Algunas
semanas transcurrieron en Nature. La
calma fue la nota predominante, al menos a nivel general. En los confines del
sistema solar del planeta nada se movía. Hasta los fieros Arcoily parecían
haberse evaporado. La escuadrilla de las
Fighter ladies de hecho solamente tuvo que hacer unas pocas salidas rutinarias.
Eso sí, echando a faltar a una de sus más destacadas pilotos. Así lo comentaban
Olivia y Elisa, charlando distendidamente en español, a la vuelta de una de
tantas rondas por el campo de asteroides.
-Las
cosas están muy tranquilas.- Apuntaba la mejicana.- Hasta Ludmila se ha ido de
permiso a la Tierra, para ver a su familia.
-Demasiado
tranquilas diría yo.- Convino la chilena, no sin un tinte desconfiado.- Aunque
me alegro por ella, beber vodka y cantar tanto, la estaba haciendo ponerse demasiado
nostálgica.
-A
disfrutarlo mientras dure.- Repuso su interlocutora
sonriendo al escuchar eso.-
Era
verdad, su rusa compañera llevaba bastante tiempo sin ver a los suyos. Incluido
a su novio, Iván. Había pedido más que un permiso, una licencia de varios meses
que le fue concedida ante la calma reinante en el sector. Al parecer, que las
cosas en Nuevo Vegeta se hubiesen estabilizado, había traído buenas
repercusiones a Nature. La chilena entonces cambió de tema centrándose en su
otra compañera.
-Por cierto, señora.- Comentó Elisa con
algo de preocupación.- ¿Vamos a ver a Sabra? Lo última vez que la visité estaba
muy achacada.
-Es lógico. Lleva ya días recluida y
suspendida de servicio. A la espera de juicio.- Contestó Olivia.-
-La mayor Hunter no nos dijo si esto iba
a prolongarse mucho.-Respondió la chilena.-
-No lo sabe.- Contestó la mejicana.- Es
complicado no más. No depende de ella. Aunque hace cuánto puede.
Su
subordinada asintió. Así lo creía también. De hecho su compañera de escuadrilla
pudo por fin abandonar la celda en Sagan City, pero a cambio permanecía en su
alojamiento de la base. No le estaba permitido salir del recinto militar. Ese
fue el acuerdo que alcanzaron la mayor Hunter y el comandante Enset con la
autorización de la capitana Simmons. Al menos, las autoridades civiles
accedieron a eso a fin de mitigar el posible clima de crispación que se había
creado en algunos sectores de la ciudad. Sabra lo recordaba cuando se presentó
ante su superiora, acompañada de la mayor.
-Descansen.- Ordenó Simmons a las dos
que, al punto, obedecieron.-
La
capitana estaba sentada tras su despacho, sus dos oficiales permanecían en pie.
Simmons no se anduvo por las ramas y con tono severo le dijo a la acusada.
-Alférez Levi. Está aquí porque su jefa
de escuadrilla ha abogado por usted. Me pidió que la sacásemos del calabozo
civil. Por mi parte, he tenido que hacer muchas llamadas y pedir algunos
favores. Solo espero que tenga eso presente.
-Sí señora, se lo agradezco mucho.-
Respondió sumisamente la israelí.-
-Escuche.- Agregó ahora Simmons, sonando
más conciliatoriamente.- Es un tema muy complicado. Se unen varias cosas. Es
usted militar y mujer. No entro, ni me interesa su orientación sexual. Pero hay
muchas personas en este planeta a las que sí les preocupa.
-Con el debido respeto, señora.- Se
permitió intervenir Susan.- No creo que esto sea, ni mejor, ni peor que otro
caso.
-¿Cuál caso?- Inquirió la capitana.-
-Si la alférez Leví hubiera sido un
hombre y hubiese agredido a ese muchacho habría estado igualmente mal. Pero no
sería ni más, ni menos grave. Algunos se
burlan de la víctima diciendo que fue una mujer quien le zurró, cosa que es
falsa. Otras acusan a la alférez de tendencias antinaturales, de tratar de
entrometerse en una pareja de enamorados…
-¡Eso es mentira, señora! - Estalló
Sabra sin poderlo remediar.- Lo siento.- Se excusó de inmediato.-
-Escúchenme bien las dos.- Declaró
Simmons retornando a su anterior severidad.- Repito que a mí, los rumores o lo
que se diga en la calle, no me importa. Aquí debemos atenernos a los hechos.
Usted, acorde a las declaraciones de múltiples testigos, se encaró con ese
joven y le lanzó contra la barra de un bar. Posiblemente no estuvo en su
intención que se golpease en la cabeza con la misma. Sin embargo, eso sucedió y
aquel chico perdió el conocimiento. Fue ingresado con pronóstico reservado y
pasó inconsciente unos días, con todo lo que se deriva a efectos clínicos.
Riesgo de embolia, pérdida de memoria, en fin. Y a saber cuántas cosas más. No soy médico…
-Mi esposo sí lo es, señora.- Intervino
Susan afirmando.- Él se informó acerca del parte clínico. Pudo ser mucho peor, pero afortunadamente el
chico está bien.
-De lo que, créanme, me alegro.- Afirmó
su superiora, que, no obstante, agregó
con preocupación.- El problema está en que la población civil no puede llegar a
creer que militares entrenados para defenderla puedan suponer una amenaza. Esto
ha creado alarma social, y no únicamente entre esas personas de creencias
digamos tan exacerbadas acerca de la moralidad. He recibido bastantes presiones
del mismo alcalde de Sagan City e incluso he tenido noticias del Cuartel
general del UNISON en la Tierra. Este desagradable incidente ha llegado a sus
oídos.
-No, no creí que esto fuera tan grave.-
Musitó la atónita e incluso alarmada alférez.-
-Por desgracia cuando la política y
otros intereses entran en juego las consecuencias pueden ser imprevisibles.-
Sentenció Simmons.- Por no hablar del peligro latente en los confines de
nuestro sistema solar. Pese a que hace días que no dan señales, los Arcoily
siguen ahí fuera.
-Sí, señora.- Admitió Susan.-
-Por ello, espero que dé usted una
lección de comportamiento, alférez Leví. Se ha cursado una denuncia que han
interpuesto los padres de ese muchacho. Por tanto quedará confinada en sus
aposentos hasta que la causa civil contra usted sea presentada. A fin de evitar
cualquier posible riesgo de que nadie de la población civil la reconozca o
provoque, no se le permitirá la salida de la base. ¿Comprendido?
-Sí, señora.- Replicó la aludida.-
-Bien, eso es todo. Pueden retirarse.-
Les indicó la capitana.-
Tras
saludar en posición de firmes, ambas mujeres abandonaron el despacho. En tanto
caminaban hacia la habitación de Levi, ésta le dijo a Susan con tono
reconocido.
-Muchas gracias, señora. Le agradezco
que haya creído en mí.
La
interpelada se detuvo haciendo que su subordinada lo hiciera también, y la
mayor Hunter le respondió con tinte entre reflexivo y preocupado.
-Verás Sabra, esto me apena
profundamente. Te conozco, eres una magnífica piloto y oficial, tienes tu
carácter, como todos lo tenemos, pero jamás te habías extralimitado ni
provocado el menor conflicto. Estoy convencida de que eres inocente de haber
hecho daño a Martin con intencionalidad. Sin embargo, también le conozco y le
estimo a él. Ya te dije que es maestro de mi hijo.
-Sí señora, lo entiendo. Lamento
profundamente haberla puesto en esta delicada situación.- Asintió la joven
afirmando no obstante con patente sentimiento.- Pero, yo… ¡yo quiero a esa
chica! y él… no lo puedo comprender. Estoy segura que ella no le ama.
-A veces el amor por alguien nos ciega
el juicio.- Suspiró Susan.-
-Es muy difícil siendo las dos mujeres,
con esta ola de intolerancia que ha hecho retroceder tanto a la sociedad en
libertades.- Alegó la israelí, remachando resignada.- Usted no puede comprender
como nos sentimos las que…
Aunque
para sorpresa suya, Susan posó ambas manos sobre los hombros de la muchacha y,
en confianza, le desveló.
-Te entiendo muchísimo mejor de lo que
tú crees…verás yo…
La
atónita Sabra abrió la boca entonces para atreverse a especular.
