Tras haber dicho su nombre, muchacha aguardó con gesto
nervioso pero decidido, el fiscal entonces le preguntó.
-¿Es usted hermana de la señorita Daphne Kensington?
-Sí. Su hermana pequeña.- Precisó la interpelada.-
-¿Estudia usted en el colegio religioso de la Fe donde
su hermana mayor da clases?
-Sí, señor.- Contestó Stephanie.-
Hastings
asintió, luego, mirando a Sabra, inquirió una vez más a su testigo.
-¿Conoce usted a la señorita Levi? La acusada…
-Sí, mi hermana me la presentó. Nos encontramos con
ella un día, cuando íbamos de compras.
-¿Habló con usted?- Quiso saber el fiscal.-
-Sí, charlamos un poco.- Repuso Steph.-
-¿Se mostró agresiva?
-No, me pareció simpática entonces… y muy femenina.-
Afirmó sinceramente la muchacha.-
La
propia Sabra suspiraba aliviada. Esa niña era testigo de la acusación y casi
parecía haber sido llamada por la propia Kerria, no obstante la letrada no
estaba tan tranquila. Por desgracia las siguientes preguntas le dieron la
razón.
-¿Qué paso luego?...
-Mi hermana Dap, bueno, Daphne se enfadó.- Comentó la
testigo.-
-¿Por qué motivo?- Se interesó Emmanuel.-
-Esa mujer empezó a hablar de las lesbianas.- Recordó
con disgusto la muchacha.- Comenzó a decirme algunos nombres, tortilleras,
bolleras, y cosas así. Daphne le dijo que esas palabras no debían decirse y que
nuestros padres no lo aprobaban.
-De modo que su hermana quiso apartarla a usted de la
conversación con esa mujer. ¿Es eso correcto?
-Sí.- Asintió Steph.- Luego esa mujer se disculpó, y
cuando se marchaba me dijo algo así como que tuviera cuidado, que las bolleras
estaban donde menos se esperaba…
Hubo
algunos murmullos en la sala. Hastings se sonrió mirando las expresiones de los
miembros del jurado. Aquello era bastante clarificador. Daba la impresión de
que la acusada poco menos que había estado insinuándose a la testigo, que
además era menor.
-No fue así como pasó.- Le susurró Sabra a Kerria explicándole.-
Quise disimular ante esa cría porque Daphne estaba aterrada… Tenía mucho miedo
de que su hermana pudiera sospechar algo de lo nuestro. ¡Me fingí casi una
homófoba! Para engañarla.
-No te preocupes. Ahora es mi turno.- Repuso su
abogada.-
Y en efecto,
dado que Hastings se dirigió a la juez para indicar que había terminado.
-No hay más preguntas, Señoría.
-Con la venia, la defensa desea interrogar a la
testigo.- Intervino Kerria.-
-La defensa puede proceder.- Concedió Olivier.-
Turno
de la abogada para ponerse en pie y aproximarse a la muchacha. Sonriente, la
saludó con cordialidad, consciente de su juventud.
-Hola Stephanie. Veo que eres muy jovencita. Dinos,
¿cuántos años tienes?
-Hace poco que cumplí los catorce. – Declaró la chica
escrutando a la letrada con su mirada. -
-Bueno, ya estás hecha toda una señorita.- Afirmó
Kerria para comenzar con sus preguntas, o más bien recordando lo que la propia
muchachita comentó.-¿Dijiste que la señorita Leví te pareció muy simpática?
-Sí, eso me pareció.- Admitió Steph.-
- E incluso que iba muy femenina. ¿Me ha dicho que
alabaste su vestuario, no es así?
-Así es.- Reconoció sin ningún problema la niña.-
Llevaba un conjunto muy… bonito.- Matizó algo ruborizada.-
-¿Y te dio la impresión de ser agresiva o de mirarte
de alguna manera extraña?- Inquirió la abogada.-
-No, no me la dio.- Afirmó la niña, aunque entonces sí
que agregó.- Pero sí que miraba mucho a mi hermana.
-Pero, ¿de forma rara?- Inquirió Kerria con tono de
incredulidad.-
-Bueno, no sé. Decía que eran amigas. Daphne me contó
que era una antigua compañera de clase.- Dudó la muchacha.-
-Entonces es lógico que la señorita Levi se preocupase
por tu hermana y si pensara que alguien estaba tratando de molestarla,
interviniera, ¿no crees?
-Sí, puede ser.- Admitió la cría.-
-Gracias, no hay más preguntas.- Repuso Kerria,
dirigiéndose a la muchacha.- Has sido muy amable.
Steph
estaba sorprendida, pese a todo le impuso respeto estar junto a esa mujer, una
cantante a la que admiró de niña, aunque después descubrió que era lesbiana y
eso hizo que no quisiera escucharla más. Su madre les había prohibido escuchar
su música en casa, aunque ella hubiera jurado que a veces Dap seguía poniendo
alguno de sus temas. En ocasiones los había oído sonar tras la puerta de la
habitación de su hermana.
-Canta muy bien, eso no se puede negar.- Se admitió.-
Lo
que nunca pudo imaginar es que también fuera abogada. Y en persona ciertamente
era muy atractiva, más alta incluso de lo que parecía en la holo tele. Tanto
que podría haber sido modelo perfectamente. Además, daba la impresión de ser
agradable. Pensando en eso se dispuso a bajar del estrado cuando el fiscal
intervino.
-Perdón, Señoría. La acusación quisiera confirmar una
cosa con la testigo antes de que se retirase.
-Muy bien.- Convino la juez.- Si no se extiende mucho,
puede proceder.
Emmanuel
fue directo al grano, tras pedirle a la niña que tomara asiento de nuevo, le
preguntó.
-¿Steph, qué te parece que esa mujer, la acusada, diga
que ella y tu hermana son novias?
Un
tenso silencio acompañado de algunos murmullos se extendió por la sala. La
propia Kerria miró a su colega con estupor y desaprobación. ¡Eso no era asunto
de aquella cría! Sin embargo, Stephanie no se recató en contestar con tono que
incluso daba la sensación de ser compasivo al referirse a la encausada.
-Me parece que esa pobre chica está enferma. A mi hermana no le gustan otras mujeres,
jamás le gustarían.- Sentenció con rotundidad.-
-Señoría, debo protestar. El fiscal está dando carta
de naturaleza a la opinión de una niña, para prejuzgar el estado mental de mi
defendida.- Terció Kerria.-
-Señor fiscal.- Declaró la juez.- Sabe usted que su
testigo no es psicóloga, ni tiene ninguna cualificación para describir la salud
mental de la acusada. El jurado no tendrá en cuenta esa valoración.
Sentenció,
dirigiéndose ahora a los siete que atendían con gran interés a aquel
interrogatorio. Por su parte, Sabra miró
a Kerria con una sonrisa. Al menos su defensora había desbaratado aquello. Sin
embargo, Hastings retomó la palabra sin parecer afectado por aquel aparente
revés.
-Con la venia, Señoría. Por supuesto que no pretendo
que ese comentario de la testigo, sea susceptible de pasar por la opinión de un
profesional cualificado en la materia. No obstante, en base a que la testigo ha
conocido y hablado con la acusada, me parece pertinente que exprese su opinión.
Por otro lado, ella no es psicóloga, pero conoce a su hermana desde que nació.
Ha convivido con ella y esa aportación sí que la considero relevante.
Kerria
se levantó nuevamente y ejercitó una vez su derecho a la protesta, matizando.
-Señoría, por mucho que esa niña crea que conozca a su
hermana, hay cosas que únicamente pertenecen a la intimidad de cada persona. La
señorita Kensington no puede estar segura al cien por cien de esa aseveración.
-A mi hermana no le gustan las mujeres, no es una
bollera de esas.- Replicó Steph, visiblemente molesta.-
Los
murmullos arreciaron en la sala. Olivier tuvo que imponer el silencio con su
mazo.
-Orden.- Intervino la magistrada, reprendiendo
suavemente a la muchacha.- La testigo no responderá a ninguno de los letrados
si no es interpelada en pregunta directa por ellos.
-Perdón.- Musitó la cría.-
Enmanuel
se dio cuenta de que estaba perdiendo puntos, pero hábil como era y atesorando
tanta experiencia como tenía, enseguida maniobró para preguntar a la niña.
-Hay algo que la propia acusada ha admitido, su
interés por tu hermana mayor. En base a eso, ¿Cómo explicas lo ocurrido
entonces?- Preguntó el abogado.- ¿Crees que debido a esa digamos, atracción que
sentía por Daphne, esa mujer pudo pensar que el señor Martin Carson estaba
molestando a tu hermana, tal y como ella misma asegura?
-Señoría, protesto.- Insistió Kerria.-
-No es este caso, letrada. Está en el sumario que su
defendida manifestó ese interés por la hermana de la testigo.- Contestó la
juez.-
-Repito mi objeción. La respuesta de la testigo será
únicamente especulativa.- Respondió la interpelada.-
-Lo mismo se podría aplicar a lo que la acusada ha
manifestado, acerca de los sentimientos de la señorita Daphne Kensignton.-
Contestó Hastings.-
-En este caso voy a permitir que la testigo de su
opinión, ha sido llamada entre otras cosas, para eso, y para documentar lo
ocurrido. Tenga la amabilidad de repetir su pregunta, señor Hastings. - Indicó
la juez.-
Kerria
suspiró resignada, con la preocupada mirada de Sabra y Olivia. El fiscal por su
parte obedeció de inmediato el mandado de Olivier.
-Stephanie, únicamente a título de opinión tuya personal.
¿Crees que debido a esa digamos, atracción que sentía por Daphne, esa mujer
pudo pensar que el señor Martin Carson estaba molestando a tu hermana, tal y
como ella misma asegura? ¿Le has visto molestar así a alguna otra mujer o
compañera tuya en el colegio?
Hubo
murmullos en la sala. El mismo Martin estaba perplejo y hasta inquieto ahora ¿A
qué jugaba su abogado? ¿A pintarle a él como una especie de pedófilo? Por
fortuna para él, ante aquella pregunta Stephanie casi se rio moviendo la cabeza
con rotundidad. Miró al maestro que la observaba con la misma atención del
resto, sonrió y él le devolvió esa sonrisa con expresión alentadora. Al fin, la
cría no tardó en replicar.
-El señor Martin es el hombre más estupendo del mundo.
Mi hermana le quiere mucho. Yo misma los he visto. Esa mujer debió de ponerse
celosa. Pero Daphne es muy buena y seguro que intentó comprenderla. Porque, en
mi opinión, la acusada está enferma, hay que compadecerla…
La
cría miró ahora hacia el fondo de la sala. Allí sentados estaban sus padres
observándola con orgullo, su hermano Byron y también su hermana mayor. Daphne
había sonreído levemente cuando Steph comenzó a testificar, recordando eso del
vestuario. Sin embargo, su sonrisa se congeló al ir escuchando lo siguiente.
