Para
Nelly aquello fue duro al principio, sin embargo no tardó en irse
acostumbrando. Eso de acostarse con quien hasta hacía apenas un mes creía que
había sido su padre pronto dejó de preocuparla. Es más, enseguida comprobó
cuánta razón tenía Kassandra. Y es que Edgar pasó de verla como a una especie
de monstruo a tratarla casi como a una princesa. No obstante, la primera vez le
costó mucho vencerse a sí misma. Fue una tarde en la que su hermano Orix estaba
en casa de un amigo cuando Kassandra le dejó el campo libre. Aquella mujer le
dijo entonces.
-Aprovecha
tu ocasión, él está solo y ayer no tuvimos relaciones. Te lo he dejado
preparado. Solamente tienes que seguir mis consejos.
-Muy
bien.- Musitó la chica con tono inseguro.-
-Confía
en ti misma. Lo harás bien. Y ya verás que poco cuesta que un hombre se deje
llevar.- le aseguró Kassandra.-
Y tras la marcha de su interlocutora
la joven se acercó despacio al salón. Allí estaba su padre viendo la Holo tele.
-Hola.-
Saludó ella con tono amable.-
-Hola.-
Replicó fríamente él.-
Nelly no se dejó achantar por eso,
más al contrario. En ese momento comenzó su representación. Colocándose adrede
entre la holo tele y su padre.
-¿Querías
algo?- Quiso saber él.-
-Sí.-
Sonrió la chica aproximándose más para asombro de Edgar.- A ti.
-¿Qué
quieres decir?- Inquirió él que parecía más asustado que otra cosa.-
Pudiera ser que pensase alguna
tontería como que iba a adoptar su forma para luego eliminarle o algo así.
Nelly se sonrió, ¡ojala pudiera hacer eso! Sin embargo, la joven afirmó con
tono meloso en tanto se desabotonaba la blusa que se había puesto.
-Sé
que no soy tu hija de verdad. Pero sí que soy una mujer. Eso te lo puedo
garantizar. Y deseo que alguien me haga sentir como tal.
¿Quieres que me vista con el camisón de Kassandra? Se que eso te gustaría.
-¿Lo dices de veras?- Afirmó el atónito
Edgar.-
-Claro.- Sonrió traviesamente ella en
tanto le acariciaba tras la nuca, sentándose sobre sus rodillas.- Te prometo
que, no siendo tu hija, sí que puedo ser muy complaciente contigo de otras
maneras.
El
hombre asintió, ni tan siquiera se molestó ya en fingir desagrado o pretender
escandalizarse. De hecho, estaba deseoso de ello. Es más, viendo a esa chica
ahora, con aquellas largas piernas, ese cuerpo suave y de tez blanca, esos ojos
azules tan intensos con esa cabellera morena que se estaba dejando crecer y que
ahora le caía sobre uno de los hombros, comenzaba a excitarse. Por suerte su
pareja no estaba, ni Orix tampoco. Tendrían toda la casa para ellos dos. Así,
mientras se regocijaba con este pensamiento la chica se levantó saliendo del
salón. Al poco Edgar escuchó el sonido de unas cremalleras al bajarse y
subirse. Era Nelly quien, tras cambiarse de ropa, volvía luciendo ese camisón. También
llevaba unos zapatos con tacones de aguja de varios centímetros que asimismo
pertenecían a la pareja de su padre. La chica andaba de modo algo torpe. Sin
embargo eso, lejos de estropear aquella visión, hacía que él aumentara su
excitación.
-Me aprietan un poco, quizás necesite otros
más grandes.- Sonrió ella al llegar junto a él.-
-Te compraré otros, no te preocupes. ¡Los
que tú quieras!- Jadeó Edgar.- ¿Qué número calzas, cariño?. - Pudo decir con
patente excitación.-
Eso
llamó la atención de la muchacha, tuvo que eliminar un gesto de tristeza
espontáneo. Pensaba que nunca antes que ella recordase, su padre, o mejor dicho
Edgar, la había llamado así. Esa palabra, cariño, había estado reservada en su
memoria para su madre. Ahora no obstante, se pervertiría como ella misma.
Tentada estuvo por unos instante de dejar toda aquella charada y salir
corriendo, pero su determinación prevaleció. Tanto que se forzó a contestar con
tono lascivo en tanto elevaba uno de sus pies jugueteando en el aire con él,
con uno de esos zapatos a medio colgar.
-Un treinta y ocho. Puede que treinta y
ocho y medio.
Su
contertulio asintió, tomando buena nota. La chica estaba llevando ese camisón y
esos zapatos que tanto le gustaban. No supo cómo lo averiguó pero le daba
igual. Nelly por su parte continuó ajustándose al guion que había preparado con
Kassandra. Al llegarse al lado de su interlocutor se sentó una vez más en sus
rodillas. Edgar en tanto comenzaba a besarla en el cuerpo con frenesí.
-Me gustas mucho.- Admitió él alabándola.-
No sabía que eras capaz de hacer cosas como estas.
-Pues no has visto nada aun.- Afirmó la
chica.-
Él
asintió. Tras levantarse los dos del sillón Edgar se bajó los pantalones dejando aquello
de una forma bien clara a la vista. Nelly se sonrió al contemplarlo tan largo y
elevado, más cuando él le preguntó.
-¿Sabes lo que tienes que hacer?
-Sí.- Sentenció la chica poniéndose de
rodillas.-
Lo
sabía tras algunos vídeos que Kassandra le había mostrado. La joven había
tomado buena nota y a juzgar por los gemidos y jadeos de su pareja no lo hizo
nada mal. Tras aquello él la tomó en brazos y se encaminó con ella al
dormitorio. Por suerte Edgar tenía protecciones. Era el primer interesado en
que la muchacha no quedase embarazada. No sabía realmente si podría quedar
encinta, pero mejor no arriesgarse. Aunque antes de hacerlo ella incluso mudó
su expresión y, con un no tan fingido temor, le pidió con tono suplicante.
-Por favor, no seas brusco. Es mi primera
vez.
-¿Eh? ¿Tu primera vez?- Pudo jadear él,
que ya estaba sobre ella.-
La
chica asintió y tras despojarla del camisón y recorrerla a besos, Edgar le
aseguró.
-Tendré mucho cuidado, ya lo verás…
Y aunque pese a todo le dolió al
principio luego no fue tan terrible. Así consumaron el acto. La chica lo
recordaba ahora. Sonriente pese a todo. Su plan estaba en marcha y nada podría
salir mal.
-Además, debo encontrar a mis hermanos. Y
ya tengo un punto de partida.- Pensaba.-
Eso era algo más a conseguir. Ahora
el propio Edgar podría ser un aliado, aunque fuera involuntario. La joven
también tenía otro plan en mente para solucionar eso de la foto de Dean.
Algunas imágenes que tomaron cuando ambos eran fugitivos, convenientemente
retocadas, podrían servir…entonces pensó en Franklin.
-Pese
a ser tan pequeño, ese niño es un genio de los ordenadores. Wina me lo ha dicho
en más de una ocasión.- Meditó.- En cuanto pueda le abordaré…
Es más, sabía que su amiga iba a
verle, entre mensaje y mensaje que se enviaban. Wina le preguntaba por su estado
y ella, sabiendo que algo sospechaba, se fingía amable y extrovertida
asegurando que todo iba bien. Al fin logró vencer el recelo de su amiga y ésta
le contó que Scott y Clarisa irían a cenar al día siguiente con Franklin.
-Espero
verles pronto para saludarles. – Escribió en su móvil tras haber vuelto a su
habitación, concluidos sus asuntos con Edgar justo antes de que amaneciera. -
Su amiga Wina dejó aquella
conversación. El sol comenzaba a salir. Se dispuso a ducharse antes de
desayunar. Tocaba colegio.
-Bueno,
pasaré a buscar a Orix y a Nelly por su casa. ¡Ah! recordó entonces. Orix se
quedaba a dormir en casa de un amigo.
Y tras salir del baño dio los buenos días a sus padres. Clyde la
saludó ofreciéndose a llevarla.
-Tengo
el deslizador aquí, voy a ir al laboratorio pero puedo acercaros a ti y a tus
amigas.- Comentó.-
-Vale,
gracias papá.- Convino la muchacha.-
La que tuvo un terrible despertar
fue Maggie. Por unos instantes todo se le había antojado una pesadilla.
Enseguida acudió a la habitación de su hija con la esperanza de que estaría
allí, dormida, y que tendría que despertarla para ir al colegio. Ahora
suspiraba entre lágrimas, sentada en aquella camita sin deshacer con peluches
encima.
-Te
encontraré, cariño. Moveré cielo y tierra. Haré lo que sea pero te recuperaré.-
Se decía tratando de animarse.-
Tampoco Mei Ling dio señales. La
estuvo esperando hasta tarde pero finalmente el sueño la venció. Quizás le hubiera
surgido algo. O pudiera ser que su antigua pareja no quisiera saber nada. A fin
de cuentas fue Maggie quien la dejó por Keiko, y luego dejó a la pelirroja por
su actual marido. Eso le hacía pensar en él con una mezcla de tristeza y
amargura. ¿Cómo pudo permitir que su madre raptase a Gloria? No, no iba a
perdonárselo jamás.
