martes, 25 de julio de 2017

GWTN30 Un difícil entramado


Una vez dentro de la casa, los recién llegados no tardaron en ir a comprobar el estado de Mei Ling. Deborah sobre todo la miraba con inquietud, viendo como esa pobre desgraciada sudaba copiosamente. Trató de encontrarle el pulso pero apenas sí era capaz de hacerlo.



-Se está debatiendo entre la vida y la muerte.- Les comentó a los demás con manifiesto temor.-

-¿Y si le diéramos una alubia?- Quiso saber Giaal que había traído algunas consigo.-

-No sé si podrá comerlas o si su organismo sería capaz de asimilarlas en su actual estado.- Declaró Debbie.-



            El alien intentó incluso pasarle algo de su energía, pero no dio la impresión de surtir efecto.



-Quizás la parte de ella que todavía es humana pueda absorber algo y eso le permita tener mayor fortaleza para resistir.- Elucubró Giaal.-

-¿Qué más podemos hacer?- Inquirió Sabra, compadecida de aquella infeliz.-

-Esperar, únicamente eso.- Repuso su interlocutora.-



            En su casa, Sonia era incapaz de dormir. No sabía que hacer. Pensó en llamar a Ben y hablar con él pero era muy tarde. Suspiró. Se tumbó sobre la cama tratando de decidir. Aquella era una encrucijada en su vida. Si se quedaba perdería todo aquello por lo que había estado trabajando durante años. Sin embargo, si se marchaba, su conciencia no la dejaría estar tranquila, pensando en que había abandonado a su pareja en una situación tan terrible. Por otro lado, esas mujeres le habían asegurado antes de marcharse que harían cuanto estuviera en su mano para ayudar a Mei Ling. Y ella misma le suplicaba que se fuese.



-Tengo que intentar dormir.- Se dijo.- Mañana, en cuanto me levante llamaré a Ben y le diré que me ayude.



            Al menos si algo la reconfortaba eran las palabras de aquellas mujeres que la visitaron. Sin ir más lejos. Esa individua de larga cabellera azulada que le aseguró con tono animoso.



-No tema, la encontraremos y la curarán.

-¿Quiénes son ustedes?- Quiso saber la modelo observándolas entonces con gesto de estupor. Como si tras el miedo inicial por Mei Ling volviera ahora a centrarse.- ¿No son periodistas, verdad?

-Pues claro que lo somos. Aquí tiene mi tarjeta.- Le ofreció su interlocutora presentándose.- Me llamo Reiko Aya. Del Canal Galaxia.

-Pero tenemos buenos contactos.- Intervino entonces la otra mujer de largos cabellos rojizos.- Y les informaremos de todo cuanto hemos visto aquí. Eso ayudará a localizar a su… amiga…

-Es mi novia.- Admitió Sonia con una media sonrisa ahora, para afirmar.- Y ahora más que nunca me he dado cuenta de lo mucho que la amo.

-¿Podría citar esas palabras?- Quiso saber esa individua bajita, vestida con un traje masculino de rayas blancas sobre fondo negro.-



            La española suspiró bajando la mirada. Si ella misma lo acababa de confesar no veía por qué no. No obstante, le pidió a esa mujer una vez más, con tono de ruego.



-Si por mi fuera no habría inconveniente, pero, ¡por favor!, eso pondría en aprietos a otras personas.

-No se preocupe.- Sonrió amablemente Tania para aseverar, más dirigiéndose a esa tal Nezu que a la modelo.- No sería ético tomar ventaja de una situación así.

-Por supuesto que no.- Agregó la mujer que se había presentado como Akane Karasuma que sin elevar la voz, dijo con tinte aparentemente afable.- Y a nuestra jefa, la señorita Galaxia, eso no iba a gustarle nada. Me gustaría ver cómo, quien fuera capaz de filtrar esta noticia, se lo iba a explicar.

-Claro, por eso no lo haré. No estaría nada bien.- Se apresuró a contestar Chuuko, dirigiéndose sobre todo a sus compañeras, con tono conciliador.-

-Su intimidad estará a salvo. Por lo demás, trate de descansar, señorita Calderón.- Le pidió la tal Reiko en tanto se despedía remachando.- Todo saldrá bien.



            Sus compañera Karasuma salió tras ella de la casa tras dedicarle a la española una animosa sonrisa. Lo mismo hizo Nezu quien se limitó a encogerse de hombros con cara de circunstancias. Al fin esa muchacha pelirroja, Tania creyó recordar que se llamaba,  iba a irse también. Sonia le sonrió dándole las gracias.



-Si vas a la Tierra y nos vemos allí, te prometo una entrevista. Eres una buena chica. Espero que también llegarás a ser una gran periodista. Y.. si puedo ayudarte a conseguirlo, estaré muy contenta.

-Muchas gracias, eso espero yo también. Y tenga ánimo, señorita Calderón. Todo se arreglará. - Repuso esa joven antes de salir.-



            Sonia cerró la puerta tras ella, ahora, al fin a solas, fue incapaz de evitar romper a llorar de nuevo. Estaba angustiada y muy asustada. Y tras unas horas seguía dándole vueltas, acostada e incapaz de poder dormir..



-Mañana se lo diré. Lo siento en el alma Ben, pero no puedo seguir adelante con esto. ¡No puedo!- Musitó …



            Por otro lado, y ajenos por completo a estas situaciones, los Adams recibieron la visita de sus amigos Scott, Clarisa y su pequeño Franklin. Wina enseguida saludó al crío con el que se llevaba muy bien. El niño miraba con curiosidad por todas partes de la casa.



-Ven, te enseñaré mi cuarto.- Le propuso jovialmente la hija de los anfitriones.-



            Los adultos sonrieron, era una imagen muy tierna, Wina llevando al crío de la manita, como si de su hermana mayor se tratara. Cuando finalmente los dos se fueron de la entrada Melisa hizo pasar a sus invitados al salón.



-Me alegra veros, chicos. Últimamente no hemos podido apenas coincidir.

-Sí, os pasáis muy poco por el Clargin.- Repuso Clarisa casi sonando algo reprobatoriamente.-

-¡Ojalá pudiéramos ir todos los días!- Suspiró Clyde.-



Scott quien, con su traje mejorado, podía andar y moverse perfectamente, declaró entonces con un tono entre resignado y hasta evocador…



-Te entiendo  muy bien, cada día tenemos más trabajo. A mí también me gustaría tomarme unas vacaciones. ¡Y yo que pensaba que durante mi etapa de estudiante trabajaba mucho!

-¡No lo entiendo!- Se rio ahora Clarisa.- Con todo lo que habéis inventado para hacer la vida más cómoda y sencilla para la gente y sois precisamente vosotros los que parece que no tenéis un respiro.

-Es lo que pasa con la ciencia.- Terció una divertida Melisa.- Es adictiva. Y precisamente hablando de eso, la próxima semana voy a hacerme cargo oficialmente de las Fairy Five.

-Felicidades.- Le dijo Scott.-

-Gracias. Tendré que ponerme al día rápidamente, de hecho, he estado estudiando algunos de sus proyectos. Uno en particular me llamó la atención.- Les desveló ella.- Tanto Clyde como yo estamos algo sorprendidos, quizás si luego te los muestro, podrías darnos tu opinión.

-¿De qué se trata?- Quiso saber su interlocutor.-

-En realidad es algo más relacionado con la biología, que con la mecánica o la robótica. No es nuestro campo pero aun así nos pareció curioso.- Declaró la científica.-

-Pues en ese caso, estoy igual que vosotros. Yo soy informático.- Les recordó el joven.-

-Sí, pero quizás como conoces bien a la doctora Wallance, que es muy amiga tuya, le podrías comentar un poco en qué consiste. Pudiera ser que ella nos ayudase.- Le propuso el doctor Adams.-



            Su contertulio asintió, no veía porqué no. Y a Sandy le encantaban ese tipo de cosas. Dejando a un lado ese tema se dispusieron a sentarse a la mesa. Melisa fue a avisar a su hija para que viniera con Franklin.



-Cariño, trae a nuestro invitado.- Le pidió en tanto iba hacia el cuarto de Wina.-



            Melisa pasó y nada más verles sonrió. Ahí estaba su hija tratando de contarle un cuento a ese niño. Aunque era la chica quien tenía cara de asombro.



-¿Y porqué se convirtió en príncipe cuando la princesa le besó?- Preguntaba el extrañado crío, alegando no sin una madurez impropia de su corta edad.- Siendo una rana no se podía convertir en una persona, sus células no son iguales.

-Bueno, no.- Pudo musitar la perpleja Wina que apenas pudo argüir a su vez.- Es que es un cuento. Lo que sucede no tiene que ser verdad, es solo, una historia…

-¡Ah! como Santa Klaus.- Exclamó el niño.-



            Ahí sí que la muchacha no supo que responder a eso. No quería confirmar las palabras de su pequeño interlocutor por si acaso. Afortunadamente, su madre cortó aquello llamándoles.



-Vamos a la mesa.- Les indicó Melisa tan sorprendida como su propia hija.-



            Los dos obedecieron de buena gana porque tenían hambre. Wina ayudó al pequeño a sentarse encima de un almohadón para acercarle a la mesa. No pudo reprimir una sonrisa. Tan pequeñajo que era y tan serio, escrutando el plato y los cubiertos.



