martes, 12 de enero de 2016

GWHC34 Una dura prueba para los Nueve

Dedicado a mi amiga Claudia, la única en todo el mundo capaz por ahora de comprender del todo esta historia, y a los que vengan después tras leerse todo lo anterior. ¡Muchas gracias por haber llegado tan lejos!

 

Una Dura prueba para los Nueve.

 

 

Cansada de una dura jornada Samantha regresaba a casa.

 

-Un poco más y me quedo dormida allí mismo. - Suspiraba en tanto conducía. - ¡Una reunión de tres horas! Y eso como colofón. Llevo desde las siete de la mañana sin parar…

 

Cada vez le costaba más darse esos maratones de trabajo. Su cargo desde luego lo exigía. Siempre quiso ascender en su empresa y después de lograrlo tras muchos años de esfuerzo, no iba a quejarse ahora.

 

-Bueno, puedo quejarme un poquito. Pero no mucho, no soy la única que trabaja tanto y que se pasa casi todo el día fuera de casa. - Pensaba. -

 

 Pero al fin estaba llegando. Frenó el vehículo al entrar en la urbanización, pasando entre los cuidados setos que se alargaban a ambos lados tomó finalmente el desvío hacia el chalé donde vivía. Detuvo el coche y tras sacar el mando a distancia de la guantera abrió la puerta del garaje. Arrancó despacio y entró aparcando junto a otro vehículo. Suspiró al fin. Tras apagar el contacto salió. Andando como si llevase botas de plomo la mujer abrió la puerta que daba acceso a la casa y la cerró tras de sí despacio como si pretendiese ahorrar las últimas energías que le quedaban. Tras salir de esa habitación cruzó el pasillo y entró en el salón dejando su maletín. Al fin se dejó deslizar sobre el sofá tras quitarse los zapatos.

 

- ¡Hola Sam! - la saludó jubilosamente su suegra Beruche que venía con una maceta de flores en las manos. - ¿Qué tal el día?

- Me siento como si una apisonadora me hubiera pasado por encima. - Respondió ésta dando un largo suspiro. -

- Necesitas darte un buen baño para relajarte y cenar, - le aconsejó afablemente Bertie que añadió. -Voy a decirle a Kerria que te lo prepare. Ella ha trabajado desde casa hoy.

- No te molestes gracias, yo misma subiré ahora, sólo necesito unos momentos para recuperar energías. – Respondió su nuera. -

- ¡Pues chica! - escuchó tras de ella la jocosa voz de su esposa - ¡Ni que te hubieras ido a correr la maratón!

- Desde que me ascendieron a coordinadora de marketing a nivel nacional no he parado ni un momento en dos semanas. Ya sabes, reuniones con todos los responsables estatales y políticas de captación. Luego análisis de balances y cuentas de resultados. - Pudo decir Sam sin levantarse todavía en tanto Kerria se inclinaba para darle un beso en la frente. - Hoy además he tenido que ocuparme directamente de la promoción del último disco de Lucero Láser. - Añadió con cara de circunstancias. -

- ¿Lucero? - Sonrió Kerria interesándose de inmediato - ¡Bendito loco! ¿Cómo le va? Desde que estuve en ese debate de la tele no he vuelto a verle.

- No se puede quejar. Y me ha dado muchos recuerdos para ti - rio Samantha afirmando convencida. - ¡Desde luego que está como una cabra! ¡Me ha recibido con un gorro de bufón y unos calzoncillos puestos sobre sus pantalones! además de un montón de cascabeles que no dejaba de hacer sonar. ¡Menos mal que nuestro hijo Brian no es admirador suyo, ja, ja! - Exclamó para preguntar con patente interés mientras se levantaba con algo de esfuerzo del sofá. - Por cierto, ¿has sabido algo de él? Creo que envió un holo mensaje desde Bios.

 

            Kerria quedó en silencio dejando que Sam la observase con expectación, por fin cuando esta parecía comenzar a preocuparse por aquella actitud, añadió sonriente.

 

- Va a venir…, y dice que tiene una sorpresa. Mira. -Le ofreció su cónyuge. –

 

            Y tras incorporarse algo trabajosamente para sentarse en el sofá, Samantha observó la pantalla de la holotele, su esposa conectó ese mensaje, apareció el rostro sonriente del hijo de ambas. Ese atractivo muchacho de cabellos castaños y ojos azules. Sam sonrió con una mezcla de cariño y arrobo al verle. ¡Era su niño! Aunque estuviera ya en la veintena. Y el muchacho la saludaba a ella y a Kerria con un animado tono.

 

-Hola Mamá Sam, mamá Ky. Vamos a tener vacaciones en la universidad. Iré a veros a vosotras y al abuelo Roy y la abuela Bertie. Y, además, tengo una sorpresa, seguro que os va a encantar…Hasta muy pronto, besos para todos y saludos de los tíos Leval y Amatista y de los primos Asthel y Maray… ¡Adiós!

           

            El holo mensaje concluía así y Sam suspiró sonriendo pese a todo.

 

- ¡Cómo es! Podría haber dicho más cosas.

-Ya sabes, siempre resume todo y lo cuenta atropelladamente, cuando está contento por algo. Eso es lo que importa. - Afirmó Kerria, tomando de la mano a su esposa. -

 

            Sam no pudo evitar tomar ambas las manos de su cónyuge entre las suyas, llena de ilusión por aquella noticia.

 

- Tienes razón, ¡Por fin le noto feliz, que alegría!, espero que después de todo lo que pasó con Cindy hace meses haya vuelto a ser el de antes. Siempre he tenido ese temor.

- Por el tono de su mensaje me parece que sí. - Le confirmó su pareja visiblemente esperanzada. -

- Sam ¿Ya te ha dicho Kerria que Brian va a venir? - Intervino Beruche con patente alegría a su vez. -

 

            Samantha asintió levantándose del sofá y declarando de un estupendo humor.

 

- ¡Era lo que necesitaba escuchar para recobrar fuerzas, ahora creo que sí me daré ese baño!

- Te acompaño- se ofreció Kerria. -

- ¡Hum! - Se sonrió su esposa preguntando con voz melosa. - ¿Te vas a bañar conmigo? Eso suena muy bien.

-Lo siento cariño, creo que no íbamos a caber en la bañera. De momento confórmate con que te abra el agua. - Replicó su interlocutora con expresión divertida. -

- ¡Bueno, es un comienzo! - Se rio Sam proponiendo melosa. - Si me frotas un poquito la espalda podríamos llegar a un acuerdo.

 

            Kerria rio con ella y tras darse un beso en los labios la pareja se dirigió hacia el piso de arriba. Beruche las observó subir las escaleras de la mano y se sonrió. Estaba muy contenta también de que su nieto retornase a casa. En eso Roy llegó también.

 

- Hola cariño- le saludó su mujer. -

- Hola cubito, ¡buff, vaya un día! - Exclamó éste con aparente agotamiento. -

- ¿Tú también? - Repuso Beruche divertida en tanto le contaba. - Samantha ha venido hecha unos zorros.

- No sé ella, pero yo he tenido que ocuparme de la preselección de jugadores para esta nueva temporada. Espero que este año tengamos un equipo más competitivo. Esos ejecutivos me tienen harto. Se pasan la vida en los despachos y algunos no han visto ni un partido de baloncesto. Con decir, -y puso voz de falsete con tonillo forzadamente ridículo parodiando a alguno de esos tipos. - ¡El tope salarial!... ya lo tienen todo resuelto. Y claro… a ver cómo nos reforzamos sin gastar apenas. Con el draft no es suficiente.

- ¡Pues anímate hombre! Que tu nieto va a volver a casa. - Le desveló su esposa con visible satisfacción. – Podrías ficharle a él.

- ¡Va a volver! - Exclamó Roy al que se le iluminó el rostro - ¡Qué alegría!, hace meses que se fue a Bios y el pobre estaba tan triste. - Remachó ahora con tono más apagado. -

- Pues según tu hija ahora está de mucho mejor humor. - Le informó Beruche. – El chico envió un mensaje hará unos días. En la universidad tienen vacaciones y se ha animado a venir. Nos traerá saludos de Leval, Amatista, Asthel y Maray y además le ha dicho a nuestra hija que nos reserva una sorpresa. Y en efecto, por lo que escuché en su tono cuando Kerria me lo puso, parece muy animado.

- Espero que sea realmente buena, el pobre muchacho se lo merece. - Afirmó Roy quien suspiró, añadiendo. -Bueno cariño, me voy a la ducha.

 

            Su contertulia asintió, ahora con el semblante más serio. Los dos fueron testigos del terrible mazazo que supuso para el chico descubrir quién era su novia de entonces.  Lo pasó muy mal y se marchó hundido por completo. Por suerte era muy joven todavía y tenían su fe puesta en que gracias a eso se recuperaría pronto. Ahora quizás hubiese conocido a otra chica que le hiciese olvidar aquello. En eso que su marido le dio un beso y subió a ducharse al aseo de su dormitorio. Samantha a su vez se dejaba sumergir en la bañera del baño de su habitación mientras su esposa le frotaba solícitamente la espalda.

 

- Así que el pequeño Brian vuelve a casa. - Declaró Samantha - ¡Qué ganas tengo de verle!

- ¡Ya no es tan pequeño! - rio Kerria para corregir a su compañera no sin nostalgia -, está hecho todo un hombre, con el holo mensaje me llegó también una vídeo foto de él y de su primo Asthel. El hijo de Leval y Amatista también está muy alto, ¡es enorme!

- Ellos también deben de estar muy orgullosos de sus hijos, como es natural. - Afirmó Samantha. – Nuestros sobrinos son estupendos

- Sí, muchísimo. Asthel es un gran jugador de baloncesto como mi padre y nuestra sobrina Maray está en otra ciudad de Bios haciendo pases de modelos. Creo que iba a ir a Nature para hacer prácticas y todo, con Sonia Calderón. ¿Sabes Sam? Papá se alegrará cuando le cuente que Brian y Asthel juegan juntos en el mismo equipo de baloncesto de la Universidad. Según me contó mi hermano no hay quien les venza.

- No me sorprende nada- repuso Sam que añadió con un talante más serio - ¡Ojalá que el muchacho haya superado por completo lo que ocurrió y encuentre pronto una chica que le quiera!

- Estoy segura de que lo ha hecho- afirmó Kerria llena de optimismo para declarar. - Es un chico muy fuerte y guapo también, ji, ji. No es pasión de madre, pero creo que chicas tendrá a montones. Aunque encontrar la que de veras sea la que esté destinada para él es más difícil. - Remachó ahora con un talante más reflexivo. - Lo único que deseo es que no se haya sentido solo.

- Ha estado junto a tu hermano, su tía y sus primos. Estoy convencida de que con ellos se habrá sentido como en casa. - Comentó Samantha. -

- Pero su hogar está aquí. - Repuso Kerria llena de cariñoso anhelo para sentenciar. - Y no veo el momento de abrazarle otra vez.

- ¿Se lo dirás a su padre y a Rebecca? - Inquirió Sam. -

- Les avisaré, pero lo haré mañana, Brian aún tardará un par de días en llegar.

- Desde lo que ocurrió - subrayó Samantha. -Rebecca ha estado mucho más agradable. Parece haber cambiado mucho.

- Eso pertenece ya al pasado. - Musitó su contertulia con expresión más seria - y prefiero olvidarlo.

- Bueno, - se apresuró a añadir Sam con un tono más animado para aparcar esa enojosa cuestión mientras salía de la bañera y su esposa la rodeaba amorosamente con una toalla. - Voy a secarme y cuando me ponga el pijama nos sentamos juntas a ver la tele. Si es que no me duermo antes.

- Me parece bien. - Repuso Kerria con aprobación, retornando a su semblante risueño. - Hoy ponen una muy buena...

 

            Una vez Sam estuvo seca y con el pijama puesto las dos tomaron una cena ligera. Después se sentaron en el sofá. Samantha se recostó sobre el regazo de Kerria que comía palomitas dulces sin parar, de siempre le habían encantado. Roy por su parte se sentó en un sofá paralelo con Beruche. Los cuatro se dedicaron a ver la película y a intercambiar comentarios.

 

-Tendríamos que ver una de las clásicas. No sé. Por ejemplo, Evil Dead… -Propuso Roy con desenfado. -

- ¿Y de qué trata? - Preguntó ingenuamente Samantha. -

-Pues de un tipo que tiene una sierra mecánica y una escopeta. Se dedica a liquidar demonios y encima les insulta, ¡ja, ja, ja! - Se rio su suegro. - ¡Es lo más, de crío me encantaba!

-Sí, justo lo que nos faltaba. - Le regañó Bertie con irónico humor sentenciando. - Ya tuvimos bastantes demonios para toda la vida. ¿No crees?

- ¡Era una broma, cubito! - Afirmó él haciendo reír a todas y añadiendo además con autobombo. - Y, además, puedo presumir con toda justicia de que yo liquidé más demonios que el protagonista en las tres partes juntas. Ja, ja…

-Es que no sabes más que proponer películas desagradables. - Le amonestó su mujer. -

-Pero te ríes. Y bueno, lo admito, algún susto sí que da. - Se justificó el interpelado encogiéndose de hombros. - Es que eso es lo divertido.

-Yo vi alguna con Leval cuando éramos críos. Le gustaba ponérmelas para ver si me asustaba. Pero no lo hacía. - Se rio Kerria a su vez. -

- ¡Esa es mi niña! Una chica valiente. - Afirmó un divertido Roy. -

-Eso de niña suena bien, cada vez mejor. - Repuso su hija esbozando una sonrisa. - Sobre todo siendo ya cuarentona.

-Anda hija, ni que fueras una vieja, estás en lo mejor de la vida. - Repuso Bertie. -

-Bueno, lo cierto es que ya vamos teniendo una edad. - Comentó Sam, admitiendo. - Yo soy incluso algunos años mayor que Ky.

-No digáis bobadas. - Aseveró Beruche agregando también con sentido del humor. - ¿Qué podríamos decir Roy y yo entonces?

- A la que envidio es a la madrina Ami y a sus compañeras. - Afirmó Kerria. - Es que las ves y siguen igual que siempre.

-Son princesas planetarias. Su esperanza de vida es muy larga. - Comentó Roy. - Y, además, vuestra tía Petz les regala muchas de sus cremas… ¡Así cualquiera!

 

            Y tras otra ronda de risas, fue Samantha la que primero bostezó.

 

-Perdón. - Se apresuró a disculparse. - Es que se me abre la boca sola…

-Pues ante eso, lo mejor es irse a dormir. - Le aconsejó Bertie. -

-Yo también estoy cansada. No he parado en todo el día. Sigo repasando algunos casos. - Suspiró Kerria. -

-Desde que fuiste nombrada ayudante del fiscal del distrito trabajas todavía más que antes. - Comentó su padre algo concernido por ello. -

-Hay mucho que hacer. Si queremos que la gente viva segura. - Repuso la aludida en tanto junto con Samantha se levantaba del sofá. -

-Tampoco te fuerces tanto, cariño. - Le pidió Bertie que agregó algo preocupada también. - Ni tú Sam. Eso vale para las dos. Casi no estáis en casa y os pasáis la vida de reunión en reunión. Leyendo papeles y a todo correr.

-Lo sabemos, mamá. - Afirmó Kerria que dando un largo suspiro quiso justificarse.- Pero es nuestra obligación. Aunque cuando venga Brian espero poder tomarme unos días. Y ojalá que Samantha pueda hacer lo mismo.

-Me será algo complicado, pero tienes razón Bertie. - Sonrió Sam dirigiéndose afectuosamente a su suegra. - Las dos nos vemos muy poco. Y cuando lo hacemos estamos ya muy cansadas del día.

-Pues entonces a dormir. Y a ver si os tomáis un poco de tiempo para vosotras y podéis compartirlo con vuestro hijo. Que seguro tendrá muchísimas ganas de veros. Bueno, querrá vernos a todos. - Matizó con una sonrisa. -

-Eso seguro, cubito. - Declaró Roy. - Igual que nosotros a él.

 

            Tanto su hija como su nuera asintieron, eso deseaban. Al fin fue Beruche quien disolvió la velada familiar por esa noche, sentenciando.

 

-Sí, vámonos a la cama. Todos tenemos que dormir.

 

Su esposo asintió levantándose al instante. Tras darse las buenas noches cada pareja fue a su habitación. Ya en ella, Samantha le susurraba a Kerria.

 

- No sé, pero tengo la sensación de que Brian tendrá que hacer algo importante.

- ¿Importante? ¿A qué te refieres, Sam? - Inquirió su interlocutora sin comprender. -

- Es una idea que se me ha estado pasando por la cabeza desde hace un rato. - Replicó su compañera con expresión pensativa. - No sé por qué…

- Claro que tiene que hacer cosas muy importantes. - Repuso Kerria sin darle más trascendencia a la cuestión, explicando. - Debe terminar su carrera y comenzar a vivir su vida adulta. ¡Ay! no lo quiero ni pensar, eso significa que nos hacemos viejas.

- ¡Oye! habla por ti. - Se burló Sam asegurando jovial. –Yo soy mayor que tú y me siento como si tuviera veinte años.

- Pues a ver si me lo demuestras- la incitó Kerria en tanto la rodeaba con sus brazos. -

 

            Samantha se dispuso a hacerlo, para cuando completó su argumentación Kerria no tuvo más remedio que concederle la razón, aun eran capaces de disfrutar con el amor de antaño. Sin embargo, entre la ajetreada jornada que habían tenido y que en efecto ya no eran tan jovencitas, la pasión había disminuido un poco. Y tras ese sano ejercicio habían quedado agotadas, en eso los años sí que no perdonaban. Las dos se sumieron en el sueño sin mucha más conversación. Sam tuvo uno muy curioso, se vio a sí misma de niña. Estaba en casa de sus padres. Estos eran jóvenes y le sonreían. Su hermana Terry estaba allí, tendría unos cinco años.

 

-Sam, ¿Me dejas tu muñeca? - Le pedía con vivo deseo de que así fuera. -

-Claro. - Replicaba ella misma, siendo esa cría rubita que no tendría más de diez años. -

-Así me gusta. - Sonrió su padre, acariciando los sedosos cabellos de su hija mayor. - Que seas generosa y sepas compartir.

-Eso es lo que hace todo buen cristiano. - Apuntó su madre, que era tan rubia como las niñas. - Bueno. – Añadió con tono jovial. - Tengo que tender la ropa en el jardín…

- ¿Te puedo ayudar, mamá? - Se ofreció Samantha. -

-Claro cielo. - Asintió su interlocutora que ya portaba una cesta de mimbre llena de prendas entre sus manos. - Hala, que tenemos mucho que tender.

-Esto nunca se termina. - Afirmó el padre de las chicas, añadiendo con un tinte extrañamente misterioso. - Él siempre dándonos trabajo…

-Sí…me pregunto cuando se acabará. - Añadió la madre de Sam del mismo modo. -

- ¿De quién habláis? - Se interesó la cría. -

- ¡Oh! Ya lo verás, cariño. - Repuso su padre con una media sonrisa algo rara. -

- ¡Mamá! - Terció Terry sosteniendo una blusa y un pantalón entre sus manitas. - Más ropita…

 

            Samantha miró a su alrededor y entonces descubrió infinidad de prendas de vestir desperdigadas por el jardín.

 

-Papá, mamá. ¿Nosotros tenemos tanta ropa? - Inquirió atónita. -

 

            Aunque no obtuvo réplica, de pronto estaba sola y era adulta, iba paseando por la ciudad, hacía una tarde espléndida. El sol brillaba reflejado en las copas de los árboles y una suave brisa mecía estas al igual que el pelo de ella. No obstante, había una extraña quietud, no se escuchaba más que el sonido del viento. A Samantha le sorprendió aquello. Estaba en la zona del parque que ella y Kerria habían recorrido infinidad de veces y en muchas ocasiones habían disfrutado de un día tan bonito como aquel. Pero siempre podían escuchar el ruido de los pájaros, o los gritos de los niños jugando. Mientras andaba pensaba en eso y lo encontraba raro. Se fijó en el suelo, había un jersey y unos zapatos allí tirados, y parecían nuevos, ¡qué extraño!, no era la clase de ropa de la que nadie quisiera desprenderse. El aire hizo volar la prenda hasta que esta quedó sujeta a unas ramas cercanas, Sam se acercó hasta ella para descubrir atónita una enorme cantidad de ropa diseminada por el parque. Y ésta era de todos los tipos, pantalones, faldas, blusas, zapatos, zapatillas y otros varios objetos de uso cotidiano carteras, bolsos y relojes también se concentraban en cantidades notables.

 

- ¿Qué demonios pasa aquí? - Se preguntó en voz alta. - ¿Es que no hay nadie? ¿De quién puede ser todo esto?

 

            Pero no parecía haber nadie que pudiera responder a esa pregunta. ¿O tal vez sí? Sam escuchó un sonido inquietante, como algo que se arrastrase cerca de ella, al amparo de unos frondosos árboles que tenía a su derecha. Iba a dirigir su mirada hacia allí cuando un rayo de sol le hirió la vista…

 

- ¡Espabila perezosa! - Pudo escuchar la voz de Kerria en tanto abría los ojos. - ¡Que ya son más de las nueve!

- ¿Las nueve? - reaccionó Sam alarmada - ¡Oh vaya!  ¿Qué ha pasado con la alarma del reloj?

- Me temo que con lo de ayer se nos olvidó conectarla, menos mal que me ha despertado el sol. - Contestó Kerria –

- Sí, yo estaba soñando con. - Quiso recordar, pero ya se le había ido de la cabeza. Lo dejo pasar añadiendo con apremio - bueno no importa. Tengo que irme y rápido.

- ¿No vas a desayunar? - le ofreció Kerria. -Mi madre habrá hecho buñuelos.

- Lo sé, y ya lo creo que lo siento. Sabes que me encantan, pero tengo prisa, - objetó su esposa con verdadero fastidio por perdérselos, declarando. - Ya llego tarde, tomaré algo en la oficina.

 

            Sam se desperezó y no tardó mucho en ducharse y arreglarse, se vistió con la misma rapidez y en tanto se ponía la falda recordó aquel extraño sueño.

 

- ¿Sabes una cosa, Kerria? - Ésta negó con la cabeza prestándola atención y Sam añadió. - Esta noche he tenido un sueño muy extraño. Estaba de niña con mis padres…

-Eso es bonito. – Afirmó su contertulia. - Eso prueba que les sigues queriendo, Samantha.

 

            Su pareja asintió.  Así era, pese a lo duro que fue ser rechazada por su familia cuando confesó hacía años su orientación sexual en un juicio. No obstante, replicó con gesto de extrañeza acordándose de aquel sueño tan raro.

 

-En esta ocasión no tenía que ver directamente con ellos. Ni con ese tema. No sé cómo explicarlo. Aparecían muy jóvenes y Terry era muy pequeña. Estábamos en el jardín de casa y mi madre tendía un montón de ropa. Había prendas por todas partes. Luego yo estaba sola en el parque paseando, hacía un día estupendo y todo estaba lleno de prendas de vestir, ¡por todas partes! Y no eran malas. Creo recordar que había muchas cosas de marca tiradas por allí.

- ¡Ja, ja!,- rio Kerria en tanto aseveraba divertida - ¡Samantha lo tuyo con la moda es obsesivo! Eres aún peor que Esmeralda.  ¿No me digas que ya quieres ir de rebajas?

- No, ¡qué va! - replicó ella esbozando una débil sonrisa añadiendo algo confusamente. - Era algo muy extraño, noté una presencia acechándome y cuando quise ver lo que era el sol me dio en los ojos.

- Pues no sé a qué será debido, ¡déjalo!, quizás fuera que tenías que despertarte para no llegar tarde y tu cerebro reaccionó. - Le recordó Kerria con humor. -

- Seguramente- admitió Sam tomándoselo a broma también para preguntarle a su compañera - ¿Qué vas a hacer tú hoy?

- Llamaré a Brian y a Rebecca como tenía pensado y luego revisaré algunos casos. Quizás me vaya con mi madre más tarde, me gustaría comprarle un regalo a Brian.

- ¿Padre o hijo? - Inquirió Sam. -

- ¡Al hijo!,- aclaró Kerria ilusionada preguntándose en voz alta - ¿Qué podría comprarle? Quizás sus gustos hayan variado mucho en este tiempo.

- Desde luego, ¡no creo que con un coche teledirigido se conforme ya! - Rio Sam. -

- Con eso no, pero con una moto que él pueda conducir, sí. - Replicó Kerria dejando atónita a su compañera al relatarla. -Amatista me contó en otro holomensaje que Brian le había echado el ojo a un modelo de la marca “Sujar”

- ¿Y por qué no me lo habías dicho antes? - Le recriminó Samantha con no muy fingida severidad. -

- No me acordé, pero descuida, quiero pasarme con mamá por el concesionario esta misma tarde y puede que papá se acerque también. ¿Te daría tiempo a ti?

- ¡Oh Kerria, esto se avisa antes! - repuso Sam algo fastidiada. - Tendré que apretar mi agenda, pero haré lo posible. Dame las señas, anda.

 

            Su mujer se las anotó y después Samantha se marchó a trabajar tras despedirse de Roy y Bertie. Como estaba previsto, Kerria puso al corriente a Brian y su ex esposa de la llegada del chico. Estos expresaron su deseo de verle y dijeron que avisarían a su hija, que estaba también en sus clases de la universidad.

 

- ¿Cómo está Cindy? - Se interesó Kerria hablando con ellos por holo teléfono en tanto veía sus imágenes en tres dimensiones. -

-Mucho mejor, gracias por preguntar. - Replicó Rebecca con tono neutro. -

-Al menos sus notas son buenas. - Afirmó Brian. - La veo más ilusionada en el estudio. Al final se decantó por psicología. En lugar de economía, como yo. La doctora Arnau ha sido una importante influencia para ella. Y sobre todo buena. - Admitió con buen tono. -

-Tampoco le tiraba mucho diseñar interiores como a su madre. - Añadió Rebecca. -

-Espero que quiera venir a ver a Brian. - Dijo entonces Kerria algo más seria. -

-Sí, claro que querrá. - Replicó el padre del chico. -

 

En eso quedaron y se despidieron. A la tarde, y haciendo un esfuerzo para concluir rápidamente sus tareas pendientes, Sam pudo reunirse con el resto de la familia y entre todos eligieron para Brian una preciosa moto de color azul metalizado. Era de gran cilindrada como el chico había expresado que le gustaban. ¡Menos mal que Amatista había estado al corriente de eso! pensó Kerria con una sonrisa. Su cuñada y tan querida amiga se había portado como una auténtica madre para con su hijo y se lo agradecía muchísimo. Una vez la compraron Roy se encargó de conducir la moto hasta casa y de taparla con su funda, en espera de dar la sorpresa a Brian. También el padre del muchacho, Rebecca y Cindy, se reunieron con el resto de la familia del chico.

 

-Seguro que le gustará. Recuerdo que una vez me comentó que las motos le encantaban. - Dijo Cindy, que se había convertido en una atractiva joven de ojos azules y pelo castaño. -

-En eso ha salido a mí. - Declaró orgullosamente Roy. - De chaval me sentí atraído por las motos. Aunque luego me pudo más mi pasión por el baloncesto.

-Espero que podáis estar cuando venga. - Les comentó Bertie, sobre todo centrando su atención en Rebecca. - Me parece que llegará mañana a la Tierra, aquí será horario de tarde, ya os llamará Kerria para precisar la hora.

-Se lo agradecemos mucho, señora Malden, claro que podremos. - Replicó ésta con un tono de amabilidad que pocas veces le había oído. -

-Sí, seguro que acudiremos a recibirle. - Sonrió Brian al fin. - También tenemos muchas ganas de verle. ¿Verdad Cindy?

-Sí, papá. - Convino la muchacha con voz queda. -

 

Y de este modo se despidieron quedando para el día siguiente. Esa noche Samantha volvió a tener el mismo sueño. Pero no conseguía ver de lo que se trataba, solo oía algo que se arrastraba cerca, muy cerca de ella. Caminaba por ese mismo lugar cuando una mano la tapó la boca. Tratando de resistirse forcejeó, pero fue inútil. Alguien mucho más fuerte que ella la arrastró al interior de un desvencijado almacén. Para su horror recordó haber visto ese sitio antes. Y la sangre se le heló en las venas al escuchar una voz terriblemente familiar.

 

-Querida Sam…Por fin volvemos a estar juntos.

- ¡Steve! - Exclamó llena de terror. -

 

            Así era, ese tipo la soltó y ella se giró para encararle. Allí estaba su desequilibrado exmarido. Observándola con una extraña mirada mezcla de curiosidad y saña. Sin embargo, no la atacó tal y como la mujer esperaba. Sencillamente movió un dedo delante del rostro de su interlocutora y susurró, casi parecía que con temor.

 

-No, no, no…No debiste hacer eso…Te casaste conmigo y luego me dejaste.

-Tú me pegabas y me maltratabas. - Le acusó ella, esta vez sin preocuparse de las consecuencias. -

 

            Ya se preparaba mentalmente para recibir una paliza, sin embargo, su exmarido no parecía tener ese plan en mente. Al contrario, declaró con tinte desaprobatorio combinado con algo que incluso parecía temor.

 

- ¡Casarte con otra mujer! Eso es antinatural. Toda esa familia lo es. Yo soy tu legítimo esposo. Esa especie de ceremonia de circo que tuviste con la zorra que llamas esposa no sirve de nada…

-Es algo completamente legal. Y tú eres un homófobo. Además, nos divorciamos y tenía todo el derecho a rehacer mi vida con quien yo quisiera. –Respondió ella envalentonándose. -

 

 

            Pero cuál sería su sorpresa cuando en lugar de agredirla o chillarla, Steve se limitó a susurrar.

 

- ¡Chiss!, Sam…él nos oirá. Y créeme. No desearás que eso pase.

- ¿Él? - Inquirió la mujer mirándole sin comprender. - ¿De quién estás hablando?

-Pues de él. - Repitió Steve como si la respuesta fuese obvia. - ¿Sabes? Está aquí… se aproxima. Pronto nos encontrará…pero tranquila, te protegeré de él…

-No sé de qué estás hablando. - Pudo contestar su atónita interlocutora. - No comprendo nada.

 

            Por toda réplica su exesposo miró a través de una rendija de la ventana de aquel almacén.

 

-Ya es hora. - Sentenció. -

 

Samantha escuchó algo, una especie de pitido. En ese instante la puerta del almacén saltó en pedazos. Algo la había destrozado con pasmosa facilidad. Sin embargo, no pudo ver más. Volvió a despertarse con el agudo sonido del reloj, justo cuando notaba una especie de respiración gorgoteante tras esa destruida puerta. Una respiración que le había cortado la suya.

 

- ¡Dios mío! - Se dijo tratando de desperezarse recordando aun ese extraño sueño. - Decididamente necesito tomarme unas vacaciones… ¿Por qué he soñado con Steve? ¿Y de qué quería protegerme? ¿Qué podría haber peor que él? - Se decía sin comprender. -

 

Miró hacia su pareja en busca de respuestas. No obstante, la cama estaba vacía. Kerria se había levantado ya.  De modo que no quiso pensar más en eso y se dispuso a afrontar el nuevo día con ilusión, pues era el de la llegada de Brian. Lo pidió libre en su trabajo y junto a Roy, Bertie y Kerria engalanó la casa con cintas y un letrero que daba la bienvenida a su hijo. Era algo anticipado, pero Kerria había insistido mucho.

 

-Cualquiera diría que se ha licenciado ya. - Sonreía Samantha al ver tanto cartel felicitando a su hijo. –

-No, pero pronto lo hará. - Afirmó una entusiasmada Kerria. – Y regresará definitivamente a casa.

- ¿Y si decidiese vivir en Bios? - Inquirió Roy. –

 

            Aunque su hija frunció el ceño al oír eso, enseguida replicó con tono natural y afable.

 

-Sería su decisión. Pero tengo el pálpito de que preferirá vivir aquí, cerca de nosotros.

-Que los hijos os alejéis de los padres siempre es doloroso. Pero es ley de vida. - Terció Beruche. –

-Yo no me he alejado mucho, salvo cuando nos fuimos a vivir a Europa. - Opuso Kerria. –

-Pues os echamos muchísimo de menos. - Le recordó su padre. -

 

Kerria asintió, y Sam sonrió divertida. Estaba muy feliz de formar parte de aquella familia. Colocaba una cinta dorada en la barandilla de la escalera cuando creyó vislumbrar algo en el reflejo de una ventana cercana. Apenas sí le dio tiempo a percatarse de lo que era.

 

-Será algún adorno. - Pensó restándole toda importancia. –

 

Siguió trabajando en la decoración junto a los demás y a la hora convenida llegaron Brian, Rebecca y Cindy. También traían un regalo para el muchacho.

 

- ¿Qué tal? - Saludo Cindy dando un tímido beso a Kerria. -

- Hola- repuso ésta con normalidad e incluso con un cariñoso tono. - Me alegra que hayáis venido tan pronto. Brian aún tardará.

- Esta vez le daremos una sorpresa agradable. - Intervino Rebecca afirmando con sincera cordialidad. - El chico lo merece.

- Sí, mamá. - Convino Cindy, al parecer deseosa de ello. -

- Nosotros le hemos comprado una cosa- sonrió Brian padre - no es mucho, pero creo que le gustará.

- No teníais que haberos molestado. - Le dijo Roy palmeándole la espalda. -

- Seguro que estará encantado cuando vea la de regalos que le hemos comprado. - Sonrió Sam añadiendo para decirle a Cindy con humor-, ¡ya verás, cuando pruebe la moto seguro que te ofrece dar una vuelta! Porque lo que es a mí no me lo propondrá, no me subo a uno de esos trastos ni borracha.

 

            Todos rieron, sobre todo al pensar que a Cindy también le gustaban mucho aquellos cacharros. Después, ya más pausadamente, terminaron los últimos retoques y aguardaron hasta que desde la ventana vieron llegar un taxi hasta allí.

 

- Le dejé un mensaje diciéndole que nos sería imposible ir al astro puerto. - Susurró Roy tratando de no sonreír. - ¡Pobre! pensará que no le hemos echado en falta.

- No es tonto, creo que sabrá qué tramamos algo. - Le respondió Sam de la misma manera. -

- ¡Chiss! – Les ordenó Beruche- escondeos ya y quitaos de las ventanas. Me parece que va a bajar.

 

            Todos se apresuraron a ocultarse, dejando a Kerria para abrir la puerta. Se escucharon pasos y el sonido del timbre. Entonces, detrás de aquello, sonó la voz de Brian.

 

- ¿Hay alguien en casa?

- ¡Cariño! - Exclamó Kerria abriendo la puerta para agregar - ¡Bienvenido a casa, cielo!

 

            Y la alegre mujer saltó abrazándose a su hijo.

 

- ¡Hola, mamá Ky! - sonrió éste sujetándola casi al vuelo. El joven tenía un aspecto inmejorable, vistiendo una chaqueta de porte juvenil y unos pantalones beige, casi a tono con su pelo castaño. Hasta parecía más fuerte, con un cuerpo más voluminoso y sus ojos ya no expresaban tristeza. De hecho, preguntó con tono jovial. – ¿Qué tal todo por aquí?

 

            Kerria le miró algo sorprendida, parecía haber cambiado mucho, no tanto en el exterior, aunque sí se le notaba aquella mejor forma física. Como en el interior.

 

-Muy bien, cariño. - ¿Qué tal tú?

-De maravilla, y ahora que recuerdo, te prometí una sorpresa. – Le contestó él. -

- Pero yo me he adelantado- sonrió su madre haciendo que todos los que estaban escondidos salieran para abrazarle. -

- Pero ¿qué ocurre? - Quiso saber Brian divertido para exclamar - ¡Ni que volviera de la guerra!

- Es que estamos tan contentos de verte y tan impacientes por que acabes tu carrera y vuelvas a casa. - Le expresó una jubilosa Samantha. -

- Aun no he terminado este curso mamá Sam- sonrió él. - Me quedan los exámenes. Y luego un año más. – Le recordó el atónito chico. -

- ¡Qué suerte! - intervino Cindy. - Yo no estoy ni a mitad de carrera todavía.

- Ya terminarás, hermanita. - La animó él para preguntarle enseguida con afectuoso tono de voz - ¿Qué tal estás?

- Muy bien gracias- repuso ésta bastante contenta de verle indagándole a su vez. - ¿Y tú? ...Tienes mucho que contarnos.

- A eso iba, os prometí una sorpresa y ahora os la daré. Ven cariño - añadió dirigiéndose a la calle en medio del asombro de todos. – Anda, sal del taxi…-Y se excusó llevándose una mano al cogote en tanto afirmaba entre apurado y divertido. - Es que se lo toma todo de manera literal, le pedí que aguardase hasta que pudiera saludaros.

 

            Ninguno pudo articular palabra cuando ante ellos apareció una preciosa y alta chica de largo pelo rubio platino, silueta voluptuosa y unos penetrantes ojos azules. Brian la tomó afectuosamente de una mano y declaró.

 

- Familia, ella es Mimet Trenton, mi novia. La he invitado a pasar unos días con nosotros.

- Hola, encantada de saludarles, ¿cómo están? - Replicó casi mecánicamente ella, haciendo una leve inclinación. -

 

            El grupo observaba atónito y el primero que pudo decir algo fue Roy que recordó.

 

- Mimet, ese nombre me suena. Yo conocí a una chica que se llamaba Mimet.

- Mi abuela se llama igual que yo. - Habló aquella muchacha con un tono exento de timidez, realmente era algo sobrio cuando añadió. – Su nombre completo es Mimette Rodney. Aunque se escribe de distinta manera para diferenciarnos.

- Mimet es nieta del hermano de tu difunto amigo Tom, abuelo. – Le aclaró Brian. -

- ¿De Daniel? - terció Beruche atónita al recordar - ¡Claro! Es la nieta de Mimette y Daniel ¿Recuerdas Roy? esa chiquilla tan alocada que trabajaba con Ian Masters.

- ¡Claro que sí! - sonrió éste tomándose unos instantes también para recordar a su difunto amigo. – Disculpa - añadió enseguida dirigiéndose a la joven que le dedicaba lo que parecía una mirada perpleja. - No te molestes, pero conocimos a tus abuelos. Y un muy querido amigo mío que falleció hace unos años era el hermano mayor de tu abuelo ¿Cómo les va?

- Muy bien gracias, ahora se han jubilado de la investigación y están de viaje por el mundo. - Repuso la chica. -

- Pues sí que ha sido una buena sorpresa, ¡sinvergüenza! - Confesó Brian padre dirigiéndose a su hijo. -

- Mimet y yo nos conocimos en la universidad, nos presentaron Asthel y su novia Madelaine. - Les contó el muchacho algo azorado. -

- ¿También Asthel tiene novia? - Inquirió Sam sorprendida. -

- ¡Desde hace mucho! - sonrió Brian que afirmó con obviedad. - Ya no somos niños.

- Claro hijo- asintió Kerria sonriendo y agregando con conciliatoria resignación. -Pero no nos culpes por seguir creyéndolo a veces. Bueno, venid con nosotros tú y Mimet. - Miró a la muchacha a la par que añadía como su propia madre hubiera hecho.  – Sé bienvenida querida.

- Gracias, señora Malden- repuso ésta con una cortés inclinación de cabeza. -

- No hay de qué, y no me llames señora por favor - protestó la aludida entre risas. - Me llamo Kerria.

 

            Mimet asintió casi imperceptiblemente y siguió de la mano de Brian a los demás. Tan pronto salieron de la casa el chico preguntó intrigado.

 

- ¿A dónde vamos, abuelo?

- Paciencia chico- sonrió entre enigmática y pícaramente éste. - Ahora lo verás.

 

            Una vez llegaron a la puerta del garaje, Roy levantó la misma indicando a su nieto que mirase al interior, había poca claridad así que Brian encendió la luz para encontrarse una gran silueta bajo una gran funda de plástico amarilla.

 

- ¿Y esto? - Inquirió a sus madres que sonreían con complicidad.  -

- No sé. Míralo tú mismo, hijo. - Le respondió Sam con una expresión risueña -

 

            Brian no se hizo de rogar, destapó la funda sólo para dar una exclamación de asombro y admiración. Todos se rieron cuando él dijo con manifiesta alegría.

 

- ¡Es una Sujar Br 2800 inyección, es la moto que yo quería! ¿Cómo lo habéis sabido?

- Tenemos nuestras propias fuentes de información- sonrió Kerria llena de alegría al ver el rostro resplandeciente de su hijo y no tardó en proponerle con desenfado. - Anda, ¿a qué esperas? Pruébala, cariño.

- Eso, - añadió Roy comentándole a su nieto. - Yo te la he rodado un poco y he revisado todos sus niveles ajustando el ordenador de a bordo.

-Pero si no es ni siquiera mi cumpleaños. ¡Gracias abuelo, mamá Ky, mamá Sam, abuela! ¡Muchas gracias! ¡Vamos a probarla Mimet!

 

 Exclamó Brian mirando a su novia sin advertir la expresión resignada de Cindy que dijo.

 

- Desde luego es una moto magnífica. Creo que le pediré a papá una igual.

- Tendrás que esperar a estar a punto de terminar tu carrera como Brian. Y sacar las misma buenas notas. - Terció su madre. -

- Entonces creo que tendré que resignarme a ir andando. - Suspiró la muchacha en un fallido intento por sonar desenfadada. -

 

Pese a todo eso hizo reír a los demás, excepto a Mimet que con un tono bastante natural le ofreció.

 

- Si quieres puede ir en mi lugar, sube con tu hermano para dar una vuelta.

- ¿Yo? Pero tú estarás deseando ir con él. - Objetó Cindy atónita por aquella propuesta. -

- Yo podré hacerlo en otras ocasiones. Además, a mí me ha estado viendo a diario, a ti hace meses que no te ve. Lo más lógico es que vayas tú con él. Así podréis hablar de vuestras cosas. - Argumentó ésta de forma muy elocuente. -

- Gracias Mimet- sonrió Cindy admitiendo. - La verdad me hacía mucha ilusión.

 

            Esa joven asintió y el chico le pasó un casco a su hermanastra. Cindy se lo ajustó mientras Brian subía.

 

- Antes de que os vayáis, abre nuestro regalo. - Le pidió Rebecca que añadió con ligera prevención. - No es gran cosa comparada con esto, pero ojalá que te guste.

- Lo escogí yo - añadió Cindy con un susurro algo vergonzoso. -

 

            El padre de Brian le entregó algo largo envuelto de forma longitudinal. El muchacho desenvolvió aquello para percatarse de que se trataba de una espada con su vaina.

 

- ¡Es una catana samurái, vaya regalo! - Exclamó admirado. -Me encanta, muchas gracias.

- Ésta Cindy- sonrió Rebecca - ¡Menuda idea nos dio!

- Es muy bonita mamá, y como Brian es descendiente de guerreros. - Repuso tímidamente ella. –Pensé que sería lo adecuado.

- Es preciosa, guárdamela hasta que vuelva, mamá Ky. - Le pidió Brian a Kerria. -

 

Ésta recogió la espada enfundada en su vaina con cuidado, sosteniéndola como si la llevase en brazos para pedirle al chico.

 

- De acuerdo hijo, pero no tardéis ¿eh?

- Daremos una vuelta corta, a ver cómo suena este motor- dijo él muy entusiasmado con la idea. -

- No corras mucho, ¿eh, cariño? - Le aconsejó Beruche. -

- Tranquila abuela. - Sonrió él dirigiéndose a su hermana - ¿Lista Cindy?

 

            Ella asintió y el padre de ambos les pidió.

 

-Poneos el casco.

 

            Los chicos así lo hicieron, la muchacha notó como, además de su estructura diseñada para proteger, ese casco llevaba una especie de auriculares.

 

-Es de lo más moderno que hay. - Sonrió Roy. - Ya veréis para lo que sirve.

-Creo que lo sé abuelo. - Sonrió Brian. - Puedes oír música y charlar con los intercomunicadores. Así el ruido del motor no perturba el sonido.

-Chico listo. - Sonrió su interlocutor, quien animó a los jóvenes. - Pues hala, ponéoslo y ya nos diréis que tal…

 

            Rebecca ayudó a su hija a colocarse el suyo, en tanto Brian se ajustaba el que le correspondía. Indicándole a su hermana.

 

-Monta y agárrate bien…

 

            Ésta asintió subiendo tras él y sujetándose a su cintura. Brian arrancó el motor que en efecto rugía de maravilla y le dio gas saliendo de allí ante la orgullosa mirada de sus padres y demás familia.

 

- Has sido muy amable, - le agradeció Brian padre a Mimet. -Te has dado cuenta de que a mi hija le encantan las motos.

- Lo he supuesto de forma lógica- declaró la interpelada explicando. - Hace más tiempo que Cindy no ve a su hermano que yo, y Brian me ha comentado que deseaba charlar con ella, así que ahora pueden contarse sus cosas.

 

            Los demás se miraron algo sorprendidos. Rebecca intervino preguntando curiosa.

 

- ¿Y de qué quiere hablar con ella? ¿Lo sabes tú?  Si puedo preguntarlo. - Añadió con cautela -

- Claro que puede, aunque no lo sé. Carezco de la necesaria información. Sin embargo, en base a conversaciones que he tenido con Brian únicamente puedo deducir que es algo relativo a lo que va a hacer cuando termine sus estudios. – Respondió Mimet. -

 

            Todos se quedaron con la duda. Entre tanto Brian conducía a través de la carretera acelerando la máquina que respondía de maravilla. Cindy disfrutaba de ese paseo, aunque deseaba hablar con él, tenía tanto que decirle que no sabía por dónde empezar. ¡Ojalá que este tiempo pasado hubiera cerrado todas las heridas! Deseaba que su hermano estuviera tan feliz como parecía. Se abrazaba a él por la espalda para sujetarse. Al menos eso quería decirse a sí misma, aunque por más que lo intentase no podía negar que le encantaba sentirle tan cerca. Y al cabo de un rato la chica escuchó una canción que su hermano había sintonizado.

Durante mucho, he aparentado mucha rudeza, 
He estado esperando tanto que 
A veces no sé qué encontraré, 
Sólo sé que es cuestión de tiempo. 

Cuando amas a alguien... 
Cuando amas a alguien... 

Se siente tan bien, tan cálido y verdadero, 
Necesito saber si tú sientes igual 
Probablemente me estoy equivocado, 
¿Quieres decirme si empiezo a ser rudo?, 
Este corazón mío ha sido lastimado antes, 
y ahora quiero estar seguro 

He estado esperando a una chica como tú que llegara a mi vida
He estado esperando a una chica como tú

Amándonos sobreviviremos 
He estado esperando por alguien nuevo que me haga sentir vivo 
¡Sí!, esperando por una chica como tú que llegara a mi vida 

Tú eres tan buena, cuando hacemos el amor es verdadero 
Es más que una caricia o una palabra que pueda decir 
Solo en sueños puedo estar ahí 

Cuando amas a alguien... sí, realmente amar a alguien 

Ahora sé que está bien, 
Desde el momento que despierto hasta lo profundo en la noche, 
No hay ningún lugar en la tierra en el que preferiría estar 
Que sosteniéndote tiernamente 

He estado esperando a una chica como tú que llegara a mi vida
He estado esperando a una chica como tú, amándonos sobreviviremos 

He estado esperando por alguien nuevo que me haga sentir vivo 
Sí, esperando por una chica como tú que llegara a mi vida 


He estado esperando, esperando por ti

Por tiii

He estado esperando

He estado esperando

 

He estado esperando a una chica como tú

He estado esperando a una chica como tú

¿Aceptas entrar en mi vida?

Aaaaaa

 

 Waiting for a Girl like You, Foreigner. (Crédito al autor)

 

            Cindy escuchaba ensimismada deseando que aquello fuera un mensaje que él le enviaba. Aunque en el fondo de su corazón no lo creía posible. Al menos no de la manera que ella hubiese deseado.

 

-Es una canción preciosa. - Declaró la muchacha cuando terminó. -

-Sí, lo es. - Musitó el joven. -

-Desde luego, esta moto es una maravilla. Y estos cascos son geniales. - Dijo ella en un fallido intento por parecer jovial. - Además es muy rápida.  Ten cuidado con la velocidad. Para que no nos multen…

 

 Pero Brian había bajado ya la velocidad, parecía que, después de todo, aquella moto no había despertado en él ese entusiasmo que había pretendido mostrar. Como si él quisiera confirmar esos temores se detuvo al borde de la cuneta. Ambos se bajaron sacando la moto hasta un cercano claro de un parque.

 

- Cindy, deseo hablar contigo, - le pidió a su hermana con tono serio ahora. -

- Dime Brian, ¿te ocurre algo? - Le inquirió ella añadiendo con inquietud. - No te veo muy contento.

- No, no es que no lo esté, - sonrió el chico de forma débil tratando de explicarse. - Supongo que lo que me ocurre es que estoy confuso.

- Pues cuenta conmigo si puedo ayudarte. - Se ofreció ella muy solícitamente, afirmando entre agradecida y culpablemente. - Te debo mucho y quisiera poder devolverte todo lo que has hecho por mí.

- Eres mi hermana- repuso él sin darle importancia, afirmando convencido. - Hice lo que cualquier hermano hubiera hecho.

- No sé si cualquier hermano hubiera sido tan generoso como tú. - Musitó la chica bajando la cabeza avergonzada al recordar. - Me perdonaste a pesar de todo. Incluso cuando supiste las cosas tan horribles que planeé contra tu madre.

- No eras tú quien hizo eso. Era alguien atormentado por el sufrimiento que creía poder reparar su familia de esa manera. - Se apresuró a responder él de modo conciliador -. Alguien que fue manipulado.

- Parece que hubieras hablado mucho con Michelle- sonrió Cindy mirándole agradecida. -

- Hablé con ella un par de veces. - Le confesó su interlocutor. - Me ayudó bastante a mí también. Es una persona muy agradable y sabe hacer bien su trabajo.

- Te agradezco tanto que me perdonaras, Brian- suspiró Cindy que aseveró de corazón. - Quería morir antes de hacerte más daño.

 

            Brian abrazó a su hermana con ternura mientras le susurraba al oído.

 

- ¿Acaso no has escuchado la canción que puse?

-Sí, pero sé que no es para mí. - Opuso la muchacha. -

-En cierto modo sí que lo es. - Declaró él. -

-No creo que sea yo esa chica a la que has estado esperando… sino ella ¿verdad? Mimet. - Suspiró Cindy. -

 

            Brian no trató de ocultar eso, asintió despacio, aunque tomando por los hombros con suavidad a su hermana respondió.

 

-No te voy a engañar. Cuando te conocí pensaba así de ti. Aunque luego, al saber la verdad… fue muy duro para mí. Pero cuando conocí a Mimet fue como si el dolor que sentía desapareciera poco a poco. Ella es una muchacha muy especial. Me hizo sentir bien. Y me comprende.

-Ha demostrado ser muy considerada conmigo cuando me cedió su puesto para dar este paseo. - Admitió su interlocutora bajando la cabeza. -

-Tú también eres una chica muy especial para mí. - Añadió él tratando de elevar suavemente el mentón de la joven con un dedo para hacer que sus miradas convergieran en tanto añadía. - Podría decir que te quise de todas las formas posibles y que te sigo queriendo…ahora como parte de mi familia. Y quisiera saber si has encontrado a alguien con quién puedas ser feliz…

 

            Cindy le miró con algunas lágrimas en los ojos sin embargo se forzó a sonreír. Apenas musitó.

 

-Creo que he encontrado a alguien, aunque es pronto aún para estar segura. Me gustaría tener la misma convicción que tienes tú. Pero gracias por preocuparte por mí…

 

            Su interlocutor sonrió débilmente para replicar con tono más afable todavía.

 

- No podía permitir que te ocurriera nada malo, ahora que tengo una hermana pequeña debo cuidar de ella.

- Eso mismo me dijiste aquella vez- musitó Cindy recordando emocionada. -

 

            Algunos meses atrás, cuando la joven sufrió una recaía en su tratamiento estuvo a punto de suicidarse. Abrumada por la responsabilidad y las dudas internas. Había visto por fin a su hermanastro Brian, incluso salieron un par de veces y las cosas iban muy bien, el problema vino quizás a causa de eso. Una noche, cuando volvían de la discoteca y se despedían los dos se quedaron mirándose sin hablar y cuando quisieron darse cuenta sus labios se habían unido por un beso, Brian fue el primero en separarse alarmado y Cindy rompió a llorar.

 

- ¡Oh, Dios! - Sollozaba ella presa de la impotencia y la desesperación. – ¡No otra vez…no!…

-Tranquilízate- le pidió suavemente su hermano. - Ninguno de los dos hemos podido evitarlo. Surgió y nada más, no debemos darle más importancia, Cindy.

- Pero yo...- pudo decir ésta entre las lágrimas. - No quería que esto ocurriera, ¡otra vez no! No puedo soportarlo de nuevo.

- Debes ser fuerte. - La apoyó él dándole un abrazo para posteriormente besarla en la frente y declarar. - Recuerda que somos hermanos.

- Lo recuerdo a diario y muchas veces no quisiera hacerlo. Eso es todo lo que podremos ser- repuso pesarosamente ella con un nudo en la garganta. – Y no será nunca suficiente. ¡Al menos, no para mí!

 

Su hermano movió la cabeza de forma débil, aunque enseguida agregó tratando de animarla.

 

- No solo seremos eso, además seremos los mejores amigos del mundo. Anda, sécate esas lágrimas, que no noten tus padres que has llorado.

