viernes, 6 de enero de 2017

GWDN 25 Destino Nature.


Despegando a la mayor brevedad los tres pilotos recorrieron de inmediato el perímetro del asteroide. Una maniobra  rutinaria para reconocer la zona.



-No veo nada que se salga de lo normal.- Comentó Jane.-

-Entonces quizás podamos dar ya por cumplida la misión.- Dijo irónicamente Rick.-

-Desde luego, va a ser una realmente complicada de cumplir.- Comentó Susan.-

-Tampoco yo lo entiendo.- Declaró Tracer más seriamente ahora.-



            El joven recordaba haber estado charlando con su novia poco antes de ser llamado. Paseaban por el parque, camino a la cafetería de Ginger.



-Esa chica es todo corazón y tiene mucha voluntad.- Afirmaba Penélope en tanto iban tomados del brazo.-

-Sí, lo es.- Convino él.- Dio refugio en su local a esos críos que rescatamos antes de que se ocupasen de ellos en la nave.

-Junto con Clarisa, que también es muy buena persona. Las dos atendieron a los niños. La verdad. Me alegro mucho por esa muchacha y por Scott.- Sentenció Penélope.-

-Les vi el otro día, estaban juntos allí, charlando de un modo muy acaramelado.- Sonrió Tracer.-

-Se merecen ser felices. ¿No crees?- Comentó su pareja con voz queda.-

-Sí, claro que sí. Todos nos lo merecemos, Pennie.- Afirmó ya más seriamente él.-

-Ojalá que podamos conseguirlo. No sé. – Comentó la doctora.- A pesar de todas las grandes batallas y de los sacrificios que hemos sufrido, siempre parece que hay algo más a la vuelta de la esquina.

-Algún día terminará. Estoy convencido. Cuando lleguemos a ese mundo que vais a terraformar.- Añadió animosamente Tracer.-



            Pero entonces la respuesta de su novia le sorprendió, cuando ella le dijo casi con un susurro, como si aquello fuera alto secreto.



-No lo sé. La verdad. A veces dudo de si vamos en la dirección correcta.

-¿Por qué dices eso?- Quiso saber él con gesto de sorpresa.-

-Es difícil de explicar.- Contestó la joven, tratando de ser más explícita.- Tanto Mei Ling, como Caroline, Keiko y yo misma, hemos estado comprobando esas cartas de navegación. Y hasta Bios eran muy fiables. Pero… hace ya algo más de un par de semanas, justo antes de destruir esa base enemiga. No sé. Había estrellas e incluso constelaciones que no aparecían. Pese a estar muy bien detalladas.

-Qué cosa más rara.- Comentó Tracer tratando de razonar.- Puede ser que los expertos de esos tipos cometieran algún error.

-No, no me parece que sea eso. Ya te lo he dicho. Hasta Bios todo cuadraba perfectamente. Pero después, comenzamos a advertir cada vez más errores o discrepancias. Al principio, una o dos en varios días. Pero ahora apenas si encontramos nada de lo que señalizaron en esas cartas cada vez que observamos el espacio. Es como si tuvieran que estar ahí pero ya no lo estuviesen. - Insistió Penélope agregando.- El propio contralmirante comparte mi opinión. Y la del resto del equipo de las Fairy Five.

-¿Has hablado con Hazzar de esto?- Repuso un ahora mucho más inquietado Rick.-



            Fue entonces cuando su comunicador sonó. Con bastante fastidio el chico tuvo que dejar esa cuestión para un mejor momento.



-Me llaman. Debo ir con urgencia a la zona de vuelo.- Le explicó a su novia con resignación.-

-Anda ve.- Le sonrió animosamente Penélope.- Ya hablaremos…



Y así fue como el joven salió raudo hacia la zona de despegue. Le habían convocado como si de una alerta se tratara. ¡Ojalá que no hubiesen aparecido nuevos enemigos inesperados! Lo recordaba ahora, cuando les comentaba a sus compañeras con su humor habitual.



-Barramos este sector cuanto antes y a ver si podemos volver a casa. Me dejé una tarta en el horno.



            Oyó unas risas a través del comunicador. Al menos había buen ambiente. Tras la victoria definitiva contra Gralas la mayoría de los oficiales estaban de buen humor.



-¡Qué pronto se olvida a los caídos! – Se dijo el joven.-



Quizás esa reacción fuera muy humana. La capacidad de dejar atrás el horror y la tristeza como mecanismo defensivo. Ya les sucedió algo similar en la SSP-1.



-Esto es más del estilo de Pennie que mío.- Se dijo.-



Y sin querer darle más vueltas a la cabeza continuó la patrulla. Deseando encontrar, o mejor dicho, no encontrar lo que fuera cuanto antes para volver a casa. Mientras, en la nave, Scott no dudó en seguir aquel consejo de Melissa. En cuanto pudo acudió a la cafetería donde Clarisa estaba trabajando. Llevaba aquel traje especial en una versión más ligera. El joven científico había estado trabajando en ella para poder emplearla en su vida cotidiana. Aquello le producía una extraña sensación, ser capaz de caminar utilizando aquellos receptores en miniatura instalados en los microchips del traje. Gracias a su avanzada tecnología transmitían los impulsos cerebrales del chico al sistema nervioso haciendo una especie de by pass de la zona dañada en su columna.  Eso le daba una seguridad en sí mismo que no había tenido antes. Cuando estaba anclado a su silla de ruedas. Y eso que tuvo que esperar más de lo previsto debido a que sus extremidades estaban demasiado débiles para sostenerle. Ahora, por fin, a base de estimulación eléctrica y práctica ya lo hacían. Por esa mejoría tan increíble y sobre todo, los recientes acontecimientos con la pérdida de tantas buenas personas, sumándole también el pesar tras sufrir la desaparición del doctor Adams, le decidieron. Al ver la desesperación y el dolor en los ojos de la doctora Prentis, y las palabras que les dedicó a él y a Keiko, ya no lo dudó. Armado así con el coraje suficiente llegó al establecimiento. El corazón le latía de forma apresurada y no era por el esfuerzo motriz que estaba realizando. Entonces la vio. La joven marchaba de un lado a otro, como era habitual, sirviendo porciones de tarta y repartiendo bebidas.



-Hola Scott- Le saludó la muchacha cuando él se aproximó exclamando asombrada.- ¡Vaya, cada vez se te ve mejor! Ya caminas sin ningún tipo de apoyo.



            La suerte estuvo aliada con él, la chica había dejado la bandeja en una mesa cercana.  Ahora o nunca y no le importó que el local estuviera bien nutrido de gente, como en los buenos tiempos. Simplemente miró a la chica de modo intenso.



-¿Te ocurre algo?- Se inquietó la camarera.-



            Por toda réplica la abrazó dándole un beso en los labios, tan impulsivo  como inexperto. La atónita Clarisa se pudo colorada, todo ello ante los improvisados aplausos de algunos clientes.



-Pero…- Pudo musitar ella.-

- Estoy siguiendo el consejo de una buena amiga.- Sonrió el también azorado Scott, algo trastabillado en sus explicaciones.- No se deben dejar escapar las mejores cosas de la vida. Y tú eres lo mejor que me ha sucedido.



            La muchacha sonrió también, entre incrédula y feliz, manteniendo ese avergonzado rubor. Más cuando alguno de los que allí estaban, intervino con un jocoso y animoso tono.



-¡Dile algo al pobre chico! No le tengas esperando…



            Como contestación esta vez fue ella quién rodeó a Scott del cuello con sus manos y le atrajo hacia sí para darle otro beso, más lento y profundo. Una vez más, una gran ovación se escuchó en el local. Justo entonces una voz conocida para los dos les interrumpió dejándoles entre atónitos y emocionados.



-Vaya, al fin te has decidido. Confieso que has sido más valiente que yo.

-¡¿Doctor Adams?!- Exclamó el anonadado Scott al verle.-



            Venía con traje y corbata, llevando del brazo a una sonriente Melissa que lucía muy hermosa con un vestido de color lavanda. Los dos les observaban con gran expresión de alegría. El joven no tardó en abrazarse a su colega de mayor edad, para sollozar, lleno de sorpresa y emoción.



-¡Pensé que había muerto!

-Tuve mucha suerte. –Respondió él.- Más de la que merezco.



            La gente que les rodeaba no paraba de aplaudir la escena, algunas personas incluso lloraban emocionadas con ellos. La propia Ginger, con gesto lleno de alegría y alguna que otra lagrimita, fue a darles un sentido abrazo.



-Sentaos, todos. Estáis invitados. Tú también, Clarisa.- Le ofreció a su empleada y amiga.-

-¡Pero, yo!...- Apenas si pudo balbucir la asimismo emocionada joven.- No podrás ocuparte tú sola de todo.

-¡Y no tendrá que hacerlo!- Intervino la dinámica voz de Caroline quien llegaba en ese momento del brazo de su marido.- Entre Ernie y yo la echaremos una mano. Hoy tienes nuevo personal. Y no te preocupes. Con un trozo de tarta y un café nos consideraremos bien pagados.

-Pero, no sé si ustedes podrán ocuparse de tantas mesas.- Objetó tímidamente la dueña.-

-Cielo, para pagarme los estudios trabajé de camarera. Igual que mi esposo. ¿Dónde te crees que nos conocimos, eh? Comparado con lo que teníamos que atender en el garito en el que estábamos entonces, esto será coser y cantar. ¿Te acuerdas, Ernie?

-Claro.- Afirmó él con gesto jovial, sentenciando para dirigirse a la perpleja Ginger.- No se preocupe, señorita. Ya verá cómo le vamos a ser de mucha utilidad.



            Gin sonrió asintiendo divertida. Desde luego que la doctora Drummont y su marido sabían cómo ayudar. Con una destreza propia del que llevara varios años en la hostelería servían y despachaban mesas con gran celeridad y eficacia. Entre tanto, el grupo de Melissa, Adams, Scott y Clarisa, pudieron sentarse juntos y festejar aquellos maravillosos acontecimientos.



-Si esto sigue así, ¡estoy por sentarme también yo con vosotros!- Rio Ginger en una de las veces que pasaba por allí a llevarles una tarta.-

-Cuando quieras. Serás muy bienvenida. -Sonrió Melissa.-



            La doctora tomó esa porción de tarta Sandy entregándosela a Scott. El chico miró ese dulce recordando a su amiga, aquella quien le prestaba su nombre, pensando.



-¡Ojalá que tú también hayas encontrado a alguien que te haga feliz! Lo mereces.



            Entonces fue Melissa quien declaró, con patente emoción.



-Hasta hace tan solo unas horas, si me hubieran preguntado habría dicho que la vida es injusta y cruel. Tiene desde luego terribles pruebas, pero también momentos maravillosos. Y me he dado cuenta de que, si no he disfrutado más de ella, ha sido mayormente por mi propia culpa.



            Todos la miraron con suma atención al oír esas palabras. Sobre todo el doctor Adams que sonrió. Antes de llegar aquella mujer le había confesado quién había sido y lo que había hecho.



-Clyde, no quiero engañarte. No sería justo. Yo deseo comenzar una vida contigo, por eso, quiero que sepas quién fui. -Fue capaz de decir entre consternada y llena de zozobra.-

-Fueras quien fueras, a mí solamente me importa quien eres ahora.- Sonrió él.-

-Quizás no pienses lo mismo cuando te lo cuente.- Suspiró ella, con las manos entrelazadas y eludiendo la mirada de su interlocutor.-



Y Melissa le desveló su otra identidad, explicándole que, en el pasado, usó sus conocimientos para su propia provecho, persiguiendo unas metas tan vanas como siniestras. También le puso al corriente de su intento de venganza y de cómo terminó. Adams recordaba lo que contestó tras escucharla.



-Bueno, tal y como tú misma me has dicho, Eudial, de la asociación de las Brujas Impías, era otra persona. No tiene nada que ver contigo.

-Ella vivía únicamente pensando en su propio bienestar, en ascender y en triunfar, aunque fuese pasando por encima de otras personas.- Suspiró culpablemente su interlocutora prosiguiendo.- Fui afortunada cuando ella perdió su memoria. Luego, cuando su recuerdo retornó a mí, solo trató de vengarse. Por eso perdí mi amor y todo lo bueno que había construido cuando comencé a ser Melissa.



            Era muy sintomático que su contertulia hablase de sí misma en tercera persona, cuando se refería a su yo  oscuro. Así se lo hizo ver.



-No soy psicólogo, ni psiquiatra. Pero eso debe significar algo.

-Significa que, todavía hoy, me siento avergonzada.- Admitió su interlocutora.- Yo era una criminal. Bueno, Eudial, lo era.

-Sin embargo, supiste darte cuenta de eso. Cambiaste y ella se fue para siempre.- Le sonrió animoso el doctor.-

-Quizás sí, o puede que algunas veces esté ahí, escondida, aguardando su momento de retornar.- Suspiró su contertulia.-

-Creo que esa Eudial sabe bien que ahora eres tú la que dirige las cosas.- Afirmó él.- Eso, si no se marchó hace mucho tiempo, porque no puedo ver nada de ella en ti.



            Y aunque la mujer asintió despacio sonriendo agradecida por esas palabras, no obstante objetó con pesar.



