Tracer
estaba contento de haber podido regresar a casa. Allí, tumbado en el sofá junto
con Sharon, disfrutaban ambos de una velada tranquila. Con dos copas de vino a
medio terminar. Y sin embargo él estaba ausente.
-Cariño.- Le susurró ella.- ¿Fue todo
bien?
-Sí, ningún problema.- Afirmó el
chico.-Todo fue estupendamente. Y me lo han pagado muy bien.- Añadió tratando
de sonreír.- Era un porte muy valioso.
-¿Si? ¿Qué era?- quiso saber la joven.-
-Era un secreto muy bien guardado, pero
juraría que eran joyas.- Repuso él.-
Su
novia asintió en tanto le daba un ligero beso en los labios y se levantaba.
Rick por su parte extinguió esa sonrisa que había forzado para ella. Su mente
seguía en otros asuntos. A pesar de todas los interesantes eventos que había
vivido en los últimos meses, y de la compañía de aquel viaje.
-Unas mujeres realmente notables, todas
ellas. Y muy hermosas. Pero yo sigo pensando únicamente en ella.- Se admitió
con tristeza.-
Y es que, pese a
todo, su mente no retrocedía a los últimos días, sino mucho más tiempo atrás. Recordaba
aquella conversación con Mazoui, cuando estuvo en la Tierra y también con el
primo de éste, un tal Lance, el hermano de Alan, a la sombra del Capitolio en
Washington. Se reunieron al poco de que el padre de Rick se marchase. Sus dos interlocutores
le confiaron que estaban metidos en algo realmente serio. Y lo que fue todavía
más importante, le ofrecieron la posibilidad de ayudar…
-Verás.- Recordó aquellas palabras de
Mazoui.- Las cosas están muy complicadas. Ahora me dedico a dirigir parte de
las empresas Masters. Mi suegro me ha confiado la división interplanetaria.
Sobre todo Bios y Nature. Por eso he trabado muchos contactos con el ejército,
gobiernos y los servicios de inteligencia. Tanto de aquí, como de allí.
-Vaya, eso es muy interesante.- Afirmó
él.-
No
le vendría mal la ayuda de su amigo y antiguo camarada de armas, para poder
emprender el negocio que estaba planeando. Aunque enseguida salió de esas
cavilaciones cuando Lance comentó.
-Y muy peligroso también. Hay muchas
cosas que podrían poner en gran riesgo no solamente los negocios de la Masters,
sino la seguridad de todos los planetas aliados.
-¿Qué quieres decir? ¿Te refieres a los
Arcoily?- Creyó comprender Tracer.-
-Sí, pero no se trata únicamente de ellos.-
Le respondió Mazoui para explicarle.- Sabes que, desde el día de la Salvación,
la gente de la Tierra supo que no estaba sola en el Universo. Y aprendió que,
además de amigos, había enemigos más allá de nuestro sistema solar. Algunos son
realmente poderosos y terribles.
-Sí, tuve una buena muestra en los dos
viajes que hice.- Admitió Rick.-
-Pues los hay muchísimo peores.- Le
comentó Mazoui afirmando con inquietud.- Al menos los Arcoily dan la cara. Ese
tirano de Gralas, con el que el embajador Derail acabó, era un monstruo. Pero estaba demasiado centrado en sus propias
ambiciones. Sin embargo, cosas peores están ahí, aguardando que bajemos la
guardia.
-¿Y qué se puede hacer entonces?- Quiso
saber un ahora preocupado Tracer.-
No
se podía llegar a imaginar nada peor. O quizás sí, aquel extraño fenómeno que
les sorprendió justo antes de llegar a Nature. Aunque decidió no preguntar sobre
eso de momento y escuchar atentamente a sus interlocutores, cuando Lance le
contestó, desvelándole.
-Nada más que lo que estamos haciendo,
mantenernos vigilantes, verás. Yo pertenezco a un servicio de inteligencia muy
especial. Procuro ayudar a los Soberanos de la Tierra y a sus aliados para
mantener seguros a todos los habitantes de sus respectivos mundos. Tengo que
viajar mucho y eso me ha exigido hacer renuncias muy importantes. Como a
cualquiera que pertenezca a mi grupo.
-El caso es.- Añadió Mazoui.- Que por mi
parte no es que esté metido en ese equipo, pero colaboro con mi primo siempre
que puedo.
Rick
asentía en tanto les escuchaba hablar. Su interés fue en aumento cuando Mazoui
agregó.
-Y no solo debemos cuidarnos de amenazas
de más allá del sistema solar. También existen muchos peligros dentro de
nuestros planetas. Personas que, a sabiendas o no, colaboran con el plan de
dividirnos y quebrar la paz y la armonía. Hay mentes muy perversas,
calculadoras y, lo que es peor, inteligentes, que siguen conspirando incansablemente
para dañarnos.
-Lo difícil es sacarles a la luz o
descubrir sus planes antes de que los lleven a cabo.- Añadió Lance.-
-Bueno, con tipos como vosotros lo van a
tener muy complicado.- Aseguró Tracer.-
Sus
amigos sonrieron, aunque enseguida tornaron a una expresión más seria y Lance
le dijo.
-También tú eres un tipo realmente listo
y hábil. Buen militar y amigo leal. Mazoui y mi otro primo Leval me han hablado
muy bien de ti.
-¿Me estás pidiendo que me haga espía?-
Sonrió Rick que no acababa de creerse eso del todo.-
-No, un espía no.- Le matizó su
interlocutor agregando.- Pero un agente de enlace sí. Nos haría mucha falta
alguien que supiera volar, conociera las rutas entre Nature y Kinmoku y
mantuviera buenas relaciones con el ejército. Aunque sin pertenecer a él.
-Pues eso no es un problema porque os
recuerdo que ya no soy oficial en activo.- Comentó Rick que les contó cómo
había dejado el ejército, para remachar, a modo de consuelo.- Por lo menos, me
despedí en muy buenos términos con el comandante Enset.
Mazoui
y Lance se miraron como si hubieran confirmado algo que hablasen previamente.
Su amigo de la SSP-1 le comentó.
-En mi caso, pese a dejar de ser “oficialmente”
militar, mantengo una graduación y algunos permisos especiales. Si aceptaras
nuestra propuesta estarías en mí mismo caso. Para todo el mundo quedarías fuera
del ejército como estás ahora. Sin embargo, tendrías ventajas que no podrías
disfrutar ni tan siquiera siendo un oficial regular…
-Ya comprendo, no me fiscalizarían ni
tendría que responder ante un superior directo.- Repuso el joven.-
-Tendrías superiores. Eso no iba a
cambiar. - Le corrigió Lance.- Y ellos te darían instrucciones. Aunque tu
margen de actuación y libertad serían muchísimo mayores que en misiones
convencionales de escuadrilla.
Rick
sopesó aquello, si podía hacer un servicio a la humanidad y a sus aliados
estaría dispuesto. Aunque entonces, llegó el jarro de agua fría.
-Solo una cosa más.- Le advirtió
Mazoui.- Y tienes que pensártelo muy bien. A fin de cuentas es tu vida.
-¿De qué se trata?- Quiso saber él.-
-Deberás tener cuidado con quien te
juntas.- Intervino Lance.-
-Sí, ¡eso me lo llevan diciendo mis padres
desde que tenía cuatro años! - Rio considerando aquello una advertencia
superflua.-
Estaba
claro que debería ser precavido. De todos modos ya era mayorcito para saber en
quién podría o no confiar. Aunque, para su sorpresa, sus interlocutores no iban
por ahí. Enseguida le aclararon, siendo Lance el que tomó la palabra una vez
más.
-No nos referimos a los posibles
enemigos. Sino a las personas a las que quieres. Por tu propio bien y el suyo,
deberías apartarte de su lado.
-¿Me estás queriendo decir que me aparte
de mi novia y de mis padres?- Exclamó Rick.- Bueno.- Alegó con algo de cargo de
conciencia.- De mis padres llevo años a mucha distancia. Eso no sería problema.
-Sobre todo, deberías apartarte de
Penélope.- Terció un cariacontecido Mazoui.- Y créeme. Es algo que, en tu
lugar, yo no estaría dispuesto a hacer.
Al menos si me pidieran que dejase a Satory y a mis hijas. Salvo si no hubiera
más remedio. Es un sacrificio realmente grande, amigo mío. Por eso te he dicho
que lo debes meditar.
-Sin embargo, pese a todo debo
pedírtelo.- Añadió Lance.- Tiempos muy oscuros se avecinan. La seguridad de
millones de inocentes podría estar muy amenazada. Precisamos de personas como
tú. Te aseguro que he estado buscando a muchos candidatos. Tengo algunos en la
Tierra, otros en Bios y otros más en los restantes mundos, trabajando sin cesar
por mantener la paz y el bienestar de todos los que pueblan esos planetas. Y
sobre todo, intentando que el futuro siga siendo algo hermoso a desear, no una
pesadilla. Y para ello, los que decidan dar un paso al frente, tendrán que
hacer grandes renuncias. Todo por el bien del resto de la humanidad y de otras
especies inteligentes del universo.
