martes, 30 de enero de 2018

GWTN50 La primera bola de partido


La sesión iba a comenzar. Era un juicio sin jurado, sería el juez que instruyó el caso, llamado Edwin Glober, quién tomaría la decisión. La acusada aguardaba imperturbable en tanto escuchaba los cargos que se leyeron en su contra.



-¿Cómo se declara?- Fue la pregunta que le hizo el juez tras formular aquellas acusaciones.-

-Me declaro inocente, Señoría.- Replicó ella por fin.-

-En tal caso, el juicio comenzará de inmediato.- Dictaminó el magistrado.- Que se presenten las alegaciones…



            La fiscal, una mujer de edad madura y pelo castaño recogido en un moño, pasó a exponer los cargos.



-La señorita Ángela Connors, aquí presente, está acusada de asesinato, terrorismo y entrada y permanencia irregular en Nature. El ministerio fiscal demostrará que es culpable de todos los cargos y pedirá la máxima condena posible. Cadena perpetua.



            Fue turno de Trent quien se levantó a su vez para exponer.



-Señoría, demostraré que mi cliente no fue culpable de esos crímenes que se le imputan y que  la  fiscalía carece de base y de testigos para sostener sus acusaciones.

-La acusación puede comenzar a  presentar sus evidencias.- Autorizó el juez.-



            La fiscal, que se presentó como Coretta Simons, empezó con su labor desgranando una serie de informes que situaban a Ángela como una de las oficiales al mando del ataque Arcoily.



-Algunos testigos la vieron subida a una de las naves enemigas.- Remachó.- Con la venia, llamo a declarar a uno de ellos. El señor Dean Reinosa.



            La propia Ángela le dedicó una mirada incrédula. Lo reconoció pese a que habían pasado unos cuantos años. El chico, todo un hombre ya, la miró a su vez fijamente y con severidad. Después, tomó asiento en el estrado y prometió decir la verdad a requerimiento del alguacil en la sala.



-¿Se llama usted Dean Reinosa, verdad?- Le preguntó la fiscal.-

-Así es.- Admitió él.-

-¿De qué conoce a la acusada?- Quiso saber Coretta.-

-Me encontraron, ella y su banda de delincuentes, cuando yo era un crio.- Explicó Dean.-

-Entonces, ¿le secuestraron a usted?- Quiso saber la fiscal.-

-Tuve que permanecer con ellos por un tiempo.- Contestó más vagamente el testigo.-

-¿Le pidió que cometiera algún tipo de sabotaje contra la seguridad de Nature?.

-Sí, que eliminase unas medidas de seguridad.- Afirmó el interpelado.-

-¿Asistió a algún crimen perpetrado por la acusada?- Inquirió la interrogadora.-

-Vaporizó a uno de sus propios hombres y trató de eliminarme a mí, con uno de esos aviones.- Contó él.-



            Tras un murmullo en la sala, el juez ordenó silencio. Ángela había estado escribiendo unas notas a Trent, de este modo, cuando la fiscal dio por concluido su interrogatorio después de esta última cuestión, el abogado se aproximó a Dean y comenzó a su vez.



-Señor Reinosa. ¿La señora Connors le retuvo a la fuerza durante su estancia allí, o pudo usted elegir marcharse?

-Pude elegir, ella nunca me obligó a quedarme.- Tuvo que admitir el joven.-

-Cuando le pidió que sabotease esos sistemas, según su versión, ¿le dijo que quisiera atacar el planeta?

-No, según ella, era para poder robar.- Comentó Dean.-

-¿No es cierto que ella le defendió y le protegió de ese mismo individuo al que, según usted, vaporizó? ¿Y no es menos cierto que ese hombre, con fama de pendenciero y peligroso, la apuntó antes a ella con un arma, amenazándola con disparar?

-Sí, bueno, eso es cierto.- Repuso el testigo con tono apurado.-



            Trent asintió para afirmar luego con tono de pregunta retórica.



-Entonces. ¿Cómo es que una mujer que le defendió desde el primer momento en que usted apareció allí, iba a querer matarle de repente por las buenas? ¿No sería quizás debido a algún error? ¿O pudo influir que estaba usted traumatizado por todo lo que le había sucedido? Teniendo en cuenta que solo era un niño por entonces. Pudiera ser que ella intentase defenderle contra otro agresor y que, debido a su juventud e inexperiencia,  lo interpretara usted mal, señor Reinosa.

-No lo sé.- Fue capaz de decir Dean, sintiéndose realmente confuso.- De verdad, hace bastante de aquello.



            Y es que, pese a todo, habían pasado muchos años y él había vivido muchas cosas. Su envaramiento y desconcierto fueron en aumento cuando Trent, con tono afable eso sí, le preguntó.



-¿Estaba usted enamorado o se sentía atraído por la acusada?

-Yo… bueno, si es cierto que era un crio entonces, y ella muy guapa.- Tuvo que reconocer.-

-Y algo mayor que usted, ¿verdad? Por ello, cuando ese amor fue imposible quizás una parte suya se sintió traicionada. ¿No podría ser eso lo que confunde con un intento de asesinato?

-Señoría, protesto.- Terció la fiscal.- El abogado trata de confundir al testigo dirigiéndole en la declaración.

-Abogado, absténgase de influenciar al testigo.- Le indicó Glober.-

-Con todo el respeto, me limito a preguntarle. Aunque lo expondré de otra forma. Señor Reinosa. ¿Hubiese querido que la acusada le correspondiera? ¿Pese a que ella le dijo tener pareja?

-Sí, me hubiera gustado.- Suspiró Dean.-

-¿Y ella no daba la impresión a veces de temer a esa misteriosa pareja suya?

-Sí, eso me parecía.- Tuvo que replicar él.-

-Muchas gracias, no hay más preguntas…



            Tras nuevos murmullos en la sala el testigo pudo retirarse. Ahora Dean se alejó con la cabeza baja, sin querer mirar a Ángela más que de manera fugaz. Ella le correspondió con una leve sonrisa de satisfacción cuando el joven salió, al tiempo que pensaba.



-Este abogado humano es realmente bueno. Será muy interesante ver hasta donde consigue llegar.



            La fiscal, una vez más, convocó a otro testigo.



-Llamo a declarar a la señorita Nelly Connors.



            Y una atractiva joven de larga cabellera morena y lisa hizo su aparición en la sala. Su entrada llamó la atención de Trent que juraría haberla visto antes. No obstante, se ciñó a su trabajo. Tras ocupar el sitio de los testigos y prometer decir la verdad, la fiscal acudió presta para preguntar.



-Señorita Nelly Connors. ¿Se llama usted así, verdad?

-Sí, señora.- Repuso la aludida.-

-¿De qué conoce usted a la acusada?- Fue la pregunta.-

-Trabajaba para mí.- Contestó.-

-¿Y podemos conocer su ocupación?- Quiso saber la fiscal.-

-Era una de mis señoritas de compañía. Digamos que hacía realidad los deseos de nuestros clientes.- Contestó de modo seguro e incluso algo irónico.-





            Algún murmullo se elevó entre los presentes. Muchos desaprobaban ese tipo de actividades y otros guardaron un envarado silencio.



-¿Cuándo la conoció?- Inquirió Coretta obviando esa reacción de la sala.-

-Hará unos años. La encontré malherida tras el ataque que sufrimos.- Explicó Nelly.-

-¿Le dijo quién era?

-Una mujer que había sido afectada por ese ataque.- Replicó la testigo.-

-¿Dio evidencias de ser alguien fuera de lo normal?

-Tenía mucha fuerza para ser humana.- Afirmó Nelly, rectificando enseguida.- Al menos eso me pareció. Pero ser fuerte no es un delito.

-Pero matar gente sí que lo es.- Le corrigió la fiscal preguntando ahora con mucho interés.- ¿En algún momento le dijo quién era realmente?

-No de un modo claro…dijo haber sido herida y atacada, y no ser totalmente normal. Pero en cuanto supe con certeza quién era, quise informar a las autoridades.- Comentó Nelly mirando de reojo a la acusada que se  limitaba a sonreírle de modo condescendiente. –

-¿Por qué corrió a informar en ese instante?- Inquirió Coretta.-

-Siendo una militar enemiga, temí por mí y el resto de nuestras compañeras. Así como por otras personas.- Contestó la joven.-

-Muchas gracias, señorita.- Finalizó la fiscal.-



            Turno de Trent quién, con rapidez, abordó a la testigo para preguntar.



-Señorita Connors. ¿Quizás su apellido y el de mi cliente están relacionados?

-No directamente, pero cuando ella llegó, dijo no recordar su nombre completo y adoptó mi apellido.- Explicó Nelly.-

-Esa no parece una actitud propia de alguien que le desee ningún mal, ¿no cree?

-¡Protesto!- Intervino la fiscal argumentando. - El abogado saca conclusiones sin ninguna base. Se podría hacer la deducción contraria. ¿Y si quería suplantarla y matarla después?

-Se acepta.- Terció Glober.- No elucubre usted sin base, abogado.

-Lo retiraré entonces.- Admitió Trent para añadir.- No obstante, estuvieron juntas durante años y en ese tiempo, mi cliente no solamente no fue agresiva o representó ninguna amenaza contra usted, sino que la protegió de otras personas que sí podrían haber llegado a serlo. ¿No es cierto?

-Sí, eso es cierto.- Reconoció Nelly.-

-Entonces, no veo cuál era la amenaza o el temor que podría usted tener hacia mi cliente. Lleva años mostrando un comportamiento no ya razonable, sino ejemplar. Y viviendo en sociedad sin haber creado el menor problema a nadie. - Concluyó Trent.-

-¡Protesto!- Volvió a exclamar Coretta.- ¡Está sacando conclusiones!

-Es un hecho. Mi cliente no ha tenido nunca problemas con la ley salvo por estas acusaciones.- Repuso el abogado.-

-Protesta denegada.- Aseveró el juez.- En eso tiene razón la defensa.



            Aquello alegró a Trent e hizo sonreír más ampliamente a su defendida. El abogado entonces concluyó.



-No hay más preguntas, gracias señorita Connors.-



            Nelly bajó con premura de su sitio en el estrado y apenas sí cruzó una mirada con la acusada. No tardó en salir de la sala. Tras esas declaraciones, el juez intervino para dictaminar.



-Habrá un receso de dos horas.



            Y tras esas palabras, los dos saiyajin se aproximaron a Ángela colocándose a ambos lados de ella. Escoltada de este modo la mujer se levantó de la silla y salió de la sala. Trent fue con su cliente a la habitación especialmente acondicionada que le estaba aguardando. Allí dentro la esposaron de pies y manos a unas barras de aleación ultrarresistente.



