Pese a sus insistentes alegaciones de
inocencia, Jane tuvo que dormir en aquella celda. La muchacha apenas concilió
un sueño intranquilo. Dándole vueltas al porqué la habría denunciado esa
individua.
-Tiene que estar con ellos. No
encuentro otra explicación.- Se decía con creciente inquietud y enfado.- Puede
que la red haya penetrado más de lo que pensábamos…
Empero, tuvo que
aguardar hasta la mañana siguiente, cuando el comandante Enset se personó allí
junto con la comandante Simmons.
-Abran.- Ordenó a los guardias que
obedecieron de inmediato.-
La joven se levantó
de su camastro. Enseguida se puso firme. Esperó con una apenas disimulada
ansiedad a ver que tenían sus superiores que decirle.
-Muy bien, teniente. Espero que pueda
darnos usted una buena explicación de esto.- Comentó Enset.-
-Señor, no sé de qué me acusan, pero le
aseguro que no tengo nada que ver con la explosión de la sala de
comunicaciones.- Replicó ella.-
-Al menos un testigo nos dijo que usted
le preguntó hacia dónde quedaba esa sala.- Replicó Simmons.-
-Con el debido respeto, mi comandante.-
Contestó ella con evidente enfado.- Yo no pregunté nada a nadie. Y sabe que
estuve con usted durante todo ese tiempo. No comprendo a qué viene que me hayan
encerrado aquí, soy inocente.
Lo
que no se esperaba ella era que su superiora asintiera sin dudarlo. Ahora sí
que estaba perpleja. Fue Enset quien intervino para decirle con tono casi de
complicidad y en forma de susurro.
-Lo sabemos, teniente. Y por eso no nos
cuadra. Porque la oficial que la inculpó goza de mi total confianza. Sirvió con
honor en la SSP-1. Yo mismo le ordené que abriera bien los ojos en su
escuadrilla.
-Entonces quizás no sea tan de fiar como
usted creía.- Replicó Jane sin ocultar su enojo.- Es más, me gustaría tener unas
palabras con ella.
-No hay inconveniente en ello.- Afirmó
Simmons ordenando a su subalterna.- Síganos.
La
joven no se hizo de rogar, estaba deseosa de salir de allí. Sus superiores la
condujeron hasta una sala de interrogatorios. Allí la estaba aguardando esa
teniente en cuestión. Y es que Susan había concluido su guardia y pudo dormir
unas pocas horas antes de ser llamada al despacho de Enset. No tardó en
despertarse, lavarse, vestirse e ir para allá. En cuanto llegó le fue
autorizado el paso, entró, se cuadró y saludo.
-La teniente segunda Susan Hunter
presentándose como le ha sido ordenado, señor.- Aseveró.-
-Muy bien, descanse.- Le pidió su
superior. - Verá, iré derecho al grano. Tenemos un grave problema. Es debido a
su identificación de ayer.
-Señor. Si puedo preguntar. ¿Cuál es ese
problema?- Quiso saber ella.-
Enset
se levantó y tras tomar una tablet y abrir un archivo, le mostró a su
subordinada fotos de la detenida para preguntar con patente interés.
-¿Está usted absolutamente segura que
fue esta oficial quién le preguntó por el camino hacia la sala de
comunicaciones?
Y
sin tomarse ni un segundo para reflexionar, Susan respondió con contundente
seguridad.
-Así es, mi comandante.
-¿Y lo refrendaría usted delante de
ella? - Inquirió su superior.-
-Por supuesto, señor.- Asintió la
joven.-
De
modo que allí estaba, aguardando a que sus superiores volvieran con la
sospechosa. No tardaron en llegar. La teniente morena que les acompañaba le
dedicó una mirada hosca. Susan se la sostuvo sin vacilación. Sin embargo,
ninguna habló. Fue el comandante Enset quién se dirigió a la testigo
interrogándola una vez más.
-Teniente Hunter, ¿es ésta la oficial
que le preguntó a usted?
Y
sin titubear ni por un instante como ya antes hiciera, Susan asintió reforzando
ese gesto con dos palabras.
-Sí, señor.
Jane hizo un amago de
lanzarse contra ella pero se contuvo. Lo que sí sacó de dentro fue su
indignación.
-¡Maldita perra mentirosa!
-Es suficiente, teniente.- Le ordenó
Simmons.-
-Muy bien, - terció Enset tratando de
calmar los ánimos.- Teniente Gray, ¿mantiene usted todavía que no había hablado
con la segunda teniente Hunter?
-Por supuesto que lo mantengo. Y desde
luego que, cuando todo esto se aclare, si me la encuentro otra vez no voy a hablar con ella
precisamente.- Escupió la interpelada.-
-¿Es una amenaza, señora?- Replicó Susan
incapaz de contenerse en esta ocasión,
para remachar.- ¿Me va a poner una bomba igual que al centro de comunicaciones?
Ahora sí que entre
Enset y Simmons tuvieron que sujetar a la ofuscada Jane. O eso o se hubiera
lanzado contra su delatora.
-Ya basta. ¡Es una orden!- Le recalcó
Simmons a la aguerrida Gray.-
-No me hace falta ninguna bomba para
partirte la cara. ¡Maldita mentirosa!- Escupió ésta.-
-Eso habría que verlo.- Le respondió
Susan manteniendo una dura mirada de desafío.-
Enset
se interpuso entre ambas y se hizo con la palabra indicando a las dos que
tomaran asiento tras una mesa que presidía esa habitación.
