viernes, 7 de julio de 2017

GWTN28. Un equipo muy completo


Para Nelly aquello fue duro al principio, sin embargo no tardó en irse acostumbrando. Eso de acostarse con quien hasta hacía apenas un mes creía que había sido su padre pronto dejó de preocuparla. Es más, enseguida comprobó cuánta razón tenía Kassandra. Y es que Edgar pasó de verla como a una especie de monstruo a tratarla casi como a una princesa. No obstante, la primera vez le costó mucho vencerse a sí misma. Fue una tarde en la que su hermano Orix estaba en casa de un amigo cuando Kassandra le dejó el campo libre. Aquella mujer le dijo entonces.



-Aprovecha tu ocasión, él está solo y ayer no tuvimos relaciones. Te lo he dejado preparado. Solamente tienes que seguir mis consejos.

-Muy bien.- Musitó la chica con tono inseguro.-

-Confía en ti misma. Lo harás bien. Y ya verás que poco cuesta que un hombre se deje llevar.- le aseguró Kassandra.-



            Y tras la marcha de su interlocutora la joven se acercó despacio al salón. Allí estaba su padre viendo la Holo tele.



-Hola.- Saludó ella con tono amable.-

-Hola.- Replicó fríamente él.-



            Nelly no se dejó achantar por eso, más al contrario. En ese momento comenzó su representación. Colocándose adrede entre la holo tele y su padre.



-¿Querías algo?- Quiso saber él.-

-Sí.- Sonrió la chica aproximándose más para asombro de Edgar.- A ti.

-¿Qué quieres decir?- Inquirió él que parecía más asustado que otra cosa.-



            Pudiera ser que pensase alguna tontería como que iba a adoptar su forma para luego eliminarle o algo así. Nelly se sonrió, ¡ojala pudiera hacer eso! Sin embargo, la joven afirmó con tono meloso en tanto se desabotonaba la blusa que se había puesto.



-Sé que no soy tu hija de verdad. Pero sí que soy una mujer. Eso te lo puedo garantizar. Y deseo que alguien me haga sentir como tal. ¿Quieres que me vista con el camisón de Kassandra? Se que eso te gustaría.

-¿Lo dices de veras?- Afirmó el atónito Edgar.-

-Claro.- Sonrió traviesamente ella en tanto le acariciaba tras la nuca, sentándose sobre sus rodillas.- Te prometo que, no siendo tu hija, sí que puedo ser muy complaciente contigo de otras maneras.



            El hombre asintió, ni tan siquiera se molestó ya en fingir desagrado o pretender escandalizarse. De hecho, estaba deseoso de ello. Es más, viendo a esa chica ahora, con aquellas largas piernas, ese cuerpo suave y de tez blanca, esos ojos azules tan intensos con esa cabellera morena que se estaba dejando crecer y que ahora le caía sobre uno de los hombros, comenzaba a excitarse. Por suerte su pareja no estaba, ni Orix tampoco. Tendrían toda la casa para ellos dos. Así, mientras se regocijaba con este pensamiento la chica se levantó saliendo del salón. Al poco Edgar escuchó el sonido de unas cremalleras al bajarse y subirse. Era Nelly quien, tras cambiarse de ropa, volvía luciendo ese camisón. También llevaba unos zapatos con tacones de aguja de varios centímetros que asimismo pertenecían a la pareja de su padre. La chica andaba de modo algo torpe. Sin embargo eso, lejos de estropear aquella visión, hacía que él aumentara su excitación.



-Me aprietan un poco, quizás necesite otros más grandes.- Sonrió ella al llegar junto a él.-

-Te compraré otros, no te preocupes. ¡Los que tú quieras!- Jadeó Edgar.- ¿Qué número calzas, cariño?. - Pudo decir con patente excitación.-





            Eso llamó la atención de la muchacha, tuvo que eliminar un gesto de tristeza espontáneo. Pensaba que nunca antes que ella recordase, su padre, o mejor dicho Edgar, la había llamado así. Esa palabra, cariño, había estado reservada en su memoria para su madre. Ahora no obstante, se pervertiría como ella misma. Tentada estuvo por unos instante de dejar toda aquella charada y salir corriendo, pero su determinación prevaleció. Tanto que se forzó a contestar con tono lascivo en tanto elevaba uno de sus pies jugueteando en el aire con él, con uno de esos zapatos a medio colgar.



-Un treinta y ocho. Puede que treinta y ocho y medio.



            Su contertulio asintió, tomando buena nota. La chica estaba llevando ese camisón y esos zapatos que tanto le gustaban. No supo cómo lo averiguó pero le daba igual. Nelly por su parte continuó ajustándose al guion que había preparado con Kassandra. Al llegarse al lado de su interlocutor se sentó una vez más en sus rodillas. Edgar en tanto comenzaba a  besarla en el cuerpo con frenesí.



-Me gustas mucho.- Admitió él alabándola.- No sabía que eras capaz de hacer cosas como estas.

-Pues no has visto nada aun.- Afirmó la chica.-



            Él asintió. Tras levantarse los dos del sillón  Edgar se bajó los pantalones dejando aquello de una forma bien clara a la vista. Nelly se sonrió al contemplarlo tan largo y elevado, más cuando él  le preguntó.



-¿Sabes lo que tienes que hacer?

-Sí.- Sentenció la chica poniéndose de rodillas.-



            Lo sabía tras algunos vídeos que Kassandra le había mostrado. La joven había tomado buena nota y a juzgar por los gemidos y jadeos de su pareja no lo hizo nada mal. Tras aquello él la tomó en brazos y se encaminó con ella al dormitorio. Por suerte Edgar tenía protecciones. Era el primer interesado en que la muchacha no quedase embarazada. No sabía realmente si podría quedar encinta, pero mejor no arriesgarse. Aunque antes de hacerlo ella incluso mudó su expresión y, con un no tan fingido temor, le pidió con tono suplicante.



-Por favor, no seas brusco. Es mi primera vez.

-¿Eh? ¿Tu primera vez?- Pudo jadear él, que ya estaba sobre ella.-



            La chica asintió y tras despojarla del camisón y recorrerla a besos, Edgar le aseguró.



-Tendré mucho cuidado, ya lo verás…



Y aunque pese a todo le dolió al principio luego no fue tan terrible. Así consumaron el acto. La chica lo recordaba ahora. Sonriente pese a todo. Su plan estaba en marcha y nada podría salir mal.



-Además, debo encontrar a mis hermanos. Y ya tengo un punto de partida.- Pensaba.-



            Eso era algo más a conseguir. Ahora el propio Edgar podría ser un aliado, aunque fuera involuntario. La joven también tenía otro plan en mente para solucionar eso de la foto de Dean. Algunas imágenes que tomaron cuando ambos eran fugitivos, convenientemente retocadas, podrían servir…entonces pensó en Franklin.



-Pese a ser tan pequeño, ese niño es un genio de los ordenadores. Wina me lo ha dicho en más de una ocasión.- Meditó.- En cuanto pueda le abordaré…



            Es más, sabía que su amiga iba a verle, entre mensaje y mensaje que se enviaban. Wina le preguntaba por su estado y ella, sabiendo que algo sospechaba, se fingía amable y extrovertida asegurando que todo iba bien. Al fin logró vencer el recelo de su amiga y ésta le contó que Scott y Clarisa irían a cenar al día siguiente con Franklin.



-Espero verles pronto para saludarles. – Escribió en su móvil tras haber vuelto a su habitación, concluidos sus asuntos con Edgar justo antes de que amaneciera. -



            Su amiga Wina dejó aquella conversación. El sol comenzaba a salir. Se dispuso a ducharse antes de desayunar. Tocaba colegio.



-Bueno, pasaré a buscar a Orix y a Nelly por su casa. ¡Ah! recordó entonces. Orix se quedaba a dormir en casa de un amigo.



            Y tras salir del baño  dio los buenos días a sus padres. Clyde la saludó ofreciéndose a llevarla.



-Tengo el deslizador aquí, voy a ir al laboratorio pero puedo acercaros a ti y a tus amigas.- Comentó.-

-Vale, gracias papá.- Convino la muchacha.-



            La que tuvo un terrible despertar fue Maggie. Por unos instantes todo se le había antojado una pesadilla. Enseguida acudió a la habitación de su hija con la esperanza de que estaría allí, dormida, y que tendría que despertarla para ir al colegio. Ahora suspiraba entre lágrimas, sentada en aquella camita sin deshacer con peluches encima.



-Te encontraré, cariño. Moveré cielo y tierra. Haré lo que sea pero te recuperaré.- Se decía tratando de animarse.-



            Tampoco Mei Ling dio señales. La estuvo esperando hasta tarde pero finalmente el sueño la venció. Quizás le hubiera surgido algo. O pudiera ser que su antigua pareja no quisiera saber nada. A fin de cuentas fue Maggie quien la dejó por Keiko, y luego dejó a la pelirroja por su actual marido. Eso le hacía pensar en él con una mezcla de tristeza y amargura. ¿Cómo pudo permitir que su madre raptase a Gloria? No, no iba a perdonárselo jamás.