-Pese a todo, no me atrevía a pensar que ni remotamente pudiera llegar a ser feliz. En el fondo siempre he creído que no lo merecía.  Y sin embargo, hubo momentos en los que lo fui. Sobre todo cuando estaba con los niños. Ahora, trabajando de maestra una vez más, vuelvo a sentir eso. Y también lo siento cuando estoy junto a ti. Cuando creí que habías muerto, fue como si una parte mía lo hiciera también. Y me hizo darme cuenta… ¡te quiero y quiero ser feliz a tu lado!- Sollozó con patente emoción.- Me gustaría formar una familia. Aunque por mi edad quizás…

-Y lo vamos a ser.- La animó él, con emoción a su vez.- ¡Juntos seremos una familia!



            Ella asintió, y tras enjugar sus lágrimas añadió, con tono entre temeroso y reflexivo.



-Tras todo lo que hice y después de los horrores que he presenciado. Si algo realmente me ha llenado de pesar ha sido ver el sufrimiento de los niños.

-Sí, lo entiendo.- Convino él.- Yo nunca tuve hijos. Estuve casado una vez. Bueno, la cosa no acabó bien. Podría decir que te comprendo en muchas cosas. Mi mujer se hartó de que mi trabajo tuviera prioridad sobre lo nuestro. Tras el divorcio se casó con otro tipo al que ella le  importaba más que su jornada laboral. Nunca llegamos a tener hijos. Entonces yo no quería complicaciones.- Suspiró resignado.-



            Una vez más, el recuerdo de esa pobre joven que dijo ser su novia le asaltó. Entonces un nombre vino a su mente.



-Jennifer.- Musitó.- Ahora me acuerdo…

-¿Decías?- Inquirió su contertulia que no le había escuchado bien.-

-Nada.- Se apresuró a responder él, agregando.- Los críos son los más desvalidos. Tienes razón.

-Yo…, lo he pensado mucho.- Comentó ella con voz queda.- Y viendo a esos pobres niños sin familia, a los críos de la raza de Giaal que fueron rescatados…Me gustaría poder dar mi amor a alguno de ellos.



            Y ante la atónita mirada de Adams, ella le reveló.



-Sé que cuando el viaje termine posiblemente les devolverán a su planeta de origen. Entre tanto estarán solos. Aunque vayan a la escuela eso no basta. Después les dejan durmiendo en unos alojamientos de la parte militar. Más que atendidos y queridos son custodiados. Por eso, he solicitado poder ocuparme de alguno de ellos. Bueno, hay dos que son hermanos, tienen que ir juntos. Y una familia de la nave ya se ha ofrecido. Luego, otro que también va a ser adoptado por los padres de una niña. Y en fin, solamente queda la pequeña Wina.

-¿Wina?- Inquirió el atónito doctor.-

-Tiene seis años pero es muy despierta, inteligente y encantadora. Aunque la pobrecita ha sufrido muchísimo. Ningún crío tendría que pasar por lo que ella y los otros.- Remachó Melissa que, mirando ahora a su interlocutor, declaró casi de modo solemne.- Quiero adoptarla, deseo ser su madre. Quererla y ayudarla a crecer siendo una buena persona. Tengo mucho todavía por enmendar y mucho amor por entregar. ¡Es más, necesito hacerlo! Por eso tenía que decírtelo. Te quiero y, junto con criar a esa niña, lo que más deseo en la vida es estar contigo. Pero no pretendo obligarte a aceptar el compartir una responsabilidad así.



            Y tras unos segundos de silencio, que a la angustiada mujer se le hicieron eternos, Adams asintió despacio para decir.



-Es una decisión muy importante, que marcaría el resto de nuestras vidas.

-Lo sé muy bien. Por eso mismo quería contártelo.- Repuso su contertulia con cierto pesar al alegar.- Yo ya me he decidido, pero no puedo forzar a nadie a que tome esa misma resolución. Si no lo deseas lo entenderé.

- Bueno, soy ingeniero informático. No sé qué piezas hay que recambiar cuando una niña tenga algo estropeado.- Sonrió con humor él, sentenciando.- Pero seguro que podría aprender. Con tu ayuda y mucha paciencia por parte tuya y de esa pequeña… ¿Wina, verdad?



            Y una vez asimiló lo que esas palabras querían decir, ella sonrió de forma luminosa y le abrazó. Así estuvieron largo rato. Luego, de la mano, acudieron a la cafetería, en donde presenciaron muy contentos y conmovidos la escena entre Scott y Clarisa.  Ahora estos dos jóvenes estaban impresionados y también muy emocionados tras escuchar ese relato.



-Es una idea maravillosa. Si os sirve de ayuda debo deciros que cada vez que veo a Ginger con Dean sé que los dos están encantados y son muy felices juntos. – Terció la rubia camarera que agregó, mirando ahora al ruborizado Scott, en tanto ella enrojecía también.- Todavía soy joven y aunque ahora no lo veo factible, eso de tener hijos no lo descarto en un futuro.

-Bueno…sí, las cosas mejor tomarlas con calma.- Suspiró Scott con manifiesto buen humor.-



            Y todos rieron ahora, la pareja más madura visiblemente divertida ante las caras entre avergonzadas y llenas de ilusión de los jóvenes, y estos asimismo risueños por esa misma situación. De ese modo continuaron charlando un rato más con buen humor y gran felicidad. En el espacio sin embargo, las cosas no eran tan entretenidas. Más bien aburridas. Tracer volvió a comprobar el radar y los sensores. Absolutamente nada al margen de lo normal. Lo mismo detectaban Susan y Jane.



-Aquí no hay nada extraño.- Sentenció la mayor Gray.- Quizás debamos informar a control y regresar.

-Daremos una pasada más, y por mí conforme.- Afirmó Rick.-



            En el hospital, Maggie se sentía feliz también. Kiros estaba prácticamente recobrado. El doctor Ginga le había dejado a su vez una pequeña bolsita, con una nota en recepción. Cuando se la dieron la joven la abrió descubriendo una alubia en su interior. La nota rezaba lo siguiente. “Dásela cuando despierte”. De modo que, obediente con esa indicación, la enfermera volvió a la habitación. El saiyajin parecía estar meditando.



-¿Estás bien?- quiso saber ella.- Te veo muy pensativo.

-¿Cuántos de esos niños han podido ser salvados?- Le preguntó entonces el guerrero.-

-¿Niños?- repitió Maggie, en ese momento sin comprender.-

-Cuando asaltamos la nave de Gralas éste tenía prisioneros a unos niños de la raza del doctor Ginga.- Le explicó el chico.- Al descubrirlo durante mi pelea contra Hurrels traté de evitar que sufrieran daño. Serían al menos una docena.



            Ahora la enfermera guardó un espeso silencio, mirando hacia otra dirección con el semblante entristecido. Al fin replicó.



-No lo sé. Creo que trajeron a unos cuantos, pero… no estoy segura del número. La doctora Prentis se está ocupando de ellos.

-Estaban a salvo hasta que yo atravesé esa maldita pared.- Pudo decir el chico con la voz entrecortada.- ¡Yo tuve la culpa!

-¡No! - Se apresuró a rebatir Maggie.- Eso no fue culpa tuya.

-Podía haberles salvado si hubiese detenido aquel maldito rayo de energía. Iba contra mí, no contra ellos. –Insistía el joven.-

-No podías ser capaz de saber eso.- Trató de animarle ella quién le ofreció aquella alubia.- Toma, de parte del doctor Ginga.



            El chico miró esa judía con indecisión. Tras unos momentos la tomó de las manos de su interlocutora y la comió. Masticando despacio, al fin tragó sintiéndose recobrado al instante. Al menos en lo físico.



-¿Dónde están?- Quiso saber él.-

-Creo que les alojaban en la parte militar.- Comentó la joven no sin mucha seguridad.- Y aquí, en el ala infantil, cuando tienen reconocimiento. Esta tarde tendrían que venir, lo hacen a diario para ver cómo se van adaptando a la dieta y demás elementos del entorno.





            El chico asintió levantándose entonces de la cama. Llevaba puesto un pijama de hospital.



-¿Mi uniforme?- Inquirió.-

-No estoy segura.- Repuso ella.- El traje que llevabas y esa extraña armadura se las llevaron los del ejército.

-Iré a mi apartamento. Allí tengo otra.- Comentó él.-

-¿Vas a ir así?- se sonrió Maggie observando lo cómico que quedaba con esa especie de camisón que le llegaba hasta las rodillas.-

-¿Por qué no?- Afirmó él ofreciendo a la atónita muchacha.- Te llevaré conmigo. Tardaremos muy poco. Eso sí aguantas la velocidad.



            Ella le interrogó con la mirada aunque el saiyajin se limitó a ofrecerle una mano.



-Vamos.- Le indicó.-



            Casi sin saber por qué la muchacha le dio la mano y se dejó conducir. Al principio salieron caminando. Ante las miradas de la gente y el personal médico que iba y venía. Aunque nada más salir a la calle, él la tomó en brazos, sentenciando de modo lacónico un...



-Prepárate… ¿Estás lista?



            La chica ni pudo replicar, se sintió elevada en el aire y viajando a una gran rapidez. Apenas si habían transcurrido un par de minutos en los que chilló un par de veces cuando el saiyajin ejecutó algún cambio brusco de dirección. Al poco tomaban tierra junto a los bloques de casas de él.



-¿Has tenido buen viaje?- Preguntó con amabilidad.-

-No ha estado mal. -Pudo responder la todavía aturdida muchacha.-



            Sin embargo, se sujetó de un brazo de Kiros para no tambalearse. Ahora fue él quien le dedicó una inquieta mirada.



-¿Seguro que éstas bien?- Se interesó.-

-Sí, vamos, date prisa.- Sonrió ella.-



            Subieron al piso del mayor. Colocando sus huellas y con un reconocimiento de retina del joven oficial, la puerta se abrió. Pasaron los dos y él la invitó a sentarse, luego se fue hacia su habitación. Al cabo de unos minutos salió ya vestido de uniforme.



-Luego iré a informar de que me reincorporo al servicio. Ahora tengo algo más importante que hacer. Volvamos al hospital, por favor.- Le pidió a la chica.-

-Si no te importa.- Precisó ella llevándose una mano a la frente.- Tomemos un deslizador.



            De hecho, volvió a marearse y tuvo que ir corriendo al baño. Kiros la observaba con una mezcla de sorpresa y preocupación. Había olvidado que los humanos eran más frágiles. Por su parte Maggie tuvo un par de arcadas pero al fin se sintió mejor.



-Lo siento mucho. Esperaremos hasta que te recobres por completo.- Se disculpó él una vez la vio salir.-

-Ya estoy bien. De veras.- Aseguró la joven.-  Volvamos cuando quieras.



            Él asintió, aunque ahora sí que tomaron un deslizador. Tardaron poco en llegar. Todo el interés de Kiros estaba puesto en esos niños. Al fin, tras intentar localizarles con insistencia lo logró. Estaban precisamente en una sala, esperando a su chequeo. La propia enfermera Marek les sonreía animosa.



-Enseguida terminaremos.

-¿Por qué tenemos que venir siempre aquí?- Quiso saber tímidamente Wina.-

-Para ver si estamos enfermos por comer comida humana.- Le explicó Yally.-

-Espero que no.- Musitó Orix.-



            Erika no sabía que decir, de hecho le había sorprendido oír hablar a esos críos. Desde que llegaron nunca lo habían hecho. O bien solamente emitían unas extrañas sílabas que ella no comprendía. Sin embargo, ahora conversaban tranquilamente en inglés como si esa fuese su lengua materna.



-El doctor Ginga nos ha enseñado.- Le dijo uno, de nombre Ultis como si le hubiera leído la mente.-



            A Erika no le dio tiempo a responder, vio llegar a ese saiyajin vestido de uniforme militar y a la enfermera Kendall tras de él. Esa individua que llevó a la perdición a su desdichada hermana parecía ahora el perrito faldero de ese tipo. Marek movió ligeramente la cabeza con desaprobación. Aunque no esperaba que el joven guerrero se plantara delante de los niños y doblase una rodilla para acercar su rostro al de ellos y decir.



-Soy Kiros Derail. Hijo de Blinz y de Elua.  Guerrero saiyajin del planeta Nuevo Vegeta. Yo… venía a pediros perdón. Los actos de algunos de mis compatriotas fueron terribles…en nombre de mis reyes y de mi mundo quisiera poder compensaros…



            Los niños no respondieron. La pequeña Wina incluso se acercó a Yally buscando protección. No obstante, todos le miraban con los ojos muy abiertos.



-Lamento no haber sido capaz de protegeros a todos.- Pudo decir con un tono entrecortado.-



            Maggie le escuchaba con pesar. Ese chico estaba realmente sufriendo mucho. Y sobre todo cuando al fin, uno de los niños le miró cara a cara. Y le preguntó entristecido.



-¿Nuestros amigos no volverán, verdad?

-Lo siento…mucho.- Sollozó Kiros.- Quise protegerles y no pude…Tendría que haberles salvado y no lo hice...- Gimió enterrando la cabeza entre sus manos, sin dejar de repetir.- ¡Y no lo hice…no lo hice!...



            Maggie se agachó al instante envolviéndole entre sus brazos. El saiyajin lloraba sin poder parar. Y ella lo hacía a su lado, entre conmovida y consternada. Sintiendo que su amor por él aumentaba al verle tan vulnerable a los sentimientos como cualquiera. También veía la tristeza en los ojos de aquellos críos. Incluso Erika, algo apartada de ellos ahora, no podía evitar las lágrimas. Podía percibirse el pesar y la culpabilidad que llenaban a ese hombre. Entonces, esa niña, Yally, se aproximó a ella y le susurró.



