martes, 12 de enero de 2016

GWHC35 Recuerdos del Rincón.

-Ha llegado el momento. – Comentaba Nephrite con el asentimiento de sus camaradas.-
-¡Y que lo digas! - Convino Zafiro.- Aunque fue bastante duro.
-Si- afirmó su hermano.- Pero valió la pena.
-Eso desde luego.- Terció Ail, quién se preguntó.- ¿Cuándo va a llegar Roy?...
-Siempre hace lo mismo.- Se sonrió Nephrite.-
-También fue el último en unírsenos.- Recordó Diamante.-
-Nunca ha tenido prisa por ser puntual.- Se rio Zafiro haciendo que el resto le secundase.-
-Si, a decir verdad, entre eso y sus ocurrencias es un tipo muy particular.- Pudo añadir Ail.- Por cierto, ¿quién fue el primero en llegar?
-Yo - dijo Nephrite.- Fui quién primero luchó contras la guerreras y murió.
-Pero, no te mataron ellas, ¿verdad?
-No.- Suspiró el aludido recordando.-


            Tras haber sido malherido por aquellos youmas del malvado Zoisite, Nephrite pudo aun así liberar a Naru de su cautiverio. La llevaba en brazos cuando ella suspiró agradecida.

-Ha venido a salvarme, muchas gracias.
-No me las des. Ni yo mismo sé bien porqué lo he hecho… - Pudo replicar él.-

            Y ciertamente se hallaba desconcertado por su propio proceder y más cuando, a pesar de su propio asombro, le confesó a esa muchacha.

-Te estuve engañando todo el tiempo. En el fondo soy un villano, lo he sido siempre y eso es algo que no va a cambiar.
-No me importa – le sonrió ella dejándole aún más sorprendido cuando añadió de forma dulce. - Mientras esté a mi lado no me importa ser engañada.

Él la dejó de pie en el suelo mirándola con estupor. La chica le seguía sonriendo de aquella manera tan especial, que a él le llegaba dentro de su corazón, barriendo cualquier otro tipo de sentimiento, incluso los negativos que tenía como general de Metalia. Entonces Naru miró en varias direcciones con gesto preocupado, Cerca había un parque y ella le tomó de una mano guiándole dentro. Tomaron asiento apoyándose en un árbol. La chica rasgándose parte de la chaqueta de su propio pijama le decía con inquietud cuando vio rastros de su verdosa sangre.

-Le han herido por mi culpa. ¡Cuánto lo siento! Y esos malvados pueden volver.
-No te preocupes – sonrió él quitándole importancia. – No es nada.


Como luchador estaba acostumbrado a cosas peores. Aunque ella se dio buena maña en vendar aquel rasguño y él pudo mover el brazo con soltura.

-Muchas gracias. – Pudo decir el chico, en verdad tan reconocido como sorprendido por aquel grado de atención y de cariño que había puesto ella  en aquella cura de emergencia. -
-Señor Sanjouin - repuso la chica de forma tímida, casi vergonzosa -  Cerca de aquí hacen un delicioso postre de chocolate. Y yo me estaba preguntando. ¿Le gusta a usted el chocolate?
-Si me gusta – pudo decir él dubitativamente, en realidad ni sabía lo que era eso. -

Aunque la chica lo notó enseguida puesto que replicó con suavidad pero a la vez contundencia.

-Miente. Pero lo hace por amabilidad y con elegancia.
-Lo siento mucho. – Pudo decir él.-


Realmente Nephrite no sabía casi hablar con otros sin mentir. Aquello era tan consustancial en su reino, dónde siempre había que desconfiar de los demás y cubrirse las espaldas, que a su pesar era difícil a veces para él decir la verdad, incluso en temas tan triviales.

-No se preocupe, no me importa- sonrió tímidamente ella que añadió. – Verá. Había pensado que, si alguna vez pudiéramos ir usted y yo a comer ese postre de chocolate sería muy bonito. ¿No cree?
-Si - contestó entonces él de forma firme. – Iremos alguna vez.
-¿Lo dice de verdad? – Afirmó ella esperanzada. -
-¿Crees que te miento? – Pudo replicar él y esta vez siendo capaz de expresar lo que realmente sentía. -
-No, sé que ahora lo dice de veras. ¡Soy tan feliz!

El chico la miró sorprendido. Esa jovencita podía leer en él como si de un libro abierto se tratase, se dio cuenta de que ya no podría ser capaz de engañarla. Además, tampoco deseaba hacerlo ya. Y lo cierto es que entonces él pensó que por qué no cumplir con su palabra. Después de lo que había sucedido lo mejor sería dejar el reino de la oscuridad. Abandonar a esos malvados de los que ahora renegaba e incluso unirse a la Guerrera Luna para combatirles. Él podría ser de gran ayuda. Conocía su emplazamiento y sus planes y ya no le parecía tan adecuado lo que querían hacer con ese mundo. Sobre todo si eso amenazaba a personas buenas como Naru. Lo irónico de todo es que él mismo quiso emplear aquello como una argucia. Desertar para unirse al enemigo era una mentira que él mismo le había contado a  esa muchachita en la esperanza de que ella le revelara quién se escondía tras Guerrero Luna. Ahora en cambio deseaba que llegase a ser posible. Meditaba aquello cuando la chiquilla le miró con gesto candoroso y le preguntó curiosa.

-¿En su mundo hay algún día en el que ustedes no tengan que trabajar porque sea fiesta?


Nephrite se quedó sorprendido. Jamás había oído tal cosa. Tuvo que reírse sin poderlo evitar para contento de la muchacha que se lo hizo notar.

- ¡Se ha reído! ¡Qué tontería!  ¡Yo rio y lloro al mismo tiempo!


            Fue entonces cuando él sintió que algo iba mal. Los malditos esbirros de Zoisite les atacaron a traición pillándole con la guardia baja en esos momentos. Nephrite resultó mortalmente herido al ser atravesado por un sarmentoso brazo de un youma e interponerse posteriormente en la onda expansiva de varias explosiones causadas por otro, escudando a la joven con su propio cuerpo. Pese a todo todavía pudo protegerla dándoles el cristal negro a sus enemigos. Su colega y contrincante se burló cruelmente de él pero eso no le importó. Sólo sufría por la chica y ella derramó lágrimas por él. Pese a que el muchacho, viendo que llegaba su fin, le pidió  a ella que huyera, la joven no quiso irse de su lado. Esa fue la última cosa que terminó por abrir su corazón. Las mismas guerreras acudieron en su ayuda destruyendo a esos demonios, pero ya era tarde. Agonizó abrazado a Naru y las lágrimas limpias de ella le lavaron el alma. Mientras él se dirigía a su antigua enemiga…

-Vaya, guerrera Luna… al parecer tu identidad seguirá siendo un misterio después de todo…
-No te mueras, hombre.- Pudo replicar ella con el asentimiento de sus otras dos compañeras.-
-Lo siento… - pudo decir ahora a la angustiada Naru, en tanto sentía como la vida le abandonaba por momentos.- No podré…ir contigo… a esa cita…
-¡No!- Sollozaba ella tratando de sostenerle entre sus brazos.- Prometió ir a comer postre de chocolate conmigo… ¡No me deje…por favor…Nephrite!…

Y para él ya todo fue oscuridad. Después llegó al Cielo, rodeado por una blancura que se extendía en todas direcciones, allí recibió la oferta  de una voz que le habló con estos términos.

- Has expiado muchas de tus culpas con tu muerte, ahora, si deseas terminar de limpiar tu conciencia, te ofrezco la posibilidad de hacerlo.


            Él asintió, era lo que más deseaba.

-¿Qué es lo que tengo que hacer?
-Unirte a otros, quienes como tú, una vez estuvieron entre tinieblas, pero que eligieron ver la luz.- Le respondió su misterioso interlocutor.-
-Cuenta conmigo.- Se ofreció el muchacho.-
-Entonces ven.-Le indicó aquella voz.-


            Cuando el chico quiso darse cuenta una especie de portal de Plata apareció. Una cálida sensación le embargaba por completo y estaba deseoso de ir en aquella dirección. No obstante la aparición de un anciano de barba y ropajes blancos, que portaba un bastón, le detuvo.

-No debes ir por ahí. Es el camino hacia la Eternidad. Sígueme joven Nephrite…
-Pero es una sensación tan maravillosa.- Pudo decir él.-
-Es un camino sin retorno.- Le explicó su guía quien, se interpuso entre esa especie de puerta y el chico.-
-¿Quién eres?- Quiso saber.-
-Soy el guardián de la zona fronteriza entre las diversas realidades. Me llamo Landar.
-¿Qué eres una especie de Dios?- Inquirió el atónito joven.-
-Solo una especie de mago.- Sonrió afablemente aquel tipo.- Ahora centraré en mi voz y apártate del camino hacia la Eternidad.


            Nephrite lo hizo y fue como si retornase a la realidad. El mago hizo aparecer otra puerta que parecía de madera y le indicó.

-¡Crúzala! Allí te esperan.

            El joven obedeció. Al traspasar aquella puerta era como si ésta jamás hubiese existido.

-Pero ¿Qué diablos?- Se dijo atónito.-
-¿Me llamabas?- Oyó una sarcástica voz a su derecha.-


            El joven se giró solo para descubrir a un ser realmente extraño. Era enormemente alto, tanto que al propio Nephrite con su casi metro noventa, le sacaba más de una cabeza. Pero aquella no era su característica más notable. Tenía un color verde esmeralda y unos brazos tachonados con extrañas marcas similares a parches. Se adornaba con una capa blanca y lucía un traje parecido al de los beduinos, de peto y pantalones anchos de color azul oscuro casi tirando a morado. Remataba aquello con una especie de turbante sobre su cabeza.

-¿Quién diablos eres?- Exclamó Nephrite poniendo se guardia.-
-¡Ja, ja, ja! - Tú lo has dicho.- Se rio aquel extraño individuo aflorando dos colmillos de entre sus labios de tono azul oscuro.-
-Otro devlister de Zoisite, ¡Ahora verás maldito!- Replicó el joven lanzándose al ataque.-


            Pero ese individuo le esquivaba casi sin esfuerzo aparente. Cualquier intento de alcanzarle con un puñetazo o patada fracasaba por completo. Al fin el muchacho le atacó con sendas bolas de energía. Sin embargo, para su asombro, ese tipo no se inmutó cuando éstas le alcanzaron estallando  a su lado y cubriéndole de humo. Al despejarse permanecía allí, incólume y cruzado de brazos.

-¿Y esto es todo lo que sabes hacer?- Inquirió con tono entre despectivo y desapasionado.- No me sorprende nada que te liquidasen tan fácilmente.
-Soy uno de los mejores guerreros del reino de la Oscuridad.- Se reivindicó el joven.- El cuarto poder.
-¡Pues entonces lo siento por ese reino!- Rio su interlocutor.- Hasta mi amigo Son Gohan era más fuerte que tú cuando tenía cuatro años.
-¿Cómo te atreves a insultarme?- Se indignó el chico emitiendo energía.-
- Si tanto te molesta ven aquí y evita que lo haga. - Le incitó su adversario con una sonrisa de superioridad.- ¡Vamos!


            Ahora Nephrite se lanzó con mayor rapidez. Era como si las fuerzas le volvieran. No había creído que estando muerto fuera a ser capaz de luchar. Sin embargo allí estaba. Por desgracia para él, volvió a errar todos sus ataques. Aunque en esta ocasión, ese tipo le detenía usando tan solo una mano. Y para colmo de humillación parecía hacerlo a desgana…

-Ya es suficiente.- Sentenció ese extraño golpeándole en el estómago a más velocidad de la que pudo percibir.-


            El que fuera cuarto poder del reino de la Oscuridad cayó doblado y retorciéndose de dolor. Era incapaz de respirar. Aunque su enemigo pareció darse cuenta y comentó con tintes burlones.

-Estas muerto. No necesitas respirar, ¡cretino! Levanta del suelo. Es hora de ponernos a trabajar.


            A duras penas pudo obedecer a esa orden. Nephrite se puso en pie y pudo darse cuenta de que ahora estaba bien. Su misterioso adversario procedió a presentarse.

-Me llamo Piccolo, algunos me definen como el rey de los Demonios. Me gusta ese título. Y aquí voy a ser lo más parecido a eso y a un instructor que vas a tener…
-No…no lo entiendo, creía que estaba en el Cielo.- Pudo decir el chico.- Supongo que todas las maldades que hice no pudieron ser enmendadas en tan poco tiempo.- Suspiró con resignación.- Aceptaré mi castigo…


            Pero su nuevo profesor se mantenía cruzado de brazos y movió la cabeza. Enseguida añadió con ese tono insidioso del que hacía gala.

-Cuando acabes con tu autocompasión melodramática te lo explicaré. Estás en el Cielo. Landar te ha enviado a mí. Me ocuparé de ti y de algún otro cabeza hueca como tú. Entrenaremos. Será duro, será difícil y preferirás estar en la Eternidad. Eso te lo aseguro. Pero si haces las cosas bien tendrás una oportunidad.
-¿Oportunidad?...Oportunidad ¿para qué?
-Para volver al mundo y arreglar un poco las cosas. ¿Estás dispuesto?
-¿Podré volver con Naru entonces?
-Yo no soy ninguna casamentera. Solo te prometo que vas a sufrir y a trabajar de lo lindo.- Espetó su interlocutor.- Si consigues volver el resto será cosa tuya.


            Nephrite guardó unos instantes de silencio. Sopesó aquello. Ese tipo era realmente fuerte. Y le ofrecía entrenarle para mejorar. Si existía la más mínima posibilidad lo intentaría. Al cabo de unos instantes, Piccolo pareció impacientarse y le urgió.

-¿Qué decides? Aunque estemos en la Eternidad no tengo tanto tiempo para perderlo  esperando.
-Muy bien. Acepto. Sea pues.- Aseveró el joven con determinación.-


            Ahora lo recordaba con una media sonrisa. Sus compañeros asintieron a su vez.

-Sí, Piccolo es tremendo.- Afirmó Ail.- A mí me sucedió algo parecido…iba con mi pareja…

Viajando por el espacio desde que salieran de la Tierra, Ail y Ann habían llegado a un pequeño y acogedor  mundo donde podrían instalarse. Ann había quedado encinta al modo de los humanos y el embarazo había avanzado según viajaron y durante el tiempo de estancia en ese mundo. Ann dio a luz un bebé ante la alegría y el estupor propio y de Ail, que francamente no sabía cómo ayudarla. Menos mal que tras el parto le dio parte de su energía que se encargó de hacer el trabajo de recobrarla. Así pasaron los días. Ann se familiarizaba con la nueva tarea de cuidar y criar a su hijo al que tanto ella como Ail decidieron bautizar con el nombre de Giaal, que en su lengua significaba "el milagro". Pero la alegría no durará mucho. Una tarde, Ail  recorría la atmosfera superior del planeta cuando sintió algo. Una potente energía que le intranquilizaba. Bajó rápidamente a reunirse con Ann y se lo contó. Indicándole con inquietud.

-Permanece aquí escondida con nuestro hijo hasta que yo sepa de qué se trata.
-Ten mucho cuidado cariño, te estaremos esperando,- le respondió Ann con el rostro demudado por la preocupación.- Pero no te arriesgues, presiento que hay algo perverso esperándote ahí fuera.


            Ail asintió, sabía que Ann tenía dotes para la adivinación. Él mismo comenzaba a sentir aquella extraña energía, más bien varias que se dirigían hacia ellos. Y deprisa. Se elevó en el aire en tanto su compañera  le miraba alejarse con preocupación acunando a su bebé.

-¿Qué podrá ser esto? - Se decía el joven.-


Y pronto tuvo el desagradable presentimiento de que no estaba sólo. Como salidas de ninguna parte tres figuras antropomórficas ataviadas con negras armaduras le rodearon.

-¿Quiénes sois? ¿Qué queréis?- Les inquirió mirando en derredor suyo. -


            Por toda respuesta uno de esos individuos se subió el yelmo mostrando una tonalidad de piel azulada, unos ojos rojizos cargados de malas intenciones y una pérfida sonrisa en tanto decía a los demás.

-Creo que nos divertiremos un rato con éste.
-Si- repuso otro elevando su casco también para mostrar un rostro similar pero de color anaranjado. -
-No sé qué estáis tramando- repuso Ail que no entendía el lenguaje que empleaban aquellos extraños, pero  comprendía por sus gestos que no podían pretender nada bueno. -
-¿Estás sólo en este mundo, criatura? - Fue la respuesta de uno de aquellos seres que esta vez habló en la propia lengua de Ail. -
-Sí- contestó éste con rotundidad.-


Presentía que esos seres eran malignos y tenía que evitar que descubrieran la presencia de Annie y del bebé. Debía centrar su atención en él. Y al parecer, para su desgracia, lo había logrado.

-Pues es una pena, ¡ja, ja!- se mofó el otro. – Nos hubiera gustado divertirnos con alguien más.
-Marcharos- les ordenó Ail -, no quiero haceros daño.
-¡Habéis oído lo que ha dicho este idiota! - rio el que parecía el jefe. - No quiere hacernos daño, ja, ja.
-¡Una lástima! Nosotros a ti si.- Se burló otro que, utilizando un extraño aparato similar a un monóculo rectangular de tono verdoso translúcido declaró.- Fuerza de combate seiscientas veinte unidades… ¡Ja, ja, ja!…. No tenemos ni para empezar a calentarnos.
-Vamos a ver cómo te defiendes- le espetó el restante lanzándose contra él. -


            Ail esquivó como pudo aquel ataque y se defendió lanzando un rayo de energía que alcanzó a uno de sus enemigos pero no le causó ningún daño.

-¿Eso es todo lo que sabes hacer?- inquirió uno de los tipos golpeándole en el rostro.
-No está tan mal.- Opinó el del visor.- Su potencia subió a las mil trescientas unidades…


            El alien sintió como su sangre verdosa manaba de sus labios. Los otros le miraban y reían señalándole con burla.

-Eres más frágil de lo que creíamos. No eres rival para unos oficiales de las tropas del gran Gralas.-Sentenció el de color azul.-
-¿Gralas? ¿Quién es ese? - exclamó Ail atónito - ¿Qué buscáis por aquí?
- ¿Es que no sabes quién es nuestro amo?- rio uno escupiendo divertido – ¡Eres patético!…
- Queremos divertirnos y acabar con todas las  ridículas criaturas como tú- le respondió otro. -
-Sí, primero nos calentaremos contigo y otros pedazos de basura más y luego iremos a la Tierra.
-¿A la Tierra?- Volvió a exclamar Ail sin poder creerlo. -
-¿Eres sordo? ¿O es que te gusta hacer de eco?- graznó otro que golpeó en el estómago a Ail tan deprisa que este no pudo ni hacer ademán de esquivarlo -


            El alien cayó a plomo hasta el suelo, pudo frenarse lo suficiente como para no golpearse con demasiada dureza. Estaba ahí, incapaz de levantarse, cuando sus enemigos descendieron junto a él prorrumpiendo en carcajadas.

-Así no nos vas a durar mucho- rio el que le había golpeado. -
-Hastok - le indicó otro que parecía estar al mando. - Ya está bien, no podemos seguir perdiendo el tiempo con esta basura.


            Ail temblaba mientras su sangre seguía mandando por varias heridas. La vista comenzaba a nublársele mientras trataba de concentrarse para superar el dolor. Pudo hacerlo lo bastante como para comunicar telepáticamente con Ann.

-Soy yo cariño- la voz de Ail le llegó a esta dentro de su mente. - Debes irte de aquí, llévate a Giaal y vuelve a la Tierra, pronto.
-¿Qué te ocurre Ail?- inquirió ella preocupada.- Tus ondas me llegan muy débiles. Necesitas ayuda.
-No te preocupes por mí, toma al bebé y márchate o moriréis los dos. Yo trataré de detenerlos.
-¡No, no te dejaré!- replicó ella que no podía evitar prorrumpir en sollozos de angustia. -
-¡Vete te digo!- le llegó la brusca respuesta de él.- Yo sólo tengo alguna oportunidad. Ve y busca a las guerreras. Ellas te ayudarán. No puedes poner en peligro la vida de nuestro hijo. ¡Te lo ruego!, si nos quieres a él y a mí, apresúrate antes de que sea tarde.


            Pese a estar aterrada y muy angustiada por la suerte de Ail, Ann obedeció. Sabía que si su compañero le pedía que huyese debía de existir un peligro enorme que la amenazaría tanto a ella como al pequeño. Concentró todas sus energías para crear un campo de protección y salió rauda hacia el espacio, con el pequeño Giaal entre sus brazos.

-Lo siento mi amor...- Sollozaba presa de la desesperación y la tristeza.- Te quiero…
-Y yo a vosotros…- Le llegó el eco de la última respuesta de su pareja.-


            Ail suspiró, dentro su penosa situación se sentía aliviado. Pero ahora debía de darles todo el tiempo del que fuera capaz para escapar. Rezaba en silencio porque no hubieran más tipejos de esos rondando por allí.  Sacó entonces su flauta y alguna de sus cartas.

-Adelante Ritrak, Oberon y Mailya…- Exclamó tocando su característica melodía.-


            Para sorpresa de sus rivales tres naipes se transformaron en extraños seres que semejaban un mitológico Grifo, una especie de murciélago humanoide y un individuo de cuatro brazos, les miraban con hostilidad.

-¡A por ellos! - Ordenó Ail con una media sonrisa.- Obtener su energía sin restricciones.-


            Las cartas atacaron. Aunque pasada la sorpresa inicial sus enemigos eran tan rápidos que los naipes conjurados por Ail eran incapaces de alcanzarles. Entonces uno de esos tipos, de tez naranja se sonrió con malevolencia para declarar.

-Así que es solo eso. Muy bien… ¡Tomad mi energía!


            Y dicho esto emitió un chorro de plasma que destruyó a dos de las cartas reduciéndolas a cenizas.

-¡Eh!- Exclamó el atónito Ail admitiendo.- Ni tan siquiera las guerreras eran tan fuertes…


            La carta restante, esa especie de león con pico de águila alado contratacó. Repitió su nombre lanzando a su vez un ataque de pinchos que se desprendían de la larga cola que le remataba en su parte trasera. Sin embargo sus enemigos los esquivaron sin problemas. Aunque confiados se relajaron sin darse cuenta de que algunas de aquellas agujas se giraron a  perseguirles.

-¡Ah! - Gritó uno cuando sintió el aguijonazo.-


            Y ese pequeño estilete comenzó a drenarle energía aumentando la de esa criatura que solo repetía…

-Ritrak…
-Muy bien, aumenta tu poder y acaba con ellos.- Le ordenó Ail.-
-¡De eso nada! - Repuso uno de esos tipos, humanoide de tez anaranjada, alegando.- A los Arcoily no nos derrota un mero animal.


            Y atacó a la carta de un modo rápido y letal. Ésta apenas pudo moverse cuando recibió un puñetazo que la derribó en el suelo. Antes de que pudiera moverse un rayo de energía arrojado por otro de aquellos tipos la hizo estallar. El restante se arrancó el pincho que desapareció tras la eliminación de su punto de origen.

-Ahora vas a ver lo que es bueno.- Sentenció uno de esos individuos dirigiéndose amenazadoramente a Ail.-


Y  sin que el alien ni le viera venir aquel extraño le propinó un fuerte golpe en la cara que lo lanzó varios metros hacia atrás. El joven se estrelló quedando visiblemente tocado. Apenas era capaz de incorporarse entre las risas de sus adversarios.

-Y ya está.- Gritó con mofa el de la piel azulada.- ¿Te das por vencido tan pronto?


Sintiéndose perdido Ail quiso sin embargo caer con dignidad. Debía darles también a su compañera y a su hijo todo el tiempo que pudiera. De modo que reuniendo todas sus fuerzas se incorporó gritando.

-¡Ahora vais a ver!...- espetó atacando a sus agresores con ráfagas de energía.- ¡Acabaré con vosotros!


            El alien lanzó un intenso bombardeo que cubrió a sus adversarios levantando polvo y llamaradas. Jadeando al borde del agotamiento fue extinguiendo su ofensiva hasta descansar exhausto sobre unas rocas. Por lo menos les había tomado por sorpresa y puede que les hubiese eliminado, pero, para su desgracia y horror no era ni mucho menos así.

-¿Pero qué es esto, fuegos artificiales?- inquirió una gutural voz que sonaba divertida -
-Mi comandante Orguaz - replicó Hastok. - Parece que este payaso tiene ganas de jugar.
-No diría yo tanto- replicó el interpelado acercándose pausadamente hasta Ail que no podía ni tan siquiera hacer amago de escapar - ¿Qué te pasa?- le espetó con una malévola sonrisa. - ¿Quieres morir antes de tiempo?
-No os lo pondré tan fácil- pudo decir Ail con la voz entrecortada por los jadeos -.
-¡Que miedo me das- aulló Hastok apareciendo junto a él a una rapidísima velocidad para golpearle acto seguido lanzándole contra el suelo. -


            El otro tipo materializó entre sus manos una bola de energía que apuntó contra el maltrecho Ail. Éste supo que su fin había llegado, sólo deseó que su mujer y su hijo hubiesen podido escapar. Después recibió el impacto de aquella energía y no sintió nada más.

-Reaparecí aquí, entre esta blancura. Landar me recibió. Fue muy amable. Me dijo que Annie y mi hijo estaban a salvo. Con nuestras amigas las guerreras. Después, me envió junto a Piccolo.


            Aunque a diferencia de su compañero, el alien no cedió a las provocaciones de su interlocutor. Más bien suspiró declarando.

-No sé quién eres o qué quieres. Pero ya tuve suficiente.


            En esta ocasión el estricto maestro pareció relajar su expresión y su tono para explicarle.

-Ese tipo de villanos me son familiares. Disfrutan yendo de un mundo  a otro y matando y esclavizando a sus habitantes. Son muy valientes cuando se enfrentan a pobres seres indefensos. Sin embargo tú tienes otra oportunidad. Si entrenas con tesón y no te rindes puede que logres volver al mundo y vengarte.
-No es venganza lo que deseo. Preferiría volver junto a mi mujer y mi hijo.- Declaró el extraterrestre.-
-Eso estará en tu mano. Si logras superar el entrenamiento serás libre de hacer lo que quieras. ¿Te interesa?- Quiso saber ahora con tono algo más impaciente.-
-Por supuesto que sí.- Aseveró el joven.-


            Entonces Piccolo le presentó a Nephrite. Ambos comenzaron a  entrenar juntos.

-Luego llegamos nosotros dos.- Terció Zafiro.-


El muchacho recordaba cómo se despidió de Petz. Dejó su chaqueta como perentoria garantía de un retorno que ni él mismo creía posible. Estaba muy débil, se sujetaba como podía entre las paredes de los callejones. Al fin salió al descubierto, solo para encontrarse a esa extraña bloqueándole el paso.

-¡Quítate de mi camino, Dama Negra! Tengo que ver al príncipe Diamante.
-¿Si? Pues antes de eso vas a morir.- Se sonrió malévolamente esa chica de larga cabellera sonrosada.-


            Estaba listo para recibir el ataque final cuando la Guerrera Luna intercedió por él. Junto a sus compañeras se enfrentaron a esa terrible enemiga. Un Zafiro atónito solo pudo preguntar.

-Pero ¿Por qué me ayudáis?
-Pues no lo sé.- Respondió una rubia guerrera.- Pero Cooan y sus hermanas nos pidieron que lo hiciéramos.
-A nosotras nos gusta confiar en las personas, aunque sean enemigos.- Le sonrió otra, alta y de pelo castaño, guiñándole un ojo.- Igual que a Guerrera Luna
-¿La Guerrera Luna?- Repitió el sorprendido chico.-


            Entonces terminó por comprender. Esas muchachas realmente nunca fueron enemigas suyas ni de Némesis. Fue en ese instante cuando observó a su hermano suspendido en el aire. Aunque en ese momento la Guerrero Luna y otras dos de sus amigas estaban sufriendo a manos de la Dama negra. Enseguida Zafiro les dijo.

-No os preocupéis, id a ayudad a vuestras amigas. Yo estaré bien aquí. Además, tengo que ver a alguien.


            Las dos asintieron y fueron a ello. Entonces el muchacho miró hacia el cielo.

