martes, 20 de junio de 2017

GWTN25. Decantándose


 Para Dean y Pancho había llegado el momento de la verdad. Ahora, cuando esos tipos les rodearon exhibiendo navajas y algunos machetes, supieron que sus vidas iban a  depender de cuan valiosos pudieran  resultar.



-¿Quiénes sois y qué hacéis por aquí?- Les preguntó un tipo con barba de tres días y brazos llenos de tatuajes, amenazándoles con uno de esos machetes.-

-Deben ser soplones. ¡Vamos a hacerles una corbata! - Propuso otro de pelo largo y lacio, que les enseñaba su navaja con evidente deleite.-

-¡Esperen, no más! No somos soplones. - Les pidió Pancho con visible temor.- Vinimos a unirnos a la banda. Queremos hablar con el Cobra.

-¡Ja, ja, ja!- Se burló otro, calvo y bastante fornido.- Vosotros dos, queréis hablar con el Cobra. Sonó gracioso. ¿Para qué iba él querer hablar con vosotros?

-Pues, por ejemplo, para ganar más dinero.- Intervino Dean sin sonar asustado.-

-¿Y tú le vas a hacer ganar más dinero?- Se sonrió aviesamente el tipo del machete afirmando incluso con orgullo.- Ya domina el mundo de las drogas y del juego.

-¿Y el de los ordenadores?- Inquirió el muchacho.-



            Los matones se miraron y fue el calvo quien se aproximó a Dean sobándole el trasero con descaro para afirmar con tono lujurioso.



-A lo mejor tú tienes algo aquí que nos hace ganar dinero, niño bonito. Sería bueno probarlo…



            El espantado chico se apartó como pudo entre las risas de los demás. Pero acorralado contra una pared no pudo evitar que otro de esos sicarios le apuntase al cuello con una navaja en tanto el calvo jadeaba bajándose el pantalón…



-¡Ponédmelo a punto, le voy a dar la bienvenida a la banda!



            Dean estaba aterrado, miró a Pancho con gesto suplicante pero éste se desentendió de él. Estaba apartado junto con otros de esos tipos que se limitaban a reír observando la escena y bastante tenía con su propio pavor. Sin embargo, no pudo fijarse más en su compañero dado que entre ese tipo calvo y otro más le sujetaron bajándole sus pantalones y ropa interior.



-¡Soltadme!- chilló tratando de patalear.



            Incluso tuvo la osadía de dar un puntapié a ese tipejo en aquella parte. Eso hizo estallar en carcajadas a los otros, pero enfureció a ese individuo que le devolvió la gentileza en forma de puñetazo. Dean notó como se le rompía la nariz y la sangre le brotaba, entre el dolor y la lucha por respirar cayó al suelo. Allí, ese despreciable tipo le pateó un costado, luego le puso un pie sobre la espalda pidiéndole a uno de sus compinches.



-¡Sujetadle!



            No tardaron en hacerlo y en obligarle a ponerse con la cara contra el suelo y las piernas abiertas  boca abajo sobre un banco. Allí el muchacho chilló de dolor cuando ese hombre le penetró.



-No está nada mal.- Jadeaba el calvo.- Vas a ser mi putita, niño…



            La ira, el dolor y el miedo, atenazaban el estómago del chico que apenas si era capaz de respirar. No supo lo que duró eso, perdió el conocimiento. Al despertar le dolía todo el cuerpo. Al menos tenía la nariz vendada y lo mismo podía aplicarse sus costillas. Pero lo que más le dolía e incluso le producía una sensación terrible de humillación, era ese lacerante dolor de su parte trasera. Alguna lágrima se le escapó.



-¿Cómo estás?- escuchó preguntarle a una voz femenina.- 



Con la visión algo nublada aun trató de enfocar hacia ese sonido. Al poco todo se fue aclarando. Esa voz pertenecía en efecto a una mujer. Una chica joven, quizás de no más de veinte años, con el pelo castaño oscuro y ojos del mismo color.



-¿Dónde estoy? -Pudo balbucir.-

-En nuestra casa segura.- Le informó esa chica.- Has estado durmiendo dos días.

-¿Dos días?- Exclamó con tono débil el chico, realmente asombrado.-

-Tuviste suerte de que Brund no te hiciera más daño. -Afirmó esa chica.-

-¡Menos mal!- escupió el muchacho con una mezcla de ira y sarcasmo.-

-Lo lamento.- Repuso la mujer que parecía genuinamente afectada.-  ¿Cómo te llamas? – Quiso saber.-

-Dean.- Musitó él.-

-Yo soy Ángela.- Se presentó a  su vez ella.- Soy la chica de Cobra.

-¿Cobra?- Apenas pudo susurrar puesto que debía respirar por la boca.- ¿El jefe?

-Sí.- Asintió ella.- Afortunadamente para ti, cuando te desmayaste, los otros te soltaron. Bueno, ese cerdo de Brund te dejó tras…- La muchacha guardó un incómodo silencio, aunque al fin añadió.- Tu amigo dijo que sabías de cosas de cajeros y tarjetas. Eso llegó a oídos de Cobra. Él ordenó que te trajeran. Dime. ¿Por qué habéis venido?

-Pancho dijo que no sería mala idea.- Suspiró Dean, sentenciando con amargura.- Creo que se equivocó.



            Ángela sonrió casi maternalmente y matizó.



-No, me refería al porqué estás en la calle. No pareces un delincuente callejero.

-Me escapé de casa. No aguantaba más al novio de mi madre.- Le confesó el chico que llegó a tirar de ironía ahora para concluir.- Ahora sin embargo, casi me parece un hombre amable, después de esto.

-Te curarás. No te preocupes.- Quiso animarle la chica.-



            Dean estaba ya bastante dolido y se sentía demasiado humillado como para querer seguir hablando de ese tema. Ahora tenía una mezcla de miedo y deseos de venganza a partes iguales. Pese a todo decidió cambiar de tema.



-¿Podré ver a Cobra?

-Todavía no, no le gusta que nadie le vea. Salvo sus hombres de confianza. Yo misma apenas sí le veo.- Suspiró la jovencita.- Pero no temas, ha dado orden de que no te molesten más.



            El muchacho sonrió con sarcasmo para oponer lleno asimismo de incredulidad.



-No creo que al tipo que me ha hecho esto se le puedan dar órdenes.

-¡Oh! sí, sí que se puede. Y las obedecerá. Confía en mí. No querría disgustar a Cobra.- Aseveró la joven con rotundidad, explicando al ahora atónito Dean.- En el fondo mi novio no es mal tipo, pero, como trates de pasarte de listo con él o intentes desafiar su autoridad, entonces… más vale que reces. Y eso lo saben todos aquí. Comenzando por Brund. Por eso, olvídate de él. Primero recupérate y después ya veremos si eres tan hábil como tu amigo asegura…



            El muchacho asintió. Eso esperaba. Algo le decía que, pese a esas amables palabras, si no les demostraba su talento estaría perdido.



-Sí, ya verás cómo Cobra quedará impresionado.- Aseguró con todo su poder de convicción.-



            Pasaron los días, Dean se fue recuperando y pudo levantarse de la cama. Iba ganando fuerza y trató de ser todo lo útil posible al grupo. Así, tras estar recuperado, Ángela fue a verle a la habitación que le habían cedido y le comentó.



-Cobra ha llamado, quiere que salgas con tu amigo. A ver qué sois capaces de traer…

-Muy bien.- Repuso decididamente el chico.-





            Y se dispuso a salir al encuentro de su compañero que ya le aguardaba. Aunque lo pasó mal dado que el grupo de tipos que le habían amenazado cuando llegó estaba allí. Y entre ellos el tal Brund que nada más verle le guiñó un ojo, sonrió y dijo divertido, en tanto se acariciaba cierta parte de su anatomía,.



-Hola, cariño. ¿Me has echado de menos, verdad? No te preocupes, nos divertiremos cuando regreses con las manos vacías. Al menos eso me ha prometido el jefe.- Sentenció.-



            Pancho se acercó a él, intranquilo, el latino le susurró.



-No digas nada, vámonos.



            Dean obedeció sin dudar. Estaba muy asustado pero trató de no demostrarlo. También sentía como hervía de ira y deseos de venganza. Pensó en tanto se alejaba de allí escuchando las risas de mofa de aquellos tipejos.



