El
viaje fue largo, tanto que la joven estaba muy cansada. No obstante, se sentía
deseosa de ver a su familia. ¡Ojalá que solo fuera ese el propósito de su
visita! Por supuesto, de cara a su hermana y su cuñado, esa era la explicación.
Amén de una inspección rutinaria a algunas cuentas. Sin embargo, tenía sus
instrucciones y sabía de lo vital de su misión. Ella misma podía ir percibiendo
una extraña aura nada más aterrizar en el planeta en tanto atardecía.
-Aquí
hay algo siniestro, y está aumentando. Lo presiento. Por desgracia, los
informes eran ciertos. - Pensaba con creciente inquietud.-
Aunque enseguida apartó esa incómoda
sensación ya que, tras desembarcar y salir por la terminal, no tardó en
escuchar los gritos de su hermana llamándola.
-¡Debbie!
¡Estamos aquí!
De hecho, Giaal sostenía un cartel
luminoso con el nombre de la recién llegada y el pequeño Alex agitaba una de
sus manitas. Deborah sonrió nada más verles. Corrió con rapidez arrastrando su maleta.
-¡Al
fin!- Exclamó abrazando a su hermana.-
-¡Ya
era hora de que te dieras a ver!- La saludó Susan, realmente feliz.-
-En
cuanto pude, pedí que me enviasen a Nature.- Le contó ella, añadiendo.- Por
suerte, este planeta tiene cada vez más movimiento en el sector financiero.
-Aunque
sea por trabajo. Nos alegramos que hayas podido venir.- Intervino Giaal.-
Deborah asintió. Mejor no andarse
con más explicaciones. Sobre todo, conociendo las destrezas telepáticas de su
cuñado. Así que tras separarse del abrazo de su hermana, al instante tomó en
brazos a su sobrino y con un gesto de esfuerzo no tan fingido como podría
parecer, exclamó.
-¡Uf!
Alex, cariño, ¡qué grande estás ya!
-Tita
Debbie.- Repuso el encantado crío dándole un beso y abrazándose a su cuello con
evidente afecto.-
Desde luego si había algo que podía
romper su habitual mutismo y gesto analítico, al margen de su mirada
impenetrable, era eso. Deborah se reía ahora encantada de achuchar a su
sobrino. Teniendo en cuenta a lo que estaba acostumbrada eso era un cambio muy
bienvenido y refrescante.
-Cuando
me avisaste diciendo que venías me puse muy contenta.- Afirmó Susan.-
-Sí,
yo también tenía muchas ganas de veros.- Convino Deborah pasando finalmente al
niño a los brazos del padre mientras le saludaba.- Me alegra volver a verte,
Giaal. Ha pasado mucho tiempo.
-Es
verdad.-Admitió él, afirmando.- Nos hemos visto muy pocas veces desde la
partida de la SSP-2 Y hace varios años de aquello.
-Diez
quizás.- Trató de calcular Debbie.-
Viendo a su sobrino que andaría por
los cinco o seis y teniendo en cuenta que su hermana tardó en ser madre tras la
terraformación de Nature, aquella cifra no era tan descabellada.
-Bueno.-
Intervino Susan.- Vamos a casa. Estarás cansada del viaje.
Agradecida, su hermana menor
asintió, eso era cierto. Amablemente Giaal se ocupó de la maleta, Debbie le dio
la mano a su sobrino que la miraba
embelesado y ella le devolvió la mirada y sonrió con ternura.
-¡No
creo que le haya dado la mano a un chico durante tanto tiempo seguido nunca! -
Bromeó con Susan.- Y menos a uno al que quiera tanto.
La militar se rio al hilo de aquello
y a su vez le comentó, ya con algo de pesar.
-¡Qué
lástima! Si hubieses venido un poco antes habrías coincidido con Kerria.
-¿Kerria?-
Se sorprendió Debbie.- ¿Estuvo aquí?
-Sí,
creo que te dije en el holovídeo que te mandé, cuando me anunciaste tu visita,
que una de mis oficiales fue juzgada por un incidente en una discoteca.- Le
recordó Susan.- Kerria la defendió.
-Es
cierto, algo me dijiste, pero no fuiste muy explícita.- Comentó su hermana.- Ya
me lo contarás con más detalle.
Su interlocutora asintió, queriendo
saber a su vez.
-¿Qué
tal nuestros padres?
-Bien.-
Repuso rápida y secamente Debbie quién, no sin apuro hubo de admitir.- Hace un
tiempo que no les veo. Me muevo mucho, yendo de un sitio para otro.
-Entiendo.-
Suspiró Susan.-
Aunque tampoco era ella la más
indicada para reprocharle a su hermana pequeña que no hubiera mantenido un
mayor contacto con la familia. Deborah al menos vivía en el mismo planeta que
sus padres. De modo que, animosa, afirmó.
-Espero
que se decidan a venir a vernos pronto. Hace poco que estuvieron los padres de
Giaal. Y como aquí viven también Naya, con Alan su marido y su hija Fiora,
tenemos a una buena parte de la familia cerca.
-Sí,
también quisiera verles para darles recuerdos de parte de Lance. Como es mi
jefe, me ha enviado también a que salude a su hermano mayor.- Le explicó su
contertulia.-
-Y
hablando de eso.- Inquirió Susan.- ¿A qué has venido exactamente? Quiero decir,
estamos encantados de tenerte aquí, pero ¿qué tienes que hacer en Nature? Creo
ecordar que me dijiste algo sobre una contabilidad.
-Sí,
eso mismo. Revisar unas cuentas de resultados.- Le comentó Deborah sonando
ahora con tono confidencial.- Algunos de nuestros clientes, tienen sucursales o
filiales aquí. Y están muy interesados en auditarlas para comprobar que todo
esté en orden. Pero no te puedo decir quiénes son, es secreto profesional.
-No
te preocupes, lo comprendo perfectamente.- Convino Susan.-
En eso que llegaron al deslizador.
Giaal se ocupó de conducirlo mientras las dos hermanas se sentaban detrás para
irse poniendo al día. En el centro y en su sillita de seguridad iba el pequeño
Alex. Curiosamente el crío había estado muy callado, sin dejar de observar a su
tía.
-¿Qué
tal en el cole, cariño?- Se interesó tiernamente la recién llegada.-
-Bien.-
Repuso el niño.-
-¿Tienes
muchos amigos?- Sonrió Debbie.-
Alex asintió. Y pasó a preguntarle a
su tía.
-¿Y
tú, tienes muchos amigos?
-¡Oh
sí!, muchos y muy buenos.- Afirmó la interpelada.-
Aunque en tanto Susan hablaba con
Giaal centrando su atención hacia delante del vehículo el niño llamó a su tía
haciendo que ésta se inclinase hacia él. Debbie, creyendo que quería darle un
beso en la mejilla, se ladeó de buena gana. No obstante, para su sorpresa, el
pequeño le susurró al oído.
-Ten
cuidado, la señora mala te querrá morder.
-¿Qué?-
Pudo preguntar la perpleja mujer.-
-¿Pasa
algo?- Inquirió su hermana mirándola ahora con extrañeza.- Te has puesto pálida.
-No,
nada.- Sonrió trémulamente Deborah alegando. Debe ser por el viaje, estoy
cansada, eso será.
-Llegaremos
pronto a casa. ¿Verdad cariño?- Repuso Susan dirigiéndose a su marido.-
-Sí,
ya casi estamos.- Aseguró él.-
Y así fue, en apenas unos minutos
llegaron a la calle en donde estaba la casa de la familia. Una vez aparcaron en
el garaje, Giaal ayudó a su cuñada con el equipaje. Susan se ocupó de meter a
su hijo en casa.
-¿Has
sido amable con la tía Debbie, tesoro?- Quiso saber su madre.-
Alex asintió rápido con su cabecita.
Susan sonrió llevándole de la mano al interior de la casa. Entre tanto Deborah
entraba junto con Giaal.
-Se
os ve muy bien.- Afirmó la recién llegada.- Noto paz y alegría en esta casa.
Todo está en orden.
-¡Eso
es que no has visto la habitación de mi hijo después de jugar! - Se rio el
médico.-
Debbie rio a su vez, aunque no
dejaba de pensar en esas extrañas palabras de su sobrino. Por ello, sin querer
alarmar a su cuñado, le preguntó con tono jovial.
-Veo
que Alex es un niño muy inteligente y despierto.
-Sí
que lo es. A veces nos trae a su madre y
a mí de cabeza. Tiene mucha imaginación.- Afirmó Giaal.- Hasta mis
propios padres se quedan impresionados a veces. Cuando han venido a visitarnos
Alex les cuenta muchas cosas.
Su cuñada asintió, al hilo de
aquello iba a preguntarle algo más tras entrar en la casa, cuando el móvil de
Giaal sonó.
-Disculpa.-
Le pidió éste que respondió de inmediato.- Hola. ¡Ah, Wina! Sí, sí… dime. ¿Qué
la has notado algo extraña? Bien, en cuanto pueda iré a verla. Claro que sí.
No, no te inquietes. Será una visita amistosa. Claro. Mejor queda con ella en
el Clargin y me pasaré. Vale, adiós.
Tras despedir la comunicación miró a
Debbie y le explicó con tono desenfadado.
-Es
la hija de unos amigos, tiene una compañera que está pasando un mal momento
familiar. De hecho, es una de mis pacientes, la atiendo desde pequeña.
-Espero
que todo esté bien.- Comentó su interlocutora.-
Su contertulio asintió, dirigiéndose
al fin al salón para reunirse con su esposa e hijo. Deborah le siguió.
Comenzaba a sentir que las cosas en casa de su hermana no estaban tan calmadas
como parecía en una primera impresión. Podía notar problemas, pero nada que ver
con su campo de actuación. Supuso que lo normal de cualquier pareja con hijos,
unido al estrés por su trabajo. En fin, no le dio mayor importancia, a su pesar
había cosas realmente graves y urgentes que reclamaban su atención.
-¡Ojalá
las cosas que me conciernen fueran siempre de este estilo!- Pensó.-
-Date
una ducha y ponte cómoda.- Le sugirió Susan.- Cenaremos enseguida.
Esa era una recomendación que estuvo
encantada de seguir, no tardó en ir a la habitación de invitados que tenía un
pequeño baño con ducha incorporado. Se desvistió tras sacar el equipaje. Estaba
a punto de entrar a ducharse cuando su hermana pasó a verla.