-Zafiro. ¿Por qué me has traicionado?- Le inquirió la voz entre incrédula y apenada de su hermano.-
-¿Cómo me crees capaz de traicionarte a ti? Diamante hemos sido engañados… Debes recordar que lo que queríamos no se parece en nada a esto…


            Entonces la Dama Negra logró apresar en una jaula de energía a las guerreras, iba a atacar a Zafiro cuando aquel tipo, Tuxedo Kamen, la arrebató una de sus armas liberando a las sailors.

-¡Ya basta Chibiusa!- Exclamó el señor del antifaz, dirigiéndose ahora al orgulloso príncipe de Némesis.- Diamante, escucha lo que tiene que decirte tu hermano. Escúchale con atención…


            Hubo un momento de silencio, Diamante observó con expresión inquisitiva a su interlocutor y le preguntó con tinte de patente interés.

-A ver Zafiro. ¿Qué es lo que has visto en el futuro?...


Por un instante el joven se sintió esperanzado. Iba a comenzar a hablar cuando enmudeció. Por encima de su hermano apareció aquel siniestro encapuchado que le atacó con un rayo de energía como el que le había dejado malherido cuando escapó. Encajó el impacto cubriéndose con ambos brazos pero de nada le sirvió. Cayó quemado y de rodillas. Apenas consciente ya. Tras emitir un grito.

-¡Hombre Sabio! – Exclamó Diamante girándose incrédulo.-
-Zafiro es un traidor. No debimos molestar al príncipe con tus tonterías.- Declaró lapidariamente éste.-


            Pero el muchacho reunió sus últimas energías para musitar con la voz entrecortada…

-Diamante, el Hombre…Sabio…quiere acabar también…con el mundo…del futuro…
-¡Muereee! – Aulló aquel maligno ser lanzándole otra oleada de energía.-


            Zafiro solo pudo gritar de dolor al recibir ese nuevo impacto y caer totalmente fulminado. Pese a que Tuxedo Kamen y Guerrera Luna acudieron en su auxilio.

-Lo siento.- Le dijo ese tipo de frac.- No pude protegerte…


            Pensó en su amada. En ella, la que le había suplicando entre lágrimas de dolor que no fuera. Recordó aquella promesa que jamás podría realizar y solo musitó.

-Petzite…lo siento…


Después todo se le oscureció. Cuando recobró el sentido, o al menos eso creyó, estaba en  medio de una blanca vastedad desolada, sin nadie alrededor. No sabía cuánto tiempo llevaba allí. De pronto divisó una figura en la lejanía. Se aproximó descubriendo con asombro a su hermano.

-¡Diamante!- Exclamó perplejo.-
-¡Zafiro!- Repuso él con idéntico asombro.-
-Por desgracia veo que mis advertencias no llegaron hasta ti.- Suspiró el joven.-
-Lo siento hermano. Tenías razón. Debí escucharte antes. La propia Guerrera Luna me lo dijo, y finalmente la creí. Pero fui muerto por el Sabio.- Se lamentó.- Luché contra él y al final, la  salvé a ella sacrificando mi vida. Comprendí lo estúpido que había sido. Ese maldito quería destruir todas las formas de vida y sumir el universo en la oscuridad. Yo jamás quise tal cosa. Lo entendí demasiado tarde. También descubrí que no se puede robar el amor por la fuerza. Al menos pude decírselo a ella. Fui feliz por haberla amado. Luego perdí el sentido y desperté aquí. Pero no todo fue en vano, al menos acabé con ese bastardo.-Concluyó con un tinte entre reflexivo y lleno de pesar.-
-¡Maldito sea! - Espetó Zafiro con rabia.-  Menos mal que liquidaste a ese maldito traidor. ¡Ojalá hubiese podido hacerlo yo! Por lo menos las hermanas podrán tener una vida feliz.


            En ese instante un anciano de barba y túnica de color blanco, portando un bastón, se apareció ante el asombro de los jóvenes. No tardó en presentarse.

-Soy Landar, el mago blanco. Vosotros habéis muerto y os han enviado aquí. Vuestras almas se han purificado y redimido. Ahora podéis escoger. O cruzáis a la perpetua eternidad. O disponer de una oportunidad para reparar el daño que hicisteis y volver al mundo del que tan trágicamente partisteis.
-¿Lo dices en serio?- Exclamó Zafiro.-
-No me creo ni una palabra. – Espetó Diamante a su vez.- Ya tuve bastantes consejos por parte de ancianos sabios.

            En ese momento los dos se percataron que, sobre la cabeza del otro lucía una especie de aureola redonda.

-¿Qué es eso?- Quiso saber Diamante.-
-El oremus sagrado. Significa que estáis muertos, en espera de pasar al plano eterno.- Les explicó su contertulio.-
-¡No puedo creerlo! - Dijo Zafiro con patente estupor.-
-Si. Me parece algo realmente absurdo.- Repuso Diamante.-
-Puedes pensar lo que desees. Sin embargo si eliges reparar los daños tendrás que afrontar unas duras pruebas. Y quizás, si lo logras, podrías traer a la luz a alguien a quién en el fondo siempre quisiste. Y que te amó de manera incondicional.


            Eso dejó al príncipe atónito y pensativo. Más cuando el anciano mago sonrió levemente y sentenció.

-Sabes bien a quién me refiero. A la joven que te regaló aquellas semillas…
-¡Esmeralda! - Musitó Diamante, que tras pensar por unos instantes y ante el asombro de su hermano cambió de parecer.- Acepto. Dime anciano. ¿Qué hemos de hacer?
-Por lo pronto cruzad esa puerta.- Les indicó, haciendo aparecer un portón de madera que se abrió ante ellos.-


            Los dos muchachos escrutaron aquello, no parecía haber nada distinto a un lado o al otro de esa puerta. No obstante decidieron que ya nada peor les podría pasar y entraron…

-¡Grave error! - Se rio ahora Diamante al recordarlo.- Claro que nos podían suceder cosas peores…


Tras traspasar esa puerta se escuchó una voz. Fue cuando ese adusto individuo  apareció ante él y Zafiro.

-¿Quién eres?- Le preguntó poniéndose en guardia al igual que su hermano. –
- No es de tu incumbencia – Replicó el aludido con desdén. –
- ¡Soy el príncipe Diamante!, ¡heredero del reino de Némesis! Más te vale hablarme con respeto. – Exclamó éste emitiendo una especie de aura plateada a su alrededor. –


Aunque ese extraño ser verdoso sonrió con suficiencia. Por toda réplica lanzó una pequeña bola de energía que alcanzó a Zafiro derribándole a varios metros de distancia.

-Za, ¡Zafiro! – Exclamó su hermano con estupor, aunque enseguida dejó que la ira tomase el relevo para espetar. - ¿Cómo te atreves maldito? Esta vez no me quedaré cruzado de brazos mirando sin más mientras dañan a mi hermano. - Remachó lanzando un chorro de energía de color entre albino y plateado contra ese verdoso tipo. – ¡Muere!


            Para su asombro su enemigo desapareció dejando que aquel rayo pasara de forma inocua y se perdiera en aquella blanca y vacía extensión. Diamante estaba atónito, aunque apenas se dio cuenta cuando ese extraño tipo reapareció justo a su lado y le golpeó con un puñetazo en el estómago. El príncipe cayó doblado sin apenas ser capaz de respirar.

-¡Vamos principito! – Se sonrió ese individuo con sorna, añadiendo divertido. – Estás muerto, no te esfuerces por respirar, no te hace falta. Aun…
- ¿Quién eres?- Pudo preguntar un recobrado Zafiro con un tono más cuidadoso. –
- Vuestro nuevo entrenador. – Replicó el interpelado, presentándose. – Me llamo Piccolo.
- Eres muy fuerte e increíblemente rápido. – Reconoció el príncipe de Némesis cuando finalmente pudo ponerse en pie. -


Y por si eso fuera poco incluso era más alto que él, lo que no era demasiado frecuente. Diamante estaba cerca de los dos metros y ese tipo le sobrepasaba en casi una cabeza. Pero aquello era lo de menos, sobre todo cuando aquel individuo le replicó.

-Vosotros deberéis moveros y luchar igual. Al menos cuando hayáis entrenado. Dentro de poco os uniréis a más guerreros.
-¡Vaya! Os hizo lo mismo que a mí.- Se sonrió Nephrite, afirmando con su flemática sorna.- Este Piccolo es un gran luchador pero como intérprete no tiene demasiados recursos.
-Si- Convino Zafiro.- Luego nos reunió a los cuatro y nos pusimos manos a la obra.


Y desde luego que eso fue así. Ambos hermanos conocieron a Nephrite y Ail y entrenaron, después llegó Roy. Que también lo hacía ahora en el momento presente, para reunirse con sus amigos.

-Ya era hora de que llegaras.- Le amonestó Diamante al ver llegar al amigo que les faltaba.- Tarde como de costumbre.
-Tranquilo principito, que estaba charlando con el maestro Trunks. Nos desea suerte a todos.- Les comentó el joven.- Me comentaba alguna aventura suya que otra. Contra unos androides y un bicho realmente asqueroso.
-Pues nosotros estábamos comentando cómo llegamos aquí.- Le informó Ail.-
-¿Otra vez? - Repuso el recién llegado con expresión entre incrédula y aburrida.-
-Si. Ahora que vamos a irnos al fin, queremos recordar cual es nuestro propósito.- Le contestó Nephrite.-
-Pues en mi caso ya lo sabéis, tras ser asesinado por ese maldito demonio aparecí en medio de la nada. Y conocí a Landar, igual que vosotros. Después me dijo que alguien vendría a ocuparse de mí…-Les dijo Roy.-
-Déjame adivinar, Piccolo sama.- Comentó Zafiro con tintes de broma.-
-No,- sonrió su interlocutor sabiendo por dónde iba su amigo, no fue Piccolo, graciosillo… Veréis…-les contó.-


Tras un tiempo que a Roy se le hizo larguísimo, divisó en la lejanía una figura que se dirigía hacia él caminando despacio. Al principio sólo era un puntito negro. Más tarde, conforme se acercaba pudo distinguirlo mejor. Al cabo de un rato, llegó sólo a pocos metros de distancia. Entonces pudo verlo bien. Era un tipo de un metro setenta y cinco más o menos, pelo moreno, largo y puntiagudo, con unos largos mechones hacia arriba que le hacían parecer más alto. Lucía un gesto risueño, que clavaba en el chico unos agudos y grandes ojos negros. Vestía una especie de kimono rojo con un símbolo negro inscrito sobre fondo blanco en su espalda. Pudo vérselo pues el individuo se había girado para recoger una especie de bastón que se le había caído. Una vez se lo colocó sujeto a la espalda de su kimono se acercó más hasta el muchacho y le saludó en un tono muy distendido.

-¡Hola! - dijo agitando una mano. - Tú eres Roy si no me equivoco, encantado de conocerte.
- Gracias, lo mismo digo - repuso éste sorprendido - pero. ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién eres tú? - Le inquirió a su vez.
-¡Perdona que no me haya presentado! - Exclamó el individuo rascándose el cogote. - La verdad es que las relaciones sociales no son mi fuerte. Mi mujer siempre me lo dice. ¡Ja, ja, ja, ja! Me llamo Son Goku y soy un amigo de un remoto antepasado tuyo.
-¿Queee?- Exclamó Roy atónito. - ¿Cómo has dicho?...
- Bueno, amigo, lo que se dice amigo, quizás no. - Corrigió pensativo su interlocutor. -Vegeta tiene un muy particular concepto de la amistad, pero después de tantos siglos ya no es tan arisco como antes, je, je.
-¿Qué significa eso de que es mi remoto antepasado? ¿Por qué el mago dijo que ibas a encargarte de mí? ¿Porque eres tú el que se va a encargar?, ¿verdad? - Quiso saber su contertulio sin poner freno a los interrogantes que se agolpaban en su cabeza. -
- Calma hombre - le pidió Son Goku haciendo espacio con ambas manos. - Ahora te responderé a todas tus preguntas, pero de una en una.


            Roy se fijó en un detalle que no había advertido antes, sobre la cabeza del tal Goku había una tenue aureola amarilla, una especie de coronita que flotaba a unos escasos centímetros de ese individuo…

-¿Qué es eso que llevas encima de la cabeza? - Preguntó nuevamente el muchacho. -
- Espera hombre, son demasiadas preguntas a la vez.- Repitió aquel tipo tan peculiar con tono paciente. - ¿Te gusta? - Añadió señalando su aureola - , ¿es bonita, verdad? Significa que estoy muerto, tú también llevas una, mira.- Añadió señalando la cabeza del muchacho. -


            Éste trató de vérsela pero al levantar la cabeza la aureola le seguía hacia atrás. Trató de adoptar las más inverosímiles posturas pero aquel irritante arito siempre le seguía al instante por más rápido que se moviera. Finalmente miró elevando las pupilas y logró observarla de refilón.

-¿Es molesto, verdad?- Le sonrió Goku explicando con desenfado. - A mí me ocurría lo mismo. Siempre quería verla pero se me escapaba. Me pasé varios siglos intentándolo. Y al final me aburrí. Pero mi esposa dio con la solución. Con un simple espejo puedes observarte.


            Roy le miraba como si estuviera embobado. Su contertulio que debió pensar que éste se sentía inquieto por semejante adorno, añadió con deje jovial para desdramatizar la situación.

-¡Tranquilo, ahora estás muerto pero eso se solucionará pronto!
- Si claro - convino su atónito interlocutor forzando una sonrisa de circunstancias en tanto pensaba. - ¡Este tío está como una cabra!, ¿dónde me he metido?


            Pero su nuevo anfitrión no le permitió continuar ese hilo de reflexiones puesto que estaba cruzado de brazos y se paseaba a su alrededor escrutándole desde todos los ángulos. Aquello no hacía que se sintiera muy cómodo que digamos pero tampoco sabía que podía hacer. Esperaría a que ese lunático hiciera el primer movimiento. Y así fue cuando Goku le comentó.

- Vi tu combate contra ese demonio. No estuvo mal, pero te derrotó muy fácilmente. Deberías entrenar más, pero en eso puedo ayudarte.
- Escucha amigo - replicó Roy molesto en su amor propio. - No sé quién eres tú, ni de qué vas. Pero te puedo asegurar que ese demonio era de todo menos fácil de vencer. ¡Me habría gustado verte a ti en mi lugar!


            Su acompañante se limitó a encogerse de hombros en tanto hacía el pino con una mano y volvía a ponerse en pie de un brinco.

- No está mal. - Dijo casi para sí mismo y segundos después volvió a dedicar su atención a aquel chico que le miraba como si estuviera loco y repuso sin darle mucha importancia. - La verdad, yo le hubiese derrotado en pocos segundos. - Tras estudiar la cara de Roy que parecía el retrato de la contrariedad y la sorpresa al oír semejante cosa, agregó en tono conciliador. - No te enfades hombre, no es que quiera herir tus sentimientos, pero vas a tener que trabajar mucho.
- Claro - contestó su contertulio con los brazos en jarras y un tonillo sarcástico - y tú me vas a enseñar, ¿verdad? Mira tío, no sé lo que significa pero soy un saiyan, el Guerrero Dorado.- A modo de demostración Roy se transformó en solar, aun podía hacerlo, pero claro si podía hacer otras cosas no veía porqué esto no. -¿Lo ves? - Sentenció convencido - mira la fuerza que tengo.


            Aquel tipo le observó sin inmutarse, y declaró con expresión pensativa y la mano a la barbilla. De la misma manera que si le estuviera evaluando en una especie de examen.

- Nivel uno, no está mal para un principiante y lo has logrado tú sólo con ese entrenamiento tan sencillo, reconozco que tienes mucho mérito.
-¿Pero qué dices? ¿Nivel uno? - Exclamó Roy sin poder creer lo que escuchaba. - ¿A qué narices te refieres?, ¿es que tú eres capaz de conseguir más fuerza?
-¡Claro que sí hombre! Fíjate bien.- Le pidió Son Goku con aire divertido, transformándose en un guerrero dorado exactamente igual a Roy para sorpresa de éste y añadiendo con tinte de clase magistral - Te explico. Ahora estoy como tú, en el primer nivel.- Dicho esto aumentó su energía a un nivel tremendo.


Su interlocutor se quedó boquiabierto, sintió una fuerza que era mucho mayor que la de Nagashel. Goku emitía unas tremendas llamaradas doradas y su volumen corporal había aumentado considerablemente.

- Éste es el nivel segundo, aquí tendrás que llegar tú por lo menos.- Le indicó como si aquello fuese lo más normal del mundo.-
-¿Qué? ¡Pero eso es imposible!..- balbuceó Roy perplejo. - ¡Es una fuerza bestial!
- Pues todavía no he terminado - repuso Goku elevando aún más su poder.-


            Emitía una fuerza tal si el chico no se agacha hubiera salido despedido por la energía que emanaba de aquel individuo. Ahora varios metros alrededor de su contertulio brillaban en ese mismo tono oro que  desprendía y creaban alrededor de él una especie de esfera de energía de proporciones descomunales para los sentidos de Roy. Aunque Goku seguía sin darle importancia en el tono de sus palabras cuando le dijo.

 -Este es el umbral de nivel tres, hay varios más pero basta de momento, ¿no crees? - E instantáneamente volvió a su estado normal. -
-¡To, todavía puedes aumentar más tu energía! - Exclamó Roy perplejo. -
- Bueno si, la verdad, mucho más, pero no es necesario por ahora. - Repuso Goku sin darle mayor trascendencia al asunto. - Nosotros sólo trabajaremos para que al menos llegues a este nivel de energía que te he mostrado para vencer al demonio ese. ¡Anímate chico! , no es tan complicado - meditó unos instantes para rectificar algo azorado. – Bueno, en realidad sí que lo es, pero creo que tienes madera y podrás hacerlo, de hecho tienes que conseguirlo. Aunque sin prisas, antes quiero ver como luchas conmigo, para corregir algunos fallos.
-¿Quieres que luchemos? ¡Pero es que no tengo ninguna oportunidad! – Sentenció el chico espantado. -
- Tampoco la tenías contra ese bicho y peleaste. - Le rebatió su interlocutor sonando más tranquilizador ahora cuando le aseguró. - No te preocupes, no te voy a matar ni nada por el estilo. Y además, ahora que lo pienso ya estás muerto ¿qué más te da?


            Roy tuvo que darle la razón, evidentemente no le iban a matar otra vez. Al menos eso esperaba. De todos modos ese tipo parecía simpático pese a estar como una regadera. Sólo pudo atreverse a preguntarle.

- Espero que tampoco duela. ¿No duele verdad?


Goku le miró sin hacer demasiado caso y sin contestar se puso a realizar ejercicios de estiramiento.

- Bueno, allá voy.- Añadió Roy decidido - ¿Pero qué estás haciendo? - Le preguntó  atónito al percatarse de los extraños gestos que su contertulio realizaba. -
- Estiraba un poco - repuso despreocupadamente Goku. - Hay que calentar antes del combate, es algo importante.
-¡Pero si dices que también estás muerto como yo! ¿Qué más te da eso a ti? - Objetó su pasmado interlocutor, devolviéndole el argumento anterior. -
-¡Tienes razón! , siempre se me olvida. Supongo que será la costumbre - rio Goku llevándose una mano al cogote. - ¡Da igual! Además, me quedan por contarte algunas cosas. Pero primero vamos a pelear un poco. ¡Venga atácame!


Roy estaba desde luego remiso de hacer eso. Pero su compañero le insistió con impaciencia.

-¡Venga hombre! ¡Aunque tengamos todo el tiempo del universo me voy a aburrir si no empezamos ya!
- Pues allá voy - anunció éste tragando saliva y lanzándose contra su oponente tratando de darle con varios puñetazos que su adversario esquivó incluso sin moverse del sitio, también transformado en solar. -
-¡Pero empieza a luchar en serio!  ¡Espabílate muchacho, eres un súper guerrero!- le instó Goku propinando a Roy un par de golpes que le mandaron al suelo tan rápidamente que éste no pudo darse ni cuenta hasta caer. -


            Su mentor se acariciaba la barbilla pensativo entre tanto el chico trataba de acertarle con algún ataque sin poder conseguirlo en absoluto. Y lo peor es que su compañero de entreno no paraba de criticarle mientras tanto…

- Vamos a ver. Eres demasiado lento y algo patoso, esto no va a ser fácil y encima estás muy flojo.
-¡Todavía no me has vencido!- exclamó Roy que lanzó una sucesión de sus más potentes rayos.-


Estos atronaron el lugar, pero cuando se disipó todo el humo Goku seguía allí mesándose su barbilla y sin un sólo rasguño. Entre tanto el atónito muchacho jadeaba y sudaba copiosamente por el esfuerzo realizado.

-¿Pero si estoy muerto? - Se preguntaba con la voz entrecortada por el agotamiento. - ¿Cómo puedo estar sudando? ¡Esto es absurdo!
- Vamos, no te distraigas - sonrió Son Goku lanzando contra él un rayo con la palma de su mano que  envió a su rival por lo menos a unos cuantos miles de metros de allí.- ¡Estos chiquillos!


 No obstante aquel prodigioso individuo reapareció al instante junto a Roy rematando al pobre chico con un puñetazo que lo dejó en el suelo incapaz de levantarse. Tras unos segundos en los que Goku suspiró con cierta resignación ayudó a su rival a ponerse en pie. Y mientras éste trataba de mantener la verticalidad como podía tras aquella paliza, su acompañante le observaba sin inmutarse siquiera. Y le dijo para animarle, posando una mano sobre los hombros del derrotado, maltrecho y desmoralizado muchacho.

- Mira. Como te dije antes, lo bueno de estar muerto es que no te pueden matar otra vez...
-Y. ¿Por qué me duele todo?- le preguntó Roy molido, añadiendo con sorna. – Empezaba a pensar que morir no era tan mala idea. Al menos creí que te ahorrarías el daño que hace esto.
-¡No seas tan quejica!- Exclamó jocosamente su interlocutor dándole una palmada en la espalda que dio con el chico de bruces contra el suelo. –


Y mientras su pupilo se levantaba mascullando juramentos de toda índole su anfitrión le explicaba sin hacerle demasiado caso.

 - Tenemos un privilegio especial. Aquí nos permiten cansarnos y herirnos para poder progresar, pero lo bueno es que también puedes comer.- Y sin más ceremonias sacó una bolsita y de ella extrajo una judía ofreciéndosela a su dolorido compañero, asegurando sin paliativos. - ¡Toma, esto te repondrá!..
-¿Una judía?- chilló Roy examinando esa ridícula muestra de verdura. - ¿Es que quieres tomarme el pelo? ¡Después de la paliza que me has dado quieres que me recupere con una simple judía!
-¡Mira que eres protestón! - Repuso Goku divertido para aclararle al instante. - Es una alubia mágica. ¡Anda cómetela ya y deja de quejarte!


El chico volvió a mirarle como si observase a un tarado pero se avino a comérsela a regañadientes. No se fiaba para nada de esas afirmaciones pero para su sorpresa enseguida notó como estaba completamente recuperado.

-¡Esto es fantástico! – Reconoció asombrado exclamando. - ¡Ojalá las hubiese tenido antes!
-No te emociones, estas alubias ayudan a recuperarse, pero, por ejemplo, no curan enfermedades. Créeme, yo lo sé muy bien. Ni tampoco te habrían servido de mucho si no sabes luchar. Aunque eso sí, aumentan tu fuerza si eres especial, como los de nuestra raza.- Matizó sujetando la bolsita a su cinturón con una pequeña cuerda. -


            Su interlocutor seguía sorprendido, no tenía ni rastro de los golpes que había recibido y efectivamente se sentía aún más fuerte.

- ¿Qué quieres decir con eso de nuestra raza? ¿Por qué nos hace ser más fuertes? - Quiso saber el chico -
- Te voy a explicar lo que pasa - añadió Goku recreándose en la cara de asombro de aquel chaval. -No es que esas judías te den más fuerza. Pero tú eres un saiyajin, o saiyan como a veces se dice más coloquialmente. Bueno, el caso es que llevas la sangre del pueblo de los Guerreros del Espacio. Puedes convertirte en un súper guerrero por esa razón. Y posees, como el resto de nosotros, el" Zenkai Power".
-¿Qué significa eso? - Le preguntó Roy con la boca abierta. -
- Quiere decir que cuanto más gravemente herido estés y logres recuperarte más aumentará tu poder. Ese es uno de los principales secretos de los guerreros del espacio. Debes entrenar, sufrir y luchar. Algunos sentimientos como la ira ayudan a multiplicar nuestras fuerzas.
- Si,- convino Roy al recordar.- Yo me transformé en solar, digo súper guerrero cuando...
- Ya lo sé, cuando creíste que habían matado a tu novia ¿verdad?- Se le anticipó Goku luciendo una divertida y cómplice sonrisa, amén de darle otra palmada en el hombro que casi desencaja  a su interlocutor. - Lo vi en la bola de cristal de una bruja amiga mía. Y la verdad es que tu novia es una chica muy mona. No me extraña que te enfadases tanto. A mí me ocurrió algo similar la primera vez que me transformé, cuando mataron por segunda vez a mi mejor amigo. ¿O fue por tercera? Ya ni me acuerdo, ¡al pobre le mataron tantas veces! El caso es que alcanzaste la barrera de un súper guerrero y la cruzaste. Ahora, con unos pocos meses de entrenamiento, superarás de sobra ese nivel. Te lo aseguro
-¿Tú crees? - Le preguntó Roy esperanzado. -
-¡Claro! , además, el tiempo no corre aquí igual que en la Tierra y tú te entrenarás en las últimas horas terrestres en un lugar especial, junto a otros guerreros.
-¿Junto a más?- Le inquirió el muchacho sorprendido de oír eso -¿quiénes?
- Ya los conocerás. Mi amigo Piccolo se ha estado encargando de ellos desde que llegaron. Estaban todavía mucho más flojos que tú. Pero han mejorado bastante en este tiempo. Aunque todavía les queda mucho por aprender. Pero paciencia.
-¿Y dónde están? - Insistió su contertulio preocupado, pues se temía lo peor cuando indagó. - ¿No serán las guerreras y las chicas?
- Que no y no seas pesado.- Repuso Goku con un tono cansino. - Ya les conocerás, pero ahora tenemos mucho que trabajar,- añadió más animadamente poniéndose en guardia y sin previo aviso lanzó un rayo contra su nuevo discípulo que éste esquivó para recibir las felicitaciones de su a partir de ese momento, entrenador. - ¿Lo ves? ya estás mejorando.


            El muchacho asintió con una sonrisa de triunfo. La verdad es que ese tipo era amable y hasta divertido. Además, con la fuerza que poseía y las cuantiosas técnicas de combate que dominaba era un guerrero excepcional. Podría enseñarle muchas cosas. De modo que estuvo dispuesto a esforzarse, Goku asintió con aprobación y los dos se pusieron a luchar... Y durante un tiempo que no supo precisar aquello continuó. Roy se pasaba todo el tiempo  entrenando con Son Goku. Llevaban ya lo que a él le parecía una eternidad. Y tras mucho esfuerzo y afán de superación logró por fin pasar al segundo nivel de súper guerrero. Luchaba como siempre contra su entusiasta maestro cuando éste en medio del combate le pidió que parase con un gesto de su mano derecha, asintiendo con aprobación. Su pupilo se acercó extrañado y Goku le dijo.

- Bueno Roy, creo que ya estás bien preparado. ¡Felicidades!, has tardado menos de lo que creía en lograrlo. Lo has conseguido y la primera parte de tu entrenamiento ha terminado. Pero no debes regresar a la Tierra tú sólo.
-¡Regresar a la Tierra!- Exclamó el atónito chico. - Pero si estoy muerto y…
-¿Cómo esperabas derrotar a ese demonio sino?- Se sonrió su maestro volviendo a preguntarle divertido. - ¿Y para qué crees que hemos estado entrenando tanto?
-Pensaba que ese maldito monstruo iría al infierno y que yo le atacaría allí.- Conjeturaba el atónito chico. -
-No te preocupes. Tú no vas a bajar a ese sitio. No es el lugar que te corresponde. Además, es aburrido en su mayor parte. Lo sé puesto que algunas veces me caí por accidente ¡ja, ja, ja! Un día tendremos que hacer el camino de la serpiente y te lo enseñaré…


Aquellas afirmaciones dejaron aún más pasmado a su alumno que, sin embargo, prefirió no preguntar acerca de ese particular.

