Tanto
Scott, como el doctor Adams e incluso Franklin, combinaban esfuerzos para
encontrar una solución a la terrible amenaza que se cernía sobre Nature. Trabajando
coordinados en sus respectivas parcelas. Pero era algo tan enorme y poderoso
que ninguna tecnología disponible daba la impresión de ser capaz de detenerlo.
-Quizás
si lográsemos desviarlo.- Propuso el muchacho.-
-Para
eso haría falta una tremenda energía. Ni siquiera con el poder de los saiyajin
seríamos capaces.- Objetó su padre.-
-Puede
que, combinando su fuerza con las naves de guerra de las que disponemos en el
planeta.- Propuso Adams.-
-Ni
por esas.- Suspiró Scott.- Un cuerpo celeste con la masa de varias veces
nuestro sol, comprimida en el tamaño de una ciudad, es imposible de destruir.
Incluso de desviar.
-¡No
debemos siquiera pensar en rendirnos sin hacer todo lo que podamos, papá! -
Arengó Franklin.-
-Sería
mejor si centrásemos nuestros esfuerzos en evacuar este planeta.- Comentó en
cambio Clyde.-
Tras esas palabras, otro silencio
incómodo. El más joven, tratando de espolear a su padre y al doctor Adams, los
adultos y con más experiencia, moviendo la cabeza para rendirse a la evidencia.
Lo habían hablado ya muchas veces, desde que Franklin les informara de aquella
aciaga noticia. Al poco, se pusieron en contacto con Giaal. El alien quedó
perplejo, aunque comprendió porqué su esposa no le había dicho nada antes. Por
un lado se trataba de un secreto militar, por otro, ella no había deseado
preocuparle cuando nada se podía hacer. Así lo discutieron una vez él se
enteró.
-Lo
lamento mucho, cariño.- Se disculpó una abatida y cansada Susan.- No es que no
quisiese contártelo…
-Sé
que cumplías con tu deber. Aunque ahora que me lo han dicho por otros conductos,
ya no tiene sentido que lo niegues.- Contestó él, con tono amable.-
-No
te imaginas como me he sentido desde que me enteré.- Musitó ella sin poder
evitar las lágrimas.- ¡Impotente, destrozada!…El no ser capaz de proteger a
nadie es lo peor de todo.
Giaal la abrazó enseguida, dejándola
desahogarse. Susan era una mujer fuerte e intrépida, pero también tenía
sentimientos y muchas veces todo lo duro y terrible que debía afrontar en su
trabajo llegaba a desbordarla. Al menos cuando tuvo que luchar en su juventud
corrió riesgos pero siempre contaba con la posibilidad de derrotar al enemigo o
proteger a inocentes. Sin embargo, esto era demasiado fuerte como para poder
hacer nada. Y esa sensación de impotencia era lo peor.
-Tú
siempre has hecho cuanto has podido. Pero a veces hay cosas contra las que
nadie puede luchar.- La animó su marido.-
-Por
eso quiero que Alex se marche para siempre de Nature. Por eso insistí tanto a
Leval para que le diera una plaza a su lado.- Suspiró su mujer entre sollozos,
añadiendo.- Yo no puedo irme de aquí hasta que todo el mundo esté a salvo.
-Ni
yo tampoco.- Convino su esposo.- Por eso y porque nunca te dejaré.
Susan se abrazó a él reconfortada al
menos por saberse así de amada por su marido.
Aunque ese fuera un pequeño y magro consuelo. Sin embargo, quiso
rehacerse para sentenciar.
-Estar
juntos es lo único que importa. Mientras nuestro hijo esté a salvo. Lucharemos
hasta el final. Sea éste cual sea…
Eran cerca de las doce del mediodía.
Daphne estaba ya arreglada. Un vestido fucsia oscuro, zapatos negros de
apreciable tacón y un muy buen trabajo de estilismo en la casa Deveraux en
tanto aguardaba a su…le hubiese gustado llamarla cita, pero por ahora decir
amiga estaría bien.
-Ya
debe de estar a punto de salir.- Pensaba con impaciencia en tanto se dirigía a
la puerta de la casa de modas.-
Al fin, unos veinte minutos pasadas
las doce, Claire apareció. La joven vestía de modo informal, unos pantalones
vaqueros, una blusa, bonita e inmaculada, eso sí, y una chaqueta de tela, con
zapatos de tacón bajo. No estaba mal, aunque claro, no iba precisamente
ataviada para una cita.
-No
tengo que prejuzgarla con esos estándares. Ella piensa que esto es
sencillamente una comida entre conocidas.- Se repitió Dap que enseguida la saludó.-
Hola…
Al oírla Claire sonrió, enseguida
agitó la mano. Aproximándose a ella se disculpó por la tardanza.
-Lamento
haberte hecho esperar, pero algunas holo fotos tuvieron que repetirse. Ya
sabes, algunos directores son muy perfeccionistas.
-Sí,
bueno…yo no soy modelo, claro. Es lo que mi hermana Steph siempre me dice. Esas cosas técnicas. - Afirmó su
interlocutora.- Lo que más odia es el tiempo que pasa hasta que terminan esas
sesiones.
-Pues
podrías haberlo sido. Eres muy guapa y muy elegante. Hermoso vestido.- La
elogió su contertulia.-
Daphne se ruborizó un poco. Casi se
sentía tonta. Como si de una adolescente se tratase. Eso no le sucedía hacía
mucho tiempo.
-Gracias.-
Fue apenas capaz de musitar.- Eso ya no me lo dicen.
-Pues
deberían.- Sonrió Claire, agregando con tono informal y curioso.- ¿A dónde
quieres ir?
-Conozco
un sitio que te va a encantar.- Le respondió su contertulia con animación.-
Y guiando a su invitada la condujo
hasta ese coqueto y apartado restaurante. Allí tomaron asiento y tras ojear la
carta pidieron algo ligero.
-¡Un
par de ensaladas! ¡Ja, ja! - Se rio
Claire que desde luego era bastante simpática, más al sentenciar.- Estamos
esclavizadas por las calorías.
-Yo
pasé una racha en la que comía demasiado. Y pagué el precio.- Suspiró Daphne.-
Ahora estoy tratando de recuperar la figura.
-Pues
vas muy bien.- Afirmó cumplidamente su interlocutora.- Te veo en buena forma.
-
Gracias a mi hermana que está siempre pendiente.- Repuso modestamente ella,
agregando con tono sincero.- La verdad, cada día os concedo más mérito. Ahora
que estoy intentando hacer lo mismo que una modelo, al menos para perder algo
de peso, me doy cuenta de lo duro y sacrificado que es. Ejercicios constante,
dieta sana…dormir mucho…
-Bueno,
es la vida que hemos elegido tener.- Le contestó Claire, comentando.- De
siempre quise ser modelo. Y me costó mucho superar las pruebas tan exigentes de
la Academia Deveraux. Pero valió la pena. Me encanta mi trabajo.
-No
puedo creer que te costara tanto entrar. Tú sí que eres muy guapa. Tienes una
cara muy armoniosa y buenas medidas.- La piropeó Daphne aunque enseguida matizó,
azorada.- Mi hermana siempre dice esas cosas. Lenguaje técnico vuestro,
supongo.
-Muchas
gracias.- Sonrió ampliamente Claire.-
Eso la hacía estar todavía más
hermosa. Con esos ojazos azules y ese cabello castaño tan sedoso. Su nariz
pequeña y fina y el color de sus mejillas. Realmente era muy joven y bonita.
Dap tuvo que centrarse en su plato para no dejarse llevar. Al fin pudo decir.
-A
mi hermana le apasionaba también ser modelo, desde que era una cría. Recuerdo
como fui con ella un día a la Casa Deveraux…
-Sí,
me lo ha contado.- Afirmó Claire dejándola sorprendida, más al agregar.-
¿Sabes? Steph te quiere muchísimo. Para ella casi eres más una madre que una
hermana mayor.
-¡Vaya!
- Suspiró Daphne viniéndose un poco abajo al oír aquello para musitar algo
apuradamente.- Bueno, le saco algunos años, pero no es para tanto.
-No,
discúlpame. ¡Qué tonta soy! - Se apresuró a matizar su apurada interlocutora.-
No he querido decir, en fin…eres muy joven todavía. De hecho, cuando me hablaba
de ti sin conocerte pensé que eras mayor. Luego me quedé sorprendida. Y
respecto a lo que me decías antes.- Agregó deseando cambiar de tema.- No te
creas. Me costó mucho pasar las pruebas. De cría era más desgarbada y para la Academia Deveraux siempre se
presentan muchas chicas muy guapas y con cuerpazos. Pero eso no es lo único que
buscan. Al menos la señora Deveraux, la Jefa, como la llamamos todas, es muy
exigente. En todos los aspectos.- Le relató.- Por ejemplo, tu hermana Stephanie
es de las mejores modelos que yo haya visto. La mismísima Esmeralda la tiene en
gran consideración. Hasta se rumoreaba que la habían ofrecido ser una de las
candidatas a dirigir la empresa…Y si la señora Deveraux le ha dicho eso, es que
la considera realmente muy bien. -Le confió.-
-¿De
veras?. Steph jamás me ha dicho nada de eso.- Pudo replicar una atónita
Daphne.-
-Bueno,
son cotilleos, cosas extraoficiales, no se las puede tomar muy en serio. Aunque
conociendo a tu hermana, condiciones no le faltarían.- Aseveró Claire dando la
impresión de creer que había hablado más de la cuenta.-
Tras esa charla comieron la ensalada
y apenas tomaron un par de copas de vino tinto, después algo de fruta para
postre. Al acabar salieron del restaurante, caminaron de vuelta a la casa
Deveraux prosiguiendo la conversación.
-¿Eres
de aquí?- Quiso saber Daphne pretendiendo no darle mucho énfasis a esa
cuestión.-
-No,
de Bios.- Le replicó su interlocutora, confirmando lo que ya Steph le había
dicho.- ¿Y tú?
-Tampoco,
en fin, mis padres nos trajeron cuando yo era muy joven. Y mis hermanos solamente
eran unos críos. Viajamos al poco de que Nature fuera terraformado. - Le contó a su vez.-
Se sintió un poco rara, realmente no
hacía mucho de eso y apenas sí lo recordaba. Ella tendría unos dieciséis años
cuando llegaron pero le parecía ya una eternidad.
-Y
tus hijos sí que son nacidos en este mundo. ¿Verdad? - Le recordó Claire.- Tu
esposo supongo que no…lo mismo que tú
-Claro.-
Sonrió trémulamente ella.- Él y yo somos de la misma edad. Nos casamos siendo
muy jóvenes. Y vinimos más o menos a la vez. En realidad, él viajó en la SSP-2…
-Stephanie
me ha contado que, siendo niña, le apasionaba la idea de conocer un nuevo
planeta. Pero que era bastante pequeña y que no se acuerda mucho. En mi caso yo
sí que nací en Bios. Mis padres llegaron al planeta al poco de terraformarlo.
