Martin no lo dudó, dejando a sus niños al cuidado de otros alumnos mayores,
salió de la estancia que hacía de refugio.
-¿A dónde vas?- Gritó Daphne al verle correr.-
El chico no respondió,
perdiéndose por el corredor, la joven entonces no dudó en seguirle.
-¿Dap?- Pudo chillar a su vez Stephanie queriendo ir tras de ella.- ¡No
vayas!
-No, ¡quieta! - Le pidió Trent, sujetándola.-
-¡Déjame, es mi hermana!- Insistió la chica tratando de zafarse.-
Aunque su novio ahora no
quiso dejarla marchar. Al fin pudo decirle con temor y apelando a la lógica.
-No tiene sentido que te pongas en peligro tú también. Tu hermana habrá ido
a buscar al señor Martin. Tranquila, enseguida volverá con él. Debemos
quedarnos aquí y cuidar de los pequeños.
Eso hizo calmarse a la
muchacha. Sí, a buen seguro que eso es lo que Dap intentaba. Asintió relajándose y volviendo a sentarse en
aquel sótano en el que estaban. De hecho tenía miedo, igual que el resto, las
explosiones aunque lejanas todavía podían oírse con mucha claridad. Entre tanto
Martin había subido llegando al edificio del colegio que ahora estaba a medio
derruir.
-¡La libreta!- Se dijo.- Tengo que encontrarla…
-Martin.- Le llamó Daphne corriendo tras él.- ¿Por qué has salido
corriendo?
-Vete de aquí, es peligroso.- Le pidió él al verla.-
-Por eso mismo ven conmigo. – Le respondió la preocupada muchacha.-
Un estruendo cercano les
hizo taparse los oídos y caer de rodillas al suelo. Uno de esos aparatos había
aterrizado muy cerca. Entre pasmados y llenos de miedo vieron un robot enorme
que se había posado, portaba un fusil enorme, aunque para su alivio resultó
ser…
-Es de los nuestros.- Suspiró Martin.-
-¿Estás seguro?- Le preguntó Daphne.-
-Sí, mira los distintivos, es del UNISON.- le susurró el chico.-
Por suerte, Martin estaba
en lo cierto. Para salir de dudas incluso oyeron la familiar voz de Susan a
través de un altavoz.
-¿Qué hacéis aquí?- quiso saber la mayor Hunter.- Volved inmediatamente al
refugio.
-Sí, enseguida.- Repuso Daphne.-
-¿Habéis visto a mi hijo?- Quiso saber la oficial.-
-Estaba abajo, le metí en el refugio con los demás.- Afirmó Martin.- No te
preocupes, está bien.
Susan suspiró aliviada
dentro de su carlinga. Aunque enseguida se centró, ordenándoles a esos dos.
-Sois civiles, dejad que nos ocupemos de esto. Meteos en el refugio. Poneos
a salvo. - Insistió.-
Daphne asintió y creyendo
que la causa de esa salida de Martin era bien distinta se apresuró a intentar
tranquilizarle.
-Todos los niños fueron puestos a salvo. No temas.
-Claro.- Musitó torpemente él.-
No tenía más opción que
seguir a la muchacha al interior. Sin embargo ninguno tuvieron la oportunidad
de hacerlo, un disparo enemigo cayó muy cerca, demasiado, destruyendo una parte
más del colegio que se derrumbó sobre la puerta de acceso al sótano. Los dos
cayeron al suelo, heridos, aunque no de gravedad. La suciedad, los cortes y los
moretones de algunos golpes eran por fortuna lo más que Martin sufrió.
-¿Estás bien, Daphne?- Quiso saber él en cuanto reaccionó.-
Miró en derredor
descubriendo a la joven, ésta seguía en el suelo. No se movía. Alarmado, el
chico corrió hasta ella.
-¡Dios mío! ¡Daphne!- Exclamó.-
Por suerte la muchacha
estaba inconsciente pero vivía y no parecía estar herida de gravedad. Martin se
apresuró a tomarla en brazos y alejarse de allí. No obstante, quiso pasar por
los restos del instituto. Al menos la zona de la enfermería parecía mantenerse
en pie aun. Corrió a dejar a la muchacha en la camilla y de ahí hasta su
taquilla. Por suerte al abrirla encontró su libreta intacta, junto con aquel
bolígrafo especial con el que siempre anotaba las cosas.
-Aún me queda un pequeño hueco.- Suspiró aliviado.-
Susan devolvió el fuego al
avión enemigo que había disparado cerca del colegio de su hijo. Furiosa, no
paró hasta destruirlo. Aunque su propio aparato estaba dañado. Por fortuna
Sabra llegó a su lado, deshaciéndose a su vez de otros dos adversarios.
-¿Está bien, mayor?
-Sí.- Pudo decir ella.- Pero no veo ni a Daphne, ni a Martin.
-¿Qué?- exclamó la israelí petrificada al oír sobre todo el nombre de la
muchacha.-
-Estaban fuera del refugio. Les pedí que regresaran dentro pero justo
entonces atacaron los Arcoily.- Replicó con evidente preocupación a su vez.-
-¡No!- Chilló Sabra con horror.-
-No pierdas la calma, les buscaremos.- Repuso su superiora.-
En la base, Marla corrió
hasta encontrar un deslizador. No tardó en abordarlo y salir a toda velocidad
hacia una zona poco concurrida.
-¡Maldita sea! - Pensaba frustrada.- Esa fórmula no era permanente.- ¿Qué
voy a hacer ahora? Bueno, lo primero es ponerme a salvo, luego ya veremos…
Era una superviviente. Lo
había sido toda su vida. Siempre escapando o saliendo de situaciones que
parecían imposibles. De un modo u otro se las había arreglado. Y ahora no iba a
ser diferente. Así pues, lo más rápido posible enfiló el camino a la ciudad del
sur. Quizás allí pudiera reunirse con otras de las suyas. Por esa misma ciudad,
el panorama era tan terrible como en la capital. Aquí más incluso, dado que las
tropas de Nature aún no había llegado. Ahora Ángela dirigía su robot haciendo
fuego a placer contra todo blanco que se moviera entre sus antiguos compinches.
-¡Morid humanos miserables!- Aullaba con indescriptible sadismo.-
Por suerte se fue alejando
de la casa en la que había tenido su cuartel y la vivienda de su banda. Allí estaba
Dean quien enseguida miró a los ordenadores que hasta hacía bien poco estuvo
manipulando. El chico entonces se dio cuenta de algo.
-Esto son alarmas de los sistemas de seguridad de toda la ciudad de sur, no
de los bancos. ¡Me hizo quitarlos para poder atacar sin que pudieran
defenderse!
Eso le indignó. Además de
por ese traicionero ataque, sobre todo por la manera en la que esa chica había
jugado con él. A su pesar ese cerdo de
Brund había tenido razón. Ángela era una traidora, es más, se trataba de un despiadado
monstruo oculto bajo la apariencia de una chica realmente hermosa. Pero Dean ya
no se dejaría engañar nunca más.
-En eso tenía razón. No puedes fiarte de las apariencias, ni de quien
tengas cerca. Al menos cuando se trata de esta clase de gente. Pero esto no ha
terminado. Igual que pude desconectar los sistemas, podré volverlos a activar.-
Se dijo decidido.-
En los cielos de la zona
septentrional del planeta, las Fighter Ladies, junto con Tracer y otras
escuadrillas, libraban por su parte un combate heroico pero muy desigual. Al
menos había cinco o seis aparatos enemigos por cada uno de los suyos. Pero eso
no les impedía seguir peleando e incluso hacer que muchos de sus atacantes se
replegasen.
-Señor.- Informó Olivia.- Otra formación enemiga se aproxima a las siete.
-No seremos capaces de contenerles y menos si nos atrapan entre dos
fuegos.- Repuso Tracer.-
-Solo hay una manera de alejarles de aquí, atacar su nodriza.- Terció Celia
quien afirmó.- No tuvieron en cuenta que yo estuve allí y sé en donde la
emplazaron.- Les comentó.-
-¿Podremos llegar con estos cazas?- Inquirió Elisa.-
-Claro que sí.- Afirmó la rubia.-
-Pues ¿a qué esperamos?- Añadió Rick, guíenos alférez.- Ordenó.
Celia así lo hizo, el
grupo alteró su rumbo siendo perseguidos de inmediato por un escuadrón de
aparatos Arcoily. Éstos eran ya convencionales. Posiblemente todos los robots
estarían destinados a la toma de las ciudades. Mejor así, esas otras naves no
eran rivales para los cazas varitech, aunque su número era tan aplastantemente
superior que, tarde o temprano, les derrotarían.