-Entonces volveré, pero si no regreso solo ¿Quiere eso decir que te vendrás conmigo? - Le inquirió Roy esperanzado, añadiendo con desbordante entusiasmo. ¡Sería estupendo, acabaríamos en un momento con todos los demonios! ¡Es más! ¡Tú solo podrías hacerlo en un instante!
-No,- sonrió su maestro moviendo la cabeza mientras se cruzaba de brazos y replicando ahora con bastante más seriedad de lo que solía ser habitual en él. - A mí no se me permite ir ya a la Tierra. Hace ya muchísimo tiempo que concluyó mi etapa allí. Y sobre todo, ésta no es mi historia, es la vuestra. Sois otros los que debéis llevar a cabo la tarea. Es vuestra batalla, amigo mío. Sin embargo, aquellos guerreros de los que te hablé sí que ansían volver, son personas directamente afectadas por esta situación. Tenéis muchas cosas en común. Ya lo verás. Piccolo les ha hablado de ti y desean conocerte y ayudarte.
-Yo también tengo muchos deseos de conocerlos - admitió Roy preguntándose en voz alta visiblemente intrigado.- ¿Quiénes serán esos tipos?
- No te inquietes, enseguida los conocerás. Vamos a arreglarlo ahora mismo. - Respondió la voz de Landar que había salido de la nada. -
-¡Hola viejo!- saludó Goku con poca formalidad, tal y como era su costumbre - ¡me alegro de verte!
-Como me vuelvas a llamar viejo no podré decir lo mismo Son Goku.- Replicó el mago dedicándole una reprobatoria mirada aunque añadió al momento con un mejor tono que adornó de una sonrisa.- Enhorabuena. Habéis hecho un estupendo trabajo.
-Sí, yo ya le he enseñado casi todo lo que podía,- contestó Goku que se dirigió después a su pupilo para alentarlo casi de modo paternal. - Ahora te toca a ti, entrénales a ellos como te he enseñado yo, cree en ti mismo y hazles creer a ellos. Si os convertís en buenos camaradas y tenéis confianza en vuestras posibilidades formareis un magnífico equipo.
-Lo haré maestro, - pero ¿por qué has dicho que me has enseñado casi todo? - Le inquirió un extrañado Roy. -
-Antes de que te vayas me reservo el mostrarte una técnica que te será muy útil. Pero ahora es necesario que te reúnas con los otros, después te la enseñaré. Hasta entonces, ¡entrena fuerte! ¿Eh? - Le pidió su contertulio con decisión. -
-Descuida, aplicaré todo lo que me has enseñado hasta ahora y no te defraudaré.- Afirmó el chico con la misma determinación. -
-Lo sé - asintió Goku que le dio la mano cordialmente para desearle con su característico buen humor. - Buena suerte, amigo…
-Gracias por todo, para mí ha sido un honor poder conocer a un antepasado tan ilustre y legendario de mi estirpe.- Le respondió Roy con sinceros elogios de agradecimiento y admiración hacia su mentor. -


            Y sin más ceremonias su maestro se alejó de allí murmurando algo así como que estaba muerto de hambre.

-El bueno de Son Goku no cambiará jamás.- Sonrió Landar observando cómo se perdía éste entre la infinita blancura y moviendo la cabeza. Aunque no tardó en volver a su serenidad habitual  para agregar. - Bueno, ahora vamos a lo que nos ocupa, voy a presentarte a tus nuevos compañeros - le dijo a Roy. - Seguramente se los habrás oído nombrar en alguna ocasión a las cuatro hermanas.
-Pues no caigo - respondió el muchacho tratando de hacer memoria.-
-Es por aquí,- señaló el mago que abrió una puerta invisible sin dar tiempo al chico a que recordase nada sobre ese tema. -


 Roy volvió a sorprenderse. Como en la ocasión anterior ni siquiera había visto en que forma la abrió ni las paredes que la sustentaban pues estas serían invisibles o tan blancas como el resto del entorno. Pero no era el momento de hacerse esas preguntas. Siguiendo a Landar los dos cruzaron y allí aguardaban cuatro figuras, todas uniformadas con una especie de mono azul y un peto blanco que se fueron distinguiendo a medida que el mago y Roy se acercaban a ellas…

-Deben de ser esos tipos.- Pensó el muchacho.-


            Y es que todos los que esperaban allí llevaban una aureola en la cabeza como la suya. Landar se acercó primero a un hombre de pelo blanco y largo hasta las orejas, era joven pese a todo, y de más estatura que Roy. El mago lo señaló y procedió a presentarlo en tanto el individuo saludaba educadamente con la cabeza.

-Éste es Diamante.
-Soy el príncipe de Némesis. Encantado de conocerte.- Dijo aquel tipo que lucía un rostro orgulloso y noble, así como una mirada mezcla de inquisitiva y adusta en sus ojos color violeta. - Hemos oído hablar mucho de ti, deseamos entrenar a tu lado y vengarnos personalmente a nosotros y al mundo entero de esos malvados demonios.- Concluyó con un tono serio y ceremonioso. -
-El gusto es mío.- Respondió Roy estrechándole la mano de forma más despreocupada. –


Lo cierto es que estaba preguntándose si ese tipo sería inglés por lo estirado de sus maneras y agregó con su tono de chanza habitual.

-Así que eras príncipe. ¿Verdad?... ¿Y salías en muchas revistas, amigo? Eso sí que es agotador. Firmar tantos autógrafos…te comprendo.
-No, no hacía nada de eso - negó el sorprendido Diamante moviendo la cabeza para preguntar.- ¿Acaso  también tú eras alguna clase de monarca en tu mundo?
- Claro, soy Roy, el príncipe de Bel- air.- Sonrió su interlocutor con patente sorna que, sin embargo pasó desapercibida para su contertulio cuando canturreó. – Ya sabes…tii tirorirori…estaba en Bel Air y la cosa cambiaba, mi trono me esperaba, el príncipe llegaba…


El mago movía la cabeza con paciente resignación. ¡Ese chico no tenía arreglo! En fin. El confundido príncipe entre tanto replicó queriendo saber con gesto extrañado.

- No me suena tu reino, ¿es de la Tierra?
- Algo así. Es un reino para gente muy selecta. – Se sonrió nuevamente el muchacho, visiblemente divertido en tanto dedicaba su atención ahora al resto. – No, ahí no puede ir cualquiera…Esa es otra cosa que siempre me inquietó. Si Will tenía que ir en taxi desde Filadelfia ¿Cuánto pagaría?...


            Diamante miraba a ese muchacho sin entender nada. Supuso que esa sería una importante cuestión para él. Por su parte Landar decidió abstenerse de aclarar aquello, señaló entonces a otro tipo, de pelo oscuro y ojos azules, gesto sereno y reflexivo que emanaba un aire bondadoso. ¿Pero cómo no iba a ser así estando en el Cielo? Consideraciones subjetivas aparte. Era algo más bajo que Roy y el anciano lo presentó también.

-Éste es Zafiro, hermano menor de Diamante.
-Me suena ese nombre,- recordó el chico haciendo memoria y exclamando al recordar con una mano puesta sobre la frente a modo de ademán. - ¡Claro!  Bertie me habló de ti alguna que otra vez. Eras el novio de su hermana Petz, el tío que le dejó la chaqueta o algo de eso.


            Los otros se observaron interrogando al aludido con la mirada y éste se apresuró a matizar.

-Bueno, no exactamente el novio, pero digamos que, de haber vivido si me hubiera gustado serlo. - Sonrió visiblemente azorado para admitir. - Y sí que le dejé mi chaqueta, era una especie de promesa para obligarme a volver, pero como ves, desgraciadamente no pude cumplirla.
-No te preocupes por eso. - Le animó Roy con tono optimista agregando.- Cuando estemos listos tendrás tu oportunidad.
-Eso espero. Un placer conocerte.- Respondió éste que preguntó con visible interés.- ¿Cómo está Petz? Porque a juzgar por tus palabras conoces a su hermana Beruche. Y supongo que a las demás también.


            Roy hizo un rápido asentimiento de cabeza y le contó.

-Muy bien,- repuso para contestar de modo desenfadado -  estaban estupendas, al menos, la última vez que las vi. Y Petz es una chica muy guapa, y con carácter. Tienes buen gusto. Ahora solo tenemos que trabajar duro para poder regresar y vencer a esos mamones.
-Si supieras cuanto he esperado este momento- confesó Zafiro que parecía muy contento. -
-¿Vosotros fuisteis asesinados por un tipo encapuchado, no? Creo que nos hemos enfrentado contra uno así.- Conjeturó Roy. -
-¿Todavía sigue allí? ¡Maldito!, creí haber acabado con él antes de morir. Pero la próxima vez me aseguraré de ello y cuando les ponga las manos encima a él o a alguno de sus esbirros, te aseguro que ese canalla va a saber quién es el príncipe Diamante.- Masculló el muchacho visiblemente indignado.-
-Tú también tendrás tu oportunidad, amigo.- Le prometió su interlocutor de modo solidario. -


            Landar les interrumpió señalando a los dos restantes que aguardaban educadamente. El más cercano, un hombre alto de pelo castaño largo, que les observaba con interés en sus ojos de color azul celeste. El otro era de apariencia alienígena. O desde luego le recordaba a Roy la imagen típica de los marcianos. Tenía la tez verdosa y  una larga cabellera azul y dos mechones rosados que le caían hasta por debajo de sus puntiagudas orejas. Sus ojos eran de un extraño color entre azul y rojizo. El mago pasó a informar al saiyajin de la identidad de esos nuevos compañeros.

-Estos son Nephrite, ex comandante del ejército de la oscuridad y Ail, un extraterrestre  que también luchó en su momento contra  las  guerreras.
-Encantado de conocerte.- Saludó el primero que le contó a modo de breve introducción. -  Soy Nephrite, príncipe de los Cuatro Cielos y fui vasallo del rey Endimión. Desgraciadamente estuve dominado por el poder de la oscuridad pero el amor me abrió los ojos.
- ¡Joer!, hay más príncipes y reyes aquí que en una baraja de cartas.- Sonrió el chico para añadir con total confianza y desenfado. - Seguramente haremos un buen equipo. Porque yo soy el as, ja, ja. Podría decir que a mí me pasó lo mismo.- Aseguró Roy estrechándole la mano, después se dirigió hacia Ail mirándole perplejo y no obstante interrogándole con su típico sentido del humor. - ¿Y tú quién eres? ¿El rey de los Elfos o algo así?
- No, no soy rey. – Replicó ese muchacho presentándose  a su vez. – Me llamo Ail Ginga. Nací en el Sagrado Árbol del Makaiyu…
- Un árbol, eso me suena – Le pidió Roy, que haciendo memoria, recordó. – Si no me equivoco no te mataron, las amigas de las guerreras me hablaron de ti. Sé que no te conocieron pero Usagi y las otras les contaron tu historia.  Dijeron que te fuiste de la Tierra con tu compañera.
-Así es, pero lo que ellas ignoran es que después de marcharnos nos establecimos en una luna habitable, más allá de los confines del Sistema Solar. Vivimos muy felices durante un tiempo y concebimos un hijo como hacen los humanos. Sin embargo, un día fuimos atacados por unos maléficos enemigos. Ann logró escapar con nuestro bebé, mientras yo traté de detenerles, pero no pude hacer nada contra ellos. Eran demasiado poderosos y acabaron conmigo. – Se lamentó el alien. – Ni tan siquiera con mis cartas pude hacer nada.
-¡No me digas que les desafiaste a una partida de póker!- Se sorprendió su contertulio a medio camino entre la broma y la incredulidad.-
-No, no es eso.- Le aclaró su contertulio.- Digamos que podía conjurar seres que me ayudaban a luchar…Al menos sirvió para atraer su atención sobre mí y no sobre mi familia.
-Entonces. ¿Tú compañera y tu hijo están bien?- Se interesó Roy ya con más seriedad. -
-Le dije a Annie que volviese a la Tierra y pidiera ayuda a las guerreras, de seguro estará a punto de llegar. - Calculó Ail. -
-¡Malditos demonios! ¿Cómo habrán llegado hasta tan lejos? - Replicó su interlocutor ahora sí, con verdadera indignación. -


            Pero aquel alien le sorprendió al igual que al resto cuando rebatió.

-No dijeron ser demonios, al menos a mí no me lo parecieron. Más bien eran extraterrestres.
-De todos modos el mal se camufla en muchas formas diferentes. - Opinó Diamante. -
- Es cierto. - Corroboró Landar que agregó. - Pudieran haber sido emisarios de los demonios. U otros entes malignos…
-Sea como sea, podrás vengarte, te lo aseguro. Si no de los mismos que te mataron, al menos lucharás por proteger la Tierra y a tu familia.- Le prometió Roy haciéndolo extensivo a los cuatro con su mirada. - Todos podremos, tendremos una segunda oportunidad para hacer las cosas bien. Pero habrá que entrenar muy duro.
-Nada me gustaría más.- Aprobó Ail con una entusiasta sonrisa mudando su apariencia ante el asombro de todos en la de un chico humano de pelo y ojos castaños y explicándoles a continuación.- Hasta ahora no lo he comentado, no creí que fuera importante, pero puedo adoptar esta forma.
-Si tío. - Repuso su contertulio con humor.- ¡Porque como vayas por ahí de marciano darías mucho el cante!


            Los otros se sonrieron y el aludido asintió algo cortado, pero Roy le obsequió con una cordial palmada en la espalda, logrando lo mismo que Goku le hacía a él. En otras palabras Ail casi estuvo a punto de caerse del golpe.

-Bueno.- Añadió Roy al darse cuenta del poco aguante del chico. - Ahora nos tocará entrenar de modo muy duro. Y al decir eso no exagero en absoluto.
-Eso llevamos ya un tiempo haciéndolo.- Intervino Diamante quitándose su peto blanco que lanzó hacia él, éste lo agarró y tuvo que admitir que pesaba bastante declarando con aprobación. - ¿Qué te parece?
-Yo también me entrenaba así y progresé mucho.- Admitió su contertulio.-


Devolvió el peto  a su interlocutor y el príncipe se lo puso nuevamente.

-Fue consejo de Son Goku. Piccolo nos los hizo llevar casi desde el primer día,- añadió Zafiro. - Pero nos advirtió que no iba a ser nada comparado a lo que nos esperaba cuando tú llegases.
-Bueno, pues una vez hechas las presentaciones debéis comenzar a trabajar,- les indicó Landar.- Así que ahora debéis prepararos para conocer vuestro nuevo hogar durante los siguientes cuatro meses. Transcurrido ese plazo, os avisaremos. Seguidme.


            Todos fueron detrás del mago que se encaminó hacia una puerta que guardaba el camino a una zona muy espaciosa, al fondo de ella está la entrada a otro cuarto.

-Aquí se encuentra la habitación del tiempo. Es la antesala al sitio al que os dirigiréis. - Les explicó el mago según pasaban por aquella amplia zona cuya única decoración estaba constituida por tres grandes vasijas. -
-¿Qué quiere eso decir?,- inquirió Nephrite con interés. - ¿Qué son esas tinajas?
-Cada una de ellas representa un periodo,- le contestó el anciano. - El pasado, el presente y el futuro. En ellas, quien se mira puede contemplar allí acontecimientos relacionados con su destino o su pasado.
-¿Eso que dices significa que podemos ver cualquiera de nuestros momentos, según la vasija que miremos? - Le preguntó Diamante. -
-Pues me muero de ganas por mirar - sonrió Roy. -
-Podéis hacerlo - les indicó el mago. - Pero sólo una de ellas para cada uno. ¿Tenéis alguna preferencia?..
-Está clarísimo, el futuro - declaró Nephrite obteniendo la aprobación del resto. -
-Muy bien - concedió el mago. - Pero debo advertiros una cosa, las vasijas no siempre reaccionan, puede que no quieran o no deban mostraros acontecimientos que están por venir. O que no logréis entender lo que veáis.
-Me arriesgaré – afirmó Diamante decidido a ser el primero  y preguntó. -¿Cuál es la del futuro?..
-Eso debes decidirlo tú - sonrió el mago que le animó con una sonrisa. - ¡Prueba suerte!


            El muchacho aceptó aquella respuesta como un reto, a él le encantaban los retos, era orgulloso como príncipe que se preciase y nunca se había echado para atrás. Su único error fue dejarse vencer por la arrogancia en su vertiente más negativa. Aunque ahora estaba ante una nueva oportunidad, y no quería desperdiciarla. Si esa vasija podía ayudarle a tomar las decisiones más adecuadas debía atreverse a mirar. Impaciente pues se dirigió a la situada más a la derecha. La destapó y miró al interior, al principio sólo pudo ver el agua limpia y cristalina, pero pasados unos instantes, una imagen se dibujó. Se vio a sí mismo, sentado en el trono de Némesis y con una copa de vino en la mano. Parecía estar mirando algo, en ese instante una silueta femenina que enseguida reconoció se le acercó preguntándole con voz suave y aterciopelada.

-¿En qué pensáis mi príncipe?
-¡Esmeralda!- Exclamó sin poderlo evitar. –


            La muchacha, una atractiva joven de largo pelo color verde botella claro y ojos avellana trataba de entablar una conversación pero él simplemente la ignoraba absorto en sus pensamientos. Diamante indignado consigo mismo, o mejor dicho con esa imagen suya, espetó.

-¡Imbécil arrogante!, al menos dile una palabra amable.


            Pero su otro yo no hizo nada de eso. Más bien al contrario, se entretenía mirando ensimismado otra imagen, la de una bella mujer que se proyectaba sobre una especie de chorro de energía. Esmeralda decepcionada y sin poder disimular el semblante de frustración y enfado que lucía se alejó en silencio. Entonces la visión se desvaneció.

-¿Has tenido suerte, hermano? - Le preguntó Zafiro  que pudo escuchar lo último. -
-No mucha, esta era la del pasado y me ha recordado lo estúpido que fui.- Respondió el interpelado con amargura. -
-O puede que la del futuro - le corrigió Landar. - Recuerda que procedes del siglo treinta, muchacho.


            Diamante asintió pensativo, todo podía ser, no debía olvidar que casi restaban mil años de tiempo lineal, desde el momento en que murió, hasta esa escena. Aunque para él, era la conciencia de lo sucedido lo que le martirizaba. Su amor desmedido y absurdo hacia la Reina de Neo Cristal Tokio llevó a la ruina a todos los suyos. Todo por culpa de las intrigas de ese maldito Sabio que corrompió sus almas. Pero él se sentía responsable de ello. Lamentaba haberse dado cuenta justo antes de morir. ¡Ojalá que pudiese disponer de otra oportunidad y con ella rehabilitar a los suyos! Comenzando por Esmeralda que se había consumido en el odio más absoluto por su causa. Aunque eso no le aclarase gran cosa. De todos modos su hermano, que sabía bien por lo que sufría, le animó diciéndole.

-Ella y todos nosotros elegimos también nuestro destino, no te culpes.


            Diamante movió la  cabeza,  apesadumbrado, replicó con tristeza.

-Esa muchacha llegó a la corte de mi padre siendo encantadora, pura y amable y se convirtió en un ser odioso, arisco y vanidoso, todo por mi desprecio y la maligna influencia del Sabio. Pero si yo no la hubiera desdeñado jamás le hubiese sucedido.
-Puede que sea cierto.- Admitió Zafiro con pesar desvelando. – Ella en el fondo no quería ser reina, tan sólo la esposa de su amado príncipe y pagó ese error con la vida.


            Landar asintió y el mago parecía querer añadir algo más sobre ese tema, pero debió de reconsiderarlo mejor y paso a invitar al hermano del príncipe Diamante a mirar.

-Pues probaré yo,- intervino el aludido aceptando la sugerencia, acercándose a la vasija de más a la izquierda. -


            Se aproximó despacio y observó el agua del interior hasta que se formó una imagen. Descubrió que se trataba de Petz, vestida como una humana normal. Tal y como la recordaba la última vez que la vio. Estaba en la cocina y parecía atareada. En ese instante se acercaba Beruche y ambas parecían conversar. Petz escuchaba a su hermana contarle algo relativo a niños y sonriendo, incluso Bertie añadió.

-¡Si hasta les habló de Némesis! Al principio me enfadé con ella por irse de la lengua, pero luego la comprendí bien ¡Cuantos recuerdos y qué nostalgia me despertó escuchar de nuevo el nombre de nuestro mundo!
-Si es verdad. - Sonrió Petz removiendo una olla en la que parecía estar guisando algo. - Némesis. Siempre que lo pienso me vienen a la memoria papá y mamá y después Zafiro.
-¡Lo que desearía que él, Roy y los demás estuvieran aquí! Incluso el príncipe Diamante y  Lady Esmeralda, y quién sabe si hasta Rubeus sería distinto como a veces dice Cooan. – Suspiró Bertie con aire de nostalgia. -
-Las cosas iban a ser muy diferentes si todos los que murieron de los nuestros pudieran tener otra oportunidad y supiesen lo que son el amor y la amistad. Si fueran capaces de sentirse humanos otra vez. Como antes de que comenzase aquella pesadilla. - Declaró su contertulia con un tono entre reflexivo y melancólico. – Aunque lamentablemente eso no es posible…


            Beruche asintió y su hermana continuó hablando pero Zafiro no pudo escuchar más. La imagen se borró entre las ondas del agua.

-Vaya,  debe de ser la del presente.- Sonrió el chico reflexionando para sí. - Por lo menos he podido verte otra vez. ¡Cómo desearía poder decirte que a tu lado me sentí humano y vivo por primera vez en mucho tiempo!, casi desde que era un niño. Claro que descubrí lo que es el amor, incluso la amistad. ¡Querida Petz, lucharé con todas mis fuerzas por ti y por todas las personas de este mundo!
-¿Cuál has visto?- Quiso saber su hermano.-
-Creo que la del presente. - Afirmó Zafiro. -


            Y se retiró de las vasijas en tanto Roy se acercaba exclamando impaciente.

-¡Ahora me toca a mí! - se dirigió a la vasija del centro la que quedaba por mirar y si las otras no eran del futuro entonces lo sería aquella. -


            Abrió y echó una ojeada, al cabo de poco tiempo, el agua fue sustituida por unas imágenes que no reconocía. Parecía el interior de una cueva, sólo vio un grupo de muchachos avanzar por ella, contó nueve, cuatro chicos y cinco chicas y todos parecían emanar una gran fuerza interior y vital. Se llegaron a una inmensa puerta y uno de ellos la estudió intrigado, era muy alto y de largo pelo castaño. Pese a no haberle visto nunca le trasmitía una sensación de familiaridad. Al igual que otro chico, cuyo pelo era más corto y de un color similar aunque más oscuro. También había una muchacha, alta y muy bella que estaba junto al  joven de la melena castaña, luciendo el mismo color de pelo que su acompañante. Roy juraría que oyó suspirar a otro chico de cabello moreno mientras decía.

- Ésta es la última barrera que nos queda, para cruzar la última subdivisión.- Les informó con la misma sensación de ahogo y pánico apenas contenido.-
-¿Crees que podremos abrirla? - Preguntó una muchacha de cabellos castaños. -
- Lo conveniente para nosotros sería saber si debemos intentar abrirla - repuso el chico de pelo castaño oscuro mismo con evidente prevención. -
- Para eso vinimos. Con grandes sufrimientos y penalidades hemos conseguido llegar hasta aquí. - Sentenció esa atractiva y alta muchacha de cabellos castaños con voz queda, tratando en vano de dominar su pavor. - Ya no hay vuelta atrás...
-¡Se me hiela la sangre e incluso la misma alma con sólo pensar quién puede estar al otro lado de esta puerta!,- confesó una chica de largo y ensortijado pelo negro con  tono de pavor. -
- Amigos míos, dentro de poco sabremos quién está detrás.- Les aseguró aquel alto muchacho de pelo castaño largo que, con decisión, se acercó y tocó tres veces en la misma. -


Comentaron algunas cosas más que Roy no comprendió. Pero, una cosa era segura, los rostros de aquellos muchachos estaban dominados por el pavor y el asombro. Entonces, cuando ese joven  tocó hubo un retumbar de ecos que multiplicaron esa llamada. Y tras unos instantes la puerta incluso comenzó a abrirse en medio de una música terrible y a la vez grandiosa y llena de poder. Pero Roy no pudo ni oír ni ver nada más, las ondas en el líquido elemento reaparecieron y después volvió a ver el agua.

-Pues no salía yo, no he comprendido nada, Aunque era algo realmente impresionante. - Se encogió de hombros y dejó su lugar a Nephrite que se dirigió a la misma vasija. – No sé qué significará.


            El recién llegado miró con detenimiento hasta verse a sí mismo rodeado por un montón de artículos que no pudo reconocer en un principio. Luego se percató de que eran relojes, espejos, cuadros. Él parecía hablar con alguien. Se le notaba demás con semblante relajado, no aparentaba tanta despreocupación con facilidad. De ello deducía que estaba a gusto con quien quiera que fuese y parecía estar contándole algo.

- ¿Qué le estaré diciendo? - Se preguntó Nephrite con curiosidad. –


Escuchó entonces algo relativo a joyas y planes, llegó a entrever un poco a su interlocutora, una mujer de color, y oyó parte de esa conversación.

-Buenos días señor Saint Join, ¿cómo está usted esta mañana?...
-Bien, gracias Peggy.- Replicó él con una voz suave y bastante  amable para preguntar - ¿Algún mensaje para mí?...
-Sí, llamó el señor Edgar para recordarle que desea que le encuentre su mesita estilo Luis quince...y la señora Heard que quiere consejo sobre algún candelabro de tres brazos del siglo dieciocho para adornar su piano de cola...
-Un candelabro del siglo dieciocho sobre un piano de cola,- repitió con un ligero tono entre incrédulo y reprobatorio.- ¡Que supina ordinariez! Pero allá ella... ¿ha llamado Amanda?,- preguntó de forma que podía entenderse que era lo que más le interesaba saber -...
-No- replicó esa mujer con otra sonrisa. - Pero supongo que lo hará...
-Esto de que esté cubriendo esa reunión en Europa es algo bastante fastidioso, pero a fin de cuentas es su trabajo.- Declaró él resignadamente -...
-Y le gusta hacerlo bien- subrayó su interlocutora -
-Como nuestro trabajo a nosotros, pese a lo zafios que puedan resultar algunos clientes...pero, qué le vamos a hacer...- suspiró él - ¡Oye!, comentó algo sorprendido entonces.- ¿No hemos tenido antes esta misma conversación?...Me suena mucho…


Y al poco dejó de escuchar lo que se decía en esa visión y la imagen desapareció.

-No he entendido nada. Ni sé quiénes podrán ser esas personas. - Se dijo con decepción al tiempo que avisaba a Ail. - Tu turno.
-Voy - repuso el alíen acercándose a su vez a esa misma vasija. - Escrutó hacia el interior y pudo ver la imagen de un planeta desconocido acercarse más y más. Era como si lo viera desde una nave espacial que se aproximara. Después una especie de cabañas y criaturas de su misma raza. Sorprendido y desconcertado supuso que eso era el futuro. ¿O podría haberse equivocado de vasija y era el pasado? No, Roy y Nephrite habían mirado allí también. Y seguro que vieron algo de su futuro, aunque tampoco lo habían confirmado del todo. Otra pista era que no había visto al árbol del cual procedía y eso significaba que no podía tratarse de su mundo de origen. ¿Entonces qué era? Quiso averiguar más pero la visión se borró antes de poder apreciar alguna otra cosa. - ¡Pues no me aclara mucho! ¡Pensé que podría haber visto a Ann y a mi hijo! - exclamó visiblemente decepcionado.
-Os advertí que en estas vasijas no siempre se ve lo que se desea. De todos modos ya no es posible mirar pues no os mostrarán nada nuevo hasta que no seáis capaces de avanzar en vuestro destino. - Les dijo el mago que indicó en dirección a la otra puerta. - Ahora vamos.


            Todos le siguieron una vez más. Landar se detuvo ante esa puerta que estaba a la salida de la sala. Parecía ser de madera y el mago la entreabrió mientras les explicaba.

