su ahijada.- Se alegrará mucho de veros.

            La cría ya estaba tratando de hacer sonar el micrófono. Aunque fue su padre el que pacientemente le explicó sin reprimir una sonrisa. Realmente su hija era tan impaciente o más que él.

-Tienes que ponerle las pilas primero. O enchufarlo, cariño. Sino no funcionará.
-Papá, ¡ponlo por favor! - Le pidió llena de expectación.-
-Creo que viene con alguna canción de Minako grabada.- Le comentó Ami tan divertida como Bertie en tanto observaban a la niña.-
- Eso de querer ser cantante es nuevo. Antes querías ser princesa.- Se sonrió la madre de la pequeña.-
-Eso de ser princesa es para las niñas pequeñas.- Replicó indiferentemente la aludida.-

            Bertie se rio. ¡Si eso sucedió hacía un año exactamente!...En fin, sus hijos crecían deprisa. Entre tanto Ami le comentó a ella.

-Abre el tuyo.

            La interpelada no se hizo de rogar. Era un paquete compacto y descubrió un teléfono móvil dentro. Lo miró atónita para decir.

-Este modelo parece muy avanzado.
-Sí. Es lo último en tecnología.- Afirmó su amiga.-
-Muchas gracias Ami-chan. De veras. Lamento no tener nada para ti.- Repitió Bertie algo envarada.-
-¡Bromeas! – Se rio la doctora mirando a su alrededor.- Fíjate en todo esto.- Le comentó a su atónita amiga.- Es cuanto podría desear…

            Leval estaba instalando ya el telescopio en una ventana. Kerria y Roy se afanaban en poner a punto el karaoke. Y entonces la invitada manifestó con ternura.

-Tienes una estupenda familia de la que me has dejado formar parte. Ese es el mejor regalo que me podrías haber hecho nunca.

            Ambas mujeres se dieron un abrazo lleno de afecto y por fin Ami le pidió a Roy que abriera su regalo. El chico no se hizo de rogar. Tenía también mucho interés. Y en verdad que era como su hija de impaciente a la hora de rasgar el papel del paquete lo que le valió la reprimenda de su esposa en medio de las risas de su invitada.

-¡Mira que te he dicho que seas más cuidadoso! - Le amonestó con humor.-
-Es que tengo ganas de ver lo que es, cubito.- Se excusó él.-

            Finalmente lo abrió para encontrarse con un aparato algo extraño, Ami enseguida le comentó.

-Sirve para medirte las pulsaciones y tu nivel de fuerza. Está especialmente calibrado para ti.  Lo han desarrollado en la Masters Corporation. Te lo envían Zafiro y Diamante. Con saludos de su parte.
-¡Vaya con esos dos hermanitos! - Se rio el chico llevándose una mano al cogote.- Y yo que siempre les estoy haciendo bromas. Tendré que llamarles para darles las gracias. Y muchas gracias a ti también, Ami.
-¡No hay de qué! - Se rio a su vez la interpelada.-
-Y claro está. Enviar felicitaciones a ellos, a Nephrite y a Amanda. Y me gustaría mandarles alguna a Ail, Ann y a su hijo. Desgraciadamente no va a ser posible.- Comentó llevándose una mano a la barbilla.- Eso de que estén en otro planeta…. Y por supuesto, no me olvido del paleto de Kansas y señora. ¡Ja, ja! - Rio y con él ambas mujeres.-
-Anda, déjate de decir bobadas como de costumbre y ayuda a tu hija con ese aparato. Ya me ocuparé yo de mandar un mensaje a mi hermana y a Tom.- Repuso Bertie.-
-Muy bien cubito. Enseguida lo instalamos….-Aseguró cordialmente él.-
           
Así lo hizo y una vez estuvo listo el karaoke se animaron a  cantar algo. Sobre todo con su hija, haciendo que la niña se riera mucho con su padre, cuando éste ponía voz de falsete tratando de imitar al ídolo de la juventud, Minako, cuando acompañaba una de las canciones de esta que, en efecto, estaban grabadas en la memoria de ese aparato.

Siempre ahí, antes del amanecer, 
a Venus, nosotros en el cielo la encontramos, 
Nuestro amor, secreto se esfumará, 
tan veloz, sin poder contarlo jamás a nadie. 


Al suspirar, los vientos cambiarán, 
mi corazón, a las estrellas va, 
Extrañamente estas fugaces emociones también, 
Renacerán en el futuro. 

            La pequeña Kerria daba palmas entusiasmada, junto con su padre, en tanto Ami y Bertie se reían. El único que no estaba pendiente de eso era Leval, que trataba de ver algo por el telescopio aunque fuese aun de día…


Cogidos de la mano al amanecer, 
estábamos siempre tú yo, 
Eso nunca lo olvidaré, 
así que algún día abrázame. 


Porque te amo siempre te amaré, 
Mis lágrimas esconderé, 
Porque tal vez pueda encontrar un nuevo amor, 
Templando a Venus. 


Siempre en la ventana estaba yo, 
para verte pasar, sabía que tenías novia, 
el aroma, de flores sobre mí, 
Sostén fuerte, mis sentimientos, 

Extrañamente estás intensas emociones, 
también se completan en flores otra vez. 

En el anochecer contigo siempre, 

Irradiante sonrisa irá, 
mañana de nuevo otra vez, 
mi sonrisa cada día brillará. 


Y para siempre ya te olvidaré, 
Mis lagrimas se han ido ya, 
De nuevo yo encontraré un nuevo amor, 
Templando a Venus 


Estas fugaces (fugaces) emociones (emociones)
tan extrañas (tan extrañas), 
renacerán de nuevo otra vez 

Cogidos de la mano al amanecer, 
estábamos siempre tú yo, 

Eso nunca lo olvidaré, 
así que algún día abrázame 

Porque te amo siempre te amaré, 

Mis lágrimas esconderé, 
Porque tal vez pueda encontrar un nuevo amor, 
Templando a Venus.

(Sailor Moon. Venus Route. Crédito al artista)

Al poco Beruche les llamó a la mesa. Dócilmente ocuparon sus lugares. No tardaron en comer en buena armonía y luego Roy cumplió su palabra. Todos juntos y abrigados salieron al jardín. Los críos comenzaron a amontonar nieve con entusiasmo. Su padre les dirigía con las risas de Ami y Bertie de fondo.

-¡Vamos chicos! Hay que poner más nieve. Esto será un gran monumento.
-¿La aplastamos, papá?- Quiso saber Leval, añadiendo tan técnicamente como si de un ingeniero se tratase. - Tiene que tomar solidez…o el muñeco se desmoronará.
-Es cierto.- Convino Ami que alabó al niño.- Bien pensado.
-¡Así lo podremos hacer muy grande! - Afirmó una encantada Kerria.-

La niña recogía puñados de nieve con sus manitas para depositarlos en esa gran masa que estaban formando.

-Muy bien. ¡Os está quedando genial! - Sonreía Roy viendo el trabajo llevado a cabo por sus hijos.- Bueno chicas, no os quedéis mirando así…-Añadió jocosamente en tanto se levantaba e imitaba las poses de uno de los ataques de la Guerrera Mercurio y luego otro de la Dama del Hielo en tanto exclamaba.- ¡Nos vendría bien una ayudita!

            Bertie y Ami no pudieron evitar reírse y mover la cabeza. ¡Ese hombre nunca cambiaría! Siempre amigo de las chanzas y los guiños de complicidad. Por fortuna los niños eran totalmente ajenos a eso. Finalmente completaron un muñeco de dos metros de alto con bufanda y por supuesto, zanahoria por nariz, que la visiblemente feliz Kerria tuvo el honor de colocar. Leval por su parte le puso dos piedras negras por ojos y dibujó una sonrisa en la cara de aquel enorme bloque nevado.

-Hay que sacar fotos de inmediato. Lo podríamos presentar al concurso de muñecos del barrio.- Afirmó Roy.-
-¿Hay un concurso de muñecos?- Quiso saber la atónita y esperanzada Kerria.-
-Bueno, lo acabo de convocar.- Rio su padre que afirmó divertido.- Y como somos los participantes primeros y únicos. ¡Ganaremos seguro!
-¡Bieen!- Exclamó la pequeña.-
-Papá. Eso no tiene mérito.- Rebatió en cambio Leval.-
-Bueno hijo. No se puede tener todo.- Bromeó nuevamente el interpelado.-

            Su esposa y su amiga Ami se troncharon de risa al oír aquello. Y Bertie estrenó su nuevo móvil que hacía unas fotos realmente buenas. Tras retratar al muñeco y a la familia la muchacha comentó encantada.

-Se ha quedado una tarde muy buena pero enseguida anochecerá. Será mejor que entremos.


Convinieron en ello y tras cambiarse de ropa y quitarse el frío, cenaron todos juntos….

Parte 13

-¡Me alegro mucho por Ami-chan! - Se dijo la reina en tanto terminaba de leer eso. De hecho, no sucedía nada especial. Su amiga la princesa de Mercurio compartió una entrañable velada con sus queridos amigos y sus ahijados. Y después las dos amigas disputaron su tradicional partida de ajedrez en tanto Roy y los críos jugaban por ahí. Por una vez nada de monstruos, batallas, problemas o retos que vencer.

-De vez en cuando nos merecemos pasar unos días tranquilos. Sin enemigos, ni amenazas.  A ver qué hizo Rei…- Pensaba en tanto volvía la página.-

            Aquí leyó que, al menos en lo meteorológico, las cosas eran iguales. Nevaba bastante en Kansas. El exterior de la casa de los Rodney estaba cubierto de un manto blanco y consistente. La nieva crujía bajo las pisadas. Un coche llegaba haciéndose escuchar desde la lejanía. El ruido de su motor iba acercándose. Entonces se detuvo. Un monovolumen rojo estacionó cerca de la casa. Las puertas se abrieron. Dos figuras de personas adultas emergieron del interior.

-Vamos niños, tenemos que sacar las maletas.- Indicó una voz femenina.-

            Tres críos, dos chicos y una niña algo más pequeña, bajaron raudos. Tras abrir el maletero ayudaron a un hombre a sacar el equipaje y después cada uno llevó su pequeña maleta con ruedas hacia la casa. La puerta de ésta se abrió y una mujer ya entrada en años y de pelo cano salió para exclamar.

-¡Niños! ¡Alan, Lance, Idina!
-¡Abuela Sarah! – Exclamó la pequeña corriendo con su maleta hasta llegar al lado de la anciana.- Hola…

            La mujer abrazó muy cariñosamente a la cría y después al resto de sus nietos. Los dos adultos llevaban también sendas maletas, se miraron y sonrieron. Fue el chico quien saludó con afecto.

-Hola mamá, ¡feliz Navidad!
-¿Qué tal estáis, Sarah?- Saludó la chica a su vez.-
-¡Constance!, ¡Tommy, hijo! - Replicó la mujer con evidente alegría, para agregar de inmediato, con algo de preocupación.- Anda pasad, que fuera hace frío.

La muchacha sonrió. Su suegra siempre la llamaba así. Tal y como Sarah decía, haciéndola siempre sonreír, el nombre de Cooan era demasiado raro para que pudiera pronunciarlo bien un cristiano. Aunque ahora era cuestión de centrarse y hacer caso de aquella sugerencia. No se hicieron mucho de rogar, en efecto, la nevada había cesado y un gélido viento había comenzado a levantarse. Tras entrar otras caras familiares les saludaron. El padre del recién llegado, William, un hombre recio de bigote y pelo cano, estrechó entre sus brazos a su hijo, saludó también efusivamente a su nuera y por supuesto abrazó tiernamente a sus nietos.

-¿Tuvisteis buen viaje, Tom?- Quiso saber con afabilidad.-
-El vuelo hasta aquí no estuvo mal. Aunque no pudimos traer el coche.- Replicó el interpelado.-
-Pues no lo hemos notado. Alquilamos uno que es igual que el nuestro.- Añadió Cooan.-
-Ya me parecía a mí que ese coche me era muy conocido.- Declaró otra voz de hombre que surgió junto a su dueño, de una habitación contigua.- ¿Qué tal todo?
-¡Dany!- Sonrió Tom abrazando enseguida a su hermano.-

            El aludido sonrió a su vez, en tanto una mujer de cabello color oro viejo, casi tirando a anaranjado y media melena algo rizada hasta la base del cuello, salía. Llevaba unas gafas redondas y  tomaba de la mano a una chiquilla de media melenita morena de ojos dorados como los suyos.

-Hola tíos, hola primos.- Dijo esa cría muy contenta.-
-Hola Mimí.- La saludó afectuosamente Cooan.- ¡Qué grande estás!

            La cría que tendría unos ocho años más o menos se ruborizó. Enseguida corrió a saludar a su primita.

-¡Idina!

            Las dos niñas se dieron un cariñoso abrazo ante las sonrisas de sus padres y abuelos. Pasaron unos minutos de conversaciones y saludos entre todos hasta que los recién llegados dejaron sus cosas en sus habitaciones.

-Por suerte la casa de mis padres siempre fue muy grande. Y cuando hicieron la reforma hace unos años incluso la ampliaron.- Le comentaba Tom a su esposa en tanto sacaban la ropa de las maletas en su habitación.- Ahora cabemos todos muy bien.
-Sí.- Asintió Cooan, recordando.- Una habitación para tus padres, otra para nosotros, la que ocupan Daniel y Mimette, la de Alan y Lance y la que comparten Idina y Mimí.
-¡Y todavía queda otra además del salón y cocina!- Afirmó su marido.-

            Bueno, en realidad, era una cocina típicamente americana, que formaba un todo con el salón. Allí harían vida en común. Ahora tocaba reunirse en familia para la cena. Aunque antes los críos por su parte ya estaban jugando divertidos. Los hermanos Alan y Lance salieron, según ellos, a explorar. Su madre insistió que únicamente podrían hacerlo si iban bien abrigados. Al poco el abuelo Will fue con los chiquillos para cerciorarse de que no se metieran en problemas. Las niñas entre tanto jugaban juntas con la muñeca de Idina (del mismo nombre que su primita) y algunas cosas que Mimí había traído. Junto a ellas estaban la abuela Sarah y sus madres. Las adultas hablaban de sus cosas cuando una de las niñas llegó con una pregunta algo inquietante. Era Mimí que pareció haberlo estado hablando con Idina.

-Mami.- Le preguntó a Mimette.- ¿Por qué hay gente mala?
-¿Que por qué?.. ¿A qué viene esa pregunta, cielo?- Se sorprendió la mujer.-
-Idina me ha contado que el año pasado ella y su prima Kerria jugaron con una niña muy simpática. Pero que vivía en un reino de la Luna. La vieron a través de un espejo que solo permitía a la gente buena hablar con ella. Y como yo no la he visto...- musitó entre preocupada y entristecida.- ¿No seré mala, verdad?
-No, cariño. Tú eres una niña muy buena.- Se apresuró a decir amorosamente su madre en tanto le acariciaba ambas mejillas.-
-¡Qué cosas tienen estas niñas! – Se sonrió Sarah, sentenciando. - Menuda imaginación. Serán esas cosas que ven por la televisión.
-No pasa nada, Mimí.- Añadió solidariamente la pequeña Idina.- Mi mamá no la vio por el espejo, y ella es buena, como la tía Bertie y tu mamá, la tía Mimette.
-Claro, nosotras somos muy buenas. ¿A que sí?- Sonrió la cría, mirando a su madre esperanzada.- Por eso Santa Klaus nos va a traer muchas cosas.  Soy buena como mi mamá.

            Mimette trató de sonreír, aunque sus labios temblaban. Al instante se levantó de la silla que ocupaba tratando de sonar jovial.

-Creo que se me ha metido algo en el ojo, voy a lavarme….

            Se alejó caminando deprisa, las crías no le dieron mayor importancia, Cooan le pidió a su suegra que las vigilase un momento y fue tras su cuñada.

-¡Mimette!- Tocó a la puerta, para insistir.- Soy yo, Cooan…

            La puerta no estaba cerrada, la mujer entreabrió descubriendo a la joven. Mimette estaba llorando apoyada en la pila del lavabo.

-¿Qué te pasa?...-La preguntó sorprendida y algo alarmada. -¿Te encuentras mal?

            Su interlocutora sonrió enjugándose las lágrimas y movió la cabeza para responder con voz queda.

-Mi hija es tan dulce y maravillosa. Es inocente… si algún día llegara a descubrir quién era yo… ¡y las cosas que hice!… ¿Qué podría pensar de su madre?

            Cooan la abrazó enseguida, en tanto su amiga y pariente se deshacía en llanto una vez más en tanto gemía.

