miércoles, 27 de diciembre de 2017

GWTN47. Caza de brujas y quimeras


Tanto Scott, como el doctor Adams e incluso Franklin, combinaban esfuerzos para encontrar una solución a la terrible amenaza que se cernía sobre Nature. Trabajando coordinados en sus respectivas parcelas. Pero era algo tan enorme y poderoso que ninguna tecnología disponible daba la impresión de ser capaz de detenerlo.



-Quizás si lográsemos desviarlo.- Propuso el muchacho.-

-Para eso haría falta una tremenda energía. Ni siquiera con el poder de los saiyajin seríamos capaces.- Objetó su padre.-

-Puede que, combinando su fuerza con las naves de guerra de las que disponemos en el planeta.- Propuso Adams.-

-Ni por esas.- Suspiró Scott.- Un cuerpo celeste con la masa de varias veces nuestro sol, comprimida en el tamaño de una ciudad, es imposible de destruir. Incluso de desviar.

-¡No debemos siquiera pensar en rendirnos sin hacer todo lo que podamos, papá! - Arengó Franklin.-

-Sería mejor si centrásemos nuestros esfuerzos en evacuar este planeta.- Comentó en cambio Clyde.-



            Tras esas palabras, otro silencio incómodo. El más joven, tratando de espolear a su padre y al doctor Adams, los adultos y con más experiencia, moviendo la cabeza para rendirse a la evidencia. Lo habían hablado ya muchas veces, desde que Franklin les informara de aquella aciaga noticia. Al poco, se pusieron en contacto con Giaal. El alien quedó perplejo, aunque comprendió porqué su esposa no le había dicho nada antes. Por un lado se trataba de un secreto militar, por otro, ella no había deseado preocuparle cuando nada se podía hacer. Así lo discutieron una vez él se enteró.



-Lo lamento mucho, cariño.- Se disculpó una abatida y cansada Susan.- No es que no quisiese contártelo…

-Sé que cumplías con tu deber. Aunque ahora que me lo han dicho por otros conductos, ya no tiene sentido que lo niegues.- Contestó él, con tono amable.-

-No te imaginas como me he sentido desde que me enteré.- Musitó ella sin poder evitar las lágrimas.- ¡Impotente, destrozada!…El no ser capaz de proteger a nadie es lo peor de todo.



            Giaal la abrazó enseguida, dejándola desahogarse. Susan era una mujer fuerte e intrépida, pero también tenía sentimientos y muchas veces todo lo duro y terrible que debía afrontar en su trabajo llegaba a desbordarla. Al menos cuando tuvo que luchar en su juventud corrió riesgos pero siempre contaba con la posibilidad de derrotar al enemigo o proteger a inocentes. Sin embargo, esto era demasiado fuerte como para poder hacer nada. Y esa sensación de impotencia era lo peor.



-Tú siempre has hecho cuanto has podido. Pero a veces hay cosas contra las que nadie puede luchar.- La animó su marido.-

-Por eso quiero que Alex se marche para siempre de Nature. Por eso insistí tanto a Leval para que le diera una plaza a su lado.- Suspiró su mujer entre sollozos, añadiendo.- Yo no puedo irme de aquí hasta que todo el mundo esté a salvo.

-Ni yo tampoco.- Convino su esposo.- Por eso y porque nunca te dejaré.



            Susan se abrazó a él reconfortada al menos por saberse así de amada por su marido.  Aunque ese fuera un pequeño y magro consuelo. Sin embargo, quiso rehacerse para sentenciar.



-Estar juntos es lo único que importa. Mientras nuestro hijo esté a salvo. Lucharemos hasta el final. Sea éste cual sea…



            Eran cerca de las doce del mediodía. Daphne estaba ya arreglada. Un vestido fucsia oscuro, zapatos negros de apreciable tacón y un muy buen trabajo de estilismo en la casa Deveraux en tanto aguardaba a su…le hubiese gustado llamarla cita, pero por ahora decir amiga estaría bien.



-Ya debe de estar a punto de salir.- Pensaba con impaciencia en tanto se dirigía a la puerta de la casa de modas.-



            Al fin, unos veinte minutos pasadas las doce, Claire apareció. La joven vestía de modo informal, unos pantalones vaqueros, una blusa, bonita e inmaculada, eso sí, y una chaqueta de tela, con zapatos de tacón bajo. No estaba mal, aunque claro, no iba precisamente ataviada para una cita.



-No tengo que prejuzgarla con esos estándares. Ella piensa que esto es sencillamente una comida entre conocidas.- Se repitió Dap que enseguida la saludó.- Hola…



            Al oírla Claire sonrió, enseguida agitó la mano. Aproximándose a ella se disculpó por la tardanza.



-Lamento haberte hecho esperar, pero algunas holo fotos tuvieron que repetirse. Ya sabes, algunos directores son muy perfeccionistas.

-Sí, bueno…yo no soy modelo, claro. Es lo que mi hermana Steph siempre  me dice. Esas cosas técnicas. - Afirmó su interlocutora.- Lo que más odia es el tiempo que pasa hasta que terminan esas sesiones.

-Pues podrías haberlo sido. Eres muy guapa y muy elegante. Hermoso vestido.- La elogió su contertulia.-



            Daphne se ruborizó un poco. Casi se sentía tonta. Como si de una adolescente se tratase. Eso no le sucedía hacía mucho tiempo.



-Gracias.- Fue apenas capaz de musitar.- Eso ya no me lo dicen.

-Pues deberían.- Sonrió Claire, agregando con tono informal y curioso.- ¿A dónde quieres ir?

-Conozco un sitio que te va a encantar.- Le respondió su contertulia con animación.-



            Y guiando a su invitada la condujo hasta ese coqueto y apartado restaurante. Allí tomaron asiento y tras ojear la carta pidieron algo ligero.



-¡Un par de ensaladas!  ¡Ja, ja! - Se rio Claire que desde luego era bastante simpática, más al sentenciar.- Estamos esclavizadas por las calorías.

-Yo pasé una racha en la que comía demasiado. Y pagué el precio.- Suspiró Daphne.- Ahora estoy tratando de recuperar la figura.

-Pues vas muy bien.- Afirmó cumplidamente su interlocutora.- Te veo en buena forma.

- Gracias a mi hermana que está siempre pendiente.- Repuso modestamente ella, agregando con tono sincero.- La verdad, cada día os concedo más mérito. Ahora que estoy intentando hacer lo mismo que una modelo, al menos para perder algo de peso, me doy cuenta de lo duro y sacrificado que es. Ejercicios constante, dieta sana…dormir mucho…

-Bueno, es la vida que hemos elegido tener.- Le contestó Claire, comentando.- De siempre quise ser modelo. Y me costó mucho superar las pruebas tan exigentes de la Academia Deveraux. Pero valió la pena. Me encanta mi trabajo.

-No puedo creer que te costara tanto entrar. Tú sí que eres muy guapa. Tienes una cara muy armoniosa y buenas medidas.- La piropeó Daphne aunque enseguida matizó, azorada.- Mi hermana siempre dice esas cosas. Lenguaje técnico vuestro, supongo.

-Muchas gracias.- Sonrió ampliamente Claire.-



            Eso la hacía estar todavía más hermosa. Con esos ojazos azules y ese cabello castaño tan sedoso. Su nariz pequeña y fina y el color de sus mejillas. Realmente era muy joven y bonita. Dap tuvo que centrarse en su plato para no dejarse llevar. Al fin pudo decir.



-A mi hermana le apasionaba también ser modelo, desde que era una cría. Recuerdo como fui con ella un día a la Casa Deveraux…

-Sí, me lo ha contado.- Afirmó Claire dejándola sorprendida, más al agregar.- ¿Sabes? Steph te quiere muchísimo. Para ella casi eres más una madre que una hermana mayor.

-¡Vaya! - Suspiró Daphne viniéndose un poco abajo al oír aquello para musitar algo apuradamente.- Bueno, le saco algunos años, pero no es para tanto.

-No, discúlpame. ¡Qué tonta soy! - Se apresuró a matizar su apurada interlocutora.- No he querido decir, en fin…eres muy joven todavía. De hecho, cuando me hablaba de ti sin conocerte pensé que eras mayor. Luego me quedé sorprendida. Y respecto a lo que me decías antes.- Agregó deseando cambiar de tema.- No te creas. Me costó mucho pasar las pruebas. De cría era más desgarbada y  para la Academia Deveraux siempre se presentan muchas chicas muy guapas y con cuerpazos. Pero eso no es lo único que buscan. Al menos la señora Deveraux, la Jefa, como la llamamos todas, es muy exigente. En todos los aspectos.- Le relató.- Por ejemplo, tu hermana Stephanie es de las mejores modelos que yo haya visto. La mismísima Esmeralda la tiene en gran consideración. Hasta se rumoreaba que la habían ofrecido ser una de las candidatas a dirigir la empresa…Y si la señora Deveraux le ha dicho eso, es que la considera realmente muy bien. -Le confió.-

-¿De veras?. Steph jamás me ha dicho nada de eso.- Pudo replicar una atónita Daphne.-

-Bueno, son cotilleos, cosas extraoficiales, no se las puede tomar muy en serio. Aunque conociendo a tu hermana, condiciones no le faltarían.- Aseveró Claire dando la impresión de creer que había hablado más de la cuenta.-  



            Tras esa charla comieron la ensalada y apenas tomaron un par de copas de vino tinto, después algo de fruta para postre. Al acabar salieron del restaurante, caminaron de vuelta a la casa Deveraux prosiguiendo la conversación.



-¿Eres de aquí?- Quiso saber Daphne pretendiendo no darle mucho énfasis a esa cuestión.-

-No, de Bios.- Le replicó su interlocutora, confirmando lo que ya Steph le había dicho.- ¿Y tú?

-Tampoco, en fin, mis padres nos trajeron cuando yo era muy joven. Y mis hermanos solamente eran unos críos. Viajamos al poco de que Nature fuera terraformado.  - Le contó a su vez.-



            Se sintió un poco rara, realmente no hacía mucho de eso y apenas sí lo recordaba. Ella tendría unos dieciséis años cuando llegaron pero le parecía ya una eternidad.



-Y tus hijos sí que son nacidos en este mundo. ¿Verdad? - Le recordó Claire.- Tu esposo supongo que no…lo mismo que tú

-Claro.- Sonrió trémulamente ella.- Él y yo somos de la misma edad. Nos casamos siendo muy jóvenes. Y vinimos más o menos a la vez. En realidad, él viajó en la SSP-2…

-Stephanie me ha contado que, siendo niña, le apasionaba la idea de conocer un nuevo planeta. Pero que era bastante pequeña y que no se acuerda mucho. En mi caso yo sí que nací en Bios. Mis padres llegaron al planeta al poco de terraformarlo. Mi padre viajó en la SSP-1, era comandante de la escuadrilla aérea. Mi madre y mis hermanos se quedaron en la Tierra.- Le aclaró Claire agregando con algo de tristeza al recordarlo.- Durante un año no supieron nada de él, ni de los que viajaban en esa nave. Incluso les llegaron a dar por desaparecidos. Recuerdo que lo pasaron muy mal. Y pese a sufrir tanto como mis hermanos mayores, mi madre siempre estuvo a su lado manteniéndose optimista. Les decía que tuvieran fe en que mi padre volvería. Y bueno, así fue.- Se permitió sonreír ahora.- Después, cuando se reunieron… pues se ve que estaban muy contentos y para celebrarlo, al poco nací yo.