-No creo que la señorita deba estar así.- Opuso el abogado. – Me parece excesivo.

-Cumplimos órdenes.- Fue la respuesta que le dio uno de los saiyajin, que era precisamente Jalix, quien participara en el operativo de su captura. -





            Tras un momento de silencio algo embarazoso, el letrado añadió.



-Ahora, si no les importa, Tengo que hablar con ella sobre el juicio.

-Nuestras órdenes son custodiarla y no separarnos de ella.- Le respondió Jalix.-

-Y yo les recuerdo que la charla entre abogado y cliente es confidencial.- Insistió el joven, añadiendo con tinte más conciliador.- Pueden esperar fuera. No va a escaparse delante de ustedes. Además. ¿Cuánto tardarían en entrar aquí, o en capturarla, con la fuerza y velocidad que su raza posee?



            A regañadientes Jalix y el otro saiyajin salieron del cuarto dejándoles al fin a solas. La mujer se sonrió dedicándole una divertida mirada a su letrado en tanto declaraba con ironía.



-Vaya, has sido valiente, enfrentarse así a un saiyajin.

-Soy tu abogado y mi obligación es velar por tus derechos.- Contestó él, que enseguida pasó a lo que le preocupaba.- No vamos mal hasta ahora. Si no tienen pruebas o testigos más sólidos…

- Bueno. Eso me alegra. Así lo espero.- Repuso Ángela.-



            Trent iba a decirle algo pero su móvil sonó en ese preciso instante.



-Disculpa, es mi novia.- Le comentó a su defendida que sonrió divertida al ver el azoramiento en la cara de aquel tipo.- ¿Sí...? hola Steph. No, bueno. Ahora tenemos un receso…Sí…¿La cuarentena?.. Bueno…no te fíes de todo lo que se cuenta por ahí…Claro, claro, seguro que volverá… Sí, espero que podamos vernos pronto. Dales un abrazo a todos. Adiós…



            Tras colgar el abogado, él y cliente retomaron la conversación sobre el caso…



            En otra parte del planeta, Gloria seguía entrenando a Thalia. Tras descansar un momento la instructora comentó con tinte más complacido.



-Parece que vas mejorando.

-Gracias, maestra Gloria.- Replicó rápidamente la chica.-

-No me des las gracias, eso sólo quiere decir que, desde ahora, voy a ser mucho más dura contigo.- Se sonrió ladinamente ésta.-

-Estaré lista.- Aseguró su interlocutora.-



            Eso le pareció bien a su entrenadora. Aunque en ese instante su teléfono sonó. Lo tenía cerca, junto con algunas cosas que había llevado a ese lugar deshabitado en donde practicaban. Lo atendió de inmediato.



-¿Sí? Hola padre. ¿Qué tengo que ir a dónde?.. Sí, enseguida. Pasaré por casa a darme una ducha y cambiarme… Muy bien.- Convino tras colgar.-



            Y mirando a su alumna le dijo con cierto tinte de resignado fastidio.



-Otras obligaciones me reclaman. Tengo que irme. Continua entrenando tú sola. Ya sabes, medita y saca tu energía.

-Sí, noble Gloria.- Asintió Thalia pareciendo decepcionada.-



            Y la hija del embajador se elevó rápidamente en el aire tras recoger sus cosas, para salir volando a toda velocidad hacia su casa…



-Espero llegar a tiempo.- Se dijo en tanto surcaba el cielo con premura.-



            En la Tierra, Zhao pudo al fin contactar con el alto mando chino. Enseguida le pusieron al corriente. Informó a su sorprendida y preocupada prima.



-Han puesto Nature en cuarentena. Hay algunos asteroides en rumbo de colisión hacia el planeta.

-¡Oh no!- exclamó la joven llevándose las manos a la boca.- ¡Sonia y Richard! Y los demás…

-Tranquilízate.- Quiso calmarla Zhao.- También me han comentado que, a buen seguro, la amenaza será neutralizada. La potencia de fuego de las armas del planeta y de la flota que la defiende, unida a los saiyajin, serán capaces de destruir o desviar esos meteoritos. Pero deben tomarse precauciones y hasta que no sea del todo seguro no dejarán viajar a nadie.- Le explicó.- Podrían ser tomados por más meteoritos o destruidos por error.

-¿Y cuanto podrían tardar?- Quiso saber Mei Ling con tono desasosegado.-



            La científica sabía perfectamente lo graves que eran las amenazas que se cernían sobre Nature, pero acorde a sus cálculos aún quedaban semanas, incluso meses, para que eso se produjera. Estimó tener tiempo más que suficiente para viajar a la Tierra, ver a su padre y volver  con Sonia y Richard. Al menos, si los datos que manejaba era precisos. Desde luego esa era la información que tenía antes de emprender su viaje a la Tierra. Ahora estaba muy asustada por la seguridad de su esposa y de su hijo. ¿Y si se habían equivocado? Esperó con impaciencia la respuesta de su primo.



-No lo sé, puede que varias  semanas.- Estimó el militar.-

-Pero. No puedo quedarme aquí varias semanas.- Esgrimió ella con creciente inquietud.- Para empezar, se me agotarán los créditos…

-Eso no será problema.- Repuso de inmediato su primo.- Además, podrías trabajar aquí. Una científica como tú sería magníficamente valorada.- Añadió.- Piénsalo, al menos en tanto dure esta crisis y se levante la cuarentena. Hasta entonces no podrás abordar ninguna lanzadera interplanetaria hacia Nature.



            La mujer suspiró bajando la cabeza. Así las cosas no le quedaba otro remedio. Asintió despacio. Zhao sonrió entonces más animosamente y le propuso.



-Mi casa no queda lejos. Puedes instalarte allí. De todos modos yo viajo mucho y apenas estoy. Nadie te molestará. Me pondré en contacto con algunos amigos que tengo en las altas esferas para que te encuentren una plaza en uno de los mejores centros de investigación.

-Gracias.- Musitó ella, negándose para afirmar. – Pero pertenezco a las Fairy-Five. No puedo trabajar para otro grupo. En todo caso viajaré a los Estados Unidos o a Japón, para unirme a algún equipo de allí.

-Como quieras, pero hasta que puedas volar a alguno de esos destinos vente a  mi casa. Descansa un poco y reserva los pasajes con calma.- Le sugirió su interlocutor.-



Mei Ling asintió. De modo que se marcharon de esa terminal rumbo a la ciudad. Le gustase o no, de momento no tenía otra alternativa.



-Únicamente espero que nuestro hijo y tú estéis a salvo, contaré hasta los minutos que nos queden para volver a reunirnos.- Se decía en tanto, una vez a bordo de un deslizador, contemplaba a través del cristal el rápido desfile de los edificios. –



            En Estados Unidos las cosas no estaban mucho mejor a ese respecto. Kerria contestó a Stephanie comentándole que ya había enviado su mensaje a Daphne. La abogada lo sentía mucho por esa familia. Aunque la maestra, pasado ese choque emocional tan terrible, tuvo unos días para meditar. Al fin se armó de valor y acudió al trabajo y una vez entre niños y niñas empezó a recobrar algo de su alegría perdida. Y lo mejor es que su orientación sexual no le importaba a nadie. Al menos en esa escuela. De hecho, hasta había una pareja de gais que llevaba a su hijita adoptada. Eso hizo a Dap sonreír. Charló incluso con uno de padres quien comprendió perfectamente lo que le sucedía. Era un hombre negro y de apariencia robusta, tendría cerca de los cuarenta. Se presentó como Ken. Tras dejar a su niña, de nombre Adele, en el aula, la maestra y él mantuvieron una breve conversación en tanto los niños se sentaban atendidos por otra profesora que estaba allí para írselos presentando a Daphne.



-No me puedo imaginar el infierno que eso debió suponer para usted, señorita.- Dijo al escuchar parte de su historia con la boca abierta.- Sólo de pensarlo me horrorizo. ¿Pero tan mal están las cosas para nuestro colectivo en ese planeta?

-Desgraciadamente sí. Muy mal.- Suspiró ella.-

-Mi marido se llama Barry. Es un activista y un miembro del congreso. Le comentaré esto. Quizás pueda hacer algo por usted.

-Muchas gracias.- Sonrió ella realmente reconocida, incluso algo emocionada dejando caer unas lágrimas.- No sabe lo que eso supondría para mí. Lo que significa que alguien me comprenda y me apoye, en vez de que me insulte o me persiga.

-Cálmese, por favor.- Le pidió aquel hombre prestándole un pañuelo y esbozando una leve y apurada sonrisa para añadir. - No es bueno que los niños la vean triste.



            Ella asintió, y tras enjugarse las lágrimas quiso devolverle el pañuelo, aunque Ken amablemente le ofreció.



-Quédeselo, se lo ruego. Y si una de estas tardes no está muy ocupada, sería para nosotros un placer que nos acompañase a cenar a casa.

-Me sentiría muy honrada. Muchísimas gracias.- Convino ella sonriendo ampliamente ahora.-



            Al fin ese padre tan amable se despidió de ella y Dap pudo dedicarse ya a su trabajo. Su compañera, una joven rubia bastante agradable llamada Farrah, la presentó a los críos y la dejó con ellos para que se conocieran. Las cosas fueron bien, a pesar de todo lo que había padecido conservaba su toque y su dulzura con los niños. Se los ganó pronto…



-En cuanto pueda mandaré un mensaje a Steph. Tengo muchas cosas que decirle. Y sobre todo, pedirle que tenga paciencia. - Se decía mientras solícitamente se ocupaba de poner el babi a unos críos.-



            Y algunos la abrazaban cariñosamente rodeando su cuello con aquellos suaves bracitos, al tiempo que la obsequiaban con besos. Daphne sonreía aunque también debía evitar que alguna lágrima se le escapara. Algunos de esos niños le recordaban a David. Y otros más pequeños incluso a Leah.



-¡Hijos míos! Vuestra madre volverá. Y haré lo posible para que vengáis a vivir conmigo aquí. A un lugar en el que el odio y la discriminación no campen a sus anchas.- Pensaba, deseosa de que así fuera.-



            Aunque la Tierra no era ni mucho menos perfecta, Dap tenía el consuelo y la satisfacción de tener la ley de su parte y a mucho mayor porcentaje de personas tolerantes, respetuosas y abiertas. Empero, era cierto que esos extraños tipos de la Congregación tenían bastante poder incluso aquí. Y estaban esos otros de la Luna Negra, de los que Kerria le habló. Por el tono de la abogada daba la impresión de que incluso temía a estos últimos mucho más. Precisamente la letrada pudo hablar con su hermano Leval que acababa de retornar de Nature. Éste le contaba lo que había estado haciendo en uno de los holo mensajes que le envió y ella se quedó particularmente con un fragmento que decía.



