lunes, 23 de octubre de 2017

GWTN39. Inversiones de futuro

Las cuentas estaban claras. El negocio no daba más de sí. Tras unos meses Ginger lo había intentado todo. Incluso ofertas de dos por uno a domicilio. Desalentada, ya no sabía que más poder hacer. Pudiera ser que un poco de publicidad ayudase, sin embargo, carecía del dinero para ello. Sus créditos estaban bajo mínimos y ya no es que corriera el riesgo de perder el local sino su propia casa.



-La hipoteca que pedí para intentar reflotar el Clargin no sirvió de mucho.- Se lamentaba con visible tristeza en la expresión en tanto se disponía a cerrar por ese día.-



            Quizás fuera cuestión de tiempo, si la cosa seguía así no sería capaz de responder a los pagos de los créditos y las embargarían. Ya se lo había advertido Gus. Incluso llegaron a discutir por ese tema.



-¿Es que no ves que ese negocio va cada vez a peor?- Le gritaba él, cuando perdía los nervios.-

-Es mi negocio. Yo lo cree, y no voy a renunciar a él.- Respondía una airada Ginger.-

-¡No, claro! Renunciarás también a la casa y a todo lo que tenemos. Para hacer el pleno.- Contestó él a medio camino entre la ironía y el enfado.-

-Es asunto mío y de nadie más.- Replicó ella con visible indignación.-

-También yo he trabajado y he puesto dinero en ese local.- Le recordó Gus, tratando ahora de serenarse para añadir.- Uno tiene que darse cuenta de cuándo debe abandonar.

-Pues abandona cuando quieras.- Le desafió ella.-



            Su novio movió la cabeza y salió de la casa dando un portazo. Y esa no fue la única vez. Ginger se sentía muy mal, pero no estaba dispuesta a rendirse. ¡El Clargin era todo lo que le quedaba!. Su relación con Gus estaba cada día más deteriorada y solamente creer en que podía salvar su negocio y el pensar en que su hijo siguiera bien la alentaba a continuar día a día.



-Cariño, algún día volverás y querrás comer una tarta Sandy.- Se decía la pobre mujer.- Y el Clargin estará abierto para que lo hagas.



Al menos ahora sonrió al ver aproximarse con su cochecito de bebé a aquella encantadora pareja. Martin que lo empujaba, no tardó en  verla y su esposa, sonriente y agarrada del brazo de su marido, fue la primera en saludarla.



-¡Hola Gin!

-Hola chicos.- Replicó la mujer.- ¿Cómo vosotros por aquí a estas horas?

-Apenas son las nueve, y venimos de visitar a mis padres.- Le contó la joven.- Hemos llevado a Leah para que salude a sus abuelos.- Remachó mirando hacia aquella cabecita que reposaba en la pequeña almohada, lo único que podía verse de aquel bebé, cubierto por una mantita.

-Nuestro hijo David está en la parroquia. Terminando la catequesis.- Le contó Martin.- Íbamos a recogerle ahora.

-¿Qué tal está? Sigue bien, ¿verdad? - Se interesó Ginger.-



            La dueña del local sabía que ese crio estuvo enfermo hacía unos años ya. Sus angustiados padres pasaron por entonces varios días en el hospital. Afortunadamente todo se arregló, David pareció recobrarse por entero, pero desde entonces sufría algunos extraños mareos y tenía que tomar medicación. Ginger no sabía exactamente que le sucedía a ese pequeño que ahora contaría casi con unos diez años. Sentía que sus pobres padres, a los que conocía desde hacía tanto, tuvieran ese problema. Aunque al menos ellos tenían a sus dos hijos. Y además, el nacimiento de Leah obró como una especie de milagro. Antes recordaba haber visto, sobre todo a Daphne, con una continua expresión de tristeza, sin embargo ahora era una madre risueña, siempre del brazo de su esposo como ahora.



-Está mucho mejor. El mismo Giaal se ha estado ocupando de su tratamiento y de seguir su evolución.- Afirmó Martin que quiso a su vez preguntar.- ¿Y tú qué tal?

-Bueno.- Suspiró Ginger con resignación.- Las cosas no van demasiado bien. Ya os podéis imaginar que el negocio es cada vez menos rentable.

-Lo lamento muchísimo.- Afirmó su interlocutor, recordando no sin nostalgia.- Los dos trabajamos aquí y fue estupendo, de hecho, me declaré a ti aquí, ¿te acuerdas, cariño?- Sonrió mirando a su mujer al tiempo que aseveraba.- Este sitio es muy especial para nosotros.

-Jamás podría olvidarlo.- Afirmó ella devolviéndole esa sonrisa agregando ahora.- Si podemos hacer algo por ti, Gin. Cualquier cosa.

-No, gracias chicos.- Repuso ésta con tono resignado.- Quizás haya llegado la hora de plantearme qué hacer con el local.

-Nosotros siempre vendremos, Gin.- Le prometió Martin con tono apenado.-

-Sé que lo haréis, igual que el resto de mis amigos.- Repuso la dueña esbozando una tenue sonrisa, para suspirar con un poso de tristeza.- Ojalá eso fuera suficiente.



            La pareja se miró con cara de circunstancias, pese a todo le dieron un abrazo a Ginger y se despidieron, alejándose. La dueña del establecimiento suspiró.



-Os lo agradezco de corazón, pero si esto continúa, no tendré más remedio que cerrar. ¡Ojalá no fuera así! Pero hasta Clarisa va a vender su parte. Por bastante menos de lo que vale. Quizás compren el local y pongan otro negocio, no sé. Tampoco quiero pensar en ello…



            La que sí pensaba en el futuro con más ilusión si cabía que antes era Sonia. Contemplando a su hijo que dormía la española no podía evitar sonreír. El pequeño Richard ya tenía cuatro años. Parecía que el tiempo volase, era como si le hubiese tenido ayer.  Recordaba cuando tanto ella como Mei Ling retornaron de la Tierra. No tardó en hacerse cargo de la sede de modas Deveraux, pero esos mareos y vómitos mañaneros seguían. Acudió al médico y la pediatra, a la sazón la doctora Sullivan, le confirmó lo que sospechaba.



-¡Enhorabuena! - Le dijo la facultativa tras concluir el reconocimiento.- Estás embarazada de un par de meses ya.



            Sonia permaneció con cara de circunstancias aunque enseguida quiso sonreír, no olvidaba su encuentro con Rafa pero también pensaba en que, pese a todo, pudo ser inseminada con el esperma de Ben. Lo malo es que no estaba segura de quién de esos dos podría ser el padre. Deseaba con todas sus fuerzas que el progenitor se tratara del difunto actor y gran amigo suyo. De todos modos, su hijo o hija sería inocente por completo y tanto ella como Mei Ling seguro que le querrían muchísimo. Por eso, la posibilidad de abortar no se le pasó por la cabeza.



-No…Rafa me advirtió de que esa gente podría tomar represalias. Pero aun cuando no lo hubiera hecho, el bebé no tiene la culpa de nada. Y si fuera de Ben…no quiero renunciar a él.- Había meditado.- Y Mei Ling…en fin…ella me apoyará.



Y decidió contárselo. Su novia entonces abrió la boca atónita cuando se lo desveló. Al menos, en parte.



-¿Embarazada?- Exclamó la oriental.-

-Sí, acepté la oferta de Percie. Usé el esperma de Ben. - Le contó ella entre lágrimas.-



Su pareja se abrazó a ella entre lágrimas. Sonia respiró aliviada y muy feliz. Mei estaba tan entusiasmada como ella y así se lo hizo saber.



-Después de todo lo que hemos pasado, será maravilloso vivir tranquilas y formar una familia. Una vez que hemos formalizado lo nuestro.  -Declaró la oriental.-



Y es que la relación entre ambas no era ya ningún secreto. Pocos días antes habían celebrado una ceremonia civil para darse el sí quiero. Ya eran esposas. Desde luego que eso levantó un gran revuelo entre parte de la población de Nature. Los más acérrimos defensores de la neo religión que se acercaron al lugar las insultaron de todas las maneras posibles. Incluso la tomaron con la pobre Stephanie que asistió como invitada, junto con Trent, su novio desde los tiempos del instituto.



-Fue terrible para ella, aunque demostró ser una buena amiga. No se inmutó cuando le dedicaron todas aquellas horribles palabras. -Rememoró la española.-



            Sonia recordó el momento en el que, tras salir del juzgado y recibir aquellos insultos, finalmente fueron capaces de irse de allí rumbo a su casa. Celebraron una comida privada a la que asistieron unos cuantos amigos escogidos. Una vez a salvo se aproximó a su compañera con gesto apurado.



-Siento mucho que hayas tenido que pasar por esto, Steph. Tú no tienes nada que ver.

-Claro que tengo que ver, soy vuestra amiga. Por cierto, nunca me habían llamado desviada o bollera antes.- Sonrió ésta quitándole importancia al tema para alegar.- Hasta me ha parecido una buena experiencia. Así puedo ponerme en el lugar de otras personas, las que realmente sufren acoso por querer a alguien de su propio sexo. Y me permite entender hasta qué punto fui una estúpida insensible, cuando era yo quien les insultaba de esa manera tan cruel…

-Por favor, no digas eso. Eres una muchacha fantástica y una buena amiga.- Sonrió tiernamente la española tomándola de una mano.- Siempre has estado tratando de respaldarme, desde que volvimos.

-Es lo menos que puedo hacer. Recuerdo cuando te conocí, en la tienda de moda. Mi hermana fue a hablar contigo. Yo ni me atrevía a respirar.- Sonrió con nostalgia, agregando reconocida.- Y tú en cambio fuiste muy amable y me animaste. Nunca olvidaré aquello. - Sentenció la interpelada, comentándole de seguido.- Y después tuve el placer de volver a ver y de hablar con Kerria Malden en la Tierra. Ella me contó algunas cosas. Me terminó por abrir los ojos verla junto a su hijo. La forma en que lo miraba. Estaba claro que le quiere más que a nada en el mundo y que es una madre estupenda. ¡Y ser prejuzgada así!  No imagino pasar por todo lo que ella ha sufrido y ver cuánto ha luchado. Y pensar que yo misma la insulté en ese juicio. Todavía sigo lamentando mi comportamiento de entonces. Debe ser muy duro para vosotras.