-¿Lo has pasado bien con Wina?- Quiso saber su madre, mirándole a su vez con una sonrisa.-

-Sí.- Asintió el crío, comentando de seguido con tono algo crítico.- Pero se cree muchas cosas sin base científica, como dice papá.



            El resto se quedaron perplejos, sobre todo Melissa y Clyde. ¡Un niño tan pequeño y diciendo esas cosas!



-Siempre está igual.- Se sonrió Scott con cara de circunstancias.-

-¿Qué quieres ser de mayor?- Le preguntó Melissa con tono jovial.-

-Pues científico, como papá.- Repuso él de inmediato, sentenciando.-  Él dice que todavía queda mucho por descubrir, pero me quiero dar prisa o lo descubrirá él antes.



            El resto rio ciertamente divertido por aquella ocurrencia. Wina asintió solidariamente para convenir con el niño.



-Yo también quiero ser científica como mis padres.

-Pero no puedes creer en hadas y esas cosas si eres científica.- Opuso el crío.-

-¿Porqué no?- Inquirió la muchacha a su vez.-

-No sabes si existen.- Respondió él.-

-Tampoco sabemos que no existan.- Sonrió ella.-

-Es verdad.- Concedió Franklin ante las atentas y atónitas miradas de los mayores.- Bueno, cuando sea un poco más mayor haré algún experimento a ver si las encuentro.- Remachó haciendo reír a todos una vez más.-

-Pues ya te puedo adelantar que sí existen. Y que tengo la prueba.- Sonrió Melisa al fin, para contarle.- ¡Estás las Hadas Cinco, que son todas científicas y yo soy una de ellas!



            El crío observó a la doctora Adams con los ojos muy abiertos, provocando una vez más la hilaridad de los adultos. Así, una vez pasado aquello,  todos hablaron de sus cosas. En uno de esos momentos, Clarisa comentó una de tantas veces en las que cambiaban de tema.



-La que suele venir mucho con Wina es su amiga Nelly. Es una muchacha muy buena. Siempre trata de animar a Ginger.

-Sí, ella fue la última en ver a Dean según parece.- Añadió Scott.-

-Su pobre madre debe de estar pasando un calvario.- Comentó ahora Clyde.- Ese chico desapareció y lleva mucho tiempo sin dar señales.

-Aunque, al parecer, llama de vez en cuando a Nelly y ella enseguida va a contarle a Ginger lo que él le escribe.- Afirmó Clarisa.-



            Wina guardó un incómodo silencio. No podía decirles a sus padres, ni a sus invitados cual era la verdad.



-Pues Nelly podría hablar con él y persuadirle para que regresara. ¿Verdad, Wina?- Preguntó Scott sorprendiendo a la muchacha que dio un respingo.-

-Perdón, estaba distraída.- Se disculpó ella de inmediato, arreglándoselas para contestar.-  Sí, sí claro, creo que lo está intentando según me dijo, pero que Dean le ha pedido un poco de tiempo…



            Los demás asintieron, por suerte pasaron después a abordar otros temas y tras una velada muy entretenida Clarisa, Scott y su hijo se fueron. Wina se quedó con gesto reflexivo tras verles alejarse.



-¿Qué piensas, hija?- Quiso saber Melissa.- Te noto muy callada.-

-Bueno, pensaba en Nelly.- Confesó la joven.-

-¿Has sabido algo de ella?- Se interesó su interlocutora.-

-No últimamente. Esta tarde no se pasó por el Clargin. - Le explicó su hija confesando con tono inquieto.- Me tiene algo preocupada. No sé. Ya te conté que no es como antes…

-Dale tiempo, cariño.- Suspiró Melissa.- Ha pasado por mucho. Y eso, a veces cambia a las personas.



            Desde luego, ella lo sabía por propia experiencia. Aunque en su caso fue un cambio para bien. No obstante, desconocía la situación por la que estaba atravesando nelly, algo le decía que Wina no le contaba todo. Empero, decidió no trata de sonsacarle. Confiaría en su hija y si esta deseaba hacerle partícipe de algo más, estaría ahí para escucharla.



-Bueno, espero que esté bien.- Deseó la muchacha.-



            Melisa asintió, en tanto le decía con tinte más jovial.



-Bueno, ahora vamos a recoger un poco la mesa.



            Y así lo hicieron ayudando a Clyde que ya estaba en ello. Al poco se fueron a acostar, era tarde ya. Sin embargo, Wina se durmió pensando en su amiga.



-¡Ojalá que no cambies, siempre fuiste una buena persona!- Deseó.-



            El objeto de sus preocupaciones estaba en la cama también, aunque ahora en la suya propia. Su padre y su, digamos futura madrastra, compartían el lecho y Orix dormía en el cuarto de al lado. De momento ya le había dado a Edgar más que suficiente por esa semana. Y desde luego Kassandra tuvo razón, funcionó. Tanto que ese tipo le había dado permiso para entrar y salir cuando quisiera. Durante algunos días ella lo tomó al pie de la letra, estando ya preparada salió de puntillas, iba ataviada con un sugerente vestido que dejaba ver parte de sus encantos, amén de llevar una falda realmente corta. Tras ponerse unas sedosas medias tomó un par de zapatos negros de tacón que Edgar se había apresurado a comprarle. Después de asegurarse de que su hermano y el resto dormían, salió. No tardó en tomar un deslizador taxi que había llamado minutos antes y dirigirse hacia una de las zonas más animadas de la ciudad a esas horas. Esta vez no tuvo complejos, ni dificultades, entró en un bar de alterne y tomando asiento cerca de la barra se fijó en el primer tipo medianamente potable que vio. Sonriendo de modo lascivo se aproximó a él susurrándole al oído.



-¿Me invitas a una copa?



            Aquel individuo, de pelo castaño y alrededor de los cuarenta, la miró gratamente sorprendido para asentir de inmediato y replicar.



-Claro, lo que quieras, preciosa…



            Nelly sonrió. Kassandra la había enseñado bien, y volvió a pensar en cuanta razón tenía. Los hombres eran fáciles, muy fáciles…y la chica iba bien provista, dado que en el bolso que llevaba no faltaban preservativos. Los mismos que Edgar empleaba con ella. Y ahora haría un buen uso de ellos. Quizás, si cada noche lograba un objetivo, su cuenta en créditos podría aumentar de modo espectacular. Sí, todos esos tipos tenían una gran debilidad por una jovencita tan sexy y atractiva como ella, pero que lucía una carita de ángel por contraste.



-Y pienso explotar eso al por mayor, ¿para que centrarme solo en ese idiota de Edgar?- se dijo con ambiciosa malicia.-



            Al día siguiente las cosas parecieron más tranquilas y  Sonia se despertó. Había dormido poco y al mirar en el espejo suspiró con desaprobación. Tendría que maquillarse muy bien para la cita de esa mañana. Al fin anunciaban su partida. Sin embargo, todo lo sucedido ayer le vino de golpe a la memoria.



-Tengo que hablar con Ben. Es el único que puede comprenderme.- Se dijo.-



            Se preparó lo mejor que pudo tras darse una ducha y desayunar ligero. Luego esperó al vehículo de la productora. Por suerte los paparazis se mantenían tras un cordón de guardaespaldas y agentes de seguridad. Oculta tras unas gafas de sol pudo abordar el vehículo.



-A los estudios, por favor.- Le pidió al conductor.-

- Como usted mande, señorita.- Replicó éste con tono algo siniestro en tanto observaba el reflejo de sus rojizos ojos en el espejo retrovisor.-



            De mañana Edgar se levantó tras haber dormido bien. Desde luego esas tardes a solas con Nelly le relajaban bastante. Y Kassandra tampoco se quedaba corta. Sin embargo, esa noche estuvo tan agotado que ni tuvo ganas de aquello. Ahora, tras ponerse en pie e ir a la cocina encendió  como siempre el móvil y miró el correo. Sorprendido, vio que tenía un ingreso de dos mil créditos en su cuenta del banco.



-Vaya, no recuerdo haber ganado nada. Ya preguntaré.- Se dijo tan atónito como encantado.-



            Kassandra se levantó enseguida y él la hizo partícipe de aquello.



-A lo mejor es que tienes un benefactor misterioso.- Se sonrió ella.-

-No sé. Lo mejor será comprobarlo, que luego puede ser un error del banco y encima me cargarían a mí una multa.- Comentó desconfiadamente su interlocutor.-



            Aunque su pareja pensaba no sin equivocarse demasiado que su joven aprendiza podría tener algo que ver en eso…



-Al parecer la chica es lista. Mucho más de lo que yo pensaba.- Reflexionó.- Puede que ya esté preparada…



            Al poco Orix se despertó. Enseguida fue a ponerse su desayuno.



-Buenos días.- Saludó a su padre y a Kassandra.-

-Buenos días.- Respondieron los dos de buen humor.-

-¿No se ha levantado todavía tu hermana?- Quiso saber esa mujer.-

-No que yo sepa.- Pudo responder el chico.-



            Aunque le sorprendió gratamente oír a su padre intervenir con tono jovial.



-Déjala. Estará cansada. La pobre ha estado trabajando mucho últimamente y ayudando en casa.