-¿Cómo podría explicarle?... ¿Cómo le diría que yo sí que era mala? ¿Cómo se lo dirías tú a tus hijos, Cooan?...
-Espero no tener que hacerlo nunca.- La animó  la interpelada separándose de ella para añadir.- Ni tú tampoco. Vamos, es Navidad y toda la familia está aquí, unida. Lo que hiciste hace mucho tiempo ya que está pasado, olvidado y perdonado, Mimette. No te atormentes por ello ahora.
-Todavía pienso en mi hermana Eudial y en sus deseos de venganza. Estaba en su derecho.- Sollozó la joven.- ¡Pero mi niña se vio involucrada en medio! ¡Por mi culpa!
-Escúchame.- Le pidió afectuosamente Cooan posando sus manos sobre los hombros de su interlocutora.- Todos tenemos un pasado del que arrepentirnos. Lo hemos hecho y pasamos página. Ahora eres una buena persona y una madre estupenda. Dany te quiere muchísimo y nuestros suegros te adoran. Y por si fuera poco trabajas en la Masters Corporation con el doctor Tomoe y su mujer Kaori. ¡Hacéis cosas buenas todos los días! Tratáis de mejorar la vida para la gente con vuestras investigaciones. Y está esa idea de las Hadas Cinco que me contaste es fabulosa.
-Tienes razón.- Musitó su contertulia dejando de llorar al fin y secándose las lágrimas.- Pero a veces me vienen algunos recuerdos. Y cuando mi hija me preguntó eso, pensé de pronto en Eudial, y en lo que hice entonces. ¡Y me vi incapaz de mirar a Mimí a los ojos…por lo que pasó con mi hermana!
-Tuviste la ocasión de arreglar eso con ella.- La animó Cooan.- Tú misma me lo contaste.
-Me gustaría volver a verla, que formase parte de mi vida y de la de Mimí. Mi hija llegó  a tomarla cariño. Ya sabes, cuando era…
-Sí. Y seguro que, algún día, ella volverá. Y seréis una familia.- Sentenció Cooan que más jovialmente le dijo a su cuñada.- Anda, no pienses en eso más. Lávate la cara, anímate y vamos con las niñas.

            La muchacha sonrió agradecida y así lo hizo. Retornaron a tiempo para escuchar a  su suegra hablar con las crías. Idina y Mimí estaban sentadas en el suelo, sobre sendos cojines en la alfombra. Y Sarah, en su mecedora, les contaba.

-Niñas…las personas no son totalmente malas o buenas. Siempre hay de todo. Todos tenemos virtudes y defectos.
-¿Y cómo sabemos si somos más buenas que malas?- Inquirió Idina con visible curiosidad.-
-El secreto es el amor.- La sonrió su abuela.- Depende de lo mucho que quieras a los demás. O te quieras únicamente a ti misma.
-Entonces las personas malas se quieren solamente a ellas mismas.- Comentó Mimí con tono de deducción.-

Ambas mujeres se miraron, no tuvieron que decir nada. Enseguida se aproximaron a sus hijas. Fue Cooan la que terció afirmando no sin un tinte de pesar.
-A veces no es tan sencillo. Puede que muchas personas se sientan abandonadas, sin nadie a quien amar.
-O que crean que nadie las quiere.- Añadió Mimette del mismo modo entre pesaroso e introspectivo.- Se pueden hacer muchas cosas malas cuando crees que nadie se preocupa por ti.
-¡Claro, que se sientan solas como me decía Nehie! – Repuso Idina.- Ella quería tener muchos amigos.

            Cooan miró significativamente a su cuñada. Ésta asintió con una sonrisa y declaró.

-Por eso niñas, los Rodney tenemos que querernos mucho y estar unidos. Somos una familia.
-Bueno. Pues ahora los Rodney, o al menos parte de ellos, tenemos que ir a hacer la cena.- Afirmó con más desenfado su abuela rompiendo aquella atmósfera que parecía algo densa dirigiéndose a sus nietas.- ¿Me ayudáis?
-¡Sii! - Corearon las entusiasmadas chiquillas.-

            Las madres de ambas se rieron sin poderlo evitar. Allí estaban esas dos pequeñas, inocentes y con toda la vida por vivir. Versiones mejoradas de ellas mismas. Sin esos lastres que ambas tuvieron que llevar. Así pues, dejaron aquel tema a un lado y junto con su suegra y sus hijas se fueron a la cocina para  ir preparando la cena. De hecho, Tom y Daniel estaban ya en ello. Desde críos su madre les enseñó que debían colaborar. También otra persona recién llegada se había unido a ellos mientras las dos mujeres charlaban en el baño. Entre tanto Lance y Alan paseaban con William por esas extensas tierras de cultivo cercanas a la casa. El aire arreciaba y los críos comenzaban a tener frío. Su abuelo, dándose cuenta de eso, les indicó.

-Es hora de regresar, chicos. Seguro que la cena estará lista. Y no se debe llegar tarde. Menos aún en estas fechas.
-Oye abuelo.- Quiso saber Alan.- ¿Es muy grande tu parcela?
-¡Parcela!- Se rio Will, corrigiendo.- Se dice propiedad. Una parcela suena a un pedazo de jardín en la ciudad, hijo. Sí, tengo miles de acres.- Sentenció con satisfacción.-
-Pero ahora es invierno y hace mucho frio. Las cosechas se morirán.- Objetó Lance.-
-Hace mucho que recogimos la cosecha. Pronto tocará periodo de siembra.- Le respondió su abuelo.- Es el semillado. No te inquietes por eso. Ahora la tierra descansa.

            El aire aullaba ahora y se levantaban ráfagas más fuertes, súbitamente algo se movió. Alan se echó hacia atrás, alarmado.

-¡Algo se ha movido ahí! – Señaló tras tropezar y caer al suelo.-
-¿Estás bien?- Quiso saber su abuelo.-

            El niño asintió. Su hermano le ayudó a levantarse en tanto Will daba una ojeada. En efecto, una figura parecía agitarse entre la oscuridad. Los niños miraban con los ojos muy abiertos, asustados incluso. Aunque la risa de su abuelo les sacó de ese clima de temor.

-¡Ja, ja, ja! Ese es Trevor, el espantapájaros.- Les dijo William.- Vuestro tío Daniel le bautizó con ese nombre. Y digo literalmente que le bautizó. Tendría más o menos vuestra edad cuando lo construí. No se le ocurrió mejor cosa que echarle un poco de agua por encima y bautizarle. ¡Ja, ja!...

Parte 14


            Los críos se rieron con él. Ahora Serenity hizo lo propio, cerrando por unos momentos el libro.

-Si esto fuera una historia de las chicas y mía apostaría cualquier cosa a que ese espantapájaros cobraría vida y les atacaría. Por suerte no lo es. – Se quedó pensativa por unos instantes y se dijo.- Por cierto. ¿Dónde estaba Rei? Todavía no he leído nada acerca de ella. En cualquier caso esto está interesante. Ni me acordaba de haberlo escrito.

            Prosiguió leyendo un poco más. Después del incidente del espantapájaros los niños y su abuelo volvieron a casa sin contratiempos. Tras entrar y quitarse los abrigos William les indicó.

-Vamos al sótano a traer leña para encender la chimenea, ya ha caído el sol y hace frío. Dentro de poco lo sentiremos en la casa. Necesito dos chicos fuertes que me ayuden.

-¡Sí abuelo! - Exclamaron los dos entusiasmados por semejante cometido.-

            Y es que eso de que les solicitaran ayuda para un trabajo de hombres era guay. Significaba que ya eran mayores, pensaban encantados. Will sonrió con nostalgia y orgullo en su mirada. Esos dos le recordaban muchísimo a sus propios hijos a esa edad. Parecía que fue ayer cuando hacía lo mismo con ellos. Entre tanto los demás estaban trabajando en la cena. Tom y Daniel, con bastante buena maña, se ocupaban de trinchar carne y de poner los fuegos. Mimette y Cooan, bajo la experta dirección de su suegra, preparaban salsas y guarnición. Las niñas fueron encargadas de ir poniendo la mesa.

-Necesito más patatas.- Comentó Cooan.-
-Allí, en la despensa.- Le indicó Sarah.-

            La joven entró, era un cuarto grande. Comenzó a buscar en tanto se decía.

-¿Dónde estarán las patatas?....

            Como réplica a su reflexión alguien le alargó una bolsa que contenía unas cuantas. Cooan, tomando a su improvisada ayudante por Mimette, sonrió…

-Gracias cuñada…- Dijo de modo jovial.-
-No hay de qué.- Replicó una divertida voz femenina que no era la de la susodicha, aunque desde luego enseguida supo reconocerla.-
-¡Rei! – Exclamó asombrada en tanto se giraba y la veía.-

            Su amiga estaba ahí, de pie a la entrada del cuarto, sonriente con su larga melena morena recogida con un lazo rojo. Llevaba un jersey de lana azul oscuro y unos pantalones de pana blancos. No decía ni palabra mientras Cooan solamente era capaz de disparar atropelladas preguntas.

-¡Pero! ¿Cuándo? ¿Cómo has…? ¿Qué?...

            La interpelada la abrazó por toda réplica, ambas se estrecharon durante unos segundos en aquel abrazo. Al separarse la joven esposa de Tom tenía los ojos haciéndola aguas. Rei sonrió nuevamente y dijo con gran cariño.

-Feliz Navidad, Cooan.
-¿Cómo es posible que hayas venido?- Pudo preguntar al fin.-
-Digamos que tu cuñada tuvo algo que ver.- Le respondió su amiga en tanto las dos salían con la bolsa de patatas de la despensa.-
-¡Al fin, Rei!- Terció una divertida Mimette.- Creía que Connie no iba a encontrarte nunca.

            Y  en tanto terminaban de hacer la cena, la sacerdotisa les contó que Daniel y la esposa de éste la habían ido a ver al santuario hacía unos días, tras comer con Hotaru -san,  Petz y Zafiro.

-Le ofrecimos pasar la Nochebuena aquí, con nosotros.- Comentó el marido de Mimette.- Se lo dije a mis padres y a Tommy. Enseguida estuvieron de acuerdo.
-Un momento, Tom. ¿Tú lo sabías y no me dijiste nada?- Se asombró la muchacha.-
-Era una sorpresa, cariño. Sabía que te iba a hacer mucha ilusión.- Contestó él con tono divertido.-
-Tu amiga es una chica muy agradable, Constance.- Intervino Sarah.- Y tus hijos la adoran.
-¿Acaso ellos lo sabían también?- Exclamó la atónita joven.-
-No, ellos la vieron al poco de que tú y Mimette fuerais al baño. –Le explicó Sarah.- Les pedí a las niñas que no te dijeran nada, que era una sorpresa.
-¡Justo acababa de llegar y aproveché para entrar y esconderme!- Se rio Rei.-

            Al fin todos se sentaron a cenar. Lance y Alan saludaron muy contentos a su madrina. La invitada de honor se sentó a la derecha del patriarca. Will fue el encargado de bendecir la mesa. Tradición típica de los Rodney. Enseguida dedicó su atención a la recién llegada para comentarla con afabilidad.

-Quizás nuestra costumbre le parezca a usted extraña.
-En absoluto, - sonrió Rei, declarando.- Estudié en un colegio católico.
-Nosotros somos protestantes evangélicos.- Le desveló su anfitrión.-
-Bueno, pero los ritos cristianos son muy similares.- Repuso ella.- Por ejemplo, la celebración de la Natividad del Señor. En mi escuela había vacaciones de Navidad. Y decorábamos el árbol.
-Hablando de eso.- Intervino Sarah.- Niños, luego espero que os ocuparéis de ese asunto.
-Claro que sí, abuela.- Afirmó Lance.-
-¡Qué bien, pondremos muchos adornos! – Añadió una entusiasmada Idina.-
-Y no discutáis sobre quién pone qué.- Les advirtió Cooan que se sabía aquello por pasadas Navidades.-
-Lo intentaremos.- Repuso Alan, sin parecer demasiado convencido.-
-¿Podemos poner luces?- Inquirió tímidamente Mimí.-
-¡Pues claro! - Le sonrió su abuelo, añadiendo jovial.- ¡Y que sean de las más brillantes!  

            Eso alegró mucho a los niños. Entonces los adultos prosiguieron con sus temas. Fue Sarah la que interpeló de nuevo a su invitada.

-¿Y de qué conociste a Constance?...

            La sacerdotisa se quedó algo sorprendida al escuchar como llamaban a su amiga por ese nombre. Aunque enseguida lo obvió pasando a contestar con cautela.

-Bueno, es una larga historia. Podríamos resumirla en que nos conocimos cuando ella visitó mi santuario vendiendo cosméticos y que nos hicimos muy amigas.
-Rei me ayudó mucho cuando perdí a mi familia.- Añadió Cooan con patente reconocimiento.-
-¿Y qué religión es la que profesa usted?- Se interesó Will.-
-Soy sintoísta. –Repuso la joven.-
-¿Y en qué consiste esa religión? - Quiso saber Sarah.-
- Verán. Es el nombre de una religión nativa en Japón. Incluye la adoración de los kami o espíritus de la naturaleza. Algunos kami son locales y son conocidos como espíritus o genios de un lugar en particular, pero otros representan objetos naturales mayores y procesos, por ejemplo, Amaterasu, la diosa del Sol. (Wikipedia)
-Vaya, eso para nosotros es algo muy extraño.- Declaró William.-
-Como sabes. Tenemos la creencia en un único Dios y en su hijo, Jesús. Del que estamos celebrando su nacimiento esta noche.- Añadió Daniel.- Por eso a mis padres les parece tan raro.
-En nuestro caso el sintoísmo no posee una deidad única ni predominante, ni reglas establecidas para la oración.- Les comentó Rei, agregando.- Aunque sí existen narraciones míticas que explican el origen del mundo y de la humanidad, templos y festivales religiosos a los que acuden millares de personas en fechas señaladas.
-Es muy divertido. Puedes tocar una especie de cencerros tirando de unas cuerdas y luego rezar dando palmas.- Intervino la entusiasmada Idina.- La madrina Rei me dijo que podía rezarle al niño Jesús sin problemas. Seguro que me oiría con ese ruido.

            Eso hizo sonreír a los adultos. Desde luego los críos eran únicos a la hora de dar carta de normalidad a las cosas.

-Nosotros no entramos en conflicto con ninguna religión. Respetamos a todas.- Añadió la sacerdotisa.- Por ello estudie en un colegio católico, como les dije antes. Y debo decir que siento especial predilección por María en su papel de madre de Jesús.
-No deja de ser muy curioso.- Comentó reflexivamente Will.- Una religión que no dice que es la verdadera.
-La verdad está en la armonía de las cosas.- Repuso Rei.- Toda religión que profese el amor por los demás y abogue por la bondad y el respeto entre todas las criaturas y la unión con el universo tiene esa verdad.

Todos la escuchaban con suma atención. Hasta William quedó gratamente impresionado. Esa mujer era realmente sabia pese a su juventud. Ya había oído hablar a su nuera y a Tom de ella en alguna ocasión. Era una gran amiga de ambos. Ahora entendía por qué la tenían en tan alta estima.  Sarah entonces se levantó y trajo un típico pastel de carne. Su hijo mayor enseguida comentó divertido.

-La clásica “American pie” de los Rodney.
-Sí, eso me recuerda aquella estupenda canción.- Terció su padre, añadiendo con nostalgia.- Esos sí que eran músicos.
-Papá, esa nos la sabemos desde pequeños, os encantaba tocarla y cantarla.- Afirmó Daniel.-
-Espero que no se os habrá olvidado.- Comentó Will.-
-Pues claro que no. Y si os animáis luego hacemos una interpretación, versión familiar.- Les propuso desenfadadamente Tom.- Con mamá al piano.

            Todos convinieron en eso con entusiasmo, la señora Rodney era una gran pianista, fue incluso profesora de música. Sus hijos heredaron gran parte de su afición de ella. La propia Idina era muy feliz aprendiendo a tocar con su abuela, tanto que incluso ya daba clases de piano. Combinando esto con su afición a la danza, que le venía de su madre, y a las artes marciales, de su padre. Poco tardaron, con todos expectantes a su alrededor, en interpretar aquella canción. Con la madre de los chicos al piano y ellos con sendas guitarras, ambos cantaban al alimón  esa tonada que empezaba lenta pero subía el ritmo de manera trepidante en tanto avanzaba.

Hace un largo, largo tiempo 
Aún puedo recordar 
Cómo esa música me hacía sonreír 

Y sabía que si tuviera mi oportunidad 
Podría hacer bailar a esa gente 
Y tal vez, ellos serían felices por un momento 

Pero Febrero me hizo estremecer 
Con cada diario que entregaría 
Malas noticias en la puerta 
No pude dar un paso más 

No puedo recordar si lloré 
Cuando leí acerca de su novia que dejaba viuda 
Pero algo me tocó muy profundamente 
El día que la música murió 

Así que adiós, Señorita American Pie 
Conduje mi Chevy al dique 
Pero el dique estaba seco 

Y ellos, muchachones buenos, 
estaban bebiendo whisky y centeno 
Cantando, "Este el último día que yo muera 
Este será el último día que yo muera" 

¿Escribiste el libro de amor 
Y tienes fe en Dios 
Si la Biblia te lo cuenta? 

¿Crees en el Rock and Roll 
Que la música puede salvar tu alma mortal 
Y puedes enseñarme como bailar realmente despacio? 

Bien, yo sé que tú estás enamorada de él 
Porque te vi bailando en el gimnasio 
Os quitasteis los zapatos 
Hombre, yo excavo esos ritmos y blues 

Yo era un adolescente solitario resistiendo 
Con un clavel rosado y una camioneta pick up 
Pero yo sabía que no tenía suerte 
El día que la música murió 

Los niños escuchaban embelesados, aunque no entendía nada. Aunque lo mismo podría aplicarse a Mimette, Rei y Cooan.