-Los dos lo sienten mucho.

-¿Los dos?- Pudo repetir Erika sin comprender.-

-Son buenas personas. Él siente mucho lo que le ocurrió a nuestros compañeros Y ella siente mucho lo que te ocurrió a ti.



Marek no supo que decir ante eso, se quedó pálida. ¿Que podría saber esa niña de su propio sufrimiento? Forzó una sonrisa al fin y así lo comentó.



-Tú no lo entiendes…

-Sí, todos lo entendemos.- La rebatió para su asombro aquella pequeña, cuando con una resolución y madurez impropias de su edad, sentenció.- Hemos perdido a las personas que queríamos. Y alguien que no fue el culpable cree que lo es. No está bien dejarle sufrir por eso…no es nada bueno odiar. Así no curarás tu dolor.



La impactada enfermera apenas sí pudo abrir la boca, aunque ninguna palabra salió de ella. Miraba a Maggie que estaba tratando de consolar a ese chico. Y sucedió algo que la maravilló hasta el punto de emocionarla. Las lágrimas volvieron a aflorarle cuando vio a la otra niña extraterrestre, la más pequeña, aproximarse a Kiros y acariciarle con suavidad el pelo. El joven, entre compungido y asombrado, elevó la vista. Incluso Maggie le soltó de aquel abrazo lo bastante como para ver a la cría, sonreír con dulzura.



-Tú eres bueno.- Declaró Wina.- No estés triste.



            El sobrepasado chico se abrazó a la pequeña para terminar de desahogarse. Una emocionada Maggie lloraba algo apartada dejándole un poco de espacio. Y entonces escuchó tras de ella la también afectada voz de Erika susurrarle.



-Lo siento.

-Yo también.- Sollozó Maggie a su vez, bajando la cabeza, sin siquiera atreverse a mirarla.-



            Notó entonces posarse una mano de Marek sobre su hombro izquierdo, después ésta se marchó. Aquello la dejó sorprendida e incluso impresionada. Era el gesto más considerado que su compañera de profesión había tenido para con ella desde que la conocía.  Mientras, Kiros lloraba con amargura e impotencia. Muchos inocentes y además niños habían pagado con la vida  aquel combate. Y no solamente él, sino dos miembros de su pueblo más, asistieron entre avergonzados y atónitos a aquello. Y es que Jetra y Nalir, al igual que los niños del Makaiyu, iban todos los días a someterse a un chequeo para su periodo de adaptación. Ambos demostraban no tener el más mínimo problema pero eran las normas. Cuando se ofrecieron a pasar al bando de los humanos aceptaron cumplir con todo lo que se les mandase. De hecho, habían visto a esos críos en días anteriores pero no quisieron cruzarse con ellos. Ahora los dos habían escuchado a Kiros y tras mirarse y asentir, entraron en la sala y doblaron una rodilla mirando al suelo. Así les descubrió la perpleja Maggie.



-Estamos padeciendo una vergüenza terrible por nuestros actos. Es algo que nos abruma y que apenas somos capaces de soportar. Y no sabemos cómo enmendar lo que hicimos. ¡Por favor, decidnos que hay una manera! - Musitó Jetra con lágrimas también.-

-No les causamos ningún daño directo, pero permitimos que sucediera. Pedimos disculpas y ofrecemos nuestros servicios a esos niños, para reparar en lo posible el daño que  sufrieron y que no impedimos.- Añadió Nalir igualmente consternado.-



            Al oírles, Kiros se separó al fin de la pequeña. Tras levantarse les pidió a sus dos compatriotas que hicieran lo mismo.



-Estamos obligados.- Les dijo con solemnidad y mayor dominio ya de sí.- A luchar por defender a quienes no pueden protegerse a sí mismos. La honra de un saiyajin es su honor. Atacando y abusando de los débiles, nos deshonramos. Eso hicieron Hurrels, Zura y los otros. Pero vosotros supisteis parar a tiempo. Eso diré en nuestro mundo. Abogaré por vosotros ante los soberanos.

-Gracias, Excelencia.- Repuso Jetra.- Te juramos que cumpliremos nuestra palabra. Por nuestro honor y el de nuestras familias.

-Así es.- Convino su joven acompañante.- Limpiaremos nuestros nombres y los suyos. Cueste lo que cueste.



Kiros asintió. Tras enjugarse las lágrimas y despedirse de ellos y de los niños, fue junto a Maggie. Los dos salieron de allí.



-Ahora me siento mejor. Aunque no pudiera hacer nada por los demás.

-No es posible salvar a todo el mundo. Es algo que, por desgracia, he visto a menudo trabajando como enfermera.- Comentó ella no sin pesar.- Muchas veces te sientes culpable. Piensas que hubieras podido hacer más. Y si no controlas esa sensación, acaba por destruirte.



            El chico finalmente asintió. Tomándola de la mano los dos se alejaron. Erika les vio irse, tras la puerta de una sala anexa al pasillo. Pensando en su propia vida. Meditando sobre lo que había hecho…



-El doctor Ginga tenía razón.- Se dijo consternada.- Y lo siento, pero no puedo perdonarla. A pesar de que no fuese ella la causante. Pero es algo que llevo clavado en mi interior. Y si intentase removerlo, en cierto modo me desangraría. Aunque por lo menos podré dejarla tranquila. Quizás así yo también encuentre algo de paz.



            Y sin querer pensar más en eso volvió a sus ocupaciones. La enfermera y el saiyajin caminaban ya por el parque. Éste había sido reconstruido a una velocidad realmente admirable. Ahora, atravesando una arboleda en donde se oía jugar a los niños y el murmullo del agua caer por unas conducciones que simulaban un arroyo, Maggie suspiró comentando.



-Me parece increíble que hayamos pasado por todas esas cosas tan terribles. Estando aquí, es como si eso jamás hubiese sucedido.

-Es verdad.- Convino él algo desconcertado, sin embargo.- Aquí todo me resulta irreal. Es como si despertase de un sueño. Y no entiendo por qué…



            Y era cierto también para ella. De pronto, Maggie notaba una sensación similar. Extraña. Aunque no pensó más en eso. Oyó el saludo de Aurora y de su esposo, que paseaban de la mano con la que esa mujer creía su hija Nelly. La niña andaba despacio, sin apenas atisbo de emociones. Al menos hasta que vio al oficial y a la enfermera. Para sorpresa de sus padres se soltó de la mano de ambos y corrió al encuentro de la pareja.



-¡Vaya! - Sonrió Aurora tomándolo por algo bien distinto.- Está claro que nuestra hija quiere mucho a esa enfermera, ¿Verdad Edgar?

-Claro, cariño.- Asintió él.-



            Sin embargo, aunque la niña se abrazó a Maggie que la recibió entre atónita y encantada, su expresión no era de alegría sino de temor cuando, dirigiéndose al estupefacto Kiros, le dijo con tono serio.



-Ellos ya vienen.

-¿Ellos?- Inquirió el saiyajin sin comprender.- ¿No te referirás a Gralas y los suyos, verdad? No temas les derrotamos y ya no están.



            Empero, la cría movió enérgicamente la cabeza. Y apenas susurró con tintes de palpable miedo en su voz infantil.



-La Nada viene. El olvido se acerca.

-¿Qué?- Preguntó Maggie sin comprender  aquello.- ¿A qué te refieres?



            Los padres de la niña llegaron entonces hasta ellos, y Nelly guardó silencio una vez más. La pareja se miró con extrañeza. Quizás fueran cosas de esa cría y de su condición tan particular pensó Maggie. No obstante, no hubo ocasión ni de hablarlo con los padres de la pequeña. El comunicador de Kiros pitó. Enseguida se lo colocó a la oreja preguntando.



-¿Sí?... Sí señor, a sus órdenes.- Declaró.- Enseguida estaré ahí…



            Mirando al resto que demandaba una aclaración con sus miradas pudo decir esbozando una leve sonrisa.



-Lo siento, es el contralmirante. Me ha pedido que vaya rápidamente a la zona de vuelo.

-Espero que no sean esos enemigos otra vez. ¡Qué horror!- Exclamó Aurora, abrazando protectoramente a su hija.-

-No, no teman, no se trata de eso.- Repuso Kiros que enseguida añadió dirigiéndose a Maggie.- Te veré luego.

-Claro.- Sonrió levemente ella en tanto le besaba en una mejilla.-



            El saiyajin se marchó andando con rapidez aunque sin querer hacer gala de sus poderes en medio de la gente que iba y venía por aquel sendero que transitaban. La enfermera se le quedó mirando alejarse aunque su atención fue requerida por el comentario que hizo Aurora.



-Tiene usted un novio realmente estupendo. Un buen hombre y un gran héroe militar. Hacen una pareja magnífica.

-Sí, gracias.- Convino ella, casi sin darse cuenta.-

 -Es verdad. -Sonrió Edgar entonces pareciendo estar de bastante buen humor.- Dentro de poco a ver si se animan a tener una hija tan maravillosa como nuestra Nelly.



            La enfermera volvió a asentir descuidadamente, como si eso fuera lo más natural del mundo para ella. Así los padres de la niña le desearon que pasara una buena tarde y se alejaron. Sin embargo, la cría permaneció unos momentos más junto a Maggie y le dijo algo que la sacó de aquella especie de ensoñación.



-Está empezando a afectarnos. No olvides, Maggie, no olvides…



            Y la miró tan intensamente a los ojos que en esos instantes todo regresó a la mente de la mujer. Apenas si pudo murmurar, entre desconcertada e incluso asustada.



-¿Qué está pasando?...



            Pero la cría no replicó. Parecía haber vuelto a ese mutismo característico ahora de ella, corrió hacia sus padres y se limitó a saludarla con la mano dejándola con una extraña intuición de que algo terrible estaba próximo a suceder. Mientras eso ocurría, en el espacio, la patrulla había efectuado el reconocimiento de las zonas circundantes al asteroide y estaba lista para retornar a la gran nave.



-Bueno, podremos informar al contralmirante que no hemos encontrado ninguna cosa extraña.- Comentó Tracer.- Tal como quería, o eso creo.

-Ahora van a salir a relevarnos.- Afirmó Jane, que lo había oído a través de la frecuencia de su comunicador con el puente.-

-Entonces podremos volver ya. Me gustaría ver a Giaal.- Les confió Susan, agregando.- El pobre ha estado muy ocupado últimamente.

-Sí, también quiero pasar un rato con Penélope.- Convino Tracer, añadiendo más relajado ya.- Luego se queja de que no la hago caso, ja, ja…



            Jane les escuchaba sintiéndose alegre por ellos pero con un inevitable poso de tristeza en el fondo de su corazón. Tras romper con  Leval no levantó cabeza en el terreno sentimental. O bien se lanzó en brazos del primero que pudiera consolarla, sirviéndose de eso como mero refugio, o se dedicó a su nueva tarea, una vez fue perdonada por sus superiores. Ahora meditaba y se daba cuenta con amargura de que nadie la esperaba a ella. Era irónico, a la vista de cualquiera era una mujer realmente hermosa.



-A veces eso es una maldición en lugar de una ventaja.- Se decía cuando algo raro captó su atención.- ¿No debería haber un sistema estelar ahí?- Les indicó a sus compañeros.-

-¿Dónde?- Quiso saber Rick consultando asimismo sus datos en el monitor.-

-Según las cartas de navegación de esta zona, estamos atravesando una zona de espacio interestelar. Pero hay un sistema binario que debería ser visible.- Comentó su interlocutora.-

-¡Es cierto! - Se sorprendió Susan a su vez.-  Lo tengo en la cartografía pero aquí no aparece nada y estamos en una posición en la que debería avistarse de un modo muy claro.



            Fue Tracer quien lo vio primero, ¡o mejor dicho, no lo vio!...



-¿Qué demonios es eso?- Pudo decir con estupor.-

-¿El qué, señor? Preguntó Susan.-

-Coordenadas cuatro, siete, uno.- Le respondió el aludido.-



            La teniente Hunter dirigió su aparato hacia allí. Enfocó con su radar y el detector de frecuencias. Para asombro propio y de sus compañeros, ningún sistema parecía funcionar. Era como si en efecto no se hubiesen activado. Pero funcionaban perfectamente pese a que no detectaban nada.



-No lo entiendo.- Comentó la oficial tratando de acercarse más a eso.-

-Susan, déjalo.- Le ordenó Jane.- Nos dieron instrucciones de regresar enseguida si avistábamos algo así. ¿No es cierto mayor Jensen?

-Así es.- Convino Rick.-

-Quizás si logro fijar los detectores de masa subespacial.- Afirmó la joven teniente pasando a modo varitech.-



            Aunque al aproximarse la muchacha comenzó a sentirse extraña. Era como si no recordase nada.



-¡Susan! – La llamaba Tracer con creciente preocupación.- ¡Susan, responde!

-¿Qué hago aquí?- Se preguntaba la teniente Hunter.-



            Y todo en su mente se iba convirtiendo en oscuridad, fría e insensible. La muchacha notaba como sus mismos recuerdos se desvanecían. Ni tan siquiera estaba segura ya de quién era. Por suerte Jane actuó enseguida. Pasando también a modo androide sujetó de un brazo al varitech de la teniente Hunter tirando de él hacia la nave. Rick hizo lo propio y entre ambos sacaron a su subordinada de allí.