-Este es el Rincón del Alma y del Tiempo. Aquí dentro, por cada día del exterior transcurre todo un año. Son Goku y sus compañeros lo usaron en repetidas ocasiones. Pero antes de acceder a él, debéis entrenaros en esta antesala.
-Muy bien- asintió Roy que pasó a dirigirse a los otros. - Pero antes de entrar me gustaría ver la fuerza que tenéis, haremos unos combates por parejas.  A ver si sois tan buenos en eso como podríais serlo haciendo de modelos para champú.- Remachó con cierta guasa al percatarse de los sedosos cabellos que sus compañeros lucían.-
-Me parece bien- asintió Diamante sin entrar en esa observación. – Yo lucharé contra Nephrite. Si es que deseas ser mi oponente, claro.
-Acepto el reto - sonrió el aludido puesto que entre ambos parecía haberse creado un pique personal a la hora de demostrar sus habilidades. -


            Los dos comenzaron a aumentar sus energías y comenzó un reñido combate. Roy les detuvo al cabo de un momento. Estaban muy igualados pero sus fuerzas no llegaban ni a la de él mismo aun antes de entrenar con Goku. Los siguientes fueron Ail y Zafiro que mostraban un nivel parejo a su vez, pero sus fuerzas eran todavía menores que las del anterior combate. Lo que sí descubrió Roy es que cada uno poseía una particularidad. Diamante era un buen estratega y confundía a sus rivales con su inexpresividad cuando luchaba y sus tácticas de ataque. Todo unido a sus rayos en forma de chorro energético que eran bastante potentes y a su habilidad en desaparecer y reaparecer. Nephrite manejaba bien la espada y no perdía la calma, atacando también con ráfagas de energía de mucha precisión y fuerza, era de movimientos rápidos y muy poco predecibles. Zafiro se movía con gran velocidad y aguardaba pacientemente hasta tomar por sorpresa a su enemigo y acosarle con proyectiles dirigidos  de energía, parecía dominar una de las técnicas que Goku le había enseñado al propio Roy. Ail por su parte se anticipaba bien a los ataques del contrario lanzando una especie de rayo en forma de sacacorchos, de gran potencia y era ágil en el combate aéreo. Roy pensó que su maestro tenía razón, una vez entrenados y conjuntados serían un gran equipo y podrían prestarle una valiosísima ayuda.

-Bueno - les dijo a todos cuando terminó con aquellas valoraciones. - Ahora todos contra mí. - El resto asintió al unísono, deseosos de medirse con él. -
-Déjame descansar un poco y seré el primero.- Respondió Diamante dando un paso al frente. - Por lo que me han contado Piccolo y Goku no sé si estaré a tu altura, aunque espero no decepcionarte.-


Remachó quitándose el peto de nuevo y dispuesto a comerse una alubia al igual que los demás.

-No, no me habéis entendido.- Sonrió Roy maliciosamente dejando a todos atónitos con su siguiente petición - .Quiero luchar contra todos a la vez.
-¿Quee?- Exclamó Nephrite entre sorprendido y ofendido en su amor propio. - ¡Eso es absurdo! ¿Nos pides que te ataquemos todos a la vez? – De todos modos se impuso su flema y agregó más conciliadoramente. - Admito que serás más fuerte que cualquiera de nosotros pero no lo bastante como para luchar contra todos a un tiempo.
-No estés tan seguro,- repuso su interlocutor con suficiencia. -
-¿Pero qué te propones?- Inquirió Zafiro molesto también para alegar. - No sería una lucha justa.
-Si él quiere- intervino alegremente Ail. - ¿Por qué no? ¡Adelante, vamos a bajarle los humos!, así no presumirá más.
- Tienes razón - convino Diamante con gesto severo arengando al resto. - A por él y sin cuartel.
-De todos modos no nos confiemos, sin concesiones. - Les propuso Zafiro con prudencia a lo que todos asintieron. -
-¡Vamos!- les pidió Roy instándoles con impaciencia. – Venga, atacad primero.
-Tú lo has querido.- Contestó Nephrite con pasmosa calma sentenciando - que conste que te advertimos.


            Y los cuatro cruzaron miradas de complicidad y al unísono se lanzaron a por él. Su oponente que luchaba sin transformarse, les contuvo durante un rato, pero al fin, perdió terreno y fue golpeado por Diamante que lo lanzó al suelo. Jadeando, pero satisfechos, los cuatro se miraron y sonrieron.

-Reconozco que luchas bien- declaró Nephrite. - Pero si ya has tenido suficiente nos enfrentaremos a ti por separado. Esto no es justo en modo alguno y me desagradan los combates tan desequilibrados.- Remató demostrando su talante caballeroso. -
-No,- respondió Roy levantándose del suelo sin parecer agotado y añadiendo con frivolidad. - Hasta ahora sólo estaba calentando. Esto sólo ha sido un asalto de tanteo.- Les miró a todos con una sonrisa maliciosa y añadió.- Preparaos, ahora lucharé algo más en serio y siento deciros que, o mejoráis mucho o no duraréis lo bastante.
-¿Pero qué dices?- Le gritó Ail atónito. - Te hemos demostrado poder contigo, además no hemos luchado con todas nuestras fuerzas.
-Ni yo tampoco, así que usadlas ahora o lo vais a lamentar.- Les advirtió su contrincante más seriamente  concentrando su fuerza para transformarse  en un súper guerrero. -
-¿Qué es eso? - Gritó Zafiro sorprendido al ver semejante cambio. -
-¡Cuánto poder desprende! - Advirtió Diamante visiblemente impresionado. -
-No sé si será capaz de vencernos aún. –Dudó Nephrite que ya estaba otra vez en guardia.-


            Roy respondió atacando a los cuatro, estos se dispersaron para eludir los golpes pero fueron cazados uno a uno. No podían ni ver los ataques de su oponente. Pese a pelear ahora si, con todo el poder del que disponían. Primero cayó Nephrite, luego Zafiro, más tarde Ail y el último fue Diamante. Ninguno de ellos pudo tocar a su rival. Maltrechos se quedaron en el suelo. Una vez concluida la exhibición, su contrincante recuperó su estado normal y les reanimó con alubias.

-¿Veis a lo que me refiero?- Les preguntó Roy una vez que estos estuvieron repuestos. - Un demonio no sería tan amable como yo. No sé a qué clase de tipos os habréis enfrentado antes pero, desde luego, no serían tan poderosos como a los que tendremos que pelear.
-Odio admitirlo.- Respondió Diamante a regañadientes - pero tienes razón, no somos rivales para ti cuando usas todas tus fuerzas.
-Lo malo es que no he usado ni de lejos todas mis fuerzas. - Le rebatió su interlocutor moviendo resignadamente la cabeza para añadir. - El demonio que me mató lo hizo peleando yo con más intensidad que ahora. ¿Lo comprendéis?


            Todos guardaron un incómodo silencio que terminó por romper Zafiro admitiendo con cara de circunstancias.

-Sí, parece que nos queda mucho por mejorar.
-¿Crees que podremos hacerlo a tiempo?- Le preguntó Ail con preocupación. -
-¡Por que no!- les animó Roy al igual que Goku había hecho con él. - ¡Si os lo tomáis en serio y dais todo lo que tenéis en el entrenamiento estoy seguro de ello!
-¡Pues adelante entonces!, no hay tiempo que perder. - Urgió Nephrite -
-¿A qué esperamos? ¡A entrenar! - Exclamó Diamante con tono impaciente. -
-¡Adentro pues! - Les indicó Roy que abrió la puerta del todo invitándoles a pasar con un ademán de sus manos. -


            Y el grupo aceptó aquel reto. Sin dudar todos cruzaron hacia el interior y la puerta se cerró tras ellos. Roy y los demás penetraron ya sin vacilar en el cuarto. La puerta se cerró a sus espaldas y nada más hacerlo el grupo comenzó a sentir una brusca opresión en sus pulmones, seguida de una sensación de pesadez tremenda. ¡Sus cuerpos les parecían pesar toneladas! Apenas podían respirar más que con profundas y trabajosas inspiraciones.

-¡Por el Sagrado Árbol! - Exclamó un jadeante Ail con la respiración entrecortada. - ¡Y tendremos que acostumbrarnos a esto!
- Y a vivir, pelear, volar y dormir en este mismo ambiente, sí. - Le ratificó Goku que había entrado con ellos y al que las severísimas condiciones de esa estancia no parecían afectar en lo más mínimo. -


            Todos se deshicieron de sus petos de inmediato, apenas podían mantenerse en pie con ellos. Cuando los soltaron, estos cayeron al suelo con un tremendo estrépito, como si rocas de enorme peso se hubieran precipitado por un acantilado. Ahora fue Diamante el que apenas pudo decir, asombrado, haciendo acopio de varias inspiraciones antes de hablar.

-¿Y tú te has entrenado aquí?
- Si,- confirmó Goku sin darle pese a todo demasiada importancia. – Con otros muchos de mis amigos y familiares. Ya veréis, no es tan malo cuando uno se acostumbra. Ahora os lo mostraré.


            Su cicerone les hizo caminar a través de un largo pasillo flanqueado por dos enormes relojes de arena. Los granos caían lenta pero inexorablemente y les explicó.

- Mientras en el exterior sólo transcurre un día, aquí dentro pasa todo un año. Vosotros sólo estaréis aquí el equivalente a medio día del  exterior. Unos seis meses si no calculo mal. - Se sonrió llevándose la mano al cogote y añadió divertido. - ¡Para que luego digan que no soy hábil con las matemáticas! - Y con las indiferentes expresiones de los demás ante la broma, retomó su tono serio rematando. - No hay tiempo para más. Pero estoy seguro de que os servirá.


            Nadie dijo nada, ya que ante todos apareció la alta figura de un ser verdoso que lucía una especie de turbante y capa con anchas hombreras, todo de color blanco. Un ajustado pantalón azul oscuro le completaba la indumentaria. Clavó una mirada seria y escrutadora cruzando sus verdes brazos tachonados de una especie de incrustaciones color carmesí que semejaban parches de chaqueta y aguardó a que todos llegasen hasta su posición sin inmutarse.

-¡Es Piccolo! - Reconoció Zafiro a quién ya les había entrenado cuando llegaron. –
-¿Nos vas a seguir entrenando?- Quiso saber Ail, dirigiéndose con afabilidad a ese adusto individuo, al menos esa impresión daba al dedicarles una severa mirada. -


            El aludido esbozó una ligera sonrisa mostrando de paso dos colmillos afilados. Roy se inquietó tomándole por un demonio y así lo hizo saber.

-¡Te pareces demasiado a uno de esos diablos!  - Le acusó señalándole con un dedo que remataba su estirado brazo izquierdo. -
- Posiblemente sí. - Repuso secamente ese individuo con una voz ligeramente ronca.-
- Piccolo es el rey de los demonios. - Le explicó como si tal cosa Goku al muchacho que se quedó paralizado por el asombro -.
- ¿Quéee?- Es todo lo que el chico pudo decir. –

            Aunque antes de poder reaccionar de otro modo su maestro le tranquilizó.

- No pasa nada. Está de nuestro lado. Si no, sería difícil que estuviera en el cielo ¿verdad?


            El joven convino en ello con un asentimiento tan imperceptible como prolongado, captaba mucha energía en aquel tipo, no tanta como en Goku, pero sí mucha más que la que él mismo poseía. ¡Así que menos mal que era de los suyos!

- Aquí estaréis para completar vuestro adiestramiento. Os espera un durísimo entrenamiento si queréis llegar a convertiros en auténticos guerreros. - Afirmó secamente Piccolo.-


Desde luego lo hizo  sin concesiones a la cordialidad, realmente a Roy le recordaba más a un estricto profesor de la universidad que a otra cosa.

- Nosotros vendremos de vez en cuando para enseñaros y también perfeccionar algunas técnicas que os harán falta y  cada cierto tiempo supervisaremos vuestros progresos. - Declaró Goku -
- Pensaba que os quedaríais aquí para entrenarnos personalmente.- Comentó Diamante que estaba empezando a adaptarse al rigor de ese entorno, lo mismo que sus compañeros, costándole menos esfuerzo hablar. -
- No nos está permitido, nosotros ya consumimos nuestro tiempo aquí. Y, sobre todo, esta tarea debéis llevarla a cabo por vuestros propios medios. Solo os podremos ayudar en contadas ocasiones. – Le explicó Goku haciendo extensivas sus palabras al resto. - A Piccolo le queda algo más, así que él se ocupará de mostraros todo el sitio. Yo debo dejaros ya. Espero que mejoréis mucho. Ya vendré a visitaros de vez en cuando. Eso sí puedo hacerlo. Hasta la vista y ¡buena suerte!


            Y se desvaneció dejando flotar aquellas últimas palabras. Así que la atención del grupo se centró en aquel enigmático individuo de tan amenazador aspecto y Piccolo no decepcionó la  imagen que daba cuando dijo con una maliciosa sonrisa.

- Si pensabais que lo habíais pasado mal hasta ahora es que no sabéis lo que os aguarda.
- Afrontaremos cualquier cosa. - Declaró Roy con firmeza secundado por un asentimiento general. -
- Eso espero. Ahora seguidme y no os alejéis. Sabed que esta región del espacio es una dimensión paralela en la que las leyes de la física no son como las que vosotros conocéis. - Les explicó Piccolo que añadió con tono de advertencia. - Si os vais demasiado lejos de aquí os podéis perder sin remedio y ahora que estáis vivos moriríais otra vez. Que yo sepa, no os podemos volver a resucitar. Así que más os vale tener cuidado.


            Ahora fue Ail quien cortó esos recuerdos cambiando de tema.

-Es cierto.- Sonrió.- Recuerdo  la manera en la que nos hicieron resucitar.
-Si Sheu ron es algo increíble.- Convino Zafiro.-
-Una pasa de bicho, enorme e imponente, pero un buen tipo.- Terció Roy.-
-Si. Porque le dijimos cada cosa.- Suspiró Diamante recordando aquello.-
-Y el dueto que me marqué con el gran Freddie. Eso quedará en los anales.- Sonrió Roy.-


            Así lo rememoraban todos cuando se acordaban de aquella ocasión, estando reunidos junto a Goku y Piccolo, el saiyan les comentó.

- Resulta que a partir de ahora vais a dejar de estar muertos, así que mucho cuidadito ¿eh?- Les sonrió guiñándoles un ojo.-

El asombro hizo entonces presa en todos. Y se incrementó cuando siete esferas anaranjadas cayeron desde aparentemente ningún sitio, posándose suavemente a los pies de Goku. Todas brillaban titilantes con resplandores color oro, cada una llevaba inscrita en su interior un número de estrellas de cinco puntas en color rojo que variaba entre una y siete.
- Bueno, vamos allá. - Dijo éste colocándose un poco aparte de esas bolas.
-¿Qué son, canicas gigantes?- Se burló Diamante. –
- No, son bolas mágicas. - Le desveló su interlocutor. - Pueden conceder dos deseos, antes eran tres pero se nos ha terminado el presupuesto - bromeó (o quizás no) añadiendo - y uno de ellos será haceros revivir. Aunque primero hay que invocar al Dragón.
-¿Qué dragón?- Quiso saber Zafiro con cara de asombro. -
- Espera un momento. - Terció Roy que tampoco comprendía nada de aquello, no obstante ahora tenía otra preocupación en su mente, y así lo expresó. - Antes de eso, ¿no podríamos saber algo de cómo está la situación en la Tierra? Yo personalmente deseo enterarme de cómo les van las cosas a mis amigos.


            Los demás asintieron con aprobación, tenían la misma curiosidad y Goku sencillamente señaló hacia un lado y respondió.

- Preguntádselo a Landar que está allí.


            Y como siempre el mago había surgido de ninguna parte y se encontraba a pocos metros de ellos sin que ninguno le hubiera percibido llegar. Incluso estaba ya satisfaciendo esa petición pues invocó una gran bola transparente que flotó sobre el aire y en ella se formaron las imágenes de los amigos de Roy.

- Aquí les tienes, mira lo que gustes y date cuenta como han tenido valor para afrontar la adversidad. - Le ofreció el mago invitándole a observar con un gesto de sus manos. -


            El chico se acercó y al verles solo pudo decir emocionado.

-¡Tom, Connie, Bertie! ¡Cuántas ganas tenía de volver a veros! ¡Esperadme un poco más y pronto volveré a estar a con vosotros!

            Los demás se aproximaron también para mirar.
-¡Las conozco, mira hermano, son las hermanas pequeñas de Petz! - Intervino Zafiro visiblemente contento de verlas. -
- Es tal y como la Guerrera Luna me dijo. - Convino Diamante con satisfacción. - Me alegro de que sean felices en la Tierra
-¡Es maravilloso!- Afirmó Roy que pudo observar como las chicas y Tom daban clase a los niños y verdaderamente disfrutaban con ello. - Al menos han podido hacer realidad su sueño. - Declaró sintiéndose muy bien por ellos. -
- Y eso no es todo. – Intervino Landar llamando la atención del muchacho para añadir. - Tengo una sorpresa para ti. Alguien a quién tú admirabas mucho en la Tierra y que estaba deseoso de conocerte, puesto que le hablamos de tus gustos musicales, ha venido a verte.
-¿De quién  se trata?- Inquirió el sorprendido Roy. -
- De mí, hola y ante todo gracias por tu elección. Te agradezco el detalle. - Le respondió una voz que desde luego le era muy familiar aunque no recordase de dónde. -


            Pero el muchacho se quedó perplejo al mirar en la dirección de la que le llegaba esa voz y descubrir a un hombre de mediana edad, estatura media, con un frondoso bigote y pelo castaño corto. Tan sólo acertó a decir.

-¡No,  no puede ser! ¿Eres tú tío? ¿O alguien que se le parece?
-Soy yo - aseguró el personaje sin dejar de sonreír, guiñando un ojo a su típico estilo. -
-¿Podrías darme tu autógrafo? - Le pidió entusiásticamente Roy.-


Eso causó el asombro de sus compañeros y hasta del propio mago, sobre todo cuando el joven comenzó a maldecir ante la imposibilidad de encontrar bolígrafo o papel.

- Roy, en el cielo no se dicen palabrotas. - Le amonestó Landar. -
-¡Si, pero jod…!  ¡Para una vez que puedo ver a mi ídolo musical! ¡Me ca... en la p...!.


            Algunos truenos resonaron sobre sus cabezas, haciendo patente el desagrado de las altas esferas por aquel lenguaje. Roy sonrió estúpidamente y musitó una disculpa. El Mago movió la cabeza suspirando con desaprobación, aunque el admirado individuo al que el chico se refería, tan sólo se reía con su también característico. ¡Ja,...   ja, ja!

- Pero ¿se puede saber quién es ese tipo?- Quiso saber Diamante con expresión desconcertada. -
- No sé, pero a juzgar por la reacción de Roy debe ser alguien importante. - Conjeturó Zafiro. -
-¡Aunque mira que pedirle un autógrafo aquí! – Comentó Ail atónito. -
-¡Lo que pasa es que sois una pandilla de incultos musicales, eso es! - Les reprochó Roy añadiendo con retintín.- Y así os ha ido.
- Pues a ti no te fue mucho mejor que a nosotros. - Le recordó Nephrite con una media sonrisa de sorna. -


            El aludido tuvo que admitir eso último aunque enseguida opuso.

- Pero yo me motivo mucho más cuando escucho alguna de sus canciones. ¡De veras, eres el tío más coj...!. ¡Si hasta una sailor se llama como él!- Añadió el chico cayendo ahora en la cuenta del nombre de guerrera de Ami, aunque seguramente sería casualidad.  ¡Este tipo es de put…madr…!
-¡Royy!- Terció el mago con sufrida paciencia...en tanto se escucharon más truenos que obligaron a  todos a taparse los oídos.


            Pero éste no le hacía ningún caso centrado sólo en alabar a aquel ídolo que tenía delante.

- Te aseguro que he cantado tus canciones más que las de nadie y me hubiera encantado asistir a uno de vuestros conciertos. Pero yo era un crío entonces. ¡Qué lástima! que no vinierais casi nunca  a EE. UU Y…


            Aunque el famoso cantante en cuestión se limitó a detener la larga perorata de su admirador con una mano y a responder amablemente.

- Ya lo sé. Y me enteré que la última canción que quisiste escuchar fue una de las de mi grupo. Es un detalle que te agradezco y me gustaría que cantases una conmigo, verás cómo es muy apropiada para este sitio y si triunfáis en vuestra misión, también para la Tierra.


            Los ojos del chico se abrieron como dos platos soperos y tuvo que hacer  un esfuerzo para asimilar aquello, pero una vez lo hizo exclamó.

-¡De verdad!..
- De verdad.- Aseguró ese tipo guiñándole un ojo. - ¿Qué me dices?
- Encantado. Aunque no estaré a tu nivel. - Objetó Roy azorado. –
- No te preocupes, lo harás muy bien. - Repuso despreocupadamente su interlocutor. - Aunque primero vamos a hacer un pequeño calentamiento. 


            Y sin que el muchacho acertase a replicar, el tipo lanzó su también exclusivo grito, indicándole a su “pupilo” que debía imitarle.

-¡Telelerélerero!...


            Roy lo hizo como pudo pero igualar ese tono, esa cadencia y resistencia era imposible, sobre todo cuando el cantante prosiguió con sus.

-¡Telero, telero, teleeeeeeeeeeeeeeeeeero....!telererererererero!


            Y menos mal que paró, todos escuchaban extasiados y el propio Roy jadeaba frotándose la garganta y pensando alucinado.

- ¡Y yo que creí que tenía fuelle para esto!
           

            Pero aquel tipo sonrió aplaudiéndole con aprobación y añadió.

-¿Te sabes ésta canción?

El famoso intérprete se acercó a Roy y le susurró algo al oído. El chico asintió entusiasmado.

-¡Claro que me la sé! Me sé casi todas las tuyas y las de tu grupo.

Su interlocutor sonrió para entonces exclamar.

- Pues, ¡a cantar de verdad!...
-¿Y la música?- Quiso saber el muchacho, aunque nadie tuvo que decirle nada porque ya estaba sonando y su adorado intérprete le hizo una seña para que se preparase, aunque antes Roy pudo exclamar.- ¡Esto es genial! ¡Me encanta el estéreo que tenéis aquí!...
-¡Vamos allá! - Le animó su ídolo.- Canta conmigo…


Y  el chico, claro está, se animó a hacerlo. Su mentor musical cantaba como siempre había recordado, ¡de maravilla! y él no quiso ser menos. Era el momento más importante de su vida, (al menos de su otra vida) en cuanto a cantar se refería. Iba a darlo todo por no desentonar. Por su parte el cantante adoptaba sus características poses, piernas entreabiertas y dedo en alto señalando al cielo. (O más arriba del en que ya estaban claro).Y enseñaba a Roy a ponerse en la posición correcta y a entonar. Los demás asistían divertidos y atónitos a esa improvisada interpretación y coreografía. En cuanto al nuevo aprendiz se lo pasaba mejor que un niño dentro de una pastelería.


Éste podría ser el cielo 
Éste podría ser el cielo 
Éste podría ser el cielo para todos 

En estos días de calma reflexión 
Tú vienes a mí y todo parece ir bien 
En estos días de fríos afectos 
Te sientas a mi lado y todo está bien 

Éste podría ser el cielo para todos 
Éste mundo podría ser alimentado, este mundo podría ser divertido 
Éste podría ser el cielo para todos 
Éste mundo podría ser libre, este mundo podría ser uno 

En este mundo de impávido engaño 
Sólo tu sonrisa puede allanar mi camino 
Estos agitados días de cruel rechazo, hum 
Tú vienes a mí, calmas mi mente intranquila 

Sí, éste podría ser el cielo para todos 
Éste mundo podría ser alimentado, este mundo podría ser divertido 

Esto debería ser amor para todo el mundo, sí 
Este mundo debería ser libre, este mundo podría ser uno 
Deberíamos traer amor para nuestras hijas e hijos 
Amor, amor, amor, éste podría ser el cielo para todos 

Tú sabes que 
Éste podría ser el cielo para todos 
Éste podría ser el cielo para todos 

Escucha - lo que la gente hace con otras almas 
Toman sus vidas - destruyen sus metas 
Su orgullo y dignidad esenciales 
Son arrebatados y rotos sin demostrar piedad 
Cuando éste debería ser el cielo para todos

(Heaven for everyone, QUEEN, crédito al autor)


            Terminada la canción el tipo le dio la mano y su entregado fan se la estrechó encantado.

- ¡Ha sido para mí un gran honor! – Pudo decir el chico con tono de patente admiración. -¡Muchas gracias!
-No hay de qué ¡Os deseo mucha suerte! - Se despidió el fallecido cantante añadiendo con una sonrisa a la par que hacía una versallesca reverencia en tanto su último grito resonaba con un potente y armonioso eco. - Y recordad amigos. “El Cielo es para todos”. Ahora preparaos bien para convertir la Tierra en un lugar mejor. ¡Vivid y sobre todo…Amad!


            Y Roy agitó una mano al horizonte despidiendo a su ídolo en tanto le decía al mago con gran reconocimiento.

-¡Muchas gracias Landar!, ha sido toda una sorpresa. ¡Qué gran tipo! Todavía no me lo puedo creer. ¡He estado cantando a dúo con él!...
- No las merecen. - Respondió el mago esbozando una leve sonrisa que parecía ser la última concesión que le daba a la frivolidad, pues de inmediato les indicó a todos con su tono más grave. -Ahora dejad que Son Goku invoque al dragón.

            Y todos obedecieron apartándose intrigados. Tenían mucha curiosidad por ver cómo sería aquel ser. No tardaron mucho en descubrirlo. Goku le llamó utilizando una fórmula pronunciada en una lengua desconocida para ellos y al pronto de concluirla de aquellas bolas surgieron siete rayos dorados que se elevaron a gran altura, entrelazándose entre sí hasta formar la silueta luminosa de un dragón dorado gigantesco. Entonces todo el cielo a su alrededor se volvió negro. Como si alguien hubiera apagado una estrella, en tanto Landar les explicó.
- Este es el Dragón Celestial, de la categoría de los Gigantes Divinos. El último de su tipo que queda y cuyos momentos hace mucho tiempo ya que pasaron. No obstante aún puede conceder dos deseos, así que deberéis elegir con sabiduría uno de ellos. El otro será vuestra vuelta a la vida.
- Aquí estoy convocado por vuestro mandato. ¡Pedid vuestros deseos! - Retumbó la grave y potente voz del dragón que parecía el tañido de una campana de bronce. -


            Roy interrumpió el relato para reír comentando con sus compañeros.

-¡Ahí sí que estaba yo acojo!…bueno, ya me comprendéis.
-Con un ser tan enorme y que transmitía ese poder, lo estábamos todos.- Concedió Nephrite.-
-Aunque como siempre, quisiste tomar un atajo. Roy.- Se sonrió Diamante.-
-Sí, pero en esa ocasión habría sido lo más inteligente, hermano.- Comentó Zafiro.-

           
Así era, se acordaban de cómo  se miraron indecisos, lo cierto es que, todavía impresionados por el colosal tamaño de aquel monstruo no les venía nada a la mente. Aunque Roy fue el primero en reaccionar exclamando con un destello de perspicacia.

-¡Ya está! ¡Le pedimos que se cargue él a todos los demonios y listo!
- Es una idea muy buena.- Apoyó Ail –
- No me parece muy ético. - Rebatió Diamante cruzándose de brazos y preguntando con cierta contrariedad. - ¿Para qué nos hemos estado entrenado entonces?
- Mira tío, aquí lo que importa es librar a la Tierra de la amenaza que se le viene encima. Como sea y de la mejor manera. - Opuso coherentemente Roy. -
- En eso tienes razón. –Tuvo que admitir el príncipe de Némesis. -
- A mí también me parece buena idea. Y es muy práctica. - Añadió Nephrite. -
- Transmítele esa petición, por favor. - Le encargó Zafiro a Goku que asintió haciéndolo en aquel idioma desconocido para los chicos. -


            Pero el reptil sagrado se limitó a negar con su enorme cabeza declarando.
- No puedo conceder ese deseo, está más allá de mi poder. ¡Pedid otra cosa!
-¡Pues vaya birria de dragón!  ¡Tanto rollo para esto! - Le cuchicheó Roy a Diamante que asintió solidariamente. –
-¡No protestéis tanto!- Les recriminó el mago.-


Y todo esto ante la mirada molesta del propio dragón que daba la impresión de haber captado ese comentario. Aunque tanto Roy como Diamante miraron para otro lado enseguida y silbaron como si la cosa no fuera con ellos. Lo mismo que el resto que aparentaba no haber escuchado. Así, durante unos tensos instantes se mantuvieron en un reflexivo silencio. A ninguno del grupo se le ocurría más cosas que pedir, Ail era el único que tenía interés en decir algo, aunque primero tomó la palabra el Mago que propuso a Goku.

