-¿Tanto papeleo para qué? – Pensaba con
hastío.- Ni que eso pudiera defender mejor
esta nave. Quizás si obligásemos a hacerlo al enemigo este se rindiese.- Se
dijo con sarcasmo.-
Empero, lo malo de su nuevo rango
como mayor era que debía ocuparse de cursar informes y todo tipo de documentos
de su escuadrilla. Así que no tuvo más remedio que ponerse a ello. Una vez pudo
hacerlo se dispuso a salir de la base. Aunque cuando ya se marchaba vio de
lejos a un viejo conocido.
-¡Tim! – Le saludó con una exclamación
de alegría.-
Aquel
hombre, del mismo rango que Rick, estatura pareja a la suya, pelo castaño y
ojos a tono, le dirigió la mirada al oírle. Esbozó una tenue sonrisa. Iba
acompañado de otro tipo algo más bajo
que él, pelo corto rubio y ojos azules, que era un primer teniente.
-Tracer.- Respondió por todo saludo.-
-¿Qué haces tú aquí?- Le preguntó su
interlocutor tras acercarse a él y ofrecerle la mano.-
El
aludido se la estrechó aunque para su sorpresa y la del otro oficial, Rick le
dio un sentido abrazo al tiempo que exclamaba.
-¡Leche!, no tenía ni idea de que te
hubieras alistado también en este viaje.
-Sí, lo hice.- Afirmó el interpelado que
señaló con la vista a su acompañante para presentarles.- El teniente Marcus
Lagger. Mi antiguo compañero, el ahora mayor Rick Jensen.
-Encantado, teniente.- Afirmó Tracer en
tanto ese tipo le saludaba militarmente en posición de firme.- Descanse.
-Un placer conocerle, señor.- Declaró
ese hombre con tono grave.-
En
ese momento la teniente Gray llegaba por el corredor que comunicaba la sala de
oficiales con el pasillo de salida. Allí se topó con los tres. Saludó de
inmediato.
-Ésta es la teniente Gray. Mi segunda en
la escuadrilla.- La presentó Tracer.- Mi antiguo compañero y amigo, el ahora
mayor Timothy Mullins. ¡Bueno, lo de amigo sigue valiendo! - Se rio para añadir
- y el teniente Lagger.
Al
igual que su colega antes, Jane saludó militarmente a Tim.
-Es un placer, señor, teniente Lagger.-
Replicó ella.-
Ambos
oficiales asintieron cortésmente. Tracer por su parte les comentó con
desenfadada naturalidad.
-He quedado con mi novia. Seguro que
estará en la cafetería próxima. ¿Por qué no os venís?
Se comen unas tartas riquísimas.
-No, muchas gracias. Ya teníamos ocupada
la tarde.- Afirmó Mullins.-
-Se lo agradezco de verdad. En otra
ocasión, señor.- Añadió Lagger con tono de circunstancias.-
Los
dos se despidieron de modo amable y prosiguieron su camino. Jane les observó
con gesto desconcertado, hasta que oyó a su superior reírse al tiempo que
afirmaba.
-¡No había oído a Mullins hablar tanto
en la vida! Será que está contento. Bueno, ¿usted qué, teniente, se anima?
-¿Señor?- Inquirió ella sin comprender.-
-¿Le gustan las tartas, sí o no?-
Inquirió desenfadadamente él.-
-Sí que me gustan. – Admitió la chica
con una leve sonrisa para remachar recobrando el respeto al rango.- Señor.
-Entonces, sígame.- Le indicó más
ordenárselo él.-
Pese
a ese tono tan jovial, Jane enseguida le preguntó a su superior.
-Con el debido respeto, señor. No creo
que sea algo acertado.
-¿Por qué no?- Se extrañó él.-
-Porque usted ha dicho que había quedado
con su novia, si puedo recordárselo.- Comentó ella con cierta prevención.-
- Es verdad. Pero seguro que Pennie irá
con sus compañeras de trabajo. No veo por qué no puedo ir yo con una de las
mías. No se inquiete por eso, teniente.
Ante
semejante argumento Gray no supo qué replicar. Supuso que el mayor sabría lo que
hacía. Asintió dispuesta a acompañar a su superior.
-¿Qué tal se va aclimatando?- Le
preguntó Rick.-
-¡Oh!, bien, gracias.- Respondió ella.-
Los miembros de la escuadrilla son muy amables conmigo.
-Eso es porque, tras de mí, eres su oficial
al mando.- Le susurró Tracer como si le estuviera contando un secreto de Estado.-
Jane
sonrió. Ese tipo era realmente divertido. ¡Ya se lo habían dicho cuando se
incorporó! Daba la impresión de tomarlo todo a broma y hacer el típico
comentario hilarante. Aunque ella conocía la hoja de servicios de su superior y
estaba claro que era un oficial de mucha valía.
-Mejor así. Hará más fácil mi cometido.-
Pensó ella.-
Y ambos salieron de
la base, terminados sus turnos. La que
no podía decir lo mismo era Susan. La oficial estaba tratando de hablar con su
jefe de escuadrilla. Pasada la alerta y con más calma deseaba aclarar la
situación. Tenía muy presentes las instrucciones del comandante Enset. De modo
que solicitó una entrevista con su superior el mayor Shulth. Al fin, éste se la
concedió. Y allí estaba, lista para entrar. Aunque, ciñéndose al protocolo,
antes tocó a la puerta del despacho de éste.
-Adelante.- Escuchó.-
Pasó
y saludó en posición de firmes. Durante unos segundos Shulth no dijo nada. Al
fin le indicó.
-Descanse, teniente. Dígame, ¿De qué
quería hablarme?...
-Verá, señor, se trata de las oficiales
Walsh y Aguirre, mis subordinadas directas.
-¿Qué pasa con ellas?- Inquirió éste a
desgana.- ¿Se han metido en algún lío?
-No, señor, sencillamente no comprendo
por qué están apartadas del servicio.- Precisó Susan.-
-Sencillamente no lo están, teniente.-
Rebatió su interlocutor repitiendo la expresión de su subordinada con cierto
atisbo de sorna.- Sucede que no las he considerado convenientemente preparadas hasta ahora para
tomar parte en misiones activas.
Susan
pensaba en lo sucedido el día anterior, durante el ataque. Y también en los informes
que le dieron esas dos muchachas. Al parecer, desde que llegaran, no habían
podido apenas subir a un caza. Solamente realizaron ejercicios en simuladores.
