Al fin llegó, tenía esas señas apuntadas
desde hacía mucho en su teléfono. Una vez llegó al aeropuerto JFK tomó un taxi
e indicó la dirección. Estaba en las afueras de Nueva York. Tras llegar y
bajarse del vehículo, se dirigió hacia esa urbanización caminando penosamente
con su maleta. Llegó y tras tomar algo de resuello, llamó. Una voz desconocida
de mujer le preguntó.
-¿Sí, quién es?
-Me llamo Daphne Car…Kensington.-
Rectificó pese a que todavía no se hubiese divorciado legalmente.- Quería ver a
la Señora Malden.
-¿A cual de ellas?- Inquirió esa
voz con curiosidad.-
-A Kerria Malden. Por favor.- Le pidió.-
-Un momento, por favor…- Repuso su
interlocutora a su vez.-
Daphne
suplicaba porque Kerria estuviera allí, al menos había llamado a la puerta
correcta. Tras unos instantes y para su inmenso alivio, escuchó la voz de la abogada.
-¿Daphne? ¿eres tú?
-Sí, soy yo. ¿Puedo verte, por favor?-
Inquirió la muchacha con el vivo deseo de que así fuera.-
-Claro.- Replicó amablemente su
contertulia.- Pasa…
Y
la visitante vio como una puerta enrejada se abría automáticamente dejándola
pasar al interior de una gran parcela en donde se alzaba una casa de dos
plantas. Parecía ser un muy lujoso chalet. Desde luego Kerria, amén de haber
sido una cantante famosa, era una abogada de prestigio y debía ganar mucho
dinero. Pensando eso anduvo hasta la puerta de esa morada y volvió a llamar. Al
cabo de unos breves instantes la letrada en persona abrió la puerta, lucía un
atuendo informal de pantalón de tela y una camisa sobre la que llevaba una
chaqueta de punto.
-Me alegra verte. ¿Cómo tú por aquí? -La
saludó con tono amable, aunque agregó con más inquietud.- Tu hermana hace poco
que me envió un mensaje, la tenías muy preocupada. Le prometí responder si
sabía algo de ti.
Al
escuchar esas palabras la aludida no pudo evitar romper a llorar desconsoladamente,
Kerria se preocupó y enseguida la rodeó los hombros con un brazo invitándola a
pasar.
-Anda ven, tranquilízate y me cuentas lo
que ha pasado. ¿Vale?
Dócilmente
la recién llegada se dejó ayudar con su maleta. Otra mujer, de cabello rubio y
algo canoso ya, cortado hasta los hombros y un poco rizado en las puntas y
bucles, salió a su encuentro. Enseguida preguntó, con una voz que Daphne
reconoció como la primera de las que le habían contestado al llamar.
-¿Se encuentra bien?...
-Sí, Sam. Ella está bien, – Respondió la
abogada para acto seguido informar a su huésped.- Es mi esposa, Samantha. Sam,
ésta es Daphne Carson…
-Prefiero usar mi apellido de soltera.-
Musitó la interpelada enjugándose las lágrimas.- Kensington.
-Me es bastante familiar.- Pudo decir
Samantha.-
-Su hermana es Stephanie Kensington, la
modelo.- Le aclaró Kerria a su esposa.-
-Vaya, encantada de conocerla.- Sonrió
Sam ofreciéndole una mano.- Su hermana es una
mujer muy agradable.
Daphne
se la estrechó agradeciendo esas palabras, enseguida la hicieron pasar al salón
y las tres se sentaron en un confortable sofá.
-¿Qué quieres tomar?- Le ofreció la
abogada.-
-Nada, muchas gracias. Lamento
molestar.- Se disculpó la mujer algo más calmada ya.-
-No molestas para nada.- Sonrió Kerria
interesándose de inmediato.- Dime ¿qué puedo hacer por ti?...
-Verás... Bueno, verán.- Sonrió mirando
también a la otra individua que por su parte la observaba con interés.- Es algo
largo de contar.
-Tutéanos a las dos, por favor. Y
tenemos tiempo. Mis padres están de viaje y nuestro hijo en Bios.- Sonrió la
letrada añadiendo con tono jovial.- Nos aburrimos bastante.
Dap
sonrió a su vez agradeciendo los ánimos, les refirió entonces lo sucedido. Lo
que Kerria ya sabía, de cómo había admitido su condición sexual en ese juicio. Después
de narrarles algunas otras cosas les explicó que, tras un tiempo, al final no
pudo más y tuvo que escapar del planeta.
-¡Lo he perdido todo, mi trabajo, mi
familia! – Suspiró llena de tristeza, culpándose.- Sé que soy una cobarde, que no he hecho bien…
al menos tuve que traer a Leah conmigo.
-Sé como te sientes.- La apoyó
Samantha.- También yo desvelé mi amor por Kerria en un juicio y eso me costó
perder los lazos con mi familia. Pero tras los años transcurridos, y sabiendo
lo que ahora sé, lo volvería a hacer. Porque no cometí ningún delito por ello,
ni tenía de qué avergonzarme. Como tú tampoco lo tienes.
-Quizás en la Tierra eso es fácil de
decir, pero en Nature están dominados por el fanatismo neo religioso.- Sollozó
la interpelada, comentándoles con gran pesar.- ¡Hasta mi propio hijo de diez
años me odia!
Dejó
petrificadas a sus oyentes cuando les contó entre lágrimas la reacción de David.
Kerria y Sam se miraron llenas de pesar. Entendían perfectamente lo doloroso y
terrible que para una madre era sufrir aquello.
-¿Y tu marido?. Si es que todavía sigues
casada con él.- Preguntó la letrada.-
-Sí, aun no nos hemos divorciado, aunque
Martin sí que lo ha aceptado. Y mi hermana me ha apoyado mucho, estuve viviendo
con ella durante unas semanas. Pero la he cargado con la responsabilidad de
cuidar de mis hijos. – Suspiró moviendo la cabeza y volviendo a llorar. - Me
siento muy avergonzada por eso, pero es que, tenía que huir de allí…
-No te preocupes, lo entendemos.- Le
aseguró Kerria, ofreciéndose de inmediato. - Dime. ¿Quieres que haga alguna
solicitud legal para pedir que manden a los niños a la Tierra?
-No, no de momento. No quiero que Leah
tenga que cambiar de planeta y estar dando tumbos como yo. Vine porque recordé
lo que me comentaste.- Añadió tras calmarse un poco.- Que podrías ayudarme a
encontrar algún trabajo si venía a la Tierra. Puede que cuando me asiente aquí
sea distinto y reclame a mi hija…
Fue
muy revelador que no nombrase a su hijo, desde luego extrañó a sus
interlocutoras. Pese a esa aseveración hecha anteriormente., Por mucho que el
niño estuviera enfadado con ella, o decepcionado, o lo que fuese. No obstante
ninguna iba a meterse en eso…
-Claro, haré algunas llamadas.-
Respondió jovialmente la abogada que se interesó a su vez.- ¿Tienes algún sitio
en donde quedarte?...
-No, en fin, durante el viaje vine con
Mei Ling, luego ella se fue a China, a ver a sus padres, y yo me dirigí hacia
aquí. No he tenido tiempo de buscar hotel…
-Pues no hay más que hablar, te quedarás
aquí por unos días.- Sentenció la abogada.-
-No, no quiero ser una molestia.- Se
apresuró a replicar la apurada Daphne.-
-En absoluto, la casa es muy grande.-
Afirmó su interlocutora.-
Samantha
se levantó sin decir nada saliendo de la estancia, su esposa debió notar algo
extraño puesto que enseguida se disculpó con una leve sonrisa algo forzada pidiéndole
a Daphne.
-Espera un segundo, vamos a ver cómo nos
organizamos.
-De veras, no quiero molestar.- Insistió
la recién llegada.-
-Nada de eso.- Se reafirmó su
interlocutora.-
Y
dejando a su invitada sentada en el salón, la abogada subió a su habitación,
allí estaba su cónyuge quien la miró con perplejidad e incluso algo de
malestar.
-Sé lo que me vas a decir...- Suspiró
Kerria adelantándose.-
-Pues entonces no hace falta que hable.-
Repuso Sam que parecía molesta, más al agregar.- Da la impresión de que tampoco
me iba a servir de mucho.
-¿Qué querías que hiciera?- Le preguntó
su esposa también con algo de irritación.-
-Al menos pudiste haberle recomendado un
hotel. Ten en cuenta que Brian vendrá en menos de una semana. Eso nos dijo en
su último mensaje. Y tus padres regresan en tres días.- Le recordó Samantha,
aseverando.- ¿Cómo crees que se tomarán ver a una extraña aquí?
-No te preocupes por mis padres. Es más,
en cuanto les cuente el caso de esta pobre muchacha ten por seguro que la
ayudarán.- Replicó Kerria a su vez con tono algo más seco.-
Samantha
suspiró mirando hacia el techo y enseguida retomó la palabra con tono dolido
para quejarse.
-Ya lo estás haciendo otra vez…
-¿Hacer qué?- Inquirió su pareja.-
-Pues eso, hacer que me sienta mal. Parece
que estuvieras atacando a un acusado en un juicio.
-No hago nada de eso.- Se defendió su
interlocutora agregando en tinte más conciliador. – Solamente te pido que seas
un poco más comprensiva. Eso es todo.
-No tengo ningún inconveniente a que
pase aquí la noche, incluso a que se quede también mañana..- Pudo argüir Sam
con un tinte más conciliatorio.- Pero es que…- Suspiró largamente y añadió con
voz más queda.- Quería que estuviéramos tú y yo…
-No temas por eso. Te aseguro que Daphne
se hará cargo. No creo que ella precisamente se escandalice si ve a otras dos
mujeres dedicándose caricias y algunos besos.- Se sonrió Kerria ahora.-
-Ya, no es por eso.- Quiso explicarse
Samantha con tono alicaído ahora.-
Su
esposa lo solucionó abrazándola con afecto para asegurar.
-Ya verás como no va a ser ninguna
molestia. Además, creo que os vais a caer muy bien. Daphne me recuerda a ti en
muchas cosas.
-¿Ah sí?- Quiso saber su contertulia
incluso con un matiz de celos en su voz.- ¿Cómo en cuáles?
-Bueno.- Quiso enumerar Kerria.- Es una
buena persona, es rubia…- Se rio e incluso hizo que su pareja lo hiciera casi a
pesar suyo. Aprovechando ese momento de alivio, la abogada agregó más
seriamente.- Y ha luchado mucho por las personas a las que quiere, tú misma lo
dijiste. Las dos habéis renunciado a vuestras familias y habéis tenido que iros
muy lejos.
-Tienes razón, lo siento, de veras.-
Suspiró Sam reconociendo apesadumbrada.- He sido una estúpida y una egoísta. Es
cierto que viéndola a ella me parece estar reviviendo mi propia situación.
Quizás por eso me ha sentado mal.
-¿Entonces qué le digo?- Quiso saber su
interlocutora.-
-Ya se te ocurrirá algo.- Sonrió ahora
Samantha al añadir.- Sobre todo para hacer la cena.
-Vale.- Concedió la abogada.- La
alojaremos en el cuarto de invitados. El que suele ocupar Brian. Y no temas, no
habrá problemas a ese respecto…
Y
de este modo, las dos bajaron dispuestas a atender a su invitada. Kerria por
supuesto le pidió permiso para enviar un holo mensaje a Nature. A fin de que
Stephanie se quedase más tranquila.
-Claro. - Asintió Daphne.- Te lo
agradezco muchísimo. Pero, si no te importa, no deseo aparecer en él. Todavía
tengo que reunir el valor para dirigirme a mi hermana, aunque sea de forma
diferida, con un simple holo mensaje.
-Como tú quieras.- Repuso Kerria.-
Y tras componer una
cena suave con ensalada y algo de picar, las tres conversaron alrededor de la
mesa. Samantha le preguntó visiblemente interesada.
-Dime, ¿qué piensas hacer? Me refiero
además de encontrar un trabajo por aquí.
-Quisiera volver a ver a Sabra y al
resto de sus amigos.- Le respondió su invitada.- Quizás…si no están lejos…
-No sabemos nada de ellas desde hace
bastante. Debbie y su grupo son muy nómadas.- Intervino Kerria.- No suelen
parar en un mismo lugar por mucho tiempo. Pero tengo su número, y el de mi
primo Lance al que, por cierto, también hace mucho que no veo.- Recordó antes
de proseguir.- Les llamaré a ver si
podéis reuniros. Supongo que Sabra estará con ellos todavía. - Remachó con un
tinte más optimista.-
-Os lo agradezco mucho, de veras. Y
espero que pronto podré comunicar con Steph.- Deseó Daphne.-
Aunque
poco imaginaba entonces Dap que su hermana menor había tenido que pasar por una
terrible experiencia. Aquel mensaje enviado por Kerria llegó a Nature varios
días después del entierro de Byron. La familia estaba realmente muy mal
anímicamente. Los padres del difunto sobre todo. Stephanie se sentía muy
agobiada y destrozada por todo lo ocurrido. Tuvo que dejar su trabajo en manos
de Sonia que se ofreció desde luego a
ayudarla, pese a que también tenía sus propias inquietudes. En esta ocasión
no hubo milagro posible, el obispo que ofició el funeral personalmente, lamentó
no poder hacer nada.
-El Señor ha querido que su amado hijo
se reuniera con Él. Ahora Byron ya está gozando de su presencia.- Animó a los
familiares y amigos.-
Pero
incluso tras las honras fúnebres, el asunto siguió dando que hablar. Algunas
voces se levantaron llenas de ira.
-¡Ha sido un asesinato infame!-
Proclamaron algunos miembros de la congregación de la fe.- ¡Esos ateos y
desviados, han matado al pobre padre Byron!