Pese a todo trataba de mostrarse animosa cuando su hermana la miraba en busca
de su apoyo. Y es que quedó tan sorprendida como el resto de su familia cuando
llegó esa citación. Al principio creyó que era para ella. Hubiera sido lo
normal. Pese a tener que debatirse entre el temor a tener que declarar y el
deseo de hacerlo para ayudar a Sabra. Lo
que jamás pudo imaginar fue que sería Stephanie quien lo hiciera. Ahora sufría
lo indecible oyendo aquello y agradecía estar sentada al fondo y no ser vista
ni tan siquiera por su ex pareja o la abogada de ésta, quién fue precisamente
la que solicitó a la juez tras escuchar esa declaración.
-Señoría, ¿puedo intervenir?
-Si el señor fiscal ha concluido definitivamente con
la testigo, la defensa tiene a su vez el derecho de otra réplica.- Concedió
Olivier.-
-He concluido.- Repuso Hastings.-
Kerria
volvió de nuevo a aproximarse al estrado, esta vez su tono no fue tan cordial.
Más bien sonó entre desencantado y entristecido.
-¿Por qué crees que la señorita Levi está enferma?
-Pues porque se cree que mi hermana es como ella.-
Contestó la muchacha evidenciando un marcado tinte despectivo.-
-¿Y cómo crees que es ella? Me refiero a la señorita
Levi.- Inquirió Kerria fingiendo no comprender, para matizar.- ¿Quieres decir
que es celosa? Las amigas lo son a veces.
-No, no me refiero a eso.- Rebatió la cría.- Esa mujer
no es como Dap…, como Daphne.- Matizó ahora dándose cuenta de donde estaba.- Mi
hermana es una chica normal.
-¿Qué significa eso?- Quiso saber la letrada añadiendo
no sin retintín y algo de sarcasmo.- ¿Normal en qué sentido?
- Quiero decir que mi hermana no es una invertida…-
Sentenció Steph.-
Esas
palabras atronaron en la mente de Daphne. Bajó la mirada consternada. Igual que
la vez anterior cuando Stephanie lo había vuelto a asegurar. Por fortuna, su
hermana no la prestaba atención a ella ahora, sino a los murmullos que se
escucharon en toda la sala y a la mirada de reproche que lucía la abogada
defensora.
-¿Qué es eso de invertida?- Preguntó la letrada con un
evidente malestar que apenas si podía ocultar.-
-¡Protesto!- Terció Hastings.- La abogada sabe
perfectamente el significado de ese término.
-Con la venia, Señoría. Quizás sea la testigo quien no
comprende el término.- Replicó Kerria, aseverando.- Puede que, sin pretenderlo, lo esté
utilizando mal. Desearía que lo aclarase, a fin de estar seguras de que
hablamos de lo mismo.
- No hay lugar a la protesta.- Repuso Olivier.- La
testigo deberá responder.
-Bien, Steph. ¿Puedo llamarte así?- Inquirió Kerria
tratando de suavizar un poco ese momento tan tenso.-
De
hecho, esas palabras dichas con tanto desprecio le habían molestado bastante.
De haberse tratado de un testigo adulto le habría machacado sin
contemplaciones. Sin embargo, Stephanie no era más que una niña. Solo decía lo
que le habían inculcado. Y además, dejarla en mal lugar o presionarla en exceso
sería contraproducente. Cualquier miembro del jurado simpatizaría con esa
chiquilla y eso pondría en muy mala situación a la defensa. Kerria estaba
asimismo confusa. Había luchado contra los prejuicios y la homofobia durante
años, pero jamás tuvo que enfrentarse así a una cría, por ello aguardó
pacientemente hasta que la testigo finalmente contestó.
-Me da igual, como usted quiera.
-Por favor, explícanos que entiendes por desviada.- Le
pidió su contertulia con el tono más calmado y suave que pudo.-
La
muchacha se tomó unos instantes de reflexión hasta contestar…
-Una mujer que quiere estar con otras mujeres. ¡Ya me
entiende! De esas que se acuestan juntas. Usted lo sabe de sobra.- Agregó de
golpe dejando atónita a su inquisidora, a la juez y a casi toda la sala,
remachando con censura en su tono.- ¡Usted dijo que lo hacía!
Ahora
sí que hubo un agitado y más sonoro intercambio de rumores y habladurías en la
estancia, la juez tuvo que intervenir también haciendo sonar su mazo nuevamente
para exigir.
-Orden en la sala. Guarden silencio.- Y cuando al fin
se produjo éste, Olivier se dirigió a la muchacha y le dijo con tono entre
paciente y admonitorio.- Debes guardar la compostura y no dirigirte a la
señorita Malden en esos términos. Te está preguntando en nombre de la defensa,
en su papel de abogada. No viene a cuento mezclar su vida personal.
-Lo siento.- Musitó la niña bajando la mirada.- No
quise ofenderla.
-Está bien. No me has ofendido. Yo soy lesbiana, sí.
No tengo ningún problema en admitirlo.- Repuso conciliatoriamente Kerria para
añadir casi como si estuviera hablando con su propio hijo.- Pero aquí no se
está juzgando eso. Y no se juzga porque no es ningún delito, Steph. No se puede
castigar a nadie por amar a otra persona. ¡O por no amarla! Sea de su mismo
sexo o no. Es muy triste tener que fingir y hacer algo que no se desea solamente
para quedar bien a ojos de quienes no quieren comprender ni aceptar lo que
otros sienten. No puedes ni imaginar el calvario que muchas personas tienen que
sufrir…
Escuchando
aquel hermoso discurso Daphne tenía los ojos llenos de lágrimas. No quería levantar
la vista y rezaba porque ni sus padres, ni su hermana la viesen así. Por suerte
para la agitada maestra su hermana prestaba atención también a la abogada,
absorta incluso en esas palabras. Le había sorprendido quizás, más que el
contenido de ese discurso, la emoción con la que Kerria las decía.
-No sé si eso se está juzgando aquí o no. – Replicó la
cría mirando ahora a Sabra con hostilidad.- Solamente sé que esa mujer casi
mata al señor Martin. Y todo porque quiso interponerse entre mi hermana y él.
No sé si la declararán culpable o inocente. Pero me da igual, yo nunca la
perdonaré, ni a ella, ni a las que son como ella. Ni las quiero cerca de mí. -
Sentenció con una dureza impropia para una cría de su edad.-
Kerria
estaba tan impactada por esas palabras que ni tan siquiera hizo amago de
replicar enseguida. La propia juez estaba perpleja. Hasta los miembros del
jurado se miraban entre ellos con gestos atónitos. Al fin, la abogada pudo
decir, mirando con el pesar reflejado en sus ojos a la niña.
-Es muy complicado conocer el corazón de las personas,
y lo que en verdad sienten. Tú hablas muy segura, pero eres joven todavía para
poderlo entender. Verás, Steph, yo misma tuve que luchar mucho contra mí misma
para admitir como era, y cuando lo confesé, mis propios padres y mi hermano se
quedaron perplejos. ¡Jamás lo habían imaginado y me habían visto nacer! Por
eso, nunca puedes estar segura al cien por cien de nada.
-¿Está usted acusando a mi hermana de ser una lesbiana
y de ocultarlo?- Inquirió la cría.-
A
Daphne le dio un vuelco al corazón, al oír eso. Totalmente avergonzada no se
atrevía a devolver las miradas que sus padres y su hermano le dedicaron. Por
suerte para ella, la atención de estos y del resto fue de inmediato al estrado.
-La testigo ya ha sido advertida de no interpelar a
los letrados. Si vuelve a repetirlo será acusada de desacato.- Resonó la voz
esta vez más severa de la juez.-
Aunque
fue Kerria quien curiosamente salió en defensa de Steph, afirmando.
-Está bien, Señoría. Le ruego que lo permita. No tengo
inconveniente en responder a eso.
-Muy bien, si la letrada no tiene inconveniente, la
testigo puede interpelarla directamente.- Concedió la magistrada.-
Kerria
asintió y tratando de esbozar una leve sonrisa conciliadora, en efecto
contestó.
- Mira Stephanie, yo no acuso a tu hermana de nada.
Ella no está siendo juzgada, y mucho menos valorada por lo que pueda sentir.
Tampoco yo lo sé. Pero es muy triste que una chica tan joven y tan bonita como
tú tenga tanto odio dentro contra otras personas sin ninguna razón. Únicamente
por que amen a alguien de su mismo sexo. Y lo más desolador es que no es culpa
tuya. Te lo han imbuido.
-Yo nunca he atacado a nadie.- Contestó Stephanie
molesta ahora.- ¡Ella sí! - Remachó señalando a Sabra que también estaba
perpleja e incluso consternada tras oír aquello.-
Suspirando
con resignado pesar, Kerria se dirigió entonces
a Olivier.
-No hay más preguntas, Señoría.
-La testigo puede retirarse.- Indicó la juez, también
aliviada por ello.-
Stephanie
iba a bajarse del estrado, pero antes de hacerlo, dedicó una mirada entre
conciliatoria y decepcionada a Kerria, para decir prácticamente recriminando a
su interlocutora.
-Cuando era pequeña yo la admiraba. Usted era todo lo
que me habría gustado ser. Guapa, inteligente… buena cantante… ¿por qué tuvo que estropearlo?...¿por qué se apartó
así de lo que es normal?
En un
primer momento la interpelada no supo que decir a eso, aunque al fin, musitó
con tristeza.
-Lamento mucho que pienses así…
La
cría no volvió a mirarla ya, se levantó y acercándose hasta el lugar de la
acusación se fundió en un abrazo con Martin. Éste la acogió entre sus brazos y
la acarició el pelo susurrándole lleno de agradecida amabilidad.
-Has estado fantástica, Steph. Tu familia debe de
estar muy orgullosa de ti.
-Gracias, señor Martin. Espero que encierren a esa
mujer por mucho tiempo.- Replicó la niña poco antes de separarse del abrazo e
ir junto a sus padres y hermanos.-
Estos
en efecto la miraban con orgullo, también Byron que la felicitó, pero no podía
decirse lo mismo de su hermana mayor. Daphne estaba temblando de pesar y de
angustia.
-¡Dios mío! Tengo que poner fin a esto.- Se decía
tratando de reunir el valor suficiente.-
Entre
tanto, la juez convocó una vez más a los letrados. Entonces les preguntó.
-¿Tienen algún testigo más?
Ambos
movieron la cabeza. Así pues Olivier decretó.
-Hay un receso de una hora, preparen sus alegatos
finales. Después, comunicaré las tres sentencias alternativas y aguardaremos la resolución del jurado…
Kerria
se volvió junto con su defendida y Olivia. Las tres salieron hacia la sala que
tenían acondicionada para descansar. Aunque Sabra estaba ahora más cabizbaja.
Oír a esa cría le había impresionado. Nunca pudo imaginar algo así. Hablaba
como una fanática. Ahora entendía la preocupación de Daphne. Sabía que su novia
era sensible y cariñosa, que quizás, ser
el blanco del desprecio y del odio de su hermana, sería más de lo que pudiera
soportar.
-Ahora ha llegado el momento.- Dijo Olivia entre
tanto, intentando animar a su compañera. - Vamos Sabra. Ten confianza en
Kerria.
-Ha sido penoso, lo sé. - Afirmó ésta tratando de
alentar también a su cliente para añadir.- Esa niña ha dicho cosas muy duras y
terribles.
