viernes, 23 de diciembre de 2016

GWDN14. La cena más dulce y picante. Con el postre más sabroso.



Toda la tarde de aquel día y la del siguiente se las pasaron de compras. Kiros no hubiera podido jamás imaginar lo difícil que era vestir a la usanza terrestre. Al menos la doctora Winters, escoltada por, el al principio risueño mayor Jensen, le hizo recorrer varias tiendas y probarse infinidad de pantalones, chaquetas y camisas. La rutina venía a ser invariablemente la misma.



-A ver, mayor.- Le pedía la joven una vez se ponía algo y salía del probador.- Gire un poco, vuélvase, ande despacio. Muy bien…no sé, no sé, pruebe con ésta otra…



            Ésta otra aludía a una camisa, pantalón o lo que fuera que la doctora acababa de ver colgada tras haber seleccionado unas cuantas con anterioridad. El saiyajin, considerando que aquello debía de ser lo normal entre los humanos, acataba las órdenes sin rechistar. Tan rápido obedecía que más bien parecía que los mandatos proviniesen del Alto Estado Mayor o de sus soberanos de Nueva Vegeta, en vez de ser dictados por aquella científica tan inteligente como exigente. Tracer por su parte se dedicaba a sostener todas aquellas prendas como si de una percha multiusos se tratase.



-¡Eh, Pennie!- Se atrevió a decirle a su novia.- ¿No crees que se ha probado ya casi toda la tienda? Bueno, ésta y las dos anteriores.

-Haz el favor de no ser tan quejica.- Le amonestó la aludida.-  El mayor Derail debe ir bien elegante. Es una cita importante.

-Sí, ¡si es que le da tiempo a llegar! - Se rio Rick.-

-Quedan todavía cuatro horas. – Intervino el aludido saliendo con otro nuevo conjunto de camisa y pantalón.- Estimo que será más que suficiente.



            Tracer movió la cabeza, esos saiyajin no estaban hechos para las indirectas ni las formas de hablar de la Tierra. Y así pasó una hora más. Al fin Penélope asintió con aprobación a algunos conjuntos.



-Llévese eso, eso y eso otro también. - Le aconsejó a Kiros.-

-¿Todo eso?- Se sorprendió él, sin comprender a la vista de semejante cantidad de prendas.- Si solamente hemos quedado para una cena.

-Sí, pero nunca viene mal tener un buen guardarropa.- Le respondió Penélope con aire, nunca mejor dicho en su caso, doctoral.-  Acostúmbrese a que tendrá más compromisos y citas. Además, está muy elegante y atractivo con ese tipo de atuendo.

-¡Oye, Pennie! - Denunció Rick no sabiéndose a ciencia cierta si en broma o con algo de inquietud.- ¡A ver si has estado deleitándote con tu propio modelo particular!



            La joven pareció ruborizarse un poco,. No obstante, enseguida replicó con tono controlado. Aunque quizás sí que un poco apurado.



-Nada de eso. Para mí ha sido un placer ayudar al mayor Derail a elegir vestuario.

- Por favor, llámeme Kiros.- Le pidió él.-



            Penélope sonrió atusándose el pelo. Lo cual no hizo demasiada gracia a Tracer que no tardó en agarrar a su compañero de un brazo para hacer un aparte con él y susurrarle, eso sí, elevando la voz para hacerse oír bien, ante la cara de desconcierto del saiyajin.



-Muy bien, pues hala Kiros. ¡No olvides tu cita con tres tías a la vez! Que ya son suficientes hasta para un guerrero del espacio. Y será mejor que te des prisa o vas a llegar tarde.



            Tras ese comentario tan ácido como intencionado de Tracer, Penélope expresó su contrariedad con una mueca, Kiros su incomprensión con otra y Rick se limitó a sonreír con gesto reivindicativo. Quedaban ya dos horas y media. Al fin, el mayor Derail pagó con una de esas tarjetas de crédito que usaban los humanos y salieron de la tienda.



-Pues lo lamento por ti, te has gastado una pasta!- Dijo solidariamente Tracer.-



            Una vez más, Kiros no comprendió esa alusión. ¿Acaso las pastas no eran una especie de galletas?



-No, eran como comida que se hervía y se ponía en un plato. Con eso que llaman tomate.- Quiso recordar.-



            En esta ocasión, su gesto de desconcierto debió de despertar la piedad de su compañero, quien le aclaró.



-Me refiero al dinero. Te has gastado muchísimo en todo esto. No debiste hacerle caso a Pennie. Si por ella hubiese sido, te habrían tenido que llevar toda la tienda.

-¡Rick!- Exclamó ella, con patente malestar.- No me hagas sentir mal encima.

-No os preocupéis, ninguno de los dos.- Intervino el saiyajin, quitándole importancia.-



Así era en su caso. Eso del dinero no le suponía un problema. Le tenían adjudicadas las pagas debidas a un oficial de su rango y, además, el gobierno de su mundo le había dado prácticamente carta blanca para gastar.



-Tengo lo que los humanos llamáis crédito.- Les comentó, al hilo de esas reflexiones.-



Sin embargo, a él eso no le inquietaba lo más mínimo ni tampoco le alegraba. Como buen saiyajin era espartano en sus costumbres. En lo que más gastaba curiosamente era en comer. Aunque eso casi siempre podía hacerlo gratis en la cantina de la base. Sorprendiendo eso sí, a todos sus compañeros por lo mucho que ingería. De modo que, cargado con sus ropas, y auxiliado por Tracer en tal menester, fueron al apartamento que compartían.  Incluso Penélope se apuntó. Una vez allí el guerrero del espacio entró a cambiarse. En cuanto estuvieron solos la doctora miró a su novio con aire reprobatorio.



-¿Qué pasa?- Quiso saber él al darse cuenta.-

-¿Qué, qué pasa? Que te has estado comportando como un crío durante toda la tarde.- Le acusó ella.- Eso pasa. Primero metiéndonos prisa, luego criticando que le haya hecho gastar tanto…

-¿Yo?- Se señaló el chico, para recriminar a su vez en tanto interpretada una parodia de ese atuse del pelo que hiciera su interlocutora.- Yo no he estado coqueteando con el señor músculos de acero.

-¿Qué yo he estado coqueteando?- Exclamó Penélope abriendo la boca con gesto de sorpresa e indignación.- ¿Pero qué te has creído?...No te consiento que me acuses de una cosa así.

-¡Ah! claro…y tú sí podías acusarme a mí de estar tras la teniente Gray.- Replicó Rick igualmente contrariado.-



            La pareja siguió intercambiándose reproches y alguna que otra palabra en tono altisonante. Entonces Kiros salió ya vestido de su habitación. Portaba una chaqueta y pantalones azul marino con una camisa blanca de algodón desabotonada a la altura del cuello. Unos zapatos negros completaban su atuendo. Al verle los dos guardaron silencio al momento.



-Interesante debate.- Declaró el saiyajin.-

-¿Nos has estado escuchando?- Le preguntó Tracer no muy contento de que así fuera.-

-Imposible no hacerlo, con vuestro tono de voz.- Contestó impertérrito el guerrero del espacio.-



             Penélope estaba roja, pero ahora de vergüenza. Rick tampoco sabía que decir. Entonces al fin se le ocurrió algo.



-Sí, en eso tienes razón. Habría que haber estado sordo para no oírnos.

-¿Y por qué discutíais?- Se interesó Kiros.- ¿Algún problema por el tiempo empleado? Y en cuanto al dinero. No es importante.



Ninguno de sus interlocutores parecía tener demasiadas ganas de responder a eso. Se les notaba envarados.



-No, no exactamente.- Pudo musitar su compañero de piso.-

-Espero no haber sido la causa. Lamento que hayáis tenido que sacrificar vuestra tarde por ayudarme.- Comentó el saiyajin con ese tono de diplomacia que había aprendido para hablar con los humanos.-

-¡Oh, no, no es eso, por favor!  En absoluto.- Se apresuró a responder Penélope.- Somos nosotros los que debemos disculparnos por la inconveniencia. No hemos sido demasiado educados vociferando aquí. ¿Verdad Rick?