Así se lo comentó a su superior. Éste, sin inmutar su expresión de hastío,
replicó con tono seco.
-Esas chicas acaban de salir de la
academia. Todavía tienen muchas horas de prácticas por delante antes de abordar
un caza varitech en misiones reales.
-Señor, en la SSP-1 muchos de nosotros
estábamos recién salidos de la academia y pudimos volar desde el primer
momento.- Respondió la teniente Hunter.-
-No estamos en la SSP-1. Y esos aparatos
no eran como los de ahora.- Arguyó Shulth.- Los varitech son mucho más
difíciles de manejar.
-Lo sé, señor.- Admitió ella comentando
a su vez.- Tuve que dar un curso de preparación antes de embarcar.-
El
mayor guardó silencio durante unos instantes, daba la impresión de que estaba
pensando en cómo interpretar eso. Al fin, tras una leve sonrisa, le dijo a su
atónita subordinada.
-Tanto mejor. La destinaré a usted como
instructora de esas dos oficiales. Se ocupará de adiestrarlas con el simulador.
Harán un buen equipo. Se dedicará a eso en jornada completa a partir de ahora.
Susan
no podía creer lo que escuchaba. ¡La estaba relegando de la acción! Apenas fue
capaz de reaccionar para rebatir.
-Mayor, estoy capacitada para llevar a
cabo misiones reales. En mi hoja de servicios consta que tomé parte…
-Esas son mis órdenes, teniente.- La
cortó Shulth sin demasiada delicadeza.-
- Sí, señor, - Tuvo que acatar ella.-
-Puede retirarse.- Autorizó su jefe.-
Susan
saludó y se giró para salir del despacho. Shulth no se privó de dedicarle una
buena mirada al trasero de esa atractiva oficial. Entonces, antes de que la
joven saliera preguntó a bocajarro.
-Teniente. ¿Tiene usted novio?
-¿Señor?- Se volvió ella atónita ante
aquella pregunta.-
-¡O novia!. No deseo presuponer su
orientación sexual.- Agregó él con manifiesto sarcasmo.-
El
mayor se rio, diríase que divertido por la expresión en la cara de esa chica.
Entonces quiso aclarar.
-Si tiene, tómese un día libre y vaya a
verle o a verla. Si no tiene, le advierto. No confraternice con nadie de la
escuadrilla hasta ese punto.
La
joven estaba con la boca abierta. No sabía que replicar. Sobre todo al darse
cuenta de esa mirada entre inquisitiva y hasta podría jurar que obscena, que su
superior le estaba dedicando. Finalmente se atrevió a contestar.
-Señor, le aseguro que no he hecho nada
que vaya contra las ordenanzas. Ni he confraternizado con ningún compañero o
compañera de la base de ese modo. Además, con el debido respeto, me acaban de trasladar.
Aunque habiendo querido hacerlo no hubiera tenido tiempo material. Menos aún después
de lo del otro día.
Shulth
asintió sin dejar de sonreír. Al fin afirmó con tono condescendiente.
-No se imagina lo rápidas que son
algunas. Comprenda que tenía que advertírselo. Muy bien, teniente. No esperaba
menos. Váyase a descansar.
Y
tras volver a saludar una envarada Susan salió de ese despacho. Al hacerlo se
sintió aliviada pero también indignada. Ahora sí que creía sin lugar a dudas a
sus subordinadas. Aquellos comentarios no solamente eran insolentes en gran
medida sino que además eran claramente
machistas. Pero claro, pese a lo
desvergonzado de las palabras del mayor, vistas de modo objetivo no podían
considerarse ningún tipo de proposición. Ni le servían de base para dar luz
amarilla, ni mucho menos roja. Aquel era el lenguaje para amonestaciones de
índole sexual en el ejército. Si algún militar se propasaba con un compañero o
compañera, independientemente de su rango. Mejor dejar eso por ahora. Quería
quitarse esa mala impresión y llamó a Giaal.
-Espero que pueda quedar conmigo.-
Suspiró.- Él también debe de ser muy
ocupado.
Y
a todo eso el joven médico estaba en la consulta a solas. Maggie se había
marchado haría ya unos veinte minutos. Recibió entonces la llamada de Susan.
-¿Sí?. Hola. -Respondió.- Claro. En
cuanto llegue el doctor Lester me iré. Ahora él se ocupa del siguiente turno,
sí. Tras lo sucedido… sí, ese accidente. Aunque no creo yo que lo fuera. ¿Qué
no puedes hablar de eso? Está bien, no te preocupes. Vale. Iremos a la
cafetería de Ginger. Siempre me insiste en que vaya…bueno, es algo embarazoso.
Nunca quiere cobrarme nada. Vale… Oye, te noto algo extraña. ¿Va todo bien?...
de acuerdo… pues allí nos veremos, adiós.
Colgó,
aunque por el tono de su novia Giaal percibía algo raro. Los humanos eran
bastante trasparentes para él en general cuando se refería a mostrar sus
estados de ánimo. ¡Incluso a través de una línea telefónica! Supuso que sería a
raíz de lo ocurrido. Tal y como le dijo a ella dudaba mucho que esa explosión
hubiera sido un simple fallo en una tobera. ¡En fin! Dejó esas consideraciones
aparte cuando su colega y jefe el doctor Lester hizo acto de presencia unos
minutos antes de su turno.
-¿Alguna novedad?- le preguntó el recién
llegado.-
-Todo en orden. Apenas unas visitas de
pacientes por causas leves, dolores de cabeza, alguna luxación y resfriados.- Le
informó.-
Lester
asintió, y dando un vistazo a la consulta preguntó.
-¿Y la enfermera Kendall?
-Ya se fue.- Respondió Giaal sin darle
importancia.-
-No debería abandonar su puesto antes
del fin de su turno.- Reprobó su interlocutor.-
-Y no lo hizo.- Afirmó el muchacho.- Su
relevo es el que se está retrasando.
-Aun así, no se puede dejar una zona
asistencial sin ser debidamente relevado.- Sentenció Lester.-
-Ha sido culpa mía.- Admitió Giaal.- Fui
yo quién le dije que se marchara.