Mi padre viajó en la SSP-1, era comandante de la escuadrilla aérea. Mi madre y
mis hermanos se quedaron en la Tierra.- Le aclaró Claire agregando con algo de
tristeza al recordarlo.- Durante un año no supieron nada de él, ni de los que
viajaban en esa nave. Incluso les llegaron a dar por desaparecidos. Recuerdo
que lo pasaron muy mal. Y pese a sufrir tanto como mis hermanos mayores, mi madre
siempre estuvo a su lado manteniéndose optimista. Les decía que tuvieran fe en
que mi padre volvería. Y bueno, así fue.- Se permitió sonreír ahora.- Después,
cuando se reunieron… pues se ve que estaban muy contentos y para celebrarlo, al
poco nací yo.
Daphne se rio con esa última
ocurrencia, esa muchacha era verdaderamente simpática. La ex maestra había
posado una de sus manos sobre las de su interlocutora en un gesto sincero de
apoyo. Al menos durante ese relato. Enseguida la apartó ruborizándose al darse
cuenta. Afortunadamente Claire no le dio importancia, seguro que pensó en eso
como en lo que efectivamente había sido. Un gesto de simpatía y solidaridad.
-Así
que tienes dos hermanos mayores.- Inquirió Dap con interés.-
-Si,
el mayor, que se llama Hugh, está en el UNISON, como mi padre. Ahora es
teniente. Y mi otro hermano, James, es bombero y vive en la Tierra. Soy la
única que no se ha dedicado a servir en cuerpos de élite. Quizás siendo la niña
y la pequeña, mis padres fueron mucho menos exigentes en ese aspecto.- Remachó
casi pareciendo algo apurada por ello.-
-Bueno,
estás en un cuerpo de mucha élite, las modelos de la casa Deveraux.- Sonrió
Daphne haciendo a su vez un ingenioso comentario.-
Eso hizo que su interlocutora se
sonriera divertida también para querer saber por su parte.
-¿Y
tú? ¿Tienes algún recuerdo de ese viaje?
-No,
aunque seguramente fue un viaje muy duro. El de ambas naves colonizadoras. Yo
no viví eso, pero sí el ataque a Nature de hace años. Fue horrible. Recuerdo
que redujo el colegio a cenizas. Nos quedamos atrapados dentro con muchos
niños, aunque pudimos salir.- Comentó ahora entristecida al rememorarlo.-
-¡Oh,
qué horror!- Pudo responder su contertulia.- Ahora fue ella quien puso una mano
sobre las de Dap.-
-Fue
terrible, pero al menos tuve a Martin a mi lado, y a otra persona muy
importante para mí.- Musitó añadiendo con un suspiro. - Una a la que echo todavía
de menos.
-¿Qué
le ocurrió?- Se interesó Claire.-
-Se
marchó.- Fue la réplica entristecida réplica de su interlocutora.-Aunque
todavía pienso mucho en ella.-Le confesó.- Nunca dejé de hacerlo.
-¿En
ella?- Inquirió la modelo con gesto perplejo.-
-Si,
en esa persona.- Se apresuró a puntualizar Daphne.-
No estaba muy segura ahora de si esa
chica podría compartir sus inclinaciones. ¿Quién sabe?. Quizás a la modelo le
hubiera sorprendido su réplica o bien la estuviese sondeando. La verdad es que
estaban tan cerca la una de la otra, a la salida de un callejón, justo en la
bocacalle que daba a la casa de modas, que Daphne sintió que era ahora o nunca.
Suave pero inexorablemente acercó sus labios a los de su interlocutora y los
rozó. Claire pareció mantener el contacto durante un segundo sin inmutarse pero
inmediatamente creó distancia. Sonriendo con expresión nerviosa y con un tono
entre violentado y perplejo, pudo decir.
-Creo
que has malinterpretado las cosas.
-Perdón,
yo no quise.-Replicó enseguida Dap, roja de vergüenza.- Lo siento mucho…
-Está
bien, olvidémoslo. ¿Vale?.- Le propuso esa chica.-
-No
sé qué pensarás de mí, yo… estoy avergonzada.- Sollozó Dap ahora.-
-Vale,
no te preocupes, no diré nada…- Le aseguró esa joven contemplándola con visible
envaramiento.-
-Me
voy a divorciar.- Le contó su llorosa contertulia.- He tardado años en reunir
el valor suficiente…
-Lo
siento mucho.- Fue lo único que a Claire se le ocurrió contestar.- Entiendo que
eso te ha dejado en una situación vulnerable…pero…
-Perdóname,
lo lamento de veras.- Insistió Daphne.- Me dejé llevar…
-
Tranquila.- Replicó la modelo añadiendo con evidente apuro todavía.- Bueno,
tengo que dejarte, debo volver. Ha sido un placer. Gracias por la invitación…
Dap solo tuvo fuerzas para asentir.
Sonrió nerviosa, casi más bien haciendo una mueca. Claire se alejó de allí
dejándola desolada. Ahora solamente podía temer, no sin inquietud, lo que esa
chica podría estar pensando de ella.
-En
fin. Hubiera sido demasiado bonito para ser verdad.- Se dijo tratando de
animarse.- Será mejor que regrese a casa.
Podría aprovechar dado que no iría a
buscar a David, Martin se ocuparía. Al
menos tendría tiempo para recuperarse de ese golpe a su moral.
-Puede
que me haya precipitado. Antes nunca lo habría hecho. ¡Oh Dios! ¿Será que estoy
desesperada?
Llegó a casa, se tumbó un poco en el
sofá. Entonces recordó. ¡Había quedado con su esposo! Ella le quería hablar del
divorcio. No tuvo más remedio que levantarse y se cambió, con un vestido más
cómodo y zapatos de menos tacón.
-¡Qué
remedio, preferiría quedarme en casa pero fui yo quien le pidió charlar!- Se
dijo resignada.-
Así que tomó el camino hacia el
local de Ginger. Hacía bastante que no iba por allí. Al llegar fue atendida por
Hipatia. La muchacha la saludó amablemente.
-Hace
mucho que no venía por aquí, señorita Daphne.- Comentó con amabilidad,
llamándola de ese modo, dado que la recordaba con mucho cariño como maestra.-
-Bueno,
es verdad.- Admitió ésta, añadiendo.- No ha sido por falta de ganas.
-¿Qué
quiere tomar?- Le preguntó la joven camarera.-
-Esperaré
a mi esposo.- Repuso la interpelada.- Gracias…
Hipatia asintió alejándose para
atender a otra mesa. Últimamente había aumentado la clientela. Quizás la vuelta
de Dean tuviera relación con eso. El chico había puesto al día y mejorado mucho
la página de la cafetería, con las ofertas y la calidad que tenían hizo una
buena campaña de publicidad. No es que ahora estuvieran a rebosar como en los
viejos tiempos pero sí que el negocio daba muestras de recuperarse un poco. Su
jefa estaba muy contenta y además, ahora se pasaba menos por el local, desde
que su hijo regresó había reservado tiempo para estar con él. Tenían mucho que
recuperar.
-Me
alegro por Gin, se lo merece.- Pensaba la jovencita.-
Entre tanto Daphne esperaba. Al fin,
llegó su esposo. Martin tenía una expresión preocupada…Nada más entrar ni tan
siquiera la saludó, se limitó a sentenciar con tono serio.
-Tenemos
que hablar.
-Claro,
por eso te pedí que vinieras.- Afirmó ella.-
-Se
trata de nuestro hijo.- Le contó él.-
Quizás Martin se hubiera enterado
por otro medio, de todos modos era su obligación el contarle a su todavía
esposo lo ocurrido.
-No
sé cómo pudo pasar.- Empezó ella.- Fue un instante en el que no le vi. Me
encontré con una compañera de Steph…
-¿Esa
con la que sales?- Le inquirió a quemarropa él, dejándola perpleja.-
-No,
bueno.. espera un momento. ¿Cómo que con la que salgo?- Preguntó ella a su
vez.-
Martin suspiró llevándose las manos
a la cabeza. Ahora Dap comenzó a preocuparse de verdad.
-¿Qué
pasa?...-Quiso saber ella.-
-El
padre Michael me citó en su despacho poco antes de salir. Me comentó que
nuestro hijo había ido a verle para pedir ayuda. Que tú estabas quedando con
una invertida. Esas fueron sus palabras.- Le contó él, entre perplejo y
molesto.-
Daphne no sabía que responder. No
comprendía como su hijo podría haber pensado…
-No,
espera…no es así.-Matizó ella.- Esa chica es compañera y amiga de mi hermana.
Me ayudó cuando David se perdió ayer. Lo único que quise fue invitarla a comer
para darle las gracias.
-¿Qué
se perdió?- Exclamó Martin con expresión atónita.- ¿Cuándo?
Aquello iba a peor, Daphne creyó que su esposo ya lo sabía.
No tuvo más remedio que resumirle lo ocurrido, y pese a insistir en que al
final, la intervención de las sailor Animamates salvó al niño, su marido se
puso realmente furioso.
-¿Me
estás diciendo que te pusiste a coquetear con esa chica y dejaste de lado a
nuestro hijo?- Exclamó su cónyuge atrayendo la atención de algunos clientes.-
-Martin,
por favor.- Le suplicó ella.- No montes una escena. No fue así. Solo estábamos
hablando. Cuando vi que David no estaba corrí a buscarle. Claire se llevó a
Leah a Modas Deveraux y se la dejó a mi hermana. Luego vi a nuestro hijo ahí
subido, en esa azotea.
-¿Te
das cuenta de lo que pudo haber sucedido? – Espetó él, que seguía estando
furioso.- ¿A este punto has llegado, ni siquiera te importa tu propio hijo?
-¡Eso
es mentira y muy injusto! - Estalló ella a su vez.-
Hipatia contemplaba esa escena
atraída por las voces que esa pareja daba, lo mismo que los demás clientes que
ahora les miraban sin tapujos. Martin fue quien primero se levantó indicándole
a su mujer sin apenas poder disimular su malestar y su enfado.
-Vamos
a hablar de esto, fuera de aquí…
En eso estaban de acuerdo, salieron
sin despedirse de la atónita camarera y caminaron por el parque. Tras respirar
hondo y soltar el aire, él retomó la conversación.
-Quiero
entenderte, ya lo sabes. No te he puesto obstáculos. Querías irte de casa y te
has ido. Quieres separarte, de acuerdo… pero esto trata de nuestros hijos. No
puedo permitir que les pongas en peligro.
-¡Yo
no puse en peligro a David! - Negó ella con indignación, agregando.- Ha sido
toda esa basura que les han inculcado en el colegio. De hecho, hasta tomé en
consideración demandar al obispo y a sus secuaces. Fueron ellos quienes le
hablaron a nuestro hijo de los ángeles que rescataban a la gente que se tiraba
al vacío. Y otras tonterías.
-¿Es
que te has vuelto loca?- Replicó un alarmado y enfadado Martin.- Yo sigo
trabajando allí. Y no creo que le hayan dicho eso a David. Puede que él lo haya
malinterpretado. En cualquier caso, nada de eso habría pasado si tú no te paras
a ligar con esa modelo. Que se busque a una chica de su edad.
-Ahora
además, me consideras vieja.- Contestó una dolida y molesta Daphne, agregando
con sardónica amargura.- Entonces, te será fácil darme el divorcio.