            Daphne se rio con esa última ocurrencia, esa muchacha era verdaderamente simpática. La ex maestra había posado una de sus manos sobre las de su interlocutora en un gesto sincero de apoyo. Al menos durante ese relato. Enseguida la apartó ruborizándose al darse cuenta. Afortunadamente Claire no le dio importancia, seguro que pensó en eso como en lo que efectivamente había sido. Un gesto de simpatía y solidaridad.



-Así que tienes dos hermanos mayores.- Inquirió Dap con interés.-

-Si, el mayor, que se llama Hugh, está en el UNISON, como mi padre. Ahora es teniente. Y mi otro hermano, James, es bombero y vive en la Tierra. Soy la única que no se ha dedicado a servir en cuerpos de élite. Quizás siendo la niña y la pequeña, mis padres fueron mucho menos exigentes en ese aspecto.- Remachó casi pareciendo algo apurada por ello.-

-Bueno, estás en un cuerpo de mucha élite, las modelos de la casa Deveraux.- Sonrió Daphne haciendo a su vez un ingenioso comentario.-



            Eso hizo que su interlocutora se sonriera divertida también para querer saber por su parte.



-¿Y tú? ¿Tienes algún recuerdo de ese viaje?

-No, aunque seguramente fue un viaje muy duro. El de ambas naves colonizadoras. Yo no viví eso, pero sí el ataque a Nature de hace años. Fue horrible. Recuerdo que redujo el colegio a cenizas. Nos quedamos atrapados dentro con muchos niños, aunque pudimos salir.- Comentó ahora entristecida al rememorarlo.-

-¡Oh, qué horror!- Pudo responder su contertulia.- Ahora fue ella quien puso una mano sobre las de Dap.-

-Fue terrible, pero al menos tuve a Martin a mi lado, y a otra persona muy importante para mí.- Musitó añadiendo con un suspiro. - Una a la que echo todavía de menos.

-¿Qué le ocurrió?- Se interesó Claire.-

-Se marchó.- Fue la réplica entristecida réplica de su interlocutora.-Aunque todavía pienso mucho en ella.-Le confesó.- Nunca dejé de hacerlo.

-¿En ella?- Inquirió la modelo con gesto perplejo.-

-Si, en esa persona.- Se apresuró a puntualizar Daphne.-



            No estaba muy segura ahora de si esa chica podría compartir sus inclinaciones. ¿Quién sabe?. Quizás a la modelo le hubiera sorprendido su réplica o bien la estuviese sondeando. La verdad es que estaban tan cerca la una de la otra, a la salida de un callejón, justo en la bocacalle que daba a la casa de modas, que Daphne sintió que era ahora o nunca. Suave pero inexorablemente acercó sus labios a los de su interlocutora y los rozó. Claire pareció mantener el contacto durante un segundo sin inmutarse pero inmediatamente creó distancia. Sonriendo con expresión nerviosa y con un tono entre violentado y perplejo, pudo decir.



-Creo que has malinterpretado las cosas.

-Perdón, yo no quise.-Replicó enseguida Dap, roja de vergüenza.- Lo siento mucho…

-Está bien, olvidémoslo. ¿Vale?.- Le propuso esa chica.-

-No sé qué pensarás de mí, yo… estoy avergonzada.- Sollozó Dap ahora.-

-Vale, no te preocupes, no diré nada…- Le aseguró esa joven contemplándola con visible  envaramiento.-

-Me voy a divorciar.- Le contó su llorosa contertulia.- He tardado años en reunir el valor suficiente…

-Lo siento mucho.- Fue lo único que a Claire se le ocurrió contestar.- Entiendo que eso te ha dejado en una situación vulnerable…pero…

-Perdóname, lo lamento de veras.- Insistió Daphne.- Me dejé llevar…

- Tranquila.- Replicó la modelo añadiendo con evidente apuro todavía.- Bueno, tengo que dejarte, debo volver. Ha sido un placer. Gracias por la invitación…



            Dap solo tuvo fuerzas para asentir. Sonrió nerviosa, casi más bien haciendo una mueca. Claire se alejó de allí dejándola desolada. Ahora solamente podía temer, no sin inquietud, lo que esa chica podría estar pensando de ella.



-En fin. Hubiera sido demasiado bonito para ser verdad.- Se dijo tratando de animarse.- Será mejor que regrese a casa.



            Podría aprovechar dado que no iría a buscar a David,  Martin se ocuparía. Al menos tendría tiempo para recuperarse de ese golpe a su moral.



-Puede que me haya precipitado. Antes nunca lo habría hecho. ¡Oh Dios! ¿Será que estoy desesperada?



            Llegó a casa, se tumbó un poco en el sofá. Entonces recordó. ¡Había quedado con su esposo! Ella le quería hablar del divorcio. No tuvo más remedio que levantarse y se cambió, con un vestido más cómodo y zapatos de menos tacón.



-¡Qué remedio, preferiría quedarme en casa pero fui yo quien le pidió charlar!- Se dijo resignada.-



            Así que tomó el camino hacia el local de Ginger. Hacía bastante que no iba por allí. Al llegar fue atendida por Hipatia. La muchacha la saludó amablemente.



-Hace mucho que no venía por aquí, señorita Daphne.- Comentó con amabilidad, llamándola de ese modo, dado que la recordaba con mucho cariño como maestra.-

-Bueno, es verdad.- Admitió ésta, añadiendo.- No ha sido por falta de ganas.

-¿Qué quiere tomar?- Le preguntó la joven camarera.-

-Esperaré a mi esposo.- Repuso la interpelada.- Gracias…



            Hipatia asintió alejándose para atender a otra mesa. Últimamente había aumentado la clientela. Quizás la vuelta de Dean tuviera relación con eso. El chico había puesto al día y mejorado mucho la página de la cafetería, con las ofertas y la calidad que tenían hizo una buena campaña de publicidad. No es que ahora estuvieran a rebosar como en los viejos tiempos pero sí que el negocio daba muestras de recuperarse un poco. Su jefa estaba muy contenta y además, ahora se pasaba menos por el local, desde que su hijo regresó había reservado tiempo para estar con él. Tenían mucho que recuperar.



-Me alegro por Gin, se lo merece.- Pensaba la jovencita.-



            Entre tanto Daphne esperaba. Al fin, llegó su esposo. Martin tenía una expresión preocupada…Nada más entrar ni tan siquiera la saludó, se limitó a sentenciar con tono serio.



-Tenemos que hablar.

-Claro, por eso te pedí que vinieras.- Afirmó ella.-

-Se trata de nuestro hijo.- Le contó él.-



            Quizás Martin se hubiera enterado por otro medio, de todos modos era su obligación el contarle a su todavía esposo lo ocurrido.



-No sé cómo pudo pasar.- Empezó ella.- Fue un instante en el que no le vi. Me encontré con una compañera de Steph…

-¿Esa con la que sales?- Le inquirió a quemarropa él, dejándola perpleja.-

-No, bueno.. espera un momento. ¿Cómo que con la que salgo?- Preguntó ella a su vez.-



            Martin suspiró llevándose las manos a la cabeza. Ahora Dap comenzó a preocuparse de verdad.



-¿Qué pasa?...-Quiso saber ella.-

-El padre Michael me citó en su despacho poco antes de salir. Me comentó que nuestro hijo había ido a verle para pedir ayuda. Que tú estabas quedando con una invertida. Esas fueron sus palabras.- Le contó él, entre perplejo y molesto.-



            Daphne no sabía que responder. No comprendía como su hijo podría haber pensado…



-No, espera…no es así.-Matizó ella.- Esa chica es compañera y amiga de mi hermana. Me ayudó cuando David se perdió ayer. Lo único que quise fue invitarla a comer para darle las gracias.

-¿Qué se perdió?- Exclamó Martin con expresión atónita.- ¿Cuándo?



            Aquello iba  a peor, Daphne creyó que su esposo ya lo sabía. No tuvo más remedio que resumirle lo ocurrido, y pese a insistir en que al final, la intervención de las sailor Animamates salvó al niño, su marido se puso realmente furioso.



-¿Me estás diciendo que te pusiste a coquetear con esa chica y dejaste de lado a nuestro hijo?- Exclamó su cónyuge atrayendo la atención de algunos clientes.-

-Martin, por favor.- Le suplicó ella.- No montes una escena. No fue así. Solo estábamos hablando. Cuando vi que David no estaba corrí a buscarle. Claire se llevó a Leah a Modas Deveraux y se la dejó a mi hermana. Luego vi a nuestro hijo ahí subido, en esa azotea.

-¿Te das cuenta de lo que pudo haber sucedido? – Espetó él, que seguía estando furioso.- ¿A este punto has llegado, ni siquiera te importa tu propio hijo?

-¡Eso es mentira y muy injusto! - Estalló ella a su vez.-





            Hipatia contemplaba esa escena atraída por las voces que esa pareja daba, lo mismo que los demás clientes que ahora les miraban sin tapujos. Martin fue quien primero se levantó indicándole a su mujer sin apenas poder disimular su malestar y su enfado.



-Vamos a hablar de esto, fuera de aquí…



            En eso estaban de acuerdo, salieron sin despedirse de la atónita camarera y caminaron por el parque. Tras respirar hondo y soltar el aire, él retomó la conversación.



-Quiero entenderte, ya lo sabes. No te he puesto obstáculos. Querías irte de casa y te has ido. Quieres separarte, de acuerdo… pero esto trata de nuestros hijos. No puedo permitir que les pongas en peligro.

-¡Yo no puse en peligro a David! - Negó ella con indignación, agregando.- Ha sido toda esa basura que les han inculcado en el colegio. De hecho, hasta tomé en consideración demandar al obispo y a sus secuaces. Fueron ellos quienes le hablaron a nuestro hijo de los ángeles que rescataban a la gente que se tiraba al vacío. Y otras tonterías.

-¿Es que te has vuelto loca?- Replicó un alarmado y enfadado Martin.- Yo sigo trabajando allí. Y no creo que le hayan dicho eso a David. Puede que él lo haya malinterpretado. En cualquier caso, nada de eso habría pasado si tú no te paras a ligar con esa modelo. Que se busque a una chica de su edad.

-Ahora además, me consideras vieja.- Contestó una dolida y molesta Daphne, agregando con sardónica amargura.- Entonces, te será fácil darme el divorcio.