Yo comencé a cantar 
"Adiós Señorita American Pie" 
Conduje mi Chevy al dique 
Pero el dique estaba seco 

Y ellos, muchachones buenos, 
estaban bebiendo whisky y centeno 
Cantando, "Este el último día que yo muera 
Este será el último día que yo muera" 

Ahora por los diez años 
que hemos sido por nosotros mismos 
Y el musgo crece grueso sobre un Rollin' Stone 
Pero no es así como yo solía estar 

Cuando el bromista cantó para el Rey y la Reina 
Con una chaqueta que él le pidió prestada a James Dean 
Y una voz que vino de ti y de mí 

¡Oh!, y mientras el Rey miraba hacia abajo 
El bromista robó su corona espinosa 
La sala del tribunal fue aplazada 
No hubo ningún veredicto 

Y cuando Lennon leyó un libro de Marx 
El cuarteto practicó en el parque 
Y nosotros cantamos endechas en la oscuridad 
El día que la música murió 

Nosotros cantábamos 
"Adiós Señorita American Pie" 
Conduje mi Chevy al dique 
Pero el dique estaba seco 

            Sarah tocaba el piano con gran maestría y su esposo asentía al ritmo de la canción interpretada por sus hijos.

Y ellos, muchachones buenos, 
estaban bebiendo whisky y centeno 
Cantando, "Este será el día que yo muera 
Este será el día que yo muera" 

Helter Skelter en un calor sofocante de verano 
Las aves volaron con un resguardo de la radioactividad 
Se elevaron ocho millas y cayeron rápido 

Aterrizaron en el césped 
Los jugadores intentaron un paso delantero 
Con el bromista en un lanzamiento lateral 

Ahora el aire de medio tiempo era un dulce perfume 
Mientras los sargentos tocaban una marcha 
Todos nosotros nos levantamos a bailar 

Oh, pero nosotros nunca tuvimos la oportunidad 
Porque los jugadores intentaron tomar el campo 
Los de la banda se negaron a continuar 
¿Tu recuerdas lo que se reveló 
El día que la música murió? 

Nosotros comenzamos a cantar 
"Adiós Señorita American Pie" 
Conduje mi Chevy al dique 
Pero el dique estaba seco 

Y ellos, muchachones buenos, 
estaban bebiendo whisky y centeno 
Cantando, "Este el último día que yo muera 
Este será el último día que yo muera" 

Oh, y allí estábamos todos en un lugar 
Una generación perdida en el espacio 
Sin tiempo para comenzar nuevamente 

Pues vamos: ¡Jack sé ágil, Jack sé rápido! 
Jack se sentó rápido sobre un candelero 
Porque el fuego es el único amigo del diablo 

¡Oh!, y mientras lo miraba sobre el escenario 
Mis manos apretaban los puños de rabia 
Ningún ángel nacido en el infierno 
Pudo romper aquel hechizo satánico 

Y mientras las llamas subían alto en la noche 
Para alumbrar el rito del sacrificio 
Yo lo vi a Satanás riendo con deleite 
El día que la música murió 

Él estaba cantando 
"Adiós Señorita American Pie" 
Conduje mi Chevy al dique 
Pero el dique estaba seco 

Y ellos, muchachones buenos, 
estaban bebiendo whisky y centeno 
Cantando, "Este el último día que yo muera 
Este será el último día que yo muera" 

Yo conocí una chica que cantaba blues 
Y le pregunté por alguna noticia feliz 
Pero ella sólo sonrió y se fue 

Yo vine a la tienda sagrada 
Donde yo escuchaba la música años antes 
Pero el hombre allí dijo que la música no tocaría más 

Y en las calles los niños gritaban 
Los amantes lloraban y los poetas soñaban 
Pero no se habló ninguna palabra 
Las campanas de la iglesia estaban rotas 

Y los tres hombres que yo más admiro: 
El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo 
Tomaron el último tren hacia la costa 
El día que la música murió 

Y ellos estaban cantando 
"Adiós Señorita American Pie" 
Conduje mi Chevy al dique 
Pero el dique estaba seco 

Y ellos, muchachones buenos, 
estaban bebiendo whisky y centeno 
Cantando, "Este el último día que yo muera 
Este será el último día que yo muera" 

Ellos estaban cantando 
"Adiós Señorita American Pie" 
Conduje mi Chevy al dique 
Pero el dique estaba seco 

Ellos, muchachones buenos, 
estaban bebiendo whisky y centeno 
Cantando, "Este el último día que yo muera"

(American Pie. Don Mclean crédito al autor)

            Al terminar hubo una larga ovación, los críos sobre todo aplaudían entusiasmados. Aunque enseguida Mimí pudo decir algo asustada.

-No entiendo nada. Hablan del diablo.
-No se refieren al diablo de verdad, cielo.- La tranquilizó su madre.-
-Sí, son cosas que solamente entienden los mayores.- Añadió despreocupadamente Alan, que sentenció.- Pero la canción está muy bien.
-Es verdad. - Comentó Lance llevándose una mano a la barbilla pensativo para sentenciar.-  Creo que debe de significar muchas cosas.
-Pues es bonita pero rara.- Valoró a su vez Idina.-
-Es una letra muy larga.- Comentó Cooan todavía impresionada tras aplaudir animadamente junto al resto para preguntar. - ¿El día en que la música murió? ¿Qué significa?
-Tiene mucho significado.- Le explicó su suegro.- Se refiere a Buddy Holly, que era un cantante muy popular en los cincuenta y murió en un accidente de avión. A mi madre le encantaba.
-Sí, a la mía también.- Convino Sarah.-
-Es cierto, a veces la abuela Blanche ponía algún disco de esos.- Recordó Daniel.-
-En esencia trata de la pérdida de la inocencia por parte de la sociedad americana.- Les explicó Tom.- El asesinato de Kennedy, y otras muchas cosas. Hace referencia a los Beatles, a Bob Dylan.
-¿Quiénes son esos?- Quiso saber Lance.-
-¡Esos melenudos! - Se rio su abuelo.- Los recuerdo de mi juventud. ¿Verdad, Sarah?  Tampoco hacían mala música, no…

            Su mujer asintió sonriente en tanto los niños escuchaban entre atónitos y entretenidos. Tal y como le pasaba a Lance, tampoco el resto  sabían quiénes serían todos esos pero debieron ser muy buenos cantantes. Aunque enseguida se ocuparon de seguir decorando el árbol. Sin embargo las luces no se encendían, fue Mimí la que avisó.

-Mami, las luces no funcionan.
-Déjame ver a mí.- Repuso la interpelada que dándose prisa se fue hacia el árbol.- Veamos…

            Y tras examinar las conexiones y el enchufe hizo un rápido arreglo. Para alegría de los críos y del resto, las lucecitas no tardaron en encenderse, parpadeando de modo incesante y cadencioso.

-¡Ya está! – Sonrió la muchacha, exclamando con los brazos arriba.- ¡Mimette lo ha conseguido!
-¡Qué lista eres, tía!- Sonrió Idina.-
-Sí, ¡qué bien lo has arreglado! - Afirmó también Alan.-

Por su parte, los demás adultos siguieron a lo suyo, con sus conversaciones musicales.  Tom añadió entre risas.

-Y luego está el lado oscuro de mi padre. Fiel fan de Meat Loaf…
-¡Me vas a comparar a Meat Loaf con algunos de los enclenques de ahora! - Se rio Will.-

            Su hijo negó sonriente. ¡No se le ocurriría hacer tal cosa! Y prosiguieron charlando sobre ese y otros temas. La soberana cambió entonces de página y tras leer como los críos decoraron el árbol, con efectivamente alguna discusión sobre si las bolas o las cintas debían de ser de este u otro color, pasó a la siguiente de sus amigas.

Parte 15

-A ver cómo le fue a Mako-chan…

            Curiosamente las anotaciones comenzaban en París. Por lo que leía era Diamante quién caminaba por la calle con un elegante traje oscuro y un costoso abrigo blanco, yendo bien a la moda. Siendo el marido de una de las modelos y diseñadoras más famosas del mundo era de esperar. Aunque iba relajado, llegó ante un banco próximo a un Liceo. Se sentó. Había nieve en la calle. Parecía estar aguardando. Al poco un griterío de niños inundó el ambiente. Los alumnos salían a la carrera tras ser libres al fin. ¡Habían comenzado las vacaciones! Una pequeña de pelo rubio tirando a dorado y grandes ojos violetas corrió hacia él, llevando su mochilita a la espalda.

-¡Papaíto!- Gritaba llena de alegría.-
-¡Amatista, cariño! - Sonrió él levantándose para abrazarla y elevarla en el aire.-
-¿Y mami?- Quiso saber la pequeña.-
-Trabajando, cielo. Pero aquí estoy yo. Ahora iremos a casa y la esperaremos mientras ponemos los adornos de Navidad.- Le propuso animadamente él.-

            La cría asintió entusiasmada. Con sus nueve años era vivaracha y cariñosa. Adoraba a su padre. Y por supuesto que eso era recíproco. Diamante veía a su hija y sentía que en ella se unía lo mejor de Esmeralda y de él. Todas sus esperanzas en su nueva vida y el deseo de compensar al mundo. Así que, tras bajarla con cuidado al suelo, le dio la mano y la llevó caminando sin prisa pero sin pausa rumbo a casa. Al llegar la niña se cambió poniéndose su pijama y su padre entre tanto sacó los adornos y colocó un gran árbol en el salón.

-Bueno, vamos allá.- La animó Diamante que ya había puesto por su parte el entramado de lucecitas de colores. - A ver si cuando vuelva tu madre nos da su visto bueno.

            La cría no se lo hizo repetir. Enseguida se puso manos a la obra. Colocando cintas, bastoncitos de caramelo colgados y siendo aupada por su padre para rematar el árbol con una gran estrella de color amarillo. Luego agregó unas cuantas bolas de varios colores.

-Está muy bien. C´est magnifique.- Declaró la entusiasmada pequeña.- ¡Le plus bel arbre dans le monde!

            Serenity se sonrió. Eso estaba en francés. Menos mal que con esos años y la sabiduría recibida de su madre lo comprendía sin problemas. Si hubiese tenido que leer aquello cuando era una estudiante no habría entendido nada.

-Todavía recuerdo a Annie en el colegio diciendo eso de.  “Ma mère ne pas mon père. ¡Ja, ja!

Pasó más páginas que hablaban sobre los adornitos de ese árbol y las cosas que la cría le contó a su padre que había hecho en el colegio hasta la llegada de Esmeralda.

-A ver, a ver…-Se rio la soberana leyendo a continuación.-

            La puerta de la casa se abrió, y una voz de mujer llamó con tono entre juguetón y expectante.

-Diamante, Amatista… ¿estáis ahí?...

            La niña corrió enseguida a abrazarse a su madre. La tomó de la cintura apretándose contra ese abrigo de piel  sintética que ésta lucía, le era suave y calentito al tacto en su mejilla. Esmeralda sonrió acariciando el pelo de su hija. Cuando la cría se soltó su progenitora la dedicó algunas palabras con un dulce tono.

-Ma chérie. Je suis la…Nous allons faire a bel fête du Noël.

            La pequeña asintió con entusiasmo. Aunque su madre enseguida cambió al inglés para añadir.

-Pero primero me tendré que cambiar de ropa.

            Y tras unos minutos retornó con un mucho más cómodo pijama y una bata. Tras preparar la cena se sentaron junto a la niña en el sofá charlando sobre sus planes.

-Pasado mañana nos vamos a Japón. Podrás ver a tus primos Cory y Granate.- Le anunció Diamante a su hija.-
-Pero antes te tenemos una sorpresa.- Sonrió Esmeralda.-
-¿Qué sorpresa? - Quiso saber la pequeña.-
-No te lo puedo decir,- Repuso su madre.-
-¡Jo! - Protestó la pequeña.- Quiero saberlo.
-Debes tener paciencia, Amatista.- Le pidió su padre con tono conciliador.-
-¡Siempre es igual!- Protestó la niña.- Cuando mamá no viene a verme dice la misma cosa.

            Esmeralda suspiró, aquella puya no le había sentado nada bien, pero su hija llevaba razón. Y sobre todo, no era cuestión de estropear la velada en esas fiestas. Trató de sonar afectuosa y tras acariciar el pelo de la chiquilla afirmó.

-Pero ahora estoy aquí, y ya verás que bien lo pasaremos, ma chérie. Confía en papá y en mí. Mañana te vas a llevar una bonita sorpresa.

            Al parecer, animada por esa promesa, la niña se apaciguó. Aunque sus padres se miraron algo apenados. Por fortuna no sucedió nada más que enturbiara esa noche. La cría se fue a dormir y el matrimonio se quedó a solas en el salón.

-A veces tengo la impresión de irla perdiendo poco a poco.- Comentó Esmeralda con un poso de tristeza en su voz.-
-Nada de eso. Amatista te adora.- Rebatió su marido.- Lo que pasa es que es muy impaciente. Siempre quiere salirse con la suya. Me recuerda a mí en eso.
-Y cada vez que le digo que no, nunca se le olvida recordarme las pocas veces que nos vemos.- Se lamentó su interlocutora, suspirando.- Y me hace daño.

            Diamante le pasó un afectuoso brazo tras los hombros a su mujer y enseguida dijo.

-Razón de más para que disfrutemos estos momentos. Cuando podemos estar juntos. Y además para que demos gracias. Después de todo lo que hemos pasado…
-Sí, es cierto.- Convino ella sintiéndose mejor.-
-Tengo muchas ganas de ver a mi hermano, a mi cuñada y  a mis sobrinos.- Declaró el príncipe de Némesis.-
-Y yo. Aunque primero deseo ver la cara de nuestra hija cuando descubra la sorpresa que le hemos preparado.- Sonrió Esmeralda ya más animada.-

Su marido asintió de igual modo. Tras un rato más se fueron a dormir. Su hija también dormía ya y a la mañana siguiente despertó entreabriendo los ojos con los primeros rayos de sol. Además de oír una suave y algo dubitativa voz de niña que la llamaba.

-Hola Amatista…buenos días.

            Al abrir del todo los ojos vio de pie y junto a ella a una niña de unos once o doce años, con gafitas redondas y pelo rubio recogido en una pulcra coletita.

-¡Satory! – Exclamó llena de alegría.-
-Acabamos de llegar. Mi padre también ha venido.- Sonrió tímidamente esa chiquilla.-

            Amatista se levantó como un resorte, apartando las sábanas y la manta que la cubrían. Tras abrazarse a su amiguita enseguida dijo con animación.

-¡Me visto enseguida!…
-Te esperaré fuera.- Musitó su interlocutora que salió despacio.-

            En el salón un hombre de pelo castaño claro y gafas cuadradas charlaba con Esmeralda y Diamante. Les comentaba hasta que su hija apareció.

-Sí, el tema está en curso. Espero que pronto tendremos los permisos para las primeras pruebas orbitales…

            Al entrar Satory todos guardaron silencio, sin embargo Esmeralda sonrió enseguida y preguntó a la niña.

-Dime cariño, ¿Se levantó ya Amatista?
-Sí, madrina.- Replicó la interpelada.-
-Pues en cuanto se duche y se vista iremos a desayunar fuera.- Le comentó Diamante.-

            Masters le miró de reojo y le cuchicheó.

-Espera a que llame a mi servicio de escolta. Estaban abajo asegurando la zona.

            El matrimonio se miró con gesto resignado. Éste Ian tenía una obsesión por la seguridad  que rayaba lo enfermizo. Aunque podían comprender que el magnate se había hecho muchos enemigos o que simplemente, dada su enorme fortuna, cualquiera podría querer secuestrar a su unigénita y pedir un cuantioso rescate. Pero sobre todo nunca fue el mismo tras perder a su esposa en aquel trágico accidente, su hija era lo único que le quedaba. A lo que se aferraba para mantener la ilusión por vivir, pese a toda su fortuna, dado que en el fondo el dinero no le importaba ya. Y sus amigos lo sabían bien.

-Como quieras.- Concedió Diamante al fin añadiendo con más jovialidad.- Anda Satory, siéntate con nosotros y cuéntanos a tu madrina y a mí que tal te ha ido en los estudios.
-Saca unas notas excelentes.- Se ufanó el padre de la chica.- Todos sus preceptores están impresionados.
-Me gusta estudiar.- Pudo decir la niña con patente timidez. Incluso enrojeciendo sus mejillas.-

            Serenity sonrió. Esa chica era casi un calco de Ami. Aunque todavía más tímida e insegura. Bueno, ella no conoció a su amiga a esa edad. Eran casi tres años mayores cuando renacieron como guerreras. Pese a todo con el paso de los años Satory se convirtió en una joven más segura de sí y con una carrera muy prometedora al tiempo que vivió bastantes aventuras. Cosa impensable a juzgar por lo que allí aparecía escrito. Siguió leyendo para constatar que las dos niñas disfrutaron de un desayuno con sus padres y fueron de tiendas. El millonario les regaló bastantes cosas, a pesar de que a Esmeralda y a Diamante aquello no les hiciese mucha gracia. No querían malcriar a su hija en ese aspecto. Tampoco les gustó la idea de tener que ir rodeados por multitud de guardias de seguridad que casi tomaban los establecimientos a los que entraban o las calles por las que transitaban. Hasta el propio Diamante, haciendo gala de un sarcasmo posiblemente aprendido de su amigo Nephrite, le comentó a su esposa.

