La
información era buena, realmente fiable, incluso aportaba pruebas. Susan no
tuvo más remedio que admitirlo. Así se lo dijo a Franklin cuando charlaron en
el despacho de la capitana Hunter.
-Has
hecho un gran trabajo. Pero dime.- Le preguntó no sin algo de inseguridad.-
¿Confías en él?
-Después
del tiempo que llevamos analizándonos mutuamente, sí. Al menos en esto.- Le
contó el chico.- Es un problema muy grave de seguridad. Al principio pensé en
acudir a la policía pero él mismo me sugirió que viniese a verla a usted. Me comentó que, al
ser un enemigo del espacio exterior, era competencia de la defensa de Nature, y
por tanto, del ejército.
-Sí,
así es. Aunque lo que él desea yo no puedo concedérselo.- Suspiró Susan para explicar
a su contertulio.- Tendría que ser un indulto firmado por el gobierno.
-Pero
habida cuenta de las circunstancias eso no será un problema. - Inquirió
Franklin con tono perspicaz.- ¿Verdad?
-No,
no creo que lo sea.- Admitió su interlocutora.-
-Me
ha dicho muchas cosas. Algunas incluso más preocupantes.- Le adelantó el
chico.-
-¿Qué
cosas?- Quiso saber su contertulia de inmediato.-
-Bueno.
- Pudo musitar éste, tratando de rectificar a la par que ocultaba parte de la
verdad.- No me ha dado detalles concretos pero afirma que hay peligros muy
graves acechándonos, esto del infiltrado no sería nada en comparación.
-Entiendo.-
Repuso Susan, quién no obstante quiso esbozar una leve sonrisa para rebatir.-
Tampoco te fíes mucho. A buen seguro que estará intentando hacer ver que tiene
más bazas a las que recurrir, por si no aceptásemos su oferta.
-Espero
que sea así.- Afirmó el joven despidiéndose ya.- Ha sido un placer verla.
-Lo
mismo digo, y muchas gracias por tu ayuda. Tus padres estarán muy orgullosos de
ti, Franklin.- Aseveró la capitana.-
Tras estas palabras el muchacho se marchó y
ella habló enseguida con las autoridades civiles del planeta. Una vez les
explicó la situación enseguida le dieron el visto bueno.
-Capitana
Hunter, haga el trato. Si es cierto que un enemigo tan peligroso se oculta en
Nature, bien merece la pena.- Le ordenaron.- Eso sí, deténganlo sin provocar
pánico, ni daños colaterales.
-Muy
bien.- Convino ella.- Haremos lo posible para que así sea.
Así pues el gobierno dio plenos
poderes a Susan para negociar y pese a que no le gustaba la idea porque tenía
otros problemas más serios, tal y como Franklin daba la sensación de conocer,
se dedicó a ello. También estaba segura de que ese chico le había mentido. O al
menos, que no le había contado todo. Parecía saber mucho más de lo que le
confesó. De todos modos, tampoco tenía tanta importancia. Era un joven prudente
y, de estar al tanto de la terrible realidad, confiaba en que no iría por ahí
divulgándola. Por ello se centró en apresar a ese infiltrado. Y si ese pirata
informático quería el indulto pues bienvenido fuera. Era un precio pequeño a
pagar. Por graves que hubieran sido sus delitos en el ámbito monetario y del
espionaje no parecía estar haciéndolo con fines realmente peligrosos. O desde
luego no era un problema como el tipo al que había prometido entregarles. A fin
de cuentas les iba a librar de una amenaza en potencia que llevaba escondida en
el planeta durante años. Al menos, antes de que todo terminase podrían hacer un
poco de justicia. De modo que, tras acceder a las peticiones de ese misterioso
individuo, llevaron a cabo el plan. Para ello la capitana pidió la colaboración
de Kiros y de su hija. Una vez pudo se dirigió a verles, al fin, reunidos en la
legación saiyajin, les explicó…
-Veréis,
se trata de una misión importante. Hay que detener a un enemigo infiltrado
aquí. Lleva bastantes años, pero gracias a la información de ese hacker tenemos
su paradero y su identidad. Ya hemos pensado en una tapadera. Para eso os
necesito a los dos.
-Colaboraré
encantada.- Afirmó Gloria.-
-Sí,
lo mismo digo.- Convino su padre.-
-Ni
que decir tiene, que es una misión secreta. No podéis contárselo a nadie que no
participe.- les previno Susan.-
-Por
supuesto.- Convino Kiros.-
-No
la defraudaremos, capitán Hunter.- Añadió Gloria.-
En el planeta pasaron un par de
días. Por su parte Trent estaba ya familiarizado con el dossier del juicio y
tuvo que asistir a su primera vista. Kerria no tuvo más opción que situarse
entre el público asistente, puesto que le denegaron la posibilidad de sentarse
en el banquillo junto a Sonia y su nuevo representante legal. Como
habitualmente, todos se pusieron en pie ante la llegada del juez Gervis. Una
vez presentado éste en la sala, tomó la palabra para dirigirse al nuevo
abogado.
-Letrado,
haga el favor de acercarse junto con su colega.
Lelan se encaminó hacia el estrado
junto con el joven. Una vez allí, éste se presentó formalmente.
-Señoría,
señor Thunder. Me llamo Trent Peterson. Soy el sustituto de la señorita Malden.
-Muy
bien. He visto sus acreditaciones y son correctas.- Convino el juez.- Vamos a proceder pues. Vuelvan a sus asientos
y que comience la vista.
Ambos letrados obedecieron de
inmediato. Fue el representante del señor Noriega quién llamó precisamente a
éste al estrado. Al escuchar su nombre Rafael subió con ademan tranquilo,
sin apresurarse. Iba bien trajeado, un
conjunto de color crema, zapatos marrones y corbata a juego, con el pelo
peinado hacia atrás y engominado. Tras tomar asiento con calma, su abogado se
dirigió a él con tono evidentemente afable para comenzar las preguntas.
-¿Desea
usted jurar o prometer?
-Jurar,
por supuesto, sobre la Sagrada Biblia.- Manifestó el tipo con acento incluso
engolado.-
Desde el lugar del público Kerria asistió
a eso con una mezcla de desdén y resignación. ¡Ese tipo daba la impresión de
ser un malísimo actor!. A juzgar por lo que pudo averiguar de él no constaba
que hubiera sido muy religioso precisamente. Al menos eso se desprendía de sus
hábitos y andanzas. Le pasó el informe a Trent esperando que hiciera buen uso
de esa información. Aunque ya de entrada no le gustó que el propio juez
asintiera con aprobación al oír las palabras de aquel tipo.
-Espero
que Trent pueda ponerle cuando menos en evidencia.- Pensó la experimentada
letrada.-
Las cosas desde luego no empezaron
bien para los intereses de Sonia y sus representantes, puesto que Lelan pasó a
ese “ interrogatorio” tan agradable como conveniente para su cliente.
-Señor
Noriega. Díganos si no tiene inconveniente. ¿Por qué después de tantos años ha
venido usted desde tan lejos para reclamar la custodia de este niño, su hijo?…
Trent no reaccionó a eso, Kerria
musitaba con impotencia.
-Protesta,
¡no hay evidencias legales aun de que él sea su padre!
Sin embargo, el joven letrado no
hizo nada de eso, estaba escuchando tan atentamente como los demás la réplica
del testigo.
-Bueno.-
Afirmó Rafael con tinte serio y al tiempo cordial.- No supe de la existencia de
mi hijo hasta un par de años después de su nacimiento. Cuando salió en la holo
televisión con mi ex pareja, la señorita Calderón.- Y remarcó el término
señorita con evidente énfasis ante la complacencia de su abogado y hasta del
juez, añadiendo.- Bueno, hasta que esa noticia alcanzó la Tierra. Como
comprenderá. Enseguida comencé a atar cabos.
Malditos programas de cotilleo. Por
más que lo intentó Sonia no pudo evitar que alguna cadena les grabase a ella y
a su hijo cuando acudían a sitios públicos. Pese a hacerlo de lejos y ocultar
la cara del crio al ser menor.
-¡Maldita
sea! – Masculló la modelo con enfado.-
Aunque el interrogatorio proseguida
y tanto ella como Trent estaban atentos a las siguientes preguntas.
-¿Y
cómo está tan seguro de que pudiera ser su hijo?- Quiso saber Thorne.-
-Cuestión
de fechas, ambos mantuvimos relaciones sexuales y después ella se marchó de la
Tierra. De todos modos, he solicitado un prueba de paternidad.
-No
fue así, fuimos nosotras las que nos adelantamos.- Le cuchicheó Sonia a Trent
que simplemente asintió.-
Pero volvió a callar. También Kerria
se impacientaba. No comprendía por qué ese chico dejaba pasar todas las
afirmaciones de aquel tipo como ciertas. Pudiera ser que su estrategia fuera
distinta y quisiera desmentirle en su turno de preguntas.
-Quizás
desee oír todo el testimonio completo y luego irlo rebatiendo.- Pensó la
letrada calmándose un poco.- Tampoco es mala forma de hacerlo. Será que tenemos
estilos distintos. Yo soy más impulsiva.- Incluso admitió sonriéndose
levemente.- A veces demasiado…
Entre tanto el ameno interrogatorio
de Lelan proseguía.
-Entonces,
está claro que usted, en el momento en el que tuvo la más mínima sospecha de
que ese niño pudiera ser suyo, se apresuró a venir aquí a contactar con la
madre, su antigua novia. Para hacerse cargo de su responsabilidad como padre. ¿Es
eso correcto?
-Así
fue.- Asintió Rafael, dedicándole una mirada llena de interés a Sonia, a la par
que sonreía.- Por supuesto, yo creía que los dos llegaríamos a un acuerdo, por
el bien de nuestro hijo. Olvidar nuestros pasados roces y tener otra oportunidad
de velar por el bienestar del pequeño Ricardo.
Ella enseguida desvió la vista.
Aquello le repugnaba enormemente. Por su parte Kerria no dudó en enviarle un
mensaje a la modelo en donde le indicaba que hablase con Trent para que el
joven pidiera un receso.
-Se
lo diré.- Repuso Sonia, totalmente de acuerdo con eso.-
Y aprovechó un momento tras la
respuesta de Rafa y la siguiente pregunta de Lelan para comunicarle aquello al
chico. Trent asintió.
-En
cuanto terminen las preguntas del señor Thorne.- Convino él.-
Por ello tuvieron que asistir a la
siguiente cuestión. Lelan, inquirió con tono tan afable como bienintencionado.
-Señor
Noriega. ¿Qué planes tiene usted para su hijo?
-Pues,
deseo que crezca rodeado por personas que le muestren los correctos valores
morales y humanos.- Declaró éste, sin inmutar su sonriente expresión.- Por eso
me gustaría que pudiera disfrutar de ambos, de su madre y de su padre, que soy
yo, - recalcó con tinte entre reivindicativo y lleno de orgullo.- A su lado.
-Es
curioso que hable usted tanto de valores morales.- Comentó Lelan que ahora más
pareció un fiscal que el abogado de su cliente cuando le dijo.- Usted no
siempre ha apostado por ellos.
Y hubo un repentino silencio. Trent
se sonrió, quizás pensando que su contrario se había equivocado. Aunque Kerria
suspiró,. Sabía que eso ya estaría pactado.
-Chico,
no son estúpidos.- Pensó la letrada moviendo la cabeza.-
Y la consiguiente respuesta, desde
luego que le dio la razón.
-Es
verdad.- Admitió humildemente Rafael.- Verá, no he sido un santo. Lo reconozco.
