Para
Sarah y Claudia dos las más grandes fans de Sailor Moon, con mucho
cariño…espero que esta visión de mi historia por parte de vuestra heroína
favorita os guste…
La difícil misión de una reina
Parte 1
Aquel día sería de gran trascendencia
para todos. A pocas fechas para la Navidad finalmente había llegado el momento.
Iba a revelarse oficialmente al mundo. Lo había hecho ya de modo evidente
cuando, ayudada por su hija y por la reina de la Luna Nueva, y el resto de sus amigos,
rechazase aquella terrible amenaza. Las cámaras la grabaron y su rostro salió a
la luz. Ya no podía seguir viviendo de forma anónima.
-No, eso ya no me es posible. Sabía que
este momento llegaría. Y tras todos los esfuerzos y los acuerdos que hemos
sellado, debo rematar la tarea. - Se arengó.-
Y es que, tras unos
días desde aquello, preparaba su intervención ante la Asamblea de las Naciones
Unidas. Le quedaban tan solo unas pocas horas. Rebuscaba en su despacho. Aquel
que podía usar en las instalaciones de la Masters Corporation. En el que había
desempeñado su labor como asesora para la fundación del magnate al tiempo que
le servía como centro de reuniones para todas aquellas complicadas relaciones
interplanetarias que debía de mantener.
-Creo que las puse por aquí.- Pensaba
mientras revisaba en su mesa.-
Estaba abriendo un
par de cajones en busca de las cuartillas en las que tendría que redactar su
discurso ante los representantes del mundo. Aunque no fue un blog lo que
encontró, sino un pequeño cuadernillo. Uno que había llevado hacía tiempo.
-¡Mi diario! –Exclamó entre sorprendida
y emocionada.- Aquí fui apuntando todo desde que vencí a Caos. Ni recordaba
haberlo traído aquí.
Sintiendo
curiosidad por algo que había escrito hacía ya unos años, tomó asiento en ese
cómodo sillón de cuero que tenía. Con nostalgia abrió ese librito y leyó…
-Me llamo Usagi Tsukino, tengo casi
veinte años, estoy comenzando la universidad para licenciarme en ciencias
políticas y psicología. ¡Al menos eso espero! Aunque pese a lo complicado de
los estudios ese sea el menor de mis problemas. También soy Serenity, la
heredera del reino del Milenario de Plata de la Luna y futura reina de la
Tierra. Y mucho me temo que esta parte de mí cada vez va ganando más fuerza.
Desde hace ya unos años…
Al
menos eso escribía la muchacha en su block de notas. Suspiró, por aquel
entonces eso de comenzar un diario le había parecido una idea algo tonta. Sin
embargo, quizás le viniera bien para ir recapitulando lo sucedido en esos
últimos años. Serenity lo recordaba bien. Pensaba en sí misma diciéndose
desconcertada en tanto hacía memoria…
-¿Cómo proseguiré? ¡Ah, claro!- Sonrió
apartando esas largas coletas rubias suyas de la mesa.- Todo comenzó cuando
tenía catorce años…entonces una gata, llamada Luna…
Había
anotado durante un buen rato sus pasadas peripecias. En tan solo un par de años
habían pasado muchísimas cosas. De ser
una cría llorona e infantil pasó a convertirse en una poderosa guerrera y una
auténtica princesa. A ejercer de amiga, de madre, de novia y de aliada o
enemiga, según el caso, para un gran número de personas.
-Bueno, ¿por dónde seguiré? ¡A ver si lo
pongo todo!- Se dijo en voz alta.- Que luego siempre hay algo que se me olvida…
- Y ya lo creo que lo puse. O al menos
lo intenté.- Pensaba ahora en tanto proseguía la lectura.-
Recordaba
sus batallas contra los generales del Reino de la Oscuridad y la malvada reina
Beryl. A los extraterrestres Ail y Ann, a las cuatro hermanas Ayakashi que
pelearon contra ella y al resto de la familia de la Luna Negra y ese malvado
nigromante. Después vendrían el grupo de las Brujas Cinco y su doctor. Algo más
tarde el Circo de la Luna Muerta y su soberana, la reina Neherenia, para
concluir con las sailor Ánima mates, sin ir más lejos. Estas fueron las
secuaces de Galaxia, dominada entonces por ese maligno ente llamado Caos. Y
todo aquello lo había hecho con el apoyo y la valentía de sus amigas y
compañeras…
-Sí, primero tendría que poner algo
sobre las chicas. – Reflexionó.- ¡O me
matarán! Sobre todo Rei… seguro que iba a decir que soy una egoísta o tal…Bueno,
empezaré por orden. Según nos conocimos.
Y
escribió…
La primera de las
chicas fue Ami Mizuno. La Guerrera representante del planeta Mercurio que
controla el agua. Una gran estudiante. Es algo tímida al principio, pero una
vez se la conoce es una estupenda amiga. Su sueño es convertirse en una gran
doctora. Y va por buen camino, tiene las mejores notas del país.
-Hoy día nuestra querida Ami- chan lo ha
logrado. Es una de las mejores cirujanas y doctoras del mundo. Todo un
orgullo.- Pensó llena de contento por su amiga.-
La siguiente en
unirse al equipo fue Rei Hino, la Guerrera Marte, con el poder del fuego. ¿Qué
decir de ella?... es terca, malhumorada y a veces retorcida. Pero en el fondo
tiene un gran corazón y es una chica realmente valerosa. Dispuesta a todo por
sus amigos…
-Sí que le hice justicia.- Pensó
divertida.- Para que luego diga que no soy objetiva. Pese a sus defectillos, es
estupenda y una gran amiga.
Sonrió sin poder
evitarlo al escribir esto último. Era cierto. Discutía con Rei más que con
cualquiera pero las dos se querían muchísimo. En los momentos más bajos y más
duros siempre estuvo a su lado. Su amiga había estudiado en el colegio femenino
Santa Ana, que era católico. Pese a que la chica era sacerdotisa de un templo sintoísta,
el santuario Hikawa. Más tarde pasó a la Universidad, a estudiar teología y
filosofía, evidenciando a su vez un interés bastante grande por la rama de
políticas que también abordó. No en vano su padre era un prominente miembro del
gobierno.
-Bueno, es curioso que al final
decidiera estudiar eso, teniendo en cuanta que siempre culpó a la política de
la forma de ser de su padre. Lamento que los dos apenas sí se vean.
Mejor
olvidar eso, pertenecía a la vida privada de Rei y Usagi sabía bien lo que le
dolía a su amiga cuando ese tema salía a la luz…
-En fin… luego llegó Mako-chan.
Makoto
Kino, la Guerrera representante del gran planeta Júpiter con el poder del
trueno. Físicamente hace honor a ese
gigante gaseoso, ella es espectacular. Fuerte, dura, al menos en apariencia. No
obstante, una vez penetrada esa coraza podía encontrarse a una jovencita
femenina, tímida y muy hacendosa. Gran cocinera. Deseaba montar un negocio que
combinase la floristería con la restauración, sus dos grandes pasiones. Cuando acabó
la secundaria planeó estudiar diseño floral y algo de marketing. En eso estaba ahora. Y con su primera tienda y
cafetería.
-¡Qué bien! Siempre que tengo tiempo es
estupendo pasarse por algún Flowers & Flavours que tiene a tomar alguna de
sus estupendas tartas.- Se relamía ahora, para pensar con algo de apuro.-
¡Menos mal que me perdonó el error del nombre en el cartel.-
Y es que se acordó de
cuando Mako-chan estaba con su primer negocio. Y le pidió a ella el favor de
llamar a un cartelista y darle el nombre de la tienda para que pudieran ponerlo
en la fachada.
-Se lo hubiera debido de haber encargado
a otra. Ya sabía que el inglés no era lo mio.- Suspiró Usagi.-
Se
equivocó al deletrear la palabra Flavours, dando una w en lugar de una v. Al
final, así quedó ese letrero.
-Pero la pobre Makoto, lejos de
enfadarse conmigo me dijo que le gustaba la idea. De este modo su tienda sería
realmente exclusiva.- Rememoró sonriendo.- ¡Pobre! Dejó ese error en el cartel
de su primer negocio, aunque luego sí puso correctamente el de los demás…
Finalmente, la última
de las interiores que se nos unió. Aunque ella comenzó incluso antes que
nosotras, despertando primero como guerrera. Minako Aino. La Guerrera Venus del
amor y la belleza. Es muy parecida a mí.
-¡Si Mina-chan leyera esto me
estrangularía!- Se dijo en voz alta sin poder evitar reír, más al agregar.-
Pero es cierto. ¡Somos casi idénticas!
Al
menos en su entusiasmo, su capacidad de hacer el tonto y tener dos gatos.
-¡Sí que lo éramos! – Se rio también
ahora.- Aunque de eso haga ya mucho tiempo…pese a todo tuvimos algunos graves
desencuentros.- Suspiró.- Afortunadamente las cosas se arreglaron en cuanto
pude explicárselo todo a ella y a las demás.
Y
prosiguió leyendo con auténtico interés…
No solo somos
similares físicamente. En este aspecto lo somos tanto que incluso una vez tuvo
que suplantarme. De hecho, ella controla la energía con sus rayos concentrados
y es la protectora y escolta personal de la princesa de la Luna. O sea de mí.
Se la eligió precisamente por nuestro parecido. Para desconcertar al enemigo
incluso llegó a asumir el papel de princesa cuando apenas habíamos despertado
en este mundo. Es muy atlética y le apasionaba jugar al voleibol. Le encantaría
ser un ídolo y una estrella de cine. Ahora estudia arte dramático y canto. Anda
de prueba en prueba, espero que tenga suerte.
-Y al final lo logró.- Meditaba ahora,
para continuar.-
Bueno. También están
la Guerrera Urano, la Guerrera Neptuno, la Guerrera Saturno y la Guerrera Plutón.
Las exteriores que son las protectoras del sistema solar. Montan guardia en el
primer cinturón defensivo. Son respectivamente Haruka Tenou, Michiru Kaioh,
Hotaru Tomoe y Setsuna Meioh. Unas chicas excelentes, aunque van más a su aire.
Haruka gran deportista, campeona de motociclismo. Michiru es una artista
maravillosa, toca el violín como nadie y pinta realmente bien. Hotaru está
terminando ahora la secundaria. Es muy amiga de Chibiusa, vive esporádicamente con
su padre y la esposa de éste, con la que no congenia mucho. Aunque hay un buen
motivo para ello.
-Mejor dejar eso a un lado.- Decidió.-
Y Setsuna, bueno…ella
era astrónoma y tuvo la ocasión de ir realmente a una lejana estrella, cuando
contrajo matrimonio. Ahora es la soberana de un mundo. En fin. Eso lo contaré
en otro volumen. En éste en cambio, quisiera céntrame en lo sucedido tras la
difícil victoria que tuvimos contra Caos. De hecho, tras ayudar a Galaxia a
purificarse ella misma se ocupó de devolver todas las semillas estelares. La
paz había retornado no solamente a la Tierra, sino a todo el sistema solar y a
la Vía Láctea. Mamo-chan, mi novio y futuro esposo, y yo, nos las prometíamos
muy felices…e iba siendo hora de que mi familia fuese informada oficialmente de
nuestra relación… ¡y vaya si lo fue!..
-Esa tarde no se me olvidará nunca.-
Sonrió.-
Parte 2
Dejó el diario a un
lado y volvió a suspirar. Todavía recordaba aquel día. Cuando al fin llevó a
Mamoru a conocer oficialmente a sus padres. Fue al poco de derrotar a Caos. Y
recordó haberle dicho a su novio.
-Vamos, venir a mi casa a conocer a mi
familia no puede ser peor que enfrentarse a Galaxia. ¿No crees?
-No sé, no sé. Galaxia no iba a ser mi
suegra. -Musitó él que parecía un poco reacio.-
Ella
le miró con ojos entornados y expresión acusatoria, Ante lo cual, Mamoru se
apresuró a sonreír de forma un poco tonta y a agitar las manos para decir.
-Era una broma. ¡Pues claro que estoy
deseando ir!
Y por lo menos cumplió. El chico llegó
puntual, con un ramo de rosas rojas(al menos eso no le costó mucho conseguirlo)
y una botella de buen vino para el padre de Usagi. Nada más llamar toda la
familia le aguardaba alineada en el vestíbulo. Fue la propia muchacha quién
abrió.
-Buenas tardes.- Sonrió él.-
-Pasa, pasa. Te estábamos esperando.-
Afirmó ella, con un tinte de nerviosismo en su tono, que en vano trataba de
ocultar.-
Aunque
fue Ikuko, una mujer de mediana edad, atractiva aun y de larga melena oscura
con reflejos entre malvas y azulados, la madre de Usagi, la que primero se
aproximó sonriendo de modo cordial para saludar a ese apuesto joven.
-Vaya, ya teníamos ganas de volver a
verte. Hace ya mucho tiempo ¿verdad? La otra vez tenías mucha prisa.
-Sí,- sonrió él algo azorado tratando de
excusarse.- Lo siento, es que…, tenía cosas muy urgentes que hacer.
-Pero por fin, hoy podremos conocernos
un poco mejor.- Replicó su suegra en ciernes, para agregar con aprobación.- Y
eres muy puntual.
-Cosa que no puede decirse de mi
hermana.- Susurró maliciosamente Shingo, al oído de la aludida.-
Aquello
no le sentó precisamente bien, pero se contuvo. El idiota de su hermano pequeño
no iba a arruinar ese momento. Con sus doce años estaba comenzando con la adolescencia. Había crecido
tanto ya que era más alto que ella, y casi como la madre de ambos. Sin embargo,
seguía siendo un crío. Además, Usagi estaba
mucho más preocupada de lo que su padre tuviera que decir. Y efectivamente, en
tanto el recién llegado era hecho entrar en el salón e invitado a sentarse, fue
Kenji, el cabeza de familia, un hombre de gafas, pelo moreno y casi de la
estatura de Mamoru, quién le saludó con un tono analítico. El padre de Usagi,
sin dejar de escrutarle con una mirada que no parecía demasiado amistosa,
comentó.
-De modo que usted es el pretendiente de
mi hija…
-Sí, sí señor.- Pudo replicar el aludido
que se sentía realmente incómodo con la mirada que percibía de aquel hombre.-
Encantado de conocerle.
Le
ofreció la mano que aquel tipo estrechó, aunque pasados unos instantes no
parecía querer soltársela. Aquello estaba yendo demasiado lejos,
afortunadamente intervino la madre de Usagi.
-Kenji.
Hazme el favor, ve a la cocina a por unas tijeras. No puedo abrir este
paquete de galletas.- Le pidió con tono jovial.-
-Claro. - Replicó el requerido soltando
la presa que estaba haciendo sobre la mano de su invitado.- Enseguida vuelvo…-Añadió
casi como si le ametrallase con las palabras.-
-Tienes que disculpar a mi marido. -
Sonrió conciliadoramente Ikuko para explicar.- Mucho trabajo y muchas
preocupaciones. Es periodista y todo lo
analiza como si de una noticia de primera plana se tratase. Y por esta vez no
se lo censuro, ¡ja, ja! No es cosa de todos los días que un joven tan apuesto
como tú se presente como el novio formal de nuestra Usagi-chan.
-No, no…no se preocupe.- Casi tartamudeó
el chico, para afirmar.- Lo comprendo perfectamente.
-Dime una cosa.- Le preguntó Shingo con
un talente amistoso, que, enseguida se ocupó de matizar a modo de pulla para
Usagi.- ¿Cómo un tipo tan atractivo como tú sale con una chica tan poca cosa
como mi hermana? Seguro que podrías tener a la mujer que quisieras…
-¡Shingo! – Estalló la aludida que no se
recató esta vez de darle un buen capón.-
Y
en tanto éste se frotaba el incipiente chichón, e Ikuko trataba de poner paz,
la propia Usagi añadió de modo indignado aunque también con un matiz de reivindicativa
satisfacción.
-Estoy mucho más solicitada de lo que tú
te crees. ¡Para que te enteres!
Desde
luego, no pocos habían intentado ligársela, por las buenas o por las malas.
Aunque eso ya pertenecía al pasado. Su auténtico amor estaba allí, resoplando
al ver esa escena. Para terminar de arreglar aquello Kenji retornó con las
tijeras requeridas.
-Aquí tienes, cariño.- Declaró
afectuosamente.-
Pero
antes de entregarle el útil a su esposa no se recató en abrirlas y cerrarlas de
forma ostentosa ante su huésped según sentenciaba.
-A ver qué tenemos que cortar por
aquí…espero que nada que se haya descontrolado.
Mamoru
tragó saliva ante aquella tan poco sutil indirecta. Menos mal que Ikuko,
haciendo de anfitriona ejemplar, le ofreció unos dulces con el té.
-Los he hecho yo misma.- Comentó la
mujer tratando de cambiar de tema y correr un tupido velo sobre esas palabras
tan poco afortunadas de su marido.- Espero que te gusten.
El
invitado enseguida probó uno y asintió. Declarando con patente sentimiento.
-¡Están deliciosos! Es usted una gran
cocinera, señora Tsukino.
-¡Ya podrían aprender otras!- Se rio
Shingo que no parecía haber escarmentado de su anterior experiencia.- Será que
esa habilidad no se hereda…
Usagi
estaba roja como un tomate, deseando estrangular a su hermano allí mismo, pero
decidió refrenarse. Aquello iba camino del desastre. Más incluso cuando su
novio convino en eso casi sin darse cuenta.
-Sí…
-¿Cómo que sí?- Exclamó incrédulamente ella
dirigiendo ahora su enfado hacia el desconcertado chico.-
-¡No!, digo, que bueno, que sí que están
exquisitos…me refiero a los dulces, claro.- Se apresuró a matizar él.-
Aunque
su novia ya le miraba de reojo con patente enfado, el hermano de la misma se
reía a carcajadas sin poder evitarlo, el padre observaba la escena con gesto
desconfiado y la madre sonreía tontamente, para decirle, con voz algo achantada
y cara de circunstancias a su envarado invitado.
-¿Un poco de té?...
-Gra… gracias.- Fue capaz de decir el
chico alargando su temblorosa mano con la taza.- Es usted muy amable…
Y
en tanto le servía, Ikuko como de costumbre, se ocupó de apaciguar los ánimos
declarando…
-Estamos muy contentos de tenerte
aquí. Has demostrado querer de verdad a
nuestra hija. Ya es mucho tiempo el que lleváis juntos. Me gustaría, si
no te importa claro, que nos contases algo sobre ti…
Y
esas palabras obraron el milagro. Se hizo el silencio. Tanto Kenji como Shingo
estaban ahora atentos a las palabras de su invitado. La propia Usagi quería
escuchar a su novio. Éste, tras sopesar durante unos instantes que iba a
responder, tomó finalmente la palabra.
-Bueno, estoy en la universidad,
estudiando medicina. Hace un año quise ir a los Estados Unidos, pero no fue
posible. Quizás lo haga cuando transcurra este curso. Es una dura prueba, pero
confío en que podremos superarla.- Sonrió.-
Su
novia sonrió a su vez ahora. Eso le trajo agridulces recuerdos. No podía
olvidar como su amado llegó incluso a perder la vida durante esa separación. Siendo
la primera víctima de aquella diabólica versión de Galaxia. Menos mal que luego
todos pudieron volver a resucitar al recobrar sus semillas estelares. Ahora se sintió algo tonta por todo el revuelo
que había formado.
-Cuando el amor es de verdad. Se pueden
salvar todas las pruebas. Como nos ha pasado a Kenji y a mí. ¿No es cierto,
cariño?- Inquirió la mujer a su esposo.- Hemos superado todos los obstáculos y
las adversidades…
-Sí, claro, que sí, querida.- Se
apresuró a corroborar él, afirmando ahora con tintes de complicidad a su
atónito interlocutor.- Si vieras como me miraba a mí el padre de mi mujer…creía
que deseaba matarme, ¡ja, ja!…
Ahora
fue su esposa la que dedicó al padre de Usagi una mirada entre la sorpresa y la
reprobación. Éste enseguida hizo un espacio con las manos para afirmar entre
jocoso y apurado.
-¡Que era broma, cariño!…
-Bueno. ¿Y tus padres conocen ya a mi
hermana?- Quiso saber Shingo.-
Aquí
el gesto de su invitado se ensombreció, pudo responder con una débil sonrisa
sin embargo en tanto bajaba la mirada.
-Desgraciadamente mis padres murieron en
un accidente de coche cuando yo tenía seis años. A resultas del mismo perdí también
muchos de mis recuerdos.
Ahora
sí que la familia Tsukino observó a ese joven con pesar. Shingo deseó que la
tierra le tragara en ese mismo momento por aquella metedura de pata. Ikuko no
pudo evitar emocionarse un poco, su lado maternal salía nuevamente a relucir. En
cuanto a Kenji, lamentó el haber sido tan poco cortés y tan injusto con ese pobre
muchacho. Fue el primero en reaccionar.
-¡Vaya, cuanto lo siento! Tuvo que ser
muy duro para ti, sobre todo a una edad tan temprana.
Mamoru
sonrió levemente, con un rictus de tristeza. Para añadir.
-Me crie con unos familiares y en cuanto
pude me independicé. Quise estudiar medicina. Descubrir nuevos remedios. No sé,
creo que siendo niño pensaba que, de haber sido un gran doctor, habría podido
salvar a mis padres…
La
propia Usagi tenía los ojos humedecidos ahora. La verdad es que Mamoru no
hablaba mucho de su vida. Al menos de la que había tenido tras su
reencarnación. Ella por lo menos tenía una familia que la rodeaba con su
cariño. Aunque muchas veces discutieran. De hecho, si lo pensaba, era muy afortunada
comparándose con el resto de su grupo de amigas y su prometido. Él acababa de
relatar su tragedia. Makoto perdió asimismo a los suyos en similares
circunstancias. Rei se quedó sin su madre también a una muy tierna edad y
apenas sí veía al autor de sus días, un ocupado y escurridizo político. Por su
parte Ami tenía a su progenitora, pero ésta se divorció de su esposo y la
muchacha apenas sabía nada de su padre, pese a que la escribiera y la enviase
cuadros pintados por él de vez en cuando. Solamente Minako tenía a los dos
igual que ella. Aunque los viese poco. El padre de su amiga Venus viajaba
también mucho y su madre trabajaba fuera, si mal no recordaba. De modo que pudo
intervenir, con más optimismo ahora.
-¡Mamoru es un gran chico! Sé que me
quiere mucho. Y yo a él. Nos lo hemos demostrado de muchas maneras.
Parte 3
Aunque
de nuevo fue el padre quién, tras observar con recelo al joven preguntó a
bocajarro.
-¿Se puede saber qué maneras han sido
esas?...
-Bueno, papá.- Pudo replicar la
muchacha, consciente de aquella metedura de pata. Aunque supo mantenerse digna
en tanto sentenciaba con una falsa naturalidad. - Siempre de forma inocente y
gentil. Somos demasiado jóvenes…
-Claro que sí, ¡vaya una tontería he
pensado, ja, ja, ja! – Se rio forzadamente Kenji llevándose una mano a la nuca.
–
Ahora
todos estaban visiblemente ruborizados. Usagi decidió que mejor no seguir por
ahí. Más valía que sus padres ni sospechasen las cosas que ella y Mamo-chan
habían hecho a esas alturas. Por suerte Ikuko volvió a acudir al quite.
Recordando una anécdota.
-Nuestra hija tiene mucha gente estupenda que la aprecia. ¿Te
acuerdas de hace unos días cuándo esa vendedora de cosméticos tan simpática
vino a casa? Ayer mismo hablé con unas
vecinas sobre sus cremas. ¡Son fantásticas!…
-Sí, Cooan-chan. - Sonrió la muchacha.-
Sus hermanas y ella llevan una tienda de cosméticos y belleza muy cerca de
aquí.
-Se pasó por casa y me trajo el
muestrario. –Añadió Ikuko.- Una chica muy agradable y muy bien educada. Fíjate
que antes de que llegases tú ya me había explicado las bondades de sus productos
y estábamos charlando…
Eso
fue cierto, era una tarde de hacía ya algún tiempo. Las cuatro hermanas
llevaban tan solo unos meses en sus nuevas vidas y parecía que se las apañaban
bien. Usagi había retornado como casi siempre, de enfrentarse a sus enemigos de
entonces. Con gesto algo cansado pero animada en lo esencial. Al entrar en casa
y tras saludar en voz alta como era su costumbre, se dio cuenta de que su madre
estaba sentada en el sofá, conversando con una atractiva mujer que llevaba un
vestido color fucsia oscuro y un gran y bonito sombrero en tono crema cubriendo
su largo y oscuro cabello algo ensortijado y con reflejos violetas. Enseguida
supo quién era.
-¡Cooan-chan! –La saludó con
jovialidad.-¿Cómo tú por aquí?
-¡Usagi-chan! - Replicó ésta esbozando
una gran sonrisa y poniéndose en pie de inmediato.- ¿Así que vives aquí?
-¿Os conocéis?- Se sorprendió Ikuko
alternando la mirada entre ambas.-
-Sí, es una buena amiga mía.- Le explicó
su hija.- Hace poco que sus hermanas y ella abrieron una tienda de belleza.
-Beauty Quartete.- Añadió tímidamente
Cooan.-
-Es muy interesante, sobre todo para
mujeres como yo que ya vamos teniendo una edad.- Comentó la madre de Usagi no
sin cierto pesar.-
-¡Oh, está usted bellísima, señora! -
Afirmó la diligente vendedora en tanto declaraba.- Aunque para mantenerse más
joven aun y agradar a su esposo, unas cremitas nunca vienen mal.
-No sé yo si mi esposo se fijará mucho
en eso ya.- Suspiró la mujer llevándose las manos a ambas mejillas con tintes
de resignación.-
-¡Pues claro que sí, mamá!- Intervino
enérgicamente Usagi.- Confía en Cooan-chan. De vez en cuando hay que sorprender
un poco a los hombres y cuidar nuestra apariencia. No podemos quejarnos de que
no nos presten atención si no lo hacemos
La
señora Tsukino miró sorprendida a su hija, podría decirse que la vendedora hizo
lo mismo. Al final, Ikuko convino en eso y le encargó a su visitante unas
cremas.
-Por ser usted buena clienta y la madre
de una amiga le haremos un descuento especial.- Le prometió la alegre
muchacha.-
-Te lo agradezco.- Sonrió su
interlocutora.-
-Bueno, si me disculpan he de marcharme
ya.- Repuso la joven.- Tengo varias casas de este barrio todavía por visitar.
-Es una pena. ¿No querrías tomar un té?-
Le ofreció la dueña de la casa.-
-Es usted muy amable, pero no puedo
retrasarme.- Replicó la vendedora.-
-Por cierto. Antes de que lo olvide. Encárgame
también unas cremas de esas hidratantes para mi hija. Tiene la piel un poco
seca.- Le solicitó Ikuko.-
-¡Mamá!- protestó Usagi.- Mi piel está
perfectamente.- Aunque enseguida corrió a mirarse en el espejo del recibidor y
a sujetarse ambos mofletes para apretarlos con los dedos en tanto musitaba.-
Bueno, o quizás no tanto…
-Eso es por el estrés.- Le explicó
Cooan, para aconsejarla de modo cordial.- Si llevas una vida con sobresaltos al
final te pasa factura Usagi-chan. Tienes que relajarte.
-¡Qué más quisiera! – Suspiró ésta para
relatar.- Pero ya sabes. Exámenes, exámenes, líos, líos, más exámenes…
Delante
de su madre no podía ser más precisa, aunque Cooan la observaba dándose cuenta
de que, evidentemente, había algo más. Al poco las dos salieron, la vendedora
se despidió de la madre de Usagi que, muy amablemente, le dio una lista con
amigas y vecinas que podrían estar interesadas en sus productos….
-Desde luego, que esa joven era muy
agradable. Nos hicimos clientas habituales. Y cada vez que voy por su tienda
ella y sus hermanas son amabilísimas conmigo. - Comentaba Ikuko saliendo de
aquellos recuerdos, a la par que su hija.-
-Sí, mamá.- Convino Usagi, que le dedicó
una mirada de reojo a su novio que asintió.- ¿Verdad Mamoru?
-Por supuesto. – Aseveró él.- Muy buenas
chicas ella y sus hermanas…
Su
novia pensaba no sin algo de sorna y regocijo al hilo de aquello…
-Sí, si exceptuamos las veces que
quisieron quemarnos, congelarnos, golpearnos con un látigo, electrocutarnos y matar
a Chibiusa, son de lo más agradables. Bueno… eso fue en sus otras vidas y
fueron engañadas. Ahora…tras haber pasado por momentos muy duros y difíciles,
son muy felices cada una con sus propias familias…
Pero
pese a eso, se sonrió. Pensaba nuevamente en aquel día. Lo que su madre no
podía saber es que ella acompañó a Cooan
a la puerta y charlaron un poco más. La vendedora enseguida le preguntó no sin
preocupación, nada más salieron a la calle.
-¿Va todo bien? ¿Tenéis algún problema?
Ya me comprendes…
-Tranquila, no es nada que no podamos
solucionar.- Comentó más desenfadadamente ella.-
- Me alegra oír eso. ¿Qué tal está
Chibiusa?- Se interesó Cooan.-
-Regresó al futuro, y luego volvió a
visitarnos.- La informó.-
-Espero que un día pueda saludarla.- Deseó
su interlocutora.- Ahora estamos trabajando muchísimo y apenas si tenemos
tiempo para nada más.
-Me hago cargo.- Afirmó su contertulia.-
Empezar de cero debe ser muy difícil.
La
joven asintió y entonces comentó con animado optimismo.
-¿Sabes una cosa, Usagi-chan? Gracias a
tu hija del futuro y a vosotras me di cuenta de que me gustaban mucho los
críos. Tanto mi hermana Bertie como yo nos hemos matriculado en la universidad
a distancia para sacarnos el título de maestras.
-¡Vaya, eso es genial!- Exclamó su
contertulia.-
-Si, en cuanto pueda iré a ver a Rei y
se lo contaré. Tenemos pendiente un almuerzo.
-Seguro que le vas a dar una gran
alegría.- Declaró Usagi.- Te aprecia muchísimo.
-Como yo a ella.- Aseveró su
interlocutora.- Bueno, si necesitáis cualquier cosa. Ya sabes dónde estamos. Me
alegra mucho haberte visto. Tu madre es una mujer muy simpática.- Comentó
Cooan.-
-Lo mismo digo. Adiós, cuídate.- La
despidió.-
Su
amiga se alejó en pos de otras casas que visitar. Usagi suspiró. No podía
decirle nada de las batallas en las que andaban metidas ella y sus compañeras
guerreras…
-Hija. ¿En qué piensas?- Le inquirió su
padre, haciendo que retornase al momento que compartía con su novio y la
familia.-
-Nada, papá. En que tengo que estudiar
mucho. Los exámenes de fin de curso no serán fáciles.- Comentó.-
Tanto
su padre como su hermano y su madre abrieron unos ojos desmesurados. Fue el
propio Shingo el que, con una preocupación que parecía genuina, le preguntó.
-Hermanita. ¿Te encuentras bien?...
-Pues sí.- Repuso ella que reparó ahora
en las miradas que todos, incluido el propio Mamoru, le estaban dedicando.- ¿Se
puede saber por qué me miráis de esa forma? - Quiso saber agregando
convencida.- Ya tengo dieciséis años. Soy
casi una adulta. Debo comportarme con seriedad y encauzar mi vida…no puedo ser
una niña siempre. Hay que labrarse un porvenir…
Ahora
la apertura ocular de sus parientes alcanzó incluso mayores niveles. Su hermano
pequeño apenas podía apartar la vista de ella, realmente estupefacto por lo que
escuchaba. Incluso llegó a musitar entre asombrado y lleno de temor.
-De verdad…no me volveré a meter
contigo…me estás asustando. Dime que estás bien…
-Sí, hija mía.- Convino Ikuko, para
agregar casi del mismo modo.- Estas cosas dichas así, por ti, de repente…
-¡Mi niña!- Pudo remachar Kenji con
patente tono de inquietud mezclado con algo de orgullo.- Lo que sea que te
ocurra a nosotros nos lo puedes decir…
Era
la muchacha la que estaba anonadada ahora. ¡Estaba diciendo aquello muy en serio!
¿Pero qué les pasaba a su hermano y a sus padres? En fin, debió suponer que ella no había sido
nunca un ejemplo de seriedad y madurez precisamente. Al menos de cara a su
familia. Por fortuna intervino su novio que declaró, haciendo asentir al resto.
-Esa es una postura muy madura que te
honra.
Y
sin aguardar otro comentario, el joven invitado les dijo a todos de modo muy
educado y cordial.
-Han sido ustedes muy amables, les
agradezco mucho esta velada.- Se levantó haciendo una inclinación de cortesía
para remachar.- Confío en poder volver a verles pronto.
-Ten eso por seguro. - Replicó el padre
de su novia que añadió.- Si has logrado hacer cambiar así a mi hija, cuentas
con todas mis bendiciones, muchacho.
-Es cierto. ¡Eres un mago! ¡Jamás creí
que pudiera llegar a escuchar a la tonta de mi hermana hablar como si tuviera
sesera! - Se rio Shingo volviendo a su acidez habitual.-
Usagi
ya se estaba poniendo colorada una vez más, y ahora sí que iba a agarrar a ese
mocoso para darle una buena tunda, pero se detuvo para escuchar con la misma
expresión de sorpresa y emoción que el resto de sus familiares, cuando Mamoru
declaró.
-Tu hermana es una chica muy especial.
Puede que a veces no lo parezca, pero es fuerte y tiene una serenidad y una
bondad fuera de lo común. Ha hecho mucho por muchas personas. Y todos la
quieren y la respetan muchísimo. Tiene grandes amigos. No lo olvides, si algún
día estás en apuros, ella siempre estará ahí para ayudarte. A ti, su querido
hermano, con mayor razón.
Shingo
y Kenji estaban con la boca abierta, Ikuko por su parte sonreía de forma
luminosa. La propia Usagi tenía lágrimas en los ojos, se abrazó enseguida a su
novio.
-¡Mamo-chan, eso ha sido muy bonito!…
-Eres un gran chico. Vuelve cuando
quieras.- Le ofreció Ikuko.-
-Sí, es cierto muchacho.- Convino
Kenji.- Tras conocerte un poco mejor me dejas más tranquilo. Nuestra Usagi está
en buenas manos.
-Son ustedes muy amables. Ha sido un
placer para mí.- Replicó él haciendo una leve inclinación.-
Parte 4
El
resto de la familia Tsukino correspondió a la misma y el joven terminó por
despedirse. Salió de la casa acompañado por su novia. Ella le dijo con los ojos
arrobados.
-¿Lo has dicho de verdad? ¿Crees todas
esas cosas sobre mí?
-¡Claro que sí!- Sonrió afectuosamente
él que añadió. – Todo eso y mucho más. Ya te he dicho muchas veces que te amo
más que al universo.
-Muchas gracias, Mamo-chan, yo también
te amo así a ti.- Suspiró ella abrazándose al chico.-
-Sé que tu familia te ha considerado una
niña algo llorona y todo eso.- Comentó él.- Pero si tus padres y tu hermano
supieran quién eres de verdad y todo lo que has hecho…
Aunque
ella no le dejó continuar, su alegre expresión mudó ahora hacia otra más
pesarosa y pudo musitar.
-Desgraciadamente eso no puede ser. No
deseo involucrar a mi familia. Sabes tan bien como yo que tenemos un destino
que nos aguarda. Y lo que dije ahí en el salón es cierto. Siento algo dentro de
mí. A lo largo de tantas batallas he ido aprendiendo y madurando. Pero ahora es
una sensación diferente. Es como si otra persona que hubiese estado dormida en
mi interior estuviera poco a poco despertándose y tomando el control.
-Es Serenity.- Afirmó su interlocutor
que a su vez confesó.- A mí me pasa algo parecido. Noto que Endimión gana
terreno, cada vez más. Pese a todo sigo queriendo estudiar para acabar la
carrera de medicina…y estoy convencido de que él también anhela que lo haga.
-Y yo, aunque nadie de mi familia me
creyera también deseo estudiar, tener una vida contigo, pero no como soberanos.
¡Al menos todavía no! –Replicó ella con tintes ahora de consternación.- Quiero que tú y yo… y nuestras amigas
tengamos la posibilidad de cumplir nuestros sueños de esta vida. No de la
anterior. Pero por desgracia presiento que un nuevo peligro nos acecha. ¡Uno
muy grave!…
Al menos eso había
percibido. Ahora volvía de ese recuerdo. Dejó de escribir. Pensaba en que tuvo
aun que transcurrir casi un año, tras derrotar a Caos, para que aquello
comenzara a manifestarse. Las hermanas pidieron esa beca que les fue concedida
para ir a estudiar a los EE.UU. Fue entonces cuando empezó a tener esas extrañas pesadillas. Su
novio le confirmó que él las sufría a su vez. Recordó como los dos conversaban
sobre aquello. Ocurrió un día, en el piso de él. A dónde la joven había
comenzado a acudir de modo más que frecuente. Ya le quedaba muy poco para su
ceremonia del “seijin no hi”. Su mayoría oficial de edad japonesa. Y eso
parecía haber activado aún más sus percepciones. Dándola una certeza sobre
quién era ella realmente y lo que debía de hacer. Así lo hablaba con Mamoru.
