Todo estaba dispuesto. Sonia debía
comparecer ante los medios de Nature. La joven modelo y actriz iba a
protagonizar una película en la Tierra. Ya era oficial. Junto con el actor Ben
Crew daría una rueda de prensa anunciando su marcha al planeta madre. Allí se
rodaría el film. Aunque, eso sí, antes de salir, disfrutaba de sus últimos
minutos junto a su pareja. Por su parte, Mei Ling la miraba con una mezcla de
orgullo y de resignación. Por un lado, se alegraba del éxito de su novia y de
ese espaldarazo a su carrera. Por otro, lamentaba e incluso le producía una
amarga sensación tener que quedarse al margen. Aunque, tras ese juicio a esa
joven piloto que la opinión pública había seguido con tanto interés, lo mejor
sin duda era no llamar la atención.
-No me gustaría estar en el foco de toda
esa gente.- Pensaba la oriental.-
Y
es que a Mei Ling siempre le gustó la discreción. Ya no solamente por querer
preservar su orientación sexual, sino toda su vida privada en general. Además,
ahora tenía otras cosas en qué pensar. El día antes, la doctora Winters había
reunido al personal y les había comunicado una importante e incluso impactante
noticia.
-Bueno, solo me queda desearle suerte.-
Recordaba la científica.-
Esa
mañana habían llegado al completo. Mei Ling lo hizo en primer lugar junto con la
propia Penélope. Después llegaron Sharon, Emma y finalmente Shania. Una vez
estuvieron todas, su jefa tomó la palabra.
-Veréis chicas. Tengo algo importante
que notificaros. Dentro de tres semanas me marcho a la Tierra.
-¿Vas a hacer un viaje de placer?- Se
sonrió Emma.-
-No, me voy definitivamente. He pedido
el traslado a la central de la Masters Corporation en América.- Le respondió
Penélope con tono neutro.-
No
daba la impresión de haberse molestado por ese modo de hablar de su
subordinada. Aunque Mei Ling la conocía ya y supuso que demasiada gracia no le
hizo aquella forma tan poco amable que había usado Emma para hacer su pregunta.
-¿Vendrá alguien a sustituirte?- Quiso
saber Shania con un tinte más agradable, pero frio al tiempo.-
-Sí, en breve estará aquí. Se hará cargo
de la división.- Les desveló la doctora Winters.-
-Lamento muchísimo que te vayas, te
vamos a echar de menos.- Terció Sharon en lo que parecía un tono sincero y más
cercano.-
Al
fin Penélope se permitió sonreír para responder con mayor afabilidad.
-Gracias. Lo mismo digo, chicas.
Se
podía percibir que las palabras de esa muchacha eran sinceras. Hasta la propia
Mei Ling se sintió avergonzada. Ni siquiera ella iba a extrañar demasiado a su
jefa. En los últimos tiempos habían coincidido poco y no tenían demasiado en
común. Sin embargo, daba la impresión de
que con Sharon, la doctora Winters sí que había hecho una buena amistad. Por su
parte Emma y Shania estaban demasiado ocupadas dedicándose mutuas miradas de
desconfianza como para fijarse en eso.
-Gracias.- Añadió la doctora dirigiéndose
a la rubia con un leve toque de tristeza.- Y despídete de... ya sabes, de mi
parte.
-Lo haré.- Le aseguró afectuosamente la
chica.-
Y
tras un momento de silencio, algo tenso quizás para alguna de las allí
presentes, fue Emma quien tomó la palabra para preguntar.
-¿Podemos saber de quién se trata? Me
refiero a la persona que se hará cargo de las Fairy Five.
-Sí, por supuesto.- Concedió Penélope,
respondiendo.- La doctora Melissa Prentis, bueno, ahora es Adams.- Se
corrigió.- Una antigua compañera y amiga. Actualmente estaba trabajando en la
división biocibernética de este planeta.
-Es una magnífica científica y muy profesional.-
Intervino la propia Mei Ling.-
Y
eso pensaba. Tuvo la ocasión de conocerla y de trabajar con ella en la SSP-2. Y
se alegraba sinceramente de su vuelta. Y es que la oriental ahora incluso
añoraba a Keiko. ¡Y eso que, por causa de Maggie, las dos no se llevaron entonces
demasiado bien!
-Ese era un gran equipo.- Pensó.- Y
también estaba Caroline. Esa mujer siempre desbordaba energía y optimismo. Solo
le perdía ser tan beata. Pero, pese a eso, jamás se metió en la vida de nadie.
Desde
luego, nada que ver con sus compañeras actuales. Exceptuando a Sharon que era
buena chica, aunque estaba muy ensimismada en su propio mundo. Pero las otras…
-Nunca me han gustado, ninguna de las
dos.- Meditó con reprobación.-
Lo
cierto es que Emma era muy seca y bastante poco propensa a establecer lazos con
nadie. Al menos en el trabajo. Además, tenía unas sólidas convicciones morales,
por no llamarlas religiosas. Estaba claro que no apreciaba mucho a las personas
con la orientación sexual de la propia Mei Ling. Aunque tenía una ventaja
evidente, se la veía venir. No ocultaba para nada sus emociones. Sin embargo,
Shania…
-Esa me parece todavía más inquietante.-
Meditaba la oriental observando ahora a su compañera en tanto ésta esbozaba lo
que parecía una sonrisa fingida.- No sé
nada de ella. Absolutamente nada. Ni nos ha hablado sobre su pasado, ni sobre
su vida. Y tampoco suele opinar ni decantarse. En apariencia es mucho más
amable que Emma, pero tiene algo que me da escalofríos.
No
obstante, en alguna contada ocasión la había oído decir alguna cosa. Y no
parecía tener en muy buen concepto a los hombres. Pero tampoco daba la
impresión de que le gustasen las mujeres.
-Agradecería ahora que Maggie me
prestara ese “lesbo-radar” que decía tener. Supongo que, después de su conversión
a la heterosexualidad, lo habrá perdido.- Se sonrió levemente ahora, celebrando
su propio sarcasmo y reflexionado de seguido.- Bueno, o quizás es que ahora lo
utiliza, pero contra nosotras.
Sin
embargo, eso ahora no le importaba demasiado. Lo que sí centraba sus
pensamientos era el tener que perder a Sonia. Aunque fuera por unos meses. Se
había acostumbrado a despertar a su lado durante muchas mañanas. A sus cenas
románticas y a sus paseos. Y por supuesto, al modo que tenían de hacer el amor,
las dos se complementaban a las mil maravillas.
-La confianza es la base de una
relación.- Se repetía la oriental lamentando acto seguido.- Pero a mí es algo
que me cuesta mucho otorgar. Más cuando ya me la defraudaron una vez…
La
herida de perder a Maggie le hizo mucho daño en su día. Cuando su entonces
pareja se enamoró de Keiko Tomoe. Y ella se enteró por aquella nota que la
propia enfermera le escribió a esa pelirroja.
-Y al final nada salió como parecía estar
destinado a suceder.- Se dijo con aire meditabundo.-
Pero eso ocurrió
hacía ya mucho tiempo. De modo que lo quiso apartar de su cabeza y se dispuso a
focalizar su mente y esfuerzo en el trabajo. Así pudo pasar la jornada sin nada
importante que reseñar. Por su parte, la modelo española se preparaba
precisamente para esa rueda de prensa. Tendría lugar en un céntrico local de
Sagan- City. Junto a ella estaría por supuesto, su coestrella y rumoreada
pareja, Ben Crew.
-Vamos allá.- Se dijo Sonia tratando de
animarse.-
La
muchacha ya sabía cómo era aquello. Muchas sonrisas impostadas entre ambos,
tocarse las manos de modo que pareciera espontáneo. Incluso agárraselas alguna
vez. Ella y Ben lo habían hablado antes. Tendrían que hacer una de sus mejores
actuaciones.
-Supongo que a Percie no le importará.-
Le dijo ella para romper el hielo, días antes, en privado.-
-Él es el primero que quiere que esto
salga bien.- Respondió Ben.- De este modo podremos pasar más tiempo juntos y al
abrigo de sospechas.
Aunque
fijándose en la expresión de Sonia, el actor se apresuró a añadir con visible
apuro.
-Lo siento, no quise dar a entender que
tú seas un mero camuflaje. Si te soy sincero, serías la chica con la que
estaría dispuesto a tener una cita. Me refiero a una de verdad.
Eso
la hizo sonreír. La joven tenía claro que Ben lo decía de veras. Y que no
pretendía lanzarle ninguna clase de indirecta sino hacer que se sintiera mejor.