 

            Cindy asintió, lo cierto es que su hermano era una persona tan cariñosa y buena que aun le dolía más haber intentado utilizarle de ese modo. Y lo peor es que al final se enamoró verdaderamente de él. Y si no hubiera resultado que ambos estaban unidos por sangre ella habría sido capaz de olvidarse de todo su odio y su rencor solamente para quererle. No deseaba derrumbarse más en su presencia. Se dominó lo bastante como para despedirse y entrar en casa. Aprovechó que sus padres no estaban en el salón para correr a su habitación, allí pudo llorar hasta desahogarse. Por fortuna cuando su madre entró en su cuarto para ver si había llegado ella ya estaba acostada y haciéndose la dormida. Al día siguiente tenía consulta con Michelle que había vuelto desde París para ver cómo se encontraba.

 

-Nunca podré superarlo. - Pensaba entonces, tratando de evitar que a través de sus cerrados ojos se filtrasen algunas lágrimas. -

 

            Brian recordaba aquello a su vez, él mismo pese a querer animar a su hermanastra llegó a casa muy hundido. Beruche se lo notó al día siguiente, el muchacho le contó lo sucedido y su abuela corrió a avisar a Kerria que aún no se había ido al trabajo. Ésta, preocupada por el estado de Brian, llamó a Michelle para tratar de que la aconsejase por teléfono. Sin embargo, ¡qué suerte tuvo!, la psicóloga había venido a EE. UU. Sin pensárselo dos veces le pidió que si no le venía mal hablase con su hijo. Michelle aceptó encantada. Es más, le contó que Cindy también asistiría y le dijo a Kerria que su hijo podría acudir después. Más tarde avisó a Rebecca para comentárselo, pero la hija de ésta ya se había marchado. La muchacha llegó y la psicóloga la recibió con una amplia sonrisa a la par que la invitaba a sentarse saludándola.

 

- ¿Cómo estás, Cindy? Me han dicho que un poco más triste.

 

            La joven se quedó helada, ¿cómo podía saber eso Michelle? Ella no le dijo nada a su madre. Pero, pese a todo decidió ser sincera, era la única manera de desahogarse.

 

- Ayer salí con Brian, nos fuimos a tomar algo y a charlar, luego él me propuso entrar en una discoteca....

- ¿Y? - Se interesó la psicóloga. -

- Bueno, lo pasamos bien, bailamos y todo eso, pero, al llegar a mi casa y despedirnos nos besamos. – Y añadió culpablemente. – En los labios…

- ¡Oh ma chère! - Sonrió Michelle distendidamente. - Ya veo, ¿es eso lo que te preocupa?

 

            Cindy no respondió, aunque su interlocutora siguió hablando sin esperar a que lo hiciera.

 

- Tus sentimientos por Brian están confusos ahora, de verle como una posible pareja has pasado de golpe a tener que relacionarte con un hermano. Eso no se consigue de la noche a la mañana, aun tienes que aceptarlo. De hecho, tanto él como tú deberéis hacerlo y daros tiempo, sin prisas ni remordimientos. Si os dais un beso o dos o tres no es malo. Os queréis, aunque tenéis que adaptaros mutuamente y reconducir ese amor. Por cierto...- iba a añadir Michelle cuando Cindy la cortó. -

- No es eso lo único que me preocupa- confesó la muchacha. - Cada vez pienso más en lo que quise hacer contra su madre y no puedo soportarlo. ¡Intenté matarla!

- Ya veo- asintió Michelle. – En el fondo eso es lo que más temes. ¿Verdad cariño? Que algún día él descubra esa verdad.

- No podría vivir si él lo supiera- sollozó Cindy. - Me odiaría.

- Claro, te sientes culpable por eso, pero no debes hacerlo- le respondió su interlocutora. - No eras tú la que actuaba así sino tus miedos y esas malas influencias.

- Pero hice lo que hice- respondió la chica llena de amargo pesar. –No dejaba de ser yo.

- Debes tranquilizarte, Cindy- le pidió Michelle. -Y sobre todo dejar de sufrir más por eso. Nadie te lo reprocha ya.

- Nadie que lo sepa- contestó ella para lanzar una inquietante pregunta - ¿Y si Brian se enterase?

 

            Michelle la escuchó muy atentamente, en su mente se fraguaba una idea, aunque podría ser arriesgado, pero quizás era lo único que resolvería esa cuestión.

 

- Vaya, se me ha ido el santo al cielo, chérie - sonrió mirando su reloj. - Tengo otro paciente en dos minutos, pero como tu caso es importante. ¿Te importa si le veo un momento y aplazo la cita? Luego seguimos tú y yo.

- Sí, como tú quieras- concedió la chica levantándose del sillón. -

 

            En tanto acompañaba a Cindy fuera Michelle rezó porque Brian no hubiera llegado aún. Tuvo suerte y llamó enseguida a los padres de la muchacha. Fue Rebecca la que se puso y Michelle le explicó la situación concluyendo con un tajante.

 - Lo mejor para ella es confesarle a Brian que intentó matar a su madre.

- ¿Pero estás loca? - Exclamó Rebecca entre atónita, contrariada y asustada - ¿Cómo va a hacer eso?

- Debe ser así, de lo contrario ese remordimiento y el temor a que su hermano lo descubra la angustiará para el resto de su vida. Y no te preocupes por la reacción de Brian, yo me encargaré de prepararle. - La tranquilizó la psicóloga. -Confía en mí.

 

            Rebecca aceptó, aunque no sin reservas, estaba muy preocupada. Michelle llamó también a Kerria y le explicó lo mismo.

 

- No creo que mi hijo esté preparado- expresó ella también con temor. -

- La situación de Cindy empeora y quizás no baste mi ayuda- le confesó Michelle afirmando. – Para ella, su hermano es la clave de todo.

- Está bien, confío en ti, Michelle. - Respondió Kerria pese a todo con resignación y no sin angustia. Aunque entonces se le ocurrió. - Quizás mi madre pueda ayudar. Ella sabe muy bien lo que es pasar por algo semejante, como yo…Pero es más comedida de lo que yo podría serlo, mi hijo la adora y siempre la escucha…

 

            La psicóloga se despidió pensativa, a pesar de la seguridad que había tratado de transmitir, eso conllevaba un terrible peligro. Para empezar, ¿cómo lo haría? ¿Realmente era lo adecuado? Aquello podría saltarle como una bomba, pero pensaba que podía correr el riesgo. Pensó en la propuesta de Kerria. De hecho, Bertie se prestó enseguida a ello cuando su hija se lo pidió. Michelle conocía poco a la señora Malden, pero confiaba en su capacidad para hacerle comprender todo a su nieto. Pese a todo no las tenías todas consigo. Aunque ya no tendría mucho tiempo para pensárselo más, pues llamaron a la puerta.

 

- Adelante- indicó la psicóloga. -

 

            La puerta se abrió y pasó un apuesto y alto muchacho de ojos azules y pelo castaño.

 

- Eres Brian, ¿verdad? - Saludó la psicóloga que no pudo dejar de pensar en cuan parecido era a su madre. -

- Sí, señora- asintió él saludando con un educado - ¿Cómo está usted?

- ¡No me llames señora por favor! - rio ella. - Me llamo Michelle Arnau. Pero llámame solo, Michelle. Siéntate anda.

 

            Brian tomó asiento en el sillón que antes ocupara su hermanastra, Michelle tras tantearle unos instantes para constatar su estado de ánimo, quiso ir al grano y le informó.

 

- Tu hermana Cindy viene también a verme, ella se siente triste y muy angustiada.

- Lo comprendo- asintió él. - Es duro superarlo, pero entre los dos seguro que lo conseguimos.

- Ya, eso es muy loable Brian, pero tu hermana sufre por otra causa aún más profunda. - Le reveló Michelle. -

- ¿Qué causa?,- quiso saber el chico mirándola atónito. -

- Antes de decírtelo debes comprender bien una cosa- le pidió su interlocutora con gesto serio -Tu hermana estaba trastornada, no sabía lo que hacía ni era dueña de sus actos. Además, fue controlada por influencias ajenas del todo a ella. Ahora eso terminó, pero precisamente al entender lo que trató de hacer, se siente muy mal consigo misma y tiene mucho miedo de lo que tú puedas pensar. Tanto que podría hacer cualquier cosa contra sí misma para castigarse. Y digo cualquier cosa. - Resaltó dejando aquella frase flotando en el ambiente con un eco teñido por la gravedad. -

- ¿Sobre qué? - Quiso saber él cada vez más inquieto y mirando a su interlocutora con los ojos muy abiertos por el asombro y el temor. - ¡Dígamelo por favor! Si puedo ayudarla haré lo que sea.

 

            Michelle asintió despacio y le recalcó.

 

- Lo que ella necesitará es tu comprensión y sobre todo tu perdón. Es la primera arrepentida y aunque esto no es nada agradable debe decírtelo y que ambos aclaréis las cosas, o Cindy tendrá esa carga durante el resto de su vida.

- Pero, no entiendo nada. ¿Qué sucede? ¿Qué tengo que perdonarle yo? - Inquirió el muchacho realmente alarmado ahora. -

- Tu hermana intentó matar a tu mamá Ky, Brian. - Le contó Michelle dejándole petrificado. -

- ¿Qué? No puede ser- balbuceó el muchacho. -

- Ten en cuenta que eso pasó cuando Cindy estaba trastornada, - le repitió ella que enseguida le preguntó con voz serena. - Dime cómo te sientes.

- ¿Qué cómo me siento?,- exclamó él con una sonrisa nerviosa y todavía incrédula para querer saber a su vez - ¿Cómo se sentiría usted?

- ¿Odias a Cindy, Brian? - Le inquirió pausadamente la psicóloga. -

- ¿Odiarla? ¡No sé ni lo que siento en estos momentos! - Contestó de forma agitada. -

- Haremos una cosa- le propuso Michelle con tono conciliador. -Sé que es pedirte mucho, pero sería bueno que escuchases a tu hermana.

-No creo que pueda hacer eso ahora. - Replicó el chico. -

-No tienes por qué hacerlo cara a cara. Ella volverá ahora y seguiremos hablando, tú puedes aguardar en la salita adyacente. Cuando quieras intervenir sal de la habitación. Si no deseas mostrarte no pasará nada, ella desconoce que estás aquí. – Le confió Michelle señalando una puerta a sus espaldas. -

 

            El chico no parecía dispuesto a ello hasta que la psicóloga le insistió.

 

- Hazlo Brian y te aseguro que tanto tú como Cindy lo agradeceréis el resto de vuestras vidas. Y no temas, tanto tu madre, como la suya saben esto. Kerria hace mucho que perdonó a tu hermana. Consciente de sus circunstancias. Y te aseguro que, si oyes a Cindy expresar lo que realmente siente, también lo harás.

 

            El muchacho escuchaba esto atónito y aun mostrando una dura pugna de emociones, pero finalmente aceptó y se metió en la habitación. En ese momento y por la otra puerta. Alguien más entró.

 

- ¡Abuela! ¿Qué haces tú aquí? - Se sorprendió el joven. -

-Te lo diré luego. - Repuso cariñosamente la aludida. - Ahora debes prestar atención…

 

Michelle salió entonces hasta el pasillo y de allí fue a la estancia hacia donde había enviado a Cindy llamándola nuevamente.

 

- Perdona por el retraso, vamos, ya he resuelto mi otro caso.

 

            La joven siguió a la psicóloga hasta su despacho, allí se sentó y su interlocutora le inquirió.

 

- Has pensado en lo que te angustia, Cindy.

- No dejo de hacerlo- convino ella para sentenciar. -Cada vez que pienso en ello me siento más culpable.

- Sobre lo sientes por Brian, ¿verdad? - Aseveró Michelle. -

-No, lo que intenté hacer, ya sabe… contra su madre. - Pudo replicar la apurada chica bajando la cabeza. -

 

Sin embargo, la psicóloga le propuso para sorpresa de la muchacha.

 

- ¿Por qué no se lo dices? Dejarías de sufrir.

- No puedo, ¿cómo se lo tomaría? Le haría mucho daño. No me lo perdonaría nunca- sollozaba ella. - Yo le quiero y no podría soportar perderle. ¡Es mi único hermano! ¡Es parte de mi familia!

 

            Brian escuchaba conmovido por aquellas palabras. También lloraba al darse cuenta del sufrimiento que padecía su hermana. Su abuela le sujetaba una mano con firmeza. No se atrevía a salir y aparecer ante ella en esos momentos, pero, por otra parte, deseaba hacerlo para terminar con aquella situación. Entonces escuchó algo que le hizo decidirse.

 

- Si pudiera conocerle de nuevo y borrar todo aquello. - Se lamentaba Cindy. –Ahora preferiría morir a actuar como hice entonces.

-No sé qué hacer. - Musitó Brian. -

 

            Su abuela le miró con ternura y repuso también con un susurro.

 

-Debes hacer el mayor ejercicio de generosidad y amor posible hacia tu hermana. Ella lo necesita. Y, sobre todo, darle una oportunidad.

- ¿Estás segura? - Quiso saber el atribulado joven. -

-Nunca he estado más segura de algo, cariño. - Le sonrió su abuela afirmando. - Y lo estoy porque una vez alguien me mostró esa misma generosidad. Y eso cambió mi vida para siempre. Por eso te pido que confíes en mí. ¿Lo harás?

 

            El muchacho asintió despacio. En aquel instante la puerta que estaba situada tras Michelle se abrió y Cindy descubrió con horror como su hermano salía por ella. Se quedó paralizada. Brian mismo iba a decir algo, pero tampoco podía articular palabra. La muchacha se levantó como un resorte del sillón.

 

- ¿Qué hace aquí? - exclamó horrorizada - Me ha estado escuchando, ¿verdad? - recriminó a Michelle fuera de sí. - ¡Me has engañado!

- Tranquilízate- le pidió la psicóloga, pero Cindy negaba vehementemente con la cabeza. -

- ¡No, no puedo soportarlo! - chilló ésta completamente desquiciada. -

- Cindy escúchame - le pidió Brian logrando captar su atención para sentenciar. - Lo sé todo.

- ¡Dios mío, por favor! - musitaba Cindy dejando caer las lágrimas y derrumbándose en el suelo. -

- Levántate - le pidió Brian arrodillándose junto a ella. -

 

            La chica no quería encontrar la mirada de su hermano que le insistió con un tono amable y dulce.

 

- Lo comprendo todo Cindy, tú no sabías lo que hacías. Pero ahora es diferente, creíste haber perdido una familia, pero no ha sido así y además ahora tienes un hermano que te quiere. Eres mi hermana pequeña y debo cuidar de ti. Siempre cuidaré de ti.

 

            Cindy no supo que decir, por fin sus ojos encontraron los de Brian y se abrazó a él rompiendo a llorar.

 

- Perdóname- podía decir la chica con la voz tomada por el llanto. – Te lo suplico…

- Sí, sí, claro que te perdono, no sufras más por eso, - contesto él emocionado también. - No dejemos que nos haga sufrir a ninguno, nunca más....

 

            Y los dos se mantuvieron en un largo y prolongado abrazo, llorando para desahogar todo aquel caudal de sentimientos tan complejos ante mirada aliviada y emocionada también de la psicóloga. Al final la propia Beruche salió con lágrimas en los ojos, pero luciendo una gran sonrisa…

 

- Así fue, - convino Brian recordando todo aquello también. - Michelle tenía razón, me alegra que todo esté claro al fin entre nosotros ¿Volviste a verla? - le inquirió a su hermana. -

- Sí, un par de veces más. Me preguntó por ti. Y yo…, bueno, no pude contarle gran cosa, por eso deseaba tanto que regresaras a la Tierra para poder hablar contigo.

-Es una mujer estupenda. - Declaró el chico. - Dale recuerdos cuando la veas.

-Siempre le estaré agradecida, a ella, a tu abuela por ser una mujer tan comprensiva y maravillosa y sobre todo a tus madres. - Afirmó la joven. -

-Mi abuela me contó algo de su propia vida después., Y me explicó hasta qué punto le dieron una segunda oportunidad. Si no lo hubiesen hecho ninguno estaríamos posiblemente aquí. Todos cometemos errores y tenemos derecho a tratar de repararlos, Cindy.

-Muchas gracias. - Sonrió ella afirmando con alivio. - Cuando al fin te confesé aquellas cosas tan horribles que traté de hacer contra tu mamá Ky, como tú la llamas, me sentí mucho mejor. Era como si me hubiesen liberado de un gran peso. Sentí que podía comenzar de nuevo.

- Lo cierto es que yo también deseaba verte para contarte algo. - Confesó él decidiéndose a ello. - ¿Sabes Cindy? Ahora que estoy terminando mis estudios siento que ha llegado un momento en mi vida en el que tendré que cambiar.

- ¿A qué te refieres? - Inquirió ella desconcertada por aquellas palabras. -

- No se lo he dicho a nadie excepto a Mimet. Pero tengo una gran responsabilidad.

- Imagino que no es fácil dejar la universidad, - Creyó adivinar ella. -  Pero tú eres inteligente, puedes terminar, seguro. Y luego dedicarte al baloncesto. O a cualquier otra cosa. Además, tu novia parece una chica estupenda. Ha sido muy amable conmigo. Te ayudará. - Valoró la chica. -

- No es eso, Cindy- rebatió él para explicar con mayor seriedad en su tono. - Lo cierto es que, a mí, a ella y a otros siete chicos y chicas más, nos espera una importante tarea por realizar.

 

            Cindy le observaba con expresión de no comprender nada. Mientras Brian añadía.

 

- Sé que, dentro de poco, meses, un año quizás dos a lo sumo, no lo sé con seguridad, tendré que marcharme lejos. Pues lo que debemos hacer es trascendental para el destino no sólo de este mundo, sino del Cosmos entero.

- No sé de qué me hablas, - sonrió su hermana mirándole incrédula para preguntar con una media sonrisa. - ¿Quieres tomarme el pelo o algo así?

 

Pero Brian negó con suavidad y repuso con voz queda mientras tomaba las manos de ella entre las suyas.

 

- No Cindy, te lo cuento a ti, porque ahora necesito una hermana con quien poder hablar. He hablado con mis primos, ellos también vendrán conmigo y me entienden, pero necesito contárselo a alguien que se quede, como tú. Y mi madre y mis abuelos, bueno, están tan felices de volver a verme. ¿Cómo decirles que un día tendré que irme y que puede que no vuelva nunca?

- Me estás asustando, Brian- pudo decir su interlocutora realmente preocupada por aquellas palabras para oponer de inmediato. - No será tan terrible como lo pintas.

- No estoy seguro, eso es lo peor, no estoy seguro de nada. Tan sólo mi primo Asthel parece saberlo con certeza, pero cuando le pregunto me dice que tampoco tiene mucha idea. La verdad es que yo no me siento preparado para afrontar un reto de esa magnitud. No soy ni la mitad de bueno que mi abuelo Roy o mi tío Leval. Y tampoco sé qué deberé hacer ni como, ni cuándo. Lo único de lo que estoy completamente convencido es que tendré que hacerlo, pues ha llegado mi momento.

- Me gustaría ayudarte, pero. ¿Qué puedo hacer yo? - Le preguntó Cindy con un gesto de angustia que Brian se encargó de aliviar con un abrazo y una voz llena de afecto. -

- Nada, sólo escucharme como lo has hecho y saber que te tengo aquí, a mi lado, igual que al resto de mi familia. Anda, - agregó con más desenfado - no quiero que te preocupes más. Y no digas nada de esto a nadie, por favor.

-Claro que no. - Aseguró ella. -

 

            Brian sonrió y quiso cambiar de tema, preguntando.

 

- Anda, cuéntame cómo te ha ido a ti.

- No tengo demasiado que contar, cuando por fin acabé mi rehabilitación entré en la universidad y he estado estudiando mucho en este tiempo, casi no he hecho otra cosa.

- Pues ahora tienes que relajarte y pasarlo bien, - la animó Brian que le propuso. - Sal conmigo y con Mimet y nos divertiremos.

- Te lo agradezco mucho, aunque no creo que eso sea lo adecuado. No quiero estar en medio de vosotros. Pero descuida, saldré con algunos amigos de clase. - Le sonrió ella que entonces se percató de la hora y le indicó. - Ahora vamos a volver. Será lo mejor, no sea que vayan a preocuparse.

- Tienes razón- concedió Brian. -

 

            Ambos se montaron dispuestos a arrancar cuando otra moto se detuvo cerca de ellos. Su piloto se bajó quitándose el casco en tanto se acercaba hasta donde estaban. Pudieron ver que se trataba de una mujer joven (quizás de treinta y tantos años) y de pelo rubio ceniza. Ésta le dijo a Brian sin más preámbulos.

 

- Es una buena máquina, muchacho.

- Gracias, acabo de estrenarla, - respondió sinceramente él, para afirmar a su vez. - Veo que entiende usted de motos.

- Toda mi vida he estado corriendo- le dijo aquella misteriosa mujer. - He sido piloto de carreras.

- Piloto, ¡vaya! - pudo decir Brian asombrado. -

- ¿Cómo te llamas? - le inquirió cordialmente aquella extraña. -

- Brian, Brian Malden, señora.

- No me llames señora, no estoy casada, al menos oficialmente, y no me gusta pensar que soy una vieja. - Sonrió ella con desenfado musitando con tinte reflexivo. – Aunque quizás lo sea…

-Le aseguro que no lo parece. - Afirmó sinceramente él. -

 

            Su interlocutora sonrió afablemente ahora para remachar diríase que hasta con gesto divertido.

 

-Tengo más años de los que crees.

- ¿Y usted, que me dice? - Inquirió Brian. -

- Yo, ¿decirte de qué? - Repuso su contertulia que ahora no parecía entender -

- ¿Cómo se llama? - Le insistió con curiosidad. -

- Tenou, Haruka. - Replicó con rapidez y rotundidad. -

 

            Brian se quedó pensativo, ese nombre le sonaba mucho, pero no lograba recordar de qué. Su interlocutora no le dio mucho tiempo más a pensar pues añadió una pregunta que casi sonaba a certeza.

 

- ¿Eres por casualidad nieto de Roy Malden?

- Así es, ¿le conoce?,- quiso saber el chico aún más sorprendido -

- Sí, a él y a tu abuela, y también a tu madre, cuando era una niña. Pero ellos no me interesan ahora. Eres tú el que me preocupa, Brian.

 

            Aquello le sonó muy raro al joven. Ahora le daba la impresión de que aquel encuentro no había sido casual.

 

- ¿Yo?,- se señaló atónito - Pero ¿qué quiere usted de mí?  ¿Quién es en realidad?

- Soy quién te he dicho y solamente deseo prevenirte, - contestó ésta con un tono más serio para indicarle de modo enigmático. - Debes prepararte, Brian. Tus amigos y tú tendréis que estar listos pronto. El momento se acerca. Recuerda, cuando llegue la hora deberéis probar que sois dignos sucesores de vuestras familias en la lucha contra el mal.

 

            Sin más aquella mujer volvió a su moto y arrancó, Brian quiso seguirla para saber más de aquel extraño aviso, en tanto Cindy observaba todo aquello sin poder pronunciar palabra.   Haruka se perdió por la carretera con su moto, pero el muchacho no pudo alcanzarla, su aparato se negaba a arrancar. Cuando lo logró, aquella mujer había desaparecido sin dejar rastro.

 

- ¡Maldita sea! La he perdido. - Se lamentó el chico. -

- ¿Quién era esa mujer? - Le preguntó Cindy. -

-No lo sé. Aunque su nombre me es desde luego muy familiar. - Replicó su interlocutor. -

- ¿Qué ha querido decir? - Inquirió la muchacha. -

-No tengo ni idea, quizás se refiera a eso que te acabo de contar. - Elucubró el muchacho quien dejó atrás su expresión reflexiva para retornar a la jovialidad. - Deberíamos volver a casa y no contar nada de esto.

-Sí, aunque ahora creo que me gustaría que pudiéramos hablar un poco más antes de regresar. - Le pidió Cindy. - Solos tú y yo.

 

            El aludido asintió despacio. Los dos se sentaron en un banco cercano, junto a unos arbolitos en una orilla del camino. Fue Cindy la que respirando hondo y cerrando los ojos esbozó una leve sonrisa ante la afectuosa mirada de su hermano.

 

-Ahora sé lo que significa estar en paz, Brian. - Afirmó ella. - Tu familia tenía razón. Aún recuerdo cuando nos contaron quienes eran y todo lo que habían hecho por el mundo. Incluso algunas princesas planetarias estaban en vuestra casa. Y me sanaron. Cada vez que cierro los ojos puedo sentir la calidez de esa energía penetrando en mi interior.

-El poder de las princesas es legendario. - Afirmó él chico tomándola de una mano. - Mis madres y mis abuelos me contaron algunas cosas sobre ellas. Siempre las han admirado.

-Viniendo de tu familia, eso es algo realmente a tener en cuenta. - Aseveró su hermana. -

-Bueno, pero cuéntame cosas de ti. ¿Cómo lo llevas en la facultad? - Se interesó el joven, deseando volver a temas más cotidianos. -

-Estudio mucho. He descubierto que la psicología me gusta. Creo que es mi vocación. Quiero ser una persona como Michelle. Ella superó sus propios problemas y ahora ayuda a la gente. - Declaró la interpelada suspirando ahora para añadir no sin un toque de pesar. - Deseo compensar a todos por el mal que hice. Sobre todo, a ti y a tu familia.

-Ya lo has hecho. –Afirmó su interlocutor añadiendo. -Veras. Como ya sabes, mi abuela Bertie y sus hermanas llegaron a este mundo desde el futuro. Y no precisamente con buenas intenciones. Pero todas lograron reformarse y convertirse en luchadoras por el bien. Luego ella conoció a mi abuelo y juntos lucharon contra el mal. Más tarde lo hicieron mi tío Leval, y mi madre, junto con otros amigos y familiares.

-Cuando nos lo contaron me pareció sencillamente increíble. - Confesó la muchacha. -

-Pues mi abuela me dijo que la clave de todo estaba en los sentimientos. - Le dijo Brian. - Es el amor y la capacidad de perdonar lo que nos hacen mejores. El odio y el rencor nos sumen en la oscuridad.

-Tiene toda la razón. Yo misma pude comprobarlo. - Admitió una ahora avergonzada Cindy. -

-Y esa lección la aprendieron de los soberanos de la Tierra y de las princesas planetarias. - Le comentó Brian. -  Ellas siempre lucharon por el bien y por proteger a los inocentes de la maldad. Y según me explicó mi abuelo una vez. Ésta siempre existirá. Nunca podemos bajar la guardia. Se manifiesta de muchos modos distintos.

-No lo haré. Solamente espero ser capaz de ayudaros si alguna vez me necesitáis. - Repuso la joven que fue ahora quién cambió a un tono más jovial. - ¿Y tú qué?... La verdad, me has sorprendido con esa chica.

-Mimet es alguien muy especial. - Afirmó él ruborizándose un poco. -

-Desde luego es preciosa. - Tuvo que reconocer su contertulia, casi con un toque de celos. -

-Su atractivo no se basa en la simple apariencia. Eso te lo aseguro. - Aseveró su hermano. -

-Aunque habla de una manera algo extraña. - Tuvo que decirle Cindy esbozando una media sonrisa. -

-Pensé exactamente igual que tú cuando la conocí. Todavía me acuerdo de la primera cita que tuvimos. De hecho, fue algo planeado por mi primo Asthel y su novia Maddie. - Comentó el muchacho sin evitar sonreírse. - ¡Vaya encerrona nos prepararon! Pero lo hicieron por nuestro bien.

 

            El chico hizo memoria sobre aquella ocasión y le relató a su interesada hermana.

 

-Yo estaba algo deprimido. Mi primo insistió en que viniera al cine con él y su novia. No quería molestarles, pero me contó que una amiga de Maddie iba a venir. De modo que al final acepté. Cuando llegué al punto de la cita…

 

-¡Ey, estoy aquí chicos, ya he llegado! –Exclamó Brian en tanto se aproximaba corriendo a los demás. -

- Has sido rápido, - le dijo Asthel bastante contento de tenerle allí. - ¡Qué bien, así seremos cuatro!

 

Pero entonces Maddie dijo a todos con voz que parecía algo apenada...

 

- La verdad es que yo tendré que irme dentro de media hora...

-Pero ¿y eso por qué? - Preguntó Asthel con expresión desorientada y llena de desencanto en el rostro. -

- Es que mi madre me ha pedido que cuide al hijo pequeño de una amiga. - Repuso la muchacha agregando con pesar. - Le dije que sí y luego quedé contigo sin acordarme, lo siento...

- Bueno, no te preocupes, puedo ir contigo. - Le propuso su novio. -

- Creía que no ibas a proponerlo nunca, - le susurró Maddie, al parecer aliviada. -

- Entonces.... ¿nosotros qué hacemos? - Preguntó Brian sintiéndose desconcertado cuando les hizo ver - porque vosotros no podréis ir a ninguna Holo peli.

- Yo me volveré a casa. Tengo mucho que estudiar. - Dijo Mimet y su voz sonó monocorde y resignada -

- ¡De eso nada! - Opuso Maddie que casi la ordenó. - Tú y Brian id a ver la Holo peli, luego contadnos como está...

- Bueno...si tú quieres Mimet, - dijo Brian de forma tímida. -

- ¡Vamos Mimet!, ve con Brian al holocine, lo pasaréis bien. El pobre chico necesita distraerse, está muy preocupado con sus exámenes, ja, ja...-Terció Asthel con desenfado. -

- ¡Oye!... ¿pero qué? ...- Intervino el atónito aludido tratando de protestar. -

 

Aunque se calló enseguida porque Mimet le miró con un gesto raro. Podría ser que incluso inquisitivo y la verdad es que era una chica preciosa.

 

-Bueno…claro, los exámenes…-acertó a musitar el muchacho. -

- No te preocupes por los exámenes. - Le respondió esa joven que le aconsejó con una calmada lógica. - Sólo estúdialos, pero si necesitas descansar y puedo ayudarte, vale. Vamos a ver esa holo película...

- Sí, gracias. - Repuso Brian. -

 

Él solo pudo sonreír de forma estúpida mientras se acariciaba el cogote nervioso. Madeleine y Asthel se cruzaron miradas de complicidad y se sonrieron.

 

– Estaría bien…- Admitió finalmente el joven. -

- Entonces nos vamos. Hasta luego chicos, que os divirtáis. - Les deseó Maddie convencida, o al menos eso esperaba, de que así sería. -

 

Y la pareja de novios se fueron paseando de la mano. Por su parte Brian y Mimet se quedaron clavados sin saber qué hacer. Hasta que ella le dijo por fin, siguiendo un criterio objetivo.

 

- Vamos hacia el holocine, la película comenzará en veinte minutos. Si andamos a un ritmo promedio a juzgar por la distancia que nos separa de él, llegaremos en diez. - Avisó señalando su reloj. -

 

            Su acompañante asintió todavía desconcertado por la manera de hablar de aquella chica y ambos llegaron allí. Lo hicieron con aproximadamente doce minutos de margen, dado que anduvieron algo más deprisa de la media a la que ella aludía. Ya en la cola de las taquillas el muchacho se fijó en el bar.

 

- ¿Quieres palomitas? - le ofreció él. -

- ¿Por qué? - Quiso saber la muchacha –

-He recordado que…, bueno, es la costumbre…, a mi madre, por ejemplo, le encantan. – Afirmó el chico. –

-No soy tu madre. Ese razonamiento no puede aplicarse. – Rebatió ella. – Tendremos gustos y criterios distintos debido a nuestras diferentes edades, procedencias y educación.

 

Su interlocutor la miraba con la boca abierta. Entonces la muchacha comentó al ver esa reacción.

 

- ¿He dicho algo que no se ajuste a la realidad?

-No, vamos, como verdad, es…- sonrió él para proponerle. – Pero no hace falta ser tan lógica.

-No te comprendo. – Dijo ella aseverando. – Se es lógico o no se es.

-Escucha Mimet – repuso él con otra sonrisa. – Si uno es humano no tiene porqué ser tan estricto en los razonamientos. Tenemos esa suerte.

 

La muchacha no dijo nada ante eso. Entonces recordó la oferta de su acompañante y declaró.

 

-Unas palomitas estarían bien… ¿De cuantas estamos hablando?

 

Y para su sorpresa eso hizo reír a Brian. Lo que dejó aún más desconcertada si cabe a su interlocutora. Pero entonces el muchacho dejó de reírse y le preguntó.

 

- ¿Dulces o saladas?

- ¿El qué? - quiso saber ella. –

-Las palomitas – le aclaró él –

-No lo sé. ¿Qué variedad es la más adecuada?

-A mi madre le gustan mucho las dulces…- Le contó el chico. –

-Entonces, dado que te recuerdo a tu madre, esas – convino Mimet –

-No - sonrió de nuevo su contertulio. –

- ¿No, … qué? - Preguntó ella. –

-No me la recuerdas para nada. Sois totalmente distintas. – Se sonrió de nuevo amagando con reírse. – Mi madre jamás hablaría así…

-Pero, no lo comprendo. – Comentó la muchacha en tanto razonaba. – Si siempre pones como ejemplo a tu madre cuando me propones algo debe de ser porque estableces un paralelismo conmigo. Lo que justifica que tengamos cosas en común, por tanto, debo recordártela, y ahora me dices que no es así. Carece de fundamento lógico.

- ¡Es que pareces una computadora! – se rio el muchacho parodiándola con tono divertido. – Sí, no, esto o lo otro. Mira Mimet, la vida no es código binario. – Le dijo con tono afable para aconsejarla. – Tienes que tomártelo con calma.

-No estoy nerviosa. - Repuso con total seguridad, lo que hizo que aquel muchacho incluso se riese más. -

- ¡No sabía que tuvieras tanto sentido del humor! - Comentó él, casi enjugándose las lágrimas. -

-Ni yo tampoco. - Convino la chica mirándole con lo que parecía una expresión de desconcierto. -

 

            Y con esa respuesta el muchacho casi se caía de risa. Ante el desconcierto de la joven. Finalmente, Brian pudo hablar, una vez que compraron las entradas y pasaron a la sala.

 

-Bueno, creo que lo que te sucede es que solo ves dos alternativas. Y muchas veces hay un gran número de ellas. - Le explicó él. -

 

Brian le trajo también un refresco. Cuando ella le miró mientras se lo entregaba, el joven le comentó casi a modo de chanza.

 

-Pensé que para acompañar las palomitas lo más lógico sería beber algo.

-Sí, es cierto. Dada la consistencia de estas seguramente necesitaré ingerir líquidos.  – Pudo decir ella, añadiendo con lo que parecía desconcierto. - ¿Por qué a veces usas la lógica y otras la descartas? ¿Bajo qué parámetros lo haces? -Le preguntó. -

-Verás. Eso depende del instinto de cada uno. En ocasiones la lógica sí que es muy útil. - Declaró él. -

-Eso es algo que me resulta muy complicado. - Admitió la joven. - No sé cuándo debo emplear otra cosa que no sea la lógica y no sé cómo hacerlo. ¿Cuál es el patrón?

-Estoy convencido de que si realmente te dejas llevar por tus emociones lo sabrás. - Afirmó su interlocutor. -

 

            Y tras rememorar aquello, para rematar Brian le contó alguna que otra cosa más a su atónita hermana. Cindy incluso se rio con algunas de ellas…

 

-Sí que es una chica peculiar. - Afirmó divertida. - Parece maja. Quisiera tener la oportunidad de conocerla un poco mejor.

 

Su interlocutor asintió con una media sonrisa, aunque entonces notó algo raro. Sin que su contertulia acertase a comprender que estaba sucediendo el chico se puso en pie mirando en todas direcciones.

 

- ¿Qué ocurre?- Quiso saber Cindy.-

-No lo sé… por un instante sentí… No sé cómo explicarlo. Una especie de energía. Como si una presencia extraña se aproximase.

-No te comprendo. - Admitió su interlocutora. -

-No te preocupes. No ha sido nada. Anda, volvamos. - Le ofreció él. -

 

Ni él ni su hermana dijeron nada más hasta regresar a casa. Allí todos les esperaban con expresión preocupada.

 

- Habéis tardado mucho. Ya creíamos que os había ocurrido algo, - dijo Kerria que le interrogó. - Dime Brian, ¿de que tenías que hablar con Cindy?

- Sólo quería que me contase que está haciendo en la universidad y si tenía novio, eso es todo-- Respondió el muchacho sin darle importancia al tema. -

- Brian me ha estado hablando de sus peripecias en la Universidad. - Añadió Cindy con rapidez y subrayó con tono de excusa. – Teníamos tanto que contarnos que se nos ha ido la tarde.

- Bueno, eso me gusta- terció Roy sentenciando con satisfacción para terminar con ese tema - que hayáis tenido muchas cosas que contaros.

- ¿Sabes una cosa, abuelo?,- le dijo Brian con un tinte de orgullo deseando también cambiar de asunto. - ¡Hemos ganado el campeonato universitario por tercer año consecutivo!

- ¡Estupendo! - Exclamó Roy visiblemente entusiasmado. -Entre tu primo Asthel y tú, seréis invencibles. Lo que daría por jugar con vosotros.

- Papá- suspiró Kerria con el tono propio de la que está acostumbrada a escuchar una retahíla típica de los tiempos gloriosos de su padre en la cancha. – No empieces…

- Seguro que Roy tiene mucho que contar sobre baloncesto. - Intervino el padre de Brian añadiendo con admiración - ¡Era el mejor jugador que he visto!

- Tú no has tenido ocasión de conocer a los más grandes, muchacho, - repuso modestamente Roy pese a no evitar sentirse halagado. - Estaban retirados o en los últimos años de su carrera cuando yo comenzaba.

 

            Samantha se sonrió, recordaba a Roy hace años, cuando Brian era tan sólo un niño muy pequeño. Se sentaba en el salón de su casa viendo algunas antiguas grabaciones. Se escuchaba la voz del comentarista de fondo en tanto él lanzaba a canasta.

 

- “Roy Malden busca una de tres puntos y chooff”. Nueva York se adelanta por cuatro. Puede ser la canasta que decida el encuentro. Ahí están los Spurs que intentan el ataque ¡Y ha cortado Malden, este chico está en todas partes! Contraataque y machaca, ahora arriba de seis. Sólo quedan catorce segundos y hay tiempo muerto, pero esta final está ganada para los Knickerbockers.”

 

            Samantha se acercó hasta donde estaba sentado Roy, diciendo con admiración.

 

- Eras el mejor, de eso no cabe duda.

- Gracias Sam- sonrió él. -Esto me trae unos recuerdos tan bonitos.

- ¿De qué año es? - Quiso saber ella -.

- De la temporada 1999-2000.Mi primer título. Cuando se reanudó la liga tras la gran huelga. Fuimos el primer equipo ganador del anillo, en este siglo y este milenio. Hace más de veinticinco años, pero me acuerdo como si fuera ayer ¡Que fiesta montamos!

- Kerria aún no había nacido ¿Verdad? - Inquirió Samantha con curiosidad. -

- No, Bertie la estaba esperando. - Rememoró con nostalgia y jovialidad. - Recuerdo que le dije, ten cuidado cubito, no te emociones mucho porque tienes una futura señorita dentro de ti. Pero cuando ganamos la final, con lo que bailé con su madre seguro que la pobre Kerria tuvo que marearse lo suyo, ja, ja.

 

Sam se rio por aquellas ocurrencias de aquel hombre tan divertido. Se sentó a su lado mientras él proseguía, aquella tarde estaban los dos solos. Kerria había ido a preparar una grabación, Beruche aún no había regresado de su colegio y Brian estaba durmiendo su siesta. La chica escuchaba atentamente como Roy le contaba algunos que otros detalles de aquel entonces. Le gustaba hacerlo, pues su teórico suegro siempre le refería anécdotas muy entrañables y divertidas como...

 

- Leval era muy pequeño. Pero también participó en la celebración. Lo llevé a la cancha para que viese el partido con su madre y luego en el vestuario mis compañeros se lo pasaban como si fuera una pelota. Si le hubieras visto. No estaba asustado, es más ¡se lo pasó en grande!

- Viéndole ahora es difícil de imaginar como a un niño - repuso Sam. -

- Mírale, - repuso orgullosamente Roy. -

 

Y señaló la pantalla. Ahora, las cuidadas imágenes de realización de la televisión habían sido sustituidas por las improvisadas de una cámara de vídeo doméstica, y allí estaba el pequeño Leval siendo izado en brazos por uno de aquellos oscuros gigantones en comparación con los cuales hasta el mismo Roy parecía un enanito.

 

- ¡Qué tiempos! - Añadió con una voz cargada de nostalgia. - Ahora mi hijo está en otro planeta. Casado y con su propio crío. Espero que se lo pase tan bien con mi nieto Asthel como me lo pasaba yo con él y su hermana. - Suspiró y repuso de forma más jovial - ¿Te he contado la vez que vestimos a Kerria de princesita?

 

            Sam sonrió y negó con la cabeza, desde luego estaba ansiosa por escucharlo. Pero el niño estaba llorando vete tú a saber por qué y se levantó a ver de lo que se trataba...

 

- Samantha, ¿en qué estás pensando? – Precisamente le preguntó una sonriente Kerria sacándola de aquel recuerdo. -

- Sólo recordaba...- Pudo replicar ésta con voz queda. -

- Pues vuelve al presente y vamos a dentro, es hora de cenar. - Le indicó su esposa con una cariñosa jovialidad. -

 

            Asintiendo con una sonrisa Sam la siguió junto con los demás. Esa fue una cena animada.

 

-Bueno, esto es pollo a la Malden, receta de mi abuela Ethel, con guarnición de guisantes, puré de patatas y almendras. - Les explicó Roy sentenciando no sin orgullo de chef. - Mi especialidad.

 

            Y todos lo probaron asintiendo. ¡Estaba realmente bueno!

 

-Señor Malden, es usted un estupendo cocinero. - Le halagó Cinthia. -

-Muchas gracias. - Sonrió éste. –

-Es un plato bastante nutritivo, con equilibrio entre grasas e hidratos. Si tenemos en cuenta el pan que ha puesto para acompañar. - Comentó Mimet. -

-La idea es que rebañes el puré con él y lo mojes en la salsa. - Respondió el divertido chef. –

-Mira, así. - Le indicó su novio a aquella muchacha. –

 

            Y Brian hijo hizo una demostración, ante las sonrisas del resto. Mimet asintió declarando.

 

-Sí, es eficiente, el pan absorbe la humedad de la salsa y por ende su sabor.

-Parece una crítica de cocina. - Se sonrió Cinthia. -

 

            Kerria y Samantha se miraron divertidas. ¡Esa muchacha era realmente original! Pero daba la impresión de ser buena chica. Justo lo que Brian necesitaba. Se alegraban de que la hubiese conocido en Bios y que eso le quitase la tristeza y la rabia que sufrió al descubrir la verdad sobre él y Cindy.

 

-Mi marido siempre ha sido un buen cocinero. - Intervino Beruche. –

-Yo recuerdo con mucho cariño las veces que, siendo un chaval, me invitaba a cenar. - Añadió Brian padre. –

-Y lo estirado que te sentabas. - Rememoró Beruche con ternura. –

 

            El interpelado asintió tímidamente ante las sonrisas del resto. Ahora estaba cenando una vez más allí, pero las cosas habían cambiado mucho, tanto que le parecía estar en otra vida totalmente distinta, como si aquel adolescente que fue, lleno de rubor y al tiempo esperanza, cuando llegaba a la casa de los Malden para ver a su amada Kerria, fuera una persona distinta.

 

-Ahora la tengo a mi lado, pero sin embargo está muy lejos de mí, mucho más que entonces. -Se dijo. -

 

Pero sonrió lo mismo que los otros y atendió a la conversación. Por fortuna el centro de atención eran su hijo y la novia de este. La velada transcurrió bastante afablemente, al menos en eso habían avanzado muchísimo. Daba la impresión de no quedar ninguna traza del antiguo odio que su esposa Rebeca le profesara a Kerria. Eso le alegraba.

 

-Siempre tendremos a nuestro hijo para unirnos. - Pensó animándose por eso. -

 

Y al fin, cuando terminó la cena, Brian, Rebecca y Cindy se despidieron. Ésta última no sin antes susurrarle a Brian.

 

- ¿No les vas a contar nada entonces? ¿Ni siquiera lo que te dijo aquella mujer?

- No por ahora, - repuso él que quiso tranquilizarla. - No te preocupes Cindy.

- Si ocurre algo avísame. - Le pidió ella. -

- Descuida y se feliz. - Contestó Brian que se despidió de su hermanastra con un cariñoso beso en la mejilla. –

 

            Los Rice se fueron, subiendo al coche, Brian conducía y entonces Cindy comentó.

 

-Mimet es una chica muy agradable, algo rara, pero creo que es buena persona.

-Hija, espero que no haya sido duro para ti. - Intervino su preocupada madre. -

-No, mamá. Brian y yo siempre estaremos unidos, pase lo que pase. Ahora lo sé. - Pudo sonreír ella. -

 

            El padre de ambos no dijo nada, aunque pensó que, de un modo u otro, la su propia historia con Kerria se repetía con sus hijos.

 

-Es el destino, supongo. - Pensó. – Quizás pude haberlo cambiado si hubiera aceptado esa oferta. O lo más seguro fue que aquello únicamente se tratase de un sueño…

 

            Y su coche se alejó sin más por la carretera, rumbo a casa. Entre tanto, en la residencia Malden, idos los invitados los demás se disponían a acostarse, pero había que solucionar donde iban a meter a Mimet. Nadie había contado con esa eventualidad. Se pusieron a pensarlo hasta dar con una solución. Después, tanto Bertie como Roy, dieron las buenas noches y se acostaron.

 

- Nosotras vamos a irnos a la cama también- declaró Kerria que les pidió a su hijo y a la novia de éste. - No tardéis mucho ¿de acuerdo?

- No se preocupe, enseguida nos acostaremos, debemos recuperar sueño. En el viaje, apenas dormimos en nuestra habitación. - Le informó Mimet. –

 

            Brian se puso un poco colorado, esta chica era demasiado explícita a veces, Sam y Kerria se miraron y esta última inquirió perspicazmente a su hijo.

 

- ¿Desde cuándo salís los dos juntos?

- Llevamos haciéndolo tres meses en serio, ya me entiendes. – Contestó él, no sin rubor. -

- Con todo lo que eso conlleva, supongo- dedujo Sam. -

 

            El chico no sabía dónde meterse, pero fue Mimet la que respondió dejando a ambas boquiabiertas por su naturalidad.

 

- Si se refieren a relaciones de tipo sexual sí. Brian y yo ya las hemos tenido.

- ¡Pero Mimet! - Exclamó este visiblemente avergonzado. - No hay que ser tan explícito.

- ¿Y por qué no? ¿Qué hay de malo en ello? - Inquirió cándidamente ella. – Eso es una forma de expresarnos amor. Y el amor es un sentimiento bueno. ¿Verdad?

- Tienes toda la razón hija, no hay nada de malo en ello. - Repuso Kerria que al escucharse hablar a sí misma no pudo evitar recordarse a su propia madre, luego añadió. - Samantha y yo somos pareja, tú ya me entiendes, y nunca nos avergonzamos de eso. De hecho, estamos casadas. Y las personas que son pareja suelen acostarse juntas. Eso es lo habitual. Si tú y mi hijo os queréis no veo que tiene de malo. Ya sois adultos.

- Sí, recuerdo que Brian y yo hablamos sobre ello y él me lo contó. Yo no veo nada malo ni nada raro en que ustedes sean pareja. – Declaró la muchacha. -

- Es porque eres una chica respetuosa y de amplias miras- le dijo Sam con una sonrisa, aunque enseguida quiso insistir con gesto incrédulo. - Pero ¿de verdad no te sorprendió?

- Bueno, al principio sí, nunca lo había oído, creía que los humanos se unían en función de su capacidad reproductora. –Aseveró la muchacha. –

 

            Tanto Kerria como Samantha se miraron más atónitas que otra cosa. ¡Esa chica hablaba como si de un científico estudiando el comportamiento de alguna especie animal se tratase! Aunque quizás, los humanos no dejaban de ser eso. De todos modos, había dado la impresión de que ella hablaba de “humanos” como si no lo fuera.

 

- ¿Acaso será una saiyajin? - Meditó Kerria, aunque no se atrevió a plantearlo. –

 

            En eso su hijo tomó la palabra añadiendo algo apurado.

 

-Lo cierto es que Mimet me dio unos argumentos realmente buenos.

 

            Y junto con su novia, él les comentó a sus madres la conversación que mantuvieron justo cuando ambos se conocieron en su primera cita, cuando la chica le confesaba…

 

- Yo no tengo muchos sentimientos. Es algo que siempre me preocupó, si puedo emplear ese término. Les pedí a mis padres que me ayudasen a saber el porqué. Y un día me lo dijeron.

- ¿Es algo que te preocupa hasta el extremo de no poder contarlo? A mí me ha ocurrido algo parecido. Desde niño. – Le confesó el muchacho a su vez, queriendo animarla para que hablase más de eso -...

- ¿Qué te ocurría de niño? - Preguntó ella que parecía  intrigada. - ¿Tampoco tenías sentimientos?

- No, se podría decir que, todo lo contrario. Verás, yo me crie con dos madres, - le contó Brian agregando con un cierto toque de complicidad cuando aclaró. - Ya me comprendes. Mi madre biológica y otra mujer viven juntas.

- Sí, lo comprendo. Comparten vivienda.

- Bueno, sí y no… no es únicamente eso ¿entiendes? – volvió a repetirle él. -

- No, no lo comprendo. ¿Qué significa? ¿Viven juntas o no? - inquirió ella y los ojos de Mimet verdaderamente expresaban confusión. -

           

            Brian no podía creerlo, ¡esa chica realmente tenía cara de no entender nada! Se lo explicó mejor mientras recorrían la calle. Ambos se fueron paseando hasta un solitario parque.

 

- Mi madre y Samantha son pareja, de hecho, están casadas. Se atraen mutuamente y se quieren, como si fuesen un hombre y una mujer.

- Eso es lo que se llama una relación homosexual - Definió Mimet aseverando. – Debo entender que tú eres hijo biológico de una de ellas.

- Sí, claro – convino el muchacho. –

- ¿Y ambas te han cuidado y querido, cumpliendo sus obligaciones como progenitora y madre política? – Le inquirió la chica. –

- Desde luego - asintió el perplejo Brian, lo cierto es que nunca lo había visto de esa manera. -

- Entonces no sé dónde está el problema – Declaró Mimet. – No se debe a una negligencia por su parte.

-No, claro que no. Son las mejores madres del mundo. - Se apresuró a replicar él. -  Pues, el problema estaba en…veras, por ejemplo, cuando los otros niños se burlaban de mí o me lo reprochaban. – Le contó él. –

- ¿Esos chicos tenían alguna responsabilidad o autoridad para contigo o tus madres? - Inquirió agudamente la muchacha. –

- Pues… no… - pudo replicar el cada vez más atónito Brian. –

- ¿Hiciste algo que mereciera sus críticas o quejas? - Preguntó la chica. -

-Que yo sepa nunca. - Afirmó él. -

- Entonces lo que digan es irrelevante y carente de certeza. – Concluyó ella para remachar. - Por tanto, debes ignorarles o corregirles para que se ajusten a la verdad.

 

Tras escuchar esto último él sonrió ampliamente y sin casi darse cuenta le dio un beso en la mejilla a la muchacha. Mimet le miró sin entender y simplemente preguntó.

 

- ¿Deseas establecer una relación sentimental conmigo o es más de índole sexual?

- ¿Quéee?- Exclamó el muchacho realmente pasmado. – ¡No!, bueno, quiero decir, que eso ha sido para darte las gracias. Es la primera vez que alguien me plantea las cosas tan claramente. En cuanto a tu pregunta, pues de índole sentimental para empezar, sí...me gustaría. – Se atrevió a decir algo ruborizado.  –

-A mí también me gustaría. – Secundó la joven de forma totalmente normal, aunque sin aclarar la índole, como ella dijo. – En tal caso, ¿debo entender que con esta conversación hemos comenzado ya?

 

            El joven la miró atónito. Desde luego esa chica sí que era directa. Eso le gustaba, quiso ser igual de claro y asintió.

 

-Desde ahora mismo creo que podemos considerarnos como ligados emocionalmente a ese nivel. Y si no te importa, en nuestra nueva calidad de pareja sentimental, me haría mucho bien terminar de contarte mi historia. – Le pidió él entre asombrado y divertido. –

-En ese caso, adelante.

 

Concedió la chica sentándose en un banco cercano. Brian se sentó a su lado y prosiguió ya más serio.

 

-Cómo te dije, para mí fue duro. Yo no me planteaba las cosas como tú, y me herían moralmente con esos comentarios. Luego cuando conocía a alguna chica…pues todas se creían que debía de ser un pervertido o algo así. Tenían reparo de ir a mi casa. Y hace poco – suspiró. - Fue gracioso, - añadió con sarcasmo - me enamoré sin saberlo de mi propia hermana. Ninguno sabíamos que fuéramos parientes. Hasta que mi madre y mi padre me lo explicaron todo. Sé que esto les ha hecho sufrir mucho, tanto como a mí…-Remachó consternado y con patente tono culpable. - Aunque entonces les culpé a ellos…

- Vaya. - Comentó Mimet. - No lo entiendo, tú no tienes la culpa si no lo sabías. Y si tus padres tampoco supieron de tu relación con tu hermana son asimismo inocentes. Pero te preocupas por todos y tratas de empatizar con sus sentimientos. Además de expresar remordimientos por algo que no se considera aceptable socialmente, pese a no ser directamente responsable. Por lo que concluyo que tú eres un buen chico. - Sentenció convencida. -

 

            Sam y Kerria se miraron atónitas una vez más tras escuchar todo aquello. ¿Qué era esa chica antropóloga o algo así? ¡Vaya una forma más técnica de hablar! Pero lo que oyeron después las dejó aún más anonadadas.

 

- Yo también debo confesarles algo- declaró Mimet afirmando con serena naturalidad. - No soy humana en el sentido estricto de la palabra.