-No
he dicho que seas vieja.- Rectificó él.- Pero, ¿Cuántos años tiene esa chica,
veinte, veinticinco? Es más joven que tu propia hermana…-Le recordó agriamente
él.-
-La
edad no importa, aunque no temas por eso.- Espetó su mujer con indignada ironía.- Ella no es
lesbiana. No le intereso de esa manera. Ayer sí que quedamos. La invité para
comer hoy...- Admitió ahora con tinte consternado.- Ya te lo he dicho, y es la
verdad. Quería agradecerle la ayuda que me prestó al hacerse cargo de Leah.
Puede que David oyera algo de eso y lo interpretase mal.
Aunque claro, siendo sincera consigo
misma ella había esperado llegar a algo más. Pero los hechos finalmente se
ajustaban a lo que le había contado a su esposo. Martin suspiró una vez más,
deseaba calmarse y no seguir en ese tono. Aquello, lejos de ser una
conversación civilizada, estaba degenerando en una discusión muy fuerte.
-Tienes
que entender que me preocupo por nuestros hijos.- Afirmó él algo más tranquilo.-
-¿Y
crees que yo no?- Pudo replicar ella ahogando un sollozo.- No está siendo nada
fácil para mí. ¡Todo se ha derrumbado a
mi alrededor!. Y ya no hay vuelta atrás.
Hubo un tenso silencio, él la miró
con tristeza, quizás pensándose bien lo que iba a decir, y sobre todo, si tenía
el valor de decirlo. Al fin se atrevió.
-Sabes
que te quiero y que no me importa que tú...
-Eso
ya no es suficiente, Martin.- Contestó ella, con un entristecido suspiro.-
Quiero ser libre de verdad. Deseo rehacer mi vida. Y este lugar me ahoga. Las
miradas de desprecio, el sentirme tan vigilada…tú no lo puedes comprender, por
mucho que lo intentes.
-¿Y
qué vamos a hacer?- Quiso saber él entonces afirmando con un tinte más duro.-
Tú puedes hacer lo que quieras, pero no voy a dejar que nuestros hijos sufran
por ello. Eso debes entenderlo.
-Tampoco
yo quiero hacerles daño.- Aseveró la mujer.- Por eso me gustaría que nos
pudiéramos poner de acuerdo.
-David
se queda conmigo.- Sentenció Martin.- Sobre eso no hay discusión posible. Mira
como le está afectando el ver lo que hace su madre.
-Es
mi hijo y no voy a renunciar a él.- Contestó ella con tono desabrido.-
-Podrás
verle cuando quieras. Pero no me parece buena idea que viva contigo. Leah es
otra cosa. Ella es muy pequeña y te necesita más. Podemos tener la custodia
compartida y que ella viva contigo y él conmigo.- Propuso más
conciliatoriamente su marido.- Y vernos todos los fines de semana.
Daphne guardó silencio para
considerar esa proposición. Quizás era lo más sensato. Además, con su hijo en
casa ella debía tener mucho cuidado. Este simple malentendido lo confirmaba.
Aunque claro. No reconoció ante su esposo que a ella sí que le gustaba Claire.
Y que el crío, quizás de modo fortuito, había descubierto eso. Sin embargo, esa
modelo nada tenía que ver. Desgraciadamente para ella, no le correspondía….aunque
Dap podría conocer a otras mujeres que sí y con David allí no podría evitar
sentirse culpable de tener citas…
-Me
parece razonable.- Convino al fin.-
-Gracias
Daphne.- Musitó él, tomándole de una mano ahora para afirmar con voz queda y triste.-
Pase lo que pase, tenemos que luchar por nuestros hijos. Ellos son inocentes.
-Sí.-
Suspiró ella soltándose despacio del agarre de su esposo.-
De este modo se despidieron, regresando
cada uno a su domicilio. Daphne recogió
a la pequeña Leah de la guardería a donde había comenzado a llevarla. No quería
volver a pisar ese colegio si podía evitarlo. Finalmente llegó a casa, dio de
cenar a su hija y al rato la acostó. Le extrañó que su hermana no llegara.
Habitualmente Stephanie solía retornar pronto del trabajo para estar con ella y
con su sobrina.
-Le
habrá surgido algo.- Se dijo sin preocuparse en exceso.- La pobre está
cargadísima de cosas que hacer. Y ahora yo soy una más…-Pensó no sin sentirse
responsable.-
No pudo evitar pensar en que Claire
le hubiera contado aquello del beso. Esperó que no. Pasó un rato más y al fin,
siendo más de las diez de la noche, su hermana volvió. Aunque estaba pálida y
su rostro mostraba una expresión de horror.
-¿Qué
ha pasado?- Le preguntó Dap nada más la vio entrar así en la casa.-
-Es
Claire. Algo terrible le ha pasado.- Pudo musitar entre lágrimas.- ¡Pobre
chica! Le han destrozado la vida…
-¿Qué?-
Exclamó Daphne mirándola con miedo y horror.- ¿Qué le ha ocurrido?
-Acabo
de venir de verla del hospital.- Le contó su hermana.-
Y lo poco que le pudo referir llenó
de angustia, horror y culpabilidad a Daphne que solo pudo llorar
desconsoladamente abrazándose a su hermana…
-¡Oh
Dios mío!- repetía una y otra vez.-
Horas antes Stephanie estaba en el
trabajo. Claire vino precisamente a verla. La modelo parecía estar algo
incómoda.
-¿Tienes
un minuto, Steph?- le pidió con tono suave.-
-Sí,
claro.- Convino ésta para pedirle.- Siéntate, por favor. Dime…
Su interlocutora tomó asiento,
cruzando sus largas piernas y mirándola con envaramiento para musitar.
-Bueno,
no sé cómo decirte esto, es que, verás. Creo que tu hermana se ha fijado en mí…
y yo…
-Vaya,
comprendo.- Repuso Stephanie con algo de apuro. –
Claire le contó lo sucedido, aunque
finalmente agregó tratando de quitarle importancia.
-No
quiero malentendidos entre nosotras. Tu hermana es una mujer muy agradable, pero
a mí no me interesa de ese modo. Es más, tengo novio en Bios.- Le
desveló.- Él también es modelo. Incluso
puede que venga aquí a hacer algunas prácticas. Tengo muchas ganas de verle y
de que estemos juntos.
-Claro
que sí, seguro que mi hermana no quiso violentarte. No ha pasado por una buena
racha y está muy vulnerable. No temas, se lo diré.- Le aseguró su jefa con tono
conciliador.-
-Algo
me ha contado. No te preocupes, lo entiendo. Muchas gracias Steph.- Sonrió
débilmente la chica, levantándose ya para irse.- Por cierto. ¿Podría salir algo
antes hoy?
-Sí,
no hay problema.- Concedió su contertulia.-
La modelo se fue y Steph no supo
nada más hasta que recibió una llamada de urgencias al cabo de unas tres horas.
Era la doctora Rodney.
-¿Es
usted Stephanie Kensington, la encargada de modas Deveraux?- le preguntó con
tono entre inquieto y apurado.-
-Sí,
soy yo.- Admitió ella.-
-Tenemos
una chica ingresada con quemaduras de tercer grado en el cuerpo y parte del
rostro. Se llama Claire Zorton. Pudo hablar antes de que la sedásemos y nos dio
su nombre.
-¡Dios
mío! ¿Qué le ha sucedido?- Exclamó Steph horrorizada al oír aquello.- ¿Un
accidente?
-Mucho
me temo que ha sido una agresión. -Le explicó la consternada doctora
agregando.- Al parecer algunos testigos dicen que iba caminando por la calle y
que, de un vehículo cercano, se bajaron dos individuos enmascarados. Le
gritaron algo así como “ maldita desviada”,
y le tiraron un cubo que contenía ácido.
-¡Cielo
Santo!- Enseguida voy.- Balbució Stephanie realmente en shock al escuchar eso.-
A todo correr se dirigió al
hospital, llegó en media hora y pudo ver en persona a la doctora Naya Rodney.
Ésta le informó.
-Ahora
duerme, está fuertemente sedada. El dolor tuvo que ser terrible. El ácido corrosivo
le afectó parte de la cara y del cuerpo. Tiene medio rostro desfigurado...en
fin, no quiero darle detalles, son muy escabrosos y desagradables.
-¿No
se puede hacer nada?. Me refiero a cirugía.- Pudo preguntar la angustiada
Steph.-
-Se
puede intervenir, pero le quedarán marcas en la cara y en parte de su cuerpo.
Esa chica, siendo modelo…- Suspiró Naya moviendo la cabeza con pesar. – No creo
que pueda seguir trabajando en eso…
-¡Por
el amor de Dios!, les suplico que hagan todo cuanto puedan. No reparen en
gastos. Bajo mi responsabilidad la firma Deveraux correrá con todos los desembolsos
necesarios. Le firmaré lo que sea. - Le pidió una llorosa Steph.-
-Desgraciadamente
no es cuestión de dinero.- Suspiró Naya.- Haremos injertos e incluso
cultivaremos células madre de su organismo. Sin embargo y pese a todo, no va a
quedar igual que antes. Y más que posiblemente pierda un ojo. Lo lamento mucho.
Stephanie se llevó las manos a la
cara sin poder evitar llorar de modo convulsivo. La doctora la abrazó
ayudándola a sentarse. Con suavidad en el tono, Naya insistió en su pesar.
-Lo
siento muchísimo. Espero que pueda decirnos como comunicar con su familia.
-Ella
está sola. Es de Bios.- Pudo responder su interlocutora.- No tiene a nadie
aquí…salvo a nosotras, sus compañeras…
-Comprendo.-
Suspiró la doctora Rodney. – Verá, este ataque no ha sido el único. Se han
reportado otros contra, sobre todo, chicas jóvenes. Los causantes podrían ser
una facción de salafistas, esos agregados a la Congregación.
-¡Malditos
fanáticos! - Chilló Steph llena de ira.- ¡Locos, cobardes!
Ahora su hermana oía aquello en
shock, se había quedado lívida y apenas podía balbucir.
-¡Dios
mío!…
En su mente comenzó a atacar cabos.
Su hijo le había dicho algo al padre Michael. Ella le dio un beso a Claire,
quizás alguien las hubiese visto y malinterpretado aquello. En cualquier caso…
-¡Ha
sido culpa mía!- Gritó con un tono desgarrador.-
-No,
no ha sido culpa tuya.- Se apresuró a
abrazarla Stephanie.-
-Si
yo no hubiera… si no la hubiera besado..- ¡Oh Dios mío!, creyeron que era mi pareja.-
Se lamentó la compungida Daphne.-
-Eso
ha sido obra de unos locos, son unos canallas y unos criminales. Tú no tienes
nada que ver.- Insistió su hermana menor.-
-¡Tengo
que ir a verla! - Repuso su interlocutora levantándose con celeridad del sofá en
donde estaban sentadas. -
-Ahora
no es horario de visitas.- Le dijo su hermana, tratando de sujetarla con
suavidad. – Y créeme, no desearías verla ahora. Cuando yo pasé estaba dormida,
con calmantes. Y tenía la mitad de la cara y el cuerpo vendados. No creo que ella
quiera que nadie la vea así. Por favor, Dap. Déjala…
Su hundida hermana asintió despacio.
Aquello era horrendo, se abrazó a Steph y lloró, ¡tenía que hacer algo! Quizás
no por la pobre Claire sino por su hijo. ¡Ojalá que él no hubiera tenido nada
que ver!