-Gracias.- Contestó finalmente.- Yo
también estoy muy a gusto contigo. Será un papel fácil de interpretar.
Y ahora llegaba el
momento del debut en ese rol. La modelo llegó a la sede de la entrevista. Lo
hizo un rato antes de que aparecieran los medios de comunicación. Ya le
aguardaban Ben y el representante de la productora. También Percie estaba allí.
Tras saludarse entre ellos, el tipo de la productora se fue para ir preparando
la sala de prensa y recibir a los primeros periodistas. Así, los tres restantes
pudieron aprovechar para conversar en privado.
-Allá vamos.- Suspiró Ben.-
-Todo saldrá bien.- Le alentó Sonia.-
-Te agradezco mucho toda tu
comprensión.- Repuso el actor.-
-Yo también salgo ganando con ello.-
Sonrió la chica quién, dirigiéndose ahora a la pareja de su compañero de
reparto, preguntó con amabilidad.- ¿Tú qué tal lo llevas?
-No hay problema. Sé que las cosas serán
algo difíciles al principio pero estoy seguro de que todo marchará bien.-
Afirmó Percie, añadiendo, eso sí, con una sonrisa.- Aunque debo confesar que
estoy un poco celoso, eres muy guapa.-La halagó con sinceridad.-
-No tienes nada que temer de mí. Y menos de Ben, eso te lo aseguro. -
Sentenció la interpelada devolviéndole la sonrisa.-
Para
subrayar las palabras de su compañera, el actor le dio un beso a su novio. Y sin
más los tres estuvieron dispuestos. A los pocos minutos les llamaron. Saliendo
de la habitación en la que habían aguardado se dirigieron a la sala de
conferencias. Una larga mesa y dos
cómodas sillas estaban preparadas para los actores. Tanto Sonia (a la
que Ben caballerosamente le apartó la suya antes) como el galán, tomaron
asiento. Las tomas de alguna Holo fotografía se sucedieron hasta que, al fin,
el responsable de la productora intervino saludando a los medios allí
congregados.
-Damas y caballeros, buenos días.
Tendremos una breve sesión de fotos y después podrán hacer algunas preguntas.-
Declaró aquel tipo.-
En efecto. Después de posar estoicamente,
siempre con sendas sonrisas, para más instantáneas, comenzó la rueda de prensa.
Hubo varios periodistas que elevaron sus manos. Uno de ellos, un joven, fue el
primer escogido.
-Jim Tahn, de la Holo gaceta de Nature.
Díganme, ¿partirán pronto hacia la Tierra para comenzar el rodaje?
-Sí, dentro de una semana.- Respondió Ben.-
Otra
periodista fue elegida, esta vez una muchacha pelirroja que daba la impresión
de ser muy jovencita.
-Tania Spencer. De
la Tierra magazine.- Pudo decir atropelladamente dado que,
mirando de reojo, vio aproximarse hasta donde estaba a dos tipos de seguridad
con cara de pocos amigos, aun así tuvo tiempo de lanzar su pregunta.- Señorita
Calderón ¿No le planteará esto un conflicto de intereses siendo a la vez modelo
de la firma Deveraux?
Sonriente,
la modelo tomó la palabra para contestar.
-No, no hay ningún problema… la Señora
Deveraux…
Tuvo
que interrumpir su réplica dado que dos miembros de la seguridad habían llegado
hasta donde estaba esa muchacha y hacían ademanes de querer sacarla de allí…
Tania dijo entonces.
-Por favor, sean tan amables de dejar
que la señorita Calderón termine de responderme…
Otro
tipo de la seguridad se acercó discretamente al organizador del evento y le
cuchicheó algo al oído. Este asintió y tomando la palabra desveló algo
envarado.
-Disculpen, damas y caballeros, lamento
este incidente. Al parecer esta señorita no está acreditada por ningún medio.
Y esos dos fornidos
tipos iban a sacarla de allí cuando Sonia intervino pidiéndoles con un gesto de
amabilidad hacia la muchacha.
-Esperen por favor. Esté acreditada o
no, me gustaría terminar de contestar a la pregunta.
El
resto de periodistas se miraron con expresión entre atónita y divertida. Ben
también sonrió. Aunque el encargado de la rueda de prensa exhibió un semblante
apurado. Al verle, la modelo añadió.
-Será solo un momento, y me gustan las
personas decididas que luchan por lo que desean, como esta señorita.
El
responsable de aquello asintió, sus dos empleados se apartaron momentáneamente
de esa joven, y Sonia, sonriendo una vez más, se dirigió a ella.
-Voy a responder y lo haré con
sinceridad, pero antes desearía obtener lo mismo por su parte, señorita. ¿Quién
es usted en realidad y para quién trabaja?
-Bueno, mi nombre es real pero soy
estudiante de periodismo. Estoy en mi último año y vine de vacaciones a Nature.
Al saber que ustedes daban esta rueda de prensa quise hacer una práctica. Como
algunos profesores dicen, es bueno presentar trabajos voluntarios.- Confesó la
muchacha con desparpajo.-
La
española se rio lo mismo que su compañero. Incluso algún que otro periodista
aplaudió espontáneamente a la joven. Alguno hasta llegó a sentenciar divertido.
-¡Aquí tenemos a otra Kathy O´ Brian!…
-Lo tomaré como un cumplido. La admiro
mucho.- Replicó la joven que, volviendo hacia la modelo, insistió.- Por favor.
¿Podría responderme ahora?
-Claro.- Asintió Sonia que añadió.-
Verás. La señora Deveraux nunca fuerza a nadie a hacer nada. Es más, nos anima
a todas a que persigamos nuestros sueños y a que dirijamos nuestras vidas. Y cuando
la informé de esta situación, no solamente no me puso ninguna traba sino que,
además, me ofreció la posibilidad de compatibilizar el rodaje con cualquier
desfile de modas en el que deba participar. Como ella dice siempre. Todo es
cuestión de esfuerzo y trabajo duro.
La
chica asintió, realmente contenta de obtener su respuesta. Aunque su alegría
fue efímera. Los dos componentes de la seguridad se aproximaron nuevamente. Sin
embargo, en esta ocasión fue la propia Tania quien, dócilmente, se fue a su
encuentro afirmando.
-Ya me marcho…
Y
estaba a punto de salir cuando Ben intervino.
-Por favor, señorita, no se vaya usted.
Dejen que se quede, aunque sea como asistente entre el público.- Pidió al
organizador.-
Éste
asintió de inmediato, tenía orden de acatar cualquier capricho de la estrella.
Además, ese tipo de cosas gustaban mucho a sus fans. Lo verían como una
gentileza más de ese galán yendo en auxilio de una animosa jovencita. De modo
que, una encantada Tania se sentó una vez más, incluso sin abandonar la zona de
prensa, junto a una atractiva mujer de largo pelo azabache. Fue precisamente
ésta quien, zanjado el incidente con aquella aspirante a periodista, levantó la
mano a su vez. Al poco le fue concedida la palabra.
-Gracias, hola, buenos días. Soy Marla
Sorel, periodista independiente. Dígame señor Crew. ¿Cómo lleva usted ser el
icono del hetero patriarcado?
-¿Perdón?- Pudo replicar el aludido con
gesto perplejo.- No he comprendido esa pregunta.- Añadió visiblemente confuso.-
De
hecho, la mayor parte de los allí presentes miraron a esa individua con
estupor. Pese a todo Marla no se amilanó y pasó a aclarar.
-Hay muchos niños que le ven a usted
como modelo. El super hombre que siempre salva a la chica en apuros. Y muchas
niñas que están enamoradas de usted. Deseando ser rescatadas en lugar de
procurar ser libres por sus propios medios, en este mundo tan lleno todavía de
estereotipos y discriminación. ¿No cree que esa es una gran responsabilidad y que,
al mismo tiempo, produce la consolidación de los roles de género que esta
sociedad tan machista nos impone?
El
anonadado actor apenas sí pudo asimilar aquello. Daba la impresión de no saber
qué decir. La propia Sonia miraba a esa individua como si estuviera loca. Al
fin, mostrándose amable como solía, Ben contestó.
-Mis películas no están hechas con ánimo
de fomentar ningún estereotipo machista. También hay muchas mujeres
protagonistas que son retratadas como independientes y valientes, capaces de
dirigir sus vidas y de salvarse ellas solas y a los demás. Mi compañera de rodaje
interpretará a uno de esos personajes. Y para mí, sí, es una gran
responsabilidad transmitir valores a los niños. Pero siempre desde el respeto y
la igualdad.