- ¿Qué? - Exclamó Kerria inquiriendo sin comprender. - ¿Qué quieres decir?

- Lo cierto es que fui creada en laboratorio, mis padres y mis abuelos me concibieron con ingeniería genética, aunque físicamente soy un ser humano.

- Sí- añadió Brian con admiración. - ¡Mimet tiene unas facultades mentales y físicas prodigiosas! y no lo digo sólo por lo que estáis pensando. Posee una fuerza impresionante.

 

            Como demostración la joven izó ante los sorprendidos ojos de ambas mujeres el primer mueble que tenía a mano. Con un solo brazo lo levantó sin esfuerzo.

 

- ¡Comparado con ella lo vuestro es lo más normal y aburrido que hay!- rio Brian que enseguida añadió. -Pero yo la quiero y no me importan esas cosas técnicas tan raras que dice. ¡Ja, ja!…

- Empleo lenguaje convencional científico- repuso Mimet de forma imperturbable. – No puedes calificar como extraño algo que se emplea en términos estándar de comunicación.

- ¿Lo veis? - Añadió Brian abrazándola por detrás en tanto la besaba en la mejilla mientras su novia permanecía estoicamente quieta. - ¿A qué es un encanto?

- Desde luego que sí. - Afirmó Kerria que pensó que era eso lo que Brian había querido contarle a Cindy antes que a nadie y sentenció. - A nosotras no nos importa como hayas nacido, sólo deseamos lo mejor para Brian.

- Y siendo sobrina de Idina seguro que eres una buena chica. - Aseveró Samantha que entonces bostezó largamente para añadir. - Bueno, ya hablaremos más mañana, ahora ya es tarde. Y Brian, no os preocupéis por las habitaciones.

- No teníamos intención de hacerlo- sonrió pícaramente él. -

- ¿De dónde has salido tú tan despabilado?,- le reprochó en broma Kerria pellizcándole una mejilla -.

- ¿Cómo que de dónde? - Intervino Sam respondiendo a su vez. - De su abuelo y de ti entre otros.

 

Samantha y Brian se rieron, Mimet los miró sin comprender y Kerria se puso algo colorada riendo finalmente con ellos.

 

- Hasta mañana, chicos- les deseó Sam subiendo hacia su habitación. -

 

 Kerria hizo lo propio y se reunió con su compañera. Brian y Mimet entraron en el cuarto de éste y cerraron la puerta. Entre tanto las madres del muchacho comentaban todavía sorprendidas.

 

- ¿Has visto, Sam? - le dijo Kerria. - Este muchacho ya es todo un hombre, pero yo no imaginaba que lo fuera en todos los aspectos.

- ¡Despiértate Ky! – Repuso su cónyuge con expresión divertida - ¿Qué te habías creído? Brian tiene ya veinte años. Tú a su edad estabas harta de tener experiencias de este tipo. Y yo también.

- Sí, pero por qué será que cuando se trata de nuestro propio hijo no te lo puedes llegar ni a imaginar. - Suspiró su esposa. -

- Será porque le has visto crecer. - Comprendió Sam ahora con un tono más nostálgico sentenciando con ternura. - Para ti y para mí siempre será un niño. Yo aún le veo en su tacatá.

- ¡Ay, Sam!, déjalo ya que me haces sentir con más años que mis padres. - Sonrió Kerria -

- Entonces vamos a dormir- sonrió está acostándose según remachaba. - Mañana tenemos muchas cosas que hacer -.

-Sí, y eso entre otras cosas me lleva a pensar en algo. - Comentó la joven. -

- ¿En qué? - Preguntó su pareja. -

-Verás, como no soy tan joven como antes…

- ¡Oh Ky! - Terció su esposa tratando de sonar conciliadora. - No he querido decir eso…

-No, no. Está bien, no es lo que crees. - Se apresuró a replicar su interlocutora quien con tono ya más serio y reflexivo agregó. - Hace tiempo que no soy ya una justiciera. Y no sé porque, pero al conocer a esta chica he pensado…bueno. Tendría que hablarlo con mamá mañana. Pero creo que Mimet podría ser mi sucesora.

- ¿Mimet? - Se sorprendió Sam afirmando. - ¡Si la acabamos de conocer!

-Precisamente. Me ha causado una gran impresión. Es honesta y sincera al cien por cien. Quiere a nuestro hijo y sobre todo es hija de los amigos de nuestro entorno. Ya me comprendes. Los que lucharon contra las princesas y los soberanos cuando éstas eran las guerreras, y luego fueron redimidos. Igual que mi madre y mis tías. Y algo me dice que esta jovencita sería una gran justiciera.

- ¿Tan segura estás de eso? - Inquirió una atónita Samantha que insistió en su argumento. - A pesar de todo. La acabamos de conocer.

-No sé cómo explicarlo. Es como si todo mi ser me diera a entender que eso es lo que debo hacer. - Replicó la interpelada. -

-Bueno, pues si es lo que tú crees me parece muy bien. Ahora tenemos que descansar. – Remachó Samantha. -

 

            Kerria convino en ello metiéndose en la cama y apagando la luz. Pese a todo el pensar que su hijo estuviera ahora mismo entregado a otras cosas que no fueran dormir con aquella preciosa muchacha le quitaba a ella las ganas de hacer lo propio con Sam. Bueno, el sueño enseguida le desocupó la mente de aquellos pensamientos, lo mismo le ocurrió a Samantha, aunque a ella le iba a traer cosas peores, mucho peores. Por su parte Brian y Mimet se estaban quitando la ropa para acostarse. La chica ya se había desnudado y mostraba sin pudor su escultural cuerpo.

 

- ¿Qué lado de la cama prefieres? - Quiso saber ella. -

-El que me deje encima de ti. - Se sonrió él. -

-Eso es algo poco eficiente, dejaremos la mayor parte de la cama desocupada. - Argumentó la joven. -

 

            Brian ya se había quitado la ropa también y su cuerpo no era menos atlético y portentoso que el de su pareja. La muchacha le observó de soslayo en cierta parte afirmando con su tono neutro habitual.

 

-Veo por tu reacción fisiológica que estás pensando en que mantengamos relaciones sexuales.

-No vendría mal. - Afirmó él posando sus manos sobre los hombros de ella y bajándolas para recorrer el cuerpo de la joven - ¿No te gustaría?

 

            Mimet asintió. Experimentaba esos síntomas característicos. Su pulso se aceleraba, sus vasos sanguíneos se dilataban. De hecho, todo su cuerpo parecía activarse como respuesta al de su novio. No obstante, pudo comentar.

 

-No sé la razón. Pero soy incapaz de sintonizar mis reacciones afectivas a las fisiológicas. Ni siquiera en esto…

 

            Brian no la dejó terminar, tapándole la boca con un beso. La levantó en brazos transportándola hacia la cama. Allí, tras tumbarla y colocarse sobre ella la recorrió con su boca y la acarició, pasando a los preliminares. Ella correspondió ejecutando los estímulos que sabía excitarían más a su pareja. Al fin, el chico tomó las precauciones adecuadas y la penetró con suavidad. Mimet ahogó un gemido y jadeó, sintiendo al principio algo de dolor. El miembro del chico era de un tamaño considerable. Después, cuando su anatomía se adaptó la joven percibió aquellas sensaciones placenteras que disparaban la adrenalina. En eso su cuerpo era decididamente humano. Tras una interacción propia del apareamiento, Brian dejó escapar su carga en el preservativo y ambos se relajaron. Ahora la cabeza de ella reposaba sobre el pecho de él.

 

-Seguro que mis madres y mis abuelos estarán pensando en que estemos haciendo precisamente esto. - Sonrió el muchacho. -

-No es algo extraño. Siendo pareja y en la misma habitación las probabilidades de que copulemos son muy elevadas. Aunque ellos presupondrán que lo hacemos con uso responsable de métodos anticonceptivos. Por tanto, no creo que se preocupen. - Concluyó la chica. -

-Desde luego, amor mío, sabes cómo aportar romanticismo a todas las situaciones. - Sonrió sarcástica y divertidamente él. -

 

            Aunque Mimet le miró ahora mostrándose en desacuerdo para afirmar.

 

-No he mencionado ningún movimiento cultural originado en Alemania y en el Reino Unido a finales del siglo dieciocho como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el Neoclasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos de mitad del siglo diecinueve.

-Anda, deja las clases de literatura y vamos a dormir. Antes de que otra vez se me ponga dura y otra vez te tenga que cubrir, ¡ja, ja! - Toma verso romántico.- Remachó el divertido Brian.-

-Al menos es un ripio con rima consonante. - Concedió Mimet. -

 

            Aunque finalmente los dos dejaron esas disquisiciones y se acostaron, esta vez para dormir y quizás soñar algo tan entretenido como las lúdicas actividades a las que se habían dedicado previamente. Por su lado, Sam estaba inmersa ya en aquel mundo onírico. Volvía otra vez a encontrarse junto con su ex marido. En esa habitación cerrada y con aquella extraña respiración que se escuchaba cada vez más cercana…

 -Ahora vendrá por nosotros. - Afirmó él mirando con gesto desencajado en todas direcciones. -

- ¿Quién vendrá? - Preguntó Sam observando a su interlocutor entre atónita y asustada. -

- ¡Él! Vendrá por culpa de tus amiguitos…- La acusó Steve. - Ellos son los responsables. Por jugar con cosas con las que no se debe uno mezclar.

-No entiendo nada de lo que hablas. - Replicó la perpleja mujer. -

-Y eso no es todo. Te busca a ti. - Añadió su exmarido. - Sabe que eres su mejor oportunidad. No debes dejar que te encuentre. Debes esconderte bien de él.

 

            Samantha iba a replicar, pero el sonido de unas pisadas la hizo callar. Aquello sonaba casi como si algo o alguien estuviesen destrozando el suelo al andar. También se oyó una especie de sonido gorgoteante, y otro que semejaba el arrastre de algo pesado.

 

- ¿Qué está pasando? - Quiso saber la asustada Sam. - ¿Quién es ese él? - Insistió. -

- Es un ser terrible. Destruirá el mundo. - Declaró Steve que ahora sonreía con expresión aviesa para remachar. - Pero antes os destruirá a vosotros… ¡Así aprenderéis!

 

            Y sin que su atónita interlocutora pudiera hacer o decir nada aquel demente salió corriendo de la habitación en tanto gritaba…

 

- ¿Está aquí? La he encontrado para ti…Yo quiero servirte…si me perdonas te seré muy útil. ¡Aaahh!

 

            El grito desgarrador de su exmarido la petrificó de terror… de pronto no se oyó nada más. Cerró los ojos y cuando los abrió, para su sorpresa estaba otra vez en el parque.

 

- ¿Qué significa esto? - Se decía sin entender nada. -

 

Miraba a su alrededor contemplando todas esas montañas de ropa y objetos personales desperdigados que había visto anteriormente. Juraría que ahora eran más abundantes. Entonces escuchó un grito. Se giró hacia dónde provenía y vio correr hacia ella a un hombre al que no conocía, de porte rechoncho y cabeza medio calva, con el rostro desencajado por el miedo.

 

- ¡Ayúdeme por favor!, está aquí y quiere hacerme lo mismo que a los otros.

- ¿A qué se refiere? -  le inquirió Sam atónita para preguntar. - ¿Le persigue alguien?

- ¡Es él! Ha vuelto al mundo para acabar con todos nosotros ¡Huya, no se quede aquí!, le hará lo mismo a usted también.

 

            La chica miró a ese hombre con la boca abierta. Le estaba diciendo lo mismo que Steve.

 

- No comprendo nada, ¡por favor, espere! - Le pidió Sam, pero ese hombre corría lo más deprisa que le permitían sus piernas alejándose de ella. – ¡Explíqueme de quién está hablado! – Gritó ella. -

 

            Samantha no sabía qué hacer, optó por seguirle para intentar sacarle algo que tuviera sentido, pero volvió a escuchar un horrendo grito de auxilio. Esta vez provenía de un callejón. Cuando se asomó quedó paralizada por el espanto. Allí estaba aquel hombre, en el suelo y siendo sujetado por lo que parecía la cola de un ser verdoso con apariencia cruce de lagarto e insecto. Debía por lo menos de medir dos metros y medio de altura y clavó en Sam unos ojos amarillos de pupilas reptilianas a la vez que parecía esbozar una sonrisa siniestra con una boca sin dientes que semejaba una especie de pico. En su cabeza sobresalía una especie de cresta y aprisionaba a su víctima poniendo sobre ella una de sus patas.

 

- ¡Socorro, ayúdeme! - gritaba aquel hombre a una espantada Sam que no podía articular palabra - ¡Cell quiere absorberme!

 

Para horror de Samantha ese ser inmundo clavó en aquel hombre su larga cola rematada en una especie de aguijón. Su víctima gritó y poco a poco entre una especie de sonido de succión líquida y ante la incredulidad y el espanto más absoluto de la chica, aquel desgraciado fue degenerando en un pellejo que finalmente fue absorbido por aquel monstruoso ser. Sólo quedaron de él su chaqueta sus pantalones, zapatos y ropa interior. En medio del terror más absoluto Sam comprendió que esa criatura abominable había hecho lo mismo con el resto de las personas de la ciudad. ¡Y ahora le tocaría el turno a ella!

 

- Tú serás las siguiente. - Le confirmó aquel ser con una voz gorgoteante y sádica. -

- ¿Quién eres tú? ¿De dónde vienes? - chilló Sam que estaba paralizada hasta para intentar escapar -.

- Soy Cell...Y he venido hasta aquí para terminarme. - Repuso secamente aquel monstruo. -

 

Sam corrió al fin, ciega de terror, pero ese engendro la interceptó dando un prodigioso salto colocándose delante de su camino.

 

- ¡Socorro! - gritaba ella cuando se percató de que alguien llegaba volando en su auxilio, para su alivio descubrió que se trataba de Brian - ¡Gracias a Dios! - exclamó aliviada. -

 

El joven, convertido en supe guerrero, se posó a su lado encarándose con aquella horrible criatura.

 

- ¡No sé quién eres, pero no le harás daño! - Le increpó el chico remachando con orgullo. - También yo soy un saiyajin, de la estirpe de los que ya te destruyeron una vez.

- No te metas en mi camino, mocoso- repuso Cell con desdén. -

- Voy a terminar contigo- declaró Brian resueltamente. -

- ¡No Brian, huyamos! - le pidió Sam. -

 

            Pero él no la hizo caso y atacó a ese ser con varios golpes que lo lanzaron contra la pared de un edificio reduciéndola a cascotes.

 

- Ya está, mamá Sam- sonrió el chico afirmando. - ¿Lo ves? Siempre estoy a tu lado y nadie te hará nunca ningún daño.

 

            Samantha sonrió agradecida más la sonrisa se le congeló en el rostro cuando vio a aquella criatura detrás de su hijo. Sin que ella pudiera ni tan siquiera gritar una advertencia el monstruo enroscó su cola en el cuello de Brian y lo levantó riendo con patente regocijo.

 

- ¡Suéltale! - chilló Sam aterrada. -

 

            El muchacho trataba inútilmente de liberarse y por fin Cell lo soltó no sin antes hacerle crujir el cuello, el joven cayó desplomado al suelo y ya no se levantó.

 

- ¡Brian! - aulló Samantha que corrió hacia él. Trató de reanimarlo pero le encontró tendido en el suelo sin vida, aquel monstruo le había roto el cuello y ella solamente pudo chillar horrorizada -¡Noooo!...hijooo

- Ja, ja, ja, - reía Cell. - Éste ya no me molestará más…

 

Aquella criatura se regocijaba aproximándose hacia ella con su aguijón preparado. Iba a sujetarla y ella gritó una vez más, incorporándose de la cama.

 

- ¿Qué te ocurre, Samantha? - Le preguntó Kerria sobresaltándose a su vez. -

- ¡Quiere absorberme! Como a ese hombre, y Brian, ¡ha matado a Brian! ...- chillaba con los ojos llenos de terror. -

 

A Kerria le asustó mucho observar a su pareja de esa manera. Nunca la había visto así, ni siquiera cuando su ex marido la secuestró. Tuvo que abrazarla por largo rato hasta que su esposa se fue calmando.

 

- Tranquilízate, estamos aquí, en casa, en la cama. Sólo ha sido una pesadilla, dime. ¿Qué has soñado? - Quiso saber de inmediato en tanto le acariciaba el rostro. -

 

 

Cuando se hubo tranquilizado reparando en que efectivamente se hallaba en la seguridad de su habitación, Sam le contó a Kerria aquel sueño. Su cónyuge, atónita, quiso quitarle importancia al asunto.

 

- Quizás has visto alguna película de miedo últimamente, de esas que pone mi padre, o el estrés te tiene presionada más de lo que piensas, cálmate.

- No quiero volver a dormirme. - Le pidió Sam entre balbuceos mientras le confesaba. - Llevo soñando esto ya dos días. Pero nunca había visto a ese ser. No sé de qué podrá tratarse, pero me aterra y Brian...era tan real, ¡en un instante le mató delante de mí y no pude hacer nada!

- Tranquila, Brian está bien, - la consoló su pareja tomándola suavemente de los hombros. - Duerme con Mimet en la habitación de invitados. ¡Vamos!, duérmete tú también Sam, ya casi está amaneciendo. Menos mal que no se ha despertado nadie más. Eso de tener una casa tan grande ayuda. Anda cálmate, yo estoy contigo.

 

            Kerria la abrazó una vez más tratando de sosegarla, Sam temblaba todavía, aunque se quedó más tranquila al cabo de un rato pese a que ya no pegó ojo. Lo propio hizo su esposa y al cabo de una hora ambas se levantaron. Más tarde, cuando Roy, Beruche y los demás hicieron lo mismo se reunieron para desayunar. Beruche enseguida notó que Samantha estaba pálida.

 

- ¿Qué te ocurre, Sam? - se interesó mirándola con más detenimiento. – Tienes mala cara. ¿Has pasado mala noche?

- Ha tenido una pesadilla. - Le informó Kerria a su madre sin darle mucha trascendencia. -

- Nada importante- se apresuró a decir Samantha que con el día se sentía ridícula por sus temores y apenas musitó de pasada. - Soñé con un monstruo horrible que quería atraparme.

- ¡Desde luego, mamá Sam! - sonrió Brian divertido para bromear -, no deberías ver a tantos chalados del rock. Seguro que ha sido por alguna portada de sus discos.

 

A Samantha no le hizo ninguna gracia ese comentario, pero tuvo que admitir que era posible que Brian llevase razón. Su subconsciente había podido asimilar una de esas portadas bazofia con monstruos repugnantes. Además, el muchacho parecía estar de un excepcional buen humor. Desde luego, lejos de sufrir el trágico destino que ella había soñado seguramente que la noche para él y su novia habría sido muy placentera, eso hizo sonreír a Sam. Al instante descartó esos tontos temores suyos. Se estaba comportando como una niña.

 

- Incluso tenía nombre- declaró ahora dándole un tono de broma. -Se llamaba Cell.

 

            Lo que nadie esperaba fue que, al escuchar esto, su suegro soltase su taza dejándola caer contra el suelo. Todos le observaron atónitos, incluso Beruche estaba sorprendida.

 

- ¿Qué te pasa, Roy? ¿Te has quemado? - Le preguntó. -

 

            Éste sin hacerla caso le inquirió a Sam con un tono entre sorprendido y muy interesado.

 

- ¿Cómo has dicho que se llamaba?

 

            Samantha le miró sorprendida y de nuevo asustada para poder repetir.

 

- Cell, eso me contó aquel hombre al que absorbió y eso me dijo él. ¿Por qué?  ¿Te suena de algo? - Se atrevió a preguntar nerviosa. -

- ¿Y dices que le absorbió?,- exclamó Roy aún más perplejo y preocupado para afirmar más que preguntarlo.  - No lo haría clavándole un aguijón con una cola, ¿verdad?

 

            Sam soltó un chillido y retrocedió mientas Kerria trataba nuevamente de calmarla. Brian miró sorprendido a su novia que no parecía inmutarse y  Beruche interrogó a su esposo.

 

- Roy. ¿Qué sabes tú sobre eso?

 

 

            Éste suspiró tomando aire y explicó con la mirada de todos clavada sobre él.

 

- Verás. Samantha, te hemos contado como luchamos contra los demonios cuando éramos jóvenes. - Se interrumpió al percatarse de que la novia de su nieto estaba allí y que no era de la familia. Aunque siendo de nieta del hermano de Tom puede que algo supiera y le comentó. - Mimet, no sé si tus abuelos te habrán contado algo de esto.

- Sí, señor Malden- respondió ella. - Mi tía abuela Cooan era muy amiga de mi abuela homónima, compartieron algunas aventuras y mi propia abuela me contaba muchas historias. Cuando yo era más pequeña creía que eran cuentos, pero luego Brian me relató cómo sus propios abuelos y su tío habían luchado también contra seres muy poderosos de otros planetas.

- Muy bien- prosiguió Roy más aliviado de no encontrarse a alguien que le tomase por loco. -Pero debes saber que esto se remonta a tiempos muy anteriores. Cuando yo luché contra los demonios uno de ellos me mató. Fui al Cielo donde entrené con un poderoso antepasado. Él me contó alguna de sus aventuras, y en una de ellas narraba la lucha que mantuvieron él y sus amigos contra un poderoso y despiadado androide orgánico de nombre Cell.

- ¿Androide orgánico?,- repitió Mimet que, por vez primera parecía sorprendida. Aunque enseguida comenzó a tratar de analizar aquello. Más al sentenciar. - Debo entender que sería un ciborg de base biológica. Similar a mí.

 

            Ahora fue el resto quién la observó con asombro. Sin embargo, Kerria y Sam recordaron lo que esa joven les contase el día anterior. Aunque fue el abuelo de Brian quién retomó la palabra para explicar.

 

-Sea como fuere, ese bicho fue creado por un científico loco que por aquel entonces deseaba dominar el mundo. Lo hizo a partir de células de mis antepasados combinadas con las de otros poderosos guerreros. Con eso obtuvo un ser repulsivo con aspecto de reptil y de insecto, algo así me relató. Para estar completo debía absorber a dos androides más, lo consiguió y a mis antepasados les costó muchísimo derrotarlo. Pero antes absorbía a personas normales para ir aumentando su fuerza. Y no sé. A veces tengo la impresión de haberle visto. Pero no recuerdo…

- Eso me dijo. - Susurró Sam que estaba lívida al recordarlo - que había venido a completarse, pero por Dios, ¿cómo he podido soñar yo con algo así?

- Eso es lo que no comprendo y me preocupa mucho - confesó Roy - ¿Qué puede significar que tú hayas soñado con un monstruo de una humanidad anterior a ésta?

- Quizás nuestro sobrino Lance lo sepa - sugirió Beruche. –Heredó la afición de su padre por el esoterismo. Él está muy versado en esas cosas.

- Es verdad. Espero poder contactar con él. Y llamaré también a Mazoui- dijo Roy. - Puede que él sea capaz de conectarnos con los planos superiores para que nos den información.

 

            Estaban deliberando sobre aquello cuando llamaron a la puerta. Fue Beruche la que acudió a abrirla. Cuál sería su sorpresa al reconocer tal y como la recordaba a pesar del paso de los años a Haruka Tenou, la antigua compañera de armas de su cuñada Setsuna.

 

- Ha llegado el momento de que hablemos- dijo gravemente ésta por todo saludo. -

- ¿Qué está pasando, Haruka? - Le preguntó Beruche de forma perspicaz. - No creo que sea casualidad que hayas venido. ¿Me equivoco?

- No lo haces. - Admitió la interpelada. -  Es la hora de superar nuevas pruebas. - Fue su lacónica réplica. -

- Pasa por favor y cuéntanos- le pidió ésta. -

 

La condujo hasta la cocina y Brian nada más verla la señaló exclamando sorprendido.

 

- ¡Me encontré con esa mujer ayer! ¡Cuando salí con Cindy en la moto!

- Hola Ruka- saludó afectuosamente Roy. - ¿Cómo estás? Hacía tantos años que no te veía.

- Quizás ahora no es el mejor momento para saludos, aunque yo también me alegre de veros a todos. Celebro ver que tu familia está bien. –Repuso amablemente ella. -

- Sabes algo de lo que sucede. - ¿No es así? - Le inquirió Beruche. –

-No estoy al corriente de todo. Pero sé que pasa algo grave. - Declaró la princesa de Urano. -

- Escucha pues. - Le pidió Roy que le hizo un resumen de lo ocurrido. -

- Ese monstruo no es más que una manifestación de un mal mayor- aseveró Haruka. -

- ¿Una mal mayor? - exclamó Roy. -

-Sí, aunque enfrentarse con él ya será de por sí una dura prueba. - Comentó su interlocutora. -

- ¿Una dura prueba, dices? – Replicó su contertulio visiblemente irritado preguntándose en voz alta e indignada - ¿Es que acaso no hemos pasado ya por pruebas suficientes?

- No para vosotros, me consta que habéis luchado mucho, y tú también, nada tiene que ver contigo. - Señaló entonces dirigiéndose a Kerria. -

- Usted es Haruka Tenou, la princesa de Urano, la conozco- repuso ésta con tono admirado para desvelar. - Tenía posters suyos en mi cuarto, de cuando ganó aquellos campeonatos de motociclismo. Y después luché junto a mis compañeras...

- Contra Sarah, ya lo sé- la cortó Haruka con una sonrisa. - Y recuerdo haberte visto cuando eras una niña.

-Sí, es verdad. ¿Cómo es posible? - inquirió la hija de Bertie y Roy. – Luchó contra ella años antes que nosotras.

- ¿Recuerdas aquella vez con esos niños?, ese vídeo musical que hicisteis. - Le preguntó su interlocutora. -

- Sí, la vimos, estaba convertida en un espíritu de luz. - Recordó Kerria. -

- Pues tanto Sarah como otras presencias nos han advertido ¡Se preparan cambios, grandes cambios a escala cósmica! Y no seréis ya vosotros, sino vuestros herederos los que deberán afrontarlos. Algo está trastocando el orden natural de las cosas e incluso los diferentes planos dimensionales. Brian, en esta ocasión serás tú en compañía de otros elegidos los que deberéis enfrentaros a esta amenaza. - Le indicó la sailor al atónito muchacho. -

- ¿Cómo podremos hacerlo? - Preguntó el chico cada vez más abrumado por semejante responsabilidad -.

- Con todo el corazón y lo mejor de vosotros- repuso firmemente Haruka - no hay otra manera. Yo sólo he venido a advertiros.

- ¿Y las demás Guerreras? - Inquirió Beruche. – Bueno, las princesas. Hace tanto que no sabemos de ellas ¿Y Setsuna y Lornd? ¿No podrían ayudarnos?

- Ellos han tenido sus propias luchas y aventuras. –Negó su interlocutora. -  Ni a ellos ni a mí nos es posible intervenir en esto. No ahora.

- Te veo y estás tan joven como entonces- observó Roy perplejo. -

- En el reino del Milenio de Plata la longevidad y la juventud se alargan de un modo extraordinario. - Explicó Haruka que enseguida volvió al tema original. - Pero eso no viene al caso. Tened mucho cuidado pues estos cambios provocan distorsiones en el espacio tiempo. Y son capaces de atraer a seres que no se corresponden ni con este lugar, ni con esta época. Ese monstruo del que me hablas es un ejemplo. Ya se ha introducido en tu mente Samantha, quizás es la que ha juzgado más vulnerable. Porque tú nunca te has enfrentado a cosas semejantes ¿verdad? – Sam, visiblemente asustada, negó con la cabeza en tanto escuchaba al igual que el resto. -Tratará de introducirse en este plano existencial a través tuyo. Eres como el faro que le guía.

- ¿Qué puedo hacer yo contra algo así? - Balbuceó Sam que temblaba de miedo. -

- Debes ayudarte de tus seres queridos, introducirles en tus sueños. Dejarles entrar. - Le respondió Haruka. - Sólo así, yo ya he hecho todo lo que podía, ahora debo irme, mi tiempo aquí se ha terminado.

- Nosotros estaremos a tu lado, mamá Sam. - La animó Brian. - Si esa cosa trata de hacerte daño se las verá conmigo.

 

Ésta le observó aterrada, no podía quitarse de la cabeza la forma que tuvo aquel ser de terminar con el pobre chico. ¡Ojalá que no fuese una premonición!

 

- Id con cuidado, os lo advierto. Esa cosa no tiene piedad- sentenció Haruka. - Y puede que tras él vengan horrores mayores aún de no cerrar esa vía.

- Llamaré a mis sobrinos ahora mismo. - Terció Roy dirigiéndose de forma muy reconocida a la sailor. - Gracias por venir, Ruka.

- Me he alegrado de haber vuelto a veros- remachó ella saliendo de la cocina para añadir antes de irse. - Por cierto, Mimet. Hotaru me dio recuerdos para ti.

-Gracias. - Repuso la imperturbable muchacha. -

-Otra cosa. - Declaró la princesa. - Tú podrás ser de gran ayuda para enfrentar a ese monstruo. Tienes los conocimientos que se precisan.

-Sí, ahora que lo dice, me suena ese tipo de androide. - Comentó la joven. - Podría tratar de analizarle si dispusiera de más información.

 

            La antes más conocida por Guerrera Urano se dirigió entonces a Kerria y a Bertie.

 

-Ella será una digna sucesora para las justicieras. Podéis confiar en Mimet.

 

 Beruche quiso reaccionar para responder tras mirar a su hija. No obstante, cuando se giró hacia Haruka ésta había desaparecido.  Dejó de pensar en eso cuando fue Kerria quién le comentó.

 

-Tiene razón, mamá. Eso mismo pensé ayer yo. Lo hablé con Sam, Entonces no supe por qué…pero coincido con Haruka.

-Sí- Meditó su interlocutora, comentando. - Debemos charlar todas…

 

            Y se dirigieron hacia el salón. En un momento dado, cuando su novio estaba conversando con su abuelo Roy, el resto de las mujeres la llamaron.

 

-Mimet…- Le pidió Sam con amabilidad. - ¿Podrías venir un momento?

 

            La interpelada asintió, claro que podía. Siguió a la madre consorte de su novio y entró en el salón. Allí estaban Kerria y Bertie. Las dos parecían haber estado hablando justo antes de que ella hiciera su aparición, ahora guardaban silencio. Fue Beruche la que tomó la palabra y le dijo con tono suave y afectuoso.

 

-Querida. Hemos visto que Brian te quiere y que tú le quieres a él. A pesar de que aparentemente no lo muestras. Pero no ignoramos que, en tu interior, así es.

-Por eso mismo, te consideramos ya una más de la familia. - Añadió Samantha posando sus manos sobre los hombros de la muchacha y encaminándola hacia Kerria. - Y ha llegado el momento de que te digamos algo... ¿Verdad, cariño? - Le preguntó a su esposa. -

 

            Ésta se levantó tras quitarse un colgante, entonces se lo mostró a la chica y le dijo con una amplia sonrisa.

 

-Queremos darte esto. Es un regalo, pero también una enorme responsabilidad que únicamente puede otorgarse de forma voluntaria a alguien de corazón puro, que lo acepte libremente y que sea una mujer.

 

            La aludida miró aquella piedra de color azul celeste que brillaba. Comentó entonces.

 

-Basándome en vuestro análisis creo cumplir esas condiciones. Pero ¿qué debo hacer?...

-Luchar por la justicia y el bien de los demás. Proteger a los débiles y ayudar a los indefensos. - Replicó Bertie, declarando. - Mi hija te traspasa ese deber como hace ya mucho tiempo se lo traspasé yo a ella. Si utilizas ese colgante invocando su poder entonces te convertirás en una justiciera, la Dama del Hielo.

 

            Mimet quiso hacer memoria. De niña le habían contado historias. O simplemente las introdujeron en su base de datos. Eso no podía saberlo con seguridad. En cualquier caso, su abuela le explicó algo similar, en su juventud había luchado contra las sailors, pero esas eran las princesas planetarias. Sin embargo, otro grupo de mujeres guerreras habían protegido al mundo después. Y se las conocía desde hacía al menos medio siglo. Estaba claro el porqué de esa longevidad, si lo habían transmitido de una generación a otra. Al fin la muchacha respondió con tintes de duda.

 

-No sé si cumplo las condiciones requeridas…para esa labor…

-Estoy convencida de que serás una digna justiciera. - Afirmó Kerria añadiendo.- Eres sincera, bondadosa y aunque no des apariencia de ello tienes mucho amor dentro de ti para entregar. Ahora, por favor, dime. ¿Aceptarás?

 

 

            Y con todas las miradas puestas en ella, la chica asintió. Sabía que no era de buena educación rehusar un regalo tan valioso. Si había que mantener la paz ella estaría preparada. Y tras aceptar unirse a Brian y al resto para aquella misión supuso que esto ayudaría a optimizar las probabilidades de éxito. De modo que respondió.

 

-Acepto. Gracias por vuestra confianza.

 

            Kerria y Bertie se sonrieron, Samantha entonces le propuso de modo jovial.

 

-Pues venga, ponte el colgante e invoca tu poder.

-Debes decir. Corazón puro del Hielo, dame el poder. - La instruyó Kerria. -

 

            Mimet obedeció, aunque no puso mucho entusiasmo en la entonación la piedra reaccionó igualmente envolviéndola en una luminosidad celeste que la hizo girar sobre sí misma, aunque sin marearla. Al poco surgió con un uniforme muy peculiar. Corpiño blanco con un lazo azul celeste en el pecho, falda y botas hasta las rodillas de ese mismo color cielo. Un extraño brazalete en su muñeca derecha. Y en esa misma mano se materializó una espada no demasiado larga, parecía una especie de carámbano desde la empuñadura, que era plateada.

 

-Estás muy guapa. - Sonrió Sam valorándola con la mirada. -

-Sí, el tono de tu pelo es muy parecido al de mi madre. - Afirmó Kerria que recordaba aquel color platino tirando a azulado de su progenitora, cuando ésta era joven. -

-Bueno, Mimet es algo más rubia. - Sonrió Sam, matizando. - Al menos a juzgar por las fotos que he visto de Bertie.

 

Su suegra sonrió con nostalgia. Ahora ésta iba a ser la tercera generación de justicieras. No dijo nada a los demás, pero hacía pocos días habló con Esmeralda por teléfono y supo que Amatista iba a cederle su piedra a Maray. Era lo natural, pasarla de madre a hija. Como Kerria no tuvo una niña propia no pudo hacer lo mismo, al menos hasta ahora. Así se lo comentó a Mimet. La joven afirmó para alegría de sus interlocutoras.

 

-Me halaga que me hagan semejante honor. No soy su hija biológica, pero desde este momento trataré de hacer todo lo que pueda para representar ese papel con la mejor disposición.

 

            Y pese a la forma de ser de esa muchacha, o precisamente debido a ella, todas las demás supieron que les agradecía de corazón aquello. Después llamaron a Brian y a Roy. El chico, digno nieto de su abuelo, exclamó nada más verla.

 

- ¡Joer, cariño! ¡Cómo me pones!

 

            Roy se tronchaba de risa, hubiera firmado esas palabras una por una. Beruche sonreía moviendo la cabeza, Sam se puso colorada y Kerria le dio un capón a su hijo también sin reprimir una carcajada. Entre tanto Mimet, le observó con aparente desconcierto e inquirió.

 

-No sé. ¿Cómo te pongo en dónde o en qué? ...esa frase está gramaticalmente inconclusa. Desconozco su posible significado. Falta información.

- ¡Mejor olvídalo! - rio también él, remachando con picardía. - Ya te la concluiré luego…y verás cómo lo comprendes.

 

            Y tras algunas carcajadas más del resto celebrando esa réplica, le explicaron a Mimet los poderes y propiedades de su traje. Al menos ese fue un momento de relajación en medio de esa presunta amenaza que se cernía sobre ellos. De este modo las mujeres y Brian continuaron charlando. Por su parte Roy no se lo pensó. Trató de localizar a su sobrino Lance, pero no lo logró. Después marcó el número de Mazoui. Tras sonar un poco contestó la voz de Satory.

 

- Hola Roy. - Saludó ella interesándose de inmediato - ¿Cómo estáis?

- Satory, ¿está Mazoui? Tengo que hablar con él, es algo muy importante. Tenemos un problema. ¿Podrías decirle que se transporte hasta aquí? Yo emitiré energía para guiarle.

- Debe ser muy serio- conjeturó Satory con voz queda. - Un momento, por favor. - Se la escuchó llamar en un tono más alto. - Mazoui cariño, es tu tío Roy, quiere que te transportes enseguida con él. -

- Sí, - afirmó éste -ya detecto su energía, allá voy. Satory estaré de vuelta para la cena. - Remachó. -

 

Su esposa le despidió y al momento el requerido apareció en medio de la cocina de los Malden, Kerria sonrió al verle en tanto que Samantha se quedó perpleja.

 

- Desde luego a veces me siento rara en medio de todos vosotros- dijo la pobre Sam. –

-Sí, eres demasiado normal. - Comento Kerria. -

- Hola a todos- saludó amablemente el recién llegado para preguntar ahora con más seriedad. - Dime Roy. ¿Qué ocurre? No me habrías pedido que me transportase de no ser algo importante.

 

            Éste le relató lo sucedido hasta entonces mientras su sobrino le escuchaba reflexivo, por fin declaró.

 

- Esto confirma muchas cosas de las que ya me temía. Recuerdo que la última vez que nos vimos en un aprieto similar fue antes del nacimiento de Asthel. Cuando los seres el Olvido nos amenazaron a todos.

- ¿Qué se puede hacer, Mazoui? - Le preguntó Beruche visiblemente preocupada. –

 

            El interpelado se llevó una mano a la barbilla y contestó de modo reflexivo.

 

- Ésta será una lucha en la que no podremos intervenir demasiado. Por lo que la princesa de Urano os dijo, se trata de algo reservado al joven Brian y a su grupo.

- Pero el muchacho no tiene experiencia- objetó Roy - ¿Cómo podría enfrentarse a ese monstruo en igualdad de condiciones? Además, no podemos permitir que ese bicho ande suelto por aquí. ¡Sería una catástrofe!

- Le ayudaremos- aseguró Mazoui, indicando. - Lo primero es hacer un conjuro de protección a Samantha para que pueda reclamar en sus sueños a quién necesite para protegerla. Después ese alguien deberá saber luchar contra ese monstruo.

- ¿Sabes tú la forma de derrotarle? - Inquirió Brian. -

- No tengo ni idea- reconoció su interlocutor pasando la patata caliente al abuelo de chico. - ¿No lo sabes tú, Roy? Eres el único que ha oído hablar de ese engendro.

- Sólo sé que a mis antepasados les costó mucho derrotarlo. Podía regenerarse o algo así. - Pudo acertar a recordar. -

 

            Aunque Roy seguía teniendo una extraña sensación. Ese monstruo le era muy familiar. Pero él jamás le había visto cara a cara…quizás hubiera soñado algo también…decidió dejarlo estar puesto que no lo tenía claro y guardó silencio.

 

- ¡Estupendo! - suspiró irónicamente Brian. - ¿Qué podemos hacer entonces?

- Creo que si es un androide orgánico habría que buscar algo que le resultase incompatible. - opinó entonces Mimet. - Lo sé porque mis abuelos y mis padres son especialistas en eso.

- Y ¿Qué puede haber que le sea incompatible a esa cosa? - preguntó Kerria tan interesada como el resto. -

- Eso no lo sé, carezco de suficientes datos acerca de ese ser. - Admitió Mimet. -

- Estamos como antes. - Terció Roy con tono desanimado. -

- Yo haré ese conjuro- declaró Mazoui pidiéndole a Samantha. - Debes venir conmigo por favor.

 

            Ésta le acompañó al instante sujetándose a él mientras Mazoui se concentraba en la energía de su mujer. Le costó algo al principio, pero lo logró desapareciendo al instante. Reapareció justo en el salón. Delante de Satory.

 

-Hola Samantha. - La saludó ésta de modo muy cordial.

-Hola, me alegro de verte. - Repuso todavía desconcertada recién llegada. -

-Tengo que extender un conjuro protector sobre ella. Estaremos en mi despacho. - Le comentó Mazoui a su esposa preguntando también. - ¿Han llegado nuestras hijas?

-Todavía no. - Comentó su mujer. -

-Muy bien. Espero terminar antes de que vengan.

- ¿Quieres tomar algo? - Le ofreció solícitamente Satory a su invitada. -

-No, muchas gracias. - Sonrió débilmente ésta. -

 

            Mazoui le indicó que le acompañase, Sam así lo hizo. Entraron en una habitación provista de una buena biblioteca y con un ordenador, una mesa donde éste se ubicaba y un sillón de cuero. También había un pequeño diván.

 

-Túmbate ahí y cierra los ojos. - Le pidió él. -

 

            La mujer asintió sin replicar. Entonces Mazoui posó ambas manos sobre la frente de Samantha y recitó algo en un idioma desconocido para ella. No tardó más que unos pocos segundos y finalmente sentenció.

 

-Tendrás que estar muy atenta e intentar tener lo que se llama un sueño lúcido. - Le comentó. -

- ¿Qué es eso? - Inquirió al sorprendida Samantha. -

-Es un sueño, pero tiene la particularidad de que tú sabes que lo es mientras te acontece. - Le explicó Mazoui. - Si te concentras lo bastante eres incluso capaz de controlarlo y hacer que pase lo que tú desees. Con este conjuro que te he hecho, tu mente podrá potenciar ese dominio.

 

            Su interlocutora asintió. Al fin y tras darle algunos consejos estuvieron listos para retornar a la casa de los Malden.

 

- ¿Qué tal estás, Sam? - Se interesó Kerria visiblemente preocupada. -

- Bien gracias, no he notado nada cuando Mazoui me hizo ese conjuro. - Comentó la interpelada encogiéndose de hombros. -

- Sólo he abierto un poco más tu percepción y tu control mental - explicó éste. - Ahora sólo podemos esperar a la noche. Y recuerda una cosa. Por horrible que sea lo que se te aparezca, es fundamental que no te dejes ganar por el pánico. Tienes que ser dueña de tus pensamientos.

 

            La joven asintió en silencio, las horas pasaron entre otros consejos que tanto el hijo de Karaberasu como Roy le dieron a Sam y a Brian. Cuando llegó la hora de acostarse, Mazoui, antes de irse, le indicó a ésta que lo hiciera con normalidad, junto a Kerria. Pero a pesar de todo Samantha era incapaz de conciliar el sueño.

 

- Tengo mucho miedo. - Le confesaba con tono tembloroso a su compañera que sólo podía abrazarla para tratar de calmarla. -

- No va a pasarte nada malo, todos estaremos pendientes de ti.

- Pero no puedo dormir- sollozó ésta. – El mero hecho de pensar en toparme con esa horrible cosa otra vez no me deja hacerlo.

- No te preocupes iré a traerte una pastilla- se ofreció Kerria. -

- ¡No, pastillas no! - negó Sam con la cabeza visiblemente aterrada. –

 

            Su esposa le dedicó una mirada entre el sobresalto y la preocupación. Samantha se calmó un poco, le sonrió y repuso más tranquila.

 

- Lo siento, no quise asustarte. Es que Mazoui me comentó que no tomase nada que pudiera embotar mis sentidos.

- Está bien, me quedaré contigo despierta si es necesario. No te dejaré sola, mi amor. - Le susurró su pareja con la máxima dulzura que pudo. -

 

            Sam enterró la cabeza entre los brazos de su esposa sintiéndose mejor. Los demás se habían acostado, pero tampoco había ninguno que pudiera dormir. En la habitación de Brian, él le comentaba a su novia, con patente malestar y preocupación.

 

- ¡Ojalá pudiera estar ahí con mamá Sam! Le patearía el culo a ese monstruo o lo que sea. Pero siendo un sueño, ¡no puedo hacer nada! – Se lamentaba frustrado. –

-No debes preocuparte por algo que no puedes controlar. - Le respondió ella, alegando. - Seguro que tu mamá Sam será capaz de enfrentarse a eso, al estar en su sueño y ser capaz de controlarlo, es ella quien pone las reglas.

-Es cierto. - Suspiró el chico. – Pero no puedo evitar estar nervioso.

-Eso es porque tu mamá Sam te importa mucho y temes que le suceda algo malo. Pero es altamente improbable que así sea, si esa criatura está únicamente en sus sueños.

- ¿Tú no viste ninguna película de Pesadilla en Elm Street, verdad que no? - Preguntó él ahora con un tinte de sarcasmo que pasó inadvertido a su novia. -

-Pues no. ¿Debería haberla visto antes de venir? - Inquirió la chica. –

-Mejor no. - Respondió Brian casi para sí. –

¿Dijiste algo? - Inquirió Mimet. -

-Nada, que mejor vamos a tratar de dormir. – Respondió él. -

- ¿No copulamos? Bueno. ¿Hacemos el amor? - Le preguntó su novia. -

-Esta noche no tengo muchas ganas…- Confesó el concernido chico. -

 

            En su cuarto, Bertie y Roy estaban asimismo preocupados. Él comentaba.

 

-Espero que Mazoui le haya proporcionado a Sam una buena defensa.

-Confía en nuestro sobrino. Sabe lo que hace. - Quiso alentarle Bertie. –

-No dudo de Mazoui, pero temo por Samantha, ella jamás se ha enfrentado a este tipo de cosas. No tiene ninguna experiencia.  -Le aclaró él. –

-Nuestra hija está a su lado. - Afirmó Beruche tratando de mantener la moral. –

-Sí, pero, por desgracia, en los sueños de Sam únicamente estará ella. Y no sé si será capaz de mantener su concentración y aplomo si debe vérselas con ese monstruo. - Alegó Roy quien, una vez más, le dijo a su esposa. - Otra vez tengo esa sensación.

- ¿Cuál? - Inquirió ella mirándole sin comprender. -

-Como si ya me las hubiera tenido que ver con ese tal Cell. No lo entiendo. Me es demasiado familiar, y no por lo que el maestro Son Goku o el maestro Trunks me contaron. - Le explicó su marido. –

 

            Bertie no supo qué replicar, se abrazó a su esposo deseando poder conciliar el sueño. Así transcurrieron las horas. Samantha y casi todos los demás amanecieron ojerosos y cansados, pero sin haber pegado ojo en toda la noche.

 

- No nos ha salido muy bien, ¿verdad? - Bostezó Brian. -

- Las posibilidades de que esto vuelva a repetirse son escasas. - Declaró Mimet que era la única que había dormido sin ningún tipo de complicación. - El cuerpo y sobre todo la mente necesitará descanso. Eso me sucede incluso a mí. Tu mamá Sam terminará por dormirse.

 

            Brian asintió, aunque no sabía si eso sería bueno o malo. Al cabo de un rato Mazoui volvió alertado por Roy de lo que había ocurrido.

 

- Hay que tener mucho cuidado. – Advirtió el recién llegado. - Samantha podría quedarse dormida durante el día, y si vosotros no dormís con ella no podría llamaros pidiendo ayuda.

- Vigilaremos que no se duerma- le aseguró Kerria proponiéndole a su compañera. - Samantha ¿por qué no llamas al trabajo diciendo que estas indispuesta? Ahora que eres la jefa te lo puedes permitir.

- Me parece bien- asintió su esposa. -Voy a hacer esa llamada.

 

            Samantha se puso en contacto con su oficina alegando que, por motivos de salud, no podría acudir por esa mañana. Después, cambiada con una ropa más cómoda, escuchó atentamente las últimas instrucciones de Mazoui.

 

- Verás Sam, cuando te quedes dormida es muy posible que no comiences a soñar con eso enseguida. Quizás tu mente trate de eludirlo con sueños más agradables, pero con toda seguridad esa pesadilla se abrirá camino tratando de sorprenderte cuando más segura te creas. ¡No le des esa oportunidad! En cuanto te sientas en peligro debes contralar ese sueño, pensar en tus seres queridos y en la persona que deseas que acuda en tu ayuda.

- Trataré de recordarlo- repuso Sam aun algo dubitativa. -

- Debes tener fe en ti misma, - le aconsejó Beruche con tono maternal. - No te dejes intimidar. Eso es lo que las fuerzas del mal quieren. Por experiencia lo aprendí. Explotar nuestros miedos y debilidades para dominarnos.

 

            La chica asintió, aunque si su suegra hubiera visto la clase de monstruo al que se enfrentaba aquello no le hubiera parecido tan fácil. A todo eso el invitado se despidió

 

- Ahora debo dejaros. Buena suerte.

-Muchas gracias, primo. - Sonrió débilmente Kerria. -

-Si sucede cualquier cosa no dudéis en avisarme de inmediato. - Afirmó él. -

 

            Todos le dijeron adiós y él desapareció. Tanto Brian como Mimet se ofrecieron a quedarse junto con Sam. Kerria tenía que ir a su despacho para revisar unos expedientes y se marchó con alguna que otra reserva pese a que su cónyuge le aseguró que junto a los chicos estaría segura. Roy y Beruche también tenían que salir así que sólo se quedaron ellos tres en casa. Al cabo de un rato Brian se acercó a su madre que trataba de concentrarse en documentos de su trabajo.

 

- ¿Qué tal estás mamá Sam?,- se interesó el muchacho. -

- Estoy bien gracias, Brian- le agradeció ella describiendo con sinceridad. - Cansada y nerviosa, pero bien por lo demás.

- No te preocupes, sobre todo no te resistas a dormir, nosotros nos ocuparemos de protegerte.

- Lo sé, gracias, cielo. - Musitó Sam besándole en la frente. -

 

El joven sonrió y la dejó con su trabajo volviendo con su novia que aguardaba en otra habitación.

 

- Brian- le llamó Mimet en cuanto le vio entrar. - He estado pensando en todo esto y he descubierto algo que podría ser significativo.

- Dime - le pidió él con visible curiosidad. -

- Si ese monstruo proviene de otra humanidad entonces sólo puede existir en esencia espiritual, o eso creo.

- Sí, eso ya lo sabemos, ¿y?...

- Lo malo es que, si es cierto eso que nos advirtió Haruka Tenou, y se ha creado una distorsión temporal, ese monstruo podría haber atravesado un espacio interdimensional, tal y como puede hacer Asthel.

- ¿Qué quieres decir con eso? - le inquirió Brian que no acertaba a comprenderlo aún. -

- Que podría ser que hayamos malinterpretado la situación a la luz de una información incompleta.

-Explícate, por favor. - Le pidió su novio que estaba empezando a intranquilizarse. -

 

            Ya conocía a esa joven el tiempo suficiente como para saber que nunca exageraba, ni disminuía las consecuencias de ningún hecho. Sencillamente lo juzgaba todo de modo ecuánime y ceñido a la información de la que disponía. Era realmente brillante a la hora de sopesar y analizar los datos. Por ello, todavía se inquietó más cuando ella declaró.

 

-Ese ente bien pudiera presentarse aquí físicamente, quizás la mente de Sam le sirva como una especie de señal que puede rastrear.

- ¡Pero eso no puede ser- objetó Brian! -Asthel dice que cuando viaja por otras dimensiones y espacio tiempo, ajenos, no puede intervenir.

- Si no recuerdo mal, él nos contó que salvó a su propia madre. ¿No es así? - Rebatió Mimet- deduciendo. – Luego eso significa que sí pudo cambiar el discurrir del pasado.

- Su madre sobrevivió a ese accidente y después le tuvo a él. No fue porque él la salvara, - negó Brian. -

- ¿Estás seguro de eso? - Inquirió su novia con aquel tono neutro tan típico suyo. –Podría haber inducido una paradoja espacio- temporal por su mera intervención.

 

 

            Brian se quedó pensativo, lo cierto es que no estaba seguro de nada. Aquello era endiabladamente complicado. Por desgracia una cosa sí que comenzaba a quedarle clara. Enseguida se rehízo lo bastante como para responder con horror al comprender.

 

- ¡Entonces no podemos dejar sola a mi madre ni un segundo! Si lo que dices es cierto, ese monstruo no tiene necesidad de aguardar a que ella se duerma.

-Así es. - Convino su novia. -

 

            Samantha entre tanto había terminado de releer algunos informes y contestar a algunos “mails” en el despacho que compartía con su esposa. Por suerte mucha parte de su trabajo la podía resolver desde casa.

 

-No sé ya que pensar. - Se decía moviendo la cabeza. - Ni yo misma me creo ya nada de esto. ¡Es algo absurdo!

 

Suspiró, hacía calor, se decidió a abrir la ventana, asomándose a ella suspiró al ver lo bonito que estaba el jardín. Las flores en el mejor de sus momentos lucían con una hermosísima variedad de colores y aromas. Los árboles dejaban filtrar los rayos del sol entre sus ramajes produciendo un hermoso juego de luces y sombras. Las ramas de un corpulento árbol que presidía el jardín se cimbreaban agitadas...

 

- ¡Un momento!,- pensó - ¡qué extraño!, ¿cómo puede moverse así las ramas de ese árbol si no sopla más que una ligera brisa?

 

            Dedicando su atención hacia la copa del árbol Samantha quedó muda de horror. Como si de una enorme mantis se tratara, allí estaba aquel ser de pesadilla encaramado en la parte superior del árbol. La observaba con esos terribles ojos y mostrando una mueca de sádica diversión. Sam se trastabilló echándose hacia atrás mientras se decía una y otra vez con tono de auténtico terror.

 

- ¡No es posible, no estoy dormida! ¡Estoy despierta!

 

            Aquella criatura saltó al suelo irguiéndose sobre el césped y mostrando toda su terrible alzada. Samantha pudo dejar escapar un grito de espanto que fue escuchado por Brian y Mimet, quienes acudieron inmediatamente.

 

- ¿Qué ocurre? - preguntó el chico antes de encontrarse cara a cara con aquel ser que se abrió paso hacia el interior de la casa destrozando una pared - ¡Maldita sea! - escupió el muchacho transformándose en súper guerrero. - ¿Qué clase de cosa es esa?