Aquellas
palabras llegaron a asustar a Tracer.
Ese tipo hablaba con mucha seriedad, y lo que era peor, con un aparente
conocimiento de causa que él no comprendía. Le interrogó con la mirada y el
hermano de Alan se limitó a replicar no sin pesar.
-He debido alejarme de mi propia familia
y vivir solo. Desde hace mucho sé que es lo que debo hacer. No puedo darte
detalles, no obstante, hay un equilibrio muy precario que amenaza con romperse.
Hay fuerzas malignas o peores aun, que tratan de destruirlo todo y se valdrán
de cualquier posibilidad que tengan para ello. Por muchos que seamos a la hora
de intentar oponernos a sus malévolos planes no somos bastantes, pues ellos
también reclutan a sus propios agentes. Tanto si estos lo saben cómo si no,
sirven a sus oscuros designios.
-No entiendo nada.- Pudo decir Tracer
con visible estupor.-
-Es mejor así.- Sentenció Mazoui
confesando.- Ni yo mismo estoy al corriente de muchas de las cosas que mi primo
Lance sabe. Y te aseguro que no deseo estarlo.
-Cuanto menos sepas en concreto será
mucho mejor para ti.- Declaró el aludido quién, dejándole perplejo, le contó.-
Y ya verás cómo el mismo destino te dará una oportunidad de llevar a cabo el
sacrificio que más podría dolerte.
-¿De qué hablas?- Quiso saber Rick.-
-Debes dejar a Penélope, como ya te
hemos dicho, es por tu bien, pero sobre todo por el suyo. – Le recordó Mazoui.-
-Si estuviera a tu lado las fuerzas que
combatimos podrían hacer de ella una víctima colateral.- Le explicó Lance,
sentenciando con pesar.- Créeme, he visto casos parecidos.
-Mi propia madre fue uno de ellos.-
Suspiró un consternado Mazoui ahora.- Y todo para que yo pudiera estar aquí. Tú
sabes como soy…eso no hubiera sido posible de no haber existido situaciones
realmente trágicas y terribles sufrimientos para muchas personas. Y casi perdí
a mi mujer. Únicamente un milagro me la devolvió. – Suspiró sentenciando.- Solo te pedimos que evites que Penélope quede
expuesta. ¡Si deseas que esté a salvo, aléjala!
-Sí.- Añadió Lance.- Tú te expondrás
ante situaciones y hechos muy complicados. Lo mejor que puedes hacer por ella
si de verdad la amas, y sé que lo haces, es apartarla. Que tenga una vida tranquila,
con poca repercusión.
Tras
unos instantes en los que nadie habló, el joven suspiró entre resignado y
dolido, para al fin declarar.
-Entonces, debo tirar por la borda mi
amor, mi felicidad y nuestra relación… ¿Vosotros tenéis la más mínima idea de
lo que me estáis pidiendo?- Inquirió el incrédulo muchacho no sin malestar.-
-Más de lo que te imaginas. Y cree que
es la única manera.- Respondió Lance afirmando con tristeza.- Sé que, en un
futuro cercano, yo mismo deberé someterme a situaciones similares, renunciar,
perder el amor de gente a la que quiero. Sin embargo, es mejor eso que
perderles a ellos para siempre.
- ¿Y si lo hago? ¿Estaría ella a salvo?
¿Podríais garantizarme eso?- Quiso saber con tono entre incrédulo y
angustiado.-
-El destino es caprichoso.- Repuso su
interlocutor, afirmando no obstante.- Pero podría decirte que su vida sería
mucho más tranquila y discreta. Poco sabría cualquier enemigo de ella. Dejaría
de ser una referencia, llamémoslo así…tu sacrifico merecería la pena si eres capaz
de llevarlo a cabo y mantenerlo.
Meditando
sobre eso, ahora retornaba al momento presente. Sharon estaba en la cocina
preguntándole en voz alta y animada.
-¿Quieres un zumo? No soy muy buena
preparando más cosas.
Tracer
no respondió enseguida, pensaba en Penélope ahora. En como tuvo que renunciar a
ella. Y es que, al poco tiempo, lo que Lance le dijera se cumplió. Ella se
había enamorado de aquel científico y él realmente se enfadó. Aunque una vez
asumido decidió emplear eso justo como le habían aconsejado. Al golpear a ese
individuo con tanta saña logró que Penélope se apartase de él. Al menos ella
era ahora feliz con su esposo y su familia. Tal y como le aseguraron, al margen
de esas peligrosas situaciones.
-¿Me has oído?- Insistió la chica.- ¿De
naranja o de melocotón?
-De melocotón, gracias.- Contestó él al
fin.-
La vio llegar sonriente, con una
bandeja y dos vasos de zumo de melocotón. Esa muchacha era una buena chica,
guapa e incluso adorable. Casi la observaba de forma paternal pese a ser ella
mayor que él. Aunque Rick no sentía lo mismo que sintió por Pennie. Sin embargo, necesitaba estar con alguien. No
podía soportar vivir solo tanto tiempo, ya no. La necesidad de tener a su lado
a una mujer con quien compartir su tiempo e intimidad le era insoslayable. A
veces incluso se odiaba a sí mismo. Quizás estuviera poniendo en peligro a esa
pobre mujer que le miraba entusiasmada, ajena completamente a esas
tribulaciones que cruzaban por su mente.
-Muchas gracias.- Sonrió él tomando su
vaso.-
- Espero que puedas quedarte por unos
días. Te he echado de menos.- Le confesó ella.-
-Lo procuraré. Tengo ganas de pasar una
temporada tranquila, lejos del mundanal ruido.- Suspiró el chico.-
Y
puso su teléfono haciendo sonar algo de música. Una canción hermosa aunque
triste al tiempo que le recordaba a su propia situación.
El mundo arde en llamas…
y nadie puede salvarme solo tú....
y nadie puede salvarme solo tú....
Cosas extrañas son las que el deseo
nos hace hacer a la gente tonta...
nunca hubiera soñado necesitar a alguien como tú ...
y nunca soñé necesitar a alguien como tú ...
no ... no quiero enamorarme..
(Este mundo siempre te romperá el corazón)
no... No quiero enamorarme...
(Este mundo siempre te romperá el corazón)
de ti...
Abrazó
a Sharon sentándose con ella en el sofá, aunque mirando al vacío…pensando
en otra persona…
Que juego más perverso hay que jugar...
para hacerme sentir así
para hacerme sentir así
algo perverso que hacer
para hacerme soñar contigo
para hacerme soñar contigo
algo perverso que decir
"nunca te sentirás así"
algo perverso que haces
para hacerme soñar contigo
no, no me voy a enamorar
(este mundo siempre te romperá el corazón)
no, no me voy a enamorar
(este mundo siempre te romperá el corazón)
...de ti
el mundo ardía en llamas,
nadie podía salvarme excepto tú....
son extrañas las tonterías que el deseo
nos hace hacer a la gente tonta...
no, nunca hubiera soñado que amaría a alguien como tú
Tracer se abrazó a ella en tanto la chica
se ponía algo colorada. Al fin, Sharon valoró algo con gesto pensativo.
-Es una canción muy bonita y romántica, pero triste y sin mucha esperanza.
El chico asintió…
-Sí que lo es.- Concedió él con voz queda.- Lo es…
Nunca soñaré que pierdo a alguien como tú...
no... Ahora quiero enamorarme
(este mundo siempre te romperá el corazón)
ahora quiero perderme en la lujuria
(este mundo siempre te romperá el corazón)
...contigo
Nooooo aaaaaaahh
Nadie ama a nadie
(Wicked Game Chris Isaak, crédito al autor)
Y
allí permanecieron un rato tras el final de la canción, abrazados en ese sofá,
con Sharon realmente enamorada y Rick suspirando por el recuerdo de la persona
a la que todavía amaba y que sabía ya perdida para él.
-Es mejor así...- Se
decía en un vano intento por consolarse.- Así tiene que ser…
En el planeta Bios, entre tanto, Erika estaba concluyendo
su turno. Ahora era feliz. Su alma estaba en paz. Y lo mejor de todo era que
estaba convencida que la de su hermana también. Su trabajo además la motivaba.
Desde que estuvo en aquel hospital infantil y vio sufrir a aquellos pobres
críos, decidió consagrarse a ayudar a todos aquellos enfermos que pudiera.
-El
odio y la venganza no conducían a nada. Ahora lo veo.- Se dijo no sin
arrepentimiento.- Es muchísimo mejor centrarse en ayudar a los demás. Mi
hermana lo sabía bien, por eso quiso que yo estudiase…y yo solo lo hice para
poder vengarme…perdóname Gloria.