-Pediré el divorcio.- Se decía.-



            Aunque algo la sujetaba. Aquellos mandamientos religiosos que tan devotamente había cumplido desde que su hija nació. Ahora no podía tirar toda su nueva vida a la basura. Pudiera ser que esta fuera una prueba del Señor. ¡Claro! Debió haberlo pensado antes. Llamar a Mei Ling, un pecadora, pese a no ser mala persona, no era la solución. La oriental, con su vida tan alejada de la virtud cristiana, no podría ofrecerle ninguna ayuda. Pero el reverendo Corbin, sí. Él era su pastor.



-Iré a verle. Podrá aconsejarme mejor que nadie.



            Y no tardó en prepararse y dirigirse hacia allí. Su esposo entre tanto llegó a casa de Giaal la noche anterior, tras deambular por el parque sin decidirse en un principio. Al fin lo hizo y casi cuando amanecía llamó a la puerta de su amigo. Susan, que había retornado una hora antes tan solo, fue quien abrió.



-Kiros. ¿Cómo tú por aquí?- Quiso saber.-



            Por la cara del chico la cosa parecía grave. No tardó en hacerle pasar. Giaal acudió enseguida.



-¿Qué te ocurre, amigo?- Inquirió nada más verle.-



            Con tono consternado pero tranquilo el saiyajin les contó lo sucedido. No omitió nada puesto que confiaba en ellos. Al concluir su relato, tanto Susan como su esposo se miraron horrorizados.



-¡Eso es terrible!- Valoró la mayor Hunter.- Comprendo las razones de tu madre. Pero eso no quita lo que le habéis hecho a la pobre Maggie. ¡Gloria es su hija, por amor de Dios! Yo reaccionaría igual si alguien quisiera quitarme a Alex.



            Una llamada la interrumpió, Susan atendió el teléfono en tanto su marido tomaba el relevo en la charla con el saiyajin. De un modo más conciliador con su amigo, afirmó.



-Lo primero es explicárselo todo a Maggie y darle tu palabra de recobrar a vuestra hija.

-Es que no es tan sencillo.- Opuso el aludido.- Tú no viste a Gloria. Ahora es una niña aun, y ya ha demostrado ser peligrosa incluso para nosotros.

-Su poder no puede ser comparable al vuestro, por mucho que destaque a su edad.- Rebatió Giaal.-

-Es un riesgo que no nos podemos permitir. Sé que ahora soy mucho más fuerte que ella, pero. ¿Y si se descontrolase y atacara este planeta? ¿Qué podría hacer yo?. ¿Eliminar a mi propia hija?- Inquirió el embajador con tintes desesperados en su voz.-



            Giaal suspiró tratando de calmar a su amigo para añadir con tono más optimista y lógico.



-Te estás dejando llevar por el peor escenario posible. ¿Y si eso no sucediera nunca? Hasta ahora Gloria ha sido una niña muy buena, cariñosa y tranquila. Es solamente cuando os empeñáis en poner a prueba sus poderes, cuando algo sale mal. Creo que deberías tener fe en tu mujer y en ti mismo para educarla sabiamente.

-Esto va más allá de una simple educación o de cómo saber comportarse.- Objetó Kiros moviendo la cabeza.-



            Por su parte, Susan contestó para descubrir que se trataba de su hermana.



-Debbie. ¿No  vienes hoy?. Bueno, si es por eso. ¿Qué has dormido en un hotel? ¿qué te viene mejor?. Vale, tú sabrás. ¿Va todo bien?- Inquirió con tono desconfiado.- De acuerdo. No, no te preocupes. Sí, le daré un beso muy grande de tu parte.- Sonrió ahora Susan.- Hasta mañana…

-¿Quién era?- Quiso saber el alien.-

-Mi hermana, dice que no vendrá por ahora, que pasó la noche en un hotel y que tiene mucho trabajo por delante.- Suspiró su esposa quién sí dijo dirigiéndose a Kiros.- Espero que podáis resolverlo. Si necesitas mi ayuda cuenta con ella. Ahora voy a acostarme, estoy muy cansada. ¿Podrías ocuparte de llevar a Alex al colegio?- Añadió hablando ahora con su marido.-

-Claro, no te preocupes.- La tranquilizó Giaal.-



            La oficial les dio más que las buenas noches, los buenos días y se acostó. Había pasado muchas horas ante de volver a casa revisando expedientes y pruebas de todo tipo y, lo cierto es que veía aquello muy extraño. Aunque ahora estaba demasiado agotada como para pensar con claridad. En cuanto despertara más fresca llamaría a Jane. Ya con el pijama y metida en la cama, se dio cuenta de que ni tan siquiera le había contado a Kiros que la mayor Gray estaba de vuelta.



-Bastante tiene ya el pobre en qué pensar.- Se dijo abandonándose a la creciente sensación de sueño que la invadía.-



            Cuando colgó de hablar con su hermana, Deborah suspiró algo más calmada. Había corrido a buscar un hotel en el que refugiarse por si acaso. No quería poner en riesgo a su familia bajo ningún concepto. Si aquellos monstruos la perseguían, al menos no irían a casa de Susan.



-Es lo más sensato que puedo hacer. Ella tiene familia. Giaal sabe cuidarse pero no permitiré que Alex esté en peligro.- Pensaba con evidente temor de que así fuera.- Es mi sobrino y lo más cercano a un hijo que nunca tendré.



            En ese instante comprobó que tenía un mensaje. Sonrió más animada. ¡Era Kyle! ¡Y estaba en Nature! Ahora al menos contaría con un aliado. El chico le pedía su ubicación pero, por mor de la desconfianza que arrastraba ella, contestó demandando verle por video llamada.



-No es que no me fíe de ti, pero ya sabes…- Escribió.-

-Me parece razonable.- Convino él.-



            Al poco una llamada entrante apareció en el teléfono, cuando la activó con alivio pudo ver el rostro del chico.



-¿Estás bien?- Le preguntaba él con gesto inquieto, añadiendo.- Yo ya casi me doy de bruces con una de ellos.

-Sí, me libré por poco.- Le contó.- Seguramente no querrían hacer nada con muchos posibles testigos delante, para no verse comprometidas.

-Bueno, dime ahora dónde estás. Iremos lo antes posible.- Le respondió Kyle.-

-¿Iremos?- Se sorprendió Deborah.-



            Por respuesta el chico enfocó con su teléfono a Sabra. Debbie se sorprendió al verla, creyó reconocerla de algún sitio. Aunque ahora no hacía memoria.



-Es una historia larga de contar por video llamada. Te lo explicaremos cuando nos veamos.- Afirmó el joven.-

-Muy bien.- Convino su contertulia que pasó a darle su dirección.- Si no os importa venid cuanto antes, estoy muy cansada.

-Nos hacemos cargo.- Replicó él-



            Y para allá que fueron. Debbie suspiró aliviada. Estaba pensando en bajar a tomar un café para mantenerse despierta, cuando desde la recepción la llamaron.



-¿Sí?- Contestó.-

-Disculpe señorita. ¿Es usted Deborah Hunter?- Inquirió el recepcionista.-

-¿Por qué lo pregunta?- Quiso saber ella que se había registrado con un alias.-

-Dos señoritas aguardan abajo, dicen que quieren verla.- Contestó ese hombre.-



            Eso hizo que su corazón se acelerase. ¡Ellas, eran ellas! A buen seguro que dos de esas chupasangres estaban ahí abajo, posiblemente hubieran amenazado o sugestionado a ese tipo. Eso no les sería difícil. Aunque ya era de día, al menos clareaba a ojos vistas. Pudieran ser sencillamente dos acólitas. Sí, eso era lo más probable. Con cautela respondió aparentando naturalidad.



-Dígales que suban.

-Muy bien.- Convino aquel individuo colgando de inmediato.-



            Con celeridad Debbie se preparó tras la puerta. Si no eran vampiras podría fácilmente con ellas. Al menos tomaría a una por sorpresa y luego se ocuparía de la otra. Sacó algunas de sus armas por si acaso.



-Siendo humanas a sus órdenes ni el agua, ni las cruces las afectarán, pero apuesto a que las estacas y los golpes sí.- Pensó no sin cierto regocijo.-



            Y tras concluir esos preparativos esperó con la tensión al máximo. Al poco oyó el ascensor y después sonidos de pasos. Una voz de mujer hablaba en tanto se aproximaba a su habitación.



-Debe de ser ésta. Eso nos ha dicho ese hombre.

