martes, 16 de enero de 2018

GWTN49. Tiempo de reparación y justicia


Al fin llegó, tenía esas señas apuntadas desde hacía mucho en su teléfono. Una vez llegó al aeropuerto JFK tomó un taxi e indicó la dirección. Estaba en las afueras de Nueva York. Tras llegar y bajarse del vehículo, se dirigió hacia esa urbanización caminando penosamente con su maleta. Llegó y tras tomar algo de resuello, llamó. Una voz desconocida de mujer le preguntó.



-¿Sí, quién es?

-Me llamo Daphne Car…Kensington.- Rectificó pese a que todavía no se hubiese divorciado legalmente.- Quería ver a la Señora Malden.

-¿A cual de ellas?- Inquirió esa voz  con curiosidad.-

-A Kerria Malden. Por favor.- Le pidió.-

-Un momento, por favor…- Repuso su interlocutora  a su vez.-



            Daphne suplicaba porque Kerria estuviera allí, al menos había llamado a la puerta correcta. Tras unos instantes y para su inmenso alivio, escuchó la voz de la abogada.



-¿Daphne? ¿eres tú?

-Sí, soy yo. ¿Puedo verte, por favor?- Inquirió la muchacha con el vivo deseo de que así fuera.-

-Claro.- Replicó amablemente su contertulia.- Pasa…



            Y la visitante vio como una puerta enrejada se abría automáticamente dejándola pasar al interior de una gran parcela en donde se alzaba una casa de dos plantas. Parecía ser un muy lujoso chalet. Desde luego Kerria, amén de haber sido una cantante famosa, era una abogada de prestigio y debía ganar mucho dinero. Pensando eso anduvo hasta la puerta de esa morada y volvió a llamar. Al cabo de unos breves instantes la letrada en persona abrió la puerta, lucía un atuendo informal de pantalón de tela y una camisa sobre la que llevaba una chaqueta de punto.



-Me alegra verte. ¿Cómo tú por aquí? -La saludó con tono amable, aunque agregó con más inquietud.- Tu hermana hace poco que me envió un mensaje, la tenías muy preocupada. Le prometí responder si sabía algo de ti.



            Al escuchar esas palabras la aludida no pudo evitar romper a llorar desconsoladamente, Kerria se preocupó y enseguida la rodeó los hombros con un brazo invitándola a pasar.



-Anda ven, tranquilízate y me cuentas lo que ha pasado. ¿Vale?



            Dócilmente la recién llegada se dejó ayudar con su maleta. Otra mujer, de cabello rubio y algo canoso ya, cortado hasta los hombros y un poco rizado en las puntas y bucles, salió a su encuentro. Enseguida preguntó, con una voz que Daphne reconoció como la primera de las que le habían contestado al llamar.



-¿Se encuentra bien?...

-Sí, Sam. Ella está bien, – Respondió la abogada para acto seguido informar a su huésped.- Es mi esposa, Samantha. Sam, ésta es Daphne Carson…

-Prefiero usar mi apellido de soltera.- Musitó la interpelada enjugándose las lágrimas.- Kensington.

-Me es bastante familiar.- Pudo decir Samantha.-

-Su hermana es Stephanie Kensington, la modelo.- Le aclaró Kerria a su esposa.-

-Vaya, encantada de conocerla.- Sonrió Sam ofreciéndole una mano.- Su hermana es una  mujer muy agradable.



            Daphne se la estrechó agradeciendo esas palabras, enseguida la hicieron pasar al salón y las tres se sentaron en un confortable sofá.



-¿Qué quieres tomar?- Le ofreció la abogada.-

-Nada, muchas gracias. Lamento molestar.- Se disculpó la mujer algo más calmada ya.-

-No molestas para nada.- Sonrió Kerria interesándose de inmediato.- Dime ¿qué puedo hacer por ti?...

-Verás... Bueno, verán.- Sonrió mirando también a la otra individua que por su parte la observaba con interés.- Es algo largo de contar.

-Tutéanos a las dos, por favor. Y tenemos tiempo. Mis padres están de viaje y nuestro hijo en Bios.- Sonrió la letrada añadiendo con tono jovial.- Nos aburrimos bastante.



            Dap sonrió a su vez agradeciendo los ánimos, les refirió entonces lo sucedido. Lo que Kerria ya sabía, de cómo había admitido su condición sexual en ese juicio. Después de narrarles algunas otras cosas les explicó que, tras un tiempo, al final no pudo más y tuvo que escapar del planeta.



-¡Lo he perdido todo, mi trabajo, mi familia! – Suspiró llena de tristeza, culpándose.-  Sé que soy una cobarde, que no he hecho bien… al menos tuve que traer a Leah conmigo.

-Sé como te sientes.- La apoyó Samantha.- También yo desvelé mi amor por Kerria en un juicio y eso me costó perder los lazos con mi familia. Pero tras los años transcurridos, y sabiendo lo que ahora sé, lo volvería a hacer. Porque no cometí ningún delito por ello, ni tenía de qué avergonzarme. Como tú tampoco lo tienes.

-Quizás en la Tierra eso es fácil de decir, pero en Nature están dominados por el fanatismo neo religioso.- Sollozó la interpelada, comentándoles con gran pesar.- ¡Hasta mi propio hijo de diez años me odia!



            Dejó petrificadas a sus oyentes cuando les contó entre lágrimas la reacción de David. Kerria y Sam se miraron llenas de pesar. Entendían perfectamente lo doloroso y terrible que para una madre era sufrir aquello.



-¿Y tu marido?. Si es que todavía sigues casada con él.- Preguntó la letrada.-

-Sí, aun no nos hemos divorciado, aunque Martin sí que lo ha aceptado. Y mi hermana me ha apoyado mucho, estuve viviendo con ella durante unas semanas. Pero la he cargado con la responsabilidad de cuidar de mis hijos. – Suspiró moviendo la cabeza y volviendo a llorar. - Me siento muy avergonzada por eso, pero es que, tenía que huir de allí…

-No te preocupes, lo entendemos.- Le aseguró Kerria, ofreciéndose de inmediato. - Dime. ¿Quieres que haga alguna solicitud legal para pedir que manden a los niños a la Tierra?

-No, no de momento. No quiero que Leah tenga que cambiar de planeta y estar dando tumbos como yo. Vine porque recordé lo que me comentaste.- Añadió tras calmarse un poco.- Que podrías ayudarme a encontrar algún trabajo si venía a la Tierra. Puede que cuando me asiente aquí sea distinto y reclame a mi hija…



            Fue muy revelador que no nombrase a su hijo, desde luego extrañó a sus interlocutoras. Pese a esa aseveración hecha anteriormente., Por mucho que el niño estuviera enfadado con ella, o decepcionado, o lo que fuese. No obstante ninguna iba a meterse en eso…



-Claro, haré algunas llamadas.- Respondió jovialmente la abogada que se interesó a su vez.- ¿Tienes algún sitio en donde quedarte?...

-No, en fin, durante el viaje vine con Mei Ling, luego ella se fue a China, a ver a sus padres, y yo me dirigí hacia aquí. No he tenido tiempo de buscar hotel…

-Pues no hay más que hablar, te quedarás aquí por unos días.- Sentenció la abogada.-

-No, no quiero ser una molestia.- Se apresuró a replicar la apurada Daphne.-

-En absoluto, la casa es muy grande.- Afirmó su interlocutora.-



            Samantha se levantó sin decir nada saliendo de la estancia, su esposa debió notar algo extraño puesto que enseguida se disculpó con una leve sonrisa algo forzada pidiéndole a Daphne.



-Espera un segundo, vamos a ver cómo nos organizamos.

-De veras, no quiero molestar.- Insistió la recién llegada.-

-Nada de eso.- Se reafirmó su interlocutora.-



            Y dejando a su invitada sentada en el salón, la abogada subió a su habitación, allí estaba su cónyuge quien la miró con perplejidad e incluso algo de malestar.



-Sé lo que me vas a decir...- Suspiró Kerria adelantándose.-

-Pues entonces no hace falta que hable.- Repuso Sam que parecía molesta, más al agregar.- Da la impresión de que tampoco me iba a servir de mucho.

-¿Qué querías que hiciera?- Le preguntó su esposa también con algo de irritación.-

-Al menos pudiste haberle recomendado un hotel. Ten en cuenta que Brian vendrá en menos de una semana. Eso nos dijo en su último mensaje. Y tus padres regresan en tres días.- Le recordó Samantha, aseverando.- ¿Cómo crees que se tomarán ver a una extraña aquí?

-No te preocupes por mis padres. Es más, en cuanto les cuente el caso de esta pobre muchacha ten por seguro que la ayudarán.- Replicó Kerria a su vez con tono algo más seco.-



            Samantha suspiró mirando hacia el techo y enseguida retomó la palabra con tono dolido para quejarse.



-Ya lo estás haciendo otra vez…

-¿Hacer qué?- Inquirió su pareja.-

-Pues eso, hacer que me sienta mal. Parece que estuvieras atacando a un acusado en un juicio.

-No hago nada de eso.- Se defendió su interlocutora agregando en tinte más conciliador. – Solamente te pido que seas un poco más comprensiva. Eso es todo.

-No tengo ningún inconveniente a que pase aquí la noche, incluso a que se quede también mañana..- Pudo argüir Sam con un tinte más conciliatorio.- Pero es que…- Suspiró largamente y añadió con voz más queda.- Quería que estuviéramos tú y yo…

-No temas por eso. Te aseguro que Daphne se hará cargo. No creo que ella precisamente se escandalice si ve a otras dos mujeres dedicándose caricias y algunos besos.- Se sonrió Kerria ahora.-

-Ya, no es por eso.- Quiso explicarse Samantha con tono alicaído ahora.-



            Su esposa lo solucionó abrazándola con afecto para asegurar.



-Ya verás como no va a ser ninguna molestia. Además, creo que os vais a caer muy bien. Daphne me recuerda a ti en muchas cosas.

-¿Ah sí?- Quiso saber su contertulia incluso con un matiz de celos en su voz.- ¿Cómo en cuáles?

-Bueno.- Quiso enumerar Kerria.- Es una buena persona, es rubia…- Se rio e incluso hizo que su pareja lo hiciera casi a pesar suyo. Aprovechando ese momento de alivio, la abogada agregó más seriamente.- Y ha luchado mucho por las personas a las que quiere, tú misma lo dijiste. Las dos habéis renunciado a vuestras familias y habéis tenido que iros muy lejos.

-Tienes razón, lo siento, de veras.- Suspiró Sam reconociendo apesadumbrada.- He sido una estúpida y una egoísta. Es cierto que viéndola a ella me parece estar reviviendo mi propia situación. Quizás por eso me ha sentado mal.

-¿Entonces qué le digo?- Quiso saber su interlocutora.-

-Ya se te ocurrirá algo.- Sonrió ahora Samantha al añadir.- Sobre todo para hacer la cena.

-Vale.- Concedió la abogada.- La alojaremos en el cuarto de invitados. El que suele ocupar Brian. Y no temas, no habrá problemas a ese respecto…



            Y de este modo, las dos bajaron dispuestas a atender a su invitada. Kerria por supuesto le pidió permiso para enviar un holo mensaje a Nature. A fin de que Stephanie se quedase más tranquila.



-Claro. - Asintió Daphne.- Te lo agradezco muchísimo. Pero, si no te importa, no deseo aparecer en él. Todavía tengo que reunir el valor para dirigirme a mi hermana, aunque sea de forma diferida, con un simple holo mensaje.

-Como tú quieras.- Repuso Kerria.-



Y tras componer una cena suave con ensalada y algo de picar, las tres conversaron alrededor de la mesa. Samantha le preguntó visiblemente interesada.



-Dime, ¿qué piensas hacer? Me refiero además de encontrar un trabajo por aquí.

-Quisiera volver a ver a Sabra y al resto de sus amigos.- Le respondió su invitada.- Quizás…si no están lejos…

-No sabemos nada de ellas desde hace bastante. Debbie y su grupo son muy nómadas.- Intervino Kerria.- No suelen parar en un mismo lugar por mucho tiempo. Pero tengo su número, y el de mi primo Lance al que, por cierto, también hace mucho que no veo.- Recordó antes de proseguir.-  Les llamaré a ver si podéis reuniros. Supongo que Sabra estará con ellos todavía. - Remachó con un tinte más optimista.-

-Os lo agradezco mucho, de veras. Y espero que pronto podré comunicar con Steph.- Deseó Daphne.-



            Aunque poco imaginaba entonces Dap que su hermana menor había tenido que pasar por una terrible experiencia. Aquel mensaje enviado por Kerria llegó a Nature varios días después del entierro de Byron. La familia estaba realmente muy mal anímicamente. Los padres del difunto sobre todo. Stephanie se sentía muy agobiada y destrozada por todo lo ocurrido. Tuvo que dejar su trabajo en manos de Sonia que se ofreció desde luego a  ayudarla, pese a que también tenía sus propias inquietudes. En esta ocasión no hubo milagro posible, el obispo que ofició el funeral personalmente, lamentó no poder hacer nada.



-El Señor ha querido que su amado hijo se reuniera con Él. Ahora Byron ya está gozando de su presencia.- Animó a los familiares y amigos.-



            Pero incluso tras las honras fúnebres, el asunto siguió dando que hablar. Algunas voces se levantaron llenas de ira.



-¡Ha sido un asesinato infame!- Proclamaron algunos miembros de la congregación de la fe.- ¡Esos ateos y desviados, han matado al pobre padre Byron!

