martes, 2 de mayo de 2017

GWTN15 En movimiento


Kerria recibió aquel mensaje estando en la Tierra. Más concretamente en el despacho del bufete donde trabajaba. La abogada tenía muchos casos a los que atender. Además, el cuidar de su hijo y compartir algunos ratos con su esposa, le absorbían todo su tiempo. Aquella rutina tan agotadora era sin embargo agradable. No se sentía con ganas para embarcarse en ningún tipo de aventura. No obstante su jefe, Sebastián, la llamó y parecía sorprendido.

-¿Podrías pasarte un momento por mi despacho?- Le pidió con su tono educado y comedido habitual.-

-Claro.- Convino la joven.- Enseguida voy.



            Pensando que sin duda se trataría de un caso en curso de los que ella llevaba, no tardó en presentarse a ver a su jefe. Aquel hombre, de sienes y cabellos casi plateados ya, con un jersey blanco de cuello alto y pantalones grises de tweet, la hizo pasar enseguida.



-Siéntate, por favor.- La ofreció con amabilidad.- Disculpa que te haya llamado tan de improviso.

-No te preocupes, tú mandas.- Sonrió Kerria añadiendo con tono afectuoso a su vez.- Siempre es un placer charlar contigo.



            Su jefe se permitió esbozar una leve sonrisa para proseguir, ya con tono serio, en tanto le mostraba a la joven un mensaje recién llegado desde Nature.



-He recibido esta petición. Va a tu nombre. Es de la mayor Susan Hunter, piloto de Nature.  En el comunicado que acompaña al vídeo, solicita tu concurso para hacerte cargo de la defensa de una de sus oficiales, acusada de agresión.



            Kerria miró a  su interlocutor con visible extrañeza. Aunque enseguida reconoció el nombre de esa oficial. ¡Era la hermana de Debbie! Incluso sirvió bajo el mando de su propio hermano Leval.



-Perdóname, Sebastián. Pero no sé qué puede querer Susan de mí. – Declaró al salir de aquella sorpresa inicial.- Supongo que tendrán abogados militares o civiles allí de sobra para cualquier juicio o vista. ¿Para qué quiere que vaya yo desde la Tierra?

-Bueno, en este mensaje dice algunas cosas.- Contestó su jefe.- Aunque será mejor que lo vieras tú misma. Si lo deseas te dejo a solas en mi despacho para que lo veas.- Le ofreció.-

-No, no es necesario, Sebastián.- Sabes que tengo total confianza en ti.- Afirmó la muchacha.-

            Su interlocutor asintió y puso aquel mensaje, enseguida vieron el rostro de la mayor Hunter saludando.

-Hola Kerria. Nos conocimos en la SSP-1, soy Susan Hunter, la hermana de Deborah. Sé que estás muy ocupada y no quiero hacerte perder tu valioso tiempo. Verás, una de mis pilotos ha sido acusada de agresión. De hecho, es culpable de ese cargo, pero tiene atenuantes. Entre ellos dice que el chico agredido y ella están enamorados de la misma chica. Mi piloto insiste en que esa muchacha la ama a ella. Cree que la están coaccionando de algún modo. Sin embargo, el agredido es un chico realmente estupendo. Por eso estoy muy confusa. De no ser porque conozco a ambos, no te pediría ayuda. Los padres del joven la han denunciado y, de ser hallada culpable, la pena que pudieran imponerla podría terminar incluso con su carrera. No merece eso. Pero insisto, mi subordinada cree que hay algo más. Y teniendo en cuenta el núcleo familiar y laboral en el que su expareja se mueve no me sorprendería. De cualquier forma, comprendo que estás muy lejos y que tienes mucho trabajo. Si no puedes o no deseas aceptar, lo entenderé. Gracias de todos modos. Un saludo para ti  y dale recuerdos a tu hermano y a tu primo Mazoui de nuestra parte.

            Y después, otro individuo muy familiar apareció en el mensaje. La propia Kerria abrió la boca al verle.

-¡Enzo! – Exclamó visiblemente perpleja.- ¿Pero qué hace allí?

-Sé que no esperabas verme.- Sonrió ese individuo como si hubiese podido escucharla.- Descuida. Si vienes a Nature te lo explicaré. Te aseguro también que este caso merece la pena. Y necesitamos a alguien como tú. Comprendo los inconvenientes que tienes para aceptar, aunque no te arrepentirás si lo haces, al menos desde el punto de vista jurídico. Será todo un desafío. Gracias por tu atención, ¡ojalá podamos vernos en este planeta! Dale recuerdos a Kathy de mi parte. No estaría de más que ella viniera también. Sacaría un estupendo reportaje. Un saludo…



            Tras concluir el mensaje, Kerria se quedó mirando atónita a Sebastián y después de meditar durante unos instantes le preguntó. 

-¿Qué opinas de esto?...

            Su jefe se permitió guardar unos segundos de silencio antes de responder.

-Pues pienso que, en efecto, algo más debe haber. Y me he estado informando sobre la situación en Nature. Hay muchos adeptos a grupos neoreligiosos.

-Los guardianes de la moral. Esas Congregaciones para la fe. - Musitó Kerria con evidente disgusto al añadir.- Si, esos que se creen los defensores de las buenas costumbres y de los modos de vida legítimos.- Remachó con ironía.-



            Al parecer eso podría ir más allá de un mero juicio por agresión. De hecho, teniendo en cuenta el dossier que venía adjuntado al mensaje y que Kerria no tardó en leer, la sentencia en su opinión estaba clara. Esa chica era culpable ante testigos y sin mediar aparente provocación. Otra cosa sería defenderla para obtener el castigo menos duro posible. Y, de paso, reivindicar su relación con la otra muchacha. Además, que Enzo estuviera de por medio significaba que ahí, en efecto, había mucho más.



-Conociendo a Enzo, habrá algún tejemaneje que implique servicios secretos, o algo por el estilo. Pero, ciñéndome al caso. Aquí, la clave de todo está en demostrar que la ex novia de la acusada ha sido coaccionada de algún modo.- Reflexionó Kerria.- Eso al menos reduciría la culpabilidad de nuestra hipotética cliente al dar a entender que actuó así en un intento de ayudar a esa otra chica.

-Así es.- Convino Sebastián.- Ahora, la decisión es tuya. Por tus casos actuales no te preocupes. La mayor parte son sencillos y casi ni han empezado la fase de instrucción. Podré encontrar a quienes te sustituyan.

-Ya. ¿Y los honorarios para el bufete?- Quiso saber ella con evidente tono pragmático.-

-Sobre ese tema hablaré con la parte que ha solicitado tu concurso.- Repuso Sebastián.-

-Pero, si son militares no creo que tengan mucho dinero.- Objetó Kerria, alegando casi con una media sonrisa.- Al menos, el sueldo de mi hermano no es ninguna maravilla. Y con todos los extras que esto conlleva, es decir, inmediatez del juicio, traslado a otro planeta, en fin… Se les va a poner por las nubes.

-Seguro que algo podremos hacer.- Sonrió enigmáticamente su interlocutor agregando con tinte perspicaz.- Quizás el señor Cortés no ande desencaminado y la presencia de tu prima para hacer un reportaje no sea una mala idea.

-Hace mucho que no hablo con Kathy, casi desde que estuvimos implicadas en el caso de Enzo.- Admitió la abogada.-  Lo único que sé  a ciencia cierta es que no para, tiene una agenda incluso más apretada que la mía. Y siempre está corriendo tras un reportaje. Podría tratar de llamarla a ver qué opina.

-Si mal no recuerdo defendiste al señor Cortes porque la señorita O ‘Brian te contactó a ti. A mi modo de ver te debe un favor.- Repuso Sebastián agregando con pragmatismo.- Y podría sacar una buena noticia para su prime time.

-Visto así.- Sonrió la joven quien, enseguida adoptó un tinte más serio, agregando.- Aunque sabes que no solo depende de mí.- Suspiró la aludida, explicando.- Están Sam y nuestro hijo. No me gustaría dejar de verles durante tanto tiempo.

-Lo comprendo. Piénsalo entonces. – Le sugirió su jefe.-Tómate el resto del día, vete a casa y háblalo con Samantha.