-Sí, por eso mismo me siento tan mal por Daphne. – Les
confesó la compungida israelí.-
Aunque
para su sorpresa y la de la mejicana, la letrada les contestó con mejor ánimo.
-Sin embargo eso, lejos de perjudicarnos, nos ha
beneficiado. Ha mostrado a todos el odio latente que hay en muchas personas de
este planeta hacia el colectivo gay. Eso ha ido en detrimento de la acusación.
Sobre todo viendo la cara de Olivier. Espero que sus sentencias alternativas
sean menos severas ahora. Especialmente la peor de las tres…y que el jurado se
incline a la benevolencia.
Eso
era un rayo de esperanza. Tanto Sabra como Olivia asintieron deseando que así
fuera. Llamaron entonces a la puerta. La
propia Kerria fue a abrir, al hacerlo se encontró casi de bruces con…
-¡Daphne!- Exclamó atónita.- ¿Qué haces aquí?
-Quiero testificar, Kerria. ¡Quiero hacerlo! - Le
pidió la muchacha que sollozaba con manifiesta zozobra.-
La
abogada tardó unos instantes en recobrarse de la sorpresa. Esa joven era la
última persona que esperaba ver allí. Sin embargo, al fin se centró en lo que
le estaba proponiendo.
-¿Estás completamente segura de eso, Daphne?- La
interrogó en tanto la apartaba de la entrada haciéndola pasar para que nadie la
viera.-
-Sí, nunca en toda mi vida estuve más segura de algo.-
Sentenció la joven maestra.-
Sabra
se levantó como un resorte de la silla al verla entrar. No hubo palabras entre
ellas, la rubia corrió a abrazarla y tras mirarse intensamente durante unos
segundos, las dos se fundieron en un beso apasionado que hizo incluso que tanto
Olivia como Kerria mirasen educadamente hacia otra parte.
-Bueno, esto sí que lo cambia absolutamente todo.-
Comentó la abogada con una sonrisa.- Ahora sí tenemos una posibilidad. Iré a
decírselo a la juez.-Remachó disponiéndose a salir a toda prisa.-
-Espera un momento, Kerria.- Le pidió Sabra.-
La
abogada se detuvo en tanto la israelí preguntaba a su pareja sin dejar de
abrazarla emocionada.
-¿Estás segura?. Después de oír a tu hermana…
-Precisamente por eso.- La interrumpió Daphne.- No
puedo soportar ver como el odio y los prejuicios la consumen más y más. No, ¡basta ya!, basta
de que considere a las personas gays como si fueran…como si fuéramos unos
monstruos.- Rectificó con decisión.- Porque no somos monstruos, somos seres
humanos. Kerria tiene razón, tenemos todo
el derecho a amar a quien nos mande nuestro corazón y te quiero a ti, Sabra
y también a mi familia, siempre lo he
hecho y siempre lo haré.., aunque ellos no me acepten cuando lo sepan.- Sollozó
finalmente hasta romper a llorar.-
La
israelí volvió a abrazarla más intensamente, derramando lágrimas a su vez.
Incluso Olivia tenía que enjugárselas presa de la emoción. Por su parte, tras
haber oído aquello, Kerria sonrió ampliamente. Esa muchacha había conseguido
hacer algo muy difícil. Vencer en la mayor batalla de su vida. Vencerse a sí misma y a sus miedos. No ignoraba que
dar ese paso le supondría el comienzo de un duro camino, lleno de
incertidumbre, incomprensión y tristeza. Pero también significaría ser libre,
despojarse de una tremenda carga, aceptarse plenamente a sí misma y poder amar
a quien quisiera.
-Esperadme aquí, vuelvo enseguida.- Comentó la
abogada.-
Y
corrió a informar a la juez Olivier. Entre tanto, Olivia tuvo una llamada de la
base, contestó su teléfono y salió para hablar fuera.
-Sí, sí señora.- Comentó sonriente.- Todo parece que
se va a arreglar. Bueno, está a punto de concluir el proceso. Ya la informaré
cuando acabe. Muy bien, a sus órdenes.
De
hecho fue Susan quién había llamado, colgó el teléfono con visible alivio. A
juzgar por el tono animado de su subordinada la cosa parecía no ir tan mal.
-Al menos eso parece que va bien.- Se dijo.-
Su
marido volvió tarde. Ahora dormía, cansado incluso para alguien de su
constitución tan especial. Sin embargo, Susan pensaba que ese agotamiento era
más mental que físico. Y ella iba a salir hacia la base, pero primero iría a
llevar al colegio al pequeño Alex.
-¡Vamos cariño! Tienes que volver al cole.- Sonrió.-
Y es
que, pese a ser tarde ya, el crío tenía actividades extraescolares. De hecho le
apuntaron a ellas porque en muchas ocasiones, ni Giaal ni la propia Susan,
podían hacerse cargo del pequeño debido a sus exigentes agendas laborales.
-Espero que todo se resuelva bien, y que Nelly también
tenga suerte.- Pensaba en tanto iba a buscar a su hijo a la habitación en la
que jugaba.-
La
propia Nelly ya había sido puesta en libertad. Tras la mediación del abogado
enviado por su padre, las autoridades le confiaron la custodia de la cría al
letrado que enseguida la llevó a su casa.
-Bien, ahora te reunirás con tu padre. Te está
aguardando impaciente.- Le contó ese hombre.-
Ella
no lo creía desde luego. De modo que, cuando el deslizador de ese tipo se
detuvo cerca de su residencia, la muchacha no tuvo prisa por bajar. Una vez lo
hizo caminó despacio hasta la casa. Allí, antes de que llegase ante la puerta,
ésta se abrió. Era su padre. Edgar la miraba con gesto inexpresivo, desde luego
no podía saberse si se alegraba de verla o lo lamentaba. Aunque eso no fue lo
que realmente sorprendió a Nelly dado que no estaba solo, una mujer le
flanqueaba a su derecha.
-Hola papá.- Pudo musitar con tono alicaído.-
-Pasa.- Le pidió secamente él.-
Y
aquella individua al lado de su padre, de unos cuarenta años, pelo castaño no
muy largo y ojos avellana, la escrutó con la
mirada. Nelly la observó extrañada a su vez. ¿Quién sería? Pasaron
todavía unos segundos hasta que la individua en cuestión se dirigió a ella con
un tono que trataba de ser amable.
-Así que tú eres Nelly, me han hablado mucho de ti.
-¿Dónde está Orix?- Quiso saber la chica por toda
contestación.-
-¿Dónde están tus modales?- Terció su padre
evidenciando disgusto ahora.- Ni siquiera has saludado a esta señorita.
-Los dejé en el hospital.- Replicó altivamente Nelly.-
Aquella
mujer, viendo claramente que el ambiente se tensaba por momentos, sonrió
interviniendo con tono jovial.
-Me llamo Kassandra Weiss. Soy... una amiga de tu
padre. Encantada de conocerte.
-Kassandra vive ahora aquí, espero que te hagas a la
idea.-Añadió Edgar con tono poco cordial.-
-Solamente quiero saber dónde está mi hermano. No me
importa lo que tú hagas.- Afirmó despectivamente la chica.-
Y es que tras su odisea y el dolor que tuvo que
padecer al verse repudiada había cambiado. Al menos ese hombre ya no
significaba nada para ella. Solo pensaba en Orix. Al fin, fue paradójicamente
esa extraña quien daba la impresión de preocuparse más por ella y responder en
un tono que trataba de ser cordial.
-Tu hermano está en el colegio. En cuanto vuelva se
alegrará mucho de verte otra vez.
Nelly
pudo esbozar una leve y fugaz sonrisa, que se apagó de nuevo cuando su padre la
sermoneó.
-Aunque será mejor que no te vea así, con ese aspecto.
¡Parece que te hubieras escapado de un burdel! A saber que habrás estado
haciendo. Ve a darte un baño y a cambiarte.
Nelly
a su pesar asintió. Esas palabras, pese a ser dichas con nula cortesía, eran
rigurosamente ciertas. ¡Y para qué engañarse, ella se sentía así, como una
fulana!. Por lo menos ahora podría tomar
un baño caliente y vestirse con sus propias ropas. Entró a su habitación
dejando allí a Edgar y a esa mujer. Lo primero que hizo sin embargo, una vez
entró a su cuarto, fue tomar una holo foto de ella, junto a Orix y su madre, y
apretarla contra su pecho.
-¡Mamá!- Suspiró dejando caer algunas lágrimas.-
En el
palacio de justicia a Kerria le llevó muy poco tiempo tocar a la puerta del
despacho de la juez. Ésta la indicó enseguida que entrase. Con evidente
extrañeza reflejada en el rostro, Olivier le preguntó.
-¿Qué sucede señorita Malden?
- Señoría, tenemos un testigo inesperado. Quiere
declarar. Si no hay objeción.- Le contó.-
-¿Ahora?- Exclamó Olivier reprochando a su vez.- Eso
es muy irregular.
-Lo sé y lo siento, pero es que se ha presentado de
pronto. Y le aseguro que es fundamental para esta vista.- Afirmó la letrada.-
-Tendremos que llamar al señor Hastings y ver si tiene
alguna objeción.- Suspiró la juez.-
No
tardó en convocar al fiscal. Emmanuel miró perplejo a su colega y a la juez
Olivier cuando Kerria desveló el nombre de la testigo.
-¡Me opongo categóricamente! - Replicó él.-
-Sabía que diría eso.- Se sonrió Kerria, afirmando.-
Está claro que es un testimonio que podría beneficiar y mucho a mi clienta.
Aunque no tiene elección, estoy en mi derecho de llamarla al estrado con la
venia del juez.
-Razón de más para oponerme.- Sentenció Hastings para
argüir con evidente lógica.- Usted haría lo mismo en mi lugar.
-Sí, lo haría.- Admitió Kerria.- Y si le soy sincera,
tampoco me gusta la idea de que esa chica declare. Sé lo duro que será para
ella y las posibles consecuencias que deberá arrostrar en su comunidad cuando
lo haga.
-Entonces. ¿Por qué se empeña?- Inquirió su
interlocutor.-
-Porque ella misma me lo ha pedido.-Le aclaró la
abogada quien entonces le propuso.- Nos quedan todavía veinte minutos, con la
venia de su Señoría, aquí presente, le propongo que lo consulte con su cliente.
Quizás si él se aviene a retirar la acusación o a no pedir una sentencia
excesiva, podamos evitar ese testimonio.
-Por mi parte no hay ninguna objeción.- Declaró
Olivier.- Sería mejor si alcanzasen un
acuerdo, en cualquier caso, ha presentado la solicitud a tiempo, antes de que
se haya emitido el veredicto. Ordenaré al jurado que, de momento, interrumpa su
deliberación.
Emmanuel
meditó durante unos instantes esa propuesta, finalmente suspiró respondiendo
con tinte más conciliador.
-Lo hablaré con mi cliente, es su decisión. Denme al
menos diez minutos.
-Tómese el tiempo que precise. Entonces voy a ordenar
la moratoria.- Afirmó la juez.-
-Bien, yo voy a volver con mi representada.- Dijo
Kerria que, tras saludar a sus interlocutores, salió de allí.-
El
fiscal hizo lo propio yendo de inmediato a la búsqueda de Martin. Éste se
encontraba en el servicio, tras terminar iba a salir cuando, para su sorpresa,
se encontró algo sobre la pila del lavamanos. Sorprendido vio que se trataba de
una libreta y una pequeña pluma estilográfica dorada de caprichoso diseño.