-Algún día me las pagarás… ¡te lo juro!



            Muy lejos de allí, en Sagan City, su madre adoptiva no dejaba de pensar en él. Aunque curiosamente, Ginger estaba más animada. Las palabras de apoyo de Nelly contribuyeron mucho a ello. Según le contaba la niña, ésta recibía algunos mensajes de cuando en cuando. De diferentes móviles muchas veces, pero con la firma indiscutible de Dean. En ellos, el chico venía a decir que estaba bien y que tras un tiempo regresaría. Una tarde como otra cualquiera, Nelly se pasó por la cafetería. En esta ocasión la joven vino con Wina y con Orix. Al verles la dueña enseguida les ofreció sentarse.



-Por favor.- Les pidió.- Tomaos algo, os invito yo.

-No queremos abusar.- Pudo objetar Wina que miraba algo aturdida alrededor.-



            Y es que la afluencia de la cafetería había bajado bastante, hacía tiempo a esas horas no hubiese habido ni una sola mesa disponible.  Sin embargo, esa tarde, aparte de ellos solo unas cuatro o cinco personas más podían contarse. Y es que la llegada de la cadena de Flowers and Flavours con ofertas y promociones imposibles de emular, estaban pasando factura al Clargin. Pero eso no parecía importarle ya a su dueña.



-Al contrario, soy yo la que abuso de vuestra amabilidad siempre.- Sonrió Gin, queriendo saber sin poder ser capaz de contener su deseo de ello.- ¿Te ha escrito mi hijo?

-Bueno, a veces me escribe a mí  y otras a Wina.- Le contó Nelly.- Pero sí, me ha enviado algo.- Comentó tímidamente la joven.-



            Ginger se sentó con ellas y la muchacha le dejó su teléfono. La emocionada mujer pudo leer.



-Estoy bien, sigo moviéndome mucho. Ahora he encontrado personas muy agradables. Creo que dentro de poco volveré. Antes quiero hacer algo bueno para que te sientas orgullosa de mí. ¡Cariño!- Pudo musitar la emocionada Gin.- Siempre he estado orgullosa de ti. Por favor vuelve pronto.



            Y hablaba pese a que su hijo no pudiera escucharla. Nelly le dijo que, si pudiera, le enviaría ese mensaje a Dean, aunque se excusó diciendo.



-Debe de cambiar de teléfono con regularidad para no ser descubierto. Me dijo una vez que no quería que le atrapasen acusado de fugarse de casa. Que podría ir a un reformatorio.

-Yo nunca permitiría eso.- Afirmó Ginger con pesar.-

-Seguro que dentro de poco le volverás a ver.- Aseguró Wina con una leve sonrisa.-

-Gracias. -Pudo decir su interlocutora que se levantó tratando de recobrarse de sus propias emociones para añadir.-  Ahora mismo os traigo algo de comer. ¿Qué os apetecería?

-No tengo mucha hambre, gracias, un té estaría bien.- Repuso Wina.-



            Aunque Orix sí que quiso tarta y un zumo, lo mismo que Nelly. Así, una vez la dueña se fue a por aquello, los niños quedaron a solas. Sin embargo, los animosos rostros que habían exhibido delante de Ginger se tornaron en otros a medio camino entre la consternación y la culpa. Sobre todo en el caso de Wina que, tras suspirar, comentó.



-No creo que esto sea una buena idea, Nelly.

-¿Por qué no?- Inquirió ésta argumentando.- Ginger está ahora mucho más contenta.

-Pero es mentira.- Opuso su amiga añadiendo con malestar.- No sé cómo me dejé convencer para hacer esto.

-Pero Dean volverá pronto. ¿Verdad?- Terció Orix, dirigiéndose a su hermana para preguntar.- Eso te dijo, ¿no?



Ahora la interpelada no replicó. Wina la miraba moviendo la cabeza, y es que algo no le gustaba. Y no era únicamente ese embuste que entre los tres habían fabricado. A decir verdad, Dean no había vuelto a escribir desde aquella única vez que lo hiciera. No obstante, tras una conversación que tuvo con Nelly ésta le convenció para que inventasen mensajes dirigidos a la pobre Ginger.



-Al principio su intención era buena, pero creo que ahora Nelly está comenzando a sacar partido de esta situación.- Se dijo la preocupada Wina.-



            Y es que percibía cosas en su amiga que comenzaban a no gustarle nada. Esa chica parecía estar haciéndose cada vez más insensible, en cierto modo su mente daba la impresión de tornarse más oscura. Pasaba muy a menudo por la cafetería y la dueña la invitaba cada vez que entraba. Lejos de rechazar eso, lo aceptaba encantada. Quizás era comprensible que, tras todo lo que había vivido, su carácter se hubiese amargado o que ya no tuviera escrúpulos para según qué cosas.



-Tendré que hablar seriamente con ella.- Se dijo.-



            Por su parte y sin darse cuenta de eso, Orix estaba contento de tener a su hermana otra vez. Pese a todo él se llevaba bien con ella y con su padre. El pobre muchacho trataba de mediar entre ambos y cuando estaban juntos así parecía ser. Incluso Kassandra daba la impresión de haber acogido muy bien a Nelly. Esa mujer era amable con ambos. Sin intentar tampoco usurpar el papel de madre. Sin embargo, su hermana apenas si hablaba con ella, ni con su padre. Solo cuando él estaba presente intentaba ser algo más sociable.



-Espero que todo vuelva a ser como antes, como cuando vivía mamá.- Suspiró el muchacho en tanto pensaba en eso.-



            En otra parte de la ciudad, en la sede de Modas Deveraux, una atareada Brenda preparaba los cuadrantes con los desfiles para la temporada en ciernes. Ahora, tras la marcha de algunas de sus modelos a la Tierra, debía ocuparse también de preparar a las siguientes chicas que le llegaban.



-A ver cómo me las apaño. La última hornada no es demasiado buena. Quizás un par de ellas o tres sí que merezcan la pena. - Pensaba con apuro.-



Tenía algunas prometedoras aunque, la verdad, desde hacía un tiempo nada de aquello le preocupaba mucho. Sobre todo tras aquel encuentro que tuvo con esa misteriosa mujer.



-Espero que me dejen tranquila por una temporada.- Deseaba no sin una importante dosis de angustia.- Al menos que crean que estoy de su parte.



            Y es que si antes hubiera pensado que ser descubierta por su jefa era la peor cosa que habría podido ocurrirle ahora, lo consideraba una broma comparado con esto.



-La señora Deveraux es una hermanita de la caridad comparada con estas individuas. Son unas dementes, pero no tengo elección.- Pensaba con un escalofrío recorriéndole la espina dorsal.-



            Aunque fue como si pensar en ellas las hubiera convocado. A los pocos segundos recibió un mensaje en su teléfono. La citaban a una reunión.



-Tendré que ir.- Suspiró.-



            Llamó a Bai Chen, que era ahora su segunda, y le encargó que se ocupase de todo, que debía salir. Ésta le aseguró que no habría problema.



-Avisa a las nuevas.- Le indicó.- Tienen que hacer unos pases en la Ciudad del Sur.

-Lo haré, descuida.- Aseguró la china.-



            Aunque Brenda ahora bajó su tono de voz, y cuchicheó como si temiera que alguien estuviera escuchándolas cuando le preguntó a su ayudante.



-¿Cómo ves tú a esas dos?...

-No lo hacen del todo mal.- Declaró la interpelada sin excesivo entusiasmo, remarcando no sin sarcasmo.- Si pudieran venir a una hora decente de la mañana o incluso hasta de la tarde, estarían aún mejor.

-Sí, es verdad. Siempre se presentan a las tantas. Casi a la hora de cerrar. Para mí que se pasan las noches de juerga y duermen de día.- Suspiró la encargada.-

-No creo que este tipo de conducta sea muy aceptable en Modas Deveraux.- Comentó su segunda.- A no ser claro, que estas dos sean unas excepcionales modelos. Tal y como te dijeron, Brenda.



