Unas horas antes de lo sucedido en aquella
discoteca el juicio continuaba. Tras discutir de ello con su abogada y hacer prevalecer
su idea, Sabra se levantó de su silla y se dirigió al estrado tras ofrecerse a
declarar. La joven no aparentaba nerviosismo aunque por dentro sí que estaba,
más que nada, ansiosa por aclarar todo aquello. Al tomar asiento en el estrado
el primero en acercarse fue Hastings quién, de inmediato, comenzó su
interrogatorio.
-Con
la venia, Señoría. – Consultó a Olivier que asintió, tras lo que el abogado,
dirigiéndose a la acusada, comenzó.- Señorita Leví. Para que conste en acta. ¿Es
usted, Sabra Leví, alférez y piloto de combate del UNISON, nacida en Tel Aviv,
Israel, en el planeta Tierra?
-Sí,
soy yo.- Afirmó ésta sin vacilación.-
¿Estaba
usted en el bar “Natural” el pasado 21 de noviembre?
-Sí,
lo estaba.- Admitió ella.-
-¿Agredió
usted al señor Martin Carson, haciendo uso de una de las técnicas de combate que
aprendió en su adiestramiento?
-Me
limité a quitarle de en medio pensando que iba a golpearme.- Replicó ella.-
-Eso
no concuerda con las declaraciones de los testigos.- Rebatió el fiscal
volviendo a la cara con una nueva cuestión.- ¿Lo hizo movida por los celos?
-Protesto.-
Intervino Kerria.-
-Denegada.-
Replicó la jueza, alegando.- En este caso esa pregunta es procedente.
La abogada defensora suspiró
moviendo levemente la cabeza. En fin, ella había advertido a Sabra, justo
entonces respondía la israelí.
-Más
bien por la provocación. Ese hombre se jactó de que Daphne era suya. Y no me
mostró unas fotografías, sino un video en el que salía con ella… en el
reservado, forzándola.
Hubo murmullos en la sala…Martin se
levantó como un resorte de su asiento, aunque antes de que Olivier le llamase
al orden su propio abogado le hizo una seña. El muchacho se sentó de inmediato,
fue turno de Hastings para responder.
-¿No
me diga? ¿Y dónde está ese vídeo? En las pruebas periciales que encargó la
defensa no aparece por ningún lado.
-Lo
habrá borrado.- Conjeturó Sabra.-
-¿Y
cómo lo ha hecho?- Inquirió sarcásticamente el abogado de la acusación,
añadiendo.- Ni tan siquiera con las mejores técnicas policiales se ha podido
detectar nada. ¿No será señorita que ese video solamente estuvo en su imaginación?
¿No será que la posesiva celosa es usted? ¿Podría ser quizás, que el señor
Carson y la señorita Kensington, sean una pareja estable y que usted deseara
meterse por medio y romper esa pareja porque se siente atraída por esa
señorita? ¿Por qué desea algo que sabe que no puede tener?
-¡No,
no es así! - Estalló Sabra entonces, afirmando con rotundidad.- Daphne y yo
somos pareja. La verdadera pareja. ¡Fue él!- Exclamó levantándose y apuntando
con un dedo a Martin.- Él fue quien quiso meterse por medio. Ese chico ha
debido de coaccionar a Daphne de algún modo. Ella me lo dijo muy claramente. Él
solamente era un compañero de trabajo, un amigo, pero nada más.
-¿Nada
más?- Afirmó el atónito letrado cuando remarcó.- Pues para solamente ser amigos
es muy raro que ella aceptase ser su esposa. Vera usted, señorita Levi. Ocurre
que, ante testigos, el señor Carson pidió la mano a la señorita Kensington y
ella aceptó.
Aquello dejó bloqueada a Sabra. ¡No
podía ser verdad! ¿Qué clase de chantaje le habría hecho ese tipejo para tener
que aceptar algo así? Abrió la boca de forma manifiesta y al fin, reaccionó con
cajas destempladas.
-¡Voy
a averiguar lo que le has hecho, canalla! - Espetó mirando ahora a Martin que
se limitó a devolverle la mirada sin abrir la boca.- Y cuando lo haga…
-¡Basta,
por favor, Señoría!- Intervino Kerria añadiendo con tono apurado.- Suplico un
receso…
-Por
mi parte está bien. No tengo más preguntas.- Asintió un visiblemente satisfecho
Emmanuel.-
-Muy
bien, la vista se suspende hasta mañana. Para que las partes recapitulen,
llamen a nuevos testigos si así lo considerasen oportuno, y sobre todo a fin de
que la acusada se tranquilice.- Señaló la jueza dando un golpe con su mazo.-
Todavía respirando agitadamente y
con expresión indignada, Sabra bajó del estrado. Kerria movió la cabeza con
resignada reprobación y se apresuró a pasarle un brazo por los hombros para
sacarla de allí. Susan, que no había hablado durante toda la vista, las seguía caminando
despacio, con una mirada de preocupación.
-¡Maldita
sea!- Casi sollozaba la israelí.-
-Te
dije que no subieras.- La regañó suavemente Kerria para añadir.- ¿Lo ves? Se ha
aprovechado de tu nobleza. Y lo que es peor, lo han hecho pasar por todo lo
contrario ante los ojos del jurado.
-Pero,
¿Cómo ha podido? - Gimió Sabra deshaciéndose en lágrimas.- ¿Cómo ha sido capaz
de comprometerse con él.-
-Creí
que lo sabías.- Comentó una desconcertada Susan.- Yo, lo siento, pensé que te
lo había contado.
Su subordinada movió levemente la
cabeza, el caso es que no podía acordarse de si fue así o no. Por eso mismo
estaba tan desolada. ¡Una cosa como esa jamás se le hubiera olvidado! La misma
Kerria se censuraba a sí misma. ¿Cómo pudo escapársele un detalle tan vital
para el caso? No lo terminaba de entender, ella no era tan descuidada. Quizás
el cansancio y lo ajetreado de ese proceso, le estuviese pasando más factura de
la que creía.
-Lo
lamento, también ha sido culpa mía.- Admitió la abogada con pesar.- Es un error
de principiante. Tuve que haberme informado sobre eso.
Aun así, Sabra suspiró, moviendo la cabeza y
reconociendo a su vez.
-No
es culpa tuya. He sido yo, me he comportado como una estúpida. Les he puesto el
juicio en bandeja.
-Si
Kerria no hubiera llegado a intervenir, no sé qué habrías dicho.- Añadió Susan,
no sin un leve tono admonitorio.-
-Ahora
pensarán que, en efecto, soy una loca agresiva perfectamente capaz de haber
hecho eso por lo que me acusan.- Se reprobó la israelí, llena de consternación
e impotencia.-
-
Al menos todavía podré llamarte yo a declarar, para que ofrezcamos otra versión
más amable ante el jurado.- Afirmó la letrada.-
-Sí,
lo lamento.- Suspiró su defendida queriendo saber.- ¿Cuándo subiré al estrado
de nuevo?
-Por
ahora es mejor reservar el momento.- Contestó Kerria añadiendo con tono
concernido.- Será mejor que vayamos a un lugar más tranquilo, tenemos que
hablar.
Sus acompañantes accedieron y tras
entrar en la sala reservada a la acusada y su abogada, la letrada miró fijamente
a su defendida y dijo con pesar.
-La
cosa pinta mal, no te voy a engañar. Si quieres tener alguna posibilidad, no
nos queda más remedio que llamar a Daphne.
-
O admitir lo que hice, pedir perdón a ese cerdo y aceptar la sentencia que me
impongan.- Propuso a su vez la israelí.-
Sin embargo, Kerria movió de
inmediato la cabeza desaprobando aquella idea al tiempo que le explicaba.
-Eso
sería muy peligroso. Tendría consecuencias para tu carrera. Creo que hasta
podrían formarte un consejo de guerra por atacar a un civil. En cualquier caso,
eso sería más difícil para hacerlo prosperar en la jurisdicción militar. Consultaré
a mi hermano en eso. Pero me temo que esta mancha se podría extender a tu hoja
de servicios.
-Sí,
Kerria tiene razón.- Terció la mayor Hunter añadiendo visiblemente preocupada
también.- Y conociendo los mecanismos del ejército podrían apartarte,
trasladarte o incluso frenar en seco tu carrera. ¡Piénsalo! Ni siquiera la
capitana Simmons podría hacer nada para protegerte de eso. Si el escándalo
sobrepasa Nature, pedirían tu cabeza.
-Puede
ser, pero aun así, no hay nada que pensar.- Suspiró la muchacha, replicando
convencida.- Pase lo que pase, no deseo perjudicar a Daphne, la quiero
demasiado para hacerla sufrir.
Se produjo un significativo silencio
entonces, Kerria miró a Susan encogiéndose de hombros y finalmente sentenció.
-Es
decisión tuya. Pese a todo seguiremos luchando para minimizar este mal momento.
-Muchas
gracias.- Pudo responder la emocionada Sabra.- Veo que la mayor Hunter no se
equivocaba contigo. Soy afortunada por tenerte como abogada.
-Y
yo lo soy por tener la oportunidad de luchar por lo que es justo.- Sentenció
Kerria quien, haciendo honor a su carácter combativo, añadió.- Bueno, ahora
centrémonos en cómo salir de este lío…primero recobrarnos, luego pensaremos en
un plan para recuperar el terreno perdido.