-Creo que hemos pasado a defcom dos.
-¿Y eso que es?-Le cuchicheó ella.-
-Pues el estado de alerta bélica en los Estados Unidos previo a la guerra nuclear total.- Se sonrió sardónicamente su marido.- Aunque tengo la impresión de que, de ser así, habría menos guardias armados en las calles.

            Lejos de sonreír por esa ocurrencia su mujer movió la cabeza con desaprobación. Le apenaba ver a su ahijada vivir de esa forma. La mayor parte del tiempo presa en una jaula de oro, con todas las comodidades pero sin auténticos amigos o familiares, al margen de ellos mismos y Amatista. Con la ocasional visita de su tía, la hermana menor de su difunta madre, de la que el millonario recelaba bastante. No, desde luego no era como lo fue Jenny. Así que Ian trataba de alejarla en lo posible de su hija. La cría se pasaba la vida rodeada por tutores, preceptores e institutrices, cuyos antecedentes personales y profesionales habían sido investigados hasta la saciedad. Además de irlos reemplazando con cierta regularidad para que no se encariñase con ninguno. Una medida de seguridad para evitar posibles secuestros o chantajes. Por ello le insistió a Ian en que vinieran a visitarles. Lo camufló como una sorpresa para su propia hija. El magnate, que casi nunca le había negado nada, aceptó. Lástima que fuese tan solo por un día, luego él y Satory viajarían a la isla privada que el millonario poseía en medio del océano Pacífico. Esa que Diamante y ella misma conocían tan bien. Pese a todo aquello el día fue muy agradable. Las niñas disfrutaron mucho de su mutua compañía y se despidieron no sin pesar. Pero Ian invitó a la familia Lassart a pasar parte de las vacaciones en su isla. Eso animó a ambas crías. Aunque ese lugar no les traía recuerdos precisamente gratos el matrimonio Lassart aceptó. Todo fuera por la felicidad de su ahijada y de su hija. Después, al día siguiente, tomaron el avión rumbo a Tokio. Allí, tras casi veinte horas aterrizaron con jet lag incluido. La familia fue recibida por Zafiro, Petz y sus hijos. Tras saludarse se instalaron en un hotel, pese a los ofrecimientos del hermano de Diamante y su esposa de que lo hicieran en su casa. Sin embargo, no querían molestar y precisaban dormir para readaptarse. Tuvo que pasar otro día entero para que, ya repuestos, se citaran las dos familias con unos amigos muy queridos.

-De esto me acuerdo yo.- Sonrió Serenity pensando.- Quedamos todos en la cafetería de Mako-chan. Y también estaban Kaori, Souichi, Hotaru y Keiko.

            En unas cuantas mesas que la propietaria dispuso para la ocasión los miembros de las familias y amigos pudieron saludarse. Amatista enseguida se sentó junto a sus primos.

-¡Cory, Granate! - Les saludó visiblemente contenta.-
-¡Hola Amatista! - Replicaron casi al unísono.-
-¿Os ha traído muchas cosas Papá Noel?- Quiso saber la pequeña.-
-Sí, nos hemos portado muy bien.- Afirmó Coraíon, que tenía su edad, con satisfacción.-
-Bueno, yo no tanto.- Musitó su hermano, casi un par de años menor.-
-De modo que aquí estáis.- Les saludó Makoto que venía con una bandeja que contenía unos pasteles y unos zumos para los críos.- Hola.- Añadió reparando en la pequeña.- Tú debes de ser Amatista.
-Sí, señora.- Replicó la chiquilla algo cohibida.-

            La niña no sabía quién podría ser esa mujer, aunque parecía simpática, más cuando agregó.

-Soy amiga de tus papás. ¿Sabes que eres muy guapa?
-Gracias.- Fue capaz de responder mirando a su interlocutora con curiosidad.-
-Veo que lo pasáis muy bien los tres.- Declaró Esmeralda uniéndose a la conversación.- Gracias Mako-chan. Desde luego a mi hija le pasa como a mí, las tartas la pierden.

            Se rio atronando un poco el lugar, aunque enseguida se contuvo. Sus sobrinos estaban atónitos y Amatista algo avergonzada. No entendía por qué su madre se reía tan fuerte. Makoto hizo como si nada y respondió.

-Pareces una niña muy buena y muy lista. Hablas inglés a la perfección.
-Es que va a un liceo bilingüe. - Afirmó su madre contestando por ella como si no estuviera, hasta que le pidió confirmación.- ¿Verdad tesoro?
-Sí.- Pudo responder de manera tímida y seca la cría algo importunada por aquello.-
-La prima Amatista es genial.- Afirmó Granate.- Y como nosotros también hablamos inglés un poco nos entendemos.
-Sí, que lástima que ella no sepa japonés.- Añadió Coraíon.-
-Es verdad.- Suspiró la tía de ambos chicos.- Bueno, quizás algún día la apuntemos a clases. ¿Sería estupendo, verdad hija?...

Parte 16

            Ante eso la aludida no respondió. Ya tenía bastantes actividades e iba muy poco a casa. Al menos le gustaban los deportes. Incluso sabía montar en poni y  en caballos pequeños. Pero eso de estudiar no la entusiasmaba especialmente. Su madre debía de pensar que era como Satory que se pasaba la vida leyendo y aprendiendo cosas muy raras. En fin…

-¿Os trajeron muchos regalos?- Quiso saber la diseñadora hablando ahora con sus sobrinos.-
-Más de los que algunos se merecen.- Intervino su cuñada que se aproximó hasta ellos.- Hola Esmeralda.
-¿Qué tal, cuñada?- Sonrió la aludida quién quiso saber algo extrañada.- ¿Por qué dices eso?

            Granate enseguida bajó la mirada hacia el plato. Su madre se dirigió a él con un tono acusador y todavía enfadado.

-Que tu sobrino te cuente su última hazaña de hace un par de semanas.
-¡Vamos Petz, no fue para tanto! – Le defendió Makoto, apurada por el niño.-

            La cosa fue así. Unos días antes el crío y su hermano mayor vieron en la televisión un reportaje sobre niños pobres y la Navidad. Como no podía ser de otro modo, Granate tuvo una de sus ideas. Estando en la cafetería de su madrina pensó que…

-Podríamos llevar cajas de galletas a esos niños.- Le comentó a su hermano.-
-No sé. Son de la madrina.- Objetó Coraíon.-
-Pero Makoina siempre dice que hay que ser buenos y ayudar a los demás.- Expuso su interlocutor.- Sobre todo en Navidad.
-Sí, eso es verdad…- Convino su hermano quedando pensativo.- Vale.- Afirmó convencido ante tal argumento.-Vamos a buscar cajas.

            De modo que entre ambos recogieron unos cuantos paquetes de galletas y salieron… Aunque no tenían mucha idea de por dónde encontrar a los niños pobres. No vieron a ninguno en la calle. Así que…tras un buen rato de marcha infructuosa, decidieron regresar. Coraíon dejó las galletas aunque Granate insistió en probar algunas.

-Es para ver si a los niños pobres les gustarían.- Se justificó alegando con bastante coherencia.- Tenemos que probarlas para comprobar que estén buenas. Así el próximo día salimos otra vez y se las damos.

            Su hermano se encogió de hombros. Aunque eso sonaba convincente, de modo que aceptó también aquel argumento por bueno. Probó el contenido de un paquete y asintió con aprobación. Fue entonces cuando escucharon ruidos, era alguien que venía. Coraíon le pidió a Granate que saliera de allí. Sin embargo, el niño estaba demasiado ocupado comiéndose las galletas y mirando  a ver si llevaban alguna sorpresa dentro del paquete. Al cabo de un momento, escuchó la voz de su Makoina.

-¿Hay alguien?...

            Makoto se rio ahora, rememorando a su vez…

-Recuerdo aquello, entré en la cafetería y vi salir corriendo a Cory. En cuanto le pregunté qué hacía por allí el pobre me lo contó todo. Moví la cabeza simulando reprobarlo pero al final no pude evitar reírme.
-Pues no tiene ninguna gracia. Eso no era vuestro para tomarlo sin permiso. - Apostilló una todavía enfadada Petz haciendo que ambos hermanos mirasen ahora hacia otro lado, avergonzados.- De ti Coraíon me sorprendió, aunque desgraciadamente de ti, Granate, no me extrañó nada…
-Bueno, tampoco fue algo tan terrible.- Insistió Makoto rememorando aun divertida.- Además, me lo explicaron todo. ¡Ja, ja!...

            Cuando la dueña se metió en el almacén encontró algún que otro paquete de galletas abierto. Enseguida descubrió a su ahijado. Granate la miró atónito, con la boca cerrada y las manos a la espalda.

-¿Qué haces aquí? - Quiso saber ella.-
-Nafda.- Fue la réplica.-
-¿Estás comiendo galletas?- Inquirió severamente Makoto brazos en jarras.-

            El crío negó con la cabeza en tanto masticaba y le caían algunas delatoras migas. Aunque tras tragar al fin pudo responder.

-No, estaba comprobando si están buenas, Makoina. Para dárselas a los niños pobres…

            Su interlocutora quiso mostrarse seria pero fue incapaz. Sonrió divertida haciéndole salir en tanto le decía.

-¡Anda pillastre!, ya te daré yo a ti niños pobres. Verás cuando tu madre se entere…

            ¡Y vaya si Petz se enteró! desde luego que lo hizo y la bronca que les cayó a Coraíon y a Granate fue épica. Menos mal que su madrina intercedió. Al fin y al cabo los críos lo habían hecho con buena intención. Hasta Zafiro trató de apaciguar a su iracunda esposa. Ésta finalmente cedió y levantó el castigo a los niños poco antes de Navidad. También contribuyó la broma que le hizo Makoto al crío. Cuando cierto día, en casa de él, y en presencia de sus padres, ella apareció con un delantal y una bandeja…

-¿Vas a hacer galletas?- Quiso saber el crío con expectación.-
-Si ya las he hecho.- Replicó su interlocutora haciéndose la sorprendida.- Aquí están.

            El chaval abrió los ojos como platos, miró hacia la vacía bandeja y afirmó convencido.

-Pues no las veo…
-¿Cómo qué no?- Se sonrió Makoto mirándole divertida para sentenciar con pícaro y travieso tono.- Son las galletas que tú no te comiste el otro día, ¿recuerdas?

            Cuando vieron la confusión pintada en la cara del niño no pudieron evitar reírse. Incluso Petz, que no perdió ocasión de  apostillar.

-¡Pues hala!, que te aprovechen…

            Ahora recordaban eso, con los intentos del crio por justificarse…

-Era para ver que las galletas no estuvieran saladas. A lo mejor a los niños pobres no les gustaban…
-Desde luego.- ¡Vaya unas ideas que tienes, Granate! – Sonrió su tía Esmeralda.-

Estaban aún riéndose de aquello, al menos la diseñadora y Makoto, cuando otra chica joven, de pelo moreno hasta los hombros y hermosos ojos violetas, apareció. Llevaba de la mano a una pequeña cría pelirroja.

-Buenas tardes.- Saludó amablemente esa muchacha.-
-Hotaru-chan.- Se alegró Makoto al verla.- ¿Te has traído a tu hermanita?
-Sí. - Respondió la interpelada dirigiéndose con cariño a la niña para animarla.- Di hola, Keiko.
-Hola...- Susurró temerosamente la cría, que no tendría más de siete años.-
-¿Te apetece un poco de pastel y un zumito de melocotón?- Le ofreció la sonriente dueña de la cafetería.-

            La pequeña asintió débilmente. Enseguida la hicieron sentarse junto con los otros críos. Amatista fue quién primero comentó.

-Tú también eres amiga de Satory. ¿A que sí? Ella me ha hablado de ti.

            Esa niña asintió despacito, su hermana la miraba con una amorosa sonrisa.

-Es un encanto.- Le dijo Petz que quiso saber.- ¿Han venido Souichi y Kaori con ella?
-Están fuera, charlando con Usagi. Se la han encontrado cuando iban a entrar.- Les indicó la chica - Yo pensé que era mejor pasar con Keiko. Para que merendase algo.- Pudo decir no sin cierta intranquilidad.-

            Makoto y Petz suspiraron, Esmeralda no estaba muy al tanto pero las relaciones entre Hotaru y su ahora madrastra no eran del todo buenas. Y eso que se fueron suavizando con el paso de los años. Sobre todo tras el nacimiento de Keiko, a la que Sailor Saturno adoraba. Desde luego la venida al mundo de esa cría pelirroja obró el milagro. Antes Hotaru no podía soportar ver a Kaori. Ahora al menos, a raíz de tener a esa pequeña como hermanita, se trataban de modo educado. Incluso hasta afable en presencia de la niña.

-Al menos la cosa mejoró.- Se dijo Serenity, lamentando esa situación.- Comprendo a Hotaru, pero debe ser capaz de perdonar…

            Y la soberana sonrió al leer aquello. Lo recordaba. En efecto, intercambió algunas palabras con el doctor Tomoe y su esposa antes de pasar dentro.

-¿Qué tal os va? Hacía mucho que no nos veíamos.- Les saludó jovial.-
-Bien, muchas gracias. Hasta arriba de trabajo como de costumbre.- Replicó amablemente Kaori.-
-Sí, estamos en un proyecto bastante complejo. Ya sabes.- Añadió el doctor.-

            Ella asintió, lo sabía muy bien. Aquel era otro punto fundamental en la estrategia a largo plazo que estaba desarrollando junto con Mamoru y otras personas más para asegurar la defensa de la Tierra y de la Luna. Aunque enseguida quiso dejar de lado las responsabilidades por ese día y comentar con desenfado.

-Vuestra pequeña Keiko está monísima. Y se lleva muy bien con Hotaru.
-Se quieren mucho.- Admitió Kaori con lo que parecía un tono de alivio.-
-Así debe ser, son hermanas.- Sonrió Souichi para lamentarse de seguido.- Aunque desgraciadamente Hotaru no suele pasarse mucho por casa. Ya es adulta y tiene también muchas obligaciones.

Usagi se percató de la mirada triste de Kaori pero no lo evidenció. De hecho, mientras charló con esa pareja notó cierta tirantez en la esposa de Tomoe. Más cuando Hotaru se aproximó con su hermanita y saludó.

-¡Usagi-chan!- Exclamó visiblemente contenta.-
-¡Hola!- Sonrió ella.- ¿Qué tal van las cosas en la escuela de enfermería?
-Muy bien.- Comentó la aludida.- Me encanta…es mi vocación.
-Hota-chan me va a enseñar a hacer vendajes.- Intervino la cría con visible contento.-
-Claro que sí.- Sonrió tiernamente su hermana acariciando los pelirrojos cabellos de la cría.- Ya verás que bien te van a quedar.

Parte 17

            Aunque su gesto se tornó más serio cuando mirando a Kaori preguntó con más sequedad.

-¿No te importa si la llevo dentro? Debe de tener hambre…
-No, claro que no.- Pudo decir la interpelada.- Mientras, nosotros charlaremos un poco con Usagi.-san.
-Sí hija. Buena idea.- Convino el doctor.-

            Hotaru sí que le dedicó una amable sonrisa a su padre. Y mostrando un gesto totalmente cordial y entregado animó a su hermanita.

-Hala Keiko, ¡Vamos a comer algo rico!

Por su parte la cría asintió iluminando su rostro con una amplia sonrisa. Usagi las vio alejarse pero no dijo nada. Le pesaba que Hotaru mantuviera esa frialdad con su madrastra. Aun después de tantos años. Y eso que, como dijo el doctor, apenas sí les veía. Es más, pasaba más tiempo en compañía de Daniel, Mimette y la hija de estos, Mimí. Aunque este año ellos iban a celebrar la Navidad a casa de los padres de él, junto al resto de la familia Rodney…

-Eso es lo que leí antes.- Recordó Usagi que continuó aquella lectura.-

Por ello, y convencida en parte por la propia Serenity y sus amigas, accedió a juntarse con su propia familia. Su humor había mejorado y desde que vio a su hermanita no se había separado de ella, jugando juntas, llevándola de paseo y contándole cuentos. Al menos por ahí, era más receptiva a intercambiar una charla distendida con Kaori. Y esa mujer lo agradecía. De hecho, en un aparte que hicieron en tanto el doctor Tomoe saludaba a Zafiro, ella le dijo.

-Muchas gracias…Usagi-san. Por intentar que las cosas entre mi hijastra y yo sean más fáciles.
-No me lo agradezcas.- Declinó su interlocutora.- Yo no hice nada. Es ella quien se va abriendo. Pero puede ser muy terca.
-Lo sé.- Suspiró Kaori.- Y no puedo culparla por ello. Sin embargo, tenía la esperanza de que hubiésemos superado el pasado por completo.
-Algún día estoy segura de que así será. – Afirmó Usagi con rotundidad.-

Su contertulia agradeció esas palabras. Tras esa merienda el grupo se disgregó. En casa de Petz y Zafiro los niños colocaron guirnaldas en el árbol y milagrosamente Granate no cometió ninguna trastada de las suyas. Quizás fuese debido a la magia navideña. Eso sí. Diamante y Zafiro llamaron a sus amigos para felicitarles las fiestas. Roy habló con ellos agradeciéndoles el regalo que le habían mandado por mediación de Ami y prometiéndoles que ya se verían. En el caso de Nephrite fue el príncipe de Némesis quien prometió ir a  visitarle pronto a él, a su esposa y a sus dos hijos. Serenity pasó más páginas. Tenía mucho interés también por Hotaru y su familia. Leyó un apartado que relataba lo sucedido en la residencia Tomoe. Allí se reunieron todos los miembros de la familia, con el aderezo de un par de amigas muy particulares.

