domingo, 27 de agosto de 2017

GWTN33 Replanteando situaciones


Nelly tuvo mucho tiempo para pensar en su situación. Todo empezó un par de días antes. Tras haber consolado a ese tipo gordo que apenas si aguantó las primeras caricias hechas a alimón con el cuero y las manos de ella. La joven, a medio camino entre atónita, despectiva y sobre todo aliviada, dejó que ese individuo se vistiera con rapidez. De hecho, el tipo tenía tanta prisa que parecía haber cometido un crimen. Nada más terminar de ponerse su ropa le dijo.



-Bueno, me voy…

-¿No te olvidas de algo?- Se sonrió ella con gesto entre falsamente meloso y reprobatorio.-



            Aquel individuo asintió con una expresión estúpida, sacó su teléfono y tecleó, al poco, el de Nelly sonó. La jovencita lo consultó esbozando una sonrisa de aprobación. Ahí estaba la cifra requerida…



-Muy bien, cariño.- Le dijo ella, ahora con falsa dulzura pero una mayor sonrisa.-

-¿Po, podré verte otra vez? - Le preguntó él entre tartamudeos.-

-Claro.- Le susurró ella, eso sí, matizando de inmediato.- Con créditos y amabilidad…siempre seré tu chica.



            Aquel tipo le acarició las botas una vez más. Ella miró hacia otra parte con hastío, suspirando levemente. Al fin, ese pelma se dio por satisfecho saliendo de la habitación tras musitar un…



-Adiós.-

-¡Adiós, cariño! - Rezongó sarcásticamente Nelly ahora, una vez que ese tipo hubo salido.-



            Al fin pudo relajarse. Se levantó de la cama y abrió un armario cercano, sacó una ropa más adecuada para ir por la calle y sin dudar se cambió. En esta ocasión no le hizo falta ni ducharse. Aquel individuo era patético, pero un chollo. ¡Se iba casi con mirarle! Y además pagaba bien. De modo que, animada por esa perspectiva, Nelly se quitó esas largas y rojas botas no sin cierta dificultad, luego aquel ajustado vestido de cuero del mismo color y se cambió, con sus zapatillas deportivas, una falda hasta las rodillas, y una camiseta. También se puso una chaqueta que tenía en una de las perchas.



-Ahora  a casa. Creo que es tarde.- Se dijo  admitiéndose a sí misma.- Y estoy cansada.



            Otro con inquietudes, aunque algo distintas, era Dean. Poco a poco se iba ganando el respeto de sus compañeros, si es que podía llamarles así. Traía mucho dinero y Ángela le sonreía aprobatoriamente. Al fin una tarde, el chico, con visible interés, le preguntó.



-¿Cuándo podré conocer a Cobra? Llevo ya algún tiempo aquí y no le he visto todavía.

-No seas impaciente.- Le respondió la joven.- No se da a ver con frecuencia. No es seguro. Siendo el jefe de la banda hay muchos que están tras de él.

-¿La policía?- especuló el jovencito.-

-¡Si solo fuera eso! - Se rio la muchacha.-

-Pero aquí, con tantos hombres a sus órdenes, estaría seguro.- Comentó ingenuamente él.-



Eso hizo que Ángela se riera aún más. Al fin, ante la perplejidad del chico, le comentó.



-Nunca te dejes engañar por las apariencias, Dean. O no durarás mucho en este mundillo. Anda, ve a comer algo.- Añadió casi en tono maternal.- Luego tienes que hacerme un pequeño favor.

-¡Lo que quieras! -Se apresuró él a ofrecerse con visible entusiasmo.-



            Ángela se rio, no pudo evitarlo. Aquel niño era tan transparente como divertido. Hasta encantador y todo. Y mira que eso era difícil a su gusto. La muchacha entonces añadió con tinte jovial.



-Primero come algo, luego vienes y te lo cuento.- Remachó ella guiñándole un ojo para remachar esperanzada. - Espero que seas capaz de hacerlo, porque has demostrado que tienes talento. Si lo logras, puedo prometerte que conocerás al mismísimo Cobra.



            El muchacho asintió, ahora con asombro e interés. Lo cierto es que no podía apartar los ojos de ella. Cada día estaba más colado por esa guapa muchacha. Lástima que fuera la novia del jefe. Mejor andarse con ojo. Pero ¿quién sabe? Si ese tipo nunca venía sería porque no tendría mucho interés en ella. Y él crecería y si seguía haciendo dinero a ese ritmo…Aunque si el jefe venía. Bueno, al parecer no permitía que cualquiera pudiera conocerle. Eso significaría que Ángela le valoraba mucho más de  lo que él pudiera pensar.



-Sí, si esto continúa, ella verá que soy un hombre que merece la pena. Entonces…bueno, si algún día deja de salir con Cobra,…en fin, no debo hacerme ilusiones aun….



            Entre tanto Ángela sonrió tras verle salir, moviendo la cabeza. Ese chico era un ingenuo, ¡pobrecito! En fin. Debía dedicarse a otras cosas. Fue entonces cuando sonó un teléfono que llevaba en el bolsillo. Sin tardar lo contestó.



-¿Sí? Código Cobra…muy bien…estaré lista. Seguro. ¿Entonces ha llegado la hora? Magnífico. No, no hay problema, creo tener la forma. Suerte entonces…



            Y colgó, sonriendo una vez más aunque de forma más maliciosa. Por su parte, Dean salió entre tanto de la habitación rumbo a la calle. Su amigo Pancho le aguardaba nervioso fuera.



-¿Qué pasa?- Quiso saber él.-

-Ten cuidado, creo que Brund está tras de ti. Ya me entiendes.



            Eso bastó para hacerle palidecer. Aquel cerdo siempre le estaba mirando con lujuria. No pasaba un día que no le hiciera algún gesto obsceno. Hasta ahora, y aparte de aquel terrible primer día, cuando llegó allí, tuvo la fortuna de que no pasó de las simples amenazas. Ángela parecía protegerle extendiendo la sombra de su novio, aquel tipo tan incontestable por allí como desconocido. Al menos eso era bueno para él. Cobra tendría que ser realmente de temer para que individuos como Brund no osasen enfadarle.



-Bueno.- Quiso decir con algo más de entereza y despreocupación.- Tiene órdenes de no acercarse a mí.



            Su interlocutor le miró moviendo la cabeza despacio y con expresión inquieta.



-Solo te digo que tengas mucho cuidado.- Sentenció, antes de alejarse para ir hacia dentro de la zona en donde estaban sus dependencias.-



            En su celda de la base, Brenda estaba acurrucada en su camastro. Todavía no era capaz de asimilar aquello. ¡Su hermana, su propia hermana gemela! Había vuelto de entre los muertos. Eso era realmente impactante. Sin embargo, lo que más la asustada era el modo en el que se comportaba. Recordó algunos días atrás, cuando todo comenzó, estando en su despacho, Bai Chen entró con gesto inquieto.



-Dime. - Le preguntó a la modelo.- ¿Qué querías? Me dijiste que era muy urgente.

-Están pasando cosas muy raras aquí.- Le dijo según entraba.-

-¿Cosas? ¿Qué cosas?- Inquirió Brenda sin comprender.-

-Renata lleva dos días sin venir. Estaba muy rara la última vez que la vi. Y esas dos, las nuevas, Luka y Blise…

-¿Qué pasa con ellas?- Quiso saber la encargada con expresión curiosa.-

-No lo sé. Son muy extrañas.- Pudo decir la oriental.-  Es como si…bueno, me tomarás por loca.

-¿Por qué iba a hacer eso?- Le preguntó Brenda.-



Su interlocutora se permitió tomar un poco de aire y suspirar para, enfrentando su mirada a la de su jefa, confesar.



-A veces me da la impresión de que no fueran de este mundo…son muy…etéreas, no sé.

-Admito que tienen cualidades.- Comentó Brenda que había esperado otra cosa, añadiendo tras encogerse de hombros.- Son algo raritas, y nada sociables, pero eso no es un delito.



            Entonces pensó que quizás Bai Chen tuviera celos de las recién llegadas. De hecho, esas dos estaban trabajando poco pero eran muy buenas. Por otro lado, cada vez más modelos se ponían malas o faltaban y eso la obligaba a  tenerlas por allí de continuo. Hablando de eso, era cierto que Renata no daba señales.



-Llamaré a tu compañera, a ver si es que está enferma o tiene algún problema.- Le aseguró a la oriental intentando calmarla.-

-Gracias.- Dijo ésta con tono más calmado, quizás sin saber qué más añadir.-



            Y se marchó del despacho. Esa fue la última vez que la vio. Al día siguiente Brenda acudió al trabajo para encontrarse con que Bai no estaba. Una mujer no muy alta, de tez morena y pelo largo oscuro, estaba en la recepción.



-¿Quién es usted?- Quiso saber mirándola con extrañeza, aunque juraría haberla visto antes por allí.-

-Oh, soy la suplente.- Se sonrió ésta, explicando.- Su recepcionista estaba indispuesta…la han llevado a su despacho.

-¿A mi despacho?- Se sorprendió Brenda. – Voy para allá…



            No tardó en entrar para descubrir que Bai no se hallaba allí pero sí que había alguien sentado en su sillón. Le daba la espalda y la atónita encargada tardó unos momentos en poder reaccionar para decir.



-¿Quién es usted? ¿Por qué está sentada ahí?



            Solo veía la larga melena rubia de quien a buen seguro era una mujer. Aunque cuando oyó la réplica su sangre se le congeló y Brenda quedó pálida. Abriendo la boca con asombro e incluso casi horror.



-Vaya forma que tienes de saludarme, hermana, después de tanto tiempo sin vernos.



            Y entonces aquella individua giró el sillón para enfrentarla. Llevaba puesta una especie de máscara de metal que le cubría casi media cara, ocultándole uno de los ojos, pero era ella.



-¡Celia!- Chilló la sobrepasada Brenda.-



            Con las lágrimas cayéndole de las mejillas y tapándose la cara con las manos, la modelo se acercó despacio, como creyendo que aquello era una alucinación. Su hermana se levantó. Ahora Brenda era algo más alta debido a los zapatos de tacón que lucía. Celia calzaba unas botas que hacían juego con el uniforme militar que llevaba.



-¡Oh, Dios mío!- Pudo balbucear la encargada abrazándose a su hermana.- ¿Cómo…has? - Fue lo único que acertó a añadir.-

-Es una larga historia, te la contaré.- Repuso Celia tras separarse del abrazo.-

-¿Qué te ha pasado en la cara?- Quiso saber su contertulia.-

-Nada agradable, el precio de haber sobrevivido.- Comentó su hermana sin darle demasiada importancia, para agregar ya más en serio.- Ahora presta atención…



            Y a grandes rasgos le contó lo que había venido a hacer. Brenda no pudo creerlo. Movió la cabeza siendo apenas capaz de murmurar.



-No puedes estar hablando en serio, Celia.  

-¡Oh!, sí que puedo.- Afirmó ésta.- De hecho, espero que te unas a mí. Eres mi hermana y eso te garantiza un puesto importante.