-Sí, con tal de acabar con aquellos que
propagan la verdad, son capaces de lo que sea. El padre Byron es un mártir.-
Aseguraban otros.-
La
pobre Stephanie recibía ahora las amables palabras de algunos que, poco tiempo
antes, la habían insultado y hecho pintadas en la fachada de Modas Deveraux.
Empero, la destrozada joven no quería saber nada de eso. Lo que si hizo, nada
más recibir ese mensaje de Kerria, fue enviar la respuesta, informando de lo
que había pasado.
-No quiero verme mezclada en ninguna
guerra. Bastante tengo encima ya.- Pensaba consternada y muy abatida, aunque
tratando de sacar fuerzas para continuar con su trabajo y cuidando de su
familia.-
Y
por si eso fuera poco, durante los siguientes días unos temblores sísmicos en
el planeta alertaron a la población. Por fortuna fueron de una intensidad
moderada, no hubo que lamentar pérdidas humanas, tan solo algunos heridos. Las
autoridades oficialmente restaron importancia
a lo sucedido, aunque el grupo del doctor Adams, Scott y Franklin a
quienes, se les unió también Alan Rodney, sabían por desgracia lo que eso en
verdad quería decir.
-Las cosas comienzan a complicarse.-
Afirmó Franklin.-
-Sí, a esos terremotos hemos de sumarle
la aproximación de varios asteroides enormes. – Comentó Alan.- Por lo que hemos
sabido al menos dos de ellos tienen más de diez kilómetros de largo por tres de
ancho.
-Eso es como si dos SSP-1 se dirigieran
con rumbo de colisión a Nature.- Añadió un muy preocupado Clyde.-
-Al menos nos han informado con
antelación para que ayudemos a las fuerzas de defensa a destruirles a una
distancia segura del planeta.- Intervino Scott.- Los saiyajin ya han sido
informados y el embajador Derail ha prometido que tanto él, como todos los
suyos, estarán listos cuando los tengan
a tiro.
-Entre tanto mi esposa ha estado
ayudando a modificar algunos varitech para que puedan concentrar su potencia de
fuego sobre ellos.- Añadió el doctor Adams.- De hecho, las Fairy Five han
dejado de lado cualquier otra cosa y se han centrado desde hace ya meses en
preparar todo tipo de compuestos y cultivos para conseguir que sobrevivan a
varios cientos de metros de profundidad.
-Así es, he oído que se están excavando
refugios en algunas zonas del planeta.- Dijo Alan.- Algunos cerca del bosque
boreal. Justo fuimos allí para despedir a nuestra hija Fiora, se marchó de
viaje.
-Pues ha elegido el mejor momento
posible. Apenas quedan un par de meses para que esos asteroides lleguen. Y tras
ellos…- Suspiró Scott.-
-Sí, lo sé. Esos asteroides son solamente
la avanzadilla de algo muchísimo peor.- Admitió su interlocutor.-
-Después vendrá esa estrella de
neutrones del tamaño de Sagan City.- Les recordó pese a todo Franklin añadiendo
con evidente pesimismo.- Contra ella no sé si los refugios subterráneos serán
suficiente protección.
-Bueno, hijo, los problemas de uno en
uno.- Declaró Scott con resignación.-
Alan
estaba pensativo, las últimas palabras de sus interlocutores se le escaparon. Recordaba
ese viaje que tanto él como Naya habían hecho haría tan solo una semana. Su
esposa seguía muy afectada y él también estaba triste. Su hija se había ido y
no sabían a donde, ni tan siquiera si retornaría alguna vez. La despidieron
junto a aquel enorme lobo blanco, ese cachorro que antaño Fiora rescató de un
agujero…Allí presente con su manada, entonó un aullido lastimero que fue
coreado por los demás, cuando Fiora tras acariciarle con dulzura se volvió
hacia sus padres cuando su madre le comentó, ajena a eso todavía.
- Ahí
tienes a tu lobito. - Sonrió Naya que ya no temía tampoco a ese majestuoso
ejemplar de color gris perla y manchas blancas moteadas en las orejas, en el
que se había convertido aquel pequeño cachorro. -
Pero
tanto el lobo como Fiora, lejos de mostrar signos de alegría, parecían tristes.
El animal se acercó a ella gimiendo y lamiendo las manos de la chica que lo
acarició afectuosamente como solía aunque susurrándole con cierto pesar.
-
Tú también lo has sentido, lobito. ¿Verdad? Dentro de poco tendré que irme.
Alan observó a su hija y visiblemente
intrigado agregó.
-
¿Te refieres a ese sueño que nos has contado?
La muchacha asintió afirmando con
voz queda.
- Sí, hace tiempo Asthel, el hijo de tu primo
Leval y de Amatista, me lo dijo. Después lo he soñado muchas veces. Un día,
alguien me llamará para hacer un largo viaje y habré de marchar. Creo que ese
momento ha llegado ya. Lobito también lo sabe. Puede percibirlo.
-
Pero hija, ya lo hemos hablado otras veces. - ¿A dónde vas a ir?- Le inquirió
su madre con tono y semblante preocupado. -
-
Lo ignoro, lo único que sé, es que es algo muy importante. Y que debo ir. Por
eso, quiero despedirme de vosotros y de él.
Y no sólo ese lobo, otros varios más pertenecientes
a la jauría que ahora mandaba, aullaron en tono lastimero cuando, ante los
asombrados ojos de Naya y Alan, apareció un gran destello luminoso inscrito en
una estrella. Fiora suspiró, declarando resignada.
-
Tengo que marcharme. Papá, mamá...por favor, decid adiós por mí a toda nuestra
familia. Decidles que les quiero, como os he querido siempre a vosotros. Y que
nunca os olvidaré…
Alan sintió un nudo en la garganta, hacía años que
su padre que había estudiado temas de esoterismo desde su juventud, le advirtió
de esto antes de morir, corroborando las palabras de su nieta. Fiora estaba
destinada a una gran tarea y pese a que les doliese terriblemente deberían
dejarla marchar. Naya en tanto se abrazaba a su hija y sollozaba llena de
pesar. Nunca creyó aquello, jamás pensó que realmente sucedería. Lo tomó por un
mero sueño sin más significado, pero ahora su peor temor se había hecho
realidad. No obstante, Fiora acarició el pelo de su madre y sonriendo
alentadoramente, la animó.
-
Estaré bien, no iré sola. Todavía no conozco a todos mis compañeros, pero sé
que son de gran fuerza y buen corazón.
A Naya no le salían las palabras viendo a su hija
que sonreía con valor y seguridad. Ya era toda una mujer y confiaba en que
sabría cuidarse. Alan por su parte también la abrazó llenándola de besos y le
pidió con la voz quebrada de emoción.
-
No nos olvides nunca, hija, y conserva siempre tu pureza y tu bondad. A donde
quiera que vayas ellas serán tu mayor tesoro.
Sin poder evitar que las lágrimas cayeran de sus
ojos, la chica asintió besando a sus padres y abrazándose a ellos. Después se
dirigió a Lobito y acariciándole la cabeza se agachó tomándosela entre ambas
manos para susurrarle.
-
Adiós amigo, cuida de los tuyos y sigue viniendo aquí, a ver a mis padres. Tal
vez un día volvamos a vernos.
Y Fiora dedicó una última y amorosa mirada a su
amigo lobo y a sus padres metiéndose en
aquel destello de luz. Así lo rememoró Alan.
-Espero
que tú logres cumplir con tu propósito. Hija mía. Sé que es incluso más
importante que salvar este planeta…
Las que también se preparaban era
Gloria y Thalia. Para su contento, la aspirante logró ser aceptada como
discípula. Es más, la hija del embajador parecía tener prisa por enseñarle lo
que sabía. Y de hecho la estaba entrenando con dureza y pocas contemplaciones.
-Así
no.- Le reprobaba una impertérrita Gloria tras un enésimo ataque fallido de su
joven aprendiza.-
Thalia se lanzaba con toda su fuerza
y su mejor voluntad, pero era incapaz de tocar a su maestra. Por ello, ese
intento concluyó como los anteriores, fue golpeada con pocos miramientos y
terminó en el suelo, jadeando agotada y dolorida. Mientras, su estricta
profesora se cruzaba de brazos, dictaminando.
-Tienes
que ser más rápida. Y concentrar mejor tu energía.
-Yo
pensaba que lo estaba haciendo.- Fue capaz de replicar la muchacha poniéndose
trabajosamente en pie.-
-No
pienses, sencillamente hazlo.- Le ordenó su maestra.-
-¿Cómo?-
Quiso saber la chica con evidente desasosiego.-
-Un
saiyajin no piensa cuando ataca, siente su propio poder.- Le explicó Gloria.-
Tú todavía estás lejos de dominar las técnicas básicas. Y tendrás que hacerlo
en muy poco tiempo. Sabes lo que se avecina y vamos a precisar de todos los
guerreros de nuestra raza disponibles.
-Sí,
noble Gloria.- Repuso sumisamente ahora esa muchacha.- Me esforzaré mucho más.
Su maestra le había contado en pocas
palabras que Nature estaba en peligro, y que su obligación era defender el
planeta. Pese a que Thalia no era una guerrero saiyajin experimentada todavía,
no estaban las cosas como para desdeñar la ayuda de nadie. Ahora, respirando
agitadamente, la joven musitó.
-Espero
ser capaz de aprender todo eso en tan poco tiempo.
-No
esperes nada. Esperar es para los débiles y los cobardes. Eso decía mi abuela. -
Rebatió Gloria corrigiéndola acto seguido.- Deberías decir, aprenderé eso en el
plazo que tengo. Esa es la clave. Tu actitud. Si dudas de ti, estamos perdiendo
el tiempo.
-Pero
también me has contado que te decía que debías aguardar al momento oportuno y
no precipitarte.- Opuso la desconcertada chica.-
A lo que Gloria, sonriendo, esta vez
casi diríase que divertida, replicó de un modo algo enigmático posando una mano
en el hombro derecho de su aprendiza.
-En
este contexto, esperar y aguardar, no son la misma cosa. Ya lo descubrirás. Ahora
volvamos al trabajo, queda mucho por hacer…
Y de este modo, alejadas de la
ciudad, en el campo de adiestramiento preferido de Gloria, retomaron la
tarea…Otro que tenía mucho trabajo por delante era Trent. Acudió en efecto a la
entrevista con su defendida al día siguiente de que su novia recibiera esas
fatídicas noticias sobre la muerte de Byron. El mismo chico estaba triste,
apreciaba mucho al difunto hermano de Steph.
Pero ahora tenía la obligación de concentrarse en su caso. Así pues, al
llegar a la base lo primero que hizo fue hablar con la capitana Hunter. Ésta le
recibió en su despacho para advertirle.
-Tenga
usted mucho cuidado, no se fie de su apariencia. Es la de una mujer hermosa,
pero bajo ese envoltorio es también taimada, retorcida y sobre todo nos odia.
Para ella seguimos siendo el enemigo y, si pudiera, no dudaría ni un segundo en
acabar con todos nosotros para huir. Y eso le incluye a usted, abogado.
-Muy
bien, lo tendré presente.- Le aseguró Trent.-
-Le
deseo suerte.- Repuso Susan despidiéndole ya.-
Y el joven fue hacia esa celda, tras
serle franqueada la entrada se aproximó hasta una silla con una mesa que estaba
justo en frente de esa cámara especial que albergaba a la prisionera. Un campo
de fuerza y un material transparente que semejaba cristal, pero de altísima
resistencia, la mantenían allí confinada. Además, cámaras de vigilancia e
incluso esos cañones láser que inquietaron al letrado, apuntaban al interior,
para actuar al menor gesto sospechoso. Aunque el chico sí que pidió a los
guardianes.
-Por
favor, las conversaciones abogado-cliente son confidenciales. Deben ustedes
apagar esas cámaras en tanto yo esté aquí.
-Para
eso necesitamos el permiso de la capitana Hunter.- Replicó un mayor que estaba
al cargo.-
-Pues
solicítenlo. No puedo empezar con la defensa de mi cliente hasta que se den las
condiciones legales para ello. - Replicó el muchacho.-
Ángela escuchó eso con aprobación.
Al menos ese humano parecía querer tomarse en serio su defensa. Ya había tenido
varios candidatos a ser su letrado, pero por motivos personales o sencillamente
por ver un caso imposible, se habían ido retirando. Posiblemente este otro
fuera un iluso, pero en ese caso ella no iba a enfadarse por aquella causa.
Incluso para su sorpresa, la respuesta fue rápida y clara. Las cámaras se
apagaron y los centinelas salieron de la estancia donde se ubicaba la celda.
Una vez a solas, el joven letrado se dirigió a su cliente…
-Me
llamo Trent Peterson y seré su abogado.
-
Muy bien.- Se sonrió ella agregando divertida.- Espero que no me cobre usted
demasiado caro.
-No
se preocupe por eso, soy abogado de oficio en este caso. Mis honorarios no son
cosa suya.
-Bueno,
le diré qué haremos, si consigue sacarme de aquí, le daré una noche gratis conmigo. Le aseguro que,
como profesional, soy de las mejores de Nature. Y prometo no pegarle…mucho…
-No
tiene que molestarse.- Sonrió irónicamente él, aseverando. – Si lograse sacarla
de aquí eso sería mejor que cualquier sesión de esas. Que por cierto, no me
van. Y además, tengo novia.
-Vaya,
un tipo sincero. Me vendrá bien.- Repuso su contertulia quien más seriamente le
preguntó.- Sea usted honesto pues y dígame qué posibilidades tengo.