-Muchas gracias por la invitación.- Agradeció una hermosa mujer de melena aguamarina que le caía algo por debajo de la espalda.- Han sido ustedes muy amables.

            Lucía un vestido de tonos verde mar, con escote recatado y falda hasta las rodillas, rematado todo ello por unos zapatos de tacón blancos, a juego con el collar de perlas que lucía. Su acompañante, una mujer más alta, de pelo rubio ceniza, vestía un smoking negro con pajarita del mismo color. Fue la que agregó.

-De veras, doctor…Nos ha hecho mucha ilusión.
-Soy yo quién les está muy agradecido por hacernos el honor de su compañía.- Replicó él, que llevaba un traje azul marino con corbata amarilla y camisa blanca.- Mi hija Hotaru las quiere como si de sus madres se trataran. Y eso es algo que no puedo olvidar.

            Las dos mujeres parecían incluso emocionadas cuando pasaron al fin tras haber celebrado esa pequeña conversación a la puerta. Hotaru estaba sentada junto a su hermana y al parecer le estaba contando algo, dado que la cría atendía absorta. Por su parte Kaori se sentaba en un sofá cercano. Al entrar las recién llegadas acompañadas por Tomoe, Hotaru enseguida se levantó para abrazarlas…

-¡Qué sorpresa! –Pudo decir con patente felicidad.- ¡Haruka- papá, Michiru-mamá!
-Tu padre ha sido muy gentil al invitarnos.- Le contó la mujer de pelo verdoso que portaba a su vez un estuche de violín.-
-Vinimos lo más rápido que pudimos.- Agregó la otra joven.-
-¡Anda!- Exclamó la atónita Keiko al observar a esa señora vestida de smoking.- ¿Eres una maga?.. Siempre se visten así…
-¡Bueno!- Se rio la interpelada, lo mismo que el resto de los adultos, para replicar con amabilidad.- Algo parecido…
-¿Me harás algún truco de magia?- Quiso saber la esperanzada cría.-
-Puede que después de cenar, si tus padres me dan permiso.- Repuso ahora con más cautela.-
-Haruka- papá sabe muchos trucos. Me hacía algunos cuando tenía tu edad.- Le contó Hotaru.-
-Después de cenar será muy entretenido ver algunos.- Comentó Kaori uniéndose a la conversación.-

            Sin embargo, Hotaru se apartó sutilmente para salir del grupo. Ese gesto no pasó desapercibido a las recién llegadas y menos a su madrastra. De todos modos, la muchacha lo arregló esbozando una sonrisa de circunstancias para decir.

-Hablando de cenar. Hay que terminar de poner la mesa. Voy a por las copas.
-¡Te ayudo!- Se ofreció Keiko con genuino entusiasmo.-

            Las dos se fueron hacia la cocina y aquello le sirvió a Michiru, la joven del pelo verdeazulado, para comentar a sus anfitriones

-Son inseparables. Vuestra hija adora a Hotaru…
- Y es mutuo por lo que veo.- Observó Haruka.-
-Sí, se quieren mucho, y eso me complace.- Replicó Tomoe con talante reflexivo al añadir.- Keiko admira enormemente a su hermana mayor. Lástima que no puedan verse con más frecuencia.
-Es verdad.- Suspiró Kaori recibiendo las miradas apenadas de ambas invitadas.- Me gustaría que pasaran más tiempo juntas.

            No comentaron nada más sobre ese tema y se dispusieron a prepararlo todo. Cenaron al fin con buena armonía. Keiko sentada junto a su hermana, Kaori y el doctor se colocaron frente a frente en la presidencia de la mesa y Haruka y Michiru como no podía ser de otro modo, una al lado de la otra. Al terminar, la famosa intérprete sacó un hermoso violín y arañó las notas del “Noche de Paz”. Todos escucharon con deleite. Tras ejecutar esa pieza hubo bastantes aplausos por parte del resto de los comensales. La cría enseguida exclamó con entusiasmo.

-¡Eres la mejor violinista del mundo!
-Bueno.- Sonrió modestamente Michiru.- No sé… hay grandes artistas.
-Pues creo que Keiko tiene toda la razón.- Convino Haruka.- Sabe de música…
-Y además de eso, ella también canta. Está en el coro del colegio.- Comentó el doctor.- Ha salido a su madre en esa afición.

            Y es que Kaori no cantaba nada mal. Aunque solamente lo hiciera en aquellas fiestas tan divertidas que a veces hacían junto a Daniel y Mimette y otros de sus amigos en la Masters Corporation.

-¿De veras? - Se sorprendió Hotaru dirigiéndose a su hermana menor.- Eso no me lo habías contado.
-Es que me daba un poco de vergüenza.- Pudo musitar la cría algo colorada ahora.-
-¿Y por qué no toco otra vez y me acompañas cantando este villancico?- Propuso Michiru con jovialidad.-

            La cara de la niña era todo un poema, visiblemente ruborizada no parecía estar muy por la labor. Haruka intervino entonces posando una mano sobre un hombro de la pequeña y alentándola con una gran sonrisa.

-Muchísimos cantantes famosos pagarían cualquier cosa porque Michiru les acompañase en alguno de sus conciertos. Y me haría mucha ilusión escucharte. A cambio, luego te haré algunos de esos trucos de magia que te prometí…
-¿De veras?- Inquirió la pequeña que pareció animarse con esa posibilidad.-

            Su interlocutora asintió jovial en tanto era la propia Hotaru quien se sumó a esa petición.

-¡Sería genial, hermanita! Me encantará oírte cantar…

            De modo que la niña aceptó. Michiru volvió a interpretar aquel tema navideño y la cría no defraudó…

Noche de paz, 
¡noche de amor! 

Ha nacido el niño Dios 
en un humilde portal de Belén 
sueña un futuro de amor y de fe 
viene a traernos la paz 
viene a traernos la paz... 

Desde el portal llega tu luz 
y nos reúne en torno a ti 
ante una mesa de limpio mantel 
o en el pesebre María y José 
en esta noche de paz 
en esta noche de paz...

 Y su voz sonaba por momentos angelical. El resto no podía salvo escuchar absorto. Aquella combinación del violín de Michiru con esa entonación y sentimiento de la pequeña era realmente sublime. Haruka misma estaba con la boca abierta, el doctor le daba la mano a su esposa y Kaori observaba a su hija con los ojos haciendo aguas por el orgullo y la emoción. Sin embargo, la que más disfrutó fue Hotaru. La joven apenas se dio cuenta de que un par de lágrimas rodaban por sus mejillas, percatándose finalmente de que lo mismo le sucedía a su madrastra. Eso le hizo sentirse mal, culpable incluso. Al concluir el tema por supuesto, grandes aplausos. Incluso una impresionada Michiru llegó a declarar.

-Te ofrecería venir conmigo de gira cuando quieras.
-Prefiero ser científica.- Repuso despreocupadamente la niña.-
-¡Has estado maravillosa! Es lo más hermoso que haya oído nunca.- La alabó una todavía emocionada Hotaru abrazándola con gran cariño.-
-Gracias Hota-chan.- Sonrió la cría quien de inmediato recordó dirigiéndose a Haruka.- ¿Ahora me harás magia?
-Lo prometido es deuda.- Asintió la guerrera.- Será un placer…

Y atrajo a la niña hacia sí con un gesto, se colocaron en una mesita a parte y comenzó a ejecutar algunos juegos de manos, haciendo “ desaparecer” monedas para deleite de la cría que aplaudía encantada cuando Urano hizo “aparecer” una de ellas tras de la oreja de la niña.

-Haz alguno más...- Le pidió con carita esperanzada.-
-Necesitaría una baraja de cartas.- Comentó Haruka.-

-Voy por una. - Intervino el sonriente doctor.-

 -Mientras recogeré la mesa.- Declaró tímidamente Kaori.-

            Aunque lo que no esperaban ni ella, ni las otras guerreras, fuese que Hotaru dijera.

-Espera, te ayudaré…

            De modo que ambas se fueron a la cocina. No era difícil darse cuenta de que la joven quería tener unas palabras a solas con la esposa de su padre. Aprovechando que Tomoe estaba buscando esa baraja y que Keiko seguía absorta con los trucos de Haruka…Una vez estuvieron a solas, tras llevar algunos platos y vasos al lavavajillas, Kaori musitó con timidez.

-Gracias…por ayudarme…

            Sin embargo Hotaru no la dejó acabar, y hasta parecía luchar contra sus propias emociones cuando posó una mano sobre el brazo derecho de su interlocutora y declaró.

-Gracias a ti, por darnos a Keiko…

Parte 18

            Eso sorprendió mucho a su contertulia. Su hijastra casi nunca se había dirigido a ella en esos términos, dándole las gracias por algo, de un modo que no fuera sarcástico. Le falló la voz, no sabía que decir. Hotaru entonces le dedicó una amable sonrisa, quizás por vez primera desde que Kaori revivió retornando de los Infiernos. Y mayor fue su alegría cuando la muchacha admitió.

-No fui justa contigo. La estás criando muy bien. Es una niña maravillosa, dulce y buena. Mi padre es feliz en tu compañía y junto a mi hermana. Sois una familia.
-Por favor… también tú eres parte de la familia.- Pudo responder Kaori al fin con la voz tomada por la emoción.- No solamente hoy…
-Gracias. Sé que mi padre invitó a Haruka y Michiru también para que yo no me sintiese incómoda.- Repuso la interpelada.- Y no ignoro que le habré hecho sufrir en ocasiones con mi actitud hacia ti. Ya has pagado de sobra por todo lo que hiciste. Y he sido la única que no ha querido verlo.
-Yo...Hotaru… no sabes cuánto siento.- Balbuceó Kaori entre sollozos.-

            No obstante, su contertulia no la dejó acabar… Movió la cabeza sonriendo y admitió.

-Soy yo quien lo siente. Y hace tiempo te prometí que si hacías feliz a mi padre en mí podrías llegar a tener una amiga. Ahora que lo has demostrado, creo que es hora de cumplir mi palabra. Cambiaré… aunque debes darme tiempo.- Le aseguró su igualmente emocionada interlocutora.-

            Kaori asintió despacio enjugándose las lágrimas. Fue Hotaru quién la abrazó haciendo que esa mujer rompiera a llorar sin poder evitarlo y su hijastra lloró con ella. Al fin, tras unos momentos para recuperarse ambas volvieron al salón. El resto estaba sentado alrededor de la mesa que habían despejado tras la cena. Haruka le pedía a la muy interesada Keiko.

-Elige la carta que quieras. Mírala bien y no me la enseñes…Luego métela otra vez en el mazo…

            La niña lo hizo. Tras barajar a conciencia su interlocutora fue cortando el paquete de cartas y tras sacar diez le comentó.

-Éste es el equipo de las guardianas de la Justicia, cada carta es una de ellas, Guerrera Luna, Guerrera Chibi Luna, Marte, Mercurio, Venus, Júpiter, Urano, Neptuno, Saturno y Plutón…

            Y las citó por orden señalando una carta concreta a cada nombre. En ese momento le preguntó a la cría.

-¿Cuál es tu favorita?....
-Saturno.- Replicó sin pensar.-

            Hotaru sonrió feliz. Su hermana no sabía quién era ella en realidad…y pese a ello la había elegido. Fue entonces cuando la maga ocasional se sonrió algo pícaramente para responder con fingida decepción.

-¡Vaya! Creía que ibas a decir Urano…
-Está bien, pero me gusta más la otra.- Declaró la pequeña.-
-Bueno… es tu elección.- Convino con ella Haruka, que la invitó con tono jovial.- Pues levanta la carta para que conozcamos la identidad de la Guerrera Saturno.

            Y con manita temblorosa por la emoción la niña obedeció. Al voltear el naipe soltó una exclamación. ¡Era la dama de picas! ¡La carta que ella había elegido!…

-¿Cómo lo has hecho?- Quiso saber totalmente anonadada.-
-Los magos no revelamos nunca nuestros trucos.- Replicó una divertida Haruka guiñándola un ojo.-

            Un aplauso general dio por concluida esa actuación. Michiru por su parte iba a guardar ese violín con el que había tocado cuando la cría le preguntó.

-¿Puedo verlo?
-Claro.- Sonrió jovialmente la intérprete.- Invitándola a tomarlo…
-Ten mucho cuidado, hija. – Le pidió Kaori informándola.- Ese violín debe de ser muy caro.-
-Es un Stradivarius-. Les informó Michiru dejándolos perplejos.- Lo utilizo en mis grandes actuaciones.
-¿Y te lo has traído aquí?- Pudo decir una incrédula Hotaru.-
-Claro.- Asintió afablemente su contertulia.- Ésta era una actuación muy importante para mí.

            Al oír eso Keiko lo sostuvo con muchísimo cuidado. Ahora tenía miedo de estropear aquello con solo respirar. Sin embargo, la famosa solista le sonrió animosa y le hizo colocárselo apoyado en un hombro en tanto la instruía.

-La postura correcta es ésta…-Y tras tomar el arco le comentó.- Y debes utilizarlo así…

            Y tras colocar suavemente la barbada contra la barbilla de la niña guio la mano de la perpleja cría e hizo sonar algunas notas. Después la ayudó a ejecutar un arpegio y le preguntó.

-¿Te gustaría aprender?...
-¡Sería genial! - Comentó la niña que parecía impresionada.-
- Inténtalo.- Le pidió Michiru tras susurrarla algunos consejos.- No tengas miedo…

            Keiko probó algo nerviosa, con un silencio total hecho a su alrededor. Tras unos instantes de duda, arañó alguna nota y no sonó del todo mal. Usagi detuvo por un momento la lectura de aquello y se sonrió, ruborizándose incluso al recordar.

-Igualito a cuando lo intenté yo…

            Hacía tantos años de aquello, fue al poco de conocer a Haruka y Michiru, cuando ella se sentía tonta y quiso imitar a la virtuosa del violín. Trató de tocar algo y provocó la vergüenza de ambas y el estupor de las personas que paseaban por la calle, asistiendo espantados a ese despropósito.

-¡Menudo atentado contra la música que perpetré! - Se rio ahora.-

            Y divertida continuó leyendo…justo cuando Michiru alababa a la pequeña Keiko

-No está mal, para ser tu primera vez.
-¿Me enseñarías?- Quiso saber la cría con patente ilusión.-
-Todo dependerá de tus ganas por aprender y de si tus padres lo autorizan.- Afirmó cautamente su contertulia.-

            Los señores Tomoe asintieron sin dudar. Después Michiru recuperó el instrumento y tras tocar algunas melodías a modo de bises para solaz de su auditorio lo guardó finalmente. La velada prosiguió hasta que las tres guerreras se despidieron para volver a casa. Aunque cuando Haruka y Michiru se marcharon tras agradecer la acogida, Hotaru aguardó un instante todavía, dado que recibió una inesperada y cálida invitación…

-En el cuarto de Keiko hay espacio para dos camas. ¿Te gustaría pasar la noche con ella? - Le ofreció su madrastra.-

            La invitada tardó unos momentos en contestar. No obstante, al ver la expresión esperanzada de su hermana menor asintió con una gran sonrisa.

-Sería un placer…Muchas gracias, Kaori.
-Es estupendo tener a mis dos hijas en casa.- Afirmó un muy contento Souichi Tomoe.- La Navidad obra grandes milagros…
-¡La mejor Navidad de mi vida!- Exclamó la pequeña.- Música, magia y Hota-chan se queda conmigo esta noche.- Remachó abrazándose a su hermana mayor.-

La emocionada joven no supo que decir. Solo apretó fuertemente entre sus brazos a esa chiquilla. Souichi sonrió complacido y ayudado por su asimismo feliz esposa se afanó en llevar una cama del cuarto de invitado a la habitación de la pequeña. Serenity leía eso sonriendo a su vez…

-Me alegro muchísimo por todos vosotros. En especial por ti, Hotaru…necesitabas perdonar para ser feliz.

 Ahora la reina pasó alguna página de ese librito y leyó....

-Minako. A ver ¿Qué hiciste tú?...

Parte 19

            Su amiga la princesa Venus era la que tenía en este aspecto un cometido más duro. Viajó a los Ángeles. Allí vivía Kalie. Al menos esa mujer pudo rehacer su vida. Conoció a un joven médico del que se enamoró. Se casaron y, además de convertirse en el padre adoptivo de su hijo Mazoui, tanto él de nombre Mathew O´ Brian, como Karaberasu poco tiempo después, fueron padres de una niña. La pusieron por nombre Katherine, en memoria de la difunta hija de la mujer que acogió a Kalie cuando ésta se marchó de casa de sus hermanas. Serenity no olvidaba la tensa conversación que mantuvo con Minako años atrás. De hecho, convocó a la joven princesa de Venus en su despacho.

