jueves, 4 de enero de 2018

GWTN48. Tiempos de milagros y determinaciones


Durante los días siguientes la capitana Hunter tuvo una jornada muy atareada. En primer lugar y tras resolver otros asuntos que tenía pendientes,  fue junto con su esposo a ver a la prisionera. Esa infiltrada que había sido capturada por Gloria. Junto a  ellos también el embajador Derail se desplazó hasta la prisión para tener más seguridad. Y eso que la celda estaba reforzada con barrotes de una aleación ultra resistente empleada en los escudos de naves espaciales y en blindajes de vehículos pesados. Además, multitud de cámaras, sensores y cañones láser apuntaban en todo momento al interior de ese recinto de seis por seis metros. En conjunto ese calabozo no estaba mal, tenía hasta un departamento a modo de baño y aseo con retrete incorporado que brindaba algo de intimidad. Desde luego los derechos humanos y las convenciones planetarias en materia de prisioneros se habían respetado a rajatabla. Más de lo que esa presa seguramente merecía. Así pues, cuando los tres entraron tras pasar varios sistemas se seguridad y quedaron a pocos metros de la celda en donde estaba retenida Ángela, la representante de más alto rango del ejército fue la primera en hablar.



-Soy la capitán Susan Hunter, al mando de las fuerzas del UNISON en Nature. Identifíquese. Para que conste su identidad.



            Su oyente la miró con una mezcla de desprecio e indiferencia, no dijo nada. Fue turno de Kiros para intervenir.



-Y yo soy el embajador Kiros Derail, de la legación de Nuevo Vegeta. No seré tan amable como la capitana Hunter. Y no se lo repetiré otra vez.

-Se supone que tengo mis derechos. ¿No es asó?. La tortura está prohibida. Al menos por las convenciones de la Tierra y de Kinmoku.- Se sonrió ella con gesto desafiante.-



            Sin mediar palabra, Kiros fue a abrir la celda, remangándose de inmediato.



-¿Qué va hacer , embajador?- Quiso saber Susan mirándole sorprendida.-

-Aplicar la convención de derechos que los saiyajin tenemos contra la gentuza.- Replicó él con tono irritado.-

-Pero, no puede hacer eso.- Trató de oponerse ella, con poca convicción, eso sí.-

-Tengo inmunidad diplomática.- Se sonrió aviesamente él.-

-Es cierto.- Convino Giaal, sin hacer el menor gesto por tratar de detener a su compañero.-



            Angela ya se había levantado y refugiado en la pared contraria. Por su expresión de temor, pareció dar veracidad a las amenazas de aquel individuo y finalmente respondió, con un tono bastante más colaborativo.



-Soy una oficial Arcoily. Aquí me llaman Ángela.

-¿Y en su mundo?- Quiso saber entonces Giaal.-

-Nuestros nombres no se asemejan a los humanos o saiyajin.- Les explicó ella.- Para ustedes serían impronunciables y tampoco los usamos de la misma manera. Con el nombre humano que tengo es suficiente.

-En sus documentos consta el nombre de Ángela Connors.- Le comentó Susan hojeando una tablet que portaba en su mano derecha.-  Ha estado trabajando…

-Como socializadora.- La interrumpió Ángela sonriendo con desdén en tanto sentenciaba.- Y debo decir que era un buen trabajo, los humanos varones me pagaban por agredirles e insultarles, cosa que habría hecho gratis y con agrado.

-No lo pongo en duda.  De hecho los mataba gratis.- Replicó una indignada capitana.-

-Estábamos en guerra.- Contestó tranquilamente su contertulia.-

-No, ustedes atacaron a traición y por sorpresa sin declarar ningún tipo de guerra. Y debo informarla que, tras ese ataque inmoral, hasta su propio gobierno en el planeta Arcoily se desvinculó de lo ocurrido, acusando a todos los que tomaron parte en aquella agresión injustificada de  rebeldes y terroristas.- Le rebatió Susan con tono implacable.- Así pues, sepa que no se le dará trato de oficial enemigo apresado en tiempos de guerra, sino de delincuente y terrorista peligrosa. Permanecerá, eso sí, aquí encarcelada por motivos de seguridad, hasta celebrar un juicio civil. Como se haría contra cualquier criminal.

-¿Entonces se me permitirá hacer una llamada y tener un abogado y todo eso?- Se sonrió Ángela.-

-Por muy despreciable que sea usted, aquí respetamos la ley.- Afirmó la capitán Hunter sin ocultar su malestar.-

-Tienes suerte de que estemos en un mundo regido por las leyes humanas.- Añadió Kiros, sentenciando con idéntico tono de desprecio para modificar hasta su tratamiento. - De haber dependido de mí ya estarías desintegrada.

-Quizás eso fuera más piadoso después de todo.- Comentó Ángela con un tono que no dejó translucir sarcasmo esta vez.-



            Y tras un silencio por parte de todos, Giaal comentó con un tinte más calmado y profesional.



-Ahora deberá usted ponerse los grilletes de seguridad. Voy a entrar a hacerla un reconocimiento.

-O puedo entrar yo a colocárselos.- Propuso Kiros con cara de pocos amigos.-



            Sumisamente Ángela siguió las instrucciones. Irritar a ese poderoso saiyajin era lo último que quería. Giaal entró con instrumental médico y procedió a  hacer unos chequeos rutinarios, adaptados eso sí, a la fisonomía y particularidades de esa raza.



-No comprendo estas precauciones. ¿Para que necesitan a un saiyajin? Usted mismo ya es mucho más fuerte que yo, doctor. -Comentó ella, agregando con voz melosa.- Y también muy atractivo. Si deciden ejecutarme, ¿sabe cual va a ser mi último deseo?. Una noche con usted. Y quédese tranquilo, no le cobraré…

-¡Zorra!- Espetó Susan con evidente enfado.-



            Kiros la sujetó suavemente de una muñeca, su compañera se dio cuenta enseguida de su error, para empezar, Ángela se estaba riendo mientras la miraba afirmando divertida.



-¡Vaya!. De modo que la capitana se me ha adelantado. Bueno, no se preocupe, podemos hacer un trio. ¿Qué me dices, morenita? Eres algo mayor para mi gusto pero te conservas bien….

-Termina lo antes que puedas, estaré fuera.- Se limitó a contestar Susan dirigiéndose a su esposo.-



            Y salió de allí sin perder ni un segundo. Estaba rabiosa e incluso enfadada consigo misma. Era una oficial militar con experiencia. Y, por si fuera poco, la máxima autoridad. No podía caer en esas provocaciones tan ridículas. Aunque no era solamente eso. Todo le pesaba, su responsabilidad, el incierto destino del planeta y el descaro de esa pécora. Aguardó paseándose nerviosa por el corredor adyacente hasta que al fin, Kiros y Giaal salieron.



-¡Lo sé! - Dijo con enfado antes de que ninguno pudiera articular palabra.- He sido poco profesional y me he dejado llevar…pero es que todavía recuerdo la cantidad de inocentes y de compañeros que perdimos y esa mala puta solo se dedica a frivolizar…

-Tranquila.- Le pidió su esposo abrazándola. – Eso es a lo único a lo que ya puede aspirar.

-Cierto, a buen seguro la condenarán a prisión perpetua.- Convino Kiros agregando convencido.- Es una guerrera Arcoily y si algo les hace daño es precisamente eso. No tener una muerte honorable en combate y tener que marchitarse año tras año detrás de unos barrotes.

-Pues dabas la impresión de querer liquidarla ahí mismo.-Observó Giaal.-

-Tenía que actuar un poco, para sacarle información.- Aunque no diré que no me hubiese apetecido. Pero creo que darle el final de una guerrera sería demasiado bueno para ella.- Sentenció el embajador.-

-¡No considero guerrera a alguien que mata a personas indefensas e inocentes a sangre fría! - Escupió Susan.-



            En ese momento, el teléfono de Giaal sonó. El médico enseguida lo atendió.



-Naya. ¿Eres tú?. Sí, sí claro…¿La chica de ese ataque con ácido?. Muy bien. Enseguida voy para allá…haré lo que pueda. Mándame su historial. Hasta ahora…





            Sus acompañantes le miraron con gestos curiosos, el alien no tardó en contarles.



-Se trata de esa muchacha, una modelo que fue víctima de un ataque por ácido. La pobre tiene el rostro totalmente desfigurado y quemaduras muy graves en partes de su cuerpo.

-¡Pobre chica!- Exclamó Susan.-

-Mi hermana la está atendiendo. Me ha dicho que quiere operarla lo antes posible. A ver si consigue arreglar algo en su cara. Me ha pedido ayuda, con algunos de los remedios que he ido perfeccionando.- Les contó Giaal.-

-Eso también es un ataque cobarde y miserable.- Terció Kiros con manifiesto desprecio y malestar.- ¡Hacerle eso a una chica! Lo que no comprendo es porqué.

-La acusaron de ser una desviada.- Le comentó Giaal.-Debió de ser cosa de alguna facción extremista de esos individuos de la Congregación.

-¡Canallas!- Espetó Susan añadiendo con amargura.- A veces creo que no merece la pena defender un mundo en el que se cometen tantas atrocidades.- Suspiró, eso sí, matizando de inmediato.- Pero luego pienso en las víctimas y en las personas inocentes. Como si no tuviéramos bastante de lo que preocuparnos ya…esos fanáticos de la congregación sin ir más lejos, no se trata de facciones, ¡todos ellos son extremistas!- Remachó indignada.-

-Hace años esas Feminax, ahora estos otros por el otro lado.- Repuso Kiros moviendo la cabeza con pesar y añadiendo.- Y lo peor de todo es que mi propia esposa se cuenta entre ellos. Cada día se está volviendo más inflexible.

-Jamás lo hubiera imaginado de Maggie.- Afirmó Giaal con tristeza.- Ella no era así.

-No es que ella apruebe este tipo de ataques, al contrario, esto sin duda le parece horrible. Pero  eso no quita que se haya vuelto mucho más intransigente.- Les comentó Kiros saliendo en defensa de su esposa, aunque admitiendo con apuro.-  En casa, tanto Gloria como yo no sacamos el tema porque no queremos discutir.



            Susan y su esposo se miraron con perplejidad. ¡Cómo sería aquello! Si hasta unos guerreros saiyajin tan poderosos y valientes como Kiros y su hija eludían ese tipo de conversación por temor a la reacción de su esposa.