-No
será fácil.- Musitó su clienta.-
-No,
no lo será, pero lo vamos a intentar.- La animó su letrada.-
Estuvieron charlando un buen rato a
la búsqueda de una estrategia que minimizara esa mala situación, Al fin, Sabra
retornó al cuartel acompañada por Susan. Kerria por su parte se marchó a su
hotel. Estaba realmente cansada. Pudo darse un baño, fiel a su costumbre, para
relajarse y tratar de pensar en algo. Metida en la bañera le daba vueltas a la
cuestión.
-Por
más que trato de enfocarlo es como si no tuviera el conjunto completo. Es muy
raro. Mi instinto me dice que hay algo que no cuadra. No creo que Sabra se esté
inventando lo de ese video. ¡Maldita sea!
Pero lo soltó sin reflexionar. Sin que tuviéramos ninguna prueba. De
haberlo sabido le hubiera dicho que ni se le ocurriera hablar de eso. - Se dijo
no sin algo de irritación para preguntarse.- Entonces, ¿dónde demonios está? Aunque lo
hubieran borrado quedaría constancia, de un modo u otro…y luego está ese desliz
mío. No tengo justificación. ¿Cómo pude obviar el compromiso de Daphne con ese
chico? Ella misma me lo dijo cuando hablamos en la cafetería. Cuanto más pienso
en eso es como si de algún modo se hubiera borrado de mi mente hasta el momento
en el que Hastings lo comentó en el tribunal. No lo comprendo.
Y así, tras un rato en la bañera,
decidió salir, secarse y cenar algo. Dudaba entre ir a algún restaurante o
llamar al servicio de habitaciones. Tan cansada como estaba se decidió por lo
segundo. En tanto le subían un plato de sopa y un lenguado a la plancha miró el
correo. Sonrió al abrir un mensaje de video de Sam en donde su esposa aparecía con su hijo
Brian.
-Hola
cariño. ¿Qué tal todo por Nature?- Le preguntaba afablemente su cónyuge.-
Espero que el caso vaya bien, aunque contigo a cargo seguro que así será. Brian
te echa mucho de menos, ¿verdad cielo? - Le preguntó cariñosamente al niño.- Y
yo también, claro.
-Mami
Ky, vuelve ya.- Le pedía el niño con gesto suplicante en su carita.-
-Ojalá
pudiera mi amor.- Repuso ella con tristeza, aun a sabiendas de que aquello era
una grabación.- Lo haré pronto…te lo prometo.
Durante unos minutos más, Samantha
la puso al corriente de cómo iban las cosas por casa. Enviándole recuerdos de
sus padres. Al fin, el mensaje concluyó dejando a la joven abogada entre alegre
por volver a ver a su familia y nostálgica.
-De
todos modos, no creo que este juicio dure mucho. En verdad lo tenemos
complicado.- Pensó con poco optimismo, repasando sus limitadas opciones para
concluir.- O hacemos declarar a Daphne o no tenemos nada.
Pero claro, eso suponía retornar al
dilema de siempre. Y con la oposición de su propia cliente. Kerria siguió
dándole vueltas, tratando infructuosamente de encontrar algo a lo que poder
agarrarse. Pasó un rato, al fin le trajeron la cena, tras dar buena cuenta de
ella estaba dispuesta a irse a la cama. Sin embargo, el teléfono sonó.
-¿Quién
podrá ser a estas horas?- Se dijo no sin algo de incrédulo malestar.-
Pese a ello, temiéndose que pudiera ser algo
relacionado con el caso, no tardó en contestar.
-¿Sí?
¡Susan! ¿Ha pasado algo?...-Quiso saber con inquietud.- ¿Sabra está bien?
-Sí,
no te preocupes, no se trata de ella. Verás, estoy en mi casa. Me llamó mi
marido. Necesita tu ayuda.- Respondió la
oficial.-
-¿Mi
ayuda, para qué?- Se sorprendió su interlocutora.-
Susan le hizo un resumen de la
situación. Ella misma había llegado a su casa hacía muy poco. Su hijo Alex
estaba dormido. Fue Naya la que se había ocupado de cuidarle.
-Hola
cuñada.- La saludó al verla allí.- ¿No ha llegado tu hermano aún?
-No,
salió, ya sabes, a buscar a los chicos.- Le recordó su interlocutora.-
-Te
agradezco mucho que te hayas quedado con mi hijo.- Sonrió Susan.-
-Es
mi sobrino, lo he hecho encantada.- Afirmó la muchacha.-
-Seguro
que tendrás ganas de ir con tu pequeña Fiora. Hace mucho que no la veo con
calma. Siempre voy con prisas. - Se lamentó la oficial.-
-Bueno,
algún día libre tendrás.- Sonrió animosamente Naya para añadir.- Nosotros nos
iremos al campo en cuanto Alan concluya un proyecto que tiene. Yo voy a pedir
unos días en el hospital. Me gustaría muchísimo que vosotros también pudierais…
-Sí,
a mí también. Nos vemos poco, y espero que tus padres vengan también a pasar un
tiempo.- Convino su contertulia.-
La hermana de su esposo asintió y se
despidió. Susan se quedó sola y no tardó en darse una ducha y cambiarse. Ya con
el pijama se pasó a ver dormir a su hijo. Sonrió contemplándole durante un rato
en esa pose angelical, con sus ojitos cerrados, soñando seguramente con algo
bonito.
-Cariño.-
Suspiró susurrando con afecto y algo de pesar.- ¿Cuándo podré pasar más tiempo
contigo?..
Se lamentaba de las pocas ocasiones
en las que disfrutaba de la compañía de su pequeño. Alex crecía muy rápido y
Susan no ignoraba que cada momento perdido era irrecuperable.
-Pero
tengo mis obligaciones.- Suspiró resignada, intentando alentarse con una especie
de promesas hacia sí misma.- Naya tiene razón. Cuando sea posible tenemos que
quedar todos juntos. Somos una familia. ¡Ojalá el juicio vaya bien y Sabra
pueda obtener una sentencia benévola!
Salió justo a tiempo de la habitación, tras
besar suave y cariñosamente a su pequeño en la mejilla y acariciarle el pelo.
Fue cuando su móvil sonó. Era Giaal.
-Hola
cariño. ¿Has encontrado a los chicos? ¿Qué?- Exclamó ella, entre perpleja y
alarmada cuando él le contó lo ocurrido.- Bien, sí claro…es tarde pero…no sé si
ella podrá.. ¡De acuerdo, le diré que es muy importante! Aunque tiene un caso
entre manos muy complicado. Lo intentaré…tened cuidado. Un beso…
De modo que ahora, era Kerria quien
encontró difícil negarse. A pesar de estar agotada, respondió.
-Está
bien. Haré cuanto pueda. Dime, ¿dónde está ese sitio? Muy bien…De nada, Susan.
Hasta mañana.
Colgó, se vistió y salió lo antes
posible llamando un taxi deslizador. En cuanto éste llegó a recogerla le
indicó.
-A
la comisaría central de Sagan City. Deprisa, por favor…
Y es que Giaal no tuvo más remedio
que llamar en busca de ayuda. Enseguida comprobó que le haría falta un abogado,
a ser posible alguno bueno, es más, hasta un inspector de policía se lo sugirió.
La razón, en efecto, tenía que ver con los chicos, al menos con Nelly. Pese a
no poder encontrar a Dean sí que dio con esa muchacha. Y lo que vio al
encontrarla no le gustó nada, absolutamente nada.
-¡Menos
mal que Aurora no vive para ver esto! - Se dijo consternado aunque reflexionó
con enojo a su vez.- Y la culpa de todo la tiene el desgraciado de su marido.
Y pensaba así con un buen motivo. Al
entrar en esa discoteca siguiendo a la policía, tanto él como Wina tuvieron que
estar lo más apartados que pudieron de la algarabía que se montó. Los agentes
se desplegaron con rapidez, buscando a la menor en cuestión. Muchos de esos
clientes salieron a toda prisa al ver a
los policías. Aunque algunos que fueron interrogados negaron haber visto a
nadie que concordase con esa descripción. El inspector que coordinaba esa
especie de redada, un hombre de tez morena, pelo corto castaño y alrededor de
los cuarenta años, se ocupó de preguntar a los empleados. Al fin, el barman le
comentó que una chica similar había estado ahí.
-¿Dónde
se ha ido?- Quiso saber el policía.-
-No
lo sé, se fue con un tipo bastante mayor que ella.- Repuso el empleado que
evidentemente daba la impresión de no querer meterse en problemas.-
Ante esa actitud, el inspector hizo
venir al dueño del garito y sin andarse con rodeos le amenazó.
-Si
descubrimos cualquier tipo de delito asociado con esa muchacha, y que se haya
estado llevando a cabo en este local, conseguiremos una orden de cierre al
margen de las oportunas medidas judiciales que se deban llevar a cabo. De modo
que será mejor que hable y sea más conciso.
-Vale,
vale.- Se apresuró a decir ese tipo, entrado en kilos y de unos cincuenta y
tantos años, al añadir.- Registren y miren lo que quieran. Cooperaré en todo.