-Tenemos que darnos prisa.- Comentó Celia.- Pronto agotaremos combustible y
munición…
En el camino a Sagan City,
Nelly trataba desesperadamente de persuadir a Kassandra, alegando.
-No es justo. Orix ni siquiera es humano tampoco. Tú has convivido con él,
sabes que no es malo.
-No es asunto nuestro.- Replicó secamente ésta.-
-¡Te lo suplico! Es la única persona a la que quiero. Sin él la vida para
mí ya no tendría sentido. Se lo prometí a mi madre…
-Esa mujer no era tu madre.- Sentenció Kassandra.-
Empero tras oír eso la
muchacha se arrojó contra ella agarrándola del cuello para sorpresa de su
interlocutora. Las lágrimas caían por las mejillas de la chica cuando espetó
llena de rabia y tristeza.
-¡Claro que era mi madre! Me crió, me quiso. A su lado fui feliz. Con ella
y con Orix…Y con mis amigos. ¿Es que no puedes comprenderlo?
Aunque su contertulia se
soltó con facilidad pasado ese momento de sorpresa. Sin embargo, miró a Nelly
con gesto más inquieto para admitir.
-Sé que tú has estado obligada a vivir con ellos mucho tiempo. Pero a pesar
de todo no son de tu especie.
-Ahora sí, genéticamente soy humana, y tú también. O, al menos, ya no podremos
cambiar jamás. ¿Verdad? Es eso lo que me explicaste, ¿no?
Eso hizo dudar a su
interlocutora. Técnicamente era así. Aunque eso fue algo inevitable para poder
llevar a cabo su plan. Sin embargo, habían estado tan centradas sus hermanas y
ella, planeando esa venganza, que nunca pensaron en lo que vendría después.
-Sí, eso es cierto.- Admitió.-
-¿Y luego qué?- Quiso saber Nelly.- ¿A dónde iréis?
-No lo sé.- Pudo contestar su contertulia sintiéndose confusa.-
-Pues entonces, por favor, ayúdame a encontrar a Orix. Al menos si él está
bien podremos ser una familia. Ya no me importaría nada más. Incluso vivir con
Edgar.
-No creo que le tengas demasiada simpatía a ese humano miserable. Yo le
desprecio.- Alegó Kassandra.- Y seguro que tenías un plan para librarte de él.
-Sí, lo tenía.. y aun lo tengo.- Musitó la chica.-
-Bien, en tal caso, podría funcionar. Si eliminamos a ese tipo.- Comentó su
interlocutora.-
Así lo acordaron,
Kassandra entonces le indicó a Nelly que subiera al deslizador, no sin antes
advertirla.
-Aguardaremos hasta que el bombardeo termine. Podrían matarnos y eso no
ayudaría en nada a Orix.
Y en esa ocasión la
muchacha tuvo que transigir, era verdad. La ruta a la capital se había puesto
casi intransitable.
-Lo único que espero es que él esté bien.- Suspiró.-
De hecho Orix, junto con
Wina y Franklin, estaban en el colegio. Aquel instituto- escuela laico de Sagan
City. Todos metidos en su correspondiente refugio. El muchacho pensaba en su hermana y se sentía
preocupado, lo mismo que Wina respecto a sus padres. El pequeño Franklin pese a
su gran inteligencia, no dejaba de ser aún demasiado pequeño y pensaba que
aquello era una especie de aventura.
-Me gustaría ver de cerca a esos robots.- Comentó incluso con patente
interés.-
Wina suspiró. Tenía mucho
miedo y un mal presentimiento, pero no quiso decir nada.
-Ojalá mis padres estén bien, pero esto traerá mucho dolor a todos.-
Pensó.-
Y es que sus padres,
coordinados con Scott e incluso con el propio Alan, quien, vía SSP-2 había
logrado establecer contacto, estaban logrando reactivar uno por uno todos los
sistemas defensivos del planeta. Solamente el cuadrante sur se les resistía.
Aunque para su asombro, éste empezó asimismo a reactivarse sin intervención
alguna por su parte.
-Alguien más debe de estar ayudándonos.- Comentó Clyde.-
-Sí.- Convino su esposa.- Eso espero…
Entre tanto, en la casa
segura, las cosas empezaban a complicarse, el enemigo, alejado hasta el
momento, estaba aproximándose peligrosamente. Los disparos y los misiles caían
muy próximos ya.
-No vamos a tener más remedio que salir de aquí.- Valoró Kyle con
preocupación.-
-No sé si podremos mover a Emma.- Dijo Naya inquieta a su vez.-
-Quizás, si pudiéramos llevar el plasma y el suero en bolsas.- Propuso
Paul.-
-Al menos habrá que salir de aquí.- Convino Debbie.- Si hay algún túnel
cerca o una zona subterránea podremos refugiarnos hasta que pase este ataque.
-No tenemos más remedio.- Suspiró Mei Ling que las había oído mientras ayudaba
a su compatriota Bai Cheng a levantarse.
Las dos habían llegado a
salir de esa casa pero ninguna se atrevió a ir al hospital, volvieron a aquel
sitio dado que pensaban que era el más seguro. Al menos para poder seguir con su
tratamiento. Por fortuna, ambas parecían estar totalmente reestablecidas y el
mismo suero elaborado a partir de muestras de Mei Ling había demostrado ser muy
eficaz. Ahora fue la propia científica quien comentó amablemente aproximándose
a su colega.
-Entre todos cuidaremos de ti, Emma.
-Gracias.- Musitó ésta añadiendo con pesar.- Y perdóname. Te juzgue muy
mal.
-Eso no tiene importancia. Ahora debemos unirnos y apoyarnos para
sobrevivir.- Declaró su compañera.-
Salieron lo antes posible
sujetando a la convaleciente entre Kyle y Paul. Samantha y Debbie iban por
delante. Naya con Bai Chen y Mei Ling. La última de ellas cerraba la comitiva.
-Tendría que ir al hospital. Haré falta allí.- Dijo la doctora Rodney no
sin inquietud y ansiedad.-
-Tal y como están las cosas, no sería prudente.- Repuso Paul tratando de
disuadirla.-
Naya asintió. Eso era
cierto. El riesgo era demasiado alto, lo mismo que en otras partes del planeta.
Al menos ahora, tras ser capaces de reconectar los sistemas de defensa, algunos
antiaéreos atacaron a las naves enemigas tomándolas por sorpresa y destruyendo
unas cuantas antes de que pudieran replegarse. En la ciudad del Sur, Ángela se
percató pronto de ello, revolviéndose hacia la casa con un único pensamiento.
-¡Maldito mocoso! ¡Has sido tú!
No tardó en llegar hasta
ese lugar y disparar contra él para reducirlo a escombros.
-Lo dicho, una pena, eras el único que tenía algo de valor de entre toda
esa escoria.- Pensó moviendo la cabeza.-
Y su robot se alejó una
vez más presto para volver a la batalla. Por fortuna, Dean había salido unos
minutos antes y desde un bosque cercano
presenció cómo esa zorra destruía todo el lugar.
-Aunque me tome la vida entera me acabaré vengando de ti. - Se prometió,
pensando ahora no sin tristeza.- Espero que estés bien, mamá…
Y el objeto de sus
pensamientos había corrido a meterse en el sótano de su local junto con
Clarisa. Tuvieron suerte, el ataque había comenzado cuando todavía no habían
abierto el local.
-Otra vez. - Dijo Ginger entre lágrimas.- Creí que jamás tendríamos que pasar
por esto de nuevo.
-Solamente espero que nuestros hijos estén a salvo.- Suspiró su compañera.-
-¡Ya estoy harta!- Balbuceó la destrozada Gin exclamando a la par que
sollozaba.- ¿Qué he hecho que sea tan terrible para que me castiguen así?
-Por favor, cálmate.- Le pidió su compañera y amiga, mirándola con pesar y
conmiseración.-
-No sé dónde está Dean, tampoco dónde está Gus…- Pudo decir apenas siendo
capaz de hablar por la tristeza y el llanto.-
Clarisa la abrazó, ella
estaba asimismo asustada por su esposo y su hijo. Solo podía confiar en que
estuvieran bien.
-Tranquila Gin, todo se resolverá. Ya lo verás.- Afirmó con voz débil y
quizás no todo lo convencida que hubiera deseado en su tono.-
-¡Perdóname! - Sollozó su amiga, admitiendo.- Tú también estarás asustada
por los tuyos. No tengo derecho a ser tan egoísta.
