viernes, 28 de abril de 2017

GWTN14 Huidas hacia delante entre algunos recuerdos


Algunas semanas transcurrieron en  Nature. La calma fue la nota predominante, al menos a nivel general. En los confines del sistema solar del planeta nada se movía. Hasta los fieros Arcoily parecían haberse evaporado.  La escuadrilla de las Fighter ladies de hecho solamente tuvo que hacer unas pocas salidas rutinarias. Eso sí, echando a faltar a una de sus más destacadas pilotos. Así lo comentaban Olivia y Elisa, charlando distendidamente en español, a la vuelta de una de tantas rondas por el campo de asteroides.



-Las cosas están muy tranquilas.- Apuntaba la mejicana.- Hasta Ludmila se ha ido de permiso a la Tierra, para ver a su familia.

-Demasiado tranquilas diría yo.- Convino la chilena, no sin un tinte desconfiado.- Aunque me alegro por ella, beber vodka y cantar tanto, la estaba haciendo ponerse demasiado nostálgica.

-A disfrutarlo mientras dure.- Repuso su interlocutora sonriendo al escuchar eso.-



            Era verdad, su rusa compañera llevaba bastante tiempo sin ver a los suyos. Incluido a su novio, Iván. Había pedido más que un permiso, una licencia de varios meses que le fue concedida ante la calma reinante en el sector. Al parecer, que las cosas en Nuevo Vegeta se hubiesen estabilizado, había traído buenas repercusiones a Nature. La chilena entonces cambió de tema centrándose en su otra compañera.



-Por cierto, señora.- Comentó Elisa con algo de preocupación.- ¿Vamos a ver a Sabra? Lo última vez que la visité estaba muy achacada.

-Es lógico. Lleva ya días recluida y suspendida de servicio. A la espera de juicio.- Contestó Olivia.-

-La mayor Hunter no nos dijo si esto iba a prolongarse mucho.-Respondió la chilena.-

-No lo sabe.- Contestó la mejicana.- Es complicado no más. No depende de ella. Aunque hace cuánto puede.



            Su subordinada asintió. Así lo creía también. De hecho su compañera de escuadrilla pudo por fin abandonar la celda en Sagan City, pero a cambio permanecía en su alojamiento de la base. No le estaba permitido salir del recinto militar. Ese fue el acuerdo que alcanzaron la mayor Hunter y el comandante Enset con la autorización de la capitana Simmons. Al menos, las autoridades civiles accedieron a eso a fin de mitigar el posible clima de crispación que se había creado en algunos sectores de la ciudad. Sabra lo recordaba cuando se presentó ante su superiora, acompañada de la mayor.



-Descansen.- Ordenó Simmons a las dos que, al punto, obedecieron.-



            La capitana estaba sentada tras su despacho, sus dos oficiales permanecían en pie. Simmons no se anduvo por las ramas y con tono severo le dijo a la acusada.



-Alférez Levi. Está aquí porque su jefa de escuadrilla ha abogado por usted. Me pidió que la sacásemos del calabozo civil. Por mi parte, he tenido que hacer muchas llamadas y pedir algunos favores. Solo espero que tenga eso presente.

-Sí señora, se lo agradezco mucho.- Respondió sumisamente la israelí.-

-Escuche.- Agregó ahora Simmons, sonando más conciliatoriamente.- Es un tema muy complicado. Se unen varias cosas. Es usted militar y mujer. No entro, ni me interesa su orientación sexual. Pero hay muchas personas en este planeta a las que sí les preocupa.

-Con el debido respeto, señora.- Se permitió intervenir Susan.- No creo que esto sea, ni mejor, ni peor que otro caso.

-¿Cuál caso?- Inquirió la capitana.-

-Si la alférez Leví hubiera sido un hombre y hubiese agredido a ese muchacho habría estado igualmente mal. Pero no sería ni más, ni menos grave.  Algunos se burlan de la víctima diciendo que fue una mujer quien le zurró, cosa que es falsa. Otras acusan a la alférez de tendencias antinaturales, de tratar de entrometerse en una pareja de enamorados…

-¡Eso es mentira, señora! - Estalló Sabra sin poderlo remediar.- Lo siento.- Se excusó de inmediato.-

-Escúchenme bien las dos.- Declaró Simmons retornando a su anterior severidad.- Repito que a mí, los rumores o lo que se diga en la calle, no me importa. Aquí debemos atenernos a los hechos. Usted, acorde a las declaraciones de múltiples testigos, se encaró con ese joven y le lanzó contra la barra de un bar. Posiblemente no estuvo en su intención que se golpease en la cabeza con la misma. Sin embargo, eso sucedió y aquel chico perdió el conocimiento. Fue ingresado con pronóstico reservado y pasó inconsciente unos días, con todo lo que se deriva a efectos clínicos. Riesgo de embolia, pérdida de memoria, en fin. Y a saber cuántas cosas más.  No soy médico…

-Mi esposo sí lo es, señora.- Intervino Susan afirmando.- Él se informó acerca del parte clínico.  Pudo ser mucho peor, pero afortunadamente el chico está bien.

-De lo que, créanme, me alegro.- Afirmó su superiora, que,  no obstante, agregó con preocupación.- El problema está en que la población civil no puede llegar a creer que militares entrenados para defenderla puedan suponer una amenaza. Esto ha creado alarma social, y no únicamente entre esas personas de creencias digamos tan exacerbadas acerca de la moralidad. He recibido bastantes presiones del mismo alcalde de Sagan City e incluso he tenido noticias del Cuartel general del UNISON en la Tierra. Este desagradable incidente ha llegado a sus oídos.

-No, no creí que esto fuera tan grave.- Musitó la atónita e incluso alarmada alférez.-

-Por desgracia cuando la política y otros intereses entran en juego las consecuencias pueden ser imprevisibles.- Sentenció Simmons.- Por no hablar del peligro latente en los confines de nuestro sistema solar. Pese a que hace días que no dan señales, los Arcoily siguen ahí fuera.

-Sí, señora.- Admitió Susan.-

-Por ello, espero que dé usted una lección de comportamiento, alférez Leví. Se ha cursado una denuncia que han interpuesto los padres de ese muchacho. Por tanto quedará confinada en sus aposentos hasta que la causa civil contra usted sea presentada. A fin de evitar cualquier posible riesgo de que nadie de la población civil la reconozca o provoque, no se le permitirá la salida de la base. ¿Comprendido?

-Sí, señora.- Replicó la aludida.-

-Bien, eso es todo. Pueden retirarse.- Les indicó la capitana.-



            Tras saludar en posición de firmes, ambas mujeres abandonaron el despacho. En tanto caminaban hacia la habitación de Levi, ésta le dijo a Susan con tono reconocido.



-Muchas gracias, señora. Le agradezco que haya creído en mí.



            La interpelada se detuvo haciendo que su subordinada lo hiciera también, y la mayor Hunter le respondió con tinte entre reflexivo y preocupado.



-Verás Sabra, esto me apena profundamente. Te conozco, eres una magnífica piloto y oficial, tienes tu carácter, como todos lo tenemos, pero jamás te habías extralimitado ni provocado el menor conflicto. Estoy convencida de que eres inocente de haber hecho daño a Martin con intencionalidad. Sin embargo, también le conozco y le estimo a él. Ya te dije que es maestro de mi hijo.

-Sí señora, lo entiendo. Lamento profundamente haberla puesto en esta delicada situación.- Asintió la joven afirmando no obstante con patente sentimiento.- Pero, yo… ¡yo quiero a esa chica! y él… no lo puedo comprender. Estoy segura que ella no le ama.

-A veces el amor por alguien nos ciega el juicio.- Suspiró Susan.-

-Es muy difícil siendo las dos mujeres, con esta ola de intolerancia que ha hecho retroceder tanto a la sociedad en libertades.- Alegó la israelí, remachando resignada.- Usted no puede comprender como nos sentimos las que…



            Aunque para sorpresa suya, Susan posó ambas manos sobre los hombros de la muchacha y, en confianza, le desveló.