-Pediré
el divorcio.- Se decía.-
Aunque algo la sujetaba. Aquellos
mandamientos religiosos que tan devotamente había cumplido desde que su hija
nació. Ahora no podía tirar toda su nueva vida a la basura. Pudiera ser que
esta fuera una prueba del Señor. ¡Claro! Debió haberlo pensado antes. Llamar a
Mei Ling, un pecadora, pese a no ser mala persona, no era la solución. La
oriental, con su vida tan alejada de la virtud cristiana, no podría ofrecerle
ninguna ayuda. Pero el reverendo Corbin, sí. Él era su pastor.
-Iré
a verle. Podrá aconsejarme mejor que nadie.
Y no tardó en prepararse y dirigirse
hacia allí. Su esposo entre tanto llegó a casa de Giaal la noche anterior, tras
deambular por el parque sin decidirse en un principio. Al fin lo hizo y casi cuando
amanecía llamó a la puerta de su amigo. Susan, que había retornado una hora
antes tan solo, fue quien abrió.
-Kiros.
¿Cómo tú por aquí?- Quiso saber.-
Por la cara del chico la cosa
parecía grave. No tardó en hacerle pasar. Giaal acudió enseguida.
-¿Qué
te ocurre, amigo?- Inquirió nada más verle.-
Con tono consternado pero tranquilo
el saiyajin les contó lo sucedido. No omitió nada puesto que confiaba en ellos.
Al concluir su relato, tanto Susan como su esposo se miraron horrorizados.
-¡Eso
es terrible!- Valoró la mayor Hunter.- Comprendo las razones de tu madre. Pero
eso no quita lo que le habéis hecho a la pobre Maggie. ¡Gloria es su hija, por
amor de Dios! Yo reaccionaría igual si alguien quisiera quitarme a Alex.
Una llamada la interrumpió, Susan
atendió el teléfono en tanto su marido tomaba el relevo en la charla con el saiyajin.
De un modo más conciliador con su amigo, afirmó.
-Lo
primero es explicárselo todo a Maggie y darle tu palabra de recobrar a vuestra
hija.
-Es
que no es tan sencillo.- Opuso el aludido.- Tú no viste a Gloria. Ahora es una
niña aun, y ya ha demostrado ser peligrosa incluso para nosotros.
-Su
poder no puede ser comparable al vuestro, por mucho que destaque a su edad.-
Rebatió Giaal.-
-Es
un riesgo que no nos podemos permitir. Sé que ahora soy mucho más fuerte que
ella, pero. ¿Y si se descontrolase y atacara este planeta? ¿Qué podría hacer
yo?. ¿Eliminar a mi propia hija?- Inquirió el embajador con tintes desesperados
en su voz.-
Giaal suspiró tratando de calmar a
su amigo para añadir con tono más optimista y lógico.
-Te
estás dejando llevar por el peor escenario posible. ¿Y si eso no sucediera
nunca? Hasta ahora Gloria ha sido una niña muy buena, cariñosa y tranquila. Es
solamente cuando os empeñáis en poner a prueba sus poderes, cuando algo sale
mal. Creo que deberías tener fe en tu mujer y en ti mismo para educarla
sabiamente.
-Esto
va más allá de una simple educación o de cómo saber comportarse.- Objetó Kiros
moviendo la cabeza.-
Por su parte, Susan contestó para
descubrir que se trataba de su hermana.
-Debbie.
¿No vienes hoy?. Bueno, si es por eso. ¿Qué
has dormido en un hotel? ¿qué te viene mejor?. Vale, tú sabrás. ¿Va todo bien?-
Inquirió con tono desconfiado.- De acuerdo. No, no te preocupes. Sí, le daré
un beso muy grande de tu parte.- Sonrió ahora Susan.- Hasta mañana…
-¿Quién era?- Quiso saber el alien.-
-Mi
hermana, dice que no vendrá por ahora, que pasó la noche en un hotel y que
tiene mucho trabajo por delante.- Suspiró su esposa quién sí dijo dirigiéndose
a Kiros.- Espero que podáis resolverlo. Si necesitas mi ayuda cuenta con ella.
Ahora voy a acostarme, estoy muy cansada. ¿Podrías ocuparte de llevar a Alex al
colegio?- Añadió hablando ahora con su marido.-
-Claro,
no te preocupes.- La tranquilizó Giaal.-
La oficial les dio más que las
buenas noches, los buenos días y se acostó. Había pasado muchas horas ante de
volver a casa revisando expedientes y pruebas de todo tipo y, lo cierto es que
veía aquello muy extraño. Aunque ahora estaba demasiado agotada como para
pensar con claridad. En cuanto despertara más fresca llamaría a Jane. Ya con el
pijama y metida en la cama, se dio cuenta de que ni tan siquiera le había
contado a Kiros que la mayor Gray estaba de vuelta.
-Bastante
tiene ya el pobre en qué pensar.- Se dijo abandonándose a la creciente sensación
de sueño que la invadía.-
Cuando colgó de hablar con su
hermana, Deborah suspiró algo más calmada. Había corrido a buscar un hotel en
el que refugiarse por si acaso. No quería poner en riesgo a su familia bajo
ningún concepto. Si aquellos monstruos la perseguían, al menos no irían a casa
de Susan.
-Es
lo más sensato que puedo hacer. Ella tiene familia. Giaal sabe cuidarse pero no
permitiré que Alex esté en peligro.- Pensaba con evidente temor de que así
fuera.- Es mi sobrino y lo más cercano a un hijo que nunca tendré.
En ese instante comprobó que tenía
un mensaje. Sonrió más animada. ¡Era Kyle! ¡Y estaba en Nature! Ahora al menos
contaría con un aliado. El chico le pedía su ubicación pero, por mor de la
desconfianza que arrastraba ella, contestó demandando verle por video llamada.
-No
es que no me fíe de ti, pero ya sabes…- Escribió.-
-Me
parece razonable.- Convino él.-
Al poco una llamada entrante
apareció en el teléfono, cuando la activó con alivio pudo ver el rostro del
chico.
-¿Estás
bien?- Le preguntaba él con gesto inquieto, añadiendo.- Yo ya casi me doy de
bruces con una de ellos.
-Sí,
me libré por poco.- Le contó.- Seguramente no querrían hacer nada con muchos
posibles testigos delante, para no verse comprometidas.
-Bueno,
dime ahora dónde estás. Iremos lo antes posible.- Le respondió Kyle.-
-¿Iremos?-
Se sorprendió Deborah.-
Por respuesta el chico enfocó con su
teléfono a Sabra. Debbie se sorprendió al verla, creyó reconocerla de algún
sitio. Aunque ahora no hacía memoria.
-Es
una historia larga de contar por video llamada. Te lo explicaremos cuando nos
veamos.- Afirmó el joven.-
-Muy
bien.- Convino su contertulia que pasó a darle su dirección.- Si no os importa
venid cuanto antes, estoy muy cansada.
-Nos
hacemos cargo.- Replicó él-
Y para allá que fueron. Debbie suspiró
aliviada. Estaba pensando en bajar a tomar un café para mantenerse despierta,
cuando desde la recepción la llamaron.
-¿Sí?-
Contestó.-
-Disculpe
señorita. ¿Es usted Deborah Hunter?- Inquirió el recepcionista.-
-¿Por
qué lo pregunta?- Quiso saber ella que se había registrado con un alias.-
-Dos
señoritas aguardan abajo, dicen que quieren verla.- Contestó ese hombre.-
Eso hizo que su corazón se
acelerase. ¡Ellas, eran ellas! A buen seguro que dos de esas chupasangres
estaban ahí abajo, posiblemente hubieran amenazado o sugestionado a ese tipo.
Eso no les sería difícil. Aunque ya era de día, al menos clareaba a ojos
vistas. Pudieran ser sencillamente dos acólitas. Sí, eso era lo más probable.
Con cautela respondió aparentando naturalidad.
-Dígales
que suban.
-Muy
bien.- Convino aquel individuo colgando de inmediato.-
Con celeridad Debbie se preparó tras
la puerta. Si no eran vampiras podría fácilmente con ellas. Al menos tomaría a
una por sorpresa y luego se ocuparía de la otra. Sacó algunas de sus armas por
si acaso.
-Siendo
humanas a sus órdenes ni el agua, ni las cruces las afectarán, pero apuesto a
que las estacas y los golpes sí.- Pensó no sin cierto regocijo.-
Y tras concluir esos preparativos
esperó con la tensión al máximo. Al poco oyó el ascensor y después sonidos de
pasos. Una voz de mujer hablaba en tanto se aproximaba a su habitación.
-Debe
de ser ésta. Eso nos ha dicho ese hombre.