Pero que conste que cualquier cosa que hagan los clientes aquí es
responsabilidad suya…
-Eso
dependerá de con quién lo hagan. El mero hecho de haber permitido entrar a una
menor de edad aquí ya es motivo más que suficiente de sanción.- Repuso el
policía, quien, pese a todo, quiso ser más conciliador al añadir.- No obstante,
si no se ha visto envuelta en nada más, por esta vez, podremos ser más
comprensivos…Sin embargo, eso pasa por que, como ha ofrecido, nos permita
registrar todo el local, ¡y digo todo! - Insistió contundentemente.-
-Sí,
claro inspector. Cooperaré en lo que necesite.- Convino ese asustado tipo.-
Venga conmigo a la planta de arriba. Allí hay algunos cuartos donde muchos
clientes van para estar más tranquilos.
Ya me entiende…
Giaal se acercó entonces junto con
Wina. Ese inspector les comentó.
-Vengan
conmigo. Si la chica a la que buscan está arriba tendrán que reconocerla. Mejor
dicho.- Afirmó dirigiéndose a Wina.- Tú quédate aquí, también eres menor de
edad ¿no?
-Sí,
sí señor.- Tuvo que admitir la chica.-
-En
tal caso te ruego que salgas fuera, este no es lugar para ti.- Le ordenó amablemente
el policía.-
La aludida no contestó enseguida.
Miró no obstante a Giaal, éste al fin asintió despacio. Wina entonces obedeció.
Lo único que anhelaba era que Nelly estuviera bien, sus percepciones acerca de
su amiga desde luego no eran muy halagüeñas. Entre tanto Giaal sí que subió…
-Solo
espero que esté a salvo.- Pensaba el preocupado alien.-
La muchacha objeto de sus temores
había subido unos minutos antes junto a ese tipo que la abordó en la barra del
bar. Ni siquiera le preguntó su nombre, él tampoco lo hizo. Quizás ninguno
quería establecer una relación personal, aunque por distintos motivos. Al fin,
aquel hombre abrió una puerta que daba paso a una habitación. Para sorpresa de
Nelly parecía un lugar confortable, una cama de matrimonio presidía una
estancia con un armario, una mesita, holotele, un armario y un par de sillas. Se
dio cuenta a su vez que otra puerta
estaba entreabierta, una que daba a un cuarto de baño con ducha.
-¿Te
gusta?- Le preguntó ese individuo.-
-Es
bonita.- Susurró la joven.-
-Anda
siéntate.- Le pidió él aplastando repetidas veces la superficie de la cama con
la palma de una mano.-
Ella obedeció, hasta ese momento
tampoco estaba siendo tan terrible. Pero eso iba a cambiar enseguida. Para
creciente temor de la chica, ese hombre comenzó por quitarse la chaqueta que
llevaba, luego la camisa y más tarde los pantalones. La joven no podía dejar de mirarle con estupor.
-¿A
qué esperas?- Le preguntó entonces él.- Quítate la ropa.
-¿Mi,
mi ropa?- Musitó la muchacha con evidente timidez y vergüenza.-
El tipo ya estaba a su vez en ropa
interior. Solo un slip protegía sus partes íntimas y por lo que la espantada Nelly
pudo ver, esa zona de su cuerpo estaba muy abultada.
-Si
quieres que te la quite yo.- Se sonrió el individuo.-
Y se aproximó hasta ella haciendo
que la joven se apartase echándose sobre la cama. Aquel tipo debió de
interpretar otra cosa y sonriendo aviesamente declaró.
-Así
que te gusta jugar. Muy bien…
Sin que la muchacha pudiera
impedírselo se abalanzó sobre ella y le quitó los zapatos, luego comenzó a acariciarla
las piernas.
-¡Basta,
por favor! - Sollozó la chica.-
-¿Basta?
¿Pero qué dices, preciosa? Te he pagado por pasarlo bien contigo.- Espetó su
interlocutor que parecía estar perdiendo la paciencia.- ¡Vamos, desnúdate de
una vez! ¿No ves que estoy tieso?
Claro que la pobre Nelly lo veía, es
más, aquel tipo se quitó entonces su slip y ella pudo contemplar aquello…nunca
lo había visto, al menos así de grande. Cuando se había bañado con Orix siendo pequeños estaba claro que esa cosa no
le pareció nunca tan…evidente.
-¡No,
déjame!- Chilló levantándose y tratando de salir corriendo de allí.-
-¡Maldita
zorra!- Se enfureció ese individuo en tanto le rasgaba ese vestido.- ¿Qué te
has creído?...Me debes dinero.
La chica trataba frenéticamente de
abrir esa puerta, su “cliente” la sujetó de un brazo y la hizo girarse.
Entonces, tratando de calmarse, le propuso.
-Vale,
si no quieres echar un polvo, al menos me vas a aliviar. ¡Chúpamela!
-¿Qué?-
Pudo exclamar la aterrada jovencita.-
-¡Que
me la chupes! - Insistió el individuo aquel sujetándola ahora del rostro con
una mano en tanto la obligaba a arrodillarse.- Te he pagado muy bien para que
solamente hagas eso.
-¡Por
favor!- Le suplicó Nelly alegando.- Solo tengo… quince años…
-¿Qué?
¿Serás puta? Me dijiste que tenías dieciocho.- La recriminó su interlocutor.-
Para recibir mis créditos no tuviste ningún problema.
-Lo
siento…- Fue lo único que pudo decir.-
Sin embargo, eso no pareció ablandar
a ese tipo. Más bien al contrario cuando afirmó entre jadeos excitados.
-¡Eso
me pone más todavía! ¿Sabes qué? Me la vas a chupar igual, así vas aprendiendo…luego
te voy a estrenar…al final me lo agradecerás.
Y acto seguido la forzó a
inclinarse. La pobre chica no pudo resistirse a la fuerza de ese hombre y cayó
de rodillas, tenía aquello a escasos centímetros de su cara. Nelly era incapaz
de hacer nada salvo de llorar. Afortunadamente para ella unos repentinos ruidos
de pasos en el exterior del cuarto alarmaron a ese tipejo.
¡Policía!-
Se escuchó en el exterior.-
-¡Oh
mierda, mierda!- Exclamó ese individuo que ahora lucía una expresión asustada.-
Ante la atónita y aun atemorizada
mirada de Nelly que seguía arrodillada, ese tipo se puso rápidamente el slip y
a toda prisa se acabó de vestir. Sin
mirarla siquiera entreabrió la puerta. Pareció asustarse más aún tras lo que
vio y solo unos instantes después abrió del todo y escapó a la carrera cuando
creyó que las cosas estaban más tranquilas. La niña quedó allí sola, gimiendo y
llorando. A los pocos minutos esa puerta volvió a abrirse, en esta ocasión eran
dos agentes de policía y junto a ellos entró Giaal.
-¡Doctor
Ginga! - Sollozó la chica al reconocerle, con una mezcla de alivio y estupor.-
-Ya
ha pasado todo, Nelly.- Repuso afectuosamente él.- ¿Estás bien?
La cría se levantó abrazándose a él
sin poder dejar de llorar. Giaal la estrechó entre sus brazos muy apenado por
ella.
-Vendrás
conmigo a casa. No te preocupes.
Sin embargo, aquel momentáneo alivio
para la muchacha se vio bruscamente cortado por la implacable voz del inspector
quien la hizo separarse del doctor para preguntarle.
-¿Habías
venido con alguien aquí?
-Sí.-
Musitó la aun llorosa chica.-
-¿Estabas
ejerciendo la prostitución?- Inquirió el agente con tono severo.-
-Yo…
yo solamente subí con él porque quería hablar. Eso dijo.- Repuso la asustada
jovencita que ahora lloraba una vez más gimiendo.- Pero luego… luego quiso
quitarme la ropa…
El inspector miró a Giaal y movió la
cabeza, aunque enseguida añadió con un tono más amable.
-Queremos
capturar a quien estuviera aquí contigo, eres menor de edad, y si han intentado
abusar de ti eso es un delito muy serio. Tendrás que venir a declarar a la
comisaría.
-¡Yo
solo quiero salir de aquí!- Sollozó Nelly una vez más.-
-No
tengas miedo, ahora estoy contigo.- Le aseguró Giaal., pidiéndole al policía.-
Por favor, déjeme ir con ella. No tiene a nadie más…al menos por aquí cerca.
El agente de la ley accedió a eso
pidiéndole a su vez a la chica.
-Danos
la dirección de tu casa. ¿Por qué serás de aquí, verdad?
-Sí.-
Asintió la compungida chica, confesando.- Pero, me escape, cuando mi madre
murió…
-Es
largo de contar, inspector.- Terció Giaal.- Yo se lo explicaré, le ruego que
deje a esta pobre niña descansar.
-Lo
haré, pero será en la comisaría.- Concedió el policía, sentenciando.- Hasta que
no tengamos clara su identidad y si tiene algún tutor legal o familiar cerca
que pueda hacerse cargo de ella, tendrá que estar allí a la espera. Por si
servicios sociales debe hacerse cargo.
Al fin, recomponiéndose su vestido y
calzándose los zapatos la muchacha salió acompañada de una mujer policía.
Cuando quedaron a solas el inspector,
que se presentó como Pedro Mendoza, le comentó a Giaal con tono más preocupado.
-Si
esta chica estaba ejerciendo la prostitución podría ir directa al tribunal tutelar
de menores.
-¡Por
el sagrado Árbol! - Exclamó el alien, obteniendo la atónita mirada de su
contertulio, tras lo que matizó.- Por Dios, inspector. Es solamente una cría,
está muerta de miedo y sola. ¿Es que no lo ve?
