viernes, 30 de junio de 2017

GWTN27 Infiltraciones

En un principio se alegró y se sorprendió a partes iguales al ver a Jane. Hacía años que no sabía de ella. Tras reponerse de la sorpresa Susan preguntó, en tanto la mayor Gray tomaba asiento a su lado.



-¿Qué está pasando?

-Tenemos sospechas de que algunos oficiales de alto rango están conspirando. Posiblemente pagados por nuestros enemigos o por mafias, para introducir a personas y mercancías de modo ilegal en Nature.- Le contó Jane.- Me he estado ocupando del caso desde hace un par de meses, cuando llegué desde la Tierra de incógnito. Mis órdenes eran contactar con la capitana Simmons y ayudarla en su investigación.

-Usted estuvo tan ocupada con el juicio contra la alférez Leví que no quise perturbarla.- Afirmó su superiora.-

-¿Y tenemos alguna pista sobre el origen de esa conspiración?- Quiso saber Susan.-

-Por eso mismo la he llamado con carácter de urgencia.- Le contó Simmons, añadiendo con tono confidencial.- Es algo que yo misma me resistía a creer, pero que da la impresión de ser cierto, en vista de los indicios.



            Y le susurró la teoría que estaba barajando. Al escucharla la mayor Hunter incluso se levantó atónita para exclamar.



-¡No puede estar hablando en serio, señora!.

-Ojalá fuera una broma, pero mucho me temo que no lo es. La mayor Gray misma se lo puede confirmar.-  Repuso su superiora con gesto grave.-

-Es cierto.- Convino Jane.- Para empezar, he rastreado cuentas bancarias, analizado movimientos y he visto que coinciden con focos de actuación y zonas que son las más sensibles  en cuanto a infiltraciones que hemos sufrido en los últimos meses.



            Susan no dijo nada durante unos instantes, al fin pudo preguntar.



-¿Y qué desean que yo haga?

-Por ahora nada fuera de tus atribuciones normales.- Replicó la mayor Gray.- Sigue como si no supieras nada, pero estate alerta y para cualquier petición u orden que te llegue de esos conductos y que creas fuera de lugar, infórmame a mí directamente o a la capitana Simmons.

-Muy bien.- Aseveró la superiora de ambas.- Pueden retirarse y recuerda Susan, ante todo discreción.- Insistió.-



            Tras levantarse y saludar las dos oficiales salieron del  despacho. Entonces, dejando los temas profesionales a un lado, Jane la saludó de modo jovial.



-¡Me alegra mucho volver a verte, de veras!- Sonrió queriendo saber.- ¿Qué es de tu vida? Bueno, ya veo que has ascendido deprisa, como no podía ser de otro modo. Sigues con el doctor ese…

-Sí, nos casamos y tenemos un hijo.- Le contó su interlocutora con patente orgullo.-

-Vaya, ¡enhorabuena!- Repuso la mayor Gray.-

-Si tienes tiempo podríamos comer juntas y nos ponemos al día. Dime ¿Tú que tal? ¿Has encontrado a alguien?



            Jane suspiró ahora, moviendo la cabeza despacio para confesar.



-Mi trabajo es tan absorbente que no tengo ni tiempo, ni ganas para otra cosa. Bueno, he salido esporádicamente con algún hombre, nunca con compañeros de armas, eso no. Es una regla que mantengo a rajatabla. Ya tuve bastante con una vez.



            Susan la miró curiosa, de eso no sabía mucho. O al menos no recordaba. Dijo entonces.



-Bueno mujer. Me cuesta creer que, con todos los hombres que hay, no hayas encontrado a ninguno como para asentarte.

-Ya te he dicho que este trabajo desgraciadamente es muy poco propicio para eso.- Sentenció su interlocutora.-



Susan asintió. Eso era cierto. Si ya era complicado ser militar y tener familia en un sitio fijo, no podía ni imaginar cómo sería pertenecer al servicio secreto como era el caso de Jane. En tanto salían de la base y tomaban un deslizador rumbo a la ciudad del Norte, fue precisamente su compañera quien le contó con un tono  a medio camino entre la nostalgia y el pesar.



-Cada día estoy más segura que el hombre de mi vida fue Leval. Y que le perdí por mi propia culpa. Luego, no he parado de deambular por la Tierra y ahora he venido aquí, yendo de caso en caso, de una investigación a otra. He llegado a un punto en el que sé que no podría convivir con nadie. Que estaría obligada a esconder siempre una parte de mi vida. Prefiero seguir sola.-Remató, aunque enseguida agregó más animosamente.- Pero celebro mucho que tú si tengas una familia.

-Ahora te enseño algunas holo fotos que llevo. - Sonrió su contertulia.-



            No tardó en sacar su teléfono y mostrárselas a su compañera. Jane sonrió asintiendo.



-Es un niño muy guapo. Debéis de ser muy felices con él.- Afirmó.-

-Muchísimo, mi hijo es lo más importante de mi vida.- Confesó Susan.-



            Incluso le enseñó a su interlocutora una imagen que había tomado la tarde anterior explicándole.



-Aquí está Alex, con mi hermana Deborah. Ha venido a vernos ayer, por trabajo. Es curioso, tanto ella como tú habéis venido por ese motivo.



            Jane se mostró algo pensativa aunque enseguida le preguntó a su contertulia.



-¿A qué se dedica tu hermana?

-Es auditora.- Respondió la mayor Hunter.- Ha venido a revisar cuentas de algunas empresas del planeta.



            Su interlocutora no dijo nada más. Sencillamente las dos continuaron caminando hasta un restaurante. Allí comieron charlando sobre los viejos tiempos. Sin embargo, Jane pensaba.



-Vaya, así que auditora. Esto es muy interesante…



            Esos pensamientos se vieron interrumpidos por una luminaria en el cielo. Tanto ella como Susan se levantaron de inmediato observando aquello con perplejidad. Lo mismo que el resto de los comensales que estaban en la terraza de aquel restaurante.



-¿Qué demonios es eso?- Inquirió Jane.-

-Parece una explosión. Tendré que preguntar a nuestra base si se han detectado presencias enemigas o hemos sufrido algún ataque.- Repuso su contertulia.-



            No tardaron en ir a informase ambas. Aunque, para su alivio, no se había detectado ningún tipo de intrusión del enemigo ni ataque. Descartado también un meteorito las autoridades declararon que eran pruebas de rutina. Por otros conductos más secretos, les dijeron que eran cosas de los saiyajin.



-Creo que será Kiros.- Le comentó Susan a su acompañante una vez salieron de la base tras esas explicaciones.- Debe de estarse entrenando. Suele hacerlo en ocasiones con otros de su raza destinados aquí.

-Eso de convivir con un saiyajin es a veces complicado.- Se sonrió Jane.-



            Su compañera asintió, y al fin las dos se marcharon quedando para verse los siguientes días, a fin de coordinarse en la investigación.



-Nos veremos. Hasta entonces ten cuidado.- Le recomendó la mayor Gray a Susan.-



            Al fin y tras varios días de cierta zozobra, la posición de Dean parecía estar más segura. Tras su expedición con Pancho se ganó el reconocimiento del grupo. El chico había logrado varios miles de créditos. Su habilidad con las máquinas de los cajeros y desactivando protocolos de seguridad eran únicas. Tanto, que Angela le llamó tras otra de sus incursiones. Le hizo pasar a una habitación privada y le comentó con gesto complacido.



-Hablé con Cobra, tus trabajos le han impresionado. Creo que te has ganado un puesto entre nosotros.



            Dean asintió visiblemente aliviado y contento. Aunque enseguida dijo llevado por esa sensación.



-Eso no es nada. Si contase con equipo adecuado podría sacar no miles, sino millones de créditos.



            Ahora fue Ángela quien le miró atónita. Sonrió tras unos instantes y declaró incluso con un tono divertido y algo burlón.



-¡Tampoco te emociones demasiado, muchacho!



