-A ver, mayor.- Le pedía la joven una
vez se ponía algo y salía del probador.- Gire un poco, vuélvase, ande despacio.
Muy bien…no sé, no sé, pruebe con ésta otra…
Ésta
otra aludía a una camisa, pantalón o lo que fuera que la doctora acababa de ver
colgada tras haber seleccionado unas cuantas con anterioridad. El saiyajin,
considerando que aquello debía de ser lo normal entre los humanos, acataba las
órdenes sin rechistar. Tan rápido obedecía que más bien parecía que los
mandatos proviniesen del Alto Estado Mayor o de sus soberanos de Nueva Vegeta, en
vez de ser dictados por aquella científica tan inteligente como exigente.
Tracer por su parte se dedicaba a sostener todas aquellas prendas como si de
una percha multiusos se tratase.
-¡Eh, Pennie!- Se atrevió a decirle a su
novia.- ¿No crees que se ha probado ya casi toda la tienda? Bueno, ésta y las
dos anteriores.
-Haz el favor de no ser tan quejica.- Le
amonestó la aludida.- El mayor Derail
debe ir bien elegante. Es una cita importante.
-Sí, ¡si es que le da tiempo a llegar! -
Se rio Rick.-
-Quedan todavía cuatro horas. –
Intervino el aludido saliendo con otro nuevo conjunto de camisa y pantalón.-
Estimo que será más que suficiente.
Tracer
movió la cabeza, esos saiyajin no estaban hechos para las indirectas ni las
formas de hablar de la Tierra. Y así pasó una hora más. Al fin Penélope asintió
con aprobación a algunos conjuntos.
-Llévese eso, eso y eso otro también. -
Le aconsejó a Kiros.-
-¿Todo eso?- Se sorprendió él, sin
comprender a la vista de semejante cantidad de prendas.- Si solamente hemos
quedado para una cena.
-Sí, pero nunca viene mal tener un buen
guardarropa.- Le respondió Penélope con aire, nunca mejor dicho en su caso, doctoral.- Acostúmbrese a que tendrá más compromisos y
citas. Además, está muy elegante y atractivo con ese tipo de atuendo.
-¡Oye, Pennie! - Denunció Rick no
sabiéndose a ciencia cierta si en broma o con algo de inquietud.- ¡A ver si has
estado deleitándote con tu propio modelo particular!
La
joven pareció ruborizarse un poco,. No obstante, enseguida replicó con tono
controlado. Aunque quizás sí que un poco apurado.
-Nada de eso. Para mí ha sido un placer
ayudar al mayor Derail a elegir vestuario.
- Por favor, llámeme Kiros.- Le pidió
él.-
Penélope
sonrió atusándose el pelo. Lo cual no hizo demasiada gracia a Tracer que no
tardó en agarrar a su compañero de un brazo para hacer un aparte con él y
susurrarle, eso sí, elevando la voz para hacerse oír bien, ante la cara de
desconcierto del saiyajin.
-Muy bien, pues hala Kiros. ¡No olvides
tu cita con tres tías a la vez! Que ya son suficientes hasta para un guerrero
del espacio. Y será mejor que te des prisa o vas a llegar tarde.
Tras
ese comentario tan ácido como intencionado de Tracer, Penélope expresó su
contrariedad con una mueca, Kiros su incomprensión con otra y Rick se limitó a
sonreír con gesto reivindicativo. Quedaban ya dos horas y media. Al fin, el
mayor Derail pagó con una de esas tarjetas de crédito que usaban los humanos y
salieron de la tienda.
-Pues lo lamento por ti, te has gastado
una pasta!- Dijo solidariamente Tracer.-
Una
vez más, Kiros no comprendió esa alusión. ¿Acaso las pastas no eran una especie
de galletas?
-No, eran como comida que se hervía y se
ponía en un plato. Con eso que llaman tomate.- Quiso recordar.-
En
esta ocasión, su gesto de desconcierto debió de despertar la piedad de su compañero,
quien le aclaró.
-Me refiero al dinero. Te has gastado
muchísimo en todo esto. No debiste hacerle caso a Pennie. Si por ella hubiese
sido, te habrían tenido que llevar toda la tienda.
-¡Rick!- Exclamó ella, con patente
malestar.- No me hagas sentir mal encima.
-No os preocupéis, ninguno de los dos.-
Intervino el saiyajin, quitándole importancia.-
Así era en su caso. Eso
del dinero no le suponía un problema. Le tenían adjudicadas las pagas debidas a
un oficial de su rango y, además, el gobierno de su mundo le había dado
prácticamente carta blanca para gastar.
-Tengo lo que los humanos llamáis
crédito.- Les comentó, al hilo de esas reflexiones.-
Sin embargo, a él eso
no le inquietaba lo más mínimo ni tampoco le alegraba. Como buen saiyajin era
espartano en sus costumbres. En lo que más gastaba curiosamente era en comer.
Aunque eso casi siempre podía hacerlo gratis en la cantina de la base. Sorprendiendo
eso sí, a todos sus compañeros por lo mucho que ingería. De modo que, cargado
con sus ropas, y auxiliado por Tracer en tal menester, fueron al apartamento
que compartían. Incluso Penélope se
apuntó. Una vez allí el guerrero del espacio entró a cambiarse. En cuanto
estuvieron solos la doctora miró a su novio con aire reprobatorio.
-¿Qué pasa?- Quiso saber él al darse
cuenta.-
-¿Qué, qué pasa? Que te has estado
comportando como un crío durante toda la tarde.- Le acusó ella.- Eso pasa.
Primero metiéndonos prisa, luego criticando que le haya hecho gastar tanto…
-¿Yo?- Se señaló el chico, para
recriminar a su vez en tanto interpretada una parodia de ese atuse del pelo que
hiciera su interlocutora.- Yo no he estado coqueteando con el señor músculos de
acero.
-¿Qué yo he estado coqueteando?- Exclamó
Penélope abriendo la boca con gesto de sorpresa e indignación.- ¿Pero qué te
has creído?...No te consiento que me acuses de una cosa así.
-¡Ah! claro…y tú sí podías acusarme a mí
de estar tras la teniente Gray.- Replicó Rick igualmente contrariado.-
La
pareja siguió intercambiándose reproches y alguna que otra palabra en tono
altisonante. Entonces Kiros salió ya vestido de su habitación. Portaba una
chaqueta y pantalones azul marino con una camisa blanca de algodón desabotonada
a la altura del cuello. Unos zapatos negros completaban su atuendo. Al verle los
dos guardaron silencio al momento.
-Interesante debate.- Declaró el saiyajin.-
-¿Nos has estado escuchando?- Le
preguntó Tracer no muy contento de que así fuera.-
-Imposible no hacerlo, con vuestro tono
de voz.- Contestó impertérrito el guerrero del espacio.-
Penélope estaba roja, pero ahora de vergüenza.
Rick tampoco sabía que decir. Entonces al fin se le ocurrió algo.
-Sí, en eso tienes razón. Habría que
haber estado sordo para no oírnos.
-¿Y por qué discutíais?- Se interesó
Kiros.- ¿Algún problema por el tiempo empleado? Y en cuanto al dinero. No es
importante.
Ninguno de sus
interlocutores parecía tener demasiadas ganas de responder a eso. Se les notaba
envarados.
-No, no exactamente.- Pudo musitar su
compañero de piso.-
-Espero no haber sido la causa. Lamento
que hayáis tenido que sacrificar vuestra tarde por ayudarme.- Comentó el saiyajin
con ese tono de diplomacia que había aprendido para hablar con los humanos.-
-¡Oh, no, no es eso, por favor! En absoluto.- Se apresuró a responder
Penélope.- Somos nosotros los que debemos disculparnos por la inconveniencia.
No hemos sido demasiado educados vociferando aquí. ¿Verdad Rick?
-Sí, así es.- Convino éste de
inmediato.- Lo sentimos.
Kiros
les sonrió a ambos y declaró para estupor de sus interlocutores.
-Me alegra saberlo. Como dicen en mi
planeta. Las parejas que más pelean, son las más unidas. Creo que aquí hay un
dicho similar.
-¿Por qué dicen eso en su planeta?-
Quiso saber Penélope entre curiosa y algo avergonzada.-
-Porque solamente peleas por lo que
realmente quieres o contra quien daña a algo o alguien que te importa.-
Contestó el saiyajin que, tras unos segundos de silencio añadió, ya cambiando
de tema.- Debo irme ya. Me aguardan. ¿Queréis acompañarme?