-Ya
es suficiente. Mañana mismo le sacaré de ese terrible lugar lleno de odio.- Se
prometió.- No dejaré que le conviertan en otro monstruo del fanatismo.
Desde por la mañana se había movido,
pero tuvo muchísimo trabajo. Al parecer era un imán para cuanto degenerado y
pervertido había en el planeta. Así que, una vez terminó de ocuparse de uno de
esos clientes raros, pudo dedicarse a lo que verdaderamente le interesaba, cumplir
con su misión. Eran más de las cinco de la tarde cuando al fin pudo salir de
ese piso. Gloria ya había tenido bastante. Su paciencia se estaba acabando. Quizás
intentaría sonsacarle a esa tal Kassandra por otros medios menos amables. De
todos modos y a juzgar por la información de la que disponía, esa mujer tampoco
era humana, luego no debía controlarse tanto. Aunque tampoco convenía descubrirse.
Por ello tuvo que recurrir a su paciencia. Desde luego esa era una de las
virtudes más complicadas de controlar para un saiyajin. Por eso también practicaban
meditación. Ya se lo decía su abuela Elua. Pero es que estaba harta de esperar.
-Ya
va siendo hora de encontrar a esa infiltrada o lo que sea.- Pensó dirigiéndose
a aquella mujer.- Trataré de sonsacarle una vez más con cautela.- Suspiró al
fin.-
Kassandra estaba en otra habitación,
comprobando los créditos que habían ingresado ese día. No fue malo aunque
tampoco de los mejores. Gloria llegó plantándose delante de ella para
preguntar.
-¿Cuándo
voy a tener ayuda? Estoy harta de tener que ocuparme yo de todos esos chalados.
¿Dónde está esa otra?
Su jefa le dedicó una mirada entre
apática y sorprendida, para añadir con gesto indiferente.
-Deberías
estar contenta, son más ganancias para ti. De hecho, casi vas a poder retirarte
en pocos meses como sigas a este ritmo, monina.
De pronto se fijó en su ordenador,
una notificación había saltado, era un mensaje. Gloria la observó de modo
discreto, Kassandra no dijo nada durante unos instantes, pero al fin sonrió,
para comentar a su interlocutora.
-Bueno,
al parecer se va a cumplir tu deseo. Dentro de poco tendrás compañía, la otra
chica va a regresar. Podrás tomarte un par de días.
-¿Vendrá
mañana?- Quiso saber esperanzada. –
-Así
parece.- Afirmó Kassandra.-
Gloria asintió saliendo de la habitación. Al
fin, tanta espera iba a dar sus frutos. Por lo menos, su ansiedad y repetidas
preguntas por esa compañera ausente pasaban bien enmascaradas. Su jefa pensaría
que ella estaba deseosa de tener vacaciones.
-Eso
es bueno, sigo manteniendo el factor sorpresa. Ahora a ver dónde anda.- pensó.-
En cuanto pudo comprobó su teléfono. Ese hacker
que les ayudaba había pirateado el ordenador de Kassandra y ella podía leer
todo lo que su compañera tenía allí. Incluyendo mensajes. Daba la impresión de que esa infiltrada había
estado comunicándose desde cerca.
-Su
posición está muy próxima.- Calculó la saiyajin.-
Pero pese a intentarlo, le era
imposible detectarla por su energía. A buen seguro que no estaría emitiendo
mucha.
-Siendo
más fuerte que un humano normal debería ser sencillo distinguirla, pero imagino
que eso ella también lo sabrá. También tratará de no hacerse notar en ese
aspecto.- Se dijo la joven.-
Decidió leer el mensaje. Ojalá que
eso pudiera aclararle algo. Y lo que leyó la dejó perpleja.
-¿Sigue
esa chica nueva contigo?... creo que es policía, y además una saiyajin. Ten
cuidado. -Leyó con incredulidad.- Quedaremos donde siempre, en la zona segura,
dile que voy mañana, eso nos hará ganar tiempo…En cambio tú la dejarás sola en
el piso y nos veremos allí.
Aquello era algo inesperado desde
luego. Según esa información no era Kassandra quien la habría delatado, era esa
infiltrada quien le estaba dando la información. Pero, ¿de dónde la habría
sacado?
-Hay
alguien que nos ha traicionado. Quizás ese hacker está jugando a dos bandas.-
Elucubró.-
Decidió informar lo antes posible a
Jalix y a su padre para que averiguaran algo si podían. Ella rastrearía el ordenador de Kassandra para
seguirla a esa cita tan especial.
-Sea
como sea, esto se terminará mañana….
Y al día siguiente, una más que
furiosa Daphne acudió al colegio de la fe, entrando a rápidas zancadas. Ya era
tarde cuando pasó directa hacia el despacho del padre Michael. Incluso la
secretaria se quedó perpleja al verla aparecer como una tromba.
-Perdone,
el director está ocupado..- Quiso advertirla en vano.-
Pero ella no prestó atención y abrió
la puerta de ese despacho entrando como una exhalación. Allí estaba el cura
junto con el obispo. ¡Tanto mejor! Tenía unas cuantas cosas que decirles a ambos.
-¡Daphne!-
Pudo exclamar el padre Michael al verla aparecer de ese modo.-
-¡Me
llevo a mi hijo de aquí!- Espetó ella.- No le dejaré en un sitio en donde
predican el odio a las personas por no ajustarse a sus estándares de
hipocresía.
-Debería
usted calmarse.- Le pidió el obispo con tono tranquilo.-
-¡Cállese!
¡Usted es un canalla! Por su culpa David casi se mata. Se subió a una azotea el
otro día esperando tirarse para que los ángeles le salvaran.- Le chilló ella
sin poderse contener.- Y luego está lo de Claire. Algunos de sus fanáticos le
han tirado ácido a la cara. Todo porque la vieron conmigo. Y ella ni siquiera
está interesada en mí. Dígaselo a sus esbirros. Se han equivocado de mujer, ¡ella
no es lesbiana! ¿Me oye?
El padre Michael la miraba entre
perplejo y asustado, como quien observase a una demente. Corbin a su vez,
siguió en ese tono calmo que llegaba a exasperar, más al responder.
-Me
temo que no sé de qué me está hablando, señorita…
-¡Oh
sí!, claro que lo sabe. Y ya es suficiente. ¿Me oye?- gritó la desquiciada
mujer.- Ahora mismo saco a David de este sitio.
Y sin dar tiempo a sus perplejos
oyentes a replicar salió del despacho dirigiéndose con rapidez hacia el aula de
su hijo. Entre tanto el padre Michael llamó por megafonía a Martin….
-Señor
Carson, acuda inmediatamente al despacho de dirección, por favor…
Martin se sorprendió, estaba a media
clase, no hubo problema dado que uno de sus compañeros se ocupó de vigilar a
los alumnos entre tanto. Él acudió raudo hacia el despacho del padre
Michael…nada más llegar, el sacerdote, ahora estando sólo, le comentó muy
preocupado.
-Tu
mujer ha venido, está realmente alterada, ha ido a la clase de vuestro hijo. Ve
a su encuentro y evita que haga algo de lo que pueda arrepentirse….Mejor te
acompaño…
El atónito interpelado asintió,
tanto él como el padre Michael se fueron de inmediato hacia ese aula, que
estaba en otro pabellón. Aunque llegaron a tiempo para oír gritos y lloros. Y una
de las voces era la de David…
-¿Qué
pasa aquí?- Preguntó él entrando junto con el director.-
David lloraba abrazado a su maestra,
el resto de los críos miraban entre perplejos y asustados a Daphne, ella
sollozaba a su vez, siendo apenas capaz de musitar…
-Te
quiero hijo, siempre te querré…
-Daphne,
por favor. Tranquilízate, vamos a otro sitio y hablemos con calma.- Le pidió su
marido.-
Y es que su todavía esposa había
llegado unos minutos antes. Entró en la clase sin siquiera llamar. Aquello
sorprendió a todos los niños y a la profesora que estaba explicándoles
matemáticas en ese momento.
-Disculpe,
señora. ¿Qué desea?- Quiso saber la docente que no la conocía demasiado al no
haber coincidido con ella en sus tiempos de maestra.-
-¡Soy
la madre de David Carson, y me lo llevo de aquí! - Replicó ella con tono
contundente en tanto buscaba con la mirada a su hijo.-
-Perdone,
pero esto es muy irregular.- Pudo objetar la perpleja profesora.-
-Me
da igual lo que irregular que sea.- Le contestó Daphne con tono seco, agregando
al descubrir donde estaba sentado su hijo, quien lucía una expresión entre
atónita y avergonzada.- Vamos David, recoge tus cosas. Nos marchamos de aquí.
No obstante el crio no se movió,
apenas atreviéndose a musitar.
-No
quiero.
-¿Cómo
que no quieres?- Le abroncó su madre.- Vamos, ¡obedece!…
-No,
no me quiero ir contigo. Tú vas con otras mujeres.- La acusó el niño.-
Eso produjo un murmullo entre sus atónitos
compañeros de clase, aunque Daphne no se dejó impresionar por eso.
-¡He
dicho que vengas! - Exclamó yendo a tomar a su hijo de un brazo y tirando de
él.-
-Señora,
¡por el amor de Dios! Está usted en una
clase con niños.- Intervino la maestra, tan asombrada y asustada como los
pequeños.- Contrólese.
-¡Cállese
y déjeme en paz! - Replicó Daphne con agresividad.-
Quiso sacar a su hijo de la clase
tirando de él pero el niño se rebeló soltándose como pudo. Eso sí, sin parar de
chillar.
-¡No
quiero ir contigo, eres una invertida, invertida, invertida!…
Perdiendo del todo los nervios,
Daphne replicó dándole una bofetada que casi le tiró al suelo. El crio quedo
mudo al principio, luego se tapó la marca del golpe con las manos y después solamente
pudo romper a llorar abrazándose a su profesora quien ya recuperada de la
sorpresa se encaró con esa enloquecida madre.
-¡Ya
basta!, sea usted su madre o no la denunciaré por esto. ¡Váyase inmediatamente de
aquí antes de que llame a la policía!
Daphne pareció salir entonces de ese
estado de enajenación y lloró a su vez llevándose las manos a la cara. Apenas
pudo balbucir.
-Lo
siento cariño, perdóname…
-¡Te
odio! - Pudo sollozar el pequeño con rabia y desprecio.- ¡Te odio!…
Fue en ese instante cuando Martin y
el padre Michael entraron. Su marido le pidió salir para charlar, aunque ella
movió la cabeza suspirando llena de dolor…
-Me
lo habéis quitado…todo…
-¡Por
Dios, Daphne! - Intervino el padre Michael.- ¿Es que no ves lo que le estás
haciendo a tu familia?. Tienes que intentar curarte.
-Yo
no estoy enferma, ¡maldito predicador de pacotilla! - Estalló ella una vez
más.-
Aunque dando una última mirada a su
hijo que la miraba con verdadero odio y temor, lo mismo que el resto de los
críos, ella sonrió sardónicamente y moviendo al cabeza, sólo se dio media
vuelta para salir corriendo de allí…
-Espera.-
Le pidió Martin que fue tras de ella.- ¡Por favor, Daphne!