-Llegará tarde al colegio.- Opuso Kassandra con tono algo preocupado.-

-Pues la disculparé y se acabó.- Sonrió afablemente Edgar.-



            El niño sonrió contento. Se alegraba mucho de que su padre y su hermana hubieran hecho las paces. Desde hacía unos días desde luego estaban muy cambiados. Esas caras largas y de desprecio mutuo y aquellos incomodísimos silencios habían dado paso a sonrisas entre ambos e incluso conversaciones distendidas. Y la prueba la tuvo cuando vio entrar a Nelly en la cocina, la chica tenía cara de cansada y hasta ojeras.



-Buenos días.- Pudo decir entre bostezos.-

-¡Hola cariño! - Replicó de inmediato su padre con tono algo extraño, que enseguida se cuidó de disimular inquiriendo con lo que parecía preocupación.- ¿Te encuentras bien? Tienes mala cara.

-Apenas si pude dormir.- Confesó ella.-

-Pues no se hable más. Hoy quédate en casa si quieres. Ya llamaré yo al instituto.- Se ofreció él.-

-¿De veras?- Sonrió tímidamente la muchacha.-

-Claro, desayuna bien y luego descansas.- Le comentó Edgar.-



            Y una vez dicho esto, tanto él como Kassandra salieron de la cocina listos para ir al trabajo. Nelly se ocupó de poner a calentar la leche en tanto Orix se dirigía a ella declarando con alegría.



-¡Es estupendo que papá y tú os llevéis tan bien ahora! Mamá estaría muy contenta.

-Sí claro. - Musitó la joven a quien la sonrisa que lucía pareció congelársele en ese instante.-



            Su hermano, ajeno a eso, enseguida terminó su desayuno para despedirse con tinte jovial.



-Hasta la tarde, ¡suertuda! Yo sí que tengo que ir al colegio.

-Adiós Orix. Que tengas un buen día. - Musitó ella, intentando pese a todo, volver a sonreír.-



            Al cabo de un rato la muchacha terminó su propio desayuno. Ahora estaba sola en casa. Despacio entró en su cuarto y no pudo evitar tomar la foto de su madre y su hermano, esa que tanto quería, al estar los dos posando junto a  ella con una expresión alegre. Tuvo que dejarla enseguida sobre la mesita de su habitación puesto que no pudo evitar las lágrimas. El sentimiento de culpabilidad y el desprecio hacia sí misma la llenaban ahora. Quizás antes no fuera un ser humano por nacimiento. Ahora ya pensaba que ni siquiera lo era moralmente. Lo único que la consolaba era saber que su pobre madre no podía verla y que Orix ignoraba eso completamente.



-Todo lo haré por ti, hermanito.- Suspiró enjugándose aquellas lágrimas.- Eres al único al que de verdad quiero. ¡Ganaré dinero, ganaré mucho para ti y para mí! Quizás así podamos irnos pronto de aquí.



            Recordaba la noche pasada. Como fue con aquel tipo, sin titubear esa vez, a los reservados de aquel local, el modo en el que hicieron el amor. Ella le complació de muchas maneras y se llevó diez mil créditos. Y es que ese hombre terminó encantado. Incluso no se privó de decir que la recomendaría. De modo que era incluso bienvenida. Ningún portero le hacía preguntas al verla llegar. Es más, ahora podría ir allí a ejercer casi todas las noches. El dueño del local habló con ella, le cobraría una comisión y de paso le cedería alguna habitación. Así, su fama se iría extendiendo y clientes a buen seguro que no le iban a faltar. Eso pensó al iniciarse, unos días antes. Y las cosas daban la impresión de ir viento en popa. De hecho, la joven atesoraba ya unas cuantas decenas de miles de créditos en sus cuentas en apenas una semana.



-Me volveré rica, muy rica. Entre estos trabajos y el fondo de mamá. - Se decía tratando de darse un pretexto, alguna meta noble que la sostuviera.- Entonces apartaré a Orix de este desgraciado y de esa fulana. Y…eso es… le daré buenos estudios y una vida en la que no le faltará de nada. Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa por él y por mi venganza…



            La que también estaba dispuesta, pero para algo menos cuestionable, era Stephanie. La chica aguardaba con impaciencia que terminase la jornada escolar. Entonces llevaría a cabo su plan. Esta vez iría sola. No quería que su pobre hermana pudiera encontrarse con esas dementes de nuevo.



-Le ahorraré esa humillación y ese mal trago.- Se dijo.-



            En eso que, al término de una de las clases, su compañero Trent se acercó. Era alto, moreno y de unos ojos azules profundos y seductores. Tenía además una sonrisa realmente maravillosa. Y lo mejor de todo, parecía haberse fijado en ella al fin.



-Hola Steph.- La saludó jovial.-

-Hola.- Sonrió ella sintiéndose azorada.-

-Vaya rollo de clases. Tengo ganas de terminar. - Suspiró él acercándose peligrosamente, al tiempo que añadía.- Disculpa, espero no molestarte con tonterías.



            En realidad a Stephanie no le importaba en absoluto que se aproximara a ella. Más al contrario, estaba encantada. Le sonrió una vez más con rubor. El chico entonces le propuso con tono desenfadado.



-¿Te apetecería pasear un poco cuando terminemos?...Creo que en el parque han puesto un quiosco que hace helados muy buenos.

-Me encantaría.- Se apresuró a replicar ella, tratando de matizar.- Me encantan los helados, claro.



            Aunque enseguida recordó su idea. Y además, Daphne siempre le había aconsejado no parecer demasiado fácil de convencer, cuando de chicos se tratara. Al menos a su hermana mayor le había funcionado. ¡Mira que le costó a Martin conquistarla! Aunque Steph creía que, en el fondo, Dap se moría de ganas por aceptar! En fin, luego pasó todo aquello tan desagradable. Pensando en eso añadió, con un estudiado tono de pesar.



-Lo siento, olvidaba que hoy tenía una prueba en la Casa Deveraux.

-¿La casa Deveraux?- Se sorprendió el muchacho queriendo saber de inmediato.- ¿Para qué es la prueba.-

-Bueno.- Pudo responder la muchacha más colorada aún.- Es para modelo.

-¿De veras, puedo acompañarte?- Le pidió él con evidente interés.-

-Si quieres…- Repuso la muchacha.-



            Eso sí que era perfecto, Daphne tenía razón, la jugada le salió a las mil maravillas. Ahora Trent parecía estar mucho más interesado. Aunque la parte mala era que allí había un montón de modelos preciosas. Y posiblemente el chico quedase prendado de alguna de ellas. Pero tampoco había que ser tan pesimista. Esas chicas eran profesionales y seguramente tendrían muchos pretendientes ya como para fijarse en Trent. En fin, fuera como fuese. Ya no había vuelta atrás. La música de vuelta a las clases sonó y ambos quedaron a la salida.



-Ahora sí que la tarde será maravillosa.- Suspiró la chica entrando en su aula, sin importarle siquiera que tocase matemáticas.-



            Y al fin llegó el ansiado momento. La pobre ni se enteró de las explicaciones acerca de ecuaciones, matrices y demás. Pero ya lo repasaría después. De modo que, tras la música, salió y al poco ese chico se unió a ella. Iba hacia la salida cuando la familiar voz de su hermana la llamó.



-Steph. Estoy aquí.- Se anunció la maestra.-



            Algo azorada la chica le susurró a Trent.



-No le digas nada de a dónde vamos…



El jovencito asintió. Y en cuanto Daphne se llegó hasta ellos, algo azorado, saludó.



-Hola señorita Kensington.

-Vaya, hola Trent.- Sonrió ella mirándole divertida.- Bueno Steph. ¿Nos vamos?- Le preguntó a la azorada muchacha.-

-Bueno, es que verás. Trent y yo íbamos a dar un paseo… si no te importa irte a casa tú sola.- Casi pudo ser capaz de musitar, roja de vergüenza.-



            Daphne sonrió con ternura e incluso algo divertida. Asintió despacio para replicar.



-Pues claro. Que disfrutéis del paseo.



            Su hermanita ni se atrevió a devolverle la mirada. Parecía que al fin, estaba con ese chico que tanto le gustaba. No sería ella la que le estropease ese plan. Así pues, se despidió alejándose de allí, salió del colegio rumbo al deslizador. Tras esperar un poco y abordarlo al fin, se sentó. Pensaba en sus cosas. Justo en ese instante un mensaje le llegó al teléfono…



-Vaya.- Se dijo al leerlo.- Por un lado me alegro. A ver si ya acabamos de una vez con esta situación…



            Era Martin, el chico le avisaba que iba a llegar pronto. De hecho se adelantaba, supuestamente iba a haber estado en la Tierra una semana más.



-Estoy deseando verte.- Le escribió ella con un emoticón sonriente para subrayar sus palabras.-



            Y así era, Dap le quería mucho. Quizás no en la forma en la que debería, tratándose de su prometido. Sin embargo, tras tantos vaivenes en sus sentimientos, había decidido que era mejor abrazar a ese chico que nunca la había dejado sola, demostrándole ser una magnifica persona y preocuparse por ella, que arrostrar la vida con incertidumbre. A buen seguro aprendería a quererle también de esa otra forma. Y además, viendo el entusiasmo de su hermanita por aquel otro muchacho, pensó que sería fácil al menos tratar de imitarla.



-¡Como pasa el tiempo, la renacuaja ya es toda una mujer! - Se sonrió con nostalgia.-



            Hacía memoria recordando a esa pequeña de apenas cuatro años que la escuchaba absorta cuando le contaba historias de princesas y de piratas. La propia Daphne tendría entonces la edad con la que Stephanie contaba ahora.  Tampoco se olvidaba de su hermano, tan alto ya. También le leía cuentos y hasta jugaba con él, cuando sus padres la dejaban de canguro.