-Sí, así es.- Convino éste de inmediato.- Lo sentimos.



            Kiros les sonrió a ambos y declaró para estupor de sus interlocutores.



-Me alegra saberlo. Como dicen en mi planeta. Las parejas que más pelean, son las más unidas. Creo que aquí hay un dicho similar.

-¿Por qué dicen eso en su planeta?- Quiso saber Penélope entre curiosa y algo avergonzada.-

-Porque solamente peleas por lo que realmente quieres o contra quien daña a algo o alguien que te importa.- Contestó el saiyajin que, tras unos segundos de silencio añadió, ya cambiando de tema.- Debo irme ya. Me aguardan. ¿Queréis acompañarme?



            Tracer y su novia se miraron con algo de desconcierto. Al fin, fue el mayor Jensen quién movió la cabeza.



-Es tu cita. Nosotros podremos pensar en algo para entretenernos. ¿No crees, Pennie?- Inquirió a la joven acercándose a ella con tono entre conciliatorio e insinuador.- Puede que aquí mismo.

-Sí, así es.- Acordó la chica.-

-En ese caso, me marcho.- Declaró Kiros.-

-Diviértete amigo.- Sonrió Tracer que, enseguida rectificó.- Bueno, quise decir aliado.

-Amigo está bien.- Asintió el saiyajin, sentenciando.- Solamente los amigos se ayudan en ocasiones importantes. Cuenta conmigo desde ahora. Contad conmigo los dos.- Matizó.-



            Sus interlocutores saludaron con las manos, el saiyajin abrió la puerta y salió cerrándola tras de sí.  Al poco de su partida, Rick miró a  su todavía atónita novia y se disculpó.



-Lo siento. No debí ponerme celoso.

-Bueno.- Se sonrió ligeramente ella.- Es cierto que el mayor Derail es muy guapo…



            Y cuando su novio ya arqueaba las cejas ella, se rio agregando divertida.



-¡Pero yo ya estoy pillada por el mayor tonto de toda la flota! – Exclamó haciendo aquel juego de palabras con visible regocijo.-

-¡Menos mal que ese sin duda soy yo!- rio también Tracer más aliviado sin duda.-



            Y se dieron un largo beso en los labios sellando la paz. Al menos por el momento. Por su parte Kiros iba en dirección a aquel restaurante. Era pronto aun pero no deseaba llegar tarde. Le habían dicho que ese era un requisito imprescindible para causar una buena impresión. Además, la puntualidad era asimismo una cualidad apreciada entre los suyos.



-Todavía queda una hora.- Pensó consultando un reloj humano que llevaba en su muñeca.-



            Y llegó al restaurante en cuestión. Al parecer tenía también eso que los terrestres llamaban karaoke. Esperó. Pasados unos veinte minutos dos figuras femeninas se aproximaron. Creyó reconocer al menos a una de ellas.



-Es esa enfermera.- Pensó.- Debe de venir con una compañera de trabajo. O una de sus amigas.



            Efectivamente, tanto Mei Ling como Maggie quisieron llegar con antelación también. Al menos, según la oriental, sería bueno tener reconocido el terreno para ver el momento en el que esos dos se encontrasen. Maggie por su parte asintió pero pensaba en que no deseaba dejarles a solas de ninguna manera. Lo cierto es que ambas lucían muy hermosas. Mei Ling con una especie de kimono rojo tradicional chino y su largo pelo moreno y lacio sobre los hombros. Calzaba unos zapatos de tacón negro que conjuntaban muy bien con el resto de su atuendo. Maggie llevaba un vestido ajustado de cuero azabache con buen escote y zapatos de charol y bolso igualmente negros. Sus esplendidas piernas iban provistas de medias casi transparentes. Recogía su cabello castaño en una especie de cola de caballo elevada sobre su cabeza al estilo heleno.



-La verdad.- Sonreía Mei Ling.- Casi parece que te hubieras vestido así para el mayor.- ¡Parece que fueras a cazarle!

-¡No seas tonta!- Desestimó fácilmente su contertulia.-  Me gusta vestir así cuando salgo de cena. Y lo hago por ti. Ya tendrás ocasión de comprobarlo.- Le susurró a la oreja con tono lascivo sentenciando.- En eso llevas razón. ¡Voy a cazar, pero mi presa eres tú!



            La oriental se sonrió pícaramente y estaba a punto de besar a su pareja cuando vio de lejos al saiyajin.



-Mira. ¡Es él! Pues sí que ha llegado pronto. ¡Debe de estar muy interesado en Keiko! - Se rio.-



            Maggie compuso una sonrisa de circunstancias, aunque no dijo nada. Desde luego ese comentario no le gustó. Era como si hubiera sentido una punzada en el estómago. Sin embargo, no evidenció nada por el estilo y junto a su acompañante se aproximó al joven oficial que se levantó enseguida al verlas. Muy amablemente apartó sendas sillas para las dos.



-Muchas gracias.- Sonrió Mei Ling.-

-Todo un caballero.- Añadió Maggie mirándole de reojo y luciendo una enigmática sonrisa.-

-¿No ha venido la otra señorita con ustedes?- Se interesó él.-

-Keiko venía por su cuenta. Nosotras hemos coincidido.- Pretextó Mei Ling que, mirando divertida  aquel tipo, añadió con tintes de certeza.- No tardará.



            Y fue cierto. Al poco, quizás unos diez minutos que emplearon en charlar de temas triviales y pedir unos vinos, la joven que faltaba se presentó. Todos en la mesa la vieron llegar con expresiones de asombro. La muchacha lucía preciosa. Un vestido tono verde pistacho, también ceñido a su anatomía. Su cabello pelirrojo cayendo sobre los hombros, con una  flor  de tono verde claro prendida en él. Además de esa mirada suya de ojos grisáceos con tintes violetas, enmarcada en el justo maquillaje para realzarlos aún más. Llevaba la falda del vestido  justo por encima de las rodillas, un escote no demasiado provocativo pero con todo insinuador dado el porte de sus senos y unos zapatos asimismo verdes completando el conjunto. Una vez más Kiros se levantó para recibirla. Aunque también lo hicieron  las damas que le acompañaban.



-Espero no llegar tarde.- Sonrió la muchacha que parecía algo nerviosa.-

-Llegas a la perfección.- Repuso una jovial Mei Ling.-

-¿Qué deseas tomar?- Le preguntó Maggie con voz suave y diríase que casi insinuadora.-

-Todavía nada. Gracias.- Pudo responder ella con tono tímido.-



            Y es que Keiko estaba muy nerviosa. Ahora su corazón latía rápidamente. Fue ver a la enfermera y al mayor juntos y tener el repentino deseo de escapar de allí. Luego se serenó. Tenía que tomarse las cosas con calma y analizar bien la situación.



-Con todo el trabajo que me he tomado y lo que he mareado a la pobre Melissa, debo hacer que valga la pena.- Se dijo.-



Y es que había estado arreglándose con sumo cuidado. La doctora Prentis la había ayudado a escoger ese vestido y a prepararse. La amiga de su madre la alentó a que disfrutase de la cena. Aquello había tenido lugar apenas hacía hora y media, en el apartamento de la joven.



-Estoy confusa. No sé en qué clase de lío me estaré metiendo.- Le confesaba apurada a su interlocutora en tanto ésta la peinaba.-

-No se trata de ningún lío.- La animaba Melissa.- Vas a ir a cenar con unos amigos. Así de sencillo.

-Es que yo siento algo por algunos de ellos.- Musitó Keiko.- Y lo peor de todo es que no sé exactamente el qué, ni por quién. No sé cómo actuaré en la cena. O si alguno hará algo que me ponga en evidencia…

-No pienses en eso. Procura ir a divertirte, a pasar una velada agradable y nada más.- La aconsejó maternalmente su contertulia.-



            Y entonces Melissa acarició despacio el pelo de la muchacha y le susurró con ternura.



-Tanto tú, como Mimí, habéis sido lo más parecido a unas hijas que he podido tener. Lo único que deseo es que seáis lo más felices posibles.



            Aunque la mirada de Keiko se veló por la tristeza. La doctora Prentis trató de arreglar aquel desliz.