-Gracias Sebastián. Aunque prefiero terminar un par de cosas antes, si no te importa.-Respondió ella.-

-Por mí encantado. No se puede negar que nos seas productiva. Haz que consideres más conveniente, pues. - Convino su interlocutor.-

            La mujer asintió, tras unas horas de terminar algunos asuntos pendientes del trabajo para dejar algunos casos listos, en caso de que tuviera que pasárselos a algún colega, volvió a su hogar. Nada más entrar por casa su hijito salió a recibirla. Brian ya tenía unos cinco años y se mostraba muy activo.

-¡Mami Ky!- Exclamó evidentemente feliz de verla.-

-Hola, cariño.- Sonrió ampliamente Kerria tomándole en brazos.-



            Tras aupar al crío y usando los pies como acostumbraba, se desembarazó respectivamente de ambos zapatos de tacón que le estaban cargando las piernas. Ya los recogería más tarde. Ahora entró con su pequeño en el salón. Después de darle unos cuantos besos y achuchones se sentó con él sobre su regazo en el sofá, antes de irse a tomar un baño.



-¡Mami Sam ha dicho que mañana me va a llevar al parque donde tienen una piscina de bolas! - Le contó muy contento el crío.-

-¡Qué bien!- Repuso dulcemente su otra madre.-

-¿Vas a venir?- Quiso saber el niño con gesto esperanzado.-

-No puedo cielo, tengo que trabajar.- Contestó ella ahora algo más apagada.-



            El crío torció un poco el morro pero Kerria enseguida le hizo unas pocas cosquillas y al reírse pareció olvidarse de aquella negativa. Aunque para su madre no era tan fácil. Cada vez que el pequeño le pedía hacer algo y ella debía decirle que no, le dolía.



-Ojalá pudieras comprender lo importante que es esto, hijo. Te aseguro que me encantaría estar contigo. Y ser capaz de verte crecer, lo haces tan deprisa. - Pensaba con algo de tristeza.-



            Aunque tratando de olvidarse de eso, compuso un rostro sonriente y le dijo al niño.



-Bueno, ahora tienes que cenar…

-Ya le daré la cena yo. Tú ve a descansar un poco, hija.- Sonó la voz de Bertie que acababa de entrar en el salón.-

-Hola mamá.- Saludó la interpelada que enseguida preguntó.- ¿Dónde está Samantha? ¿Sigue en esas reuniones?

-Me dijo que tardaría en venir hoy.- Repuso su madre.-

-Tenía que hablar con ella de algo urgente.- Suspiró Kerria mirando hacia el techo.-

-Sea lo que sea, mejor que primero te relajes, toma tu baño y luego, si ella no ha llegado todavía, me lo cuentas a mí. Eso, si no es algo privado entre vosotras.- Le propuso su interlocutora.-

-No, no lo es. Y desde luego me vendría bien tu consejo, mamá.- Afirmó ella, que enseguida quiso saber cambiando de tema.- ¿Y papá?

-Pues tratando que vuestro equipo se clasifique para playoffs.- Se sonrió Beruche moviendo la cabeza.- Jugaban en San Antonio.

-Sí, la cosa está difícil. - Convino la joven.- El pobre está de los nervios. No veo muy buenas perspectivas. ¡Es que no defienden nada!- Suspiró ahora con tono crítico como a una buena fan de los Knicks correspondía.-

-¡Casi hablas igual que tu padre! “Si jugara yo la cosa estaría más que solucionada”- Comentó jocosamente Bertie impostando el tono grave y protestón de su esposo cuando hablaba de aquello.-



            Pero al ver bostezar a su hija, enseguida añadió con tono afable.



-Anda cielo. Ve a relajarte un poco, te noto cansada.

-Lo estoy.- Confesó ella queriendo saber.- ¿Tanto se nota?

-Esas ojeras empiezan a notarse.- Repuso su madre tomando de la mano al niño en tanto le decía con dulzura.- Ven Brian, vamos a cenar, luego ves a mamá Ky.



            El pequeño asintió y se dejó llevar dócilmente por su abuela a la cocina. Por su parte, Kerria no tardó en mirarse en un espejo para corroborar aquello. Su madre tenía razón, se empezaban a notar esas ligeras bolsitas bajo los ojos.



-¡Oh no!- Suspiró entre resignada y molesta.- Parece que tuviera cincuenta años y ni llego a los treinta todavía.



            Desde luego exageraba, era una mujer joven y muy hermosa. Sin embargo, era cierto que su ritmo de trabajo era muy intenso. Por ello tenía serias dudas en aceptar ese caso. Deseaba pasar más tiempo con su esposa y su hijo. Y si iba a Nature podrían transcurrir semanas antes de verles otra vez. Por ello tenía que hablar con Samantha. Esa clase de decisiones debían tomarlas juntas, para algo estaban casadas. Así reflexionaba mientras se sumergía en la bañera con las burbujas y la espuma rodeándola y cubriéndola por completo, aislándola por momentos del exterior. Desde cría le encantaba esa sensación.



-A ver como lo toma Sam.- Pensaba en tanto cerraba los ojos bajo el agua, disfrutando aquellos instantes de quietud y silencio.-



            En Nature, el capitán Cortés no perdía el tiempo. Tras grabar aquel mensaje para Kerria se reunió con la capitana Simmons, la oficial le recibió en una sala de juntas.



-Me alegra verle. ¿Qué tal el viaje desde Kinmoku?- Le preguntó.-

-Sin novedad, que es lo mejor que se puede decir.- Repuso él.-

-¿Y nuestros amigas?- Inquirió Simmons.-

-No debería tardar. Si todo va acorde con lo previsto.- Contestó su interlocutor.-



            Esperaron unos minutos. Al poco, Cortés recibió un mensaje. Al consultarlo sonrió en efecto y comentó.



-Aquí están…



            Simmons no dijo nada, al poco rato la puerta se abrió. Tres mujeres entraron en la estancia.



-Bienvenidas.- Sonrió al fin la capitán-…



            El viaje había sido más tranquilo y seguro de lo que ninguna pensó. Por si acaso se tomaron todas las precauciones posibles. Su guía resultó ser alguien de la máxima confianza. Quizás algo parlanchín para su gusto. Así lo describió Red Crow cuando esas individuas, entre las que ella se contaba, tomaron asiento y refirieron los pormenores de su llegada.



-Pero era bastante amable. Me dio algunos sándwiches.- Añadió Aluminum Siren, la joven de larga cabellera azul celeste.- Y le encantaba contar chistes. Lo pasamos muy bien durante el viaje. Yo le di mi tarjeta.



            Su pelirroja compañera suspiró moviendo la cabeza para sentenciar con resignada paciencia.



-Desde luego, ¡erais tal para cual!…

-Bien, ahora vamos a lo que nos ocupa.- Intervino el capitán Cortés, dirigiéndose respetuosamente a la tercera de las mujeres que había estado callada hasta entonces.- Señora Galaxia… ¿Qué noticias nos trae?

-La situación más allá de mi zona de control es incierta.- Declaró aquella hermosa joven de larga, dorada y ondulada melena con mechones rizados color rojo fuego, añadiendo con algo de preocupación.- Hay asuntos que no están nada claros. Por eso, entre otras cosas, he venido. Ya hablé con la princesa Kakyuu. Y ella me ha contado algo acerca de una niña realmente portentosa. Quiero conocerla. Y en cuanto a la otra cuestión que me inquieta. ¿Qué han averiguado?- Preguntó a su vez.-

-Sabemos que ellos tienen agentes infiltrados.- Respondió Simmons.- Lo que desconocemos es quienes son y en qué cantidad.

-Es algo bastante peligroso. – Añadió Cortés.- Los Arcoily de hecho llevan mucho tiempo demasiado tranquilos. No podemos evitar creer que estén tramando algo de mayor alcance.

-Sí, sobre todo tras lo que el embajador Derail nos contó.- Añadió la capitana.- Esa visita que tuvo en su propio domicilio.