-No vuelva a hacer algo así. En cuanto
al otro enfermero, ya me ocuparé de hablar con él.- Replicó su interlocutor.-
-Lo que usted diga, doctor.- Convino su interlocutor.-
Y
pasaron unos cinco minutos más cuando ese irresponsable de James hizo acto de
presencia. El jefe de la sección médica le inquirió.
-¿Por qué llega con tanto retraso,
Derrick?
-Lo siento, doctor Lester. Tuve una
urgencia.- Pudo explicarse el lívido individuo.- Un amigo mío se notaba raro y
antes de venir le atendí. Ya está mejor.
-Que no vuelva a repetirse o será
sancionado.- Espetó su jefe.- Podría haberse molestado al menos en advertir al
doctor Ginga.
-Tiene razón. Lo lamento. No se
preocupe, no volverá a pasar.- Pudo balbucir aquel chico.-
Giaal
se mantuvo al margen pero movió la cabeza. Era fácil ver que ese tipo mentía
con descaro. Tentado estuvo de informar a Lester que no era ni la primera, ni
la segunda vez que lo hacía. ¡Y eso que él mismo llevaba tan solo dos días en
el puesto! De hecho, Margaret estaba harta de él y con razón. Sin embargo,
sería mejor dejarlo por esa ocasión. Se despidió de sus colegas y se marchó.
Tenía asuntos de índole personal de los que ocuparse.
-Bueno, vamos a ver qué le pasa a
Susan.- Se dijo.-
Por
su parte, tanto Penélope, como Keiko habían llegado ya a la cafetería. Por
suerte, la cantidad de gente comenzaba a descender. La hora punta estaba entre
las seis y las ocho. Ya eran casi las ocho y media y, aunque algo tarde, no
querían privarse de una merienda de las que Ginger ofrecía.
-¡Al menos nos ahorraremos cenar!-
Exclamó la hija del doctor Tomoe a la vista de tan goloso escaparate.-
Penélope
se sonrió divertida. ¡Así era! Y ver a Keiko tan entusiasmada le hacía acordarse de Amatista cuando iban a la
cafetería de la SSP-1. ¡Esa chica se atiborraba literalmente de pasteles!
-Y no engordaba nada. ¡Menuda suerte!-
Pensaba con una mezcla de envidia y nostalgia.-
Allí
estaba su antigua subordinada, compañera y amiga en una de las fotos que Ginger
exhibía orgullosamente en su local. Aunque también aparecían Sandy, ella misma
y hasta Satory. Luego Leval, Mazoui, y algunos amigos más figuraban posando
todos juntos o con ellas. ¡Cómo les echaba de menos! También su alocado novio
estaba allí retratado…
-¡Vamos Penélope! ¿Nos sentamos?- Le
sugirió Keiko.-
La
doctora Winters asintió y ambas se acomodaron en una mesa pequeña y circular.
Clarisa llegó a los pocos instantes y les tomó nota. No se entretuvo mucho con ellas
dado que tenía bastante trabajo. Tras pedir, las dos chicas departieron con más
tranquilidad entre el bullicio de la todavía llena cafetería.
-Esto está realmente concurrido.-
Declaró Keiko, teniendo incluso que hablar con un tono de voz algo elevado.-
-Ya te he dicho que Gin es una
maravillosa repostera. – Contestó Penélope.- Siempre que podíamos nos
escapábamos aquí todos.- Le contó señalando con la mirada aquella colección de
fotos en tres dimensiones que parecían querer escapar de aquellos holo marcos
con deseos de unirse a ellas.- Pasamos
muy buenos ratos juntos. A pesar de todas las dificultades…
-Creo que la clave estuvo en que fuisteis
una familia.- Afirmó Keiko con aprobación.-
Espero que aquí podamos lograrlo también. Porque echo mucho en falta a
mis padres. A Mimette, a Daniel, y a Mimí…- Suspiró dejando casi el eco de ese
último nombre resonar.-
-Ya verás cómo llegaremos a serlo.- La
animó su interlocutora.-
Fue
cuando vio llegar a Tracer, acompañado de esa mujer. Una escultural joven de
ojos azules y largo cabello azabache. Desde luego, el rostro de la doctora
expresó lo que debía de estar rondándole la mente porque hasta Keiko la miró
con preocupación.
-¿Estas bien?
-No lo sé todavía.- Masculló la
interpelada quien con un mayor control de sí misma le pidió a su compañera.-
¿Me disculpas un momento, por favor?
Ésta
asintió. Penélope se levantó yendo al encuentro de su novio. Tracer al verla
sonrió.
-¡Pennie! ¿Has pillado sitio?
-Hola Rick.- Saludó ella sin demasiada
jovialidad, para agregar de seguido con tono poco amable.- ¿No me vas a
presentar a tu acompañante?
-Sí, claro.- Replicó el chico como si
tal cosa.- La teniente Jane Gray, es mi segunda al mando. Teniente, ella es la
doctora Winters, Penélope de nombre. Y como ve, yo llego cual Ulises a las
costas de esta Ítaca tan especial, tras haberla hecho aguardar más de la
cuenta.- Concluyó con su desenfado habitual.-
Aunque ninguna de las
mujeres se rio. De todas formas fue Jane la que, sonriendo algo forzadamente, quiso
suavizar la tensión del ambiente.
-Encantada de conocerla, doctora. Es
usted una celebridad en el terreno de la ciencia. He leído algo sobre sus
trabajos de terraformación.
-Vaya, me halaga usted. No creía que los
oficiales del UNISON tuvieran tiempo para la lectura de escritos tan arduos.-
Contestó la aludida sin mucha cortesía.-
-Vamos, Pennie.- Terció Tracer tratando
de mantener su talante cordial, pese a empezar a percatarse de lo que sucedía.-
Le dije a la teniente que se pasara por aquí. Mire.- Le indicó a su
acompañante.- Éste es nuestro pequeño segundo hogar. ¡Si hasta tiene fotos
nuestras!
Jane
miró en derredor siguiendo un dedo de su superior. En efecto esa colección de
fotografías les mostraba allí. Al mayor Jensen, a la doctora Winters… ¡Esa
chica rubia, le era muy familiar! Y… ¡No pudo creer en cuanto lo vio!
-Leval.- Musitó entre atónita y
apenada.-
-¿Se encuentra usted bien, teniente?-
Inquirió Penélope quien junto a Tracer se había dado cuenta del cambio en la
expresión de esa muchacha.- La veo algo pálida.