-No he dicho que seas vieja.- Rectificó él.- Pero, ¿Cuántos años tiene esa chica, veinte, veinticinco? Es más joven que tu propia hermana…-Le recordó agriamente él.-

-La edad no importa, aunque no temas por eso.- Espetó  su mujer con indignada ironía.- Ella no es lesbiana. No le intereso de esa manera. Ayer sí que quedamos. La invité para comer hoy...- Admitió ahora con tinte consternado.- Ya te lo he dicho, y es la verdad. Quería agradecerle la ayuda que me prestó al hacerse cargo de Leah. Puede que David oyera algo de eso y lo interpretase mal.



            Aunque claro, siendo sincera consigo misma ella había esperado llegar a algo más. Pero los hechos finalmente se ajustaban a lo que le había contado a su esposo. Martin suspiró una vez más, deseaba calmarse y no seguir en ese tono. Aquello, lejos de ser una conversación civilizada, estaba degenerando en una discusión muy fuerte.



-Tienes que entender que me preocupo por nuestros hijos.- Afirmó él algo más tranquilo.-

-¿Y crees que yo no?- Pudo replicar ella ahogando un sollozo.- No está siendo nada fácil para mí. ¡Todo se ha derrumbado  a mi alrededor!. Y ya no hay vuelta atrás.



            Hubo un tenso silencio, él la miró con tristeza, quizás pensándose bien lo que iba a decir, y sobre todo, si tenía el valor de decirlo. Al fin se atrevió.



-Sabes que te quiero y que no me importa que tú...

-Eso ya no es suficiente, Martin.- Contestó ella, con un entristecido suspiro.- Quiero ser libre de verdad. Deseo rehacer mi vida. Y este lugar me ahoga. Las miradas de desprecio, el sentirme tan vigilada…tú no lo puedes comprender, por mucho que lo intentes.

-¿Y qué vamos a hacer?- Quiso saber él entonces afirmando con un tinte más duro.- Tú puedes hacer lo que quieras, pero no voy a dejar que nuestros hijos sufran por ello. Eso debes entenderlo.

-Tampoco yo quiero hacerles daño.- Aseveró la mujer.- Por eso me gustaría que nos pudiéramos poner de acuerdo.

-David se queda conmigo.- Sentenció Martin.- Sobre eso no hay discusión posible. Mira como le está afectando el ver lo que hace su madre.

-Es mi hijo y no voy a renunciar a él.- Contestó ella con tono desabrido.-

-Podrás verle cuando quieras. Pero no me parece buena idea que viva contigo. Leah es otra cosa. Ella es muy pequeña y te necesita más. Podemos tener la custodia compartida y que ella viva contigo y él conmigo.- Propuso más conciliatoriamente su marido.- Y vernos todos los fines de semana.





            Daphne guardó silencio para considerar esa proposición. Quizás era lo más sensato. Además, con su hijo en casa ella debía tener mucho cuidado. Este simple malentendido lo confirmaba. Aunque claro. No reconoció ante su esposo que a ella sí que le gustaba Claire. Y que el crío, quizás de modo fortuito, había descubierto eso. Sin embargo, esa modelo nada tenía que ver. Desgraciadamente para ella, no le correspondía….aunque Dap podría conocer a otras mujeres que sí y con David allí no podría evitar sentirse culpable de tener citas…



-Me parece razonable.- Convino al fin.-

-Gracias Daphne.- Musitó él, tomándole de una mano ahora para afirmar con voz queda y triste.- Pase lo que pase, tenemos que luchar por nuestros hijos. Ellos son inocentes.

-Sí.- Suspiró ella soltándose despacio del agarre de su esposo.-



            De este modo se despidieron, regresando cada uno a  su domicilio. Daphne recogió a la pequeña Leah de la guardería a donde había comenzado a llevarla. No quería volver a pisar ese colegio si podía evitarlo. Finalmente llegó a casa, dio de cenar a su hija y al rato la acostó. Le extrañó que su hermana no llegara. Habitualmente Stephanie solía retornar pronto del trabajo para estar con ella y con su sobrina.



-Le habrá surgido algo.- Se dijo sin preocuparse en exceso.- La pobre está cargadísima de cosas que hacer. Y ahora yo soy una más…-Pensó no sin sentirse responsable.-



            No pudo evitar pensar en que Claire le hubiera contado aquello del beso. Esperó que no. Pasó un rato más y al fin, siendo más de las diez de la noche, su hermana volvió. Aunque estaba pálida y su rostro mostraba una expresión de horror.



-¿Qué ha pasado?- Le preguntó Dap nada más la vio entrar así en la casa.-

-Es Claire. Algo terrible le ha pasado.- Pudo musitar entre lágrimas.- ¡Pobre chica! Le han destrozado la vida…

-¿Qué?- Exclamó Daphne mirándola con miedo y horror.- ¿Qué le ha ocurrido?

-Acabo de venir de verla del hospital.- Le contó su hermana.-



            Y lo poco que le pudo referir llenó de angustia, horror y culpabilidad a Daphne que solo pudo llorar desconsoladamente abrazándose a su hermana…



-¡Oh Dios mío!- repetía una y otra vez.-



            Horas antes Stephanie estaba en el trabajo. Claire vino precisamente a verla. La modelo parecía estar algo incómoda.



-¿Tienes un minuto, Steph?- le pidió con tono suave.-

-Sí, claro.- Convino ésta para pedirle.- Siéntate, por favor. Dime…



            Su interlocutora tomó asiento, cruzando sus largas piernas y mirándola con envaramiento para musitar.



-Bueno, no sé cómo decirte esto, es que, verás. Creo que tu hermana se ha fijado en mí… y yo…

-Vaya, comprendo.- Repuso Stephanie con algo de apuro. –



            Claire le contó lo sucedido, aunque finalmente agregó tratando de quitarle importancia.



-No quiero malentendidos entre nosotras. Tu hermana es una mujer muy agradable, pero a mí no me interesa de ese modo. Es más, tengo novio en Bios.- Le desveló.-  Él también es modelo. Incluso puede que venga aquí a hacer algunas prácticas. Tengo muchas ganas de verle y de que estemos juntos.

-Claro que sí, seguro que mi hermana no quiso violentarte. No ha pasado por una buena racha y está muy vulnerable. No temas, se lo diré.- Le aseguró su jefa con tono conciliador.-

-Algo me ha contado. No te preocupes, lo entiendo. Muchas gracias Steph.- Sonrió débilmente la chica, levantándose ya para irse.- Por cierto. ¿Podría salir algo antes hoy?

-Sí, no hay problema.- Concedió su contertulia.-





            La modelo se fue y Steph no supo nada más hasta que recibió una llamada de urgencias al cabo de unas tres horas. Era la doctora Rodney.



-¿Es usted Stephanie Kensington, la encargada de modas Deveraux?- le preguntó con tono entre inquieto y apurado.-

-Sí, soy yo.- Admitió ella.-

-Tenemos una chica ingresada con quemaduras de tercer grado en el cuerpo y parte del rostro. Se llama Claire Zorton. Pudo hablar antes de que la sedásemos y nos dio su nombre.

-¡Dios mío! ¿Qué le ha sucedido?- Exclamó Steph horrorizada al oír aquello.- ¿Un accidente?

-Mucho me temo que ha sido una agresión. -Le explicó la consternada doctora agregando.- Al parecer algunos testigos dicen que iba caminando por la calle y que, de un vehículo cercano, se bajaron dos individuos enmascarados. Le gritaron  algo así como “ maldita desviada”, y le tiraron un cubo que contenía ácido.

-¡Cielo Santo!- Enseguida voy.- Balbució Stephanie realmente en shock al escuchar eso.-



            A todo correr se dirigió al hospital, llegó en media hora y pudo ver en persona a la doctora Naya Rodney. Ésta le informó.



-Ahora duerme, está fuertemente sedada. El dolor tuvo que ser terrible. El ácido corrosivo le afectó parte de la cara y del cuerpo. Tiene medio rostro desfigurado...en fin, no quiero darle detalles, son muy escabrosos y desagradables.

-¿No se puede hacer nada?. Me refiero a cirugía.- Pudo preguntar la angustiada Steph.-

-Se puede intervenir, pero le quedarán marcas en la cara y en parte de su cuerpo. Esa chica, siendo modelo…- Suspiró Naya moviendo la cabeza con pesar. – No creo que pueda seguir trabajando en eso…

-¡Por el amor de Dios!, les suplico que hagan todo cuanto puedan. No reparen en gastos. Bajo mi responsabilidad la firma Deveraux correrá con todos los desembolsos necesarios. Le firmaré lo que sea. - Le pidió una llorosa Steph.-

-Desgraciadamente no es cuestión de dinero.- Suspiró Naya.- Haremos injertos e incluso cultivaremos células madre de su organismo. Sin embargo y pese a todo, no va a quedar igual que antes. Y más que posiblemente pierda un ojo. Lo lamento mucho.



            Stephanie se llevó las manos a la cara sin poder evitar llorar de modo convulsivo. La doctora la abrazó ayudándola a sentarse. Con suavidad en el tono, Naya insistió en su pesar.



-Lo siento muchísimo. Espero que pueda decirnos como comunicar con su familia.

-Ella está sola. Es de Bios.- Pudo responder su interlocutora.- No tiene a nadie aquí…salvo a nosotras, sus compañeras…

-Comprendo.- Suspiró la doctora Rodney. – Verá, este ataque no ha sido el único. Se han reportado otros contra, sobre todo, chicas jóvenes. Los causantes podrían ser una facción de salafistas, esos agregados a la Congregación.

-¡Malditos fanáticos! - Chilló Steph llena de ira.- ¡Locos, cobardes!



            Ahora su hermana oía aquello en shock, se había quedado lívida y apenas podía balbucir.



-¡Dios mío!…



            En su mente comenzó a atacar cabos. Su hijo le había dicho algo al padre Michael. Ella le dio un beso a Claire, quizás alguien las hubiese visto y malinterpretado aquello. En cualquier caso…



-¡Ha sido culpa mía!- Gritó con un tono desgarrador.-

-No, no ha sido culpa tuya.- Se apresuró a  abrazarla Stephanie.-

-Si yo no hubiera… si no la hubiera besado..- ¡Oh Dios mío!, creyeron que era mi pareja.- Se lamentó la compungida Daphne.-

-Eso ha sido obra de unos locos, son unos canallas y unos criminales. Tú no tienes nada que ver.- Insistió su hermana menor.-

-¡Tengo que ir a verla! - Repuso su interlocutora levantándose con celeridad del sofá en donde estaban sentadas. -

-Ahora no es horario de visitas.- Le dijo su hermana, tratando de sujetarla con suavidad. – Y créeme, no desearías verla ahora. Cuando yo pasé estaba dormida, con calmantes. Y tenía la mitad de la cara y el cuerpo vendados. No creo que ella quiera que nadie la vea así. Por favor, Dap. Déjala…



            Su hundida hermana asintió despacio. Aquello era horrendo, se abrazó a Steph y lloró, ¡tenía que hacer algo! Quizás no por la pobre Claire sino por su hijo. ¡Ojalá que él no hubiera tenido nada que ver!