            No tardaron mucho en poner en antecedentes a Galaxia que escuchó con mucha atención. Al fin, aquella poderosa guerrera tomó la palabra, pero con tono tranquilo esta vez.



-Sí, tuve la oportunidad de encontrarme con el príncipe Eron.- Admitió para sorpresa de sus interlocutores, más aun cuando añadió.- De hecho, yo misma le indiqué el camino hasta Nature. Pero no teman nada de él…



            Y con manifiesta atención y asombro por parte de los presentes les refirió aquello. Estaba en su planeta base cuando  sintió una fuerte presencia. A pesar de ello la guerrera se mantuvo imperturbablemente sentada en su confortable sillón, ubicado en una gran sala, desde la que dominaba las vistas de su pequeño pero acogedor mundo. Al fin alguien se acercó.



-Te esperaba.- Dijo ella con un suave susurro.-



            Ese hombre era realmente alto y musculado, de largos cabellos negros y lacios, ojos color azabache que, sin embargo, refulgían con destellos rojizos transluciendo una enorme fuerza. Estaba a la entrada, a varios metros. Al momento dos de las guardianas de Galaxia le interceptaron.



-¡Quieto extranjero! No se te ocurra dar ni un paso más.- Le ordenó una hermosa joven que llevaba  una especie de alas tras su espalda.-

-¡No te lo advertiremos de nuevo!- Espetó otra, embutida en un traje de cuero blanco con capuchón incluido.- Atrás…



            No obstante, aquel tipo se limitó a esbozar una leve sonrisa moviendo la cabeza. Pero no hizo nada. Las dos guardianas no le quitaban la vista de encima, dispuestas a atacar al menor movimiento de ese intruso. Al fin, tras unos tensos instantes, la voz de Galaxia resonó.



-Papillón, Tin Nyanko. No hay problema, retiraos.



            Las dos guerreras miraron a su superiora pero no dijeron nada, se limitaron a obedecer dejando el paso libre a aquel extraño. Así, el recién llegado caminó hasta acercarse apenas a unos pocos metros de Galaxia. Ésta se levantó. Pese a ser una mujer alta y llevar botas con apreciable tacón, apenas si le llegaba al hombro a aquel tipo. Entonces, antes siquiera de que las atónitas guardianas pudieran reaccionar, ese individuo desapareció de su vista reapareciendo delante de la Sailor y atacándola. Galaxia bloqueó el amago de puñetazo con un brazo sin inmutarse.



-¿Cómo te atreves?- Exclamó Papillón.-



            Ella y su compañera se lanzaron contra el agresor. Sin embargo, éste las repelió utilizando tan solamente una ráfaga de energía que emitió de su cuerpo. Cuando ambas guardianas cayeron al suelo, Galaxia sonrió para declarar.



-No está mal.

-Lo mismo digo.- Replicó él sin el menor rastro de hostilidad.-



            Papillón y Tin Nyanko se levantaron aun doloridas por el fuerte impacto cuando su jefa les insistió con tono entre maternal y condescendiente.



-Os dije que no había problema. Nos conocemos. Haced el favor de dejadnos.

-A la orden.- Repuso la del blanco traje de cuero.-



            Al fin, las dos se marcharon. Una vez solos, aquel tipo comentó.



-Tienes buenas guardianas. Y valientes. A sabiendas de que no tenían nada que hacer contra mí.



            Su interlocutora asintió, era plenamente consciente de ello. Empero, tanto Sailor Papillón, como Sailor Tin Nyanko, morirían para defenderla.



-Son mis protectoras, es normal.- Repuso ella.-

-Tú no precisas de su protección.- Rebatió él.-

-No creas. Guardianas así son muy necesarias en esta parte de la galaxia.- Afirmó su interlocutora que agregó.- Me alegra verte, Eron. Sobre todo ahora que has pasado a ser de los nuestros.

-Todo gracias a él.- Afirmó el enorme guerrero con patente respeto en su tono de voz.- Es alguien increíble.-

-Sí, lo es.- Convino Galaxia para no obstante, objetar.- Sin embargo, su hora no ha llegado todavía.

-Lo sé.- Asintió su contertulio.- Es turno de que nos ocupemos de aquellos que tendrán que acompañarle.

-En efecto. He sentido la energía de varias semillas estelares realmente muy poderosas.- Le contó la Sailor.- La princesa Kakyuu me ha confirmado en dónde se encuentra al menos una de ellas. Y le impresionó conocer a su portadora. Teniendo en cuenta que no es mujer fácil de impresionar, eso llamó mucho mi atención. Quisiera comprobar por mí misma hasta donde llega el potencial de esa dueña de la semilla. Pero ahora mismo no me es posible. Debo ocuparme de otras cosas.

-Entiendo.- Afirmó el saiyajin.- En tal caso iré yo. Si es como creo, alguien de la sangre de mi pueblo podré percibirlo sin dificultad. Caso de que sea merecedora de tu atención te lo haré saber. Aunque debo adelantarte que, si se confirma lo que imagino, sería una fuerza fundamental para el equilibrio entre la Luz y la Oscuridad.

-Comprendo.- Asintió su contertulia para querer saber.- ¿Y no sabes de cual de ambos lados podría estar?

-No. Eso es algo que tendrá que decidirlo ella. Y dependerá de muchos factores.- Declaró Eron, agregando.- Conozco ambos lados, por eso entiendo perfectamente la importancia de su elección cuando llegue el momento.

-Sí. Tienes esa mirada. La de aquellos que han transitado en ambas. Celebro que te liberasen del lado oscuro.- Afirmó Galaxia tras observar a su contertulio con atención.-

-Fue el Mensajero.- Le contó el saiyajin con tintes lleno de reconocimiento.- Para él fue sencillo sacarme de entre las tinieblas. Sin embargo, nunca se lo podré agradecer lo bastante. Realmente me liberó.

-Lo sé muy bien…Tuve que contener al mismísimo Caos en mi interior y acabó por controlarme. La Reina Serenity en su máxima encarnación, me ayudó a expulsarlo de mí.- Relató ella.- Y no le resultó nada fácil.

-Me temo que la futura prueba que nos aguarda será incluso más difícil.- Comentó Eron.-

-Eso parece.- Convino su contertulia.-



Su interlocutor asintió despacio, sus miradas convergieron sosteniéndose durante unos instantes. Cada uno podía comprender muy bien al otro. Al fin, el príncipe saiyajin declaró.



-Sé muy bien que, al confiártelo a ti, dejo este asunto en buenas manos. Ahora debo irme. Tengo otra misión que cumplir. Una encargada por el mismísimo Mensajero.



            Galaxia asintió despidiéndose de aquel guerrero.



-Y así fue. Eron retornó poco después aconsejándome que, en cuanto me fuera posible, acudiera a este planeta a conocer a esa portentosa niña.- Les contó la guerrera concluyendo su relato.-

-En tal caso, debería usted ir cuanto antes.- Le sugirió Simmons.-

-También yo iré a Sagan City.- Terció Cortés.- Hay otro asunto importante que debo atender.



En la Tierra, Samantha llegó al fin a casa. Estaba agotada de tantas reuniones maratonianas, pero esa cantante tenía prisa por retomar su carrera, es más, por lanzarla a nivel interplanetario.



-Esa tal Keiko es muy buena. Pero no entiendo cómo le ha dado por dejar su trabajo como investigadora. En eso también es brillante. En fin, eso no es cosa mía. Ella es la cliente.



No obstante, como producto de lanzamiento tenía muy buenas perspectivas, su voz era realmente hermosa, y ella misma era joven y atractiva. Tanto como cualquiera de las antiguas Justices.



-¡Mejor no le digo eso a Kerria o me manda a dormir al sofá! - Se decía divertida.-





            Y hablando de su esposa. Sonrió al descubrir sus zapatos color crema tirados casi a la entrada. Los recogió suponiendo que se los habría quitado a toda prisa como solía.



-La pobre aguanta fatal los tacones.-Pensó divertida en tanto se quitaba asimismo los suyos, de color negro.- Y no la puedo culpar. También estoy molida. A ver si podemos relajarnos un poco las dos juntas.