En la clase muchos lloraban, otros
estaban en shock, petrificados por lo que habían visto. David seguía abrazado a
su maestra y llorando, con la cara enterrada en el abdomen de ésta. Fue el
padre Michael quien, con tono suave,
logró que los niños le oyeran. Tras conseguir su atención y calmarles un poco,
declaró con tono triste y aleccionador.
-Hijos
míos, ya veis hasta donde conduce esta terrible enfermedad. Pues de eso se
trata. La pobre mamá de vuestro compañero está muy enferma. No debe ser odiada,
sino compadecida. Tenemos todos que apoyar a David y rezar por su madre. Solo
así quizás el Señor se apiade de ella y la cure. Vamos a rezar…
Y toda la clase se puso de rodillas
comenzando las plegarias, incluido el infortunado niño que era el involuntario
protagonista de aquello. El mismo padre Michael tomó el relevo de la maestra y
tras pasarle un confortador brazo tras los hombros le susurró con tinte
afectuoso.
-Hiciste
lo correcto. Ahora reza por tu madre…
El crio asintió, aun con lágrimas
cayéndole por las mejillas. Entre tanto sus padres seguían a la carrera.
Finalmente Martin pudo alcanzar a su mujer y tras forcejar con ella que trataba
de soltarse de su agarre, fue capaz de preguntarle.
-Por
Dios, Dap. ¿Qué te está pasando?...
-¡Déjame
en paz! - Gimió ella sin querer mirarle a la cara, añadiendo.- Ya tienes a
David, le he perdido por culpa de estos fanáticos. ¿Y sabes lo que los amigos
de tu maravilloso padre Michael y del obispo Corbin le han hecho a Claire?
-¿Claire,
quien es Claire?- Inquirió el atónito Martin.-
-La
chica con la que comí ayer. ¿Recuerdas que te lo dije?- Contestó ella entre
sollozos.-
¿Y
qué le han hecho?- Quiso saber su perplejo esposo.-
Su mujer se tomó unos segundos para
respirar entre jadeos y tomar aire. También para calmarse un poco. Enseguida le
resumió la ocurrido.
-¡Cielo
Santo! - Exclamó él.- Pobre chica…
-Ella
no tenía nada que ver y esos fanáticos le han hecho eso únicamente por verla
conmigo, estoy segura.- Gimió Daphne.-
-¿No
pensarás que el colegio ha tenido algo que ver con eso?. ¡Por el amor de Dios!…
-Martin.-
Pudo suspirar ella más calmada ahora, acariciando incluso una mejilla de su
interlocutor.- Tú eres un buen hombre, lo sé. Te conozco, por eso te lo
suplico, abre los ojos, ¡por favor!. En este colegio llevan años inoculando el
odio a los niños, y al resto de la sociedad. Lo han hecho contra personas que
somos diferentes, como yo. Que no entramos en los parámetros de lo que
consideran normal. Yo estuve aceptándolo durante años únicamente por miedo. ¡Pero
ya no puedo más! -Gimió ella de nuevo, sin poder evitar llorar.-
-Siento
que tengo gran parte de culpa en eso.- Admitió el chico.- Lo provoqué cuando lo
escribí.
-¡No
digas tonterías!- Le rebatió Daphne.- Tú no eres Dios para escribir el destino
de nadie. ¡Han sido ellos con sus rígidas normas y con su anticuada moral!¡Han
convertido este mundo en un infierno para los que no nos ajustamos a ellas!
-¿Qué
vas a hacer?- Quiso saber su marido con expresión de zozobra.-
-Me
iré de aquí. Solo eso puedo hacer.- Musitó ella.- Únicamente te pido que me concedas
el divorcio con rapidez y que cuides de David. Lo que acordamos ayer…
Su esposo pareció querer replicar
algo, pero ella no le dio tiempo, se apartó alejándose de allí. Martin ya no
tuvo fuerzas para detenerla. Solamente podía recordar aquellas palabras que ese
extraño le dijese hacía años. Le advirtió que manipular el destino traía
consecuencias nefastas. Y ahora comprendía a qué se había referido.
-Es
como si todo se hubiese rebelado contra lo que escribí para volver a lo que debió ser.- Pensó el
atormentado Martin.- Al final la he perdido. Y no solo sufrimos nosotros, sino
nuestro hijo.
Por su parte, Daphne corrió a casa
de su hermana. Stephanie estaría trabajando o pudiera ser que en el hospital
visitando a Claire. Antes de llegar al domicilio de la modelo decidió ir en
busca de la pequeña Leah, sin embargo cambió de opinión. Moviendo la cabeza y
llorando fue finalmente a casa de Steph. Una vez llegó hizo su equipaje y
consultó los horarios de vuelos estelares. Había uno que partía del astropuerto
en apenas dos horas y que tenía plazas vacantes. Enseguida reservó un pasaje.
-¡Lo
siento! - Gemía sin cesar.- Perdóname Steph, perdóname Leah…os suplico perdón a
todos…
Pese a sentirse destrozada por lo
que iba a hacer la necesidad de escapar de allí como fuera era más fuerte. Al
menos grabó un mensaje para el holo contestador. Luego, con su maleta y
reuniendo todos los créditos que tenía, llamó a un deslizador. No tardó mucho
en llegar al astropuerto. Apenas media hora. Tras otra media pudo embarcar.
Solo tras un rato de espera, cuando al fin la lanzadera partió, envió ese
mensaje a su hermana menor. Por su parte, Stephanie había ido precisamente al
hospital. Allí, una apenas consciente Claire había despertado.
-¿Cómo
te encuentras?- Preguntó amablemente su jefa, sentada a su lado.-
-Ahora
no me duele.- Musitó la joven.- No sé lo que tardaré en estar bien. Los médicos
no me han dicho nada…
Steph tuvo que reprimir sus ganas de
llorar. ¡Esa pobre chica no era todavía sabedora de su terrible situación! Y no
quería ni pensar en el momento en el que esa desgraciada lo supiera.
-Seguro
que te pondrás bien enseguida.- Quiso animarla.- Aquí tenemos a los mejores
médicos del planeta.
-No
sé lo que pasó.- Susurró la muchacha.- Yo solo iba caminando por la calle, y
alguien me gritó. Ni siquiera entendí el qué. Luego me tiraron algo, un líquido
que me empapó, ¡y sentí un dolor espantoso!…-después me desmayé. - Concluyó
entre sollozos.-
-Tranquila.- Pudo responder su jefa
acariciando el cabello de esa desdichada.- No te preocupes, todo se va a
arreglar. No te vamos a dejar sola, Claire.
Y
es que antes de ir a ver a esa desdichada esa mañana, Stephanie se apresuró a
informar a la Tierra de lo sucedido. En tanto llegaba la réplica estuvo
tratando de confortar a su compañera.
-Todo ha terminado para mí, ¿verdad?. - Suspiró
entre lágrimas la modelo.- Los médicos no me quieren decir nada, pero sé que
algo muy grave me ha pasado…apenas siento la cara. No sé si será por los
calmantes….
-Por ahora no debes pensar en eso.-
Respondió suavemente Stephanie.- Primero recupérate, luego poco a poco, ya
veremos. Pero te prometo que seguirás con nosotros en modas Deveraux. Eres de
la familia… -Remachó tratando de sonreír con amplitud.-
Claire
pudo mover un poco los labios a modo de una leve sonrisa. Su lesión no le
permitía más. Aquel era un mínimo consuelo. Ella había soñado siempre con ser
modelo y triunfar. Y hasta ese fatídico momento lo estaba logrando. Le costó
mucho que su padre aceptase esa ilusión suya por ser modelo. Pero finalmente lo
consiguió. Participó en algunos certámenes en Bios y ganó una plaza para la
Academia Deveraux en la Tierra. Tras pasar allí unos seis meses fue destinada a
Nature. Durante ese tiempo, además del trabajo, los estudios que le imponían en
la casa y su entrenamiento físico para estar en forma, había echado muchísimo
de menos a su novio Chris. Apenas si musitó casi sin darse cuenta.
-¿Me seguirá queriendo cuando me vea así?
-¿Qué?- Inquirió Steph quién no la había
escuchado bien.-
-Nada.- Suspiró Claire.- Estoy algo
cansada.-
-Claro, duerme un poco, te hará bien.-
Le susurró afectuosamente su jefa.-
Y entre tanto ese
mensaje llegó a destino. Fue Crista Turner quién, como nueva adjunta a la
dirección de modas Deveraux en la Tierra, recibió el informe por el canal sub espacial
de emergencia. Era un método muy caro de comunicación pero permitía atravesar
el tejido espacio-dimensional de modo que el mensaje casi fuera cuestión de
horas en lugar de días. Al saber lo sucedido Crista quedó horrorizada y tras
informar a su jefa, enseguida respondió.
-He hablado con la señora Deveraux,
confirma lo que les hayas dicho a los responsables del hospital. Esa chica tendrá
todo lo que necesite, ahora y después. Seguirá ligada a la casa. Y si hay
alguna forma en la que se la pueda restaurar tanto física como
psicológicamente, llévala a cabo sin importar el coste. También te autoriza a
emprender acciones legales para encontrar a los culpables, sean quienes sean. Un
saludo Steph. Y mucho ánimo de parte de todos.
La
aludida se sintió un poco mejor al saber esto. No dudada de todas formas de que
su Jefa la apoyaría.
-Aun así, esta pobre chica...- Pensó con
amargura y consternación, arengándose de seguido.- Cualquier cosa, no importa
lo que cueste. Hablaré con los mejores expertos. Solamente tendrá lo mejor de
lo mejor…
Antes incluso de recibir esa
confirmación fue precisamente a hablar con la doctora Rodney. Pero aun así, le
comentó a la facultativa.
-Como ya le dije. Nos hacemos cargo de
todos los gastos y de cualquier cosa que crean pueda aliviar o ayudar a Claire
a estar como antes. No importa lo que cueste.
Y
si no hubiera obtenido el permiso de Esmeralda, ella misma lo habría pagado.
Aunque la réplica de Naya la dejó hundida.
-Es usted muy amable, pero
desgraciadamente esto no solo tiene que ver con dinero. Tras las valoraciones
que hemos hecho de la paciente, en fin…- Le comentó la facultativa con poco
optimismo en sus palabras.
-Dígame lo que sea.- Le pidió Steph.-
-Los daños son terribles, ha perdido un
ojo y la mitad de su cara está literalmente disuelta, agujerada por ese ácido.
Incluso afecta al hueso. Tendremos que reconstruírsela en varias operaciones. -Suspiró
su interlocutora moviendo la cabeza con pesar.- Y es difícil precisar el resultado…
-¡Cielo Santo! - Sollozó Stephanie
llevándose las manos a la cara.- Ella se imagina algo, pero no lo sabe todavía.
-El impacto emocional será muy fuerte.-
Advirtió la doctora.- Ahora solo podemos dejarla descansar e ir haciendo las
valoraciones pertinentes para el inicio de la cirugía reparadora. Ya la
mantendré al corriente.
Su
contertulia asintió, despidiéndose de la galena y yendo de regreso a casa. No
tenía ganas de pasar ya por la oficina. Era tarde, entonces recibió un mensaje
de la guardería. Le sorprendió mucho, y más al leer.