-Ya es suficiente. Mañana mismo le sacaré de ese terrible lugar lleno de odio.- Se prometió.- No dejaré que le conviertan en otro monstruo del fanatismo.



            Desde por la mañana se había movido, pero tuvo muchísimo trabajo. Al parecer era un imán para cuanto degenerado y pervertido había en el planeta. Así que, una vez terminó de ocuparse de uno de esos clientes raros, pudo dedicarse a lo que verdaderamente le interesaba, cumplir con su misión. Eran más de las cinco de la tarde cuando al fin pudo salir de ese piso. Gloria ya había tenido bastante. Su paciencia se estaba acabando. Quizás intentaría sonsacarle a esa tal Kassandra por otros medios menos amables. De todos modos y a juzgar por la información de la que disponía, esa mujer tampoco era humana, luego no debía controlarse tanto. Aunque tampoco convenía descubrirse. Por ello tuvo que recurrir a su paciencia. Desde luego esa era una de las virtudes más complicadas de controlar para un saiyajin. Por eso también practicaban meditación. Ya se lo decía su abuela Elua. Pero es que estaba harta de esperar.



-Ya va siendo hora de encontrar a esa infiltrada o lo que sea.- Pensó dirigiéndose a aquella mujer.- Trataré de sonsacarle una vez más con cautela.- Suspiró al fin.-



            Kassandra estaba en otra habitación, comprobando los créditos que habían ingresado ese día. No fue malo aunque tampoco de los mejores. Gloria llegó plantándose delante de ella para preguntar.



-¿Cuándo voy a tener ayuda? Estoy harta de tener que ocuparme yo de todos esos chalados. ¿Dónde está esa otra?



            Su jefa le dedicó una mirada entre apática y sorprendida, para añadir con gesto indiferente.



-Deberías estar contenta, son más ganancias para ti. De hecho, casi vas a poder retirarte en pocos meses como sigas a este ritmo, monina.



            De pronto se fijó en su ordenador, una notificación había saltado, era un mensaje. Gloria la observó de modo discreto, Kassandra no dijo nada durante unos instantes, pero al fin sonrió, para comentar a su interlocutora.



-Bueno, al parecer se va a cumplir tu deseo. Dentro de poco tendrás compañía, la otra chica va a regresar. Podrás tomarte un par de días.

-¿Vendrá mañana?- Quiso saber esperanzada. –

-Así parece.- Afirmó Kassandra.-



             Gloria asintió saliendo de la habitación. Al fin, tanta espera iba a dar sus frutos. Por lo menos, su ansiedad y repetidas preguntas por esa compañera ausente pasaban bien enmascaradas. Su jefa pensaría que ella estaba deseosa de tener vacaciones.



-Eso es bueno, sigo manteniendo el factor sorpresa. Ahora  a ver dónde anda.- pensó.-



En cuanto pudo comprobó su teléfono. Ese hacker que les ayudaba había pirateado el ordenador de Kassandra y ella podía leer todo lo que su compañera tenía allí. Incluyendo mensajes.  Daba la impresión de que esa infiltrada había estado comunicándose desde cerca.



-Su posición está muy próxima.- Calculó la saiyajin.-



            Pero pese a intentarlo, le era imposible detectarla por su energía. A buen seguro que no estaría emitiendo mucha.



-Siendo más fuerte que un humano normal debería ser sencillo distinguirla, pero imagino que eso ella también lo sabrá. También tratará de no hacerse notar en ese aspecto.- Se dijo la joven.-



            Decidió leer el mensaje. Ojalá que eso pudiera aclararle algo. Y lo que leyó la dejó perpleja.



-¿Sigue esa chica nueva contigo?... creo que es policía, y además una saiyajin. Ten cuidado. -Leyó con incredulidad.- Quedaremos donde siempre, en la zona segura, dile que voy mañana, eso nos hará ganar tiempo…En cambio tú la dejarás sola en el piso y nos veremos allí.



            Aquello era algo inesperado desde luego. Según esa información no era Kassandra quien la habría delatado, era esa infiltrada quien le estaba dando la información. Pero, ¿de dónde la habría sacado?



-Hay alguien que nos ha traicionado. Quizás ese hacker está jugando a dos bandas.- Elucubró.-



            Decidió informar lo antes posible a Jalix y a su padre para que averiguaran algo si podían.  Ella rastrearía el ordenador de Kassandra para seguirla a esa cita tan especial.



-Sea como sea, esto se terminará mañana….



            Y al día siguiente, una más que furiosa Daphne acudió al colegio de la fe, entrando a rápidas zancadas. Ya era tarde cuando pasó directa hacia el despacho del padre Michael. Incluso la secretaria se quedó perpleja al verla aparecer como una tromba.



-Perdone, el director está ocupado..- Quiso advertirla en vano.-



            Pero ella no prestó atención y abrió la puerta de ese despacho entrando como una exhalación. Allí estaba el cura junto con el obispo. ¡Tanto mejor! Tenía unas cuantas cosas que decirles a ambos.



-¡Daphne!- Pudo exclamar el padre Michael al verla aparecer de ese modo.-

-¡Me llevo a mi hijo de aquí!- Espetó ella.- No le dejaré en un sitio en donde predican el odio a las personas por no ajustarse a sus estándares de hipocresía.

-Debería usted calmarse.- Le pidió el obispo con tono tranquilo.-

-¡Cállese! ¡Usted es un canalla! Por su culpa David casi se mata. Se subió a una azotea el otro día esperando tirarse para que los ángeles le salvaran.- Le chilló ella sin poderse contener.- Y luego está lo de Claire. Algunos de sus fanáticos le han tirado ácido a la cara. Todo porque la vieron conmigo. Y ella ni siquiera está interesada en mí. Dígaselo a sus esbirros. Se han equivocado de mujer, ¡ella no es lesbiana! ¿Me oye?



            El padre Michael la miraba entre perplejo y asustado, como quien observase a una demente. Corbin a su vez, siguió en ese tono calmo que llegaba a exasperar, más al responder.



-Me temo que no sé de qué me está hablando, señorita…

-¡Oh sí!, claro que lo sabe. Y ya es suficiente. ¿Me oye?- gritó la desquiciada mujer.- Ahora mismo saco a David de este sitio.



            Y sin dar tiempo a sus perplejos oyentes a replicar salió del despacho dirigiéndose con rapidez hacia el aula de su hijo. Entre tanto el padre Michael llamó por megafonía a Martin….



-Señor Carson, acuda inmediatamente al despacho de dirección, por favor…





            Martin se sorprendió, estaba a media clase, no hubo problema dado que uno de sus compañeros se ocupó de vigilar a los alumnos entre tanto. Él acudió raudo hacia el despacho del padre Michael…nada más llegar, el sacerdote, ahora estando sólo, le comentó muy preocupado.



-Tu mujer ha venido, está realmente alterada, ha ido a la clase de vuestro hijo. Ve a su encuentro y evita que haga algo de lo que pueda arrepentirse….Mejor te acompaño…



            El atónito interpelado asintió, tanto él como el padre Michael se fueron de inmediato hacia ese aula, que estaba en otro pabellón. Aunque llegaron a tiempo para oír gritos y lloros. Y una de las voces era la de David…



-¿Qué pasa aquí?- Preguntó él entrando junto con el director.-



            David lloraba abrazado a su maestra, el resto de los críos miraban entre perplejos y asustados a Daphne, ella sollozaba a su vez, siendo apenas capaz de musitar…



-Te quiero hijo, siempre te querré…

-Daphne, por favor. Tranquilízate, vamos a otro sitio y hablemos con calma.- Le pidió su marido.-



            Y es que su todavía esposa había llegado unos minutos antes. Entró en la clase sin siquiera llamar. Aquello sorprendió a todos los niños y a la profesora que estaba explicándoles matemáticas en ese momento.



-Disculpe, señora. ¿Qué desea?- Quiso saber la docente que no la conocía demasiado al no haber coincidido con ella en sus tiempos de maestra.-

-¡Soy la madre de David Carson, y me lo llevo de aquí! - Replicó ella con tono contundente en tanto buscaba con la mirada a su hijo.-

-Perdone, pero esto es muy irregular.- Pudo objetar la perpleja profesora.-

-Me da igual lo que irregular que sea.- Le contestó Daphne con tono seco, agregando al descubrir donde estaba sentado su hijo, quien lucía una expresión entre atónita y avergonzada.- Vamos David, recoge tus cosas. Nos marchamos de aquí.



            No obstante el crio no se movió, apenas atreviéndose a musitar.



-No quiero.

-¿Cómo que no quieres?- Le abroncó su madre.- Vamos, ¡obedece!…

-No, no me quiero ir contigo. Tú vas con otras mujeres.- La acusó el niño.-



            Eso produjo un murmullo entre sus atónitos compañeros de clase, aunque Daphne no se dejó impresionar por eso.



-¡He dicho que vengas! - Exclamó yendo a tomar a su hijo de un brazo y tirando de él.-

-Señora, ¡por el amor de Dios!  Está usted en una clase con niños.- Intervino la maestra, tan asombrada y asustada como los pequeños.- Contrólese.

-¡Cállese y déjeme en paz! - Replicó Daphne con agresividad.-



            Quiso sacar a su hijo de la clase tirando de él pero el niño se rebeló soltándose como pudo. Eso sí, sin parar de chillar.



-¡No quiero ir contigo, eres una invertida, invertida, invertida!…



            Perdiendo del todo los nervios, Daphne replicó dándole una bofetada que casi le tiró al suelo. El crio quedo mudo al principio, luego se tapó la marca del golpe con las manos y después solamente pudo romper a llorar abrazándose a su profesora quien ya recuperada de la sorpresa se encaró con esa enloquecida madre.



-¡Ya basta!, sea usted su madre o no la denunciaré por esto. ¡Váyase inmediatamente de aquí antes de que llame a la policía!





            Daphne pareció salir entonces de ese estado de enajenación y lloró a su vez llevándose las manos a la cara. Apenas pudo balbucir.



-Lo siento cariño, perdóname…

-¡Te odio! - Pudo sollozar el pequeño con rabia y desprecio.- ¡Te odio!…



            Fue en ese instante cuando Martin y el padre Michael entraron. Su marido le pidió salir para charlar, aunque ella movió la cabeza suspirando llena de dolor…



-Me lo habéis quitado…todo…

-¡Por Dios, Daphne! - Intervino el padre Michael.- ¿Es que no ves lo que le estás haciendo a tu familia?. Tienes que intentar curarte.

-Yo no estoy enferma, ¡maldito predicador de pacotilla! - Estalló ella una vez más.-



            Aunque dando una última mirada a su hijo que la miraba con verdadero odio y temor, lo mismo que el resto de los críos, ella sonrió sardónicamente y moviendo al cabeza, sólo se dio media vuelta para salir corriendo de allí…



-Espera.- Le pidió Martin que fue tras de ella.- ¡Por favor, Daphne! 