-Os quiero muchísimo, Steph, By.- Suspiró ahora pensando decidida.- No deseo que nada os haga daño y mucho menos hacéroslo yo. Os prometo que siempre vais a estar orgullosos de vuestra hermana mayor. Como yo lo estoy de vosotros.



            En otra parte del planeta y de un modo mucho más dramático, Mei Ling se debatía aun en una lucha frenética para rechazar aquella infección. Giaal había corrido al hospital y retornado, traía un compuesto que esperaba pudiera ayudarla.



-Es un purificador sanguíneo.- Le explicó a Debbie quién a esas horas, montaba guardia junto Kyle y  a la convaleciente.-  Espero que la ayude a vencer en esta batalla.

-¡Ojalá sirviera!- Suspiró su interlocutora que, sin embargo, comentó con poco optimismo.- Pero hasta ahora ninguno de nuestros esfuerzos para traer de vuelta a alguien totalmente convertido han tenido éxito. Quizás en el caso de esta mujer todavía haya esperanza. Si no llegó a alimentarse de otro humano, ni a morir…



            Giaal escuchó aquella explicación con gesto perplejo. Esperaba que esa pobre chica pudiera salvarse. No se atrevía a preguntarle a Deborah que pasaría en caso contrario. O más bien ya lo imaginaba. Fue Kyle quien, como si pudiera leer su pensamiento, le confirmó sus sospechas empuñando una estaca.



-Sintiéndolo mucho.- Declaró el joven.- Tendríamos que usar esto en su corazón. Sería lo más misericordioso que podríamos hacer por ella.



            Entre tanto, Sonia se había visto sorprendida. Ahora viajaba en la nave rumbo a la Tierra deseando haberse podido despedir de Mei Ling. Y es que apenas recordaba lo sucedido en las últimas horas. Aquel chofer extraño se limitó a parar cerca de los estudios, o eso recordaba, para llevarla junto a Ben a dar la rueda de prensa inmediatamente anterior a su partida. Le dijo algo, pero la joven modelo no podía recordarlo. También la miró fijamente a los ojos y Sonia creyó que estos eran rojos, aunque no pudo estar segura. Al principio se asustó pero, poco a poco, fue sintiéndose tranquila y confiada. Las palabras de ese individuo misterioso resonaron en su mente.



-Todo va bien, Mei Ling estaba acatarrada y te deseó buena suerte, está deseando que llegues a la Tierra y te labres una magnífica carrera como actriz. Luego irá a verte, seguro. Tuviste esa pesadilla en la que creíste que estaba muy enferma. Pero solamente son tus propios nervios. No la pongas a ella como excusa para no atreverte a triunfar. Eres guapa, tienes talento. Serás un éxito…ella quiere que así sea.

-Seré un éxito, Mei Ling quiere que así sea.- Pudo musitar entre aturdida y en un estado casi de ensoñación.-



            De modo casi robótico volvió a meterse en el vehículo. El chofer hizo lo propio sentándose junto a ella para susurrarla.



-Una cosa más, estás deseosa de tener un encuentro íntimo conmigo…



            El extraño le susurró algo más al oído y la modelo comenzó entonces a besarle despacio, sin saber qué estaba haciendo, pero ese imperioso deseo le era irresistible. A punto estaba ya de bajar la cremallera del pantalón de ese tipo para ocuparse de satisfacerle en sus demandas cuando el claxon de otro vehículo les interrumpió. Aquel hombre, suspirando con mala gana, le dijo entonces.



-Bien, deja esto y piensa ahora en ser una estrella. Solamente en eso. Te sentirás lista para la rueda de prensa y después, subirás a la nave y te dormirás para descansar…cuando despiertes apenas recordarás nada salvo lo que te voy a decir. Mei Ling quiere que triunfes en la Tierra y tú también. Lo demás fue un mal sueño, únicamente eso.



            Y Sonia abría los ojos ahora mirando en derredor. Era como si despertase de un sueño.



-¿Qué estoy haciendo aquí?- Musitó.-



Poco a poco iba volviendo a la realidad. Estaba en un camarote privado. A bordo de aquella nave interestelar que viajaba rumbo a la Tierra. Ni recordaba el haber embarcado ahí siquiera. Se dio cuenta que estaba en camisón y acostada en la cama de esa lujosa estancia.



-Sí, seré una estrella por ti, Mei Ling. Verás cómo estarás muy orgullosa de mí.- Sonrió ahora sintiéndose algo rara.-



Y es que era como si su mente quisiera advertirla de algo pero no supiese de lo que se trataba. Fue haciendo memoria lentamente. Pensó en esa rueda de prensa que celebraron antes de partir. Estaba satisfecha. Atendió con mucha soltura y sonrisas a los periodistas y después, junto a Ben y a Percie, abordaron el cohete que les llevaría primero a Bios y de allí al planeta madre en esta lujosa nave.



-No sé. Hay algo más, algo que no soy capaz de recordar.- Pensaba dándole vueltas  a la cabeza.- No creo que sea importante…



             Después precisamente de esa rueda de prensa, el actor y en su pareja, aquel manager suyo, dedicaron miradas de extrañeza a la chica. Fue Percie quien le comentó a su novio, aprovechando un instante en el que estaban a solas.



-¿No te parece que Sonia está algo rara? Parecía un autómata.

-Serán los nervios. -Valoró Ben, afirmando.- Durante la entrevista se ha comportado de modo muy profesional. Pero ahora que lo dices, sonreía muy mecánicamente, sí. Menos mal que los reporteros estaban ansiosos por sonsacarnos algo de la película o de nuestra, ya sabes.- Se sonrió comentando con sorna.- Presunta relación.

-Sí, aunque espero que no se repita. Alguien podría empezar a sospechar. Sobre todo porque parecía tener la sonrisa congelada.- Insistió Percie.-

-No sé, intenta ponerte en su lugar y ten en cuenta que ella está renunciando a la persona a la que ama. Tendrá que hacerlo durante un buen periodo de tiempo, todo por mantener nuestra tapadera.- Suspiró Ben que parecía sentirse culpable al añadir.- Al menos tú y yo podemos estar juntos, aunque sea a escondidas, lejos de las cámaras. Eso se lo tenemos que agradecer a Sonia.



            Percie asintió, los dos salieron al fin del baño de caballeros. Ahora no cabían otras actitudes que no fueran la mera conversación entre los dos. Ya tendrían intimidad en el hotel. Así las cosas se reunieron con la modelo en la zona de abordaje de la terminal. Nada más verla esa impresión que tenían volvió. La chica miraba ensimismada a través de la gran cristalera que dejaba ver las zonas de tránsito de pasajeros que llegaban o estaban prestos a partir.



-¿Te encuentras bien?- Quiso saber un inquieto Percie con sus ojos color café fijos en ella.-

-Sí, sí estoy bien.- Le dijo la muchacha.-

-Has estado estupenda.- Se apresuró a añadir Ben con una sonrisa.-



            Y es que sabía que algún fotógrafo o paparazi estaría por ahí, oculto. A buen seguro listo para robar alguna holo foto. De modo que tomó una mano de la chica entre las suyas y la besó con delicadeza. Ella sonrió.



-¿Y esto?.- Pudo preguntar Sonia.-

-Te estamos muy agradecidos, ya lo sabes.- Le susurró su compañero.- Y cualquier cosa que podamos hacer por ti, solo tienes que decirla.



            La española asintió aunque entonces vio a alguien que captó su atención. Desde luego no hubiera esperado verla por allí. La mujer se aproximó caminando con seguridad y sin dar muestras de haberla visto a su vez.



-¡Hola Brenda!- Saludó tímidamente la joven.-



            La aludida se detuvo, la observó con gesto de sorpresa. Quizás no hubiera esperado verla allí.



-Hola.- Replicó con sequedad.-

-¿Cómo tú por aquí?¿Vas a la Tierra?- Quiso saber Sonia.-

-No, voy a la casa de modas. Tengo que solucionar unas cosas allí. - Replicó la interpelada.-



            Ahora fue la modelo quien la observó algo sorprendida. Su jefa llevaba gafas de sol, aunque allí no eran ni mucho menos necesarias. Es más, eran tan grandes que casi le cubrían media cara. Pero bueno, como era una “fashion victim”, supuso que aquella sería la última tendencia. De modo que se limitó a pedirle.



-Despídeme de las chicas, por favor.

-Lo haré… buen viaje.- Replicó adustamente esa mujer, alejándose de allí.-

-¿La conoces?- Quiso saber Percie.-

-Sí, es mi jefa, bueno la encargada de aquí. Brenda Walsh.- Repuso Sonia, añadiendo con patente extrañeza.- Pero la he notado rara. No sé, no suele comportarse así.



            Y mira que ella y Brenda habían tenido momentos bastante tirantes, pero su jefa ahora, lejos de dedicarle algún sarcástico comentario o de menospreciarla de algún modo, había actuado casi como si no tuviera idea de quién era.