-¡Vamos!- Urgió Tracer a la mayor Gray.- Entremos rápido en la nave. Informa…

-¡May Day! – Repitió Jane por el intercomunicador.- Tenemos a un piloto posiblemente herido. Precisamos ayuda para reentrar con su varitech.



            Tras recibir ese mensaje la torre de control les dio inmediata luz verde para retornar. Hazzar fue informado al momento acudiendo hasta la zona de aterrizaje, seguido de Simmons y Enset. También se llamó a Giaal. Éste fue requerido en persona por Tracer quién contactó con él vía teléfono intercomunicador.



-Amigo, ¡ven rápido!  Susan se encuentra mal. No sabemos que le ha sucedido.



            De hecho tuvieron que sacar a la teniente Hunter de la carlinga entre dos operarios. La chica tenía la mirada fija y no hablaba. Era como si estuviera desconectada del mundo.



-Susan. ¿Puedes oírme? – Le preguntaba Rick realmente preocupado, junto a Jane, en cuanto pudieron salir de sus aparatos y llegar a su lado -¡Susan!



            Aunque esa muchacha parecía por completo ida. Con la mirada fija en un punto indeterminado y las pupilas dilatadas.



-No comprendo que pudo pasarle.- Comentó una a su vez muy inquietada Jane.-

-Se aproximó mucho a eso.- Repuso el también preocupado Tracer.-



            En ese instante el contralmirante se acercó a ellos. Enseguida le explicaron lo sucedido. Ese hombre pareció asustarse al ver a la teniente Hunter en ese estado. Asimismo llamó rápidamente a Kiros. El saiyajin se presentó en apenas unos minutos. El doctor Ginga llegó poco tiempo después. Susan estaba acostada en las instalaciones médicas de la base.



-¿Qué le ha pasado?- Se alarmó Giaal.-

-No tenemos ni idea, amigo.- Le contestó un apurado Tracer.- Se quedó así…tras mirar a algo…

-¿A qué? Le preguntó su interlocutor.-

-Es que no lo sabemos.- Intervino Jane que también estaba allí presente.- Sencillamente no había nada.- Sentenció.-



            Y para asombro de todos la hasta entonces ausente Susan, musitó con la voz entrecortada, teñida de un enorme temor.



-¡La Nada!… está llegando, la Nada…



            Giaal abrió la boca como el resto, con gesto atónito. El alien enseguida se arrodilló junto a su novia y la miró a los ojos explicando al resto.



-Voy a tratar de acceder a su mente. Quizás pueda sacarla de este estado.



            Y tras concentrarse hubo un momento de silencio. Al poco, todos miraron con creciente preocupación la expresión de Giaal. Mostraba un terror profundo que jamás le habían visto. Por suerte Susan pareció reaccionar. Respirando agitadamente salió de aquella especie de trance.



-¿Qué ha pasado?- Preguntó de inmediato al ver a su novio junto a ella.-

-¿Qué te ha ocurrido, Susan?- Inquirió a su vez Rick con manifiesta preocupación.-

-No lo sé.- Pudo decir ella con visible desconcierto.- Fue como si me olvidase de todo, incluso de mí misma. No sé qué estoy haciendo aquí, ni qué estaba haciendo antes.



            Aunque Kiros se centró más en el gesto desencajado de Giaal.



-¿Qué te ocurre? ¿Qué has visto?

-Estamos perdidos.- Fue lo único que pudo susurrar, temblando ahora.-



            Todos le observaron atónitos. El alien entonces le dijo al saiyajin.



-Si tienes valor te dejaré ver algo…los demás no podrían soportarlo.



            Y tras asentir, Giaal compartió con el saiyajin unos flashes de aquellas terribles visiones que extrajo de la mente de Susan. El propio Kiros comenzó a temblar con el rostro desencajado por el pánico.



-Pero ¿qué pasa? ¿Qué demonios estáis viendo?- Preguntó una muy asustada Jane.-

-Es...esto es.- Balbució Kiros con patente miedo en su tono.- Ella nos lo advirtió… ¡La Nada!

-¿Qué vamos a hacer?- Se preguntaba Giaal con evidente desesperación.-



            Ni Tracer, ni Jane, ni el propio contralmirante Hazzar, junto con la comandante Simmons allí presente, podían comprender las expresiones de miedo y el terror que atenazaban a esos dos. Estaba claro que no eran  unos cobardes. Si aquello les causaba un pánico tal debía de ser algo realmente muy peligroso. Más cuando el propio Kiros le pidió al perplejo Hazzar.



-No servirá de nada, pero le ruego que ordene zafarrancho de combate general. Que todas las armas se preparen. Por lo menos que podamos terminar luchando.

-Pero. ¿De qué está hablando? ¿Dónde está ese enemigo, mayor?- Ya hemos derrotado a las tropas de Gralas e incluso a  sus propios compatriotas rebeldes.-



            Sin embargo, fue Giaal quien intervino dejándoles más impactados aun al declarar con gravedad.



-Eso no era ningún problema comparado con esto. Ahora comienzo a comprender que nuestra verdadera misión no era destruir a Gralas y sus huestes. Ni tan siquiera llegar a Nature. Era advertir a la Tierra y a Bios de lo que les aguarda. Ser una especie de barrera…



            Y en ese instante uno de los oficiales hizo acto de presencia, era el teniente Tang, llegó con expresión de alarma. Enseguida se cuadró informando a Hazzar.



-Contralmirante, se han localizado unos extraños agujeros negros, o lo que sean, en rumbo de colisión con la nave.



El sorprendido contralmirante se rehízo no obstante de inmediato y le indicó a Simmons sin dudar ni un momento.



-Ordene la movilización general. Llame a todos los miembros del Fairy Five. Ustedes.- Inquirió dirigiéndose a Tracer y a Jane.- Mayor Jensen, al  puente de inmediato. Mayor Gray, a la zona de despegue. Ocúpese de coordinar a los pilotos.

-A la orden.- Repuso la comandante, aprestándose a ello de inmediato.-

-Sí señor.- Saludaron a su vez Tracer y Jane.-

-¿Qué tal está, teniente?- Se interesó entonces Hazzar, mirando a Susan.-

-Lista para el servicio, señor.- Repuso ella sin dudar.-

-En tal caso acompañe al mayor Jensen.- Le ordenó su superior.-



            La joven asintió, no sin abrazarse a su novio y susurrarle ahora con una extraña convicción.



-No todo está perdido. Pude sentir algo muy fuerte y maravilloso también. Y además, me resultó familiar.

-Sí. He sentido una cálida luz, muy al fondo del túnel.- Musitó él de modo enigmático para Kiros.- Quizás tengamos una remota esperanza después de todo.

-Tengo que ir por Maggie.- Dijo el chico entonces.- Antes de que se desate el caos…



Y no dudó en despedirse de los presentes e ir raudo a buscarla. Esta vez fue volando sin importarle lo que pudieran decir. Ya no había tiempo y quería estar con ella. Si algo sintió cuando Giaal le permitió entrever aquel horror era que deseaba estar con la persona a la que amaba, y fue el rostro de la enfermera el que se le apareció aportando un poco de luz a esa terrible y total oscuridad. Así, la alarma no tardó en sonar, y las científicas fueron requeridas de inmediato. Scott estaba con Clarisa, el doctor Adams y Melissa, todavía en la cafetería. Todos habían notado algo extraño. Por unos instantes se habían mirado los unos a los otros sin saber qué decir. Casi sin darse cuenta de quienes eran los demás. Después, el sonido de la alerta les arrancó de esa especie de trance. El comunicador de la mayoría comenzó a sonar.



-Me piden que acuda al puente.- Comentó la doctora Prentis.-

-Nosotros debemos ir al centro cibernético.- Declaró Adams.-

-¿Y nosotras qué haremos?- Quiso saber Clarisa.-

-Id al refugio, por favor, quedaos allí hasta que pase la alerta.- Le pidió afectuosamente Scott.-

-No, ya estoy harta de tanto refugio. Iré a mi casa, con mi hijo. Si algo nos tiene que suceder, que nos suceda juntos.- Declaró Ginger que se había aproximado a su mesa segundos antes.-

-Voy contigo. – Se ofreció la rubia camarera.-



            Aunque Gin, sonriendo afectuosamente, movió la cabeza para decirle.



-Creo que deberías estar junto a Scott.



            La joven y el científico se miraron, él asintió deseando también que así fuera. Y así procedieron. Esperando que aquello terminase pronto. Por su parte Penélope estaba en el laboratorio con sus compañeras. Al sonar la alarma y recibir la comunicación se pusieron de inmediato en marcha. Caroline sin embargo fue encargada de acudir al centro cibernético. Mei Ling corrió hacia allí también. A pesar de todo, la joven al menos estaba más feliz de lo que había estado en mucho tiempo. Recordaba una conversación que mantuvo con su primo. Cuando, tras hablar con Maggie, efectivamente llamó a Zhao. Ambos quedaron para charlar en el parque.



-Creo que al final, tras todo lo que ha sucedido, me he dado cuenta de lo importante que es la familia.- Suspiró la joven con resignación.-

-Sí, es algo que también he pensado.- Convino Tang.-

-Por eso, cuando regresemos a la Tierra tras encontrar ese planeta que andamos buscando, volveré a casa y aceptaré mi compromiso.- Suspiró largamente su prima.-



            El chico la miró al principio con incredulidad. Después sonrió levemente y por fin, haciendo algo que ella no esperaba, la sujetó de los brazos con suavidad para responder, en tanto movía la cabeza.



-Yo me he dado cuenta también de muchas cosas, como ya te he dicho. Y la más importante es que la vida es demasiado preciosa y fugaz para que la vivamos siendo infelices. No, Mei Ling. Intenta ser feliz. Tus padres lo entenderán. Yo mismo se lo explicaré.



            Ahora fue ella quién le dedicó una atónita mirada. Apenas podía creer que su primo, el ortodoxo y disciplinado, Zhao, hubiera pronunciado aquellas palabras. No obstante, su ánimo no mejoró mucho por eso, y tras asentir agradecida le contestó.



-Yo no tengo ya ninguna felicidad esperándome aquí.

-Comprendo.- Musitó él.- Entonces, ¿esa chica y tú?...

-Lo hemos dejado. Ella no me ama a mí. Lo siento Zhao, lamento haber tratado de engañarte. Yo no salía con el mayor Kiros. Lo hacía con Maggie.

-Lo sé.- Sonrió él.- Soy oficial del servicio de inteligencia. Y uno bueno. ¿Te crees que ibas a poder engañarme con algo tan simple?



            Eso la sorprendió, aunque ahora ya no importaba. De modo que sencillamente asintió para declarar.



-Bueno, quizás pueda ser feliz haciendo que mi familia lo sea y que recupere su honor. Tras todos los sacrificios que he visto en este viaje, lo mío no será tan grave.

-Sería para toda la vida, Mei Ling. - Rebatió su primo añadiendo con preocupación.- Y yo no podría soportar el ver como languideces en un matrimonio sin amor. A pesar de que tu prometido sea buena persona y te quiera, eso no significa que tú le ames. Por ello, te ayudaré en lo que pueda. Incluso en pagar la deuda de la familia. Conozco a mucha gente influyente. Eso no sería problema.

-¿Lo dices de verdad?- Sonrió ahora la muchacha con bastantes más esperanzas.-

-Sí, claro que sí.- Se reafirmó su primo.- Te doy mi palabra. Y te apoyaré cuando decidas contárselo a tus padres.



            Mei Ling le dio entonces un sincero e impulsivo abrazo que el chico recibió encantado. Tras conversar un rato más se despidieron. La muchacha se acordaba bien. Ahora volvía a sonar esa alarma y ya de camino al puente  le vio de nuevo. Aunque el rostro de Zhao evidenciaba un gran temor, y eso la preocupó muchísimo. Su primo jamás se había mostrado de ese modo.



-Espero que podamos salir con bien también de esto, lo que sea que suceda.- Se dijo animosamente la joven.-



Por su parte al llegar, Penélope, Mei Ling y Keiko, se encontraron con Melissa, Giaal, Susan y Tracer. El comandante del asteroide, el contralmirante Hazzar, les había ordenado presentarse allí tan pronto se avistaron multitud de agujeros negros que se acercaban hacia su posición. No obstante, esos hoyos eran más oscuros que la misma negrura del universo, siendo así vistos, pero no detectados por el radar. De hecho, para los medidores de la nave ni siquiera parecían existir.



-No lo comprendo. – Afirmó Penélope mirando a una de sus ayudantes que también estaba allí con la boca abierta. – No tienen gravedad, ni emiten radiación. Es como si no estuvieran, pero están.

-¿Sabes qué puedan ser?- Le preguntó la asimismo asombrada Susan a Giaal. –

-¡Jamás en mis viajes por el universo vi nada igual! - Admitió el extraterrestre tan anonadado como el resto. –

-¿Qué hacemos, señor? ¿Salimos en misión de scramble?- Quiso saber Tracer dirigiéndose a Hazzar. –



Pero el veterano militar negó con la cabeza. Tras unos segundos, replicó.



-Haremos fuego con los cañones de plasma a ver si se puede dañar a lo que quieran que sean esas cosas.



Se cumplió la orden pero para asombro de todos parecía que ni siquiera se hubiese disparado ni una salva. Aquello era muy extraño. Fue Giaal quién le dijo al contralmirante.



-Señor, le ruego que no envíe ningún caza.  Tengo el presentimiento de que sufrirían la misma suerte que los disparos de energía que queremos realizar.