Tracer
y su novia se miraron con algo de desconcierto. Al fin, fue el mayor Jensen
quién movió la cabeza.
-Es tu cita. Nosotros podremos pensar en
algo para entretenernos. ¿No crees, Pennie?- Inquirió a la joven acercándose a
ella con tono entre conciliatorio e insinuador.- Puede que aquí mismo.
-Sí, así es.- Acordó la chica.-
-En ese caso, me marcho.- Declaró
Kiros.-
-Diviértete amigo.- Sonrió Tracer que,
enseguida rectificó.- Bueno, quise decir aliado.
-Amigo está bien.- Asintió el saiyajin,
sentenciando.- Solamente los amigos se ayudan en ocasiones importantes. Cuenta
conmigo desde ahora. Contad conmigo los dos.- Matizó.-
Sus
interlocutores saludaron con las manos, el saiyajin abrió la puerta y salió
cerrándola tras de sí. Al poco de su
partida, Rick miró a su todavía atónita
novia y se disculpó.
-Lo siento. No debí ponerme celoso.
-Bueno.- Se sonrió ligeramente ella.- Es
cierto que el mayor Derail es muy guapo…
Y
cuando su novio ya arqueaba las cejas ella, se rio agregando divertida.
-¡Pero yo ya estoy pillada por el mayor
tonto de toda la flota! – Exclamó haciendo aquel juego de palabras con visible
regocijo.-
-¡Menos mal que ese sin duda soy yo!-
rio también Tracer más aliviado sin duda.-
Y
se dieron un largo beso en los labios sellando la paz. Al menos por el momento.
Por su parte Kiros iba en dirección a aquel restaurante. Era pronto aun pero no
deseaba llegar tarde. Le habían dicho que ese era un requisito imprescindible
para causar una buena impresión. Además, la puntualidad era asimismo una
cualidad apreciada entre los suyos.
-Todavía queda una hora.- Pensó
consultando un reloj humano que llevaba en su muñeca.-
Y
llegó al restaurante en cuestión. Al parecer tenía también eso que los
terrestres llamaban karaoke. Esperó. Pasados unos veinte minutos dos figuras
femeninas se aproximaron. Creyó reconocer al menos a una de ellas.
-Es esa enfermera.- Pensó.- Debe de
venir con una compañera de trabajo. O una de sus amigas.
Efectivamente,
tanto Mei Ling como Maggie quisieron llegar con antelación también. Al menos,
según la oriental, sería bueno tener reconocido el terreno para ver el momento
en el que esos dos se encontrasen. Maggie por su parte asintió pero pensaba en
que no deseaba dejarles a solas de ninguna manera. Lo cierto es que ambas
lucían muy hermosas. Mei Ling con una especie de kimono rojo tradicional chino
y su largo pelo moreno y lacio sobre los hombros. Calzaba unos zapatos de tacón
negro que conjuntaban muy bien con el resto de su atuendo. Maggie llevaba un
vestido ajustado de cuero azabache con buen escote y zapatos de charol y bolso igualmente
negros. Sus esplendidas piernas iban provistas de medias casi transparentes. Recogía
su cabello castaño en una especie de cola de caballo elevada sobre su cabeza al
estilo heleno.
-La verdad.- Sonreía Mei Ling.- Casi
parece que te hubieras vestido así para el mayor.- ¡Parece que fueras a cazarle!
-¡No seas tonta!- Desestimó fácilmente
su contertulia.- Me gusta vestir así
cuando salgo de cena. Y lo hago por ti. Ya tendrás ocasión de comprobarlo.- Le
susurró a la oreja con tono lascivo sentenciando.- En eso llevas razón. ¡Voy a
cazar, pero mi presa eres tú!
La
oriental se sonrió pícaramente y estaba a punto de besar a su pareja cuando vio
de lejos al saiyajin.
-Mira. ¡Es él! Pues sí que ha llegado
pronto. ¡Debe de estar muy interesado en Keiko! - Se rio.-
Maggie
compuso una sonrisa de circunstancias, aunque no dijo nada. Desde luego ese
comentario no le gustó. Era como si hubiera sentido una punzada en el estómago.
Sin embargo, no evidenció nada por el estilo y junto a su acompañante se
aproximó al joven oficial que se levantó enseguida al verlas. Muy amablemente
apartó sendas sillas para las dos.
-Muchas gracias.- Sonrió Mei Ling.-
-Todo un caballero.- Añadió Maggie
mirándole de reojo y luciendo una enigmática sonrisa.-
-¿No ha venido la otra señorita con
ustedes?- Se interesó él.-
-Keiko venía por su cuenta. Nosotras
hemos coincidido.- Pretextó Mei Ling que, mirando divertida aquel tipo, añadió con tintes de certeza.- No
tardará.
Y
fue cierto. Al poco, quizás unos diez minutos que emplearon en charlar de temas
triviales y pedir unos vinos, la joven que faltaba se presentó. Todos en la
mesa la vieron llegar con expresiones de asombro. La muchacha lucía preciosa.
Un vestido tono verde pistacho, también ceñido a su anatomía. Su cabello
pelirrojo cayendo sobre los hombros, con una
flor de tono verde claro prendida
en él. Además de esa mirada suya de ojos grisáceos con tintes violetas, enmarcada
en el justo maquillaje para realzarlos aún más. Llevaba la falda del
vestido justo por encima de las
rodillas, un escote no demasiado provocativo pero con todo insinuador dado el
porte de sus senos y unos zapatos asimismo verdes completando el conjunto. Una
vez más Kiros se levantó para recibirla. Aunque también lo hicieron las damas que le acompañaban.
-Espero no llegar tarde.- Sonrió la
muchacha que parecía algo nerviosa.-
-Llegas a la perfección.- Repuso una
jovial Mei Ling.-
-¿Qué deseas tomar?- Le preguntó Maggie
con voz suave y diríase que casi insinuadora.-
-Todavía nada. Gracias.- Pudo responder
ella con tono tímido.-
Y
es que Keiko estaba muy nerviosa. Ahora su corazón latía rápidamente. Fue ver a
la enfermera y al mayor juntos y tener el repentino deseo de escapar de allí.
Luego se serenó. Tenía que tomarse las cosas con calma y analizar bien la
situación.
-Con todo el trabajo que me he tomado y
lo que he mareado a la pobre Melissa, debo hacer que valga la pena.- Se dijo.-
Y es que había estado
arreglándose con sumo cuidado. La doctora Prentis la había ayudado a escoger
ese vestido y a prepararse. La amiga de su madre la alentó a que disfrutase de
la cena. Aquello había tenido lugar apenas hacía hora y media, en el
apartamento de la joven.
-Estoy confusa. No sé en qué clase de
lío me estaré metiendo.- Le confesaba apurada a su interlocutora en tanto ésta
la peinaba.-
-No se trata de ningún lío.- La animaba
Melissa.- Vas a ir a cenar con unos amigos. Así de sencillo.
-Es que yo siento algo por algunos de ellos.-
Musitó Keiko.- Y lo peor de todo es que no sé exactamente el qué, ni por quién.
No sé cómo actuaré en la cena. O si alguno hará algo que me ponga en evidencia…
-No pienses en eso. Procura ir a
divertirte, a pasar una velada agradable y nada más.- La aconsejó maternalmente
su contertulia.-
Y
entonces Melissa acarició despacio el pelo de la muchacha y le susurró con
ternura.
-Tanto tú, como Mimí, habéis sido lo más
parecido a unas hijas que he podido tener. Lo único que deseo es que seáis lo
más felices posibles.
Aunque
la mirada de Keiko se veló por la tristeza. La doctora Prentis trató de
arreglar aquel desliz.
-Lo siento. No debí recordártela.
-No, está bien. La sigo queriendo. No es
culpa tuya, ni suya, ni de nadie. Quizás ni tan siquiera mía.- Sonrió
débilmente la joven.- Puede que ahora esté preparada para superarlo. Aunque
todavía no sé bien con quién.
-Seguro que lo harás y cuando llegue el
momento tu corazón te guiará.- Afirmó una más animada Melissa.- Eres una chica
preciosa, como tu madre lo fue a tu edad. Con un porte muy elegante.