-Sí, puede que usted así lo crea. -
Concedió la periodista de un modo bastante ambiguo para añadir.- Espero que una
actriz joven y hermosa como la señorita Calderón pueda mostrar toda su valía
con un personaje que no sea el mero ornamento del héroe o el descanso del
guerrero con escenitas subidas de tono. Ya me comprende. Hay muchos hombres que
consideran que las mujeres solamente servimos para esas cosas. - Se sonrió para
formular otra incómoda cuestión.- Por cierto. ¿Hay algo entre ustedes dos al
margen de lo meramente profesional? Mis lectores están deseosos de saberlo.
-Somos muy buenos amigos y compañeros.-
Intervino Sonia de modo tajante.- No quiera ver usted más de eso.
-Claro, si usted lo dice.- Sonrió
pérfidamente su interlocutora.- Tendré que creerlo.
La
española fulminó a esa mujer con la mirada. Afortunadamente ésta se sentó tras
concluir su turno y otro periodista pasó a formular su pregunta. Al cabo de
unos minutos y tras la intervención del responsable de la productora
agradeciendo a todos los presentes su asistencia, la rueda de prensa terminó.
Sonia vio con alivio como aquella individua morena se marchaba.
-¡Vaya una gilipollas! - Pensó en su
idioma natal.-
Sin
embargo, miró con simpatía a esa chica pelirroja que también estaba a punto de
marcharse y la llamó.
-Disculpa.- Le pidió.- ¿Tienes un
momento, por favor?
La
incrédula Tania se giró asintiendo.
-Por supuesto.- Sonrió visiblemente
sorprendida y animada.-
La
modelo se aproximó a ella y le preguntó.
-¿Sabes quién era esa tía?
-¿La que estaba a mi lado?- Inquirió a
su vez la joven.- No, ni idea. Debe de ser de aquí. Yo vine de la Tierra, ya le
dije, por vacaciones…
Ahora
Tania no estaba siendo sincera. A decir verdad tenía alguna pista sobre la
identidad de esa mujer. Todo formaba parte de una noticia que estaba
persiguiendo. Algo que era realmente serio. Y en esta ocasión se había
adelantado a su admirada Katherine O´ Brian. Aunque por lo que había leído
últimamente de ella, quizás esa reportera estuviera tras algo similar en la
Tierra.
-Ese grupo podría ser realmente muy
peligroso.- Pensaba en tanto le sonreía a la actriz.-
Y
eso que aquella conferencia de prensa fue una estupenda y muy bienvenida
casualidad. Tania no había previsto asistir, sin embargo, cuando vio que su
objetivo acudiría pensó que sería una forma magnífica de tenerla controlada. Le
costó burlar a la seguridad y colarse. Estaba claro que la iban a pillar
enseguida. Por fortuna, los actores intercedieron por ella. Ahora se alegró de
haber ido, los entrevistados eran sin duda buena gente. Lo cual no podía
decirse de esa tal Marla, al menos por lo que llevaba investigado sobre ella. Por su parte, Sonia le dijo para despedirse…
-Te deseo mucha suerte, creo que tienes
madera de buena periodista, trata de no parecerte a esa otra mujer.
-Descuide, nada más lejos de mi
intención.- Sentenció la interpelada.- ¡Y muchas gracias, señor Crew! Me
encantan sus películas. Y es usted todo un caballero. - Añadió agitando una
mano hacia el actor.-
Ben
sonrió saludando a su vez. Sonia se despidió también de esa muchacha que se
marchó. Al fin ella se reunió con su compañero. Éste enseguida le dijo con
aprobación.
-Que negaras tan categóricamente cualquier
cosa entre nosotros ha estado muy bien. Por principio no lo creerán. Basta que
digas eso para que piensen que ocultamos algo.
-Además, es la verdad, no podría haber
dicho otra cosa.- Repuso honestamente ella.-
-Eso está mejor todavía.- Intervino
Percie llegándose hasta ellos para remachar.- Así nadie podrá acusaros nunca de
mentir.
Sonia
asintió, al poco se despidió de los dos hombres y volvió a su casa. Esperaba
poder hablar con Mei Ling.
-A ver qué opina cuando vea la rueda de
prensa por Holo visión.- Se dijo.-
Las
que sí la estaban viendo en casa eran Daphne y su hermana Stephanie. La menor
de las Kensington enseguida manifestó su desagrado cuando esa morena hizo
aquellas preguntas tan poco amables.
-¡Esa tía es una estúpida! - Desdeñó.-
Decirle eso a Ben Crew.
-Bueno, no a todo el mundo le van a
gustar sus películas.- Comentó indiferentemente Daphne.-
Aunque
al fijarse más en la pantalla, la mayor de las hermanas se quedó de piedra al
reconocer a esa mujer. ¡Era la del juicio! Con quién tuvo esa visión. La que
estaba con Sabra. Ahora, una alocada idea le cruzó la mente. Si pudiera
encontrarla y hablar con ella. Quizás podría saber si su ensoñación era cierta
o no.
-¡Tengo que saberlo, lo necesito! -
Pensaba llena de zozobra.-
Y es que Daphne
seguía debatiéndose entre aquel mar de dudas. Sus sentimientos casi amenazaban
con ahogarla. Cada día que pasaba le era más insoportable. No podía dejar de
pensar en Sabra. Ahora se arrepentía amargamente de aquella decisión.
-Si lo analizo con calma no sucedió nada
en realidad. Fui yo quien lo imaginó todo.- Pensaba consternada.- La culpé de
algo que solo había ocurrido en mi mente. Y le hice aquello en el juicio. Me
sentía furiosa contra ella. Todavía no comprendo qué me sucedió…
-¿Dap? ¿Estás bien? - Le preguntó Stephanie
sacándola de aquellas meditaciones.-
-Sí, perdona, pensaba en mis cosas.-
Sonrió débilmente la aludida.- Creo que voy a dar una vuelta. Tengo ganas de
caminar.
-Voy contigo.- Se ofreció su hermana.-
Aquí me aburro y By estará con sus holo juegos.
Daphne
deseaba estar sola, sobre todo para poder pensar en eso que tanto la agobiaba.
Sin embargo, le faltó valor para decirle a Steph que no. Así pues, asintió. Al
poco, ambas hermanas salieron a dar una vuelta y recorrieron el parque.
-Hermanita sexy, invítame a un poco de
tarta.- Le pidió Steph con una notable dosis de audacia.-
-¡No tienes tu cara! - Se rio ahora su
interlocutora.-
Al
menos su hermana pequeña la había animado sin darse cuenta. Aquellos momentos
tan cotidianos y divertidos entre ambas le eran muy preciados. Y ese era un
buen motivo para dejar las cosas como estaban. Y sin embargo, ella seguía sin
poder evitar sentir aquella angustia y pesar…
-Te deberé una.- Replicó Stephanie
poniendo expresión lastimosa.- ¡Anda!
-Está bien.- Sonrió Daphne, matizando
con humor.- Te refieres a una más, claro…
-¡Qué quisquillosa eres!- rio su hermana
pequeña.-
-Y tú qué cara tan dura tienes, Steph.-
Pudo reír también la mayor de las Kensington.-
Al
menos, y en medio de esa zozobra, tenía el cariño y el consuelo de Stephanie. Empero,
paradójicamente eso era un factor más de su desasosiego. Con evocar esas
visiones que tuvo y ver la reacción de su hermanita, el temor se adueñaba de
ella una vez más.
-Quizás, esa no es la realidad. Podrían
ser mis propios miedos. Mis fantasmas. Imagino la reacción que podría tener
Steph. Pero no tiene porqué ser así.- Se decía, en un intento de
autoconvencerse de eso.-
Aunque, claro.
Debería tener el valor de comprobarlo. Esa era la clave. Y en tanto meditaba
sobre ello las dos caminaron directas hacia su cafetería preferida. Stephanie
comenzó a soltar una perorata acerca de los próximos exámenes y de que pronto
tendría que ponerse a estudiar… De vez en cuando miraba a su hermana y ésta
asentía, incluso sonriendo levemente. No obstante, Daphne no estaba allí, al
menos en espíritu. Su mente continuaba haciéndose la misma y culpable pregunta
una y otra vez.
-¿Por qué reaccioné así? ¿Por qué le
dije eso?- reflexionaba arrepentida.- En
el fondo sé que me ama, y yo a ella también…debí escuchar a mi corazón y no lo
hice…tampoco confié en ella.