-Deseabas verme, Majestad. - Pudo decir la recién llegada haciendo una ligera reverencia. -
-Sí, quería que mantuviéramos una charla, a solas. - Le contestó con tono algo serio, más al añadir. - Sé que pronto será Navidad.
- ¿Y has pensado organizar una fiesta? - Inquirió su interlocutora con un tono que no precisaba si era de sarcasmo o sinceridad. - Es una idea estupenda.

            Pero su contertulia no parecía querer perder tiempo, ni estar para bromas y fue directa al grano.

-No me andaré con rodeos. Somos amigas. Te conozco y sé lo que habrás estado pensando. Has de saber que ya no me opondré a ello, pero bajo ciertas condiciones…

            Minako pareció dejar de lado esa especie de representación, su aparentemente jovial rostro se tensó y tras suspirar pudo decir.

-Comprendo. Tú dirás. ¿Qué clase de condiciones?...
-Sé que eres la madrina de los hijos de Kalie, no dudo de que te preocupas por ellos y los quieres. No obstante, debo pedirte que no te muestres ante ellos con tu auténtica identidad. No todavía. Y que le transmitas a su madre ciertas cosas. Instrucciones que voy a darte.
-Muy bien, Majestad. - Se inclinó marcadamente la joven utilizando un tono aparentemente servicial. - A vuestras órdenes.
-Por favor Mina-chan, no me hagas esto. - Le pidió Serenity con visible malestar. -
- ¿Hacerte qué? - Se molestó Minako a su vez. - ¿Preferirías que dijese lo que pienso de esas estúpidas directrices? En el nombre de Dios, o de quién sea. ¿Por qué tenemos que dejar que sufra así?
- He empeñado mi palabra. - Respondió su contertulia con toda la calma que pudo reunir. - Te ruego que no me hagas esto más difícil de lo que ya es.
- ¡Que no te lo haga más difícil yo a ti! – Se indignó Venus para recalcar. - Te recuerdo que son mis ahijados a los que no me permites ver.
-Sabes que es peligroso. – Repuso Serenity. -
- ¿Mazoui? ¿Peligroso? Es solamente un niño, ¡por amor de Dios!, y es encantador. ¿Y qué pasa con Kathy?, una cría de tan solo nueve años, ¿cómo de peligrosa puede ser?
-Tu ahijado es una amenaza en potencia, y lo sabes muy bien. - Repitió Serenity que comenzaba a perder la paciencia recalcando. - No debes verle…
- ¿O qué? ¿Me volverás a castigar en nombre de Luna? - Replicó su interlocutora con una mirada entre dolida y desafiante. - Artemis todavía juega con bolas de lana tras la última vez…

            La soberana se giró dando la espalda a su interlocutora y apenas sí pudo controlarse para musitar dolida.

-Eso es un golpe bajo. Minako…muy bajo…

            Tras aquello, se produjeron unos interminables segundos llenos de un espeso y embarazoso silencio. Finalmente fue Venus la que, suspirando, admitió con un tono más suave y humilde.

-Perdóname. Me he pasado. Comprendo que fue tu obligación. Pero… entiéndeme tú a mí. Te lo suplico. De entre todas nosotras siento que soy la única que ha fallado. Las demás chicas han cuidado y protegido a sus amigas. Ven a sus ahijados y los quieren y apoyan. Y yo… debo conformarme con velar por ellos desde la distancia…sin poder compartir sus vidas. Ni verlos crecer, ni compartir sus buenos o sus malos momentos. Aunque sea de forma esporádica.

            Ahora bajó la cabeza con lágrimas en los ojos, la soberana se volvió nuevamente hacia ella y tomó sus manos entre las suyas tratando de sonar conciliadora.

-Sé perfectamente cómo te sientes. Y de sobra sabes que lo lamento muchísimo. Pero esto tiene que ser así. Por el bien de todos, el suyo incluido. Ve a ver a Kalie, queda con ella, apóyala, haz regalos a los críos. Aunque sean anónimos. ¿Cuál es ese nombre tan raro que usas cuando vas a verlos de incógnito?, ¿eh? - Preguntó ahora con una trémula sonrisa, tratando de animar a su interlocutora. -
-Carola. - Sonrió a su vez su compañera. - Siempre le doy ese nombre a Kalie para que sepa que voy. Es nuestra contraseña.
-Pues avísala. Ve, tómate tu tiempo…habla con ella y dale buenas noticias de sus hermanas.
-Sí, solamente poder decirle que están bien, y nada más. La verdad. Tenía pensado actuar allí y enviarles entradas gratuitas para mi concierto. - Le desveló la princesa con resignación. -
-Eso sí puedes hacerlo. Como Minako Aino eres un ídolo famoso, y me dijiste que…
-Sí, - la cortó la interpelada musitando con emotividad. - Karaberasu me contó que la pequeña Kathy me admira mucho, que de mayor quisiera ser como yo… ¡Ojalá que un día!...

            No pudo continuar hablando sin echarse a llorar, Serenity la abrazó con ternura y pesar, tratando de confortarla.

-Lo siento, lo siento Mina-chan. - Repetía muy afectada también. - Ten paciencia…solamente puedo pedirte eso, y que confíes en mí.

            Tras un rato la princesa de Venus se separó asintiendo, y tras enjugarse las lágrimas se marchó. Luego Serenity leyó que su amiga efectivamente se encontró con Kalie. Las dos tomaron algo en un restaurante de los Ángeles. Teniendo en cuenta la fama que ya poseía Minako, tuvieron mucho cuidado de permanecer ocultas a la prensa u otros medios de comunicación.

- ¿Qué tal estáis? - Se interesó la sailor. -
-Muy bien, Mathew trabaja como jefe de planta en el hospital. Mi hijo está cada día más grande y guapo y Kathy se está haciendo toda una señorita. - Contestó una en efecto contenta Kalie. -

            Dicho esto, enseñó a Minako unas fotos de su familia y miró a su amiga esperando una réplica. La aludida sabía perfectamente lo que su interlocutora deseaba que dijese, pero tuvo que mover la cabeza despacio y musitar llena de consternación.

-Lo siento. Lo único que puedo decirte que están todas bien y que son felices…
-Bueno, eso me basta. - Fue capaz de sonreír Karaberasu no sin algo de amargura. -
-Ojalá pudiera decirte más. - Suspiró su interlocutora con una mirada que imploraba perdón. -

Sin embargo, su contertulia cambió enseguida de tema para evitar ensombrecer aquella velada y le contó a su amiga con renovada animación.

- Mazoui ha sacado unas notas buenísimas y Kathy también. ¡Los dos son estupendos! Estamos muy orgullosos de ellos. Como premio los vamos a llevar a Disney World estas fiestas…
-Me alegro mucho. - Pudo sonreír a su vez su interlocutora que ahora extrajo varios tickets de su bolso para añadir. - Esto es para todos vosotros, daré un concierto aquí en unos días. Si es que podéis asistir antes de marcharos…
-No sé. Aunque puedo hablar con Mathew y que retrase el viaje. Si es que sus obligaciones se lo permiten. - Contestó Kalie tratando de pensar. - A mis hijos les encantan tus canciones. Sobre todo, a Kathy. No me lo perdonará si no vamos a verte actuar. Le gustas más que el pato Donald o Micky Mouse. ¡Ja, ja!
- ¡Lo tomaré como un cumplido! - Rio al fin Minako. - Querida amiga. Ojalá pudiera hacer más por ti. - Agregó extinguiendo su sonrisa casi musitando con patente consternación. - Te aseguro que lo he intentado pero que no depende de mí.

            Kalie puso una mano sobre las de la princesa Venus y sonrió animosamente para aseverar.

-No sufras así. Te agradezco todo el cariño que nos has demostrado a mí y a los niños. Sé muy bien que tú nunca me olvidaste. Y si no puedes hacer más tendrás una muy poderosa razón. No temas, no haré nada que pueda perjudicaros ni a ti, ni a las demás. Quizás algún día mis hermanas y yo podamos volver a reunirnos y las presente a mis hijos. Y supongo que ellas me presentarán a mí a los suyos.
-Estoy convencida de que así será. - Manifestó Minako tratando de sonar cordial y optimista. - Ese día llegará. Lucharé con todas mis fuerzas para que así sea.

            Al rato se despidieron puesto que Kalie iba a buscar a sus hijos. La princesa de Venus se escondió para verlos pasar. Pudo ver efectivamente lo grande que estaba el niño y lo encantadora que era la pequeña cría, que llevaba un lazo amarillo atado a su pelo color cobrizo, como su madre. Incluso oyó como Kalie les contaba la noticia. ¡Tenía entradas para ver actuar a la gran Ídolo juvenil! Katherine saltaba de contenta exclamando.

-Minako. ¡Voy a ver a Minako! ¡Qué bien!

La joven sailor al menos pudo sonreír, entre lágrimas…mientras observaba de lejos aquello.

- ¿Y luego iremos a Disney World? - Exclamó a su vez Mazoui lleno de entusiasmo. -
-Claro, cariño. - Sonrió luminosamente su madre. - He llamado a tu padre, no hay problema, el concierto es un par de días antes. Podremos hacerlo todo.
- ¡Las mejores Navidades de mi vida! – Exclamó de nuevo una eufórica Katherine haciendo reír a Karaberasu que la abrazó. - ¡Te quiero, mami!
-Ya te digo. - Convino su hermano con visible satisfacción a su vez. -
-Adiós ahijados, amiga mía, hasta pronto. - Musitó Minako entre sollozos tras asistir a esto último, alejándose ya por un callejón adyacente. -

            La propia Serenity tenía lágrimas ahora al leer aquello. Se las enjugó…

-No sabes lo mucho que me dolió tener que ordenarte eso, Mina-chan. - Pensaba ahora todavía emocionada. - Pero por desgracia tuvo que ser así. Y ahora mira bien a tus queridos ahijados. Dos grandes personas, defensores de la justicia y del bien. Al final el sacrificio mereció la pena.

            Pero supo también que Minako se las arregló para proporcionar a sus ahijados unas entradas lo más pegadas posibles al escenario. De tal modo que los niños pudieran verla muy de cerca. Y como ella tenía la costumbre de aproximarse a veces y preguntar a sus fans, aprovechó la ocasión durante la pausa de una de sus canciones. Y llegándose hasta la posición que Mazoui y Katherine ocupaban con sus padres, les sonrió comentando.

- ¡Vaya fans tan guapos! ¿De dónde venís?

            La niña estaba tan nerviosa que apenas podía articular palabra. ¡Su ídolo Minako estaba ahí, hablando con ella! Por suerte, Mazoui sí que respondió.

-De San Diego.
-Estáis cerca entonces. ¿Os está gustando el concierto?
-Sí, muchísimo. Eres la mejor. - Pudo finalmente contestar la azorada Kathy. -

            Como tampoco podía pararse mucho a hablar con dos espectadores en particular, Minako sonrió. Acarició las caritas de ambos niños y les regaló sendas fotos suyas autografiadas.

-Que sigáis siendo unos niños tan maravillosos. Gracias, muchas gracias por estar aquí. - Fue capaz de decir emocionada. - Os dedico mi próxima canción.

             Vio la alegría dibujada en la cara de los pequeños, sobre todo en la de Katherine, aquella niña que ella sostuvo en brazos cuando nació. También vio a Karaberasu que le sonrió agradecida, lo mismo que Mathew.  Minako tenía ganas de llorar. Le costó muchísimo, pero se contuvo, y con la mejor de sus sonrisas volvió al centro del escenario para proseguir el recital.  De fondo aun pudo escuchar exclamar a la alborozada cría.

- Mami, papi, ¡Minako nos va a dedicar una canción!
-Eso es porque habrá visto que sois dos niños muy buenos, cielo. - Le sonrió tiernamente su madre. -
- ¿Y cómo lo sabe? – Inquirió un sorprendido Mazoui. -
-Porque ella sabe muchas cosas. - Respondió Kalie con voz queda. -

            Serenity suspiró, teniendo que enjugarse un par de lágrimas a su vez.

-Algún día será distinto, Mina- chan. Y podrás abrazar a tus ahijados diciéndoles quién eres tú de verdad…Ten un poco más de paciencia, te lo ruego.

            Y para evitar que el pesar por su amiga la envolviera, pasó a la siguiente página.

Parte 20

-Vaya, Haruka y Michiru…- Sonrió. - Ellas tampoco se aburrieron en esas fechas. Esto pasó antes de su velada con los Tomoe…

            Aunque por una vez no había nada escabroso. Tratándose de aquellas dos hubiera podido pasar cualquier cosa. Sin embargo, parecía que estaban disfrutando de una velada tranquila. Haruka había terminado sus entrenamientos para el gran premio de motociclismo y su pareja volvía de una gira de conciertos de violín. Ahora, en un apartamento que tenían alquilado en Londres ambas descansaban. Era Michiru quién arañaba unas melancólicas notas de su violín, “interpretando Noche de Paz”

-Muy bonito, pero algo triste. - Comentó Haruka sorprendida por aquello. -
-Será que me he dejado llevar por mis pensamientos. - Suspiró su interlocutora cuando dejó el instrumento cuidadosamente guardado en su estuche. - Es como si el Stradivarius pudiera percibirlos también.
-Es una época para celebrar y estar unidos. - Dijo su interlocutora observándola con algo de preocupación. - Aunque entiendo que a veces acarrea algo de nostalgia.
-Echo de menos a nuestras compañeras. Y sobre todo a Setsuna y a Hotaru. ¿Te acuerdas de aquellas navidades que pasábamos las cuatro juntas? - Sonrió tímidamente su pareja. -
- ¿Cómo las iba a olvidar? - Convino Urano devolviendo aquella sonrisa.- Cuando le escondíamos los regalos a Hotaru y la hacíamos buscarlos por toda la casa.
-Y las cenas que Setsuna nos preparaba. La pobre se esmeraba incluso más de lo habitual. - Afirmó su contertulia. -

            Tras asentir, Haruka se levantó del sillón en que estaba sentada y paseó despacio por la estancia. Parecía pensar en algo. Al poco declaró.

-Ahora cada una de ellas tiene su propia vida. Nuestra cocinera de lujo es la reina de los saiyajin y esa niña tan encantadora que se afanaba por seguir las pistas que le dábamos para encontrar sus regalos, ya es toda una mujer.
-Sí, únicamente espero que nos recuerden con el mismo cariño con el que nosotras lo hacemos cuando pensamos en ellas. - Musitó Michiru. -
- ¡Anda tonta! No nos pongamos melancólicas. - La animó su pareja tomándola de las manos para proponer con animación. - Esta noche iremos a cenar a un buen restaurante y después…
- ¿A ver alguna buena obra de teatro? - Inquirió una esperanzada Michiru. -
- ¡Ja, ja!... Tenía en mente una representación algo más privada. - Se sonrió pícaramente su contertulia. -

            Su compañera tenía el mismo gesto cuando asintió con entusiasmo. Le dio un rápido beso en los labios que Haruka encajó divertida.

- ¿Es eso una promesa de algo más interesante para esta noche? - Quiso saber con tono incitador. -
-Podría ser. - Replicó Michiru. -

            En ese instante el teléfono móvil de la violinista sonó, ésta enseguida respondió.

- ¿Hola?... ¡Doctor Tomoe! ¡Qué sorpresa! Me alegra oírle. ¿Qué tal todo?... ¿Qué? ...pues… claro. ¡Estaríamos encantadas! No, no tenemos otros compromisos para estas fechas. Tampoco profesionales. Pero…no quisiéramos molestar… Muchas gracias. Es usted muy amable. – Afirmó esbozando una sonrisa y ante la mirada interrogadora de Haruka añadió. - Sí, está aquí. Claro… puedo hablar por ella y decírselo. ¿Dentro de tres días? Seguro que a Haruka le encantará la idea. Tomaremos el primer avión…Gracias, salude a su familia de nuestra parte…Adiós.

            Colgó ante la atónita mirada de Haruka quien enseguida quiso saber.

- ¿Tomoe? ¿Qué quería?
-Invitarnos a su casa a celebrar la Nochebuena. - Le desveló Michiru. - También Hotaru irá.
-No sé. Es una fiesta en familia. - Opuso Haruka. -
-También somos de la familia…-Aseveró la joven. - Eso mismo me ha respondido el doctor cuando le dije que no deseábamos molestarles.
-En tal caso será un placer acudir. - Sonrió Haruka realmente contenta al escuchar aquello y agregando con desenfado. - ¡Vamos a cenar por ahí para celebrarlo y mañana hacemos el equipaje y reservamos billetes!

Sin embargo, Usagi no pudo leer más sobre ellas.  Aunque ya se imaginaba por donde irían las cosas esa noche tratándose de esas dos. Lo otro ya lo leyó en la parte de Hotaru. En fin. Pasó una página más. Ahora le tocaba informarse sobre otra amiga muy querida, que, pese a la distancia, estaba muy presente en su corazón.

-Setsuna…te echo de menos. – Suspiró leyendo. -



            En el palacio de la Ciudad del Sol Poniente todo era bullicio. La soberana estaba decidida a inculcar el espíritu navideño a los saiyajin. Ardua tarea desde luego. De hecho, allí estaba su hijo Eron que miraba sin comprender ese gran árbol del patio lleno de adornos. Su hija Seren por su parte parecía más entusiasmada al colocar algunas bolitas de colores colgando en él. Aiona le echaba una mano. Ambas todavía eran muy niñas para saber siquiera que estaban haciendo, pero lo pasaban bien. Su hijo menor Bralen y el amigo de este, Doran, siendo más pequeños todavía se entretenían jugando a lanzar algunas de esas bolas.