-Te entiendo muchísimo mejor de lo que tú crees…verás yo…



            La atónita Sabra abrió la boca entonces para atreverse a especular.



-Usted…también es…pero ¡está casada con un hombre!

-Sí, y amo muchísimo a mi esposo.- Sonrió ahora Susan desdramatizando aquello para explicar en tanto negaba casi pareciendo divertida. - No, yo no soy gay. Pero mi hermana pequeña sí lo es. Lo supo desde siempre y desde el principio me lo contó. Jamás me ocultó nada. La apoyé y la animé a que fuera ella misma. Y vi como tuvo que sufrir injustamente por sus inclinaciones. Incomprensión, rechazo, muchas veces lo pasó muy mal y yo con ella. Por eso, en ese sentido estaré siempre de tu lado, como lo estoy del suyo. Aunque eso no justifica una agresión.- Añadió ya con pesar.-

-Señora, sé que es difícil de creer, pero cuando la besaba y nos acostábamos juntas… en eso no se puede fingir. Al menos, no entre nosotras. Quizás pueda engañarse a un hombre. Pero…

-Eso nunca se sabe. Los hombres podrán ser menos complejos que nosotras para según qué cosas. Sin embargo, hay mujeres capaces de engañar a otras mujeres. O quizás esa novia tuya se enamoró de él después. De todos modos, eso no es lo que cuenta aquí.

-Con todo el respeto, mayor. Para mí es lo único que cuenta.- Rebatió más contundentemente Sabra, sentenciando.- Debo estar segura. Escucharlo de su boca mientras me mire a los ojos. Si me dice que le prefiere a él, y lo hace de verdad, lo sabré. Entonces me olvidaré de ella para siempre. De lo contrario, lucharé por recuperarla.



            Y ante la mirada entre preocupada y reprobatoria de su superiora, la israelí enseguida matizó.



-Me refiero a una lucha por su corazón. No a tener que pegar a nadie más.

-Me parece muy bien. Tienes todo el derecho.- Concedió Susan para matizar.- Pero vayamos por partes. Lo primero es afrontar tu situación. Si hay juicio no temas, he buscado la ayuda de la mejor abogada que se pueda tener.

-Sí, me habló de ella.- Asintió la israelí.-

-Y te contaré un secreto. Algo que muy pocos saben.- Sonrió la mayor Hunter para añadir con tono de complicidad.- Guárdamelo, ¿eh?

-Por supuesto. Sabe que puede confiar en mí.- Asintió Sabra quien, con curiosidad, la invitó a proseguir.- Usted dirá.

-Kerria Malden fue novia de mi hermana. Salieron juntas en el instituto. Así que no temas. No dudo que aceptará representarte y te defenderá lo mejor posible. Y eso, hablando de ella, significa una magnífica defensa. Ya lo comprobarás…Pero tienes que poner de tu parte y hacer cuanto te digamos.



            Sabra sonrió sintiéndose más animada. Estaba muy orgullosa de tener compañeras y oficiales al mando que, no solamente no la abandonaban o aceptaban sacrificarla como cabeza de turco ante las presiones políticas, sino que cerraban filas en torno suyo.



-Le doy mi palabra, haré  lo que me pidan. Muchas gracias…



            Así, ya en su habitación, meditaba sintiéndose algo mejor recordando aquella conversación. No obstante, le dolía el corazón por ser incapaz de salir para hablar con Daphne, poner las cosas claras. Entonces oyó las voces de Olivia y Elisa pidiéndole permiso para pasar…



-Adelante.- Respondió en tanto pensaba.- Pese a lo que me cuesta hacerlo, cumpliré mi palabra. No me moveré de aquí hasta que empiece ese juicio….



            En otra parte del planeta, Brenda estaba en su despacho. Una tarde anodina, revisaba los mensajes llegados desde la Tierra y Bios. Uno de ellos destacó, había sido enviado por la Jefa en persona. Esmeralda le anunciaba que posiblemente iría a visitar la franquicia de Nature. La encargada local de la Casa Deveraux escuchó ese mensaje más de una vez.



-Hola Brenda, espero que todo esté bien por allí. Aprovechando que he venido a Bios a ver a mi hija, mi yerno y a mis nietos, trataré de hacer una visita a Nature. Quiero que me informes de primera mano de cómo va todo. También ha llegado a mis oídos que tienes algunas modelos muy prometedoras. Puede que decida llevarme alguna a la Tierra conmigo. Ya te avisaré de mi llegada con la suficiente antelación como para que arregles una reunión con ellas. Un saludo.

           

            Moviendo la cabeza y suspirando entre resignada y molesta, espetó a la pantalla a sabiendas que aquel era un mensaje grabado y que no obtendría réplica.



-¡A sus órdenes!, Señora Deveraux…su esclava siempre a su servicio.





            Y es que estaba hastiada y furiosa. Llevaba años allí. Su carrera profesional estaba estancada. ¿Quién demonios iba a interesarse por una modelo perdida en aquel planetucho? La población de Nature se contaba ya por centenas de miles, quizás fueran un par de millones de personas. Y no obstante ese hecho, lejos de ser algo interesante, era tremendamente descorazonador. ¡Eso era menos de la mitad de personas que habría en cualquier ciudad medianamente decente en la Tierra! A lo mejor que se podía aspirar en ese mundo perdido era a ser una celebridad local. Y ella no podía decir ni eso. Era la directora de la franquicia, sí. Pero, pese a desfilar de vez en cuando, era poco considerada por el escaso mundillo de la moda naturiano. Además, sus ocupaciones dirigiendo aquello, no le daban mucho tiempo para estar sobre las pasarelas o probarse las magras colecciones que llegaban hasta allí. Sin embargo, Sonia sí que era bastante celebrada.



-¡Esa putita española! – Maldecía con manifiesta envidia.- ¡No sé qué demonios la verán! Soy más alta que ella, mejor proporcionada y mucho más elegante. Aunque claro, también soy mayor.- Se dijo con pesar.-



Quizás unos pocos años, pero eso en su profesión era un mundo. Ya estaba próxima a los treinta, y aunque para una mujer como ella era una edad bastante buena, si no salía pronto de allí languidecería sin remedio. En unos cinco años más las primeras arrugas e imperfecciones comenzarán a manifestarse de modo imparable.



-¡Y esa maldita vieja me mantiene desterrada aquí! – Rumiaba con enfado.- Dejando que me consuma en este planetucho.



            Llamaron entonces a la puerta, apagó el ordenador y preguntó.



-¿Sí?

-¿Se puede?- Oyó preguntar a una voz desagradablemente familiar.-

-Claro- replicó con tintes más amigables.-



            Era esa españolita. ¡Cómo no! Fue pensar en ella y verla aparecer entrando con esa falsa humildad y esos andares tan torpes. Parecía que más que llevar tacones, la muy ridícula fuera subida a unos demasiado altos para que pudiera dominarlos mejor que una cría que se probase los zapatos de su madre por primera vez. Con esa estatura tan escasa y pretendiendo rivalizar con ella. No obstante, le dedicó una fingida sonrisa.



-Hola Sonia. Dime. ¿Qué querías?

-Solo venía a preguntarte qué opinas acerca de la nueva colección.- Repuso ésta.- Llegará a Nature en cuestión de días. Tendremos que preparar un pase.

-¡Oh!, claro que lo haremos, no te preocupes.- Sonrió su interlocutora.- Déjalo de mi cuenta. Por supuesto te incluiré como modelo principal. Eres con mucho la mejor de aquí.

-Bueno, no creo que sea así. Tengo compañeras realmente excelentes. - Repuso modestamente Sonia.-

-Una pandilla de medianías. Nunca llegarán a nada. - Rebatió Brenda sin ocultar su desdén añadiendo.- En cambio, tú sí que tienes clase.



            Sonia llegó a bajar la cabeza ruborizándose y ¿por qué no? Sintiéndose mal por sus compañeras, muchas de las cuales eran buenas amigas. Habían compartido muchos desfiles juntas, en Sagan City, la ciudad Boreal y la ciudad Austral. Que eran las tres grandes capitales del planeta.