-Muchas veces lo es.- Intervino Mei Ling que se aproximaba entonces hasta ellas.- Pero gracias a amigos como tú o mis otras compañeras, es mucho más llevadero.

-Me alegro de que así sea.- Asintió Stephanie.- Y os agradezco mucho la invitación.

-Gracias a ti por asistir.- Sonrió Mei Ling con patente reconocimiento.- Y sobre todo, por haber cambiado tu percepción sobre las personas homosexuales. Es muy importante que aquí, en este planeta con tanto homófobo, existan personas como tú, famosas y admiradas, que nos defiendan.

-Siempre os consideraré como mis amigas. Y haré todo cuanto esté en mi mano para ayudaros.- Las aseguró la joven modelo.-



            Tras esas palabras, Steph las dejó para que atendieran a más invitados. Sonia sonrió recordando a esa muchacha a la que conoció de niña. Stephanie la había admirado siempre y ahora era su mejor apoyo, tanto que, tras nacer Richard, hasta se hizo cargo durante un tiempo de sus obligaciones en la Casa Deveraux, compaginándolas con sus desfiles. De este modo la propia Sonia y Mei Ling pudieron estar con su hijo con mucha mayor frecuencia.



-Y ahora le tengo que llevar a la escuela, pero solamente tengo una posibilidad.- Suspiró tornando su gesto preocupado.-



            Había colegios públicos menos orientados a la religión. Allí podían acudir gentes de todas clases. Empero, muchos eran bastante radicales. Quizás fuesen instituciones laicas en apariencia, pero los que tenían menos recursos no dejaban de estar influenciados por la moral predominante. Y al riesgo a que discriminasen a su hijo por ellas y su relación, se unía la envidia por su estatus social acomodado. Incluso el mismo colegio de la Fe, que supuestamente era de mayoría católica, parecía una opción más segura que alguno de esos en donde cantidad de críos de muy diversas procedencias se daban cita. No es que Sonia fuera clasista pero es que los padres de esos niños muchas veces eran de sectores realmente homófobos. No quería esa clase de influencia para su hijo. Además, en el colegio privado trabajaban la hermana mayor de Steph y su cuñado.



-Son buenas personas, no miran más que el ayudar a los demás y enseñar bien a los críos.- Se dijo.- De todas formas tendré que hablarlo con Mei Ling. ¡La pobre tiene tanto trabajo que apenas nos vemos por casa!



            Su esposa en efecto ahora era feliz pero estaba muy atareada. Y eso que, junto con sus compañeras, había recibido encantada a la nueva adquisición del grupo. Wina, la hija de Melissa, había retornado finalmente de la Tierra tras terminar sus estudios y se estaba preparando la tesis doctoral. No había mejor sitio desde luego que el grupo de las Fairy Five, bajo la supervisión de su madre, para aprender y practicar entre tanto. Y la chica no había sido ni mucho menos enchufada. Tuvo que pasar pruebas muy rigurosas tras acreditar unas excelentes calificaciones. Sus padres estaban muy orgullosa de ella y eso la animaba más aun a mejorar. De modo que, entre Melissa, Mei Ling, Emma y la propia Wina, formaban un equipo realmente bueno, sin olvidar claro está a…



-¡Otra vez llegas tarde!- La regañó resignadamente Mei Ling.-

-Lo siento.- Se disculpó la pelirroja entrando a todo correr.-

-Ya eres mayorcita, Keiko.- La amonestó Melissa a su vez.-

-Lo lamento, me entretuve, ya sabéis, la gente a veces me ve por la calle y me reconoce.- Dijo con tono humilde e incluso apurado.- Y no siempre es para bien.



            Así era, todavía cantaba de vez en cuando, más que nada para obras benéficas, en hospitales o en fiestas. Aun así su popularidad era grande. Y hasta le llegaban ofertas de la Tierra o de Bios para que volviera a actuar. No obstante, la científica deseaba estar al margen de ese vertiginoso mundo de la popularidad y la fama. Ya tuvo suficiente. Y además, tal y como había comentado, algunas personas no le dedicaban precisamente palabras bonitas. La mayoría sí, la halagaban en lo relativo a su voz y sus canciones. No obstante, algunos la insultaban o murmuraban contra ella. Adjetivos como perdida o desviada, no le eran ajenos a la pobre muchacha. Por fortuna, los calificativos agradables eran aun mayoritarios. Seguía siendo una artista muy bien considerada. Tanto como las nuevas promesas emergentes. Justo al hilo de eso, Wina le comentó.



-Maray Malden va a venir otra vez a Nature. Esa chica, además de ser modelo es muy buena cantante. Desde la primera vez que vino aquí se ha hecho bastante famosa en la Tierra y en su mundo de origen, Bios.

-Es una jovencita muy agradable.- Valoró Keiko.-

-¡Y muy alta! - Se sonrió Wina.- Por eso además, desfila para la Casa Deveraux.

-Bueno, su abuela es la dueña, no es raro.- Intervino Mei Ling, admitiendo, eso sí.- Pero esa joven vale para eso. Mi esposa me lo ha comentado alguna vez que la ha visto en la pasarela. Y coincide en que es muy buena chica y en que talento no le falta.

-A mí, Fiora me contó que su primo Alex y ella son más que amigos, ya me entendéis. Desde que se conocieron aquí.- Se sonrió Wina.- Y ahora que él va a ir destinado a Bios para terminar sus estudios en la academia militar de allí.

-Sí, me suena mucho el apellido Malden.- Comentó Melissa al hilo de lo que su hija estaba comentando, cuando afirmó.- Creo que su padre es un oficial de alto rango en Bios. Mi marido le conoció durante su viaje en la SSP-1.

-El padre de esa chica es uno de los que mandan en esa academia.- Confirmó Wina.- Fiora me lo dijo. Su propio padre y el de Maray son primos. Y los padres de Alex también son muy amigos de ese hombre. Por eso Susan y Giaal se alegraban mucho de que su hijo y Maray salieran juntos.



            Aunque la hija de los Rodney también le contó que había alguien a quién eso no parecía gustarle nada. Pero eso la científica prefirió guardárselo para sí.



-Hablando de otra cosa. ¿Ya tenéis planes para el niño?- Inquirió Melissa dirigiéndose a Mei Ling.-

-Sonia estaba ocupándose de eso. Iba a mirar colegios.- Respondió la oriental que, casi con tono culpable, añadió.- Me ha pedido varias veces que visitemos alguno, pero es que siempre estoy tan ocupada…

-Te daré un día libre, el que necesites. - Le ofreció su jefa.- O un par de ellos, no te preocupes, nos apañaremos.

-Gracias.- Asintió la aludida.-



            Aunque lo que tampoco se atrevía a confesar Mei Ling es que le asaltaba el temor de ir junto a su esposa a esos centros y que, al comprobar que fueran pareja, eso supusiera algún inconveniente para su hijo. Suspiró mirando de reojo a Emma, esa pobre sí que tenía verdaderos problemas. Allí estaba, aparentemente ajena a la conversación. La científica se acababa de inyectar su dosis habitual y parecía estar bien. Ese tono amarillento tan preocupante de sus pupilas había desaparecido, reemplazado ya por su color castaño habitual. Al fin, dijo saliendo de su mutismo.



-Espero que todo os vaya bien. No es fácil sentirse rechazado, ahora lo sé. Y lamento mucho haber sido tan dura contigo y con otras personas en el pasado.- Se disculpó sentidamente.-

-Eso pasó hace mucho tiempo. Olvídalo.- Afirmó conciliatoriamente Mei Ling.-



            Emma asintió, no obstante, el pesar y hasta el temor la embargaban. De hecho, tenía pánico a que alguien la descubriera. Por ejemplo, su vecino del piso de arriba. Se llamaba Nathan y no era mal tipo. Incluso atractivo, de pelo castaño y ojos marrones. Estaría en casi los cuarenta años, y debía ser soltero. Algunas veces coincidían en el ascensor subiendo a casa y él la saludaba con amabilidad. Cruzaban algunas pocas palabras y aquel tipo siempre le contaba que era aficionado a salir con sus amigos y recorrer Nature. En ocasiones incluso se permitió dejar caer alguna invitación para que les acompañase.



-No, muchas gracias, me gusta estar en casa cuando vuelvo del trabajo.- Podía replicar ella no sin apuro.-

-¿Y no te apetecería ir a cenar algún día? Ya sabes, solo para conocernos mejor como vecinos.- Replicaba él.-

-Bueno, lo pensaré, suelo estar ocupada.- Se excusaba la muchacha.-



            A eso se le sumaba la angustia de que la dosis de su medicina hiciera el efecto deseado hasta llegar a casa y poder inyectarse otra. En el ascensor solía mirarse repetidamente al espejo, prestando atención al color de sus pupilas, a su piel y ese tipo, que no se recataba de dar su opinión, le decía, posiblemente creyendo que aquello obedecía a otra cosa.



-Eres una mujer muy atractiva. Siempre estás preciosa.

-Gra…, gracias.- Musitaba ella deseando llegar a casa para estar tranquila.-



            Y así, cuando por fin el elevador llegaba a su piso la chica suspiraba, ( y eso que no precisaba respirar) Se despedía con una tenue sonrisa escuchando el enésimo “ piénsatelo y quedamos” de aquel insistente vecino, y podía refugiarse en su hogar, o al menos entre esas cuatro paredes que la cobijaban.