-Sí.-
Convino otra voz igualmente de mujer.-
-
He visto que tienen cafetería,- Comentaba la primera de las voces.- Podríamos
ir a desayunar…
-¡Déjate
de desayunos! – La regañó la segunda voz.- Tenemos algo muy importante entre
manos. Debemos hacerlo rápido y sin testigos…
Debbie se sonrió, ya lo había
supuesto. Esas dos serían a buen seguro humanas. Ningún vampiro iba a preguntar
por la cafetería. Eso estaba claro. Y por su modo de hablar iban muy confiadas.
Seguramente no esperarían resistencia. Tanto mejor. Las tomaría por sorpresa.
Se ocultó tras la puerta del baño dejando la de la habitación abierta. Pese a
todo, al menos esas dos eran educadas. Una tocó a la puerta y preguntó.
-¿Señorita
Hunter?...
Al no haber respuesta hubo un
momento de silencio. La segunda voz insistió.
-¿Está
usted ahí?...
-Quizás
haya salido.- Especuló la primera voz, afirmando.- Podría dejarle mi tarjeta..
-¡No
digas memeces! - Repuso su compañera con tono entre resignado e irritado.-
Vamos a ver que pasa.
-Vale.-
Convino la otra mujer quien dijo ahora en voz más alta.- Con permiso…
La puerta se abrió, una mujer realmente
atractiva, con un conjunto de blusa blanca y falda azul hasta las rodillas,
completado por zapatos de tacón blancos, entró. Tras ella Debbie pudo percibir de
reojo a otra chica de larga cabellera pelirroja que apenas era visible. Aunque
debía llevar una especie de blazer con pantalón largo. De todos modos sus
atuendos eran lo que menos le preocupaba ahora. Como una exhalación saltó de su
escondite capturando a la primera de ambas y apuntando una afilada estaca a su
cuello.
-¡Quietas
ahí!- Amenazó.-
-Pero,
pero.- Apenas sí pudo musitar su prisionera, incapaz de girar el cuello para no
pincharse. Sus largos cabellos de un exótico azul pálido eso sí, dificultaban
un poco la visión de Debbie.-
-¿Se
puede saber qué está haciendo?- Inquirió la pelirroja poniéndose en guardia.-
-No
habéis podido pillarme por sorpresa, lo siento.- Contestó la aludida,
declarando con rotundidad y tono desafiante.- Decidle a vuestras amas que
acabaré con todas ellas.
-¿Pero
qué está diciendo?- Exclamó esa mujer del cabello rojizo alegando.- Somos
periodistas. De la cadena Galaxia de Nature.
-Sí,
claro. - Se rio Deborah.- ¡Y yo soy la reina Serenity! - Remató con tinte
burlón.-
-¿Ah
sí?- Pudo decir su prisionera afirmando atónita.- Pues no se parece usted en
nada.
-Te
está tomando el pelo, ¡boba! - Replicó su irritada compañera quien, tratando de
calmar las cosas, añadió con tono conciliador.- ¿Cómo podemos demostrárselo?
-Seguramente
podréis, pero eso no cambia nada. Podríais ser periodistas y ser al mismo
tiempo sirvientas de esas zorras.- Rebatió Debbie.-
-Estamos
de su parte.- Añadió la chica de pelo azulado, argumentando con tinte
conciliador.- De veras. De hecho nos envía un amigo suyo.
-¿Qué
amigo?- Inquirió abruptamente su captora.-
Con cuidado la pelirroja sacó un
teléfono móvil. Iba a mostrárselo pero Debbie no se fiaba.
-Podríais
tener grabada cualquier onda hipnótica.- Replicó.-
-¿Qué?-
Exclamó esa mujer mirándola como si estuviera loca.-
Afortunadamente una voz masculina
las interrumpió entonces. Aunque entre jadeos por la carrera todavía mantuvo un tinte jovial y hasta
bromista para añadir.
-Vaya.
Veo que se están conociendo.
Y es que Tracer había traído a esas
dos hasta allí. Las llevó en vuelo directo desde la ciudad del Norte. Allí
habían intercambiado impresiones con altos funcionarios y cargos militares.
Ahora, el recién llegado, tras aparcar el deslizador con el que había llevado a
sus clientes hasta ese hotel, saludó a esa morena que mantenía como prisionera
a Reiko.
-Hola,
debes de ser Debbie. La hermana pequeña de Susan. ¿Verdad?
-¿Quién
es usted?- Le interrogó ella con tono desconfiado, sin relajar el agarre de su
rehén.-
-¡El
conde Drácula! - Bromeó éste moviendo la cabeza para sentenciar ya con
seriedad.- Vale, no es el mejor comentario en esta situación. Me llamo Rick
Jensen, soy amigo de Lance Rodney, si ese nombre te dice algo.
-¡Esto
no es ninguna broma! Esas criaturas existen y son muy peligrosas. - Contestó la
muchacha con evidente malestar e incluso agresividad.-
-Vale.
Lo siento.- Se disculpó Tracer para añadir.- Pero estas dos no son ningunas
enviadas de los vampiros esos, o lo que quiera que sean.- Alegó el chico.-
-De
eso veníamos a hablarte. Lance nos encargó echarte una mano.- Pudo decir la
chica capturada.-
Debbie se tomó unos instantes para
meditar. Aquellas palabras le parecieron sinceras. Finalmente decidió
arriesgarse soltando a esa muchacha que enseguida se apartó de ella yendo hacia
su compañera. Ésta estaba visiblemente enfadada.
-¡Si
no fuera porque estamos en el mismo bando te daría una buena lección! - Espetó
aquella pelirroja.-
-Lo
siento.- Pudo decir Deborah, aliviada de ver que esos tres decían la verdad.-
He estado bajo mucha tensión últimamente.
-Lo
sabemos. He contactado con Kyle antes de llegar.- Le contó Rick.- Se nos unirá
en breve. Y uno más de tu equipo ha venido también.- La informó.-
-¿Quién?-
quiso saber Deborah.-
-Conoces
a Lance, no me lo dijo.- Suspiró su interlocutor.- Le encanta jugar a las
sorpresas. Cuando sea el momento él mismo nos contactará para informarnos…
Debbie suspiró asintiendo, sí, ese
era el estilo de Lance, desde luego. Ahora miraba incomodada a esas dos
mujeres. Paradójicamente fue la de pelo azulado quien se acercó a ella con un
gesto más amistoso para entregarle una tarjeta. La atónita Deborah la tomó en
una de sus manos echándole un vistazo para leer.
-Aya
Reiko, reportera del Canal Galaxia en Nature.
-Esa
soy yo, encantada.- Sonrió la susodicha.-
-Oye,
perdóname. De veras. No era mi intención hacerte daño. - Suspiró ahora Deborah
lamentando aquel malentendido.-
-Olvidado,
si me invitas a comer.- Sonrió la joven.-
Eso hizo sonreír débilmente a su
contertulia. ¡Aquel era un nuevo récord! Nunca había ligado así, tan rápido. No
obstante, la pelirroja se sonrió divertida para sentenciar.
-Esa
sí que es una buena venganza, Reiko. Ésta no sabe lo que le espera.- Y añadió
presentándose a su vez con tono aún frío pero menos hostil que antes.- Soy
Karasuma Akane, también reportera y redactora jefe.
-Lamento
lo ocurrido.- Insistió Deborah, quien sin embargo, recobró un tono más
sarcástico y habitual en ella para preguntar.- ¿A qué han venido, a cubrir el
evento? Pues les aseguro que esos seres no gustan de conceder muchas
entrevistas.
-No
vinimos precisamente a eso.- Dijo Reiko.-
-Estas
dos señoritas también son sailors. En una cosas si habías acertado. Lo de
periodistas es su tapadera. - Le explicó Rick a la sorprendida Deborah.- Su
misión es la de proteger Nature.
-Junto
con algunas compañeras que ahora están destinadas a otros menesteres.- Confirmó
Akane.-
-¡Oye!
También somos reporteras. No solo es una tapadera, al menos a mí me gusta mucho
mi trabajo, como le pasa a Iron Mouse. Bueno, a ella le va más perseguir los
cotilleos y actuar de paparazzi.-Añadió Reiko con aquella casi interminable
perorata tan suya.-
Y justo terminó de decir aquello dos
invitados más se sumaron a la fiesta. Al fin, tras recorrer un buen trecho, con
el día ya iluminando bien el panorama, Kyle y Sabra llegaron allí. Una vez
hechas las presentaciones, Tracer les sugirió con el entusiasta apoyo de Reiko.
-Será
mejor que vayamos a comer algo mientras charlamos. Hay muchas cosas que tenemos
que explicaros.
Salían de allí cuando el teléfono de
Tracer sonó. El muchacho lo atendió saludando con una exclamación alegre.
-¡Giaal!-
¿Qué pasa, amigo? ¿Si puedo contactar con Sharon?. Supongo que estará ya en el
trabajo. O a punto de salir. ¿Qué?- Exclamó pero ahora con tono entre incrédulo
y preocupado! ¿Mei Ling? ¿Qué le ha pasado?...¿Qué?- Volvió a decir con ese
mismo tinte de voz.- Sí, sí claro. En cuanto pueda se lo digo…
Al colgar el chico miró a todos y
con expresión realmente seria les dijo.