            Su jefa asintió. Y es que esas dos chicas nuevas, una tal Blise y otra de nombre Luka, le habían sido “recomendadas” por aquel grupo de mujeres al que ahora, quisiera o no, pertenecía. Eran altas sí, delgadas y bastante paliduchas, pero tenían una gracilidad poco usual. Parecían un par de felinas cuando andaban por la pasarela. Aunque no tenían por costumbre cumplir a rajatabla con los horarios. Y por si fuera poco, otras modelos habían enfermado o estaban indispuestas últimamente, de modo que no podía más que confiar en que esas dos cumplieran.



-Ocúpate de ellas.- Le pidió con tono casi suplicante para agregar no sin alivio.- Gracias Bai, no sé qué haría sin ti.



Brenda sabía que su segunda se estaba haciendo preguntas. De siempre se habían aplicado las normas de la casa en cuanto a la puntualidad y la ética del trabajo y a buen seguro que Bai Chen no vería con buenos ojos que esas dos se fueran y vinieran como les venía en gana. Ella no podía darle mejor explicación que confiar en el talento de aquellas chicas.



-¡Menos mal que la Jefa hace mucho que no se pasa por aquí! Y para lo demás, todo va bien. Ya soy más precavida.- Reflexionaba.-Y en cuanto a esas dos, no sé, tienen una mirada muy extraña, me ponen nerviosa.- Se dijo.-

           

            Incluso ella misma temía admitirlo, pero a veces, cuando alguna de esas dos chicas en concreto la miraban fíjamente se sentía intimidada, en otra ocasiones como hipnotizada. El caso es que no se atrevía a decirles nada si llegaban tarde, menos aún a darles un rapapolvo, como hubiese hecho con cualquiera de las otras modelos a su cargo.



-Lo malo es que las otras piensen que tengo favoritismos con esas dos. O que Bai pregunte. No sé que podría decirle. Mejor que no sea así, a veces cuando yo estoy ocupada es ella la que envía los informes a la Jefa.



 Aunque en honor a la verdad y por suerte, la oriental no le hacía preguntas a ese respecto, por el contrario asintió a sus instrucciones, saliendo del despacho para encargarse de aquello sin pronunciar palabra. Y en efecto, desde hacía ya unas semanas Bai Chen se estaba ocupando de ser su mano derecha. La modelo china parecía haber dejado de lado sus deseos de ir a la Tierra. Lo que no podía decirse de su compañera Renata. La italiana no paraba de quejarse y lamentar su mala estrella. Y eso había comenzado a pasarle factura. Sus pases no eran tan buenos como debieran y empezaba a llegar cada vez más tarde.



-¡Otra igual! Tendré que hablar con ella y recordarle que debe dar el cien por cien. Aunque sea para guardar las apariencias. Su desgana es ya demasiado evidente. - Meditaba Brenda.- Pero ahora tengo otras cosas más importantes que hacer.



            Salió sin  perder tiempo. Tomó un taxi deslizador que la llevó a una zona apartada de la ciudad. En un complejo de locales comerciales recién terminados. Allí, tras aguardar ante uno de ellos, la puerta que lo clausuraba se abrió. A juzgar por el comunicado que había recibido, era un día importante. Las identidades de todas saldrían a la luz.



-Eso significa que sea lo que sea que vayan a hacer, será pronto.- Concluyó la modelo.-



Y suspirando para alejar en lo posible sus nervios, Brenda entró para encontrarse cara a cara con el resto del grupo.



-Llegas puntual.- Sonrió la mujer hindú que se mostró como quien la había contactado.-

-Dejé todo lo antes posible para venir.- Comentó la interpelada.-

-Muy bien,- asintió su interlocutora.- Las otras no tardarán.



            Y en efecto, poco  a poco fueron llegando. Marla y dos más, la propia Sabra y una oficial de su base que se había unido a ella. Tras acomodarse en unas sillas que había dispuestas, Shania tomó la palabra para dirigirse al grupo.



-Cada vez somos más. Somos una cédula aislada. Aunque hayamos desvelado nuestras identidades entre nosotras, todavía hay otras que permanecen durmientes.  Aquí solamente estamos las que me ha sido ordenado reclutar personalmente. Pero muchas más están en este mismo planeta. Algunas son militares, otras civiles, jóvenes que todavía estudian en el instituto, o mujeres maduras. Incluso madres y esposas. Estamos en todas partes y en ninguna. En apariencia somos muy diferentes entre nosotras.  Por eso es tan complicado relacionarnos. Pero todas tenemos algo en común. Primero, solo conocemos a unas pocas, de este modo es muy difícil por no decir imposible, rastrearnos a todas.- Sonrió tras unos instantes de silencio para comprobar el efecto de sus palabras y satisfecha al ver las caras de tranquilidad de sus oyentes, añadió. - Y sobre todo, segunda y principal cosa que nos une. Nuestro odio y desprecio hacia el hetero patriarcado machista que nos ha estado esclavizando. Sí, los hombres son nuestros enemigos. – Sentenció explicando.- Durante miles de años las mujeres hemos sufrido víctimas de sus caprichos y sus abusos. ¡Ya está bien!- Arengó.- Ha llegado el momento de poner freno a esto. Quizás tardemos mucho todavía. Puede que muchas no veamos el fin de esta lucha. Pero nuestras hijas y nietas a buen seguro que lo verán. Deberemos por tanto ser muy pacientes aún. Todavía nos tocará esbozar complacientes sonrisas de cara a los explotadores varones. Fingir que nos agrada su compañía cuando nos repugna, simular amor hacia ellos en lugar del odio que les tenemos. Pero, poco a poco, trazamos nuestras estrategias, algunas nos llevarán años para ser completadas. Sin embargo, debemos hacer todo cuanto esté en nuestras manos para ir acabando con este problema. Y me refiero a cualquier cosa.



            El resto escuchaba con interés aunque con estupor en algunos casos. La modelo por ejemplo pensaba que una cosa era defender sus derechos y otra excederse. A ella los hombres no le caían particularmente ni bien, ni mal, dependía de cada uno.



-Desde luego, mi jefa en modas Deveraux, un hombre precisamente no es.- Pensaba con sarcasmo al oír esa filípica contra el sexo masculino.-



No obstante, ninguna contradijo a Shania. Al final, fue la propia Brenda quien se decidió a intervenir, una vez concluyó ese improvisado discurso.



-Entonces tú eres la líder del movimiento en este planeta. Siendo una científica tan notable es lo natural.



            Aunque para sorpresa de todas, Shania negó con la cabeza para comentar a modo de explicación magistral.



-Entre nuestro grupo no hay diferencias por los trabajos u ocupaciones que desempeñamos en esta sociedad machista. Por eso, la palabra líder tiene un significado más organizativo e inspirador que de mando real. - Declaró la hindú, añadiendo.- Y ya os he dicho en algunas ocasiones que solo soy un enlace. Me ocupo de transmitir las instrucciones. Nuestra líder, como la llamáis, está convenientemente en la sombra. Por su seguridad. Cuando esté preparada para presentarse ante nosotras, lo hará.



            Las demás se miraron con gestos inquisitivos, interrogando después a Shania con la mirada. Fue Sabra quién tomó la palabra para comentar.



-Pero tú sabes quién es, ¿verdad?

-No, nunca la he visto en persona, únicamente recibo sus instrucciones.- Le respondió la interpelada.- Repito, su seguridad es fundamental. A su debido tiempo sabréis por qué…

-A mí no me importa su identidad, en tanto sepamos lo que debemos hacer.- Terció Marla cruzándose provocativamente de piernas.-

-Entonces. ¿Cuáles son las órdenes?- quiso saber otra oficial que estaba junto a la israelí.-

-Aquí preferimos llamarlas indicaciones o instrucciones.- Le recordó la científica.- Las órdenes son las que los machos dan. Entre mujeres nos comunicamos con la empatía y la búsqueda de la justicia y la igualdad. Por lo tanto, ninguna ordena nada a nadie.

-Pero acabas de admitir que tenemos una líder.- Afirmó Brenda con tono desconcertado.-

-Si me has estado escuchando con atención, ya he contestado a eso.- La reprendió su interlocutora, para insistir.- Nuestra líder lo es desde el punto de vista de la inspiración moral. No de la disciplina militar. Son cosas bien diferentes. Ya os lo he dicho.- Se reafirmó la hindú.-

-Sí, eso tiene sentido.- Admitió una de las oficiales allí presentes.-



            Brenda la obsequió con una mirada resentida. No le gustaba que la humillasen como si de una alumna torpe se tratase. ¿Quién se habría creído que era esa estúpida pretenciosa? Aunque cualquiera se lo decía. Se armó de paciencia e hizo como si nada, en tanto oía las intervenciones del resto.