-Usted…también es…pero ¡está casada con un
hombre!
-Sí, y amo muchísimo a mi esposo.-
Sonrió ahora Susan desdramatizando aquello para explicar en tanto negaba casi
pareciendo divertida. - No, yo no soy gay. Pero mi hermana pequeña sí lo es. Lo
supo desde siempre y desde el principio me lo contó. Jamás me ocultó nada. La
apoyé y la animé a que fuera ella misma. Y vi como tuvo que sufrir injustamente
por sus inclinaciones. Incomprensión, rechazo, muchas veces lo pasó muy mal y
yo con ella. Por eso, en ese sentido estaré siempre de tu lado, como lo estoy
del suyo. Aunque eso no justifica una agresión.- Añadió ya con pesar.-
-Señora, sé que es difícil de creer,
pero cuando la besaba y nos acostábamos juntas… en eso no se puede fingir. Al
menos, no entre nosotras. Quizás pueda engañarse a un hombre. Pero…
-Eso nunca se sabe. Los hombres podrán
ser menos complejos que nosotras para según qué cosas. Sin embargo, hay mujeres
capaces de engañar a otras mujeres. O quizás esa novia tuya se enamoró de él
después. De todos modos, eso no es lo que cuenta aquí.
-Con todo el respeto, mayor. Para mí es
lo único que cuenta.- Rebatió más contundentemente Sabra, sentenciando.- Debo
estar segura. Escucharlo de su boca mientras me mire a los ojos. Si me dice que
le prefiere a él, y lo hace de verdad, lo sabré. Entonces me olvidaré de ella
para siempre. De lo contrario, lucharé por recuperarla.
Y
ante la mirada entre preocupada y reprobatoria de su superiora, la israelí
enseguida matizó.
-Me refiero a una lucha por su corazón.
No a tener que pegar a nadie más.
-Me parece muy bien. Tienes todo el
derecho.- Concedió Susan para matizar.- Pero vayamos por partes. Lo primero es
afrontar tu situación. Si hay juicio no temas, he buscado la ayuda de la mejor
abogada que se pueda tener.
-Sí, me habló de ella.- Asintió la israelí.-
-Y te contaré un secreto. Algo que muy
pocos saben.- Sonrió la mayor Hunter para añadir con tono de complicidad.-
Guárdamelo, ¿eh?
-Por supuesto. Sabe que puede confiar en
mí.- Asintió Sabra quien, con curiosidad, la invitó a proseguir.- Usted dirá.
-Kerria Malden fue novia de mi hermana.
Salieron juntas en el instituto. Así que no temas. No dudo que aceptará
representarte y te defenderá lo mejor posible. Y eso, hablando de ella,
significa una magnífica defensa. Ya lo comprobarás…Pero tienes que poner de tu
parte y hacer cuanto te digamos.
Sabra
sonrió sintiéndose más animada. Estaba muy orgullosa de tener compañeras y
oficiales al mando que, no solamente no la abandonaban o aceptaban sacrificarla
como cabeza de turco ante las presiones políticas, sino que cerraban filas en
torno suyo.
-Le doy mi palabra, haré lo que me pidan. Muchas gracias…
Así,
ya en su habitación, meditaba sintiéndose algo mejor recordando aquella
conversación. No obstante, le dolía el corazón por ser incapaz de salir para
hablar con Daphne, poner las cosas claras. Entonces oyó las voces de Olivia y
Elisa pidiéndole permiso para pasar…
-Adelante.- Respondió en tanto pensaba.-
Pese a lo que me cuesta hacerlo, cumpliré mi palabra. No me moveré de aquí
hasta que empiece ese juicio….
En
otra parte del planeta, Brenda estaba en su despacho. Una tarde anodina,
revisaba los mensajes llegados desde la Tierra y Bios. Uno de ellos destacó,
había sido enviado por la Jefa en persona. Esmeralda le anunciaba que
posiblemente iría a visitar la franquicia de Nature. La encargada local de la
Casa Deveraux escuchó ese mensaje más de una vez.
-Hola Brenda, espero que todo esté bien
por allí. Aprovechando que he venido a Bios a ver a mi hija, mi yerno y a mis
nietos, trataré de hacer una visita a Nature. Quiero que me informes de primera
mano de cómo va todo. También ha llegado a mis oídos que tienes algunas modelos
muy prometedoras. Puede que decida llevarme alguna a la Tierra conmigo. Ya te
avisaré de mi llegada con la suficiente antelación como para que arregles una
reunión con ellas. Un saludo.
Moviendo
la cabeza y suspirando entre resignada y molesta, espetó a la pantalla a
sabiendas que aquel era un mensaje grabado y que no obtendría réplica.
-¡A sus órdenes!, Señora Deveraux…su
esclava siempre a su servicio.
Y
es que estaba hastiada y furiosa. Llevaba años allí. Su carrera profesional
estaba estancada. ¿Quién demonios iba a interesarse por una modelo perdida en
aquel planetucho? La población de Nature se contaba ya por centenas de miles,
quizás fueran un par de millones de personas. Y no obstante ese hecho, lejos de
ser algo interesante, era tremendamente descorazonador. ¡Eso era menos de la
mitad de personas que habría en cualquier ciudad medianamente decente en la
Tierra! A lo mejor que se podía aspirar en ese mundo perdido era a ser una
celebridad local. Y ella no podía decir ni eso. Era la directora de la
franquicia, sí. Pero, pese a desfilar de vez en cuando, era poco considerada
por el escaso mundillo de la moda naturiano. Además, sus ocupaciones dirigiendo
aquello, no le daban mucho tiempo para estar sobre las pasarelas o probarse las
magras colecciones que llegaban hasta allí. Sin embargo, Sonia sí que era
bastante celebrada.
-¡Esa putita española! – Maldecía con
manifiesta envidia.- ¡No sé qué demonios la verán! Soy más alta que ella, mejor
proporcionada y mucho más elegante. Aunque claro, también soy mayor.- Se dijo
con pesar.-
Quizás unos pocos
años, pero eso en su profesión era un mundo. Ya estaba próxima a los treinta, y
aunque para una mujer como ella era una edad bastante buena, si no salía pronto
de allí languidecería sin remedio. En unos cinco años más las primeras arrugas
e imperfecciones comenzarán a manifestarse de modo imparable.
-¡Y esa maldita vieja me mantiene
desterrada aquí! – Rumiaba con enfado.- Dejando que me consuma en este
planetucho.
Llamaron
entonces a la puerta, apagó el ordenador y preguntó.
-¿Sí?
-¿Se puede?- Oyó preguntar a una voz
desagradablemente familiar.-
-Claro- replicó con tintes más
amigables.-
Era
esa españolita. ¡Cómo no! Fue pensar en ella y verla aparecer entrando con esa
falsa humildad y esos andares tan torpes. Parecía que más que llevar tacones,
la muy ridícula fuera subida a unos demasiado altos para que pudiera dominarlos
mejor que una cría que se probase los zapatos de su madre por primera vez. Con
esa estatura tan escasa y pretendiendo rivalizar con ella. No obstante, le
dedicó una fingida sonrisa.
-Hola Sonia. Dime. ¿Qué querías?
-Solo venía a preguntarte qué opinas
acerca de la nueva colección.- Repuso ésta.- Llegará a Nature en cuestión de
días. Tendremos que preparar un pase.
-¡Oh!, claro que lo haremos, no te
preocupes.- Sonrió su interlocutora.- Déjalo de mi cuenta. Por supuesto te
incluiré como modelo principal. Eres con mucho la mejor de aquí.
-Bueno, no creo que sea así. Tengo compañeras
realmente excelentes. - Repuso modestamente Sonia.-
-Una pandilla de medianías. Nunca
llegarán a nada. - Rebatió Brenda sin ocultar su desdén añadiendo.- En cambio,
tú sí que tienes clase.
Sonia
llegó a bajar la cabeza ruborizándose y ¿por qué no? Sintiéndose mal por sus
compañeras, muchas de las cuales eran buenas amigas. Habían compartido muchos
desfiles juntas, en Sagan City, la ciudad Boreal y la ciudad Austral. Que eran
las tres grandes capitales del planeta.