-No te preocupes por eso. Te comprendo perfectamente. Yo también tengo
miedo por ellos, sí. Pero debemos tener esperanza en que estarán bien.- Le
sonrió Clarisa.-
Ginger asintió, tratando
de ser fuerte. De hecho siempre lo fue y no iba a derrumbarse ahora. Únicamente
le quedaba rezar por todos sus seres queridos. Entre tanto, en el espacio, los
varitech estaban tomando ligera ventaja. Al fin, las defensas del planeta se
habían activado ayudándoles a combatir al enemigo. Los Arcoily debía de
preocuparse ahora de anularlas cuando habían creído que sus agentes ya las
habían inutilizado. Por ello tuvieron que enviar más naves a la superficie,
hecho que aprovecharon las Fighter Ladies, guiadas por Celia quién, viendo en
pantalla una gran nave, les informó.
-Esa es la nodriza principal. El resto ha partido de ahí.-Indicó.-
Y era una nave enorme
desde luego. Quizás de más de un kilómetro de longitud y medio de anchura.
-Nos será imposible acercarnos y menos entrar ahí.- Estimó Tracer.-
-No hay problema, tengo los códigos de aproximación.- Repuso Celia.-
Y así era, la escuadrilla
al completo pudo penetrar por aquella, en apariencia inexpugnable nodriza, una
vez Celia dio sus códigos. Al parecer, los Arcoily allí destacados ignoraban su
cambio de bando. De modo que, por canal seguro, la chica le explicó a Rick.
-Es muy importante actuar rápidamente. En cuanto comencemos el ataque se
nos echarán encima. Por lo poco que pude ver estando aquí esta nave tiene muy
buenas defensas. Debemos ser rápidos y muy selectivos. Asestar un golpe mortal
a la primera o no tendremos otra oportunidad. Lo fundamental es destruir las
zonas de propulsión y armamento.
-Dividámonos entonces.- Sugirió el muchacho.-
Así lo acordaron, Elisa,
Ludmila y Olivia se dirigieron a las zonas que Celia les indicó, de donde
podría provenir la respuesta Arcoily. Tracer se ocupó de ir a por las zonas con
armamento pesado que pudieran disparar contra el planeta y la rubia ex militar
quiso hacerse cargo de la planta de propulsión. A una señal acordada todos
comenzaron a disparar destruyendo cuanto de esa enorme nave pudieron. La
réplica en efecto no se hizo esperar. Las Figther Ladies contenían a duras
penas una creciente llegada de naves enemigas. Tracer por su parte tuvo éxito
desmantelando los cañones de plasma y energía más potentes de esa nave.
-Salgan de inmediato de aquí.- Les dijo Celia.- Esto explotará en poco
tiempo.
La joven había provocado
un aumento de la masa crítica de aquel reactor conectando su aparato al
sistema. Indicó a sus compañeros la orden de evacuar aunque enseguida fue
Tracer quien repuso.
-Vamos Celia. - Tenemos que irnos todos de aquí.-
Entre el creciente
intercambio de disparos el aparato de Ludmila fue alcanzado. La rusa chilló
desesperada cuando su cabina de dañó.
-¡Dios mío!- Gritó Elisa quién fue impotente para acercarse a ayudar a su
compañera.-
Olivia estaba más próxima
y cubrió la retirada. Vio con horror como la cabina de su compañera había sido
destruida. La rusa no indicaba signos vitales en sus lecturas. Por desgracia ya
era tarde para ella. Aunque la mejicana
no estaba mucho mejor. Su avión había
sufrido impactos y uno de los motores no respondía. Además, sus municiones y
energía estaban a un nivel realmente bajo. Entonces les dijo al resto.
-Yo les contendré. Salid de aquí rápido.
-Eso es un suicidio.- Objetó Tracer.-
-No hay otra solución.- Repuso su interlocutora.-
-Basta teniente, ¡salga de ahí!, es una orden.- Replicó él.-
Aunque Olivia se sonrió
para mover la cabeza diciendo.
-Ya voy a ser juzgada por insubordinación y traición, señor. No pasará nada
si añaden desobediencia a los cargos. Pero así, al menos, limpiaré mi nombre.
Es lo mismo que Celia piensa.
Rick se quedó perplejo,
entonces comprendió, comunicando con la rubia piloto.
-Alférez Walsh. Salga de ahí de inmediato.
-Demasiado tarde, señor.- Repuso ésta a su vez.- He conectado mis sistemas
a los de la nave. Ahora voy a detonar y
todo esto saltará por los aires. No hay tiempo. Voy a comenzar la cuenta atrás.
Salgan de aquí…
-¡Estáis locas!- Pudo protestar Tracer.- ¡Vais a volar en pedazos!
-Sí, seguramente.- Convino Celia con tono apenado.- Pero yo ya estaba
muerta desde hacía mucho tiempo. Únicamente le pedimos que…sencillamente que al
menos nuestros nombres queden rehabilitados, señor. Y dígale a todas las demás,
y sobre todo a mi hermana…bueno. Deben salir deprisa de aquí…-Fue capaz de
concluir tratando a duras penas de no emocionarse.-
-Se lo diré.- Pudo responder el consternado muchacho, dándose cuenta de que
aquello de insistir era inútil y ordenando a Elisa.- Alférez, salgamos de aquí…
-Aléjense en dirección al espacio exterior. Cuando la nave explote se
propagará la onda expansiva sobre todo hacia la atmósfera y allí están todas
las naves enemigas ahora.- Les contó Celia.-
-Así lo haremos. Suerte y gracias.- Repuso Tracer, afirmando con
reconocimiento en su emocionado tono de voz.- Nunca las olvidaremos. Se lo
aseguro. Tendremos un gran recuerdo de ustedes. Al final, su valor y su
vocación de servicio es lo que quedará, les doy mi palabra.
Ese pequeño y emotivo
discurso alegró a las dos pilotos, ayudándolas a afrontar el final con mayor
dignidad y entereza si cabía.
-¡Olivia! - Sollozó Elisa.- No nos dejéis solas, por favor. La escuadrilla
de las Figther Ladies desaparecerá.
-No.- Replicó la mejicana con buen ánimo pese a todo.- Siempre vendrán más
pilotos. Otras chicas nos reemplazarán. Ahora sois vosotras quienes tenéis que
mantener el honor de la escuadrilla…Y sé que lo haréis…
Las explosiones se
sucedían por aquella enorme nave al mismo tiempo que el enemigo se acercaba. El
aparato de Olivia fue alcanzado una vez más, interrumpiéndose la transmisión.
La mejicana apenas pudo decir antes de responder al adversario con sus últimas
ráfagas de energía que le quedaban.
-¡Adiós, amigas!. - Sentenció en español. –
Tanto Rick como Elisa solamente
pudieron percibir como desaparecía la conexión con su compañera, momentos antes
de que su avión estallara tras ser bombardeado por rayos de energía enemigos.
Los dos salieron de allí a toda prisa. Impactados. Tracer moviendo la cabeza
con pesar y Elisa sin poder dejar de llorar. Celia suspiró, aliviada al menos
de ver como esos dos salían sanos y salvos. Ella, casi en el centro de la zona
de propulsión, declaró con una mezcla de determinación y emotiva tristeza.
-Ahora vamos a ajustar cuentas vosotros y yo… Y esto va por todos los
humanos, hombres y mujeres… Y sobre todo por mis padres y por ti, hermana, te
quiero, Brenda…ojalá que seas muy feliz.
Elisa y Tracer pudieron
salir y alejarse rumbo al espacio abierto justo a tiempo. Una colosal explosión
destruyó esa enorme nave provocando muchos daños a otras próximas. Durante unos
instantes el silencio les envolvió, inundándoles con tristeza y rabia. Al fin,
fue Rick quien le indicó a la abatida Elisa.
-Volvamos al planeta. Seguro que nos necesitarán.
-Sí…señor.- Suspiró la afectada piloto, tratando de reunir su entereza y
valor para lo que todavía les aguardaba.-
Y en Nature, esa enorme
explosión pudo ser vista en los cielos del planeta. Aquello obró un cambio
radical en la batalla. Los hasta ese instante seguros y victoriosos Arcoily
vieron peligrar su posición. Las defensas estaban siendo cada vez más eficaces.
Eso, unido a los esfuerzos de Kiros y Giaal para aniquilar al enemigo y
permitir que más aviones despegasen para hacerles frente. Entre tanto, en el
colegio, algunos de los invasores supervivientes se habían concentrado en las
proximidades, disparando contra todo lo que veían. Susan y Sabra se hallaban
casi impotentes para rechazarles a todos. El avión de la israelí fue alcanzado
en varios puntos comenzando a arder.
-¡Sal de ahí!- le ordenó Susan a su subordinada.- ¡Rápido!