-Cambio
de planes, vamos al hospital.
-¿Qué
ha sucedido?- Quiso saber Debbie.-
-Por
el camino os lo cuento, pero tiene todo que ver con lo que tenemos entre manos.
Han ingresado a una posible víctima.
Y sin perder ni un momento se
dirigieron hacia allí. Eso sí, con el suspiro resignado de Reiko Aya que se
moría de hambre.
-¡Qué
se le va a hacer!- Suspiró la sailor tratando de animarse.- Lo primero es el
deber…y esperar que haya máquinas de sándwiches o mejor, una cafetería, en el
hospital.
A su vez y un tiempo antes, Maggie
había acudido a su parroquia. Allí encontró al reverendo Corbin. Él la vio
llegar muy agitada.
-¡Tengo
que hablar con usted, urgentemente! - Le demandó, más que pedírselo.-
-Cálmate.-
Respondió su interlocutor.- Por supuesto que puedes hablar conmigo. ¿Qué te
ocurre?
-Aquí
no, en un lugar privado.- Solicitó ella, mirando la sala de la iglesia.-
Estaba vacía en ese momento, pero
podría venir cualquiera a confesarse o a rezar. Corbin asintió y la condujo a
su despacho. Tras invitar a su atribulada feligresa a tomar asiento, ella le
contó lo sucedido.
-No
sabía a quien recurrir.- Terminó Maggie entre sollozos.-
-Has
hecho bien en venir aquí.- Repuso el religioso intentando tranquilizar con voz
grave pero suave.- Ante todo, debemos buscar la guía del Señor. Y respecto de
tu esposo, te haría bien hablar con él.
-No
tengo nada que hablar con él.- Replicó amargamente ella.- Ha permitido que se
lleven a mi hija.
-Quizás
tenga una explicación que darte.- Intentó animarla el sacerdote.- Siempre has
dicho que era un buen padre y que quería mucho a vuestra hija. Algo tuvo que
suceder para que obrara así.
-Usted
no puede entenderlo. Su cultura es muy extraña.- Suspiró Maggie
consternadamente.-
En ese momento el teléfono de
Margaret sonó. Fue a consultarlo tras disculparse. Si era Kiros le colgaría
inmediatamente, aunque para su sorpresa era Giaal. El doctor Ginga a buen
seguro querría saber dónde estaba.
-Lo
lamento.- Dijo al responder.- Sé que tendría que estar en el trabajo, pero…
-Olvida
eso ahora. Sé lo que ha pasado. Hablaremos de ello más tarde. – Respondió Giaal
que estaba en el hospital ya, añadiendo muy inquieto.- Pero no te he llamado
por eso. Verás. Han ingresado a Mei Ling. Está muy grave, ha perdido mucha
sangre.
-¿Qué?-
Exclamó la chica entre atónita y horrorizada contándole a su interlocutor.- La
llamé ayer, para que viniese a casa… pero no llegó. ¡Oh Dios mío!- Pudo
exclamar. – ¿Qué le ha pasado?
-No
puedo hablar de eso por teléfono. Pero te necesito aquí.- Le respondió su
contertulio.-
-Enseguida
voy para allá.- Afirmó ella.-
Colgó y apenas le comentó a Corbin.
-Una
amiga ha sido ingresada de urgencia. Su estado es muy grave. Me siento
culpable, yo la llamé para que viniese a animarme ayer…ahora podría morir.
-Ten
calma, hija.- Le respondió serenamente el reverendo.- Todo está en manos de
Dios. Ve con ella y reza.
-Así
lo haré, gracias.- Musitó la consternada Maggie.-
Y
tras despedirse apresuradamente del reverendo que le dio nuevos ánimos, tomó un
deslizador para ir al hospital. Giaal por su parte, estaba realmente
preocupado. Horas antes, después de
haber tratado de animar a Kiros, fue a su trabajo. Lo recordaba bien. Era un
día normal, sin nada que reseñar, hasta que una de las enfermeras le avisó.
-Doctor,
han traído una paciente en estado muy grave. La encontraron en un taxi
deslizador.
-Voy
enseguida.- Repuso él.-
Había estado antes, en un rato libre
tras su ronda, intentando recabar esos datos para Nelly. Por lo poco que tenía
en sus registros aquellos simbiontes debieron ir a Kinmoku. O eso creía él. Intentaría indagar
preguntándole a su esposa, quizás ella sería capaz de tener acceso a mayor
información. Ahora tuvo que dejar eso a un lado y correr hacia las urgencias.
Al llegar quedó horrorizado.
-¡Mei
Ling!- Exclamó.-
-¿La
conoce, doctor?- Inquirió la enfermera que iba con él.-
-Sí,
pero eso ahora no viene al caso. ¿Qué ha sucedido? Está muy pálida.- Observó
con gran preocupación.-
-No
lo sabemos, pero parece que perdió mucha sangre.
-Rápido,
pónganle plasma y suero salino de inmediato.- Prescribió él.- Consulten en su ficha su tipo sanguíneo y
vamos a hacerle una transfusión. Concentrado de glóbulos rojos.
Enseguida llamó a Maggie y la puso
en antecedentes. Después, tras reconocer sin embargo a la joven que permanecía
inconsciente, casi a punto de entrar en coma, el alien se sorprendió. No tenía
evidencias de daños internos ni hemorragias. Entonces ¿A qué se debía esa
pérdida de sangre tan evidente?. Aunque
al fin se percató de la presencia de dos marcas de incisiones asociadas más que
posiblemente a algún objeto punzante en el cuello de la chica.
-¿Pero
qué demonios es esto?- Musitó atónito.-
Intentó curar aquello pero esas
heridas no se cerraban del todo. Al menos, una vez entubada y hecha la
transfusión, el estado de la paciente pareció estabilizarse. Entonces llamó a
la jefa de enfermeras que no había acudido al trabajo.
-Entiendo que esté destrozada por lo de su
hija. Pero querrá saber esto.- Decidió. -
Y tras comunicar con ella e informarla al poco rato
llegó Maggie. Sin perder ni un instante fue a ver a su amiga.
-¿Qué
le ha pasado?- Quiso saber entre asustada y atónita.-
-No
tengo ni idea.- Confesó Giaal, afirmando.- Esto es tan extraño que no le veo
explicación. Es como si algo o alguien le hubiera drenado gran parte de la
sangre.
-¡Oh,
Dios mío! - Pudo decir Maggie una vez más, declarando sin pudor.- Sino fuera
cosa de leyenda o de holo películas, parecería que la hubiera mordido un
vampiro.
Eso dejó a Giaal pensativo. Aparte
de todas las implicaciones de mitos y narraciones populares, aquella era la
mejor explicación posible.
-Quizás
no un vampiro, pero sí alguien que recrease ese modo de actuar.- Conjeturó.-
-Tendríamos
que dar parte a la policía.- Comentó Maggie.-
-Así
es, e incluso puedo comentárselo a Susan. Quizás ella tenga contactos que nos
puedan aclarar eso.- Afirmó Giaal.-
De momento dejaron a Mei Ling
estable. Tampoco sabían a quién llamar. Ignoraban si tenía alguna persona
cercana o pareja. Al menos sí que pudieron llamar a una compañera de trabajo.
-Claro,
creo que tengo el teléfono de Tracer. Él estaba saliendo con esa chica, Sharon.
Trabaja con Mei Ling.- Recordó el doctor Ginga.-
Llamó enseguida a su amigo y le puso
al tanto, en cuanto éste descolgó el alien se apartó un poco dado que la
exclamación de su interlocutor fue escuchada hasta por Maggie, al fin Giaal le
comentó.
-¿Puedes
contactar con Sharon?. Se trata de algo muy urgente. Veras… su compañera Mei
Ling está en urgencias… No tengo ni idea, pero ha perdido mucha sangre. Sí,
bueno, te lo cuento a ti, pero que quede entre nosotros… Tiene un par de
agujeros en el cuello, como dos orificios punzantes. No, no te engaño… Bien,
gracias…adiós…
Tras colgar le explicó a su
interlocutora.
-Avisará
a Sharon para que se lo diga a su nueva jefa.
-Creo
que será Melissa. Penélope se ha marchado ya a la Tierra.- Comentó Maggie.- Al
menos eso le contó Tracer a mi marido la última vez que se pasó a vernos.
La mención de su esposo le volvía a
traer todo su dolor y desazón de vuelta. Giaal se dio cuenta de aquello y
entonces trató de animar a su compañera.
-Confía
en él. Seguro que ha hecho esto por una buena razón.
-No
lo sé. Pero al menos podría habérmelo consultado. ¿No crees?- Suspiró
amargamente Maggie para preguntarle a su vez.- ¿Qué hubieras pensado tú si
Susan se llevase a Alex sin decírtelo, a un lejano lugar del que no sabes
apenas nada?
El médico asintió. Podía hacerse
cargo perfectamente de eso. De todos modos ahora ambos debían centrarse en su
trabajo. Tras dejar a Mei Ling, se despidieron para atender a más pacientes. No
sin que Giaal le dijera antes a la enfermera.