-Enseguida lo vamos a aclarar.-
Aseguró.- Ahora mismo…
Y
tocó un botón del intercomunicador que tenía a mano. Al poco dos oficiales
acudieron, eran los mayores Jensen y Derail. Los dos habían estado cumpliendo
con sus cometidos en un día rutinario. A eso del mediodía informaron a Tracer de lo sucedido en el cuartel. El
joven oficial se dirigió para allá sin tardanza, sin aceptar la oferta de Kiros
de acompañarle. Más al poco rato, el saiyajin recibió a su vez un llamado.
-Mayor Derail, preséntese inmediatamente
en la base, seccionó cuatro, sala de reuniones.
-A la orden.- Respondió.-
Y
se vistió de uniforme partiendo de inmediato. Logró incluso alcanzar a su
compañero de piso cuando este estaba aguardando un deslizador.
-¿Tú por aquí?- Le preguntó Rick entre
atónito e incluso algo molesto.- ¿Es que no sabes lo que significa la palabra
no?
-Lo sé perfectamente, pero me han
ordenado acudir a la base a mí también.- Replicó el saiyajin sin inmutar su
gesto.-
Tracer
movió levemente la cabeza y enseguida bajó su tono.
-Disculpa, no estoy de muy buen humor
que digamos. Entre lo de ese atentado y esto de ahora.
-¿Qué ha pasado ahora?- Preguntó su
contertulio.-
-No sé si estoy autorizado a hablar de
ello.- Respondió Rick.-
-Comprendo.- Afirmó Kiros.-
Y no cruzaron más
palabras hasta llegar a la base y acceder a ella. Una vez dentro tuvieron eso
sí, que aguardar un poco en la sala de espera. Allí al menos Tracer trató de
mantener una conversación por aquello de romper ese ambiente algo frío que
había surgido entre ambos.
-Y esta vez por culpa mía.- Se dijo con
reproche.- Para una vez que el tipo intenta charlar…
Y tratando e enmendar su comportamiento, le hizo
algunos comentarios triviales, pero como el guerrero del espacio parecía
encerrado en un mutismo impenetrable, se decidió a declarar con toda la ironía
que sabía expresar para romper el hielo.
-Bueno, estoy intrigado, mayor. Dígame.
¿Ustedes los saiyajin son todos tan parlanchines?
-¿Qué quiere decir?- Inquirió éste a su
vez, sin saber por dónde tomar eso.- Hablamos cuando es necesario.
-Al menos con las chicas guapas, sí.- Se
sonrió Rick que, ante la mirada de su contertulio, se apresuró a añadir.- ¡No,
no! Si está bien visto. Si es mejor…
-¿Por qué le gusta tanto hablar?- Se
interesó finalmente el saiyajin que seguía sin tutearle.-
-No sé. ¿Para comunicarme con otras
personas, quizás?- Sonrió Rick, agregando con un tinte más afable.- Escucha
amigo. No hay que ser tan hermético.
-No somos amigos.- Le recordó abruptamente
Kiros para precisar.- Aliados es un término que nos define a la perfección.
Tracer
se encogió de hombros, ese tipo desde luego no era el mejor de los
conversadores. Al menos en el apartamento era ordenado. Quiso tirar por ahí,
para ver si abría un poco esa lata.
-Eso sí, eres de lo más pulcro y
disciplinado. Como Leval.
Y
dio en el blanco, al parecer, cada vez que mentaba a su antiguo compañero, ese
chico mostraba un mayor interés.
-¿Se refiere al hijo del príncipe
Asthel?
-Sí, claro.- Comentó su contertulio
relatando.- Era un individuo realmente ordenado. Y por lo que su primo me
contó, ya era así incluso antes de entrar en la academia militar.
-Es un gran honor conocer al hijo del
hermano de nuestro soberano.- Declaró Kiros.-
Aunque
Tracer, esta vez de un modo más serio, le precisó.
-Es un honor, sí. Pero no porque sea el
hijo del hermano de vuestro rey y todo eso que seguramente es muy rimbombante. Aunque
para mí, lo realmente valioso de él, es
su forma de ser como persona. Leval es un gran tipo. Y lo que me enorgullece
más no es que sea príncipe o cosas como esas. Lo verdaderamente importante es
que puedo llamarle amigo mío.
-¿La amistad es muy importante para los
humanos, verdad?- Preguntó su contertulio que ahora sí que parecía bastante más
interesado en esa conversación.-
Y
Tracer guardó unos instantes de silencio antes de sentenciar.
-Lo es. Al igual que el amor. Cree que
si alguien te llama amigo, y lo hace de verdad, no hay título más importante.
Eso
movió a reflexionar a Kiros. Recordaba alguna conversación con su primo Doran.
En una de ellas le comentó que había conocido al príncipe Leval y algunas cosas
más sobre los comportamientos de los humanos y sus sentimientos.
-Es un saiyajin realmente fuerte. Noté
su energía y está al nivel de la familia real, de eso no hay ninguna duda.
-Una pena que no pudieras luchar contra
él para medir tus fuerzas.- Le dijo Kiros.-
-No era el momento adecuado. – Replicó
Doran que esbozó una tenue sonrisa para añadir.- Y casi me alegro de ello.
Tenía una misión que no debía demorarse.
-¿Pudiste entonces entablar
conversaciones con la soberana de la Luna? –Le inquirió.-
Su
primo asintió. Y hasta parecía que su expresión estaba ausente, aunque de
inmediato le dijo.
-Más que eso. La reina es realmente una
mujer excepcional.
-¿Es muy poderosa?-Quiso saber su
primo.-
-A su manera lo es.- Convino Doran.- No
se trata de simple fuerza o poder energético. Tiene una determinación y una
mirada que…bueno. No sé cómo explicarlo. Cuando estoy a su lado mi pulso se
acelera.