-Ten cuidado, Bralen. - Le pedía su madre. - Vais a romperlas…
-Ya me ocupo yo, ¡Señora! - Terció Seira que se acercó hasta los niños. - Alteza, hijo. Dejad de utilizar esos objetos decorativos como proyectiles…
- ¡Booola de energía! – Exclamaba el divertido Doran tras tirar otra. -

            Su madre se movió rápido para interceptar aquel objeto agarrándolo al vuelo. Al fin, la guardiana logró que Nilia y Moena se aproximasen y se hicieran cargo de esos dos niños. Entonces Aiona se acercó a su madre y con una de esas bolas en una mano, y una cinta de colores en la otra, quiso saber.

-Madre, esto ¿para qué sirve?...
-Lo desconozco, hija. - Admitió Seira. - Pero puedes preguntar a su Majestad, la reina Meioh.
-Son adornos de Navidad. - Le comentó Setsuna que vino de la mano con su hija Seren. -
- ¿Navidad? - Se sorprendió Aiona, observando a su soberana con sus grandes ojos castaños muy abiertos. - ¿Qué es eso?
-Una celebración en la Tierra. Donde vale más dar que recibir. - Le contó su sonriente interlocutora. -
- ¡Eso me gusta, suena a combate! - Intervino Seira enarbolando un puño. - Y es una idea muy adecuada.  Aunque en las peleas también se debe aprender a encajar los golpes.
- ¡No es eso! - Se rio Setsuna moviendo la cabeza para dirigirse a su morena guardiana. - Ya te lo expliqué hace años. Es un momento en el que la gente se junta con sus familias y celebran esa unión. Se trata de ser más feliz y de compartir.
- ¿El qué comparten, la comida? - Quiso saber Seren. -
-Entre otras cosas. - Repuso su madre. -
-Pues a mí no me gusta compartir la comida, prefiero comérmela yo. - Intervino Aiona. -

            Seira la miró con gesto severo y la cría retrocedió bajando la cabeza.

-No pasa nada. - Comentó Setsuna. - Y no te preocupes, Aiona. En las cenas de Navidad siempre hay mucha comida.
- ¡Qué bien! – Terció Seren dando saltitos. - Hagamos una de esas cenas en palacio…
-La princesa ha tenido una gran idea. - Se sonrió Seira mirando ahora a su hija con más afabilidad en tanto le preguntaba. - ¿Verdad?
-Sí, madre. - Convino la cría. -

En ese momento llegaron Lornd y Calix. Enseguida Seira hizo una respetuosa inclinación, lo mismo que ambas niñas. El soberano de Nuevo Vegeta quiso saber con aire jovial.

- ¿Qué estáis tramando? Os veo muy animadas.
-Padre. - Intervino Seren con ilusión. - Madre nos ha contado que hay una cosa que los humanos llaman Navidad y que consiste en comer mucho. ¿Lo podremos hacer aquí?

            Setsuna se rio llevándose las manos a la cabeza con teatralidad ante tal reduccionismo que su hija había hecho del significado de la Navidad, mientras que Lornd se rio afirmando divertido.

- ¡Eso lo hacemos todos los días!…
-De modo que, si lo vemos de esa manera, todos los días son Navidad aquí. - Añadió entre divertida y sarcásticamente la risueña soberana. -

            Fue Eron quien acercándose a su hermana se sonrió declarando…

-Esa es una magnífica costumbre terrestre entonces. Es como madre dice, se parecen a nosotros en bastantes cosas. Pero sigo sin comprender para que llenan un árbol de cachivaches.
-Es un símbolo de la alegría de esas fechas. - Le explicó su madre que sonó ahora nostálgica cuando les contó. - Veréis, yo lo celebraba con unas grandes amigas. Decorábamos un árbol, cenábamos juntas, cantábamos y reíamos mucho.

            Lornd la observó ahora con un gesto más serio, incluso algo entristecido. Él no ignoraba todo lo que su mujer dejó atrás. Pese a que ella parecía ser feliz en su nueva vida, siendo reina, esposa y madre. Empero, el recuerdo de sus antiguas camaradas seguía estando ahí y se avivaba en fechas como estas, muy importantes para muchos terrestres.

-Muy bien. - Declaró el soberano con animación. - Haremos una gran fiesta de Navidad. Y todo el planeta la celebrará. Es una orden Real…

            Setsuna le miró y sonrió agradecida. No era ajena al motivo de esa reacción.

-Mi Señor… ¡Una orden Real! - Se sorprendió Calix. -
-Sí, así es. Ve a hablar tu hermano Blinz, digo con el canciller Derail. Que lo haga saber. - Le indicó el rey. - Y luego contacta con Dariel y Yairl, que se presenten los dos aquí. Tú tampoco tardes mucho. Tu familia estará invitada a esa celebración. Por supuesto que Blinz venga también con su esposa Elua y con su hijo Kiros.

            El aludido hizo una inclinación y partió presto. Seira entonces inquirió muy respetuosamente a su soberano.

-Majestad, ¿debemos ataviarnos con la armadura de gala?
- Sin duda. Y mi esposa nos honrará con algún vestido terrestre que haga honor a esta ocasión. ¿No es cierto? -Le preguntó él a Setsuna con un guiño de complicidad. -
-Claro que sí. - Afirmó la alegre interpelada agregando. - Les diré a Nilia y a Moena que están invitadas como mis damas de compañía personales.
-Sea como tú desees, conoces mejor las costumbres de ese tipo de fiesta que yo. - Concedió Lornd. -

            Así se hizo, el planeta Nuevo Vegeta se engalanó con árboles llenos de decoración. Por supuesto, hubo muchas comilonas para conmemorar esa cena de la Tierra. Concretamente en la de palacio todos festejaron con animación. Setsuna incluso quiso enseñar algún villancico a sus súbditos y era gracioso oír a los saiyajin cantar aquello de Noche de Paz, noche de Amor…Fue Seira quién, próxima a la reina, comentó como si hubiera descubierto algo.

- ¡Claro!, el amor es algo muy poderoso. Y en esta fiesta se le rinde tributo. Como en la celebración del Guerrero Legendario.
-Algo así. - Se sonrió Setsuna, divertida ante las interpretaciones que su guardiana hacía de aquellas cosas. -

La reina lucía un hermoso vestido de color burdeos que casi parecía de tafetán. Mostraba un buen escote y dejaba casi al descubierto su espalda. Una diadema de diamantes y rubíes hacía un complemento perfecto. Disfrutaba de aquella velada y se reía mucho de las cosas que pensaban sus súbditos, aunque también le hizo ilusión oír a su hija Seren afirmar.

-Siempre hablas mucho de la Tierra. Tiene que ser un planeta muy bonito. Me gustaría ir un día…
-Claro, hija mía. Iremos alguna vez. - Sonrió ella. -
-Podríamos conquistarlo. - Sugirió Eron dejando de piedra a su madre. -
-No podemos hacer eso Alteza, son nuestros aliados. - Le recordó Calix. -
-Por eso nos haría ninguna falta, siendo amigos nuestros. - Agregó Blinz.-

            El niño se encogió de hombros dejando el tema y centrándose en saborear más manjares. Setsuna suspiró. Su hijo en eso tenía una mentalidad totalmente de saiyajin. Al menos Seren compartía algunos de sus propios gustos y Bralen todavía era pequeño y no parecía estar tan inclinado a la lucha como su hermano mayor.

-Bueno, son muy niños todavía. - Pensaba la ex guerrera Plutón.- Como siempre, el padre Cronos dictará lo que deba suceder…

            Una de las saiyajin se aproximó entonces. Se trataba de Elua, la esposa del canciller Blinz, con ella venía un crío de cabellos y ojos negros.

-Muchas gracias por la invitación, Majestad. Es todo un honor. - Dijo esa individua. -
-Sois de las familias más respetadas y honorables del planeta, os consideramos amigos personales. - Sonrió la soberana. –

            Eso dio la impresión de agradar mucho a esa ruda mujer que enseguida ordenó a su hijo.

-Kiros, ¿dónde están tus modales? saluda a tu reina como corresponde.
-Majestad, muchas gracias por invitarnos. - Respondió obedientemente el niño haciendo una gran inclinación. -
-No hay de qué. Anda, ve a pasarlo bien con los demás. - Le respondió afablemente Setsuna. -

            Kiros miró a su madre buscando su permiso y Elua asintió levemente, el chico corrió a unirse a su primo Doran y al resto.

-Sois muy generosa con nosotros. - Afirmó esa estricta mujer. –
-Lo que merece cualquiera de mis súbditos leales. - Afirmó ella. – Y tú y tu familia os contáis entre los más fieles y principales.
-Os lo agradezco, Señora. - Se inclinó nuevamente esa individua. -

            Setsuna suspiró. Elua era mucho más rígida que la propia Seira. Una saiyajin de corte tradicional. Poco permeable desde luego a influencias externas. A veces la soberana llegó a temer que formase parte del grupo crítico de esos descontentos, que les acusaban de echar a perder las tradiciones de Nuevo Vegeta y de importar ritos humanos. Como, por ejemplo, la celebración de la Navidad. Aunque enseguida se despreocupó. Por las mismas razones por las que Elua era tan reacia a adoptar costumbres o formas de actuar distintas a las de sus antepasados, era alguien de absoluta confianza. Siendo cuñada de Seira y habiendo jurado lealtad y obediencia a sus reyes, se podía confiar plenamente en ella.

-La pobre Setsuna tiene también sus propios problemas a ese respecto. - Se dijo Serenity. - La comprendo muy bien.

No quiso leer más ya. Le apenaba profundamente lo que su amiga estaría destinada a sufrir años más tarde. Y no precisamente por culpa de enemigos extraterrestres o nuevas amenazas exteriores. Sería un dolor que vendría de lo más profundo y personal. No quiso pensar en eso y se dispuso a cerrar el diario por un momento, pero antes de hacerlo vio unas anotaciones de cómo le fue a ella misma y a Mamoru en esas Navidades. Fueron de las pocas en las que coincidió con su propia hija del futuro. Aunque tanto ésta como las asteroides estaban cumpliendo una importante misión. Y eso incluía las celebraciones navideñas. De hecho, tuvieron una invitada muy particular.

-Sí, recuerdo la fiesta que hicimos en la Luna. Estuvimos con Neherenia. Se lo pasó muy bien. - Se sonrió al traer a su memoria esos momentos sin poder evitar leer. -

Parte 21

            Chibiusa y las amazonas estaban decorando un enorme árbol ubicado en el gran salón de recepciones del reino de la Luna Nueva. La pequeña reina las ayudaba con entusiasmo.

-Esto lo hice el año pasado en casa de Cooan y de Idina. Fue muy divertido. - Reseñó la cría no sin nostalgia. -
-Pues este año, te vas a divertir un montón con nosotras. - La animó Jun-jun.- Este árbol es mucho más grande que el de ellos, seguro.

Y realmente grande era. La propia sailor saltó acto seguido para pasarle una bola a Bes-Bes quien, agarrándola al vuelo, añadió.

-Tenemos muchas cosas que te van a entretener.

            Por su parte Cere-Cere estaba colgada de un trapecio sobre el techo, por encima de la copa de ese gran árbol y colocaba una gran y refulgente estrella.

- ¡Esto está quedando genial! - Declaró con patente satisfacción. -
- ¡Eh!, dejadme poner algo a mí. - Pidió Para-Para, que ya estaba brincando sobre una alta escalera, presta a ornamentar con guirnaldas las ramas que tenía más próximas en tanto gritaba. - Me pido esta parte…

            La pequeña reina no dejaba de observar entre atónita y embelesada las evoluciones de esas cuatro. Inasequibles al agotamiento saltaban, se columpiaban y ascendían o descendían de las ramas en una frenética actividad decorativa. Ella misma las ayudaba eligiendo que cosas deseaba que pusieran.

-Colocad esta bolita azul, ahora la roja, luego la verde y la amarilla. –Les indicaba con entusiasmo. - ¡Y muchas cintas de colores!…
-Vas a tener el mejor árbol de Navidad del Mundo y de las dos caras de la Luna. - Sonrió Chibiusa que estaba a su lado. -

            Su interlocutora asintió con alegría. Y tras el árbol tuvieron el juego de la piñata, la joven soberana se dio buena maña en romperla con un palo, pese a ir con los ojos vendados. Después a cantar villancicos y celebrar.  Endimión y Serenity llegaron entonces para desearle felices fiestas a la pequeña reina.

- ¿Lo estás pasando bien, Majestad? - Saludó él. -
-Sí, ¡muchas gracias! - Repuso una encantada Neherenia. -
-Ya sabes que todos somos tus amigos, y que tienes más gente que te aprecia. - Sonrió amablemente Serenity en tanto acariciaba la frente de la cría. - En muchas partes de la Tierra.
-Estoy muy contenta. Ha sido divertido romper la piñata. ¡Y me han dado muchos regalos! - Anunció la niña. - He repartido alguno de ellos entre mis súbditos, no está bien tener tanto para mí sola si no lo puedo compartir. - Agregó. - Y es lo que se hace por Navidad. Chibiusa me ha dicho que vale más dar que recibir.
-Sí, así es. - Convino Serenity declarando con aprobación. - Has hecho muy bien. Estamos muy orgullosos de ti.
-Es un bonito y noble gesto. Lo celebramos. - Afirmó Endimión visiblemente satisfecho. - Actuaste como corresponde a la bella y gentil reina que eres.

            La voz de una de las doncellas de palacio interrumpió aquella conversación.

-Majestad, es la hora de cenar…Los ministros os esperan. Y también vuestras invitadas. - Remachó en una alusión a Chibiusa y las asteroides que iban a compartir velada en palacio. -
- ¡Ya voy! – Repuso la interpelada, que dedicó una mirada a los soberanos y les dijo. - Es una pena que no podáis quedaros a cenar. Ha sido un placer veros. Espero que volváis pronto.
-Eso deseamos. - Afirmó Serenity. - Que te aproveche la cena y feliz Navidad.
-Igualmente. - Se despidió la cría de modo jovial. -

Y levantando sus amplias faldas con ambas manos corrió de forma poco protocolaria hacia el comedor. La pareja de reyes del futuro Neo Cristal Tokio se quedó observando cómo su pequeña amiga se alejaba con patente satisfacción.

-Me alegra mucho ver que Neherenia es ahora como cualquier otra niña. - Afirmó él. -
-Nuestra futura hija está haciendo un gran trabajo en ese aspecto. - Admitió su interlocutora. - Y es una parte vital para nuestros proyectos a largo plazo.
-Es fundamental que crezca rodeada de afecto y con amigos. - Añadió Endimión. - Chibiusa lo entendió igual que nosotros.
-La pobre se cree que no sabemos las ganas que tiene de ir a ver a Helios. - Sonrió Serenity. -
Nuestra hija del porvenir realmente ha pasado por muchas cosas, y estoy orgulloso de verla convertida en una mujer tan hábil y llena de talento y bondad como su madre. - Afirmó su contertulio. - Hemos, o, mejor dicho, sabremos educarla muy bien…
- Al venir del futuro tuvo a un grupo de amigas que compartió esa responsabilidad con nuestros alter egos del siglo treinta. Por eso nos la confiaron tanto tiempo. Y ahora lo comprendo bien. Cuando pienso en mí misma doy gracias a mi propia madre, la reina Serenity, por hacerme renacer en el seno de mi actual familia. - Suspiró ella. -  Además de rodearme con mucho amor. Seguramente quiso que supiera lo que era vivir entre gente corriente, con preocupaciones cotidianas. Eso me ha hecho comprender bien cuál es el propósito de nuestra misión. Soy muy feliz por tener unos padres tan maravillosos en esta época. Y tantos y tan buenos amigos. Y lo que más dichosa me hace es verlos sonreír…
-Hay que procurar la felicidad general. O por lo menos a tantas personas como nos sea posible. - Remachó su contertulio. - Asegurar el porvenir de la humanidad es tarea ardua…
-Sí que lo es. - Musitó reflexivamente ahora la joven reina para declarar con talante más optimista. - Por fortuna no estamos solos en esa misión. Viendo a Chibiusa y a las demás, sé que lo conseguiremos.

            Su esposo asintió. Eso estaba claro. Y ahora, pasó algunas páginas más, cercanas al final.

-Mi propia familia de la Tierra. Sonrió llena de ternura. - Querría haber podido pasar con ellos las fiestas. Aunque ya nunca podrá ser como Usagi. Esa niña desapareció. Ahora soy simplemente Serenity.

            Y es que era consciente de todo el dolor y los sacrificios de sus amigas por cumplir con su misión. Pero ella no había sido menos.

-Esto ocurrió poco antes de rechazar al silencio y a la nada. La última vez que vi a mis padres como Usagi Tsukino. - Recordó con nostalgia. -

En esos días ella tenía asimismo sus propias reflexiones. Tras salir del trabajo llamó a su marido. Le contó que iba ir a ver a sus padres. Quería hablar con ellos.