-¡Sí, y con unos pechos grandes, como
ella! - Se rio la chica que ahora trataba de acomodarse el escote.-
-Bueno, ¡eso nunca fue nada malo!- Rio
su interlocutora.-
-Para llevar este vestido, sí.- Comentó
la muchacha entre risas también.-
Pero
al fin se lo colocó a su satisfacción. Melissa la despidió con un maternal beso
en la frente deseándole toda la suerte del mundo. De ese modo se marchó. Ahora
miraba a sus compañeros de mesa entre azorada y expectante. De hecho, se
pusieron en una mesa cuadrada. Con ella junto a Maggie sentada a su izquierda.
Eso la ruborizaba. Aquella joven le sonrió. Aunque no podían mirarse
directamente a los ojos sin desatender a los demás. Enfrente suya tenía a ese
apuesto oficial, quién sí clavó la vista en ella y también sonrió. Al lado del
mayor estaba Mei Ling, frente a su “amiga”…
-Bueno, a ver si nos traen la carta. ¡Que
ya tengo mucha hambre!- Comentó con desenfado la oriental.-
-Sí, yo también.- Añadió Kiros, que además
de ser sincero, quiso apoyar a su compañera de mesa.-
-Seguro que aquí tendrán muchas cosas
deliciosas. ¿Verdad?- Le preguntó Maggie a la apurada Keiko.-
-Sí, claro, es un sitio muy bueno. Al
menos eso dicen.- Pudo responder con los colores subidos al rostro.- Yo nunca
había estado antes pero todo el mundo que ha venido lo recomienda.
-Estoy segura de que el menú te va a
gustar.- Añadió la enfermera.-
Maggie
miraba de reojo a la joven científica, aunque tampoco perdía de vista a ese saiyajin.
Él también estaba pendiente de aquella hermosa pelirroja. Por su parte, Mei
Ling parecía estar muy cómoda en su papel, ejerciendo de anfitriona. Quiso
hilar una conversación con el oficial.
-¿Es usted piloto?
-No.- Replicó él.- Pertenezco a las fuerzas
especiales.
Aquella
era oficialmente su clasificación dentro el ejército terrestre. Desde luego,
especial era. Incluso entre los guerreros de su propio pueblo se le consideraba
en la élite. Eso pensaba cuando fue Keiko quien comentó visiblemente impresionada.
-¡Es usted muy valiente! Vi las heridas
que recibió cuando ocurrió aquel accidente…
-No fue para tanto. Y la señorita
Kendall fue muy amable al curarme.-Declaró el chico mirando ahora a la
enfermera.-
Ella
le sostuvo la mirada, esos ojos azabaches del mayor eran intensos y desde luego
parecían ocultar fuego en su interior. Pero las pupilas castañas de ella no
tenían menos determinación. Sin embargo, Maggie no sabía a ciencia cierta si
ese tipo la mirada con inquina juzgándola una competidora, con deseo, sopesando
su cuerpo, o con agradecimiento al hilo de esas palabras. Aquello la
desconcertada y esa sensación no le gustaba. No solía sucederle a menudo y en
circunstancias normales generalmente era la enfermera quien jugaba esa baza.
-No fue nada. Solo hice mi trabajo.-
Afirmó ella de modo neutro y hasta modesto.-
-Lo mismo que yo.- Acordó él.-
Y
ese duelo de miradas parecía oscilar entre el coqueteo y la curiosidad mutuas.
A veces incluso daban la impresión de marcar el territorio. Sin embargo, las
palabras de Keiko fueron a romper aquel mutuo interés entre ambos cuando la
chica preguntó con genuina curiosidad.
-¿Está usted casado, mayor?
A
Maggie casi le da un vuelco al corazón. ¿Por qué le hacía esa clase de
pregunta? El chico respondió enseguida. Eso sí, agradado por poder hacerlo.
-No, no lo estoy…
-Me sorprende que alguien como usted no
tenga a nadie. A ninguna chica. – Comentó Mei Ling.-
-No tengo a ninguna. Hace poco que
embarqué y he estado muy ocupado. Al menos hasta ahora.- Declaró él mirando a
Keiko para devolverle la cuestión.- ¿Y usted, señorita?
-No, yo...- Fue capaz de musitar la
ruborizada jovencita apagando incluso un poco su tono.- Tampoco tengo a nadie
en este momento.
-Lo mismo nos pasa a nosotras. ¿Verdad?
No hay ningún hombre en nuestro punto de mira. - Terció Mei Ling forzando una
sonrisa de circunstancias.-
La
oriental pensó que mejor anticiparse por si Maggie cometía algún desliz. Y de
paso, lo que había dicho era rigurosamente cierto. Por lo menos, en cuanto a
los hombres se refería. La enfermera asintió a su vez tras recibir un suave
toquecito en su tobillo. Sintió el pie de su pareja acompañado de un leve arqueo de cejas de ésta.
-Es verdad que todavía estamos
solteras.- Afirmó siendo realmente sincera.-
-Me cuesta creer que unas mujeres tan
hermosas no estén ya comprometidas.- Opinó Kiros devolviéndoles la gentileza.-
-Estamos casadas con nuestro trabajo.-
Afirmó Mei Ling quien no mentía al valorar.- Al menos en mi caso es algo que
amo.
-Sí, lo mismo me sucede a mí.- Convino
Keiko.- Aunque también me gusta mucho cantar.
-Y eres realmente maravillosa.- La
halagó Maggie.- Deberías prodigarte más a menudo.
-Así es.- Convino el mayor Derail.- Me
encanta oírla. Sé que hemos estado muy ocupados pero la invitación para que
actúe para todos en la nave sigue en pie.
-Sí, he grabado alguna canción. Como
usted me sugirió.- Musitó la azorada chica.- Pero eso de actuar ante tanta
gente…
-Por favor. Piénselo. Y sería estupendo
si se animase después a cantar algo. He observado que tienen un karaoke aquí.-
Le respondió su interlocutor.- Y no hay tantas personas. No debe preocuparse
por eso.
La
enfermera miró una vez más a aquel tipo. Parecía estar atento a cualquier cosa
que ella le dijera a esa jovencita pelirroja. ¡Para corregirla y aumentarla! Se
sonrió, como hombre que era se le notaba demasiado directo. Y entonces tuvo una
idea. Más bien una maldad. Pensó en el suave roce del pie de Mei Ling. Así que,
sin dudarlo ni por un instante, se descalzó de un zapato y elevó uno de sus
propios pies en dirección a…
-Bueno. Quizás cuando cenemos.- Repuso
Keiko algo apuradamente.-
-Sí, ¡sería genial!- La animó Mei Ling.-
Kiros
sonrió asintiendo cuando notó que algo se le posaba en la entrepierna. Era
cálido y duro y se frotaba contra él, como si una especie de dedos le
estuvieran dando un masaje en... El chico no pudo evitar sentir un extraño
placer. Miraba entre confundido y atónito a Keiko que en ese instante le
sonreía agradeciendo sus cumplidos. A
Maggie no le pasó desapercibida aquella situación y se sonrió aún más,
tratando de mirar hacia otra parte para no evidenciarlo y no troncharse de risa
allí mismo. Eso sí, disfrutando de la cara que estaba poniendo ese tipo en
tanto pensaba con deleite.
-Bueno, siempre se me dio muy bien esto
con las mujeres. A todas mis novias las volvía locas. Está claro que a un tío también
le gusta. El caso es que nunca se lo había hecho a uno. Pero se ve que funciona
igual. Y debe estar pensando que es Keiko, ¡ja, ja!…
Al
poco ella misma se sorprendió cuando sus dedos tocaban algo que parecía puro
acero…Y eso que hacía apenas unos instantes la zona en cuestión estaba bastante
más blanda. Recorrió con el empeine aquello y parecía ser bastante largo. Fue
su turno de demudar el gesto
-¿Pero qué tendrá ese tío ahí?- Se
preguntó con incredulidad.- ¿Llevará guardada la pistola?
-Ya llega la carta al fin.- Suspiró Mei
Ling ajena a todo aquello.-
Un
camarero les trajo varias. Cada uno se hizo con la suya. Kiros se alegró de
poder ocultarse tras una. No sabía qué le estaban haciendo pero no sería él
quien pidiera que parase. Por su parte, Maggie se parapetaba tras la suya para
aprovechar a mirar a Keiko. La pelirroja a su vez leía los distintos platos
para decidirse.