-¿Qué
tal? ¿Necesitas algunas toallas?- Quiso saber Susan.-
Aunque la anfitriona enseguida se
dio cuenta de algunas cicatrices y marcas de heridas que su hermana lucía en
diversas partes de su atlético cuerpo. Aquello podría ser debido a algún
accidente, pero gracias a su formación militar estaba familiarizada con ese
tipo de lesiones y no le parecía el caso. No parecían haberse curado al mismo
tiempo y le daba la impresión de que
eran debidas a algo de origen más violento.
-¿Qué
te ha pasado?- Pudo preguntar entre atónita y tratando de quitarle importancia
para bromear.- ¿Te has vuelto a pelear
por alguna chica?
-¿Esto?-
Sonrió débilmente Deborah señalándose alguna de sus cicatrices.- ¡No, que va!
He madurado mucho últimamente y tengo poco tiempo para eso ya.
-¿Tú
sin tiempo para otras chicas? ¿Quién lo iba a decir?
-Pues
ya lo ves. Ahora me he aficionado a los deportes de riesgo. Es la mejor manera
de liberar adrenalina tras muchas horas de despacho, eso es todo.
-Ten
cuidado.- Le pidió amablemente su hermana mayor.-
-¡Mira
quién habla! -. Sonrió más ampliamente Debbie para contraatacar con algo de
irónico humor.- La piloto de combate.
Susan encajó deportivamente esa
puya. Su hermana tenía razón. ¿Quién era ella para dar ese tipo de consejos?
Sin embargo, enseguida contestó con un tono más serio y reflexivo.
-Es
cierto, consejos vendo y para mí no tengo. Pero eso era antes. Desde que Alex
nació me he vuelto mucho más prudente. Incluso al ascenderme pasé a estar mucho
más tiempo en los despachos. Eso antes me hubiese horrorizado. Ahora, por el
contrario, lo agradezco. Quiero ver crecer a mi hijo y disfrutar de él junto a
mi esposo.
-Lo
entiendo. Haces muy bien.- Asintió Deborah, con tinte serio a su vez.- Tienes
una maravillosa familia, cuídala y cuídate mucho.
Su hermana asintió tras sonreír y la
dejó a solas para que pudiera ducharse. Deborah entró en el baño y abrió el
agua, a los pocos instantes el vapor de la misma la indujo a ponerse debajo y
disfrutar de unos momentos de relax. Desde luego, en un sentido metafórico no
le había mentido a su hermana. Lo suyo tenía bastante de deporte de riesgo.
-Sí,
muchas veces podría definirse así.- Se sonrió. -
Bajo el agua caliente de la ducha,
su mente vagó a días antes, cuando fue designada para llevar a cabo esta
misión. Como un día más en su rutina fue a encontrarse a su jefe. Él la
esperaba en el parque donde solían verse. Llegó puntual pero el joven ya la
aguardaba.
-Hola
Debbie.- Le dijo él con tono suave.-
-Hola
Lance.- Saludó ella.- Tú dirás, en el mensaje indicaba que era urgente.
-Lo
es. Además, te gustará, tienes la posibilidad de ir a ver a tu familia.- Señaló
el chico.-
-¿Tengo
que ir a Nature?- Se sorprendió ella.-
-Así
es.- Admitió su interlocutor.- Sabemos que un grupo de durmientes ha
establecido allí un refugio.
Eso la alarmó, no deseaba que, bajo
ningún concepto, su familia se viera involucrada en eso y así lo hizo constar.
-Dependerá
en buena parte de ti el protegerles.- Repuso Lance.-
-Sé
que mi hermana y Giaal saben cuidarse solos, pero ahora tienen un niño pequeño.
Mi sobrino.- Le recordó ella con tono inquieto.-
-Creo
que es un niño muy especial.- Le comentó enigmáticamente su contertulio.- Puede
hasta serte de mucha ayuda.
-¿Ayuda?¿Alex?
Pero si solamente tendrá seis años.- Se sorprendió Deborah pasando a preguntar
con más interés si cabía.- ¿Qué sabes tú de él?...
-Solo
que es tu familia y que te vendrá muy bien pasar un tiempo en su compañía.-
Remachó su contertulio con rotundidad.-
Eso sí era verdad. Deborah estaba
acostumbrada a lidiar con la peor
escoria, y no solo en cuanto a personas se refería. Además, con sus propios
compañeros era ácida y muy sarcástica en ocasiones. Lo malo es que, siendo
joven y atractiva, tenía que poner una barrera permanente con mucho tipo
entusiasta que creía poder conquistarla con su físico, encanto o valentía. La
chica movía la cabeza con resignación. Incluso se daba perfecta cuenta del
interés que su compañero Kyle tenía en ella. Desde que se conocieron en aquel
club, donde vio nuevamente a Kerria, tras esa aventura tan peligrosa, ese chico
le andaba detrás.
-Mira
que le he dicho por activa y por pasiva que soy lesbiana.- Suspiraba recordando
aquello.- Que los tíos no me atraen, ni me gustan, ni me interesan para nada en
sentido ni romántico ni mucho menos todavía, sexual.
Por otro lado tampoco ella había
tenido demasiada suerte, un par de relaciones esporádicas con mujeres, algún
rollo apasionado. Pero nada más. A decir verdad ya le contó hacía tiempo a su
propia hermana como se sintió atraída por Seren. Sucedió cuando la princesa
saiyajin colaboró con su grupo durante un breve periodo de tiempo. Por
desgracia, esa era del todo hetero. Fuera de su alcance. Y en cuanto a Nehie..
pues…más de lo mismo, otra que estaba totalmente coladita por aquel aristócrata
saiyajin. El tipo que acompañaba precisamente a la princesa de los guerreros
del espacio. Y que luego finalmente se casó con la reina de la Luna Nueva. Pero
aquello tampoco le preocupaba mucho en realidad. Nunca se vio a sí misma
echando raíces, viviendo de modo sosegado, casándose o teniendo hijos. No
obstante, se alegró mucho cuando supo que Kerria lo hizo. Ahora, su novia de la
adolescencia tenía una esposa maravillosa y un pequeño realmente encantador. Al
menos según le habían dicho. Y su propia hermana lo mismo. Por ello estaba
incluso asustada ante la perspectiva de poder atraer el peligro a la familia de
Susan.
-Jamás
me lo perdonaría si a mi hermana, cuñado o, sobre todo a mi sobrino, les
sucediese algo por causa mía.- Le confesó a su contertulio con patente
inquietud.-
-No
tiene porqué ser así, al contrario.- La tranquilizó éste.- Si actúas como sabes
hacerlo. Y con rapidez. El tiempo corre deprisa y en nuestra contra.- Le
previno Lance.-
-¿No
contaré con ninguna ayuda?- Quiso saber la joven.-
-No
en este caso, los demás tienen otros asuntos que atender. Al menos por ahora. -
Señaló su jefe.- Pero por ahora, y si eres rápida y certera, contando con el
factor sorpresa, te bastarás tú sola.- Le aseguró aunque matizando enseguida.-
De no ser así, avísame y ya veremos que se puede hacer.
De modo que ahora, en la ducha, tras
cortar el agua salía de esos pensamientos. Lo primero que tenía que hacer era
establecer una búsqueda. Recorrer esa ciudad. Y al menos tenía una excusa
perfecta con su tapadera de auditora. Aunque eso supusiera vestirse a lo fino.
Blazer, blusa, zapatos de tacón y pantalones de rayas. Suspiró.
-No
estoy hecha para eso.- Se dijo casi sin saber si divertida u horrorizada..-
Casi me da más miedo vestir tan formal que enfrentarme con algunas de esas
cosas. ¡Y pensar que de adolescente fui gótica!
Salió del baño envuelta en una
toalla, se secó y se puso su pijama. Al menos eso era cómodo. Y lejos de
traerse alguno de los que tenía de gusto bastante gótico todavía, eligió uno
muy moderado, de color azul celeste con dibujos de patitos. Esperaba no asustar
a su sobrino con eso. Aunque aquel crío, tal y como le dijo Lance, parecía ser
muy especial.
-Para
empezar, lo que me ha dicho. Puede que sea capaz de leer la mente como sus
abuelos, su padre y su tía Naya.- Conjeturó, advirtiendose a sí misma.- Tendré
que ir con mucho cuidado con lo que pienso cuando esté a su lado.
Aun reflexionando sobre eso se
reunió con el resto de la familia, niño incluido, y cenaron. Al rato, Susan
dictaminó que era hora de que su hijo se acostase.
-Vamos
a la cama, cariño. -Le pidió con tono cariñoso pero firme.-
-Con
la tita Debbie.- Pidió el crío.-
Los adultos se miraron con estupor,
aunque la reclamada asintió de inmediato. Quería pasar el máximo tiempo posible
con su sobrino.
-Bueno,
yo te llevaré.- Dijo divertida, agachándose para que el niño se subiera a sus
hombros cosa que hizo encantado.- ¡Vamos Alex! Ya sale el cohete rumbo a tu
habitación. - Le arengó cariñosamente.-
El niño se sujetó a su cuello
cruzando los bracitos. Deborah miró a su hermana que, sonriente, la observaba
cruzada de brazos sin moverse de allí. Lo mismo que Giaal que seguía sentado a
la mesa.
-¿No
venís? -Les preguntó sorprendida.-
-Creo
que será bueno para ti y Alex que tengáis un ratito los dos juntos. – Aseveró
Susan.-
-Estoy
de acuerdo.- Convino Giaal, permitiéndose agregar con humor.- Vamos a disfrutar
del privilegio de tener niñera gratis.
Deborah sonrió, era un plan que le
encantaba. De modo que se dirigió a la habitación del crío llevándose a
caballito y le descargó con sumo cuidado sobre su camita.
-Muy
bien, cariño.- Sonrió animosamente la joven, sin tener mucha idea de qué hacer
en realidad y así lo manifestó.- ¿Qué hace mamá? ¿Te lee algún cuento?
Esperaba que sí, porque como tuviera
que contarle al pobre crío alguna de sus aventuras le traumatizaría de por
vida. Incluso con las más suaves. Por suerte recibió otra respuesta. Aunque una
bastante sorprendente.
-No.-
Negó el niño moviendo su cabecita para afirmar.- Cuando me duermo, un angelito
viene y me los lee.
-¿Ah
sí?- Se sonrió Debbie.-
-Sí.-
Le contó Alex añadiendo para asombro de su tía.- Tiene muchas historias en un
libro muy grande, algunas son bonitas, pero otras me dan mucho miedo.
-¿Historias?¿Qué
tipo de historias, cielo?- Quiso saber Deborah entre atónita e intrigada.-
-Esa
mujer de dientes largos, ten cuidado o te morderá.- Replicó el crío que daba la
impresión de estar asustado, más cuando agregó.- Igual que esa otra, esa señora
de pelo negro largo, que te mordió hace mucho. A ti y a esa chica rubia tan
alta. El angelito lo sabe porque se la llevó con él.