-Creo que eres muy dura.- Musitó con pesar.-

-No, solo soy sincera.- Repuso Brenda enfrentando la acerada mirada de sus azules ojos a los color castaño de su interlocutora para añadir.-  Tú sí que tienes un futuro. Si sigues trabajando y te diferencias de ellas. Yo estoy dispuesta a ayudarte.

-Te lo agradezco, de verdad.- Afirmó la muchacha que, sintiéndose algo incómoda, se excusó.- Bueno, tengo que irme. He de arreglarme un poco.

-¿Más todavía?- se sonrió Brenda con un deje de ironía que afortunadamente escapó a su interlocutora.-

-No, es que he quedado, con unos amigos...- Pudo decir la española algo envarada.-Y quisiera poder tomarme un descanso antes.

-Claro, debes estar agotada. Lo comprendo. Llevas mucho trabajo acumulado. Tómate un par de días hasta que reciba los vestidos de la nueva colección.

-Gracias.- Sonrió Sonia algo forzadamente.-



            Y salió del despacho de su jefa. Suspiró. Esa Brenda nunca le había inspirado confianza, aunque era la primera vez que la elogiaba de esa manera. Quizás si hasta esa individua tan superficial y ambiciosa se lo decía, fuera cierto. A decir verdad, Sonia tenía ya bastantes fans. Era muy conocida en Nature. Había rodado incluso anuncios y participado en algunas modestas producciones de holo tele locales. Sonrió moviendo la cabeza.



-Eso de ser actriz no es lo mío.



            Sobre todo cuando le tocaba el papel de chica enamorada en secreto de algún atractivo joven. Como la estrella local Ben Crew. Un apuesto chico rubio de ojos verdes, alto y fornido deportista. Aunque ella le conocía un poco más que la mayoría de sus fans. Incluso habían quedado para cenar. Tendría que recordárselo a Mei Ling. De hecho, cierta tarde Sonia recordó una conversación que mantuvo con ella. Pasando una  apacible velada en casa de su novia haría ya una semana. La oriental había elogiado su actuación, pese a que también le reprochó sin saber a ciencia cierta, si le hablaba en broma o en serio.



-Os besabais tan bien que parecía bastante real.

-No, ¡qué va! Soy una pésima actriz.- Admitió Sonia.-

-Pues él sí que parecía disfrutarte.- Remachó su contertulia con tono que evidenciaba un ligero malestar.-

-¡Él sí que es un buen actor!- Rio la española.- Y muy agradable fuera del rodaje.

-¿Cómo de agradable?- Quiso saber Mei Ling, que daba la impresión de ponerse celosa por momentos.-



            La interrogada no pudo evitar la risa. Aunque su pareja no parecía estar para bromas. De hecho, tenía motivos. No porque Sonia la hubiera engañado con ese tipo. Sin embargo, la española siempre le dijo que a ella le gustaban tanto los hombres, como las mujeres. Y eso  hacía recelar a la científica de cuan apuesto galán se cruzara en el camino de su novia.



-Mei Ling. Estoy enamorada de ti.- Le repitió casi con tono condescendiente para agregar.- No me refiero a nada de eso.

-No, si yo tampoco. -Se apresuró a replicar una azorada oriental.-

-Venga, no seas tonta. Y acuérdate, tenemos que ir a cenar con él…dentro de una semana.

-Ya tengo experiencia en eso de ir a cenas donde hay mucha tensión en el ambiente.- Comentó su interlocutora.-



            Sonia asintió, en tanto su novia le habló una vez más acerca de aquella cena tan “especial” cuando fue con su entonces pareja Maggie, para supuestamente hacer de cupidos entre el embajador Derail, a la sazón, un joven oficial de intercambio, y una tal Keiko. Si la modelo no recordaba mal, esa era otra artista de renombre. Y, por si fuera poco, además de una gran cantante, era una muy competente científica, antigua compañera de Mei Ling. Y en esa ocasión la cosa no fue exactamente como la oriental pensó.



-Maggie y ella acabaron en la cama. ¡Y no precisamente para dormir!- Le desveló por enésima vez Mei Ling.-

-No seas boba. No va a ocurrir lo mismo.- Le aseguró. -

-Nunca se sabe, los caminos del amor son misteriosos.-Opuso irónicamente su contertulia.-

-Le dije que iría con alguien.- Le desveló Sonia a su desconfiada pareja.- Y él me aseguró que también vendría acompañado. Ya lo verás. Seguramente nos va a presentar a su chica. Y ese es su secreto mejor guardado. De esa manera te quedarás tranquila.



            Su novia pareció conformarse con eso. Incluso llegó a admitir, con una leve sonrisa.



-Siento curiosidad por ver al bombón que ha logrado conquistar a ese tío.

-¡Y yo!- rio la española con su inevitable toque de humor.- Lo mismo nos acabamos pegando por ella. Aunque en ese caso, te la cedo, ¡cualquiera se mete contigo!- Sentenció recordando como su pareja había zurrado a esos tipos que trataron de acosarlas tiempo atrás.-



            Al fin Mei Ling rio, luego se abrazaron y pasaron a comerse a besos.  Ahora pensando en eso de camino a casa, envió un mensaje a su novia. Ésta respondió de inmediato diciendo que ya lo recordaba y que estaría lista. De este modo las dos quedaron directamente en el sitio escogido. Un restaurante muy exclusivo, sito en la gran avenida SSP-2 de Sagan City. Por suerte había tomado práctica a la hora de despistar a los pocos pero insistentes periodistas que había en el planeta. En el caso de Sonia, un taxi deslizador la llevó de incógnito a la parte de atrás del restaurante. Mei Ling entró sola por la puerta principal. Al fin se dieron cita y tras dar sus nombres el maître las acompañó a su mesa.



-Señoritas, mesa para cuatro, a nombre de Infante.

-¿Infante?- Se sorprendió Mei Ling mirando a su pareja.- ¿Ese quién es? ¿Tu amigo el actor?

-Es mi segundo apellido. – Le desveló ella.- En España, como en la mayor parte de los países terrestres, generalmente se usa el apellido paterno en primer lugar, pero en mi país también el materno se tiene en cuenta.

-Pues nunca te lo escuché mencionar.- Afirmó la oriental con genuina sorpresa.-

-Es porque lo tengo de reserva. Para poder pasar desapercibida aquí.- Sonrió la joven.-

-Desde luego. Tienes muchas cosas que contarme sobre ti.- Afirmó Mei Ling.-



            Dado que ella había sido franca desde el principio con su pareja y bastante abierta esperaba que ésta correspondiera. Así debió de entenderlo Sonia a su vez. Aprovechando pues que sus acompañantes se retrasaban, la modelo le contó.



-Y bueno, soy española porque nací allí, en Barcelona, sin embargo mis padres son chilenos. Pasé algunos años en ese país, aunque luego me fui a España de nuevo. Tuve ocasión de cursar un año de estudios secundarios y me encantó…

-¿Y tus padres?- Inquirió con patente interés su contertulia.- No me has contado nada sobre ellos desde que nos conocemos.



            Sonia iba a contestar a eso cuando la voz del maître las distrajo. Junto a él venían dos personas.



-Por favor, las señoritas les aguardan aquí.- Dijo aquel tipo, guiando a los recién llegados hasta ellas.-



            Fue levantar la vista hacia la dirección de dónde venían esos dos y quedarse ambas perplejas. En efecto, la persona que venía junto a Ben era todo un bombón. En el sentido literal. Un apuesto chico de raza negra, pelo bastante corto aunque elegantemente vestido con un traje blanco y camisa roja. Llevaba un pendiente de oro en la oreja izquierda. El propio actor sonrió a las dos mujeres, a su vez estaba realmente rompedor, con ese traje oscuro con corbata roja, su pelo rubio de media melena casi a la altura de los hombros y aquella mirada profunda y sensual de sus verdes ojos con la que analizaba a ambas mujeres.