-Creo que eres muy dura.- Musitó con
pesar.-
-No, solo soy sincera.- Repuso Brenda
enfrentando la acerada mirada de sus azules ojos a los color castaño de su
interlocutora para añadir.- Tú sí que
tienes un futuro. Si sigues trabajando y te diferencias de ellas. Yo estoy
dispuesta a ayudarte.
-Te lo agradezco, de verdad.- Afirmó la
muchacha que, sintiéndose algo incómoda, se excusó.- Bueno, tengo que irme. He
de arreglarme un poco.
-¿Más todavía?- se sonrió Brenda con un
deje de ironía que afortunadamente escapó a su interlocutora.-
-No, es que he quedado, con unos amigos...-
Pudo decir la española algo envarada.-Y quisiera poder tomarme un descanso
antes.
-Claro, debes estar agotada. Lo
comprendo. Llevas mucho trabajo acumulado. Tómate un par de días hasta que
reciba los vestidos de la nueva colección.
-Gracias.- Sonrió Sonia algo
forzadamente.-
Y
salió del despacho de su jefa. Suspiró. Esa Brenda nunca le había inspirado
confianza, aunque era la primera vez que la elogiaba de esa manera. Quizás si hasta
esa individua tan superficial y ambiciosa se lo decía, fuera cierto. A decir
verdad, Sonia tenía ya bastantes fans. Era muy conocida en Nature. Había rodado
incluso anuncios y participado en algunas modestas producciones de holo tele
locales. Sonrió moviendo la cabeza.
-Eso de ser actriz no es lo mío.
Sobre
todo cuando le tocaba el papel de chica enamorada en secreto de algún atractivo
joven. Como la estrella local Ben Crew. Un apuesto chico rubio de ojos verdes,
alto y fornido deportista. Aunque ella le conocía un poco más que la mayoría de
sus fans. Incluso habían quedado para cenar. Tendría que recordárselo a Mei
Ling. De hecho, cierta tarde Sonia recordó una conversación que mantuvo con
ella. Pasando una apacible velada en casa
de su novia haría ya una semana. La oriental había elogiado su actuación, pese
a que también le reprochó sin saber a ciencia cierta, si le hablaba en broma o
en serio.
-Os besabais tan bien que parecía
bastante real.
-No, ¡qué va! Soy una pésima actriz.-
Admitió Sonia.-
-Pues él sí que parecía disfrutarte.-
Remachó su contertulia con tono que evidenciaba un ligero malestar.-
-¡Él sí que es un buen actor!- Rio la
española.- Y muy agradable fuera del rodaje.
-¿Cómo de agradable?- Quiso saber Mei
Ling, que daba la impresión de ponerse celosa por momentos.-
La
interrogada no pudo evitar la risa. Aunque su pareja no parecía estar para
bromas. De hecho, tenía motivos. No porque Sonia la hubiera engañado con ese
tipo. Sin embargo, la española siempre le dijo que a ella le gustaban tanto los
hombres, como las mujeres. Y eso hacía
recelar a la científica de cuan apuesto galán se cruzara en el camino de su
novia.
-Mei Ling. Estoy enamorada de ti.- Le
repitió casi con tono condescendiente para agregar.- No me refiero a nada de
eso.
-No, si yo tampoco. -Se apresuró a
replicar una azorada oriental.-
-Venga, no seas tonta. Y acuérdate,
tenemos que ir a cenar con él…dentro de una semana.
-Ya tengo experiencia en eso de ir a
cenas donde hay mucha tensión en el ambiente.- Comentó su interlocutora.-
Sonia
asintió, en tanto su novia le habló una vez más acerca de aquella cena tan
“especial” cuando fue con su entonces pareja Maggie, para supuestamente hacer
de cupidos entre el embajador Derail, a la sazón, un joven oficial de
intercambio, y una tal Keiko. Si la modelo no recordaba mal, esa era otra
artista de renombre. Y, por si fuera poco, además de una gran cantante, era una
muy competente científica, antigua compañera de Mei Ling. Y en esa ocasión la
cosa no fue exactamente como la oriental pensó.
-Maggie y ella acabaron en la cama. ¡Y
no precisamente para dormir!- Le desveló por enésima vez Mei Ling.-
-No seas boba. No va a ocurrir lo
mismo.- Le aseguró. -
-Nunca se sabe, los caminos del amor son
misteriosos.-Opuso irónicamente su contertulia.-
-Le dije que iría con alguien.- Le
desveló Sonia a su desconfiada pareja.- Y él me aseguró que también vendría
acompañado. Ya lo verás. Seguramente nos va a presentar a su chica. Y ese es su
secreto mejor guardado. De esa manera te quedarás tranquila.
Su
novia pareció conformarse con eso. Incluso llegó a admitir, con una leve
sonrisa.
-Siento curiosidad por ver al bombón que
ha logrado conquistar a ese tío.
-¡Y yo!- rio la española con su
inevitable toque de humor.- Lo mismo nos acabamos pegando por ella. Aunque en ese
caso, te la cedo, ¡cualquiera se mete contigo!- Sentenció recordando como su
pareja había zurrado a esos tipos que trataron de acosarlas tiempo atrás.-
Al
fin Mei Ling rio, luego se abrazaron y pasaron a comerse a besos. Ahora pensando en eso de camino a casa, envió
un mensaje a su novia. Ésta respondió de inmediato diciendo que ya lo recordaba
y que estaría lista. De este modo las dos quedaron directamente en el sitio
escogido. Un restaurante muy exclusivo, sito en la gran avenida SSP-2 de Sagan
City. Por suerte había tomado práctica a la hora de despistar a los pocos pero
insistentes periodistas que había en el planeta. En el caso de Sonia, un taxi
deslizador la llevó de incógnito a la parte de atrás del restaurante. Mei Ling
entró sola por la puerta principal. Al fin se dieron cita y tras dar sus
nombres el maître las acompañó a su mesa.
-Señoritas, mesa para cuatro, a nombre
de Infante.
-¿Infante?- Se sorprendió Mei Ling
mirando a su pareja.- ¿Ese quién es? ¿Tu amigo el actor?
-Es mi segundo apellido. – Le desveló
ella.- En España, como en la mayor parte de los países terrestres, generalmente
se usa el apellido paterno en primer lugar, pero en mi país también el materno
se tiene en cuenta.
-Pues nunca te lo escuché mencionar.-
Afirmó la oriental con genuina sorpresa.-
-Es porque lo tengo de reserva. Para
poder pasar desapercibida aquí.- Sonrió la joven.-
-Desde luego. Tienes muchas cosas que
contarme sobre ti.- Afirmó Mei Ling.-
Dado
que ella había sido franca desde el principio con su pareja y bastante abierta
esperaba que ésta correspondiera. Así debió de entenderlo Sonia a su vez.
Aprovechando pues que sus acompañantes se retrasaban, la modelo le contó.
-Y bueno, soy española porque nací allí,
en Barcelona, sin embargo mis padres son chilenos. Pasé algunos años en ese
país, aunque luego me fui a España de nuevo. Tuve ocasión de cursar un año de
estudios secundarios y me encantó…
-¿Y tus padres?- Inquirió con patente
interés su contertulia.- No me has contado nada sobre ellos desde que nos
conocemos.
Sonia
iba a contestar a eso cuando la voz del maître las distrajo. Junto a él venían
dos personas.
-Por favor, las señoritas les aguardan
aquí.- Dijo aquel tipo, guiando a los recién llegados hasta ellas.-
Fue
levantar la vista hacia la dirección de dónde venían esos dos y quedarse ambas
perplejas. En efecto, la persona que venía junto a Ben era todo un bombón. En
el sentido literal. Un apuesto chico de raza negra, pelo bastante corto aunque
elegantemente vestido con un traje blanco y camisa roja. Llevaba un pendiente
de oro en la oreja izquierda. El propio actor sonrió a las dos mujeres, a su
vez estaba realmente rompedor, con ese traje oscuro con corbata roja, su pelo rubio
de media melena casi a la altura de los hombros y aquella mirada profunda y
sensual de sus verdes ojos con la que analizaba a ambas mujeres.