-Sí, gracias.- Afirmó ella tratando de
forzar una sonrisa.- Lo siento, señor. He recordado que tengo algunas cosas que
hacer. Si me disculpan, ya les he entretenido mucho. Ha sido un placer doctora.
Confío en volver a verla.
-Claro, lo mismo digo.- Replicó Penélope
que comenzaba a sentirse un poco culpable de sus malos modos.-
-Hasta mañana, teniente.- La despidió
Tracer.-
La
joven saludó cuadrándose ante su superior y tras dar las buenas tardes a
Penélope se alejó de allí. Rick no desaprovechó la ocasión para reñir
afablemente a su novia.
-¿Qué te habías pensado? ¿Qué había
ligado con ella?
-Nada de eso.- Se defendió su
interlocutora.- Es solo que me ha sorprendido…
-Sí, ¡es que es un auténtico bombón! -
Rio Tracer.-
Aunque
ante la mirada furibunda de su pareja hizo un espacio con las manos para
apresurarse a añadir.
-Le dije mil veces que venía a ver a mi
novia. Y te aseguro que es a ti a quien quería ver. ¡No seas tonta!
Penélope
suspiró. Rick tenía razón. Se estaba comportando como una adolescente y ese no
era desde luego su estilo. Seguramente era la responsable de haber violentado a
esa pobre oficial que no tenía ninguna culpa de nada. Por no hablar de los
malos modos que había exhibido delante de ella sin ningún motivo.
-Lo siento. Tienes razón. - Admitió.- He sido muy grosera con esa pobre
chica. Sin ninguna causa. He hecho que se sintiera fuera de lugar.
-¿Puedes repetirlo para que lo grabe?-
Mi Pennie pidiéndome perdón.- Se rio él.-
-¡Cállate y vamos a merendar!- Le cortó
ella con expresión exasperada.-
Y
es que ese bobo tenía la virtud de sacarla de quicio a veces. Aunque Rick
también sabía hacerse perdonar. La rodeó con un brazo por los hombros para
acercarla hacia él y susurrarle con cariño.
-Tú eres mi doctorcita favorita. ¡Es
este amor el que estaba buscando!...- Canturreó divertido.-
-Vale ya, me vas a poner en vergüenza.-
Pudo susurrar a su vez la azorada joven.-
Y
ante la sonrisa de Keiko, que había presenciado aquello desde poca distancia,
la pareja se acercó a ella sentándose a su lado. Por suerte la gente iba
dejando más sitio libre en la cafetería…
-Para que veas que te lo digo de verdad.
Te lo demostraré. - Comentó el impredecible chico.-
-¿Demostrarme qué? ¿Qué estás tramando?-
Se alarmó Penélope.-
Tracer
solamente le dedicó una sonrisita de las suyas y se levantó a la búsqueda de
Ginger. Tomó a la chica con delicadeza de un brazo y le susurró algo al oído. A
juzgar por como ésta se rio Penélope se temió cualquier trastada. La dueña del
local asintió. Y el oficial se dirigió sin dudar a la zona del karaoke. Tomó el
micrófono y para pasmo y vergüenza de la doctora Winters, que no sabía dónde
meterse, anunció.
-Damas y caballeros, dedico este tema a
mi novia, que a veces es algo desconfiada. ¡Pennie, cariño, te dedico esta
canción!…
No
es que Rick cantase de maravilla precisamente, aunque no lo hacía del todo mal.
Y por suerte el karaoke ayudaba. Aunque Penélope hubiera preferido estar
revisando muestras de bacterias durante tres horas seguidas. Ahora, totalmente
colorada, no acertaba a mirar al frente. Ni tan siquiera Keiko, que se reía a
carcajadas solo con presenciar aquello, estaba exenta de ruborizarse. Sin embargo,
ninguna pudo evitar mirar con simpatía a ese muchacho. Sobre todo la doctora,
que se sentía tan azorada como halagada. La gente que quedaba en el local
prorrumpió en aplausos tan joviales como sinceros, y tras unas exageradas
reverencias al auditorio, Rick puso la canción original y se acercó a su novia para
proponerle.
-¿Me concede este baile?
La
chica no supo que decir, solamente pudo aceptar y dejarse llevar abrazada a su
pareja en tanto se escuchaba la canción.
Debí haberlo sabido mejor
Que dejarte sola
En tiempos como esos
No pude hacerlos míos
Días desperdiciados y noches insomnes
Y no puedo esperar para verte otra vez
Encuentro que gasto mi tiempo
Encuentro que gasto mi tiempo
Esperando tu
llamada
Como puedo
decirte, cariño
Mi espalda está
contra la pared
Te necesito a mi
lado
Para que me digas
está bien
Porque no creo
que pueda soportarlo más
Este amor que
estoy sintiendo
Es este amor que
había estado buscando
Es este amor o
estoy soñando
Esto debe ser
amor
Porque es
realmente lo que me sostiene
Lo que me
sostiene
Keiko les observaba embelesada, en
el fondo envidiaba a Penélope por tener a alguien así en su vida.
-Yo nunca podría
hacer eso con la persona a la que amaba.- Se lamentó.-
Aunque dejó correr ese pensamiento, centrándose
en disfrutar de aquello.
No puedo parar
este sentimiento
He estado de este
modo antes
Pero, contigo he
encontrado la llave
Para abrir
cualquier puerta
Puedo sentir mi
amor por ti
Creciendo más
fuerte día a día
Y no puedo esperar
a verte de nuevo
Para poder
estrecharte en mis brazos
Es este amor que
estoy sintiendo
Es este amor que había estado buscando
Es este amor que había estado buscando
Es este amor o
estoy soñando
Esto debe ser
amor…
Es este amor que
estoy sintiendo
Es este amor que había estado buscando
Es este amor que había estado buscando
Es este amor o
estoy soñando
Esto debe ser
amor…
Es este amor que
estoy sintiendo
Es este amor que había estado buscando
Es este amor que había estado buscando
Es este amor o
estoy soñando
Esto debe ser
amor…
(Whitesnake. Is This love. Crédito al autor)
Al terminar la música
todos los presentes aplaudieron una vez más. Penélope tuvo que mover la cabeza
fingiéndose abochornada aunque al final fue incapaz de evitar una sonrisa al
tiempo que abrazaba a ese gamberro y le susurraba con pretendida reprobación.