- Será mejor que primero les devuelva la vida. Luego que piensen otro deseo.


            A su interlocutor le pareció bien y así lo hizo constar ante ese gigante de los cielos.

- Dragón Celeste. Devuelve a la vida a estos cinco jóvenes que nos acompañan, por favor.


            El coloso asintió observando al grupo en cuestión e iluminando las cuencas de sus enormes ojos con dos destellos escarlata para anunciar con su retumbante tono.

- Vuestro deseo os ha sido concedido.


            Y de inmediato todas las aureolas que pendían sobre las cabezas de los chicos se borraron, desapareciendo como si nunca hubieran estado ahí.

- ¡Esto sí que ha funcionado! - Sonrió Nephrite aun sin poderlo creer. -
- ¡Es increíble! – Pudo decir Zafiro, asombrado también. -
- Y ahora. ¿Habéis meditado ya lo qué queréis?- Inquirió el mago. -
- Si, bueno. - Terció el extraterrestre declarando. - A mí me gustaría saber cómo están mi mujer y mi hijo. Si eso es posible.


            Goku asintió, pero Roy le frenó pidiéndole un segundo, se acabada de acordar de sus amigos y una idea le vino a la cabeza, ojalá que fuera realizable y que Ail se lo permitiera.

- Perdona compañero. Pero es que recordé algo. ¿Te importaría cederme tu deseo?


            El aludido le miró con reprobación. Nadie había dicho nada en todo ese tiempo y de repente a Roy se le ocurría alguna gracia de las suyas. Pero el chico enseguida le replicó como si supiera lo que cruzaba por la mente del Alíen.

- Te aseguro que es una cosa muy importante. ¡Por favor amigo! No te lo pediría de no ser así. - Le suplicó su interlocutor con una implorante mirada. -
-¿De qué se trata? – Quiso saber Ail con un suspiro de paciente resignación. -
- Me gustaría que mi amigo Tom volviera a caminar. Acordaos que os conté lo que le sucedió.
-¿El chico que sale con Cooan? La pequeña de las hermanas. - Recordó Zafiro. -
- Si, el mismo. – Asintió Roy declarando no sin emoción.- Es mi mejor amigo, y una gran persona, siempre me apoyó y compartió conmigo los buenos y los malos momentos. Ahora quisiera ser capaz de hacer algo por él.


            El extraterrestre se mesó la barbilla y un sentimiento de dura indecisión cruzó por su mente. Quería más que nada volver a ver a su familia pero realmente esto era muy importante. De todos modos podría reunirse con Ann y el bebé cuando volviera, pero. ¿Hasta cuándo debería esperar? ¿Estarían a salvo? Por suerte para él y para Roy, Landar posó una mano sobre el hombro del alíen y declaró con tranquilizadora voz.

- Si es sólo eso, puedo hacer que los veas en mi bola.
           

            El gesto de todos pasó de la tensión por aquella difícil papeleta, al alivio y la alegría. Sobre todo Roy que exclamó sin pensar.

-¡Qué buena idea ha tenido el viejo!, ¿eh?


            Aunque se tapó la boca con ambas manos por su indiscreción, no pudo evitar que el mago le fulminase con la mirada y que el resto se sonriera aguantando a duras penas la risa. Goku fue el único que no se contuvo y se tronchaba ante la indignación de Landar.

-¡A mí no me hace gracia!- Le espetó el  ofendido mago.-
-¡No te pongas así hombre!- Replicó Goku sin poder parar de reír. - Le ha salido sin pensar. Es un cumplido. ¿Verdad Roy?
- Verdad, verdad. Lo siento, discúlpame. No lo dije con mala intención. – Le pidió el azorado muchacho asintiendo frenéticamente con la cabeza, tratando de congraciarse con el anciano. -


            Landar carraspeó varias veces volviéndose de espaldas con aire digno y materializó su bola dando por zanjado el asunto, a la par que le indicaba a Ail que se acercase a mirar. Éste lo hizo de inmediato, a los pocos instantes algo comenzó a materializarse de entre la bruma del interior de esa esfera.

-Creo que veo algo.- Comentó el alien.- La imagen empieza a aclararse.


            Y en efecto, allí estaba ella. Annie lucía preciosa con un vestido estampado en rojo y negro y acunaba cariñosamente a su bebé. A su lado estaban Rei y Usagi que miraban embobadas al niño. La Guerrera Luna le acercó un sonajero y el chiquitín rio cuando la muchacha lo agitó. Ail no pudo evitar sonreír con visible alegría.

-Ese es mi hijo – Declaró con gran sentimiento de orgullo ante el asentimiento de aprobación de sus compañeros que se aproximaron también a ver. – ¡Es maravilloso!

Pero eso no era todo. Entonces las pudo escuchar hablar. Su pareja se dirigía a sus amigas guerreras…
-¡Cuánto os agradezco que estéis cuidando de nosotros!- Les comentaba Ann a las dos  agregando ahora hacia la Guerrera Marte.- Has sido muy amable al permitirnos vivir en tu templo a Giaal y a mí.
-No es nada.- Sonrió la sacerdotisa.-
-¡Para eso estamos las amigas, mujer! y Rei está encantada de que estéis aquí. ¿No es verdad? – La animó Usagi  restándole toda importancia a aquello ante el asentimiento de su compañera.-
- De veras, tengo algo de oro y joyas que Ail y yo encontramos en nuestros viajes por la galaxia. Cuando pueda las venderé y os pagaré…

Sin embargo Ann no pudo continuar puesto que Rei la cortó de inmediato con fingida severidad.
-¡Pero bueno! ¿Se puede saber de qué estás hablando? No tienes que pagarme nada, mujer. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Si hasta le fío a Usagi los palitos de la suerte del templo.
-¿Cómo que hasta a mí?- Inquirió ésta otra, mostrando su contrariedad y sentenciando con la cara roja por el enfado. - Yo siempre te los pago puntualmente, Rei.
- De eso nada. Por lo menos me debes tres en lo que va de mes. - Rebatió la Guerrera Marte negando con un dedo y exhibiendo una cáustica sonrisita. – Así que a ver si te retratas…
-¡Eso es mentira! Lo que pasa es que llevas mal tus cuentas. Es Makoto la que te debe uno y Minako la que te debe dos.- Le interpeló su contertulia con mordaz exactitud. -
- Si eres tan buena echando cuentas, no comprendo porque nunca llevas suficiente dinero. - Le recriminó Rei a su vez con desdén.-
-¡Eres odiosa!- Exclamó Usagi taladrándola con la mirada.- ¡Avariciosa!
-¡Y tú una roñosa! - Replicó su compañera. - ¡Tacaña!


            Y todo esto ante las miradas alternas que la atónita Annie las dedicaba tratando de mediar en tono conciliador.
- Vamos chicas no empecéis a discutir...
-¡Ha sido ella!- Se señalaron acusatoriamente sus dos contertulias entre sí. -


Ann sonrió y el pequeño bebé también hizo una mueca graciosa con su boquita, después ya no dio tiempo a ver nada más. La visión se desvaneció, pero Ail estaba satisfecho y se sentía bien.

-¡Son estupendas! - Declaró muy agradecido a las guerreras. – No se lo podremos pagar nunca.
- Muy bien.- Terció Landar dirigiéndose ahora a Roy. - ¿Vas a formular tu deseo?
- Por supuesto. – Convino él guiñándole un ojo a Goku e indicándole. -¿Le puedes pedir al dragón que haga que Tom se recupere completamente de su parálisis para que pueda volver a andar como antes de sufrirla, e incluso tener más y mejores agilidad, fuerza y facultades que un humano corriente?
- Hasta los límites del poder del dragón, sí. - Asintió Goku que se giró hacia el gran animal pidiéndoselo tal y como su pupilo le dijo. -


            Y el gigante volvió a emitir ese brillo escarlata en sus ojos declarando con segura gravedad.

- Ya he cumplido vuestros dos deseos, adiós.
- ¡Un momento! Quiero comprobar si Tom puede andar. - Trató de saber Roy. -¡Espera!


            Pero el gran dragón había desaparecido arrastrando tras de sí todas aquellas bolas que se dispersaron por el espacio. El cielo sobre sus cabezas recobró ese color inmaculado. No obstante el intranquilo chico distaba mucho de estar satisfecho y sentía miedo de que aquello hubiera fallado. Sin embargo Goku le animó con jovialidad.

-¡No te preocupes! Si Shenron dice que ya está. No debes dudarlo. Él nunca miente. Ten confianza.
- Pero daría lo que fuera por ver a mi amigo caminar otra vez.- Insistió el muchacho visiblemente decepcionado -
- Por eso no te preocupes. Lo verás. - Le aseguró el mago iluminando su bola para añadir. - Y yo le daré una motivación especial para hacerlo.


            En la bola aparecieron las imágenes de Tom y de Cooan. Parecían estar charlando en un largo pasillo por el que salían. El muchacho, haciendo girar las ruedas de su silla con las manos y ella tras de él aferrando los agarres de la misma y ayudándole con un ligero empujón.

-Espero que Kalie pueda soportar todo esto. Estoy asustada.- Decía Cooan.- Por ella y por todos nosotros. Y mañana termina ese plazo…Ojalá que con la ayuda de las guerreras seamos capaces de derrotar a ese monstruo.
-No temas. Haremos todo cuanto esté en nuestras manos por ayudarla.- La animaba Tom.- Lucharemos hasta el final…Connie.- Agregó él variando su tono hacia otro algo más envarado.- Quería decirte algo, yo…
-¿Si? ¿De qué se trata?- Quiso saber la joven dedicándole una mirada entre curiosa y algo sorprendida.-


El chico quería armarse de valor y pedírselo. Tal y como ella había mencionado, ya solamente quedaba algo más de un día para que el plazo que ese maldito demonio le diera a su difunto amigo expirase. Quizás Connie aceptase ante esa perspectiva. Él mismo pensó que, con un más que posible final tan cerca, nada de lo demás importase. Iba a declararse cuando  algo extraño sucedió. La silla se volcó sin causa aparente. Como si una ráfaga de inexistente viento la hubiese golpeado de repente. Tanto Tom, como la muchacha se quedaron sorprendidos.

-¿Pero qué demonios ha ocurrido?- Se preguntó el muchacho en voz alta. –


      Cooan no respondió, tampoco lo sabía pero por si acaso se puso en guardia. Quizás hubiera sido algún ataque de precisamente eso, un demonio. Pero tras unos momentos de tensa espera, mirando en ambas direcciones, todo estaba en absoluta calma. No había nadie en los pasillos. Desconcertada miró al chico que seguía en el suelo. Aquello era muy extraño. Estaban en un terreno liso y  si no fue por causa de un ataque no había motivos para...de cualquier forma, pasada la alarma de ambos, él debería subirse a su silla otra vez.

- Déjame ayudarte. - Le pidió al chico pero él orgullosamente negó con la cabeza. La chica no insistió, sabía que a Tom le avergonzaba tener que precisar ayuda y sobre todo de ella. -


            Aunque en esta ocasión fue distinto. El muchacho sentía un extraño cosquilleo que le nacía desde la cintura bajando hacia sus piernas y llegando hasta los dedos de los pies. Desde su accidente nunca había vuelto a experimentar algo semejante y su primera reacción fue quedarse perplejo y quieto en el suelo, trataba de analizar aquello ante la preocupada mirada de Cooan que le inquirió algo asustada.

-¿Te encuentras bien? ¿Qué te pasa?
- No, no lo sé, es algo que...


No sabía cómo explicarlo pero tuvo una intuición, él mismo se negaba a aceptarla por juzgarla descabellada. Aquello podría significar mil cosas, aun así hizo el movimiento reflejo de mover su pierna izquierda. Estaba resignado de antemano a no obtener respuesta pero para su asombro ésta se movió al instante.

-¡Connie!- Pudo exclamar con un confuso tinte de temor y emoción.-
-¿Quieres que te ayude?- Quiso saber ella aproximándose solícita. -


            Pero el chico la detuvo con un gesto de sus manos alargando un brazo y negó con la cabeza a la par que sonreía nervioso.

-¡No!, por favor quédate ahí, cerca de mí. Y dime si es cierto lo que ves.- Balbuceó con un nudo en la garganta, batallando contra su propia incredulidad. -


            La atónita chica pudo observar como su novio movía sus piernas y plantaba los pies en el suelo irguiéndose poco a poco sobre sus extremidades hasta ponerse en pie.

-¡Oh Tom!- Exclamó ella tapándose la boca con las manos y dejando correr lágrimas de alegría. - ¡Tom!
-¡Estoy de pie, estoy de pie!- Tartamudeaba él presa de la emoción. -¡No puedo creerlo!


            Y cuando se decidió a dar un paso  pudo hacerlo, ¡y luego otro y otro! El joven no pudo evitar el llanto,  éste se le desató como si fuera una mansa corriente de agua clara. Cooan le abrazó con fuerza y no paraba de susurrar entre lágrimas de alegría.

-¡Es un milagro! ¡Oh Dios mío! ¡Gracias Señor!
- ¡Ha sido Roy! – Afirmó su interlocutor tan firmemente que no existía réplica posible, sobre todo cuando añadió mirando hacia lo alto del techo como si quiera ver allí el Cielo y dentro de él a su difunto compañero. - ¡Gracias, gracias amigo! Porque sé que has sido tú, a mí no me engañas. Aunque estés ahí arriba escondido, sé que cuidas de nosotros. - Sonreía lleno de dicha, sin poder dejar de sollozar. – No sé qué gamberrada habrás hecho allá, pero ha funcionado…


            Tampoco el aludido pudo evitar que le cayeran las lágrimas de felicidad respondiendo con emoción ante las conmovidas miradas de los demás.

- No las merecen, Tommy. Que seas muy feliz, hermano…
- Ha sido hermoso amigo mío. Muy hermoso.- Reconoció Nephrite con una voz queda, llena de respeto. -
– Por los amigos merece la pena luchar.- Convino Ail ante los asentimientos de los hermanos de Némesis. -
- La amistad es algo muy bello. - Admitió Diamante que añadió contento. – Doy gracias a Dios por haberlo comprendido.
- Si, así es, nos hace a todos ser mejores personas. Las guerreras tenían razón. - Convino Zafiro. -
-Usagi y las demás son unas tías estupendas.- Comentó a su vez Roy.- Y tienen mucho más poder del que a primera vista parece.
-Ya lo puedes decir.- Asintió Diamante.-
-Pero creo que su poder más importante es el de hacer mejores a los que las rodean. En eso estoy totalmente de acuerdo con Zafiro.- Afirmó Nephrite.-


            Y los muchachos recordaban aquellos hermosos momentos en los que la esperanza renacía en todos ellos. Aunque también volvieron a  acordarse de los momentos de duro trabajo.

-Y después de eso, entramos en el Rincón.- Comentó Zafiro.-
-Sí, eso sí que fue de lo más duro.- Admitió su hermano.-
-¿Os acordáis de la charla que nos dio el maestro Piccolo?- Les preguntó Roy a lo que el resto asintió.-
-Y que lo digas, después de decirnos eso de que no nos podrían resucitar otra vez.- Terció Nephrite, recordando aquello junto con sus amigos.-
-Es un gran instructor, de eso no cabe ninguna duda.- Comentó Ail con admiración.-
-Es verdad. Nos trataba a patadas y nos injuriaba a la menor ocasión, pero debo admitir que tenía razón en lo que decía.- Afirmó Diamante.-
-¡Anda principito! – Exclamó un divertido Roy.- Dilo claramente. Es un auténtico cabronazo, eso es lo que es. Pero muy buen profesor, eso es indiscutible.

            El resto se rio, todos recordaban algún momento en el adiestramiento en el que tuvieron que vérselas con Piccolo.

-Me acuerdo de cómo nos trataba, sí. Sobre todo al principio.- Comentó Zafiro.-


            El joven intentaba alcanzar a su mentor sin lograrlo. Pese a esforzarse al límite de sus posibilidades. El namekiano esquivaba una y otra vez cualquier intento de ataque. Y lo que era todavía peor. Se burlaba abiertamente de su pupilo.

-¡Qué! ¿Ya cansado?...si la señorita lo desea podemos parar a tomarnos un té con pastas…
-No estoy cansado.- Replicó un enrabietado Zafiro, intentándolo una vez más con una bola de energía.-


            Su adversario se limitó a apartarla de un manotazo como si se quitara de en medio a un insecto. Tras esbozar una sardónica sonrisa contratacó con otra esfera energética mucho mayor.

-¡Esto es una bola de energía!- Exclamó tirándosela al muchacho que apenas si pudo frenarla con ambas manos.-  ¡Para que aprendas!


            El joven fue arrastrado por aquello durante kilómetros hasta que explotó lanzándole en un estado lamentable contra el suelo. Sobre él y al instante apareció su maestro posando uno de sus pies contra su pecho e ignorando sus lamentos de dolor…

-¿Llamo al servicio de habitaciones o su alteza se levantará por sí mismo? - Inquirió con manifiesta sorna.-
-¡Maldito!- Escupió Zafiro con patente ira.- Voy a…
-¿A qué? ¿A aburrirme?- Replicó Piccolo con nula consideración para agregar.- ¿Lo mismo que hiciste contra ese tipo de la capucha? ¿Te vas a quedar ahí para recibir sus ataques como si fueras una diana? ¡Espabila Zafirín! - Remachó quitándole el pie de encima para alejarse dando un tranquilo paseo.-


            Espoleado por aquello el chico logró levantarse y concentrar algo de energía. Produjo una onda vital que se dirigió directa hacia la espalda de Piccolo, sin embargo éste ni hizo amago de apartarse. Cuando le alcanzó hubo una gran explosión. Zafiro se sonrió. ¡Eso para que aquel tipo viera que no estaba tan limitado! Aunque para su asombro, al disiparse el humo producido por aquel estallido, su maestro seguía incólume y en esa misma postura, con manos atrás.

-¿Qué es lo que quieres? ¿Quitarle el polvo a mi capa?- Se burló.-

            Zafiro suspiró recordando aquello para decirles a sus amigos.

-Luego apareció delante de mí de repente y de un tortazo me envió a no sé cuántos kilómetros…Tardé en recuperarme.
-Eso no es nada.- Rememoró Nephrite.- A mí me hizo lo siguiente. - Les narró.-


            Estaba luchando contra su maestro. El chico atacaba con toda suerte de patadas puñetazos y demás. Pero Piccolo se limitaba a detenerlos sin hacer esfuerzo aparente. De pronto el namekiano abrió la boca y escupió una bola de energía contra su asombrado rival. Nephrite fue arrastrado al suelo sufriendo el impacto y la explosión de aquello. Apenas le quedaban fuerzas para moverse. Su entrenador descendió entonces al suelo y se cruzó de brazos imperturbable a su lado.

-Eso… no es justo…- Pudo protestar el joven.- No sabía…Que pudieras… hacer…eso…
-¡OH! ¡Vaya!-Contestó sarcásticamente Piccolo.- Os pido perdón, alteza. Claro, no me acordaba que en el mundo de tontilandia de donde provenís, los  luchadores les dan un informe completo a sus enemigos con todos sus trucos y habilidades antes de pelear. Seguro que los secuaces de ese tal Zoisite te enviaron un telegrama para decirte que iban a atacar… ¡Ah, que no lo hicieron y mira por dónde por eso estás muerto!- Remachó con tintes admonitorios ahora.-
-¡Eres un bastardo! - Pudo espetar Nephrite tratando de ponerse en pie sin conseguirlo.-
-Por supuesto que lo soy.- Se sonrió Piccolo.-


            Y sin mediar palabra arreó una patada a su discípulo que le tumbo una vez más en el suelo. Entonces el namekiano sí que se permitió añadir.

-Y a pesar de eso soy lo más amable y comprensivo que te vas a encontrar por aquí…


            Aunque ahora, Nephrite se permitió una fugaz sonrisa, e inclusos e terminó por reír, eso sí, doliéndose de aquellos golpes…

-¿Se puede saber qué es lo que te hace tanta gracia?- Inquirió severamente su instructor.-

            Y su interlocutor tuvo que reunir fuerzas primero para parar de reírse y después para replicar…

-Que lo que más me duele no son tus golpes ni tu insufrible complejo de superioridad. Es que tienes razón en todo lo que dices…


            Ahora fue Piccolo quién rio, brazos en jarras, para afirmar hasta diríase que con aprobación.

-Bien, muy bien. Es la primera cosa sensata que te oigo decir. Ya vas aprendiendo amiguito…pero aun te queda mucho por mejorar…


            Nephrite se aplicó aquello. Los demás asintieron ahora. Turno de Ail de comentar.

-Me hizo algo similar. Estábamos luchando y de pronto alargó uno de sus brazos…


            Recordando aquello, el alien vio con asombro y horror como un brazo de su adversario se alargaba desmesuradamente para agarrarle por un tobillo y estrellarle contra el suelo…

-No sé cómo lo has hecho. No lo vi venir.- Confesó cuando su instructor aterrizó a su lado.-
-¿No decías que tu árbol hacía cosas parecidas? Pues ya va siendo hora de que te anticipes a ese truco.- Le amonestó Piccolo que sonriendo con regocijo agregó, mientras le sujetaba de un tobillo otra vez – Y te voy a dar un buen motivo para que no lo vuelvas a olvidar…
-Y se pasó estrellándome de un lado a otro durante un buen rato, me levantaba del suelo y me estampaba contra él… -Les contó Ail a sus amigos.-

            El resto asintió. ¡Menudo era su profesor!

-Conmigo usó ese truco de la multiplicación.- Les refirió Diamante.-


            El príncipe de Némesis se las apañaba para enfrentarse a Piccolo aunque a duras penas aguantaba los ataques de su rival. En ese instante  y para su asombro, éste se desdobló…

-¡Pero! ¿Cómo has?...-Pudo apenas preguntar.-
-¿Te ha gustado?- Se rio su adversario para sentenciar.- A ver si esto te gusta…


            Y esos dos piccolos empezaron a propinarle a Diamante una buena tunda que terminó con él sobre el suelo. Por supuesto el príncipe se quejó declarando.

-Eso es dos contra uno.
-¿No me digas?.. ¡Si hasta sabes contar! Por eso eras el príncipe de tu mundo, claro. Debías de ser el más listo…
-Deja ya de insultarme.- Se enfureció su interlocutor.-
-¿O qué?... ¿Me retirarás el saludo?- Se burló cínicamente su interlocutor.- Principito de opereta. Dime. ¿Vas a llorar? ¿Te traigo un pañuelo?


            El enfurecido Diamante logró ponerse en pie y concentrar energía, Sin pensar lanzó una sucesión de rayos contra su rival. Piccolo apenas usó una mano para apartarlos de un manotazo y con un  solo dedo fue acribillando a su pupilo que finalmente cayó al suelo de rodillas.

-Vaya, al menos parece que tienes algo de carácter.- Comentó Piccolo ahora ya con un tono más pedagógico instando a su interlocutor con severidad mezclada con un poco de tintes animosos en aquella arenga.- Eso está bien…úsalo para aprender y para resistir en lugar de para quejarte. Potencia tu fuerza, reduce tu debilidad. No debes dar nada por supuesto ni creerte superior a los demás. Ni aun cuando lo fueras.


            Su pupilo asintió. En eso aquel tipo llevaba toda la razón. De modo que quiso desde entonces aplicarse esas ideas…

-Pues no estuvo mal.- Comentó Roy recordando.- Yo apenas si entrené con él. Pero una vez sí que luchamos….


            Por fortuna para el joven, su entrenamiento con Goku le había fortalecido mucho. Tanto que parecía poder aguantar contra Piccolo en un uno contra uno, casi en igualdad de condiciones. Los dos se intercambiaban golpes y esquivaban recíprocamente los del otro.

-¡Muy bien!- Decía Piccolo con tintes mezcla de sorpresa y algo de sorna.- Al fin me envían a alguien que sabe pelear un poco…


            Aunque cuando observó que ese halago complacía a su oponente lo aprovechó para sorprenderlo con su ataque de los brazos estirados…de esta manera propinó a Roy un buen golpe en la cara que lo lanzó bastante lejos.

-Con que sí, ¿eh?- Se dijo el chico restañándose la sangre de la nariz.- ¡Ahora verás!- Exclamó convirtiéndose en súper guerrero.
-Anda.- Se sonrió Piccolo.- Esto va a ser interesante.-
-En este estado ni los otros cuatro juntos pueden derrotarme.- Se jactó Roy.-
-¿De veras?- Repuso su adversario.- ¡Vamos a verlo! –


            Y para asombro del chico su rival se dividió en cuatro piccolos idénticos. Aunque enseguida pasó el efecto sorpresa y Roy sonrió.

-¿Qué es tan divertido?- Exclamaron sus cuatro rivales a un tiempo.-
-Esto- Repuso Roy lanzándose a gran velocidad sobre uno de ellos y derribándole de un golpe.-


            Hizo lo propio contra los demás. Al fin, todos se unieron de nuevo formando al original. Piccolo se levantó del suelo y comentó al parecer gratamente impresionado…

-No me digas que has sabido ver el punto débil de esta estrategia.- Comentó casi con admiración.-
-Está muy claro que si te divides también lo hacen tu fuerza y tu velocidad.- Contestó el joven.-
-Así es.- Admitió el namekiano quién le desveló.- Lo has interpretado del modo correcto. Tus amigos en cambio pensaban que me había multiplicado. Y ese fue su error. Veo que no eres tan tonto como pareces…
-Gracias, creo.- Repuso el chico que agregó también con su particular humor.- Lo bueno en tu caso es que no hace falta que te ponga verde…


            Aunque para sorpresa de Roy, su rival se quitó entonces el blanco turbante que llevaba en la cabeza, y lo mismo hizo con la capa de ese color para declarar.

-Muy bien, señor ocurrencias. En ese caso, vamos a pelear un poco más en serio.
           

            Y dicho esto dejó caer ambas prendas al suelo. Éstas produjeron un gran ruido al impactar con tremenda fuerza en él…

-¡Pero!- Pudo decir el atónito Roy.-
-¿Creíste que eras el único que se entrenaba así?- Se sonrió malévolamente su contertulio que tras mover el cuello a derecha e izquierda y hacer crujir sus nudillos remachó.- Vamos a comprobar hasta dónde has mejorado…

-¿Y qué sucedió?- Quiso saber Ail interrumpiendo el relato.-
-¿Qué sucedió?- Se sonrió Roy suspirando.- Que me dio una buena tunda…eso pasó. Ni tan siquiera como súper guerrero de segundo nivel pude apenas tocarle.
-¡Menudo psicópata!- Resopló Nephrite afirmando eso sí, con patente respeto.- Es peor que cualquiera de nuestros enemigos. La reina Beryl y hasta Metalia me parecen ahora benevolentes a su lado.
-Pues según el maestro Son Gohan lo nuestro no fue nada. Me contó que cosas peores le hacía a él cuando le entrenaba.- Terció Roy.- Hasta me comentó que parecía que los eones le habían ablandado.
-¡Mejor no haberle conocido entonces! - Suspiró un achantado Ail.-
-Desde luego no le quisiera como verdadero enemigo.- Admitió Diamante.- Es incluso más poderoso que el Fantasma de la Muerte.
-Lo de Rey de los Demonios es un título que no le queda nada mal.- Declaró a su vez Zafiro.-


            En eso estaban todos de acuerdo. Con todo, pese a sus experiencias con Piccolo, o quizás precisamente por ellas, le estaban muy agradecidos. Ese tipo tan crudamente sincero y tan estricto se reveló como el mejor de los maestros para ayudarles a superar sus puntos débiles y a adquirir fortaleza de cuerpo y de mente. Así lo reconoció el propio Roy cuando preguntó a los demás.