-Encantado de veros. Tú debes de ser Mei Ling, la amiga de Sonia. Me habla mucho de ti.- Declaró con mucha cortesía.-

-Un placer.- Sonrió la oriental que se levantó de inmediato para estrecharle la mano.-

-Él es mi amigo, Percival Couto.- Añadió Ben, presentando a su acompañante.-

-Tanto gusto, señoritas. Son ustedes muy lindas.- Repuso el joven estrechando las manos de Sonia y Mei Ling.-



            Ambos caballeros tomaron asiento. Los dos eran muy amables e incluso galantes. Mei Ling se fijó sobre todo en que Percie, como insistió en ser llamado, no le quitaba ojo de encima. Al terminar la velada y despedirse tomando vehículos de incógnito, así lo manifestó a su pareja.



-Mira que bien. ¡Ya has ligado!- Se rio la española.-

-Pues no me hace mucha gracia.- Replicó ella entre atónita y algo molesta por esa forma de responder de su novia y contestó a su vez con retintín.- ¿O es que te gustaría tenerme ocupada con ese tipo mientras tú ruedas con Ben?



            Aunque, lejos de molestarse, Sonia se rio más todavía. Mei Ling la miró con la boca abierta. La española se reía cada vez más hasta que, compadecida de su desconcertada pareja, le comentó con tono entre cómplice y jovial.



-En que lleguemos a mi piso te lo compenso…



            Por su parte, Sharon había concluido otro día ajetreado en el laboratorio. Su recién reincorporada jefa, la doctora Winters, no había amainado en su exigencia. Pese a todo la había echado de menos. No obstante, ahora se sentía culpable cuando la miraba.



-Supongo que ella ha pasado página, y es feliz con su familia. Aun así, no sé.- Pensaba la apurada jovencita.- A veces pienso que no está bien.



            Y es que ella misma se había enamorado de aquel hombre. Fue de un modo casual. Al poco de que su jefa se tomara unos días de baja por decir encontrarse mal. Sharon estaba en el laboratorio junto con Emma. Su compañera miraba en dirección al puesto vacío de la directora.



-Espero que se reponga pronto.- Comentó la rubia.-

-Sí, seguro.-Se sonrió Emma con regocijo para apuntillar.- Ya se ha buscado a otro.

-No sé de qué hablas.- Repuso Sharon que ciertamente no comprendía aquella réplica.-

-¡Lo imaginaba! - Se rio su compañera afirmando divertida.- Siempre estás en las nubes, guapa. Ya se ha enterado todo Nature menos tú.



            Shania se acercó entonces y Emma le dedicó una mirada hostil. Al poco le susurró a la desconcertada Sharon.



-Luego te lo cuento…



            Mei Ling llegó también, les indicó una serie de experimentos y tareas a realizar y se pusieron a ello sin más conversación. Al fin, tras un rato, Emma le contó a su compañera, aprovechando una pausa.



-La Winters ha roto con su novio. Ese tío que era piloto. Ella se lio con el científico ese del comité que vino de la Tierra.  ¡Menos mal que parecía una mujer de hielo! No se lo monta mal, no. ¡Ja, ja!. Pues su exnovio le partió la cara al otro. ¡Ja, ja!…

-Vaya, lo lamento por ellos. Parecían una pareja estupenda.- Declaró Sharon.-

-Para que veas. ¡Lo falsa que esa tipa puede llegar a ser! - Espetó Emma.-

-No creo que sea mala persona.- Rebatió su interlocutora.-

-Admito que, como profesional, es muy competente pero luego...- contestó su contertulia, mirando de seguido a Mei Ling para cuchichear con maledicencia.- ¿Y qué me dices de esa otra? ¡Una lesbiana!…

-¿Cómo sabes eso?- Preguntó la perpleja Sharon.-

-No se molesta en ocultarlo. Algunos la han visto frecuentando tugurios de esos, para gais.- Le contó con manifiesto desprecio.- Y se rumorea que su ligue es una chica realmente imponente. Hay gente que dice que hasta famosilla, una modelo o actriz. La verdad es que no lo sé. Pero que oficialmente no tiene pareja. ¡Otra falsa! De verdad, no soporto a esa gentuza.

-Pero…- Pudo oponer su interlocutora que estaba quedándose boquiabierta, pero no por enterarse de esos secretos sino por la manera que su informadora tenía de descalificar a sus otras compañeras.- Eso pertenece a la vida privada de cada uno. Si no desean hacer pública su relación hay que respetarlo.

-Eso depende. Cuando se siembra inmoralidad eso perjudica a todos. Más si esa “novia” de la china es un personaje relevante que pueda influenciar a la gente.- Rebatió su contertulia, añadiendo con prevención.- Mira, tú eres la única aquí que me parece decente. Es solo un consejo, harías bien en apartarte de las otras.





            Su oyente estaba perpleja. Esa forma tan despectiva de dirigirse a Mei Ling por parte de su compañera no le gustaba nada. La oriental era una mujer poco locuaz con ellas, eso era cierto, pero siempre era correcta. Al menos ella no tenía queja ninguna. En eso que vio a la compañera que les restaba  aproximarse desde la otra punta del laboratorio.



-Bueno, y Shania…

-¡Esa es la peor de todas! - La cortó con un siseo Emma.- Finge simpatía y amabilidad pero es una víbora, te lo digo yo…al menos Penélope y Mei Ling, no esconden lo que son o van a lo suyo sin preocuparse del resto, pero esa zorra de la India…



            Sharon se quedó helada, no respondió a eso, se alejó para comprobar un experimento y justo se cruzó con la hindú. Su compañera la sonrió de inmediato.



-¿Qué tal lo llevas?- Preguntó con amabilidad.- El experimento, digo…

-Bien, gracias.- Repuso trémulamente la rubia devolviendo la sonrisa.-



            Tras unos instantes, Shania se le aproximó y con tono bajo, le propuso desenfadadamente.



-¿Te apetecería tomar algo en el Clargin? Esta tarde no tengo nada que hacer y bueno…la compañía de alguien agradable no me vendría mal.



            Ante eso la interpelada no supo cómo replicar. ¿Acaso su compañera sería también?... De todos modos, pese a lo que Emma decía, tampoco le había pedido nada extraño. Sonrió al fin asintiendo para responder.



-Claro. ¿Por qué no?



            Así quedaron. Sharon volvió nuevamente a donde estaba Emma. Tras trabajar un poco más esa chica, le susurró.



-Hazme caso. Cuídate de esa. He oído cosas acerca de ella que no me gustan nada.



            Pese a estar poco proclive a creer a Emma, Sharon asintió casi imperceptiblemente con tal de que su colega la dejase tranquila con tanto cotilleo absurdo y difamatorio. Al fin, tras el trabajo salieron y tanto ella como la hindú se acercaron a la cafetería. Era Clarisa quien estaba al cargo en ese momento.



-Hola chicas. ¿Qué os pongo?- Les preguntó con su característica amabilidad.-

-Un té para mí.- Repuso Shania.-

-Lo mismo.- Pidió Sharon.-



            Tras ser servidas, la hindú le comentó con tono algo preocupado.



-Verás. Estoy algo inquieta. El ambiente en el trabajo, no sé. No me gusta.

-¿Por qué?- Inquirió Sharon.-

-Lo digo sobre todo por Emma. No sé qué le he hecho. Parece mirarme siempre con inquina.- Le confesó su compañera.-



            La atenta oyente no respondió, no deseaba ser acusada luego por Emma de no guardar las confidencia que le hacía. Sin embargo, Shania sí que añadió.



-Sé que habla contigo. Al menos pareces la única capaz de aguantarla.

-¡Mujer!, no es para tanto.- Contestó ahora Sharon tratando de quitarle hierro al asunto.-



            Aunque era cierto que el ambiente estaba enrarecido. Desde la baja de Penélope las cosas habían ido a peor. Ahora que sabía el motivo, Sharon empezaba a comprender algunas cosas. Y fue precisamente el sonido de la puerta del Clargin al abrirse lo que le mostró más claramente aquello. Al mirar hacia allí le vio. ¡Era él! Shania también reparó en aquel tipo y casi sin ocultar su disgusto, comentó.