-Oye.- Le susurró la enfermera al amparo
de las miradas de los demás.- ¿Podríamos hablar? En el servicio…
La
muchacha la miró confundida. Al fin, pudo musitar
-Está bien…
Sin
caer en la cuenta de aquello Mei Ling miraba su carta. Estaba pensando para
pedir. En eso que su pareja declaró.
-Ya tengo elegido el primero, voy un
momento a retocarme…
-Sí, yo también.- Añadió Keiko con un
hilo de voz.-
La
oriental se sonrió. Seguro que su compañera le iba a consultar a Maggie sobre
como ligarse a ese muchacho. ¡Si ella supiera que la enfermera era lesbiana y
además su novia! Entre tanto Kiros a su vez estaba ya realmente tenso. Cierta
parte de su cuerpo se estaba acrecentando más de lo que sería deseable. Entonces,
y por fortuna para él, (o quizás no) aquella especie de masaje cesó. Justo en
aquel momento tanto Keiko como Maggie se levantaron dirigiéndose a los aseos
dejándole desconcertado y con una terrible sensación de algo inconcluso.
-¿Se encuentra bien, mayor?- Quiso saber
Mei Ling.-
Y
es que miró al chico para charlar un poco hasta que las otras retornasen y le
vio pálido.
-Sí, perfectamente.- Se rehízo el
joven.-
-¿De dónde es usted?- Le inquirió su
interlocutora para iniciar una conversación.-
-De lejos.- Pudo responder agitado
todavía tras aquella extraña experiencia.-
-Sí, ¡eso podríamos decirlo todos!- Se
rio la científica.- Ahora que estamos en medio del espacio.
-Bueno, de Nebraska.- Comentó a modo de
consigna que tenía.-
-Vaya, americano.- Dedujo Mei Ling.- Yo
soy de China. De la provincia de Henán…no creo que lo conozca.
-No, le pido disculpas.- Afirmó él con
cierto apuro.-
No
sabía si era obligado saber la ubicación de los lugares de la Tierra de donde
pudieran provenir sus contertulios. Para su alivio esa joven movió la cabeza y
comentó con afabilidad.
-No tiene por qué disculparse…en fin.-
Suspiró viendo como llegaba el camarero a tomar nota.- Estas chicas tardan
demasiado.
-Privilegio de las damas. Si no me equivoco.-
Afirmó su interlocutor que ya se iba recobrando de aquella extraña experiencia.-
Al
menos era una de esas cosas que su compañero de piso siempre decía. Ahora se
arrepentía de no haberle pedido más consejos sobre aquellos temas. Por suerte,
su réplica pareció la adecuada. Pidieron y su acompañante se dirigió al
camarero.
-¿Podría volver en un par de minutos?
Tenemos a dos amigas que tienen que pedir.
-Claro señorita.- Respondió éste
alejándose de allí.-
Y
ella ya estaba dispuesta a ir a avisarlas. Pero entonces el saludo de alguien
conocido la hizo detenerse. ¡Oh no! Era su primo…él otra vez… y se acercaba…
-¡Maldita sea! –Pensó aunque mostrando
una amplia sonrisa de compromiso.-
En
el aseo, tras esperar a que otras dos mujeres se marchasen, fue Maggie la que
se aproximó hacia la pelirroja y la acorraló contra una pared, posando su mano
cerca de la cabeza de ella. Asegurándose así de que no pudiera escapar.
-Tengo que hablar contigo. Es muy
importante para mí.- Le dijo con tono agitado.- De lo que pasó esa vez…
-Me sucede lo mismo.- Admitió Keiko
mirándola a los ojos.- Estoy muy confusa.
Tentada
estuvo Maggie de besarla una vez más, pero se contuvo. No iba a forzar la
suerte otra vez. Y menos allí que la gente entraba y salía de un modo más
continuo que en aquella cafetería. Y seguro que ahora no iba a ser una niñita
inocente las que las descubriera. Aun así, recurriendo a su autocontrol, pudo
susurrar.
-Me gustas, Keiko. Me gustas desde el
primer momento en que te vi…
-Yo. No sé qué decir.- Fue capaz de
musitar la atónita y envarada chica.-
-Di que yo te gusto a ti también.- Le
pidió Maggie con tono de súplica.- Sé que es así.
La
pelirroja guardó un denso silencio. Tragó saliva y evitó la mirada de su
interlocutora. Maggie se dio cuenta de lo agresivo de su postura y se apartó
para dejarle un poco de espacio. Al fin, quizás aliviada por ello, Keiko
respondió.
-No es sencillo para mí. Yo no soy
homosexual…bueno, no exactamente.
Eso
dejó algo perpleja a su interlocutora, quien enseguida sonrió creyendo
entender.
-He conocido a bastantes mujeres que me
dijeron eso mismo. Otras no estaban seguras, como tú. Y algunas hasta luchaban
contra ello. - Afirmó.- Pero te puedo garantizar que luchar es un error, tarde
o temprano saldrá tu verdadera identidad sexual. Algunas mujeres supieron realmente lo que sentían cuando estuve con
ellas. Y sé que, cuando te besé, las dos sentimos algo especial.
-Dame tiempo, por favor. Ahora tengo que
aclarar mis sentimientos.- Le pidió la muchacha.-
-¿Es por ese mayor?- Quiso saber Maggie
sintiéndose incluso herida.- Es gracioso. Mei Ling quiso organizar esto para que
tú y él… ya te puedes imaginar.
Keiko
suspiró. Pudo mirarla nuevamente a la cara. Los ojos de aquella chica brillaban
con el reflejo de alguna lágrima. Ella misma sentía ganas de llorar. Declaró
casi a su pesar.
-Es por él, y… por más cosas. Todavía
tengo recuerdos pendientes de otra persona. Y ahora no podría, no sería capaz
de estar ni con él, ni contigo. Por lo menos hasta que pueda ordenar mis
emociones.
-Comprendo.- Musitó Maggie.- Perdóname.
No quería violentarte. Yo… bueno. También tengo algunas cosas que aclarar… No
sería justo que te pidiera a ti nada antes de estar en paz conmigo misma.
Su
contertulia asintió involuntariamente. No sabía que querría decir esa chica
pero supuso que pasaría por un trance similar. Lo dejó estar y tras forzar una
sonrisa le propuso.
-¿Vamos? Estarán empezando a preocuparse
porque tardamos demasiado.
-Sí, vamos.- Convino Maggie tomando su
bolso, negro charol, del tocador.-
Al
salir descubrieron con sorpresa, sobre todo la enfermera, a sus dos
acompañantes charlando con otro oficial. Éste había llegado unos momentos antes
y justo se marchaba en tanto ambas se aproximaban, la conversación se había desarrollado
así cuando el teniente Tang se aproximó.
-Celebro verte por aquí, prima. ¿No me
presentas a tu acompañante?
-Soy el mayor Kiros Derail.- Terció éste
en tanto se levantaba.- ¿Y usted es, teniente?
-Teniente Tang Zhao. Departamento de información.
A sus órdenes.- Se cuadró de inmediato.-
-No sabía que la señorita tuviese
familia a bordo.- Comentó el saiyajin.-
Ahora
las tornas se habían cambiado, era Zhao quien estaba paralizado por la sorpresa
y el desconcierto. Aparte de ser superior suyo, él conocía por mor de su puesto
la identidad de aquel tipo. Convenía no ser descortés con un oficial superior
que además era un guerrero del espacio. Y pudo percatarse de que su prima
estaba disfrutando el momento al verle así. Quizás estuvieran saliendo juntos.
Desde luego que no lo aprobaba pero, dadas las circunstancias, optó por lo más
prudente. Ya aclararía eso en otro momento.
-Solo me pasé a saludar a mi prima. Es
un honor haberle conocido, señor. Pero debo retirarme ya. No quiero robarles más
tiempo.
-Lo mismo digo. Retírese cuando guste,
teniente.- Concedió su contertulio.- Y disfrute de la noche.
Y
tras cuadrarse una vez más, Zhao saludó militarmente y con suma cortesía
sentenció en su despedida.