-Encantado de veros. Tú debes de ser Mei
Ling, la amiga de Sonia. Me habla mucho de ti.- Declaró con mucha cortesía.-
-Un placer.- Sonrió la oriental que se
levantó de inmediato para estrecharle la mano.-
-Él es mi amigo, Percival Couto.- Añadió
Ben, presentando a su acompañante.-
-Tanto gusto, señoritas. Son ustedes muy
lindas.- Repuso el joven estrechando las manos de Sonia y Mei Ling.-
Ambos
caballeros tomaron asiento. Los dos eran muy amables e incluso galantes. Mei
Ling se fijó sobre todo en que Percie, como insistió en ser llamado, no le
quitaba ojo de encima. Al terminar la velada y despedirse tomando vehículos de
incógnito, así lo manifestó a su pareja.
-Mira que bien. ¡Ya has ligado!- Se rio
la española.-
-Pues no me hace mucha gracia.- Replicó
ella entre atónita y algo molesta por esa forma de responder de su novia y
contestó a su vez con retintín.- ¿O es que te gustaría tenerme ocupada con ese tipo
mientras tú ruedas con Ben?
Aunque,
lejos de molestarse, Sonia se rio más todavía. Mei Ling la miró con la boca
abierta. La española se reía cada vez más hasta que, compadecida de su
desconcertada pareja, le comentó con tono entre cómplice y jovial.
-En que lleguemos a mi piso te lo
compenso…
Por
su parte, Sharon había concluido otro día ajetreado en el laboratorio. Su
recién reincorporada jefa, la doctora Winters, no había amainado en su
exigencia. Pese a todo la había echado de menos. No obstante, ahora se sentía
culpable cuando la miraba.
-Supongo que ella ha pasado página, y es
feliz con su familia. Aun así, no sé.- Pensaba la apurada jovencita.- A veces
pienso que no está bien.
Y
es que ella misma se había enamorado de aquel hombre. Fue de un modo casual. Al
poco de que su jefa se tomara unos días de baja por decir encontrarse mal.
Sharon estaba en el laboratorio junto con Emma. Su compañera miraba en
dirección al puesto vacío de la directora.
-Espero que se reponga pronto.- Comentó
la rubia.-
-Sí, seguro.-Se sonrió Emma con regocijo
para apuntillar.- Ya se ha buscado a otro.
-No sé de qué hablas.- Repuso Sharon que
ciertamente no comprendía aquella réplica.-
-¡Lo imaginaba! - Se rio su compañera
afirmando divertida.- Siempre estás en las nubes, guapa. Ya se ha enterado todo
Nature menos tú.
Shania
se acercó entonces y Emma le dedicó una mirada hostil. Al poco le susurró a la
desconcertada Sharon.
-Luego te lo cuento…
Mei
Ling llegó también, les indicó una serie de experimentos y tareas a realizar y
se pusieron a ello sin más conversación. Al fin, tras un rato, Emma le contó a
su compañera, aprovechando una pausa.
-La Winters ha roto con su novio. Ese
tío que era piloto. Ella se lio con el científico ese del comité que vino de la
Tierra. ¡Menos mal que parecía una mujer
de hielo! No se lo monta mal, no. ¡Ja, ja!. Pues su exnovio le partió la cara
al otro. ¡Ja, ja!…
-Vaya, lo lamento por ellos. Parecían
una pareja estupenda.- Declaró Sharon.-
-Para que veas. ¡Lo falsa que esa tipa
puede llegar a ser! - Espetó Emma.-
-No creo que sea mala persona.- Rebatió
su interlocutora.-
-Admito que, como profesional, es muy
competente pero luego...- contestó su contertulia, mirando de seguido a Mei
Ling para cuchichear con maledicencia.- ¿Y qué me dices de esa otra? ¡Una
lesbiana!…
-¿Cómo sabes eso?- Preguntó la perpleja
Sharon.-
-No se molesta en ocultarlo. Algunos la
han visto frecuentando tugurios de esos, para gais.- Le contó con manifiesto
desprecio.- Y se rumorea que su ligue es una chica realmente imponente. Hay
gente que dice que hasta famosilla, una modelo o actriz. La verdad es que no lo
sé. Pero que oficialmente no tiene pareja. ¡Otra falsa! De verdad, no soporto a
esa gentuza.
-Pero…- Pudo oponer su interlocutora que
estaba quedándose boquiabierta, pero no por enterarse de esos secretos sino por
la manera que su informadora tenía de descalificar a sus otras compañeras.- Eso
pertenece a la vida privada de cada uno. Si no desean hacer pública su relación
hay que respetarlo.
-Eso depende. Cuando se siembra
inmoralidad eso perjudica a todos. Más si esa “novia” de la china es un
personaje relevante que pueda influenciar a la gente.- Rebatió su contertulia,
añadiendo con prevención.- Mira, tú eres la única aquí que me parece decente.
Es solo un consejo, harías bien en apartarte de las otras.
Su
oyente estaba perpleja. Esa forma tan despectiva de dirigirse a Mei Ling por
parte de su compañera no le gustaba nada. La oriental era una mujer poco locuaz
con ellas, eso era cierto, pero siempre era correcta. Al menos ella no tenía
queja ninguna. En eso que vio a la compañera que les restaba aproximarse desde la otra punta del
laboratorio.
-Bueno, y Shania…
-¡Esa es la peor de todas! - La cortó
con un siseo Emma.- Finge simpatía y amabilidad pero es una víbora, te lo digo
yo…al menos Penélope y Mei Ling, no esconden lo que son o van a lo suyo sin
preocuparse del resto, pero esa zorra de la India…
Sharon
se quedó helada, no respondió a eso, se alejó para comprobar un experimento y
justo se cruzó con la hindú. Su compañera la sonrió de inmediato.
-¿Qué tal lo llevas?- Preguntó con
amabilidad.- El experimento, digo…
-Bien, gracias.- Repuso trémulamente la
rubia devolviendo la sonrisa.-
Tras
unos instantes, Shania se le aproximó y con tono bajo, le propuso
desenfadadamente.
-¿Te apetecería tomar algo en el
Clargin? Esta tarde no tengo nada que hacer y bueno…la compañía de alguien
agradable no me vendría mal.
Ante
eso la interpelada no supo cómo replicar. ¿Acaso su compañera sería también?...
De todos modos, pese a lo que Emma decía, tampoco le había pedido nada extraño.
Sonrió al fin asintiendo para responder.
-Claro. ¿Por qué no?
Así
quedaron. Sharon volvió nuevamente a donde estaba Emma. Tras trabajar un poco
más esa chica, le susurró.
-Hazme caso. Cuídate de esa. He oído
cosas acerca de ella que no me gustan nada.
Pese a estar poco proclive a creer a
Emma, Sharon asintió casi imperceptiblemente con tal de que su colega la dejase
tranquila con tanto cotilleo absurdo y difamatorio. Al fin, tras el trabajo salieron
y tanto ella como la hindú se acercaron a la cafetería. Era Clarisa quien
estaba al cargo en ese momento.
-Hola chicas. ¿Qué os pongo?- Les
preguntó con su característica amabilidad.-
-Un té para mí.- Repuso Shania.-
-Lo mismo.- Pidió Sharon.-
Tras
ser servidas, la hindú le comentó con tono algo preocupado.
-Verás. Estoy algo inquieta. El ambiente
en el trabajo, no sé. No me gusta.
-¿Por qué?- Inquirió Sharon.-
-Lo digo sobre todo por Emma. No sé qué
le he hecho. Parece mirarme siempre con inquina.- Le confesó su compañera.-
La
atenta oyente no respondió, no deseaba ser acusada luego por Emma de no guardar
las confidencia que le hacía. Sin embargo, Shania sí que añadió.
-Sé que habla contigo. Al menos pareces
la única capaz de aguantarla.
-¡Mujer!, no es para tanto.- Contestó
ahora Sharon tratando de quitarle hierro al asunto.-
Aunque
era cierto que el ambiente estaba enrarecido. Desde la baja de Penélope las
cosas habían ido a peor. Ahora que sabía el motivo, Sharon empezaba a
comprender algunas cosas. Y fue precisamente el sonido de la puerta del Clargin
al abrirse lo que le mostró más claramente aquello. Al mirar hacia allí le vio.
¡Era él! Shania también reparó en aquel tipo y casi sin ocultar su disgusto,
comentó.