He hecho muchas tonterías en mi vida. Una de ellas fue dejar escapar a la
señorita Calderón. Ya me comprende, dejar que nuestra relación se acabara. Yo
era joven e irreflexivo. Pero he madurado y comprendido. Me he acercado a Dios
y me he arrepentido de esa etapa de mi vida. Y ahora que soy un hombre nuevo y
mejor, solamente quiero compensar a mi hijo y a su madre.- Remachó con una leve
sonrisa al citar.- Ya lo dicen los evangelios, en los cielos hay dicha por los
arrepentidos.
-Muy
bien, no hay más preguntas.- Sonrió su abogado.-
Kerria suspiró moviendo la cabeza una vez más. Aquella
era una maniobra que ella misma habría llevado a cabo. Su oponente era muy
bueno, a buen seguro que Thorne habría imaginado que iba a indagar en el pasado
de Noriega. Y de este modo, con esta
última pregunta dejaba sin efecto los datos que ella pudo conseguir. Entre
ellos, evidencias de un pasado de jugador e individuo demasiado asiduo a
fiestas y borracheras.
-¡Maldita
sea! – Volvió a musitar en su asiento.- Ese
farsante nos ha ganado por la mano. Ha desmontado nuestro alegado contra su
fiabilidad como padre.
Fue entonces cuando Trent le pidió al juez.
-Señoría,
solicitamos un breve receso.
-Concedido.
La vista se suspenderá por unos veinte minutos.- Repuso Gervis.-
Y tras retirarse a una sala cercana,
Sonia, Trent y Kerria se dispusieron a replantear su estrategia.
-Ahora
es tu turno. Tienes que desmontar todo cuanto ha dicho.- Le indicó la abogada a
su inexperto colega.-
-¿Y
en qué puedo basarme?- Quiso saber él con expresión desconcertada.-
Kerria le miró sorprendiéndose a su
vez. ¿En qué?. No podía creer que le hiciera esa pregunta aunque pudiera ser
que legalmente hablando, no le faltase razón al chico. Por ello le recordó.
-Para
empezar. Los análisis del ADN todavía no han llegado. ¿Por qué está tan seguro
de que es el padre?. Luego puedes afirmar que Richard está siendo criado en un
ambiente familiar, estable y seguro. Aunque ya no podamos usar su pasado en
contra suya, ese tipo no para de viajar y no puede ofrecerle lo mismo a Richard
que sus madres. Y que te aclare eso de que el niño debe ser criado por ambos
padres. – Añadió Kerria que no obstante, agregó.- Pero me parece que está
claro. Está enviando el mensaje de que quiere a Sonia de regreso con él. Pero
que lo diga con rotundidad.
-Vale.-
Asintió el joven letrado.- Así lo haré.
Entre tanto, en el laboratorio, Mei
Ling estaba nerviosa. Sabía que el juicio habría comenzado y tenía muchas ganas
de asistir. De estar cerca de su pareja. Pero dado que la vista podría
alargarse tendría que ser ella quien fuera a recoger al pequeño, como de
costumbre. Wina y Keiko estaban a su lado, trabajando. Melissa vigilaba el
resultado de un experimento. La única que no había acudido era Emma. Le tocaba
librar. Por ello el ambiente estaba más tranquilo. De modo que fue Keiko quien
se atrevió a preguntar.
-¿Qué
tal va el juicio?
-Ahora
mismo estarán en la sala.- Le comentó Mei Ling con tono preocupado.- Espero que
el novio de Stephanie sea un buen abogado. Ha sido un duro golpe que Kerria no
pudiera llevar nuestro caso directamente.
-Bueno,
pero, si ella le asesora las cosas no irán tan mal.- Declaró la pelirroja
tratando de sonar optimista.-
-Eso
espero.- Musitó su interlocutora.-
-Verás
como todo sale bien.- La animó a su vez Wina.- Sois unas madres estupendas y
vuestro hijo está creciendo sano y feliz. Ese hombre no tiene base ninguna para
negar eso.
-Gracias.-
Pudo sonreír la oriental, que sin embargo, agregó con pesar.- Una de las pocas
veces en las que he visto triste a Richard fue precisamente cuando vino del
colegio y me dijo que no podría volver a llamarme mamá. Puesto que su maestra
le había dicho que eso no estaba bien.
Melissa entre tanto las escuchaba
charlar. La científica simpatizaba con su subordinada y su esposa. ¡Ojalá que todo fuera
bien para ellas! Sin embargo, en Nature la gente era cada día más hostil a ese
tipo de situaciones. Los prejuicios iban calando poco a poco entre todas las
capas sociales y hasta tuvo que oír a algún colega científico abogar por
endurecer y restringir las leyes para frenar las libres relaciones entre
personas del mismo sexo.
-Esto
se está convirtiendo en una locura.- Meditaba con evidente intranquilidad.- Ojalá
que podamos detener esta deriva hacia la intolerancia.
Y no le faltaba la razón. Emma
aprovechó su día libre para ir a ver a la jefa de enfermeras y su
correligionaria, Margaret. Las dos se
citaron en uno de los locales pertenecientes a la Congregación para conversar
con otros simpatizantes del movimiento. Allí, sentadas alrededor de una mesa
junto con el obispo Corbin en persona y el padre Michael, charlaban sobre la
actualidad.
-¡Es
terrible!- Decía la científica, mirando a sus interlocutores con indignación.-
Esa desviada que tengo por compañera de trabajo incluso se ofendió cuando le
hablé con la verdad. Y las otras, lejos de censurárselo, se pusieron de su
parte.
-
Lamentablemente hermana, el pecado es muy contagioso.- Declaró el obispo.- Por
ello tenemos que intervenir de modo contundente. Hemos sido muy pacientes pero
todo tiene un límite. Tanto el Imán Zuley como el rabino Jacob, harán lo propio
en sus respectivas asambleas de fieles. Por nuestra parte también nos hemos
comprometido a erradicar cualquier conducta pecaminosa de este mundo. Y no solo
me refiero a la homosexualidad, sino a cualquier otra forma de promiscuidad o
idolatría.
-Hay
que redoblar los esfuerzos, ilustrísima.- Convino Margaret con gran vehemencia,
alegando.- A veces incluso me asusta ver que mi propio esposo y mi hija no
comprenden mi celo.
-Debes
tener paciencia.- Le aconsejó el Obispo.- Ellos no son malos, sencillamente desconocen
las terribles consecuencias de esos pecados. Y las ignoran porque nunca han
cometido esa clase de faltas. Tienen esa inocencia primaria tan característica
de su pueblo. Al menos en esos asuntos.
-Sin
embargo, no deben ser tibios.- Aseveró Maggie.- Esa, en sí misma, es otra grave
falta también. Por ello estoy tan preocupada por mi familia. No quiero que se
vean condenados por no acudir a la llamada del Señor.
Su líder espiritual asintió despacio
y con aprobación. No tardó en afirmar.
-En
verdad te digo que no andas lejos del reino de Dios, Maggie. Y seguro que el
Señor aprecia tus esfuerzos para que los tuyos vean la Luz. Cumples con tu
misión al advertirles. Pues, tienes toda la razón, tan peligroso es pecar como
dejar que otros lo hagan. Ya lo sabéis, se peca por pensamiento, palabra, obra
y omisión.
-Es
cierto. Le pasa lo mismo a mi jefa de grupo, sin ir más lejos. – Intervino Emma
explicándoles.- La doctora Adams es una mujer fuera de toda sospecha en ese
tema. Pero debe darse cuenta de que el proteger al pecador conlleva el
mancharse con el pecado. Se lo he avisado, pero se empeña en defender a esa
modelo invertida y a su esposa, mi compañera de trabajo, Mei Ling.- Les contó.-
Esas dos desnaturalizadas han ido a juicio porque le niegan al padre del niño
que están criando sus legítimos derechos.
-Sí,
así es.-Intervino el padre Michael, alegando al recordar.- Admitimos a ese
pequeño en nuestra escuela porque es un ser inocente. No tiene culpa de ser
criado en ese ambiente de pecado. Aunque deberíamos hacer todo a nuestro
alcance para rescatarle de esa terrible situación. De hecho, ya tuvimos
problemas en su clase. Hasta me vi en la obligación de llamar la atención a su
maestra.
-A
Daphne, ¿verdad?- Se interesó entonces Maggie.-
-Sí,
fue demasiado permisiva con ciertas cosas, e incluso regañó a dos niños que
solo trataban de hacerle ver la verdad al pequeño Richard.- Les contó el
sacerdote.-
-Eso
es muy interesante.- Opinó Corbin.- Creo recordar que usted ya me lo mencionó
hace tiempo.
-Así
es, ilustrísima.- Asintió Michael, saliendo sin embargo en defensa de su
subordinada.- La pobre Daphne es demasiado buena a veces y se cegó al ver que
ese pequeño estaba pasando un mal rato… pero ya le comenté que, pese a todo,
debía andarse con cuidado. A nuestras familias no les gusta que sus hijos
compartan clase con un niño que dice tener dos madres.
-¿Y
dice usted que Daphne le defendió?- Inquirió nuevamente Maggie.-
-Al
final, se comprometió conmigo a hablar con el niño. Ahora Richard ya no dice
que tenga dos mamás, sino una mamá y una tía.- Le contestó el cura con
satisfacción, remachando.- Es solamente un pequeño paso, pero en la buena
dirección.
-Hasta
los viajes más largos siempre comienzan con un primer paso.- Subrayó Corbin.-
La jefa de enfermeras asintió. Ella
sabía que aquella maestra había tenido esos episodios tan lamentables en su
juventud, esas terribles dudas sobre su propia sexualidad. Y estuvo a su lado
para ayudarla. A Dios gracias, lo mismo que la propia Maggie, supo vencer la
tentación. Ahora era una orgullosa madre de dos niños y estaba felizmente
casada con Martin quién, desde luego, era un gran muchacho. En fin, ya era un
hombre adulto pero la enfermera no podía evitar seguir pensando en él como en
aquel chico del monopatín que estaba platónicamente enamorado de ella. Sonrió
entonces con una mezcla de nostalgia y ternura.
-¿Qué
pasa, Maggie?- Quiso saber Emma al observarla.-
-Solamente
recordaba.- Replicó la interpelada.-
-En
cualquier caso.- Terció el padre Michael.- Estamos dando charlas a los niños
del colegio para que aprendan a detectar y a evitar ser aleccionados por ese
tipo de personas. Es más, deseo que vengan a la escuela esta tarde. Hemos
preparado una sorpresa.
-Así
lo haremos.- Afirmó Corbin con el asentimiento a su vez de las dos mujeres.-
-En
tal caso, les dejaré este texto, es la letra de un tema que se va a
interpretar.- Les comentó el padre Michael.-
-Ya
veo.- Sonrió el Obispo. – La canción que les propuse como nuestro nuevo himno.
El cántico para los arrepentidos. Me gusta mucho esta idea.
-¿Cantico
para los arrepentidos?- Se sorprendió Maggie.- ¿Qué significa?
-No
tardarás en verlo, hermana.- Le prometió su líder espiritual.-
Poco después, en la escuela, la
aludida maestra y su marido se sorprendieron cuando fueron convocados en el
gran salón de actos del colegio. Junto a los niños y el resto de los maestros
aguardaron expectantes. Allí, en un escenario montado para la ocasión, con
tarima y pantalla gigante, un famoso cantante de la Tierra, fiel defensor de la
causa de la Congregación, había acudido al llamado de Corbin.