-Y además, esa pobre muchacha ni siquiera es de Nature. Es de Bios. Se llama Claire Zorton.- Añadió Giaal consultando el informe que su hermana le acababa de enviar a su móvil.-

-Zorton.- Recordó Susan con gesto pensativo ahora.- Yo tenía un comandante en la SSP-1 que se llamaba así.

-Le recuerdo.- Afirmó Giaal.- Cuando llegué a la nave y estuve en el calabozo aislado. Pues, acorde con lo que dice en la ficha de esa pobre chica, él es su padre.

-No es que fuera un tipo amable precisamente, pero no le deseo esto en absoluto.- Suspiró la esposa del doctor.- Supongo que le habrán informado.

-Eso no lo sé.- Repuso su marido.- Ahora cuando vaya al hospital preguntaré.

-¿Han probado a darle una alubia?. Eso la recuperaría.- Propuso Kiros.-



            Por unos instantes esa parecía ser la solución. No obstante Giaal movió la cabeza para rebatir.



-Curaría sus heridas pero dejaría unas terribles cicatrices, peores que las le quedarán tras una buena operación. Por eso, es mejor no que no se recupere tan pronto para que podamos injertar con mejores garantías.



            Sus interlocutores escucharon eso con lástima. Más aun cuando el médico les mostró algunas holo fotografías de esa paciente, que servirían de base para intentar reconstruir su rostro. Había sido una chica realmente bonita. Al fin, fue la capitana Hunter quién tomó la palabra.



-Espero que puedas hacer algo por esa infeliz.- Le deseó Susan.- Yo tengo que volver a la base.

-Te acompañaré.- Se ofreció Kiros.-

           

            De modo que se despidieron, el saiyajin y la capitana Hunter partieron por un lado. Susan pensaba además en una idea que Scott le contase. Más bien era una sugerencia. Tendría que comentárselo al gobierno civil y desear que no hubiera filtraciones. Como tenía plena confianza con el saiyajin, se lo expuso.



-¿Qué opinas?- Quiso saber con interés.-

-Que desgraciadamente Scott no va desencaminado.- Admitió Kiros.-  Y es algo muy sensato. Quizás podríamos pedir también ayuda a Kinmoku y a Bios. Además de lo que él ha sugerido, nos vendría bien más apoyo de ambos mundos. Son los más cercanos a nosotros. Ni siquiera mi planeta Nuevo Vegeta podría llegar a tiempo. Pero a mi vez he pedido a los soberanos que, en el plazo de unos pocos meses, enviasen algunos guerreros de alto nivel por si pudieran ayudarnos…

-¿Qué es lo que tienes en mente?- Quiso saber su interlocutora.-

-Bueno, es una idea algo descabellada pero ante esta situación, no veo que más podríamos hacer.- Suspiró el aludido haciéndole un breve resumen.-



            Susan movió levemente la cabeza. Quizás eso pudiera ayudar aunque por los informes recibido ni tan siquiera todos los saiyajin serían capaces de hacer nada ante la magnitud de esa amenaza.



-En fin, ya veremos que sucede. Por lo pronto, ocupémonos de una cosa cada vez.- Declaró ella en tanto ambos se alejaban rumbo a la base.-



            Mientras, Giaal acudió al centro médico. Allí, llegó a tiempo de escuchar los gritos desgarradores de esa desgraciada. Apenas Claire despertó y estuvo mejor quiso mirarse a un espejo. Por precaución no le dejaron tener ninguno a mano aunque desafortunadamente nadie cayó en la cuenta del teléfono que tenía cerca de su cama. Usando la pantalla Claire pudo ver, aunque fuera un poco, ese grueso vendaje y algunas marcas que sobresalían del mismo deformándole la cara.  Tan fuerte chilló que el equipo médico enseguida se puso en alerta. Entre las que acudieron a toda prisa a su lado estaban Naya y Maggie.



-¡No! ¡Quiero morirme!...- Gritaba la pobre chica entre lágrimas de desesperación.-¡No quiero vivir así!

-Tranquila.- Le pedía una asustada y compadecida Naya, intentando sujetarla con poco éxito.-

-¡Por favor, serénate!- Insistía a su vez Maggie, tratando de ayudar a la doctora Rodney.- 



Tuvieron que inyectarle un sedante para ser capaces de dominarla. Hasta la propia doctora derramaba lágrimas compadeciéndose de la situación de esa desgraciada.



-Pobrecilla. No puedo comprender como hay personas capaces de hacer algo tan cruel.- Suspiró Naya.-



            Maggie no dijo nada, se limitó a bajar la mirada. Aquello le apenaba y le repugnaba profundamente. Se enteró de lo sucedido cuando entró en su turno del día anterior. Indagó y supo que había ocurrido. Desde luego, nada justificaba hacer algo así, pero podía comprender las motivaciones de quienes lo hicieron.



-A esta pobre chica, la han confundido con otra persona. Pero aunque fuera una desviada, no merecía esto. Creo que es llevar el castigo divino demasiado lejos. - Pensaba, aunque tratando se ser optimista.- Quizás si hablase con el obispo, él…



            Recordaba aquel milagro, el que supuso la “ resurrección” de Emma. Eso fue mucho más difícil. Pudiera ser que apelando al obispo Corbin él fuera capaz de socorrer a esa desdichada. Valoraba esa posibilidad cuando Giaal apareció por la puerta. Ayudó a las dos mujeres a estabilizar y tumbar a la paciente que ahora estaba todavía lúcida pero más adormecida por el calmante.



-Claire. ¿Puedes oírme? Soy el doctor Giaal Ginga, y te voy a ayudar en todo lo que pueda.- La saludó afectuosamente él.-

-¿Puede hacer que sea como antes?- Musitó la muchacha.-

-No puedo prometerte eso, pero sí que repararemos las heridas y los daños tanto como podamos.- Le comentó el facultativo con sinceridad.-





            La chica no replicó, entrecerraba los ojos. El efecto del sedante iba cada vez siendo más intenso.



-Si hay algo que no tienes que hacer es desesperarte. Podrías agravar tu estado. Ahora debes permanecer calmada y quieta.- Le susurró amablemente Naya.-



            Claire no tuvo tiempo ni de asentir, ya se había quedado dormida. Al fin, la doctora Rodney suspiró.



-Mucho me temo que esto será muy duro.- Afirmó con pesar.-



            Entre tanto, tras la merienda entre amigos, Gloria se despidió del resto y fue hacia su casa. Tenía ganas de descansar un poco. Allí, no obstante, se encontró a una muchacha que la aguardaba. Estaba pendiente de ella y en cuanto se posó en el suelo, antes de entrar en el recinto de la embajada saiyajin, la abordó.



-¿Qué quieres? Quiso saber secamente ella.-

-¿La noble Gloria Derail?- Preguntó con algo de inseguridad cruzando un puño sobre el pecho.-

-Yo soy. ¿Quién eres tú?- Quiso saber ésta dedicando su atención a esa chica, para agregar.- Esa forma de saludar es saiyajin…

-Sí, es que lo soy.- Admitió su contertulia presentándose a su vez.-  Me llamo Thalia Mardok, hija de Rigar y Xulia. Solicito humildemente el honor de ser tu discípula…

-Bueno.- Repuso Gloria valorando a esa chica con la mirada. Le pareció realmente sorprendente ser objeto de esa petición. Ella aún era muy joven y a su vez, recibía clases de su padre. Aunque esta chica era bastante más joven todavía. Suspiró replicando.- Eso no es tan sencillo. Para empezar estoy cansada y muy atareada. No me apetece charlar ahora de esas cosas. Te propongo qué mañana, a esta misma hora, quedemos aquí y vayamos a mi zona de entrenamiento. Allí me mostrarás lo que sabes hacer.

-Aquí estaré, gracias noble Gloria.- Convino la entusiasmada chica.-

-No te alegres tanto.- Se sonrió su interlocutora.- No he decidido aceptarte como aprendiz todavía.



            Y sin darle tiempo a responder, la hija del embajador entró en la legación saiyajin, deseando dormir un poco. Por su parte, Thalia quedó pensativa, aunque había al menos logrado poder estar a prueba. Esa poderosa saiyajin no la había rechazado de forma directa.



-Tendré que esforzarme muchísimo.- Se dijo intentando infundirse moral.- Creo que ha sido entrenada por la mismísima Seira. Tendrá un nivel muy alto.



            En su casa entre tanto, Sonia estaba dándole la merienda al pequeño Richard. El crío comía a la vez que le preguntaba entusiasmado.



-¿Cuándo podré ver a mi papá otra vez?

-Bueno, el próximo fin de semana, tesoro.- Repuso ella.-



            La española tenía su corazón dividido, por una parte se alegraba por su hijo. El niño no solamente no había acusado de una manera negativa aquella sorpresa de conocer a su padre, sino que parecía estar entusiasmado con él. Al menos por ahora. Quizás se debiera al hecho de que Rafa había regalado al pequeño aquel mini deslizador, así como otras cosas. Pero unido a ese hecho estaba que su ex novio se comportaba de un modo realmente agradable con el crío. Ante eso nada podía decir. No obstante, por otro lado le apenaba que Richard apenas si hubiera preguntado por su otra mamá. Aunque solo hubiesen pasado tres días desde que Mei Ling se despidió de él para ir a la Tierra.



-Es muy pequeño, no tiene conciencia de las cosas todavía.- Se decía tratando de justificarlo.-



            Y Mei Ling, que había establecido comunicación haría unas horas, tuvo la mala suerte de que el niño estuviera ya dormido. Sonia quiso despertarle pero su esposa se opuso.



-Dale un beso muy fuerte de mi parte. Y dile que le quiero mucho. - Sonrió al saber de esa circunstancia.-

-¿Qué tal todo?- Le preguntó Sonia.-

-El viaje normal. -Declaró su esposa.- Algo aburrido…ya te contaré. Al menos estoy con Daphne.

-¿Con Daphne?- Se sorprendió Sonia, queriendo saber.-¿Qué hace ella allí.-

-Bueno, es algo complicado de contar ahora.- Repuso una apurada Mei Ling.-



            Aunque la maestra estaba cerca, y la oriental la dejó asomarse un instante. La apurada mujer, emocionada, fue capaz de suspirar casi entre sollozos.



-Sonia, por favor. Dile a mi hermana Steph, que la quiero. Y que lo siento… pensaréis que soy una mala madre…pero yo…

-Tranquila, nada te va a juzgar.- Le dijo amablemente la española.- Podemos comprender por todo lo que has pasado. No te preocupes, tus hijos estarán bien, y tú podrás volver con ellos pronto.