-Señorita Kensington. ¿Van a venir
ustedes a recoger a Leah?...Tenemos que cerrar.
-¿No ha ido mi hermana?- Contestó
enseguida con perplejidad.-
-No, señorita, aquí no ha venido nadie. -
Le llegó la respuesta. -
-Voy de inmediato.- Contestó
dirigiéndose en efecto hacia allí.-
Lo
primero que hizo fue marcar el número de Daphne, pero esta no respondía.
-Espero que no le haya pasado nada a mi
hermana.- Se decía con creciente temor.- O que no haya hecho alguna tontería…
Pero la prioridad
ahora era recoger a su sobrina. En su deslizador tardó apenas una veintena de
minutos. La misma directora de la guardería esperaba con la niña. Por suerte,
Leah estaba dormida en su cochecito, completamente ajena a todo.
-Quizás haya sido un error de coordinación
por su parte.- Comentó con tinte admonitorio al ver llegar a la tía de la
cría.- Procuren que no vuelva a suceder.
-Sí, claro, lo siento mucho. Gracias por
esperar.- Pudo responder la apurada y sorprendida Stephanie.-
Se
llevó a su sobrina, poniéndola en el asiento trasero especial para niños y tras
asegurarla bien, arrancó de vuelta a casa. Indicó al ordenador que marcase otra
vez el número de Daphne pero nadie respondía.
-¡Qué extraño!- Se dijo, tratando ahora
de no ponerse nerviosa.- Quizás haya ido a casa pensando que hoy recogía yo a
Leah…
Al
llegar en cambio no vio a nadie. Se
extrañó y comenzó a tener miedo. ¿Dónde estaba su hermana? ¿Pudiera ser que con
Martin? ¿O quizás con otra mujer?...No creía que, tras lo sucedido a Claire,
Daphne tuviera ganas de eso. Seguro que estaría con su esposo. Decidió llamar a
casa de su cuñado. Martin tardó en responder.
-Hola.- Le saludó Steph.- ¿Está mi
hermana contigo?
-No.- Repuso él con tono lacónico y
triste para añadir.- Verás Stephanie, ha sucedido algo hoy en la escuela. Tu
hermana…
La
atónita modelo apenas podía creer aquello cuando su cuñado se lo contó.
Enseguida quiso saber.
-¿Cómo está David?
-Mal, muy mal, no ha dejado de llorar.-
Suspiró su interlocutor.- Y Daphne se fue… y desde entonces no sé a dónde habrá
ido. Sólo deseo que no haya hecho ninguna tontería.
-Tenemos que encontrarla.- Afirmó Steph
que empezaba a preocuparse muy seriamente.-
Estaba
preparándose tras dejar acostada a su sobrina cuando las duda la asaltaron.
-No puedo dejar sola a Leah en casa.
Decidió
llamar a Sonia. Quizás ella y Mei Ling pudieran ayudarla. Su compañera había
disfrutado de unos días libres para arreglar las visitas de Rafa a su hijo. De
modo que envió un mensaje esperando que estuvieran despiertas. Así fue, siendo su
colega quién le contestó.
-Hola Stephanie. -La saludó con
expresión triste.- ¿Qué tal está Claire?, acabo de saber lo que le ha sucedido hará
un par de horas. Quiero ir a verla mañana.
-Está mal. Pobre muchacha.- Repuso su
interlocutora, cambiando no obstante de tema, para sorpresa de la española.- ¿Podríais
ayudarme? Mei Ling y tú.
-Mi mujer ha partido de viaje a la
Tierra.- Le informó Sonia.- Su padre está muy enfermo y quería despedirse de
ella. Estoy sola con Richard.
-¡Cuanto lo siento!- Suspiró Steph
comentándole con pesar.- Es que no sé dónde está mi hermana.
En
ese instante un mensaje de voz le llegó a Stephanie. Enseguida le dijo a su compañera.
-Es Dap, tengo que dejarte. Gracias y
perdona. Mañana te cuento en el trabajo. Buenas noches.
-Muy bien, espero que todo se solucione.
Buenas noches. - Le deseó la española cortando la comunicación. –
Stephanie
conectó el buzón, entonces, escuchó la voz entrecortada de su hermana que
hablaba entre sollozos.
-Lo siento Steph, ¡perdóname!, pero no
puedo soportarlo más. Me marcho…me voy lejos de aquí. Te suplico que cuides de
mis hijos. Diles que les quiero, que no tiene que ver con ellos. En especial
díselo a David. Y quiéreles mucho. Sé que no tengo derecho a pedirte esto, pero
es que no sé qué otra cosa hacer, ni a quién más recurrir. Te quiero Steph,
nunca lo olvides, eres mi gran orgullo y alegría. Despídeme de papá y de mamá y
de By cuando vuelva…Te llamaré cuando esté preparada…Adiós…
Ahora
era Stephanie quien lloraba sin consuelo. Tendría que llamar a su cuñado e
informarle de lo ocurrido.
-Dap, ¡Dios mío!- Era lo único que podía
musitar.-
Y
la aludida estaba mirando por su ventanilla, viendo alejarse Nature, solamente
entonces tuvo el valor suficiente como para enviar el mensaje. Ahora ya no
había vuelta atrás.
-¿Daphne?- Se sorprendió al oír su
nombre en boca de una mujer.-
Al
girar la cabeza vio a Mei Ling que estaba de pie y observándola con estupor. La
oriental enseguida quiso saber.
-¿Qué haces tú aquí?
-Me marcho de Nature.- Suspiró la
interpelada con tristeza, aunque pese a todo preguntando a su vez con curiosidad.-
¿Y tú?
-Voy a la Tierra, a ver a mi padre. Está
enfermo.-Le contó su interlocutora.-
-Por favor, siéntate conmigo.- Le pidió
Dap.-
Afortunadamente
el asiento más próximo estaba libre. La oriental se sentó y ambas pudieron
hablar durante el viaje del transbordador hacia la gran nave de pasajeros que hacía
la ruta regular, con escala en Bios, hacia la Tierra. Al fin Daphne encontraba
a alguien que la podía comprender perfectamente. Lo mismo le sucedía a Mei Ling.
Tras contarse sus respectivas historias las dos convinieron en una cosa, como
la científica declaró.
-Siempre es grato tener a alguien que
sepa por lo que estás pasando. Me alegra que podamos hacer este viaje tú y yo
juntas…
-Sí, podremos apoyarnos la una en la
otra. – Convino Dap.-
Unas
horas antes, en la Ciudad del Sur, Gloria esperaba pacientemente y al fin ese
tesón dio sus frutos. Aquella infiltrada estaba muy cerca. A tan solo una
manzana. Y daba la impresión de ir al encuentro de Kassandra. Aunque fuera por
una mínima diferencia la saiyajin podía percibir esa fuerza superior a la media
humana que rodeaba a aquella individua. Posiblemente desconfiaría y al hacerlo
se puso en guardia involuntariamente elevando su nivel de energía.
-Ese ha sido un grave error.- Se sonrió
Gloria. – Uno que yo no cometeré…
Así
que decidió moverse despacio para no espantar a su objetivo. Con sumo cuidado
fue recorriendo callejuelas anexas para irse aproximando a su presa sin
levantar sospechas ni dejarse ver por su acompañante.
-Cada vez siento más claramente su aura.
No es humana, estoy segura.- Se dijo.- Y Kassandra ya está junto a ella…
En
el Clargin entre tanto, Ginger estaba tan feliz con su hijo. El chico había
tenido que trabajar un poco pero ya dijo haber terminado. Y no era todo. Al llegar
a la mesa en la que su madre le aguardaba, muy sonriente le comentó.
-He invitado a alguien más que tiene muchas
ganas de verte. Y a quien debes agradecer muchas cosas.
-¿Y quién es?- Quiso saber la curiosa
dueña.-
Unos
pasos de tacones femeninos enseguida respondieron su pregunta. Entrando allí
una joven mujer de larga y lisa cabellera morena y bien vestida, con un
elegante conjunto blanco y negro, y zapatos a juego, sonrió al verla.
-¿Nelly?- Se sorprendió Gin levantándose
enseguida.- ¿Eres tú?- Exclamó con gran alegría.-
-Sí, Gin...-Sonrió la chica con visible
gesto emotivo.- Soy yo.
Se
abrazaron durante un largo rato…hasta lloraron de felicidad.
-¡Oh, querida!. Hacía tantos años que no
sabía de ti.- Suspiró Ginger añadiendo con evidente dicha.- Lo mismo que pasó
con mi hijo Dean, ¿recuerdas cómo me informabas de lo que te escribía? y ahora,
gracias a Dios, ¡estáis aquí otra vez!
Dean
suspiró moviendo levemente la cabeza. Hacía tiempo que habló de eso con Nelly.
Él por supuesto, afirmaría que, en efecto, se comunicó con aquella chica. No
les haría ningún bien a ambos decir la verdad. Por su parte, Nelly se abrazaba
con mucho afecto a esa mujer a la que había sentido muchas veces como lo más
parecido a una madre que había tenido tras el fallecimiento de Aurora.
-Tengo que preguntarte muchas cosas,
Gin.- Le dijo visiblemente emocionada.- Quisiera volver a ver a mi amiga Wina y
a los demás.
-A veces se pasan por aquí.- Le contó
Ginger de una forma algo atropellada.- Lo mismo que Clarisa. Ella ya no trabaja
conmigo pero su hija Hipatia, sí. Me ayuda por las tardes. Aunque ahora viene
más. Desde que volvió Dean. ¡Quiero pasar más tiempo junto a mi hijo! Tenemos
mucho que recuperar.
-Sí, lo comprendo.- Sonrió la joven.-
-¿Y qué ha sido de ti durante todo este tiempo?.-
Le preguntó la dueña de la cafetería.- Te veo muy guapa, parece que las cosas
te hayan ido bien.
-No me puedo quejar.- Repuso
modestamente la chica.-
-¿En qué trabajas?- Quiso saber su
interlocutora.-
Ahora
hubo un leve momento de silencio. Nelly se sentía avergonzada. Por primera vez
en muchísimos años sentía un nudo en la garganta al pensar en su profesión. Ni
siquiera dudó un segundo cuando se lo dijo al doctor Ginga, pero con esa buena
mujer era diferente. Por unos instantes, viendo su pelo rubio con canas ya, y
esa amabilidad, creía estar hablando con su propia madre…la única persona a la
que jamás se atrevería a confesarle su verdadero oficio…
-Yo…- Pudo musitar bajando la mirada.-
-Nelly trabaja conmigo. No te lo dije
porque quería darte una sorpresa, mama.- Intervino el chico.- Es mi relaciones
públicas…pero ella no te lo quería decir, ¡ja, ja!… ya ves, está todo el día
promocionándome con mis clientes y no se atreve a hacerlo contigo, es así de
vergonzosa.
-¡Vaya!, cuanto me alegra oírlo.- Sonrió
Gin.- Los dos hacéis tan buena pareja.- Añadió para sonrojo de su propio hijo,
aunque de inmediato, matizó.- Parece que os compenetráis muy bien. Seguro que
en el trabajo haréis un buen equipo.