-Sí, con tal de acabar con aquellos que propagan la verdad, son capaces de lo que sea. El padre Byron es un mártir.- Aseguraban otros.-



            La pobre Stephanie recibía ahora las amables palabras de algunos que, poco tiempo antes, la habían insultado y hecho pintadas en la fachada de Modas Deveraux. Empero, la destrozada joven no quería saber nada de eso. Lo que si hizo, nada más recibir ese mensaje de Kerria, fue enviar la respuesta, informando de lo que había pasado.



-No quiero verme mezclada en ninguna guerra. Bastante tengo encima ya.- Pensaba consternada y muy abatida, aunque tratando de sacar fuerzas para continuar con su trabajo y cuidando de su familia.-



            Y por si eso fuera poco, durante los siguientes días unos temblores sísmicos en el planeta alertaron a la población. Por fortuna fueron de una intensidad moderada, no hubo que lamentar pérdidas humanas, tan solo algunos heridos. Las autoridades oficialmente restaron importancia  a lo sucedido, aunque el grupo del doctor Adams, Scott y Franklin a quienes, se les unió también Alan Rodney, sabían por desgracia lo que eso en verdad quería decir.



-Las cosas comienzan a complicarse.- Afirmó Franklin.-

-Sí, a esos terremotos hemos de sumarle la aproximación de varios asteroides enormes. – Comentó Alan.- Por lo que hemos sabido al menos dos de ellos tienen más de diez kilómetros de largo por tres de ancho.

-Eso es como si dos SSP-1 se dirigieran con rumbo de colisión a Nature.- Añadió un muy preocupado Clyde.-

-Al menos nos han informado con antelación para que ayudemos a las fuerzas de defensa a destruirles a una distancia segura del planeta.- Intervino Scott.- Los saiyajin ya han sido informados y el embajador Derail ha prometido que tanto él, como todos los suyos, estarán listos  cuando los tengan a tiro.

-Entre tanto mi esposa ha estado ayudando a modificar algunos varitech para que puedan concentrar su potencia de fuego sobre ellos.- Añadió el doctor Adams.- De hecho, las Fairy Five han dejado de lado cualquier otra cosa y se han centrado desde hace ya meses en preparar todo tipo de compuestos y cultivos para conseguir que sobrevivan a varios cientos de metros de profundidad.

-Así es, he oído que se están excavando refugios en algunas zonas del planeta.- Dijo Alan.- Algunos cerca del bosque boreal. Justo fuimos allí para despedir a nuestra hija Fiora, se marchó de viaje.

-Pues ha elegido el mejor momento posible. Apenas quedan un par de meses para que esos asteroides lleguen. Y tras ellos…- Suspiró Scott.-

-Sí, lo sé. Esos asteroides son solamente la avanzadilla de algo muchísimo peor.- Admitió su interlocutor.-

-Después vendrá esa estrella de neutrones del tamaño de Sagan City.- Les recordó pese a todo Franklin añadiendo con evidente pesimismo.- Contra ella no sé si los refugios subterráneos serán suficiente protección.

-Bueno, hijo, los problemas de uno en uno.- Declaró Scott con resignación.-



            Alan estaba pensativo, las últimas palabras de sus interlocutores se le escaparon. Recordaba ese viaje que tanto él como Naya habían hecho haría tan solo una semana. Su esposa seguía muy afectada y él también estaba triste. Su hija se había ido y no sabían a donde, ni tan siquiera si retornaría alguna vez. La despidieron junto a aquel enorme lobo blanco, ese cachorro que antaño Fiora rescató de un agujero…Allí presente con su manada, entonó un aullido lastimero que fue coreado por los demás, cuando Fiora tras acariciarle con dulzura se volvió hacia sus padres cuando su madre le comentó, ajena a eso todavía.



- Ahí tienes a tu lobito. - Sonrió Naya que ya no temía tampoco a ese majestuoso ejemplar de color gris perla y manchas blancas moteadas en las orejas, en el que se había convertido aquel pequeño cachorro. -



            Pero tanto el lobo como Fiora, lejos de mostrar signos de alegría, parecían tristes. El animal se acercó a ella gimiendo y lamiendo las manos de la chica que lo acarició afectuosamente como solía aunque susurrándole con cierto pesar.



- Tú también lo has sentido, lobito. ¿Verdad? Dentro de poco tendré que irme.



Alan observó a su hija y visiblemente intrigado agregó.



- ¿Te refieres a ese sueño que nos has contado?



            La muchacha asintió afirmando con voz queda.



 - Sí, hace tiempo Asthel, el hijo de tu primo Leval y de Amatista, me lo dijo. Después lo he soñado muchas veces. Un día, alguien me llamará para hacer un largo viaje y habré de marchar. Creo que ese momento ha llegado ya. Lobito también lo sabe. Puede percibirlo.

- Pero hija, ya lo hemos hablado otras veces. - ¿A dónde vas a ir?- Le inquirió su madre con tono y semblante preocupado. -

- Lo ignoro, lo único que sé, es que es algo muy importante. Y que debo ir. Por eso, quiero despedirme de vosotros y de él.



Y no sólo ese lobo, otros varios más pertenecientes a la jauría que ahora mandaba, aullaron en tono lastimero cuando, ante los asombrados ojos de Naya y Alan, apareció un gran destello luminoso inscrito en una estrella. Fiora suspiró, declarando resignada.



- Tengo que marcharme. Papá, mamá...por favor, decid adiós por mí a toda nuestra familia. Decidles que les quiero, como os he querido siempre a vosotros. Y que nunca os olvidaré…



Alan sintió un nudo en la garganta, hacía años que su padre que había estudiado temas de esoterismo desde su juventud, le advirtió de esto antes de morir, corroborando las palabras de su nieta. Fiora estaba destinada a una gran tarea y pese a que les doliese terriblemente deberían dejarla marchar. Naya en tanto se abrazaba a su hija y sollozaba llena de pesar. Nunca creyó aquello, jamás pensó que realmente sucedería. Lo tomó por un mero sueño sin más significado, pero ahora su peor temor se había hecho realidad. No obstante, Fiora acarició el pelo de su madre y sonriendo alentadoramente, la animó.



- Estaré bien, no iré sola. Todavía no conozco a todos mis compañeros, pero sé que son de gran fuerza y buen corazón.



A Naya no le salían las palabras viendo a su hija que sonreía con valor y seguridad. Ya era toda una mujer y confiaba en que sabría cuidarse. Alan por su parte también la abrazó llenándola de besos y le pidió con la voz quebrada de emoción.



- No nos olvides nunca, hija, y conserva siempre tu pureza y tu bondad. A donde quiera que vayas ellas serán tu mayor tesoro.



Sin poder evitar que las lágrimas cayeran de sus ojos, la chica asintió besando a sus padres y abrazándose a ellos. Después se dirigió a Lobito y acariciándole la cabeza se agachó tomándosela entre ambas manos para susurrarle.



- Adiós amigo, cuida de los tuyos y sigue viniendo aquí, a ver a mis padres. Tal vez un día volvamos a vernos.



Y Fiora dedicó una última y amorosa mirada a su amigo lobo y a sus padres  metiéndose en aquel destello de luz. Así lo rememoró Alan.



-Espero que tú logres cumplir con tu propósito. Hija mía. Sé que es incluso más importante que salvar este planeta…



            Las que también se preparaban era Gloria y Thalia. Para su contento, la aspirante logró ser aceptada como discípula. Es más, la hija del embajador parecía tener prisa por enseñarle lo que sabía. Y de hecho la estaba entrenando con dureza y pocas contemplaciones.



-Así no.- Le reprobaba una impertérrita Gloria tras un enésimo ataque fallido de su joven aprendiza.-



            Thalia se lanzaba con toda su fuerza y su mejor voluntad, pero era incapaz de tocar a su maestra. Por ello, ese intento concluyó como los anteriores, fue golpeada con pocos miramientos y terminó en el suelo, jadeando agotada y dolorida. Mientras, su estricta profesora se cruzaba de brazos, dictaminando.



-Tienes que ser más rápida. Y concentrar mejor tu energía.

-Yo pensaba que lo estaba haciendo.- Fue capaz de replicar la muchacha poniéndose trabajosamente en pie.-

-No pienses, sencillamente hazlo.- Le ordenó su maestra.-

-¿Cómo?- Quiso saber la chica con evidente desasosiego.-

-Un saiyajin no piensa cuando ataca, siente su propio poder.- Le explicó Gloria.- Tú todavía estás lejos de dominar las técnicas básicas. Y tendrás que hacerlo en muy poco tiempo. Sabes lo que se avecina y vamos a precisar de todos los guerreros  de nuestra raza disponibles.

-Sí, noble Gloria.- Repuso sumisamente ahora esa muchacha.- Me esforzaré mucho más.



            Su maestra le había contado en pocas palabras que Nature estaba en peligro, y que su obligación era defender el planeta. Pese a que Thalia no era una guerrero saiyajin experimentada todavía, no estaban las cosas como para desdeñar la ayuda de nadie. Ahora, respirando agitadamente, la joven musitó.



-Espero ser capaz de aprender todo eso en tan poco tiempo.

-No esperes nada. Esperar es para los débiles y los cobardes. Eso decía mi abuela. - Rebatió Gloria corrigiéndola acto seguido.- Deberías decir, aprenderé eso en el plazo que tengo. Esa es la clave. Tu actitud. Si dudas de ti, estamos perdiendo el tiempo.

-Pero también me has contado que te decía que debías aguardar al momento oportuno y no precipitarte.- Opuso la desconcertada chica.-



            A lo que Gloria, sonriendo, esta vez casi diríase que divertida, replicó de un modo algo enigmático posando una mano en el hombro derecho de su aprendiza.



-En este contexto, esperar y aguardar, no son la misma cosa. Ya lo descubrirás. Ahora volvamos al trabajo, queda mucho por hacer…



            Y de este modo, alejadas de la ciudad, en el campo de adiestramiento preferido de Gloria, retomaron la tarea…Otro que tenía mucho trabajo por delante era Trent. Acudió en efecto a la entrevista con su defendida al día siguiente de que su novia recibiera esas fatídicas noticias sobre la muerte de Byron. El mismo chico estaba triste, apreciaba mucho al difunto hermano de Steph.  Pero ahora tenía la obligación de concentrarse en su caso. Así pues, al llegar a la base lo primero que hizo fue hablar con la capitana Hunter. Ésta le recibió en su despacho para advertirle.



-Tenga usted mucho cuidado, no se fie de su apariencia. Es la de una mujer hermosa, pero bajo ese envoltorio es también taimada, retorcida y sobre todo nos odia. Para ella seguimos siendo el enemigo y, si pudiera, no dudaría ni un segundo en acabar con todos nosotros para huir. Y eso le incluye a usted, abogado.

-Muy bien, lo tendré presente.- Le aseguró Trent.-

-Le deseo suerte.- Repuso Susan despidiéndole ya.-



            Y el joven fue hacia esa celda, tras serle franqueada la entrada se aproximó hasta una silla con una mesa que estaba justo en frente de esa cámara especial que albergaba a la prisionera. Un campo de fuerza y un material transparente que semejaba cristal, pero de altísima resistencia, la mantenían allí confinada. Además, cámaras de vigilancia e incluso esos cañones láser que inquietaron al letrado, apuntaban al interior, para actuar al menor gesto sospechoso. Aunque el chico sí que pidió a los guardianes.



-Por favor, las conversaciones abogado-cliente son confidenciales. Deben ustedes apagar esas cámaras en tanto yo esté aquí.

-Para eso necesitamos el permiso de la capitana Hunter.- Replicó un mayor que estaba al cargo.-

-Pues solicítenlo. No puedo empezar con la defensa de mi cliente hasta que se den las condiciones legales para ello. - Replicó el muchacho.-



            Ángela escuchó eso con aprobación. Al menos ese humano parecía querer tomarse en serio su defensa. Ya había tenido varios candidatos a ser su letrado, pero por motivos personales o sencillamente por ver un caso imposible, se habían ido retirando. Posiblemente este otro fuera un iluso, pero en ese caso ella no iba a enfadarse por aquella causa. Incluso para su sorpresa, la respuesta fue rápida y clara. Las cámaras se apagaron y los centinelas salieron de la estancia donde se ubicaba la celda. Una vez a solas, el joven letrado se dirigió a su cliente…



-Me llamo Trent Peterson y seré su abogado.

- Muy bien.- Se sonrió ella agregando divertida.- Espero que no me cobre usted demasiado caro.

-No se preocupe por eso, soy abogado de oficio en este caso. Mis honorarios no son cosa suya.

-Bueno, le diré qué haremos, si consigue sacarme de aquí, le  daré una noche gratis conmigo. Le aseguro que, como profesional, soy de las mejores de Nature. Y prometo no pegarle…mucho…

-No tiene que molestarse.- Sonrió irónicamente él, aseverando. – Si lograse sacarla de aquí eso sería mejor que cualquier sesión de esas. Que por cierto, no me van. Y además, tengo novia.

-Vaya, un tipo sincero. Me vendrá bien.- Repuso su contertulia quien más seriamente le preguntó.- Sea usted honesto pues y dígame qué posibilidades tengo.