Sabra pudo hacerlo a duras penas. Pulsando el botón de escape de
su carlinga, ésta se abrió lanzándola a varios metros de distancia. Por suerte
las protecciones inflables amortiguaron el golpe que se dio al caer al suelo.
Pese a esto, la muchacha estaba malherida. Algunas leves quemaduras,
rozamientos y una pierna que posiblemente estaría rota. Como pudo se soltó de
su asiento y se arrastró lo más lejos que fue capaz. Si algún enemigo la
descubría podía darse por muerta.
-¿Dónde estás?- Quiso saber Susan buscándola sin suerte.- ¡Sabra! Responde…
Y es que la mayor Hunter
la había perdido de vista tras algunas explosiones. Su avión estaba dañado
también y, para males mayores, dos o tres robots Arcoily se aproximaban a ella.
Por su parte la israelí si que pudo distinguir el avión de su superiora pero
optó por no responder. Si Susan se distraía tratando de ayudarla el enemigo la
mataría.
-Al menos que tenga la oportunidad de defenderse.- Musitó ella, tratando de
soportar el dolor.-
La vista casi se le
nublaba, había perdido algo de sangre también. Pudo percibir no obstante como
alguien se aproximaba hasta ella. Un hombre, que le decía con tono inquieto.
-Tranquila, te ayudaré…
Martin había salido un
momento de ese improvisado refugio en el que estaba con Daphne. La joven seguía
desmayada y con algunas heridas. Él la vendó y curó del mejor modo que supo.
Después oyó ruidos de explosiones y se asomó con cuidado. Fue testigo de cómo
aquella cápsula salió eyectada de ese robot poco antes de que estallase.
Atónito, vio a esa piloto salir como pudo. No lo dudó. Aprovechando que la
atención de los atacantes estaba puesta en otra parte corrió a ayudarla. Su
asombro fue mayor al reconocer a esa chica. Aunque eso no le importó. Quería
sacarla de ahí como fuera. Nadie merecía acabar así.
-Tengo la pierna derecha rota.- Pudo musitar Sabra con un evidente gesto de
dolor.-
-Aguanta hasta que te meta dentro.- Le pidió Martin, pasando un brazo de la
chica por sus hombros tratando de animarla.-¡Vamos!
Ella pudo reconocerle al
fin, eso incluso la hizo sonreír más allá del dolor que experimentaba. Hasta
dijo con un ácido sentido del humor, tras ahogar un grito, una vez tuvo que
moverse.
-Buen plan. Ahora me denunciarás por no mantener la distancia legal contigo…
-Sí, eso haré en cuanto entremos en la enfermería. Es mi plan maestro. - Replicó
él del mismo modo, eso sí, tratando de sonar conciliador y hasta divertido.-
Y en parte lo logró, Sabra
incluso sonrió ahora, reconocida a ese muchacho. Al fin, tras no poca dificultad,
ambos se las arreglaron para entrar. La piloto vio entonces a Daphne allí
tumbada y enseguida interrogó al chico con la angustia de su expresión.
-No tengas miedo, solo está inconsciente.- La calmó él ofreciéndole con
amabilidad. - ¡Quédate a su lado!
El muchacho la ayudó a
tumbarse en tanto utilizaba las primeras maderas planas o lo bastante adecuadas
que encontró entre los escombros para entablillarle la pierna, uniéndolas con
fragmentos de cables que enrolló como pudo a modo de sujeción.
-¿Porqué haces esto?- Quiso saber la israelí, tratando de no perder la
consciencia a su vez.-
-Porque hay que sujetarte la pierna rota.- Replicó él con naturalidad.- Lo
aprendí en un curso de primeros auxilios.
-No seas tonto. Sabes a lo que me refiero.- Pudo decir ella con tono más
suave y hasta cordial.-
Martin se acercó y tras
suspirar, finalmente fue capaz de confesar.
-Daphne te quiere, siempre te quiso a ti. No permitiré que te pierda. Ahora
descansa. Voy a ver si hay alguien más ahí fuera.
-No salgas.- Le pidió la atónita israelí al límite de sus fuerzas.- Está
plagado de Arcoily.
-¿Esos quiénes son?- Sonrió levemente el chico.-
Aunque su interlocutora ya
no pudo responder, se había desmayado al igual que lo estaba Daphne. El
muchacho entonces hizo algo inesperado en él. Tras acomodar a Sabra lo mejor
que pudo, tomó la mano de su prometida y la acercó hasta entrelazarla con la de
esa piloto.
-Al menos, nadie dirá ya que conspiro para manteneros separadas.
Y las dejó así, tras
mirarlas una vez más, saliendo a toda prisa…Al menos en el exterior las cosas
parecían más tranquilas ahora. Por fortuna Susan recibió refuerzos. Tanto
Tracer como Elisa llegaron haciendo fuego con todo lo que les quedaba contra el
enemigo. Lograron destruir a varios de ellos. Creyendo a buen seguro que más
aviones varitech se aproximaban en un número importante, los restantes invasores
se replegaron. La mayor Hunter suspiró agradeciendo la ayuda, aunque enseguida
quiso saber.
-¿Dónde están los demás?
-Somos todo lo que queda, Susan.- Tuvo que decirle el entristecido Rick.-
Entre tanto, en el
hospital, las cosas parecían ir también a mejor. Ambos saiyajin mantuvieron su
palabra aniquilando a bastantes aparatos enemigos, aunque Xeflix estaba
malherido a consecuencia de unas descargas y Renia agotada.
-Moriremos con honor.- Pudo decir él.-
-No tengo prisa en morir con honor hoy, si es posible vamos a dejarlo para
otro día.- Repuso la joven con manifiesto sarcasmo.-
-No tengo nada que oponer a eso.- Se sonrió su exhausto compañero.-
Al poco, desde la lejanía,
percibieron una gran fuerza aproximarse, seguida de otra menor pero también
apreciable. Para su tranquilidad descubrieron al embajador Derail, también con
sus ropas desgarradas y algunas heridas, pero bastante entero. A su lado un
alíen, que nada más aterrizar junto a ellos, les preguntó presentándose.
-Soy el doctor Giaal Ginga. ¿Están todos bien?
-La esposa del embajador está segura en el hospital.- Repuso Renia, mirando
ahora a Kiros para asegurar al tiempo que tratando de disculparse.- Excelencia,
ella se negó a irse de aquí. Nos pidió que protegiéramos todo el edificio.
-Muy propio de ella. No os preocupéis, lo habéis hecho muy bien. -Asintió
él con aprobación.- Habéis cumplido mis órdenes y además luchado con honor. Sois
dignos de ser grandes guerreros de nuestro pueblo.
Xeflix cayó de rodillas
sujetándose un brazo que tenía bastante mal aspecto. Giaal enseguida se centró
en emitir energía curativa para intentar ayudarle.
-Alguna alubia debo tener en mi despacho.- Comentó.- Kiros, ve y tráelas. Por
favor.
-Ven conmigo, Renia. - Le ordenó a la muchacha que asintió de inmediato.-
Por fortuna Maggie y el
resto del personal habían logrado atender a muchísima gente y pocas muertes
hubieron de ser lamentadas entre aquellos que fueron ingresados. Sin embargo,
la enfermera estaba también al cabo de sus fuerzas. Aunque fue ver a su esposo
y resurgir. Corrió a abrazarse a él.
-¡Gracias a Dios!- Suspiró entre agotada y llorosa.-
Kiros la levantó en brazos
y hasta se preocupó al verla en ese estado de agotamiento.
-Debes descansar.- Le dijo de forma tajante.-
-Tengo mucho que hacer. – Musitó ella.-
-Ha llegado el doctor Ginga, él te relevará.- Insistió su esposo.-
-Sigue habiendo mucho trabajo, me necesitan.- Alegó Maggie.-
-Ya está bien.- Sentenció un más que preocupado Kiros.- Vas a descansar ya…
Aunque su esposa se bajó
de sus brazos recuperando la verticalidad y se separó un poco de su lado,
dirigiéndole una de sus clásicas miradas a medio camino entre molesta y desafiante,
para preguntar a su vez.
-¿Te has creído que soy uno de tus soldaditos saiyajin? No puedes darme
órdenes, embajador. Además, tú tampoco dejarías de cumplir con tu deber si
estuvieras cansado. ¿A que no?
Kiros suspiró largamente,
esa mujer a veces agotaba su paciencia, pero ese era una parte importante de su
encanto. Hasta debió admitirse que había llegado a echar eso de menos. Tras el
nacimiento de su hija, Maggie se había vuelto mucho más dócil en ese sentido.
Ahora, con Gloria tan lejos y en esa situación crítica, su espíritu rebelde
parecía resurgir. Así pues, él movió la cabeza para afirmar entre resignado y
hasta orgulloso de ella.