Además había una nota para él. Al leerla quedó atónito. Luego abrió esa pequeña
agenda de cuero negro y leyó. Había una especie de historia escrita. Era muy
interesante. Es más, le parecía increíble, pero teniendo en cuenta de quién
procedía optó por confiar en ello.
-Muy bien, así que esto es lo que iba a suceder. Bien,
acepto este regalo. Muchas gracias, haré lo que quieres y por supuesto que
estaré preparado.- Se sonrió tomando la pluma y anotando algo a su vez.-
Entre
tanto, Sabra y Daphne habían quedado a solas en la habitación. No tardaron en
besarse una y otra vez, como si tuvieran sed la una de la otra. Una sed que
había ido creciendo durante aquellas terribles semanas de separación. Tras uno de esos besos, Daphne suspiró…
-¿Estás absolutamente segura de lo que vas a hacer?-
Insistió Sabra de nuevo.-
Sí. Lo estoy. – Aseveró su interlocutora.- Me he dado
cuenta de que, sin ti, mi vida no tendría ningún sentido. Sé que perderé a los
míos y a mucha de la gente que ahora me aprecia. Sin embargo, estoy dispuesta a
ello. Porque vivir así como lo estoy haciendo, negándome a mí misma, es una
tortura.
-¡Vayámonos juntas pues! - La sonrió alentadoramente
Sabra proponiéndola.- Pediré un cambio de destino. ¡Nos iremos a la Tierra!
-Pero tú adoras volar en esa escuadrilla con tu
compañeras.- Opuso la atónita Daphne.-
-Sí, pero más te adoro a ti. Y es justo que las dos
renunciemos a cosas importantes. No únicamente tú. Mi amor. - Sentenció la israelí dándole otro beso en
los labios.-
-Solo lamentaré dejar a mis niños.- Dijo la maestra
sin disimular ahora su pesar.-
-No temas. Todo saldrá bien. Kerria nos ayudará. Ahora
recuerdo que una vez, preparando este juicio, llegó a decirme que conoce a
mucha gente importante en la Tierra. Incluso a directores de colegios. En
muchos de ellos necesitan a maestras tan buenas y dulces como tú. Y allí no
tendrás que estar asustada porque critiquen a quien amas nunca más.
Y
Sabra volvió a atraerla hacia sí. Ambas se abrazaron volviendo a besarse
apasionadamente una y otra vez. En los labios, en el cuello…tuvieron que
dejarlo con pesar, conscientes de que el tiempo corría.
-¡Ojalá pudiera hacer el amor contigo aquí mismo,
ahora! - Suspiró Sabra.- Y que todo el mundo nos viera.
Su
contertulia incluso se rio, haciendo que su amante la mirase sorprendida, a los
pocos instantes reía con ella a su vez.
-¡Me temo que antes tendré que ir al baño! Quizás sean
los nervios.- Suspiró Daphne.-
-Ve, ¡corre! - Le sonrió alentadoramente su pareja.-
Y la
joven rubia se dirigió al servicio. De hecho se sentía algo mareada aunque no
quiso decirle nada a Sabra.
-Tengo que calmarme.- Se decía insistentemente.- Estoy
muy agitada.
Eran
muchas emociones, temor, incertidumbre, pesar, pero también esperanza y un
sentimiento de liberación. Así entró en el cuarto de baño y tras ir al servicio
se lavó un poco la cara. Mirándose fijamente al espejo que le devolvió una
expresión entre ansiosa, expectante y esperanzada de su propio rostro.
-¿Qué vas a hacer?- Escuchó entonces preguntar a
alguien que daba la impresión de dirigirse a ella.-
Instintivamente
miró tras de sí, pero no vio a nadie.
-Estoy tan asustada que hasta oigo voces.- Se dijo
tratando de serenarse.-
Aunque
el corazón casi le dio un vuelco al volver a mirarse al espejo. Su propia
imagen la observaba como si fuese otra persona. Daphne ni pudo chillar de
terror cuando observó a su reflejo mover los labios autónomamente para repetir.
-¿Te has parado a pensar en lo que vas a hacer?... No
tienes ni idea de lo que provocarás. Y será en vano.
-Pero... ¿Cómo? - Pudo musitar lívida de pavor, para
ser capaz de preguntar al fin.- ¿Quién eres?
-Soy tu conciencia.- Sonrió aviesamente aquella
imagen.- Recuerda lo que aquel sacerdote te dijo…
-Nadie ama más que quien da la vida por los amigos.-
Musitó Daphne.-
Aquel
reflejo le indicó entonces, con tono entre afable e incitador…
-Sé que tienes dudas, que tienes miedo. Es normal.
Quisieras saber lo que va a pasar. Muy bien, pues míralo…- la invitó.-
La
atónita Daphne se encontró entonces en medio de la sala del tribunal. Empero,
nadie le prestaba atención. Sorprendida, no tardó en averiguar la causa. Pudo
verse a sí misma sentada en el estrado. El fiscal le tomaba juramento de decir
toda la verdad. Ella en efecto lo refrendaba posando una mano sobre la Biblia.
Dijo su nombre y estado civil. Tras ello, la defensa, como encargada de
presentarla de testigo, fue la primera en intervenir. Kerria, acercándose sonriente, le preguntaba.
-Díganos, señorita Kensington. ¿Por qué ha querido
usted declarar voluntariamente ante este tribunal?...
-Verá, es que no podía soportar más esta situación.-
Musitó ella, con evidente nerviosismo.-
La
letrada se dio cuenta de esto y enseguida volvió a sonreír alentándola.
-Tómese su tiempo. Tranquila… ¿Quiere un poco de agua?
-Sí, por favor.- Pidió la joven.-
Un
ujier trajo un vaso de agua que la chica bebió de un trago. Tras aclararse la
garganta, que tenía seca por el temor, pudo añadir.
-Gracias, estoy lista.
-Muy bien.- Convino la letrada para ir directa al
asunto.- Ahora es muy importante que responda a esto. Díganos, señorita
Kensington. ¿Conoce usted a la señorita Leví?
-Sí.- Asintió la interpelada.-
-¿Es cierto que la noche de la agresión estaba usted
en el bar Natural con el señor Carson?
-Es cierto.- Repuso ella.-
-¿Es asimismo verdad que ha aceptado usted al dicho
caballero como prometido?
-Así es…- Musitó la muchacha.-
La letrada asintió, todo aquello descolocó al
jurado, incluso al fiscal quien, atónito, miró a Martin. Éste sonrió. Aquel
testimonio era precisamente lo que la acusación deseaba escuchar. Y sin
embargo, Kerria volvió a sonreír levemente. Dispuesta a darle la vuelta por
completo como le gustaba hacer. Dirigiéndose entonces a Daphne con voz amable e
incluso preocupada. Le pidió.
-Señorita. Le ruego que lo piense bien. Podemos
terminar esta declaración ahora o continuar. Si lo hacemos sabe que tendrá que
decir la verdad. Dado que está bajo juramento.- Le recordó Kerria.-
-Sí, lo sé muy bien.- Musitó la testigo ratificándose
con mayor decisión.- Y quiero continuar. Deseo aclarar todo esto.
Miró
hacia donde estaban sus padres y sus hermanos. Todos la observaban con una
mezcla de extrañeza y curiosidad. Aunque Steph le sonreía animosa. La propia
Daphne, observando esa escena desde su punto privilegiado, pudo aproximarse a
su hermana y oírla comentar.
-Ahora dirá que quiere al señor Martin y todo quedará
aclarado. Esa loca no volverá a molestarla.
Y
entonces la abogada le preguntó.
-Señorita Kensington. ¿Está usted enamorada de su
prometido?...
-¡Protesto!- Intervino el fiscal, alegando.- Eso es
parte de la vida privada de la testigo.-
-Señoría. - Repuso Kerria.- Le aseguro que ésta y las
siguientes preguntas, son la clave de todo este caso. De todos modos, está al
albur de la testigo el contestar o no.
-Muy bien, letrada.- Afirmó Olivier dirigiéndose a
Daphne para preguntarle a su vez.- ¿Desea la testigo responder?
-Sí, señoría.- Aseveró la joven.-
-En tal caso, la protesta no procede.- Resolvió la
juez, agregando.- La abogada de la defensa repetirá la cuestión.
Con
tono firme, Kerria volvió a inquirir ya de modo más cordial y comprensivo.
-Señorita… Daphne. ¿Amas a Martin?
Y
tras una pausa que pareció eterna con toda la atención de la sala puesta sobre
ella, la joven se atrevió a contestar.
-Le quiero mucho, sí….
Un
murmullo de alivio recorrió el lugar, los miembros del jurado se miraban
comentando entre ellos. Stephanie sonrió con amplitud asintiendo…sin embargo,
su hermana no había terminado y remachó casi entre balbuceos, dejándoles
helados a todos.
-Le quiero, pero solamente como a un buen amigo… No
estoy enamorada de él. ¡Lo siento Martin!…
Hubo
más murmullos, esta vez de asombro e incredulidad. Ahora Steph contemplaba a su
hermana como si mirase a otra persona. Apenas podía dar crédito, incluso abrió
la boca llena de perplejidad…Aprovechando aquello, Kerria preguntó una vez más…
-¿Acaso está usted enamorada de otra persona?
-Sí.- Repuso rápidamente la testigo.-
-¿Y está esa persona en la sala en este momento?-
Quiso saber la letrada.-
-Sí, está aquí.- Admitió Daphne.-
Unos
angustiosos segundos de silencio se sucedieron, finalmente Kerria retomó la
palabra para preguntar.
-¿Podríamos saber el nombre de esa persona?
Y
tras asentir despacio, Daphne miró a la israelí y sonrió para desvelar.
-Se llama Sabra. Es la acusada. ¡Y la quiero, la
quiero desde el primer día que la vi!…
Ahora
fue Martin quien abrió la boca horrorizado. Los padres de Daphne no podían
creerlo. Los murmullos crecieron alcanzando el rango casi de discusiones entre
los presentes y los miembros del jurado. Al fin, armándose ya de valor y sin
nada que perder, la testigo añadió.
-Ya no podía negar lo que siento. No era capaz de ver
sufrir a nadie, ni de hacerlo yo. Lo siento Martin, lo lamento…pero es así. No
puedo cambiar como soy. ¡Sabra, te amo y quiero que vivamos juntas!
La
acusada sonrió ampliamente, aunque la Daphne que observaba todo aquello de
lejos miraba ahora a sus perplejos padres. Su madre se tapaba la cara con las
manos, su padre apenas era capaz de apartar la vista del estrado. Byron miraba
a su vez con ojos muy abiertos y Stephanie…
-Steph, escúchame.- Le pedía infructuosamente a su
hermana, que era incapaz de verla u oírla.- Te quiero, siempre te querré, y eso
nunca va a cambiar…
Sin
embargo, su hermana estaba derramando lágrimas de vergüenza y humillación,
tenía el rostro crispado y la miraba con verdadero odio…
-Esa invertida no es muy hermana.- Sentenció.-
Aquello
llenó de pesar a Daphne pero también quiso mirar hacia su alter ego que parecía
estará muy aliviada, como si se hubiera quitado un gran peso de encima. La
abogada entonces comentó.