            En la clase muchos lloraban, otros estaban en shock, petrificados por lo que habían visto. David seguía abrazado a su maestra y llorando, con la cara enterrada en el abdomen de ésta. Fue el padre Michael quien,  con tono suave, logró que los niños le oyeran. Tras conseguir su atención y calmarles un poco, declaró con tono triste y aleccionador.



-Hijos míos, ya veis hasta donde conduce esta terrible enfermedad. Pues de eso se trata. La pobre mamá de vuestro compañero está muy enferma. No debe ser odiada, sino compadecida. Tenemos todos que apoyar a David y rezar por su madre. Solo así quizás el Señor se apiade de ella y la cure. Vamos a rezar…



            Y toda la clase se puso de rodillas comenzando las plegarias, incluido el infortunado niño que era el involuntario protagonista de aquello. El mismo padre Michael tomó el relevo de la maestra y tras pasarle un confortador brazo tras los hombros le susurró con tinte afectuoso.



-Hiciste lo correcto. Ahora reza por tu madre…



            El crio asintió, aun con lágrimas cayéndole por las mejillas. Entre tanto sus padres seguían a la carrera. Finalmente Martin pudo alcanzar a su mujer y tras forcejar con ella que trataba de soltarse de su agarre, fue capaz de preguntarle.



-Por Dios, Dap. ¿Qué te está pasando?...

-¡Déjame en paz! - Gimió ella sin querer mirarle a la cara, añadiendo.- Ya tienes a David, le he perdido por culpa de estos fanáticos. ¿Y sabes lo que los amigos de tu maravilloso padre Michael y del obispo Corbin le han hecho a Claire?

-¿Claire, quien es Claire?- Inquirió el atónito Martin.-

-La chica con la que comí ayer. ¿Recuerdas que te lo dije?- Contestó ella entre sollozos.-

¿Y qué le han hecho?- Quiso saber su perplejo esposo.-



            Su mujer se tomó unos segundos para respirar entre jadeos y tomar aire. También para calmarse un poco. Enseguida le resumió la ocurrido.



-¡Cielo Santo! - Exclamó él.- Pobre chica…

-Ella no tenía nada que ver y esos fanáticos le han hecho eso únicamente por verla conmigo, estoy segura.- Gimió Daphne.-

-¿No pensarás que el colegio ha tenido algo que ver con eso?. ¡Por el amor de Dios!…

-Martin.- Pudo suspirar ella más calmada ahora, acariciando incluso una mejilla de su interlocutor.- Tú eres un buen hombre, lo sé. Te conozco, por eso te lo suplico, abre los ojos, ¡por favor!. En este colegio llevan años inoculando el odio a los niños, y al resto de la sociedad. Lo han hecho contra personas que somos diferentes, como yo. Que no entramos en los parámetros de lo que consideran normal. Yo estuve aceptándolo durante años únicamente por miedo. ¡Pero ya no puedo más! -Gimió ella de nuevo, sin poder evitar llorar.-

-Siento que tengo gran parte de culpa en eso.- Admitió el chico.- Lo provoqué cuando lo escribí.

-¡No digas tonterías!- Le rebatió Daphne.- Tú no eres Dios para escribir el destino de nadie. ¡Han sido ellos con sus rígidas normas y con su anticuada moral!¡Han convertido este mundo en un infierno para los que no nos ajustamos a ellas!

-¿Qué vas a hacer?- Quiso saber su marido con expresión de zozobra.-

-Me iré de aquí. Solo eso puedo hacer.- Musitó ella.- Únicamente te pido que me concedas el divorcio con rapidez y que cuides de David. Lo que acordamos ayer…



            Su esposo pareció querer replicar algo, pero ella no le dio tiempo, se apartó alejándose de allí. Martin ya no tuvo fuerzas para detenerla. Solamente podía recordar aquellas palabras que ese extraño le dijese hacía años. Le advirtió que manipular el destino traía consecuencias nefastas. Y ahora comprendía a qué se había referido.



-Es como si todo se hubiese rebelado contra lo que escribí  para volver a lo que debió ser.- Pensó el atormentado Martin.- Al final la he perdido. Y no solo sufrimos nosotros, sino nuestro hijo.



            Por su parte, Daphne corrió a casa de su hermana. Stephanie estaría trabajando o pudiera ser que en el hospital visitando a Claire. Antes de llegar al domicilio de la modelo decidió ir en busca de la pequeña Leah, sin embargo cambió de opinión. Moviendo la cabeza y llorando fue finalmente a casa de Steph. Una vez llegó hizo su equipaje y consultó los horarios de vuelos estelares. Había uno que partía del astropuerto en apenas dos horas y que tenía plazas vacantes. Enseguida reservó un pasaje.



-¡Lo siento! - Gemía sin cesar.- Perdóname Steph, perdóname Leah…os suplico perdón a todos…



            Pese a sentirse destrozada por lo que iba a hacer la necesidad de escapar de allí como fuera era más fuerte. Al menos grabó un mensaje para el holo contestador. Luego, con su maleta y reuniendo todos los créditos que tenía, llamó a un deslizador. No tardó mucho en llegar al astropuerto. Apenas media hora. Tras otra media pudo embarcar. Solo tras un rato de espera, cuando al fin la lanzadera partió, envió ese mensaje a su hermana menor. Por su parte, Stephanie había ido precisamente al hospital. Allí, una apenas consciente Claire había despertado.



-¿Cómo te encuentras?- Preguntó amablemente su jefa, sentada a su lado.-

-Ahora no me duele.- Musitó la joven.- No sé lo que tardaré en estar bien. Los médicos no me han dicho nada…



            Steph tuvo que reprimir sus ganas de llorar. ¡Esa pobre chica no era todavía sabedora de su terrible situación! Y no quería ni pensar en el momento en el que esa desgraciada lo supiera.



-Seguro que te pondrás bien enseguida.- Quiso animarla.- Aquí tenemos a los mejores médicos del planeta.

-No sé lo que pasó.- Susurró la muchacha.- Yo solo iba caminando por la calle, y alguien me gritó. Ni siquiera entendí el qué. Luego me tiraron algo, un líquido que me empapó, ¡y sentí un dolor espantoso!…-después me desmayé. - Concluyó entre sollozos.-  

-Tranquila.- Pudo responder su jefa acariciando el cabello de esa desdichada.- No te preocupes, todo se va a arreglar. No te vamos a dejar sola, Claire.



            Y es que antes de ir a ver a esa desdichada esa mañana, Stephanie se apresuró a informar a la Tierra de lo sucedido. En tanto llegaba la réplica estuvo tratando de confortar a su compañera.



-Todo ha terminado para mí, ¿verdad?. - Suspiró entre lágrimas la modelo.- Los médicos no me quieren decir nada, pero sé que algo muy grave me ha pasado…apenas siento la cara. No sé si será por los calmantes….

-Por ahora no debes pensar en eso.- Respondió suavemente Stephanie.- Primero recupérate, luego poco a poco, ya veremos. Pero te prometo que seguirás con nosotros en modas Deveraux. Eres de la familia… -Remachó tratando de sonreír con amplitud.-



            Claire pudo mover un poco los labios a modo de una leve sonrisa. Su lesión no le permitía más. Aquel era un mínimo consuelo. Ella había soñado siempre con ser modelo y triunfar. Y hasta ese fatídico momento lo estaba logrando. Le costó mucho que su padre aceptase esa ilusión suya por ser modelo. Pero finalmente lo consiguió. Participó en algunos certámenes en Bios y ganó una plaza para la Academia Deveraux en la Tierra. Tras pasar allí unos seis meses fue destinada a Nature. Durante ese tiempo, además del trabajo, los estudios que le imponían en la casa y su entrenamiento físico para estar en forma, había echado muchísimo de menos a su novio Chris. Apenas si musitó casi sin darse cuenta.



-¿Me seguirá queriendo cuando me vea así?

-¿Qué?- Inquirió Steph quién no la había escuchado bien.-

-Nada.- Suspiró Claire.- Estoy algo cansada.-

-Claro, duerme un poco, te hará bien.- Le susurró afectuosamente su jefa.-



Y entre tanto ese mensaje llegó a destino. Fue Crista Turner quién, como nueva adjunta a la dirección de modas Deveraux en la Tierra, recibió el informe por el canal sub espacial de emergencia. Era un método muy caro de comunicación pero permitía atravesar el tejido espacio-dimensional de modo que el mensaje casi fuera cuestión de horas en lugar de días. Al saber lo sucedido Crista quedó horrorizada y tras informar a su jefa, enseguida respondió.



-He hablado con la señora Deveraux, confirma lo que les hayas dicho a los responsables del hospital. Esa chica tendrá todo lo que necesite, ahora y después. Seguirá ligada a la casa. Y si hay alguna forma en la que se la pueda restaurar tanto física como psicológicamente, llévala a cabo sin importar el coste. También te autoriza a emprender acciones legales para encontrar a los culpables, sean quienes sean. Un saludo Steph. Y mucho ánimo de parte de todos.



            La aludida se sintió un poco mejor al saber esto. No dudada de todas formas de que su Jefa la apoyaría.



-Aun así, esta pobre chica...- Pensó con amargura y consternación, arengándose de seguido.- Cualquier cosa, no importa lo que cueste. Hablaré con los mejores expertos. Solamente tendrá lo mejor de lo mejor…



            Antes incluso de recibir esa confirmación fue precisamente a hablar con la doctora Rodney. Pero aun así, le comentó a la facultativa.



-Como ya le dije. Nos hacemos cargo de todos los gastos y de cualquier cosa que crean pueda aliviar o ayudar a Claire a estar como antes. No importa lo que cueste.



            Y si no hubiera obtenido el permiso de Esmeralda, ella misma lo habría pagado. Aunque la réplica de Naya la dejó hundida.



-Es usted muy amable, pero desgraciadamente esto no solo tiene que ver con dinero. Tras las valoraciones que hemos hecho de la paciente, en fin…- Le comentó la facultativa con poco optimismo en sus palabras.

-Dígame lo que sea.- Le pidió Steph.-

-Los daños son terribles, ha perdido un ojo y la mitad de su cara está literalmente disuelta, agujerada por ese ácido. Incluso afecta al hueso. Tendremos que reconstruírsela en varias operaciones. -Suspiró su interlocutora moviendo la cabeza con pesar.-  Y es difícil precisar el resultado…

-¡Cielo Santo! - Sollozó Stephanie llevándose las manos a la cara.- Ella se imagina algo, pero no lo sabe todavía.

-El impacto emocional será muy fuerte.- Advirtió la doctora.- Ahora solo podemos dejarla descansar e ir haciendo las valoraciones pertinentes para el inicio de la cirugía reparadora. Ya la mantendré al corriente.





            Su contertulia asintió, despidiéndose de la galena y yendo de regreso a casa. No tenía ganas de pasar ya por la oficina. Era tarde, entonces recibió un mensaje de la guardería. Le sorprendió mucho, y más al leer.



-Señorita Kensington. ¿Van a venir ustedes a recoger a Leah?...Tenemos que cerrar.