-Gracias, Sonia. Os deseo que vuestro hijo esté bien. ¿Sabes cómo sigue Claire?- Se interesó con evidente angustia.-

-Estable, la tienen que operar.- Le contó, admitiendo.- No sé más.

-Ruego a Dios para que puedan dejarla bien. Disculpa, Mei Ling. ¡Perdonadme, no quería molestaros! - Sollozó su interlocutora.-

-No pasa nada.- Sonrió esta.-



            Así Daphne desapareció del encuadre y Sonia y su esposa pudieron charlar en privado un poco más. Despidieron esa conexión, antes de que la excesiva distancia hiciese las pausas entre recepciones demasiado largas. Así luego, cuando Richard despertó, le dio la merienda y le dejó en su cuarto jugando. Ella fue al salón, allí se sentó en el sofá. Pensaba en todo lo sucedido. Al margen de la situación de su propia familia tenía miedo. La ex maestra también le preocupaba. ¡Pobre mujer! al parecer ésta había escapado dejándolo todo atrás. Por un lado podía entenderla muy bien, aunque de otro, eso de irse sin sus hijos…pero tal y como le dijo, pensó.



-No soy quién para juzgarla. Conociendo como están las cosas habrá tenido sus razones. Sin embargo, yo no podría imaginar el huir dejando atrás a Richard.



Pero lo que más la asustaba era lo ocurrido a la pobre Claire. Cuando Stephanie se lo comentó la dejó horrorizada. Tampoco quiso dar más datos a la pobre Daphne, ya estaba lo bastante mal.



-Y  eso que sencillamente la confundieron, creyendo que era gay. Nadie está a salvo, ni siquiera los que se creen mejores por ser heterosexuales. ¡Pobre chica y pobres de nosotros!- Se dijo.- ¿Qué pasaría si cualquiera fuésemos el blanco de esos locos?. Atacan a quién quiera que no concuerde con sus enfermizas ideas de moralidad. Y también a quienes estén cerca. Quizás por eso Daphne se haya marchado. No lo sé. Me pongo en su lugar y no quiero ni imaginármelo. ¿Y si fueran por mí y le hicieran daño a Richard?



            Y es que Sonia temía más por el bienestar de su hijo que por el de ella misma. Sólo de pensar que alguien pudiera hacerle algo a su pequeño para dañarla le resultaba imposible de soportar. Aun así, se forzó a permanecer calmada.



-No, no puedo dejarme llevar por el pánico.- Reflexionó.- No sería forma de vivir, ni de educar a nuestro hijo. En cuanto Mei Ling vuelva hablaré con ella. Puede que pida el traslado a otro sitio con menos peligro. O bien le podría decir a Steph que encabezásemos una campaña para denunciar esto. La gente de Nature tiene que despertar y ver lo que esos locos están haciendo.



            Y horas más tarde, otras que estaban hablando sobre aquello y trabajando al mismo tiempo eran Melissa, Keiko, Wina y Emma. Las cuatro se repartían tareas cubriendo la ausencia de su otra compañera. Fue la hija de la doctora Adams quien les comentó.



-¿Habéis oído lo de esa modelo? Ha sido terrible.

-Sí, es algo vergonzoso.- Apoyó Emma, añadiendo sin embargo.- Una chica totalmente inocente…ella nada tenía que ver con eso de lo que la acusaban.

-Espera un momento.- Terció suspicazmente Keiko con evidente malestar.- ¿Quieres dar a entender que si hubiera sido lesbiana lo habría tenido merecido?



            Ante las miradas entre incrédulas y reprobatorias de Melissa y su hija, Emma se apresuró a responder.



-No, no he querido decir eso.  ¿Por quién me tomas?- Inquirió a su vez pareciendo ofendida.- ¡Jamás aprobaría algo así!  Y la Congregación de la fe tampoco, eso te lo puedo asegurar.

-Pues se dice que precisamente algunos de sus miembros son los causantes de esto.- Intervino Melissa.-

-Quiero pruebas de ello, y si hubiese sido alguno espero que le detengan y le metan en la cárcel.- Contestó contundentemente Emma.- Os garantizo que el mismísimo obispo Corbin ha expresado su condena a ese hecho tan atroz en su última homilía. Pidió que rezásemos por esa chica y le brinda todo el apoyo y la comprensión que necesite.



            Eso enmudeció durante unos instantes al resto. Fue Wina quién, algo más esperanzada, comentó.



-Al menos, no son gentes tan fanáticas como parecen.

-Naturalmente que no.- Le reprochó ahora Emma, con los manos apoyadas en las caderas.- Estáis muy equivocadas al respecto. No somos monstruos, curiosamente yo antes sí que lo era y el obispo me sanó. Vosotras mismas lo comprobasteis. También conocéis a Maggie desde hace años.  Creo que ha dejado bien patente hasta qué punto se ha desvivido siempre por ayudar a otros. Pero ahora tampoco os dirigís a ella siquiera. Y luego habláis de que otros hacemos el vacío a las personas por su forma de ser.

-Nunca hemos dicho que fuerais unos monstruos.- Se defendió Melissa en su nombre y en el de sus compañeras.- Y jamás hemos ninguneado a nadie, ni a ti, ni a Maggie.

-No directamente, pero me basta ver como nos miráis.- Se lamentó su interlocutora.-

-¿Y qué esperabais, que os aplaudiésemos? Habéis dicho muchas cosas terribles de otras personas, entre las que me incluyo. Y de la pobre Mei Ling no quiero ni hablar, simplemente porque no compartimos vuestra forma de pensar.- Le recordó Keiko con amargura.-

-Solo hemos querido avisaros que, por el camino que habíais emprendido, no ibais bien.- Contestó su contertulia, agregando de forma aguda ahora.- ¿Acaso no sabéis que ha pasado con esa maestra?. Está en boca de todo el mundo. Ha abandonado a su esposo y a sus hijos y ha huido a la Tierra. Algunos dicen que para reunirse con su amante, esa otra que fue acusada y condenada hace años por agredir a Martin, quién era entonces el prometido de esa tal Daphne, creo que se llama. Sí, me enteré en la última reunión de fieles. El mismo padre Michael, el director del colegio en donde trabajaba, fue testigo. Incluso los niños de la clase de su hijo. Esa mujer entró en el aula como una histérica queriendo llevarse al pobre crío, y hasta le pegó delante de todos cuando el niño se negó. Seguro que no lo creeréis, pero podéis preguntar. Hay muchos testigos. ¿Acaso eso os parece un buen proceder? Y todo por su lujuria  antinatural. Ha preferido abandonar a su familia y correr a los brazos de esa antigua amante suya. ¡Vergonzoso!…¿Eso es lo que defendéis?



            Las demás ahora no se atrevieron a contradecirla. Siendo sinceras algo habían escuchado. La misma Keiko lo supo por Sonia. Cuando le preguntó por el viaje de Mei Ling, la española le contó que su esposa se había encontrado en la nave con Daphne, que iba también a la Tierra.



-No es cosa nuestra meternos en asuntos de otras personas.- Afirmó finalmente Melissa, alegando con cautela.- Tampoco sabemos qué motivos pudo tener para actuar así…



            Y tras un más que incómodo silencio dejaron ese asunto dedicándose a trabajar en sus experimentos. Aunque tanto la madre como la hija estaban más pendientes de concluir su jornada oficial y seguir colaborando con Scott para buscar un remedio a la terrible amenaza que poco a poco se aproximaba. Precisamente éste estaba trabajando en su casa cuando llegaron Franklin e Hipatia. La chica saludó a su padre dirigiéndose a su habitación. Estaba muy volcada en escribir novelas o cuentos. Le encantaba sumergirse en su mundo interior una vez concluía el trabajo. Por su parte, su hermano fue enseguida a charlar con su padre.



-¿Hay alguna novedad?- Se interesó observando los últimos cálculos de éste.-

-Ninguna buena, hijo.- Suspiró el interpelado.- Los modelos informáticos han captado un aumento en la fuerza gravitatoria que proviene del espacio. Su fuente se aproxima a una velocidad de varios miles de kilómetros por segundo.

-No tenemos más remedio que advertir de esto a las autoridades. Si sigue a este ritmo de aproximación lo más probable es que dentro de muy poco comiencen a producirse seísmos e incluso erupciones volcánicas.- Afirmó el chico con inquietud.-



            Así era. Y su padre desgraciadamente sabía que Franklin estaba en lo cierto. De todos modos todavía podrían quedar meses para eso.



-Yo estoy más volcado en encontrar un medio para evacuar este lugar. Llegado el caso podríamos pedir que la SSP-1 que orbita Bios viniera.- Comentó Scott.- Lo hablé hace unos días con Susan.

-Pero papá. Ni uniendo la capacidad de esa nave con la de la SSP-2 podrías evacuar a todo el mundo. En Nature ya hay al menos diez millones de personas.- Opuso el muchacho.-

-La cuestión sería comenzar desde ya mismo, quizás dentro de un par de meses a lo sumo. Para que las dos naves hicieran al menos un par de viajes cada una.- Le respondió su padre.- He propuesto eso a Susan para que, a su vez, se lo traslade a la junta de gobierno.



Franklin asintió y tras cruzar algunas palabras más los dos prosiguieron con sus cálculos, tendrían hasta bien entrada la noche. Así, horas y días fueron transcurriendo. Tras un par de operaciones llegó finalmente el momento, iban a retirarle los vendajes a Claire.



-Ante todo, tienes que saber que hemos hecho todo cuanto estaba en nuestras manos.- Afirmó Giaal tratando de sonar realista.-

-Sí, doctor. Estoy segura de eso.- Musitó una nerviosa Claire.-

-Tus padres estarán a punto de llegar.- Le contó Stephanie que había acudido a su lado, junto con Sonia.-

-¿No quieres esperar a que ellos vengan desde Bios?- Inquirió la española.-

-No, ya estoy harta de esperar, sea lo que sea lo que tenga que ver, deseo hacerlo ya.- Afirmó ésta más convencida.-

-Muy bien.- Convino Maggie que estaba junto a la paciente provista de unas tijeras especiales para cortar el vendaje.- Pues cuando tú quieras.- Dijo tratando de sonar más jovial.-



            Hubo unos momentos de tenso silencio. La chica tenía una lucha de dos emociones enfrentadas. Por un lado la expectación y el deseo de salir ya de allí y volver a su vida. De otro el miedo a quedar tan sumamente horrible que todo su mundo se derrumbase. Al fin, llena de angustia y al tiempo de impaciencia, hizo un leve asentimiento y la jefa de enfermeras comenzó a cortar  con cuidado esos vendajes. Tras un par de minutos que se le hicieron eternos, estos cayeron desvelando el rostro de la chica. Tanto Steph como Sonia no dijeron nada. Claire trató de mirarlas con gesto inquisitivo esperando leer en ellas una reacción que, de uno u otro modo, le diera a entender como estaba. Sin embargo, sus jefas no le daban demasiadas pistas, Sonia sonrió débilmente, Steph le tomó una mano con suavidad. Esas dos cosas no le daban buena espina desde luego.