-Muy pocas, pero eso ya lo sabe.- Contestó sinceramente el joven letrado.- La única baza que tenemos es la de que a usted la engañaron y le hicieron creer que su país y sus mandos militares estaban detrás de ese ataque y de sus actividades. Aunque vayan a juzgarla por terrorismo eso podría ser un atenuante. El cumplimiento del deber. Lo malo es que mató a mucha gente por lo que se ve. Luego a instancia de algunos precedentes como los famoso juicios de Nuremberg en la Tierra, tampoco la obediencia debida le libraría a usted.

-Me lo estás poniendo cada vez mejor.- Declaró ella con evidente ironía.-



            Aunque el chico fue ahora algo más optimista al alegar.



-Pero no hay testigos directos de eso. Al menos que yo sepa. Y la jurisprudencia de la Tierra no tiene porqué aplicarse aquí. Por tanto, la acusación solamente tendría indicios y elucubraciones. Si es así, hasta podríamos pedir un veredicto de juicio nulo o de no culpabilidad.

- Tutéame, me llamo Ángela.- Sonrió ella mirándole con aparente interés para sentenciar.- Si logras eso harás que mi consideración sobre la especie humana mejore bastante.

-Otro argumento que podemos emplear es que, durante los años que permaneciste oculta no has atacado ni matado a nadie, con lo que has demostrado tu voluntad de no ser una amenaza.



            Eso hizo reír a su clienta, el chico la observó sin comprender y ella  divertida, admitió.



-No hubiera sido muy inteligente ir dejando pistas. Y a mis clientes bueno, eran un tipo de agresiones consentidas. Pero me gusta como lo expones…¿Tengo que llorar ante el juez y decir lo arrepentida que estoy por todo? Si se trata de eso, no es ningún problema.- Agregó no sin sorna.-

-No sería necesario pero si estaría bien que abandonases esa actitud de superioridad.- Le aconsejó Trent.-

-Es que soy superior a los humanos, no te ofendas.- Contestó ella.-

-¿Superior estando encerrada ahí?- Replicó él a su vez con incredulidad y un punto de burla.-

-Me han encerrado aquí porque temen lo que pueda hacerles. Y debo decir que, en eso, tienen razón. - Afirmó la mujer.-

-En parte sí, pero por otro lado, te están garantizando un juicio justo y legal. De haber querido matarte ya lo habrían hecho.- Argumentó el abogado.-

-Y cree que me alegro de que tengan esa ridícula moralidad.- Sonrió Ángela.-



            El muchacho suspiró, desde luego defender a esa individua iba a exigirle toda su profesionalidad, y no únicamente debido a la dificultad del caso.



-El primero que querría condenarla soy yo.- Pensó moviendo la cabeza.-



            Por otro lado, Dean y Nelly estaban paseando por el parque, la muchacha recordaba algunos de los lugares donde, siendo niña, ella misma correteó con sus padres. Por lo menos se acordaba de aquellos buenos momentos en los que su vida aun no se había hecho pedazos.



-Te noto muy callada.- Comentó el chico.-

-Es verdad, perdona.- Sonrió débilmente ella.-

-¿Te ha llegado?- Quiso saber él.-

-¿Te refieres a la citación? Sí.- Admitió su interlocutora.-

-Tendremos que declarar como testigos en el juicio de Ángela. No veo el momento de hacerlo.- Dijo Dean.-

-A mí en cambio no me hace demasiada gracia. Supón que por cualquier motivo quedara libre o escapara. Seguro que iría a por nosotros.

-Si quedara libre sería yo quien iría a por ella.- Replicó resueltamente él.- Pero lo dudo mucho. Y si la encierran será en una cárcel de máxima seguridad. En cualquier caso, deseo darme la satisfacción de hacerle saber quién ha estado detrás de su captura. Además, ya sabes que, cuando declaremos, tenemos el acuerdo de total inmunidad.

-Eso es lo bueno.- Suspiró Nelly.- Porque cuando la policía se puso en contacto conmigo me amenazaron con enviarme a la celda con ella acusándome de cómplice.

-Pues entre eso y lo que tu hermana diga. Seguro que bastará para encerrarla de por vida. ¿Por qué Kassandra dice que es tu hermana, no?- Quiso cerciorarse él.-

-Es largo de contar, básicamente ambas somos parte del mismo ser.- Le resumió su contertulia.-

-Bueno.- Afirmó el chico.- Solo quiero estar con mi madre y alejarla de aquí lo antes posible. Cuanto antes testifiquemos antes podremos abandonar Nature.

-¿De veras crees que este mundo no tiene salvación?- Preguntó la consternada joven.-

-No es que lo crea, es que es seguro.- Comentó su interlocutor con el mismo pesar.- Sé que nuestros amigos y sus padres están estudiando mil y una maneras de lograrlo, pero también sé que ninguna servirá.

-Pues yo no quiero perder la esperanza.- Repuso ella mirando a su alrededor.- Ya no. Desde que era niña la perdí, pensando que era una víctima impotente y que, hiciera lo que hiciera, jamás podría ser feliz y que tenía que estar huyendo sin parar o escondiéndome por unas razones u otras. Ahora no deseo rendirme, ni escapar nunca más.

-Esto no es lo mismo, y sabes que te comprendo bien. Sé lo que es tener que huir. Pero ahora no solamente somos tú y yo, sino el planeta entero. Todo el mundo tendrá que marcharse de aquí o será destruido con Nature.



            Involuntariamente los dos se acercaron y ella le tomó de una mano. Dean se ruborizó por un instante aunque luego se recobró. Estaba claro que se trataba de un acto de amistad, buscando también ese calor y afecto que durante tantos años le había faltado a esa chica. De hecho a ambos. De modo que él incluso bromeó, diciendo.



-Si mi madre nos viera así. En fin, seguro que le darían ganas de montar una fiesta.

-Quizás una fiesta no sea una idea tan descabellada.- Sonrió Nelly.-



            Y la aludida por ambos se encontraba en ese instante en el Clargin con su amiga Clarisa e Hipatia. La chica atendía algunas mesas en tanto las dos mujeres charlaban sentadas alrededor de otra.



-Es estupendo que tu hijo volviera a casa.- Le comentaba Clarisa a su amiga.-

-Sí que lo es.- Suspiró Ginger.-

-¿Qué te pasa?- Quiso saber su interlocutora.-

-No sé, cuando observo a Dean le noto preocupado. Pese a todos sus intentos por parecer alegre, tengo la impresión de que hay algo que le inquieta. Puede que tenga que ver con su vuelta aquí. Quizás no esté acostumbrado a permanecer en un mismo sitio por mucho tiempo.- Elucubró Gin.-

-Será complicado para él, tras todos estos años, pero seguro que se siente feliz de volver a estar contigo. Y mira el lado bueno. También Nelly ha regresado.

-Siempre aprecié mucho a esa pobre chica. Ahora la veo hecha toda una mujer y eso me alegra.- Admitió Ginger.-

-Oyes, quizás ellos dos…- Se sonrió su ex socia.-

-Me gustaría mucho.- Reconoció su amiga dándole un sorbo a una taza de té que tenía a su lado.-

-¿Qué tal el té?- Se interesó Hipatia acercándose a su madre y a Ginger.-

-Bien cielo, ya vas aprendiendo.- Repuso Clarisa con aprobación.-



            La chica se alegró aunque no pudo replicar, un súbito temblor que hizo moverse las mesas y las sillas, así como caer algunos platos y tazas al suelo, las sobresaltó.



-¿Qué es esto?

-¡Un terremoto!- Exclamó Ginger.- Rápido, tenemos que salir de aquí.- Las urgió.-



            Y tanto ellas como el resto de los clientes corrieron a buscar un lugar despejado, sin edificios ni nada que pudiera derrumbarse a su alrededor. En el parque también se sintió el efecto del temblor.



-¡Dios mío!- Exclamó Nelly que se trastabilló.-

-¡Agárrate! - Le indicó Dean sujetándola como pudo.-



            Algunas cosas se rompieron, parte de la acera se agrietó, los deslizadores se detuvieron y la gente corría y chillaba. Por fortuna aquello terminó a los pocos segundos. No hubo que lamentar desgracias graves.



-Cada vez hay más temblores.- Comentó Nelly con inquietud.-

-Es solamente un aviso de lo que nos aguarda.- Suspiró el chico, mirándola fijamente a los ojos para insistir.- Es por eso que tenemos que irnos de este planeta cuanto antes. ¡Por favor!, te pido que vengas con nosotros.



            La chica le miró perpleja aunque no dijo nada. Tenía mucho en que pensar. Entre tanto Ginger y los demás suspiraron aliviados. Mucha gente que había estado en el local se había ido a todo correr, dejando facturas pendientes. No obstante, eso era lo de menos. La mayoría eran clientes asiduos y regresarían a abonarlas. También se habían producido algunos destrozos pero por suerte ninguno serio.



-Será mejor que comprobemos que todo es seguro antes de entrar.- Aconsejó Clarisa.-

-Sí, y luego tendremos que recoger todo esto.- Suspiró Hipatia.-



            En la base militar, tras la entrevista que mantuvo con su abogado, la prisionera reaccionó. El temblor también se había sentido y Ángela miraba con curiosidad como vibraban algunos utensilios que tenía sobre la mesa de su celda.



-Vaya. Quizás este planeta no me retenga mucho después de todo.- Pensó con regocijo.-  



            Ya le quedaba poco, al día siguiente comenzaría su juicio. La sacarían encadenada de pies y manos y con fuertes medidas de seguridad. Entre ellas y custodiándola, puede que estuviese esa saiyajin que la apresó.



-Bueno, de momento no me conviene intentar nada.- Pensó de modo calculador.- Le daré una oportunidad a este humano. Parece que desea hacer bien su trabajo. Y sería realmente divertido que ellos mismos me liberasen de acuerdo a sus estúpidas leyes, delante de los morros del embajador saiyajin y sus esbirros…



            Otra que había estado observando aquel temblor, en este caso con temor, fue Claire. Sus padres habían llegado de Bios hacía unos días. En cuanto la vieron no pudieron creerlo. Su padre, el militar retirado Nathan Zorton, la abrazó lleno de alegría. Ella aun recordaba sus palabras.



-Hija, nos dijeron que estabas muy mal. Tendré que agradecer a ese médico su ayuda.

-Sí papá. A él y al obispo Corbin, que fue quien obró este milagro.- Le comentó.-

-¡Sin duda es un hombre santo! - Añadió su madre, una mujer de cabello castaño algo encanecido ya, con patente admiración.-

-Antes tenía fe, pero ahora no tengo ni la más mínima duda.- Convino Nathan.-

-Aunque también debemos agradecerles sus desvelos a los doctores, el doctor Ginga y la doctora Rodney se portaron muy bien conmigo antes de eso.- Les recordó Claire.-



            No obstante, su padre se quedó pensativo al oír ese apellido. Enseguida preguntó.



-¿Ginga dijiste?

-Así se apellida él.- Creyó acordarse la muchacha.- ¿Te es familiar?

-Sí, aunque ahora mismo no logro recordar de dónde.- Repuso su progenitor.-

-Bueno, y la enfermera Derail. Maggie.- Matizó la joven.- Gracias a ella fui a ver al obispo.

-Me alegra ver que hay muchas personas de fe por aquí.- Comentó la madre de la muchacha con visible agradecimiento en su semblante.-



            Tras esa conversación fueron a visitar a esas personas y Zorton comprobó que ese médico era aquel alien que él tuvo bajo custodia en la SSP-1.  Su sorpresa aumentó cuando supo que estaba casado con la que ahora era la comandante en jefe de las fuerzas del UNISON en Nature, su antigua subordinada Susan Hunter. Les agradeció sus atenciones y ayuda , aunque le dijo sinceramente a Giaal.



-Podría decirle que me arrepiento de haberle mantenido en cuarentena cuando usted llegó a esa nave, pero mentiría. En ese momento hice lo que creí que debía hacer.

-Lo comprendo y en su lugar probablemente hubiera actuado así también.- Convino el facultativo.-

-También he de decirle lo agradecidos que mi esposa y yo les estamos. Una cosa no quita la otra.- Admitió Zorton.-

-Nos limitamos a cumplir con nuestro deber.- Contestó serenamente Giaal.-



            Y tras cruzar unas cuantas palabras más hablando de tiempos pasados se despidieron. Ahora Claire estaba en la residencia de modelos de la Casa Deveraux, tratando de sujetar un jarrón de su habitación que se había vencido tras el último temblor.



-Tendré que hablar con Sonia.- Pensó.- Estos terremotos son cada vez más frecuentes. No sé si este planeta estará seguro.



            Y es que sus padres no fueron demasiado claros, pero, tras su conversación con la capitana Hunter, le pidieron a su hija que solicitase el traslado de vuelta a Bios cuanto antes. De hecho, su novio iba a ir a verla también en breve pero el propio ex comandante Zorton habló con él para que no lo hiciera.



-Algo está pasando. No me lo quieren decir pero estaban preocupados.- Meditó la chica.- Aunque yo quiero quedarme para ayudar al obispo y a Maggie en su obra. Se lo debo.