-Eso es en lo único en lo que Emma y yo
estamos de acuerdo por lo que veo. No nos gusta ese individuo. Y menos tras lo
que hizo.
-¿Lo que hizo?- Inquirió Sharon.-
-Le pegó a ese doctor – Le contó, o eso
creyó su interlocutora.- Ese que es el enlace de Penélope.
-No quiero excusar eso, pero puede que
tuviera algún motivo.- Especuló ella.-
Aunque
su contertulia movió la cabeza con desaprobación declarando inmisericorde.
-La típica respuesta del macho que se
cree que una mujer es de su propiedad. Si otro se acerca solo saben pelearse
por quien la tiene que poseer. En lugar de dejar que ella decida libremente.
Los hombres suelen ser así. La mayoría nos consideran como trozos de carne para
pasar un buen rato y poco más.
Sharon
abrió los ojos visiblemente atónita tras oír aquello. Estaba en desacuerdo. Por
supuesto que había hombres como esos, pero la mayoría no se comportaban así. Al
menos los que ella había conocido. Sin embargo, no tuvo mucha opción a
contestar, ese tipo precisamente estaba elevando el tono de voz al hablar con
Clarisa.
-Por favor. Dime si ha venido
últimamente por aquí.- Le pedía casi con tono de súplica.-
-Lo siento, Tracer. Hace días que no la
vemos. Creo que pidió una baja. Al menos, eso me comentaron sus compañeras.- Le
respondió apuradamente la dueña mirando hacia la propia Sharon y Shania.-
Tracer
entonces dirigió sus pasos hasta ellas. Tras esbozar una leve sonrisa las
saludó.
-Perdonad si os molesto. Solo quería… en
fin. ¿Trabajáis con Pennie, no es así?
La
hindú le dedicó una mirada de desprecio y no contestó, sin embargo Sharon,
visiblemente envarada compuso una sonrisa replicando.
-Así es.
-¿Sabéis si le ha sucedido algo?-
Inquirió con preocupación el joven.-
-Está de baja. No se encontraba bien.-
Respondió ella.-
El
piloto no pudo replicar a eso, Shania se había levantado y sin ocultar su
malestar le comentó a su compañera, como si ese individuo no estuviera allí.
-Se me ha hecho tarde. Mañana te veo.
Adiós.
La
apurada muchacha no fue capaz más que de replicar con un lacónico adiós. Shania
se acercó a la barra y tras pagar las dos consumiciones se marchó. Únicamente
cuando se perdió en la lejanía, fue Tracer capaz de suspirar declarando.
-No la culpo. Seguro que lo que pasó ha
llegado a sus oídos, se lo habrá dicho Penélope. Deben de pensar de mí en los
peores términos, y lo entiendo.
-No te preocupes.- Se apresuró a decirle
Sharon.- No creo que la doctora Winters le haya dicho nada a nadie de lo que
sea que sucediese entre ella y tú. Por favor, siéntate.- Le ofreció.-
Aquel
hombre, tras parecer pensárselo un poco, aceptó gustoso esa invitación. Al fin
sonrió más ampliamente aunque la tristeza se reflejaba en sus ojos cuando
comentó, eso sí, con agradecimiento en su tono de voz.
-Eres la única que no me ha dejado de
hablar de todas las Fairy Five. Bueno, a decir verdad. Hace bastante que no veo
a Mei Ling.
- Seguro que todo se podrá solucionar.-
Trató de animarle Sharon.- Cosas peores ocurren.
-Bueno, visto así.- Admitió su
interlocutor, quien se presentó debidamente.- Me llamo Rick Jensen, aunque
todos me llaman Tracer, como ya habrás escuchado.
-Yo me llamo Sharon, Sharon Templeton. -Repuso
afablemente la joven.-
-Pues encantado de conocerte.- Sonrió
más ampliamente él.-
La
chica le miró más detenidamente ahora. Era guapo, aunque estaba desmejorado.
Quizás el pobre estaba sufriendo mucho por Penélope. No pudo evitar añadir con
suavidad.
-No creo que seas de esos.
-¿A quiénes te refieres?- Quiso saber él
algo sorprendido por esas palabras.-
-Yo, bueno.- Repuso la azorada Sharon.-
Algo tuvo que pasar…para que tú…
Ahora
fue Tracer quien sonrió entre amarga e irónicamente para declarar.
-Veo que cada uno cuenta una versión.
Supongo que te habrá llegado alguna muy poco favorable a mí. No tengo perdón
desde luego para lo que le hice a ese pobre hombre. Pero al menos tenía una
buena excusa a mano. Estaba besando a la que era todavía mi chica.
Y
con la atención de Sharon puesta en sus palabras, él le contó aquello. La
muchacha asintió. ¡Claro! Eso no fue correcto pero sí romántico. En fin, al
menos en cierta manera. Y lo que sobre todo hacía que le mirase con buenos ojos
era que esa expresión y ese modo de hablar que él tenía irradiaban una simpatía
muy similar a la de aquel Guerrero Dorado que trajo a sus padres de vuelta.
-Habla con ella, no sé si podréis
arreglar lo vuestro como pareja, pero por lo menos si volveríais a ser amigos.-
Afirmó la rubia científica.-
-No, no quiero que seamos amigos.-
Desestimó Tracer justificándose al admitir.-
Si no volvemos a ser lo que fuimos, prefiero no tenerla cerca. Lo
pasaría bastante mal.
Sharon
asintió y todavía siguieron charlando un poco más. Incluso quedaron para
repetir aquello. Así pasaron los días y las semanas. Rick solía viajar mucho a
Kinmoku dado que ahora tenía una empresa de transportes. Ella siempre esperaba
su vuelta. Una de esas veces le invitó a cenar a casa.
-Debes disculparme, no soy buena
cocinera.- Se excusó la joven.-
-¡Pues a mí tampoco me llamarán para ser
chef! - Rio él.-
Con
todo, la ensalada César de primer plato y el fetuccini de segundo no estuvieron
mal. Rematándolo con un postre comprado en el Clargin. Tracer a su vez trajo un
vino bastante bueno y la velada fue muy agradable. Durante la misma hablaron de
muchas cosas. Ella revivió aquella experiencia de su niñez ante la atenta
escucha de él.
-Y al crecer siempre creí que fue cosa
de mi imaginación. O un sueño que quedó en mi mente. Pero luego, cuando el
Guerrero Dorado siguió apareciendo y sobre todo, cuando los reyes Serenity y
Endimión nos salvaron a todos, vi que eso me sucedió de verdad.
-Es algo realmente muy bonito, que ese
hombre trajera a tus padres desde el más allá.- Afirmó Rick.-
-Eso es lo curioso, mis padres no
recuerdan nada de aquello.- Le contó Sharon.- Solamente yo.
-Quizás eso sucede porque eres
especial.- Declaró su contertulio, aunque lo hizo sin dar la impresión de
querer ganar puntos para un cortejo, para de seguido reconocer.- Yo tuve unos
magníficos compañeros también. Antes incluso de enrolarme en la SSP-2 y de
conocer a Kiros, que es ahora el embajador de los saiyajin.- Remarcó con el
asentimiento de su interlocutora.- Uno es también del mismo pueblo. Y se
convertía en otro de esos guerreros dorados tan increíbles. Leval Malden se
llama. Me habló de su padre alguna vez, y de como él luchó contra unos
terribles demonios. Claro, al conocerle pensé que trataba de tomarme el pelo.
Luego me di cuenta de lo equivocado que yo estaba.
Y
en un destello de inspiración mientras se sentaban juntos en un sofá tras la
cena, el chico sacó incluso su móvil mostrando algunas fotografías que guardaba
de aquellos tiempos.
-Aquí estamos todos en una cena, la que
celebramos hace mucho tiempo en la SSP-1. Allí fue cuando quedé con Pennie por
primera vez.- Suspiró ahora con tristeza.-
Sharon
le observó apenada por él, aunque tenía un sentimiento de desazón que no solo
se ceñía al joven. Por alguna razón ahora le molestaba que él tuviera a la
doctora Winters todavía en su recuerdo. Rick debió de percatarse de algo puesto
que enseguida se disculpó.
-Lo siento. Eso ya pertenece al pasado.