Y es que tenía muchas ganas de abrazarla y de tumbarse junto a ella en el sofá, con una copa de vino, para contarse sus respectivos días. Quizás luego tuvieran fuerzas todavía para algo más íntimo. En eso pensaba cuando abrió la puerta y entró. Al pasar se dirigió primero a la cocina donde su suegra le daba de cenar al pequeño Brian.



-¡Hola Bertie, hola tesoro! - Saludó a los dos.-

-¡Mami Sam! - Repuso el niño, feliz por verla.-



            Tras un beso algo pegajoso en la mejilla izquierda de Sam, su suegra le comentó a la recién llegada.



-Kerria está en la bañera.

-Bueno, en tanto me ducho y me cambio le dará tiempo a salir. Al menos eso espero.



Afirmó, sabedora de que a su esposa le encantaba estar a remojo. Ky siempre le dijo que aquel gusto por el agua lo había heredado de su madre, así se lo comentó a Bertie que sonrió.



-A mí siempre me gustó el agua, es verdad. Y nadar. Aunque en eso es Leval quién ha salido  más a mí.

-Sí, ¡ja, ja! - Rio Samantha recordando una frase de su conyugue.-  A Kerria lo que le gusta es estar dentro del agua, no moverse dentro de ella.

-Así es, para eso siempre fue muy perezosa.- Asintió Beruche, quien de modo maternal le dijo a su nuera.- Anda, ve. Ya me ocupo yo de Brian…



            De modo que Sam, tras asentir agradecida, aprovechó para relajarse un poco también bajo la ducha y a la media hora en efecto ambas salieron de sus respectivos cuartos de baño.



-Al fin en casa.- Saludó Kerria, envuelta en una albornoz y llevando una toalla para el pelo que cubría su cabeza, a su pareja que lucía de idéntica manera.- ¡Ven aquí!



            Se acercó abrazándola y agachó levemente su cabeza en busca de los labios de su mujer. Las dos se dieron un largo beso. Tras separarse, Samantha le dijo.



-Al fin hemos terminado con las reuniones iniciales. Espero tener un poco de tiempo ahora. La verdad es que esa artista es muy buena.

-¿No me digas?- Repuso Kerria tratando de recordar.- Me dijiste que nos era familiar.

-Sí, se llama Keiko Tomoe. Es la hija del doctor Souichi Tomoe y la doctora Kaori Night. Y por sí misma es una investigadora de prestigio, no tanto como su padre, o su madre, pero realmente buena. Aunque como cantante tampoco está nada mal. Mira, tengo una de sus canciones para la maqueta del disco. ¿Quieres escucharla?



            Su pareja asintió. De hecho Kerria pensaba que mejor distender un poco el ambiente antes de contarle nada a su mujer. Y ella misma echaba de menos cantar. Llevaba tiempo sin poder hacerlo, salvo claro, cuando quedaba ocasionalmente con Kathy y actuaban como las Ky- Kat. A todo eso Sam conectó su móvil a los altavoces de la habitación y se escuchó una música tecno y bailable que se prolongaba durante bastantes segundos.



-¿Va a cantar?- Quiso saber Kerria que estaba empezando a impacientarse.-

-Ahora, escucha.- Le pidió su esposa.-



            Y tras un par de segundos más, ambas pudieron oír una voz aterciopelada y bastante agradable cantando con un tinte entre misterioso y lleno de energía por momentos…

Vida. Vida misteriosa. 
Nos estamos moviendo alrededor

Bailando el ritmo de vida. 


Tiempo. Tiempo misterioso. 
Estamos contando las horas y días

Hasta el final de nuestro tiempo. 

Y estamos sintiendo el cambio

Y no sabemos por qué, 
elegir una dirección,

solo por un tiempo. 

No digas que estoy pensando mucho

si ves lo que hay detrás. 

Y estos son tiempos misteriosos... 
tiempos misteriosos... 


Por este momento, siento que vivimos

En una época misteriosa... 
Si ves lo que está detrás,

Estos son tiempos misteriosos... 



Y lo curioso para Kerria fue que sintió algo extraño. Como si esa letra tratase de decirle algo. No comprendía el porqué de esa sensación. Pero algo en aquella música y en esa tonada hacían que ganase fuerza en su determinación. La envolvía con un ambiente entre misterioso y etéreo. Sorprendida, siguió escuchando con mucho interés…

Alma. Siento mi alma. 
Por este momento nadie puede detenerme de volar muy alto. 

Real. Nada es real. 
En un mundo de ilusión,

Solo ves lo que sientes. 


Y estamos sintiendo el cambio y no sabemos por qué 
Elige una dirección,

Solo por un tiempo. 

No digas que estoy pensando mucho, si ves lo que hay detrás. 

Y estos son tiempos misteriosos ... 
tiempos misteriosos ... 
Por este momento siento que vivimos en una época misteriosa ... 


Si ves lo que está detrás,

Estos son tiempos misteriosos ... 
Si ves lo que está detrás

Estos son tiempos misteriosos ...



(Mysterious times). Sash. (Tina Cousins) (Crédito al artista)



            Al concluir la canción, la ex de las Justices tuvo que admitir con un tinte algo reflexivo.



-Es buena, muy buena. Seguro que vais a tener unos magníficos resultados con no demasiada promoción.

-Así lo creo también. Estamos preparando una buena campaña, con poco foco en ella y directa a su música.- Convino su contertulia queriendo saber ahora.- ¿Tú que tal vas con tus casos?





            El gesto de su esposa se puso algo más serio ahora y respondió mientras ambas se sentaban en la cama de su dormitorio.



-Veras Sam, tengo que contarte algo. Es precisamente sobre uno importante que me acaban de ofrecer pero, si te parece que no debo aceptarlo, no lo haré.

-¿Qué caso es para que tengas que consultármelo a mí?- Quiso saber su interlocutora con evidente curiosidad.-



Con la atención de su cónyuge puesta en ella, Kerria le relató lo sucedido, aunque enseguida percibió la expresión desencantada de su oyente. De modo que se apresuró a añadir.



-Ni una palabra más. Llamaré a Sebastián y le diré que no voy a ir a Nature.

-Espera un momento.- Le pidió Sam.-

-¿A qué? - Te he dicho que, si no te parecía bien, no iba a aceptar.- Esgrimió Kerria.-

-Sí, sé que me lo has dicho.- Admitió su interlocutora que agregó no obstante con tinte resignado.- Pero puedo ver en tus ojos que estás deseando aceptar.

-Según Sebastián podría haber mucho en juego para las personas como nosotras.- Afirmó Kerria.- Y a la vista del sumario y de lo que dicen que está pasando en ese planeta, le creo.



            Samantha no pudo hacer otra cosa que suspirar de forma larga y manifiesta. Su mujer se temió lo peor. Aquel no era un buen síntoma. Y es que Kerria la conocía bien. No le gustaba enfadarse, al menos no saltaba tan rápido como ella. Pero si lo hacía podía llegar a ser igual de temperamental. Y desde luego que ahora se adivinaba su malestar.



-Lo siento mucho Sam. De verdad. Yo tampoco quería ir al principio. Pensé en ti, en Brian…pero me doy cuenta de que es algo muy importante. He visto el informe que Enzo envió. Opino como él. Van a linchar a una chica, no por agredir a un chico, sino por ser lesbiana. En ese planeta hay demasiados partidarios de una vuelta a costumbres más recatadas. Puede que, en proporción, incluso más que en la Tierra.

-Pero ese planeta tendrá sus propios abogados.- Objetó su pareja.- Y personas que luchen contra esa situación.

-Seguramente. Pero la hermana de Debbie ha pedido mi ayuda. – Arguyó su interlocutora.- Y creo que sería cobarde por mi parte no prestársela. Piénsalo. Si esa gente sigue avanzando posiciones todos retrocederemos. Aquí ya está empezando a ocurrir en algunos sitios. Cada vez más retrógrados que tratan de imponer sus puntos de vista. Algunos ya hablan de revocar los matrimonios de personas del mismo sexo. ¡O incluso de imposibilitarnos la adopción! Acuérdate del calvario que pasamos cuando me sometieron a juicio por nuestro hijo.