            Según decía eso, esa muchacha de tez morena y Luka entraron en el despacho.



-Pero, es algo terrible...-Pudo argüir ella según vio a la modelo acercarse.- ¿Cómo vas a querer hacer algo así?...

-¿Qué quiere que hagamos con ella, jefa?- Inquirió Luka.-

-Es mi hermana, estará desorientada, necesita ayuda.- Repuso Brenda mirando con expresión preocupada a su gemela.-



            Lo que no esperaba bajo ninguna circunstancia era que las otras tres mujeres se echaran a reír. Al fin, la modelo replicó con tono despectivo.



-No te lo decía a ti…

-Tú sí que estás algo confusa.- Añadió esa mujer de tez más oscura.-

-Llevadla a un sitio seguro.- Les ordenó Celia.-



            Y sin que Brenda pudiera ni tener tiempo a parpadear, Luka la sujetó por detrás con una tremenda fuerza. La encargada era incapaz de moverse. Es más, creyó ver como la boca de esa modelo se abría dejando paso a unos terribles colmillos afilados. Entonces oyó la voz de su hermana.



-Detente, Luka.

-Ya va siendo hora de que probemos a que sabe tu familia.- Se sonrió la vampiro.-

-¡He dicho que pares!- Le ordenó su interlocutora con tono airado ahora, para sentenciar.- ¿Te atreves a desafiarme?



            Y para perplejidad de la aterrada Brenda, esa mujer o lo que fuera, la soltó apartándose de inmediato a la par que bajaba la mirada para replicar con tono conciliador.



-Naturalmente que no, sólo era una broma.

-Lleváosla a la base. Y encerradla allí. Más que nada por su seguridad.- Les indicó Celia recobrando su tono calmado anterior, eso sí, velado con un tinte de advertencia.- Y si descubro que la has tocado, Luka…

-No lo haré. -Se apresuró a replicar la aludida.-

-Luego ocupaos de esa chica de la recepción. Está comenzando a hacer demasiadas preguntas.- Añadió Celia.-

-¿Qué le has hecho a Bai Chen? - Quiso saber entonces Brenda, con visible temor e inquietud.-

-Nada todavía.- Respondió su contertulia.- Me limité a enviarle una nota para que viniera más tarde, quería verte a solas. Ahora será mejor que sigas a estas dos. No te pasará nada. Puedes confiar en mí. Eres mi hermana. Lo único que me importa de por aquí.



            Y Brenda no tuvo más remedio que hacerlo. Esas individuas la arrastraron al exterior sin que pudiera oponerse. Allí la hicieron subirse a un deslizador que pilotaba una oficial militar de largo cabello moreno. Apenas hablaron durante ese largo trayecto. La condujeron hasta esa base y una vez allí, la metieron en aquella celda.



-No sé que te ha pasado durante estos años, pero no te reconozco.- Suspiró entristecida.- Recordando aquello ahora en su camastro.



            Aquellas conversaciones llenas de complicidad que las dos tenían hacía ya tantos años, siendo adolescentes, cuando Celia le confió su vocación de llegar a ser piloto y ella, por el contrario, el deseo de llegar a ser una modelo cotizada. Juntas, en la habitación que compartían desde niñas.



-Pues no me imagino haciendo algo tan peligroso.- Se sonreía Brenda mirando a su hermana.-

-Ni yo me vería desfilando por una pasarela.- Respondió Celia.-

-Pero ¿es que no tienes miedo?- Quiso saber la aspirante a modelo, para agregar.- No sé, un avión se puede estrellar y es muy difícil aprender a pilotar.

-Es como todo en la vida, tiene su riesgo y hay que esforzarse, supongo que ser modelo no será únicamente andar y cambiarse de ropa.- Contestó su hermana. -

-No claro.- Convino Brenda.- De hecho, me quiero presentar al casting para modas Deveraux. Dentro de poco se abrirá el plazo de inscripciones, y en nada cumplimos quince años, así que…

-¿Te vas a apuntar, de verdad?- Exclamó Celia mirándola con gesto perplejo.-

-Claro. Y ojalá que te apuntases conmigo.- Le pidió Brenda.- Sería genial hacerlo las dos juntas ¿Te imaginas? Dos modelos gemelas y guapísimas como nosotras.- Se rio.- No tendríamos rival. La misma Madame Deveraux nos suplicaría que trabajásemos para ella.



            Su hermana movió la cabeza, casi como si algo la hubiera asustado, para afirmar con rotundidad.



-¿Me tomas el pelo? ¡Yo ni loca! No soportaría ser una especie de maniquí ambulante con las miradas de todos puestas en mí, de las tías por la ropa y de los tíos, bueno, ya sabes porqué.

-Pues ibas a ligar muchísimo.- Quiso animarla Brenda.-

-No tengo problemas para que me miren los chicos.- Afirmó Celia con total convicción.-

-No sé yo, siendo piloto, creo que les ibas a asustar.- Valoró su hermana.-

-Solamente a los machistas, al resto no veo el porqué.- Se encogió de hombros su contertulia. –



            Brenda suspiró para proponerle entonces a su hermana.



-Bien, pues hagamos un pacto, nos apoyaremos la una a la otra para conseguir nuestros respectivos objetivos. ¿Te parece?

-Claro que sí.- Sonrió Celia, rematando.- Para eso somos gemelas…



            Las dos se dieron un abrazo que selló aquel acuerdo. Ahora Brenda suspiraba entre lágrimas.



-No sé cómo hemos acabado en esto. Ni tú, ni yo al final hemos logrado lo que de verdad queríamos. Al menos no es esto lo que yo soñé… ¿acaso es lo que habías imaginado tú? Volvernos tan cínicas y amargadas…No me reconozco, ni a mí misma. Menos aún a ti.

           

            Y es que Brenda se había convertido en una alcohólica más que ocasional, frustrada en sus deseos de llegar a la cumbre de la fama. Llevada por esa amargura enseguida vio que siendo la encargada de modas Deveraux en un planeta tan recóndito sus posibilidades de ganar un dinero extra a costa de la empresa eran muy altas y la probabilidad de ser descubierta mínima. Comenzó a negociar con el representante de la firma Goldpier, su acérrimo rival. A cambio de algunas pistas y dejarle el mercado de Nature casi sin competencia, ella se llevaba una generosa contribución. Cuando, desde la Tierra o desde Bios, llegara alguien a preguntar el motivo de tan pocas facturaciones, ella siempre podría decir que la población era escasa y con un nivel de vida quizás no tan alto como en esos otros planetas.  Además, en Kinmoku sí que había más negocio y las ventas se sustentaban mayormente allí. Luego, amparándose en algunos expertos en finanzas, diseñó un plan magistral. Cuadraba cuentas aprovechando las diferencias cambiarias de la moneda de Kinmoku y aplicando una inflación ficticia a la de Nature. Por poco margen que obtuviera eso, tras años y tantas ventas, suponían millones de créditos. De ese modo pudo comprarse aquella estupenda mansión en la que vivía. Una auténtica cárcel dorada. Sin embargo, en algo se equivocaba. El corazón casi se le salió del pecho cuando la propia Esmeralda Deveraux vino a ver que estaba sucediendo. Y estuvo a punto de descubrirla.



-La infravaloré. Es un mujer muy inteligente y tenaz. Y puede ser implacable. Cuando vino a mi despacho aquella vez, a decirme que quería hablar conmigo, pensé que estaba perdida.- Recordó.-



Solo una especie de milagro la salvó. Ese extraño suceso, cuando su jefa pareció olvidarse de lo que la había llevado a Nature. Y luego Brenda descubrió que fue Shania la causante. La científica dijo haberle administrado algo a Madame Deveraux, una especie de suero que la hizo olvidar. Brenda pasó del temor a su jefa al pavor hacia esa loca y sus acompañantes, Blise y Luka. Y eso que tardó en descubrir lo que esas dos últimas eran.



-¡Ojalá la señora Deveraux me hubiese descubierto entonces y me hubiese denunciado! - Suspiraba ahora sintiéndose culpable.- Preferiría estar en una celda de cualquier prisión que encerrada aquí, por mi propia hermana.





Sin embargo, sus reflexiones se cortaron de raíz cuando escuchó el estampido de una explosión.  Ésta provenía de unas celdas más allá. Susan y el comandante Enset había logrado volar la puerta de su calabozo. Después de haberse parapetado cuidadosamente tras el camastro detonaron aquel explosivo comprimido que estaba diseñado para no expandirse en demasía y focalizarse en su objetivo, aun así cualquier precaución era poca.



-Ahora salgamos, señor.- Le urgió Susan en cuanto vieron el boquete que había dejado esa puerta, lanzada a un par de metros por la deflagración.- ¡Deprisa!



            La alarma sonó en la base, por supuesto que enseguida, algunas de las pilotos armadas se dirigieron hacia allí, con centinelas de tropa femenina que se había unido a su causa.



-Es cuestión de minutos que nos capturen y encierren de nuevo, o algo peor, si no logramos ayuda.- Comentó Enset.-

-No tema, mi comandante. No estamos solos en esto.- Le animó ella.-



            Llevaba aquel disruptor portátil que también tenía otro interesante uso. Podía adherirse a la puerta de otro calabozo y desde ahí leer la clave alfanumérica para abrirla. Evidentemente hubiese sido mejor haber hecho eso para escapar de su propia celda, aunque al no tener dentro el panel con los dígitos no hubieran podido pulsarlos.



-Una lástima.- Pensó la mayor Hunter.- Nos hubiéramos ahorrado llamar la atención.-



            Se dio prisa en abrir algunas celdas. Las de las mujeres primero. En esta ocasión no mediaron ningún tipo de políticas de género, sencillamente ellas podrían infiltrarse entre las otras sin ser advertidas tan rápidamente como sus compañeros varones. Ludmila y Elisa fueron de las primeras en ser liberadas.



-Vayan lo antes posible a la entrada y traten de ganar tiempo.- Les ordenó Susan sin darles ni ocasión de agradecérselo.-



            Las dos saludaron a sus superiores y se fueron sin perder ni un segundo a intentar cumplir con ese cometido. Al fin, Brenda vio como la puerta de su calabozo se abría. La mayor Hunter la miró con sorpresa.



-¿Qué hace aquí? Usted no es militar.- Inquirió con extrañeza.-

-Mi hermana me dijo que era por mi seguridad.- Pudo contestar ella.-

-¿Por su seguridad?-¿Y qué quiere eso decir?- Inquirió Enset, añadiendo.- No lo entiendo. ¿Por qué habría de estar más segura aquí que…?



            Tanto él como Susan se miraron con horror, fue la mayor quien añadió.



-A no ser qué…

-Esta base está protegida por campos de fuerza y defensas anti aéreas.- Afirmó el comandante.-

-Entonces…- Pudo musitar Susan.-

-¡Tenemos que salir de aquí como sea y activar la alarma planetaria!- Exclamó Enset.-

-Espero que la ayuda esté en camino.- Suspiró la mayor Hunter.-



            Indicaron entonces a Brenda que saliera de allí. La joven lo hizo sin dilación, aunque a pocos sitios podrían ir. De hecho, y si lo que ambos militares temían era cierto, estaban en el lugar más seguro posible.