Los
dos jóvenes sonrieron, Nelly incluso se ruborizó. ¡Era curioso! Teniendo en
cuenta cuál era su verdadera profesión. De hecho ese tipo de timidez la había
abandonado hacía ya mucho tiempo. O al menos eso había creído la muchacha. Y es
que además, lo dicho por su amigo no era del todo mentira. Antes de ir a ver a
Ginger, Dean había contactado con ella a propósito de la misión que tenían
entre manos. Hablaron de eso y de algunas otras cosas más que cambiaron mucho
la perspectiva de la chica.
-Sí.- Convino ella casi con un susurro.-
Y cada vez nos compenetramos más…
-Este año será maravilloso.- Afirmó
Ginger con entusiasmo.- Dentro de poco será Navidad. Ya apenas nos queda un
mes. ¿Sabéis? Últimamente eran unas fechas que no me gustaban nada. Pero ahora,
con vosotros aquí de nuevo, no puedo esperar a que lleguen. Será como antes.
¿Te acuerdas hijo? Cuando poníamos al arbolito y el nacimiento y tú me ayudabas?
-Sí, claro mamá…-Sonrió nostálgicamente
él.-
-Y tú, querida…estas invitada a cenar
con nosotros, en Nochebuena y Nochevieja. Si no tienes otros planes, claro.-
Remachó Gin, mirando afectuosamente a esa jovencita.-
-Gracias.- Sonrió ampliamente Nelly para
prometer con total sinceridad.- No faltaré…
Y
la joven recordó esa conversación con Dean. Tras llamarla para ver a Ginger
quedaron un poco antes de la hora para charlar, sentados en un banco del parque
algo apartado de los paseantes.
-¿Va todo bien?- Quiso saber ella.-
-La operación está en marcha. Me han
informado que la infiltrada está a punto de ser capturada.- Le contó él.-
-Eso espero, no me haría ninguna gracia
que se enterase de quienes estamos detrás.- Suspiró Nelly.-
-Bueno, eso no es lo que más me
preocupa.- Le contestó el joven con tono triste.-
La
chica le miró sorprendida. Dean no solía comportarse de esa forma. Era como si
le quedase muy poco tiempo para algo.
-¿Estás bien?- Le preguntó.-
-Todo lo bien que se puede estar
sabiendo que este mundo está condenado.- Le desveló dejándola helada.-
-¿Qué? ¿A qué te refieres?
Entonces
él le contó lo que sabía sobre esa terrible amenaza. La chica palideció,
enseguida dijo tratando de mostrarse optimista.
-Seguramente que las autoridades habrán
previsto eso. Tenemos a gente muy poderosa como los saiyajin. Entre ellos y la
fuerza militar que hay en este planeta, no permitirán que eso ocurra.
-No hay nada capaz de detener una
estrella como esa.- Rebatió el muchacho.- Por eso mi plan es llevarme a mi
madre de aquí y me gustaría que vinieras con nosotros, Nelly.
-¿Cuánto tiempo nos queda?- Inquirió
ella con tono trémulo.-
-No estoy seguro, podrían ser años o
quizás meses. Pero me han dicho que, incluso antes de eso, otras terribles
consecuencias de la llegada de esa estrella nos afectarán. Meteoritos,
terremotos, en fin.- Suspiró el muchacho.- Cuanto antes nos marchemos de Nature,
mejor.
Sumida
estaba en esos pensamientos cuando fue la voz de Ginger la que la sacó de ellos.
La mujer sonaba jovial al proponerle.
-¿Qué quieres para merendar?. Tenemos
tarta Sandy. Creo que era tu favorita. ¿Verdad?
-Sí, es cierto. Eso me gustaría mucho.-
Sonrió débilmente la interpelada.-
Y
Ginger se levantó entonces a buscar a Hipatia. La atareada jovencita no había
podido acercarse todavía. Aprovechando ese momento a solas, Nelly le comentó a
Dean.
-¿No le has dicho nada a tu madre de eso
que me contaste, no es así?
-No quiero quitarle la alegría que ahora
tiene.- Le respondió él.- Aun hay tiempo para contárselo. Y antes quiero que
sea feliz, que tenga a su lado a
aquellos que la queremos y que disfrute un poco de la vida. Lo merece. Y sobre
todo se lo debo.
-Me parece bien.- Convino ella
acercándose al muchacho.- ¿Y sabes una cosa? Me estoy planteando seriamente el
retirarme. Tengo muchos créditos y los tengo bien invertidos. Entre otras
cosas, gracias a tus sugerencias. Además, he movido bastante capital a Bios y a
la Tierra. Debo agradecerte esas informaciones privilegiadas que me diste.
-Son el pago a tu cooperación. Tuve un
permiso especial del Gobierno. Pero, más que por otra cosa, en agradecimiento
por todo lo que hiciste por mi madre.- Le explicó afectuosamente él, remachando
casi con desenfado.- Quizás sea ilegal y si se descubre vayamos todos a la
cárcel. Presidente y ministros incluidos, pero tal y como está la situación, no
creo que importe demasiado ya.- Sentenció él.-
-Por cierto.- Comentó la joven.- ¿Has
llamado a Franklin? Me dijiste que era el único rival a tu altura en cuanto a
programación.
-Sí, espero que llegue pronto. – Sonrió
el interpelado.- Le mandé un mensaje invitándole a tomar algo aquí mismo, pero una
hora más tarde.
Entre
tanto, Gloria estaba ya muy próxima a su objetivo. Apenas un par de calles alejada,
decidió saltar hacia los tejados y transformarse en Sailor Star Power.
-Desde aquí caeré sobre ella de
inmediato.- Pensó.-
Subiendo
a gran velocidad pudo al fin echar una ojeada. Y con su privilegiada vista
descubrió a dos personas en un pequeño callejón solitario. Una era Kassandra y
la otra…
-Siento en ella bastante más energía que
en un humano corriente. Debe de tratarse de la infiltrada.- Se dijo.-
Quiso
escuchar, utilizando un micrófono de su equipamiento de Sailor lo dirigió hacia
ambas y al fin oyó hablar a Kassandra.
-Vine lo antes que pude.
-Me han avisado que tienes una nueva
trabajadora muy competente.- Replicó su interlocutora.-
-Sí, Nelly me la mandó. Cuando le dije
que necesitabas irte por unos días.- Le explicó Kassandra.-
-¿Y te explicó también que es una
saiyajin?- Preguntó la otra mujer con ironía en su voz.-
-¿Una saiyajin?... Bueno, ¿y eso qué más
da, Ángela? Hace muy bien su trabajo.- Se encogió de hombros Kassandra.-
-¿No lo entiendes, verdad?- Repuso su
contertulia moviendo la cabeza.- Esa chica no es una prostituta, es una agente
del gobierno enviada para cazarme.- Le explicó dejándola perpleja.- Y a buen seguro será muy poderosa.
-¿Cómo puedes estar segura de eso?- Se
sorprendió su interlocutora.-
-Porque tengo mis fuentes de
información.- Repuso abruptamente Ángela para añadir.- Y una de dos, o ha sido
Nelly quién a sabiendas me ha traicionado, o has sido tú…
-¡Oye!... yo no sabía nada de esto que
me estás contando.- Se apresuró a defenderse Kassandra.-
-Puede ser…- Se sonrió Ángela.- O puede
que me estés mintiendo, querida…en cualquier caso, no puedo dejar cabos
sueltos. ¿Lo entiendes, no es así?
Y
sin dar tiempo a su asustada contertulia a responder, sacó una pistola láser
modelo Arcoily y le apuntó disparando. Sin embargo, ese rayo de energía no
alcanzó su objetivo, salió rebotado perdiéndose en el aire. Ahora, ante la
asombrada fugitiva, se encontraba una mujer uniformada como….
-¡Un sailor Star Light!- Exclamó Ángela,
sin dar crédito a lo que veía.-
-Encantada de conocerte. Soy tu sustituta.-
Se sonrió Gloria, presentándose.- Me llamo Sailor Star Power…¿Y sabes por qué?
Y
ahora fue ella quien, antes de que su desconcertada rival pudiera contestar o
reaccionar, desapareció a enorme velocidad para reaparecer justo a su lado y
golpearla con tal fuerza que la empotró contra un muro cercano.
-Maldita.- Musitó Ángela tratando de salir
de ahí.-
Con
desesperación pero no teniendo ninguna intención de rendirse contratacó
intentando acertar a su enemiga con una encadenación de patadas y puñetazos. No
obstante, Gloria los esquivaba sin ningún problema. Eso ante la atónita mirada
de Kassandra, quien se había apartado a una distancia prudencial.
-Ya me he cansado.- Dictaminó la
saiyajin golpeando en el estómago a su adversaria quien se dobló por el golpe.-
La
remató con un rayo de energía cuya potencia no fue suficiente para matarla pero
si para dejarla inconsciente. Tras eso, Gloria arrancó un trozo de metal de una
pared cercana y lo usó para apresar a su inerme rival rodeándola con él.
-Misión cumplida. Al fin podré volver a
casa. Llamaré enseguida a mi padre.- Comentó con satisfacción.-
-¿Qué vais a hacer con ella?.¿No la vas
a matar?- Quiso saber Kassandra.-
-No te preocupes, mi misión era
atraparla viva. Tendrá un juicio y supongo que la encarcelarán.- Repuso
despreocupadamente su interlocutora.-
-¡Al diablo con esa zorra! Ha intentado
matarme.- Espetó con rabia su contertulia.- Por mí como si haces prácticas de
tiro al blanco en el espacio con ella.
La
saiyajin se encogió de hombros y cargándose a esa individua precisamente sobre
uno de ellos remontó el vuelo.
-¿Te llevo a alguna parte?- Ofreció a
Kassandra.-
-No gracias, volveré andando. Lo único
que lamento es que no sigas en el negocio.- Declaró.-
-Te lo agradezco, pero no es precisamente
mi vocación.- Se sonrió Gloria, alejándose de allí a gran velocidad.-
La
muchacha podría estar en casa en pocas horas, aprovechando que su enemiga
estaba inconsciente envió el mensaje a su padre.
-Próxima parada, la prisión de alta
seguridad de Sagan City. Y luego la cafetería de Ginger. - Pensó no sin
regocijo.-
Kiros
recibió la buena noticia y de inmediato avisó a Susan. La capitán Hunter se
alegró visiblemente. Al fin algo bueno para variar.
-Espero que tu hija la traiga lo antes
posible para que podamos encerrarla.- Comentó complacida.-
-Sí, venía hacia aquí. Con su rapidez
serán un par de horas a lo sumo.- Calculó él.-
Susan
enseguida dio órdenes a sus subordinados para que preparasen todo el
dispositivo de seguridad. Después avisó a su esposo. Giaal no tardó en
presentarse. Ella le contó.
-Han capturado a la infiltrada Arcoily.
Te necesitaré aquí, eres el único que tiene la fuerza suficiente como para
mantenerla a raya en tanto la examinas.
-Muy bien, no te preocupes.- Convino él
preguntando enseguida.-¿Sabes algo de nuestro hijo?