            La muchacha de hecho había comenzado su propia campaña de evangelización. Desde luego el resto de sus compañeros modelos se quedaron impactados al verla como nueva. No tardó en referirles lo sucedido. Algunos no lo creyeron limitándose a pensar que las operaciones que le habían practicado fueron realmente magníficas. Sin embargo, cuando ella les retó a preguntarle a la mismísima Sonia Calderón, les dejó todavía más asombrados. La actual responsable de la casa, tras la baja por depresión de Steph, tuvo que admitir que estaba presente y que, sin ningún género de dudas, ese obispo realizó un prodigo extraordinario. No obstante, se resistió a llamarlo milagro. Por ello, algunos chicos y chicas ahora la miraban casi como a una especie de resucitada. Una parte la admiraba sin reservas pero asimismo otro grupo estaba incómodo. Claire sospechaba que esos seguramente serían invertidos, como ahora sin tapujos les llamaba. Otros por el contrario parecían estar entusiasmados. La mayoría se limitó a alegrarse por ella y a tratar de seguir con su trabajo como si nada. Aunque fue justo un día después de esos primeros terremotos cuando Sonia la citó a su despacho.



-Dime.- Sonrió Claire entrando allí.-



            La española cerró la puerta y sin perder ni un segundo le comentó entre preocupada y algo molesta.



-Escucha, Claire. Todos estamos realmente felices por ti, ya sabes que soy la primera en reconocer lo que sucedió. Sin embargo, esto es un lugar de trabajo y no una iglesia. Te agradecería que dejases de dar sermones a tus compañeros.

-Bueno, sólo me limito a hablar con ellos y a contarles la suerte que tuve de que el Señor se apiadara de mí.- Replicó la chica.-

-Ya...- Suspiró Sonia alegando entonces con tono más severo.- Alguna de tus compañeras me ha dicho que les sugeriste no probarse según qué ropa porque la considerabas indecente.

-Verás. -Repuso calmadamente Claire.- Hay atuendos muy hermosos y que me encanta llevar, pero otros realmente incitan a la lujuria y a la inmoralidad. Solamente las he advertido que eso no es bueno.

-Pues deberías pensar en dejar de hacer advertencias o puede que te hagan una a ti.- Le avisó a su vez Sonia.- En mis informes tengo que hacer constar estas cosas y no van a ser del agrado de mis superiores. La misma señora Deveraux podría tomarlo a mal.

-Yo agradezco muchísimo a la señora Deveraux todas las oportunidades y el apoyo que me ha brindado, pero mi alma no le rinde cuentas a ella, sino a Dios.- Contestó categóricamente Claire agregando ahora casi con un tono digno del obispo.- Y me apena mucho ver que tú, incluso tras presenciar el poder que nuestro Señor utilizó para obra su prodigio en mí, te niegues a transitar por sus caminos.  Su Ilustrísima lo ha advertido muchas veces. El que a sabiendas rechace a Dios se condenará. Por eso me preocupas.

-¡Basta ya! - Se enfadó Sonia ahora, mirándola con severidad para replicar del mismo modo.- No necesito que me prediques las palabras de ese hombre. Ni mucho menos que pretendas enseñarme moralidad. Si tanto deseas ser pastora de su iglesia quizás deberías considerar el cambiarte de profesión. No voy a permitir que sigas desestabilizando a tus compañeros, ni que les agobies con sermones. Date por avisada.

-Muy bien.- Musitó Claire bajando la cabeza.- Como tú digas, Sonia. Si no quieres nada más…



            La española no replicó y su interlocutora salió entonces de su despacho. Pensaba consternada que quizás sus días como modelo estuvieran contados. Sin embargo, si algo había aprendido de su traumática experiencia era que la belleza física era efímera y volátil, en tanto que la belleza del alma permanecía para siempre. Por ello iría a hablar con el mismísimo Corbin si era preciso. O, si no podía, lo haría con Maggie.



-Ella me ayudará. – Pensaba con autentica fe en ello.- Es una mujer admirable y ha marcado el camino para otras muchas. Además, el otro día al fin reconocieron su labor. Y me alegro mucho, se lo merece.



            La jefa de enfermeras estaba en ese instante acabando su turno. Con la ausencia de la doctora Rodney por vacaciones le tocaba en muchos casos prestar más atención a  algunos pacientes. Al concluir salió con rumbo a la sede de la congregación. Allí se encontró con Emma quien también había terminado su jornada.



-Hola, Maggie.- La saludó la científica con tono cordial añadiendo con pleitesía. – O mejor dicho. Enhorabuena. Diacono.

-Muchas gracias.- Respondió ésta con una sonrisa. –



            La enfermera recordó como ayer mismo, cuando acudió al centro de culto, todos le dedicaron sonrisas de aprobación. Sin pararse a pensar a qué serían debidas, saludó como de costumbre hasta que el obispo Corbin se dirigió a ella.



-Te aguardábamos impacientes, hermana Margaret.- Le dijo a modo de bienvenida.-



            Algo preocupada consultó la hora, pero no llegaba tarde, su interlocutor enseguida se rio moviendo la cabeza para afirmar jovialmente.



-¡No temas, no se trata de eso!. Todo lo contrario, deseaba que llegases para poder darte una buena noticia. Al menos eso espero que signifique para ti.

-¿De qué se trata?- Quiso saber la aludida con expresión desconcertada.-

-Hermana.- Declaró el obispo ahora ya con un tono más institucional, dirigiéndose de hecho también a todos los allí congregados. Durante años has rendido un magnifico servicio, has predicado la palabra del Señor, has luchado incansablemente por atraer almas al buen camino y has sido inspiración y ejemplo para todos tus hermanos y hermanas. Por ello, justo es reconocerlo aquí, ante toda la asamblea de creyentes.

-Muchas gracias, Ilustrísima.- Sonrió tímidamente ella, llegando a ruborizarse.- Únicamente hice lo que creía correcto y decente.



            Aunque su líder  prosiguió con un toque de orgullo personal y afecto.



-Has hecho realmente mucho más. Por eso, desde hoy, deseamos que aceptes el cargo de diácono de nuestra comunidad. Para que de una forma oficial puedas ser la guía y referencia de otros creyentes. Necesitamos a muchas más personas como tú, valientes y desinteresadas.



            Hubo muchos aplausos y Maggie se sintió realmente halagada. El obispo le hizo un gesto con su mano derecha para que subiera a una tarima que habían colocado justo al fondo de esa estancia y le invitó a tomar la palabra. A modo de improvisado discurso de agradecimiento ella dijo.



-Queridos hermanos y hermanas, Ilustrísima. No tengo palabras para agradecer esta muestra de afecto y apoyo hacia mi humilde persona. Desde que vi la Luz del Señor solo he querido alabarle y ayudar a extender su palabra. No creo merecer este honor pero, viendo vuestro cariño al brindármelo, lo acepto encantada. Es un aliciente más para proseguir con esta labor, que es interminable, pero a la vez muy edificante y maravillosa. Gracias…



            Más aplausos, Corbin sobre todo asintió aprobatoriamente y sonrió. Tras recibir más felicitaciones y parabienes de parte del resto, la sesión de esa tarde se desarrolló con normalidad. Ahora, sonriendo con satisfacción tras recordar aquello, Maggie preguntó  a su compañera.



- ¿Y tú? ¿Qué tal todo?

-Muy atareada, desde que Mei Ling se marchó a la Tierra tenemos mucho trabajo, y más con todo lo que tenemos que hacer ahora. Ya sabes…

-Sí, mi esposo está muy inquieto también. No sé por qué. Aunque le he preguntado varias veces. Me da la impresión de no querer responder con claridad.

-Mis compañeras son igual.- Suspiró Emma.- No sé qué les ocurre, pero muchas veces quedan ellas al margen mío para trabajar en vete a saber qué.

-Puede tener que ver con, ya sabes.- Insinuó la enfermera sin querer ser demasiado clara.-

-Eso creo yo. No me perdonan por decirles la verdad.- Aseveró Emma.- Y están de parte de ese tipo de gente.

-A veces es muy duro, yo lo sé, estuve del otro lado.- Afirmó Maggie.-  Cuando una vive sumida en esa mentira y bajo ese tipo de sugestión, cree tener razón y derecho a obrar así. Es un laberinto muy difícil para escapar de él, y más aun si hay gente, mucha de ella bienintencionada, desde luego, que te refuerzan en esa actitud diciendo que eso es normal.

-Pero a pesar de todo supiste salir, lo mismo que yo, de esa forma de existencia antinatural cuando fui curada por el obispo.- Intervino su interlocutora.- Por desgracia, hay otros que no solamente no quieren ser ayudados, sino que se empeñan en proteger y alentar a quienes pecan de ese modo tan horrible.

-Bueno, al menos también ganamos fieles a nuestra causa.- Afirmó de un modo más optimista la enfermera.- Sin ir más lejos, Claire está siendo todo un ejemplo. Tras la visita de sus padres la chica no ha tardado en hablar con muchas de sus compañeras y compañeros para advertirles.

-Eso le causará problemas, no lo dudo, pero alabo su buena disposición.- Repuso Emma.- Podrá contar con nuestro apoyo.

-Sin duda.- Asintió Margaret.-



            Por su parte Sonia estaba preocupada y dolida. Ella apreciaba a Claire, y más tras todo lo que esa pobre chica tuvo que pasar. Después de aquel sorprendente acto de curación o lo que fuera, podía incluso entenderla. La chica se había vuelto devota hacia ese tipo. Sin embargo, todo tenía un límite. Había recibido en su despacho a algunos de sus compañeros quienes se habían quejado de ella. El último, un joven llamado Giovanny. El muchacho, bastante alto y guapo, de pelo castaño y ojos marrones, era un autentico adonis, pero le confesó que él era homosexual y que las palabras de Claire le estaban dando miedo.



-¿Y si se me entera y me denuncia?- Le preguntó con desasosiego a su encargada.- Podrían ir a por mí y a por mi pareja.

-No te preocupes, nadie te va a denunciar aquí.- Quiso tranquilizarle Sonia.-

-Eso nunca se sabe. Al menos Claire va diciendo las cosas a las claras, pero he visto que otros simpatizan con sus ideas y quieren ganar puntos…

-Te prometo que hablaré con ella.- Le aseguró Sonia.- Vete tranquilo.



            El chico se lo agradeció con una tímida sonrisa y retornó a su trabajo. Asimismo, alguna modelo vino también aquejada del mismo temor. Sin ir más lejos, una de las más jóvenes promesas de la casa en Nature. Una joven rubia, de ojos verdes y de una belleza realmente arrebatadora, llamada Valerie, le confesó entre lágrimas que mantenía una relación con otra compañera, una chica de la que no quiso dar el nombre.



-Sé que a veces Claire nos ha mirado a las dos, cuando estábamos charlando y riéndonos de algo. Y tanto mi pareja como yo… bueno. Nos asustamos un poco.

-¿Por qué? ¿Os dijo algo para que lo estuvierais?- Se interesó Sonia.-

-Al principio no directamente, solo nos contó lo agradecida que le estaba a Dios por el milagro que había hecho con ella. Nos invitó incluso a que le mirásemos con detenimiento la cara. Yo desde luego no vi nada raro. ¡Es una chica preciosa!…- Pudo añadir con genuina admiración.- Sin embargo, luego nos contó lo que le había sucedido, que había ido a comer con una mujer casada, que dijo querer agradecerle su ayuda al cuidar de su niña. Creo que se refería a…

-No hace falta que me des nombres.- La cortó Sonia dejándola algo descolocada.-

-Bueno,- prosiguió al poco la joven.- El caso es que nos contó que esa mujer comenzó a insinuarse a ella y que le dio un beso en los labios cuando salieron del restaurante en el que estaban. Justo a la tarde Claire fue atacada con ácido. Terminó advirtiéndonos que la confundieron con una invertida por el mero hecho de estar al lado de una. ¡Qué tuviéramos mucho cuidado con quienes nos juntásemos! Que nunca se sabía dónde podría haber otra desviada presta para tratar de corrompernos.- Sollozó ahora con evidente angustia.- Ahora mi novia y yo no nos atrevemos ni a darnos un beso.- Confesó llena de temor.- ¿Y si esos individuos que la atacaron siguen ahí y nos ven?...¿O si cualquiera que nos vea les conoce y nos delata?

-Tranquilízate.- Le pidió amablemente Sonia ofreciéndole un pañuelo.- No os va a suceder nada. Y no creo que Claire os desee ningún mal.



            La española la observaba compadecida, esa pobre chica era realmente muy joven. Consultando su ficha vio que tan solo tenía diecisiete años. Por ello era muy impresionable, pero desgraciadamente, motivos para tener miedo no le faltaban. Más tras lo que Claire les iba predicando y además de eso, por otros motivos, rumores que la misma Sonia había escuchado. Y es que en ese planeta de locos las cosas parecían ir a peor en materia de derechos no solamente sociales, sino humanos. Para colmo, Valerie agregó con ese tinte de miedo cerval en su voz.



-Y ya no es solamente ella. Hay otras y otros… a quienes ha entusiasmado con sus palabras. Como si hubieran estado aguardando una señal para ir a la caza de los que no somos heterosexuales o no nos ajustamos a sus normas. Mi novia y yo lo hemos estado hablando y pensamos en que, quizás… no sé, podríamos salir con algún chico cada una para evitar…- tragó algo de saliva y con voz trémula agregó.-  Yo conozco al menos a un par de ellos que parecen majos, de cuando voy a clase…seguro que saldrían conmigo o con ella si se lo pidiéramos…

-¡No se os ocurra hacer tal cosa! - La interrumpió nuevamente Sonia, alegando con tristeza y preocupación.- Eso solamente os conduciría a vivir una mentira y a crearos un problema aun mayor. Por no hablar de esos posibles chicos. Les haríais mucho daño si fingís que os interesan de ese modo.  He visto de primera mano qué sucede cuando se actúa así. Al final no merece la pena. Sigue mi consejo y se fiel a ti misma. Y eso vale también para tu novia, sea quien sea.