-Vamos.- Ordenó Enset.- Tendremos que hacernos fuertes aquí, dado que no podremos salir.-

-Al menos no aun.- Añadió Susan.-



            En la base atronaba la alarma interior, aunque eso no pareció preocupar a Celia.



-Espero que podamos solucionar esto pronto.- Dijo Simmons que sí estaba llena de intranquilidad.-

-No tienen ninguna posibilidad. Están aislados en la zona de calabozos y además, desarmados.-Comentó su interlocutora.-

-Sí, pero no quisiera que nadie resultase herido.- Afirmó la capitana.-

-Si no se comportan de modo irracional, nadie lo será.- Aseveró Celia añadiendo. – He informado a nuestros aliados Arcoily, vienen de camino, aterrizarán aquí en cuanto les sea posible y nos apoyarán para tomar el gobierno de Nature. A cambio, ellos gestionarán el campo de asteroides y nos proveerán con cuanto sea necesario.

-Si la entendí bien, esa raza solo pretende que no nos acerquemos a su sistema solar.- Dijo Elisabeth.- Quien sin embargo comentó algo desorientada ahora. ¿Pero qué pasa con Kinmoku? ¿No es ese campo de asteroides de su jurisdicción?

-No harán nada.- Se sonrió Celia.- Es un mundo muy similar al de los Arcoily. También pueden variar su sexo a voluntad y casualmente la mayor parte de sus habitantes prefiere el femenino. Ya se lo dije, capitán. Primero, no arriesgaran a una guerra. Segundo, quizás no les tienen tanta simpatía a los humanos como han hecho ver hasta ahora.



            Simmons recordaba ahora aquellas conversaciones diplomáticas con las guerreras de ese mundo, las Star Light. Éstas le aseguraron tanto a ella como el presidente de Nature que su planeta sería un fiel aliado. Tal era la voluntad de la princesa Kakyuu. Así se lo comentó a su contertulia.



-Y no mintieron. – Aseveró Celia, para explicar.- Van a ayudarnos para que nos liberemos de la tiranía machista. Lo que hagamos luego en Nature será cosa nuestra. ¿Quién sabe? A usted podrían elegirla como la primera presidenta de la República  femenina de Nature.

-La Tierra, la Luna y Bios no se van a quedar de brazos cruzados.- Objetó al capitana.- Eso es lo que me preocupa más.

-No se atreverán a iniciar una guerra interplanetaria. Y no me sorprendería que muchas mujeres de esos mundos se pusieran de nuestro lado, iniciando su propia revolución. - La calmó Celia.- No tema…



            Y paralelamente a eso, Giaal junto con los demás, recibió el informe de Tracer. Tras haber sido advertido por Sabra, Rick no tardó en llamar al resto. Tanto él como Kiros, Lawrence y el doctor Ginga, fueron hacia allá.  Naya entre tanto estaba junto con Debbie y Kyle. Al parecer, el suero que le estaban administrando a Emma parecía empezar a dar sus frutos… la joven de hecho despertó poco a poco como si hubiese estado durmiendo.



-¿Qué ha pasado?- Quiso saber con voz cansada y visible desconcierto.-

-Tranquila.- Le pidió Kyle con amabilidad.-  Estás muy débil todavía.

-Me encuentro muy cansada. - Musitó la muchacha.-



            Emma podía recordar aquel terrible momento en el que fue mordida, la vida se le escapaba y la angustia tomó posesión de ella. Luego sólo ese deseo de beber sangre. Horrorizada pudo suspirar.



-¿Estoy viva todavía?

-Eso es difícil de decir.- Comentó apuradamente Deborah.-

-Tus constantes vitales no pueden ser medidas.- Añadió Naya, no sin pesar.-

-Lo siento mucho.- Musitó la joven paciente, mirando a esa mujer a quien podía recordar.- Sé que intenté algo horrible, la ataqué…

-No podías controlarlo.- Repuso la doctora sin ningún atisbo de rencor.- 

-¿Y ahora qué?- Preguntó Emma, añadiendo con tinte desolado.- Si no sé si estoy viva  o muerta. ¿Volveré a ser ese monstruo ávido de sangre de nuevo?



            Hubo un momento tenso de silencio y al fin fue Kyle quien tomó la palabra para responder con todo el tacto del que fue capaz.



-Honestamente no lo sabemos. Te estamos administrando suero y sangre artificial. Eso parece que ha contenido tu deseo de beber. Pero, en cuanto a las lecturas de tus constantes. No vamos a engañarte. Ya era tarde para ti.

-Estoy condenada, tal y como dijeron.- Sollozó la mujer.-  Condenada a ser un monstruo. Prefiero que acaben conmigo, por favor.- Les pidió con angustia. –

-Quizás podamos hacer otra cosa.- Intervino Debbie movida por la compasión.- Estamos investigando una cura. Puede que tarde un tiempo pero, si lo logramos, y creo que lo haremos, eso revertiría el proceso de transformación. 

-Claro, mientras tanto tendrás que medicarte con esto.- Añadió Naya sonriendo más alentadoramente.- Considéralo como una especie de enfermedad que debe ser tratada.

-Soy científica, aunque mi campo sea otro, pero les ayudaré en lo que pueda. Quizás con radiación se pueda hacer algo.- Se ofreció Emma que quiso saber.-  ¿Y Mei Ling?

-Tuvo más suerte que tú.- Le confesó Debbie.- No mordió a nadie y el cambio no fue total. Pudimos revertirlo.

-Me alegro por ella.- Susurró la joven, que una vez más perdió la consciencia.-

-¡Emma, responde!- Le pidió Deborah, con visible preocupación.-

-Déjala, ahora está descansando, está agotada. Es mejor así. - Le dijo Kyle con tono compasivo, al sentenciar.- Le hemos dado falsas esperanzas. Pero no tardará en darse cuenta.



            Sus interlocutoras le dedicaron sendas miradas de pesar, y el chico dijo en voz alta lo que ellas ya sabían.



-Está clínicamente muerta. Sin la medicación sería un vampiro, con ella, quizás sea una especie de zombi.

-Bueno, mientras la mantengamos así no será un peligro.- Comentó Debbie.-

-No, no lo será.- Suspiró Naya añadiendo con tono igualmente apesadumbrado.- Aunque su cuerpo podría comenzar a decaer.

-¿Quieres decir a descomponerse?- Exclamó una horrorizada Deborah.-

-Los vampiros son inmortales.- Subrayó Kyle.- Se mantienen igual a cómo fueron convertidos, ya fuesen niños, adultos o ancianos entonces.

-Pero precisamente, esta medicina tiene la facultad de anular algunas de esas características.- le contestó Naya, alegando.- Controla su sed de sangre pero, al mismo tiempo, parece que permite el deterioro celular post mortem.

-En otras palabras. Esta chica podría comenzar a pudrirse en cuestión de días o de semanas.- Suspiró Debbie con evidente horror.-

           

            Naya no contestó, pero estaba clara la respuesta.



-Ahora lo fundamental es que se puedan solucionar las cosas en ese cuartel militar.- Declaró Kyle deseando dejar el otro tema.-



            Y sus compañeros, Lawrence y Tracer, transportados en vuelo por Giaal y por Kiros, no tardaron en llegar cerca del perímetro de la base. Una vez a distancia prudencial el saiyajin les comentó.



-A partir de aquí podrían detectarnos. Necesitamos ser capaces de entrar burlando la seguridad.

-Tú podrías entrar ahí destrozándolo todo.- Le hizo ver Lawrence.-

-Eso podría causar bajas y quiero evitarlo en lo posible.- Contestó el embajador.-

-En ese caso, espero que podamos contactar con Sabra.- Dijo Giaal.-

-Debe de estar a la escucha.- Afirmó Tracer.-



            Kiros intentó conectar el transmisor. Esperaba no hacerlo en un momento incómodo para la israelí. De hecho, ésta tuvo suerte con el altercado que protagonizó con Marla, al darle ese pretexto para ir a curarse su mano “herida”. Así, una vez en su habitación, pudo comprobar su comunicador. Justo entonces vio una llamada del embajador Derail.



-La mayor Gray también está con nosotros.- Les explicó a su interlocutor.- Ahora debemos ir con mucha cautela.-Están esperando algo.



            Eso al menos le comentó Jane cuando tuvieron que urdir aquel arrebato pasional a fin de encerrarse en esa sala sin micrófonos, ni cámaras. La mayor Gray no estaba segura de qué sería, pero sabía que algo iba a suceder. Entre tanto la mujer de cabellera morena, estaba realmente molesta y así lo comentó.



-Sé que me despreciáis, no soy una gloriosa militar como vosotras, pero tengo un sexto sentido para las mujeres, podéis creerme. Y os digo que Sabra es una traidora.

-Mire usted, señorita.- Suspiró pacientemente Simmons.- El hecho de que ustedes dos hayan tenido una riña de amantes, y que usted intentase que un vampiro la mordiese, no es precisamente algo que la alférez Leví sea capaz de olvidar a la ligera.



            Marla se sonrió asintiendo, en eso estaba claro que la capitana llevaba razón, aunque no tardó en contarles otra cosa que sí las hizo reconsiderar aquello a sus interlocutoras.



-Luego rescató a unas prisioneras que teníamos con la ayuda de un tipo muy extraño. Era muy fuerte, más que Blise.

-¿Más fuerte que Blise?- Se sorprendió Celia, ahora queriendo saber.- Eso suena interesante. Dinos. ¿Era uno de esos saiyajin?

-No tengo ni idea.- Repuso su interlocutora.- Pero desde luego que tuve que huir como pude, ese tipo acabó con Blise con toda facilidad. Y hubiera acabado conmigo también.

-No seas tan rencorosa.- Se sonrió su contertulia, casi tomándoselo a broma.-

-¡Ojalá tuviera tu fuerza!- espetó ahora Marla con evidente enojo.- Podría haberles vencido y todo hubiera salido a la perfección. Les dije a esas dos idiotas que me convirtieran en una de ellas. Y se negaron. Las cosas hubiesen sido muy distintas de haberme hecho caso. - Sentenció con amargura.-



            Ahora Celia miró a Shania que había estado ahí, escuchando esa conversación sin intervenir. Entonces la rubia ex piloto comentó con un tono entre irónico y misterioso.



-Quizás no sea muy tarde para eso. Si es que quieres asumir un gran riesgo…

-¿Qué clase de riesgo? ¿A qué te refieres?- Inquirió Marla con tinte curioso.-

-Ve con Shania, a la sección de pruebas de laboratorio, ella te lo explicará.- Replicó Celia, deseosa de quitarse de encima a esa pesada.-



            Aunque Marla asintió enseguida dirigiéndose a la científica para decir.



-Vamos, ¿a qué esperas?



            Shania hizo un gesto con una de sus manos para que la siguiera y las dos se marcharon por una puerta lateral de aquella sala. Al fin a solas, Elisabeth le preguntó a Celia.