-Hasta para su forma de ser está rara. Quizás le haya sucedido algo.- Supuso la española en voz alta. -



Tanto el manager como el actor se miraron encogiéndose de hombros. Aunque no tuvieron más tiempo para centrarse en ese particular, tampoco era algo que les preocupase demasiado. No era asunto suyo. Y ya tenían muchas cosas en las que pensar. En ese momento, unos empleados de la compañía vinieron a  buscarles para, vía túnel privado, llevarles al cohete. Desde allí partieron, fue cuando Sonia recordó haber viajado rumbo a la gran nave. Al llegar y trasvasar a ésta, dijo estar agotada. Enseguida la guiaron a su camarote donde se acostó. Entonces tuvo un sueño, o eso pensó, con ese extraño chofer que la había llevado al astropuerto…

           

-Vaya un sueño raro que he tenido…-Suspiró ahora que se incorporaba de la cama.- Mei Ling, Brenda, ese chófer…en fin, será toda la tensión que he soportado. Mejor será que me adecente un poco y vaya a tomar algo…- Se dijo aprestándose a ello.-



Y a su vez, ese conductor que la llevase, se reunió con Sabra que le había aguardado unas calles más al sur. Al aparcar el coche junto a la israelí, ésta le preguntó no sin cierto pesar.



-¿Lo has hecho ya… Lawrence?

-Claro.- Sonrió él replicando no sin satisfacción.- Fue fácil. Cuando las Sailor Animamates nos llamaron, poniéndonos al corriente de lo que pasó anoche en casa de la tal Sonia, la cosa estaba clara. Esa chica tenía que salir del planeta. Fue muy sencillo sugestionarla para que olvidase lo sucedido ayer. La hipnoticé para que pensara sencillamente en la rueda de prensa y su promoción.  Y de paso, ¡ya sabes!...- Se rio comentando para horror y asco de su interlocutora.- Que me hiciera una rápida… Bueno, dentro el coche, solamente tenía que agacharse y abrir la boca… yo me ocupaba de poner dentro lo otro..

-¡Eres un cerdo y un rastrero! ¿Cómo te puedes aprovechar así de una chica indefensa…?- Estalló su contertulia mirándole con desprecio, aunque enseguida las risotadas de aquel tipo burlándose de ella la hicieron suspirar tratando de reunir paciencia.-

-¡Ja, ja, ja. ja! ¡Era una broma! No hice nada de eso. A un tipo tan apuesto como yo no le hacen falta esas triquiñuelas, cariño. Bueno…- Añadió con regocijo.- Quizás contigo o con Debbie, sí. Yo puedo curaros con mi método y en nada estaréis disfrutando con un hombre como si tal cosa.

-Eso ni en tus sueños, ¡cretino! ¿Me oyes? - Espetó la airada israelí.-

-¡Ey!, o puedo haceros creer que estáis con una mujer, todo lo guapa que os podáis imaginar.- Se rio él.- ¿Las prefieres rubias, no? ¿O ahora eran más bien las morenas las que te ponían?.-Se sonrió con malicia.-



            Tentada estuvo Sabra de darle un buen puñetazo a ese imbécil. Sin embargo, decidió ignorarlo. Ya le habían advertido sobre él. Lawrence disfruta así, provocando. Si ella respondía y más aún, si lo hacía enfadada, aquel idiota se sentiría encantado.



-Anda, vámonos. Tenemos que ir a investigar ese antro.- Le cortó con tono de pocos amigos.-

-¿La casa Deveraux, no?- Inquirió él dejando ya el otro asunto, remachando con aparente entusiasmo.- Muy bien, siempre quise ligar con preciosas modelos.



            Y su compañera asintió, obviando una vez más esos comentarios, subieron al deslizador y tomaron rumbo hacia allí. Primero fueron en busca de refuerzos. El propio Kiros se les unió tras solucionar unos asuntos. Maggie a su vez, una vez terminó su turno, fue a ayudar a Giaal en el cuidado de Mei Ling. Kyle y Debbie les comentaron que, en cuanto descansaran un poco, irían también a ese centro de modas. Para cuando al fin pusieron rumbo hacia allí se les había hecho ya tarde, pero confiaban en llegar antes de que oscureciera. No obstante, cuando aparcaron ante el local, que ya estaba cerrado, el sol se había puesto haría unos minutos. Entonces Lawrence, con tono más serio y cuidadoso, le indicó a su acompañante.



-Andaros con cuidado, presiento que aquí hay unos cuantos de ellos.

-Desintegraré al primero que vea.- Sentenció Kiros.-

-Quizás todavía tengan oportunidad de ser salvados. Al menos algunos. Eso me comentó Deborah. - Le dijo la israelí.- Será mejor no precipitarse.



            Por su parte, Tania estaba a punto de marcharse. Suspirando con resignación, sus días de estancia en Nature así como su escaso presupuesto, se habían evaporado. Ya en el astropuerto junto a su equipaje aguardaba para que llegase el deslizador que la transportaría hacia la nave lanzadera. De allí a la nave regular que hacía el trayecto directo a la Tierra.



-Espero que al menos puedan ayudar a esa chica.- Se dijo.-



            Recordó cómo, al despedirse, la modelo pudo pese a todo sonreír diciéndole agradecida.



-Si vas a la Tierra y nos vemos allí, te prometo una entrevista. Eres una buena chica. Espero que también llegarás a ser una gran periodista. Y.. si puedo ayudarte a conseguirlo, estaré muy contenta.

-Muchas gracias.- Pudo responder ella, sintiendo sin embargo pesar por esa pobre mujer.-



            El sentido de reportera que poseía le decía que esa oferta era genuina. Sonia no trataba de comprarla de esa forma para que no desvelase al mundo su orientación sexual. Y además, una de las cosas más importantes en las que Tania creía era en la integridad. ¿Anunciar al público que Sonia Calderón estaba involucrada sentimentalmente con otra mujer?. Sería un bombazo, claro. Pero el modo en el que había obtenido esa información era del todo cuestionable.



-Si hay algo en lo que creo es que, antes de una noticia, está el bienestar de las personas. Es lo mismo que Kathy O ´Brian hace. Sé que ha archivado algunos documentos muy interesantes que podrían haberle reportado premios, por no dañar a inocentes. Yo quiero ser así.- Se prometió.-



Lo malo era que no todos sus colegas pensaban del mismo modo. Esa tal Nezu, por ejemplo, no parecía tener ese problema de conciencia. Afortunadamente, sus compañeras le hicieron ver que eso no le gustaría a su jefa, esa tal Galaxia. Y realmente esa individua debía de ser de temer, dado que aquella chismosa se apresuró a prometer que nada diría.



-Bueno, volveré a casa y allí llamaré a Peter, espero que con su cámara me ayude a hacer algún buen reportaje.- Se dijo arengándose. - ¡Qué remedio!...Tania, te toca volver a empezar….



            Vio entonces a la modelo que iba junto a ese actor y otro acompañante. Por desgracia estaban lejos y tras una pared de cristal. Seguramente embarcarían en una lanzadera Vip.



-Espero volver a veros, fuisteis muy amables, no lo olvidaré.- Se sonrió deseándoles a todos, sobre todo a la modelo, muy buen suerte.- Seguro que triunfaréis…



            Caminando por el parque, tanto Trent como Steph se sentían algo envarados. Iban cerca el uno del otro pero sin tocarse. Tras unos minutos de silencio, fue el chico quien se atrevió a sacar tema de conversación aludiendo a su lugar de destino.



-¡Es impresionante!, que te presentes a un casting en la casa Deveraux.

-Bueno.- Se sonrió vergonzosamente ella.- No es para tanto, muchas chica lo hacen. Eso no significa nada sino te seleccionan.

-Pero seguro que a ti sí que te eligen.- Sonrió animosamente el joven.-

-Ojalá.- Pudo musitar ella.- Es muy complicado…

-Eres guapa, alta y muy elegante.- La cumplimentó Trent con sinceridad.- Sino te eligen es que están mal de la vista.

           

            A Stephanie aquello le sonó a música celestial. El chico que le gustaba la acababa de piropear de un modo realmente hermoso. Estaba tan azorada que únicamente pudo sonreír como una tonta, creyó. Siguieron andando y llegaron al fin, era tarde ya, todavía quedaba luz pero pronto se pondría el sol. Entraron con prevención como si fueran a llamarles la atención en cualquier momento. La muchacha se acercó de forma tímida a la recepción. Una mujer de rasgos asiáticos y muy guapa la atendía.



-Dime. ¿Querías alguna cosa?- Quiso saber esta.-

-Pues, sí, vera usted. Venía para los castings, el otro día no pude quedarme.- Comentó Steph.-

-Lo siento, ahora no hacemos castings, es tarde.- Remachó la mujer.-



            Stephanie bajó la cabeza, aunque esa individua, al ver su palpable gesto de decepción, le sonrió entregándole una tarjeta.



-Mira, este es mi número, soy Bai Chen… Relaciones públicas de esta sucursal. Llámame y te informaré de cuando se harán las pruebas.

-Muchas gracias.- Pudo sonreír más ampliamente la jovencita.- Es usted muy amable.

-No hay de qué. -Repuso aquella joven quien enseguida le dijo ahora con un gesto más serio e inquieto de lo que correspondía.- Ya es tarde, será mejor que vuelvas rápido a casa. El sol se va a poner enseguida. No dejes que te oscurezca por aquí

-Claro.- Repuso Stephanie sin comprender eso del todo.-



            Tampoco era para tanto, esa mujer parecía querer meterle prisa para que se fuera.