-No sé cómo te dejo hacerme esto…
-Porque me quieres aunque sea un poquito.- Afirmó él.-
-Porque me quieres aunque sea un poquito.- Afirmó él.-
-Pues esta noche más te vale demostrar
lo que dice la canción.- Le respondió ella sonando a cordial ultimátum.-
El
chico asintió encantado ante ese perspectiva y al fin tomaron asiento. Estaban
ya a la espera de sus pedidos cuando alguien más se les unió. Susan y Giaal habían llegado.
-Mayor Jensen, señor. Doctora Winters. -
Les saludó Susan.-
-Ya te lo decíamos en la Uno.- Sonrió
éste.- Cuando estemos fuera de servicio, Tracer y ya está.-
-Sí, lo siento.- Sonrió la joven.-
-Y a mí llámame Penélope. No soy
superior tuya. Aunque te compadezco teniendo que aguantar a este memo en el
trabajo.
-¡Oye, Pennie! No me desautorices.-
Exclamó jocosamente él.-
-Como si necesitaras que alguien lo
hiciera por ti.- Se burló ella visiblemente divertida.-
El
resto se sonrió. Al menos el ambiente era distendido, como en los viejos
tiempos. Esa camaradería forjada en su periplo anterior volvía a estar presente
y todos se congratulaban de ello.
-Me alegra veros.- Intervino Giaal a su
vez.- Es grato estar con los amigos tras un día de trabajo.
Así
convinieron todos. Y es que el alien y
su novia llegaron tras haberse encontrado
en el parque. Caminaron despacio y el joven médico le comentó a la oficial.
-¿Estás bien? Te noté inquieta cuando
hablamos.
-Cosas del trabajo. Ya sabes.- Suspiró
ella deseando apartar eso de su cabeza.-
Susan
no quería enturbiar ese momento que ambos compartían, contándole lo ocurrido.
Giaal tampoco podría hacer nada más que indignarse, como le sucedió a ella. Por
tanto agregó en un intento por sonar animosa.
-Son gajes del oficio. Pero todo va
bien.
-Bueno, pues vamos al encuentro de
nuestros amigos. O no les conozco o ya tendrán mesa.- Comentó más
desenfadadamente él.-
Pese
a todo, el alien podía percibir que su pareja estaba molesta al pensar en eso.
Sin embargo, si ella había decidido no contárselo tendría sus razones y él lo respetaría.
A su vez la teniente Hunter asintió ante la sugerencia de su novio. Estaba más
que deseosa de ver a todos sus amigos. Tras unos minutos llegaron a la
cafetería y pudieron deleitarse con la interpretación del mayor. Luego
sonrieron divertidos viendo como sacaba a bailar a la azorada Penélope.
-Dejemos que terminen antes de ir a
saludarles.- Le sugirió Giaal a Susan.-
La chica asintió, ¡
no deseaba perderse eso por nada! Así pues, cuando su superior y la doctora
Winters terminaron de bailar y volvieron a su mesa ellos se aproximaron,
saludaron y tomaron asiento. Después de charlar un poco alabaron el arte de
Tracer.
-Es usted muy buen cantante.- Comentó la
oficial dirigiéndose a su superior, pese a todo, con el debido respeto.-
-Gracias Susan. No es para tanto, pero
se agradece. – Contestó él que enseguida comentó.- Y el doctor Ginga toca muy
bien la flauta. Sería genial si nos deleitase con algo.
-No la traje conmigo, pero en otra
ocasión y en un sitio más tranquilo, no
te diré que no.- Prometió el aludido.-
Nadie tuvo tiempo de
añadir algo porque otra pareja se les unió. Eran Maggie y Kiros que a su vez habían
llegado un poco después que Giaal y Susan, justo al final de esa canción. El
saiyajin escuchó agradado. Era una bonita tonada. No tan aguerrida como las que
más le gustaban pero estaba claro que despertaba en los humanos un profundo
sentimiento. Además, ese que bailaba con aquella mujer era su compañero de
piso. Así se lo comentó a una perpleja Maggie.
-¿Su compañero?- Repitió la enfermera.-
No
supuso que Kiros se refiriese a otra cosa que no fuera el trabajo. Y este así
se lo confirmó.
-El mayor Jensen, sirve en la
escuadrilla aérea Granate Uno. Está destinado en mi misma base. Compartimos alojamiento
de oficiales.
-Claro.- Convino la muchacha. -
-Vamos con él y sus amigos. ¿Le parece?-
Le propuso Kiros.-
Ella
asintió de inmediato porque además de ese oficial y la mujer de pelo castaño
que le acompañaba, el doctor Ginga y esa joven militar morena tan atractiva
sentada a su lado, estaba esa muchacha pelirroja. El mayor Kiros la vio también
y sonrió, queriendo saber en tanto
saludaba.
-Buenas tardes. ¿Podemos unirnos a
ustedes?
Todos
les observaron con sorpresa. Sobre todo Keiko. Esa era aquella atractiva
enfermera y venía acompañada de aquel oficial al que había estado curando.
Quizás, a raíz de eso, entre ambos hubiera surgido una relación. Notó algo en
su pecho, como si su corazón se hubiese acelerado. Una sensación difícil de
explicar entre la excitación y el desencanto al verles juntos a los dos.
-Vaya, me alegra volver a verles a ambos.-
Saludó pese a todo.-
-Y a mí también. - Se anticipó el mayor
para sorpresa del resto, más cuando le propuso a la joven.- ¿Tendría unos minutos?
Me gustaría charlar un poco con usted.
-Claro, pero. ¿No podría ser aquí?- Pudo
decir la aludida con tono algo envarado.-
-Como quiera.- Asintió el oficial.-
Verá, precisamente la estaba buscando, celebro haberla hallado aquí.
-¿Buscándome, a mí?- Repitió una atónita
Keiko.-
La
chica estaba tan perpleja como el resto. Desde luego ese mayor era directo.
Aunque este enseguida matizó.
-Sí.- Admitió su interlocutor quien
ahora explicó a todos.- Tras escuchar su canción hablé con el alto mando. Les
propuse que sería una gran idea si usted pudiera cantar más a menudo para toda
la nave. Me contaron que otra joven en la SSP-1 hizo algo similar. Y que
inspiró a todos haciendo que ese viaje fuera mucho más llevadero. Subió la
moral y dio esperanzas a la dotación. Y me han dicho que eso es muy importante
aquí…
El
resto miraba alternativamente a Keiko y a Kiros con gestos que variaban entre
la sorpresa y el interés. Curiosamente fue Maggie la que se unió al oficial
secundando esa propuesta.