-Entonces debemos convencer a más mujeres para que se unan a nuestra lucha.- Afirmó Sabra.-

-A todas las que podamos, sí.- Terció Marla acariciándola el mentón con sensualidad, aunque añadiendo con tono contrariado.- Aunque algunas son hostiles a nuestra causa. Como esa rubia que tú sabes.

-Prefiero no hablar de eso.- Espetó la israelí apartándose ahora con expresión dolida.-



            Las otras le dedicaron unas miradas atónitas, aunque fue Marla quien comentó sonriendo con gesto de circunstancias.



-Temas personales.

-Los temas personales son peligrosos.- Terció Shania.- Puede interferir en nuestro deber, el que todas hemos jurado cumplir. Y más si es por causa de algún macho.

-No en este caso.- Afirmó Marla.-

-Sí, lo de ese juicio ha dado mucho que hablar.- Intervino Brenda que algo escuchó entre sus modelos además de verlo en las noticias. Afirmando entre atónita e incrédula.- ¿Tú eres esa que le pegó a aquel chico?

-Bien hecho.- Sonrió una de las oficiales allí presentes.- Te apoyamos al cien por cien.  Lo sabes.



Sin embargo, Sabra no parecía nada feliz de que le recordaran aquello y no tardó en replicar con amargura.



-Eso fue un error. Ese pobre tonto fue tan víctima como yo. La verdadera culpable es esa zorra manipuladora.- Sentenció.- Bien que nos engañó a los dos, usándonos a cada uno para un propósito.

-A veces hay mujeres que pueden ser mucho peores que los hombres.- Admitió Shania alegando.- O bien siendo sus cómplices o dirigiéndoles contra nosotras. Y cuando una de nuestro género actúa así es imperdonable.

-Así es.- Convino Marla con aprobación, admitiendo incluso.- A fin de cuentas, a veces somos demasiado duras con ellos. Pero, si os paráis a pensarlo, un hombre es lo que es, simple, primario, estúpido y esclavo de su órgano sexual. En el fondo si lo analizo con calma hasta  me dan pena. No es del todo culpa suya. No saben, ni son capaces de ser mejores. Podemos hacer de ellos lo que queramos. Pero una mujer es otra historia. Todas tenemos unas miras más amplias y la que se pone en nuestra contra, o se deja manipular por un macho,  lo hace a sabiendas. No tiene excusa. Ni perdón.



            Brenda tragó saliva. Esas palabras dichas con un tono tan amenazador como falsamente meloso le dieron escalofríos. Cada vez tenía más claro que aquellas individuas estaban locas. Ella no tuvo más remedio que unirse a eso porque la amedrentaron. Tan temerosa estaba que ni tan siquiera se atrevía a citarse con hombres últimamente, y no sería por falta de ganas…



-Por fortuna hay otras muchas que luchan contra la desigualdad, como Kerria Malden. A mí me ayudó.- Se atrevió a declarar Sabra.- Hizo cuanto pudo y me libró de la cárcel.



            No obstante y para sorpresa suya, sus palabras toparon con expresiones de desdén e incluso de odio. Fue Marla la que escupió ahora.



-Cariño, no te dejes engañar. Esa es otra farsante. Quiere aparentar. Su defensa del colectivo gay es una mera pantalla.

-Pero, ella misma es gay.- Opuso su pareja.-

-Ella defiende también a los hombres. Los considera maravillosos, lo ha dicho en más de una ocasión. Hasta se acostó con uno para tener a su hijito, que por cierto, es varón.

-Que, cuando crezca, será otro machito opresor. Bajo la protección de su mamaíta. – Se burló Shania.- ¡Es gracioso! Mucho ir de lesbiana por la vida pero al final todo lo que hace lo hace por un hombrecito. Si hasta sacó una canción y un holo video musical para evidenciarlo.

-Si yo quedase embarazada y supiera que voy a tener a un machito, abortaría.- Afirmó Marla sin perder la sonrisa maliciosa que exhibía.-

-Pero los niños son inocentes.- Rebatió una atónita y horrorizada Sabra.-

-¿Lo son?- Inquirió su pareja con una mezcla de desdén y hastío, para sentenciar.- Puede que al principio sí. Pero luego se harán hombres. Crecerán, es inevitable.

-Todo depende de la educación que se les dé.- Se atrevió a argumentar Brenda.-



            Aunque Shania movió la cabeza para afirmar con tono entre condescendiente y resignado.



-Al final, por mucho que se les quiera educar, no pueden ir contra su naturaleza. Podrás adiestrar a un tigre, pero si huele tu sangre se revolverá contra ti y te hará pedazos. Lo mismo pasa con ellos. Por muy bien educados que estén. Aunque pasaran la mayor parte de su vida rodeados por mujeres, al final, tarde o temprano, se juntarán con otros hombres que no hayan tenido esa clase de educación y aprenderán todo lo malo de ellos. Liberarán sus bajos instintos y seremos el blanco de sus caprichos. No compañera. Eso únicamente puede evitarse de una manera. Y lo peor, tal y como Marla ha reseñado, es que nos enfrentamos más que a los propios hombres, a las mujeres que son sus madres. Como esa tal Kerria, por ejemplo. Mucho presumir de feminista y de lesbiana liberada, pero si alguien tratase de tocar a su hijo ibais a ver sus verdaderos colores.



            En esta ocasión fue Sabra quien las miró con estupor. ¿Qué decía esa loca? ¡Pues claro que Kerria querría a su hijo! ¡Por supuesto que lucharía por protegerle! ¿Qué tendría eso que ver con ser gay o feminista? Ella misma quería a sus hermanos o a su padre. No todos los hombres eran malos. Aunque por prudencia decidió guardar silencio. Más cuando la hindú añadió.



-No podemos fiarnos de mujeres así. No son de las nuestras. Pero, pese a todo, siguen siendo mujeres, de modo que, de momento, las dejaremos al margen de esto. Debemos centrarnos en los hombres, y en los que sean más peligrosos y más hostiles a nuestro movimiento.



            Y tras esa aclaración pasó a encomendar a cada una las tareas a realizar. Al término de la reunión todas se separaron volviendo a sus respectivos trabajos. Entre tanto, el grupo de Wina, Orix y Nelly concluyó su visita a la cafetería. Ambos hermanos se despidieron de la hija de Melissa y de Clyde y retornaron a  casa. Al entrar el muchacho saludó con tono neutro a Kassandra que se encontraba allí. Por su parte, Nelly la obsequió con unas frías buenas tardes. No obstante, esa mujer la detuvo esbozando una sonrisa y dirigiéndose a ella con amabilidad, le pidió.



-¿Podríamos hablar un poco?...



            Algo sorprendida, Nelly asintió. Quizás no le vendría mal enterarse de algunas cosas. Y esa mujer pudiera informarla de forma involuntaria. Kassandra le indicó que la acompañase a su dormitorio. Allí, tras entrar y cerrar la puerta, esa individua le comentó, con aparente pesar.



-Entiendo que debe ser muy duro para ti. Tu madre ha muerto, tu padre no te quiere y para colmo de males llego yo, una extraña, a usurpar el puesto de tu difunta madre. Con lo que tampoco entro en tu lista de personas gratas, ¿me equivoco?

-No, no te equivocas en absoluto. - Replicó Nelly con sincera rotundidad, e incluso descaro.-

-No sé por qué tu padre te odia, ni el motivo por el cual dice esas cosas tan raras de ti. Pero sea como sea, está claro que es un hombre. Y las mujeres tenemos una importante ventaja sobre los hombres.- Se sonrió mirando inquisitivamente a la muchacha y preguntándole casi a modo de desafío.- ¿Sabes cuál es?



            Aquella parecía una pregunta trampa, de hecho a Nelly no se le ocurría nada. Quizás las mujeres sabían controlarse mejor en según qué cosas. Aunque fue su contertulia quién, tras posar una de sus manos sobre el bajo vientre de la atónita chica, le susurró divertida.