Pero
el miedo, e incluso los celos infundados, pudieron más que su corazón entonces.
Se arrepentía profundamente de eso. Ahora suspiraba mientras proseguían
directas al Clargin. Después de todo, su hermana no había tenido una mala idea.
Quizás tomando algo se sintiera mejor. De este modo llegaron a la cafetería.
Entraron las dos y para su sorpresa y alegría vieron a Ginger. Hacía mucho que
no se pasaba por allí.
-¡Hola Gin! –La saludó cariñosamente
Daphne.- Me alegra mucho verte.
- Lo mismo digo.- Repuso la interpelada,
invitándolas con afabilidad.- Sentaos, por favor. Ahora mismo voy.
Ambas
lo hicieron. Stephanie le cuchicheó a su hermana mayor con su mejor tono de
cotilleo.
-Hacía muchísimo que no la veía por
aquí. La pobre lo ha debido pasar muy mal desde que Dean desapareció.
-Es su hijo. Es normal.- Repuso su
interlocutora.-
-La que ha vuelto también es Nelly.- Le contó
Steph.- Pero está un poco rara. Al menos, eso dicen las chicas de su clase. No
sé por dónde habrá estado. Algunas hasta rumorean que se ha hecho puta…para
poder sobrevivir todo el tiempo que estuvo fuera de su casa.
-¡Stephanie! ¡Por el amor de Dios!-
Exclamó Daphne mirándola con reprobación.- ¿Cómo se te ocurre decir eso?
Su
hermana enrojeció visiblemente a medio camino entre el envaramiento y la
concienciación de que había ido demasiado lejos, se apresuró a matizar.
-No lo digo yo, lo dicen por ahí. Solamente
te comento lo que se habla.
-Pues esa chicas son unas chismosas.-
Repuso Daphne con enojo ahora, sentenciando.- ¿Es que no ven que con
comentarios como esos le pueden destrozar la vida? ¿Qué sabrán ellas de sus
problemas? ¿Acaso saben por qué se fue de casa? Para empezar, su madre acababa
de morir. Por eso no se debe juzgar a nadie de ese modo. Se pasa muy mal.- Fue
capaz de terminar dominando a duras penas su propia tristeza y frustración.- Y
es muy injusto.
-Lo siento mucho, Dap. Tienes razón. -
Contestó su apurada hermana.- Perdóname, ¿vale?- Le pidió avergonzada de su
anterior comentario.-
Daphne
suspiró, casi con lágrimas en los ojos, aunque pudo controlarse para añadir ya
más calmadamente.
-Todos cometemos errores. Nadie es
perfecto. Y a mí no me gustaría que se me juzgase sin conocer todos los hechos,
ni ponerse en mi lugar.
Y
ante la mirada atónita de su hermana, Daphne enseguida quiso aclarar…
-Me refiero al caso de Nelly. No sé por
qué habrá actuado así. Pero estoy segura de que tendría sus razones. Al menos yo
no quisiera pasar por lo que ella…
-Es verdad. Pobre chica.- Convino
Stephanie disculpándose avergonzada.- Lo siento mucho.
Aunque
si algo sorprendió más a la muchacha, fue que su hermana mayor tomase sus manos
entre las suyas y con emoción le pidiera en tono suave y lleno de tristeza.
-Prométeme que nunca, ¡nunca prejuzgarás
a otras personas! Seguro que muchas están librando unas batallas terribles en
su interior, incluso contra ellas mismas. Y puede que sufran mucho dolor, miedo
y angustia. ¡Por favor, te ruego que seas comprensiva!…
La
impresionada Stephanie tan solo pudo asentir. Atreviéndose al fin a musitar.
-Claro, te lo prometo…
Daphne
sonrió maternalmente ahora dándole a su hermanita un cálido beso en la frente.
Al separarse la niña afirmó, tras ser capaz de sonreír también.
-Menos mal que tú sí que eres la chica
más buena y más comprensiva que he conocido. Siempre piensas bien de todo el
mundo y nunca haces nada malo. ¡Jo! Lo tengo difícil con una hermana así. ¡Tan sexy
y perfecta!
La
aludida incluso se ruborizó un poco moviendo la cabeza, para añadir con un tono
más relajado e incluso afable ya.
-No seas tonta, no soy perfecta. Ni
mucho menos.
-Sí que lo eres, ¡hasta me invitas a
tarta! - Se sonrió pícaramente su interlocutora.-
Daphne
movió la cabeza pero ahora con alivio y sintiéndose mejor. Al menos podía
desahogar parte de su zozobra y de paso intentar encaminar a su hermana por el
camino de la tolerancia y del respeto a los demás. Aunque Step tuvo que añadir.
-En una cosa no serás tan perfecta, te
he pillado.
-¿En qué?- Quiso saber su interlocutora
genuinamente interesada.-
-¡En que si comes tanta tarta vas a
engordar antes de la boda!- Se rio para sentenciar.- Lo mismo Martin se asusta
al verte. O no te cabe el vestido ¡ja, ja!
Y
tras el primer instante de perplejidad, la aludida abrió cómicamente la boca y sujetó
a su hermana del cuello con suavidad pretendiendo estrangularla para declarar
entre divertida y con falsa indignación.
-Pero, ¿cómo te atreves, renacuaja?
Stephanie
se rio y su hermana mayor hizo lo propio. Enseguida la soltó juntando su cabeza
con la de ella. La menor de las Kensington dijo entonces, todavía entre risas.
-¡De renacuaja, nada! Ya soy casi igual
de alta que tú. He crecido por si no te habías dado cuenta.
-Nada de eso, todavía te saco media
cabeza.- Negó Daphne.-
-Ya mido metro setenta.- Se jactó la
muchachita sentenciando.- Únicamente me superas por un centímetro, lo que pasa
es que llevas tacones y yo deportivas.
-Mi hermanita la futura modelo.- Comentó
jocosamente Daphne para agregar.- ¡O mejor, jugadora de baloncesto!
Ahora
fue Stephanie la que le sacó la lengua y fingió estrangularla. Justo entonces
llegaba Ginger, la camarera sonrió al ver a esas chicas tan bien avenidas.
Estaba claro que Daphne quería mucho a su hermana pequeña y que eso era
recíproco. Suspiró. Esas dos tenían una buena familia. Eran dos jovencitas
estupendas. ¡Ojala que ella pudiera estar así con su hijo! No podía evitar
pensar en Dean. ¿Dónde estaría ahora? ¿Con quién?... Intento dejar eso a un
lado en tanto se aproximaba para decir a sus clientas…
-Así me gusta. Pasando una tarde de
hermanas.
-Sí, es genial salir por ahí con Dap.-
Afirmó Stephanie.- Aunque cada vez es
más difícil, entre lo ocupada que está y su novio…
-Bueno, échate tú uno.- Le sugirió Gin
sonriendo divertida.-
La
cría enrojeció ahora de modo marcado. Hasta que su hermana mayor la interrogó a
su vez.
-¿Qué pasa? ¿Es que tienes a alguno en
el punto de mira?
-Bueno.- Pudo musitar con evidente vergüenza.-
Algo parecido…
-Oye, ¡lo mismo tenéis que celebrar dos
bodas! - Rio Ginger.-
Y
mientras Steph se tapaba la cara roja de vergüenza, la camarera les preguntó.
-¿Qué deseáis tomar?
-Enseguida lo pensamos y te lo decimos. -
Replicó Daphne mirando a su hermana y esbozando una leve sonrisa.-
-Tarta Sandy.- Se atrevió a decir la
niña.- Y un té verde…
-Lo mismo para mí.- Afirmó su hermana
mayor que se levantó para acompañar a Ginger afirmando.- Ahora vengo, voy al
baño…
Justo
iba hacia allí, una canción se pudo escuchar en la cafetería. Era la música
ambiental que hasta entonces les había pasado desapercibida. Sin embargo, este
tema llamó la atención de Daphne. Era una versión de una vieja canción,
interpretada, como no, por Kerria
Malden. Un antiguo clásico lleno de romanticismo. Al escucharla la maestra
quedó fascinada, notando como su pulso
se aceleraba. Era como si aquella mujer le estuviera enviando un mensaje,
directo a su corazón e incluso a su alma. Aquella letra es lo que ella querría
tener el valor de decirle a Sabra…
¿Podemos hablar un momento?
Porque te necesito
Señor, echo de menos tu sonrisa
Dije que te necesito
Sé que no soy la misma, ya ves
Si nosotras pudiéramos ser,
lo que una vez fuimos
Entonces, nunca más te dejaría ir.