-¿Qué hacemos?

-Vigilad a esa Sabra, a la menor sospecha sobre su lealtad, encerrarla.- Fue la réplica.-

-Por cierto.- Quiso saber la capitana Simmons.- ¿A dónde has mandado a ese individua? ¿Acaso le has dicho que fuera con Shania para quitártela de encima? La verdad es que estaba empezando a hartarme.

-En parte sí, pero por otra, será un interesante conejillo de indias. Y lo más gracioso es que ella misma lo ha pedido. -Se sonrió Celia, agregando.- Hasta ahora hicimos la prueba con otra mujer en este planeta, una infiltrada nuestra. Y no resultó mal. Ya la he avisado por cierto de que tiene que proceder con la fase del plan que se le asignó.



            En otra parte del planeta, al sur, Dean estaba tomando algo en la cantina. Allí le sirvieron una generosa ración. Tan ensimismado estaba por el hambre que apenas se dio cuenta cuando Brund se sentó a su lado, con su aviesa sonrisa habitual y le susurró.



-Veo que tienes hambre. Muy bien, luego te daré mi banana de postre.



            Sin embargo, en esta ocasión, lejos de mostrar temor, el chico se atrevió a encararle para replicar.



-Déjame en paz o se lo diré a Ángela.

-¡Oh!- Exclamó ese tipo fingiendo un temor en absoluto creíble.- ¡Fíjate que miedo! Se lo vas a decir a Ángela.





            No tardó en agarrar a ese chico del pelo y hacer que se levantase del banco. El resto de los allí presentes ni se inmutaron cuando Brund le dijo.



-Ahora vas a saborear una exquisitez…



            Obligándole a ponerse de rodillas aquel matón estaba ya bajándose los pantalones cuando fue precisamente la autoritaria voz de Ángela la que le detuvo.



-¿Quieto? ¿Se puede saber qué estás haciendo?



            Dean jadeaba entre aterrado y dolorido, aunque ahora suspiró aliviado. Esa chica desde luego velaba por él. Brund por su parte no se tomó muy bien aquello y tras subirse el pantalón una vez más se atrevió a replicar.



-Solamente iba a pasar un buen rato con él. No le iba a hacer ningún daño. Al menos, no para incapacitarle

-Eso lo decidiré yo.- Repuso ella con tono severo para amonestar a ese tipejo.- ¿Acaso no tienes suficientes culos por ahí?

-Esta vez no iba a ser por el culo.- Se rio él agregando, divertido.- Aprovechaba que el niño estaba terminando de comer para darle el postre. Ya sabes, mi famosa “Banana Split”, ja, ja, ja.- Afirmó acariciándose ciertas partes.-



            Sin inmutar su gesto, Ángela se acercó a ellos y, con tono más suave, le dijo al todavía arrodillado y asustado Dean.



-Anda, ve a mi despacho, tengo que explicarte ese favor que quiero pedirte…

-No, ¡no dejes que vuelva a tocarme! - Le pidió el aterrado chico casi entre balbuceos.- ¡Por favor!



            Brund se rio a carcajadas en tanto la mujer no decía nada, el matón comentó jocoso.



-¡Pobre idiota!, en cuanto dejes de sernos útil, Ángela no tendrá ningún tipo de reparo en que me divierta contigo. ¿No es cierto?- Sonrió de forma cómplice a la chica.-



            El joven ni se atrevía a mirar a ese individuo, aunque escuchó la voz suave de Ángela que sí se le encaró, casi colocando sus ojos contra los de Brund, aunque era al menos veinte centímetros más baja.



-Eres útil, eres competente en tu trabajo, pero eso no te da derecho a ignorar las órdenes. Cobra posiblemente venga hoy…y no me gustaría tener que decirle que te has vuelto una molestia. ¿Has comprendido?- remató ella con una sonrisa y sin alterar su tono.-



            No obstante, eso pareció hacer mella en su interlocutor quien enseguida se apartó pudiendo decir con tono apurado elevando las palmas de las manos como si le estuvieran apuntando con un fusil.



-Sólo era una broma. Vale…



            Dean se sorprendió al verle así de asustado, pero no pensó mucho más en ello, salió de allí lo antes posible. Ángela le siguió.



-Gracias.- Musitó él sin apenas atreverse a mirarla.-



            La chica le acarició el mentón suavemente para añadir.



-Es un fanfarrón, no debes temerle, mientras yo esté aquí no se atreverá a tocarte.

-Lo malo es si algún día no estuvieras.- Suspiró él queriendo saber ahora con curiosidad.- ¿De veras Cobra va a venir?

-Eso te lo garantizo. Enseguida le conocerás.- Se sonrió la muchacha para agregar ya con visos a lo que le interesaba.- Ahora ven, veo que se te dan muy bien las claves y los ordenadores y estamos planeando algo, algo muy importante. Tu ayuda podría ser fundamental. Y tanto Cobra, como yo misma, te lo agradeceríamos mucho…-Remachó con otra sonrisa alentadora.-



            En la base estaban a punto de pensar en un plan alternativo cuando el comunicador de Tracer se activó. Tenía una llamada. Era la mayor Gray, quien efectivamente les envió una clave.



-Muy bien.- Les comentó Rick al resto.- Si podemos acercarnos sin ser detectados, digamos que dentro de un transporte militar, podríamos entrar por una de las puertas utilizando esta numeración. Es un código de acceso.

-¿De dónde exactamente?- Quiso saber el saiyajin.-

-De la zona de hangares.- Sonrió Tracer, añadiendo.- Puede que tenga la oportunidad de revivir mis días como piloto varitech.-

-Si me aproximo a gran velocidad podríamos burlar sus medidas de seguridad.- Comentó Kiros, dirigiéndose a su compañero.- Aunque no sé si aguantarás eso, Tracer.

-No lo sé, amigo.-Tuvo que admitir éste, recurriendo como casi siempre a su sentido del humor para señalar.- Al menos podría marearme y ponerte perdido. ¿No tendrás bolsas por ahí?

-No nos serviría de nada que el único piloto de los cuatro quedara incapacitado para volar.- Comentó Lawrence quien pareció tener otra idea al proponer.- Pero, si lográis detener uno de esos deslizadores que entran.

-Es mejor que tanto tú como Tracer intentéis abordar alguno, Kiros y yo podemos ir volando.- Comentó Giaal.-



            Señaló entonces a una carretera cercana donde circulaban esos vehículos. Muchos ocupados por mujeres militares que acudían a la base. Posiblemente pilotos o personal de otros centros que se estaba reuniendo allí.



-Con mi encanto natural, me ocuparé de que sean amables y nos den un paseo.- Se sonrió Lawrence.-



            Y sin pensarlo dos veces el joven corrió hacia la carretera, quedándose allí plantado. No tuvo que aguardar mucho, un deslizador con dos atractivas mujeres a bordo y de uniforme militar de infantería, se detuvo.



-¡Oiga!- Le gritó una con evidente malestar.- ¿Qué hace ahí en medio?

-Apártese.- Suspiró su acompañante, una mujer de pelo castaño cercana a la treintena.- ¡Hombre tenía que ser!

-Perdonen señoritas, me he perdido, -pudo decirles él, mirando hacia el vehículo -…

-Pues vaya a encontrarse a otra parte. - Le espetó con sorna la primera en hablar, una morena de quizás veinte y pocos años, añadiendo con poca amabilidad- Esto es terreno militar, está prohibido el paso a los civiles. Más aún a los hombres.



            Lawrence se aproximó hasta llegarse justo a la ventanilla del vehículo. Observó que esas dos iban armadas aunque eso no le preocupaba lo más mínimo. Pudo percatarse de que Kiros estaba acercándose a una velocidad tal que aquellas individuas ni serían conscientes de su llegada, entre tanto una, la de pelo castaño, se bajó apuntándole con un fusil.



-Apártese amigo. ¿Es que está sordo?



            No pudo decir más, en tanto Lawrence la ignoraba mirando fijamente a su compañera Kiros apareció tras de ella y, con un suave golpe en el cuello la dejó inconsciente, el saiyajin la sostuvo antes de que cayera. Por su parte, el chico ya estaba sugestionando a la otra con esos ojos rojos que poseía y su voz suave y profunda.



-No pasa nada, nos vais a llevar a la base porque sabéis que tenemos que llegar ahí dentro. Queréis ayudarnos…y bueno, luego tú vas a tener muchas ganas de irte conmigo a tu cuarto y…



            Kiros estaba a su lado mirándole con gesto desaprobatorio, a lo que Lawrence añadió cambiando el tono de su discurso con molesta resignación…



-Y entonces me guiarás por la base y me ayudarás a acceder a todos los sistemas de seguridad que puedas.



            La hipnotizada joven asintió despacio. Al poco fueron capaces de reanimar a la otra que sufrió idéntica sugestión. De este modo, tanto Tracer como Lawrence se metieron en el deslizador. El plan era entrar en el complejo y desactivar los sistemas de detección, entonces Kiros y Giaal, volando, se unirían a sus compañeros…



-Espero que resulte.- Se dijo el saiyajin mirando partir ese vehículo con sus amigos ya dentro y ocultos atrás. -

-No veo porqué no.- Comentó el alíen.-

-Una cosa.- Propuso Tracer en su modo jocoso habitual.- La próxima vez “doc”, será mejor que seas tú quien sugestione a la gente. No me fio de este tipo.- Sentenció algo más serio ahora, mirando a Lawrence. –

-No veo el porqué. Me limito a cumplir con mi cometido y reservarme algo para mí. Está en mi naturaleza.- Opuso el medio demonio.-

-Mira tío, no me vengas con esas. Mi amigo y compañero Mazoui es igual que tú y jamás le vi servirse de semejante treta.- Rebatió Rick.-

-Cada uno es como es.- Se sonrió Lawrence, limitándose a encogerse de hombros.-



            Hacía un rato que Nelly había llegado a casa sin novedad. Aunque para su sorpresa Kassandra la esperaba despierta. Aquella mujer le dedicó una amable sonrisa para interesarse…



-¿Qué tal fue la noche?

-Bien.- Convino ella.- Ya somos un poco más ricas…

- Eso es bueno, pero ahora tenemos algo más importante que hacer.- Le contestó mostrándose ahora seria.-

-¿Qué ocurre?- Quiso saber la chica.-

-Debes venir conmigo, rápidamente.- Le pidió Kassandra.-

-Pero, estoy muy cansada.- Pudo decir la muchacha con evidentes deseos de irse a dormir.-           -Confía en mí.- Le pidió su interlocutora de un modo inhabitual en ella, casi diríase que mostrándose asustada.-  Estarás más segura.

-¿Qué pasa?- Preguntó Nelly con extrañeza.-

-Todavía no puedo decírtelo, cuando estemos en un sitio más tranquilo.- Insistió Kassandra.-

-¿Y Orix, y Edgar?- Inquirió la chica.-

-Ya están en lugar seguro.- Le respondió su contertulia.-



            Nelly no entendía nada, pero viendo el semblante de esa mujer aceptó seguirla. Kassandra la llevó directamente al garaje, de allí sacaron el deslizador. La mujer condujo sin velocidad excesiva pero también sin detenerse y sin hablar. Al fin, casi a las afueras de la ciudad, paró. La atónita muchacha la miró sin comprender y su interlocutora entonces le pidió con tono solemne.