-¿Disparos de energía?- Se preguntó ese veterano oficial mirando en derredor.-



            Nadie recordaba haber recibido esa orden. Aunque algo les intranquilizaba. Esa sensación de ir a hacer algo y no acordarse de qué era. Al fin, Hazzar declaró.



-Sí, no nos serviría de nada. Será mejor que desviemos la energía y pongamos los escudos al máximo de su poder.

-Algo me dice que tampoco nos servirán. Señor. – Musitó Susan que dando la mano al alien miraba por el gran ventanal del puente de mando, divisando aquel espacio repleto de mayor negrura a cada segundo. -

-¡Oh cielos!. ¿Qué puede ser esto? Me recuerda demasiado a esas viejas historias que mi madre me contó sobre el Mesías del Silencio…- Susurró Keiko.-



Y lo mismo que ella, sus compañeros y toda la tripulación que podía ver aquello se mostraban incapaces de reaccionar. Era como si los alrededores del universo no estuvieran allí.  Quizás nunca hubiesen estado.



-¡Maldita sea! - Pudo protestar Penélope, más enfadada y consternada que asustada. – Estábamos tan cerca de Nature. Y tras todo por lo que hemos pasado, que las cosas deban terminar así.

-Si tenemos que terminar, al menos lo haremos juntos. – La animó Tracer ofreciéndole una mano que ella aceptó con una leve sonrisa entrelazando sus dedos con los de él. –

-Quizás no todo esté perdido. – Pudo decir el admirado Giaal que sintió entonces una especie de marea de energía y de luz pura acercarse hasta ellos. – Sentid esto…¡Sentidlo!- Exclamó por completo sobrepasado por aquello.-



El resto le miró sin comprender. Empero, enseguida pudieron percatarse de a qué se refería el doctor Ginga. Fue entonces cuando un resplandor de un tono inmaculado y cegador lo inundó todo. Los tripulantes sintieron una fuerza pura y llena de bondad que les llenaba. Y esa canción con aquella voz pura y llena de amor.



-Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo



Athairar ne amhdialinn

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo



Athairar ne amhdialinn

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo



Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo



Omnen crede diem

Tibi diluxisse supremum

Omnen crede diem

Tibi diluxisse supremum



Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo

Domine o venite o sacramentum (dicesm)eodeo



(Pax deorum ENYA, crédito al autor)



-¡Es maravilloso!- Apenas si pudo balbucear Penélope.-

-¡Oh, jamás escuché nada igual!- Convino Susan emocionada como el resto.-

-¡Mesías! Es como en esa historia…¡La Luz del mundo! - Exclamó Keiko con visible emoción.-

-Es ella. ¡Es Amatista! - Reconoció Giaal sentenciando.- Y esta vez no canta para salvar un simple planeta. ¡Ahora es por el Cosmos entero!



Y el alien se emocionó tanto que las lágrimas le brotaron de forma incontrolable. Era tan difícil que eso le sucediese que él mismo se admiró de aquello. A los demás les ocurría lo mismo.



-¡Y vosotros me comparabais con ella! Yo no soy nada a su lado.- Pudo balbucir Keiko tan sobrepasada por la emoción como el resto de los allí presentes.-



 Incluso Ginger, en su apartamento, abrazando al pequeño Dean, sintió la fuerza de esa canción.



-Querida amiga. Gracias por todo… Ahora comprendo…que esto tenía que ser así. -Musitó besando en la frente al pequeño.-

-Señora guapa, canta muy bien.- Repuso el crío con gesto sonriente señalando hacia el techo.-



            Jane, que estaba a punto de salir con su escuadrilla, se detuvo ante la orden del contralmirante y después escuchó, igual que el resto aquella canción, entre admirada y llena de incredulidad.



-Es algo sencillamente maravilloso.- Susurró sin ser capaz de asimilar esa poderosísima sensación de alegría y renovación que tenía.- ¡Maravilloso de verdad!…



 Y finalmente, cuando aquello se extinguió, tanto la luz como la canción, esos hoyos negros sencillamente habían desaparecido. Ahora, en la pantalla del puente, se avistaba un hermoso mundo que parecía una perla azulada.



-¡Oh Dios mío! – Exclamó Penélope llevándose las manos a la boca, para decir anonadada. – ¡Es Nature!

-Capitán, ordene comprobación de nuestra posición. Envíe unas sondas orbitales. – Le indicó Hazzar a su segundo al mando tras reponerse de aquel asombro que le había envuelto como al resto, para dirigirse a Tracer e indicarle a su vez. – Mayor, usted prepare un reconocimiento con cazas. –

-A la orden, señor…-Replicó éste de inmediato.-



No obstante, en esta ocasión, obviando el protocolo militar, le dio a Penélope un largo y sentido beso en los labios que ella encajó encantada, antes de aprestarse a cumplir esa orden.



-¿Qué ha podido ocurrir?- Inquirió una asombrada Susan. –

-Simple y llanamente. ¡Un milagro! – Sonrió Giaal para remachar con voz queda –  Uno tan enorme que ha afectado al Cosmos entero.



            Y por esta vez tampoco el alien se recató de besar a la muchacha que le devolvió aquel beso durante un buen rato, ante las sonrientes miradas de todos, incluido Hazzar, antes de que la teniente Hunter se incorporase a su escuadrilla tras el mayor Tracer. Y efectivamente, allí había un hermoso planeta que coincidía totalmente con las especificaciones de su carta de navegación.



-¿Qué ha sucedido?- Quiso saber Jane, sin poderlo todavía creer, en tanto se aproximaba junto al resto de la escuadrilla.-

-No lo sé, lo único que siento es que ha sido algo realmente maravilloso.- Le respondió un eufórico Tracer.-



            Ahora todo en el puente eran celebraciones. Kiros que había llegado junto a Maggie, unos minutos antes, estaba tan perplejo como el resto. Durante aquella canción tan increíblemente hermosa y llena de fuerza se habían quedado abrazados, sin poder articular palabra. Luego los dos lloraron y rieron.



-¡Jamás había sentido un poder así!- Pudo decir él.- Ha sido… no lo sé. ¡No tengo palabras para describir esto! ¡No puede existir nada que sea comparable!



            Maggie asentía entre sollozos. Aquello fue increíble. Y entonces, junto a  ellos, los padres de Nelly y la propia niña sonrieron. Habían estado en el parque junto con la enfermera y todo les pilló allí. La cría ahora mostraba un semblante muy feliz y les dijo a los atónitos adultos.



-El Mensajero ha mostrado su poder. Y las soberanas planetarias también.

-¿De quién estás hablando, cariño?...-Quiso saber el perplejo Edgar.-

-De las guerreras de la Luna.- Repuso tranquilamente la pequeña.-

-¿Esas historias que te contábamos de niña?- Sonrió esperanzada su madre.-



            Y ante el estupor de Maggie y de Kiros, Aurora les explicó.



-Desde muy pequeña mi madre me contaba a mí la leyenda del Guerrero Dorado y de las Justicieras. Decía que, una vez, las vio en acción luchando para proteger el mundo. Y junto a ellas estaban las famosas Guerreras de la Luna, lideradas por su princesa. No creo que conozcan la historia.

-La conozco.- Pudo apenas musitar una emocionada Maggie admitiendo.- Mi madre me la contaba también.



            Y no solamente ella, ahora recordó a Kerria. Su antigua novia a veces le hablaba con entusiasmo de aquellas mujeres. Tal era así que rayaba en lo infantil. Maggie las más de las veces se sonreía al oírla hablar, y otras directamente le tomaba el pelo.



-Pero Ky siempre tuvo esa expresión en su mirada, de agradecimiento y mucho amor, cuando me contaba esas cosas. Ahora sé el por qué.- Se dijo la admirada enfermera.-



Desde luego que escuchando a su exnovia podría incluso llegar a creer que las había conocido en persona. Y es que todos los presentes en la nave habían tenido una visión que acompañó al canto aquel tan maravilloso. Esas tres jóvenes mujeres irradiando unas cálidas tonalidades, entre plateadas y rosadas. Y junto a ellas, esos imponentes guerreros dorados, acumulando energía en aquella gigantesca bola. Todo unido al poder que emanaba una imagen realmente bellísima e impactante. La de una mujer embarazada que resplandecía con un tono inmaculado con un aura que la rodeaba y que se manifestaba sobre todo en sus cabellos.



-Siempre tuviste razón Kerria. Me decías la verdad y no quise creerte.- Suspiró una emocionada Maggie quién agregó.- Tienen que ser ángeles, ¿qué otra cosa podrían ser? Y lo digo yo que siempre fui atea.



            Pudiera ser que ahora estuviera replanteándose aquello. Seguía sin saber si había algún dios, pero lo que estaba claro es que se había dado cuenta de que existían poderes y fuerzas que iban muchísimo más allá de lo que jamás pudo imaginar.



-¡Ha sido increíble! El mayor poder que jamás haya sentido de un saiyajin.- Repetía un admirado Kiros.- Y el poder de la legendaria soberana, la reina Serenity. Ahora comprendo lo que mis reyes me dijeron. Y se quedaron cortos, muy cortos. ¡Ahora lo entiendo todo! Ha sido el amor universal el que ha obrado tal prodigio. ¡El que nos ha salvado de la Nada! ¡Éste es su verdadero poder!



            Y mirando a Maggie la tomó entre sus brazos elevándola en tanto giraba con ella. La chica gritó entre divertida y atónita, ante las sonrisas de los allí presentes. También se festejaba en el centro de cibernética y robótica. Scott y Clarisa todavía no se recobraban de aquella maravillosa experiencia.



-¿Qué ha sido eso? ¡Era una especie de canción increíblemente hermosa, pero no entendí nada de lo que significaba! -



            Scott sonrió para repetir entonces. En tanto traducía.



Padre en el cielo, dios nos bendiga
Padre en el cielo, dios me bendice



Cree que cada día
Que termina es el último


Cree que cada día
Que termina es tu ultimo



-Era latín. En eso era muy bueno en el colegio. Y esto ha sido algo inenarrable. Ahora estoy seguro, hay cosas mucho más allá de nuestra comprensión.- Remachó el joven.-



            Y recordó a su amiga Sandy. ¡Ojalá que ella hubiese presenciado aquel milagro!, aunque por otra parte estaba convencido de que así habría sido.



-¿Qué pasara ahora?- Le preguntó una también admirada y emocionada Clarisa.-

-No tengo ni idea.- Admitió él, aunque con un tinte muy optimista, añadió.- Pero seguro que va a ser algo realmente maravilloso. Y no solamente para nosotros sino para el mundo, ¡incluso para el Cosmos entero!



            Y los dos se abrazaron para besarse después. Seguros de que así sería. También Adams y Melissa estaban muy felices. Ella enseguida corrió a su encuentro dirigiéndose al centro de investigación.



-Ha sido algo impresionante. No encuentro palabras para describirlo, ni en la ciencia, ni en la poesía. - Musitaba el admirado doctor cuando Melissa llegó.-


            La mujer se abrazó a él. Y los dos estuvieron así durante un rato. Al fin la doctora Prentis pudo decir entre lágrimas de emoción.



-Nos hemos salvado. ¡No sé cómo, pero así ha sido, es increíble!…



            Así pensaba también  el doctor Adams que no dudó en darle un beso en los labios, largo y lleno de amor a su interlocutora, para decir después.



-Sé que vamos a ser muy felices. Todos nosotros. Y para que la alegría sea completa, quiero pedirte que te cases conmigo. De modo que nuestra hija tenga unos padres unidos para cuando la adoptemos. Ya sabes, el papeleo.- Sonrió él inquiriendo con patente cariño e interés.- Dime ¿Qué contestas?



            Por toda réplica ella se colgó de su cuello dándole un largo beso. Tras separarse y asentir con expresión radiante le dijo con entusiasmo.



-¡Vamos señor Adams!, la futura señora Adams quiere ir a ver a nuestra hija.



            Y Clay asintió sonriendo a su vez. En cuanto pudieron, ambos doctores fueron a buscar a la pequeña Wina. La cría estaba en aquellas instalaciones militares. Como el resto quedó anonadada y llena de felicidad al escuchar a esa mujer entonar ese canto lleno de luz y de amor.



-Todo está bien ahora.- Dijo llena de dicha.-



Y aún se alegró mucho al ver llegar a esos visitantes humanos tomados de la mano.



-¡Señorita Melissa!- Exclamó con visible entusiasmo.-

-Hola cielo. Mira.- Le explicó la aludida.- Ya no tendrás que llamarme señorita nunca más.



            Aunque la pequeña se quedó muda al principio enseguida iluminó su esperanzada carita de tono verde manzana con una sonrisa. Estaba claro que sus percepciones eran algo sorprendente, dado que inquirió.



-¿Vas a ser mi mamá?

-Si tú quieres, cariño. Seré tu mamá, y el doctor Adams, bueno, Clay… será tu papá.



            La pequeña asintió derramando alguna que otra emotiva lagrimita. Y pudo decir.



-Estoy muy contenta. Yally y su hermano van a tener nuevos papás también. Y Orix va a vivir con una familia. Esa niña Nelly, les pidió a sus papás que le adoptasen.



            Ahora fue Melissa la que no pudo evitar llorar de felicidad abrazándose a la pequeña, todo ante la conmovida mirada de Clay. Al fin, solucionados los trámites preliminares, los dos pudieron llevarse a la pequeña en tanto pensaban a cuál de los apartamentos de ambos se trasladarían. Quizás fuese algo precipitado, pero los tres convinieron en que merecía la pena intentarlo.