-Luego dicen que los saiyajin somos cabezotas. Pues no he conocido a
ninguno que se te pueda comparar.
Al fin Maggie pudo
sonreír, asintiendo despacio y contestando con mejor disposición.
-Sabías donde te metías al casarte conmigo, Kiros Derail. Puedo ser muy tenaz.
-Esa es una de las cosas que más me gustan de ti, Margaret Kendall…, señora
Derail.- Confesó él dándole un beso en los labios.-
Su esposa lo encajó al fin
con mejor humor y tras despedirse de él volvió a atender a sus pacientes. Giaal
entre tanto pudo bajar con Xeflix al que pusieron en una camilla de las que
quedaban disponibles. El saiyajin sin embargo quiso levantarse aunque el alíen
lo impidió.
-Es un insulto para nosotros el dejarnos cuidar como bebés, mientras la
lucha está ahí fuera.- Pudo decir el malherido guerrero.-
-Y es una estupidez perder a buenos combatientes.- Le recriminó el doctor.-
Deje que le cure un poco y luego vuelva a pelear si así lo desea.
Kiros se aproximó
asintiendo, su subordinado entonces se resignó a ser vendado y atendido. En ese
instante el móvil del doctor sonó y tuvo que alejarse para atenderlo. Por su
parte la mujer saiyajin se dirigió a su superior.
-Excelencia. Xeflix tiene razón. Al menos yo debo regresar a la lucha.-
Solicitó Renia.-
-En cuanto descanses así será.- Convino el embajador.-
De hecho había encontrado
un frasquito con algunas alubias mágicas en el despacho de Giaal, pero no quiso
dárselas a sus oficiales tan pronto. Mejor que se tomaran un descanso en tanto
pudieran. Afortunadamente cerca del hospital las cosas comenzaban a aclararse y
eso les permitiría tomarse unos momentos de respiro. Por su parte, el grupo de
Naya y los demás soportaron un gran estruendo dado que la lucha se aproximó a
sus posiciones. Al menos pudieron guarecerse bajo algunos túneles que
comunicaban con antiguos refugios.
-Lo único que espero es que esto pase pronto.- Suspiró Debbie.- Tenemos
mucho que hacer aun. Y estamos sin
noticias del resto.
-Intentaré avisar a mi hermano.- Propuso Naya que sacó su teléfono.-
Al menos quedaba algo de
cobertura aun, el enemigo no había debido destruir todos los satélites, por
suerte Giaal pudo contestar.
-¡Naya!¿estáis todos bien?
La joven le puso al corriente
de lo que había sucedido, él correspondió haciendo un rápido resumen.
-Estamos preocupados por el resto.- Terminó por decir, más apurada ahora.-
Y por nuestros hijos.
-No temáis, a buen seguro estarán en los refugios de los colegios. Le diré
a Kiros que vaya a echar un vistazo.- Ofreció él.-
No tardó en despedirse de
su hermana prometiendo que se ocuparía de ir localizando a todos. De hecho, en
cuanto se lo comentó a Kiros, éste asintió.
-Muy bien, declaró el guerrero. Iré de inmediato. Sé que mi mujer estará a
salvo aquí.
Y tras quedarse un par de
alubias salió a la calle. Además de él, algunos deslizadores militares de gran
velocidad habían traído a Lawrence quién, por supuesto, no había perdido el
tiempo, intentando sugestionar a alguna atractiva chica. Desgraciadamente para
sus fines no pudo llevar a cabo sus propósitos dado que llegó enseguida al
hospital. Allí, ayudó a entrar a algunos heridos pero, cuando se las prometía muy
felices al descubrir a alguna atractiva muchacha sola, escuchó la voz de Kiros
llamándole.
-Ven conmigo. Necesitaré apoyo. Tú tienes una fuerza muy elevada para un
humano.
-Es que sólo soy medio humano.- Le recordó el muchacho algo fastidiado.-
Pero naturalmente por
fuerte que fuese no se podía comparar a un saiyajin, de modo que asintió para
no tener que vérselas con uno. Así pues, sin más ceremonias, Kiros le agarró de
la cintura y salió volando a gran velocidad. Lawrence no pudo sin embargo evitar
decir con tono sarcástico.
-No me agarres muy fuerte, los tíos no me van…
Con paciencia Kiros ignoró
ese comentario. Al poco llegaban a las inmediaciones del colegio. Allí, Susan y
el resto de su escuadrilla, todavía peleaban contra algunos robots Arcoily. El
saiyajin le indicó a su acompañante.
-Les ayudaré, tú busca por si encontraras a alguien que estuviese herido
entre las ruinas del colegio. ¡Protégeles! Si hiciera falta dales un trozo de esto, siendo
humanos corrientes bastará.- Añadió partiendo una alubia en tres fragmentos.-
-Oye amigo, no soy un enfermero…-Quiso oponer Lawrence.-
La expresión y la mirada
de su interlocutor le hicieron callarse de inmediato. Simplemente asintió.
Kiros le dejó en el suelo y partió raudo a atacar al enemigo.
-Cualquier le dice que no a ese tipo.- Suspiró el muchacho.-
Sabra fue abriendo los ojos poco a poco.
La pierna le dolía y eso lo notaba ahora que había vuelto de estado
inconsciente. Al fin se percató de que estaba junto a su rubia ex pareja y
aferrándose a su mano.
-¡Oh Dios mío!. Daphne. ¿Estás bien?- Pudo musitar.-
Como pudo se incorporó
pese a las molestias. Entonces oyó pasos. Prevenida, quiso echar mano a su arma
pero no la tenía.
-Martin debió quitármela. Ese estúpido se arriesga a que lo maten. No puedo
permitirlo. Si Daphne…
Aunque no eran ni Martin,
ni un enemigo. Ese tipo, Lawrence la vio cuando estaba entrando por un agujero
entre los escombros y fue hacia ella.
-Toma, esto te curará.- Le comentó a la joven entregándole un fragmento de
esa alubia.-
-¡No estoy para bromas ahora! - Se enfadó la israelí.-
-No es una broma.- Replicó su contertulio sorprendido en esa ocasión por la
reacción de la muchacha.- Ahora lo verás…
Para demostrarlo y antes
que ella pudiera impedírselo la sujetó
la boca metiéndole ese fragmento de judía para ordenarle con tono irritado.
-¡Mastica y trágatela!
Aquello le sonaba al
joven, pero solía decirlo en otras circunstancias y con otras connotaciones
bien distintas. Por su parte, viendo que era inútil tratar de resistirse, Sabra
finalmente obedeció y a los pocos segundos, en efecto, se sintió
inexplicablemente bien. Incluso su pierna había dejado de dolerle. Cuál sería
su asombro al darse cuenta de que ya no estaba rota.
-¡Es increíble!- Exclamó al ponerse en pie.-
-Ya te lo dije. Ahora despierta a tu amiguita .- Le indicó Lawrence.-
Aunque ese tipo, antes de que ella lo
hiciera, se permitió acercase a Daphne y deleitarse besándola en la boca. Sabra
se enfureció tanto que le cruzó la cara de un bofetón.
-¡Jamás te atrevas a hacerle eso nunca más!-Le gritó entre rabiosa y llena
de celos.-
-¡Ey! - Repuso él tapándose la cara todavía con la marca de la mano. - ¿Qué
pasa?. ¿Es que te gusta esta chica?
La cara de la israelí
debió de expresar muy claramente lo que sentía, hasta el mismo Lawrence
entonces comprendió y pareció envarado al musitar.
-Ya entiendo. Lo siento.
-Ella no debe sufrir.- Le dijo Sabra derramando lágrimas ahora.- Y ya… ya
tiene a alguien…
-No me has respondido, ¿La quieres o no?- Insistió su contertulio con más
consideración.-
-Lo bastante como para renunciar a ella, como creo que ha querido hacer
él.- Musitó la muchacha recobrando su entereza para querer saber con genuina
preocupación. -¿Viste a algún chico cerca de aquí?
-¿Chico? No, no vi a nadie.- Se encogió de hombros Lawrence.-
En pocas palabras Sabra le
resumió lo sucedido. Su contertulio asintió afirmando con una seriedad y pesar
poco habituales en él.
-Sé lo que es destrozar la vida de una persona. Ese error me perseguirá
siempre. Por muy lejos que vaya. Aunque al menos ella es feliz ahora. Eso me
han dicho. Por eso, no hagas tú lo mismo con esta chica.