-Lo siento. No debí recordártela.

-No, está bien. La sigo queriendo. No es culpa tuya, ni suya, ni de nadie. Quizás ni tan siquiera mía.- Sonrió débilmente la joven.- Puede que ahora esté preparada para superarlo. Aunque todavía no sé bien con quién.

-Seguro que lo harás y cuando llegue el momento tu corazón te guiará.- Afirmó una más animada Melissa.- Eres una chica preciosa, como tu madre lo fue a tu edad. Con un porte muy elegante.

-¡Sí, y con unos pechos grandes, como ella! - Se rio la chica que ahora trataba de acomodarse el escote.-

-Bueno, ¡eso nunca fue nada malo!- Rio su interlocutora.-

-Para llevar este vestido, sí.- Comentó la muchacha entre risas también.-



            Pero al fin se lo colocó a su satisfacción. Melissa la despidió con un maternal beso en la frente deseándole toda la suerte del mundo. De ese modo se marchó. Ahora miraba a sus compañeros de mesa entre azorada y expectante. De hecho, se pusieron en una mesa cuadrada. Con ella junto a Maggie sentada a su izquierda. Eso la ruborizaba. Aquella joven le sonrió. Aunque no podían mirarse directamente a los ojos sin desatender a los demás. Enfrente suya tenía a ese apuesto oficial, quién sí clavó la vista en ella y también sonrió. Al lado del mayor estaba Mei Ling, frente a su “amiga”…



-Bueno, a ver si nos traen la carta. ¡Que ya tengo mucha hambre!- Comentó con desenfado la oriental.-

-Sí, yo también.- Añadió Kiros, que además de ser sincero, quiso apoyar a su compañera de mesa.-

-Seguro que aquí tendrán muchas cosas deliciosas. ¿Verdad?- Le preguntó Maggie a la apurada Keiko.-

-Sí, claro, es un sitio muy bueno. Al menos eso dicen.- Pudo responder con los colores subidos al rostro.- Yo nunca había estado antes pero todo el mundo que ha venido lo recomienda.

-Estoy segura de que el menú te va a gustar.- Añadió la enfermera.-



            Maggie miraba de reojo a la joven científica, aunque tampoco perdía de vista a ese saiyajin. Él también estaba pendiente de aquella hermosa pelirroja. Por su parte, Mei Ling parecía estar muy cómoda en su papel, ejerciendo de anfitriona. Quiso hilar una conversación con el oficial.



-¿Es usted piloto?

-No.- Replicó él.- Pertenezco a las fuerzas especiales.



            Aquella era oficialmente su clasificación dentro el ejército terrestre. Desde luego, especial era. Incluso entre los guerreros de su propio pueblo se le consideraba en la élite. Eso pensaba cuando fue Keiko quien comentó visiblemente impresionada.



-¡Es usted muy valiente! Vi las heridas que recibió cuando ocurrió aquel accidente…

-No fue para tanto. Y la señorita Kendall fue muy amable al curarme.-Declaró el chico mirando ahora a la enfermera.-



            Ella le sostuvo la mirada, esos ojos azabaches del mayor eran intensos y desde luego parecían ocultar fuego en su interior. Pero las pupilas castañas de ella no tenían menos determinación. Sin embargo, Maggie no sabía a ciencia cierta si ese tipo la mirada con inquina juzgándola una competidora, con deseo, sopesando su cuerpo, o con agradecimiento al hilo de esas palabras. Aquello la desconcertada y esa sensación no le gustaba. No solía sucederle a menudo y en circunstancias normales generalmente era la enfermera quien jugaba esa baza.



-No fue nada. Solo hice mi trabajo.- Afirmó ella de modo neutro y hasta modesto.-

-Lo mismo que yo.- Acordó él.-



            Y ese duelo de miradas parecía oscilar entre el coqueteo y la curiosidad mutuas. A veces incluso daban la impresión de marcar el territorio. Sin embargo, las palabras de Keiko fueron a romper aquel mutuo interés entre ambos cuando la chica preguntó con genuina curiosidad.



-¿Está usted casado, mayor?



            A Maggie casi le da un vuelco al corazón. ¿Por qué le hacía esa clase de pregunta? El chico respondió enseguida. Eso sí, agradado por poder hacerlo.



-No, no lo estoy…

-Me sorprende que alguien como usted no tenga a nadie. A ninguna chica. – Comentó Mei Ling.-

-No tengo a ninguna. Hace poco que embarqué y he estado muy ocupado. Al menos hasta ahora.- Declaró él mirando a Keiko para devolverle la cuestión.- ¿Y usted, señorita?

-No, yo...- Fue capaz de musitar la ruborizada jovencita apagando incluso un poco su tono.- Tampoco tengo a nadie en este momento.

-Lo mismo nos pasa a nosotras. ¿Verdad? No hay ningún hombre en nuestro punto de mira. - Terció Mei Ling forzando una sonrisa de circunstancias.-



            La oriental pensó que mejor anticiparse por si Maggie cometía algún desliz. Y de paso, lo que había dicho era rigurosamente cierto. Por lo menos, en cuanto a los hombres se refería. La enfermera asintió a su vez tras recibir un suave toquecito en su tobillo. Sintió el pie de su pareja  acompañado de un leve arqueo de cejas de ésta.



-Es verdad que todavía estamos solteras.- Afirmó siendo realmente sincera.-

-Me cuesta creer que unas mujeres tan hermosas no estén ya comprometidas.- Opinó Kiros devolviéndoles la gentileza.-

-Estamos casadas con nuestro trabajo.- Afirmó Mei Ling quien no mentía al valorar.- Al menos en mi caso es algo que amo.

-Sí, lo mismo me sucede a mí.- Convino Keiko.- Aunque también me gusta mucho cantar.

-Y eres realmente maravillosa.- La halagó Maggie.- Deberías prodigarte más a menudo.

-Así es.- Convino el mayor Derail.- Me encanta oírla. Sé que hemos estado muy ocupados pero la invitación para que actúe para todos en la nave sigue en pie.

-Sí, he grabado alguna canción. Como usted me sugirió.- Musitó la azorada chica.- Pero eso de actuar ante tanta gente…

-Por favor. Piénselo. Y sería estupendo si se animase después a cantar algo. He observado que tienen un karaoke aquí.- Le respondió su interlocutor.- Y no hay tantas personas. No debe preocuparse por eso.



            La enfermera miró una vez más a aquel tipo. Parecía estar atento a cualquier cosa que ella le dijera a esa jovencita pelirroja. ¡Para corregirla y aumentarla! Se sonrió, como hombre que era se le notaba demasiado directo. Y entonces tuvo una idea. Más bien una maldad. Pensó en el suave roce del pie de Mei Ling. Así que, sin dudarlo ni por un instante, se descalzó de un zapato y elevó uno de sus propios pies en dirección a…



-Bueno. Quizás cuando cenemos.- Repuso Keiko algo apuradamente.-

-Sí, ¡sería genial!- La animó Mei Ling.-



            Kiros sonrió asintiendo cuando notó que algo se le posaba en la entrepierna. Era cálido y duro y se frotaba contra él, como si una especie de dedos le estuvieran dando un masaje en... El chico no pudo evitar sentir un extraño placer. Miraba entre confundido y atónito a Keiko que en ese instante le sonreía agradeciendo sus cumplidos. A  Maggie no le pasó desapercibida aquella situación y se sonrió aún más, tratando de mirar hacia otra parte para no evidenciarlo y no troncharse de risa allí mismo. Eso sí, disfrutando de la cara que estaba poniendo ese tipo en tanto pensaba con deleite.



-Bueno, siempre se me dio muy bien esto con las mujeres. A todas mis novias las volvía locas. Está claro que a un tío también le gusta. El caso es que nunca se lo había hecho a uno. Pero se ve que funciona igual. Y debe estar pensando que es Keiko, ¡ja, ja!…



            Al poco ella misma se sorprendió cuando sus dedos tocaban algo que parecía puro acero…Y eso que hacía apenas unos instantes la zona en cuestión estaba bastante más blanda. Recorrió con el empeine aquello y parecía ser bastante largo. Fue su turno de demudar el gesto



-¿Pero qué tendrá ese tío ahí?- Se preguntó con incredulidad.- ¿Llevará guardada la pistola?