Empero, tal y como le dijera el doctor
Ginga aquella vez, podía elegir. Y aunque tardó en darse cuenta, ahora lo veía
claro. Esos estudios motivados al principio por una cruda y estéril venganza,
le brindaban la posibilidad de socorrer y mejorar las vidas de muchísimas
personas.
-Sobre
todo la de los niños. – Se decía llena de satisfacción.-
Y es que antes, apenas sí sonreía o
empatizaba con los pacientes. Ellos eran un medio para su plan de venganza
contra Maggie, no el fin en si mismos. Eso había cambiado radicalmente. Ser
capaz de sonreír a los que necesitaban de ánimo y apoyo, y poder ofrecer
esperanza era realmente maravilloso. Por supuesto que vivió momentos muy duros
y terribles cuando perdía a alguno de ellos, pero nadie podría decir ya que se
fueran sin sentir cariño y humanidad por su parte.
-Así
debe ser. Y me quedé realmente asombrada cuando volví a ver a Maggie. ¡Qué
cambio ha dado! No parece la misma mujer. Y ahora estoy convencida. Mi hermana
la perdonó. Por eso, finalmente pude hacerlo yo. Y de ese modo me perdoné a mí
misma.- Meditó agradecida por aquel cambio.-
Pensando en esto, salía ya de la zona de atención a los pacientes y estaba a punto de ir a
cambiarse al vestuario cuando una voz femenina se dirigió a ella.
-¿La
señorita Marek? Disculpe, por favor. ¿Es usted Erika Marek?- Le preguntó con
amabilidad.-
La interpelada se giró descubriendo
a una atractiva mujer morena de quizás unos treinta años, con ojos azules y labios carnosos. Su
cuerpo era voluptuoso y llevaba una ceñida blusa blanca que marcaba bien su
delantera, zapatos de tacón de aguja y falda de cuero negro.
-Sí,
soy yo.- Respondió algo desconcertada.-
Y es que algo en la mirada de esa
chica la turbaba. Aunque por suerte esa impresión pasó pronto cuando ésta se
presentó con jovialidad.
-Me llamo Marla Sorel. Soy periodista
freelance. Escribo un artículo sobre los héroes olvidados del SSP-2
-¿Héroes olvidados?- Repitió la atónita
Erika.-
-Sí, por ejemplo, ustedes, el personal
sanitario.- Le contestó la periodista. explicando.- Siempre se habla de los
pilotos de combate o de los saiyajin esos que brillan. Se llevan todo el mérito
por sus hazañas. Son muy espectaculares sin duda. Pero, acerca de la gente que
arriesga sus vidas de forma callada y discreta para salvar las de otros en
lugar de destruirlas, nunca se cuenta nada. Y, por lo que tengo entendido,
usted viajó en esa nave. ¿No es así?
-Así es.- Admitió la interpelada.-
-Si no tiene inconveniente, me gustaría
hacerle unas preguntas, sobre cómo vivió esa experiencia.- Le pidió esa morena
guiñándole un ojo con ademán seductor, a la par que agregaba.- ¿Tiene algo que
hacer esta tarde?
-Lo lamento, estoy ocupada.- Repuso
Erika con tono educado pero firme.-
Por
alguna razón esa mujer no le despertaba confianza. Aunque lo que sí la dejó
todavía más sorprendida fue ver que esa negativa no la afectó en absoluto
cuando replicó.
-Es una lástima. Según creo, tenía usted
algunas compañeras en el servicio de salud en la SSP-2 que luego han saltado a
los ecos de sociedad. ¿Por casualidad no trabajaría con una tal?…- Guardó
silencio entonces como si le costase recordar el nombre, para al fin añadir.-
Una mujer llamada Margaret Kendall.
-¿Maggie? Si, trabajamos juntas.-
Reconoció.-
-¿Podría decirme si ella trabaja también
aquí? Es otra de las que viajaron en esa nave acorde a mis fuentes.- Comentó
Marla.-
-No, lo siento. Vive en Nature ahora.
Está casada con el embajador Derail.- Le contó.-
-¡Eso era! Gracias.- Sonrió ampliamente
su interlocutora.- Estaba segura de haber oído antes ese nombre. Hace tiempo
leí esa noticia, sobre una enfermera que viajó a un nuevo mundo y se casó con
un saiyajin.
Erika
miraba a esa individua ahora con estupor. Le parecía una periodista francamente
extraña. Quizás tuviera la intención de sonsacarle algo sobre Maggie. Incluso
pudiera estar relacionado con lo sucedido con su propia hermana. En cualquier
caso, algo le decía que desconfiara. Mejor sería concluir con eso cuanto antes.
-Mire, lo siento, pero estoy cansada. Ha
sido un turno muy largo. Espero haberla ayudado…
-Claro que sí, ha sido usted muy amable.
Por favor, tenga mi tarjeta.- Le sonrió la reportera entregándole una pequeña
cartulina con un número.- Y llámeme si quiere contarme algo, o aunque no quiera
contarme nada.- Remachó guiñándola un ojo.-
La
enfermera esbozó una sonrisa de circunstancias. Esa tipa se la estaba comiendo
con la vista. Daba la impresión de ser… ¡en fin!, parecía estar tratando de
ligar con ella más que otra cosa. Y no tenía nada en contra de la gente con
esas inclinaciones, de hecho su propia hermana lo fue. Aunque esto era
distinto. Ese interés parecía insano…
-Lo pensaré, gracias.- Pudo decir para
despedirse.- Ha sido un placer.
Y
se alejó en tanto Marla la observaba sonriendo con malicia y pensando.
-¿Placer? No lo fue, pero podría haberlo
sido, ¡tonta!…lo hubieras pasado muy bien conmigo. Aunque no importa, lo que
cuenta es que ahora al menos sé dónde estás, mi querida Maggie…
Desde
luego que le había llevado mucho tiempo ir armando las piezas de ese descomunal
puzle. Fue pasando por muchas peripecias. Desde su mismismo nacimiento. Con una
madre reclusa y atormentada. Luego, todo lo que vivió en la Tierra, de la que
tuvo que salir de un modo poco plácido, por llamarlo de algún modo. Sin
embargo, poco a poco, había ido dándose cuenta de lo que debía hacer. Sobre
todo por esas “ ayudas” que le fueron llegando.
-Sí, cada vez estoy más cerca de mi
meta. Ahora únicamente me queda llevar a cabo la parte final. Y tendré que viajar
a ver a Maggie para eso. Seguro que se alegrará mucho de verme.- Se dijo con
satisfacción y sorna.-
En Nature, Wina
hablaba con sus padres adoptivos tras regresar a casa. Seguía muy preocupada
por su amiga Nelly…
-Hija,
seguro que volverá.- Trataba de animarla Melissa.-
La pelirroja científica, ahora ya
con algunos encanecidos cabellos, mesaba con ternura los de color azul
eléctrico con mechones rosas de su hija adoptiva, cuando ésta había adoptado su
forma alienígena al poco de regresar a casa.
-Me da mucha pena por ella, mamá. No sé
por qué su padre no la quiere. Es una chica estupenda.
-Son cosas que no se pueden explicar,
cielo.- Repuso su contertulia que quiso animarla con un tono más desenfadado.-
¿Te apetece cenar Nuggets?
-Sí, me gustan mucho.- Sonrió la chica.-
-Pues habrá que decirle a tu padre que
se dé prisa.- Repuso Melissa llamando a su esposo con una voz.- Clyde. ¿Has terminado
ya?
-Sí, cariño.- Repuso él de idéntico
modo.- Ahora voy…
-Es lo que tiene el turno rotativo.-
Sonrió la madre de Wina.- Es difícil coincidir.
Su
esposo hizo acto de presencia entonces, venía de la cocina, provisto de un
delantal. Entonces declaró.
-La cena está lista. Creía que ibas a
volver más tarde hoy.
-No, pude hacer el repaso de los
varitech en poco tiempo.- Le contó su esposa.-
El
doctor Adams asintió, desde que ambos se casaron y adoptaron a Wina muchas
veces se turnaban. Eran capaces de hacer mucho trabajo desde casa, aunque en ocasiones
debían acudir a algún sitio físicamente. Esa mañana por ejemplo, Melissa tuvo
que ir por encargo de las fuerzas aéreas de defensa de Nature. Había que
ultimar la puesta a punto y actualización de algunas unidades de cazas
varitech. Por tanto, le tocó a Clyde
quedarse en casa y cocinar.
-Pues espero que os gusten.- Dijo el científico
con el deseo de que así fuera en cuanto trajo una fuente repleta de Nuggets de
pollo con una ensalada César.-
Empezaron
a cenar y fue precisamente él quien le preguntó a su esposa.
-¿Qué tal por la base?