-No es mal chico, pero es un pesado.- Pensaba entonces ella.- Si yo fuera una mujer normal, sería incómodo, lo malo es que siendo lo que soy, si perdiera el control, podría matarle.- Reflexionó llena de consternación.-



            Y no solamente a él, a cualquier persona que tuviera cerca. Por ello desde que le sucediera aquello, había perdido todo contacto con su familia en la Tierra. A buen seguro la creerían una egoísta desapegada, pero era mucho mejor así. No podría soportar la mera idea de hacer daño a sus padres. Así meditaba en tanto proseguía su labor. De hecho, todas siguieron trabajando sin comentar mucho más sobre ningún tema, deseosas de concluir su turno. La que tenía el día libre del hospital era Maggie. Estaba sola. Su hija había ido a entrenarse con su padre, ambos solían ir a practicar mucho a las afueras de la ciudad, en una zona acotada para los saiyajin. Últimamente Gloria parecía estar distraída, no era lo normal para su inquisitivo carácter heredado de su mitad saiyajin. Y aunque no había hablado con su hija sobre eso, Maggie creía saber que podría estarle pasando.



-De todos modos, debe ser ella quien quiera confiar en mí y me lo cuente.- Pensaba la enfermera.- Aunque todo me apunta al mismo problema. Por muy saiyajin implacable que se crea que es, tiene sentimientos como cualquiera.



 Y entre tanto reflexionaba así, Maggie, fiel a su costumbre, acudió a la parroquia. Allí, una vez más, Corbin lanzaba algunas de sus incendiarias proclamas. Subido a un púlpito declaraba con tono entre airado y casi profético.



-Sí hermanos, porque. ¿Quiénes son esas personas? Pensadlo bien. Dicen que cualquier tipo de amor está permitido, y claro, dicho así suena muy hermoso y convincente. Pero la gran falacia está en su definición del amor. No hablan de algo casto y espiritual, sino de la mera atracción de la carne y el pecado. Hombres que se acuestan con hombres y practican sodomía. Mujeres que desean unirse a otras mujeres en, el diablo sabrá qué clase de perversiones. Y no solamente se conforman con eso. Al menos, si entre adultos pecan, allá ellos y sus conciencias. Lo más horroroso de todo es que también quieren influir en las mentes de los niños.



            Murmullos de temor y desaprobación se extendieron entre el auditorio, Corbin permitió que eso sucediera durante unos instantes a fin de dotar de mayor dramatismo a su soflama, después, tras esa pausa dramática y aclarándose la voz, agregó…



-De todas sus depravaciones esa es con mucho la peor, atentar contra lo más sagrado, la inocencia de la infancia. Y todos sabemos que muchos de esos desviados se jactan de querer formar familias. ¡Como sí a lo que ellos aspiran pudiera llamarse así! Solo quieren tener niños a su alrededor en un vano intento de parecer normales. Y de paso, contagiar a los pequeños con esos delirios. Para que crezcan engañados con una falsa verdad. Pues yo os digo, ¡no lo podemos permitir!

-¡No, claro que no! - Se oyeron algunas voces iracundas.-

-¡Hay que evitarlo a toda costa!- Secundaron otras llenas de temor.-



            Maggie escuchaba muy preocupada. No era ajena a las tribulaciones de muchas personas que conocía. Algunas de las cuales tenían esa orientación. Ella misma fue así, por suerte Dios le abrió los ojos a la verdad y se reformó. Pero ahora temía, por ejemplo, por Mei Ling y por su pareja, esa modelo española, que, sin ningún tipo de recato, había confesado su homosexualidad. Por si fuera poco las dos tenían un niño. Uno que tendrían que escolarizar. Y pensando en el colegio, Daphne no le inquietaba menos. Esa muchacha mantenía una dura lucha interna, recayendo en el pecado bastantes veces. Por suerte, su esposo Martin, que era un muy buen hombre, la había perdonado y aceptado. Ahora al menos todo parecía marchar bien entre ellos. Quizás el catalizador fuera aquella extraña enfermedad de David.



-Sí, nuestro Señor siempre sabe cómo hacer las cosas.- Se dijo convencida.- Eso les ha unido más que ninguna otra terapia, y por suerte, un par de años más tarde, el nacimiento de su hija Leah ha reforzado ese vínculo familiar.



            Lo sintió por la doctora Sullivan, si bien Daphne no llegó a confesárselo abiertamente la enfermera no era tonta. Pudo comprobar, alguna vez que las vio juntas, la forma en la que ambas se miraban. Maggie conocía muy bien esa clase de mirada. No quiso ahondar en ello. Por suerte la pediatra se marchó a Bios con su hija Helen hace años. Eso meditaba en tanto el reverendo proseguía su arenga.



-Todos sabéis lo que pasó hace unos años, como esas mujeres desnaturalizadas pretendían eliminar a parte de la raza humana, a los hombres incluyendo a niños, para extender su aberrante comportamiento. Y gracias a Dios que pudimos evitarlo. Sin embargo, el peligro no ha terminado. Siguen ahí, al menos algunas, y se han vuelto más astutas y precavidas. Lo mismo que esos hombres desviados y sodomitas. Recordad a aquel actor. Desde luego que era un buen intérprete, eso se lo concedo. ¡Cómo nos engañó a todos! Pues bien. Tenedlo presente. Cualquiera puede ser parte de ese grupo de pecadores. No fieis en nadie. Ni tan siquiera en quienes acudan a misa. Pues el mismo diablo suele camuflarse con agradable apariencia y hermosos ropajes, fingiendo su devoción a lo sagrado a fin de mancillarlo.



            Maggie se sintió algo incómoda al percibir algunas miradas posándose sobre ella. No obstante, era una de las predilectas del reverendo y eso la libraba de cualquier tipo de sospecha. Precisamente porque fue una pionera en arrepentirse. Tras su caso que sirvió de ejemplo y referencia, algunos otros, hombre y mujeres, confesaron con los años pidiendo perdón y rehaciendo sus vidas. Y justamente Corbin la citó en agradecimiento a su labor.



-Nuestra hermana Margaret fue una de las arrepentidas, y abrió el camino a otros con su fe y su bondad. Ella ha abogado siempre por el perdón y la oportunidad para ese tipo de gentes, si cumplen con el requisito de retornar al camino recto. Desgraciadamente, la misericordia del Señor se debe ganar, y la mayoría de los desviados no solamente no la desean, sino que llevan a gala el difundir y jactarse de su modo pecaminoso de vivir.



            La enfermera miró en derredor con cara de circunstancias. Su congregación le devolvía miradas comprensivas e incluso amables. Aunque había también quien la observaba con mayor severidad. Maggie sabía que no tenían nada en contra de ella por su pasada vida sino, por lo que los más radicales llamaban, excesiva permisividad y “comprensión” hacia todos esos descarriados. Opinando que se debería a que, en el pasado, ella misma estuvo en ese lado y que por ello, su sentimentalismo la cegaba. Para su desgracia, la corriente más extremista de la neo religión ganaba cada día mayor número de adeptos.



-Solo espero que nunca lleguen a sospechar de Daphne o de Keiko.- Pensó con creciente temor.- Al menos la primera está casada y ya es madre de dos hijos. Eso la protegerá, si no recae en la tentación. Aunque Keiko debería tener mucho cuidado. Esa chica siempre está tan sola y es tan despreocupada en su comportamiento…



            No es que esa muchacha, por la que la jefa de enfermeras llegase a sentir aquella pasión tan antinatural en su pasada manera de vivir, se destacase en nada sospechoso, aunque sin ningún novio o amigo varón que la frecuentase, las malas lenguas habían empezado a murmurar. No pocos decían haber oído que, en la Tierra, tuvo romances con hombres, pero con mujeres también. Y eso de ser cantante y famosa, aunque hiciera tiempo que no se prodigase en demasía, no la ayudaba precisamente. Incluso se la había visto en actitudes muy amigables con algunas mujeres, saliendo y entrando en discotecas o restaurantes. Quizás eso no bastase para asumir ninguna relación antinatural, pero la famosa cantante y ahora nuevamente miembro de las Fairy Five de Nature, haría bien en no arriesgarse.



-Rezaré por ella también. Y puede que le advierta. - Meditó Maggie.- Es una buena persona, como Daphne lo es. Pero su carga de pecado es mucha. Y para mi deshonra yo ayudé a que comenzase en esa senda. Ahora debo ayudarla a escapar del mal camino.



             Y es que era imposible para Margaret olvidar aquella noche que pasaron juntas, en el apartamento de la entonces tan joven e inocente Keiko. Fue ella misma quién se aprovechó del estado de esa chica que había bebido más de la cuenta. Solamente de pensarlo se persignó.



-¡Perdóname, Señor! - Suspiró repitiendo ese ruego en su mente.- Solo suplico misericordia para mí y para ella, así como para otras personas que sufren ese mal. Sobre todo vela porque a  Gloria nunca le suceda nada parecido, te doy gracias por hacerla normal. Al menos en ese aspecto.



            En ese momento, su hija estaba en efecto entrenando con Kiros. El padre de la joven la obligaba a luchar con entrega, aunque la cabeza de la chica parecía estar en otra parte. Aun así se defendía bien. Sin embargo, en una pausa, su progenitor la recriminó.



-No estás poniendo tu mente, ni tu corazón, en el entrenamiento como suele ser habitual. ¿Te sucede algo?

-No es nada, quizás estoy demasiado preocupada por los exámenes.- Repuso la muchacha.-

-Eso está bien,- opinó su padre sentenciando.-  Siempre y cuando la preocupación no te domine, y seas tú..

-Quien la domine a ella usándola como arma para incrementar mi poder. - Completó Gloria sonriendo levemente para añadir.- Lo que la abuela Elua siempre me decía cuando me entrenaba.



            Kiros asintió, su hija conocía todas aquellas frases a la perfección. No le dio más importancia y dijo.



-Será mejor que volvamos a casa. Ya se ha hecho tarde. Y debo recibir a un enviado de Nuevo Vegeta.



            Su hija asintió, ambos despegaron volando raudos hacia la embajada. Por el camino Gloria sí que iba abstraída en sus pensamientos. Se retrotraía a poco más de un año, casi dos. Entonces quedaba poco para el fin del curso. Estaban a punto de terminar lo que se conocía como instituto. Sus compañeros de clase y amigos pensaban ya en sus respectivos porvenires. Hablando en la cafetería, durante un descanso, Fiora comentaba con evidente ilusión.