            El chico pese a todo sabía que era capaz de hacer lo que decía, y además, no solo deseaba impresionar a Cobra, sino a la atractiva novia de éste. Aunque claro, se daba perfecta cuenta que no tendría nada que hacer con ella. Era años mayor que él y, por si fuera poco, precisamente la chica del jefe de esa banda. Ya había madurado lo bastante para no intentar ninguna estupidez. Aun así, nunca vendría mal tenerla asombrada con sus cualidades. Sobre todo, recordando que ese cerdo de Brund seguía fuera.



-Te aseguro que podría hacer algo realmente grande si tuviera la posibilidad.- Insistió él.-

-Bueno.- Suspiró Ángela añadiendo con cautela.- Hablaré con Cobra cuando le vuelva a ver. No te prometo nada. Dependerá de en qué humor le pille.



            Dean asintió. No obstante, miró a esa joven con gesto algo extrañado y dijo, sin poder ser capaz de callárselo.



-No entiendo a un tipo como Cobra. Con una novia tan guapa como tú, yo no estaría yendo de un sitio a otro sin poder verte.



            Ángela se rio ahora, aquello parecía divertirla. Incluso brindó al muchacho una mirada casi maternal. Movió la cabeza para replicar.



-Tú eres muy joven todavía. No sabes lo que este mundo demanda. Hay que andarse con muchísimo cuidado. Sobre todo un jefe de banda. Se tienen muchísimos enemigos y los peores no son precisamente los polis. Esos hasta son buenos a veces. Te daré un consejo, de quien menos te debes fiar nunca es de quienes estén más cerca de ti.



            El chico quedó callado sopesando aquellas palabras, asintió y Ángela le dijo entonces con un tono algo más impersonal.



-Ahora vete, tengo cosas que hacer.



            Asintió saliendo de allí, fue en busca de Pancho aunque para su desgracia antes se topó con Brund que, siempre que le veía, le obsequiaba con una mirada lasciva y se tocaba aquellas partes. Ahora además, se relamió susurrándole a modo de amenaza teñida de regocijo.



-Pronto, muy prontito, volveremos a pasarlo bien juntitos, cariño.



            Entre aterrado y lleno de odio, Dean no se atrevió ni a despegar los labios. Ese maldito calvo le miró con intensidad, como si estuviera planeando otra de las suyas. No obstante, la figura de Ángela a través de una ventana pareció hacerle variar de opinión. Entonces se limitó a guiñarle un ojo a Dean y se alejó silbando.



-Algún día me las pagarás.- Susurró el chico con marcado deseo de que así fuera.- Algún día sabrás quién soy yo…



            Por su parte, Wina estaba en casa pensando en su amiga no sin inquietud. Su madre la había aconsejado bien. La muchacha era consciente que Nelly estaba atravesando por un momento muy delicado. Precisamente por ello tenía que estar a su lado. Melissa, que ahora estaba más atareada dejando atados algunos cabos antes de su traslado para liderar el grupo de las Fairy Five, pese a todo encontró un momento para sentarse con su hija y decirle al notarla preocupada, una vez la escuchó contarle aquello.



-Cariño. Tú haces cuanto puedes. Hazme caso. Lo mejor para tu amiga es saber precisamente que puede contar contigo en momentos como estos.

-Sí mamá. Pero tengo la sensación de que Nelly se está alejando de mí.- Confesó la jovencita.- La percibo cada vez más encerrada en sí misma. Eso no es bueno.

-No, no lo es. Pero a veces todos pasamos por fases de ese tipo.- Afirmó Melissa quien de modo más jovial quiso variar de tema.- Anímate. Mañana vendrán a cenar Scott, Clarisa y el peque Franklin.

-¡Qué bien! Franklin es tan mono, ¡y tan inteligente!- Sonrió Wina.-

-Sí, y a ti te quiere mucho.- Aseveró su interlocutora.-  

-Perdona, mamá.- Le dijo la muchacha a la atónita Melissa explicándose de inmediato.- Estoy tan centrada en mis cosas que no te he preguntado. ¿Qué tal tú? ¿Estás lista para el cambio de trabajo?

-Bueno, es más un traslado, y ya estuve allí.- Sonrió la interpelada.-

-¡Vas a ser la mejor jefa de las Fairy Five de la historia! - La alabó su hija.-



            Tras eso le dio un beso en la mejilla que Melissa recibió encantada.



-Gracias cielo, con ser una buena jefa me conformo. No es nada fácil, ¿sabes? Tienes mucha responsabilidad.

-Algún día ojalá pueda trabajar contigo.- Deseó la muchacha, afirmando.- Como la prima Mimí con la tía Mimet y el tío Daniel.-

-Me encantaría.- Convino su contertulia.-



            Aunque Melissa pensaba no sin ironía que, en su juventud, había estado literalmente dispuesta a matar para ascender y liderar esa perversa organización en la que trabajaba. Ahora sin embargo, ser la jefa era sinónimo de carga y de responsabilidad. Dejó a su hija que se dispuso a prepararse para la cena. Se acordaba también en Keiko. Echaba de menos a esa muchacha. Aunque al parecer había encontrado la felicidad dedicándose al mundo de la canción. Según las noticias la cantante iba a dar una gira por la Tierra y después pudiera ser que por Bios e incluso Nature.



-¡Ojalá viniera! Me gustaría verla.- Pensó con algo de nostalgia.-



            En esas estaba cuando puso la holo tele. Tras las noticias de rigor una le causó impresión. Su esposo llegaba justo en ese instante de la cocina y ella le llamó.



-Clyde, escucha esto.



            Él se aproximó y, tras darle un beso de buenas noches, se sentó junto a su esposa y ambos se quedaron atónitos cuando el locutor comentó.



-Se ha encontrado el cuerpo sin vida de una muchacha a las afueras de la ciudad. Al parecer las causas no se han determinado todavía. Pero parecer haber sido identificada como una joven modelo…

-¡Qué horror!- Dijo Melissa.-

-Sí. Es terrible. – Convino Clyde declarando.- Hay que tener cada vez más cuidado. No sé que le está pasando a este planeta. Somos muy pocos y se está volviendo realmente inseguro.

-Quizás las autoridades se han preocupado más de los ataques provenientes del espacio que de los problemas existentes aquí.- Conjeturó su mujer.-

-No lo sé. – Admitió su contertulio.- Solo espero que las cosas no se escapen de control.



            Su mujer asintió, y tras esa triste noticia los dos apagaron la holo tele. Wina volvía de su habitación y deseaban pasar la velada en armonía, sin tristes nuevas que ensombrecieran ese momento familiar.



-Bueno, a cenar.- Sentenció Clyde deseando con aire entre misterioso y divertido.-Espero que os guste mi nuevo plato.

-El plato es bonito, ¡a ver que pones dentro!- Rio Wina y con ella sus padres.-



            Y de este modo comenzaron a cenar…



            Todavía recordaba Debbie aquella terrible situación. No le cabía ya ninguna duda. Eso era un nido. Es más. ¡Estaba infestado! Según salía de allí, aun recuperándose de esa incómoda sensación de sentirse una especie de marioneta a merced de aquellas miradas, vio a una muchacha pelirroja que deambulaba en las inmediaciones. Es más, esa chica se le acercó preguntándole de forma jovial.



-Hola, disculpe. ¿Trabaja usted aquí? Quería saber qué debo hacer para presentarme a los castings.



            Deborah la miró todavía impactada y le susurró con evidente inquietud.



-Sigue mi consejo, no se te ocurra entrar ahí. ¡Por tu propio bien!



            La joven le devolvió una perpleja mirada. En tanto aquella mujer morena se alejaba la siguió con la vista.



-Vaya, vaya.- Pensó Tania, pues de ella se trataba.- Deben de estar pasando cosas muy gordas por aquí. Y yo que solo venía a por Marla.