-Es curioso, en mi sueño, una figura de
hábito negro que maneja un gran libro se me aparece, pero no dice nada. Únicamente
señala ese libro. Y es como si yo misma pudiera leer algo. Cosas que van a
suceder…y tengo una responsabilidad, la de asegurarme de que sucedan…
-Me pasa lo mismo.- Le confesó su
interlocutor.-
-Las chicas no han tenido ninguno de
esos sueños. Ni siquiera Rei.- Comentó Usagi que de un modo más decaído,
añadió.- Y no me atrevo a decírselo. Al menos aun no…porque creo que eso nos
arrastrará a otro desafío. Puede que el más grave que jamás hayamos tenido. ¡Y
me asusta!
-Pienso como tú. Y sin embargo también
siento que es nuestro ineludible deber.- Declaró Mamoru.- Y que será algo muy
duro y difícil que enfrentar.
-Ella me lo está diciendo también.
Serenity está emergiendo.- Sentenció la muchacha.- La razón de Estado. El otro
día, sin ir más lejos, hablaba con Ami y le pregunté sobre ese tema…
Con
la atención de su novio puesta en ella, le contó…
Tras
una tarde de verse y tomar un helado, las dos muchachas paseaban de regreso a
casa. Ami estaba muy cambiada, esa chica tímida y reservada, gran estudiante,
había adquirido una enorme sabiduría y también, por qué no decirlo, una
apreciable belleza y desenvoltura. Con esa media melena de tono azul oscuro,
casi moreno ya. Ahora iba a entrar
pronto en la facultad de medicina, tras esos excelentes resultados en sus
pruebas. Hablando sobre ello, la aspirante a médico comentaba llena de
felicidad.
-Mi madre se siente muy orgullosa, y mi
padre también. Se ha enterado y me envió un cuadro precioso de un paisaje. Y
una nota en la que me anima a alcanzar mi sueño.
-Eso es estupendo. Lo celebro.- La animó
Usagi, quién sin embargo no parecía estar ahora muy feliz.-
-¿Qué pasa, Usa-chan?- Quiso saber Ami a
quién no escapó esa expresión.- ¿Algún problema?
-Ya sabes que los estudios no son mi
fuerte. – Le comentó la interpelada, para añadir.- Sin embargo, me he estado
esforzando últimamente. Quiero entrar en la facultad de ciencias políticas y
después cursar psicología. Para ser la reina del futuro, tengo que saber de
esas cosas. Y el otro día estaba tratando de estudiar cuando leí una sentencia
que me preocupó.
-¿Cuál?- Le inquirió su amiga.-
Y
tras hacer memoria, su contertulia recitó.
-En materia de Estado, el fin justifica
los medios.
- Esa frase es de Nicolás Maquiavelo.-
Repuso Ami haciendo gala de su sapiencia una vez más.- De su obra el Príncipe. Significa que
cualquier cosa es lícita para asegurar el poder. Pero no debes tomarlo tan al
pie de la letra. Lo escribió en el siglo dieciséis.
-Ya, pero… ¿Tú estás de acuerdo con
eso?..-Quiso saber su atribulada amiga.-
-No lo sé.- Admitió Ami encogiéndose de
hombros para afirmar.- A primera vista no. Tú sabes perfectamente que hemos
debido tomar muchas decisiones difíciles durante nuestras luchas contra el mal.
Sobre todo tú. Sin embargo, jamás te vi apartarte de tu moral y de tus buenos
sentimientos. Y siempre tuviste razón. De modo que no creo que tengas que
inquietarte.- Remachó sonriendo de modo tranquilizador.- Confío en que harás lo
correcto cada vez que debas elegir.
Eso
alivió mucho a su interlocutora, no obstante ahora, regresando de aquellos
momentos, le decía a Mamoru con semblante cariacontecido.
-Mucho me temo que algún día sucederá.
Tendremos que seguir esa regla, nos guste o no… Y puede que, como me dijo Ami,
hacer lo correcto conlleve sacrificios muy duros para algunas personas.
-Mirar el cuadro a una gran escala y no
los detalles.- Añadió Mamoru asimismo con pesar.- Eso implica desapegarse de
las personas y hasta ponerlas en riesgo. Incluso de las que quieres y tienes
más cercanas. Por un supuesto bien mayor…
-No me gusta eso de la razón de Estado.-
Sentenció la muchacha.- Pero si estamos destinados a ser soberanos, ¿cómo
podremos ignorarla?.
Desde
luego que aquello llegaba a inquietarla e incluso desagradarla bastante, pero
al mismo tiempo cada vez comprendía más que no siempre se podrían hacer las
cosas a gusto de todos o evitando dañar a nadie. Menos si cabía cuando de
gobernar se tratase. Y si bien esa contingencia no se les planteaba todavía, a
buen seguro que ese día llegaría. De hecho, a partir de ese momento los
acontecimientos se precipitaron. Ahora hacía memoria. Bertie y Cooan viajaron a
EE.UU, allí conocieron a dos chicos realmente estupendos. Sus hermanas mayores
Petz y Karaberasu les enseñaban las fotos que las dos chicas las enviaban
cuando quedaban todas a tomar algo en el Crown o en el Santuario Hikawa.
Después Rei y Ami viajaron allí, junto con ella misma, al requerimiento de sus
amigas. Un mal desconocido se manifestó, tal y como se le había augurado, a
tenor de los sueños que tuvo. Le surgió la ocasión de conocer a esos dos
muchachos, Roy Malden y Thomas Alan Rodney. Muy buenos chicos, con un papel muy
importante a desempeñar. Sobre todo en el caso de Roy, quién, al igual que sus
amigas antaño, fue dominado por las fuerzas del mal. Usagi, Ami, Rei, junto con
Cooan y Bertie lograron rescatarle de las mismas y obtener un valiosísimo
aliado. Y tras unos meses llegó finalmente ese instante tan temido por ella.
Pese a que su corazón y sus sentimientos la dictaban lo contrario, tuvo que
dejar abandonadas a sus amigas y a las otras dos hermanas que acudieron también
a América.
-Yo supe perfectamente lo que iba a
pasar.- Se decía aun con sentimiento de culpa.- Pero no podía hacer nada para
cambiarlo. Tenía que suceder de ese modo. Y además esa otra nueva amenaza que surgió
paralelamente me obligó a tomar decisiones igualmente difíciles….como Serenity,
no como Usagi... Realmente ahora ya no sé quién soy de las dos.
Por
fortuna todo salió bien, y supo que hizo lo que debía. Pese a que aquello le
costara en un principio la incomprensión, la reprobación e incluso el conflicto
con las demás chicas. Sus amigas y compañeras guerreras. Después llegó la
victoria y el reencuentro con otros antiguos enemigos, ahora convertidos en
amigos y aliados. Recordaba uno de aquellos sueños de forma muy vívida. Uno que
aconteció antes de que aquello comenzara.
-Es más, eso no fue ningún sueño…- Se
corrigió a sí misma.-
La
muchacha estaba en su habitación, era tarde. Se había despertado en medio de la
noche. Apenas sí fue capaz de reaccionar cuando Luna se aproximó. La gata tenía
su media luna refulgente en un tono dorado que le sorprendió.
-¿Qué es lo que pasa?- Pudo preguntar.-
-Tienes que acompañarme.- Le pidió la
felina.- Tenemos que ver a alguien. Mejor dicho, tienes que ir a verle tú sola…
-¿Pero a qué te refieres? - Fue capaz de
preguntar en tanto se incorporaba de la cama.-
Estaba
a punto de vestirse cuando a su alrededor apareció una luz blanca que la
envolvió. Para su sorpresa desapareció de su cuarto reapareciendo en una gran e
inmaculada extensión. Entonces, a pocos metros, observó a un hombre anciano
alto, de larga barba blanca y túnica de ese color, acompañado por un joven de
pelo moreno y elevado hacia arriba, casi en forma lanceolada. Éste último
vestía una especie de kimono rojo.
-Te saludo, Majestad Serenísima. -
Declaró aquel hombre entrado en años que la hizo una respetuosa inclinación.-
Se muy bienvenida.
La
chica quería morirse de vergüenza. ¡Estaba ante dos hombres desconocidos y en
pijama!. Pero no era así, se percató entonces de que lucía las galas del
Milenario de Plata. Apenas sí pudo preguntar…
-¿Dónde estoy?
-Estás en una región en la que convergen
los sueños y las fantasías. Podrías decir que esto es el Cielo. Yo me llamo
Landar y es mi misión coordinar todo esto. Soy una especie de mago si lo
prefieres.
-¿Qué queréis de mí?- Inquirió ella
todavía con recelo, mirando a sus interlocutores.-
-A mí ni me preguntes.- Intervino aquel
joven llevándose una mano al cogote para asegurar.- Me ha pasado lo mismo que a
ti. No sé qué hago aquí…Al principio creía que era un lugar para entrenar.
-Este muchacho tan locuaz se llama Son
Goku. Pertenece a una dimensión distinta de la tuya. Reina Serenity.- Le
explicó el mago quién se dirigió ahora hacia ese tipo para aclararle.- Ella es
la legendaria Guerrera de la Luna.
-¿Guerrera de la Luna?... No me suena
para nada.- Afirmó ese individuo sin recatarse dejándola planchada.- De todos
modos, llamándote así, confío en que perdones a mi amigo Piccolo y al maestro
Mutenroshi, no lo hicieron con mala intención.
-¿Hacer qué?- Se sorprendió la chica.-
-Destruir la Luna, ¡dos veces! No era
nada personal, eso seguro.- Contestó aquel chico.-
-¿Qué han destruido la Luna?- Se alarmó
la joven.-
-No temas. Eso no ha pasado en tu
mundo.- La calmó el anciano que pasó a explicarla.- Goku y su amigo provienen de una humanidad
anterior, llamémosla así. Pero por unas causas que ya irás descubriendo, han
podido establecer contacto con tu tiempo y tu dimensión. Lo cierto es que todos
estamos amenazados…
-¿Amenazados, por quién?- Inquirió la
joven, ahora con seriedad.-
-Es un enemigo muy poderoso. Tanto que
ha logrado alterar el equilibrio interdimensional. – Le contó Landar.- Para
reestablecerlo necesitaremos de vuestra colaboración.
-¡Bien! Nunca desdeño un buen combate.-
Afirmó Goku entrechocando sus puños.-
-¿Contra quién hemos de luchar esta
vez?- Quiso saber la muchacha.-
-No se trata de luchar abiertamente
contra él. Digamos que es algo más mucho poderoso y temible que Caos, pero que
actuará de un modo muy similar. No podréis acceder a su presencia directa hasta
que no hayáis logrado derrotar a sus manifestaciones…
-Si es así, es una lástima. Me habría
gustado enfrentarme a eso.- Declaró ese joven que, de pronto hizo algo que la
dejó perpleja, tras remachar.- Con todo lo que me he entrenado…
Parte 5
Inopinadamente
comenzó a emitir una poderosísima ola de energía que casi la derriba. Su pelo
cambió de color, refulgiendo de un tono dorado, y un aura de ese mismo brillo
le rodeó. Sus ojos, que Usagi hubiera jurado que eran negros, se volvieron
azules. La muchacha reaccionó invocando su poder y convirtiéndose en Eterna
Guerrera Luna. Tras ponerse en guardia esperó acontecimientos.
-¡Eso me ha gustado! – Exclamó el chico,
valorando con sinceridad. - La verdad, te queda más bonito que a mí. Y ya eres
rubia de natural…
-Gracias. Creo…- Pudo replicar ella con
desconfianza, dado que todavía no tenía muy claro si ese hombre era amigo o
enemigo.-
Fue
el mago quién se ocupó de apaciguar los ánimos. Y exhortarles a la calma.
-Estamos del mismo lado. Dejaos de
niñerías como las de ver quién es más poderoso en según qué nivel adoptéis…
-¡Oh vamos! Yo nunca atacaría a una
chica.- Replicó Goku que parecía azorado, retornando de inmediato a su estado
normal de tipo moreno.- Mi abuelo me dijo que eso no era nada apropiado.
-Por lo que a mí respecta, solamente
lucho contra los poderes de la oscuridad.- Afirmó a su vez Usagi quién observando mejor a su
posible oponente comentó de modo más jovial.- Y no me pareces mala persona.
-No lo soy.- Se apresuró a decir él, que
añadió.- Hasta te invitaré a un helado para demostrártelo.
-Si es doble y con un batido de fresa de
acompañamiento, ¡dalo por hecho! - Sonrió su interlocutora.-
-Y unos cuantos bollos y algo de arroz
antes no vendrían nada mal.- Agregó el joven.-
Aquello provocó aún
mayor entusiasmo en la chica que pudo
decir.
-Solo espero que esto sea un sueño y no
me engorde…
Ahora
el mago se llevó las manos a la cabeza, suspiró comentando con tinte resignado
de voz.
-Debí suponerlo. En eso desde luego,
además de en combatir a favor del bien, sois almas gemelas. ¡Dejad de pensar en
comer y atended un momento! - Les reprendió.-
Algo
avergonzados por su afán gastronómico los dos le prestaron ya toda su atención.
Landar les contó bastantes cosas. Tras las cuales, Goku pudo aseverar
llevándose una mano a la barbilla en modo reflexivo.
-Entonces mi misión será permanecer aquí
y ayudarles a mejorar. Bueno, me gusta eso de ser el mentor de jóvenes con
talento. Parece uno de esos programas de televisión que ve mi mujer.
-Por mi parte haré todo cuanto me has
dicho.- Convino Usagi que agregó.- Pero todo eso es tan sumamente complicado…
-Sí que lo es. Pero debe llevarse a
cabo. Por el bien supremo.- Les recalcó su interlocutor.- Reina Serenity, debes
tomar esa enorme responsabilidad, junto con el rey Endimión y el resto de tu
equipo.
-Lo haré. Comprendo que, en esta
ocasión, no seremos nosotros quienes llevemos el peso de los acontecimientos.
Aunque podremos intervenir en algunos de ellos. ¿No es así?- Inquirió con un
tono y seriedad mayores de lo habitual.-
-Así es.- Asintió el mago que le comentó
a Goku.- Y tú tienes una estirpe de herederos tuyos de la que ocuparte. Algunas
cosas todavía no han salido a la luz pero lo harán…Y una alianza entre los
descendientes de tu raza y los de la soberana es imperativa.
-Por mi parte, genial.- Afirmó el
interpelado ofreciendo su mano a la muchacha.- ¡Chócala amiga!
Sonriendo
ampliamente la chica, que volvía a pensar como Usagi, se la estrechó. Entonces
Goku le comentó jovialmente al anciano, dejándole atónito.
-¡Venga Landar, no seas tacaño! Un mago
tan poderoso como tú podría hacer aparecer dos sillas una mesa y unos cuantos
manjares deliciosos para festejar este acuerdo.
-Teniendo en cuenta el favor que nos has
pedido, digo yo que sería un gesto.- Agregó solidariamente Usagi.-
Y nadie podría negar que no lo hubiera tomado
en serio. Ya estaba empezando a hacer causa común con su recién adquirido
amigo. Por aquello de fomentar su recién creada alianza.
-Debí suponerlo.- Suspiró el interpelado
que asintió para admitir.- La verdad, teniendo en cuenta las circunstancias no
pedís demasiado. Sea pues…
Y
señaló hacia la espalda de ambos jóvenes. Al girarse ambos descubrieron en
efecto lo que habían requerido. Una larguísima mesa repleta de manjares con una
pinta suculenta. No tardaron en sentarse
y comenzar a comer…más bien devorar, para estupefacción de aquel anciano…
-¡Qué bueno está todo! – Declaraba Son
Goku en tanto se comía su tercera pata de jabalí.-
-¡Eh, déjame algo de paté! - Le pedía
Usagi que masticaba a dos carrillos también.- Y quiero probar esas patatas
fritas…
-Me mofía de fambre.- Comentaba él
masticando sin parar pasándole un cuenco con las patatas a su interlocutora.-
-Fi y yo tamfiem.- Admitía la muchacha
metiéndose en la boca unas cuantas.- ¡Qué crujientes!
Son
Goku acabó de pasar un poco de puré y de carne por su gaznate tras golpearse en
el pecho afirmando divertido.
-Ahora que lo pienso. Lo bueno de estar
muerto es que no puedes morirte de hambre. ¡Ja, ja!…
Pero al principio no lo sabía y de
camino a la casa de Kaioh me comí hasta una nube,.
-¿De algodón?- Preguntó Usagi dando por
hecho que habría alguna feria por esos parajes.-
-No, una de verdad. No estaba hecha de
algodón, me llenó la barriga pero no quitaba el hambre. Luego me di cuenta de
que no me hacía falta comer, estado muerto.
-¿Estando muerto?- Se sorprendió Usagi.-
¿Y puedes comer así?
-Ya te digo, y la comida te sabe incluso
mejor. Te lo digo yo que he fallecido al menos dos veces.
-¿Dos?- Se sorprendió su contertulia,
añadiendo.- Vaya, yo solamente me morí una. Al menos que recuerde. No, espera,
- se corrigió.- Quizás serían también dos.
-Le pillas el truco enseguida.- Le comentaba
desenfadadamente él.- Sobre todo cuando puedes resucitar con las bolas de dragón.
¿Las has utilizado alguna vez?
-No, no tenemos de eso. Simplemente me
reencarné en la Tierra.- Le explicó Usagi sin darle más importancia. Volviendo
su atención hacia la comida.- Desde luego dan ganas de morirse otra vez para
comer aquí más a menudo…
-Pero ahora no estás muerta, ¿no es así?
-Pues espero que no.- Respondió Usagi
algo inquieta.- Me parece que estaré soñando. De modo que me aprovecharé.
Y
tras hacer buenas esas palabras y trasegarse también unas verduras, algunos
buñuelos y varios batidos se despidió de su nuevo amigo.
-Ha sido un placer conocerte.- Le dijo
él.- Pásate por aquí alguna que otra vez…
-Si Landar nos tiene preparada otra
comilona como ésta no lo dudes.- Convino la joven.-
El mago se limitó a
mover la cabeza y suspirar. Aguardó a que esos dos se dieran la mano e hizo un
conjuro. Al instante la chica volvió a encontrarse en su cuarto, acostada.
Ahora dudaba de si aquello había sido un sueño, pero cuando se palpó su
abultada barriga se dio cuenta de que no. En cualquier caso, ya sabía lo que
tenía que hacer…
-Lo primero iré al baño… lo segundo…empezaré
a actuar…
Cumplió
enseguida, al menos con la primera de ambas cosas…al salir, visiblemente más
aliviada, Luna, que se despertó en ese instante, le preguntó.
-Bueno ¿Qué tal ha ido?...
Parte 6
Y
tras hacerle un pequeño resumen del asunto, incluyendo la parte del banquete,
Usagi declaró.
-Va a ser algo difícil. Pero tenemos que
mantener en lo posible nuestra esencia, a fin de que las cosas se desarrollen
bien.
-Cuenta con nosotros. Se lo diré de
inmediato a Artemis…
-Por ahora no le expliques demasiado.- Le pidió su amiga.-
-Así lo haré.- Afirmó la gata que algo
aviesamente remachó.- Todavía se la guardo por lo de esas instrucciones que me
daba en los recreativos y sus ridículas contraseñas.
Usagi
se rio de aquello. Ahora sonreía una vez más tras recordar esos momentos. Pensaba
en aquello, eso lo comenzó todo. Junto a su amigo Son Goku, a Landar y a Mamoru
trazaron un elaborado plan para afrontar lo que se avecinaba. Después llegó
otra gran batalla contra enemigos realmente poderosos y malvados. Tan terribles
que casi hacían quedar a los anteriores como un grupo de boy scouts.
-Al menos nuestros amigos obtuvieron la
recompensa a su valor y a su lucha.- Se decía con satisfacción.-
Desde
luego que las cuatro hermanas y otros muchos antiguos enemigos suyos se habían
reformado y pelearon con valentía por su futuro y el de la Tierra. Ella y las
guerreras, junto con Mamoru y los gatos les ayudaron todo lo que les estaba
permitido.
-¡En fin! - Suspiró largamente en tanto
mordisqueaba el bolígrafo para reflexionar.- Ya iré escribiendo lo que suceda…
Y
dejo ese blog de notas cerrado por el momento. Miró el reloj y salió disparada,
al darse cuenta con horror, de que otra vez iba a llegar tarde…Por supuesto así
sucedió.. Ya reunida con sus amigas, todas la saludaron.
-Como siempre la última. Hay cosas que
no cambiarán nunca.- Se burló Rei.-
La
interpelada no respondió enseguida. Simplemente pensaba.
-Sí, mi amiga Rei-chan. A veces la llamo Reiko, pero es una broma. O
no, depende… es un nombre artístico que usaba para cantar junto a Minako. Ahora
es la sacerdotisa principal del santuario, dado que su abuelo está jubilado y
en un retiro espiritual. Creo que es bastante arisca y ácida en ocasiones, pero
cuando llega la hora de la verdad es una gran amiga en la que se puede confiar.
Lo único que le pasa es que tiene una misandria galopante. Aunque, en fin, no
es que no le gusten los hombres, pero no se fía de ellos. Bueno, en eso a veces
la puedo comprender.
Y
en tanto hacía esa reflexión su amiga proseguía metiéndose con ella por su
tardanza…finalmente Usagi sí que replicó con tonillo sarcástico.
-Desde luego. Tampoco cambiará la manía
de una que yo me sé de criticar a todo el mundo…
-¿Y se puede saber a quién te refieres?-
Quiso saber su interlocutora mirándola con los ojos entornados.-
-No hay que ser muy lista para darse
cuenta…- Repuso su contertulia adoptando idéntica expresión y aproximando su
cara a la de su amiga.-
-Bueno, tengamos la fiesta en paz.- Les
pidió una agradable muchacha de pelo corto y azulado.-
-La buena de Ami.- Se sonrió Usagi para
reflexionar.- La persona más inteligente y ecuánime que he conocido nunca.
Menos mal que pudo venir para nuestra reunión mensual porque tiene mucho que
estudiar. Es algo tímida aunque lo fue superando con los años. Siempre es
paciente y educada. Tampoco tiene en las relaciones con los hombres su punto
fuerte. ¡Hasta le asustan las cartas de amor! Pero creo yo que ha sentido algo
por alguno, al menos en un par de ocasiones que recuerde…
Meditaba
de este modo cuando otra muchacha intervino. Llamando la atención del resto…
-Vale chicas. Espero que podamos
reunirnos más a menudo, sé que es difícil y ahora para mí mucho más…
-Mi amiga Minako. La que antes despertó
como guerrera.- Pensó Usagi en tanto observaba a su rubia compañera, hacer
ondear su melena y su rojo lazo que la sujetaba al moverse.- Ahora es un ídolo
juvenil. Su sueño tan largamente anhelado. También tuvo sus malas experiencias
con algún chico y un desengaño. Pero lo superó…Aunque sigue teniendo esos
arranques de entusiasmo vital tan….acelerados.
Y
en efecto, su amiga ya estaba soltando toda una perorata sobre fiestas, galas y
demás, las otras se limitaban a escucharla sin poder pronunciar
palabra…finalmente una joven de cabellera castaña y ojos verdes pudo decir.
-Pero Mina-chan…Realmente estamos muy
ocupadas…
-Esa es mi gran amiga Makoto.- Se dijo
Usagi.- Otra que está muy ocupada con el Flowers & Flavours. En Juuban. Es
una cafetería con una parte de floristería… ¿O era una floristería con parte de
cafetería?... bueno, da igual. Es la mejor cocinera que hay. Y las tartas se le
dan de maravilla. Sin embargo, ella tampoco escapa a la maldición con el sexo
opuesto. Siempre dice que un chico le rompió el corazón. ¡A ver si algún día
nos revela quién!
Y
recapitulando en ello, estaba tan absorta que ni siquiera pestañeó cuando Ami
se dirigió a ella preguntándola.
-¿Y tú qué opinas?...
-¿Opinar? ¿De qué?- Quiso saber.-
-¿Es que no estabas escuchando?- La
reprendió Rei para variar.-
-¡Pues claro que estaba escuchando! - Se
indignó Usagi enfrentando su mirada a la su interlocutora.
Su
amiga no se achantó, ambas chocaron frente contra frente y procedieron a sacarse
la lengua en un torneo de a ver cuál de ellas aguantaba más…el resto suspiró
con evidente resignación…
-Bueno, como estaba diciendo.- Intervino
Minako al fin tras haber aguardado pacientemente a que esas dos concluyeran su
enésima disputa .- ¿Os vendríais a mi concierto del próximo sábado en Yuuban?..
-Es que tengo mucho que estudiar.-
Objetó Ami.-
-Y yo tengo que preparar bastantes
tartas, el domingo es un día de mucha venta.- Añadió Makoto.-
-Ya… bueno.- Suspiró su amiga ídolo algo
desencantada.-
-No te preocupes. Te prometo que haremos
lo posible por ver tu recital.- Afirmó Usagi.-
-No andes prometiendo nada por las
demás. ¿Cuántas veces tendré que repetírtelo?- Volvió a interrumpirla Rei con
visible irritación, en tanto sentenciaba.- Luego eres la primera en no cumplir
y nos dejas mal también a nosotras…
El
resto miró para otro lado asintiendo lentamente. Ahora Usagi hubo de reconocer
que su amiga tenía razón. Hacía eso muy a menudo. Pero en el pasado. Las cosas
habían cambiado y así lo quiso hacer constar.
-Vale. Admito que tenías razón en eso.
Pero esta vez será distinto…Mina-chan. Haré lo posible por asistir. Aunque no
pueda hablar por las demás.
-Yo iré.- Aseguró entonces Rei guiñando
un ojo para aseverar divertida.- ¿Lo ves? Usa-chan. No es tan difícil cuando
dices las cosas bien.
-Bueno, creo que podré hacer unas
cuantas tartas y unirme a Usagi y a Rei.- Terció Makoto.-
-A fin de cuentas, me sé bastante bien
el parcial y tengo tiempo todavía. Me vendrá bien dejar los libros por un día.-
Remató Ami con tinte desenfadado.-
Eso
alegró mucho a su compañera que les prometió dedicarlas el concierto. Así fue,
el grupo hizo honor a su promesa y acudieron. Minako se puso muy contenta,
también cumplió su palabra y tras desgranar algunos de sus temas más populares
fue muy aplaudida. Especialmente Aino Senshi. Las Guerreras de amor.
Mi cabello arde en llamas
hacia el cielo,
mi cuerpo es como una flama.
¡Oh no! ¿Por qué ha resultado así?
Ahora realmente estoy ardiendo por dentro.
Mientras estoy enamorada (y herida del corazón),
quiero tener dulces sueños, pero
no me lo permiten; es su culpa.
Como pensé, me lleva a hacer esto.
Con mis propias manos, debo acabar con el demonio.
¡Eso es! Hasta entonces, debo perseverar.
Despierten, ¡oh pálidas guerreras!
Sin importar cuán mala persona eres,
si me amas, creeré en ti.
¡No debes intentar tomar ventaja
de algo así!
mi cuerpo es como una flama.
¡Oh no! ¿Por qué ha resultado así?
Ahora realmente estoy ardiendo por dentro.
Mientras estoy enamorada (y herida del corazón),
quiero tener dulces sueños, pero
no me lo permiten; es su culpa.
Como pensé, me lleva a hacer esto.
Con mis propias manos, debo acabar con el demonio.
¡Eso es! Hasta entonces, debo perseverar.
Despierten, ¡oh pálidas guerreras!
Sin importar cuán mala persona eres,
si me amas, creeré en ti.
¡No debes intentar tomar ventaja
de algo así!
La
gente bailaba y coreaba la canción, con una Minako magistral, haciendo las
delicias del público.
Siempre quiero protegerte.
Por tu bien, daré saltando adelante.
El amor solo es energía ilimitada.
Vamos, nos lleva a hacer esto.
¡Mostrémosle los corazones puros que tienen las chicas!
Debemos perseverar en todo lo que hacemos.
Jurando en nuestros corazones, ¡guerreras del amor!
Vamos, nos lleva a hacer esto.
Con nuestras propias manos, debemos acabar con el demonio.
¡Eso es! Hasta entonces, debemos perseverar.
Despierten, ¡guerreras del amor!
Las demás hubieron de
admitir que la voz de su amiga había mejorado mucho. Tras unos años de academia
y cursillos de canto. También iba teniendo cada vez más fans y su representante
barajaba la posibilidad de que comenzase a hacer giras por otros países. Así la
actuación terminó y cuando la artista al fin pudo acabar de atender a algún
admirador todas la felicitaron. Luna y Artemis se unieron a ellas junto con
Mamoru.
-¡Minako has estado genial! - Alabó él.-
-Muchas gracias.- Sonrió la ruborizada
aludida.-
-Es cierto, cada vez cantas mejor.-
Secundó Artemis, el blanco gato que era su fan número uno y su gran amigo, a
parte del grupo de las otras guerreras.- Dentro de poco serás una estrella a
nivel mundial.
No obstante, Usagi
que había estado disfrutando de todo aquello al igual que el resto, se puso
seria al ver llegar a Luna, dado que la negra gata no parecía lucir una
expresión jovial. Al contrario, se aproximó comentándole con un susurro que
parecía preocupado.
-Tenemos que hablar…ahora.
Parte 7
La
aludida se apartó un poco del resto, para que su compañera felina pudiera
comentarle…
-¿Qué sucede, Luna?- Inquirió.-
-Tienes que volver al Cielo. Landar quiere
hablar contigo.- Le contó la gata.-
-¿Ahora?- Se sorprendió la joven.-
-Sí.- Replicó tajantemente su
interlocutora.- Urgentemente.
-¿Y cómo hago para dejar al resto sin
que…?- Quiso saber la muchacha.-
-Me ocuparé yo.- Sonrió la gata que, dirigiéndose
al resto llamó su atención al grito de…- Chicas, Usagi ha estado tan encantada
de ver este concierto que ha decidido invitaros en la cafetería de Makoto. Ella
pagará las tartas… ¿A que sí Usa-chan?
La
cara de la aludida era un poema, abrió la boca y los ojos de manera
desmesurada. Sin embargo, antes de que pudiera protestar. Luna se anticipó
añadiendo.
-Pero desgraciadamente y como de
costumbre, se ha olvidado de traer dinero. Ahora iremos a su casa a buscarlo.
Vosotras adelantaos.
-¡Vaya! Esto sí que no lo esperaba de
ti. Debo reconocer que me has dejado alucinada.- Se sonrió Rei dando un sentido
aplauso.-
-Sí, muchas gracias.- Convino Ami.-
-De veras, eres una gran amiga.- Afirmó
Minako.-
-¡Ya te digo!- Remachó Makoto que afirmó
llena de satisfacción.- Gracias por confiar en mis productos. Y no te
preocupes, te guardaremos unas tartas deliciosas para cuando llegues…
A
todo eso, la interpelada solamente podía asentir sin capacidad moral para
desmentir aquello. Incluso Mamoru se aproximó, una vez se alejaban las otras
llevando consigo a Artemis, para decirla.
-¿De veras te vas a gastar tanto?
-Ha sido cosa de Luna.- Dijo al fin
dedicándole una acusatoria mirada a la gata.- Que debe de creerse que soy
millonaria…
-No seas tan quejica.- Repuso ésta,
tornando su tono más serio ahora para proseguir.- Los dos debéis ir al Cielo.
Tienen algo muy importante que deciros. No os llevará mucho tiempo…
-Está bien. – Contestó Usagi mirando en
todas direcciones hasta asegurarse de que no pasaba nadie para preguntar.- ¿Y
cómo haremos exactamente para…?...
No
había completado su cuestión cuando tanto ella, como Mamoru y la gata, se
encontraron rodeados de aquella blancura tan característica a su
alrededor…Usagi finalmente pudo concluir su pregunta con tono apagado…
-¿Ir hasta allí?...
-Celebro que hayáis venido tan rápido, Majestades.-
Escucharon ambos la voz del mago.- Luna, muchas gracias por informar a los
soberanos, mi querida amiga.
La
gata maulló satisfecha apartándose un poco. Entonces Landar sonrió para añadir.
-Hay alguien que tenía muchos deseos de
verte y que ha obtenido un permiso especial del Creador para poder saludaros,
antes de seguir su viaje…
La
muchacha miró atónita como una forma humana de energía se condensó frente a
ella. Al poco sus rasgos se hicieron reconocibles. Un vestido blanco, unas
largas coletas de pelo entre suavemente malva y albino que caían casi al suelo,
con dos grandes moños sobre su cabeza. Era una mujer alta y majestuosa que hizo
que los ojos de Usagi se llenasen de lágrimas.
-¡Mamá! – Exclamó entre emocionada y
sorprendida.-
-Hija mía.- Resonó una voz dulce y suave
que no se sabía a ciencia cierta si provenía de aquella aparición.-
La
joven se llevaba las manos a la boca realmente asombrada y feliz, Mamoru la
acogió entre sus brazos, entre tanto, esa figura no dejaba de sonreírles a
ambos para finalmente ser capaz de declarar.
-Estoy muy orgullosa de los dos. He
visto vuestras batallas contra las fuerzas de la Oscuridad y he asistido con
enorme felicidad al modo en el que habéis madurado y os habéis convertido en lo
que deberéis ser. La fuerza que traerá la paz y la armonía al mundo…e incluso
al universo entero.
-Gracias, Majestad. Muchas gracias.-
Repuso con voz queda un no menos emocionado Mamoru.-
-Endimión, sé que tu tarea ha sido
ímproba. Lo mismo que mi hija has tenido muchas dificultades que superar. Y
tendrás muchas más en el futuro. Vuestra labor todavía dista mucho de estar
concluida. -Les advirtió la soberana.-
-Lo sabemos, mamá.- Fue capaz finalmente
de decir la emocionada joven.-
-Ahora que tú, hija mía, vas a cumplir
los veinte años en la Tierra, serás oficialmente ya mayor de edad como para ser
también su reina. La Neo Reina Serenity… Tomando también mi nombre, al igual
que hiciste en el reino del Milenario de Plata, de donde eres mi sucesora.
Selene hija. Tendrás una enorme tarea que realizar. Muchas veces no será
agradable, pero siempre será necesaria.
-Cada vez tengo más recuerdos y
sensaciones de la que será Serenity dentro de mí.- Afirmó la joven que añadió,
con un leve toque de nostalgia y hasta pesar.- Sé que un día inevitablemente
llegaré a ser ella por completo. Pero una parte de mi ser quisiera mantener el
espíritu alegre y lleno de inocencia de Usagi Tsukino. No obstante, no ignoro
que, pese a todo, soy diferente de las demás…
-Sí, de tus guardianas.- Replicó la gran
Soberana.- Verás, hija mía, ellas se reencarnaron para revivir en un ciclo
completo, con recuerdos de sus otras vidas, al igual que tú. Pero a diferencia
de ti, las personalidades que tienen son las que han ido construyendo en sus
vidas actuales. Madurarán, por supuesto, y llegarán a ser unas hermosas
princesas, llenas de sabiduría y bondad que te querrán tanto o más que ahora.
Son seres realmente poderosos y llenos de luz. Pese a que todavía no hayan
podido descubrirlo plenamente. Sin embargo, tú no eres su igual. Eres su reina.
Y la esencia de las soberanas de la Luna va mucho más allá de una encarnación.
La reina Serenity es alguien muy especial…como sé que ya descubriste pero
créeme. Aún no lo has hecho de manera absoluta…
-Tienes razón. Pero como te he dicho, es
una parte de mí la que no quiere que eso siga adelante.-Se lamentó la
muchacha.- Para empezar, en la Tierra tengo otra familia a la que amo. No
quiero perderlos…
Su
madre volvió a sonreír…Asintió declarando con tintes amables y
tranquilizadores.
-No les perderás. Sé que Ikuko, Kenji y
Shingo son tu familia. Te quieren tanto como tú a ellos. Y no podría haber
mejores personas a tu lado en tu nueva vida en la Tierra. Tienes a las chicas y a muchos amigos más.
Algunos de ellos han hecho también el mismo viaje. Se han reencarnado de
pasadas vidas y eras de la Humanidad. Porque, al igual que tú, dejaron
pendientes tareas por concluir. Un día
llegará en el que todo se cierre sobre sí mismo. El momento de la
Transcendencia acaecerá. Y vosotros habréis de jugar un papel fundamental para
que eso ocurre de la mejor forma posible…
-Pero hasta entonces, madre. –Pudo
musitar la muchacha mirándola con una mezcla de cariño emoción e inquietud.- Temo
la enorme responsabilidad que caerá sobre mí, sobre nosotros.- Matizó tomando
una de las manos de Mamoru entre las suyas.- Y me aterra que nos aplaste…
Aunque
ahora el joven había transmutado sus ropas por la armadura real de la Tierra,
mostrándose como el rey Endimión. Intervino para afirmar con voz queda.