-¿Qué
irán a hacer? No habían dicho que fuera a darse un concierto.- Comentó la
perpleja Daphne a su esposo.-
-No
tengo ni idea. Será para alguna actividad extraescolar.- Elucubró él, igualmente
desconcertado.-
No hubieron de esperar mucho para averiguar el
motivo de aquello. El obispo y los demás llegaron tras un rato. Presentaron a Liam
Cash, ese afamado intérprete, que versionó un clásico de hacía muchos años, con
la proyección de un video de fondo en el que unos actores daban vida a un Auto de Fe y
mostraban unas representaciones de los siete pecados capitales. Daphne y su
esposo quedaron estupefactos y hasta horrorizados al escuchar la letra. Y no es
que fuera una canción mala, todo lo contrario. Lo que les asustó era el mensaje
que la Congregación trataba de transmitir a los niños, valiéndose de ella.
Cuando
miro atrás en mi vida.
Siempre
es con un sentimiento de vergüenza
He
sido siempre el único al que culpar
Por todo lo
que hice hace tiempo.
No importa
cuando, o donde o con quien
Tiene una
cosa en común también
Es un, es
un, es un…es un pecado, es un pecado
Todo lo que
alguna vez he hecho
Todo lo que
siempre hago
Cualquier
lugar en el que he estado
Cualquier
parte a la que voy, es un pecado
En la
escuela me enseñaron como ser
Muy puro en
pensamiento, palabra y obra
No tuvieron
éxito
Para
cualquier cosa que hace tiempo que hago
No importa
cuando, o como o con quién
Tiene una
cosa en común también
Es un, es
un, es un…es un pecado, es un pecado
Todo lo que
alguna vez he hecho
Todo lo que
siempre hago
Cualquier
lugar en el que he estado
Cualquier
parte a la que voy, es un pecado
Padre,
perdóname. Traté de no hacerlo
Pasa una
nueva hoja, entonces atraviésala
Todo lo que
me enseñaste. Nunca lo creí
Padre me
combatiste
Porque no
me preocupé y todavía no comprendo
Así que
cuando miro sobre mi vida
Siempre con
una sensación de vergüenza
Incluso algunos de los niños y niñas mayores repetían el
estribillo con alegría. La espantada Daphne miraba en derredor con la boca
abierta. No podía creer aquello.
He sido
siempre el único al que culpar
Por todo lo
que hice hace tiempo.
No importa cuando,
o donde, o con quien
Tiene una
cosa en común también
Es un, es
un, es un…es un pecado, es un pecado
No importa
cuando, o como o con quién
Tiene una
cosa en común también
Es un, es
un, es un…es un pecado, es un pecado
También muchos adultos
lo cantaban. Incluidas Maggie y Emma, quienes, junto al Obispo, parecían
haberse aprendido la letra sin problemas…
Todo lo que
alguna vez he hecho
Todo lo que
siempre hago
Cualquier
lugar en el que he estado
Cualquier
parte a la que voy, es un pecado
Es un pecado,
es un, es un, es un… es un pecado
Es un
pecado, es un, es un, es un… es un pecado
Es un
pecado, es un, es un, es un… es un pecado
Y un grupo
de maestros incluso entonó de fondo una letanía en latín…
(Confiteor
Deo omnipotenti vobis fratres, quia peccavi nimis cogitatione, verbo, opere et
omissione, mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa)
Cerca de su hermana estaba el
asimismo perplejo Byron quién, merced a sus estudios de latín en el seminario,
podía traducir fácilmente aquello.
-Yo
confieso ante Dios Todopoderoso y ante vosotros hermanos, que he pecado mucho
en pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi
grandísima culpa…
Y con esta especie de catarsis colectiva
la canción terminó cosechando muchísimos aplausos. Una vez se hizo el silencio
fue el Obispo quien tomó la palabra subido al estrado.
-Claustro
de profesores, niños y niñas. Buenas tardes, me alegra ver que os ha gustado
este tema. Es una canción muy antigua que vamos a adoptar como himno. ¡Como
himno de salvación! Tendremos que hacerla muy popular a partir de ahora y
lograr que los pecadores se arrepientan. Cuando lo hagan que la entonen de
corazón para ser redimidos. Seguro que todos conocemos a algunos pecadores que
desean ser perdonados. ¡Ayudémosles!
Tras esas palabras los aplausos de
los adultos fueron secundados al instante por los de los niños. Daphne pudo ver
a su propio hijo dando palmas con entusiasmo. Al parecer esa canción y el espectáculo
le habían encantado.
-¡David!
-Le llamó aunque el crio no pudo escucharla, había demasiado ruido de fondo
ahora que los niños comenzaban a retirarse hacia sus respectivas clases para
recoger y marcharse a casa.-
-Ahora
le verás.- Las clases han concluido por hoy.- Le comentó su hermano.-
-No
me gusta nada esto, By.- Musitó la mujer, con semblante preocupado.-
-Bueno,
ha sido solo una canción.- Repuso el sacerdote tratando de restarle
importancia.- No te agobies por eso. No significa nada.
Aunque su hermana no replicó a eso,
sencillamente bajó la cabeza para finalmente suspirar con tono abatido.
-Voy
a llevar a mis alumnos a clase, enseguida vendrán sus familias a recogerlos.
Así lo hizo en tanto Martin se
ocupaba de los suyos. Byron les vio alejarse, cada uno por su lado y quedó
pensativo. Quizás su hermana se
preocupara más de la cuenta , no obstante a él también le parecía que aquello
era llevar las cosas demasiado lejos. Vio como el obispo y sus seguidores más
fieles, eso sí, contemplaban complacidos aquel espectáculo, entonces suspiró
retornando a la Iglesia. Tenía un servicio religioso que oficiar…
-Bien,
ya está.- Declaró Martin una vez se marchó el último de sus alumnos y fue a
buscar a su hijo.-
David había salido de su clase y
esperaba a su padre. Todavía repetía aquel mantra de esa canción con entusiasmo…
-¡Es
pecado, es pecado!…
-Hora
de irnos a casa, campeón.- Le dijo su padre al verle ya en el patio.-
Esperaremos aquí a que mamá venga con tu hermana Leah.
El niño asintió y a los pocos
minutos, en efecto, su madre apareció empujando el cochecito de la pequeña de
la casa. Al llegar a su lado, Daphne sonrió dándole un beso a su hijo.
-¿Qué
tal el día, tesoro?- Quiso saber tratando de mostrarse jovial.-
-¡Genial!
La canción que ha cantado Liam mola mucho.- ¡Es pecado, es pecado! - Repetía.-
-Ya
vale, cariño.- Le pidió ella tratando de ser paciente.-
Aunque el chico no la prestaba
atención y seguía repitiendo aquello, al fin Daphne no pudo evitarlo y estalló.
-¡Te
he dicho que te calles!
El crio enmudeció de golpe mirando a
su madre entre herido y perplejo. Martin enseguida quiso calmar los ánimos y
reprendió suavemente al niño.
-Tienes
que obedecer a mamá. Te lo ha estado pidiendo varias veces y no has hecho ni
caso. Esa no es manera de comportarse.
-Lo
siento.- Apenas pudo decir David a punto de llorar.-
-Está
bien.- Suspiró Daphne abrazándole.- No pasa nada, cielo, pero préstame atención cuando te diga las cosas.
¿Eh?
Y tras asentir de inmediato el niño
se soltó del agarre de su madre. Por suerte se dedicó a contemplar a su
hermanita que ahora dormía dejando a sus padres un poco de espacio para que
hablasen en privado.
-¿Qué
te ha pasado?- Preguntó Martin mirando a su mujer con perplejidad.- Le has
gritado a David.
-Lo
siento, yo… ha sido un día largo. Y esa canción. No sé. Me ha puesto nerviosa.-
Le confesó ella con pesar.-
-No
tienes por qué estarlo. – La animó su esposo pasándole un brazo tras los
hombros y asegurando.- Enseguida la olvidarán.
Aunque los dos habían notado que, de
un tiempo a esta parte, la doctrina de la Congregación se estaba endureciendo.
Incluso personas como Maggie que habían sido de siempre más moderadas se habían
ido extremando. Y eso aterraba a Daphne.
La jefa de enfermeras estaba al corriente de su secreto. Igual que su esposo o
Byron. Sin embargo, ella estaba segura que ni su hermano, ni Martin dirían nada. Pero Maggie…quiso quitarse esas
ideas de la cabeza. A buen seguro que, con la vida que llevaba desde hacía ya
tanto tiempo, la enfermera consideraría que esa etapa estaba superada. Por lo
menos eso es lo que ella deseaba creer también. No obstante, seguía prestando
una atención demasiado evidente a algunas mujeres hermosas que veía, o que
conocía. En ocasiones se sorprendía fantaseando durante las pocas veces que
hacía el amor con su marido. Para evadirse pensaba en Sabra su gran amor, e
incluso en algunas jóvenes madres de sus propios alumnos.
-¡Oh
Dios!, es un suplicio insoportable. Tengo que ser fuerte. - Se decía llena de
congoja aunque exteriormente sonreía a su esposo asintiendo para aseverar.- Sí,
es verdad. Los niños se olvidan enseguida de estas cosas.
Y así, tras acomodar a los pequeños
en sus respectivas sillitas de la parte trasera, el matrimonio abordó su
deslizador y se dirigió a casa. Poco sabían que los siguientes días darían un
vuelco radical a sus vidas…
-Bueno,
espero que tengamos éxito.- Deseaba Kiros.-
-A
buen seguro que así será, padre.- Convino su hija.-
Y es que, en un enclave bastante más
meridional del planeta, los dos recién llegados inspeccionaban las calles por
las que caminaban en tanto iban conversando. Padre e hija saiyajin preparaban
su intervención.
-Bien.-
Comentaba Gloria una vez llegaron a la Ciudad del Sur.- Acorde con los informes
de la capitana Hunter, el infiltrado está aquí. ¿No es así, padre?
-Exactamente.-
Convino Kiros.- Ahora tendremos que poner en marcha la tapadera. ¿Estás segura
de poder hacerlo?
-Claro,
la otra vez no fue tan difícil. Aunque bastante ridículo y asqueroso sí.-
Matizó la joven.-
Su padre asintió, no le gustaba nada
que Gloria tuviera que hacer cosas como esas, pero era por mor de la misión. ¡Menos
mal que le habían dicho a Maggie que iban de viaje de entrenamiento a un paraje
remoto y que tardarían unos días! Esa era una práctica típica de su pueblo y su
esposa no sospechó nada fuera de lo normal. Desde luego Kiros le insistió a su
hija que, por nada del mundo, debía contarle a su madre nunca la verdad sobre
aquello, aparte de que fuera una misión secreta o no. Esta vez la joven asintió
dándose cuenta de que, en efecto, eso no sería nada conveniente.
-La
temo a ella más que a cualquiera de mis
enemigos de antaño.- Se permitió el lujo de bromear, o no tanto, Kiros.-
-Sí,
te comprendo.- Convino su hija, por una vez, no sabiendo si compartía la chanza
o hablaba en serio.-
Gloria ya había podido comprobar que su madre
era cada vez más sensible a ese tipo de cosas y muchos menos tolerante a
cualquier tipo de desviación de lo que ella denominaba relaciones naturales y
decentes. Y menos, tratándose de lo que hacían , acorde con las propias palabras
de Maggie, ese tipo de mujerzuelas de vida pecaminosa. Por ello la muchacha
afirmó.
-Iré
enseguida a las señas que nos facilitaron. Esa casa de relaciones o como sea
que se llame, no está lejos de aquí.