-Tiene razón. También pude escucharte,
eres una magnífica cantante. Me recuerdas a una… a una amiga que tuve hace
tiempo.- Se corrigió.- Creo que el mayor ha tenido una magnífica idea.
-Es verdad.- Se unió Penélope.- Tienes
una voz maravillosa. ¡Nada que ver con este zoquete de novio que tengo! - Rio
tomándose así una pequeña revancha por la vergüenza que Tracer la había hecho
pasar.-
-En eso no puedo discutir.- Admitió el
aludido.- Es más. Keiko, ¡anímate! Podrías cantarnos algo ahora…
La
chica se sonrojó a ojos vistas. ¿Qué era aquello, una especie de encerrona? No
le gustaba la idea de cantar sin tener ganas de hacerlo. Solía dejar salir sus
sentimientos y emociones cuando le apetecía. Aquellas veladas de karaoke con
sus padres, Mimette, Daniel y Mimí… siempre volvía a pensar en ella. Recordaba
cuando le hacía esas confidencias. Una vez tras las clases de la facultad,
cuando aún estaban estudiando. Volvían juntas hacia el laboratorio donde sus
padres trabajaban…
-Dentro de poco terminaremos.- Comentaba
su morena amiga con tinte ilusionado en su voz.-
- Es cierto. - Y por un lado casi me da
pena hacerlo.- Confesó Keiko.-
-No digas tonterías. Cuando acabemos podremos
trabajar con nuestros padres. Y sabes de sobra lo reconocidos que son en el
mundo entero por la brillantez de sus contribuciones a la ciencia ¡Es una
oportunidad que muchos querrían a cualquier precio!- Exclamó una encantada Mimí.-
-Tienes razón. Aunque a veces me
gustaría dedicarme a otras cosas.- Suspiró ella.-
-¿Cómo cuáles?- Quiso saber su amiga.-
-Me gusta mucho cantar. – Le aclaró
Keiko.-
-Sí, y lo haces muy bien. Tu hermana me
ha dicho muchas veces que tienes un talento tal que eres capaz de hacerla
llorar. ¡A ella y a Haruka y Michiru! Y eso no es nada fácil.- Sonrió Mimí
añadiendo con tono de admiración.- Hasta Kenneth dice que eres un portento. Y
eso que lo suyo no es la música.
Keiko
suspiró. Ya tuvo que nombrar a ese chico. Era el novio de su amiga y desde
hacía unos meses casi su único tema de conversación. Aprovechaba para sacarle a
relucir en cualquier asunto. Mimí estaba realmente colada por él. Y parecía ser
mutuo…
-Te lo agradezco, Mimí.- Suspiró ella.-
Pero también es cierto que me gusta investigar.
-me alegro. Eres una estupenda cantante
pero estoy convencida de que serás mejor científica aún.- Sonrió su amiga
tomándola de una mano.-
Eso
siempre la hacía enrojecer. Ahora, en la SSP-2, volvía de esos recuerdos tan
gratos como dolorosos y, tras percatarse de que la atención del grupo estaba en
ella, fue capaz de decir.
-Muchas gracias. Pero no sé si yo podría
estar a la altura de Amatista Lassart.- Afirmó humildemente, dedicando una
mirada a la foto de aquella famosa cantante ex miembro de las Justices, que
posaba junto a Ginger.- Ella es una
mujer única.
-No te hagas de menos. He oído cantar a
Amatista y te he oído a ti. Os colocaría en el mismo nivel sin dudarlo ni un
momento.- La halagó Penélope.-
-Eres tan buena como cualquiera de las
Justices, y digo cualquiera.- Añadió Maggie, en tanto enumeraba.- Además de
Amatista, Idina, Katherine o Kerria… que era mi favorita.- Suspiró acariciando
ese último nombre con un nostálgico tono de voz queda.- Mujeres excepcionales,
pero tú no tienes nada que envidiarlas, te lo digo yo.
La protagonista de tantos elogios no sabía que
decir. Fue Kiros quién remachó aquello con una petición.
-Le rogaría que nos cantase alguna de
sus canciones. Si no fuera mucha molestia. Si no lo desea lo entenderé.
Tras
unos momentos de silencio y con las miradas y el interés de todos puestos en
ella, la joven finalmente se rindió.
-Está bien.- Concedió.- Pero hoy no
estoy muy preparada. Seguramente les decepcionaré.
Y
a renglón seguido se fue hacia el karaoke y buscó una canción que cuadraba con
el recuerdo de su amiga y esas confidencias que le hiciera. Ese mismo tema lo
había cantado en casa y en efecto, su hermana Hotaru llegó a emocionarse solo
con escucharla. Así pues, en cuanto sonó la música, únicamente tuvo que dejarse
llevar.
Cariño, mírame
y dime qué ves
Aún no has visto lo mejor de mí
Dame tiempo, te haré olvidar el resto
Tengo más que tú
y tú puedes desatarlo
Puedo tomar la Luna en mi mano
¿No sabes quién soy yo?
Recuerda mi nombre
Fama
Voy a vivir para siempre
Voy a aprender cómo volar
y dime qué ves
Aún no has visto lo mejor de mí
Dame tiempo, te haré olvidar el resto
Tengo más que tú
y tú puedes desatarlo
Puedo tomar la Luna en mi mano
¿No sabes quién soy yo?
Recuerda mi nombre
Fama
Voy a vivir para siempre
Voy a aprender cómo volar
Siento cómo llega todo junto
La gente me verá y llorará
Fama
Voy a alcanzar el cielo
Iluminar el cielo como una llama
Voy a alcanzar el cielo
Iluminar el cielo como una llama
Fama
Voy a vivir para siempre
cariño, recuerda mi nombre
Recuerda, recuerda, recuerda
Recuerda, recuerda, recuerda
Recuerda, recuerda, recuerda
Cariño, me agarras con fuerza
porque puedes hacerlo bien
Puedes dispararme directa a lo más alto
Dame amor y toma todo lo que tengo
Nadie en la
mesa perdía detalle. Todos estaban realmente embelesados escuchando a esa muchacha.
Sobre todo Maggie y Kiros.