-Me parece bien. - Convino Mamoru. - Tenéis que veros todo lo posible…
- Volveré para la cena. Bueno, quizás no. Puede que cene con mis padres. - Se corrigió. -
-No te preocupes, Usako. - Respondió amablemente él barruntando que algo le pasaba por la cabeza a su mujer. - Tómate todo el tiempo que necesites…
-Gracias, Mamo-chan. - Pudo decir ella pugnando por no emocionarse. - Hasta luego…

            Colgó y se dirigió hacia la que fuera su casa. Ahora, ya como estadista en ciernes, mujer adulta, esposa e incluso como madre en prácticas con su hija del futuro, veía las cosas de un modo muy distinto a cuando empezó. Se recordaba a sí misma con nostalgia, como esa cría llorona que había madurado muchísimo tras tantos años y batallas. Y durante todo ese tiempo siempre tuvo el amor y el apoyo de sus padres terrestres. Por mal o por complicadas que fuesen las cosas, el hogar de los Tsukino siempre significó un refugio para ella. Y si se paraba a pensarlo eran sus progenitores verdaderos, al menos en esa encarnación. Pero, poco a poco, año a año, las diferencias entre ellos comenzaban a marcarse. Sus padres envejecían a un ritmo normal en cualquier ser humano. No obstante, ella mantenía aquella apariencia de chica de veinte y pocos años.
-Pero ya tengo más de cuarenta. - Suspiró. -
Y sabía que sus padres se habían comenzado a dar cuenta. Quizás antes podían pensar que se cuidaba muy bien o que tenía un cutis estupendo, merced a esas cremas que las hermanas siempre le regalaban. Sin embargo, pasados los años, eso no era ya tan creíble. Y, además, esa amenaza terrible se aproximaba. Usagi no quería enfrentarla sin antes hablar con sus padres y decirles cuanto los quería. ¿Acaso iba a confesarles quien era realmente? Ni ella misma estaba segura de eso. Entre esas meditaciones llegó ante la puerta de la casa de los Tsukino. Antes de llamar se detuvo. Casi le abandonaba el valor para hacerlo. ¡A ella! A la futura soberana del mundo y antigua princesa de la Luna. A la guerrera que había peleado en tantas batallas, contra tan formidables y peligrosos enemigos, arriesgando su propia vida sin dudar, le temblaban ahora las piernas. Quizás porque, en el fondo, nada le aterraba más que admitir eso, que el tiempo transcurría y que ni tan siquiera la ahora guardiana del mismo, la princesa Seren de Plutón, podría hacer nada para ayudarla a detenerlo. Al menos no como a ella le gustaría.
-Tengo que ser fuerte…también se lo debo a ellos. -Pensaba en tanto luchaba consigo misma para no salir corriendo de allí. -No puedo posponerlo más.
            Sin embargo, no tuvo que reflexionar demasiado. El destino decidió por ella. A sus espaldas la voz de su padre, entre sorprendida y alegre, la sobresaltó…
-Usagi, hija. ¿Cómo tú por aquí a estas horas?
            La aludida se giró sonriendo y apenas sí pudo responder sonando a disculpa…
-Venía a haceros una visita, a mamá y a ti. Últimamente estoy tan liada que nos vemos muy poco.
            Su padre sonrió, evidentemente feliz al verla allí. Aunque Kenji estaba mayor, con el pelo gris y algunas arrugas en su rostro, seguía teniendo atractivo en su madurez. Asintió abriendo la puerta e invitando a pasar a su hija.
-Entra cariño…
            Usagi no lo dudó, había llegado el momento. Caminó hasta el salón y allí encontró a su madre que veía las noticias. Ikuko sonrió encantada al verla.
-Cielo, ¿cómo tú por aquí?
-Tenía muchas ganas de veros, mamá. Vengo desde el trabajo. - Pudo responder la muchacha sentándose en el sofá junto a ella. - Quería charlar un rato con vosotros.
- ¿Va todo bien? - Quiso saber su madre cuando la notó un tono algo nervioso y vio esa mirada algo empañada en lágrimas. - ¿Mamoru y tú habéis discutido?...
-No. ¡No, qué va! – Se apresuró a contestar la aludida, esbozando una fugaz sonrisa y afirmando con rotundidad. - Nos queremos muchísimo, le avisé de que iba a venir aquí. Me dijo que me tomase todo el tiempo que necesitara.
- ¿Tiempo para que, hija? - Inquirió Kenji que volvía ya ataviado con su pijama. -
-Para que cenemos en familia. Tengo muchísimas cosas que quisiera deciros. - Les reveló ella. - Aunque primero me gustaría saber algo…
-Claro. Tú dirás, cariño. - Repuso su madre que la observaba con extrañeza y un poco de preocupación. -

            Ahora Usagi se emocionó, trataba de evitar el llanto en lo posible, solamente tras unos instantes reuniendo valor y aplomo, fue capaz de declarar.
-Sé que me queréis mucho, como yo os quiero a vosotros y a Shingo…Y no ignoro que cuando era una niña siempre fui un desastre. Sacaba muy malas notas, era una llorona y me enfadaba muchas veces por tonterías…
-Cariño. ¿A qué viene eso ahora? - Preguntó su atónito padre. - Eso pasó hace mucho tiempo…
-Sí. Es verdad. - Convino la muchacha para admitir una vez más, ahora ante sus progenitores. - Ya tengo más de cuarenta años…
-Estás estupenda, cielo. - La alabó su madre acariciando aquel pelo caoba que su hija tenía, al menos a sus ojos, para sentenciar. - ¿Eso es lo que te preocupa?...
-No, - sonrió ahora la aludida. - Sé que parezco muy joven… y sé que lo seguiré pareciendo durante mucho, mucho tiempo…
- ¡Es que eres joven de espíritu! - Se rio su padre, sin dar importancia a aquello, aunque dejó de lado esa jovialidad al ver lágrimas en los ojos de la chica por lo que agregó ya con preocupación. - Pero hija. ¿Qué es lo que te sucede? No estarás enferma, ¿verdad?
-Cariño, por favor- Añadió Ikuko con visible temor. - Si es algo grave, cualquier cosa, sabes que nos lo puedes decir. Te apoyaremos en lo que haga falta. No te habrán diagnosticado algo serio, ¿verdad?
-No, no que yo sepa. Tranquilizaos. No se trata de eso. - Afirmó la interpelada que, recobrado su propósito inicial, quiso saber. - Decidme, por favor. Es muy importante para mí…Quisiera saber si he conseguido alguna vez que os sintierais orgullosos de que sea vuestra hija…

Parte 22

            Ikuko no tardó en abrazarla, dejando que la muchacha se derrumbase finalmente y que llorase entre sus brazos. Enseguida respondió con dulzura.
-Tesoro, siempre hemos estado muy orgullosos de ti. Puede que tuviéramos que reñirte en ocasiones por estudiar poco, por comer demasiado o por no ordenar tu habitación. Sin embargo, siempre tuviste un gran corazón y ayudaste a los demás. Te esforzaste en lo que realmente importaba y al final fuiste capaz de estudiar y de llegar a ser una gran profesional. El otro día, cuando te vi en esa reunión, me sentí muy orgullosa. Pero me habría dado igual si trabajases en cualquier otra cosa o si fueras una mera esposa y ama de casa como yo.
-Tú no eres una mera ama de casa, mamá. ¡Eres la mujer más maravillosa que he conocido! - Sollozó la muchacha, sentenciando con total solvencia. - Y he conocido a grandes mujeres. Créeme.
-Mi niña. - Terció Kenji. - Si es por eso, no debes preocuparte. Estamos realmente muy orgullosos, de ti y de Shingo. Es imposible tener mejores hijos.

            Usagi lloró aún más abrazándose a sus padres. No se atrevía a continuar hablando…al menos de lo que había tenido en mente confesarles. Sencillamente no podía.
-Y si venís a vernos más a menudo, todavía seréis mejores. A ver si Shingo también viene a visitarnos algo más. Ahora que está estudiando tanto apenas saca tiempo. Y nos encantaría que nos contara qué tal le van las cosas con su novia. - Añadió Ikuko en forma de afectuoso reproche, lanzando hacia el ausente muchacho, para proponer de modo jovial. - Es más. Como tú has dicho. ¡Quédate a cenar en familia y hablemos! Anda, ayúdame a preparar algo…
-Sí, gracias. - Asintió la chica. - Me encantará…Aunque sigo siendo un desastre en la cocina.
-Para eso estoy yo aquí. - Le sonrió alentadoramente su madre, que concluyo con patente afecto en su tono. - Recuérdalo, pase lo que pase. Siempre estaré a tu lado para ayudarte, cariño.

            Y en ese instante Usagi se sentía realmente feliz, por unos momentos era capaz de olvidar todos sus deberes y los problemas que debía afrontar. Quizás el tiempo sí pudiera detenerse sin el concurso de la princesa de Plutón. Al menos durante un breve instante. Y es que, en la casa de sus padres terrenales, no era la poderosa y magnificente reina Serenity, capaz de enfrentarse al mismísimo Caos, de pactar con soberanos saiyajin o de regir una corte con princesas planetarias, ni tan siquiera la mítica heroína Sailor Moon, sino simplemente Usagi Tsukino. En su viejo hogar no tenía por qué ser fuerte y tomar decisiones trascendentales y terribles, no necesitaba ser ejemplo de contención y diplomacia. Realmente se daba cuenta de que aquella era su mayor fuerza. Sus momentos de debilidad, su propia imperfección, su humanidad…gracias a ellos había podido entender siempre a los demás, por muy malvados que parecieran y no erigirse en una juez implacable y terrible al amparo de una traicionera e ilusoria perfección.
-Claro, la clave está precisamente ahí. -Pensaba ahora. - Por eso he querido llevar esta vida. De algún modo desde que me reencarné lo supe siempre. Y cuando mi madre, la reina Serenity, me traspasó su sabiduría, lo entendí. No es simplemente ser mejor persona sino ayudar a los demás a que muestren su lado de bondad. Por eso ella hizo lo que hizo, y por eso he debido actuar así yo también y tendré que continuar haciéndolo, dado que la hora de la verdad está muy próxima.
Así que, más aliviada y sin embargo llena de nostalgia y algo de consternación tras estas reflexiones, les comentó a sus padres, en tanto ella y su madre se levantaban rumbo a la cocina.
-Quizás dentro de poco podré hacer algo de lo que os sintáis de verdad muy orgullosos. Así lo espero.
- ¿Cuándo cariño? ¿Qué piensas hacer? - Quiso saber su sorprendido padre. -
-Ni yo misma lo sé del todo aún. Pero sí que sé que cuando lo haga lo sabréis…Y cuando eso suceda quiero que recordéis entonces que, lo que sea que vaya a hacer, será debido en gran parte a vosotros. Que os quiero muchísimo y que eso jamás cambiará…Que por muy alto que llegue a parecer que estoy, seguiré siendo vuestra Usagi Tsukino. La cabeza de chorlito…que os necesitará siempre…- Remató entre lágrimas de emoción. -

            Sus progenitores desde luego que la observaron confusos, incluso algo preocupados. Aunque su padre dijo con un tono más desenfadado.

-Espero que sea porque te vayan a conceder un ascenso. Trabajar en la Masters Corporation ya es un logro muy importante de por sí.
-Bueno. - Suspiró ella, enjugándose alguna lágrima. - No quería decíroslo porque puede que no sea seguro del todo. Pero, sería algo así. Podría ascender.
- ¡Oh, mi niña! - Sonrió Ikuko mesándole los cabellos con afecto para declarar.- Estamos orgullosísimos de ti. No te preocupes por nada de eso. Si al final no te ascienden eso no significa que nos hayas decepcionado ni nada por el estilo. Recuerda siempre esto, no es el cargo que ocupes, sino lo que hagas por los demás y la bondad de tu corazón lo que realmente cuenta.
-Gracias mamá, lo recordaré, te lo prometo. - Sonrío llena de alegría. -

Y así, tras preparar uno de los deliciosos platos de mamá Ikuko los tres se sentaron a cenar, bromearon, hablaron de cosas triviales y rieron.

-Espero que ese pillastre de Shingo venga algún día para que pueda verle. - Afirmó Usagi confesando. - Echo mucho de menos nuestras peleas de hermanos.
-Está tan ocupado como tú. - Afirmó Ikuko, quien preguntó a su vez. - ¿Y qué hay de tu prima Chibiusa?
-Sí, está fuera. Terminó sus estudios y trabaja en el extranjero. Le va muy bien. - Respondió su contertulia. -

            Y es que Chibiusa no había parado de ir y volver del futuro. Además de haberse ocupado del entrenamiento de Neherenia tuvo que lidiar con los problemas y las obligaciones de princesa del siglo treinta. Pero claro, no podía contarles eso a sus padres. No todavía. Eso decidió.

-Es una chica estupenda. -Intervino Kenji. - A veces ha llamado por teléfono o nos ha escrito algún WhatsApp de tanto en tanto, pero la echamos de menos. ¡Ojalá venga algún día de visita!
-La veréis pronto. - Les prometió sentidamente Usagi, para sentenciar. - Antes de lo que pensáis, seguro. Y os hará sentir muy orgullosos. Como me lo hace sentir a mí.

Sus padres se alegraron mucho de oír aquello, aunque pese a que quisieron que Usagi fuera algo más concisa, ella se limitó a decir que aún no podía dar más información. Ni Ikuko, ni Kenji quisieron insistir más, pasando a charlar de cosas más intrascendentes. Así transcurrió esa memorable noche para la futura reina de Neo Cristal Tokio en compañía de sus padres y después se despidió muy afectuosamente de ellos, abrazándoles como si jamás pudiera volverlo a hacer puesto que, pese a todo, no podía dejar de ser consciente de que el momento de la gran confrontación se acercaba ineludiblemente.

-Bueno, y después llegó ese momento. El día que han llamado de la Salvación, y me revelé al mundo junto con mi hija y con Neherenia, acompañados por muchos valientes. Logramos rechazar a la Nada, sí, pero eso significó que Usagi Tsukino tuvo que morir ese día. Y no he vuelto a ver a mis padres ni a mi hermano desde entonces. Por eso, cuando al fin pronuncie este discurso, les pediré que vengan para contarles toda la verdad. Tienen derecho a conocerla y ya es hora de que lo haga. - Se prometió. -

            Y es que habían pasado por muchas cosas, batallado sin descanso, sufrido unas veces y disfrutado otras. Pero todo fue para bien. Con sus amigas sailors, con sus otros amigos y los hijos e hijas de estos que crecieron. Muchos hicieron grandes hazañas, aunque a un trágico precio para algunos.

-Sí. - Se dijo Serenity cerrando al fin ese diario. - Toda gran misión requiere a veces de enormes sacrificios. Y hay que estar dispuesto a hacerlos.

            En eso que uno de los ujieres de la Masters Corporation tocó a la puerta y respetuosamente la informó.

-Majestad…quedan treinta minutos para partir. El señor Masters me ha rogado que os lo haga saber.
-Bien, muchas gracias. - Asintió ella. - Enseguida estaré…

            El tipo se retiró tras hacer una leve inclinación, cerrando la puerta.

-Y al final, aquí estoy sin haber escrito nada para mi discurso. – Suspiró la reina. - El tiempo se me pasó volando con estos recuerdos.

Y era curioso. Ahora, tras salvar al universo entero, con la ayuda de sus amigos, la soberana iba finalmente a intervenir, dándose a conocer de modo oficial ante todo el planeta cuando quedaban pocos días para otra Navidad.

-Debo preparar mi alocución…Tendré que llamar a Ami, se le dan mejor estas cosas que a mí. Sabe cómo redactar con las palabras apropiadas. O quizás avise a Rei, ella le pone siempre mucha pasión a todo cuanto hace. También Minako, con su alegría inagotable que la lleva a poner buena cara pese a lo adverso de cualquier situación. O Makoto, que podría dar lecciones de integridad a cualquiera. Sin olvidar a Haruka con su humor a veces teñido de sarcasmo, cualquiera de sus ocurrencias aliviaría la tensión del momento o a Michiru con su innata elegancia y saber estar en cualquier lugar. Y por supuesto, Setsuna con su diplomacia y discreción. Aunque ahora sería su hija Seren la que se encargaría de recordarme a quienes debo de nombrar en el discurso, dado que la sustituyó como sailor Plutón. Y también estaría Hotaru, con su templanza cuando llega la hora de acometer cualquier empresa. Junto con mi propia hija, llena de una pureza y bondad y con una gran sinceridad para expresar lo que siente.

            E iba efectivamente a llamar a alguna de sus amigas y consejeras cuando lo pensó mejor…

-No me hace falta. Sé perfectamente lo qué debo decir. No tengo que escribirlo siquiera. Lo llevo en el corazón. Me inspiraré en todas y cada una de ellas. Además, él está a punto de nacer al fin. - Pensaba en tanto repasaba sus escasas anotaciones para el discurso.- Esto será suficiente. Lo fundamental es que todo ha merecido la pena…el futuro está aún por escribir…Y su llegada será trascendental para hacerlo…Hasta entonces desearía una muy Feliz Navidad a todos.

            Y así salió de aquel despacho, lista para encarar ese trascendental momento. Con la esperanza y la fe en que todo iría bien.

FIN

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