-Hola Ky. ¿Qué tal estáis Sam, tú?. Supongo que, al igual que Amatista y yo, muy tristes por la marcha de nuestros hijos.  Sé que a pesar de todo la vida debe proseguir y que mantendremos la esperanza de volver a verles. Por mi parte viajé a ver a la princesa Kakyuu para hacer algunas averiguaciones sobre el origen de nuestra común amiga Nehie. Espero poder hablar con ella para informarla. Aunque no sé si seré capaz de ir a la Luna. En cuanto a eso de Nature que me consultaste, hice escala allí procedente de Kinmoku y tuve suerte de poder salir antes de que lo clausurasen a la llegada de nuevas naves. ¡Han puesto el planeta en cuarentena! Me enteré nada más llegar a Bios. De haberlo sabido antes me hubiera quedado para ayudar. Al parecer algo terrible se les viene encima. En fin. Nada podemos hacer nosotros. – Suspiró con pesar, intentando animar su tono al añadir.- Te envío muchos saludos de Amatista y de la prima Idina. Ella también está teniendo algunos problemas. Creo que iba a llamarte para pedir ayuda. Se trata de su hija Loren. No sé mucho más, pero algo grave ha sucedido. Ni ella, ni Michael, quisieron ser muy específicos. Pero la prima está mal. Muy ausente y entristecida, nada que ver a como ella era. Bueno, tengo que dejarte. Saluda también a papá y a mamá. Os quiero, muchos besos y  abrazos, hermanita.



            Esas palabras dejaron muy preocupada a Kerria. No tenía ni idea de qué le podría haber pasado a Loren. La pobre Idina desde luego llevaba una muy mala racha. Ya pasó lo suyo con la enfermedad de su hijo Tom. Llegó incluso a temer que hubiera contraído el mismo mal que le costó la vida a su padre, el tío de la propia Kerria. Y es que la abogada todavía se acordaba de la gran tristeza que tuvieron todos cuando el esposo de su tía Cooan falleció. Su propio padre quedó destrozado, Tom fue su mejor amigo, compartieron muchísimas cosas juntos. De hecho, la abogada juraría que, desde entonces, no había vuelto a ser el mismo, esa jovialidad y alegría tan suyas habían quedado muy desdibujadas. Al menos ahora viajaba mucho tras su jubilación, acompañado de su esposa. Como siempre y echando mano de su determinación, la madre de Kerria estaba dispuesta a que su marido recobrase esa alegría de vivir que siempre tuvo.



-La vida es así…¡Ojalá que papá y mamá disfruten todo lo que puedan! Bien se lo han ganado. Y en cuanto a la prima Idina. Espero que me llame pronto. No quiero pecar de indiscreta llamándola yo. Lo que no comprendo es el porqué de esa cuarentena. En cuanto pueda se lo diré a Daphne.- Pensó, recordando con incluso un sudor frío.- cada vez que pienso en las palabras de esa loca, se me hiela la sangre. ¿Cómo podía saber tantas cosas? Y sobre todo, cosas que atañían a Nature.



            Hizo memoria de un par de veces que vio a Marla. Esa demente ya aterró a Michelle, cuando la psicóloga fue a evaluarla. La pobre dijo que jamás había escuchado cosas semejantes. Espoleada por eso, Kerria fue a visitar a esa individua. De primeras no sabía quién era entonces, y acudió como si de una cliente más se tratase cuando esa loca tuvo la osadía de solicitar los servicios de su bufete para la defensa.



-Entonces comprendí muchas cosas.- Rememoró.-



Fue sentarse frente a frente con Marla, quien estaba esposada y sujeta a su silla, y decirle con tono entre perplejo e incrédulo.



-¡Yo la conozco! Usted es esa periodista, la que me entrevistó y la que quiso hablar con mi cliente.

-Sí, con Sabra.- Se sonrió ella, informando a su atónita interlocutora.- Y lo logré, ¡vaya si lo hice! No veas las noches tan placenteras que pasamos las dos.

-Oiga, eso no es de mi incumbencia, yo…- Pudo responder una envarada letrada.-

-Yo diría que sí lo es, querida.- Afirmó Marla, desvelándole a su contertulia para mayor sorpresa de ésta.- Igual que con Maggie. ¿Te acuerdas de ella?. Pasamos unos ratos muy agradables las dos.

-¿De qué está hablando?- Quiso saber la perpleja abogada.-

-¿Es que ya no te acuerdas de mí, cariño?. ¡Qué desilusión! - Suspiró fingidamente ella, regocijándose al refrescarle la memoria a Kerria.- ¿No recuerdas aquella vez que viniste a ver a tu amorcito Margaret y me encontraste a mí en su cama?. Hasta te ofrecimos un “ménage a trois”, pero no te gustó la idea.

-¡Tú!- Exclamó la abogada, mirándola ahora con asombro y evidente malestar.- Eras tú la que estaba allí esa tarde…

-Claro que era yo… Y presencié esa patética escenita de celos. ¡O se va ella o me voy yo, Maggie! – Citó con tono forzadamente agudo e infantil. – Desde luego, tanta fama que tienes en el mundillo LGTBI, y luego eres una estrecha y una antigua.



            Kerria la miró con gesto indignado y se levantó, presta a salir de allí. Aunque esa individua sabía bien como provocarla.



-Vamos, señora abogada, no sea usted tan poco profesional.

-La profesionalidad nada tiene que ver con esto. Y no voy a ser tu abogada, eso ni lo sueñes. - Replicó su contertulia, fulminándola con la mirada aunque tomando asiento de nuevo.-

-¡Mira que eres rencorosa! Lo mismo que Maggie. Un par de desagradecidas es lo que sois. ¡ Y tú si saliste del armario fue precisamente gracias a mí! -Exclamó teatralmente para explicar a su boquiabierta oyente.-  Verás, yo grabé vuestra pequeña pelea de enamoradas. Iba a emitirla en “prime time”. Siendo entonces como eras una cantante famosa con tanto tirón con los machitos era una noticia bomba. Pero esa zorra de Maggie me engañó y borró el video.- Añadió con tinte decepcionado en su voz.- Bueno, borró ese y todos mis otros vídeos. La muy furcia me costó una fortuna.



       Kerria apenas sí pudo balbucir, dándose cuenta entonces.



-Entonces, Maggie… solamente quiso…

-Sí, quiso protegerte la muy idiota. ¡Y mira cómo se lo pagaste! Aunque quizás te hice un gran favor. La muy traidora luego se enamoró de un tío. Por muy saiyajin que fuese no dejaba de ser un hombre.  ¡Esa puta desertora!

-¡Estás realmente enferma!- Le espetó Kerria, desvelándole.- Michelle ya me lo advirtió.

-¿Lo ves? Ya me estás buscando atenuantes. ¿O debería decir eximentes? ¡ja, ja, ja! - Se burló ella, realmente divertida ahora, para agregar.- Así que has hablado con la dulce Michelle. No sé qué te habrá contado ella, pero yo voy a darte más material sobre tu ex, Maggie. Bueno ahora le gusta que la llamen Margaret. – Se rio con tono burlón, para agregar. -Cuando viajé a Nature pude conocer a su encantadora niñita, esa cría tan mona. Fíjate, la llamó igual que su primer amor. ¿Te sabías esa historia? ¡Su pobrecita profesora!

-¡Gloria! - Musitó Kerria, recordando a aquella niña tan adorable.-

-La mocosa tendría unos seis años por entonces. La vi en una tienda de ropa, su mamá estaba tan ocupada hablando por teléfono que yo misma me dediqué a probarle modelitos, y oye. Aunque las niñas tan pequeñas no son mi especialidad, no niego que pasé un buen rato…¡si hubieras visto que braguitas tan monas llevaba!, hasta les di un mordisquito y todo…



            Kerria apretó los dientes y se levantó una vez más echando una mano al mono carcelario de Marla levantándola de su silla. Ella era bastante más alta, de hecho podía apreciarse la gran diferencia de estatura entre las dos, aunque la rea no podía incorporarse del todo al estar esposada.



-¡Me pones enferma! ¿Pero qué clase de pervertida eres?- Estalló la letrada mirándola ahora con verdadero odio.-

-De la peor clase.- Se sonrió Marla sosteniendo su mirada sin amedrentarse, para añadir de modo más conciliador.- Tranquila, no le hice nada a esa cría. Tan sólo me dio tiempo a darle unos besitos muy cariñosos. Fue una lástima que la zorra de su mamaíta llegara enseguida. Por cierto. Me he enterado de que también tú eres mamá. ¡Y de un machito! ¿Cómo se llama tu hijo? Brian, ¿no es así?. Como su papá. Y mira tú por donde, dime. ¿Cómo fabricaste a la criatura, por inseminación o a la antigua usanza?. Bueno, por tu cara creo que con el método tradicional. ¡Qué vergüenza! – Remachó con ácido sarcasmo.- Toda una lesbiana de postín como tú dejándose penetrar por uno de esos machos, para engendrar a otro opresor de las mujeres…

-¡No te atrevas a insultar a mi hijo!- Escupió la abogada reforzando el agarre que mantenía en la ropa de su interlocutora.-

-¿Por qué te molesta tanto? No debes tener miedo de que me lo ligue. Los niños no me gustan.- Se rio ella regocijándose en la cara de su contertulia, más al agregar.- Y menos los futuros machitos en potencia. No, con él haría otras cosas… Hay tantas formas en las que un crío puede sufrir un terrible accidente… y tu hijito…ya será mayor, supongo. No sé qué edad tendrá. Dime ¿A cuántas mujeres ha violado ya?...¿Has tenido que representar a alguna? ¿Sabes lo que haría yo con tu niñito si tuviera unas buenas tijeras de podar?...



            Kerria perdió el control, abofeteó a esa individua con tanta fuerza que casi la dejó sin sentido.  Aun así, esta, parecía que ida, musitó.



-Así me gusta…¡ Ja, ja! Como en tus tiempos de Devilish Lady.-

¿Qué has dicho?-. Se horrorizó ella al escuchar ese nombre que llevaba años sepultando en el olvido.-



Los propios guardias no le dejaron preguntar más tuvieron que entrar a sujetarla. Puesto que Marla aun susurró.