-De sobra lo recuerdo.- Casi le reprochó Sam, mirándola con una mezcla de tristeza y enfado.- ¡Perdí a mi familia!…no por tu causa.- Se apresuró a matizar todavía dolida.- Simplemente por sus prejuicios, por sus creencias.



            Kerria asintió, era bien consciente del sufrimiento que Samantha tuvo que arrostrar y de que esa  herida siempre estaría abierta, con un padre que la había repudiado, una madre que se avergonzaba de tenerla por hija y una hermana menor que, en muy contadas ocasiones, la contactaba. Tomó entonces a su esposa de los hombros con ambas manos y, acercando su rostro al de ella, le susurró con énfasis.



-Por eso mismo. Sabemos muy bien lo que es sufrir por algo así. Si puedo hacer cualquier cosa, por pequeña que sea, para evitarles eso a más personas, tengo que hacerla. Creo que mi obligación moral es la de aceptar este caso.

-Sí.- Concedió Samantha finalmente, bajando la mirada para admitir con tintes de derrota.- Lo sé. Pero eso no quita el que Brian y yo no vayamos a echarte de menos. Quizás, si pudiéramos ir contigo…

-No lo creo prudente. No sé cómo estarán las cosas en Nature. Pero lo que se escucha no es nada alentador. A mí no me asusta, me las he tenido que ver contra enemigos mucho peores y sé cómo defenderme.- Añadió acariciando la piedra celeste que pendía de su cuello declarando entonces con tono teñido ahora de temor.- Sin embargo,  vosotros podríais arriesgaros a sufrir represalias por mi causa. Si algo os sucediera yo…no podría vivir con eso.- Suspiró Kerria llevándose las manos a la cara, se le encogía el corazón tan solo de pensarlo.-





            Recordaba muy bien algunas amenazas que recibiera en el pasado, dirigidas contra ella o sus seres queridos. Fueron momentos terribles. Su esposa entonces convino con pesar.



-Tienes razón. Pero prométeme que tendrás también mucho cuidado.

-Lo tendré. Ya no solamente por mí, sino por todos a los que amo.- Aseguró su interlocutora.- Lo que más desearé en el mundo cuando esté allí será regresar pronto para poder abrazaros.



            Así, con un cálido beso y muchas caricias zanjaron la cuestión. Después acostaron a Brian tras leerle un cuento. Al fin ellas mismas fueron a dormir. No pudieron ocuparse de nada más. Los próximos días serían muy ajetreados y debían descansar.



-Haré lo que pueda.- Pensaba Kerria en tanto cerraba los ojos en la cama, abrazada a Samantha.-



En el hospital  de Sagan City se organizó un gran revuelo. Tras la huida de Nelly, Naya corrió a buscar a su hermano. Cuando dio con él trató de decirle que esa cría había escapado como si hubiera visto un fantasma. Giaal la miró desconcertado. Posiblemente el enterarse de lo sucedido con su madre la había afectado mucho.

-¿A dónde ha ido mi hermana?- Quería saber un angustiado Orix.-

-Todo irá bien.- Le aseguró Wina quien sin embargo no lo veía tan claro.-



            Pudiera ser que, tras tanto tiempo viviendo como un humano, a Orix se le hubiera olvidado el uso de sus capacidades telepáticas. Sin embargo, a ella no. Nelly estaba destrozada. Algo la había perturbado muchísimo y no era el fallecimiento de su madre. Eso, pese a causarle un gran dolor, lo tenía ya asumido. Hubo otra cosa que pudo captar en un destello, tan terrible que ella misma palideció.



-¡Pobrecita! - Pensaba llena de compasión.- No merece esto.



            La propia Wina sabía muy bien lo que era estar sola y comenzar una nueva vida. No obstante, fue muy afortunada con sus padres adoptivos. Era muy consciente de que Clyde y Melissa la adoraban. Y eso era mutuo. Ella les quería muchísimo y estudiaba con tesón para ser una gran científica igual que ellos. Además de por desear agradarles, porque en verdad le apasionaba aquello.



-He tenido una vida muy bonita desde que me adoptaron.- Admitió llena de agradecimiento.- Sin embargo, Nelly…



            Sus reflexiones quedaron interrumpidas cuando el doctor Ginga junto con su hermana les abordó.



-Dime. ¿Sabéis que le ha pasado?- Inquirió Giaal.-



            Orix negó con la cabeza, triste y lloroso como estaba. El doctor Ginga no quiso insistirle, sin embargo, nada más ver a Wina la cosa fue diferente. Le pidió con tono aparentemente calmado.



-¿Tienes un segundo? Quisiera hablar contigo.



            La joven asintió. En tanto Naya confortaba a Orix dejándole sentado en un sillón. Luego, el doctor requirió a  su hermana  y los dos hermanos Ginga pasaron una estancia libre junto a esa niña.



-He podido sentirlo.- Comentó Giaal.- Sé que has percibido lo que le sucede. Dinos. ¿Qué ha pasado?

-Sí, bueno, es que…- Pudo musitar la muchacha.-

-Wina, es importante. Nelly está muy desorientada, además de triste. Podría sucederle algo malo.- Intervino Naya.-

-Se siente muy mal. Aunque no es solamente por la pérdida de su madre.- Les contó entre asustada y llorosa. - ¡Algo, algo terrible la ha trastornado mucho!

-¿Había alguien allí con ella?- Inquirió Giaal.-

-Sí, dejé a Edgar junto al cuerpo.- Repuso Naya.-



            Su hermano reaccionó como un resorte, salió de la habitación encaminándose hacia allá. Parecía no necesitar más explicaciones. La atónita doctora Rodney le observó con temor. Giaal estaba muy enfadado, pocas veces había sentido tanta ira en él. Fue detrás de inmediato. Apenas tuvo tiempo de tratar de detenerle.



-¡Giaal, no!- Exclamó cuando, ante el cuerpo de Aurora, su hermano estaba levantando del cuello a su viudo.-

-¡Se lo has contado todo! ¿Verdad? Tuviste que hacerlo. Acaba de perder a su madre y no te pareció suficiente…todo el dolor que está sufriendo…- Le espetó realmente enfurecido.-

-También yo sufro.- Se defendió su interlocutor aferrándose a las manos del médico sin ser capaz de soltarse en tanto sentenciaba.- Y a usted solamente le preocupa su maldito experimento.



            Esta vez, de no haber sido Naya la que sujetó a su hermano, tratando además telepáticamente de calmarle, las consecuencias podrían haber sido muy serias. Al fin, la asustada joven incluso tuvo que suplicar verbalizando aquello.



-¡Te lo suplico! Eres médico. No debes hacer daño, debes curar.

-¡Este maldito bastardo se merecería un buen escarmiento!- Exclamó el furioso alien.-



            Aunque  tras unos angustiosos instantes de lucha interna le soltó arrojándole contra la pared. Edgar se golpeó quedando dolorido pero básicamente indemne. Una apurada Naya corrió a atenderle. Al fin ese tipo pudo decir.



-En atención a la memoria de mi esposa ésta vez no le denunciaré. Pero si vuelve a acercarse a mí le juro que lo lamentará… ¡doctor! - Escupió con patente rabia, remachando.- Quisiera saber que opinarían las autoridades de su experimento de jugar a ser Dios.

-Le ruego que lo deje estar. ¡Por favor, señor Connors! - Le pidió Naya entre atónita por lo que oía y muy preocupada.- Mi hermano está afectado. Yo hablaré con él.



            Aunque Giaal había aprovechado para salir de allí, Sabía perfectamente que debía controlarse. Pese a todo, su hermana tenía razón. Había hecho un juramento como galeno. Además de su compromiso de no dañar a seres inocentes e indefensos.



-Ese maldito estúpido egoísta solo es culpable de estar trastornado.- Se decía rumiando su ira.- Nada más… ¡Ojalá hubiera sido un enemigo!... Pero ahora lo único que importa es encontrar a esa pobre niña.



            Al verle, Wina se acercó a él con gesto demudado por el temor y el pesar. Apenas sí pudo sollozar.