-Mi
hermana estará a punto de llegar. Pídele que se pase a comprobar el estado de
tu amiga…
Los que estaban en camino eran el
grupo de Debbie, Tracer, Kyle, Sabra y las dos sailors. Apenas pasados treinta
minutos llegaron al hospital. Como portavoz de todos, fue Rick quien,
llegándose hasta la recepción, preguntó.
-¿Está
el doctor Ginga?
-Sí,
es su turno, pero estará haciendo la ronda de visitas a los pacientes.- Repuso
la joven recepcionista que allí atendía.-
-Tengo
que verle, es muy urgente.- Insistió él.-
-Lo
lamento señor, pero ahora no atiende consultas.- Repuso la muchacha.-
-Es
algo bastante serio, trate de localizarle, por favor.- Se unió Deborah.-
-Haré
lo que pueda.- Suspiró la muchacha intentando llamar a otra ala del hospital.-
En ese momento llegaba Naya. La
muchacha entraba de turno tras dejar a su hija Fiora en la guardería. Al
aproximarse a recepción esa chica le comentó.
-Estos
señores están buscando a su hermano, doctora Rodney, dicen que es muy urgente.
-¿Urgente?
¿Qué ocurre?. Yo también soy médico. ¿Alguien de ustedes precisa de
atención?-Inquirió.-
-Tienen
una paciente aquí que está en grave peligro.- Le comentó Kyle, agregando con
inquietud.- Y el resto de ustedes lo está también.
-Es
verdad, se trata de Mei Ling Chang. - La informó Tracer.- Si su hermano sabe en
qué habitación está , por favor, avísele y que nos lleve hasta ella. Tienen que
mantenerla aislada.
-Pero.-
Pudo oponer la atónita doctora.- No comprendo a qué viene esto. ¿es alguna
enfermedad contagiosa?
-Algo
así.- Respondió Debbie.-
Naya le dedicó una mirada de
estupor, pero no parecía demasiado convencida.
-Confíe
en nosotros.- Intervino Akane.-
Y con disimulo, la periodista le
susurró a la perpleja individua.
-Soy
Sailor Lead Crown, enviada de Sailor Galaxia. Tenemos un problema muy grave de
seguridad planetaria.
-No
sé quién es esa tal Galaxia.- Comentó una perpleja Naya.-
-Pero
sabe quién es Lance Rodney, ¿verdad?- Terció Deborah.-
-Claro.-
Sonrió su interlocutora ahora.- Es el hermano de mi marido. ¿Le ha pasado
algo?- Quiso saber tornado su jovial semblante en uno preocupado.-
-
No a él, pero podría pasarles algo muy serio a muchas personas aquí. Si no detenemos
esto. Por favor, yo le conozco. Y en su nombre se lo pido, doctora. Necesitamos
que nos ayude. Tiene que ordenar que aíslen a esa paciente y que la restrinjan.
- Insistió Debbie.-
La doctora seguía sin entender.
Puede que aislar a esa mujer fuera adecuado si es que era portadora de un
posible virus peligroso y altamente contagioso. Pero ¿restringirla?...
-Bueno,
está bien, denme un momento, iré a buscar a mi hermano. ¿Me dijeron Mei Ling,
verdad? -Se aseguró la facultativa.-
-Así
es.- Asintió Tracer urgiéndola una vez más.- Por favor, dese prisa.
Naya asintió yendo a buscar a Giaal.
Entre tanto Sabra le preguntó a Kyle.
-¿Esa
mujer corre peligro?. Me refiero a transformarse en uno de ellos.
-Dependerá
de la sangre que haya perdido y de si su atacante la ha infectado o no.- Le
explicó el joven, afirmando.- Por ahora siendo de día hay menos probabilidades de
que despierte o se manifieste algún síntoma. Aun así hay riesgo. Es mejor que
nadie se la acerque y que la aten con correas de las más resistentes que tengan…
La israelí asintió con visible temor
en el rostro, no se le había olvidado la cara de aquella especie de monstruo
que intentó morderla.
-Ojalá
que hayamos llegado a tiempo.- Suspiró Debbie a su vez.-
Entre tanto, Maggie se pasó a ver
como seguía su amiga. Se culpaba por lo sucedido, si no la hubiera llamado,
presa de la desesperación, seguramente nada de esto hubiese ocurrido. Entró
despacio en la habitación, revisando las constantes vitales de la convaleciente
y ajustando el suero. Estaba distraída haciendo eso y pensando en su hija cuando
notó como algo se aferraba a su muñeca. Al mirar descubrió la mano de Mei Ling.
La joven había abierto los ojos.
-¿Cómo
te encuentras?- Quiso saber de inmediato la enfermera aferrando esa mano entre
la suya.-
-Tengo
sed.- Susurró la oriental.- Me siento mareada…
-Es
normal, has perdido mucha sangre.- Afirmó Maggie tratando de calmarla.- Pero ya
tienes una sonda con suero y te hemos hecho una transfusión.
-Tengo...sed..-
repitió ella como si no hubiera oído nada.-
Eso preocupó a su interlocutora. La
oriental tenía la mirada perdida. Maggie se aproximó a ella.
-Ahora
llamo al doctor Ginga.- Le dijo con tono tranquilizador.-
Pero Mei Ling apenas escuchaba nada,
era como si aquellas palabras se desvanecieran, desdibujadas en una especie de
rumor sordo. Lo que sí sentía era una irresistible atracción hacia esa mujer.
Sobre todo al ver la arteria que cruzaba bajo la piel de su cuello. Percibía el
calor y algo la impulsaba a saciar su sed…
-¡Ah!.-
Gritó la oriental.-
-¿Qué
te pasa?- Inquirió la asustada Maggie apartándose debido al sobresalto.-
La cruz que llevaba al cuello la
enfermera pendía ahora tras habérsele salido del interior de su blusa cuando se
había inclinado hacia la paciente. Mei Ling cerraba los ojos temblorosa y
apenas siendo capaz de balbucir.
-¡Aparta
eso de mí!
-¡Voy
a buscar al doctor!- Insistió su contertulia saliendo a toda prisa de allí.-
La oriental forcejeaba con aquellas
sondas que tenía conectadas tratando de quitárselas. Por fortuna Giaal llegó a
tiempo, acompañado de su hermana quien justo le había encontrado en un cercano
corredor. En cuanto le transmitió el mensaje de aquellos individuos el doctor
Ginga se dirigió rápidamente hacia la habitación. Ambos hermanos llegaron para
ver atónitos y horrorizados como esa chica se había levantado de la cama,
arrancado las sondas y les observaba con unos ojos amarillentos en tanto se
tambaleaba en pie declarando con voz ronca.
-¡Tengo
sed!
-¡Por
el Sagrado Árbol!- Exclamó una horrorizada Naya.-
Y es que de la boca de esa chica afloraron
dos largos colmillos que exhibía de un modo realmente amenazador.
-Naya.
¡Que suban enseguida! - Le dijo Giaal a su hermana.- Yo me ocupo de esto.
Su interlocutora le dedicó una
mirada de visible temor, aunque él asintió.
-Me
las he visto contra seres mucho peores. No temas.- Le aseguró confiadamente su
hermano.-
Apenas terminó de hablar la paciente
se abalanzó hacia ellos abriendo su boca. Giaal la rechazó simplemente con su
energía. Mei Ling cayó al suelo pero se incorporó con una rapidez felina. Por
su parte, Naya aprovechó para salir corriendo de allí. Se cruzó entonces con la
preocupada Maggie que estaba buscando precisamente al doctor Ginga.
-¡Hola
Naya! -Saludó contenta de verla.- ¿Has visto a
tu hermano?
-¡No
entres ahí!- Le advirtió la descompuesta doctora para asombro e incluso temor
de la enfermera..- ¡No entres! Y di que evacúen esta planta. ¡Rápido!
Ni tan siquiera pudo abrir la boca
para replicar puesto que Naya la urgió con un grito.
-¡Vamos!
Maggie nunca la había visto así,
asintió entre asombrada y asustada corriendo a dar las indicaciones oportunas
al resto del personal. Entre tanto se disparó el código de emergencia y la
doctora Rodney, contactando con recepción, ordenó.
-Que
esas personas suban de inmediato, máxima prioridad, planta dos, habitación seis
A…
La atónita recepcionista transmitió
esos datos al grupo que aguardaba. Sin perder ni un segundo, Kyle y Debbie seguidos por el resto, corrieron
hacia allí.
-Akane,
Reiko. Id por el ascensor. Los demás por la escalera.- Indicó Deborah.- Tenemos
que cubrir todas las posibles salidas.
Todos se apresuraron a llevar a la
práctica esas instrucciones. Entre
tanto, Giaal acorraló a la paciente con su campo de energía.
-Quiero
beber…- siseaba Mei Ling abriendo su boca.-
-Tranquila.-
Le pedía el doctor Ginga.- Vamos a ayudarte.