-Pues tienen algo de revuelo. Los mandos
no quieren soltar prenda, pero a nivel de oficiales y suboficiales, se habla de
esa piloto que está arrestada esperando juicio.- Les contó a su marido e hija.-
-Veremos en qué para todo.- Dijo Clyde.-
Esos neoreligiosos han montado un auténtico circo alrededor.-
-Es verdad.- Suspiró Melissa
dirigiéndose ahora a Wina para comentar.- Ya ves hija, en todas partes pasan
cosas. No temas por tu amiga.
-¿Qué ha pasado?- Quiso saber Clyde.-
La
muchacha le contó lo ocurrido, su padre movió levemente la cabeza.
-Lo lamento mucho. Es una pena que una familia no esté unida.
-Por eso estoy tan contenta de ser
vuestra hija.- Sonrió Wina pasando sendas manos tras las espaldas de sus padres
adoptivos.- Se nota que nos queremos.
-Sí, cariño.- Sonrió Melissa para
sentenciar.- Es una lección que tuve que aprender de una manera bastante dura
en la vida. Amar es mucho mejor que odiar.
-Lo que no comprendo es porqué hay tanta
gente que no puede ver eso.- Afirmó la muchacha.-
-Porque muchos son prisioneros de sus
prejuicios, sus odios o sus miedos.- Respondió su padre.-
-O de su ambición. - Suspiró Melissa
declarando con pesar.- Y entre eso y el odio hacia quien crees tu enemigo, te
vas carcomiendo por dentro. Cuando quieres darte cuenta ya no eres tú sino una
sombra que vaga en busca de una inalcanzable meta. La de acabar con quien
odias…aun a riesgo de destruirte a ti
misma en el intento.
Wina observó a su madre entre atónita e incluso preocupada.
No obstante, ésta enseguida le sonrió matizando.
-He
visto casos así. Y también he conocido a personas que han logrado salir de eso.
Ahora son inmensamente felices y valoran cada día que pasan acompañadas de sus
seres queridos. Recuérdalo siempre, hija. Pase lo que pase, no te apartes del
buen camino.
La interpelada asintió, después
prosiguieron con la cena conversando sobre temas más convencionales.
-Solamente
deseo que Nelly regrese sana y salva.- Pensaba Wina.-
La
joven en cuestión vagaba por las calles junto a Dean. Pese a ser más joven que
ella su amigo era ahora su maestro en esas nuevas artes que debería aprender.
Él le había comentado algo que debía hacer. Aunque tendrían que esperar a que se
diera la ocasión propicia. Al poco vieron a un individuo que salía de un cajero
con su tarjeta de crédito y que se la guardaba en un bolsillo de su chaqueta.
-Ahora observa como lo hago.- Le comentó
el chico, indicándole.- Ven detrás a poca distancia y si ese tío se para ya
sabes lo que tienes que hacer…
Dean
miró dentro de su bolsillo y tras comprobar algo caminó en dirección hacia ese
tipo. Era el típico trajeado que parecía ser un ejecutivo o algo así. El chico
entonces le siguió en tanto aquel hombre andaba tranquilamente por la calle. Se
detuvo en una parada de deslizador. El muchacho miró tras de sí. En efecto,
Nelly llegaba caminando sin prisa tal y como le indicó. La muchacha se detuvo
al lado de aquel hombre. Entonces, con voz dubitativa, le preguntó.
-Disculpe señor, ¿es esta la línea de
deslizador nueve?
Aquel
tipo la miró al parecer sorprendido. Sin embargo, enseguida negó con la cabeza
para contestar educadamente.
-No, es la línea siete. Mira, aquí lo
pone.
Dean
se mantenía a poca distancia, manipulando una especie de pequeña caja con
algunas luces que apuntaba hacia aquel hombre, que, sin percatarse de eso,
centraba la atención en aquella chica. Nelly entonces tuvo que seguir dándole
conversación, dado que su compañero no le había hecho ninguna indicación
todavía.
-Es que no soy de esta ciudad.- Pudo
pretextar.- Acabo de llegar de la ciudad del Sur para ver a unos parientes.
-¿Y a dónde tienes que ir?- Quiso saber
ese individuo recreándose en mirarla.-
-A la calle Kinmoku.- Contestó la
joven.-
-Sí, eso queda en la línea nueve.-
Admitió aquel hombre que enseguida tiñó su tono de una mal disimulada lujuria.-
Si quieres, te puedo acompañar. Hay una parada en esa otra calle.
Y
señaló una zona más solitaria. Nelly le miró sin saber que decir, aunque por
fortuna para ella, Dean pareció concluir con su cometido y le hizo un gesto con
la cabeza. Era la señal.
-No, muchas gracias, creo que me apañaré
sola.- Se apresuró a replicar.-
Y
sin dar tiempo a ese individuo a decir ni una palabra más, salió corriendo de
allí. Aquel tipo la observó con una mezcla de sorpresa y decepción. Aunque al
poco llegó el deslizador que aguardaba y sencillamente lo abordó. Por su parte,
Dean se alejó también de allí. Al doblar una esquina le aguardaba una jadeante
y nerviosa Nelly.
-¿Has visto a ese tío? ¡Me comía con los
ojos!- Denunció agitada todavía.-
-Ya, ese hubiera querido acompañarte a
donde yo me sé. - Sonrió el chico.-
-No tiene gracia.- Se enfadó la
muchacha.-
-Bueno, tranquila. No ha pasado nada.-
Intentó calmarla él quien a renglón seguido comentó con entusiasmo.- Y todo ha
ido de maravilla. Mira.
Le
mostró aquella especie de cajita que ahora indicaba unos números. En una ranura
que tenía el muchacho introdujo una especie de rectángulo de plástico que
llevaba en el bolsillo. Tras hacerlo, aquel extraño artefacto emitió un leve
pitido y pasados unos segundos el rectángulo volvió a salir…
-¿Qué es eso?- Quiso saber Nelly.-
-Nuestra cena de hoy, y con suerte algo
más.- Sonrió Dean.- Te lo mostraré.
Acudieron
a un banco de la misma entidad en la que vieran a ese tipo. El muchacho se tapó
la cara con una visera e introdujo ese rectángulo de plástico en un cajero. Al
poco éste se activó. Dando las buenas tardes al que creía el titular de esa tarjeta
de crédito.
-Ahora la clave.- Le dijo Dean a su
atónita acompañante.-
Y
en esa maquinita aparecía asimismo un código de números que el chico pulsó
sobre el panel del cajero. Al punto tuvo acceso a un depósito de banco.
-Vaya, ¡tenemos mil créditos! - Sonrió.-
Ese tonto solamente sacó unos pocos centenares de su límite.
Y
aunque el dinero físico se usaba cada vez menos, en Nature mucha gente era
todavía partidaria de emplearlo. Sobre todo aquellos que llegaron con ideas más
convencionales en todos los órdenes sociales. Aunque también paradójicamente,
los que se movían en muchas ocasiones al margen de la legalidad. Por lo que le
tocaba, Dean no tenía nada que oponer a eso. Esa forma de pago era imposible de
rastrear.
-¿Lo ves? Esta maravilla puede clonar
una tarjeta leyendo su banda magnética a distancia. Aunque para eso tengo que
estar cerca de quien la lleva durante un tiempo. Por eso tenías que distraerle.
-Ya.- Musitó Nelly quien sin embargo rezongó.-
Pues menos mal que no fue mucho. Ese quería meterme mano seguro.
-¡Y otra cosa también! - Rio el chico
agregando ahora de un modo más serio.- Pero no te preocupes, yo nunca le habría
dejado tocarte.
Nelly
sonrió, le gustó escuchar eso. Pero también se sentía culpable.
-Esto es como si robásemos.- Objetó con
pesar.-
-Tampoco me gusta a mí. Pero no tenemos
más remedio, si queremos comer.
-Ya, claro.- Tuvo que admitir ella.-
Y en tanto se
marchaban de allí, su amigo continuó con la explicación.
-Teníamos que actuar enseguida. La
tarjeta original retiene durante un tiempo incluso los códigos de acceso que se
teclean. Por eso tenemos la clave. Solamente podemos sacar el límite que tenga
programado para cada día. Por suerte ese bobo tenía mucho. Sin embargo, hay
ocasiones en las que o lo han agotado o es muy poco. Pero hoy tuvimos suerte.
¿Lo ves? ¡Dinero fácil! – Proclamó divertido.- Me lo enseñaron a hacer a los
tres días de conocer al grupo. Ese Pierce es un genio para estas cosas.
¡Tendrías que verle en acción!
-Ya, bueno. Siendo para poder comer…-
Suspiró la chica.-
Y
es que, tal y como le había comentado a Dean, a ella no le gustaba nada tener
que robar. Su madre siempre le dijo que esas cosas no se hacían. Aunque si era
por cuestión de supervivencia eso estaba justificado. Al menos es lo que quería
creer. De todos modos, no tenía ningún sitio a dónde ir. Su semblante mostró
entonces la tristeza que sentía y hasta Dean pudo verlo, pasando un confortador
brazo tras los hombros de la chica intentó animarla.