-Ya llega la carta al fin.- Suspiró Mei Ling ajena a todo aquello.-



            Un camarero les trajo varias. Cada uno se hizo con la suya. Kiros se alegró de poder ocultarse tras una. No sabía qué le estaban haciendo pero no sería él quien pidiera que parase. Por su parte, Maggie se parapetaba tras la suya para aprovechar a mirar a Keiko. La pelirroja a su vez leía los distintos platos para decidirse.



-Oye.- Le susurró la enfermera al amparo de las miradas de los demás.- ¿Podríamos hablar? En el servicio…



            La muchacha la miró confundida. Al fin, pudo musitar



-Está bien…



            Sin caer en la cuenta de aquello Mei Ling miraba su carta. Estaba pensando para pedir. En eso que su pareja declaró.



-Ya tengo elegido el primero, voy un momento a retocarme…

-Sí, yo también.- Añadió Keiko con un hilo de voz.-



            La oriental se sonrió. Seguro que su compañera le iba a consultar a Maggie sobre como ligarse a ese muchacho. ¡Si ella supiera que la enfermera era lesbiana y además su novia! Entre tanto Kiros a su vez estaba ya realmente tenso. Cierta parte de su cuerpo se estaba acrecentando más de lo que sería deseable. Entonces, y por fortuna para él, (o quizás no) aquella especie de masaje cesó. Justo en aquel momento tanto Keiko como Maggie se levantaron dirigiéndose a los aseos dejándole desconcertado y con una terrible sensación de algo inconcluso.



-¿Se encuentra bien, mayor?- Quiso saber Mei Ling.-



            Y es que miró al chico para charlar un poco hasta que las otras retornasen y le vio pálido.



-Sí, perfectamente.- Se rehízo el joven.-

-¿De dónde es usted?- Le inquirió su interlocutora para iniciar una conversación.-

-De lejos.- Pudo responder agitado todavía tras aquella extraña experiencia.-

-Sí, ¡eso podríamos decirlo todos!- Se rio la científica.- Ahora que estamos en medio del espacio.

-Bueno, de Nebraska.- Comentó a modo de consigna que tenía.-

-Vaya, americano.- Dedujo Mei Ling.- Yo soy de China. De la provincia de Henán…no creo que lo conozca.

-No, le pido disculpas.- Afirmó él con cierto apuro.-



            No sabía si era obligado saber la ubicación de los lugares de la Tierra de donde pudieran provenir sus contertulios. Para su alivio esa joven movió la cabeza y comentó con afabilidad.



-No tiene por qué disculparse…en fin.- Suspiró viendo como llegaba el camarero a tomar nota.- Estas chicas tardan demasiado.

-Privilegio de las damas. Si no me equivoco.- Afirmó su interlocutor que ya se iba recobrando de aquella extraña experiencia.-





            Al menos era una de esas cosas que su compañero de piso siempre decía. Ahora se arrepentía de no haberle pedido más consejos sobre aquellos temas. Por suerte, su réplica pareció la adecuada. Pidieron y su acompañante se dirigió al camarero.



-¿Podría volver en un par de minutos? Tenemos a dos amigas que tienen que pedir.

-Claro señorita.- Respondió éste alejándose de allí.-



            Y ella ya estaba dispuesta a ir a avisarlas. Pero entonces el saludo de alguien conocido la hizo detenerse. ¡Oh no! Era su primo…él otra vez… y se acercaba…



-¡Maldita sea! –Pensó aunque mostrando una amplia sonrisa de compromiso.-



            En el aseo, tras esperar a que otras dos mujeres se marchasen, fue Maggie la que se aproximó hacia la pelirroja y la acorraló contra una pared, posando su mano cerca de la cabeza de ella. Asegurándose así de que no pudiera escapar.



-Tengo que hablar contigo. Es muy importante para mí.- Le dijo con tono agitado.- De lo que pasó esa vez…

-Me sucede lo mismo.- Admitió Keiko mirándola a los ojos.- Estoy muy confusa.



            Tentada estuvo Maggie de besarla una vez más, pero se contuvo. No iba a forzar la suerte otra vez. Y menos allí que la gente entraba y salía de un modo más continuo que en aquella cafetería. Y seguro que ahora no iba a ser una niñita inocente las que las descubriera. Aun así, recurriendo a su autocontrol, pudo susurrar.



-Me gustas, Keiko. Me gustas desde el primer momento en que te vi…

-Yo. No sé qué decir.- Fue capaz de musitar la atónita y envarada chica.-

-Di que yo te gusto a ti también.- Le pidió Maggie con tono de súplica.- Sé que es así.



            La pelirroja guardó un denso silencio. Tragó saliva y evitó la mirada de su interlocutora. Maggie se dio cuenta de lo agresivo de su postura y se apartó para dejarle un poco de espacio. Al fin, quizás aliviada por ello, Keiko respondió.



-No es sencillo para mí. Yo no soy homosexual…bueno, no exactamente.



            Eso dejó algo perpleja a su interlocutora, quien enseguida sonrió creyendo entender.



-He conocido a bastantes mujeres que me dijeron eso mismo. Otras no estaban seguras, como tú. Y algunas hasta luchaban contra ello. - Afirmó.- Pero te puedo garantizar que luchar es un error, tarde o temprano saldrá tu verdadera identidad sexual.  Algunas mujeres supieron  realmente lo que sentían cuando estuve con ellas. Y sé que, cuando te besé, las dos sentimos algo especial.

-Dame tiempo, por favor. Ahora tengo que aclarar mis sentimientos.- Le pidió la muchacha.-

-¿Es por ese mayor?- Quiso saber Maggie sintiéndose incluso herida.- Es gracioso. Mei Ling quiso organizar esto para que tú y él… ya te puedes imaginar.



            Keiko suspiró. Pudo mirarla nuevamente a la cara. Los ojos de aquella chica brillaban con el reflejo de alguna lágrima. Ella misma sentía ganas de llorar. Declaró casi a su pesar.



-Es por él, y… por más cosas. Todavía tengo recuerdos pendientes de otra persona. Y ahora no podría, no sería capaz de estar ni con él, ni contigo. Por lo menos hasta que pueda ordenar mis emociones.

-Comprendo.- Musitó Maggie.- Perdóname. No quería violentarte. Yo… bueno. También tengo algunas cosas que aclarar… No sería justo que te pidiera a ti nada antes de estar en paz conmigo misma.



            Su contertulia asintió involuntariamente. No sabía que querría decir esa chica pero supuso que pasaría por un trance similar. Lo dejó estar y tras forzar una sonrisa le propuso.



-¿Vamos? Estarán empezando a preocuparse porque tardamos demasiado.

-Sí, vamos.- Convino Maggie tomando su bolso, negro charol, del tocador.-



            Al salir descubrieron con sorpresa, sobre todo la enfermera, a sus dos acompañantes charlando con otro oficial. Éste había llegado unos momentos antes y justo se marchaba en tanto ambas se aproximaban, la conversación se había desarrollado así cuando el teniente Tang se aproximó.



-Celebro verte por aquí, prima. ¿No me presentas a tu acompañante?

-Soy el mayor Kiros Derail.- Terció éste en tanto se levantaba.- ¿Y usted es, teniente?

-Teniente Tang Zhao. Departamento de información. A sus órdenes.- Se cuadró de inmediato.-

-No sabía que la señorita tuviese familia a bordo.- Comentó el saiyajin.-



            Ahora las tornas se habían cambiado, era Zhao quien estaba paralizado por la sorpresa y el desconcierto. Aparte de ser superior suyo, él conocía por mor de su puesto la identidad de aquel tipo. Convenía no ser descortés con un oficial superior que además era un guerrero del espacio. Y pudo percatarse de que su prima estaba disfrutando el momento al verle así. Quizás estuvieran saliendo juntos. Desde luego que no lo aprobaba pero, dadas las circunstancias, optó por lo más prudente. Ya aclararía eso en otro momento.