- ¡Ja, ja!,- rio aquella criatura que entonces habló con esa gorgoteante y ronca voz.  - Así que tú eres otro de esos molestos súper saiyajin. No importa, mi estado de fuerza actual es muy superior a ese.

- ¿Qué quieres de nosotros? -  Le espetó Brian poniéndose en guardia. -

- Vuestra energía- declaró con un descarado tono burlón. - Y creo que comenzaré por la de ella. -

 

De inmediato fijó su atención en Samantha que estaba paralizada por el miedo. No obstante, Mimet, con un rápido salto, la apartó de la trayectoria de la cola de aquel sujeto que rauda se dirigía hacia su inerme víctima.

 

-Corazón puro del Hielo, ¡Dame el poder! – Declaró la joven transformándose en justiciera. -

-Vaya. - Comentó un atónito Cell. - Otra de esas extrañas humanas con poderes y uniforme ridículos.

- ¿Otra? ¿Cómo que otra? - Inquirió Brian. -

-Eso presupone que ya te has enfrentado a las justicieras antes de ahora. - Interpretó Mimet sosteniendo la mirada de ese engendro sin la menor vacilación. -

 

            A su vez, ese monstruo estaba sorprendido. Aquella muchacha no mostraba el menor temor. Parecía incluso analizarle con la misma recíproca curiosidad que él mismo tenía.

 -No creo que seas del todo humana. - Afirmó entonces. -

-No lo soy. - Admitió la chica. -

 

            Cell esbozó una terrible mueca que daba la impresión de ser una sonrisa. Encantado afirmó.

 

- ¡Eres un androide! De base similar a los que yo debía absorber. Eso me viene de maravilla. Bien, en ese caso comenzaré contigo…

- ¡Ni te atrevas a tocarla! ¡Enfréntate conmigo, cobarde! - gritó Brian que saltó dispuesto a golpear a su rival en tanto ordenaba a su novia y a su madre. - ¡Vosotras marchaos!

 

            Sin embargo, su adversario esquivó sin demasiados problemas los ataques del chico en tanto Mimet se alejaba con Sam.

 

- Escóndete- le pidió la justiciera a la asustada mujer. - Nosotros trataremos de acabar con él.

 

            Sam con la mirada vidriosa por el terror no podía articular palabra, Mimet tuvo que zarandearla para que recobrarse la sensación de realidad.

 

-Vamos, si te paralizas te atrapará. - Recalcó la joven. -

- Sí, - repuso al fin. - Me quedaré escondida por aquí, pero tened mucho cuidado. ¡Por favor!, que Brian no se enfrente a él.

- No te preocupes, no estará sólo, - repuso su interlocutora que volvió corriendo para ayudar a su novio. -

 

            Brian por su parte no estaba teniendo mucha suerte, aquel monstruo le golpeó haciéndole atravesar una pared contigua. Cell rio señalándole burlón mientras declaraba.

 

- No eres rival para mí, muchacho.

- Eso ya lo veremos- replicó el guerrero levantándose enseguida para agregar. - Tienes suerte de que aquí no puedo luchar con toda mi fuerza.

- ¿Ah no? ¡Qué pena! - repuso Cell divertido obsequiándole con otro puñetazo. - No te sientas mal por eso. - Añadió dándole unos irónicos ánimos, y agregando de forma entre enigmática y burlesca, - nada se alteraría, aunque lo hicieras.

 

            Pero esta vez el súper guerrero bloqueó el golpe y agarrando al monstruo de la cola lo volteó estrellándole contra una pared que cedió por el choque destrozándose en cascotes. Cell acabó frenado contra un árbol lo bastante grueso como para no ser arrancado por el impacto.

 

- ¡Ahora verás de lo que soy capaz! - Le espetó Brian. -

 

            Sin embargo, ese androide era muy rápido, antes de que el chico pudiese reaccionar ya le había atacado con un rayo de energía, Brian tuvo que desviarlo hacia el cielo para que no arrasase la casa lo que su enemigo aprovechó para golpearle de forma que el muchacho atravesó las paredes de varias habitaciones para quedar seminconsciente. Sam que había visto este último ataque no pudo impedir un grito de horror y preocupación. Para su desgracia Cell la escuchó dirigiéndose hacia ella con un andar lento pero inexorable. Mimet se interpuso conservando su apariencia de calma y atacando a su enemigo.

 

- ¡Oleada de cristales de hielo! - Sentenció ametrallando a su rival. -

 

            Eso bastó para desconcertar a su enemigo lo bastante. Mimet aprovechó esos preciosos instantes para tratar de poner a salvo a la madre de su novio.

 

-Tienes que irte. - Le dijo a la aterrada Samantha en tanto la jalaba de un brazo haciéndola levantar del suelo. - Corre, ahora…

- ¿Pero y tú? - Quiso saber su trémula interlocutora. -

-Me defenderé de él. - Aseveró convencida. -

 

 

            Para cuando concluyó esa frase ese monstruo estaba ya recuperado y la acechaba con una expresión de deleite.

 

-La humana no me importa. Únicamente sirvió para atraerme hasta aquí. Tú me serás de mayor utilidad…

-Una cosa que no tiene sentido lógico es cómo pudiste venir a esta dimensión. - Repuso Mimet sin arredrarse. -

 

            Y por extraño que fuera Cell se tomó su tiempo para contestar y lo hizo admitiendo.

 

-Tampoco yo lo entiendo. Es verdad. No tiene ningún sentido. Salvo por la intervención de poderes mucho más allá de nuestra comprensión.

- ¿Qué poderes son esos? - Inquirió su interlocutora. - Explícate.

 

            El monstruo apenas esbozó un amago de sonrisa en esa especie de pico corneo que poseía y clavando en ella una mirada torva repuso.

 

- ¿Por qué no? Te lo contaré. De todos modos, voy a absorberte…

-Tienes el noventa y cinco por ciento de posibilidades de lograrlo. Es verdad. - Concedió la chica, afirmando con total sinceridad. - Un cálculo previo de tu fuerza y velocidad las sitúan muy por encima de mis capacidades.

-Al fin alguien que demuestra ser razonable y me puede comprender. - Declaró Cell que pareció complacido al escuchar eso, afirmando de seguido. - Mereces saber lo que pasó…

 

            Estaba derrotado. Aquel saiyajin le había castigado con dureza. Pese a todo, esa brecha dimensional que vio le daba una oportunidad de escapar. No se lo pensó y colocando sus manos sobre el rostro con los dedos extendidos y las palmas hacia fuera gritó.

 

- ¡Viento solar!

 

            De ese modo cegó a sus enemigos y pudo desaparecer a través de aquella brecha que se cerró tras de él. Todavía jadeante por la pelea Cell escuchó unos aplausos.

 

- ¿Quién es? - Exclamó con su voz ronca y gutural. -

- ¡Muy bien! - Le respondió otra no menos inquietante y grave. - Has animado mucho esto.

-Date a ver. - Le exigió el monstruo enarbolando su letal cola para amenazar. - Y ya verás cómo te animo…

 

            Para su asombro, una figura cubierta de un largo sayal negro y que portaba un gran libro burdeos apareció ante él.

 

- ¿Eres ese tal Sabio? - Le preguntó el androide. -

-No, estoy muy por encima de ese idiota. - Señaló aquel ente. - Lo mismo que tú…

- ¿Y qué quieres de mí? ...- Quiso saber su interlocutor. -

-Veo que ese guerrero te dio una buena paliza. ¿No desearías la revancha? - Le preguntó burlonamente ese individuo. -

-En absoluto, por mucho que lo deseara sería inútil. En mi estado actual no tengo la fuerza suficiente como para vencerle. - Objetó un irritado Cell. -

 

            Aunque, para su extrañeza, esa figura se rio asintiendo bajo su capucha y añadiendo con tono divertido.

 

-Está claro que ahora no, pero… ¿y en el futuro?

- ¿El futuro? - Repitió su contertulio. - ¿Acaso tienes una máquina del tiempo?

-No preciso de esos ridículos artefactos. Puedo enviarte allí a voluntad. - Le explicó ese ente. -

 

            Su oyente sopesó esa oferta, quizás no le vendría mal absorber a su contertulio. Sin embargo, algo le decía que el poder del que gozaba aquel ser era muy superior al suyo. No sería una buena idea desafiarle. Y quedó perplejo cuando su interlocutor lanzó una carcajada y exclamó.

 

- ¡Ni lo pienses! ¡Jamás podrías absorberme!

-Pero ¿Cómo lo has sabido? - Inquirió el ahora asombrado androide. -

-Eres demasiado predecible. Por eso has perdido. - Repuso su contertulio. -  Pero yo podría ayudarte. Y enviarte a un lugar en el que serías capaz de mejorar mucho tu poder. Y de paso, tomarte la venganza correspondiente contra el que te acaba de derrotar.

 

Cell apenas podía creer eso. De modo que quiso saber ahora con evidente curiosidad no exenta de desconfianza.

 

- ¿Y qué ganarías tú con eso?...

- ¿Ganar? - repitió aquel ente parecía que divertido, al sentenciar. - Yo ya he ganado… solo quiero…divertirme…

- ¿No deseas destruir a nadie, ni que acabe con ningún enemigo en particular a cambio? - Se sorprendió Cell. -

 

            La carcajada que oyó entonces terminó por desconcertar al monstruo. Finalmente, ese extraño aseveró con rotundidad.

 

-No tengo enemigos. Nadie es más poderoso que yo. Puedo hacer lo que me plazca. Por eso mismo deseo algo de diversión. Haz lo que quieras y destruye lo que te parezca. Pero solamente cuando yo te lo permita. Aunque te aviso que puede que, para entretenerme más, os haga viajar a ti y esos saiyajin de nuevo al pasado. A ver si dándote otra oportunidad, logras derrotarles. Te garantizo que podrás aumentar tu poder para ello. ¿Qué te parece?

-Siendo así. Me parece una buena oferta. - Aceptó el androide. -

 

            Y sin darle tiempo a más se encontró observando a una mujer rubia de mediana edad. En un lugar que no conocía y aun escuchando la voz de su nuevo aliado.

 

-Fíjate en ella. Usa sus miedos y ellos te guiarán a su dimensión. - Le instruyó. - Y no tengas prisa por liquidarla. Ni tampoco a los otros, deja que disfrute del espectáculo.

-Muy bien. - Convino el androide con una media sonrisa de satisfacción. -

 

            Y ahora con la atención de su interlocutora puesta en él el monstruo remachó con palpable complacencia.

 

-El resto fue sencillo. Fue tal y como ese ser me dijo. - Desveló Cell. - Me infiltré en los sueños de esa humana y ella me guio hasta aquí. - Remató con regocijo.

- ¿Quién es ese ser tan poderoso? - Inquirió Mimet. -

-No lo sé. Y tampoco me interesa. - Replicó su enemigo. - Ahora lo único que quiero es absorberte…

 

            Y lanzó su cola directa hacia la chica quien por fortuna fue capaz de esquivar esa acometida…su rival adoptó una mueca no de contrariedad y sí de pretendida aprobación para comentar.

 

-No está mal…esto le dará interés. Tal y como él me pidió.

 

            Entre tanto los ecos de la lucha se habían propagado. Los vecinos llamaron a la policía y comenzaron a oírse sirenas de coches patrulla. Afortunadamente para Mimet su enemigo se distrajo por esta circunstancia afirmando con algo de fastidio.

 

-Siempre tienen que aparecer entrometidos. Lamento la interrupción. Me desharé de ellos ahora mismo…

-Son inocentes, déjales fuera de esto. - Le pidió la justiciera. -

 

            Aunque Cell la ignoró saliendo de entre lo que quedaba del salón para encararse contra los coches de policía que iban llegando. Por su parte Brian estaba volviendo en sí. No le tomó mucho tiempo percatarse de lo que sucedía. De hecho, Samantha le había encontrado y solícitamente trataba de ayudarle a recobrarse con un paño de agua fría sobre la frente.

 

-Brian, hijo…- Despierta. - Le pedía ella con tono lleno de inquietud. -

- ¡Mamá Sam! ¿Estás bien? ...- Preguntó el todavía desconcertado joven. -

-Sí, cariño. Sois Mimet y tú los que me preocupáis. - Le dijo ella con voz trémula y patente temor. - Ese monstruo es terrible…Menos mal que Kerria y los abuelos no están…

-Me ocuparé de él. - Afirmó el chico apretando los puños. –

-No, tenemos que escapar de aquí. - Le pidió su madre. -

-No podemos dejar que haga daño a gente inocente, mamá Sam.- Rebatió el chico. -

 

            En ese momento, Bertie y Roy que habían salido a dar un paseo, retornaban, cuando oyeron a lo lejos el ruido de sirenas y vieron además como varias unidades de coches patrulla iban en dirección a su casa. Los dos se alarmaron.

 

-Está sucediendo algo, percibo la energía de Brian…es muy elevada. Y hay algo más con él. - Afirmó un muy inquietado Roy, rematando. -Es una presencia oscura, muy fuerte. Debo ir a ayudarle.

-Cariño, es muy peligroso, tú ya tienes una edad…- Le dijo su esposa con expresión preocupada. - Al menos avisa a Mazoui.

-Lo haré. –Afirmó su interlocutor que se concentró en la energía de su sobrino, aunque al cabo de unos instantes pudo decir con gesto confuso. - No lo entiendo. Soy incapaz de detectarle.

 

            Y ante la cara llena de temor de Beruche, él pese a todo, no tuvo más remedio que decir.

 

-Entonces tengo que ir. No hay nadie más por aquí, cubito. - Aseveró él con determinación. - Nuestro nieto me necesita. Y aunque ya sea solo un viejo todavía puedo dar mucha guerra.

-Ten cuidado, ¡por favor! - Le suplicó ella tomándole de las manos. -

-Ya me conoces. - Sonrió ligeramente su marido. -

-Por eso mismo lo digo. - Suspiró ella no sin resignada inquietud. -

 

            Roy le dio un cariñoso beso en los labios para concentrarse en la energía de su nieto. En esta ocasión sí que pudo detectarla y desapareció. Beruche se quedó allí, sola en mitad de la calle, presenciando aquel pandemónium organizado en su urbanización y pensando no sin angustia.

 

-Está visto que nunca podremos dejar de luchar… ¡Ojalá fuera más joven y pudiera ayudarles! Cuidados mucho, Roy, Brian, hijas.

 

            A todo eso, Brian se lanzó a pelear contra su enemigo. Cell le vio venir parando la primera acometida. Ambos se enzarzaron en una igualada lucha a base de golpes y patadas.

 

-Esto está mucho mejor. - Dijo el monstruo esquivando varios ataques consecutivos del joven. -

-Todavía estoy calentando. - Replicó su rival que no cejaba en su ofensiva. -

 

            Sin embargo, Cell era traicionero y sin que el chico se percatase elevó su cola lanzando contra él su mortífero agujón. Ya se relamía pensando en la energía que iba a obtener cuando algo le sujetó.

 

- Pero ¿quién?

-¡Deja en paz a mi nieto, bicho asqueroso! - repuso Roy que justo se había materializado allí, mirándole con furia. -

- Oblígame a hacerlo, viejo - se burló Cell aumentando su presión. -

 

            Aunque el aludido se limitó a sonreír apretando la cola de tal modo que hasta el androide aulló de dolor.

 

-Ya sabía yo que no eras más que un quejica. - Se burló el recién llegado indicándole a su nieto. - Debes tener cuidado con él, no sigue las reglas precisamente.

 

 

            Cell logró soltarse y retrocedió, enfurecido iba a atacar cuando observó el rostro de su nuevo adversario.

 

- ¡Eres tú! - Le señaló atónito. -

- ¿Me conoces? - Se sorprendió Roy a su vez. - ¿De qué?...

-Por supuesto, ahora lo entiendo. - Se sonrió aviesamente Cell diciendo por toda réplica. - El futuro. Por eso me ha enviado aquí, ¡ja, ja, ja! …debo confesar que ese tipo tiene sentido del humor.

- ¿De qué estás hablando? - Preguntó su interlocutor, poniéndose en guardia junto a su nieto. -

- No me recuerdas, ¿verdad? - Inquirió agudamente Cell contrayendo sus reptilianos rasgos a modo de sonrisa burlona. - No te acuerdas de nada…claro…

 

            A la mente de Roy vinieron entonces imágenes confusas. Algo que parecía como venido de un sueño. Comenzó a darse cuenta de lo que aquello era en realidad…

 

-Entonces… eso no lo soñé. - Pudo decir con patente asombro e incredulidad. - ¡Fue real!

- ¿De qué estás hablando, abuelo? - Quiso saber Brian a su vez. -

-Yo ya luché contra Cell antes. - Le desveló su interlocutor. - Hace mucho, mucho tiempo…- Pudo remachar casi con un hilo de voz. -

- ¡Sí! - Se rio su oponente que apuntó a sus adversarios con una palma de su mano en la que materializó una bola de energía. - Y ahora me toca a mí el ponerte en aprietos…

 

            Sin esperar respuesta lanzó su ataque. Por suerte, Brian reaccionó rápidamente golpeando esa esfera luminosa que se perdió en lo alto del cielo. A los pocos instantes estalló inundando todo de luz. La onda expansiva de la explosión hizo agitarse la casa e incluso provocó algunos derrumbes en edificios de las cercanías. Al poco los coches patrulla se acercaron deteniéndose a escasos metros de la residencia de los Malden. De ellos bajaron numerosos policías armados con fusiles y pistolas. Enseguida pudo escucharse a través de un megáfono la voz de un oficial.

 

-Les habla la policía de Nueva York. Deténganse y salgan con las manos en alto.

 

            Cell se sonrió divertido y con una expresión entre el regocijo y la crueldad les preguntó a los alarmados saiyajin en tanto comenzaba a materializar otra esfera en una mano con la que apuntó hacia los vehículos....

 

- ¿Hacemos lo que nos ordenan?...

- ¡Déjales fuera de esto, cobarde! - Le exigió Roy lanzándose a atacar a ese ser de pesadilla. -

 

            Ambos chocaron en el aire intercambiándose golpes. Roy luchaba como súper guerrero, pero no parecía poder tocar a su enemigo. Cell por el contrario daba la impresión de estar jugando con él. Cuando se separaron el saiyajin jadeaba agotado. Su rival movió la cabeza declarando con falsa preocupación.

 

-Ten cuidado, a tu edad no conviene hacer excesos. ¡Ja, ja!…

-Vas a reírte de tu padre, ¡maldito! - Apenas si pudo replicar un exhausto Roy que se llevaba la mano al pecho en tanto luchaba por respirar. -

-Me gustaría hacerlo, pero el doctor Gero hace mucho tiempo que murió. - Contestó aquel ser con sorna. -

- ¿Estás bien, abuelo? - Inquirió Brian observándole con inquietud. -

-No te preocupes por mí. Tú sobre todo no pierdas de vista a este bicho. Tal y como te enseñé. - Le pidió el aludido que seguía respirando con dificultad. -

-Vas a herir mis sentimientos si continúas llamándose de esa manera. - Se burló el androide. -

           

            Entre tanto y atraídos por aquel revuelo algunos agentes habían avanzado quedando perplejos y aterrados al descubrir a semejante monstruo. Por fortuna dos guerreros dorados estaban peleando contra él. Fue Brian quién llamó la atención de los policías gritándoles.

 

- ¡Salgan de aquí! ¡Es muy peligroso para ustedes!…

-Sí, será mejor que evacúen a todo el mundo. - Agregó Roy algo más repuesto.-

-Eso tardaría demasiado tiempo. - Se sonrió aviesamente Cell. - Esperad un poco. Voy a limpiar la zona en un momento.

 

            Sus horrorizados antagonistas apenas pudieron reaccionar cuando en décimas de segundo comprendieron sus intenciones. Brian se lanzó hacia Mimet para protegerla en tanto su abuelo se concentraba con su translación instantánea. Justo cuando el monstruo iba a emitir una poderosa ráfaga de energía Roy apareció ante él golpeándole con todas sus fuerzas. Eso lanzó a su enemigo a varios metros de distancia estrellándole contra un muro que se destruyó con el impacto sepultándole bajo él. La policía aplaudió y varios oficiales felicitaron al saiyajin.  Sin embargo, éste, con expresión de visible temor, insistió.

 

-Rápido. ¡Salgan de aquí! No he acabado con él…

 

            Apenas si tuvo tiempo de decir más. Una gran explosión desintegró aquellos cascotes y destruyó gran parte de la manzana haciendo volar vehículos y saltar todo tipo de alarmas. Los aterrados agentes vieron como aquel monstruo estaba en pie e indemne. Solo giraba la cabeza como si estuviese calentando el cuello…Una vez recobrados de la sorpresa apuntaron sus armas hacia él y dispararon hasta vaciar los cargadores. Pero Cell se mantenía imperturbable dejando que las balas se estrellasen en él rebotando inofensivamente contra su cuerpo. Entre tanto, Brian había logrado reunirse con Mimet y su madre.

 

-Tenéis que iros de aquí. ¡Deprisa! - Les urgió. -

-Pero cariño, no podemos dejaros solos. - Repuso Samantha. -

-Vete o no podremos pelear en condiciones. - Le ordenó el joven. -

-Es lo más lógico. - Convino Mimet. - Nuestra presencia aquí les distrae e impide que ataquen con más energía temiendo dañarnos. - Le explicó a la atónita y asustada Sam.-

-Ve con mamá Ky y con la abuela Bertie. ¡Rápido! - Urgió Brian. -

 

            Sam asintió con vehemencia dándose cuenta de que su hijo tenía razón. Por suerte su coche no había sido dañado. Corrió a subirse en él y arrancar. Desgraciadamente eso no pasó inadvertido para Cell.

 

-Nadie va a salir de aquí. - Proclamó el monstruo. - Aun no he terminado con mi show.

 

            En ese instante el sonido de una canción a todo volumen se oyó. Aunque procedía de todas partes y de ninguna. El androide se rio asintiendo con aprobación al oírla.

 

-Muy bien, lo dicho, ese tipo tiene estilo…un tema muy apropiado para lo que voy a dejar aquí... Ja, ja, ja…

 

            Roy conocía al grupo autor de esa canción. Desde luego le gustaba, pero no en esas circunstancias. Y es que ahora no estaba para oír música precisamente…

 

Viviendo fácil, viviendo libre,
billete de temporada en un viaje de una dirección.
No pido nada, déjame vivir,
agarrando todo a mi paso. 


No necesito razones, no necesito rima. 
No soy nadie,
yo prefiero hacer (los hechos),
voy bajando, hora de la fiesta.


Mis amigos también estarán allí.

Estoy en la autopista al infierno,
autopista al infierno,
autopista al infierno

 

Sin señales de stop, sin límite de velocidad.
Nadie va a frenarme,
como una rueda, voy a rodar.
Nadie va a jugar conmigo.


¡Hey Satán!, pagué mis deudas 
tocando en una banda de Rock. 
¡Hey mamá!, mírame,
Voy de camino a la tierra prometida.

 

Estoy en la autopista al infierno,
autopista al infierno
autopista al infierno


No me pares.

Estoy en la autopista al infierno,
en la autopista al infierno
autopista al infierno

Autopista al infierno

Autopista al infierno

Autopista al infierno

Autopista al infierno

 

Y voy bajando, todo el camino hacia abajo,
estoy en la autopista al infierno.

Highway to hell AC/DC - (Crédito al autor)

Entre tanto, en el despacho de Kerria se escucharon aquellas explosiones y el cegador fogonazo de luz pudo verse desde la distancia. La mujer miró por la ventana con expresión de asombro y temor.

 

- ¡Viene de donde está mi casa! - Se dijo. - Tengo que ir…mi familia me necesita, estoy segura.

 

            Su madre asimismo fue testigo de todo aquello, la onda expansiva incluso la había derribado. En el suelo y sin moverse contemplaba con horror ese terrible espectáculo.

 

- ¡Dios mío! – Exclamó llevándose las manos al rostro. - Por favor, que todos estén bien.

 

            A todo eso, Cell lanzó un rayo de energía contra aquel vehículo…Afortunadamente Brian se interpuso desviándolo. La onda expansiva de la explosión pese a todo hizo que el coche se golpease contra un árbol y quedara detenido, además de destruir una casa entera…el monstruo se burló entonces para declarar dejando al chico petrificado.

 

-Enhorabuena. Has salvado a la ocupante del coche, pero quizás hayas matado a personas inocentes que vivían en esa casa.

-No le prestes atención. - Terció Roy. - Ese bastardo solo quiere que te sientas afectado y que pierdas la concentración. Ahora no es momento de pensar en nada que no sea machacarle.

 

            El chico asintió reponiéndose poco a poco de aquella impresión de angustia y culpabilidad. Estaba claro que su enemigo era diestro con los juegos mentales. Sin embargo, Cell no dudó en atacar al joven lanzándose a por él. Su larga cola estaba presta a clavarse en el pecho del chico cuando de la nada alguien le golpeó con fuerza incrustándole contra los restos de una casa. Su nuevo enemigo le observaba con una mirada llena de ira en sus ojos rojizo en tanto mostraba unos apreciables colmillos.

 

-Me alegra verte, Mazoui. - Respondió un aliviado Roy a quién ese ataque de Cell había tomado también con la guardia baja.-

 

 

Y dos luchadoras uniformadas como justicieras fueron a su vez en ayuda de Mimet y de Samantha.  Y es que unos minutos antes las cámaras de televisión y las unidades móviles estaban transmitiendo lo que sucedía. En casa de los O´ Brian todos estaban viendo el noticiario. Sobre la pantalla las letras “Breaking News”, y de fondo escenas de destrucción e incendios que arrasaban parte de la ciudad de Nueva York.

 

- ¿Qué está ocurriendo? - Se preguntó Satory en voz alta. -

- ¡Es en casa del tío Roy y la tía Bertie! - Exclamó Mazoui ante las miradas atónitas de su esposa e hijas. - Algo les está atacando. Debe de ser ese monstruo…

-Tenemos que ir a ayudarles. - Tercio Alusa, una hermosa joven de ojos color miel y cabellos dorados. -

-No hijas, es demasiado peligroso. - Se opuso categóricamente Satory. -

-Ahora somos justicieras, mamá. Recuerda que la tía Kathy y Sandy nos han traspasado sus poderes. –Añadió Minara, del mismo tono de pelo, pero con ojos color miel verdoso. -

-Esa criatura está muy por encima de vuestras capacidades. - Les respondió tajantemente Mazoui. - Solamente estorbaríais.

-Algo nos dice que Brian está en peligro. Él y alguien más con la que percibimos una fuerte conexión. Debemos ayudarles. Es nuestra obligación. - Insistió Alusa. -

-Por favor, papá. - Le pidió también Minara. - No te pedimos luchar directamente contra esa cosa. Sin embargo, habrá muchos inocentes a los que sí podamos proteger.

 

            Mazoui no sabía qué hacer, por un lado, miraba a su esposa que negaba con la cabeza, por otro no podía dejar de observar las implorantes expresiones de sus dos hijas. Sin embargo, las gemelas ya eran adultas y responsables de sus vidas. Finalmente, y a sabiendas de que aquello le costaría la bronca de Satory les dijo a ambas muchachas.

 

-Agarraos de mi mano y no os soltéis.

-Primero nos transformaremos. - Dijo Minara. -

- ¡No! –Terció su madre con patente temor. - Es muy arriesgado, no tenéis ninguna experiencia. Y a ti Mazoui, no sé ni cómo se te ha pasado por la cabeza el permitírselo. - Añadió con visible enfado. -

 

            Su esposo no replicó al verse sin argumento, por suerte fue su hija Alusa quien tomó la palabra.

 

-Es nuestro deber, mamá. Tú sabes que las justicieras siempre han luchado por defender al inocente.

-Ninguna antes que nosotras huyó nunca de esa responsabilidad. Seríamos indignas de este legado si nos escondiéramos aquí. - Completó su hermana. -Y para tener experiencia en la vida hay primero que adquirirla. El abuelo Ian siempre lo decía.

 

            Satory suspiró resignada. La mirada determinada de sus hijas era la misma que sus grandes amigas Amatista y Sandy tenían en aquellos días cuando luchaban en la SSP-1 contra los invasores. Y sus deseos de luchar por el bien iguales a las que justicieras anteriores habían demostrado durante tantos años. Estaba muy claro, por mucho que a ella le pesara eran las elegidas.  Al fin claudicó no sin pedirles con evidente zozobra.

 

-Haced caso a vuestro padre. Y no os arriesguéis sin necesidad.

-Prometido. - Sonrió Minara. -

-Estate tranquila, mamá. - Añadió Alusa. -

           

            Así las dos se sujetaron a una mano de su progenitor, Mazoui se llevó el dedo índice de la otra a su frente y se concentró. Al instante los tres desaparecieron. Al reaparecer lo hicieron en medio de un lugar devastado y con fuego por todas partes. Las chicas enseguida se separaron de su padre transformándose en justicieras. Sin perder un segundo se mostraron como las Damas del Trueno y del Rayo. Mientras su progenitor se transformaba a su vez, usando su fuerza demoniaca, ambas muchachas corrieron a socorrer a su compañera de armas y a la mujer que estaba todavía en aquel coche. Paralizada de terror.

 

- ¿Se encuentra bien, señora? - Le preguntó la Dama del Trueno a Sam mientras le abría la puerta del dañado vehículo. -

-Sí, gracias. - Pudo susurrar entrecortadamente ésta dejándose auxiliar para salir de ahí. -

 

            Mimet por su parte reconoció el uniforme de la otra joven y declaró.

 

-Si mis informes son correctos eres la Dama del Rayo. Una aliada.

-Así es. - Sonrió la mencionada que no era otra sino Minara ofreciéndole su mano enguantada. - Un placer Dama del Hielo. Y mi hermana es la Dama del Trueno.

 

            Su interlocutora la sujetó no con demasiada convicción para decir de inmediato.

 

-He analizado la situación. Ese monstruo es muy superior a nuestras capacidades. Incluso aunque las combinásemos.

-Ahora que mi padre, mi hermana y yo estamos aquí quizás puedas revisar tus cálculos. - Repuso su contertulia. -

-Ya lo hice cuando os vi. Las cosas están mejor que antes, pero las probabilidades de vencer a Cell son apenas de diez por ciento, de nueve, coma trece para ser exactos.

 

            Sus interlocutoras se miraron con una mezcla de estupor e incredulidad. Entre tanto Cell estaba saliendo de entre aquella pila de cascote y escuchó la voz de aquel extraño ser.

 

-Esto se está poniendo muy interesante. Aunque ahora lo va a ser más. Observa el cielo.

 

            El androide así lo hizo viendo una oscura franja que se recortaba en él. A la par que oía las instrucciones de su interlocutor.

 

-Atrae a todos al interior de eso. Pasa tú primero si es necesario. Tendrás el pasado a tu merced.

- ¿Para qué? - Cuestionó Cell. - Aquí ya tengo ventaja.

-No tanta como tú crees. Dentro de poco tendrás más enemigos. - Rebatió su contertulio, alegando además para despertar mayor interés en su aliado, remachando. - Y si lo haces, me ocuparé de que avances en tu proceso de perfección. Haz caso a mis indicaciones y todo irá bien para ti.

-Haber comenzado por ahí. - Se sonrió aviesamente el androide. -

 

            El agujero se abría unas decenas de metros sobre él. Cell no lo dudó elevándose en el aire se dirigió hacia su interior. Al poco se coló dentro desapareciendo…

 

- ¿A dónde ha ido? - Quiso saber un atónito Brian. -

           

            Su abuelo iba a responder, aunque fue la voz de alguien a quién ambos conocían la que lo hizo en su lugar.

 

-Está viajando por el tejido espacio temporal. Ha penetrado en una dimensión alternativa del pasado.

- ¡Asthel! - Se sorprendió Roy en cuanto vio a su nieto. - ¿Cómo has llegado aquí?

 

            Pero no solamente era ese mucho quien estaba allí, alto y de largo pelo castaño, mirando su abuelo y a su primo con sus profundos ojos violetas. Su hermana Maray, del mismo color de cabello y ojos azules, le acompañaba junto a un muchacho de pelo moreno y ojos verdes. A su lado también se encontraban una joven de largo y ensortijado pelo moreno y un individuo incluso más alto que Asthel, de pelo castaño oscuro, ojos marrones y ataviado con una armadura saiyajin y una larga espada. Finalmente fue el interpelado quien añadió.

 

-No es momento de dar muchas explicaciones, tenemos poco tiempo. Cada segunda cuenta. Debemos impedir que ese monstruo y quien le está dirigiendo, alteren las cosas más allá de lo irreversible.

-Y debemos reunirnos los nueve para ello. - Añadió Maray que miraba ahora a las tres justicieras en tanto las llamaba. - Compañeras, aquí estamos.

 

            Y tanto ella como la chica morena gritaron respectivamente

 

- ¡Corazón puro del aire, dame el poder!

- ¡Corazón puro del fuego, dame el poder!

 

            Así, para asombro de los congregados, se transformaron en la Dama del Viento y la del Fuego. El equipo estaba completo. Fue aquel chico moreno de ojos verdes quién añadió.

 

-Alguien está jugando con el destino y con el devenir de los acontecimientos. Por ello hemos debido de reunirnos antes de lo que estaba establecido. Si tenemos éxito y detenemos al causante de esto todo retornará a la normalidad y esto jamás habrá sucedido. No guardaremos recuerdos de ello. Así nos lo ha explicado Georcael.

- ¿Georcael? ¿Quién es ese? - Inquirió Kerria que junto a su madre llegaban en ese mismo momento acompañadas de más coches patrulla. - ¿Estáis todos bien?

-Sí, mamá Ky, abuela Bertie, tranquilas. - Repuso Brian abrazándolas a ambas. -

 

            La madre del chico había aparcado el coche a unos metros. De camino vio a su propia progenitora sentada en un banco cercano. Paró y la recogió. Pese a que la policía había comenzado a acordonar la zona Kerria solo tuvo que identificarse como ayudante del fiscal de distrito y residente allí. Los agentes e incluso algunos contingentes recién llegados de la guardia nacional las escoltaron a ella y a su madre. Ahora se hacían a un lado entre atónitos e impresionados ante ese despliegue. Dos guerreros dorados, las justicieras y un saiyajin entre otros poderosos defensores del mundo. La cosa debía de ser muy grave. De hecho, un general del ejército llegó dirigiéndose de inmediato a hablar con los allí presentes. Fue Roy quién hizo de portavoz del grupo.

 

-Soy el general Marcus. - Se presentó aquel tipo que lucía tres estrellas de cinco puntas en cada hombrera. - ¿Tienen la situación controlada?

-Sí general, no se inquiete. Ustedes pueden acordonar esta zona y poner patrullas. - Le respondió Roy. -

-Muy bien, la ONU y nuestro gobierno nos han dado la consigna de seguir sus instrucciones en este tipo de eventualidades. - Repuso ese hombre que se cuadró dedicando un saludo militar a los allí presentes. -

-Se lo agradecemos mucho. - Intervino Maray. -

-Lo dejo en sus manos pues. - Contestó el general alejándose de allí. -

 

            Una vez los militares y el cordón policial se alejó de ellos retomaron el asunto.

 

-Por lo que me habéis explicado ese tal Cell es el culpable de esto. - Terció ese poderoso guerrero de largo pelo oscuro recogido en una trenza, en tanto se cruzaba de brazos. - Y está claro que para hacerse cargo de ese monstruo no podemos contar con las fuerzas militares humanas.

-Es verdad. Pero el responsable de esto no es solamente Cell, Diaval. - Replicó Asthel, agregando. - Hay algo más. Mucho me temo que por terrible que ese monstruo sea, no pasa de ser una mera comparsa en esta historia.

- ¿Qué más puede haber? - Inquirió Minara. -

-Aún no lo sé, pero lo averiguaré. - Repuso Asthel con gesto y tono pensativo. -

- ¿Qué hacemos entre tanto? - Quiso saber Alusa uniéndose a la conversación. -

-Cruzar esa abertura. - Indicó Maray señalando hacia aquel agujero negro del cielo que parecía estar cerrándose. -

-Tened mucho cuidado. - Les pidió Bertie con visible temor. -

-Tranquila abuela. Estando juntos no podrá contra nosotros. - Afirmó Maray sonriéndole con cariño. -

-Es vuestro momento. - Declaró Mazoui. - Esto es algo que lo que solamente vosotros podéis enfrentar.

-Lo haremos, papá. - Sonrió Minara. -

-Y no te preocupes. - Añadió la hermana de ésta. - Si todo sale bien ni notaréis que nos hemos ido.

-Es más, tal y como ha dicho Granate ni tan siquiera nosotros lo habremos vivido. - Remachó Asthel. - 

 

            Su abuela Bertie les sonrió animosa fijándose entonces en esa alta joven de largo y encrespado cabello oscuro.

 

- Eres la nieta de mi hermana Cooan, ¿verdad? La hija de mi sobrino Alan y de Naya.

-Así es, señora. Encantada de conocerla. - Repuso educada y afablemente la aludida. - Me llamo Fiora Rodney. Vengo de Nature.

- ¿De Nature? - Se sorprendió Roy afirmando atónito. - Ni siquiera con la translación instantánea podemos llegar hasta allí.

-Me trajo Asthel. - Le explicó la chica. - Estaba en el jardín de mi casa y él apareció con Granate y con Maray.

-Ya veo. – Asintió su interlocutor dirigiéndose ahora hacia aquel imponente y joven saiyajin. - ¿Y tú? Eres de la familia real, ¿verdad? Lo veo en el emblema de tu peto de combate. - Hizo notar señalando ese dibujo en color rojo grabado en la parte del pectoral izquierdo de esa armadura. -

-Soy Diaval Deveget, hijo de los reyes Bralen y Aiona. Y tú, Señor, debes de ser el hermano de mi abuelo. Creo recordarte de una visita previa. Es un honor verte de nuevo. - Afirmó haciendo una leve inclinación y explicando. - Tu nieto y los otros se pasaron por Nuevo Vegeta y me pidieron ayuda. Por supuesto, con el permiso de mis reales padres, se la ofrecí de inmediato.

-Digno nieto de mi hermano. - Asintió Roy con aprobación. -

 

            A todo eso Mazoui intervino señalando a aquel agujero que menguaba con rapidez.

 

-Debéis daros prisa. Antes de que se cierre o de lo contrario me temo que los acontecimientos cambiarán para ser irreversibles.

-Sí. - Convino Asthel haciendo una señal al resto. - Agarraos de las manos y formemos un círculo mirando hacia el interior.

 

            Los demás se aprestaron a ello con rapidez. Al unirse todos comenzaron a resplandecer con un tono inmaculado. En un instante se elevaron atravesando aquel agujero ante las asombradas miradas de la policía que acordonaba ya el lugar y de muchos curiosos. Incluyendo las cámaras de la televisión.

 

- ¡Ha sido un evento increíble! - Narraba Tania Spencer que estaba allí con su unidad móvil. - Estos valerosos luchadores que tantas veces nos han salvado han vuelto a hacerlo. Según declaraciones de testigos poniendo en fuga a un terrible monstruo del espacio exterior tras un breve, pero muy intenso combate.

 

            Y esas palabras eran escuchadas ahora por millones de personas. Entre ellas la familia de Brian, Rebecca y Cindy que no dejaban de observar asombrados.

 

-Ahora empiezo a comprender el alcance de todo lo que mi hermano me dijo. - Musitó la muchacha. -

- ¿A qué te refieres, hija? - Quiso saber Rebecca. -

-Me contó que tendría algo muy importante que hacer. - Repuso la joven. -

-Con él y con el resto de sus compañeros estamos en buenas manos. - Afirmó su padre pasando un afectuoso brazo tras los hombros de la muchacha y sentenciando. - Debemos confiar en ellos.

-Sí, es verdad. - Admitió Rebecca a su vez, dándole la mano a su ex marido. -

-Solo espero que Brian tengo mucho cuidado. - Musitó Cindy abrazándose a ellos. -

 

            Katherine también estaba viendo aquello, junto con sus padres y su cuñada Satory. La que fuera un día célebre periodista suspiró comentando.

 

-Tania no sabe hasta dónde llega realmente esto. Ni siquiera yo me lo imagino, pero está sucediendo algo muy grave. No sé. Es un presentimiento. No me parece un simple ataque de un enemigo extraterrestre.

-A mí, lo que más me preocupa es que mis hijas, mi esposo y el resto estén bien. - Repuso Satory. -

-Lo estarán. - La animó su suegra. - Ellos saben cuidarse. Alusa y Minara cuentan con la tutela de su padre, que tiene experiencia en muchas batallas.

 

            Incluso en el reino de la Luna Nueva se llegaron a ver esas imágenes. La propia soberana junto con Doran lo observaban perplejos en sus estancias privadas. Usando un gran espejo a modo de pantalla de televisión. Entonces llegó su hija. La princesa Alice corría agitada declarando.

 

- ¡Padre, madre! …Me he enterado cuando venía de entrenar. ¡Deberíamos ir a ayudarles!

 

            Y es que la joven iba luciendo una especie de peto saiyajin con una cota de malla y botas blancas hasta las rodillas, llevaba su largo y sedoso pelo moreno recogido en una coleta y sus ojos azules evidenciaban claramente su ansiedad.

 

-No te preocupes. - Replicó su madre. - Roy y los demás sabrán como vencer a ese monstruo.

-Así es, hija. Y tú no estás lista para enfrentarte con algo así. - Añadió Doran. -

 

            Alice les dedicó una mirada de impotencia. ¡Ella deseaba estar allí! Tenía sangre saiyajin y de seguro que era más fuerte que muchos de esos chicos y chicas que habían acudido a esa batalla. Pero lo que más le preocupaba era que Granate pudiera correr algún riesgo. De modo que les rogó a sus padres.

 

-Dejadme ir a ayudarles. ¡Os lo suplico!

 

            Neherenia la miró no sin sorpresa e incluso pesar, sonrió débilmente comprendiendo la zozobra de su hija, aunque enseguida replicó con serenidad.

 

-Hija mía. Aunque quisiéramos no podríamos intervenir. - Ésta no es nuestra batalla. Y ellos han desaparecido.

 

            Por la pantalla se veía como en efecto, esa especie de agujero negro se había cerrado cuando ese grupo de nueve chicos y chicas pasó a través de él. Alice solo pudo apretar los dientes y tratar de contener un sollozo…

 

-Espero que esté bien. - Pensó. - Granate, cariño, tú y los demás tened cuidado.

 

            Aunque los miembros de la familia real de la Luna Nueva no eran los únicos en ver aquello. Los soberanos terrestres se miraron tras presenciarlo en otra gran pantalla. Fue Endimión quien comentó casi parecía que con tono resignado.

 

-Bueno, todo queda en sus manos.

-Sí, - convino su esposa. - Ahora veremos si son capaces de frenar los desmanes de ese imprudente. Por mi parte también confío en que nuestro amigo hará lo que pueda para corregir todo lo que se salga de lo marcado. Al menos eso me aseguró que intentaría hacer.

- Esperemos por el bien de todos que el plan funcione. - Contestó Endimión. -

- Confío en los Nueve, son un grupo realmente poderoso y se complementan muy bien. Y esta será una muy buena piedra de toque de cara a la misión que les aguarda. - Declaró Serenity. -

 

            Su marido asintió no sin una mirada de preocupación. Entre tanto en el jardín de los Malden, una vez pasada esa amenaza, la policía fue pidiendo a los curiosos que se fueran. Tania iba a tratar de entrevistar a Roy que todavía brillaba como un guerrero dorado a fin de mantener su identidad en el anonimato. Pero antes de llegar a él, Mazoui se adelantó y abordó a la periodista. Con un gesto le pidió que apagase la cámara. Ella se lo indicó con una seña a su compañero y éste así lo hizo.

 

-Verá señorita Spencer, me llamo Mazoui O´ Brian, soy el hermano de Katherine.

- ¿El hermano de Kathy? - Se sorprendió la chica. - ¡Vaya! Es un placer conocerle. Ella siempre me hablaba mucho de usted.

-Gracias, lo mismo digo. Verá debo pedirle un favor. - Afirmó el interpelado. - Tienen que irse, aquí todo ha terminado.

-Eso es un poco apresurado. - Sonrió ella que ya estaba acostumbrada a cosas parecidas. - Aquí hay material para un estupendo reportaje. Y me gustaría entrevistar a alguno de estos valerosos luchadores.

 

            Sin embargo, Mazoui la miró fijamente a los ojos logrando aturdirla para replicar.

 

-No, ya no…y créame. Mi hermana le diría lo mismo. Hay cosas que no deben trascender a la opinión pública. Y ésta es una de ellas.

 

            Sin saber cómo ni porqué, su interlocutora asintió despacio ordenando a su operador de cámara y al resto del equipo que se retirasen. Estos quedaron sorprendidos, pero confiando en su jefa obedecieron. Cuando al fin se marcharon y todo quedó en calma el grupo entró en lo que quedaba de la casa. Roy al fin pudo volver a su estado normal y declaró.

 

-Ahora todo dependerá de ellos.

- ¿Cómo sabremos si han tenido éxito? - Inquirió Sam.-

-Lo malo es que no lo sabremos. - Repuso Mazoui con tono grave para sentenciar. - Para nosotros la vida seguirá y si se produce alguna variación quizás no seamos conscientes de ello.

-Solo podemos confiar. - Remató Bertie. - Tener fe en los muchachos.

 

            Así lo esperaban todos. Por su parte el grupo descendió sobre un terreno arbolado. Estaban en un hermoso paraje. Afortunadamente no parecía estar demasiado frecuentado a esas horas de la tarde.

 

- ¿Dónde estamos? - Inquirió Alusa. -

-No tengo ni idea. - Le confesó Asthel. - Pero supongo que es algún momento en el pasado.

 

            Fue Mimet quién observando a su alrededor, comentó analíticamente.

 

-A juzgar por algunos aparatos como postes de iluminación, bancos y árboles esto es un parque.

 

            El resto la observó no sin perplejidad. Fue aquel alto saiyajin quién dijo no sin sarcástica sorna.

 

- ¿Es siempre tan perceptiva?

-Oye, no te burles. - Le respondió Brian, agregando conciliador. - Ella tiene tendencia a analizar fría y objetivamente los hechos. -

- ¡Y tanto! – Sonrió una divertida Fiora alegando a favor de su compañera. - Desde luego nadie podrá decir que no es cierto lo que ha dicho.

-En efecto, es cien por cien correcto. - Afirmó Mimet que no parecía haberse molestado por las palabras del guerrero del espacio. -

-Quizás lo que nos gustaría saber más concretamente es el país y la época en la que estamos. - Intervino Maray. -

-He visto letreros en japonés. - Declaró Granate que tradujo leyendo uno. - Parque Yuuban. Estamos en Tokio. Japón. -Remachó con obviedad. -

- ¿Sabes japonés? - Se sorprendió Minara. -

-Sí, mi abuela Petz me enseñó. - Repuso el interpelado. -

-También yo domino ese idioma. - Añadió Mimet. -

-Podremos comunicarnos con quién sea. Mi hermano y yo usaremos percepciones telepáticas. - Les comentó Maray. - Si nos concentramos somos capaces de hacerlo. Las justicieras además disponemos de traductor en el uniforme.

-Y yo tengo uno incorporado en mí visor. - Añadió Diaval extrayendo un extraño aparato rematado en un monóculo de color verde que se colocó en su sien tapando el ojo izquierdo.

-Pues me alegro, yo sí que no tengo ni idea de japonés. Menos mal que vosotros habéis resuelto eso. Aunque creo que ahora sería mejor que recobrásemos nuestras identidades normales y buscásemos discretamente por la ciudad. - Terció Brian. -

-No sé si pasaremos muy desapercibidos que digamos. - Hizo notar Alusa al mirar al saiyajin que iba ataviado con su uniforme de combate. -

 

            Sin embargo, éste no pareció darse por aludido. Todos convinieron no obstante en que eso sería lo mejor. Posiblemente si Cell había llegado antes no tardaría en atacar a la población sembrando el pánico. Y al poco tiempo oyeron gritos y vieron a gente huir de aquel lugar.

 

-Vaya, nuestro enemigo no es muy original. - Suspiró Granate. -

-Desde luego que no. Ya está montando su número. ¡Vamos a detenerle!  - Arengó Asthel. -

 

            El grupo se decidió a intervenir, las chicas se transformaron nuevamente en justicieras y se dirigieron con cautela hacia el origen de aquella confusión. Aunque lejos de su vista un desconocido encapuchado que sostenía un gran libro color burdeos sonreía bajo su sayal.

 

-Os vais a llevar una sorpresa…-pensó no sin regocijo…

 

Y es que algunas horas atrás había aparecido en el mismo sitio y a su lado estaba aquel monstruo que simplemente se limitaba a observar los alrededores.

 

-Ahora podré reunir más energía absorbiendo a todos los humanos de por aquí. - Declaró con regocijo. -

-Eso es precisamente lo que esperan que hagas. - Declaró el extraño encapuchado. - Pero no vamos a ser tan patéticamente predecibles.

- ¿Qué tengo que hacer entonces? - Quiso saber el androide. -

-Precisamente lo que menos esperen. - Le respondió con tono avieso. - No vas a comenzar a absorber a todo el que te encuentres. Tendrás que ser más sutil, amigo.

 

            Y tras indicar a aquella criatura que se agachase le susurró algo a sus cavidades auditivas. Cell se rio francamente divertido a la par que pudo exclamar.

 

- ¡Eso sí que es algo con lo que no había contado! Bien, jugaré a eso durante un tiempo.

 

            Sin embargo, su interlocutor desapareció enseguida directo a comenzar con su plan...Reapareció en un curioso espacio rodeado por algunos espejos. En el centro se encontraba un tipo de pelo rojo algo encrespado. Vestía un chaleco, llevaba un colgante en el cuello y unos pantalones que parecían militares. Una media luna negra con las puntas hacia abajo se dibujaba en su frente. Aquel encapuchado apareció ante él y le llamó.

 

-Rubeus. ¿Estáis listos para comenzar con vuestra misión?

 

            Ese tipo se giró observándole con gesto de sorpresa quizás tomándole por otro individuo, aunque asintió para declarar.

 

-En cuanto nos lo indiques, Hombre Sabio. Enviaré a una de las cuatro hermanas. De hecho, ya han cumplido ya algunas misiones en esta época y tras retornar Kermesite de la última y mirar el panorama, se han ido a arreglar. Como de costumbre. – Suspiró de forma cansina y resignada. -

 

            Aquel individuo no prestó mucha atención a esas palabras, le puso al corriente de lo que deberían hacer y una vez hecho esto le ordenó.

 

-Convócalas a todas ellas, ahora mismo.

-Como tú digas. - Replicó un extrañado Rubeus, que elevó la voz para ordenar. - Hermanas Ayakashi, se os requiere en el puente de mando de inmediato.

 

 

            A los pocos segundos y atravesando sendos espejos cuatro jóvenes y bellas mujeres aparecieron. Sus atuendos no eran desde luego corrientes. La más alta, de un color de pelo verde oscuro, que llevaba una especie de corpiño rematado con hombreras de plumas y unos maillots ajustados de un tono similar a su cabello, fue quién tomó la palabra por el resto.

 

-Amo Rubeus, ¿nos mandaste llamar?

-El Hombre Sabio desea encargaros una misión. - Comentó éste cruzándose de brazos. -

-Lo que el amo Hombre Sabio diga, lo haremos encantadas. - Añadió otra joven. -

 

Tenía el cabello castaño recogido en un moño que sujetaba con un gran lazo amarillo. Lucía un peto color dorado y una falda roja.

 

-No lo pongo en duda, Calaverite. - Replicó aquel individuo afirmando. - Vuestra misión será más arriesgada y difícil de lo que pensabais y sé que pese a que tenéis la ayuda de las droidas del príncipe Zafiro, vuestros enemigos en el siglo veinte son poderosos.

-Amo Hombre Sabio. - Intervino una joven algo más baja que las anteriores, de pelo platino en forma de trenza y que iba ataviada con una especie de traje de baño azul de una pieza y botas por encima de la rodilla del mismo tono. - No tenemos ningún miedo a las guerreras. Según nuestras estimaciones tras los primeros combates que hemos librado, nuestros poderes son superiores a los suyos.

- ¿Por eso habéis tenido que retiraros en todos ellos? - Acusó Rubeus con marcada ironía. -

 

            La interpelada no replicó, bajó la mirada de esos ojos azules índigo que tenía, retocándose su trenza. Fue otra muchacha a su lado quién replicó con tono conciliador y dedicando una arrobada mirada a su amo, con sus hermosos ojos color violeta.

 

-Amo Rubeus. En todas las ocasiones el equipo al completo de las guerreras se enfrentó con alguna de nosotras que estaba sola. Ni mi hermana Bertierite, ni yo, pudimos hacer nada contra su superioridad numérica.

 

            Ésta joven llevaba una especie de vestido morado a rayas oscuras con un tutú oscuro. Su peinado tenía un gracioso diseño que recordaba las orejas de una gata a ambos lados de su cabeza y asimismo lucía una larga y oscura cabellera ondulada con destellos púrpuras que le caía por detrás de la espalda.

 

-No quiero más excusas, Kermesite. - Sentenció él. -

-No es eso, amo. - Fue capaz de responder la azorada chica, añadiendo con convicción. - Es más, tenía preparado un plan para infiltrarme en el santuario Hikawa como entrenadora…junto con una droida de combate.

-Cancélalo de momento. - Le ordenó su superior. - Además, esas droidas están demostrando ser unas inútiles. Y lo que es peor, vosotras dais la impresión de que no sois capaces de hacer nada sin ellas. No deberíais necesitarlas para una tarea tan sencilla como la de acabar con una niña y destruir unos cristales punto.

 

            Ninguna de esas jóvenes se atrevió a replicar nada, al parecer avergonzadas de sus fallos. Fue aquel misterioso individuo quién tomó la palabra en tono más conciliador.