-¡Anda, ya verás cómo vamos a estar bien!
- Dijo tratando de mostrarse jovial.- Estamos juntos, eso es lo que importa.
Somos una familia.
Y
es que el chico notaba algo en su estómago. Esas mariposas que su madre
describía cuando en alguna ocasión había hablado con él sobre amoríos
adolescentes. Pensar en ella hizo que también él se entristeciese, aunque de
inmediato recordó. ¡Estaba con ese cerdo de Gus! Debía elegir entre los dos. Si
quería seguir con ese tipejo, él nunca iba a volver. Ya habían pasado muchos
días desde que se fugó, esperaba que eso hiciera cambiar de idea a su madre.
Aunque ¿cómo podría saberlo si no se acercaba por casa?
-Gracias.- Musitó Nelly sacándole de
esos planteamientos.- Es que también echo mucho de menos a Orix. Cuando me fui
no me paré a pensar en él.- Sollozó. -
-Tranquila. Haremos una cosa. Mañana
podemos acercarnos al colegio y hablarás con él. ¿Qué te parece?- Le propuso el
chico eso sí, agregando con prevención.- Habrá que ir con cuidado , seguro que
la policía nos busca.
Su
interlocutora asintió despacio pese a que eso no le importase gran cosa en
realidad. ¿Y si la encontraban qué le iban a hacer? ¿Devolverla a su padre? Si
él mismo no la quería. Estaba convencida que ni tan siquiera habría denunciado
su fuga. Al menos, seguramente la madre de Dean sí que estaría muy preocupada.
De modo que no pudo por más que susurrar llena de tristeza.
-Lo he perdido todo, ya ni siquiera sé quién
soy, o lo que soy.
-¡No digas bobadas! - La arengó el
muchacho.- Eres una chica estupenda. Y muy guapa.- Soltó sin poderlo evitar.
Al
menos Nelly se puso colorada. Eso hizo que el chico quitase el brazo y
enrojeciera a su vez. Si hubo algún momento en el que estuvo tentado de darla
un beso en los labios y quizás tener éxito fue aquel. Estaba ya aproximándose a
la boca de ella.
-¡Eh, vosotros dos, esperad un momento,
por favor! - Oyeron la voz de un adulto.-
Dean
miró en un acto reflejo. ¡Ese tipo era policía! Estaban en plena calle y era
tarde. Pudiera ser que les buscaran o que hasta le hubiera reconocido. ¿Y si
tenían una descripción suya?. Su instinto le aconsejó…
-¡Corre!- Urgió a Nelly.-
Tomando
a la chica de la mano se lanzó a la carrera, ella le siguió, dejaron atrás las
llamadas al alto del policía, tan insistentes como infructuosas. Aquel tipo
comenzó a correr tras ellos. Por suerte para el chico se sabía ya todos los
recovecos y callejuelas de esa parte de la ciudad. Guió a su acompañante y
pudieron burlar a su perseguidor. Más cuando entraron por una portezuela que protegía
el acceso a su guarida. Tras cerrar una vez más, jadeando, esperaron quietos y
callados por si oían los pasos de aquel agente. Tras unos segundos de silencio,
él suspiró.
-Por poco.
Nelly
no dijo nada, ambos caminaron por un largo pasillo que desembocaba en una sala
en la que les aguardaban los demás miembros de la pandilla.
-Habéis tardado.- Les recriminó Pancho.-
-Tuvimos que despistar a un poli.-
Repuso Dean.-
-Espero que de veras lo hayáis hecho.-
Afirmó Bonnie quien no parecía nada contenta al escuchar aquello.-
-Bueno, no pasa nada. Seguro que así ha
sido.- Terció Pierce que pasó a interrogarles.- ¿Habéis cazado algo?
-Sí,- sonrió Dean mostrando
orgullosamente un fajo de billetes.-
-Muy bien.- Valoró su interlocutor.- Ya
es tarde, mañana saldremos a comprar algo de comida. Ahora creo que habrá que
cenar.
Y
tras acudir a una pequeña nevera sacaron algunas cosas, pan, queso, algo de fruta
y poco más, que distribuyeron entre todos charlaron un poco entre bocado y
bocado.
-Aún no tenemos cocina para calentar
nada, pero en cuanto podamos nos haremos con un hornillo.- Declaró Pancho.- He
echado el ojo a uno de una tienda.
-No estaría nada mal.- Convino Dean
usando el particular argot del grupo para preguntar.- ¿Lo cazamos?
-No, mejor será comprarlo.- Le dijo
Pierce arguyendo no sin buen sentido.- Eso provocaría la alarma y la policía
nos buscaría. Hasta ahora no han podido rastrearnos cuando nos hacemos con
algunas tarjetas. Pero un robo de algo…, físico sería una mala idea.- Quiso
matizar.- Quedaría mucho más evidente.
Nelly
asintió, ese muchacho era algo mayor que el resto, bueno, posiblemente de la
misma edad de ella, y estaba claro que tenía las ideas más claras. Era un líder
nato. Siguió prestando atención a lo que se decía y al concluir esa frugal cena
fue precisamente Pierce quien afirmó, mirándola con simpatía.
-Habrá que irse a dormir. Pero antes
tenemos que mostrar su habitación a nuestra nueva amiga.-
-Ya me encargo yo.- Intervino Bonnie.-
Con
un gesto indicó a la nueva que la siguiera. Ésta lo hizo tras mirar a ese chico
con interés. Era guapo y parecía muy seguro de sí. Incluso más que Stefano, el
que había sido su amor imposible en el colegio. Lo cierto es que ese rubio
chico ni la había mirado cuando ella comenzó a faltar debido a la enfermedad de
su madre, es más, empezó a salir con una chica de un curso superior. Suspiró
tratando de dejar eso a un lado. También dejó de observar a Pierce para
centrarse en su acompañante. La rubia la llevó por otro pasillo que comunicaba
con varias puertas.
-Esto debió ser una especie de bunker
que construyeron al principio de terraformar este planeta. Para poder vivir
aquí sin peligro de radiación. Debieron de abandonarlo tras edificar. Lo
encontramos por casualidad pero tiene varias habitaciones con camas y muebles. -Le
explicó Bonnie.- Ésta es para ti.
Encendió
una tenue luz añadiendo.
-Están provistos hasta de iluminación de
emergencia. No sé de dónde la sacan, ni cómo la alimentan.- Sentenció
anticipándose a esa posible pregunta.-
Sin
embargo, Nelly no había tenido ninguna intención de preguntarle por esas cosas.
Lo único que hizo fue suspirar aliviada. Al menos podría dormir en una cama
medianamente cómoda.
-Está bien, gracias.- Musitó.-
-Vale. – Asintió su interlocutora
rematando de modo seco.- Entonces te dejo. Hasta mañana.
-Hasta mañana.- Repuso con voz queda.-
Durante unos instantes, se quedó observando
como esa tal Bonnie se alejaba hasta que la perdió de vista. Luego cerró la
puerta de la habitación.
-Parece
que no le caigo demasiado bien. No comprendo el porqué. - Se dijo.-
Aunque eso tampoco le preocupaba demasiado, allí se quedó,
sumida en otros pensamientos, recordando a su madre, si es que Aurora lo fue de
verdad. Acordándose de Orix y sufriendo por él. Y dolida todavía de aquel
desprecio que le mostró el que siempre había creído que era su padre.
-Tengo
que buscar respuestas. Quizás dentro de unos días, si pudiera ver al doctor
Ginga después de hablar con mi hermano. Sí, seguro que él me ayudará. - Pensó
sintiéndose un poco mejor.-
Poco más pudo meditar, tras tumbarse el sueño enseguida la
venció. Entre tanto, algunas horas antes, Esmeralda acompañó a su empleada a la
sede de “Modas Deveraux” en Nature. Por supuesto que Brenda había avisado por
mensajes a las trabajadoras y modelos para que, poco menos, aguardasen en orden
de revista la llegada de la Jefa. Como si de un general viniendo a inspeccionar
a sus tropas se tratase. Y mientras llegaban a su destino la señora Deveraux le
preguntó.
-¿Qué tal van las cosas?
-¡Oh, estupendamente! - Afirmó una
convencida Brenda.- En cuanto lleguemos le mostraré las cifras de ventas y los
beneficios netos, nuestra cuota de mercado dobla al Emporio Goldpier.- Remachó
con marcado desprecio al nombrar a su rival.-
-Eso está muy bien, querida.- Sonrió
Esmeralda con aprobación, pese a que enseguida añadió.- Pero no es lo que más
me interesa en este momento. Quisiera conocer tu opinión sobre cuáles de
nuestras chicas destacan aquí.