-Muy
pocas, pero eso ya lo sabe.- Contestó sinceramente el joven letrado.- La única baza
que tenemos es la de que a usted la engañaron y le hicieron creer que su país y
sus mandos militares estaban detrás de ese ataque y de sus actividades. Aunque
vayan a juzgarla por terrorismo eso podría ser un atenuante. El cumplimiento
del deber. Lo malo es que mató a mucha gente por lo que se ve. Luego a
instancia de algunos precedentes como los famoso juicios de Nuremberg en la
Tierra, tampoco la obediencia debida le libraría a usted.
-Me
lo estás poniendo cada vez mejor.- Declaró ella con evidente ironía.-
Aunque el chico fue ahora algo más
optimista al alegar.
-Pero
no hay testigos directos de eso. Al menos que yo sepa. Y la jurisprudencia de
la Tierra no tiene porqué aplicarse aquí. Por tanto, la acusación solamente
tendría indicios y elucubraciones. Si es así, hasta podríamos pedir un
veredicto de juicio nulo o de no culpabilidad.
-
Tutéame, me llamo Ángela.- Sonrió ella mirándole con aparente interés para
sentenciar.- Si logras eso harás que mi consideración sobre la especie humana
mejore bastante.
-Otro
argumento que podemos emplear es que, durante los años que permaneciste oculta
no has atacado ni matado a nadie, con lo que has demostrado tu voluntad de no
ser una amenaza.
Eso hizo reír a su clienta, el chico
la observó sin comprender y ella
divertida, admitió.
-No
hubiera sido muy inteligente ir dejando pistas. Y a mis clientes bueno, eran un
tipo de agresiones consentidas. Pero me gusta como lo expones…¿Tengo que llorar
ante el juez y decir lo arrepentida que estoy por todo? Si se trata de eso, no
es ningún problema.- Agregó no sin sorna.-
-No
sería necesario pero si estaría bien que abandonases esa actitud de
superioridad.- Le aconsejó Trent.-
-Es
que soy superior a los humanos, no te ofendas.- Contestó ella.-
-¿Superior
estando encerrada ahí?- Replicó él a su vez con incredulidad y un punto de
burla.-
-Me
han encerrado aquí porque temen lo que pueda hacerles. Y debo decir que, en
eso, tienen razón. - Afirmó la mujer.-
-En
parte sí, pero por otro lado, te están garantizando un juicio justo y legal. De
haber querido matarte ya lo habrían hecho.- Argumentó el abogado.-
-Y
cree que me alegro de que tengan esa ridícula moralidad.- Sonrió Ángela.-
El muchacho suspiró, desde luego
defender a esa individua iba a exigirle toda su profesionalidad, y no
únicamente debido a la dificultad del caso.
-El
primero que querría condenarla soy yo.- Pensó moviendo la cabeza.-
Por otro lado, Dean y Nelly estaban
paseando por el parque, la muchacha recordaba algunos de los lugares donde,
siendo niña, ella misma correteó con sus padres. Por lo menos se acordaba de
aquellos buenos momentos en los que su vida aun no se había hecho pedazos.
-Te
noto muy callada.- Comentó el chico.-
-Es
verdad, perdona.- Sonrió débilmente ella.-
-¿Te
ha llegado?- Quiso saber él.-
-¿Te
refieres a la citación? Sí.- Admitió su interlocutora.-
-Tendremos
que declarar como testigos en el juicio de Ángela. No veo el momento de
hacerlo.- Dijo Dean.-
-A
mí en cambio no me hace demasiada gracia. Supón que por cualquier motivo
quedara libre o escapara. Seguro que iría a por nosotros.
-Si
quedara libre sería yo quien iría a por ella.- Replicó resueltamente él.- Pero
lo dudo mucho. Y si la encierran será en una cárcel de máxima seguridad. En
cualquier caso, deseo darme la satisfacción de hacerle saber quién ha estado
detrás de su captura. Además, ya sabes que, cuando declaremos, tenemos el
acuerdo de total inmunidad.
-Eso
es lo bueno.- Suspiró Nelly.- Porque cuando la policía se puso en contacto
conmigo me amenazaron con enviarme a la celda con ella acusándome de cómplice.
-Pues
entre eso y lo que tu hermana diga. Seguro que bastará para encerrarla de por
vida. ¿Por qué Kassandra dice que es tu hermana, no?- Quiso cerciorarse él.-
-Es
largo de contar, básicamente ambas somos parte del mismo ser.- Le resumió su
contertulia.-
-Bueno.-
Afirmó el chico.- Solo quiero estar con mi madre y alejarla de aquí lo antes
posible. Cuanto antes testifiquemos antes podremos abandonar Nature.
-¿De
veras crees que este mundo no tiene salvación?- Preguntó la consternada joven.-
-No
es que lo crea, es que es seguro.- Comentó su interlocutor con el mismo pesar.-
Sé que nuestros amigos y sus padres están estudiando mil y una maneras de
lograrlo, pero también sé que ninguna servirá.
-Pues
yo no quiero perder la esperanza.- Repuso ella mirando a su alrededor.- Ya no.
Desde que era niña la perdí, pensando que era una víctima impotente y que,
hiciera lo que hiciera, jamás podría ser feliz y que tenía que estar huyendo
sin parar o escondiéndome por unas razones u otras. Ahora no deseo rendirme, ni
escapar nunca más.
-Esto
no es lo mismo, y sabes que te comprendo bien. Sé lo que es tener que huir.
Pero ahora no solamente somos tú y yo, sino el planeta entero. Todo el mundo
tendrá que marcharse de aquí o será destruido con Nature.
Involuntariamente los dos se
acercaron y ella le tomó de una mano. Dean se ruborizó por un instante aunque
luego se recobró. Estaba claro que se trataba de un acto de amistad, buscando
también ese calor y afecto que durante tantos años le había faltado a esa
chica. De hecho a ambos. De modo que él incluso bromeó, diciendo.
-Si
mi madre nos viera así. En fin, seguro que le darían ganas de montar una
fiesta.
-Quizás
una fiesta no sea una idea tan descabellada.- Sonrió Nelly.-
Y la aludida por ambos se encontraba
en ese instante en el Clargin con su amiga Clarisa e Hipatia. La chica atendía
algunas mesas en tanto las dos mujeres charlaban sentadas alrededor de otra.
-Es
estupendo que tu hijo volviera a casa.- Le comentaba Clarisa a su amiga.-
-Sí
que lo es.- Suspiró Ginger.-
-¿Qué
te pasa?- Quiso saber su interlocutora.-
-No
sé, cuando observo a Dean le noto preocupado. Pese a todos sus intentos por
parecer alegre, tengo la impresión de que hay algo que le inquieta. Puede que
tenga que ver con su vuelta aquí. Quizás no esté acostumbrado a permanecer en
un mismo sitio por mucho tiempo.- Elucubró Gin.-
-Será
complicado para él, tras todos estos años, pero seguro que se siente feliz de
volver a estar contigo. Y mira el lado bueno. También Nelly ha regresado.
-Siempre
aprecié mucho a esa pobre chica. Ahora la veo hecha toda una mujer y eso me
alegra.- Admitió Ginger.-
-Oyes,
quizás ellos dos…- Se sonrió su ex socia.-
-Me
gustaría mucho.- Reconoció su amiga dándole un sorbo a una taza de té que tenía
a su lado.-
-¿Qué
tal el té?- Se interesó Hipatia acercándose a su madre y a Ginger.-
-Bien
cielo, ya vas aprendiendo.- Repuso Clarisa con aprobación.-
La chica se alegró aunque no pudo
replicar, un súbito temblor que hizo moverse las mesas y las sillas, así como
caer algunos platos y tazas al suelo, las sobresaltó.
-¿Qué
es esto?
-¡Un
terremoto!- Exclamó Ginger.- Rápido, tenemos que salir de aquí.- Las urgió.-
Y tanto ellas como el resto de los
clientes corrieron a buscar un lugar despejado, sin edificios ni nada que
pudiera derrumbarse a su alrededor. En el parque también se sintió el efecto
del temblor.
-¡Dios
mío!- Exclamó Nelly que se trastabilló.-
-¡Agárrate!
- Le indicó Dean sujetándola como pudo.-
Algunas cosas se rompieron, parte de
la acera se agrietó, los deslizadores se detuvieron y la gente corría y
chillaba. Por fortuna aquello terminó a los pocos segundos. No hubo que
lamentar desgracias graves.
-Cada
vez hay más temblores.- Comentó Nelly con inquietud.-
-Es
solamente un aviso de lo que nos aguarda.- Suspiró el chico, mirándola
fijamente a los ojos para insistir.- Es por eso que tenemos que irnos de este
planeta cuanto antes. ¡Por favor!, te pido que vengas con nosotros.
La chica le miró perpleja aunque no
dijo nada. Tenía mucho en que pensar. Entre tanto Ginger y los demás suspiraron
aliviados. Mucha gente que había estado en el local se había ido a todo correr,
dejando facturas pendientes. No obstante, eso era lo de menos. La mayoría eran
clientes asiduos y regresarían a abonarlas. También se habían producido algunos
destrozos pero por suerte ninguno serio.
-Será
mejor que comprobemos que todo es seguro antes de entrar.- Aconsejó Clarisa.-
-Sí,
y luego tendremos que recoger todo esto.- Suspiró Hipatia.-
En la base militar, tras la
entrevista que mantuvo con su abogado, la prisionera reaccionó. El temblor también
se había sentido y Ángela miraba con curiosidad como vibraban algunos
utensilios que tenía sobre la mesa de su celda.
-Vaya.
Quizás este planeta no me retenga mucho después de todo.- Pensó con regocijo.-
Ya le quedaba poco, al día siguiente
comenzaría su juicio. La sacarían encadenada de pies y manos y con fuertes
medidas de seguridad. Entre ellas y custodiándola, puede que estuviese esa
saiyajin que la apresó.
-Bueno,
de momento no me conviene intentar nada.- Pensó de modo calculador.- Le daré
una oportunidad a este humano. Parece que desea hacer bien su trabajo. Y sería
realmente divertido que ellos mismos me liberasen de acuerdo a sus estúpidas
leyes, delante de los morros del embajador saiyajin y sus esbirros…
Otra que había estado observando
aquel temblor, en este caso con temor, fue Claire. Sus padres habían llegado de
Bios hacía unos días. En cuanto la vieron no pudieron creerlo. Su padre, el
militar retirado Nathan Zorton, la abrazó lleno de alegría. Ella aun recordaba
sus palabras.
-Hija,
nos dijeron que estabas muy mal. Tendré que agradecer a ese médico su ayuda.
-Sí
papá. A él y al obispo Corbin, que fue quien obró este milagro.- Le comentó.-
-¡Sin
duda es un hombre santo! - Añadió su madre, una mujer de cabello castaño algo
encanecido ya, con patente admiración.-
-Antes
tenía fe, pero ahora no tengo ni la más mínima duda.- Convino Nathan.-
-Aunque
también debemos agradecerles sus desvelos a los doctores, el doctor Ginga y la
doctora Rodney se portaron muy bien conmigo antes de eso.- Les recordó Claire.-
No obstante, su padre se quedó
pensativo al oír ese apellido. Enseguida preguntó.
-¿Ginga
dijiste?
-Así
se apellida él.- Creyó acordarse la muchacha.- ¿Te es familiar?
-Sí,
aunque ahora mismo no logro recordar de dónde.- Repuso su progenitor.-
-Bueno,
y la enfermera Derail. Maggie.- Matizó la joven.- Gracias a ella fui a ver al
obispo.
-Me
alegra ver que hay muchas personas de fe por aquí.- Comentó la madre de la
muchacha con visible agradecimiento en su semblante.-
Tras esa conversación fueron a
visitar a esas personas y Zorton comprobó que ese médico era aquel alien que él
tuvo bajo custodia en la SSP-1. Su
sorpresa aumentó cuando supo que estaba casado con la que ahora era la
comandante en jefe de las fuerzas del UNISON en Nature, su antigua subordinada
Susan Hunter. Les agradeció sus atenciones y ayuda , aunque le dijo
sinceramente a Giaal.
-Podría
decirle que me arrepiento de haberle mantenido en cuarentena cuando usted llegó
a esa nave, pero mentiría. En ese momento hice lo que creí que debía hacer.
-Lo
comprendo y en su lugar probablemente hubiera actuado así también.- Convino el
facultativo.-
-También
he de decirle lo agradecidos que mi esposa y yo les estamos. Una cosa no quita
la otra.- Admitió Zorton.-
-Nos
limitamos a cumplir con nuestro deber.- Contestó serenamente Giaal.-
Y tras cruzar unas cuantas palabras
más hablando de tiempos pasados se despidieron. Ahora Claire estaba en la residencia
de modelos de la Casa Deveraux, tratando de sujetar un jarrón de su habitación
que se había vencido tras el último temblor.
-Tendré
que hablar con Sonia.- Pensó.- Estos terremotos son cada vez más frecuentes. No
sé si este planeta estará seguro.
Y es que sus padres no fueron
demasiado claros, pero, tras su conversación con la capitana Hunter, le
pidieron a su hija que solicitase el traslado de vuelta a Bios cuanto antes. De
hecho, su novio iba a ir a verla también en breve pero el propio ex comandante
Zorton habló con él para que no lo hiciera.
-Algo
está pasando. No me lo quieren decir pero estaban preocupados.- Meditó la
chica.- Aunque yo quiero quedarme para ayudar al obispo y a Maggie en su obra.
Se lo debo.