Solo una oportunidad más
Sé que estaba equivocada
No renunciemos tan fácilmente
¿No sabes que esto me está matando?
Solo una oportunidad más,
para cantarte esta canción
Nunca más te decepcionaré, no,…
solo una oportunidad más
-Así es. ¡Ojalá pudiera tener otra
oportunidad.- Pensaba embebida en escuchar.-
Sé que te herí
¿No te das cuenta?
Sé que te he hecho daño
Confusa, pensé que lo habíamos superado
¿Puedo decirte que nunca me había sentido
así?
Este dolor que no puedo ignorar
Quiero que vuelvas y nunca te dejaré ir
Solo una oportunidad más
Sé que estaba equivocada
No renuncies tan fácilmente
¿No sabes que esto me está matando?
Solo una oportunidad más
para cantar esta canción
Nunca te dejaré, no…
solo una oportunidad más…
Y llevada por ese
momento, se aproximó a Ginger y le preguntó con tinte entre nostálgico y
esperanzado.
-Oye Gin. ¿Crees que si sabemos que nos
hemos equivocado con alguien y lo admitimos de corazón, esa persona podría
perdonarnos?
La
atónita dueña la miró sin comprender, aunque meditando acerca de sus propias
circunstancias, repuso.
-Eso quisiera creer. Eso desearía pensar….-
Musitó la interpelada.-
Nunca me había sentido así
Este dolor que no puedo ignorar
Dije
Oh sí
Oh sí
Solo dame otra oportunidad
Sé que estaba equivocada
No renuncies tan fácilmente
¿No sabes que me está matando?
Solo una oportunidad más
Para cantar esta canción
Nunca te abandonaré
No, no, no…
Daphne
asintió, sin decir más fue al baño. Todavía oía de fondo aquella canción. Sin
poder evitarlo rompió a llorar en silencio.
¿Puedo decirte que nunca me había sentido
así?
Este dolor que no puedo ignorar
Si,
Solo una oportunidad más para cantarla
No renuncies tan fácilmente
¿No sabes qué?
¿No sabes qué?
Me está matando. Sí
Solo una oportunidad más,
Para cantar esta canción
Nunca te dejaré, no,
Solo una oportunidad más
No, no, no, noo…
Por fortuna estaba
sola. Se decidió pues y sacó su teléfono móvil, buscó compulsivamente, por
suerte no lo había borrado. Al fin lo encontró. ¡Ahí estaba el número de su
amada!…y entonces se detuvo contemplándolo fijamente entre lágrimas. Sin
atreverse a pulsar…era como estar mirando hacia el vacío, subida en la azotea
de un rascacielos y pensar qué podría ocurrir si se tiraba desde allí…
Solo una oportunidad más
Dije que solo una oportunidad más
Para mí
Mi amor
Mi amor
Solo una oportunidad más.
(One more chance. Anastacia. Crédito a
la artista)
-¡Dios mío, Dios mío! - Musitó entre
sollozos tras concluir esa canción. -¿Qué debo hacer?...
No
se veía capaz de llamarla y hablar con ella. Tenía mucho miedo a recibir
reproches y escuchar un tono cargado de odio y de rabia. No podría soportarlo.
Quizás, si escribía un mensaje sencillo….
-¿Qué podría poner?- Se preguntaba
sintiéndose insegura y hasta atemorizada.-
Y
con dedos temblorosos finalmente se decidió a escribir un “lo siento”. Suspiró. Ya estaba hecho. ¿Qué
pasaría si Sabra le mostraba eso a alguien?- Bueno, siempre se podría decir que
lo había escrito lamentando la situación de esa joven. Pero no, eso le parecía
ser una hipócrita. Movió la cabeza, se lavó la cara y, tras asegurarse de que
no se notase que había estado llorando, compuso un gesto más animado para
regresar con su hermana. Stephanie pareció no percatarse de su tardanza. De
hecho, ya estaba comiendo a dos carrillos. Daphne sonrió. Eso le alegraba.
-¡Has empezado sin mí!- La regañó
cariñosamente.-
La
niña asintió y tras tragar pudo decir en su defensa.
-Es que esta tarta está muy buena.
Así
era, la maestra comenzó a comer su ración también. Durante unos minutos ninguna
habló, absortas en la degustación de aquello. Daphne agradecía mucho esos
momentos. Era como volver a sentirse una niña otra vez, sin más preocupaciones que aprobar los exámenes y
comer dulces. De tanto en tanto miraba de reojo a su hermana menor que empezaba
ya a hacerse una mujer.
-Es una chica preciosa. Pero eso no son
todo ventajas. Tendrás que afrontar muchos inconvenientes también. Te encasillarán,
puede que intenten forzarte a ser no que no eres.- Meditaba con amargura, más
pensando en ella misma que en Stephanie.-
Y también tendría que
comenzar a enfrentarse a sus propios sentimientos en relación a los demás. Eso
le recordó aquellas palabras que dijo antes de ir al baño, hablando de ese hipotético
chico en el que Steph estaba interesada.
-Dime. -Quiso saber Daphne con tono
afectuoso.- ¿Cómo es?
-¿Cómo es quién? - Inquirió a su vez
Stephanie, que no dio la impresión de entender esa cuestión.-
-El chico que te gusta.- Sonrió su
hermana.-
El
rubor volvió a apoderarse de las mejillas de la muchachita. Aunque pareció
estar deseosa de hablar de eso. Al fin, tras sonreír con entusiasmo, pudo
susurrar.
-Metro ochenta, pelo castaño, ojos
verdes...Es muy guapo y muy buen deportista. Tampoco es mal estudiante.-
Remachó.-
-¿De tu clase?- Se interesó su hermana.-
-No, es de un curso más.- Le aclaró
Steph.-
-¿Y has intentado que se fije en ti?-
Preguntó Daphne.-
-Pues, bueno, es que me da vergüenza.
Las chicas no debemos ir llamando la atención de un chico, eso se ve mal.- Pudo
argumentar su apurada hermana ahora.-
-Bueno, eso no es del todo cierto.-
Sonrió Daphne pasando a explicarle a su inexperta hermanita.- Verás. A las
mujeres nos gusta que los hombres tomen a veces el control y nos sorprendan.
Incluso que traten de conquistarnos. Aunque en ocasiones también tenemos que
dar un paso cuando alguien nos gusta. Se puede hacer de muchas formas sin
ponerse en evidencia…
-¿Eso hizo Martin contigo? - Quiso saber
la muchacha.-
-Un día me citó aquí y me sacó un enorme
ramo de flores.- Sonrió débilmente Daphne.- Debo confesar que eso me dejó
asombrada.- Remachó en esta ocasión con total sinceridad agregando.- Cuando
alguien quiere conquistarte y demuestra ser una persona decidida, capaz de
encender algo en tu interior y hacer que tu corazón lata más fuerte…entonces no
lo dudes. ¡Eso es amor!
Stephanie
la escuchaba ahora ensimismada. Quizás estuviera pensando en ese chico. La
propia Daphne se sorprendió a sí misma diciendo aquello. Y lo más importante de
todo es que ahora pensaba en Sabra. Sin embargo, su hermana pequeña dijo, ajena
por completo a eso…
-Eso es lo que os ha pasado a Martin y a
ti. ¡Es realmente muy bonito! Todavía recuerdo ese video, de cuando se te
declaró. Si Trent hiciera eso por mí, yo me derretiría.- Suspiró ahora.-
-¿Se llama así?- Sonrió Daphne mirando a
su interlocutora con gesto divertido e inquisitivo al tiempo.-
-Sí,- musitó la cría, poniéndose
colorada una vez más, para pedirle encarecidamente a su hermana.- Pero, por
favor, ¡no se lo digas a nadie! ¡No les he dicho nada ni a mis mejores amigas!
-¡Tranquila! - Se rio su contertulia,
agregando con dulzura.- Tu secreto está a salvo conmigo.
Aquello
no dejaba de ser una ironía, si su ahora azorada hermanita supiera lo que ella
sentía… ¡lo que ella era! Y aquello era una tortura que la carcomía sin cesar.
¡Ojalá pudiera confiarse a Steph del mismo modo!
-Lo sabrá, un día u otro.- Pensaba entristecida
,en tanto mantenía aquella sonrisa de ánimo frente a la muchacha.-
Al
fin, las dos terminaron la merienda y regresaron a casa. Tras darle a su hermanita
un par más de consejos, Daphne se metió en su habitación. Consultó su móvil.