-Solo me pasé a saludar a mi prima. Es un honor haberle conocido, señor. Pero debo retirarme ya. No quiero robarles más tiempo.

-Lo mismo digo. Retírese cuando guste, teniente.- Concedió su contertulio.- Y disfrute de la noche.



            Y tras cuadrarse una vez más, Zhao saludó militarmente y con suma cortesía sentenció en su despedida.



-Gracias señor, lo mismo le deseo. Un placer verte, prima…ya charlaremos…



            De este modo se marchó. Mei Ling no pudo ocultar una amplia sonrisa de satisfacción. No le vendría nada mal si ese entrometido de su primo pensaba que salía con ese oficial. En ese instante retornaron Maggie y Keiko. Al fin se sentaron, el camarero volvió también. Pudieron pedir, y tras un primer plato ligero, llegó otro algo más consistente. Al menos en el caso del mayor que se comió un buen chuletón.  Aunque para Kiros aquello fue casi una cena frugal, pero le advirtieron incluso en Nuevo Vegeta que los terrestres no juzgaban muy cortes comer en demasía. Las mujeres tomaron al unísono pescado y tras los postres charlaban distendidos de multitud de temas asociados a la nave. Sin embargo, no pudieron evitar el tan controvertido asunto de…



-Cree usted que podrán capturar a esos terroristas pronto, mayor.- Quiso saber Keiko con expresión preocupada.-

-Estamos trabajando en ello.- Replicó el muchacho afirmando con seriedad  a la par que la miraba intensamente a esos ojos grisáceos que se  le antojaron ahora otra vez casi de un tenue tono lavanda. Entonces añadió con determinación.-  Y personalmente no permitiré que nadie más salga herido. Y menos todavía ustedes. Les doy mi palabra.



            La chica sonrió agradecida. Maggie atendía a aquello con un disgusto que casi no se molestaba en ocultar. Aunque, por suerte para ella, fue Mei Ling quién le recordó a su colega aquella promesa que hiciera al principio de la cena.



-¿Querrías cantar algo para nosotros?...

-Sí, por favor.- Secundó Maggie, casi más pendiente de que esa chica y el mayor rompieran aquel contacto visual.- Sería el broche perfecto a esta cena.



            Kiros asintió a su vez, y la muchacha que ahora estaba de mejor talante para ello, asintió.



-Con mucho gusto.





            En su cabeza pensaba sobre la conversación que había mantenido con la enfermera. Y recordaba a su amor imposible, que estaría allí, en la Tierra, al lado del chico al que quería. La nostalgia y la tristeza a la par que la esperanza en encontrar a otra persona, unidas a las dudas que la asaltaban, le hicieron pensar en una canción de las que había grabado. Ya iba siendo tarde y quedaba poca gente. Con todo, los escasos murmullos de conversaciones en las demás mesas se silenciaron al verla subir a la tarima del karaoke y anunciar.



-Me gustaría dedicar esto a unas personas muy especiales para mí.



            Y tras seleccionar la canción aguardó hasta que comenzó la melodía. Así todos la pudieron escuchar y deleitarse cuando comenzó a cantar con esa voz entre aterciopelada, melancólica y llena de sentimentalismo o de fuerza, según el momento de la tonada…



Debió de ser amor pero ya se terminó

Dejar un susurro sobre mi almohada, 
Dejar el invierno en el suelo. 

Me despierto sola, 
Hay aire de silencio

En la habitación, 
Todo alrededor. 

Tócame ahora, 
Yo cierro mis ojos

Y sueño intensamente... 


Ni Kiros ni Maggie podían apartar la vista de aquella chica que por momentos parecía angelical, soñadora o irresistible en su sensualidad…mientras cantaba.


Esto pudo haber sido amor,

Pero ahora ha terminado. 
Esto pudo haber sido bueno,

Pero lo perdimos de alguna forma.


Esto pudo haber sido amor,

Pero ahora ha terminado. 
Desde el momento en que lo tocamos

Hasta que el tiempo pasó. 



Y es que nadie en ese local movía ni una pestaña. Todos estaban escuchando absolutamente embelesados a esa joven artista que transmitía emotividad y calentaba el corazón de los presentes con su hermosa voz.

Hacer creer

Que estamos juntos, 
Que estoy protegida

Por tu corazón. 

Pero dentro y fuera, 
Me convierto en agua 
Como una lágrima

En tu palma. 

Y es un duro

Día de invierno 
Y sueño intensamente... 

Esto pudo haber sido amor,

Pero ahora ha terminado. 

Era todo lo que quería y

Ahora vivo sin él



La enfermera pensaba en aquellas relaciones suyas fallidas en el pasado. En las que pudo de seguro haber actuado de otra forma. Parecía que esa letra iba dirigida a ella. Recordando muchos de esos momentos, los vividos con Kerria en particular, no pudo evitar derramar alguna lágrima a costa de ello.



-Sí, es la historia de mi vida.- Meditó con melancolía.-



Esto pudo haber sido amor,

Pero ahora ha terminado. 

Está donde el agua fluye, 
Está donde el viento sopla. 



Esto pudo haber sido amor,

Pero ahora ha terminado. 
Esto pudo haber sido bueno,

Pero lo perdimos de alguna forma.


Esto pudo haber sido amor,

Pero ahora ha terminado. 
Desde el momento en que lo tocamos

Hasta que el tiempo pasó.


            Kiros escuchaba también realmente asombrado. Aquello era como describir algunos sentimientos que él mismo había comenzado a experimentar. Ni tan siquiera sabía cómo eran al tiempo muy hermosos y dolían. Era como si alguien le aplastase el pecho con una fuerza insoportable. Mayor aún que la cámara hiperbárica. Pero al mismo tiempo se sentía acariciar por una sensación de alegría que no podía explicar y que le proporcionaba una especie de energía extraña. Como si pudiera enfrentarse a cualquier cosa solo por estar junto a esa joven.



-Voy a tener pedirte perdón de rodillas, primo.- Pensó.- Ahora comienzo a comprender hasta qué punto tenías razón…



Esto pudo haber sido amor,

Pero ahora ha terminado. 
Esto pudo haber sido bueno,

Pero lo perdimos de alguna forma.


Mei Ling también escuchaba con emoción, pensaba en su novia, en su propia familia. En el amor que no deseaba perder. Casi sin percatarse sujetó con suavidad la mano de Maggie quien se la estrechó sonriendo entre algunas lágrimas.



Esto pudo haber sido amor,

Pero ahora ha terminado. 


Era todo lo que quería y

Ahora vivo sin él
Esto pudo haber sido amor,

pero ahora ha terminado



Está donde el agua fluye, 
Está donde el viento sopla. 

¡Ooohh!

Esto pudo haber sido amor,

Pero ahora ha terminado. 
Esto pudo haber sido amor,

Pero ahora ha terminado...

¡Ooohh!



Esto pudo haber sido amor,

pero ahora ha terminado...

¡Ooohh!



(It must have been love. Roxette. Crédito al autor)

Al terminar cosechó unos entusiastas aplausos. Comenzando por sus propios compañeros de mesa y siguiendo por el resto de los comensales. Hasta los camareros la ovacionaron. Y eso duró durante un buen rato. A la pobre Keiko, se le hizo eterno…



-¡Maravillosa! - Pudo decir Maggie casi atragantándose con la emoción.- Es como oír cantar a un ángel.

-Yo nunca he podido escuchar a ninguno, pero supongo que será muy similar a esto.- Acordó Kiros.-

-Por favor.- Pudo decir una más que ruborizada Keiko.- No es para tanto.

-Eres lo que la gente necesita. El mayor Derail tiene razón. – Asintió Mei Ling, alegando con total sinceridad. - Al escucharte parece que las penas se aligeran.



            La aludida sonreía e incluso tuvo que enjugarse alguna lágrima. Se sentía totalmente sobrepasada por esos elogios. Más cuando el aludido comentó.



-Es muy difícil que alguien tenga al mismo tiempo tanta fuerza y tal encanto.- Sentenció el saiyajin que pensó.- Ahora comprendo también, lo que la propia reina Meioh me dijo antes de partir.