-Soy
consciente de eso, por ello mismo debemos proceder acorde con la ley y tenerla
en custodia, por su propia protección.- Le comentó Mendoza.- Al menos hasta que
contactemos con su familia. ¿Podría usted contarme algo sobre ella?. Al parecer
se conocen los dos.
Salieron de ese cuarto y de camino
al deslizador policial Giaal le fue adelantando algo de ese relato, sin entrar
en temas escabrosos que tuviesen que ver con la auténtica naturaleza de esa
pobre niña.
-Inspector.
Está traumatizada por la muerte de su madre y el rechazo de su padre. No
entiendo a ese hombre.- Pudo decir.-
-En
los sentimientos de su padre hacia ella no puedo meterme, pero sí en su deber
de salvaguardia y protección hacia su hija.- Afirmó su interlocutor.-
Al llegar vieron a Nelly que estaba abrazada a
otra muchacha, era Wina. Las dos lloraban ahora entre aliviadas y asustadas.
Aunque la extraterrestre no dejaba de intentar animarla.
-Ya
verás como todo va a ir bien ahora. No te vamos a dejar sola.
Mendoza contempló la escena no sin
pesar, para decirle a Giaal.
-Verá,
desgraciadamente está creciendo el número de chicas que, habiendo llegado a
Nature de forma ilegal y sin nadie que vele por ellas, se dedican a ejercer la prostitución o entran
en organizaciones delictivas. En el caso de esta jovencita, por lo que me ha
contado, doctor, si su padre la dejó ir y no ha denunciado su desaparición,
podría enfrentarse a un grave delito de abandono. Ahora le recomiendo que llame
a un abogado.
Y es que un agente se aproximó a
informar que habían detenido a unos cuantos sospechosos de estar manteniendo
relaciones con otras muchachas de edad parecida.
-Parece
que hemos destapado un antro lleno de corruptores de menores.- Afirmó Mendoza.-
-Lo
único que le pido es que me permita ayudar a Nelly. Como le he dicho, la pobre
ha sido repudiada por su padre. Él cree tener sus razones para ello. Sería algo
que no le puedo explicar dado que atañe a la confidencialidad entre médico y
paciente.- Terció Giaal adelantándose a una posible pregunta del policía.-
-No
soy yo quien tiene que juzgar eso. -Le respondió el inspector.- Le repito mi
consejo, llame a un buen letrado. Por lo que mis agentes están encontrado, lo
necesitará.
El alien trató de pensar en algún
abogado, pero no conocía ninguno. Se le ocurrió entonces. ¡Su esposa estaba con
Kerria! ¡Claro! Ni tan siquiera había pensado en eso. ¿Quién mejor? De
inmediato llamó a Susan. Era tarde pero por eso mismo supuso que ya estaría en
casa. Aguardo con impaciencia y tras varios
tonos de llamada su mujer al fin le contestó..
-Susan…Hola,
sí… bueno, solamente a Nelly. Está en problemas. Necesitaría un favor. ¿Podrías
pedirle a Kerria que viniera?.. sé que es muy tarde, pero es muy importante. Lo
sé…pero esto también es serio.-Y tras hacer un muy breve resumen, agregó.-¡El
futuro de Nelly podría depender de ello!... Vale, sé qué harás lo que puedas,
gracias, te quiero…
Y colgó. Por su parte, Nelly no
quería soltarse del abrazo de Wina, tras los ruegos de ésta última la
permitieron montar en el deslizador de policía junto con su amiga para hacerle
compañía. Ambas fueron charlando.
-Orix
está muy preocupado por ti, siempre espera tener noticias tuyas. Hasta quiso
escaparse para ir en tu busca, pero le detuve.- Le contó Wina.-
-Gracias,
hiciste lo correcto.- Suspiró la llorosa Nelly.- No quiero que por nada del
mundo sufra este tipo de situación.
-Ahora
todo va a ir bien.- La animó Wina sonriendo con confianza.- Ya lo verás.
Sin embargo, su amiga no estaba tan
segura, apenas musitó, agotada por tantas emociones…
-No
tengo ningún sitio a donde ir…mi padre no me quiere.- Suspiró entre lágrimas.-
-Pero
nosotros si te queremos.- Repuso Wina, emocionada a su vez.- Ya verás como el
doctor Ginga no te abandonará. Vino a mi casa, me pidió que le ayudara a
buscarte…
-Es
un buen hombre, sí.- Convino Nelly.- Y tú eres una estupenda amiga, muchas
gracias.
Wina sonrió, al menos pudo
transmitirle a esa pobre chica algo de confianza. No sabía desde luego el
porqué de toda esa situación, pero sentía en ella una enorme tristeza y desesperanza.
Sin embargo se prometió averiguarlo y hablar con sus padres para que la
ayudaran a hacerlo. Y también ¿por qué no? Para que acogieran a su amiga. Sería
estupendo que las dos pudieran vivir como hermanas, juntas.
-¿Por
qué no? Vivir como hermanas.- Pensó con optimismo.-
Por su parte, Giaal fue con el inspector
Mendoza quién, tras ser informado por el médico de la identidad del padre de
aquella chica, procedió a llamarle. Al atender esa comunicación Edgar manifestó
una gran sorpresa y según él, alivio, por el hallazgo de su hija.
-Denuncié
su desaparición hace ya semanas.- Afirmó.- Me alegra ver que la policía al fin
ha hecho su trabajo…
A Mendoza no le hizo gracia oír ese
tono entre sarcástico y contrariado de
aquel hombre. ¿Qué padre replicaba así en esos casos?. Cualquiera habría estado
feliz y agradecido…en fin. No pudo acusar a ese tipo de nada, dado que, cuando
comprobó los registros, costaba en efecto tal denuncia. Así se lo comentó a
Giaal que quedó perplejo.
-A
ese hombre no le importa para nada esa chica.- Suspiró el alien moviendo la
cabeza.- Pero tampoco es tonto, se habrá asesorado legalmente y por eso
interpuso la denuncia. Para evitarse él mismo problemas legales.
-Nada
puedo hacer a ese respecto. – Repuso el policía afirmando con malestar a su
vez.- Ser un imbécil no está castigado por la ley.
-A
veces creo que debiera estarlo.- Declaró Giaal con el asentimiento de su
interlocutor.-
-Por
desgracia, como padre ha pedido que nadie hable con su hija, y ha hecho
especial mención a usted.- Le contó el policía.- Dice que su abogado vendrá de
inmediato…
Giaal no dijo nada, solamente
esperaba que Kerria pudiera llegar antes… y sus deseos fueron atendidos. A los
pocos minutos un taxi deslizador aparcó ante la comisaría. De él descendió la
letrada. Enseguida entró preguntando por el doctor Ginga. La condujeron a una
sala de espera.
-Muchas
gracias por venir, Kerria. De veras.- La saludó él en cuanto la vio.-
-No
hay de qué. Susan me contó que era muy importante.- Afirmó la abogada.-
El alien la puso al corriente en
pocos minutos de lo que le era ética y legalmente posible. Su interlocutora le
obsequió con una perpleja mirada. Al fin pudo responder.
-Haré
lo que pueda. Pero es algo realmente muy extraño. Un padre que repudia a su
hija y ahora quiere que nadie se acerque a ella.
-Lo
siento, tú mejor que nadie podrás comprenderlo. Carezco de autorización para
darte más detalles.- Se lamentó su contertulio.-
Kerria suspiró. Eso era como ir con
los ojos vendados. Empero, asintió. Giaal no podía violar la confidencialidad
sin un mandato judicial ni el permiso paterno. Y estaba claro que no tenía ni
el uno, ni el otro. Al fin, le dijo a su interlocutor, tratando de sonar confortadora.
-Entraré
a verla, siendo abogada puedo acceder para garantizar su protección legal. Más
siendo una menor. No te preocupes, verás cómo lo solucionamos.
-Él
ha enviado al suyo.- Le explicó su contertulio.- Estará al llegar.
-Ya,
pero la policía no sabe si ese abogado soy yo.- Sonrió su amiga añadiendo con
un tinte más animoso.- Confía en mí. Veré que puedo hacer.
Giaal asintió, por supuesto que
confiaba en ella. Así pues, Kerria obtuvo el permiso del inspector para acceder
al cuarto en donde estaba Nelly. Al entrar vio que una hermosa muchacha de
cabellos rubios y ojos aguamarinas, que se presentó como Wina Adams, estaba a
su lado.
-Hola.-
Sonrió la abogada, presentándose.- Me llamo Kerria Malden, he venido a
ayudarte. ¿Eres Nelly, verdad?- Inquirió a la chica morena.-
-Sí,
señora, soy yo.
-¿Es
usted Kerria Malden? ¿La cantante?- Se sorprendió Wina que había oído hablar de
ella en la Tierra e incluso escuchado algo de su música.- Encantada de
conocerla.
No es que fuera una gran fan pero le
gustaba. Esa mujer sonrió con amabilidad entonces para admitir.
-Sí,
soy yo, pero ahora vengo como letrada. El gusto es mío, Wina, debes de ser una
buena amiga suya para estar aquí a estas horas. - Replicó Kerria de modo
cordial, aunque tornó su tono de voz a más serio al añadir.- Pero ahora tengo
que pedirte un favor. ¿Serías tan amable de dejarme un rato a solas con Nelly?