-¿Quizás es que su ki es tan elevado que
te produce ese efecto?- Conjeturó un ahora atónito Kiros.-
-No siento un ki demasiado fuerte en
ella.- Negó por el contrario su contertulio.-
-Antes se decía que, en los tiempos
antiguos, nuestros ancestros más poderosos llegaron a rivalizar con los dioses.
Y que el ki de éstos era imperceptible para los meros mortales.- Comentó
Kiros.-
-No sé si es una diosa, pero si así me
lo asegurara ella, la creería.- Aseveró
Doran suspirando para sentenciar.- Sin dudarlo ni por un instante.
Su
primo le observó no sin incredulidad. ¿Qué clase de mujer sería esa? Desde
luego, conocía bien a su pariente y
sabía que no se dejaba impresionar con facilidad. Quizás fuera ducha en el
control mental, de ser así convendría que Doran se anduviese con cuidado. Así
lo expresó.
-La reina Meioh no me previno sobre ese
particular. Y no me parece que sea ese el caso. Aunque no pienso que lo
necesite, sus otras cualidades te hacen quedar impresionado.
-La admiras mucho por lo que veo.- Pudo
decir Kiros.-
-Es más que eso. Incluso creí que estaba
enfermo.- Le confesó su interlocutor.- Entonces se lo comenté a los soberanos
de la Tierra. Y...bueno, se rieron bastante.- Remachó algo azorado ahora.-
-¿Se rieron? ¿Cómo se atrevieron a
burlarse de un noble saiyajin?- Se escandalizó Kiros.- Pensaba que eran
nuestros aliados…
-No se burlaron. No sucedió de ese modo.
- Le aclaró Doran.- Al contrario, solamente les hizo gracia y me explicaron lo
que me sucedía. Fue la propia reina Serenity quién me desveló que lo que yo
sentía en presencia de la reina Neherenia era amor.
-¿Amor? ¿Eso de lo que siempre habla su
Majestad la reina Meioh? - Se sorprendió su contertulio.-
-Sí, eso creo.- Asintió su primo.- Y
ahora comprendo muchas de las cosas que mis padres nos contaron a mi hermana
Aiona y a mí siendo niños. Y lo que la
reina Meioh siempre dice. El amor es la fuerza más poderosa del cosmos.
-¿Y es eso verdad? ¿Te notas más
fuerte?- Quiso saber Kiros con visible interés.-
-Es raro de explicar. Mi fuerza de
combate sigue siendo la misma, pero en ciertos aspectos creo que sí soy mucho
más fuerte cuando ella está a mi lado.- Admitió con un tono entre reflexivo y
quedo.-
Kiros
no llegaba a entender eso. Al menos hasta hacía poco. Quizás estuviera
experimentando algo similar en presencia de esa jovencita pelirroja que cantaba
tan maravillosamente. Por ello, aprovechando que su locuaz compañero parecía
tener ganas de hablar, le preguntó.
-¿Y los humanos, como sabéis si estáis
enamorados?
Ahora
fue turno de Tracer para mirarle con incredulidad. Aunque fiel a su carácter jovial y bromista se rehízo de
inmediato…
-Bueno, tú ves a alguien y tu corazón te
avisa.- Se rio.- Aunque el de mi novia
estaba algo dormido. ¡Ja, ja!...lo tuve que despertar con mucha insistencia por
mi parte.
-¿Cómo?- Inquirió su contertulio.-
-Bueno, recurriendo a mi encanto
natural.- Afirmó el risueño Rick quien, en tono de complicidad, le dijo a su
colega.- Mira, uno de estos días vamos a tener una charla sobre la materia.
Tienes muchas cosas que aprender acerca de las mujeres, al menos de las
humanas.
En
eso su compañero de piso llevaba razón. El saiyajin le miraba ahora con
expresión desconcertada. Iba a preguntarle algo cuando al fin les avisaron. La
comandante Simmons entró en la estancia y ambos se pusieron en pie y firmes.
-Buenas tardes, caballeros. Hagan el
favor de acudir a la sala dos, el comandante Enset les está aguardando.- Les
indicó.-
Los dos saludaron y
obedecieron, pasaron al fin y se cuadraron ante su superior. Enset esperaba
sentado en un despacho junto con dos mujeres oficiales que se ubicaban la una
frente a la otra mirándose con cara de pocos amigos. El comandante se dirigió a
Rick para preguntarle.
-Mayor, ¿le suena la teniente Gray?
-Sí, señor.- Afirmó él mirándola para
añadir.- Es mi segunda al mando.
-Muy bien.- Asintió su jefe para volver
a preguntar.- ¿Y la segunda teniente Hunter?
-Sí, mi comandante, la conozco igual que
usted. Servimos juntos en la SSP-1. –Declaró el joven con el asentimiento de la
chica.-
-Excelente. – Dijo Enset quien pasó a
explicarles. - Les he llamado a ustedes por una razón.- Y entonces se dirigió a
las oficiales.- Hagan el favor de salir un momento y reúnanse con la comandante
Simmons. ¡Ah! y... teniente Hunter, teniente Gray. Les ordeno que mantengan la
compostura que se espera de dos oficiales.
Ambas
asintieron, se levantaron y saludaron tras ponerse firmes, después salieron.
Acorde al protocolo militar Susan permitió el paso a su oficial superior. Sin
cruzarse eso sí, ni una palabra, ni siquiera una mirada. Una vez que los tres
varones quedaron a solas, el comandante tomó la palabra.