 

-Y no las precisarán más. Precisamente para ayudaros he traído una droida muy especial.

- ¿Una droida? - Repitió la joven del pelo verde. -

-Así es Petzite. Os acompañará en una misión de la máxima importancia. Tendréis que encontrar a la chica y matarla. - Les explicó Rubeus. -

- ¿Dónde está? - Quiso saber Bertierite con un tono de cantarina curiosidad. -

-Aparece, Cell. - Ordenó el Sabio aquel. -

 

            Ante las atónitas e incluso atemorizadas miradas de las chicas y de Rubeus, una especie de enorme ser con apariencia mezcla de reptil e insecto se materializó en medio del puente de mando de la nave. Era realmente intimidante y parecía muy poderoso. Poseía una larga cola terminada en un aguijón. Las hermanes le observaron de arriba abajo. Y esa cosa correspondió entornando sus pupilas reptilianas en una torva mirada…

 

- ¡Vaya una droida! - Exclamó una impresionada Kermesite. - ¿Es el último diseño del príncipe Zafiro? Desde luego es imponente.

- ¿Y qué puede hacer? - Quiso saber a su vez una curiosa Bertierite. -

-Puedo hacer cualquier cosa. - Replicó aquella extraña criatura con una voz ronca y teñida de regocijo para sentenciar. - Vuestras enemigas no me supondrán ninguna dificultad…

-Haz lo que quieras con ellas, si eso nos permite llevar a cabo nuestra misión. - Dijo despreocupadamente Calaverite. -

-Bien, ¿quién será la encargada de esta nueva tarea? - Preguntó Rubeus. -

- ¡Yo! - Exclamaron todas a coro. -

-Vosotras ya habéis tenido vuestra oportunidad y habéis fracasado. - Dijo Petzite -recriminándoles aquello a sus hermanas menores. -

-Porque no disponíamos de una droida tan fuerte como ésta. - Se justificó Kermesite alegando. - Y, además, somos las que más conocimiento tenemos del enemigo.

- ¡Eso no os ha servido de nada hasta ahora! - Se burló Calaverite, añadiendo con tono condescendiente. - Deberíais dejar que nosotras, las mayores, nos ocupásemos de esto.

- ¿Igual que te ocupas de todo lo demás? - Replicó ácidamente Bertierite a su vez. -

-Querida, al menos yo me ocupo de algo, en lugar de pasarme la vida sola delante de un tablero de ajedrez. - Contestó la aludida. -

 

            Bertierite la miró con evidente malestar. Su hermana sonrió divertida. Entre tanto Petzite seguía con su argumento.

 

-Como cabeza de la familia Ayakashi y líder del grupo iré en persona…

- ¿Y quién te ha elevado a esa posición? - Inquirió Kermesite no sin sorna. - En lo único en lo que nos lideras es en comer tartas.

- ¿Cómo te atreves a hablarle así a tu hermana mayor?, ¡mocosa! – Replicó ésta con indignación. - Ten un poco de respeto.

-Cuando sepas ganártelo. - Repuso su interlocutora con desdén. -

- ¡No eres más que una maldita cría consentida! No te permito que me hables de ese modo. - Tronó Petzite. -

 

            Kermesite le dio la espalda con gesto despectivo. Su interlocutora iba a decir algo más con visible enojo, pero fue ese tipo al que creían el Sabio quién cortó aquello de raíz.

 

- ¡Ya basta! Todas vosotras. Si tanto deseáis ir a esa misión no veo por qué no podéis ir las cuatro juntas.

-Es cierto. - Convino Rubeus. - Y dado que vais a tener todas las ventajas de vuestro lado, esta vez no admitiré excusas de ningún tipo.

-Sí, amo. - Replicaron sumisamente todas en tanto se inclinaban. -

 

            Y al instante las cuatro muchachas desaparecieron transportándose a la ciudad. Aquel Sabio le indicó entonces a Cell.

 

-Ve con ellas y asegúrate de que pueden derrotar a las guerreras. Pero no intervengas mucho por el momento.

 

            El aludido asintió por toda réplica y desapareció a su vez siendo transportado a la superficie. Entonces aquel encapuchado desapareció a su vez dejando solo a Rubeus en la nave.

 

-Bien. - Se dijo el pelirrojo con satisfacción. - Estoy solo a un paso de lograr mis objetivos…

 

            Las hermanas reaparecieron con ropas civiles de la Tierra. Fue Kermesite quién les indicó.

 

-La chica suele aparecer en las proximidades del Santuario Hikawa. Hay muchas probabilidades de interceptarla allí.

- ¿Dónde está esa droida? - Quiso saber Bertierite mirando en todas direcciones. -

-Ha debido de ocultarse hasta que precisamos de su intervención. - Especuló Calaverite. - Llamaría mucho la atención si no.

-La verdad, a mí me da escalofríos solo con verla. Me parece muy extraña. ¿Estáis seguras de que nos obedecerá? - Preguntó Kermesite. -

- ¿Y por qué no habría de hacerlo? - Preguntó a su vez Calaverite. – Por terrible que parezca, es una droida como todas las demás.

 

            Su hermana no supo que responder a eso. Aunque fue Bertierite la que añadió.

 

-Estoy de acuerdo con Kermesite. No sé. Esa especie de bicho no me gusta.

-En tanto nos sirva para cumplir con la misión no me importa que aspecto tenga. - Terció Petzite. - Y a vosotras tampoco debería importaros. ¿Entendido?

 

            Ninguna respondió a eso limitándose a asentir.

 

-Vamos entonces. - Las arengó su hermana mayor. -

 

            Las demás la siguieron esta vez sin discutir. Rumbo a aquel lugar caminaban mirando a su alrededor cuando se toparon con un grupo de críos de primaria uniformados con babis. Debían tener alrededor de unos cinco o seis años.

 

-Quizás podría ser una de ellas. - Especuló Calaverite dedicando su atención a algunas niñas. -

 

            Una de las pequeñas de pelo castaño corto llevaba una flor en su manita. Se acercó a Kermesite y sonriente se la dio.

 

-Toma.

- ¿Para mí? - Se sorprendió la Ayakashi sosteniéndola suavemente por el tallo. -

 

            La niña no respondió solo sonreía. Kermesite aprovechó para agacharse y acariciar la frente de la chiquilla, con discreción miró si pudiera tener una media luna dorada con las puntas hacia arriba, inscrita. La marca de sus enemigos que identificaba a la chica que buscaban. El resto de sus hermanas observaban aquello entre extrañadas y divertidas y no tardaron en imitarla haciendo carantoñas a cuantas niñas pudieron.

 

- ¡Qué simpáticas! - Sonrió aviesamente Petzite en tanto concluía con su búsqueda. -

 

            Calaverite hacía lo propio pero la que más éxito tenía era Kermesite que sonriente y con tono dulce captó enseguida la atención de muchas crías. Para disimular también acarició a algún niño y al poco varios de ellos la rodeaban dándole besos.

 

- ¡Tienes buena mano con los niños! - Comentó Bertierite divertida lo mismo que las demás. -

 

            Su hermana se encogió de hombros, al poco una mujer joven se dirigió a ellas reuniendo a los pequeños.

 

-Disculpen, es que son muy inquietos. Me entretuve hablando con el sacerdote y se me han escapado. Anda niños, vamos…

- ¿Son de por aquí? - Inquirió amablemente Calaverite. -

-Sí, tenemos una escuela infantil a poca distancia de este santuario. - Replicó la profesora. -

 

            La pequeña que le diera la flor a Kermesite se sonrió diciendo con algo de rubor y jovialidad.

 

-Tienes un peinado muy gracioso, pareces una gatita.

 

            Las otras hermanas se rieron y a su pesar la aludida sonrió. La apurada maestra tomó a la niña de la manita.

 

-Anda Yumiko, vamos…niños, tenemos que volver a la guarde…

 

 

            Los otros pequeños parecían estar deseando regresar allí para seguir con sus juegos, aunque la tal Yumiko casi tuvo que ser arrastrada por su profesora, parecía haberle gustado estar con la menor de las cuatro hermanas

 

- ¡Adiós gatita! - Rio la cría agitando la manita hacia ella. -

 

Ésta le devolvió el saludo, lo mismo que una risueña Bertierite, otros niños hicieron lo propio mientras se alejaban. Al fin, solas otra vez, prosiguieron su paseo.

 

-Pudiera ser cualquiera de ellas. - Elucubró Petzite. -

-No lo creo, no suele ir en compañía de otros niños. Aquí es una extraña, igual que nosotras. - Declaró Kermesite recobrando la seriedad. -

-No conviene dejar nada por investigar. - Afirmó Calaverite. - Al menos hemos podido descartar a esos críos. Me alegro.

-Sí, sería una pena tener que matarlos. - Comentó Petzite. -

-No me refiero a eso. - Rebatió su hermana con tono indiferente para concluir. - Simplemente eso nos reduce el margen de búsqueda.

-Es verdad. - Comentó Bertierite con el mismo tono práctico. - Aunque a mí no me gusta mancharme las manos, si puedo evitarlo. Y menos con unos niños.

 

            Kermesite no dijo nada solo se quedó mirando como los pequeños y su maestra se alejaban…Fue la voz de Petzite quién la apartó de eso cuando le dijo.

 

-Vamos, todavía tenemos que investigar en el Santuario…

 

Y hacia el templo se dirigieron ya todas. Allí precisamente se reunían las guerreras en sus identidades civiles. Makoto declaraba.

 

-Esas misteriosas mujeres de la Luna Negra nos han atacado ya en unas cuantas ocasiones, pero todavía no estamos seguras de cuáles son sus planes.

-Pudieran estar buscando algo. - Conjeturó Minako. -

-Dijeron pertenecer a una familia. No recuerdo bien. - Intervino Ami. -

 

            En ese instante su amiga Rei salió del interior del santuario, llevaba su kimono de miko. Las demás observaron su expresión y se inquietaron. La joven parecía estar asustada.

 

- ¿Qué te pasa? - Quiso saber Ami. -

- ¿Han llegado ya Usagi y Chibiusa? - Inquirió ignorando aquella pregunta. -

-No, creo que iban a venir enseguida para acá. - Replicó Minako insistiendo en la cuestión anterior. - ¿Te encuentras bien? Te has puesto pálida.

 

            La muchacha guardó unos instantes de espeso silencio, era como si no le salieran las palabras. Al fin, con la atención de todas las demás puestas en ella, aseveró.

 

-He visto un aura maligna muy poderosa. ¡Jamás había sentido algo semejante! Hay algo muy extraño y terrible rondando cerca. Lo presiento. Y ellas dos corren un serio peligro…

-Iremos a su encuentro inmediatamente. - Dijo Makoto levantándose con energía y presta para salir. -

 

            Las demás no tardaron en asentir y seguirla. Por su parte las hermanas caminaban directas al santuario. No tenían prisa, contaban con encontrar a esa niña pronto.

 

-No se ve a nadie por aquí. - Comentó Calaverite añadiendo con fastidio. - Y hace mucho calor.

- ¡Oh!, le diremos eso al amo Rubeus. - Se burló su hermana mayor. - Quizás así nos permita regresar con las manos vacías.

 

            Su hermana le dedicó una mirada de irritación, pero no dijo nada. Bertierite en cambio se sonrió afirmando divertida.

 

-Al menos yo puedo crear unos cubitos de hielo.

- ¡Pues algunos no nos vendrían mal! - Afirmó una más jovial Kermesite. -

 

Bertierite iba a replicar cuando vieron a cuatro chicas salir corriendo de allí. Una de ellas vestía con las ropas del santuario.

 

- ¡Vaya! Esas tienen mucha prisa. - Comentó Calaverite agregando no sin sorna. - Quizás hayan comenzado las rebajas.

-Mejor que se marchen de aquí. No necesitamos testigos. - Afirmó Petzite. -

 

            En ese momento dos chicas llegaban, una era más bien una cría de alrededor de seis años y gracioso pelo rosa, recogido con dos moños y la otra una jovencita adolescente rubia con largas coletas sujetas de un modo similar, con sendas bolas sobre la cabeza.

 

-No, Chibiusa. - Decía ésta última con irritación. - El flan no era solamente para ti, mamá Ikuko lo hizo para las dos.

- ¡De eso nada! - Replicaba audazmente la pequeña. - Me lo hizo a mí por mis buenas notas.

 

            Su interlocutora expresó claramente su disgusto con una mueca. Entonces se sorprendió al ver llegar a la carrera a sus amigas.

 

- ¡Chicas! - Las saludó. -

 

            Aunque por la expresión que traían dedujo que algo estaba sucediendo. Pero no podía decir nada delante de la niña. Las demás, con la misma idea, le comentaron con pretendido tono jovial.

 

-Hola Usagi, hola Chibiusa. - Saludó Minako. -

- ¿Qué tal? Vinimos por el anuncio del abuelo. - Comentó la cría. - Iba a hacer una fiesta o algo así.

-No, - sonrió levemente Rei explicándolas a ambas. - Era una jornada de puertas abiertas para los niños y niñas de la zona. Mi abuelo está preocupado por el poco interés que el sintoísmo despierta en la juventud y quiere potenciarlo. Siempre anda tratando de captar discípulos. Yuuichirou y él se han estado ocupando de los visitantes y han salido a la ciudad para anunciar el acontecimiento. Espero que se limiten a eso y no a otra idea que han tenido sobre no sé qué de protección estética…

-Pues conociendo a tu abuelo. - Resopló Usagi. - Seguro que andará más interesado en discípulas que en discípulos. A ser posible que sean jovencitas y monas.

- ¡Oye! ¿Qué insinúas con eso? - Se molestó la sacerdotisa. -

-Insinuar, no insinuó nada. - Replicó Usagi mirándola de reojo para sonreí no sin cierto tinte de regocijo. - Lo afirmo del todo.

 

            Su interlocutora iba a replicar algo poco políticamente correcto o sacar la lengua a su polemista como era habitual, pero en ese instante esa misma sensación de opresión y de peligro se abrió paso en su interior. Se quedó parada con la vista fija en el vacío.

 

-Rei. - Quiso saber Minako. - ¿Te encuentras bien?

-Sí, sí claro. - Fue capaz de decir con un susurro. -

 

            Aunque ahora tenía la atención de todas sus amigas sobre ella. No obstante, se sobrepuso enseguida y comentó con jovialidad para dirigirse a la niña.

 

-Chibiusa, vete adelantando si quieres. En el santuario tengo algunas cosas para comer. Dulces que hemos preparado para los niños…

- ¡Genial, me muero de hambre! - Exclamó la pequeña elevando los brazos hacia el cielo. -

 

            Y sin que pudieran decirle más salió corriendo en esa dirección. Usagi no la siguió dado que, al ver las miradas de sus amigas hacia la miko, estaba claro que tenían que contarle algo que no podía ser escuchado por esa cría.

 

- ¿Qué ocurre? - Quiso saber con un tono más serio y concernido. -

-He sentido un aura de maldad muy fuerte. - Le desveló Rei. -

- ¿Nuestras nuevas enemigas? - Inquirió su interlocutora. -

-No, no me ha parecido que tuviera nada que ver. Esto era indescriptiblemente más poderoso. - Afirmó la sacerdotisa. –

- ¿Más todavía? - Intervino Minako con estupor. -

- Eso es muy inquietante. - Añadió Makoto. -

- ¿Qué propones que hagamos? - Preguntó Usagi. -

-Por ahora estemos alerta. -Le respondió su amiga. -

           

            Todas convinieron en eso y retornaron hacia el santuario. Aunque un grito de horror las hizo reaccionar. Algunas de las pocas personas que quedaban por allí huían despavoridas

 

- ¿Qué ocurre? - Quiso saber Makoto. -

-Un. ¡Un monstruo! - Chilló un hombre que no se detuvo en su atropellada carrera. -

 

            Las jóvenes se miraron estupefactas. Enseguida corrieron hacia unos matorrales cercanos donde invocaron sus poderes. Ya como sailors se dirigieron hacia aquel lugar.

 

- ¡Chibiusa! - Exclamó entonces la asustada Guerrera Luna. - Estaba allí.

- ¡Vamos a buscarla, rápido! - Urgió La guerrera Venus. -

 

            Sin embargo, unas voces femeninas las detuvieron, sonaban entre divertidas y algo burlonas.

 

-No tan deprisa, guerreras de la luna blanca. - Dijo Kermesite. -

 

            Ante las sorprendidas sailors las cuatro hermanas aparecieron ahora flotando en el aire y con sus uniformes de batalla.

 

- ¡Vosotras! - Replicó Rei mirando a su enemiga con inquina. - Esto es cosa vuestra.

-Sí y no. - Se sonrió Calaverite. -

-Nosotras somos muy bellas, nunca haríamos huir a la gente de esa manera. - Terció con regocijo una sarcástica Bertierite cruzada de brazos. -

-Pero nuestra droida, sí. - Sonrió Petzite rematando la frase con una ocurrencia. - La hermosura no es su fuerte.

 

            Fue concluir esa declaración y ante los horrorizados ojos de las guerreras apareció un enorme monstruo verdoso con rasgos mezcla de reptil e insecto. Sus reptilianas y ambarinas pupilas las observaban con maldad…

 

- ¿Qué demonios es eso? - Quiso saber Makoto. -

-Espera a ver. - Intervino Ami conectando su visor y sacando su portátil. - Es una especie de androide, tiene una fuente de poder muy elevada.

-Así es, guerreras de la luna. - Habló esa criatura dejándolas atónitas. -

-Ocúpate de ellas, nosotras buscaremos a la chica. - Indicó Petzite. -

-Será un placer. - Replicó ese ser aumentando su energía. -

 

            Un vendaval furioso surgió de él haciendo que las sailors apenas sí pudieran mantenerse en pie. Las hermanas por su parte se dispersaron a la búsqueda de su objetivo. Por suerte para ella Chibiusa vio a aquel ser cuando había ido corriendo hacia el santuario. Aterrorizada, se ocultó entre las ramas de unos arbustos.

 

- ¡Madre mía! - Balbuceaba llena de temor. - ¿Qué será esa cosa?

 

            Ahora además una fuerte corriente de aire agitaba esas ramas golpeándola con ellas. La niña no pudo aguantarlo más y salió de su escondite, justo para encontrarse con unas chicas extrañamente vestidas.

 

- ¿Quién eres tú? - Quiso saber una de ellas con curiosidad. -

 

 

            La pequeña miró a esas mujeres. Iban ataviadas de modo similar a las guerreras, pero no eran ellas. Definitivamente podrían tratarse de aquellas enemigas que la perseguían desde que llegó del futuro. Quiso salir corriendo, pero para su horror, dos enormes chicos le bloqueaban el paso. Aunque uno de ellos, de largo pelo castaño, ojos violetas y agradable sonrisa la calmó.

 

-No temas Chibiusa. No somos enemigos tuyos. Es más, estamos aquí para ayudarte. A ti y a las sailors.

- ¿Quiénes sois?, ¿qué queréis? - Inquirió ella a su vez todavía con manifiesta desconfianza. - ¿Cómo sabéis mi nombre?

-Podría decirse que venimos del futuro, igual que tú. - Repuso otro muchacho, moreno y de ojos verdes. -

- Seguro que sois de la Luna Negra. - Repuso la desconfiada niña. -

-No, no lo somos. - Contestó amablemente una chica muy alta vestida con un uniforme de tonos verde claro. - Venimos para cuidar de ti y de las demás personas de por aquí.

-Quédate con nosotros. - Le propuso otra joven, que iba uniformada con un traje que le recordó al de la guerrera Mercurio. - Te protegeremos.

 

            En ese momento, otra vez aquel viento terrible amenazó con derribarles. Pese a ello esos muchachos se mantuvieron en pie sin dificultad. Uno de ellos, enorme y con cabellera y ojos castaños, declaró echando mano a una espada que llevaba a su espalda.

 

-Debe ser ese estúpido de Cell. Dejad que me ocupe de él.

-Ten cuidado, Diaval. No queremos que esto se convierta en un campo de batalla. - Le dijo el chico de la larga cabellera castaña y ojos violeta. -

-Descuida Asthel. - Se sonrió éste afirmando con tranquilidad. - Ese payaso no me durará ni diez segundos.

-Voy contigo. - Se ofreció otro joven, también de pelo castaño y ojos azules, algo más bajo que él, pero aun asimismo de aspecto imponente. - Tengo cuentas que ajustar con él.

 

            La niña estaba atónita, aun así, reunió coraje para preguntar.

 

- ¿Sois amigos de las guerreras?

-Podría decirse que sí. - Le respondió otra de esas chicas, de largo y rizado cabello moreno, que lucía un traje similar al de sailor Marte. -

 

            Aunque para sorpresa de ella y las demás, unas voces se escucharon desde el aire.

 

-Pues siendo así, entonces sois enemigas nuestras. - Afirmó una de ellas que pertenecía a Petzite. -

-Sí, no tenemos ni la menor idea de quienes sois, pero no queremos más sorpresas indeseadas. - Añadió Calaverite. -

 

            Minara observó a aquella mujer y sin poder evitarlo exclamó.

 

- ¡Abuela!

-Calla. - Le susurró su hermana. - Ellas no tienen ni idea de lo que estás diciendo…

 

            Sin embargo, aquello no pasó desapercibido para sus adversarias, incluso Kermesite se rio burlándose de su hermana.

 

- ¡Ja, ja! ¿Has visto lo que te ha llamado?... ¡Te lo advertí! Usas una base de maquillaje demasiado fuerte. Tu cutis ya no es lo que era. De lo agrietado que está aparentas al menos cien años…

-Es verdad. Ya no te lo decimos únicamente nosotras. A cualquiera le pareces una vieja, ¡ji, ji, ji! - Rio también Bertierite con patente regocijo. -

 

            Temblando de enfado Calaverite hizo restañar un látigo que portaba, afirmando.

 

- ¡Malditas entrometidas! ¿Cómo os atrevéis a burlaros de mí?

 

            Aunque fue Alusa ahora quién le cuchicheó a su hermana haciéndola sonreír.

 

-Pues desde luego se enfada igual que cuando nos reñía de pequeñas por ser traviesas y romper algún jarrón…

-Eso era a ti, a mí me caían muchas broncas por tu culpa, porque somos gemelas y a veces no nos distinguía. - Le recordó Minara. -

-Bueno, sí, algo parecido. - Se sonrió pícaramente su interlocutora. –

 

            Aunque su hermana, enseguida cambió ese tono más informal por otro concernido al comentar.

 

-No podemos luchar contra ella. ¿Y si la herimos?

 

            Aunque su, en otra época abuela, no les dejó mucha opción atacándolas con una descarga de su látigo. Ambas chicas fueron rápidas de reflejos y la esquivaron separándose.

 

- ¡Vaya! Son muy veloces- Comentó Petzite uniéndose a su hermana. - Yo me ocupo de una de ellas.

 

            Curiosamente Calaverite se dirigió hacia la Dama del Trueno, en tanto su hermana mayor iba contra la del Rayo. Bertierite y Kermesite a su vez optaron por atacar a las otras dos. Las que parecían sus contrapartidas. De modo que Mimet tuvo enfrentarse a la abuela de su novio y Fiora a la propia madre de su padre. Únicamente Maray permaneció libre de rivales para ocuparse de proteger a Chibiusa. Por su parte Granate y Asthel observaban.

 

- ¿Creéis que deberíamos intervenir para ayudar a nuestras compañeras? -. Quiso saber el chico moreno. -

-No, deja que se enfrenten a ellas. Será una experiencia inolvidable. - Afirmó el joven, que alegó. - Además, nosotros tendremos otras cosas de las que ocuparnos.

 

            Y señaló hacia donde Brian y Diaval habían ido. A pocos metros estaba Cell que había derribado a las sailor con su onda de poder. Aunque aquella criatura sorprendentemente no las atacó. Se giró entonces para encarar a los recién llegados.

 

- ¡Vaya, vaya! El saiyajin con un amigo. - Comentó divertida la criatura. -

 

            Sus adversarios no respondieron, pero si lo hizo Sailor Moon quién junto a sus compañeras ya se había incorporado y declaró.

 

- ¡Alto ahí! No sé qué eres o qué quieres, pero no te permitiremos alterar la paz de un lugar como este santuario. Es un sitio sagrado de meditación y rezo, y en nombre de Luna…

 

            Aunque para su sorpresa y la de sus compañeras aquella criatura parecía ignorarlas por completo centrada como estaba en los recién llegados. De hecho, Cell esbozó un gesto de regocijo similar a una mueca burlona y comentó.

 

- ¡Ja, ja!… Sabéis perfectamente lo que pasará si libero más energía…

-No tienes poder ni para hacernos cosquillas. - Replicó un desafiante Diaval. -

 

            Aunque Brian enseguida puso una mano sobre el brazo derecho del saiyajin, moviendo la cabeza.

 

-A nosotros no podrá dañarnos, pero a ellas y al resto de personas inocentes de las proximidades, sí.

- ¡Ja, ja, ja! - Rio aquella criatura. - No eres tan ingenuo como pareces, jovencito.

 

 

            Aunque fue ahora la guerrera Júpiter quién se encaró con Cell brazos en jarras y espetando enojada.

 

- ¡Oye tú! Nadie nos ignora de esa manera.

 

            Aunque sin que le diera tiempo ni a reaccionar Cell lanzó una onda de energía que arrojó a la guerrera a varios metros. Por suerte un rapidísimo Brian la interceptó antes de que se estrellase contra un muro. La joven Senshi no tardó en ruborizarse…

 

-Gracias. - Pudo decir. -

-Es un placer para mí. - Sonrió amablemente el chico. -

 

            Sin embargo, sus otras compañeras respondieron lanzando contra ese ser con una combinación de sus mejores ataques. Estos se estrellaron contra él sin producir el menor efecto. Fue finalmente Sailor Moon quién usó su cetro para rematar la andanada con el mismo resultado.

 

- ¡Habéis visto! - Exclamó Venus. - Ninguno de nuestros ataques le ha hecho nada.

- ¡Su fuerza es tremenda! - Declaró Mercurio consultando su visor. -

-Maldita sea, ¿Qué podemos hacer? - Se preguntó en voz alta Rei. -

-Desde luego que no es una droida normal. - Apunto la Guerrera Luna. -

 

            Las chicas retrocedieron tratando de reorganizarse. Brian dejó en el suelo a La guerrera del trueno que de inmediato se reunió con sus compañeras. Lanzado su ataque.

 

-¡Supreme thunder!

 

Esa descarga impactó en ese monstruo siendo tan ineficaz como el resto. Entonces Cell pareció hablar con alguien, aunque sus enemigos no vieran a nadie.

 

- ¿Cuándo podré divertirme un poco?... ¿No me permites ni tan siquiera absorber a alguno? Necesito más poder para enfrentarme a esos saiyajin. Muy bien. Como tú digas. - Remachó entre molesto y resignado. -

 

            Y antes de que sus rivales pudieran hacer nada Cell desapareció. Las sailor miraban ahora atónitas al lugar vacío que ese androide había estado ocupando instantes antes.

 

- ¿A dónde ha ido? - Inquirió la Guerrera Luna. -

-Ha desaparecido de mis lecturas. - Repuso Mercurio. -

-Es extraño, no puedo percibir su aura. - Comentó Diaval. - Es como si ese bicho se hubiese teletransportado.

 

            Ahora las miradas de las muchachas se centraron en esos dos tipos. Parecían muy fuertes sin duda. Y fue Marte quien les lanzó la inevitable pregunta.

 

-Y vosotros, ¿Quiénes sois?...

 

            Mientras, la batalla entre las cuatro hermanas y sus oponentes misteriosas era violenta. Bertierite bombardeaba con su dark water a su adversaria, pero ésta parecía saber de antemano por dónde iba a venir ese ataque.

 

-No me derrotarás con eso. - Le advirtió la Dama del Hielo a su rival. - Conozco tus movimientos.

-Pero… ¿Cómo es posible? - Se preguntó Bertierite en voz alta. - ¿Quién eres tú? Otras de las guerreras.

-No. - Contestó secamente su adversaria que ahora ejecutó una rápida voltereta para apartarse de otra corriente de energía acuosa de su rival. – Soy una justiciera.

 

 

Sin embargo, no respondía al ataque. Lo mismo le sucedía a Kermesite que trataba de acertar a su rival con el dark fire. Aunque esa joven era rápida y eludía aquello una y otra vez.

 

-Basta, no queremos luchar contra vosotras. - Le pidió esa especie de guerrera. -

-Si protegéis a la chica sois nuestras enemigas. - Insistió su antagonista invocando su poder una vez más. -

 

            Aquella joven se apartó, pero algo se le cayó de entre los pliegues de su falda. No pareció darse cuenta, aunque su enemiga sí. Tras lanzar otro de sus ataques Kermesite aterrizó apoderándose de ese artefacto rectangular con una pantalla táctil. Sin más ceremonias se lo guardó en un bolsillo interior de su vestido y volvió a elevarse en el aire. Su contrincante justo se había repuesto de ataque anterior y no se dio cuenta de eso.

 

-Luego veré que es lo que esconde en ese aparato. - Se dijo Kermesite centrando nuevamente la atención en esa extraña luchadora. -

 

Calaverite no lo tenía mejor, su látigo no encontraba a nadie a quién golpear. Esa muchacha de uniforme entre naranja y dorado era muy diestra en evitar sus ataques. Parecía saber cómo esquivar un arma de ese tipo.

 

-No tienes por qué hacer esto. - Le dijo a la Ayakashi. -

-Nadie me obliga, lo estoy disfrutando. - Repuso una sonriente Calaverite. -

 

Y en cuanto a Petzite se desesperaba enviando su rayo oscuro contra esa extraña guerrera que lo esquivaba con presteza…

 

- ¡Maldita seas, déjate alcanzar de una vez! - Escupió con rabia. -

-De eso nada. - Se sonrió su rival, esa joven con uniforme similar al de las sailors, de tonos verdes oscuros. - No podrás tocarme…

 

            Su oponente estaba molesta, aunque se controló. Si sus enemigas pretendías sacarlas de sus casillas eso sería precisamente lo que no iban a lograr. Había que replantear la estrategia. Y era raro ver que esas extrañas guerreras no las atacaban. Quizás estuvieran aguardando el momento adecuado…posiblemente eso fuera una trampa…Con esos pensamientos en mente Petzite juzgó más adecuado cambiar de estrategia.

 

- ¡Reagrupaos! - Ordenó a las demás. -

 

            Todas obedecieron reapareciendo junto a ella al instante. Fue Calaverite quien dijo sorprendida.

 

-No lo comprendo. Por qué no contratacan…

-Quizás no tengan poderes para el ataque. - Especuló Bertierite. -

-Yo creo que sí, pero por algún motivo no los están utilizando contra nosotras. - Comentó Kermesite observando a su oponente de modo suspicaz. -

-Lo cierto es que tampoco nosotras estamos luchando en serio. - Les dijo Petzite dejándolas sorprendidas. -

-Es verdad. - Confesó Calaverite con la misma perplejidad. - No sé por qué, pero es como si no quisiera hacerles daño. Algo me frena y no sé qué es.

-Me sucede lo mismo. No puedo explicar por qué. Quizás ellas se han dado cuenta de eso. - Opinó una confusa Bertierite. -

 

            Desde el suelo entonces les llegó la voz de una de esas guerreras, la que velaba por aquella niña que debían matar. Les dijo con tono amable y lleno de comprensión.

 

-Sabemos cómo os sentís y que en realidad no sois malvadas. Por eso vuestros ataques no son tan fuertes como podrían serlo.

- ¿Qué dices? - Replicó Petzite con una mirada hostil ahora.- Tememos una misión que cumplir, esa niña es una amenaza, ¡tiene que morir!

 

 

            Chibiusa se abrazó a su valedora con visible temor. Maray sonrió acariciando aquel pelo rosado y miró a su interlocutora en tanto negaba con la cabeza declarando…

 

-Esa no es la respuesta. Y en el fondo vosotras lo sabéis.

 

            Aunque ahora las hermanas se miraron entre si y al unísono descargaron sus ataques contra esa joven y la niña para horror del resto que no esperaba aquella reacción…

 

-Tenías razón hermana. - Se sonrió Calaverite. - Las hemos tomado con la guardia baja.

-Sí, eran unas ilusas si pensaban que las otras podrían distraernos del objetivo principal. - Añadió Bertierite. -

-Nosotras no cuestionamos las órdenes de nuestro príncipe Diamante, ni las del amo Rubeus. - Remató Kermesite. -

 

            Sin embargo, cuando el estruendo y la nube de arena levantadas por esos ataques se disiparon las hermanas vieron que no había nadie salvo un gran agujero en ese punto. En ese instante la Guerrera Luna y el resto llegaron listas para atacar.

 

- ¡Jamás os perdonaremos esto! - Exclamó Usagi asintiendo a sus compañeras para ordenar. - ¡Ahora!

 

            Las demás sailors lanzaron sus respectivos ataques, las hermanas apenas si pudieron anularlos con los suyos propios. Comenzó una dura batalla entre ambos grupos.

 

-Esto no me lo esperaba. - Pudo decir Asthel. - Creía que mi hermana las habría convencido.

-Por alguna extraña razón los acontecimientos se están sucediendo de manera muy extraña. - Comentó Granate. - Nada de esto es como debiera ser.

- ¿Las dejamos pelear? - Quiso saber Brian, observando no sin preocupación como su abuela y la guerrera Mercurio intercambiaban letales andanadas de hielo. - Podrían llegar a matarse.

-A mí me preocupa más ese fantoche de Cell. - Terció Diaval. - Los poderes de estas mujeres no son nada extraordinario. Más bien son insignificantes.

-Al menos no en su nivel actual. Pero créeme, la reina Serenity es muy poderosa. - Le comentó Asthel dedicando una mirada de reojo a Sailor Moon. -

 

            Las hermanas por su parte empezaban a cansarse. Tras esa batalla librada contra aquellas otras chicas se sumaba esta contra las guerreras. Además, esos otros chicos que las observaban impertérritos parecían sus aliados y bien pudieran intervenir de un momento a otro. Fue Petzite quien con voz de mando ordenó al resto.

 

-Retirémonos…

 

            Todas desaparecieron transportándose a la nave.  Allí quedaron el grupo de las guerreras y esos muchachos.

 

- ¿Y ahora qué? - Suspiró Brian. -

-La prioridad es localizar y destruir a Cell. - Le dijo Granate. - Ese es el auténtico peligro.

- ¡Un momento! - Intervino la Guerrera Luna que ahora centraba su atención en esos jóvenes, lo mismo que hacían sus compañeras que escuchaban muy interesadas cuando su líder agregó. - ¿Quiénes sois vosotros?

-No pretendemos haceros ningún daño. - Repuso amablemente Asthel. -

-Eso ya lo hemos visto. - Afirmó Rei. - Al menos estabais tratando de proteger a la gente. Pero no habéis contestado a la pregunta.

-Lo haremos, pero es algo que nos llevará bastante tiempo. - Declaró Maray. -

-Por ahora lo tenemos. - Intervino Ami. -

 

            El grupo se dirigió al interior del santuario. La pequeña Chibiusa se entretenía con un par de esas jovencitas guerreras, las damas del Trueno y del Rayo, que le mostraron algunos trucos de magia. Entre tanto los otros les contaron un breve resumen a las atónitas sailors de lo sucedido, o mejor dicho de lo que sucedería.

 

- ¿Estáis diciendo que vosotros provenís también del futuro? - Se asombró Sailor Venus. -

-Sí, de un tiempo no tan lejano como los miembros de la Luna Negra. - Repuso Granate. -

- ¿Y decís que las cuatro hermanas son vuestras abuelas? No comprendo nada. - Comentó Sailor Júpiter-

-No tiene sentido. - Añadió Ami, al alegar. - Si decís venir de un futuro menos remoto que ellas, no pueden ser antepasados vuestros.

-Ellas lucharon contra vosotras, como ahora. Pero al fin se dieron cuenta de que estaban siendo utilizadas por el mal y cambiaron. - Les desveló Maray. - Y fuiste las guerreras quienes les disteis otra oportunidad.

-Permanecieron en el siglo veinte y allí conocieron a nuestros abuelos y se casaron con ellos. - Agregó Granate. -

-Por eso no hemos peleado en serio contra ellas. No queremos hacerles daño. - Declaró Mimet. -

-Pero ese Cell es otra cosa. - Terció Diaval. - Es un ser ajeno a esta realidad y muy peligroso. Algunos antepasados míos ya se las tuvieron que ver con él. Pero los saiyajin fuimos más fuertes.

- ¿Los saiyajin? - Se sorprendió Rei. - ¿Quiénes son?

-La raza de los guerreros del espacio. O también llamados saiyan. - Les contó Asthel. - Diaval, Brian, mi hermana Maray y yo mismo llevamos su sangre. También son de otra dimensión. Es otra larga historia.

-Sí, y hablando de parentesco, me gustaría ver a mi abuela. - Terció el altísimo saiyan. -

- ¿Tu abuela? ¿Quién es? ¿Otra de las hermanas? - Inquirió Júpiter. -

-No- negó el aludido, dejándolas perplejas al afirmar. - Es una de vosotras.

 

            Todas las sailors se miraron unas a otras con estupefacción, sin poder creer aquello.

 

- ¿De las que estamos aquí? - exclamó Venus. -

-No- repuso Diaval. - Ella era una guerrera del sistema solar exterior.

- ¿Sistema solar exterior? No sé de qué estás hablando. - Respondió una desconcertada Guerrera Luna. -

-Todavía no es el momento para vosotras de haberlas conocido en esta época. - Terció Granate quien entonces les contó. - Pero hay más guerreras.

- ¿Y por qué no vienen a ayudarnos? - Quiso saber Rei que enseguida se sonrió para responderse ella misma. - No, no nos lo digáis, es otra larga historia.

 

            Aunque los chicos se la resumieron. La atónita Guerrera Luna no podía dejar de repetir.

 

- ¿Guerrera Plutón? ¿La guardiana del tiempo?

-Sí, yo la conozco como la reina Meioh. Se casó con mi abuelo el rey Lornd. – Afirmó Diaval añadiendo con patente interés. - Para mí sería un honor conocerla en su papel de guerrera y guardiana de la puerta del Tiempo- espacio.

-Así es, además, fue por esa puerta por donde vino Chibiusa. - Les indicó Maray a las asombradas sailors. -

-Tenemos que hablar con la niña. - Dijo entonces Marte. -

-Sí, y confirmar todo lo que habéis dicho. - Añadió Mercurio. -

 

            Se dispusieron a hacerlo. Estaban realmente intrigadas por saber si todo eso era verdad. Aunque tendrían que ocultarse de esos individuos. Fue Asthel quién, sonriendo, se dirigió a ellas para decirles.

 

-No hace falta que os vayáis, para proteger vuestras identidades, las conocemos.

-Sí, bueno...- Pudo replicar una nerviosa Usagi. – No sabemos de qué hablas. Somos guerreras y ya está, ¿Verdad, chicas?

 

            Las otras asintieron no demasiado convencidas, aunque entonces Asthel, dirigiéndole la palabra a Sailor Moon la llamó.

 

-Tsukino, Usagi

 

            Y Brian, tomó la palabra para decirle a la perpleja Sailor Mercurio.

 

-Mizuno, Ami.

 

            Granate tomó el relevo y se dirigió a Sailor Júpiter, llamándola por su nombre, igualmente al estilo oriental, con el apellido delante.

 

-Kino Makoto…

 

            Y finalmente Fiora le dijo a la guerrera de Marte.

 

-Hino Rei.

-Como habéis podido comprobar, sabemos de sobra quienes sois vosotras. - Remachó afablemente Maray. -

 

 Aquellas muchachas entonces volvieron a mirarse, entre atónitas y resignadas y retornaron a sus identidades civiles. Las guerreras dudaban al estar allí Chibiusa, pero fueron convencidas por Asthel y el resto. Iban a charlar con la pequeña cuando Fiora se palpó en los bolsillos del pantalón corto que ahora llevaba y exclamó preocupada.

 

- ¡Mi teléfono móvil! Lo he perdido.

- ¿Teléfono móvil? - Se sorprendió Usagi. -

-Sí, ¿qué haces con ese tipo de aparato tan antiguo? - Se sorprendió Alusa. -

-Es que era de mi abuela Cooan, me lo regaló hace años, en él tengo muchas fotos y videos de la familia. - Suspiró la apesadumbrada chica. - Lo estaba viendo cuando Asthel y los demás me vinieron a recoger.

-Luego lo buscamos, se te habrá caído por aquí durante la lucha. - Quiso despreocuparla Minara. -

- ¿Y si alguien se lo encuentra? - Repuso en cambio la joven con visible inquietud. –

-Supongo que tendrás bloqueo de pantalla. - Intervino Alusa. -

 

            Su compañera suspiró moviendo la cabeza ante la perplejidad del resto comentó.

 

-Es que es una lata tener que desbloquearlo cada vez que iba a mirar una fotografía o un vídeo. Y como no lo usaba nada más que para eso…nunca pensé que una situación como esta pudiera llegar a darse,

 

            Ahora fueron sus compañeros los que se miraron y Maray le dijo a su interlocutora.

 

-Ve a buscarlo, nosotras iremos enseguida a ayudarte.

 

            La muchacha salió enseguida tratando de recorrer los lugares en donde se le pudo haber perdido.

 

-Parece que ese teléfono o lo que sea, significa mucho para ella. - Declaró Rei. -

-Sí, ella es la nieta de Cooan, bueno, de la que aquí conocéis ahora como Kermesite, y de otros antiguos conocidos vuestros. - Les desveló Asthel a las atónitas sailors. - Annie y Ail Ginga también son sus abuelos.

- ¿Los hermanos Natsumi y Seijuurou? – Exclamó Ami que enseguida corrigió. - Bueno, es cierto, Ail y Ann. Pero ellos se marcharon de este planeta.

-Ahora es cuando viene aquello de que es una larga historia. - Remachó Makoto. -

 

Sus interlocutores asintieron. Por otra parte, las cuatro hermanas habían reaparecido en la nave, aunque lo hicieron sin ese monstruo. Rubeus las vio llegar esperanzado y enseguida preguntó.

 

- ¿Habéis cumplido ya con la misión?

-Lamentablemente no, amo. - Tuvo que admitir una cariacontecida Petzite. -

- ¿Y a qué se debe eso? - Inquirió él con irritación. - ¿Cuál es vuestra patética excusa esta vez?

-Unos nuevos enemigos nos lo impidieron. No eran las guerreras. – Le contó una azorada Bertierite. - Eran otras luchadoras parecidas y la droida se enfrentó con otros muchachos.

-No lo comprendo. Con el poder que tenía esa droida. –Masculló Rubeus. -

-Amo, es cierto. - Terció Calaverite. - No sabemos de donde salieron, pero esa droida tampoco les atacó con demasiado poder. Personalmente hubiera preferido llevar alguna de las mías.

- ¿Estás segura de lo que te dijo el amo Hombre Sabio? - Inquirió Petzite. -

-Por supuesto. - Repuso su jefe cruzándose de brazos para sentenciar. - Él nunca se equivoca.  Tenéis que cumplir la misión a toda costa.

-Sí, amo. - Contestaron sumisamente todas. -

 

            Las chicas se separaron una vez que su superior dio por concluida esa reunión. Kermesite entró en sus aposentos y allí sacó aquel aparato.

 

-Veamos qué es esto. Parece un primitivo medio de comunicación del siglo veinte. - Se dijo. -

 

            No tenía mucha idea de cómo funcionaba aquello, pero creyó acordarse de que su abuela Kim tenía un aparato similar. Recuerdo de su propia abuela, le comentó la madre de su madre, siendo niña.

 

-Me parece que se usaba así. - Se dijo, moviendo el dedo en esa pantalla. -

 

Al hacerlo efectivamente tuvo acceso a un menú. En una gran carpeta rezaba una inscripción

 

-Fotos familiares. - Leyó la joven. - ¡Vaya!, echémosles un vistazo.

 

            Dominada por la curiosidad accedió, había muchas subcarpetas ordenadas por años y nombres de personas. En una podía leerse.

 

-Navidades en Nature.

 

            Al entrar y ver a las fotos la perpleja Kermesite vio a una mujer anciana de cabellos grises que lucía un peinado similar al suyo propio. Luego se percató de la presencia a su lado de una graciosa niñita de largo pelo moreno y orejitas puntiagudas. Viendo más fotos, un hombre de pelo moreno y entrecano y una mujer de cabello castaño posaban juntos con esa anciana y la pequeña. Otros dos más, un hombre y una mujer de edad madura se unían a ellos en otra instantánea.

 

-Deben de ser la familia de mi enemiga. - Dedujo. -

 

            Aunque al adentrarse en otras carpetas fue mudando su expresión por otra de estupor. Iba hacia atrás en el tiempo, Llegó finalmente a una carpeta que ponía.

 

-Luna de Miel en Hawái. Los abuelos Rodney.

 

            Y al entrar abrió la boca entre asombrada e incrédula. Pudo contemplarse a ella misma posando junto a un apuesto chico moreno que pasaba un brazo por su talle atrayéndola hacia sí con evidente cariño. La propia Kermesite lucía muy sonriente y parecía estar feliz…

 

-Pero ¿Qué significa esto? ¿Quién es esa mujer?... ¡no puedo ser yo!

 

            Ansiosa y atónita buscó en otras carpetas, algo más posteriores en fecha.

 

-Ésta es de Navidad…con mi hermana Bertie, Roy y los chicos. - Leyó sin comprender. -

 

            Lo que la dejó del todo sin palabras fue ver a su hermana Bertierite junto a un tipo realmente atractivo y muy alto, de pelo castaño y dos críos a su lado, un niño y una niña algo más pequeña. Ella misma, o la que tanto se le parecía, posaba agachada con tres críos morenos, dos niños y una cría de expresión sonriente. Al fin, otra chiquilla más salía junto a las otras dos niñas al lado de un muñeco de nieve. Tenía un ensortijado y largo pelo. Sus orejitas también parecían picudas. Entonces vio un archivo de video y sin perder ni un instante lo reprodujo. Se veía a una de las pequeñas llevando una bandeja con galletas “y se dirigía a ella”

 

-Mami, ya están las galletas…-Gritaba con una vocecita chillona. -

-Déjalas sobre la mesa cariño y lavaos las manos. - Respondía esa especie de doble suyo. -

-Vale. ¿Les digo a Nehie y a la prima Kerria que vengan? Han salido a poner un gorro al muñeco…

-Claro. - Afirmó esa otra Kermesite con gesto y tono jovial. - Anda, tu padre no tardará en volver.

 

            Pero el video se terminaba ahí. Con expresión desencajada y manos temblorosas dejó ese aparato en una mesita de cristal de sus aposentos…mientras trataba de encontrar una explicación a aquello.

 

-Quizás… ¡sí, claro!  Esa mujer podría ser una antepasada remota nuestra. Y la que se parece a mi hermana Bertierite también. A fin de cuentas, nuestra familia vino de la Tierra. Eso debe ser. Tengo que hablar con esa chica. - Se dijo con patente interés. -

 

            Salió al puente de mando de la nave y observó. Podía divisar todo el santuario Hikawa. Entonces la vio. Esa muchacha estaba recorriendo el patio. Parecía estar buscando algo. Kermesite enseguida supo de lo que se trataba. Sin pérdida de tiempo fue a por ese aparato y salió directa al encuentro de su rival. Fiora continuaba mirando hasta debajo de alguna piedra con la ya cada vez más vana esperanza de encontrar su teléfono. Entonces una voz de mujer entre inquisitiva y alterada le preguntó.

 

- ¿Buscas esto?

 

            Al mirar en la dirección de la que provenía tuvo que levantar la vista. En el aire flotaba su propia abuela, al menos su versión joven ataviada con aquel extraño vestido morado que parecía de balé. Sin responder vio como ésta se posaba a unos pocos metros y le preguntaba con una mezcla de desconcierto y desconfianza.

 

-Dime. ¿Quién eres tú? ¿Qué clase de truco has empleado para tomar estas fotos?

 

            Fiora la miró y no pudo evitar sonreír ligeramente al afirmar.

 

-No hay ningún truco, es el móvil con las fotos que mi abuela Cooan tenía desde que era joven. Me lo dio pidiéndome que se lo guardase. Siempre que iba a mi planeta le gustaba verlas conmigo y contarme cosas.

- ¿Qué cosas? ¡Habla! – La urgió una alterada Kermesite dominada por la curiosidad. - No te preocupes. - Dijo con más calma al tomar ese silencio por recelo. - No voy a matarte. Digamos que esto es una tregua.

-Yo nunca te haría daño, abuela. - Replicó afectuosamente su interlocutora, dejándola helada. -

-Ya está bien de decir tonterías. - Espetó Kermesite cuando se recobró de la impresión. -

-Si buscas en el teléfono, verás un video, tiene una de las fechas más recientes. – Le indicó la joven. - Allí salimos tú y yo…te demostrará que no te engaño.

 

            Su asombrada interlocutora miró al aparato con incredulidad, pero obedeció. Enseguida encontró un archivo que parecía bastante grande y era efectivamente de video. Lo puso para poder ver…

 

-Abuela. - Hablaba esa misma joven que tenía ahora delante de sí. - Dime, ¿crees que podré ser una buena justiciera? No sé si estaré a tu altura o a la de la tía Idina.

- ¡Idina! - exclamó Kermesite deteniendo la reproducción del video. Estaba visiblemente impactada más cuando musito. - Ese era el nombre de mi madre…le prometí que…

-Que se lo pondrías a tu hija si tenías una alguna vez. - Completó una emocionada Fiora que añadió. - ¡Y la tuviste! Mi tía Idina, la hermana pequeña de mi padre.

 Kermesite temblaba ahora, ¿Se estaría refiriendo a aquella niña que vio en ese otro video? Sin apenas poder detenerse presionó el play una vez más. Era esa anciana la que ahora hablaba.

 

-Verás hijita, cuando yo era joven tampoco fui demasiado buena que digamos. Al principio luché contra las propias guerreras de la Justicia. Y fue curiosamente una de ellas la que me salvó. Desde entonces se convirtió en mi mejor amiga y en la madrina de mis hijos.

- ¿Te refieres a la madrina Rei? Papá me ha hablado mucho de ella.

-Así es, cariño. - Asintió esa mujer. - Ella me acogió cuando renuncié a mi vida anterior y me quedé en la Tierra, en el siglo veinte. Luego fui a los Estados Unidos, allí conocí a tu abuelo Tom. La Guerrera Luna nos dio poder a mis hermanas y a mí para pelear contra la maldad. Y tras muchas peripecias y batallas vencimos. Me casé con tu abuelo y nacieron tu padre, tu tío Lance y tu tía Idina. Ella me tomó el relevo como justiciera. Tuvo que hacerlo siendo una cría todavía. Cuando Rubeus volvió y nos atacó.

- ¡Ru…Rubeus! - Exclamó Kermesite sin querer dar crédito a lo que escuchaba. - Esto no puede ser cierto. ¡No es verdad! - Espetó con rabia tirando el teléfono al suelo. -

 

            Fiora se apresuró en recogerlo. Por fortuna estaba protegido por una funda y no se había roto. Aunque sin apenas darle tiempo a decir nada recibió una descarga de fuego oscura que la hirió derribándola…Su ahora furiosa rival la miraba con malevolencia y sonreía.

 

-Claro…esto era un truco de las guerreras. Queréis dividirnos. ¿Es que acaso os parecemos tan idiotas como para caer en algo tan burdo?

-Me dijiste que no me atacarías. - Pudo balbucear la dolorida Fiora que sufría profundas quemaduras en los brazos y el torso. -

- ¡Ja! - Se sonrió pérfidamente su interlocutora agitando su melena para sentenciar. - Te dije que no te mataría. Eso demuestra que eres una estúpida. Este ataque lo mereces por insultarme de esta manera. Atreverte a decir que esa vieja decrépita soy yo. Y a calumniar a mi amo Rubeus. Agradece que no te mate ahora mismo. Eso es lo que entiendo por una tregua.

 

            Sin embargo, no pudo ni tratar de hacerlo dado que a su vez hubo de esquivar un ataque. Eran las sailors quienes habían oído todo aquello y junto al resto habían salido. El rayo de Marte por poco la alcanza. Kermesite se elevó en el aire sin dilación, aunque tuvo que escuchar a la guerrera del fuego con tono desafiante.

 

-Baja aquí y pelea si es que eres tan valiente.

-Vaya, y ésta se supone que iba a ser mi mejor amiga. Al menos es gracioso. - Se rio la joven replicando a modo de despedida. - Ya nos veremos y te complaceré Sailor Marte.

 

            No hubo ocasión para nada más. Kermesite desapareció. Maray y Asthel enseguida se aproximaron hacia la malherida Fiora. Diaval lo hizo a su vez. El muchacho fue el primero que la ayudó a incorporarse. Sin embargo, ella lanzó un gemido de dolor.

 

-Toma. - Le dijo el saiyajin sacando una pequeña bolsita de cuero de su armadura. - Come una alubia. Suelo usarlas para recobrarme tras los entrenamientos con mi tío Eron.

 

            Pese al dolor que la atenazaba obedientemente la chica la comió. A los pocos instantes aquello obró desde luego un milagro. Las quemaduras y sus heridas desaparecieron y se encontró totalmente recobrada.

 

-Gracias. - Pudo decir aun confusa. -

 

            Sin embargo, no podía dejar de pensar en que esa mujer la hubiese atacado. ¡Era su abuela! O quizás no…sin poder apartar eso de su mente se dejó conducir al interior por sus compañeras. Entre tanto, y desde una altura prudencial, Cell y aquel encapuchado habían sido testigos de todo.

 

-Esto puede que te resulte divertido. - Afirmó el androide.- Aunque a mí no me interesa para nada.

-A partir de ahora es tu turno para pasarlo bien. - Le concedió al fin su interlocutor. - Simplemente recuerda. No ataques a las cuatro hermanas. Sobre todo, a la que acabamos de ver. ¿Entendido? Haz lo que quieras con el resto.