-Gracias señor, lo mismo le deseo. Un
placer verte, prima…ya charlaremos…
De
este modo se marchó. Mei Ling no pudo ocultar una amplia sonrisa de
satisfacción. No le vendría nada mal si ese entrometido de su primo pensaba que
salía con ese oficial. En ese instante retornaron Maggie y Keiko. Al fin se
sentaron, el camarero volvió también. Pudieron pedir, y tras un primer plato
ligero, llegó otro algo más consistente. Al menos en el caso del mayor que se
comió un buen chuletón. Aunque para
Kiros aquello fue casi una cena frugal, pero le advirtieron incluso en Nuevo
Vegeta que los terrestres no juzgaban muy cortes comer en demasía. Las mujeres
tomaron al unísono pescado y tras los postres charlaban distendidos de multitud
de temas asociados a la nave. Sin embargo, no pudieron evitar el tan
controvertido asunto de…
-Cree usted que podrán capturar a esos
terroristas pronto, mayor.- Quiso saber Keiko con expresión preocupada.-
-Estamos trabajando en ello.- Replicó el
muchacho afirmando con seriedad a la par
que la miraba intensamente a esos ojos grisáceos que se le antojaron ahora otra vez casi de un tenue
tono lavanda. Entonces añadió con determinación.- Y personalmente no permitiré que nadie más
salga herido. Y menos todavía ustedes. Les doy mi palabra.
La
chica sonrió agradecida. Maggie atendía a aquello con un disgusto que casi no
se molestaba en ocultar. Aunque, por suerte para ella, fue Mei Ling quién le
recordó a su colega aquella promesa que hiciera al principio de la cena.
-¿Querrías cantar algo para nosotros?...
-Sí, por favor.- Secundó Maggie, casi
más pendiente de que esa chica y el mayor rompieran aquel contacto visual.-
Sería el broche perfecto a esta cena.
Kiros
asintió a su vez, y la muchacha que ahora estaba de mejor talante para ello,
asintió.
-Con mucho gusto.
En
su cabeza pensaba sobre la conversación que había mantenido con la enfermera. Y
recordaba a su amor imposible, que estaría allí, en la Tierra, al lado del
chico al que quería. La nostalgia y la tristeza a la par que la esperanza en
encontrar a otra persona, unidas a las dudas que la asaltaban, le hicieron
pensar en una canción de las que había grabado. Ya iba siendo tarde y quedaba
poca gente. Con todo, los escasos murmullos de conversaciones en las demás
mesas se silenciaron al verla subir a la tarima del karaoke y anunciar.
-Me gustaría dedicar esto a unas
personas muy especiales para mí.
Y
tras seleccionar la canción aguardó hasta que comenzó la melodía. Así todos la
pudieron escuchar y deleitarse cuando comenzó a cantar con esa voz entre
aterciopelada, melancólica y llena de sentimentalismo o de fuerza, según el
momento de la tonada…
Debió de ser amor
pero ya se terminó
Dejar un susurro
sobre mi almohada,
Dejar el invierno en el suelo.
Me despierto sola,
Hay aire de silencio
Dejar el invierno en el suelo.
Me despierto sola,
Hay aire de silencio
En la habitación,
Todo alrededor.
Tócame ahora,
Yo cierro mis ojos
Todo alrededor.
Tócame ahora,
Yo cierro mis ojos
Y sueño
intensamente...
Ni
Kiros ni Maggie podían apartar la vista de aquella chica que por momentos
parecía angelical, soñadora o irresistible en su sensualidad…mientras cantaba.
Esto pudo haber sido amor,
Pero ahora ha
terminado.
Esto pudo haber sido bueno,
Esto pudo haber sido bueno,
Pero lo perdimos de
alguna forma.
Esto pudo haber sido amor,
Pero ahora ha
terminado.
Desde el momento en que lo tocamos
Desde el momento en que lo tocamos
Hasta que el tiempo
pasó.
Y es que nadie en ese local movía ni una
pestaña. Todos estaban escuchando absolutamente embelesados a esa joven artista
que transmitía emotividad y calentaba el corazón de los presentes con su hermosa
voz.
Hacer creer
Hacer creer
Que estamos juntos,
Que estoy protegida
Que estoy protegida
Por tu corazón.
Pero dentro y fuera,
Me convierto en agua
Como una lágrima
Pero dentro y fuera,
Me convierto en agua
Como una lágrima
En tu palma.
Y es un duro
Y es un duro
Día de invierno
Y sueño intensamente...
Esto pudo haber sido amor,
Y sueño intensamente...
Esto pudo haber sido amor,
Pero
ahora ha terminado.
Era
todo lo que quería y
Ahora
vivo sin él
La
enfermera pensaba en aquellas relaciones suyas fallidas en el pasado. En las
que pudo de seguro haber actuado de otra forma. Parecía que esa letra iba
dirigida a ella. Recordando muchos de esos momentos, los vividos con Kerria en
particular, no pudo evitar derramar alguna lágrima a costa de ello.
-Sí,
es la historia de mi vida.- Meditó con melancolía.-
Esto pudo haber sido
amor,
Pero ahora ha
terminado.
Está donde el agua
fluye,
Está donde el viento sopla.
Está donde el viento sopla.
Esto pudo haber sido
amor,
Pero ahora ha
terminado.
Esto pudo haber sido bueno,
Esto pudo haber sido bueno,
Pero lo perdimos de
alguna forma.
Esto pudo haber sido amor,
Pero ahora ha
terminado.
Desde el momento en que lo tocamos
Desde el momento en que lo tocamos
Hasta que el tiempo
pasó.
Kiros escuchaba también realmente
asombrado. Aquello era como describir algunos sentimientos que él mismo había
comenzado a experimentar. Ni tan siquiera sabía cómo eran al tiempo muy
hermosos y dolían. Era como si alguien le aplastase el pecho con una fuerza
insoportable. Mayor aún que la cámara hiperbárica. Pero al mismo tiempo se
sentía acariciar por una sensación de alegría que no podía explicar y que le
proporcionaba una especie de energía extraña. Como si pudiera enfrentarse a
cualquier cosa solo por estar junto a esa joven.
-Voy
a tener pedirte perdón de rodillas, primo.- Pensó.- Ahora comienzo a comprender
hasta qué punto tenías razón…
Esto pudo haber sido
amor,
Pero ahora ha
terminado.
Esto pudo haber sido bueno,
Esto pudo haber sido bueno,
Pero lo perdimos de
alguna forma.
Mei Ling también
escuchaba con emoción, pensaba en su novia, en su propia familia. En el amor
que no deseaba perder. Casi sin percatarse sujetó con suavidad la mano de
Maggie quien se la estrechó sonriendo entre algunas lágrimas.
Esto pudo haber sido amor,
Pero ahora ha terminado.
Era todo lo que quería y
Ahora vivo sin él
Esto pudo haber sido amor,
Esto pudo haber sido amor,
pero ahora ha terminado
Está donde el agua fluye,
Está donde el viento sopla.
Está donde el viento sopla.
¡Ooohh!
Esto pudo haber sido
amor,
Pero ahora ha terminado.
Esto pudo haber sido amor,
Esto pudo haber sido amor,
Pero ahora ha terminado...
¡Ooohh!
Esto pudo haber sido amor,
pero ahora ha terminado...
¡Ooohh!
(It must have been love. Roxette. Crédito al
autor)
Al terminar cosechó
unos entusiastas aplausos. Comenzando por sus propios compañeros de mesa y
siguiendo por el resto de los comensales. Hasta los camareros la ovacionaron. Y
eso duró durante un buen rato. A la pobre Keiko, se le hizo eterno…
-¡Maravillosa! - Pudo decir Maggie casi
atragantándose con la emoción.- Es como oír cantar a un ángel.
-Yo nunca he podido escuchar a ninguno,
pero supongo que será muy similar a esto.- Acordó Kiros.-
-Por favor.- Pudo decir una más que
ruborizada Keiko.- No es para tanto.
-Eres lo que la gente necesita. El mayor
Derail tiene razón. – Asintió Mei Ling, alegando con total sinceridad. - Al
escucharte parece que las penas se aligeran.
La
aludida sonreía e incluso tuvo que enjugarse alguna lágrima. Se sentía
totalmente sobrepasada por esos elogios. Más cuando el aludido comentó.