La muchacha de hecho había comenzado
su propia campaña de evangelización. Desde luego el resto de sus compañeros
modelos se quedaron impactados al verla como nueva. No tardó en referirles lo
sucedido. Algunos no lo creyeron limitándose a pensar que las operaciones que
le habían practicado fueron realmente magníficas. Sin embargo, cuando ella les
retó a preguntarle a la mismísima Sonia Calderón, les dejó todavía más
asombrados. La actual responsable de la casa, tras la baja por depresión de
Steph, tuvo que admitir que estaba presente y que, sin ningún género de dudas,
ese obispo realizó un prodigo extraordinario. No obstante, se resistió a
llamarlo milagro. Por ello, algunos chicos y chicas ahora la miraban casi como
a una especie de resucitada. Una parte la admiraba sin reservas pero asimismo
otro grupo estaba incómodo. Claire sospechaba que esos seguramente serían
invertidos, como ahora sin tapujos les llamaba. Otros por el contrario parecían
estar entusiasmados. La mayoría se limitó a alegrarse por ella y a tratar de
seguir con su trabajo como si nada. Aunque fue justo un día después de esos
primeros terremotos cuando Sonia la citó a su despacho.
-Dime.-
Sonrió Claire entrando allí.-
La española cerró la puerta y sin
perder ni un segundo le comentó entre preocupada y algo molesta.
-Escucha,
Claire. Todos estamos realmente felices por ti, ya sabes que soy la primera en
reconocer lo que sucedió. Sin embargo, esto es un lugar de trabajo y no una
iglesia. Te agradecería que dejases de dar sermones a tus compañeros.
-Bueno,
sólo me limito a hablar con ellos y a contarles la suerte que tuve de que el
Señor se apiadara de mí.- Replicó la chica.-
-Ya...-
Suspiró Sonia alegando entonces con tono más severo.- Alguna de tus compañeras
me ha dicho que les sugeriste no probarse según qué ropa porque la considerabas
indecente.
-Verás.
-Repuso calmadamente Claire.- Hay atuendos muy hermosos y que me encanta llevar,
pero otros realmente incitan a la lujuria y a la inmoralidad. Solamente las he
advertido que eso no es bueno.
-Pues
deberías pensar en dejar de hacer advertencias o puede que te hagan una a ti.-
Le avisó a su vez Sonia.- En mis informes tengo que hacer constar estas cosas y
no van a ser del agrado de mis superiores. La misma señora Deveraux podría
tomarlo a mal.
-Yo
agradezco muchísimo a la señora Deveraux todas las oportunidades y el apoyo que
me ha brindado, pero mi alma no le rinde cuentas a ella, sino a Dios.- Contestó
categóricamente Claire agregando ahora casi con un tono digno del obispo.- Y me
apena mucho ver que tú, incluso tras presenciar el poder que nuestro Señor utilizó
para obra su prodigio en mí, te niegues a transitar por sus caminos. Su Ilustrísima lo ha advertido muchas veces. El
que a sabiendas rechace a Dios se condenará. Por eso me preocupas.
-¡Basta
ya! - Se enfadó Sonia ahora, mirándola con severidad para replicar del mismo
modo.- No necesito que me prediques las palabras de ese hombre. Ni mucho menos
que pretendas enseñarme moralidad. Si tanto deseas ser pastora de su iglesia
quizás deberías considerar el cambiarte de profesión. No voy a permitir que
sigas desestabilizando a tus compañeros, ni que les agobies con sermones. Date
por avisada.
-Muy
bien.- Musitó Claire bajando la cabeza.- Como tú digas, Sonia. Si no quieres
nada más…
La española no replicó y su
interlocutora salió entonces de su despacho. Pensaba consternada que quizás sus
días como modelo estuvieran contados. Sin embargo, si algo había aprendido de
su traumática experiencia era que la belleza física era efímera y volátil, en
tanto que la belleza del alma permanecía para siempre. Por ello iría a hablar
con el mismísimo Corbin si era preciso. O, si no podía, lo haría con Maggie.
-Ella
me ayudará. – Pensaba con autentica fe en ello.- Es una mujer admirable y ha
marcado el camino para otras muchas. Además, el otro día al fin reconocieron su
labor. Y me alegro mucho, se lo merece.
La jefa de enfermeras estaba en ese
instante acabando su turno. Con la ausencia de la doctora Rodney por vacaciones
le tocaba en muchos casos prestar más atención a algunos pacientes. Al concluir salió con
rumbo a la sede de la congregación. Allí se encontró con Emma quien también
había terminado su jornada.
-Hola,
Maggie.- La saludó la científica con tono cordial añadiendo con pleitesía. – O
mejor dicho. Enhorabuena. Diacono.
-Muchas
gracias.- Respondió ésta con una sonrisa. –
La enfermera recordó como ayer
mismo, cuando acudió al centro de culto, todos le dedicaron sonrisas de
aprobación. Sin pararse a pensar a qué serían debidas, saludó como de costumbre
hasta que el obispo Corbin se dirigió a ella.
-Te
aguardábamos impacientes, hermana Margaret.- Le dijo a modo de bienvenida.-
Algo preocupada consultó la hora,
pero no llegaba tarde, su interlocutor enseguida se rio moviendo la cabeza para
afirmar jovialmente.
-¡No
temas, no se trata de eso!. Todo lo contrario, deseaba que llegases para poder
darte una buena noticia. Al menos eso espero que signifique para ti.
-¿De
qué se trata?- Quiso saber la aludida con expresión desconcertada.-
-Hermana.-
Declaró el obispo ahora ya con un tono más institucional, dirigiéndose de hecho
también a todos los allí congregados. Durante años has rendido un magnifico
servicio, has predicado la palabra del Señor, has luchado incansablemente por
atraer almas al buen camino y has sido inspiración y ejemplo para todos tus
hermanos y hermanas. Por ello, justo es reconocerlo aquí, ante toda la asamblea
de creyentes.
-Muchas
gracias, Ilustrísima.- Sonrió tímidamente ella, llegando a ruborizarse.- Únicamente
hice lo que creía correcto y decente.
Aunque su líder prosiguió con un toque de orgullo personal y
afecto.
-Has
hecho realmente mucho más. Por eso, desde hoy, deseamos que aceptes el cargo de
diácono de nuestra comunidad. Para que de una forma oficial puedas ser la guía
y referencia de otros creyentes. Necesitamos a muchas más personas como tú,
valientes y desinteresadas.
Hubo muchos aplausos y Maggie se
sintió realmente halagada. El obispo le hizo un gesto con su mano derecha para
que subiera a una tarima que habían colocado justo al fondo de esa estancia y
le invitó a tomar la palabra. A modo de improvisado discurso de agradecimiento
ella dijo.
-Queridos
hermanos y hermanas, Ilustrísima. No tengo palabras para agradecer esta muestra
de afecto y apoyo hacia mi humilde persona. Desde que vi la Luz del Señor solo
he querido alabarle y ayudar a extender su palabra. No creo merecer este honor
pero, viendo vuestro cariño al brindármelo, lo acepto encantada. Es un
aliciente más para proseguir con esta labor, que es interminable, pero a la vez
muy edificante y maravillosa. Gracias…
Más aplausos, Corbin sobre todo
asintió aprobatoriamente y sonrió. Tras recibir más felicitaciones y parabienes
de parte del resto, la sesión de esa tarde se desarrolló con normalidad. Ahora,
sonriendo con satisfacción tras recordar aquello, Maggie preguntó a su compañera.
-
¿Y tú? ¿Qué tal todo?
-Muy
atareada, desde que Mei Ling se marchó a la Tierra tenemos mucho trabajo, y más
con todo lo que tenemos que hacer ahora. Ya sabes…
-Sí,
mi esposo está muy inquieto también. No sé por qué. Aunque le he preguntado
varias veces. Me da la impresión de no querer responder con claridad.
-Mis
compañeras son igual.- Suspiró Emma.- No sé qué les ocurre, pero muchas veces
quedan ellas al margen mío para trabajar en vete a saber qué.
-Puede
tener que ver con, ya sabes.- Insinuó la enfermera sin querer ser demasiado
clara.-
-Eso
creo yo. No me perdonan por decirles la verdad.- Aseveró Emma.- Y están de
parte de ese tipo de gente.
-A
veces es muy duro, yo lo sé, estuve del otro lado.- Afirmó Maggie.- Cuando una vive sumida en esa mentira y bajo
ese tipo de sugestión, cree tener razón y derecho a obrar así. Es un laberinto
muy difícil para escapar de él, y más aun si hay gente, mucha de ella
bienintencionada, desde luego, que te refuerzan en esa actitud diciendo que eso
es normal.
-Pero
a pesar de todo supiste salir, lo mismo que yo, de esa forma de existencia
antinatural cuando fui curada por el obispo.- Intervino su interlocutora.- Por
desgracia, hay otros que no solamente no quieren ser ayudados, sino que se
empeñan en proteger y alentar a quienes pecan de ese modo tan horrible.
-Bueno,
al menos también ganamos fieles a nuestra causa.- Afirmó de un modo más
optimista la enfermera.- Sin ir más lejos, Claire está siendo todo un ejemplo.
Tras la visita de sus padres la chica no ha tardado en hablar con muchas de sus
compañeras y compañeros para advertirles.
-Eso
le causará problemas, no lo dudo, pero alabo su buena disposición.- Repuso
Emma.- Podrá contar con nuestro apoyo.
-Sin
duda.- Asintió Margaret.-
Por su parte Sonia estaba preocupada
y dolida. Ella apreciaba a Claire, y más tras todo lo que esa pobre chica tuvo
que pasar. Después de aquel sorprendente acto de curación o lo que fuera, podía
incluso entenderla. La chica se había vuelto devota hacia ese tipo. Sin embargo,
todo tenía un límite. Había recibido en su despacho a algunos de sus compañeros
quienes se habían quejado de ella. El último, un joven llamado Giovanny. El
muchacho, bastante alto y guapo, de pelo castaño y ojos marrones, era un
autentico adonis, pero le confesó que él era homosexual y que las palabras de
Claire le estaban dando miedo.
-¿Y
si se me entera y me denuncia?- Le preguntó con desasosiego a su encargada.- Podrían
ir a por mí y a por mi pareja.
-No
te preocupes, nadie te va a denunciar aquí.- Quiso tranquilizarle Sonia.-
-Eso
nunca se sabe. Al menos Claire va diciendo las cosas a las claras, pero he
visto que otros simpatizan con sus ideas y quieren ganar puntos…
-Te
prometo que hablaré con ella.- Le aseguró Sonia.- Vete tranquilo.
El chico se lo agradeció con una
tímida sonrisa y retornó a su trabajo. Asimismo, alguna modelo vino también
aquejada del mismo temor. Sin ir más lejos, una de las más jóvenes promesas de
la casa en Nature. Una joven rubia, de ojos verdes y de una belleza realmente
arrebatadora, llamada Valerie, le confesó entre lágrimas que mantenía una
relación con otra compañera, una chica de la que no quiso dar el nombre.
-Sé
que a veces Claire nos ha mirado a las dos, cuando estábamos charlando y
riéndonos de algo. Y tanto mi pareja como yo… bueno. Nos asustamos un poco.
-¿Por
qué? ¿Os dijo algo para que lo estuvierais?- Se interesó Sonia.-
-Al
principio no directamente, solo nos contó lo agradecida que le estaba a Dios
por el milagro que había hecho con ella. Nos invitó incluso a que le mirásemos
con detenimiento la cara. Yo desde luego no vi nada raro. ¡Es una chica
preciosa!…- Pudo añadir con genuina admiración.- Sin embargo, luego nos contó
lo que le había sucedido, que había ido a comer con una mujer casada, que dijo
querer agradecerle su ayuda al cuidar de su niña. Creo que se refería a…
-No
hace falta que me des nombres.- La cortó Sonia dejándola algo descolocada.-
-Bueno,-
prosiguió al poco la joven.- El caso es que nos contó que esa mujer comenzó a
insinuarse a ella y que le dio un beso en los labios cuando salieron del
restaurante en el que estaban. Justo a la tarde Claire fue atacada con ácido.
Terminó advirtiéndonos que la confundieron con una invertida por el mero hecho
de estar al lado de una. ¡Qué tuviéramos mucho cuidado con quienes nos
juntásemos! Que nunca se sabía dónde podría haber otra desviada presta para
tratar de corrompernos.- Sollozó ahora con evidente angustia.- Ahora mi novia y
yo no nos atrevemos ni a darnos un beso.- Confesó llena de temor.- ¿Y si esos
individuos que la atacaron siguen ahí y nos ven?...¿O si cualquiera que nos vea
les conoce y nos delata?
-Tranquilízate.-
Le pidió amablemente Sonia ofreciéndole un pañuelo.- No os va a suceder nada. Y
no creo que Claire os desee ningún mal.
La española la observaba compadecida,
esa pobre chica era realmente muy joven. Consultando su ficha vio que tan solo
tenía diecisiete años. Por ello era muy impresionable, pero desgraciadamente,
motivos para tener miedo no le faltaban. Más tras lo que Claire les iba predicando
y además de eso, por otros motivos, rumores que la misma Sonia había escuchado.
Y es que en ese planeta de locos las cosas parecían ir a peor en materia de
derechos no solamente sociales, sino humanos. Para colmo, Valerie agregó con
ese tinte de miedo cerval en su voz.
-Y
ya no es solamente ella. Hay otras y otros… a quienes ha entusiasmado con sus
palabras. Como si hubieran estado aguardando una señal para ir a la caza de los
que no somos heterosexuales o no nos ajustamos a sus normas. Mi novia y yo lo
hemos estado hablando y pensamos en que, quizás… no sé, podríamos salir con
algún chico cada una para evitar…- tragó algo de saliva y con voz trémula
agregó.- Yo conozco al menos a un par de
ellos que parecen majos, de cuando voy a clase…seguro que saldrían conmigo o
con ella si se lo pidiéramos…
-¡No
se os ocurra hacer tal cosa! - La interrumpió nuevamente Sonia, alegando con
tristeza y preocupación.- Eso solamente os conduciría a vivir una mentira y a
crearos un problema aun mayor. Por no hablar de esos posibles chicos. Les
haríais mucho daño si fingís que os interesan de ese modo. He visto de primera mano qué sucede cuando se
actúa así. Al final no merece la pena. Sigue mi consejo y se fiel a ti misma. Y
eso vale también para tu novia, sea quien sea.