-No, no te preocupes, es normal.- Se
apresuró a responder ella, azorada de que se le hubiera notado tanto.-
No
obstante, enseguida aparcaron aquello y el joven recobró un talante más jovial
cuando explicó mostrando más instantáneas.
-Ésta chica rubia y que parece tan
tímida y en verdad lo era, se llama Satory Masters. Y sí, es la hija del
multimillonario.- Le desveló a la sorprendida Sharon.- Pero a pesar de ser muy
rica no se lo tenía en absoluto creído. En realidad es estupenda. Muy
inteligente y muy humilde. Ese otro a su lado es mi amigo Tim. Era el tipo más
lacónico del mundo. Nos reíamos mucho con sus respuestas monosilábicas. ¡Hasta
Mazoui que siempre parecía estar serio y pensando en otras cosas, se tronchaba
a veces cuando le escuchaba!
Le
enseñó la imagen de ese chico, bastante alto y guapo, que acompañaba a una
joven morena y realmente voluptuosa a la que pasó a referirse.
-Ésta es Sandy.- Sonrió Rick.- ¡Y sí!,
la tarta de Ginger lleva su nombre. Aunque Mazoui no se casó con ella, al final,
fueron él y Satory los que pasaron por la vicaría.
-La tal Satory era un buen partido.-
Convino Sharon.-
-Te aseguro que a Mazoui nunca le importó
el dinero.- Repuso Tracer en defensa de su amigo y añadiendo.- En eso nos
parecemos.
-Lo siento, no quise decir...- Intentó disculparse
su contertulia.-
-No pasa nada.- Sonrió el joven que
enseguida dejó aquel enojoso asunto. - Mira.- Señaló ahora a la chica rubia y alta que estaba junto a su
compañero Leval.- Ésta es Amatista Lassart.
En fin, ahora se apellida Malden. El muy golferas al final logró casarse
con ella. ¡Y mira que le costó admitir que estaba colado por esa chica, porque
la pobre fue muy insistente hasta que lo consiguió, ¡ja, ja!. En esta cena
comenzaban a salir juntos.- Le contó a Sharon que mostraba mucho interés.-
No
era para menos, había reconocido en esa chica también a una cantante famosa.
Siendo además componente de ese legendario grupo de Fairy Five, el que viajó en
la SSP-1 y terraformó Bios. Tracer le contó a su vez que Leval era hermano de
la también célebre cantante, abogada y activista por los derechos LGTBI, Kerria
Malden.
-Vaya, conoces a gente realmente
importante.- Sonrió Sharon.-
-Sí, pero sobre todo me quedo con que
son grandes personas, no por su fama, sino por sus corazones.- Declaró él con
tono serio esta vez.- Y tuve el gran honor de asistir como invitado a su boda
en la SSP-1. Leval y Amatista hacían una pareja formidable.
Al
tiempo que refería aquello le enseñó a su contertulia algunas instantáneas del
pasillo de oficiales. Sharon creyó reconocer al menos a una muchacha morena que
elevaba su sable al paso de los novios. ¡Era la esposa del doctor Ginga! Aunque
se la veía mucho más jovencita ahí. Sonrió. De modo que muchos de ellos se
conocían de antiguo. Por eso eran tan buenos amigos.
-Algunos de los asistentes grabaron el
video de ¡tachan! – Rio el muchacho exclamando.- Aquí está Leval conducido por
su madre al matadero, ¡ja, ja! quiero decir, al altar, para sacrificar su
soltería…
Sin
embargo, la reacción de ella dejó perplejo a su interlocutor. Sharon se fijó en
un primer plano de la mujer que, con visible orgullo y emoción, llevaba del
brazo a ese apuesto joven. Apenas sí pudo musitar con patente asombro.
-¡Yo…yo la conozco! Está algo mayor,
pero es, es… ¡Es, es la señorita Bertie!
Rick
la miró no sin algo de inquietud cuando Sharon no pudo contener sus lágrimas.
-¡Dios mío! – Repetía la chica. ¡Es ella!...
-Es la madre de Leval. ¿De qué la
conoces?- Se sorprendió Tracer preguntando también algo concernido.- ¿Estás
bien?
-Sí, estoy muy bien. - Pudo sonreír la
aludida.- Estoy de maravilla. ¿Sabes?- Le confesó a su interlocutor con voz algo atropellada, teñida de cariño.- Fue mi maestra en la
guardería. Cuando lo del Guerrero Dorado sucedió, ella estaba allí, ¡era la
novia de ese guerrero! Y su hermana , la señorita Connie, también era maestra
mía. Ellas nos defendieron de esos demonios. Lo recuerdo. En clase, luego
fuimos a una iglesia…¡las Justicieras!…
Lloraba
con emotividad ahora rememorando aquellas, por momentos, trágicas y aterradoras
situaciones. Sin embargo, también hubieron instantes llenos de ternura, donde
esas maestras suyas tan especiales, junto con otras míticas luchadoras, les
dieron a ella y a sus compañeros, todo el cariño y la protección que les fue posible,
salvando de hecho sus vidas. Se enjugó las lágrimas con un pañuelo ante la
atenta y atónita mirada de su acompañante.
-¡Increíble! - Suspiró Tracer posando
una de sus manos sobre las de Sharon para sentenciar.- Parece que debemos mucho
a Leval y su familia. Más incluso de lo que yo creía.
El
chico aproximó entonces su rostro al de ella y la besó con suavidad en la
mejilla. Tras separarse despacio y mirarla con afecto repitió la operación,
esta vez en los labios. Sharon no tardó en corresponder. Y después… las cosas
subieron de tono y en fin... Acabaron juntos en la cama. La muchacha se ponía
colorada recordando aquello.
-Nuestra primera vez juntos.- Suspiró
ahora.- Tan íntimamente.
Y
por ello, estaba tan contenta de saber que él la había contactado hacía poco
comentándole que pronto regresaría a Nature. Entonces se verían. Justo en ese
instante fue cuando Penélope se acercó.
-¿Qué tal, como van las muestras del
cultivo orgánico?- Le preguntó sacándola de esas meditaciones.-
-¡Oh, muy bien! - Afirmó la chica
informado a su jefa.- Su eficacia ha aumentado en un dieciocho por ciento en
los primeros test.
-Excelente.- Se limitó a contestar
Penélope alejándose de allí.-
Pensaba
en otras cosas, su nueva familia, su hijo recién nacido y ¿por qué no? Su pesar
por haber terminado con su antiguo novio así.
-Los que importan ahora son Jonathan y
James.- Quiso arengarse para olvidar aquello.- Solamente espero que Rick
encuentre la felicidad, en alguna parte, donde quiera que esté.
Y
el objeto de los pensamientos de aquellas dos mujeres había llegado
precisamente de vuelta a Nature. Tras aterrizar en una solitaria zona de la
región austral del planeta, con todo sigilo, se aseguró de no haber sido
detectado y pasó entonces a informar a sus pasajeras.
-Ya podéis salir.
Dos
mujeres ataviadas con largas gabardinas que las cubrían casi por completo
surgieron de la nave. Tras bajarse dos capuchas que cubrían sus cabezas, Tracer
vio a una de cabellos pelirrojos y otra con larga melena azul pálido observar
los alrededores con interés.
-Sí, todo está tranquilo.- Comentó la de
los cabellos celestes.-
-Avisa a nuestra Señora.- Le indicó la
pelirroja a su compañera.-
Ésta
se introdujo una vez más en por la apertura del vehículo.
-Puede usted salir, todo está
despejado.- Le indicó a una tercera mujer.-
La
interpelada la siguió, saliendo con ella. Sus rubios y largos cabellos, con
mechones del color rojo fuego, se
liberaron tras quitarse un capuchón que los ocultaban. Sus ojos dorados
escrutaron la formación arbórea que se encontraba a pocos metros de la zona de
aterrizaje. Al fin habló con voz suave.
-Muchas gracias, señor Jensen. Ha sido
un viaje muy cómodo y tranquilo desde Kinmoku. No nos equivocamos confiando en usted.
-Por favor, llámeme Rick. Señorita.-
Sonrió él, agregando.- Lo hice con mucho gusto. Cualquier cosa que necesiten no
duden en pedirla.