-Sí.- Convino otra voz igualmente de mujer.-

- He visto que tienen cafetería,- Comentaba la primera de las voces.- Podríamos ir a desayunar…

-¡Déjate de desayunos! – La regañó la segunda voz.- Tenemos algo muy importante entre manos. Debemos hacerlo rápido y sin testigos…



            Debbie se sonrió, ya lo había supuesto. Esas dos serían a buen seguro humanas. Ningún vampiro iba a preguntar por la cafetería. Eso estaba claro. Y por su modo de hablar iban muy confiadas. Seguramente no esperarían resistencia. Tanto mejor. Las tomaría por sorpresa. Se ocultó tras la puerta del baño dejando la de la habitación abierta. Pese a todo, al menos esas dos eran educadas. Una tocó a la puerta y preguntó.



-¿Señorita Hunter?...



            Al no haber respuesta hubo un momento de silencio. La segunda voz insistió.



-¿Está usted ahí?...

-Quizás haya salido.- Especuló la primera voz, afirmando.- Podría dejarle mi tarjeta..

-¡No digas memeces! - Repuso su compañera con tono entre resignado e irritado.- Vamos a ver que pasa.

-Vale.- Convino la otra mujer quien dijo ahora en voz más alta.- Con permiso…



            La puerta se abrió, una mujer realmente atractiva, con un conjunto de blusa blanca y falda azul hasta las rodillas, completado por zapatos de tacón blancos, entró. Tras ella Debbie pudo percibir de reojo a otra chica de larga cabellera pelirroja que apenas era visible. Aunque debía llevar una especie de blazer con pantalón largo. De todos modos sus atuendos eran lo que menos le preocupaba ahora. Como una exhalación saltó de su escondite capturando a la primera de ambas y apuntando una afilada estaca a su cuello.



-¡Quietas ahí!- Amenazó.-

-Pero, pero.- Apenas sí pudo musitar su prisionera, incapaz de girar el cuello para no pincharse. Sus largos cabellos de un exótico azul pálido eso sí, dificultaban un poco la visión de Debbie.-

-¿Se puede saber qué está haciendo?- Inquirió la pelirroja poniéndose en guardia.-

-No habéis podido pillarme por sorpresa, lo siento.- Contestó la aludida, declarando con rotundidad y tono desafiante.- Decidle a vuestras amas que acabaré con todas ellas.

-¿Pero qué está diciendo?- Exclamó esa mujer del cabello rojizo alegando.- Somos periodistas. De la cadena Galaxia de Nature.

-Sí, claro. - Se rio Deborah.- ¡Y yo soy la reina Serenity! - Remató con tinte burlón.-

-¿Ah sí?- Pudo decir su prisionera afirmando atónita.- Pues no se parece usted en nada.

-Te está tomando el pelo, ¡boba! - Replicó su irritada compañera quien, tratando de calmar las cosas, añadió con tono conciliador.- ¿Cómo podemos demostrárselo?

-Seguramente podréis, pero eso no cambia nada. Podríais ser periodistas y ser al mismo tiempo sirvientas de esas zorras.- Rebatió Debbie.-

-Estamos de su parte.- Añadió la chica de pelo azulado, argumentando con tinte conciliador.- De veras. De hecho nos envía un amigo suyo.

-¿Qué amigo?- Inquirió abruptamente su captora.-



            Con cuidado la pelirroja sacó un teléfono móvil. Iba a mostrárselo pero Debbie no se fiaba.



-Podríais tener grabada cualquier onda hipnótica.- Replicó.-

-¿Qué?- Exclamó esa mujer mirándola como si estuviera loca.-



            Afortunadamente una voz masculina las interrumpió entonces. Aunque entre jadeos por la carrera  todavía mantuvo un tinte jovial y hasta bromista para añadir.



-Vaya. Veo que se están conociendo.



            Y es que Tracer había traído a esas dos hasta allí. Las llevó en vuelo directo desde la ciudad del Norte. Allí habían intercambiado impresiones con altos funcionarios y cargos militares. Ahora, el recién llegado, tras aparcar el deslizador con el que había llevado a sus clientes hasta ese hotel, saludó a esa morena que mantenía como prisionera a Reiko.



-Hola, debes de ser Debbie. La hermana pequeña de Susan. ¿Verdad?

-¿Quién es usted?- Le interrogó ella con tono desconfiado, sin relajar el agarre de su rehén.-

-¡El conde Drácula! - Bromeó éste moviendo la cabeza para sentenciar ya con seriedad.- Vale, no es el mejor comentario en esta situación. Me llamo Rick Jensen, soy amigo de Lance Rodney, si ese nombre te dice algo.

-¡Esto no es ninguna broma! Esas criaturas existen y son muy peligrosas. - Contestó la muchacha con evidente malestar e incluso agresividad.-

-Vale. Lo siento.- Se disculpó Tracer para añadir.- Pero estas dos no son ningunas enviadas de los vampiros esos, o lo que quiera que sean.- Alegó el chico.-

-De eso veníamos a hablarte. Lance nos encargó echarte una mano.- Pudo decir la chica capturada.-



            Debbie se tomó unos instantes para meditar. Aquellas palabras le parecieron sinceras. Finalmente decidió arriesgarse soltando a esa muchacha que enseguida se apartó de ella yendo hacia su compañera. Ésta estaba visiblemente enfadada.



-¡Si no fuera porque estamos en el mismo bando te daría una buena lección! - Espetó aquella pelirroja.-

-Lo siento.- Pudo decir Deborah, aliviada de ver que esos tres decían la verdad.- He estado bajo  mucha tensión últimamente.

-Lo sabemos. He contactado con Kyle antes de llegar.- Le contó Rick.- Se nos unirá en breve. Y uno más de tu equipo ha venido también.- La informó.-

-¿Quién?- quiso saber Deborah.-

-Conoces a Lance, no me lo dijo.- Suspiró su interlocutor.- Le encanta jugar a las sorpresas. Cuando sea el momento él mismo nos contactará para informarnos…



            Debbie suspiró asintiendo, sí, ese era el estilo de Lance, desde luego. Ahora miraba incomodada a esas dos mujeres. Paradójicamente fue la de pelo azulado quien se acercó a ella con un gesto más amistoso para entregarle una tarjeta. La atónita Deborah la tomó en una de sus manos echándole un vistazo para leer.



-Aya Reiko, reportera del Canal Galaxia en Nature.

-Esa soy yo, encantada.- Sonrió la susodicha.-

-Oye, perdóname. De veras. No era mi intención hacerte daño. - Suspiró ahora Deborah lamentando aquel malentendido.-

-Olvidado, si me invitas a comer.- Sonrió la joven.-



            Eso hizo sonreír débilmente a su contertulia. ¡Aquel era un nuevo récord! Nunca había ligado así, tan rápido. No obstante, la pelirroja se sonrió divertida para sentenciar.



-Esa sí que es una buena venganza, Reiko. Ésta no sabe lo que le espera.- Y añadió presentándose a su vez con tono aún frío pero menos hostil que antes.- Soy Karasuma Akane, también reportera y redactora jefe.

-Lamento lo ocurrido.- Insistió Deborah, quien sin embargo, recobró un tono más sarcástico y habitual en ella para preguntar.- ¿A qué han venido, a cubrir el evento? Pues les aseguro que esos seres no gustan de conceder muchas entrevistas.

-No vinimos precisamente a eso.- Dijo Reiko.-

-Estas dos señoritas también son sailors. En una cosas si habías acertado. Lo de periodistas es su tapadera. - Le explicó Rick a la sorprendida Deborah.- Su misión es la de proteger Nature.

-Junto con algunas compañeras que ahora están destinadas a otros menesteres.- Confirmó Akane.-

-¡Oye! También somos reporteras. No solo es una tapadera, al menos a mí me gusta mucho mi trabajo, como le pasa a Iron Mouse. Bueno, a ella le va más perseguir los cotilleos y actuar de paparazzi.-Añadió Reiko con aquella casi interminable perorata tan suya.-



            Y justo terminó de decir aquello dos invitados más se sumaron a la fiesta. Al fin, tras recorrer un buen trecho, con el día ya iluminando bien el panorama, Kyle y Sabra llegaron allí. Una vez hechas las presentaciones, Tracer les sugirió con el entusiasta apoyo de Reiko.



-Será mejor que vayamos a comer algo mientras charlamos. Hay muchas cosas que tenemos que explicaros.



            Salían de allí cuando el teléfono de Tracer sonó. El muchacho lo atendió saludando con una exclamación alegre.



-¡Giaal!- ¿Qué pasa, amigo? ¿Si puedo contactar con Sharon?. Supongo que estará ya en el trabajo. O a punto de salir. ¿Qué?- Exclamó pero ahora con tono entre incrédulo y preocupado! ¿Mei Ling? ¿Qué le ha pasado?...¿Qué?- Volvió a decir con ese mismo tinte de voz.- Sí, sí claro. En cuanto pueda se lo digo…



            Al colgar el chico miró a todos y con expresión realmente seria les dijo.