            Y es que ya en la Tierra, en tanto estudiaba en la facultad de periodismo, llegaron a sus oídos algunos casos de ese tipo de individuas fatales. Pero lo que llamó su atención es que esa tal Marla se centraba solamente en otras mujeres. Por desgracia, nunca se habían obtenido pruebas contra ella. A menudo las víctimas tenían una posición social relevante, incluso estaban casadas y tenían hijos. Por tanto preferían ser chantajeadas y pagar antes que poner en peligro todo aquello.



-Esa perra sabe hacer las cosas muy bien. Pero la expresión de esa mujer era de miedo. Y no creo que fuera por Marla. Aquí ocurre algo más gordo. No sé qué habrá pasado ahí dentro, pero ahora más que nunca tengo ganas de averiguarlo.



            Sin embargo, mirando la hora en una Holo proyección cercana, suspiró. Se había hecho muy tarde y el horario para preguntas y pruebas había concluido.



-Bueno, ya volveré mañana temprano, a ver si indago algo. Seguro que es lo que la O´ Brian haría. Esa mujer siempre tiene paciencia para ir acotando el reportaje, poco a poco.



            Y se dio media vuelta para retornar a su hotel y trazar algún plan de cara al día siguiente. Lo que tampoco le pasó desapercibido fue esa noticia. La oyó tras pasar por un bar cercano con holo televisión.



-Vaya, aquí también tienen problemas en las calles. No creía que Nature fuera tan peligroso. Y que raro, muerte por causas sin determinar. Quizás sería buena idea indagar en la policía.



Así lo pensó, decidida a aclarar al menos ese misterio. La que no tenía nada claro si vería un nuevo amanecer era Sabra. La israelí se sentía rígida, incapacitada para moverse. Había sido llevada a un almacén abandonado donde, en una improvisada habitación, estaba incluso atada a una cama.



-¿Quiénes sois? ¿Qué queréis de mí?- Pudo preguntar reuniendo la suficiente determinación como para intentar soltarse pese a todo.-



            Esa rubia individua la observaba a poca distancia, velada entre las sombras de una escasa iluminación rojiza, y sonrió. Fue Marla quién se aproximó hasta la cabecera de la cama susurrándole a su pareja.



-Cariño. Si pensabas que conmigo el sexo era algo increíble. Ya verás cuando conozcas a mi amiga.



            La verdad, si había algo que en ese momento no le apeteciera a Sabra era hacer el amor. Y más que nada porque esa mujer le daba escalofríos. No comprendía porqué. Ella no era ninguna cobarde y se había jugado la vida decenas de veces en sus misiones. Pero esto le parecía muy diferente. Le daba la impresión de ser todo su cuerpo el que estuviera en pánico, como si fuera víctima de una especie de miedo primario imposible de dominar. Casi como el que podría sentir un ratón que estaba a punto de ser devorado por una culebra cuando ésta clavaba en él su hipnótica mirada.



-¡Soltadme! - Exigió tratando de aparentar una seguridad y un valor que no sentía.- Soltadme enseguida o cuando yo misma logre quitarme esto os voy a…



            La risotada casi enloquecida de Marla la cortó en seco. Esa mujer la observaba entre divertida y con regocijo malsano para sentenciar.



-Cariño, dentro de poco no solo no querrás soltarte sino que desearás estar encadenada a nosotras...para siempre.



            Esa mujer extraña sin embargo no pronunciaba palabra. Eso la hacía todavía más temible. La israelí apenas sí podía enfrentar su mirada a la de ella, y es que los ojos de esa individua ahora le parecían lucir amarillentos. Aquella individua se aproximó despacio hacia su víctima y entonces Sabra abrió la boca con una mezcla de asombro y horror, de los labios de esa mujer sobresalían dos largos y finos colmillos.



-Eres muy afortunada.- Se sonrió siniestramente Marla, añadiendo con genuino deseo de que así fuera.- Yo tengo que aguardar muy turno y tú vas a ser “ renacida” nada más llegar.



            Su aterrada interlocutora estaba en obvio desacuerdo y de hecho aun pudo gritar llena de horror ante lo que se le venía encima. Sin embargo, cuando Blise ya estaba a punto de clavarle aquellos afilados colmillos, se detuvo. Aquella rubia individua profirió una especie de gruñido gutural y se apartó tapándose la cara. Apenas si pudo susurrar con tono entre gutural y airado a la atónita Marla.



-¡Estúpida! Quítale eso… ¡Quítaselo!- Le ordenó.-

-¿Quitarle el qué, la ropa?- Inquirió la aludida.-



            Por respuesta su jefa le propinó una bofetada que derribó a la morena, haciéndola sangrar por la nariz. Blise ahora la observó con esos ambarinos ojos que lucía, relamiéndose, mostrando sus colmillos y añadiendo con voz ronca y reprobatoria.



-Quizá empiece por ti. Pero…no, no tendrás ese honor todavía. Al menos hasta que nos sirvas como es debido. El símbolo que lleva, ¡quítaselo!





            Sabra se dio cuenta que esa especie de vampiro se refería al colgante con  la estrella de David que tenía colgado al cuello. Estaba claro que un símbolo religioso en el que se tuviera fe protegía de esos seres. Ella misma se encomendaba a él antes de salir de misión. Y otra cosa que descubrió es que esa especie de monstruo había bajado su concentración. Sus ligaduras además no estaban demasiado fuertes. Haciendo uso de su adiestramiento pudo soltarse lo bastante como para ser capaz de liberar las manos. No obstante, permaneció quieta no deseando que sus adversarias lo notasen.



-De modo que sois una maldita secta de enfermas que se creen vampiras.- Sentenció, recobrando poco a poco su aplomo y tratando de resultar lo más ofensiva posible.- ¡Qué decepción! Pensaba que defendíais los derechos de la mujer y sois peores que los hombres.



            Fue Marla quien respondió en tanto se aproximaba despacio hasta ella. Sentenciando.



-Mujeres u hombres ¿qué más da? Los humanos son solo ganado. Servirán únicamente para alimentar a seres superiores como Blise. Y yo… yo quiero ser parte de esos seres superiores. Tú deberías estar agradecida por esta oportunidad.

-Pensaba que eras una activista del feminismo radical. ¿Qué te ha hecho cambiar?- Inquirió la prisionera.-

-La edad.- Se sonrió su contertulia.- Literal y metafóricamente. Verás, siempre he odiado a los hombres y me han gustado las mujeres, eso es verdad. Aunque,  entre nosotras, la imagen es incluso más importante que para ellos. Y la cosa es, cariño, que me voy haciendo mayor. No me gusta admitirlo y no quiero ni imaginar lo que debe ser llegar a vieja. Estar arrugada y sin tener ningún atractivo. Créeme, he tenido que sufrir a algunas de esas carcamales para sacarlas el dinero. No es agradable.

-¿Sabes una cosa?- Repitió Sabra con tono irónico, para sentenciar, cuando su interlocutora movió la cabeza.- Antes pensaba que sencillamente eras una pervertida y una sádica viciosa. Ahora veo que, además, estás como una regadera.

-Bueno, mi amor,  dentro de unos minutos eso ya no te va a importar. SI lo piensas fríamente, te estamos haciendo un favor.-  Afirmó Marla.-

-Puede que fríamente, sí.- Convino la israelí.-



            Su amante se colocó junto a ella y, tras darle un suave beso en los labios se dispuso a quitarle ese colgante. Aunque lo que Marla no esperaba era que su presenta prisionera, con ambas manos libres, la empujase violentamente contra ese monstruo haciéndolas chocar en tanto exclamaba.



-¡Pero lo mío nunca fue pensar con la cabeza fría!…sobre todo cuando me atacan un par de rameras mentirosas.



 La piloto aprovechó entonces para saltar de la cama y salir a todo correr, abrir la puerta y perderse en la noche.



-¡Estúpida!- Siseó la vampiro mirando con desprecio y enfado a esa inútil humana.-

-Iré por ella.- Afirmó Marla.-

-Tú no podrías someterla. Iré yo misma.- Se sonrió ahora Blise mostrando sus colmillos en toda su extensión y admitiendo casi con deportividad.- Al menos tiene espíritu de lucha. Será una cacería interesante.