-Supongo que me dirás que la deje.- Suspiró la piloto.-
-No he dicho eso. Tú sabrás de qué modo podría ser ella más feliz. –
Replicó él, metiendo con cuidado un fragmento de esa alubia en la boca de
Daphne.-
Entre los dos la
incorporaron. La chica tenía heridas y golpes que parecían aparentemente poco
serios, pero un oído le sangraba. Eso podía ser síntoma de algo grave a nivel
de la cabeza. Por fortuna, pudieron hacerla tragar esa parte de la alubia e
incluso moverle la mandíbula con sumo cuidado para que masticase algo. Pese a
seguir dormida, Lawrence dictaminó.
-Creo que está mucho mejor. Ahora…
Martin por su parte
deambulaba a la búsqueda de algún modo de sacar a los que se habían quedado
encerrados en el sótano. Esperaba que los filtros de aire y otras aperturas
evitaran que se ahogasen pero tendría que avisar a alguien para que les sacaran
de allí. Estaba expuesto y, para su desgracia, los combates seguían próximos de
su posición. Sin darse cuenta una descarga de energía cayó muy cerca de él,
demasiado cerca…
-Adiós, Daphne.- Fue lo único que le pasó por la mente antes de quedar en
completa oscuridad.-
Shania intentaba escapar
de esa condenada base, acabando con todos los que trataban de oponérsele a su
paso. Al fin, se vio rodeada por una patrulla al mando de la mayor Gray que
había regresado de dirigir una de las escuadrillas.
-¡Ríndase! - Le espetó ésta mientras todos la apuntaban con varias armas de
diversos calibres.-
-¿Y ser prisionera de los humanos?- Aulló desafiante.- ¡Jamás!
Quiso atacar al que tenía
más próximo pero una ráfaga de disparos se lo impidieron. Cayó al suelo, muerta
incluso antes de golpearse contra él.
-Ahora vamos a reorganizar todo esto.- Suspiró Jane, sin dedicar ni un
instante más a esa individua. –
La mayor Gray había
peleado en la zona del espacio aéreo septentrional y vio como una gran nave
enemiga estallaba. Después el enemigo comenzó a retirarse. Pudo volver a la
base y ocuparse, junto con el comandante Enset, de poner un poco de orden.
Descubrieron a esa invasora tratando de escapar y fueron a interceptarla. No
quería haberla matado pero no le dejó otra opción. De todos modos no le apenaba
la suerte de esa traidora en absoluto.
-Solo falta encontrar a la otra.- Se dijo.-
Y mientras todo eso
sucedía, en otro lugar del castigado planeta, Marla huía sin detenerse,
llegando incluso a las cercanías del astropuerto. Allí, muchos pasajeros
estaban retenidos y refugiados en la terminal. El miedo y el desconcierto
adornaban los semblantes de la mayoría. Byron Kensington estaba allí también.
El chico, que había acudido a visitar a su familia en unos días de descanso de
sus estudios en Bios, se encontró, al igual que el resto, con ese terrible
panorama.
-¡Qué horror! ¿qué habrá pasado aquí?- Pensaba perplejo.-
Curiosamente esa zona
había sido poco afectada por los ataques. Posiblemente los Arcoily habían
pensado en servirse de esas instalaciones para facilitar un desembarco de sus
naves. El caso es que, en cuanto bajaron del transporte que les traía desde Bios,
comenzaron a sonar alarmas. Justo en ese instante el enemigo había atacado y
desde la megafonía del astropuerto se pidió a todos los que por allí anduvieran que
corrieran a buscar refugio. Ahora Marla
entró allí, con sus ropas rotas y herida. La gente asumió que era una víctima
más del ataque. Ella solamente tuvo que lloriquear un poco y fingirse
histérica.
-Tranquilícese señorita. Todo saldrá bien.- Quiso animarla una voz de chico
joven.-
Mirando hacia él, en tanto
se enjugaba esas lágrimas fingidas, Marla le sonrió.
-Gracias…
Byron asintió. Esa pobre
chica parecía estar en shock. Enseguida la ayudó a sentarse a su lado.
-Llevamos unas horas retenidos aquí, le explicó. ¿Qué está pasando en
Nature?
-Un ataque de seres extraterrestres.- Le contó Marla, regocijándose ante la
idea de no estar mintiendo por una vez.-
-Espero que mi familia esté bien.- Suspiró él.- Mis padres y mis hermanas.
Aquello llamó la atención
de la mujer. Enseguida le preguntó.
-¿Cómo te llamas? De hecho tu cara me resulta familiar.- Admitió al fijarse
más en él.-
-Byron Kensington.- Le dijo el interpelado.-
-Vaya, vaya.- Sonrió ella, casi sin poder ocultar su deleite, cuando
añadió.- ¿Sabes que conozco a tus hermanas? A Daphne y a Steph. Sí, con Steph
lo pasé muy bien el otro día.- remachó, disfrutando de decir la verdad, al menos
a su particular estilo.-
-Me alegro, ¿sabe si están bien?- Pudo preguntar el chico con visible
preocupación.-
-Seguro que lo están.- Repuso animosamente ella, que mirándole fijamente le
musitó al oído, ahora con un tono más meloso.- ¿Sabes que eres muy guapo?. Será
que os viene de familia. Por eso tu cara me resultaba conocida.
Byron enrojeció, lo cierto
es que no esperaba un piropo así, dicho por una mujer que era bastante mayor
que él. Pero bueno.
-Usted también es muy atractiva.- Pudo responder no sin algo de rubor.-
La mujer se sonrió
aviesamente. Si no estuvieran en esa situación sería muy fácil tomarse venganza
de esas estúpidas. No es que las hermanas de ese chico le hubiesen hecho nada.
Es más, tal y como le dijo a él, se lo pasó muy bien con la pequeña. Pero sí
deseaba vengarse de Sabra y, si ese muchacho sufría, su hermana mayor sufriría,
por ende eso haría daño a su ex pareja.
-¿Sabes?- le comentó con tono aparentemente nervioso.- Creo que saldré a
ver si hay algún vuelo disponible para salir de este planeta.
-Eso es muy peligroso.- Replicó Byron.- Podrían atacar de nuevo.
-Lo sé, pero.- Sollozó ella interpretando muy bien su papel de damisela en
apuros.- Es que mis hijos partieron en una lanzadera hará un rato y…¡Dios mío!
Espero que estén bien… Si al menos pudiera ir a la pista y averiguar que ha
pasado…
-Tranquila, preguntaremos a alguien. Algún miembro del personal.- Quiso
animarla el chico.-
-No sabrán nada, seguro. Yo voy a mirar.- Dijo Marla entre fingidas
lágrimas.-
Byron no podía permitir
que esa pobre mujer se arriesgara, al menos que no fuera sola. Era peligroso,
ahora se escuchaban ruidos en los cielos, podrían ser naves de las fuerzas de
Nature o de los invasores. Aunque aquella individua ya estaba caminando hacia
la zona de salida y entrada de naves que quedaba expuesta en una gran zona
llana de atraque…
-Espere.- Le pidió Byron.-
Marla iba cojeando, al
menos en eso no tenía que fingir mucho, los dolores y las agujetas que tenía aun
de su reciente pelea eran muy reales y le seguían pasando factura. Mejor así,
su interpretación quedaría muchísimo más convincente. Se tocó en un
compartimento de una chaqueta que llevaba. Todavía tenía una dosis de aquello.
Sonrió…dejó que el muchacho la alcanzase casi en mitad de esa pista cuando el
ruido de aviones se acercaba.
-Aquí no hay nadie ya.- Le comentó él.- Será mejor que volvamos.
-Tengo una dirección.- Pudo decir la mujer con voz entrecortada sacando un
pequeño papelito.- pero no la veo bien…¡Malditas lágrimas!- Gimió.-
Por inercia Byron se
acercó a tratar de leer lo que fuera, Marla entonces sopló con suavidad y un
pequeño polvillo se levantó. El chico inhaló parte sin pretenderlo, no fue
mucho, aunque a los pocos segundos aquello le hizo efecto. Era la cantidad
suficiente como para dejarle paralizado, casi sin capacidad de decidir. Su
interlocutora entonces, con un tono meloso y suave, le susurró al oído.
-No le he dicho esto nunca a un hombre, pero eres buena persona, chico.
Créeme, es una lástima. Has tenido mala suerte. No es nada personal. Pero tú,
siendo tan galante no podrás evitar acercarte hacia esa lanzadera que está
aparcada en el centro de la pista. Quizás mis niños estén ahí y puedas
salvarles. ¿Lo harás por ellos y por mí, verdad?
Y es que una nave que había
sido alcanzada por un ataque anterior estaba allí, ardiendo. El peligro de que
explotase era inminente. Sin embargo, Byron no parecía percatarse de ello.