            La muchacha asintió, rompiendo a llorar llena de zozobra. Sonia la abrazó, animándola lo mejor que pudo. Cuando al final se marchó del despacho, era ella misma quien tenía un nudo en la garganta.



-¡Pobre cría! La nueva Stephanie Kensington la llaman.- Suspiró pensando en el gran parecido que tenían, al menos en el plano físico.- Pero esta niña, aunque es una buena chica, solamente es apariencia, no tiene el carácter de Steph. Stephanie, pese a estar rota por la pérdida de su hermano y la marcha de Daphne, se ha ocupado de su familia con una enorme entereza.



            Y eso le recordó que ella misma debía ir a buscar a Richard a la guardería



-¡Maldita sea! Se me ha hecho tarde.



            Salió a todo correr del despacho, ¡se le había pasado por media hora!. Seguro que la directora del centro la iba a echar otra bronca. De hecho, ya le había ocurrido antes,…estaba pensando que disculpa iba a darle cuando, para su sorpresa, nada más salir, se encontró allí a Rafa llevando al crío de la mano.



-Hola .- Sonrió él diciéndole al niño.- Dale un besito a mamá, Ricardito.-



            Y tras arrodillarse para recibir ese cariño de su hijo, Sonia sonrió tomándole en brazos quejándose según le levantaba.



-Ya casi no puedo contigo. ¡Cada día estás más grandote!

-Mami, papá me ha ido a buscar y hemos estado un rato en los columpios.- Le informó el pequeño.- ¡Me ha empujado muy arriba!

-Muy bien, cielo.- Replicó ella dejándole ya en el suelo.-



            Pasaron a la estancia de la que había salido la modelo, ya sin ninguna prisa. Sonia estaba todavía respirando aliviada de tener allí a su hijo cuando su ex novio le comentó.



-Tienes un bonito despacho, sí señor. Nunca había estado aquí…

-Gracias, dime una cosa. - Quiso saber su interlocutora.- ¿Cómo es que has ido a buscarle?

-Verás, tenía ganas de verle, le prometí que jugaríamos en el parque y un hombre decente mantiene siempre su palabra.- Sonrió él mesando afectuosamente el pelo del crio, para agregar.- Y cuando llegué a su guardería era hora de salir.  Como ya he ido a recogerle otras veces cuando me lo pediste, sabían que era su padre…

-Te lo agradezco.- Admitió Sonia.- Es que estoy tan liada con todo lo que ha sucedido…

-Es normal, no tienes que explicarme nada. – Replicó Rafa, ahora con tinte de pesar. -De hecho lamenté mucho lo del hermano de tu compañera. Según tengo entendido  era un buen hombre y un sacerdote. Hay mucha gentuza por ahí suelta.- Sentenció con desaprobación.-



            Su interlocutora no dijo nada a eso, por una parte era cierto. Quienes quiera que fuesen los asesinos no tenían justificación, ni perdón.



-Bueno.- Agregó él, proponiéndole con jovialidad.- Te diré lo que podríamos hacer, una cena en familia. Tú, yo y el pequeño Ricardo. ¿Verdad campeón?- Inquirió al niño que asintió entusiasmado.-

-¡Siii!- Coreó el crio ante la mirada de perplejidad y de circunstancias de su madre.-

-Estoy muy cansada.- Pretextó ella, aunque eso desde luego que era cierto.- Quizás otro día.

-Aun es temprano, ¿Porqué no descansas un par de horas y os recojo luego?- Insistió él.- Hay un restaurante muy agradable cerca de tu casa y con menú infantil.- Le comentó su ex pareja.-

-Mami, ¡porfa!, sí.- Le pedía el niño agarrándose de su falda.-



            Viendo la expresión del niño, Sonia únicamente pudo suspirar, cualquier resistencia por su parte podría hacer que Richard se disgustase con ella. Lo mismo que su ex. Y ahora que dependía tanto de Rafa para cuidar al niño creyó que se lo debía también. Y por otro lado, su ex novio estaba irreconocible, amable, servicial…no sabía si eso podría ser un truco o sencillamente que el ser padre le hubiera transformado. El hecho de tener que enfrentarse a preparar la cena del crio, que además estaría de morros si se negaba, la acabó por decantar. Al fin tuvo que ceder.



-Muy bien. Será mejor que vayamos ya, porque si voy a casa y descanso me quedaré dormida.- Afirmó con total sinceridad.-

-¡Entonces adelante! - Exclamó jovialmente Rafa elevando al entusiasmado niño y colocándole sobre sus hombros.-



            La española sonrió a pesar de sí misma al contemplar esa escena. Al salir todos juntos hasta algunas de las modelos se quedaron mirando a esa curiosa familia con expresión divertida. Hubo dos o tres que incluso cuchichearon entre ellas. A Sonia eso no le gustó nada pero tampoco podía molestarse. Por su parte pensaba en su esposa. Mei Ling se había marchado hacía días y en la última llamada que les llegó por video conferencia le contaba que estaba ya en China, a punto de encontrarse con su primo Zhao. 



-Solo espero que llegue a tiempo para ver a su padre.- Pensó en tanto seguía a Rafa y al pequeño hacia la salida del edificio.-



            Y de hecho, la oriental llegó a China sin novedad. Por fortuna el viaje hasta la Tierra fue agradable. Sobre todo al ir en compañía de Daphne. Durante todo el trayecto charlaron y Mei Ling pudo enterarse bien de lo que esa pobre mujer padecía.



-Lo lamento muchísimo.- Le dijo tratando de animarla.- Yo también he sufrido bastante pero el tiempo acaba curando casi todo y poniendo las cosas en su lugar. Debes tener fortaleza y seguridad en ti misma, en lo que realmente deseas.

-Gracias, así lo espero, te deseo mucha suerte también y que puedas ver a tu padre. Ojalá que logres hacer las paces con él.- Replicó la ex maestra a su vez.-

-¿Y tú qué harás cuando llegues?- Se interesó su contertulia.-

-Iré a ver a Kerria, espero que pueda ayudarme. Y también trataré de localizar a Sabra. Eso es lo que más deseo.- Le desveló añadiendo con pesar.- Sé que lo más probable es que haya rehecho su vida con otra persona. O que no quiera saber de mí…

-Nunca se puede decir.- Quiso animarla Mei Ling,  aunque ella misma lo veía muy difícil, no obstante, alegó.- En tanto quede una mínima esperanza debes intentarlo.

-No soy tan ingenua.- Suspiró Daphne moviendo la cabeza.- Han pasado muchos años…Si solamente pudiera volverla a ver…y tener la oportunidad de explicarle lo que de verdad sucedió.

-¿Un cuaderno de notas?- Se sonrió la oriental sin poderlo evitar al pensar en esa historia que su interlocutora le había narrado.- ¿Eso te dijo Martin? ¿Qué había escrito vuestra vida juntos ahí?. Lo lamento pero me parece algo increíble. Y mira que he visto cosas extrañas e incluso las he vivido.- Añadió recordando su propia experiencia como medio vampira. -

-Tienes razón. Cuanto más lo pienso, más ridículo me parece. Creo que él quiso darme algo para poder emplear como excusa. Una especie de metáfora. Bueno, hasta me enseñó un cuaderno a modo de diario en el que aparecían cosas que yo pensaba que nadie podría saber. Aunque no puedo estar segura, quizás hablé en sueños alguna vez y me oyó. Puede que, de ese modo, supiera realmente como me sentía y hasta qué punto estaba atrapada.

-Y entonces pudo pensar en eso para darte una vía de escape. ¿Verdad?- Elucubró Mei Ling.- ¿Eso es lo que crees? ¿Que él pudo ir anotando las cosas que os pasaban para luego contarte esa absurda historia?

-El pobre siempre me ha querido, pero yo jamás pude corresponder a eso. Es otra cosa que me pesa en la conciencia. No se merecía esto. Simplemente le usé de escudo contra el mundo hasta que me atreví a romper con todo.- Declaró Daphne.-

-La pregunta fundamental es.- Afirmó su contertulia mirándola a los ojos para inquirir.- ¿Si tú tuvieras ese cuaderno de notas, qué habrías escrito en él? ¿Qué hubieras cambiado de tu vida?



            Y tras un breve silencio en el que su compañera de viaje estuvo meditando sobre eso, finalmente Mei Ling escuchó su respuesta.



-Francamente no lo sé. Quizás sería fácil decir que lo hubiera reescrito todo desde el momento en el que conocí a Sabra. Me hubiese gustado que en Nature no nos hubieran juzgado por amar a otra persona de nuestro mismo sexo, y que ambas pudiéramos haber sido una pareja, vivir felices allí.  Pero luego pienso en que, de ese modo, no hubiera tenido a mis hijos.

-Posiblemente hubierais tenido otros. Ella o tú.- Afirmó la oriental.-

-Quizás…- Convino Daphne afirmando ahora con tristeza.- Eso es algo que jamás podré saber.



            Y entre esa y otras conversaciones al fin llegaron a los Estados Unidos. En Houston, donde la nave aterrizó, se despidieron deseándose mutuamente buena suerte. Mientras que Daphne tomaba un vuelo a la costa este del país Mei Ling hacía lo propio con otro rumbo a su patria. Ahora, tras varias horas de vuelo, aterrizaba en Beijing. De allí iría en tren hasta su casa. Le alegró ver que su primo Zhao estaba aguardándola en la terminal del aeropuerto. Nada más verle y facturar sus maletas corrió a abrazarle. Así estuvieron un rato hasta que él, sonriendo fugazmente, la saludó.



-Bienvenida de vuelta a casa, prima. Espero que hayas tenido un buen viaje.

-El viaje ha estado bien, me preocupa más cuando llegue al destino.- Respondió ella al mejor modo filosófico de su cultura.-

-Vamos, el tren sale dentro de poco.- Le comentó su interlocutor con tono algo inquieto.-



            Y tomando un tren de alta velocidad tardaron apenas unas tres horas en llegar a la región natal de ambos. Charlaron poco y Zhao daba la impresión de estar preocupado. Ella temió que el estado de su padre se hubiese agravado. Ya tenía ganas de verle. Una vez llegaron y descendieron al andén, Mei Ling lanzó un gran suspiro.



-¿Nerviosa?- Le preguntó su primo.-

-Sí.- Admitió ella.-

-Vamos allá. No te preocupes, estaré contigo.- Le prometió Zhao.-



            No tardaron en tomar un taxi y plantarse en la casa. Al fin, tras tanto tiempo iba a volver a ver a sus padres. Fue su primo quien sin embargo llamó a la puerta. La madre de ella abrió. Mei Ling quiso contenerse en lo que pudo pero fue ver el ya anciano rostro de su progenitora y empezar a llorar. Su madre no obstante mantuvo la compostura y sin hablar se limitó a hacerla entrar con un gesto. Pese a todo, su hija estaba deseando abrazarla pero recordó que en su país, y más todavía en su región de origen, esas prácticas no eran tan habituales como de dónde venía.



-¿Puedo ver a mi padre?- Preguntó respetuosamente en su idioma natal.-

-Pasa, está en nuestra habitación. -Replicó secamente su madre.-



            Pese a todo el tiempo transcurrido Mei Ling observó con desaliento que su progenitora seguía tratándola con frialdad, incluso con desprecio. Eso le entristeció, pero ahora lo único que contaba era ver a su padre. De modo que, al acceder al dormitorio en el que éste se hallaba, iba dominada por la impaciencia, el temor y la esperanza a la vez. Allí vio a un anciano con mirada cansada que, sin embargo, pareció brillar de alegría al verla. Estaba débil y apenas sí pudo musitar. Ella tuvo que arrodillarse ante la cama para escucharle…



-Hija mía, al fin has vuelto a casa.

-Sí, padre.- Fue capaz de replicar conteniendo su emoción tanto como le fue posible.-

-Ahora estarás al fin donde te corresponde.- Susurró el agotado individuo.-

-Estoy a tu lado. Como una buena hija debe hacer.- Musitó ella dejando caer alguna lágrima.-



            En la otra parte de la Tierra, Daphne se despidió de su amiga Kerria y la esposa de esta tras tres días. No quería ser una carga para ellas. Eso sí, tuvo tiempo de conocer a los padres de la abogada que llegaron la mañana de su último día de estancia. Quedó muy impresionada con Roy Malden, antiguo jugador y entrenador de baloncesto. Un hombre quien, pese a su edad, estaba en muy buenas condiciones físicas.  Pero sobre todo le llamó la atención la amabilidad y comprensión que encontró en la madre de Kerria. Un poco antes de marcharse tuvo la ocasión de charlar un poco con ella. Sentadas en una habitación de la casa, y llena de emoción, le refirió su historia.



-Querida, veo que has sufrido mucho.- Declaró aquella mujer posando una amistosa mano sobre el hombro izquierdo de Daphne.-

-No se puede hacer usted idea, señora Malden.- Suspiró la llorosa Dap.-

-Llámame Bertie y, aunque no lo creas, sé perfectamente lo que es sentirse abandonada y sin esperanza. Pero también conozco la dicha y el consuelo de ver que siempre hay alguien que te apoya, y que te quiere, incluso en tus horas más amargas y oscuras. Ahora, tal y como unas amigas muy queridas nos dijeron una vez a mis hermanas y a mí, os tenéis a vosotras mismas. Y eso vale para ti. Puedes comenzar de nuevo, nunca es tarde.