-Quiero estudiar para ser naturalista. Me encantan los animales.

-Eso está muy bien si te gusta. – Opinó escépticamente Tiffany, afirmando a su vez.-  Aunque no da mucho dinero. Yo voy a estudiar alguna ingeniería. Hay mucho que hacer en este planeta. Y se paga bien.

-Pues en mi caso voy a intentar entrar en la escuela de hostelería.- Declaró Luke.- Siempre me ha gustado cocinar y podría ser un gran chef.

-La verdad es que no lo haces nada mal.- Afirmó Fiora que alguna vez había sido invitada a comer en casa de los hermanos.-

-Es cierto.- Convino Alex que le preguntó a la saiyajin, quien le observaba precisamente a él.- ¿Y tú, Gloria?

-Yo seguiré las costumbres de mi pueblo. Ya he estudiado suficiente.- Sentenció ésta.-

-¿Y qué harás exactamente?- Quiso saber Fiora.-

-Supongo que mi padre querrá que me quede en la embajada. Como ayudante o como escolta.- Afirmó la chica.- Al menos es lo que me gustaría hacer.

-O sea, unirte al ejército o lo que tengáis en tu planeta.- Intervino Tiffany.-

-Todos los saiyajin somos guerreros.- Respondió secamente Gloria.-

-Tú también eres humana en parte.- Le recordó Fiora.-



            Esa boba siempre tenía que poner el acento en su mitad humana, cosa que a Gloria seguía sin gustarle demasiado. Aunque en eso tenía razón y tuvo que admitir.



-Mi madre sí que quiere que estudie más, y en eso, mi padre la apoya. Como casi en todo. Dice que la diplomacia estaría bien para alguien de mi rango.

-Y tiene razón. Eso estaría muy bien.- Valoró Fiora.-

-La diplomacia que a mí me gusta es ésta.- Replicó la saiyajin enarbolando un puño.- Nunca falla.



            Su interlocutora se limitó a mover la cabeza, aunque no dijo más, fue Alex quien intervino.



-Pues en mi caso también ingresaré en el ejército. Quiero ir a la academia militar y graduarme.

-Así me gusta.- Le sonrió Gloria.-



            No podía haber esperado menos de ese chico. Tampoco era humano por entero, quizás eso lo explicaba. Aunque sus siguientes palabras fueron algo decepcionantes.



-Deseo estudiar medicina como mi padre y servir en las fuerzas del UNISON como mi madre.- Declaró convencido. -

-Así complaces a ambos.- Apuntó Gloria, no obstante con deseos de sonar más considerada en esta ocasión, añadiendo con mayor sinceridad.- Ser médico no es mala cosa. Todavía le guardo mucho agradecimiento a tu padre por atender a mi madre cuando me trajo al mundo.

-No es cuestión de complacerles, en realidad es lo que más me gustaría hacer.- Contestó el joven afirmando.- Servir a los demás, tratando de curar a la gente como hacen mi padre y la tía Naya.- Completó haciendo sonreír a su prima.-

-¿Y tú, Franklin?- Quiso saber entonces Tiffany.-

-Me decantaré por la informática.- Repuso el chico.- Ayudaré a mi padre en las investigaciones y a desarrollar nuevos componentes asociados a la robótica y la nanotecnología.



            La saiyajin una vez más asintió, no entendía mucho de eso pero estaba claro que Franklin era muy inteligente. Físicamente en cambio se le antojaba débil hasta para los estándares humanos. No obstante, ese muchacho siempre la miraba de modo extraño, ella pretendía no fijarse en eso. Pero le daba la impresión de ser esa característica mirada humana que denotaba un interés, como ellos dirían, romántico.



-Está claro que no está a mi nivel, ni aunque fuera un humano fuerte.- Pensó con algo de desdén e incluso lástima.- Pero respeto su gran capacidad por crear cosas. Seguro que alguna humana habrá que quiera estar con él.



            Las palabras de Fiora la sacaron de esas reflexiones, cuando su compañera le comentó a Franklin.



-Eso está muy bien, servir al progreso y ayudar a las personas.

-Mi padre ha estado mejorando su traje durante años, es más, hace un par de ellos se implantó unos nanochips que son capaces de emitir y recibir impulsos nerviosos a todos los miembros de su cuerpo. Ya puede caminar perfectamente sin ningún exoesqueleto.- Comentó orgullosamente el chico para desvelarles.- Y ya sabéis que muchos de los prototipos que diseñó junto con el doctor Adams ya se utilizan para aumentar la fuerza de la gente. Se pueden levantar pesos enormes con ellos y protegen de accidentes.

-E incluso en las fuerzas militares se usan.- Añadió Luke declarando impresionado.- ¡El soldado que lleve uno será invencible!

-Por muchos trajes de esos que se pongan encima, ningún humano podrá nunca igualar la fuerza de un saiyajin.- Aseveró Gloria sin ocultar su desdén.-



            Aunque esa sosa de Fiora como de costumbre tuvo que dirigirse a ella para objetar.



-No se trata de tener más fuerza, sino de ayudar a la gente. Seguro que nadie ha pensado en retar a un saiyajin. La violencia no es la respuesta para todo. No comprendo esa manera de pensar.



            Ante eso no replicó, aunque ganas le dieron de decirle a esa tonta que se dejase de ñoñerías. Siempre con ese insulso pacifismo. ¡Cómo si de ese modo se arreglasen todos los problemas! ¡Qué le hubiera dicho eso a los Arcoily cuando atacaron Nature! En fin, siempre acababan discutiendo por eso.



-Por lo menos, mantienes tus argumentos, eres consecuente con tu forma de ver las cosas. Debo concederte eso.- Replicó Gloria.-



Entonces Alex intervino muy oportunamente para evitar que eso degenerase en una discusión.



-Lo fundamental es que todos tenemos pensado cual será nuestro futuro, ahora toca trabajar por él…

-Sí.- Musitó la muchacha aun ensimismada en eso.-

-¿Decías algo, hija?- Inquirió Kiros devolviéndola a la realidad.-

-Nada, que tenemos que trabajar mucho más, padre.- Repuso ella tras centrarse una vez más en el momento presente.- Quiero seguir mejorando.

-Ya eres muy poderosa.- Afirmó su progenitor con patente satisfacción, atreviéndose a añadir.- Creo que incluso me superas.

-Gracias, pero exageras. Todavía debo aprender mucho de ti.- Contestó modestamente ella.-



            Kiros asintió sin decir nada, por su parte Gloria pensaba de nuevo en Alex. Ese muchacho poseía algo, en su opinión, que le hacía muy especial. No podía evitar tenerle siempre presente en su mente. Y lamentaba que tuviera que irse, quizás a otro planeta, a continuar su formación. Sobre todo tras la aparición de esa muchacha. Esa insípida modelo, a cuyo lado hasta Fiora parecía tener el carácter de una saiyajin.



-No sé qué pudo ver en ella.- Suspiró con pesar.- Yo soy un millón de veces mejor.



            Eso sucedió pocos meses después, cuando aquella chica de largo pelo castaño algo ondulado y unos vivos ojos azules, llegó a Nature. Era hija de un alto oficial de Bios. Y curiosamente, aunque Gloria no pudiera creerlo, el padre de esa boba era un príncipe saiyajin. Quizás las leyes de la genética que había estudiado en el instituto hubieran saltado la herencia del pueblo de los guerreros del espacio en esa cursi. Era muy alta, eso sí, incluso más que la propia Gloria. Al principio la saiyajin se sorprendió, siendo ya adulta nunca había tenido que mirar a ninguna otra mujer hacia arriba con la única excepción de su noble instructora Seira o de la princesa Seren. Y esa chica incluso las superaba en estatura, aunque solamente en eso. Cantaba muy bien, y era hermosa sin duda, pero a su juicio carecía de espíritu. Todavía recordaba cuando el propio Alex se presentó con ella en el Clargin. Gloria estaba tomando algo con Franklin. Tras mucho insistir el joven alegó querer contarle algo importante de sus recién comenzados estudios en la facultad. Y  aunque ella le escuchó con cierta desgana, sí se quedó con sus palabras.



-Es realmente interesante. Verás. Al poco de comenzar con mis estudios la policía de Nature me contactó. Me pidieron que les ayudase a atrapar al hacker que les trae totalmente desconcertados. Ese tipo o quien sea, les ha estado burlando durante años. Es un experto en programación y como yo domino ese mismo campo, quieren que trate de anticiparme a él.

-En eso eres el mejor.- Convino Gloria siendo sincera esta vez.- Nadie te podrá ganar.



            El chico sonrió, quizás había interpretado aquello de otra forma, lo cierto es que preguntó dando la impresión de estar más animado tras escuchar aquello.



-¿Tienes algún plan para el fin de semana?

-Entrenar con mi padre.- Replicó ella, agregando sin comprender del todo esa frase.- Pero no he diseñado ninguna estrategia en concreto.

-¡No! - Se rio Franklin.- Quiero decir, de salir por ahí, a tomar algo.

-Puedo comer en casa.- Repuso la joven.-

-Bueno.- Suspiró él decidiéndose a ser más directo.- Quería decir una cita.

-¿Una cita?- Repitió Gloria.-



            No era tan tonta ni tan ajena ya a los usos humanos como para ignorar de qué se trataba. De hecho, el muchacho le comentó, confirmando esa impresión.



-Dentro de poco habrá una fiesta, el día de la Terraformación. Y un baile importante. Podríamos ir los dos juntos, si tú quieres.

-¿A bailar?- Inquirió la chica mirándole con estupor.-

-Antes estaría bien que fuéramos al Holo cine, o algo.- Sugirió él con azoramiento.-

-¿Estás intentando aproximarte a mí en ese sentido?- Inquirió Gloria.-

-¿Sentido?- Fue el turno ahora del atónito Franklin de preguntar.- ¿Qué sentido?