-¿No ha ido mi hermana?- Contestó enseguida con perplejidad.-

-No, señorita, aquí no ha venido nadie. - Le llegó la respuesta.  -

-Voy de inmediato.- Contestó dirigiéndose en efecto hacia allí.-



            Lo primero que hizo fue marcar el número de Daphne, pero esta no respondía.



-Espero que no le haya pasado nada a mi hermana.- Se decía con creciente temor.- O que no haya hecho alguna tontería…



Pero la prioridad ahora era recoger a su sobrina. En su deslizador tardó apenas una veintena de minutos. La misma directora de la guardería esperaba con la niña. Por suerte, Leah estaba dormida en su cochecito, completamente ajena a todo.



-Quizás haya sido un error de coordinación por su parte.- Comentó con tinte admonitorio al ver llegar a la tía de la cría.- Procuren que no vuelva a suceder.

-Sí, claro, lo siento mucho. Gracias por esperar.- Pudo responder la apurada y sorprendida Stephanie.-



            Se llevó a su sobrina, poniéndola en el asiento trasero especial para niños y tras asegurarla bien, arrancó de vuelta a casa. Indicó al ordenador que marcase otra vez el número de Daphne pero nadie respondía.



-¡Qué extraño!- Se dijo, tratando ahora de no ponerse nerviosa.- Quizás haya ido a casa pensando que hoy recogía yo a Leah…



            Al llegar en cambio no vio  a nadie. Se extrañó y comenzó a tener miedo. ¿Dónde estaba su hermana? ¿Pudiera ser que con Martin? ¿O quizás con otra mujer?...No creía que, tras lo sucedido a Claire, Daphne tuviera ganas de eso. Seguro que estaría con su esposo. Decidió llamar a casa de su cuñado. Martin tardó en responder.



-Hola.- Le saludó Steph.- ¿Está mi hermana contigo?

-No.- Repuso él con tono lacónico y triste para añadir.- Verás Stephanie, ha sucedido algo hoy en la escuela. Tu hermana…



            La atónita modelo apenas podía creer aquello cuando su cuñado se lo contó. Enseguida quiso saber.



-¿Cómo está David?

-Mal, muy mal, no ha dejado de llorar.- Suspiró su interlocutor.- Y Daphne se fue… y desde entonces no sé a dónde habrá ido. Sólo deseo que no haya hecho ninguna tontería.

-Tenemos que encontrarla.- Afirmó Steph que empezaba a preocuparse muy seriamente.-



            Estaba preparándose tras dejar acostada a su sobrina cuando las duda la asaltaron.



-No puedo dejar sola a Leah en casa.



            Decidió llamar a Sonia. Quizás ella y Mei Ling pudieran ayudarla. Su compañera había disfrutado de unos días libres para arreglar las visitas de Rafa a su hijo. De modo que envió un mensaje esperando que estuvieran despiertas. Así fue, siendo su colega quién le contestó.



-Hola Stephanie. -La saludó con expresión triste.- ¿Qué tal está Claire?, acabo de saber lo que le ha sucedido hará un par de horas. Quiero ir a verla mañana.

-Está mal. Pobre muchacha.- Repuso su interlocutora, cambiando no obstante de tema, para sorpresa de la española.- ¿Podríais ayudarme? Mei Ling y tú.

-Mi mujer ha partido de viaje a la Tierra.- Le informó Sonia.- Su padre está muy enfermo y quería despedirse de ella. Estoy sola con Richard.

-¡Cuanto lo siento!- Suspiró Steph comentándole con pesar.- Es que no sé dónde está mi hermana.



            En ese instante un mensaje de voz le llegó a Stephanie. Enseguida le dijo a su compañera.



-Es Dap, tengo que dejarte. Gracias y perdona. Mañana te cuento en el trabajo. Buenas noches.

-Muy bien, espero que todo se solucione. Buenas noches. - Le deseó la española cortando la comunicación. –



            Stephanie conectó el buzón, entonces, escuchó la voz entrecortada de su hermana que hablaba entre sollozos.



-Lo siento Steph, ¡perdóname!, pero no puedo soportarlo más. Me marcho…me voy lejos de aquí. Te suplico que cuides de mis hijos. Diles que les quiero, que no tiene que ver con ellos. En especial díselo a David. Y quiéreles mucho. Sé que no tengo derecho a pedirte esto, pero es que no sé qué otra cosa hacer, ni a quién más recurrir. Te quiero Steph, nunca lo olvides, eres mi gran orgullo y alegría. Despídeme de papá y de mamá y de By cuando vuelva…Te llamaré cuando esté preparada…Adiós…



            Ahora era Stephanie quien lloraba sin consuelo. Tendría que llamar a su cuñado e informarle de lo ocurrido.



-Dap, ¡Dios mío!- Era lo único que podía musitar.-



            Y la aludida estaba mirando por su ventanilla, viendo alejarse Nature, solamente entonces tuvo el valor suficiente como para enviar el mensaje. Ahora ya no había vuelta atrás.



-¿Daphne?- Se sorprendió al oír su nombre en boca de una mujer.-



            Al girar la cabeza vio a Mei Ling que estaba de pie y observándola con estupor. La oriental enseguida quiso saber.



-¿Qué haces tú aquí?

-Me marcho de Nature.- Suspiró la interpelada con tristeza, aunque pese a todo preguntando a su vez con curiosidad.- ¿Y tú?

-Voy a la Tierra, a ver a mi padre. Está enfermo.-Le contó su interlocutora.-

-Por favor, siéntate conmigo.- Le pidió Dap.-



            Afortunadamente el asiento más próximo estaba libre. La oriental se sentó y ambas pudieron hablar durante el viaje del transbordador hacia la gran nave de pasajeros que hacía la ruta regular, con escala en Bios, hacia la Tierra. Al fin Daphne encontraba a alguien que la podía comprender perfectamente. Lo mismo le sucedía a Mei Ling. Tras contarse sus respectivas historias las dos convinieron en una cosa, como la científica declaró.



-Siempre es grato tener a alguien que sepa por lo que estás pasando. Me alegra que podamos hacer este viaje tú y yo juntas…

-Sí, podremos apoyarnos la una en la otra. – Convino Dap.-



            Unas horas antes, en la Ciudad del Sur, Gloria esperaba pacientemente y al fin ese tesón dio sus frutos. Aquella infiltrada estaba muy cerca. A tan solo una manzana. Y daba la impresión de ir al encuentro de Kassandra. Aunque fuera por una mínima diferencia la saiyajin podía percibir esa fuerza superior a la media humana que rodeaba a aquella individua. Posiblemente desconfiaría y al hacerlo se puso en guardia involuntariamente elevando su nivel de energía.



-Ese ha sido un grave error.- Se sonrió Gloria. – Uno que yo no cometeré…





            Así que decidió moverse despacio para no espantar a su objetivo. Con sumo cuidado fue recorriendo callejuelas anexas para irse aproximando a su presa sin levantar sospechas ni dejarse ver por su acompañante.



-Cada vez siento más claramente su aura. No es humana, estoy segura.- Se dijo.- Y Kassandra ya está junto a ella…



            En el Clargin entre tanto, Ginger estaba tan feliz con su hijo. El chico había tenido que trabajar un poco pero ya dijo haber terminado. Y no era todo. Al llegar a la mesa en la que su madre le aguardaba, muy sonriente le comentó.



-He invitado a alguien más que tiene muchas ganas de verte. Y a quien debes agradecer muchas cosas.

-¿Y quién es?- Quiso saber la curiosa dueña.-



            Unos pasos de tacones femeninos enseguida respondieron su pregunta. Entrando allí una joven mujer de larga y lisa cabellera morena y bien vestida, con un elegante conjunto blanco y negro, y zapatos a juego, sonrió al verla.



-¿Nelly?- Se sorprendió Gin levantándose enseguida.- ¿Eres tú?- Exclamó con gran alegría.-

-Sí, Gin...-Sonrió la chica con visible gesto emotivo.- Soy yo.



            Se abrazaron durante un largo rato…hasta lloraron de felicidad.



-¡Oh, querida!. Hacía tantos años que no sabía de ti.- Suspiró Ginger añadiendo con evidente dicha.- Lo mismo que pasó con mi hijo Dean, ¿recuerdas cómo me informabas de lo que te escribía? y ahora, gracias a Dios, ¡estáis aquí otra vez!



            Dean suspiró moviendo levemente la cabeza. Hacía tiempo que habló de eso con Nelly. Él por supuesto, afirmaría que, en efecto, se comunicó con aquella chica. No les haría ningún bien a ambos decir la verdad. Por su parte, Nelly se abrazaba con mucho afecto a esa mujer a la que había sentido muchas veces como lo más parecido a una madre que había tenido tras el fallecimiento de Aurora.



-Tengo que preguntarte muchas cosas, Gin.- Le dijo visiblemente emocionada.- Quisiera volver a ver a mi amiga Wina y a los demás.

-A veces se pasan por aquí.- Le contó Ginger de una forma algo atropellada.- Lo mismo que Clarisa. Ella ya no trabaja conmigo pero su hija Hipatia, sí. Me ayuda por las tardes. Aunque ahora viene más. Desde que volvió Dean. ¡Quiero pasar más tiempo junto a mi hijo! Tenemos mucho que recuperar.

-Sí, lo comprendo.- Sonrió la joven.-

-¿Y qué ha sido de ti durante todo este tiempo?.- Le preguntó la dueña de la cafetería.- Te veo muy guapa, parece que las cosas te hayan ido bien.

-No me puedo quejar.- Repuso modestamente la chica.-

-¿En qué trabajas?- Quiso saber su interlocutora.-



            Ahora hubo un leve momento de silencio. Nelly se sentía avergonzada. Por primera vez en muchísimos años sentía un nudo en la garganta al pensar en su profesión. Ni siquiera dudó un segundo cuando se lo dijo al doctor Ginga, pero con esa buena mujer era diferente. Por unos instantes, viendo su pelo rubio con canas ya, y esa amabilidad, creía estar hablando con su propia madre…la única persona a la que jamás se atrevería a confesarle su verdadero oficio…



-Yo…- Pudo musitar bajando la mirada.-

-Nelly trabaja conmigo. No te lo dije porque quería darte una sorpresa, mama.- Intervino el chico.- Es mi relaciones públicas…pero ella no te lo quería decir, ¡ja, ja!… ya ves, está todo el día promocionándome con mis clientes y no se atreve a hacerlo contigo, es así de vergonzosa.

-¡Vaya!, cuanto me alegra oírlo.- Sonrió Gin.- Los dos hacéis tan buena pareja.- Añadió para sonrojo de su propio hijo, aunque de inmediato, matizó.- Parece que os compenetráis muy bien. Seguro que en el trabajo haréis un buen equipo.