Su paciente daba la impresión ahora
de estar desconcertada. No podía avanzar dado que la energía del alien se lo
impedía. Entre tanto el sonido de muchos pasos se hizo audible para ella. Era
como si sus sentidos se hubieran afinado de un modo increíble. Deseosa de huir
ante lo que creyó serían seres hostiles dio un rápido vistazo hacia la ventana
que estaba entreabierta. Giaal se dio cuenta tarde de sus intenciones.
-¡Espera!-
Gritó él.-
Con una rapidez inaudita Mei Ling
saltó por aquella ventana rompiendo parte de los cristales. La joven cayó a
plomo pero, contra todo pronóstico, fue capaz de maniobrar en el aire para afianzarse
sobre una cornisa cercana, desde allí saltó con tremenda agilidad cayendo de
pie al suelo. Las personas que andaban por allí no podían creerlo.
-¡Maldita
sea!- Exclamó el doctor Ginga.-
No dudó en salir volando tras de
ella. Su paciente ahora estaba cegada por el sol. Ya era medio día y eso le
produjo una sensación terrible de calor a pesar de que la temperatura era
agradable. Corrió a refugiarse en el primer callejón que vio que proyectaba
sombra. Casi humeando la joven pudo esconderse. Allí se quedó inmóvil, como si
estuviera muerta. Por su parte Giaal comenzó a buscarla sin resultados…
-¡Oh
no!- Masculló tremendamente preocupado de que alguien así estuviera suelto por
la calle.-
Los demás habían llegado entonces a
la habitación quedando perplejos y horrorizados al descubrir los destrozos.
-¡Maldición,
si escapa y termina de transformarse nadie estará a salvo! - Exclamó Kyle.-
-¡Tras
ella! - Terció Akane.-
Tanto ésta como su compañera se
apartaron un poco invocando sus transformaciones. A los pocos segundos de un
espectáculo de luces y rápidas vueltas y para perplejidad de sus acompañantes,
aparecieron enfundadas en sugerentes uniformes. Sin pensárselo dos veces
salieron a su vez por la ventana…
-Esas
dos no dominan demasiado el término discreción.- Suspiró Sabra con humor pese a
la situación en la que se encontraban.-
De hecho, la gente de la calle corrió
a su vez, asustada ante tal despliegue. Nadie sabía que estaba pasando. Giaal
por su parte, miraba en derredor sin ser capaz de percibir la presencia de esa
muchacha. No lo dudó y tomando su teléfono llamó a Kiros.
-Es
muy urgente. ¿Podrías venir hasta el hospital? Tenemos una amenaza muy seria.
Lo siento, no hay tiempo para explicaciones, te necesito aquí cuanto antes. - Le
urgió.- ¿Refuerzos? Sí, no es mala idea. Si puedes traer a alguien más que nos
ayude mucho mejor. - Afirmó el alien.-
Tras colgar prosiguió el peinado de
las calles. Lo mismo hicieron las dos sailors. A su vez el grupo liderado por
Kyle y Debbie, se unió a sus compañeros al bajar. Fue Deborah quien les
aconsejó tanto a Naya como a Maggie.
-De
momento, siendo de día no será tan peligrosa, pero si no damos con ella y se
hace de noche su estado podría agravarse, idos a casa y encerraros allí con
vuestras familias, no abráis a nadie. En tu caso Maggie, si eres creyente no
sueltes la cruz que llevas.- Le indicó haciendo mención al objeto sagrado que
colgaba de su cuello, para remachar ante la cara de estupor y miedo de su
oyente.- Quizás eso te haya salvado la vida. Al parecer tu fe es sincera y ha
rechazado a la vampiro.
-¿Vampiro?-
Pudo repetir entre atónita y horrorizada la enfermera.-
-Así
es. - Afirmó Debbie sin andarse con rodeos.- Lo creas o no, desgraciadamente eso
es en lo que tu amiga se está transformando.
Las dos mujeres se miraron con asombro y temor tras
escuchar las palabras de su interlocutora, después Deborah las dejó para ir
tras sus compañeros.
-Ante
todo no nos separemos, ni nos confiemos.- Les advirtió Kyle, hablando con Sabra
y Tracer, una vez que salieron del edificio.- Los vampiros son tremendamente
fuertes y rápidos. Al menos mucho más que cualquier humano.
Justo en ese instante Deborah les alcanzó uniéndose
a ellos. Había escuchado las palabras según llegaba y añadió.
-Es
verdad, son capaces de sorprenderte ocultándose en cualquier sitio, incluso en
una calle oscura, pese a que sea de día. Por eso, si te confías puede ser
fatal.
-Me
parece que voy a tener que aprender el oficio a marchas forzadas.- Comentó la
israelí preguntándoles con inquietud.- ¿Y no tenéis idea de adonde pueda ir?
-Quizás
se dirija hacia algún lugar oscuro y solitario, para resguardarse hasta la
puesta del sol.- Elucubró Kyle añadiendo.- Después, dependiendo de cuan
extendido esté el mal, podría ir a buscar víctimas para saciar su sed…
-Desde
luego, ahora sí que estaba necesitada de ellas.- Afirmó Tracer con visible
inquietud a su vez.-
-Así
es.- Convino Debbie agregando con la misma preocupación.- Todo dependerá de su
estado. Ahora es cierto que parecía estar desesperada por beber sangre. Eso es
malo, augura que su cambio está avanzado. Quizás al ingresarla en el hospital, tras
haberla hecho una transfusión y puesto suero, una vez que los asimile, el
cambio se le pudiese frenar por unas horas. Incluso podría recobrar parte de su
consciencia como humana y darse cuenta de que algo va mal. Eso nos daría algo
más de tiempo, pero no demasiado. Con mucha suerte, hasta podría ser ella misma
la que buscase ayuda.
-Cierto.
Si es capaz de dominarse un poco lo más probable sería que fuera a buscar a algún
ser querido. – Declaró Kyle ahora.- Se dará cuenta de que algo terrible le está
sucediendo y por instinto de supervivencia querrá ser auxiliada. Debe estar
atravesando por una situación muy angustiosa.
-Lo
malo es que, si eso sucede, su naturaleza podría cambiar en cualquier momento y
eso le haría perder el control. Atacaría a esa persona para beber su sangre, sin
importarle quien fuera.- Suspiró Deborah añadiendo.- Por eso, debemos
encontrarla lo antes posible. Incluso vigilar a todos aquellos a quienes
conozca.
-¡Dios
mío, Sharon!- Exclamó Tracer con horror.- Es su compañera de trabajo, Mei Ling sabe
dónde vive.
-En
ese caso, llámala. - Le indicó Kyle con énfasis.- Que se refugie en casa lo
antes posible y que no le abra a nadie. Y mucho menos a ella. Sin importar lo
que le diga.
El muchacho asintió, no tardó en tomar el teléfono
para llamar a su novia. Lo cierto es que, poco a poco, se había ido sintiendo
más unido a ella. Era una muchacha realmente buena y que había demostrado
quererle y no deseaba que, por su culpa, se viera envuelta en una situación tan
terrible como a la que se estaban enfrentando.
-Vamos,
responde.- Musitaba el chico ante los repetidos tonos de llamada de su teléfono.-
Saltó el buzón, obviamente la chica tendría el aparato
apagado durante sus experimentos de laboratorio para que el campo magnético no
interfiriese. Tracer solamente pudo dejarle un mensaje.
-Sharon,
cuando termines el trabajo vete a casa y cierra bien la puerta. Si ves a Mei
Ling, ¡no te acerques a ella bajo ninguna circunstancia!, no importa lo que te
diga. Sé que suena raro, no puedo explicártelo ahora, me tomarías por loco. Únicamente
te pido que confíes en mí. No, no es ninguna broma por si lo estás pensando. ¡Te
lo juro por lo que más quieras! Jamás bromearía con algo así. Llámame en cuanto
puedas escuchar el mensaje. Te quiero, adiós.
Por su parte, Kiros voló con rapidez hacia el
hospital, tras hablar con Giaal dejó todo lo que estaba haciendo, pero no fue
solo. Aquellos dos saiyajin que vinieran con su madre se habían quedado en el
planeta. Les ordenó acompañarle.
-Como
mandéis, embajador.- Contestó la muchacha hablando por ambos guerreros del
espacio.-
No tardaron en volar raudos hasta el hospital.
Algunos curiosos se aproximaron al verles llegar. No era muy habitual poder
presenciar las evoluciones de esos tipos. También la policía, que había sido
alertada, acordonó el perímetro. El inspector Mendoza, que estaba al cargo del
operativo, abordó a Kiros.
-Asunto
oficial.- Repuso éste, comentando.- Soy el embajador saiyajin, tengo inmunidad,
lo mismo que estos dos oficiales.- Añadió haciendo alusión a ese par de
guerreros que le acompañaban.-
El veterano policía asintió. Era fácil de comprobar
y lo hizo. Y además sus superiores le ordenaron que no impidiera los
movimientos de los saiyajin. Por otra parte, él no tenía jurisdicción como para
interponerse en lo que fuera que ese tipo hacía. Sin mencionar que no sería
demasiado aconsejable. De modo que sería mucho mejor ponerse a su disposición y
cooperar. Cosas que sus superiores le ordenaron momentos después en otra
llamada.