Quizás… Y entonces el corazón le dio un vuelco. ¡Tenía respuesta! Apenas siendo
capaz de dominar su incertidumbre y emoción, leyó.
-Yo también lo lamento. Quisiera aclarar
las cosas. Demostrarte lo que de verdad siento. Si quieres, esta noche nos vemos.
Donde tú sabes…a las nueve.
Daphne
temblaba ahora. Y nuevamente el miedo y la zozobra la controlaban. Aunque se
forzó a calmarse.
-Es ahora o nunca. Tengo que hacerlo. ¡Debo
ir!…
Quedaba
todavía hora y media. La joven se dio una ducha para tratar de relajarse y se
vistió con una falda blanca elegante aunque no demasiado corta, zapatos de
tacón negros y una blusa azul celeste. Al verla así sus padres supusieron que
tenía una cita con su novio. Lo mismo que sus hermanos. Stephanie incluso le
sonrió con complicidad para decir.
-Espero que cuando sea algo mayor quién
tú sabes y yo quedemos también.
-Claro que sí.- Repuso Daphne con un
tono trémulo para sentenciar.- Recuérdalo siempre Steph, a veces debes ser tú
la que dé el primer paso.
Y
así salió de casa, tomando un deslizador. A medida que avanzaba el trayecto sus
dudas, sus miedos e incluso sus esperanzas, aumentaban. Llegó a aquel lugar,
ese bar de ambiente donde las dos dieron rienda suelta a su pasión. Donde tuvo
que repetir aquello con Martin. Y ahora extrañamente algunas dudas empezaron a
aflorarle. ¿De dónde salió ese video que las comprometía? Después no volvió a
verlo nunca. Incluso comenzaba a pensar que… ¡No!, no podía creer que eso fuera
cierto, pero… ¿Y si hubiera sido el propio Martin quién las grabó? No sabía el
motivo pero hasta ese mismo instante jamás lo había pensado. Sin embargo, ahora
le cuadraba. Ese chico posiblemente habría estado en ese bar antes. De hecho, conocía
perfectamente el lugar. Incluso la llevó al mismo sillón en el que estuvo con
Sabra. Y todo eso era casi imposible de verse en esas imágenes tan confusas que
solamente hacían un primer plano de las dos besándose y entregándose
mutuamente. ¿Acaso su novia lo descubrió y atacó a Martin por eso?
-Sí, podría ser.- Se dijo entre
asombrada y cada vez más convencida.- Eso explicaría muchas cosas…
Caminó
con decisión. Ahora quizás podría abordar a Sabra y contarle todo eso. Su
pareja lo comprendería. Seguro que le perdonaría todo. Y en ese instante, en
ese preciso momento, cuando sus esperanzas y su convicción de renunciar a todo
por ella habían por fin vencido, la vio…sentada en aquel mismo lugar, apenas
alumbrada por la tenue luz de los focos.
-Sabra. Yo…- Pudo decir entre emocionada
y llena de esperanza.-
Su
otrora novia le devolvió una mirada al principio atónita, pero luego tornó a
incrédula e incluso despectiva. Y sin más se acercó a una mujer que estaba
sentada junto a su lado en aquel preciso sillón, le giró la cabeza hacia ella y
le estampó un profundo y pasional beso en los labios en tanto la acariciaba en
lugares comprometidos. Aquella chica no se resistió, al contrario, la abrazó y
ambas prosiguieron con aquella demostración de lascivia dejando a la recién
llegada paralizada. La rubia maestra era incapaz de articular palabra. Tan
sorprendida y devastada estaba que ni se movió cuando la israelí al fin se
separó de los labios de esa individua que, para horror de Daphne, era esa misma
muchacha morena. La mujer de sus visiones. La que había visto en esa rueda de prensa. ¡Luego
entonces era cierto! Así, en apenas unas décimas de segundo, todas esas
elucubraciones que había estado haciendo de camino se desvanecieron. Se maldijo
una y otra vez por su estupidez. Y para colmo Sabra se encaró con ella mirándola
con desdén desde unos pocos metros y replicando con tono lleno de sarcasmo y
desprecio.
-¿Querías algo? Como ves estamos
ocupadas…
La
otra mujer se levantó también, cuchicheándole algo al oído y la israelí
entonces añadió con un tono que parecía más conciliador.
-Si has venido con tu novio, te
agradecería que me informases. Tendría que irme de aquí para no violar la orden
de alejamiento. Nada más lejos de mi intención que molestar a dos tortolitos
enamorados. De verdad que lo comprendo, yo también estoy muy feliz con mi nueva
pareja. Una a la que no le importa mostrarme su amor… ¡Una que no es una furcia
hipócrita, mentirosa y traidora!- Remachó ahora escupiendo sus palabras con
manifiesto odio.- Así que confío en que te haya quedado claro de una vez. Eso
es lo que siento por ti. No vuelvas a tratar de hablar conmigo jamás.
Incapaz
ni tan siquiera de pronunciar ni una sílaba para intentar justificarse Daphne
movió la cabeza entre lágrimas y se dio la vuelta. Corrió sin parar hasta salir
de ese lugar. Luego, exhausta por esa carrera, redujo el ritmo, respiró agitada
y caminó llorando desconsoladamente. ¡Quería salir lo antes posible de allí!
-Me lo merezco. – Se castigó entre
sollozos.- Es lo que me merezco…- Repetía una y otra vez.-
Llena
de angustia y dolor sacó el móvil. Entonces buscó el número de Sabra. Ahora,
sin embargo, un nuevo sentimiento volvía a invadirla, la ira. Furiosa y sin
pensarlo dos veces borró ese número ¡Ojalá pudiera hacerlo también de su propia
memoria! Y después recorrió la lista llegando hasta el de su prometido.
-Lo siento. ¿Cómo pude dudar de ti?- Se
censuró sintiéndose culpable e incluso indigna.-
Entonces,
guiada por la desesperación, marcó su número. Al principio sonó varias veces
sin que nadie contestara. Al fin la voz de Martin se oyó, con ese tinte afable
e ilusionado.
-¡Daphne! Dime cariño, es tarde ¿sucede
algo?
-No, solamente quería, solo quería oír
tu voz.- Fue capaz de replicar ahogando sus sollozos.-
-¿Te encuentras bien?- Insistió él con
tono preocupado.-
-Sí.- Mintió ella tratando de sonar
animada al contarle.- Es que hoy estuve hablando con Steph y parece que está
coladita por un chico. No puedo decir quien.- Se rio ahora de modo algo
forzado, añadiendo.- Es un secreto, pero la estuve aconsejando y hablamos de
ti.
-Espero no ser yo, ¡ya estoy
comprometido! - Se rio también su interlocutor.- Con la chica más guapa del
colegio.
-¡No, tonto! - Suspiró la muchacha
afirmando con creciente emoción.- Solo le dije que… bueno, que…tuviste el más hermoso
detalle que nadie ha tenido nunca conmigo y que te quiero, ¡te quiero con todo
mi corazón! - Declaró ahora sin poder evitar los sollozos, tratando de
convencerse a sí misma con esas rotundas palabras.- Y que soy muy afortunada de
que un chico tan maravilloso como tú se haya fijado en mí…
No
hubo respuesta inmediata, durante unos segundos Martin no supo que replicar. No
sabía que estaba sucediendo. De hecho, esa libreta de notas que tenía no había
sido usada de nuevo. Por ello volvía preguntar, ahora con preocupación.
-¿Te ha pasado algo, cariño?.. ¿Quieres
que vaya? ¿Estás en casa?
-Estoy bien, de verdad.- Replicó ella
soslayando la respuesta a esa última cuestión.- Es que estoy un poco sensible
últimamente, perdóname por molestarte con estas tonterías.
-Tú jamás me molestarías.- Se apresuró a
contestar él, sentenciando.- Sea lo que sea y cuando sea, puedes contar
conmigo. Eres mi prometida y dentro de poco, si Dios quiere, serás mi mujer. ¡Y
te juro que lucharé por ti y que te amaré siempre! Eres lo más importante de mi
vida.
Daphne
escuchó reconfortada, emocionada incluso. Una vez más había estado a punto de
arruinar su vida y la de ese pobre chico. Ella tendría que quererle, ¡aprendería
a amarle! Le recompensaría por aquel amor incondicional que él le profesaba.