-Seguro que seremos muy felices.- Afirmó Wina en tanto era llevada en brazos por el doctor Adams.-



            Por su parte, Keiko pensaba en todo lo sucedido durante aquel viaje, y tras la euforia producida por aquel milagro que todos presenciaron no podía apartar de su mente a Kiros y a Maggie.



-¿Por cuál debería decidirme?- Pensaba la muchacha, que se torturaba incluso.- Los dos son grandes personas. A los dos les quiero. Sé que ambos me aman. Pero no sé realmente a quien amo yo.



            En eso meditaba cuando vio llegar a Mei Ling. La oriental la saludó con amabilidad, parecía haber olvidado el conflicto entre ambas por motivo de su ex pareja. Tanto era así que incluso le preguntó.



-¿Por qué dudas?...

-Yo.- Pudo decir Keiko con prevención e incluso envaramiento.- Quería pedirte perdón, por haberte hecho daño. Aunque no fuera a propósito. Yo…

-No lo sabías.- Completó su interlocutora.- No tienes porqué pedirme perdón. De hecho, soy yo quien debería disculparse contigo. Nadie pudo evitar lo que pasó. Por eso, quiero decirte algo. Y te aseguro que no es nada producto de un enfado o de un resentimiento. Es un consejo de amiga.



            Ahora la pelirroja la miró con extrañeza e interés, su compañera de trabajo jamás había empleado ese calificativo con ella. Debía ser algo muy importante.



-Dime. ¿De qué se trata?...-Preguntó con gran interés.-



            Y empleando las palabras con cuidado, Mei Ling le comentó.



-Deberías hablar con Maggie y con Kiros.

-Sí, lo había estado pensando. Pero no sé con quién comenzar primero. - Le confesó ella.-

-Al mismo tiempo.- Añadió la oriental dejándola pasmada.-

-¿Qué?- exclamó ella en medio de una sonrisa irónica.-

-Créeme. Eso te clarificaría muchísimo las cosas.- Sentenció enigmáticamente su compañera.-


            Ahora fue Keiko quién, observando a su interlocutora con una mezcla de sorpresa y hasta de desconfianza, le preguntó.



-¿Estás tratando de decirme algo?

-Solamente lo que te he dicho.- Aseveró la interpelada.- Es un consejo. Trata de enfrentarte al mismo tiempo con los dos. Quizás lo que no puedas dilucidar por separado, sea más fácil si están juntos.



            Y aquello parecía una opinión sincera, lejos de cualquier tipo de sarcasmo o malevolencia. Así lo entendió la pelirroja quién, tras unos segundos, musitó.



-Gracias. Lo haré.

-Te deseo mucha suerte.- La animó Mei Ling.- Te lo digo de verdad.



            Su contertulia asintió en tanto la oriental se alejaba. Ahora, cuanto más lo pensaba más apropiada encontraba aquella sugerencia. Posiblemente mirándoles a ambos cara a cara su corazón escogería cuando declarase lo que sentía por los dos. O posiblemente fuera al revés. La reacción de cualquiera de ellos ante sus palabras la ayudaría a desnivelar la balanza.



-Iré a verles a ambos.- Se dijo con decisión.-



            Aunque ese día no fue posible, todo estaba tan enrevesado que hubo de aguardar. Ahora los preparativos se centraban en la terraformación de Nature. Y fue soltar aquellos compuestos que habían estado desarrollando sobre la superficie de ese mundo tan prometedor y saber que todo sería un éxito. Era como si una nueva y enorme fuerza hubieran anidado en todos ellos y en su propia misión. Al fin, cuando las cosas estaban realmente encarriladas, fue Penélope la que propuso a sus compañeras.



-¡Hay que celebrarlo! Quedemos todos en la cafetería de Ginger.

-¡Amén a eso hermana!, si tú invitas.- Rio Caroline.-



            Y entre las risas del resto, Penélope asintió.  Replicando jocosa.



-¿Y por qué no? ¡Llamad al resto!

-Me ocuparé de avisar a Clay y a Scott.- Afirmó Melissa.-

-¡Vaya! –Sonrió Keiko al apuntar.- Ahora ya llamas al doctor Adams por su nombre de pila.

-Sí, bueno…-Pudo contestar la azorada doctora Prentis, que para sorpresa y alegría del resto, les contó.- Y llevaremos a nuestra hija adoptiva.

-¿A vuestra qué?- Se sorprendió Mei Ling.-



            Y Melissa, tras sonreír ampliamente, les desveló.



-Lo hablé con Clay, queremos formar una familia. De modo que hemos decidido casarnos y adoptar a la pequeña Wina.



            Keiko se alegró muchísimo al oír aquello y la abrazó con gran afecto. Sabía lo dura que había sido la vida de Melissa a la que quería sino como a una madre, sí como a una especie de tía.



-Es una noticia maravillosa, y estoy muy dichosa por ti.- Le dijo llena de cariño.-

-Gracias. Ya verás como tú también lograrás la felicidad.- Respondió su contertulia.-



¡Ojalá pudiera llegar a serlo! Pensando en su amiga Melissa también recordó entonces a Mimí, y volvió a ensombrecer su ánimo, pero enseguida se forzó a dejar eso a un lado. Por ese día, todo tenía que ser alegría. De modo que, junto al resto, se puso en contacto con los otros. Por su parte, Giaal y Susan estaban felices también.



-Me enterado de que el doctor Adams y la doctora Prentis van a casarse. Y que además quieren adoptar a la pequeña Wina.- Le dijo el alien a su novia.-

-Eso es estupendo.- Sonrió ella con aprobación.-

-Los demás niños también han sido adoptados por otras familias de la nave. Y al menos no estarán solos.

-¿Sabes algo de tu planeta natal?- Se interesó ella con cierta inquietud.-

-Por fortuna esos desalmados no lo atacaron. Estos niños, sus padres y otros que fueron capturados o asesinados por ellos, estaban en otro mundo. Iban a colonizarlo. Por una parte me siento aliviado, aunque parezca mezquino por mi parte.- Suspiró Giaal entristeciéndose ahora.-



            Susan trató de animarle y quiso sonar jovial, para recalcar con optimismo.



-No debes sentirte mal. Es lógico que estés contento de que tu familia y amigos de allí no sufrieran daño. Y tú no eres el responsable de lo que les sucedió a esas pobres gentes, al contrario, has hecho cuanto has podido por ellos. Los culpables fueron esos malvados, pero ya jamás harán más daño. – Y algo más gravemente, la muchacha agregó.- Debemos estar contentos, todos nos hemos salvado de algo realmente terrible. Y tanto tú como yo…

-Sí. Lo sentí cuando entré en tu mente.- Comentó él, afirmando con tinte reflexivo.- Y de algún modo sentí que tendremos algo muy importante que hacer. Una tarea que nos llevará toda una vida.

-Pero merecerá la pena.- Convino ella al agregar.- No sé cuándo será el momento…

-Seguro que eso lo sabremos cuando debamos.- Afirmó él con un recobrado tinte de esperanza.- Y cumpliremos bien lo que el destino nos reserve.



            Fue entonces cuando recibieron la llamada. Era Tracer. Éste había sido avisado a su vez por su novia. No tardó el mayor Jensen en llamar a Jane y en decírselo acto seguido a su compañero de piso. Kiros a su vez llamó a Maggie y se lo contó. De este modo se fueron avisando unos a otros. Y todos coincidieron en una cosa. Esa sería una gran celebración. De hecho, el propio Giaal comentó en cuanto se reunieron en la cafetería de Ginger.



-Recuerdo que mi padre me contaba las celebraciones de la victoria que hacían mi madre, él y sus amigos. Llegué incluso a estar en alguna pero era tan pequeño que no me acuerdo de nada. Aunque decían que fueron sencillamente épicas, ¡ja, ja!

-Seguro que merecieron mucho la pena.- Afirmó Tracer.-

-Mi hermana Mimette me contó algo sobre eso.- Convino Melissa.- Decía que se lo pasaban genial con el karaoke.

-Pues aquí tenemos una grandísima cantante. De modo que nuestra fiesta no desmerecerá a cualquiera de las suyas. - Afirmó Penélope atrayendo hacia sí a Keiko con un brazo alrededor de la cintura de la chica.-



            La chica se puso colorada. Con todas las miradas puestas en ella, esbozó una tímida sonrisa de apuro y pudo decir.



-Bueno, tampoco es para tanto.

-No te vas a librar, tendrás que cantarnos algo.- Le pidió amablemente Mei Ling.-

-¡Eso nena! - Exclamó Caroline a su más puro estilo tejano.-  Vas a ser la estrella de la velada.



            Todos se rieron y la propia joven sonrió, ahora más animada. Por supuesto que cumplió su palabra y les adelantó un par de temas en el karaoke, tras cosechar una gran ovación por parte de todos, se alejó para descansar. Aunque algo le extrañaba. Tanto Kiros como Maggie no habían llegado todavía.



-Supongo que estarán terminando sus respectivos turnos.- Se dijo.-



            Melissa que estaba junto a Clay y con la pequeña Wina, observó algo inquieta a la pelirroja joven. Entonces, para su asombro, la niña le comentó con un cómplice susurro al oído.



-Está preocupada.

-Gracias, tesoro.- Le sonrió su futura madre adoptiva para responder con sinceridad.- Voy a ver si puedo ayudarla…



            La cría asintió despacio, al poco se olvidó de eso porque apareció Ginger con el pequeño Dean con el que había hecho buenas migas. Ambos niños saborearon un poco de tarta y luego jugaron ante las sonrisas de la dueña del local y del doctor Adams. Por su parte, Melissa se decidió a seguir discretamente a Keiko. La pelirroja entre tanto había salido un poco del abarrotado local, quería respirar y pensar. Quizás les viera llegar y pudiera charlar primero con uno y luego con la otra o al revés. De hecho, una idea alocada le vino a la mente. ¿Por qué no elegir al primero de los dos que llegara?



-No sé de qué otra manera podría decidirme. Sé que será injusto, pero es que no tengo otra alternativa. Decidir y ser consecuente con ello. Así, al menos, podré creer que ha sido el destino quien haya elegido por mí.



            Y eso quiso hacer, se escondió tras unos árboles y aguardó. Creyó oírle decir al doctor Ginga que había llamado a ambos, de modo que no deberían tardar mucho. Y tras unos pocos minutos así fue. Aunque para sorpresa de Keiko los dos llegaron juntos. Paseaban incluso tomados del brazo, lo que la sorprendió. Hasta se detuvieron separándose un poco, Maggie se había adelantado y le preguntaba algo. No pudo oírla dado que estaban todavía a cierta distancia, luego la joven enfermera se rio. La pelirroja estaba desde luego muy intrigada.



-Debo admitir que se han hecho muy buenos amigos. Espero que, quien quiera que quede al margen, no sufra…



            Aunque para su desconcierto les vio llegar al mismo tiempo ¡No pudo elegir! Estaba ya decidida a salir de su escondite e ir a hablar con ellos, tratando de llegar a una solución recurriendo a su estrategia original, estudiar las reacciones de ambos, cuando, para su absoluto asombro y estupor vio lo que jamás habría sospechado…



-¿Qué?- Fue lo único que supo exclamar al presenciar aquello.-



Y es que Kiros, en efecto, llamó a Maggie que estaba terminando su turno. Tras aquella maravillosa canción que asombró a toda la nave, la chica retornó al hospital. Allí atendió a unos cuantos pacientes quienes, casi como por ensalmo, estaban muchísimo mejor. Hasta el doctor Lester estaba de buen humor. Llegó a verle sonreír.



-Esto debe ser un milagro, sí. No encuentro otra explicación.- Se dijo la joven enfermera incluso con sentido del humor-



Entonces recibió el mensaje. Quedaron para después de su turno y al salir, él la aguardaba.



-Vamos.- Le sonrió Kiros.- Giaal y los demás nos esperan.



            La joven asintió, tomados del brazo fueron pues hacia la cafetería. Pasearon por aquel parque que les era ya tan conocido  y ahora les parecía incluso más hermoso.



-En cuanto terraformen el planeta seguro que tendremos bosques enormes y maravillosos. Como dicen que han plantado en Bios. - Sonrió Maggie.-

-Sí, eso espero. Aunque yo de momento no los veré, tengo que regresar a mi mundo.- Le comentó resignadamente su interlocutor.-



            La chica se detuvo mirándole atónita e incluso preocupada, cuando estaban ya muy cerca del local de Ginger. Aunque él enseguida le dijo.



-Será para informar a mis soberanos de que la misión ha sido cumplida. Pero luego vendré a buscarte. E iremos a donde tú quieras. No sé. Por ejemplo. ¿Te gustaría vivir en Nature?

-La verdad, tampoco yo lo sé.- Suspiró ella.- Nature, la Tierra…Si estamos juntos no me importa dónde.

-¡Pues entonces ven conmigo! Te presentaré a mi familia e incluso a los soberanos de mi planeta.- Le pidió animadamente él.-



            Maggie se rio moviendo la cabeza y apenas pudo replicar entre incrédula y hasta parecía que algo amedrentada.



-¿Yo? ¿Ir allí? ¿Una simple humana entre esos hombres y mujeres, todos ellos súper poderosos?...No creo ni que me dejaran pisar el planeta.