-Cambio de planes, vamos al hospital.

-¿Qué ha sucedido?- Quiso saber Debbie.-

-Por el camino os lo cuento, pero tiene todo que ver con lo que tenemos entre manos. Han ingresado a una posible víctima.



            Y sin perder ni un momento se dirigieron hacia allí. Eso sí, con el suspiro resignado de Reiko Aya que se moría de hambre.



-¡Qué se le va a hacer!- Suspiró la sailor tratando de animarse.- Lo primero es el deber…y esperar que haya máquinas de sándwiches o mejor, una cafetería, en el hospital.



            A su vez y un tiempo antes, Maggie había acudido a su parroquia. Allí encontró al reverendo Corbin. Él la vio llegar muy agitada.



-¡Tengo que hablar con usted, urgentemente! - Le demandó, más que pedírselo.-

-Cálmate.- Respondió su interlocutor.- Por supuesto que puedes hablar conmigo. ¿Qué te ocurre?

-Aquí no, en un lugar privado.- Solicitó ella, mirando la sala de la iglesia.-



            Estaba vacía en ese momento, pero podría venir cualquiera a confesarse o a rezar. Corbin asintió y la condujo a su despacho. Tras invitar a su atribulada feligresa a tomar asiento, ella le contó lo sucedido.



-No sabía a quien recurrir.- Terminó Maggie entre sollozos.-

-Has hecho bien en venir aquí.- Repuso el religioso intentando tranquilizar con voz grave pero suave.- Ante todo, debemos buscar la guía del Señor. Y respecto de tu esposo, te haría bien hablar con él.

-No tengo nada que hablar con él.- Replicó amargamente ella.- Ha permitido que se lleven a mi hija.

-Quizás tenga una explicación que darte.- Intentó animarla el sacerdote.- Siempre has dicho que era un buen padre y que quería mucho a vuestra hija. Algo tuvo que suceder para que obrara así.

-Usted no puede entenderlo. Su cultura es muy extraña.- Suspiró Maggie consternadamente.-



            En ese momento el teléfono de Margaret sonó. Fue a consultarlo tras disculparse. Si era Kiros le colgaría inmediatamente, aunque para su sorpresa era Giaal. El doctor Ginga a buen seguro querría saber dónde estaba.



-Lo lamento.- Dijo al responder.- Sé que tendría que estar en el trabajo, pero…

-Olvida eso ahora. Sé lo que ha pasado. Hablaremos de ello más tarde. – Respondió Giaal que estaba en el hospital ya, añadiendo muy inquieto.- Pero no te he llamado por eso. Verás. Han ingresado a Mei Ling. Está muy grave, ha perdido mucha sangre.

-¿Qué?- Exclamó la chica entre atónita y horrorizada contándole a su interlocutor.- La llamé ayer, para que viniese a casa… pero no llegó. ¡Oh Dios mío!- Pudo exclamar. – ¿Qué le ha pasado?

-No puedo hablar de eso por teléfono. Pero te necesito aquí.- Le respondió su contertulio.-

-Enseguida voy para allá.- Afirmó ella.-



            Colgó y apenas le comentó a Corbin.



-Una amiga ha sido ingresada de urgencia. Su estado es muy grave. Me siento culpable, yo la llamé para que viniese a animarme ayer…ahora podría morir.

-Ten calma, hija.- Le respondió serenamente el reverendo.- Todo está en manos de Dios. Ve con ella y reza.

-Así lo haré, gracias.- Musitó la consternada Maggie.-



            Y tras despedirse apresuradamente del reverendo que le dio nuevos ánimos, tomó un deslizador para ir al hospital. Giaal por su parte, estaba realmente preocupado.  Horas antes, después de haber tratado de animar a Kiros, fue a su trabajo. Lo recordaba bien. Era un día normal, sin nada que reseñar, hasta que una de las enfermeras le avisó.



-Doctor, han traído una paciente en estado muy grave. La encontraron en un taxi deslizador.

-Voy enseguida.- Repuso él.-



            Había estado antes, en un rato libre tras su ronda, intentando recabar esos datos para Nelly. Por lo poco que tenía en sus registros aquellos simbiontes debieron ir a Kinmoku.  O eso creía él. Intentaría indagar preguntándole a su esposa, quizás ella sería capaz de tener acceso a mayor información. Ahora tuvo que dejar eso a un lado y correr hacia las urgencias. Al llegar quedó horrorizado.



-¡Mei Ling!- Exclamó.-

-¿La conoce, doctor?- Inquirió la enfermera que iba con él.-

-Sí, pero eso ahora no viene al caso. ¿Qué ha sucedido? Está muy pálida.- Observó con gran preocupación.-

-No lo sabemos, pero parece que perdió mucha sangre.

-Rápido, pónganle plasma y suero salino de inmediato.- Prescribió él.-  Consulten en su ficha su tipo sanguíneo y vamos a hacerle una transfusión. Concentrado de glóbulos rojos.



            Enseguida llamó a Maggie y la puso en antecedentes. Después, tras reconocer sin embargo a la joven que permanecía inconsciente, casi a punto de entrar en coma, el alien se sorprendió. No tenía evidencias de daños internos ni hemorragias. Entonces ¿A qué se debía esa pérdida de sangre tan evidente?.  Aunque al fin se percató de la presencia de dos marcas de incisiones asociadas más que posiblemente a algún objeto punzante en el cuello de la chica.



-¿Pero qué demonios es esto?- Musitó atónito.-



            Intentó curar aquello pero esas heridas no se cerraban del todo. Al menos, una vez entubada y hecha la transfusión, el estado de la paciente pareció estabilizarse. Entonces llamó a la jefa de enfermeras que no había acudido al trabajo.



-Entiendo que esté destrozada por lo de su hija. Pero querrá saber esto.- Decidió. -



Y tras comunicar con ella e informarla al poco rato llegó Maggie. Sin perder ni un instante fue a ver a su amiga.



-¿Qué le ha pasado?- Quiso saber entre asustada y atónita.-

-No tengo ni idea.- Confesó Giaal, afirmando.- Esto es tan extraño que no le veo explicación. Es como si algo o alguien le hubiera drenado gran parte de la sangre.

-¡Oh, Dios mío! - Pudo decir Maggie una vez más, declarando sin pudor.- Sino fuera cosa de leyenda o de holo películas, parecería que la hubiera mordido un vampiro.



            Eso dejó a Giaal pensativo. Aparte de todas las implicaciones de mitos y narraciones populares, aquella era la mejor explicación posible.



-Quizás no un vampiro, pero sí alguien que recrease ese modo de actuar.- Conjeturó.-

-Tendríamos que dar parte a la policía.- Comentó Maggie.-

-Así es, e incluso puedo comentárselo a Susan. Quizás ella tenga contactos que nos puedan aclarar eso.- Afirmó Giaal.-



            De momento dejaron a Mei Ling estable. Tampoco sabían a quién llamar. Ignoraban si tenía alguna persona cercana o pareja. Al menos sí que pudieron llamar a una compañera de trabajo.



-Claro, creo que tengo el teléfono de Tracer. Él estaba saliendo con esa chica, Sharon. Trabaja con Mei Ling.- Recordó el doctor Ginga.-



            Llamó enseguida a su amigo y le puso al tanto, en cuanto éste descolgó el alien se apartó un poco dado que la exclamación de su interlocutor fue escuchada hasta por Maggie, al fin Giaal le comentó.



-¿Puedes contactar con Sharon?. Se trata de algo muy urgente. Veras… su compañera Mei Ling está en urgencias… No tengo ni idea, pero ha perdido mucha sangre. Sí, bueno, te lo cuento a ti, pero que quede entre nosotros… Tiene un par de agujeros en el cuello, como dos orificios punzantes. No, no te engaño… Bien, gracias…adiós…



            Tras colgar le explicó a su interlocutora.



-Avisará a Sharon para que se lo diga a su nueva jefa.

-Creo que será Melissa. Penélope se ha marchado ya a la Tierra.- Comentó Maggie.- Al menos eso le contó Tracer a mi marido la última vez que se pasó a vernos.



            La mención de su esposo le volvía a traer todo su dolor y desazón de vuelta. Giaal se dio cuenta de aquello y entonces trató de animar a su compañera.



-Confía en él. Seguro que ha hecho esto por una buena razón.

-No lo sé. Pero al menos podría habérmelo consultado. ¿No crees?- Suspiró amargamente Maggie para preguntarle a su vez.- ¿Qué hubieras pensado tú si Susan se llevase a Alex sin decírtelo, a un lejano lugar del que no sabes apenas nada?