-¿Quieres mirarte?- Le propuso amablemente, Maggie.- Tengo aquí un espejo…



            La muchacha asintió, ahora con más ímpetu. Ya no podía soportar la incertidumbre, estaba a un paso de derrumbarse o de suspirar aliviada. En cualquier caso quería saberlo ya. La enfermera le sostuvo cerca un espejo de mano y antes de enfrentarlo a su rostro contó suavemente en tanto preguntaba..



-¿Preparada? Uno dos,…



            No hizo falta el tres, lentamente giró el espejo hasta que, al fin, Claire pudo verse. El reflejo le devolvió una cara que al principio no reconoció. No era algo horrible como había temido en sus pesadillas pero tampoco era ella. Su armonía natural y esa belleza tan joven se habían esfumado. Al menos en la mitad de su cara. Le quedaba el consuelo de mirarse de perfil en su lado bueno. De ese modo y por unos mágicos momentos parecía que nada hubiera sucedido. En cambio el otro lado era una visión como poco perturbadora, una mitad carente de expresión. Tenía un ojo que no era el suyo, pese a que con microcirugía y una avanzada tecnología informática le hubiesen implantado una micro cámara conectada a su cerebro que le permitía ver, una mejilla aplastada y marcada por una cicatriz rosada…igual que la oreja que estaba parcialmente reconstruida. Al principio no supo que decir, solo intentaba asimilar aquello. Al cabo de unos agónicos segundos apenas musitó, ahogando un sollozo.



-No, no está tan mal…¿verdad?

-Claro que no.- Se apresuró a convenir Steph quien sufría mucho viendo a esa pobre infeliz.-

-El doctor Ginga y la doctora Rodney han hecho un gran trabajo. – Quiso animarla Sonia a su vez.-

-Díganle a la doctora, que gracias…- Pudo musitar la joven antes de romper a llorar, al menos con el único ojo con el que podía hacerlo.-



            Se abrazó a la española que la sujetó sin poder evitar unas lágrimas también, lo mismo que Stephanie. Giaal, más entero aunque igualmente apenado por esa pobre chica, le comentó.



-Mi hermana ha salido de viaje. Ella y su marido han ido a ver a su hija. Es más o menos de tu edad.

-Vamos, Claire.- Intervino Steph tratando de sonar jovial, sin apenas lograrlo.- Ahora tendrás que descansar un poco en la residencia Deveraux y luego…

-Luego volveré a Bios. ¿Verdad? Podré irme con mis padres.- Susurró la chica.-

-Bueno, eso si es lo que de veras quieres.- Terció Sonia a su vez.- Porque aquí tienes trabajo que hacer.

-No puedo volver a posar con este aspecto. ¡Lo siento, doctor!, no es que no aprecie lo que usted y la doctora han hecho.- Gimió Claire.- Pero, la moda se ha terminado para mí.

-No digas tonterías, niña.- Le susurró Sonia intentando sonar convincente, como si se tratase de la mismísima Esmeralda en persona.-

-Os lo agradezco, pero no quiero estar en modas Deveraux por lástima.- Sollozaba la aludida.-

- En absoluto.- La animó Steph.- Sigues teniendo un cuerpo estupendo y para llevar vestidos es lo que importa. Sabes desfilar, eres buena en tu trabajo y necesitamos modelos. Y no es que lo diga únicamente yo. Ya sabes lo exigente que es madame Deveraux. Pues verás. Hablé con Crista Turner y le conté tu caso. Ella informó a la Jefa en persona. Fíjate que Esmeralda ya apenas se interesa por dirigir modas Deveraux personalmente. Pues cuando Crista le habló de ti hasta te ha enviado un mensaje para ti. Y te aseguro que no lo hace con cualquiera. ¿Quieres verlo?- Le preguntó con afecto y evidente deseo de que así fuera.-

-Sí, claro.- Dijo Claire, que también tenía curiosidad.-

-Doctor, por favor, ¿podemos acercar un holo proyector?- Le pidió Sonia.-

-Por supuesto.- Concedió él.-

-Yo se lo traeré.- Se ofreció Maggie, quien también se había conmovido viendo el sufrimiento de esa pobre desdichada.-



            De hecho, en tanto iba a por ese aparato a una sala cercana recordó las palabras que el obispo le dijo cuando fue a verle contándole lo ocurrido haría un par de días. Su Ilustrísima le recibió muy amablemente en el despacho que tenía en su sede. Allí, tras escucharla le comentó.



-En verdad esa pobre niña es una víctima inocente, rezaré por ella con todo el fervor para que Dios escuche mis plegarias.

-Si usted pudiera hacer algo parecido a lo que hizo con Emma.- Le pidió ella.-

-Hermana Margaret. - Le advirtió el obispo.- No fui yo quien lo hizo, sino nuestro Señor. Pretender ser el artífice de ese milagro me haría pecar de soberbia, del mismo modo que Moisés hizo. Por eso él no pudo entrar en la Tierra prometida. Líbreme Dios de cometer semejante falta. No obstante, suplicaré al Señor que me conceda su bendición para esa infortunada joven. Ojalá que el mal que unos individuos tan celosos de su deber para con la ortodoxia, como errados en las formas, le infligieron, pudiera ser subsanado. De momento está bien que se encomiende a las hábiles manos de los médicos. Cuando termine ese periodo, si puedes hacer que ella venga aquí, veremos.

-Sí, ilustrísima.- Repuso ella.- Lo intentaré. Pero es difícil a veces convencer a las personas.

-Estrecho y difícil es el camino que conduce a la salvación y ancha y lujosa la puerta que lleva a la perdición, tú lo sabes bien, hermana. Si pudiéramos ganar otra alma para la causa eso sería maravilloso.

-Así es.- Convino Maggie.-



            Y en tanto recordó aquella conversación trajo el artefacto requerido. Una vez de vuelta en la habitación de la paciente fue Steph quien sintonizó el mensaje de Esmeralda. La veterana diseñadora apareció, con su melena algo encanecida ya y uno de sus modelos de hacía algunos años, clásico y sobrio en tonos ocres, llevando unas gafas de montura de concha algo alargadas en los cristales. Sonriente, declaró.



-Querida niña. Me han informado de lo ocurrido. Ante todo debes estar segura de una cosa. Tú eres lo más preciado que tienes en el mundo. Y vales exactamente igual que antes o incluso más, porque ahora habrás aumentado tu coraje para afrontar las dificultades en la vida. Que nadie te diga lo contrario jamás. Después, cuenta con todo mi apoyo y el de la Casa Deveraux. Deseo que continúes con nosotros y no creas que es por compasión, yo no me rijo por esos cánones, como tampoco lo hizo mi mentora y fundadora de esta compañía, la Señora Alexandra Annette Deveraux. Si te quiero con nosotros es porque he recibido muy buenos informes sobre ti, que describen tu entusiasmo, tus ganas de aprender y tu cordialidad. Tienes vocación y amas este mundo. Eso es lo que cuenta. Nunca lo olvides. Creo en ti, sé que continuarás y lo harás más fuerte que antes. Un abrazo y no dudes en contactar conmigo para lo que precises.



            Claire no pudo evitar llorar de nuevo al ver aquella grabación. Ahora fue turno de Stephanie de confortarla pasándole un afectuoso brazo tras los hombros.



-Conozco a la señora Deveraux en persona, créeme.- Le susurró con cariño a la paciente.- No diría eso si no lo pensara de verdad.

-Así es, nunca abandona a aquellas que se han esforzado y han dado lo mejor de sí mismas por la Casa.- Acordó Sonia.- Y tú lo has hecho.

-Gracias. Muchas gracias, de corazón.- Pudo decir entre sollozos, Claire.- Os prometo que no me rendiré.

-Claro que no.- Sonrió la española acariciando el pelo de la muchacha.-

-Ahora ve poco a poco, enseguida te traerán la ropa. – Intervino Giaal pidiéndole a la jefa de enfermeras. - Maggie. ¿Podrías ayudarla a vestirse?. Ya tendrá ganas de salir.

-Por supuesto, doctor.- Asintió la interpelada esbozando una sonrisa a su vez.-

-Muchas gracias por todo, de veras.- Le dijo la paciente a su médico con más convencimiento.-



            El alien le sonrió alentadoramente para recordarla.



-Ya sabes, durante unos días tápate para que no te de la luz solar, aun debes cicatrizar del todo. Ten cuidado con darte golpes o con hacer esfuerzos. Y lo más importante, sigue con tu vida y se feliz. Amigos y apoyos no te faltan.



            La jovencita asintió, sus acompañantes asimismo le dieron las gracias al facultativo por aquel estupendo trato dispensado a la chica.



-Muchos recuerdos a su hermana.- Le dijo Sonia.-

-Se los daré, de su parte.- Asintió él.-

-Ha sido usted muy amable, eso también se lo conté a la señora Deveraux. Muchísimas gracias.- Añadió Steph.-

-Bueno, yo no sirvo para modelo, pero además de que Claire es una chica estupenda y ha sido un placer ser su médico, mis padres son viejos amigos de su jefa, señorita Kensington.- Sonrió el alien desvelando con desenfado.- Esmeralda me acunó alguna que otra vez siendo yo un bebé. Por ello es doble mi satisfacción.



Todas le observaron con perplejidad. Desde luego, el destino tenía esas cosas. Al fin, el médico se despidió de las presentes saliendo de allí, tenía más pacientes a los que atender. Por su parte, tanto Sonia como Steph se ofrecieron a ayudar a Claire pero ésta dijo no precisarlas de momento.



-Te esperaremos entonces a la salida. Iremos juntas a la residencia Deveraux.- Comentó Stephanie.-



            Salieron ambas coincidiendo a la puerta de la habitación con Margaret que retornaba con la ropa de la muchacha. No obstante, todas las buenas caras y sonrisas de ambas modelos se tornaron en una fría expresión de indiferencia al verla pasar.