¿Recordáis lo que nos dijo cuando entramos en el Rincón?...
-Desde luego.- Repuso Diamante.- Que nos podíamos ir preparando, que todo lo anterior nos iba a parecer un picnic comparado a lo que nos esperaba allí dentro.

           
            Y así fue, los muchachos rememoraron aquello. Desde luego que al oír esas palabras todo el mundo se dio por avisado y su estricto guía les señaló ahora hacia una especie de casa que se encontraba a una treintena de metros. De hecho no parecía  muy grande aunque ellos no se fiaban de las apariencias e hicieron bien cuando escucharon a Piccolo revelarles.

- Ese será vuestro cuartel, vuestra vivienda o como lo queráis llamar. Allí hay comida, alubias mágicas y todo tipo de pertrechos. Se divide en dormitorios, baños y demás elementos, para que os podáis apañar durante este tiempo. Antes era más pequeña pero una vez fue destruida y se reformó. Ahora es más grande, pero de todos modos sois demasiados, así que  distribuir y racionad bien los víveres. Y tened cuidado. Una convivencia en un lugar como este y durante tantos meses puede ser muy dura. Pero si lo soportáis conseguiréis, además de aumentar vuestras fuerzas, crear un sólido vínculo de amistad y coordinación. Eso os será de tanta o más utilidad que elevar vuestro poder individual. Y otra cosa. - Añadió dirigiéndose ahora a Diamante quizás porque mantenía una mirada altiva aun sin darse cuenta de ello. - Aquí no hay rangos, ni príncipes, ni reyes. No se tienen privilegios. ¿Entendido?
- Entendido - Afirmó el interpelado.-


Y desde luego que no le cayó demasiado bien esa advertencia con tinte de reprimenda. Pero decidió que era mejor no molestarse por ello ni replicar. A estas alturas el príncipe había aprendido a ser algo más modesto. Recordaba todo aquello como si hubieran pasado siglos. Piccolo entonces sonrió asintiendo con aprobación y agregó más distendido.

- Bien Diamante. Así me gusta. Has aprendido mucho, tanto tú como los otros, pero todavía os quedan muchas cosas más por saber hasta estar preparados. Confío en que las descubráis aquí. - Les mostró las diversas dependencias y cuando se aseguró de que todos estaban al tanto de cómo eran y que contenían lo necesario les inquirió. - Ahora ¿tenéis alguna pregunta? ¡Vamos, aprovechad ahora o tendréis que aguardar bastante tiempo! - Remachó dispuesto para esfumarse tras esperar unos segundos preceptivos de cortesía. -
- Una sola cosa más. ¿Nos podríais dejar un radio cd con música? Se entrena mejor y ayuda a distender el ambiente. - Le inquirió Roy dejando pasmados a todos, incluido el propio Piccolo que le miró con ojos de platos rompiendo su hieratismo. Cuando el chico advirtió esto sonrió añadiendo a título justificativo. - Si vamos a estar tanto tiempo aquí, nos ayudará mucho. Podéis estar seguros.

-¡Esa sí que fue buena!- Se rio Zafiro, cortando ese recuerdo.-
-Sí, hasta Piccolo-sama se quedó sin habla.- Sonrió Nephrite.-
-¿Qué queréis que os diga? El Rincón es como una especie de gimnasio, ¿no? Pue había que tener algo de vidilla para entrenar.- Se rio Roy.-
-Eso debió de pensar nuestro sensei.- Comentó entonces Ail, preguntando a sus amigos con desenfado.- ¿Os acordáis de lo que pasó?...

           
Todos asintieron, recordaban que nadie replicó. Ni Nephrite, Zafiro o Ail  ni el propio Diamante, se atrevieron a dudar de que eso fuera posible. Ya habían aprendido a esperar cualquier cosa y Piccolo, para sorpresa del grupo, asintió sin darle ya más importancia. De inmediato, el aparato de música requerido por Roy apareció a unos pocos metros de ellos. El chico visiblemente contento y ante las caras sorprendidas de los otros, les explicó que así pondrían alguna que otra canción para amenizar el entrenamiento. Esperando claro que en el Cielo tuvieran una buena colección de cds. Y cuando sus compañeros se limitaron a asentir todavía sin estar muy seguros de aquello, Piccolo se dio la vuelta y soltó un lacónico.

- Hasta la vista - dicho lo cual se esfumó. –


            Un silencio profundo cayó entre todos, durante el mismo cada uno se dedicó a observar y valorar su nuevo entorno y tratar de familiarizarse con él, si es que eso era posible.

- Este sitio tiene peor pinta que el mismo Infierno. – Intervino Diamante rompiendo ese mutismo para dar un nuevo recorrido visual a esa desolada extensión de blancura y añadir con sarcástico regocijo. - ¡El lugar perfecto para ponernos a punto!

-¡Si, a mí me gusta! - Terció Nephrite con idéntico tono. -
- Más vale que nos guste porque tendremos que estar aquí medio año. - Les recordó Zafiro con un tinte  combinado de resignación y ganas por comenzar. -
- Entre varios será más soportable. Os lo digo yo que estoy acostumbrado a permanecer durante mucho tiempo viajando solo por el espacio. Bueno, en compañía de mi mujer y mi hijo. - matizó Ail con nostalgia. -
- La clave aquí va a ser la mentalización y el orden - expuso firmemente Roy obteniendo la general aprobación, para agregar animado por el éxito de sus palabras. - De cómo nos estructuremos y de la motivación que consigamos dependerá todo. Como en mi equipo de baloncesto. Y la diferencia es que aquí no se puede perder y ganar al día siguiente, nosotros no podemos permitirnos el lujo de fracasar. Nos jugamos mucho en ello.- Sentenció el muchacho que, si  había sido disciplinado y serio en algo durante toda su vida, fue precisamente en eso. -
- No hace falta que lo digas. - Secundó Diamante compartiendo ese criterio. -


            Los otros aseguraron lo mismo y el grupo se quedó allí dispuesto a comenzar su labor. Aparte de planificar los entrenamientos y los descansos, comidas y otras cosas imprescindibles, estaban decididos a que la estancia en ese lugar no fuera (como había aseverado justificadamente el príncipe de Némesis), peor que el propio Infierno. Y además del radio cd pedido por Roy, Ail, que tocaba la flauta muy bien, les entretenía también con alguna tonada en sus escasos momentos de pausas. Incluso Roy se sorprendió, sabía tocar ese mismo instrumento y nunca en su vida, que él supiera, lo había hecho.  Llegaba a interpretar maravillosas melodías que deleitaban a todos. Llegando incluso a declamar una bella aunque enigmática letra…

De profundis clamavit ad te Domine
Domine exaudi vocem meam
Et ipse redimet Israel
In secula
De profundis clamavit ad te Domine
In secula…

(Monasterio de la Rábida, Vangelis, crédito al autor)


-¿Dónde aprendiste a tocar así, en la Tierra?- Le preguntó el alien, realmente tan admirado con el resto.- ¿Y qué significan esas extrañas palabras?...
-No, no sé. Jamás toqué la flauta, -le confesó el interpelado que agregó con el mismo tinte de incredulidad y asombro.- La guitarra sí, pero esto…tampoco sé lo que significa eso que he dicho…es como si fuera un recuerdo que guardo dentro de mí…yo…no sé cómo explicarlo.
-También tienes talento para ello, no hay duda.- Declaró Nephrite añadiendo.- Creo que eso era latín…Desde lo profundo clamo a ti. Señor. Señor escucha mi voz. Él redimirá Israel, para siempre…Desde lo profundo clamo a ti, Señor…Para siempre.- Tradujo el joven que les explicó.- Yo sí que lo aprendí, cuando serví a mi rey Endimión en la Tierra.
-Pero yo nunca aprendí latín.- Repuso el atónito Roy.- ¡Ya tenía bastante con aprobar francés por los pelos!
-Bien pudiera ser una habilidad que olvidaste que poseías.- Añadió Diamante.- Seguro que algún día lo recordarás.
-Desde luego, amigo.  Sea como fuere. Al menos podrás hacer nuestra estancia aquí más llevadera.- Sonrió Zafiro.-
-Eso amigos míos, será un placer.- Aseguró el muchacho.- Aunque aquí no hemos venido a pasarlo bien, sino a prepararnos. Y tendremos que trabajar muy duro.
-Pero como dicen los maestros Son Goku y Piccolo. Tampoco se debe forzar en exceso.- Terció Ail.- Y la meditación es fundamental. Y tú puedes ayudarnos a eso, con esa música tan sublime.
-Tampoco tú lo haces nada mal.- Le alabó el príncipe de Némesis.-
-Nos adaptaremos, y lo conseguiremos. - Les animó Nephrite obteniendo el asentimiento general.-


Y así fue. Una vez adaptados el tiempo pasó volando, entre luchas, entrenamientos y conversaciones entre ellos. La dureza de las condiciones y su deseo común les ayudó a forjar una buena amistad. Todos aportaron algo. Diamante el orgullo y la perseverancia en sus vertientes más positivas. Nephrite, el dominio de las emociones y el orden. Zafiro la prudencia y la reflexión y Ail el entusiasmo y las ganas de mejorar. La presencia de Roy les hizo más distendidos y menos formales. Sobre todo caló poco a poco en el príncipe de Némesis que había comenzado a experimentar lo que era una verdadera amistad. Podría decirse lo mismo de todos ellos que hasta el momento se habían tratado entre sí con una fría cortesía. Sólo entre Diamante y Zafiro había existido una mayor dosis de afecto al ser hermanos. Pero ahora las cosas habían cambiado mucho. Diamante y Nephrite se llevaban bastante bien, piques  de combates aparte. Lo mismo sucedía con Zafiro y Ail que habían llegado a trabar una amistad más desenfadada. Y Roy fue erigiéndose en una especie de líder para todos, no desde el punto de vista de la autoridad, sino de la iniciativa y merced a su carácter. Les contaba chistes, algunas de sus “hazañas con las chicas de la Universidad”, sus particulares consejos para ligar, les comentaba su interés por los deportes y les animaba. Al ser el más poderoso y adiestrado, hizo suyo y se tomó muy en serio el papel de entrenador y dirigía los entrenamientos motivándoles de forma asombrosa. Los demás muchachos correspondían hablando acerca de ellos en sus antiguas vidas y de lo que en realidad les hubiese gustado hacer, de lo que querían poder llevar a cabo y emprenderían cuando todo saliera bien, respondiendo con entusiasmo al reto que allí tenían. Era un ejercicio de sinceridad y de férrea voluntad que reforzó la camaradería y les ayudó a eliminar muchos fantasmas de los que todavía les acosaban. Roy como de costumbre, les estimulaba hasta con la misma música que consiguió poner. Nadie sabía cómo, pero siempre tenía algún cd de grupos que le gustaban. Y el fruto de todo fue la progresiva mejora y conjunción de todos. Cantando él mismo o coreado por el grupo con canciones como ésta, que tuvo un significado muy especial para todos ellos, durante aquellos durísimos entrenamientos.

Mantén la fe 

Madre, madre dile a tus hijos 
que su momento acaba de empezar 
he sufrido por mi furia 
hay guerras que no se pueden ganar 

Padre, padre por favor créeme 
Abandono mis armas 
estoy roto como una flecha 
perdóname 
perdona a tu caprichoso hijo 

Todo el mundo necesita alguien a quién querer 
(madre, madre) 
Todo el mundo necesita alguien a quién odiar 
(por favor créeme) 
Todo el mundo se queja 
porque no pueden conseguir bastante 
y es duro continuar 
cuando no hay nadie en quién apoyarse 

Fe: sabes que vas a vivir bajo la lluvia 
Señor has de mantener la fe 
Fe: no dejes que tu amor se convierta en odio 
Ahora mismo debemos 
Mantener la fe 
Mantén la fe 
Mantén la fe 
Señor debemos mantener la fe 

Dime nena, cuando te hago daño 
¿te lo guardas todo dentro? 
Tú me dices que todo está olvidado 
y te escondes tras tu orgullo 

Todo el mundo necesita alguien a quién querer 
(madre, padre) 
Todo el mundo necesita alguien a quién odiar 
(por favor no me dejes) 
Todo el mundo está sangrando 
porque los tiempos son difíciles 
es difícil ser fuerte 
cuando no hay nadie en quien soñar 

Fe: sabes que vas a vivir bajo la lluvia 
Señor has de mantener la fe 
Fe: no dejes que tu amor se convierta en odio 
Ahora mismo debemos 
Mantener la fe 
Mantén la fe 
Mantén la fe 
Debemos mantener la fe 

Caminando sobre las huellas 
de las mentiras de la sociedad 
No me gusta lo que veo 
A veces me gustaría estar ciego 
A veces espero eternamente 
bajo la lluvia 
donde nadie me ve llorar 
intentando borrar el dolor 
Madre, Padre 

Hay cosas que he hecho y no puedo borrar 
cada noche caemos en desgracia 

Es difícil, con el mundo frente a ti 
tratar de continuar, tratar de continuar 

Fe: sabes que vas a vivir bajo la lluvia 
Señor has de mantener la fe 
Fe: no dejes que tu amor se convierta en odio 
Ahora mismo debemos 

Tratar de aguantar
Tratar de aguantar
Mantener la fe 
Fe: ahora no es demasiado tarde 
intenta seguir adelante, inténtalo 
Mantén la fe

(Bon Jovi Keep the Faith, crédito al autor)


¡Aquello fue digno de verse! Cuando Goku y Piccolo entraban a veces para comprobar sus progresos al principio se miraban moviendo la cabeza con desaprobación ante las sonrisitas de disculpa y circunstancias de Roy puesto que sus “pupilos “no parecían progresar mucho. Estaban descoordinados, lentos y poco fortalecidos, soportaban a duras penas las extremas condiciones de la sala. Pero con ayuda de las arengas de Roy y las canciones que ponía, ¡como si aquello fuera un gimnasio!, las cosas empezaron a cambiar. De los pasos vacilantes para sustentarse a los saltos, de estos a las abdominales y los fondos con la ayuda de las manos, con palmadas, a los más difíciles de los puños y finalmente a los simples dedos, con los que sustentaban todo su cuerpo en el aire desafiando esa aplastante gravedad. Luego llegaron las volteretas acrobáticas y los vuelos cada vez más rápidos. Y no sólo se avanzaba en el plan físico. Los chicos fueron uniéndose cada vez más, concentrados en sus respectivos pensamientos de superación, para vengarse de sus enemigos y volver a ver a sus seres queridos. Todos al servicio de un fin común motivado por distintos anhelos, pero compañeros al fin y al cabo persiguiendo un único ideal. Llegaron a moverse al unísono e incluso a aprenderse la mayoría de las canciones con las que Roy les martilleaba. Poco a poco, las caras de Piccolo y Goku pasaron de la resignación a la incredulidad, de ésta a la sorpresa y más tarde a la aprobación e incluso satisfacción manifiestas. Goku entonces guiñaba un ojo. Piccolo se permitía incluso el lujo de una fugaz sonrisa y Roy elevaba un pulgar dirigiéndose a ellos en señal de triunfo, exclamando tal y como le gustaba hacer, parafraseando a un gran grupo de “rock” a modo de eufórica arenga.

-¡Adelante chicos! ¡Mantened  la fe!


            Y la mantenían, luchando minuto a minuto por mejorar y aumentar sus fuerzas, con sus miradas cada vez más aceradas por la determinación y más convencidos de su éxito. Roy llegó a hacerse un dibujo de su enemigo y cuando el entrenamiento de todos llegaba a su fin lo estrujó con sus manos haciéndolo arder a la vez que les arengaba con un poderoso grito transformándose en súper guerrero. Los demás respondieron a coro, desplegando al máximo sus energías que habían crecido considerablemente. Ninguno de ellos tenía nada que ver ya con la apariencia que presentaba antes de comenzar aquella durísima preparación. Sus cuerpos estaban ahora mucho más musculosos y endurecidos, merced a las adversas condiciones del cuarto y los continuos golpes encajados y devueltos e incluso las pesas y objetos de gran kilaje que usaban para forzarse aún más. Y sus voluntades se habían vuelto infinitamente más determinadas y fuertes  que cuando empezaron a entrenar con Piccolo y no digamos de cuando llegaron al Cielo. ¡Habían renacido como unos nuevos y poderosos guerreros!

-Ya estamos en la recta final.- Comentaba ahora Diamante con satisfacción.-
-Si ha sido bastante duro, pero ha merecido la pena.- Convino su hermano.-
-incluso tener que hacer el ridículo en ocasiones.- Les recordó Nephrite.-


            Se miraron divertidos y no pudieron evitar echarse a reír.

-Si. Recuerdo al maestro Kaio.- Afirmó Ail moviendo la cabeza con una sonrisa.-
-Ese tipo estaba para que lo encerrasen, pero su técnica de combate era muy útil.- Apuntó Roy entre risas aún.-
-Pues para ti fue bien fácil pasar a ser discípulo suyo.- Repuso Diamante con una apreciable dosis de sorna.- Casi acabaste siendo su maestro.
-Pero lo tuyo fue lo mejor, ¡principito! - Se reía Nephrite ahora.-
-¡Ja, ja, ja! - Terció Zafiro.- Ahora me rio pero entonces no podía creerlo.
-Sí, fue de lo más raro.- Convino Ail.-


            Recordaron como, cierto día. Piccolo les guió a una parte de esa inmensa estancia. Señalando hacia arriba con uno de sus dedos les indicó.

-Deberéis subir hasta ahí. Os aguarda un entrenamiento especial.
-¿Hasta ahí? No veo nada. – Rebatió Diamante.-
-Lo verás cuando llegues - se sonrió su maestro con cierto toque de regocijo.-
-Bueno, entonces solamente volamos hacia arriba y ya.- Quiso saber Ail.-
-Eso es. – Se limitó a contestar su adusto entrenador.-


            El grupo se miró con expresión desconcertada pero a esas alturas habían aprendido a confiar en lo que Piccolo les dijera. Se elevaron no sin esfuerzo entre esa gravedad. Subieron y al cabo de un buen rato divisaron un minúsculo puntito.

-¿Qué será aquello?- Indicó Zafiro.-
-Supongo que el sitio que debíamos encontrar.- Repuso Roy.-


            A medida que se aproximaban a aquel punto fue creciendo. Para asombro de todos resultó ser una gran bola. O lo que parecía un minúsculo planeta allí flotando en medio de esa nada blanquecina. De pronto se vieron atraídos con una enorme fuerza. Tuvieron que emplear sus poderes para no estrellarse. Al ir descendiendo observaron con incredulidad que ese mini mundo estaba formado por un jardín, una pequeña casa con tejado a dos aguas y una carretera que lo circundaba, con un coche rojo descapotable aparcado en ella.

-¿Qué es esto, una maqueta de Beverly Hills?- Comentó Roy entre atónito y divertido.-
-Y pensábamos que nuestro mundo era pequeño, hermano.- Sonrió Zafiro.-


            Diamante asintió con el mismo estupor que el resto. Tampoco Ail y Nephrite daban crédito a lo que veían. Menos aun cuando una especie de individuo, bajito, regordete y azul, vestido con una extraña túnica que tenía bordado una especie de símbolo en kanji, se aproximó sonriente y les saludó.

-Vaya, vaya… Los nuevos… Son Goku me avisó. Habéis venido a que os entrene…
-¿Quién es usted, amigo?- Quiso saber Roy.-
-¡Vaya falta de cortesía! No reconocer al gran dios Kaio.- Replicó el tipo aquel cruzándose de brazos.- ¿De dónde venís con tamaña ignorancia?


            Los chicos se miraron atónitos. Realmente no tenían ni idea de quién podría ser ese tipo. Fue Nephrite quien tomó la palabra para responder.

-Sentimos no haberle conocido. Fue Piccolo quién nos dijo que debíamos venir hasta aquí.
-Ya, ese Piccolo, nunca tuvo sentido del humor.- Suspiró aquel individuo que ahora clavó en los anonadados muchachos una mirada algo pérfida y añadió.- Aunque espero que vosotros sí que lo tengáis…
-¿A qué se refiere con eso?- Quiso saber Ail.-
-Pues que aquí, para ser aceptado como uno de mis discípulos, tenéis que demostrar vuestro sentido del humor. Aquí dónde me veis, de eso también soy un maestro. Os lo demostraré contando algunos chistes…


            Y ante las caras de incredulidad de todos, ese extraño individuo les contó.

-Va un amigo y le dice a otro. Esta mañana al levantarme me quise suicidar tomándome mil aspirinas. ¡Oh! Y qué pasó, le replicó el otro. – Kaio hizo una pausa y ya se estaba riendo él mismo cuando pudo concluir.- ¡Pues que al tomar la segunda me encontré mucho mejor!, ¡ja, ja, ja, ja!… ¡mira que es gracioso! ¿Lo pilláis? Al tomar la segunda… como eran aspirinas se encontró mucho mejor…

           
            Las caras de su público eran el reflejo del desconcierto y la incredulidad. Nadie hizo amago ni de reírse. Aunque entonces, fue ese autoproclamado dios el que, poniendo las manos atrás y dándoles la espalda, sentenció con cierta dosis de indignación.

-Si no os hacen gracia mis chistes no os entrenaré…
-Piccolo no nos avisó de esto.- Le susurró Ail a Zafiro que movió la cabeza.-


            Roy les hizo una señal a los demás y entonces comenzó a reír. Aunque estaba claro que se trataba de una risotada fingida. Los demás a su pesar le imitaron. Sin embargo y pese a lo hipócrita y burdo de su actuación, aquello no pareció importar a ese tipo. Se volvió a mirarles nuevamente con una sonrisa de satisfacción asintiendo.

-Eso está mucho mejor. Habéis superado la primera prueba.
-¿La primera prueba?- Inquirió Diamante sin comprender.-
-¡Claro! – Exclamó Kaio con tinte entusiasta al agregar.- Ahora es vuestro turno, tenéis que hacerme reír a mí…
-¿Qué le hagamos reír?- Repitió un atónito Zafiro.-
-Venga, a ver, probad. ¿Quién va a ser el primero?- Les dijo con cierta impaciencia.-
-Eso es lo mío, tíos.- Se vanaglorió Roy aseverando.- Era el rey de los chistes malos en la Facultad. A ver maestro, escuche…
-Tienes toda mi atención hijito.- Replicó Kaio observándole con interés.-


            Roy se sonrió y entonces dijo.

-Vine de vacaciones de la isla de Creta, y un amigo me preguntó. ¿Qué tal las vacaciones?  Un asco Creta, le respondí. ¿Un asco Creta? Repitió él… y yo le dije, ¡No gracias, ya he cenado!, ja, ja, ja. ¿Lo pilla?


            El dios se llevó la mano a la barbilla meditando pensativo.

-¡Hummm! vamos a ver… un asco Creta, un asco Creta… ¡Ah, ya! Unas croquetas… ¡ja, ja, ja, ja! Claro, y le dijiste, no gracias que ya he cenado. ¡Ja, ja, ja! Es muy bueno, muy bueno.- Repetía tronchándose de risa, tanto que se sujetaba su abultado vientre con ambas manos.-


            Los demás ahora miraban alternativamente a ese extraño tipo y a Roy con los ojos como platos. Su amigo además hacía la uve con los dedos y sonreía…

-Es de lo peor que he escuchado en mi vida.- Comentó Nephrite desapasionadamente.-
-Pues yo me acuerdo de uno que me contó Umino en el instituto.- Dijo Ail añadiendo con cierta prevención.- Es algo malo y verde. No sé yo si le gustará...
-Adelante por favor.- Le insistió el Dios.-
-¿Entonces quiere que le cuente un chiste verde rápido?- Preguntó Ail.-
-Sí, claro.- Repuso su interlocutor.- Me tienes en ascuas.
-Una lechuga en una moto.- Afirmó el muchacho.-
-Una lechuga en una moto. - Murmuraba Kaio que, de inmediato se rio de nuevo.- ¡Ja, ja, ja! ¡Ese es muy bueno!, claro, verde y rápido…
-No ha sido tan difícil.- Se sonrió Ail poniéndose junto a Roy.-


            Ahora era el turno de los otros tres. Fue Nephrite quién pareció más animado a intentarlo al declarar.

-Recuerdo como intenté comprarme un boomerang nuevo. Pero fui incapaz de hacerlo.
-¿Por qué?- Le preguntó un curioso Kaio.-
-Verá, es que tenía que tirar el viejo, y tirar el viejo y volverlo a tirar…- Repuso el joven con tono serio.-
-¡Ja, ja, ja, ja!- Eso ha estado muy bien, claro, como los boomerangs vuelven. ¡Ja, ja, ja! - se mondaba aquel tipo.-


            Nephrite suspiró aliviado, entre tanto Roy le cuchicheaba a Ail al oído, haciéndole sonreír.

-Lo de este tipo es alucinante, no solo cuenta chistes malos sino que, además, los explica.


            Turno de Zafiro, que, no parecía demasiado ducho en la materia, sin embargo se acercó a Kaio y le comentó.

-Yo recuerdo una vez que fui a buscar a mi hermano a los jardines de Palacio. Era pequeño. Tendría unos seis años. Pregunté a la servidumbre si él estaba allí y me dijeron que no. Que estaba una planta más arriba. Entonces me subí a un árbol…


            No terminó la anécdota y Kaio ya estaba por los suelos.

-¡Ja, ja, ja! Ese sí que es bueno. ¡Ja, ja, ja!…una planta más arriba…


            El joven se encogió de hombros, eso no era un chiste, pensaba llegar a algo gracioso después. Sin embargo mejor dejar las cosas así. Decidió animar a su hermano.

-Vamos Diamante. Tu turno…


            Aunque el príncipe de Némesis no tenía demasiado sentido del humor precisamente. Al menos en lo que a ese tipo de chascarrillos se tratasen. Pudo decir. Con gesto algo indignado.

-Soy un príncipe. El heredero de Némesis. ¡No un vulgar bufón! Bastantes estupideces hice ya al fiar en ese maldito Sabio.
-¿El de la capucha?- Afirmó Roy deseoso de echarle un cable.-
-Sí, ese maldito nigromante que se ocultaba por completo a la vista.- Masculló el príncipe.-
-Espera un momento.- Le pidió Kaio mirándole atónito.- ¿Te fiabas de alguien que nunca se dejaba ver?
-Sí, mi padre y yo confiábamos en él por sus consejos. Durante años hizo que mi mundo prosperase. Pero en realidad hizo todo eso para traicionarnos y aunque me lo advirtieron no lo vi venir.- Declaró con malestar y remordimiento.-


            Y he aquí, que para su asombro y el del resto, Kaio se estaba mondando de risa… Diamante le observó incrédulo. Y pudo exclamar con indignados tono y expresión.

-¿Te estás riendo de mí?...
-¡Claro! Si es buenísimo. ¡Ja, ja, ja! - Repuso su interlocutor dejándole estupefacto.- Un tipo que se tapaba del todo y no le viste venir… ¡Ja, ja qué bueno! Cómo se tapaba no le veías…


            Roy se aproximó a su compañero y posando una mano sobre su hombro declaró con tinte jovial.

-Muy bien, principito. Si al final vas a resultar un tipo gracioso. Ya te estoy viendo hacer monólogos en las Vegas.- Y tras dejar a su atónito amigo sin saber que replicar a eso se dirigió de modo desenfadado a su anfitrión.-Oiga Dios Kaio, me ha caído usted bien. Le voy a contar otro…nos lo contaban en catequesis cuando era niño.


            Y ese tipo enseguida fue todo oídos para un Roy quien, de modo entre divertido y teatral, comenzó.

-¡Riiing riiing!  ¿Dígame? Hola, soy Eva… ¿Eres tú, Adán?... ¡Pues quién leches va a ser sino!…


            Ahora Kaio se revolcaba de risa ante el asombro del resto y las carcajadas del propio Roy que le incitaba aún más afirmando.

-¿Es bueno, eh? Ni es chiste ni echistirá. ¡Ja, ja, ja!
-¡Ay!, para por piedad, que no puedo más. ¡Ja, ja, ja, ja! – Le pedía aquel tipo pataleando con ganas.-
-Esto es increíble.- Musitaba Diamante con los brazos cruzados y patente estupor.-
-Espero que este entrenamiento merezca la pena.- Convino Nephrite con él.- hasta ahora solo hemos practicado como hacer el ridículo.
-Sí, y a Roy se le da muy bien. Es hasta peor que Kaio. - Aseveraba Ail.-
-Que te he oído.- Le susurró el aludido.-
-Muy bien, os entrenaré a todos.- Admitió su anfitrión.- Hacía años que no lo pasaba tan bien. Desde que Goku y el resto vinieron.