La cara de Debbie palideció
visiblemente. Como si realmente alguien la hubiera mordido chupándole la
sangre. ¿Acaso su sobrino se estaba refiriendo a Sarah, la reina de los
vampiros? ¿A esa no muerta que derrotaron con tanto esfuerzo entre ella, Kyle y
las propias justicieras? Porque ella conocía perfectamente las identidades de
todas. Empezando por su ex novia Kerria quien era una de ellas. La mismísima
Dama del Hielo. Y aquella rubia alta a la que mordieron, si no recordaba mal,
era Amatista Lassart, la Dama del Viento, que estaba casada con el hermano de
Ky.
-¿Quién...quién
te ha contado eso?- Pudo balbucear sin salir de su asombro, tomando de las
manos al pequeño y mirándole pasmada.-
-Ese
angelito me lo leyó.- Repitió Alex.- Lo tenía en su libro. Ese libro tiene lo
que pasa en todos los días, eso me dijo él.
Aquello era de locos, pero ni tan
siquiera Susan podía saber nada de aquello. ¡Nunca se lo contó! Ahora, las
enigmáticas palabras de Lance comenzaban a cobrar significado. Su sobrino desde
luego que era muy especial. ¿Y de qué libro estaría hablando?.Le recordó a ese
grueso tomo que a veces su jefe ojeaba y al que nunca permitía que ninguno
echara un vistazo. En fin, mejor olvidarse de eso por ahora. Bastantes cosas en
que pensar tenía ya. Eso sí, le propuso afablemente al pequeño.
-Mira
cariño, haremos una cosa, tú me cuentas todas las historias que te lea ese
angelito. ¿De acuerdo? A mí también me gustaría mucho conocerlas.
-Vale.-
Convino el crío asintiendo.-
Al poco Alex bostezó, estaba cansado
de aquel intenso día. Su tía, percatándose de ello, le dio un cálido beso en la
mejilla y le arropó.
-Que
descanses tesoro, hasta mañana.- Le susurró indicando al computador de la casa
que apagase la luz.-
Salió de la habitación, casi en
shock todavía por lo que ese crío le había contado, pero se apresuró a no
evidenciarlo cuando volvió al salón y su hermana le sonrió queriendo saber.
-¿Qué
tal?
-Te
confieso que los niños son un reto muy complicado para mí.- Afirmó Deborah con
genuino apuro.-
-Pues
creo que lo haces muy bien, Alex te adora.- Intervino Giaal.-
-Es
un niño realmente encantador.- Declaró su cuñada con total sinceridad.- Yo también le quiero mucho.
Durante unos instantes nadie dijo
nada más, después Susan sacó otro tema, comentando que debería ir a su base al
día siguiente. Y es que durante la cena había recibido un mensaje en su
teléfono que leyó justo cuando su hermana se acababa de llevar a Alex a la
cama. Aprovechando que estaban a solas, hablaron de ello.
-¿Tendrás
que irte enseguida?- Le preguntó su esposo.-
-No,
mañana a la tarde.- Suspiró Susan.- Me ha convocado la capitán Simmons. Creo
que por algo urgente.
Su marido asintió, ¡qué remedio! Era
lo malo de tener como mujer a una oficial militar. En cualquier momento podía
presentarse algo. No dijo nada más sobre ese asunto pero sí comentó, cambiando
el tema de la conversación.
-Mañana
trataré de ver a Nelly. Espero que esté mejor. Ya le advertí a su padre y a esa
mujer con la que vive ahora.
-Ten
cuidado. Hasta ahora ese hombre no le ha hecho nada a su hija. Nada que
legalmente puedas denunciar.- Le previno Susan quien ya estaba escarmentada de
asuntos legales tras el juicio a Sabra.-
Giaal asintió dándose por enterado,
iría con cuidado, eso desde luego. Y le recordó a Susan.
-Ha
sido Wina quien me llamó. No te preocupes, nos veremos los tres en el Clargin.
Charlaremos tranquilamente y veremos cómo está Nelly.
Eso comentaban cuando vieron a Debbie
entrar en el salón. Luego de ser alabada por sus anfitriones por lo bien que se
llevaba con Alex, la huésped sonrió y no tardó mucho en decir.
-Fue
fácil, se ha dormido enseguida. El pobre estaba agotado. ¡Es tan mono!
-Vaya,
¡mi hermanita tiene instinto maternal!- Se rio Susan.-
-No
creo.- Suspiró la aludida.- Pero espero tenerlo familiar por lo menos. Bueno.
También estoy muy cansada. Si me disculpáis me iré a la cama.
-Claro.
Nosotros tardaremos poco en hacerlo.- Convino Giaal.-
Deborah ni se molestó en hacer esa
manida broma de ¿iréis a la cama para dormir? Sinceramente no veía eso
apropiado. Asintió y se despidió retirándose a su habitación. Estaba cansada,
era verdad, pero antes de dormir repasaría un poco su misión de cara al día
siguiente. Por su parte, en efecto, Susan y Giaal se acostaron al poco rato.
Cansados como estaban se durmieron pronto a su vez. Todos tendrían cosas
importantes de las que ocuparse. Y precisamente al día siguiente, aprovechando
que era sábado, y en la casa de los Kensington, las hermanas se preparaban para
salir. Tras una mañana y tarde un poco movidas y algunos preparativos, dieron
un paseo hacia un lugar al que Steph tenía muchas ganas de ir. Iban ataviadas
con vestidos de una pieza, rematados en faldas floreadas hasta las rodillas y
zapatillas bajas. Haría buen tiempo y decidieron ir ligeras. Una vez se
despidieron de sus padres caminaron despacio.
-Estoy
muy nerviosa. - Sonreía trémulamente Stephanie.-
-Tranquila,
ya verás como todo va a ir muy bien.- Le garantizó su hermana mayor.-
Y es que la más joven de los
Kensington iba a acudir a un casting para aspirantes a modelos en la sucursal
de Casa Deveraux. Tras pensarlo mucho y vencer sus miedos e inseguridades se
decidió a ello. Por suerte tenía a su hermana Dap a su lado. Ésta siempre le
demostró su apoyo y confianza. Incluso la ayudó a vencer la reticencia de sus
padres esa misma mañana.
-Ser
modelo es una profesión muy respetable. Y además, las hacen estudiar bastante.-
Les explicó Daphne a sus progenitores, alegando.- La misma señora Deveraux
tiene una hija que es científica.
-Sí,
pero no modelo.- Remarcó suspicazmente su padre, sentenciando con agudeza.- Y
eso por algo será. No ha querido que su propia hija siguiera sus pasos.
La pobre Stephanie miraba a sus
padres con algo de rubor. Dirigiéndole la vista también a su hermana que
ejercía como abogada de su causa. Y es que la jovencita tenía carácter, pero
respetaba mucho a sus progenitores. No se atrevía a levantarles la voz. Ni tan
siquiera para defender ese sueño. Y por si eso fuera poco, ante sus severas
miradas se ponía nerviosa sin saber bien qué argüir. Por eso, fue Daphne quien,
más tranquila y centrada en ese momento que ella, repuso.
-Eso
no fue así, papá. Por lo que yo sé, Amatista Lassart prefirió ser cantante y
luego estudió ciencias. Pero su madre sí que tenía las puertas de su agencia
abiertas para ella.
-Sencillamente
no le gustaba ser modelo. Es verdad. -Se decidió al fin Steph a intervenir.-
Por ejemplo, Sonia Calderón es modelo y actriz. Y me contó cuando la vi una vez
en la tienda Deveraux, que les hacían estudiar y trabajar mucho.
-Esa
mujer hablaba al menos cuatro idiomas, ¡cuatro!- Subrayó Daphne añadiendo casi
divertida.- Y los estudió en su mayoría cuando ya pertenecía a la agencia
Deveraux. Porque tenía que viajar mucho.
-En
serio.- Terció la madre de ambas.- ¿Tú sabes en dónde te quieres meter,
Stephanie? ¿Y tú Daphne?. Que tu hermana que, solo tiene catorce años, tenga
esos pájaros en la cabeza es comprensible ¡Pero tú!. Tú le sacas casi once
años, por el amor de Dios. ¿Cómo puedes alentarla en esas fantasías?
Hubo un incómodo silencio, Stephanie
observaba con tristeza y resignación a sus padres y Daphne la miraba a ella
solidariamente hasta que, al fin, la maestra replicó.
-Mamá,
puede que para vosotros sean fantasías, pero para Steph es lo que más ilusión
le hace en su vida. Desde pequeña quiere ser modelo. Admira mucho a mujeres
como Sonia Calderón o a Mirna Lidle, que son supermodelos y además de, muy
buenas en su trabajo, ayudan en obras benéficas y otras muchas cosas. Pero lo
más importante es que en su corazón es lo que más desea hacer. Dadle al menos
la oportunidad de que lo intente. Iré con ella, me aseguraré de que todo esté
bien.- Les pidió casi con tono de súplica.- ¡Por favor!. Se merece una
oportunidad.
Sus padres se miraron atónitos. Casi
daba la impresión de que Daphne estuviera pidiendo eso para ella misma. Al fin,
su padre suspiró, concediendo.
-Muy
bien. Pero no le quites ojo de encima a tu hermana. -Le pidió como inexcusable
condición.-
-Claro,
iré con ella y me quedaré durante la prueba. - Le prometió Daphne.-
-Además,
ahora que Martin ha ido a la Tierra a ver a su familia de allí, mi hermanita se
aburre.- Se sonrió pícaramente Steph.-
-¡Oye!-
Exclamó la aludida dándole un capón para amenazar de forma fingida.- ¿A que no
te acompaño, so lista?
Todos se rieron de aquello.
Efectivamente, el prometido de la mayor de las hermanas había viajado con sus
padres a la Tierra para pasar un tiempo con su familia que todavía vivía allí.
Martin pidió permiso de un mes y, en su ausencia, otro maestro había tomado a
su cargo sus clases. Por supuesto que Steph enseguida bromeó con su hermana
aconsejándola con humor que fuera buena, que no tratase de ligar con él. Aunque
ese hombre tendría unos cincuenta años y estaba casado. Desde luego nada del
gusto de Daphne, eso seguro. Y aunque se hubiera tratado de un galán como Ben
Crew nada hubiera sucedido entre ellos. Eso pensaba la maestra suspirando, por
desgracia su secreto tenía todo que ver con eso. ¡Si Steph supiera! Por suerte
su hermanita no lo podía ni imaginar. Tras todo lo sucedido la propia Daphne se
había esforzado en mostrarse más cariñosa y solícita que nunca con su
prometido. Ahora, caminando las dos por la avenida de la SSP-2 en dirección a
la casa Deveraux, la más joven le decía encantada a su acompañante.