La muchacha asintió, rompiendo a
llorar llena de zozobra. Sonia la abrazó, animándola lo mejor que pudo. Cuando
al final se marchó del despacho, era ella misma quien tenía un nudo en la
garganta.
-¡Pobre
cría! La nueva Stephanie Kensington la llaman.- Suspiró pensando en el gran
parecido que tenían, al menos en el plano físico.- Pero esta niña, aunque es
una buena chica, solamente es apariencia, no tiene el carácter de Steph. Stephanie,
pese a estar rota por la pérdida de su hermano y la marcha de Daphne, se ha
ocupado de su familia con una enorme entereza.
Y eso le recordó que ella misma
debía ir a buscar a Richard a la guardería
-¡Maldita
sea! Se me ha hecho tarde.
Salió a todo correr del despacho,
¡se le había pasado por media hora!. Seguro que la directora del centro la iba
a echar otra bronca. De hecho, ya le había ocurrido antes,…estaba pensando que
disculpa iba a darle cuando, para su sorpresa, nada más salir, se encontró allí
a Rafa llevando al crío de la mano.
-Hola
.- Sonrió él diciéndole al niño.- Dale un besito a mamá, Ricardito.-
Y tras arrodillarse para recibir ese
cariño de su hijo, Sonia sonrió tomándole en brazos quejándose según le
levantaba.
-Ya
casi no puedo contigo. ¡Cada día estás más grandote!
-Mami,
papá me ha ido a buscar y hemos estado un rato en los columpios.- Le informó el
pequeño.- ¡Me ha empujado muy arriba!
-Muy
bien, cielo.- Replicó ella dejándole ya en el suelo.-
Pasaron a la estancia de la que
había salido la modelo, ya sin ninguna prisa. Sonia estaba todavía respirando
aliviada de tener allí a su hijo cuando su ex novio le comentó.
-Tienes
un bonito despacho, sí señor. Nunca había estado aquí…
-Gracias,
dime una cosa. - Quiso saber su interlocutora.- ¿Cómo es que has ido a
buscarle?
-Verás,
tenía ganas de verle, le prometí que jugaríamos en el parque y un hombre
decente mantiene siempre su palabra.- Sonrió él mesando afectuosamente el pelo
del crio, para agregar.- Y cuando llegué a su guardería era hora de salir. Como ya he ido a recogerle otras veces cuando
me lo pediste, sabían que era su padre…
-Te
lo agradezco.- Admitió Sonia.- Es que estoy tan liada con todo lo que ha
sucedido…
-Es
normal, no tienes que explicarme nada. – Replicó Rafa, ahora con tinte de
pesar. -De hecho lamenté mucho lo del hermano de tu compañera. Según tengo
entendido era un buen hombre y un
sacerdote. Hay mucha gentuza por ahí suelta.- Sentenció con desaprobación.-
Su interlocutora no dijo nada a eso,
por una parte era cierto. Quienes quiera que fuesen los asesinos no tenían
justificación, ni perdón.
-Bueno.-
Agregó él, proponiéndole con jovialidad.- Te diré lo que podríamos hacer, una
cena en familia. Tú, yo y el pequeño Ricardo. ¿Verdad campeón?- Inquirió al niño
que asintió entusiasmado.-
-¡Siii!-
Coreó el crio ante la mirada de perplejidad y de circunstancias de su madre.-
-Estoy
muy cansada.- Pretextó ella, aunque eso desde luego que era cierto.- Quizás
otro día.
-Aun
es temprano, ¿Porqué no descansas un par de horas y os recojo luego?- Insistió
él.- Hay un restaurante muy agradable cerca de tu casa y con menú infantil.- Le
comentó su ex pareja.-
-Mami,
¡porfa!, sí.- Le pedía el niño agarrándose de su falda.-
Viendo la expresión del niño, Sonia únicamente
pudo suspirar, cualquier resistencia por su parte podría hacer que Richard se
disgustase con ella. Lo mismo que su ex. Y ahora que dependía tanto de Rafa
para cuidar al niño creyó que se lo debía también. Y por otro lado, su ex novio
estaba irreconocible, amable, servicial…no sabía si eso podría ser un truco o
sencillamente que el ser padre le hubiera transformado. El hecho de tener que
enfrentarse a preparar la cena del crio, que además estaría de morros si se
negaba, la acabó por decantar. Al fin tuvo que ceder.
-Muy
bien. Será mejor que vayamos ya, porque si voy a casa y descanso me quedaré
dormida.- Afirmó con total sinceridad.-
-¡Entonces
adelante! - Exclamó jovialmente Rafa elevando al entusiasmado niño y colocándole
sobre sus hombros.-
La española sonrió a pesar de sí
misma al contemplar esa escena. Al salir todos juntos hasta algunas de las
modelos se quedaron mirando a esa curiosa familia con expresión divertida. Hubo
dos o tres que incluso cuchichearon entre ellas. A Sonia eso no le gustó nada
pero tampoco podía molestarse. Por su parte pensaba en su esposa. Mei Ling se
había marchado hacía días y en la última llamada que les llegó por video
conferencia le contaba que estaba ya en China, a punto de encontrarse con su
primo Zhao.
-Solo
espero que llegue a tiempo para ver a su padre.- Pensó en tanto seguía a Rafa y
al pequeño hacia la salida del edificio.-
Y de hecho, la oriental llegó a
China sin novedad. Por fortuna el viaje hasta la Tierra fue agradable. Sobre
todo al ir en compañía de Daphne. Durante todo el trayecto charlaron y Mei Ling
pudo enterarse bien de lo que esa pobre mujer padecía.
-Lo
lamento muchísimo.- Le dijo tratando de animarla.- Yo también he sufrido
bastante pero el tiempo acaba curando casi todo y poniendo las cosas en su
lugar. Debes tener fortaleza y seguridad en ti misma, en lo que realmente
deseas.
-Gracias,
así lo espero, te deseo mucha suerte también y que puedas ver a tu padre. Ojalá
que logres hacer las paces con él.- Replicó la ex maestra a su vez.-
-¿Y
tú qué harás cuando llegues?- Se interesó su contertulia.-
-Iré
a ver a Kerria, espero que pueda ayudarme. Y también trataré de localizar a
Sabra. Eso es lo que más deseo.- Le desveló añadiendo con pesar.- Sé que lo más
probable es que haya rehecho su vida con otra persona. O que no quiera saber de
mí…
-Nunca
se puede decir.- Quiso animarla Mei Ling,
aunque ella misma lo veía muy difícil, no obstante, alegó.- En tanto
quede una mínima esperanza debes intentarlo.
-No
soy tan ingenua.- Suspiró Daphne moviendo la cabeza.- Han pasado muchos años…Si
solamente pudiera volverla a ver…y tener la oportunidad de explicarle lo que de
verdad sucedió.
-¿Un
cuaderno de notas?- Se sonrió la oriental sin poderlo evitar al pensar en esa
historia que su interlocutora le había narrado.- ¿Eso te dijo Martin? ¿Qué
había escrito vuestra vida juntos ahí?. Lo lamento pero me parece algo
increíble. Y mira que he visto cosas extrañas e incluso las he vivido.- Añadió
recordando su propia experiencia como medio vampira. -
-Tienes
razón. Cuanto más lo pienso, más ridículo me parece. Creo que él quiso darme
algo para poder emplear como excusa. Una especie de metáfora. Bueno, hasta me
enseñó un cuaderno a modo de diario en el que aparecían cosas que yo pensaba
que nadie podría saber. Aunque no puedo estar segura, quizás hablé en sueños
alguna vez y me oyó. Puede que, de ese modo, supiera realmente como me sentía y
hasta qué punto estaba atrapada.
-Y
entonces pudo pensar en eso para darte una vía de escape. ¿Verdad?- Elucubró
Mei Ling.- ¿Eso es lo que crees? ¿Que él pudo ir anotando las cosas que os pasaban
para luego contarte esa absurda historia?
-El
pobre siempre me ha querido, pero yo jamás pude corresponder a eso. Es otra
cosa que me pesa en la conciencia. No se merecía esto. Simplemente le usé de
escudo contra el mundo hasta que me atreví a romper con todo.- Declaró Daphne.-
-La
pregunta fundamental es.- Afirmó su contertulia mirándola a los ojos para
inquirir.- ¿Si tú tuvieras ese cuaderno de notas, qué habrías escrito en él?
¿Qué hubieras cambiado de tu vida?
Y tras un breve silencio en el que su
compañera de viaje estuvo meditando sobre eso, finalmente Mei Ling escuchó su
respuesta.
-Francamente
no lo sé. Quizás sería fácil decir que lo hubiera reescrito todo desde el
momento en el que conocí a Sabra. Me hubiese gustado que en Nature no nos
hubieran juzgado por amar a otra persona de nuestro mismo sexo, y que ambas
pudiéramos haber sido una pareja, vivir felices allí. Pero luego pienso en que, de ese modo, no
hubiera tenido a mis hijos.
-Posiblemente
hubierais tenido otros. Ella o tú.- Afirmó la oriental.-
-Quizás…-
Convino Daphne afirmando ahora con tristeza.- Eso es algo que jamás podré
saber.
Y entre esa y otras conversaciones
al fin llegaron a los Estados Unidos. En Houston, donde la nave aterrizó, se
despidieron deseándose mutuamente buena suerte. Mientras que Daphne tomaba un
vuelo a la costa este del país Mei Ling hacía lo propio con otro rumbo a su
patria. Ahora, tras varias horas de vuelo, aterrizaba en Beijing. De allí iría
en tren hasta su casa. Le alegró ver que su primo Zhao estaba aguardándola en
la terminal del aeropuerto. Nada más verle y facturar sus maletas corrió a abrazarle.
Así estuvieron un rato hasta que él, sonriendo fugazmente, la saludó.
-Bienvenida
de vuelta a casa, prima. Espero que hayas tenido un buen viaje.
-El
viaje ha estado bien, me preocupa más cuando llegue al destino.- Respondió ella
al mejor modo filosófico de su cultura.-
-Vamos,
el tren sale dentro de poco.- Le comentó su interlocutor con tono algo
inquieto.-
Y tomando un tren de alta velocidad tardaron
apenas unas tres horas en llegar a la región natal de ambos. Charlaron poco y
Zhao daba la impresión de estar preocupado. Ella temió que el estado de su
padre se hubiese agravado. Ya tenía ganas de verle. Una vez llegaron y
descendieron al andén, Mei Ling lanzó un gran suspiro.
-¿Nerviosa?-
Le preguntó su primo.-
-Sí.-
Admitió ella.-
-Vamos
allá. No te preocupes, estaré contigo.- Le prometió Zhao.-
No tardaron en tomar un taxi y
plantarse en la casa. Al fin, tras tanto tiempo iba a volver a ver a sus
padres. Fue su primo quien sin embargo llamó a la puerta. La madre de ella
abrió. Mei Ling quiso contenerse en lo que pudo pero fue ver el ya anciano
rostro de su progenitora y empezar a llorar. Su madre no obstante mantuvo la
compostura y sin hablar se limitó a hacerla entrar con un gesto. Pese a todo,
su hija estaba deseando abrazarla pero recordó que en su país, y más todavía en
su región de origen, esas prácticas no eran tan habituales como de dónde venía.
-¿Puedo
ver a mi padre?- Preguntó respetuosamente en su idioma natal.-
-Pasa,
está en nuestra habitación. -Replicó secamente su madre.-
Pese a todo el tiempo transcurrido
Mei Ling observó con desaliento que su progenitora seguía tratándola con
frialdad, incluso con desprecio. Eso le entristeció, pero ahora lo único que
contaba era ver a su padre. De modo que, al acceder al dormitorio en el que éste
se hallaba, iba dominada por la impaciencia, el temor y la esperanza a la vez.
Allí vio a un anciano con mirada cansada que, sin embargo, pareció brillar de
alegría al verla. Estaba débil y apenas sí pudo musitar. Ella tuvo que
arrodillarse ante la cama para escucharle…
-Hija
mía, al fin has vuelto a casa.
-Sí,
padre.- Fue capaz de replicar conteniendo su emoción tanto como le fue
posible.-
-Ahora
estarás al fin donde te corresponde.- Susurró el agotado individuo.-
-Estoy
a tu lado. Como una buena hija debe hacer.- Musitó ella dejando caer alguna
lágrima.-
En la otra parte de la Tierra,
Daphne se despidió de su amiga Kerria y la esposa de esta tras tres días. No
quería ser una carga para ellas. Eso sí, tuvo tiempo de conocer a los padres de
la abogada que llegaron la mañana de su último día de estancia. Quedó muy
impresionada con Roy Malden, antiguo jugador y entrenador de baloncesto. Un
hombre quien, pese a su edad, estaba en muy buenas condiciones físicas. Pero sobre todo le llamó la atención la
amabilidad y comprensión que encontró en la madre de Kerria. Un poco antes de
marcharse tuvo la ocasión de charlar un poco con ella. Sentadas en una
habitación de la casa, y llena de emoción, le refirió su historia.
-Querida,
veo que has sufrido mucho.- Declaró aquella mujer posando una amistosa mano
sobre el hombro izquierdo de Daphne.-
-No
se puede hacer usted idea, señora Malden.- Suspiró la llorosa Dap.-
-Llámame
Bertie y, aunque no lo creas, sé perfectamente lo que es sentirse abandonada y
sin esperanza. Pero también conozco la dicha y el consuelo de ver que siempre
hay alguien que te apoya, y que te quiere, incluso en tus horas más amargas y
oscuras. Ahora, tal y como unas amigas muy queridas nos dijeron una vez a mis
hermanas y a mí, os tenéis a vosotras mismas. Y eso vale para ti. Puedes
comenzar de nuevo, nunca es tarde.