-Bueno, se lo diré encantada. Aunque
creo que es mejor que usted misma las vea primero, sin ningún condicionamiento
por mi parte.- Afirmó sagazmente su interlocutora.-
Brenda
se sintió satisfecha con su propia réplica. De este modo aguardaría a que su jefa
comentase quienes eran sus predilectas y después, sencillamente concordaría con
ella.
-Muy bien.- Declaró desapasionadamente
Esmeralda coincidiendo para alivio de su oyente.- Es una buena idea.
Llegaron
finalmente a la sede de la casa de modas. Allí, algunas empleadas y modelos las
aguardaban con expectación. La mayoría eran muy jóvenes y no conocían en
persona a la dueña. No obstante, instruidas por Brenda, la mayoría seguían
trabajando. Solamente un par de ellas salieron a recibirlas directamente.
Esmeralda agradeció, con unas leves inclinaciones de cabeza y algunas sonrisas,
las muestras de devoción de sus empleadas quienes casi le hacían hasta un amago
de reverencia.
-¡Por favor! - Pudo decir la azorada
diseñadora.- No hagáis eso, chicas. - Les pidió casi con tono maternal.-
-Señora Deveraux.- Terció Brenda tomando
la palabra una vez estuvieron dentro y rodeadas de gran parte de las empleadas
de tienda e incluso de algunas modelos.- Estamos muy honradas de recibirla
aquí, en Nature. Y a su completa disposición para todo.
-Muchas gracias.- Pudo responder la
aludida que comentó dirigiéndose al grupo.- Bien. Ante todo estoy muy contenta
de estar aquí. Veo que estáis trabajando duro y eso me gusta. Mañana cuando
cerréis desearía invitaros a todas a una merienda que tendrá lugar en el local
de Flowers and Flavours.- Les comentó desvelando.- Antes de venir hablé con la
dueña, mi amiga la princesa de Júpiter, Makoto Kino, nos ha reservado el local
entero. Allí me pondréis al corriente de cómo va todo por aquí y de vuestra
opinión acerca del negocio, qué cosas creéis que podrían ser mejoradas, etc.
Vuestra ayuda me será de mucha utilidad, nadie mejor que vosotras que vivís
aquí para darme una buena orientación. Muchas gracias.
Algunas de las
muchachas se quedaron perplejas dedicándole luego una mirada de admiración a su
empleadora. ¡Se codeaba nada menos que con las princesas terrestres! Y por si
fuera poco se mostraba simpática y cordial con todas. Muchas no tenían esas
referencias de la Jefa, al menos tras haber oído a Brenda. La imaginaron mucho
más inasequible, en su torre de marfil, escrutándolo todo a distancia. Severa y
poco menos que intratable. De este modo, tras agradecerla su gesto, las chicas
volvieron a sus ocupaciones comentando aquello. Esmeralda entonces le pidió una
vez más a Brenda.
-Por favor, llama a las modelos
disponibles, quiero charlar con ellas en tu despacho. Si eso es posible.
-¡Por supuesto!- Se apresuró a convenir
la interpelada.- Enseguida…
Aunque
esas palabras de la Jefa no le habían gustado nada. ¿A qué tenía que preguntar
a esas bobas si ya estaba ella dándole informes? Supuso que era parte de algún
sistema de “management” para hacer pensar a los empleados que contaban algo en
el negocio. Seguro que de esa manera la productividad aumentaría.
-Sí, esta bruja se las sabe todas.-
Pensó casi hasta divertida ahora e incluso admitiéndose.- No me vendrá mal
aprender de ella.
Además,
con las cuentas que le había entregado y todos los informes detallados hasta el
último crédito, no pensaba que la señora Deveraux sospechase nada extraño.
Brenda estaba convencida de que ni siquiera se los leería. Mejor así.
-Espero que esta vieja metomentodo se
largue de aquí cuanto antes.- Rumiaba con un malestar que, sin embargo,
camuflaba muy bien tras una amplia y obsequiosa sonrisa.- Hasta ahora me las he
apañado muy bien sin que meta las narices en mis cosas…
Por
su parte Esmeralda se dio una vuelta por las instalaciones. Al parecer todo
estaba bien, acorde con los estándares de calidad tan altos que ella siempre
había impuesto.
-No lo está haciendo mal. Aunque hay
algunas cosas que no me acaban de cuadrar. Ya se lo comentaré más tarde. -
Pensó.-
Terminada esa rápida inspección se
dirigió a su jefa de área.
-Ahora, vamos a tu despacho, Brenda.- Le
indicó.- Que vengan las chicas.
-Enseguida.- Repuso ésta que llamó a su
vez a las modelos disponibles. Eran cuatro, aunque faltaba Sonia. - Estupendo.-
Se sonrió casi sin poder ocultar su regocijo, pensando.- Hoy tenía día libre. ¡Qué
mala suerte! Justo cuando viene la todopoderosa Madame Deveraux.
Las
muchachas convocadas acudieron de inmediato al despacho. Una vez dentro, Brenda
cedió su cómodo sillón a la jefa colocándose en pie a su derecha. Ni en sus
mejores previsiones quedaba de mejor y más icónico modo.
-¡Estoy literalmente a la diestra del
poder! - Pensó como regocijo.- La mano derecha de la gran Madame…
Ajena desde luego a los pensamientos
de su subalterna y tras sentarse, Esmeralda escrutó con la mirada a las chicas.
Ninguna despegó los labios, se las notaba tensas, expectantes e incluso algo intimidadas
ante la presencia de su famosa empleadora. Al fin, la propietaria de la firma
sonrió, tomando la palabra con tinte jovial, en un intento por eliminar aquel
tenso ambiente.
-Bueno chicas, no os preocupéis. Todo
está bien. Es más, tengo buenas noticias para alguna de vosotras.
Como
las aludidas seguían sin atreverse a pronunciar palabra, fue Brenda quién
intervino con tono suave y cauto.
-La señora Deveraux va a deciros algo
que os alegrará. Prestad mucha atención.
-Gracias querida.- Añadió ésta,
declarando a su vez.- He recibido buenas críticas sobre el desempeño de las
modelos en este planeta. Todas sois bastante buenas. Además de alumnas graduadas
en mi academia. He podido visionar algunos pases de colecciones que habéis
hecho y estoy bastante satisfecha de vuestro trabajo.
-Muchas gracias, señora Deveraux.-
Musitó una espigada jovencita de pelo rubio a la altura de los hombros y ojos
verdes.-
-¿Cómo te llamas?- Inquirió Esmeralda.-
-Debra Azov.- Repuso tímidamente la
joven.-
-¿Y vosotras?- quiso saber dirigiéndose
a las demás.
Y
éstas presentaron respectivamente como Renata Cardone , una chica de largo pelo
castaño y ojos azules, Keisha Obunbu, una muchacha de color y ojos café y corto
pelo azabache, y Bai Chen, una joven oriental de pálida piel con ojos y
cabellos oscuros que le caían hasta la espalda.
-Muy bien.- Comentó Esmeralda tras
dedicar su atención por turnos a cada una de ellas.- Creo que sois todas de
Nature, o al menos, que vuestras familias llegaron aquí con la SSP-2, ¿estoy en
lo cierto?
-Sí, señora.- Replicó Keisha quien, con
su metro ochenta y dos, era la más alta de todas.-
-Según me ha contado Brenda sois las
mejores modelos de las que dispone.- Sonrió la dueña de la firma.- Y habéis
desfilado por las tres ciudades de este planeta con bastante éxito.
-Muchas gracias.- Añadió Renata, la más
baja de esas muchachas pese a medir la nada desdeñable altura de un metro
setenta y cuatro centímetros.- Aunque nos falta una compañera.- Remachó.-
-¿Una compañera?- Repitió la extrañada
jefa.-
Brenda
suspiró moviendo levemente la cabeza. ¡Esa idiota de Renata como siempre no
podía tener su bocaza cerrada! Aunque enseguida compuso una leve sonrisa de
circunstancias cuando la dueña se giró interrogándola con la mirada.
-Debe tratarse de Sonia, tenía el día
libre. Iba a hablarle de ella después.
-Muy bien.- Asintió Esmeralda
dirigiéndose una vez más al resto de las chicas para anunciarlas.- Sois todas muy buenas pero, por desgracia,
solamente podré llevarme a dos de vosotras para que hagan una gira por la
Tierra, París, Milán, Nueva York, Moscú...- Les enumeró en tanto las caras de
esas jovencitas se iluminaban y sus bocas se abrían.-
Renata
y Keisha incluso se dieron las manos emocionadas, Bai Chen era la que mejor
controlaba sus emociones y Debra se limitó a sonreír con evidente ilusión.
Esmeralda, satisfecha por aquellas reacciones, enseguida añadió.
-No tardaré en decidir quiénes vendréis.
Por ahora regresad a vuestras ocupaciones. Se os informará en su momento. Y
mañana, recordad. Estáis invitadas a la merienda.