-Lo siento…

-No es culpa tuya, perdóname.- Suspiró él abrazando a la joven.- Ahora solo cuenta que Nelly esté a salvo…



            Así lo esperaba Wina también. Naya salió al poco rato. Edgar se había marchado. Por suerte no hablaría de lo sucedido. Tampoco tenía nada que ganar, fuera esa chica una especie de monstruo o no, era legalmente su hija.



-Por favor.- Le pidió una llorosa Naya a su hermano.- Debes dominarte. No sé qué habrá pasado entre vosotros, pero su mujer acaba de ser desconectada de la máquina de soporte vital…comprende que no debe de estar muy lúcido ahora.

-Lo lamento, no debí reaccionar de ese modo.- Se disculpó Giaal, retomando al fin su autocontrol en tanto decía, ahora con pesar.- Entre esto y la pobre Ginger que está destrozada por la huida de Dean de casa. ¡Vaya una racha llevamos!



            De hecho días antes, cuando el chico se escapó, Ginger salió a buscarle tras unas horas. Lejos de haberse calmado y de regresar su hijo no daba señales. Eso la asustó muchísimo. Hasta un arrepentido Gus se ofreció a ir para rastrear las calles, tras prometerle a la mujer una y otra vez que no se comportaría de modo violento con el crío.

-¡Por favor, Señor! Que esté bien.- Sollozaba la pobre mujer.-



            Y es que ni la policía había logrado localizar a Dean. Y ya habían pasado varios días. Solo de pensar que a su hijo pudiera haberle sucedido algo a Gin se le encogía el corazón. Se pasaba los días en casa, sentada junto a su teléfono. Aguardando una llamada que le dijera que su hijo estaba localizado y a salvo. O temiendo que le hubieran encontrado tirado en algún callejón. No había ido a trabajar durante días.



-Lo siento, Clarisa.- Pensaba compungida.- Es que no puedo moverme de aquí, no puedo.. ¡mi pobre Dean!…



            Precisamente su amiga vino a verla tras dejar el local a cargo de uno de sus empleados de confianza. Al abrirle la puerta, Ginger se abrazó a ella sin poder parar de llorar.



-Estará bien. Seguro. No pierdas la esperanza.- Trató de consolarla su socia.-

-¡Hace días que no sé nada de él.- Sollozaba la desconsolada Gin.-

-Tranquila.- Fue lo único que su compañera y amiga pudo decir.-



            Se sentaron las dos en un sofá cercano. Tras unos momentos contemplándola llorar, Clarisa intentó animarla.



-Dean es un chico listo. Seguro que habrá encontrado un lugar seguro.

-Pero ¿por qué no me llama entonces?- Inquirió una dolida Ginger.- Sé, sé que estaba muy enfadado. Cree que no le quiero.

-Eso no es cierto.- La rebatió suavemente su interlocutora.- Sabe lo mucho que le quieres y él te adora a ti.

-Ya no estoy segura. Me echa en cara mi relación con Gus.- Repuso la consternada Gin.- Él piensa que, de algún modo, estoy en su contra.

-Lo que pasa es que todavía es demasiado joven para comprender según qué cosas.- Afirmó Clarisa.- ¡Vamos mujer! Ya verás cómo aparecerá pronto.



            Su amiga no respondió, estuvieron un rato en silencio hasta que, por fin, Ginger quiso cambiar de tema.



-¿Qué tal tu hijo?

-Franklin, bien. Ya sabes, con su padre. Ahora están jugando a construir robots.- Sonrió Clarisa, añadiendo orgullosa.- Va a cumplir cinco años solamente y ya es capaz de hacer algún muñeco de esos que se mueven solos.

-Me alegro mucho por vosotros. Ojalá que siempre seáis una familia tan bien avenida.- Les deseó sinceramente su infortunada contertulia que no quiso dar más lástima y enseguida preguntó.-¿Y Scott sigue trabajando tanto?

-Sí.- Suspiró Clarisa.- Eso es lo único malo. Le tienen continuamente ocupado en proyecto tras proyecto. Nos vemos menos ahora. Pero, ¡qué remedio! Todo sea por el progreso.



            Era verdad que Scott trabajaba mucho, aunque siempre conseguía hacer un hueco para su vida familiar. No obstante, Clarisa no quiso deprimir más aun a su amiga. Y es que, por contraste, la vida hogareña que ella tenía era idílica en comparación a la de la pobre Ginger.



-Esperemos que todo se resuelva.- Pensaba en tanto trataba de darle ánimos a esa pobre mujer.-



            Y precisamente Dean había llevado a Nelly a su refugio. En realidad, era el que compartía con algunos individuos que conoció al poco de escapar de su casa. Nada más entrar, un chico mal encarado les dedicó una hosca mirada.

-Vale ya, Pierce.- Le dijo Dean sin parecer intimidado.- Es una amiga…

-En ese caso.- Sonrió aquel jovenzuelo eliminando aquella expresión y sustituyéndola por otra más amable.- Bienvenida a nuestra guarida.

-Sí, la guarida de los Rebeldes con causa.- Afirmó una chica rubia con ojos marrones y pelo lacio.-



            Nelly interrogó con la mirada a su amigo, éste enseguida le explicó.



-Aquí nos hemos reunidos algunos que no aguantamos que nos peguen, insulten o que no queremos estudiar o hacer las cosas tal y como nuestros padres nos tratan de imponer.

-A mí me querían civilizar.- Repuso esa chica rubia que se presentó como Bonnie.- Llevarme a ese horrible colegio religioso. A mí me gustan los holo juegos y dormir.

-Pues yo tengo tendencia a quedarme con cosas prestadas que les tomo a otras personas.- Afirmó Pierce, ese chico de pelo castaño y ojos marrones que añadió con orgullo.- Ya me he escapado tres veces del correccional.

-Yo me harté de que me insultasen por ser latino. Después de aguantar tanto Bullying pasé a ser yo quien lo hice.- Terció un tal Pancho, de tez morena, ojos negros y cabello largo y oscuro.-

-¿Y tú?- Quiso saber Bonnie dirigiéndose a la recién llegada.-



            Nelly tardó en responder, el propio Dean la animó.



-Venga, aquí estás entre amigos, todos te comprendemos…

-Sí, no puede ser peor que lo nuestro.- Afirmó Pierce.-

-Yo… ni siquiera… en fin, mi propio padre ni siquiera cree que sea humana. Y mi madre acaba de morir.- Suspiró bajando la cabeza.-



            Un denso silencio cubrió aquel lugar. El resto de los chicos se miraron atónitos. Al fin el tal Pierce rompió el hielo para admitir con no demasiado tacto.



-Pues me equivoque. Te llevas la palma…

-En cualquier caso, considérate como en casa.- Afirmó amistosamente Pancho.-



            Bonnie asintió a su vez aunque parecía menos convencida. Al fin, fue Dean quien propuso.



-Hora de comer. Tendremos que hacer una escapada. ¿Quién se viene?

-Creo que podríais ir tú y tu amiga.- Repuso Bonnie.- Debes enseñarla a “cazar”

-Muy bien.- Convino éste que le indicó a Nelly.- Vamos ven…



            Y tras dedicarle una desconcertada mirada la chica aceptó.



-¿Cazar?- Repitió una extrañada Nelly preguntando a su amigo.- ¿A qué se refiere con eso?

-Pronto lo verás.- Sonrió ladinamente Dean mientras los dos salían de allí.-



Entre tanto, en casa de los Derail, la pequeña Gloria jugaba en el jardín. Con una pequeña regadera estaba echando agua a unas flores. De pronto, una voz femenina muy suave y amable se dirigió a ella.



-Vaya, tienes unas flores muy bonitas. Me gustan mucho. ¿Las has plantado tú?



            Gloria se giró hacia aquella voz que escuchaba. Vio a una mujer alta y rubia, de pelo dorado como su padre cuando se convertía en ese guerrero tan chulo que brillaba. Quizás ella fuera otra guerrera. Además, notaba que era muy fuerte y llevaba un vestido blanco muy bonito con zapatos de esos con tacones, igual que su mamá. Sonrió asintiendo.