-Comprendo perfectamente a vuestra hija,
Majestad. A veces es muy duro y difícil. En ocasiones ni yo mismo sé quién soy realmente. Mamoru, Endimión,
Tuxedo Kamen…
-Sí, como yo misma, la princesa Selene,
Usagi Tsukino, Sailor Moon o la Reina de Neo Cristal Tokio, Serenity.
Su
contertulia sonrió con amplitud, movió lentamente la cabeza y declaró con
tintes tranquilizadores y llenos de afecto.
-En el fondo sabéis perfectamente
quienes sois. Y lo que tendréis que hacer. Confío plenamente en vuestra
capacidad y en la bondad de vuestros corazones. Hijos míos…Ahora hija, te haré
mi último regalo…los conocimientos que poseo, todo lo que aprendí…mis
recuerdos, pasarán a ti para ayudarte. Acéptalo como un obsequio, el último que
puede hacerte ya una madre que te ama más allá del tiempo y del espacio, por tu
próximo cumpleaños…
Y
sin más de la reina partió un aura de color plateado que envolvió a la joven,
introduciéndose en ella. Al cabo de unos instantes en los que nadie habló, la
chica afirmó.
-Ahora…es como si años de estudios se
hubiesen introducido en mí. Geoestratégica, política interplanetaria y esos
términos que antes ni conocía…y otras muchísimas cosas, incluso más valiosas. Mamá…
no tenía ni idea que fueras tan sabia…aunque siempre lo sospeché. -Remachó con
admiración.-
-La sabiduría por sí misma no basta,
cariño. Ha de ser acompañada por un buen corazón. Tú tienes ambas cosas…
-Quizás no tanto.- Se lamentó la joven
confesando.- Tú sabes que alejé a Setsuna de nuestro lado. ¿Verdad?
-Lo sé…-Admitió la aparición.-
-Y… ¿sabes por qué?…- Agregó la
muchacha.-
Su
madre asintió despacio. Entonces fue Endimión quién se ocupó de comentar no sin
turbación.
-Puedo jurarte por mi honor que yo
nunca…
-Lo sé, mi amor.- Se apresuró a cortarle
ella.- No es culpa tuya, ni de ella. Solo mía…Aunque sabes que no fue solamente
eso…
-Aseguraste un aliado muy poderoso.
Comenzaste a entretejer la gran coalición contra el mal. Los lazos de los
amigos que os apoyarán en el futuro.- Terció su madre agregando animosa.- Y
elegiste a la única de tus guerreras capaz de poder lograr eso. Créeme hija
mía, no fueron solamente tus sentimientos. Aplicaste la razón de Estado. Como
hice yo una vez…
-¿Tú?- Se sorprendió la joven.-
-Te he transmitido mi saber y mis
recuerdos. Podrás verlo si te concentras en ello.- Sonrió tenuemente su madre
que añadió para despedirse.- Ahora tengo que marcharme… Siempre te querré, mi
niña…Sigue así para alcanzar el maravilloso destino que te aguarda, que os
espera a todos…
-Te quiero, mamá.- Sollozó la ya
plenamente Serenity.-
Y
sin poder contenerse se abalanzó a abrazar a su madre. Por fortuna ésta se
había condensado en una forma física por ese tiempo, y ambas pudieron
estrecharse entre sus brazos. Tras unos momentos que parecían no tener fin, la
antigua soberana se separó, volvió a sonreír y fue desvaneciéndose lentamente.
Su hija sonrió a su vez sin dejar de verter lágrimas…
-Ha ido a ocupar su lugar en la
Eternidad. Como un ángel guardián. - Terció Landar con patente respeto en su
voz.- La maravillosa reina Serenity I.
-Y me ha dejado con una tremenda
responsabilidad y un listón muy alto que franquear. – Completó su
interlocutora.-
-No estarás sola a la hora de lograrlo.-
La animó de inmediato Endimión.- Siempre estaré a tu lado. Y el resto de las
chicas también…
-Es cierto...Ahora sé que nunca estaré
sola.- Musitó ella.-
-Será mejor que retornéis a la Tierra. –
Les sugirió el mago.- Os esperan.
-Sí- sonrió Serenity afirmando en esta
ocasión con un desenfado propio de Usagi.- ¡Cuánto antes mejor o tendré una buena factura por pagar!…
Y cuando quisieron
darse cuenta estaban junto con Luna, en una esquina de la calle cercana a la
cafetería de Makoto y con sus ropas civiles. Por fortuna no había nadie
alrededor que les hubiese visto aparecer. Entre tanto el resto de las muchachas
efectivamente aprovecharon y fueron a
merendar. Ya hacía rato que estaban deleitándose con algunas de las mejores tartas de su anfitriona.
-¡Humm! Ésta de arándanos y grosella
está buenísima.- Suspiraba Rei.-
-Pues anda que la de queso con nueces.-
Afirmó Minako con tono que rayaba en la total satisfacción.-
-¡Eres toda una artista! - Alababa Ami
dando buena cuenta de otra que tenía nata y fresas.-
-Muchas gracias, chicas.- Sonreía Makoto
observando a sus amigas con evidente orgullo profesional aprestándose a catar
la de chocolate con naranja.- Lo cierto es que las hice ayer. Especialmente
para vosotras…
Las
demás asintieron agradecidas. Justo entonces llegaron Usagi y Mamoru con Luna.
La primera por supuesto, que se sonrió aviesamente señalando los platos que
habían devorado, fue Rei.
-Mira, mira… ¡vete preparando la
cartera! - Dijo divertida para sentenciar.- Eso te pasa por llegar tan tarde…
Aunque
al observar con más atención a su amiga la sonrisa se le fue del rostro. El
resto de chicas no pareció percatarse de nada en especial, sí la sacerdotisa
que añadió, ya con tono algo preocupado y voz queda.
-¿Estás bien?... ¿Ha pasado algo?
Su
amiga solo sonrió ampliamente, de modo muy afectuoso. Marte se quedó perpleja.
Sabía perfectamente a quién pertenecía esa expresión. Para asombro del resto
enseguida se levantó haciendo una reverencia, poniendo una rodilla en tierra.
-Reina Serenity.- Dijo con evidente
respeto.- Majestad.
Las
otras se dieron cuenta a su vez e imitaron a su compañera. Atrayendo eso sí,
las curiosas y sorprendidas miradas del resto de clientes. Por fortuna lo
tomaron por una especie de broma hacia los recién llegados. Fue Mamoru, quien
algo azorado y nervioso, comentó en voz alta para ser oído por las personas del
establecimiento.
-Tampoco tenéis que poneros así porque
os hayamos invitado a unas raciones de tarta, chicas.
Y entre tanto, Usagi
les indicó que se sentasen de nuevo…
-Por favor, eso no es necesario aquí.
Sois mis amigas.- Las cuchicheó algo azorada.-
-Ante todo somos tus leales súbditas.-
Afirmó Venus, recobrando por unos instantes su papel de líder del cuarteto de
las Sailors Interiores.-
-Es un honor, tenerte con nosotras, Majestad.-
Añadió Mercurio.-
-Dinos que debemos hacer.- Secundó
Júpiter.-
-Bien. Os lo diré. - Replicó ella con
tono grave para añadir enseguida con un desenfado que disipaba por completo
aquella atmósfera de repentino boato.- ¡Hacedme sitio y servirme unos trozos de
pastel, me muero de hambre!
Las
otras no tardaron en sonreír… Fue la propia Marte quién dijo ya de forma más
jovial, pero aun así respetuosa.
-Su Majestad no ha cambiado nada. ¡Tan
golosa como siempre!
-¡Creo que eso es algo que, aunque pasara
por mil reencarnaciones, nunca variaría!
- Se rio la interpelada.-
Así, las chicas tomaron asiento junto
con Mamoru, dejando a los gatos cómodamente instalados en sendos bancos. Tras
terminar de merendar, la soberana elogió esos deliciosos pasteles y después,
más seria, se dirigió al resto contándoles lo ocurrido.
-Desde ahora no quiero tener más
secretos con vosotras. Al menos en lo que de mí dependa. Pese a que hemos
ganado muchas batallas sabed que aún nos aguardan otras muchas. Puede que
incluso más duras y peligrosas.
-Nos hacemos cargo, Majestad.- Replicó
Ami con el asentimiento solidario de las otras.- ¿Qué debemos hacer?
-Por el momento continuad con vuestras
vidas. - Les indicó Mamoru a modo de Endimión.- La construcción del mundo futuro
será lenta todavía. Requerirá mucho tiempo. Podréis ocuparos de ser felices y
alcanzar vuestros anhelos terrenales durante ese periodo.
-Sí, ni mi futuro esposo, ni yo,
queremos que eso cambie.- Aseveró Serenity que les comentó más
distendidamente.- Mientras vivamos en la Tierra y nos ocupemos de nuestras actividades
cotidianas no quiero que me llaméis Majestad, ni reina, ni Señora…ni tan
siquiera Serenity… Aquí soy Usagi Tsukino. Al menos quiero serlo durante el
mayor tiempo que me sea posible. ¿Lo comprendéis, verdad?- Remachó casi con una
mirada implorante.-
Las
demás asintieron, observándola con gran afecto, fue por supuesto Rei la que
rompió ese momento cargado de emotividad para suspirar, diciendo como si lo
hubiese pensado de antemano.
-¿Con que Usagi, eh? Así que no te habrás
traído dinero, ¿verdad? Nos tocará pagar a nosotras. ¡Cómo si lo viera!..
-¡Pues te equivocas, listilla!- Replicó
la aludida ahora al más puro estilo de su personalidad terrenal.- Lo prometido
es deuda. Tengo dinero y voy a pagar… ¿Qué se siente al volver a meter la pata
de nuevo? ¿Eh?...
Durante
unos momentos su contertulia no respondió, después se limitó a sacarla la
lengua a sonreír y contestar divertida.
-¡Pues un tremendo alivio! ¡Yo sí que no
he traído nada! Me dejé el monedero en el Santuario…
Aquello
hizo que todos prorrumpieran en unas grandes risotadas. Usagi hasta se abrazó a
su amiga Rei. Finalmente cuando se extinguieron las carcajadas fue Makoto la
que afirmó.
-No te preocupes. Te haré un descuento.
Tenemos el treinta por ciento por ser clientas habituales y además otro diez extra
por ser mis amigas…
-Vale.- Convino Usagi diciéndole a
Mercurio.- Ami, calcula…
-¿Y por qué tengo que ser yo?- Protestó
jocosamente ésta.-
-Porque eres la genio del grupo…-Declaró
su interlocutora con desparpajo.-
-¿No habías dicho que la soberana te
transmitió sus conocimientos y experiencias?- Terció Minako.-
-Sí,- pero mi madre no era demasiado
buena en matemáticas.- Se excusó Usagi.-
Y
tras una oleada de risas más, cuando al fin se calmaron, la guerrera de la
sabiduría se dispuso a realizar los cálculos oportunos.
-A ver…- Suspiró Ami sacando su pequeño
ordenador.- ¿Cuánto ha sido todo?...
-Unos tres mil doscientos yenes.- Las
informó Makoto, agregando enseguida.- Sin los descuentos…
-Pues vamos a ver…- Repuso la encargada
de hacer las cuentas que tras teclear dictaminó.- Deduciendo el cuarenta por
ciento la factura quedaría en mil
novecientos veinte…
-Con la propina mil trescientos.-
Intervino maliciosamente Rei.-
-Ganas me dan de mandarte a limpiar los
aseos que teníamos en palacio. ¡Los treinta y siete!- Murmuró Usagi entre
dientes.-
-¿Qué?- Inquirió la aludida que no pudo
entenderla.- ¿Qué farfullas?
- Nada, nada.- Repuso ésta que enseguida
se rehízo y sonrió, sacando la cartera de su bolso para conceder.- Está bien, con propina…
Pero
su expresión risueña se extinguió al contar los billetes. Enseguida dedicó su atención
a su novio y con ojos suplicantes musitó
adoptando un tonillo entre meloso y lastimero.
-Mamo- chan…
Parte 8
El
interpelado suspiró resignado para hacer la inevitable pregunta…
-¿Cuánto te falta?
-Ochocientos yenes.- Fue la rápida y aliviada
contestación.-
-¿Ochocientos?...-Exclamó el joven que
apenas sí podía creerlo.-
Sin
embargo tuvo que recurrir a su billetero, ¡qué remedio! Y completar la suma
requerida. Las demás le agradecieron ese “detalle” que había tenido al
invitarlas. Y tras salir y dar un paseo se separaron, despidiéndose hasta el
día siguiente. Ahora, Mamoru y Usagi paseaban juntos de la mano… Iban
recordando momentos como ese. Entre embarazosos y cómicos.
-La verdad, es que ha sido un corte.-
Admitió la muchacha aferrándose a uno de sus brazos para añadir.- ¿Me perdonas?
- Esto no ha sido nada. Todavía recuerdo
cuando montamos esa fiesta de la victoria.- Se sonreía él.- Éste Roy es un caso…Eso
sí que fue de lo más embarazoso…
La
muchacha se rio, creía saber a lo que su pareja se refería. Fue durante el
momento de la merienda. Estaban prácticamente todos allí. El citado Roy junto a
Bertie, Cooan y Tom, Diamante con Esmeralda, Zafiro y Petz, Nephrite, Ail, Ann con
su bebé, y las demás guerreras y los gatos. Tras hacer unos brindis, le tocó el
turno de hablar a Mamoru, el joven se levantó y con la atención del auditorio
puesta en él, declaró.
-Hoy es un gran día, momento de que los
amigos celebremos todos juntos. Oportunidad para saludarnos en este reencuentro
y estrechar aún más si caben, estos lazos que nos unen…porque los lazos de
afecto son como sutiles imanes que siempre nos mantendrán cerca…y pase lo que
pase podremos contar…
Y
estaba tan absorto en su discurso, sin percatarse de las expresiones atónitas
del resto que ni se dio cuenta de la presencia de Roy. Éste le asaltó por
detrás pasándole un brazo por los hombros y tapándole la boca con un emparedado
a la par que exclamaba jocoso.
-¡Pero mira que eres chapas, tío!...
El
grupo pasó de la sorpresa e incredulidad a las carcajadas. Destacando Esmeralda
que casi dejó sordos a Diamante y a Nephrite que estaban a su lado…Aunque incluso
el ruido de las de ella quedaba eclipsado por el solaz general. Hasta la
normalmente seria y reflexiva Setsuna estaba tumbada sobre el césped,
sujetándose el abdomen que amenazaba con dolerle ya…Haruka y Michiru no eran
capaces de levantarse entre risotadas, golpeando el suelo con los puños una y
tapándose el estómago la otra y Hotaru se agarraba a un tronco de árbol para no
ir al suelo. De las demás, mejor ni acordarse…
-Sí… a mí casi me dejó fuera de combate
con unas frases de ese estilo.-Fue capaz de afirmar Cooan que tampoco podía
dejar de reírse - ¡Nunca entendía nada de lo que decía!
-En eso… no había quién le ganara.-
Convino Annie que sujetaba a su pequeño bebé tratando de no doblarse de la
risa.- ¡No le comprendían ni nuestras cartas!…
El
blanco de toda aquella chanza se quitó aquel sándwich de la boca y pudo
responder tratando de defenderse…
-No creo que sea para tanto…
Aunque
su novia y el resto de las sailors, víctimas también de la risa, asentían
solidariamente con sus amigos…
-¡Tío!...- Intervino nuevamente Roy
entre carcajadas.- ¡Compadezco a todos estos si han tenido que vérselas con tus
discursos!…No te lo tomes a mal. Pero creo que Nephrite me contó que se
rebelaron no por la influencia de esa Metalia sino porque les ibas a dar un
discurso de Navidad. ¡Ja, ja!…
Por
supuesto que el príncipe de los Cuatro Cielos negó con la cabeza, pero al
momento se rio. Por su parte Mamoru encajó deportivamente aquellas chanzas y
sonrió. Roy le palmeó la espalda haciendo que casi se cayera…
-Sí.- Suspiró el protagonista de esa
anécdota rememorando aquello y sentenciando no sin ironía.- Muy gracioso, vamos.
-¡No te lo tomes a mal! - Se reía
todavía su pareja.- Sabes que era una broma…Roy y los demás te quieren mucho…
-Lo sé.- Admitió su novio sonriendo
ahora de modo genuino.- Son todos estupendos y unos grandes amigos.
Ella
pensaba en eso. Ahora, con esos recuerdos de su madre, dejaba volar su mente a
esa otra encarnación. La gran reina del pasado había conocido de hecho a Roy,
pero él entonces no se llamaba así, sino Asthel. Era un príncipe de sangre
saiyajin. Y quizás, ahora la muchacha se daba cuenta de todo. Ella misma quiso
reeditar lo que su propia madre hizo. Cuando en una visita de este príncipe, un
gallardo y altísimo joven, enfundado en una cota de malla plateada y un traje
blanco, le guió a pasear por los hermosos jardines de la Luna.
-Vos sois muy joven, Alteza.- Le decía
la soberana en tanto caminaban entre la arboleda del jardín.-
-Sí, Majestad, pero en mi mundo somos
conscientes desde muy temprana edad de nuestras obligaciones.- Replicó él.-
-Vuestros padres son amigos míos.
Príncipe Asthel. De hecho, vuestra madre Alisán es la guardiana de vuestro
mundo.- Comentaba Serenity alegando.- Y vuestro padre, Dronaos, el heredero del
planeta de los saiyajin. Son dos grandes poderes unidos…y muy valiosos amigos y
aliados en la lucha contra los poderes oscuros que nunca descansan.
-Son dos planetas cuyos soberanos por
desgracia pueden verse muy poco.- Contestó el joven.- Cada uno debe regir su
mundo. Cuando se conocieron, se enamoraron de inmediato, pese a ese
inconveniente.
-¿Cómo se conocieron?- Quiso saber la
reina.- Eso no llegué a hablarlo con ellos.
-Por ese viaje que mi padre hizo tras
serle ordenado por mi abuelo Torix.- Fue la respuesta de Asthel quién relató.-
Veréis Señora. Mi abuelo juzgó necesario que mi padre, entonces príncipe heredero
de Nuevo Vegeta, tomase conciencia de que no estábamos solos en el Universo, y
de que podríamos hallar tanto amigos como enemigos.
-La raza de vuestros ancestros fue en el
pasado muy belicosa. Todos nos alegramos cuando los antepasados de Torix decidieron
seguir el camino de la paz.- Comentó Serenity con patente aprobación.-
-Habláis de ello como si hubierais
estado presente en aquellos días tan remotos.- Sonrió el atónito joven.-
Su
interlocutora no replicó, sonriendo a su vez de forma enigmática para
finalmente contestar.
-La historia me es tan conocida que casi
podría afirmarlo sin dudar. Pero decidme. ¿Cómo os organizáis ahora?
-Mi hermano mayor Lornd será el soberano
de Nuevo Vegeta. Le corresponde por derecho y es el más fuerte. Además, nació y
se crió allí. Cuando mi madre vivió en ese mundo durante los primeros años de
su matrimonio. Luego se trasladaron a Alliance dejando un canciller para
gobernar en su nombre. Y fue en el mundo de mi madre en donde nací yo. Al poco
mi padre se llevó consigo a mi hermano a su planeta de origen. Allí le educó
para su labor de futuro rey, como mi madre me educó a mí para serlo de su
mundo.-Le explicó el príncipe añadiendo.- Ahora mi hermano comenzará a buscar
esposa. Aunque sé que su preceptora Ayaina es muy de su agrado. Quizás algún
día se atreva a pedirla en matrimonio.
-¿Y en cuanto a vos? ¿Hay alguna dama
que os agrade particularmente?- Se interesó la soberana.-
-¡Muchas a la vez!- Se rio el chico
haciendo que la reina de la Luna quedara perpleja.-
Sin
embargo Serenity se rio al poco tiempo. Ese muchacho era agradable y tenía
sentido del humor. Percibía asimismo bondad en él. Podría ser una buena idea que sus familias
estrechasen lazos con la Luna.
-También yo tengo una hija. Es una niña
aún, pero algún día será mi sucesora.- Declaró.- Selene. La princesa de la
Luna.
-Si es tan bella como su madre
pretendientes no le habrán de faltar.- Alabó Asthel.-
-Ahora está en la Tierra. Permití que
fuese a recorrer un poco de ese mundo amigo.- Le dijo Serenity.- Hace días que
marchó. No creo que tarde en retornar.
Y en tanto mantenían
esa conversación los dos recorrían ahora un trecho cerca de la parte interior
de los jardines de palacio. Vieron alguna figura femenina moverse por allí. El
chico sacó entonces una especie de instrumento musical que mostró a la soberana
quién enseguida preguntó.
-¿Qué es? Parece una especie de flauta…
-Algo así.- Afirmó el joven comentando.-
En la corte de mi madre suelo tocarla. Agrada mucho a las doncellas. Quizás lo
haga con las vuestras.
-¿Sois buen músico entonces?- Sonrió la
reina.-
-Si me lo permitís, para que valoréis mi
destreza en este arte, me gustaría dedicaros una tonada…
-Estaré encantada.- Asintió su
interlocutora.-
El invitado tocó pues
esa especie de flauta. Y era en verdad talentoso. Aquella melodía arrullaba y
elevaba el espíritu para deleite de la soberana. Sonaba tan clara que hasta una
de las damas de la corte quedó prendada de esa música y de su intérprete.
Parapetada tras unos rosales escuchaba con embeleso aquella pieza. Y Serenity
pudo ver que ese sentimiento era mutuo. Su joven visitante reparó a su vez en
los encantos de aquella deliciosa joven de larga cabellera casi albina…y con
un vaporoso y bonito vestido de color
azul celeste.
-Lorein.- Le pidió la soberana.-
Acércate por favor…
La
muchacha se aproximó de forma tímida. Había estado escuchando tras unos árboles
aquella melodía que ese extraño visitante había interpretado…
-Majestad.- Dijo con tono suave en tanto
hacia una reverencia.- Disculpad…
-¿Te ha gustado la música?- Le inquirió
la sonriente reina.-
-¡Oh! Mucho, Señora. - Fue capaz de
decir ruborizándose.-
-Me complace que a una dama tan hermosa
le haya gustado mi humilde interpretación.- Terció ese apuesto chico de largos
cabellos castaños y ojos verdes.-
Y
la mirada de él confluyó en los profundos ojos de índigo de la chica. Ambos jóvenes sonrieron casi de forma instantánea y
apartaron la mirada no sin rubor.
-Conozco esa pieza, y esa canción. –
Terció entonces Serenity.- Es muy antigua… ¿podríais tocarla otra vez si sois
tan amable?
Asthel
así lo hizo. La soberana entonces declamó para sorpresa de sus interlocutores.
De profundis
clamavit ad te Domine
Domine exaudi vocem meam
Et ipse redimet Israel
In secula
De profundis
clamavit ad te Domine
In secula…
(Monasterio de la
Rábida, Vangelis, crédito al autor)
Parte 9
-Desde lo
profundo clamo a ti. Señor. Señor escucha mi voz. Él redimirá Israel, para
siempre…Desde lo profundo clamo a ti, Señor…Para siempre. - Tradujo Asthel.-
- Proviene de las
altas esferas…- le contó la reina.- Es como una canción que llegase a través
del tiempo y del espacio. De alguna vida pasada. O de otra realidad…
-Yo solo sé que
la escuché de niño a nuestro consejero mágico, el noble Landar.- Repuso el
desconcertado joven.- Pero él no me ha explicado su significado. Me enseñó ese
idioma desconocido. Entiendo las palabras pero no su propósito. Ni tampoco sé quién
es ese Israel.
-Es una tonada
bellísima. Acaricia el alma. - Pudo musitar la otra muchacha.- También es como
si me resultase familiar.
-Es de mi mundo
natal. Alliance. O al menos eso había creído hasta ahora.- Le contó más
jovialmente ese chico.-
-Quizás, en el
fondo, todos provengamos del mismo lugar, así como nuestras canciones.- Sonrió
encantadoramente esa muchacha.-
El príncipe no podía apartar su
mirada de ella. Fue entonces cuando se percató de que ni tan siquiera había
dicho su nombre y algo azorado declaró.
-Lo siento. He
sido muy descortés al no presentarme.- Me llamo Asthel Deveget, y soy el
segundo hijo del rey Dronaos de Nuevo Vegeta y de la Reina Alisan de Alliance.
-Mucho gusto, Alteza.-
Soy Lorein, servidora de su Majestad la reina Serenity.- Dijo la joven con
marcada modestia.-
-Y princesa de la
región Boreal de la Tierra, Señora del Invierno. Una de mis guerreras
exteriores. Y de mis damas de la corte más notables. – Completó la reina.-
-Vaya. Para mí es
un honor. Alteza.- Sonrió ahora ese muchacho con una sentida inclinación.-
Disculpad.
-No, por favor…-
le pidió ella realmente colorada ahora.- Eso no es necesario.
La soberana vio el rubor en las
mejillas de la chica. Sonrió con ternura. Entonces le comentó cambiando de tema.
-¿Y tus hermanas?
-Están en
palacio. Ludiel estaba tratando de enseñar a hacer pastas a Aelia. Pronto será
el cumpleaños de Elisan y queremos darle una sorpresa. Yo…bueno, estaba
buscando algunos ingredientes cuando escuché esta música…- Explicó con
creciente timidez.-
Casi para confirmar sus palabras
se escuchó una llamada. Una voz de mujer pronunciaba el nombre de esa chica.
Ésta, haciendo otra reverencia, se excusó.
-Si me
disculpáis, Majestad. ¿Puedo irme?...
-Claro.- Sonrió
la interpelada.- Ve…
-Encantada de
conoceros, Señor.- Dijo mirando a aquel joven que sonrió haciendo otra galante
inclinación.-
-El placer fue mío. Solo deseo poder
volver a veros antes de mi partida.- Afirmó él.-
La
chica sonrió turbada, clavando una vez más sus ojos azules y profundos en los
de él. Entonces se marchó caminando con cierta prisa… Asthel se quedó mirándola
embobado…Serenity se sonrió y le dijo a ese muchacho.
-Sus hermanas son Ludiel, la Dama de la
Primavera, princesa del Oriente terrestre, Elisan, Señora del Otoño y princesa
de Occidente y Aelia, Dama del Estío y princesa Austral de la Tierra. Son mis
damas de compañía y mis guardianas.
-No parecen poseer temperamento
guerrero.- Valoró el joven.-
-No os dejéis engañar por su apariencia
y su timidez. Lorein de hecho es la más reflexiva. Le apasiona leer y le
encanta la naturaleza, la visión del agua y de los ríos y las criaturas de los
bosques…Pero sabe combatir y tornar la fresca brisa en ventisca helada. Su
hermana Ludiel es más enérgica, pero amorosa cuando debe. Ama los hermosos
paisajes y las luces de la tormenta y como la lluvia puede arreciar o ser
suave. Elisan es la más traviesa y pícara, no obstante admira la belleza del
arte y retumba como el trueno si es necesario y Aelia la soñadora y entusiasta.
Le gusta la poesía y adora estar junto a los niños. Aunque es capaz a su vez de
inflamar con sus anhelos o con sus llamas. Son realmente unas jóvenes muy
prometedoras.
-Pero no son de la Luna, dijisteis que
vienen del planeta que orbitáis.- La recordó Asthel con extrañeza.-
-Fueron enviadas como parte del acuerdo
de amistad entre los reinos de la Tierra y de la Luna por su soberano. Se
convirtieron en mis doncellas y escoltas personales y adiestran a las futuras
guardianas, venidas de los planetas cercanos de este sistema solar. Deben
hacerlo. Pese a que ahora es época de paz, siempre tenemos que estar
vigilantes.- Deslizó la reina casi a modo de velada advertencia, más al
remachar.- Puesto que el mal nunca descansa…
Pero
su joven interlocutor no se percató de aquello. Su mente y su corazón estaban
en otra parte muy distante. Serenity pudo comprobarlo cuando le oyó suspirar y
decir.
-¡Ojalá pudiera conocer a esa dama mejor!
Y mostrarle mi mundo.
Ahora
la reina se rio, apenas pudo decir divertida ante la cara de su invitado.
-Perdonadme, os lo ruego. Veo que ha
sido este un encuentro muy afortunado… para los dos. A buen seguro que Lorein compartirá vuestra
opinión.
Y
así fue. La intuición de Serenity no andaba errada. Y no perdió ocasión de
hacer que esos dos se viesen más. Enseguida la llama del amor se avivó entre
ellos. Tanto fue así que al poco de conocerse Asthel deseaba desposarla. La
soberana de la Luna estuvo conforme y se lo consultó al rey terrestre. Su hijo,
el joven Endimión, sería su heredero y
quizás el futuro consorte de la sucesora de la reina de la Luna. Puesto que
ella también anhelaba un bello porvenir para su propia hija, la princesa Selene.
En un principio había pensado en ofrecer su mano como parte de un acuerdo al
heredero de Alliance. Pero era remisa a que la todavía niña abandonase su propio reino
o a que un extranjero lo rigiera. No era esa la costumbre en la Luna. De
siempre fueron mujeres las que gobernaron. Ahora la oportunidad se presentó
sola. Podría forjar una alianza con ese remoto planeta sin incluir a su propia
hija en el proceso. De modo que Asthel hizo el camino de vuelta a su mundo y
tras llevar con entusiasmo la propuesta de Serenity recibió los parabienes de
sus padres. Quedó acordado, Lorein viajaría a ese lejano lugar y contraería
nupcias con ese joven. Lo mismo hicieron sus otras hermanas que, a su vez, fueron
prometidas a otros príncipes planetarios. Aunque, en honor a la verdad, solamente
cuando ellas se mostraron verdaderamente enamoradas de sus pretendientes,
aceptó la soberana que esos enlaces se llevasen a cabo. Para suplir su marcha,
las aprendizas que tuvieran antaño se hicieron cargo de la seguridad. Pese a
ser unas niñas todavía mostraron mucho talento. Las princesas guerreras
Mercurio, Venus, Marte y Júpiter se ocuparían también de proteger y cuidar a la
heredera del Milenario de Plata.
-Lo recuerdo. Ahora veo claro lo que mi
madre quiso hacer.- Musitó Usagi que añadió con tintes de pesar en tanto salía
de aquellas lejanas evocaciones.- Pero el ataque a tan gran escala del mal
frustró aquello…Ni tan siquiera ella pudo llegar a imaginar una oscuridad de
tan colosales proporciones.
-¿Qué decías?- Quiso saber Mamoru.-
-No, nada- sonrió la chica.- Que mañana
será un día duro. Tengo muchísimo que estudiar. Pero estoy convencida de que a
partir de ahora me será más fácil hacerlo.
Su
novio asintió. Siguieron caminando hasta que llegaron a la casa de ella. Allí
se despidieron. Después de saludar a su familia la joven subió a su cuarto.
Tras cambiarse de ropa siguió anotando en su diario. Lo cierto es que quedaba
ya muy poco para su vigésimo cumpleaños. Las hojas del calendario iban cayendo
rumbo a ese treinta de junio y ella no podía dejar de pensar en sus grandes
responsabilidades…
-Cada vez lo tengo más próximo.- Se
decía.- Y estos días de despreocupación y alegría están próximos a concluir.
Bueno, puede que la felicidad no deba sacrificarse por completo.- Pensó con más
optimismo.-
Y
llegó el gran día. Primero tuvo lugar la ceremonia de su mayoría de edad.
Evento que iba a compartir con sus amigas, dado que eran todas de la misma
promoción. Al menos la fiesta que celebraron el día antes era más suya. Fueron
sus padres los que insistieron en agasajarla y no pudo negarse. La joven lucía
muy hermosa con un largo vestido blanco palabra de honor que evocaba su traje
de soberana. Aunque era distinto y solamente sus amigas y Mamoru podían
percatarse obviamente de eso. Por su parte, Ikuko, Kenji y Shingo estaban allí.
El hermano menor de Usagi incluso parecía haberse tornado un joven bastante más
amable y cariñoso con ella, quizás debido a que ya tenía dieciséis años.
-Estáis todas muy bonitas.- Alabó el jovencito
que no se privaba de mirarlas bien, especialmente a Ami, por las que sentía una
especial predilección.- Parecéis unas auténticas princesas…
Eso
hizo sonreír a las chicas. La verdad, el hermano de Usagi había crecido mucho y
estaba hasta más alto que su padre. Los años le estaban transformando en un
apuesto jovencito. Hasta Makoto y Minako bromeaban con su amiga en alguna
ocasión, diciéndole con voz artificialmente melosa que, quizás, no estaría mal
que estrechasen lazos familiares con ella. Usagi siempre movía la cabeza y las
daba algunos capones. Pero en el fondo se reía de esa ocurrencia. Ahora fue
Ami, la que replicó a las gentiles palabras del chico.
-Gracias Shingo. - Sonrió amablemente
ella, que lucía un traje de fiesta de tono azul celeste.- También tú estás muy
guapo.
-No hay de qué.- Se apresuró a replicar
el muchacho.- Solo digo lo que es evidente a ojos de cualquiera.
-Vas a hacer que me ponga colorada. Tú
sí que vas elegante…estás hecho todo un hombre.- Afirmó Ami, haciendo que el
chico se ruborizase a su vez.-
Y es que vestía traje
azul marino con corbata roja, que le daban una apariencia incluso más varonil y
madura. No obstante, seguía siendo un muchacho y dando muestras de ello se
aproximó discretamente a su hermana y preguntó con un susurro.
- Oye, ¿Sabes si Ami sale con
alguien?...
-¿Que si Ami, qué?- Exclamó la joven
siendo silenciada de inmediato por su contertulio.-
-¡Chiis! No seas tan escandalosa. - Le pidió
el azorado joven.- Anda, dime. ¿Sabes si tiene novio?
-Bueno, pues, no sé. No lo creo. Sus
estudios de medicina la absorben por completo.- Pudo responder para mirar ahora
a su hermano y decirle con tintes maternales.- Y es demasiado mayor para ti…
-Pero eso se soluciona con un poco más
de tiempo.- Arguyó él.- ¿Y además, cuántos años puede tener, diecinueve? Si es
más joven que tú…
-¡Deja ya de decir bobadas! - Contestó
su hermana moviendo la cabeza.- Tenemos la misma edad.
-Ella los cumple el diez de septiembre y
tú…. el treinta de junio, creo. –Afirmó él para insistir con obviedad.- Es más
joven que tú…
-¿Te sabes su fecha de cumpleaños mejor
que la mía?- Casi se indignó su interlocutora.-
Su
hermano le devolvió una mirada algo apurada aunque enseguida se rehízo para
responder.
-Eso no importa ahora. Te prometo que
desde este mismo instante me acordaré perfectamente de tu cumpleaños y te
regalaré lo que quieras… pero trata de ver si tengo alguna oportunidad, ¡por
favor!
Aunque
la aludida movió la cabeza suspirando enternecida. Quiso ser más delicada
puesto que veía que el interés de su pobre hermanito era sincero. De modo que
declaró con tono suave y más bajo.
-Escucha. No es tan sencillo. Ella tiene
muchas obligaciones y una vida dedicada al estudio. No está interesada en
chicos…
-¿Es que ella es? - Se espantó el
muchacho.- ¡Le gustan las mujeres!- Fue capaz de añadir con visible zozobra.-
-¡Noo!, no he dicho que le gusten las
mujeres. No me dejaste terminar. - Contestó pacientemente su hermana.- Solo que
está muy ocupada y que, por ahora, los hombres no la preocupan hasta el extremo
de querer mantener una relación.
Eso
pareció aliviar a Shingo quién, simplemente volvió a susurrar.
-¡Por favor, hermanita!
-Haré lo que pueda.- Concedió al fin ella
para quitarse a aquel insistente muchacho de encima.- Pero no prometo nada…
Éste
pareció quedar satisfecho, al menos de momento. Usagi no perdió tiempo hizo un
discreto aparte con Ami y la comentó con cierta inquietud.
-Mejor no le des a mi hermano falsas
esperanzas….te lo pido por favor.
-¿A qué te refieres con eso?- Se
sorprendió su amiga.-
Y
tras poner al corriente en pocas palabras a su contertulia, la homenajeada
sentenció.
-Es muy joven todavía, y es mi hermano.
Sabes bien que no es posible.
-Yo nunca quise darle ningún tipo de señal
en ese aspecto.- Se defendió la azorada Ami.- Creía que aquello se le había
pasado hacía ya mucho. Si solamente era un niño cuando aquella vez en la playa…
-Bueno, pues lo dicho…- La cortó su
interlocutora ahora con genuina preocupación, para pedir con voz queda.-
Desanímale si debes hacerlo. No obstante, te agradecería que tuvieras cuidado
Es mi hermano pequeño. Tampoco quisiera que le rompieses el corazón.
Su
amiga asintió. Por supuesto que lo tendría. Ahora simplemente repuso con tintes
conciliatorios.
-El pobre solamente halagó mi vestido.