-Muchas
gracias, Dap. Tú siempre me has comprendido.
La aludida esbozó una media sonrisa
no exenta de amargura. ¡Ojalá ella hubiera tenido a alguien así! Al ser la mayor y llevarse
tantos años con sus hermanos, de hecho, casi había sido como una segunda madre
para ellos. Sobre todo con la pequeña Steph. Podría decirse que su vocación de
maestra comenzó con Byron y con Stephanie, leyéndoles cuentos, ayudándoles a
que aprendieran cosas. En ocasiones les quería más como a unos hijos que como a
sus hermanos. Por eso le dolió tanto que, poco a poco, la educación que el
entorno le había destilado, convirtieran a esa encantadora niña en una homófoba
tan intolerante. Ese fue el primer freno para Daphne a fin de no confesar sus
verdaderas inclinaciones. Después, tras lo sucedido, pensaba que tenía que dar
gracias por ello. Ahora, por el capricho del destino, estaba prometida con un
chico. En realidad a punto de casarse ya, dado que la boda se celebraría un par
de meses después de la vuelta de Martin, y aparentemente muy feliz, al menos de
cara a su familia y amigos. Y sobre todo tratando de convencerse a sí misma de
ello. En eso meditaba cuando su hermana pequeña declaró.
-Y
nuestro hermanito también se ha ido de viaje de estudios a Bios.- Suspiró la
aspirante a modelo agregando.- Le echo de menos.
-Sí,
yo también. Espero que By tenga una buena experiencia.- Deseó su
interlocutora.-
Ahora la casa estaba un poco más
vacía y fue Steph quien suspirando, le recordó a su hermana mayor.
-Y
pronto Martin y tú os casaréis y también te iras. Me quedaré sola.
-Byron
regresará pronto de su intercambio. También le verás en mi boda.- La animó
Daphne acariciándole una mejilla.- Y yo nunca te dejaré sola. Aunque viva en
otro sitio recuerda que nos veremos todos los días en el colegio.
Steph asintió, más animada por eso.
Fue su hermana ahora quien quiso saber con curiosidad.
-¿Qué
tal con ese chico?.. ese que me dijiste que era tan guapo.- Sonrió de forma
cómplice.-
Su hermanita volvió a ruborizarse
para declarar algo cohibida.
-Bien,
creo que también se ha fijado en mí.- Sonrió afirmando con entusiasmo.- Y
cuando sea modelo seguro que eso le va a encantar.
Aunque Daphne mostró un gesto más
severo ahora para preguntar.
-No
estarás queriendo hacer todo esto únicamente por esa razón. ¿Verdad Steph?
-No,
¡claro que no! - Se defendió ésta.- Sabes que me ha interesado desde siempre.
Lo que pasa es que, además, cualquier chico estaría loco por que su novia fuera
una modelo cotizada.- Mira Sonia y Ben.- Ejemplificó de inmediato llevada por
la admiración.- ¡Son la pareja perfecta!
-Bueno,
él también es un actor famoso y muy guapo.- Admitió su interlocutora.- Pero lo
más importante es que tú sigas a tu corazón para cumplir tus sueños, no los de
los demás.
Aunque tras decir esto guardó un
culpable silencio. ¡Era fácil decirlo pero no hacerlo! Si su hermana supiera.
Por fortuna Stephanie no pareció percatarse de aquel cambio en el semblante de
su interlocutora, iba absorta en sus propios pensamientos, deseos de llegar y
miedo al mismo tiempo, expectativas sobre qué tendría que hacer, qué le dirían…
Así, abordaron un deslizador y tras unas pocas paradas, estando ambas calladas,
se bajaron. A pocos metros estaba la sede de Modas Deveraux.
-Casi
me da miedo hasta entrar. – Le confesó Stephanie a su hermana tras detenerse.-
-Tranquila.
No pasa nada.- La tranquilizó ésta sonriendo de modo maternal.- Todo va a ir
bien.
Al fin las dos avanzaron hasta la
puerta. Allí entraron y fueron atendidas por una recepcionista que justo había
acabado de hablar con una mujer morena de pelo largo recogido en una coleta y
vestida al modo de una ejecutiva..
-Buenos
días.- Sonrió la joven que andaría por los veinte años y era de pelo castaño
corto.- ¿Qué deseaban?…
-Buenos
días, veníamos para una prueba de aspirantes a modelos.- Repuso educadamente
Daphne.- Bueno, es mi hermana la que obviamente se presenta.
-No
diga usted eso.- Sonrió esa mujer morena que había estado escuchando la
conversación, para sentenciar.- Las dos son realmente muy guapas.
-Gracias,
pero yo no tengo ya la edad para empezar con castings juveniles.- Se sonrió
Daphne.-
Estudió a esa mujer, era bastante
atractiva y sus ojos azules la miraban de aquella manera en la que sólo una
chica mira a otra cuando…pero en fin, no era eso lo que más le llamó la
atención sino que juraría haberla visto antes, en alguna parte.
-No
sabría decir quien es la mayor, de hecho ustedes se parecen bastante.- Sonrió
aquella mujer.-
-¿Lo
ves, Dap?- Comentó una divertida Steph, alegando.- Podrías presentarte conmigo.
-No
digas bobadas.- Pudo responder por lo bajo su azorada hermana mayor.-
La recepcionista interrumpió la
conversación entonces y les indicó la sala a la que debían ir a esperar.
-Vayan
por ese pasillo.- Señaló un largo corredor que estaba al fondo a la derecha.- Y
giren a la izquierda , es la primera puerta.
En ese momento, una voz conocida las
saludó. Al volverse descubrieron a Maggie, llevaba de la mano a un niño de
corta edad.
-Hola
chicas! ¿Cómo vosotras por aquí?
-¡Señora
Derail!- Repuso la sorprendida Stephanie.-¿Qué hace usted aquí?
-Es
una larga historia, acompañaba a esta señorita.- Les comentó refiriéndose
precisamente a esa mujer morena, fue la propia Maggie quién las presentó.- Es
Deborah Hunter, hermana de la mayor Hunter.
-Encantada
de conocerlas.- Declaró la interpelada ofreciéndoles la mano a las dos chicas
que se la estrecharon enseguida.-
Las miradas de Debbie y Daphne se
cruzaron inquisitivas la una con la de la otra, en tanto escuchaban a Maggie
añadir.
-Ellas
son Daphne y Stephanie Kensington.
-¿También
es usted modelo?- Inquirió Steph dirigiéndose a esa individua.-
-No,
¡qué va! No soy lo bastante alta y tampoco es algo que me interese. Vengo a
revisar las finanzas de la sede. Y como hoy era día festivo en el colegio y mi
hermana y mi cuñado tuvieron que irse, me pidieron que llevase a su hijo con la
señora Derail.- Les contó divertida.-
-Así
es, hemos pasado el día jugando en el parque y comiendo helado. ¿Verdad?- Le
preguntó cariñosamente Margaret al pequeño para rematar.- Ahora ya , después de
acompañar a la tía Debbie, nos iremos a casa. A ver a tus papás.
El aludido crío las miraba con los
ojos muy abiertos, Steph enseguida se agachó un poco para acariciarle el pelo y
sonrió afirmando.
-¿Eres
muy guapo, ¿Cómo te llamas?
-Alex.-
Musitó el niño.-
Al poco, la recepcionista avisó a
Debbie.
-Señorita
Hunter, la señorita Walsh la recibirá ahora.
-Muy
bien, ha sido un placer conoceros.- Declaró sonriente la aludida.-
Y sin más se perdió por ese mismo
pasillo pero tomando otra dirección. Daphne se la quedó mirando, de hecho
también le recordaba a alguien que había sido muy especial para ella. No solamente
por su color de pelo y ojos, sino también por su enérgica forma de moverse.
-Bueno,
pues este señorito y yo nos vamos a casa.- Sonrió Maggie suspirando casi más
para sí.- Espero que Elua haya terminado esa “ conversación” con mi hija.
Y es que Maggie tuvo que ceder ante
la petición de su suegra e incluso la de su esposo para que la saiyajin pudiera
hablar con su nieta a solas. La idea no le gustaba en absoluto, pero tampoco
vio muy cortés el negarse. Además, confiaba en Kiros, él no dejaría que su madre
le hiciera daño a la niña.
-Bueno,
tampoco creo que la madre de mi marido tenga malas intenciones con Gloria,
pero, es que los saiyajin son muy brutos.
Estaba
pensando en eso cuando una sarcástica voz de mujer se dirigió a Daphne. Era una
individua de pelo moreno y corto, acompañada por otra de larga cabellera
asimismo oscura. Las dos vestían elegantemente, con conjuntos de colores blanco
y rojo respectivamente y zapatos de tacón a juego. La propia Daphne se quedó
helada cuando la vio.
-¡Menuda
una sorpresa! ¿Cómo tú por aquí?- Le inquirió con tono aparentemente meloso,
esa mujer morena de pelo corto, que no era otra sino Sabra.-
Daphne no fue capaz de articular
palabra, la israelí se había hecho un cambio de look radical. No supo que
replicar, aunque fue su hermana quién sí lo hizo enfrentándose decididamente a
esa individua.
-¿Qué
quieres? Sabes que no debes molestar a mi hermana, ¡déjala en paz!
-Perdona
niña.- Se sonrió la israelí para recordarle.- Mi sentencia de alejamiento solo
incluye a ese noviete de tu hermanita. Ni a ella, ni a ti. Aunque legalmente
tengo que preguntaros si está por aquí cerca. En cuyo caso me marcharé.- Añadió
con más cautela.-
Ganas le dieron a Stephanie de decir
que sí, pero su hermana desgraciadamente se adelantó con la verdad, como solía.
-Martin
no está en la ciudad.
-Es
bueno saberlo. No me interpretes mal. No me gustaría irme de aquí, mi chica y
yo estábamos de compras.
Lo cierto es que las dos iban
acompañadas por un droido cargado con bolsas y paquetes que había entrado en la
sede de modas Deveraux tras ellas. Aunque eso no le importó mucho a Stephanie
cuando agregó con tono de nula cortesía.
-Pues
seguid con vuestras compras y dejadnos en paz.
-Vaya.