-Ni que no hubiese luces por las calles.- Pensó sorprendida por esas palabras.-



Y desde luego que ella sabía volver a casa. Aunque quizás esa chica quisiera ir cerrando ya. De todos modos tampoco tenía nada que hacer allí. Se giró buscando a Trent aunque en un principio no pudo verle. De hecho parecía estar hablando con alguien. Salió incluso fuera del local puesto que el chico estaba en el exterior, con dos mujeres.



-¡Vaya! Lo que me faltaba, que venga cualquiera de estas y me lo robe.- Pensó algo molesta.-



            Sin embargo, se le encogió el corazón cuando reconoció a una de ellas, era esa mujer morena de zapatos de tacón de aguja, aquella individua tan grosera que estaba con la acosadora de Daphne. Ahora acompañaba a otra chica rubia, alta y delgada, de tez pálida que parecía no intervenir en la conversación. Stephanie se dio prisa en avanzar a grandes zancadas y tomar del brazo a Trent para decir de modo cortante, sin querer ni mirar a esa mujer.



-¡Vámonos!

-¡Pero Steph! ¿Qué pasa?- Se sorprendió el muchacho.-

-Luego te lo cuento…- Insistió ella.-

-Por favor, Stephanie.- Terció aquella mujer morena, con tono conciliador.- Solo estábamos hablando con tu novio.

-No es mi novio. - Tuvo que admitir ella, matizando.- Es un buen amigo…

-Ya, bueno.- Se sonrió Marla llevando aquello a donde le convenía para agregar con un sentido tinte de pesar.- Me alegro de verte, es más, quería pedirte perdón. Fui muy grosera contigo y con tu hermana. De veras, no sé cómo pude portarme así. Te pido mil disculpas.



            Eso tomó de sorpresa a la chica que asintió, tomándose unos instantes para responder, ya más calmada.



-Bueno, está bien…

-Y quisiera poder compensarte, por eso, al verte entrar abordamos a tu amigo.- Sonrió Marla señalando ahora a esa rubia.- Ésta es Blise. Es una modelo muy cotizada por aquí. Y estábamos charlando con Trent. Dice que quieres ser modelo, y creo que podríamos ayudarte.

-Es cierto, son muy amables, han dicho incluso que iban a  hacer ahora una sesión fotográfica. Que podrías ir con ellas y participar si lo deseabas.- Terció el muchacho.-

-Te garantizo que eso te ayudaría mucho en tu carrera.- Afirmó esa mujer rubia con un tono entre algo grave e insinuante que casi parecía hasta hipnótico por momentos.



            Steph les miró a los tres con una mezcla de sorpresa, prevención e interés. Esa mujer morena no le gustaba nada. Pero quizás quisiera de veras pedirle perdón y compensarla. Y si esa otra era modelo y le daba aquella oportunidad. Teniendo en cuenta que había llegado tarde a los castings.



-Es que…no puedo tardar mucho en volver a casa.- Pretextó con poco convencimiento.-

-No será más que un momento. Es aquí cerca.- Afirmó Marla.-

-Claro, ni te darás cuenta de lo rápido que va a ser.- Le prometió esa tal Blise.-



            La jovencita miró a Trent que le sonrió animoso, entonces asintió. En realidad estaba deseosa de aceptar. Además, Marla agregó oportunamente.



-A tu amigo le va a encantar verte posando para la sesión, ya lo verás. Ninguno podréis olvidar esta experiencia…

-Vale.- Asintió Stephanie queriendo saber con algo de temor.- Pero. ¿No tengo que prepararme ni nada?

-Queda tranquila a ese respecto. Allí tenemos todo lo necesario para transformarte.- Sonrió Blise con gesto algo siniestro que, sin embargo, pasó desapercibido a su interlocutora.-



            Y la modelo y Marla guiaron a esos dos muchachos a un deslizador cercano. Trent no podía dejar de mirar a esa rubia tan monumental, descalza debería ser tan alta como él, con esos tacones que llevaba casi le sacaba media cabeza. Sin embargo, caminaba como si flotase  en vez de pisar el suelo. Y esos ojos de color extraño, entre ámbar y amarillos, le hacía estar a punto de marearse cuando ella le miraba. La otra mujer, aunque notablemente más baja pese a sus altos tacones, estaba bastante bien a su vez, y parecía dedicarle mucha atención a Stephanie. Debían de conocerse de antes, y quizás no haber estado en demasiados buenos términos. En cualquier caso eso parecía haberse arreglado ahora. De modo que el chico no le dio mayor importancia. Subieron a ese vehículo y no tardaron mucho en llegar a una especie de nave industrial.



-¿Aquí hacéis las fotos?- Preguntó una sorprendida y algo incrédula Steph.-

-¡Oh sí!, es un lugar apartado, lejos de periodistas y de molestas interrupciones.- Replicó Marla.- Anda pasa.- Ofreció con amabilidad. –



            La muchacha entró abriendo una puerta que daba paso a ese local. No estaba cerrada. Quizás tuvieran seguridad y no lo necesitasen. Tras ella pasaron los demás. Estaba oscuro y la morena dijo divertida.



-Ahora  pondremos algo de luz en esto…



            Y tocó una especie de interruptor cercano. Stephanie no pudo por menos que mirar con la boca abierta en tanto la puerta se cerraba tras de ellos. Una larga fila de vestidos y complementos se sucedían colgados en muchas perchas o puestos sobre estanterías…



-Te dije que no te faltaría de nada.- Sonrió Blise.- Ahora, si quieres ir con Marla, ella te mostrará donde puedes cambiarte…No te apures por Trent, yo le haré compañía.



            La entusiasmada muchacha asintió. Trent comentó entonces con tono algo envarado.



-Bueno, te aguardo aquí…



            Stephanie asintió, aunque no le acababa de hacer mucha gracia que el chico se quedara a solas con esa atractiva modelo. Pero ¡qué se le iba a hacer! No sería por mucho tiempo.



-Pasa.- Le pidió amablemente Marla, abriendo una puerta que daba a una sala contigua.-



            Aunque aquí las cosas no eran tan agradables, la chica apenas pudo abrir la boca cuando vio a una mujer encadenada a la pared. Bueno, tras el primer susto y la impresión inicial intentó calmarse. Quizás fuera parte del atrezo para la sesión. Entonces, la sangre se le heló en las venas al oír un grito terrible que venía de fuera, ¡era Trent!



-Pero ¿qué está pasando aquí? Hummm



            Sintió la mano de Marla tapándole la boca y la nariz con un pañuelo, olía raro, no pudo ni resistirse, todo se volvió oscuro a su alrededor…



-Ahora cielo, que empiece la diversión.- Sonrió la reportera sosteniendo el ya exánime cuerpo de la muchacha en tanto jadeaba con creciente excitación.- Ya tenía ganas de tenerte para mí sola…



            Afortunadamente, Sabra y Lawrence no fueron ajenos a lo sucedido. Ambos habían llegado justo a tiempo. La israelí detuvo a su acompañante a unos metros de la sede de Modas Deveraux en tanto Kiros revisaba los alrededores.



-¿Qué pasa ahora? ¿Te me vas a declarar?- Se burló él.-

-Esa chica, la rubia. La conozco.- Le explicó ella obviando una vez más ese tipo de comentarios.-

-¿Uno de tus ligues?- Se rio el muchacho.-

-¡Cállate ya, imbécil!- Se irritó Sabra, explicándole.- Es la hermana pequeña de mi ex novia.- Suspiró ahora recordando aquello con pesar, para añadir con tono preocupado ahora.- Y está hablando con Marla. Esto no me gusta nada.



            Aunque lo que la infundió auténtico pavor fue el ver a esa alta y delgada rubia a la que desgraciadamente no podía olvidar.



-¡Maldita sea!. Es una de ellos. ¡La que trató de morderme!  Tenemos que impedir que hagan daño a esa chica.

-¿Y a ti que más te da?.¿Acaso no quieres vengarte de esa ex tuya?- Se sonrió Lawrence.-



            La mirada de pocos amigos que su interlocutora le dedicó tuvo que ser muy evidente y amenazadora hasta para el medio demonio quién, enseguida añadió, con tinte más conciliador.



-Vale. No he dicho nada.



            Aunque era tarde, el grupo de esas dos junto con Stephanie y el muchacho que las acompañaba subieron a un deslizador.



-Sigámosles. ¿Podrás rastrearles?- Quiso saber Sabra.-

-Nada más sencillo.- Replicó Lawrence.-



            Aguardaron un momento sin embargo hasta que llegó Kiros, pusieron al tanto al saiyajin quién se ofreció.



-Puedo llevaros volando, será más rápido.



            En ese instante su teléfono sonó.



-Perdonad.- Les pidió atendiendo la llamada.- Maggie, ¿eres tú? ¿Qué Deborah va a ir dónde?. Está bien, me uniré a ella. Ahora se lo cuento a mis compañeros. Sí descuida, tú también. Y yo a ti, cariño.



            Tras colgar y ante el gesto curioso de sus interlocutores les explicó.



-Mi esposa me ha llamado. Deborah viene hacia aquí. Quizás necesite refuerzos, no puedo acompañaros. Lo lamento.

-Tranquilo. Me basto yo solo contra una o dos chupa sangres.- Se sonrió Lawrence con total seguridad.-



            Y convenido esto se separaron, Kiros aguardaría la llegada de su aliada y por su parte tanto Sabra como Lawrence no tardaron en tomar un deslizador para ir en persecución de aquellas individuas.