Hay cosas que quizás solamente me pueda contar en privado.
La muchacha asintió, aunque la chica
morena la miró de modo suplicante, ¡no quería quedarse sola! Sin embargo, Wina
la tranquilizó.
-Puedo
sentir que Kerria dice la verdad. Solo desea ayudarte, es amiga del doctor
Ginga y de Susan.
-Vale.-
Musitó Nelly entonces.- Confiaré en ella.
Wina salió de la pequeña estancia en
la que había permanecido junto a su amiga. Allí, con únicamente una mesa y un
par de sillas, Nelly quedó a solas junto a la abogada.
-¿Tienes
hambre?¿Quieres tomar algo? Puedo pedir a los agentes que te traigan alguna
cosa de comer. - Le preguntó Kerria con amabilidad.-
-No,
gracias…ya me lo han preguntado antes.- Rechazó la cría quien desde luego tenía
el estómago encogido todavía por el miedo y la zozobra.-
-Bueno.
Ahora que sabes que puedes confiar en mí, por favor, cuéntame que es lo que ha
pasado. - Le pidió la abogada.-
Algo reacia al principio la joven
comenzó a trompicones a contar su penosa historia. Kerria pasó de la sorpresa a
la compasión. ¡Esa pobre cría estaba sufriendo un calvario! Apenas pudo
controlarse para no llorar y al fin declaró con voz suave que pretendía al
tiempo ser optimista.
-¿Sabes?
Te comprendo mucho mejor de lo que crees. Sé muy bien qué significa sentirse
diferente. Pensar que nadie te quiere por cómo eres. Desesperarte y caer en las
garras de seres desaprensivos que solo buscan utilizarte. Pero también sé que
hay esperanza y que las cosas pueden cambiar. Siempre hay gente que te querrá y
te apoyará. - Sentenció animosamente tomando una mano de la ahora llorosa chica
entre las suyas.-
-Yo…yo
solo…¡quiero que alguien me quiera! - Rompió a llorar la muchacha enterrando la
cabeza entre sus brazos.-
-Tranquila.-
Musitó Kerria, enjugándose sus propias lágrimas mientras le acariciaba el pelo.-
Todo irá bien, no te preocupes…
No podía evitar que se le rompiera
el corazón a la vista de esa niña, apenas vestida con ese conjunto tan poco
apropiado para su edad, con ese exagerado maquillaje descorrido por el llanto y
esa mirada de profunda tristeza. Por momentos, podía verse reflejada ella
misma, cuando, siendo una adolescente, creyó que no tenía lugar en el mundo. Y
todavía se sorprendió más cuando, entre sollozos, Nelly afirmó.
-Solamente
soy una especie de monstruo. ¿Sabe? Ni siquiera soy una chica de verdad.
-¿Qué?.
Vamos, ¡claro que eres una chica de verdad! - Aseguró Kerria mirándola ahora a
los ojos para sentenciar con tinte alentador.-
Y tienes ahí fuera a personas que de veras te quieren y se preocupan por
ti. No temas. Me encargaré personalmente de sacarte de aquí…
Sin embargo, cuando más animada
estaba Nelly, sonriendo incluso por vez primera ante esa posibilidad que le
brindaba un rayo de esperanza, un policía entró. Su gesto era de pesar cuando
le dijo a la abogada.
-Ha
llegado el representante legal del padre de esa chica. Le pide a usted que
salga. No tiene el permiso correspondiente para ocuparse de este caso,
señorita.
-Pero,
yo estaba.- Pudo apenas replicar Kerria.-
Sin darle tiempo a concluir la
frase, un tipo trajeado con negro pelo engominado y expresión altiva entró tras
el agente. Sin mediar saludo se limitó a preguntar dirigiéndose a la perpleja
abogada.
-¿Es
usted la señorita Malden?
-Sí,
soy yo.- Admitió Kerria.-
-Como
representante autorizado por el padre y tutor legal de esta niña, le pido que
salga de inmediato o la demandaré por atribuirse una representación que en
ningún caso le ha sido legalmente delegada, señorita.
-Salvo
que esta niña me quiera a su lado.- Pudo contestar Kerria con renovada determinación,
alegando.- Tuve que entrar puesto que no tenía letrado para asegurarle
protección legal, estaba actuando de oficio.
-Eso
ya no es necesario.- Sonrió su interlocutor.- Ya estoy yo aquí precisamente
para eso. Además, esta niña es menor de edad y a todos los efectos es el señor
Edgar Connors quien ostenta su patria potestad. Por tanto no es Nelly Connors
quien decide si usted se queda o no.- Remachó tajantemente ese tipo.-
Kerria le miró con apenas contenida
indignación y malestar, pero eso no
variaba el hecho de que sabía que aquel individuo estaba en lo cierto. Además,
tenía otro complicadísimo caso en el que pensar. Sin embargo, las súplicas de
la pobre cría la conmovían.
-No
se vaya, por favor. ¡No me deje sola con este hombre!
-Lo
lamento, cielo. No puedo hacer otra cosa, es la ley.- Suspiró resignada y
entristecidamente la abogada añadiendo eso sí.- Te prometo que estaré cerca.
Aunque su colega la miró con
expresión de superioridad y repuso con retintín.
-Por
lo que sé, tiene usted otro caso entre manos. Y no parece que le esté yendo muy
bien. Yo en su lugar me ocuparía de salvar a su otra clienta. Ésta niña es de
mi competencia. Y no tema, me ocuparé de que salga enseguida de aquí y que
vuelva su casa, que es donde debe estar. Ahora, muchas gracias y buenas noches,
señorita Malden.
Cansada, frustrada y furiosa, y
sobre todo, con el vivo deseo de darle un buen puñetazo en los morros a ese
imbécil, Kerria tuvo que hacer un enorme esfuerzo por controlarse y salir de
allí. Fuera Giaal y Wina aguardaban con expectación, no obstante, el semblante
de la abogada pronto les desanimó.
-Lo
siento mucho.- Suspiró.- No tengo base legal para estar ahí.
-¿Qué
podemos hacer?- Quiso saber Giaal.-
-Idos
a dormir.- Repuso su interlocutora.-
-¡No
podemos dejar sola a Nelly! - Exclamó Wina.-
-Legalmente
su padre ha enviado un abogado. Y a buen seguro que, una vez aclarados los
cargos, la permitirán irse a casa. – Les contó Kerria.- Y yo debo ir a dormir,
lo lamento mucho, pero hay otra muchacha que depende de mí mañana.
-¡Creí
que nos ayudarías!- Sollozó Wina con patente decepción.-
Aquel reproche entristeció a Kerria, pero era
comprensible viniendo de la amiga de Nelly. Empero, Giaal le pasó un
confortador brazo tras los hombros y no tardó en replicar en defensa de la apesadumbrada
abogada.
-Kerria
ha hecho todo lo que ha podido. Y tú lo sabes. No seas injusta con ella. - Le
susurró a la chica.-
Al fin Wina lo reconoció musitando
avergonzada.
-Perdona
Kerria.
-No,
no tienes por qué pedirme perdón, cielo.- Le sonrió comprensivamente su interlocutora,
añadiendo con un tono más decaído y lleno de pesar.- ¡Ojalá pudiera hacer más!
E impotentes y apenados lo único que
pudieron hacer fue irse. Al menos la abogada, quién, tras despedirse de ambos
regresó a su hotel, al día siguiente tendría un duro día por delante. Por su
parte, Giaal llevó a casa a Wina. Era muy tarde y tanto Melissa como Clyde
estaban despiertos, con evidentes síntomas de preocupación por su hija. Al
verla aparecer suspiraron aliviados.
-¿Qué
ha ocurrido, cariño?- Inquirió Melissa nada más la vio entrar por la puerta
acompañada por el doctor Ginga.-
Y es que Wina tenía rastro de haber
llorado. Ante la preocupación de los padres de la joven, los recién llegados
les pusieron al corriente. Los Adams lamentaron la situación de la pobre Nelly.
No obstante, Clyde sonrió animoso para decirle a su hija.
-Algo
habrá que podamos hacer. No te preocupes. Estaremos apoyando a esa muchacha.
Hablaremos con su padre si hace falta.
-Gracias
papá.- Pudo sonreír la agradecida Wina alegando emocionada.- Nelly es una buena
chica. No merece tener que vivir así.
-Estoy
muy orgullosa de ti, cielo.- Sonrió Melissa abrazando a su hija.- Tú también eres
una muchacha excelente.
-Gracias
mamá.- Musitó la agotada chica.-
-Anda,
ve a la cama, hija.- Intervino Clyde.- Estarás exhausta.
-Sí,
lo estoy, buenas noches doctor.- Se despidió de Giaal.-
-Buenas
noches y gracias por tu ayuda. Que descanséis.- Dijo el alien antes de salir
por la puerta, rematando.- Tenéis una hija estupenda.
-Buenas
noches y gracias a usted doctor, papá, mamá.- Sonrió Wina yendo a su cuarto.-
-Hasta
mañana, cariño.- Sonrió Melissa.- Que descanses.
Y una vez se retiró su hija, fue
Clyde quien comentó, antes de irse a su habitación también.