No puedo ser desagradable con él por eso. Ni tampoco tiene porqué significar
nada más que un cumplido.
Usagi
asintió admitiendo aquello. En realidad, las chicas llevaban vestidos con sus
colores más paradigmáticos. Rei ataviada con uno rojo, Minako con el tono
amarillo anaranjado y Makoto de verde manzana. Calzaban zapatos a juego y
ornamentos sencillos pero elegantes. Mamoru no desentonaba con su smoking.
Incluso para la ocasión llegaron algunas amigas más. Haruka Tenou, Michiru
Kaioh y Hotaru Tomoe. La primera con un traje masculino de color blanco y oro.
Las restantes con vestidos similares a los de sus compañeras. Verde mar, y
violeta respectivamente.
-Desde luego. Mi hermano se podría haber
fijado en Rei. Con lo borde que ella es cuando quiere se habría desencantado en
unos minutos.- Musitó resignadamente.-
Aunque todavía
faltaba una invitada más. Para sorpresa y alegría de Usagi que estaba perdida
en esas reflexiones, una voz femenina muy familiar la saludó a su espalda.
-Espero que hayamos llegado a tiempo a
la ceremonia.
-¡Setsuna! –Exclamó girándose para
reconocer a su amiga, que lucía un hermoso vestido de sedoso tono entre verdoso
y negro.- ¡Qué alegría!
La
mujer sonrió abrazándose de inmediato a la chica. Junto a ella un hombretón
realmente alto y fuerte, que llevaba un traje marrón oscuro con camisa crema y corbata a
juego. Su largo pelo castaño iba recogido en una coleta. Se mantenía en un
discreto segundo plano. Sin embargo, la anfitriona reparó pronto en él y fue a
saludarle.
-¡Lornd! Me alegro mucho de que hayáis
podido venir.
-Majestad. – Replicó él sonriendo y
tomando una de las manos de la joven para acercarla a sus labios en tanto se
inclinaba.- Muchas felicidades.
Parte 10
Aquello
no pasó desapercibido para el padre de Usagi quien se aproximó curioso. Al
darse cuenta el resto sonrió algo estúpidamente. Sin embargo Kenji saludó
preguntando.
-¿Quién es tu amigo?...
-¡Es, es americano! - Pudo discurrir su
hija de modo algo atropellado.-
-Vaya, con esa estatura debe de ser
algún jugador de baloncesto, como ese otro amigo tuyo. ¿No?- Inquirió el
periodista.-
-Es su hermano.- Contestó la joven.-
El atónito padre de Usagi no podía dejar de
mirar a aquel individuo que estaría aproximadamente en los dos metros de alto
por casi otros dos de ancho.
-Y usted, caballero. ¿De qué conoce a mi
hija?
-Soy el re…
-¡El representante deportivo de su
hermano Roy! - Interrumpió la muchacha con visible apuro.- Él nos lo presentó cuando fuimos a Nueva York,
a visitar a Ami… ¿Verdad?...
-Claro, claro. - Convino la aludida con
una sonrisita algo forzada.-
-Sí, es mi amiguete, ese jugador de
baloncesto de... ¿De qué equipo era, Ami?- Quiso saber con premura la apurada
muchacha.-
-¡Los Knicks!… eso.- Recordó ella de
inmediato.-
-Un honor conocerle.- Declaró Lornd
estrechando la mano de ese hombre.- Señor…
- Tsukino Kenji.- Le dijo él.- ¿Y usted
es?...
-Lornd de la estirpe Deveget…- Replicó
con orgullo aunque dejando atónito a su interlocutor.-
-Sí, los Deveget de Nueva York.- Se
sonrió Usagi con expresión algo tonta.- Una buena familia… de toda la vida de
allí, ¡ja, ja!…se toman muy en serio sus orígenes. Los americanos, que son así…
El
rey de los saiyajin se mantuvo en silencio tras escuchar aquello. Era
consciente de que no debía revelar su verdadera identidad y de que casi lo
había hecho. Usagi estaba hecha un flan, por suerte la elegante Setsuna acudió
en su ayuda. Sonriendo con amabilidad saludó al padre de su amiga y enseguida
comentó.
-Venimos de muy lejos, pero ha merecido
la pena. Estar aquí es para nosotros motivo de gran alegría. Su hija es una
persona maravillosa y una gran amiga.
-Ella es única para alegrar el corazón
de las gentes e infundirlas buenos sentimientos. La tenemos en una altísima
consideración.- Refrendó Lornd ya siendo más discreto.-
-Desde luego, me encanta que Usa-chan
tenga tan buenos amigos.- Afirmó su contertulio, alucinado por semejantes
invitados y los piropos que dedicaban a su hija.- Cariño. ¿Cuándo has podido
conocer a tanta gente? -Preguntó no sin asombro.-
-Muchas de ellas son de aquí.- Repuso la
joven añadiendo con tintes misteriosos y casi divertidos.- Y otros, bueno,
digamos que afortunadamente el destino les cruzó en mi camino.
Su
padre asintió, encogiéndose de hombros y comentando de forma desenfadada cuando
Ikuko le hizo una seña.
-Voy a ver si tu madre quiere algo. Está
muy emocionada y deseando verte mañana en la celebración oficial. – Y dicho
esto se despidió alejándose hacia su esposa.-
-Tu padre es un buen hombre.- Comentó
Setsuna.-
-Sí.- Añadió Lornd.- Se percibe con
claridad. Y no me extraña. Siendo el padre de la futura soberana del mundo.
-¡Mejor que no le digas eso o le daría
un ataque! - Sonrió la aludida para explicarle al saiyajin.- Mira. Mis padres
terrestres nada saben de quién soy en realidad. Todavía no es el momento. Ni
para ellos, ni para la Humanidad. No podemos mostrarnos aún.
-Comprendo. Lamento haberte puesto en un
brete.- Se disculpó su interlocutor.-
-No te preocupes.- Replicó animosamente
Usagi.- Lo que importa es que hayáis podido venir. Me habéis hecho muy feliz. Te
lo agradezco Lornd, siempre es un placer verte y con Setsuna tengo a todas mis
chicas aquí, conmigo. Pero contadme.- Les pidió con interés.- ¿Qué tal todo por
Nuevo Vegeta? ¿Cómo están Calix, Seira y el pequeño Eron?
-¡Seira tan inflexible y espartana como
siempre! - Rio Setsuna.- Ya sabes lo en serio que se toma sus funciones como mi
guardiana y consejera. Insistió en venir para escoltarme. Sin embargo, dije que no era necesario. Que la encargaba
del cuidado de mi hijo. Le pedí que le instruyera y protegiera en nuestra
ausencia. Lo tomó como un gran honor. Ya sabéis cómo es, me juró una vez más
que con su vida y todo eso…
-Su hermano Dariel es el Canciller y
rige el reino en nuestra ausencia. Y el esposo de Seira, Calix, le ayuda a
coordinar los contactos con nuestros aliados.- Añadió Lornd.-
-Y nuestro hijo está muy bien.- Sonrió
afectuosamente ahora Setsuna.- Grande y fuerte. Y bueno… dentro de poco tendrá
compañía…- Añadió acariciándose el abdomen.-
Sus
amigas se quedaron atónitas, enseguida las caras de asombro dieron paso a las
de alegría. Todas la felicitaron.
-¡Qué buena noticia!- Me alegro mucho
por vosotros.- Exclamó Usagi dando ambas manos a su amiga.-
-Y si es niña.- Declaró un satisfecho
Lornd.- La llamaremos como tú.
-¿Usagi Deveget?- Repitió la aludida
tratando de imaginar cómo iba a sonar aquello en la corte de los saiyajin.-
-¡No! - Se rio Setsuna, para aclarar
divertida.- Serenity. En honor a la reina más maravillosa de la Galaxia. Con tu
venia, claro está.
-¡Oh, yo!… ¡no sé qué decir! - Pudo
responder la emocionada muchacha.- Será un gran honor. Muchas gracias…por
acordaros de mí.
-Gracias a ti.- Repuso Lornd que dobló
una rodilla sin recato ante ella.- Ya te lo dije una vez, igual que a mi
esposa. Toma mi mano y mi vida también. - Sentenció ofreciéndola una suya.-
Usagi
la estrechó de forma algo vergonzosa, afortunadamente sus padres y su hermano
estaban ahora distraídos. Solamente sus amigos íntimos vieron aquello. El saiyajin
se levantó de nuevo y se alejó para charlar con Haruka, Hotaru y Michiru, con
las que se llevaba muy bien. En eso que otros dos amigos llegaron. Se trataban
de Zafiro y Petz, acudieron tras cerrar la tienda y retornar de su trabajo en
la Masters respectivamente.
-Querida Usa-chan, ¡muchas felicidades!
- La saludó Petz.-
-Sí, enhorabuena en tu mayoría oficial
de edad.- Añadió Zafiro.-
Los
dos acudieron muy elegantes, ella con un blazer de tonos verde oliva, él con
traje y corbata azul marino y camisa blanca. La mujer llevaba su característico
moño y él lucía un pelo corto aunque con algo de flequillo.
-Mañana quince de enero será la fiesta
oficial, el alcalde nos recibirá y tendremos que ponernos los kimonos.- Les
comentó Usagi.-
-Sí, espero que por fin hayas aprendido
a llevarlo en condiciones.- Terció la guerrera Marte que pasaba por allí y no
pudo resistirse a hacer ese comentario.- Mira que he intentado enseñarte veces.
-¡No te defraudaré mi queridísima Rei! -
Rio la interpelada.-
-La verdad es que, puestos a observar el
protocolo, deberías ser tú la que recibiera al alcalde. ¡Ja, ja! - Terció Petz
divertida.-
Setsuna,
Usagi, Zafiro y Rei se rieron por aquello. Las sailors enseguida le
pidieron a su amiga que las pusiera al
día. Ésta les comentó.
-Bueno, pues ya sabéis. En tu caso
Rei-chan, mi hermana Cooan y Tom siempre se acuerdan mucho de ti. Quieren que
vayas a verles a Portland.
-Y de nosotras… ¿Se acuerdan?- Intervino
jovialmente Ami que se acercó junto a Makoto y Minako.- ¿Qué tal estáis?-
Añadió con amabilidad.
-Bien, muchas gracias.- Repuso Zafiro
que respondió.- Pues hablé hace poco con mi hermano. Esmeralda y él están muy
felices. Por cierto. Queridísima Ami –chan, amigas. También me contó otra cosa.
Me encargó, Ami, que en cuanto puedas te pongas en contacto con Roy y Bertie. Claro
que piensan mucho en ti. Es más. Quieren saludarte lo antes posible.
Aquello sonó algo
raro. La propia interpelada les interrogó con un semblante más serio.
-¿Sucede algo malo?...
-No, ¡qué va! – Sonrió Petz que añadió.-
Tú haznos caso. Ami –chan…O mejor aún.- Se dijo pensativa al ver a Lornd.- Oye
Setsuna, ¿podría hablar con tu esposo un segundo?
-Claro.- Asintió ella.- Lornd, ¿Podrías
venir un momento, por favor?- Llamó de inmediato a su marido.-
Éste
se aproximó. Petz y Zafiro le saludaron a su vez y tras ponerse de puntillas la
mujer le cuchicheó algo al oído. El saiyajin escuchó atentamente, asintió
sonriendo con amplitud. Enseguida repuso.
-¡Dalo por hecho!
Y
se alejó para ocultarse en algún sitio desierto de gente. Entre tanto Makoto se
aproximó a su amiga Petz, tras darse un abrazo se pusieron a charlar de sus
cosas. Zafiro compartió conversación con Ami y Rei. Minako y Usagi se quedaron
allí, junto con Setsuna. Hablando de temas algo más intrascendentes.
-Espero poder ver a Esmeralda y a
Kaori.- Les comentaba la soberana saiyajin.- Hace mucho que no me pongo al día
de las tendencias en moda.
-Sí, con Esmeralda no podrías tener
mejor consejera. Su carrera en la casa Deveraux está cada vez más afianzada.-
Le contó Minako.-
-Hace poco que estuvo aquí con
Diamante.- Recordó Usagi afirmando divertida.- Incluso me tomó medidas para un
vestido. Su regalo de cumpleaños. Me dijo.
Pensaba
en aquello, subida a una especie de
tarima en tanto su antigua enemiga le colocaba alfileres para tomarle los
bajos.
-Ante todo no te muevas, Usa-chan.- Le
pedía la modelo.-
-Eso quiero, pero me ponen nerviosa los
alfileres.- Le confesó la chica.-
-Eres la futura reina de la Tierra y de
la Luna. Has derrotado a las mayores amenazas del Universo y ¿te asustan unos
alfileres? - Se sorprendió su interlocutora.-
-Sí…bueno... Tú no conoces a mi amigo
Son Goku. Él peleó contra los más terribles enemigos en su dimensión. Murió y
resucitó varias veces y hace unos entrenamientos terriblemente duros. Eso sí,
no le hables ni en broma de ponerse una inyección…en eso le pasa igual que a
Mamo-chan. ¡Podrían fundar un club de alérgicos a las agujas! -Replicó con tono
a medio camino entre el nerviosismo y la chanza.-
Y entre tanto miraba
con aprehensión como su contertulia iba colocando esos finos y afilados
elementos entre el dobladillo de la ropa.
-Por lo que Diamante me contó, ese
maestro suyo era de lo más peculiar, sí. - Concedió divertida, para insistir.-
¡Pero estate quieta!…Así no hay quién calcule bien el bajo…
Aunque
le costó lo suyo, también sentía algunas cosquillas que la hacía reír cuando la
abnegada Esmeralda le estaba tomando medias. Finalmente la joven se mantuvo lo
más estática que pudo. Por fin su sastre de lujo asintió con aprobación.
-Estupendo. Tengo tus medidas. En cuanto
pueda te arreglaré uno de los vestidos que estoy diseñando para la próxima
temporada. Creo que te sentará de maravilla.
-¡Muchas gracias! - Exclamó la muchacha
realmente encantada.-
-Gracias a ti. Majestad.- Sonrió su
interlocutora haciendo una inclinación.-
-¡Oh, dejad eso ya! No quiero que me
llaméis Majestad.- Protestó jocosamente la chica.- Aquí solamente soy Usagi
Tsukino…
Su
contertulia asintió para tomar la palabra en tanto ambas se sentaban alrededor
de una mesa.
-Lo único que sé es que, gracias a ti ,Diamante
y yo podemos estar juntos. Y somos muy felices.
-Bueno, fuisteis vosotros quienes
lograsteis volver con mucho esfuerzo. No tuve que ver en eso.- Se apresuró
a replicar la interpelada.-
-Tuviste todo que ver porque nos
inspiraste con tu bondad.- Declaró una emocionada Esmeralda ahora.- Me hiciste
recordar lo bueno que había en mí. Los recuerdos de la madre de Diamante y lo
que ella quiso para todos los habitantes de Némesis una vez. La unión y la paz con
la Tierra y la Luna. Te prometo que nunca lo olvidaré.
-Estoy convencida de que no lo harás.-
Sonrió afectuosamente la muchacha quién por unos instantes retomó su papel como
Serenity para sentenciar.- Y tanto tú como tu esposo seréis muy importantes en
el devenir de las cosas. Vuestra contribución será fundamental para alcanzar la
paz definitivamente.
-¿Qué debemos hacer? Tú solo dínoslo. Estaremos a tu servicio sin
dudarlo. - Se ofreció su interlocutora.-
-Por ahora disfrutad de la vida que tenéis
y ¿quién sabe? Puede que dentro de poco decidáis aumentar la familia….
Parte 11
Eso
hizo que Esmeralda se ruborizase visiblemente. Apenas sí pudo contestar.
-Creemos que todavía…es un poco pronto…con
todo el trabajo…
-Tomaos el tiempo que preciséis.- Sonrió
afectuosamente su contertulia añadiendo a modo de particular confesión.- Mamo- chan
y yo hemos pensado en hacer eso mismo. Hay muchas obligaciones que debemos
atender antes que ser padres.
-Pero, la Pequeña Dama…- Objetó
Esmeralda, alegando.- Ella tiene que nacer.
-A su debido tiempo la Pequeña Dama
vendrá a este mundo. Por ahora lo hace desde el futuro. Es más. A ver si puede
venir a mi fiesta de mayoría de edad.- Casi musitó para sí.-
-Lamentablemente nosotros no podremos
asistir. Tengo la semana de la moda de Milán y Diamante debe acudir a su
trabajo.- Se lamentó su interlocutora, quien no obstante agregó más
animosamente.- Pero te deseamos lo mejor.
-Os lo agradezco de corazón, amiga mía.-
Repuso Usagi posando una mano sobre las de su contertulia.-
Recordaba
eso cuando, efectivamente, una voz muy conocida se hizo escuchar a sus
espaldas. Aunque pertenecía a una jovencita quinceañera que estaba acompañada
otras cuatro de exóticos peinados.
-No pensarías que iba a perderme tu fiesta.-
Declaró esa recién llegada.-
Nada
más girarse Usagi sonrió. ¡Allí estaba! Su hija del futuro. Realmente hermosa y
muy crecidita ya. Tanto que hasta la superaba en altura. Venía junto con sus
propias guardianas las sailor Asteroides, quienes en sus identidades civiles,
lucían también unos elegantes vestidos.
-¡Chibiusa!...
-Muchas felicidades.- Sonrió la muchacha
casi sonando a modo de excusa.- Vinimos en cuanto pudimos.
-Enhorabuena, Majestad.- La saludó
Ceres, como era conocida formalmente.-
La
muchacha lucía un enrevesado peinado de tono fucsia y trenzas enroscadas en
círculos. Y su vestido era de tono azafrán.
-Sí. Qué chulo es tener una fiesta para
ti sola.- Afirmó Juno.-
Ésta joven tenía una
larga coleta verde elevada hacia arriba y vestía de ese color en tono manzana.
-Me encantan las fiestas. Son
divertidas.- Convino Palas.-
La muchacha lucía un
pelo más recatado que el resto, Aunque le colgaban cuatro largas hileras de cabello
azulado rematados en bolitas. Del mismo tono que su vestido.
-Bueno, no está nada mal.- Remachó
Vesta.- Con otra larga coleta rojiza que desafiaba la gravedad. Al tiempo que
lucía un vestido de tonos burdeos.-
Usagi
las saludó cariñosamente a todas, que, con algo de disimulo hicieron una leve
reverencia. Pese a que su interlocutora trató de disuadirlas con gestos de sus
manos dado que justo en ese instante se aproximaba Ikuko.
-Vaya hija, ¡cuánta gente ha venido a tu
fiesta!- Exclamó muy alegre al reconocer a Chibiusa. -¡Qué alegría verte por
aquí!-Se apresuró a decir.-
-Hola, mamá Ikuko.- Saludó la joven de
modo muy agradable puesto que adoraba a su técnicamente futura abuela.- Yo
también estoy muy contenta de haber podido venir.
-Sí, desde que tus padres te enviaron a estudiar
a Europa te hemos echado muchísimo de menos.- Se lamentó la mujer.-
Usagi
sonrió, eso formaba parte de la sugestión hipnótica que Chibiusa implantó en su
familia. Era el único modo de justificar sus ausencias, idas y venidas. Sin
embargo, Ikuko la miraba atónita y diciendo con admiración.
-¡Has crecido tantísimo! Ya eres toda
una mujer. ¡Es increíble! No me ha parecido que fuese hace tanto que te
marchaste.
-El tiempo pasa volando.- Terció Usagi
con tono divertido.- No te lo puedes ni imaginar, mamá.
-Y vosotras, ¿sois también amigas de
Usagi?- Quiso saber la madre de la homenajeada, dirigiéndose a las Asteroides.-
Al
unísono las jóvenes hicieron una educada inclinación. Palas como de costumbre
se adelantó con ese entusiasmo suyo que los años no habían conseguido domar.
Juntando ambas manos a la altura del pecho y exclamando.
-¡Usted es la madre de la reina en la
Tierra, es un honor!
Las
otras la miraron entre horrorizadas e incrédulas. Juno ya le estaba tapando la
boca, pese a sus protestas y Ceres enseguida sonrió trémulamente al darse
cuenta de la expresión de Ikuko y sobre todo, de las de Usagi y Chibiusa, para
acudir al rescate y matizar.
-¡De la reina de la fiesta que se
celebra en estas tierras, a eso se refiere mi amiga, ja, ja!
-Sí… es para nosotras un honor el haber
sido invitadas.- Añadió Vesta.-
-Somos compañeras de Chibiusa.- Se
apresuró a remachar Juno que todavía sujetaba a Palas tapándola la boca con la
otra mano.- Estudiamos con ella.
-Al decirles que iba a venir las invité
a que me acompañasen.- Pretextó la aludida llevándose una mano al cogote.-
Ikuko
sonrió divertida y asintió con aprobación, Juno había soltado al fin a Palas,
que enseguida recompuso su gesto al percatarse de las miradas del resto, sonrió
y saludó.
-Mucho gusto en conocerla, señora.
-Lo mismo digo. Sois unas chicas
encantadoras. Me alegra que seáis tan buenas amigas de Chibiusa.
-¡Muchas gracias!- Replicaron todas a
coro.-
La
madre de la festejada se alejó tras hacer una leve inclinación de cabeza.
Momento en el que Vesta le recriminó a su compañera.
-Para- Para, cómo se te ha ocurrido
decir eso. Nuestra soberana está de incógnito. Su familia de la Tierra ignora
quién es en realidad.
-Yo…Lo siento.- Pudo disculparse la
apurada chica bajando la cabeza.-
-Debes tener cuidado con tu ímpetu.- La
recomendó Ceres.-
-Pero Cere- Cere.- Se defendió la
azorada joven.- No lo dije con mala intención.
-Eso ya lo sabemos.- Suspiró Juno.-
-Cere- Cere, Jun- Jun, Bes -Bes. No os
enojéis con Para-Para. Por favor. - Sonrió Usagi añadiendo con ternura.- La
pobre solo trató de ser amable con mi madre.
-Claro. No ha pasado nada.- Añadió
Chibiusa proponiéndolas con animación.- Ahora vamos a pasarlo bien y a saludar
al resto de nuestros amigos.
-Desde luego que sí. Además, he visto a
camareros con bandejas de canapés.- Comentó Cere- Cere.-
-Pues yo me muero de hambre.- Afirmó
Jun-Jun.-
-Sí, ya va siendo hora de comer algo.-
Suscribió Para- Para.-
-¡Al ataque chicas! - Las arengó Bes- Bes.-
Todas
sonrieron dispuestas a ello con visible entusiasmo, tras felicitar una vez más
a su futura reina se mezclaron con los demás invitados. Usagi movió la cabeza
divertida. ¡Estas chicas nunca cambiarían! Las que fueran enemigas suyas del
Dead Moon Circus eran ahora las escoltas y amigas de su hija del futuro. Aunque
había que reconocer que en los últimos tiempos habían estado muy ocupadas
adiestrando y educando a Neherenia que volvía a ser una cría.
-Sí, se nos acumula el trabajo para
crear un mundo mejor. Hay mucho por hacer y precisamos de toda la ayuda
posible. – Suspiró.-
En
eso que Lornd retornó junto con algunos amigos. Usagi sonrió de inmediato al
ver a Bertie y a Cooan con sus respectivos esposos. Tras los abrazos de rigor
Beruche declaró
-¡Felicidades Usa-chan!
-Sí- añadió su hermana.- ¡Enhorabuena!
-Muchísimas gracias, chicas.- Replicó la
agasajada.- Y bien.- Quiso saber ahora con cierto tinte de interés.- Creo que
tenías algo que contarnos, Bertie. Tu hermana Petz y Zafiro no quisieron
decirnos nada. Ni a mí, ni a Ami.
La
cara de la aludida resplandeció con una gran sonrisa. Su esposo hizo lo propio
rodeándola con un protector brazo por los hombros. Entonces Usagi comprendió.
De inmediato llamó a su amiga y compañera Mercurio.
-¡Bertie, Cooan, Roy, Tom!- Les saludó
ésta última visiblemente feliz de verlos.-
-Bueno. Ahora sí que podrán decirte lo
que pasa.- Le susurró Usagi.-
Y
con la atención de todos, incluyendo a Setsuna y las otras guerreras, además de
Petz y Zafiro, Beruche sonrió tímidamente pero muy alegre y declaró.
-Estoy embarazada…
Aquello
fue un estallar de júbilo y parabienes. Todos sabían lo que eso significaba. Y
quién iba a ser el hijo de la pareja.
-Es maravilloso. Ahora os tendrá a los
dos para que le crieis.
-¡Desde luego! - Aseguró Roy que estaba
pletórico e incluso algo pícaramente malicioso al añadir.- Y…una cosa más.
Cubito cariño, díselo…
Su
esposa asintió y de inmediato se dirigió a su querida amiga, no sin emoción.
Ahora incluso hasta se le escapaban algunas lágrimas cuando dijo.
-Ami-chan. De no ser por ti y por las
otras yo… jamás hubiera tenido la oportunidad de ser feliz. Mi hermana Cooan y
tú me convencisteis de lo hermoso que era vivir y tener a tu lado a las
personas que te quieren. Me arrepentí hace mucho de las cosas tan pueriles que
dije. El amor no es una tontería…ahora que voy a ser madre lo percibo todavía
con más claridad…
-Así es.- Sonrió su amiga agregando con
mucho afecto.- Y me alegro muchísimo por ti.
Bertie
asintió dominando su emotividad a duras penas, para replicar…
-Por eso quiero pedirte, rogarte que,
cuando el niño vaya a nacer seas tú quien ayude a traerlo a este mundo. Para
que sepa que las guerreras del amor y de la justicia estarán siempre ahí cuidando
de él, como hacen con todos los habitantes de este planeta. Y, sobre todo… Roy
y yo queremos pedirte que seas su madrina.
Parte 12
En
esta ocasión, fue Ami la que no pudo evitar emocionarse y derramar algunas
lágrimas en tanto se abrazaba a su querida amiga.
-¡Oh! Bertie-chan…Es un gran honor para
mí. Acepto encantada. ¡Muchísimas gracias! Pero no soy católica., No podré
formar parte del rito del bautismo de vuestro hijo.
-El honor es nuestro.- Intervino
afectuosamente Roy.- No te preocupes, sé que no eres católica. Pero no importa.
No hace falta ningún rito para que seas de la familia. Y nuestro hijo tendrá la
mejor mentora del mundo en ti.
-Muchas gracias.- Sonrió la emocionada
Ami.-
- Lo que ha dicho mi esposa es cierto. Somos
nosotros los que debemos daros las gracias por todo lo que habéis hecho por
nosotros.- Respondió Roy.-
-Sí. Así es.- Convino Cooan.-
-Bueno.- Se sonrió Rei mirando divertida
a su amiga.- Pues a ver para cuando os toca a vosotros.
Tom
y su mujer se ruborizaron entre las risas de los otros. Pero enseguida
sonrieron. Por supuesto que Cooan tomó de las manos a Rei y afirmó
tajantemente.
-Cuando eso suceda, tú serás la primera
en saberlo y, por supuesto, queremos rogarte que aceptes ser la madrina de
nuestros hijos. Ya lo sabes.
-Para mí será motivo de una inmensa
alegría.- Sonrió ampliamente Rei, que ahora no pudo evitar emocionarse a su vez
y adoptar un tono lleno de cariño.- Gracias, Cooan-chan.
-Gracias
ti. - Replicó su emocionada amiga sentenciando.- De no ser por tu
bondad, tu confianza y apoyo jamás lo habría conseguido. Hiciste que creyese en
mí misma, que recobrase la esperanza en el futuro. ¡Me diste la vida, mi
querida amiga!
Turno
de la pobre Rei para que se le saltasen las lágrimas. Usagi sonrió. En el fondo,
pese a su mal genio y tantas broncas que tenían las dos, su amiga era un pedazo
de pan. Pese a que muchas ocasiones la joven fuese arisca o tratase de
aparentarlo, poseía un corazón de oro. Ella salvó a Cooan del infierno en el
que vivía y la ayudó a comenzar de nuevo más que nadie. Después eso hizo posible
que el resto de las hermanas viesen la luz.
-Sí… todo aquello debía de suceder…-
Meditó Serenity volviendo de aquellos recuerdos.- Entre otras cosas me ha
enseñado a apreciar a mis amigas como las maravillosas personas que son.
Pensó en eso, sentada
en aquel sillón de cómodo cuero en el que se hundía. Pasó alguna página más del
diario para releer. Al día siguiente aconteció esa fiesta con algunos
familiares de las chicas que también asistieron, los padres de Ami, los de
Minako, Yuuichirou, el abuelo de Rei…incluso el padre de ésta. La única que no
tenía familiares fue la pobre Makoto. Pero la chica no se puso triste por eso.
Tanto sus amigas como Petz y Zafiro estuvieron a su lado como si de hermanos se
tratasen. Pasó el tiempo, algunos años más con batallas y demás ocupaciones.
Sus amigos fueron teniendo hijos. Roy y Bertie dos, Tom y Cooan, tres, Zafiro y
Petz otros dos, Diamante y Esmeralda tuvieron una niña. Además de Mimette y el
hermano de Tom, Daniel. Por otro lado Kaori y el profesor Tomoe…Nephrite por su
parte fue padre de dos con su esposa Amanda y Ail y Ann, que visitaron
esporádicamente la Tierra, añadieron a otra cría a su anterior hijo. Incluso
Serenity sabía muy bien el paradero de Karaberasu y que fue madre de dos hijos.
Aquello le costó una agria disputa con Minako. Le dio orden tajante de no
intervenir, pero su amiga no pudo obedecerla. Por una parte poniéndose en su
lugar lo comprendía, pero en justicia se vio obligada a castigarla a ella y a
Artemis, que le brindó ayuda. Por fortuna todo eso quedó atrás y se
reconciliaron. Tras un tiempo amargo entre ambas las cosas fueron al fin como
antes.
-Bueno, quizás no del todo.- Suspiraba
ahora en tanto pasaba más páginas.- Es
esa maldita razón de Estado.- Se lamentó.- Te obliga a actuar de formas en las
que jamás lo harías de no tener semejantes responsabilidades…
Pero
alegró su semblante. Enseguida vio un apartado que rezaba, Navidades. Sonrió. Esas fueron unas bastante divertidas.
Como acababa de leer sus amigos ya eran padres de numerosos vástagos y cada uno
de ellos se reunía con sus propias familias. Pero las guerreras solían ir a
verles aunque fuera por un día o dos, para compartir algunos momentos con sus
respectivos ahijados. Usagi les preguntaba a ellas y al mago Landar, que le decía
cosas que ni sus amigas podrían conocer, extraídas de un libro muy especial, el
llamado el Libro de los Días. Después anotaba esas peripecias. Incluso en el
caso de Minako, a la que dijo que podía ir a ver a Kalie y los niños pero de modo discreto. Así tomó ese apartado y leyó…
Especial Navidad.
Esa mañana nevaba y nevaba… aquellas
eran unas Navidades realmente blancas…Roy sonrió entusiasmado. Tenía muchas
ganas de sacar a los niños al jardín y hacer un muñeco de nieve bien grande.
Estarían al llegar, fueron con Bertie al centro comercial para hacer algunas
compras navideñas. Por suerte su equipo no jugaba. Tendría dos días para
disfrutar de la familia antes del siguiente partido. Ya se imaginaba la escena
cuando llegaran…Esperó hasta que al fin oyó el sonido de la puerta al abrirse.
La primera que entró corriendo fue la pequeña Kerria.
-¡Papi! –Exclamó entusiasmada en tanto
él la recibía tomándola en brazos y levantándola.- Hemos comprado muchas cosas.
-¡Qué bien cariño! A ver ¿Qué habéis
comprando, eh? - Sonrió él que la miraba embobado.-
No era para menos, era
una niña preciosa. Con esos enormes ojazos verdes como los de él y ese pelo
castaño claro, casi rubio, peinado con una trenza igual que la de su madre y
esos nueve años que aun mantenían toda la inocencia infantil. La cría enseguida
relató emocionada.
-Mami ha comprado mucha comida, y dulces…
y algo de ropa… y adornos para el árbol. ¡Esos lo he elegido yo!…
-Serán tan bonitos como tú.- Repuso cariñosamente
su padre. Dándola un beso en la mejilla para dejarla en el suelo.- O casi…
-Hola papá.- Saludó Leval, que con sus
once años y medio, ya era más contenido y reposado que su hermana menor.- ¿Ya
terminaste de jugar?
-Sí, hijo. Hasta la próxima semana no
tendremos partido. – Afirmó él.-
-Entonces podrás pasar la Nochebuena y
la Navidad con nosotros.- Sonrió el niño.-
-¡Claro!- Aseguró su interlocutor
devolviéndole la sonrisa en tanto le mesaba el pelo.- Cuenta con ello.
-Este año estaremos todos juntos por más
tiempo.- Intervino Bertie que entraba también en el comedor.- Ya iba siendo
hora.
-Me gustaría ver también a los primos
Alan y Lance y a la prima Idina, como el año pasado. Y a Nehie. – Comentó
Kerria.-
-Este año no podrá ser, cielo. Tus primos
pasaban las fiestas con sus abuelos, sus tíos y su prima Mimí. - Le comentó su
madre.-
Kerria
torció un poco el morro, pero ¡qué se le iba a hacer! Estaba contenta de todos
modos. Iban a decorar un árbol grandísimo y su entusiasmo creció cuando su padre
les propuso a ella y a Leval con tono jovial.
-Y después de comer haremos el muñeco de
nieve más grande del barrio.
-¡Eso será genial!- Afirmó Leval deseoso
de emprender semejante obra.- Luego le haremos fotos. Para tener la prueba.
-¡Y le pondremos una zanahoria por nariz!
Como el que hicimos con la tía Connie el año pasado.- Añadió la más que
eufórica Kerria.-
-Y vuestra madre nos podría ayudar.- Se
sonrió pícaramente Roy afirmando divertido.- ¿Verdad cariño? Eso de la nieve no
guarda secretos para ti…
-Mejor no molestaros en vuestros
quehaceres.- Se rio Beruche quien afirmó ya más seria.- Pero eso será después
de comer y si salís bien abrigados.- Y ante el asentimiento de los dos críos,
ella sonrió nuevamente agregando, más bien para aludir a su esposo.- Me refiero
a los tres…
-¡A la orden, cubito! - Repuso su marido
poniéndose firme y saludando de forma cómica.-
Bertie
volvió a mover de nuevo la cabeza entre resignada y divertida. En eso estaba
cuando se escuchó el timbre de la puerta…
-¡Voy a ver quién es! – Se ofreció
Kerria con entusiasmo.-
-Espera hija, mejor será que vaya yo.-
La detuvo su madre.- Sabes que no me gusta que abráis a posibles desconocidos.
Y
así, haciendo gala de precaución fue la propia Bertie quien se aproximó y dio
un vistazo por la mirilla Enseguida su rostro se iluminó con una gran sonrisa.
No tardó en abrir.
-¡Felices fiestas, familia!- La saludó
una conocida voz femenina.-
-¡Madrina Ami, madrina Ami! – Exclamó
Kerria corriendo a abrazarla.-
La
mujer sonrió con ternura dejando que la cría se llegara hasta ella y casi
chocase con la cabeza contra su pecho. Adoraba a sus ahijados y le hacía mucha
ilusión poder visitarles, más en esas fechas.
-¡Qué bien! Qué Navidades tan buenas.-
Afirmaba la pequeña realmente contenta.-
Su madrina enseguida
la rodeó con sus brazos y repuso con una expresión radiante.
-Me alegro muchísimo de veros, cariño.
-¡Madrina! - La saludó Leval yendo
también a su encuentro con visible contento.-
El
niño ya era casi tan alto como ella. Ami se sentía realmente encantada al ver
crecer a sus dos ahijados de ese modo, llenos de ilusión y con unos corazones
tan puros. Desde luego los desvelos de todos, comenzado por los padres de
aquellos niños, habían merecido la pena. Abrazó a ambos con mucho afecto y tras
separarse la recién llegada recogió unas bolsas que había traído y que
reposaban en la entrada.
-¡Qué sorpresa! Pasa por favor.- Le
pidió Beruche tras abrazarse a ella también.- ¿Cómo has podido venir? No te
esperábamos…
-Mi doctora favorita. – La saludó Roy
con otro abrazo.- ¿Qué tal estás?
-Estupendamente.- Afirmó la muchacha que
les contó, una vez la hicieron pasar y colgaron su abrigo de gruesa lana blanca
en el perchero del recibidor.- En un par de días vuelo a Japón para ver a mis
padres. ¡Estas fiestas las van a pasar juntos! Es todo un acontecimiento y no
puedo faltar. Pero antes me dije que sería estupendo poder veros.
-Sin embargo, tendrás tiempo de cenar
con nosotros por lo menos hoy y pasar el día de mañana aquí.- Le ofreció
Bertie.-
-De eso no tengas ninguna duda.- Asintió
la interpelada.- ¡Ah! Lo olvidaba.- Sonrió reparando en esas bolsas que había
traído.- Para vosotros. Feliz Navidad.