-Claro que sí. Los míos son gente noble. No dejes que el recuerdo de Zura o de Hurrels te haga pensar lo contrario. Son terribles, pero únicamente excepciones. - Dijo él, ensombreciendo su semblante.-

-No lo haré. - Repuso ella.- Porque sé cómo eres tú. Y eso es lo único que me importa…



            Kiros se aproximó a ella, la muchacha le pasó ambos brazos por el cuello y tras hacer que se inclinase ligeramente le dio un beso en los labios. Tras separarse despacio, Maggie le dijo con una sonrisa.



-Vamos, que ya llegamos tarde. Y no quedarán tartas Sandy para comer…



            Y tras el asentimiento del joven los dos se dirigieron acelerando el paso y de la mano hasta el interior. Ninguno reparó en Keiko. La joven seguía tras uno de esos árboles, aun conmocionada por lo que había visto. De modo que, ellos… ¡Cómo pudo ser tan estúpida! Sin embargo, jamás lo habría imaginado. ¿Acaso no le dijo Maggie que era lesbiana? Quizás ahora, las palabras de Mei Ling comenzaban a tener sentido. Su compañera de trabajo lo sabía y no quiso decirle aquello. Y lo comprendía. Ella jamás la hubiese creído pensando que simplemente era fruto del resentimiento… Y en cuanto a Kiros… ¡Él le había dicho que la quería! Y ahora, allí estaba, con otra mujer.



-¡No sé cuál de los dos es más despreciable, ni más mentiroso! - Se dijo furiosa, hablando en voz alta y apretando los puños.-

-Ninguno de ellos lo es.- Le rebatió una voz de mujer a sus espaldas.-



            Al volverse descubrió con estupor a Melisa, ésta la miraba con gesto compasivo y añadió.



-No pudieron evitarlo. Nadie puede hacerlo cuando se trata de enamorarse…



            Keiko se acercó a ella y sin mediar palabra la abrazó rompiendo a llorar. Su interlocutora la sostuvo tratando de confortarla como pudo. Al fin la muchacha se separó y tras enjugarse las lágrimas bajó la cabeza y admitió.



-Ha sido culpa mía. Fui yo quien no se pudo decidir. Ellos esperaron hasta que, quizás…pero no lo entiendo. Maggie dijo…

-Sí. Seguro que al principio ni ella, ni él pensaron que eso pudiera sucederles. Y lo comprendo. Hubo una vez en que yo misma creía que eso del amor era un sentimiento estúpido que solamente valía la pena para aprovecharse de él. He tenido mucho tiempo para lamentar lo idiota y egoísta que fui. Por fortuna me han concedido otra oportunidad. Una vez más. Y ahora no la dejaré escapar.

-Al menos tú has logrado ser feliz. Y me alegro mucho.- Musitó Keiko añadiendo en un fracasado intento de parecer más jovial, para retornar a su semblante ensombrecido.- Sin embargo, para mí… he perdido la oportunidad. Y esta vez fui la única culpable.

-No hay culpables en esto.- Repuso Melissa tomándola suavemente de los antebrazos.-  Mira, al final se trata de perseguir la felicidad y esperar que algún día serás capaz de alcanzarla. Yo ya no lo creía posible en mi caso. ¡Y ha sucedido! De un modo tan maravilloso que no lo puedo creer del todo todavía. Y por eso te aseguro que ese día llegará también para ti. Anda, vamos dentro, sonríe, olvida los malos momentos. Ten esperanza…



            Keiko asintió, trataría de hacerlo, aunque le costara trabajo. Pensaba que no sería justo mostrarles a Maggie y a Kiros que lo sabía. Puede que ellos se lo dijeran, tendría que concederles al menos esa oportunidad. En tal caso aguardaría. Aunque por otra parte no deseaba escucharlo de labios de ninguno. Por eso tomó una decisión y le comentó a su amiga antes de entrar.



-Mi tarea aquí ya está concluida. La terraformación es un tema tan sencillo en este mundo que podréis llevarla a cabo sin mí. Ahora solo deseo regresar a la Tierra.



            Y ante la atónita mirada de Melissa, la muchacha añadió, esbozando una débil sonrisa en tanto bajaba la cabeza.



-¡Qué ironía! Vine a este viaje tratando de escapar de un amor imposible y ahora voy a huir de nuevo, de vuelta al punto de partida con, no uno, sino dos amores fallidos al mismo tiempo. No creo que haya nadie en la historia de los viajes espaciales que pueda ostentar tal registro.

-Por favor, pequeña, no te castigues de ese modo.- Le pidió una apenada Melissa levantándole la barbilla con suavidad.-

-No, descuida, ya no lo haré más.- Le aseguró la joven que, tratando de sonreír, le dijo a su contertulia.- Vamos, seguro que nos esperan.



            Y entraron para seguir con la celebración. Al poco rato Keiko se subió al karaoke una vez más. Tanto Maggie como Kiros la observaron con gesto pleno de interés. Ella les observó de hito en hito y ambos se miraron sin saber qué hacer. Y la muchacha entonces dijo, tomando el micrófono.



-Voy a cantar mi última canción de la fiesta…



            Y aunque hubo algunas voces reclamándola que interpretase alguna más, la chica sonrió apenas de forma fugaz negando con la cabeza para decir.



-Es muy tarde ya. Y tengo muchas cosas pendientes por hacer.  Os la dedico a todos, y en particular a dos personas que son muy importantes para mí y a quienes deseo toda la felicidad.



            Pero no dijo quiénes eran, aunque los aludidos enseguida supieron a quienes se refería cuando la pelirroja interpretó aquella hermosa canción. Esa misma que les conmoviera durante aquella cena hacía apenas unos meses, pero que ahora ,se les antojaba una eternidad, tras todo lo que habían vivido…



Debió de ser amor pero ya se terminó

Dejar un susurro sobre mi almohada,
dejar el invierno en el suelo.

Me despierto sola,
hay aire de silencio

en la habitación,
todo alrededor.

Tócame ahora,
yo cierro mis ojos y

 sueño intensamente... 


Y en tanto entonaba aquellas estrofas Keiko dejaba escapar algunas lágrimas. Maggie y Kiros se miraron una vez más entre atónitos y consternados. Enseguida lo sintieron en sus corazones. De algún modo esa muchacha lo sabía…



Esto pudo haber sido amor,

pero ahora ha terminado. 


Esto pudo haber sido bueno,

pero lo perdimos de alguna forma.


Esto pudo haber sido amor,

pero ahora ha terminado.
Desde el momento en que lo tocamos

hasta que el tiempo pasó.

Hacer creer que estamos juntos,
que estoy protegida por tu corazón.

Pero dentro y fuera,
me convierto en agua
como una lágrima

en tu palma. 


Y es un duro día de invierno
y sueño intensamente... 


            Y es que su tono sonaba triste y nostálgico. Realmente conmovedor…Algunas otras personas lloraron también recordando sus propias experiencias. Clarissa y Scott estaban sentados juntos, pegando sus mejillas y oyendo con gran emoción. Lo mismo podría aplicarse al doctor Adams que ahora sostenía a la pequeña Wina en su regazo, con una Melissa que observaba apenada a esa pobre muchacha…



Esto pudo haber sido amor,

pero ahora ha terminado. 

Era todo lo que quería y

ahora vivo sin él


Esto pudo haber sido amor,

 pero ahora ha terminado.
Está donde el agua fluye,
está donde el viento sopla. 


            Giaal y Susan también oían la canción con una mezcla de emotividad y esperanza en el futuro. Lo mismo que Tracer y Penélope. Hasta Caroline abrazaba a su Ernie con una ternura fuera de lo común en ella. Y Ginger mecía a su pequeño hijo Dean que se estaba quedando dormido, aunque la dueña del local tampoco podía evitar soltar alguna lágrima.



Esto pudo haber sido amor,

pero ahora ha terminado.
Esto pudo haber sido bueno,

pero lo perdimos de alguna forma.


Esto pudo haber sido amor,

pero ahora ha terminado.
Desde el momento en que lo tocamos

hasta que el tiempo pasó.



            Mei Ling lloró también pensando en todo lo que había vivido. Y en sus propias circunstancias, amén de su incierto futuro. Sin embargo alguien le sonrió animosamente desde la entrada. Era su primo. Al fin, ella le devolvió esa sonrisa con un toque de agradecimiento…



Esto pudo haber sido amor,

pero ahora ha terminado.
Era todo lo que quería y

Ahora vivo sin él


Esto pudo haber sido amor,

Pero ahora ha terminado



            Y Keiko fue concluyendo su estupenda interpretación, aunque lo hizo esbozando una cálida sonrisa al fin, como si de esta manera quisiera expulsar de sí todos los sentimientos de tristeza y dejar un hueco a la esperanza pese a todo…



Está donde el agua fluye,
Está donde el viento sopla. 



Esto pudo haber sido amor,

Pero ahora ha terminado.
Esto pudo haber sido amor,

Pero ahora ha terminado...



(It must have been love. Roxette. Crédito al autor)


            Al acabar, y entre la gran ovación que cosechó la muchacha se retiró de allí con celeridad. Tanto Kiros como Maggie se levantaron para tratar de hablar con ella, pero fue la propia Mei Ling esta vez quién se interpuso, moviendo la cabeza, les comentó.



-No sería buena idea, por favor. Ahora ella necesita estar sola. Lo sé porque la comprendo muy bien. Acaba de hacer una gran renuncia. Y no a una, sino a dos personas realmente maravillosas.



            Maggie bajó la cabeza con pesar, sin ser capaz de evitar las lágrimas. Kiros a su vez bajó la mirada aunque que finalmente asintió. Sin poder evitar observar como la joven pelirroja se marchaba del local y dijo.



-Está bien. Quizás algún día podamos pedirle perdón por haberla hecho sufrir.



            Fue Mei Ling quien le respondió entonces con tono amable, dirigiéndose tanto a él, como a su propia ex novia.



-No tiene nada que perdonaros. Estoy convencida de que no os guarda ningún tipo de rencor en su corazón. Es una buena chica. Pero está herida. Solo tenéis que dejarla para que pueda sanar.



            Y la pareja así lo hizo. Se quedaron allí, tratando de asimilar aquello y no sentirse culpables. Tras una hora la fiesta terminó y cada cual volvió a sus domicilios. Todavía tendrían mucho que preparar. Ya no coincidieron con Keiko puesto que la chica sencillamente les dejó una nota. Así, cuando tanto Kiros como Maggie quisieron ir a hablar con ella, días más tarde, fue la propia Mei Ling quien, por encargo de su compañera, salió a entregarles un mensaje



-Tomad.- Les dijo.- Todo lo que tiene que deciros está aquí.



            Y puso una nota en manos de la enfermera marchándose de vuelta al laboratorio. Embargada por la curiosidad e incluso el temor, Maggie desplegó aquel pedazo de papel leyendo al asimismo concernido Kiros…



Queridos amigos, dado que no podría llamaros ya de otra manera. No necesito explicaciones de ningún tipo, ni deseo malestar entre nosotros. Para mí sois dos personas muy especiales. Cada una en su estilo. Al final no he podido decidirme por ninguno de los dos. Quizás es porque me sentiría incompleta. Comprendo entonces que os hayáis sentido atraídos el uno por el otro. Puede ser que seáis dos mitades de las que me faltan. Maggie, esa noche fue realmente inolvidable para mí. Kiros, tus palabras me llegaron al corazón. Y sé que  los dos fuisteis totalmente sinceros en esos momentos. Pero las cosas cambian. Mi culpa ha sido el desear teneros a ambos a la vez. Sin embargo, os llevaré siempre en el corazón. Os deseo toda la felicidad porque  la merecéis. Os ruego que no me pidáis que afronte el trago de veros cara  a cara. No me siento preparada para ello. No todavía. Quizás, un día no muy lejano será posible para mí abrazaros. Con amor.



                                                                     Keiko.



-Debemos respetar su deseo. – Afirmó Kiros cuando su acompañante terminó de leer.-

-Sí, lo haremos.- Convino la enfermera.- Pese a que me entristece saber que está así.

-Y yo lamento el no habérselo podido decir cara a cara.- Suspiró él.- A los de mi raza no nos gusta esta forma de solucionar las cosas.

-Lo sé, a mí tampoco, pero la entiendo.- Afirmó Maggie que sentenció con resignada consternación.- Ya he hecho infelices a muchas personas sin pretenderlo durante mi vida. Y no quisiera que ocurriera nunca más.



Su contertulio asintió. De modo que ambos se marcharon dejándolo estar. Así, con el correr de los días, se llevó a cabo la terraformación. Durante ese tiempo se reestablecieron comunicaciones con Bios y algunas naves comenzaron a traer y llevar pasajeros hasta la SSP-2 y Nature. Una de las que abandonó primero aquel asteroide rumbo al otro mundo anteriormente colonizado y desde allí, hacia la Tierra, fue precisamente Keiko. Tanto Melissa como el doctor Adams, llevando consigo a la pequeña Wina, la siguieron a los pocos días, tras comprobar que la terraformación estaba ya asegurada. No tardaría Kiros en hacer lo propio. Después desde luego de quedar con Maggie una vez más en que regresaría tan pronto como le fuera posible. La enfermera aún debía esperar a que llegase más personal sanitario para relevarla. El resto todavía continuó allí, deseando eso sí, descender lo antes posible al planeta. Al fin, tras un par de semanas más, fue posible.