Cariño, volveré
Demasiado no es suficiente
Puedo mover tu corazón hasta que se rompa
Oh, tengo lo que hace falta
Cariño, volveré
Demasiado no es suficiente
Puedo mover tu corazón hasta que se rompa
Oh, tengo lo que hace falta
Voy a vivir para siempre
Voy a aprender cómo volar
Voy a aprender cómo volar
Siento cómo llega todo junto
La gente me verá y llorará
Fama
Voy a alcanzar el cielo
Iluminar el cielo como una llama
Voy a alcanzar el cielo
Iluminar el cielo como una llama
Voy a vivir para siempre
Cariño, recuerda mi nombre
El local entero se había quedado anonadado
escuchando a esa magnífica intérprete. La forma de modular la voz, la pasión y
el encanto que ponía en su actuación.
Recuerda, recuerda, recuerda…
Recuerda, recuerda, recuerda
Fama
Voy a llegar hasta el Cielo…
Iluminar el cielo como una llama
Voy a vivir para siempre
Cariño, recuerda mi nombre
Recuerda, recuerda, recuerda
Cariño, recuerda
mi nombre
Fama
Voy a vivir para siempre
Voy a aprender cómo volar
Voy a vivir para siempre
Voy a aprender cómo volar
Siento cómo llega todo junto
La gente me verá y llorará
Voy a alcanzar el cielo
Iluminar el cielo como una llama…
(Fame. Irene Cara. Crédito al autor)
Por supuesto cuando
el tema concluyó todos aplaudieron a rabiar dejando a la chica con un evidente
azoramiento y musitando tímidos gracias a la amable audiencia. Por su parte,
Kiros reafirmó aquella impresión. Esa joven poseía una fuerza muy especial y
lograba despertar una extraña sensación en él. Nadie de los demás había
siquiera respirado en tanto la escuchaban. Maggie observaba a esa chica
realmente asombrada. Si todo en ella era igual que cuando se subía a un
escenario tendría que ser realmente maravillosa en otros menesteres. Sin
embargo, al ver la calidez de esa sonrisa y su expresión de incredulidad en
tanto agradecía los aplausos, supo que seguramente sería una muchachita
demasiado inocente todavía en esas lides. Aquello hizo que su atracción hacia
ella aumentase todavía más. Su propio corazón latía más rápido solamente de
pensarlo. Y podía jurar que eso no era simple lujuria. Y no unicamente ella
estaba impresionada, eso incluía a Mei Ling que justo en ese momento había
llegado. Tuvo tiempo de ver la interpretación de Keiko y de observar también a
Maggie y a su acompañante. No sabía que pensar. ¿A qué jugaba su pareja? Si no
fuera porque sabía que no le gustaban los hombres hubiera jurado que estaba
demasiado próxima a ese tipo… Por otro
lado, las miradas que dedicaba a su compañera de trabajo eran de esa clase…Volvía
a sentir esos celos, quizás ahora de un modo mucho más fundamentado. Quiso
irse, pero entonces fue precisamente Keiko la que la vio desde el escenario.
-Mei Ling. Ven a sentarte con nosotros.-
Le pidió con amabilidad.-
Era
demasiado tarde. El resto se percató de su presencia. La propia Maggie la miró
con cara de circunstancias. Incluso de apuro. Como si su novia pudiera leerla
el pensamiento. Mei Ling daba la impresión de haber captado al vuelo el interés
de la enfermera por esa estupenda intérprete. Aunque Maggie se levantó
rápidamente y acercó una silla para que su pareja se sentase a su lado. Eso dejó al mayor Kiros junto a la cantante
que volvió para tomar asiento a su vez…
-¿Cómo tú por aquí? - La saludó la
muchacha pelirroja.-
-Salí a tomar algo.- Pudo decir,
añadiendo con sinceridad.- Y llegué a tiempo para oírte, cantas de maravilla.
-Es cierto.- Intervino Giaal.- Realmente
puedo compararte con Amatista, y créeme que la he oído cantar en directo en
situaciones realmente trascendentales.
El
alien podía rememorar esa increíble actuación de su amiga en el planeta Vegetalia
donde contribuyó a revivir todo ese mundo. Y estaba convencido que, de haber
sido Keiko la que hubiese estado allí, habría obtenido idéntico resultado.
-Tienes mucho talento.- Añadió Susan a
su vez.-
-¿Lo ves?- Sonrió Penélope.- Todos
pensamos igual. Creo que la idea del mayor no puede ser más acertada.
-Gracias.- Afirmó él quien agregó
mirando a los ojos de esa muchacha ahora visiblemente azorada.- Lo cierto es
que tiene una fuerza dentro de usted realmente impresionante. Hasta ahora no
comprendía algunas cosas que me habían comentado, pero ahora… me parece que
empiezo a entenderlas.
-¿Cosas? ¿Qué cosas?- Terció Maggie
mirándole con un gesto de velado malestar.-
No
pudo evitarlo. La forma en la que ese tipo se había dirigido a esa chica…lo
siguiente sería invitarla a una copa. Y lo demás ya se lo podía imaginar.
Aunque delante de su propia novia optó por no ir más allá y guardó silencio.
-Me dijeron que aquí había un equipo
excepcional.- Repuso el mayor devolviendo una mirada firme a la enfermera.- Y
no exageraron en absoluto. Y me comentaron que cuando les conociera entendería
el porqué.
-Bueno, mayor.- Sonrió entonces Keiko atreviéndose a contratacar.- Usted me dijo
que en su familia también cantaban. Me gustaría escucharle.
-¿A mí?- Se sorprendió Kiros.-
-Por supuesto.- Replicó la joven.- Yo
acepté su petición. Lo justo sería que me correspondiera.
-No creo que mi colega tenga ese don.-
Terció un divertido Tracer.- Me parece demasiado serio.
Aunque
ante el asombro de todos el interpelado aceptó. Como buen saiyajin un reto no
le achantaba. Ni siquiera uno de esos. Y en esa área le habían formado bien.
Como había confesado no comprendió entonces porqué. Ahora se daba cuenta.