-Muy bien, caballeros. Escuchen con
atención…-Les ordenó Enset.-
Y
pasó a explicarles lo que quería que hicieran. Los dos oficiales asintieron
entre perplejos, y hasta interesados. Kiros incluso pareció divertido. Aunque,
eso sí, Tracer suspiró agitando una mano en cuanto los dos salieron del
despacho de su superior.
-Ésta va a ser buena.- Sentenció Rick.-
-Al menos me resultará interesante.-
Replicó Kiros.- Es una hermosa costumbre, como en mi planeta.
-Dudo mucho que esto sea muy frecuente
aquí. Y no pienso que vaya a terminar en nada bueno. - Le contradijo su
interlocutor.-
Los dos fueron hacia
el lugar indicado por su superior, una sala de reuniones contigua. Allí estaba
la comandante Simmons y a su lado sentadas en asientos enfrentados y sin
mirarse las dos jóvenes oficiales. Una
vez vio entrar a Kiros y a Jensen, Simmons observó entonces a los presentes y
declaró.
-Muy bien, señoritas. Hay una manera en
la que ambas pueden resolver sus diferencias. Cuando lo hagan regresarán aquí.
Ustedes, mayor Jensen y mayor Derail, se ocuparán de escoltarlas a ambas hasta
la zona de entrenamiento.
-Sí, señora.- Saludó Kiros.-
Aunque
las dos mujeres miraron a su superior sin comprender. La comandante se ocupó de
decirles a ambas.
-No terminarán hasta que no diriman sus
desacuerdos o yo se lo ordene.
Las
dos jóvenes oficiales se levantaron a la vez, saludaron a su oficial superior y
se encaminaron hasta allí seguidas por los dos mayores. Una vez accedieron a
ese gran cuarto vieron un ring. Jane fue la primera en decir con una amplia
sonrisa de desafío.
-Creo que esto me va a gustar…
Aunque
fue Susan quién objetó con un tinte de inquietud.
-No puedo golpear a una oficial
superior, va contra el reglamento.
-Una vez suban a ese cuadrilátero no
habrá rangos militares.- Les indicó Kiros.-
-Si es que las dos están de acuerdo en
que así sea.- Añadió Tracer.-
-Sí, no se preocupe por eso, señor.-
Añadió Jane que centrándose en su rival, agregó.- Y usted tampoco. Lo que pase
en el ring, allí se quedará.
-No hay problema entonces.- Replicó
Susan devolviéndole una mirada llena de determinación.- Estoy conforme.
Así
que las dos subieron. Cerca tenían una taquilla con guantes de entrenamiento y
cascos protectores. Kiros ofreció sendas equipaciones a cada una. Jane eligió
unos de color rojo, Susan otros azules. No mediaron más palabras, cada una se
puso en una esquina y a una señal de Tracer
ambas adoptaron una pose de guardia. El incombustible Rick le susurró a
modo de chanza a su colega
-Estoy por decirles que la que gane
podrá salir conmigo, ¡ja, ja! Mejor no o será Pennie la que me noquee a mí.
No
obstante, Kiros no se rio. Estaba cruzado de brazos observando atentamente a
las polemistas.
-Desde luego, este tipo era un sieso.- Pensó
Tracer. –
Sin embargo, pronto
se centró en lo que estaba sucediendo en el ring. Esas dos chicas se movían una
alrededor de la otra con cautela. Al menos hasta que Jane encadenó una serie de
ataques entre puñetazos y patadas de full contact que Susan paraba como podía. Por
su parte la teniente Hunter no tardó en contratacar del mismo modo. A su vez Gray
alcanzó la cabeza de su contrincante de un puñetazo a lo que ésta replicó con
una patada en el estómago de su rival haciendo que esta se doblase. Pese a todo,
Jane se rehízo de un modo sorprendentemente rápido para lanzar unas tijeras a
su adversaria, atrapando sus piernas entre las de ella y logrando derribarla.
Con celeridad las dos mujeres volvieron a levantarse. Ahora fue la teniente
Gray la que blocó un puñetazo de su contrincante y le asestó otro a su vez haciendo saltar sangre de los labios
de Susan. La así herida se giró sobre sí misma soltando su propio puño que
contactó en la nariz de su oponente. Así ahora también Jane manaba el rojo
líquido que le caía sobre la mejilla derecha y la boca.
-No pelean mal, para ser humanas.-
Valoró Kiros que seguía con sus brazos cruzados sobre el pecho en tanto no
perdía detalle del combate.- Pero son demasiado lentas.
-Pues yo creo que no lo hacen nada mal.-
Repuso Rick atónito a su vez ante semejante duelo, aunque haciendo gala de su
sentido del humor algo burdo para según que ocasiones remachó.-Aunque me
gustarían más en una piscina de barro.
Ahora
sí que el saiyajin le miró atónito. Apenas pudo preguntar.
-¿Barro? ¿Por qué una piscina de barro?
¿Es mejor para el entrenamiento?
-Lo dicho. ¡Un día de estos tendremos
que mantener una importante conversación sobre mujeres! - Se rio Rick.-
Palmeando divertido en la espalda del desconcertado Kiros.-
-En esto al menos se asemejan a las
hembras de mi raza.- Valoró éste.- Si han de luchar por cualquier motivo, lo
hacen como los varones.
-Pues estas dos son de armas tomar. Eso
desde luego.- Convino Rick.- Está claro que no conviene hacerlas enfadar. ¿No
crees?
Su
contertulio se encogió de hombros en tanto seguía el desarrollo de esa pelea.