-No tenemos esa cosa que a ellos les cuelga. Y eso para nosotras es una gran ventaja. La mayoría de los tíos solamente piensan con ella. Y esa mayoría, te lo aseguro, incluye a tu padre.

-¿Qué quieres decir con eso?- Quiso saber la chica apartándose de esa extraña mujer.-

-Pues, quiero decir que, si él no te ve como a su hija, perfecto. En el fondo es una ventaja para ti. Yo en tu lugar probaría a que me viera como a una mujer. Y muy atractiva por cierto. – Sonrió Kassandra.-



            Nelly la observaba con la boca abierta. ¡Apenas si podía creerlo! Entonces se atrevió a recriminarle a su interlocutora.



-Creía que querías a mi padre. No entiendo cómo me dices esto.

-Pues muy sencillo, te lo digo porque en el fondo me das pena. No quiero que nada malo te pase.- Replicó esa mujer sin verse afectada por ese reproche.-



            Y ante la atónita mirada de la muchacha le contó,  en lo que Kassandra creía una confidencia, algo que Nelly ya sabía…



-Tu madre dejó una póliza de seguro de vida. Pero a tu nombre, cuando seas mayor de edad será tuya.  Tu padre lo descubrió al poco de conocerme. Yo le sonsaqué entre polvo y polvo.- Se rio, añadiendo.- El muy cabrón quiere quitarte de en medio, ya me comprendes. Y después deshacerse también de tu hermano. Pero desea hacerlo de modo que parezca algo natural o provocado por vosotros. Sino no cobrará.

-¿Y por qué me estás contando todo esto?- Inquirió la perpleja Nelly admitiendo a  su vez.- Os escuché hablar a los dos y avisé al doctor Ginga y a mis amigos.

-Querida, ya te lo he dicho.- Respondió Kassandra sin parecer sorprendida por esa confesión de su contertulia.- No soy la mala del cuento. No soy la típica madrastra que quiere acabar con la hija del buen hombre con el que se va a casar. Al contrario, él es quien no tendrá escrúpulos en eliminarte. Pero, si en lugar de una hija, tuviera una amante…pues eso podría hacerle cambiar. Si piensa que estás loquita por él…así pues, se buena con tu papaíto, sé muy buena.- Le aconsejó con voz acaramelada y una lasciva sonrisita al agregar.- No debería resultarte demasiado difícil. Por lo que he escuchado estabas a punto de hacerlo con un tipo cuando la policía te encontró. ¿No es así?



            Molesta ahora por aquellas palabras, Nelly replicó con rabia y consternación.



-No quería hacer eso. ¡Pero me vi obligada, para sobrevivir!

-Pues ahora cielo, se trata de lo mismo. Solo que en este caso, tendrás una aliada. Me tendrás a mí. Ya lo verás, te enseñaré cuan fácil es manejar a un hombre si tocas las teclas adecuadas…



            Y Nelly la escuchó ahora con verdadero interés. ¿Quién sabe? De ese modo podría adelantarse a las siniestras intenciones de su padre e incluso tomar venganza. Solamente una cosa le preocupaba y así la hizo constar.



-Vale, pero no quiero que Orix se vea envuelto en esto.

-No te preocupes por él. Es solo un niño.- Aseveró Kassandra, agregando con un tono incluso amable.- No tiene por qué enterarse de nada. Si me haces caso y sabes ser discreta, él ni lo notará. Y también saldrá beneficiado, podrás protegerle igual que te protegerás a ti.



            Así pues, con el asentimiento de la muchacha, Kassandra pasó a desvelarle algunos trucos que, según ella, volvían locos a los hombres. Y es que sabía de buena tinta que los encantos de esa niña no le eran indiferentes a Edgar. Bajo esa máscara de padre que repudiaba a su hija se ocultaba una mente lasciva. De hecho, hacía ya unos días, y tras haber hecho el amor con él, le sorprendió todavía excitado, mirando su teléfono. Al principio Kassandra creyó que era una foto de su mujer o de ella misma, pero cuando elevó la cabeza y dio un vistazo se sorprendió. Sin embargo, pronto esbozó una sonrisa retorcida.



-Esa zorrita te pone más cachondo que yo, ¿verdad?- Le susurró divertida.-

-¿Qué dices?- Se apresuró a replicar él, escondiendo el teléfono.-



            De hecho había estado mirando una foto de Nelly, de las que tenía archivadas poco antes de la muerte de Aurora. La chica posaba entonces con una melancólica sonrisa. Vestida con su uniforme de colegiala.



-Sé que a veces entras en su habitación cuando ella no está.- Le susurró Kassandra con tono lujurioso.-

-¡Cállate puta!- Espetó él levantándose de la cama para añadir con al menos aparente indignación.- Esa cosa ni siquiera es humana.



            La mujer se incorporó despacio posando las manos sobre los hombros de él para añadir sin mostrarse perturbada por esos gritos.



-Tú mismo lo has dicho, si no es humana, entonces mírala como una gran muñequita hinchable, pero viva y hermosa. Y yo no estaré celosa si alguna vez hicieras realidad esa fantasía. Acostarte con tu hija, pero sin que sea tu hija. ¡Vamos!, se honesto conmigo. Desde que creció no le has quitado ojo de encima. He visto algunas holo fotos que tienes de ella.

-Para probar que es un monstruo.- Rebatió él.-

-No sé cómo ibas a probar eso con unas holo fotografías. Y menos cuando algunas se las hiciste sin que se diera cuenta y estando en ropa interior.- Se sonrió Kassandra.-



            Edgar, dándose por vencido, suspiró entonces afirmando con tono pleno de lujuria.



-No creo que me fuera a dejar. Acercarme de esa manera. Pero la muy perra tiene un cuerpazo.

-No te dejará. Porque la has tratado muy mal. – Le susurró su amante sugiriéndole.- Tú dale otra oportunidad. Ya me entiendes. Empieza de nuevo, siendo más amable. Y, de paso, eso hará además que ese medicucho al que tanto temes te deje tranquilo.



            Aquel era un buen consejo. De hecho, Edgar recordó a Giaal llegando a su casa hacía un par de días y advirtiéndole con tono amenazador.



-Si algo le sucediera a Nelly te juro que no tendrías ningún sitio a donde ir a esconderte, ni aquí, ni en la Tierra, ni en Bios. ¿He sido lo bastante claro?



            El aludido no replicó. Por fortuna Kassandra estaba allí y fue ella quien, encarándose con ese tipo, le contestó con aparente indignación.



-No sé qué derecho tiene usted para venir aquí a amenazarnos, ni que pruebas tiene de nada. Pero seré yo quien le denuncie a la policía si vuelve a invadir nuestra propiedad.



            Giaal no replicó enseguida aunque, al fin, sin  parecer impresionado en lo más mínimo, sentenció. Esta vez dirigiéndose a esa mujer.



-Lo mismo vale para usted. Está advertida.



            Sin más se giró alejándose de allí. Ahora Kassandra recordaba aquello con temor. Pese a su expresión impávida al encararle había sentido que ese hombre no amenazaba a la ligera. Por ello le insistió a Edgar.



-Trátala bien y seguro que ella será complaciente. Además, le dirá a ese tipo que todo va bien.

-Pero si alguien llegara a descubrir eso.- Opuso él no sin prevención.-

-Nadie lo hará. Yo te protegeré, cariño. Y ¿Quién sabe? Si tu fantasía nos incluyese a las dos…- Sonrió dejando aquella propuesta en suspenso.-

-Sí. ¿Quién sabe?- Asintió él, sonriendo a su vez.-



            Entre tanto, en la sede del gobierno de Nature en Sagan City había convocada una importante reunión. Asistían el gobernador del planeta, el señor Jim Fier, un tipo que rondaba la sesentena, calvo y algo entrado en kilos, algunos de sus consejeros. También se les unían la capitana Simmons y el embajador Derail, así como Sailor Red Crow y Sailor Aluminum Siren. Y la cosa parecía ser seria dado que, ni tan siquiera la última de las sailor enviadas por Galaxia, tenía ánimos ni para comer.



-Entonces. ¿Esas fuentes son fiables?- Inquirió el gobernador.-

-Al parecer lo son, señor.- Afirmó Simmons.- He recibido algunos informes de patrullas que lo confirman.