-La reina Meioh y mi tía la noble Seira
son muy sabias.- Pensó algo agitado, mientras se dirigía hacia ese karaoke.-
Ellas anticiparon esto. Me lo advirtieron y no quise creerlas…
Y
es que su corazón latía como si hubiera estado entrenando. Por fortuna, también
le prepararon para eso. Pese a todo nunca había visto el sentido a saber
modular la voz, salvo para las tonadas de combate de su pueblo. Y mucho menos
el tener que aprender esas extrañas danzas. Aunque siendo de un alto linaje
supuso que era necesario adaptarse a la etiqueta palaciega. Sin embargo, ahora
se daba perfecta cuenta que todas esas enseñanzas tenían un propósito. Llevado por esa sensación buscó unas
determinadas canciones. Sobre todo una en concreto que le habían recomendado
para este tipo de casos. Y es que no sabía por qué pero le vino a la mente
cuando pensaba en la petición de Keiko y sobre todo en ella…Así puso la música
y con la atención de todos los presentes, cantó.
Acostado en el resplandor tardío,
Sólo quiero aprender lo que sabes,
Pero ahora que te vas...
¿Cuántos corazones debes romper?
¿Cuántas llamadas debo hacer?
Pero ahora te vas...
En este mundo, todo lo que escojo ha llegado insoportable
Pero el amor está en tu roce
¡Ooh!, me está matando tanto
Sólo cuando te vas
Necesito amarte
Y cuando toda la acción se ha ido
Soy un poco tonto lo suficiente para necesitarte
Sólo quiero aprender lo que sabes,
Pero ahora que te vas...
¿Cuántos corazones debes romper?
¿Cuántas llamadas debo hacer?
Pero ahora te vas...
En este mundo, todo lo que escojo ha llegado insoportable
Pero el amor está en tu roce
¡Ooh!, me está matando tanto
Sólo cuando te vas
Necesito amarte
Y cuando toda la acción se ha ido
Soy un poco tonto lo suficiente para necesitarte
Lo suficientemente tonto demasiado tiempo
Sólo cuando te vas, te irás en peligro
Oh, me aseguraré que pagues
Así que dale un poco de pasión a un extraño
Y toma esta alma lejos…
Ahora eran los demás quienes le escuchaban atónitos. La propia Keiko no
apartaba la vista realmente sorprendida y agradada…
Sólo quiero hacer que estas cosas duren,
Entonces, ¿cómo pudo haberse ido esto tan rápido?
Y ahora que te vas...
¿Cuántas veces debo aprender?
Sólo es cuando te has ido
Que me quemo,
Y ahora te vas...
Lo mismo se aplicaba a Tracer que estaba con ojos como platos. Y a Penélope
que no apartaba la mirada de semejante individuo. Hasta Giaal y Susan se
miraban perplejos. La teniente Hunter incluso le susurró a su pareja.
-Esto se está pareciendo
cada vez más a Got talent.
-Solamente espero que no
nos hagan salir a cantar a nosotros también.- Le respondió él musitando a su
vez.-
Al final, todo lo que dejé ha llegado a ser insoportable
Es difícil cambiar de opinión,
Así que déjalo todo detrás
Sólo cuando te vas
Necesito amarte
Y cuando toda la acción se ha ido
Soy un poco tonto lo suficiente para necesitarte
Lo suficientemente tonto demasiado tiempo
Sólo cuando te vas, te irás en peligro
Oh, me aseguraré que pagues
Así que dale un poco de pasión a un extraño
Y toma esta alma lejos
Oh
No, no, no, no
(Only when you leave.
Spandau Ballet. Crédito al autor)
Turno del resto de quedar anonadados. Ese hombre tenía una potentísima voz
y cantaba realmente bien. Tras los grandes aplausos que recibió fue Tracer
quién por una vez, comentó sin chanza y sí con asombro.
-Me pregunto si Kiros se
habrá dado cuenta, pero no ha usado el micrófono…
Y eso, tras mirarse unos
a otros y darse cuenta de que, en efecto, ese tipo había estado cantando a
pleno pulmón, provocó las risas de todos. Aunque Keiko estaba realmente
impresionada. Ese chico tenía mucha fuerza y vigor en su voz. Pero también
sentimiento. Era como si lo tuviera sepultado y lo hubiese dejado salir en esa
canción. En cierto modo era igual a ella en eso.
-¡Magnífico! Este hombre
es un portento. - Alabó sinceramente Mei Ling, mirando a su acompañante con los
ojos entornados.- ¿Verdad, Maggie?
La interpelada asintió despacio, tenía que rendirse a la
evidencia. Ese tipo sabía cómo captar la atención de cualquiera. Le bastaba
observar a Keiko mirándole. Y eso la incomodaba. A decir verdad, le molestaba
mucho. Quiso apartar eso de su mente. Ella estaba comprometida y debía de charlar
con su propia pareja. Y se sentía entre la espada y la pared. Le daba la
impresión de que Mei Ling saltaría sobre ella si miraba a Keiko o si por el
contrario dedicaba su atención al mayor Derail.
-Haga lo que haga, me
temo que vamos a tener una noche movida.- Pensó con resignación.-
Por su parte, Giaal notó algo también. Ese hombre poseía una fuerza
impresionante. No podía ser…
-Este tipo no es
humano.- Pensó.- Cuando cantaba sin pretenderlo elevó su energía. Me recuerda
mucho a la de Leval. Debe ser un saiyajin como él.
Sin embargo, no pudo continuar con sus elucubraciones y nadie fue capaz
tampoco de añadir nada más. Inopinadamente una potente explosión sacudió
aquella agradable velada. Se había producido a unas decenas de metros, en el
parque.
-¿Qué ha sido eso? –
Exclamó Penélope.-
-Parece que ha sido en
la avenida del parque central.- Replicó Susan, tan impactada y desconcertada
como el resto.-
-¡Vamos!- Les arengó
Tracer.-
Y los demás, en cuanto se recobraron de la sorpresa no tardaron en reaccionar
ante aquello. En especial los oficiales militares y el doctor Ginga que corrieron
a salir para ver en qué podían ayudar.
-¿Es un nuevo ataque?-
Inquirió Kiros saliendo a su vez.-
Maggie y Mei Ling escucharon aquello. En sus mentes
enseguida ataron cabos. La oriental enseguida recordó lo que Caroline había
estado contando. También la doctora Winters se percató.
-Entonces, la historia
se repite…otra vez.- Se dijo llena de temor. –
Pero no había tiempo para pararse a pensar sobre ello,
tenían que actuar con la mayor celeridad a fin de evitar que otra catástrofe se
cerniese sobre la nave.
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