-Baja. Tenemos que hablar. Ha llegado la hora de que sepas toda la verdad.



            Nelly la observó sorprendida. No tenía idea de a qué se refería. Aunque creyó conveniente obedecer. Justo al poco rato escuchó ruidos en el cielo. Mirando atónita observó aproximarse las siluetas de lo que parecían unas grandes naves…



-¿Qué es eso?- Quiso saber atónita.-

-El final de todo lo que hasta ahora habías conocido.-Sonrió Kassandra, para sentenciar, con tono eso sí, amistoso y hasta casi teñido por el afecto al añadir.- Y el principio de tu nueva vida, hermana.



            En la base, el deslizador llegó sin novedad hasta el control. Las militares que iban al volante, aún bajo los efectos de la sugestión, dieron su código de acceso y el vehículo entró sin problemas. Una vez en el interior y a salvo de cualquier mirada, los dos bajaron dejando allí a esas mujeres que, tras abrirles más puertas con sus códigos personales, pasaron a ser una vez más hipnotizadas por Lawrence y cayeron en un profundo sueño.



-Hubiera preferido hacer otra cosa con esas dos bellezas.- Suspiró con fastidio el joven al verlas tendidas en una de las estancias.-

-Déjate de perversiones ahora, tenemos algo más urgente que hacer.- Le amonestó Tracer moviendo la cabeza, para enseguida agregar.- Ahora sígueme, todavía recuerdo bien dónde está la zona de control.



            Su compañero asintió y los dos se dieron prisa. Entre el entrenamiento de Rick y la velocidad y sigilo de Lawrence, no tuvieron impedimento en llegar a ese sitio sin ser detectados. No obstante, al llegar justo al cuarto de control,  alguien les sorprendió apuntándoles con un arma. A sus espaldas, una voz de mujer que le era conocida a Tracer, les dijo con tintes casi de admonición.



-Llegáis tarde.

-Disculpa la tardanza, no veas como estaba el tráfico.- Sonrió Rick al girarse y ver quien era su “captora”.



            Y es que Jane había conseguido zafarse de la supervisión de sus  teóricas compañeras de motín y tras ser informada brevemente por Sabra se dirigió hacia esa zona. Estaba segura de que sería el primer sitio donde sus amigos irían. De modo que les tranquilizó añadiendo.



-Ya he desactivado las alarmas. Tenemos poco tiempo, en cuestión de un par de minutos se darán cuenta.

-Muy bien. Será suficiente. - Convino Lawrence sacando su teléfono.-



            Kiros recibió la señal, mirando a Giaal asintió. Los dos volaron raudos hacia allí. En pocos segundos ya estaban dentro, caminando por aquellos corredores en busca de sus compañeros. En esta ocasión, cualquier centinela que salió al paso fue anulada bien por la velocidad tremenda del saiyajin o por la más amable sugestión del alíen. Tras dejar durmiendo a una joven soldado, una vez despojada de su arma, Giaal sonrió comentándole a su acompañante.



-¡Cómo pasa el tiempo! Y pensar que así conocí a mi mujer en la SSP-1.

-¿Te refieres a…?- Inquirió el perplejo Kiros.-

-Ya te lo contaré, es una historia interesante.- Le aseguró su amigo.-



            Pero el tiempo apremiaba, así pues los dos llegaron finalmente al punto de encuentro. Aunque, tanto ellos como el resto, enseguida escucharon extraños ruidos. Sin embargo, estos no provenían de la base, sino de los cielos de Nature…



-¿Pero qué demonios es eso?- Pudo preguntar Tracer.-



Ignorando el carraspeo y las toses presuntamente ofendidas de Lawrence, el grupo pudo mirar a través de una ventana, algo se aproximaba.



-¡Eso es! ¡Una nave no identificada!- Exclamó Giaal.-

-No, son varias.- Le corrigió de inmediato Jane, tan sorprendida como el resto, aunque enseguida pudo musitar con  verdadero horror.- ¡Oh, no!

-¡Son naves Arcoily! - Completó el espantado Kiros a su vez.-

-Y nuestros pilotos están encerrados aquí, sin posibilidad de salir a defender el planeta.- Exclamó Tracer una vez más.-

-Me ocuparé enseguida de eso.- Afirmó Jane quien no tardó en aproximarse al control y manipular algunos códigos.-



            Y sin embargo, la alarma de ataque externa no sonaba. Era como si esa flota enemiga hubiese sido aguardada. Así era, Celia sonrió al verla aparecer.



-Ya están aquí. Para poner bajo nuestra custodia este planeta.- Afirmó la joven.-

-Espero que reconocerán mi autoridad.- Intervino Simmons.-

-La del cualquier mujer terrestre que se signifique como válida por su liderazgo.- Afirmó la rubia.-





            Las naves enemigas comenzaron a dispersarse por el planeta. Distribuyéndose entre las ciudades más importantes, la del norte, la del Sur y Sagan City. Pronto de su interior surgieron cientos de cazas…



-Un momento. ¿Qué están haciendo?- Quiso saber la capitana Simmons.-

-Supongo que descender para hacerse cargo de la situación. Tomar zonas claves para asegurarse de que no haya resistencia. Ese era el plan.- Comentó su interlocutora con más inseguridad ahora en su voz.-



            Alguno de esos aparatos bajó incluso hasta las cercanías de la base, adoptando la forma de un gran robot para asombro de todos los testigos.



-¡Han copiado nuestros dispositivos varitech!- Comentó una atónita Sabra al ver aquello.- Estamos indefensos. Nuestras escuadrillas. ¿Por qué demonios no salen?- Se preguntó en voz alta.-



            Tanto Olivia como alguna más de las mujeres que allí estaban, observaron con el mismo gesto de estupor. Fue Susan quien les ordenó tras tomarlas por sorpresa.



-Preparadas para salir en misión de intercepción.-

-¿Cómo ha logrado escapar?- Quiso saber Olivia apuntándola de inmediato con su arma.-



            Aunque Sabra actuó deprisa desarmando de un certero golpe a su compañera. Tomó el fusil apuntando a las otras que ahora no podían levantar sus armas. Susan aprovechó para quitarles las pistolas. En ese instante el comandante Enset hizo su aparición, ayudando a Brenda que apenas sí podía caminar.



-Os han engañado.- Les dijo su oficial superior a todas las allí presentes.-

-¿Cómo han salido de ahí?- Inquirió una muchacha de las que habían estado ejerciendo como guardianas.-

-Fácil.- Repuso Jane, apareciendo entonces junto con Kiros, Tracer y otros muchos.- Yo les he abierto.



            Y así había sido, tan pronto la mayor Gray desactivó las medidas de seguridad  las puertas que aislaban los calabozos y las del resto de las celdas se abrieron. Los allí prisioneros pudieron escapar. Ayudados por los poderes de Kiros, Giaal y Lawrence, desarmaron a las guardianas sin apenas dejarlas enterarse de lo que estaba ocurriendo. Tras explicar eso, el comandante Enset se dirigió al nutrido grupo allí presente para hacerlas entrar en razón.



-No podrán enfrentarse a los poderes de nuestros aliados.- Declaró en referencia a Kiros o Giaal.- Es más, si no actuamos unidos, los Arcoily nos aniquilarán a todos.



            Las insurrectas se miraron con evidente confusión, hasta que Olivia repuso con tono entre incrédulo y molesto.



-Es una treta de los hombres para volver a controlarnos.

-No tenemos necesidad de eso.- La cortó Kiros transformándose en super saiyajin en tanto sentenciaba.- No me hace falta engañar a un adversario, con desintegrarle es suficiente.



            Y nadie pudo decir nada más. En ese instante el verdadero enemigo comenzó su ataque sembrando la devastación. La base resistía todavía puesto que la mayor Gray al mismo tiempo que desactivaba las defensas internas activó las externas. Una pantalla electromagnética rechazaba las andanadas de los Arcoily, pero eso no duraría mucho.



-¡Fighter Ladies a los aviones!- Ordenó Susan una vez más.-

-Pero señora. Nos hemos insubordinado.- Objetó Olivia dándose cuenta entonces de aquel grave error.- Tendremos que afrontar medidas disciplinarias.

-¡Déjate de tonterías! Hay cosas más importantes ahora. ¡Como seguir con vida!- Aseveró la mayor Hunter.-





            Giaal la miró con horror, si su esposa salía junto a su escuadrilla no tendría la menor oportunidad. La superioridad numérica del enemigo era apabullante. Las destruirían nada más salir del amparo de la barrera protectora. Aunque Kiros, observando la cara de su amigo, se apresuró a decir a las mujeres.



-Os cubriré. Voy a jugar al tiro al blanco con esos bastardos.

-Todos los pilotos disponibles.- Ordenó Enset, mirando a Tracer para añadir.- Y eso le incluye a usted. Ha vuelto a ser mayor.

-A la orden.- Saludó el chico recordando viejos tiempos.-



            Corrieron a los aparatos. Por desgracia, otros muchos pilotos habían sido aislados de la zona de los hangares y no podían llegar a sus aviones. Y eso no pasó desapercibido en la sala de observación en donde Elisabeth estaba.



-¿Qué demonios están haciendo?- Exclamó mirando a Celia con una expresión entre horrorizada y furiosa.- ¿Porqué esos idiotas nos están atacando?



            Aunque la joven devolvió esa misma mirada de asombro y horror a la capitana para apenas ser capaz de replicar.



-No lo sé. Éste no era el plan.



            Y para su mayor estupor, la voz de Shania resonó entre risas burlonas, llegando acompañada por Marla que parecía mirarlas ahora con una media sonrisa plena de seguridad y regocijo.



-Te equivocas, querida. Claro que era el plan. Verás. Hay ciertas cosas que no te contamos…



            Entre tanto la aterrada Nelly vio como la ciudad estaba siendo atacada por aquellas innumerables naves. Kassandra la hizo tirarse al suelo en tanto le comentaba.



-Ya te lo dije, será un nuevo comienzo.

-¿Qué está pasando? ¡Orix! – Pudo gritar con patente horror y miedo por su hermano.-



            Quiso levantarse y correr hacia su casa pero su interlocutora la placó derribándola para decirle.



-¡No seas estúpida!, lo que les pase a los humanos no es asunto nuestro…



            Al sur, los bandidos y demás delincuentes quedaron perplejos e incluso asustados al ver como esas naves atacaban la ciudad.



-¿Qué leches está sucediendo?- quiso saber Pancho.-



            Tanto él, como Brund y otros dos tipos entraron a la carrera en las dependencias del cuartel general. Allí, Dean había hecho cuanto Ángela le había pedido.