-Es muy difícil que alguien tenga al
mismo tiempo tanta fuerza y tal encanto.- Sentenció el saiyajin que pensó.-
Ahora comprendo también, lo que la propia reina Meioh me dijo antes de partir.
Haciendo
memoria, justo antes de salir fue requerido a palacio. El chico se había
despedido ya de su tía Seira y pensó que se trataría de algún consejo u orden de última hora por
parte de ella. Pasó de inmediato a una
sala contigua y cuál fue su sorpresa al encontrarse allí de pie y de espaldas
nada menos que a la propia reina.
-¡Majestad!- Fue capaz de exclamar
doblando una rodilla y bajando la cabeza de inmediato.-
Aquella
impresionante mujer de mirada profunda y maternal, al tiempo que rebosante de
sabiduría en sus ojos bermellón, se giró sonriendo levemente. Su largo cabello
verdoso oscuro le caía sobre ese vestido negro que llevaba, adornado por una banda
dorada superpuesta que le cruzaba el cuerpo en diagonal como testimonio de su
elevado rango, además de portar una diadema a modo de corona.
-Ponte en pie, Kiros. Seira me ha
informado de tu partida y antes de que marches a cumplir con tu tarea deseaba
hablar contigo.
-Vuestros deseos son órdenes, mi Señora.
¿De qué deseáis hablar? - Afirmó él totalmente firme.-
-En ese caso me alegro. Porque mi deseo
es que tengas un buen viaje, cumplas con bien tu misión y sobre todo, que
aprendas a conocer y a estimar a los terráqueos. Son nuestros amigos y aliados.
Estoy segura de que, cuando te familiarices con sus modos y costumbres,
llegarás a apreciarles.
-Si es el deseo de su Majestad. Me
esforzaré al máximo para que así sea.- Pudo replicar.-
La
reina sonrió de nuevo moviendo ligeramente la cabeza. Suspiró añadiendo con un tono
que, pese a parecer jovial, ocultaba un poso de tristeza.
-Eres muy joven, y has sido educado en
los mejores valores de nuestro pueblo. Por eso sé cómo piensas. No veas en lo
que te digo una orden o un objetivo que alcanzar. No te esfuerces en ello
puesto que , de ese modo, jamás lo conseguirás.
-Con todo el respeto, Majestad. Eso
suena como un contrasentido.- Se permitió rebatir él.-
La
soberana volvió a dedicarle una maternal sonrisa para replicar.
-Ya lo entenderás. Llegará un día en el
que, sin haberte dado cuenta, el amor prenderá en tu corazón. Entrará en ti sin
tú pretenderlo y te hará experimentar
muchas emociones extrañas y maravillosas. Y puede que eso te ocurra con una
muchacha terrestre.
Empero,
Kiros solamente pudo observara con desconcierto y fue capaz de exponer.
-Señora. No comprendo por qué eso del
amor es tan importante. ¿Acaso no es una mera atracción para emparejarse? ¿O
algo más elevado, como el respeto y el honrar a nuestro mundo y sus
tradiciones?
-Eso también.- Concedió su
interlocutora.- Pero no solamente…como ya te he dicho. No puedo explicarlo
simplemente con palabras. Algún día lo sentirás. –Sentenció afablemente para ya
variar su tono a otro más convencional y despedirle.- Ahora, te deseo un buen viaje. Ve y cumple con
tu cometido. Sé que es duro y difícil. Pero, sobre todo y antes que ninguna
otra cosa, aprende, comprende, y siente,
Kiros.
El muchacho hizo una
gran reverencia y entonces se fue. No entendió nada de lo que su soberana le
había dicho. No obstante ella, haciendo honor a su legendaria sabiduría y
bondad, tenía toda la razón. Ahora empezaba a percatarse del significado de
aquellas palabras. Dejó aquellos recuerdos y se integró nuevamente en la
conversación con el resto. Poco después llegó la cuenta. Fiel a la
caballerosidad terrestre, Kiros quiso pagarla en su totalidad. Aunque Maggie
enseguida se negó.
-De ningún modo, mayor. Hemos venido
como amigos y cada uno debería pagar su parte.
-Estoy de acuerdo.- Aseveró Mei Ling
quien, eso sí, le sonrió amablemente al oficial para decir.- Aunque le
agradecemos el detalle.-
-Es verdad.- Añadió Keiko.- Es usted un
caballero, pero no puedo permitirlo.
-Tal y como canta usted, no solo la cena
sino mi vida daría, si fuera necesario, por su causa. - Afirmó él casi sin
darse cuenta.-
La
aludida enrojeció a ojos vistas y tanto Maggie como Mei Ling se quedaron
boquiabiertas. La oriental, juzgando idóneo el momento, fue la primera en
romper el embarazoso silencio que se había cernido sobre el grupo.
-Es muy tarde. Nos vamos. ¿Verdad,
Maggie? Podemos compartir deslizador.
La
enfermera no respondió, todavía atónita por las palabras de ese tipo. Fue la
azorada Keiko quien se adelantó conviniendo.
-Sí, es muy tarde. Y mañana entro pronto
al trabajo.
El
saiyajin asintió despacio. Ni él mismo sabía qué demonios le había pasado para
decir aquello. Si estaba experimentando ese poder del amor, debía de admitir
que era en verdad muy fuerte puesto que le hacía hablar contra su propia
voluntad. Aunque en ese instante fue Maggie quien sorprendió a todos al
declarar.
-La noche es joven aun.- Terció la
enfermera que al día siguiente tenía turno de tarde, proponiendo con desenfado.-
Aquí cerca hay un bar de copas donde ponen buena música.
Su
pareja la miró con cara de circunstancias, incluso de desaprobación. Había
dicho eso para dejar a solas a esos dos. Pero en fin, Maggie… ya se sabía,
cuando lo pasaba bien era reacia a terminar con la diversión.
-Un par de copas y ya está.- Concedió la
oriental.-
-Claro. Es cierto que mañana hay que
trabajar...- Sonrió Maggie mirando a Keiko de modo solapado.-
Y
es que no iba a dejarla a solas con ese tipo de ningún modo. Tal y como estaban
las cosas, ese de seguro que no iba a desperdiciar tamaña ocasión. Por su
parte, la jovencita pareció dudar, pero observando al oficial y a la enfermera,
aceptó. Así las cosas los cuatro entraron en un bar y Mei Ling le comentó
jovialmente a su compañera de trabajo.
-Vamos a pedir unas copas para todos.
¿Me acompañas?
-Claro.- Dijo la interpelada deseosa de
tener un tiempo muerto.-
Y
las dos se alejaron dejando a solas a Maggie y a Kiros. Él entonces le ofreció
tomar asiento. La muchacha aceptó. Frente a frente se miraron y ella comentó,
en tanto otra canción sonaba…
-Es muy guapa…
-¿Guapa?
-Sí, Keiko.- Le aclaró ella.-
-Lo es. Y canta realmente bien.- Añadió
el chico.-
-¿Le gusta?- Quiso saber la muchacha sin
andarse con rodeos.-
-¿Y a usted?- Le devolvió la pregunta
él.-
Su
interlocutora sonrió. Parecía que aquel tipo no era tan ingenuo como
aparentaba. Ni se achantaba tampoco como otros hombres, que, a buen seguro ,
habrían estado a la defensiva ante esa pregunta. Empero, él le había devuelto
la andanada con total naturalidad. Aun así, ella fue capaz de replicar de modo
ambiguo.
-Keiko gusta a todo el mundo. Como usted
dice, es una maravillosa cantante y, sobre todo, una buena persona.
-Lo es.- Convino el oficial,
percatándose del tema musical que en ese instante comenzaba a sonar.- Escuche.
Quizás no sería mala idea tomarlas.
-¿Tomarlas?- Inquirió Maggie
genuinamente desconcertada.- ¿A qué se refiere?
No estoy orgulloso, estaba equivocado
Y la verdad es difícil de asumir
Me sentía seguro de que teníamos
bastante
Pero el amor se fue por la borda
Como los botes salvavidas yacen perdidos
en el mar
He estado intentando alcanzar tu orilla
Las olas de la duda continúan ahogándome
Todos los sueños que estuvimos
construyendo
Nunca los cumplimos
Pudo ser mejor, debió ser mejor
Para lecciones en amor
Para ojos sin descanso
los egos se queman
Y el molde es difícil de romper
No
obstante, enseguida se dio cuenta de a que estaba aludiendo su interlocutor.