La verdad, las hembras humanas no podían compararse en poder a las mujeres de
su pueblo. Cualquier fémina saiyajin liquidaría a esas dos juntas en apenas
unos instantes. Con todo, recordaba eso que siempre le decía su tutora y tía
Seira. A veces la fuerza física no era lo principal. Y al menos esas dos chicas
estaban adornadas por buenas cualidades a los ojos de cualquier guerrero del
espacio. A saber, las dos eran duras, tenaces y no daban muestras de querer
ceder. Eso sí, al cabo de unos minutos jadeaban por la intensidad de la pelea y
el desgaste. Fue en ese instante cuando se concedieron una mutua tregua. La
comandante Simmons llegó en ese momento y tras unos segundos para que ambas
recobrasen mínimamente el aliento les ordenó.
-Es suficiente, ahora vengan conmigo.
Tras
unos segundos de vacilación y sin quitarse la vista de encima ambas muchachas
obedecieron. Les costaba andar erguidas y sus semblantes reflejaban el dolor
que sentían tras haberse castigado de un modo tan duro. Junto con los mayores
Kiros y Jensen iban a entrar en una gran habitación cuando el comandante Enset
apareció ordenando a Tracer en tanto el saiyajin se disponía a pasar a la sala
de conferencias.
-Jensen, venga conmigo.
-A la orden.- Repuso éste siguiéndole.-
El
jefe de la escuadra le hizo pasar a un despacho anexo y allí le comentó.
-Mayor, necesito que avise al doctor
Ginga. Tiene que venir aquí lo más rápido que pueda. Salga de la base, no
tendrá cobertura ahora. Hemos conectado los inhibidores de frecuencia.
-Sí, mi comandante.- Repuso éste.-
Rick no tardó en
obedecer. Salió del recinto y llamó a Giaal. Seguro que el doctor Ginga podría
ayudar. Además, una de las implicadas en aquello era de su propia novia.
-¡Verás cuando se lo diga a Ail!. Esa es
otra. ¿Cómo se lo digo?- Se preguntaba Rick entre apurado y divertido.-
Ya era tarde y
seguramente el médico estaría terminando su turno. Tanto mejor. Podría ir de
inmediato. Una vez que marcó el número aguardó. El alien no tardó en contestar.
-Sí, hola Giaal. No, me temo que ahora
no me va a ser posible. Es más, el comandante Enset me ha pedido que te llame
para que vengas a la base. Se trata de Susan, sí… ha tenido una pelea de las buenas
con otra oficial….sí, otra teniente, mi segunda al mando en realidad. Creo que
Sue va a necesitar a su novio y a un médico….Sí, tú reúnes ambos requisitos.
Gracias, enseguida nos vemos…hasta ahora.
Y
regresó al despacho en donde estaba su superior. Tras tocar a la puerta y serle
permitido el paso el comandante Enset le indicó.
-Venga conmigo. Nos esperan.
Tracer obedeció, los
dos entraron ya en la sala de reuniones donde el resto esperaba sentado. Todos
frente a una pantalla plana de televisión. Cuando los recién llegados se
acomodaron fue la comandante Simmons quién se levantó para dirigirse a los allí
presentes.
-Ahora
quiero que vean estas grabaciones de las
cámaras de seguridad.- Les dijo.-
Con la atención de todos en aquella
pantalla, Simmons conectó un ordenador que se encontraba al lado. Al instante
aparecieron unas imágenes. Era la teniente Hunter caminando por el pasillo.
Entonces y para sorpresa, sobre todo de la sospechosa, se vio a la teniente
Gray aproximarse y preguntarle por la sala de comunicaciones.
-¡No puede ser!- Exclamó Jane que estaba
con la boca abierta en tanto observaba de reojo a la teniente Hunter, sin parar
de insistir. - Yo jamás hablé con esta mujer.
Susan
se sonrió dedicándole una mirada de triunfo. Estaba claro que no era ella quien
mentía. Sin embargo, Enset se percató de eso y enseguida intervino para
sentenciar.
-Será mejor que no se precipiten en sus
juicios. Observen esto…
Su
colega la comandante Simmons paró la imagen y comentó.
-En efecto, esta prueba parecía
concluyente de no ser porque es verdad que la teniente Gray estaba conmigo en
ese mismo momento. De hecho, estas imágenes fueron tomadas por otra cámara de
seguridad a la misma hora.
Y
conectó una vez más el vídeo. Para asombro ahora de Susan podía verse
perfectamente a la teniente Gray junto a la comandante. Iban caminando y
parecían conversar.
-Estábamos hablando sobre los recientes
ataques en la nave.- Recordó en voz alta Jane.-
Hubo
un momento de silencio dado que nadie respondió a sus palabras, al final fue
Tracer quien comentó entre reflexivo y con algo de humor como era su costumbre.
-Pues una de dos, o la teniente Gray
tiene una hermana gemela, o bien ha aprendido a estar en dos sitios a la vez o…
Y
ahí se detuvo porque ni él mismo estaba seguro de lo que iba a añadir, aunque
fue Kiros quién se anticipó sentenciando.
-O hay alguien a bordo de esta nave que
se le parece demasiado o que es capaz de adoptar su apariencia.
Ahora
todos se miraron los unos a los otros sin poder creerse aquella afirmación. Sin
embargo, Enset tomó la palabra añadiendo.
-Es por eso que hice llamar a uno de los
más prestigiosos doctores que tenemos a bordo. Le conozco del primer viaje en
la SSP-1. Y si hay alguien que pueda ilustrarnos a ese respecto es él. De paso,
podrá examinar sus heridas y contusiones, señoritas.