-Mucha
gracias.- Sonrió su interlocutora.-
-Ten
en cuenta que soy madre, como tú, te entiendo muy bien y además, mi propia hija
lo pasó muy mal cuando admitió sus verdaderos sentimientos y asumió su
orientación sexual. Le costó un tremendo esfuerzo y pasar mucho dolor, pero
salió adelante…
-Sí,
es la mujer más luchadora y valiente que he conocido.- Admitió Daphne pensando
que al menos lo era tanto como Sabra.-
Esas palabras fueron precisamente
escuchadas por su anfitriona, quién, según entraba en la estancia, sonrió
afirmando.
-Si
piensas que yo soy una luchadora, eso no es nada comparado a lo que mi madre y
sus hermanas, mis tías, hicieron en su día.
-No
seas tan modesta, cariño.- Le sonrió Bertie.- Tú has hecho muchísimas cosas de
las que sentirte muy orgullosa. Y tú, Daphne… no pierdas la esperanza de ser
feliz. No te preocupes. Mi hija me ha dicho que eres maestra, como colega tuya
que soy, haré algunas llamadas. En mi antiguo colegio posiblemente precisen de
alguien como tú.
-Muchísimas
gracias.- Sonrió la aludida, afirmando muy reconocida.- No sé cómo podría
agradecérselo.
-Pues
siendo tú misma y tratando de volver a disfrutar de tu trabajo, ayudando a que
los niños y niñas a los que eduques puedan crecer como adultos comprensivos y
buenas personas.- Sonrió Bertie, sentenciando.- Ese es el mejor legado que
podemos dejar.
De este modo, la maestra se sintió mucho mejor.
Al fin, dándose cuenta de que no debía ser una molestia, ni abusar de la
hospitalidad de esas personas tan maravillosas, logró que sus anfitrionas le
recomendasen un buen hotel y que, tras varios intentos, fuesen capaces de
ponerse en contacto con Deborah Hunter. Afortunadamente la antigua novia de
Kerria estaba en la ciudad. A su vez, sabía del paradero de Sabra. La israelí
había estado durante años en su país natal, viviendo allí y yendo y viniendo a
los Estados Unidos. Ahora había regresado por unos días. Al fin, Debbie
concertó un encuentro. Pero Daphne quedó inquieta cuando esa mujer le comentó
antes de darle la dirección de la ex militar.
-Si
quieres un consejo, sería mejor dejar el pasado atrás. Es más, no creo que sea
una buena idea que volváis a veros.
-¿Es
que está con alguien?- Preguntó la maestra.-
-Sabra
está muy ocupada con sus propias cosas.- Le respondió esquivamente su
interlocutora.-
Y no pudo obtener más explicaciones,
aunque seguía deseando verla. Por fin, las dos quedaron ya de noche, en una
dirección que correspondía a un lujoso apartamento en la ciudad de Nueva York.
Daphne acudió vestida de la manera más elegante posible llevando un vestido
blanco muy parecido a ese con el que fuera a la discoteca con su antigua
pareja, y esta ocasión, en lugar de esas altas botas negras, calzaba unos
zapatos a juego. Esperaba que eso le trajera buenos recuerdos a la israelí. Al
llegar llamó y enseguida le abrieron. Subió en el ascensor hasta el ático. Tocó
el timbre de la puerta y ésta se abrió.
-¡Cómo
deseaba volverte a ver! - Pudo decir emocionada y sonriendo.-
Aunque quedó sorprendida y
avergonzada. Esa mujer de larga melena pelirroja rizada y penetrantes ojos
color avellana, ataviada con un vestido de color canela, que le abrió, no era
Sabra.
-¿Sí?
¿Qué desea?- Le preguntó con tono mezcla de inquisitivo y seco.-
-Yo,
lo lamento, he debido de equivocarme de puerta.- Se apresuró a excusarse la
desconcertada y apurada mujer.-
Aunque enseguida oyó una voz muy
familiar llegarle desde el interior, era la israelí que, dirigiéndose a esa
pelirroja, le pidió con tono conciliador.
-Déjala
pasar, Violette.
Esa individua, algo más baja que
ella, le franqueó el paso sin dejar de mirarla de un modo que daba la impresión
de estar a medio camino entre la altanería y la desconfianza. Sin querer dar la
apariencia de sentirse intimidada Daphne entró. Al fin, la persona a la que
anhelaba ver estaba ante ella. Sabra lucía un jersey, un pantalón largo de pana
y zapatos bajos, con su larga y sedosa cabellera morena recogida en una coleta.
Aunque su aspecto informal contrastaba con su belleza. Dap juraría que no había
transcurrido el tiempo por su ex novia. Cosa que no podía decir de sí misma…
-Hola.-
Musitó ahora tímidamente, como si de pronto no tuviera la menor idea de qué
decir.-
-Dime.
¿Para qué querías verme?- Inquirió la israelí con tono neutro dedicándole una
mirada impersonal con esos grandes y azules ojos oscuros que tenía. -
-Bueno,
vine a la Tierra y quise saber de ti. Pregunté a Kerria y ella fue muy amable,
me hospedó unos días en su casa y contactó con Debbie. - Le explicó la apurada
maestra.-
Sabra alargó una mano para detenerla
en su narración, dio a entender que ya conocía todos esos detalles.
-Me
refiero a lo que quieres exactamente.- Inquirió ahora con un tinte más serio.-
Daphne no supo que replicar. Aquello
la desconcertaba y la desanimaba a partes iguales, Sabra la miraba como si de
una extraña se tratase. Suspiró, era lógico, tras tantos años sin preocuparse
de contactarla…
-Lo
siento, no quise molestarte.- Se disculpó añadiendo con sinceridad y pesar.- Lo
he pasado muy mal y me marché de Nature.
Al escuchar esto la israelí pareció
relajar su semblante y finalmente pudo sonreír un poco invitando a la recién
llegada.
-Anda,
pasa y siéntate. Ahora me lo cuentas…
Daphne asintió agradecida y caminó
al interior del salón. Tras ella, esa otra mujer entró en un amplio salón con
varios butacones de cuero. A indicación de Sabra, la maestra tomó asiento en
uno. La israelí entonces le pidió a la pelirroja.
-Violette,
¿te importaría dejarnos unos minutos a solas?
-¿Estás
segura? – Preguntó aquella individua cuya sola mirada ya amedrentaba a Dap.-
-Por
favor.- Le rogó la morena. –
Sin mediar palabra esa chica se
retiró. Parecía bastante joven, de tez algo pálida que contrastaba con el rojo
carmesí de sus labios. Sintiéndose algo envarada Daphne se atrevió a preguntar,
una vez que ella y Sabra estuvieron a solas.
-¿Es
tu novia?
-Es
algo más complicado que eso.- Repuso la israelí quien no pareciendo querer
ahondar en explicaciones, enseguida retornó al tema anterior, insistiendo.-
Cuéntame que te ha sucedido.
Y su interlocutora asintió,
relatándole a modo de resumen sus peripecias. En algunas fases no pudo suprimir
algunas lágrimas y al concluir, su anfitriona la observó fijamente, sin apenas
inmutarse. Tras unos momentos de silencio, la ex piloto le preguntó.
-¿Y
qué piensas hacer?
-La
madre de Kerria fue muy amable y va a intentar que me contraten como maestra en
el colegio privado en el que trabajaba antes de jubilarse.- Respondió Dap.-
-Perdona,
soy una maleducada, no te he ofrecido nada. ¿Quieres tomar algo?- Terció la
israelí con un tinte más jovial.-
-
No, muchas gracias.- Se apresuró a
replicar su invitada.-
Sabra dejó transcurrir unos segundos
y agregó.
-Mira
Daphne, me alegro de verte, y también siento todo lo que te ha sucedido, de
veras. Por eso yo, como amiga, intentaré
ayudarte en lo que me sea posible.
-Como
amiga.- Musitó su interlocutora dando la impresión de sentirse decepcionada.-
-Sí.-
Repitió la israelí.- No suelo quedarme mucho en ningún sitio, ahora estoy
dentro de un grupo muy especial. Uno que lucha contra cosas que no podrías ni
imaginar. En fin… Desde que nuestro jefe se marchó quizás hemos estado algo
dispersos. Ahora es Debbie la que coordina todo. Ella es de las poquísimas
personas que sabía como encontrarme y en cuanto Kerria la llamó no tardó en
avisarme. Pero tendré que marcharme enseguida.
-Vaya.-
Suspiró Daphne.-
La maestra no quiso enfrentar su mirada a la de
su contertulia quien, con un tinte más afectuoso, quiso saber.
-¿Tienes
algún sitio donde quedarte?
-Como
ya sabes. Estuve en casa de Kerria y de su esposa unos días. Pero han venido
sus padres de regreso de un viaje y su propio hijo va a ir a visitarlas, no me
pareció correcto seguir allí. Me han recomendado un buen hotel…- Respondió
tratando de mantener lo poco que le quedaba de dignidad.-
-No
te preocupes por eso. Puedes quedarte aquí.- Sonrió Sabra.- Este apartamento es
muy grande.
-No
quisiera molestaros, a esa mujer y a ti.- Replicó su interlocutora con tono
apurado ahora.-
-
Tranquila. No hay ningún problema.- Le aseguró la israelí, añadiendo.- De todas
formas se ha hecho muy tarde para salir a la calle ahora, es preferible que
pases la noche con nosotras.
-Es
que no me he traído nada.- Objetó Daphne.-
-Te
dejaré algo mío. – Afirmó su interlocutora que ahora parecía divertida al añadir incluso con
nostalgia y hasta cierta complicidad.- ¿Recuerdas?. A veces nos prestábamos
algo de ropa.
La interpelada asintió, eso hizo que
una leve sonrisa le aflorase. Tras muchos de esos encuentros apasionados que
mantuvieron, cuando Sabra a veces venía de permiso y se citaban en un hotel, al
día siguiente Daphne le dejaba algo de ropa.
Y fue al hilo de eso que la israelí remachó.
-Esta
vez seré yo quien te preste algo, creo que mi gusto en el vestir ha mejorado.
-Nunca
tuviste mal gusto en eso.- Afirmó Dap.-
-Ni
en otras cosas. – Sonrió Sabra.-
Y aproximó sus labios hacia ella. No
obstante, cuando Daphne, cerrando los ojos aguardaba esperanzada un beso en la
boca, lo sintió únicamente en su mejilla izquierda. Al volver a mirar a su
contertulia, ésta simplemente comentó con un tono más neutro.
-Puedes
usar la habitación del fondo a la derecha. Luego si acaso pedimos algo de
comer.
-Gracias.-
Musitó su interlocutora.-
Y decidió ir hacia allí. Entró en un
amplio cuarto con una gran cama de matrimonio, sábanas de tela y un armario,
asimismo había una pequeña butaca enfrentada a un tocador. Suspiró sentándose
en la misma para censurarse.
-¡He
sido una estúpida! Era natural que Sabra hubiese pasado página de mí desde hace
mucho tiempo.
Sin embargo, enseguida se aproximó a
la puerta de la habitación que había cerrado. Pudo oír las voces de su antigua
novia y de esa otra mujer, y era aquella pelirroja quién, casi con tono
irritado y de reproche, le preguntaba.
-¿En
qué estabas pensando exactamente para decirle que se quedara?
-Es
lo menos que podía hacer.- Repuso la israelí.-
-¿Y
te parece prudente?- Inquirió su interlocutora.-
-No
pasará nada.- Le aseguró, agregando.- Mira Violette, Daphne es una persona muy
importante para mí, ¿vale?. Y lo ha pasado muy mal. No puedo dejarla sola. Al
menos hasta que pueda adaptarse. ¿Lo comprendes, verdad?
-Sí,
claro.- Cedió aquella individua, agregando con un tinte más sumiso.- Lo que tú
digas. ¿Llamo para pedirle algo de cenar?
-Sería
lo más apropiado.- Convino su interlocutora, añadiendo con tono más afable.- Sé
lo que a ella le gusta.
Daphne casi ni se atrevía a
respirar. Ahora tenía sentimientos encontrados, no deseaba para nada ser recogida
por lástima. Ni ser una carga. No obstante, esas palabras de Sabra alegando lo
importante que era para ella y asegurando acordarse de lo que más le gustaba,
la habían emocionado. ¿Quién sabe? Pudiera ser que no todo estuviera perdido.
Al cabo de un momento y fingiendo no haber oído nada, salió de la habitación en
la que estaba, se reunió con sus anfitrionas y comentó con desenfado.
-Quizás
podríamos salir fuera si queréis, a cenar. Yo os invito. Quisiera daros las
gracias por vuestra amabilidad.
Aquella pelirroja la miró con desdén
pero no replicó. Fue Sabra quién, más apurada, le dijo.
-Ya
hemos pedido algo…espero que te guste.
-Seguro
que sí.- Sonrió Daphne.-
No tardaron en traer una pizza con
una ensalada. No era una ración demasiado grande, de hecho Dap se sorprendió. Era de hecho su pizza favorita, de queso y
jamón. Sin embargo, era solamente para una persona.
-¿Pero,
y vosotras?
-Ya
habíamos cenado antes de que llegases.- Replicó secamente Violette.-
-Te
acompañaremos con una copa de vino. ¿Quieres?- Le ofreció Sabra trayendo una
botella y unas copas de cristal sobre una bandeja.-
-Gracias.-
Contestó ella.-
Y cenó ante la mirada atenta de esas
dos. Daphne no pudo evitar sentirse algo extraña. Le parecía estar siendo
observada como si de una mascota se tratase. O peor aún, como si de una res o
un animal de crianza fuera. Cuando sus dueños le están cebando poco antes de la
cena de Navidad. Sin embargo, ella misma se censuró por pensar esas cosas. No
podía ser tan desagradecida. A buen seguro había interferido en la relación de
Sabra y esa mujer de una manera bastante violenta. Por ello, y deseando ser lo
más agradable posible, charló un poco con ambas preguntándoles por su trabajo.