            Y más rápida de lo que su sirvienta humana pudo ver salió en persecución de su presa…Entre tanto, Sabra trataba de correr en busca de algún sitio en donde hubiera gente. Su instinto le decía que ese ser no querría mostrarse ante testigos. Al menos de momento. Pero para su desgracia aquello estaba desierto. La habían llevado a un lugar muy apartado, a las afueras.



-¡Maldita sea!  No podré enfrentarme a esa…cosa.- Pensaba llena de temor.-





            Aunque siendo una oficial militar ahora y a diferencia de lo que le había dicho a Marla, sí que se obligó a mantener la cabeza fría. La parte positiva era que, en tanto llevase aquel colgante posiblemente estaría a salvo. Aunque la sangre se le heló en las venas cuando, a pocos metros de distancia, oyó una extraña e hipnótica voz de mujer que la reclamaba.



-Sabra… ven conmigo. Vamos, es inútil que trates de ocultarte. No puedes esconderte de mí. Puedo oler tu miedo. ¡Ja, ja, ja!…



            La israelí tragó saliva. Debía ser aquel monstruo. Pero no se movería del sitio. Si fuera verdad que podía detectarla no estaría diciendo eso, sencillamente se limitaría a atacarla. Tampoco respondió. Eso sería darle una indicación de dónde estaba. Si embargo, su adrenalina volvió a dispararse. No estaba sola allí. Algo se movió a unos pocos metros, tras un callejón a su espalda. Dándose la vuelta despacio se giró en esa dirección. No podía permitirse el lujo de salir corriendo y descubrirse. De modo que no tuvo más opción que observar. Atónita, vio a un muchacho de pelo castaño oscuro que iba vestido de un modo algo raro, portando un largo palo afilado y una pequeña ballesta, que le susurró.



-No hables. Ya queda poco para el amanecer. Tendrá que marcharse enseguida.



            La piloto le interrogó con la mirada. Aunque por el momento mejor seguir ese consejo. De hecho era verdad que algo de claridad comenzaba a manifestarse en el cielo.



-Vamos querida. No me importa que salga el sol. Esta estrella es demasiado débil como para dañarme.- Reía aquella individua sonando a una distancia cada vez más cercana.-



            Antes de que Sabra pudiera reaccionar, ese tipo estaba ya a su lado y susurrándola.



-¡Maldita sea! Eso era algo que nos temíamos.

-¿Quién demonios eres tú?- Cuchicheó ella a su vez.-

-Créeme, el mejor amigo que tienes en estos momentos.- Afirmó él, presentándose.- Me llamo Kyle Robbins.

-Sabra Leví.- Repuso ella, agregando no sin apurada ironía.- Me gustaría decir que es un placer…pero no me encuentro muy motivada para eso.

-Me hago cargo.- Afirmó él.-



            Por su parte Blise estaba aproximándose poco a poco. Le gustaba acechar a su presa. Los humanos dejaban un rastro fácil de seguir. No obstante, algo la extrañó. Le daba la impresión de que allí podría ocultarse más de uno. Eso no le gustó. ¿Y si sus enemigos estuvieran aguardando? Aquello podría ser una trampa. Recibió entonces una llamada. A desgana se alejó de esa zona y respondió.



-¿Sí? ¿Eres tú, Luka? ¿Qué quieres?

-Nuestra jefa ha ordenado que vengas lo antes posible. Con esa lacaya humana.- Le indicó.-

-Estoy a mitad de una cacería.- Informó la vampira.-

-Eso no importa. La reunión es más urgente.- Repuso su interlocutora.-

-Pero me ha visto.- Objetó.- Y puede contárselo a otros.

-¿Quién la iba a creer?- Argumentó su compañera, afirmando.- Vamos, sabes que no es sabio desobedecer a nuestra líder.



            Con evidente contrariedad Blise asintió, ya encontraría a esa humana otro día. Cortó la comunicación y volvió al almacén con esa idiota incompetente.



-¡Todo por culpa de esta estúpida!- Rumiaba con enfado.- No la convertiría en una de nosotras aunque fuera la única en el Universo. Su amante sería desde luego mucho mejor como adquisición. Pero no contrariaré a nuestra líder. Ya habrá otra ocasión.



            Corrió para encontrar refugio en ese almacén, el sol estaba apuntando ya en el horizonte. A pesar de lo que había dicho antes todavía lo temía. Era cierto que la estrella roja de ese mundo no bastaba para matar a los de su especie pero sí que les debilitaba dejándoles indefensos. Podría decirse que tanto como un humano corriente. Además de producirles quemaduras que tardaban en desaparecer. Por eso no deseaba exponerse.  Entró al fin y vio a esa humana mirándola con gesto suplicante.



-¿La has cazado?

-Tengo cosas más importantes que hacer. Ve a por un deslizador, debemos regresar. Hay reunión.- Le ordenó a su interlocutora.-



            Marla no dijo nada, se limitó a asentir. Llamó enseguida a un vehículo robot y al poco ambas partieron camino de su cita. Entre tanto, una pasmada Sabra escuchó a ese muchacho relatar.



-Pertenezco a un grupo especial. Nos dedicamos a luchar contra estos seres. Tengo aquí a una compañera con la que debo reunirme. Mi jefe supuso que la cosa podría estar difícil y me envió a ayudarla. Vine hasta aquí siguiendo una pista. Pensando que este lugar podría ser un nido.

-¿Nido?- Se sorprendió su contertulia.-

-Sí, su guarida. Donde se esconden cuando llega el día. Pero desgraciadamente, si esa chupa sangres no mentía, va a ser muy difícil enfrentarse a ellos si pueden caminar a la luz del sol.



            La israelí hizo un espacio con las manos. Quería un poco de tiempo para asimilar todo eso. Finalmente fue capaz de admitir.



-Lo he visto y aun así no puedo creerlo. ¿De veras que no son unas locas con colmillos postizos?

-¡Ojalá lo fueran! Por desgracia son bien reales. De modo que créetelo.- Le  aseguró Kyle, quien adelantándose a su interlocutora aseveró.- Sí, los vampiros existen, y sí, son muy peligrosos.



            Pese a sonarle como una película de terror barato, Sabra percibía que era cierto. Ella misma había sentido la extraña persuasión y el magnetismo de aquella criatura. Todas las fibras de su ser habían experimentado el miedo al estar en su cercanía.



-Pero. ¿De dónde han venido?

-De la Tierra, en transportes regulares. Al principio eran muy pocos y solamente querían ver las posibilidades que este nuevo mundo les ofrecía. Ahora están tratando de infiltrarse en este planeta.

-¿Cómo no se les ha detectado antes?. Al menos, nunca oí nada de que existieran seres así.



            Y eso que conocía a los saiyajin, o a sus enemigos Arcoily, pero a estos únicamente por sus escaramuzas en el espacio.



-Por desgracia, son cuidadosos y saben medir sus tiempos. Tienen una red muy bien tejida y sabemos que algunos altos cargos, tanto civiles como militares, están de su parte. Bien por miedo, coacciones, sugestión, sobornos o promesas.

-¿Sabes quiénes les ayudan?- Inquirió la israelí.-

-No, por eso mi compañera vino antes. Iba a investigar sobre el terreno. Hace poco nuestro jefe me ordenó venir. Y creo que hará unas pocas horas, mi colega se comunicó con él pidiendo ayuda. Por suerte somos previsores.- Sonrió admitiendo.- Al llegar aquí y verte correr te tomé por ella. Incluso me llamó la atención tu corte de pelo. Ja, ja. Bueno, no te ofendas, está muy bien. Pero creí que Debbie se había hecho un cambio de look radical. De hecho, si os miro bien, sois bastante parecidas.

-¿Debbie?- Repitió la piloto.- Me suena ese nombre.