-Ella y yo habríamos formado un buen equipo. Devilish Lady habría sacrificado al violador de tu niñito con sumo placer. ¿A que sí?

-Si vuelves a hablar así de mi hijo te mataré con mis propias manos. ¡Maldita zorra degenerada! ¡Estás loca!- Le chilló Kerria, totalmente fuera de sí.-



            Y es que, al asombro por mentarle aquel monstruo que ella misma fue en el pasado se sumaba el temor por las amenazas contra su hijo. El forcejeo de esa abogada con los dos guardias que entraron a contenerla duró algunos instantes, eso sí, entre las carcajadas de Marla quien le comentó, recobrando un tono incluso jovial.



-Te recuerdo que va contra la ética profesional revelar nuestra conversación de abogado- cliente, porque has entrado aquí como abogada. ¿Me equivoco? ¿O era para hacerme una visita social? En ese caso quizás nos den un bis a bis en una celda más íntima y podamos ponernos más cómodas…te aseguro que me encantaría, cariño…



            Kerria deseaba estrangularla, pero se dio cuenta de que ese era precisamente el objetivo de aquella zorra. Posiblemente buscase desacreditarla de algún modo o alegar indefensión. O simplemente recrearse a su costa. No estaba segura pero no iba a hacer más el juego. Al fin, tras calmarse mínimamente, le aseguró con tono que rayaba en el desprecio y odio más absoluto.



-Voy a pedir ser la fiscal. Y te juro que aunque me lleve tiempo reunirlas, tendré pruebas más que suficientes como para hundirte. ¡Me ocuparé personalmente de que no vuelvas a ver la luz del día! ¡Eres un monstruo!…

-Ha sido un placer verte.- Se sonrió Marla que mostraba el labio partido y la boca ensangrentada…-



            No obstante, fue su contertulia quien, girándose por última vez se permitió el lujo de sonreír ahora para rebatirle



-Por cierto Marla, no has estudiado derecho, ¿a qué no?

-No precisamente.- Admitió ésta sin darle importancia.-



            Y Kerria pudo entonces tomarse su revancha y contestar con tono triunfal.



-En cuanto a la confidencialidad, debes saber que no se aplica en todos los casos.

-¿Qué?- Replicó Marla sin comprender.-

-Verás, te ilustraré un poco.- Replicó burlonamente Kerria para citar. –“El alcance de los casos de excepción al deber de secreto lo determina el abogado de acuerdo a lo que considere razonablemente necesario para: primero, prevenir una muerte segura o un daño corporal considerable; un daño de este tipo es razonable que ocurra si inminentemente será ocasionado o si existe una amenaza presente y sustancial que una persona sufrirá en un momento posterior, si el abogado no logra tomar acciones necesarias para eliminar la amenaza.” http://excepcionessecretoprofesional.blogspot.com/2008/06/el-secreto-profesional-y-sus.html. O lo que es lo mismo.- Aclaró.- Si no lograra encerrarte para siempre y salieras en libertad. Mucho de lo que me has dicho podría interpretarse como una amenaza a la integridad física y las vidas de varias personas a las que quiero. Por eso mismo, ¡zorra!, me aseguraré de que te encierren y tiren la llave. ¡Y una Malden siempre cumple con su palabra!



            Dicho esto salió, sin dar oportunidad a esa loca de replicar. Todavía respiraba agitada y tuvo, eso sí, que pedir disculpas al mismísimo alcaide de la prisión.



-Lo lamento, sé que no ha sido profesional.

-No tema.- Replicó aquel tipo, que se mostró realmente comprensivo, al decirle en voz baja.-En confianza. Muy pocos han salido de ahí sin querer matar a esa individua. Lo único que espero es que puedan encerrarla para siempre.

-Me ocuparé de eso. No lo dude.- Sentenció ella.-



            Y lo cumplió, unos meses después, terminado el juicio y cuando se leyó la sentencia de unos cuarenta años de prisión, Marla comenzó a reírse…



-¡Orden en la sala!- Pidió el juez, tan atónito como el resto.-



            Al fin esa mujer guardó silencio. Y fue en ese instante cuando el magistrado le comentó.



-Ante una pena de este calibre tiene usted derecho a elegir entre cumplirla en la Tierra o ser evacuada al sistema solar exterior. A un planetoide lejano, en el que se le reducirá a la mitad pero sin permitírsele retornar a este planeta. Es la pena del ostracismo. ¿Qué decide?

-¡Que no voy a envejecer aquí! Ni tampoco allí. ¡Ja, ja, ja! - Se rio una vez más, como una demente. Exclamando. ¡No sabéis quién soy! Bueno…, ¡ja, ja! yo tampoco…



            Todos se miraron con estupefacción. Kerria estaba desde luego tan espantada y atónita como el resto. Sobre todo al oír la réplica de esa individua que casi sonó como un rugido gutural.



-¡Ostracismo! Llevadme a Némesis.

-¡Némesis!- Musitó la fiscal con horror.- Eso es…

-¿Quieres que le de algún recado a tu mamaíta?- Le espetó Marla, mirándola con el gesto desencajado.-



            Por fortuna el juez detuvo aquel grotesco espectáculo, ordenando a dos alguaciles que se la llevasen de allí…La rea todavía pudo gritar, según las acaban a la fuerza de la sala.



-¡Yo no moriré, nunca moriré…ni envejeceré!. ¡Siempre estaré aquí!. Y algún día volveré. Pero tu amada Tierra, Bios, Nature…el olvido y la nada caerán sobre todos ellos.

-¿Quién eres?- Fue capaz de musitar una espantada Kerria.-



            Aunque ya no tuvo oportunidad de recibir una réplica. Sacaron a esa demente de allí y jamás la volvió a ver.



-Solo le pido a Dios que ese monstruo jamás regrese.- Pensaba ahora, saliendo de aquellos recuerdos de pesadilla.-



            Y en Nature, una todavía deprimida Stephanie, luchaba sin embargo por cuidar y sacar adelante a sus sobrinos. Tras el duro golpe por la pérdida de su hermano Byron la modelo incluso se había trasladado por unos días a casa de su cuñado. Dormía en una habitación junto con la pequeña Leah. Cuando se lo propuso a Martin, un día, tras quedar con él a la salida de la escuela, éste aceptó sin dudar.



-Te agradezco muchísimo todo lo que estás haciendo. Más todavía en estas trágicas circunstancias.- Suspiró él afirmando con gran pesar pero algo de consuelo sin embargo.- Tu hermano era un hombre maravilloso y sería muy feliz viendo cómo estás tan unida a tus sobrinos.

-Os quiero mucho a todos, sois mi familia. Lo único que lamento es que Dap no esté.- Contestó la modelo tratando de no llorar.-

-Y yo. Pero desgraciadamente ella ha tomado su decisión.- Afirmó resignadamente él.- Tú sabes que, pase lo que pase, la sigo queriendo…

-Sí, lo sé.- Musitó ahora mirándole no sin pesar.- Lo sé muy bien.



            Aunque siendo sincera, Steph no solamente lamentaba la huida de su hermana, sino que, al parecer, se hubiera llevado el corazón de Martin con ella. Y es que era difícil de explicar. Desde que era una niña se había sentido atraída por aquel profesor tan joven y atractivo, amable y cercano, que entró en su vida primero como novio de su hermana mayor, después incluso dándole algunas clases. Y más tarde como familiar. A pesar de querer a Trent, no podía evitar mirarle de esa forma tan especial. Por supuesto que se repetía a sí misma que era debido a su parentesco como cuñados. Y claro está, a que era el padre de sus sobrinos. Sin embargo, los días pasaban, su novio apenas se dejaba ver, absorto en ese caso como estaba, y ella, cada vez se notaba más próxima a Martin.



-¡Es una locura!- Se censuraba.- Sigue estando casado con mi hermana, y yo tengo novio.



            Por ello ni se atrevía a estar a solas con él en la misma habitación. Afortunadamente, tanto Leah como David, estaban siempre por allí. Y el propósito fundamental de Steph era animarles y cuidar de ellos, así como superar el fallecimiento de su hermano.



-De todos modos Daphne volverá. En cuanto le llegue la noticia, vendrá.- Pensaba.-



            Aunque Daphne no volvió, menos aun cuando los primeros rumores sobre el cierre del tráfico de aeronaves hacia Nature se fueron propagando… Una tarde, Steph estaba pensando en todo aquello. Tomó su teléfono y llamó a Trent. Deseaba escuchar su voz…



-Hola Trent. ¿Te pillo en mal momento?. No, nada malo, es que estaba pensando… he oído rumores de que hay una especie de cuarentena en Nature. Quizás por eso Dap no haya vuelto aún…¡Ojalá que tengas razón! También te echo mucho de menos a ti, me gustaría que nos viéramos pronto. Sí, un beso. Adiós…



            Y por su parte el joven abogado colgó el teléfono. Ángela le miró incluso intrigada.  Afirmando con un tono que no podría precisarse si era sincero o irónico.



-Lamento que no puedas estar junto a tu chica por mi causa. Créeme, me gustaría compensártelo.

-Es mi trabajo.- Replicó resignadamente él.- Tienes derecho a que te defiendan lo mejor posible.



            Ahora Ángela le dedicó una perpleja mirada y sí que comentó con un aparente preocupación.



-¿Crees que soy culpable?

-¿Acaso te importa?- Contestó el joven.-

-No… bueno. Antes de comenzar este juicio y de las entrevistas que tuvimos para prepararlo hubiese dicho que no sin dudar…-Afirmó algo confusa.-

-¿Y ahora?- Quiso saber Trent a su vez.-

-Ahora preferiría que mi abogado creyera en mí.- Remachó la mujer.-

-Puedo garantizarte que haré lo que esté en mi mano para que obtengas la sentencia más benévola posible. No se trata de si creo en ti o no. Este juicio ya tiene un veredicto.- Se sinceró él.-

-Lo sé.- Asintió Ángela afirmando ahora con su típico tono sarcástico.- Pero los humanos sois felices demostrando vuestra superioridad moral ante los de nuestra raza. Por eso debías celebrarlo.

-Nosotros no os atacamos.- Replicó Trent.-

-Vosotros y los saiyajin matasteis a muchos de los míos.- Le contestó una ahora ofendida Ángela.- Y ocupasteis un sistema solar que estaba en nuestro territorio sin ser invitados.