-¿Y qué opina usted, señorita, de ese incidente que
culminó en agresión?
-Martin me mostró un video, en él aparecíamos Sabra y
yo, besándonos en ese bar. Yo estaba asustada, él me dijo que todo se
arreglaría, que por mi bien, teníamos que ocultarlo. Me propuso entonces ser su
prometida y acepté. ¡Porque tenía miedo! Lo lamento mucho. Sé que eso no estuvo
bien. No debí jugar con sus sentimientos. Pero Sabra creyó que me estaba
acosando y en cierto modo era verdad. - Remachó arrepentida.-
Ahora
era Martin quien lloraba moviendo la cabeza, mirándola con gesto suplicante.
-¡Lo siento, perdóname! - Le pidió ella mirándole a su
vez con pesar.- Pero esto no hubiera salido bien. Mereces a una chica que de
veras te quiera.
-¡Yo seré esa chica!- exclamó Stephanie desde el fondo
de la sala, haciendo que la atención de todos recayera en ella, cuando
sentenció.- Si esa lesbiana mentirosa no te quiere, te prometo que yo sí, me
casaré contigo cuando sea mayor. ¡Lo juro!
La
madre de Steph la llamó al orden, lo mismo hizo la juez.
-Se ruega a los presentes que no intervengan sin permiso
de la sala o haré que desalojen. Señorita Kensington, compórtese, está usted en
un tribunal.
-Perdón, señoría.- Intervino el apurado padre de la
joven.-
Entre
lloros y resistiéndose a ello, finalmente ambos progenitores sacaron a
Stephanie de la sala, lo último que pudo gritar antes de salir fue…
-¡Tú ya no eres mi hermana! ¿Lo oyes?...
Ambas
Daphne lloraban ahora. Aunque tras el impacto de aquel incidente, Kerria
enseguida tomó el control y le dijo a la juez.
-No tenemos más preguntas, señoría…
-Muy bien. ¿La acusación desea interrogar a la
testigo?- Preguntó la también atónita Olivier.-
Hastings
miró antes de responder a su devastado cliente quién, hundido en la silla y con
la mirada perdida, movió la cabeza.
-No, Señoría.- Suspiró el fiscal.-
-La testigo puede retirarse. Habrá un receso de quince
minutos, después expondré mis sentencias y el jurado tendrá un par de horas
para deliberar. - Expuso la juez, decretando con un golpe de su mazo.- Se
levanta la sesión.-
Sabra
no tardó en acudir junto a la testigo, abrazándola y tratando de confortarla.
-Estaremos juntas, no te preocupes.- Le aseguró.-
-Sí, por favor… no podría soportar esto yo sola.-
Balbució la rubia maestra.-
-Vamos a la sala, tenemos que calmarnos un poco. Nos
hará falta.-Les propuso Kerria.-
Olivia
entró con ellas. La mejicana había estado ausente de la vista al recibir una
llamada. Enseguida informó a su compañera.
-Nos han movilizado. Al parecer tenemos un ataque
enemigo. Debo partir inmediatamente.
-Me gustaría ir contigo.- Dijo la israelí moviendo la
cabeza.- Las Fighter Ladies nunca dejamos solas a nuestras compañeras.
-Seguro que pronto podrás reincorporarte. Tras el
gesto tan valiente que ha tenido tu novia.- Sonrió Olivia, dirigiéndose a la
propia Daphne para elogiarla.- Señorita, eso ha sido muy hermoso, y requiere de
mucha bravura.
-No puede compararse a lo que ustedes hacen, luchando
por defendernos a todos.- Repuso ésta, más tranquila ya y devolviendo ese
halago. - Mucha suerte y cuídese.
La
mejicana asintió y tras despedirse a su vez de Kerria salió corriendo. Su deber
la llamaba. Nunca mejor dicho. Por su parte la letrada quiso salir para
conversar con el abogado de la acusación. Pudiera ser que, tras aquel
espectacular testimonio de Daphne, se avinieran ahora a rebajar los cargos. En
cuanto a las dos enamoradas, se abrazaban ahora sonriendo. Sin embargo, el
sonido de nudillos en la puerta las distrajo. Fue Kerria quien abrió antes de
salir.
-¿Sí?- Inquirió viendo a ese jovencito quinceañero de
pelo rubio y mirada algo huidiza que tenía delante.-
-¿Está mi hermana aquí?- Preguntó con un hilo de voz.-
Daphne
enseguida corrió hacia él. Deseaba abrazarle y explicarse. Su hermano Byron
siempre fue más calmado y más compresivo que Stephanie. Los dos tenían una
conexión menos activa en cuanto a hacer cosas juntos, dado que él era un chico.
Sin embargo, muchas veces se entendían sin hablar. Su nexo era en cierto modo
más profundo. Y ella presentía que aquel muchacho tan tímido en apariencia la
comprendía mejor que nadie de su familia.
-Byron…yo..- Apenas sí pudo musitar sintiéndose
avergonzada ahora.-
-Papá y mamá quieren hablar contigo.- Susurró
tímidamente el muchacho.-
La
joven asintió, dirigiéndose a su pareja le dijo con tono algo apurado.
-Enseguida vuelvo.
-Claro, ve.- Asintió Sabra.-
La
otra Daphne seguía observando aquello con interés y asombro. Incluso con
esperanza. Quizás no fuera tan terrible después de todo. Si Byron la apoyaba,
al final sus padres lo entenderían. Y luego, con mucha paciencia y cariño,
estaba convencida de lograr que Stephanie lo comprendiese a su vez.
-Sí, debo tener fe y ser valiente.- Se decía.-
Siguió
a su alter ego, quien iba junto a su hermano, ninguno hablaba. Lo entendía
bien. Byron no era demasiado comunicativo y si además se unía una situación tan
violenta como ésta…Al fin vio que llegaban junto a sus padres. Aunque Steph no
estaba allí. La Daphne de su visión enseguida quiso decir algo, pero su madre
se adelantó con tono entre reprobatorio e incrédulo.
-¿Cómo has podido hacer algo así?...¿Te das cuenta de
lo que esto significa?
-Lo siento, mamá.- Se disculpó con sincero pesar.-
-A tu hermana le ha dado un ataque de nervios. Hemos
tenido que dejarla sedada en el dispensario del juzgado.- Añadió su padre, con
tono preocupado y decepcionado a su vez.-
-¡Dios mío,! ¿está bien?- Se interesó enseguida la
joven.-
-Steph descansa ahora.- Suspiró su madre tratando de
sonar más calmada y afable para añadir.- Por eso, entre otras cosas, queríamos
decirte algo, hija.
-Así es. - Intervino su ahora apurado padre.- Será
mejor que, cuando todo esto acabe, te mudes a nuestro piso en Sagan -City. Así
podrás vivir tu vida de un modo más independiente…
Daphne
no supo cómo tomarse eso. Por una parte sentía que quisieran alejarla, pero por
otra, había un cierto tono de comprensión en sus padres.
-Gracias, lo haré. Al menos hasta que Stephanie pueda
asimilarlo.
-Lo que no sé es qué sucederá en el colegio.- Le dijo
su padre, volviendo a interrumpirla.- En cuanto se enteren no les va a gustar,
hija. Eso debes asumirlo.
-Tendré que dejarlo, imagino.- Suspiró la muchacha.-
Eso era algo que me esperaba. No querrán a una mujer como yo cuidando de los
niños.- Sentenció con tristeza.-
Mirando
a sus padres no vio al menos ira, ni un reproche severo, más bien eran gestos
de incredulidad e incluso compasión por todas las trabas y problemas que
debería afrontar desde ahora. Y sobre
todo, estaban como si flotasen, aún no habían terminado de encajar aquello. Por
eso se atrevió a intentar añadir, con más animación.
-Esperad a conocer a Sabra. Ya veréis que es una buena
chica. De veras…
-¡No!- estalló su madre anteponiendo una mano para hacerla callar en
tanto evidenciaba ahora un tono lleno de frustración y enfado.- No te atrevas
ni a sugerirlo. Tú eres nuestra hija, te queremos, no aceptamos esto, pero no
te abandonaremos. Sin embargo, esa… mujer…la que te ha hecho esto…no queremos
saber nada de ella, ni tenerla cerca.
-Por favor, mamá. Ella no me hizo nada.- Repuso una
apenada Daphne.- Yo siempre me sentí atraída por otras chicas. Pero tenía
miedo…
-No es miedo, es vergüenza.- Terció admonitoriamente
su padre.- Admítelo, sabes que no está bien. Que ibas a hacernos daño. Y pese a
todo…
-¡Yo no podía seguir viviendo así! - balbució la
devastada muchacha rompiendo a llorar.- Lo siento mucho, pero es como soy…
-No eres desde luego como te criamos. No sé en qué
momento te desviaste del camino.- Sollozó su madre a su vez.- ¡No sé qué
pudimos hacer mal!
-¡Mamá!- Trató de llamarla Daphne.-
Aunque
su progenitora se dio media vuelta y salió andando a pasos apresurados, su
padre, tras dedicarla una mirada a medio camino entre la consternación y la
desaprobación, fue tras de ella. Solo Byron, lloroso también, se quedó allí.
-Por favor.- Le pidió la destrozada Daphne.- ¡No me
des la espalda tú también!
-Dap...- Musitó el chico.- Yo te quiero, eres mi
hermana mayor. Siempre has estado ahí para mí, y yo lo estaré para ti.
La
rubia se abrazó a él agradecida. Ese flacucho que ya la sacaba una cabeza
demostraba tener más corazón que todo el resto de la familia. En ese instante
llamaron para reanudar la sesión en unos cinco minutos. La Daphne observadora,
entre lágrimas también, vio a su otro yo caminar hacia la sala junto a Byron. Ella,
con curiosidad, retrocedió para ver a Sabra. La israelí estaba a punto de salir
de su cuarto cuando una voluptuosa mujer morena se dirigió hacia allí. Daphne
la pudo ver entrando…
-¿Quién será?- Se dijo extrañada.-
Fue
detrás, sin dudarlo. Al menos ella parecía ser invisible a aquellas visiones.
Tras la puerta entreabierta escuchó voces, era Sabra hablando con esa mujer.
Aunque algunas cosas que escuchó la dejaron atónita. Aquella individua se
estaba insinuando a su novia…
-¡Será zorra!- Pensó con creciente enojo.- Si pudiera
entrar la iba a…
Sin
embargo, eso no le fue necesario, pudo mirar a través de la leve apertura de la
puerta y entonces el mundo se detuvo para ella. ¡Ojalá nunca lo hubiera
hecho!... Allí estaban las dos, fundidas en un pasional beso.
-¡Pero, pero!- Fue lo único que acertó a tartamudear.-
Esa
morena le comía la boca a su novia, y
ésta, lejos de apartase o molestarse, la dejaba hacer. Incluso abrazándola…Tras
separarse Sabra la miraba embobada, lo que esa malnacida aprovechó para sonreír
musitando con tono lascivo.