-Vamos
de un sitio a otro.- Le dijo la pelirroja casi como si se lo estuviera
recriminando. - Estamos realmente
ocupadas. No somos tantos para atender la demanda que tenemos. Y apenas si
podemos parar para relajarnos.
-Sí,
a veces es agotador, pero no nos podemos quejar.- Añadió más afablemente,
Sabra.-
Y después de un rato, Daphne comenzó
a tener sueño. Estaba muy cansada por todo lo acontecido. Dio las buenas noches
y se fue a la cama. Una vez se metió en la habitación que le habían reservado,
Violette le dijo a su compañera con retintín.
-¿Me
pregunto cómo estará?… ya me comprendes.
-¡Basta!-
Le pidió ésta entre envarada y molesta.- No me gusta que hagas esa clase de
bromas.
Su contertulia se limitó a encogerse
de hombros para irse a su vez a su cuarto. Sabra entonces llamó por teléfono.
Cuando su interlocutor contestó, ella le comentó, con tono de reproche.
-No
debiste haberle dicho dónde estaba. Sí, sí lo sé… bueno, eso es cierto. Me ha
hablado de una especie de agenda donde su marido apuntaba las cosas. ¿Estás
segura?...Entonces pudiera tener relación con…Bien, enseguida lo haremos, te lo
aseguro… ya sabes que en ese aspecto, no habrá nada que temer. Te doy mi
palabra. Adiós.
Daphne por su parte tardó poco en
dormirse. Le pareció haber cerrado los ojos hacía tan solo unos instantes
cuando el calor de los rayos solares en el rostro la despertó. Con ademán
perezoso se irguió sentándose sobre la cama y estiró los brazos. Era un lecho
muy cómodo y ciertamente no había dormido nada mal.
-Espero
no haberme levantado demasiado tarde.- Pensó algo avergonzada.-
Salió con ese pijama que Sabra le
había dejado. No le quedaba mal. Sonrió, gracias al entrenamiento con Step
había recobrado su figura de antaño casi del todo. Salió del cuarto rumbo al
baño. Tras lavarse un poco fue al salón. No obstante, el apartamento estaba
vacío. Desde luego buscó a esas dos pero no las encontró. Tras deambular por
todas las habitaciones lo que sí halló fue una nota manuscrita por Sabra en la
cocina. La leyó…
-Me alegra haberte visto, de veras. Pero Violette y
yo tenemos que irnos. Asuntos de trabajo. Puedes quedarte aquí, en este
apartamento, todo el tiempo que quieras. Dispón a tu gusto de él. Está en un
buen sitio y el alquiler pagado para muchos meses. No te faltará de nada. Ahora
disfruta de tu nueva vida y se muy feliz. Un beso…
Firmaba con su nombre, Sabra,…
-No
sé si podré ser feliz sin ti.- Suspiró la maestra abrazándose a esa nota.-
En Nature, Sonia y su hijo estaban
cenando con Rafa. De hecho, la velada transcurría tranquila y hasta cordial. La
española no dejaba de sorprenderse de la amabilidad que su ex desplegaba con el
crío, hasta cortándole el filete que estaba comiendo.
-Despacio,
Ricardito.- Le decía afablemente él, en tanto observaba como el pequeño se metía
en la boca algunos pedazos que había troceado.- No te atragantes.
Y además le hablaba en español. Era
curioso, la propia Sonia hablaba así al crío, en tanto Mei Ling lo hacía en
chino muchas veces, de este modo el niño estaba aprendiendo esos dos idiomas,
además del inglés con el que era enseñado en la guardería. En broma comentaba a
veces con su esposa que, de ese modo, Richard podría comunicarse con más del
ochenta por ciento de la humanidad. Y el
ambiente distendido de esa velada le había traído esos recuerdos. La modelo
pensó en eso casi como si Rafael y su esposa se hubieran fundido en una sola
persona. Se sorprendió a sí misma disfrutando de aquel momento igual que si de
una habitual escena de familia se tratase. Quizás si Rafa hubiera confiado en
ella y no se hubiese mostrado tan celoso y posesivo cuando quiso ir a probar
fortuna en aquel certamen de modelos en París, su vida habría sido muy
distinta.
-Hasta
podríamos haber fundado una familia.- Se dijo con perplejidad.-
-Estas
muy callada. ¿En qué piensas?- Quiso saber él, sacándola de aquellas extrañas
reflexiones.-
-En
nada en particular.- Pudo responder la aludida.- El trabajo, en mi esposa.-
Afirmó, como si de este modo desease retornar a la realidad.-
-Supongo
que estará bien.- Afirmó Rafa sin parecer en absoluto molesto por la mención de
Mei Ling.- ¿Te ha llamado?
-Hace
unos días.- Dijo ella con naturalidad.-
Parecía que estuviera charlando con
un amigo en el que pudiera confiar. De hecho, el mismo Rafael le comentó,
aprovechando que Richard jugaba distraído con un muñeco que había traído.
-Espero
que las dos seáis muy felices, de verdad, eso nada tiene que ver con nuestro hijo…
Ella no supo que decir en ese
instante, aunque tampoco tuvo ocasión de hablar. De pronto, las copas
comenzaron a titilar y los platos a moverse. Pasó lo mismo con la mesa. La
gente al percatarse de lo que estaba sucediendo miró alrededor con expresiones
mezcla de estupor y miedo. Algunos incluso salieron a todo correr y comenzaron
a oírse gritos.
-¡No
os mováis!- les pidió Rafael, añadiendo.- Ricardo hijo, métete bajo la mesa,
vamos a jugar.
El asombrado crío así lo hizo. Su
padre se levantó colocándose rápidamente junto a Sonia que también observaba estupefacta
y asustada el caos que se había formado alrededor. Muchas personas, presas del
pánico, habían derribado mesas y sillas tratando de escapar a toda prisa del
local. Ellos por suerte estaban en una esquina. La modelo también llegó a
pensar en salir corriendo pero se percató enseguida de que su ex había estado
acertado en su idea. Querer huir en esas condiciones y con el niño habría sido
muy peligroso. Más quizás que el propio temblor.
-Pasará
enseguida.- Quiso tranquilizarla él.-
Y Sonia, confundida e incluso en
shock como estaba, hasta se dejó abrazar por él. Eso apenas duró unos segundos.
Al fin, tan repentinamente como comenzó aquel temblor se detuvo. Tras unos
instantes ella rompió ese abrazo mirando rápidamente bajo el mantel.
-Ricky,
cariño.- Le llamó sin poder ocultar su zozobra.-
-¡Estoy
aquí, mami! - Repuso el niño con tono divertido.-
-Anda
ven, ¡campeón!. Que mamá y yo te hemos encontrado.- Le sonrió su padre
ayudándole a salir y tomándole en brazos.-
-Ahora
tú.- Le pidió el crio a Rafa sin dejar de reírse.-
-Bueno,
ahora no Ricardito, tenemos que tomarnos el postre. ¿Te gustan las natillas?-
Le preguntó jovialmente él.-
El pequeño asintió deseando
comerlas. Aunque apenas si quedaba nadie en el restaurante tan siquiera para
servírselas.
-Bueno,
si no viene el camarero nos iremos sin dejar propina. – Sentenció Rafael
haciendo incluso que Sonia se riera.-
Él la miró complacido, en tanto ella
desahogaba así parte de la tensión acumulada. Al cabo de un rato y tras tomarse
el postre las cosas se normalizaron, algunas personas regresaron. Tras pagar la
cuenta, se marcharon. Una vez en casa de la modelo, Rafa se despidió.
-Si
necesitáis algo, no dudes en llamarme.- Le ofreció él.-
-Gracias,
por ahora ya ha pasado todo.- Suspiró ella añadiendo en tanto tomaba en brazos
al crio que ya se había quedado dormido.- Espero que estos temblores dejen de
producirse. No son muy fuertes pero me preocupa que aumenten en intensidad.
-No
sé, no soy científico. Aunque a mí también me dan mala espina. Quizás deberías
preguntarles a alguna de tus amigas.- Le sugirió su interlocutor con un extraño
tinte a medio camino entre la advertencia y la inquietud.-
Y tomando esa idea muy en serio
Sonia le despidió. Al fin acostó al pequeño Richard y tras un rato ella misma
se fue a dormir. Echaba de menos a Mei Ling. De hecho, pasaron más días sin
saber de ella hasta que le llegó una holo comunicación. A propósito de la sugerencia de su ex, la
modelo en efecto consultó a alguna experta en cuanto tuvo ocasión. Pudo hablar
con Keiko quien había vuelto a trabajar denodadamente con sus compañeras. Como
colega de su esposa era con la que más había tratado. De hecho, una tarde que
Richard estaba aún en la guardería, la española quedó con ella para charlar.
-¿Qué
sabes de tu mujer?- Le preguntó la científica con genuino interés.-
-Pues
sigue en China, en su último mensaje me contaba que su padre estaba muy enfermo
pero que, al menos, la había perdonado.- Suspiró.- Añadió que todavía tendría
que estar algunas semanas allí. Le he dicho lo que está pasando en Nature, ya
sabes, estos temblores tan extraños…le sorprendió y me pidió que te preguntase.
-Ya.-
Musitó Keiko con tono alicaído.-
Y es que ella sabía perfectamente
cual era la causa. Acorde con los informes que tenían al menos dos asteroides
de un tamaño realmente grande se dirigían directos a Nature. Su llegada era
cuestión de apenas unos días. Por fortuna se pensaba que, entre las defensas
del UNISON y los saiyajin, podrían desviarlos o incluso destruirlos a tiempo.
Pero eso no era sino el aperitivo de lo que les esperaba…
-Mira,
Sonia.- Le confesó con tono apurado.- Esos terremotos no se deben a ninguna
actividad sísmica producida en Nature.
-¿Y
a qué son debidos entonces?- Quiso saber su interlocutora.-
-Se
supone que no tendría que decirte esto, pero siendo familia de Mei Ling, y
alguien a quien aprecio, te aconsejo que te vayas de este planeta cuanto
antes.- Le respondió con tono grave.-
-¿Qué?-
Exclamó la española, entre atónita y alarmada.- ¿Qué quieres decir, que este
planeta no es seguro?
-Dentro
de poco no lo será.- Le advirtió una vez más su contertulia.- Te aconsejo que,
en cuanto puedas, tomes a tu hijo y os marchéis a Kinmoku, a Bios o a la Tierra. ¡Donde sea pero idos!
La propia Keiko estaba realmente
preocupada. Se había centrado en ayudar en todo lo que podía. Incluso dejando
la canción totalmente de lado. Ahora su prioridad era aportar cuanto pudiera,
sin embargo estaba tan desesperanzada como el resto de las Fairy-Five
restantes.
-Tendré
que llamar a la sede central de Modas Deveraux, y avisar a mis modelos.-
Comentó la descolocada Sonia.-
-Haz
lo que creas más conveniente.- Le dijo su contertulia.- Pero no tardes mucho.
En algunos mentideros de personas,
que estaban al tanto de lo que pasaba, ya corría el terrible rumor de que los
transportes tanto militares como civiles, estaban siendo repartidos entre
algunos habitantes privilegiados. Muchos de los políticos importantes o
personas con información había gestionado pasajes para las próximas semanas y
habida cuenta de las distancias entre Nature y el planeta más cercano, que era
Kinmoku, tardarían al menos veinte días en completar la ida y la vuelta, y eso
a máxima velocidad. De ese modo posiblemente muchas de esas naves no
retornarían para evacuar a más personas.
-¿Y
tú qué vas a hacer?- Inquirió la modelo.-
-Me
quedaré junto a las otras, tenemos que investigar mucho todavía.- Quiso
animarla Keiko.- Hasta el último momento debemos pensar en cómo evitar la
catástrofe.
-¿Qué
catástrofe es esa?- Inquirió agudamente Sonia.-
-Ya
te he dicho demasiado.- Suspiró la científica, agregando algo incómoda.- No
puedo revelarte más, lo siento. Solo hazme caso, confía en mí, por favor.
La española asintió, su esposa era
compañera y amiga de Keiko, seguro que, en su lugar, confiaría en ella. También
pensaba en esas palabras que Rafa le dijera. Él debía de estar al corriente de
algo. Aunque se le hacía muy difícil creer que una especie de apocalipsis
amenazaba el planeta. Además, esa científica se iba a quedar. Pudiera ser que
el peligro estuviera algo exagerado. De todos modos llamaría a la Tierra y
hablaría con Mei Ling en cuanto pudiera. Así se despidieron. Por su parte, la
pelirroja estaba pensando en eso y en todo el ingente trabajo que tenía ante
sí. También recordaba la última conversación que mantuvo hacía ya tiempo con Maray,
antes de que esa joven tan extraordinaria se fuese. Le dejó encargado algo muy
importante que tendría que hacer pronto.
-No
puedo fallarle.- Pensaba.- Ni a ella, ni a los demás…por eso debo permanecer
aquí hasta el final.
Ocupada en esas reflexiones fue a visitar a
Melissa quien estaba en casa.
-Me
alegro de verte.- La saludó la directora de las Fairy Five.-
-¿Qué
tal?- Repuso la interpelada con tono algo alicaído.-
-¿Estás
bien?- Se interesó su anfitriona de inmediato.-
-Bueno,
es que vengo de hablar con Sonia, la esposa de Mei Ling.- Le respondió Keiko
refiriéndole con tono resignado.- La he advertido que se marche de aquí.