            El médico asintió. Podía hacerse cargo perfectamente de eso. De todos modos ahora ambos debían centrarse en su trabajo. Tras dejar a Mei Ling, se despidieron para atender a más pacientes. No sin que Giaal le dijera antes a la enfermera.



-Mi hermana estará a punto de llegar. Pídele que se pase a comprobar el estado de tu amiga…



            Los que estaban en camino eran el grupo de Debbie, Tracer, Kyle, Sabra y las dos sailors. Apenas pasados treinta minutos llegaron al hospital. Como portavoz de todos, fue Rick quien, llegándose hasta la recepción, preguntó.



-¿Está el doctor Ginga?

-Sí, es su turno, pero estará haciendo la ronda de visitas a los pacientes.- Repuso la joven recepcionista que allí atendía.-

-Tengo que verle, es muy urgente.- Insistió él.-

-Lo lamento señor, pero ahora no atiende consultas.- Repuso la muchacha.-

-Es algo bastante serio, trate de localizarle, por favor.- Se unió Deborah.-

-Haré lo que pueda.- Suspiró la muchacha intentando llamar a otra ala del hospital.-



            En ese momento llegaba Naya. La muchacha entraba de turno tras dejar a su hija Fiora en la guardería. Al aproximarse a recepción esa chica le comentó.



-Estos señores están buscando a su hermano, doctora Rodney, dicen que es muy urgente.

-¿Urgente? ¿Qué ocurre?. Yo también soy médico. ¿Alguien de ustedes precisa de atención?-Inquirió.-

-Tienen una paciente aquí que está en grave peligro.- Le comentó Kyle, agregando con inquietud.- Y el resto de ustedes lo está también.

-Es verdad, se trata de Mei Ling Chang. - La informó Tracer.- Si su hermano sabe en qué habitación está , por favor, avísele y que nos lleve hasta ella. Tienen que mantenerla aislada.

-Pero.- Pudo oponer la atónita doctora.- No comprendo a qué viene esto. ¿es alguna enfermedad contagiosa?

-Algo así.- Respondió Debbie.-



            Naya le dedicó una mirada de estupor, pero no parecía demasiado convencida.



-Confíe en nosotros.- Intervino Akane.-



            Y con disimulo, la periodista le susurró a la perpleja individua.



-Soy Sailor Lead Crown, enviada de Sailor Galaxia. Tenemos un problema muy grave de seguridad planetaria.

-No sé quién es esa tal Galaxia.- Comentó una perpleja Naya.-

-Pero sabe quién es Lance Rodney, ¿verdad?- Terció Deborah.-

-Claro.- Sonrió su interlocutora ahora.- Es el hermano de mi marido. ¿Le ha pasado algo?- Quiso saber tornado su jovial semblante en uno preocupado.-

- No a él, pero podría pasarles algo muy serio a muchas personas aquí. Si no detenemos esto. Por favor, yo le conozco. Y en su nombre se lo pido, doctora. Necesitamos que nos ayude. Tiene que ordenar que aíslen a esa paciente y que la restrinjan. - Insistió Debbie.-



            La doctora seguía sin entender. Puede que aislar a esa mujer fuera adecuado si es que era portadora de un posible virus peligroso y altamente contagioso. Pero ¿restringirla?...



-Bueno, está bien, denme un momento, iré a buscar a mi hermano. ¿Me dijeron Mei Ling, verdad? -Se aseguró la facultativa.-

-Así es.- Asintió Tracer urgiéndola una vez más.- Por favor, dese prisa.



            Naya asintió yendo a buscar a Giaal. Entre tanto Sabra le preguntó a Kyle.



-¿Esa mujer corre peligro?. Me refiero a transformarse en uno de ellos.

-Dependerá de la sangre que haya perdido y de si su atacante la ha infectado o no.- Le explicó el joven, afirmando.- Por ahora siendo de día hay menos probabilidades de que despierte o se manifieste algún síntoma. Aun así hay riesgo. Es mejor que nadie se la acerque y que la aten con correas de las más resistentes que tengan…



            La israelí asintió con visible temor en el rostro, no se le había olvidado la cara de aquella especie de monstruo que intentó morderla.



-Ojalá que hayamos llegado a tiempo.- Suspiró Debbie a su vez.-



            Entre tanto, Maggie se pasó a ver como seguía su amiga. Se culpaba por lo sucedido, si no la hubiera llamado, presa de la desesperación, seguramente nada de esto hubiese ocurrido. Entró despacio en la habitación, revisando las constantes vitales de la convaleciente y ajustando el suero. Estaba distraída haciendo eso y pensando en su hija cuando notó como algo se aferraba a su muñeca. Al mirar descubrió la mano de Mei Ling. La joven había abierto los ojos.



-¿Cómo te encuentras?- Quiso saber de inmediato la enfermera aferrando esa mano entre la suya.-

-Tengo sed.- Susurró la oriental.- Me siento mareada…

-Es normal, has perdido mucha sangre.- Afirmó Maggie tratando de calmarla.- Pero ya tienes una sonda con suero y te hemos hecho una transfusión.

-Tengo...sed..- repitió ella como si no hubiera oído nada.-



            Eso preocupó a su interlocutora. La oriental tenía la mirada perdida. Maggie se aproximó a ella.



-Ahora llamo al doctor Ginga.- Le dijo con tono tranquilizador.-



            Pero Mei Ling apenas escuchaba nada, era como si aquellas palabras se desvanecieran, desdibujadas en una especie de rumor sordo. Lo que sí sentía era una irresistible atracción hacia esa mujer. Sobre todo al ver la arteria que cruzaba bajo la piel de su cuello. Percibía el calor y algo la impulsaba a saciar su sed…



-¡Ah!.- Gritó la oriental.-

-¿Qué te pasa?- Inquirió la asustada Maggie apartándose debido al sobresalto.-



            La cruz que llevaba al cuello la enfermera pendía ahora tras habérsele salido del interior de su blusa cuando se había inclinado hacia la paciente. Mei Ling cerraba los ojos temblorosa y apenas siendo capaz de balbucir.



-¡Aparta eso de mí!

-¡Voy a buscar al doctor!- Insistió su contertulia saliendo a toda prisa de allí.-



            La oriental forcejeaba con aquellas sondas que tenía conectadas tratando de quitárselas. Por fortuna Giaal llegó a tiempo, acompañado de su hermana quien justo le había encontrado en un cercano corredor. En cuanto le transmitió el mensaje de aquellos individuos el doctor Ginga se dirigió rápidamente hacia la habitación. Ambos hermanos llegaron para ver atónitos y horrorizados como esa chica se había levantado de la cama, arrancado las sondas y les observaba con unos ojos amarillentos en tanto se tambaleaba en pie declarando con voz ronca.



-¡Tengo sed!

-¡Por el Sagrado Árbol!- Exclamó una horrorizada Naya.-



            Y es que de la boca de esa chica afloraron dos largos colmillos que exhibía de un modo realmente amenazador.



-Naya. ¡Que suban enseguida! - Le dijo Giaal a su hermana.-  Yo me ocupo de esto.



            Su interlocutora le dedicó una mirada de visible temor, aunque él asintió.



-Me las he visto contra seres mucho peores. No temas.- Le aseguró confiadamente su hermano.-



            Apenas terminó de hablar la paciente se abalanzó hacia ellos abriendo su boca. Giaal la rechazó simplemente con su energía. Mei Ling cayó al suelo pero se incorporó con una rapidez felina. Por su parte, Naya aprovechó para salir corriendo de allí. Se cruzó entonces con la preocupada Maggie que estaba buscando precisamente al doctor Ginga.



-¡Hola Naya! -Saludó contenta de verla.- ¿Has visto a  tu hermano?

-¡No entres ahí!- Le advirtió la descompuesta doctora para asombro e incluso temor de la enfermera..- ¡No entres! Y di que evacúen esta planta. ¡Rápido!



            Ni tan siquiera pudo abrir la boca para replicar puesto que Naya la urgió con un grito.



-¡Vamos!



            Maggie nunca la había visto así, asintió entre asombrada y asustada corriendo a dar las indicaciones oportunas al resto del personal. Entre tanto se disparó el código de emergencia y la doctora Rodney, contactando con recepción, ordenó.



-Que esas personas suban de inmediato, máxima prioridad, planta dos, habitación seis A…



            La atónita recepcionista transmitió esos datos al grupo que aguardaba. Sin perder ni un segundo, Kyle  y Debbie seguidos por el resto, corrieron hacia allí.



-Akane, Reiko. Id por el ascensor. Los demás por la escalera.- Indicó Deborah.- Tenemos que cubrir todas las posibles salidas.



            Todos se apresuraron a llevar a la práctica esas instrucciones.  Entre tanto, Giaal acorraló a la paciente con su campo de energía.



-Quiero beber…- siseaba Mei Ling abriendo su boca.-

-Tranquila.- Le pedía el doctor Ginga.- Vamos a ayudarte.