-Eso no justifica atacar a personas indefensas sin declaración de guerra.- Opuso un, a su vez, molesto abogado.-

-Nuestro mundo os lo advirtió.- Se justificó su interlocutora.- Yo fui enviada como oficial militar a infiltrarme y debía aguardar instrucciones. Cumplía órdenes, es cierto, pero no soy una asesina de niños. ¡Eso es mentira!



            Y la vehemencia de su alegato sorprendió al propio Trent. O esa mujer era una consumada actriz o parecía sentir lo que decía. Al fin, el letrado replicó con tono conciliador.



-Espero que puedas repetir ese tono en el estrado. Cuando tengas que declarar. Si es que deseas hacerlo.

-Claro que sí.- Aseveró ella.- Al menos haré que me oigan…



            Y después de unos momentos de silencio, Trent dijo ya con un tinte más neutro.



-¿Tienes hambre? Pediré que nos traigan algo de comer. Todavía queda un rato para que se reanude la sesión…



            Ella asintió despacio. Meditando sobre su propia vida y su situación. Sabía cuando fue elegida para esa misión que, de fracasar, podría morir o ser abandonada a su suerte. Si todo salía mal su mundo podría negar todo conocimiento de aquel ataque para evitar una brutal represalia por parte de Nature, Kinmoku e incluso Nuevo Vegeta. Por eso mismo ella se infiltró en los bajos fondos, entre criminales y expertos en evadir a las fuerzas de seguridad. Contaba con que, en el caso de que todo fuera mal, al menos tendría ese recurso. De todos modos, tras las manipulaciones genéticas que sufriera, con algunas células de simbionte para poder mimetizarse con los humanos, estaba mentalizada a que jamás retornaría a su mundo.



-Un Arcoily debe saber sacrificarse por su planeta.- Intentó arengarse de forma inflexible.-



            Al rato, les trajeron unos sándwiches y bebidas. Estando encadenada a esa barra de seguridad fue el abogado quien tuvo que ayudarla a comer sujetándole los emparedados. Ella mordía con expresión entre ávida e insinuante. Casi como si quisiera lamerle las manos. Al concluir, lo que sí hizo fue darle un ligero beso en los dedos que Trent encajó ruborizándose para deleite de Ángela.



-¿Sabes?-Le contó en confianza.- Me recuerdas mucho a Dean. Él era así de muchacho. Siempre que estaba a mi lado se ponía colorado.



Sin querer comentar eso, su abogado sí que le indicó.



-Tenemos que volver a la sala. Se va a reanudar el juicio.



            Ella asintió y el letrado permitió que tanto Jalix como su compañero entrasen, desencadenasen a la acusada y la esposaran ambas manos una vez más. Al poco el juez Glober retornó y Coretta avisó a su siguiente testigo.



-La señorita Gloria Elua Derail, es llamada a declarar.



            Se abrió la puerta del fondo de la sala y la saiyajin entró, mirando a la rea con expresión desdeñosa. Llevaba un vestido sobrio de color verde, con falda casi hasta las rodillas y poco escote, rematado con zapatos planos. Ángela la observó con malestar e incluso algo de temor. Era de las pocas personas capaces de amedrentarla. Al menos por el gran poder que poseía.



-¿Jura usted decir la verdad?- Le preguntó el alguacil.-

-Lo juro.- Respondió Gloria sobre una Biblia, recalcando.- Ante Dios todopoderoso y por mi honor de saiyajin.



            La fiscal comenzó entonces su interrogatorio.



-¿Es usted la hija del embajador Derail, no es así?

-Así es.- Contestó ella.-

-¿Detuvo usted a la acusada?

-En efecto…

-¿Podría decirnos cómo se produjo esa detención?

-La intercepté cuando se estaba reuniendo con una de sus compañeras de trabajo. Yo estuve infiltrada como su suplente en tanto ella se ausentó.- Explicó Gloria.-

-¿Dio muestras de ser peligrosa?- Quiso saber Coretta.-

-Atacó a su propia compañera acusándola de haberla traicionado. Tuve que desviar ese ataque.- Le contó la saiyajin.-

-Luego estaba claro que pretendía matarla.- Comentó la fiscal.-

-Es lo más probable.- Respondió la testigo.-

-Muchas gracias, señorita Derail.- Concluyó su interrogadora.-



            Y una vez se retiró del estrado la fiscal, fue el turno de Trent de preguntar, no sin antes saludar con educación y deferencia.



-Buenas tardes, señorita Derail. Y muchas gracias por acudir. Díganos. ¿Está usted segura de que mi cliente pretendía matar a su compañera o quizás solo pretendía aturdirla para evitarle complicaciones?

-No le comprendo.- Pudo responder Gloria que pareció confusa al escuchar esto.-

-Verá. Puede que ella ya estuviera al corriente de que la seguía, y para evitar que usted fuese  a por esa otra señorita, Kassandra creo que se llama, le lanzase un ataque de energía con su arma, pero de baja intensidad. ¿No cree?.

-No puedo afirmar eso.- Contestó la saiyajin.-

-Al menos el desviar ese rayo no fue ningún inconveniente para usted.- Afirmó Trent inquiriendo con visible interés.- ¿De veras cree que hubiese sido mortal para alguien con la constitución de esa señorita?

-No estoy segura.- Tuvo que admitir la saiyajin.- No conozco la constitución de esa mujer.

-Entonces mi teoría también podría ser correcta.- Especuló el abogado.-

-Podría serlo.- Sopesó Gloria con imparcialidad.-

-¿Acaso no llegó a sospechar de esa tal Kassandra como una posible encubridora de mi cliente?. Lo puso usted en su informe.

-Sí, esa posibilidad pasó por mi cabeza.- Admitió la testigo.-

-Muchas gracias. No hay más preguntas.- Sonrió Trent.-



            Gloria se levantó saliendo de la sala sin prestar atención ya a la acusada. Ángela la vio marchar aliviada. También estaba complacida por la manera en la que su abogado había dado la vuelta a aquello. Sin embargo, el próximo testigo fue la misma Kassandra. Ésta si que miró con temor a su antigua compañera y tras prometer decir la verdad fue interrogada por la fiscal.



-¿De qué conoce usted a esta mujer?

-De ser una de las chicas de la casa de compañía en la que yo trabajo como administradora.- Respondió.-

-¿La acusada intentó matarla en la citada tarde de su detención?

-Me atacó, sí. Supongo que con esa intención. Dijo que no podía dejar cabos sueltos.- Recordó Kassandra.-

-Muchas gracias, señorita.- Repuso la fiscal.-



            Y Trent se dirigió asimismo a ella comenzando con sus preguntas, aunque casi más a modo de conclusiones, pues formuló una cuestión que más bien afirmaba.



-O sea que usted no tiene la certeza al cien por cien de lo que mi cliente pretendía. Quizás sólo trataba de quitarla a usted del medio aturdiéndola por su propia seguridad. Para que no fuera herida, ni tomada por una enemiga. ¿Verdad? Pudo haber dicho lo del cabo suelto, para dar más credibilidad a su, llamémosla, presunta ejecución.

-Podría ser. No estoy segura.- Tuvo que reconocer Kassandra que miraba de soslayo y visiblemente nerviosa a la encausada quien se limitaba a sonreír.- Todo fue muy rápido…

-Muy bien. Muchas gracias. - Replicó Trent.- No tengo más preguntas para la testigo.



            Y tras dejar que Kassandra se marchara sin pararse siquiera a mirar a la acusada, el juez Glober tomó la palabra.



-¿Algún otro testigo?- Quiso saber.-

-Sí, Señoría.- Afirmó Trent.- Llamo a declarar a la acusada. La señorita Ángela Connors.

-Que suba al estrado.- Indicó el juez.-



            Ángela se levantó evidenciando un esfuerzo para desplazarse debido a las cadenas que la limitaban. Trent enseguida lo hizo notar.



-Con la venia, señoría. ¿Es realmente necesario que mi cliente cargue con esos pesados grilletes?

-Señoría, es una mujer potencialmente muy peligrosa.- Denunció Coretta.- Se deben tomar las máximas precauciones.

-La acusada mantendrá esos grilletes, el estrado no está tan lejos.- Declaró el magistrado apuntando con visible agudeza. - Puede llegar perfectamente igual que pudo irse antes caminando de manera mucho menos trabajosa.



            Ángela se limitó a sonreír débilmente. Ese tipo se había percatado de su pequeño teatro. De modo que anduvo aun fingiendo un poco de esfuerzo y ocupó el asiento de los testigos. Una vez en él, Trent se aproximó, dado que fue él quien la convocó. No hubo necesidad de emplazarla a jurar o prometer decir la verdad, ya que un acusado podía mentir para su defensa. De modo que, sin pérdida de tiempo, el letrado quiso saber.



-Señorita Connors. ¿Vino usted a Nature por decisión propia?

-No, vine porque me lo ordenaron.- Replicó ella.-

-¿Participó usted como oficial militar Arcoily en el ataque producido a este planeta hará unos diez años?

-Sí.- Respondió sin vacilar.-

-¿Atacó y mató usted a población civil?

-No hice tal cosa. Me enfrenté a los varitech de defensa del planeta.- Declaró ella, agregando.- Y no me consta haber destruido a ninguno.

-Pero, la acusaron de vaporizar a uno de los miembros de su banda de criminales. Cuando estuvo infiltrada.- Preguntó el letrado.-

-Estaba protegiendo a un niño. – Afirmó ella.- Sabía que, si no lo impedía, ese tipo abusaría de él y le mataría. Ya lo hizo antes.

-¿Abusar de ese chico?

-Sí. Yo le impedí que siguiera haciéndolo. Además, me amenazó con disparar en mi contra. Fue un caso de defensa dentro de una batalla. Ese hombre no podía ser calificado de civil, iba armado.

-¡Protesto!  Ese tipo de consideraciones no le corresponden a la encausada.- Aseveró Coretta.-

-¿Y a quién le corresponden pues? ¿A usted? ¿Acaso estaba allí?- Le replicó Ángela con patente contrariedad.-

-Orden en la sala.- Terció el juez, indicando.- La acusada no se dirigirá a la fiscalía. Es competencia mía aceptar o no esa protesta. En este caso, es algo conforme al código de justicia militar. Dejaremos en suspenso ese asunto por el momento.



            Oído aquello Trent retomó su interrogatorio.



-¿Quisiera volver usted a su planeta?