            Los dos jóvenes sonrieron, Nelly incluso se ruborizó. ¡Era curioso! Teniendo en cuenta cuál era su verdadera profesión. De hecho ese tipo de timidez la había abandonado hacía ya mucho tiempo. O al menos eso había creído la muchacha. Y es que además, lo dicho por su amigo no era del todo mentira. Antes de ir a ver a Ginger, Dean había contactado con ella a propósito de la misión que tenían entre manos. Hablaron de eso y de algunas otras cosas más que cambiaron mucho la perspectiva de la chica.



-Sí.- Convino ella casi con un susurro.- Y cada vez nos compenetramos más…

-Este año será maravilloso.- Afirmó Ginger con entusiasmo.- Dentro de poco será Navidad. Ya apenas nos queda un mes. ¿Sabéis? Últimamente eran unas fechas que no me gustaban nada. Pero ahora, con vosotros aquí de nuevo, no puedo esperar a que lleguen. Será como antes. ¿Te acuerdas hijo? Cuando poníamos al arbolito y el nacimiento y tú me ayudabas?

-Sí, claro mamá…-Sonrió nostálgicamente él.-

-Y tú, querida…estas invitada a cenar con nosotros, en Nochebuena y Nochevieja. Si no tienes otros planes, claro.- Remachó Gin, mirando afectuosamente a esa jovencita.-

-Gracias.- Sonrió ampliamente Nelly para prometer con total sinceridad.- No faltaré…



            Y la joven recordó esa conversación con Dean. Tras llamarla para ver a Ginger quedaron un poco antes de la hora para charlar, sentados en un banco del parque algo apartado de los paseantes.



-¿Va todo bien?- Quiso saber ella.-

-La operación está en marcha. Me han informado que la infiltrada está a punto de ser capturada.- Le contó él.-

-Eso espero, no me haría ninguna gracia que se enterase de quienes estamos detrás.- Suspiró Nelly.-

-Bueno, eso no es lo que más me preocupa.- Le contestó el joven con tono triste.-



            La chica le miró sorprendida. Dean no solía comportarse de esa forma. Era como si le quedase muy poco tiempo para algo.



-¿Estás bien?- Le preguntó.-

-Todo lo bien que se puede estar sabiendo que este mundo está condenado.- Le desveló dejándola helada.-

-¿Qué? ¿A qué te refieres?



            Entonces él le contó lo que sabía sobre esa terrible amenaza. La chica palideció, enseguida dijo tratando de mostrarse optimista.



-Seguramente que las autoridades habrán previsto eso. Tenemos a gente muy poderosa como los saiyajin. Entre ellos y la fuerza militar que hay en este planeta, no permitirán que eso ocurra.

-No hay nada capaz de detener una estrella como esa.- Rebatió el muchacho.- Por eso mi plan es llevarme a mi madre de aquí y me gustaría que vinieras con nosotros, Nelly.

-¿Cuánto tiempo nos queda?- Inquirió ella con tono trémulo.-

-No estoy seguro, podrían ser años o quizás meses. Pero me han dicho que, incluso antes de eso, otras terribles consecuencias de la llegada de esa estrella nos afectarán. Meteoritos, terremotos, en fin.- Suspiró el muchacho.- Cuanto antes nos marchemos de Nature, mejor.



            Sumida estaba en esos pensamientos cuando fue la voz de Ginger la que la sacó de ellos. La mujer sonaba jovial al proponerle.



-¿Qué quieres para merendar?. Tenemos tarta Sandy. Creo que era tu favorita. ¿Verdad?

-Sí, es cierto. Eso me gustaría mucho.- Sonrió débilmente la interpelada.-



            Y Ginger se levantó entonces a buscar a Hipatia. La atareada jovencita no había podido acercarse todavía. Aprovechando ese momento a solas, Nelly le comentó a Dean.



-¿No le has dicho nada a tu madre de eso que me contaste, no es así?

-No quiero quitarle la alegría que ahora tiene.- Le respondió él.- Aun hay tiempo para contárselo. Y antes quiero que sea feliz, que  tenga a su lado a aquellos que la queremos y que disfrute un poco de la vida. Lo merece. Y sobre todo se lo debo.

-Me parece bien.- Convino ella acercándose al muchacho.- ¿Y sabes una cosa? Me estoy planteando seriamente el retirarme. Tengo muchos créditos y los tengo bien invertidos. Entre otras cosas, gracias a tus sugerencias. Además, he movido bastante capital a Bios y a la Tierra. Debo agradecerte esas informaciones privilegiadas que me diste.

-Son el pago a tu cooperación. Tuve un permiso especial del Gobierno. Pero, más que por otra cosa, en agradecimiento por todo lo que hiciste por mi madre.- Le explicó afectuosamente él, remachando casi con desenfado.- Quizás sea ilegal y si se descubre vayamos todos a la cárcel. Presidente y ministros incluidos, pero tal y como está la situación, no creo que importe demasiado ya.- Sentenció él.-

-Por cierto.- Comentó la joven.- ¿Has llamado a Franklin? Me dijiste que era el único rival a tu altura en cuanto a programación.

-Sí, espero que llegue pronto. – Sonrió el interpelado.- Le mandé un mensaje invitándole a tomar algo aquí mismo, pero una hora más tarde.



            Entre tanto, Gloria estaba ya muy próxima a su objetivo. Apenas un par de calles alejada, decidió saltar hacia los tejados y transformarse en Sailor Star Power.



-Desde aquí caeré sobre ella de inmediato.- Pensó.-



            Subiendo a gran velocidad pudo al fin echar una ojeada. Y con su privilegiada vista descubrió a dos personas en un pequeño callejón solitario. Una era Kassandra y la otra…



-Siento en ella bastante más energía que en un humano corriente. Debe de tratarse de la infiltrada.- Se dijo.-



            Quiso escuchar, utilizando un micrófono de su equipamiento de Sailor lo dirigió hacia ambas y al fin oyó hablar a Kassandra.



-Vine lo antes que pude.

-Me han avisado que tienes una nueva trabajadora muy competente.- Replicó su interlocutora.-

-Sí, Nelly me la mandó. Cuando le dije que necesitabas irte por unos días.- Le explicó Kassandra.-

-¿Y te explicó también que es una saiyajin?- Preguntó la otra mujer con ironía en su voz.-

-¿Una saiyajin?... Bueno, ¿y eso qué más da, Ángela? Hace muy bien su trabajo.- Se encogió de hombros Kassandra.-

-¿No lo entiendes, verdad?- Repuso su contertulia moviendo la cabeza.- Esa chica no es una prostituta, es una agente del gobierno enviada para cazarme.- Le explicó dejándola perpleja.-  Y a buen seguro será muy poderosa.

-¿Cómo puedes estar segura de eso?- Se sorprendió su interlocutora.-

-Porque tengo mis fuentes de información.- Repuso abruptamente Ángela para añadir.- Y una de dos, o ha sido Nelly quién a sabiendas me ha traicionado, o has sido tú…

-¡Oye!... yo no sabía nada de esto que me estás contando.- Se apresuró a defenderse Kassandra.-

-Puede ser…- Se sonrió Ángela.- O puede que me estés mintiendo, querida…en cualquier caso, no puedo dejar cabos sueltos. ¿Lo entiendes, no es así?



            Y sin dar tiempo a su asustada contertulia a responder, sacó una pistola láser modelo Arcoily y le apuntó disparando. Sin embargo, ese rayo de energía no alcanzó su objetivo, salió rebotado perdiéndose en el aire. Ahora, ante la asombrada fugitiva, se encontraba una mujer uniformada como….



-¡Un sailor Star Light!- Exclamó Ángela, sin dar crédito a lo que veía.-

-Encantada de conocerte. Soy tu sustituta.- Se sonrió Gloria, presentándose.- Me llamo Sailor Star Power…¿Y sabes por qué?





            Y ahora fue ella quien, antes de que su desconcertada rival pudiera contestar o reaccionar, desapareció a enorme velocidad para reaparecer justo a su lado y golpearla con tal fuerza que la empotró contra un muro cercano.



-Maldita.- Musitó Ángela tratando de salir de ahí.-



            Con desesperación pero no teniendo ninguna intención de rendirse contratacó intentando acertar a su enemiga con una encadenación de patadas y puñetazos. No obstante, Gloria los esquivaba sin ningún problema. Eso ante la atónita mirada de Kassandra, quien se había apartado a una distancia prudencial.



-Ya me he cansado.- Dictaminó la saiyajin golpeando en el estómago a su adversaria quien se dobló por el golpe.-



            La remató con un rayo de energía cuya potencia no fue suficiente para matarla pero si para dejarla inconsciente. Tras eso, Gloria arrancó un trozo de metal de una pared cercana y lo usó para apresar a su inerme rival rodeándola con él.



-Misión cumplida. Al fin podré volver a casa. Llamaré enseguida a mi padre.- Comentó con satisfacción.-

-¿Qué vais a hacer con ella?.¿No la vas a matar?- Quiso saber Kassandra.-

-No te preocupes, mi misión era atraparla viva. Tendrá un juicio y supongo que la encarcelarán.- Repuso despreocupadamente su interlocutora.-

-¡Al diablo con esa zorra! Ha intentado matarme.- Espetó con rabia su contertulia.- Por mí como si haces prácticas de tiro al blanco en el espacio con ella.



            La saiyajin se encogió de hombros y cargándose a esa individua precisamente sobre uno de ellos remontó el vuelo.



-¿Te llevo a alguna parte?- Ofreció a Kassandra.-

-No gracias, volveré andando. Lo único que lamento es que no sigas en el negocio.- Declaró.-

-Te lo agradezco, pero no es precisamente mi vocación.- Se sonrió Gloria, alejándose de allí a gran velocidad.-



            La muchacha podría estar en casa en pocas horas, aprovechando que su enemiga estaba inconsciente envió el mensaje a su padre.



-Próxima parada, la prisión de alta seguridad de Sagan City. Y luego la cafetería de Ginger. - Pensó no sin regocijo.-



            Kiros recibió la buena noticia y de inmediato avisó a Susan. La capitán Hunter se alegró visiblemente. Al fin algo bueno para variar.



-Espero que tu hija la traiga lo antes posible para que podamos encerrarla.- Comentó complacida.-

-Sí, venía hacia aquí. Con su rapidez serán un par de horas a lo sumo.- Calculó él.-



            Susan enseguida dio órdenes a sus subordinados para que preparasen todo el dispositivo de seguridad. Después avisó a su esposo. Giaal no tardó en presentarse. Ella le contó.



-Han capturado a la infiltrada Arcoily. Te necesitaré aquí, eres el único que tiene la fuerza suficiente como para mantenerla a raya en tanto la examinas.

-Muy bien, no te preocupes.- Convino él preguntando enseguida.-¿Sabes algo de nuestro hijo?