-Cuando esto termine y te deshagas de esa tonta, tú y
yo lo vamos a pasar en grande. Dile que tienes que retornar a tu base. Ya
sabes…esa misión de emergencia que tu compañera tenía.
-¿Cómo sabes eso? – Musitó la israelí que parecía
seguir absorta.-
-¡Ja, ja, ja! - Porque yo la llamé.- O mejor dicho,
uno de mis contactos.- Se sonrió esa individua añadiendo en tanto acariciaba
los pechos de su interlocutora.- Bueno. Ahora disfrutaré de tu representación
con esa boba…Buena suerte.- Le deseó dándole un último beso con leve mordisco
en los labios incluido, que la piloto aceptó estoicamente.-
Daphne
no pudo sopórtalo más. ¿Para qué? Todo lo que había visto, el paso tan amargo
que su otro yo dio en el juicio. La reprobación de su familia, su compromiso
roto. Corrió casi sin rumbo hasta pararse justo en la sala donde el abogado
acusador discutía con Kerria, Al fondo estaba Martin, el chico tenía los ojos
enrojecidos de llorar y no levantaba la vista de sus manos entrelazadas entre
las que sostenía una pequeña libretita de cuero negro y una pluma estilográfica
dorada. Tampoco él ni los presentes la veían ni escuchaban.
-Lo lamento mucho Martin.- Le decía sinceramente
Kerria.- Pero créeme, es lo mejor, algún día tú encontrarás…
-¡Cállese!- espetó el muchacho.- ¡Yo la quiero! Y sé
que ella también me quiere…
-Lo peor que puedes hacer es engañarte.- Suspiró la
abogada.- Ahora quizás sería mejor que…
-Le ahorraré el trabajo de tratar de persuadirme.-
Sollozó el chico ahora, agregando con voz quebrada.- Retiraré todos los cargos.
¿Eso es lo que quiere, verdad?
-¡Pero Martin!- Terció su abogado con visible
estupor.-
-Si Daphne la quiere a ella…- Pudo gemir llevándose
las manos a la cara.- No seré un obstáculo…nunca más…
-¿Estás seguro de eso?- Preguntó tímidamente Kerria.-
Su
interlocutor solo asintió levemente en tanto hundía la cabeza entre los
hombros. La abogada posó una de sus manos en su hombro derecho y con cariño
casi maternal, aseveró.
-Realmente lo siento. Eres un gran chico. Sé que es
injusto, no te mereces esto. Pero seguro que algún día la vida te recompensará…
-Bien, señorita Malden, usted gana.- Se resignó
Hastings.- Debo admitir que ha llevado muy bien este caso. Pero, de no ser por
la declaración de la señorita Kensington…
-Sí, es verdad.- Reconoció Kerria.- Daphne ha salvado
a mi cliente.
-Me ha vencido,señorita Malden. Lo único que espero es
que su cliente también sepa hacerla feliz.- Sollozó Martin.-
La
abogada asintió despacio, mirando compadecida a aquel muchacho para musitar.
-Créeme, no lo considero ninguna victoria contra ti.
Después
salió para reunirse con su clienta. Ahora Daphne se alejó también. No quería
ver más. El pobre Martin de veras la quería y esa…¡Esa zorra mentirosa! ¡La
había estado traicionando con esa otra puta! Se sentía desfallecer por el
dolor. Primero, el desengaño, después todo lo que su alter ego había perdido,
¡sin sospechar siquiera nada de aquel embeleco!
-¡No, esto no pasará! - Se dijo con determinación y
rabia.- No merece la pena destrozar las vidas de tantas personas por terminar
con una mentira para caer en otra todavía peor. El sacerdote ya me lo advirtió.
Esto ha sido por causa de mi propio egoísmo. Y aquí estaría el resultado. ¡Un
castigo de Dios! En fin. Quizás yo no le amo, eso es cierto. Pero él sí me ama
a mí. Y sé que me será fiel. Y que se preocupará por mi felicidad. No como
esa…¡hipócrita embustera!…
Ahora
sollozaba mirándose al espejo. Como si despertase de un sueño se vio reflejada
una vez más, en ese cuarto de baño. Pero volvía a ser ella, en el mundo real.
Quiso tratar de centrarse, se sentía aún aturdida. Pudiera ser que todo fuera
cosa de su imaginación…Salió del baño y entonces le dio un vuelco al corazón.
¡Era ella! Esa individua morena caminaba en dirección al cuarto donde estaba
Sabra.
-De modo que era verdad.- Escupió entre dientes, llena
de ira.- ¡Ahí está esa maldita zorra! Va a reunirse con su amante… Dios
misericordioso ha querido mostrármelo para que no destruya mi vida ni las de
los que me rodean. Y juro que no lo haré.
Sin embargo, no entraba sino que se desvió por otro
corredor perdiéndose de vista. Al parecer, la pronta llegada de Kerria que
retornaba de ver a su colega la había ahuyentado. A su vez Daphne se aproximó
con pasos cortos, tratando de enmascarar su decepción y enfado.
-¿Estas lista?- Preguntó Kerria con tono cordial.-
-Sí. Nunca lo estuve más. - Repuso ella con sequedad.-
La
abogada debió de achacar esa forma de replicar
a los nervios y la tensión que la testigo soportaba y no pareció
sorprenderse. Al fin, Sabra salió y las tres se encaminaron hacia la sala. La
israelí le sonrió tratando de tomar su mano pero ella se la negó. Eso dejó extrañada
a Sabra, aunque a buen seguro que pensó que quizás ese gesto no sería apropiado
antes de que su novia declarase. Al poco, acusada y abogada se sentaban en sus
lugares. La testigo aguardó fuera hasta ser llamada. Y apenas pasaron un par de
minutos hasta que la juez Olivier reapareció, tomando asiento y golpeando con
su mazo para declarar.
-Se reanuda la vista. Con la comparecencia de un
testigo más. Se llama a declarar a la señorita Daphne Kensington.
Con
la atención de todos los presentes puesta en ella, la joven avanzó con pasos
esta vez seguros y firmes. Cuando le presentaron la Biblia escuchó con atención
las palabras del fiscal…
-¿Jura usted decir
la verdad, toda la verdad, nada más que la verdad?
- Lo juro.- Sentenció la chica sin ápice de
vacilación.-
Fue
Kerria quien, en calidad de abogada defensora comenzó, dado que era un testigo
de la defensa. Al menos eso creía ella.
-Se va a llevar una sorpresa. - Pensó Daphne sin casi
ser capaz de ocultar su regocijo.-
Entre
tanto, ajena por completo a esas reflexiones, su interrogadora se aproximó.
-Buenas tardes, señorita Kensington.- La saludó.-
-Buenas tardes.- Respondió ésta de modo cordial.-
-Díganos, señorita Kensington. ¿Por qué ha querido
usted declarar voluntariamente ante este tribunal?...-Quiso saber la letrada.-
-Verá, es que no podía soportar más esta situación.-
Musitó ella, con aparente nerviosismo.-
La letrada se dio cuenta de esto y enseguida volvió a
sonreír alentándola.
-Tómese su tiempo. Tranquila… ¿Quiere un poco de agua?
-Sí, por favor.- Pidió la joven.-
Un
ujier trajo un vaso de agua que la chica bebió de un trago. Tras aclararse la
garganta, que tenía seca por el temor, pudo añadir.
-Gracias, estoy lista.
-Muy bien.- Convino la letrada para ir directa al
asunto.- Ahora es muy importante que responda a esto. Díganos, señorita
Kensington. ¿Conoce usted a la señorita Leví?
-Sí.- Asintió la interpelada.-
-¿Es cierto que la noche de la agresión estaba usted
en el bar Natural con el señor Carson?
-Es cierto.- Repuso ella.-
-¿Es asimismo verdad que ha aceptado usted al dicho
caballero como prometido?
-Así es…- Musitó la muchacha.-
La
abogada asintió, todo aquello descolocó al jurado, incluso al fiscal quien,
atónito, miró a Martin. Éste sonrió. Aquel testimonio era precisamente lo que
la acusación deseaba escuchar. Y sin embargo, Kerria volvió a sonreír
levemente. Dispuesta a darle la vuelta por completo como a ella le gustaba
hacer. Dirigiéndose entonces a Daphne con voz amable e incluso preocupada. Le
pidió.
-Señorita. Le ruego que lo piense bien. Podemos
terminar esta declaración ahora o continuar. Si lo hacemos sabe que tendrá que
decir la verdad. Dado que está bajo juramento.- Le recordó Kerria.-
-Sí, lo sé muy bien.- Musitó la testigo.- Y quiero
continuar. Deseo aclarar todo esto...
Miró
hacia donde estaban sus padres y sus hermanos. Todos la observaban con una
mezcla de extrañeza y curiosidad. Aunque Steph la sonreía animosa. La propia
Daphne observando esa escena desde su punto privilegiado musitó, sabiendo ya
las palabras que la niña estaría pensando.
-Ahora dirá que quiere al señor Martin y todo quedará
aclarado. Esa loca no volverá a molestarla. Y en esta ocasión, tienes toda la
razón Steph. No te voy a decepcionar.
Y
entonces la abogada le preguntó.
-Señorita Kensington. ¿Está usted enamorada de su
prometido?...
-¡Protesto!.- Intervino el fiscal, alegando.- Eso es
parte de la vida privada de la testigo.-
-Señoría. - Repuso Kerria.- Le aseguro que ésta y las
siguientes preguntas son la clave de todo este caso. De todos modos, está al
albur de la testigo el contestar o no.
-Muy bien, letrada.- Afirmó Olivier dirigiéndose a
Daphne para preguntarle a su vez.- ¿Desea la testigo responder?
-Sí, Señoría.- Aseveró la joven.-
-En tal caso, la protesta no procede.- Resolvió la
juez, agregando.- La abogada de la defensa repetirá la cuestión.
Con
tono firme, Kerria volvió a inquirir con voz afable y comprensiva.
-Señorita… Daphne. ¿Amas a Martin?
Y
tras una pausa que pareció eterna, con toda la atención de la sala puesta sobre
ella, la joven se atrevió a contestar.
-Le quiero mucho, sí….
Un
murmullo de alivio recorrió el lugar, los miembros del jurado se miraban
comentando en voz baja. Stephanie sonrió con amplitud asintiendo…sin embargo,
su hermana no había terminado y remachó casi entre balbuceos dejándoles helados
a todos.
-¡Le amo con todo mi corazón!… y no deseo, no quiero
que sufra por causa de los celos injustificados de esa mujer y su obsesión
hacia mí. - Añadió señalando a Sabra.-
Tanto
Kerria, como su defendida e incluso los demás allí presentes, quedaron
estupefactos.
-¿Qué?- Pudo replicar la ahora lívida israelí que no
podía creer lo que escuchaba.-
Su
abogada tuvo que hacerle una seña para que se sentara. La descolocada Kerria
entonces trató de aclarar aquello.
-¿A qué se refiere?¿Qué celos?
-Esa mujer me lleva acosando desde hace tiempo. ¡Yo…
yo tenía mucho miedo! - Pudo decir la chica, añadiendo entre sollozos.- Nos
conocimos en una cafetería y ella, bueno, me pidió el número. Se lo di,
pensando que podría ser una amiga. Pero luego quiso quedar conmigo cada vez más
y me dijo que me amaba. Yo quise hacerla ver que eso no estaba bien. Aunque,
viendo que podía ser muy agresiva me asusté y le seguí la corriente…cuando me
escribía o me llamaba.