-Es
verdad. Somos realmente afortunados por tenerla. ¿Verdad, cariño?- Le preguntó
a su esposa.-
Así lo pensaba la científica que
asintió, tanto ella como su esposo fueron bendecidos el día que Wina entró en
sus vidas. Aquella niña superviviente de la raza del Makaiju que adoptaron se
había convertido en una hermosa jovencita. Pero, sobre todo, más que su belleza
física contaba la de su corazón. Era amable y generosa, dispuesta siempre a
ayudar a los demás. Melissa veía así colmados sus anhelos, dado que lo único
que lamentaba en su vida había sido perder tantos años de ella odiando a otros.
-Sí,
desperdicié mis años de juventud en esos ridículos deseos de conquistar poder o
vengarme. Por fortuna, aunque tardé me di cuenta, gracias al Cielo que Clyde y
Wina llegaron a mi vida. Al menos mi hija es ahora lo que debí ser yo a su edad,
una joven dedicada a ayudar a los demás, en vez de aprovecharse de ellos. Y si
Dios quiere, el día de mañana será una estupenda científica. ¡Ojalá trabajemos
juntas como Kaori hizo con su propia hija!
Al hilo de aquello también recordó
la conversación que mantuvo con Penélope. Ésta la informó de su marcha
inminente a la Tierra y le pidió que se ocupase de su grupo.
-Las
Fairy Five necesitarán una jefa experimentada y que sepa comprender lo bueno y
lo malo que hay en cada una de ellas. No puedo pensar en nadie mejor que tú
para ese puesto.
-Te
lo agradezco, aunque no sé si quiero tanta responsabilidad.- Repuso la
aludida.-
-Confío
en ti, Melissa. – Sonrió Penélope.- Aunque aceptaré y respetaré tu decisión. Si
no lo deseas no insistiré…Pero, por favor, piénsalo en estas semanas.
-Lo
haré, y tan pronto me decida te llamaré.- Le prometió su compañera y amiga.-
-¿Qué
tal está Mimí?- Se interesó la doctora Winters.-
-Tras
perder de ese modo tan terrible a su hijo al principio quedó destrozada.-
Suspiró una consternada Melissa.- Luego, poco a poco, fue rehaciéndose.
Después, tanto ella como su esposo Kenneth, comenzaron un proyecto que les
tiene absorbidos por completo…
-¿Qué
clase de proyecto es?- Quiso saber Penélope con evidente curiosidad.-
Pero no podía desvelarle más a su
compañera y amiga. De modo que se limitó a sonreír, sentenciando.
-Cuando
llegues a la Tierra seguro que te lo contarán. Y estoy convencida de que, si te
lo piden, les ayudarás.
La doctora Winters la miró con
extrañeza aunque cambió enseguida de tema para querer saber.
-¿Y
de Keiko sabes algo? ¿Has hablado con ella últimamente?
-No,
desde que dejó la investigación y decidió dedicarse al mundo de la música.-
Repuso su interlocutora.- Según me contó su madre la última vez que hablé con
ella, estaba preparando una gira. Quizás venga a Nature también.
-Le
deseo suerte.- Declaró Penélope.-
Melissa asintió, después terminaron
por cambiar impresiones sobre sus respectivas familias. Ahora, mirando a su
agotada hija que ya se había acostado y dormido, musitó con tono lleno de
cariño maternal.
-Duerme
bien, cariño. Te prometo que, entre todos, ayudaremos a Nelly. Nunca le
faltarán amigos que la apoyen.
Y en la comisaría, la chica en
cuestión miraba ahora con expresión sombría a ese recién llegado. Aquel abogado
que enviaba su padre. A diferencia de Kerria, ni le caía bien, ni se fiaba de
él. No obstante, éste le sonrió ahora de un modo que trataba de ser afable para
declarar.
-Te
aseguro que tu padre estaba muy preocupado por ti.- Dijo con tono aparentemente
cordial.-
-Lo
dudo mucho.- Replicó ella con desdén.-
-Me
ha enviado para asegurarme que vuelves a casa, con él y con tu hermano. ¿Acaso
no echas de menos a Orix?- Quiso saber el letrado.-
-¿Está
bien?- Inquirió la muchacha abandonando aquella pose desafiante por unos
momentos.
Aquel tipo sonrió ahora, para dejar
transcurrir unos instantes antes de replicar.
-Lo
ha pasado mal, estaba asustado pensando que te podría haber ocurrido algo. Pero
ahora se pondrá muy contento cuando vuelvas…
Nelly suspiró. Ya no le quedaba
ningún deseo de volver a ver a su padre en realidad. Aunque sí quería mucho a
su hermano. No tenía otra opción, así pues, tuvo que mostrarse más sumisa y
pedirle a ese hombre.
-Por
favor, sáqueme de aquí. Quiero volver a casa.
-Muy
bien. No te preocupes, nada más sencillo.- Aseguró su abogado.-
El que no había tenido tanta suerte
fue Dean. El chico huyó con rapidez al ver llegar a la policía. Después, cuando
observó acercarse al doctor Ginga y a Wina, corrió para ocultarse. En el fondo
se sentía avergonzado de que le encontrasen así. Sin saber que más hacer volvió
a su guarida. Aunque al llegar solo vio a Pancho. El latino le abordó con
nerviosismo, declarando.
-Dean,
tenemos que irnos.
-¿Irnos?¿Por
qué? – Inquirió con perplejidad.-
-¡No
mames!- espetó éste en su jerga natal.- Vino la policía. Se han llevado a
Pierce y a Bonnie. Yo me di cuenta y escapé de puritita suerte. Esos pendejos se dejaron atrapar y seguro que
ya habrán hablado.
-Vale,
deja que recoja algunas cosas y nos vamos.- Concedió Dean.-
Pancho se lo permitió, el chico pudo
hacerse con lo más valioso que guardaba. Al fin salieron de allí.
-¿A
dónde podremos ir?- Inquirió Dean.-
-Tengo
unos compadres que viven en la ciudad del sur.- Le contó su interlocutor.- Son
buena gente…si eres de los suyos.-Matizó con prevención.-
-Pues
yo no lo soy.- Comentó su contertulio con preocupación.-
-Tranquilo.
Yo me encargo de decirles que eres de fiar.- Le aseguró su amigo.-
No obstante, Pancho se detuvo
haciendo que su compañero parase y más seriamente, le advirtió.
-Pero
ellos son mayores, no tienen mucha
paciencia y se dedican a cosas más peligrosas que lo que hacemos nosotros.
Mueven otra mercancía.
-¿Qué
clase de mercancía?- Quiso saber el perplejo chico.-
-Mejor
para ti no saberlo ahora.- Replicó su interlocutor.- Lo que cuenta es encontrar
transporte hasta allá.
A Dean no le sonó nada bien aquello,
la ciudad del sur estaba a casi mil kilómetros de Sagan City. Era un sitio de
frontera, entre las zonas que habían sido terraformadas y las que estaban en
proceso de colonización. Allí la vida era dura, aunque había escuchado que se
podía hacer fortuna. Sin embargo, el peligro era grande. Hubiera preferido no
tener que ir pero no tenía otra opción.
Así que asintió despacio, Pancho le devolvió el gesto acompañado de una leve
sonrisa. Los dos reanudaron la marcha.
-Ya
verás. No son tan malos cuando los conoces.- Sentenció el latino.-
En otra parte, Brenda estaba aún
despierta, tomando una copa de vino y saboreando su triunfo ya en su lujosa
casa, a las afueras de Sagan City.
-Menos
mal. Creía que había averiguado algo. Esa vieja estúpida debió sufrir algún
episodio de amnesia. En fin, a su edad no es tan raro.- Pensaba esbozando una
pérfida sonrisa.-
-O
quizás alguien le borró esos recuerdos.- Se oyó una voz que dejó atónita y
helada a la modelo.-
-¿Quién
está ahí?- Quiso saber tratando de aparentar agresividad en la voz, aunque
estaba realmente asustada.-
Podrían ser algunos de esos
delincuentes que habían llegado como inmigrantes ilegales. Se habían reportado
robos en algunas casas, muchos de ellos con violencia. Por ello, la joven no
dudó en agregar.
-Tengo
un arma y sé usarla.
-¡Lo
dudo mucho!- Replicó burlonamente aquella voz, que era claramente femenina.-
-¿Quién
es?- Insistió Brenda, ya con tono casi balbuciente debido al creciente miedo
que sentía.-
Como réplica a su pregunta una
silueta de mujer se manifestó entre las sombras del umbral de la puerta. Estaba
a la entrada de su dormitorio, parcialmente oculta por la penumbra del pasillo.
No parecía ser demasiado alta pero eso nada tenía que ver con que fuera
peligrosa. Al fin, aquella extraña volvió a hablar con un tinte menos
inquietante.
-No
tengas miedo. No voy a hacerte nada. Es más, te he hecho un pequeño favor, como
muestra de lo que podrías ganar si eres inteligente.
-¿Favor?¿Qué
favor?.- Quiso saber Brenda ahora dominada por la curiosidad.-
-Ese
en el que estabas pensando. Tu jefa no está tan mayor, ni es tan tonta como tú
crees. De hecho había averiguado ese secretito tuyo. E iba a tener una conversación
contigo dándote a elegir, o despedirte y denunciarte, o que te largases de
Nature. - Contestó su misteriosa interlocutora, ahora con un tinte de regocijo
que nuevamente inquietó a la modelo.-
-No
sé de qué está hablando.- Trató de negar ella a su vez.-
-Sí
que lo sabes.- Le rebatió esa individua que pasó a enumerar.- Esos gastos con
difícil justificación, esos balances que aparentemente cuadran, salvo que se
miren detenidamente los tipos de cambio y la inflación. Y todo ese dinero que
ha ido a parar a.. ¿Por ejemplo esta casa?...Y eso por no hablar de esa
información que has empezado a filtrar a…, ya sabes a quién…
Brenda tragó saliva, si esa tipa
venía enviada por ellos, por los mismos con los que había comenzado a colaborar
tiempo atrás, tendría que intentar negociar.