-Sí, algo como establecer conmigo una relación próxima al emparejamiento.- Aclaró Gloria que no siendo demasiado sutil, sentenció.- Olvídalo.



            Ante aquella respuesta tan directa como brusca el muchacho no supo que decir. Guardó un incómodo silencio que parecía no afectar a su interlocutora cuando ésta agregó.



-Voy a pedir algo de comer, tengo hambre. ¿Tú no?...



No fue capaz ni de replicar. Por suerte para él al menos, Alex entró en el Clargin. Gloria enseguida cambió su expresión, observando al recién llegado con interés. No obstante, quedó tan sorprendida como Franklin cuando vio a su amigo charlando con una altísima y atractiva jovencita que venía con él.



-Hola chicos.- Saludó Alex con tono jovial.- Mirad, os voy a presentar. Ésta es Maray Malden. Acaba de llegar a Nature. Maray, ellos son Gloria Elua Derail y Franklin…

-Encantado.- Se anticipó el rubio chico antes que su amigo concluyera de presentarle, levantándose enseguida para dar la mano a esa joven.- Por favor. Sentaos con nosotros.



            Fue evidente para todos que Franklin enseguida se dio cuenta que esa chica era bastante más alta que él. Y eso que la muchacha llevaba unos zapatos bajos.



-Gracias.- Sonrió esa jovencita con mucha calidez, reflejando una gran belleza, para declarar con tono suave y sencillo.- Acabo de llegar y todavía no me he adaptado al cambio. Aunque Nature sea tan parecido a Bios. Para despejarme un poco tras el viaje, Alex me sugirió venir aquí. Disculpad que os hayamos interrumpido.

-No había nada importante que interrumpir.- Replicó Gloria con tono neutro en tanto comentaba con interés.- Así que no eres de por aquí.

-No, claro.- Confirmó la interpelada con timidez, recordando a su inquisidora lo que acababa de decir.- Vengo de otro planeta.

-Maray está aquí para hacer prácticas en la casa Deveraux. – Les contó Alex.- Ha ganado una mención en el concurso de Miss Bios el año pasado. Como mis padres son muy amigos de los suyos fui a recogerla al astro puerto.

-Así es, enseguida iré a la sede de modas Deveraux de aquí, me alojaré allí. Tengo muchas ganas de conocer a Sonia Calderón y a Stephanie Kensington.- Destacó la chica.-

-¿Y quiénes son esas?- Pretendió desconocer Gloria.-



            No lo dijo únicamente por evidenciar desprecio, desde luego no es que estuviera muy al tanto de ese mundillo de la moda, que era algo en su opinión ridículo y superfluo. Pues ahora lo creía con mayor motivo viendo a esa individua desperdiciar aquel físico, tan notable por otra parte, en esas tonterías.  Sin embargo, lo que más le disgustaba era comprobar la atención que Alex ponía en ella. Ese chico siempre había sido bastante serio y controlado. Ahora por contra daba la impresión de estar únicamente pendiente a lo que esa sosa dijera.



-Dos modelos muy famosas. Sonia también es actriz. Y no solo están ellas. Keiko Tomoe, una célebre cantante, vive en este planeta también. Me encantaría poder cantar con ella.- Suspiró la muchacha con tono e incluso mirada soñadora.-

-Eso podemos arreglarlo.- Afirmó Alex, con una expresión divertida, en tanto se aproximaba a la barra y le comentaba a Ginger algo, al volver, el chico declaró.- Voy a hacer realidad tu deseo, aunque sea de una forma algo heterodoxa.

-¿Qué le has dicho a esa señora?- Quiso saber Maray.-

-Se llama Ginger y es la dueña.- Apostilló Gloria casi con severidad.- Recuérdalo.



            Aunque eso pasó desapercibido dado que una canción comenzó a sonar, y Alex invitó a la perpleja e incluso ruborizada Maray a acompañarla con su voz.



-Vamos ¡Puedes cantar a la vez que ella!- Insistió el muchacho.-



            Y pese a la situación su acompañante sonrió asintiendo y comenzó a cantar para deleite al menos de ambos chicos.



Sólo sujétame ahora, sujétame ahora
Di que estarás para siempre
Di que el día nunca llegará



Sólo sostenme, sólo sostenme

Permanece así para siempre

Porque sólo estamos comenzando



Desde luego Maray hacía gala de una voz prodigiosa, llegando incluso a eclipsar la de la propia Keiko y hasta siendo capaz de acoplarse a la de esa artista como si realmente las dos estuviesen cantando a dúo.



Dime porqué los amantes tiene que partir

Sé que sucede todo el tiempo

Y es muy triste porque esta vez somos tú y yo



Sé que te estoy perdiendo,

pero es que no puedo creerlo, cariño


sólo sostenme ahora


Permanece así para siempre
Porque sólo estamos comenzando


Dime porque los sentimientos tienen que cambiar

Que le sucedió al amor que conocí
Lo sentí desvaneciéndose un poco más cada día

Y te perdí pero no puedo aceptar la verdad, cariño.


            Había que rendirse a la evidencia. Aquella chica cantaba de maravilla, su voz sonaba clara, potente y llena de alegría. Hasta Gloria la escuchó perpleja. Sin embargo, no le gustó la forma en la que Alex la miraba, totalmente embelesado. Y lo que era todavía peor. Esa individua le devolvía la mirada y sonreía encantada.



Sólo sujétame ahora, sujétame ahora
Di que estarás para siempre
Di que el día nunca llegará



Sólo sostenme ahora, sólo sostenme ahora

Permanece así para siempre

Porque solo estamos comenzando


            Además se movía por el escenario del karaoke danzando como si caminase sobre un lecho de nubes. Al menos poseía una buena coordinación.



-Si emplease esa técnica para el combate, en vez de para pavonearse, sería digna de mención.- Pensaba la disgustada Gloria.-


Dime porqué los amantes deben partir

Se que ocurre todo el tiempo
Y es muy triste porque esta vez somos tú y yo.

Se que te estoy perdiendo pero no puedo creerlo, cariño

Sólo sujétame ahora, sujétame ahora
Di que estarás para siempre
Di que el día nunca llegará

Sólo sostenme ahora, sólo sostenme ahora



Permanece así para siempre

Porque solo estamos comenzando

Dime, ¿porqué los amantes se tienen que ir?


(Tina Cousins. Forever. Crédito a la artista)


            Al concluir la canción sonaron bastantes aplausos de los pocos clientes que había en la cafetería. Y ocurrió algo curioso, al menos para Gloria. La propia Ginger se aproximó alabando a esa muchacha y le comentó entre admirada y llena de nostalgia.



-¡Cantas de maravilla! Me recuerdas a una amiga que tuve hace tiempo. Tenía tanta pasión como tú cuando actuaba en mi karaoke.

-No me sorprende que pienses eso, Ginger.- Intervino Alex, desvelando para asombro de la propietaria.- Ésta chica es la hija de Amatista. Se llama Maray.

-¿De verdad eres la hija de Amatista?- Exclamó Gin entre asombrada y llena de ilusión.-

-Sí, ella es mi madre.- Pudo responder la sonrojada muchacha.-

-¡Es increíble! Sabía que tuvo hijos, pero no pensé que fueras ya tan mayor.- Comentó su contertulia, pidiéndole a continuación.- ¿Te importa si me siento un rato con vosotros y me cuentas cómo están tus padres?

-Será un placer.- Sonrió amablemente la joven.-



            Y allí estuvieron charlando sobre esas personas a las que Gloria no conocía. Aunque la atención tanto de Franklin, como de Alex, estaba concentrada en lo que esa chica narraba. Y eso que se trataban de cosas realmente ridículas y sin emoción ninguna. Que si su padre trabajaba de jefe militar en un sector de Bios, y su madre era una doctora científica de las Fairy Five de allí. ¡Ah sí! Y su hermano mayor, un tal Asthel, jugaba muy bien al baloncesto. Al fin, esa tortura terminó. La recién llegada remachó al ver la hora.



-Se me hace tarde, tengo que incorporarme a la sede de modas Deveraux.  Ha sido un placer conocerla, señora Reinosa.

-Puedes llamarme Ginger, cariño.- Sonrió tiernamente la propietaria.-  Y dales a tus padres muchos saludos de mi parte en cuanto hables con ellos.

-Lo haré.- Le prometió aquella insulsa.-



            Se levantó para irse pero, para desgracia de Gloria, Alex lo hizo a su vez.



-Te acompañaré.- Le propuso con patente obsequiosidad.-

-No hace falta.- Sonrió ella, quédate con tus amigos, seguro que tendréis cosas de que hablar.

-Ya hablaremos mañana. ¿verdad chicos? - Repuso despreocupadamente él.-



            Franklin asintió, otro que seguía embobado con esa tipa. ¡Gloria pensó con una mezcla de asombro e irritación que antes de que esa pánfila llegase solamente tenía ojos para ella! No es que la atención de ese muchacho le preocupase mucho, pero sí la de Alex que, sin dudar, se fue con esa chica. Gloria no pudo sentirse más humillada. Aunque no entendía el porqué. Técnicamente esa individua no había demostrado vencerla en nada. Aunque hubiera deseado hablar un poco con Alex. Solían hacerlo bastante, sobre todo desde que la pesada de su prima se fuera a estudiar a otra ciudad de Nature, al este, más cerca de los bosques y los bichos que tanto le gustaban. Pero ésta otra individua era mil veces peor que Fiora.



-Nunca creí que llegase a echar de menos a esa tonta.- Se dijo la saiyajin entre molesta e incrédula.- Pero ojalá estuviese aquí, seguro que se llevaría de fábula con ésta otra pusilánime y de paso la mantendría ocupada hablando de tonterías.

-Quizás sea hora de irnos también.- Dijo Franklin sacándola de sus pensamientos.-

-Sí.- Convino ella, que entonces, sin saber muy bien porqué, le recordó a su amigo su propuesta anterior, añadiendo.- Si invitas tú a los cubos de palomitas vamos a ver la holo película que quieras.