-Mucha gracias.- Sonrió su interlocutora.-

-Ten en cuenta que soy madre, como tú, te entiendo muy bien y además, mi propia hija lo pasó muy mal cuando admitió sus verdaderos sentimientos y asumió su orientación sexual. Le costó un tremendo esfuerzo y pasar mucho dolor, pero salió adelante…

-Sí, es la mujer más luchadora y valiente que he conocido.- Admitió Daphne pensando que al menos lo era tanto como Sabra.-



            Esas palabras fueron precisamente escuchadas por su anfitriona, quién, según entraba en la estancia, sonrió afirmando.



-Si piensas que yo soy una luchadora, eso no es nada comparado a lo que mi madre y sus hermanas, mis tías, hicieron en su día.

-No seas tan modesta, cariño.- Le sonrió Bertie.- Tú has hecho muchísimas cosas de las que sentirte muy orgullosa. Y tú, Daphne… no pierdas la esperanza de ser feliz. No te preocupes. Mi hija me ha dicho que eres maestra, como colega tuya que soy, haré algunas llamadas. En mi antiguo colegio posiblemente precisen de alguien como tú.

-Muchísimas gracias.- Sonrió la aludida, afirmando muy reconocida.- No sé cómo podría agradecérselo.

-Pues siendo tú misma y tratando de volver a disfrutar de tu trabajo, ayudando a que los niños y niñas a los que eduques puedan crecer como adultos comprensivos y buenas personas.- Sonrió Bertie, sentenciando.- Ese es el mejor legado que podemos dejar.



De este modo, la maestra se sintió mucho mejor. Al fin, dándose cuenta de que no debía ser una molestia, ni abusar de la hospitalidad de esas personas tan maravillosas, logró que sus anfitrionas le recomendasen un buen hotel y que, tras varios intentos, fuesen capaces de ponerse en contacto con Deborah Hunter. Afortunadamente la antigua novia de Kerria estaba en la ciudad. A su vez, sabía del paradero de Sabra. La israelí había estado durante años en su país natal, viviendo allí y yendo y viniendo a los Estados Unidos. Ahora había regresado por unos días. Al fin, Debbie concertó un encuentro. Pero Daphne quedó inquieta cuando esa mujer le comentó antes de darle la dirección de la ex militar.



-Si quieres un consejo, sería mejor dejar el pasado atrás. Es más, no creo que sea una buena idea que volváis a veros.

-¿Es que está con alguien?- Preguntó la maestra.-

-Sabra está muy ocupada con sus propias cosas.- Le respondió esquivamente su interlocutora.-



            Y no pudo obtener más explicaciones, aunque seguía deseando verla. Por fin, las dos quedaron ya de noche, en una dirección que correspondía a un lujoso apartamento en la ciudad de Nueva York. Daphne acudió vestida de la manera más elegante posible llevando un vestido blanco muy parecido a ese con el que fuera a la discoteca con su antigua pareja, y esta ocasión, en lugar de esas altas botas negras, calzaba unos zapatos a juego. Esperaba que eso le trajera buenos recuerdos a la israelí. Al llegar llamó y enseguida le abrieron. Subió en el ascensor hasta el ático. Tocó el timbre de la puerta y ésta se abrió.



-¡Cómo deseaba volverte a ver! - Pudo decir emocionada y sonriendo.-



            Aunque quedó sorprendida y avergonzada. Esa mujer de larga melena pelirroja rizada y penetrantes ojos color avellana, ataviada con un vestido de color canela, que le abrió, no era Sabra.



-¿Sí? ¿Qué desea?- Le preguntó con tono mezcla de inquisitivo y seco.-

-Yo, lo lamento, he debido de equivocarme de puerta.- Se apresuró a excusarse la desconcertada y apurada mujer.-



            Aunque enseguida oyó una voz muy familiar llegarle desde el interior, era la israelí que, dirigiéndose a esa pelirroja, le pidió con tono conciliador.



-Déjala pasar, Violette.



            Esa individua, algo más baja que ella, le franqueó el paso sin dejar de mirarla de un modo que daba la impresión de estar a medio camino entre la altanería y la desconfianza. Sin querer dar la apariencia de sentirse intimidada Daphne entró. Al fin, la persona a la que anhelaba ver estaba ante ella. Sabra lucía un jersey, un pantalón largo de pana y zapatos bajos, con su larga y sedosa cabellera morena recogida en una coleta. Aunque su aspecto informal contrastaba con su belleza. Dap juraría que no había transcurrido el tiempo por su ex novia. Cosa que no podía decir de sí misma…



-Hola.- Musitó ahora tímidamente, como si de pronto no tuviera la menor idea de qué decir.-

-Dime. ¿Para qué querías verme?- Inquirió la israelí con tono neutro dedicándole una mirada impersonal con esos grandes y azules ojos oscuros que tenía. -

-Bueno, vine a la Tierra y quise saber de ti. Pregunté a Kerria y ella fue muy amable, me hospedó unos días en su casa y contactó con Debbie. - Le explicó la apurada maestra.-



            Sabra alargó una mano para detenerla en su narración, dio a entender que ya conocía todos esos detalles.



-Me refiero a lo que quieres exactamente.- Inquirió ahora con un tinte más serio.-



            Daphne no supo que replicar. Aquello la desconcertaba y la desanimaba a partes iguales, Sabra la miraba como si de una extraña se tratase. Suspiró, era lógico, tras tantos años sin preocuparse de contactarla…



-Lo siento, no quise molestarte.- Se disculpó añadiendo con sinceridad y pesar.- Lo he pasado muy mal y me marché de Nature.



            Al escuchar esto la israelí pareció relajar su semblante y finalmente pudo sonreír un poco invitando a la recién llegada.



-Anda, pasa y siéntate. Ahora me lo cuentas…



            Daphne asintió agradecida y caminó al interior del salón. Tras ella, esa otra mujer entró en un amplio salón con varios butacones de cuero. A indicación de Sabra, la maestra tomó asiento en uno. La israelí entonces le pidió a la pelirroja.



-Violette, ¿te importaría dejarnos unos minutos a solas?

-¿Estás segura? – Preguntó aquella individua cuya sola mirada ya amedrentaba a Dap.-

-Por favor.- Le rogó la morena. –



            Sin mediar palabra esa chica se retiró. Parecía bastante joven, de tez algo pálida que contrastaba con el rojo carmesí de sus labios. Sintiéndose algo envarada Daphne se atrevió a preguntar, una vez que ella y Sabra estuvieron a solas.



-¿Es tu novia?

-Es algo más complicado que eso.- Repuso la israelí quien no pareciendo querer ahondar en explicaciones, enseguida retornó al tema anterior, insistiendo.- Cuéntame que te ha sucedido.



            Y su interlocutora asintió, relatándole a modo de resumen sus peripecias. En algunas fases no pudo suprimir algunas lágrimas y al concluir, su anfitriona la observó fijamente, sin apenas inmutarse. Tras unos momentos de silencio, la ex piloto le preguntó.



-¿Y qué piensas hacer?

-La madre de Kerria fue muy amable y va a intentar que me contraten como maestra en el colegio privado en el que trabajaba antes de jubilarse.- Respondió Dap.-

-Perdona, soy una maleducada, no te he ofrecido nada. ¿Quieres tomar algo?- Terció la israelí con un tinte más jovial.-

- No, muchas gracias.- Se apresuró a  replicar su invitada.-



            Sabra dejó transcurrir unos segundos y agregó.



-Mira Daphne, me alegro de verte, y también siento todo lo que te ha sucedido, de veras.  Por eso yo, como amiga, intentaré ayudarte en lo que me sea posible.

-Como amiga.- Musitó su interlocutora dando la impresión de sentirse decepcionada.-

-Sí.- Repitió la israelí.- No suelo quedarme mucho en ningún sitio, ahora estoy dentro de un grupo muy especial. Uno que lucha contra cosas que no podrías ni imaginar. En fin… Desde que nuestro jefe se marchó quizás hemos estado algo dispersos. Ahora es Debbie la que coordina todo. Ella es de las poquísimas personas que sabía como encontrarme y en cuanto Kerria la llamó no tardó en avisarme. Pero tendré que marcharme enseguida.

-Vaya.- Suspiró Daphne.-



La maestra no quiso enfrentar su mirada a la de su contertulia quien, con un tinte más afectuoso, quiso saber.



-¿Tienes algún sitio donde quedarte?

-Como ya sabes. Estuve en casa de Kerria y de su esposa unos días. Pero han venido sus padres de regreso de un viaje y su propio hijo va a ir a visitarlas, no me pareció correcto seguir allí. Me han recomendado un buen hotel…- Respondió tratando de mantener lo poco que le quedaba de dignidad.-

-No te preocupes por eso. Puedes quedarte aquí.- Sonrió Sabra.- Este apartamento es muy grande.

-No quisiera molestaros, a esa mujer y a ti.- Replicó su interlocutora con tono apurado ahora.-

- Tranquila. No hay ningún problema.- Le aseguró la israelí, añadiendo.- De todas formas se ha hecho muy tarde para salir a la calle ahora, es preferible que pases la noche con nosotras.

-Es que no me he traído nada.- Objetó Daphne.-

-Te dejaré algo mío. – Afirmó su interlocutora que  ahora parecía divertida al añadir incluso con nostalgia y hasta cierta complicidad.- ¿Recuerdas?. A veces nos prestábamos algo de ropa.



            La interpelada asintió, eso hizo que una leve sonrisa le aflorase. Tras muchos de esos encuentros apasionados que mantuvieron, cuando Sabra a veces venía de permiso y se citaban en un hotel, al día siguiente Daphne le dejaba algo de ropa.  Y fue al hilo de eso que la israelí remachó.



-Esta vez seré yo quien te preste algo, creo que mi gusto en el vestir ha mejorado.

-Nunca tuviste mal gusto en eso.- Afirmó Dap.-

-Ni en otras cosas. – Sonrió Sabra.-



            Y aproximó sus labios hacia ella. No obstante, cuando Daphne, cerrando los ojos aguardaba esperanzada un beso en la boca, lo sintió únicamente en su mejilla izquierda. Al volver a mirar a su contertulia, ésta simplemente comentó con un tono más neutro.



-Puedes usar la habitación del fondo a la derecha. Luego si acaso pedimos algo de comer.

-Gracias.- Musitó su interlocutora.-



            Y decidió ir hacia allí. Entró en un amplio cuarto con una gran cama de matrimonio, sábanas de tela y un armario, asimismo había una pequeña butaca enfrentada a un tocador. Suspiró sentándose en la misma para censurarse.



-¡He sido una estúpida! Era natural que Sabra hubiese pasado página de mí desde hace mucho tiempo.



            Sin embargo, enseguida se aproximó a la puerta de la habitación que había cerrado. Pudo oír las voces de su antigua novia y de esa otra mujer, y era aquella pelirroja quién, casi con tono irritado y de reproche, le preguntaba.



-¿En qué estabas pensando exactamente para decirle que se quedara?

-Es lo menos que podía hacer.- Repuso la israelí.-

-¿Y te parece prudente?- Inquirió su interlocutora.-

-No pasará nada.- Le aseguró, agregando.- Mira Violette, Daphne es una persona muy importante para mí, ¿vale?. Y lo ha pasado muy mal. No puedo dejarla sola. Al menos hasta que pueda adaptarse. ¿Lo comprendes, verdad?

-Sí, claro.- Cedió aquella individua, agregando con un tinte más sumiso.- Lo que tú digas. ¿Llamo para pedirle algo de cenar?

-Sería lo más apropiado.- Convino su interlocutora, añadiendo con tono más afable.- Sé lo que a ella le gusta.



            Daphne casi ni se atrevía a respirar. Ahora tenía sentimientos encontrados, no deseaba para nada ser recogida por lástima. Ni ser una carga. No obstante, esas palabras de Sabra alegando lo importante que era para ella y asegurando acordarse de lo que más le gustaba, la habían emocionado. ¿Quién sabe? Pudiera ser que no todo estuviera perdido. Al cabo de un momento y fingiendo no haber oído nada, salió de la habitación en la que estaba, se reunió con sus anfitrionas y comentó con desenfado.



-Quizás podríamos salir fuera si queréis, a cenar. Yo os invito. Quisiera daros las gracias por vuestra amabilidad.



            Aquella pelirroja la miró con desdén pero no replicó. Fue Sabra quién, más apurada, le dijo.



-Ya hemos pedido algo…espero que te guste.

-Seguro que sí.- Sonrió Daphne.-



            No tardaron en traer una pizza con una ensalada. No era una ración demasiado grande, de hecho Dap se sorprendió.  Era de hecho su pizza favorita, de queso y jamón. Sin embargo, era solamente para una persona.



-¿Pero, y vosotras?

-Ya habíamos cenado antes de que llegases.- Replicó secamente Violette.-

-Te acompañaremos con una copa de vino. ¿Quieres?- Le ofreció Sabra trayendo una botella y unas copas de cristal sobre una bandeja.-

-Gracias.- Contestó ella.-



            Y cenó ante la mirada atenta de esas dos. Daphne no pudo evitar sentirse algo extraña. Le parecía estar siendo observada como si de una mascota se tratase. O peor aún, como si de una res o un animal de crianza fuera. Cuando sus dueños le están cebando poco antes de la cena de Navidad. Sin embargo, ella misma se censuró por pensar esas cosas. No podía ser tan desagradecida. A buen seguro había interferido en la relación de Sabra y esa mujer de una manera bastante violenta. Por ello, y deseando ser lo más agradable posible, charló un poco con ambas preguntándoles por su trabajo.