-Celebro ver que Claire está más animada.- Comentó la jefa de enfermeras dirigiéndose a la española en primer lugar.- ¿Qué tal tu hijo?

-Bien, gracias.- Replicó lacónicamente ésta añadiendo de un modo más jovial para dirigirse a su compañera.- ¿Vienes?

-Claro.- Asintió Steph.-



            Aunque antes de que lo hiciera fue Maggie quien le dijo, con tinte conciliador.



-Sentí lo de tu hermana. Todos quisimos ayudarla.

-Si tú lo dices.- Replicó secamente la interpelada. - Discúlpame, Sonia me está esperando.



            Y sin más se alejó de allí. Margaret suspiró moviendo levemente la cabeza. Hasta cierto punto podía entender ese comportamiento hacia ella. Ambas mujeres le habían mostrado a las claras su animadversión, aunque tuvieron cuidado de no evidenciarla delante de Claire o del doctor Ginga. Pero desde el primer día en el que fueron a visitar a la paciente, Maggie pudo percibirlo con claridad.



-Es una lástima. Una vive en concubinato con una pecadora. Y la otra ha tenido la desgracia de que su hermana se desviase y abandonara a su familia. Yo las advertí y sabía que esto me iba a costar que me aborreciesen. Sin embargo, tuve que hacerlo por su propio bien.



            Y en tanto meditaba sobre ello entró a ayudar a esa muchacha a vestirse y salir. Por su parte, una vez en el hall de recepción, fue la española quien le comentó a Stephanie con indignación.



-¿Has visto qué hipócrita? Ha insultado a tu hermana y a mi esposa, ¡mi mujer, la que fue su novia! ¡A la que ella misma dejó plantada por otra! Y ahora va haciéndose la santa y preguntándonos por ellas cuando las ha criticado y humillado públicamente por su forma de vivir, la misma que tuvo ella. Tiene suerte de que estemos en el hospital o no hubiese sido tan amable.

-No quiero hablar de eso.- Musitó Stephanie con pesar, aunque queriendo mudar su gesto a otro más alegre, le preguntó a su compañera.- ¿Has sabido algo de Mei Ling?

-La última vez que me envió un holo mensaje acababa de llegar a la Tierra. Si te sirve de algo, vio a tu hermana y estuvo con ella durante el viaje. Daphne está bien. No temas, te enviaba saludos y dijo que lo sentía muchísimo. Aunque luego se separaron. Mi mujer tenía que ir a China, a ver a su padre…

-Ya. - Asintió Steph que ya estaba al corriente de eso.- Y mi hermana supongo que habrá ido a los Estados Unidos. He intentado contactar con Kerria. Le envié un holo mensaje. Todavía no le habrá llegado. Espero que Dap se haya dirigido a ella en busca de ayuda. Tanto mis padres, como Martin y yo, estamos muy inquietos.



            Su interlocutora asintió. Suspiró con lástima queriendo animar a su amiga.



-Tu hermana es una buena mujer. Ha sufrido mucho y necesita estar sola y tener su espacio. Supongo que pronto volverá. Y lo que más quiere en este mundo o en cualquier otro es a su familia, a sus hijos, segurísimo. Como madre sé lo importantes que son. Y también a ti y vuestro hermano.

-Muchas gracias.- Sonrió débilmente su contertulia.- Así lo espero.

-Por cierto, ¿y de tu hermano Byron sabéis algo? ¿Ha vuelto ya de ese seminario?- Quiso saber la española, a su vez con curiosidad.-

-Aun no, y me preocupa. Ni ha llamado, ni ha enviado ningún mensaje. Quizás la causa sea que suelen hacer votos de silencio y retiros espirituales. Por lo que sé, tienen prohibido comunicarse hasta que terminan.- Le contó Stephanie que, con todo lo sucedido con Dap y Claire, apenas si se había acordado en esos días de su hermano mayor.-

-Seguramente así será.- Sonrió Sonia.- Bueno. Debo ir a buscar a Richard. No lo creerás pero cuando tuve que venir aquí a ver a Claire fue Rafael quien se ofreció a ir a recogerle de la guardería.

-¿Ese hombre?- Se sorprendió su colega de profesión.-

-Ni yo misma me lo puedo explicar.- Admitió su contertulia, refiriendo con una mezcla de sorpresa y agrado.- Desde que terminó el juicio, no solamente no nos ha molestado, sino que ha cumplido a rajatabla con su papel de padre. Y el niño le adora. No puedo ponerle un solo pero.

-Me alegro de que así sea. – Sentenció Steph.-



            Entre tanto, Maggie ayudaba a vestirse a Claire que ahora que estaba a solas se desahogó con lo que realmente sentía.



-Pareceré una desagradecida, pero sé que, pese a todo me tienen lástima. Piensan, pobrecita, le han destrozado la vida. Y es cierto.- Suspiró.-

-A veces la vida nos pone a prueba con cosas realmente terribles.- Le comentó amablemente la enfermera.- Tú eres joven y has sufrido mucho. Te comprendo. También yo pasé por cosas horrorosas. Cuando mi hija nació llegué incluso a  estar clínicamente muerta. He visto destrucción y muerte a mi alrededor, en el viaje de la SSP-2 y en el ataque a Nature.

-Usted tiene mucho mérito, igual que el doctor. Se esfuerzan a diario por salvar vidas. No sé como lo resisten.- Comentó Claire.-

-En mi caso porque tengo fe en Dios.- Le respondió Maggie.- Puede parecer que nos abandona pero en realidad siempre está ahí.

-Podría haberlo estado para mí, cuando me tiraron ese ácido a la cara.- Repuso la joven con amargura moviendo la cabeza.-



            Maggie entonces decidió que era el momento, para sorpresa de la paciente su enfermera le tomó ambas manos y le dijo con encendido entusiasmo.



-Los milagros existen, Claire. Quizás esto sea una prueba para ti. Yo he presenciado cosas increíbles. Y si tú quisieras venir conmigo a ver al obispo Corbin, él quizás podría ayudarte.

-¿Al obispo?- Repitió la muchacha con incredulidad.- ¿Qué haría yo en una iglesia? No necesito sermones, lo siento. No te lo tomes a mal, pero no me apetece que nadie me predique la resignación.

-No te va a decir eso. Te hablará de esperanza.- Insistió Margaret incluso añadiendo.- Si no me crees a mí, puedes preguntarle al mismísimo doctor. Él puede atestiguar científicamente como una mujer volvió a la vida por la intercesión del obispo. Y si fue capaz de hacer eso, ¿qué no podría hacer por ti? Pero debes tener fe.

-Mira. No sé porqué me estás diciendo esto. Seguro que quieres animarme pero déjalo, por favor.- Le pidió la muchacha con un tono de creciente irritación, al recordar.- ¡Fueron unos fanáticos religiosos los que me hicieron esto!

-Y eso fue horrible. Nadie que de veras crea en Dios debería hacer algo tan abominable. No tienen perdón ni justificación. Y te prometo que su ilustrísima está totalmente de acuerdo con esto que te cuento. De hecho, le hablé de ti y me transmitió sus mejores deseos. ¿Sabes que es alguien muy influyente y que es muy difícil verle? Pues me pidió que te invitase a reunirte con él en cuanto quisieras.



            Claire la miró con estupor. Era cierto al menos que ese hombre tenía fama de ser difícilmente accesible y se rumoreaba incluso que había realizado algún prodigio. Pero claro, esos comentarios venían del seno de su congregación. Pese a ello no estaba por la labor de ir a que la observasen como a una especie de monstruo de feria.



-Mira Maggie.- Suspiró ahora de modo más paciente.- Me has cuidado de maravilla y te lo agradezco mucho, te aprecio, pero no creo que sea apropiado…

-Te lo pido como un favor personal. No te perjudicará, es más, podría beneficiarte muchísimo. No sé si eres creyente o no, no importa. Te puedo asegurar que cuando yo tenía tu edad era muchísimo más incrédula que tú. ¡De hecho, era atea!

-Bueno, mis padres sí que tienen bastante fe. Sobre todo mi padre.- Le contó Claire.- Cuando se perdió en la SSP-1 siendo mis hermanos pequeños, él rezó pidiendo poder reencontrarse con ellos y con mi madre. Parecía casi imposible pero lo logró…y al poco de su reencuentro nací yo.

-Ahí tienes una prueba.- Declaró Margaret.- Aunque solamente sea por eso, te suplico que le des una oportunidad. Mejor dicho. ¡Que te des una oportunidad! - Rectificó con tono animoso.-  ¿Qué puedes perder? Incluso, si pudieras, pide a tus amigas Sonia y Stephanie que te acompañen. Así no irás sola.

-Mucho me temo que ellas sí que no estarían dispuestas a ir a un sitio así.- Comentó Claire que no era ajena a lo sucedido en las familias de sus colegas.-

-Lo entiendo. Pero la morada de Dios no se le cierra a nadie que no quiera cerrársela.- Repuso Maggie.- Si pese a todo, desean acudir, serán bienvenidas. Y quizás eso las ayude a comprender.



            Y tras esa conversación y una vez hubo ayudado a vestirse a Claire, la acompañó abajo, allí aguardaban Sonia y Stephanie.



-Adiós y recuerda lo que te he dicho, aquí estaré para lo que necesites.- Se despidió la enfermera.-

-Muchas gracias, otra vez.- Asintió Claire.-



            Y una vez se fue Margaret, la española no pudo evitar preguntarle a la recién dada de alta con un no disimulado desprecio.



-¿Qué te ha dicho esa fanática? Habéis tardado un buen rato. Habrá querido predicarte su verdad, ¿a que sí? No le hagas ningún caso.

-Bueno, ha sido muy amable y buena conmigo.- La defendió la muchacha.- Y creo que su intención es ayudarme.

-Sí, sus intenciones son una cosa, pero los hechos de sus amigos son otra bien distinta.- Se lamentó Sonia.-

-Anda, déjalo y vámonos.- Le pidió Stephanie no deseando seguir con ese tema.-



            Y las tres abordaron un deslizador con rumbo a la casa de Modas Deveraux. Aunque de camino Claire iba meditando sobre la propuesta de Maggie. Una vez llegaron, la muchacha se instaló en su habitación. Stephanie le deseó que descansase bien y se marchó, había quedado con su novio. Trent le había enviado un mensaje diciéndole que tenía noticias.



-Espero que descanses, tómate los días que necesites y cuando estés lista ya volverás al trabajo.-Le sugirió amablemente Sonia  a la recién llegada.-

-Muchas gracias.- Repuso Claire.- Por todo, de veras.