-Eso es en lo único en lo que Emma y yo estamos de acuerdo por lo que veo. No nos gusta ese individuo. Y menos tras lo que hizo.

-¿Lo que hizo?- Inquirió Sharon.-

-Le pegó a ese doctor – Le contó, o eso creyó su interlocutora.- Ese que es el enlace de Penélope.

-No quiero excusar eso, pero puede que tuviera algún motivo.- Especuló ella.-



            Aunque su contertulia movió la cabeza con desaprobación declarando inmisericorde.



-La típica respuesta del macho que se cree que una mujer es de su propiedad. Si otro se acerca solo saben pelearse por quien la tiene que poseer. En lugar de dejar que ella decida libremente. Los hombres suelen ser así. La mayoría nos consideran como trozos de carne para pasar un buen rato y poco más.



            Sharon abrió los ojos visiblemente atónita tras oír aquello. Estaba en desacuerdo. Por supuesto que había hombres como esos, pero la mayoría no se comportaban así. Al menos los que ella había conocido. Sin embargo, no tuvo mucha opción a contestar, ese tipo precisamente estaba elevando el tono de voz al hablar con Clarisa.



-Por favor. Dime si ha venido últimamente por aquí.- Le pedía casi con tono de súplica.-

-Lo siento, Tracer. Hace días que no la vemos. Creo que pidió una baja. Al menos, eso me comentaron sus compañeras.- Le respondió apuradamente la dueña mirando hacia la propia Sharon y Shania.-



            Tracer entonces dirigió sus pasos hasta ellas. Tras esbozar una leve sonrisa las saludó.



-Perdonad si os molesto. Solo quería… en fin. ¿Trabajáis con Pennie, no es así?



            La hindú le dedicó una mirada de desprecio y no contestó, sin embargo Sharon, visiblemente envarada compuso una sonrisa replicando.



-Así es.

-¿Sabéis si le ha sucedido algo?- Inquirió con preocupación el joven.-

-Está de baja. No se encontraba bien.- Respondió ella.-



            El piloto no pudo replicar a eso, Shania se había levantado y sin ocultar su malestar le comentó a su compañera, como si ese individuo no estuviera allí.



-Se me ha hecho tarde. Mañana te veo. Adiós.



            La apurada muchacha no fue capaz más que de replicar con un lacónico adiós. Shania se acercó a la barra y tras pagar las dos consumiciones se marchó. Únicamente cuando se perdió en la lejanía, fue Tracer capaz de suspirar declarando.



-No la culpo. Seguro que lo que pasó ha llegado a sus oídos, se lo habrá dicho Penélope. Deben de pensar de mí en los peores términos, y lo entiendo.

-No te preocupes.- Se apresuró a decirle Sharon.- No creo que la doctora Winters le haya dicho nada a nadie de lo que sea que sucediese entre ella y tú. Por favor, siéntate.- Le ofreció.-



            Aquel hombre, tras parecer pensárselo un poco, aceptó gustoso esa invitación. Al fin sonrió más ampliamente aunque la tristeza se reflejaba en sus ojos cuando comentó, eso sí, con agradecimiento en su tono de voz.



-Eres la única que no me ha dejado de hablar de todas las Fairy Five. Bueno, a decir verdad. Hace bastante que no veo a Mei Ling.

- Seguro que todo se podrá solucionar.- Trató de animarle Sharon.- Cosas peores ocurren.

-Bueno, visto así.- Admitió su interlocutor, quien se presentó debidamente.- Me llamo Rick Jensen, aunque todos me llaman Tracer, como ya habrás escuchado.

-Yo me llamo Sharon, Sharon Templeton. -Repuso afablemente la joven.-

-Pues encantado de conocerte.- Sonrió más ampliamente él.-



            La chica le miró más detenidamente ahora. Era guapo, aunque estaba desmejorado. Quizás el pobre estaba sufriendo mucho por Penélope. No pudo evitar añadir con suavidad.



-No creo que seas de esos.

-¿A quiénes te refieres?- Quiso saber él algo sorprendido por esas palabras.-

-Yo, bueno.- Repuso la azorada Sharon.- Algo tuvo que pasar…para que tú…



            Ahora fue Tracer quien sonrió entre amarga e irónicamente para declarar.



-Veo que cada uno cuenta una versión. Supongo que te habrá llegado alguna muy poco favorable a mí. No tengo perdón desde luego para lo que le hice a ese pobre hombre. Pero al menos tenía una buena excusa a mano. Estaba besando a la que era todavía mi chica.



            Y con la atención de Sharon puesta en sus palabras, él le contó aquello. La muchacha asintió. ¡Claro! Eso no fue correcto pero sí romántico. En fin, al menos en cierta manera. Y lo que sobre todo hacía que le mirase con buenos ojos era que esa expresión y ese modo de hablar que él tenía irradiaban una simpatía muy similar a la de aquel Guerrero Dorado que trajo a sus padres de vuelta.



-Habla con ella, no sé si podréis arreglar lo vuestro como pareja, pero por lo menos si volveríais a ser amigos.- Afirmó la rubia científica.-

-No, no quiero que seamos amigos.- Desestimó Tracer justificándose al admitir.-  Si no volvemos a ser lo que fuimos, prefiero no tenerla cerca. Lo pasaría bastante mal.



            Sharon asintió y todavía siguieron charlando un poco más. Incluso quedaron para repetir aquello. Así pasaron los días y las semanas. Rick solía viajar mucho a Kinmoku dado que ahora tenía una empresa de transportes. Ella siempre esperaba su vuelta. Una de esas veces le invitó a cenar a casa.



-Debes disculparme, no soy buena cocinera.- Se excusó la joven.-

-¡Pues a mí tampoco me llamarán para ser chef! - Rio él.-



            Con todo, la ensalada César de primer plato y el fetuccini de segundo no estuvieron mal. Rematándolo con un postre comprado en el Clargin. Tracer a su vez trajo un vino bastante bueno y la velada fue muy agradable. Durante la misma hablaron de muchas cosas. Ella revivió aquella experiencia de su niñez ante la atenta escucha de él.



-Y al crecer siempre creí que fue cosa de mi imaginación. O un sueño que quedó en mi mente. Pero luego, cuando el Guerrero Dorado siguió apareciendo y sobre todo, cuando los reyes Serenity y Endimión nos salvaron a todos, vi que eso me sucedió de verdad.

-Es algo realmente muy bonito, que ese hombre trajera a tus padres desde el más allá.- Afirmó Rick.-

-Eso es lo curioso, mis padres no recuerdan nada de aquello.- Le contó Sharon.- Solamente yo.

-Quizás eso sucede porque eres especial.- Declaró su contertulio, aunque lo hizo sin dar la impresión de querer ganar puntos para un cortejo, para de seguido reconocer.- Yo tuve unos magníficos compañeros también. Antes incluso de enrolarme en la SSP-2 y de conocer a Kiros, que es ahora el embajador de los saiyajin.- Remarcó con el asentimiento de su interlocutora.- Uno es también del mismo pueblo. Y se convertía en otro de esos guerreros dorados tan increíbles. Leval Malden se llama. Me habló de su padre alguna vez, y de como él luchó contra unos terribles demonios. Claro, al conocerle pensé que trataba de tomarme el pelo. Luego me di cuenta de lo equivocado que yo estaba.



            Y en un destello de inspiración mientras se sentaban juntos en un sofá tras la cena, el chico sacó incluso su móvil mostrando algunas fotografías que guardaba de aquellos tiempos.



-Aquí estamos todos en una cena, la que celebramos hace mucho tiempo en la SSP-1. Allí fue cuando quedé con Pennie por primera vez.- Suspiró ahora con tristeza.-





            Sharon le observó apenada por él, aunque tenía un sentimiento de desazón que no solo se ceñía al joven. Por alguna razón ahora le molestaba que él tuviera a la doctora Winters todavía en su recuerdo. Rick debió de percatarse de algo puesto que enseguida se disculpó.