¿Quién es esta niña tan encantadora?- Se sonrió la otra mujer, presentándose
enseguida.- Me llamo Marla. ¿Te quieres unir a nosotras, guapa?. Solo para
comprar, claro. Luego, ya veremos…
Daphne sintió un escalofrío
recorrerle la espina dorsal al escuchar ese tono entre meloso y malévolo de
aquella mujer y ver la expresión divertida de Sabra. ¿A qué estaban jugando al
hablarle así a su hermana? ¿Es que no veían que era una niña? Ganas le dieron
de recriminarles esas formas. Empero, no tenía el menor deseo de provocar una
discusión con ninguna de ellas. De modo que tiró de su hermana.
-Vamos,
será mejor que pasemos a la sala de espera, Steph.
Pero la chica no estaba por la
labor, al menos no sin antes remachar con desprecio e indignación.
-¡Yo
con dos bolleras no iría ni a la esquina! Ahórrate la molestia de insinuarte.
Marla abrió la boca con fingido
gesto de horror, aunque enseguida se rió. Afirmando.
-¡Vaya!,
tienes mucho carácter, nena. Esas son las que más me gustan.
-Pues
te deseo suerte por ahí, porque conmigo ya puedes esperar sentada.- Replicó
decididamente la jovencita.-
Ahora fue Sabra quien terció con un
tinte a medio camino entre el elogio a
esa niña y el reproche a su hermana mayor, a la que se dirigió en particular
con su mirada mientras le hablaba a esa cría.
-Tengo
que reconocer que al menos tú, Stephanie, tienes el valor que a tu hermana le
falta. Dices lo que piensas y lo que sientes a la cara. Y créeme, te respeto
por eso. Eres como eres y lo anuncias sin miedo.
-Mi
hermana ya te dijo claramente lo que pensaba de ti durante el juicio ¿No te
acuerdas?.- Contestó Steph, añadiendo entre reprobatoria y despectivamente.-
Una loca que va atacando a buenas personas no se merece ninguna consideración.
-Por
favor, Steph.- Le pidió Daphne con voz temblorosa, casi a punto de llorar.-
¡Vámonos!
-¡Oh
sí!, Steph. ¡Vete! - Intervino una divertida Marla, aseverando.- Vete antes de
que te hagamos escuchar algo que no te guste…sobre tu linda hermanita la
impostora.
Aunque para sorpresa de las dos
individuas, otra voz de mujer cortó aquella perorata.
-Ya
basta Marla, es suficiente. ¿Es que nunca te cansas de hacer daño, ni de
meterte en las vidas de los demás?
Todas se giraron en esa dirección.
Era Maggie quién, todavía llevando de la mano al perplejo Alex, había querido
poner en su lugar a esa mujer. Para su sorpresa la aludida se rio incluso con
intensidad, manifestando con regocijo y malsano sarcasmo.
-Esto
es delicioso. ¡Ya podemos formar un club, el club de las ex! ¿No te parece,
Sabra? ¡Fíjate, te presento a mi ex…- declaró aludiendo a una incómoda
Margaret.- Y tú me presentas a la tuya.- Se burló señalando a la avergonzada
Daphne.-
-¡Estás
enferma! – Escupió Maggie.-
-Anda,
creía que tenías una niña. ¿También tienes un hijo? Desde luego ¡qué prolíficos
son los saiyajin.- Comentó con sorna su interlocutora al ver a ese crío, para
añadir con impostada melosidad.- ¿Y qué tal está tu niñita? ¿Gloria se llamaba,
verdad?. Tengo muchas ganas de verla otra vez. Me la tendrías que dejar una
tarde para que nos conociéramos mucho mejor. ¡La de cosas que podría enseñarle!
Maggie casi se lanza a su cuello, a
duras penas se percató de que tenía junto a ella a Alex y siseó conteniéndose a
duras penas.
-¡Como
vuelvas a nombrar a mi hija te aseguro que te arrepentirás!
Marla se encogió de hombros para
darle la mano a su pareja y comentar aparentemente ignorando a las otras
mujeres.
-Ya
lo ves, Sabra querida. ¿Qué es lo que recibo tras todo el amor que le
entregue?. Odio y desdén. Pero tú ya me comprendes, ¿verdad? Has pasado por lo
mismo. Traición e ingratitud.
-Sí,
desde luego.- Convino ésta con tono impávido.-
Y sin recatarse ambas se fundieron
en un pasional beso en la boca. Hasta que Stephanie exclamó.
-¡Qué
vergüenza, qué asco! Es verdad. Estáis enfermas.
-¡Mira
que bien que, tanto Maggie como tu hermanita, se curaron! - Se rio Marla,
observando ahora a la descompuesta Daphne para remachar.- ¿O no? He visto como
mirabas a esa mujer cuando os han presentado.
Sí, a la auditoria esa. ¡Menudo bombón!, ¿eh? Y aprovechando que tu
novio no está, tienes el campo libre…
-¡Cállate!-
Chilló Daphne tapándose los oídos con ambas manos como si el escuchar aquello
le fuera insoportable.-
Pero su hermana fue más allá, se
adelantó y sin pensar le propinó a esa zorra una contundente bofetada que
incluso la hizo tambalear. Sabra por su parte avanzó por inercia, dispuesta a
darle una lección a esa mocosa, pero Marla la sujetó de un brazo y, sonriendo,
se tapó la mejilla enrojecida con su otra mano para afirmar con regocijo.
-Déjala,
me gusta, ¡Me gusta mucho! Ésta niña sí que será una mujer de verdad. No como
otras que se quedan dentro del armario. O que al menor problema corren a
refugiarse en él.
-¿Refugiarse?-
Espetó la israelí mirando acusatoriamente a su devastada exnovia y espetando
con un tono lleno de dureza y de rencor pero asimismo de tristeza.- Lo que
hacen es meterse dentro y atrancar las puertas. Para que no se abran y las
vean, y para que nadie las pueda sacar de ahí, de su zona de confort. Vendiendo
a quien las quiere solo por mantenerse seguras y tranquilas. Para no arruinar
su imagen de princesitas ideales a los ojos de la sociedad.
Daphne no pudo escuchar más,
descompuesta corrió a toda prisa hacia fuera del local. Stephanie se apresuró a
ir tras ella y fue Maggie quien se encaró con esas dos antes de salir.
-Debería
daros vergüenza. A ti, no te conozco.- Dijo con severidad señalando a Sabra
para matizar con cierta consideración.- Seguramente estés dolida por perderla y
eso lo puedo comprender. Pero tú. - Añadió centrándose ahora en Marla,
espetando con verdadera indignación.- Tú eres el diablo.
-¡Oh!
¿de veras? Mirad quién habló, la fervorosa cristiana.- Se rio esa mujer
añadiendo no sin sorna.- Pero cuando retozábamos en la cama, no te importaba
condenarte. ¿Te acuerdas, verdad? Seguro que sí
Maggie no tuvo argumentos para
replicar a eso. A su pesar aquello fue cierto. Sabra comenzaba a sentirse
incómoda. No en vano había un niño junto a esa mujer. Aunque lo que más impactó
a la israelí fue que ese crío, saliendo de su atónito mutismo, miro a Marla y
la acusó sentenciando con su vocecilla trémula.
-Eres
mala.
-No
lo sabes tú bien, enano.- Se sonrió ésta sin parecer afectada, remachando con
perfidia en tanto se inclinaba un poco para mirarle fíjamente.- No quieras
comprobarlo. Te aseguro que puedo ser muy pero que muy mala, incluso con un
machito pequeñito como tú.
El pequeño Alex pareció asustarse al
escuchar aquello y se escondió tras Maggie quien le reprochó tratando de
controlar su indignación.
-¡Eres
un monstruo, no respetas ni a los niños!
Marla se sonrió con regocijo.
Empero, hasta Sabra miró atónita puesto que esa última frase de su pareja había
sonado cargada de algo que parecía una amenaza.
-Déjale,
es solo un niño, ¡por Dios! Anda, vámonos.- Le pidió la israelí sintiéndose
avergonzada ahora. Era como si al reparar en ese crío algo en su conciencia se
removiera.- Esto no es adecuado.
-Sí,
en eso llevas razón. Bueno Maggie, que pases un buen día, con ese niño tan
mono. Sobre todo, cuídale bien. ¿No querrías que nada malo le sucediera,
verdad? - Rio siniestramente Marla.-
Sin dar tiempo a la indignada
Margaret a replicar a eso las dos salieron de allí caminando sin prisa pero sin
pausa. Antes de alejarse demasiado se detuvieron. Dos de esas modelos con
oscuras gafas de sol entraban, iban bastante tapadas, eso sorprendió a Sabra
puesto que no hacía frío. No le dio más importancia dado que su pareja las
saludó.
-Hola
chicas.- Susurró con voz melosa.- ¡Qué pena! Si hubieseis llegado antes habríais
visto un buen espectáculo.
Una de ellas, de pelo moreno no
respondió, arrebujándose en un abrigo que llevaba parecía temblar ligeramente. La otra, también
de melena morena hasta el pecho, preguntó con un tono algo ronco.
-¿Ah
sí? ¿Qué espectáculo?
Divertida, Marla pasó a señalar a
Daphne y Stephanie, que todavía se alejaban de allí deprisa, para comentar.
-¡Vais
a daros un auténtico festín aquí! Sobre todo si hincáis el diente a esas dos
monadas. -
Su interlocutora esbozó una leve
sonrisa pero no dijo nada. Al fin, la que iba a su lado añadió.
-Tenemos
algo de prisa. Si nos disculpáis.
-Claro.
Nos veremos luego.- Convino Marla.-
Esas dos entraron en tanto la
periodista y Sabra se alejaban de allí…
-Mira
cómo ha salido corriendo tu ex. Parecía un conejito asustado, ¡Ja,ja!- Rio
Marla.-
-Creo
que es mejor que lo dejes estar.- Le pidió la israelí con tono apurado.- No
quiero tener más problemas con ellas.
-Descuida.
No los tendrás. Te lo aseguro.- Se sonrió pérfidamente su pareja.-
Por
su parte y tras calmarse a su vez, Maggie quiso ir a ver qué había pasado con
Daphne y Stephanie. Al poco salió tras ellas y las encontró a pocos metros. La
maestra lloraba desconsoladamente sentada en un banco y su concernida hermana
trataba de animarla también entre sollozos.
-Vamos
Dap. No pasa nada. No las creo ni una palabra. No son más que unas zorras
mentirosas. ¡Están locas!