-¿De veras?- Se sorprendió el chico, sonriendo con amplitud.-

-Palabra de saiyajin.- Repuso ella.- Y además iré contigo a la fiesta esa, como se llame.



            Recordó aquello, y la imagen de la sonrisa de Franklin. Aunque cuando el momento llegó ella estaba más preocupada de que Alex reparase en ella. Pero ¡cómo no! Invitó a esa estúpida modelito a ir con él! Sin embargo, fiel a su orgullo saiyajin, no se dejó humillar. Bailó con su pareja, o al menos llevó a Franklin de un lado al otro de la pista. Y pese a que eso no fue tan malo y que ese vestido y adornos al estilo humano la hacía estar muy hermosa (al menos eso le dijeron su pareja de aquella noche, y otros muchos chicos más) no obtuvo ninguna satisfacción por ello. El único muchacho del que habría estado encantada de recibir esos halagos únicamente tuvo ojos para la cursi y recatada de Maray. Aunque al final de la velada, durante un rato, los dos se separaron. Gloria aprovechó para charlar con Alex, en cuanto le vio solo, sentado aparte y con semblante entristecido.



-¿Ya no estás con Maray?- Quiso saber la chica.-



            Pudiera ser que hubiesen discutido o algo. Eso esperaba, aunque enseguida se desencantó.



-No, bueno, ha ido a charlar un poco con Tiffany y con otros compañeros. Muchos están deseosos de que les firme autógrafos. Ya sabes, la fama es complicada.- Pudo responder él suspirando.-

-Pareces algo bajo de moral.- Comentó su interlocutora.-



            Quizás se hubiese dado cuenta de lo insulsa que era esa jovencita. No obstante, la contestación de él fue por un derrotero bien distinto al desvelar con resignado pesar.



-No sé si te habrá sucedido alguna vez, pero, me siento como cuando sabes que algo va a suceder, y que así debe ser, y pese a todo te sientes terriblemente mal de no poder evitarlo.

-¿Qué pasa?- Se preocupó la joven.- ¿Estás enfermo o algo así?





            Ojalá que no, de todos modos su padre era el mejor médico de Nature, a buen seguro que le curaría. No obstante, Alex sonrió apagadamente para mirarla a los ojos y sentenciar.



-Maray se va. Tiene que ir a la Tierra. A París, la capital de Francia para ser más exactos. Debe labrarse su carrera allí.

-Bueno, le deseo suerte.- Comentó despreocupadamente ella, casi sin poder ocultar su satisfacción.- Seguro que triunfará en esas cosas de la moda.

- Pero estaremos separados durante mucho tiempo. Ella irá de vez en cuando a Bios a ver a sus padres. Pero será muy difícil que regrese por aquí a menudo. Y por mi parte debo centrarme ya en la facultad de medicina y en el UNISON.

-Es lo mejor.- Quiso animarle ella, viendo su ocasión.- Es algo duro pero lo importante es prepararse. Cuando entrenaba con mi abuela y la noble Seira tuve que aprender a sacrificarme y a ser paciente. Por eso te entiendo, y si no puedes verla a ella, sabes que me tienes a mí para lo que quieras.- Remachó pensando en que había sido lo suficientemente clara.-



            Desde luego que si Alex le ofrecía copular, o hacer el amor como solían llamarlo los humanos, ella aceptaría de buena gana. Estaba más que dispuesta a ser su esposa y a darle hijos fuertes. Muchos mejores que los que esa idiota fuera capaz. Sería perfecto, incluso los padres de él y los de ella eran muy amigos. Aquello supondría toda una alianza familiar. Pero en ese instante las palabras de su contertulio resquebrajaron esas ilusiones.



-Tienes razón.- Convino él.- Gracias Gloria. Muchas gracias por ser tan buena amiga.- Remachó dejándola sin saber que replicar.- La esperaré. Me prepararé y después iré a verla. Eso hare. – Afirmó para lucir un tono y gesto más joviales al preguntar a la atónita chica.- ¿Y tú? ¿Ya tienes a alguien? Porque últimamente te veo mucho con Franklin.

-Es un buen amigo, uno que se interesa por mí.- Pudo responder con tono neutro, tratando de encajar aquello y de no humillarse más.- Voy a buscarle, debe de estar pensando en dónde me he metido.



            Y se alejó de allí sin querer mirar atrás. No comprendía que le estaba sucediendo. Era como si hubiera recibido un golpe durante los entrenamientos. Uno tan fuerte que casi le hubiese cortado la respiración. ¿Estaría enferma?. No, aunque sí se sentía furiosa. Pero no sabía ni contra quién, ni contra qué. Bueno, sí, pero aparentemente era algo absurdo. Solamente pensaba en hacérselo pagar a esa zorra. Pero ¿hacerle pagar el qué? Ni la había desafiado ni había reclamado públicamente a Alex como si pareja. No podría retarla a un combate aunque quisiera. Y encima, estaban en Nature, no en Nuevo Vegeta, en este mundo tan soso y lleno de blandenguería, no se hacían las cosas así. Quizás por eso respiraba agitada, incapaz de liberar su frustración estaba a punto de gritar. Salió de ese lugar lo antes que pudo y voló rauda a casa. Lo único que quería era estar sola.



-¿Qué demonios me está pasando?- Se preguntaba con inquietud y desconcierto.-



            Al llegar al jardín de su casa, aterrizó y entró por la terraza yendo hacia su habitación. Para su sorpresa, su madre estaba allí, aguardándola. La vio acercarse y sonrió.



-¿Ya terminó la fiesta, hija? ¿Cómo lo has pasado?

-No tengo ganas de hablar de eso, madre. Discúlpame.- Le pidió dirigiéndose a su cuarto.-



            Su progenitora la observó con perplejidad. Gloria se refugió en su habitación y se quitó esos ridículos zapatos y ese estúpido vestido. Ahora se avergonzaba de habérselos puesto. ¿Para qué? Y eso que cuando fueron a comprarlos su madre le aseguró que cualquier chico la miraría encantado. Pero el único del que deseaba atención pensaba solamente en otra.



-¿Acaso es esto el amor? ¿Esta maldita enfermedad es lo que a la noble Seira le parecía una cosa tan maravillosa?- Musitó con ira.-



            Vinieron a su memoria algunas conversaciones que mantuvo sobre ese tema. Una vez incluso la ex guardiana real estaba con ella tras un entrenamiento. Su abuela Elua las había estado observando sin intervenir. Al fin, la antaño orgullosa Seira, admitió.



-Ya me superas, eres una gran guerrera.

-Me halagas, noble Seira.- Repuso humildemente ella.-

-No es un halago, es la pura verdad.- Sentenció su interlocutora, añadiendo además.- Tienes todavía mucha fuerza latente por desarrollar. Podrías ser la mujer más poderosa de la historia de nuestro planeta. Si sabes sacar partido a tu potencial.

-Es cierto.- Intervino Elua.- Mi nieta es muy fuerte. Pero debe controlar esa fuerza.

-Eso es lo más complicado.- Valoró Seira, sonriendo levemente para declarar.- Casi tanto como dominar el poder del amor.

-¿El poder del amor?- Inquirió Gloria sin comprender.- A veces te he oído hablar de eso, pero nunca lo he entendido. ¿Qué tiene ese sentimiento de especial?

-Te hace ser mucho más fuerte cuando te posee y lo utilizas como fuente de poder.- Le contó Seira.-

-Con el debido respeto, eso es ridículo.- Rebatió Elua.- Siempre mejoré en la lucha y fue por la disciplina, el tesón y el esfuerzo. Animada por cumplir con mi deber. Ese amor del que hablas es una distracción y un signo de egoísmo.

-Mal empleado sí.- Convino su contertulia, quién no obstante, matizó.- Pero si se usa como se debe, es el arma más poderosa que existe. La mismísima reina Meioh me lo demostró cuando me derrotó.

-Sí, eso me lo has contado antes y aun no comprendo como una humana, por muy sailor que fuera, pudo derrotarte.- Comentó la desconcertada Gloria.-

-Su amor por el rey Lornd y por los suyos, obró ese prodigio.- Contestó la ex guardiana real.- Y sé que, en mi hija Aiona y en mi hijo Doran, ese sentimiento también arraigó de ese modo. Lo mismo que en tu padre. Kiros fue capaz de llevar a cabo las hazañas que realizó en gran parte gracias a ese poder.

-Mi hijo siempre fue un gran guerrero que entrenó mucho y luchó por superar sus límites, como todo saiyajin que se precie.- Opuso Elua.- Esa leyenda del poder del amor nada tuvo que ver.

-Quizás, el tiempo dirá si Gloria es capaz de poner ese tremendo poder a su disposición cuando llegue el momento o si es devorada por él. – Sentenció Seira con tono enigmático.-



            Dicho esto, aquella mujer se marchó, Gloria la vio alejarse volando en tanto su abuela, moviendo la cabeza con desaprobación, le decía.



-Siempre respeté a la muy noble guardiana de la reina Meioh. Pero la Seira de hoy tiene muy poco que ver ya con ella. Ha envejecido y se ha ablandado. Procura evitar que eso te pase a ti. Solo a través de la lucha y del entrenamiento y la disciplina, se pueden alcanzar los mayores logros.



            Ella asintió, dándole la razón a su abuela. Sobre todo tras aquella situación tan embarazosa y humillante. El amor no era más que una molestia y se prometió  dejarlo de lado. Desde entonces fue más fría con Alex e incluso con Franklin. Y tuvo la suerte de que ellos también se fueran alejando, pendientes de sus estudios.



-Hice lo que debía hacer.- Se arengó.- Y ahora los resultados están llegando. Pero  a veces no sé qué me pasa, me desconcentro pensando en eso. Tengo que ser más disciplinada. Mi padre tiene razón. Necesito centrarme para ser capaz de mejorar y dominar técnicas aún más poderosas.



Y pensando en esto, cuando quiso darse cuenta, ella y su progenitor llegaron ante la legación. Al aterrizar les estaban aguardando Maggie con un individuo de mediana edad, de metro ochenta más o menos, pelo oscuro y corto, con ojos castaños, que llevaba la armadura saiyajin. Éste enseguida hizo una inclinación para saludar y presentarse.