            Haciendo memoria, justo antes de salir fue requerido a palacio. El chico se había despedido ya de su tía Seira y pensó que se trataría de  algún consejo u orden de última hora por parte de ella.  Pasó de inmediato a una sala contigua y cuál fue su sorpresa al encontrarse allí de pie y de espaldas nada menos que a la propia reina.



-¡Majestad!- Fue capaz de exclamar doblando una rodilla y bajando la cabeza de inmediato.-



            Aquella impresionante mujer de mirada profunda y maternal, al tiempo que rebosante de sabiduría en sus ojos bermellón, se giró sonriendo levemente. Su largo cabello verdoso oscuro le caía sobre ese vestido negro que llevaba, adornado por una banda dorada superpuesta que le cruzaba el cuerpo en diagonal como testimonio de su elevado rango, además de portar una diadema a modo de corona.



-Ponte en pie, Kiros. Seira me ha informado de tu partida y antes de que marches a cumplir con tu tarea deseaba hablar contigo.

-Vuestros deseos son órdenes, mi Señora. ¿De qué deseáis hablar? - Afirmó él totalmente firme.-

-En ese caso me alegro. Porque mi deseo es que tengas un buen viaje, cumplas con bien tu misión y sobre todo, que aprendas a conocer y a estimar a los terráqueos. Son nuestros amigos y aliados. Estoy segura de que, cuando te familiarices con sus modos y costumbres, llegarás a apreciarles.

-Si es el deseo de su Majestad. Me esforzaré al máximo para que así sea.- Pudo replicar.-



            La reina sonrió de nuevo moviendo ligeramente la cabeza. Suspiró añadiendo con un tono que, pese a parecer jovial, ocultaba un poso de tristeza.



-Eres muy joven, y has sido educado en los mejores valores de nuestro pueblo. Por eso sé cómo piensas. No veas en lo que te digo una orden o un objetivo que alcanzar. No te esfuerces en ello puesto que , de ese modo, jamás lo conseguirás.

-Con todo el respeto, Majestad. Eso suena como un contrasentido.- Se permitió rebatir él.-



            La soberana volvió a dedicarle una maternal sonrisa para replicar.



-Ya lo entenderás. Llegará un día en el que, sin haberte dado cuenta, el amor prenderá en tu corazón. Entrará en ti sin tú pretenderlo y  te hará experimentar muchas emociones extrañas y maravillosas. Y puede que eso te ocurra con una muchacha terrestre.



            Empero, Kiros solamente pudo observara con desconcierto y fue capaz de exponer.



-Señora. No comprendo por qué eso del amor es tan importante. ¿Acaso no es una mera atracción para emparejarse? ¿O algo más elevado, como el respeto y el honrar a nuestro mundo y sus tradiciones?

-Eso también.- Concedió su interlocutora.- Pero no solamente…como ya te he dicho. No puedo explicarlo simplemente con palabras. Algún día lo sentirás. –Sentenció afablemente para ya variar su tono a otro más convencional y despedirle.-  Ahora, te deseo un buen viaje. Ve y cumple con tu cometido. Sé que es duro y difícil. Pero, sobre todo y antes que ninguna otra cosa, aprende,  comprende, y siente, Kiros.



El muchacho hizo una gran reverencia y entonces se fue. No entendió nada de lo que su soberana le había dicho. No obstante ella, haciendo honor a su legendaria sabiduría y bondad, tenía toda la razón. Ahora empezaba a percatarse del significado de aquellas palabras. Dejó aquellos recuerdos y se integró nuevamente en la conversación con el resto. Poco después llegó la cuenta. Fiel a la caballerosidad terrestre, Kiros quiso pagarla en su totalidad. Aunque Maggie enseguida se negó.



-De ningún modo, mayor. Hemos venido como amigos y cada uno debería pagar su parte.

-Estoy de acuerdo.- Aseveró Mei Ling quien, eso sí, le sonrió amablemente al oficial para decir.- Aunque le agradecemos el detalle.-

-Es verdad.- Añadió Keiko.- Es usted un caballero, pero no puedo permitirlo.

-Tal y como canta usted, no solo la cena sino mi vida daría, si fuera necesario, por su causa. - Afirmó él casi sin darse cuenta.-



            La aludida enrojeció a ojos vistas y tanto Maggie como Mei Ling se quedaron boquiabiertas. La oriental, juzgando idóneo el momento, fue la primera en romper el embarazoso silencio que se había cernido sobre el grupo.



-Es muy tarde. Nos vamos. ¿Verdad, Maggie? Podemos compartir deslizador.



            La enfermera no respondió, todavía atónita por las palabras de ese tipo. Fue la azorada Keiko quien se adelantó conviniendo.



-Sí, es muy tarde. Y mañana entro pronto al trabajo.



            El saiyajin asintió despacio. Ni él mismo sabía qué demonios le había pasado para decir aquello. Si estaba experimentando ese poder del amor, debía de admitir que era en verdad muy fuerte puesto que le hacía hablar contra su propia voluntad. Aunque en ese instante fue Maggie quien sorprendió a todos al declarar.



-La noche es joven aun.- Terció la enfermera que al día siguiente tenía turno de tarde, proponiendo con desenfado.- Aquí cerca hay un bar de copas donde ponen buena música.



            Su pareja la miró con cara de circunstancias, incluso de desaprobación. Había dicho eso para dejar a solas a esos dos. Pero en fin, Maggie… ya se sabía, cuando lo pasaba bien era reacia a terminar con la diversión.



-Un par de copas y ya está.- Concedió la oriental.-

-Claro. Es cierto que mañana hay que trabajar...- Sonrió Maggie mirando a Keiko de modo solapado.-



            Y es que no iba a dejarla a solas con ese tipo de ningún modo. Tal y como estaban las cosas, ese de seguro que no iba a desperdiciar tamaña ocasión. Por su parte, la jovencita pareció dudar, pero observando al oficial y a la enfermera, aceptó. Así las cosas los cuatro entraron en un bar y Mei Ling le comentó jovialmente a su compañera de trabajo.



-Vamos a pedir unas copas para todos. ¿Me acompañas?

-Claro.- Dijo la interpelada deseosa de tener un  tiempo muerto.-



            Y las dos se alejaron dejando a solas a Maggie y a Kiros. Él entonces le ofreció tomar asiento. La muchacha aceptó. Frente a frente se miraron y ella comentó, en tanto otra canción sonaba…



-Es muy guapa…

-¿Guapa?

-Sí, Keiko.- Le aclaró ella.-

-Lo es. Y canta realmente bien.- Añadió el chico.-

-¿Le gusta?- Quiso saber la muchacha sin andarse con rodeos.-

-¿Y a usted?- Le devolvió la pregunta él.-



            Su interlocutora sonrió. Parecía que aquel tipo no era tan ingenuo como aparentaba. Ni se achantaba tampoco como otros hombres, que, a buen seguro , habrían estado a la defensiva ante esa pregunta. Empero, él le había devuelto la andanada con total naturalidad. Aun así, ella fue capaz de replicar de modo ambiguo.



-Keiko gusta a todo el mundo. Como usted dice, es una maravillosa cantante y, sobre todo, una buena persona.

-Lo es.- Convino el oficial, percatándose del tema musical que en ese instante comenzaba a sonar.- Escuche. Quizás no sería mala idea tomarlas.

-¿Tomarlas?- Inquirió Maggie genuinamente desconcertada.- ¿A qué se refiere?



No estoy orgulloso, estaba equivocado

Y la verdad es difícil de asumir

Me sentía seguro de que teníamos bastante



Pero el amor se fue por la borda

Como los botes salvavidas yacen perdidos en el mar

He estado intentando alcanzar tu orilla

Las olas de la duda continúan ahogándome



Todos los sueños que estuvimos construyendo

Nunca los cumplimos

Pudo ser mejor, debió ser mejor



Para lecciones en amor

Para ojos sin descanso

los egos se queman

Y el molde es difícil de romper



            No obstante, enseguida se dio cuenta de a que estaba aludiendo su interlocutor. Oyó la letra de esa canción que sonaba ahora en el bar…



-No, no lo sería.- Le dio la razón ella suspirando con sinceridad, al sentenciar.- Si supiera donde se imparten, de seguro que iría…



En eso que el saiyajin le propuso a la joven.