-No hay nada que pudiera desear más.- Admitió la joven, añadiendo, eso sí, con amargura.- Pero debido a algunos cambios genéticos que me hicieron para poder mimetizarme con los humanos ya no puedo regresar. Son cambios irreversibles y, tras adaptarme a esta atmósfera, la composición de la de mi mundo natal sería mortífera para mí.- Suspiró resignada.-

-Luego es inútil que pretenda escapar de este planeta. Por eso ni lo intentó.- Asumió Trent.-

-Así es.- Convino ella.- No tenía sentido para mí.

-Gracias.- Repuso amablemente el abogado.-



            Trent dejó su puesto a Coretta quien desde luego no iba a ser tan agradable, ya  mirándola directamente, la fiscal recordó a la acusada.



-Como usted sabe, su gobierno no reconoció ningún ataque, ni les considera a ustedes parte de su ejército. Las acciones que emprendieron fueron llevadas a cabo bajo su exclusiva responsabilidad. Y cito fuentes de su propio mundo.- Sentenció la inquisidora para preguntar.- ¿Es consciente de eso?

-Estoy al tanto de esa declaración.- Asintió Ángela.- No obstante, yo cumplía órdenes de mis superiores.

-Eso tampoco sirve como excusa. Si tomamos como referencia la legislación terrestre sobre los juicios de Nuremberg en los años cuarenta del siglo veinte.- Rebatió la abogada.-

-Protesto.- Intervino Trent.- Esa legislación, tal y como la propia fiscal ha reconocido, es de la Tierra. No tiene validez en Nature que se ampara en la de Kinmoku. Mi cliente sí que puede alegar el cumplimiento de su deber.

-En cualquier caso, carece de ningún testigo o superior militar que avale sus palabras.- Rechazó el juez.-

-Con la venia, la defensa llamará a declarar después a su último testigo.- Contestó el abogado.-

-Por el momento, y hasta tener otra información que provenga del mismo, la protesta se deniega.- Dictaminó el juez para indicar.- Que la fiscalía prosiga con el interrogatorio.



            Y Coretta asintió, formulando su siguiente pregunta.



-Señorita Connor. Usted ha admitido el asesinato de un civil. Lo cual ya es suficiente como para encerrarla de por vida. ¿Se reafirma?

-Ese hombre era un delincuente que amenazaba la vida de un testigo y la mía propia.- Repuso ella.- Estaba armado. No era un civil.

-Eso también será dictaminado por el siguiente testigo.- Intervino el magistrado que presidía la vista.-

-En tal caso, Señoría. Si la fiscal ha terminado, podríamos llamar a ese testigo. Aunque antes le pediría un receso breve.- Comentó Trent.-

-Muy bien. ¿Tiene el ministerio fiscal alguna objeción?

-No, Señoría. He terminado con mis preguntas.- Afirmó Coretta.-

-En tal caso el juicio se suspende por quince minutos. Después la defensa llamará a su testigo.- Decidió el juez.-





            Y en efecto, salieron de la sala retornando con la escolta de Jalix hacia la estancia que tenían preparada. Aunque esta vez el saiyajin no les siguió. Trent aprovechó para echarle un leve rapapolvo a su defendida justo antes de entrar a su cuarto de descanso.



-El hacer el tonto con los grilletes fingiendo que no podáis moverte ha sido una estupidez. Ha minado tu credibilidad ante el juez.

-¿Credibilidad?- Se sonrió ella con escepticismo, para alegar con sorna.- No sabía que la tuviera para los de tu especie.



El chico suspiró, no sabía que decir. Por suerte no le fue necesario responder. Al abrir la puerta se encontraron allí a la capitana Hunter.



-¡Vaya!- Exclamó una atónita y confusa Ángela, nada más verla.- ¿Ha venido a desearme buena suerte?

-He venido a proponerle un acuerdo.- Repuso Susan, quien no parecía demasiado alegre por aquello.-

-¿Un acuerdo?- Se sonrió su interlocutora, queriendo saber.- ¿De qué se trata?

-Necesitamos su ayuda. Tenemos pilotos adiestrados pero sabemos que usted es una especialista en ataques a objetivos móviles.- Le desveló la capitana.-

-¿Y a quién quieren atacar?- Inquirió agudamente Ángela.- Espero que no sea a mi planeta, lamentaría tener que rehusar ayudarles. ¡Compréndanlo! Se llama lealtad.

-No tenemos tiempo para explicaciones. Si acepta será puesta al corriente. Si no, le garantizo que la sentencia va a ser cadena perpetua.

-Mi abogado no lo está haciendo nada mal.- Contestó la Arcoily sin parecer intimidada por esa amenaza.- Quizás tenga suerte después de todo.

-Ni es usted ingenua, ni tampoco estúpida.- Sentenció Susan.- Además, dependerá de lo que el testigo que falta declare.

-¿Cómo lo sabe?- Se sonrió Ángela, afirmando con agudeza.- ¿Ha seguido el juicio, verdad?



            Aunque fue Trent quien intervino algo apurado para desvelar a su cliente.



-La testigo que falta es ella…

-Bueno, pero debe decir la verdad.- Comentó su defendida.-

-Teniendo en cuenta la situación en la que estamos diré lo que más convenga.- Le contestó resueltamente la capitana, añadiendo.- Este es el trato. Nos ayuda y queda absuelta. No nos ayuda y acabará sus días entre rejas. Aunque tal y como están las cosas, puede que tampoco le queden demasiados.

-Visto así, morir tampoco es mala idea.- Replicó desafiantemente Ángela.-



            Susan movió la cabeza y a su vez comentó.



-Sé que para un oficial Arcoily es una vergüenza morir sin honor. Usted podría recobrarlo. Si muriese durante la misión que le propondré, sería como si lo hubiese hecho en combate. En el caso de que triunfase, además de ser absuelta, tendrá el reconocimiento de este planeta y puede que hasta del suyo natal. Sería un hecho muy importante para sellar la paz entre ambos mundos. Y allí hasta podría ser reconocida como una heroína. Piénselo bien…es una oportunidad única y que no se repetirá.



            Y tras unos instantes de reflexivo silencio, el tono entre sarcástico y retador de Ángela desapareció, dando paso a otro más comedido y hasta daba la impresión que resignado y humilde, al replicar.



-Acepto.



            Sin mediar palabra Susan salió de la habitación. Ángela se dejó caer en una silla y suspiró. Después, ante la atónita mirada de su abogado, se echó a reír…



-¿Qué es lo que encuentras tan gracioso?- Inquirió él.-

-Tenías razón.- Pudo decir ella entre carcajadas.- El veredicto estaba ya decidido. Siento mucho que te hayas esforzado tanto para nada. Pero lo has hecho muy bien. No podría estar más satisfecha contigo. Y mi oferta sigue en pie.

-¿Oferta?- Repitió Trent sin comprender.-



            La Arcoily se limitó a sonreírse con malicia y a guiñarle un ojo. Pero la cosa no pasó de ahí. Fueron llamados a la sala a proseguir con el juicio. Una vez acomodados en sus lugares el juez tomó la palabra.



-Señor Peterson. Llame a su testigo.

-Con la venia, llamo a declarar a la capitana de navío y comandante en jefe de las fuerzas del UNISON en Nature, Susan Hunter Ginga.



            La mencionada entró, efectivamente con el uniforme de gala que Ángela la había visto llevar, se sentó y, tras prometer decir la verdad, el abogado comenzó con el interrogatorio.



-¿Capitana Hunter, o Ginga?

-Como usted lo prefiera. Estoy casada pero uso mi apellido de soltera en el ejército.

-Capitana Hunter, pues. ¿Conoce usted a mi defendida?

-Sí, la conozco, es una militar Arcoily infiltrada…



            Ángela sonrió, que esa humana le atribuyera la condición de ser militar ya le allanaba bastante las cosas. Siguió escuchando muy interesada su declaración.



-Participó en el ataque contra este planeta y causó muchas bajas.

-Pero, ¿tiene usted constancia de que la intervención directa de mi defendida matase a alguien?

-Directamente no puedo afirmarlo. - Comentó Susan, que, eso sí, matizó. - Pero en cualquier caso, sería cómplice de las muertes aquí producidas.

-Usted ha dicho que es una militar. ¿Eso significa que admite que mi defendida atacó este planeta siguiendo órdenes superiores?- Le preguntó el letrado.-

-Acorde con las autoridades de su mundo, eso no consta oficialmente.- Replicó la testigo que, no obstante, matizó.- Aunque es plausible que su gobierno pudiera haberle advertido que, en caso de fracasar, negarían todo conocimiento de sus actividades. Eso es algo que no se puede demostrar. Aunque podría ser plausible.

-Muchas gracias, capitana Hunter.- Dijo entonces Trent visiblemente complacido con esta última

 frase.-



            Cedió su puesto a la fiscal. Coretta no tardó en insistir sobre el punto que más le convenía.



-Capitana Hunter. Por favor, sea usted lacónica y responda con si o no. ¿Ha dicho que la acusada debe ser considerada como responsable de las muertes aquí acaecidas?

-Sí.- Contestó Susan.-

-¿Es cierto que, sin la confirmación de sus acciones por parte del gobierno Arcoily, ella no tiene derecho a disfrutar del estatus de enemigo combatiente en un conflicto y pasa a ser simplemente catalogada como terrorista?

-Sí.- Repuso la interrogada.-

-Muchas gracias.- Concluyó la fiscal.-



            Tras esas preguntas, Susan se retiró, dedicándole una última mirada a Ángela que ahora no se sentía tan segura. Desde luego, esas últimas aseveraciones no le habían venido nada bien. Pudieran ser una manera de mantenerla atada por parte de la capitana. No tuvo tiempo de pensar mucho más en eso.  Fue el juez quien, tomando la palabra, indicó.



-Turno para las alegaciones finales. Después me retiraré a deliberar.



            Coretta se levantó dirigiéndose entonces al magistrado.



-Señoría. Esta mujer claramente es una enemiga infiltrada, Los testimonios y las pruebas que el ministerio fiscal han presentado la definen como una terrorista que atacó Nature, sin ningún respeto ni consideración por las vidas de muchos inocentes que perecieron a consecuencia de esa terrible, injustificada, no provocada y premeditada agresión. Por eso, pedimos la pena más severa posible dentro del código penal. Ha de hacerse justicia en nombre de las víctimas…



            Su alegato se vio interrumpido por un temblor tremendo en la sala. Todos los presentes se agarraron donde pudieron, algunos chillaban presa del pánico. El juez trató infructuosamente de calmarles.