-¡Eso es mentira! ¿Por qué estás haciéndome esto?-
Exclamó la alucinada piloto perdiendo los nervios.-
-¡Orden!, la acusada guardará la compostura o será
sancionada.- Terció la juez.-
Kerria
se apresuró a bajar del estrado y tratar de calmar a Sabra que ahora vertía
lágrimas de incredulidad y espanto.
-¿Pero qué está diciendo?- Eran las únicas palabras
que podía articular entre gemidos.-
-Tranquila, por favor.- Le pidió en voz baja la
abogada a su cliente.- Trataré de hacerla entrar en razón.
A
duras penas Sabra pudo dominarse, se sentó de nuevo y confió en su
representante legal. Kerria subió una vez más al estrado junto a la testigo.
Entre atónita y reprobatoriamente le susurró…
-Lo que estás haciendo se llama perjurio, y es algo
muy grave. No puedo demostrarlo, pero tú sabes que lo es.
-Solo respondo a tus preguntas...- Contestó la chica
con gesto serio.-
-¿Porqué? ¿por qué haces esto?- Quiso saber la
estupefacta abogada.- Yo te he visto con Sabra, tú la amas…
-Hay una frontera muy fina entre el amor y la
obsesión, que conduce al odio.- Susurró Daphne con una dura mirada
remachando.-Ella la ha traspasado.
La
abogada, frustrada y totalmente desconcertada, apenas sí pudo dirigirse a la
juez para sentenciar derrotada.
-No hay más preguntas, Señoría.
Hastings
tomo el turno de la acusación, su colega tuvo que dejarle campo libre y él lo
aprovechó de inmediato para comenzar casi con tinte jovial.
-Buenas tardes, señorita Kensington. -Saludó.-
-Buenas tardes.- Sonrió la interpelada.-
-Veamos señorita, al parecer sus palabras no le han
gustado mucho a la defensa.
-Únicamente digo lo que siento. Y lo que he vivido. -
Replicó la joven.-
-Díganos pues.- Le pidió Emmanuel ante la aprobatoria
mirada de Martin.- ¿Es cierto que el señor Carson le pidió matrimonio , además
de porque la ama, para evitarle a usted este acoso?
-Sí, - sonrió levemente ella mirando a su prometido
con expresión amorosa.- Él lo hizo por mí. Me explicó que hubiera preferido
hacerlo con más tiempo, pero que, viéndome así, deseaba que todos supieran que
nos amábamos, cuanto antes.
Martin
le devolvió la sonrisa mientras anotaba algo en esa agendita suya. Luego asintió.
Daphne a su vez ganaba confianza en tanto le miraba. Ahora, tras esa terrible
decepción, todo el amor que había sentido hacia Sabra se había trocado en rabia
y odio. ¡Esa perra la había engañado y lo iba a pagar! Así, al verla
descompuesta, observándola sin entender nada, se regocijaba incluso.
-Sí, ¿no comprendes nada, verdad?- pensaba llena de
satisfacción.- Claro, no puedes imaginarte que te he descubierto con tu
amiguita…
Entre
tanto el fiscal quiso saber.
-¿Es verdad que mi cliente le pidió a usted que, de
momento mantuviera la prudencia con esa mujer y no la desairase?
-Sí, es verdad.- Suspiró ahora la testigo, añadiendo
con tono dramático.- Ella incluso le amenazó, no a él directamente pero, una
vez, cuando estábamos juntas… Bueno, llegó a decirme que “ si se pasaba de la
raya, no respondería” y que “era piloto de combate y estaba entrenada para
matar”
Un
montón de escandalizados murmullos recorrieron la sala. Daphne estudió con
satisfacción la expresión de miedo de su exnovia. También miró a su familia.
Sus padres, su hermano y Steph estaban con la boca abierta. Su hermana incluso
tenía lágrimas en los ojos pero la observaba con un gesto lleno de orgullo y
admiración. A su vez, la horrorizada Sabra le susurró a su también
evidentemente preocupada abogada.
-Eso no fue así. Está sacando las palabras de
contexto.
-Admito que no entiendo absolutamente nada. Es como si
fuera otra persona.- Le respondió Kerria sentenciando con estupor.- ¡Jamás me
había sucedido algo así!
Hastings
estaba disfrutando también el momento. Ni en sus mejores planteamientos podría
haber imaginado aquello. Esa mujer que él se había negado en redondo a dejar
testificar, le estaba regalando la victoria. Tenía el caso más que ganado y las
sentencias serían bastante duras.
-No comprendo nada. Pero no seré yo quien se queje.-
Pensó más que satisfecho.-
Aunque
entonces Martin le hizo una seña para que se aproximase.
-Perdón, Señoría, con su permiso, voy a ver que desea
mi cliente.- Dijo interrumpiendo el interrogatorio.-
La
juez asintió. El fiscal se aproximó al chico. Éste le susurró algo al oído y
Emmanuel exclamó atónito.
-¿Qué?. Pero, ¡si tenemos el caso ganado!... muy bien,
el cliente es usted. Si es lo que quiere.
Los
padres del chico, que estaban sentados tras de él, le observaron asimismo con
sorpresa. Al fin, el abogado de la acusación le pidió a Olivier.
-Con su venia, Señoría, no tengo más preguntas para la
testigo. Sin embargo, por expreso deseo de mi cliente quiero hacerle una oferta
a la abogada de la defensa. Pero antes, el señor Carson solicita permiso para
dirigirse a la sala.
Tras
unos murmullos de sorpresa, la juez, que estaba tan estupefacta y llena de
curiosidad como el resto, asintió para responder.
-Tiene usted mi permiso, señor Carson. Proceda.
Y
mientras Daphne bajaba del estrado dirigiéndose a él, Martin se levantó. La
chica no tardó en abrazarle y el
muchacho, asegurándose de que se le escuchase, la felicitó.
-Lo has hecho muy bien, cariño. Todo ha salido como
pensábamos.
-Solo hice lo que me pediste que hiciera.- Le sonrió
ella.- Ser fuerte y confiar en ti.
Tras
lo cual, Daphne se fue junto a su familia. Sus padres y hermanos la recibieron
entre abrazos y palabras de admiración. Stephanie incluso llegó a sollozar.
-¡Eres la chica más valiente que he conocido nunca!
Entre
tanto, Martin tomó la palabra para declarar.
-Señoría, damas y caballeros. Mi intención no es
destrozar la vida de nadie. Solo quiero ser feliz junto a mi prometida. Tenemos
una vida por delante y no deseo arruinar ni la carrera, ni el futuro de la
acusada. Seguro que su intención no era hacerme el daño que me hizo. En su
alucinación ella cree que ama a mi novia y que ésta le corresponde. Pero hay
cosas que no pueden ser. Puesto que no son naturales. Ofrezco retirar todos los
cargos si esa mujer permanece alejada de nosotros a perpetuidad y recibe algún
tipo de tratamiento para su enfermedad, sea ésta la que sea…
La
gente aún no se había recuperado de su asombro, cuando Sabra le cuchicheó a
Kerria, entre incrédula, llorosa, humillada, devastada y furiosa.
-Acepto. ¡No quiero volver a ver a esa zorra
mentirosa y cobarde nunca más!
Su
abogada asintió despacio, apenada pero consciente de que esa oportunidad era
inmejorable. Tras la declaración de Daphne lo más probable es que la juez
elevara la severidad de todas las posibles sentencias. Y no quería ni imaginar
cuanto. Así pues, se dirigió al tribunal
con tono respetuoso y resignado para afirmar.
-Mi cliente acepta el ofrecimiento de la acusación.
-Muy bien.- Sentenció la juez Olivier.- En tal caso,
la deliberación del jurado, así como las sentencias del juicio, no serán
necesarias. Habiendo acuerdo entre ambas partes. Se cierra el proceso.- Remachó
dando un golpe de maza.-
Ahora
varios periodistas trataban de abordar a los diversos protagonistas. Kerria se
llevó a Sabra para evitarle aquello. Las dos salieron a toda prisa de allí. Por
su parte, Daphne estaba al lado de su familia, siendo felicitada por todos
cuando Martin y sus padres se aproximaron hasta los Kensington.
-Eres una mujer realmente valiente.- La alabó el padre
de su prometido.- No quiero ni imaginar lo que te habrá hecho pasar esa loca.
-Estoy bien.- Repuso la interpelada aferrándose a un
brazo de su novio para insistir.- Ahora que todo ha pasado y Martin está a mi
lado.
-Hacéis una magnífica pareja.- Sonrió la madre del
muchacho.-
-Así es.- Convino el padre de la joven.-
Martin
agradeció esos elogios y sonrió. Al fin les comentó a sus familiares y demás
personas allegadas.
-Muchas gracias. Les aseguro que siempre estaré al
lado de Daphne para que nadie pueda hacerle daño.
-Has sido demasiado bueno con esa perturbada.- Intervino
Stephanie, sentenciando.- Yo hubiera dejado que se pudriera en la cárcel.
-Es mejor perdonar.- Contestó el interpelado añadiendo
con tono paternal.- Esa pobre chica no debe ser odiada, hay que compadecerla.
Es otra víctima, te lo puedo asegurar.
Daphne
le abrazó entonces dándole incluso un cálido beso en los labios para sonrojo
del chico y de los presentes que, sin embargo se rieron, en tanto la joven
declaraba al separarse por fin.
-No hay ninguna duda para mí. Eres el hombre de mi
vida.
-¡Pues no le dejes escapar o se lo quedará Steph! -
Comentó un divertido Byron.-
Sus
padres y hermanas le miraron atónitas ¡Byron diciendo una cosa como esa! Aunque
todos se rieron una vez más. Stephanie, roja de vergüenza, incluso le
estranguló fingidamente.
-¿Es que eres tonto o qué?- Le amonestó su envarada
hermanita.-
Martin
entonces se disculpó un momento.
-Debo ir a hablar con mi abogado, para cerrar las
negociaciones.- Comentó con tinte jovial.-
Los
demás asintieron. El chico se alejó yendo hacia la sala en la que habían tenido
su cuartel general en el juzgado. Aunque Hastings no estaba allí todavía.
Martin aprovechó para ojear el contenido de esa libreta en tanto susurraba con
admiración e incredulidad.
-¡Esto es fantástico! ¿Quién será ese tipo?...Todo lo
que ponía ha sucedido punto por punto… Incluso lo que yo añadí…¡Aunque quizás
me haya pasado un poco con el comentario de Byron, ja, ja!
Y
leyó entonces algunas cosas. Por ejemplo, justo antes de que su, ya a buen
seguro novia y futura esposa, cambiara tan drásticamente de actitud hacia esa
individua.