-Bien,
me quedaré cerca, en el enclave de control.- Contestó su padre, refiriéndose al
piso base que tenían adjudicado al tiempo que agregaba.- El enlace se hará
pasar por un cliente y te dará la contraseña que hemos acordado.
Y tras asentir su hija se alejó en
dirección a esa residencia o lo que fuera. Su coartada era desde luego
perfecta. Días antes, gracias a las informaciones de ese hacker, las
autoridades habían contactado con la dueña de esa red de “señoritas
acompañantes”. Ésta no dudó en colaborar, sobre todo por no tener muchos deseos
de ser acusada de encubridora y cómplice del enemigo en Nature. Desde luego que
el cargo de traición no era para tomárselo a broma, de modo que facilitó a
Gloria su tapadera. La puso en contacto con una tal Kassandra que ejercía de
directora del negocio en la sede en la Ciudad del Sur. Gracias a los datos que
ésta les dio, supieron que el objetivo acababa de irse por unos días, pero que regresaría en breve.
Gloria era supuestamente la chica que la iba a sustituir durante ese periodo de
tiempo.
-Adelante
pues, aunque no me guste demasiado la forma de hacerlo, una misión, es una misión
y no retrocederé hasta haberla cumplido.- Se arengó la muchacha.-
En el juicio la vista se había
reanudado. Trent partió a preguntar al testigo. Rafael estaba cómodamente
sentado en la tribuna aguardando. No daba la impresión de estar preocupado en absoluto.
Al fin, el chico llegó ante él y tras pedir la venia al juez y serle concedida,
comenzó su interrogatorio.
-Señor
Noriega, díganos. ¿Por qué este súbito interés ahora por el niño?
-Ya
se lo he dicho a mi abogado. En cuanto supe que tenía un hijo corrí a
buscarlo.- Repuso éste sin inmutarse y con tono de obviedad.-
-Sin
embargo, usted no sabe a ciencia cierta si es el padre. Los resultados de las
pruebas todavía no han sido recibidos por este tribunal.- Le recordó el chico.-
-Me
basta con ver a ese crio para saber que es mío.- Afirmó el hombre, añadiendo
con tinte conciliador.- En cualquier caso y ante la duda, mi obligación como
hombre que se viste por los pies, es asegurarme. Ya me entiende.
El juez asintió despacio, y el
testigo se permitió incluso el lujo de agregar.
-Aunque
comprendo que, algunas personas de este planeta no entiendan el significado de
estas palabras. Pero en mi mundo, los hombres suelen ocuparse de las mujeres
que dan a luz hijos suyos. Eso es lo natural, y no otras cosas.
Kerria se removía nerviosa en su
asiento de observadora, junto con otras personas que , en su mayor parte, habían
asentido con aprobación a esas palabras. Sin embargo, ella hubiera deseado
levantarse como un resorte para protestar. Aquel comentario amén de machista y
trasnochado era sibilinamente homofóbico. Pese a ello, Trent no dio la
impresión de notarlo y prosiguió.
-Señor
Noriega. ¿Sabe usted que este niño actualmente vive en un entorno seguro y
tranquilo, se siente querido y no tiene ningún tipo de carencia ni emocional,
ni material? Dígame. ¿Cómo podría ya no mejorar, sino simplemente igualar eso?
Que se sepa señor, usted está soltero y se dedica a viajar de continuo. Eso no
le permite darle a Richard un hogar estable. ¿No cree?
Al fin una buena pregunta que daba
en la diana. Tanto Sonia como Kerria suspiraron aliviadas. Quizás había sido
muy exigentes con Trent, pudiera ser que el joven letrado se estuviera
reservando para dejar que el testigo se confiara y entonces ponerle contra las
cuerdas, como ahora. Sin embargo, ninguna esperaba la contestación que Rafa
dio.
-¡Es
que lo está planteando usted en términos equivocados, abogado! - Se sonrió el
interrogado, para añadir con tono hasta cordial.- Parten de la base de que yo
quiero quitarle el niño a mi ex novia. Y no es así en absoluto. Lo único que
estoy pidiendo es que se me concedan mis legítimos derechos como padre.
Sonia miró hacia atrás, buscando a
Kerria, la letrada le devolvió la mirada con la misma perplejidad. ¿Qué estaba
diciendo ese tipo?. Al mismo tiempo pudieron escucharse más murmullos en la
sala que respaldaban las afirmaciones de Rafael. Gervis tuvo que pedir silencio
y cuando este se hizo, el abogado inquirió con tono entre agudo y desconfiado.
-Entonces.
¿Qué es lo que quiere exactamente?
-Pues
es muy simple.- Afirmó el cuestionado con tono tranquilo y suave.- Deseo que
Sonia vuelva a entablar contacto conmigo, quiero que criemos a nuestro hijo
juntos, aquí, en Nature. Tan solo me gustaría ayudarla. No pretendo enfrentarme
a ella, ni meterme en sus asuntos privados, ni criticar su labor como madre. Al
contrario. Sin ir más lejos he estado en el colegio donde ella matriculó a
Ricardo, me he entrevistado con su director y considero que ha demostrado un
excelente criterio al llevar a nuestro pequeño allí. El Colegio de la Fe.-
Remachó, afirmando con tono de aprobación.- Donde se imparte una educación
acorde con la moral y con la decencia. Por ello, me sorprende la situación de
Sonia, no como madre, sino a nivel de su vida, llamémosla social. No cuadra
mucho con la educación que tan sabiamente ha escogido para nuestro hijo.
Y Trent volvió a corregir a ese
individuo. Aunque Kerria ni se preocupó ya de eso. Otra cosa la inquietó mucho
más. Ahora estaba perpleja y la propia Sonia tenía la boca abierta. Aquello
daba la impresión de ser una trampa que se iba enredando, como si les
estuvieran poniendo un lazo corredizo. Cuando más violentamente tratasen de
librarse más se les enroscaría.
-¡Nos
hemos equivocado de estrategia! - Pensaba Kerria con horror.- Ese tipo nos ha
engañado. Si vamos contra él será como ir contra nosotros mismos. Se acaba de
mostrar como el bueno y tolerante padre de familia. Si le atacamos quedaremos
como los villanos por contraposición.
-¡Oh
no!- Pensaba la española a su vez.- Jamás creí que Rafa fuera capaz de esto.
Y es que tanto ella como Kerria, en
base a lo que Sonia le contase a su abogada, enfocaron el juicio contra un
adversario pasional, evidentemente machista e incluso homófobo que quería
arrebatarle a Richard. Creyeron que, si le pinchaban reaccionaría mostrando
abiertamente todos esos defectos poniendo al juez en su contra. Sin embargo,
ahí estaba casi ejerciendo de abogado de la española de un modo más eficaz que
el propio Trent. Desde luego el chico parecía estar perdido ahora. Y para
regocijo de su colega y adversario Thorne, el inexperto letrado inquirió.
-Entonces,
¿A qué se refiere usted con eso de la vida social? ¿A la pareja de mi cliente?
-Yo
no he aludido a ninguna persona, pero como usted comprenderá acorde a mis
creencias y opiniones, no veo nada aconsejable criar a un niño con la fantasía
de tener dos madres. ¿Qué hay de su padre?. – Reflexionó en voz alta lanzando
aquella pregunta retórica a sabiendas de que nadie la iba a responder en ese
momento.- Y abundo en lo anteriormente
dicho. Si mi ex novia lleva al niño a un colegio tan bien orientado a la defensa de la familia y
de la decencia, me parece cuando menos paradójico que mi hijo no vea lo mismo
en la casa en la que vive. ¿No cree?
Kerria envió un mensaje a Sonia,
¡tenía que pedirle a Trent que terminase con ese interrogatorio! La abogada
terrestre observaba con creciente inquietud como la mayor parte de los
asistentes en la sala simpatizaban con aquel hombre quién, además de sus impecables
argumentaciones desde el punto de vista retórico, daba la apariencia de ser
alguien equilibrado y razonable, que criticaba algo en lo que no coincidía sí,
pero no atacaba ni ofendía abiertamente. Al fin, la española recibió esas
instrucciones y aprovechando que Trent le dirigió una mirada de desconcierto le
hizo la señal que habían convenido. De modo que el joven letrado asintió para
comentarle al juez.
-No
hay más preguntas para este testigo, Señoría.
Rafael recibió permiso del juez y se
retiró a su asiento. Aunque ahora fue el turno de Sonia para subir al estrado.
Y tras prometer que diría toda la verdad, fue Thunder quien le preguntó.
-Señorita
Calderón…
-Señora
Calderón Chang. -Le corrigió ésta.-
-Muy
bien, señora.- Se sonrió el abogado sin pronunciar ya su nombre de casada.-¿Por
qué se niega usted a que mi cliente pueda al menos conocer a su hijo?
-Porque
no creo que sea su padre y porque no confío en la integridad de su cliente.-
Declaró abiertamente ella.-
Aunque se sentía desconcertada. No
sabía qué hacer para contrarrestar lo que su ex novio había dicho. Quizás la
mejor opción fuera pasar al ataque. De modo que, al menos, pudiera decir las
cosas tan terribles que Rafa le había hecho… así que agregó.
-Durante
mi estancia en la Tierra le vi en un par de ocasiones y me… bueno, me…- Estuvo
a punto de decir con tono dubitativo.-
-La
¿qué? Señora.- Quiso saber el abogado.-
-Me
forzó.- Pudo replicar una agitada Sonia. ¿Entiende? Me obligó a mantener
relaciones sexuales con él.
Eso provocó un revuelo en la sala.
Tras unos momentos de infructuosas llamadas al orden el silencio se restauró al
fin. Fue cuando Lelan, con expresión atónita, afirmó como si lo diera por
supuesto.
-Lo
denunció sin tardanza, claro.
-No,
no lo hice.- Suspiró ella.-
-¿Porqué
no?- Inquirió el letrado fingiendo perplejidad.- Supongo que esa experiencia
debió ser muy traumática para usted.
-No
podía.- Balbuceó la española, rota ahora por la vergüenza y el pesar.- Me estaba
haciendo chantaje. De haber dicho algo…
-¿Qué
chantaje?- Preguntó lapidariamente Lelan sin darle tiempo ni para acabar la
frase, agregando con tono inmisericorde.- ¿Se da cuenta de lo graves que son
sus acusaciones contra mi cliente?.¿Tiene pruebas de algo así?. Más le vale
tenerlas o le aconsejaré al señor Noriega que interponga otra demanda, querellándose
contra usted, esta vez por calumnias contra su honor.
Sonia miraba ahora hacia el fondo de
la sala con expresión desangelada en busca de ayuda. Kerria se levantó incluso
tratando de animarla y de indicarle a Trent.
-Corta
esto, ¡rápido!
-Señorita
Malden, le ruego que se siente y guarde la debida compostura en la sala.-
Intervino Gervis.-
A su pesar ésta obedeció. Al fin
Trent salió de ese ensimismamiento con el que seguía los hechos y tímidamente
dijo.
-Señoría,
protesto.
-¿De
qué protesta, abogado?- quiso saber el juez.-
-Mi
cliente está siendo presionada por el señor Thorne. No la deja ni pensar para
responder.
Y milagrosamente Gervis replicó
dándole al mazo.
-Se
acepta. Señor Thorne, no atosigue a la testigo y deje que responda con calma.
-Sí,
Señoría, mis disculpas.- Repuso el abogado añadiendo más despacio y de un modo
mucho menos brusco.- Muy bien, señora Calderón…tómese su tiempo y cuando esté
usted lista ¿Podría narrarnos esos hechos?