-Es un honor, embajador Derail, noble Gloria. Mi nombre es Jalix, hijo de Juntad y Sula, he sido comisionado aquí para actuar como ayudante y enlace de su excelencia.

-Es un placer, noble Jalix.- Replicó Kiros.-

-Solo soy un guerrero de segunda clase, señor.- Opuso éste con modestia.- No merezco ser llamado por ese título.

-Un saiyajin leal siempre merece ser llamado así.- Sonrió Kiros dándole la mano hasta tomar el antebrazo como era la costumbre de los suyos.-

-Jalix me estaba contando que fue entrenado por la madre de tu primo.- Intervino Maggie.-

-La muy noble Seira Derail, por aquel entonces Saiyanto.- Matizó el invitado.- Tuvo a bien honrarme aceptándome como su pupilo desde que era un niño. Llevó a cabo hazañas legendarias y ha prestado grandes servicios a nuestro pueblo, además de ser la madre de la actual reina Aiona. Y por supuesto del rey de la Luna Nueva, el muy noble Doran.

-Mi tía siempre fue una mujer estricta y dura, pero justa.- Convino el embajador.-

-Tuve el gran honor de conocerla cuando entrené con mi abuela Elua en Nuevo Vegeta.- Terció Gloria quien preguntó a ese individuo.- ¿Qué tal va todo por casa?



            Aquella cuestión impactó a Maggie que escuchaba a poca distancia sin intervenir. ¿Por casa? ¿Acaso es que su hija no consideraba como su hogar la morada que compartía con sus padres de Nature? ¿Dónde se crió desde el momento en el que nació hasta que esa mujer saiyajin la arrancó de su lado?, la enfermera miró a su esposo quién pareció percibir eso. Kiros enseguida quiso zanjar el tema, eso sí, insistiéndole al enviado.



-Bien, pues hechas las presentaciones, pasa a informarnos de cómo están las cosas por nuestro planeta.- Sonrió el embajador.-

-Como digáis, excelencia.- Repuso Jalix.- Todo está bien ahora, el príncipe Diaval ha hecho grandes progresos, su tío, el príncipe Eron, se ocupa personalmente de entrenarle. Han recorrido buena parte de la galaxia entregados a ese fin.

-Ambos son grandes luchadores, tuve el honor de entrenar con ellos.- Afirmó Gloria.-



            La joven recordaba cómo, tras unas prácticas con Diaval y otros saiyajin, el príncipe Eron, hermano del rey Bralen, apartado del grupo, dedicaba un tiempo a la meditación. Al menos, eso le pareció que hacía. Los demás se fueron para descansar pero Gloria decidió quedarse a observar, quizás su instructor estuviera poniendo a punto alguna técnica secreta. Sin embargo, al cabo de un rato en el que aquel enorme individuo se mantuvo mirando hacia el cielo con ambos brazos levantados y las palmas de sus manos boca arriba, sin que aparentemente nada sucediera, la muchacha se acercó. No comprendía lo que estaba haciendo pero podía sentir como una creciente cantidad de energía acudía al encuentro de ese tipo. A los pocos minutos una tenue esfera de color azulado se formó sobre sus manos.



-¿Por el gran rey Vegeta, qué estará haciendo?- Se preguntó la chica musitando con estupor.-

-La bola de energía Genkidama.- Escuchó responder a su abuela.-



            La muchacha sonrió, su mentora todavía era capaz de acercarse hasta ella sin que la percibiera. Aunque en este caso hubiera estado distraída y esa cantidad de energía en ascenso enmascarase la de Elua, quién, como no podía ser de otra manera, no tardó en reprender a su nieta por su descuido.



-Nunca bajes la guardia. He podido acercarme hasta ti sin que lo notases. De ser un enemigo estarías muerta.

-No tengo enemigos aquí. Pero recordaré tu advertencia. - Replicó la joven que, enseguida quiso saber.- ¿Qué es eso de la bola Genkidama?

-También se la conoce por bola Genki.- Le contó su interlocutora explicando de seguido.- Es una técnica muy compleja y laboriosa, pero muy poderosa. Bien empleada es capaz de reunir una energía sin límites, al menos teóricamente.

-¿Y eso es lo que está haciendo el príncipe Eron?- Quiso saber la muchacha con admiración.-

-No, se está limitando a practicar. Reúne energía de los seres vivos de alrededor e incluso de la materia inanimada.- Le explicó su abuela, agregando.- De los seres vivos con consciencia no puede hacerlo, salvo que se la prestemos. Fíjate.



            Y en ese instante Elua elevó uno de sus brazos con la mano abierta, al instante su nieta percibió como parte de la energía de su abuela fluía hasta esa esfera, haciéndola crecer. Divertida, imitó el gesto, notando como parte de su propio poder salía de ella para fundirse en esa bola que ya estaba adquiriendo unas proporciones bastante respetables.



-Es suficiente.- Declaró Elua bajando el brazo.-

-¡Es una técnica increíble! Quiero aprenderla.- Pidió de inmediato la muchacha.-

-Todavía no estás preparada para eso.- Negó Elua.- Debes ser totalmente dueña de tu mente y de tu aura para poder hacerlo. Y lo más importante, tu corazón debe de estar en paz.

-Yo estoy muy bien preparada.- Rebatió la chica.- Me has entrenado muy bien, ya puedo vencerte.

-Eso no significa que seas capaz de vencerte a ti misma.- Sentenció su abuela.- El príncipe Eron pasó por muchos años de entrenamiento y meditación hasta lograr eso. Lo mismo que otros grandes saiyajin, como el propio Son Goku, uno de nuestros legendarios ancestros.

-¿El Dios Son Goku?- Se asombró Gloria.- ¿Él dominaba esa técnica?

-Al igual que el rey Lornd y su hermano, el príncipe Asthel.- Le contó su interlocutora.-



            En ese momento Gloria sintió como aquella esfera desaparecía desvaneciéndose la energía que la alimentaba. Ella misma recibió de vuelta la pequeña parte con la que la había nutrido y escuchó la voz de Eron.



-Vaya, Gloria, sigues aquí. -Comentó añadiendo ahora en dirección a la recién llegada.- Hola Elua. Por cierto, gracias por vuestras energías…

-Alteza.- Saludó la veterana saiyajin inclinando la cabeza con deferencia.- Es un honor para mí.

-Alteza, ¿Podríais enseñarme esa técnica?- Le pidió la joven, desoyendo por una vez las palabras de su abuela.-

-No es algo sencillo.- Repuso Eron.- Se debe practicar mucho en cuerpo y alma para dominarla. Si no estás totalmente concentrada y en armonía, serás incapaz de lograrlo.

-Me esforzaré y lo haré.- Se apresuró a replicar la chica.- Os prometo que así será.



            Elua miró entonces a Eron de un modo muy significativo y el príncipe, con tono más serio y concernido, le respondió a esa entusiasta jovencita.



-Y además, es una técnica que no está exenta de riesgos. Es muy lenta y requiere de mucho tiempo para reunir una cantidad de energía considerable. Pero lo más importante es que, si te excedes, podría ser peligrosa e incluso mortal.

-Eso no me importa.- Contestó despreocupadamente Gloria.- Deseo ser capaz de hacerlo. Abuela, permíteme aprender esa técnica.- Le pidió a Elua.-

-Ya eres lo bastante adulta como para tomar tus propias decisiones.- Replicó adustamente la aludida.- Si su alteza accede a enseñarte no tengo nada que oponer.

-A su debido tiempo.- Terció entonces Eron.- Cuando me demuestres que has logrado controlar tu poder de un modo adecuado.

-Ya te lo he dicho, Señor. Te doy mi palabra de que me esforzaré para lograrlo.- Aseguró una entusiasmada chica.-



            Su interlocutor asintió satisfecho al escucharla. Y ella así lo hizo, trabajó tanto y tan bien que el príncipe al final le mostró los rudimentos de la técnica. Luego partió con el príncipe heredero Diaval para adiestrarle a lo largo del sistema solar de Nuevo Vegeta. Ahora le correspondía a ella seguir perfeccionándola. De momento con poca energía. Tampoco era capaz de hacer un acopio excesivo de la misma en un mundo como Nature, donde la mayor parte de las formas de vida eran muy débiles. Aunque las palabras de Eron, cuando al fin le mostró como llevar a cabo esa técnica, resonaban aún en su mente.



-“No hay ser insignificante, todos tienen su valía. La suma de muchos pocos da lugar a un mucho. Nunca lo olvides y no desprecies lo que se encuentra a tu alrededor”- Y tras rememorar eso, pensó.- Trataré de no hacerlo, aunque a veces es difícil, los seres de este planeta y los humanos son demasiado débiles.



            Y también estaba el inconveniente que ahora tenía. No sabía a ciencia cierta el porqué, pero su capacidad de concentración oscilaba demasiado como para poder mantener esa bola.



-Debo esforzarme por alcanzar la armonía, tal y como el príncipe Eron me indicó.- Se regañaba a sí misma.- No entiendo por qué no soy capaz de conseguirlo.



            Y en tanto Gloria tenías esas tribulaciones, en otra parte del planeta, Stephanie seguía trabajando y haciendo frente a las suyas propias. Tras preparar un desfile le llegaron noticias de Bios. Maray iba a regresar para pasar unas colecciones. Esa jovencita tan prometedora cuando estuvo allí hacía tiempo, se había convertido en una gran profesional y una magnífica cantante. La había llamado advirtiéndola de su viaje desde una nave que estaba aproximándose a Nature  a gran velocidad.



-Bueno, esta transmisión tiene ya unas horas.- Se dijo tras revisar cuando fue enviada.- Lo más probable es que llegue en apenas un día…



            En eso pensaba, en ir a recibirla, cuando uno de los guardias de seguridad tocó a la puerta de su despacho.



-Señorita Kensington.- La llamó.- ¿Tiene un minuto?