-¿Estáis
bien?- quiso saber Maggie que había dejado sentado en otro banco cercano al
pequeño Alex.-
-Sí…-
Musitó finalmente Daphne.- Lo siento, Steph. Te he arruinado la tarde. ¡Tu
casting!- Sollozó.-
-No
pasa nada, no ha sido culpa tuya. Todavía hay tiempo. Ya vendremos otro día a
esa prueba, ¿eh? - quiso sonreír la interpelada, aunque también dejaba caer
alguna lágrima a su pesar.-
Sufría mucho por su pobre hermana
mayor, esos dos tortilleras la estaban sometiendo a acoso. Pero ella no lo iba
a permitir. ¡Ojalá pudiera haberle dado otra bofetada a esa puta que decía ser
la exnovia de Dap. En cuanto Martin se enterase desde luego que tampoco le iba
a hacer gracia. Aunque precisamente por eso, mejor sería no decirle nada.
-¡Lo
siento! - Gemía Daphne.-
-Tranquila.-
Le pidió Maggie aproximándose a ella y pidiéndole con tono afable a Stephanie.-
¿Podrías estar un poquito con Alex? Para que no se asuste.
-Claro.-
Convino la muchacha enjugándose las lágrimas a su vez.-
Y allí que se fue tratando de
animarse a sí misma y al niño. Por su parte, una destrozada Daphne le susurró a
Maggie, llena de angustia y de zozobra.
-¡No
sé qué hacer!
-Sé
fuerte.- Le aconsejó su interlocutora en tanto la abrazaba.-
-Esa…,
esa mujer tenía razón. Me quedé mirando a esa chica, cuando entró, ¡me gustó!.
No sé cómo es posible…muchas veces me siento atraída por mujeres, como ahora,
¡es una tortura!…- Sollozó moviendo la cabeza, avergonzada y consternada tras
su confesión.- No sé que hacer…trato de controlarme pero cada vez me resulta
más difícil y tengo miedo.
-Eso
pasa, me ocurre a mí también, incluso ahora. Es una tentación. Por eso debes
ser fuerte.- Le insistió su contertulia.- Solo tenemos nuestra fortaleza y
nuestra fe, junto con el amor de los nuestros. No temas y piensa en todo lo
bueno que Dios te ha dado.
Aunque con lo último Daphne se
refería más que a ningún remordimiento por sus tendencias a cómo era posible que sus pensamientos
fueran tan transparentes para esas dos. Sobre todo para aquella individua a
quien ni tan siquiera conocía. Tras separarse del abrazo, Margaret aprovechó
para acariciar las mejillas de la maestra y enjugarle las lágrimas con un
pañuelo en tanto le desvelaba con preocupación.
-Mira,
no conozco bien tu historia. Pero por lo que he visto esa chica sí te quería.
Pese a su altanería o la dureza de sus palabras, se nota que está muy dolida.
Sin embargo, para su desgracia, ha caído en las garras de Marla. Y créeme. No
digo que las mujeres como nosotras, bueno, como fuimos nosotras, sean malas,
solamente creo que están extraviadas. Por eso soy la primera que aboga por su
redención. Por ejemplo, conoces a Kerria. Aunque ahora tenga mis diferencias
con ella, admito que es buena persona. Esa ex pareja tuya o lo que fuera, no
creo que sea mala tampoco. Sólo sucede que las dos viven engañadas. Sin
embargo, cree lo que te digo, Marla si que es mala, muy mala, incluso perversa.
Y eso no tiene nada que ver con su orientación sexual. Cuando la conocí nos
hicimos amantes, después vi cómo era y enseguida lo supe. Nada le importa salvo
su propio interés, no tiene ningún escrúpulo. Pasará por encima de quién y de
lo que sea, para salir beneficiada. Procura alejarte de ella, y sobre todo
alejar a tu hermana. Esa individua es capaz de cualquier cosa. Y digo
cualquiera. Por eso me produce escalofríos.
Aquello contribuyó a aumentar el
miedo en Daphne más que a aliviarlo, con todo asintió dejando ya de llorar.
Debía ser fuerte no solamente por ella sino por su familia. Y pensar más que
en sí misma y sus tribulaciones, en que
esas dos individuas no le hicieran daño a Steph.
-Soy
una cobarde.- Suspiró admitiéndolo sin reservas.- En eso Sabra tiene toda la
razón. La traicioné sin causa. Y luego, luego conoció a esa mujer. Aunque yo
creí que ellas ya…
-No
quiero que me des más detalles.- Le pidió Maggie.-
La maestra asintió, podía comprender
el porqué, esos temas le eran enojosos a la señora Derail, le recordaban
también su propio pasado del que ahora se avergonzaba. Aunque ella lo que
quería era admitir que fue injusta. Quizás, de no haberse dejado llevar por
aquellas ensoñaciones, nada de esto hubiera sucedido. No sabía que era peor.
Haber admitido su homosexualidad cuando tuvo la ocasión, en aquel tribunal, o
esta vida cimentada sobre tantas mentiras.
-Ahora
es tarde para echarse atrás.- Suspiró en tanto pensaba con tristeza.- Haría
muchísimo daño a mucha más gente. Comenzando por Steph. Y a Sabra ya la he
perdido. Sólo deseo que Martin vuelva lo antes posible, nos casemos y pueda
dejar todo esto atrás definitivamente.
Por
su parte, sin imaginar esas tribulaciones de su hermana, Stephanie trataba de
jugar con el niño a las palmas. Ahora el pequeño Alex sonreía, aunque de
pronto, se puso serio y le dijo a la atónita muchacha.
-Ten
cuidado con las señoras malas, te morderán.
-¿Esas?-
Se rio entonces Steph.- ¡Que se atrevan a intentarlo!.- Se rio afirmando.- Las
dejaré con menos dientes que una rana. ¡Oye! ¿Sabes cuantos dientes tiene una
rana?- Le preguntó jovialmente al niño.-
El curioso pequeño movió la cabeza y
la muchacha exclamó con regocijo.
-¡Ninguno!,
por eso.
Entre tanto, esas dos habían llamado
a un taxi deslizador. Seguidas por su droido. Marla todavía se retocaba con
maquillaje la marca del bofetón de esa chica. Incluso llegó a decir con patente
lascivia, abundando en el tema pese a los ruegos de su pareja.
-Si
me la dejasen por una noche solamente, esa zorrita acabaría siendo más
tortillera que su hermana. Creo que, a pesar de todo, le va la marcha.
-¿Quieres
dejarlo de una vez?- Le pidió una molesta Sabra.- Es solo una cría.
-¡Vamos,
cariño! -Se sonrió su interlocutora.- No te enfades. Tú estarías invitada. ¿No
me digas que no te pondría hacértelo con esa niña? O sino puedes mirar cómo se
lo hago yo. Enseñándola el “Arts Amandi” ¡ja, ja, ja! No volvería a mirar a un
tío en la vida. ¡Qué lástima que no pudiera iniciarla también! -Suspiró
relamiéndose ahora para sentenciar esperanzada.- Pero todo llegará.
-
¡Deja de hablar así! Me pones enferma.- Espetó la israelí, con tinte suplicante
y lleno de angustia.- ¿Es que no ves que nos odian? Y pese a lo que diga
Stephanie, al final se trata sólo una niña que cree estar protegiendo a su
hermana. No puedo enfadarme con ella por eso. ¡Y menos pensar en las
obscenidades de las que hablas! ¡Por el amor de Dios!. ¿Es que no tienes ningún
freno moral?
Su interlocutora se encogió de
hombros, en tanto tecleaba algo en su teléfono móvil. Una vez concluyó repuso
aseverando con desdén para admitir con creciente regocijo.
-No,
no tengo ningún freno. Y estoy acostumbrada a que me odien, cielo. Pero lo
mejor ha sido ver a Maggie otra vez. Ya has visto las cosas que me dice. Aunque
te lo puedo asegurar, cuanto más pasionales son y más se enfadan, más fogosas
resultan en la cama. Y Margaret era muy buena amante. Ahí donde la ves.
¡Lástima que se haya echado a perder! Ahora se dedica a hacer de niñera…¡Me
gustaría ver su cara si le echo la mano encima a ese niñito, o a su querida
hijita! Ja, ja, ja…¡Lo que daría por que pudiera mirar lo que les haría!
Sabra abrió la boca sin poder creer
lo que escuchaba. Aquello era ir demasiado lejos. Una cosa era estar
enfrentadas al hetero patriarcado, a esa traidora mentirosa de Daphne o quienes
la defendieran. Pero otra muy diferente era ni tan siquiera imaginar el hacerle
daño a unos críos. Quizás su amante la estuviera tomando el pelo, eso esperaba
desde luego. Eso al menos deseaba creer.
-No
te entiendo Marla, de verdad que no.- Pudo decir ahora más asustada que
enfadada, añadiendo eso sí, con resolución.-
Ese niño creo que es el hijo de la mayor Hunter. Y ella me ha ayudado
siempre. Antes de que nadie le toque un pelo te juro que tendría que pasar por
encima de mi cadáver. Podré haber hecho mal muchas cosas pero defiendo a las
personas inocentes. Y los niños lo son.
-¿Inocentes?-
Se burló su contertulia afirmando sin pudor.- Puede que ahora sí que lo sea,
pero un día crecerá. Será otro macho más. Y entonces lamentarás el haber sido
tan blanda. No querida. Nosotras debemos ser como las antiguas amazonas que
solo tenían relaciones sexuales con hombres para procrear y que cuando les
nacían hijos varones los ahogaban en el rio.- Y sin dejar de sonreír ante el
horrorizado gesto de su contertulia, agregó con sarcasmo.- Aunque, reconozco que lo suyo tenía muchísimo
más mérito. ¡Se veía forzadas a ese sacrificio repugnante de copular con
machos! Nosotras en eso somos más afortunadas. Podemos simplemente
inseminarnos.
-No
tomaré parte en esto.- Anunció Sabra con evidente malestar.- De ningún modo
contéis conmigo si queréis llevar las cosas a esos extremos.
Aunque en esta ocasión no fue su
compañera quien replicó sino una aterciopelada voz de mujer. Con la ya tenue
luz del atardecer, la israelí vio junto a ellas a una chica bastante alta con
formas andróginas. Era en conjunto bastante hermosa. Tenía el pelo largo rubio
y unos ojos de color indescifrable que la miraron fijamente cuando declaró.
-Eso
no está ya en tu mano decidirlo, querida…
Sabra se sintió rara. No era capaz
de reaccionar, ni tan siquiera de moverse. Esa desconocida parecía tener una
especie de imán que simultáneamente la atraía con la fuerza del deseo y la
repelía con una extraña sensación de temor reverencial.
-Me
alegra verte, Blise. -Comentó afablemente Marla como si nada de lo que su
compañera sentía hiciera mella en ella.-
-
Vine lo antes que pude al recibir tu mensaje.- Comentó esa individua mirando
ahora a la israelí.- ¿De modo que ésta es la intrépida piloto que te habías
ligado? Me decepciona. Solamente la he escuchado quejarse y poner objeciones.