Sonia recordó entonces esas dos
veces que quedó con Rafa, en sendos pisos, una de ellas en Barcelona.
-Me
advirtió que había gente muy poderosa y que mejor que no me metiera en líos.-
Concluyó.-
Tras los murmullos escandalizados de
la sala, Lelan, dejando que estos se extinguieran por sí mismos, se dirigió al
juez para pedirle.
-Con
la venia, Señoría. ¿Podría mi cliente dar su versión desde su asiento?
-Concedido.-Repuso
Gervis.-
Rafael se levantó y tras serle
proporcionado un pequeño micro, habló con tono tranquilo y mesurado.
-Lamento
mucho que tergiverses tanto los hechos, Sonia. De veras, no tengo nada en
contra tuya. Mi único deseo es el de ayudarte a recobrar el rumbo y volver al
buen camino. - Suspiró para agregar, ya dirigiéndose hacia toda la sala.- Lo
que pasó es que la vi durante una de sus promociones y nos saludamos. Le pedí
que quedásemos para hablar de los viejos tiempos, de amigos comunes, cosas así.
Nos vimos en efecto y una cosa llevó a la otra. Éramos ex novios, Señoría. Ya
sabe usted. La pasión pese a todo seguía ahí. Lo que sí que hice cuando me
habló de su amigo el actor es advertirla de que tuviera mucho cuidado. Alguien
tan hipócrita en su comportamiento privado respecto del personaje que pretendía
interpretar en la vida pública podría salpicarla a ella. Solamente me preocupé
de su situación y de su carrera. La prueba de que no hubo chantaje alguno es
que cuando se marchó del planeta nada salió a relucir de la vida privada de la señorita
Calderón, o señora como prefiere ser llamada ahora. Nada que ella misma no
desvelase. ¡Lo que sí sucedió es que perdí su rastro durante años y nunca supe
que el fruto de nuestro amor era ese precioso niño!. Si yo la hubiera forzado
¿acaso habría venido hasta aquí para reclamar mis derechos como padre?-
Concluyó con un tono que incluso daba la sensación de mostrar dolor y tristeza.
– Yo no la forcé en absoluto, y si el juramento o la promesa de decir la verdad
todavía significan algo para ella. tendrá que admitir que, cuando comenzamos a
acercarnos, le pregunté si deseaba seguir o no. Pudo elegir. Y eligió.
-¿Qué
responde a eso, señora Calderón?- Quiso saber el juez con la atención de todos
puesta en ella.- ¿Le preguntó el señor Noriega si usted deseaba consumar ese
acto o no?
-Bueno,
yo… sí.- Tuvo que admitir ella con visible desconcierto. – Me preguntó…
-Entonces.
No lo entiendo.- Intervino Lelan.- ¿De qué le acusa exactamente?
-Yo,
no tenía elección.- Fue capaz de gemir la interpelada.-
-Acaba
usted de decir que le dieron a escoger.
– Remachó su interrogador.- ¿Sí o no?
Kerria estaba horrorizada escuchando
aquello. En la Tierra desde luego el testimonio de Sonia hubiera sido tomado en
consideración. Pero aquí parecía que encima fuese la culpable. Y Trent
asistiendo a aquel linchamiento de su cliente como si de un pasmarote se
tratase. La letrada no pudo soportarlo más y levantándose exclamó para sorpresa
de toda la sala.
-¡Protesto,
Señoría! El letrado está coaccionando a mi cliente, por su propia naturaleza el
chantaje no deja más opción que aceptarlo o sufrir las consecuencias. Luego, es
una falacia que mi cliente tuviera algún tipo de elección. Es como si durante
una violación te dan a escoger entre la muerte o no resistirte a ella. ¿Una
víctima de eso, qué elección podría tener?
-Ya
es suficiente señorita, haga el favor de abandonar la sala.- Ordenó el juez.-
-Pero...-
Pudo añadir Kerria agitada y evidentemente perpleja ante aquello.-
-Salga
u ordenaré al alguacil que la expulse y la acusaré de desacato. Usted no es
técnicamente la representante de la señora Calderón, ni le está permitido
intervenir salvo ser requerida como testigo. No se tendrán en cuenta sus
palabras.
-Esto
es vergonzoso.- Pudo balbucear llena de impotencia y rabia.- ¡Es medieval!….
-Alguacil,
proceda a desalojar a la señorita Malden de la sala.- Ordenó el juez.-
Kerria se dio media vuelta y salió
encaminándose hacia el exterior con rapidez. No quería dar la satisfacción
a ese canalla de poder expulsarla de ese
modo. Además, debía evitar agravar las cosas y ser acusada de desacato al
tribunal. Cuando se hubo ido, Sonia no sabía donde mirar. Su única esperanza
era Trent, el chico, al ver la expresión de su cara, le pidió a juez.
-Señoría,
solicitamos un aplazamiento.
-¿No
desea interrogar a su cliente, abogado?- Se sorprendió Gervis.-
-No,
Señoría, preferimos aplazar la vista si no hay inconveniente.
Lelan se encogió de hombros, eso sí,
con evidente regocijo en su rostro. Gervis entonces concedió la petición,
declarando.
-Se
reanudará la sesión mañana por la mañana.
En cuanto pudieron tanto Sonia como
Trent salieron de allí. No tardaron en ver a Kerria que se paseaba furiosa en
el pasillo. Casi sin darles tiempo a más la abogada se dirigió a su bisoño
colega recriminándole con enfado.
-¿Se
puede saber en qué demonios estabas pensando para permitirle a Thorne hacer
semejante interrogatorio?
El aturdido chico no supo que
responder, limitándose a bajar la mirada con pesar. Aunque fue Sonia la que,
algo más entera ya, pidió calma.
-Ha
sido culpa mía. Saqué eso a relucir sin pensar en las consecuencias.
-Sí,
fue un error. Uno muy grave.- La reconvino su ex letrada, aunque con un tinte
más suave, intentó calmarse y haciéndose cargo de la situación, añadió con
tinte conciliador.- Estabas nerviosa y frustrada. Pero no se deben afirmar
cosas que no puedan probarse, o, de lo contrario, ya has visto lo que un
abogado hábil como Thorne es capaz de hacer. Le hemos ayudado a convertir a ese
tipo en un santo.
-Ha
sido culpa mía.- Suspiró Trent.- Lo siento, Kerria tiene razón, tuve que haber
intervenido antes.
-No
es momento de echarnos nada en cara.- Le animó Sonia. - Dime. ¿Qué podemos
hacer?- Preguntó a la experimentada abogada.-
La interpelada trató de serenarse,
debía mantener la cabeza fría y pensar. Al fin, tras calmarse, propuso.
-Vamos
a una sala de reuniones. Tenemos que discurrir algo bueno y rápido para mañana…
En la ciudad del Sur, Gloria llegó
al lugar que le indicaron. Allí, una tal Kassandra la recibió.
-De
modo que tú eres la chica nueva.- Le preguntó al verla.-
-Sí,
soy yo. Me ha enviado Nelly.- Respondió, cumpliendo con la tapadera que le
habían proporcionado.-
En realidad, incluso Mandy había
hablado con Kassandra y con su hermana contándoles el servicio que esa chica
hizo. Al principio Nelly quedó perpleja. Ella no había enviado a nadie, pero por
prudencia no se lo dijo a Mandy. Se limitó a dar su conformidad a que esa chica
cobrase la máxima tarifa, aunque sorprendentemente esa desconocida nunca fue a
reclamar sus honorarios. Ahora, la encargada de ese lugar, tras recordar las
buenas referencias de esa joven, le
preguntó.
-¿Eras
tú esa que se hacía llamar Sailor Star Power?
-Sí.-
Contestó Gloria.-
-Y
usabas un disfraz de Star Light. - Sonrió divertida añadiendo.- Reconozco que
es algo muy logrado y original. A los tíos les encantará. Mandy nos habló sobre
tu magnífica representación con un cliente. Ese tipo te sigue esperando
encantado.
-Me
alegro.- Repuso lacónicamente la joven.- Si hay dinero abundante.- Remachó para
completar su tapadera.-
-Para
una buena profesional, cariño, siempre lo hay en abundancia.- Le aseguró su
interlocutora, añadiendo.- Bueno, pues a trabajar. Tenemos algún otro individuo
que también es muy especial por aquí.
-Solamente
una cosa.- Declaró la nueva empleada con tono inflexible.- No me acuesto con
los clientes.
Kassandra le dedicó una mirada al
principio de sorpresa, aunque luego se sonrió contestando.
-Muy
bien. Si eres tan buena no habrá ningún problema en que impongas tus
condiciones a los interesados.
Y sin más le indicó cual sería su
primer “ trabajo.” Al saberlo, Gloria suspiró moviendo la cabeza…
-Sino
hay más remedio.- Pensó.-
Al día siguiente, el juicio se iba a
reanudar. No habían podido encontrar ninguna estrategia adecuada. Sin embargo, Trent
había pensado en algo al margen de la estrategia común y de hecho, lo notificó
al juez sin decírselo a Kerria, ni a Sonia. La abogada no podría estar presente
en la sala tras haber sido expulsada, de modo que eso le facilitaba las cosas. Al
menos hasta que la hiciera testificar. Al fin se sentía libre para actuar y
solucionar aquello. De modo que, usando su turno de palabra, se digirió al juez
para poner en práctica la parte que sí había consensuado con la letrada y con
la modelo.
-Llamo
a declarar a la señora Kerria Malden al estrado.
-¿Está
usted de broma, abogado?- Inquirió Gervis observándole con expresión severa.-
-No
señor, como representante previa de mi cliente y alguien experta en estos
temas, así como por su investigación sobre las condiciones de la familia de mi
representada, la señorita Malden es una testigo competente y apropiada.
-Muy
bien. Que acuda.- Permitió el juez.-
Y la abogada pasó, sentándose
enseguida en el estrado, juró sobre una Biblia y eso sorprendió a muchos allí.
Fue Trent quien inició ese interrogatorio.
-Señora
Malden. En su calidad de experta en estos temas sobre pleitos y custodias
legales. ¿Considera usted a la familia compuesta por Sonia Calderón y Mei Ling
Chang apta para cuidar a Richard Calderón y ocuparse de él?
-Absolutamente.-
Aseveró ella.- No tengo ninguna duda al respecto.
-¿De
estar en la Tierra, existiría algún tipo de problema a que se reconociera esa
unidad familiar?
-Ninguno.
Es un modelo de familia totalmente reconocido y homologado en la mayor parte de
los países de ese planeta. Incluyendo por supuesto, en el que yo ejerzo. -
Declaró la abogada.-
-Protesto.-
Intervino Lelan.- Esto no es la Tierra y las leyes y el sistema judicial no son
los mismos. No tiene sentido esa comparación. Incluso la propia testigo ha
admitido que en algunos países terrestres ese modelo no se admite.
-Se
acepta.- Repuso el juez.-
-Señoría.
Existe un acuerdo de reconocimiento en la Tierra, se admiten esos matrimonios
como válidos al celebrarse en otras naciones soberanas, pese a que se vaya a un
país donde no sea legal su celebración. Del mismo modo, en función de otro tratado
entre la Tierra y Kinmoku y Nature, eso mismo se contempla en este planeta.
-Sin
embargo, y con la venia. La señorita calderón y su pareja dijeron haberse
casado aquí. Y en virtud de la nueva ley, ese matrimonio carece de validez
legal en Nature.