-¡Orden en la sala! Procederemos a evacuar si es necesario…



            Trent miraba nervioso a su alrededor, lo mismo que Coretta. Jalix tuvo que acudir rápido a sujetar un dintel que se estaba quebrando debido a un muro que se desplomaba. El pánico cundió enseguida y muchos de los allí presentes corrieron a ponerse a salvo. El otro saiyajin, con perplejidad, dudaba entre auxiliar a su compañero o mantener la vigilancia de la prisionera. Y es que el techo comenzaba a ceder peligrosamente…



-¡Vamos, déjeme las llaves de esos grilletes!- le pidió Trent.- Mi cliente podría ser aplastada.



            Aquel tipo no sabía que hacer, aunque la capitana Hunter, que había vuelto a entrar nada más sentir aquel temblor, asintió con calma pese a todo.



-Libérela.- Le ordenó al saiyajin.-



            Este obedeció a esa humana que ostentaba aquel alto rango. Ángela sonrió al ver como sus manos y pies eran al fin capaces de moverse sin restricciones. Miró fijamente a Susan y tras esbozar una maquiavélica sonrisa dio un salto prodigioso. Sin embargo, no se dirigió hasta ella sino junto al juez. La pared cercana a su posición se estaba agrietando y amenazaba con ceder.  Su Señoría se había levantado pero cayó al suelo a consecuencia del temblor. Junto a él, Coretta trataba de ayudarle a ponerse en pie. En ese momento parte del techo cayó, pero para asombro de ambos, la prisionera se colocó a su lado y elevando sus manos, paró aquello.



-¡Salgan de aquí!  – Les conminó.- Lo contendré mientras pueda.



            Un alguacil ayudó al juez y a la fiscal a salir. Ambos le dedicaron miradas de asombro a esa individua que era capaz de sujetar aquel tremendo peso. Corrieron hacia la salida y se pusieron a salvo. Trent por su parte aguardó hasta que su cliente pudo quitarse de encima esa pesada carga que soportaba.



-¿A qué esperas? ¡Sal de aquí!- Le ordenó Ángela.-



            El chico salió corriendo y al fin, la acusada le siguió. Una vez fuera y con todos a salvo vieron como el edificio colapsaba derrumbándose.



-Vaya. Hemos tenido suerte.- Suspiró Susan quien también pudo escapar indemne de ese amasijo de ruinas.-



            Entre tanto, en la casa de modas Deveraux, Sonia se ocupó de hacer salir a todos los modelos. Pudo contar con la ayuda de Claire, quien, con tono confiado, aseguraba a sus aterrados compañeros.



-No temáis, el Señor nos protegerá.



            Por suerte, el edificio en el que estaban instalados soportó mejor los temblores que el juzgado. Sin embargo, cuando todo terminó, por precaución, Sonia ordenó a los trabajadores que no volvieran al interior. Acto seguido llamó al colegio, llena de angustia por su hijo.



-Sí, se llama Richard Calderón. Quiero saber si está bien.- Preguntó llena de ansiedad.- ¡Por favor!

- Ahora mismo lo comprobamos.- Le respondió la voz de su interlocutora, que se identificó como la recepcionista.-





            Pasaron unos agónicos instantes, la modelo no supo exactamente cuanto tiempo fue, pero se le hizo eterno. Al fin, esa mujer contestó…



- Sí, está perfectamente. Todos los niños y niñas del centro lo están. Las clases han resistido bien. En cualquier caso se ha evacuado a los alumnos al refugio de emergencia. Enseguida vamos a irlos sacando. Íbamos a llamar a todos los padres para que vinieran a recogerles.

-Iré lo más rápido que pueda.- Aseguró Sonia.-



            No obstante, los daños de ese temblor habían dejado maltrechas las infraestructuras. A eso se añadía el pánico de otros muchos ciudadanos que las estaban colapsando en su huida. Las fuerzas del orden tuvieron que desplegarse para poner orden en todo aquello. Sonia se desesperó. Le encargó a Claire que se ocupase de todo en Modas Deveraux, en tanto ella intentaba infructuosamente abordar algún deslizador.



-Espero que Rafael pueda llegar allí.- Pensó, buscando el número de su ex de inmediato.-



            Entre tanto, Martin estaba ayudando a sacar a los niños de allí. Se preocupó enseguida de ir a buscar a David y a Leah. Una vez los tuvo a su lado llamó a Stephanie. Su cuñada respondió asegurando que iría lo antes posible. No obstante, se encontraba con el mismo problema que Sonia.



-Hijo. No te preocupes, no pasará nada.- Le prometió el maestro al crio, que miraba entre lloroso y asustado ese caos que había a su alrededor.-



            Por fortuna, más allá del susto y de algunos desperfectos, el colegio parecía haber resistido muy bien. Pero tendrían que cerciorarse. Sucedía lo mismo en todo Sagan City. Multitud de ingenieros y arquitectos, tanto civiles como militares, intentaban revisar el estado de las construcciones. No daban abasto para ocuparse de todo y la población fue aconsejada al respecto de no permanecer cerca de los edificios e ir buscando espacios abiertos.  Las Fairy Five por el contrario, permanecieron en su laboratorio que estaba construido con fuertes medidas antisísmicas.



-Esto ha tenido que ver con esa estrella.- Afirmó rotundamente Keiko.-

-Sí. - Suspiró Wina.- Tiene que estar muy cercana ya.

-La situación se hace cada vez más desesperada.- Añadió Melissa.- Aunque creo que el UNISON había preparado un plan. Al menos eso me contó Susan cuando hablé con ella ayer.

-Más nos vale.- Comentó Keiko.-

-Yo rezo desde que estos terremotos comenzaron.- Les dijo Emma.- Y tengo fe en que se obrará algún milagro. Este planeta no es como las ciudades de la Vega.

-¿Ciudades de la Vega? -Repitió Wina sin comprender.-

-Hace alusión a un pasaje del Antiguo Testamento.- Le reveló Keiko para sorpresa de Emma.-

-No sabía que lo conocieras.- Repuso su perpleja compañera.-

-He leído bastante y en el colegio nos enseñaban sobre varias religiones.- Le explicó la pelirroja, agregando.- Si no recuerdo mal, esas ciudades fueron destruidas por tu Dios.

-Fue en castigo a su iniquidad. El mal y el pecado, así como toda clase de depravaciones, se daban en ellas.- Les narró Emma, explicando.- Incluso pese a las súplicas de Abraham, pidiendo clemencia si tan solo hubiera diez personas que amasen al Señor. Fueron destruidas.

-Pues no me parece que tu Dios fuera demasiado misericordioso.- Comentó Wina.-

-Es tu Dios también.- Replicó Emma.-

-No, un Dios que mata para castigar, no es mi Dios. Te lo garantizo. - Aseveró la joven.-

-Solo Él dispone de nuestras vidas puesto que Él nos las ha regalado.- Contestó Emma.-

-Eso es lo mismo que justificar que un padre mate a su hijo porque lo ha engendrado. Pero claro, tenéis a ese mismo Abraham con su hijo Isaac. -Terció Keiko con reprobación.- Que estaba dispuesto a sacrificarle como si tal cosa.

-Podéis pensar lo que queráis. Al menos aquí sí que existen muchas buenas personas que aman al Señor y que os protegerán con sus rezos cuando llegue el momento.- Declaró una molesta Emma a modo de reproche.-

-Preferiría que nos protegieran con un buen campo de fuerza. Y con algún descubrimiento científico que nos permitiera evitar la catástrofe que se avecina. - Afirmó Melissa.-



            Una llamada del móvil interrumpió esa agria conversación que se estaba tensando por segundos. Aliviada, la doctora Adams reconoció la voz de su esposo.



-¿Clyde?. Sí, estamos bien, cariño. Gracias….¿Y vosotros?... Me alegro. Sí, espero que todos estén a salvo. Así es, este temblor ha sido más fuerte. La fuerza gravitatoria se está haciendo sentir…No, no sé si saldrá bien… Yo también te quiero. Hasta luego.



            Unos minutos antes, Scott, junto con Alan, Clyde y Franklin, también estaban trabajando seguros en sus instalaciones. Sintieron el temblor lo mismo que el resto, pero la estructura estaba lo bastante bien diseñada como para absorber las ondas sísmicas sin riesgos.



-Debemos hacer algo.- Dijo Franklin.-

-¡Ojalá fuera tan sencillo!- Deseó Alan añadiendo a modo de resignado consuelo.- Lo único que me tranquiliza es que mi hija no esté ya en Nature.

- Sí, por eso mismo tu hermana y tú deberíais marcharos pronto, Franklin.- Intervino Scott.-

-Papá, no quiero irme de aquí sin hacer todo cuanto esté en mi mano.- Opuso el chico.-

-Por desgracia, creo que es muy poco lo que ya nos resta por hacer.- Repuso su padre, agregando.-  De momento llamaremos a Hipatia para asegurarnos de que esté bien.

-Yo voy a telefonear a mi mujer.- Afirmó el doctor Adams.- Supongo que estará a salvo igual que nosotros. Pero más vale cerciorarse.



            Y al poco rato en la cafetería, la jovencita escuchó su teléfono. Fueron instantes llenos de terror y caos. Estaba trabajando con Ginger cuando ese temblor sacudió el lugar. Rápidamente abrieron las puertas para que la gente escapase. Presas del pánico como estaban era un peligro si todos esos clientes salían y se atoraban en la salida. Por fortuna, el temblor no duró mucho y el edificio aguantó. No obstante, se abrieron grietas e incluso brechas.



-¡No te preocupes por eso y sal enseguida! - Le indicó una asustada dueña cuando la muchacha estaba tratando de cerrar en el interior. –



            La chica obedeció con presteza. Tampoco merecía la pena correr riesgos por cerrar las cámaras frigoríficas. Una vez a salvo y terminados esos temblores, suspiró aliviada.



-No debes arriesgarte así.- La regañó Ginger con evidente preocupación.-

-Lo siento, es que no pensé en mí, solo me daba rabia que las tartas se estropearan.

-¡Al diablo con ellas! Siempre podremos hacer más.- Repuso su interlocutora.-



            Hipatia asintió. Justo en ese instante sonó su teléfono.