-Ha sido estupendo, está quedando precioso.- Comentó Caroline a la vuelta de una de esas bajadas.-

-Sí señora.- Respondió Olivia.-



            La mejicana se había hecho cargo de pilotar ese módulo de descenso. Lo cierto es que tras alguna que otra bajada a ese mundo en su compañía, hizo buenas migas con la tejana con la que compartía muchas afinidades geográficas y culturales.



-¿Y tú, Olivia?- Preguntó con desenfadada familiaridad la doctora Drummont.- ¿Te vas a quedar aquí?

-Bueno, por ahora sí. Hacen falta pilotos y de seguro que se construirá una base.- Afirmó la muchacha añadiendo no sin entusiasmo.- Posiblemente ascenderán a todo el que decida permanecer en Nature, al ser este planeta un puesto avanzado de defensa.

-Pues me alegro por ti. ¡Pero mi Ernie y yo seguramente volveremos a Tejas! - Se rio Caroline que, una vez atracaron en el hangar, se despidió.- Bueno, ya nos veremos, que te vaya muy bien.

-Lo mismo digo, señora.- Replicó educadamente la alférez Aguirre.-



            La doctora Drummont se alejó para ir a informar a Penélope. Ahora, con las marchas de tantos compañeros estaban bajo mínimos, aunque pronto llegarían otros. Por su parte la mejicana se fue hacia su apartamento. A veces la invadía el recuerdo de su compañera y amiga Celia, aunque enseguida trataba de ser positiva y pensar que ésta seguramente estaría orgullosa de ella y del resto de sus camaradas de armas.



-Sobre todo de la escuadrilla de las Fighter Ladies.- Se dijo.-



            Y es que junto con la teniente Hunter y la mayor Gray, Olivia era miembro fundadora.  Ahora además, un par de muchachas nuevas, las dos con rango de alférez, habían llegado. Una tal Elisa Contreras, de Chile y otra chica, de nombre Ludmila Kutusova, de Rusia. Sin perder ni un momento, la mayor le había pedido permiso al comandante Enset para formar un equipo compuesto únicamente por mujeres y éste cumplió la palabra que les diera. Fue a consultar al contralmirante quien le dio el visto bueno. Es más, logró que se incluyera el nombre de la difunta alférez Walsh como miembro.



-Seremos historia. Bueno, ya lo somos, Celia. Y tú, por tú sacrificio, mereces formar parte de esto. Aunque sea a título póstumo.



            Y así pensando llegó a su piso. Estaba cansada y dormiría un buen rato dado que no tendría servicio hasta por lo menos dentro de dos días. Jane también meditaba. Quizás había encontrado al fin su sitio. Ser la líder de aquella recién creada escuadrilla le daba una gran alegría y orgullo. Sin embargo, la comandante Simmons la citó en su despacho y su tono no parecía muy alegre.



-La teniente mayor Jane Gray se presenta como le ha sido ordenado.- Saludó ella en posición de firmes.-

-Descansa, por favor.- Le pidió más informalmente su superiora que le explicó.- Te he mandado llamar para darte la enhorabuena. Has demostrado ser una brillante y capaz oficial. En el terreno de la investigación militar y como piloto de combate. No nos equivocamos al apostar por ti, Jane.

-Gracias, mi comandante.- Pudo sonreír ella, no sin satisfacción al oír aquellas palabras.-



            Realmente significaban mucho para la joven. Era la prueba de que había sido capaz de redimirse al fin. Aunque el gesto de su superiora no parecía estar relajado, ni mostrar alegría, y enseguida desveló el porqué.



-Sin embargo, dado que tu misión aquí está cumplida, es hora de que regreses a la Tierra.



            Eso tomó a Jane por sorpresa y le cayó como un auténtico jarro de agua fría.



-Pero, señora. Yo… creía que iba a ser destinada aquí. A la escuadrilla de las Fighter Ladies. Hace apenas un par de días que solicité el permiso al comandante Enset y él lo concedió.

-Sí, concedió el permiso para que esa escuadrilla se creara oficialmente.- Convino Simmons, que no obstante, matizó.- Pero no dijo nada de que fueras a ser tú quien la dirigiera. Será la teniente Hunter quien se hará cargo en cuanto te vayas. Lo siento, Jane. Son órdenes superiores. Te reclaman de la Tierra.

-Entiendo.- Asintió la joven oficial con resignación queriendo saber.- ¿Cuándo tendré que irme, señora?

-En tres días, cuatro a lo sumo.- Respondió la interpelada.- Créeme que lo siento. Sé lo mucho que te aprecian aquí y el buen equipo que haces con Hunter y Aguirre y no ignoro lo que esto significa para ti.



            Su interlocutora no dijo nada, miraba hacia el suelo ahora. Su comandante posó una mano sobre el hombro derecho de la abatida chica y trató de animarla.



-Arriba esa cabeza. Ya puedes levantarla muy alta. Has cumplido con creces tu misión. Y no lo dudes. Si te reclaman es porque puedes rendir muchos más servicios aun. Y serán muy importantes.

-Sí, señora.- Contestó la entristecida interpelada al fin.- Estoy a sus órdenes.

-Retírate y vete preparándote para marchar. Aprovecha estos días para despedirte de tu equipo y hacer los preparativos necesarios, te deseo buena suerte, Jane.



            La mayor Gray se cuadró, saludó militarmente, Simmons le devolvió el saludo. Después Jane se giró con la venia de su superiora y se marchó. Estaba casi a punto de llorar, no quiso sin embargo derramar lágrimas y solamente sonrió, sintiéndose al fin orgullosa de sí misma.



-A donde quiera que vaya me esforzaré también por ser digna de las responsabilidades que recaigan sobre mí. En cuanto a Nature. Susan será una magnífica jefa de escuadrilla. Sí, esa chica ascenderá deprisa. Lo mismo que Olivia. Estoy muy orgullosa de que ambas hayan servido bajo mi mando. No podría haber tenido un equipo mejor. Y volveré a formar otro así en la Tierra. Quizás sea mi sino, tener que empezar de nuevo una y otra vez. - Se auto arengó en tanto se perdía por los pasillos de la base.-



En el hospital mientras tanto las cosas estaban también tranquilas. Maggie se ocupaba de tareas de rutina, aunque últimamente se levantaba algo mareada. Esa especie de arcadas y nauseas extrañas continuaban. Decidió que el doctor Ginga le echase un vistazo. Pese a que fuera un hombre y un extraterrestre era en quien más confiaba. Así se lo comentó.



-Verá doctor, me han visto desnuda muchas veces. Aunque casi siempre han sido mujeres.- Sonrió ella con cierta picardía, añadiendo.- Pero, no se preocupe, con usted haré una excepción.

-No me preocupo, estoy familiarizado con la anatomía femenina. Aunque esto se le da mejor a mi hermana Naya.- Comentó él sin alterarse ante la broma.-

-¿No me irá a decir que tiene una hermana y que ella es homosexual?- Se rio Maggie añadiendo divertida.- De haberlo sabido…seguro que es tan atractiva como usted, si me permite decirlo.

-No es el caso. Y sí que es atractiva, mucho más que yo. Me refería a que también es médico . - Se rio su interlocutor dándose cuenta del cariz de la chanza que trataba de hacer su compañera. De modo que la informó. - De hecho, ella tiene novio formal. Un buen chico. Estoy deseando volver a verles a ambos y a mis padres.

-Sí, no se preocupe, doctor.- Añadió la joven ya en serio, admitiendo.- Era solo una broma. Ya me conoce.

-Y no hace falta que te desnudes del todo.- Precisó él, pese a que la chica lo sabía perfectamente.- Con el abdomen bastará.



 Así fue, la muchacha únicamente tuvo que desprenderse de parte de su ropa, y levantarse la blusa que llevaba para permitir al alien explorarla con algunos aparatos, sobre todo de ecografías. En efecto, la reconoció con rapidez. Y su diagnóstico no pudo dejarla más impactada.



-Bueno Maggie, no debes inquietarte. A fin de cuentas esto es muy normal entre las hembras de tu especie…

-Pero, doctor. -Pudo replicar ella con la boca abierta tras percatarse de lo que ahora le resultó evidente.- ¿Me está diciendo que yo, estoy?

-Embarazada de al menos un mes y medio.- Dictaminó él.- Felicidades, al menos eso espero. Porque es algo que deseas, ¿verdad?



            La aturdida joven no supo qué responder…aunque, al menos, en una cosa podía estar tranquila. No dudaba de quién era el padre. Pero éste no había retornado todavía de su planeta.



-No te preocupes, volverá.- Replicó Giaal como si la hubiera leído el pensamiento, cosa que bien pudiera ser cierta, cuando sentenció con afecto.-  Y se sentirá el hombre o el saiyajin, más feliz del universo.



            Maggie sonrió con genuina alegría. Aquella era una noticia realmente increíble. Jamás había pensado en sí misma como madre. Ahora su vida daría un vuelco radical. Y por extraño y asombroso que pareciera, eso le gustaba. Quería echar raíces, deseaba estar junto a Kiros, más ahora que ambos iban a tener un hijo. Giaal salió entonces y su improvisada paciente se estaba terminando de vestir cuando Erika entró en la habitación.



-¿Sabes una cosa?- Le dijo Maggie tratando de sonar cordial.- Estoy embarazada…



            Su colega no replicó. Estaba recogiendo el instrumental y parecía ignorarla como si no hubiese nadie más en ese cuarto. Al fin Margaret se levantó de la camilla en donde había pasado el reconocimiento y, poniéndose delante de  Marek, le pidió con tono entre suplicante y conciliador.



-Erika, por favor. No sé qué podría hacer para que me perdonases.



            Y al fin la otra joven habló, moviendo la cabeza para replicar con un tinte de amargura.



-No puedes hacer nada. Ni siquiera depende de mí ya. No puedo controlar mis sentimientos de dolor y de pérdida. Y desgraciadamente los asociaré siempre contigo. Pero al menos te daré una buena noticia, una que te alegrará. He pedido el traslado. Quiero regresar a la Tierra. Mi objetivo está cumplido. Sí. Ya te he visto sufrir y te he dicho lo que durante tantos años tuve que soportar en silencio. Carece de sentido para mí seguir aquí…



            Maggie bajó la mirada con sus ojos haciendo aguas. No quería llorar pero le era imposible impedirlo. Aunque su compañera prosiguió. Eso sí, con voz queda en vez de agresiva.



-Y sin embargo no estoy bien. Eso no me ha servido para nada. El doctor me lo advirtió. Al final tanto odio me ha devorado por dentro y me ha dejado vacía…



            Ahora su contertulia levantó la vista entre sorprendida e incluso apenada por su compañera.



-Escucha…Si es una niña, yo…ya sabes el nombre que le pondré.



            Perpleja, Erika movió la cabeza, gimiendo ahora para contestar.



-¡No! No lo hagas… ¡No pronuncies su nombre!

-¡Sí, lo voy a hacer!- Respondió una determinada Maggie declarando entre sollozos.- Si tengo una hija se llamará Gloria. ¿Me oyes?... Y así se cumplirá tu mayor deseo. Jamás la olvidaré, porque siempre que la llame, o piense en mi hija  el recuerdo de ella estará ahí. Y te juro que querré a mi niña y la protegeré como si de tu propia hermana se hubiese tratado. Y será feliz y podrá amar a quién quiera y vivir una vida libre. Cuando sufra, sufriré con ella, y si ríe, lo haré a su lado, jamás la abandonaré y le diré que sea una persona tolerante y comprensiva. Que no juzgue por las apariencias. Y sobre todo, que no haga daño a los demás. Es la única forma que tengo de expiar mis remordimientos y mi culpa. Es la única manera que tengo de intentar compensarte.



            Y pese a que Erika al principio se tapaba los oídos para no escuchar, finalmente,  ese alegato de su tan odiada compañera la fue conmoviendo hasta que no pudo evitar romper a llorar. Cuando no pudo más se derrumbó abrazándose a Maggie que la sujetó con fuerza, llorando con ella. Y tras unos instantes así, Marek se separó de su interlocutora y apenas entre balbuceos sentenció.



-Lo harás, sé que lo harás. Cuídala bien…quiérela.



            Y sin mediar más palabras se dio media vuelta saliendo de ese cuarto, Maggie se enjugó las lágrimas. Y es que algo en su interior le decía que iba a ser una niña. Por su parte, su compañera se marchó al día siguiente en la primera lanzadera, de vuelta a la Tierra. Ahora solamente faltaba que Kiros volviera. Y el saiyajin lo hizo tras una audiencia en el palacio de los soberanos de su mundo. Junto con él acudieron Jetra y Nalir. Ambos suplicaron el perdón de sus reyes y gracias a la mediación del propio Kiros les fue otorgado. Aceptaron servir más allá de su planeta e instalarse en el mismo Nature. Entonces, una vez se retiraron, su valedor solicitó lo mismo. Tras explicar los motivos que le impulsaban el rey Lornd le concedió aquel deseo permitiéndole volver a ese mundo en calidad además de embajador de Nuevo Vegeta. Y así, cuando lo hizo, Maggie le dio la noticia más maravillosa que podría haber esperado. Al poco, otros importantes personajes llegaron al recién terraformado planeta. Y muchas cosas más sucedieron en él. Nuevas generaciones nacerían y crecerían para tener sus momentos y protagonismos  pero eso sería otra historia muy larga de contar.



                                                          





FIN






                                                           



                        anterior                                                                  siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)