-¿Quiere bailar?

-¿Bailar?- repitió ella con incredulidad.-

-¿Por qué no?- Repuso él.-

-Sí, porqué no...- Convino la chica haciendo un rápido cálculo mental.-



            De modo que salieron ambos a la pista y comenzaron a moverse al ritmo de aquella música…



Ahora hemos vadeado muy profundo

Y el amor está por la borda

Corazones pesados, palabras simbólicas

Todas las esperanzas que tuve alguna vez

Desvanecidas como huellas en la arena



            Y esperaba que aquel tipo, tan fuerte y en apariencia rígido lo hiciera de pena. Sin embargo, era muy ágil y la sorprendió. Maggie no bailaba nada mal tampoco. Estaba más que acostumbrada a conquistar así a sus ligues en las discotecas y solía dirigir la danza. Aunque esto para ella fue algo nuevo. Era ese tipo quién la llevaba con soltura incluso haciéndola girar sobre sí misma en tanto la sujetaba con firmeza pero delicadeza al tiempo de una mano, para posteriormente moverse con ella de forma realmente fluida y elegante...



Todos los hogares que estuvimos construyendo

Nunca vivimos en ellos



                    Y es que Kiros daba gracias a esas lecciones de baile que había tomado. Pese a que siendo joven le parecieron una pérdida de tiempo.



-Tuve el honor de practicar con la mismísima princesa Seren.- Recordaba.-



Aquella hermosa mujer saiyajin, casi tan alta como él, realmente poderosa como su padre el rey Lornd Deveget, pero llena de elegancia y gracia al mismo tiempo, al igual que su madre, la reina Setsuna Meioh. Era alguien tan llena de estilo y de gracilidad que el mismo Kiros se sentía cohibido en su presencia. Más cuando ella le sonreía animosa hasta cuando él cometía algún error y se disculpaba. Se acordaba bien de eso.



-Lo siento, Alteza.- Pedía excusas él, cuando a veces la pisaba.-  No paro de cometer errores.

-No te disculpes por eso, todos lo hacemos.- Respondía de forma amable y considerada la joven sentenciando.- Y es la manera que tenemos de aprender.



            Kiros pensó en eso ahora, y agradeció el haber tenido a tan magnífica profesora en esas artes de etiqueta y relaciones sociales. La princesa Seren era una gran mujer. Ahora debería estar ya en la Tierra, al servicio de la reina Serenity, como una de sus princesas guardianas. Aunque en última instancia su fidelidad era para sus padres, los soberanos de Nuevo Vegeta. Dejó de meditar sobre aquello cuando su pareja de baile le alabó sinceramente.



-Baila usted muy bien, mayor. No lo esperaba.

-Usted es mucho mejor bailarina que yo.- Sonrió  él en tanto respondía.-



Las que se quedaron atónitas fueron Mei Ling y Keiko al verles evolucionar sobre la pista. Hasta otras parejas que estaban danzando les dejaron espacio. Esos dos improvisados bailarines se sonreían mientras no dejaban de moverse en tanto capitalizaban las miradas del resto. Kiros llegó a pensar que aquello casi más parecía un entrenamiento de artes marciales que una danza. Esa joven le observaba como si quisiera descubrir en él un punto débil en su guardia. Aunque enseguida desechó aquellas ideas. Eso era pensar al modo saiyajin. Y esa joven tan atractiva, ¿por qué no admitirlo?, era humana.



Pudo ser mejor, debió ser mejor

Lecciones en amor

Si perdemos el tiempo ante nosotros

El futuro nos ignorará



            Y un animado Kiros incluso acompañaba la canción con su propia voz, que era realmente buena. La atónita Maggie le escuchó entonar ya casi al final de la tonada…



Deberíamos tomarlas

Podríamos tomarlas

Lecciones en amor

Perdidos sin amor



A todo eso Mei Ling se sentía confusa. No podía comprender qué estaba pasando ¿Acaso Maggie estaba coqueteando con ese tipo? No lo creyó posible. Su amiga le había insistido hasta la saciedad en que a ella no le iban los tíos. Aunque viendo a ese individuo… Al que sí descubrió fue a su primo. Una vez más estaba entre la gente. Observando como los demás aquella escena. Pensó con rapidez. Entonces se le ocurrió algo.



Lecciones en amor

Cuando aprenderemos

Lecciones en amor

Cuando no queda ningún sitio al que volverse



Lecciones en amor

No permitas a tu espíritu arder

Lecciones en amor

Esperaré hasta tu regreso



-Son realmente buenos.- Le comentó una asombrada Keiko a Mei Ling, quien no obstante, asintió descuidadamente más pendiente de la idea que estaba fraguando.-



Todos los sueños que estábamos construyendo

Sí, sí, sí

Nunca los vivimos

Sí, sí, sí



Podríamos perderlo

Deberíamos tomar

Lecciones en amor

Lecciones en amor



            Keiko pensó que quizás su compañera estuviese meditando sobre lo profunda que era esa canción.



-En cierto modo, así es, muchas veces vivimos sin disfrutar de lo que tenemos…-Se dijo la muchacha.-



            Y mientras, Maggie y Kiros no cejaban en su particular duelo de baile, con la atención de todo el local puesta en ellos.



Todos los hogares que estábamos construyendo

Nunca vivimos en ellos



Podría ser mejor

Podría ser mejor

Debería ser mejor

Sí, sí

Lecciones en amor



Si perdemos el tiempo ante nosotros

El futuro nos ignorará

Deberíamos tomar, podríamos tomar…



(Lessons in love. Level 42, crédito al autor)



            Tras terminar los dos volvieron a sus asientos entre algunos aplausos para descubrir a Mei Ling y a Keiko que habían retornado con las bebidas. Fue la pelirroja quien admitió con gesto de sorpresa.



-¡Sois realmente buenos bailando!

-Estoy muy acostumbrada a moverme en casi cualquier situación.- Sonrió pícaramente Maggie.-

-Y supongo que el mayor también, debido a su entrenamiento militar.- Terció Mei Ling a quién no le gustó demasiado ese comentario de su pareja.-

-Algo así.- Reconoció él.- Me gusta practicar artes marciales.

-Yo hacía algo de kung fu.- Les contó la oriental.- Cuando era niña. Luego lo dejé.

-Podríamos entrenar un día.- Le propuso él.-

-¡No creo que yo sea rival para usted!- Se rio la científica.- Una mujer como yo no tendría ninguna oportunidad contra alguien de su fortaleza.

-Nunca hay que dejarse engañar por las apariencias.- Declaró el oficial.-



            Los demás sonrieron, y Kiros les desveló.



-Fue precisamente mi madre la que me entrenó, cuando era niño al menos. Ella era muy buena luchadora.

-¿Su madre practicaba artes marciales?- Se interesó Keiko.-

-Podría decirse que sí.- Afirmó enigmáticamente él.-



            Siguieron con una charla animada y tomaron un par más de copas. Al saiyajin eso apenas le hacía mella, pero Keiko ya había bebido demasiado.



-Me noto algo aturdida. - Confesó con cierta inquietud.-

-¿Estás bien?- Se interesó Maggie de inmediato.-

-Sí, sí claro. Pero tengo que irme, es muy tarde ya.- Fue capaz de responder con un hilo de voz la joven.-



            Y en efecto, eran lo que en horario de Greenwich unificado serían las tres de la mañana. Todos habían disfrutado mucho de aquella velada pero ya tocaba irse. Para su desgracia, Mei Ling se dio cuenta de que su primo seguía rondando por allí. A buen seguro aguardando la ocasión de encontrarla sola. Fue entonces cuando curiosamente propuso.



-Maggie. ¿Por qué no acompañas a Keiko a su casa?