-¿Y qué sugiere que hagamos, capitán?- Quiso saber el gobernador.-

-Es una difícil cuestión, señor.- Suspiró la interpelada.- Por ello quisiera contar con las opiniones de los presentes. Señoritas.- Les pidió a ambas sailors.- ¿Cómo ven la situación?

-Complicada, si es que esa información es cierta.- Valoró Red Crow.-

-Sin embargo, no hemos tenido tiempo de valorarla ni de informar a nuestra superiora.- Añadió Siren.-

-¿Cuánto tiempo les llevaría hacerlo?- Quiso saber el gobernador.-

-Ahora no podemos contactar con Galaxia -Sama.- Repuso Red Crow.- Está ocupada con otros asuntos, pero siendo la responsable en su ausencia, creo que debemos valorar la situación considerándola totalmente veraz.

-Estoy de acuerdo.- Convino su compañera.-

-Muy bien.- Sentenció Simmons.- Ordenaré entonces que aumenten las patrullas, pero bajo la fachada de unos ejercicios rutinarios. No es conveniente que el enemigo crea que le hemos descubierto.

-Por mi parte, tendré que informar a mis soberanos de esto.- Intervino Kiros.- Espero que una delegación llegue de un momento a otro. En cuanto esta reunión concluya iré a recibirles.

-En tal caso, no le haremos esperar más.- Afirmó el gobernador, añadiendo.- Si nadie tiene algo más que exponer se levanta la sesión.



            Ninguno de los presentes habló, de este modo tras unos segundos todos se levantaron de sus asientos y se marcharon. Al salir, Crow charlaba con su compañera.



-¿Sabes dónde podría estar ese hombre?

-¿Quién?- Inquirió Siren.-

-El que nos trajo una vez aquí, junto con Galaxia- Sama.- Le aclaró su contertulia.-

-Ni idea. Supongo que estará de viaje, por su trabajo.- Suspiró la otra sailor, agregando eso sí, con tono esperanzado.- Pero me dio su número. Creo que podremos localizarle.

-Llámale. Tenemos que hablar con Lady Galaxia de inmediato.- Le pidió Crow.-

           

            Siren buscó en su comunicador y efectivamente, encontró el número de aquel joven. No tardó en llamar aunque fue una voz femenina quien la atendió.



-¿Sí?- Inquirió la mujer.-

-Perdone, he debido equivocarme.- Se disculpó Siren.- Estaba marcando el número de un hombre llamado Tracer. Un piloto.

-No, no se equivoca, es su número, yo soy su pareja. Dígame. ¿Qué deseaba usted de él?- Quiso saber esa muchacha.-

-Necesitaba de sus servicios. Para un viaje.- Comentó cautelosamente la sailor.-



            De hecho nunca se sabía quién podría ser esa mujer. ¿Y si el enemigo hubiera interceptado el número?



-Se lo diré. ¿De parte de quién?- Inquirió esa chica.-

-Me llamo. Bueno, puede decirle que Crow y Siren le envían saludos. Somos unas amigas suyas.

-Ya.- Suspiró esa mujer informándola.- Ahora no está. Tenía que hacer un viaje de trabajo. En cuanto vuelva le daré el recado.

-Muchas gracias, ha sido usted muy amable.- Repuso Siren con un tono algo más entusiasta.-



            Así se terminó la comunicación. Crow la interrogó con la mirada ante lo cual, su compañera se limitó a  encogerse de hombros. Después, eso sí, le resumió rápidamente esa conversación.



-Bueno, solo nos resta esperar.- Suspiró la sailor pelirroja.-



            En efecto, Tracer estaba llegando al astro puerto de Sagan City, en este caso transportaba a un grupo de saiyajin que venían tras hacer escala en Kinmoku. Aquella comitiva estaba encabezada por una mujer de alto rango. Rick creyó entender que se trataba, nada más y nada menos, que de la madre del embajador Derail. Junto a ella, un par de saiyajin, un hombre y una mujer que parecían ser sus escoltas. El chico no había hablado mucho con ninguno, hasta que uno de ellos, la joven, de largo pelo moreno hasta por debajo de los hombros, le inquirió.



-¿Falta mucho para que lleguemos a Nature?

-Un par de horas.-Respondió él, añadiendo divertido.- Si no hay atasco.



            Esa individua le miró sin comprender, pero no dijo más alejándose de allí.



-Estas chicas saiyajin no son lo que se dice muy sociables.- Pensó Rick.- Ni les va el sentido del humor…



            Y no habló más con sus insignes clientes. Al menos calculó bien y tras algo más de dos horas, en efecto, el planeta Nature fue visible.



-Descenderemos enseguida, por favor siéntense y abróchense los cinturones.- Les pidió Tracer.-



            Aunque aquellos individuos hicieron caso omiso, estaban en pie y con los brazos cruzados sobre el pecho.



-Bueno, ustedes mismos.- Suspiró Rick.-





            La entrada a la atmósfera fue suave sin embargo y aunque el descenso provocó un aumento de presión de varios G esas dos mujeres y ese hombre no parecieron verse afectados, a pesa de que no llevaban un traje protector como Rick.



-Estos tipos no se deben de marear ni en la montaña rusa.- Pensó sarcásticamente él.-



  Al fin, el piloto equilibró la nave y el posterior descenso hasta el astro puerto tuvo lugar sin novedad. Aterrizaron en pocos segundos. Tras un periodo prudencial, para que se enfriasen los motores y los anclajes quedaran bien fijados a la pista, Tracer abrió la escotilla.



-Ahora mismo desplegaré la escale…- Trató de completar la frase sin poder hacerlo.-



            Sus pasajeros ya habían levitado  abandonando la nave. Con suavidad se posaron en el suelo de la pista. El hombre, de pelo castaño oscuro y metro ochenta más o menos, se colocó entonces una especie de monóculo visor sobre su ojo, activándolo de inmediato.



-Detecto varias energías importantes. Una sobre todo, tiene más de diez mil unidades.- Afirmó.-

-Bien Xefix.- Asintió su superiora que se dirigió ahora a la otra mujer,  bastante más joven que ella.- Renia, busca tú también. Quiero encontrar a mi nieta cuanto antes.

-Lo que mandes, noble Elua.- Repuso sumisamente esa joven.- 



            Y con otro visor similar, esa muchacha de alrededor de metro setenta de estatura y complexión fibrosa estuvo barriendo la zona. También detectó algo que confirmaba las lecturas de su compañero.



-Tres energías destacan en este planeta. Al margen de las nuestras.- Comentó.- Diez mil, dos mil y mil unidades. No es mucho pero entiendo que sus fuentes estarán en reposo.

- La más potente de ellas está subiendo, veinte mil, treinta mil unidades.- Informó Xefix.- Y se dirige hacia aquí.



            Elua esbozó una adusta sonrisa, no necesitaba el visor para saber de quién se trataba.



-Mi hijo está en camino.- Afirmó sin lugar a la duda.-



            A todo eso, Tracer había descendido de la nave al fin. Queriendo ser amable les preguntó a sus ya ex pasajeros.



-¿Les pido un taxi deslizador?

-Puedes irte humano, tus servicios ya no nos son necesarios.- Repuso fríamente la muchacha saiyajin.-

-Un momento.- Intervino Elua, añadiendo.- ¿Cuánto te debemos por el viaje?



            Y el aludido, sin perder su sentido del humor, enseguida replicó.



-Con unas amables gracias me vale.



            Los tres saiyajin se miraron como si no entendieran aquello. Fue el hombre quién dijo.



-Pensábamos que la moneda legal aquí eran los créditos.



            Tracer se rio sin poder evitarlo, de lo cual se arrepintió de inmediato puesto que esos tres le obsequiaron con miradas poco amistosas. Se limitó a cerrar la boca. Por fortuna enseguida apartaron la atención de él. Alguien llegaba volando a gran velocidad.



-Está aquí.- Anunció Renia.-



            Más rápido de lo que Rick pudo ver alguien se posó junto a ellos. Enseguida reconoció a Kiros. El embajador tuvo a bien sonreír y saludarle primero a él.



-Me alegra verte, Tracer. ¿Qué tal el viaje?

-Bueno, muy animado.- Sonrió éste añadiendo con su habitual sarcasmo.- Mis pasajeros hablaban por los codos.