            Su paciente daba la impresión ahora de estar desconcertada. No podía avanzar dado que la energía del alien se lo impedía. Entre tanto el sonido de muchos pasos se hizo audible para ella. Era como si sus sentidos se hubieran afinado de un modo increíble. Deseosa de huir ante lo que creyó serían seres hostiles dio un rápido vistazo hacia la ventana que estaba entreabierta. Giaal se dio cuenta tarde de sus intenciones.



-¡Espera!- Gritó él.-



            Con una rapidez inaudita Mei Ling saltó por aquella ventana rompiendo parte de los cristales. La joven cayó a plomo pero, contra todo pronóstico, fue capaz de maniobrar en el aire para afianzarse sobre una cornisa cercana, desde allí saltó con tremenda agilidad cayendo de pie al suelo. Las personas que andaban por allí no podían creerlo.



-¡Maldita sea!- Exclamó el doctor Ginga.-



            No dudó en salir volando tras de ella. Su paciente ahora estaba cegada por el sol. Ya era medio día y eso le produjo una sensación terrible de calor a pesar de que la temperatura era agradable. Corrió a refugiarse en el primer callejón que vio que proyectaba sombra. Casi humeando la joven pudo esconderse. Allí se quedó inmóvil, como si estuviera muerta. Por su parte Giaal comenzó a buscarla sin resultados…



-¡Oh no!- Masculló tremendamente preocupado de que alguien así estuviera suelto por la calle.-



            Los demás habían llegado entonces a la habitación quedando perplejos y horrorizados al descubrir los destrozos.



-¡Maldición, si escapa y termina de transformarse nadie estará a salvo! - Exclamó Kyle.-

-¡Tras ella! - Terció Akane.-



            Tanto ésta como su compañera se apartaron un poco invocando sus transformaciones. A los pocos segundos de un espectáculo de luces y rápidas vueltas y para perplejidad de sus acompañantes, aparecieron enfundadas en sugerentes uniformes. Sin pensárselo dos veces salieron a su vez por la ventana…



-Esas dos no dominan demasiado el término discreción.- Suspiró Sabra con humor pese a la situación en la que se encontraban.-



            De hecho, la gente de la calle corrió a su vez, asustada ante tal despliegue. Nadie sabía que estaba pasando. Giaal por su parte, miraba en derredor sin ser capaz de percibir la presencia de esa muchacha. No lo dudó y tomando su teléfono llamó a Kiros.



-Es muy urgente. ¿Podrías venir hasta el hospital? Tenemos una amenaza muy seria. Lo siento, no hay tiempo para explicaciones, te necesito aquí cuanto antes. - Le urgió.- ¿Refuerzos? Sí, no es mala idea. Si puedes traer a alguien más que nos ayude mucho mejor. - Afirmó el alien.-



            Tras colgar prosiguió el peinado de las calles. Lo mismo hicieron las dos sailors. A su vez el grupo liderado por Kyle y Debbie, se unió a sus compañeros al bajar. Fue Deborah quien les aconsejó tanto a Naya como a Maggie.



-De momento, siendo de día no será tan peligrosa, pero si no damos con ella y se hace de noche su estado podría agravarse, idos a casa y encerraros allí con vuestras familias, no abráis a nadie. En tu caso Maggie, si eres creyente no sueltes la cruz que llevas.- Le indicó haciendo mención al objeto sagrado que colgaba de su cuello, para remachar ante la cara de estupor y miedo de su oyente.- Quizás eso te haya salvado la vida. Al parecer tu fe es sincera y ha rechazado a la vampiro.

-¿Vampiro?- Pudo repetir entre atónita y horrorizada la enfermera.-

-Así es. - Afirmó Debbie sin andarse con rodeos.- Lo creas o no, desgraciadamente eso es en lo que tu amiga se está transformando.



Las dos mujeres se miraron con asombro y temor tras escuchar las palabras de su interlocutora, después Deborah las dejó para ir tras sus compañeros.



-Ante todo no nos separemos, ni nos confiemos.- Les advirtió Kyle, hablando con Sabra y Tracer, una vez que salieron del edificio.- Los vampiros son tremendamente fuertes y rápidos. Al menos mucho más que cualquier humano.



Justo en ese instante Deborah les alcanzó uniéndose a ellos. Había escuchado las palabras según llegaba y añadió.



-Es verdad, son capaces de sorprenderte ocultándose en cualquier sitio, incluso en una calle oscura, pese a que sea de día. Por eso, si te confías puede ser fatal.

-Me parece que voy a tener que aprender el oficio a marchas forzadas.- Comentó la israelí preguntándoles con inquietud.- ¿Y no tenéis idea de adonde pueda ir?

-Quizás se dirija hacia algún lugar oscuro y solitario, para resguardarse hasta la puesta del sol.- Elucubró Kyle añadiendo.- Después, dependiendo de cuan extendido esté el mal, podría ir a buscar víctimas para saciar su sed…

-Desde luego, ahora sí que estaba necesitada de ellas.- Afirmó Tracer con visible inquietud a su vez.-

-Así es.- Convino Debbie agregando con la misma preocupación.- Todo dependerá de su estado. Ahora es cierto que parecía estar desesperada por beber sangre. Eso es malo, augura que su cambio está avanzado. Quizás al ingresarla en el hospital, tras haberla hecho una transfusión y puesto suero, una vez que los asimile, el cambio se le pudiese frenar por unas horas. Incluso podría recobrar parte de su consciencia como humana y darse cuenta de que algo va mal. Eso nos daría algo más de tiempo, pero no demasiado. Con mucha suerte, hasta podría ser ella misma la que buscase ayuda.

-Cierto. Si es capaz de dominarse un poco lo más probable sería que fuera a buscar a algún ser querido. – Declaró Kyle ahora.- Se dará cuenta de que algo terrible le está sucediendo y por instinto de supervivencia querrá ser auxiliada. Debe estar atravesando por una situación muy angustiosa.

-Lo malo es que, si eso sucede, su naturaleza podría cambiar en cualquier momento y eso le haría perder el control. Atacaría a esa persona para beber su sangre, sin importarle quien fuera.- Suspiró Deborah añadiendo.- Por eso, debemos encontrarla lo antes posible. Incluso vigilar a todos aquellos a quienes conozca.

-¡Dios mío, Sharon!- Exclamó Tracer con horror.- Es su compañera de trabajo, Mei Ling sabe dónde vive.

-En ese caso, llámala. - Le indicó Kyle con énfasis.- Que se refugie en casa lo antes posible y que no le abra a nadie. Y mucho menos a ella. Sin importar lo que le diga.



El muchacho asintió, no tardó en tomar el teléfono para llamar a su novia. Lo cierto es que, poco a poco, se había ido sintiendo más unido a ella. Era una muchacha realmente buena y que había demostrado quererle y no deseaba que, por su culpa, se viera envuelta en una situación tan terrible como a la que se estaban enfrentando.



-Vamos, responde.- Musitaba el chico ante los repetidos tonos de llamada de su teléfono.-



Saltó el buzón, obviamente la chica tendría el aparato apagado durante sus experimentos de laboratorio para que el campo magnético no interfiriese. Tracer solamente pudo dejarle un mensaje.



-Sharon, cuando termines el trabajo vete a casa y cierra bien la puerta. Si ves a Mei Ling, ¡no te acerques a ella bajo ninguna circunstancia!, no importa lo que te diga. Sé que suena raro, no puedo explicártelo ahora, me tomarías por loco. Únicamente te pido que confíes en mí. No, no es ninguna broma por si lo estás pensando. ¡Te lo juro por lo que más quieras! Jamás bromearía con algo así. Llámame en cuanto puedas escuchar el mensaje. Te quiero, adiós.



Por su parte, Kiros voló con rapidez hacia el hospital, tras hablar con Giaal dejó todo lo que estaba haciendo, pero no fue solo. Aquellos dos saiyajin que vinieran con su madre se habían quedado en el planeta. Les ordenó acompañarle.



-Como mandéis, embajador.- Contestó la muchacha hablando por ambos guerreros del espacio.-



No tardaron en volar raudos hasta el hospital. Algunos curiosos se aproximaron al verles llegar. No era muy habitual poder presenciar las evoluciones de esos tipos. También la policía, que había sido alertada, acordonó el perímetro. El inspector Mendoza, que estaba al cargo del operativo, abordó a Kiros.



-Asunto oficial.- Repuso éste, comentando.- Soy el embajador saiyajin, tengo inmunidad, lo mismo que estos dos oficiales.- Añadió haciendo alusión a ese par de guerreros que le acompañaban.-



El veterano policía asintió. Era fácil de comprobar y lo hizo. Y además sus superiores le ordenaron que no impidiera los movimientos de los saiyajin. Por otra parte, él no tenía jurisdicción como para interponerse en lo que fuera que ese tipo hacía. Sin mencionar que no sería demasiado aconsejable. De modo que sería mucho mejor ponerse a su disposición y cooperar. Cosas que sus superiores le ordenaron momentos después en otra llamada.