-Vayan
ustedes a lo que tengan que hacer. Nosotros despejaremos las calles.- Le dijo
al embajador.-
-Mejor
digan a todas las personas que se vayan a sus casas y que cierren bien.- Le
indicó Kiros con tono preocupado.- No deben salir bajo ninguna circunstancia,
menos aún en cuanto caiga la noche.
-Tendré
que pedir autorización al gobierno civil para eso.- Opuso Mendoza.- Es un toque
de queda en toda regla.
-Haga
lo que tenga que hacer. – Respondió el embajador.-
-Muy
bien, me ocuparé inmediatamente.- Afirmó el policía.-
Su interlocutor asintió alejándose ya junto con sus
subordinados. Con rapidez subieron las escaleras del edificio hasta encontrar a
Maggie. La atónita enfermera se sorprendió de ver allí a su esposo. Aun así,
todavía optó por no mirarle, seguía muy enfadada. Kiros sin embargo no estaba
para ese tipo de situaciones ahora y fiel al pragmatismo de su pueblo, la abordó.
-Escucha
Maggie, es muy peligroso estar aquí. Vete a casa…
Finalmente ella le miró con dureza
para replicar.
-Estoy
en mi puesto y aquí me quedaré por si debo atender a algún herido.
De todas formas, enseguida reparó en
esos dos que acompañaban a su marido a los que dedicó una mirada todavía más
hostil.
-¿Qué
hacen aquí?. ¿No les basta con haber secuestrado a mi hija?
-Les
he llamado para que te protejan.- La informó pacientemente Kiros.-
-Pues
podrías haberte ahorrado la molestia, no necesito ninguna protección. ¡Y menos
de ti o de los tuyos! - Replicó indignadamente ella, cruzándose de brazos y
dándole la espalda.-
Xeflix y Renia se miraron entre
atónitos y desconcertados. Aquella desde luego no era una situación agradable,
ellos solamente cumplían órdenes. Una cosa sí que era cierta, cuando la noble
Elua se marchó a ver a su nieta les indicó que la siguieran a distancia y que,
con una cámara, filmasen todo aquello por si sucedía algo digno de mención. Los
dos obedecieron y quedaron desde luego impresionados con el poder de aquella
niña. ¡Era una auténtica descendiente de saiyajin! Luego, cuando Elua se marchó
con la pequeña, les ordenó que esperasen hasta que el embajador les contactara.
Habían pasado el tiempo en la legación saiyajin del planeta entretenidos en entrenar
un poco y nada sabían de los planes de la madre de su superior. Pero fieles a
su deber guardaron silencio manteniéndose imperturbables. Al fin, el embajador
Derail les ordenó.
-Quedaos
aquí con mi esposa, protegedla a ella y a cualquier persona, si ese enemigo
aparece.
-¡Un
momento!- Le pidió Margaret más inquieta ahora.- No era ningún enemigo, era Mei
Ling.
-Por
lo que Giaal me ha dicho, eso no era Mei Ling.- Rebatió Kiros.-
-No
puedo creer que ella..- Fue capaz de musitar la horrorizada enfermera.- No
quiero que le hagáis daño…
Su esposo la tomó suavemente por los
hombros y le dijo con tono más conciliador y afectuoso, al tiempo que teñido de
pesar.
-Escúchame,
te lo ruego. Sé que debes odiarme por lo que ha pasado. Te pido perdón, jamás
quise que eso sucediera, pero ha ocurrido. Aunque no debes perder la fe. Te
juro por mi honor que recuperaremos a Gloria. Ahora debes ser fuerte como lo
has sido siempre y solamente te pido que confíes en mí. Esta situación es muy
peligrosa. Únicamente quiero que estés a salvo. Créeme, intentaremos apresarla
y salvarla. Pero solamente si es posible. Yo no tengo ni idea de lo que le está
pasando, pero supongo que Giaal sí.
Maggie suspiró, enfrentando su
mirada a la de su marido. Ahora no estaba cargada de dureza, sino de tristeza y
al tiempo de una tímida esperanza. Asintió despacio. Su esposo añadió.
-Ahora
tengo que irme. Cada minuto es vital. Hay que atraparla lo antes posible para
que no haga daño a ningún inocente.
Y se alejó para salir volando a
través de la ventana rota por la muchacha en fuga. Su mujer estaba realmente
agotada, demasiadas emociones, no se había repuesto del secuestro de Gloria y
ahora sucedía esto. Además de estar enfadada con Kiros. Sin embargo, también
sabía que él no hubiese permitido aquello de no mediar una buena razón. Se
volvió suspirando hacia Renia y le preguntó con tono entre resignado,
consternado y acusador.
-¿Cómo
podéis ser capaces de vivir de ese modo?
-No
la entiendo, señora Derail.- Repuso la joven aludida.- ¿De qué modo?
-¿Dónde
están vuestros sentimientos?- Le recriminó ahora con indignación.- ¿Cómo podéis
ver normal el separar a una niña de su madre?
-Es
por su propia seguridad, señora.- Afirmó la saiyajin.-
-¿Qué
estás diciendo?¿Qué tiene que ver mi seguridad en todo esto? ¿Acaso Elua me la
iba a quitar por la fuerza?- Quiso saber ella con tono airado.-
Renia miró a su compañero. Éste no
parecía saber que decir. Al fin, Xeflix se encogió de hombros para aseverar.
-No
creo que debamos.
-Debería
saberlo.- Rebatió la mujer.- Es su madre al fin y al cabo.
-¿De
qué estaís hablando?- Inquirió Maggie.-
Una vez más los saiyajin se miraron
y fue Xeflix quien le advirtió a su compañera.
-Si
se lo muestras que sea bajo tu responsabilidad.
-Así
sea.- Concedió la muchacha dirigiéndose a su interlocutora para contarle.-
Estuvimos grabando desde la distancia, por petición expresa de la noble Elua.
Ella quería saber hasta dónde llegaba el potencial de su hija, señora Derail.
Tras decir eso sacó una especie de
aparato rectangular, similar a un teléfono móvil y se lo mostró a la atónita
Margaret. Advirtiéndola antes de activarlo.
-Puede
que lo que va a ver no le guste. Está a tiempo todavía. Para una humana quizás
esto sea muy perturbador…
-Está
bien.- Asintió la interpelada, sentenciando con tono suplicante.- Por favor,
quiero ver a mi hija…
Renia asintió y puso en marcha el
reproductor. Para Maggie aquello fue un shock. ¡Aquel monstruo no podía ser su
hija! pero vio cómo se transformaba ante sus propios ojos. Y los tremendos
esfuerzos de Kiros y su madre para intentar frenarla. Al fin, cuando todo acabó,
solo era capaz de llorar llevándose las manos a la cara. Tras unos tensos
instantes de silencio Xeflix intervino para decir con tono sereno y controlado.
-Por
eso, y muy a su pesar, tanto el embajador Derail como la noble Elua, tomaron
esta decisión. Su hija es una amenaza
potencial muy grande. Incluso ahora, ni nosotros dos juntos podríamos pararla
sin graves dificultades.
La enfermera no tenía ganas de
hablar, solo se alejó con pasos dubitativos hacia algún lugar en el que pudiera
estar sola. Renia iba a ir detrás sin embargo, su compañero la sujetó de un
brazo.
-Tenemos
órdenes de escoltarla en todo momento.- Le recordó ella.-
-En
este momento no necesita escolta. Necesita estar sola.- Afirmó su interlocutor,
afirmando.- Y aquí no corre peligro por ahora. ¡Déjala!
Su compañera asintió. Siendo una
saiyajin no llegaba a entender el porqué de la tristeza de esa mujer. Para ella
hubiese sido un orgullo tener una hija tan poderosa. Aunque podía comprender el
miedo a que llegara a ser incontrolable.
-Solo
espero que no padezca el síndrome de Tara.- Suspiró.-
Xeflix la miró, ahora con gesto alarmado, para
exclamar, perdiendo incluso aquel hieratismo que le caracterizaba.
-¿Qué?
¡Espero que no estés hablando en serio!
-Se
dice que el mismo príncipe Eron lo sufría. Al igual que algunos de nuestros
ancestros.- Afirmó Renia, añadiendo.- Esa enfermedad afecta a los saiyajin con
potencia de combate muy elevada, pero que no les es posible controlar, llega a
volverles locos.
-Por
el bien de todos, ojalá que no sea así.- Sentenció él con el asentimiento de
ella.-
Maggie se había refugiado en un
cuarto de suministros. Lloraba sin poder parar.
-¡Ese
monstruo no puede ser mi niña!- Se decía tratando de borrar esas terribles
imágenes de su cabeza.-
Aquello era increíble, como si la
pobre Gloria hubiera sido poseída por una especie de horrendo demonio. Si esta
era una prueba, realmente era terrible.