-Ya lo imagino.- Suspiró él, para de inmediato hacer una leve inclinación de cabeza y saludar.- Madre…



            Elua correspondió a ese gesto y extendiendo una mano señaló respectivamente al hombre y a la mujer que iban con ella para presentarles.



-Xefix Nord, hijo de Careos y Saliw, y Renia Barik, hija de Oleoros y Suria. Son dos de mis discípulos y oficiales de la guardia saiyajin de sus majestades los reyes Bralen y Aiona .



            Ambos hicieron una marcada inclinación con visible respeto ante el embajador de su pueblo. La joven incluso añadió, con un tono bastante más considerado del empleado hasta entonces.



-Es un honor conoceros, embajador Derail.

-Sois mis invitados, igual que mi madre. - Respondió el chico.- Ahora vendrá un transporte que os llevará hasta mi casa.

-Podemos volar.- Repuso Elua.-

-No es conveniente. Yo he venido desde cerca de aquí y tras solicitarlo previamente. No quiero que las autoridades se vean perturbadas por varios objetos volantes que no puedan identificar.- Replicó su hijo con seriedad.-

-Muy bien. Estamos a tus órdenes.- Afirmó su madre.-

-Les ofrecí pedir un taxi deslizador.- Intervino Rick.-

-Te lo agradezco.- Le sonrió afablemente Kiros.-



            Tracer asintió, enseguida llamó no a uno, sino a dos de esos taxi deslizadores, en tanto pensaba entre atónito y algo apenado por su amigo.



-Y yo creyendo que mi relación con mis padres era tirante.



            Aunque por supuesto, no hizo el menor comentario sobre eso, más al contrario, dejó que Kiros abordase el primer deslizador junto a su madre diciendo con tinte jovial.



-Seguro que tendréis muchas cosas de que hablar. Nosotros podemos ir en el siguiente. ¿Verdad chicos?- Inquirió a esos dos pasmarotes que vestían la armadura saiyajin, sin que ninguno replicase.-

-Acompañad a mi amigo.- Les ordenó entonces Kiros.- Él os guiará hasta mi casa, si es que no tiene inconveniente.-



            Ahora sí que esos dos hicieron un saludo cruzando un puño sobre sus pechos e inclinando la cabeza.



-Así me gusta.- Exclamó Tracer con su ironía habitual.- ¡Vámonos de fiesta!



            Y sin pronunciar palabra los dos guerreros del espacio le siguieron para esperar a un segundo taxi deslizador. Entre tanto, Kiros y Elua subieron al primero que ya les aguardaba. Fue el joven quien habló en primer lugar.



-¿Cómo está todo en Nuevo Vegeta?

-Estable.- Repuso su madre agregando con tono que se no podría decir claramente si era de preocupación o de desaprobación.- Lo que, según me han dicho, no puede decirse de este planeta.

-Hay algunos problemas, pero nada que no se pueda controlar.- Replicó Kiros.-

-Los asuntos humanos no me interesan.- Contestó Elua a su vez para añadir ya con más interés.- ¿Qué tal está mi nieta?

-Muy bien, es una niña muy despierta y alegre.- Sonrió el orgulloso padre.-

-Me refiero a su nivel de energía.- Matizó su interlocutora a quién no pareció importarle mucho lo que Kiros había comentado.-

-En eso progresa acorde a su edad.- Afirmó el chico.- Ni mi esposa, ni yo, hemos considerado oportuno tratar de acelerar su evolución.



            Elua no pudo evitar un gesto de desaprobación. Por lo que recordaba esa niña tenía un potencial inmenso que se estaba echando a perder en medio de una vida fácil y lisonjera. Teniendo en cuenta que la madre era una simple humana no le sorprendía. Las hembras de esa condenada especie tendían a sobreproteger a sus crías. Por ello no la podía culpar.



-Está en su naturaleza. Ella hace lo que considera apropiado a los usos de su raza.- Se dijo.-



            Lo que no podía comprender era que su propio hijo aceptase aquello como normal. A buen seguro se debería a que había estado viviendo demasiado tiempo entre humanos. Aunque Kiros era perceptivo y, no ignorando ese tipo de pensamientos por parte de su progenitora, enseguida le dijo.



-Sé que no te gusta la forma en la que estamos criando a Gloria.

-No, no me gusta.- Admitió su madre, que de inmediato se adelantó a una posible réplica de su hijo, sentenciando.- Pero sois sus padres, es vuestro derecho.

-Madre, ni Maggie ni yo nos hemos negado nunca a que Gloria conozca y aprenda los usos y costumbres de nuestro pueblo. Es parte de su herencia. Solo que es muy pequeña todavía.

-Tú lo eras más cuando comencé a adiestrarte.- Le recordó Elua con sequedad.-



            Hubo unos instantes de incómodo silencio, al menos para Kiros quién, al fin, pudo decir con un tinte conciliador.



-Al menos trata de ser amable con mi esposa. Ella quiere recibirte con su mejor intención. Pero comprende que, para Maggie, Gloria es lo más importante. Incluso por encima mío o de su propia vida.

-Eso lo comprendo perfectamente.- Convino Elua.- Y está lejos de mi ánimo ofender a tu mujer. Acorde a los usos humanos debe ser una madre excelente. Y no siendo una saiyajin no puedo reprocharle que no entienda, ni siga nuestras costumbres. Sin embargo, tú sí que debes entenderme.

-Y lo hago, y te doy mi palabra de que mi hija tendrá la oportunidad y el privilegio de que tú la entrenes.- Sentenció él.-



            Su madre pareció quedar satisfecha con esas palabras puesto que ya no dijo nada. Así, los dos guardaron silencio en espera de que concluyera el trayecto. Por su parte Tracer iba la mar de entretenido con sus dos acompañantes. Al menos eso pensaba él tirando de ironía dado que era el único que hablaba.



-Bueno. ¿Y qué planes tenéis?- Preguntaba al alimón sin que ninguno de sus presuntos interlocutores replicase.- Quiero decir. ¿Vais a estar todo el día con vuestra jefa o podréis daros una vuelta por Nature? Es un planeta precioso, lo conozco bien. En fin, sobre todo desde el espacio. Aunque por Sagan City tampoco me muevo mal. Os podría llevar a tomar algo, con mi novia, por supuesto. Ella y yo, y vosotros dos. Cita de parejas. Bueno, en el caso de que seáis pareja, claro está. En fin, no estoy presuponiendo nada, ni tenéis porqué mantener ninguna relación al margen de la profesional.



            Tras esa perorata un denso silencio se extendió por el vehículo. Esos dos ni se dignaron mirarle siquiera. Tracer se limitó a encogerse de hombros y sacó su móvil.



-Espero que Sharon sí que quiera decirme algo.- Suspiró llamando a su novia.-



            Al menos la rubia científica sí que pudo atenderle. Ya estaba en casa y justamente había conversado con esa individua horas antes. Tras saludarse no tardó en comentárselo a su novio.



-Esa mujer me dijo que les diste tu número.- Afirmó la chica con un no disimulado tono de celos.-

-No, ¡qué va! Le di el de nuestra casa. ¡Ja, ja! - Se rio él aseverando con total lógica.- ¿Sino cómo te habría llamado a ti entonces?



            Eso hizo que Sharon se ruborizara. ¡Era cierto!  Esa mujer llamó al piso que ambos compartían desde hacía unos meses. Por desgracia Rick paraba poco tiempo allí, pero, de no haber querido que ella se enterase, nunca habría facilitado ese teléfono a aquellas individuas. Ahora se sentía avergonzada aunque la risa de su novio hizo que ella riese también.



-Es cierto, ¡qué tonta soy!- Admitió para añadir ya más en serio.- Entonces, ¿tendrás que irte de nuevo?

-Si esas dos me piden que las lleve es que es algo importante, eso me temo.- Suspiró él, afirmando ahora divertido.- Al menos he tenido un viaje muy animado, sí, no veas lo locuaces que son los saiyajin. Es que no paran de hablar, vamos.- Remarcó con patente ironía, contemplando a esa pareja de sosos que ni se molestaron en devolverle la mirada.- Bueno, en cuanto pueda nos vemos y lo hablamos. Hasta pronto cariño.- Se despidió.-



            Al fin, y por fortuna los dos vehículos llegaron a la residencia de los Derail. Maggie, que había sido avisada por su marido, aguardaba a la entrada junto con su hija. Los primeros en llegar fueron precisamente Kiros y Elua. La mujer saiyajin enseguida descendió del deslizador seguida por su hijo. Sin pensárselo dos veces acudió al encuentro de su nuera y su nieta.