-Lo siento. Eso ya pertenece al pasado.

-No, no te preocupes, es normal.- Se apresuró a responder ella, azorada de que se le hubiera notado tanto.-



            No obstante, enseguida aparcaron aquello y el joven recobró un talante más jovial cuando explicó mostrando más instantáneas.



-Ésta chica rubia y que parece tan tímida y en verdad lo era, se llama Satory Masters. Y sí, es la hija del multimillonario.- Le desveló a la sorprendida Sharon.- Pero a pesar de ser muy rica no se lo tenía en absoluto creído. En realidad es estupenda. Muy inteligente y muy humilde. Ese otro a su lado es mi amigo Tim. Era el tipo más lacónico del mundo. Nos reíamos mucho con sus respuestas monosilábicas. ¡Hasta Mazoui que siempre parecía estar serio y pensando en otras cosas, se tronchaba a veces cuando le escuchaba!



            Le enseñó la imagen de ese chico, bastante alto y guapo, que acompañaba a una joven morena y realmente voluptuosa a la que pasó a referirse.



-Ésta es Sandy.- Sonrió Rick.- ¡Y sí!, la tarta de Ginger lleva su nombre. Aunque Mazoui no se casó con ella, al final, fueron él y Satory los que pasaron por la vicaría.

-La tal Satory era un buen partido.- Convino Sharon.-

-Te aseguro que a Mazoui nunca le importó el dinero.- Repuso Tracer en defensa de su amigo y añadiendo.- En eso nos parecemos.

-Lo siento, no quise decir...- Intentó disculparse su contertulia.-

-No pasa nada.- Sonrió el joven que enseguida dejó aquel enojoso asunto. - Mira.- Señaló ahora  a la chica rubia y alta que estaba junto a su compañero Leval.- Ésta es Amatista Lassart.  En fin, ahora se apellida Malden. El muy golferas al final logró casarse con ella. ¡Y mira que le costó admitir que estaba colado por esa chica, porque la pobre fue muy insistente hasta que lo consiguió, ¡ja, ja!. En esta cena comenzaban a salir juntos.- Le contó a Sharon que mostraba mucho interés.-



            No era para menos, había reconocido en esa chica también a una cantante famosa. Siendo además componente de ese legendario grupo de Fairy Five, el que viajó en la SSP-1 y terraformó Bios. Tracer le contó a su vez que Leval era hermano de la también célebre cantante, abogada y activista por los derechos LGTBI, Kerria Malden.



-Vaya, conoces a gente realmente importante.- Sonrió Sharon.-

-Sí, pero sobre todo me quedo con que son grandes personas, no por su fama, sino por sus corazones.- Declaró él con tono serio esta vez.- Y tuve el gran honor de asistir como invitado a su boda en la SSP-1. Leval y Amatista hacían una pareja formidable.



            Al tiempo que refería aquello le enseñó a su contertulia algunas instantáneas del pasillo de oficiales. Sharon creyó reconocer al menos a una muchacha morena que elevaba su sable al paso de los novios. ¡Era la esposa del doctor Ginga! Aunque se la veía mucho más jovencita ahí. Sonrió. De modo que muchos de ellos se conocían de antiguo. Por eso eran tan buenos amigos.



-Algunos de los asistentes grabaron el video de ¡tachan! – Rio el muchacho exclamando.- Aquí está Leval conducido por su madre al matadero, ¡ja, ja! quiero decir, al altar, para sacrificar su soltería…



            Sin embargo, la reacción de ella dejó perplejo a su interlocutor. Sharon se fijó en un primer plano de la mujer que, con visible orgullo y emoción, llevaba del brazo a ese apuesto joven. Apenas sí pudo musitar con patente asombro.



-¡Yo…yo la conozco! Está algo mayor, pero es, es… ¡Es, es la señorita Bertie!



            Rick la miró no sin algo de inquietud cuando Sharon no pudo contener sus lágrimas.



-¡Dios mío! – Repetía la chica. ¡Es ella!...

-Es la madre de Leval. ¿De qué la conoces?- Se sorprendió Tracer preguntando también algo concernido.- ¿Estás bien?

-Sí, estoy muy bien. - Pudo sonreír la aludida.- Estoy de maravilla. ¿Sabes?- Le confesó  a su interlocutor con voz algo atropellada,  teñida de cariño.- Fue mi maestra en la guardería. Cuando lo del Guerrero Dorado sucedió, ella estaba allí, ¡era la novia de ese guerrero! Y su hermana , la señorita Connie, también era maestra mía. Ellas nos defendieron de esos demonios. Lo recuerdo. En clase, luego fuimos a una iglesia…¡las Justicieras!…



            Lloraba con emotividad ahora rememorando aquellas, por momentos, trágicas y aterradoras situaciones. Sin embargo, también hubieron instantes llenos de ternura, donde esas maestras suyas tan especiales, junto con otras míticas luchadoras, les dieron a ella y a sus compañeros, todo el cariño y la protección que les fue posible, salvando de hecho sus vidas. Se enjugó las lágrimas con un pañuelo ante la atenta y atónita mirada de su acompañante.



-¡Increíble! - Suspiró Tracer posando una de sus manos sobre las de Sharon para sentenciar.- Parece que debemos mucho a Leval y su familia. Más incluso de lo que yo creía.



            El chico aproximó entonces su rostro al de ella y la besó con suavidad en la mejilla. Tras separarse despacio y mirarla con afecto repitió la operación, esta vez en los labios. Sharon no tardó en corresponder. Y después… las cosas subieron de tono y en fin... Acabaron juntos en la cama. La muchacha se ponía colorada recordando aquello.



-Nuestra primera vez juntos.- Suspiró ahora.-  Tan íntimamente.



            Y por ello, estaba tan contenta de saber que él la había contactado hacía poco comentándole que pronto regresaría a Nature. Entonces se verían. Justo en ese instante fue cuando Penélope se acercó.



-¿Qué tal, como van las muestras del cultivo orgánico?- Le preguntó sacándola de esas meditaciones.-

-¡Oh, muy bien! - Afirmó la chica informado a su jefa.- Su eficacia ha aumentado en un dieciocho por ciento en los primeros test.

-Excelente.- Se limitó a contestar Penélope alejándose de allí.-



            Pensaba en otras cosas, su nueva familia, su hijo recién nacido y ¿por qué no? Su pesar por haber terminado con su antiguo novio así.



-Los que importan ahora son Jonathan y James.- Quiso arengarse para olvidar aquello.- Solamente espero que Rick encuentre la felicidad, en alguna parte, donde quiera que esté.



            Y el objeto de los pensamientos de aquellas dos mujeres había llegado precisamente de vuelta a Nature. Tras aterrizar en una solitaria zona de la región austral del planeta, con todo sigilo, se aseguró de no haber sido detectado y pasó entonces a informar a sus pasajeras.



-Ya podéis salir.



            Dos mujeres ataviadas con largas gabardinas que las cubrían casi por completo surgieron de la nave. Tras bajarse dos capuchas que cubrían sus cabezas, Tracer vio a una de cabellos pelirrojos y otra con larga melena azul pálido observar los alrededores con interés.



-Sí, todo está tranquilo.- Comentó la de los cabellos celestes.-

-Avisa a nuestra Señora.- Le indicó la pelirroja a su compañera.-



            Ésta se introdujo una vez más en por la apertura del vehículo.



-Puede usted salir, todo está despejado.- Le indicó a una tercera mujer.-



            La interpelada la siguió, saliendo con ella. Sus rubios y largos cabellos, con mechones del color  rojo fuego, se liberaron tras quitarse un capuchón que los ocultaban. Sus ojos dorados escrutaron la formación arbórea que se encontraba a pocos metros de la zona de aterrizaje. Al fin habló con voz suave.



-Muchas gracias, señor Jensen. Ha sido un viaje muy cómodo y tranquilo desde Kinmoku. No nos equivocamos confiando en usted.

-Por favor, llámeme Rick. Señorita.- Sonrió él, agregando.- Lo hice con mucho gusto. Cualquier cosa que necesiten no duden en pedirla.