            La joven esperaba también que sus padres llegasen de Bios al día siguiente. Y con eso en mente pensó…



-¿Y si fuera cierto?. No tengo nada que perder…



            Y antes de que Sonia saliera, la muchacha, con tono dubitativo y algo tímido, le pidió.



-Sé que no te cae bien, pero. ¿Podrías hacerme un favor?....



            Stephanie por su parte llegó a casa, se dio un baño y se arregló. Por suerte Martin se había quedado con la pequeña Leah en casa. Ahora Steph se turnaba con su cuñado en el cuidado de los niños. Fue duro, sobre todo los primeros días, tanto para el padre del niño, como para ella, explicarle a David que su madre se había marchado. Pensaba en una conversación que mantuvo a solas con el crío y se le rompía el corazón. Allí estaba el pequeño, sentado en su cama, llorando. Stephanie le consolaba como podía pasándole un brazo por los hombros y atrayéndole hacia sí para animarle.



-Todo se arreglará, ya verás.- Le aseguraba sin ser ella la primera en creerlo, aunque tratando e sonar optimista.- Tu madre volverá pronto.

- Me da igual.- Sollozaba el niño.- ¡La odio! No quiero que vuelva.

-No debes decir eso de tu madre.- Le amonestó suavemente la modelo.-

-¡Es una invertida! - Gimió el niño.- Nos ha abandonado a papá, a Leah y a mí, por irse con otras mujeres. Lo dicen todos en el colegio.

-No es verdad.- Quiso aliviarle ella, intentando a su vez no llorar.- Tu madre está sufriendo mucho. Lo único que quiere es que nadie la insulte y la odie solo por ser distinta, eso es todo.

-¡Es que eso es pecado! -Alegó el crio no sin temor, cuando agregó. - Y cuando se muera irá al Infierno. Algunos chicos mayores dicen que hasta volverá convertida en una diabla para llevarnos a mí y a Leah.

-¡Eso es una tontería! - Reaccionó Stephanie incluso enfadándose.- Esos chicos no saben lo que dicen. Tu madre está en un infierno sí, pero no en ese de la Biblia, sino en otro muy real. Ahora mismo es cuando vive en él. Lejos de ti, y de toda la familia. Sin poder venir a casa porque la insultan y la odian.- Sentenció con un sollozo, mirando al esquivo niño, intentando una vez más razonar de un modo más conciliador y suave.- Cariño, cuando yo tenía tu edad pensaba como tú, pero luego vi que había más gente, bueno, a la que le gustaba otros de su mismo sexo, y que eran buenas personas. Los hay en todos los sitios, cantantes, abogados, maestras como tu madre…

-Son todos pecadores. Lo dicen los sacerdotes.- Denunció el niño.-

-No nos corresponde a ninguno juzgar eso, solamente Dios lo hará.- Le respondió Stephanie, sentenciando con toda su rotundidad.-  Y te prometo que si hay alguien a quien tu madre ama sobre todo, ese eres tú, y también quiere a tu hermana y a tu padre. Eso no tiene nada que ver. Ella te llevó dentro, te cuidó y te alimentó desde que eras muy chiquitín, lo mismo que a Leah. ¿Cómo alguien así va a poder ser mala persona?



            El crio no contestó a eso, únicamente se abrazaba a ella. Al fin pudo decir entre lágrimas, con tono lleno de angustia.



-¿Por qué mamá no ha podido ser como tú, tía Steph?



Stephanie dejó caer algunas lágrimas a su vez, rememorando esos momentos tan duros. Había estado yendo a ver a sus sobrinos y ayudando en lo que podía al también deprimido Martin. Era como si se hubiese cargado con el papel de ser la madre de los niños. Aunque también tenía una vida propia. Y en esa vida su novio había quedado con ella en uno de los mejores restaurantes de Nature. Quería invitarla a cenar allí, cosa que le sorprendió.



-Hoy no celebramos nada que yo sepa.- Pensó con algo de apuro intentando dejar de lado sus anteriores reflexiones.-



            Esperaba no olvidarse de algún aniversario o efeméride importante para Trent. Con todo el ajetreo vivido no le extrañaría nada esa posibilidad. Incluso había dejado de lado al pobre chico.



-Bueno, ya lo descubriré.- Se dijo con resignación.-



            De modo que tomó un deslizador que la llevó allí en apenas media hora. Al llegar su risueño novio la aguardaba.



-Hola, cariño.- Saludó dándola un beso en los labios.-

-Bueno. ¿Qué celebramos?- Sonrió nerviosamente la joven.-

-Verás. Algo importante. Me han dado un caso realmente serio y de resonancia.- Le informó él.-

-¿Un caso, cuál?- Se interesó la joven.-

-Tengo que defender a una invasora Arcoily. Es una mujer que ha estado viviendo aquí los últimos años escondida. La han capturado hace poco.

-¿Y cómo te han encargado eso a ti?- Quiso saber Stephanie que rápidamente añadió para no ofender a su contertulio.- No es que no seas bueno, pero siendo tan joven y con tan poca experiencia…



            Su novio entonces, tras tomarse unos segundos para rememorar aquello con detalle, le respondió.



-Pues verás… en realidad recibí una llamada de la capitana Susan Hunter, la esposa del doctor Ginga. Ya le conoces, ¿verdad?

-Sí, claro, ha operado a Claire. Hoy mismo la han dado el alta y ha vuelto a la sede.- Le informó a su vez Stephanie.-

-Vaya, me alegro por ella. ¿Qué tal está?- Se interesó el joven.-

-Pues trata de llevarlo lo mejor que puede, no es nada fácil.- Suspiró su novia.-

-Claro. Me hago cargo.- Convino él.-

-Bueno, cuéntame lo tuyo.- Le pidió Steph, deseosa de oír alguna buena noticia para variar.-



            Y el muchacho comenzó su relato, estando en el despacho le llamaron por holo teléfono. Al contestar vio con sorpresa que se trataba de esa mujer.



-Hola. ¿Hablo con Trent Peterson?

-Sí, soy yo.- Contestó él enseguida.-

-Soy la capitana Susan Ginga, o Hunter, como usted quiera. Comandante en jefe de las fuerzas del UNISON destacadas en Nature.- Se presentó ella.-

-Encantado. - Afirmó el chico sintiéndose algo extraño y queriendo saber.- ¿A qué debo su llamada, capitana?

-Verá, es relacionado con un tema legal. El embajador Derail me dio su nombre. Él a su vez lo obtuvo por conocidos suyos.



            No le especificó de qué conocidos se trataban, aunque Trent enseguida quiso puntualizar.



-Soy un abogado civil, no veo en qué puedo ayudarla.

-Es para representar a una acusada que no tiene status militar pero que, no obstante, está retenida bajo nuestra custodia.- Le comentó su interlocutora.- Los cargos son muy graves. Si no desea aceptar el caso lo entenderé.

-No se lo tome a mal, pero antes de responder quisiera tener un informe más completo.- Contestó Trent.-

-Hay un problema.- Le contó Susan.- Muchas de las acusaciones y de las pruebas son alto secreto militar. Solo podemos mostrárselas a un abogado que haya aceptado firmar una clausula de confidencialidad. Al margen de la consabida entre el acusado  y su defensor, claro.

-¿Y en qué tipo de tribunal se la juzgaría?- Quiso saber el muchacho.-

-En un tribunal civil, con juez y fiscal civiles también. Aunque la acusación será militar.- Le comentó la capitana.-



            Desde luego Trent estaba muy interesado, un caso así podría catapultar su carrera, de hecho, ya ganó puntos cuando sustituyó a Kerria Malden. Ahora podría brillar él directamente sin estar a la sombra de ningún otro prestigioso letrado.



-Si pudieran darme algo de información que no fuera secreta, sería para mí muy importante a la hora de valorar si acepto o no… - Comentó tratando de obtener algo que le decidiera.-

-Muy bien, haré que le envíen un dossier censurado.- Le dijo Susan.- Espero que en él tenga suficientes alicientes como para aceptar. Gracias por su tiempo.- Se despidió ella cortando la comunicación.-

-Gracias a usted.- Repuso el joven haciendo lo propio.-

-¿Y te enviaron ese dossier?- Quiso saber Stephanie.-

-Sí, lo hicieron. Lo leí y acepté. Solamente por las partes que pude consultar es un caso realmente complejo e interesante.- Le contó el chico con visible entusiasmo.- Mañana, de hecho, debo ir a entrevistarme con mi defendida. Dicen que es peligrosa…

-Pues ten muchísimo cuidado.- Se inquietó su pareja.-

-No te preocupes.- Sonrió él.- Ella va a estar dentro de una celda especial, y yo me comunicaré desde el exterior. No pasará nada.



            Tras eso cenaron conversando sobre otras cosas. Trent se interesó por el estado de la familia de su novia. Stephanie únicamente pudo suspirar apenada refiriéndole lo sucedido.



-Están muy mal, tanto Martin como mi sobrino. Por suerte Leah es tan pequeña que no se ha dado cuenta de nada. Pero a veces llama a su mamá. Sobre todo por la noche. Y llora mucho cuando no viene.

-Debe ser muy duro. Y tú te has convertido en su madre de la noche a la mañana. Dime si hay algo que yo pueda hacer.- Se ofreció Trent.-

-No te preocupes. Por ahora no puedes hacer nada, gracias.- Le sonrió agradecidamente ella.-



            La velada se desarrolló bien, tras la cena fueron a casa de la modelo. Trent la estaba besando con ardor al entrar, quizás la noche se prometía interesante. Entraron despacio, él ya la tomaba en brazos dirigiéndose hacia la cama… Se desvistieron deprisa cuando fueron interrumpidos por el holo mensaje del teléfono.



-¿Quién demonios podrá ser a estas horas?- Se preguntó un más que fastidiado joven.-



            Steph conectó la llamada aunque sin imagen, no quería que nadie les viera de esa forma. Aunque la voz que sonó era tan poco conocida como grave.



-¿La señorita Kensington? – Preguntó.-

-Sí, soy yo. ¿Qué desea a estas horas?- Inquirió ella más preocupada que molesta.-

-Soy el comisario Moreau, lamento informarle que hemos encontrado a su hermano…

-¿Cómo?- Exclamó ella respirando con agitación.- ¿Qué le ha pasado a mi hermano?- Preguntó entre atónita y asustada.-

- Lo lamento, señorita, hemos encontrado su cuerpo sin vida a las afueras de la ciudad.- Repuso el policía con pesar en su tono.- Le pedimos que venga a identificarlo. No hemos podido todavía contactar con sus padres.