Oyó la letra de esa canción que sonaba ahora en el bar…
-No, no lo sería.- Le dio la razón ella
suspirando con sinceridad, al sentenciar.- Si supiera donde se imparten, de
seguro que iría…
En eso que el saiyajin le propuso a la
joven.
-¿Quiere bailar?
-¿Bailar?- repitió ella con
incredulidad.-
-¿Por qué no?- Repuso él.-
-Sí, porqué no...- Convino la chica
haciendo un rápido cálculo mental.-
De modo que salieron ambos a la
pista y comenzaron a moverse al ritmo de aquella música…
Ahora hemos vadeado muy profundo
Y el amor está por la borda
Corazones pesados, palabras simbólicas
Todas las esperanzas que tuve alguna vez
Desvanecidas como huellas en la arena
Y esperaba que aquel tipo, tan
fuerte y en apariencia rígido lo hiciera de pena. Sin embargo, era muy ágil y
la sorprendió. Maggie no bailaba nada mal tampoco. Estaba más que acostumbrada
a conquistar así a sus ligues en las discotecas y solía dirigir la danza.
Aunque esto para ella fue algo nuevo. Era ese tipo quién la llevaba con soltura
incluso haciéndola girar sobre sí misma en tanto la sujetaba con firmeza pero delicadeza
al tiempo de una mano, para posteriormente moverse con ella de forma realmente
fluida y elegante...
Todos los hogares que estuvimos
construyendo
Nunca vivimos en ellos
Y
es que Kiros daba gracias a esas lecciones de baile que había tomado. Pese a
que siendo joven le parecieron una pérdida de tiempo.
-Tuve el honor de practicar con la
mismísima princesa Seren.- Recordaba.-
Aquella hermosa mujer
saiyajin, casi tan alta como él, realmente poderosa como su padre el rey Lornd
Deveget, pero llena de elegancia y gracia al mismo tiempo, al igual que su
madre, la reina Setsuna Meioh. Era alguien tan llena de estilo y de gracilidad
que el mismo Kiros se sentía cohibido en su presencia. Más cuando ella le
sonreía animosa hasta cuando él cometía algún error y se disculpaba. Se
acordaba bien de eso.
-Lo siento, Alteza.- Pedía excusas él,
cuando a veces la pisaba.- No paro de
cometer errores.
-No te disculpes por eso, todos lo
hacemos.- Respondía de forma amable y considerada la joven sentenciando.- Y es
la manera que tenemos de aprender.
Kiros
pensó en eso ahora, y agradeció el haber tenido a tan magnífica profesora en
esas artes de etiqueta y relaciones sociales. La princesa Seren era una gran
mujer. Ahora debería estar ya en la Tierra, al servicio de la reina Serenity,
como una de sus princesas guardianas. Aunque en última instancia su fidelidad
era para sus padres, los soberanos de Nuevo Vegeta. Dejó de meditar sobre
aquello cuando su pareja de baile le alabó sinceramente.
-Baila usted muy bien, mayor. No lo
esperaba.
-Usted es mucho mejor bailarina que yo.-
Sonrió él en tanto respondía.-
Las que se quedaron
atónitas fueron Mei Ling y Keiko al verles evolucionar sobre la pista. Hasta
otras parejas que estaban danzando les dejaron espacio. Esos dos improvisados
bailarines se sonreían mientras no dejaban de moverse en tanto capitalizaban
las miradas del resto. Kiros llegó a pensar que aquello casi más parecía un
entrenamiento de artes marciales que una danza. Esa joven le observaba como si
quisiera descubrir en él un punto débil en su guardia. Aunque enseguida desechó
aquellas ideas. Eso era pensar al modo saiyajin. Y esa joven tan atractiva, ¿por
qué no admitirlo?, era humana.
Pudo ser mejor, debió ser mejor
Lecciones en amor
Si perdemos el tiempo ante nosotros
El futuro nos ignorará
Y
un animado Kiros incluso acompañaba la canción con su propia voz, que era
realmente buena. La atónita Maggie le escuchó entonar ya casi al final de la
tonada…
Deberíamos tomarlas
Podríamos tomarlas
Lecciones en amor
Perdidos sin amor
A todo eso Mei Ling
se sentía confusa. No podía comprender qué estaba pasando ¿Acaso Maggie estaba
coqueteando con ese tipo? No lo creyó posible. Su amiga le había insistido
hasta la saciedad en que a ella no le iban los tíos. Aunque viendo a ese
individuo… Al que sí descubrió fue a su primo. Una vez más estaba entre la
gente. Observando como los demás aquella escena. Pensó con rapidez. Entonces se
le ocurrió algo.
Lecciones en amor
Cuando aprenderemos
Lecciones en amor
Cuando no queda ningún sitio al que
volverse
Lecciones en amor
No permitas a tu espíritu arder
Lecciones en amor
Esperaré hasta tu regreso
-Son realmente buenos.- Le comentó una
asombrada Keiko a Mei Ling, quien no obstante, asintió descuidadamente más
pendiente de la idea que estaba fraguando.-
Todos los sueños que estábamos construyendo
Sí, sí, sí
Nunca los vivimos
Sí, sí, sí
Podríamos perderlo
Deberíamos tomar
Lecciones en amor
Lecciones en amor
Keiko
pensó que quizás su compañera estuviese meditando sobre lo profunda que era esa
canción.
-En cierto modo, así es, muchas veces
vivimos sin disfrutar de lo que tenemos…-Se dijo la muchacha.-
Y
mientras, Maggie y Kiros no cejaban en su particular duelo de baile, con la
atención de todo el local puesta en ellos.
Todos los hogares que estábamos construyendo
Nunca vivimos en ellos
Podría ser mejor
Podría ser mejor
Debería ser mejor
Sí, sí
Lecciones en amor
Si perdemos el tiempo ante nosotros
El futuro nos ignorará
Deberíamos tomar, podríamos tomar…
(Lessons in love. Level 42, crédito al autor)
Tras
terminar los dos volvieron a sus asientos entre algunos aplausos para descubrir
a Mei Ling y a Keiko que habían retornado con las bebidas. Fue la pelirroja
quien admitió con gesto de sorpresa.
-¡Sois realmente buenos bailando!
-Estoy muy acostumbrada a moverme en
casi cualquier situación.- Sonrió pícaramente Maggie.-
-Y supongo que el mayor también, debido
a su entrenamiento militar.- Terció Mei Ling a quién no le gustó demasiado ese
comentario de su pareja.-
-Algo así.- Reconoció él.- Me gusta
practicar artes marciales.
-Yo hacía algo de kung fu.- Les contó la
oriental.- Cuando era niña. Luego lo dejé.
-Podríamos entrenar un día.- Le propuso
él.-
-¡No creo que yo sea rival para usted!-
Se rio la científica.- Una mujer como yo no tendría ninguna oportunidad contra alguien
de su fortaleza.
-Nunca hay que dejarse engañar por las
apariencias.- Declaró el oficial.-
Los
demás sonrieron, y Kiros les desveló.
-Fue precisamente mi madre la que me
entrenó, cuando era niño al menos. Ella era muy buena luchadora.
-¿Su madre practicaba artes marciales?-
Se interesó Keiko.-
-Podría decirse que sí.- Afirmó enigmáticamente
él.-
Siguieron
con una charla animada y tomaron un par más de copas. Al saiyajin eso apenas le
hacía mella, pero Keiko ya había bebido demasiado.
-Me noto algo aturdida. - Confesó con
cierta inquietud.-
-¿Estás bien?- Se interesó Maggie de
inmediato.-
-Sí, sí claro. Pero tengo que irme, es
muy tarde ya.- Fue capaz de responder con un hilo de voz la joven.-
Y
en efecto, eran lo que en horario de Greenwich unificado serían las tres de la
mañana. Todos habían disfrutado mucho de aquella velada pero ya tocaba irse.
Para su desgracia, Mei Ling se dio cuenta de que su primo seguía rondando por
allí. A buen seguro aguardando la ocasión de encontrarla sola. Fue entonces
cuando curiosamente propuso.
-Maggie. ¿Por qué no acompañas a Keiko a
su casa?