 

            Cell hizo una mueca de deleite y quiso asegurarse preguntando.

 

- ¿Quiere eso decir que puedo comenzar a absorber un poco de energía? Todavía no soy capaz de enfrentarme a todos ellos con mi nivel de poder actual.

-Haz lo que te parezca a ese respecto. - Le autorizó ese extraño individuo. - Tienes mi permiso para arrasar esta ciudad si así te place, con las excepciones que te he indicado.

 

            El monstruo alegró su semblante dedicando una golosa mirada hacia las calles. Entre tanto el grupo se había centrado en Chibiusa. La cría quedó atónita cuando descubrió que las guerreras no eran otras que Usagi y sus amigas.

 

-No puede ser. ¡Tú nunca serás la invencible Guerrera Luna! - Exclamó con visible disgusto dándole la espalda a la aludida. - ¡Es mentira!

-Escucha Chibiusa. - Le pidió dulcemente Maray posando sus manos en los hombros de la niña en tanto se arrodillaba a su lado. - Confía en nosotros. Usagi es realmente la Guerrera Luna. Ella y sus amigas son estupendas. Nosotros estamos aquí gracias a su valor y su generosidad.

-Claro. – Convino Asthel. -

-Además, ahora que hemos venido a ayudaros seguro que ganaréis con facilidad. - La animó Granate. -

- ¿Y sabes qué es lo mejor? - Sonrió Alusa. - Que tú serás una valiente y hermosa guerrera también. Cuando seas mayor.

- ¿Quién, yo? - Inquirió la cría, señalándose en el pecho con manifiesta incredulidad. -

-Es cierto. - Asintió Minara. - Incluso serás la maestra de nuestra tía y de las demás Justicieras de su generación.

-Es verdad. Mi madre y mi tía Amatista siempre decían que eras una gran luchadora y que les enseñaste muchísimas cosas. - Añadió Brian. -

 

            La cría se puso colorada al ver a esos chicos tan altos y guapos dirigirse a ella con tales muestras de afecto y de consideración. Sonrió asintiendo para responder.

 

-Bueno, si sois vosotros quienes me lo pedís, de acuerdo. Me fiaré de la tonta de Usagi…

-Una cosa más. - Intervino Diaval. - Tú eres muy amiga de una guerrera solitaria. ¿Verdad?

 

            Ahora la cría expresó su sorpresa. ¿Cómo sabían eso? - A su pesar tuvo que asentir. Ese gran guerrero se arrodilló a su vez para estar a su altura y le pidió con amabilidad.

 

-Pará mí sería un gran honor si accedieras a llevarme hasta ella.

- ¿La conoces? ¿Conoces a P? - Inquirió la cría a su vez. -

-Bueno. - Pudo sonreír levemente el saiyajin. - En cierto modo sí. O la conoceré. Verás. Es o mejor dicho, será mi abuela.

 

            La niña abrió la boca con asombro, aunque cuando se recobró asintió para asegurar.

 

-En cuanto pueda volver a casa te vendrás conmigo a verla. Seguro que le hará muchísima ilusión.

 

-Bueno, pues todo está ya arreglado. - Suspiró Maray. -

 

            Entre tanto en la nave, Rubeus convocó a las hermanas una vez más.

 

-Esto ya ha durado demasiado, ocupaos de ir con esa droida y llevad si queréis alguna más. No reparéis en nada. Cumplid con esta maldita misión de una vez o no volváis a poneros delante de mí. ¿Me he expresado con la suficiente claridad?

-Sí, amo. - Pudo musitar Kermesite bajando la cabeza. -

 

 

            Su superior conectó la gran pantalla de la nave para observar los alrededores del Santuario. Iba a comentar algo cuando todos miraron sorprendidos la gran cantidad de personas que corrían despavoridas de un lado para otro.

 

- ¿Qué está pasando ahí abajo? - Inquirió en voz alta Bertierite. -

-No sé. La gente huye aterrada. - Comentó Calaverite visiblemente intrigada, preguntándole a su superior. - Amo Rubeus ¿has ordenado alguna misión que desconozcamos?

-Claro que no. - Repuso éste cruzándose de brazos. - Tendré que hacer averiguaciones. - Remachó tan sorprendido como sus subordinadas. -

 

            Entonces un zum de ampliación en la imagen las permitió descubrir algo que les congeló la sangre a todos. Esa criatura estaba atacando indiscriminadamente a la población. Utilizaba su larga cola provista de aquel terrible aguijón para clavarlo en todo aquel que se cruzaba en su camino. A los pocos instantes los hacía desaparecer como si literalmente les sorbiese.

 

- ¡Qué horror! - Exclamó una espantada Kermesite, llevándose las manos a la cara. -

- ¿Se puede saber qué clase de monstruo es ese? - Preguntó Petzite tan horrorizada como los demás. -

-Amo Rubeus. ¿Le has ordenado que haga eso? - Inquirió Bertierite todavía con voz temblorosa. -

-Ya os he dicho que no. ¿Para qué iba a ordenarle algo así? - Replicó él tan atónito como sus subordinadas. - Ese estúpido está comprometiendo la misión. ¡Hombre Sabio! - Llamó para convocar a aquella misteriosa figura. -

 

            Aquel extraño encapuchado provisto de un libro enorme apareció ante ellos.

 

- ¿Qué ha pasado con tu bola? - Quiso saber Kermesite. -

-Ahora uso esto. - Repuso secamente el aludido que dirigiéndose a Rubeus inquirió. - ¿Me hiciste llamar?

-Sí. Dinos. ¿Qué está haciendo esa droida?

-Solamente está almorzando. Se alimenta de la energía humana. Nada de particular. Debe aumentar su fuerza para enfrentarse a nuevos enemigos. - Les explicó sin alterarse. -

-Pero…está matando a muchos inocentes. - Se atrevió a objetar Kermesite. -

-Sí, - Convino Bertierite que parecía mostrar reparos al añadir con tono de apuro. - Una cosa es que debamos matar a una niña porque sea peligrosa para nuestro futuro y otra…

- ¡Ya basta! - Terció aquella figura en tanto parecía anotar algo en ese libro. - La misión es prioritaria. Rubeus tiene razón. No reparéis en nada hasta cumplirla. La chica está dentro del santuario. Id por ella.

 

            Las muchachas se miraron sin saber qué hacer, fue finalmente Petzite quién se inclinó levemente para responder con tono sumiso.

 

-Lo que mandes, amo Hombre Sabio. - Tras esas palabras su tono se hizo más contundente ordenando a sus hermanas. - Ya habéis oído. ¡Vamos! …Ahora con tanta confusión seguro que las guerreras estarán desprevenidas. ¡Aprovechémoslo!

 

            Las demás asintieron desapareciendo de allí. Rubeus quedó solo contemplando aquel espectáculo tan terrible, aunque con gesto pensativo.

 

- ¿Es realmente necesario todo esto, Hombre Sabio? - Inquirió con tono de duda. -

-Nada importa más que cumplir con tu cometido. ¿Acaso no deseas retornar triunfante ante el príncipe Diamante? - Le preguntó su interlocutor. -

-Sí, claro…- Asintió el joven. - Tienes razón.

 

            Las hermanas por su lado aparecieron cerca del santuario una vez más.  En esta ocasión con varias de sus droidas personales. Petzite enseguida las arengó.

 

-No podemos fracasar esta vez. Encontrad a esa maldita niña y acabad con ella.

 

 

            Todas se afanaron en cumplir con esa orden. Comenzando un ataque hacia el Santuario Hikawa. En el interior las explosiones y los daños llamaron la atención de todos.

 

- ¿Qué está ocurriendo? - Preguntó Usagi en voz alta. -

-Nos atacan. - Replicó rápidamente Rei. - Tenemos que transformarnos.

 

            Las chicas convinieron en eso, junto con el grupo de las justicieras lo hicieron de inmediato. Los muchachos por su parte salieron para descubrir a las hermanas y sus androides.

 

- ¡Basta! - Las conminó Granate. -

-Entregadnos a esa niña y nos iremos. No tenemos nada en vuestra contra. - Replicó la que sería su futura abuela. -

-Jamás haríamos eso. - Replicó Minara. -

-Tanto peor para vosotros entonces. - Declaró Calaverite ordenando a una de sus droidas. - ¡Germanen, atácalas!

-Mi señora me manda. - Fue la réplica. -

 

Una especie de ente femenino de color rosáceo que parecía amoldarse a la forma de una copa apareció. Se alargó para capturar a Alusa y Minara que apenas si podían despegarse.

 

-Dumble.- Añadió Kermesite.- Ocúpate de las demás.-

-¡Dumble!- Repitió la aludida, una especie de androide con forma de mujer que parecía una luchadora de wrestling.-

-Lipus.- Sonrió Bertierite añadiendo con tono meloso.- Tu turno.

 

            Una mujer ataviada con larga falda y con rostro color azulado se lanzó a su vez arrojando hielo y aire frio por su boca…

 

-Droida de los truenos, te toca a ti…- Remachó Petzite. -

- ¡Droida! – Repitió la aludida, una especie de joven de largo pelo azul claro con la cara maquillada y que portaba un secador y un tambor con dos baquetas. -

 

            El grupo miraba atónito como ese último androide estaba creando una gran tormenta sobre la ciudad. Rayos y truenos azotaban ahora el lugar.

 

-Ya me estoy empezando a cansar. - Comentó Diaval que no dejaba de estar cruzado de brazos ante aquello sin inmutarse. -

 

            Entonces fue Asthel quién percibió algo. Enseguida les comentó a sus compañeros.

 

-Noto la presencia de Cell, está atacando a inocentes para aumentar su poder.

-Me ocuparé de él. - Se ofreció el saiyajin. -

- ¡No!, déjamelo a mí. - Le pidió Brian. -

 

            Su contertulio asintió, al parecer destruir a esa cosa no le despertaba demasiado interés. Lo mismo que enfrentarse a esos robots o lo que fuera. Sus compañeras no podían decir lo mismo. Mimet se las veía contra Lipus y Maray se enfrentaba a Dumble. Fiora era la única que parecía no querer combatir. Las guerreras por su parte se afanaron en proteger a Chibiusa dado que las cuatro hermanas se dirigían hacia la posición en la que estaba la cría.

 

-El Sabio nos dijo que estaba dentro de ese Santuario. - Comentó Calaverite a las demás. -

Adelante. - Las conminó Kermesite.-

 

            Atacaron al unísono y fueron respondidas por las sailors. Los poderes de cada grupo chocaron. Júpiter se encaró con Petzite. Ambas intercambiaron descargas de energía muy potente que destruía todo lo que tocaba. Calaverite y Minako enfrentaron su látigo contra la Venus Love me Chain. Esquivando cada una el azote del arma rival con agilidad. Bertierite y Mercurio hicieron colisionar sus poderes congelantes. En cuanto a Marte Sostuvo un duelo contra Kermesite haciendo chocar su rayo de fuego contra el dark fire de su enemiga. Las cosas parecían muy igualadas. Entonces apareció Rubeus que atacó con varias bolas de energía destruyendo la entrada del gimnasio.

 

- ¡Ja, ja, ja!  Ahora la chica será mía. - Exclamó triunfante. -

 

            La aterrada Chibiusa quiso huir, aunque Guerrera Luna se interpuso entre ella y su atacante.

 

- ¡Ni lo sueñes! - Le respondió la sailor al jefe de las hermanas sentenciando con bravura. - Jamás te permitiremos que la hagas daño.

-Morid - replicó él lanzando esas letales esferas contra ambas. -

 

            La guerrera de la Luna tuvo el tiempo justo para agarrar a la cría y saltar apartándose con ella de allí. Sin embargo, fue alcanzada por alguna explosión, cayendo malherida al suelo en tanto protegía a la niña con su propio cuerpo…

 

-Éste es el momento que tanto había aguardado. - Se sonrió triunfalmente Rubeus en tanto caminaba despacio hacia las dos caídas. -

 

            Por su parte Cell estaba acercándose hacia el Santuario. Percibió un súbito aumento de poder y relamiéndose musitó.

 

-Vaya, esa es una fuente de energía realmente intensa…

 

            Y es que Chibiusa, llena de pánico, comenzó a gritar materializando una media luna blanca en su frente. Al momento una gran cantidad de energía lanzó a Rubeus y a la propia Guerrera Luna hacia atrás.

 

- ¿Qué es eso? - Exclamaron al unísono las hermanas. -

-Ya es suficiente. - Declararon Alusa y Minara a la vez concentrando energía. -

 

            Para sorpresa y horror de Germanen las dos muchachas la atacaron con sendos rayos de energía que sirvieron para liberarse de su agarre. Mimet consiguió a su vez bloquear los ataques de Lipus con sus propios poderes. Y Maray lanzó un bumerán que derribó a Dumble en el suelo. Aunque para sorpresa del resto, una enfadada Fiora materializó un arco de fuego con el que acribilló a la droida de los truenos hasta hacerla explotar.

 

 -Ahora vamos a empezar a pelear en serio. - Sentenció la Dama del Fuego. -No nos habéis dejado más opción...

 

            Sin embargo, Rubeus se había levantado ya recobrado de la sorpresa. Chibiusa estaba desmayada tras liberar tanta energía, a merced de su enemigo. Aunque enseguida se escuchó la voz de Guerrera Luna.

 

- ¡Cetro relampagueante, aureola! - Exclamó lanzando su ataque contra el jefe de las hermanas. -

 

            Como pudo éste disparó a su vez un rayo de energía con ambas manos para bloquear aquello. En ese instante un tipo vestido con esmoquin y un antifaz bajó al suelo desde el techo del gimnasio y tomó en brazos a Chibiusa.

 

-Véncele Guerrera Luna, yo protegeré a Chibiusa. - Afirmó. -

-No tan deprisa. - Sonó una voz ronca y gutural. -

 

            El atónito enmascarado esbozó una mueca de horror al ver a semejante monstruo a tan solo unos pocos metros.

 

- ¡Maldita sea! - Exclamó Brian. - ¿Cómo ha llegado hasta aquí sin que lo notáramos?

-No lo sé. - Repuso Diaval. - Vamos a por él.

 

            Los demás detuvieron la lucha. Incluso las hermanas estaban sorprendidas de ver a aquel monstruo allí. Cell les dedicó una mirada burlona antes de invocar uno de sus ataques.

 

- ¡Viento solar!...

 

            Un súbito resplandor cegó a todos los presentes. Cuando pasó y pudieron ir abriendo los ojos ese androide había desaparecido. Y para horror del enmascarado y las guerreras, tampoco la niña estaba allí.

 

- ¿Dónde está Chibiusa? - Se preguntaba en voz alta Tuxedo Kamen. -

-Maldito Cell. Ha tenido que ser él quien se la ha llevado. - Dedujo Diaval. -

 

            Rubeus y las hermanas se rehicieron reagrupándose en tanto se elevaban en el aire. Aunque ahora las miradas de sus enemigos convergieron sobre ellos con patente indignación.

 

-Si le sucede algo malo a Chibiusa jamás os lo perdonaré. - Espetó Guerrera Luna enarbolando su cetro. -

 

            Por toda réplica Petzite ordenó dirigiéndose a sus androides.

 

-Droidas, os lo encargamos a vosotras…

-No, esta vez no haréis como de costumbre. - Replicó una airada Makoto lanzando su ataque. -

 

            Sin embargo, las hermanas y Rubeus lo eludieron. Kermesite iba a responder al mismo con su dark fire, cuando desde la altura pudo observar aquella guardería cercana, donde iban esos niños con los que se encontraron. Estaba totalmente destruida.

 

- ¡Oh! – Exclamó con sorpresa y horror indicándoselo a sus hermanas. - ¡Mirad!

- ¿Qué ha pasado? - Quiso saber Bertierite. -

-Los niños. - Dijo su hermana. -

-Ni es asunto nuestro, ni tenemos tiempo para eso. Hermanas Ayakashi, retirada. - Ordenó Rubeus. -

 

            Todas fueron desapareciendo, la última en hacerlo fue Kermesite que antes de tele portarse a su nave tuvo que sostener la airada mirada de la Dama del Fuego. Los androides por su parte atacaron al grupo, aunque al parecer la paciencia de sus miembros ya estaba más que rebasada. El propio Diaval desapareció reapareciendo al lado de Lipus a la que desintegró con un poderoso rayo de energía. Lo propio hizo Brian con Germanen. La última droida fue eliminada con un ataque combinado de Alusa, Minara y Fiora. Las sailors no tuvieron tiempo ni de intervenir, limitándose a observar perplejas.

           

-Me parece que esto ya está pasándose de la raya. - Dictaminó Diaval que propuso mirando hacia arriba. - Podríamos ir a su nave con facilidad y explicarles cuatro cosas.

-No, - le respondió tajantemente Asthel. - Es mejor que ellas mismas las descubran.

- ¿Y qué pasa con ese maldito Cell? - Inquirió Brian. - No podemos detectarle.

-Estará reduciendo su energía. - Conjeturó el saiyajin. -

 

            El tono angustiado de Usagi les sacó de aquellas disquisiciones cuando la sailor les imploró.

 

- ¡Por favor! Tenéis que ayudarnos a encontrar a Chibiusa. Si ese monstruo la ha secuestrado seguro que le hará daño.

-Sí, si podéis hacer algo, cualquier cosa. - Añadió el hombre del smoking con tintes de desesperación mirándose las manos. - ¡Fue culpa mía! La tenía en mis brazos y me la quitó sin darme cuenta.

-Calma. No hubieras podido hacer nada por evitarlo. Ese monstruo es demasiado rápido. - Trató de tranquilizarle Maray. -

-Debemos organizarnos. - Expuso fríamente Mimet. - Dividámonos en grupos. Busquemos a Cell, no creo que permanezca durante mucho tiempo escondido.  Al parecer secuestró a esa niña porque sintió una gran fuente de poder en ella. Pero primero deberá averiguar si dicho poder es compatible con él. Deduzco pues que le interesará mantenerla con vida hasta que lo averigüe.

-Tienes razón, - convino Ami haciendo aparecer su visor. - Intentaré ajustar mi computador a sus patrones de energía. Es tan alta que por mucho que lo intente dejará un rastro residual. Podríamos seguirlo.

- ¿A qué estamos esperando entonces? - Las arengó Rei. -

- ¿Cómo nos organizamos? - Quiso saber Makoto. -

-Nosotras vayamos por nuestro lado. Estos chicos por el suyo. - Expuso Minako. -

- ¿Y si lo hiciéramos de otra manera? - Propuso Granate. -

 

            Todos le dedicaron su atención cuando el joven expuso.

 

-Quizás Ami y Mimet podrían formar un buen equipo. En mi caso, me gustaría ir con Sailor Júpiter.

 

            La aludida se puso algo colorada, realmente ese era un chico muy atractivo, aunque él sonrió con afabilidad tratando de explicarse.

 

-Verás. Petz es mi abuela. O al menos lo será. Y de siempre me contó que tú eras su mejor amiga. Quizás ahora ninguna de las dos pueda comprender eso. Pero estoy convencido de que podremos traerla a ella y a sus hermanas al camino del bien.

-Difícil lo veo. - Suspiró Venus. -

-Formemos un grupo más amplio entonces. - Propuso Minara. - Yo tengo los poderes de justiciera de la abuela de Granate. Y mi hermana los de nuestra abuela Kalie. Junto contigo Venus y con Júpiter y Granate somos cinco.

-Yo me uniré a Ami y a Mimet. - Declaró Maray. -

-Voy con vosotras- Se ofreció Brian. -

-Pues entonces yo iré con Rei. Si a ella le parece bien. - Afirmó Fiora, alegando. - Mi abuela. Al menos la que yo conocí, hablaba maravillas de ti.

- ¡Vaya! Eso sí que no me lo esperaba. - Sonrió ligeramente la aludida. - Muy bien. Haremos equipo.

-Diaval, tú y yo nos quedaremos con Mamoru y con Usagi. Vamos a casa de los padres de ella. Por si la cría hubiera podido escapar hacia allí. - Le indicó Asthel a su compañero que asintió. -

- ¿Cómo sabes eso? - Inquirió Usagi sorprendida ahora. -

-Porque mi abuela Bertie me contó dónde vivías. - Sonrió el chico. -

-Entonces las hermanas pueden saberlo también. - Se inquietó la joven-

-No. - La tranquilizó su contertulio. - Eso lo supieron cuando se hicieron vuestras amigas.

-Será mejor que hagamos lo que dicen. - Comentó un ya más calmado Mamoru. -

 

            Usagi quiso abrazarse a él, aunque el joven pareció reacio a hacerlo. Sin embargo, ante la difícil situación estrechó a la atribulada muchacha entre sus brazos. Asthel asintió con aprobación y le dijo.

 

-No temas, ningún sueño por malo que sea, debe hacerte cambiar tus sentimientos.

 

            Ahora fue el atónito joven quien pudo preguntar.

 

-Pero… ¿Cómo sabes…?

-Recuerda, somos del futuro. - Repuso Asthel que entonces le dijo a su hermana. - Y hablando de eso. Maray. No sería mala idea ver también a nuestros otros abuelos, ¿no crees?

 

            La chica sonrió asintiendo despacio, al parecer tanto ella como su hermano estaban pensando en algo.

 

-Entonces nos quedamos aquí. - Terció Diaval. -

-Al menos tú quédate y protege a nuestros amigos. Yo tengo algo que hacer. - Afirmó el chico que se alejó de allí indicando al resto. - Vamos, cada uno que cubra su sector…

 

 

            Así quedó decidido y se separaron…había mucha ciudad por recorrer.  Entre tanto Cell observaba a la inconsciente chiquilla que había depositado sobre un banco en medio de un parque. No se decidía, abrió aquel aguijón que tenía en la punta de su cola tornándolo en una especie de embudo. Pensaba en absorberla de ese modo especial para hacerse con el inmenso poder que había sentido en ella.

 

-No lo sé. Si la absorbiera como a un humano normal, ganaría muchísima energía, pero pudiera estar desaprovechando todo su poder. Si lo hago así, dudo de que mi sistema sea capaz de procesarla adecuadamente. – Reflexionaba el androide. -

 

En ese instante aquella figura encapuchada apareció declarando.

 

-No creo que sea buena idea. Al menos hasta que no tengas un estadio evolutivo más avanzado.

-Sí, eso mismo estaba pensando yo también. - Admitió su interlocutor. - Podría ser peligroso para mis sistemas. Antes debería absorber a un androide de base orgánica, como yo. Esa chica…- Pensó recordando a Mimet. - Es lo más parecido a A-18 y A-17 que encontraré por aquí…

-En ese caso debes ir a buscarla. - Le aconsejó ese ente añadiendo. - No temas, esta niña no se moverá de aquí…

 

            Cell asintió, le daba la impresión de que podía fiarse de ese extraño. Optó por ir en busca de su presa. Su interlocutor por su lado hizo aparecer ese gran libro burdeos y anotó algunas cosas en él…

 

-Bien, esto está haciéndose demasiado largo. Tendré que acortar un poco. - Pensó. -

 

            En la nave Kermesite no dejaba de pensar en lo que había visto. No solamente en aquellas ruinas donde había estado esa escuela infantil. También sintió escalofríos al darse cuenta de que algunas prendas infantiles se hallaban por allí tiradas. ¿Y si ese monstruo?...

 

-No, ¡maldita sea! - Se dijo moviendo la cabeza y cerrando los ojos. - No debo dejarme arrastrar… pero. Esto no me parece que esté bien… A fin de cuentas, son niños…bueno quizás la guerra es así de cruel. - Trataba de razonar consigo misma. - No puedo hacer nada por ellos.

- ¿En qué piensas, Kermie? - Oyó la cantarina y despreocupada voz de su hermana Bertierite. -

-En nada. -  Fue capaz de decir con visible azoramiento. -

-Pues yo pienso en uno de esos muchachos que vimos cuando peleábamos contra las guerreras. Era realmente guapo. - Sonrió melosamente su hermana. -

 

            Eso la sorprendió. Bertierite no era precisamente muy dada a exteriorizar esas cosas. Sin ir más lejos jamás le había dedicado el menor halago a Rubeus.  Y eso que para Kermesite éste era el sumun de la masculinidad y el atractivo varonil. La muchacha sabía que Calaverite sí que había mostrado su admiración por su jefe. En el caso de Petzite ésta parecía estar amargada hacia los hombres, pero admitía que Rubeus era apuesto cuando menos. De hecho, tanto ella como sus hermanas mayores llegaron a pensar que Bertie podría estar más interesada en las personas de su mismo sexo. Aunque ahora parecía que ese no era el caso.

 

-Voy a bajar a la Tierra para ver si me encuentro con él. De incógnito, claro. - Declaró su hermana mayor. - Y quizás pueda sonsacarle información con mi hipnosis.

-Escucha, iré contigo. - Se ofreció Kermesite. -

- Ah, ah…yo le vi primero. - Se sonrió su interlocutora. -

-No me interesa él. Pero no creo que sea acertado que ninguna de nosotras vaya sola. Hay muchos enemigos. - Afirmó con tintes de lógica. -

 

            Bertierite asintió. Eso era cierto. Y si bien le gustaba hacer las cosas a su aire en esta ocasión cualquier apoyo era bien recibido.

 

-Vaya, vamos a ir al margen de nuestras hermanitas y del amo Rubeus. Eso lo hace incluso más interesante. - Se sonrió Bertie con expresión traviesa. -

- Quizás si encontramos a la chica. Rubeus nos recompensará. - Añadió dubitativamente Kermesite.-

 

            Su hermana asintió, aunque parecía algo intranquila. Al fin las dos desaparecieron, yendo a reaparecer vestidas con ropas civiles del siglo veinte. Kermesite no pudo evitar dirigirse hacia las ruinas de esa guardería. El sol comenzaba a ponerse y algo de brisa se movía.

 

-No parece que esté por aquí. - Comentó Bertierite. -

-Calla. - Le pidió su hermana. - He oído algo...

 

            Habría jurado que alguna cosa se había movido entre los cascotes. Le hizo una seña a su acompañante. En efecto, una piedra rodó sobresaltándolas a ambas.

 

-Hay algo ahí. - Señaló la muchacha de la larga trenza platino. -

 

            Ahora un agujero de casi medio metro de diámetro podía verse con claridad. A través de él un sonido extraño les llegaba. Kermesite creyó escuchar algo parecido a unos sollozos y así se lo hizo saber a su hermana.

 

-Debe de ser el viento que se cuela por los escombros. - Valoró ésta. -

-No…he oído algo. Una voz infantil. Estoy segura. - Insistió su interlocutora preguntando a su vez. - ¿Y si fuera la chica?

 

            Su hermana asintió, ahora pudo escuchar eso mismo también. Entras las dos quitaron un par de piedras más. Tras asegurarse de no producir un derrumbe observaron como la abertura era lo suficientemente grande como para poder entrar. Sin embargo, prefirieron no hacerlo. Fue Bertierite quien con voz melosa preguntó.

 

- ¿Hay alguien? Sal niña, no te haremos daño…

 

            Y tras aguardar unos instantes alguien pareció aproximarse, de hecho, escucharon unos sonidos de pasos crujiendo contra la gravilla…

 

            Granate, Alusa, Minara, Venus y Júpiter se encontraban en la parte norte de la ciudad.  El chico les señaló hacia el cielo. Allí podía verse un destello de tono rojizo.

 

-Es la nave de las cuatro hermanas. - Les indicó él proponiendo. - ¿Qué os parece si le hacemos una visita?

- ¿Cómo podríamos subir hasta allí? - Replicó una incrédula Minako. -

-Con el sailor teleport. - Replicó el chico. -

-No podemos utilizarlo. Necesitaríamos a nuestras compañeras. - Opuso Makoto. -

-No si yo hago algo de magia. - Replicó el muchacho. -

 

            Y con las atónitas miradas de ambas guerreras puestas sobre él y las cómplices sonrisas de las gemelas les explicó.

 

-Domino algunos conjuros de transportación. Y con nuestras energías combinadas será más que suficiente. Creedme, conozco el lugar. En el futuro mis abuelos me hablaron de esa nave y de sus peculiaridades.

-Eso sí que es una ventaja. - Admitió Minako. -

- ¿Y qué proponéis hacer si logramos entrar ahí? ¿Atacar la nave? ¿Destruirla? - Quiso saber Makoto. -

-Quizás no nos haga falta ponernos en un plan tan drástico. - Replicó Minara sacando un teléfono móvil de entre su uniforme. -

- ¿Qué es eso? - Inquirió Minako. -

 

 

            Se lo mostraron junto con unas interesantes fotografías y archivos que guardaban en su interior. Ambas sailors no pudieron estar más sorprendidas. Las dos asintieron totalmente conformes cuando Alusa les contó cual era el plan…

 

-Lo cierto es que no solo Fiora trajo su teléfono. No sé por qué, pero mi hermana y yo teníamos uno también. – Dijo Minara. -

_Ahora que lo dices. No me acuerdo de cuando nos lo dio la abuela. - Comentó Alusa. -

- ¿A qué esperamos?... ¡estoy deseando ver sus caras! - Exclamó La guerrera Júpiter. -

 

            En otro lugar, Maray, Ami y Mimet iban caminando seguidas por Brian. El chico trataba de detectar el aura de Cell sin lograrlo.

 

-No debe de andar lejos. ¡Maldito sea!, sabe ocultarse muy bien. - Rechinó el joven. -

-Es normal, como androide que es sabe cubrir su rastro energético. - Replicó una imperturbable Mimet. -

-Tampoco yo leo nada anormal en mi visor. - Comentó Ami. -

-Sé que anda por aquí cerca. Lo presiento. - Insistió Brian que no obstante se aproximó a Mercurio y le sonrió. - Aunque no debes preocuparte, te protegeremos.

-Gracias, pero soy una guerrera, sé cómo protegerme. - Replicó ésta con afabilidad. -

-Sí, es verdad. Lo siento. No quise menospreciarte, todo lo contrario. - Comentó el joven que agrego con patente respeto. - Mi madre, bueno, una de ellas, te quiere mucho.

- ¿Una de ellas? - se sorprendió Ami. -

-Es una historia muy larga. Tú eres su madrina. De ella y de mi tío Leval. Porque mi abuela Bertie es una gran amiga tuya. Al menos en el futuro del que venimos.

 

            Desde luego Ami tenía un patente interés en que le contasen algo más. El chico y Maray se turnaron en hacerlo y al terminar la sailor sonrió comentando con incredulidad.

 

- ¿En un torneo de ajedrez? ¿Así nos hicimos amigas? Bueno, teniendo en cuenta que según me habéis dicho intentó matarnos a mis compañeras y a mí, no deja de ser paradójico.

-La abuela Bertie y sus hermanas siempre os quisieron mucho y os estuvieron muy agradecidas por darles la oportunidad de pasar página y comenzar una nueva vida. - Le comentó Maray. -

-Es cierto. Siendo yo pequeño te recuerdo. Bueno, al menos a tu yo futuro, viniendo a vernos. Mi mamá Ky siempre corría a abrazarte. De hecho, me contó que le salvaste la vida al menos dos veces.

- ¿Dos? - Se sorprendió Ami. -

-Sí- Le aclaró el joven. - Una cuando la trajiste al mundo y otra cuando la operaste estando ella muy grave.

-De veras, me gustaría conocer a tu madre y al resto de tu familia. - Suspiró la asombrada sailor. -

-Las conocerás- Sonrió animosamente Maray que entonces cambió de tema comentando. - Ahora debo irme. Hay un par de personas a las que debo ver.

 

            Y para asombro de Mercurio esa chica desapareció de allí. No pudo evitar preguntar.

 

- ¿A dónde ha ido?

-No estoy seguro, pero si no me equivoco creo que fue a saludar a sus futuros abuelos maternos. - Se sonrió Brian. -

 

            En ese momento su gesto pasó de la sonrisa a la tensión. Al mismo tiempo tanto Mimet como Ami recibieron lecturas de datos…

 

- ¡Es él! - Exclamó el chico. - ¡Vamos!

-No uses tus poderes. - Le aconsejó Mimet, alegando con prudencia. - Juguemos a su propio juego. Acerquémonos sin ser detectados.

 

            Su novio asintió y los tres corrieron en la dirección indicada. Y es que minutos antes, Kermesite y Bertierite había hecho salir al fin a los que se ocultaban bajo esos escombros. Aunque no se trató de quienes imaginaban. Había una niña sí, pero acompañada de más críos. Todos de la escuela elemental. La mayoría con sus llorosas caritas manchadas de arena y lágrimas.

 

- ¿Qué ha pasado? - Pudo preguntar la atónita Kermesite en cuanto reconoció a la primera en salir. - Eres Yumiko, ¿verdad?

 

            La pequeña asintió sorbiendo un poco sus lágrimas y apenas si pudo decir con voz temblorosa.

 

-La señorita nos escondió cuando vino el monstruo. Pero nos encontró y se comió a algunos de nosotros. También a ella.

 

            Horrorizada, Kermesite miró a su también atónita hermana.

 

- ¿Esa droida? - Musitó Bertierite. - ¿Quién le habrá dado una orden como esa?...

-Quizás tenía instrucciones de capturar a la chica y su programa le diera la orden de atacar a todos los niños que pudieran parecerse a ella. - Susurró Kermesite que, enseguida retomó la conversación con la cría. - Dinos. - Preguntó con toda la amabilidad que pudo tras agacharse junto a esa pequeña. - Ese monstruo que dices estaba…

 

            Aunque los chillidos de pavor de los críos la interrumpieron, lo mismo que una gutural voz que entre burlona y divertida remató.

 

-Aquí mismo…

-Espera, ¿quién te ha enviado aquí? - Le cuestionó Kermesite.- La chica no está entre estos niños.

-Ya lo sé. - Replicó Cell con tono indiferente que pasó a parecer divertido al remachar. - La tengo yo…

-Entonces no tiene sentido que ataques a estos niños. Retírate y condúcenos hasta la chica. - Le ordenó Bertierite. - Nosotras nos ocuparemos de ella.

 

            Pero para asombro de ambas hermanas esa droida se rio. Las miró entonces de modo amenazador para sentenciar.

 

-No recibo órdenes vuestras. Ilusas.

- ¿Es el Hombre Sabio quién te dirige? - Quiso saber Kermesite.-

-Ese que tú llamas Hombre Sabio me ha dado licencia para obtener energía. Y voy a absorber a este grupo de mocosos, no es mucho, pero es mejor que nada. Antes de que pueda completarme…

-No, ¡déjales en paz! - Replicó la más joven de las hermanas. - No tienen nada que ver en esto…

-Si no obedeces nos desharemos de ti. - Le amenazó Bertierite recobrando su uniforme de faena. -

 

            Cell esbozó una especie de sonrisa y sin mediar palabra usó su cola como látigo golpeando a la Ayakashi.

 

- ¡Bertie! - Exclamó Kermesite cuando vio cómo su hermana caía inconsciente al suelo. -

 

            Aunque ahora era ella quien estaba en peligro. Ese androide la miraba con gesto amenazador y también observaba con deleite a sus futuras presas. La Ayakashi sin embargo se interpuso entre los aterrados críos y ese monstruo recobrando su ropa de combate.

 

-Ni se te ocurra, maldito. Pagarás por haber atacado a mi hermana. Dark fire ¡poder total! - Exclamó lanzando una buena cantidad de energía oscura contra su enemigo. -

 

            Desgraciadamente para ella ese ataque no tuvo el menor efecto en su oponente que volvió a reírse…

 

- ¡Ja, ja, ja! Qué patéticos poderes…Aun así no me vendrá mal absorber un poco más de energía de vosotras dos…

 

            No obstante, cuando ya elevaba su cola apuntando a su horrorizada víctima una voz sonó en su cabeza…

 

- ¡A ella no! No debe sufrir ningún daño…

 

            Ese instante de vacilación de Cell hizo posible que Kermesite se volviera hacia los críos y les dijera.

 

-Rápido niños, meteos de nuevo ahí. Os protegeré…

- ¡No!, te comerá igual que a la seño. - Pudo sollozar Yumiko. -

-Tranquilízate bonita. - Sonrió aquella adulta ahora tan extrañamente vestida. - No podrá.

 

            Lo malo era que Cell se volvió hacia la inconsciente Bertie y elevó su cola dispuesto a comenzar por ella. En tanto decía con regocijo.

 

-De ésta no tengo instrucciones para refrenarme.

 

            Kermesite se percató de eso y volvió a atacar, aunque su enemigo se sonreía moviendo la cabeza…

 

-Ese ridículo fueguecito no podrá hacerme ni cosquillas.

 

            Pero para su asombro unas flechas ardientes y unos aros de fuegos se unieron junto con dos gritos…

 

-¡Burning mandala!

- ¡Saetas de fuego, atacad!

 

            El triple ataque combinado provocó una explosión que sí logró lanzar a Cell hacia atrás. Cuando Kermesite miró a ambos lados vio con estupor a la Guerrera Marte y a esa otra joven luchadora con la que había estado hablando.

 

- ¡Vosotras! - Pudo decir atónita. - ¿Por qué me ayudáis?

-Ya te lo explicaremos luego. - Replicó Marte. -

-Ahora lo fundamental es poner a salvo a los niños y a tu hermana. - Añadió La Dama del Fuego. -

 

            No obstante, su enemigo se recobró deprisa emitiendo una onda de poder que las derribó a las tres.

 

- ¡Estúpidas! - Aulló. - Ni cien como vosotras podrían tocarme.

 

            Ya se dirigía una vez a hacia Bertierite que comenzaba a volver en sí. La joven vio con horror a semejante monstruo echándosele encima y trató de lanzar su ataque de dark water, pero éste fue totalmente rechazado.

 

-Ya eres mía. - Se relamía el androide. -

 

            No pudo decir mucho más. De pronto recibió un puñetazo que le envió decenas de metros por el aire hasta incrustarle contra un edificio que se derrumbó con el impacto. Al mirar hacia su salvador Bertie descubrió entre atónita y ruborizada a ese guapo chico que ahora le sonreía en tanto la levantaba en brazos.

 

- ¿Te encuentras bien? -  quiso saber con suma amabilidad. -

-Sí, gracias. - Apenas pudo replicar la chica. -

-Tenemos que estar preparados. - Advirtió Mimet uniéndose a ellos. - A buen seguro que Cell contratacará.

 

 

            Brian asintió dejando con cuidado a su futura abuela. Ésta ya de pie se unió a su hermana. Las dos miraron asombradas al igual que las guerreras, como aquel chico tornó sus cabellos de castaños a dorados en tanto un aura de ese mismo color salía de él envolviéndole. Ahora su pelo se elevaba y todo su cuerpo emitía una especie de rítmico zumbido.

 

-Vamos a ver si eres tan valiente conmigo. - Retó el joven. -

 

Ese monstruo entre tanto ya se había repuesto y avanzaba caminando hacia ellos sin prisa, pero sin pausa.

 

-Preparaos. - Indicó Rei a las demás. -

 

            En esta ocasión ambas hermanas, las guerreras y las Dama del Fuego y del Hielo, hicieron causa común sin quitar los ojos de ese androide. Sin embargo, éste parecía aproximarse confiado…

 

-Pandilla de tontos. - Espetó. -

-Somos muchos tontos contra ti que eres tan listo. - Replicó Brian sin amilanarse. -

 

            Cell colocó sus manos de aquel modo característico que indicaba un ataque ya conocido por su interlocutor. Por ello el joven se desplazó a gran velocidad golpeándole antes de que lo hiciera.

 

-No voy a caer otra vez en el mismo truco. - Le advirtió tras lanzarle una vez más contra otra pared que su antagonista atravesó. - ¡Maldito bicho!, acabaré contigo de una vez. Jamás te perdonaré haber querido hacerle daño a mi abuela Bertie.

 

            Las chicas escuchaban aquello atónitas, más cuando Mimet le comentó a la azorada y estupefacta Bertierite.

 

-Eso va por ti. Te quiere mucho. Bueno, al menos a tu yo de dentro de cincuenta años.

-Dime una cosa. - Quiso saber la aludida todavía sin poder creer aquello. - ¿Su abuelo es tan valiente y apuesto como él?

- ¡Oh sí! Su abuelo fue un guerrero muy reputado, aunque yo le he conocido ya con cierta edad. - Asintió Mimet. - Brian heredó sus poderes a través suyo y de su madre Ky, como él la llama. En otras palabras, tu futura hija.

-Entonces tendré una hija. - Musitó Bertierite con voz queda. -

-Y un hijo también. Y la Guerrera Mercurio, más conocida como Ami Mizuno, te atenderá en ambos alumbramientos, a juzgar por los datos que Brian nos dio. Tú le pedirás que sea la madrina de ambos críos. Aunque al no ser cristiana, ella será una especie de mentora para Leval y Kerria.

 

            La Ayakashi miró con la boca abierta a la hasta hacía tan solo unos momentos enemiga mortal suya. Ésta se encogió de hombros y pudo decir no sin azoramiento.

 

-A mí no me mires. Me quedé igual que tú cuando me lo contaron.

-No puedo creer una cosa como esa. - Declaró Bertie. -

-Pues es verdad. Puedes comprobar toda esa información que te he dado. - Terció Mimet que tenía asimismo un teléfono con imágenes. -

 

            Iba a mostrárselas a su interlocutora, pero entonces una onda de poder las hizo tirarse al suelo. Cell había liberado una cuantiosa cantidad de energía y no contento con eso arrojó una esfera de luz contra las chicas.

 

- ¡Maldito cobarde! – Aulló Brian corriendo a desviar ese ataque. -

 

 Lo logró alejando esa bola de un manotazo. Ésta estalló a gran altura provocando un enorme resplandor que cegó a todos. Fue entonces cuando el monstruo apareció atacando. Pero no a él. Cuando la luz retornó a la normalidad vieron con horror que aprisionaba a Mimet entre sus brazos.

 

- ¡Suéltala! - Le ordenó Brian. -

 

            Cell se sonrió atrapando a su presa con una mano usó la otra para arrojar más bolas de fuego. El chico apenas si era capaz de desviarlas todas. Pero después vino lo peor. Abriendo su aguijón a modo de embudo se tragó a la muchacha…

 

- ¡Mimet! - Aulló el muchacho aumentando su energía. - ¡Maldito monstruo me las pagarás!

 

            Pero éste no parecía prestarle atención. Ahora un extraño fenómeno tuvo lugar en él, comenzó a brillar con tonos verdosos y a cambiar de forma. Todo ante las horrorizadas miradas de sus oponentes…

 

- ¿Qué es eso? - Pudo decir Kermesite. -

-No tengo ni idea, pero nada bueno. - Repuso la guerrera de Marte. -

 

            Entre tanto, el grupo de Granate había aparecido en la nave de las hermanas y Rubeus…Apenas hicieron acto de presencia se toparon cara a cara con las otras dos hermanas.

 

- ¿Cómo habéis podido entrar aquí? - Les interrogó a bocajarro Petzite. -

 

            Iba a lanzar un ataque, pero ambas gemelas se anticiparon. Una enroscó a la Ayakashi con su látigo y la otra la apuntó con su jabalina. Entre tanto Calaverite se las tuvo que ver con las dos sailors que la miraban con gesto amenazante. Sin embargo, Granate quiso calmar a las cosas declarando con tono conciliador.

 

-No os haremos ningún daño. Pero de no haber actuado así no nos escucharíais.

- ¿Acaso crees que lo haremos mejor así? - Le espetó Petzite. -

-Lo siento, abuela. - Se disculpó él dejándola atónita. - No queríamos recurrir a esto.

- ¿Encima te atreves a insultarme? - Se enojó su interlocutora. -

-No te ha insultado, es que eres su abuela. O mejor dicho lo serás. - Afirmó Alusa. -

- ¿Y pretendéis que os creamos? - terció Calaverite que estaba buscando entre tanto un modo de huir. -

-Sí, abuela. - Sonrió Minara añadiendo. - porque tú eres nuestra abuela, mía y de mi hermana.

 

            Y sin más le pasó a su atónita interlocutora un teléfono móvil.

 

- ¿Qué es esto? ¿Qué se supone que tengo que hacer con él? - Inquirió Calaverite. -

-Únicamente ver unas cuantas cosas que guardamos ahí. - Le respondió Alusa. -

-Yo tengo otro para ti. - Afirmó Granate ofreciéndoselo a la perpleja Petzite. – Si soy sincero, no tengo idea de cómo llegó a mí. El caso es que lo tenía entre mis bolsillos.

-Ahora sed buenas y haced caso a estos chicos. - Intervino la guerrera Júpiter añadiendo no sin regocijo. - O nosotras nos ocuparemos de explicároslo de un modo menos amable.

-Vamos, os aseguro que no lo lamentaréis. - Aseveró una más conciliadora Venus con una leve sonrisa. - ¿Qué perdéis por mirar lo que os quieren mostrar?

 

            Ambas hermanas asintieron. De hecho, no tenían mucho en donde elegir. Las gemelas soltaron a Petzite que pese a todo seguía rodeada. Lo mismo le sucedía a Calaverite.

 

-Espero por vuestro propio bien que sea algo interesante. - Rezongó ésta última colocándose bien su lazo amarillo tras el moño que llevaba recogiendo su castaño cabello. -

-Y si estáis tratando de ganar tiempo hasta que Rubeus venga a ayudaros, no os canséis. - Sonrió Granate. - Hice un conjuro bloqueando sus estancias. No podrá salir…

-Pero tampoco vamos a hacerle daño, eso si no se lo busca, claro. - Matizó Alusa.-

 

 

            Las dos hermanas se miraron sin saber qué hacer. Aunque enseguida dedicaron su atención a los sendos teléfonos con imágenes y videos que esos extraños les mostraban. Petzite no podía creerlo cuando vio una foto de ella misma abrazada a un sonriente Zafiro, y su conmoción aumentó todavía más al escuchar a ese apuesto chico moreno decir.

 

-Aquí estáis el abuelo Zafiro y tú. Justo después de vuestra Luna de Miel. Creo que fuisteis a América del Sur.

 

            La Ayakashi estaba realmente impactada. Ella jamás había confesado sus sentimientos por aquel joven. El hermano del príncipe Diamante semejaba alguien inalcanzable. Solo su hermana Calaverite estaba al corriente de aquello. Y desde luego no habría sido ella quién lo contase.

 

- ¿Acaso es cosa de magia? - Pudo preguntar fingiendo incredulidad. - ¿Qué estoy haciendo al lado del príncipe Zafiro?

-Sería largo de explicar. Mira. - Le indicó el joven con una media sonrisa. -

 

            Ahora se veía a ella misma, un poco mayor, junto a dos chiquillos. Los dos con un pelo oscuro con reflejos verdosos el mayor y azulados el más pequeño.

 

-Mi padre Coraíon, es el mayor, y mi tío Granate, se llamaba como yo…es el otro. - Afirmó el muchacho. -

- ¿Se llamaba? - Repitió Petzite sorprendida por ese cambio en el tiempo verbal. -

 

            Se sorprendió una vez más cuando su interlocutor borró su sonrisa y tornó su gesto en serio. Lo mismo que esas dos chicas. Al fin, Granate le confesó.

 

-Mi tío murió durante un viaje al espacio. Yo no había nacido todavía. Era piloto y cayó abatido luchando contra las fuerzas del mal. Dio su vida por defender a muchas personas de unos invasores. Pero, por lo que me contaste cuando yo era niño, pudiste despedirte de él en el Cielo. Sé que sufriste mucho por su pérdida, al igual que el abuelo. Por ello mi madre quiso llamarme como él. Y también tú, Guerrera de Júpiter, lo pasaste muy mal. Eras su madrina. - Remachó mirando ahora a una impactada Makoto. Más cuando el joven le reveló. - Makoina te llamaba. Eso me lo contó mi padre. Siendo muy pequeño no sabía decir bien la palabra y la mezclaba con tu nombre.

 

            Petzite sintió un gran escalofrío recorrerla y una especie de punzada en el corazón al mismo tiempo. Al querer darse cuenta tenía lágrimas en los ojos. Aquello era absurdo. ¿Cómo le podía afectar algo que jamás había sucedido? Su propia hermana la observó entre preocupada estupefacta.

 

- ¿Te encuentras bien? - Le preguntó Calaverite con inquietud. -

-Sí, estoy bien. – Aseguró la interpelada, pese a todo enjugándose con rapidez esas lágrimas. -

 

            Sin embargo, ahora le tocó el turno a la segunda en edad. Esas chicas le mostraron algunas imágenes. Salía tan joven como lo era ahora, delante de una tienda.

 

-Otafukuya. - Le desvelaron las chicas. - Fue la tienda que abristeis todas las hermanas cuando os quedasteis en la Tierra.

 

            Pasaron más fotografías. La joven salía en ellas ya algo más mayor, con un apuesto muchacho, muy alto y de pelo y ojos castaños que vestía una especie de uniforme militar. Alusa le indicó.

 

-Nuestro padre… tu hijo, Mazoui. El día en el que se graduó en la Academia de la Tierra Unida.

- ¡Mi hijo! - Pudo decir la asombrada mujer.- ¿Ese chico será mi hijo?

 

 

            Sus contertulias asintieron. Sin darle apenas tiempo a asimilar eso, le enseñaron algunas más. Ahora posaba con ese chico y una atractiva jovencita de pelo cobrizo y ojos azules.

 

-La tía Kathy. Tu hija menor. – Le informó Minara. - Y aquí estamos nosotras. - Añadió pasando a otra foto. -

 

            Calaverite pudo reconocerse, mayor sin duda, pero todavía con buen aspecto. Sonreía sosteniendo a dos lindas pequeñas sobre su regazo. No deberían de tener más de tres años. Sus cabellos eran del color del oro viejo y se abrazaban a ella con mucho cariño. Una incluso le agarraba de un mechón de pelo.

 

-Éramos muy pequeñas. - Sonrió Minara como si se estuviera disculpando por ello al admitir algo azorada. - La que te tomaba del pelo era yo…

 

            Dejando asombrada y sin palabras a la Ayakashi lo siguiente era un video musical. En él esa chica de pelo cobrizo salía cantando una pegadiza tonada. Vestía de un modo muy similar a ella misma, con un lazo rojo sujetándole el pelo, y hasta empleando un látigo en una de sus caracterizaciones. O bien como amazona, o llevando un vestido. El caso es que cantaba con una bonita voz.

 

Da, da, da, da, deeee

Da, da, daaaa

 

Vamos a jugar un juego

Solo tú y yo

Nunca deberías ser ganado

Tan fácilmente

Tus ojos están en el premio

Valgo la espera

No necesito saber el final

porque cariño

 

La magia permanece cuando el mito permanece

estoy bajo tu hechizo

No me sueltes

 

Nunca regales el juego

Trata de mantenerme entretenido

Bebé

No hagas

Es muy fácil

Dejar algo

Para mí y mi imaginación

 

            Desde luego que las hermanas estaban perplejas, esa chica se parecía muchísimo a Calaverite en sus ademanes y su pícara sonrisa…

 

Somos una posibilidad

Cuando me lo pones difícil

Bebé

No tengo prisa

Dejar algo

Para mí y mi imaginación

 

Da, da, da, da, deeee

 

No necesito saber

Todos tus trucos

Así que sigue adivinando solo

Un poco

porque escondido en tus ojos

Hay misterio

Quiero entrar

A donde el

 

La magia permanece y el mito permanece

estoy bajo tu hechizo

No me sueltes

 

Coro

 

Da, da, da, da, da dot's.

 

Nunca regales el juego

Trata de mantenerme entretenido

Bebé

No lo hagas demasiado fácil

Dejar algo...

 

Coro

 

Nunca regale el juego

Trata de mantenerme entretenido

No lo hagas tan fácil, cariño

 

Para mí y mi imaginación

 

.. somos una posibilidad

Tú me lo haces dificil

No tengo prisa bebe

Para mí y mi imaginación

 

Sophie Ellis- Bextor. Me and my imagination. (Crédito al autor)

 

            Y Petzite intervino entonces para comentar casi con jovialidad.

 

-Desde luego, no se puede negar que tiene tu estilo. Y además sabe cantar muy bien. Casi podría jurar que eres tú…

-Y la tía Kathy es una persona fantástica. Aparenta ser muy frívola, pero en el fondo se preocupa por todos, como tú lo harás, abuela. - Afirmó Minara. –

-Ella ayudó mucho a nuestra madre a criarnos. - Convino Alusa. - La queremos muchísimo, como te querremos a ti.

-Quiero saber más… de esa vida que decís que tendré. - Les pidió la emocionada Calaverite. -

-Nosotras no lo sabemos todo. ¡Ojalá pudieras hablar con nuestro padre o con la tía Katherine! Ellos te lo contarán. - Repuso Alusa. -

-Lo que sí podemos decirte es que la Guerrera Venus, bueno tú, Minako Aino. Serás la madrina de nuestro padre y nuestra tía. Y ayudarás a la tía Kathy en sus comienzos en la música. Serás un ídolo famoso.

- ¿De veras? - Exclamó una encantada Guerrera Venus. -

           

            Minara iba a añadir algo cuando se escuchó entonces la airada voz de Rubeus.

 

- ¡Basta ya de tonterías! Si pensáis poder convencernos con esas estupideces estás perdiendo el tiempo.

 

            Granate miró con estupor a ese individuo. No comprendía como ese hechizo que hizo había podido ser roto.

 

-Espera un momento, amo Rubeus. - Le pidió Petzite que parecía estar realmente insegura. - Creo que nos están diciendo la verdad.

- ¿La verdad sobre qué? - Espetó éste. -

-Sobre nuestro porvenir. - Terció Calaverite que, aunque con tono algo más comedido que su hermana mayor, parecía pensar del mismo modo. - Podrían venir del futuro y ser nuestra familia.

-La única familia que importa aquí es la de nuestro clan, la Luna Negra. - Les respondió él con indignación, agregando. - Y os consideraré unas traidoras sino os encargáis de estos intrusos.