-¡Oh, Dios mío!- Gimió ella llevándose las manos a la cara.-



            El también perplejo y consternado Trent enseguida abrazó a su novia que se derrumbó llorando. Steph apenas pudo preguntar entre balbuceos de angustia y dolor.



-Enseguida iré.. Por favor dígame donde está.



            Le dieron la dirección y la llamada terminó tras darle pésame una vez más. Ambos se vistieron y el chico la acompañó solícitamente hasta allí.



-Quizás no sea él, Steph.- Trató de animarla el muchacho en tanto tomaban un taxi deslizador.-



            Su pareja no respondió pero tenía un terrible presentimiento. Ajena a eso, Sonia tuvo finalmente que aceptar hacer ese favor que le pidió aquella pobre chica. Curiosamente no temía por su hijo, Rafael se hizo cargo del crío con inusitada amabilidad cuando se lo pidió.



-Verás, es que me ha surgido un compromiso urgente y… no tengo a nadie con quien dejar a Richard.

-¡Por el amor de Dios!- Sonrió su ex novio afirmando con total disposición.- Para eso soy su padre. Es mi deber, y lo haré con mucho gusto. No te preocupes, atiende a lo que tengas que hacer. Tú y yo vamos a pasar una tarde de chicos. ¿Verdad Ricardito?- Añadió jovial y cómplicemente, dirigiéndose al niño que asintió divertido.-

-Gracias, de verdad.- Sonrió ella sinceramente reconocida.-



            Y tras dejar al pequeño con su padre la modelo fue a buscar a Claire. Rafa la vio alejarse y tras meter al crío en su apartamento se sonrió pensando.



-Lo sentiré mucho por ti, Sonia. De veras, estoy empezando a estar a gusto con esta situación…Pero todo debe seguir su curso y yo hacer lo que me han ordenado.



            La española llegó enseguida a la residencia de modelos y allí llamó a Claire. La joven ya la esperaba discretamente vestida, con una falda larga por debajo de las rodillas, un jersey y zapatos bajos. Se tapaba parte de la cara con un sombrero que dejaba caer hacia el lado operado.



-Muchas gracias por acompañarme.- Comentó a la recién llegada.-

-Vamos, cuanto antes terminemos, mejor.- Repuso Sonia.-



            Tras tomar un taxi deslizador las dos llegaron en apenas cuarenta minutos a ese lugar. Allí aguardaba el obispo con algunos de sus más leales acólitos, entre ellos Emma y la propia Maggie.



-¡Cuanto me alegra verte!- La saludó la enfermera, sorprendiéndose asimismo de encontrarse también a Sonia.-

-Vine a acompañarla hasta aquí, pero ya me marcho.- Respondió enseguida la española.-

-Quédate un poco, por favor…-Le pidió una apurada Claire.-



            Su compañera miró a un lado y a otro, no veía caras demasiado hostiles, o al menos nadie de por allí daba la impresión de reconocerla. Incluso Maggie le sonrió afablemente para pedirle.



-Vamos. Aquí nadie te va a hacer, ni a decir nada malo.



            Al fin, transigiendo más que nada por Claire, asintió. Su compañera se alegró por eso esbozando una leve sonrisa que marcaba alguna de sus cicatrices. Aunque enseguida el murmullo que les rodeaba a todos se acalló. El propio obispo Corbin en persona se aproximó a la recién llegada y la saludó con tinte muy amable en su voz.



-Celebro verte aquí. Te damos la bienvenida. La hermana Margaret nos ha contado lo que has sufrido y queremos expresarte nuestro apoyo y solidaridad.

-Muchas gracias.- Musitó tímidamente la interpelada.-

-Es terrible que existan personas que malinterpreten las Sagradas Escrituras y la fe de esa forma.- Se atrevió a agregar Emma.-

-Dices bien, hermana.- Comentó el obispo.- Aunque muchas veces el Señor usa a esos individuos para probar la determinación de otros. Tú misma penaste durante mucho tiempo y he aquí que Dios te sanó.

-Por mediación suya, Ilustrísima.- Afirmó la aludida que se dirigió a la perpleja Claire para contarle.- Yo estuve muerta, peor aún, me convertí en un monstruo de la noche. Bebiendo sangre para existir. Y el obispo me curó.

-Solo fui un instrumento de Dios.- Objetó éste con tono de modestia.-

-¿Qué?- Inquirió Claire sin comprender nada.- ¿A qué te refieres con eso de estar muerta y beber sangre?

-Emma se había convertido en un vampiro.- Le contó Maggie.- Pero su Ilustrísima la sanó.



            La joven modelo debió de poner una expresión tal que todos se miraron con cierta inquietud, al fin, Claire comentó con evidente malestar.



-No sé qué broma es esta, pero no pensaba que esto fuera a tratarse de una burla. ¡Vámonos Sonia! - Le pidió a su acompañante.-

-Espera.- Repuso paradójicamente ésta, quien en honor a la verdad, declaró.- Yo sé a lo que se refieren y debo admitir que, aunque suene extraño, es cierto.

-¿De qué estás hablando?- La interrogó su compañera con más asombro que disgusto.- ¿Te das cuenta de lo que dicen?...

-Sí, perfectamente, y sabes que no soy precisamente seguidora de esta gente, pero hasta el mismismo doctor Ginga examinó a Emma y concluyó que así fue. Mi propia esposa pasó por algo similar y te aseguro que ella no les iba a dar la razón por las buenas.

-Yo estaba presente.- Terció Maggie.- Otros médicos pudieron examinarla y no hubo lugar a dudas. Fue un milagro.



            Claire miraba a su alrededor con asombro. Moviendo la cabeza como si pensase que estaba en medio de un sueño. O más bien, de una pesadilla.



-Esto es ridículo…¡Estáis todos locos!- Fue lo único que pudo afirmar.-

-Hija, sabemos bien las dudas que te afligen y la tristeza que invade tu alma. – Intervino el obispo haciendo que todos, incluida esa muchacha, le prestasen por completo su atención.- Sé lo que crees, que tu vida ha terminado, que nada podrá devolverte tu belleza. Y en verdad, pese al gran trabajo que han hecho los médicos por ti, no andas errada. Ellos no pueden darte lo que antes tuviste.

-Pero, lo mejor de la ciencia y la medicina ha obrado un prodigio.-Terció la española.- Viendo a Claire es como si nada…

-¡Basta! - Exclamó la muchacha, a punto de llorar.- Sonia, te agradezco lo que dices y que hayas acompañado aquí, de verdad. Fui una tonta, me dejé envolver por las palabras de Maggie. No sé cómo pude hacerlo…quizás soñaba con un milagro para mí…que mis padres no tuvieran que verme así. Yo… ¡no puedo! - Sollozó.- Jamás volveré a ser como era…y no quiero seguir de este modo. No tengo valor para desfilar y que todos me quieran mirar a la cara, con el morbo de verme como un monstruo de Frankenstein…

-No digas eso. No es cierto. - Terció la española compadecida de ella.-

-¡Es la verdad!- Gimió la chica.-



            Y para horror y asombro de los congregados, incluyendo la propia Sonia, Claire se llevó las manos a la cara y se extrajo uno de sus ojos. La española tuvo que reprimir un grito, e incluso mirar hacia otro lado, en tanto escuchaba la voz teñida de dolor y tristeza de esa joven.



-¿Te das cuenta?...-Denunció la chica. - Hasta tú misma apartas la vista con asco. Lo único bueno es que puedo quitármelo para dormir.- Sonrió sardónicamente. -Es una gran ventaja. La micro cámara que lleva dentro es muy cara, y funciona de modo inalámbrico. Casi podría literalmente poner un ojo en una habitación y estar yo en la otra para ver las cosas. De hecho, sin querer lo hice antes, cuando estaba en la residencia. Me dejé este ojo en mi cuarto cuando fui al baño, pensando que estaba sola, pero entraron dos chicas. Seguramente fueron a saludarme, aunque al no verme allí…

-¿Qué pasó?- quiso saber Sonia reuniendo el valor para enfrentar la mirada a la de su interlocutora.-



            Pese a la terrible sensación que le daba ver esa cuenca vacía en aquel rostro, la española no apartó ya la vista. Y pudo oír a la muchacha sollozar y responder.



-Una vio el ojo y lo tomó en una mano. La otra le dijo que eso era asqueroso. Y luego hicieron algún comentario soez sobre qué cosas podría hacer con el hueco de mi cara. O sobre cómo quedaría desfilando con este aspecto. Podía leer sus labios bien. Ellas no imaginaban que yo recibía las imágenes…

-¡Dime quienes son y las expulsaremos de inmediato! - Pudo replicar Sonia con visible enfado.-  No vamos a tolerar a personas así…



            Aunque Claire movió la cabeza y suspiró, en medio de aquel silencio expectante y compasivo que la rodeaba ahora.



-¿Para qué?. Con una vida arruinada y una carrera perdida es suficiente. No quiero perjudicar a otras chicas. Sencillamente no saben lo que dicen.- Sentenció llena de tristeza.- Ojalá que no tengan que pasar por lo mismo que yo para darse cuenta de cómo me siento…



            Las lágrimas si le brotaron por el otro ojo, Sonia misma no pudo evitar llorar, lo mismo que Maggie, hasta la propia Emma se enjugó algunas. Entonces, tras un embarazoso silencio de todos los allí presentes, Corbin tomó la palabra para declarar.



-Por lo que has dicho eres grata a los ojos del Señor, de eso no hay duda. Y le voy a suplicar que me dé su poder para ayudarte. – Sentenció añadiendo con entusiasmo a modo de proclama.- Hermanos y hermanas, rezad por Claire. Ha demostrado tener un corazón noble, al igual que dijo el Maestro, ella perdona a aquellos que la han ofendido.



            Todos se pusieron de rodillas y comenzaron a  rezar con fervor, salvo Claire y Sonia que observaban aquello perplejas. El mismo Corbin se arrodilló elevando los brazos y exclamando.



-¡Oh Señor! Vuelve tu rostro hacia esta pobre muchacha. Permite que esta injusticia sea reparada, te lo imploro.



            Entonces se levantó de nuevo dirigiéndose hacia la chica. Para sorpresa de esta la sujetó de la cara con ambas manos.