-Vayan ustedes a lo que tengan que hacer. Nosotros despejaremos las calles.- Le dijo al embajador.-

-Mejor digan a todas las personas que se vayan a sus casas y que cierren bien.- Le indicó Kiros con tono preocupado.- No deben salir bajo ninguna circunstancia, menos aún en cuanto caiga la noche.

-Tendré que pedir autorización al gobierno civil para eso.- Opuso Mendoza.- Es un toque de queda en toda regla.

-Haga lo que tenga que hacer. – Respondió el embajador.-

-Muy bien, me ocuparé inmediatamente.- Afirmó el policía.-



Su interlocutor asintió alejándose ya junto con sus subordinados. Con rapidez subieron las escaleras del edificio hasta encontrar a Maggie. La atónita enfermera se sorprendió de ver allí a su esposo. Aun así, todavía optó por no mirarle, seguía muy enfadada. Kiros sin embargo no estaba para ese tipo de situaciones ahora y  fiel al pragmatismo de su pueblo, la abordó.



-Escucha Maggie, es muy peligroso estar aquí. Vete a casa…



            Finalmente ella le miró con dureza para replicar.



-Estoy en mi puesto y aquí me quedaré por si debo atender a algún herido.



            De todas formas, enseguida reparó en esos dos que acompañaban a su marido a los que dedicó una mirada todavía más hostil.



-¿Qué hacen aquí?. ¿No les basta con haber secuestrado a mi hija?

-Les he llamado para que te protejan.- La informó pacientemente Kiros.-

-Pues podrías haberte ahorrado la molestia, no necesito ninguna protección. ¡Y menos de ti o de los tuyos! - Replicó indignadamente ella, cruzándose de brazos y dándole la espalda.-



            Xeflix y Renia se miraron entre atónitos y desconcertados. Aquella desde luego no era una situación agradable, ellos solamente cumplían órdenes. Una cosa sí que era cierta, cuando la noble Elua se marchó a ver a su nieta les indicó que la siguieran a distancia y que, con una cámara, filmasen todo aquello por si sucedía algo digno de mención. Los dos obedecieron y quedaron desde luego impresionados con el poder de aquella niña. ¡Era una auténtica descendiente de saiyajin! Luego, cuando Elua se marchó con la pequeña, les ordenó que esperasen hasta que el embajador les contactara. Habían pasado el tiempo en la legación saiyajin del planeta entretenidos en entrenar un poco y nada sabían de los planes de la madre de su superior. Pero fieles a su deber guardaron silencio manteniéndose imperturbables. Al fin, el embajador Derail les ordenó.



-Quedaos aquí con mi esposa, protegedla a ella y a cualquier persona, si ese enemigo aparece.

-¡Un momento!- Le pidió Margaret más inquieta ahora.- No era ningún enemigo, era Mei Ling.

-Por lo que Giaal me ha dicho, eso no era Mei Ling.- Rebatió Kiros.-

-No puedo creer que ella..- Fue capaz de musitar la horrorizada enfermera.- No quiero que le hagáis daño…



            Su esposo la tomó suavemente por los hombros y le dijo con tono más conciliador y afectuoso, al tiempo que teñido de pesar.



-Escúchame, te lo ruego. Sé que debes odiarme por lo que ha pasado. Te pido perdón, jamás quise que eso sucediera, pero ha ocurrido. Aunque no debes perder la fe. Te juro por mi honor que recuperaremos a Gloria. Ahora debes ser fuerte como lo has sido siempre y solamente te pido que confíes en mí. Esta situación es muy peligrosa. Únicamente quiero que estés a salvo. Créeme, intentaremos apresarla y salvarla. Pero solamente si es posible. Yo no tengo ni idea de lo que le está pasando, pero supongo que Giaal sí.



            Maggie suspiró, enfrentando su mirada a la de su marido. Ahora no estaba cargada de dureza, sino de tristeza y al tiempo de una tímida esperanza. Asintió despacio. Su esposo añadió.



-Ahora tengo que irme. Cada minuto es vital. Hay que atraparla lo antes posible para que no haga daño a ningún inocente.



            Y se alejó para salir volando a través de la ventana rota por la muchacha en fuga. Su mujer estaba realmente agotada, demasiadas emociones, no se había repuesto del secuestro de Gloria y ahora sucedía esto. Además de estar enfadada con Kiros. Sin embargo, también sabía que él no hubiese permitido aquello de no mediar una buena razón. Se volvió suspirando hacia Renia y le preguntó con tono entre resignado, consternado y acusador.



-¿Cómo podéis ser capaces de vivir de ese modo?

-No la entiendo, señora Derail.- Repuso la joven aludida.- ¿De qué modo?

-¿Dónde están vuestros sentimientos?- Le recriminó ahora con indignación.- ¿Cómo podéis ver normal el separar a una niña de su madre?

-Es por su propia seguridad, señora.- Afirmó la saiyajin.-

-¿Qué estás diciendo?¿Qué tiene que ver mi seguridad en todo esto? ¿Acaso Elua me la iba a quitar por la fuerza?- Quiso saber ella con tono airado.-



            Renia miró a su compañero. Éste no parecía saber que decir. Al fin, Xeflix se encogió de hombros para aseverar.



-No creo que debamos.

-Debería saberlo.- Rebatió la mujer.- Es su madre al fin y al cabo.

-¿De qué estaís hablando?- Inquirió Maggie.-



            Una vez más los saiyajin se miraron y fue Xeflix quien le advirtió a su compañera.



-Si se lo muestras que sea bajo tu responsabilidad.

-Así sea.- Concedió la muchacha dirigiéndose a su interlocutora para contarle.- Estuvimos grabando desde la distancia, por petición expresa de la noble Elua. Ella quería saber hasta dónde llegaba el potencial de su hija, señora Derail.



            Tras decir eso sacó una especie de aparato rectangular, similar a un teléfono móvil y se lo mostró a la atónita Margaret. Advirtiéndola antes de activarlo.



-Puede que lo que va a ver no le guste. Está a tiempo todavía. Para una humana quizás esto sea muy perturbador…

-Está bien.- Asintió la interpelada, sentenciando con tono suplicante.- Por favor, quiero ver a mi hija…



            Renia asintió y puso en marcha el reproductor. Para Maggie aquello fue un shock. ¡Aquel monstruo no podía ser su hija! pero vio cómo se transformaba ante sus propios ojos. Y los tremendos esfuerzos de Kiros y su madre para intentar frenarla. Al fin, cuando todo acabó, solo era capaz de llorar llevándose las manos a la cara. Tras unos tensos instantes de silencio Xeflix intervino para decir con tono sereno y controlado.



-Por eso, y muy a su pesar, tanto el embajador Derail como la noble Elua, tomaron esta decisión.  Su hija es una amenaza potencial muy grande. Incluso ahora, ni nosotros dos juntos podríamos pararla sin graves dificultades.



            La enfermera no tenía ganas de hablar, solo se alejó con pasos dubitativos hacia algún lugar en el que pudiera estar sola. Renia iba a ir detrás sin embargo, su compañero la sujetó de un brazo.



-Tenemos órdenes de escoltarla en todo momento.- Le recordó ella.-

-En este momento no necesita escolta. Necesita estar sola.- Afirmó su interlocutor, afirmando.- Y aquí no corre peligro por ahora. ¡Déjala!



            Su compañera asintió. Siendo una saiyajin no llegaba a entender el porqué de la tristeza de esa mujer. Para ella hubiese sido un orgullo tener una hija tan poderosa. Aunque podía comprender el miedo a que llegara a ser incontrolable.



-Solo espero que no padezca el síndrome de Tara.- Suspiró.-



Xeflix la miró, ahora con gesto alarmado, para exclamar, perdiendo incluso aquel hieratismo que le caracterizaba.



-¿Qué? ¡Espero que no estés hablando en serio!

-Se dice que el mismo príncipe Eron lo sufría. Al igual que algunos de nuestros ancestros.- Afirmó Renia, añadiendo.- Esa enfermedad afecta a los saiyajin con potencia de combate muy elevada, pero que no les es posible controlar, llega a volverles locos.

-Por el bien de todos, ojalá que no sea así.- Sentenció él con el asentimiento de ella.-



            Maggie se había refugiado en un cuarto de suministros. Lloraba sin poder parar.



-¡Ese monstruo no puede ser mi niña!- Se decía tratando de borrar esas terribles imágenes de su cabeza.-



            Aquello era increíble, como si la pobre Gloria hubiera sido poseída por una especie de horrendo demonio. Si esta era una prueba, realmente era terrible.