-Se llama Deborah Hunter.- Le comentó el joven, informándola.- Tiene una hermana mayor viviendo aquí.

-Sí, la mayor Susan Hunter, es mi superiora en la escuadrilla.- Le contó a su vez Sabra sin salir de su asombro.-

           

            Ahora recordó, cuando estuvo con Marla en la sede de modas Deveraux, poco antes de encontrarse con Daphne y Stephanie. Esa otra mujer morena que quería ver a la encargada. Le había parecido familiar pero no supo el porqué. En eso pensaba cuando ese chico declaró.



-Debbie quería reconocer algunos sitios en este planeta, sobre todo la sede de Modas Deveraux. Tenemos serias sospechas de que algo muy raro está sucediendo allí. Ella misma ha enviado un último mensaje, ese al que he aludido antes.



            Y el chico sacó una botellita que parecía contener agua. Para sorpresa de su contertulia le explicó.



-Es agua bendita. Además de ser letal para esos monstruos les detecta. Si hay alguno de ellos cerca comenzará a emitir un tenue halo azulado. Cuando llegué y te descubrí lo emitía. Al principio hasta sospeché que eras una de ellas, luego oí a esa otra. Al parecer ya se ha ido, puesto que no veo nada fuera de lo normal.

-Me va a costar acostumbrarme a esto.- Suspiró Sabra apoyándose en una pared.-



            Y es que las piernas le temblaban. No recordaba haber sufrido tanto estrés ni tan siquiera en los combates aéreos. Al fin Kyle guardó aquella pequeña botella y sacó su teléfono. Entonces activó el buzón de mensajes. Perpleja, la israelí escuchó una voz de chica relatar con patente nerviosismo.



-¡Están aquí! Confirmado. Me he librado por muy poco. Esto debe ser un nido. No sé si estará infestado o si simplemente se ocultarán unos pocos para pasar desapercibidos. Pero necesito que vengáis urgentemente. Nos arriesgamos a que esto se nos escape de las manos.

-Es un mensaje de hará unas pocas horas. Desde una localización próxima a Modas Deveraux.- Explicó el muchacho.-



            La piloto se puso pálida. No le fue demasiado difícil ahora relacionar las cosas. En cuanto hizo memoria. Cuando ella y su  (ya ex amante Marla) entraron, ésta saludó de un modo muy cordial a la recepcionista, pero enseguida se deleitó observando a las modelos que iban y venían. Eso tratándose de aquel zorra era lo habitual. La propia Sabra las contemplaba con gusto. Sin embargo, ahora caía en la cuenta que, al salir de allí tras el incidente con Daphne y su hermana, incluso se aproximó a algunas de esas mujeres e intercambió unos cuchicheos. Sobre todo con una chica alta, delgada y de cutis muy pálido. Muy similar a esa que la había intentado morder. Unas palabras que su ex pareja pronunció cuando hablaba con aquella individua la hicieron ahora temblar.



-¡Vais a daros un auténtico festín aquí! Sobre todo si hincáis el diente a esas dos monadas. - Rememoró con horror puesto que, a lo lejos las veían marcharse en ese instante.-  Se refería a ellas. Entonces, ellas dos podrían estar en peligro.- Musitó ahora tras atar cabos y darse cuenta de que  Marla no había hablado en sentido figurado.-

-¿Quiénes?- Inquirió Kyle.-

-Daphne y Stephanie.- Repuso la piloto.- Y otras muchas chicas también.



            Sobre todo por la forma en la que esa degenerada había mirado a la hermana de Daphne. ¡Si hasta se había relamido y todo! En un principio Sabra lo achacó sencillamente a que era una pervertida. Marla ya le había dicho sin ningún tipo de pudor que ella había compartido algo más que sentimientos con niñas de esa edad. Y que hubiera estado encantada de iniciar a Stephanie si pudiera hacerlo. Y esos comentarios que hizo delante de aquel pobre crío. Ya entonces, y sin sospechar nada de esto, a Sabra le parecieron demasiado. Ahora, con tono avergonzado, se lo confesó a su contertulio. Éste no obstante se asustó, pero no por lo que la israelí creía, más cuando le contó.



-¡Ojalá que se tratase de abusos a menores! ¡Y fíjate lo que estoy diciendo, con lo gravísimo que eso es! Por desgracia cuando esos individuos y sus sirvientes hablan de iniciación, en su jerga no solamente significa sexo.

-¿Y qué más significa?.. Su pregunta murió ahí mismo cuando la horrorizada israelí abrió la  boca al percatarse del pleno impacto de esas palabras.- Yo, yo creí que Marla decía eso porque Stephanie no solamente es heterosexual sino que es muy homófoba.



            Le hizo un breve resumen de lo que sucedió y Kyle movió la cabeza para replicar.



-Por eso se reía tu pareja…

-Expareja.- Remarcó la israelí afirmando rotunda y llena de consternación.- Eso te lo puedo asegurar. Esa tal Maggie tenía toda la razón. ¡Es un monstruo! Y yo estaba tan llena de odio y de amargura que no pude verlo.- Se lamentó sinceramente ahora.-



            Educadamente Kyle la dejó concluir esa especie de mea culpa para sentenciar.



-Eso es lo de menos. Te decía que por eso se reía tu pareja. No tenía nada que ver con el sexo. Eso daba igual. Quería decir que ella, al no ser todavía una vampira, no podría iniciar a esa chica. Pero del modo en que me la has descrito, creo que estaría deseosa de poder hacerlo. Sino ella, alguna de sus amas.

-¡Tenemos que impedirlo como sea!- Exclamó la israelí matizando de inmediato.- No pueden hacerle eso ni a Stephanie Kensington, ni a nadie. Pese a nuestras diferencias, esa niña no se merece acabar así.



            Kyle sonrió ahora asintiendo con aprobación. Su jefe no se había equivocado. De hecho, su presencia allí no obedecía a la casualidad. Fue el propio Lance quien le envió. Como siempre tras consultar algunos de sus arcanos. El chico recordaba aun su conversación con él, poco antes de dejar la Tierra haría unas dos semanas.



-No entiendo porque no puedo ir con Debbie.- Le comentaba el joven con desencanto.-



            Lance, acomodado en un blando sillón de cuero y sentado tras una mesa de madera ojeaba distraído un gran libro de color burdeos en tanto le escuchaba. Cuando Kyle concluyó su frase cerró aquel grueso volumen para replicar.



-Digamos que vas a tener otra misión igual o casi hasta más importante que la suya.- Sentenció.-



            Y pasó a informarle de la misma. Cuando el chico le escuchó le dedicó una atónita mirada inquiriendo.



-¿Estás seguro de eso?

-Completamente. - Replicó contundentemente Lance, añadiendo.- Ya te lo he dicho, la Luz y la Oscuridad están preparándose para la confrontación decisiva. Cada bando está reclutando valiosos elementos. Y uno de los sitios claves será el planeta Nature. Os necesito allí a Deborah y a ti. Yo mismo tengo muchas otras cosas de las que ocuparme. Debbie deberá centrarse en su cometido y tú en lograr atraer a nuestra causa a algunas piezas más que notables.



            Y entre otros valiosos fichajes le habló de esa oficial israelí. Le mostró incluso una Holo foto suya en la que Sabra tenía una larga melena morena peinada en forma de coleta. Por eso al principio le costó reconocerla, tomándola incluso por Debbie. Las dos eran ciertamente muy parecidas en físico, color de pelo e incluso tono de ojos azules. No obstante, los de la piloto eran algo más oscuros. Pese a todo eso daba igual a distancia, dado que aquella diferencia no era perceptible.