-Sí, señora, muchas gracias.- Replicó
Bai con tono educado aunque bastante átono.-
Las
chicas hicieron una leve inclinación de cabeza y salieron del despacho. Al fin,
una vez a solas, la Señora Deveraux le preguntó a Brenda.
-¿Tienes los currículos de todas a mano?
-Por supuesto, se los facilitaré de
inmediato.- Repuso la interpelada.-
-Quiero leerlos con detenimiento. Para
conocer bien a esas chicas. Y bien...- Añadió
la diseñadora al recordar a esa otra muchacha ausente.-¿Y qué pasa con
esa tal Sonia, es buena?
-Sí, sí lo es.- Tuvo que admitir la
interpelada.-
-En ese caso llámala inmediatamente. No
creo que quiera estar al margen de esto.- Le indicó Esmeralda.- No estaré
demasiado en Nature y quiero verla cuanto antes. Si mal no recuerdo, me gustó
bastante en la Tierra, cuando ganó ese certamen de belleza en el que tomó parte.
La envié aquí para que se puliera.
-Sí, sí claro, señora.- Susurró Brenda
añadiendo con prevención.- Pero, siendo éste su día libre…no sé, le gusta mucho
mantener su intimidad lejos del trabajo. Le molesta que se le mezclen ambos,
por decirlo así.
-Y lo comprendo perfectamente, niña.-
Afirmó su interlocutora, alegando pese a todo.- Pero si yo estuviera en su
lugar me molestaría más no ser informada de una noticia como ésta. Si tienes su
número, llámala. O mejor aún, lo haré yo personalmente…¡déjame tu móvil, haz el
favor! - Ordenó Esmeralda con desapasionamiento pero contundencia.-
Brenda
abrió unos ojos como platos, aunque claro. ¡Cualquiera le decía no a Madame
Deveraux! Asintió de inmediato.
-Sí, señora, aquí lo tiene.- Se apresuró
a decir sacando su teléfono y, buscando el número de Sonia marcó al encontrarlo,
pasándole acto seguido el teléfono a su jefa.-
La
muchacha en cuestión estaba entretenida en otros menesteres. En el apartamento
de Mei Ling, tumbadas en el lecho, ambas se abrazaban besándose. Tras
prodigarse caricias y degustarse mutuamente estaban desnudas una sobre otra,
con la oriental encima. Fue entonces cuando sonó el teléfono de la española.
-¿Quién podrá ser?- Se preguntó Sonia
entre jadeos. –
-Luego lo miras.- Suspiró Mei Ling, que
jadeaba de igual forma según saboreaba los pechos de su pareja.- Ahora tenemos
cosas… más importantes…que hacer…
Y
prosiguieron con su ocupación, metidas de lleno en la faena. Tras unos minutos
terminaron, quedando abrazadas en la cama. Al fin, todavía entre jadeos de
agotamiento por aquel frenético derroche, Sonia pudo atender una nueva llamada.
-¿Sí?... ¿Quién?.. ¿Brenda?- Añadió al
reconocer el número.- ¿Qué pasa?..
Aunque
se quedó pálida al oír esa voz jovial y enérgica que le contestó.
-No, no soy Brenda, querida. Soy
Esmeralda Lassart Deveraux. He llegado hace pocas horas y me he reunido con
algunas de tus compañeras. Pero faltabas tú…
-¡Señora Deveraux!- Exclamó la chica
agitándose todavía más de lo que ya de por sí estaba.- Pero, ¿cómo? No, bueno,
quiero decir...sí, señora. Es que estoy…
-Sí, ya lo sé. Tienes el día libre.-
Intervino su jefa.- Brenda me lo ha contado. Si te fuera posible, ¿podrías
hacer un hueco en tu agenda y quedar conmigo esta noche? Me gustaría hablar
contigo y no voy a quedarme mucho tiempo.
-¿Un hueco? Po...por supuesto que sí, ¿A
qué hora le vendría bien?- Se apresuró a replicar la nerviosa joven.- ¿A las
nueve? Sí, eso es… ¡en dos horas! Allí estaré…- Aseguró.- ¡Gracias!
La
llamada terminó, Mei Ling la miraba en demanda de una explicación que no tardó
en recibir.
-Mi jefa…
-¿Esa idiota de Brenda que se lo tiene
tan creído?- Inquirió la oriental quien durante la conversación se había
levantado de la cama, ido al baño y acababa de regresar.-
Y
es que hacía años ya que vio la verdadera cara de esa individua. Ahora incluso
se censuraba a sí misma por tonta e ingenua, cuando se dejó impresionar por su
hermosa apariencia y su cándido tono inicial cuando la conoció.
-También coincidió que yo estaba en un
momento muy vulnerable, tras la ruptura con Maggie.- Quiso justificarse.-
Sin embargo, fue calando
a esa mujer de inmediato, aunque de forma indirecta a través de lo que la
propia Sonia le contaba y de cómo la vio comportarse con otras modelos. Brenda
tan solo era una egoísta deseosa de medrar a cualquier precio. Siendo un pez
pequeño en estanque minúsculo se creía un tiburón. Y aunque fuera la responsable
de la delegación de Modas Deveraux en Nature, en opinión de la oriental, no le
llegaba a la suela de los zapatos a su novia.
-Sonia es demasiado modesta.- Pensaba
entre orgullosa de ella e incluso algo apenada por esa chica.- Si quisiera
sería una gran estrella, no solamente aquí. Sino en cualquier planeta.
En
ese momento fue la propia española quien la sacó de esas meditaciones
exclamando en respuesta.
-No, ¡qué va! No era Brenda, aunque al principio
lo pensé al ver su número. ¡Agárrate! Era Madame Deveraux en persona. Está
aquí, en Nature. ¡Y quiere verme esta noche!
-Dile que ya tienes novia.- Replicó una
impávida Mei Ling.-
-No seas tonta. ¡Es por trabajo! - Rio
la modelo añadiendo.- Y además, está casada hace mucho tiempo….con un hombre.
Bastante imponente por cierto. Tiene una hija que debe ser más o menos de mi
edad.
-Como si eso fuera un impedimento para
que tú le gustases.- Rebatió la oriental casi sin dejar claro si lo hacía en
broma o con un cierto poso de celos.- De todos modos, que se espere hasta
mañana, ¿no? Estamos pasando una velada a solas. Por primera vez en muchos
días.- Protestó ahora con un visible malestar.-
Sonia
suspiró, sus ojos casi pedían ya disculpas cuando respondió, entre admirada y
con apuro.
-¿Es que de veras no sabes quién es? ¡Es
Madame Deveraux! El rostro y gurú de la moda de los últimos treinta años. Hay
diseñadores y modelos que esperarán durante ese tiempo y más y ella nunca les
llamará. ¡Y acaba de telefonearme a mí! Y para verme ahora.
-Ya.- Suspiró su contertulia.-
Claro,
para la oriental aquello no significaba nada, pero entendía que para su pareja
fuese tan importante. Si a ella la
llamase el profesor Tomoe pidiéndola quedar para discutir sobre un proyecto
científico, posiblemente reaccionaría del mismo modo que su novia. Y Sonia
siempre había tratado de comprenderla y escucharla con interés cuando, a veces,
de seguro que la aburría contándole algunos experimentos con esos tecnicismos
que utilizaba sin percatarse de lo indocta que era su pareja en aquella
materia. De modo que, esbozando una sonrisa de disculpa, añadió.
-Lo siento. Me estoy portando como una
cría. Harás bien en prepararte e ir a verla. Seguro que tendrá buenas noticias
para ti.
-¡Ojalá! Esa mujer es muy exigente.-
Suspiró una nerviosa Sonia.- Cualquiera sabe qué es lo que me querrá contar. Se
dice que a veces ha quedado con modelos y modistos con los que cenó antes de
despedirles, sencillamente para agradecerles los servicios prestados.
-No seas tan negativa.- Repuso
animosamente Mei Ling.- Y ponte tan guapa como tú eres. Por dentro y por fuera.
Seguro que la deslumbrarás… ¡pero recuerda que eres mi novia! – Rio
sentenciando ahora con humor.- Me sigo sin fiar, por muy casada con un
hombre que esté y por muy madre que sea.
¡Son las peores!
Sonia
rio con ella y tras darse unos cuantos besos más la modelo pasó por la ducha.
Se cambió, por suerte tenía ropa en casa de su pareja. Hacía un tiempo que cada
una guardaba cosas en el piso de la otra. Es más, ya barajaban la posibilidad
de vivir juntas y pudiera ser que algo más.
-Me gustaría proponérselo.- Pensaba la
española.- Quizás así vería lo mucho que la quiero.