-Le
recuerdo a mi colega que, al celebrarse con anterioridad a la entrada en vigor
de esa ley, mi representada podría acogerse al principio de no retroactividad,
que, si bien no se cita explícitamente en el código de derecho de Nature, sí
existe en Kinmoku, de cuya legislación dependen en gran parte las leyes de este
planeta. Por tanto, para anular ese matrimonio serían precisas al menos las
resoluciones del Tribunal Supremo de Nature y el de Kinmoku.- Remachó el joven
letrado, haciendo enmudecer incluso a su experimentado antagonista.-
Kerria se permitió una leve sonrisa.
El día anterior, buscando alguna estrategia casi a la desesperada, se dieron
cuenta de aquello. Era un hueco legal al que aferrarse. Aunque Thorne enseguida supo maniobrar y
replicó con tono cansino para eludir ese contratiempo.
-Señoría,
aquí no se está poniendo en entredicho si la señorita Calderón es o no la tutora
legal del niño. Ni discutimos técnicamente que su, llamémosle matrimonio con
esa otra mujer, sea válido en Kinmoku. Solamente pedimos que el padre de su
hijo pueda ejercer sus derechos.
-Aceptada.
Aunque este tribunal tendrá en cuenta ese tratado que, en efecto, está en
vigor.- Tuvo que reconocer el juez.-
-Punto
para nosotros.- Pensó Kerria con regocijo.-
-Muy
bien, no tengo más preguntas.- Concluyó Trent.-
Turno de Lelan, aunque Kerria no
estaba preocupada. Es más, deseaba esa oportunidad para poder mantener un cara
a cara con ese tipo. Trent lo había hecho bien ahora pero todavía era muy joven
e inexperto como para enfrentarse a ese perro viejo de Thorne. Y fue este quien,
acercándose a Kerria, comentó.
-Señora
Malden, un placer, es usted una abogada realmente buena y muy reputada en la
Tierra.
-Gracias.-
Contestó lacónicamente ella.-
-Y
usted sabe bien lo que supone pasar por este tipo de juicios. Si no estoy mal informado,
tuvo que defenderse a sí misma por algo más grave. A usted sí que la demandaron
acusándola de no ser una madre apropiada para su hijo. ¿Estoy en lo correcto?
-Gané
ese juicio.- Repuso ella.- Usted sabe perfectamente como abogado que cualquiera
puede demandar a quién sea y por lo que sea. Otra cosa bien distinta es probar
las acusaciones y ganar.
-En
su caso, el padre de su hijo ¿puede verle sin restricciones?
-En
efecto.- Admitió ella.-
-Entonces,
dígame una cosa. ¿Por qué tanto empeño en evitar que el señor Noriega vea al
suyo?
-Mi…quiero
decir, la señora Calderón lo dejó bien claro.- Contestó ella.- El señor Noriega
la obligó a mantener relaciones sexuales. El padre de mi hijo jamás hizo tal
cosa conmigo.
-Creo
que ha quedado muy claro que la señorita Calderón ni tan siquiera denunció eso
en su momento y que pudo dar su libre consentimiento. – Esgrimió Lelan
añadiendo.- No es que haya ninguna sentencia contra mi cliente, es que ni tan
siquiera fue denunciado. ¡Qué casualidad
que, precisamente ahora, haya recordado eso la madre del niño! Cuando se está
discutiendo sobre los derechos que todo padre debe tener.
Kerria tuvo que callar, ella no
podía protestar para seguir desmontando aquello. No le quedaba más remedio que
seguir contestando las preguntas que le hicieran.
-
Ciñéndonos a este caso, señora Malden. – Prosiguió entonces Thorne.- No hay
base para impedir a mi cliente conocer a su hijo.
-Eso
si es su hijo.- Le recordó Kerria agregando con agudeza.- Y habría que discutir
si realmente se enteró de su existencia hace tan poco tiempo o es que incurrió
en abandono.
-Mi
cliente ha alegado que su ex pareja se marchó de la Tierra y por tanto, fuera
de su alcance. No fue él quien huyó de sus responsabilidades. Eso está más que
demostrado. Y la carga de la prueba para afirmar que mi cliente sabía o no de
la existencia del niño no le corresponde a él. Sería la señorita Calderón quien
debería demostrar ese punto. – Rebatió su interlocutor.-
-Sigue
sin poder probar que sea el padre biológico del niño. Y ese punto sí que le
corresponde demostrarlo al señor Noriega.- Opuso Kerria a su vez.- Sin eso no
tienen ustedes absolutamente nada.
-¡Orden!
- Intervino Gervis, dirigiéndose a ambos.- Señor Thorne, este es un interrogatorio
a un testigo, no una disputa entre abogados. Señora Malden, está usted aquí en
calidad de testigo, no de litigante, no lo olvide.
-Sí,
Señoría. Disculpe. - Admitieron los dos.-
-No
hay más preguntas.- Añadió Lelan.-
-La
testigo puede retirarse.- Dictaminó Gervis.-
Kerria tuvo que marcharse con una
sensación agridulce. Había podido defenderse bien de esas acusaciones y el
intento por desprestigiarla, pero no fue capaz de sacar nada en claro. Thorne a
su vez había mantenido bien su posición. Al menos ella insistió en el asunto de
la paternidad biológica y su, hasta ese momento, inexistente prueba. La abogada
acababa de salir cuando Trent decidió jugar su última y sorpresiva baza.
-Señoría.-
Intervino el muchacho. Llamo a declarar a Daphne Carson. La maestra de Richard….
-Conforme,
llame a la testigo.- Asintió el juez.-
Sonia le miró perpleja. Y la misma
Kerria que acababa de salir fuera, se sorprendió a su vez al ver a la maestra,
pudo hablar con ella unos instantes antes
de que tuviera que entrar.
-Daphne.
¿Qué haces aquí?- Quiso saber la abogada.-
-Trent
me ha llamado, me pidió que viniera a dar mi opinión sobre Richard y el cuidado
que recibe de sus madres. Como su maestra las conozco a ambas y me aseguró que
sería una opinión muy válida. - Respondió brevemente ella.-
-Sí,
puedes avalarlas pero, no lo considero algo adecuado.- Pudo replicar Kerria,
dedicándole una mirada en la que su contertulia creyó leer algo de reproche.-
-No
te preocupes.- Sonrió débilmente ésta.- Esta vez no mentiré. ¿Sabes? Desde hace
años que eso me ha estado remordiendo. Tú lo dijiste y tenías razón, mentí
cuando me llamasteis a declarar.
-Bueno,
olvida eso ahora.- Le pidió su contertulia añadiendo con un tinte más
conciliador y amable.- Si puedes ayudar a Sonia y a Mei Ling…
-Lo
haré.- Afirmó ésta.-
A los pocos instantes la llamaron
para declarar. Kerria podía seguir aquello por circuito cerrado de holo tele en
la sala de reuniones que tenían, de modo que fue para allá.
-Solo
espero que Trent no empeore más las cosas.- Se dijo con una sensación creciente
de intranquilidad.-
Daphne entró en la sala dirigiéndose
al estrado. Aquello le resultaba dolorosamente familiar. Hacía años de aquella
vez, en la que, movida por la rabia y el despecho, mintió.
-No
esta vez.- Se dijo decididamente.- Y menos tras lo que he visto…y de lo que
ahora sé.
Había reflexionado desde que
presenciara aquel espectáculo en el colegio. Viendo a su propio hijo exaltarse
con las diatribas del obispo y sus correligionarios. Desde luego no creía que
ese fuera el mejor ambiente para él. Después tuvo aquella conversación con su
marido, que la había llevado al fin a tomar una determinación. Llegó el momento
y trató de apartar aquello de su mente. Debía centrarse en su situación. Al
tomar asiento le preguntaron si juraba o prometía, se decantó por el juramento
sobre la Biblia. Esperaba ponerse en paz con Dios de ese modo.
-Muy
bien, abogado. Puede interrogar a la testigo.- Indicó Gervis.-
-Con
su venia entonces.- Afirmó Trent, que, de modo cordial, se dirigió a la testigo
preguntándole.- Señora Carson… ¿Es usted
la maestra de Richard Calderón?
-Sí,
lo soy.- Afirmó convencida, dado que en eso nada había de especial.-
-¿Conoce
usted a la madre del niño?- Inquirió Trent.-
-Sí,
la conozco.
-¿Considera
que es una mujer preocupada por el bienestar de su hijo y que le atiende como
corresponde?- Quiso saber el chico.
-Protesto.-
Intervino Lelan de inmediato.- La señora Carson no está cualificada para
determinar tales cosas. No es médico pediatra, ni psicóloga.
-Señoría,
siendo la maestra del niño su testimonio es muy importante. Es la persona con
la que el crio pasa más tiempo aparte de su familia.- Rebatió Trent mostrándose
seguro ahora.-
-Tomaré
en consideración la opinión de la testigo aunque no con rango de opinión
experta o acreditada.- Repuso el juez.-
Al fin, y tras esa aclaración, la
pregunta se repitió y Daphne pudo asentir para declarar.
-Sí,
absolutamente. Es una madre totalmente volcada con su hijo.
-¿Y
usted ha observado si el niño es feliz con su madre y en su ambiente familiar?-
Inquirió el letrado.-
-Sí,
el niño siempre es feliz cuando habla de sus madres…- Afirmó ella sin dudar.-
-Disculpe.
¿Ha dicho usted, de sus madres?- Preguntó el chico.-
-Así
es…
-Entonces,
cree que si a ese niño le privasen de sus actuales condiciones o las alterasen
sustancialmente, eso podría suponer un perjuicio para él?- Preguntó Trent.-
-Sí,
lo creo.- Aseveró Daphne.-
Trent se permitió sonreírle a la
testigo y casi sin poder evitar un tinte triunfal, comentó.
-Gracias,
no hay más preguntas.
Kerria suspiró aliviada al ver
aquello desde la sala. Quizás ese chico no fuera tan torpe como había creído.
Había hecho un muy buen interrogatorio y al menos establecido que lo más
importante era el bienestar y los derechos del crio. Asintió con aprobación. Pese
a que no le consultase para llamar a Daphne. Aunque en ese instante fue Lelan
quién, imperturbable, tomó el lugar de interrogador.
-Señora
Carson.- Comenzó el abogado de Rafa.- Todo lo que ha dicho es fruto de su
relación con ese niño, que me consta es muy entrañable. Además de ser usted la
hermana mayor de la novia de mi distinguido colega. Lo cual, ya adelanto que no
es impedimento para su declaración y que no la invalida en absoluto como
testigo. Sin embargo, debo preguntarle. ¿Cuándo ha hablado de dos madres, a qué
se ha referido exactamente? ¿Acaso ese niño tiene una madre y además una tía que le cuida como
si de otra madre se tratara? ¿O acaso es una abuela que tiene ese papel?...
-No,
no me refería a eso.- Respondió ella.-
-En
tal caso. ¿Sería tan amable de aclararnos el significado de ese comentario?
-Me
refería a que la señora Calderón está casada con otra mujer.- Pudo decir,
levantando murmullos en la sala.-
-¿Y
cómo es posible que eso le parezca siquiera medio bien, señora Carson?-
Inquirió Thorne con tono más duro ahora.-
-Porque
las dos se aman y son felices juntas.- Replicó valientemente Daphne.- Y no soy
quien para opinar a ese respecto, ni usted tampoco.
El letrado estaba perplejo, lo mismo
que el juez y muchos de los presentes. Algunos en la sala no obstante
asintieron con aprobación, en tanto otros movían la cabeza. Aunque tras unos
momentos Lelan reaccionó, volviendo a un tono más tranquilo y argumentando
a su vez.