-Claro Bill.- Contestó amablemente ella.-¿Qué sucede?- Quiso saber saliendo a la puerta.-

-Verá.- Repuso el tipo, un joven de alrededor de treinta años, pelo rubio y ojos marrones, aproximadamente de la estatura de la modelo.- Han vuelto a hacer otra pintada.- La informó apurado. -

-Que un droido la limpie.- Comentó indiferentemente Steph.-

-Quizás sería buena idea tomar unas Holo fotos y poner una denuncia antes de eso.- Le sugirió el guardia.-



            Ante aquella propuesta Stephanie salió con él para que le mostrase esa pintada. En la fachada que daba a la puerta principal, el blanco muro estaba manchado con una especie de spray negruzco que dibujaba una concisa amenaza, la joven leyó suspirando con resignada paciencia.



-“Muerte a las putas desviadas”. Van mejorando el estilo .- Añadió con ironía, para recapitular sin parecer preocupada.- Es la tercera en lo que va de mes.

-Es serio, señorita. Deberían contratar escolta.- Le sugirió el apurado muchacho.-

-Tranquilo, son los típicos cobardes provocadores.- Sonrió ella restándole importancia para añadir.- Si hacemos eso les estaremos dando lo que quieren. Pensarán que les tenemos algún miedo.

-Como usted diga.- Replicó aquel chico encogiéndose de hombros.-



            Una vez le aseguró que todo estaba bien, Steph le dijo que podía irse. Al fin se quedó a solas, mirando esa pared. Y pensando en Sonia y en Mei Ling.



-Espero que no vayan a por ellas. – Se dijo ahora con creciente temor.-



            Y es que no deseaba que nadie de la empresa se contagiase del temor que empezaba a adueñarse de ella. En otras ocasiones, tanto su propio nombre como el de Sonia aparecían en esas pintadas. Al menos ahora no las citaban de ese modo. Sin embargo, eso no disminuía la preocupación de Steph.



-Tienen un hijo. Y si esos locos le hicieran algún daño a Richard, Sonia se moriría…- Suspiró bastante concernida.-



Por su parte la aludidas estaba precisamente en casa. Tras volver del trabajo, la española se reunió con su esposa y las dos ocuparon un poco de tiempo jugando con su hijo Richard que las traía de cabeza con sus carreras por toda la casa.



-Espera, cariño.- Le pedía infructuosamente Mei Ling.- Tienes que bañarte.

-¡Quiero jugar!- Repetía el niño.-

-Pues jugaremos en el baño, anda cielo.- Le pidió solícitamente Sonia.-



            Al fin el crio transigió y su madre le tomó en brazos.



-¿Sabes que ya pesas mucho?- Sonrió la española.-



            Aunque el pequeño, centrado en uno de los muñecos que llevaba en sus manos, no prestaba demasiada atención a las palabras de su madre. Mientras Mei Ling suspiró tratando de recobrarse de perseguir al niño mientras declaraba divertida.



-Debo de estar haciéndome mayor, o es que este renacuajo tiene tanta energía que es capaz de agotarme por completo.

-¡Tras un día de trabajo demoledor, esto es lo que nos faltaba! - Se rio Sonia que no tardó pese a todo en añadir.- Aunque no lo cambiaría por nada. Para mí esto, en lugar de cansarme, me da energías.

-Sí, solamente con ver a esa carita sonreír se me recargan las baterías.- Admitió Mei Ling quién ahora se acercó para acariciar una mejilla del crio.-



            Sonia llevó al peque al baño y allí, tras desvestirle trabajosamente dado que no soltaba sus juguetes, le metió en la bañera. Al poco el enano estaba en su salsa jugando con las burbujas que hacía el gel. La misma modelo se desnudó metiéndose con él, dado que la bañera era grande. Así les vio Mei Ling cuando entró tras un rato.



-¡Qué envidia me dais! Si cupiera también yo, entraría con vosotros.- Afirmó divertida.-

-Pues ya sabes, creo que cabes perfectamente. Nos hemos bañado juntas antes.- La incitó su esposa.-

-Ya lo sé pero, eso no eran precisamente baños corrientes.- Le recordó su pareja con una sonrisa cómplice.-

-Es verdad.- Admitió Sonia devolviéndosela.-



            De hecho, cuando se bañaban juntas los juegos sexuales les tomaban la mayor parte del tiempo. Ahora era distinto, con el niño allí no podían hacer eso, es más, no querían. Las dos consideraban que no estaría bien e inconscientemente quizás, temían que las cosas que esos fanáticos decían de ellas pudieran verse confirmadas de algún modo. Aunque solamente se acariciasen de un modo inocente, sin pasar a nada más. Pero la presencia de Richard lo cambiaba todo, al menos en ese aspecto. Ya tendrían tiempo después en la intimidad de su habitación, cuando acostasen al niño. Eso si las dos no se dormían antes, rendidas como estaban.



-Será mejor que prepare la cena para cuando salgáis.- Propuso Mei Ling.-



            Su mujer no la oyó, estaba muy ocupada ahora chapoteando con Richard. La oriental sonrió saliendo del cuarto de baño.



-Al menos ha merecido la pena, todo por lo que hemos pasado.- Pensó.- Y el sufrimiento de la pobre Sonia, y el mío. ¡Ojalá mis padres pudieran verme ahora, con una familia.- Se dijo entristecida para corregirse a sí misma, llena de pesar.- No, ellos no creerían que somos una familia. En eso por desgracia son tan cerrados como los de la nueva religión…



            Aunque al poco rato se forzó a animar su semblante, Su esposa salía ya, con el albornoz puesto, llevando al pequeño Richard en brazos, apoyado contra su cadera.



-Ya es hora de cenar, cariño.- Le susurraba con tono lleno de afecto al niño.- A ver qué te ha preparado mami Mei…

-Pues algo muy rico.- Afirmó ésta que eso sí, le susurró a su pareja entre divertida e incrédula.- Al menos todo lo que soy capaz de hacer en materia culinaria. Que no es precisamente mi fuerte.

-Ni el mío.- Convino Sonia en tanto sentaba al niño en su sillita y le anudaba el babero.- Sin embargo, lo habrás preparado con tanto amor que no me cabe la menor duda, será la cena más sabrosa de Nature…



            Y su contertulia asintió, besando a su cónyuge en los labios. En otro lugar de la ciudad Ginger llegó por fin a casa. Agotada tras ese duro día. Uno más con poca recaudación y muchos pagos. Pero lo tenía decidido. Tras unas broncas más llegó al límite. Se separó de Gus y volvió a quedarse sol. Lo único que la había mantenido con algo de ilusión en los últimos meses fue su negocio. Y ya ni tan siquiera tenía eso.



-No sé qué haré. Quizás tenga que pedir trabajo en Flowers and Flavours.- Pensó con amargura.- Debería venderles mi parte… Aunque mejor que no. Prefiero vendérsela a otro negocio. No soportaría estar como empleada en lo que fue antes mío.- Suspiró.-



            Una llamada a su teléfono la sacó de esos tristes pensamientos. Extrañada contestó, una voz femenina le preguntó.



-¿La señora Ginger Reinosa? ¿Es usted la propietaria del Clargin?

-Sí, soy yo, pero ahora es muy tarde y no he dejado todavía nada a deber. Al menos no en mucha cantidad.- Matizó.- Mañana si quieren llámenme y trataré de buscar el modo de pagarles.

-No, no se preocupe.- Replicó esa voz con tono amable.- No se trata de eso. Al contrario. Soy yo quien la llama para hacerle una oferta. Permita que me presente. Soy Lena Garwick, del bufete Garwick y asociados. Mi cliente, que prefiere permanecer en el anonimato, desearía invertir en su negocio.

-¿Su cliente? ¿Invertir en mi negocio?- Repitió la incrédula propietaria.- Bueno…- Añadió tras procesar aquello.- ¿Qué oferta me haría? Podría estar interesada en vender…

-No quiere comprar su negocio. Quiere ayudarla a reflotarlo.- Le desveló esa voz.-

-¿Qué condiciones hay?- Inquirió Ginger que no era tan ingenua como para pensar otra cosa.-

-No hay condiciones, tengo instrucciones de ayudarle a pagar sus deudas para que usted pueda dedicarse a trabajar con tranquilidad. Esas fueron las palabras exactas de mi cliente.- Le informó Lena.-



            Eso sí que la dejó desconcertada. No podía comprender de quién pudiera tratarse.



-¿Quién es su cliente?- Preguntó entonces con estupor.-

-Lo lamento, señora Reinosa. Como ya le he comentado, no desea que su nombre se haga público. Al menos no todavía. – Replicó esa abogada que, con tono afable, agregó.- Mire, mañana si no es mucha molestia, me pasaré por su local y le explicaré todo con más detalle si le parece.

-Sí, sí claro. Me parece muy bien.- Afirmó Gin esbozando una gran y esperanzada sonrisa.- ¿A qué hora la espero?

-Iré temprano, antes de que tenga usted mucha clientela.- Repuso Lena.-

-No se inquiete por eso, venga a la hora que quiera.- Le contestó la dueña del local con más jovialidad.-

-Hasta mañana entonces.- Se despidió la abogada.-



            Ginger colgó perpleja, no tenía ni idea de cómo era eso posible pero desde luego que era su día de suerte…por su parte Lena, una mujer rubia de pelo corto hasta la base del cuello y ojos azules, que rayaba la cuarentena, pasó a llamar a su cliente para informar. El número que le había facilitado no respondió hasta varios tonos , al fin alguien contestó y la abogada  puso al corriente al misterioso interlocutor.



-Sí, se ha alegrado mucho. Mañana nos reuniremos. Entonces, ¿me da su permiso para proceder? ¡Sin límite de presupuesto! Lo que usted diga. Muy bien. Mañana le informaré pues. Hasta mañana.



            Y Lena colgó meditando las palabras de su cliente y repitiéndolas en voz baja una vez más…



-Cueste lo que cueste, deseo que Ginger Reinosa sea feliz…




                              anterior                                                  siguiente




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)