-Debes darte prisa porque podría ser demasiado tarde ya. Tendrás que encontrar primeramente a esta mujer. Y esperar a que ellos no se te hayan adelantado. Ya llevan un tiempo trabajándosela para que se pase a su lado por propia voluntad. Te daré todos los datos que tengo sobre sus posibles nidos y refugios…



Así lo hizo Lance y cuando Kyle fue a la dirección que su jefe le indicó estaba preparado por si debía rescatar a esa chica. Siempre le maravillaba el conocimiento que su líder tenía sobre esas cosas. ¿De dónde sacaría esa información? Supuso que, siendo un experto en ciencia esotérica, podría verlo de algún modo. En fin, por lo que a él se refería iba preparado. Llevaba un buen arsenal. Se ocultó cerca vigilando el lugar que estaba marcado como la base enemiga. Había llegado tarde para liberarla antes de que la metieran allí. Ya maldecía su mala suerte cuando, por fortuna, vio que aquella muchacha salía huyendo a todo correr. Desde luego tenía espíritu de lucha. No tardó en seguirla, suponiendo que cualquiera de esos vampiros podría ir tras de ella de inmediato. Se ocultó cerca de ella y solamente se dio a conocer cuando escuchó la voz de aquella vampira que estaba tratando de cazarla. De modo que, sonriendo tras recordar aquello, le propuso ahora a esa valerosa joven.



-¿Entonces, te unes a nosotros?

-Dale por hecho.- Asintió Sabra eso sí, poniendo como condición.- Tendrás que explicarme muchas cosas acerca de cómo va esto.

-No te preocupes, lo haré.- Convino Kyle añadiendo.- Vamos, tengo un deslizador aparcado cerca.



            Y la chica le siguió, deseosa de retornar lo antes posible a la ciudad…Otra que horas antes ya había vuelto a casa de los Ginga con el pequeño Alex, fue Maggie. La enfermera  devolvió al crío enseguida a sus padres. El doctor ya había llegado y se ocupó del pequeño.



-Mi esposa no regresó todavía de la base.- Le comentó a su interlocutora.-

-Salúdala de mi parte, yo tengo que retornar  a casa. Llevo todo el día sin ver a mi hija.- Repuso Maggie.-

-Hasta mañana pues.- Replicó el alien.-



            Así pues, Margaret se fue deseosa de volver a ver a su pequeña. Cuando al fin llegó su marido la aguardaba allí. Su cara era de circunstancias e incluso de pesar.



-Hola cariño, lo siento, me retrasé. – Saludó ella dándole un beso en la mejilla.-



            Aunque Kiros no reaccionó, fue entonces cuando su mujer le observó extrañada.



-¿Qué te pasa?

-Tengo que hablar contigo, será mejor que te sientes.- Le pidió él con tono grave.-

-¿Ocurre algo?- Quiso saber ella con tono teñido ya de inquietud.- ¿Algún ataque enemigo? Se han visto luces en el cielo.- Comentó.-



            Y es que aquella tarde, tanto ella como miles de personas, vieron aquellos resplandores. Sin embargo, las autoridades se apresuraron a explicarlos con prácticas de las fuerzas aéreas descartando cualquier tipo de amenaza. Así su esposo le confirmó.



-No, que yo sepa.- Repuso él moviendo la cabeza.-

-¿Y tu madre?- Quiso saber entonces Maggie? ¿Es por ella? Espero que haya visto que Gloria es todavía muy pequeña. ¿Se ha disgustado cuando le contaste lo que te dije?



            Kiros miró hacia otro lado y suspiró largamente, no sabía cómo decírselo pero sabía que no tenía opción. Su esposa iba a descubrirlo muy pronto.



-Maggie, mi madre se ha ido.- Le contó.-

-Bueno.- Repuso su contertulia con tono algo apurado.- No quise desairarla. Sé cómo son en tu pueblo con sus costumbres. En fin, trataré de enviarla un mensaje. ¿Dónde está, en algún hotel?

-Ha vuelto a Nuevo Vegeta, esta tarde.- Repuso él con voz queda.-

-Lo siento cariño.- Dijo Margaret que le aseguró.- Ya verás cómo lo arreglamos todo, y como cuando Gloria sea un poco mayor, iremos a visitarla allí y las cosas serán diferentes.



            La enfermera iba a adentrarse en la casa para darle un beso a su hija a la que suponía durmiendo ya. Aunque entonces su marido la sujetó suavemente de una muñeca y tras hacer que le mirase sorprendida pudo desvelar no sin pesar.



-Mi madre se ha llevado a Gloria con ella.



            Fue como si la tierra se abriese bajo los pies de Maggie, al principio ni fue capaz de asimilar eso, después negó absolutamente perpleja, al fin estalló furiosa.



-¿Qué? ¿Será una estúpida broma, verdad?- Chilló para ir a todo correr a la habitación de su hija llamándola.- ¡Gloria!

            Su esposo no se atrevió a seguirla. Maggie registró literalmente toda la casa, al fin, no tuvo más remedio que afrontar la verdad. ¡Su hija no estaba! Y eso la hizo revolverse contra su marido.



-¡Tú! ¡Tú le has permitido llevársela! Ha secuestrado a nuestra hija y no has hecho nada.- Le chilló ella totalmente fuera de sí, agarrándole de la camisa que llevaba hasta rompérsela.- ¡Cómo has podido!



            Él no quiso ni tratar de explicarse. Por más cosas que arguyera Maggie no le creería. Al menos en ese estado.



-¡Quiero a mi hija! ¡Vamos ahora mismo a ese maldito planeta a recuperarla!- Le exigió la enfermera.-

-No es tan sencillo.- Pudo decir él.-



            Margaret le miró con auténtico odio ahora para escupir.



-Lo teníais todo planeado, ¿verdad? Me engañasteis para que no estuviera aquí. Jamás lo hubiera permitido, esa loca tendría que haberme matado antes. De ella podía esperar cualquier cosa, ¡pero de ti!- Exclamó abofeteándole con toda la fuerza que pudo reunir.-



            Aunque eso le provocó a ella una lesión en la mano. El saiyajin quedó imperturbable por el golpe, no así viendo el estado de su esposa. Intentó abrazarla interesándose por ella.



-¿Estás bien? Deja que te vea eso.



            Sin embargo, Maggie se apartó de él siseando con ira.



-¡No me toques! No quiero que te acerques a mí jamás.



            El aludido, bajando la cabeza, se dio media vuelta sin pronunciar palabra alejándose de allí. Maggie le vio irse y tras aquel ataque de rabia y furia su cuerpo cedió, cayó de rodillas sin poder dejar de llorar amargamente mientras gemía llevándose las manos a la cara.



-¡Mi hija...Gloria!…



            Estaba totalmente devastada por el dolor. Ahora volvía a su mente aquella promesa, casia  modo de maldición, que le hiciese Erika, cuando esta la culpó de la muerte de su hermana. Quizás ya no fuera a consecuencia de esa mujer, dado que al fin arreglaron las cosas entre ellas, pero el castigo del Señor, finalmente la había alcanzado.



-Ahora tengo fe. Soy una mujer distinta.- Sollozó, elevando su lloroso rostro para implorar.- ¡Te lo suplico, Señor, devuélveme a mi niña!



            A su vez Kiros caminaba sin rumbo fijo. Tras salir de su casa recordaba lo sucedido. Su madre en efecto estuvo un rato con Gloria. Tras intentar hacerle algunas pruebas para que mostrase su fuerza, y ante la nula cooperación de la niña, Elua pareció renunciar a ello. De hecho, los tres viajaron hasta las afueras de la ciudad. A una zona de parque aislada para poder utilizar más energía sin alterar el orden. Allí la saiyajin enseguida le pidió a su nieta una vez más.



-A ver muéstrame qué eres capaz de hacer.

-¡Quiero irme a casa!- Fue lo único que la niña contestó con un tonillo lastimero.-



            Elua miró a su hijo con una mezcla de severidad y desencanto. No tardó en afirmar.



-Esto no es propio de una hija de saiyajin.

-Madre, no está acostumbrada a esto.- Argumentó él tratando de justificar a la pequeña.-

-Lo estará pronto.- Sentenció la veterana guerrera creando una bola de luz en su mano para dirigirse a la atónita cría.- Vamos, sé que puedes hacerlo tú también.