-La
pecadora soy yo, no mi hija.- Gimió.- ¡No es justo!…
Recordó las palabras de Kiros
entonces. Él le dijo que tuviera fe. Y también cayó en la cuenta de lo que
Deborah le había dicho.
-Tu
fe es verdadera, pues logró rechazar a la vampiro…
-Sí.-
Musitó entonces.- Esto tiene que ser una prueba del Señor. Mi fe es la clave de
todo. Como la fe que tuvo Abraham cuando Él le mandó entregarle a su hijo Isaac
en sacrificio. Ahora no puedo perderla. Lo de la pobre Mei Ling ha debido de
ser una señal. Me aferraré a ti, Señor. Tú harás que mi amiga se cure y a que
mi hija vuelva sana y salva a mi lado. Pero a cambio de que no me aparte de tu
camino.
Dicho esto, se dispuso a rezar con
todas sus fuerzas. Y en tanto esto
sucedía en el hospital, los demás registraban palmo a palmo cada calle, cada
esquina y cada solar abandonado. Pero fue inútil. Ya comenzaba a atardecer
cuando Giaal se reunió con Kiros tras haber mirado en prácticamente todos los
lugares que pudieron.
-No
comprendo cómo pudo habernos burlado.- Declaró el médico.-
-Tampoco
yo soy capaz de detectar su energía. Ni la conozco, ni debe de ser perceptible,
menos en ese estado.- Afirmó Kiros.-
-Ahórrese
la molestia, amigo.- Intervino Kyle quien también había llegado junto con
Sabra.- Esos seres están muertos, no emiten aura energética.
-Pero
Mei Ling todavía no lo está.- Rebatió Giaal, o al menos eso esperaba.-
También Deborah y Tracer llegaron.
La joven enseguida le comentó a su cuñado.
-No
hay nada que hacer, lo mejor será ir a tu casa y estar junto a Susan y Alex.
-Volveré
a llamar a Sharon.- Recordó entonces Tracer.- Estará a punto de acabar su
jornada.
Así lo hizo pero su novia seguía sin
responder, el apurado joven le pidió entonces a sus acompañantes.
-¿Podríais
venir conmigo para comprobar que ella está bien? ¡Por favor!
-Yo
tengo que ir junto con mi hermana y mi sobrino.- Dijo Deborah.-
-Nosotros
sí podemos ir contigo.- Afirmó Kyle, con el asentimiento de Sabra.-
-Gracias.-
Respondió Rick.-
Al poco Sailor Lead Crow y Sailor Aluminum Siren llegaron al lugar. Justo
cuando el grupo de Tracer se marchaba perdiéndose por un paseo arbolado.
-No
hemos encontrado nada.- Suspiró Lead Crow.-
-Debe
de estar muy lejos ya.- Convino su compañera.-
-Tendremos
que informar a Galaxia Sama.- Afirmó la pelirroja.-
-Ahora,
a buen seguro que Lady Galaxia estará demasiado lejos como para sernos de
utilidad.- Comentó Kiros añadiendo.- Vosotras dos deberíais patrullar la zona por
si algo se nos hubiera escapado. O si podéis averiguar quién o quiénes son
conocidos de esa chica que no tengamos ya vigilados, tanto mejor…
-En
cuanto a eso, algo creo poder hacer al respecto.- Comentó la del pelo azulado
tratando de recordar.-
Y es que durante su camino hacia el
hospital, Tracer les mostró en su teléfono unas fotos, eran de aquella chica
que estaba convirtiéndose en vampiro. Reiko creyó haberla visto antes, aunque
no era capaz de acordarse. Quizás…
-¿Y
qué sabemos nosotras de su vida?- Suspiró entre tanto Lead Crow afirmando con
escepticismo.- Dudo mucho que podamos averiguar nada. Ni tan siquiera Iron
Mouse, con lo cotilla que es, podría hacerlo en tan poco tiempo.
Empero, aquellas palabras entonces
encendieron la intuición de su compañera quién exclamó.
-¡Pero
claro! ¡Iron Mouse! ¿Cómo no me había acordado antes?. Esa chica me resultaba
familiar. Mouse, actuando como Chuuko Nezu, tenía fotos suyas junto a esa
modelo… ¿Cómo se llama? Esa que va a hacer una película en la Tierra…Mouse me
dijo que las estaba siguiendo la pista. Ya la conoces, tenía algo entre manos.
Me comentó que le daba la impresión de que, ese asunto del romance de esa chica
con Ben Crew era una farsa... ¡Eso! Sonia Calderón. ¡Así se llamaba ella! -
Recordó al fin retomando su argumentación - Pues Nezu me comentó que aquello le
parecía un burdo montaje y que su auténtica novia era esta otra. Estaba a la
espera de poderlo destapar. La pareja de Sonia Calderón tenía los mismos rasgos
orientales. Juraría que se trataba de ella. Le sacó unas cuantas fotos yendo a
cenar con esa modelo. Las vi en la redacción.
-Entonces
no perdáis tiempo. Id enseguida a la casa de esa artista, si es que continúa en
Nature.- Les sugirió Giaal.- Podría estar en peligro.
-¿Quién
nos iba a decir que los cotilleos de Nezu nos iban a ser útiles algún día?-
Comentó Lead Crow.-
-Aunque
tendremos que darle algo a cambio para que nos diga donde vive esa actriz. Ya
sabes cómo es.- Repuso su compañera.-
-¡Lo
que sea, vamos, a la redacción! - Le indicó ésta.-
De modo que ambas guerreras salieron a toda
velocidad. Al fin Giaal y Kiros quedaron solos, el guerrero del espacio dijo
entonces.
-Iré
a avisar al mismísimo gobernador. Debe declarar el estado de alerta de
inmediato. Tú deberías ir con tu mujer.- Le aconsejó.-
-Susan
estará yendo a la base. No creo que allí corra peligro. – Especuló el alien.-
Iré en cuanto mi hermana termine su turno. Quiero acompañarla a casa y
cerciorarme de que ella, mi cuñado y mi sobrina, estén seguros. Si eres tan
amable podrías ir a ver a mi esposa de camino, cuando charles con el gobernador.
Eres más rápido que yo. Eso si Maggie ya está a salvo, claro. Entiendo que ella
es tu prioridad. - Remachó con prevención.-
-La
dejé al cargo de dos saiyajin de la guardia real. Estará bien.- Afirmó el
interpelado asintiendo.- No temas, me ocuparé de escoltar a Susan.
Así lo acordaron despidiéndose para
ir a ocuparse de sus respectivos objetivos. Y mientras todos se separaban
tomando todas las precauciones posibles, el objeto de sus prevenciones viajaba
en el interior de un maletero. Al poco de huir y esconderse vio un deslizador
en el que un matrimonio estaba haciendo unas compras. Lo tenían aparcado junto
a un comercio y ella, tanteando el vehículo casi a la desesperada para
ocultarse, descubrió que la parte trasera estaba abierta. No lo pensó, temblando
con un terrible malestar se metió dentro y cerró. Por fortuna para ella esa
pareja había cargado todo antes y estaba mirando unos escaparates. Mei Ling no
sabía que demonios le estaba sucediendo. Ahora al menos era capaz de
controlarse. Quizás ese suero y la transfusión del hospital habían sido
metabolizadas por su organismo y esa sed terrible había remitido lo suficiente
como para poderla dominar, al menos por un tiempo.
-Tengo
que ser fuerte, tengo que aguantar.- Se decía con desesperación.- No quiero
hacerle daño a nadie…debo encontrar una forma de detener esto…
El vehículo arrancó y ella trató de
acomodarse lo mejor que pudo. Tras un buen rato pensó que ya estaría lo
bastante lejos de la ciudad. Allí, en medio de un campos solitario, no haría
daño a nadie. Sin pensárselo dos veces abrió empujando esa portezuela. Con una
fuerza que no creyó tener hizo saltar el cierre. Eso provocó el inmediato
frenazo del deslizador. La chica aprovechó para salir a toda velocidad. Se
movió de una manera tan rápida que pudo esconderse tras unos arbustos cercanos
a la carretera. El hombre había bajado mientras tanto observando atónito ese
estropicio. Habló con su esposa y ninguno pudo explicarse aquello.
-¡Vamos!
- Musitaba Mei Ling, cada vez más nerviosa y asustada de sí misma.- Idos ya de
aquí. ¡Maldita sea!
Tras unos minutos que a la fugitiva se le hicieron
eternos, ese tipo pudo improvisar un arreglo atando la puerta con una correa. Al
fin esos dos se pusieron en marcha alejándose de allí. Fue cuando Mei Ling
suspiró aliviada. Tenía mucho miedo, pánico de que esa sed irracional volviera
a dominarla y que la impulsara a atacar a aquellas personas. Igual que intentó
hacer con Maggie. Aunque ahora otro pensamiento la acuciaba.
-Tengo
que verla… ¡Sonia!… tengo que despedirme de ella mientras todavía sea capaz de
hacerlo…
Y con esa determinación partió hacia
la casa de su novia. Deseando poder abrazarla aunque fuera por última vez.
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