Ami
sacó de las mismas unos paquetes envueltos y rematados en lazos que fue
distribuyendo entre sus amigos. Ellos los observaron con perplejidad.
-No tenías que haberte molestado.- Pudo
decir Bertie entre agradecida y apurada.- De haber sabido que vendrías
hubiéramos buscando algo para ti…
-No te preocupes por eso. Y no ha sido
ninguna molestia.- Afirmó la aludida.-
-Eso se arregla rápido. - Afirmó Roy.-
Algo habrá que podamos regalar a nuestra hada madrina favorita.
-De verdad. No tenéis que hacerlo. -
Sonrió la aludida, remachando. - Me basta con veros tan felices a todos.
Por
supuesto mientras los adultos mantenían esa conversación los críos estaban
deseosos de abrir sus regalos. Leval, algo más formal, pidió permiso a sus
padres y estos asintieron sonrientes. El muchacho desenvolvió aquello y sacó
una caja de la que extrajo un pequeño telescopio.
- ¡Guau! –Exclamó encantado. - Es lo que
yo quería…muchas gracias madrina Ami.
-Espero que puedas ver muchas estrellas
con él, cariño…- Sonrió su interlocutora para decirle con tono afectuoso. - A
mí siempre me han gustado los astros. Recuerdo un buen amigo y antiguo
compañero de instituto con el que fui a la casa de uno de nuestros profesores
una vez, a observar un cometa…
Recordaba
a Taiki, o mejor dicho, sailor Star Maker. Ahora, tanto ella como sus
compañeras Star Light estaban en el planeta Kinmoku, sirviendo a su princesa,
la elegante y bondadosa Kakyuu.
-¡Qué recuerdos!- Musitó Ami, comentando
eso con sus amigos.-
-Nos has hablado de esas guerreras en
alguna ocasión.- Respondió Bertie discretamente.-
-¿Hace mucho que no os veis?- Quiso
saber Roy.-
-Bastantes años.- Admitió Ami.-
-¡Ojalá pudiera llevaros hasta allí,
pero no conozco sus energías.- Se lamentó él.-
-No te preocupes, solamente divagaba un
poco, al hilo de mis recuerdos.- Sonrió Ami, observando complacida como su
ahijado estaba ya examinando su regalo.-
Por su parte la
pequeña Kerria no tardó tampoco en abrir el suyo, aunque rompiendo el papel con
celeridad. Encontró un pequeño karaoke…
-¿Qué es esto?- Quiso saber algo
desconcertada.-
-Es un karaoke, cielo. Para cantar.-
Sonrió su madre.-
-¡Qué bien! Así podré cantar las
canciones de Minako.- Dijo con patente entusiasmo.-
-Mi hija es una fan.- Le contó Roy
divertido.-
-Cuando Mina-chan venga por aquí, espero
que podáis llevarla a uno de sus conciertos.- Repuso Ami mirando con ternura a
su ahijada.- Se alegrará mucho de veros.
La
cría ya estaba tratando de hacer sonar el micrófono. Aunque fue su padre el que
pacientemente le explicó sin reprimir una sonrisa. Realmente su hija era tan
impaciente o más que él.
-Tienes que ponerle las pilas primero. O
enchufarlo, cariño. Sino no funcionará.
-Papá, ¡ponlo por favor! - Le pidió
llena de expectación.-
-Creo que viene con alguna canción de
Minako grabada.- Le comentó Ami tan divertida como Bertie en tanto observaban a
la niña.-
- Eso de querer ser cantante es nuevo.
Antes querías ser princesa.- Se sonrió la madre de la pequeña.-
-Eso de ser princesa es para las niñas
pequeñas.- Replicó indiferentemente la aludida.-
Bertie
se rio. ¡Si eso sucedió hacía un año exactamente!...En fin, sus hijos crecían
deprisa. Entre tanto Ami le comentó a ella.
-Abre el tuyo.
La
interpelada no se hizo de rogar. Era un paquete compacto y descubrió un
teléfono móvil dentro. Lo miró atónita para decir.
-Este modelo parece muy avanzado.
-Sí. Es lo último en tecnología.- Afirmó
su amiga.-
-Muchas gracias Ami-chan. De veras. Lamento
no tener nada para ti.- Repitió Bertie algo envarada.-
-¡Bromeas! – Se rio la doctora mirando a
su alrededor.- Fíjate en todo esto.- Le comentó a su atónita amiga.- Es cuanto
podría desear…
Leval
estaba instalando ya el telescopio en una ventana. Kerria y Roy se afanaban en
poner a punto el karaoke. Y entonces la invitada manifestó con ternura.
-Tienes una estupenda familia de la que
me has dejado formar parte. Ese es el mejor regalo que me podrías haber hecho
nunca.
Ambas
mujeres se dieron un abrazo lleno de afecto y por fin Ami le pidió a Roy que
abriera su regalo. El chico no se hizo de rogar. Tenía también mucho interés. Y
en verdad que era como su hija de impaciente a la hora de rasgar el papel del
paquete lo que le valió la reprimenda de su esposa en medio de las risas de su
invitada.
-¡Mira que te he dicho que seas más
cuidadoso! - Le amonestó con humor.-
-Es que tengo ganas de ver lo que es,
cubito.- Se excusó él.-
Finalmente
lo abrió para encontrarse con un aparato algo extraño, Ami enseguida le
comentó.
-Sirve para medirte las pulsaciones y tu
nivel de fuerza. Está especialmente calibrado para ti. Lo han desarrollado en la Masters Corporation.
Te lo envían Zafiro y Diamante. Con saludos de su parte.
-¡Vaya con esos dos hermanitos! - Se rio
el chico llevándose una mano al cogote.- Y yo que siempre les estoy haciendo
bromas. Tendré que llamarles para darles las gracias. Y muchas gracias a ti
también, Ami.
-¡No hay de qué! - Se rio a su vez la
interpelada.-
-Y claro está. Enviar felicitaciones a
ellos, a Nephrite y a Amanda. Y me gustaría mandarles alguna a Ail, Ann y a su
hijo. Desgraciadamente no va a ser posible.- Comentó llevándose una mano a la
barbilla.- Eso de que estén en otro planeta…. Y por supuesto, no me olvido del
paleto de Kansas y señora. ¡Ja, ja! - Rio y con él ambas mujeres.-
-Anda, déjate de decir bobadas como de
costumbre y ayuda a tu hija con ese aparato. Ya me ocuparé yo de mandar un
mensaje a mi hermana y a Tom.- Repuso Bertie.-
-Muy bien cubito. Enseguida lo
instalamos….-Aseguró cordialmente él.-
Así lo hizo y una vez
estuvo listo el karaoke se animaron a
cantar algo. Sobre todo con su hija, haciendo que la niña se riera mucho
con su padre, cuando éste ponía voz de falsete tratando de imitar al ídolo de
la juventud, Minako, cuando acompañaba una de las canciones de esta que, en
efecto, estaban grabadas en la memoria de ese aparato.
Siempre ahí,
antes del amanecer,
a Venus, nosotros
en el cielo la encontramos,
Nuestro amor, secreto
se esfumará,
tan veloz, sin
poder contarlo jamás a nadie.
Al suspirar, los
vientos cambiarán,
mi corazón, a las
estrellas va,
Extrañamente
estas fugaces emociones también,
Renacerán en el
futuro.
La pequeña Kerria daba palmas entusiasmada,
junto con su padre, en tanto Ami y Bertie se reían. El único que no estaba
pendiente de eso era Leval, que trataba de ver algo por el telescopio aunque
fuese aun de día…
Cogidos de la
mano al amanecer,
estábamos siempre
tú yo,
Eso nunca lo
olvidaré,
así que algún día
abrázame.
Porque te amo
siempre te amaré,
Mis lágrimas
esconderé,
Porque tal vez
pueda encontrar un nuevo amor,
Templando a
Venus.
Siempre en la
ventana estaba yo,
para verte pasar,
sabía que tenías novia,
el aroma, de
flores sobre mí,
Sostén fuerte,
mis sentimientos,
Extrañamente
estás intensas emociones,
también se
completan en flores otra vez.
En el anochecer
contigo siempre,
Irradiante
sonrisa irá,
mañana de nuevo
otra vez,
mi sonrisa cada
día brillará.
Y para siempre ya
te olvidaré,
Mis lagrimas se
han ido ya,
De nuevo yo
encontraré un nuevo amor,
Templando a
Venus
Estas fugaces
(fugaces) emociones (emociones)
tan extrañas (tan
extrañas),
renacerán de
nuevo otra vez
Cogidos de la
mano al amanecer,
estábamos siempre
tú yo,
Eso nunca lo
olvidaré,
así que algún día
abrázame
Porque te amo
siempre te amaré,
Mis lágrimas
esconderé,
Porque tal vez
pueda encontrar un nuevo amor,
Templando a Venus.
(Sailor Moon. Venus
Route. Crédito al artista)
Al poco Beruche les
llamó a la mesa. Dócilmente ocuparon sus lugares. No tardaron en comer en buena
armonía y luego Roy cumplió su palabra. Todos juntos y abrigados salieron al
jardín. Los críos comenzaron a amontonar nieve con entusiasmo. Su padre les
dirigía con las risas de Ami y Bertie de fondo.
-¡Vamos chicos! Hay que poner más nieve.
Esto será un gran monumento.
-¿La aplastamos, papá?- Quiso saber
Leval, añadiendo tan técnicamente como si de un ingeniero se tratase. - Tiene
que tomar solidez…o el muñeco se desmoronará.
-Es cierto.- Convino Ami que alabó al
niño.- Bien pensado.
-¡Así lo podremos hacer muy grande! - Afirmó
una encantada Kerria.-
La niña recogía
puñados de nieve con sus manitas para depositarlos en esa gran masa que estaban
formando.
-Muy bien. ¡Os está quedando genial! -
Sonreía Roy viendo el trabajo llevado a cabo por sus hijos.- Bueno chicas, no
os quedéis mirando así…-Añadió jocosamente en tanto se levantaba e imitaba las
poses de uno de los ataques de la Guerrera Mercurio y luego otro de la Dama del
Hielo en tanto exclamaba.- ¡Nos vendría bien una ayudita!
Bertie
y Ami no pudieron evitar reírse y mover la cabeza. ¡Ese hombre nunca cambiaría!
Siempre amigo de las chanzas y los guiños de complicidad. Por fortuna los niños
eran totalmente ajenos a eso. Finalmente completaron un muñeco de dos metros de
alto con bufanda y por supuesto, zanahoria por nariz, que la visiblemente feliz
Kerria tuvo el honor de colocar. Leval por su parte le puso dos piedras negras
por ojos y dibujó una sonrisa en la cara de aquel enorme bloque nevado.
-Hay que sacar fotos de inmediato. Lo
podríamos presentar al concurso de muñecos del barrio.- Afirmó Roy.-
-¿Hay un concurso de muñecos?- Quiso
saber la atónita y esperanzada Kerria.-
-Bueno, lo acabo de convocar.- Rio su
padre que afirmó divertido.- Y como somos los participantes primeros y únicos.
¡Ganaremos seguro!
-¡Bieen!- Exclamó la pequeña.-
-Papá. Eso no tiene mérito.- Rebatió en
cambio Leval.-
-Bueno hijo. No se puede tener todo.-
Bromeó nuevamente el interpelado.-
Su
esposa y su amiga Ami se troncharon de risa al oír aquello. Y Bertie estrenó su
nuevo móvil que hacía unas fotos realmente buenas. Tras retratar al muñeco y a
la familia la muchacha comentó encantada.
-Se ha quedado una tarde muy buena pero
enseguida anochecerá. Será mejor que entremos.
Convinieron en ello y
tras cambiarse de ropa y quitarse el frío, cenaron todos juntos….
Parte 13
-¡Me alegro mucho por Ami-chan! - Se
dijo la reina en tanto terminaba de leer eso. De hecho, no sucedía nada
especial. Su amiga la princesa de Mercurio compartió una entrañable velada con
sus queridos amigos y sus ahijados. Y después las dos amigas disputaron su
tradicional partida de ajedrez en tanto Roy y los críos jugaban por ahí. Por
una vez nada de monstruos, batallas, problemas o retos que vencer.
-De vez en cuando nos merecemos pasar
unos días tranquilos. Sin enemigos, ni amenazas. A ver qué hizo Rei…- Pensaba en tanto volvía
la página.-
Aquí
leyó que, al menos en lo meteorológico, las cosas eran iguales. Nevaba bastante
en Kansas. El exterior de la casa de los Rodney estaba cubierto de un manto
blanco y consistente. La nieva crujía bajo las pisadas. Un coche llegaba
haciéndose escuchar desde la lejanía. El ruido de su motor iba acercándose.
Entonces se detuvo. Un monovolumen rojo estacionó cerca de la casa. Las puertas
se abrieron. Dos figuras de personas adultas emergieron del interior.
-Vamos niños, tenemos que sacar las
maletas.- Indicó una voz femenina.-
Tres
críos, dos chicos y una niña algo más pequeña, bajaron raudos. Tras abrir el
maletero ayudaron a un hombre a sacar el equipaje y después cada uno llevó su
pequeña maleta con ruedas hacia la casa. La puerta de ésta se abrió y una mujer
ya entrada en años y de pelo cano salió para exclamar.
-¡Niños! ¡Alan, Lance, Idina!
-¡Abuela Sarah! – Exclamó la pequeña
corriendo con su maleta hasta llegar al lado de la anciana.- Hola…
La
mujer abrazó muy cariñosamente a la cría y después al resto de sus nietos. Los
dos adultos llevaban también sendas maletas, se miraron y sonrieron. Fue el
chico quien saludó con afecto.
-Hola mamá, ¡feliz Navidad!
-¿Qué tal estáis, Sarah?- Saludó la
chica a su vez.-
-¡Constance!, ¡Tommy, hijo! - Replicó la
mujer con evidente alegría, para agregar de inmediato, con algo de preocupación.-
Anda pasad, que fuera hace frío.
La muchacha sonrió.
Su suegra siempre la llamaba así. Tal y como Sarah decía, haciéndola siempre
sonreír, el nombre de Cooan era demasiado raro para que pudiera pronunciarlo
bien un cristiano. Aunque ahora era cuestión de centrarse y hacer caso de
aquella sugerencia. No se hicieron mucho de rogar, en efecto, la nevada había
cesado y un gélido viento había comenzado a levantarse. Tras entrar otras caras
familiares les saludaron. El padre del recién llegado, William, un hombre recio
de bigote y pelo cano, estrechó entre sus brazos a su hijo, saludó también
efusivamente a su nuera y por supuesto abrazó tiernamente a sus nietos.
-¿Tuvisteis buen viaje, Tom?- Quiso
saber con afabilidad.-
-El vuelo hasta aquí no estuvo mal. Aunque
no pudimos traer el coche.- Replicó el interpelado.-
-Pues no lo hemos notado. Alquilamos uno
que es igual que el nuestro.- Añadió Cooan.-
-Ya me parecía a mí que ese coche me era
muy conocido.- Declaró otra voz de hombre que surgió junto a su dueño, de una
habitación contigua.- ¿Qué tal todo?
-¡Dany!- Sonrió Tom abrazando enseguida
a su hermano.-
El
aludido sonrió a su vez, en tanto una mujer de cabello color oro viejo, casi
tirando a anaranjado y media melena algo rizada hasta la base del cuello, salía.
Llevaba unas gafas redondas y tomaba de
la mano a una chiquilla de media melenita morena de ojos dorados como los suyos.
-Hola tíos, hola primos.- Dijo esa cría muy
contenta.-
-Hola Mimí.- La saludó afectuosamente
Cooan.- ¡Qué grande estás!
La
cría que tendría unos ocho años más o menos se ruborizó. Enseguida corrió a
saludar a su primita.
-¡Idina!
Las
dos niñas se dieron un cariñoso abrazo ante las sonrisas de sus padres y
abuelos. Pasaron unos minutos de conversaciones y saludos entre todos hasta que
los recién llegados dejaron sus cosas en sus habitaciones.
-Por suerte la casa de mis padres
siempre fue muy grande. Y cuando hicieron la reforma hace unos años incluso la
ampliaron.- Le comentaba Tom a su esposa en tanto sacaban la ropa de las
maletas en su habitación.- Ahora cabemos todos muy bien.
-Sí.- Asintió Cooan, recordando.- Una
habitación para tus padres, otra para nosotros, la que ocupan Daniel y Mimette,
la de Alan y Lance y la que comparten Idina y Mimí.
-¡Y todavía queda otra además del salón
y cocina!- Afirmó su marido.-
Bueno,
en realidad, era una cocina típicamente americana, que formaba un todo con el
salón. Allí harían vida en común. Ahora tocaba reunirse en familia para la
cena. Aunque antes los críos por su parte ya estaban jugando divertidos. Los
hermanos Alan y Lance salieron, según ellos, a explorar. Su madre insistió que únicamente
podrían hacerlo si iban bien abrigados. Al poco el abuelo Will fue con los
chiquillos para cerciorarse de que no se metieran en problemas. Las niñas entre
tanto jugaban juntas con la muñeca de Idina (del mismo nombre que su primita) y
algunas cosas que Mimí había traído. Junto a ellas estaban la abuela Sarah y
sus madres. Las adultas hablaban de sus cosas cuando una de las niñas llegó con
una pregunta algo inquietante. Era Mimí que pareció haberlo estado hablando con
Idina.
-Mami.- Le preguntó a Mimette.- ¿Por qué
hay gente mala?
-¿Que por qué?.. ¿A qué viene esa
pregunta, cielo?- Se sorprendió la mujer.-
-Idina me ha contado que el año pasado
ella y su prima Kerria jugaron con una niña muy simpática. Pero que vivía en un
reino de la Luna. La vieron a través de un espejo que solo permitía a la gente
buena hablar con ella. Y como yo no la he visto...- musitó entre preocupada y
entristecida.- ¿No seré mala, verdad?
-No, cariño. Tú eres una niña muy
buena.- Se apresuró a decir amorosamente su madre en tanto le acariciaba ambas
mejillas.-
-¡Qué cosas tienen estas niñas! – Se
sonrió Sarah, sentenciando. - Menuda imaginación. Serán esas cosas que ven por
la televisión.
-No pasa nada, Mimí.- Añadió
solidariamente la pequeña Idina.- Mi mamá no la vio por el espejo, y ella es
buena, como la tía Bertie y tu mamá, la tía Mimette.
-Claro, nosotras somos muy buenas. ¿A
que sí?- Sonrió la cría, mirando a su madre esperanzada.- Por eso Santa Klaus
nos va a traer muchas cosas. Soy buena
como mi mamá.
Mimette
trató de sonreír, aunque sus labios temblaban. Al instante se levantó de la
silla que ocupaba tratando de sonar jovial.
-Creo que se me ha metido algo en el
ojo, voy a lavarme….
Se
alejó caminando deprisa, las crías no le dieron mayor importancia, Cooan le
pidió a su suegra que las vigilase un momento y fue tras su cuñada.
-¡Mimette!- Tocó a la puerta, para
insistir.- Soy yo, Cooan…
La
puerta no estaba cerrada, la mujer entreabrió descubriendo a la joven. Mimette
estaba llorando apoyada en la pila del lavabo.
-¿Qué te pasa?...-La preguntó
sorprendida y algo alarmada. -¿Te encuentras mal?
Su
interlocutora sonrió enjugándose las lágrimas y movió la cabeza para responder
con voz queda.
-Mi hija es tan dulce y maravillosa. Es
inocente… si algún día llegara a descubrir quién era yo… ¡y las cosas que hice!…
¿Qué podría pensar de su madre?
Cooan
la abrazó enseguida, en tanto su amiga y pariente se deshacía en llanto una vez
más en tanto gemía.
-¿Cómo podría explicarle?... ¿Cómo le
diría que yo sí que era mala? ¿Cómo se lo dirías tú a tus hijos, Cooan?...
-Espero no tener que hacerlo nunca.- La
animó la interpelada separándose de ella
para añadir.- Ni tú tampoco. Vamos, es Navidad y toda la familia está aquí,
unida. Lo que hiciste hace mucho tiempo ya que está pasado, olvidado y
perdonado, Mimette. No te atormentes por ello ahora.
-Todavía pienso en mi hermana Eudial y
en sus deseos de venganza. Estaba en su derecho.- Sollozó la joven.- ¡Pero mi niña
se vio involucrada en medio! ¡Por mi culpa!
-Escúchame.- Le pidió afectuosamente
Cooan posando sus manos sobre los hombros de su interlocutora.- Todos tenemos
un pasado del que arrepentirnos. Lo hemos hecho y pasamos página. Ahora eres
una buena persona y una madre estupenda. Dany te quiere muchísimo y nuestros
suegros te adoran. Y por si fuera poco trabajas en la Masters Corporation con
el doctor Tomoe y su mujer Kaori. ¡Hacéis cosas buenas todos los días! Tratáis
de mejorar la vida para la gente con vuestras investigaciones. Y está esa idea
de las Hadas Cinco que me contaste es fabulosa.
-Tienes razón.- Musitó su contertulia
dejando de llorar al fin y secándose las lágrimas.- Pero a veces me vienen
algunos recuerdos. Y cuando mi hija me preguntó eso, pensé de pronto en Eudial,
y en lo que hice entonces. ¡Y me vi incapaz de mirar a Mimí a los ojos…por lo
que pasó con mi hermana!
-Tuviste la ocasión de arreglar eso con
ella.- La animó Cooan.- Tú misma me lo contaste.
-Me gustaría volver a verla, que formase
parte de mi vida y de la de Mimí. Mi hija llegó
a tomarla cariño. Ya sabes, cuando era…
-Sí. Y seguro que, algún día, ella
volverá. Y seréis una familia.- Sentenció Cooan que más jovialmente le dijo a
su cuñada.- Anda, no pienses en eso más. Lávate la cara, anímate y vamos con
las niñas.
La
muchacha sonrió agradecida y así lo hizo. Retornaron a tiempo para escuchar a su suegra hablar con las crías. Idina y Mimí
estaban sentadas en el suelo, sobre sendos cojines en la alfombra. Y Sarah, en
su mecedora, les contaba.
-Niñas…las personas no son totalmente
malas o buenas. Siempre hay de todo. Todos tenemos virtudes y defectos.
-¿Y cómo sabemos si somos más buenas que
malas?- Inquirió Idina con visible curiosidad.-
-El secreto es el amor.- La sonrió su
abuela.- Depende de lo mucho que quieras a los demás. O te quieras únicamente a
ti misma.
-Entonces las personas malas se quieren
solamente a ellas mismas.- Comentó Mimí con tono de deducción.-
Ambas mujeres se miraron,
no tuvieron que decir nada. Enseguida se aproximaron a sus hijas. Fue Cooan la
que terció afirmando no sin un tinte de pesar.
Y sabía que si tuviera mi oportunidad
Podría hacer bailar a esa gente
Y tal vez, ellos serían felices por un momento
Pero Febrero me hizo estremecer
Con cada diario que entregaría
Malas noticias en la puerta
No pude dar un paso más
Y ellos, muchachones buenos,
estaban bebiendo whisky y centeno
Cantando, "Este el último día que yo muera
Este será el último día que yo muera"
¿Escribiste el libro de amor
Y tienes fe en Dios
Si la Biblia te lo cuenta?
¿Crees en el Rock and Roll
Que la música puede salvar tu alma mortal
Y puedes enseñarme como bailar realmente despacio?
Bien, yo sé que tú estás enamorada de él
Porque te vi bailando en el gimnasio
Os quitasteis los zapatos
Hombre, yo excavo esos ritmos y blues
Yo era un adolescente solitario resistiendo
Con un clavel rosado y una camioneta pick up
Pero yo sabía que no tenía suerte
El día que la música murió
Yo comencé a cantar
"Adiós Señorita American Pie"
Conduje mi Chevy al dique
Y ellos, muchachones buenos,
estaban bebiendo whisky y centeno
Cantando, "Este el último día que yo muera
Este será el último día que yo muera"
Ahora por los diez años
que hemos sido por nosotros mismos
Y el musgo crece grueso sobre un Rollin' Stone
Pero no es así como yo solía estar
Cuando el bromista cantó para el Rey y la Reina
Con una chaqueta que él le pidió prestada a James Dean
Y una voz que vino de ti y de mí
¡Oh!, y mientras el Rey miraba hacia abajo
El bromista robó su corona espinosa
La sala del tribunal fue aplazada
No hubo ningún veredicto
Y cuando Lennon leyó un libro de Marx
El cuarteto practicó en el parque
Y nosotros cantamos endechas en la oscuridad
El día que la música murió
Nosotros cantábamos
"Adiós Señorita American Pie"
Conduje mi Chevy al dique
Pero el dique estaba seco
Y ellos, muchachones buenos,
estaban bebiendo whisky y centeno
Cantando, "Este será el día que yo muera
Este será el día que yo muera"
Helter Skelter en un calor sofocante de verano
Las aves volaron con un resguardo de la radioactividad
Se elevaron ocho millas y cayeron rápido
Aterrizaron en el césped
Los jugadores intentaron un paso delantero
Con el bromista en un lanzamiento lateral
Ahora el aire de medio tiempo era un dulce perfume
Mientras los sargentos tocaban una marcha
Todos nosotros nos levantamos a bailar
Oh, pero nosotros nunca tuvimos la oportunidad
Porque los jugadores intentaron tomar el campo
Los de la banda se negaron a continuar
¿Tu recuerdas lo que se reveló
El día que la música murió?
Nosotros comenzamos a cantar
"Adiós Señorita American Pie"
Conduje mi Chevy al dique
Pero el dique estaba seco
Y ellos, muchachones buenos,
estaban bebiendo whisky y centeno
Cantando, "Este el último día que yo muera
Este será el último día que yo muera"
Oh, y allí estábamos todos en un lugar
Una generación perdida en el espacio
Sin tiempo para comenzar nuevamente
Pues vamos: ¡Jack sé ágil, Jack sé rápido!
Jack se sentó rápido sobre un candelero
Porque el fuego es el único amigo del diablo
¡Oh!, y mientras lo miraba sobre el escenario
Mis manos apretaban los puños de rabia
Ningún ángel nacido en el infierno
Pudo romper aquel hechizo satánico
Y mientras las llamas subían alto en la noche
Para alumbrar el rito del sacrificio
Yo lo vi a Satanás riendo con deleite
El día que la música murió
Él estaba cantando
"Adiós Señorita American Pie"
Conduje mi Chevy al dique
Pero el dique estaba seco
Y ellos, muchachones buenos,
estaban bebiendo whisky y centeno
Cantando, "Este el último día que yo muera
Este será el último día que yo muera"
Yo conocí una chica que cantaba blues
Y le pregunté por alguna noticia feliz
Pero ella sólo sonrió y se fue
Yo vine a la tienda sagrada
Donde yo escuchaba la música años antes
Pero el hombre allí dijo que la música no tocaría más
Y en las calles los niños gritaban
Los amantes lloraban y los poetas soñaban
Pero no se habló ninguna palabra
Y los tres hombres que yo más admiro:
El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo
Tomaron el último tren hacia la costa
El día que la música murió
Y ellos estaban cantando
"Adiós Señorita American Pie"
Conduje mi Chevy al dique
Pero el dique estaba seco
Y ellos, muchachones buenos,
estaban bebiendo whisky y centeno
Cantando, "Este el último día que yo muera
Este será el último día que yo muera"
Ellos estaban cantando
"Adiós Señorita American Pie"
Conduje mi Chevy al dique
Pero el dique estaba seco
Ellos, muchachones buenos,
estaban bebiendo whisky y centeno
Cantando, "Este el último día que yo muera"
-Mientras recogeré la mesa.- Declaró
tímidamente Kaori.-
-A veces no es tan sencillo. Puede que
muchas personas se sientan abandonadas, sin nadie a quien amar.
-O que crean que nadie las quiere.-
Añadió Mimette del mismo modo entre pesaroso e introspectivo.- Se pueden hacer
muchas cosas malas cuando crees que nadie se preocupa por ti.
-¡Claro, que se sientan solas como me
decía Nehie! – Repuso Idina.- Ella quería tener muchos amigos.
Cooan
miró significativamente a su cuñada. Ésta asintió con una sonrisa y declaró.
-Por eso niñas, los Rodney tenemos que
querernos mucho y estar unidos. Somos una familia.
-Bueno. Pues ahora los Rodney, o al
menos parte de ellos, tenemos que ir a hacer la cena.- Afirmó con más desenfado
su abuela rompiendo aquella atmósfera que parecía algo densa dirigiéndose a sus
nietas.- ¿Me ayudáis?
-¡Sii! - Corearon las entusiasmadas
chiquillas.-
Las
madres de ambas se rieron sin poderlo evitar. Allí estaban esas dos pequeñas,
inocentes y con toda la vida por vivir. Versiones mejoradas de ellas mismas.
Sin esos lastres que ambas tuvieron que llevar. Así pues, dejaron aquel tema a
un lado y junto con su suegra y sus hijas se fueron a la cocina para ir preparando la cena. De hecho, Tom y Daniel
estaban ya en ello. Desde críos su madre les enseñó que debían colaborar. También
otra persona recién llegada se había unido a ellos mientras las dos mujeres
charlaban en el baño. Entre tanto Lance y Alan paseaban con William por esas
extensas tierras de cultivo cercanas a la casa. El aire arreciaba y los críos
comenzaban a tener frío. Su abuelo, dándose cuenta de eso, les indicó.
-Es hora de regresar, chicos. Seguro que
la cena estará lista. Y no se debe llegar tarde. Menos aún en estas fechas.
-Oye abuelo.- Quiso saber Alan.- ¿Es muy
grande tu parcela?
-¡Parcela!- Se rio Will, corrigiendo.-
Se dice propiedad. Una parcela suena a un pedazo de jardín en la ciudad, hijo.
Sí, tengo miles de acres.- Sentenció con satisfacción.-
-Pero ahora es invierno y hace mucho
frio. Las cosechas se morirán.- Objetó Lance.-
-Hace mucho que recogimos la cosecha. Pronto
tocará periodo de siembra.- Le respondió su abuelo.- Es el semillado. No te
inquietes por eso. Ahora la tierra descansa.
El
aire aullaba ahora y se levantaban ráfagas más fuertes, súbitamente algo se
movió. Alan se echó hacia atrás, alarmado.
-¡Algo se ha movido ahí! – Señaló tras tropezar
y caer al suelo.-
-¿Estás bien?- Quiso saber su abuelo.-
El
niño asintió. Su hermano le ayudó a levantarse en tanto Will daba una ojeada.
En efecto, una figura parecía agitarse entre la oscuridad. Los niños miraban
con los ojos muy abiertos, asustados incluso. Aunque la risa de su abuelo les
sacó de ese clima de temor.
-¡Ja, ja, ja! Ese es Trevor, el
espantapájaros.- Les dijo William.- Vuestro tío Daniel le bautizó con ese
nombre. Y digo literalmente que le bautizó. Tendría más o menos vuestra edad
cuando lo construí. No se le ocurrió mejor cosa que echarle un poco de agua por
encima y bautizarle. ¡Ja, ja!...
Parte 14
Los
críos se rieron con él. Ahora Serenity hizo lo propio, cerrando por unos
momentos el libro.
-Si esto fuera una historia de las
chicas y mía apostaría cualquier cosa a que ese espantapájaros cobraría vida y
les atacaría. Por suerte no lo es. – Se quedó pensativa por unos instantes y se
dijo.- Por cierto. ¿Dónde estaba Rei? Todavía no he leído nada acerca de ella.
En cualquier caso esto está interesante. Ni me acordaba de haberlo escrito.
Prosiguió
leyendo un poco más. Después del incidente del espantapájaros los niños y su
abuelo volvieron a casa sin contratiempos. Tras entrar y quitarse los abrigos
William les indicó.
-Vamos al sótano a traer leña para
encender la chimenea, ya ha caído el sol y hace frío. Dentro de poco lo
sentiremos en la casa. Necesito dos chicos fuertes que me ayuden.
-¡Sí abuelo! - Exclamaron los dos
entusiasmados por semejante cometido.-
Y
es que eso de que les solicitaran ayuda para un trabajo de hombres era guay.
Significaba que ya eran mayores, pensaban encantados. Will sonrió con nostalgia
y orgullo en su mirada. Esos dos le recordaban muchísimo a sus propios hijos a
esa edad. Parecía que fue ayer cuando hacía lo mismo con ellos. Entre tanto los
demás estaban trabajando en la cena. Tom y Daniel, con bastante buena maña, se
ocupaban de trinchar carne y de poner los fuegos. Mimette y Cooan, bajo la experta
dirección de su suegra, preparaban salsas y guarnición. Las niñas fueron
encargadas de ir poniendo la mesa.
-Necesito más patatas.- Comentó Cooan.-
-Allí, en la despensa.- Le indicó
Sarah.-
La
joven entró, era un cuarto grande. Comenzó a buscar en tanto se decía.
-¿Dónde estarán las patatas?....
Como
réplica a su reflexión alguien le alargó una bolsa que contenía unas cuantas.
Cooan, tomando a su improvisada ayudante por Mimette, sonrió…
-Gracias cuñada…- Dijo de modo jovial.-
-No hay de qué.- Replicó una divertida voz
femenina que no era la de la susodicha, aunque desde luego enseguida supo
reconocerla.-
-¡Rei! – Exclamó asombrada en tanto se
giraba y la veía.-
Su
amiga estaba ahí, de pie a la entrada del cuarto, sonriente con su larga melena
morena recogida con un lazo rojo. Llevaba un jersey de lana azul oscuro y unos
pantalones de pana blancos. No decía ni palabra mientras Cooan solamente era
capaz de disparar atropelladas preguntas.
-¡Pero! ¿Cuándo? ¿Cómo has…? ¿Qué?...
La
interpelada la abrazó por toda réplica, ambas se estrecharon durante unos
segundos en aquel abrazo. Al separarse la joven esposa de Tom tenía los ojos
haciéndola aguas. Rei sonrió nuevamente y dijo con gran cariño.
-Feliz Navidad, Cooan.
-¿Cómo es posible que hayas venido?-
Pudo preguntar al fin.-
-Digamos que tu cuñada tuvo algo que
ver.- Le respondió su amiga en tanto las dos salían con la bolsa de patatas de
la despensa.-
-¡Al fin, Rei!- Terció una divertida
Mimette.- Creía que Connie no iba a encontrarte nunca.
Y en tanto terminaban de hacer la cena, la
sacerdotisa les contó que Daniel y la esposa de éste la habían ido a ver al
santuario hacía unos días, tras comer con Hotaru -san, Petz y Zafiro.
-Le ofrecimos pasar la Nochebuena aquí,
con nosotros.- Comentó el marido de Mimette.- Se lo dije a mis padres y a
Tommy. Enseguida estuvieron de acuerdo.
-Un momento, Tom. ¿Tú lo sabías y no me
dijiste nada?- Se asombró la muchacha.-
-Era una sorpresa, cariño. Sabía que te
iba a hacer mucha ilusión.- Contestó él con tono divertido.-
-Tu amiga es una chica muy agradable,
Constance.- Intervino Sarah.- Y tus hijos la adoran.
-¿Acaso ellos lo sabían también?- Exclamó
la atónita joven.-
-No, ellos la vieron al poco de que tú y
Mimette fuerais al baño. –Le explicó Sarah.- Les pedí a las niñas que no te
dijeran nada, que era una sorpresa.
-¡Justo acababa de llegar y aproveché
para entrar y esconderme!- Se rio Rei.-
Al
fin todos se sentaron a cenar. Lance y Alan saludaron muy contentos a su
madrina. La invitada de honor se sentó a la derecha del patriarca. Will fue el
encargado de bendecir la mesa. Tradición típica de los Rodney. Enseguida dedicó
su atención a la recién llegada para comentarla con afabilidad.
-Quizás nuestra costumbre le parezca a
usted extraña.
-En absoluto, - sonrió Rei, declarando.-
Estudié en un colegio católico.
-Nosotros somos protestantes
evangélicos.- Le desveló su anfitrión.-
-Bueno, pero los ritos cristianos son
muy similares.- Repuso ella.- Por ejemplo, la celebración de la Natividad del
Señor. En mi escuela había vacaciones de Navidad. Y decorábamos el árbol.
-Hablando de eso.- Intervino Sarah.-
Niños, luego espero que os ocuparéis de ese asunto.
-Claro que sí, abuela.- Afirmó Lance.-
-¡Qué bien, pondremos muchos adornos! –
Añadió una entusiasmada Idina.-
-Y no discutáis sobre quién pone qué.-
Les advirtió Cooan que se sabía aquello por pasadas Navidades.-
-Lo intentaremos.- Repuso Alan, sin
parecer demasiado convencido.-
-¿Podemos poner luces?- Inquirió
tímidamente Mimí.-
-¡Pues claro! - Le sonrió su abuelo,
añadiendo jovial.- ¡Y que sean de las más brillantes!
Eso
alegró mucho a los niños. Entonces los adultos prosiguieron con sus temas. Fue
Sarah la que interpeló de nuevo a su invitada.