Susan
palideció, ¡seguro que estaban hablando de Giaal! Paradójicamente fue la
teniente Gray la que se interesó por ella.
-¿Está usted bien, teniente? Espero no
haberle dado demasiado fuerte.
-No se preocupe, señora. Espero que
usted también se encuentre bien.- Repuso ésta con mucha más cortesía ahora.-
-Sí, aunque reconozco que pega usted muy
bien.- Concedió Jane.-
La verdad, el aspecto que ambas
ofrecían era deplorable. Ensangrentadas todavía en boca y nariz, con los golpes
en el rostro que empezaban a amoratarse. Sin contar con los recibidos en otras
partes de sus cuerpos. Ahora que la adrenalina y el esfuerzo físico habían
decaído, las dos comenzaban a notar dolor cada vez que se movían.
-Al
menos el doctor Ginga os dejará como nuevas.- Se sonrió Tracer, pensando en el doble
sentido de aquello, sobre todo en el caso de la teniente Hunter.- No os
inquietéis.
Las dos bajaron la cabeza,
avergonzadas ahora. Fue Susan la primera en decir.
-Lo lamento, la acusé injustamente,
señora, le pido perdón.
-No, ahora que he visto las imágenes yo
misma habría actuado igual que usted.- Reconoció ella a su vez, añadiendo.- De
no saber que estaba en otra parte hubiera afirmado sin lugar a la duda que esa
mujer era yo.
Kiros
meditaba al margen de aquella conversación. Él recordaba su visita al capitán
Harris, el oficial al mando que resultó herido en aquella explosión de la
tobera. El herido estaba vendado en gran parte de su cuerpo y parte de la cara.
Con los brazos sujetos en sendos cabestrillos, aun así, una de sus manos podía
moverse con cierta soltura. El mayor Derail llegó a la habitación tras pedir
permiso a las enfermeras que atendían a su superior. Se cuadró y saludo.
-¿Quién es?- Pudo preguntar el capitán
con tono apagado.-
-El mayor Kiros Derail, señor.- Replicó
éste.-
-Acérquese un poco más.- Susurró aquel
hombre a duras penas.-
El
saiyajin así lo hizo y en cuanto le tuvo al alcance el capitán aferró una de
sus manos con las pocas fuerzas de las que disponía, pidiéndole con premura y
hasta desesperación.
-Atrape a quien haya hecho esto.
-Ya le dije que lo haría.- Le aseguró el
muchacho.- Y créame, los de mi pueblo cumplimos nuestra palabra. Es una
cuestión de honor.
Harris
trataba de recobrar el aliento y finalmente pudo responder.
-No le será fácil. Yo tenía algunas
sospechas, pero es muy complicado probarlas…
-¿Qué sospechas? ¿A qué se refiere,
señor?- Quiso saber el chico.-
El
capitán le dio a entender que debía aproximarse más. Al fin, en cuanto lo hizo,
Harris le susurró unas cuantas palabras aparentemente inconexas. Ahora Kiros
rememoraba aquello pensando.
-Quinta columna, infiltración…en las
alturas…nada es lo que parece…
Y ese pobre
desgraciado no pudo decirle más. Al poco entró en coma. En eso reflexionaba
ahora. El resto también se mantuvo bastante centrado en sus respectivos
pensamientos. No dijeron mucho más de interés durante un rato. Por fortuna,
Giaal no tardó en llegar, Susan esbozó una leve sonrisa al verle, aunque él no
la correspondió. Al contrario, habló con tono neutro y de interés profesional.
-¿Puedo ver a las accidentadas?- Comentó
recalcando la última palabra con evidente tinte de ironía.-
-Por supuesto.- Concedió Enset que
enseguida añadió con amabilidad.- Muchas gracias por venir, doctor.
Y
de modo serio y hasta protocolario, Giaal se hizo con un botiquín y pasó a
revisar el estado de ambas, para diagnosticar.
-Hematomas por contusiones, marcas de
golpes. Sí, nada grave. Pero doloroso.
Con
bastante cuidado procedió a curar a Jane aplicando un poco de desinfectante en
las heridas. La joven aguantó el escozor. Después se tornó hacia Susan, ella
sonrió esperanzada pero el gesto de su novio estaba muy serio. Además, no fue
muy delicado precisamente.
-¡Ay!- Pudo exclamar la chica.-
-No se mueva.- Le pidió monocordemente
Giaal.-
Ahora
sí que Susan le observaba atónita. Quizás se comportase así porque los otros
estaban delante. Sí, eso debía ser. Tendrían que guardar las apariencias.
-Muy bien, con esto están ustedes
curadas y en unos días como nuevas.- Dictaminó.-
-Eso es todo, teniente Gray, segunda
teniente Hunter, mayor Jensen, pueden retirarse.- Afirmó Enset.-
-¡A la orden! –Replicaron casi a la vez
tras cuadrarse y saludar.-
Salieron
los tres y tras caminar en silencio durante unos metros fue Rick, como de
costumbre, quien quiso romper el hielo.
-Ha sido un magnífico combate. La
próxima vez permitidme vender entradas antes del comienzo.
-Señor, ¡por favor!- Suspiró Susan con
resignación.- No me siento orgullosa de cómo me he comportado.
-Yo tampoco.- Pudo convenir Jane.- Perdí
los nervios.