-No sé cómo es posible, pero lo he desconectado todo.- Dijo él, sintiéndose satisfecho aunque también extrañado.- Esos sistemas de seguridad que me pediste. Aunque no eran solamente los del banco…

-Muy bien.- Le susurró ella al oído con tono meloso en tanto le acariciaba el pelo.- Debo admitirlo, has sido el más útil de todos mis hombres. Tanto, que te has ganado el conocer a Cobra…



            Fue en ese instante cuando entraron los otros delincuentes. Brund, que ahora lucía realmente asustado, informó a la joven.



-Han aparecido un montón de naves…están destruyendo la ciudad. ¿Qué coño está pasando?





            Y la chica se rio, incluso pareciendo divertida para estupor de todos, más al sentenciar.



-Lo que os había dicho, Cobra ya está aquí. ¿No queríais conocerle?...



            Incluso uno de esos aviones enemigos había aterrizado convertido en robot y para asombro de todos los maleantes, Ángela se aproximó decididamente hacia la salida para ir hasta él.



-¿A dónde vas?- Gritó Dean realmente preocupado por ella.- ¡Te van a matar!



            La chica entonces le miró incluso casi con simpatía para sonreír y proseguir su camino. Para mayor asombro de todos los allí reunidos ese robot se arrodilló abriendo una escotilla y dejando ver un puesto de piloto vacío. Entonces Ángela, dirigiéndose a los presentes, les reveló entre risas de burla y desdén.



-Os presentaré. Este es mi “novio”, Cobra. O lo que es lo mismo, Comando Ofensivo Biológico y Robótico Arcoily.



            Los bandidos se miraron con gestos atónitos y desencajados. Aunque Dean, recordando fugazmente aquellos días tan duros de cuando era un niño pequeño, no dudó en correr a meterse en el primer agujero que encontró. Ángela le vio y movió la cabeza suspirando resignadamente.



-El único humano inteligente que hay por aquí. ¡Qué lástima!…

-¡Tú eres una zorra traidora! - Espetó Brund, apuntándola con un fusil que llevaba colgado al hombro.-



            Aunque la ráfaga de balas que disparó no alcanzó a la joven, quién, con una velocidad pasmosa, se apartó de su trayectoria. Por su parte y sin dignarse replicar de palabra, la chica sacó una especie de pistola y disparó contra el bandido reduciéndole a cenizas en apenas un segundo. El resto corrió despavorido. Entonces ella esbozó otra malévola sonrisa para replicar a nadie ya en particular.



-De traidora nada. Todo lo contrario, soy una fiel comandante simbionte. Y qué mejor prueba de mi devoción a la causa que el haber aceptado someterme a este tratamiento biológico para pasar por una humana repugnante dotada de fuerza Arcoily. Sí, nuestra infiltración ha funcionado realmente bien. Ahora a esperar a que las demás hagan su trabajo…



            Y entre tanto, Kassandra le explicaba a la espantada Nelly entre el ahogado estruendo del ataque a la ciudad.



-Tú y yo, somos hermanas. De hecho vine en tu búsqueda.



            La joven la miró perpleja ahora, aunque su primer instinto seguía siendo el ir a buscar a su hermano.



-¡Por favor!, tengo que ir a por Orix.- Suplicaba.-

-Olvídalo, ese muchacho no es nada tuyo, yo sí.- Insistió su interlocutora.-



            Y tenía una fuerza tal que con solamente un brazo era capaz de inmovilizar a Nelly. Aprovechando esto, la que se hacía llamar Kassandra le explicó.



-Nuestras otras hermanas hicieron un gran sacrificio también. Tanto ellas como yo nos enteramos de tu existencia y quisimos venir a liberarte. Al saber que nuestro padre fue muerto por los humanos. Entonces contactamos con los Arcoily, tenían agentes en este planeta y te rastrearon. No les fue difícil averiguar quién te había atendido. Lo hizo además utilizando el ADN de una niña humana muerta. Ese tal doctor Ginga te usó para hacer un experimento cruel.

-No, él siempre ha querido ayudarme.- Negó la muchacha.-

-Ahora eso ya no importa. Fueras sus intenciones las que fuesen, te condenó a conservar esta patética forma humana. Y nosotras también aceptamos quedarnos así, todo por encontrarte y por ejecutar nuestra venganza.- Siseó Kassandra, añadiendo.- Los Arcoily estaban probando una especie de terapia genética que combinaba las habilidades humanas y de su raza, pero les faltaba un componente, algo que pudiera armonizar el código genético de ambas y obrar una transformación. Ahí fue donde nosotras entramos. Me tocó a mí el infiltrarme aquí y seducir a ese cerdo de Edgar. Como ya te dije hace tiempo, entre polvo y polvo, me fue contando qué planeaba hacer contigo. Pero además, me dijo lo que eras, incluso habló de esos informes que el doctor Ginga le mostró. De ese modo pudimos hacernos con una copia tras hackear el sistema.  Luego fue sencillo, con la ayuda de una de las científicas pudimos probar el suero mejorado. Primero en una humana a la que habían capturado y mantenían en hibernación. Al ver que resultaba nosotras mismas nos prestamos voluntarias. Es perfecto, ahora tenemos fuerza y velocidad, pasando encima por humanos. Somos indetectables. Lo único que lamento, hermana, es que no hayamos podido inyectártelo para darte nuestra fuerza.

-Pero, ¿Porqué están atacándonos?- Quiso saber Nelly mirando con horror las llamaradas y la devastación que surgía en la alejada ciudad.-

-Esa era la intención de nuestros aliados. A nosotras nada nos importa, no somos humanas. Es más, ya te lo he dicho, ellos acabaron con nuestra progenitora en la nave esa que usaron para venir aquí. Por tanto incluso nos alegramos de que reciban su merecido. Los Arcoily creen que la raza humana es la peor y más destructiva de la galaxia. Y opino que tienen toda la razón. ¡Malditos humanos, merecen ser aniquilados!



            Nelly no pudo responder, no compartía eso en absoluto. Había estupendas personas allí, que eran inocentes de todo eso que decía Kassandra. Entre lágrimas veía la ciudad arder y solamente pensaba en Orix. ¡Ojalá estuviera bien! Aunque enseguida recordó a Wina y a otros muchos. Sin embargo, ella nada podía hacer. Al menos, los que sí reaccionaron de inmediato fueron Xefix y Renia. Estaban acantonados en la embajada Saiyajin y volaron raudos hacia las señas que les había dado su superior, el embajador Kiros.



-Debemos llegar de inmediato para proteger a la esposa de su excelencia.- Comentó Xefix.-

-Así se hará.- Aseveró su compañera.-



            A su alrededor se reflejaba un caos de destrucción en la ciudad que estaba siendo atacada. Pero ese no era su problema. Tenían que centrarse en su misión principal. Por supuesto les hubiese gustado responder al fuego del invasor pero debían llegar a ese sitio cuanto antes para salvaguardar la integridad de la mujer de su embajador. Al fin fueron capaces de alcanzar su destino aterrizando cerca del hospital, apartado afortunadamente del peligro. Al menos de momento. Enseguida llamaron al teléfono de su protegida. Maggie, que había ido a su jornada laboral en ese turno, estaba tan horrorizada como el resto. Todo eso le traía a la memoria unos terribles recuerdos de lucha y muerta a bordo de la SSP-2.  Aunque haciendo gala de un gran valor y determinación, se mantenía en su puesto atendiendo a cuantas personas hiciera falta. Más ahora que comenzaban a llegar como una auténtica avalancha al producirse más y más heridos cada vez.



-Me ocuparé de sacar a la señora Derail de aquí.- Dijo Renia a su colega, indicándole. – Tú elimina a cuanto enemigo se aproxime a este lugar.



            Su compañero asintió, disponiéndose a volar hacia la azotea a fin de defender el hospital. Entonces Maggie contestó.



-¿Qué sucede?- Quiso saber al recibir una llamada de Renia.-

-Tenemos que sacarla de aquí, señora. Órdenes de su esposo.- Le contestó la saiyajin.-

-No me moveré. – Replicó ella añadiendo decidida.- Hay muchas personas que precisan atención médica y no las abandonaré.

-Pero señora, nuestra órdenes.- Quiso replicar su interlocutora.-

-Ya he dicho cuál es mi decisión.-  La cortó Maggie alegando.- Me niego a irme y si os atrevéis a sacarme a la fuerza me tiraré por la ventana o me cortaré las venas. ¿Entendido? Antes moriré que desertar de mi puesto.



            Y es que, conociendo la forma de ser de los saiyajin, sabía que iban a ser capaces hasta de sacarla contra su voluntad con tal de cumplir las órdenes de su esposo. Pero el motivo de eso era la propia seguridad de Maggie. Quizás estuviera arriesgándose a ir de farol, sobre todo pensando que el suicido era pecado mortal, pero supuso que eso los saiyajin lo ignorarían. Además, no le quedaba otra solución. En ese instante vio entrar en la sala en la que estaba a esa mujer, con la armadura de combate de su pueblo. Renia se encogió de hombros. Por su parte la guerrera podía comprender esa respuesta. Ella también moriría antes que faltar a su deber, por tanto le preguntó a su interlocutora.



-¿Qué podemos hacer entonces? Estamos bajo órdenes de su excelencia de protegerla.

-Mi esposo os ordenó que me protegieseis, lo sé. - Le recordó Maggie, agregando inteligentemente.- Pero no dijo en qué lugar, ¿verdad?

-No.- Admitió la saiyajin.- De hecho, nos ordenó velar por su seguridad en cualquier parte en donde usted estuviera, señora Derail.

-Pues bien. Eso aquí es de lo más sencillo.- Afirmó la enfermera declarando con evidente lógica.- Proteged este hospital y me protegeréis a mí.

-Como deseéis.- Asintió la guerrera inclinando levemente la cabeza y saludando con  un golpe de su puño al lado contrario del pecho.-



            De modo que se unió a su compañero en la defensa de aquel lugar. Lo que fue providencial por que las naves enemigas ya estaban llegando…



-Vamos a detenerles. - Le indicó Renia a su compañero, tras explicarle la situación.- No podemos hacer otra cosa.

-Al menos, la señora Derail, con su valentía nos ha dado la oportunidad de librar una batalla gloriosa en tanto cumplimos las órdenes de su esposo.- La alentó él.-

-Hagámoslo pues.- Convino su compañera centrándose en el enemigo que estaba ya encima.-



            En la escuela de Daphne y Martin todos los niños chillaban aterrados. Se había habilitado el sótano como refugio. Nada más comenzar las explosiones, el padre Michael les dio la orden de evacuarles de las clases. También Stephanie, junto con el recuperado Trent, estaban en el colegio y, siendo alumnos mayores, colaboraron en lo posible para llevar a los más pequeños a lugar seguro.



-¡Dios mío!- Musitaba la muchacha.- Ayúdanos.

-Vamos.- Les indicaba otro de sus profesores, al escuchar el estruendo de los disparos cada vez más cercano.- Daos prisa y meteos en el refugio…



            En la base el grupo de asalto había logrado reducir a las centinelas sin apenas dificultades. No tardaron en liberar a los prisioneros en su totalidad. Al fin, los pilotos fueron abordando sus cazas. Tal y como prometió, Kiros estaba cubriéndoles para que pudieran efectuar sus salidas. No obstante, pese a todo, muchos eran abatidos o alcanzados por el enemigo.