            Aunque la niña no pareció querer hacer caso de su abuela. Ésta, ya con poca paciencia, declaró.



-Muy bien mocosa, o la anulas o sufrirás las consecuencias.



            Y sin pensarlo dos veces arrojó esa esfera contra la niña. El atónito Kiros no tardó de reaccionar yendo hacia su hija y desviando aquello que explotó inofensivamente unos metros más allá derribando un par de árboles.



-Madre. ¿Qué estás haciendo? Prometiste no dañar a Gloria. – La recriminó con malestar.-

-Eso no podía dañarla.- Replicó la interpelada sin dar muestras de la menor inquietud. Dejando entonces perplejo a su hijo cuando remató con tono más airado.- Pero tu actitud sí que lo hará.

-No comprendo a qué te refieres.- Repuso él.-

-¡Lo comprendes perfectamente! - Espetó su madre estallando indignada.- Has dejado que tu esposa humana anule tu carácter por completo. Mírate. ¡Eres una ruina de saiyajin! - Denunció Elua.- Pareces un vulgar humano temeroso hasta de respirar, por no contrariar a esa mujer.



            Y sin más palabras lanzó un rayo de energía contra su propio hijo que, a pesar de ser desviado por Kiros sin problemas, provocó esta vez una explosión mayor en la atmósfera que asustó a la cría. Gloria comenzó a llorar queriendo regresar a casa.



-¿Ves lo que has hecho? Tu hija es solo una vulgar llorona y una cobarde. Quejándose y llena de temor cuando debería estar disfrutando de un buen adiestramiento.- Denunció la saiyajin.-

-Mi hija es tan humana como saiyajin.- Repuso él visiblemente enfadado a su vez.- No tienes derecho a pretender otra cosa.



            La niña asistía entre asustada y cada vez más enfadada a aquello. No le gustaba que esa señora mala le gritase a su papá. Y menos cuando la que decía ser su abuela aumentó su energía hasta  crear un aura rojiza  a su alrededor. Una vez más, Elua materializó otra bola de energía y le advirtió a Kiros.



-Esta vez, te prohíbo que intervengas.

-¡Tú ya no eres quién para prohibirme nada! - Espetó él. Aumentado de energía a su vez. Para rematar.- Madre, te lo advierto, si insistes al final tendré que hacerte daño.



            Solo obtuvo una sonrisa burlona como réplica por parte de su interlocutora que aseveró sin pudor.



-Tú nunca has sido capaz de hacerme daño y nunca lo serás. Al menos desde el punto de vista del combate, pero ya me lo has hecho en algo más importante, en el orgullo. No te crié para que tires a la basura todas mis enseñanzas ni las tradiciones de nuestro pueblo.



            Y Elua arrojó dos bolas de energía esta vez. Una contra su propio hijo y otra contra su nieta que la observó llegar con pánico en la mirada. Kiros, horrorizado a su vez, comprendió que ahora no sería lo bastante rápido como para impedir que aquello alcanzara a su pequeña. Sin embargo, esto no fue necesario. Cuando los dos adultos quisieron darse cuenta Gloria sencillamente no estaba allí.



-¿Dónde está?- Quiso saber Elua mirando en todas direcciones.-



            Para asombro de los dos, la pequeña no solo había esquivado el ataque dirigido contra ella, sino que, mucho más veloz de lo que ninguno fue capaz de ver, se interpuso entre su padre y esa otra bola golpeándola con su manita. Aquello desvió la esfera de energía lanzándola hacia el cielo donde estalló creando una horrísona y tremenda explosión. Ahora, entre asombrada e incluso asustada, Elua vio a su nieta brillar con tono rojizo, un aura de este color la envolvía iluminando su pelo de ese modo. Tampoco Kiros salía de su asombro.



-Esa bola no estaba prevista para ella.- Pudo decir la anonadada abuela.- Era mucho más potente… ¿Cómo ha…?

            Para pasmo de los adultos de la parte trasera de la niña incluso había brotado una colita peluda. Kiros recordó habérsela cortado haría mucho tiempo. Casi desde que nació. Lo cierto era que Maggie jamás quiso que tuviera eso, sobre todo cuando empezase a relacionarse con otros niños. Hubiese sido terrible para su hija ser rechazada como una especie de monstruo. No obstante, ahora, ese apéndice estaba nuevamente ahí. Y lo que era más. La niña emitió un sonido gutural increpando a su asombrada abuela en tanto sus ojos refulgían como ascuas de rubíes.



-¡Deja en paz a mi padre!



            Elua y Kiros se miraron sin poder creerlo, ¡esa cría estaba transformándose! Aullaba ahora creciendo sin parar, su cuerpecito se recubrió de un denso pelaje rojizo y sus rasgos pasaron a  ser los de un gran simio.



-Pero. ¡Es imposible!- exclamó Kiros.- Aquí no tenemos luna. Ni tampoco energía capaz de provocar el cambio a  Ozaru.-

-¡Lo está haciendo ella misma, sin precisar energía externa! ¡Es increíble!- Pudo decir la anonadada Elua.-



            Lo peor fue cuando ese gran mono de al menos diez metros de altura comenzó a aporrearse el pecho lanzando por su boca una enorme esfera de fuego que destruyó buena parte del bosque circundante. Pero la cosa no paró ahí. Ahora, el blanco de la ira de aquel enorme animal era su propia abuela. Y la  estupefacta guerrera tuvo que emplearse a fondo para esquivar los ataques de esa bestia.



-No puedo creerlo.- Era lo único que la saiyajin podía decir en tanto se afanaba por no ser alcanzada por más disparos de energía o las enormes manos de ese monstruo.- ¿De dónde saca tanta fuerza?



            Kiros por su parte desvió algunas bolas de esas hacia el espacio. Allí estallaron inocuamente. Al final, decidido a terminar con eso, apuntó a la cola de su hija lanzando una especie de disco de energía que pudo cortarla limpiamente. Eso operó el milagro. Aquel mono se detuvo y poco a poco fue menguando, el pelo desapareció hasta que el cuerpo desnudo de la cría cayó al suelo sin conocimiento. El saiyajin enseguida acudió a tomarla en brazos, visiblemente preocupado. La propia Elua aterrizó tras jadear por aquella batalla tan imprevista como terrible. Al fin, con gravedad en el tono, se dirigió a su espantado hijo.



-Es lo que yo temía. Cuando nació y la llevasteis a Nueva Vegeta pude sentir en ella un poder inmenso. Pero esto sobrepasa mis mayores expectativas.

-Como ves, madre.- Suspiró él con tono más conciliador y aliviado, en tanto cargaba en brazos a la niña.- No necesita que la entrenes para que aumente su fuerza.

-No.- Negó Elua para no obstante, corregir.- Claro que necesita que la entrene, pero no para que aumente su poder, sino para que pueda ser capaz de dominarlo. Esto es lo que yo más temía cuando vine aquí. Y refrendé esa impresión cuando vi la velocidad que era capaz de desarrollar. Cuando fue a por esa cajita al vehículo de ese humano amigo tuyo. Gloria tiene unos dones increíbles, es verdad. Pero también hay un reverso oscuro en eso. Si no aprende a controlarse, tu hija se convertirá en un peligro. Y lo será tanto para sí misma como para todos los que la rodeen. Comenzando por ti, tu esposa y este planeta. ¿Es que no lo ves?



            Kiros bajó la cabeza mirando a su pequeña lleno de consternación. Sabía que su madre tenía razón. Es más, ahora entendía. Elua había estado tratando de provocar esto en cierta forma, para que él lo viera.



-A eso se refería el príncipe Eron.- Musitó impactado.- MI hija puede acabar en la luz o en la oscuridad...

-Así es. Y solo tras años de práctica y de superar duras pruebas podrá Gloria ser dueña de su poder, y no ser su esclava.- Sentenció la veterana saiyajin.- Y si algo sale mal, allí podremos controlarla. Aquí sería imposible. Incluso para ti. A la larga tendrías que elegir entre ella o todo el planeta. Quisiera ahorrarte esa terrible disyuntiva.