-Sabes
que no debemos ir alarmando a la población. Al menos no todavía. Si se procede
a la evacuación no debe cundir el pánico.- Le recordó Melissa.-
-No
hay por qué preocuparse.- Repuso su contertulia.- Sonia es discreta y no
pareció quedar muy convencida. Aunque espero que me haga caso y se lleve a su
hijo de Nature.
-El
gobierno va a dictar una ley en breve.- Le contó entonces Melissa con tono
lleno de inquietud.- Se van a restringir los vuelos interplanetarios…
-¿Cuándo
te has enterado de eso?- Quiso saber la perpleja Keiko.-
-La
capitana Hunter nos ha informado. Bueno, no directamente, claro. Ha sido a través
de su esposo. Giaal se lo ha contado a su cuñado Alan, y éste a Clyde. Nos ha
ofrecido embarcar de los primeros.
-¿Y
qué le habéis respondido?- Inquirió Keiko.-
-Nada
todavía, pero ni mi marido, ni yo, deseamos irnos sin haber intentado todo
cuanto esté en nuestras manos. Sin embargo, queremos que Wina se marche.-
Suspiró la doctora Adams.-
-Lo
comprendo.- Asintió su interlocutora, haciéndose cargo al añadir.- Si fuera mi
hija desearía lo mismo.
-Supongo
que sería buena idea ir comprando al menos un billete para ella.- Convino
Melissa con expresión reflexiva, remachando.- Lo hablaré con Clyde.
-Y
no solamente para tu hija. Comprad otros tu esposo y tú. Ten por seguro que los
altos cargos y las personas más pudientes ya han reservado sus plazas.- Declaró
una cariacontecida Keiko haciendo honor a esos rumores.- Por eso, por favor. Pensad
también en vosotros mismos y no lo demoréis. Tú y tu marido tenéis influencia. ¡Usadla
e idos!…
Melissa no dijo nada, solamente bajó
la mirada con gesto consternado. Keiko optó por no decir más. La jefa de las
Fairy Five ya era más que capaz de decidir sobre su propio destino. De modo que
tras este consejo se marchó. Tenía más cosas en que pensar. Ella misma se
planteaba la posibilidad de irse, pero, por mor de su promesa a Maray, sentía
que tenía que permanecer allí hasta el final. Que, tal y como esa chica le
desvelase, su presencia sería necesaria.
-¡Papá,
Mamá, Hotaru, cuanto os echo de menos. Mimette, Mimí, ...Mimet! - Suspiró
recordando a muchos de sus seres queridos.-
Ahora su amiga del alma y ¿por qué
no admitirlo? Su primer y gran amor, vivía en Bios junto con su esposo y su
hija. Había llegado incluso a soñar con ellos. Aunque paradójicamente no era
Mimí la que aparecía en esas visiones sino la hija de ésta, Mimet. Una muchacha
realmente muy especial. La última vez que recibió noticias suyas vía holo
mensaje, incluso le contó que estaba…
-Interrelacionándome,
mayormente de un modo que la gente denomina romántico, con un chico de
apariencia muy agradable.- Se sonrió al rememorar esas palabras tan peculiares
de las que Mimet siempre hacía gala, para suspirar y musitar con voz queda.- Me
alegro mucho, cariño. Al menos has sido capaz de encontrar el amor. Cosa que yo
nunca hice.
Y es que durante años la científica
se había movido entre su trabajo en las Fairy Five y su carrera musical. Pese a
haber mantenido alguna relación tanto con hombres como con mujeres, ninguna
había llegado finalmente a cuajar. A buen seguro pudiera ser culpa suya. Muchas
veces no fue capaz de dar tanto como demandaba. O sus propios proyectos le
importaron más que la otra persona. De este modo, todas y cada una de ellas se
fueron alejando de su vida. Ahora, en la cuarentena de edad, realmente no
buscaba nada.
-Y
desde luego que es el peor momento para pensar en eso. Tenemos un mundo entero
que proteger. Al menos mientras podamos hacerlo.-Se dijo con pesar.- Y haré
cuanto esté en mi mano por ayudar a ello.
En otra parte del planeta y aun
desconocedor de estas terribles nuevas, Trent se preparaba para comenzar la
defensa de su cliente. Tras su éxito en el juicio contra ese cabecilla de los
fundamentalistas acusado de casi ahorcar a un homosexual, su valor para el
bufete en el que trabajaba subió. Sus jefes estaban contentos y su carrera
prosperaba. Lo malo de aquello es que podía ver menos a Steph. Situación que se
agravaba en esas terribles circunstancias por las que su novia atravesaba. A la
marcha de Daphne había que sumarle el fallecimiento de Byron, que fue
seguramente asesinado por una facción de radicales anti religiosos. De hecho,
en el planeta, esos enfrentamientos se recrudecían cada vez más y grupos de uno
y otro bando iban en nutrido número para evitar ser atacados por el otro. Las
autoridades debían esforzarse en mantener la seguridad y la vigilancia para impedir
que chocasen. Más si cabía cuando convocaban actos o manifestaciones.
-Y
en Bios se quejan de los pro y los anti apertura.- Suspiró Trent moviendo la
cabeza.- ¡Si supieran lo que tenemos aquí!…
En este caso, cada bando se alineaba con una
postura distinta a las que se defendían en Bios. Los defensores de la religión
y el modo de vida tradicional y decente ( al menos según la propia opinión de
esos individuos) era más partidarios de la independencia de Nature y para unos
la apertura del planeta podría significar que más gente decente y devota
llegase huyendo de esa especie de Sodoma llamada Tierra. Aunque otros alegaban
que quizás, pudieran ser los desviados y otro tipo de pecadores los que
afluyeran para tratar de convertir Nature en otro lugar de perdición. En el
otro lado, las opiniones diferían en un sentido similar. Temiendo que una
postura pro o contra pudiera beneficiar respectivamente a sus enemigos. Sea
como fuere lo que a él le importaba más ahora era el llevar bien su caso. Tuvo
que esperar a que su cliente llegase entre fuertes medidas de seguridad.
Incluyendo a dos guerreros saiyajin que acudieron a su lado. Al fin, escoltada,
vestida con un mono naranja y con grilletes en las manos y piernas, apareció
Ángela. Era la primera vez que la veía fuera de la celda que les había estado
separando. Tras colocarse al lado de su defendida, Trent aguardó en pie la
llegada del juez. Éste apareció en la sala a los pocos segundos.
-El
honorable juez Glober preside este juicio, el pueblo de Nature contra Ángela
Connors, acusada de asesinato, terrorismo y acceso y permanencia ilegal en el planeta…
En la Tierra habían transcurrido
algunos días y Daphne estaba más animada. Bertie cumplió su palabra y, tras
hablar con los dueños del colegio en el que ella trabajase, le concertó una
entrevista a la maestra. Tras ver los años de experiencia y las recomendaciones
de la ex directora, no dudaron en contratarla. Ahora podía ir a su nuevo empleo
tardando apenas tres cuartos de hora. Además, tenía ese apartamento de ensueño
para ella sola. No tardó en apuntarse a un gimnasio para completar su nueva
vida. Y, por supuesto, comenzó a salir los fines de semana a algunos lugares de
ambiente que Kerria le recomendó. Hasta pudo mantener alguna relación con otras
mujeres, eso sí, sin llegar a nada serio. Sin embargo, un día, tenía un mensaje
de la abogada en su holo televisor. Sonriendo lo conectó, pensaba a buen seguro
que ésta le iba a aconsejar sobre otro sitio para ir a conocer más chicas de su
misma inclinación. No obstante, la cara de la letrada apareció con gesto
consternado, y con tono suave y entristecido le dijo.
-Daphne,
tu hermana Step me ha enviado un holo mensaje desde Nature. Tiene algunas
semanas. Ella no sabía dónde poder localizarte y le prometí que te lo haría
llegar. ¡Lo siento, lo siento muchísimo!…
En ese momento Dap no le dio
importancia, creyendo sin duda que Kerria se sentía mal por darle noticias de
ese planeta o por creer de algún modo que la molestaba con ello.
-No
te preocupes, quiero ver cómo están mi hermana y de mi familia.- Se apresuró a
contestar queriendo saber con interés.- ¿Qué cuenta Steph?.
-Será
mejor que seas tú quien lo vea.- Suspiró Kerria, añadiendo incluso con afecto.-
Aquí estamos, para lo que quieras.
Daphne comenzó a preocuparse, la
abogada se despidió desapareciendo de la emisión y dejando aquel video. A la
maestra se le encogió el corazón nada más ver aparecer el lloroso rostro de su
hermana.
-Dap.
Ojalá estés bien, te echo de menos. Los niños, bueno, están bien, no temas por
ellos. Te echan de menos. Todos te añoramos. ¡Yo… no sé cómo decirte esto!…-
Habló Stephanie entre mal contenidas lágrimas.-
La destinataria del mensaje se
sintió culpable. Había dejado todas las cargas de su antigua vida a su pobre
hermana menor. Sin embargo y para su horror, no se trataba únicamente de eso.
¡Ojalá lo hubiera sido!, dado que lo siguiente que oyó le congeló la sangre…
-¡By
ha muerto! Le han encontrado tras unos días sin que supiéramos nada de él. Papá
y mamá están hundidos y yo… hago lo que puedo para no derrumbarme.
Ahora fue Daphne la que rompió a
llorar. Gritó rota por el dolor tirando incluso algún jarrón y cayendo al suelo.
De fondo pudo oír las últimas palabras del mensaje.
-¡Te
quiero Dap, y te necesito!… todos te necesitamos. Sé que tu vida ha sido muy
dura, pero, te lo ruego, vuelve en cuanto puedas. Adiós, y por favor,
cuídate…no soportaría que te pasara algo a ti también…
La mujer estaba en shock, no podía
creer que su vida fuera todavía a peor. Ahora que parecía estar comenzando a
remontar. Sintiéndose muy mal, solamente
pudo beber hasta que, ebria, cayó redonda al suelo. Despertó al día siguiente.
Afortunadamente no había clase. La cabeza estaba embotada y le dolía. Ahora
todo daba la impresión de haber sido un sueño. De hecho pensó haber soñado con
su hermano que le sonreía dándole aliento.
-¡By!-
Suspiró nuevamente entre lágrimas.- Lo siento. Sé que me comprendes. Ahora no
puedo...¡no puedo regresar! Sería revivir la misma pesadilla. ¡Perdóname! Y tú
también, Steph. Os quiero…pero tengo que rehacer mi vida…quizás algún día…sea
capaz de volver.
Entre tanto Mei Ling había estado
acompañando a su padre, pese a no cruzar apenas
palabra con su madre y menos aun con los vecinos. No obstante, hizo como
toda buena hija, acorde a las costumbres de su lugar natal. Finalmente y tras
unos cuantos días, su progenitor falleció. Llena de tristeza asistió a la
ceremonia, vestida de blanco riguroso como era costumbre en la tradición de su
cultura, aunque con el alivio y consuelo de haber hecho las paces con él.
Después de las honras fúnebres se despidió lacónicamente de su madre quién,
pese a todo, no había sido capaz de perdonarla, y otros miembros de la familia
que asimismo le dedicaron unas frías condolencias.
-Ahora
tengo que regresar a casa.- Le contó a su primo Zhao que había acudido
igualmente al sepelio.- Deseo muchísimo volver a ver a mi mujer y a mi hijo.
-Te
acompañaré al aeropuerto.- Se ofreció él.-
Y salieron rumbo al mismo para viajar en dirección a una parte del país que
había sido acondicionada como zona de despegue para lanzaderas espaciales. No
obstante, cuando Mei Ling iba a comprar su billete hacia Nature se enteró de
algo que la dejó helada.
-Lo
siento señorita, no expedimos billetes hacia ese planeta.- Le comentó la
empleada que atendía en el mostrador cuando el ordenador rehusó admitir la
operación de venta a la viajera.-
-Entiendo.
¿Es que hay que ir primero a Bios, verdad?- Creyó saber Mei Ling.- Es una ruta
con escalas.
-No,
no es eso.- Repuso esa muchacha que era ligeramente más alta que ella.- Verá.
Nature ha sido puesto en cuarentena. Ninguna nave viajará hacia allí con
pasajeros.
-¿Qué?-
Exclamó la científica sin poderlo creer mirando a su también sorprendido
primo.- ¿Por qué?
Pensó entonces en esas noticias de
terremotos que su esposa le diera. Aunque no les había concedido mucha
importancia al saber que fueron de escasa magnitud. Se lo comentó no obstante a
su primo y éste, sin pararse a pensarlo dos veces, exhibió su acreditación de
militar ante esa joven y le preguntó.
-¿De
cuándo es esa orden?
-De
ayer mismo, señor.- Musitó su interlocutora.-
-Gracias.-
Repuso él dirigiéndose a su prima.- Voy a contactar con mis superiores, algo ha
debido de suceder en estos días que hemos estado desconectados del mundo
exterior.
Y es que, pese a los avances de la
tecnología la región en la que habitaban sus padres era bastante remota y
estaba aislada. También contribuyó el hecho de que Mei Ling deseó aprovechar
cada minuto que tuvo con sus progenitores. Sabía que, una vez se despidiera
definitivamente de su padre, tampoco volvería a ver a su madre ya. Y ahora,
apenas digerida esta tristeza, se sobresaltaba con estas otras inquietantes
noticias.
-¿Qué
puedo hacer yo entonces?- Le preguntó a su primo.-
-Ven
conmigo. Averiguaremos lo que ha pasado.- Le propuso él.-
Y ella asintió. De este modo, Mei
Ling fue junto a su intrigado primo Zhao. Tenía mayor deseo incluso que él, en
descubrir que estaba sucediendo verdaderamente en Nature.
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