-Vamos de un sitio a otro.- Le dijo la pelirroja casi como si se lo estuviera recriminando. -  Estamos realmente ocupadas. No somos tantos para atender la demanda que tenemos. Y apenas si podemos parar para relajarnos.

-Sí, a veces es agotador, pero no nos podemos quejar.- Añadió más afablemente, Sabra.-



            Y después de un rato, Daphne comenzó a tener sueño. Estaba muy cansada por todo lo acontecido. Dio las buenas noches y se fue a la cama. Una vez se metió en la habitación que le habían reservado, Violette le dijo a su compañera con retintín.



-¿Me pregunto cómo estará?… ya me comprendes.

-¡Basta!- Le pidió ésta entre envarada y molesta.- No me gusta que hagas esa clase de bromas.



            Su contertulia se limitó a encogerse de hombros para irse a su vez a su cuarto. Sabra entonces llamó por teléfono. Cuando su interlocutor contestó, ella le comentó, con tono de reproche.



-No debiste haberle dicho dónde estaba. Sí, sí lo sé… bueno, eso es cierto. Me ha hablado de una especie de agenda donde su marido apuntaba las cosas. ¿Estás segura?...Entonces pudiera tener relación con…Bien, enseguida lo haremos, te lo aseguro… ya sabes que en ese aspecto, no habrá nada que temer. Te doy mi palabra. Adiós.



            Daphne por su parte tardó poco en dormirse. Le pareció haber cerrado los ojos hacía tan solo unos instantes cuando el calor de los rayos solares en el rostro la despertó. Con ademán perezoso se irguió sentándose sobre la cama y estiró los brazos. Era un lecho muy cómodo y ciertamente no había dormido nada mal.



-Espero no haberme levantado demasiado tarde.- Pensó algo avergonzada.-



            Salió con ese pijama que Sabra le había dejado. No le quedaba mal. Sonrió, gracias al entrenamiento con Step había recobrado su figura de antaño casi del todo. Salió del cuarto rumbo al baño. Tras lavarse un poco fue al salón. No obstante, el apartamento estaba vacío. Desde luego buscó a esas dos pero no las encontró. Tras deambular por todas las habitaciones lo que sí halló fue una nota manuscrita por Sabra en la cocina. La leyó…



-Me alegra haberte visto, de veras. Pero Violette y yo tenemos que irnos. Asuntos de trabajo. Puedes quedarte aquí, en este apartamento, todo el tiempo que quieras. Dispón a tu gusto de él. Está en un buen sitio y el alquiler pagado para muchos meses. No te faltará de nada. Ahora disfruta de tu nueva vida y se muy feliz. Un beso…



            Firmaba con su nombre, Sabra,



-No sé si podré ser feliz sin ti.- Suspiró la maestra abrazándose a esa nota.-



            En Nature, Sonia y su hijo estaban cenando con Rafa. De hecho, la velada transcurría tranquila y hasta cordial. La española no dejaba de sorprenderse de la amabilidad que su ex desplegaba con el crío, hasta cortándole el filete que estaba comiendo.



-Despacio, Ricardito.- Le decía afablemente él, en tanto observaba como el pequeño se metía en la boca algunos pedazos que había troceado.- No te atragantes.



            Y además le hablaba en español. Era curioso, la propia Sonia hablaba así al crío, en tanto Mei Ling lo hacía en chino muchas veces, de este modo el niño estaba aprendiendo esos dos idiomas, además del inglés con el que era enseñado en la guardería. En broma comentaba a veces con su esposa que, de ese modo, Richard podría comunicarse con más del ochenta por ciento de la humanidad. Y  el ambiente distendido de esa velada le había traído esos recuerdos. La modelo pensó en eso casi como si Rafael y su esposa se hubieran fundido en una sola persona. Se sorprendió a sí misma disfrutando de aquel momento igual que si de una habitual escena de familia se tratase. Quizás si Rafa hubiera confiado en ella y no se hubiese mostrado tan celoso y posesivo cuando quiso ir a probar fortuna en aquel certamen de modelos en París, su vida habría sido muy distinta.



-Hasta podríamos haber fundado una familia.- Se dijo con perplejidad.-

-Estas muy callada. ¿En qué piensas?- Quiso saber él, sacándola de aquellas extrañas reflexiones.-

-En nada en particular.- Pudo responder la aludida.- El trabajo, en mi esposa.- Afirmó, como si de este modo desease retornar a la realidad.-

-Supongo que estará bien.- Afirmó Rafa sin parecer en absoluto molesto por la mención de Mei Ling.- ¿Te ha llamado?

-Hace unos días.- Dijo ella con naturalidad.-



            Parecía que estuviera charlando con un amigo en el que pudiera confiar. De hecho, el mismo Rafael le comentó, aprovechando que Richard jugaba distraído con un muñeco que había traído.



-Espero que las dos seáis muy felices, de verdad, eso nada tiene que ver con nuestro hijo…



            Ella no supo que decir en ese instante, aunque tampoco tuvo ocasión de hablar. De pronto, las copas comenzaron a titilar y los platos a moverse. Pasó lo mismo con la mesa. La gente al percatarse de lo que estaba sucediendo miró alrededor con expresiones mezcla de estupor y miedo. Algunos incluso salieron a todo correr y comenzaron a oírse gritos.



-¡No os mováis!- les pidió Rafael, añadiendo.- Ricardo hijo, métete bajo la mesa, vamos a jugar.



            El asombrado crío así lo hizo. Su padre se levantó colocándose rápidamente junto a Sonia que también observaba estupefacta y asustada el caos que se había formado alrededor. Muchas personas, presas del pánico, habían derribado mesas y sillas tratando de escapar a toda prisa del local. Ellos por suerte estaban en una esquina. La modelo también llegó a pensar en salir corriendo pero se percató enseguida de que su ex había estado acertado en su idea. Querer huir en esas condiciones y con el niño habría sido muy peligroso. Más quizás que el propio temblor.



-Pasará enseguida.- Quiso tranquilizarla él.-



            Y Sonia, confundida e incluso en shock como estaba, hasta se dejó abrazar por él. Eso apenas duró unos segundos. Al fin, tan repentinamente como comenzó aquel temblor se detuvo. Tras unos instantes ella rompió ese abrazo mirando rápidamente bajo el mantel.



-Ricky, cariño.- Le llamó sin poder ocultar su zozobra.-

-¡Estoy aquí, mami! - Repuso el niño con tono divertido.-

-Anda ven, ¡campeón!. Que mamá y yo te hemos encontrado.- Le sonrió su padre ayudándole a salir y tomándole en brazos.-

-Ahora tú.- Le pidió el crio a Rafa sin dejar de reírse.-

-Bueno, ahora no Ricardito, tenemos que tomarnos el postre. ¿Te gustan las natillas?- Le preguntó jovialmente él.-

           

            El pequeño asintió deseando comerlas. Aunque apenas si quedaba nadie en el restaurante tan siquiera para servírselas.



-Bueno, si no viene el camarero nos iremos sin dejar propina. – Sentenció Rafael haciendo incluso que Sonia se riera.-



            Él la miró complacido, en tanto ella desahogaba así parte de la tensión acumulada. Al cabo de un rato y tras tomarse el postre las cosas se normalizaron, algunas personas regresaron. Tras pagar la cuenta, se marcharon. Una vez en casa de la modelo, Rafa se despidió.



-Si necesitáis algo, no dudes en llamarme.- Le ofreció él.-

-Gracias, por ahora ya ha pasado todo.- Suspiró ella añadiendo en tanto tomaba en brazos al crio que ya se había quedado dormido.- Espero que estos temblores dejen de producirse. No son muy fuertes pero me preocupa que aumenten en intensidad.

-No sé, no soy científico. Aunque a mí también me dan mala espina. Quizás deberías preguntarles a alguna de tus amigas.- Le sugirió su interlocutor con un extraño tinte a medio camino entre la advertencia y la inquietud.-



            Y tomando esa idea muy en serio Sonia le despidió. Al fin acostó al pequeño Richard y tras un rato ella misma se fue a dormir. Echaba de menos a Mei Ling. De hecho, pasaron más días sin saber de ella hasta que le llegó una holo comunicación.  A propósito de la sugerencia de su ex, la modelo en efecto consultó a alguna experta en cuanto tuvo ocasión. Pudo hablar con Keiko quien había vuelto a trabajar denodadamente con sus compañeras. Como colega de su esposa era con la que más había tratado. De hecho, una tarde que Richard estaba aún en la guardería, la española quedó con ella para charlar.



-¿Qué sabes de tu mujer?- Le preguntó la científica con genuino interés.-

-Pues sigue en China, en su último mensaje me contaba que su padre estaba muy enfermo pero que, al menos, la había perdonado.- Suspiró.- Añadió que todavía tendría que estar algunas semanas allí. Le he dicho lo que está pasando en Nature, ya sabes, estos temblores tan extraños…le sorprendió y me pidió que te preguntase.

-Ya.- Musitó Keiko con tono alicaído.-



            Y es que ella sabía perfectamente cual era la causa. Acorde con los informes que tenían al menos dos asteroides de un tamaño realmente grande se dirigían directos a Nature. Su llegada era cuestión de apenas unos días. Por fortuna se pensaba que, entre las defensas del UNISON y los saiyajin, podrían desviarlos o incluso destruirlos a tiempo. Pero eso no era sino el aperitivo de lo que les esperaba…



-Mira, Sonia.- Le confesó con tono apurado.- Esos terremotos no se deben a ninguna actividad sísmica producida en Nature.

-¿Y a qué son debidos entonces?- Quiso saber su interlocutora.-

-Se supone que no tendría que decirte esto, pero siendo familia de Mei Ling, y alguien a quien aprecio, te aconsejo que te vayas de este planeta cuanto antes.- Le respondió con tono grave.-

-¿Qué?- Exclamó la española, entre atónita y alarmada.- ¿Qué quieres decir, que este planeta no es seguro?

-Dentro de poco no lo será.- Le advirtió una vez más su contertulia.- Te aconsejo que, en cuanto puedas, tomes a tu hijo y os marchéis a Kinmoku, a  Bios o a la Tierra. ¡Donde sea pero idos!



            La propia Keiko estaba realmente preocupada. Se había centrado en ayudar en todo lo que podía. Incluso dejando la canción totalmente de lado. Ahora su prioridad era aportar cuanto pudiera, sin embargo estaba tan desesperanzada como el resto de las Fairy-Five restantes.



-Tendré que llamar a la sede central de Modas Deveraux, y avisar a mis modelos.- Comentó la descolocada Sonia.-

-Haz lo que creas más conveniente.- Le dijo su contertulia.- Pero no tardes mucho.



            En algunos mentideros de personas, que estaban al tanto de lo que pasaba, ya corría el terrible rumor de que los transportes tanto militares como civiles, estaban siendo repartidos entre algunos habitantes privilegiados. Muchos de los políticos importantes o personas con información había gestionado pasajes para las próximas semanas y habida cuenta de las distancias entre Nature y el planeta más cercano, que era Kinmoku, tardarían al menos veinte días en completar la ida y la vuelta, y eso a máxima velocidad. De ese modo posiblemente muchas de esas naves no retornarían para evacuar a más personas.



-¿Y tú qué vas a hacer?- Inquirió la modelo.-

-Me quedaré junto a las otras, tenemos que investigar mucho todavía.- Quiso animarla Keiko.- Hasta el último momento debemos pensar en cómo evitar la catástrofe.

-¿Qué catástrofe es esa?- Inquirió agudamente Sonia.-

-Ya te he dicho demasiado.- Suspiró la científica, agregando algo incómoda.- No puedo revelarte más, lo siento. Solo hazme caso, confía en mí, por favor.



            La española asintió, su esposa era compañera y amiga de Keiko, seguro que, en su lugar, confiaría en ella. También pensaba en esas palabras que Rafa le dijera. Él debía de estar al corriente de algo. Aunque se le hacía muy difícil creer que una especie de apocalipsis amenazaba el planeta. Además, esa científica se iba a quedar. Pudiera ser que el peligro estuviera algo exagerado. De todos modos llamaría a la Tierra y hablaría con Mei Ling en cuanto pudiera. Así se despidieron. Por su parte, la pelirroja estaba pensando en eso y en todo el ingente trabajo que tenía ante sí. También recordaba la última conversación que mantuvo hacía ya tiempo con Maray, antes de que esa joven tan extraordinaria se fuese. Le dejó encargado algo muy importante que tendría que hacer pronto.



-No puedo fallarle.- Pensaba.- Ni a ella, ni a los demás…por eso debo permanecer aquí hasta el final.



Ocupada en esas reflexiones fue a visitar a Melissa quien estaba en casa.



-Me alegro de verte.- La saludó la directora de las Fairy Five.-

-¿Qué tal?- Repuso la interpelada con tono algo alicaído.-

-¿Estás bien?- Se interesó su anfitriona de inmediato.-

-Bueno, es que vengo de hablar con Sonia, la esposa de Mei Ling.- Le respondió Keiko refiriéndole con tono resignado.- La he advertido que se marche de aquí.