-¿Y de qué conociste a Constance?...
La
sacerdotisa se quedó algo sorprendida al escuchar como llamaban a su amiga por
ese nombre. Aunque enseguida lo obvió pasando a contestar con cautela.
-Bueno, es una larga historia. Podríamos
resumirla en que nos conocimos cuando ella visitó mi santuario vendiendo
cosméticos y que nos hicimos muy amigas.
-Rei me ayudó mucho cuando perdí a mi
familia.- Añadió Cooan con patente reconocimiento.-
-¿Y qué religión es la que profesa
usted?- Se interesó Will.-
-Soy sintoísta. –Repuso la joven.-
-¿Y en qué consiste esa religión? -
Quiso saber Sarah.-
- Verán. Es el nombre de una religión nativa en Japón. Incluye la adoración de los kami o espíritus de la naturaleza. Algunos kami son locales y son conocidos como espíritus o genios de un lugar en particular, pero otros
representan objetos naturales mayores y procesos, por ejemplo, Amaterasu, la diosa del Sol. (Wikipedia)
-Vaya, eso para nosotros es algo muy extraño.- Declaró
William.-
-Como sabes. Tenemos la creencia en un único Dios y en su
hijo, Jesús. Del que estamos celebrando su nacimiento esta noche.- Añadió
Daniel.- Por eso a mis padres les parece tan raro.
-En nuestro caso el
sintoísmo no posee una deidad única ni predominante, ni reglas
establecidas para la oración.- Les comentó Rei, agregando.- Aunque sí existen narraciones míticas que explican el origen del mundo y de
la humanidad, templos y festivales religiosos a los que
acuden millares de personas en fechas señaladas.
-Es muy divertido. Puedes tocar una especie de cencerros tirando
de unas cuerdas y luego rezar dando palmas.- Intervino la entusiasmada Idina.-
La madrina Rei me dijo que podía rezarle al niño Jesús sin problemas. Seguro
que me oiría con ese ruido.
Eso hizo
sonreír a los adultos. Desde luego los críos eran únicos a la hora de dar carta
de normalidad a las cosas.
-Nosotros no entramos en conflicto con ninguna religión.
Respetamos a todas.- Añadió la sacerdotisa.- Por ello estudie en un colegio católico,
como les dije antes. Y debo decir que siento especial predilección por María en
su papel de madre de Jesús.
-No deja de ser muy curioso.- Comentó reflexivamente Will.-
Una religión que no dice que es la verdadera.
-La verdad está en la armonía de las cosas.- Repuso Rei.-
Toda religión que profese el amor por los demás y abogue por la bondad y el
respeto entre todas las criaturas y la unión con el universo tiene esa verdad.
Todos la escuchaban con suma
atención. Hasta William quedó gratamente impresionado. Esa mujer era realmente
sabia pese a su juventud. Ya había oído hablar a su nuera y a Tom de ella en
alguna ocasión. Era una gran amiga de ambos. Ahora entendía por qué la tenían
en tan alta estima. Sarah entonces se
levantó y trajo un típico pastel de carne. Su hijo mayor enseguida comentó
divertido.
-La clásica “American pie” de los Rodney.
-Sí, eso me recuerda aquella estupenda canción.- Terció su
padre, añadiendo con nostalgia.- Esos sí que eran músicos.
-Papá, esa nos la sabemos desde pequeños, os encantaba
tocarla y cantarla.- Afirmó Daniel.-
-Espero que no se os habrá olvidado.- Comentó Will.-
-Pues claro que no. Y si os animáis luego hacemos una
interpretación, versión familiar.- Les propuso desenfadadamente Tom.- Con mamá
al piano.
Todos
convinieron en eso con entusiasmo, la señora Rodney era una gran pianista, fue
incluso profesora de música. Sus hijos heredaron gran parte de su afición de
ella. La propia Idina era muy feliz aprendiendo a tocar con su abuela, tanto
que incluso ya daba clases de piano. Combinando esto con su afición a la danza,
que le venía de su madre, y a las artes marciales, de su padre. Poco tardaron,
con todos expectantes a su alrededor, en interpretar aquella canción. Con la
madre de los chicos al piano y ellos con sendas guitarras, ambos cantaban al
alimón esa tonada que empezaba lenta
pero subía el ritmo de manera trepidante en tanto avanzaba.
Hace un largo, largo tiempo
Aún puedo recordar
Cómo esa música me hacía sonreír
Aún puedo recordar
Cómo esa música me hacía sonreír
Y sabía que si tuviera mi oportunidad
Podría hacer bailar a esa gente
Y tal vez, ellos serían felices por un momento
Pero Febrero me hizo estremecer
Con cada diario que entregaría
Malas noticias en la puerta
No pude dar un paso más
No puedo recordar si lloré
Cuando leí acerca de su novia que dejaba viuda
Pero algo me tocó muy profundamente
El día que la música murió
Así que adiós, Señorita American Pie
Conduje mi Chevy al dique
Pero el dique estaba seco
Cuando leí acerca de su novia que dejaba viuda
Pero algo me tocó muy profundamente
El día que la música murió
Así que adiós, Señorita American Pie
Conduje mi Chevy al dique
Pero el dique estaba seco
Y ellos, muchachones buenos,
estaban bebiendo whisky y centeno
Cantando, "Este el último día que yo muera
Este será el último día que yo muera"
¿Escribiste el libro de amor
Y tienes fe en Dios
Si la Biblia te lo cuenta?
¿Crees en el Rock and Roll
Que la música puede salvar tu alma mortal
Y puedes enseñarme como bailar realmente despacio?
Bien, yo sé que tú estás enamorada de él
Porque te vi bailando en el gimnasio
Os quitasteis los zapatos
Hombre, yo excavo esos ritmos y blues
Yo era un adolescente solitario resistiendo
Con un clavel rosado y una camioneta pick up
Pero yo sabía que no tenía suerte
El día que la música murió
Los niños escuchaban
embelesados, aunque no entendía nada. Aunque lo mismo podría aplicarse a
Mimette, Rei y Cooan.
Yo comencé a cantar
"Adiós Señorita American Pie"
Conduje mi Chevy al dique
Pero el dique estaba seco
Y ellos, muchachones buenos,
estaban bebiendo whisky y centeno
Cantando, "Este el último día que yo muera
Este será el último día que yo muera"
Ahora por los diez años
que hemos sido por nosotros mismos
Y el musgo crece grueso sobre un Rollin' Stone
Pero no es así como yo solía estar
Cuando el bromista cantó para el Rey y la Reina
Con una chaqueta que él le pidió prestada a James Dean
Y una voz que vino de ti y de mí
¡Oh!, y mientras el Rey miraba hacia abajo
El bromista robó su corona espinosa
La sala del tribunal fue aplazada
No hubo ningún veredicto
Y cuando Lennon leyó un libro de Marx
El cuarteto practicó en el parque
Y nosotros cantamos endechas en la oscuridad
El día que la música murió
Nosotros cantábamos
"Adiós Señorita American Pie"
Conduje mi Chevy al dique
Pero el dique estaba seco
Sarah
tocaba el piano con gran maestría y su esposo asentía al ritmo de la canción
interpretada por sus hijos.
Y ellos, muchachones buenos,
estaban bebiendo whisky y centeno
Cantando, "Este será el día que yo muera
Este será el día que yo muera"
Helter Skelter en un calor sofocante de verano
Las aves volaron con un resguardo de la radioactividad
Se elevaron ocho millas y cayeron rápido
Aterrizaron en el césped
Los jugadores intentaron un paso delantero
Con el bromista en un lanzamiento lateral
Ahora el aire de medio tiempo era un dulce perfume
Mientras los sargentos tocaban una marcha
Todos nosotros nos levantamos a bailar
Oh, pero nosotros nunca tuvimos la oportunidad
Porque los jugadores intentaron tomar el campo
Los de la banda se negaron a continuar
¿Tu recuerdas lo que se reveló
El día que la música murió?
Nosotros comenzamos a cantar
"Adiós Señorita American Pie"
Conduje mi Chevy al dique
Pero el dique estaba seco
Y ellos, muchachones buenos,
estaban bebiendo whisky y centeno
Cantando, "Este el último día que yo muera
Este será el último día que yo muera"
Oh, y allí estábamos todos en un lugar
Una generación perdida en el espacio
Sin tiempo para comenzar nuevamente
Pues vamos: ¡Jack sé ágil, Jack sé rápido!
Jack se sentó rápido sobre un candelero
Porque el fuego es el único amigo del diablo
¡Oh!, y mientras lo miraba sobre el escenario
Mis manos apretaban los puños de rabia
Ningún ángel nacido en el infierno
Pudo romper aquel hechizo satánico
Y mientras las llamas subían alto en la noche
Para alumbrar el rito del sacrificio
Yo lo vi a Satanás riendo con deleite
El día que la música murió
Él estaba cantando
"Adiós Señorita American Pie"
Conduje mi Chevy al dique
Pero el dique estaba seco
Y ellos, muchachones buenos,
estaban bebiendo whisky y centeno
Cantando, "Este el último día que yo muera
Este será el último día que yo muera"
Yo conocí una chica que cantaba blues
Y le pregunté por alguna noticia feliz
Pero ella sólo sonrió y se fue
Yo vine a la tienda sagrada
Donde yo escuchaba la música años antes
Pero el hombre allí dijo que la música no tocaría más
Y en las calles los niños gritaban
Los amantes lloraban y los poetas soñaban
Pero no se habló ninguna palabra
Las campanas de la iglesia
estaban rotas
Y los tres hombres que yo más admiro:
El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo
Tomaron el último tren hacia la costa
El día que la música murió
Y ellos estaban cantando
"Adiós Señorita American Pie"
Conduje mi Chevy al dique
Pero el dique estaba seco
Y ellos, muchachones buenos,
estaban bebiendo whisky y centeno
Cantando, "Este el último día que yo muera
Este será el último día que yo muera"
Ellos estaban cantando
"Adiós Señorita American Pie"
Conduje mi Chevy al dique
Pero el dique estaba seco
Ellos, muchachones buenos,
estaban bebiendo whisky y centeno
Cantando, "Este el último día que yo muera"
(American Pie. Don Mclean crédito al autor)
Al terminar
hubo una larga ovación, los críos sobre todo aplaudían entusiasmados. Aunque
enseguida Mimí pudo decir algo asustada.
-No entiendo nada. Hablan del diablo.
-No se refieren al diablo de verdad, cielo.- La tranquilizó
su madre.-
-Sí, son cosas que solamente entienden los mayores.- Añadió
despreocupadamente Alan, que sentenció.- Pero la canción está muy bien.
-Es verdad. - Comentó Lance llevándose una mano a la barbilla
pensativo para sentenciar.- Creo que
debe de significar muchas cosas.
-Pues es bonita pero rara.- Valoró a su vez Idina.-
-Es una letra muy larga.- Comentó Cooan todavía impresionada
tras aplaudir animadamente junto al resto para preguntar. - ¿El día en que la
música murió? ¿Qué significa?
-Tiene mucho significado.- Le explicó su suegro.- Se refiere
a Buddy Holly, que era un cantante muy popular en los cincuenta y murió en un
accidente de avión. A mi madre le encantaba.
-Sí, a la mía también.- Convino Sarah.-
-Es cierto, a veces la abuela Blanche ponía algún disco de
esos.- Recordó Daniel.-
-En esencia trata de la pérdida de la inocencia por parte de
la sociedad americana.- Les explicó Tom.- El asesinato de Kennedy, y otras
muchas cosas. Hace referencia a los Beatles, a Bob Dylan.
-¿Quiénes son esos?- Quiso saber Lance.-
-¡Esos melenudos! - Se rio su abuelo.- Los recuerdo de mi
juventud. ¿Verdad, Sarah? Tampoco hacían
mala música, no…
Su mujer
asintió sonriente en tanto los niños escuchaban entre atónitos y entretenidos.
Tal y como le pasaba a Lance, tampoco el resto sabían quiénes serían todos esos pero debieron
ser muy buenos cantantes. Aunque enseguida se ocuparon de seguir decorando el
árbol. Sin embargo las luces no se encendían, fue Mimí la que avisó.
-Mami, las luces no funcionan.
-Déjame ver a mí.- Repuso la interpelada que dándose prisa se
fue hacia el árbol.- Veamos…
Y tras
examinar las conexiones y el enchufe hizo un rápido arreglo. Para alegría de
los críos y del resto, las lucecitas no tardaron en encenderse, parpadeando de
modo incesante y cadencioso.
-¡Ya está! – Sonrió la muchacha, exclamando con los brazos
arriba.- ¡Mimette lo ha conseguido!
-¡Qué lista eres, tía!- Sonrió Idina.-
-Sí, ¡qué bien lo has arreglado! - Afirmó también Alan.-
Por su parte, los demás adultos
siguieron a lo suyo, con sus conversaciones musicales. Tom añadió entre risas.
-Y luego está el lado oscuro de mi padre. Fiel
fan de Meat Loaf…
-¡Me vas a comparar a Meat Loaf con algunos de los enclenques
de ahora! - Se rio Will.-
Su hijo negó
sonriente. ¡No se le ocurriría hacer tal cosa! Y prosiguieron charlando sobre
ese y otros temas. La soberana cambió entonces de página y tras leer como los
críos decoraron el árbol, con efectivamente alguna discusión sobre si las bolas
o las cintas debían de ser de este u otro color, pasó a la siguiente de sus
amigas.
Parte 15
-A ver cómo le fue a Mako-chan…
Curiosamente
las anotaciones comenzaban en París. Por lo que leía era Diamante quién
caminaba por la calle con un elegante traje oscuro y un costoso abrigo blanco,
yendo bien a la moda. Siendo el marido de una de las modelos y diseñadoras más
famosas del mundo era de esperar. Aunque iba relajado, llegó ante un banco próximo
a un Liceo. Se sentó. Había nieve en la calle. Parecía estar aguardando. Al
poco un griterío de niños inundó el ambiente. Los alumnos salían a la carrera
tras ser libres al fin. ¡Habían comenzado las vacaciones! Una pequeña de pelo
rubio tirando a dorado y grandes ojos violetas corrió hacia él, llevando su
mochilita a la espalda.
-¡Papaíto!- Gritaba llena de alegría.-
-¡Amatista, cariño! - Sonrió él levantándose para abrazarla y
elevarla en el aire.-
-¿Y mami?- Quiso saber la pequeña.-
-Trabajando, cielo. Pero aquí estoy yo. Ahora iremos a casa y
la esperaremos mientras ponemos los adornos de Navidad.- Le propuso
animadamente él.-
La cría
asintió entusiasmada. Con sus nueve años era vivaracha y cariñosa. Adoraba a su
padre. Y por supuesto que eso era recíproco. Diamante veía a su hija y sentía
que en ella se unía lo mejor de Esmeralda y de él. Todas sus esperanzas en su
nueva vida y el deseo de compensar al mundo. Así que, tras bajarla con cuidado al
suelo, le dio la mano y la llevó caminando sin prisa pero sin pausa rumbo a
casa. Al llegar la niña se cambió poniéndose su pijama y su padre entre tanto sacó
los adornos y colocó un gran árbol en el salón.
-Bueno, vamos allá.- La animó Diamante que ya había puesto
por su parte el entramado de lucecitas de colores. - A ver si cuando vuelva tu
madre nos da su visto bueno.
La
cría no se lo hizo repetir. Enseguida se puso manos a la obra. Colocando
cintas, bastoncitos de caramelo colgados y siendo aupada por su padre para
rematar el árbol con una gran estrella de color amarillo. Luego agregó unas
cuantas bolas de varios colores.
-Está muy bien. C´est magnifique.-
Declaró la entusiasmada pequeña.- ¡Le plus bel arbre dans le monde!
Serenity se sonrió. Eso
estaba en francés. Menos mal que con esos años y la sabiduría recibida de su
madre lo comprendía sin problemas. Si hubiese tenido que leer aquello cuando era
una estudiante no habría entendido nada.
-Todavía recuerdo a Annie en el colegio
diciendo eso de. “Ma mère ne pas mon père. ¡Ja, ja!
Pasó más páginas que
hablaban sobre los adornitos de ese árbol y las cosas que la cría le contó a su
padre que había hecho en el colegio hasta la llegada de Esmeralda.
-A ver, a ver…-Se rio la soberana
leyendo a continuación.-
La
puerta de la casa se abrió, y una voz de mujer llamó con tono entre juguetón y
expectante.
-Diamante, Amatista… ¿estáis ahí?...
La
niña corrió enseguida a abrazarse a su madre. La tomó de la cintura apretándose
contra ese abrigo de piel sintética que
ésta lucía, le era suave y calentito al tacto en su mejilla. Esmeralda sonrió
acariciando el pelo de su hija. Cuando la cría se soltó su progenitora la
dedicó algunas palabras con un dulce tono.
-Ma chérie. Je suis
la…Nous allons faire a bel fête du Noël.
La pequeña asintió
con entusiasmo. Aunque su madre enseguida cambió al inglés para añadir.
-Pero primero me tendré que cambiar de
ropa.
Y
tras unos minutos retornó con un mucho más cómodo pijama y una bata. Tras
preparar la cena se sentaron junto a la niña en el sofá charlando sobre sus
planes.
-Pasado mañana nos vamos a Japón. Podrás
ver a tus primos Cory y Granate.- Le anunció Diamante a su hija.-
-Pero antes te tenemos una sorpresa.-
Sonrió Esmeralda.-
-¿Qué sorpresa? - Quiso saber la
pequeña.-
-No te lo puedo decir,- Repuso su
madre.-
-¡Jo! - Protestó la pequeña.- Quiero
saberlo.
-Debes tener paciencia, Amatista.- Le
pidió su padre con tono conciliador.-
-¡Siempre es igual!- Protestó la niña.-
Cuando mamá no viene a verme dice la misma cosa.
Esmeralda
suspiró, aquella puya no le había sentado nada bien, pero su hija llevaba
razón. Y sobre todo, no era cuestión de estropear la velada en esas fiestas.
Trató de sonar afectuosa y tras acariciar el pelo de la chiquilla afirmó.
-Pero ahora estoy aquí, y ya verás que
bien lo pasaremos, ma chérie. Confía en papá y en mí. Mañana te vas a llevar
una bonita sorpresa.
Al
parecer, animada por esa promesa, la niña se apaciguó. Aunque sus padres se
miraron algo apenados. Por fortuna no sucedió nada más que enturbiara esa
noche. La cría se fue a dormir y el matrimonio se quedó a solas en el salón.
-A veces tengo la impresión de irla
perdiendo poco a poco.- Comentó Esmeralda con un poso de tristeza en su voz.-
-Nada de eso. Amatista te adora.-
Rebatió su marido.- Lo que pasa es que es muy impaciente. Siempre quiere
salirse con la suya. Me recuerda a mí en eso.
-Y cada vez que le digo que no, nunca se
le olvida recordarme las pocas veces que nos vemos.- Se lamentó su
interlocutora, suspirando.- Y me hace daño.
Diamante
le pasó un afectuoso brazo tras los hombros a su mujer y enseguida dijo.
-Razón de más para que disfrutemos estos
momentos. Cuando podemos estar juntos. Y además para que demos gracias. Después
de todo lo que hemos pasado…
-Sí, es cierto.- Convino ella
sintiéndose mejor.-
-Tengo muchas ganas de ver a mi hermano,
a mi cuñada y a mis sobrinos.- Declaró
el príncipe de Némesis.-
-Y yo. Aunque primero deseo ver la cara
de nuestra hija cuando descubra la sorpresa que le hemos preparado.- Sonrió
Esmeralda ya más animada.-
Su marido asintió de
igual modo. Tras un rato más se fueron a dormir. Su hija también dormía ya y a
la mañana siguiente despertó entreabriendo los ojos con los primeros rayos de
sol. Además de oír una suave y algo dubitativa voz de niña que la llamaba.
-Hola Amatista…buenos días.
Al
abrir del todo los ojos vio de pie y junto a ella a una niña de unos once o
doce años, con gafitas redondas y pelo rubio recogido en una pulcra coletita.
-¡Satory! – Exclamó llena de alegría.-
-Acabamos de llegar. Mi padre también ha
venido.- Sonrió tímidamente esa chiquilla.-
Amatista
se levantó como un resorte, apartando las sábanas y la manta que la cubrían. Tras
abrazarse a su amiguita enseguida dijo con animación.
-¡Me visto enseguida!…
-Te esperaré fuera.- Musitó su
interlocutora que salió despacio.-
En
el salón un hombre de pelo castaño claro y gafas cuadradas charlaba con Esmeralda
y Diamante. Les comentaba hasta que su hija apareció.
-Sí, el tema está en curso. Espero que
pronto tendremos los permisos para las primeras pruebas orbitales…
Al
entrar Satory todos guardaron silencio, sin embargo Esmeralda sonrió enseguida
y preguntó a la niña.
-Dime cariño, ¿Se levantó ya Amatista?
-Sí, madrina.- Replicó la interpelada.-
-Pues en cuanto se duche y se vista
iremos a desayunar fuera.- Le comentó Diamante.-
Masters
le miró de reojo y le cuchicheó.
-Espera a que llame a mi servicio de
escolta. Estaban abajo asegurando la zona.
El
matrimonio se miró con gesto resignado. Éste Ian tenía una obsesión por la
seguridad que rayaba lo enfermizo.
Aunque podían comprender que el magnate se había hecho muchos enemigos o que
simplemente, dada su enorme fortuna, cualquiera podría querer secuestrar a su
unigénita y pedir un cuantioso rescate. Pero sobre todo nunca fue el mismo tras
perder a su esposa en aquel trágico accidente, su hija era lo único que le
quedaba. A lo que se aferraba para mantener la ilusión por vivir, pese a toda
su fortuna, dado que en el fondo el dinero no le importaba ya. Y sus amigos lo
sabían bien.
-Como quieras.- Concedió Diamante al fin
añadiendo con más jovialidad.- Anda Satory, siéntate con nosotros y cuéntanos a
tu madrina y a mí que tal te ha ido en los estudios.
-Saca unas notas excelentes.- Se ufanó
el padre de la chica.- Todos sus preceptores están impresionados.
-Me gusta estudiar.- Pudo decir la niña
con patente timidez. Incluso enrojeciendo sus mejillas.-
Serenity
sonrió. Esa chica era casi un calco de Ami. Aunque todavía más tímida e
insegura. Bueno, ella no conoció a su amiga a esa edad. Eran casi tres años
mayores cuando renacieron como guerreras. Pese a todo con el paso de los años
Satory se convirtió en una joven más segura de sí y con una carrera muy
prometedora al tiempo que vivió bastantes aventuras. Cosa impensable a juzgar
por lo que allí aparecía escrito. Siguió leyendo para constatar que las dos
niñas disfrutaron de un desayuno con sus padres y fueron de tiendas. El
millonario les regaló bastantes cosas, a pesar de que a Esmeralda y a Diamante
aquello no les hiciese mucha gracia. No querían malcriar a su hija en ese
aspecto. Tampoco les gustó la idea de tener que ir rodeados por multitud de
guardias de seguridad que casi tomaban los establecimientos a los que entraban
o las calles por las que transitaban. Hasta el propio Diamante, haciendo gala
de un sarcasmo posiblemente aprendido de su amigo Nephrite, le comentó a su
esposa.
-Creo que hemos pasado a defcom dos.
-¿Y eso que es?-Le cuchicheó ella.-
-Pues el estado de alerta bélica en los
Estados Unidos previo a la guerra nuclear total.- Se sonrió sardónicamente su
marido.- Aunque tengo la impresión de que, de ser así, habría menos guardias
armados en las calles.
Lejos
de sonreír por esa ocurrencia su mujer movió la cabeza con desaprobación. Le
apenaba ver a su ahijada vivir de esa forma. La mayor parte del tiempo presa en
una jaula de oro, con todas las comodidades pero sin auténticos amigos o familiares,
al margen de ellos mismos y Amatista. Con la ocasional visita de su tía, la
hermana menor de su difunta madre, de la que el millonario recelaba bastante.
No, desde luego no era como lo fue Jenny. Así que Ian trataba de alejarla en lo
posible de su hija. La cría se pasaba la vida rodeada por tutores, preceptores
e institutrices, cuyos antecedentes personales y profesionales habían sido
investigados hasta la saciedad. Además de irlos reemplazando con cierta
regularidad para que no se encariñase con ninguno. Una medida de seguridad para
evitar posibles secuestros o chantajes. Por ello le insistió a Ian en que
vinieran a visitarles. Lo camufló como una sorpresa para su propia hija. El
magnate, que casi nunca le había negado nada, aceptó. Lástima que fuese tan
solo por un día, luego él y Satory viajarían a la isla privada que el
millonario poseía en medio del océano Pacífico. Esa que Diamante y ella misma
conocían tan bien. Pese a todo aquello el día fue muy agradable. Las niñas disfrutaron
mucho de su mutua compañía y se despidieron no sin pesar. Pero Ian invitó a la
familia Lassart a pasar parte de las vacaciones en su isla. Eso animó a ambas
crías. Aunque ese lugar no les traía recuerdos precisamente gratos el
matrimonio Lassart aceptó. Todo fuera por la felicidad de su ahijada y de su
hija. Después, al día siguiente, tomaron el avión rumbo a Tokio. Allí, tras
casi veinte horas aterrizaron con jet lag incluido. La familia fue recibida por
Zafiro, Petz y sus hijos. Tras saludarse se instalaron en un hotel, pese a los
ofrecimientos del hermano de Diamante y su esposa de que lo hicieran en su
casa. Sin embargo, no querían molestar y precisaban dormir para readaptarse.
Tuvo que pasar otro día entero para que, ya repuestos, se citaran las dos
familias con unos amigos muy queridos.
-De esto me acuerdo yo.- Sonrió Serenity
pensando.- Quedamos todos en la cafetería de Mako-chan. Y también estaban
Kaori, Souichi, Hotaru y Keiko.
En
unas cuantas mesas que la propietaria dispuso para la ocasión los miembros de
las familias y amigos pudieron saludarse. Amatista enseguida se sentó junto a
sus primos.
-¡Cory, Granate! - Les saludó
visiblemente contenta.-
-¡Hola Amatista! - Replicaron casi al
unísono.-
-¿Os ha traído muchas cosas Papá Noel?-
Quiso saber la pequeña.-
-Sí, nos hemos portado muy bien.- Afirmó
Coraíon, que tenía su edad, con satisfacción.-
-Bueno, yo no tanto.- Musitó su hermano,
casi un par de años menor.-
-De modo que aquí estáis.- Les saludó Makoto
que venía con una bandeja que contenía unos pasteles y unos zumos para los
críos.- Hola.- Añadió reparando en la pequeña.- Tú debes de ser Amatista.
-Sí, señora.- Replicó la chiquilla algo
cohibida.-
La
niña no sabía quién podría ser esa mujer, aunque parecía simpática, más cuando
agregó.
-Soy amiga de tus papás. ¿Sabes que eres
muy guapa?
-Gracias.- Fue capaz de responder
mirando a su interlocutora con curiosidad.-
-Veo que lo pasáis muy bien los tres.-
Declaró Esmeralda uniéndose a la conversación.- Gracias Mako-chan. Desde luego
a mi hija le pasa como a mí, las tartas la pierden.
Se
rio atronando un poco el lugar, aunque enseguida se contuvo. Sus sobrinos
estaban atónitos y Amatista algo avergonzada. No entendía por qué su madre se
reía tan fuerte. Makoto hizo como si nada y respondió.
-Pareces una niña muy buena y muy lista.
Hablas inglés a la perfección.
-Es que va a un liceo bilingüe. - Afirmó
su madre contestando por ella como si no estuviera, hasta que le pidió
confirmación.- ¿Verdad tesoro?
-Sí.- Pudo responder de manera tímida y
seca la cría algo importunada por aquello.-
-La prima Amatista es genial.- Afirmó
Granate.- Y como nosotros también hablamos inglés un poco nos entendemos.
-Sí, que lástima que ella no sepa
japonés.- Añadió Coraíon.-
-Es verdad.- Suspiró la tía de ambos
chicos.- Bueno, quizás algún día la apuntemos a clases. ¿Sería estupendo,
verdad hija?...
Parte 16
Ante
eso la aludida no respondió. Ya tenía bastantes actividades e iba muy poco a
casa. Al menos le gustaban los deportes. Incluso sabía montar en poni y en caballos pequeños. Pero eso de estudiar no
la entusiasmaba especialmente. Su madre debía de pensar que era como Satory que
se pasaba la vida leyendo y aprendiendo cosas muy raras. En fin…
-¿Os trajeron muchos regalos?- Quiso
saber la diseñadora hablando ahora con sus sobrinos.-
-Más de los que algunos se merecen.-
Intervino su cuñada que se aproximó hasta ellos.- Hola Esmeralda.
-¿Qué tal, cuñada?- Sonrió la aludida
quién quiso saber algo extrañada.- ¿Por qué dices eso?
Granate
enseguida bajó la mirada hacia el plato. Su madre se dirigió a él con un tono
acusador y todavía enfadado.
-Que tu sobrino te cuente su última
hazaña de hace un par de semanas.
-¡Vamos Petz, no fue para tanto! – Le
defendió Makoto, apurada por el niño.-
La
cosa fue así. Unos días antes el crío y su hermano mayor vieron en la
televisión un reportaje sobre niños pobres y la Navidad. Como no podía ser de
otro modo, Granate tuvo una de sus ideas. Estando en la cafetería de su madrina
pensó que…
-Podríamos llevar cajas de galletas a
esos niños.- Le comentó a su hermano.-
-No sé. Son de la madrina.- Objetó
Coraíon.-
-Pero Makoina siempre dice que hay que
ser buenos y ayudar a los demás.- Expuso su interlocutor.- Sobre todo en Navidad.
-Sí, eso es verdad…- Convino su hermano
quedando pensativo.- Vale.- Afirmó convencido ante tal argumento.-Vamos a
buscar cajas.
De
modo que entre ambos recogieron unos cuantos paquetes de galletas y salieron…
Aunque no tenían mucha idea de por dónde encontrar a los niños pobres. No
vieron a ninguno en la calle. Así que…tras un buen rato de marcha infructuosa,
decidieron regresar. Coraíon dejó las galletas aunque Granate insistió en
probar algunas.
-Es para ver si a los niños pobres les
gustarían.- Se justificó alegando con bastante coherencia.- Tenemos que
probarlas para comprobar que estén buenas. Así el próximo día salimos otra vez
y se las damos.
Su
hermano se encogió de hombros. Aunque eso sonaba convincente, de modo que aceptó
también aquel argumento por bueno. Probó el contenido de un paquete y asintió
con aprobación. Fue entonces cuando escucharon ruidos, era alguien que venía.
Coraíon le pidió a Granate que saliera de allí. Sin embargo, el niño estaba
demasiado ocupado comiéndose las galletas y mirando a ver si llevaban alguna sorpresa dentro del
paquete. Al cabo de un momento, escuchó la voz de su Makoina.
-¿Hay alguien?...
Makoto
se rio ahora, rememorando a su vez…
-Recuerdo aquello, entré en la cafetería
y vi salir corriendo a Cory. En cuanto le pregunté qué hacía por allí el pobre
me lo contó todo. Moví la cabeza simulando reprobarlo pero al final no pude
evitar reírme.
-Pues no tiene ninguna gracia. Eso no
era vuestro para tomarlo sin permiso. - Apostilló una todavía enfadada Petz
haciendo que ambos hermanos mirasen ahora hacia otro lado, avergonzados.- De ti
Coraíon me sorprendió, aunque desgraciadamente de ti, Granate, no me extrañó
nada…
-Bueno, tampoco fue algo tan terrible.-
Insistió Makoto rememorando aun divertida.- Además, me lo explicaron todo. ¡Ja,
ja!...
Cuando
la dueña se metió en el almacén encontró algún que otro paquete de galletas
abierto. Enseguida descubrió a su ahijado. Granate la miró atónito, con la boca
cerrada y las manos a la espalda.
-¿Qué haces aquí? - Quiso saber ella.-
-Nafda.- Fue la réplica.-
-¿Estás comiendo galletas?- Inquirió severamente
Makoto brazos en jarras.-
El
crío negó con la cabeza en tanto masticaba y le caían algunas delatoras migas.
Aunque tras tragar al fin pudo responder.
-No, estaba comprobando si están buenas,
Makoina. Para dárselas a los niños pobres…
Su
interlocutora quiso mostrarse seria pero fue incapaz. Sonrió divertida
haciéndole salir en tanto le decía.
-¡Anda pillastre!, ya te daré yo a ti
niños pobres. Verás cuando tu madre se entere…
¡Y
vaya si Petz se enteró! desde luego que lo hizo y la bronca que les cayó a
Coraíon y a Granate fue épica. Menos mal que su madrina intercedió. Al fin y al
cabo los críos lo habían hecho con buena intención. Hasta Zafiro trató de
apaciguar a su iracunda esposa. Ésta finalmente cedió y levantó el castigo a
los niños poco antes de Navidad. También contribuyó la broma que le hizo Makoto
al crío. Cuando cierto día, en casa de él, y en presencia de sus padres, ella
apareció con un delantal y una bandeja…
-¿Vas a hacer galletas?- Quiso saber el
crío con expectación.-
-Si ya las he hecho.- Replicó su
interlocutora haciéndose la sorprendida.- Aquí están.
El
chaval abrió los ojos como platos, miró hacia la vacía bandeja y afirmó
convencido.
-Pues no las veo…
-¿Cómo qué no?- Se sonrió Makoto
mirándole divertida para sentenciar con pícaro y travieso tono.- Son las
galletas que tú no te comiste el otro día, ¿recuerdas?
Cuando
vieron la confusión pintada en la cara del niño no pudieron evitar reírse.
Incluso Petz, que no perdió ocasión de
apostillar.
-¡Pues hala!, que te aprovechen…
Ahora
recordaban eso, con los intentos del crio por justificarse…
-Era para ver que las galletas no
estuvieran saladas. A lo mejor a los niños pobres no les gustaban…
-Desde luego.- ¡Vaya unas ideas que
tienes, Granate! – Sonrió su tía Esmeralda.-
Estaban aún riéndose
de aquello, al menos la diseñadora y Makoto, cuando otra chica joven, de pelo
moreno hasta los hombros y hermosos ojos violetas, apareció. Llevaba de la mano
a una pequeña cría pelirroja.
-Buenas tardes.- Saludó amablemente esa
muchacha.-
-Hotaru-chan.- Se alegró Makoto al
verla.- ¿Te has traído a tu hermanita?
-Sí. - Respondió la interpelada
dirigiéndose con cariño a la niña para animarla.- Di hola, Keiko.
-Hola...- Susurró temerosamente la cría,
que no tendría más de siete años.-
-¿Te apetece un poco de pastel y un
zumito de melocotón?- Le ofreció la sonriente dueña de la cafetería.-
La
pequeña asintió débilmente. Enseguida la hicieron sentarse junto con los otros
críos. Amatista fue quién primero comentó.
-Tú también eres amiga de Satory. ¿A que
sí? Ella me ha hablado de ti.
Esa
niña asintió despacito, su hermana la miraba con una amorosa sonrisa.
-Es un encanto.- Le dijo Petz que quiso
saber.- ¿Han venido Souichi y Kaori con ella?
-Están fuera, charlando con Usagi. Se la
han encontrado cuando iban a entrar.- Les indicó la chica - Yo pensé que era
mejor pasar con Keiko. Para que merendase algo.- Pudo decir no sin cierta
intranquilidad.-
Makoto
y Petz suspiraron, Esmeralda no estaba muy al tanto pero las relaciones entre
Hotaru y su ahora madrastra no eran del todo buenas. Y eso que se fueron
suavizando con el paso de los años. Sobre todo tras el nacimiento de Keiko, a
la que Sailor Saturno adoraba. Desde luego la venida al mundo de esa cría pelirroja
obró el milagro. Antes Hotaru no podía soportar ver a Kaori. Ahora al menos, a
raíz de tener a esa pequeña como hermanita, se trataban de modo educado.
Incluso hasta afable en presencia de la niña.
-Al menos la cosa mejoró.- Se dijo Serenity,
lamentando esa situación.- Comprendo a Hotaru, pero debe ser capaz de perdonar…
Y
la soberana sonrió al leer aquello. Lo recordaba. En efecto, intercambió
algunas palabras con el doctor Tomoe y su esposa antes de pasar dentro.
-¿Qué tal os va? Hacía mucho que no nos
veíamos.- Les saludó jovial.-
-Bien, muchas gracias. Hasta arriba de
trabajo como de costumbre.- Replicó amablemente Kaori.-
-Sí, estamos en un proyecto bastante
complejo. Ya sabes.- Añadió el doctor.-
Ella
asintió, lo sabía muy bien. Aquel era otro punto fundamental en la estrategia a
largo plazo que estaba desarrollando junto con Mamoru y otras personas más para
asegurar la defensa de la Tierra y de la Luna. Aunque enseguida quiso dejar de
lado las responsabilidades por ese día y comentar con desenfado.
-Vuestra pequeña Keiko está monísima. Y
se lleva muy bien con Hotaru.