-Celebro verte de nuevo.-  Afirmó la saiyajin saludando a Maggie.-

-Yo también, - sonrió ésta para indicarle a la cría.- Anda Gloria, dale un beso a esta señora, es tu abuela.



            Aunque la cría miró a su madre con expresión desconcertada, no se acordaba de esa señora. Para ella su abuela era Glenda, quién había venido con cierta frecuencia a visitarla.



-No hace falta que le pidas que me bese, para ella soy una extraña.- Adivinó rápidamente Elua.- Y es algo natural. Solo me vio siendo muy pequeña.



            Aunque la cría se aproximó tímidamente a esa mujer, ésta agachándose un poco para mirarla a los ojos, le dijo con tono más suave y condescendiente.



-No debes tenerme miedo. Mira, somos iguales.



            Y acto seguido se irguió comenzando a acumular energía hasta hacer temblar el suelo del jardín. Maggie llegó incluso a tambalearse  con visible desasosiego.



-Basta madre, eso aquí no es prudente. Podrías dañar la casa.- Le pidió Kiros.-



            Elua dejó inmediatamente de reunir fuerza y el terreno cesó igualmente de vibrar. Su nuera la miró algo violenta, la saiyajin sin embargo, no prestó mucha atención a la joven madre sino a la pequeña. Ésta ni se había inmutado al percibir el temblor. De hecho, la misma cría sonrió ahora para pedirle.



-Ha sido divertido, hazlo otra vez.



            Eso hizo que una leve sonrisa aflorase en el rostro de Elua. Al parecer su nieta sí que tenía alma de saiyajin después de todo.



-Cariño.- Intervino entonces Maggie.- Deja que la abuela descanse, ha hecho un largo viaje, y dentro de poco tenemos que cenar.



            La guerrera saiyajin movió levemente la cabeza. ¡Ahí estaba el problema! Esa tonta humana coartando a la pobre niña continuamente, con esos modales y rituales absurdos y mentiras bobas. ¡Como si a ella le hiciera falta descansar! Pero había dado su palabra de respetar las costumbres y usos de los humanos cuando llegase a Nature. Así pues no dijo nada y aceptó pasar al interior, atravesando el jardín. Justo en ese instante sus escoltas llegaron seguidos por ese tipo que les había traído.



-¡Hola Maggie, hola enana! - Saludó con tono jovial Tracer cuando se llegó ante ellas.-



            Sin pararse a pensarlo dos veces incluso levantó a la niña en brazos e hizo algunas muecas provocando las risotadas de Gloria.



-¡Tío Tracer!- Se rio.-

-Sí, ¡he vuelto, pillina! - Exclamo él con su teatralidad habitual, añadiendo divertido en tanto le hacía cosquillas a la niña en su barriguita.- Al fin una señorita que aprecia mi sentido de humor.



            La niña se partía de risa en tanto que Rick la dejaba colgar boca abajo, con su largo pelo oscuro hasta el suelo, bien sujeta por los tobillos, eso sí. Kiros se sonrió presenciando esa escena, lo mismo que Maggie. Sin embargo, los dos saiyajin que estaban tras de él se miraron perplejos e incluso escandalizados. ¿Cómo podía ese ridículo humano tomarse semejantes licencias con la hija del embajador?



-¡Mira Gloria! - Se rio Tracer señalando precisamente a aquellos dos. Para preguntarle con tono de complicidad. - ¿Ves a ese par? No hablan nada de nada. Hasta he pensado que eran muditos.



            La cría miró curiosa hacia esos dos individuos que le devolvieron una atónita expresión, tras lo cual se miraron entre sí. La propia Elua se había dado también cuenta. La energía potencial de su nieta no les había pasado desapercibida. Entre tanto y ajeno a eso, Rick le comentó a la niña.



-El tío Tracer te ha traído un regalo.

-¿Qué es?- Quiso saber de inmediato la pequeña.-



            Tras dejarla de pie en el suelo, Rick no se hizo de rogar diciéndole…



-¡Está aquí!- Iba a mirarse en el bolsillo cuando entonces musitó.- Vaya, se debe de haber caído.-



            Miró hacia el deslizador que aun aguardaba y que daba impresión de estar a punto de irse. La puerta estaba todavía abierta pero, como era robótico, por defecto tardaba unos minutos antes de ponerse en movimiento por si los clientes tuvieran que sacar equipaje. Entonces el chico comentó.



-Quizás lo haya dejado dentro, era una cajita…



Ni había terminado la frase cuando más rápido de lo que pudo parpadear, la pequeña Gloria desapareció. Hasta Xefix y Renia se miraron boquiabiertos. Antes incluso de que ellos se percatasen la cría estaba de regreso, con una pequeña cajita negra en la mano y canturreando encantada.



-¿Pero, cómo has hecho eso?- Quiso saber el asombrado Rick.-

-¿Qué hay dentro?- Preguntaba Gloria, ajena al revuelo que había provocado.-



            Elua no dijo nada, se limitó a cruzarse de brazos observando sin perder detalle. Ella sí pudo ver moverse a su nieta, pero fue algo tan rápido que incluso para los entrenados ojos y sentidos de la veterana saiyajin fue muy difícil de percibir. Sus propios discípulos, guerreros de élite como eran, apenas se dieron cuenta de nada. Al fin, el propio Xefix salió de su mutismo para preguntar a su vez de modo discreto a su compañera..



-¿Pudiste ver cómo lo ha hecho?

-¡No, no he podido verla! - Admitió su compañera.- Pero, ¿cómo es posible?

-Será mejor que entren, por favor, se está haciendo tarde y tenemos que cenar. Espero que se queden y sean nuestros invitados.- Intervino Maggie que no se sentía nada cómoda con aquellas exhibiciones involuntarias de su pequeña.-



            Elua asintió y sin pronunciar palabra siguió a su nuera. Esta vez Margaret tomó de la mano a la cría y la dirigió hacia el interior. No sin que antes la niña pudiera abrir la caja y sacase un bonito colgante dorado con un corazoncito rojo a modo de remate.



-¡Qué bonito!- Exclamó la entusiasmada cría.-

-¿Qué se dice, hija?—Sonrió Maggie mirando al piloto.-

-Gracias, tío Tracer.- Añadió enseguida la pequeña.-

-De nada, cariño.- Sonrió el interpelado.-



Y en tanto los demás entraban al fin a su casa, Kiros le preguntó a Rick.



-¿Te quedas a cenar, amigo?

-Me gustaría, muchas gracias, pero le prometí a Sharon que iría a verla lo antes que pudiera. -Repuso para agregar con tono algo apurado.- Por eso el deslizador me está esperando. Iba a decirle a tu hija que no se preocupase, que no se iba a mover de ahí hasta que yo me fuera pero…

-No te preocupes, no pasa nada.- Suspiró el saiyajin, confiándole.- Si mi madre y esos dos que la acompañan, venían a comprobar las habilidades de mi hija, ya han tenido la ocasión de hacerlo. Al menos eso nos ahorrará tiempo.

-Espero no haberos puesto en un aprieto.- Comentó Tracer.-

-No, nada de eso. Gracias por traer a mi madre.- Le contestó amablemente Kiros.- Y disculpa su rudeza. Es así. A veces es seca hasta para los usos de un saiyajin.

-¡Qué va! Ha sido muy considerada.- Pudo replicar el aludido, pensando entre socarrona y hasta con alivio.- Al menos no me ha desintegrado.- Y añadió de forma cordial dirigiéndose a su interlocutor.- Fue un placer. Bueno amigo, os dejo, os deseo que paséis una velada agradable en familia. Despídeme de tu esposa y de tu hija.



            Y tras asentir Kiros se metió en su jardín rumbo a casa para reunirse con su familia e invitados. Por su parte Rick se alejó para abordar el deslizador que le llevaría a ver a su novia. Dejando a un lado a los Derail, al parecer tendría otro asunto importante del que ocuparse a no tardar demasiado.


                               anterior                                                          siguiente                                                     
           


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)