-Y
no obstante, usted le pidió a ese niño que no dijera que tenía dos mamás. ¿Es
eso cierto?.
-Sí,
lo es.- Admitió ella.-
-Entonces
no estoy seguro de que lo vea usted tan bien.-Afirmó el abogado.- Dígame señora
Carson. ¿ Le diría usted a sus propios hijos que eso está bien?
Daphne no contestó enseguida.
Durante unos escasos instantes fue como si toda su vida y en especial, los
últimos años, pasaran ante ella. Finalmente recordó esa conversación que
mantuvo en casa con su esposo. Cuando volvieron de la escuela y dejaron a los niños en sus habitaciones.
-Sé
como te sientes, cariño.- Le dijo él con tinte apenado.- Tampoco me parece
bien.
-Están
adoctrinando a los niños en el odio a las personas que son diferentes.- Repuso
ella con una mezcla de tristeza y enfado.- Ya no puedo seguir tomando parte en
esto.
-¿Qué
piensas hacer?- Preguntó su marido.-
-No
lo sé. Puede que pida una excedencia. – Musitó la interpelada.- Estando en
casa, con Leah y quizás, si te parece bien, podríamos hasta sacarles a ellos de
ese colegio. Y buscar uno en el que no existan estos prejuicios.
-En
este planeta es cada vez más difícil.- Opuso Martin.-
-Me
siento atrapada.- Suspiró la consternada mujer mirándole a los ojos.- Y lamento
mucho que tú sufras o te veas perjudicado por mi causa. Siempre me has amado y
apoyado. Me perdonaste y no te mereces esto.- Añadió casi entre sollozos.- No
quiero que pagues las consecuencias por mi falta de compromiso con el colegio.
Ni contigo, ya sabes…
-No,
no es así.- Afirmó Martin tomándola de los hombros con suavidad.- Yo sí que soy
responsable de esta situación. De tu sufrimiento. Al obligarte a tener esta
vida que no querías.
-No
digas eso.- Le miró ella entre sorprendida y preocupada.- Ya te lo he dicho
muchas veces, quise elegirte..
Pese a todo, su marido sonrió con
amargura para mover la cabeza y declarar con tristeza.
-No
tuviste más opciones. Todo estuvo en tu
contra. ¿Cómo podrías haber dicho que amabas a otra mujer aquí?
-Muchas
veces lo pensé, sí, pero siempre me faltó valor.- Admitió Daphne.-
-Dime
una cosa.- Le pidió Martin tomándola de las manos y mirándola a los ojos.- ¿La
quieres todavía? A Sabra…-Matizó aunque estaba perfectamente claro a quién se
refería.-
-Hace
ya muchos años de eso. Ella me habrá olvidado y seguro que estará con otra
mujer.- Suspiró Daphne.- Y no puedo culparla.
-No
sé lo que ella habrá hecho de su vida. Te he preguntado si tú todavía la quieres.-
Insistió Martin.-
Su mujer se separó de su lado
deambulando por la habitación, bajando la cabeza tuvo que reconocerlo musitando
un sí.
-Nunca
deje de amarla, ni en los peores momentos. Y siempre recuerdo aquella vez,
cuando declaré en el juicio. ¿Sabes una cosa? Iba a decir ante todo el mundo
que estaba enamorada de ella, sin pararme a pensar en nada más. Pero antes de
declarar creí ver que me engañaba con otra, y eso me hizo volverme loca de
celos.
-Entiendo.-
Musitó él a su vez con una gran tristeza.-
-Pero
eso es el pasado.- Se apresuró a añadir ella al verle así de abatido.- Ahora os
tengo a ti, a David y a Leah. Jamás cambiaría eso.
Lo que la dejó impactada fue la
confesión entre lágrimas de su marido, cuando al fin éste le respondió.
-Tú
nunca estuviste destinada a mí. Y lo supe cuando os vi a Sabra y a ti en la
discoteca. Estabais besándoos en esa sala de baile. Y al principio no pude
creerlo, luego salí de allí furioso y destrozado. Pero fue entonces cuando… ese
extraño vino a mi encuentro…
La perpleja chica abrió la boca al
oír eso. Su marido le había confesado hacía años algo parecido. Pero ahora
aportaba pruebas y detalles que solamente ella o Sabra sabían. Su asombro fue
en aumento cuando él le desveló.
-Ese
hombre me dijo lo que tenía que hacer, cuando fuimos de nuevo a esa discoteca,
yo sabía que Sabra estaría allí y como provocarla. Todo ese juicio vino por
eso. Y aquel famoso vídeo, en el que las dos salíais besándoos, lo grabó él. No
sé como pudo hacerlo, pero me lo proporcionó…
-¿Qué?-
Pudo balbucir Daphne con incredulidad, sintiendo como su enfado crecía por momentos
cuando preguntaba.- ¿Entonces, tú lo
preparaste todo?
-Te
amaba y no podía soportar perderte. - Fue lo único que dijo Martin bajando la
cabeza.- Lo siento.
Y para mayor asombro de ella, él
buscó esa agenda negra que ya estaba llena con su letra. Daphne pudo leer
algunas cosas y se estremeció. ¡Venían detalladas situaciones e incluso
pensamientos suyos que jamás había revelado, ni tan siquiera al sacerdote en
confesión!
-¡Todos
estos años… toda mi vida!...- Gemía la impactada mujer sin consuelo ahora.- ¡Me apartaste de ella! - Gritó con rabia.-
Sin pararse a pensar le propinó una
fuerte bofetada a su esposo que le dejó la mano marcada. Martin no dijo nada
más. Fue ella quien añadió con furia.
-¡Vete,
sal de aquí!
Sin mediar palabra Martin comenzó a
recoger algo de ropa para salir. Aunque en ese instante el toque de unos nudillos
en la puerta les sobresaltó. Era la voz de David.
-¿Qué
pasa, porqué gritáis? – Quiso saber el pequeño con voz trémula.-
Daphne se llevó las manos a la cara
sin poder evitar llorar. Estaba muy furiosa con su esposo, solo quería que se
alejase de ella, que la dejara sola. Pero no podía permitir que su hijo les
viera en ese estado. Aunque fue Martin quien con tono suave le respondió al
crio sin abrir la puerta.
-No
pasa nada cariño, papá tiene que irse de viaje por unos días, eso es todo. Anda,
ve a tu habitación, ahora voy a darte las buenas noches.
Oyeron unos pasos que se alejaban,
sería el niño. Al fin ella trató de dominarse y él le dijo.
-Sé
que no tengo perdón, pero nuestros hijos son inocentes. Tratemos de llevarnos
bien en su presencia…
Y ella apenas pudo asentir. Ahora
tenía las cosas claras. Quería recuperar la que tendría que haber sido su vida.
Y quizás paradójicamente al subir de nuevo al estrado tenía esa oportunidad.
Como si de un deja vi se tratase. Pero en esta ocasión haría lo correcto. Así
pues ahora, pudo enfrentar su mirada a la de ese abogado y responder.
-A
mis hijos les quiero con todo mi corazón, y jamás haría o diría nada que les
hiciera daño. Sin embargo, no pienso que dos personas del mismo sexo que se
amen sean algo que pueda ocasionarles perjuicio alguno.
-¿Y
usted se llama maestra de una escuela religiosa?- Se escandalizó Lelan
preguntándose en voz alta entre los murmullos cada vez más elevados de los
asistentes.- ¿Cómo se puede confiar la educación de niños a personas como
usted?
-¡De
la misma forma en la que me la han estado confiando durante muchos años! -
Estalló Daphne.- ¡Maldita panda de hipócritas! Predican sobre el amor y al
mismo tiempo lo persiguen y llenan los corazones y las mentes de los niños con
odio a los que no se ajustan a su encorsetada moralidad. ¡Pues se acabó! No
volveré a tomar parte en esto. Yo no solo respeto a las personas de esa
condición. ¡Soy de esa misma condición! ¿Se entera? Soy homosexual, siempre lo
he sido. Y estaba enamorada de una maravillosa mujer a la que tuve que
renunciar por presiones y mentiras. Por miedo
al odio y al rechazo. Pero ya no más. ¿Me oyen? No permitiré que mis
hijos crezcan con ese estigma y con sus almas podridas por el veneno de la
Congregación. Por eso apoyo a la señora Calderón y a su esposa. Y por eso lo
digo bien alto, ¡soy lesbiana!, pero no una invertida o una enferma como ellos
proclaman. Porque esto no es ninguna enfermedad.
Eso sí que no había esperado oírlo
nadie. Hasta Sonia abrió la boca, lo mismo que Trent. Desde luego jamás
imaginaron escuchar algo como eso. El juez golpeó con el mazo repetidas veces
hasta que las airadas exclamaciones de muchos de los presentes se fueron
acallando.
-¡Fuera
las invertidas de las escuelas!- Gritó una voz de mujer.-
-¡Que
expulsen a esa desvergonzada inmediatamente! - Aulló un hombre.-
-Esto
es incalificable.- Opinó el juez con evidente tono de disgusto, añadiendo.-
Señor Thorne, si ha terminado de interrogar a esta… testigo.- Escupió con
marcado desprecio.- Que se retire de mi sala cuanto antes.
-Desde
luego que he terminado, Señoría. No hay más preguntas.- Convino Lelan, tan
atónito como el resto por lo que acababa de escuchar.-
Daphne se levantó y reuniendo toda
su dignidad salió de la sala, sólo se detuvo un momento para sonreír entre
lágrimas a Sonia y suspirar.
-Buena
suerte.
-Gracias.-
Repuso la igualmente emocionada modelo.-
-Por
favor, Trent, cuéntale a mi hermana lo que ha sucedido. – Le pidió ella
intentando no llorar.-
-Lo
haré.- Le prometió el joven.-
Y salió de la sala de juicio, Allí,
fuera, Kerria la aguardaba visiblemente emocionada a su vez.
-Has
sido muy valiente, Dap.- La animó tras abrazarla, añadiendo.- Si necesitas
cualquier cosa. Cuenta conmigo.
-Quizás
vaya a la Tierra. ¿Sabes?. Dudo mucho
que pueda seguir trabajando en la escuela. Allí quizás…
-Me
aseguraré de que encuentres trabajo. Hay muchos colegios que fomentan la
diversidad y el respeto a todos. Tengo amigos y mi madre fue profesora y
subdirectora de uno muy prestigioso. Si vas a la Tierra te apoyaré en lo que
haga falta.- Le prometió Kerria.-
Daphne asintió, pero no era tan
sencillo. Ahora tendría que hablar con Martin y posiblemente le pediría el
divorcio. No obstante, estaban sus
hijos. Ojalá que su todavía esposo fuera comprensivo. Al menos eso le dio a
entender tras aquella discusión. Pensando en ello y en lo duros que serían los
siguientes días, volvió directamente a casa. El juicio entre tanto proseguía.
Lelan no dudó en aprovechar ese instante para decir en voz alta cuando le tocó
su alegato final.
-Señoría,
tras este lamentable suceso, debemos centrarnos en el caso. Como ha podido ver,
esta es una especie de enfermedad que ataca e infecta a quienes menos podríamos
imaginarnos. Por eso, ahora más que nunca sostengo que ese niño está en una
situación realmente de peligro. Ni siquiera en su colegio, el más moral y
decente de este mundo, ha podido escapar a esas nefastas influencias. ¡Necesita
un padre en su vida más que nunca!
En ese momento, alguien llegó
trayendo un sobre. Los resultados de las pruebas de paternidad estaban allí y
se las entregaron al juez quien comentó una vez que Lelan concluyó su discurso.