-Vale,
¿qué quieres? ¿Dinero?. Te daré muchos créditos.- Ofreció con tono trémulo.- Os
proporcionaré más información. Ya os lo dije, pero necesito un poco más de
tiempo.
Sin embargo, lo que no esperaba era
que la respuesta le viniese en forma de carcajada.
-¡Pobrecita
Brenda! - Replicó esa voz ahora con evidentes tintes de burla y sarcasmo.- Por
más años que han pasado y por mucho que has luchado por lograrlo, nunca has
dejado de ser esa niñita asustada y pusilánime que se escondía tras su hermana,
¿verdad?.
-¿Qué,
qué estás diciendo?- Se molestó la aludida, temblando ahora de indignación.-
Aunque tenía que admitirlo, ella
nunca tuvo ni el coraje, ni la fuerza de voluntad de Celia. Su hermana siempre
quiso ser militar, y además piloto. Lo pasó muy mal, pudo haber elegido un
camino mucho más fácil. Pese a que el mundo de la moda era realmente duro. Pero
Celia se salió de los convencionalismos de su familia, hasta desafió a sus
padres en ese aspecto. Brenda jamás se atrevió a hacer tal cosa. Era la hermana
dócil, que sonreía ante cualquier orden de sus padres, obedeciéndola sin
levantar la voz. Aunque por dentro estuviera furiosa o frustrada. Y esa
misteriosa individua parecía leerle el pensamiento al sentenciar.
-Ella
ya no está y tú sí. Al final parece que has ganado. ¿O quizás no? Celia es una
heroína a los ojos de todos, y tú una aspirante a celebridad fracasada y eso
sí, con muy buen gusto para la bebida, diríase que demasiado…
-¡Basta,
cállate!- Chilló la modelo arrojando contra esa mujer la copa de vino que tenía
todavía en su mano derecha.-
Aunque ésta la eludió, tras
escucharse el sonido del cristal rompiéndose contra el suelo, esa individua se
rio afirmando divertida.
-Esa
mancha no va a salir fácilmente. Tranquila, ahora hablo del vino en la
alfombra, no de la que tienes tú en tu vida. Ya sabes, ladrona, traidora…
-¡Te
he dicho que te calles o…! - Amenazó Brenda levantándose en un acto reflejo del
sofá en el que estaba.-
-¿O
qué?- Se burló su interlocutora que ahora endureció su tono para espetar,
haciendo que su oyente quedase congelada en el sitio.-¡Ahora vas a escucharme
atentamente, idiota! ¿Te creías muy inteligente jugando a las intrigas?
¿Pensabas estar en primera división?. Ni siquiera sabes en qué liga estoy yo.
Ni mucho menos las personas a las que represento. Tú, pequeña necia, solo eres
un ornamento. Tan vacua y tan insignificante que no merecerías mi atención. De
no ser por un pequeño detalle. Uno que podría reportarte todo lo que siempre
quisiste…
Brenda escuchaba entre perpleja y
atemorizada. Más cuando esa individua sentenció a modo de ultimátum.
-Te
daré a elegir. O colaboras y prosperas a un nivel al que nunca pudiste imaginar
llegar con tu limitado talento, o acabo contigo de la noche a la mañana. Ten
cuidado y piénsalo bien. Tu jefa podría recordar de improviso con tanta
facilidad como olvidó. Y Al igual que yo, Esmeralda Deveraux es de las que
jamás perdonan una traición.
La modelo tragó saliva, intentando
asimilar esas duras palabras. Al fin, suspirando largamente asintió, y con un
tono mucho más humilde y achantado, se doblegó y repuso.
-¿Qué
quieres que haga?...
Y su misteriosa contertulia sonrió
con aprobación tras aquellas sombras que velaban su identidad en tanto afirmaba
con deleite…
-Eso
está mucho mejor… verás, esto es lo que harás…
Al fin en su hotel, Kerria estaba
realmente agotada. Se cambió y se metió en la cama sin tardanza, poniendo eso sí,
algunas alarmas extra para no quedarse dormida al día siguiente…
-Era
mucho más fácil cuando mi madre me venía a despertar siendo niña. Y yo me
resistía agarrándome al Señor Skipi. - Suspiró entregándose al sueño.-
Y se durmió de inmediato aunque tuvo
un extraño sueño. Caminaba por un parque de Nature. Ese que quedaba cerca de
aquella cafetería, donde fue a tomar algo con Daphne. Sin embargo, no era esa
chica quien estaba allí, sino su primo Lance. Éste parecía aguardarla. Otro
detalle que en principio llamó su atención es que el muchacho leía con interés
un gran libro de tapas color burdeos. No obstante, ella no era capaz de leer
nada, pese a aproximarse.
-Hola
Kerria.- Sonrió él, al reparar en su presencia, cerrando aquel libro y
levantándose del banco que ocupaba.-
-¡Primo
Lance! ¿Qué haces aquí?- Se sorprendió ella.-
-Solamente
asegurarme de que estabas bien.- Replicó él.- Y también vine a ver a mi hermano, a Naya y a
mi sobrina, la pequeña Fiora. ¿Sabes? Ella será una mujer muy importante en el
futuro.
-Vaya,
seguro que sí.- Sonrió Kerria añadiendo ahora en confianza.- Estoy algo
preocupada, este juicio se me está poniendo muy difícil.
-Sí,
y tendrás que tomar una decisión crucial.- Le auguró Lance.- Algo que pondrá en peligro el equilibrio de
las cosas.
-¿Qué
equilibrio?- Inquirió ella observándole con estupor.-
Por toda réplica Lance comenzó a
caminar. Kerria le siguió. Era raro, el muchacho andaba despacio pero ella
tenía que apretar el paso para intentar alcanzarle.
-¿Qué
equilibrio?- Insistió la muchacha como si se diera cuenta de que eso era
importante aun sin comprender en absoluto el porqué. -
-Uno
que ya ha sido roto y que estoy trabajando por reinstaurar. Pero eso no es algo
que te concierna.- Contestó su primo sentenciando.- Tú ya tienes un papel muy importante y muchas
otras cosas por hacer.
Justo en ese momento, un niño pasó
delante de ella. Kerria juraría que era su propio hijo, correteando por aquel
mismo parque, miró hacia él llamándole.
-¡Brian!
¿Eres tú, cariño?...
Corrió a su vez hasta unos columpios en donde creyó
que se habría detenido. Pero todo era arena. Vio a alguien a quien llamó,
aunque no era su hijo. Al menos no reconoció a ese apuesto joven de cabello
castaño y ojos azules, alto y fuerte, que le devolvió la mirada y la observó
con extrañeza a su vez. Y sin embargo, juraría haberle visto antes, en algún
lugar…hace mucho tiempo…
-¿Brian?-
Pudo musitar ella de modo inseguro.-
-¿Cómo
sabe mi nombre? ¿Quién es usted?...Un momento…¿mamá Ky? - Repuso con asombro en
su cara, sentenciando preocupado.-Tú no deberías estar aquí…
La atónita aludida miró ahora a su
alrededor con pavor, ¡estaba rodeada por un mar de llamas! Escuchando una voz
burlona de lo que parecía la silueta de un fauno que exigía.
-¿Sabe
la respuesta a la pregunta?...
-¿Qué
pregunta?.- Inquirió ella a su vez mirando en todas direcciones.-
Pero ya no estaba en medio de aquel
terrible entorno flamígero. De pronto se encontró en medio de la sala del
juicio. Sentada en el estrado. Era ella quien testificaba…¡Y como acusada!
Aunque no sabía de qué…
-¡Vamos,
responda!…- le pedía imperiosamente la fiscal que no era otra sino Maggie,
vestida con una estrafalaria toga negra y llevando un birrete sobre la cabeza.-
-No
sé por qué te empeñas.- Dijo entonces como si eso tuviera sentido en aquel
momento.- Nadie puede cambiar su esencia…Eres como eres.
-¡Protesto!
- Replicó su interlocutora con vehemencia.- Claro que se puede. Yo lo he hecho.
-Escúchame
bien.- Le pidió pacientemente Kerria haciendo un alegato.- Entiendo que el
miedo es lo que te ha hecho querer cambiar. Pero, por mucho que afirmes que ya
no eres como antes, nunca podrás eliminar esa parte de ti.
-La
apariencia es muy importante.- Le recriminó Maggie, añadiendo con tono que era
admonitorio y sorprendido a la vez.- Tú la cuidas mucho ahora, antes no eras
así...¿Lo ves? Has cambiado…Y en tus canciones hablas de amar a un hombre una y
otra vez…En el fondo lo deseas. Quieres aparentar que eres una mujer como las
demás.