Lo
cierto es que esa mujer tenía la virtud de hacer que su corazón latiera más
deprisa. Era realmente hermosa y muy elegante. Destacaba incluso entre sus
subordinadas que asimismo eran guapísimas. No obstante, el chico debía
recordarse que estaba nuevamente comprometido cada vez que la miraba.
-Es…bueno, eres muy amable. Gracias.-
Corrigió esa imponente individua.-
-Ahora tendremos que andar un poco hasta
el vehículo que nos dejó nuestro enlace.- Les recordó Tracer, ofertándoles.-
¿Tienen ganas de comer algo antes?
Y
en tanto la pelirroja y la de cabellos rubios negaban con la cabeza, la de pelo
azul cielo asentía con ganas.
-¡No me lo puedo creer, Siren! - Suspiró
la de cabellos rojizos.- ¿Es que incluso ahora solamente puedes acordarte de
comer?
-Pero Crow. Llevamos al menos cinco
horas sin probar bocado.- Alegó su compañera.-
-Algo habrá en la nave.- Se sonrió Rick
en tanto la pelirroja movía la cabeza y la tercera de las mujeres sonreía.-
Entrando
en la cabina del piloto, el joven comprobó la pequeña nevera de emergencia que
tenía. Al menos sí que pudo ofrecer a esa chica un par de sándwiches. En tanto
ella los consumía vorazmente, la mujer al cargo, aquella hermosa individua de
cabellos dorados, comentó.
-Es fundamental el llegar hasta nuestros
interlocutores sin ser vistos.
-No creo que tengamos problema en esa
aspecto.- Afirmó Tracer.-
-Nunca se puede estar seguro.- Intervino
la pelirroja.-
-Desde aquí la ciudad Austral está a
unos doscientos kilómetros.- Les indicó Rick.- Acorde con las instrucciones que
me dieron, un vehículo oculto nos aguarda cerca de estas coordenadas. Por eso
os comenté que tendremos que caminar.
-¡Puef vafamos cuafto aftes!- Intervino
la chica de cabellera azul pálida en tanto se terminaba el último sándwich.-
-¡No hables con la boca llena! - La
reprobó su pelirroja compañera con patente envaramiento para sentenciar.- Es de
mala educación.
La
líder de ambas, sin prestar atención a eso, le preguntó al piloto.
-¿Puedes detectar en dónde está ese
vehículo?
-Sí, con un rastreador que me proporcionaron.-
Respondió él.-
-Entonces te ruego que nos pongamos en
marcha cuanto antes.- Le pidió ella.-
Tracer asintió, no tardó en conectar
ese aparato y recibir una indicación. Sonriente, les comentó a sus
interlocutoras.
-Es por aquí, menos mal que no queda tan
lejos como creía…
Se
pusieron en marcha hacia la dirección indicada, esperando no tardar
demasiado…la mujer de cabellos oro suspiró.
-Cuanto antes lleguemos mejor será. No
hay ni un segundo que perder…
En
otra parte, en la capital, un entristecido Edgar estaba junto al doctor Ginga.
Miraba el cuerpo inerte de su esposa. Tras varios días de inactividad cerebral
había decidido llevar a cabo lo inevitable.
-Entonces. ¿Está usted seguro?- Inquirió
Giaal con pesar.-
-Lo estoy.- Suspiró el aludido con
tristeza también.- Si usted me dice que esta situación es irreversible no tiene
sentido prolongarla más.
-Por desgracia así es.- Afirmó el
doctor.- Lo lamento mucho, pero lo mejor es dejarla ir. Solo una cosa. ¿Se lo
ha dicho a los niños?
-No tiene ningún sentido entristecerles
más.- Sentenció Edgar.- Es mejor así. Ya se lo diré en casa.
-Usted decide.- Concedió algo a disgusto
Giaal.-
El
médico se aproximó pues hasta la paciente, aunque antes, y según la ley, debía
reunir a algunos testigos y obtener la firma del familiar directo para proceder
a la desconexión del soporte vital. Llamó a dos personas de indudable relación
con Aurora. Por un lado Naya, quien la había atendido junto con él mismo. Del
otro Maggie, que estaba terminando su turno. Las dos llegaron con la máxima
rapidez. La doctora Rodney trajo además la tablet para que el esposo firmase
electrónicamente su consentimiento.
-Lo siento mucho.- Le dijo Maggie
posando una manos sobre las de Edgar.-
-Es voluntad de Dios.- Musitó él con la
aquiescencia de la enfermera.-
-Sí, lo es. Y no dudes de que Él la
acogerá en su seno.- Afirmó la entristecida enfermera.-
Edgar
asintió, aunque eso le daba igual. Su esposa fue una buena mujer, si había algo
ahí, más allá, a buen seguro que ella disfrutaría del Paraíso.
-Y si no hay nada, ¿Qué más da?. Muchas
veces pienso que solamente hay vacío.- Meditaba con amargura.-
Y no quiso dilatar
aquel trance más. Tras estampar su firma, todo quedó legalizado. El doctor
Ginga, su hermana y la jefa de enfermeras, pusieron su rúbrica electrónica
también. Fijado el día y la hora en el calendario interplanetario, Giaal pulsó
los botones de parada. Al fin, todo había terminado. Tras certificar
oficialmente la hora de la muerte dejaron al destrozado esposo junto al cuerpo
de Aurora.
-Para los niños será terriblemente
triste.- Suspiró Maggie.-
-Sí, solo espero que al menos tengan el consuelo
de su padre.- Comentó Naya mirando de reojo a ese hombre, que ahora estaba
sentado junto al cadáver de su fallecida esposa.-
-Desgraciadamente, no contaría mucho con
ello.- Afirmó un apenado Giaal.-
Al mismo tiempo,
Nelly salía del colegio con su hermano Orix y con Wina. La última llegó haría
unos meses a Nature y al fin se había matriculado en su escuela. Estaban muy
contentos los tres. La recién llegada había extrañado mucho a su congénere.
Charlaban distendidos cuando Nelly se
detuvo en seco.
-¿Qué ocurre?- Quiso saber Orix.-
-Nuestra madre.- Pudo decir muy
afectada.-
-¿Qué pasa?- Quiso saber Wina.-
-¡Tenemos que ir al hospital!- Exclamó
la normalmente comedida Nelly.-
Sus
interlocutores se miraron sorprendidos pero optaron por acompañarla. De hecho,
por correr tras ella que ya había salido veloz hacia la parada de deslizador
más próxima. Wina dio un rápido vistazo entonces a una calle aledaña y vio a
alguien que le era familiar…no quiso detenerse por si acaso, dado que sus
amigos iban con gran urgencia. Subieron al vehículo y no tardaron en llegar al
hospital. Corriendo agitada, Nelly se precipitó en la sala de espera.
-¡Quiero ver a mi madre! – Demandó
descompuesta por la preocupación y el temor.-
Fue
Naya quien salió al oír los gritos de la joven. La consternada doctora trató de
ser lo más suave posible para decirles a los críos.
-Nelly, Orix. Vuestro padre…
-¿Qué pasa?- Pudo preguntar el
desconcertado chico.-
Y
tras hacerse un expectante y angustiado silencio por parte de los recién llegados,
Naya tomó de una mano a Nelly y, mirándola a los ojos, le dijo con evidente
pesar.
-Vuestro padre ha dado orden de desconectar
las máquinas de soporte vital. Lo siento.
La
niña le devolvió una incrédula mirada. Durante unos instante parecía no haber
comprendido aquello.
-No, ¡no!- Chilló Nelly en cuanto
asimiló aquella noticia.-
-Cálmate , por favor.- Le pidió la
doctora Rodney tratando de abrazarla.-
Sin
embargo, mientras Orix lloraba consolado por Wina, Nelly se zafó de Naya y
corrió dentro de la zona de habitaciones donde estaban los pacientes. Se
dirigió rauda hacia la de su madre. En un principio la doctora Rodney pensó en
tratar de detenerla, aunque lo dejó estar limitándose a seguirla con la vista,
realmente consternada.