-Es normal. Si la acusan de ser una
traidora y una asesina.- Terció Tracer ahora de un modo serio.-
-Lo lamento mucho.- Se excusó la
apuradísima Susan una vez más, en tanto bajaba la mirada.- No sé qué decir…
-Usted hizo lo que creía su deber. Y a
la vista de las imágenes no puedo reprochárselo. Esa mujer era idéntica a mí.-
Admitió una vez más la teniente Gray.-
-La verdad, esto me recuerda a aquella
vez que ese bastardo de Logan quiso inculpar a Leval y Mazoui.- Recordó Rick.- Siempre
creí que era una especie de maniobra.
-¿Leval?- Repitió Jane con cara de
sorpresa.-
-Sí, el teniente Primero Leval Malden. Un
gran oficial.- Le detalló Susan.- Tuve el honor de servir con él y con el mayor
Mazoui O´ Brian, en el viaje de la SSP-1.
Ahora
fue Tracer quién se fijó en la expresión de esa oficial. De modo perspicaz le
preguntó.
-No sé si me dijiste que conocías a
Leval…
-Yo…bueno, fuimos compañeros en la
academia. Antes de que me trasladaran a Los Ángeles.-Repuso ella con tono trémulo.-
Rick
asintió aunque le daba la impresión por la forma en la que esa chica hablaba y
su gesto apurado de que quizás su amigo Leval y ella hubiesen sido más que
compañeros. Se acordó de cuando fueron a la cafetería de Ginger y su
subordinada vio las fotos que había allí de los amigos de la dueña en la SSP-1.
De todos modos eso no era asunto suyo. Además, quería ver a Penélope.
-Bueno, debo dejarlas. - Se excusó.- Que
pasen buena tarde.
Las
dos oficiales saludaron viendo alejarse al mayor. Fue Jane quien entonces le
preguntó a Susan con tono lleno de interés.
-¿Conoció bien al teniente Malden?
-Sí, señora.- Afirmó la interpelada.-
Era un magnífico oficial, muy valiente e hizo grandes cosas.
-Ya veo.- Pudo sonreír su contertulia.-
No ha cambiado entonces. Siempre pareció estar destinado para algo grande. En
fin, ha sido un placer, teniente. Lamento que nos hayamos conocido en estas
circunstancias. Ahora si me disculpa, debo irme.
-Gracias señora, lo mismo digo.- Saludó Susan.-
Jane
le devolvió el saludo y se alejó. La teniente Hunter decidió volver a su
apartamento. Después trataría de llamar a Giaal y le preguntaría el porqué de
su actitud. Por su parte, el susodicho estaba
reunido con los comandantes Simmons y Enset y con el mayor Kiros. Tras la
marcha de sus subordinados los oficiales pusieron en antecedentes al Alien de
lo ocurrido.
-Entonces.- Comentó Giaal.- Quieren
saber si tengo alguna información al respecto.
-Así es, doctor.- Repuso Enset.- Usted,
en su calidad de médico interestelar y siendo de origen extraterrestre, quizás
conozca la identidad de ese infiltrado, o infiltrada…
-Vamos a ver.- Contestó éste no sin
lucir una fugaz sonrisa para afirmar.- Entiendo que me hayan hecho llamar y
supongo el porqué de su actitud. Ustedes querían que las dos sospechosas se
golpeasen.
-Sí.- Admitió Enset.- Era necesario…
-Debíamos de estar seguros.- Agregó la
comandante Simmons.-
-Porque, si no me equivoco, de ser una
raza extraterrestre que pueda duplicar la apariencia de otros seres, es más que
posible que solamente pueda hacerlo de modo externo.- Remató Kiros, uniéndose a
la reflexión.-
-Así es.- Asintió Giaal.- Si son los
miembros de la raza que yo creo, la única que conozco capaz de hacer eso tiene
que ser de los Dumarf. Esa especie de mutante simbionte no hubiera podido
replicar la sangre humana si nunca la ha visto o entrado en contacto con ella
para obtener su ADN. Quizás ni de ese modo. Y sometido al estrés de una lucha
no podría haber dispuesto de suficiente energía como para lograrlo.
-De modo que nos vimos obligados a
montar toda esta representación, las dos tenientes tenían que herirse de este
modo. Para que sí, alguna de ellas fuera el enemigo, no sospechase que sabíamos
de su existencia y fuéramos capaces de ver sus reacciones. - Remachó
Elisabeth.-
Kiros
estaba escuchando con mucha atención y mantenía un gesto reflexivo. Entonces,
cuando el doctor Ginga terminó de exponer lo que sabía sobre esos seres,
comentó.
-Eso me da una idea. Pero tendremos que
esperar a ver si hay suerte…
Y
ante las miradas del resto evidenciando su interés el saiyajin pasó a
exponerles lo que había pensado. Por su parte, Susan había llegado a su
apartamento. Estaba cansada y dolorida. Pese a todo, lo que más le preocupaba
era saber el motivo de la actitud de su novio. Aunque enseguida dejó eso de
lado. Una agitada Olivia fue a su encuentro en cuanto la oyó entrar.
-Señora, por favor, ¡tiene que hacer
algo!
-¿Hacer qué?- Preguntó ella, al ver en
ese estado a su compañera de cuarto.-¿Qué ocurre?
-¡Dios mío! ¿Qué le ha pasado?- Inquirió
a su vez la mejicana al verla.-
-Nada, he estado entrenando.- Repuso
restándole importancia.- Anda, dime que pasa.
La
interpelada asintió. Enseguida le contó entre llena de pesar y azorada.
-Se trata de Celia, ha tenido…bueno.
Creo que será mejor que vaya a verla cuanto antes, ¡por favor!