-He plantado unas pocas.- Matizó la cría.- Yo las echo agua para que se hagan grandes. Las flores comen agua.- Le contó como si estuviera desvelándole el mayor secreto del universo.- ¿A qué no lo sabías?

-¡Ja, Ja! Ya veo. No, no lo sabía. - Rio una divertida Galaxia que observaba a aquella pequeña tan inocente y frágil en apariencia, preguntando.- ¿Puedo quedarme con una?





            Aunque la niña la sorprendió cuando le dijo con tono muy serio.



-Papá dice que si de verdad amas las flores no las arrancas. Porque eso las mata.



            Eso dejó a Galaxia momentáneamente sin palabras. Al fin pudo replicar con sinceridad.



-No había pensado en eso. Pero es verdad. Entonces será mejor que las vea sin tocarlas. ¿Te parece mejor así?



            La cría asintió con aprobación, para preguntar a esa señora.



-¿Cómo te llamas?

-Galaxia.- Sonrió ella, queriendo a su vez  conocer (pese a que ya lo sabía) ¿Y tú?

-Me llamo Gloria Elua. – Le confirmó la niña afirmando divertida.- Te llamaré Gala. Es más corto. A mí me llaman solo Gloria.

-¿Gala?- Se sorprendió su interlocutora concediendo divertida.- ¡Me gusta!



            Aunque tenía que comprobar lo que Eron le contó cuando retornó a informarla tras haber conocido a esa pequeña. De modo que le propuso en tono desenfadado.



-¿Quieres jugar?

-¿A qué?- Inquirió la niña con curiosidad.-

-Al que te pillo.- Le contestó Galaxia.- Si me atrapas te haré un truco de magia.- Le ofreció.-

-¡Vale!- Exclamó la niña con visible interés.-

-Pues trata de pillarme.- La retó su contertulia que se movió con rapidez, aunque a un nivel humano todavía.-

            Gloria corrió tras de ella, Galaxia se reía dejando que la niña se aproximara para luego esquivarla en el último momento. Sin embargo, tras unos minutos de infructuosa persecución, Gloria se detuvo desencantada.

-¿Qué sucede?- Quiso saber la decepcionada sailor.- ¿Ya te rindes? ¿No eres capaz de correr más rápido?

-Es que mis papás me han dicho que no puedo. - Se defendió la pequeña con su vocecilla infantil teñida de pesar.-



            La sailor se quedó pensativa. Eso era un problema. Si la niña tenía instrucciones de contener su capacidad no podría comprobar nada. Aunque el azar quiso que fuera precisamente la madre de esa pequeña quien llegase entonces.



-Gloria, es hora de cenar.- La llamaba caminando en su dirección.-



            No tardó en ver a aquella desconocida hablando con su hija en pleno jardín. ¿Cómo habría llegado hasta allí?. Se suponía que su casa, siendo la residencia del embajador saiyajin, estaba más que custodiada. Quizás fuera una invitada o alguna dignataria.



-Disculpe. ¿Buscaba usted a mi marido?- Inquirió Maggie al llegar hasta su hija.-



            La enfermera no tardó en rodear a la pequeña con sus brazos, como si desease protegerla de aquella mujer. Más cuando la extraña le contestó.



-A decir verdad, venía a ver a Gloria. Me han hablado muy bien de ella.

-¿Es usted profesora en su colegio?- Fue lo primero que Maggie acertó a preguntar.-



            Pudiera ser eso, su hija también era una niña muy lista. No académicamente hablando, pero era muy despierta para su edad. O posiblemente hubiera hecho alguna cosa de las que únicamente los saiyajin eran capaces…



-No, no soy profesora.- Le confesó esa individua.-

-Entonces, ¿quién es usted?- Quiso saber la ya más inquietada madre, abrazando con más fuerza  a su pequeña a la par que le advertía  a esa extraña reuniendo determinación.- Será mejor que se vaya o tendré que llamar a mi esposo.

-No tenga miedo, no voy a hacerles ningún daño.- Quiso despreocuparla su interlocutora que le explicó.- Gloria y yo estábamos jugando al que te pillo. Pero ella me ha dicho que sus papás no le dejaban correr más. Le ruego que no limite a su hija. Al menos conmigo. Eso no será necesario.



            Y para asombro de Maggie e interés de Gloria, esa extraña comenzó a brillar con un aura dorada, muy similar a la de los saiyajin. Entonces transmutó su vestido en una especie de armadura de oro que completaba con un casco y botas altas de tacón a juego…



-¿Quién es usted?- Pudo balbucir la atónita e impresionada enfermera.-



            La respuesta le llegó, pero no por boca de esa extraña sino de Kiros. El saiyajin había detectado una gran energía y no tardó en aparecer allí.



-¡Lady Galaxia!- Exclamó con visible sorpresa.-



            Enseguida se reunió con su asustada esposa y la tranquilizó.



-No temas, es la sailor más fuerte que existe, pero está de nuestro lado.

-Es usted muy generoso, embajador.- Repuso la aludida quien, no obstante, objetó.- Pero hay una sailor mucho más poderosa que yo…

-¿Qué deseaba de nosotros?- Inquirió el joven.-

-Vine a conocer a su hija.- Le explicó ella.- Le estaba pidiendo a su esposa que, por favor, no contenga a la niña. Quisiera ver sus habilidades.



            Maggie miró a su marido y estaba enfadada cuando aseveró.



-¡Ya está bien!, estoy harta de que vengan aquí a tratar de experimentar con mi hija como si fuera el prototipo de un arma…¡Por Dios!, es solamente una niña, hagan el favor de dejarla en paz…



            Galaxia soportó aquella reprimenda con cara de circunstancias. Podía entender el temor y el miedo de esa mujer. La propia cría les miraba confundida, no sabía por qué su mamá estaba enfadada con aquella señora tan guapa. Quizás fuera por haber corrido sin permiso por el jardín.



-¡Sí!- pensó la cría.- Mamá a veces me riñe por hacer eso.



Por su parte, la sailor declaró con tono conciliador.



-Lo lamento mucho señora Derail, no quiero inmiscuirme en su vida familiar, ni perturbar a su hija. Pero le aseguro que esto es absolutamente necesario.



Kiros intervino entonces, mirando a su esposa primero y después a Galaxia asintió. Dirigiéndose entonces a la cría.



-Hija, puedes jugar con esta señora todo lo rápido que quieras.

-¡Bieen!- Exclamó la pequeña que añadió a su vez.- Quiero un disfraz tan guay como el tuyo…

-¿Quién sabe? quizás cuando seas mayor puedas tenerlo.- Sonrió la divertida guerrera para retarla una vez más.- De momento, a ver si eres capaz de atraparme, pequeñaja.



            Y ahora sí que Galaxia pasó a moverse a una velocidad realmente imposible para un humano. Sin embargo, Gloria se limitó a sonreír. Declarando entre divertida y burlona.



-¡Qué lenta!



            Desapareció a  su vez para estupor de sus padres y tras apenas unos segundos Sailor Galaxia reapareció a la vista de ambos esposos con esa niña agarrándola de la cintura.



-¡Te pille, he ganado!- Exclamó una orgullosa y feliz niña.-

-Sí, lo has hecho. Desde luego que sí. - Admitió Galaxia con un asombro que no se molestó en ocultar.-

-Ahora me tienes que hacer un truco de magia. El del cambiarte de traje como antes no vale.- Avisó la cría.-



            Su “presa” accedió. La pequeña la soltó. Entonces para asombro y admiración de la niña e incluso de sus padres, la guerrera hizo brotar de su pecho una especie de diamante con forma romboidal que brillaba con destellos dorados, como un pequeño sol.



-¿Qué es eso?- Preguntó Gloria.-

-Mi semilla estelar.- Sonrió Galaxia.-

-¡Es muy bonita, quiero una.- Pidió la niña.-

-También la tienes, está dentro de ti.- Le reveló su interlocutora, agregando con tono amable.- Y cuanto más buena seas, más fuerte brillará.

-¿Cómo la tuya?- Quiso saber con tono esperanzado.-

-¡Y aún más! - Sonrió la sailor que insistió.- Pero debes ser buena y obedecer a tus papas. No hacer daño a la gente, ni meterte en problemas. ¿Lo prometes?