- ¿Cómo puedes pensar una cosa así sobre nosotras? - Se revolvió Calaverite. -

-No es cuestión de ser traidor a nada o a nadie, sencillamente estáis equivocados. – Intervino Minara. -

-Sí, y cuando os deis cuenta de eso nos lo agradeceréis. - Remachó Alusa. -

-Basta de tonterías. Petzite, Calaverite. – Ocupaos de los invasores, comenzando por las guerreras. - Les ordenó Rubeus.

 

            Tanto Júpiter como Venus adoptaron posiciones de combate. Sin embargo, las hermanas no se movieron. Las dos se miraron desconcertadas. ¿Cómo pretendía Rubeus que hicieran algo así? No era ya por tener duda sobre si esos chicos recién llegados podrían ser, en efecto, descendientes suyos. Simplemente estaban superadas en número. Y así lo hicieron constar.

 

-Si te unes a nosotros   quizás tengamos una oportunidad. - Le propuso Petzite. -

-Ya suponía que dirías eso. - Replicó su amo con tono desencantado agregando. – Vosotras sois cuatro, al menos deberíais serlo. Para empezar. ¿Dónde están Bertierite y Kermesite?...

-No lo sabemos. - Admitió Calaverite. -

-Quizás vuestros recién adquiridos parientes lo sepan. - Replicó Rubeus con un tono pleno de sarcasmo. -

-No, no lo sabemos. - Contestó Granate mirando a Petzite con inquietud. - Pero si han bajado a la Tierra y se encuentran en el camino de Cell, podrían estar en gravísimo peligro…

 

            La Ayakashi miró a ese chico a los ojos y por alguna extraña razón que no podía entender confiaba en él. Esa mirada…era…

 

-Sí, te creo. - Musitó. - Eres tan parecido a él…

-Gracias… abuela Petz. Me parezco al abuelo Zafiro. Sobre todo, en la forma de mirar. - Sonrió el muchacho haciendo que su interlocutora llegase incluso a sonrojarse. -  Eso mismo me dices siempre…

-Ya basta. Os estoy dado una orden directa. - Tronó su jefe. -

- ¿Sabes qué, Rubeus? - Intervino Calaverite con una mezcla de desparpajo e indignación. - ¡Vete al infierno! Lo primero ahora es encontrar a nuestras hermanas…

 

            Su superior estaba visiblemente indignado. Aunque para sorpresa de todos se sonrió con malevolencia para sentenciar.

 

-Muy bien, vosotras lo habéis querido.

 

            Y desapareció por uno de esos espejos que había en el puente de mando. Al momento un enorme peso comenzó a aplastarles a todos. La voz de Rubeus resonó una vez más.

 

- ¡Ja, ja, ja! Ahora tendréis una muestra de mi súper gravedad…

-Apenas puedo tenerme en pie. - Dijo Venus que cayó de rodillas como si algo la estuviera aplastando. -

-Es horrible. - Añadió Calaverite sufriendo la misma suerte. -

- Pero ¿qué haces, Rubeus? Le demandó Petzite, tratando de mantenerse en pie con cada vez mayor dificultad. -

-No necesito traidoras a bordo. Obedeced o morid. - Les conminó él. -

 

            Júpiter parecía aguantar aferrada a su gran fortaleza y determinación, lo mismo que hacía Petzite. Aquello parecía una especie de duelo entre ambas para no ceder. Granate hacía lo propio y las gemelas lo soportaban a su vez. Entre las dos ayudaron a la Ayakashi caída.

 

-Vamos abuela. No dejaremos que te pase nada. - La animó Alusa. -

-Eso no nos convendría. - Le sonrió cariñosamente Minara. -

 

            Por su parte Granate alabó a Petzite con tono de admiración…

 

-Eres tal y como papá y la madrina Makoto me contaban. Muy fuerte y valiente…

 

            La mujer asintió con una media sonrisa concentrando sus fuerzas para replicar.

 

-Vamos a salir de aquí. No permitiré que te ocurra nada malo. Ni a ti, ni a nadie más de mi familia.

 

            Fue entonces cuando la nave vibró. Algo parecía haberla alcanzado, como si una especie de explosión la sacudiera.

 

- ¿Qué ocurre? - Quiso saber Minako que junto a Calaverite, había sido ayudada por las gemelas a ponerse en pie. - ¿Otro truco de Rubeus?…

-No, ha venido de fuera. - Respondió Granate. -

 

            Hasta el propio comandante de la nave estaba sorprendido. Detectaba una gran energía en la superficie del planeta. Atónito usó las cámaras de gran objetivo y pudo contemplar una gran esfera de tono verdoso. Algo estaba reuniendo muchísimo poder y provocaba unas ondas tremendas que sacudían la nave. Incluso a esa distancia.

 

- ¿Qué es eso? ¿Alguno de vuestros ataques? - Quiso saber emitiendo las imágenes en uno de aquellos espejos para que sus adversarios pudieran verlo. -

 

            Aunque fueron las gemelas quienes se miraron con gran preocupación. Entonces Granate dijo.

 

- ¡Es Cell!...

- ¿Esa droida? - Quiso saber Rubeus. - ¿Qué tiene que ver?…

-No es una droida, imbécil. - Replicó Alusa con visible enfado. - Es un ente muy poderoso de otra dimensión cuya única misión es la de destruir este mundo.

-Si llegara a completar su desarrollo sería muy peligroso. - Completó Minara. -

-No digáis más tonterías, el Hombre Sabio nos la envió. - Rebatió el comandante de la Luna Negra. -

-Esa es otra, el Hombre Sabio no es más que la personificación del caos y la destrucción. Pretende acabar con todo vestigio de vida. - Les desveló Granate. -

 

            Tanto las hermanas como las sailors se miraron entre incrédulas y horrorizadas. Es más, con el visor de gran aumento de la nave pudieron descubrir a sus propias compañeras y hermanas menores respectivamente allí, cerca de esa emisión de poder. Sujetándose a duras penas a restos de vigas y escombros para evitar ser lanzadas por los aires.

 

- ¡Tenemos que ir en su ayuda! - Exclamó Minako. -

-Ellas no tienen ninguna importancia, no son más que peones. - Replicó altivamente Rubeus. -

- ¡Maldito seas! - Espetó Petzite. - Si les ocurre algo a mis hermanas te juro que te arrepentirás.

-Palabras huecas, como siempre viniendo de cualquiera de vosotras. - Se burló su superior, añadiendo. - Os voy a decir lo que haré. Cuando esa droida acabe con los de abajo yo acabaré con vosotros aquí arriba. Con los enemigos de nuestro clan y con vosotras, traidoras. Para castigaros por vuestra desobediencia.

 

            Sin embargo, la autoritaria voz de alguien bien conocido por él le dejó sin habla. Ante el atónito Rubeus se apareció la proyección holográfica de un joven de pelo albino y lacio hasta el cuello, que le dijo mirándole severamente con sus ojos profundamente violetas

 

- ¡Ya basta, Rubeus! Cancela la misión.

- ¡Príncipe Diamante! - Exclamó el aludido.-

-No debéis matar a la niña. Repito. No le hagáis el menor daño. Y uníos a las guerreras y a esos recién llegados.  Hay que detener a ese monstruo antes de que cause más daño.

-Pero… no comprendo. - Pudo responder el anonadado Rubeus. -

-Obedece mis órdenes. En breve viajaré al pasado con mí… – Ahí el príncipe carraspeó ligeramente y algo ruborizado matizo. - Bueno, con Esmeralda y mi hermano Zafiro. Quiero conocer en persona a todos y cada uno de esos valerosos muchachos.

-Lo que tú mandes, alteza. - Asintió su perplejo interlocutor. -

 

            De inmediato procedió a desconectar ese campo gravitatorio y el grupo se sintió aliviado. El joven comandante accedió al puente de mando y declaró para sorpresa de todos.

 

-Órdenes del príncipe. La misión se ha cancelado…

 

            Y tras explicar lo sucedido el resto sonrió aliviado. Al menos todos excepto Petzite que llamó la atención de su superior.

 

-Rubeus. Quisiera decirte algo.

-Dime. - Repuso descuidadamente él. -

 

            Sin más preámbulos Petzite le dio una bofetada tan fuerte que hizo que su jefe se trastabillase. Al fin la Ayakashi espetó con tono colérico, aunque ya más controlado.

 

-Esto es por mí y por mis hermanas. No sabes las ganas que tenía de hacerlo.

 

            Y aunque tras reponerse del estupor Rubeus la miró con inquina se contuvo. Había otras prioridades. Además, ahora parecía que la nave se había dejado de cimbrear.

 

-Nos transportaremos a tierra cuando hayan venido el príncipe y los demás. - Se limitó a sentenciar para retirarse a sus aposentos. -

 

            Los demás se quedaron allí, a la espera. Deseando poder intervenir cuanto antes. Entre tanto en tierra, aquella especie de transformación estaba terminando. Cell reapareció tras ese fulgor verdoso visiblemente cambiado. Ahora sus ojos eran azules y su cabeza ya no semejaba tanto a un insecto. Una boca suplía aquella especie de pico córneo que antes tenía. Visiblemente complacido declaró no sin sorna…

 

- ¡Qué bien se siente uno cuando evoluciona! Deberíais probarlo alguna vez.

- ¡Maldito! – Exclamó un furioso Brian que emitió aún más poder como súper guerrero lanzándose contra su enemigo. -

 

            Sin embargo, Cell esperaba algo así y arrojó varias bolas de energía contra él y las guerreras que le acompañaban que fueron rápidas esquivándolas. No obstante, una de ellas iba directamente contra Fiora. Fue Kermesite la que se adelantó apartando a esa chica de la trayectoria. Ambas pudieron eludir por muy poco esa mortal esfera que prosiguió su camino…

 

-Gracias. - Pudo decir la Dama del Fuego. -

-Tengo que cuidar bien de mi familia. - Repuso amablemente su salvadora para añadir con una leve y emocionada sonrisa. - ¿Qué clase de abuela sería sino?...

-Siempre fuiste maravillosa. - Declaró la conmovida muchacha. -

 

            Pero poco tiempo más tuvieron de intercambiar palabras. Ni ellas ni los demás. Esas bolas estallaron al impactar tras varios kilómetros recorridos provocando unos enormes hongos similares a explosiones atómicas que barrieron gran parte de la ciudad. Todo era un caos. Las chicas pudieron cubrirse lanzándose al suelo y el propio Brian que detuvo en seco su ataque y ahora miraba con horror la escena. Afortunadamente las calles habían estado desiertas. De hecho, el joven pensaba en cuan extraño era no haber visto a prácticamente nadie…

 

- ¡Ja, ja, ja! – Se rio Cell como si adivinase aquello. - No te preocupes por la gente. Ya me ocupé yo de velar por su seguridad. - Remachó jocosamente en tanto elevaba su cola y se palmeaba el abdomen remachando…- Están a salvo aquí dentro. Como tu novia…

 

 

            El joven espoleado por la provocación atacó a ese monstruo, pero ahora las cosas eran bien distintas. Con ese aumentado poder Cell esquivaba sin problemas las acometidas de Brian.

 

- ¡Ja, ja, ja! - Ya no eres rival para mí, muchacho. - Se rio el androide. -

 

 

            No obstante, y más rápido de lo que pudo ni ver otro súper guerrero apareció a su lado dándole un puñetazo tal que le hizo atravesar varios edificios de modo consecutivo. Brian respiraba agitadamente cuando al menos se alivió de ver a su compañero allí.

 

- ¡Menos mal que he llegado! - Comentó el joven. -

- ¡Ha absorbido a Mimet!, ¡ese bastardo! - Pudo decir el enrabietado chico al que le afloraban lágrimas. -

¿Absorbido? - Repitió el incrédulo Diaval. - ¿Cómo es posible?

 

            Las guerreras y las hermanas menores de las Ayakashi llegaron enseguida al lado de esos dos muchachos. Bertie miraba llena de pesar a ese chico.

 

-Lo siento mucho. - Musitó. -

-No pude salvarla. - Sollozaba Brian con voz quebrada. -

-Me salvaste a mí. - Replicó Bertierite con tono suave y agradecido. - Y nunca lo olvidaré.

 

            El chico se abrazó a ella dejándola perpleja. La muchacha se sentía confundida e incluso ruborizada. Entonces ese joven apenas pudo decir, reconocido a su vez.

 

-Tú siempre me hacías sentir bien. Siempre que hacía alguna travesura y mis madres se enfadaban, tú las calmabas. Y después me explicabas el porqué estaba mal lo que había hecho.

- ¿Yo? - Pudo musitar la perpleja chica. -

           

            Brian se separó de ella un poco para sentir todavía entre lágrimas y sonreír, susurrándole con mucho cariño y reconocimiento.

 

-Te quiero mucho, abuela Bertie, al menos lo haré cuando nazca.

 

Su contertulia estaba ahora totalmente colorada. Los demás eran mudos testigos de la escena hasta que Diaval les comentó.

 

-Nosotros también tuvimos novedades, escolté a la Guerrera Luna y a su acompañante a un lugar seguro y allí alguien se nos unió. Una de vosotras. - Sonrió al parecer complacido. -

- ¿Una de nosotras? ¿Quién, Júpiter o Venus?

-No… mi abuela, la gran reina Meioh, la que fue conocida por Guerrera de Plutón. - Les refirió, aunque enseguida volvió al momento en el que se hallaban, comentando. - Eso puede esperar, ahora debemos encontrar a ese monstruo y aniquilarlo. Pero no puedo sentirle.

-Seguramente habrá camuflado su energía al verte y ha huido. - Dijo Ami que tampoco podía leer nada en su visor. -

 

            Desde luego era como si su enemigo hubiera desaparecido. Todos trataron de encontrarle, pero fue inútil. Aunque al cabo de unos minutos fue Asthel quién hizo acto de presencia. El chico recordaba una importante conversación antes de reunirse con el resto. Se topó con alguien que escribía en un gran libro de color burdeos. Pero no era ese encapuchado. Entonces le saludó

 

- ¡Vaya! No esperaba verte por aquí…

-Mi nombre no debe ser pronunciado. - Le respondió su interlocutor. -

-No te preocupes. - Asintió Asthel quién quiso saber. - ¿Estás aquí para ayudarnos?

-Al menos para corregir lo que pueda. - Comentó su misterioso contertulio. - Queda todavía mucho por suceder. Y el causante de esto tendrá su castigo. En cuanto a vosotros debéis hacer vuestra parte

-La haremos. Aunque precisaremos de alguna ayuda por la tuya.

-Tu hermana ya ha conseguido su objetivo. Además, otra guerrera se unirá a la lucha. Pese a que todavía no era su momento. Tú tienes que reunir al grupo otra vez o esto será demasiado complicado.

-Muy bien. Ánimo y aunque sé que es y será duro, no desfallezcas. Recuerda que es por el bien de todos. - Le arengó Asthel. -

 

            Aquel individuo de pelo moreno y ojos violetas asintió. Asthel por su parte desapareció reapareciendo a escasos metros del grupo de Diaval, Fiora, Brian, Bertierite, Kermesite y las Guerreras.

 

-Tenemos que reagruparnos. - Les comentó. -

 

            El resto asintió, tras intercambiar novedades.  Diaval volvió a buscar a los que había dejado atrás. Se trasladó sintiendo la energía de alguien muy especial para él. Al aparecer esa alta joven de pelo verdoso y largo, con grandes y profundos ojos bermellón y que portaba una especie de cetro engastado en un báculo, le miró sorprendida. Usagi y Mamoru al parecer estaban charlando con ella.

 

-Así que eres la guardiana del portal del espacio- tiempo. - Comentaba la atónita Guerrera Luna. -

-Sí, lo soy. Repuso con gravedad esa mujer. - Yo no tendría que haber venido aquí, pero sentí una gran perturbación en el destino y no tuve más remedio.

 

            Recordó ese instante, cuando aquella especie de onda la sacudió en su lugar de guardia. No tuvo más que abrir la puerta temporal y echar un vistazo para quedar horrorizada.

 

- ¡No puede ser! - Se dijo en voz alta. -

 

            Sin dudarlo pese a las estrictas normas que debía de obedecer se transportó de inmediato al pasado. A esa dimensión. Descubriendo a tres individuos entre las ruinas de la ciudad. Uno de ellos era tremendamente alto y al verla sencillamente sonrió. Parecía sumamente poderoso, pero eso no la achantó.

 

- ¿Has sido tú el causante de esto? - Inquirió la Guerrera con severidad. -

-No, soy Diaval Deveget, príncipe de los saiyajin, y he venido a ayudaros. - Contestó él con tono respetuoso. -

- ¿Y quién eres tú? - Quiso saber la Guerrera Luna a su vez, perpleja al verla aparecer de ese modo. -

-Me llamo…

-Su nombre es Meioh, Setsuna, es la guardiana del espacio tiempo. Princesa de Plutón...- Intervino Diaval. -

- ¿Cómo sabes quién soy yo? - Se sorprendió la joven. -

 

            Y ese enorme sujeto se aproximó a su lado. La guardiana instintivamente se puso en guardia con su báculo. Sin embargo, el chico dobló una rodilla ante ella dejándola estupefacta.

 

-Y también sé que estás destinada a convertirte en la reina de los saiyajin, la gran reina Meioh. Mi abuela. Para mí es un gran honor el haber podido conocerte en tu juventud. Me gustaría hablar contigo algo más, pero debo ir a ayudar a unos amigos que están en dificultades. – Añadió. -

 

            Y fue entonces cuando un gran resplandor verdoso pudo verse a considerable distancia seguido de un generalizado temblor de tierra. Diaval se concentró y desapareció de allí. Ahora retornando al momento presente les comentó a sus interlocutores.

 

-Abuela, majestades, reina Serenity y rey Endimión. Por favor. Debéis venir conmigo.

- ¿Majestades? - Se sorprendió Mamoru. - ¿De qué estás hablando?

-Es una larga historia. - Terció Plutón quien sí daba la impresión de estar al tanto de aquello. -

-Sí, esa frase la hemos oído ya varias veces. - Pudo sonreír Usagi. -

 

            Cuando se transportaron junto con Asthel y los otros algunos más se les unieron. Al fin llegaron las guerreras Venus y Júpiter con las gemelas, Granate y las hermanas. Pero también Rubeus estaba allí acompañado de tres personas más. Un alto muchacho de pelo blanco, otro de buena estatura, aunque algo más bajo y de cabello azulado y una hermosa mujer de larga y ondulada cabellera verdosa.

 

- ¡Altezas, Lady Esmeralda! - Se sorprendieron Bertierite y Kermesite haciendo una amplia reverencia. -

-Eso no es necesario. - Declaró el cariacontecido príncipe Diamante. - Ya no. Ahora que hemos visto la verdad de todo.

 

            Junto a ellos además apareció Maray. Fue la hermosa joven de cabello verde quién le preguntó con visible interés y emoción, al ver a Asthel.

 

- ¿Es él?

-Sí, es mi hermano, vuestro otro nieto. - Sonrió la interpelada. -

- ¿Qué ha ocurrido para que hasta el propio príncipe Diamante, el infante Zafiro y la duquesa Esmeralda hayan venido? - Quiso saber la asombrada Bertierite. -

-Yo os lo contaré, abuela. - Sonrió Maray. -

 

            Un par de horas atrás la muchacha viajó abriendo un pasillo interdimensional tal y como su hermano la enseñase hacía años. No tardó en aparecer en Némesis, en el siglo treinta. Allí, entrando en un gran salón vio a un hombre joven, de lacia cabellera albina que estaba sentado en un trono saboreando una copa de vino… A su lado una hermosa joven de larga melena color verde botella le observaba con una mezcla de fascinación e impotencia.

 

-Príncipe Diamante, deberíamos tratar de establecer contacto. -Le decía ella entre sorprendida y algo inquietada. - Es muy raro que ni siquiera el Hombre Sabio haya venido a informarnos…

-Ocúpate. - Le ordenó secamente él. -

 

            La aludida hizo una leve reverencia y salió del salón con expresión de malestar.

 

-No lo soporto más.  Diamante únicamente piensa en esa maldita reina Serenity. Ni tan siquiera me mira cuando me da una orden…

 

            Fue en ese instante, atravesando un largo y oscuro pasillo apenas iluminado por tenues luces verdosas cuando Maray le salió al encuentro y le dijo con un tono lleno de afecto.

 

-Con odio nunca le conquistarás…

 

            Esmeralda la miró al principio sorprendida, después enojada. ¿Quién era esa mujer? ¿Cómo se atrevía a hablarle así? Y además iba ataviada de una extraña forma. Era bastante altas, incluso más que ella misma y, sobre todo, le recordaba demasiado a…

 

- ¿Quién eres tú? ¿Una de esas guerreras?... ¿Cómo has llegado aquí? - Espetó poniéndose en guardia. -

 

            Maray en efecto iba en su identidad de justiciera. Sonrió moviendo la cabeza en tanto se aproximaba hacia su interlocutora y le decía.

 

-Ésta no es tu verdadera personalidad...- Insistió. -

 

            La aludida ya no replicó a eso con palabras sino lanzando un rayo de energía oscura contra esa intrusa a la par que concentraba sendas bolas de energía negra en ambas manos.

 - ¡No sé quién demonios eres, pero acabaré con cualquier enemigo de la Luna Negra y de mi príncipe Diamante! - Exclamó. -

 

            Aunque esa desconocida se las arregló para esquivar bien ese ataque. Lo que era más, ahora ya no estaba allí. Esmeralda miró en todas direcciones…

 

-Ha debido de huir. Pero ¿a dónde? ...Droida Luates. - Invocó. -

 

            Una extraña mujer de pelo azulado encasquetado dentro de un gorro blanco hasta las orejas apareció. Vestía una larga falda plisada con un ceñido talle.

 

-Mi señora, ¿mandaste llamar?

-Sí, hay una intrusa en palacio. Localízala y acaba con ella. - Le ordenó sin contemplaciones. -

-Como mi señora ordene…

- ¡No será necesario! - Las interrumpió la voz de esa chica, ahora sonando con más firmeza. -

- ¡Tú! - la señaló Esmeralda haciéndole una indicación a su droida con el abanico rojo que portaba. - Ocúpate de ella.

- ¡Cómo mandes! - Replicó aquella mujer desapareciendo al instante. -

 

Reapareció lista para atacar a Maray con un extraño despliegue de sus cabellos que la joven eludió por poco contratacando al grito…

 

- ¡Que vuele el bumerán!

 

            No obstante, el arma volvió hacia atrás para sorpresa de su dueña…Maray la agarró pese a todo con facilidad dando ágiles volteretas para alejarse.

 

-No lo hace nada mal. - Tuvo que admitir Esmeralda, que contemplaba visiblemente interesada aquella pelea. -

-No estoy aquí para luchar. Tengo que hablar contigo, abuela. - Le dijo entonces esa jovencita dejándola atónita. -

- ¿Abuela? Pero ¿cómo te atreves a insultarme? ...-Repuso la ofendida Esmeralda. -

 

            A modo de réplica esa chica hizo desaparecer su atuendo de guerrera quedando con un vaporoso vestido blanco. Sus cabellos eran castaños y tenía unos ojos azules muy profundos y hermosos. Esmeralda la miró entonces como si reconociera a alguien.

 

- ¡Tú!…

-He venido a ayudarte. - Le sonrió esa muchacha. -

-Entonces dime dónde están Guerrero Luna y la chica. - Le preguntó su contertulia. -

-En el siglo veinte, eso ya lo sabes. – Afirmó Maray. - Pero lo que tienes que hacer no es dañar a una niña, sino velar por la persona a la que quieres.

- ¡Cállate! - Espetó la mujer de larga cabellera verde, arengando a su droida. - ¡Luates!, acaba con ella de una vez…

-Mi señora me manda. - Repuso el androide. -

 

            Aquella droida lanzó unas extrañas ondas contra Maray, aunque la joven ni se movió. Para sorpresa de su enemiga aquello no le hizo el menor efecto…

 

-Pero. ¿Quién eres y como puedes evitar los efectos de mi manipulación temporal? -Inquirió ese androide. -

 

            Por toda réplica Maray comenzó a inundar el lugar de un inmaculado resplandor. Esmeralda tuvo que taparse los ojos. Por su parte su androide quedó asimismo cegada e incapaz de moverse. La chica entonces se aproximó a su interlocutora y con voz dulce le susurró.

 

-Sé cómo te sientes, abuela…

- ¡Tú no sabes quién soy yo!- Pudo replicar ésta pese a todo, al tanto que añadía.- ¡Y deja de llamarme así!

 

 

            Aunque la propia Esmeralda estaba confusa. Esa palabra que para ella significaba un insulto no parecía haber sido pronunciada con ese ánimo por parte de aquella desconocida. Más bien creyó sentir un tono afectuoso. Y su asombro creció cuando esa muchacha le contestó de esa misma manera.

 

-Sé muy bien quién eres. Esmeralda, duquesa de Green Emeraude. Hija del Duque Cuarzo de Green Emeraude y de Maray de Gneis, quien te tuvo en el salón esmeralda del palacio real. La mismísima reina Amatista Nairía estuvo presente en tu nacimiento.

- ¿Cómo sabes todas esas cosas? - Se sorprendió la aludida preguntando a continuación. - ¿Eres de la resistencia?

           

            Para entonces la droida ya estaba recuperada y preguntó.

 

-Ama, ¿la mato ya?

- ¡Espera! - Le ordenó una confusa y atónita Esmeralda. - Quiero que hable y me diga cómo sabe todo eso sobre mí.

-La haré hablar. - Se ofreció la droida alargando sus uñas y adoptando una pose de ataque. -

-Hablaré sin que tengas que pedírmelo. - Contestó serenamente Maray añadiendo. - Muy bien, ¿Quieres enterarte de cómo averigüé todo eso sobre ti? - Preguntó a su vez, y al ver a su interlocutora asentir, sonrió ampliamente para desvelar. - Tú me lo contaste siendo yo una niña.

-Mientes. No te había visto en mi vida. - Negó su contertulia. -

-Es cierto, todavía no me has visto. – Concedió la muchacha afirmando con tono esperanzado. - Pero lo harás…y entonces no tendrás el corazón lleno de celos, ni de odio. Créeme, eres una mujer estupenda, abuela. Yo misma he visto por todo lo que tendrás que pasar y quién llegarás a ser. Sufrirás mucho, pero valdrá la pena...

- ¿Acaso me amenazas? - Se indignó su interlocutora. - Ahora verás…Luates, dale su merecido…

 

            La droida iba a ejecutar esa orden, pero por alguna extraña razón no pudo ni moverse. Esa muchacha la miraba ahora con severidad, pero su pelo se había vuelto blanco y sus ojos refulgían con un color dorado intenso.

 

-Mi señora, no sé qué es lo que me ha hecho. - Pudo balbucear ese androide-

 

            Esmeralda quiso reaccionar, pero un abrir y cerrar de ojos esa chica o lo que fuera se colocó justo a su lado y alargando una mano le posó la palma sobre el pecho.

 

-Ahora verás lo que debe ser…- Sonrió Maray. -

 

            Para Esmeralda aquello fue como si entrase en una especie de trance. Pudo verse a sí misma hablando con el Sabio. Éste le entregaba una especie de tiara oscura que ella lucía. Después caía inconsciente y se transformaba en un inmenso dragón. Atacaba a la Guerrera Luna, pero era destruida por ella. Después únicamente supo que cayó en un enorme pozo negro lleno de odio y de dolor. Podía sentir el sufrimiento en cada hebra de su ser…y mientras, oía la voz de aquella chica que no obstante la confortaba cantando con tono entre poderoso y lleno de calor y de afecto una canción dirigida a ella.

 

Se fue sin saber
Que yo sí lo amé

 

            Esmeralda observaba también al príncipe Diamante, pensando en ella mientras caía en ese vórtice de tinieblas. Pudo ver después como el joven moría protegiendo a la Guerrera Luna, asesinado por ese Sabio, quién no era otra cosa que el verdadero rostro de la muerte y la destrucción. Eso la horrorizó, aunque se sentía confortada por la voz de aquella chica. Después se vio otra vez, en medio de un paraje desolado, huyendo de terribles criaturas, acompañada por otra joven de largos cabellos entre rojizos y grises…


Se fue sin creer en mí

Perdí la razón

 

            Aquella otra Esmeralda de sus visiones sufría y lloraba, vestía una sucia y rota túnica gris y sus cabellos eran del mismo color ceniza. Pero poco a poco, tanto la ropa como el pelo se iban tornando blancos. Entonces sintió la presencia de Diamante.


Sangré tanto amor
Que aún, hoy ciento el vacío
Me lleva contigo

 

Ieeee ieee

 

El joven trataba de rescatarla y casi lo consiguió. Después ambos perdieron el contacto. Pero una presencia muy poderosa la ayudó a volver junto a él no sin antes mostrarle imágenes de una hermosa chiquilla de cabellos dorados y ojos violetas que crecía velozmente ante sus ojos para convertirse en una bella y resuelta mujer…

 

Mi corazón
Me susurró
A mí no vuelvas sin su amor…

 

Más tarde, como de una sucesión de imágenes a gran velocidad se tratase, Esmeralda se vio junto a Diamante, vestidos con ropajes extraños, de color caqui y de piel. Luego las cosas cambiaban, los dos estaban juntos, abrazando a esa niña de su visión que crecía hasta ser una joven muy alta y bella. Ella misma lucía unas ropas iguales a las de aquella joven que cantaba. Peleaba contra seres extraños y lo hacía junto a las guerreras de la Luna y otras mujeres. Todas eran camaradas en la lucha contra aquellos entes malignos. Después le entregaba una piedra de color verde a aquella chica rubia que, a su vez, iba uniformada del mismo modo y combatía a criaturas semejantes. Esa joven de pelo color oro rizado estaba de pronto junto a Diamante y a ella misma, los dos habían envejecido algo y la abrazaban con tristeza. Aunque después reaparecían a su lado cuando ésta se enfrentaba valerosamente a una gran oscuridad que amenazaba con hacer desaparecer todo lo que existía…

 

Camino al ayer
Allá donde estés
Hoy reto al olvido

 

Al instante esa mujer brilló de la misma manera luciendo el mismo color de ojos y de cabello que la muchacha que le estaba cantando aquella canción.  Después llevaba en sus brazos a un lindo bebé…que luego se transformaba en un pequeño realmente guapo. Y entonces, esa extraña joven rubia sostenía otro retoño entre sus brazos. Esmeralda sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo al mirar a esa chica que cantaba con fuerza y mucho amor… ¡ella era ese bebé!…

 

Se fue sin saber
Que yo no me rindo

 

Ieeee iiieeeeee

 

Mi corazón
Me susurró
A mí no vuelvas sin su amor

Iiiieeee iiiiieeeee

 

Y la atónita Esmeralda se vio a sí misma mucho más mayor, sentada junto a esa jovencita de pelo castaño y ojos azules a la que parecía tratar de animar…tomando amorosamente la barbilla de la muchacha con una de sus manos.

 

Devuélveme el alma en pie

Devuélveme el amaneceeer

ooh

 

            Aunque ahora era a la inversa, esa jovencita sostenía la barbilla de Esmeralda quien lloraba sin poder parar, en tanto la muchacha seguía cantando…mostrándole imágenes del príncipe Diamante, de cómo pasaba a ser un hombre totalmente nuevo, entrenando junto con su hermano Zafiro y otros desconocidos. Luchando contra los poderes de la oscuridad, derrotándolos y yendo a buscarla a ella.

 

Hoy vuelves conmigo…

Iiiieeeee iiieeeeee

 

Mi corazón, me susurró

A mí no vuelvas sin su amor

 

Los dos vivían muchas aventuras y ambos terminaban juntos a esa chica, un altísimo muchacho de largo cabello castaño que pasó a ser blanco también, y cuyos ojos refulgían del mismo color dorado que los de aquella joven, que aparecía junto a él ahora. Flanqueados por esa mujer rubia de ojos violetas y muchas personas más. Esmeralda creyó reconocer a las hermanas Ayakashi y a Zafiro entre ellas…

 

Devuélveme el alma en pie

A mí no vuelvas sin su amor

 

Devuélveme el alma en pie

Devuélveme el amanecer…

Iiieeee

 

(Amanecer. Edurne. Crédito al autor)

 

            Al terminar de oír cantar a esa muchacha Esmeralda solo podía enjugar esas lágrimas y mirarla con la boca abierta. El pelo y ojos de esa jovencita habían vuelto a ser castaño y azules respectivamente cuando con dulzura le explicó.

 

-Esa será tu vida…si el devenir de los acontecimientos se mantiene tal y como debe de ser.

- ¿Quién era esa mujer rubia? - Quiso saber su asombrada contertulia. - ¿Quién era ella? La sentía como parte de mí… no puedo explicarlo…

-Ella será tu hija, la llamarás Amatista… la hija que el príncipe Diamante y tú deberéis tener…nombrada de ese modo en honor de la reina Amatista Nairia a la que tanto quisiste. Ella será mi madre…- Sonrió Afectuosamente Maray. -  Por eso tú eres mi abuela…o lo serás. ¿Ahora me crees?...

-Sí- Balbuceó la interpelada con patente emoción en el tono. - Si, te creo…quiero creerte.

-Pues ayúdame a convencer al abuelo Diamante. - Le sonrió animosamente su interlocutora. - Él te necesita para escapar a un terrible destino. Todos te necesitamos.

 

            Esmeralda asintió con rotundidad ofreciéndose de inmediato y pidiéndole a esa muchacha.

 

-Dime lo que tengo que hacer.

-Sígueme. - Le indicó Maray. -

 

            Las dos cruzaron rápidamente el pasillo de camino al trono, justo entonces la droida recuperó el movimiento.

 

-Mi señora. ¿Destruyo a la enemiga? - Inquirió con expectación. -

-No, síguenos...- Le ordenó Esmeralda. - Y detén a cualquiera que trate de impedirnos ver al príncipe Diamante.

 

 

            Aquel androide obedeció sin rechistar las instrucciones, pero por fortuna no encontraron oposición al entrar en la sala del trono. Al verlas aparecer el soberano de Némesis las observó extrañado.

 

- ¿Qué pasa, Esmeralda? - Preguntó dejando una copa de vino que portaba entre las manos sobre el brazo derecho de su asiento del trono. - ¿Quién es esa mujer? ¿Es una de las guerreras?

-Tienes que dejarla hablar. Por favor. Tiene una cosa muy importante que decirte. - Le pidió la mujer de la verde cabellera con tono dominado por la emoción. -

-Dime. ¿Quién eres? - Inquirió el joven príncipe levantándose de su sillón. -

 

            Maray sonrió al ver a su abuelo tan joven y gallardo. Comprendía bien por qué su abuela se enamoró de él. Aunque el mismísimo Diamante la observó atónito. Algo en el rostro de esa chica le recordaba a su propia madre. Sin embargo, la aparición del Sabio en medio del salón le detuvo en seco.

 

-Ten cuidado, príncipe Diamante. - Le advirtió con voz cavernosa. - Ésta es una enviada del enemigo.

- ¡Eso es mentira, Sabio! - Espetó Esmeralda encarándose a él para sentenciar. - Tú eres el verdadero enemigo. He visto lo que tratas de hacer…Y no te lo permitiré.

-Al parecer Esmeralda ha caído bajo el poder de sugestión de esa intrusa. - Declaró el Encapuchado dirigiéndose a la droida. - Luates. Acaba con ella.

 

            Aunque ese androide estaba confundida. Apenas fue capaz de objetar…

 

-Pero amo Hombre Sabio, la ama Esmeralda me ha ordenado protegerla… ¿Qué debo hacer?

-Seguir mis órdenes. - Terció Diamante. -  Seré yo quien juzgue lo que está pasando…y averiguaré quien es esa desconocida.

-Por favor. – Le pidió Esmeralda doblando una rodilla. - Ella es de nuestra sangre. ¡Es nuestra nieta!

 

            Su interlocutor no podía dar crédito a lo que escuchaba. Maray se aproximó confiadamente a él, sonreía de manera afectuosa y esa expresión hacía que la mirada del príncipe no pudiera apartarse de ella. Aunque ese encanto fue roto por el Sabio quién atacó con un rayo de energía oscura a las recién llegadas.

 

- ¡Morid renegadas! - Exclamó arrojando su mortal ráfaga de destrucción contra Esmeralda y la muchacha. -

 

            La duquesa de Green se tapó la cara con ambas manos en un vano intento por no ser fulminada, pero fue inútil. Sin embargo, cuando se creía ya muerta esa chica se interpuso en la trayectoria de ese rayo letal. Sin parecer inquietada extendió los brazos y colocó ambas manos para rechazarlo a la par que su cabello volvía a iluminarse con ese tono inmaculado cegador y sus ojos brillaban dorados una vez más…

 

- ¡Te destierro al abismo, criatura del mal! - Exclamó emitiendo por su parte una llamarada de inmaculado fuego. -

- ¿Queee? - Pudo aullar el Sabio. - ¡No puede ser!, esa mujer rebasa mi poder…

 

            El asombrado Diamante fue testigo de cómo el ataque de su consejero fue rechazado y barrido por aquella poderosa descarga que no obstante no dañó nada más. El Sabio había desaparecido sin dejar trazas…

 

- ¿Qué ha pasado? - Inquirió perplejo y repitiendo su pregunta en dirección a Maray. - ¿Quién eres tú?...

 

            La joven ahora estaba ayudando a Esmeralda a levantarse. Tras hacerlo pasando un brazo por los hombros de la que sería su abuela declaró con dulzura.

 

-Soy la que estará destinada a ser vuestra nieta. Y vengo porque necesito de vuestra ayuda.

 

            El estupefacto Diamante miró a Esmeralda quien asintió con gesto emocionado.

 

-Te escucho. - Afirmó entonces el asombrado príncipe. -

 

            En eso llegó Zafiro, el joven venía a todo correr. Había detectado una subida de poder increíble en el corazón de la caldera.

 

- ¡Hermano! - Gritó para llamar su atención. -

 

            Sin embargo, le vio a él, a Esmeralda y a esa droida junto a aquella extraña joven que brillaba en ese tono inmaculado tan hermoso y enmudeció. Diamante al verle sí que habló.

 

-Ven Zafiro. Esta joven tiene algo muy importante que decirnos…

 

            Por supuesto que el requerido obedeció. Tras unirse al resto una Maray que recobró su apariencia normal les resumió la situación. Ahora con el efecto de la energía negativa desvaneciéndose poco a poco en ellos, el príncipe pudo decir con tono entre incrédulo y asombrado…

 

-Entonces, tú serás nuestra nieta. Y esa joven rubia nuestra hija… ¿Podría verla igual que ha hecho Esmeralda?

-Claro. - Le sonrió Maray indicándole. - Daos la mano la abuela y tú. Y déjame que ponga la palma de la mía sobre tu pecho, abuelo.

 

            El interpelado asintió y cuando eso sucedió pudo ver lo mismo que Esmeralda, escuchando aquella misma canción. Su reacción no fue menos emotiva. Alguna lágrima le caía rodando por las mejillas cuando fue capaz de decir con voz queda.

 

- ¿Es esto posible? ¿Cómo puede estar tan ciego?...

- ¿Y yo? - Quiso saber Zafiro con patente interés y el mismo estupor que su hermano. - ¿Puedes decirme que me sucederá?

-Sí, tú te casarás con Petz y tendréis dos hijos. - Le contó Maray que ya más preocupada añadió. - Ahora que lo sabéis todo. Os pido ayuda. Hay un monstruo que está asolando el siglo veinte en la Tierra. Y que podría acabar con todo lo que os he mostrado si no le detenemos.

-Dime que quieres que hagamos y se hará. - Le prometió Diamante. -

-Para empezar, ordena a Rubeus y a las hermanas que cancelen la misión y se unan a la Guerrera Luna y las otras en la lucha. Solamente así podremos salvar el futuro. - Le pidió la muchacha. -

 

            Su abuelo asintió y a ello se dispuso… Maray concluyó la narración dirigiéndose a todos para remachar.

 

-El resto lo sabéis.

 

            Granate iba a decir algo cuando a lo lejos oyeron una explosión…

 

-Ha sido allí. - Indicó Brian señalando hacia el este, a unos kilómetros. - Debe de ser Cell.

-No, mirad. - Terció Diaval señalando con uno de sus brazos rematado en su dedo índice hacia arriba. - En el cielo…

 

            Y todos observaron una formación de aviones de combate. Para los miembros de la Luna Negra esas máquinas eran realmente anticuadas, pero volaban raudas bombardeando un objetivo.

 

-Han debido de localizar al monstruo. Son las fuerzas de autodefensa japonesas. - Les comentó Mamoru. -

-Tenemos que detenerles y decirles que se marchen. Cell les destruirá. - Afirmó una inquieta Ami. -

-Y, además, no sabemos dónde pueda estar Chibiusa, su vida corre serio peligro. - Se asustó Usagi. -

-Tenemos que darnos prisa. Si todavía no ha contratacado es porque no quiere revelar su posición. - Dedujo agudamente Brian. -

-Luates. - Ordenó Esmeralda haciendo que esa droida apareciera de inmediato. - Localiza al enemigo e infórmanos de dónde está. -

-A la orden. - Replicó ésta desapareciendo. -

 

            Los demás tampoco se quedaron aguardando. Con rapidez decidieron dispersarse por la ciudad para sacar de allí a cuantos inocentes hubiera. De fondo podían escucharse los disparos de misiles y ametralladoras contra un invisible objetivo. Las guerreras se ocuparon de velar por cuantos supervivientes pudieran encontrar. Las hermanas Ayakashi escoltaron a los niños de la guardería. Al menos a los pocos que quedaban, unos nueve en total. Kermesite llevó a los críos haciéndoles ir de la mano y por parejas, tomando ella misma a la pequeña Yumiko. Iba acompañada de su hermana Bertierite. Calaverite y Petzite las cubrían a poca distancia.

 

-No me gusta nada esto. - Comentaba Petzite a la segunda en edad. - Si ese monstruo apareciera de improviso no seríamos rivales para él.

-Esperemos que eso no suceda. - Replicó Calaverite. -

-Chiss. - Les pidió Bertierite susurrando algo inquieta. - No asustéis a estos pobre críos más de lo que ya lo están.

-Es verdad. - Admitió Petzite dedicando una compasiva mirada a un pequeño que aún tenía los rastros de las lágrimas resecas en su carita. - Bastante mal lo han pasado ya.

- ¿Cómo es que no fuimos capaces de darnos cuenta de esto antes? - Preguntó en voz alta Calaverite, no sin un tono de culpabilidad al remachar. - Del mal que hacíamos…

 

            Las demás la miraron con estupor, pero pensaban lo mismo. De hecho, era como si cada vez fueran más sensibles al sufrimiento de esos pequeños y al del resto de las personas. Algo en ellas se estaba desvaneciendo…

 

-Es lo que mi nieta del futuro comentó. - Dedujo Bertierite. - Al destruir al Sabio quizás el poder oscuro que nos controlaba haya desparecido.

-Sin embargo, todavía tenemos nuestros poderes. - Comentó una sorprendida Kermesite. -

-Me alegro de eso. Los podríamos necesitar. - Afirmó Petzite. -

 

            Así siguieron caminando hasta salir a una zona aclarada del terreno, sin demasiados escombros. Entonces Kermesite vio algo.

 

- ¡Mirad! - Señaló a las demás. -

 

            Aguzando la vista creyeron distinguir a alguien tumbado sobre unas ruinas. Petzite se acercó deprisa reconociendo a esa cría de pelo rosa. Su antiguo objetivo. Estaba apenas consciente y balbuceaba…

 

- ¡Papá, mamá!…

- ¡Es la chica! - Exclamó Calaverite. -

 

            Corrieron hacia ella llevando a los otros críos, y llegando a su lado justo cuando la cría despertaba. Aunque al ver a las hermanas gritó de terror, tratando de huir.

 

-No, no. ¡Tranquila! - Le pidió Bertierite en tanto Calaverite sujetaba a la aterrada pequeña. - No vamos a hacerte daño, las cosas han cambiado…

 

            Al fin Chibiusa las miró entre asustada y atónita. Sin embargo, parecía que esas mujeres decían la verdad. En lugar de esas expresiones despiadadas que antes tenían cuando la perseguían ahora le dedicaban miradas de preocupación. Además, junto a ellas un grupo de pequeños de su edad parecían tenerlas confianza…

 

-Lo sentimos mucho. Lamentamos lo que queríamos hacerte. Pero eso se terminó- Se disculpó sentidamente Calaverite. -

-Vamos a protegerte desde ahora. - La calmó Petzite con un tono suave y hasta cordial. - No tienes nada que temer.

 

            Sin embargo, la sangre se les heló a todas cuando escucharon la voz de aquel perverso ser regocijándose al decir…

 

-No por mucho tiempo…

 

            Mirando hacia la fuente de esa voz con asombro y pavor vieron a ese monstruo a solo unos pocos metros delante ellas. Las hermanas cerraron filas de inmediato protegiendo a los niños que chillaban de miedo. Ellas se dispusieron a preparar sus ataques…

 

- ¡Ja, ja, ja! - No tenéis nada que hacer. - Sentenció Cell afirmando para horror de las mujeres. - Y en cuanto absorba el poder que tiene esa pequeña seré perfecto. Puede que deje a los otros para el postre. A modo de celebración.

- ¿Qué te hace pensar que vamos a permitírtelo, maldito? - Le desafió Calaverite empuñando su látigo. -

 

            Las demás asintieron con igual determinación. Los críos se acurrucaban entre Bertierite y Petzite mientras que la aterrorizada Chibiusa se abrazaba a Kermesite que trataba de ocultar a la niña apretándola contra su pecho. Fue Bertie quién le dijo su hermana menor.

 

-Tú vete, ¡rápido! …llévate a los niños. Nosotras nos ocuparemos de él…

 

            Los demás pequeños estaban clavados en el suelo, con los ojos vidrios de miedo. Kermesite sonrió a Yumiko y le susurró…

 

-Ahora tienes que ser muy valiente y ayudarme con tus compañeros. Y con esta niña que es vuestra nueva amiguita. ¿Lo harás por mí?...

-Sí…señorita gata. - Pudo balbucir la cría que no dejaba de mirar el extraño peinado de esa mujer. -

 

            Incluso en esa situación Kermesite se sonrió acariciando el rostro de la niña.

 

-Vamos. - La urgió Bertierite. - Debes darte prisa. Niños. - Añadió tratando de sonar desenfadada sin apenas lograrlo. - Ahora vais a salir corriendo deprisa, deprisa. Como cuando jugáis al escondite. ¿Vale?  Seguid a mi hermana.

 

Al fin los niños asintieron. Kermesite entonces no lo dudó, corrió junto con Chibiusa y los demás críos lo más deprisa que pudo. Todo ello ante la mirada de regocijo de aquel perverso androide que aparentemente las permitió escapar. Las demás Ayakashi se prepararon para tratar de frenarle. Cell sonrió aviesamente, ya se relamía ante la perspectiva de una caza fácil. Lo malo es que a poco que le atacasen debería emitir algo de energía y temía ser descubierto antes de tiempo. Aunque enseguida una voz familiar sonó en su cabeza.

 

-Deja que esa muchacha escape con esos mocosos. No tendrás problemas en hacerte con tu objetivo…aléjate de aquí y olvídate de las hermanas por ahora.

 

            Y para asombro de sus adversarias Cell declaró en tanto se daba la vuelta y se marchaba en dirección opuesta.

 

-Ya habrá otra ocasión…Hasta pronto…

 

            Las tres se miraron sin comprender aquel comportamiento.

 

-Esto no me gusta. - Declaró finalmente Petzite. - No tiene ningún sentido

-Es verdad. - Convino Calaverite. - Por una vez tienes toda la razón, querida hermana.

-No es lógico, podría habernos vencido sin apenas esfuerzo. - Coincidió Bertierite quien entonces suspiró añadiendo con tintes reflexivos. - Claro, se trata de eso. A poca energía que emita para destruirnos le localizarían.

-Debemos alcanzar a Kermesite y a los críos. Ese monstruo podría dar un rodeo y sorprenderles. - Comentó Petzite. -

 

            Sus hermanas asintieron lanzándose a la carrera tras los pasos de la menor de ellas y los pequeños. Entre tanto las guerreras habían logrado sacar de allí a unas cuantas personas que todavía quedaban atrapadas entre las ruinas o simplemente se escondían. Fue Rei la que presintió algo entonces…

 

-Chibiusa está en gravísimo peligro, y las hermanas también. Puedo sentirlo.

-Tenemos que dar con ellas. - Arengó Makoto. -

 

               Las guerreras se pusieron en marcha a todo correr tratando de encontrar a la pequeña. Por su parte el grupo de Asthel junto con los jefes del clan de la Luna Negra, Mamoru y Setsuna, proseguía la búsqueda de Cell.

 

-Ese maldito oculta bien su aura. - Declaró Diaval. -

-Percibo una gran descompensación en el espacio interdimensional. - Afirmó entonces la Guerrera Plutón aferrándose a su báculo con inquietud. - Es una gran marea y va en aumento.

-Sí…también puedo sentirlo. - Añadió Asthel valorando con preocupación a su vez.- Cuanto más tardemos en solucionar esto más grave será. Podría llegar un momento de no retorno.

-Y tenemos que rescatar a Mimet. - Les recordó Brian. -

-Entonces, si lo he comprendido bien, es como si varias dimensiones se estuvieran entrelazando. Y por eso nuestra historia ha cambiado. - Intervino un reflexivo Zafiro. -

-Así es, abuelo. - Sonrió Granate. - Realmente las cosas no tendrían que haber sucedido así. Pero si queremos tener una oportunidad de retornarlo todo a su situación normal os necesitamos.

- ¿Quiere eso decir que si las cosas retornan a su sitio volveremos a vivir todo lo que nos habéis mostrado? - Inquirió Esmeralda. –

- ¿Y olvidaremos todo esto? - Agregó Diamante. -

-Así es, abuelos. - Sonrió Asthel. - Y así tiene que ser. No aprenderíais las valiosas lecciones que mi hermana os enseñó de modo tan comprimido. No seríais por tanto las personas que darían origen a nuestra propia existencia.

-Y en ese caso no habríais podido venir aquí a advertirnos. - Musitó Diamante llevándose una mano a la barbilla. –

-Es una paradoja espacio- temporal realmente muy compleja. - Declaró Zafiro. -

-Todo eso está muy bien, pero ¿Qué hay de mi destino? - Quiso saber Rubeus. - ¿Acaso acabo con alguna de las hermanas? ¿Con cuál? ¿Kermesite, Calaverite?

 

            Aunque ahora los muchachos se miraron con cara de circunstancias y ninguno parecía muy por la labor de responder. Además, un ataque inesperado les hizo ponerse en guardia a todos. Aviones japoneses e incluso carros blindados se aproximaban disparándoles…

 

- ¡Nos han tomado por el enemigo! - Advirtió Alusa. -

-Desplegad una pantalla protectora. - Les indicó Granate a los miembros de su grupo. -

 

            Así lo hicieron cobijando a todos. Aunque el impacto de las bombas y los misiles era potente la barrera resistió.  Al terminar la primera oleada se dispersaron para ocultarse. Rubeus corrió hacia una extensión de campo abierto y curiosamente allí no pareció ser visto por las fuerzas de autodefensa niponas, pero sí por ese personaje de la túnica negra y el gran libro de color burdeos.

 

- ¡Tú otra vez! - Exclamó el joven. -

- ¡Pobre Rubeus! No has tenido mucha suerte, ¿verdad? - Se burló ese ser. -

- ¿Qué quieres decir? - Inquirió éste con estupor y algo de malestar en su voz. -

-No han respondido a tu pregunta… ¿No quieres saber lo que será de ti?

-Claro que quiero. Supongo que iban a decírmelo, pero justo entonces estos estúpidos terrestres del siglo veinte nos atacaron. - Replicó el aludido. -

 

 

            Y abriendo de par en par ese gran libro, aquel misterioso ser le invitó…

 

-Acércate y lee. Yo sí puedo contestar a esa pregunta. Y ahora entenderás por qué ellos no lo hicieron. Te aseguro que no tiene nada que ver con el ataque que acabáis de sufrir…

 

            El chico se aproximó con visible curiosidad y pudo leer en efecto algo que le hizo palidecer. Su interlocutor dejó pasar unos instantes para que asimilara aquello y le comentó entre divertido y fastidiado.

 

- Qué bonito, ¿verdad? Para todos ellos habrá una historia feliz y en cambio tú estás abocado a ese destino. -

-No, ¡no puede ser! -rechinó Rubeus apretando los puños. -

-De todos modos, aun no debes inquietarte. - Le animó su contertulio para dejar caer. - Eso sucederá si ellos logran restaurar las cosas como estaban. Pero sino… Tú tendrías una nueva e interesante vida…

- ¿Qué tengo que hacer para evitar eso? - Preguntó el atribulado joven. -

-Sencillamente lo que yo te ordene. - Contestó malévolamente su interlocutor. -

 

            Acercándose a Rubeus le dio una serie de instrucciones y una pérfida sonrisa afloró en los labios del joven quien asintió para sentenciar.

 

-Como tú mandes, maestro…

 

            Ocupados en repeler los ataques militares el resto no se percató de la ausencia del pelirrojo. Éste corrió siguiendo las instrucciones que había recibido. Enseguida la vio…

 

-Allí está. - Se dijo complacido. - Será muy fácil…

 

            Por su parte, Cell estaba oculto tras algunos restos de edificios derruidos. Miraba con gesto burlón desde su privilegiado escondite como el grupo de muchachos, las guerreras y los miembros de la Luna Negra le buscaban.

 

- ¡Ja, ja!... no podréis encontrarme…

 

            El que sí pudo era ese encapuchado con el libro que se aproximó flotando en el aire para dirigirse al androide.