-¡Maldita sea!- espetó Simmons.- Se suponía que esto iba a ser una alianza para desplazar a los hombres del poder, no para destruirnos a todos.

-Es lo malo de ser tan crédulos, humanos.- Sonrió Shania.- Como esta estúpida que he clonado. La muy idiota estaba tan cegada por su odio hacia los varones que abusaron de ella que se prestó a cualquier cosa. Y cuando tuvimos el fruto de sus investigaciones simplemente la suprimimos y la suplanté.

-Esto no es lo que acordamos.- Intervino Celia.- Tendría que ser una toma pacífica del poder y que las mujeres gobernasen.

-Vamos, liberemos a todos los presos.- Afirmó Elisabeth dirigiéndose a su rubia aliada.- Al menos lucharemos…



            Pero no pudo moverse del sitio, para asombro de Celia, esa tal Marla la apuntó con un dedo del que fluyó un rayo de energía que atravesó el pecho de la capitana. Simmons cayó al suelo fulminada al instante. Entonces Shania añadió divertida.



-Vamos a ir eliminando lastre. Gracias a que Marla se ha sometido a nuestra última mejora en la fórmula…

-Me siento genial.- Afirmó ésta mirando a Celia con expresión desafiante para retarla.- ¡Vamos!, demuéstrame lo que eres capaz de hacer.-





            La desafiada no lo pensó, a una velocidad tremenda se arrojó contra esa individua quien sin embargo fue capaz de maniobrar con la misma celeridad. Hubo un intercambio de golpes en los que ambas daban la impresión de estar muy parejas. La que parecía ser Shania las observó entretenida. No obstante, su ceño se frunció cuando pudo ver a través de las pantallas de vigilancia que los presos ya habían sido liberados.



-Ocúpate de ella, voy a terminar con esos entrometidos.- Le ordenó a Marla.-



            La morena sonrió, parecía tener controlada a la perpleja Celia. Shania entre tanto salió de allí golpeando a cuanto hombre vio en su camino…



-No permitiré que estropeéis nuestros planes. - Espetó.-



            En la ciudad, tanto Lead Crow, como Aluminium Siren, plantaron cara a los ataques enemigos. Al menos haciendo cuanto podían. Se les había unido Iron Mouse quién desde luego no estaba muy contenta con esa idea.



-Nos va a aniquilar. Son muchos y muy fuertes.- Les dijo a sus compañeras con evidente inquietud.-

-No los cuentes y ataca.- Le ordenó Crow.-

-¡Vamos!, tenemos que alejarles del núcleo de población.- Añadió Siren.-



            Ambas sailors guardianas dispararon sus mejores armas logrando aturdir o dañar a algunos robots enemigos. Sin embargo, no eran lo bastante fuertes como para destruirles. Tuvieron que retroceder y parapetarse tras algunas ruinas a causa de las andanadas de disparos láser de sus contrarios.



-No nos vendría mal que Galaxia -sama estuviera aquí.- Afirmó Mouse tapándose la cabeza con ambas manos y agachada tras un muro de piedras.- O al menos las Star light, son más poderosas que nosotras.

-Pues no están, tendremos que apañárnoslas solas.- Le respondió Siren echando una ojeada a través de una abertura para ver si el enemigo aún seguía ahí.- ¡Maldita sea!- Añadió contrariada.- Y ya voy teniendo hambre.

-Siempre he admirado eso.- Repuso su compañera Lead Crown con irónico retintín.- Mantienes tu apetito pase lo que pase.

-Sí.- Tuvo que admitir su amiga y colega, añadiendo con humor.- Y es muy embarazoso cuando me suena la tripa…



            En la escuela, Daphne se abrazaba a algunos de sus angustiados y aterrorizados pequeños alumnos, Martin hacía lo propio tratando de mantenerles calmados.



-¡Maldita sea!- Lamentaba el chico en su mente.- Si al menos tuviera algo de espacio para apuntar.-



            Pensaba en esa libreta que había llenado ya. Se daba perfecta cuenta que, igual que había podido hacer que pasaran cosas con ella para alejar a Daphne de esa mujer, hubiese tenido la ocasión ahora para salvarla del peligro. A ella y al resto.



-No había nada de esto escrito. Es como si lo mío fuera una pequeña anotación a pie de página.



            Quiso hacer memoria, aquel extraño individuo que le auxilió llegó a comentarle una vez que había muchas otras historias entretejidas y enlazadas. Todas importantes. Y que la del propio Martin con Daphne era sencillamente una más. Sin mayor trascendencia para otros acontecimientos.



-Puede terminar de muchas maneras. Eso no afecta al hilo principal.- Le dijo entonces con tono misterioso.-



            Martin no le prestó demasiada atención en aquellos días. Estaba únicamente pendiente de obtener el amor de Daphne y ninguna otra cosa le interesaba. Tampoco comprendió absolutamente nada.



-Si hubiera estado más atento, y hubiese podido saber todo esto.- Pensaba con horror ahora.-



Pero ya era tarde para eso. Por lo menos en lo referente a variar las cosas. Además, tampoco la tenía consigo sino en su taquilla, arriba.



-Quizás si utilizo algún recoveco.- Se dijo.- Tendré que ir a buscarla.



            En el cielo entre tanto el grupo de Sabra y algunos otros pilotos había logrado burlar al enemigo y remontarse en altura lo suficiente como para contratacar. Junto a ella, Susan, Olivia, Ludmila y Elisa volaban en formación, como siempre, constituyendo la escuadrilla de las Figther Ladies.



-¡Al ataque, sin piedad!- Ordenó la mayor Hunter.-



            Sus subordinadas estaban más que dispuestas a acatar esa orden y sus aviones comenzaron a hacer estragos en el enemigo. En poco tiempo sobrevolaron la ciudad. Fue cuando una horrorizada Sabra comentó.



-¡Dios mío, eso de ahí es el colegio de Daphne!



            La propia Susan estaba angustiada, su hijo estaría allí. Con todo el fragor de la lucha había olvidado ese detalle. Ahora se sentía tan culpable y devastada que no dudó en decirles a sus compañeras.



-Vosotras, continuad alejándoles de las zonas civiles. Yo me quedaré aquí para rechazarles. Mi hijo está ahí…

-Me quedo con usted, señora.- Se ofreció Sabra.-

-Solamente somos tres.- Objetó Olivia.- No podremos hacer mucho.



            Empero, al poco oyeron otra transmisión, era una voz muy conocida y a todas las dejó atónitas oir.



-Cuatro.

-¿Celia?- Exclamó Susan con perplejidad.-

-Sí señora, soy yo, y le prometo que ahora estoy de su lado. Lo único que le suplico es que me deje recobrar mi dignidad y mi honor…

-Va a serte muy difícil, eso lo perdiste hace mucho, traidora.- La increpó Elisa.-

-Déjala.- Le pidió Olivia.- Puede que fuese engañada, como nosotras.

-Eso es fácil de decir.- Opuso Ludmila.-

-¿Cómo has dado con nosotras?- Quiso saber Susan.- ¿Siguiendo nuestras transmisiones?

-Me lo dijo el comandante Enset.- Contestó la interpelada, que les refirió.- Cuando me di cuenta de mi error, y le solicité volver al servicio. Por esta última vez…



            Y es que la joven había logrado desembarazarse de esa odiosa morena. No le resultó nada fácil. Al principio las cosas le fueron mal, su adversaria tenía una inusitada fuerza. Incluso más que ella. Posiblemente la dosis de suero y las modificaciones que le hicieron iban más allá de las que practicaron en el cuerpo de la propia Celia. Se dieron golpes realmente contundente, arrojándose toda clase de objetos, las dos sangraban y tenían moratones por todo el cuerpo. Incluso jadeaban en busca de la respiración.



-¡Voy a matarte, rubita! Lástima, podríamos haber disfrutado mucho juntas.- Remachó esa individua, haciendo girar su cabellera morena.-

-¿Sabes una cosa?- Replicó celia, con desdén.- Me recuerdas a esos machos violadores. No, eres incluso peor que ellos. Al menos un hombre no tienen porqué comprender nuestra psicología ni nuestro cuerpo. Pero tú no tienes esa excusa.

-¡Sabes bien como insultarme! - Espetó Marla.- Es gracioso, son las hembras patéticas como tú, que demandan la aprobación de los hombres, las que nos han estado lastrando. Pero le voy a poner remedio.

-Eres bienvenida para intentarlo.- La desafió su rival.-



Su enemiga de hecho siguió atacándola. Celia se defendía. Pese a la fuerza que Marla demostraba era incapaz de hacerla claudicar. Sin embargo, ésta energía se le fue agotando con la misma rapidez con que le había venido.



-¡No lo entiendo!- Exclamó Marla que ahora jadeaba agotada.-



            Y es que de haber levantado un armario sin dificultad, la periodista era incapaz ahora casi hasta de levantar una silla. Durante la pelea, poco a poco, su tensión y sus energías se habían visto mermadas. Tanto que incluso comenzaba a sentir dolor.



-Quizás esa zorra que clonó a Shania probó contigo una muestra del suero que estaba desarrollando. O puede que matase a la científica antes que ésta terminase sus pruebas. – Replicó Celia esbozando una media sonrisa llena de deseos de venganza para sentenciar.- Pero no te preocupes, voy a terminar con todos tus problemas, ¡de golpe! - Exclamó enarbolando un puño.-



            Marla era lo bastante inteligente como para ver que estaría perdida en cuestión de minutos. De modo que decidió correr mientras pudiera. Celia la vio huir, deseosa de agarrarla por el pescuezo y destrozarla. Aunque, tras oír la alarma, otro pensamiento acudió a su mente.



-¡Brenda!- Suspiró.-



            Y corrió en busca de su hermana. Fue cuando, tras recorrer  varios pasillos entre el caos y la algarabía de los que por allí discurrían, se topó con el grupo de Enset y demás. Las mujeres ya habían partido. El comandante daba órdenes tratando de dirigir aquello en tanto sostenía a la agotada modelo. Lawrence estaba junto con él y con Tracer. El joven ex piloto pensando en abordar un avión. Justo en ese instante vieron llegar a Celia. Por inercia la apuntaron con sus armas.



-Eso no será necesario.- Les dijo sin siquiera levantar las manos, para sentenciar.- Sé por dónde podemos acceder, hay un pasillo que estaba custodiado tras una puerta. Simmons me lo contó.

-¿Dónde está la capitana?- quiso saber Enset, declarando.- Desde ahora debe darse por destituida y arrestada, yo asumo el mando.

-Señor, el mando ya es suyo. Lamento comunicarle que la capitana Elisabeth Simmons ha sido asesinada por una enemiga infiltrada, cuando quiso oponerse a este ataque.- Repuso Celia con genuino pesar.-



            Eso les dejó impactados a todos, sin embargo, el comandante enseguida se rehízo para replicar.