-Se quieren mucho.- Admitió Kaori con lo
que parecía un tono de alivio.-
-Así debe ser, son hermanas.- Sonrió
Souichi para lamentarse de seguido.- Aunque desgraciadamente Hotaru no suele
pasarse mucho por casa. Ya es adulta y tiene también muchas obligaciones.
Usagi se percató de
la mirada triste de Kaori pero no lo evidenció. De hecho, mientras charló con
esa pareja notó cierta tirantez en la esposa de Tomoe. Más cuando Hotaru se
aproximó con su hermanita y saludó.
-¡Usagi-chan!- Exclamó visiblemente
contenta.-
-¡Hola!- Sonrió ella.- ¿Qué tal van las
cosas en la escuela de enfermería?
-Muy bien.- Comentó la aludida.- Me
encanta…es mi vocación.
-Hota-chan me va a enseñar a hacer
vendajes.- Intervino la cría con visible contento.-
-Claro que sí.- Sonrió tiernamente su
hermana acariciando los pelirrojos cabellos de la cría.- Ya verás que bien te
van a quedar.
Parte 17
Aunque
su gesto se tornó más serio cuando mirando a Kaori preguntó con más sequedad.
-¿No te importa si la llevo dentro? Debe
de tener hambre…
-No, claro que no.- Pudo decir la
interpelada.- Mientras, nosotros charlaremos un poco con Usagi.-san.
-Sí hija. Buena idea.- Convino el
doctor.-
Hotaru
sí que le dedicó una amable sonrisa a su padre. Y mostrando un gesto totalmente
cordial y entregado animó a su hermanita.
-Hala Keiko, ¡Vamos a comer algo rico!
Por su parte la cría
asintió iluminando su rostro con una amplia sonrisa. Usagi las vio alejarse
pero no dijo nada. Le pesaba que Hotaru mantuviera esa frialdad con su
madrastra. Aun después de tantos años. Y eso que, como dijo el doctor, apenas sí
les veía. Es más, pasaba más tiempo en compañía de Daniel, Mimette y la hija de
estos, Mimí. Aunque este año ellos iban a celebrar la Navidad a casa de los
padres de él, junto al resto de la familia Rodney…
-Eso es lo que leí antes.- Recordó Usagi
que continuó aquella lectura.-
Por ello, y
convencida en parte por la propia Serenity y sus amigas, accedió a juntarse con
su propia familia. Su humor había mejorado y desde que vio a su hermanita no se
había separado de ella, jugando juntas, llevándola de paseo y contándole
cuentos. Al menos por ahí, era más receptiva a intercambiar una charla
distendida con Kaori. Y esa mujer lo agradecía. De hecho, en un aparte que
hicieron en tanto el doctor Tomoe saludaba a Zafiro, ella le dijo.
-Muchas gracias…Usagi-san. Por intentar
que las cosas entre mi hijastra y yo sean más fáciles.
-No me lo agradezcas.- Declinó su
interlocutora.- Yo no hice nada. Es ella quien se va abriendo. Pero puede ser
muy terca.
-Lo sé.- Suspiró Kaori.- Y no puedo
culparla por ello. Sin embargo, tenía la esperanza de que hubiésemos superado
el pasado por completo.
-Algún día estoy segura de que así será.
– Afirmó Usagi con rotundidad.-
Su contertulia
agradeció esas palabras. Tras esa merienda el grupo se disgregó. En casa de
Petz y Zafiro los niños colocaron guirnaldas en el árbol y milagrosamente
Granate no cometió ninguna trastada de las suyas. Quizás fuese debido a la
magia navideña. Eso sí. Diamante y Zafiro llamaron a sus amigos para felicitarles
las fiestas. Roy habló con ellos agradeciéndoles el regalo que le habían
mandado por mediación de Ami y prometiéndoles que ya se verían. En el caso de
Nephrite fue el príncipe de Némesis quien prometió ir a visitarle pronto a él, a su esposa y a sus dos
hijos. Serenity pasó más páginas. Tenía mucho interés también por Hotaru y su
familia. Leyó un apartado que relataba lo sucedido en la residencia Tomoe. Allí
se reunieron todos los miembros de la familia, con el aderezo de un par de
amigas muy particulares.
-Muchas gracias por la invitación.-
Agradeció una hermosa mujer de melena aguamarina que le caía algo por debajo de
la espalda.- Han sido ustedes muy amables.
Lucía
un vestido de tonos verde mar, con escote recatado y falda hasta las rodillas,
rematado todo ello por unos zapatos de tacón blancos, a juego con el collar de
perlas que lucía. Su acompañante, una mujer más alta, de pelo rubio ceniza,
vestía un smoking negro con pajarita del mismo color. Fue la que agregó.
-De veras, doctor…Nos ha hecho mucha
ilusión.
-Soy yo quién les está muy agradecido
por hacernos el honor de su compañía.- Replicó él, que llevaba un traje azul
marino con corbata amarilla y camisa blanca.- Mi hija Hotaru las quiere como si
de sus madres se trataran. Y eso es algo que no puedo olvidar.
Las
dos mujeres parecían incluso emocionadas cuando pasaron al fin tras haber
celebrado esa pequeña conversación a la puerta. Hotaru estaba sentada junto a
su hermana y al parecer le estaba contando algo, dado que la cría atendía
absorta. Por su parte Kaori se sentaba en un sofá cercano. Al entrar las recién
llegadas acompañadas por Tomoe, Hotaru enseguida se levantó para abrazarlas…
-¡Qué sorpresa! –Pudo decir con patente
felicidad.- ¡Haruka- papá, Michiru-mamá!
-Tu padre ha sido muy gentil al
invitarnos.- Le contó la mujer de pelo verdoso que portaba a su vez un estuche
de violín.-
-Vinimos lo más rápido que pudimos.-
Agregó la otra joven.-
-¡Anda!- Exclamó la atónita Keiko al
observar a esa señora vestida de smoking.- ¿Eres una maga?.. Siempre se visten
así…
-¡Bueno!- Se rio la interpelada, lo
mismo que el resto de los adultos, para replicar con amabilidad.- Algo
parecido…
-¿Me harás algún truco de magia?- Quiso
saber la esperanzada cría.-
-Puede que después de cenar, si tus
padres me dan permiso.- Repuso ahora con más cautela.-
-Haruka- papá sabe muchos trucos. Me
hacía algunos cuando tenía tu edad.- Le contó Hotaru.-
-Después de cenar será muy entretenido
ver algunos.- Comentó Kaori uniéndose a la conversación.-
Sin
embargo, Hotaru se apartó sutilmente para salir del grupo. Ese gesto no pasó
desapercibido a las recién llegadas y menos a su madrastra. De todos modos, la
muchacha lo arregló esbozando una sonrisa de circunstancias para decir.
-Hablando de cenar. Hay que terminar de
poner la mesa. Voy a por las copas.
-¡Te ayudo!- Se ofreció Keiko con
genuino entusiasmo.-
Las
dos se fueron hacia la cocina y aquello le sirvió a Michiru, la joven del pelo
verdeazulado, para comentar a sus anfitriones
-Son inseparables. Vuestra hija adora a
Hotaru…
- Y es mutuo por lo que veo.- Observó
Haruka.-
-Sí, se quieren mucho, y eso me
complace.- Replicó Tomoe con talante reflexivo al añadir.- Keiko admira
enormemente a su hermana mayor. Lástima que no puedan verse con más frecuencia.
-Es verdad.- Suspiró Kaori recibiendo
las miradas apenadas de ambas invitadas.- Me gustaría que pasaran más tiempo
juntas.
No
comentaron nada más sobre ese tema y se dispusieron a prepararlo todo. Cenaron al
fin con buena armonía. Keiko sentada junto a su hermana, Kaori y el doctor se
colocaron frente a frente en la presidencia de la mesa y Haruka y Michiru como
no podía ser de otro modo, una al lado de la otra. Al terminar, la famosa
intérprete sacó un hermoso violín y arañó las notas del “Noche de Paz”. Todos
escucharon con deleite. Tras ejecutar esa pieza hubo bastantes aplausos por
parte del resto de los comensales. La cría enseguida exclamó con entusiasmo.
-¡Eres la mejor violinista del mundo!
-Bueno.- Sonrió modestamente Michiru.-
No sé… hay grandes artistas.
-Pues creo que Keiko tiene toda la
razón.- Convino Haruka.- Sabe de música…
-Y además de eso, ella también canta.
Está en el coro del colegio.- Comentó el doctor.- Ha salido a su madre en esa
afición.
Y
es que Kaori no cantaba nada mal. Aunque solamente lo hiciera en aquellas
fiestas tan divertidas que a veces hacían junto a Daniel y Mimette y otros de
sus amigos en la Masters Corporation.
-¿De veras? - Se sorprendió Hotaru
dirigiéndose a su hermana menor.- Eso no me lo habías contado.
-Es que me daba un poco de vergüenza.-
Pudo musitar la cría algo colorada ahora.-
-¿Y por qué no toco otra vez y me
acompañas cantando este villancico?- Propuso Michiru con jovialidad.-
La
cara de la niña era todo un poema, visiblemente ruborizada no parecía estar muy
por la labor. Haruka intervino entonces posando una mano sobre un hombro de la
pequeña y alentándola con una gran sonrisa.
-Muchísimos cantantes famosos pagarían
cualquier cosa porque Michiru les acompañase en alguno de sus conciertos. Y me
haría mucha ilusión escucharte. A cambio, luego te haré algunos de esos trucos
de magia que te prometí…
-¿De veras?- Inquirió la pequeña que
pareció animarse con esa posibilidad.-
Su
interlocutora asintió jovial en tanto era la propia Hotaru quien se sumó a esa
petición.
-¡Sería genial, hermanita! Me encantará
oírte cantar…
De
modo que la niña aceptó. Michiru volvió a interpretar aquel tema navideño y la
cría no defraudó…
Noche de paz,
¡noche de amor!
Ha nacido el niño Dios
en un humilde portal de Belén
sueña un futuro de amor y de fe
viene a traernos la paz
viene a traernos la paz...
Desde el portal llega tu luz
y nos reúne en torno a ti
ante una mesa de limpio mantel
o en el pesebre María y José
en esta noche de paz
en esta noche de paz...
¡noche de amor!
Ha nacido el niño Dios
en un humilde portal de Belén
sueña un futuro de amor y de fe
viene a traernos la paz
viene a traernos la paz...
Desde el portal llega tu luz
y nos reúne en torno a ti
ante una mesa de limpio mantel
o en el pesebre María y José
en esta noche de paz
en esta noche de paz...
Y su voz sonaba por momentos angelical. El
resto no podía salvo escuchar absorto. Aquella combinación del violín de
Michiru con esa entonación y sentimiento de la pequeña era realmente sublime.
Haruka misma estaba con la boca abierta, el doctor le daba la mano a su esposa
y Kaori observaba a su hija con los ojos haciendo aguas por el orgullo y la
emoción. Sin embargo, la que más disfrutó fue Hotaru. La joven apenas se dio
cuenta de que un par de lágrimas rodaban por sus mejillas, percatándose
finalmente de que lo mismo le sucedía a su madrastra. Eso le hizo sentirse mal,
culpable incluso. Al concluir el tema por supuesto, grandes aplausos. Incluso una
impresionada Michiru llegó a declarar.
-Te ofrecería venir conmigo de gira
cuando quieras.
-Prefiero ser científica.- Repuso
despreocupadamente la niña.-
-¡Has estado maravillosa! Es lo más
hermoso que haya oído nunca.- La alabó una todavía emocionada Hotaru
abrazándola con gran cariño.-
-Gracias Hota-chan.- Sonrió la cría
quien de inmediato recordó dirigiéndose a Haruka.- ¿Ahora me harás magia?
-Lo prometido es deuda.- Asintió la
guerrera.- Será un placer…
Y atrajo a la niña
hacia sí con un gesto, se colocaron en una mesita a parte y comenzó a ejecutar
algunos juegos de manos, haciendo “ desaparecer” monedas para deleite de la
cría que aplaudía encantada cuando Urano hizo “aparecer” una de ellas tras de
la oreja de la niña.
-Haz alguno más...- Le pidió con carita
esperanzada.-
-Necesitaría una baraja de cartas.-
Comentó Haruka.-
-Voy por una. - Intervino el sonriente
doctor.-
Aunque
lo que no esperaban ni ella, ni las otras guerreras, fuese que Hotaru dijera.
-Espera, te ayudaré…
De modo que ambas se fueron a la
cocina. No era difícil darse cuenta de que la joven quería tener unas palabras
a solas con la esposa de su padre. Aprovechando que Tomoe estaba buscando esa
baraja y que Keiko seguía absorta con los trucos de Haruka…Una vez estuvieron a
solas, tras llevar algunos platos y vasos al lavavajillas, Kaori musitó con
timidez.
-Gracias…por ayudarme…
Sin
embargo Hotaru no la dejó acabar, y hasta parecía luchar contra sus propias
emociones cuando posó una mano sobre el brazo derecho de su interlocutora y
declaró.
-Gracias a ti, por darnos a Keiko…
Parte 18
Eso
sorprendió mucho a su contertulia. Su hijastra casi nunca se había dirigido a
ella en esos términos, dándole las gracias por algo, de un modo que no fuera
sarcástico. Le falló la voz, no sabía que decir. Hotaru entonces le dedicó una
amable sonrisa, quizás por vez primera desde que Kaori revivió retornando de
los Infiernos. Y mayor fue su alegría cuando la muchacha admitió.
-No fui justa contigo. La estás criando
muy bien. Es una niña maravillosa, dulce y buena. Mi padre es feliz en tu
compañía y junto a mi hermana. Sois una familia.
-Por favor… también tú eres parte de la
familia.- Pudo responder Kaori al fin con la voz tomada por la emoción.- No
solamente hoy…
-Gracias. Sé que mi padre invitó a
Haruka y Michiru también para que yo no me sintiese incómoda.- Repuso la
interpelada.- Y no ignoro que le habré hecho sufrir en ocasiones con mi actitud
hacia ti. Ya has pagado de sobra por todo lo que hiciste. Y he sido la única
que no ha querido verlo.
-Yo...Hotaru… no sabes cuánto siento.-
Balbuceó Kaori entre sollozos.-
No
obstante, su contertulia no la dejó acabar… Movió la cabeza sonriendo y
admitió.
-Soy yo quien lo siente. Y hace tiempo
te prometí que si hacías feliz a mi padre en mí podrías llegar a tener una
amiga. Ahora que lo has demostrado, creo que es hora de cumplir mi palabra. Cambiaré…
aunque debes darme tiempo.- Le aseguró su igualmente emocionada interlocutora.-
Kaori
asintió despacio enjugándose las lágrimas. Fue Hotaru quién la abrazó haciendo
que esa mujer rompiera a llorar sin poder evitarlo y su hijastra lloró con
ella. Al fin, tras unos momentos para recuperarse ambas volvieron al salón. El
resto estaba sentado alrededor de la mesa que habían despejado tras la cena.
Haruka le pedía a la muy interesada Keiko.
-Elige la carta que quieras. Mírala bien
y no me la enseñes…Luego métela otra vez en el mazo…
La
niña lo hizo. Tras barajar a conciencia su interlocutora fue cortando el paquete
de cartas y tras sacar diez le comentó.
-Éste es el equipo de las guardianas de
la Justicia, cada carta es una de ellas, Guerrera Luna, Guerrera Chibi Luna, Marte,
Mercurio, Venus, Júpiter, Urano, Neptuno, Saturno y Plutón…
Y
las citó por orden señalando una carta concreta a cada nombre. En ese momento
le preguntó a la cría.
-¿Cuál es tu favorita?....
-Saturno.- Replicó sin pensar.-
Hotaru
sonrió feliz. Su hermana no sabía quién era ella en realidad…y pese a ello la
había elegido. Fue entonces cuando la maga ocasional se sonrió algo pícaramente
para responder con fingida decepción.
-¡Vaya! Creía que ibas a decir Urano…
-Está bien, pero me gusta más la otra.-
Declaró la pequeña.-
-Bueno… es tu elección.- Convino con
ella Haruka, que la invitó con tono jovial.- Pues levanta la carta para que
conozcamos la identidad de la Guerrera Saturno.
Y
con manita temblorosa por la emoción la niña obedeció. Al voltear el naipe
soltó una exclamación. ¡Era la dama de picas! ¡La carta que ella había
elegido!…
-¿Cómo lo has hecho?- Quiso saber totalmente
anonadada.-
-Los magos no revelamos nunca nuestros
trucos.- Replicó una divertida Haruka guiñándola un ojo.-
Un
aplauso general dio por concluida esa actuación. Michiru por su parte iba a
guardar ese violín con el que había tocado cuando la cría le preguntó.
-¿Puedo verlo?
-Claro.- Sonrió jovialmente la
intérprete.- Invitándola a tomarlo…
-Ten mucho cuidado, hija. – Le pidió
Kaori informándola.- Ese violín debe de ser muy caro.-
-Es un Stradivarius-. Les informó
Michiru dejándolos perplejos.- Lo utilizo en mis grandes actuaciones.
-¿Y te lo has traído aquí?- Pudo decir
una incrédula Hotaru.-
-Claro.- Asintió afablemente su
contertulia.- Ésta era una actuación muy importante para mí.
Al
oír eso Keiko lo sostuvo con muchísimo cuidado. Ahora tenía miedo de estropear
aquello con solo respirar. Sin embargo, la famosa solista le sonrió animosa y
le hizo colocárselo apoyado en un hombro en tanto la instruía.
-La postura correcta es ésta…-Y tras
tomar el arco le comentó.- Y debes utilizarlo así…
Y
tras colocar suavemente la barbada contra la barbilla de la niña guio la mano
de la perpleja cría e hizo sonar algunas notas. Después la ayudó a ejecutar un
arpegio y le preguntó.
-¿Te gustaría aprender?...
-¡Sería genial! - Comentó la niña que
parecía impresionada.-
- Inténtalo.- Le pidió Michiru tras
susurrarla algunos consejos.- No tengas miedo…
Keiko
probó algo nerviosa, con un silencio total hecho a su alrededor. Tras unos
instantes de duda, arañó alguna nota y no sonó del todo mal. Usagi detuvo por un
momento la lectura de aquello y se sonrió, ruborizándose incluso al recordar.
-Igualito a cuando lo intenté yo…
Hacía
tantos años de aquello, fue al poco de conocer a Haruka y Michiru, cuando ella
se sentía tonta y quiso imitar a la virtuosa del violín. Trató de tocar algo y
provocó la vergüenza de ambas y el estupor de las personas que paseaban por la
calle, asistiendo espantados a ese despropósito.
-¡Menudo atentado contra la música que
perpetré! - Se rio ahora.-
Y
divertida continuó leyendo…justo cuando Michiru alababa a la pequeña Keiko
-No está mal, para ser tu primera vez.
-¿Me enseñarías?- Quiso saber la cría
con patente ilusión.-
-Todo dependerá de tus ganas por
aprender y de si tus padres lo autorizan.- Afirmó cautamente su contertulia.-
Los
señores Tomoe asintieron sin dudar. Después Michiru recuperó el instrumento y
tras tocar algunas melodías a modo de bises para solaz de su auditorio lo
guardó finalmente. La velada prosiguió hasta que las tres guerreras se
despidieron para volver a casa. Aunque cuando Haruka y Michiru se marcharon
tras agradecer la acogida, Hotaru aguardó un instante todavía, dado que recibió
una inesperada y cálida invitación…
-En el cuarto de Keiko hay espacio para
dos camas. ¿Te gustaría pasar la noche con ella? - Le ofreció su madrastra.-
La
invitada tardó unos momentos en contestar. No obstante, al ver la expresión
esperanzada de su hermana menor asintió con una gran sonrisa.
-Sería un placer…Muchas gracias, Kaori.
-Es estupendo tener a mis dos hijas en
casa.- Afirmó un muy contento Souichi Tomoe.- La Navidad obra grandes milagros…
-¡La mejor Navidad de mi vida!- Exclamó
la pequeña.- Música, magia y Hota-chan se queda conmigo esta noche.- Remachó
abrazándose a su hermana mayor.-
La emocionada joven
no supo que decir. Solo apretó fuertemente entre sus brazos a esa chiquilla.
Souichi sonrió complacido y ayudado por su asimismo feliz esposa se afanó en
llevar una cama del cuarto de invitado a la habitación de la pequeña. Serenity
leía eso sonriendo a su vez…
-Me alegro muchísimo por todos vosotros.
En especial por ti, Hotaru…necesitabas perdonar para ser feliz.
Ahora la reina pasó alguna página de ese
librito y leyó....
-Minako. A ver ¿Qué hiciste tú?...
Parte 19
Su
amiga la princesa Venus era la que tenía en este aspecto un cometido más duro.
Viajó a los Ángeles. Allí vivía Kalie. Al menos esa mujer pudo rehacer su vida.
Conoció a un joven médico del que se enamoró. Se casaron y, además de
convertirse en el padre adoptivo de su hijo Mazoui, tanto él de nombre Mathew
O´ Brian, como Karaberasu poco tiempo después, fueron padres de una niña. La
pusieron por nombre Katherine, en memoria de la difunta hija de la mujer que
acogió a Kalie cuando ésta se marchó de casa de sus hermanas. Serenity no
olvidaba la tensa conversación que mantuvo con Minako años atrás. De hecho,
convocó a la joven princesa de Venus en su despacho.
-Deseabas verme, Majestad. - Pudo decir
la recién llegada haciendo una ligera reverencia. -
-Sí, quería que mantuviéramos una
charla, a solas. - Le contestó con tono algo serio, más al añadir. - Sé que
pronto será Navidad.
- ¿Y has pensado organizar una fiesta? -
Inquirió su interlocutora con un tono que no precisaba si era de sarcasmo o sinceridad.
- Es una idea estupenda.
Pero
su contertulia no parecía querer perder tiempo, ni estar para bromas y fue
directa al grano.
-No me andaré con rodeos. Somos amigas.
Te conozco y sé lo que habrás estado pensando. Has de saber que ya no me
opondré a ello, pero bajo ciertas condiciones…
Minako
pareció dejar de lado esa especie de representación, su aparentemente jovial
rostro se tensó y tras suspirar pudo decir.
-Comprendo. Tú dirás. ¿Qué clase de
condiciones?...
-Sé que eres la madrina de los hijos de
Kalie, no dudo de que te preocupas por ellos y los quieres. No obstante, debo
pedirte que no te muestres ante ellos con tu auténtica identidad. No todavía. Y
que le transmitas a su madre ciertas cosas. Instrucciones que voy a darte.
-Muy bien, Majestad. - Se inclinó marcadamente
la joven utilizando un tono aparentemente servicial. - A vuestras órdenes.
-Por favor Mina-chan, no me hagas esto.
- Le pidió Serenity con visible malestar. -
- ¿Hacerte qué? - Se molestó Minako a su
vez. - ¿Preferirías que dijese lo que pienso de esas estúpidas directrices? En
el nombre de Dios, o de quién sea. ¿Por qué tenemos que dejar que sufra así?
- He empeñado mi palabra. - Respondió su
contertulia con toda la calma que pudo reunir. - Te ruego que no me hagas esto
más difícil de lo que ya es.
- ¡Que no te lo haga más difícil yo a
ti! – Se indignó Venus para recalcar. - Te recuerdo que son mis ahijados a los
que no me permites ver.
-Sabes que es peligroso. – Repuso Serenity.
-
- ¿Mazoui? ¿Peligroso? Es solamente un
niño, ¡por amor de Dios!, y es encantador. ¿Y qué pasa con Kathy?, una cría de
tan solo nueve años, ¿cómo de peligrosa puede ser?
-Tu ahijado es una amenaza en potencia,
y lo sabes muy bien. - Repitió Serenity que comenzaba a perder la paciencia recalcando.
- No debes verle…
- ¿O qué? ¿Me volverás a castigar en
nombre de Luna? - Replicó su interlocutora con una mirada entre dolida y desafiante.
- Artemis todavía juega con bolas de lana tras la última vez…
La
soberana se giró dando la espalda a su interlocutora y apenas sí pudo
controlarse para musitar dolida.
-Eso es un golpe bajo. Minako…muy bajo…
Tras
aquello, se produjeron unos interminables segundos llenos de un espeso y
embarazoso silencio. Finalmente fue Venus la que, suspirando, admitió con un
tono más suave y humilde.
-Perdóname. Me he pasado. Comprendo que
fue tu obligación. Pero… entiéndeme tú a mí. Te lo suplico. De entre todas
nosotras siento que soy la única que ha fallado. Las demás chicas han cuidado y
protegido a sus amigas. Ven a sus ahijados y los quieren y apoyan. Y yo… debo conformarme
con velar por ellos desde la distancia…sin poder compartir sus vidas. Ni verlos
crecer, ni compartir sus buenos o sus malos momentos. Aunque sea de forma
esporádica.
Ahora
bajó la cabeza con lágrimas en los ojos, la soberana se volvió nuevamente hacia
ella y tomó sus manos entre las suyas tratando de sonar conciliadora.
-Sé perfectamente cómo te sientes. Y de
sobra sabes que lo lamento muchísimo. Pero esto tiene que ser así. Por el bien
de todos, el suyo incluido. Ve a ver a Kalie, queda con ella, apóyala, haz
regalos a los críos. Aunque sean anónimos. ¿Cuál es ese nombre tan raro que
usas cuando vas a verlos de incógnito?, ¿eh? - Preguntó ahora con una trémula sonrisa,
tratando de animar a su interlocutora. -
-Carola. - Sonrió a su vez su compañera.
- Siempre le doy ese nombre a Kalie para que sepa que voy. Es nuestra
contraseña.
-Pues avísala. Ve, tómate tu tiempo…habla
con ella y dale buenas noticias de sus hermanas.
-Sí, solamente poder decirle que están
bien, y nada más. La verdad. Tenía pensado actuar allí y enviarles entradas
gratuitas para mi concierto. - Le desveló la princesa con resignación. -
-Eso sí puedes hacerlo. Como Minako Aino
eres un ídolo famoso, y me dijiste que…
-Sí, - la cortó la interpelada musitando
con emotividad. - Karaberasu me contó que la pequeña Kathy me admira mucho, que
de mayor quisiera ser como yo… ¡Ojalá que un día!...
No
pudo continuar hablando sin echarse a llorar, Serenity la abrazó con ternura y
pesar, tratando de confortarla.
-Lo siento, lo siento Mina-chan. -
Repetía muy afectada también. - Ten paciencia…solamente puedo pedirte eso, y
que confíes en mí.
Tras
un rato la princesa de Venus se separó asintiendo, y tras enjugarse las
lágrimas se marchó. Luego Serenity leyó que su amiga efectivamente se encontró
con Kalie. Las dos tomaron algo en un restaurante de los Ángeles. Teniendo en
cuenta la fama que ya poseía Minako, tuvieron mucho cuidado de permanecer ocultas
a la prensa u otros medios de comunicación.
- ¿Qué tal estáis? - Se interesó la sailor.
-
-Muy bien, Mathew trabaja como jefe de
planta en el hospital. Mi hijo está cada día más grande y guapo y Kathy se está
haciendo toda una señorita. - Contestó una en efecto contenta Kalie. -
Dicho
esto, enseñó a Minako unas fotos de su familia y miró a su amiga esperando una
réplica. La aludida sabía perfectamente lo que su interlocutora deseaba que
dijese, pero tuvo que mover la cabeza despacio y musitar llena de
consternación.
-Lo siento. Lo único que puedo decirte
que están todas bien y que son felices…
-Bueno, eso me basta. - Fue capaz de
sonreír Karaberasu no sin algo de amargura. -
-Ojalá pudiera decirte más. - Suspiró su
interlocutora con una mirada que imploraba perdón. -
Sin embargo, su
contertulia cambió enseguida de tema para evitar ensombrecer aquella velada y
le contó a su amiga con renovada animación.
- Mazoui ha sacado unas notas buenísimas
y Kathy también. ¡Los dos son estupendos! Estamos muy orgullosos de ellos. Como
premio los vamos a llevar a Disney World estas fiestas…
-Me alegro mucho. - Pudo sonreír a su vez
su interlocutora que ahora extrajo varios tickets de su bolso para añadir. - Esto
es para todos vosotros, daré un concierto aquí en unos días. Si es que podéis
asistir antes de marcharos…
-No sé. Aunque puedo hablar con Mathew y
que retrase el viaje. Si es que sus obligaciones se lo permiten. - Contestó
Kalie tratando de pensar. - A mis hijos les encantan tus canciones. Sobre todo,
a Kathy. No me lo perdonará si no vamos a verte actuar. Le gustas más que el
pato Donald o Micky Mouse. ¡Ja, ja!
- ¡Lo tomaré como un cumplido! - Rio al
fin Minako. - Querida amiga. Ojalá pudiera hacer más por ti. - Agregó
extinguiendo su sonrisa casi musitando con patente consternación. - Te aseguro
que lo he intentado pero que no depende de mí.
Kalie
puso una mano sobre las de la princesa Venus y sonrió animosamente para
aseverar.
-No sufras así. Te agradezco todo el
cariño que nos has demostrado a mí y a los niños. Sé muy bien que tú nunca me
olvidaste. Y si no puedes hacer más tendrás una muy poderosa razón. No temas,
no haré nada que pueda perjudicaros ni a ti, ni a las demás. Quizás algún día
mis hermanas y yo podamos volver a reunirnos y las presente a mis hijos. Y
supongo que ellas me presentarán a mí a los suyos.
-Estoy convencida de que así será. -
Manifestó Minako tratando de sonar cordial y optimista. - Ese día llegará.
Lucharé con todas mis fuerzas para que así sea.
Al
rato se despidieron puesto que Kalie iba a buscar a sus hijos. La princesa de
Venus se escondió para verlos pasar. Pudo ver efectivamente lo grande que
estaba el niño y lo encantadora que era la pequeña cría, que llevaba un lazo
amarillo atado a su pelo color cobrizo, como su madre. Incluso oyó como Kalie
les contaba la noticia. ¡Tenía entradas para ver actuar a la gran Ídolo
juvenil! Katherine saltaba de contenta exclamando.
-Minako. ¡Voy a ver a Minako! ¡Qué bien!
La joven sailor al
menos pudo sonreír, entre lágrimas…mientras observaba de lejos aquello.
- ¿Y luego iremos a Disney World? -
Exclamó a su vez Mazoui lleno de entusiasmo. -
-Claro, cariño. - Sonrió luminosamente
su madre. - He llamado a tu padre, no hay problema, el concierto es un par de
días antes. Podremos hacerlo todo.
- ¡Las mejores Navidades de mi vida! – Exclamó
de nuevo una eufórica Katherine haciendo reír a Karaberasu que la abrazó. - ¡Te
quiero, mami!
-Ya te digo. - Convino su hermano con
visible satisfacción a su vez. -
-Adiós ahijados, amiga mía, hasta pronto.
- Musitó Minako entre sollozos tras asistir a esto último, alejándose ya por un
callejón adyacente. -
La
propia Serenity tenía lágrimas ahora al leer aquello. Se las enjugó…
-No sabes lo mucho que me dolió tener
que ordenarte eso, Mina-chan. - Pensaba ahora todavía emocionada. - Pero por
desgracia tuvo que ser así. Y ahora mira bien a tus queridos ahijados. Dos grandes
personas, defensores de la justicia y del bien. Al final el sacrificio mereció
la pena.
Pero
supo también que Minako se las arregló para proporcionar a sus ahijados unas
entradas lo más pegadas posibles al escenario. De tal modo que los niños
pudieran verla muy de cerca. Y como ella tenía la costumbre de aproximarse a
veces y preguntar a sus fans, aprovechó la ocasión durante la pausa de una de
sus canciones. Y llegándose hasta la posición que Mazoui y Katherine ocupaban
con sus padres, les sonrió comentando.
- ¡Vaya fans tan guapos! ¿De dónde
venís?
La
niña estaba tan nerviosa que apenas podía articular palabra. ¡Su ídolo Minako
estaba ahí, hablando con ella! Por suerte, Mazoui sí que respondió.
-De San Diego.
-Estáis cerca entonces. ¿Os está gustando
el concierto?
-Sí, muchísimo. Eres la mejor. - Pudo
finalmente contestar la azorada Kathy. -
Como
tampoco podía pararse mucho a hablar con dos espectadores en particular, Minako
sonrió. Acarició las caritas de ambos niños y les regaló sendas fotos suyas
autografiadas.
-Que sigáis siendo unos niños tan
maravillosos. Gracias, muchas gracias por estar aquí. - Fue capaz de decir emocionada.
- Os dedico mi próxima canción.
Vio la alegría dibujada en la cara de los
pequeños, sobre todo en la de Katherine, aquella niña que ella sostuvo en
brazos cuando nació. También vio a Karaberasu que le sonrió agradecida, lo
mismo que Mathew. Minako tenía ganas de
llorar. Le costó muchísimo, pero se contuvo, y con la mejor de sus sonrisas
volvió al centro del escenario para proseguir el recital. De fondo aun pudo escuchar exclamar a la
alborozada cría.
- Mami, papi, ¡Minako nos va a dedicar
una canción!
-Eso es porque habrá visto que sois dos
niños muy buenos, cielo. - Le sonrió tiernamente su madre. -
- ¿Y cómo lo sabe? – Inquirió un
sorprendido Mazoui. -
-Porque ella sabe muchas cosas. -
Respondió Kalie con voz queda. -
Serenity
suspiró, teniendo que enjugarse un par de lágrimas a su vez.
-Algún día será distinto, Mina- chan. Y
podrás abrazar a tus ahijados diciéndoles quién eres tú de verdad…Ten un poco
más de paciencia, te lo ruego.
Y
para evitar que el pesar por su amiga la envolviera, pasó a la siguiente
página.
Parte 20
-Vaya, Haruka y Michiru…- Sonrió. -
Ellas tampoco se aburrieron en esas fechas. Esto pasó antes de su velada con
los Tomoe…
Aunque
por una vez no había nada escabroso. Tratándose de aquellas dos hubiera podido
pasar cualquier cosa. Sin embargo, parecía que estaban disfrutando de una
velada tranquila. Haruka había terminado sus entrenamientos para el gran premio
de motociclismo y su pareja volvía de una gira de conciertos de violín. Ahora,
en un apartamento que tenían alquilado en Londres ambas descansaban. Era
Michiru quién arañaba unas melancólicas notas de su violín, “interpretando Noche
de Paz”
-Muy bonito, pero algo triste. - Comentó
Haruka sorprendida por aquello. -
-Será que me he dejado llevar por mis pensamientos.
- Suspiró su interlocutora cuando dejó el instrumento cuidadosamente guardado
en su estuche. - Es como si el Stradivarius pudiera percibirlos también.
-Es una época para celebrar y estar unidos.
- Dijo su interlocutora observándola con algo de preocupación. - Aunque
entiendo que a veces acarrea algo de nostalgia.
-Echo de menos a nuestras compañeras. Y
sobre todo a Setsuna y a Hotaru. ¿Te acuerdas de aquellas navidades que
pasábamos las cuatro juntas? - Sonrió tímidamente su pareja. -
- ¿Cómo las iba a olvidar? - Convino
Urano devolviendo aquella sonrisa.- Cuando le escondíamos los regalos a Hotaru
y la hacíamos buscarlos por toda la casa.
-Y las cenas que Setsuna nos preparaba. La
pobre se esmeraba incluso más de lo habitual. - Afirmó su contertulia. -
Tras
asentir, Haruka se levantó del sillón en que estaba sentada y paseó despacio
por la estancia. Parecía pensar en algo. Al poco declaró.
-Ahora cada una de ellas tiene su propia
vida. Nuestra cocinera de lujo es la reina de los saiyajin y esa niña tan
encantadora que se afanaba por seguir las pistas que le dábamos para encontrar
sus regalos, ya es toda una mujer.
-Sí, únicamente espero que nos recuerden
con el mismo cariño con el que nosotras lo hacemos cuando pensamos en ellas. -
Musitó Michiru. -
- ¡Anda tonta! No nos pongamos melancólicas.
- La animó su pareja tomándola de las manos para proponer con animación. - Esta
noche iremos a cenar a un buen restaurante y después…
- ¿A ver alguna buena obra de teatro? -
Inquirió una esperanzada Michiru. -
- ¡Ja, ja!... Tenía en mente una
representación algo más privada. - Se sonrió pícaramente su contertulia. -
Su
compañera tenía el mismo gesto cuando asintió con entusiasmo. Le dio un rápido
beso en los labios que Haruka encajó divertida.
- ¿Es eso una promesa de algo más
interesante para esta noche? - Quiso saber con tono incitador. -
-Podría ser. - Replicó Michiru. -
En
ese instante el teléfono móvil de la violinista sonó, ésta enseguida respondió.