-¡Oiga, ¿qué hace?. ¡No, por favor! - Le suplicó con visible temor.-  No puede agarrarme así, me acaban de operar…



            Claire tenía un miedo terrible a que ese loco le reabriese heridas o algunos puntos de sutura. De hecho el propio doctor Ginga le advirtió de que tuviera cuidado en esos primeros días. Sin embargo, no pudo hacer nada por resistirse. Dos de esos tipos acudieron a sujetarla y otros dos impidieron que la asustada Sonia la ayudase.



-¡Suéltenme y déjenla en paz!-Gritó la española forcejeando en vano por liberarse.-



            El grito desgarrador de Claire le heló la sangre en las venas a todos los presentes. El obispo elevó su tono para ser oído por encima de aquel alarido de dolor y angustia.



-¡Oh Señor! Ten misericordia y haz posible para que esta desdichada sierva tuya recobre lo que nunca debió serle arrebatado…



            Claire sintió un dolor terrible, que le recordaba al que le produjo aquel ácido. Chilló agitándose entre convulsiones ante la horrorizada mirada de Sonia que, paralizada por el espanto, era incapaz de socorrerla. Incluso Maggie y Emma abrían la boca con pavor. Finalmente la joven modelo se desmayó y entre varios individuos la levantaron para depositarla en un banco cercano. Tras aquello, soltaron a Sonia quien se encaró contra el impertérrito obispo.



-¡Canalla, loco! ¿Es este el hombre santo al que veneras?- Le gritó de seguido a la perpleja e impactada Maggie.- ¡Despierta ya, por lo que más quieras!

-No, eres tú quien va a abrir los ojos, lo mismo que tu amiga.- Replicó Corbin con gesto de regocijo cuando invitó a la asombrada española.- Ve a ella y despiértala.



            Sonia apenas sí se atrevía a aproximarse. Quizás ese demente hubiera vuelto a desfigurar a la pobre Claire. Al menos la joven tenía parte de su pelo cubriéndole el rostro. Mejor así.



-Si le ha hecho daño jamás se lo perdonaré. ¡Le denunciaré! - Amenazó en tanto se acercaba tímidamente a la pobre chica.-



            Nadie contestó, hasta la propia Maggie tenía miedo a aproximarse. Aunque lo hizo llamada por su deber. Como personal sanitario tenía que atender cualquier posible lesión que le hubieran producido a esa infortunada joven.



-Al menos está bien. Sólo se ha desmayado. - Suspiró al reconocerla, junto con Sonia.-

-Así es, ese individuo se ha limitado a ponerle su ojo otra vez.- Suspiró la modelo tratando de calmar su agitación.- ¿Es esto lo que usted llama sentido del humor? ¿Acaso no tiene ni la más mínima compasión?- Le increpó una vez más. -

-Hija, no sabes lo que dices.- Repuso condescendientemente aquel hombre señalando hacia el suelo.- Ahora tú misma podrás comprobar hasta que punto la misericordia del Señor está con nosotros. Para que, si no quieres creer en Él, lo hagas en sus obras.



            La modelo dirigió la mirada por inercia hacia el extremo de aquel dedo que Corbin mantenía apuntando hacia el suelo. Siguiéndolo pudo descubrir algo esférico. Sorprendida se aproximó yendo a recogerlo. No pudo creerlo. ¡Era el ojo biónico de Claire!. Entonces, si ese aparato estaba en el suelo. ¿Qué es lo que había visto en la cara de esa chica?



-Pero…- Apenas pudo pronunciar sobrepasada por el asombro.-



            Al ver aquello, Maggie examinó con más cuidado a la convaleciente. Claire había perdido el sentido desde luego, pero su rostro lucía ahora en perfectas condiciones.



-¡Oh Señor, esto es un milagro!- Pudo decir la emocionada enfermera entre balbuceos.- ¡Otro más que Dios ha hecho a través de su Ilustrísima.



            El resto estaba realmente asombrado. De nuevo su líder espiritual les mostraba el camino y su unión con el Señor.



-Ahora ¿quién podrá dudar?- Exclamó triunfalmente Emma dirigiéndose a Sonia para decirle a modo de reproche, eso sí, matizado por el asombro y el regocijo.- Deberías ponerte de rodillas y  suplicarle perdón a su Ilustrísima. Dios ha querido que vieses este milagro por ti misma. ¿Qué más necesitas ya para arrepentirte y creer?



            La española no supo que decir a eso. Sencillamente abrazó a Claire que estaba volviendo en sí.



-¿Qué ha pasado?- Quiso saber la joven aturdida todavía.-

-¿Te encuentras bien?...-Inquirió Sonia entre sollozos.-

-¿Qué me ha hecho?- Le preguntó Claire entre asustada y llena de desconcierto.-

-Algo increíble. Mira.- Le respondió suavemente su interlocutora.-

-¡No, no quiero verme desfigurada otra vez!.- Aulló la aterrada muchacha.-

-Nada de eso, es maravilloso.- Pudo contestar Sonia manteniendo un tono tranquilo y feliz-



            Alguien trajo un espejo de mano. Al principio Claire se resistió, era precisamente eso, no quería verse otra vez como un monstruo. Más si cabía cuando vio que su ojo estaba en las manos de su compañera. Quiso tomarlo para ponérselo de nuevo, pero Sonia sonrió balbuceando con tono lleno de alegría.



-Ya no te hace falta. Por favor, confía en mí y mírate…



            Y llevada por un sentimiento extraño de esperanza, así como por la euforia que tenía su amiga, Claire aceptó. Comenzó por su perfil bueno. El que no fuera afectado por el ácido, estaba como siempre, normal, aunque lo que la dejó sin respiración fue mirarse la otra parte, al principio girando el espejo muy despacio. Finalmente se armó de valor, resignada a verse aquellas terribles cicatrices y esa cuenca vacía. Sin embargo y para su asombro , el reflejo le devolvía una cara totalmente normal, igual al otro perfil. Ahora se vio al completo y era ella, tal cual había sido siempre. Antes de aquel desgraciado y terrible ataque.



-¡Dios mío! ¡No puedo creerlo! - Fue capaz de decir finalmente.- ¡Soy normal otra vez!



            Era algo tan increíble que no sabía que hacer, solo se abrazó a Sonia que, entre asombrada y maravillada, lloró con ella de emoción. ¡Hasta quiso ver si el resto de su cuerpo afectado por las heridas de quemaduras estaba normal de nuevo y así era! Al fin, Maggie intervino comentando con afecto.



-Ya lo ves, no somos tan malos como creías. Lo único que deseamos es ayudaros a volver al buen camino. Quizás todo esto estuvo así dispuesto por el Señor para que vieseis como se puede regresar desde el pecado a la virtud.



            Aunque pese a todo, Sonia pudo contestar.



-Es maravilloso esto que ha sucedido, eso no puedo negarlo. Pero Maggie, no pienso que Dios sea tan misericordioso como para hacer estos milagros y no pueda comprender lo que es sencillamente el amor entre dos personas, aunque tengan el mismo sexo.

-Hija, ese tipo de amor no viene inspirado por Dios, sino por el diablo.- Terció el obispo remachando.- Quizás lo que nuestro Dios pretendía era que a tu compañera se le abriera el corazón y entendiese que, si se transita por los caminos rectos y se tiene fe en el Señor, todo es posible. En tanto que si se junta con depravadas y desviadas, únicamente podrá esperar dolor e infelicidad. Ahora idos. Y guardad en vuestro corazón lo que ha sucedido. Porque quizás para que unos recobren la dicha al aproximarse al Señor, otros deberán perderla al alejarse de Él por apoyar conductas impías.



            Ni ella ni Claire entendieron nada, pero asintieron saliendo de allí. La joven modelo agradeció a ese hombre todo lo que había hecho pidiéndole perdón una y otra vez.  Incluso postrada de rodillas.



-¡Perdóneme!- Suplicaba besándole las manos con devoción.-

-Hija, repito lo que siempre he dicho. No soy más que el mero instrumento del Señor, a mí no debes adorarme, es a Él a quien te debes consagrar.

-Siento muchísimo haber dudado.- Insistió la llorosa y emocionada jovencita.-

.-Seguro que el Señor ha visto el bien en ti. Por eso te ha favorecido. De ahora en adelante, rézale y no dejes de transitar por sus caminos y ayuda  a otros a que también lo hagan.

-Lo haré, Ilustrísima.- Le aseguró la emocionada muchacha.- Se lo prometo.



            Las dos iban a irse al fin, cuando uno de los allí presentes corrió a cuchichearle algo al obispo. La cara de éste se transformó de jovial a consternada y declaró en voz alta con tono triste y grave.



-Hermanos, la dicha en este mundo es breve. Tengo unas terribles noticias que daros a todos.



            Y una vez hecho un expectante y preocupado silencio, aquel hombre agregó.



-Lamento comunicaros que el padre Byron ha sido encontrado muerto. Algunos indicios apuntan a que bien pudiera haber sido asesinado.



Se oyeron lamentos y lloros, Maggie se llevó las manos a la boca horrorizada. Lo mismo que Sonia. Claire le preguntó entonces tan sorprendida.



-¿Sabes a quién se refieren?

-Sí. Es…era el hermano de Steph.- Pudo musitar llorosa.- ¡Oh, Dios mío!



Al poco se marcharon al fin, la española trató de comunicar con su compañera y amiga pero ésta no respondía.



-Seguro que ya la habrán informado. Tenemos que ir a verla.

-Por supuesto, hay que apoyarla, como ella hizo conmigo.- Contestó de inmediato Claire.-



            Aunque la joven modelo tuvo que quedarse en la residencia. En cuanto sus compañeras la vieron la rodearon a preguntas sobre cómo era posible aquel prodigio. No queriendo ensombrecer aquello con las terribles nuevas que traían, Sonia la dejó allí y fue corriendo al hospital.



-Espero que puedan darme algún dato…- Se decía con pesar.-



            Sin embargo, Stephanie y su novio ya estaban en el depósito. La chica se derrumbó al reconocer el cuerpo de su hermano que presentaba numerosos moratones y heridas. Por suerte solamente le mostraron el rostro.



-Lo siento mucho, Steph.- La abrazaba Trent sin saber qué otra cosa decir.-



            Su novia tardó bastante en reponerse para poder gemir desconsoladamente.



-Lo peor será cuando mis padres y mi sobrino lo sepan... Y Daphne. ¡Oh Dios! Tengo que comunicar con ella…



Y pese a estar rota por el dolor tuvo que ocuparse de todos los trámites y de comunicar esa terrible noticia en su casa. Aunque otra cosa sería ser capaz de dar con el paradero de su hermana para transmitirle esas aciagas nuevas.

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