-¿Yo?- Se sorprendió la muchacha.-
-Sí, parece un poco mareada, tú eres
enfermera, ¿no? Y yo también estoy muy cansada y es muy tarde. Si el mayor
fuera tan amable de escoltarme…-Agregó con tono que pretendía indicar temor.-
-Por supuesto. -Convino Kiros.-
Hubiera
preferido ser él quien acompañase a la pelirroja. Pero dadas las circunstancias,
según Tracer le comentó cuando le dio algunos de sus “ sabios consejos en esta
materia” su obligación como caballero era la de atender a ese requerimiento. Ya
estaban pues listos para irse cuando Maggie hizo un aparte con su novia.
-¿Estás segura? ¿Quieres que la acompañe
yo?
-Sí, es que…-verás.- Le musitó su
contertulia.- Mira discretamente a tu derecha.
La
interpelada así lo hizo y pudo descubrir al primo de su novia. Asintió
despacio.
-Entiendo. No te preocupes. Nos vemos
mañana…
Y
así esas dos inéditas parejas se separaron tras despedirse. Kiros acompañó a
Mei Ling que aprovechó para aferrarse a uno de sus brazos en tanto le decía
fingiendo estar algo más bebida de lo que era verdad.
-A veces creo que el suelo se mueve.
-Podrá ser debido a que estamos en una
nave espacial. Aunque sea tan grande.- Conjeturó él.-
-Más bien será por las copas.- Repuso
una risueña muchacha.-
Aunque
con discreción echaba la vista atrás para comprobar con satisfacción que su
primo les estaba siguiendo. Si bien en cuanto montaron en un deslizador
finalmente desistió. Ahora, a buen seguro, Zhao pensaría que entre ella y el
mayor Derail había algo más que una amistad. Por fortuna, la joven ya no
precisaba de su compañía y su parada se acercaba.
-Muchas gracias por la velada, mayor. Es
usted un hombre realmente agradable. No me lo imaginaba así.
-Por qué?- Quiso saber su interlocutor.-
-Bueno, siendo un militar tan intrépido...no
me lo esperaba. - Pudo improvisar Mei Ling, que no sabía cómo salir de ese
atolladero.-
Desde
luego, los ojos negros y penetrantes de ese tipo casi le sacaban la verdad con
posarse sobre ella. O quizás es que, realmente, había bebido demasiado. Más de
lo que ella misma quería admitir. Así pues, agregó con tinte afable.
-¡Ojalá que podamos quedar más a menudo!
Y no dudo de que mi compañera Keiko estará encantada de que así sea.
-¿De veras?- Inquirió él con interés.-
-Mañana hablaré con ella en el trabajo.
– Sonrió la oriental.- Seguro que se lo ha pasado muy bien. Ya le contaré.
-Celebro que lo hayan disfrutado. Yo
también me he divertido.- Admitió el chico.- Y su amiga ¿Maggie, verdad?
también es una mujer realmente agradable.
Mei
Ling asintió divertida, ¡ese tipo no podía hacerse una idea de lo agradable que
era! y tras musitar un adiós se bajó en su parada. Ahora solamente deseaba
meterse en la cama y dormir… Al día siguiente tenía que entrar temprano. Pero
estaba satisfecha. Su jugada parecía haber salido a la perfección.
-Creo que he sembrado algo entre el
mayor y Keiko. No dejaron de mirarse en toda la noche. Y de paso, dudo que mi
primo siga siendo tan insistente. No querrá jugársela ante un superior suyo.-
Meditó con triunfalismo.-
Kiros entre tanto
prosiguió en el deslizador hasta llegar a la parada más próxima a su residencia
militar. Cuando entró en su apartamento la puerta de la habitación de su
compañero de piso estaba cerrada. A buen seguro dormiría. Él se decidió a hacer
lo propio. Al día siguiente tenía permiso y aprovecharía para descansar. Y es
aquella velada casi le había agotado tanto como un buen entrenamiento.
-Habrá que repetirlo sin duda.- Pensó.-
Y la próxima vez quizás, solos ella y yo.
La
joven que ocupaba los pensamientos del saiyajin estaba a su vez caminando de
regreso a su apartamento. Maggie la ayudaba pero en efecto, parecía estar algo
tocada.
-Tengo ganas de llegar a casa. – Musitó
la aturdida pelirroja.-
-Enseguida estarás allí.- La animó la
enfermera.-
Tomaron
un deslizador y Keiko apoyó su cabeza en un hombro de su acompañante. Parecía
quedarse dormida por momentos. Maggie sonrió. Casi de modo maternal esta vez.
Ahora veía a esa muchacha como si de una niña se tratase. Como algunas a las
que había atendido en sus prácticas del hospital. La dejó descansar hasta que
alcanzaron la parada.
-Vamos Keiko. - La zarandeó con
suavidad.- Tienes que levantarte.
-Déjame un poco más Hota…- Suspiró como
respuesta casi en estado de ensoñación.-
Su
acompañante la miró atónita. ¿Quién sería esa Hota? Sin embargo, sonrió. Eso le
había sonado a una cría pidiendo dormir más antes de que la levantasen para ir
al colegio.
-Anda, tienes que levantarte, perezosa.-
Bromeó.-
Finalmente logró
espabilarla lo suficiente. Una vez de pie las dos recorrieron las ya desiertas
calles rumbo al piso de la pelirroja. Tras llegar a él y entrar, Keiko se dejó
caer en la cama.
-Yo te ayudaré.- Se ofreció Maggie
quitándole los zapatos con rapidez.-
La
joven estaba tumbada sobre la cama con ese hermoso vestido. Maggie comenzó a
sentir como el corazón le latía más rápidamente. Era observarla y notar como el
deseo se apoderaba de ella. Movió la cabeza. ¡No era una situación adecuada!
Esa chica había bebido bastante. Y aunque la propia enfermera no se había
recatado en tomar unas cuantas copas estaba mucho más acostumbrada a ello.
-Deja que te ayude.- Fue capaz de decir
con voz trémula en tanto la iba quitando el vestido y preguntaba.- ¿Tienes un
pijama o un camisón por aquí?
-En la mesita.- Repuso Keiko señalando
una pequeña mesa de madera enfrente de su cama.-
Maggie
se dirigió hacia allí y abrió un cajón. En efecto, un camisón de satén blanco
estaba cuidadosamente doblado en su interior. Lo sacó y fue a dárselo a su
interlocutora.
-Toma…-Le dijo.-
Se
quedó con la palabra en la boca. Keiko
se había desprendido del resto de su vestido y de su ropa interior y la miraba
de un modo extraño. Maggie no pudo dejar de admirar esos senos grandes, turgentes
y con pezones rosados, la piel pálida y ese hermoso cuerpo y pubis…
-¡Oh, Dios! - Susurró tomada por la
sorpresa y la libido.- No puedo resistirlo más… ¡te deseo!
Se
quitó sus propios zapatos y comenzó a hacer lo propio con su vestido de cuero.
Tumbándose sobre la cama junto a esa chica. Keiko la miraba también con
curiosidad y sin poder ocultar su propio deseo. La enfermera lo supo enseguida.
Tenía demasiada experiencia en esas lides. No dudo en besar de forma suave los
labios de esa muchacha. Después otro beso más largo y profundo. Ambas
comenzaron a jugar con sus lenguas. Tras unos instantes así, Maggie comenzó a
bajar en sus besos por el cuerpo de su pareja, recorriendo los senos y
lamiéndola los pezones. Keiko solamente era capaz de gemir de placer. Al fin,
la enfermera dedicó su atención a estimular las partes bajas de la chica. La pelirroja
no podía dejar de moverse y jadear, realmente extasiada. Su amante dominaba muy
bien aquellas técnicas, sabía bien como hacer gozar a otra mujer. Al fin,
Maggie subió hasta abrazarse a ella y volver a besarla. Los cuerpos de ambas se
apretaron fuertemente el uno contra el otro. Más tarde la joven científica fue
a su vez quién estimuló a su pareja. Al principio de modo algo torpe. Luego,
dirigida por su experta amante, aprendió a hacerlo mejor. Paladeó esos senos
duros aunque no tan grandes de Maggie, bajó hasta las partes íntimas de ésta
haciéndola gemir también. Y así el tiempo discurrió sin que ninguna se diera
apenas cuenta. Tras terminar, extenuadas y abrazadas, las dos se durmieron…aquel
fue sin duda el digno postre a una cena muy completa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)