-Alex ha debido de llegar ya a Bios. Su
nave salió hará unos días, pero no se ha comunicado todavía. Es normal. Sabes
que hay una buena distancia y que la señal enviada desde un transbordador
comercial no tiene capacidad sub espacial.-
Su
marido asintió. Su hijo había partido para incorporarse definitivamente a un
puesto en Bios, como oficial de enlace. Leval habló con Susan unos días antes y
le aseguró que él se ocuparía de tenerle bajo su mando directo, cosa que alegró
a la capitana Hunter tanto como a la hija de su antiguo superior. De hecho, el
ahora general Malden se ocupaba de la coordinación militar de Bios. Asimismo le
anunció que, posiblemente, iría a verla a Nature. Tenía una misión que cumplir.
-Es un encargo de una aliada fiel y que
además es una buena amiga.- Le contó brevemente.- Tengo que averiguar algo para
ella. Hace años hice algunas pesquisas pero no obtuve toda la información. Le
conté cosas, pero quisiera profundizar.
-Muy bien, te ayudaré en lo que me sea
posible. Sabes que por aquí las cosas están algo movidas.- Le confió Susan.-
Y
en ello quedaron, aunque ahora, la capitana tenía que ocuparse de ese otro
asunto urgente. Envió un par de mensajes a sus colaboradores en tanto pensaba.
-¡Desearía que lo otro pudiera
resolverse así de fácil!- Suspiró con pesar.- ¡Ojalá que nuestros científicos
consigan algo, al menos que nos den una pequeña esperanza.
Y
en eso otro andaban tanto Clyde, como su esposa Melissa y la hija de ambos.
Entre los tres y tras recibir información de Franklin y de la propia Susan.
-Por más que hago simulaciones, el
resultado final siempre es un desastre absoluto.- Suspiró Clyde quitándose las
gafas y frotándose sus cansados ojos.- No sé qué más podríamos hacer.
-Tanto Scott como su hijo están probando
con todo lo que se les ocurre también.- Comentó Melissa.- Espero que entre
todos llegaremos a encontrar alguna solución.
-Tenemos tiempo todavía. Podrían quedar
meses o un par de años aun ¿verdad? Intervino Wina, fiel a su talante
optimista. No debemos rendirnos tan pronto, papá. Este es un mundo muy bello, y
viven muchas buenas personas en él.
-Sí, tienes razón.- Sonrió débilmente el
doctor Adams, agregando no obstante con poca confianza.- Hace unos días hablé
con Scott. Quizás podríamos probar una cosa. Pero se necesitaría un presupuesto
multi millonario, muchos recursos y muchísimo tiempo. Desgraciadamente no creo
que dispongamos de ninguna de los tres requisitos.
-Bueno. Podrías comentarnos la idea y
quizás seamos capaces de ayudar.- Le propuso su esposa. –
Y
Clyde pasó a hacerles un conciso resumen. Tanto la madre como la hija se
miraron perplejas. Fue Wina la que primero comentó.
-¿Quién sabe?. Podría funcionar.
Tendríamos que encontrar la manera de acelerarlo, haciéndolo más barato y más
reducido. Claro está, sin comprometer su eficacia.
-Esa es la parte difícil.- Objetó
Melissa haciéndose cargo de lo complicado que aquello era.-
-Llamaré a Scott. Espero que entre todos
podamos hallar la forma.- Afirmó entonces Clyde que tampoco deseaba darse por
vencido.-
-Te ayudaré, papá.- Se ofreció la jovencita.-
-Tú deberías descansar un poco. Llevas
muchas horas seguidas trabajando.- Intervino Melissa en modo maternal.-
-Lo sé, pero también vosotros lleváis
mucho tiempo sin parar.- Argumentó Wina.-
-Hija.- Le sonrió Clyde de un modo más
jovial, incluso recurriendo al humor.- ¿Acaso no tienes a algún apuesto
jovencito esperándote?
La
muchacha se puso colorada, en su forma humana desde luego se le daba muy bien
hacerlo. Hasta de forma involuntaria como era ahora el caso. Su madre se rio
moviendo la cabeza divertida para sentenciar.
-Haznos caso. Te lo decimos por
experiencia. Eres joven, no desperdicies tanto tiempo entre ordenadores y
probetas.
-Me gustaría, mamá.- Respondió la joven
ahora con tono más serio al recordarles.- Pero nos estamos jugando la
supervivencia de un mundo entero.- Y remachó, eso sí, con su inquebrantable
optimismo.- Cuando todo salga bien, ya tendré ocasión de tener citas.
Sus
oyentes asintieron, aunque fue Melissa quien, tras abrazar a la joven, le
comentó con mucho afecto y ánimo.
-Hija, he pasado por muchas cosas en mi
vida. Hubo un tiempo en el que provocaba desastres y otro en el que he tratado de solucionarlos. He
vivido muchas situaciones límite y si hay algo que he aprendido es que las
oportunidades de ser feliz pasan y, si no se aprovechan, al final te
encontrarás vacía. Sé perfectamente cual es la situación. Y sé que, lo que
tenga que ocurrir, ocurrirá. Al menos soy muy dichosa teniéndoos a tu padre y a
ti a mi lado. ¿Sabes una cosa? Cierta vez, siendo aun Eudial de Brujas Cinco,
tuve en mi mano el Grial. Pensé entonces que eso era lo más valioso que jamás
podría poseer. Me equivoqué. Lo más valioso que nunca he tenido en mi vida está
en esta habitación, junto a mí, y ahora. Y sois vosotros.
-Gracias , mamá.- Sonrió Wina
abrazándose a ella para añadir.- Tienes razón, creo que mañana me tomaré un
pequeño descanso…
Y
entre tanto, en la cafetería, fue Franklin quien hizo acto de presencia.
-Hola, me alegra veros.- Saludó a
ambos.-
-¿Qué tal estás, Franklin?- repuso Nelly
sonriéndole con amabilidad.-
La
verdad, era mirar a esa mujer y quedarse embelesado. El chico devolvió la
sonrisa sintiéndose un poco tonto. Era demasiado para él, verla cruzar esas
largas y bonitas piernas manteniendo una pose tan insinuadora…
-Bien, tengo buenas noticias.- Pudo
balbucir el interpelado, quién al fin logró recuperar un tono más normal ante
las divertidas expresiones de sus interlocutores y contarles.- Han capturado a
la infiltrada.
-¡Por fin!- Exclamó Dean con evidente
regocijo.-
-Menos mal.- Suspiró a su vez Nelly con
alivio.- ¿Sabes dónde está ahora?
-No, pero supongo que la llevarán a una
prisión de alta seguridad. No me han dicho si de la Ciudad de Sur, del Norte, o
de Sagan City. Son las tres poblaciones que disponen de una. En Amatelia o
Kakyuu Town no tienen instalaciones tan sofisticadas como para mantener a una prisionera
de esas características.- Elucubró el chico.-
Charlaron
un poco de más cosas y fue Nelly quien, en un desliz, sacó el tema de esa
amenaza. El rostro de Franklin se ensombreció al musitar.
-Eso sí que es algo terrible. No tenemos
ninguna defensa, al menos no todavía, contra algo de semejante magnitud. Pero
seguimos trabajando en ello. Mi padre y también los de Wina, no cejan en buscar
una solución.
-¿Has visto a Wina?- Sonrió
esperanzadamente Nelly para cambiar de paso el rumbo de la conversación.- ¿Qué
tal le va?
-Bien, trabaja con su madre en el grupo
de las Fairy Five.- Le narró Franklin.- Está muy contenta.
-¿Se ha echado novio o algo así? - Quiso
saber su interlocutora con curiosidad.-
-No, sigue con sus investigaciones y
trabajando mucho. En eso se parece a mí.- Suspiró el muchacho.-
-¿Y de Fiora sabes algo?- Le preguntó
nuevamente Nelly.-
-Está en el área boreal, en los bosques.
Trabaja allí como naturalista.- Le contó Franklin.- Hace tiempo que no se pasa
por aquí. Creo que sus padres iban a verla dentro de poco.
-Siempre fueron dos magníficas
muchachas.- Afirmó su contertulia.-
Aunque
el poso de su voz denotaba cierta tristeza. De todos modos, en cuanto Hipatia
se aproximó con una bandeja llena de tartas, su expresión se alegró.
-Ya no soy tan jovencita como para tales
excesos, pero un día es un día.- Dictaminó alegremente ahora.-
-Pues estás realmente guapa.- La halagó
Franklin.-
-Gracias.- Le sonrió ella de manera
encantadora, al menos eso pensó el chico.-
-Bueno, a merendar.- Les comentó Dean
invitando a la camarera.- Anda Hipatia, acerca una mesa y unas sillas y
siéntate con nosotros.-
-Es que tengo que atender.- Se excusó la
muchachita algo apuradamente.-
-Déjalo de mi cuenta.- Le dijo Ginger
que había estado ocupándose a su vez de algunas mesas.- Quisiera veros a todos
juntos. Hacía tantos años que no se reunían tantas personas queridas en mi
local. Y eso me trae muy gratos recuerdos. - Suspiró.-
Todos
sonrieron con algo de emoción. En el fondo Gin lo había definido muy bien, y
del modo más sencillo posible. Personas queridas. Sí, entre ellos lo eran. Y
para dicha del grupo se iban a incrementar en número. La puerta de la calle se
abrió dejándoles ver a Gloria. La recién llegada sonrió al percatarse de donde
estaban.
-Ponte con nosotros.- La invitó desenfadadamente
Dean.- Tenemos mucha comida.
-Esa es la palabra mágica para conseguir
que cualquier saiyajin te preste atención.- Se sonrió la aludida.-
-¿Qué tal todo?- Le preguntó
inocentemente Hipatia.-
-De maravilla.- Replicó la interpelada
dedicándoles una mirada de soslayo a Dean y a Nelly y asintiendo despacio.-
-¿Entonces las cosas te han ido bien?-
Intervino el hijo de Gin.-
-Sí, ya os contaré.- Repuso la
muchacha.-
Eso
alivió a Nelly. Quería decir que la infiltrada se hallaría a buen recaudo. Por
ello sonrió más luminosamente si cabía. Tras esas palabras el grupo dio buena
cuenta de algunas tartas y bebidas. Por supuesto Ginger quiso invitarles a
todos pero tanto Gloria como los demás se negaron cortésmente.
-Mamá, tienes un negocio que dirigir. No
es buena política estar invitando siempre.- Le aconsejó Dean.-
-Tu hijo tiene razón. Es más, seré yo
quien os invite.- Afirmó Nelly.- Incluyéndote a ti, Gin. Bastantes veces me
invitaste tú en el pasado.
-Eso lo hice siempre con mucho cariño.-
Le respondió afectuosamente la dueña.-
-Lo sé. - Replicó una casi emocionada
joven.- Los mejores momentos que recuerdo en esa época eran aquellos que pasaba
aquí, comiendo tarta, contigo. Por eso, me ha hecho mucha ilusión volver. Y quisiera
pasarme más a menudo de ahora en adelante.
-Sí, eso será genial.- Afirmó un algo
ruborizado Franklin que enseguida matizó.- Bueno, no lo digo porque tengas que
invitar siempre…
Los
demás le miraron perplejos y enseguida se rieron. Al menos para ellos, esa
tarde fue una de las que siempre iban a recordar por ser un bonito momento de
amistad compartida y celebración. Aunque a unos pocos kilómetros de allí, dos
personas, una encerrada en una prisión de alta seguridad, y otra convaleciente
en una cama de hospital, desde luego que no iban a pensar lo mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)