 

-Tienes un nuevo aliado. - Le informó. - Procura hacer un buen uso de él.

 

            Tras explicar a Cell los pormenores desapareció. El androide quedó pensativo al tiempo que se decía.

 

-Realmente este individuo es muy retorcido. Pero me gusta. Es entretenido. Y si lo que me ha comentado es cierto, podré completarme enseguida…ahora debo ir con mucho cuidado, no me conviene que sigan mi rastro…

 

            Y a gran velocidad comenzó a correr y saltar rumbo al sitio que su aliado le había indicado. Por su parte Rubeus llegó asimismo a una plaza donde Kermesite y los críos descansaban. La muchacha estaba interesándose por los pequeños que estaban agotados por el miedo y la carrera.

 

-No os preocupéis niños, todo irá bien. - Les decía tratando de sonar convencida. -

 

            Los críos la miraban con miedo, pero a la vez esperanzados. Habían huido de ese monstruo malvado y esa mujer les estaba cuidando. Debía de ser una especie de hada con aquel extraño vestido y ese peinado tan gracioso. Lo mismo que las otras.

 

- ¡Quiero ir con mi mamá! - Pidió un lloroso niño.-

-Tenemos que ser valientes, Akira. - Replicó Yumiko. -

-Claro que sí, pronto todo terminará. - Añadió Kermesite. -

 

            Fue entonces cuando vio a su amo Rubeus. Éste llegaba andando y lucía una sonrisa cordial.

 

-Amo. - Le llamó encantada. - ¡Menos mal! Ahora que estás aquí podremos llevar a estos niños a un sitio seguro.

-Por supuesto. - Convino amablemente él que agregó con tono admirado. - Y debo decir que has hecho un gran trabajo manteniéndoles a salvo. Por cierto. ¿Y tus hermanas? No habrán sido eliminadas por ese monstruo. - Preguntó con lo que parecía inquietud. -

-Espero que no, ellas se quedaron atrás para darme tiempo a huir con los niños. - Suspiró la intranquila muchacha. -

 

            Rubeus asintió cruzándose de brazos y asintió en tanto observaba a los pequeños.

 

-Ya lo veo. Dime, ¿has podido poner a salvo a la chica? Ya sabes que las órdenes de nuestro amado príncipe Diamante han cambiado. Ahora somos los garantes de su seguridad.

-Por supuesto que sí. - Sonrió su interlocutora señalando a una niña de pelo rosa que estaba sentada en unas escaleras descansando. - Ahí está.

-Excelente. Estoy muy orgulloso de ti. Eres magnífica. Has cumplido a la perfección con tu tarea. - Le sonrió él. -

 

            Kermesite se hallaba en el paraíso, su amado jefe por fin parecía darse cuenta de lo que ella valía. Quizás las cosas que su nieta le contara acerca de él no fueran totalmente correctas. O quizás al haber alterado los hechos él hubiese cambiado. Se aproximó a Rubeus atreviéndose incluso a tomarle de un brazo y mirarle a los ojos con expresión ilusionada en tanto le confesaba.

 

-Muchas gracias, significa mucho para mí oírte decir eso… yo…

-De veras, siempre has sido leal y bien dispuesta. - Le dijo él a su vez en tanto sujetaba la barbilla de la joven con una de sus manos. - Es una lástima. - Añadió ahora con un largo suspiro. -

 

            Kermesite le miró sin comprender.

 

- ¿Lastima? ¿A qué te refieres?

 

            Los gritos de terror de los niños la hicieron entender lo que pasaba. ¡Aquel monstruo les había encontrado! Estaba a tan solo unos pocos metros de ellos. Avanzaba sin prisa, pero sin pausa en tanto los pequeños se acurrucaban en un portal medio destruido. Ella enseguida se separó de Rubeus diciéndole a su jefe.

 

- ¡Es ese androide! Tenemos que luchar contra él. Quizás entre los dos podamos…

 

            No pudo terminar la frase, su superior la golpeó en la cabeza dejándola inconsciente. Enseguida sonrió indicándole a Cell en tanto le señalaba a la aterrada chiquilla.

 

-Esa es la mocosa, Absorberla de una vez.

-Con mucho gusto. Gracias, amigo. - Repuso su interlocutor dirigiéndose sin prisa hacia su presa. -

 

            La niña trató de correr alejándose de los otros aterrados pequeños, sin embargo, Cell enseguida se desplazó a una enorme velocidad cortándole el paso.

 

- ¡Fin del trayecto! - Sentenció el androide. -

 

            Aunque una ráfaga de energía oscura le cayó encima haciéndole mirar a su espalda. Allí estaban esas enojosas tres mujeres.

 - ¡Ni se te ocurra tocar a esa niña! - Gritó Bertierite. -

 

            En ese instante Calaverite vio a su hermana en el suelo.

 

- ¡Kermesite! - Exclamó mirando entre atónita y furiosa a Rubeus. - ¿Qué le has hecho a nuestra hermana?...

-Nada grave. - Se limitó a sonreír éste. - Sencillamente estaba donde no debía. - ¡Igual que vosotras! - Remachó lanzando un ataque de energía contra sus antiguas subordinadas. - ¡Fuera de mi camino!…

 

            Las chicas apenas si pudieron oponer sus poderes combinados para frenar esa ráfaga de esferas rojizas que les estallaron a muy poca distancia. Las tres cayeron al suelo heridas, aunque por fortuna no de demasiada consideración.

 

- ¿Te has vuelto loco? Las órdenes del príncipe Diamante fueron las de proteger a la chica. - Le recordó Petzite sujetándose su herido brazo izquierdo. –

- ¿Por qué estás haciendo esto? - Le preguntó una incrédula e indignada Calaverite. –

 

            La carcajada de su superior fue la réplica, acompañada de sus palabras que salían frías y siniestras de sus labios.

 

- ¿Por qué? Más bien por quién. Lo estoy haciendo por mí…

-Eres un traidor. - Opuso Bertierite. - Nosotras informaremos al príncipe…

- ¡Ja, ja, ja! ¿Vosotras? - Reía Rubeus con regocijo. - Ya no servís para nada. Terminaré con todas. Pero ahora hay otras cosas más importantes que atender. Cell, termina con esa niña. - Remachó dirigiéndose a su aliado. -

-Buen trabajo. - Le felicitó éste admitiendo sin reservas. - Me estás resultando una valiosa ayuda. No podía usar mi energía o podrían haberme detectado. Al menos hasta que no me complete no me interesa que eso suceda.

 

            Kermesite se estaba recobrando del golpe. Apenas consciente pudo sin embargo presenciar el ataque de Rubeus contra las hermanas y recordó las palabras de su nieta. Fue capaz de levantarse llena de rabia y mascullar.

 

-Ella tenía razón. ¡No eres más que un canalla y un cobarde! ¡Poder del fuego, ataca!

 

            Su superior se vio tomado por sorpresa ante las llamaradas de la Ayakashi y aulló al quemarse. Sin embargo, enseguida pudo apagarlas y se giró hacia ella mirándola con ira.

 

- ¡Maldita estúpida! Te voy a enseñar lo que es bueno…

 

            Apuntó hacia ella preparando una nueva andanada. Para su horror Kermesite se percató de la mala oposición que ocupaba, justo al lado de los niños que se acurrucaban asustados tras de ella. No podía trasladarse a otro sitio para esquivarlo o el ataque de Rubeus los mataría. Aguantó en su sitio apretando los puños y tratando de concentrar cuanta energía pudiera a fin de crear una pantalla protectora…Entre tanto Cell elevó su cola abriendo aquel agujón para convertirlo una vez más en aquella especie de embudo. La pequeña le miraba aterrada. Aunque en ese momento chilló.

 

-¡Noo! ¡Déjame! ....

 

            Una oleada de energía blanca y pura brotó de ella al tiempo que una media luna amarilla se dibujaba en su frente. Rubeus y Kermesite fueron derribados por la onda expansiva que causó aquella emisión de poder. Sin embargo, Cell lo soportó entre carcajadas afirmando.

 

-Esto ya me lo conocía. En esta ocasión no me has tomado por sorpresa, pequeña…

 

            Pero otro androide apareció en ese preciso instante. Era Luates que enseguida contactó con sus superiores.

 

-Lady Esmeralda. He localizado el objetivo. Transmito su posición - Informó. - Aguardo instrucciones…

 

            A algunos kilómetros de allí, la duquesa de Green recibió aquella transmisión.

 

-Detén a ese monstruo. - Le ordenó la mujer. - Enseguida vamos…

-A tus órdenes. - Replicó la droida lanzando uno de sus ataques contra Cell. -

 

            Éste se vio transportado hacia atrás, alejándose de la chiquilla. Furioso, observó a esa extraña individua.

 

- ¡Maldita entrometida! - Masculló pidiéndole a su aliado. - Ocúpate de ella.

-Droida Luates, te ordeno que te mantengas la margen. - Le mandó Rubeus. -

-No puedo obedecer tus órdenes, el ama Esmeralda me ha ordenado…

 

            Sin embargo, en medio de la frase se detuvo. Aquel ser de largo hábito sostenía ese gran libro y parecía estar escribiendo en él. Ahora Luates esbozó una maligna sonrisa afirmando en tanto se inclinaba.

 

-Lo que mi amo mande…

¿Qué has hecho? - Quiso saber El atónito joven. -

-Muy fácil, la he puesto de vuestro lado. Os hará falta. - Repuso ese tipo. - En tres, dos, uno…

 

            Entonces desapareció, aunque Rubeus y Cell no pudieron ni preguntarse cómo, ante ellos aparecieron los miembros de la Luna Negra.

 

- ¿Qué está pasando aquí? - Quiso saber Diamante. -

-Luates, ataca a ese horrible monstruo. - Le ordenó Esmeralda apuntando con uno de sus dedos a Cell. -

 

            Sin embargo, la droida no solamente no la obedeció, sino que lanzó contra ellos uno de sus ataques. Por poco pudieron eludirlo. Cell se sonrió malévolamente aprovechando para abrir una vez más el extremo de su cola en forma de embudo y dirigirse hacia la maltrecha Chibiusa.

 

- ¡Quieto, maldito! - Exclamó a duras penas Petzite tratando de levantarse. -

 

            Zafiro se posó a su lado, ayudándola a ponerse en pie, para sonrojo de la joven. Él además le dedicó una afectuosa mirada para preguntar con preocupación.

 

- ¿Estáis bien?

-Sí, gracias…pero tenemos que detener a ese monstruo. - Pudo decir su interlocutora. -

- ¡Ja, ja, ja! No podréis detenerle. - Exclamó Rubeus elevando los brazos en señal de triunfo. -

- ¡Maldito traidor! - Espetó Esmeralda preguntándole con incredulidad y enojo. - ¿Acaso no has oído las órdenes de nuestro príncipe?

 

            Sin embargo, su contertulio sonrió con sorna moviendo la cabeza.

 

-Lo siento, es que no veo que mi futuro vaya a ser demasiado halagüeño bajo su mandato.

-Basta Rubeus, te ordeno que ayudes a esa niña. - Intervino el príncipe. - De lo contrario yo mismo te haré pagar tu desobediencia.

 

            Cell asistía a todo aquello divertido, ya tenía a la cría a su merced. Le bastaba con introducirla por aquel enorme embudo. La pequeña trataba de huir, pero le era imposible, el monstruo la aprisionaba con una de sus patas.

 

- ¡La va a matar! - Se escandalizó Calaverite. - Tenemos que hacer algo y rápido.

-Entre todas a la vez. - Las arengó Petzite. -

 

 

Las cuatro concentraron sus energías para atacar a su enemigo. Sin embargo, Luates intervino con celeridad atacando a su vez a las hermanas. Éstas vieron perplejas como sus andanadas retrocedían llegando hasta ellas. Hubieron de apartarse con celeridad para evitarlas. Aunque para su alivio unas familiares voces se hicieron oír entonces. Eras las sailors y Tuxedo.

 

- ¡Alto, monstruo! - Ordenó la Guerrera Luna señalando a ese androide. - Suelta a Chibiusa, ella no te ha hecho nada.

 

            Pero el aludido la ignoró. Las guerreras se aproximaron preparándose para el combate, pero al ver a la niña bajo la pata de ese terrible monstruo no se atrevían a lanzar sus ataques.

 

- ¿Qué podemos hacer? - Preguntaba Venus mirando a sus también desconcertadas compañeras. - Podríamos herir a Chibiusa…

-Vale más eso que dejar que la absorba. - Declaró Marte. -

- ¿Cómo puedes decir una cosa así? - Sollozó la Guerrera Luna. - Debemos protegerla…

-Si ese monstruo logra sus propósitos estaremos perdidos. - Opinó Makoto que con gesto de pesar y rabia apenas pudo añadir. - Vale más que ataquemos, aunque sea un gran riesgo…

-Mercurio, ¿Tiene algún punto débil que podamos atacar sin dañar a Chibiusa? - Preguntó Tuxedo a la guerrera del agua. -

-Ésta consultó su visor tratando de analizar a Cell, al cabo de unos instantes movió la cabeza. - No, lo lamento, nada que nosotros podamos utilizar.

-Aun así, tenemos que intentarlo. - Urgió Marte. -

- ¡Jamás podremos hacerlo solos! - Objetó Venus. -

-Necesitamos ayuda. - Terció Plutón. -

 

            Ese debate interno quedó silenciado cuando aquellos muchachos aparecieron rodeando a Cell, a Rubeus y a Luates…

 

-Nos vamos a ocupar de ti, de una vez por todas. Lagartija. - Declaró Diaval sacando su gran espada de la vaina. -

 

            Por toda réplica su enemigo se rio a carcajadas. Fue entonces cuando Rubeus asintió y Luates lanzó una especie de ataque… Todos se apartaron ante una especie de ondas que parecían ralentizar el tiempo. Fue la Guerrera Plutón quién exhibió su cetro para frenar aquello.

 

- ¿Ha detenido mis ondas espacio temporales? ¿No puede ser? - Exclamó la droida. -

-Tu poder es ridículo comparado con el mío. - Sentenció la guardiana del espacio- tiempo. -

 

            Luates iba a replicar, pero no pudo decir más, salvo dar un alarido de agonía. Las sailors combinaron el poder de sus planetas enviando contra ella una poderosa andanada de energía que, al darla de lleno la hizo desintegrase en forma de arenilla blanca.

 

-Una menos, ahora será tu turno. - Amenazó Diamante a su renegado ex servidor. -

 

            Pese a esa declaración Rubeus se reía. Fue entonces cuando Asthel se percató.

 

- ¡Maldita sea! Nos habíamos olvidado de Cell.

 

            Ya era tarde, ese monstruo se había tragado a la pequeña Chibiusa que únicamente pudo gritar cuando entró por aquel embudo y fue digerida… El grupo miraba aquello horrorizado. Usagi gritaba llena de impotencia y desesperación siendo sujetada por sus asimismo horrorizadas compañeras. Diaval se lanzó entonces contra aquel ser brillando como un súper saiyan espada en mano. Sin embargo, Cell emitió una poderosísima onda energética de un tono entre verde y dorado que apartó al guerrero.

 

- ¡Destruido, pronto! ¡Antes de que se complete! - Arengó Brian que lanzó un poderoso rayo de energía contra su enemigo. -

 

 

            Aunque éste también fue atraído por aquella especie de vórtice que estaba creando ese androide y hecho girar a su alrededor hasta que se extinguió.

 

- ¡Qué! - Exclamó el muchacho con los ojos muy abiertos…

 

            Todos observaban aquello entre horrorizados y perplejos. Algunos como los miembros de la Luna Negra con la boca abierta por el asombro.

 

- ¡Apártate de ahí! - Le ordenó Diamante a Rubeus. -

 

            Pero este se limitó a burlarse de su príncipe y le replicó con sorna.

 

-Ya no puedes darme órdenes.

- ¿Es que te has vuelto loco? - Inquirió Zafiro a su vez. - ¿No ves que mi hermano trata de ayudarte?

- ¡Vaya una ayuda! Todos vosotros estáis destinados a un hermoso provenir, todos menos yo. Pero ahora será distinto. Todas esas ridículas profecías no se cumplirán…

 

            Los hermanos de Némesis se miraron desconcertados. Fue Asthel quien les advirtió.

 

-Debemos protegernos.

 

            Y es que el aura de poder de Cell aumentaba cada vez más, estaba a punto de explotar.

 

-Formemos una campana de protección. - Instó Brian. -

 

Sus compañeros asintieron, concentrando sus poderes. Justo a tiempo cuando esa burbuja de energía que envolvía al androide en su proceso de perfección estalló. El propio Rubeus no esperaba aquello.

 

- ¿Qué pasa? - Pudo gritar en tanto era sepultado por una poderosa onda de poder energético…- ¡Nooo!…

 

            Aquel infeliz que era el más próximo, fue desintegrado sin miramientos por el proceso de perfección de Cell. Por su parte el resto de los allí presentes miraban aquello con incredulidad y espanto…

 

- ¡Cubríos todos! - Les advirtió Granate. -

 

            A toda prisa él y sus compañeros se reunieron en un círculo invocando sus poderes para crear una especie de campana protectora. Por fortuna la tuvieron lista antes de que una enorme explosión se produjera. Al disiparse la misma ya no había ciudad. Apenas un descampado de tierra yerma cubría todo hasta donde alcanzaba la vista. Todos estaban en el suelo y las primeras en levantarse fueron las guerreras…

 

- ¡Dios mío! - Exclamó Ami utilizando su visor para declarar conmocionada. - No detecto vida en decenas de kilómetros a la redonda. -

 

            Pero todos se quedaron paralizados cuando fue Usagi la que chilló llevándose las manos a la cara… Apenas sí podía controlar su horror y su rabia, cuando se giró hacia los miembros de la Luna Negra.

 

- ¿Es esto lo que queríais?... ¿Estáis contentos ahora?

 

            Ninguno de sus antiguos enemigos se atrevió a replicar, bajaron la cabeza, llenos de pesar. Apenas si quedaban unas pocas ruinas de construcciones que habían estado en el ámbito de aquella campana protectora. Por fortuna los críos seguían refugiados en una de ellas. Kermesite se aproximó a ellos para ver cómo estaban. Diamante al fin se acercó a las guerreras y con tono afligido solo pudo musitar.

 

-Lo siento… yo jamás quise esto. Solo deseaba que los míos pudieran vivir en paz…

-Ahora podréis vivir en este desierto. - Le espetó la Guerrera Luna con indignación. - Por fin tenéis lo que queríais…

-Perdonadnos reina Serenity, rey Endimión. - Musitó Zafiro doblando una rodilla. -

 

            Para asombro de las guerreras Diamante hizo lo propio y Esmeralda les siguió. Eso causó la sorpresa de todos, incluida Usagi que disipó parte de esa rabia.

 

-Cálmate. - Le pidió suavemente una apenada Ami. -

-Sí, no merece la pena. – Añadió la asimismo consternada Rei. -

-Además, ellos se dieron cuenta de lo que sucedía y vinieron a ayudarnos. - Trato de explicarle Minako. -

-Y mucho me temo que nuestros problemas no han acabado. - Sentenció Setsuna observando con horror a ese androide. -

 

            Los demás se percataron al fin de la presencia de aquel renovado Cell. Ahora ya no tenía cola, ésta se había pegado a la espalda de ese ser. Unos apéndices parecidos a alas eran lo que más destacaba ahora. Su rostro parecía más humanizado y su voz sonaba más clara y suave. Sonrió divertido en tanto lanzaba puñetazos y patadas a una velocidad tan vertiginosa que casi no podía seguírsele con la vista.

 

- ¡Vaya! – Dijo en voz alta y lleno de complacencia. - Ese tipo cumplió su promesa. Tengo un cuerpo perfecto, y sin necesitar a esos androides…

 

            Aunque tanto Diaval como Brian le miraban con gestos amenazadores. Ambos convertidos en súper guerreros y listos para atacar. Sin embargo, Asthel les detuvo con un gesto. Ambos le miraron y el chico se aproximó comentándoles algo. Los dos asintieron mirando a su enemigo.

 

- ¿Entendido? - Les preguntó Asthel. -

-Desde luego. - Asintió Brian haciendo crujir sus nudillos. -

- ¡Vamos a por él! - Exclamó el príncipe saiyajin. - Te vamos a enseñar lo que es la perfección, ¡idiota!…

 

            Los dos jóvenes se lanzaron atacando a su enemigo con sucesiones de patadas y puñetazos que no obstante éste era capaz de bloquear y esquivar una y otra vez. Al fin contraatacó utilizando ambos brazos para lanzar a distancia a sus dos rivales.

 

- ¡Maldita sea! ¡No puedo creerlo! - Repuso Diaval aullando en voz alta. - ¿Cómo puede haber adquirido tanta fuerza?

- ¡Ja, ja, ja! Hasta yo mismo estoy sorprendido. - Admitió Cell. - Esa mocosa tenía muchísimo poder dentro de sí. Combinado con ese androide que absorbí y con la energía que he conseguido aquí he mejorado más allá de mis expectativas.

- ¡Por fuerte que te hayas vuelto te derrotaremos entre todos!  - Espetó Brian aumentando su poder. -

 

            El chico emitía llamaradas tremendas y su masa muscular creció impresionando a todos.

 

-Esto es increíble. - Pudo decir Diamante. -

-Sí, lo es, pero no será suficiente- Suspiró Asthel comentando con su hermana. - Creo que tendremos que jugar la última carta que tenemos.

- ¿Y qué podríamos hacer? - Quiso saber la chica. -

-Nosotros nada. Nuestros poderes reales no sirven aquí. O por lo menos no deben ser utilizados…- Replicó el chico. -

-Pero yo sí que los emplee. - Objetó una apurada Maray. -

-Lo sé...- sonrió su hermano matizando. - Pero los utilizaste con seres que pertenecen a esta dimensión. Además, no podemos acabar con Cell, eso es tarea de otro gran guerrero y debe ser llevada a cabo en otro lugar.  Ahora precisamos de la ayuda de un saiyajin realmente poderoso para que nos libre de él aquí.

- ¿Quién? - Inquirió la muchacha. -

- ¿No lo imaginas? - Le susurró su interlocutor. -

 

            Al fin Maray asintió esbozando una leve sonrisa. Por su parte Cell se dirigió altaneramente hacia sus enemigos declarando.

 

-Esto ha llegado a su final. Ya me he completado…

-No nos dejaremos absorber tan fácilmente. - Replicó la guerrera Marte poniéndose en guardia junto con sus compañeras. -

- ¡Absorberos! ¿A vosotras? ¡Ja, ja, ja! – Fue la respuesta de un androide que, brazos en jarras, se burlaba abiertamente de sus rivales. - Escuchad insectos miserables. Ya no tengo cola porque no preciso de más energía. Creo que haré algo que me ha sugerido un buen amigo.

- ¿Amigo? - Se sorprendió Minako. -

- ¿Quién podría ser amigo de un ser tan repugnante y malvado como tú? - Exclamó un airado Mamoru. -

-Eso no es cosa vuestra. Pero esto sí. - Repuso Cell con gesto divertido. -

 

            Y ante el estupor de sus oponentes de la atrofiada cola a su espalda brotaron unos cuantos seres con su mismo aspecto, pero más pequeños. Únicamente tendrían un metro de alto, pero se reían malévolamente, mirando a sus enemigos con inquina.

 

-Estos son mis hijos. Se ocuparán de vosotros en mi lugar. Y luego… ¿Por qué no? Podríamos celebrar un torneo, si alguno se presenta voluntario para tratar de vencerme…Ese tipo tenía razón. No es mala idea. Así mitigaré un poco el aburrimiento que conlleva la perfección. De modo que, hijos míos, atacad. - Les ordenó. -

 

            Aquel grupo de pequeños Cell se dispersaron lanzando rayos de energía que sus rivales apenas sí podían esquivar o repeler. Las hermanas cerraron filas en torno a los críos para evitar que fueran alcanzados. Sus superiores de la Luna Negra las cubrieron.

 

- ¡Malditos monstruos! - Exclamó un frustrado Diamante disparando rayos de energía oscura que eran esquivados por esas criaturas. - ¡Son demasiado rápidos!

-Apenas puedo fijar el blanco y ya no están ahí. - Convino la también desconcertada Esmeralda. -

 

            Entre risitas maliciosas otros mini Cell se lanzaron contra el grupo de los chicos. Brian y Diaval sí que pudieron pelear contra dos de ellos cada uno. Pese a todo, sus respectivos combates se mantenían muy igualados. Las Justicieras se hicieron cargo de otros dos.

 

-¡Scutum! - Clamó Granate materializando una invisible barrera contra la que se estrellaban los rayos de energía de esas criaturas. -

 

            Asthel por su parte lanzó unos cuantos rayos de tono inmaculado que repelieron a dos de esas criaturas arrojándolas a varios kilómetros de distancia…Entre tanto, Sailor Moon y su grupo se las veían con dos más. Cada guerrera descargaba sus ataques por turnos, pero o bien erraban al ser sus objetivos demasiado veloces o bien las ráfagas de poder eran anuladas por un campo de energía desplegado por aquellas criaturas.

 

- ¡Esto está siendo muy entretenido! - Se reía Cell viendo con regocijo como sus criaturas ponían en serios aprietos a sus enemigos. -

-Ya te lo dije. - Sonó la voz de aquel tipo envuelto en ese negro hábito que portaba ese gran libro con él. - Tal y como te prometí, tienes tu perfección y la llave de esta dimensión.

-Sí, he de admitir que no ha estado tan mal. Lo malo es que ninguno de estos idiotas puede ya vencerme…

-Se te ocurrirá algo para pasarlo bien, Lo del torneo que te comenté es una buena idea. Tú mismo lo has dicho. - Le recordó ese ser. -

-Es verdad. Puede que se lo proponga a esos idiotas. Si es que son dignos de enfrentarse con mis hijos, ¡ja, ja! …- Se regocijaba el androide. -

-Eso es cosa tuya. Yo debo dejarte ya. - Comentó su interlocutor que le indicó. - Y recuerda, no debes dañarles si no es necesario, sobre todo a esa de ahí. - Matizó señalando a Kermesite, que se afanaba junto a sus hermanas en proteger a esos aterrados críos. -

-No sé a qué se debe tanto interés, pero si tú lo dices. A fin de cuentas, no las necesito para nada ni son mi objetivo. - Afirmó despreocupadamente Cell. -

 

            Entre tanto, Diamante fue golpeado por una de esas criaturas cayendo al suelo y sangrando por la nariz. Su hermano trató de cubrirle disparando ráfagas de rayos de energía, lo mismo que Esmeralda.

 

- ¡Estáis bien! - Se interesó ella intentando mantener alejados a esos monstruos. -

-Sí, gracias. - Sonrió él pese a todo. -

 

            Ahora fue Zafiro quien estaba a punto de ser alcanzado por una de esas cosas, pero un rayo de energía de Petzite la distrajo el tiempo suficiente como para que el infante de Némesis pudiera apartarse…

 

- ¡Gracias! - sonrió él. -

 

            Si no fuera por lo apurado de la situación las otras hermanas jurarían que Petzite se había puesto colorada. Aunque no había tiempo para pensar en esas cosas. Todas rodeaban a los críos tratando de mantener alejadas a esas criaturas.

 

- ¡Son muy poderosos, no sé cuánto más podremos aguantar! - Jadeaba una agotada Bertierite. -

-Lo que sea necesario. - La animó Calaverite manejando con virtuosismo su látigo ante la curiosa mirada de uno de esos seres. - ¡Aparta monstruito! - Le espetaba la Ayakashi con gesto y tono decidido.

 

            Los niños apenas sí se asomaban a mirar, pero ahora lo hacían entre asustados y curiosos. Kermesite luchaba denodadamente arrojando andanadas de su dark fire para que una de esas cosas no se aproximase a ellos…

 

- ¡Maldita sea! - Suspiraba visiblemente cansada, dirigiéndose a Bertie. - No podremos mantener a raya a esos bichos durante mucho tiempo más.

 

            Buscaron ayuda con la mirada, pero tanto sus superiores, como las propias guerreras y esos muchachos bastante tenían con sus propios rivales. Por su parte, tanto Diaval como Brian estaban ganando terreno ante sus adversarios. En ese instante los dos miraron a Asthel que, esbozando una media sonrisa, asintió. Maray por su lado se comunicó con las guerreras usando un transmisor que llevaba en su muñeca izquierda.

 

-Espero que funcione igual que lo hacía en tiempos de nuestras abuelas. - Se dijo. -

 

            Y hubo suerte. Ami recibió un mensaje de aquella jovencita. En cuanto lo leyó advirtió a sus compañeras.

 

-Preparaos. - Les comentó. -

 

            Kermesite estaba siendo atacada una vez más por uno de esos mini Cell, aunque en esta ocasión llegó en su ayuda la Dama del Fuego lanzando un sinfín de saetas ardientes que ese bicho tuvo que esquivar.

 

-Abuela, tú y tus hermanas apuntad a esas criaturas y disparad a discreción, con toda la energía que os quede. Necesitamos unos instantes para preparar un ataque. ¿Podréis hacerlo?

-Podremos- Afirmó Kermesite asintiendo. -

-Ya lo creo. - Convino Petzite que, junto con Zafiro se había replegado acompañados ambos por Diamante y Esmeralda. - Estaremos listos…

-Abuelos- Les pidió Maray a estos también. - Necesitamos que nos deis unos momentos. Entretened a esas cosas todo lo que podáis. -

-Podéis contar con nosotros. - Aseveró el príncipe de Némesis. -

 

            Y entonces fue Diaval quién dando una voz en dirección hacia las guerreras le preguntó a Plutón.

 

-Abuela. ¿Crees que podrías darnos algo de tiempo?...

 

            La indómita sailor que había estado usando su “dead Scream” unas cuantas veces jadeaba al borde del agotamiento, no obstante, se las arregló para sonreír y repuso.

 

-Has ido a pedírselo a la guerrera adecuada. Lo tendrás…

 

            Asthel se concentró. Todo estaba listo. Las guerreras se dieron las manos para preparar el ataque de los planetas. Los otros muchachos se las dieron a su vez para comenzar a brillar con un tono inmaculado en sus cabellos. Esa era la señal. Diamante y los suyos comenzaron a bombardear a esas criaturas con todos sus ataques combinados. Al menos crearon un caos de energía y explosiones que no dejaba ver con claridad a sus enemigos. Pese a todo Cell se sonreía divertido sin hacer el más mínimo gesto para intervenir.

 

- ¡Pobres ilusos! Se creen que con una demostración de pirotecnia van a ser capaces de vencer a mis pequeños retoños.

 

            Sin embargo, cuando aquella avalancha de descargas cesó, dejando exhaustos a todos los del Clan de la Luna Negra, fueron las guerreras quienes tomaron el relevo a su vez al grito de…

 

- ¡Ataque de los planetas adelante!...

 

            Y una ráfaga de luces multicolores alcanzó a dos de esas criaturas haciéndolas estallar para sorpresa de Cell.

 

- ¿Qué? - Exclamó el androide poniéndose en pie. -

 

            Pero eso no fue todo, otro ataque combinado de ese grupo de chicos y chicas destruyó a dos más. Ahora quedaban cuatro de aquellos seres que se miraban desconcertados. Desde luego no habían esperado eso. Al fin, a una señal de Cell dos se lanzaron contra las sailors y otras dos contra el grupo de Diamante.

 

-Ahora no podremos hacer nada. - Afirmó Mamoru que tan solo pudo arrojar unas cuantas rosas que explotaron sin consecuencias contra una de esas criaturas. -

-Nos hemos quedado sin fuerzas. - Añadió la Guerrera Luna, que al igual que las demás, cayó al suelo de rodillas. -

 

            Empero, Plutón seguía en pie interponiéndose en la trayectoria de esos seres. Elevando su báculo parecía estar dispuesta a lanzar un ataque. Sin embargo, no tuvo necesidad. Apareciendo de la nada Diaval se colocó delante y con una tremenda celeridad pulverizó a una de esas cosas de un puñetazo desintegrando de un rayo a la otra…

 

- ¡Ja, ja! - Sonrió dirigiéndose a una atónita Plutón. - Eres muy valiente, abuela. Mis padres siempre lo han dicho. Es un honor poder combatir a tu lado.

- ¿Alguno de tus padres es hijo o hija mío entonces? - Inquirió agudamente ella. -

-Mi padre, el rey Bralen. – Asintió él. -

- ¿Cuántos hijos tendré? - Quiso saberla sailor. -

-Dos más. Mi tío Eron que es quién me ha entrenado y mi tía Seren, quien ocupará tu puesto como sailor. - Le explicó. -

 

            Eso hizo meditar a Setsuna. Aquello era realmente muy extraño…Solamente sería posible si… Miró a la Guerrera Luna que estaba todavía recobrando el aliento junto a Mamoru y simplemente esbozó una sonrisa. Entonces le respondió a su nieto del futuro.

 

-Entiendo, gracias…

 

            Diaval hizo una apreciable inclinación y volvió junto a sus amigos. Entre tanto las otras criaturas habían sido destruidas por Brian que ahora brillaba incluso más intensamente como súper saiyajin. El chico solamente tuvo que aparecer ante ellas como una exhalación y dispararles sendos rayos de energía a bocajarro para reducirlas a cenizas…

 

-Bueno- Declaró el joven súper guerrero. - Ahora se han terminado las tonterías. ¿Verdad Asthel?

-Sí. Esto se ha alargado demasiado. Alguien que yo me sé ha pedido el interés. Tenemos el control. - Remachó. -

- ¿A quién te refieres? - Quiso saber Granate. -

-Cosas mías. - Se sonrió el interpelado ante las caras de extrañeza de sus compañeros. Aunque éste cambió sutilmente de tema para indicar a los dos súper saiyajin. - ¿Quién de vosotros se va a ocupar de Cell?

 

            Tanto Diaval como Brian levantaron una mano. El androide los miró moviendo la cabeza y esbozando una sardónica mueca para sentenciar.

 

-Ni los dos juntos podríais hacerme ni cosquillas con el poder que tengo ahora…

-Eso ya lo veremos, payaso. - Repuso el príncipe Saiyajin. -

-Espera. - Le pidió su compañero. - Te recuerdo que dijiste que no te merecía la pena luchar contra él.

-Ya, pero eso era antes. Ahora es más poderoso. - Rebatió su interlocutor. -

-Pues lo siento por ti, pero ese bicho es mío. - Declaró Brian. -

-Podemos jugárnoslo a piedra, papel o tijera. - Le propuso su contertulio. -

 

            Mientras el resto ya se había recobrado. Al menos lo bastante como para ponerse en pie. Fue Esmeralda quién preguntó a su nieta entre atónita y aterrada.

 

-De veras quieren enfrentarse a ese monstruo.

-No temas por ellos, abuela. - Sonrió confiadamente la joven. -  Saben lo que hacen.

 

            Aunque tras jugar unos segundos a aquella especie de rifa, ante la cara de perplejidad e incluso malestar de Cell, los dos chicos parecían estar empatados. Fue finalmente Diaval quién se retiró tras sonreír levemente y declarar.

 

-Que conste que te lo dejo porque un príncipe de los saiyajin siempre cumple su palabra y porque ese estúpido se ha tragado a tu novia.

-Es un detalle por tu parte. - Admitió Brian. - Te debo una…

 

            Y con el asentimiento de su compañero y del resto el muchacho se dirigió hacia su enemigo caminando sin prisa, pero sin pausa…

 

-Espero que ese monstruo no le haga daño. - Suspiró Bertierite que se sentía realmente inquieta. -

-No temas. - Sonrió Asthel posando una mano sobre el hombro de su futura abuela. - Todo irá bien. Y para asegurarnos de eso, vamos a motivar un poco al primo…

 

            Su interlocutora no comprendía a qué podría referirse, sin embargo, el chico gritó entonces…

 

- ¿Un poco de música, Brian?

-Claro. - Convino éste. - No va a ser ese bicho el único en tener buen gusto musical.

- ¿De qué estáis hablando? - Inquirió un molesto Cell que se aproximó a su enemigo con cara de pocos amigos para amenazar. - Dentro de poco te voy a quitar las ganas de bromear.

 

            Aunque entonces y para asombro del resto, salvo Asthel, su hermana y Brian sonó una potente música y una canción muy conocida, al menos para el chico que eran un fan de ese tipo de temas.

 

-Éste lo ponía mucho el abuelo Roy cuando me entrenaba. – Exclamó elevando de golpe su poder para estupor de Cell. -

-Buena guitarra, ¿verdad? - Le comentó Granate a sus atónitos abuelos. –

 

            Y el super saiyajin elevaba tanto su poder que la tierra a su alrededor temblaba. Cell pasó de sentirse confiado a esbozar un gesto de sorpresa…

 

Es temprano por la mañana
el sol está saliendo
la noche anterior fue movida
y bastante estridente.

Ya en la primera estrofa Brian hundió su puño en el abdomen de su rival haciendo que éste se trastabillase con los ojos como platos.

 

-Ahora me toca a mí sacudirte, amigo. - Le susurró el súper guerrero. -

-Pero… ¿Cómo es posible? - Pudo balbucear Cell. -

 

Mi gato ronronea
y rasguña mi piel
así que tiene de malo
¿cometer otro pecado?

La perra está hambrienta
necesita contarlo
así que dale droga
y aliméntala bien.

            El androide sin embargo logró apartarse y trató de contratacar, Aunque ahora eran sus golpes los que no encontraban nada en lo que acertar. Su rival le esquivaba una y otra vez.


Más días por venir
nuevos lugares que visitar
tengo que irme
es tiempo de espectáculo.

Aquí estoy, sacudiéndote como un huracán
Aquí estoy, sacudiéndote como un huracán.

 

Turno de Brian de darle un puñetazo en la nariz a su enemigo que cayó hacia atrás. El chico entonces avanzó emitiendo todavía más poder, sus cabellos estaban erizados y elevados hacia el cielo y su aura había crecido de forma realmente tremenda. Un resplandor dorado le rodeaba.

 

-Éste es el estadio de súper saiyajin dos. - Declaró pateando a su contrario que rodó por el suelo. -

- ¡Maldito! - Espetó Cell de cuya boca manaba una especie de sangre morada. - ¡No me vencerás! - Aulló elevando también su energía e incrementando su masa muscular. -

- ¡Ese es tonto y en su casa no hay botijo! - Se rio Alusa, burlándose el androide -

-Sí, es un dicho realmente divertido. - Comentó Minara. -

-Desde luego Brian le está atizando bien. - Valoró Fiora. –

 


Aquí estoy, sacudiéndote como un huracán
Aquí estoy, sacudiéndote como un huracán.


Aquí estoy, sacudiéndote como un huracán
Aquí estoy, sacudiéndote como un huracán.

¡Vamos, vamos, vamos, vamos!


Aquí estoy, sacudiéndote como un huracán
Aquí estoy, sacudiéndote como un huracán.

 

            Las hermanas también observaban con la boca abierta, lo mismo que el resto de su clan.

 

-Creo que ganará. - Afirmó Zafiro. -

-Sí, tiene toda la pinta de ser más fuerte que ese monstruo. - Convino su hermano. -

 

            No parecían equivocarse puesto que al compás de la música Brian le estaba dando una buena paliza a aquel androide que ciego de rabia no acertaba ni un solo golpe. Al fin, Cell recurrió a concentrar energía en una gran bola exclamando.

 

- ¡Tú lo has querido! ¡Borraré del mapa este miserable planeta! Si te apartas todos morirán…

 

            Pese a todo su enemigo no parecía estar demasiado inquieto por ello. Cuando Cell arrojó su bola el chico la esquivó y fue Diaval quién la detuvo con ambas manos lanzándola hacia el espacio.

 

- ¡Al suelo! - Indicó el príncipe de los saiyajin. -

 

Se produjo una explosión tan tremenda que todo el cielo se iluminó, y eso que ya comenzaba a caer la tarde.


Mi cuerpo arde
comienza a gritar
el deseo está llegando
y rompe escandalosamente.

La lujuria está enjaulada
hasta que la tormenta se desata
sólo tengo que hacerlo
con alguien que yo elija.

 

Cell estaba cansado y respiraba con dificultad. Entonces Brian apareció a su lado con una celeridad increíble para hundir un puño en su estómago y removerlo. Eso le produjo un intenso dolor a su enemigo que se alejó para hacer de rodillas llevándose las manos a la zona del impacto. A los pocos instantes unas arcadas terribles le hicieron vomitar. Para pasmo y repulsión del resto algo cayó de su boca. Era un cuerpo pequeño que todos inmediatamente identificaron como.

 

- ¡Chibiusa! - Exclamó la Guerrera Luna. -

 

La noche llama
debo irme
el lobo está hambriento
y él hace el espectáculo.

Diaval se transportó de inmediato junto a esa cría y la tomó en brazos entregándosela a Plutón que la recibió con lágrimas en los ojos.

 

-Cuidadla bien. - Le sonrió su nieto. -

-Gracias. - Musitó una emocionada guerrera que le confesó. - Durante mis muchos años de soledad, ella fue mi única amiga.

 

            Aunque de inmediato se la entregó a Mamoru y Usagi que la rodearon junto con las demás sailors. El príncipe de la Tierra empezó a emitir su poder curativo y la niña abrió los ojos al poco rato.

 

- ¿Qué ha pasado? - Fue capaz de musitar mientras el resto la limpiaba solícitamente con lo que pudieron encontrar de entre las ruinas. -

-Ya estás a salvo. - Le sonrió Usagi apretando las manos de la cría entre las suyas. -

 

Él remoja sus labios
está listo para ganar
en la cacería de esta noche
por amor al primer piquete.

 

Aquí estoy, sacudiéndote como un huracán
Aquí estoy, sacudiéndote como un huracán.

¡Vamos, vamos, vamos, vamos!

 

            Y Brian le hacía desafiantes gestos con ambas manos a su enemigo para que se aproximase de nuevo si se atrevía. A lo que Cell reculaba bastante tocado por aquella paliza que estaba recibiendo.

 

Aquí estoy, sacudiéndote como un huracán
Aquí estoy, sacudiéndote como un huracán.

¡Vamos, vamos, vamos, vamos!

 

Aquí estoy, sacudiéndote como un huracán
Aquí estoy, sacudiéndote como un huracán.

Aquí estoy…

 

 

(Rock you like a Hurricane. Scorpions. Crédito al autor)

 

            Sin embargo, Cell no estaba aún derrotado, a pesar de que su transformación revirtió a ese estadio intermedio anterior a su perfección. Fue Brian quién comentó con sorna.

 

-Ahora eres todavía más miserable. Pero no hemos terminado, ¡canalla! - Espetó dándole otro terrible golpe en el abdomen en un movimiento ascendente de puño. -

 

            El androide tuvo otra sacudida interna. Algo más pugnaba por salir de su interior. Tras intentar resistirse a ello no tuvo más remedio cuando su enemigo le agarró de la cola y le volteó hasta estrellarle contra el suelo. En pocos segundos otra arcada le hizo liberar a Mimet…

 

-Lo siento, cariño. - Suspiró Brian no sin humor viendo a la inconsciente chica. - Por mucho que te quiera ahora no podría besarte.

 

            Y es que la muchacha estaba llena de los fluidos internos del androide. Diaval volvió a transportarse rápidamente para recoger a su compañera y llevarla a la seguridad del grupo. Allí la limpiaron de todo eso. Cell por su parte estaba aterrado ahora. Ese saiyajin iba a aniquilarle…no tenía escapatoria hasta que…

 

- ¡Eh, Cell! - Le indicó Asthel señalando hacia arriba! - Mira al cielo…

 

            El aludido así lo hizo y observó su salvación. Esa brecha dimensional se abría… Hizo una mueca de incredulidad y desconfianza para afirmar…

 

-Sé que algo tramáis. No me dejaréis irme tan fácilmente.

-Claro que sí. - Replicó Asthel. - No perteneces aquí y no queremos volver a ver tu fea cara por esta dimensión. Así que decídete ya. Ésta es una oferta con fecha de caducidad. Tienes unos segundos para irte antes de que la brecha se cierre…

-Quédate, por favor. - Le pidió Brian haciendo crujir sus nudillos una vez más. -  Nos lo estábamos pasando muy bien…

 

            Cell no lo pensó, con las fuerzas que le quedaban dio un gran salto elevándose en el cielo. Entonces rio a carcajadas.

 

-Malditos idiotas. ¡Me voy sí, pero os dejaré un recuerdo! - Exclamó lanzando una enorme bola de energía contra el suelo. -

 

            En ese instante Diaval le advirtió a La guerrera Plutón.

 

-Abuela, ¡Ahora!...

 

            Ella asintió levantando su cetro granate para invocar su mayor poder al grito de…

 

- ¡Detente tiempo!

 

            Todo quedó congelado excepto ella, quien tocó a su nieto con ese báculo. Enseguida Diaval fue capaz de moverse lo bastante como para empujar aquella esfera y al propio Cell dentro de esa brecha… Al fin pudo decir con regocijo antes de que la corriente temporal se reinstaurase…

 

-Lo que daría por ver la cara de ese payaso…

 

            Y es que al volver a la normalidad esa brecha se cerró tragándose a Cell y a esa esfera de energía como si jamás hubiesen existido…Ahora todos se miraban con estupor. Finalmente fue Asthel quién se dirigió a la Guerrera Luna y le dijo con afabilidad.

 

-Ahora te toca a ti. Tienes que sanar el planeta con tu poder…

- ¿Yo? Pero. ¿Cómo podré hacerlo? - Quiso saber la apurada chica. -

-Tienes lo necesario. Nosotros te ayudaremos. - La ofreció Maray. -

 

            Y los muchachos del grupo, con una Mimet que ya había vuelto en sí se dieron la mano formando un círculo alrededor de las guerreras.

 

-Vamos. - Las animó Fiora. - Haced lo mismo y dejad a Usagi, a Mamoru y a Chibiusa en el centro. -

-Con el poder combinado de sus cristales de plata y el nuestro todo se arreglará. - Añadió Minara. -

-Ahora vais a ver un auténtico prodigio. - Sonrió Alusa a su abuela y al resto del clan de la Luna Negra que observaban sin comprender. -

 

            Las sailors así lo hicieron. Las interiores y Plutón se dieron las manos dentro de ese círculo. Los tres miembros de la familia real del futuro se juntaron en el centro de todo y elevaron sus brazos al cielo. Ambas chicas gritaron al unísono…

 

- ¡Cristal de Plata! ¡Dame el poder!

 

            Y en tanto los dos diamantes cobraban vida iluminándolo todo con una aureola entre el tono plata y el rosado, las sailors brillaron también con sus respectivas auras de energía y los muchachos en el círculo externo con un tono inmaculado… Y para acompañar todo aquello, una música y una épica canción pudo escucharse, cantada al unísono por el grupo de los nueve cuyos cabellos ya relucían de color blanco cegador en tanto la mirada de sus ojos era la de un refulgente dorado…

 

No les digas a los dioses que dejo atrás un desastre,

No puedo deshacer lo ha sido hecho,

Vamos a correr para ponernos a cubierto.

 

¿Y si soy el último héroe que queda?

Mejor que dispares tu pistola

Una vez y para siempre.

 

Una colosal tromba de energía reunió todas aquellas auras y bañó el planeta entero. Por arte de magia los edificios comenzaron a reaparecer, así como las gentes…

 

Dijo que fuera a secarme los ojos

Y que viviera mi vida

Como si no hubiera un mañana, hijo.

Y diles a los otros

 

            Ante los admirados ojos de Diamante y los suyos todo volvía a la normalidad. La Tierra recobraba su armonía…

           

Que lo canten como un colibrí,

El himno más grandioso jamás escuchado...

 

Somos los héroes de nuestro tiempo,

Pero bailamos con los demonios de nuestras mentes.

Somos los héroes de nuestro tiempo, héroes,

Pero bailamos con los demonios de nuestras mentes.

Héroes...

 

            Incluso los pequeños niños estaban con la boca abierta, maravillados ante aquel espectáculo…igual que todos los demás…

 

Somos los héroes de nuestro tiempo, héroes...

Pero bailamos con los demonios de nuestras mentes,

Somos los héroes de nuestro tiempo, héroes...

 

Los grillos cantan una canción para ti,

No digas una palabra, no hagas ni un ruido,

Es la creación de la vida.

 

Hago que los gusanos se conviertan en mariposas,

Me levanto y convierto este mundo

En agradecimiento.

 

            Y no solamente la Tierra sino todas las anomalías Inter dimensionales comenzaron a cerrarse. El equilibrio se reinstauraba y aquel que estaba escribiendo en ese otro libro sonrió.

 

-Desde luego que sois los héroes de vuestro tiempo. - Declaró. - Ahora tenéis que retornar a él… como si nada hubiera pasado…esta historia en particular ha durado ya demasiado tiempo…pero hay muchas otras que deben ser contadas.

 

Dijo que nunca me aparté de tu lado,

Cuando estabas perdido, yo seguí detrás de ti

Era tus cimientos.

 

Ahora ve a cantarlo como un colibrí,

El himno más grandioso jamás escuchado,

Vamos a cantar juntos...

 

Somos los héroes de nuestro tiempo,

Pero bailamos con los demonios de nuestras mentes

 

- ¡Maravilloso! - Musitó Diamante, abrazado a Esmeralda quien asintió. –

-Es un milagro. - Convino Zafiro. –

 

 

Somos los héroes de nuestro tiempo, héroes,

Somos los héroes,

Seguimos bailando con los demonios,

Tú podrías ser un héroe.

 

Ve a cantarlo como un colibrí,

El himno más grandioso jamás escuchado,

Ahora, cantemos juntos...

 

            Las guerreras sonreían visiblemente felices. ¡Todo se había purificado y reconstruido! Y no únicamente gracias al poder combinado de dos Cristales de Plata, sino a aquellos increíbles muchachos.

 

Somos los héroes de nuestro tiempo, héroes,

Pero bailamos con los demonios de nuestras mentes.

Somos los héroes de nuestro tiempo, héroes...

 

Pero bailamos con los demonios de nuestras mentes.

Seguimos bailando con los demonios,

Tú podrías ser un héroe.

Nosotros somos los héroes.

 

(Heroes. Mäns Zelmerlöw crédito al autor)

 

-Gracias por todo. - Les dijo Usagi cuando aquella canción concluyó. –

 

            Asthel se acercó a ella y dedicándole una afectuosa mirada, sonrió para responder.

 

-No, Majestad. Gracias a ti y a todos vosotros, siempre.

-Esto ha sido posible, gracias a vuestra valentía y a las maravillosas historias que habéis protagonizado. – Agregó Maray. –

- ¿Y qué pasará ahora? - Quiso saber Rei. –

-Ahora, todo deberá regresar a la normalidad. - Le contestó Fiora. –

-Así será. - Convino Granate, añadiendo. - Olvidaremos todo lo que ha acontecido aquí, y volveremos al punto espacio temporal en el que debíamos estar.

- ¿Ojalá volvamos a veros! – Intervino Petz tan emocionada como sus hermanas. -

-Claro que nos volveremos a ver, abuela. - Sonrió Granate, desvelando divertido – Iba a verte hoy mismo. Tus tartas y las de mi madre no merecen menos.

-Cuidaos mucho. - Les pidió Bertierite. –

-Lo haremos abuela. Yo también estoy deseando verte. - Respondió afablemente Brian, en tanto se abrazaba a Mimet que añadió. -

-Íbamos a ir a la Tierra precisamente a visitarte a ti y al resto de vuestra familia. Para que tanto tú, como tu esposo, hija y nuera, me conocierais.

- ¿Y tú? - Quiso saber Kermesite, mirando con afecto a Fiora. -

-Sueles venir a vernos a Nature, mi mundo. Espero que no tardes en visitarnos, abuela. - Sonrió la joven. –

-Antes tenemos tantas cosas que vivir. - Suspiró la interpelada. –

-Lo haremos con esperanza. - Declaró Mamoru. –

-Ahora debemos irnos. - Terció Asthel. –

 

            Y tras lanzar una tenue ráfaga de energía, creó una gran estrella blanca que abrió una especie de pasadizo.

 

-Nos veremos…muy pronto. - Sonrió Maray. –

 

            Y tanto ella, como su hermano y el resto del grupo de muchachos se introdujo por aquella abertura que se cerró tras ellos. De este todo regreso a su ser…En la casa de los Malden se aguardaba con impaciencia la Llegada de Brian. Sus madres y sus abuelos, junto con Brian padre, Rebecca y Cindy estaban deseando poder abrazarle. Desde luego que ninguno se figuraba la sorpresa que el muchacho traía consigo. Aunque al conocer a Mimet a todos les causó una gran impresión. Esa chica fue muy considerada dejando que su hermano y Cindy dieran un paseo en la moto que le habían regalado al muchacho. Al retornar cenaron todos en buena armonía y tras despedir a Cindy y a sus padres se fueron a dormir sin ninguna novedad. Lo mismo aconteció en otros lugares, donde el resto de los Nueve disfrutaron del día a día sin ningún tipo de contratiempo…Sin embargo para Cell las cosas no fueron tan bien. Al reaparecer en aquel lugar, se vio rodeado por el cielo azul y una explosión de energía. Apenas sí pudo gritar de dolor cuando miró hacia abajo y vio a un muchacho de pelo dorado que refulgía, con ambos brazos elevados al cielo y ataviado con una cazadora que para su horror le era muy familiar.

 

- ¡Trunks! - Pudo exclamar antes de ser desintegrado por completo. -

 

            Y aquel joven dejó de ser un súper guerrero recobrando su color de pelo morado. Suspirando y con una leve sonrisa musitó.

 

-Ya terminó al fin. Gracias, padre, gracias, amigos, gracias Goku…

 

            Por su parte aquel individuo de pelo moreno y ojos violetas terminó de escribir algo en ese gran libro. Suspiró satisfecho y lo cerró afirmando.

 

-Al fin, todo ha vuelto a la normalidad. Ya están listos para su misión…

 

 

 

 

 

 

 


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