-No
está preparada todavía.- La excusó la reportera, agregando eso sí, con tinte
entre lascivo y meloso, susurrándole a un oído a su pareja.- Pero pronto lo
estarás, cariño. Confía en mí. Blise se ocupará de ti.
Esa rubia se sonrió de un modo tal
que hasta Marla pareció una inocente cría a su lado. Y Sabra, sin comprender
por qué, sintió que un pánico cerval la inundaba. Por desgracia para ella
seguía estando incapacitada para moverse. Fue entonces cuando un taxi
deslizador robótico llegó. Sus dos acompañantes la hicieron montar en él, luego
se subieron también, el droido se enganchó en la parte trasera y el vehículo se
perdió por la carretera saliendo de la ciudad. Mientras y ajena a estos
sucesos, Debbie interpretaba su papel de auditoria. Allí estaba sentada ceremoniosamente
en el despacho frente a la encargada. Fue ésta quién comentó con un tono que
pretendía ser firme y seguro.
-Hemos
pasado ya varias auditorías a lo largo de los años, siempre con resultados
excelentes.
-Y
no lo pongo en duda, señorita Walsh.- Repuso la joven de cabellos morenos.-
Pero es mi trabajo y debo hacerlo.
-Claro,
claro.- Convino ésta con expresión de circunstancias.- Por supuesto que puede
contar con toda mi colaboración.- Añadió esbozando una sonrisa muy artificial.-
Debbie asintió, sin embargo, ella no
estaba allí por eso. Bueno, lo estaba también pero no era ni con mucho su
interés principal. De modo que, jovialmente le pidió a su anfitriona, a medio
camino entre el pretexto y la auténtica necesidad.
-¿Tiene
un aseo por aquí?
-Sí,
por supuesto.- Repuso Brenda que pareció aliviada.- Salga y siga el pasillo, al
fondo a la derecha.
Su interlocutora así lo hizo. Anduvo
hasta allá para efectivamente ir al baño, pero al salir del mismo pasó de largo
de aquel despacho, tenía interés por visitar otras dependencias. Las salas de
descanso de las modelos, por ejemplo.
-Una
lástima que esté de misión.- Se dijo casi divertida.- Con la cantidad de tías
buenas que hay aquí. Seguro que podría ligar con alguna de tener tiempo.
No obstante, tal y como se había
dicho a medio camino entre la broma y el deseo, no tenía tiempo para eso.
Además, todavía pensaba en esa chica rubia que se quedó mirándola embobada. No
le fue muy difícil percatarse del interés que tenía. Y siendo tan guapa como le
pareció, desde luego que era mutuo.
-Quizás
la vuelva a ver.- Pensó esperanzada. -
Empero, enseguida se centró en el
asunto que de veas la inquietaba, dado que ya anochecía. En ese planeta la
estrella roja que le daba luz no era tan potente como el sol terrestre, y eso
le planteaba un interrogante. Posiblemente las reglas del juego aquí no serían
iguales que en la Tierra. En eso estaba reflexionando, a la par que tanteándose
un bolsillo, cuando una muchacha unos centímetros más alta que ella se le cruzó.
Sería una de las modelos. Esa chica la miró con extrañeza y le preguntó.
-¿Quién
es usted? ¿Qué hace aquí?
Fijándose un poco más vio que era
morena y voluptuosa, pese a llevar puesto un abrigo que ocultaba parte de su
anatomía. Al principio creyó que podría ser esa individua de la entrada, la que
estaba junto a la chica de pelo corto. Pero no, ésta en efecto era bastante más
alta.
-Lo
siento, me he debido de perder.- Comentó a modo de rápida excusa.-
Aquella modelo pareció creer
aquello, iba a indicarle como salir de allí, aunque la miraba de un modo raro.
Hasta daba la impresión de temblar. Era extraño, pese a estar en el interior
del edificio, con una temperatura más que agradable y llevar ese abrigo, esa
chica daba la impresión de estar helada. Así lo constató la impostada auditora
cuando rozó levemente una de sus manos.
-¿Se
encuentra bien?- quiso saber Debbie.-
Sin
responder, esa muchacha apretó los puños y se aproximó tímidamente a ella
cuando otra chica, de aproximadamente la misma altura que esa joven, pelo lacio
y oscuro, con una tez pálida y formas angulosas debido también a su
delgadez, la sujetó suave pero
firmemente de una muñeca preguntando a
su compañera.
-¿Algún
problema, Renata?
-Esta
mujer dice que se ha perdido, Luka.- Pudo musitar con la respiración algo
entrecortada.-
-¿De
veras?- Sonrió aquella individua mostrando unos dientes perfectamente blancos y
alineados.-
-Sí,
eso es. Fui al servicio. Pero ya me he percatado de cómo salir de aquí,
gracias.- Pudo musitar Debbie.-
La mirada de esa extraña casi la
atrapaba. La muchacha parpadeó bajando ligeramente la cabeza. Se sentía muy
incómoda. Como si esa chica la estuviera analizando y quisiera adentrarse en su
mente. Por suerte, ella sabía cómo evitar eso tras muchos años de adiestramiento.
Entonces sintió un escalofrío, no le cabía ninguna duda, aferró aquello que
tenía en su bolsillo con fuerza. Pudiera ser que le hiciera falta emplearlo…
-¿Señorita?-
Se escuchó entonces la voz de Brenda.- ¿Está usted aquí?.
-Sí,
disculpe, me había extraviado.- Pudo replicar Deborah aliviada de salir de
aquella sensación tan desagradable como extraña y quizás hasta potencialmente
peligrosa.-
En ese mismo instante las dos
modelos que se hallaban a su lado se limitaron a alejarse de allí caminando
despacio. Aunque todavía Debbie pudo escucharlas hablar en voz baja.
-Aquí
no. Debes controlarte. - Le susurró esa modelo a la tal Renata que asintió
deprisa.-
Al
cruzarse con su jefa esas dos la saludaron con un gesto. Brenda se lo devolvió
sin pararse a charlar con ellas. Estaba
más preocupada por esa auditora. Quería causarle buena impresión.
-No
se preocupe.- Le dijo de modo solícito.- Estos endiablados pasillos es lo que
tienen para quien no los conoce. Sígame, le tengo toda la información
preparada.
Debbie asintió, agradeciendo a esa
mujer su presencia puesto que presentía de alguna forma que eso la había
librado de algo realmente terrible. Suspiró sacando aquello de su bolsillo, una
botellita con un claro líquido dentro, juraría que había visto algo brillar
tenuemente dentro del blazer donde la
llevaba. Al fin, tras contemplarla durante unos instantes, volvió a
guardársela.
-Debo
avisar inmediatamente a Lance y a mi equipo. Tienen que venir aquí. Es peor de
lo que imaginábamos.- Pensaba tratando de dominar su agitación.- ¡Yo sola no
podré con esto!
Horas antes, en el Clargin, Giaal
acudió puntualmente a su cita. Allí estaban ya Wina y Nelly. La hija de los
Adams había llamado a su amiga convenciéndola de tomar algo. Nelly asintió y
parecía estar de buen humor. Las dos
llegaron, fueron atendidas como siempre por Ginger que ahora frecuentaba mucho
más su local, deseando tener noticias de su hijo. En esta ocasión, Nelly le
comentó que Dean le enviaba saludos y que prometía mandar una foto dentro de
unos días. Cuando oyó eso la pobre mujer se emocionó tanto que incluso lloró,
Wina se sintió realmente mal. Tuvo que esperar a que la dueña se alejara para
ir a buscarles unas raciones de tartas con unos zumos, (consumiciones a las que,
por supuesto, las invitaba) para recriminarle a su amiga.
-Esto
no está bien. La estás engañando.
-Pero
la hago feliz.- Replicó como si tal cosa la interpelada, alegando con un tinte
filosófico.- ¿Acaso la vida no va de eso? Hay que ser feliz, no importa cómo. O
al menos creer serlo. En el fondo todo se basa en el engaño y la apariencia.
Su contertulia desde luego que
estaba en claro desacuerdo con aquello. Aunque tenía una réplica bastante
sencilla en esa ocasión.
-¿Y
te has parado a pensar en cómo vas a conseguir una fotografía de Dean?
-Tranquila.
Eso no será problema.- Se sonrió la muchacha.-
Wina ni pudo preguntar porqué su
contertulia veía eso tan fácil. Al poco Ginger les trajo aquellas
consumiciones.
-No
deberías invitarnos, Gin.- Fue capaz de oponer una apurada Wina.-
-Para
mí es un placer.- Sonrió esa buena mujer.- Sois amigas de mi hijo y gracias a
vosotras y las noticias que me dais de él, estoy mucho más tranquila.
Nelly se limitó a sonreír, Wina no
se atrevió a decir nada más. De modo que Ginger se alejó a proseguir con sus
quehaceres. Justo en ese momento llegó el doctor Ginga. Las chicas sonrieron al
verle. Sobre todo Nelly, quien marcó un gesto de alegría realmente evidente y
genuino en esta ocasión.
-¡Doctor!-
Exclamó agitando una mano para llamar la atención del recién llegado que justo
acababa de entrar al local. - ¡Aquí, estamos aquí!
Giaal las vio y, sonriendo a su vez,
fue directo a sentarse junto a ellas.
-¡Qué
agradable coincidencia!- Declaró Nelly.-
Wina miró al recién llegado y éste
le devolvió una mirada de complicidad. Habían acordado no decirle nada a esa
chica, como si la presencia de él fuera del todo casual. De modo que el alien
comentó.
-Venía
de dejar a mi hijo con Maggie, tenía tiempo aun para ir al hospital así que
decidí pasarme por aquí. Me alegra haberlo hecho y encontraros. ¿Qué tal va
todo?- Añadió dirigiéndose sobre todo a Nelly.-
-Mejor,
mucho mejor. Al parecer mi padre ha cambiado de forma de pensar, después de mi
ausencia.- Repuso la joven.-
Wina estudiaba la expresión de su
amiga con creciente asombro. No acababa de entrever qué pensaba esa muchacha.
Quizás fuese así y las cosas en su casa hubieran mejorado. Eso deseaba creer.
Entre tanto Giaal afirmó gratamente sorprendido.
-Bueno,
me alegro de que así sea.
Y es que recordaba cómo fue a “
advertir” a Edgar y a esa mujer con la que ahora convivía. A buen seguro eso le
hizo reflexionar. Al menos el padre de Nelly no querría tenerle como enemigo.
-Espero
que recobréis la armonía en casa.- Deseó el doctor, interesándose de
seguido.- ¿Qué tal tu hermano?