            Y por fin, tras serenar sus carcajadas, el dios les habló con más seriedad.

-Muy bien muchachos. Tengo una técnica secreta llamada Kaio ken. Es muy útil para multiplicar las fuerzas. Y sirve como arma al mismo tiempo ofensiva y defensiva. Sin embargo, antes de poder dominarla tenéis que ejercer un control total de vuestra energía.
-Bueno. Hemos meditado y entrenado mucho. Creo que podremos hacerlo.- Afirmó Nephrite con una seguridad que el resto compartía.-
-Tendréis que demostrarlo. Muy bien, aquí está el primero de vuestros retos. ¡Eh!… ¡Bubbles! Ven aquí. –Llamó el dios en voz alta.-
-¿Quién es ese?- Quiso saber Ail.-
-Uno de mis ayudantes. Vuestra misión será atraparle.- Les explicó su interlocutor.-
-Supongo que será un buen luchador.- Comentó Zafiro a su hermano que asintió.-
-Ha dicho atraparle.- Se percató Nephrite.- ¿Quiere decir que es un tipo rápido?...


            Kaio no respondió, se limitó a esbozar una malévola sonrisita. Sin embargo, todos volvieron  a quedar perplejos cuando una especie de chimpancé de color marrón se aproximó haciendo el característico ruido y los gestos de ese tipo de animal.

-Esto es una broma. ¿Verdad?- Dijo un atónito Ail.- Otra de las suyas…
-No, en absoluto. Si te parece fácil ve y atrápalo…-Le respondió Kaio con una leve sonrisa.-


            El muchacho aceptó el reto, aunque moverse por la superficie de ese mundo le costaba trabajo. En cambio ese mono era realmente ágil. No había forma de acercarse a él sin que se diera a la fuga. Frustrado, tras unos minutos se detuvo a recuperar el oxígeno.

-¡Es increíble! – Pudo decir con asombro entre jadeos.- No pude ni rozarle siquiera.
-Me toca a mí.- Dijo Nephrite con resolución.- Usaré la astucia, no será difícil ser más inteligente que un simple mono.


            Y confiado en su superioridad intelectual incluso buscó en la casa y encontró un plátano con el que tentar al animal. Pero éste fue capaz de dar un salto rapidísimo y quitárselo. El perplejo joven no pudo sujetar a su presa. Luego trató de correr tras de él,  también fracasó, pese a poder acercarse un poco más. Los hermanos de Némesis no tuvieron mejor suerte. Le tocaba el turno a Roy.

-Vamos a ver.- Se dijo en voz alta.- Voy por ti, amiguito.


            Y se lanzó corriendo. Sin embargo el mono se escapaba por muy poco, con sus ágiles saltos y cabriolas le descolocaba cuando estaba a punto de atraparle. Al fin el joven se convirtió en súper guerrero. Su velocidad y destreza aumentaron de modo exponencial y logró dar caza a ese escurridizo simio sujetándole por la cintura.

-Ya está. No fue tan difícil.
-Porque te convertiste en súper guerrero. - Denunció Diamante que todavía respiraba agitado, para recobrar el aliento.-
-Se siente principito. Nadie dijo nada de que no pudiera.- Sonrió con evidente satisfacción.-
- Y te lo habíamos cansado.- Añadió Nephrite con algo de fastidio.-
-Muy bien afirmó Kaio. Los demás deberéis atrapar a Bubbles si deseáis continuar el entrenamiento. En cuanto ti, te toca la siguiente prueba. Debes alcanzar a mi amigo Gregory.
-¿Quién es ese, otro mono?- Se sonrió el confiado joven.-
-No, que va. Mira aquí está.- Indicó su contertulio.-


            Aunque el chico miraba a todas partes a su alrededor sin poder percibir la presencia de ningún otro individuo….

-Oye. Yo no veo a nadie por ninguna parte.- Repuso encogiéndose de hombros.-
-¡Estoy aquí amiguito!- Le respondió una voz algo chillona.-


            Ahora tanto él, como sus amigos se quedaron atónitos una vez más. Una pequeña bola de luz flotaba junto al joven. Cuando ésta se desvaneció vieron a una especie de luciérnaga.

-¡Joer!… Estas cosas no las he visto ni borracho. ¡Un bicho que habla! - Proclamó Roy.-
-Ten un poco de educación. Me llamo Gregory.- Se molestó aquel diminuto ser.-


            Su interlocutor estaba con la boca abierta. Desde luego eso sí que no lo esperaba. Apenas pudo decir tras reponerse de ver algo semejante.

-Lo siento amigo. No quise ofenderte. Es que esto me parece rarísimo. Y mira que he visto cosas raras… ¿Y tengo que agarrar a algo tan pequeño?- Añadió no sin cierta inquietud.
-No, solo tendrás que golpearle en la cabeza con esta maza.- Le explicó el dios que sostenía un mazo que parecía de madera y tenía cabeza cuadrada.-
-Bueno, el béisbol nunca fue lo mío. Soy de baloncesto, pero, creo que podré.- Afirmó él con más confianza, agregando.- Ja, ja… ¡tardaré menos que en recitar el diálogo de una película porno!
-¿Una película qué?- Quiso saber Zafiro.-
-Sí, no sé qué ha querido decir. ¿Es otra broma de las suyas?- Añadió Ail.-
-Dejadlo.- Les pidió Nephrite entre atónito y divertido. - Ya os lo explicaré luego…


            Entre tanto Kaio meditaba sobre esa nueva ocurrencia cayéndose de risa acto seguido. Para cuando recobró la compostura Roy estaba ya dispuesto. O eso creyó, fue más fácil decirlo que hacerlo. Cuando el chico volvió a su estado normal dejando de ser un súper guerrero, Kaio le pasó ese mazo indicándole.

-Y ahora sí que no puedes transformarte.
-Eso está hecho.- Sonrió confiadamente su interlocutor.- No me llevará mucho…


            Sin embargo al sujetar el mazo se vino al suelo con él. ¡Aquello parecía pesar una tonelada!

-Parece que pesa un poco.- Se sonrió Diamante ahora.- ¿O es que te has resbalado?
-Pero, ¿de qué narices está hecho esto?- Quiso saber el alucinado chico intentando levantarse y alzar aquello.-
-¡Ja, ja, ja! - Se rio Kaio replicando.- Eso mismo le ocurrió a Son Goku la primera vez. Te explico, verás. En atención a que tú eres más fuerte a lo que él era cuando vino entonces hemos aumentado la gravedad de mi planeta y  por tanto, el peso.
-Ahora lo entiendo.- Comentó Zafiro - Deben de tener un generador gravitatorio en algún sitio. Por eso nos cuesta tanto movernos.
-Algo por el estilo. Pero si lo lográis os volveréis muchísimo más fuertes.- Les explicó su instructor.- La gracia del asunto está. ¡Y nunca mejor dicho, ja, ja, ja! En lograrlo en estas condiciones. Por eso, nada de súper guerreros.- Repitió mirando al ahora apurado Roy.-


            Y tras un buen rato el muchacho logró levantar al fin esa pesada maza sobre su cabeza y comenzó la persecución de aquel insecto. Los demás por su lado se fueron turnando en tratar de atrapar al chimpancé. Aquello les llevó aproximadamente dos semanas.

-¡Ja, ja! Lo recuerdo. Era algo muy duro. Pero Kaio sama no era tan mal tipo.- Comentaba ahora Nephrite, agregando.- Y cuando parábamos a comer.
-Lo cierto es que  no cocinaba nada mal.- Hubo de admitir Diamante.- En eso debo  decir que siempre nos trató de maravilla.
-En el fondo era un buenazo. Nos dio hasta unas tarteras para llevarnos algo al terminar.- Sonrió Ail.-
-Sí, siempre había mucha comida y podíamos ponernos hasta arriba. Como dice Roy. - Añadió un divertido Zafiro.-
-¡Y que lo digas! - Convino éste para afirmar no sin orgullo.- Y os enseñé unas cuantas recetas de los Malden. De modo que no os podréis quejar de la experiencia…


            Ahora se reían mientras pensaban en lo cómico de aquellas escenas. Roy con un delantal y un gorro de cocina que le prestara su entrenador. Asando filetes y chuletas en la barbacoa e intercambiando con Kaio algunos trucos para las salsas y la guarnición.

-Veréis, el secreto de las chuletas a la Malden está en el crujiente y en saber con qué guarnición las acompañamos…
-Yo suelo poner bastante arroz y verdura.- Comentó el dios.-
-Maestro Kaio, solamente eso es muy soso. Prueba a ponerle unas patatas.- Le aconsejó el muchacho que había aplicado enseguida una mayor familiaridad en el trato, llamando de seguido a sus compañeros.- ¡Eh! sus altezas, ¿alguno se dignará venir aquí a ayudar a mondarlas?
-¿Qué quieres que hagamos con las patatas?- Inquirió Diamante.-
-Pues pelarlas, ¿qué sino?- Replicó su contertulio.-
-Soy un príncipe, yo no me dedico a hacer esas cosas.- Contestó el de Némesis casi con tono indignado.-
-También yo lo soy.- Replicó Nephrite, agregando.- Y además Lord…
-Y yo a mi vez ostento algunos ducados y condados de mi mundo. – Añadió Diamante.-
-Venga ¡a ver quién es más tontaina de los dos! ¿Quién da más?- Vociferó Roy divertido.- El lord remilgos o el duque de melindres.


            Al parecer a ninguno de sus amigos les hizo gracia aquello. El chico se percató y dejando al cuidado de la barbacoa a un desconcertado Ail, se dirigió hacia ambos.

-¡Venga tíos! Dejaos ya de chorradas.- Les pidió.-
-Serán chorradas para ti. Para mí representan mi herencia y mis orígenes.- Contestó Diamante con visible malestar.-
-Sí, y nos tomamos muy en serio esas cosas.- Convino Nephrite por una vez con su compañero.-


            Roy suspiró levantando los brazos. Y con toda su paciencia declaró de modo conciliador.

-Vale, lo siento. No quería ofenderos, chicos. Será porque soy americano. Para nosotros los títulos esos no significan un pimiento. Pero comprendo que sean importantes para vosotros. Sin embargo decidme una cosa…-Quiso saber entonces con un tono entre curioso y enigmático que atrajo la atención de sus interlocutores.- ¿Acaso los príncipes no deben de dar ejemplo en los buenos y en los malos momentos?
-Sí, claro. - Convino Nephrite.-
-Eso es algo fuera de toda duda.- Afirmó Diamante a su vez.-
-En ese caso, el hecho de pelar unas patatas, o de entrenar soportando cualquier tipo de prueba por dura que ésta sea, no me parece que se salga de las obligaciones de un soberano, vamos digo yo.-Razonó el muchacho.- Más cuando es parte de la instrucción.


            Sus compañeros se miraron no sin sorpresa. Incluso Zafiro estaba cerca de allí, con otro mandil, y ayudando a su amigo Ail a preparar algunas cosas. Lo que no pasó desapercibido a ninguno de sus altezas.

-Vamos. ¿En serio me vais a decir que no sois capaces de hacer lo que los otros estamos haciendo?- Inquirió Roy fingiendo sorpresa.- Sois los que tenéis que dar ejemplo…


            Los aludidos se miraron con estupor, aunque parecieron comprender.

-Tienes razón.- Pudo decir Diamante sonriendo fugazmente.- Recuerdo a mi padre decir algo similar. Somos el ejemplo de los nuestros. Y quizás, por no haber sabido seguir sus consejos y no ser ese guía para mi pueblo que él fue, las cosas acabaron de esta forma. - Se lamentó.-
-¡Eh tío!- Le animó Roy.- No te castigues más por eso. Hiciste lo que creíste mejor. Te engañó ese mamón de la capucha, vale. Eso sería terrible si no tuvieras otra oportunidad. Pero da la casualidad de que la tienes.
-Sí, eso es verdad. –Añadió Nephrite.- Cuando me di cuenta de lo equivocado que estaba yo también lamenté mucho lo que hice antes de morir. Sobre todo, creyendo que era el final y que jamás podría reparar mis malos actos. Sin embargo ahora…
-Podemos hacerlo.- Aseveró Diamante con tono reflexivo.-
-¿Y el secreto de eso sabéis dónde está?- Les inquirió Roy pasando sendos brazos por los hombros de cada uno.-


            Y cuando ambos le miraron y negaron con la cabeza él sonrió para remachar.

-Trabajo en equipo, chicos. Esa es la clave. Si algo aprendí cuando jugaba al baloncesto en la universidad fue eso. Uno solo, por bueno que sea, quizás marque diferencias, pero jamás ganará el partido. Nos necesitamos todos.
-Tienes razón. Es una de las cosas que nunca supe ver.- Admitió Diamante.-
-Creo que empiezo a comprender por qué Piccolo, Goku y los demás nos hicieron coincidir para que entrenásemos juntos.- Añadió Nephrite.-


            En eso que Zafiro les llamó. Esa parrillada comenzaba a humear demasiado…

-¡Creo que esto se está quemando! – Advirtió.-


            Roy corrió para allá con presteza a remover las chuletas y bajar el fuego, a la par que les indicaba.

-Cuando pase esto tenéis que quitar algo de carbón. O de lo contrario se chamuscará. Hay una gran diferencia entre que estén crujientes y se quemen.


            Los demás, por extraño que resultara, asintieron ahora con interés. Después, tanto Nephrite como Diamante aceptaron el pelar patatas comenzando incluso una competición para ver quién lograba hacer más. La cosa terminó en un meritorio empate que salvaguardaba el honor de ambos…

-Sí, al menos este Roy nos hizo aprender a cocinar algunas cosas.- Se rio ahora Ail.-
-Hombre, no soy un chef, pero me defiendo.- Sonrió el aludido  en tanto recordaban.-
-Y luego, por fin, logramos pasar las pruebas de Kaio.- Terció Zafiro.-
-Tardamos ¿Cuánto? ¿Un mes?- Trató de recordar Nephrite.-


            Los demás asintieron. De hecho, una vez lograron atrapar al mono y manejar el mazo para conseguir golpear suavemente en la cabeza a Gregory, pasaron al momento final.

-Muy bien.- Les explicaba Kaio.- Ahora lo  más importante es que seáis capaces de dominar por completo vuestra energía. Para que la técnica resulte es fundamental.
-Concentración y meditación.- Terció Nephrite.- Puedo hacer eso. Cuando me dedicaba a escrutar las estrellas era algo primordial.
-¿Qué eras, adivino?- Inquirió Roy con su guasa habitual.-
-Casi- sonrió Nephrite que empezaba a conocer a su compañero.- Pero no podía adivinar la lotería, si es que vas a preguntarlo.

            Su compañero se sonrió, ¡ésta vez le habían pillado!

-Vaya, empiezas a mejorar tus reflejos hasta para evitar mis bromas.- Declaró deportivamente Roy.-

            Todos se rieron, ahora estaban de un buen humor y con mucha más moral.

-¡Adelante pues! - Les animó Zafiro haciendo honor a ello.-


            Ahora, tras rememorar aquello, todos asentían satisfechos.

-Y no fue sencillo, pero lo conseguimos.- Declaró Diamante, sentenciando con satisfacción.- Incluso se ha convertido en mi técnica favorita. Es increíble hasta donde puede aumentar nuestro potencial.
-Ahora comprendo por qué el maestro Kaio me dijo que no podía transformarme en súper guerrero. Incluso el maestro Son Goku aprendió esa técnica antes de  llegar al estado de súper saiyan.- Añadió Roy.- De este modo eres capaz de multiplicar más las fuerzas. Y luego se puede progresar más rápido.


            En efecto les costó bastante. Pero fueron capaces de multiplicar varias veces su poder concentrando la energía. De todos modos aquello era agotador y Kaio les advirtió de que no podían repetirlo en demasiadas ocasiones seguidas o correrían un gran riesgo para su salud e integridad.

-Recordadlo. No sobrepaséis los límites, incluso a Son Goku le trajo problemas hacerlo.- Afirmó el peculiar dios.-
-Pues si él tuvo problemas….- Suspiró Nephrite.-
-Será conveniente que tengamos cuidado.- Convino Diamante.-


Así pues el grupo se dio por avisado. Y cuando se despidieron agradeciéndole al maestro sus enseñanzas, Roy se quedó algo atrás. Los demás chicos se alejaban elevándose ya sobre la superficie de ese planeta. Al poco observaron que su amigo le cuchicheaba algo al oído al dios y éste, a los pocos segundos, se tiró al suelo revolcándose de la risa, pataleándolo y golpeándolo con los puños. Literalmente lloraba entre carcajadas.

-Quisiera saber qué demonios le habrá contado.- Comentó Diamante.-
-Casi mejor no saberlo.- Repuso su hermano, con el asentimiento del resto.-


            Pero claro, cualquiera se quedaba sin enterarse. Roy enseguida se elevó y les dio alcance. Entonces, Ail, sin poder reprimir la curiosidad, quiso saber.

-¿Qué le has dicho al maestro Kaio? Todavía está patas arriba riéndose…
-Sí, parece un escarabajo.- Comentó Nephrite.
-¡Más bien escara arriba! - Se rio Roy -


            Sus camaradas movieron la cabeza una vez más, esbozando eso sí, una sonrisa. Pero continuaban interesados en lo que había sucedido. Su amigo no se hizo más de rogar y con la atención de todos sus compañeros puesta sobre él, se limitó a sonreír de oreja a oreja y replicó con tono despreocupado.

-Nada de particular. Para despedirme le he contado el chiste de Pinocho…
-¿Pinocho?- Repitió Zafiro sin comprender.-
-¡Oh vamos tíos!, ¿es que no leíais cuentos de pequeños?- Se sorprendió Roy.-
-Nuestra madre nos contaba algunos, y cosas de la Tierra. Pero no recuerdo nada de alguien llamado así.- Replicó Diamante.- ¿Era el antepasado de algún rey?..
-El caso es que a mí me suena de algo, pero no logro acordarme.- Terció Nephrite.-


            Como Roy se seguía sonriendo divertido todos los demás cesaron de hacer cábalas. Tras unos segundos de silencio en tanto descendían, fue Ail quien finalmente pareció acordarse.

-Sí, me es familiar. Cuando Annie hizo esa obra de teatro de Blanca Nieves con el grupo de Usagi y las otras, recuerdo que se la estropeé con una de mis cartas. Se enfadó mucho al principio pero debió de gustarle aquello porque pensaba en hacer otra obra. Y se leyó algunos cuentos. Uno de ellos, se llamaba así… Iba sobre una especie de niño…
-¡Ya lo recuerdo! – Exclamó Nephrite.- Un niño de madera. Que cobraba vida…
-Si- asintió el Alien.- Y que como mentía mucho, un hada madrina le castigó. Cada vez que no decía la verdad le crecía la nariz…
-Muy bien chicos.- Afirmó Roy con aprobación y no sin regocijo.- Ese mismo…


            Justo entonces llegaron a tocar suelo, en esa blanca superficie del Rincón del Alma y del Tiempo. Turno de Diamante para preguntar…

-¿Y qué tiene que ver ese Pinocho con un chiste?... No me parece demasiado gracioso eso de que le creciera la nariz al mentir.
-¡Ja, ja! Depende del contexto, amigo.- Repuso Roy con una irreprimible carcajada.-
-¿Y qué contexto es ese?- Se interesó Zafiro.-


            Su compañero les miró reprimiendo una de sus risotadas. Parecía dudar en contárselo o no….Aunque las expresiones del resto finalmente le convencieron y comenzó…

-Veréis, imaginad a  Pinocho que iba paseando por la playa. Entonces se encontró con una amiga que tomaba el sol, tumbada en la arena… Y la chica le preguntó. ¿De dónde vienes Pinocho? Y él respondió…de ayudar a mi padre Gepeto. Y¡plaf! - Escenificó colocando sus manos a distancia y en paralelo y alejándolas un poco.- Y le creció la nariz porque era mentira. Venía de jugar…
-¿Y ya está?- Inquirió Ail con desencanto.-
-No. Espera, no seas impaciente…- Le pidió Roy que prosiguió.- Entonces – Y ya empezaba a reírse en tanto continuaba.- La chica se dio cuenta de que, cada vez que le preguntaba algo decía una mentira y le crecía la nariz…y tenía que esperar un rato para que se le encogiera… Pinocho estaba avergonzado de que le hubieran descubierto y se quiso marchar. Pero sin querer metió un pie en un hoyo y ¡Plaf! – Exclamó con teatralidad el chico añadiendo entre risas ya.- Se cayó boca arriba justo con la cabeza encima de la chica…bueno, ya sabéis, la nariz justo en esa parte. Y ella, con las piernas abiertas, va, le sujeta la cabeza y grita… ¡Miente Pinocho, miente!... ¡Ja, ja, ja, ja!

           
            El resto le miraban anonadados… y cuando Roy pensaba que quizás nadie le había entendido fue Nephrite el primero que comenzó a reír levantando la cabeza y mirando hacia arriba… le siguió Ail doblándose en tanto se sujetaba el abdomen. El propio Zafiro  no podía parar  de reír cayendo al suelo. En cambio Diamante parecía imperturbable. Al menos hasta que musitando…dijo.

-¡Será…! Miente Pinocho. ¡Ja, ja, ja, ja!…


            Y ya no pudo evitar las carcajadas. Ahora todos se reían de modo estruendoso. Hasta sujetándose unos a otros, y Roy, con patente regocijo repetía, provocando aún más hilaridad.

-¡Y la muy cabrona, gritando todo el rato! ¡Miente Pinocho! Y preguntando. Dime ¿De dónde vienes? ¿Has estudiado para el examen?... ¡Ja, ja!… Menuda pedazo de zo…


            Y todos lloraban de risa. Incluso el hasta entonces adusto y serio príncipe  de Némesis no podía parar. Más cuando su compañero le comentaba con visible intención…

-¡Yo me puedo imaginar a alguna que otra en mi facultad a la que le hubiera encantado tener a Pinocho!…
-¡Cállate ya! – Se reía Nephrite que ya estaba sentado en el suelo sin poder casi hablar  por culpa de las carcajadas.-


            Aquello fue mejor que una sesión de mil abdominales. Les llegó a doler incluso más, pero mereció la pena….

-Todavía me duele cuando me acuerdo.- Sonreía Diamante en tanto movía la cabeza y le decía a Roy con fingida reprobación pero manifiesto regocijo. Imitando ya el lenguaje de su compañero. - ¡Pero qué cabrón eres!…
-Si principito. Pero, cómo nos lo pasamos, ¿eh?- Rio éste a modo de contestación, entre las risueñas afirmaciones del resto. Más cuando remachó con júbilo. - ¡Eso sí que fue entrenar!…



            Y hablando de entrenar. El grupo tenía en mente aquellos progresos tan espectaculares que habían hecho. Roy se las apañaba para tener siempre buena música y de hecho les inculcaba la de grupos muy variados. Una de las veces, tras una sesión de saltos en la que todos llevaban gruesas tobilleras y pesos sujetos al cuerpo, a ritmo de Jump de Van Halen, les tocó  prueba de resistencia y esfuerzo, tuvieron que hacer flexiones y levantamiento de pesas y cadenas de enorme kilaje. Eso unido a la enorme fuerza de gravedad de aquel cuarto les exigía un esfuerzo más que considerable. Era realmente agotador. Pero he ahí que Roy, como de costumbre, puso una de esas canciones y para acompañarla gritó elevando un brazo…

-¡Vamos chicos! Acordaos de nuestro amigo Gregory. Y honrad al maestro Freddie…  ¡Hammer To fall! ….


            Y tras sonar unos acordes roqueros de guitarra les cantó aquella canción en tanto entrenaba con ellos y le coreaban…

Aquí nos paramos, o aquí nos caemos,
La historia no se preocupará en absoluto.
Haz la cama, enciende la luz,
La Señora Piedad no estará en casa esta noche, sí. 

No desperdicias tiempo en absoluto
No escuchas la campanilla pero atiendes la llamada.
Te llega a ti como a todos nosotros.
Sólo estamos esperando 

A que el martillo caiga.
¡Oh!, cada noche, y cada día,
Un pequeño trozo de ti se desmorona.
Pero levanta tu cara, a la Manera del Oeste 

Construye tus músculos mientras tu cuerpo decae, sí.
Remolca la línea y juega su juego, sí.
Deja al anestésico cubrirlo todo.
Hasta que un día ellos llaman tu nombre, 

Sabes que es tiempo de que el martillo caiga.
Rico o pobre o famoso,
Para tu verdad es todo lo mismo (oh no, oh no).
Cierra tu puerta con llave, pero la lluvia se escurre 

Por el cristal de tu ventana (oh no).
Cariño, ahora tu lucha es en vano.
Para nosotros que crecimos altivos y orgullosos,
A la sombra de la Nube de Hongo. 

Convencimos a nuestras voces que no pueden ser oídas,
Nosotros sólo gritamos más fuerte y más fuerte.
¿Por qué  demonios estamos peleando? 

Sólo ríndete y no te dolerá en absoluto.
Tienes el tiempo justo para decir tus oraciones,
Mientras esperas a que el martillo caiga.

Eh, si está empezando a caer
Lo sabes
Martillo que cae…
Esperando  a que el martillo caiga…

(Hammer to fall. QUEEN. Crédito al autor)


            Y una vez terminando, todos a punto de reventar de cansancio. Roy le pasó una alubia a cada uno y gritó al tiempo que cada uno se tomaba la suya.

-¡Give it to me one more time!


            Y por supuesto, el resto de los componentes del grupo, totalmente recobrados, sonrieron con expresión desafiante, dispuestos a empezar otra vez. Allí estaban de nuevo, inasequibles al desaliento. En tanto, a cierta distancia, un joven de pelo tono morado y no muy elevada estatura y otro moreno un poco más alto, sonreían. Al terminar el ejercicio Roy y el resto, agotados de nuevo, se aproximaron.

-Maestro Trunks, maestro Gohan.- Saludó Zafiro.-
-Hola muchachos. Así me gusta, veo que entrenáis de firme.- Repuso Trunks, el del pelo tirando a malva.-
-Sí, con las canciones de Roy es más fácil.- Afirmó Ail.-
-¡Ojalá que fueran mías!- Se rio éste.-
-Estamos muy satisfechos. Habéis mejorado mucho. Mi padre habla muy bien de vosotros.- Terció Gohan, el muchacho de pelo moreno.- Dice que sois unos auténticos guerreros.
-Viniendo de Son Goku sama es un gran honor.- Aseveró Diamante con visible orgullo al escuchar aquello.-
-Ya os queda poco tiempo para concluir vuestro adiestramiento.- Les comentó Trunks.- Tanto Gohan como yo hemos venido a daros algunos consejos…


            Los chicos eran todo oídos. Sus maestros incluso improvisaron un combate entre ellos. Los dos se movían a una velocidad y con una fuerza tal que al atónito grupo le era imposible distinguirlos o verles siquiera.

-Eso sí que es un nivel increíble.- Declaró Nephrite.-
-Apenas si puedo seguirles. – Confesó Roy.-
-¡Un momento! ¿Has dicho que apenas si puedes?- Exclamó el atónito Ail, deduciendo.- Luego eres capaz de verles, aunque sea un poco.
-Sí, pero apenas nada.- Repuso su compañero restándole importancia.-
-Pues ya es más de lo que soy capaz de hacer yo.- Reconoció Zafiro, con el asentimiento del resto.-


            Y después de deleitarles con aquella exhibición sus mentores pasaron a ayudarles a depurar sus técnicas de combate, explicándoles cómo realizar ataques con sus energías para ser más eficientes.