-Soy
una mujer como cualquier otra. Eso no tiene nada que ver.- Argumentó ella
declarando.- Confundes apariencias con falsedad. Podría
vestirme con botas de tacón de aguja, falda corta, un top, y susurrar frases
lascivas al oído de un hombre, lo mismo que vestirme de monja, hay muchas
mujeres que lo hacen, suelen ser actrices. Y no solo me refiero a las estrellas
de cine, hay muchas que interpretan papeles en su vida cotidiana, pero que no
se muestran tal y como son. Si yo dijera que prefiero la compañía de un hombre
o canto letras en las que digo cuan enamorada estoy de uno, estaría actuando.
Mi verdadero ser está en mi interior, no en la ropa que luzca o en las cosas
que diga en mis actuaciones.
-Todo es actuación para ti entonces.-
Concluyó Maggie para preguntar.- ¿Crees que Daphne está actuando?...
-No lo comprendes. Se trata de ser tú
misma. Claro que Daphne está actuando. Lo sabes tan bien como yo. No podéis obligar a esa pobre chica a que sea
quien no es. La estáis forzando a representar una mentira. ¿Acaso no podéis
dejarla ser ella misma y amar a quien de veras le dicta su corazón? – Le pidió
con angustia a su contertulia, suplicando incluso.- ¿Es que no veis que eso que
tratáis de imponerle no está bien?
El
mazo del juez sonó inmisericorde, Kerria miró hacia la tarima donde su primo Lance
sonreía, cerrando una vez más ese gran libro que llevaba y declarando.
-El tiempo se ha terminado. La acusada
puede retirarse…Se declara a sí misma inocente de los cargos. Se levanta la
sesión…acusada dese prisa…
Y
un pitido ensordecedor sacudió su cabeza, Kerria se tapó los oídos con ambas
manos, cerró los ojos tratando de soportar aquello, los volvió a abrir y…¡era
de día! Estaba en la cama. Miró el reloj de su mesilla. Detuvo aquel sonido.
¡Eran casi las ocho!...Ahora su cabeza estaba sumida en una nebulosa de
confusión. Apenas recordaba nada de aquel extraño sueño. Y los últimos retazos
se disolvieron en su mente tan pronto como se percató de la hora que era…
-¡Maldita sea!- Exclamó espantada
levantándose como un resorte.- ¡Voy a llegar tarde!
Pese
a tanta alarma que dejó activada al final se había despertado con la última. No
perdió más tiempo, corrió a lavarse y vestirse. Tendría que tomar algo en el
mismo juzgado. O quizás acercarse a una cafetería cercana.
-Lo fundamental es llegar puntual.- Se
dijo saliendo a toda prisa del hotel y llamando un taxi-deslizador.-
En
el cuartel, Sabra también estaba lista. Escoltada esta vez por Olivia. La
mejicana se ofreció a relevar a su superiora dado que la mayor Hunter parecía
tener sus propias preocupaciones a nivel doméstico. Había enviado un mensaje
apenas una hora antes disculpándose por no poder acudir. Ambas oficiales lo
leyeron replicando que no pasaba nada.
-Debe tener algún contratiempo serio.- Valoró
la mejicana.-
-Sí, me gustaría poder ayudarla tanto
como ella me ha ayudado a mí.- Se lamentó la israelí.-
-Tú ocúpate solamente de esto.- La
aconsejó Olivia.- La mayor sabe cuidarse.
-Nunca lo pondría en duda.- Sentenció
Sabra con un tinte de admiración y reconocimiento hacia aquella valerosa
superiora suya.-
Y
tomando otro taxi deslizador se personaron de inmediato en el juzgado. Allí vieron
con asombro y algo de inquietud que su abogada todavía no había hecho acto de
presencia.
-¿Qué ocurrirá? Kerria nunca llega
tarde.- Comentó una inquieta Sabra.-
No
pudo evitar sentirse desangelada, primero la mayor Hunter, ahora su abogada. Es
como si estuvieran desertando de su lado. Posiblemente su caída estuviese
cercana. Y no podía reprochárselo a ninguna de las dos.
-Hice el idiota ayer. Debí escuchar a Kerria.
Me lo advirtió, pero tuve que empeñarme en declarar.- Se amonestaba
mentalmente.-
-No temas, ya vendrá.- La animó Olivia
afirmando con tinte de obviedad.- De todos modos, no se puede seguir el juicio
sin tu defensora, ¿verdad?
-Supongo que no.- Musitó una insegura
Sabra.-
Y es que su abogada
seguía sin comparecer. Pero sí apareció el fiscal, y no venía solo. Al menos
traía una testigo.. una que dejó a Sabra atónita y aturdida…
-¿Pero, tú?...¡No puede ser! – Fue capaz
de musitar sin poder asimilar aquello.-
-La señorita Kensington no hablará con
usted.- Intervino rudamente Hastings apartando a su testigo de allí.-
Y
es que el fiscal decidió tomar la iniciativa y se había ocupado personalmente
de ir a buscarla. La tarde anterior, tras la vista, logró un permiso de la juez
Olivier. Al poco enviaba una citación con acuse de recibo a la vieja usanza.
Llevada en mano por un funcionario del juzgado y un procurador. Estos se
personaron en el domicilio de los Kensington. Allí, el atónito padre abrió la
puerta y tras presentarse, el procurador le dijo.
-Señor Kensington, su hija ha sido
citada a declarar mañana, a las nueve de la mañana, en el juicio que se está
siguiendo contra la señorita Sabra Leví. Queda usted notificado oficialmente.
Si la testigo no se presentara incurriría en desacato.
-Muy bien, no faltará.- Aseguró el
hombre, afirmando.- Yo mismo la llevaré…
Y
esos dos hombres se marcharon tras dar las buenas tardes. Ahora, el asombrado
padre se preguntaba qué podría saber su hija de todo aquello. Eso sí, la puso
al corriente y ante el gesto inquieto de ésta, le comentó.
-Está claro que no podrás ir al colegio
mañana….
Y
allí estaba ella, dispuesta a decir toda la verdad y a declarar lo mejor que
supiera. En ese momento la juez Olivier hizo acto de presencia. Todos se
pusieron en pie. Tras ser anunciada, su Señoría dio con su mazo y afirmó.
-Se reanuda el juicio, que este tribunal
por delegación del Gobierno y pueblo de Nature, está celebrando. La familia Carson
contra la señorita Sabra Levi. Muy bien. Que se acerquen los letrados de ambas
partes.
Y
Emmanuel lo hizo de inmediato, no obstante su colega no estaba allí todavía. El
letrado se encogió de hombros.
-Así no podemos proseguir.- Declaró Hastings.-
-Lo sé perfectamente, abogado.-
Respondió una irritada Olivier.-
La jueza miró entonces al banquillo
de la acusada para preguntar.
-¿Y su abogada?
-No lo sé, señoría.- Contestó
sinceramente la israelí.-
-Puede que se retrase.- Conjeturó la
mejicana.-
-Aguardaremos unos minutos, y si no se
presenta tendremos que suspender la vista hasta la tarde.- Dictaminó Olivier.-
Por
fortuna no hizo falta, a los cinco minutos apareció Kerria. Tanto Olivia como
Sabra lanzaron un largo suspiro de alivio. Entrando en la sala a la carrera, la
abogada defensora se disculpó entre jadeos.
-¡Perdón, Señoría!, le presento mis
excusas. Se me hizo tarde.
-Eso es evidente, letrada.- La amonestó
la jueza.- Si esto vuelve a repetirse la acusaré de dejar a su cliente en
estado de indefensión, y eso no le supondrá un juicio nulo, sino una condena
para usted por desacato al tribunal y mala praxis. ¿Queda entendido?
-Sí, Señoría, reitero mis excusas, le
aseguro que no sucederá otra vez. Lo lamento, señor Hastings.
Asintió una
avergonzada Kerria, haciendo extensivas sus disculpas a su colega que asintió
aceptándolas.
-Muy bien. Así lo espero. - Convino su
interlocutora dando por zanjado ese incidente y repitiendo su mandato.-
Acérquense ambos letrados.-
Los
dos lo hicieron, y Olivier se dirigió primeramente al fiscal.
-Tengo entendido que usted desea
presentar una testigo.
-Sí señoría. He traído a la señorita
Kensington a declarar.
-Muy bien. ¿Alguna objeción por parte de
la defensa?- Quiso saber mirando ahora a Kerria.-
La
interpelada estaba demasiado atónita y descolocada para pensar con claridad.
Aunque tampoco veía nada que oponer. Desde luego eso no lo había esperado.
-Jamás pensé que se atrevería a llamarla
a ella.- Pensó con estupor y visible preocupación para suspirar y responder con
resignación.- No hay objeciones, Señoría.
Y
tuvo que volver a su sitio en tanto llamaban a la testigo. Al ser pronunciado
su nombre entró. Algo dubitativa y amedrentada por ese tribunal, la chica subió
al estrado y tomó asiento, se apartó su rubio y largo pelo a un lado de la cara
y aguardó hasta que se dirigieron a ella con una Biblia sobre la que tuvo que
posar su mano.
-¿Jura usted decir la verdad, toda la
verdad y nada más que la verdad?- Le preguntó un alguacil.-
-Sí, lo juro…- Respondió pese a todo con
seguridad.-
-Muy bien.- Intervino Hastings para
pedirle con amabilidad.- Para que conste, diga usted su apellido y nombre
completo.
Y
la joven, mirando confiada al letrado asintió. Luego, dedicando una mirada de reprobación
e incluso desprecio a la acusada, declaró….
-Kensington, Stephanie Anne… Kensington...
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