-Tras
el alegato del representante de la señora Calderón, daré a conocer el resultado
si las partes no tiene objeción. ¿Señor Noriega?- Preguntó directamente al
demandante.-
-Ninguna,
Señoría. Al contrario, deseo que se esclarezca la verdad.
-
Señora Calderón.- Le preguntó a su vez a Sonia.-
-Ninguna,
Señoría.- Repuso ella también.-
Al fin
le tocó el turno a Trent quien alegó.
-Señoría,
sobre todo hay que mirar el bienestar del pequeño Richard. En eso coincido con
mi colega. Pero ha quedado demostrado que ese bienestar está asegurado con su
madre y la mujer con la que ésta convive. El padre, si es que lo es, no sería
sino una alteración en el mejor de los casos, de la vida que este niño ha
tenido hasta ahora, rodeado del amor de sus dos madres. Gracias.
Y tras el silencio del abogado, la
dramática pausa. El juez Gervis, tomando los resultados, abrió el sobre, los
leyó en silencio y entonces, proclamó.
-Los
resultados de la prueba de paternidad de Richard Calderón han sido…
Gloria no sabía exactamente que le
dejaba más perpleja. Que esos tipos que venían como clientes le pidieran ser
castigados por ofensas imaginarias o que pagasen tanto por ello. Aunque no iba
a quedarse con esos créditos dado que consideraba eso indigno. Era una guerrera
saiyajin de alto nivel y esto era humillante para ella.
-Si
con esto logro descubrir a esa infiltrada merecerá la pena. Eso es lo único que
me impide vomitar.- Se decía tratando de confortarse.-
El enlace que su padre había enviado
no era otro sino Jalix. El saiyajin iría a otro de los pisos haciéndose pasar
por cliente, para ver si detectaba un nivel de fuerza inusual entre los humanos
allí reunidos. A pesar de tener la descripción y características de ese enemigo
no se fiaban del todo de aquel hacker. Kiros, al ser más conocido, no podía a
su vez inmiscuirse en esa misión pero estaría de refuerzo por si encontraban
una resistencia inesperada. Sin embargo, el embajador saiyajin estaba seguro de
que cualquier infiltrado Arcoily no sería rival para su hija.
-Ese
Arcoily no podría ni tocarla a la vista de su poder actual. Ya me ha superado
hasta a mí. - Pensaba con orgullo.-
Y es que pensaba en esos entrenamientos
que compartían, el mayor vínculo entre un padre y su hija , al menos siendo del
pueblo saiyajin. Gloria había mejorado
día a día y ahora, en lugar de practicar combates, solía ocuparse de meditar.
Ya era capaz de reunir una considerable cantidad de energía cuando practicaba
el Genkidama. Era una muchacha tenaz y trabajadora.
-No
podría estar más orgulloso .- Se reafirmaba él.- Ahora solo espero que esta
misión termine pronto y evitemos este peligro. Después nos ocuparemos de otras
cosas más graves.- Pensó en esta ocasión
con pesar.-
Por su parte, Susan había estado
ocupada reuniéndose con las autoridades de Kinmoku. La propia Sailor Star Maker
viajó hasta Nature para informarle de las últimas noticias que se tenían de esa
terrible situación que les amenazaba.
-Algunos
meteoritos han sido repelidos por el campo de acción gravitatorio de esa
estrella. Unos pocos viajan hacia este planeta. Aunque eso no es un problema
grave. Las defensas de la SSP-2 y los saiyajin pueden destruirlos.- Le contó la
Sailor.-
-Ya,
pero la estrella en sí es otra cosa.- Repuso la capitana Hunter.- Contra algo
así no hay nada que sea capaz de frenarlo…Y llegará. Aunque tarde aun unos
años.
-Sí,
y dada su enorme masa, la atracción gravitatoria comenzará a sentirse en Nature
incluso meses antes de que sea visible.-
Confirmó su interlocutora con pesar.-
-En
breve viajaré con mi esposo a Bios a ver a unos amigos.- Comentó Susan.- Pocas
veces podré hacerlo ya. Antes de que esto suceda.
-Siempre
podemos confiar en un milagro. Ha ocurrido antes.- Quiso animarla Maker.-
-Mi
marido es de la misma opinión. Y yo quiero confiar. Por eso sigo al frente de
todo esto. - Suspiró su interlocutora, admitiendo sin reservas.- Aunque me
siento impotente e inútil.
Y es que al fin, no pudiendo
resistir más aquella presión, se sinceró con su esposo. Giaal quedó atónito y
horrorizado. Sin embargo, le dijo casi esas mismas palabras. Conociendo los
grandes poderes de sus amigos y de los soberanos terrestres aun albergaba
esperanzas.
-Debemos
creer en ellos, nunca nos han fallado en el pasado. Y han superado pruebas
mucho más duras.
-¡Deseo
con todas mis fuerzas que tengas razón!- Suspiró ella, sin poder evitar romper
a llorar.-
Su esposo la abrazó, tratando de
confortarla. Podía notar que la pobre Susan estaba desbordaba y aplastada por
tal responsabilidad.
-Ocurra
lo que ocurra, siempre estaré a tu lado.- Le prometió él.-
Ella le aferró a él agradecida y
deseosa de encontrar un refugio a su zozobra. Así lo recordaba ahora cuando
despidió a Star Maker sentenciando.
-Buen
viaje, y dígale a la princesa Kakyuu que no renunciaremos a la esperanza.
Así,
la enviada de Kinmoku se despidió deseando suerte a su interlocutora y aliada y
dispuesta a informar a su soberana y a sus compañeras. Por su parte, Alex estaba terminando ya su formación y como
teniente había estado viajando entre Bios y Nature. No obstante, tumbado ahora
en su camastro de la base y a solas, ojeaba un gran libro de color burdeos.
-Ya
queda muy poco para que todos tengamos que afrontar nuestras responsabilidades.
Pese a todos los esfuerzos por demorarlas. ..
Y como si alguien le hubiera
escuchado una altísima silueta se materializó a su lado. Era un joven de largos
cabellos castaños y ojos violetas que le observó y sonrió.
-Asthel.-
Le llamó Alex.- Me alegra verte. ¿Qué sucede? Tú no vendrías hasta aquí de no
ser por algo realmente serio.
-Bueno,
ante todo recuerdos de mi hermana.- Sonrió el interpelado con tono afable, sin
embargo lo trocó en otro más serio para admitir.- Así es. Las cosas están
llegando al momento crítico. Al menos aquí, en Nature. Y tanto Maray como yo
tendremos que partir muy pronto. La misión para la que nacimos va a comenzar. Ella
ha ido a París. Allí va a despedirse de nuestros abuelos y de sus amigas y
compañeras entre otros. Luego lo hará de nuestros padres. Si quieres puedo
llevarte a verla.
-Sí
claro.- Asintió su interlocutor, afirmando pesaroso.- Supongo que será la
última vez que nos veamos en este universo, en esta era…
-Nada
se puede asegurar.- Sonrió levemente Asthel afirmando.- En cualquier caso,
ignoro qué será de vuestro destino más allá de nuestra misión.
-¿Y
mi prima Fiora? ¿estará lista?- quiso saber él.-
-Lo
estará.- Sentenció su contertulio.- Y,
mientras nosotros partimos, aquí deberá batallarse aun entre las sombras
y la luz. Necesitaremos el precioso tiempo que esas disputas nos concedan. Y tú
tendrás que intentar mantenerlas todo cuanto te sea posible.
-Es
una labor que no me gusta en absoluto. Pero que entiendo que es necesaria.-
Suspiró el joven.- Es duro ver sufrir a tanta gente buena…
-Lo
sé. Sin embargo así debe ser. Al final, si triunfamos, todo habrá valido la
pena.- Quiso animarle su interlocutor, añadiendo con más desenfado.- Ahora
vamos a hacer un poco de turismo a la Ciudad de la Luz…
Su interlocutor asintió y siguió a
ese muchacho a través de una apertura inmaculada que tenia forma de estrella.
Cuando la atravesaron ésta se cerró tras ellos como si jamás hubiera existido.
-Haremos
lo que podamos, espero que vosotros tengáis fortuna en vuestra misión.- Deseó
Alex mientras cruzaba ese extraño espacio interdimensional que le condujo a
presencia de su novia.-
Y el juez Gervis dijo…
-Según
las pruebas y los contraanálisis no hay duda posible. El señor Rafael Noriega
es el padre de Richard Calderón. Por ello, y en vista de las pruebas y
testimonios aportados, así como tomando en consideración el futuro del niño,
autorizo a su padre a conocer, ejercer su derecho de visitas, comenzando por el
próximo fin de semana, y a otorgarle su apellido al infante. Así como para
declararle heredero legítimo de sus bienes. En el caso en que el señor Noriega
así lo desee y con el consentimiento de la madre. Contra esta sentencia cabe
recurso ante el tribunal supremo de Nature. Declaro concluido el juicio.
Sonó el mazo, el juez se retiró. Sonia
miró a Trent con una sensación agridulce y luego con alivio. Aquella sentencia
no era tan mala, le dejaba la posibilidad de elegir en última instancia.
Incluso el abogado contrario y Rafa se aproximaron con aire satisfecho, Lelan
entonces comentó.
-Muy
bien, creo que es un fallo justo. Ambas partes ven reconocidos sus derechos.
¿No lo cree usted así estimado colega?- Inquirió dirigiéndose a Trent.-
-Estamos
satisfechos de que la justicia se haya aplicado.- Replicó diplomáticamente
éste.-
Su interlocutor le hizo una seña
para alejarse en tanto añadía en voz alta.
-Dejemos
que las partes conversen en privado, a ver qué opinan.
Y los dos se apartaron unos metros,
Sonia entonces vio cómo su ex novio sonreía con gesto cínico y la felicitaba.
-Muy
bien, ¿lo ves? No ha pasado nada. Tú sigues teniendo a Ricardo, yo podré
conocer a mi hijo. En el fondo tú sabías que lo era, ¿no es así?
-Si
es tuyo al menos tienes derecho a conocerlo.- Tuvo que conceder ella, quién sin
embargo le advirtió.- Pero Richard ya tiene una familia. No intentes romperla.
-Nada
más lejos de mi intención.- Sentenció él.- Pero admite que, ahora que soy un
hombre rico e influyente, mi apellido le vendría muy bien.
-Ya
tiene los míos y los de mi esposa. Tampoco estamos mal situadas. No precisa
ninguno más.- Rebatió la modelo.-
-Bueno,
ya lo hablaremos con más calma. Por ahora lo que importa de veras es que le
prepares para conocer a su padre.- Sonrió Rafael sin dar la impresión de verse
afectado por aquella rotunda negativa, más cuando agregó con tinte cordial.- Si
te parece bien, nos vemos el sábado a las once de la mañana en el parque central.
Tú, el niño y yo.
-Está
bien, iremos mi esposa y yo con el niño.- Matizó Sonia.-
-Como
tú quieras.- Concedió él, alejándose al poco.-
La modelo suspiró. No le gustaba
nada aquello. E incluso menos la manera en la que su ex se lo había tomado.
Pensó que se irritaría cuando menos con su negativa. ¿Por qué estaba tan
satisfecho?.. En fin, quizás hubiese cambiado. Pero ella no se fiaba. En cuanto
llegara a casa se lo contaría todo a Mei Ling.
-Tal
y como han ido las cosas no nos podemos quejar. Espero que a la pobre Daphne
esto no le pase demasiada factura.- Deseó saliendo también de allí.-
Aunque para desgracia de la maestra,
el pago de aquella cuenta no había hecho más que comenzar.
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