            Lo cierto es que esa mujer tenía la virtud de hacer que su corazón latiera más deprisa. Era realmente hermosa y muy elegante. Destacaba incluso entre sus subordinadas que asimismo eran guapísimas. No obstante, el chico debía recordarse que estaba nuevamente comprometido cada vez que la miraba.



-Es…bueno, eres muy amable. Gracias.- Corrigió esa imponente individua.-

-Ahora tendremos que andar un poco hasta el vehículo que nos dejó nuestro enlace.- Les recordó Tracer, ofertándoles.- ¿Tienen ganas de comer algo antes?



            Y en tanto la pelirroja y la de cabellos rubios negaban con la cabeza, la de pelo azul cielo asentía con ganas.



-¡No me lo puedo creer, Siren! - Suspiró la de cabellos rojizos.- ¿Es que incluso ahora solamente puedes acordarte de comer?

-Pero Crow. Llevamos al menos cinco horas sin probar bocado.- Alegó su compañera.-

-Algo habrá en la nave.- Se sonrió Rick en tanto la pelirroja movía la cabeza y la tercera de las mujeres sonreía.-



            Entrando en la cabina del piloto, el joven comprobó la pequeña nevera de emergencia que tenía. Al menos sí que pudo ofrecer a esa chica un par de sándwiches. En tanto ella los consumía vorazmente, la mujer al cargo, aquella hermosa individua de cabellos dorados, comentó.



-Es fundamental el llegar hasta nuestros interlocutores sin ser vistos.

-No creo que tengamos problema en esa aspecto.- Afirmó Tracer.-

-Nunca se puede estar seguro.- Intervino la pelirroja.-

-Desde aquí la ciudad Austral está a unos doscientos kilómetros.- Les indicó Rick.- Acorde con las instrucciones que me dieron, un vehículo oculto nos aguarda cerca de estas coordenadas. Por eso os comenté que tendremos que caminar.

-¡Puef vafamos cuafto aftes!- Intervino la chica de cabellera azul pálida en tanto se terminaba el último sándwich.-

-¡No hables con la boca llena! - La reprobó su pelirroja compañera con patente envaramiento para sentenciar.- Es de mala educación.



            La líder de ambas, sin prestar atención a eso, le preguntó al piloto.



-¿Puedes detectar en dónde está ese vehículo?

-Sí, con un rastreador que me proporcionaron.- Respondió él.-

-Entonces te ruego que nos pongamos en marcha cuanto antes.- Le pidió ella.-



            Tracer asintió, no tardó en conectar ese aparato y recibir una indicación. Sonriente, les comentó a sus interlocutoras.



-Es por aquí, menos mal que no queda tan lejos como creía…



            Se pusieron en marcha hacia la dirección indicada, esperando no tardar demasiado…la mujer de cabellos oro suspiró.



-Cuanto antes lleguemos mejor será. No hay ni un segundo que perder…



            En otra parte, en la capital, un entristecido Edgar estaba junto al doctor Ginga. Miraba el cuerpo inerte de su esposa. Tras varios días de inactividad cerebral había decidido llevar a cabo lo inevitable.



-Entonces. ¿Está usted seguro?- Inquirió Giaal con pesar.-

-Lo estoy.- Suspiró el aludido con tristeza también.- Si usted me dice que esta situación es irreversible no tiene sentido prolongarla más.

-Por desgracia así es.- Afirmó el doctor.- Lo lamento mucho, pero lo mejor es dejarla ir. Solo una cosa. ¿Se lo ha dicho a los niños?

-No tiene ningún sentido entristecerles más.- Sentenció Edgar.- Es mejor así. Ya se lo diré en casa.

-Usted decide.- Concedió algo a disgusto Giaal.-



            El médico se aproximó pues hasta la paciente, aunque antes, y según la ley, debía reunir a algunos testigos y obtener la firma del familiar directo para proceder a la desconexión del soporte vital. Llamó a dos personas de indudable relación con Aurora. Por un lado Naya, quien la había atendido junto con él mismo. Del otro Maggie, que estaba terminando su turno. Las dos llegaron con la máxima rapidez. La doctora Rodney trajo además la tablet para que el esposo firmase electrónicamente su consentimiento.



-Lo siento mucho.- Le dijo Maggie posando una manos sobre las de Edgar.-

-Es voluntad de Dios.- Musitó él con la aquiescencia de la enfermera.-

-Sí, lo es. Y no dudes de que Él la acogerá en su seno.- Afirmó la entristecida enfermera.-



            Edgar asintió, aunque eso le daba igual. Su esposa fue una buena mujer, si había algo ahí, más allá, a buen seguro que ella disfrutaría del Paraíso.



-Y si no hay nada, ¿Qué más da?. Muchas veces pienso que solamente hay vacío.- Meditaba con amargura.-



Y no quiso dilatar aquel trance más. Tras estampar su firma, todo quedó legalizado. El doctor Ginga, su hermana y la jefa de enfermeras, pusieron su rúbrica electrónica también. Fijado el día y la hora en el calendario interplanetario, Giaal pulsó los botones de parada. Al fin, todo había terminado. Tras certificar oficialmente la hora de la muerte dejaron al destrozado esposo junto al cuerpo de Aurora.



-Para los niños será terriblemente triste.- Suspiró Maggie.-

-Sí, solo espero que al menos tengan el consuelo de su padre.- Comentó Naya mirando de reojo a ese hombre, que ahora estaba sentado junto al cadáver de su fallecida esposa.-

-Desgraciadamente, no contaría mucho con ello.- Afirmó un apenado Giaal.-



Al mismo tiempo, Nelly salía del colegio con su hermano Orix y con Wina. La última llegó haría unos meses a Nature y al fin se había matriculado en su escuela. Estaban muy contentos los tres. La recién llegada había extrañado mucho a su congénere. Charlaban distendidos cuando  Nelly se detuvo en seco.



-¿Qué ocurre?- Quiso saber Orix.-

-Nuestra madre.- Pudo decir muy afectada.-

-¿Qué pasa?- Quiso saber Wina.-

-¡Tenemos que ir al hospital!- Exclamó la normalmente comedida Nelly.-



            Sus interlocutores se miraron sorprendidos pero optaron por acompañarla. De hecho, por correr tras ella que ya había salido veloz hacia la parada de deslizador más próxima. Wina dio un rápido vistazo entonces a una calle aledaña y vio a alguien que le era familiar…no quiso detenerse por si acaso, dado que sus amigos iban con gran urgencia. Subieron al vehículo y no tardaron en llegar al hospital. Corriendo agitada, Nelly se precipitó en la sala de espera.



-¡Quiero ver a mi madre! – Demandó descompuesta por la preocupación y el temor.-



            Fue Naya quien salió al oír los gritos de la joven. La consternada doctora trató de ser lo más suave posible para decirles a los críos.



-Nelly, Orix. Vuestro padre…

-¿Qué pasa?- Pudo preguntar el desconcertado chico.-



            Y tras hacerse un expectante y angustiado silencio por parte de los recién llegados, Naya tomó de una mano a Nelly y, mirándola a los ojos, le dijo con evidente pesar.



-Vuestro padre ha dado orden de desconectar las máquinas de soporte vital. Lo siento.



            La niña le devolvió una incrédula mirada. Durante unos instante parecía no haber comprendido aquello.



-No, ¡no!- Chilló Nelly en cuanto asimiló aquella noticia.-

-Cálmate , por favor.- Le pidió la doctora Rodney tratando de abrazarla.-



            Sin embargo, mientras Orix lloraba consolado por Wina, Nelly se zafó de Naya y corrió dentro de la zona de habitaciones donde estaban los pacientes. Se dirigió rauda hacia la de su madre. En un principio la doctora Rodney pensó en tratar de detenerla, aunque lo dejó estar limitándose a seguirla con la vista, realmente consternada.