Ahora eran la vergüenza y el arrepentimiento los que la dominaban. Si él
supiese lo que había intentado esa noche…
-
Te quiero.- Pudo musitar.- Y te lo demostraré. Dame tiempo y ya lo verás. - Afirmó ella con
todo el sentimiento que pudo plasmar en esas palabras.-
-Ya lo haces, cariño. Solo quiero que
seas feliz. Anda, descansa y nos vemos mañana.- Le pidió afectuosamente él.-
Así
colgaron, ella tomó el deslizador de vuelta a casa. Se había hecho tarde. Afortunadamente
los demás ya estaban durmiendo. Entró silenciosamente y fue directa a su
habitación. Se cambió y no tardó en acostarse. Ahora experimentaba una extraña
sensación de paz. Como si una duda terrible se hubiera despejado al fin.
-Desde este mismo momento, no miraré
atrás nunca más. Y haré todo lo que haga falta para hacerle feliz.- Se juró
antes de que el sueño la venciera.-
En
aquel local, al marcharse Daphne, Sabra se había quedado mirando durante unos instantes
hacia aquel lugar que esa joven ocupara. Así permaneció, incapaz de moverse, después
de que su ex novia se perdiera entre la gente. La israelí tuvo que hacer un
gran esfuerzo mientras la tuvo delante pero finalmente ahora fue incapaz de
contenerse y las lágrimas cayeron por sus mejillas. Marla entonces la abrazó
por detrás susurrándola con tono afectuoso y casi maternal.
-¿Estás bien?
-No.- Admitió su interlocutora.-
-Es normal, cariño, pero lo estarás. Yo
me ocuparé.
La
periodista se sonrió satisfecha. Desde esa misma mañana, nada más salir de esa
rueda de prensa estuvo muy activa. Al principio recibió un mensaje. Era de su
contacto. En él se le informaba de algunas cosas muy interesantes.
-Muy bien.- Se dijo.- La llamaré.-
Y
enseguida contactó con Sabra. La piloto estaba en su base, tras haber terminado
un vuelo rutinario. Había vuelto a sus ocupaciones y eso la animó. Además, ya
se ocupaba la propia Marla de tenerla contenta en la cama. Era una pieza
valiosa y a juzgar por las instrucciones que había recibido, debería hacer todo
lo necesario para asegurarse su lealtad. De modo que le propuso que se vieran
en Sagan City.
-Pero, tengo una orden de alejamiento.-
Pretextó la israelí tras escuchar aquella idea. -
-Es muy difícil que vayas a coincidir
con él.- Le aseguró su interlocutora.- Y yo te echo mucho de menos, cariño.
¡Anda! Hazlo por mí…
-No sé, después de lo que nos dijeron en
la reunión.- Opuso Sabra recordando aquella junta de mujeres pertenecientes a
ese movimiento tan extremo. -No quiero tener más problemas.
-No habrá ningún problema. Es más. Verás
cómo te sientes liberada.- Le prometió Marla.-
-Está bien. Iré lo antes que pueda.-
Cedió la piloto.-
Por
fortuna tenía permiso tras su vuelo. Sin dudar más se dirigió a Sagan City,
quizás ese idiota se hubiera ido de la ciudad por unos días.
-Puede que con su prometida.- Pensó la
israelí no sin retintín e incluso dolor que, en vano trataba de ocultarse
incluso a sí misma.-
Se
vio con Marla en efecto. Fueron al apartamento de ésta. Y tras otra tarde más
de sexo realmente increíble, la piloto se levantó al oír el sonido de su
teléfono. Entonces vio no sin asombro un mensaje de Daphne.
-¡No puedo creerlo! – Se dijo con
perplejidad.-
No
obstante, Marla estaba a su lado y pudo leer aquello también. Enseguida
comentó.
-Me huele a otro truco de esa zorra. No
me sorprendería que quisiera tenderte otra trampa.
-¿Para qué?- Preguntó la israelí.- Eso
no tendría sentido.
-Sí, si pretende comprometerte. Imagina
que está con su novio y que es él quien le ha dictado esas palabras.
-No lo creo.- Negó Sabra.-
-¿Cómo tampoco creías posible lo que
dijo en el estrado?...Vamos, tú misma lo admitiste. Me dijiste que habló de ti
con odio, no con miedo.
-Es verdad.- Tuvo que reconocer la
israelí.- No estaba asustada por tener que declarar, al contrario. Parecía
hacerlo con gusto. Pero eso ya pasó. Y lograron lo que querían. ¿Para qué iban
a molestarse en hacer esto?-Preguntó con perspicacia.-
-Porque ese novio suyo y su familia son
unos fanáticos que odian a las mujeres como nosotras.- Le explicó Marla.- Si
por ellos fuera todas las lesbianas estaríamos o encerradas o casadas a la
fuerza con tíos. Y como no pueden lograrlo por sí mismos deben de estar
tratando de que seas tú misma quien se ponga la soga al cuello.
-Pero ese tipo pudo haber conseguido que
yo fuera a la cárcel y retiró los cargos, a condición de que me alejase de él.-
Objetó la confundida israelí.-
-Sí, precisamente, ¿es que no lo ves?-
Le contestó la periodista aseverando.- Está muy claro. Así quedaba como el
bueno, el magnánimo chico frente a la acosadora. Después del teatro que
hicieron su prometida y él.- Y remarcó la palabra prometida, sabiendo que eso le
dolía a su interlocutora para añadir casi con un deje de admiración.- Es tan
retorcido que llega a ser brillante. Si vas a esa cita y está con ella, estarías quebrantando la
orden de alejamiento de él ante testigos. ¡Irías directa a la cárcel!
-Pero todo el mundo vería que ese
mensaje vino de ella.- Opuso Sabra.-
-Un mensaje en el que dice
únicamente “lo siento”. ¡Bah! -
Desestimó su pareja, afirmando.- Eso no quiere decir nada. Podrían alegar que ella te tenía lástima y te
lo envió para consolarte.
-En ese caso no responderé.- Sentenció
la israelí herida en su orgullo. -
-Todo lo contrario, cielo. – Se sonrió
Marla que, sin que su amante pudiera reaccionar, la arrebató el teléfono y
tecleó algo.-
-¿Te has vuelto loca?- Exclamó Sabra al
leer lo que había puesto.-
-Confía en mí. Me aseguraré de que ese
tipo no esté. Llegaré primero y reconoceré el lugar. Luego iremos las dos
juntas y le mostraremos a esa estúpida lo mucho que nos amamos. Porque tú me
quieres, ¿verdad?- Le susurró con tono meloso al oído.-
-Sí, sí claro.- Repuso su interlocutora
con no demasiada convicción pese a todo.-
De ese modo la
periodista la persuadió de ir a aquel bar. Incluso se sentaron en un sitio que
Sabra recordaba bien.
-De modo que fue aquí donde esa zorra
mentirosa y tú os conocisteis…a fondo.- Sonrió la reportera, asegurando.-
Conmigo lo vas a pasar muchísimo mejor…
Marla
sabía cómo cumplir con su palabra. Al menos en eso. Ayudó también el tónico
afrodisiaco que vertió en la copa de su pareja. Sabra estaba realmente excitada
y durante unos minutos disfrutó plenamente del intercambio de besos y caricias
en lugares más que comprometidos. Por suerte había más parejas haciendo lo
mismo en ese cuarto y nadie les prestaba atención. Fue entonces cuando,
saliendo a duras penas de aquellos momentos de pasión, oyó la voz de Daphne…
-Sabra… Yo…
Y
la encaró entre sorprendida y agitada. Todavía ardiendo de excitación por los
intercambios de besos con Marla. Su amante no dejaba de tocarla entre tanto a
sus espaldas. Y ahora, además, con Daphne observándolas a ambas con esa
expresión de desconcierto e incluso aparente incredulidad, su excitación no
hacía sino aumentar, acompañadas de un gran deseo de revancha. Sin pensar, tomó
la cabeza de la periodista y buscó sus labios para propinarla un profundo y
lascivo beso. La israelí no supo con qué disfrutó más, si con ese juego de su
lengua con la de Marla o con la cara de su ex novia. Al fin, tras separarse de
su nueva amante, miró con desafío a Daphne y preguntó con sorna.
-¿Querías algo? Como ves estamos
ocupadas…
Después
le soltó todo lo que había estado reprimiendo en su corazón. Su enfado,
impotencia y amargura por aquella traición. Fue tal y como Marla le dijo. Al
ver cómo le plantaba cara esa farsante huyó.
Y no obstante, pasado ese momento de euforia, la israelí no pudo evitar
llorar. Se maldecía a sí misma por estar todavía enamorada de esa mentirosa.