            La pequeña asintió sonriente. Estaba deseando tener una piedra de esas que brillase tanto. Galaxia por su parte, pasó a centrarse en los padres de Gloria y les dijo.



-Cuidadla bien, educarla aún mejor…Ya sabéis que…

-Sí, el príncipe Eron nos lo advirtió.- La cortó Kiros, deseando que su hija no escuchase aquello de nuevo.- Haremos cuanto esté en nuestras manos…



            Galaxia asintió. Tras hacer retornar esa brillante semilla a su interior. Se despidió remachando.



-Ya he visto que quería. Ahora debo irme. Ha sido un placer conocerles, embajador y señora Derail. Les deseo lo mejor. Adiós Gloria, y no olvides tu promesa.



La niña asintió dejando que su padre la tomara en brazos. Y en tanto esa extraña se marchaba Maggie solo podía pensar con un sentimiento de creciente angustia.

-¡Dios mío! Por favor te lo pido. Guíame para ser la mejor madre posible…

Estando en su despacho, Brenda recibió noticias que la pusieron de los nervios. Era un mensaje de su jefa. La señora Deveraux anunciaba su inminente llegada.

-¡Maldita sea!- espetó la modelo.- Esta comunicación es de hace al menos cinco horas. Y vino de una nave. Debe de estar al llegar. Y si no me ve en el astropuerto para recibirla se pensará que…mejor no imaginaré lo que pueda pensar esa arpía…

            Saltó como un resorte, se miró en el espejo. Estaba presentable, bien. Dio órdenes de que le enviasen un taxi deslizador. Nada más abordarlo programó el rumbo al astropuerto. Tardó apenas media hora en llegar. Al hacerlo corrió enseguida hacia la terminal. Enseguida le preguntó a un funcionario.

-¿Sabe cuando llega la próxima nave de pasajeros desde Bios?

-Se espera que lo haga en unos diez minutos.- Le contestó aquel tipo.-



            Suspiró aliviada. Aunque enseguida cayó en la cuenta de otra cosa. ¡No había comprado ni un mal ramo de flores para ofrecérselo a la Jefa!



-¡Maldición!- Se dijo, enfadada consigo misma por su descuido.- Debo darme prisa.



            Por suerte tiendas no faltaban allí. Pudo encontrar una floristería y comprar un buen ramo de …¿Eran claveles? ¡Qué más daba! Pagó una buena cantidad, serían de buena calidad. De modo que supuso que esas flores le gustarían. E iba a tener la ocasión de averiguarlo enseguida. Allí estaba, descendiendo de la nave como si estuviera desfilando en Milán o en París. La señora Deveraux hizo acto de presencia en Nature. Aunque no venía sola. Brenda no pudo por menos de fijarse en la atractiva mujer, joven y elegantemente vestida con una blusa celeste y falda negra que la acompañaba. Sería de la estatura de la propia Esmeralda más o menos. De pelo castaño claro peinado en forma de una trenza…



-¿Quién demonios será esa?- Se preguntó con estupor.-



            Posiblemente fuera alguna modelo que la diseñadora traía desde Bios, o incluso desde la Tierra. O su secretaria. Aunque lo que estaba claro es que parecían llevarse muy bien. No dejaban de charlar y parecían tener una  notoria complicidad. Brenda nunca había visto a su Jefa tan sonriente. Aunque dejó eso de lado para aproximarse con calma y saludar con amabilidad.



-Señora Deveraux. Bienvenida a Nature. ¡Cuánto me alegro de verla otra vez!



            Esmeralda le dedicó una perpleja mirada. Ni se acordaba de que esa chica fuese a recibirla. Le envió simplemente un mensaje avisándola que llegaría pronto. A decir verdad, hubiera preferido ir por su cuenta  hasta la sede de modas Deveraux en Sagan City, observar aquello por sorpresa y comprobar algunas cosas que la preocupaban. No obstante, enseguida saludó con una sonrisa a su vez.



-Hola Brenda. Encantada de estar aquí. Mira, te presentaré a la hermana de mi yerno, la señora Kerria Malden.

-Mucho gusto.- Sonrió esa mujer tan atractiva.-



            Brenda le ofreció la mano y su interlocutora la estrechó, al mismo tiempo reía comentando con Esmeralda.



-Eso de que me llames señora, no sé. Me siento rara.

-Estás casada, querida. ¿Cómo quieres que te llame?- Sonrió a su vez la diseñadora que añadió.- Y hablando de eso. ¿Me dijiste que no habías pasado por Bios?

-Sí, es que no pude. Lo siento.- Suspiró ahora con gesto más cariacontecido.- Me habría gustado mucho ver a Amatista, a mi hermano y a los niños, pero tenía que venir directamente desde la Tierra. Eso me indicó mi jefe.

-Bueno, sus razones tendría.- Se limitó a replicar Esmeralda ofreciéndole.- ¿Vienes? Pediremos un taxi.

-Ya pedí uno, señora Deveraux. - Se atrevió a interrumpir Brenda que le entregó el ramo de flores a  su jefa.- Para usted,  sea bienvenida a Nature.



            La anfitriona se maldijo enseguida, dándose cuenta de que había repetido aquello dos veces.



-Gracias. Es un detalle.- Asintió Esmeralda obviando ese desliz.-

-Espero que le gusten. Son sus favoritas, ¿verdad?- Insinuó tímidamente su subordinada.-

-En realidad, prefiero las de jazmín. Y las kerrias.- Sonrió mirando a su acompañante.- Esas sí que son unas hermosas flores.



            La aludida casi enrojeció, entre algo avergonzada y divertida. Mientras la señora Deveraux insistió.



-¿Nos vamos?

-Por supuesto, madame Deveraux.- Convino complacientemente Brenda.-



            Pero su Jefa no le estaba prestando atención a ella, miraba no obstante a esa otra chica. Y esta respondió con afabilidad.



-Muchas gracias, pero quedé en que vendrían a recogerme aquí.- Rehusó Kerria.- Espero que tengas una buena estancia en Nature, Esmeralda. Y que podamos vernos antes de que te vayas. Yo tendré que quedarme por algún tiempo.

-Eso espero yo también. Ya cenaremos y charlaremos de la familia. – Contestó la diseñadora obsequiándola con un par de besos en las mejillas, no sin añadir con tono maternal.- Y a la vuelta pásate por Bios.

-Eso me gustaría hacer, dependerá de lo que dure este caso.- Afirmó la abogada.-

-Conociéndote a ti, no creo que el abogado contrario te dure mucho.- Aseveró su contertulia.-

-En este caso es un fiscal. Y no lo tengo nada fácil.- Admitió Kerria.-

-Bueno, querida. Eres una mujer de recursos. Y no te arredras ante nada. Yo siempre apostaré por ti. No dudo de que obtendrás un buen veredicto. - Declaró Esmeralda.-

-Eso espero, te agradezco mucho los ánimos. - Sonrió su interlocutora.-



            Brenda escuchó realmente impresionada. Su Jefa no se deshacía en elogios de ese modo con cualquiera. Esa individua debía de ser muy buena en lo suyo. A juzgar por el tema de la conversación, tendría que ser abogada.



-Quizás me convendría tratarla un poco y ser amable con ella. Si tiene ese ascendente con la bruja.- Meditó.-



Esmeralda entonces se alejó en dirección a la zona de taxis y Brenda la siguió, despidiéndose a su vez de aquella chica.



-Adiós, encantada de conocerla.

-Igualmente.- Replicó la interpelada.-



            Y mientras la suegra de su hermano y esa otra chica se alejaban, Kerria se quedó aguardando en la terminal.



-Esa chica iba pegada a Esmeralda.- Se sonrió.- Le faltó desenrollar una alfombra roja cuando bajamos. Lástima no haber aprovechar el taxi.- Suspiró ahora, dado que comenzaba a refrescar un poco.-



Por fortuna para ella no pasó demasiado tiempo hasta que otro viejo amigo fue a buscarla. Al aparecer, el capitán Cortes la saludó afectuosamente comentando acto seguido.



-Vamos, no tenemos ni un instante que perder…






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