-Sí, esa periodista o lo que sea, cumplió bien su
cometido. Aunque técnicamente no lo ha hecho todavía..- Se sonrió leyendo justo
el momento en el que la tal Marla había entrado en la habitación donde estaba
la piloto.-
“Sabra
se quedó sorprendida al mirar a esa mujer. Antes de que pudiera ni preguntarla
quien era ella misma se presentó”…
-Disculpe que irrumpa así. Me llamo Marla Sorel. Soy
periodista. Estoy siguiendo su juicio con muchísimo interés. Pertenezco al
colectivo de reivindicación de los derechos de la mujer. ¿Podría concederme
unos minutos?
-Bueno, perdone, es que debo volver ya a la sala.-
Opuso la azorada piloto.-
Esa
individua la miraba con visible interés. Además, no se recató en elogiarla.
-Es usted muy valiente, además de muy bonita. Esa
chica que ha testificado es afortunada de tenerla.- Sonrió la reportera.-
-Y yo soy afortunada de tenerla a ella.- Asintió Sabra
sonriendo ahora.-
Su
contertulia le devolvió la sonrisa, le mostró un papel con una dirección que
casi puso junto a su cara en tanto le susurraba con tono meloso.
-Por si quiere hablar de esto con más calma. Son las
señas de mi apartamento.
Un
polvillo que hizo toser levemente a la israelí se desprendió de aquel papel al
ser agitado por esa mujer cerca de su nariz. Sabra comenzó a notarse algo
extraña. Apenas sí se dio cuenta de que esa chica la tomaba cuidadosamente de
la nuca y aproximaba sus labios a los de ella, estampándole un beso…
-Esa mujer debió de usar alguna sustancia aturdidora.
Luego llegó Daphne y las vio. Y él hizo que odiara a esa tortillera. - Se
sonrió Martin.- Al menos eso pone aquí. Bueno, esto parece brujería, pero no me
importa, si hubiera tenido que venderle mi alma al diablo por poseer a mi
futura esposa lo habría hecho sin dudar. No sé.
Quizás ese tipo sea el mismísimo demonio, aun así, le estaré eternamente
agradecido…
Y
siguió ojeando aquel cuadernito un poco más…curiosamente esas páginas hacían
referencia a sus rivales en el juicio.
-Sí, esto ha ocurrido hace apenas unos minutos.-
Pensó, leyendo con interés.-
“Al
concluir la vista el público fue desalojando la estancia, Sabra fue escoltada
por Olivia que había vuelto hacía poco”…
-No lo entiendo.- Comentó la atónita mejicana.- Cuando
telefoneé a la base para confirmar la movilización me platicaron que no tenían
ni idea de a qué llamada me refería.
-Mejor que haya sido un malentendido.- Comentó Kerria
que estaba más preocupada por su cliente ahora, cuando añadió dirigiéndose
precisamente a ella.- No creo que haga falta que vengas a ultimar el acuerdo.
-No. - Suspiró la israelí afirmando con tono
reconocido pese a todo.- Confío en ti. Sé qué harás lo mejor. Y también soy
consciente de que no te lo he puesto fácil. Gracias por luchar hasta el final.
-Todavía estoy muy confusa y asombrada.- Admitió la
letrada comentando a sus interlocutoras.- Esa chica estaba mintiendo en el
estrado. ¡Lo sé! Mi instinto no me engaña. Cuando vino a vernos era sincera. Vi
cómo te besaba, Sabra.
-Yo también la creí.- Se lamentó la piloto,
sentenciando.- Pero nos engañó a todos. Seguro que hizo eso de común acuerdo
con su novio…
-Entonces cometió perjurio y lo hizo como si tal
cosa.- ¿Verdad?- Terció la atónita Olivia.-
-Así es.- Confirmó Kerria.- Como ya os he dicho, no tengo la menor duda.
-¿Pero eso es un delito, no?. Su testimonio quedaría
invalidado. Al menos eso creo, no sé mucho de leyes.- Terció la mejicana.-
Quizás podríamos apelar…
-Lo malo es que sería imposible para mí demostrar
eso.- Suspiró la abogada.- Y hemos aceptado el acuerdo. Ya no viene a cuenta.
-¡De todos modos, si ha sido capaz de hacerme esto no
quiero volver a verla nunca más! - Espetó Sabra entre dolida y furiosa,
remachando.- Que sea muy feliz con ese tipo. Después de todo, quizás haya que
compadecerle a él. Después de todo me ha hecho un favor. ¡Menuda bruja se
lleva! Al final él tenía razón, deben de estar hechos el uno para el otro.
-No sé. A mí ese muchacho no me pareció mala persona.-
Comentó la mejicana.-
-¡Que se jodan él y todos los tíos! - Espetó la
israelí.-
-¿Qué piensas hacer?- Quiso saber Kerria obviando ese
desafortunado comentario.-
-No lo sé. Dependerá de la distancia a la que deba
mantenerme de la feliz parejita.- Replicó su interlocutora con manifiesto
sarcasmo.-
-Tal y como están las cosas, no creo que nos exijan
menos de quinientos kilómetros.- Repuso la abogada.-
-Me parece bien, la base en donde estoy destinada está
casi a mil de aquí. Y hasta eso me parece insuficiente. Puede que pida el
traslado a la Tierra. Ahora soy yo quien no quiere estar en el mismo planeta
con esa furcia.
-Debes calmarte.- Le pidió amablemente Kerria.-
Comprendo cómo te sientes, pero así solo lograrás hacerte más daño.
-No me importa. Solamente quiero volver a mi vida,
estar con mis compañeras y olvidarme de esto lo más pronto posible.- Sentenció
Sabra.-
-Ha sido un placer conocerla, señorita Malden. La
mayor Hunter no se equivocaba al recomendarla.- Terció una apurada Olivia dirigiéndose
a la letrada.-
-Es verdad.- Concedió Sabra más tranquila ya y
estrechando la mano de su todavía abogada.-
-Muchas gracias por todo, Kerria. ¿Tienes pensado
quedarte algo más?. Lo digo por invitarte a tomar algo.- Propuso aunque de
inmediato matizó azorada.- No me interpretes mal. Sé que tienes pareja.
-Gracias. De veras.- Sonrió la aludida quién no
obstante, comentó.- Pero en cuanto concluya esto quiero salir lo antes posible
para la Tierra. Echo mucho de menos a mi esposa y a mi hijo.
-Te deseo lo mejor.- Afirmó la israelí despidiéndose.-
Olivia
hizo lo propio y ambas oficiales se alejaron por el pasillo en el que estaban.
Kerria las observó marchar suspirando consternada. Todavía no había entendido
qué demonios había pasado. Se encogió de hombros lamentando no poder hacer más
y se encaminó hacia la sala de la acusación.
-Viene hacia aquí.- Se dijo Martin, aunque enseguida
leyó.- Bueno, es turno de esa extraña individua…
Y
Marla, puesto que de ella se trataba, caminaba en la dirección opuesta a la
abogada.
La periodista enseguida posó sus ojos sobre aquella
mujer.
-Vaya, si es la mismísima Kerria Malden. Creo que iré
a hacerle unas preguntas. Y de paso, a ver si me reconoce.
Aproximándose
con paso seguro e incluso descarado, se caló unas gafas de sol y abordó a la
letrada cuando ésta se había detenido por unos instantes a consultar su Tablet.
-Disculpe. Soy periodista, de la gaceta de Nature. He
estado siguiendo este juicio, ¿podría hacerle unas preguntas?
-No dispongo de demasiado tiempo.- Repuso Kerria sin
tener muchas ganas de pararse a hablar ahora.-
-Solo serían un par de ellas. Es muy importante que el
público sepa la importantísima labor que usted desarrolla para la defensa de
los derechos de las mujeres.
-Bueno, únicamente soy una abogada que ha representado
a su cliente de la mejor manera que ha sabido.- Replicó modestamente la
letrada.-
-Es usted muchísimo más. Cantante famosa, activista
por los derechos civiles. Toda una inspiración y un ejemplo para las ciudadanas
de este planeta que, desgraciadamente, son presa de las garras de tanto macho
retrógrado. Por eso sus opiniones nos harían un gran bien.
Un
poco azorada por tanto cumplido Kerria sonrió levemente. Asintió, en efecto era
algo muy importante. Pese a estar cansada y deseosa de terminar de una vez con
ese trato y volver a su hotel, accedió a dedicarle unos minutos a esa mujer.
Aunque mirándola detenidamente, pese a esas absurdas gafas de sol que llevaba
le resultó familiar. Juraría haberla visto antes.
-¿Nos conocemos quizás?- Inquirió ella por su parte.-
-Puede que de alguna rueda de prensa que haya usted
dado. Estuve en la Tierra hace tiempo.- Alegó Marla que, sin quererle dar más
pábulo a la reflexión en esa materia a su contertulia, soltó su primera
pregunta a bocajarro.- ¿Cómo se siente siendo un baluarte del feminismo contra
los abusos del heteropatriarcado y de todos los hombres en general que subyugan
a las mujeres a su conveniencia?
-Bueno. Replicó la interpelada.- Quizás eso sea
exagerar un poco. No soy ningún caso aislado. Hay muchísimas personas que
luchan por eso mismo. Y tampoco creo que todos los hombres sean unos opresores.
De hecho, hay muchos de ellos que están siendo oprimidos por los convencionalismos
sociales.
-Pero son los hombres quienes han forjado estas
cadenas.- Alegó la periodista.-
-No todos.- Rebatió Kerria.- Y existen también muchas
mujeres que están ancladas en prejuicios que deberían estar totalmente
superados. Este juicio ha sido la prueba. Aun se ve mal el amor entre personas
del mismo sexo. Y debo decir que es una tendencia que lamentablemente está
ganando muchos adeptos. Es como si estuviera recuperando ese antiguo ascendente
que le daban las religiones y los estereotipos culturales de otros tiempos.
-¿Ha decidido usted si van a apelar esta sentencia? -
Quiso saber Marla.-
-Por expreso deseo de mi cliente no lo haremos. Ella
prefiere dejar las cosas como están. Y además, dado que hemos alcanzado un
acuerdo, no ha existido sentencia que apelar - Explicó una entristecida
letrada.-
-Su clienta. ¿Sabe si podría entrevistarla?- Inquirió
con especial interés.-
-Eso no puedo decírselo.- Repuso Kerria.- Tendría que
discutirlo con ella.
-Sería un placer, si pudiera localizarla. –Comentó
sibilinamente la reportera.-
-Lo siento, no puedo darle esa clase de información.-
Se disculpó la abogada para despedirse.- Debo irme ya.
-Claro, muchas gracias por sus palabras.- Sonrió Marla
pensando entre divertida e interesada.- No pasa nada, ya la encontraré…
Martin
sonrió satisfecho. Ahí terminaba ese párrafo.
-¿De qué conocería esa individua a Kerria?- Se
preguntó con curiosidad.-
Sin
embargo, nada aparecía ahí sobre eso. De modo que se guardó la libreta en tanto
esperaba la llegada de esa abogada. También marcó el teléfono de su propio
letrado para avisarle.
-¿Señor Hastings? Sí, creo que la señorita Malden
viene hacia aquí. ¿Podría ocuparse usted de concluir con esto? Quisiera irme a
casa con mi familia y mi prometida. Gracias. El placer ha sido mío, adiós…
Y
acto seguido salió de la habitación, se guardó la libreta en el bolsillo y fue
a reunirse con su novia y el resto de sus allegados para celebrar aquella gran
victoria.
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