Asintió y se fue caminando hacia allí. Marla le vio alejarse y no tardó en
sacar su móvil y grabar la escena para marcar acto seguido un número que
conocía bien.
-Muy bien…-Pensó.- Esto les va a encantar a esas zorras…
Daphne recobró poco a poco
la consciencia. Como pudo se incorporó ante las miradas de alivio de Lawrence y
Sabra. La israelí corrió a abrazarla.
-¿Te encuentras bien?...-Quiso saber entre preocupada y llena de emoción.-
-Sí, gracias.- Le sonrió débilmente su contertulia que, al percatarse de la
presencia de ese tipo, desechó por pudor otro tipo de muestra de afecto y
simplemente añadió.- ¿Y Martin?
-No lo sé, él me ayudó cuando destruyeron mi avión, me dejó aquí tendida y al
despertar ya no estaba.- Le confesó la piloto con inquietud, admitiendo.- Es un
buen chico. Posiblemente me salvó la vida.
Daphne la miró perpleja, y
Sabra decidió entonces que era hora ya de hacer su elección. Y es que al ver
acercarse a Lawrence…
-Será mejor que busquemos un sitio más seguro.- Fue a decir aquel individuo.-
Cuál no sería su sorpresa
cuando inopinadamente Sabra le rodeó el cuello con los brazos y le besó en la
boca con deleite. Eso también dejó perpleja y decepcionada a Daphne que no
sabía que hacer, ni siquiera que cara poner. Tras concluir esa ostentosa muestra
de afecto, la israelí le “confesó” a su
rubia contertulia.
-Conocí a Lawrence tras el desengaño que tuve con Marla. Fue muy amable
conmigo y me salvó. Lo cierto es que, sin saber cómo, me he enamorado de él. No
creía que fuera posible, pero al final la esposa del embajador tenía razón. Se
puede cambiar. Lo siento Daphne.
-No, no pasa nada. - Suspiró la chica, tomada totalmente por sorpresa. No
supo que replicar, al fin, sonriendo animosamente fue capaz de declarar
intentando sonar sincera.- Te deseo lo mejor, bueno, a los dos.
-Lo mismo digo, tú trata de ser muy feliz con Martin, quiérele porque se lo
merece.- Sonrió Sabra.-
Desde luego que a la
israelí le estaba costando poner en juego todo su autocontrol para no romper a
llorar. Incluso Lawrence la observaba pasmado. La rubia entonces se levantó de
la camilla y abrazó a la piloto. Aunque en esta ocasión fue un gesto cariñoso,
como el que tendrían dos amigas.
-¿Qué ha pasado aquí? Yo no le he hecho nada.- Se decía el perplejo Lawrence.-
¡Para una vez que no
sugestionaba a una mujer se encontraba con esto! Fue entonces cuando Martin
entró a duras penas, arrastrándose trabajosamente. Estaba muy malherido,
sangraba profusamente, y en cuanto Daphne lo vio dio un grito de horror.
-¡Dios mío!- Exclamó Sabra pidiéndole a su compañero.- ¿Tienes otra de esas
ahí?. Lo que nos has dado.
-Sí, tranquila.- Asintió él que corrió al lado del chico diciéndole en
tanto sacaba un trozo más.- Comete esto, rápido.
El joven había quedado
inconsciente tras recibir la onda expansiva de aquel disparo. Entonces pudo ver
una figura cubierta con un sayal negro que iba encapuchada. Sostenía un gran
libro, le recordó a ese tipo que le ayudase hacía ya tiempo.
-Supongo que ahora pagaré por todo lo que he hecho.- Suspiró él.-
-Todavía no es tu momento.- Replicó ese ser, aunque con tono pesaroso,
añadió.- Es más, deberás estar muy próximo a Daphne y su familia. Ella
necesitará tu apoyo, más que nunca.
Despertó sin saber cuánto
tiempo había estado así. Notaba dolor y sangraba por varias heridas abiertas.
Por suerte la entrada a la enfermería estaba próxima. No pudiendo ponerse en
pie se arrastró dejando un reguero de su propia sangre por el camino. Entonces
oyó el grito de Daphne y vio a ese tipo que le pidió que comiera esa especie de
pastilla o lo que fuera. Martin obedeció, no tenía nada que perder. Al comer y
masticar, tragó y en apenas unos segundos sucedió algo asombroso. De pronto se
notó perfectamente recobrado. Incluso pudo levantarse. Su prometida le abrazó
llorando sin parar, desahogando su tensión. Entre tanto, y aparte de ellos, Lawrence
le susurró a Sabra, entre atónito y socarrón.
-Perdona que te lo diga pero actúas fatal…
La israelí esbozó una débil
y amarga sonrisa para susurrar a su vez.
-Mientras Daphne lo haya creído está bien. No pienso ser candidata a un Óscar.
-Vaya, entonces, eso que dijiste de que tú y yo..- Añadió él casi
pareciendo esperanzado.-….
-Quizás en tus sueños.- Replicó ella ahora recobrando un poco de su
sarcasmo.-
Lawrence se encogió de
hombros. ¡Qué lástima! Pero no le dio tiempo a decir nada, el teléfono de Sabra
sonó en ese instante. La muchacha creyó que serían algunos de sus compañeros.
Cuál sería su sorpresa al ver a…
-¡Marla! ¡Maldita zorra! - Espetó.- ¿Te atreves a llamarme después de todo
lo que has hecho?
-Bueno, tranquila, solamente he llamado para advertiros. – Contestó ésta
como si esos reproches e insultos no fueran con ella.-
-No me dan miedo tus amenazas.- Replicó su interlocutora.-
Al escuchar esa
conversación, Daphne y Martin se aproximaron a la israelí, al igual que Lawrence.
Pudiendo oír…
-¿Estás por ahí con esa ricura? Ya sabes, con tu amorcito la rubia.- Le
preguntó su contertulia.-
-¡Vete al infierno! - Espetó Sabra dispuesta a cortar la comunicación.-
No obstante, lo pensó
mejor. Si podían localizar a esa malvada podrían capturarla, de modo que
inquirió, aunque todavía de malos modos.
-¿Qué es lo que quieres? ¿Es otra de tus macabras bromas?
-No quiero nada, sencillamente estoy preocupada por ese chico, creo que es
el hermano de tu ex.- Comentó la periodista enfocando con la cámara de su
móvil. -¿No lo es?...Me dijo que se llamaba Byron.
La anonadada Sabra pudo
ver a ese jovencito, lo mismo que Daphne que se había acercado al teléfono y
observaba a su vez la pantalla.
-¡Dios mío! ¡Es mi hermano!- Exclamó la maestra.-
El chico caminaba sin
prisa pero sin pausa, con ademan impasible, hacia una lanzadera en llamas. Cerca
se escuchaban atronadoras descargas de energía.
-Detenlo, ¡por favor! - Gritó Daphne horrorizada, llevándose las manos a la
boca.-¡Te lo suplico, que no se acerque más!
-Marla. Escúchame.- Añadió Sabra tratando de sonar más conciliatoriamente
ahora.- Ese muchacho no tiene nada que ver con esto.
-Oye, ¿y por qué crees que te he llamado, eh?- Replicó su contertulia con
un bien fingido tono de indignación al agregar.- Ya se lo he dicho. Pero me
ignora, observa…
Y acto seguido voceó
dirigiéndose a Byron.
-Chico. ¡Vuelve aquí! ¡Te van a matar! ¿Es que has perdido el juicio?
-¡Por favor!- Gimió Daphne llena de terror y de angustia, incapaz de
hilvanar más palabras.-
-¡Está en el astropuerto de la ciudad! - Dijo Martin, entre atónito y muy
preocupado a su vez.-
-Jamás llegaríamos a tiempo.- Comentó Lawrence quien, sin embargo, sacó su
teléfono para marcar un número en tanto añadía.- Pero quizás el saiyajin ese,
sí.
Y entre tanto Kiros, que ya había
destruido al último de sus enemigos, se percató de que le llamaban a su móvil.
-¿Sí, quién es?- Quiso saber.
Nada más oír la voz del
embajador Derail, Sabra arrebató el aparato a Lawrence y tratando de sonar
calmada y ser concisa le explicó lo que pasaba, añadiendo.
-Por favor, informe a la mayor Hunter. ¡Saquen a ese chico de ahí!
-Haremos lo posible.- Convino el saiyajin.-
Más ruidos estruendosos
venían de su propio teléfono, fue Marla quien, con un estudiado gesto de pesar,
les comentó.
-Ya es tarde. Pobre chico…Mira que le grité y que le pedí que volviera…¡ha
sido horrible! - Llegó incluso a lloriquear.-
Daphne solo podía chillar
histérica, Martin trataba de abrazarla pero era inútil. Sabra no sabía que
decir… Tuvo que oír además a su interlocutora lanzar un exagerado suspiro y
sentenciar fingiendo horror.