            A su vez, en aquella casa  franca, Maggie recordó lo sucedido anteriormente que le había llevado a llamar a su marido. Una media hora antes le tomaba las constantes a la inconsciente Mei Ling. Estaba acompañada de Deborah para mayor seguridad.



-No tiene apenas pulso, me cuesta mucho encontrarlo.- Decía la enfermera con manifiesta preocupación.-

-Mientras no lo pierda del todo habrá esperanza. -Afirmó su acompañante.-

-¿Y si muriera?- Quiso saber la inquieta Maggie.-

-En ese caso tendríamos que clavarle una estaca.- Suspiró Debbie moviendo la cabeza para explicar.- Porque te aseguro que, cuando volviera a abrir los ojos, no sería ya Mei Ling.



            Solo de oír aquello la enfermera tuvo escalofríos. Ella conocía a esa mujer, habían  sido incluso pareja. Y ¿a qué no admitirlo? Aún se sentía culpable por el modo en que la dejó.



-Eso no estaba bien, pero aún así. La engañé y ella, pese a que lo nuestro era antinatural, si fue fiel y demostró que me quería. Mei Ling. Haré lo posible por salvar tu vida o al menos tu alma.- Musitó, añadiendo ahora en voz alta.- No puedo creerlo, aunque lo esté viendo.

-Lo malo de esto es que no importa las veces que lo hayas visto, no estás preparada para ello nunca.- Replicó Debbie contando con pesar a su espantada interlocutora.- ¿Sabes lo que es tener que clavar una estaca en el cuerpo de un niño que ha sido convertido?. Llegas a quedar paralizada por el horror. Y además, porque tu mente se niega a creer que lo que tienes delante ya no es un ser humano. Sobre todo cuando te lloran y te suplican. A  pesar de saber que está muerto, aunque te digas que es un monstruo, tener que hacer algo tan horrible, observando el rostro de un niño, muchas veces  no te deja dormir. Por eso deseo con todo mi corazón que tu amiga pueda salvarse.



            Entre tanto Giaal y Kyle estaban aguardando la llegada de Tracer. El chico les llamó comentando que él y Sharon habían estado hablando y que su novia se había puesto a mirar algunos de los experimentos que sus compañeras llevaban a cabo. Y es que ese mismo día la doctora Adams se presentó en la sede del Fairy Five. La pareja de Rick no tuvo más remedio que contactarla, sin Mei Ling, ni Emma, ni Shania, que tampoco había acudido al trabajo, la muchacha estaba sola. De modo que Melisa no tardó en acudir.



-¿Qué ocurre?- Quiso saber con patente extrañeza.- ¿Qué pasa con tus compañeras?

-No lo sé con seguridad.- Suspiró Sharon quien no se atrevía a contarle aquello con detalle a su jefa en ciernes, aunque sí le confió.- Creo que está sucediendo algo, algo muy grave.

-¿El qué?- Insistió Melisa.-

-Creerá que estoy loca.- Pudo pretextar la muchacha para obstinarse en su silencio.-

-Querida, no pienses eso. He visto muchas cosas increíbles en mi vida. – La tranquilizó su  contertulia.-



            Sharon guardó silencio durante unos instantes de duda, finalmente decidió confiar en esa mujer, iba a ser su superiora directa y de hecho, la doctora Adams la miraba como si no se sorprendiera demasiado de lo que le estaba contando. Al fin, se atrevió a confiarle algunas cosas.



-¿Y dices que el doctor Ginga os está ayudando?- Remarcó Melisa.-

-Así es, y hasta el embajador Derail.- Le repitió la joven.-

-Bien, eso significa que la cosa es realmente seria. Te diré qué haremos. Llama a tu novio, que hable con Giaal. Es un buen amigo. Si nos coordinamos seguramente que algo más podremos aclarar.



            Sharon no perdió ni un instante, logró localizar a Tracer quién, a su vez, llamó al doctor Ginga. Quedaron en que el doctor acudiría al laboratorio de las Fairy Five. Una vez allí acompañado por Kyle, Giaal pudo hablar en persona con Melisa y comentarle.



-Mi hermana Naya está al corriente también. Creo que su ayuda nos sería muy útil, es médico graduada en la Tierra y además doctora interplanetaria, como yo.

-Sí, por supuesto.- Convino al doctora Adams, añadiendo.- Puede considerarse una Fairy Five honorífica. - Remachó con total disposición a que así fuera.- Su ayuda nos será muy útil.



Pese a que Naya tenía turno, su hermano contactó con ella y le pidió que fuese. La pobre doctora Rodney no tuvo fácil el explicar su ausencia, aunque pretextó problemas familiares para tomarse unas horas. Por su parte, Scott también fue avisado por Melisa quién, al saber ya todo lo que estaba sucediendo, le comentó a su colega y amigo.



-El doctor Ginga me ha puesto al corriente de algo realmente terrible. Y creo que tú podrías contactar con alguien que nos brindaría una ayuda muy importante.



            Y tras poner en antecedentes al perplejo científico, la doctora quiso saber.



- ¿Crees que podría echarnos una mano?

-Lo que me dices es increíble. Si no fuera porque Giaal y Naya lo han visto y les tengo por totalmente serios, no lo creería.- Suspiro Scott para finalmente admitir.- Sí, mi amiga la doctora Wallance, podría ayudar. Su padre sintetizó un suero especial para ella. No es una vampiro, pero quizás siguiendo un proceso similar seríamos capaces de desarrollar algo que pudiera ser eficaz para curar eso…

-Debemos verlo como una enfermedad. No como una maldición mágica. - Declaró Melisa.- Así seremos capaces de pensar en desarrollar una cura.

-Coincido contigo, ese mismo planteamiento es el que el padre de Sandy hizo. Intentaré contactar con ella lo antes posible. - Le prometió Scott.-



            Y de hecho, tanto Melisa como Sharon se sorprendieron al encontrar en uno de los archivos unas anotaciones de Shania. Esa joven daba la impresión de haber estado trabajando en un proyecto secreto. Paradójicamente no se había molestado en ocultarlo. La información estaba ahí, como si de otro experimento rutinario se tratase. ¡Claro! Que mejor forma de esconderlo de cualquiera dejándolo a plena vista. Con la cantidad de pruebas y ensayos que llevaban a  cabo a ninguna se le hubiese ocurrido nunca dedicarse a curiosear en las de sus compañeras. ¡Bastante tenían con las suyas propias!



-¡Esto no lo habríamos visto nunca, a no ser que lo hubiésemos estado buscando a propósito, como ahora! - Exclamó una perpleja Sharon.-



            Y al mirarlo con más detenimiento, la asombrada doctora Adams pudo comentar.



-Da la impresión de ser un experimento para foto fortalecer las células.

-Sí.- Añadió el atónito Giaal, a su vez.- Cualquiera diría que es una clase de pócima para que los vampiros pudieran salir a la calle a plena luz del día.

-Esto es muy avanzado.- Comentó Sharon tras haber hecho un análisis más pormenorizado.- Y he detectado algunos compuestos que no creo que tengamos en Nature, ni tan siquiera en la Tierra.



            Al fin llegaron Naya y Tracer, quién había ido a buscar a la doctora Rodney. La asombrada médico enseguida coincidió con su hermano en aquella apreciación.



-Si pudiéramos comunicar con Mazoui, creo que también tenía un suero similar. Su padre era médico y lo preparó para él. Al menos eso me contó hace ya mucho tiempo.- Comentó Giaal.-

-Yo me ocupo de contactarle.- Afirmó Rick.-

-Bien, no hay tiempo que perder. - Les urgió Kyle.- Cada minuto que pasa juega en nuestra contra y a su favor. Si estas científicas estaban trabajando o relacionadas con esto, podrían haber sido víctimas de los vampiros…

-O peor aún.- Sentenció entonces Giaal, atrayendo la atención de los demás y su temor al afirmar.- Podrían ser sus cómplices y trabajar para ellos.



            De hecho, Shania no había acudido al trabajo esa mañana porque tenía una importante reunión. Su jefa al fin había llegado y estaba dispuesta a mostrarse. La científica había quedado en verse con ella en la Casa Deveraux. Aunque allí, una preocupada Bai Chen, estaba intentando contactar con Deborah.



-Espero que sepan lo que están haciendo.- Pensaba con creciente temor.-



            Ya desde que su compañera Renata desapareció la oriental comenzó a preocuparse. La italiana comenzó a comportarse de un modo muy extraño justo al poco de que esas dos chicas tan raras, Blise y Luka, aparecieran, traídas por Brenda. Bai había acordado con la señora Deveraux que permanecería allí ese año vigilando a la encargada. De hecho, Esmeralda no se fiaba de ella. La jefa le comentó a Bai que tenía la impresión de que Brenda estaba engañándola con las cuentas. Pero carecía de pruebas suficientes. Le encomendó a la modelo oriental el hacerse con ellas. Ahora, no obstante, a la modelo china le parecía que las cosas iban muchísimo más allá, y eran bastante más graves. Después supieron de la terrible tragedia. Renata había aparecido muerta en un local abandonado de la ciudad. Oficialmente se achacó a sobredosis de Loten. Sin embargo, Bai no se lo creyó. Su compañera nunca había consumido drogas. Y lo sabía puesto que ambas había estado viviendo juntas en algunos apartamentos para modelos de la casa Deveraux. No, allí pasaba algo. Quizás Renata descubrió alguna cosa. Y ahora, además esas dos, Blise y esa individua morena tan siniestra, habían abordado a esa muchachita para irse luego con ella y aquel chico que la acompañaba. Sin entender por qué, Bai sintió escalofríos. No supo a quién más llamar, salvo a esa auditora.