            El joven al fin asintió despacio. Siendo capaz de musitar.



-Tengo que hablarlo con Maggie. Si le cuento lo que ha pasado… ella…

-Si se lo cuentas no lo creerá.- Aseveró Elua.- O aunque supiera que es cierto, no querría creerlo. Es su madre, ama a su hija más que a nada. Eso lo entiendo y lo respeto. Pero con esa actitud únicamente lograría atraer la desgracia sobre sí misma y sobre todos los que aquí moran. Tu mujer no escuchará. Solo hay una manera. Y sé que os supondrá mucho dolor…tanto a ella como a ti. -Afirmó con pesar la guerrera, quien enseguida le explicó cuál era su plan a su hijo.-

-Me odiará.- Suspiró él con tono lleno de consternación.-

-Es eso o lo que sabes que sucederá.- Le insistió su madre, añadiendo.- Ahora Gloria está débil. Tardará en reponerse de este enorme esfuerzo. Pese a todo es una niña aun. Y más nos vale que sea así. Es pues el momento para poder llevármela de aquí.



            Y Kiros tuvo que estar de acuerdo. Ahora, caminando a solas, se perdió por las oscuras calles sin saber qué hacer. Aunque al final se acordó de un amigo que quizás podría comprender eso. Del único al que podía localizar en ese momento y así se dirigió hacia su casa. Entre tanto Maggie, todavía de rodillas, no podía dejar de llorar. Estaba destrozada por el dolor y la angustia.



-¡Oh Señor! ¿Qué puedo hacer ahora?...



            Llevada por la desesperación tomó su móvil y marcó un número. Era tarde cuando una voz conocida respondió.



-¿Maggie?- Pudo escuchar a Mei Ling.-



            La oriental estaba a punto de acostarse. Al día siguiente tocaba trabajar. Dentro de nada la doctora Prentis vendría para hacerse cargo del grupo, en cuanto hubiera arreglado sus otros temas laborales. Penélope por su parte había adelantado la marcha dado que llamaron a  su esposo antes de lo indicado. Apenas si pudieron despedirse de ella. De todos modos, ni Shania, ni Emma, estaban localizables desde hacía al menos dos días. Y además, estaba la inminente partida de Sonia. Suspiró. Tampoco hoy había podido verla. Sus malditos compromisos publicitarios. Por ello, al oír el teléfono pensó esperanzada que su novia la llamaba. No pudo quedar más perpleja cuando escuchó la llorosa voz de Maggie.



-¿Maggie, eres tú?- ¿Qué sucede?- Quiso saber con perplejidad.-

-Lo, lo siento.- Balbucía ésta entre sollozos, gimiendo.- No sabía a quién recurrir… No sé que hacer.

-Tranquilízate, por favor.- Le pidió una cada vez más alarmada Mei Ling.- ¿Qué ocurre?

-Se ha llevado a mi hija.- Pudo sollozar su interlocutora.- ¡Se la ha llevado!...



            En pocos instantes puso al corriente a la horrorizada oriental de lo que había sucedido. Mei Ling enseguida saltó como un resorte y le dijo con un tono lo más amable y tranquilizador que pudo.



-Enseguida me visto y estoy ahí. No te preocupes, avisaremos a más gente.

-Gracias.- Gimió su interlocutora cortando la comunicación.-



            La oriental se vistió a toda prisa. Incluso pensó en contactar con Sonia, pero finalmente optó por dejarlo estar. Además de que estaría muy ocupada era algo un poco embarazoso acudir de este modo a la casa de su exnovia. Si además llamaba a su actual pareja…



-Las cosas ya están bastante complicadas.- Se dijo en tanto, una vez vestida de modo informal, salía de allí.-



            Era tarde, en la calle llamó a un taxi deslizador. Esperaba llegar lo antes posible. No obstante el vehículo tardaba en llegar. Consultó la hora, nada…



-Solo espero que no tenga que quedarme mucho rato aquí.- Pensó.-

            Alguien más se aproximó a su lado. Era una joven, parecía una de esas modelos, alta y bien formada. La miró sonriéndola. Con tono de voz algo grave y enigmático, la recién llegada le preguntó.



-¿Le importa si compartimos taxi? Sé que ha llegado usted antes que yo. Pero es muy tarde y me da miedo estar sola a estas horas.

-No hay problema.- Sonrió Mei Ling.-



            La chica a su vez sonrió agradecida. Era muy guapa. La oriental no pudo por menos que fijarse en su voluptuosa silueta. Enseguida se presentó.



-Me llamo Renata.- Dijo esa joven sin dar su apellido.- Trabajo como modelo.

-Mei Ling. Soy científica. - Repuso su interlocutora haciendo lo mismo.-



            Se dieron la mano, hacía algo de frío o eso pensó la oriental, esa chica al menos estaba helada. Por fortuna el taxi llegó.



-Menos mal.- Pudo decir la modelo.- Ya estaba deseando que viniera. Créame, a estas horas ya da miedo caminar sola por la calle. Con esos asaltos y lo que ha pasado hoy.

-¿Qué ha pasado?- Quiso saber Mei Ling.-

-Encontraron muerta a una chica.- Le contó su contertulia con gesto temeroso y lleno de pesar en tanto le desvelaba.- Y era una compañera mía. Yo la conocía, ¡pobrecilla Carol!

-¡Qué horror! Cuanto lo siento.-Declaró su contertulia dejándola pasar antes al interior.-



            Al entrar al vehículo la modelo pareció calmarse un poco y suspiró.



-Bueno, es uno de esos taxis robot.- Comentó esa muchacha añadiendo, ¡qui cosas fachen! Perdón.- Pudo añadir ante su perpleja interlocutora.- Es que soy italiana.

-Bueno, yo soy china.- Admitió Mei Ling.- Las dos estamos muy lejos de casa.

-Sí, es cierto.- Suspiró su contertulia. Reconociendo a su vez.- Echo mucho de menos mi hogar….



            Mei Ling convino descuidadamente en eso, indicó la dirección que deseaba tomar y el vehículo arrancó. La oriental pensaba ahora en sus padres. ¡hacía tantos años que no les veía! De vez en cuando su primo Zhao le enviaba noticias de la familia, pero no era lo mismo. Al menos él seguía allí en China.



-Mis padres. Me gustaría volver a estar con ellos, y que me perdonasen, que comprendieran que jamás quise faltarles al respeto, soy como soy y no puedo evitarlo.- Meditó entristecida.-



Curiosamente esa joven pareció leer su pensamiento pues declaró con tono apenado.



-El mío papa y la mía magma. Ya no podré verles nunca más. No ahora.

-¿Por qué dice usted eso?- Trató de animarla su contertulia.- Seguro que estarán deseando verla y que la querrán muchísimo.



            Ojalá ella pudiera creer lo mismo de sus propios progenitores, miró nostálgicamente a través de la ventanilla y suspiró. Algo raro sucedió entonces. Observaba con toda claridad el reflejo del interior del vehículo, incluso se veía a sí misma y los asientos, solamente había una cosa que no podía ver. Y esa misma cosa declaró entonces con tono siseante.



-No, nunca podrían comprender en qué me he convertido…lo siento papá, mamá, lo siento Carol. Y usted, perdóneme.

-¿Qué?- Pudo musitar Mei Ling tratando de mirarla.-



            Todo sucedió en décimas de segundo. Aunque pareció ocurrir a cámara lenta. La científica intentó girarse para ver a su compañera de viaje que la atacó con enorme celeridad empujando su cabeza contra el cristal del vehículo. Incapaz de moverse siquiera, la oriental vio con horror como de la boca de aquella chica florecían dos largos colmillos que ésta clavó en su cuello. La sangre brotó enseguida y, tras unos pocos segundos de resistencia inútil, Mei Ling perdió el conocimiento cayendo en una densa oscuridad.


                                     anterior                                                            siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)