-Sabes que no debemos ir alarmando a la población. Al menos no todavía. Si se procede a la evacuación no debe cundir el pánico.- Le recordó Melissa.-

-No hay por qué preocuparse.- Repuso su contertulia.- Sonia es discreta y no pareció quedar muy convencida. Aunque espero que me haga caso y se lleve a su hijo de Nature.

-El gobierno va a dictar una ley en breve.- Le contó entonces Melissa con tono lleno de inquietud.- Se van a restringir los vuelos interplanetarios…

-¿Cuándo te has enterado de eso?- Quiso saber la perpleja Keiko.-

-La capitana Hunter nos ha informado. Bueno, no directamente, claro. Ha sido a través de su esposo. Giaal se lo ha contado a su cuñado Alan, y éste a Clyde. Nos ha ofrecido embarcar de los primeros.

-¿Y qué le habéis respondido?- Inquirió Keiko.-

-Nada todavía, pero ni mi marido, ni yo, deseamos irnos sin haber intentado todo cuanto esté en nuestras manos. Sin embargo, queremos que Wina se marche.- Suspiró la doctora Adams.-

-Lo comprendo.- Asintió su interlocutora, haciéndose cargo al añadir.- Si fuera mi hija desearía lo mismo.

-Supongo que sería buena idea ir comprando al menos un billete para ella.- Convino Melissa con expresión reflexiva, remachando.- Lo hablaré con Clyde.

-Y no solamente para tu hija. Comprad otros tu esposo y tú. Ten por seguro que los altos cargos y las personas más pudientes ya han reservado sus plazas.- Declaró una cariacontecida Keiko haciendo honor a esos rumores.- Por eso, por favor. Pensad también en vosotros mismos y no lo demoréis. Tú y tu marido tenéis influencia. ¡Usadla e idos!…



            Melissa no dijo nada, solamente bajó la mirada con gesto consternado. Keiko optó por no decir más. La jefa de las Fairy Five ya era más que capaz de decidir sobre su propio destino. De modo que tras este consejo se marchó. Tenía más cosas en que pensar. Ella misma se planteaba la posibilidad de irse, pero, por mor de su promesa a Maray, sentía que tenía que permanecer allí hasta el final. Que, tal y como esa chica le desvelase, su presencia sería necesaria.



-¡Papá, Mamá, Hotaru, cuanto os echo de menos. Mimette, Mimí, ...Mimet! - Suspiró recordando a muchos de sus seres queridos.-



            Ahora su amiga del alma y ¿por qué no admitirlo? Su primer y gran amor, vivía en Bios junto con su esposo y su hija. Había llegado incluso a soñar con ellos. Aunque paradójicamente no era Mimí la que aparecía en esas visiones sino la hija de ésta, Mimet. Una muchacha realmente muy especial. La última vez que recibió noticias suyas vía holo mensaje, incluso le contó que estaba…



-Interrelacionándome, mayormente de un modo que la gente denomina romántico, con un chico de apariencia muy agradable.- Se sonrió al rememorar esas palabras tan peculiares de las que Mimet siempre hacía gala, para suspirar y musitar con voz queda.- Me alegro mucho, cariño. Al menos has sido capaz de encontrar el amor. Cosa que yo nunca hice.



            Y es que durante años la científica se había movido entre su trabajo en las Fairy Five y su carrera musical. Pese a haber mantenido alguna relación tanto con hombres como con mujeres, ninguna había llegado finalmente a cuajar. A buen seguro pudiera ser culpa suya. Muchas veces no fue capaz de dar tanto como demandaba. O sus propios proyectos le importaron más que la otra persona. De este modo, todas y cada una de ellas se fueron alejando de su vida. Ahora, en la cuarentena de edad, realmente no buscaba nada.



-Y desde luego que es el peor momento para pensar en eso. Tenemos un mundo entero que proteger. Al menos mientras podamos hacerlo.-Se dijo con pesar.- Y haré cuanto esté en mi mano por ayudar a ello.



            En otra parte del planeta y aun desconocedor de estas terribles nuevas, Trent se preparaba para comenzar la defensa de su cliente. Tras su éxito en el juicio contra ese cabecilla de los fundamentalistas acusado de casi ahorcar a un homosexual, su valor para el bufete en el que trabajaba subió. Sus jefes estaban contentos y su carrera prosperaba. Lo malo de aquello es que podía ver menos a Steph. Situación que se agravaba en esas terribles circunstancias por las que su novia atravesaba. A la marcha de Daphne había que sumarle el fallecimiento de Byron, que fue seguramente asesinado por una facción de radicales anti religiosos. De hecho, en el planeta, esos enfrentamientos se recrudecían cada vez más y grupos de uno y otro bando iban en nutrido número para evitar ser atacados por el otro. Las autoridades debían esforzarse en mantener la seguridad y la vigilancia para impedir que chocasen. Más si cabía cuando convocaban actos o manifestaciones.



-Y en Bios se quejan de los pro y los anti apertura.- Suspiró Trent moviendo la cabeza.- ¡Si supieran lo que tenemos aquí!…



En este caso, cada bando se alineaba con una postura distinta a las que se defendían en Bios. Los defensores de la religión y el modo de vida tradicional y decente ( al menos según la propia opinión de esos individuos) era más partidarios de la independencia de Nature y para unos la apertura del planeta podría significar que más gente decente y devota llegase huyendo de esa especie de Sodoma llamada Tierra. Aunque otros alegaban que quizás, pudieran ser los desviados y otro tipo de pecadores los que afluyeran para tratar de convertir Nature en otro lugar de perdición. En el otro lado, las opiniones diferían en un sentido similar. Temiendo que una postura pro o contra pudiera beneficiar respectivamente a sus enemigos. Sea como fuere lo que a él le importaba más ahora era el llevar bien su caso. Tuvo que esperar a que su cliente llegase entre fuertes medidas de seguridad. Incluyendo a dos guerreros saiyajin que acudieron a su lado. Al fin, escoltada, vestida con un mono naranja y con grilletes en las manos y piernas, apareció Ángela. Era la primera vez que la veía fuera de la celda que les había estado separando. Tras colocarse al lado de su defendida, Trent aguardó en pie la llegada del juez. Éste apareció en la sala a los pocos segundos.



-El honorable juez Glober preside este juicio, el pueblo de Nature contra Ángela Connors, acusada de asesinato, terrorismo y acceso y permanencia ilegal en el planeta…



            En la Tierra habían transcurrido algunos días y Daphne estaba más animada. Bertie cumplió su palabra y, tras hablar con los dueños del colegio en el que ella trabajase, le concertó una entrevista a la maestra. Tras ver los años de experiencia y las recomendaciones de la ex directora, no dudaron en contratarla. Ahora podía ir a su nuevo empleo tardando apenas tres cuartos de hora. Además, tenía ese apartamento de ensueño para ella sola. No tardó en apuntarse a un gimnasio para completar su nueva vida. Y, por supuesto, comenzó a salir los fines de semana a algunos lugares de ambiente que Kerria le recomendó. Hasta pudo mantener alguna relación con otras mujeres, eso sí, sin llegar a nada serio. Sin embargo, un día, tenía un mensaje de la abogada en su holo televisor. Sonriendo lo conectó, pensaba a buen seguro que ésta le iba a aconsejar sobre otro sitio para ir a conocer más chicas de su misma inclinación. No obstante, la cara de la letrada apareció con gesto consternado, y con tono suave y entristecido le dijo.



-Daphne, tu hermana Step me ha enviado un holo mensaje desde Nature. Tiene algunas semanas. Ella no sabía dónde poder localizarte y le prometí que te lo haría llegar. ¡Lo siento, lo siento muchísimo!…



            En ese momento Dap no le dio importancia, creyendo sin duda que Kerria se sentía mal por darle noticias de ese planeta o por creer de algún modo que la molestaba con ello.



-No te preocupes, quiero ver cómo están mi hermana y de mi familia.- Se apresuró a contestar queriendo saber con interés.- ¿Qué cuenta Steph?.

-Será mejor que seas tú quien lo vea.- Suspiró Kerria, añadiendo incluso con afecto.- Aquí estamos, para lo que quieras.



            Daphne comenzó a preocuparse, la abogada se despidió desapareciendo de la emisión y dejando aquel video. A la maestra se le encogió el corazón nada más ver aparecer el lloroso rostro de su hermana.



-Dap. Ojalá estés bien, te echo de menos. Los niños, bueno, están bien, no temas por ellos. Te echan de menos. Todos te añoramos. ¡Yo… no sé cómo decirte esto!…- Habló Stephanie entre mal contenidas lágrimas.-



            La destinataria del mensaje se sintió culpable. Había dejado todas las cargas de su antigua vida a su pobre hermana menor. Sin embargo y para su horror, no se trataba únicamente de eso. ¡Ojalá lo hubiera sido!, dado que lo siguiente que oyó le congeló la sangre…



-¡By ha muerto! Le han encontrado tras unos días sin que supiéramos nada de él. Papá y mamá están hundidos y yo… hago lo que puedo para no derrumbarme.



            Ahora fue Daphne la que rompió a llorar. Gritó rota por el dolor tirando incluso algún jarrón y cayendo al suelo. De fondo pudo oír las últimas palabras del mensaje.



-¡Te quiero Dap, y te necesito!… todos te necesitamos. Sé que tu vida ha sido muy dura, pero, te lo ruego, vuelve en cuanto puedas. Adiós, y por favor, cuídate…no soportaría que te pasara algo  a ti también…



            La mujer estaba en shock, no podía creer que su vida fuera todavía a peor. Ahora que parecía estar comenzando a remontar.  Sintiéndose muy mal, solamente pudo beber hasta que, ebria, cayó redonda al suelo. Despertó al día siguiente. Afortunadamente no había clase. La cabeza estaba embotada y le dolía. Ahora todo daba la impresión de haber sido un sueño. De hecho pensó haber soñado con su hermano que le sonreía dándole aliento.



-¡By!- Suspiró nuevamente entre lágrimas.- Lo siento. Sé que me comprendes. Ahora no puedo...¡no puedo regresar! Sería revivir la misma pesadilla. ¡Perdóname! Y tú también, Steph. Os quiero…pero tengo que rehacer mi vida…quizás algún día…sea capaz de volver.



            Entre tanto Mei Ling había estado acompañando a su padre, pese a no cruzar apenas  palabra con su madre y menos aun con los vecinos. No obstante, hizo como toda buena hija, acorde a las costumbres de su lugar natal. Finalmente y tras unos cuantos días, su progenitor falleció. Llena de tristeza asistió a la ceremonia, vestida de blanco riguroso como era costumbre en la tradición de su cultura, aunque con el alivio y consuelo de haber hecho las paces con él. Después de las honras fúnebres se despidió lacónicamente de su madre quién, pese a todo, no había sido capaz de perdonarla, y otros miembros de la familia que asimismo le dedicaron unas frías condolencias.



-Ahora tengo que regresar a casa.- Le contó a su primo Zhao que había acudido igualmente al sepelio.- Deseo muchísimo volver a ver a mi mujer y a mi hijo.

-Te acompañaré al aeropuerto.- Se ofreció él.-



            Y salieron rumbo al mismo para  viajar en dirección a una parte del país que había sido acondicionada como zona de despegue para lanzaderas espaciales. No obstante, cuando Mei Ling iba a comprar su billete hacia Nature se enteró de algo que la dejó helada.



-Lo siento señorita, no expedimos billetes hacia ese planeta.- Le comentó la empleada que atendía en el mostrador cuando el ordenador rehusó admitir la operación de venta a la viajera.-

-Entiendo. ¿Es que hay que ir primero a Bios, verdad?- Creyó saber Mei Ling.- Es una ruta con escalas.

-No, no es eso.- Repuso esa muchacha que era ligeramente más alta que ella.- Verá. Nature ha sido puesto en cuarentena. Ninguna nave viajará hacia allí con pasajeros.

-¿Qué?- Exclamó la científica sin poderlo creer mirando a su también sorprendido primo.- ¿Por qué?



            Pensó entonces en esas noticias de terremotos que su esposa le diera. Aunque no les había concedido mucha importancia al saber que fueron de escasa magnitud. Se lo comentó no obstante a su primo y éste, sin pararse a pensarlo dos veces, exhibió su acreditación de militar ante esa joven y le preguntó.



-¿De cuándo es esa orden?

-De ayer mismo, señor.- Musitó su interlocutora.-

-Gracias.- Repuso él dirigiéndose a su prima.- Voy a contactar con mis superiores, algo ha debido de suceder en estos días que hemos estado desconectados del mundo exterior.



            Y es que, pese a los avances de la tecnología la región en la que habitaban sus padres era bastante remota y estaba aislada. También contribuyó el hecho de que Mei Ling deseó aprovechar cada minuto que tuvo con sus progenitores. Sabía que, una vez se despidiera definitivamente de su padre, tampoco volvería a ver a su madre ya. Y ahora, apenas digerida esta tristeza, se sobresaltaba con estas otras inquietantes noticias.



-¿Qué puedo hacer yo entonces?- Le preguntó a su primo.-

-Ven conmigo. Averiguaremos lo que ha pasado.- Le propuso él.-



            Y ella asintió. De este modo, Mei Ling fue junto a su intrigado primo Zhao. Tenía mayor deseo incluso que él, en descubrir que estaba sucediendo verdaderamente en Nature.



 

                               anterior                                                              siguiente





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, si sois tan amables y no os es molestia, comentar vuestras impresiones sobre lo que habéis leído. Me vendría muy bien para mejorar y conocer vuestras opiniones sobre mis historias. Muchas gracias. ;)