Al
poco se despidió de la oriental con otro beso y partió rauda en un taxi
deslizador. Recibió un mensaje en su teléfono, era del número de Brenda. Se le
indicaba que acudiera a un restaurante bastante conocido. De hecho, supo
enseguida cual era. Estuvo allí cenando precisamente con Mei Ling, Ben y ese amigo
del actor. Debía apresurarse, ya eran más de las ocho. Vestida con un bonito
traje de cóctel blanco ceñido, con cinturón, bolso y zapatos rojos y pelo
recogido en un moño elevado, pensaba en causar una buena impresión.
-¡Ojalá no llegue tarde.- Se decía en
tanto el deslizador recorría la distancia.- Dicen que aprecia mucho la
puntualidad…
Por suerte no había demasiado
tráfico. Llegó a las nueve menos diez.
-Justo a tiempo.- Se dijo con alivio.-
El
maître no tardó en acercarse a ella y, tras preguntarle su nombre, la acompañó
hasta una mesa. Al aproximarse al sitio reservado contuvo la respiración. Allí
estaba Madame Deveraux en persona, luciendo uno de sus modelos en color verde
botella y con zapatos de tacón medio. Sin percatarse aparentemente de su
llegada, mirando distraídamente una Tablet.
-Buenas noches, señora Deveraux.- Se
atrevió a decir Sonia para llamar la atención de esa mujer.-
-Celebro verte, niña.- Sonrió la
diseñadora dejando su tablet y dedicándole una mirada, que daba la impresión de
ser evaluadora, para sentenciar.- Por favor, siéntate, tú y yo tenemos mucho de
qué hablar…
De
hecho, Esmeralda tenía planes en su cabeza como casi siempre. Ya durante el
viaje a Nature había estado documentándose, pese a fingir que desconocía la
situación en ese planeta. Sin embargo, se había ocupado de recabar información
de fuentes fidedignas antes de partir. Tenía unos buenos dosieres sobre las
modelos más destacadas además de los que Brenda le había proporcionado y
también acumulaba informes acerca de la situación económica y financiera de la
sede de “Modas Deveraux”…de modo que se dirigió a esa aturdida jovencita que
tenía delante y con tono correcto aunque neutro, le preguntó.
-¿Qué te apetece cenar, querida?
-Pues, algo… ligero. Gracias. - Fue
capaz de responder ésta con azoramiento.-
Enseguida
vino el camarero que les ofreció la carta. Esmeralda pidió un consomé de
primero y después lenguado a la plancha. Sonia únicamente tenía estómago para
una ensalada…estaba realmente nerviosa. Desde luego eso empezaba como en
aquellas cenas de las que había oído hablar…y no precisamente para bien…Cuando
al fin el camarero se ausentó con la comanda la chica se armó de valor y tomó
la palabra.
-Usted dirá.- Pudo musitar la achantada
joven.-
-Así me gusta. Sin rodeos. – Sonrió
Esmeralda que le refirió.- Verás. He estudiado con atención las fichas de todas
mis modelos en Nature. Y también he podido ver algunas grabaciones de vuestros
pases. Y de todas las chicas eres tú quién mejor impresión me ha causado.
-Muchas gracias. Significa mucho para mí
oírla decir eso.- Agradeció la emocionada Sonia.-
-De hecho, he ofrecido dos plazas para
ir a la Tierra, para una campaña de promoción. Pero eso lo dije porque en
realidad estaba pensando en tres. Una de esas vacantes será sin duda para ti.-
Le desveló su jefa.-
Sonia
estaba atónita. ¡Aquella era la oportunidad que estaba aguardando desde hacía
años! Aunque su entusiasmo se enfrió de pronto al pensar en…
-¿Algo va mal?- Quiso saber su
contertulia en tanto les servían el primer plato.-
-Bueno, no…- musitó la chica.- Es una
propuesta fantástica, se lo agradezco mucho. El caso es que aquí, en Nature, me
encuentro muy feliz.
Esmeralda
no apartaba sus inquisitivos ojos color avellana de esa muchacha. Tenía ya
mucha experiencia y años como para no saber captar algunos matices. Por ello se
aventuró a replicar.
-Niña. En eso tienes razón. Es una
propuesta fantástica. Y única.- Advirtió con tono condescendiente para agregar
de forma más comprensiva.- Pero sé perfectamente que hay cosas que son más
importantes, como por ejemplo, el amor.
La
joven se puso colorada. Su veterana jefa sonrió agregando.
-He leído algunos cotilleos locales. Sé
que has estado rodando algo para la Holo televisión y que te han visto en
compañía de un chico muy guapo de aquí. Un actor, según tengo entendido.
-¿Ben Crew?- Dijo ella casi
tartamudeando para negar.- Es, es solo un amigo…
-Ya.- Sonrió Esmeralda, afirmando para
sorpresa de la muchacha.- Según su productora, ese apuesto jovencito mantiene
un romance secreto que pronto saldrá a la luz. Justo cuando planean enviarle a
la Tierra a protagonizar una Holo película. Querida.- Suspiró con tono
maternal.- Tengo contactos en muchos sitios. Y tu nombre ha salido a relucir.
Os vieron cenando aquí con otra pareja. En plan amigos, claro…pero la gente
enseguida saca conclusiones.
Sonia
deseaba que la tierra se la tragase. ¡La señora Deveraux aludía a su novia Mei
Ling y a ese tipo que acompañaba a Ben!
-No, yo, le aseguro que no hay nada…-
Insistió.-
-Príncipe encuentra a su princesa de
cuento de hadas.- Dijo Esmeralda como si no hubiera escuchado para añadir,
ahora con algo de inquietud.- Eso es lo que van a decir. Y querida niña, si es
cierto que no hay nada, harías bien en dejarlo claro. Al menos en advertir a la
productora y a algunos periodistas, por llamarles de algún modo, con
demandarles si te mezclan en algo así.
-¿Demandarles?- Pudo repetir la perpleja
chica, alegando con tono dubitativo.- ¿Cree usted que debería hacer eso?
Su
contertulia no contestó enseguida. Primero la miró fijamente para al fin
responder con una mezcla de realismo y seriedad.
-Tú tienes una prometedora carrera por
delante. Si te emparejan con un galán pasarías a un segundo plano. En estos
mundos, tan machistas todavía, ya no serías Sonia Calderón, modelo y actriz, sino
la novia de… ¿Comprendes, verdad?
-Sí, sí señora.- Asintió ella con
nerviosismo.-
-Eso podría ayudarte o perjudicarte,
depende de cómo lo utilizases.- Le comentó su jefa, explicándole a renglón
seguido.- Aunque por lo que he visto en estos mundillos del espectáculo y la
moda, esas cosas no suelen salir bien para la persona que es vista como la
pareja de la otra. Se tiende a obviar los méritos que tenga y a pensar que está
ahí por esa relación. No quisiera que algo como eso te sucediese a ti.
-De todos modos, no creo que Ben se
preste a algo así.- Apuntó ella.- Le conozco y es un hombre muy sencillo y
sincero.
-No te diré que no, puesto que no tengo
el placer de conocerle.- Repuso Esmeralda, aunque matizando con cautela.- Sin
embargo, cuando la fama y la carrera de alguien así están en juego…
La
diseñadora guardó un breve silencio que, para su interlocutora sin embargo,
pareció durar siglos. Esmeralda lo notó y ante la implorante e inquisitiva
mirada de esa pobre chica añadió de un modo más maternal y comprensivo.
-A veces las incluso las buenas personas
hacen cosas de las que luego se arrepienten, o toman malas decisiones. Me
atrevería a sugerirte que hablases con ese actor para clarificar las cosas.
La
muchacha estaba petrificada. ¡Claro que iría a hablar con él! Al día siguiente,
así lo prometió.
-En tal caso.- Sonrió Esmeralda
sentenciando.- Que sepas que, pase lo que pase, quiero contar contigo para la
gira en la Tierra. Salvo que algo serio e importante te impida aceptar. Y
espero que no sea este contratiempo. Es más, allí puedes hacerte conocida por
tus propios méritos antes de que estos tipos de la prensa te bauticen como la
novia misteriosa del actor de turno. Y si lo hicieran, pues… entonces trata de
sacer partido de ello en lugar de dejar que te perjudique. Para eso podrás
contar con mi ayuda.
-Sí, sí, señora Deveraux. Gracias.-
Musitó aturdida.- Verá.- Se atrevió a solicitar.- Si pudiera darme algo de
tiempo para pensarlo y, ya sabe, hablar con Ben…
-Claro que sí. Aun estaré en Nature
cinco días más. Tienes ese plazo, a contar desde esta misma noche.- Le concedió
su interlocutora.-
Sonia
asintió, después cenaron y tras hablar un poco de otros temas, como la belleza
de ese planeta y sus posibilidades, se marcharon. Su jefa la acercó en un taxi
deslizador hasta casa. Al bajar la española suspiró aliviada, aunque por otro
lado, pensando no sin cierta desazón, en cómo iba a poderle explicar eso a Mei
Ling.
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