-Sí, lo recuerdo bien. Hará tan solo un par de semanas de eso.- Comentó Diamante.-
-También los maestros Piccolo y Son Goku nos instruyeron sobre cómo realizar sus técnicas favoritas.- Convino Nephrite.-
-Ahora hemos mejorado muchísimo.- Sonrió Ail, con gesto satisfecho.-
-En todos los sentidos.- Declaró Zafiro, añadiendo.- Sobre todo, me acuerdo de esa conversación que tuvimos ante la hoguera.-
-Eso es lo que se llama formar piña, muchachos.- Asintió Roy.-


            Y fue una idea de él. El joven recordaba en la universidad, algunas de las clases a las que había asistido. Sobre todo cuando Bertie se recobró y salió del hospital. Se juró que cambiaría y sería alguien más responsable, y lo cumplió. Asistió a las clases, atendió e incluso aprendió bastante. Una de ellas, de psicología, hablaba de una técnica de terapia de grupo. Roy pensando en eso, decidió aplicársela a él y a sus amigos. Una día de hacía una semana les comentó al resto tras entrenar.

-Después de la ducha y de que cenemos algo me gustaría que nos reuniéramos en torno a un fuego.
-Suena interesante.- Dijo Nephrite añadiendo con curiosidad.- ¿Qué quieres hacer, hablar?
-Algo así, amigo.- Respondió su interlocutor.-


            Y el resto con similar intriga aceptó. Una vez llegado el momento Roy puso unos troncos y con un leve rayo de energía los prendió fuego, todos se sentaron alrededor de aquella hoguera a cierta distancia para sentir un agradable calor. Fue el artífice de la propuesta quién comenzó.

-Veréis muchachos. Llevamos ya casi seis meses juntos. Estamos a punto de terminar el entrenamiento. Nos hemos ido conociendo y he de decir que, pese a las apariencias, sois unos tipos estupendos. Hemos hablado de porqué morimos y qué deseamos lograr cuando volvamos. Pero me gustaría ser incluso más franco con vosotros. Quiero contaros cosas que solo he compartido con mis mejores amigos y con las personas que más quiero.
-Tú dirás. Aunque supongo que luego nos pedirás que hagamos lo mismo.- Creyó adivinar Diamante.-
-No es necesario. Solo debéis escuchar. Esto se basa en la confianza, y yo confío en vosotros. Si después alguien decide hacer lo mismo, perfecto. Pero es una decisión personal. No se puede obligar a nadie a que abra su corazón si no lo desea…
-Te escuchamos, amigo.- Declaró amablemente Nephrite.-


            Roy se tomó su tiempo para aclararse la garganta y pudo comenzar, algo dubitativamente.

-Casi siempre estoy diciendo tonterías o haciendo bromas. Ya lo sabéis.- Los demás se rieron ahora y él mismo sonrió para añadir, más en serio.- Desde que era niño tuve sentido del humor. Mi padre me lo inculcó, bueno, era mi padre adoptivo. Pero tanto él como mi madre siempre me hicieron sentir su hijo sin lugar a dudas. Cuidaron de mí y me alentaron a ser alguien abierto y que confiara en los demás. Luego les perdí…- Pudo decir algo emocionado, ante el atento silencio del resto.- Después supe el motivo. Me estuvieron protegiendo toda su vida. Unas personas que también velaban por mí les ayudaron en lo que pudieron. Sabían lo que moraba en mi interior y deseaban evitar que surgiera. A casi todos, les costó la vida. Pero me dieron la oportunidad de ir a la Golden y allí, supongo que el destino, hizo que primero Tommy, y luego Bertie y Connie aparecieran en mi vida…
-¿Tommy es ese amigo tuyo por el que pediste ese deseo a Sheu ron, verdad?- Inquirió Ail.-
-Si…- Admitió su interlocutor.- Es una gran persona. Como un hermano. ¡Y eso que mira que le gasté bromas pesadas cuando llegó a la universidad! - Sonrió de nuevo con nostalgia en la expresión, para agregar.- Después conocí a las chicas. Connie es dulce y maravillosa. Soy muy feliz sabiendo que ella y Tom finalmente conectaron. La pobre sufrió mucho por un desengaño del pasado.
-Sí, Rubeus.- Comentó Zafiro sentenciando.- Era un auténtico cretino. Aunque debo conceder que muy fiel a mi padre y a mí hermano. Pero solo veía en las chicas a unas subordinadas, con la única utilidad de cumplir con sus órdenes para ayudarle a medrar.
-Le sucedió como al resto de nosotros. Se corrompió dejándose cegar por la ambición.- Aseveró Diamante.-
-Bueno, el caso es que esa muchacha supo salir de eso y no habría podido encontrar a nadie mejor que a Tom.- Dijo Roy ahora para proseguir.- En mi caso, cuando Bertie entró en mi vida pude decir lo mismo. Veréis, yo… no sé cómo sería ella en vuestro mundo, pero para mí fue la mujer que necesitaba. Lo tiene todo, es hermosa, inteligente, buena chica y deseosa de salir adelante. Y también tiene carácter…cuando hace falta.
-Sí, las Ayakashi eran una de las familias más notables de nuestro mundo.- Aseveró el príncipe.-  su padre fue también un leal servidor. Ellas tuvieron una esmerada educación en la Corte y en su casa, antes de eso. En el caso de Bertierite destacaba por su inteligencia.
-Ella valoraba mucho a Ami, igual que Connie lo hacía con Rei.- Les explicó Roy.- Las estaban muy agradecidas.


            Los hermanos y el resto asintieron. Todos conocían de primera mano la forma de ser de sus antiguas enemigas. Su naturaleza generosa y llena de bondad. Su compañero entonces prosiguió.

-Yo deseo más que nada poder volver, librar al mundo de la amenaza que pende sobre él y estar con Bertie. Quiero compartir mi vida con ella y con todos mis amigos. Por eso, pienso en ellos y en que mi esfuerzo cada vez que entrenamos. Estoy mentalizado en que cada movimiento, golpe o flexión, me acerca más a esa meta…


            Los demás guardaron ahora un breve silencio tras las palabras de Roy. Parecía costar mucho ser el siguiente. Al fin, se decidió Nephrite.

-Os conté como llegué hasta aquí, pero no quién era. Fui uno de los cuatro Shitennou o generales que protegían al rey Endimión en su encarnación anterior. Pero fui poseído por el mal en la forma del demonio Metalia y junto a mis camaradas pasé a servirla. A ella y a la reina Beryl.  Fui enviado a la Tierra para robar energía y hacerme con el Cristal de Plata.
-¿Cristal de Plata?- Inquirió Roy al que le sonaba haber escuchado algo sobre esa joya.-
-Sí, la fuente de poder del Milenario de Plata y de la reina Serenity.- Le explicó Zafiro.-


            Y una vez aclarado esto, Nephrite prosiguió.

-En mis investigaciones quise descubrir la identidad secreta de la Guerrera Luna. Ella y sus amigas siempre frustraban mis planes, como habían hecho antes con mi camarada Jadeite. Por eso quise cambiar de estrategia. Decidí centrarme en una chica, Naru Osaka, que parecía estar ligada a ella. Intenté utilizarla para mis fines. Al principio solo era para mí una vulgar humana que podría emplear de señuelo. Hasta que los secuaces de otro de mis compañeros, Zoisite, creyeron que estábamos enamorados. A decir verdad, ella sí que se enamoró de mí y yo usé eso.- Se lamentó ahora agregando con pesar.- Fui un estúpido.
-¿Y qué ocurrió para que cambiases?- Quiso saber Diamante con visible interés.-
-La secuestraron y me pidieron a cambio un cristal negro que había desarrollado para localizar el Cristal de Plata. Antes de eso, esa joven se interpuso entre un ataque de la Guerrera Luna que iba a golpearme. ¡Arriesgó su vida por tratar de salvar la mía! No lo comprendí en un principio. Pero no pude dejar de darle vueltas. Solo podía preguntarme, ¿por qué?...A sabiendas de que yo era un malvado. ¿Por qué quiso salvarme?
-En efecto, eso es amor, amigo.- Asintió Roy, afirmando.- Bertie hizo lo mismo por mí. Cuando creí que estaba muerta por tratar de protegerme fue cuando reaccioné y me transformé en un súper guerrero.
-Lo mío no fue tan espectacular, pero cuando esos miserables me pidieron el cristal oscuro a cambio de liberarla fui a por ellos. Me resistía a pensar que fuese por salvarla. Me decía a mí mismo que no me importaba nada de lo que pudiera pasarla. Que simplemente les iba a dar una lección por atreverse a desafiarme. Sin embargo, la rescaté y no maté a ninguno de ellos. Era como si no desease que ella asistiera a esa brutalidad. La lleve en brazos  y la saqué de allí. Pero me hirieron. Recuerdo que me llevó a un parque y allí se arrancó parte de su propio pijama para vendarme la herida. Hablamos y entonces me di cuenta. Su bondad, su inocencia y su alegría me hicieron sentirme humano por primera vez en muchísimo tiempo…- Pudo decir con visible emoción.-


            Los demás le miraron con simpatía animándole a proseguir. Nephrite pudo rehacerse lo suficiente como para rematar.

-Incluso esa tontería del postre de chocolate. Me preguntó si me gustaba y le dije que sí. ¡En mi vida lo había probado! Ella se dio cuenta de que mentía. Y es que ni yo mismo podía evitarlo. En mi mundo oscuro todos lo hacían. Nadie era honesto o bondadoso. Y si daba muestras de algo similar era tachado de débil y de presa fácil. Pero con Naru aquello no era así. Llegó a darse cuenta y a decir que mentía, pero por amabilidad y con elegancia. Pese a todo quería que los dos fuéramos a tomar uno. Yo acepté y por vez primera dije la verdad.
-Amigo. El ser sinceros con nosotros mismos siempre es el primer paso.- Aseveró Ail.- También yo lo descubrí.
-Tienes razón.- Repuso su interlocutor, prosiguiendo.- Pero cuando me preguntó si en mi mundo teníamos vacaciones. Fue casi como con el chiste de Pinocho.- Rio ahora y todos le secundaron.- Bueno.- Continuó una vez extinguidas las risas.- ¡Me hizo reír! Fue cuando paradójicamente más vivo y más feliz me sentí. Desgraciadamente ese mal nacido de Zoisite y sus secuaces se aprovecharon de eso para atacarnos a traición. Pude proteger a Naru, pero me costó la vida. Sin embargo fui afortunado, ella me salvó en todos los sentidos. Solo lamenté el perderla al morir. Ahora tengo la esperanza de poder volver junto a ella.


            Todos asintieron si bien Ail tornó su gesto en una expresión algo grave. No obstante enseguida sonrió declarando.

-Conozco a esa chica. Iba al instituto donde Annie y yo estábamos cuando nos infiltramos como humanos. Estaba en la clase de mi pareja. Bueno, allí  Ann se hacía pasar por mi hermana. Cuando regresábamos a la base que teníamos en un apartamento hablábamos. Alguna vez de Naru. Mi pareja siempre me dijo que era una muchacha muy simpática y agradable. Muy buena chica.


            Nephrite sonrió asintiendo. Ahora fue precisamente el alien quién se animó a proseguir al hilo de lo dicho anteriormente.

-Lo cierto es que llegamos a la Tierra tras vagar por el Universo. Éramos los últimos supervivientes de nuestra especie. Nacimos del Makaiyu, al que llamamos después el árbol de la maldad. Al estar solos creíamos que el resto de las criaturas eran o enemigos o fuente de energía para alimentarnos.  Al poco de llegar al planeta nuestro árbol comenzó a marchitarse. Tratamos de brindarle energía robada a los humanos. Sin embargo eso le reportaba una mejoría pasajera. Durante ese tiempo, como ya os dije, nos hicimos pasar por chicos corrientes, dos hermanos. Conocimos a Usagi, Mamoru y sus amigos. Quizás fuera por nuestra vida tan solitaria con la única compañía del otro, pero el caso es que, tanto Annie como yo nos sentimos atraídos respectivamente por Mamoru y Usagi. Es difícil de explicar, llegamos a enamorarnos o a pensar que lo estábamos. Aunque ellos no nos correspondieron. Se querían mucho.
-¿Y qué sucedió? - Quiso saber Zafiro.-
-Que no comprendimos. Pensábamos que nuestro árbol moría por falta de energía y todo era a consecuencia de que carecía de amor. Nuestros sentimientos eran egoístas. Amábamos sí. Pero solo pensando en nuestro propio interés y en nuestros deseos. Cuando, en un momento dado, vi la expresión de crueldad, odio y rabia en los ojos de Annie al verse despechada, me horroricé y al final lo entendí. No podíamos obtener el corazón de nadie por la fuerza.
-Una valiosa lección. Me di cuenta de lo mismo.- Sentenció Diamante con pesar.-
-Annie se dio cuenta también cuando el propio árbol se cansó de nuestro inicuo proceder. El Makaiju me atacó con una de sus ramas y ella se interpuso para salvarme. Murió…-Pudo decir con los ojos llenos de lágrimas.-
-Pero, entonces. ¿Cómo es que luego estaba contigo?- Inquirió Roy, tan sorprendido como el resto.-
-El árbol lo hizo adrede. Él nos dio la vida y podía tanto quitárnosla como devolvérnosla. Nos explicó que, en tiempos remotos él había nacido en un bello mundo lleno de flores y plantas pero que por causas que ni recordaba acabó vagando por el espacio. Para no sentirse solo creó a nuestra especie. Al principio los nuestros eran ingenuos y bondadosos. Desgraciadamente, poco a poco, la envidia y el rencor anidaron en ellos. Se autodestruyeron y solo quedamos Annie y yo.  Los dos solos sobrevivimos a duras penas perdiendo la confianza y el respeto hacia los demás. Solo nos queríamos a nosotros mismos. Por eso, el Makaiju se aseguró de que comprendiéramos el significado del amor altruista. Ya sabéis, pensar más en el bienestar de la persona amada que en el propio. Fue cuando revivió a Annie utilizando la energía que le quedaba. Después la Guerrera Luna lo purificó con su Cristal de Plata, dejándolo listo para volver a germinar en forma de un pequeño tallo que llevamos con nosotros.
-Todo terminó bien.-Afirmó Nephrite.-
-Hasta que llegamos a ese nuevo planeta. Veréis amigos, estábamos llenos de ilusión. Por el camino Annie y yo descubrimos el amor al estilo humano, y fruto de él nació nuestro hijo Giaal. Queríamos educarle y cuidarle formando una familia. Plantamos el árbol allí. Él nos había sugerido que debíamos tener nuestros propios hijos como los terrícolas para poder valorar plenamente lo que era amar a alguien que te necesita por entero. Ese el tipo de amor más generoso y entregado. El de unos padres por sus hijos. Pero llegaron esos extraños y el resto, ya lo sabéis.
- Te sacrificaste para proteger a tu esposa y a tu hijo. Es una triste y bonita historia.- Valoró Roy.- Desde luego que aprendiste esa lección. Ahora amigo, de todos depende que tenga un epílogo feliz…
-Por eso, sabiendo que Annie y Giaal están a salvo ahora en la Tierra lucharé con todas mis fuerzas por ellos y por el resto de las personas que viven en ella.- Concluyó el alien.-


            Ahora fue el turno de Zafiro. El joven, que se había dejado una apreciable barba, sonrió comenzando…

-Es difícil. Más de lo que creía…
-Adelante compañero.- Le animó Roy.-
-En mi caso siempre tuve por modelo a mi padre y a mi hermano.- Sonrió algo azorado.-


            Diamante sonrió a su vez, pero orgulloso de que Zafiro fuera capaz de decir aquello delante de él. Su hermano continuó.

-También quería muchísimo a mi madre, siempre fue una mujer maravillosa… Quise ser digno de la familia y me gustaba mucho la ingeniería. Cuando era crío Diamante era todo lo que yo quería ser. Y no lo digo porque fueras el heredero.- Se apresuró a  aclarar dirigiéndose a éste.-
-Lo sé, hermano.- Sonrió levemente el aludido.-


            El narrador entonces prosiguió su relato. Ahora con tinte más consternado.

-Todo cambió cuando ese ente llamado hombre Sabio llegó. Comenzó lentamente a envenenarnos y a fomentar nuestros defectos y ambiciones. Me di cuenta demasiado tarde de ello. Perdimos a nuestros padres por su culpa y nos engañó llevándonos a una absurda venganza contra la Tierra.- Se lamentó añadiendo sin embargo con mejor ánimo.-  Pero cuando todo parecía perdido y tuve que huir malherido fue cuando curiosamente comprendí que había ganado algo muy valioso.
-Fue cuando viste a Petz.- Aventuró Roy.-
-Sí, cuando ella y sus hermanas me recogieron y cuidaron. Ellas se habían separado de nosotros y las creímos unas traidoras. Incluso llegó a suplicarme piedad para las demás. No para ella misma.  Ahora que me doy cuenta todavía valoro más lo que hicieron. Creyendo que podría venir a castigarlas ¡Y me habían rescatado y curado las heridas! Petz me metió en su dormitorio y me trajo comida. Yo sentí curiosidad y entonces me lo contó todo. Pude sentir que me confirmaba lo que yo mismo había averiguado cuando escuche a ese maldito invocar a su verdadero amo. El Fantasma de la Muerte.
-Ese es el cabrón que acabó con vosotros, ¿no es así?- Intervino Roy.-
-Sí, así es- escupió Diamante cruzando los brazos con visible rabia.- Solo quisiera tener la oportunidad de ponerle la mano encima otra vez…


            Pero Zafiro prosiguió ahora con una media sonrisa para rememorar…

-Petz demostró estar muy cambiada. Recuerdo que al principio era una chica laboriosa, callada y que apreciaba mucho a mi madre. Incluso tímida. Luego, por culpa de ese malvado, le pasó como al resto. Se corrompió por el deseo de poder y la ambición. Cuando partió al pasado para cumplir con su misión ya era seca, arrogante y severa. Solo ansiando triunfar y ascender. Pero tras ser sanada por la Guerrera Luna había vuelto a ser la que fue cuando la conocí. Al final pude entender lo que sentía por mí cuando trató de detenerme. En ese último intento que hice por avisarte, hermano.
-¡Ojalá lo hubiese logrado! Debiste quedarte con ella. - Suspiró Diamante afirmando.- Me siento culpable por eso. Pienso que ahora podrías ser feliz a su lado. Si te hubiese escuchado antes…
-No, esto es lo que debía ocurrir. Y me permitió darme cuenta a mí también de que la quería. Por primera vez en mucho tiempo, sentí una gran calidez. De hecho me gustaba en Némesis, cuando ella era así. Pero no me atreví a tratar de acercarme. No estaba seguro de si ella sentía lo mismo. Después ya fue tarde…-Remachó resignadamente.-
-Pero ahora. En cuanto triunfemos, porque lo haremos. Podrás ir a ella y decirle lo que sientes.- Le animó Ail.-
-No deseo otra cosa. Por eso me he jurado que, hasta que no logre reunirme con ella no me afeitaré esta barba.- Sentenció el aludido.-
-¡Esperemos no tardar mucho más o te la pisarás! - Rio Roy.-


            Y los demás, incluido el blanco de la broma, rieron con él…Tardaron bastante esta vez en extinguirse las risas. Y finalmente, tras un breve silencio, fue Diamante quién se adelantó.

-Ahora me toca a mí.- Declaró.- Y mi hermano tiene razón. No es nada fácil. Nunca lo ha sido para mí reconocer que estaba totalmente equivocado.- Añadió con pesar en su tono.- Siempre he sido muy orgulloso. Soberbio incluso. Y eso hizo que arrastrase a todos mis súbditos a la ruina…


            Zafiro quiso decir algo para rebatir aquello, sin embargo Roy posó una mano sobre el hombro derecho del chico para que no lo hiciera. Éste comprendió. Su hermano debía sacar todo eso fuera…Así Diamante prosiguió.

-No pasa ni un solo instante sin que deje de lamentarlo. Y lo que es peor. Y coincido con Ail. Traté de robarle el corazón a Serenity por la fuerza. Intenté incluso abusar de ella, bueno, de la Guerrera Luna, cuando la capturé en mi palacio.


            Todos se quedaron boquiabiertos. Pero no dijeron nada. El príncipe prosiguió.

-Afortunadamente alguien me lo impidió…No sé quién sería pero ojalá pudiera darle las gracias.
-Yo sé quién fue.-  Afirmó Zafiro interviniendo esta vez.-
-¿Fuiste tú?- Se asombró Diamante.-
-No hermano. Fue ella. Esmeralda…
-¿Esmeralda?- Repitió su interlocutor con mayor sorpresa todavía.- Pero, ¿cómo? ¡Claro!, esa energía oscura que me cegó.- Musitó atónito.-
-Ella te amaba. Te quiso siempre. Y aunque corrompido, su amor todavía era lo bastante fuerte como para no quererte ver en brazos de otra mujer.- Le comentó Zafiro confesando a su vez.- Yo le dije que también odiaba a la Guerrera Luna, porque pensaba entonces que, por culpa de tu obsesión hacia ella, nuestros planes se habían malogrado. De haberla matado en el pasado habríamos triunfado de inmediato. Sin embargo, Esmeralda estaba celosa de tu amor hacia la reina Serenity.
-Comprendo.- Musitó su contertulio bajando la mirada.- Era una muchacha alegre y tímida cuando llegó a la corte. Mamá la quería como a una hija y ella adoraba a nuestra madre. Yo fui lo bastante estúpido como para no llegar a darme cuenta.  Mamá siempre me hablaba muy bien de Esmeralda. Ella sí que lo sabía. Incluso me regaló las semillas de mis flores favoritas. Antes de mi viaje a la Tierra.- Remató con voz queda.- Luego todo cambió.
-Cuando triunfemos podrás darle las gracias y enmendar aquello.- Quiso animarle Roy.- Nunca es tarde. Seguro que te sigue queriendo.


            No obstante su compañero movió la cabeza con tristeza en la mirada y repuso.

-Por desgracia para mí eso es imposible. Ella murió. –Suspiró tratando de continuar, en tanto confesaba.- Vosotros me dais envidia amigos. Vuestras chicas están ahí, aguardándoos. Pero yo solo podré lamentar mi ceguera. Y no la que me apartó de la Serenity del pasado. Fui un canalla entonces. Un fatuo totalmente lleno de mí mismo. Y por supuesto empeñado únicamente en cumplir con mi ridícula venganza. Tan estúpida como injusta.
-No seas tan duro contigo hermano. Por favor.- Le pidió Zafiro sintiendo lástima por él.-


            Ahora su interlocutor le sonrió débilmente posando una mano sobre la barba de su contertulio y diciendo con consternación.

-Siempre fuiste la voz de la razón. Nunca te tomé lo suficientemente en serio. Me creía infalible y cargado de verdad en todo lo que hacía. Y ya ves… a dónde nos he conducido.
-Escucha hermano.- Le respondió su interlocutor con tono firme y decidido ahora.- Puede que quizás esto no haga regresar a Esmeralda. Ni a nadie de nuestra familia. Pero podrás compensar con creces todos tus errores. Por lo que dijiste una vez, te sacrificaste por salvar a la Guerrera Luna. Ahora volverás con nosotros y salvaremos la misma Tierra que un día quisimos destruir. El hogar de nuestros antepasados.
-Si.- Convino Diamante.- Y yo me he dejado esta perilla como símbolo de una madurez que he tardado en alcanzar. Tanto que no pude salvar a los nuestros. Que imbécil fui…Por dejarme engañar. ¡Qué imbécil!- Sollozó  de pronto tapándose los ojos con una mano, tratando de detener las lágrimas sin lograrlo.-


            Los demás le brindaron miradas de apoyo y tristeza. En esta ocasión fue Nephrite quien le puso una mano sobre el hombro para tratar de alentarle.

-Todos lo fuimos. Cada uno de una forma. No te castigues más, amigo.
-Te comprendemos muy bien.- Añadió Ail.-
-Somos un equipo, somos compañeros.- Intervino asimismo Roy.- Y nos hemos ganado la redención.
-Aun no.- Pudo decir el príncipe ya recobrado.- Todavía tenemos que patearles el culo a esos desgraciados…


            Eso hizo sonreír a Roy quién no tardó en replicar.

-Así me gusta. Ya empiezas a hablar como una persona normal. Y no como un principito estirado.


            Diamante le miró y sonrió sintiéndose agradecido. Lo mismo hizo después  hacia el resto de sus amigos. No tardó en extender su brazo con la palma de la mano abierta y hacia abajo. Enseguida Roy puso la suya encima, y después lo hicieron Nephrite, Ail y Zafiro.

-Sea lo que sea lo que nos deba suceder, pase lo que pase. Siempre unidos.- Sentenció el alien.-
-Y si alguno no lograse sobrevivir el resto continuará y realizará sus sueños y los de los camaradas caídos. – Añadió Zafiro.-
-Así sea.- Convino su hermano.-
-Mantened la fe. ¡Ya lo sabéis!- Les recordó Roy aportando algo de desenfado a ese emotivo momento.- ¡Vamos a vencer! Unbend, unbreakable, unbroken, o como el cabo Jones decía, los elegidos, los orgullosos, los capullos.
-No lo dudes compañero.- Repuso Nephrite con una sonrisa y el asentimiento de todos.-


            Aquella velada fue realmente inolvidable para todos, reforzó aún más su determinación. Los siguientes días entrenaron incluso de manera más intensa. Roy peleaba contra todos y ya tenía que convertirse en súper guerrero para poder frenarles. Sus mentores estaban orgullosos de sus progresos. Finalmente las puertas del cuarto se abrieron permitiéndoles salir. Allí fuera les aguardaban Goku, Piccolo y el mago Landar y éste último fue quién sentenció con solemnidad.

- Ha llegado el momento. La hora de la batalla final.
- Antes de nada, tomad. Esto os ayudará en el combate. - Intervino Goku ofreciéndoles unos nuevos trajes de cota de malla azul oscura con unos petos blancos. Cada uno estaba adornado con los símbolos que ellos tenían en sus otras vidas. Además entregó una bolsita con alubias mágicas a cada luchador. Todos se pusieron esos atuendos y comieron una de esas judías para recobrar plenamente sus fuerzas.
- Muchas gracias,- le dijo Zafiro con una sonrisa y los otros asintieron también reconocidos. -


            El mago llamó su atención y la del resto que escucharon atentos sus últimas indicaciones.

- Los sectarios han creado todo el caos que les ha sido posible, afortunadamente gracias a las intervenciones de las justicieras y su valerosa oposición no han conseguido hacerlo como querían. Las guerreras han partido ya para reforzarlas. La temida hora de la invocación de todos los demonios ha llegado. Las piedras Yalmutud están listas para abrir un pasillo entre la dimensión del Infierno y la terrestre. Vuestra misión, ya lo sabéis, es derrotar a la avanzada del averno y lograr cerrar ese pasillo para evitar la llegada de su maestro. ¿Alguna pregunta?


            Silencio sepulcral, todo estaba dicho y comprendido. Sólo quedaba vencer o morir se decían los cinco como una sola mente.

-¡Buena suerte amigos!,- les deseó Goku levantando el puño. - ¡Sé que podréis conseguirlo! Estoy seguro.


            Los muchachos gritaron  al unísono.

-¡Por el futuro del mundo venceremos!


            Roy miró afectuosamente a Goku y le estrechó la mano muy reconocido. Sobre todo en alusión a una técnica secreta que éste le había  desvelado en las pocas veces que le visitase en el Rincón. En tan poco tiempo era difícil de aprender y sólo él demostró tener la suficiente preparación para ello.

- Muchas gracias por todo lo que me has enseñado, amigo. Nunca te lo podré pagar.- Afirmó el chico con una profunda mirada de respeto. -
- Ha sido un placer, ahora. ¡Dales una buena zurra de mi parte!,- sonrió Goku guiñando un ojo y agitando su brazo con el puño cerrado para lamentarse con teatralidad. - ¡Cómo te envidio por poder ir allí abajo!
-¡Dadles una buena lección! - Arengó Piccolo al resto que asintió con vivo deseo de cumplir esa consigna.-
- Es la hora - avisó Landar -, debéis partir ya. Yo os enviaré a la Tierra, apareceréis entre las nubes, así que cuando os sintáis libres, volad.
- Bien - asintió Nephrite -.
-¿Preparados? - Inquirió Roy al grupo. -


            Por toda respuesta los chicos fueron emitiendo sus poderosas auras de energía uno a uno y por fin, Roy rubricó aquello convirtiéndose en súper guerrero. Entonces todos se desvanecieron por el conjuro de transporte del mago. Reaparecieron sobre el cielo de la región cercana a la ciudad volando en formación. Listos para la lucha, decididos a cumplir con su misión y recuperar sus vidas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)