Pero lo superaría. Ahora tenía una magnífica pareja. Sí, una que no temía
mostrase al mundo tal y como era.
-Muy bien.- La animó Marla cuando esa
rubia estúpida se perdió entre el gentío.- Así aprenderá que no puede
manipularte.
-No, no lo hará nunca más.- Sentenció la
piloto tras enjugarse las lágrimas.- Ni ella, ni nadie.
Marla
sonrió satisfecha. Su contacto había acertado. No llegaba a comprender cómo lo hacía
pero parecía prever los movimientos de la gente.
-Y eso que ni tan siquiera se molestó en
asistir a la reunión.- Pensó entre fascinada y curiosa.- Aunque tras el favor
que me hizo no seré yo quien cuestione sus métodos. Pese a que no me gusta que
una de las nuestras tenga que resignarse a estar con un hombre. Pero, como la
jefa dijo, a veces hay que sacrificar un peón para poder hacer un movimiento
ventajoso.- Pensó Marla esbozando una sonrisa de satisfacción.- Por un peón,
ganamos un alfil. -Reflexionó mientras se abrazaba a Sabra besándola nuevamente
del modo más apasionado que pudo.- Es una jugada muy buena…y dejamos al enemigo
que se confíe.
Su
jefa desde luego había demostrado ser una gran estratega. Incluso Marla, poco
habituada a seguir órdenes de nadie, obedecía a rajatabla sus instrucciones. Y motivos
tenía. Recordaba cómo, haría unos pocos meses atrás, su situación en la Tierra
se había tornado muy comprometida. Cuando una de las mujeres a las que iba a
chantajear se rebeló confesando a su esposo aquella infidelidad. Acto seguido
la denunciaron a ella.
-¡Maldita sea! - Se dijo entonces
pensando incluso con sarcástico enfado.- Las familias tradicionales ya no son
lo que eran…¿dónde está el miedo a ser descubiertos? Teniendo dos hijos
pequeños va y se lo cuenta a su marido. ¿Será estúpida?...
Pero
eso era lo peor que podría haberle sucedido. Si sacaba algún video
incriminatorio o alguna grabación ahora, lejos de reportarle ningún beneficio
económico o servirle como armas de chantaje o represalia hacia esa mujer, se
convertirían en evidencias contra ella en un juicio. La policía le pisaba los
talones y sabía que, de atraparla, otras muchas podrían animarse a denunciar. Y
ya estaba reclamada en varios estados.
-No me seduce mucho la posibilidad de ir
a la cárcel. Menos todavía teniendo en cuenta lo que algunas podrían hacerme
allí.- Meditó.-
Y
fue entonces, cuando a modo de tabla de salvación, le llegó un mensaje a su
teléfono móvil.
-Olvida eso y haz lo que yo te diga.-
Rezaba el lacónico párrafo.-
-¿Quién es?- Tecleó a modo de
contestación.-
A
modo de réplica una dirección. Sin mucho que perder y llena de curiosidad, Marla
fue allí. Estaba cerca. Para su sorpresa se trataba de una agencia de viajes
del Estado. Allí se regulaban también idas a los planetas recién colonizados.
La periodista se sonrió. Aunque al instante recibió otro mensaje que le
indicaba.
-Recoge un pasaje para Nature.
-¿Nature?- Repuso.- No pedí ninguno y
para eso se precisan meses de trámites.- Objetó.-
-Dile tu nombre al encargado.- Fue la
respuesta.-
La
periodista, con estupor y desconfianza, se aproximó a un tipo alto y de pelo
castaño que estaba en pie, cerca de un mostrador. Sin dejar de sonreír, le
comentó.
-Buenos días, Me llamo Marla Sorel,
venía a por un pasaje para Nature.
-Un segundo. - Le pidió aquel tipo.-
La
reportera supuso que le dirían que su nombre no constaba, o peor, que estaba
marcado como persona acusada de algún delito y no podía recibir ningún pasaje.
No obstante, para su sorpresa, ese tipo asintió.
-Sí señorita. Aquí lo tiene, se lo envío
a su teléfono. La salida del cohete enlace con la lanzadera está prevista para
mañana por la mañana.
Sin
saber que decir, ella se limitó a preguntar.
-¿Cuánto es?
-Ya lo tenía usted pagado.- Le contestó
ese tipo detallando.- Primera clase. Módulo cuatro A.
-Gracias, lo olvidé.- Susurró entre
atónita y encantada.-
Y
se marchó, al día siguiente en efecto pudo embarcarse sin problemas. Durante el
viaje su misterioso benefactor o deseó que benefactora, le fue dando una serie
de instrucciones. Al mismo tiempo le comentó que un grupo especial de mujeres estaba
muy interesado en que ella se les uniera. Nada le gustó más que esa idea.
-Esto es perfecto. Justo lo que andaba
buscando.- Pensó.-
Y
es que su vida nunca fue fácil. Siempre hubo algún hombre listo para
arruinársela. Ahora se lo iba a hacer pagar. Hasta la fecha sin embargo había
tenido que ir de amante en amante para poder chantajearlas. Podría haber
mantenido también relaciones con hombres pero no soportaba tenerles cerca. No obstante, aquello no le impedía forzar una
sonrisa para encandilar a más de un iluso. O divertirse con ellos calentándoles
para dejarles plantados después.
-Ahora será algo mucho más serio.- Se
dijo alentada por esa perspectiva.- Pasaremos a la acción dentro de poco.
Lástima que Kerria Malden se me haya escapado. Me habría encantado que esa
estúpida presenciase lo que tenemos preparado…
Y
de este modo se marchó junto con Sabra, lista para pasar otro buen rato. Y
ambas no estaban solas en aquella misteriosa asociación, otra de sus
componentes viajaba ahora en el deslizador, poco después de salir del trabajo.
Aunque aquel día lo estaba pasando muy mal. El vehículo estaba anormalmente
repleto de gente. Sobre todo había muchos hombres que, por mor de la falta de
sitio, amenazaban cada vez más su espacio. Notaba como su pulso se aceleraba,
su corazón latía más fuerte y comenzaba a sudar. Aquella sensación de angustia
era irreprimible. No pudo más y se bajó en la siguiente parada. Al fin, sola y
liberada de aquello, lloró. Su memoria volvía al mismo momento una y otra vez.
Siendo una niña de apenas quince años, yendo a estudiar a su instituto en Nueva
Delhi en uno de esos autobuses abarrotados. Los tocamientos, las miradas
lascivas de aquellos hombres. Trató de escapar bajándose como ahora, unas
paradas antes de llegar a su destino. Sin embargo, algunos de esos tipos la
siguieron. Pese a que corrió la dieron alcance, sujetándola, manoseándola, atacándola
y violándola. Sus gritos fueron ahogados por los jadeos excitados de sus
agresores que la llevaron hasta un sucio y desértico callejón. Casi la mataron
cuando la penetraron por todos los lugares posibles. Y allí la dejaron tendida
en el suelo, sangrando y balbuciendo. Por fortuna alguien la descubrió allí y
la llevaron a un hospital. Tardó un mes en poder ser dada de alta. Y lo peor
llegó después. Su propia familia y su novio le volvieron la espalda. ¿Quién iba
a querer casarse con una muchacha que había sido ultrajada y ensuciada de esa
forma? Lo único que la salvó entonces fueron su determinación, su gran
inteligencia y sobre todo, su odio. La aversión que comenzó a experimentar
hacia los hombres en general. Gracias a todo eso se licenció brillantemente y
obtuvo una beca para el extranjero. Hasta el grupo de las Fairy Five se fijó en
ella. Y eso le llegó llovido del cielo. ¡Un equipo de investigación de altísimo
nivel compuesto solamente por mujeres! Cuando le comunicaron además que había
una plaza para Nature no lo dudó. Al mismo tiempo también hubo otra persona que
la reclutó, y lo hizo para algo que le interesaba incluso más que investigar.
Fue quién la orientó, dándole a conocer
la posibilidad que tendría de resarcirse. Ahora seguía sus indicaciones sin
vacilar.
-Bien.- Se dijo Shania caminando
despacio por la avenida del parque.- Al fin ha llegado nuestra hora.
Se enjugó aquellas lágrimas
rehaciéndose de ese mal momento. Sin perder ni un instante más se dirigió hacia
el punto convenido. En esta ocasión llamó a un taxi deslizador automático.
Sacando su móvil se dispuso a comunicarse.
-Hola.- Comentó cuando atendieron su
llamada.- Llegaré en unos minutos. Sí, todo está dispuesto…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)