-Lo siento mucho.- Insistió dirigiéndose al niño.- Pero ya no había nada que se pudiera hacer. Solamente se mantenía de modo artificial. El cuerpo que estaba en esa habitación ya no era vuestra madre. ¿Lo comprendes?- Le preguntó con dulzura y compasión.-

-Sí.- Musitó el crío, bajando la cabeza con sus ojos llenos de lágrimas.-



            Pese a todo, Orix había tenido la esperanza de que algo maravilloso sucediese, quizás los doctores pudieran haber inventado alguna cura. Sobre todo el doctor Ginga y al doctora Rodney, que eran los mejores. Pero ni siquiera ellos habían sido capaces. Eso le decepcionó.



-Para mi hermana es todavía peor.- Pensó muy afectado.-



            Nelly mientras tanto entró en el cuarto. Allí se detuvo en seco, su padre permanecía arrodillado ahora junto a la cama, donde descansaba el cuerpo sin vida de Aurora.



-¿Por qué? – Pudo preguntar con ira apenas contenida.- ¿Por qué la has desconectado?



            Edgar no respondió, era como si no percibiera la presencia de la chica. Nelly se acercó llorando entonces, y tras mirarle compungida, apenas pudo musitar entre balbuceos.



-No, no lo entiendo. ¿Qué he hecho mal, papá? ¿Por qué me odias?...¿Por qué?...



            El aludido apenas sí apartó la vista de su fallecida esposa y, contemplando así los restos de Aurora, musitó con tono neutro que se teñía de desaprobación y rencor por momentos.



-Hasta ahora tuve que aceptarte por mi mujer. Porque ella se aferró a ti como quien se agarra a una ilusión. Pero tú no eres hija mía, ¡nunca lo fuiste!…ni siquiera eres un ser humano.

-¿Qué? Pero. ¿De qué estás hablando?- Se escandalizó Nelly llevándose las manos a la boca, sin poder dar crédito a lo que escuchaba.- No puedes decir eso en serio.

-Habla con el doctor Ginga. Que te lo explique él. Ahora, sal de aquí.- Repuso secamente Edgar.-



            La joven estaba en shock. Posiblemente su padre estuviera traumatizado por la pérdida de la que había sido su esposa. La madre de Nelly que tanto la había amado a ella. Aunque ahora, en la mente de la chica regresaban esas palabras tan extrañas de su fallecida progenitora. No pudo soportar aquello más y salió corriendo de allí sobrepasando a unos atónitos Orix y Wina que no pudieron ni tratar de alcanzarla…



-¡Esto no me puede estar pasando! ¡Tengo que saber de qué habla!- Pensaba la traumatizada muchacha sin dejar de correr.-

-¡Nelly!- La llamó Orix sin lograr que se detuviese.- ¿A dónde va? Quiso saber interrogando a Wina y  a la doctora Rodney con una perpleja y angustiada mirada.-



            Naya suspiró, tomando las manos de ese pobre crío entre las suyas, trató de ser lo más amable que pudo y le dijo.



-Está muy triste. Déjala un rato para que pueda desahogarse.

-Sí.- Musitó el niño.-

-No estaréis solos. – Le aseguró una asimismo emocionada y apenada Wina.-



            Ella podía ponerse en su lugar. De pequeña perdió a sus hermanos y familia cuando fueron secuestrados y esclavizados por aquellos malvados. Por fortuna les rescataron y ella tuvo la gran suerte de ser adoptada por los doctores Adams. Durante todos esos años, Clyde y Melissa habían sido sus padres, y la propia Wina así lo sentía. Aunque, a pesar de querer animar a Orix, percibía que, por desgracia, el caso de sus amigos no iba a ser el mismo.



-Me temo que ellos no van a poder contar con su padre, como yo con los míos.- Pensó.-



            Entre tanto Nelly salió del hospital. Sentía que su corazón estaba hecho pedazos, a duras penas evitaba derrumbarse. Todo lo que había querido le estaba siendo arrebatado. Su madre, el eje de su vida, ya no estaba allí. Y su padre la repudiaba acusándola incluso de no ser humana. Tan absorta estaba en esos terribles pensamientos que deambuló sin rumbo fijo a todo correr. Entró en una calle secundaria. La luz empezaba a decaer. Apenas sí había nadie. Al fin, se detuvo entre jadeos de agotamiento. Miró en derredor. Cuando quiso darse cuenta estaba perdida y sola por zonas de la ciudad que no eran demasiado recomendables.



-Hola preciosa.- Escuchó una voz de hombre tras de sí.-

-¿Cómo una monada como tú por aquí tan solita? ¿Buscas marcha?- Replicó otro.-



            Al girarse para ver de quienes se trataban distinguió a dos tipo mal encarados y con ropas gastadas. Sonreían aviesamente y la observaban no sin lujuria.



-¿Te has perdido? Ven aquí. - Le pidió uno con falso tono meloso.- Que te vamos a ayudar a encontrarte…



            La confusa y asustada muchacha no supo cómo reaccionar. Aquellos individuos se fueron aproximando a ella con paso lento pero seguro. Sonreían regocijándose con aquella hermosa chica que les había llegado por azar.



-Te va a gustar, ya lo verás.- Afirmó uno más bajo y con barba de algunos días.-



            Otro más alto y delgado trató de agarrarla por un brazo. Nelly logró zafarse aunque fue un respiro momentáneo. Esos dos recortaron la distancia prestos a capturarla.



-¡Dejadme en paz! ¡Socorro!- Chilló la aterrorizada chica.-

-No te molestes, nadie te va a oír por aquí.- Sonrió aviesamente el más alto y bastante calvo de sus atacantes.-

-Y aunque te oyeran monada, no les importaría.- Se rio su compañero, listo para sujetarla.-



No obstante, antes de que ninguno de ellos pudiera hacer otro movimiento, una piedra golpeó en la cabeza al más alto que cayó al suelo.



-¿Quien ha sido?- Exclamó el otro mirando nervioso hacia todos lados.-



            Por respuesta una figura surgió de entre las sombras de aquel callejón armada con un palo. Golpeó en la espalda a ese tipo que aulló de dolor en tanto caía. Nelly, todavía atónita y desconcertada, se vio sujeta de una muñeca por la mano de aquella presencia desconocida que le susurró con tono de imperativa urgencia.



-¡Corre!...



            Sin otra opción obedeció, cualquier cosa sería mejor que quedarse allí con esos dos. Estaba exhausta pero no podía parar. Ese desconocido la llevó por algunas callejuelas y solo tras unos minutos de correr se detuvo. Ella jadeante por el esfuerzo, ni se había parado a pensar en qué hacer. Aunque Nelly aumentó todavía más su estupor cuando ese misterioso salvador se quitó una capucha que llevaba y la miro. La impactada joven apenas pudo musitar.



-¡Dean!

-Menos mal que te vi.- Afirmó él.- Cuando descubrí a esos dos canallas siguiéndote me temí lo peor. Son inmigrados ilegales. ¡Una escoria! - Espetó con desprecio.- Delincuentes y criminales que han llegado desde la Tierra.

-Pero, ¿qué haces tú aquí?- Quiso saber la sorprendida joven.-

-Me escapé de casa. ¡No aguantaba más a ese cerdo de Gus! - Repuso él con tono desabrido.- ¿Y tú?- Inquirió con la misma extrañeza que la mostrada por su interlocutora.-



            Ahora fue cuando Nelly, regresando a su triste realidad, no pudo evitar llorar. Dean la observó con pesar y sorpresa. Ella pudo al fin reponerse lo suficiente para contarle lo que había sucedido.



-Tu padre siempre fue muy rígido. Pero no era mala persona. Debe de estar hecho polvo por lo de tu madre. Lo siento mucho.- Declaró el chico quien más animosamente le ofreció.- Ven conmigo. No vas a quedarte aquí a pasar la noche.

-¿A dónde vamos?- Preguntó la desconcertada Nelly.-

-En los días que llevo por aquí he hecho algunos amigos y aprendido bastantes cosas. - Le contó él.- Tenemos sitios para refugiarnos.



            Y la chica le siguió de buena gana en tanto Dean la guiaba por los entresijos de aquellas partes más desangeladas de la gran Sagan -City.



 
                                    
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