-Mejor será que no enfoque, el estado del… chico… no es nada agradable. Le
han dado de lleno con una descarga y esa nave ha estallado.
-¡Dios mío!- Musitó la israelí. Mirando horrorizada y llena de pesar a la
rubia maestra que volvió a perder el sentido al instante de escuchar aquello.-
-Así es la vida.- Remachó Marla.- Espero que tu amiga lo superará. Ya te tiene
a ti para animarla…chao…
Antes de que Sabra pudiera
comenzar a maldecirla esa mujer desconectó. Al fin, Martin tomó en brazos a
Daphne con todo el cuidado que pudo musitando consternado.
-¡Oh Dios! Ojalá que esto no sea por mi culpa. Esa figura me advirtió. No se
debe jugar con el destino o habrá consecuencias…Cada vez que lo alteré…Daphne,
te juro que te lo compensaré…Si pudiera hacer cualquier cosa para evitar que…
Ninguno de los demás
hablaba tampoco. Hasta Lawrence estaba impactado, más cuando le susurró a
Sabra.
-¡Esa mujer es un monstruo! Te lo digo yo. Incluso desde el otro lado de la
línea telefónica se podía captar su sarcasmo y su crueldad. Y pensar que luego
somos los demonios los que tenemos mala fama.
El medio demonio tenía la
capacidad de sentir algunas veces el aura de las personas. Y la de esa mujer
era oscura, muy oscura. Jamás había percibido una cosa igual en un humano. Era
como si el mal habitase en ella. Así se lo comentó a la israelí, que temblaba
de furia y de impotencia, combinados con la tristeza al ver el estado de la
pobre Daphne.
-No pararé hasta hacerle pagar todo lo que ha hecho. ¡Eso te lo juro! -
Espetó la joven piloto entre lágrimas de impotencia y rabia.- Ha destrozado a
Daphne y a buen seguro también a su familia. Y ellos jamás le hicieron nada.
Esa pécora ha actuado así sólo para vengarse de mí. Ahora más que nunca la
atraparé, donde quiera que se esconda.
Por su parte, la
periodista se sonrió, hasta soltando una carcajada. De hecho, no podía ver
nada, mucho humo y fuego. Supuso que aquel desgraciado estaría ya reducido a
cenizas.
-Bueno, es hora de irse.- Se dijo canturreando.-
Y para mayor suerte, el
enemigo se había retirado. Al parecer, fuerzas aliadas llegaron y estaban
evacuando a los aterrados civiles en lanzaderas. Por supuesto que ella abordó
una, interpretando a la perfección ese papel de mujer desvalida y horrorizada…
-¡Ah sido terrible!- Repetía entre lágrimas, dejando que una solícita
azafata la atendiera.- Gracias señorita, es usted tan amable como hermosa.
Pudo suspirar, sin recatarse en observar
los pechos y las piernas de aquella chica de pelo castaño corto que le sonrió,
tomando aquello por un sincero cumplido.
-Y ahora, de vuelta a la Tierra.- Se dijo en cuanto vio con regocijo que se
dirigían a una nave mayor que partiría en breve hacia allí.- Hogar, dulce
hogar…
Empero, tenía unas cuantas
órdenes de busca y captura en el planeta madre. Pero eso ahora era lo de menos.
Ya vería cómo se las apañaba.
-Siempre he tenido suerte. Algo o alguien me protege. Será mi buena
estrella.- Se dijo con regocijo, para indicarse a sí misma con tinte animoso.-
Lo único que tendré que hacer es mantener un perfil muy bajo durante algún
tiempo. Y tratar de encontrar a más vampiras que sean más razonables que las
idiotas que tuve que padecer aquí… de un modo u otro llegaré a ser eternamente
joven y hermosa…
Y de ese modo salió de Nature, eludiendo a
aquellos que deseaban ajustar cuentas con ella allí. Entre tanto, Kiros llegó
al astropuerto. El enemigo había sido rechazado
y para mayor alivio algunas naves procedentes de Kinmoku llegaron uniéndose a
las fuerzas de Nature para rematar al invasor.
Las propias Star Light había tomado tierra en aquel lugar.
-Esto es un desastre.- Pudo decir Healer, mirando con horror por los
contornos.-
-Por desgracia, no pudimos llegar antes.- Comentó una a su vez consternada Maker.-
-Al menos las sailors que defendían este planeta han sido capaces de ayudar
a los militares, de lo contrario lamentaríamos una desgracia incluso mayor.-
Suspiró Fighter.-
Habían logrado establecer
una conexión de urgencia con las Animamates. Red Crow les informó
telegráficamente de la situación.
-Las cosas están mejor. Pudimos rechazar al enemigo en casi todos los
frentes.- Declaró la sailor.-
-Aunque no podemos más.- Intervino Aluminum Siren.- Intentar llegar lo
antes posible, por favor…
-Sí, eso.- Convino Iron Mouse.-
Las Star Light así lo prometieron y ya
estaban allí, listas para actuar. No obstante, era poco lo que podían hacer ya.
Al menos en ese devastado astropuerto. Seiya miraba a su alrededor con ira y
amargura. Apretó los dientes para espetar.
-¡Esos malditos Arcoily!...Lo pagarán. Eso puedo asegurarlo.- Sentenció con
el sentimiento de sus compañeras.-
-Tenemos que mantener la cabeza fría.- Respondió Maker.- Recordad que hemos
recibido instrucciones precisas de su alteza la princesa Kakyuu.
-Me niego a creer que ese comunicado que ha recibido sea cierto.- Contestó
una airada Seiya.- Es otra mentira más de esos asesinos.
-Puede ser.- Replicó Healer, quién no obstante suspiró para decir a
desgana.- Sin embargo, hasta que lo comprobemos, no podemos arriesgarnos a una guerra.
Sus compañeras asintieron,
así era. Fue entonces cuando vieron que algo se movía tras unos hierros
retorcidos….
-Parece que ahí hay alguien.- Observó Maker.-
Sus interlocutoras lo
vieron igualmente. Entre tanto Kiros se aproximó descendiendo al suelo y
observando a su vez…
-¡No puede ser!- Comentó el saiyajin con perplejidad.-
En los demás lugares del
planeta las cosas iban retornando también a la normalidad. El enemigo era
derrotado, bien siendo capturado o destruido. Algunos se rendían, la mayor
parte prefirieron morir luchando. Pero, entre las fuerzas de defensa del
planeta y sus aliados, al fin pusieron punto final a la gran batalla. Los
heridos seguían llegando. Maggie y Giaal, posteriormente reforzados por Naya y
otros facultativos más, se esforzaban al cabo de sus energías para atenderles.
Xeflix y Renia, una vez concluyeron las hostilidades en su zona, se sentaron
observando aquello.
-Los humanos son mucho más valerosos y resistentes de lo que pensaba.-
Admitió el joven saiyajin.-
-Sí, la noble Elua les juzgaba muy severamente.- Convino Renia.-
-Quizás quedarnos aquí una temporada no fuera una mala idea.- Propuso su
compañero.-
La joven saiyajin asintió,
también tenía curiosidad. En otro lugar del planeta, Tracer y Elisa pudieron regresar
a la base e informar a Enset, el comandante les felicitó por su labor,
declarando.
-Les prometo que los nombres de la alférez Walsh, la alférez Petrova y la
teniente Aguirre, jamás serán olvidados. Servirán de ejemplo y de inspiración
para todos los pilotos que están por llegar.
-Gracias, señor. Con su permiso, informaré a la hermana de la alférez Walsh.-
Replicó un consternado Tracer.-
-No tiene porqué hacerlo. Terminada la batalla vuelve a ser civil.- Le
recordó su superior.-
-La batalla no habrá terminado hasta que no acabemos con todos esos
canallas.- Sentenció Rick.- Además, yo estaba al mando de la escuadrilla cuando
la alférez Walsh sacrificó su vida para contribuir de modo decisivo a la
victoria. Su hermana merece saberlo por mí.
Enset asintió. Era lo
justo y no privaría al mayor Jensen de ese deber.
-Es usted un magnífico oficial. Si lo desea siempre tendrá un puesto en el
UNISON.- Le dijo con reconocimiento.-
-Con el debido respeto, señor. No quiero luchar más.- Suspiró el chico,
alejándose de allí .-
Y es que habían vencido sí, pero fue una
victoria muy amarga. Con una heridas que tardarían muchos años en sanar. Pero a
todos les tocaría de un modo u otro pasar página y comenzar de nuevo en ese
prometedor mundo llamado Nature.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)