-En ese caso, usted debe entregarse también y permanecer en un calabozo….

-Haré algo mejor.- Se ofreció la joven.- Subiré a un caza y les ayudaré a combatir a los Arcoily. Nos han  traicionado a  todos y me considero responsable.

-Y tanto que lo es. ¡La ejecutaría de inmediato si no fuera por!...- Espetó un indignado Enset.-



            Aunque paradójicamente fue Brenda, tan idéntica en apariencia a la traidora, quien salió en su defensa, dejando atónito al comandante.



-Le dice la verdad. Es mi hermana y conozco su expresión.¡ Por favor, dele esa oportunidad! No le defraudará.

-¿Y si es un truco para escapar o unirse al enemigo?- Lo lamento señorita, no puedo hacer eso.- Suspiró Karl.-

-Señor, estoy de acuerdo con la señorita Walsh.- Terció Tracer.- Y no tenemos muchas más alternativas. Estamos escasos de pilotos. Y Celia era una gran piloto. Si es que todavía recuerda como volar.

-Sí, señor. Eso jamás se olvida.- Asintió la muchacha, alegando.- Le juro por mí...- Iba a decir honor pero le sonó ridículo dado que lo había perdido con su traición, de modo que rectificó.- Por mi hermana y mi familia, que es lo único que todavía quiero en este mundo… Pase lo que pase, si regreso con vida, me entregaré y podrá ejecutarme como quiera. ¡Pero le pido por favor que me deje vengarme de esos canallas! Y que me dé la ocasión de limpiar un poco mi nombre. ¡Por favor!- Suplicó ahora.-



            Y tras unos instantes, Karl asintió. Entonces le ordenó a Rick.



- Señor Jensen, como ya le dije antes, queda usted restituido con su rango de mayor con lo que a privilegios y responsabilidades conlleva. Al menos hasta el final de esta crisis. Ahora, vaya con ella, a ver si es cierto que le puede llevar por una zona más segura a usted y a los pocos pilotos que nos quedan por aquí. Al menor gesto que le haga desconfiar, dispárele.

-No se preocupe, señor.- Asintió Tracer asegurando incluso con amabilidad.- Estoy convencido de que Celia es sincera. Nunca fue su estilo mentir.



            La ex militar asintió despacio. Después, mirando a su hermana se aproximó a ella y le susurró entre triste, arrepentida y agradecida.



-Gracias Brenda, gracias por creer todavía en mí aun ni cuando yo misma lo hago.

-Ten cuidado y vuelve conmigo.- Le pidió ésta con visible emoción.-

-No hay vuelta atrás para mí. He hecho cosas que son imperdonables. Solamente te pido que me recuerdes como a aquella hermana tuya con la que compartías sueños. No sabes cuánto lamento esto. Pero ahora, al menos, haré lo que siempre debí y quise hacer. Despedirme de ti. Cuídate mucho, hermana. Sé que debí decírtelo antes, pero te quiero.



            Brenda no pudo evitar llorar abrazándose a ella. Tras unos emotivos instantes, Celia se separó de su interlocutora y sonriendo débilmente musitó.



-Esos bastardos me quitaron hasta la capacidad de llorar. Hazlo por mí. Cuida a papá y mamá y vive una vida feliz, luchando por cumplir tus sueños. - Y tras esas palabras llenas de amargura y tristeza se sobrepuso con un tono más decidido ya dirigiéndose a Tracer.- Sígame mayor.



            Rick asintió y la joven salió a la carrera hacia una zona apartada  en la que había una especie de panel. Sin dudar abrió una pequeña cajita y tecleó un código en unos números que allí aparecieron. Al instante se deslizó una puerta corredera invisible hasta entonces. Tanto ella como Tracer entraron, seguidos por algunos pilotos más. Tras cruzar por un pasillo apenas iluminado, Celia llegó ante otra puerta que abrió. En efecto, aquello daba acceso al hangar más protegido de la base donde estaban los mejores cazas.



-Adelante.- Les indicó ella a todos.-

           

            Los demás oficiales corrieron a abordar los aparatos que allí estaban preparados. Celia por su parte se cuadró ante Rick, pidiéndole de modo solemne.



-La alférez Walsh solicita humildemente su permiso para reintegrarse a su escuadrilla, señor.

-Permiso concedido, alférez.- Repuso él.- Busque a la escuadrilla de las Figther Ladies de la mayor Hunter. Únase a ellas y buena caza.



            Y tras saludarle militarmente la joven se permitió una leve sonrisa de alegría para contestar con determinación.



-A sus órdenes, señor. Y gracias, usted siempre fue bueno y comprensivo conmigo. Lamento profundamente lo que he hecho. No busco el perdón, sé que no lo merezco, pero sí la posibilidad de enmendar mis errores. Si eso le sirve.

-A mí me sirve, Celia.- Asintió Rick, añadiendo con tono más amable e incluso lleno de compasión por la muchacha.- Y debe servirte a ti también. Todos hemos cometidos errores. Ahora ve ahí arriba y haz lo que sabes con tu varitech para enmendarlos. Tus compañeras te necesitan.



            La chica asintió agradecida. Así, tanto ella como Tracer abordaron un aparato cada uno y despegaron. Por fortuna el acceso al exterior de ese hangar estaba tan bien camuflado que el enemigo ni lo había vigilado. De este modo, varios cazas salieron sorprendiendo a los Arcoily por retaguardia y haciéndoles huir de la zona. La base ya era segura. Celia no lo dudó y rastreó a sus ex compañeras. Ahora allí estaba, unida a la que debió haber sido su escuadrilla.



-Señora.- Añadió.- Me ha enviado el mayor Tracer. Él también se ha reintegrado por el momento.

-Muy bien.- Convino Susan que había recibido precisamente una transmisión de Rick.- Permiso concedido, alférez. Haga lo que pueda.

-A la orden.- Replicó ella, pensando no sin una mezcla de satisfacción, alivio y tristeza.- Mi primera y última misión con las Figther Ladies. Haré que merezca la pena.

-Bien, Celia, allá vamos otra vez. Como en los viejos tiempos.- Declaró Olivia.-

-Fighter Ladies, scramble cinco. En formación de ataque. ¡A por ellos! - Ordenó Susan.-



            Y al unísono todas obedecieron la orden y se desplegaron. Susan y Sabra atacando a todo enemigo que se aproximaba al colegio o cualquier instalación civil. De lejos, Xeflix y Renia observaron con alivio que les llegaba esa ayuda.



-Los humanos al fin han venido.- Suspiró el saiyajin respirando ya con agotamiento.-

-Pese a todo el enemigo es numeroso.- Repuso Renia que empezaba a cansarse también.- Mucho más que ellos.



            Y es que otra oleada de naves Arcoily llegaba, sobrepasando por mucho a las escasas defensas de Nature que habían podido ponerse en marcha.



-Pues echémosles una mano. ¡Somos saiyajin, cuanto más numeroso sea nuestro enemigo, más diversión para nosotros y más bajas para ellos! - Exclamó Xeflix.-



Su compañera asintió, y los dos se aprestaron a continuar batallando. Entre tanto, en su laboratorio, Sharon estaba protegida junto con Melissa y el doctor Adams. Por suerte, justo antes del ataque, él había acompañado a su esposa. Ahora, los científicos trataban de manejar los ordenadores de los que disponían para entrar en los centros de seguridad.



-Alguien ha desactivado las alarmas y ha creado un caos enorme.- Declaraba Melissa.-

-Sí, he contactado con Scott, está en un sótano del centro tecnológico y desde allí intenta como nosotros, reinstaurar los sistemas.- Repuso su marido.-



            Sharon estaba preocupada a su vez, temía por Tracer. Aun así la joven declaró tratando de ser animosa.



-De niña ya superé una situación muy comprometida, las fuerzas del bien nos protegieron y triunfaron. Ahora será igual, no teman.

-También hemos vivido situaciones así y salimos adelante. Pero lo que más nos preocupa es nuestra hija Wina.- Pudo decir una angustiada Melissa, agregando.- Ella estará en su colegio, ¡Oh Dios mío!- Musitó sin poder evitar llorar.- Espero que esté a salvo.

-Lo estará. - Quiso animarla Clyde recordando a su asustada esposa en tanto la abrazaba. - Tienen zonas subterráneas para protegerse en caso de ataque o desastre natural. Y es una chica muy inteligente. Se habrá puesto a salvo.



            Su mujer asintió tratando de dominarse y al fin pudo decir.



-Tienes razón, lo siento. Además, no solo nuestra hija está en peligro hay miles de personas inocentes ahí fuera. Tenemos que trabajar lo mejor y más rápido posible para protegerles.



            Y recibió los asentimientos de sus interlocutores. Entre tanto, en la casa segura, tanto Samantha como Paul Saint Joint, estaban junto con Naya, Kyle y Debbie, custodiando a las  víctimas de los ataques vampíricos. Al parecer Mei Ling daba la impresión de estar totalmente recobrada. Al ser afectada igual que Bai Chen. Emma por su parte seguía bajo tratamiento, Ahora, en un estado nuevamente consciente, con ese gotero conectado que la alimentaba de sangre artificial y otro con suero, la científica pudo decir, tras oír a los demás hablar de ese ataque que se cernía sobre la ciudad.



-Si atacan la planta de generación de energía estaremos perdidos.- Comentó.- Hay un pequeño reactor de fisión allí.

-¡Maldita sea!- Exclamó Debbie con horror.-

-Creía que en este planeta no se habían introducido energías contaminantes.- Opinó Paul.-

-Se construyó en la primera fase de la ocupación de Nature.- Les explicó Emma.- Cuando aún no teníamos listos y operativos otros sistemas. A día de hoy y dado el crecimiento demográfico de algunas ciudades como Sagan City, sigue siendo una fuente importante de energía.

-Ese es un objetivo que seguramente se protegerá.- La calmó Samantha añadiendo con más interés en esa mujer.- ¿Cómo te encuentras?

-Mejor, no siento dolor ni nada parecido.- Repuso ella.-



            Los demás se miraron, ese no era precisamente un buen síntoma. Aunque no dijeron nada en voz alta. Ahora estaban más preocupados por la suerte del planeta entero. En otra parte entre tanto, Alan estaba realmente inquieto. Había viajado a la SSP- 2 que estaba en órbita en torno al planeta para unos arreglos de rutina en el sistema operativo. Allí nadie de la tripulación de mínimos que mantenía la nave detectó nada. No obstante, algo raro sucedía. Del planeta no llegaban comunicaciones y los radares habían detectado muchas naves aproximándose. Como eso resultó sospechoso se lanzaron algunos aviones para hacer un reconocimiento. A los pocos minutos saltó la alarma.



-Espero que mi hija y mi mujer estén bien.- Se decía el preocupado joven en cuanto se enteró, como los demás, de que Nature estaba siendo atacado.-



Pero, al igual que al resto, no le quedaba más remedio que trabajar lo más aprisa y mejor que pudiera, aportando su granito de arena para así poder salir con bien de aquella terrible situación.


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