-¡Oh!,
Orix está muy bien, él siempre lo ha estado. Mi padre sí que le estima mucho. Y
esa mujer, Kassandra, no es mala como al principio creí. Al contrario, me ha
estado aconsejando para que mi padre y yo nos llevemos mejor.- Aseveró con un
tono que daba la impresión de ser muy sincero.- Y ¿qué tal están ustedes,
doctor?, ¿Su esposa y su hijo están bien?.
-Sí,
muy bien, gracias.- Sonrió un más relajado Giaal.- Mi mujer tuvo que ir a su
base. Estás llena de trabajo. Y a mí me
pasa igual, eso me recuerda que debo ir al hospital ya.
-Sí,
también yo debería irme. Por cierto.- Le pidió Nelly.- Si tiene tiempo, de
camino me gustaría comentarle algo, en privado. Si no te importa Wina.- Le dijo
a su sorprendida amiga.-
-¡Oh,
no!, claro. No hay problema. Yo tengo que regresar a casa.- Afirmó algo apurada
la interpelada.-
De modo que a los pocos minutos se
despidieron. Sobre todo de Ginger que lamentó no poder invitar al doctor Ginga
aunque fuera a un simple té. Giaal se lo agradeció igualmente y salió tras las
chicas. Caminaron un trecho juntos y finalmente se separaron. Wina tomó la
dirección hacia su casa. Ahora iba todavía más preocupada. Su amiga estaba
cambiando y para mal. Estaba segura de que mentía pero lo hacía de un modo tan
natural y certero que ni tan siquiera tratando de leer su mente podía
confirmarlo. Era como si, lenta y sutilmente, Nelly hubiera aprendido a
levantar una barrera entorno a sus pensamientos más profundos.
-Mamá
tenía razón.- Suspiró.- Hablaré con ella. Espero que pueda aconsejarme.
Por su parte, tanto el doctor como
Nelly caminaban ahora hacia el hospital. La chica entonces decidió ser clara.
-Verá,
desde que descubrí que no soy humana…tengo algo que no puedo quitarme de la
cabeza.
-Por
favor, claro que lo eres.- Se apresuró a rebatir Giaal.-
-No
doctor Ginga, sé que no lo soy. Pude ver ese informe que usted le facilitó a mi
padre.- Suspiró la chica que, pese a todo, animó su rostro con una sonrisa para
añadir con tinte más optimista.- Pero eso ya no importa, soy lo que soy. Aunque
tengo muchos deseos de saber de dónde provengo.
Esa raza, los simbiontes…o algo así. Por lo que he podido averiguar, uno
de ellos se transformó en mí de modo permanente.
-Algo
así, aunque fue mucho más complicado que eso.- Admitió Giaal.-
-Entonces
es verdad.- Musitó su interlocutora.- La verdadera Nelly murió y yo soy una
copia. Simplemente tomé su lugar…
Giaal la sujetó suavemente de una
muñeca invitándola a sentarse en un banco cercano. El alien decidió contarle
toda la verdad con tono amable y algo consternado.
-Verás.
Aquello fue una tragedia. Aurora perdió a su hija durante un ataque del
enemigo. La pobre enloqueció. En aquel tiempo, viajábamos a bordo de la SSP-2.
Su mundo se desmoronó igual que ese edificio que atrapó a su hija. Sucedió que,
una especie alienígena que era capaz de mimetizarse con formas humanas, se
había introducido en la nave. Suplantando a miembros de la tripulación y otras
personas cometió algunos actos de sabotaje para nuestros adversarios. Al fin
dimos con ella y cuando la acorralamos, debilitada ya, nos lo confesó. En
realidad no era malvada. Nuestros enemigos tenían a algunos de sus hijos como
rehenes, no le dieron más opción. Sin embargo, estaba moribunda, solo tenía
energía para una última transformación. Parte de ella, la que todavía estaba en
condiciones, aceptó someterse a ello a cambio de que salvásemos a sus crías. Yo
le prometí que así sería y durante el asalto a la nave del tirano Gralas…
-¿De
quién?- Inquirió la perpleja Nelly interrumpiendo el relato.-
-Un
canalla, eso no importa ahora.- Repuso Giaal, para proseguir.- Bueno, cumplí mi
promesa, las rescaté y las puse a salvo. A sus crías me refiero. A cambio ese
simbionte cumplió. Todo fue idea de Maggie. Ella se compadeció de Aurora y me
pidió ayuda. Por suerte guardábamos algunos tejidos de Nelly, la original.-
Matizó.- Y los combinamos con esa criatura. Tras un tiempo de incubación
asimiló el ADN de esa niña y como resultado naciste tú. Por eso te digo que,
realmente eres Nelly. Técnica y biológicamente tienes su misma genética.
La muchacha había escuchado con la
boca abierta. Jamás llegó a imaginar que eso sería así. Ahora incluso tenía
lágrimas en el rostro y apenas sí pudo balbucir.
-Todo,
entonces, fue …
-Tu
madre te amaba más que a nada en el mundo.- Le dijo Giaal.- Y cuando volvió a
verte, le hicimos creer que su hija no había muerto, que sencillamente quedaste
malherida y que habías estado en el hospital, recobrándote. Que debido al
accidente habías perdido la memoria.
-Por
eso ella siempre me leía y me contaba cosas que habíamos hecho todos juntos
desde que yo era muy pequeña.- Gimió la muchacha.- Me repetía una y otra vez lo
que me gustaba para comer, para beber, para jugar… desde que era apenas un
bebé…
-Lo
hizo porque te quería muchísimo.- Afirmó el doctor Ginga emocionado también,
sentenciando.- Deseaba con todo el corazón que su hijita estuviera totalmente
de vuelta a su lado.
-Aunque
al final, ella lo sabía.- Suspiró Nelly enjugándose las lágrimas para añadir.-
Ahora comprendo sus últimas palabras. Ya tienen sentido para mí. En el fondo
siempre supo que yo no era su verdadera hija. ¡Todo fue una mentira!
-No,
no lo fue.- Rebatió Giaal aseverando enérgicamente.- Te crió como a su hija.
Eso eras para ella. Siempre te quiso. Tanto a ti como a Orix. ¿O consideras
falso el amor que te demostró? ¿Crees que eso se podía fingir?
La interpelada movió la cabeza,
viéndose obligada a admitir ese argumento, aunque enseguida planteó.
-¿Y
por qué mi padre no?- Quiso saber la muchacha más por curiosidad que por otro
motivo.- ¿Por qué él no me quiso nunca?
El doctor bajó la cabeza ahora,
cerrando incluso los ojos, le resultaba difícil tener que decírselo, pero
reunió el valor suficiente como para confesar.
-Cuando
el derrumbe ocurrió y sacaron el cuerpo de Nelly, fue tu padre quien tuvo que
ir a reconocer el cadáver. Tu madre no fue capaz. Él vio el cuerpo de su
hija…Sin embargo.
-Mi
madre nunca lo vio.- Completó la chica, en estado casi de shock.- ¡Oh, Dios
mío! Ahora lo comprendo todo. Él siempre supo que yo no era su hija. Y tuvo que
criarme como a tal mientras mamá vivió.
-Pese
a todo es injusto. Tú no tienes ninguna culpa de lo que sucedió. Eres inocente.
Edgar no tenía ningún derecho a decirte esto, ni a hacerte tanto
daño…-Sentenció amargamente Giaal.-
Nelly guardó unos momentos de triste
y culpable silencio. Al fin declaró.
-Eso
ya no importa. Solo quisiera saber qué fue de esos hijos que el simbionte que
me creó, tuvo. Es como si fueran mis hermanos. Mis auténticos hermanos.-
Remachó.-
-No
sé qué fue de ellos. Se marcharon al poco tiempo.- Declaró el doctor.-
-¿Y
está seguro que yo no soy igual que ellos?- Inquirió la joven.-
-No,
al menos en la capacidad de transformarte.- Le contó Giaal explicándole.- Tu
ADN quedó fijado con el de la Nelly original.
-Le
suplicó que, si sabe algo de ellos o puede indagar, lo haga y me lo diga. ¡Por
favor! - Le pidió la joven con gesto compungido.-
-No
será fácil. Pero haré cuanto pueda.- Asintió el doctor.-
Y tras guardar un breve pero
reflexivo silencio, Nelly sonrió ampliamente ahora diciéndole a su interlocutor
con tono reconocido.
-Muchas
gracias por todo, doctor. Usted me dio la vida y siempre ha cuidado de mí. Ha
demostrado que de veras se preocupa por lo que me suceda. Igual que Maggie.
Nunca lo olvidaré. Me gustaría hacer algo para corresponderle.
-No
me lo agradezcas, lo único que espero es que puedas ser feliz. Sigue mi
consejo, olvida el pasado. Lo que cuenta y lo que importa es que eres Nelly.
Y
dicho esto, Giaal se levantó listo para acudir al hospital, su turno iba
a comenzar. La muchacha le despidió agitando la mano y pensando, aunque de un
modo más siniestro del que le hizo ver a su contertulio.
-Sí.
Ahora sé exactamente lo que hacer. Ante todo lo primero será encontrar a mis
hermanos.
Y a su vez, bastante alejada de
allí, horas antes, Susan llegó a su base. Enseguida se presentó ante su
superiora, la capitana Simmons, que la hiciera llamar de modo tan urgente. Tras
anunciarse y tocar a la puerta, declaró.
-Se
presenta la mayor Hunter como le fue ordenado.
-Adelante,
mayor.- Le pidió su superiora.-
Tras entrar, cuadrarse y saludar,
Susan aguardó. Finalmente la capitana le indicó a su subordinada.
-Por
favor, toma asiento. Lo que tengo que decirte es algo que es mejor que oigas
sentada.
-¿De
qué se trata, señora?- Quiso saber ésta siguiendo esa indicación, y sentándose
de inmediato en el sillón que se enfrentaba al de su superiora.-
Simmons entonces la escrutó con la
mirada y tras un instante de silencio, sentenció.
-Tenemos
un problema. Un gravísimo problema…
Y según dijo aquello, otra persona
entró en el despacho. Era una mujer, una a la que Susan enseguida reconoció,
quedando entre sorprendida y muy contenta al volver a verla…sin embargo esa
individua no parecía estar feliz, sino que compartía el gesto inquieto de la
capitana. Incluso afirmó dirigiéndose a la mayor Hunter.
-La
capitana tiene razón, Susan. La situación es realmente peligrosa y
acuciante…debemos actuar deprisa y saber con quién podemos contar. Por eso
estoy aquí.
Y ante la expresión de la mayor
Hunter, a medio camino entre la sorpresa y la preocupación, sus superioras se
dispusieron a ponerla al corriente de lo que sucedía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)