-La pecadora soy yo, no mi hija.- Gimió.- ¡No es justo!…



            Recordó las palabras de Kiros entonces. Él le dijo que tuviera fe. Y también cayó en la cuenta de lo que Deborah le había dicho.



-Tu fe es verdadera, pues logró rechazar a la vampiro…

-Sí.- Musitó entonces.- Esto tiene que ser una prueba del Señor. Mi fe es la clave de todo. Como la fe que tuvo Abraham cuando Él le mandó entregarle a su hijo Isaac en sacrificio. Ahora no puedo perderla. Lo de la pobre Mei Ling ha debido de ser una señal. Me aferraré a ti, Señor. Tú harás que mi amiga se cure y a que mi hija vuelva sana y salva a mi lado. Pero a cambio de que no me aparte de tu camino.



            Dicho esto, se dispuso a rezar con todas sus fuerzas. Y  en tanto esto sucedía en el hospital, los demás registraban palmo a palmo cada calle, cada esquina y cada solar abandonado. Pero fue inútil. Ya comenzaba a atardecer cuando Giaal se reunió con Kiros tras haber mirado en prácticamente todos los lugares que pudieron.



-No comprendo cómo pudo habernos burlado.- Declaró el médico.-

-Tampoco yo soy capaz de detectar su energía. Ni la conozco, ni debe de ser perceptible, menos en ese estado.- Afirmó Kiros.-

-Ahórrese la molestia, amigo.- Intervino Kyle quien también había llegado junto con Sabra.- Esos seres están muertos, no emiten aura energética.

-Pero Mei Ling todavía no lo está.- Rebatió Giaal, o al menos eso esperaba.-



            También Deborah y Tracer llegaron. La joven enseguida le comentó a su cuñado.



-No hay nada que hacer, lo mejor será ir a tu casa y estar junto a Susan y Alex.

-Volveré a llamar a Sharon.- Recordó entonces Tracer.- Estará a punto de acabar su jornada.



            Así lo hizo pero su novia seguía sin responder, el apurado joven le pidió entonces a sus acompañantes.



-¿Podríais venir conmigo para comprobar que ella está bien? ¡Por favor!

-Yo tengo que ir junto con mi hermana y mi sobrino.- Dijo Deborah.-

-Nosotros sí podemos ir contigo.- Afirmó Kyle, con el asentimiento de Sabra.-

-Gracias.- Respondió Rick.-



            Al poco Sailor Lead Crow y  Sailor Aluminum Siren llegaron al lugar. Justo cuando el grupo de Tracer se marchaba perdiéndose por un paseo arbolado.



-No hemos encontrado nada.- Suspiró Lead Crow.-

-Debe de estar muy lejos ya.- Convino su compañera.-

-Tendremos que informar a Galaxia Sama.- Afirmó la pelirroja.-

-Ahora, a buen seguro que Lady Galaxia estará demasiado lejos como para sernos de utilidad.- Comentó Kiros añadiendo.- Vosotras dos deberíais patrullar la zona por si algo se nos hubiera escapado. O si podéis averiguar quién o quiénes son conocidos de esa chica que no tengamos ya vigilados, tanto mejor…

-En cuanto a eso, algo creo poder hacer al respecto.- Comentó la del pelo azulado tratando de recordar.-



            Y es que durante su camino hacia el hospital, Tracer les mostró en su teléfono unas fotos, eran de aquella chica que estaba convirtiéndose en vampiro. Reiko creyó haberla visto antes, aunque no era capaz de acordarse. Quizás…



-¿Y qué sabemos nosotras de su vida?- Suspiró entre tanto Lead Crow afirmando con escepticismo.- Dudo mucho que podamos averiguar nada. Ni tan siquiera Iron Mouse, con lo cotilla que es, podría hacerlo en tan poco tiempo.



            Empero, aquellas palabras entonces encendieron la intuición de su compañera quién exclamó.



-¡Pero claro! ¡Iron Mouse! ¿Cómo no me había acordado antes?. Esa chica me resultaba familiar. Mouse, actuando como Chuuko Nezu, tenía fotos suyas junto a esa modelo… ¿Cómo se llama? Esa que va a hacer una película en la Tierra…Mouse me dijo que las estaba siguiendo la pista. Ya la conoces, tenía algo entre manos. Me comentó que le daba la impresión de que, ese asunto del romance de esa chica con Ben Crew era una farsa... ¡Eso! Sonia Calderón. ¡Así se llamaba ella! - Recordó al fin retomando su argumentación - Pues Nezu me comentó que aquello le parecía un burdo montaje y que su auténtica novia era esta otra. Estaba a la espera de poderlo destapar. La pareja de Sonia Calderón tenía los mismos rasgos orientales. Juraría que se trataba de ella. Le sacó unas cuantas fotos yendo a cenar con esa modelo. Las vi en la redacción.

-Entonces no perdáis tiempo. Id enseguida a la casa de esa artista, si es que continúa en Nature.- Les sugirió Giaal.- Podría estar en peligro.

-¿Quién nos iba a decir que los cotilleos de Nezu nos iban a ser útiles algún día?- Comentó Lead Crow.-

-Aunque tendremos que darle algo a cambio para que nos diga donde vive esa actriz. Ya sabes cómo es.- Repuso su compañera.-

-¡Lo que sea, vamos, a la redacción! - Le indicó ésta.-



De modo que ambas guerreras salieron a toda velocidad. Al fin Giaal y Kiros quedaron solos, el guerrero del espacio dijo entonces.



-Iré a avisar al mismísimo gobernador. Debe declarar el estado de alerta de inmediato. Tú deberías ir con tu mujer.- Le aconsejó.-

-Susan estará yendo a la base. No creo que allí corra peligro. – Especuló el alien.- Iré en cuanto mi hermana termine su turno. Quiero acompañarla a casa y cerciorarme de que ella, mi cuñado y mi sobrina, estén seguros. Si eres tan amable podrías ir a ver a mi esposa de camino, cuando charles con el gobernador. Eres más rápido que yo. Eso si Maggie ya está a salvo, claro. Entiendo que ella es tu prioridad. - Remachó con prevención.-

-La dejé al cargo de dos saiyajin de la guardia real. Estará bien.- Afirmó el interpelado asintiendo.- No temas, me ocuparé de escoltar a Susan.



            Así lo acordaron despidiéndose para ir a ocuparse de sus respectivos objetivos. Y mientras todos se separaban tomando todas las precauciones posibles, el objeto de sus prevenciones viajaba en el interior de un maletero. Al poco de huir y esconderse vio un deslizador en el que un matrimonio estaba haciendo unas compras. Lo tenían aparcado junto a un comercio y ella, tanteando el vehículo casi a la desesperada para ocultarse, descubrió que la parte trasera estaba abierta. No lo pensó, temblando con un terrible malestar se metió dentro y cerró. Por fortuna para ella esa pareja había cargado todo antes y estaba mirando unos escaparates. Mei Ling no sabía que demonios le estaba sucediendo. Ahora al menos era capaz de controlarse. Quizás ese suero y la transfusión del hospital habían sido metabolizadas por su organismo y esa sed terrible había remitido lo suficiente como para poderla dominar, al menos por un tiempo.



-Tengo que ser fuerte, tengo que aguantar.- Se decía con desesperación.- No quiero hacerle daño a nadie…debo encontrar una forma de detener esto…



            El vehículo arrancó y ella trató de acomodarse lo mejor que pudo. Tras un buen rato pensó que ya estaría lo bastante lejos de la ciudad. Allí, en medio de un campos solitario, no haría daño a nadie. Sin pensárselo dos veces abrió empujando esa portezuela. Con una fuerza que no creyó tener hizo saltar el cierre. Eso provocó el inmediato frenazo del deslizador. La chica aprovechó para salir a toda velocidad. Se movió de una manera tan rápida que pudo esconderse tras unos arbustos cercanos a la carretera. El hombre había bajado mientras tanto observando atónito ese estropicio. Habló con su esposa y ninguno pudo explicarse aquello.



-¡Vamos! - Musitaba Mei Ling, cada vez más nerviosa y asustada de sí misma.- Idos ya de aquí. ¡Maldita sea!



Tras unos minutos que a la fugitiva se le hicieron eternos, ese tipo pudo improvisar un arreglo atando la puerta con una correa. Al fin esos dos se pusieron en marcha alejándose de allí. Fue cuando Mei Ling suspiró aliviada. Tenía mucho miedo, pánico de que esa sed irracional volviera a dominarla y que la impulsara a atacar a aquellas personas. Igual que intentó hacer con Maggie. Aunque ahora otro pensamiento la acuciaba.



-Tengo que verla… ¡Sonia!… tengo que despedirme de ella mientras todavía sea capaz de hacerlo…



            Y con esa determinación partió hacia la casa de su novia. Deseando poder abrazarla aunque fuera por última vez.


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