-Lo siento mucho.- Insistió dirigiéndose
al niño.- Pero ya no había nada que se pudiera hacer. Solamente se mantenía de
modo artificial. El cuerpo que estaba en esa habitación ya no era vuestra
madre. ¿Lo comprendes?- Le preguntó con dulzura y compasión.-
-Sí.- Musitó el crío, bajando la cabeza
con sus ojos llenos de lágrimas.-
Pese
a todo, Orix había tenido la esperanza de que algo maravilloso sucediese,
quizás los doctores pudieran haber inventado alguna cura. Sobre todo el doctor
Ginga y al doctora Rodney, que eran los mejores. Pero ni siquiera ellos habían
sido capaces. Eso le decepcionó.
-Para mi hermana es todavía peor.- Pensó
muy afectado.-
Nelly
mientras tanto entró en el cuarto. Allí se detuvo en seco, su padre permanecía
arrodillado ahora junto a la cama, donde descansaba el cuerpo sin vida de Aurora.
-¿Por qué? – Pudo preguntar con ira
apenas contenida.- ¿Por qué la has desconectado?
Edgar
no respondió, era como si no percibiera la presencia de la chica. Nelly se
acercó llorando entonces, y tras mirarle compungida, apenas pudo musitar entre
balbuceos.
-No, no lo entiendo. ¿Qué he hecho mal,
papá? ¿Por qué me odias?...¿Por qué?...
El
aludido apenas sí apartó la vista de su fallecida esposa y, contemplando así
los restos de Aurora, musitó con tono neutro que se teñía de desaprobación y
rencor por momentos.
-Hasta ahora tuve que aceptarte por mi
mujer. Porque ella se aferró a ti como quien se agarra a una ilusión. Pero tú
no eres hija mía, ¡nunca lo fuiste!…ni siquiera eres un ser humano.
-¿Qué? Pero. ¿De qué estás hablando?- Se
escandalizó Nelly llevándose las manos a la boca, sin poder dar crédito a lo
que escuchaba.- No puedes decir eso en serio.
-Habla con el doctor Ginga. Que te lo
explique él. Ahora, sal de aquí.- Repuso secamente Edgar.-
La
joven estaba en shock. Posiblemente su padre estuviera traumatizado por la
pérdida de la que había sido su esposa. La madre de Nelly que tanto la había
amado a ella. Aunque ahora, en la mente de la chica regresaban esas palabras
tan extrañas de su fallecida progenitora. No pudo soportar aquello más y salió
corriendo de allí sobrepasando a unos atónitos Orix y Wina que no pudieron ni
tratar de alcanzarla…
-¡Esto no me puede estar pasando! ¡Tengo
que saber de qué habla!- Pensaba la traumatizada muchacha sin dejar de correr.-
-¡Nelly!- La llamó Orix sin lograr que
se detuviese.- ¿A dónde va? Quiso saber interrogando a Wina y a la doctora Rodney con una perpleja y
angustiada mirada.-
Naya
suspiró, tomando las manos de ese pobre crío entre las suyas, trató de ser lo
más amable que pudo y le dijo.
-Está muy triste. Déjala un rato para
que pueda desahogarse.
-Sí.- Musitó el niño.-
-No estaréis solos. – Le aseguró una
asimismo emocionada y apenada Wina.-
Ella
podía ponerse en su lugar. De pequeña perdió a sus hermanos y familia cuando
fueron secuestrados y esclavizados por aquellos malvados. Por fortuna les
rescataron y ella tuvo la gran suerte de ser adoptada por los doctores Adams. Durante
todos esos años, Clyde y Melissa habían sido sus padres, y la propia Wina así
lo sentía. Aunque, a pesar de querer animar a Orix, percibía que, por
desgracia, el caso de sus amigos no iba a ser el mismo.
-Me temo que ellos no van a poder contar
con su padre, como yo con los míos.- Pensó.-
Entre
tanto Nelly salió del hospital. Sentía que su corazón estaba hecho pedazos, a
duras penas evitaba derrumbarse. Todo lo que había querido le estaba siendo
arrebatado. Su madre, el eje de su vida, ya no estaba allí. Y su padre la
repudiaba acusándola incluso de no ser humana. Tan absorta estaba en esos
terribles pensamientos que deambuló sin rumbo fijo a todo correr. Entró en una
calle secundaria. La luz empezaba a decaer. Apenas sí había nadie. Al fin, se
detuvo entre jadeos de agotamiento. Miró en derredor. Cuando quiso darse cuenta
estaba perdida y sola por zonas de la ciudad que no eran demasiado recomendables.
-Hola preciosa.- Escuchó una voz de
hombre tras de sí.-
-¿Cómo una monada como tú por aquí tan
solita? ¿Buscas marcha?- Replicó otro.-
Al
girarse para ver de quienes se trataban distinguió a dos tipo mal encarados y
con ropas gastadas. Sonreían aviesamente y la observaban no sin lujuria.
-¿Te has perdido? Ven aquí. - Le pidió
uno con falso tono meloso.- Que te vamos a ayudar a encontrarte…
La
confusa y asustada muchacha no supo cómo reaccionar. Aquellos individuos se
fueron aproximando a ella con paso lento pero seguro. Sonreían regocijándose
con aquella hermosa chica que les había llegado por azar.
-Te va a gustar, ya lo verás.- Afirmó
uno más bajo y con barba de algunos días.-
Otro
más alto y delgado trató de agarrarla por un brazo. Nelly logró zafarse aunque
fue un respiro momentáneo. Esos dos recortaron la distancia prestos a
capturarla.
-¡Dejadme en paz! ¡Socorro!- Chilló la
aterrorizada chica.-
-No te molestes, nadie te va a oír por
aquí.- Sonrió aviesamente el más alto y bastante calvo de sus atacantes.-
-Y aunque te oyeran monada, no les
importaría.- Se rio su compañero, listo para sujetarla.-
No obstante, antes de
que ninguno de ellos pudiera hacer otro movimiento, una piedra golpeó en la
cabeza al más alto que cayó al suelo.
-¿Quien ha sido?- Exclamó el otro
mirando nervioso hacia todos lados.-
Por
respuesta una figura surgió de entre las sombras de aquel callejón armada con
un palo. Golpeó en la espalda a ese tipo que aulló de dolor en tanto caía.
Nelly, todavía atónita y desconcertada, se vio sujeta de una muñeca por la mano
de aquella presencia desconocida que le susurró con tono de imperativa urgencia.
-¡Corre!...
Sin
otra opción obedeció, cualquier cosa sería mejor que quedarse allí con esos
dos. Estaba exhausta pero no podía parar. Ese desconocido la llevó por algunas
callejuelas y solo tras unos minutos de correr se detuvo. Ella jadeante por el
esfuerzo, ni se había parado a pensar en qué hacer. Aunque Nelly aumentó
todavía más su estupor cuando ese misterioso salvador se quitó una capucha que
llevaba y la miro. La impactada joven apenas pudo musitar.
-¡Dean!
-Menos mal que te vi.- Afirmó él.-
Cuando descubrí a esos dos canallas siguiéndote me temí lo peor. Son inmigrados
ilegales. ¡Una escoria! - Espetó con desprecio.- Delincuentes y criminales que
han llegado desde la Tierra.
-Pero, ¿qué haces tú aquí?- Quiso saber
la sorprendida joven.-
-Me escapé de casa. ¡No aguantaba más a
ese cerdo de Gus! - Repuso él con tono desabrido.- ¿Y tú?- Inquirió con la
misma extrañeza que la mostrada por su interlocutora.-
Ahora
fue cuando Nelly, regresando a su triste realidad, no pudo evitar llorar. Dean
la observó con pesar y sorpresa. Ella pudo al fin reponerse lo suficiente para
contarle lo que había sucedido.
-Tu padre siempre fue muy rígido. Pero
no era mala persona. Debe de estar hecho polvo por lo de tu madre. Lo siento
mucho.- Declaró el chico quien más animosamente le ofreció.- Ven conmigo. No
vas a quedarte aquí a pasar la noche.
-¿A dónde vamos?- Preguntó la
desconcertada Nelly.-
-En los días que llevo por aquí he hecho
algunos amigos y aprendido bastantes cosas. - Le contó él.- Tenemos sitios para
refugiarnos.
Y
la chica le siguió de buena gana en tanto Dean la guiaba por los entresijos de
aquellas partes más desangeladas de la gran Sagan -City.
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