-¿Hola?- Musitó nerviosa cuando aquella chica respondió.- ¿Señorita Hunter? Sí, soy Bai Chen. Verá, estoy muy preocupada, están sucediendo cosas muy raras aquí…no, no me refiero únicamente a las cuentas. Sé que quizás no sea competencia suya, pero es que no sabía a quien más recurrir…-Sentenció nerviosa.-



            Deborah escuchaba con atención. Esa chica daba la impresión de estar asustada. Y en cuanto le contó lo que acababa de ver, ella también se inquietó.



-No se preocupe, enseguida iré para allá… ¡Hola!..-Dijo con énfasis porque de pronto, nadie respondía…



            Bai Chen contuvo la respiración, sin saber de dónde, esa tal Luka había aparecido detrás suya, rodeando la barrera de la recepción y susurrándole al oído con un tinte entre meloso y sensual.



-¿Sucede algo?...Pareces nerviosa.

-No, no pasa nada.- Se esforzó por responder la china que temblaba de miedo sin saber a ciencia cierta el porqué.-

-¿De veras?¿Y con quién estabas hablando?- Se interesó la modelo acariciando el cuello de la chica.-

-Con una mujer que vino a hacer la auditoría el otro día.- Respondió Bai con sinceridad.- Me estaba preguntando algunas cosas…

-Vaya, seguro que eso querrá saberlo Brenda.- Sonrió Luka.- Ven, vamos a decírselo.



            La joven no tuvo opción para tratar de negarse, con aparente suavidad pero una fuerza realmente increíble, su interlocutora tiró de ella.



-Estará muy ocupada.- Pretextó Bai.- Quizás luego …



            Aunque esa chica no le hizo el menor caso haciéndole caminar hasta el despacho de la encargada. Tocaron a la puerta y se oyó la voz de Brenda decir.



-Adelante…



            Luka abrió casi empujando a Bai Chen dentro, allí, la modelo le comentó a su jefa en un tono bastante amable e incluso sumiso.



-Perdona que te molestemos…Brenda. Pero esta chica estaba hablando con alguien, con alguien con quien no debía…

-Vaya. ¿De veras?- Se sonrió la encargada levantándose para acercarse hasta su empleada queriendo saber.- ¿Y con quién hablabas?



            Bai llevaba notando rara a su jefa durante todo el día. Había llegado haría un par de horas y seguía con esas gafas de sol puestas. Aunque más que unas lentes daban la impresión de ser una especie de máscara dado que casi le tapaban media cara. De modo que, tratando de eludir esa pregunta, quiso saber a su vez.



-¿Qué te ha pasado?. Bueno, quiero decir. ¿Estás bien?

-Tengo un poco de alergia.- Repuso su interlocutora insistiendo de un modo más rudo.- Vamos, ¡habla!

-Yo...- Musitó la chica china sin saber que poder decir, finalmente optó por ser sincera, al menos en parte.- Llamé a la auditora. Me pidió que la avisara para cuando pudieras concertar otra cita.

-Ya veo.- Se sonrió aviesamente Brenda para agregar.- Muy bien. Luka, ocúpate tú. Pero no aquí.

-Muy bien.- Asintió la aludida agarrando de un brazo a Bai para sacarla de allí.-

-Un momento. ¡Suéltame!- Le pidió la chica añadiendo con un tono entre el miedo, la sorpresa e incluso la indignación.-¿Qué está pasando aquí?¿Por qué os comportáis de un modo tan raro?



            Luka tiró de ella casi arrastrándola, pero Bai entonces se revolvió sin que su captora lo esperase, no en vano sabía algo de kun fu y de una patada al vientre de su atacante hizo que ésta la soltara. Aunque con el impulso la propia Bai golpeó a Brenda haciendo que esas gafas se le cayeran.



-Lo siento.- Pudo decir antes de mirar a su jefa.-



            La oriental gritó entonces. Ahora podía ver el rostro de esa mujer y aquello era algo que no estaba preparada para contemplar.



-¡Oh Dios! ¿Qué te ha pasado?- Pudo chillar horrorizada.-



            La  interpelada recogió sus gafas sin prisa y se las colocó una vez más, sonriendo con expresión siniestra y en tanto Luka atrapaba a la aterrada joven entre sus brazos, replicó.



-Nada, al menos, nada comparado a lo que va a pasarte a ti…



            Y asintió. Bai entonces sintió un terrible dolor en el cuello. Algo se le había clavado. Apenas pudo darse cuenta de que eran los colmillos de Luka que comenzó a sorber su sangre con avidez.



-No la mates aquí, pondrás el suelo perdido de sangre, ¡idiota! Llévatela y termina donde tú sabes.- Le ordenó Brenda.-



            La vampiro asintió tomando a su ahora inconsciente víctima en brazos con celeridad y sin esfuerzo. Sin mediar más palabra salió del despacho. Su jefa entonces sonrió una vez más para musitar.



-Ha llegado el momento, haré unas llamadas…comienza la fase final…



            Luka salió con su presa caminando hacia la parte trasera. Allí abordaría un deslizador. Caminando por un estrecho pasillo se topó entonces con Shania.



-Hola Luka, que ¿te llevas el almuerzo a casa?- Se burló la científica-



            La vampiro le dedicó una mirada de hosca desaprobación aunque su interlocutora, ya más seria, le preguntó.



-¿Está la jefa en el despacho?

-Sí, te aguarda.- Sentenció lapidariamente su contertulia.-

-¿Y la otra?- Se sonrió la científica.-

-Encerrada. La jefa nos ordenó que no la tocásemos. – Suspiró resignada Luka, añadiendo.- Aunque es una irritante estúpida. Si por mi fuera la hubiera desangrado como a un cerdo.

-Si la jefa dice una cosa..- Comentó con evidente resquemor Shania.-

-Sí, lo sé. No podemos desafiarla. Por cierto. ¿Qué tal llevas las pruebas?- Quiso saber la vampiro.-

-Bastante bien, de eso voy a  hablar con ella.- Repuso Shania.-

           

Su contertulia asintió. Sin más palabras se separaron para ir a sus respectivos lugares de destino. Entre tanto, en la casa segura y tras perder la comunicación telefónica con Bai Chen, Deborah le comentó a Maggie que debía irse.



-Algo le ha pasado a  esa chica. Lo presiento. Tengo que ir a modas Deveraux.

-Podría ser muy peligroso para ti ir sola.- Le advirtió Maggie no sin temor en su voz para proponerle.- Aguarda a que mi esposo, o Giaal, o alguno de tus amigos puedan acompañarte.

-No puedo esperar.- Rebatió su interlocutora, alegando.- Podría ser cuestión de vida o muerte para esa chica.-



            Y armándose con algún botecito de agua bendita, estacas y otros instrumentos, la joven salió apresuradamente no sin antes recomendar a la enfermera.



-Mantén a Mei Ling atada, por mucho que te ruegue o que parezca que está normal, no la sueltes. Y si es preciso usa un bote de agua bendita. Échasela en la boca o en las marcas del cuello.



            Maggie asintió, observando a la ahora inconsciente Mei Ling que daba la impresión de estar totalmente dormida.



-Buena suerte, y ten mucho cuidado.- Le pidió a Deborah, afirmando.- Rezaré por ti, bueno, por todos.

-Buena falta nos hará.- Replicó rápidamente su contertulia antes de salir a la carrera de allí.-



            Al verla irse Margaret enseguida tomó el teléfono, sin perder ni un instante llamó a su marido. Al ponerse enseguida le saludó.



-Hola Kiros, Debbie ha ido a la casa Deveraux. Cree que está sucediendo algo serio allí. Necesitará ayuda. Tengo miedo de que pueda pasarle algo si va sola. Claro… lo haré, te quiero. - Pudo decir con emoción antes de colgar.-



            Así era, pese a todo lo sucedido con el rapto de Gloria ella seguía amando a su esposo. Kiros era noble y valiente, siempre se preocupó por ella y la protegió. Ahora esperaba que su ayuda pudiera salvar a muchos inocentes, como otras tantas veces hizo.



-Señor, te ruego que les protejas a todos. Te confieso que últimamente he estado tentada de perder la fe. Será que habrás estado probándome, pero te lo suplico. No dejes que el mal venza.- Remató besando la cruz que llevaba colgada al cuello.-



            En ese momento, pudo ver como Mei Ling se debatía como si tuviera una pesadilla. Bajos sus párpados los globos oculares se movían muy deprisa, quizás estuviera en la fase REM. Eso no era malo. Si soñaba es que seguía siendo humana. Al menos eso deseaba la enfermera que se aprestó a velar ese inquieto sueño de su amiga y antigua pareja.



-Dios mío, ayuda a Mei.- Pidió posando una mano sobre las de su hacía tanto tiempo ex novia. – A pesar de todos sus pecados es una buena mujer. Te ruego que le des la opción de redimirse como hiciste conmigo.



La que a su vez despertó fue Stephanie, y ella sí que deseó con todas sus fuerzas estar sufriendo una simple pesadilla. Pero, para su desgracia, todo aquello era real, muy real…

      
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