- ¿Hola?... ¡Doctor Tomoe! ¡Qué
sorpresa! Me alegra oírle. ¿Qué tal todo?... ¿Qué? ...pues… claro. ¡Estaríamos
encantadas! No, no tenemos otros compromisos para estas fechas. Tampoco
profesionales. Pero…no quisiéramos molestar… Muchas gracias. Es usted muy
amable. – Afirmó esbozando una sonrisa y ante la mirada interrogadora de Haruka
añadió. - Sí, está aquí. Claro… puedo hablar por ella y decírselo. ¿Dentro de
tres días? Seguro que a Haruka le encantará la idea. Tomaremos el primer
avión…Gracias, salude a su familia de nuestra parte…Adiós.
Colgó
ante la atónita mirada de Haruka quien enseguida quiso saber.
- ¿Tomoe? ¿Qué quería?
-Invitarnos a su casa a celebrar la Nochebuena.
- Le desveló Michiru. - También Hotaru irá.
-No sé. Es una fiesta en familia. -
Opuso Haruka. -
-También somos de la familia…-Aseveró la
joven. - Eso mismo me ha respondido el doctor cuando le dije que no deseábamos
molestarles.
-En tal caso será un placer acudir. -
Sonrió Haruka realmente contenta al escuchar aquello y agregando con desenfado.
- ¡Vamos a cenar por ahí para celebrarlo y mañana hacemos el equipaje y
reservamos billetes!
Sin embargo, Usagi no
pudo leer más sobre ellas. Aunque ya se
imaginaba por donde irían las cosas esa noche tratándose de esas dos. Lo otro
ya lo leyó en la parte de Hotaru. En fin. Pasó una página más. Ahora le tocaba
informarse sobre otra amiga muy querida, que, pese a la distancia, estaba muy
presente en su corazón.
-Setsuna…te echo de menos. – Suspiró leyendo.
-
En
el palacio de la Ciudad del Sol Poniente todo era bullicio. La soberana estaba decidida
a inculcar el espíritu navideño a los saiyajin. Ardua tarea desde luego. De
hecho, allí estaba su hijo Eron que miraba sin comprender ese gran árbol del
patio lleno de adornos. Su hija Seren por su parte parecía más entusiasmada al
colocar algunas bolitas de colores colgando en él. Aiona le echaba una mano.
Ambas todavía eran muy niñas para saber siquiera que estaban haciendo, pero lo
pasaban bien. Su hijo menor Bralen y el amigo de este, Doran, siendo más
pequeños todavía se entretenían jugando a lanzar algunas de esas bolas.
-Ten cuidado, Bralen. - Le pedía su madre.
- Vais a romperlas…
-Ya me ocupo yo, ¡Señora! - Terció Seira
que se acercó hasta los niños. - Alteza, hijo. Dejad de utilizar esos objetos
decorativos como proyectiles…
- ¡Booola de energía! – Exclamaba el
divertido Doran tras tirar otra. -
Su
madre se movió rápido para interceptar aquel objeto agarrándolo al vuelo. Al
fin, la guardiana logró que Nilia y Moena se aproximasen y se hicieran cargo de
esos dos niños. Entonces Aiona se acercó a su madre y con una de esas bolas en
una mano, y una cinta de colores en la otra, quiso saber.
-Madre, esto ¿para qué sirve?...
-Lo desconozco, hija. - Admitió Seira. -
Pero puedes preguntar a su Majestad, la reina Meioh.
-Son adornos de Navidad. - Le comentó
Setsuna que vino de la mano con su hija Seren. -
- ¿Navidad? - Se sorprendió Aiona,
observando a su soberana con sus grandes ojos castaños muy abiertos. - ¿Qué es
eso?
-Una celebración en la Tierra. Donde
vale más dar que recibir. - Le contó su sonriente interlocutora. -
- ¡Eso me gusta, suena a combate! -
Intervino Seira enarbolando un puño. - Y es una idea muy adecuada. Aunque en las peleas también se debe aprender
a encajar los golpes.
- ¡No es eso! - Se rio Setsuna moviendo
la cabeza para dirigirse a su morena guardiana. - Ya te lo expliqué hace años.
Es un momento en el que la gente se junta con sus familias y celebran esa
unión. Se trata de ser más feliz y de compartir.
- ¿El qué comparten, la comida? - Quiso
saber Seren. -
-Entre otras cosas. - Repuso su madre. -
-Pues a mí no me gusta compartir la
comida, prefiero comérmela yo. - Intervino Aiona. -
Seira
la miró con gesto severo y la cría retrocedió bajando la cabeza.
-No pasa nada. - Comentó Setsuna. - Y no
te preocupes, Aiona. En las cenas de Navidad siempre hay mucha comida.
- ¡Qué bien! – Terció Seren dando saltitos.
- Hagamos una de esas cenas en palacio…
-La princesa ha tenido una gran idea. -
Se sonrió Seira mirando ahora a su hija con más afabilidad en tanto le preguntaba.
- ¿Verdad?
-Sí, madre. - Convino la cría. -
En ese momento
llegaron Lornd y Calix. Enseguida Seira hizo una respetuosa inclinación, lo
mismo que ambas niñas. El soberano de Nuevo Vegeta quiso saber con aire jovial.
- ¿Qué estáis tramando? Os veo muy
animadas.
-Padre. - Intervino Seren con ilusión. -
Madre nos ha contado que hay una cosa que los humanos llaman Navidad y que consiste
en comer mucho. ¿Lo podremos hacer aquí?
Setsuna
se rio llevándose las manos a la cabeza con teatralidad ante tal reduccionismo
que su hija había hecho del significado de la Navidad, mientras que Lornd se
rio afirmando divertido.
- ¡Eso lo hacemos todos los días!…
-De modo que, si lo vemos de esa manera,
todos los días son Navidad aquí. - Añadió entre divertida y sarcásticamente la
risueña soberana. -
Fue
Eron quien acercándose a su hermana se sonrió declarando…
-Esa es una magnífica costumbre terrestre
entonces. Es como madre dice, se parecen a nosotros en bastantes cosas. Pero
sigo sin comprender para que llenan un árbol de cachivaches.
-Es un símbolo de la alegría de esas fechas.
- Le explicó su madre que sonó ahora nostálgica cuando les contó. - Veréis, yo
lo celebraba con unas grandes amigas. Decorábamos un árbol, cenábamos juntas,
cantábamos y reíamos mucho.
Lornd
la observó ahora con un gesto más serio, incluso algo entristecido. Él no
ignoraba todo lo que su mujer dejó atrás. Pese a que ella parecía ser feliz en
su nueva vida, siendo reina, esposa y madre. Empero, el recuerdo de sus
antiguas camaradas seguía estando ahí y se avivaba en fechas como estas, muy
importantes para muchos terrestres.
-Muy bien. - Declaró el soberano con animación.
- Haremos una gran fiesta de Navidad. Y todo el planeta la celebrará. Es una
orden Real…
Setsuna
le miró y sonrió agradecida. No era ajena al motivo de esa reacción.
-Mi Señor… ¡Una orden Real! - Se sorprendió
Calix. -
-Sí, así es. Ve a hablar tu hermano
Blinz, digo con el canciller Derail. Que lo haga saber. - Le indicó el rey. - Y
luego contacta con Dariel y Yairl, que se presenten los dos aquí. Tú tampoco
tardes mucho. Tu familia estará invitada a esa celebración. Por supuesto que Blinz
venga también con su esposa Elua y con su hijo Kiros.
El
aludido hizo una inclinación y partió presto. Seira entonces inquirió muy
respetuosamente a su soberano.
-Majestad, ¿debemos ataviarnos con la
armadura de gala?
- Sin duda. Y mi esposa nos honrará con
algún vestido terrestre que haga honor a esta ocasión. ¿No es cierto? -Le
preguntó él a Setsuna con un guiño de complicidad. -
-Claro que sí. - Afirmó la alegre interpelada
agregando. - Les diré a Nilia y a Moena que están invitadas como mis damas de
compañía personales.
-Sea como tú desees, conoces mejor las
costumbres de ese tipo de fiesta que yo. - Concedió Lornd. -
Así
se hizo, el planeta Nuevo Vegeta se engalanó con árboles llenos de decoración.
Por supuesto, hubo muchas comilonas para conmemorar esa cena de la Tierra.
Concretamente en la de palacio todos festejaron con animación. Setsuna incluso
quiso enseñar algún villancico a sus súbditos y era gracioso oír a los saiyajin
cantar aquello de Noche de Paz, noche de Amor…Fue Seira quién, próxima a la
reina, comentó como si hubiera descubierto algo.
- ¡Claro!, el amor es algo muy poderoso.
Y en esta fiesta se le rinde tributo. Como en la celebración del Guerrero
Legendario.
-Algo así. - Se sonrió Setsuna,
divertida ante las interpretaciones que su guardiana hacía de aquellas cosas. -
La reina lucía un
hermoso vestido de color burdeos que casi parecía de tafetán. Mostraba un buen
escote y dejaba casi al descubierto su espalda. Una diadema de diamantes y
rubíes hacía un complemento perfecto. Disfrutaba de aquella velada y se reía
mucho de las cosas que pensaban sus súbditos, aunque también le hizo ilusión
oír a su hija Seren afirmar.
-Siempre hablas mucho de la Tierra.
Tiene que ser un planeta muy bonito. Me gustaría ir un día…
-Claro, hija mía. Iremos alguna vez. -
Sonrió ella. -
-Podríamos conquistarlo. - Sugirió Eron
dejando de piedra a su madre. -
-No podemos hacer eso Alteza, son
nuestros aliados. - Le recordó Calix. -
-Por eso nos haría ninguna falta, siendo
amigos nuestros. - Agregó Blinz.-
El
niño se encogió de hombros dejando el tema y centrándose en saborear más
manjares. Setsuna suspiró. Su hijo en eso tenía una mentalidad totalmente de
saiyajin. Al menos Seren compartía algunos de sus propios gustos y Bralen
todavía era pequeño y no parecía estar tan inclinado a la lucha como su hermano
mayor.
-Bueno, son muy niños todavía. - Pensaba
la ex guerrera Plutón.- Como siempre, el padre Cronos dictará lo que deba
suceder…
Una
de las saiyajin se aproximó entonces. Se trataba de Elua, la esposa del canciller
Blinz, con ella venía un crío de cabellos y ojos negros.
-Muchas gracias por la invitación,
Majestad. Es todo un honor. - Dijo esa individua. -
-Sois de las familias más respetadas y
honorables del planeta, os consideramos amigos personales. - Sonrió la soberana.
–
Eso
dio la impresión de agradar mucho a esa ruda mujer que enseguida ordenó a su
hijo.
-Kiros, ¿dónde están tus modales? saluda
a tu reina como corresponde.
-Majestad, muchas gracias por invitarnos.
- Respondió obedientemente el niño haciendo una gran inclinación. -
-No hay de qué. Anda, ve a pasarlo bien
con los demás. - Le respondió afablemente Setsuna. -
Kiros
miró a su madre buscando su permiso y Elua asintió levemente, el chico corrió a
unirse a su primo Doran y al resto.
-Sois muy generosa con nosotros. -
Afirmó esa estricta mujer. –
-Lo que merece cualquiera de mis
súbditos leales. - Afirmó ella. – Y tú y tu familia os contáis entre los más
fieles y principales.
-Os lo agradezco, Señora. - Se inclinó
nuevamente esa individua. -
Setsuna
suspiró. Elua era mucho más rígida que la propia Seira. Una saiyajin de corte
tradicional. Poco permeable desde luego a influencias externas. A veces la
soberana llegó a temer que formase parte del grupo crítico de esos
descontentos, que les acusaban de echar a perder las tradiciones de Nuevo
Vegeta y de importar ritos humanos. Como, por ejemplo, la celebración de la
Navidad. Aunque enseguida se despreocupó. Por las mismas razones por las que
Elua era tan reacia a adoptar costumbres o formas de actuar distintas a las de
sus antepasados, era alguien de absoluta confianza. Siendo cuñada de Seira y
habiendo jurado lealtad y obediencia a sus reyes, se podía confiar plenamente en
ella.
-La pobre Setsuna tiene también sus
propios problemas a ese respecto. - Se dijo Serenity. - La comprendo muy bien.
No quiso leer más ya.
Le apenaba profundamente lo que su amiga estaría destinada a sufrir años más
tarde. Y no precisamente por culpa de enemigos extraterrestres o nuevas
amenazas exteriores. Sería un dolor que vendría de lo más profundo y personal. No
quiso pensar en eso y se dispuso a cerrar el diario por un momento, pero antes
de hacerlo vio unas anotaciones de cómo le fue a ella misma y a Mamoru en esas
Navidades. Fueron de las pocas en las que coincidió con su propia hija del
futuro. Aunque tanto ésta como las asteroides estaban cumpliendo una importante
misión. Y eso incluía las celebraciones navideñas. De hecho, tuvieron una
invitada muy particular.
-Sí, recuerdo la fiesta que hicimos en
la Luna. Estuvimos con Neherenia. Se lo pasó muy bien. - Se sonrió al traer a
su memoria esos momentos sin poder evitar leer. -
Parte 21
Chibiusa
y las amazonas estaban decorando un enorme árbol ubicado en el gran salón de
recepciones del reino de la Luna Nueva. La pequeña reina las ayudaba con
entusiasmo.
-Esto lo hice el año pasado en casa de
Cooan y de Idina. Fue muy divertido. - Reseñó la cría no sin nostalgia. -
-Pues este año, te vas a divertir un
montón con nosotras. - La animó Jun-jun.- Este árbol es mucho más grande que el
de ellos, seguro.
Y realmente grande
era. La propia sailor saltó acto seguido para pasarle una bola a Bes-Bes quien,
agarrándola al vuelo, añadió.
-Tenemos muchas cosas que te van a
entretener.
Por
su parte Cere-Cere estaba colgada de un trapecio sobre el techo, por encima de
la copa de ese gran árbol y colocaba una gran y refulgente estrella.
- ¡Esto está quedando genial! - Declaró
con patente satisfacción. -
- ¡Eh!, dejadme poner algo a mí. - Pidió
Para-Para, que ya estaba brincando sobre una alta escalera, presta a ornamentar
con guirnaldas las ramas que tenía más próximas en tanto gritaba. - Me pido esta
parte…
La
pequeña reina no dejaba de observar entre atónita y embelesada las evoluciones
de esas cuatro. Inasequibles al agotamiento saltaban, se columpiaban y
ascendían o descendían de las ramas en una frenética actividad decorativa. Ella
misma las ayudaba eligiendo que cosas deseaba que pusieran.
-Colocad esta bolita azul, ahora la
roja, luego la verde y la amarilla. –Les indicaba con entusiasmo. - ¡Y muchas
cintas de colores!…
-Vas a tener el mejor árbol de Navidad
del Mundo y de las dos caras de la Luna. - Sonrió Chibiusa que estaba a su lado.
-
Su
interlocutora asintió con alegría. Y tras el árbol tuvieron el juego de la piñata,
la joven soberana se dio buena maña en romperla con un palo, pese a ir con los
ojos vendados. Después a cantar villancicos y celebrar. Endimión y Serenity llegaron entonces para
desearle felices fiestas a la pequeña reina.
- ¿Lo estás pasando bien, Majestad? -
Saludó él. -
-Sí, ¡muchas gracias! - Repuso una
encantada Neherenia. -
-Ya sabes que todos somos tus amigos, y
que tienes más gente que te aprecia. - Sonrió amablemente Serenity en tanto
acariciaba la frente de la cría. - En muchas partes de la Tierra.
-Estoy muy contenta. Ha sido divertido
romper la piñata. ¡Y me han dado muchos regalos! - Anunció la niña. - He
repartido alguno de ellos entre mis súbditos, no está bien tener tanto para mí
sola si no lo puedo compartir. - Agregó. - Y es lo que se hace por Navidad.
Chibiusa me ha dicho que vale más dar que recibir.
-Sí, así es. - Convino Serenity
declarando con aprobación. - Has hecho muy bien. Estamos muy orgullosos de ti.
-Es un bonito y noble gesto. Lo celebramos.
- Afirmó Endimión visiblemente satisfecho. - Actuaste como corresponde a la
bella y gentil reina que eres.
La
voz de una de las doncellas de palacio interrumpió aquella conversación.
-Majestad, es la hora de cenar…Los
ministros os esperan. Y también vuestras invitadas. - Remachó en una alusión a
Chibiusa y las asteroides que iban a compartir velada en palacio. -
- ¡Ya voy! – Repuso la interpelada, que dedicó
una mirada a los soberanos y les dijo. - Es una pena que no podáis quedaros a
cenar. Ha sido un placer veros. Espero que volváis pronto.
-Eso deseamos. - Afirmó Serenity. - Que
te aproveche la cena y feliz Navidad.
-Igualmente. - Se despidió la cría de
modo jovial. -
Y levantando sus
amplias faldas con ambas manos corrió de forma poco protocolaria hacia el
comedor. La pareja de reyes del futuro Neo Cristal Tokio se quedó observando
cómo su pequeña amiga se alejaba con patente satisfacción.
-Me alegra mucho ver que Neherenia es ahora
como cualquier otra niña. - Afirmó él. -
-Nuestra futura hija está haciendo un
gran trabajo en ese aspecto. - Admitió su interlocutora. - Y es una parte vital
para nuestros proyectos a largo plazo.
-Es fundamental que crezca rodeada de
afecto y con amigos. - Añadió Endimión. - Chibiusa lo entendió igual que
nosotros.
-La pobre se cree que no sabemos las
ganas que tiene de ir a ver a Helios. - Sonrió Serenity. -
Nuestra hija del porvenir realmente ha
pasado por muchas cosas, y estoy orgulloso de verla convertida en una mujer tan
hábil y llena de talento y bondad como su madre. - Afirmó su contertulio. - Hemos,
o, mejor dicho, sabremos educarla muy bien…
- Al venir del futuro tuvo a un grupo de
amigas que compartió esa responsabilidad con nuestros alter egos del siglo
treinta. Por eso nos la confiaron tanto tiempo. Y ahora lo comprendo bien. Cuando
pienso en mí misma doy gracias a mi propia madre, la reina Serenity, por
hacerme renacer en el seno de mi actual familia. - Suspiró ella. - Además de rodearme con mucho amor. Seguramente
quiso que supiera lo que era vivir entre gente corriente, con preocupaciones
cotidianas. Eso me ha hecho comprender bien cuál es el propósito de nuestra
misión. Soy muy feliz por tener unos padres tan maravillosos en esta época. Y
tantos y tan buenos amigos. Y lo que más dichosa me hace es verlos sonreír…
-Hay que procurar la felicidad general.
O por lo menos a tantas personas como nos sea posible. - Remachó su contertulio.
- Asegurar el porvenir de la humanidad es tarea ardua…
-Sí que lo es. - Musitó reflexivamente
ahora la joven reina para declarar con talante más optimista. - Por fortuna no
estamos solos en esa misión. Viendo a Chibiusa y a las demás, sé que lo
conseguiremos.
Su
esposo asintió. Eso estaba claro. Y ahora, pasó algunas páginas más, cercanas
al final.
-Mi propia familia de la Tierra. Sonrió
llena de ternura. - Querría haber podido pasar con ellos las fiestas. Aunque ya
nunca podrá ser como Usagi. Esa niña desapareció. Ahora soy simplemente
Serenity.
Y
es que era consciente de todo el dolor y los sacrificios de sus amigas por
cumplir con su misión. Pero ella no había sido menos.
-Esto ocurrió poco antes de rechazar al
silencio y a la nada. La última vez que vi a mis padres como Usagi Tsukino. -
Recordó con nostalgia. -
En
esos días ella tenía asimismo sus propias reflexiones. Tras salir del trabajo
llamó a su marido. Le contó que iba ir a ver a sus padres. Quería hablar con
ellos.
-Me parece bien. -
Convino Mamoru. - Tenéis que veros todo lo posible…
- Volveré para la
cena. Bueno, quizás no. Puede que cene con mis padres. - Se corrigió. -
-No te preocupes, Usako.
- Respondió amablemente él barruntando que algo le pasaba por la cabeza a su
mujer. - Tómate todo el tiempo que necesites…
-Gracias, Mamo-chan.
- Pudo decir ella pugnando por no emocionarse. - Hasta luego…
Colgó y se dirigió
hacia la que fuera su casa. Ahora, ya como estadista en ciernes, mujer adulta,
esposa e incluso como madre en prácticas con su hija del futuro, veía las cosas
de un modo muy distinto a cuando empezó. Se recordaba a sí misma con nostalgia,
como esa cría llorona que había madurado muchísimo tras tantos años y batallas.
Y durante todo ese tiempo siempre tuvo el amor y el apoyo de sus padres
terrestres. Por mal o por complicadas que fuesen las cosas, el hogar de los
Tsukino siempre significó un refugio para ella. Y si se paraba a pensarlo eran
sus progenitores verdaderos, al menos en esa encarnación. Pero, poco a poco,
año a año, las diferencias entre ellos comenzaban a marcarse. Sus padres
envejecían a un ritmo normal en cualquier ser humano. No obstante, ella
mantenía aquella apariencia de chica de veinte y pocos años.
-Pero ya tengo más de cuarenta. - Suspiró. -
Y sabía que sus padres se habían comenzado a dar
cuenta. Quizás antes podían pensar que se cuidaba muy bien o que tenía un cutis
estupendo, merced a esas cremas que las hermanas siempre le regalaban. Sin
embargo, pasados los años, eso no era ya tan creíble. Y, además, esa amenaza
terrible se aproximaba. Usagi no quería enfrentarla sin antes hablar con sus
padres y decirles cuanto los quería. ¿Acaso iba a confesarles quien era
realmente? Ni ella misma estaba segura de eso. Entre esas meditaciones llegó
ante la puerta de la casa de los Tsukino. Antes de llamar se detuvo. Casi le
abandonaba el valor para hacerlo. ¡A ella! A la futura soberana del mundo y
antigua princesa de la Luna. A la guerrera que había peleado en tantas
batallas, contra tan formidables y peligrosos enemigos, arriesgando su propia
vida sin dudar, le temblaban ahora las piernas. Quizás porque, en el fondo,
nada le aterraba más que admitir eso, que el tiempo transcurría y que ni tan
siquiera la ahora guardiana del mismo, la princesa Seren de Plutón, podría
hacer nada para ayudarla a detenerlo. Al menos no como a ella le gustaría.
-Tengo que ser fuerte…también se lo debo a ellos. -Pensaba en tanto
luchaba consigo misma para no salir corriendo de allí. -No puedo posponerlo
más.
Sin embargo, no tuvo
que reflexionar demasiado. El destino decidió por ella. A sus espaldas la voz
de su padre, entre sorprendida y alegre, la sobresaltó…
-Usagi, hija. ¿Cómo tú por aquí a estas horas?
La aludida se giró
sonriendo y apenas sí pudo responder sonando a disculpa…
-Venía a haceros una visita, a mamá y a ti. Últimamente estoy tan
liada que nos vemos muy poco.
Su padre sonrió,
evidentemente feliz al verla allí. Aunque Kenji estaba mayor, con el pelo gris
y algunas arrugas en su rostro, seguía teniendo atractivo en su madurez.
Asintió abriendo la puerta e invitando a pasar a su hija.
-Entra cariño…
Usagi no lo dudó,
había llegado el momento. Caminó hasta el salón y allí encontró a su madre que
veía las noticias. Ikuko sonrió encantada al verla.
-Cielo, ¿cómo tú por
aquí?
-Tenía muchas ganas
de veros, mamá. Vengo desde el trabajo. - Pudo responder la muchacha sentándose
en el sofá junto a ella. - Quería charlar un rato con vosotros.
- ¿Va todo bien? -
Quiso saber su madre cuando la notó un tono algo nervioso y vio esa mirada algo
empañada en lágrimas. - ¿Mamoru y tú habéis discutido?...
-No. ¡No, qué va! –
Se apresuró a contestar la aludida, esbozando una fugaz sonrisa y afirmando con
rotundidad. - Nos queremos muchísimo, le avisé de que iba a venir aquí. Me dijo
que me tomase todo el tiempo que necesitara.
- ¿Tiempo para que, hija?
- Inquirió Kenji que volvía ya ataviado con su pijama. -
-Para que cenemos en
familia. Tengo muchísimas cosas que quisiera deciros. - Les reveló ella. -
Aunque primero me gustaría saber algo…
-Claro. Tú dirás,
cariño. - Repuso su madre que la observaba con extrañeza y un poco de preocupación.
-
Ahora Usagi se
emocionó, trataba de evitar el llanto en lo posible, solamente tras unos
instantes reuniendo valor y aplomo, fue capaz de declarar.
-Sé que me queréis
mucho, como yo os quiero a vosotros y a Shingo…Y no ignoro que cuando era una
niña siempre fui un desastre. Sacaba muy malas notas, era una llorona y me
enfadaba muchas veces por tonterías…
-Cariño. ¿A qué viene
eso ahora? - Preguntó su atónito padre. - Eso pasó hace mucho tiempo…
-Sí. Es verdad. -
Convino la muchacha para admitir una vez más, ahora ante sus progenitores. - Ya
tengo más de cuarenta años…
-Estás estupenda, cielo.
- La alabó su madre acariciando aquel pelo caoba que su hija tenía, al menos a
sus ojos, para sentenciar. - ¿Eso es lo que te preocupa?...
-No, - sonrió ahora
la aludida. - Sé que parezco muy joven… y sé que lo seguiré pareciendo durante
mucho, mucho tiempo…
- ¡Es que eres joven
de espíritu! - Se rio su padre, sin dar importancia a aquello, aunque dejó de
lado esa jovialidad al ver lágrimas en los ojos de la chica por lo que agregó
ya con preocupación. - Pero hija. ¿Qué es lo que te sucede? No estarás enferma,
¿verdad?
-Cariño, por favor-
Añadió Ikuko con visible temor. - Si es algo grave, cualquier cosa, sabes que
nos lo puedes decir. Te apoyaremos en lo que haga falta. No te habrán
diagnosticado algo serio, ¿verdad?
-No, no que yo sepa.
Tranquilizaos. No se trata de eso. - Afirmó la interpelada que, recobrado su
propósito inicial, quiso saber. - Decidme, por favor. Es muy importante para
mí…Quisiera saber si he conseguido alguna vez que os sintierais orgullosos de
que sea vuestra hija…
Parte 22
Ikuko no tardó en
abrazarla, dejando que la muchacha se derrumbase finalmente y que llorase entre
sus brazos. Enseguida respondió con dulzura.
-Tesoro, siempre
hemos estado muy orgullosos de ti. Puede que tuviéramos que reñirte en ocasiones
por estudiar poco, por comer demasiado o por no ordenar tu habitación. Sin
embargo, siempre tuviste un gran corazón y ayudaste a los demás. Te esforzaste
en lo que realmente importaba y al final fuiste capaz de estudiar y de llegar a
ser una gran profesional. El otro día, cuando te vi en esa reunión, me sentí
muy orgullosa. Pero me habría dado igual si trabajases en cualquier otra cosa o
si fueras una mera esposa y ama de casa como yo.
-Tú no eres una mera
ama de casa, mamá. ¡Eres la mujer más maravillosa que he conocido! - Sollozó la
muchacha, sentenciando con total solvencia. - Y he conocido a grandes mujeres.
Créeme.
-Mi niña. - Terció Kenji.
- Si es por eso, no debes preocuparte. Estamos realmente muy orgullosos, de ti
y de Shingo. Es imposible tener mejores hijos.
Usagi lloró aún más
abrazándose a sus padres. No se atrevía a continuar hablando…al menos de lo que
había tenido en mente confesarles. Sencillamente no podía.
-Y si venís a vernos
más a menudo, todavía seréis mejores. A ver si Shingo también viene a
visitarnos algo más. Ahora que está estudiando tanto apenas saca tiempo. Y nos
encantaría que nos contara qué tal le van las cosas con su novia. - Añadió
Ikuko en forma de afectuoso reproche, lanzando hacia el ausente muchacho, para
proponer de modo jovial. - Es más. Como tú has dicho. ¡Quédate a cenar en
familia y hablemos! Anda, ayúdame a preparar algo…
-Sí, gracias. -
Asintió la chica. - Me encantará…Aunque sigo siendo un desastre en la cocina.
-Para eso estoy yo aquí.
- Le sonrió alentadoramente su madre, que concluyo con patente afecto en su tono.
- Recuérdalo, pase lo que pase. Siempre estaré a tu lado para ayudarte, cariño.
Y en ese instante
Usagi se sentía realmente feliz, por unos momentos era capaz de olvidar todos
sus deberes y los problemas que debía afrontar. Quizás el tiempo sí pudiera
detenerse sin el concurso de la princesa de Plutón. Al menos durante un breve
instante. Y es que, en la casa de sus padres terrenales, no era la poderosa y
magnificente reina Serenity, capaz de enfrentarse al mismísimo Caos, de pactar
con soberanos saiyajin o de regir una corte con princesas planetarias, ni tan
siquiera la mítica heroína Sailor Moon, sino simplemente Usagi Tsukino. En su
viejo hogar no tenía por qué ser fuerte y tomar decisiones trascendentales y
terribles, no necesitaba ser ejemplo de contención y diplomacia. Realmente se
daba cuenta de que aquella era su mayor fuerza. Sus momentos de debilidad, su
propia imperfección, su humanidad…gracias a ellos había podido entender siempre
a los demás, por muy malvados que parecieran y no erigirse en una juez
implacable y terrible al amparo de una traicionera e ilusoria perfección.
-Claro, la clave está precisamente ahí. -Pensaba ahora. - Por eso he
querido llevar esta vida. De algún modo desde que me reencarné lo supe siempre.
Y cuando mi madre, la reina Serenity, me traspasó su sabiduría, lo entendí. No
es simplemente ser mejor persona sino ayudar a los demás a que muestren su lado
de bondad. Por eso ella hizo lo que hizo, y por eso he debido actuar así yo
también y tendré que continuar haciéndolo, dado que la hora de la verdad está
muy próxima.
Así que, más aliviada y sin embargo llena de
nostalgia y algo de consternación tras estas reflexiones, les comentó a sus
padres, en tanto ella y su madre se levantaban rumbo a la cocina.
-Quizás dentro de
poco podré hacer algo de lo que os sintáis de verdad muy orgullosos. Así lo
espero.
- ¿Cuándo cariño?
¿Qué piensas hacer? - Quiso saber su sorprendido padre. -
-Ni yo misma lo sé
del todo aún. Pero sí que sé que cuando lo haga lo sabréis…Y cuando eso suceda
quiero que recordéis entonces que, lo que sea que vaya a hacer, será debido en
gran parte a vosotros. Que os quiero muchísimo y que eso jamás cambiará…Que por
muy alto que llegue a parecer que estoy, seguiré siendo vuestra Usagi Tsukino.
La cabeza de chorlito…que os necesitará siempre…- Remató entre lágrimas de emoción.
-
Sus
progenitores desde luego que la observaron confusos, incluso algo preocupados.
Aunque su padre dijo con un tono más desenfadado.
-Espero que sea porque te vayan a
conceder un ascenso. Trabajar en la Masters Corporation ya es un logro muy
importante de por sí.
-Bueno. - Suspiró ella, enjugándose
alguna lágrima. - No quería decíroslo porque puede que no sea seguro del todo.
Pero, sería algo así. Podría ascender.
- ¡Oh, mi niña! - Sonrió Ikuko mesándole
los cabellos con afecto para declarar.- Estamos orgullosísimos de ti. No te
preocupes por nada de eso. Si al final no te ascienden eso no significa que nos
hayas decepcionado ni nada por el estilo. Recuerda siempre esto, no es el cargo
que ocupes, sino lo que hagas por los demás y la bondad de tu corazón lo que
realmente cuenta.
-Gracias mamá, lo recordaré, te lo prometo.
- Sonrío llena de alegría. -
Y
así, tras preparar uno de los deliciosos platos de mamá Ikuko los tres se
sentaron a cenar, bromearon, hablaron de cosas triviales y rieron.
-Espero que ese
pillastre de Shingo venga algún día para que pueda verle. - Afirmó Usagi confesando.
- Echo mucho de menos nuestras peleas de hermanos.
-Está tan ocupado
como tú. - Afirmó Ikuko, quien preguntó a su vez. - ¿Y qué hay de tu prima
Chibiusa?
-Sí, está fuera.
Terminó sus estudios y trabaja en el extranjero. Le va muy bien. - Respondió su
contertulia. -
Y es que Chibiusa no había parado de
ir y volver del futuro. Además de haberse ocupado del entrenamiento de
Neherenia tuvo que lidiar con los problemas y las obligaciones de princesa del
siglo treinta. Pero claro, no podía contarles eso a sus padres. No todavía. Eso
decidió.
-Es una chica
estupenda. -Intervino Kenji. - A veces ha llamado por teléfono o nos ha escrito
algún WhatsApp de tanto en tanto, pero la echamos de menos. ¡Ojalá venga algún
día de visita!
-La veréis pronto. -
Les prometió sentidamente Usagi, para sentenciar. - Antes de lo que pensáis,
seguro. Y os hará sentir muy orgullosos. Como me lo hace sentir a mí.
Sus
padres se alegraron mucho de oír aquello, aunque pese a que quisieron que Usagi
fuera algo más concisa, ella se limitó a decir que aún no podía dar más información.
Ni Ikuko, ni Kenji quisieron insistir más, pasando a charlar de cosas más
intrascendentes. Así transcurrió esa memorable noche para la futura reina de
Neo Cristal Tokio en
compañía de sus padres y después se despidió muy afectuosamente de ellos, abrazándoles
como si jamás pudiera volverlo a hacer puesto que, pese a todo, no
podía dejar de ser consciente de que el momento de la gran confrontación se
acercaba ineludiblemente.
-Bueno, y después llegó ese momento. El
día que han llamado de la Salvación, y me revelé al mundo junto con mi hija y
con Neherenia, acompañados por muchos valientes. Logramos rechazar a la Nada,
sí, pero eso significó que Usagi Tsukino tuvo que morir ese día. Y no he vuelto
a ver a mis padres ni a mi hermano desde entonces. Por eso, cuando al fin
pronuncie este discurso, les pediré que vengan para contarles toda la verdad.
Tienen derecho a conocerla y ya es hora de que lo haga. - Se prometió. -
Y es que habían pasado por muchas
cosas, batallado sin descanso, sufrido unas veces y disfrutado otras. Pero todo
fue para bien. Con sus amigas sailors, con sus otros amigos y los hijos e hijas
de estos que crecieron. Muchos hicieron grandes hazañas, aunque a un trágico
precio para algunos.
-Sí. - Se dijo Serenity cerrando al fin
ese diario. - Toda gran misión requiere a veces de enormes sacrificios. Y hay
que estar dispuesto a hacerlos.
En
eso que uno de los ujieres de la Masters Corporation tocó a la puerta y
respetuosamente la informó.
-Majestad…quedan treinta minutos para
partir. El señor Masters me ha rogado que os lo haga saber.
-Bien, muchas gracias. - Asintió ella. -
Enseguida estaré…
El
tipo se retiró tras hacer una leve inclinación, cerrando la puerta.
-Y al final, aquí estoy sin haber
escrito nada para mi discurso. – Suspiró la reina. - El tiempo se me pasó
volando con estos recuerdos.
Y era curioso. Ahora,
tras salvar al universo entero, con la ayuda de sus amigos, la soberana iba
finalmente a intervenir, dándose a conocer de modo oficial ante todo el planeta
cuando quedaban pocos días para otra Navidad.
-Debo preparar mi alocución…Tendré que
llamar a Ami, se le dan mejor estas cosas que a mí. Sabe cómo redactar con las
palabras apropiadas. O quizás avise a Rei, ella le pone siempre mucha pasión a
todo cuanto hace. También Minako, con su alegría inagotable que la lleva a
poner buena cara pese a lo adverso de cualquier situación. O Makoto, que podría
dar lecciones de integridad a cualquiera. Sin olvidar a Haruka con su humor a
veces teñido de sarcasmo, cualquiera de sus ocurrencias aliviaría la tensión
del momento o a Michiru con su innata elegancia y saber estar en cualquier
lugar. Y por supuesto, Setsuna con su diplomacia y discreción. Aunque ahora
sería su hija Seren la que se encargaría de recordarme a quienes debo de nombrar
en el discurso, dado que la sustituyó como sailor Plutón. Y también estaría
Hotaru, con su templanza cuando llega la hora de acometer cualquier empresa.
Junto con mi propia hija, llena de una pureza y bondad y con una gran
sinceridad para expresar lo que siente.
E
iba efectivamente a llamar a alguna de sus amigas y consejeras cuando lo pensó
mejor…
-No me hace falta. Sé perfectamente lo qué
debo decir. No tengo que escribirlo siquiera. Lo llevo en el corazón. Me
inspiraré en todas y cada una de ellas. Además, él está a punto de nacer al fin.
- Pensaba en tanto repasaba sus escasas anotaciones para el discurso.- Esto
será suficiente. Lo fundamental es que todo ha merecido la pena…el futuro está
aún por escribir…Y su llegada será trascendental para hacerlo…Hasta entonces
desearía una muy Feliz Navidad a todos.
Y
así salió de aquel despacho, lista para encarar ese trascendental momento. Con
la esperanza y la fe en que todo iría bien.
FIN
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