-¡Vamos! – Convino Susan dejándose
guiar.-
Salió
tras su subordinada deseosa de saber qué estaba pasando. Entre tanto,
Melissa y Keiko habían llegado a la
cafetería. Allí, como de costumbre, la gente llenaba el local. Más tras lo
sucedido el día anterior. Los hechos le habían dado la razón a la doctora Winters. Pese a todo Ginger y
Clarisa habían abierto y trabajaban a pleno rendimiento. Caroline estaba allí a
su vez con un hombre negro de pelo algo rizado y bigote.
-Vaya, hola.- Saludó Melissa.-
-¿Qué tal, chicas? Ya creía que no ibais
a venir.- Replicó jovialmente su compañera que pasó a presentar.- Éste es
Ernest, mi Ernie. Cariño, ellas son dos compañeras mías, la doctora Melissa
Prentis y Keiko Tomoe.
-Encantado.- Sonrió afablemente él tras
estrechar la mano de ambas.-
-¡Ya pensábamos que eras producto de la
imaginación de Carol!- Se rio Melissa.-
-Sí, me tiene muy escondido. ¡Ja, ja!-
Se rio él a su vez.- Lo cierto es que no salgo mucho por esta parte de la nave.
Mi parroquia está en la otra punta de la ciudad.
-¿Parroquia?- Se sorprendió Keiko.-
-Además de mi trabajo como técnico de
sistemas soy predicador protestante.- Les aclaró.- Y tengo muchos clientes, hay bastantes
personas en esta gran nave que quieren tener cerca al Señor.
-No nos abandona ni aquí.- Convino
Caroline.-
-Bueno, aquí podríamos decir que estamos
en los cielos, que son sus dominios.- Convino Melissa con humor.-
-Él siempre está velando por todos nosotros.-
Sentenció el predicador.-
-Bueno, nosotras somos científicas.-
Pudo decir Keiko.- La verdad. No solemos ir a la iglesia.
-También yo soy científica, no está
reñido en absoluto.- Afirmó Caroline.- Y vosotras dos sois buenas chicas. Sí
señor, buenas y decentes, que de eso no abunda, ja, ja…
Las
dos interpeladas se miraron. Si su compañera llegase siquiera a sospechar de lo
que habían estado hablando…por supuesto no se lo iban a decir. Así que compusieron
dos sonrisas de compromiso y aguardaron a que la ocupada Clarisa se pasara a
atenderlas. Al fin ésta llegó y les tomó nota.
-¿Otro día atareado, verdad?- La saludó
Melissa.-
-Sí, Ginger está dentro horneando unas
tartas.- Afirmó la joven.- No damos abasto.
-¿Habéis pensado en contratar a alguien?
- Le sugirió Ernie.-
-No sería mala idea.- Convino la
camarera.-
-Quizás pueda ayudaros, hay algunos feligreses
en mi parroquia a quienes les vendría bien trabajar. Ya sabéis, chicos y chicas
en edades muy jóvenes que están lejos de la Tierra en un lugar extraño. Con
pocos amigos de su edad. Mejor ocuparse en algo útil que vagabundear sin nada
que hacer.
-Lo consultaré con Gin, reverendo, ella
es la jefa.- Afirmó Clarisa que no tardó en recibir otra llamada de una mesa
cercana.- Lo siento, debo irme.- Se disculpó.-
La
vieron alejarse y Ernie afirmó.
-Otra buena muchacha. A veces se pasa
por la iglesia.
-Sí, y ayer desde luego que ayudó en lo
que pudo, igual que Ginger.- Comentó Melissa.-
-¡Fue espantoso!- Terció una consternada
Caroline que añadió con alivio.- Menos mal que todas estáis bien.
-No sé quién pudo ser capaz de hacer
algo así de terrible.- Apuntó Keiko horrorizada aun en tanto recordaba.- ¡En un
parque lleno de niños!
-Gracias a Dios supimos que ninguno
estaba jugando justo allí en el momento de la explosión.- Dijo Carol que
escupió indignada.- ¡El autor de eso es un canalla!
-Está claro que es alguien con un alma
oscura, llena de pecados y desviaciones morales.- Convino su esposo con un tono
desaprobatorio que chocaba con su hasta entonces jovial disposición al
sentenciar.- Hay demasiados que se creen que pueden subvertir el orden moral y
hacer lo que les venga en gana. Éste es un ejemplo extremo de hasta donde
llevan esos tipos de comportamientos. Gentes sin dignidad y sin valores que
pervierten la naturaleza y su orden.
-Desde luego. Espero que esto no sea
como la Tierra. Cada día llena de mayor inmoralidad.- Convino Caroline.-
Y
ahora Keiko y Melissa se miraron atónitas. Desde luego que ese tipo y su propia
compañera estaban resultando ser bastante cerrados en sus posicionamientos. No
obstante, lo dejaron estar. No iban a enredarse en ningún tipo de discusión. Posiblemente
hablasen de aquel modo afectados por lo sucedido y en lo tocante al autor o
autores de semejante barbaridad tenían que darles la razón. Cambiaron pronto de
tema tras desear que todo se resolviera y que las autoridades capturasen pronto
a ese peligroso criminal. Fue entonces cuando vieron llegar a Penélope y a
Tracer. Aunque la pareja no entró en la cafetería, ambos pasaron de largo. Iban
conversando y no parecía que de modo relajado. Al cabo de un rato fue Keiko
quien dijo.
-Estoy cansada, ha sido un día largo y
ayer apenas si dormí. Si me disculpáis.
-Claro, yo también me iré ya.- Acordó
Melissa.-
Se
despidieron del matrimonio y cada una retornó a sus apartamentos. Tenían que
dormir para afrontar los siguientes días…
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