-¿Yo?- Se sorprendió la muchacha.-

-Sí, parece un poco mareada, tú eres enfermera, ¿no? Y yo también estoy muy cansada y es muy tarde. Si el mayor fuera tan amable de escoltarme…-Agregó con tono que pretendía indicar temor.-

-Por supuesto. -Convino Kiros.-



            Hubiera preferido ser él quien acompañase a la pelirroja. Pero dadas las circunstancias, según Tracer le comentó cuando le dio algunos de sus “ sabios consejos en esta materia” su obligación como caballero era la de atender a ese requerimiento. Ya estaban pues listos para irse cuando Maggie hizo un aparte con su novia.



-¿Estás segura? ¿Quieres que la acompañe yo?

-Sí, es que…-verás.- Le musitó su contertulia.- Mira discretamente a tu derecha.



            La interpelada así lo hizo y pudo descubrir al primo de su novia. Asintió despacio.



-Entiendo. No te preocupes. Nos vemos mañana…



            Y así esas dos inéditas parejas se separaron tras despedirse. Kiros acompañó a Mei Ling que aprovechó para aferrarse a uno de sus brazos en tanto le decía fingiendo estar algo más bebida de lo que era verdad.



-A veces creo que el suelo se mueve.

-Podrá ser debido a que estamos en una nave espacial. Aunque sea tan grande.- Conjeturó él.-

-Más bien será por las copas.- Repuso una risueña muchacha.-



            Aunque con discreción echaba la vista atrás para comprobar con satisfacción que su primo les estaba siguiendo. Si bien en cuanto montaron en un deslizador finalmente desistió. Ahora, a buen seguro, Zhao pensaría que entre ella y el mayor Derail había algo más que una amistad. Por fortuna, la joven ya no precisaba de su compañía y su parada se acercaba.



-Muchas gracias por la velada, mayor. Es usted un hombre realmente agradable. No me lo imaginaba así.

-Por qué?- Quiso saber su interlocutor.-

-Bueno, siendo un militar tan intrépido...no me lo esperaba. - Pudo improvisar Mei Ling, que no sabía cómo salir de ese atolladero.-



            Desde luego, los ojos negros y penetrantes de ese tipo casi le sacaban la verdad con posarse sobre ella. O quizás es que, realmente, había bebido demasiado. Más de lo que ella misma quería admitir. Así pues, agregó con tinte afable.



-¡Ojalá que podamos quedar más a menudo! Y no dudo de que mi compañera Keiko estará encantada de que así sea.

-¿De veras?- Inquirió él con interés.-

-Mañana hablaré con ella en el trabajo. – Sonrió la oriental.- Seguro que se lo ha pasado muy bien. Ya le contaré.

-Celebro que lo hayan disfrutado. Yo también me he divertido.- Admitió el chico.- Y su amiga ¿Maggie, verdad? también es una mujer realmente agradable.



            Mei Ling asintió divertida, ¡ese tipo no podía hacerse una idea de lo agradable que era! y tras musitar un adiós se bajó en su parada. Ahora solamente deseaba meterse en la cama y dormir… Al día siguiente tenía que entrar temprano. Pero estaba satisfecha. Su jugada parecía haber salido a la perfección.



-Creo que he sembrado algo entre el mayor y Keiko. No dejaron de mirarse en toda la noche. Y de paso, dudo que mi primo siga siendo tan insistente. No querrá jugársela ante un superior suyo.- Meditó con triunfalismo.-



Kiros entre tanto prosiguió en el deslizador hasta llegar a la parada más próxima a su residencia militar. Cuando entró en su apartamento la puerta de la habitación de su compañero de piso estaba cerrada. A buen seguro dormiría. Él se decidió a hacer lo propio. Al día siguiente tenía permiso y aprovecharía para descansar. Y es aquella velada casi le había agotado tanto como un buen entrenamiento.



-Habrá que repetirlo sin duda.- Pensó.- Y la próxima vez quizás, solos ella y yo.



            La joven que ocupaba los pensamientos del saiyajin estaba a su vez caminando de regreso a su apartamento. Maggie la ayudaba pero en efecto, parecía estar algo tocada.



-Tengo ganas de llegar a casa. – Musitó la aturdida pelirroja.-

-Enseguida estarás allí.- La animó la enfermera.-



            Tomaron un deslizador y Keiko apoyó su cabeza en un hombro de su acompañante. Parecía quedarse dormida por momentos. Maggie sonrió. Casi de modo maternal esta vez. Ahora veía a esa muchacha como si de una niña se tratase. Como algunas a las que había atendido en sus prácticas del hospital. La dejó descansar hasta que alcanzaron la parada.



-Vamos Keiko. - La zarandeó con suavidad.- Tienes que levantarte.

-Déjame un poco más Hota…- Suspiró como respuesta casi en estado de ensoñación.-



            Su acompañante la miró atónita. ¿Quién sería esa Hota? Sin embargo, sonrió. Eso le había sonado a una cría pidiendo dormir más antes de que la levantasen para ir al colegio.



-Anda, tienes que levantarte, perezosa.- Bromeó.-



Finalmente logró espabilarla lo suficiente. Una vez de pie las dos recorrieron las ya desiertas calles rumbo al piso de la pelirroja. Tras llegar a él y entrar, Keiko se dejó caer en la cama.



-Yo te ayudaré.- Se ofreció Maggie quitándole los zapatos con rapidez.-



            La joven estaba tumbada sobre la cama con ese hermoso vestido. Maggie comenzó a sentir como el corazón le latía más rápidamente. Era observarla y notar como el deseo se apoderaba de ella. Movió la cabeza. ¡No era una situación adecuada! Esa chica había bebido bastante. Y aunque la propia enfermera no se había recatado en tomar unas cuantas copas estaba mucho más acostumbrada a ello.



-Deja que te ayude.- Fue capaz de decir con voz trémula en tanto la iba quitando el vestido y preguntaba.- ¿Tienes un pijama o un camisón por aquí?

-En la mesita.- Repuso Keiko señalando una pequeña mesa de madera enfrente de su cama.-



            Maggie se dirigió hacia allí y abrió un cajón. En efecto, un camisón de satén blanco estaba cuidadosamente doblado en su interior. Lo sacó y fue a dárselo a su interlocutora.



-Toma…-Le dijo.-



            Se quedó  con la palabra en la boca. Keiko se había desprendido del resto de su vestido y de su ropa interior y la miraba de un modo extraño. Maggie no pudo dejar de admirar esos senos grandes, turgentes y con pezones rosados, la piel pálida y ese hermoso cuerpo y pubis…



-¡Oh, Dios! - Susurró tomada por la sorpresa y la libido.- No puedo resistirlo más… ¡te deseo!



            Se quitó sus propios zapatos y comenzó a hacer lo propio con su vestido de cuero. Tumbándose sobre la cama junto a esa chica. Keiko la miraba también con curiosidad y sin poder ocultar su propio deseo. La enfermera lo supo enseguida. Tenía demasiada experiencia en esas lides. No dudo en besar de forma suave los labios de esa muchacha. Después otro beso más largo y profundo. Ambas comenzaron a jugar con sus lenguas. Tras unos instantes así, Maggie comenzó a bajar en sus besos por el cuerpo de su pareja, recorriendo los senos y lamiéndola los pezones. Keiko solamente era capaz de gemir de placer. Al fin, la enfermera dedicó su atención a estimular las partes bajas de la chica. La pelirroja no podía dejar de moverse y jadear, realmente extasiada. Su amante dominaba muy bien aquellas técnicas, sabía bien como hacer gozar a otra mujer. Al fin, Maggie subió hasta abrazarse a ella y volver a besarla. Los cuerpos de ambas se apretaron fuertemente el uno contra el otro. Más tarde la joven científica fue a su vez quién estimuló a su pareja. Al principio de modo algo torpe. Luego, dirigida por su experta amante, aprendió a hacerlo mejor. Paladeó esos senos duros aunque no tan grandes de Maggie, bajó hasta las partes íntimas de ésta haciéndola gemir también. Y así el tiempo discurrió sin que ninguna se diera apenas cuenta. Tras terminar, extenuadas y abrazadas, las dos se durmieron…aquel fue sin duda el digno postre a una cena muy completa.



                    anterior                                 siguiente
             

                                                                                                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)