-Alex ha debido de llegar ya a Bios. Su nave salió hará unos días, pero no se ha comunicado todavía. Es normal. Sabes que hay una buena distancia y que la señal enviada desde un transbordador comercial no tiene capacidad sub espacial.-





            Su marido asintió. Su hijo había partido para incorporarse definitivamente a un puesto en Bios, como oficial de enlace. Leval habló con Susan unos días antes y le aseguró que él se ocuparía de tenerle bajo su mando directo, cosa que alegró a la capitana Hunter tanto como a la hija de su antiguo superior. De hecho, el ahora general Malden se ocupaba de la coordinación militar de Bios. Asimismo le anunció que, posiblemente, iría a verla a Nature. Tenía una misión que cumplir.



-Es un encargo de una aliada fiel y que además es una buena amiga.- Le contó brevemente.- Tengo que averiguar algo para ella. Hace años hice algunas pesquisas pero no obtuve toda la información. Le conté cosas, pero quisiera profundizar.

-Muy bien, te ayudaré en lo que me sea posible. Sabes que por aquí las cosas están algo movidas.- Le confió Susan.-



            Y en ello quedaron, aunque ahora, la capitana tenía que ocuparse de ese otro asunto urgente. Envió un par de mensajes a sus colaboradores en tanto pensaba.



-¡Desearía que lo otro pudiera resolverse así de fácil!- Suspiró con pesar.- ¡Ojalá que nuestros científicos consigan algo, al menos que nos den una pequeña esperanza.



            Y en eso otro andaban tanto Clyde, como su esposa Melissa y la hija de ambos. Entre los tres y tras recibir información de Franklin y de la propia Susan.



-Por más que hago simulaciones, el resultado final siempre es un desastre absoluto.- Suspiró Clyde quitándose las gafas y frotándose sus cansados ojos.- No sé qué más podríamos hacer.

-Tanto Scott como su hijo están probando con todo lo que se les ocurre también.- Comentó Melissa.- Espero que entre todos llegaremos a encontrar alguna solución.

-Tenemos tiempo todavía. Podrían quedar meses o un par de años aun ¿verdad? Intervino Wina, fiel a su talante optimista. No debemos rendirnos tan pronto, papá. Este es un mundo muy bello, y viven muchas buenas personas en él.

-Sí, tienes razón.- Sonrió débilmente el doctor Adams, agregando no obstante con poca confianza.- Hace unos días hablé con Scott. Quizás podríamos probar una cosa. Pero se necesitaría un presupuesto multi millonario, muchos recursos y muchísimo tiempo. Desgraciadamente no creo que dispongamos de ninguna de los tres requisitos.

-Bueno. Podrías comentarnos la idea y quizás seamos capaces de ayudar.- Le propuso su esposa. –



            Y Clyde pasó a hacerles un conciso resumen. Tanto la madre como la hija se miraron perplejas. Fue Wina la que primero comentó.



-¿Quién sabe?. Podría funcionar. Tendríamos que encontrar la manera de acelerarlo, haciéndolo más barato y más reducido. Claro está, sin comprometer su eficacia.

-Esa es la parte difícil.- Objetó Melissa haciéndose cargo de lo complicado que aquello era.-

-Llamaré a Scott. Espero que entre todos podamos hallar la forma.- Afirmó entonces Clyde que tampoco deseaba darse por vencido.-

-Te ayudaré, papá.- Se ofreció la  jovencita.-

-Tú deberías descansar un poco. Llevas muchas horas seguidas trabajando.- Intervino Melissa en modo maternal.-

-Lo sé, pero también vosotros lleváis mucho tiempo sin parar.- Argumentó Wina.-

-Hija.- Le sonrió Clyde de un modo más jovial, incluso recurriendo al humor.- ¿Acaso no tienes a algún apuesto jovencito esperándote?



            La muchacha se puso colorada, en su forma humana desde luego se le daba muy bien hacerlo. Hasta de forma involuntaria como era ahora el caso. Su madre se rio moviendo la cabeza divertida para sentenciar.



-Haznos caso. Te lo decimos por experiencia. Eres joven, no desperdicies tanto tiempo entre ordenadores y probetas.

-Me gustaría, mamá.- Respondió la joven ahora con tono más serio al recordarles.- Pero nos estamos jugando la supervivencia de un mundo entero.- Y remachó, eso sí, con su inquebrantable optimismo.- Cuando todo salga bien, ya tendré ocasión de tener citas.





            Sus oyentes asintieron, aunque fue Melissa quien, tras abrazar a la joven, le comentó con mucho afecto y ánimo.



-Hija, he pasado por muchas cosas en mi vida. Hubo un tiempo en el que provocaba desastres y  otro en el que he tratado de solucionarlos. He vivido muchas situaciones límite y si hay algo que he aprendido es que las oportunidades de ser feliz pasan y, si no se aprovechan, al final te encontrarás vacía. Sé perfectamente cual es la situación. Y sé que, lo que tenga que ocurrir, ocurrirá. Al menos soy muy dichosa teniéndoos a tu padre y a ti a mi lado. ¿Sabes una cosa? Cierta vez, siendo aun Eudial de Brujas Cinco, tuve en mi mano el Grial. Pensé entonces que eso era lo más valioso que jamás podría poseer. Me equivoqué. Lo más valioso que nunca he tenido en mi vida está en esta habitación, junto a mí, y ahora. Y sois vosotros.

-Gracias , mamá.- Sonrió Wina abrazándose a ella para añadir.- Tienes razón, creo que mañana me tomaré un pequeño descanso…



            Y entre tanto, en la cafetería, fue Franklin quien hizo acto de presencia.



-Hola, me alegra veros.- Saludó a ambos.-

-¿Qué tal estás, Franklin?- repuso Nelly sonriéndole con amabilidad.-



            La verdad, era mirar a esa mujer y quedarse embelesado. El chico devolvió la sonrisa sintiéndose un poco tonto. Era demasiado para él, verla cruzar esas largas y bonitas piernas manteniendo una pose tan insinuadora…



-Bien, tengo buenas noticias.- Pudo balbucir el interpelado, quién al fin logró recuperar un tono más normal ante las divertidas expresiones de sus interlocutores y contarles.- Han capturado a la infiltrada.

-¡Por fin!- Exclamó Dean con evidente regocijo.-

-Menos mal.- Suspiró a su vez Nelly con alivio.- ¿Sabes dónde está ahora?

-No, pero supongo que la llevarán a una prisión de alta seguridad. No me han dicho si de la Ciudad de Sur, del Norte, o de Sagan City. Son las tres poblaciones que disponen de una. En Amatelia o Kakyuu Town no tienen instalaciones tan sofisticadas como para mantener a una prisionera de esas características.- Elucubró el chico.-



            Charlaron un poco de más cosas y fue Nelly quien, en un desliz, sacó el tema de esa amenaza. El rostro de Franklin se ensombreció al musitar.



-Eso sí que es algo terrible. No tenemos ninguna defensa, al menos no todavía, contra algo de semejante magnitud. Pero seguimos trabajando en ello. Mi padre y también los de Wina, no cejan en buscar una solución.

-¿Has visto a Wina?- Sonrió esperanzadamente Nelly para cambiar de paso el rumbo de la conversación.- ¿Qué tal le va?

-Bien, trabaja con su madre en el grupo de las Fairy Five.- Le narró Franklin.- Está muy contenta.

-¿Se ha echado novio o algo así? - Quiso saber su interlocutora con curiosidad.-

-No, sigue con sus investigaciones y trabajando mucho. En eso se parece a mí.- Suspiró el muchacho.-

-¿Y de Fiora sabes algo?- Le preguntó nuevamente Nelly.-

-Está en el área boreal, en los bosques. Trabaja allí como naturalista.- Le contó Franklin.- Hace tiempo que no se pasa por aquí. Creo que sus padres iban a verla dentro de poco.

-Siempre fueron dos magníficas muchachas.- Afirmó su contertulia.-



            Aunque el poso de su voz denotaba cierta tristeza. De todos modos, en cuanto Hipatia se aproximó con una bandeja llena de tartas, su expresión se alegró.



-Ya no soy tan jovencita como para tales excesos, pero un día es un día.- Dictaminó alegremente ahora.-

-Pues estás realmente guapa.- La halagó Franklin.-

-Gracias.- Le sonrió ella de manera encantadora, al menos eso pensó el chico.-

-Bueno, a merendar.- Les comentó Dean invitando a la camarera.- Anda Hipatia, acerca una mesa y unas sillas y siéntate con nosotros.-

-Es que tengo que atender.- Se excusó la muchachita algo apuradamente.-

-Déjalo de mi cuenta.- Le dijo Ginger que había estado ocupándose a su vez de algunas mesas.- Quisiera veros a todos juntos. Hacía tantos años que no se reunían tantas personas queridas en mi local. Y eso me trae muy gratos recuerdos. - Suspiró.-



            Todos sonrieron con algo de emoción. En el fondo Gin lo había definido muy bien, y del modo más sencillo posible. Personas queridas. Sí, entre ellos lo eran. Y para dicha del grupo se iban a incrementar en número. La puerta de la calle se abrió dejándoles ver a Gloria. La recién llegada sonrió al percatarse de donde estaban.



-Ponte con nosotros.- La invitó desenfadadamente Dean.- Tenemos mucha comida.

-Esa es la palabra mágica para conseguir que cualquier saiyajin te preste atención.- Se sonrió la aludida.-

-¿Qué tal todo?- Le preguntó inocentemente Hipatia.-

-De maravilla.- Replicó la interpelada dedicándoles una mirada de soslayo a Dean y a Nelly y asintiendo despacio.-

-¿Entonces las cosas te han ido bien?- Intervino el hijo de Gin.-

-Sí, ya os contaré.- Repuso la muchacha.-



            Eso alivió a Nelly. Quería decir que la infiltrada se hallaría a buen recaudo. Por ello sonrió más luminosamente si cabía. Tras esas palabras el grupo dio buena cuenta de algunas tartas y bebidas. Por supuesto Ginger quiso invitarles a todos pero tanto Gloria como los demás se negaron cortésmente.



-Mamá, tienes un negocio que dirigir. No es buena política estar invitando siempre.- Le aconsejó Dean.-

-Tu hijo tiene razón. Es más, seré yo quien os invite.- Afirmó Nelly.- Incluyéndote a ti, Gin. Bastantes veces me invitaste tú en el pasado.

-Eso lo hice siempre con mucho cariño.- Le respondió afectuosamente la dueña.-

-Lo sé. - Replicó una casi emocionada joven.- Los mejores momentos que recuerdo en esa época eran aquellos que pasaba aquí, comiendo tarta, contigo. Por eso, me ha hecho mucha ilusión volver. Y quisiera pasarme más a menudo de ahora en adelante.

-Sí, eso será genial.- Afirmó un algo ruborizado Franklin que enseguida matizó.- Bueno, no lo digo porque tengas que invitar siempre…



            Los demás le miraron perplejos y enseguida se rieron. Al menos para ellos, esa tarde fue una de las que siempre iban a recordar por ser un bonito momento de amistad compartida y celebración. Aunque a unos pocos kilómetros de allí, dos personas, una encerrada en una prisión de alta seguridad, y otra convaleciente en una cama de hospital, desde luego que no iban a pensar lo mismo.

 


                                 anterior                                            siguiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)