-¿Sí? Sí papá, estoy bien. ¿Y vosotros?. Menos mal. ¿Mamá y sus compañeras qué tal están?. Sí, la llamaré enseguida. Gracias, no, no te preocupes por mí. Adiós…



            Y tras colgar en efecto llamó a su madre. Por fortuna todo estaba bien allí. En el hospital central de Nature las cosas tampoco se habían complicado tanto como pareció a primera vista. Pese a algunos desperfectos los pacientes estaban a salvo y los médicos y enfermeras seguían atendiéndoles como si nada, una vez pasado el susto. Giaal, Naya y Maggie pudieron mantener la calma en los pabellones a los que iban, contagiando su profesionalidad a sus compañeros y su tranquilidad a los pacientes y sus familiares. Por si acaso, tanto Kiros como Gloria, aparecieron volando allí. Los dos visiblemente preocupados por su esposa y madre respectivamente.



-No hacía falta que vinierais.- Les dijo ella, regañándoles no obstante con tono reconocido.-

-Madre, eres lo más importante para nosotros.- Aseguró su hija.- Debemos protegerte.

-Gloria tiene razón.- Convino Kiros.- A pesar de todo, nuestro deber es estar a tu lado en los momentos difíciles.

-Ahora no hace falta que me protejáis de nada.- Sentenció ella, añadiendo eso sí, con algo de humor.- Y menos en este momento, cuando necesitamos ocuparnos de los pacientes. Vosotros id por ahí a entrenar o a enfrentaros a algún villano.





            Y pareció como si el destino quisiera darle la razón a Gloria. Kiros recibió una llamada de la capitana Hunter.



-¿Cómo? ¿El juzgado?. Sí, enseguida vamos.- Replicó.-

-¿Qué ocurre, padre?- Inquirió Gloria.-

-El sitio donde estaban juzgando a esa infiltrada se ha derrumbado. Y ella está libre.- Le informó su progenitor.-



            Los dos se miraron y, tras besar a Maggie, salieron volando a toda velocidad hacia allí. La jefa de enfermeras les observó alejarse durante unos segundos sin poder ocultar su orgullo.



-Tened mucho cuidado. A pesar de lo fuertes que sois, nunca me canso de rezar por vosotros. Sois lo más preciado que tengo.- Pensó con preocupación pese a todo.-



            Y acto seguido se obligó a retornar a sus ocupaciones…Sus compañeros Giaal y Naya estaban atendiendo a su vez a varios enfermos a los que se sumaron algunos heridos a consecuencia de los temblores. Por fortuna, la mayor parte no lo estaban de gravedad.



-Esta vez hemos tenido suerte.- Comentó Giaal a su hermana.-

-Sí, pero no sé hasta cuando nos durará.- Suspiró ella con pesar.-



            Mirando su teléfono vio una llamada perdida de su esposo. Sonrió enviándole un mensaje donde le decía que estaba bien.



-Ahora, a trabajar.- Se dijo tratando de animarse.-



            Por su parte, Giaal también le envió un mensaje a su mujer. Aunque Susan no respondía.



-Seguro que estará bien.- Le animó Naya.- Ya sabes cómo es. Cumpliendo con su deber, como nosotros. No tardará en contestar.

-Así lo espero.- Afirmó él.-



            Entre tanto Gloria y Kiros llegaron finalmente a lo que quedaba del juzgado. Por suerte todo el mundo había sido evacuado aunque lo que más les sorprendió es que la prisionera en efecto estaba ahí, sin cadenas ni grilletes, junto con su abogado, la capitana Hunter y los dos saiyajin que la custodiaban. Al aproximarse Kiros, la propia Susan fue quien intervino.



-No te preocupes. No sólo no ha tratado de huir, sino que ha ayudado. Y seguirá haciéndolo.

-Desde luego, debo admitirlo, esa mujer nos ha salvado.- Intervino el propio juez Glober con perplejidad, aunque agregando, eso sí, con profesionalidad.- Sin embargo, la ley es la ley y tenemos que concluir este proceso. Hagan el favor de aproximarse, voy a dictar sentencia.- Convocó a todos.-



            Y Ángela, custodiada ahora por la propia Gloria y Kiros, y acompañada de Trent, esperó las palabras del magistrado.



-Señorita Connors, habiendo sopesado las pruebas y evidencias no encuentro base para acusarla sin lugar a la duda de haber tenido parte directa en la masacre perpetrada en Nature, a su confesión del asesinato de un individuo armado le encuentro el atenuante de defensa propia. De su admisión de formar parte de una fuerza expedicionaria Arcoily la hallo culpable. La sentencia original era de diez años de prisión, no obstante, habiendo comprobado que durante los años que ha vivido clandestinamente en Nature lo ha hecho sin causar problemas y ante los hechos meritorios que ha llevado a cabo en el día de hoy, auxiliándome no solamente a mí, sino a otras personas aquí presentes, me complace reducir esa sentencia a tres años. De los cuales, usted ha pasado unas semanas en prisión y habida cuenta de la intercesión del UNISON a su favor y de que la capitana Hunter haya solicitado su custodia, la dejo en un régimen de tercer grado con la obligación de presentarse ante la mencionada oficial. Se levanta la sesión.





            Y de este modo tan poco ortodoxo el juez dio por concluido el proceso. Ángela sonrió y ante el asombro de todos y la perplejidad del propio Trent le abrazó besándole en la boca de un modo apasionado. El chico estaba tan paralizado por la sorpresa y la velocidad de esa mujer  que casi se quedó sin respiración.



-No se alegre usted tan rápido.- Terció Susan siendo la primera en salir de esa situación de perplejidad.- Ahora deberá colaborar.



            Y la aludida se cuadró saludando militarmente al estilo humano para replicar.



-Estoy a sus órdenes.

-Será mejor que se vaya.- Le pidió Kiros al todavía anonadado Trent.- Tenemos cosas que hacer.

-Sí, y gracias otra vez.- Le sonrió su ya ex cliente, agregando divertida.- Ya te dije que te compensaría.



            El joven se quedó allí parado sin saber qué decir. Tanto los saiyajin como Susan se retiraron llevándose a Ángela con ellos…Lo último que Trent pudo oírles comentar fue…



-Tenemos mucho que preparar. Espero por su bien que sea tan buena piloto como me aseguró…



            En otra parte de la ciudad, Sonia pudo al fin contactar con su ex. Rafael le contó que estaba cerca del colegio y que iría a por el crío.



-Gracias.- Suspiró ella con alivio.-



            Su antiguo novio colgó. En cierto modo ni él comprendía porqué hablaba así con Sonia. Aquello no formaba parte del plan. Ahora tenía que actuar rápido. Se dirigió pues al centro dado que su deslizador privado pudo abrirse paso por las autovías que estaban siendo despejadas y en apenas media hora se plantó en el colegio de la Fe. Una vez allí, fue en busca del crío. Aunque antes de llegar a la clase, una voz grave le llamó en el pasillo.



-Rafael. Quiero hablar contigo…



            El tipo se giró descubriendo al obispo Corbin.  Éste se aproximó y el español le saludó.



-Vaya Ilustrísima, me alegra verle. Venía a llevarme a mi hijo, su madre y yo estábamos preocupados por él.

-Sí, me hago cargo. – Afirmó su interlocutor, pasando a lo que le interesaba sin dilación.- ¿Vas a llevar a cabo tu plan?

-No hay naves que salgan de Nature, al menos ahora.

-Oficialmente no, pero unos amigos sí que están esperando. Se marcharán en pocos días. Y les he dicho que irías con tu hijo.- Aseveró el obispo.-

-Pero...- Pudo pretextar Rafa.- Pensé que el plan era conseguir que Sonia viniera con nosotros y formar una familia.

-Los planes pueden cambiar.- Contestó su contertulio de modo impertérrito.-

-Espere un momento. No quiero dejarla.- Dijo el español.- Ahora creo que incluso comienza a sentir algo por mí.

-Tu antigua novia es una desviada y jamás cambiará, siente un amor demasiado antinatural por esa otra a la que llama esposa.- Le rebatió Corbin añadiendo con un tinte de vaga amenaza.- Debes actuar y llevarte al crio por su propio bien y el tuyo…

-Quizás, si le diera la oportunidad. Sabiendo lo que le va a pasar a este mundo.- Insistió él.-

- Como quieras. Podrás comprobarlo por ti mismo.- Concedió el obispo.-



            Y sin más permitió que Rafael recogiera al crío y se marchara. Cuando estuvieron ya en el deslizador, el español llamó a la modelo diciéndole que llevaba a Ricardo a su casa.



-Ven en cuanto puedas, tengo algo importante que decirte.- Le pidió a Sonia.-





            Stephanie también estaba llegando al colegio de la Fe. Una vez fue capaz de sortear el tráfico y bajar del deslizador corrió al interior. Aliviada, vio a Martin junto con David y Leah.



-¿Estáis todos bien?- Quiso asegurarse.-

-Sí, no te preocupes, tía Steph.- Respondió enseguida el niño.- ¿Qué tal tú?

-Bien, tesoro.- Sonrió la interpelada pidiéndole.- ¡Anda ven aquí!



            David corrió hacia ella que le estrechó cariñosamente entre sus brazos.



-Vámonos a casa.- Afirmó Martin llevando en brazos a la niña.-



            No tardaron en salir de allí. Stephanie se sentía más tranquila ahora. Aunque pensaba culpablemente en su novio. Durante el temblor y ese momento de pánico e inquietud por los suyos, solamente se acordó de los niños y de Martin.



-Él estará bien. Rodeado de saiyajin y protegido en el juzgado.- Quiso autoconvencerse.-



            Y no obstante eso no le hacía sentirse mejor. Ahora se decía que, en cuanto viese a Trent, le abrazaría y le llenaría de besos.



-Se lo merece y últimamente hemos estado bastante alejados por el trabajo, pero después de una cosa así…las prioridades se revisan. -Meditó.-



             Martin por su parte pensaba en su esposa. ¿Qué estaría haciendo en la Tierra? ¿Por qué no regresaba? ¿Acaso no sabría nada de lo que estaba sucediendo en Nature?



-Te echo de menos, aunque sé que te he perdido. - Se lamentaba en tanto miraba a la pequeña Leah dormir.- Y sin embargo, no puedo evitarlo.



            Al llegar a casa los adultos bajaron sacando a los niños del vehículo. Martin se adelantó para comprobar si existían desperfectos graves en la vivienda. Por suerte no era así. Esa zona de Sagan City daba la impresión de haber sufrido menos que otros lugares.



-Papá.- Intervino David con temor reflejado en su voz.- ¿Van a haber más terremotos?

-No te preocupes, hijo.- Quiso calmarle él, sin realmente confiar demasiado en lo que afirmaba.- Estamos seguros en casa.



            Stephanie sonrió a su sobrino en tanto llevaba en brazos a Leah. La cría seguía plácidamente dormida. Entraron en el domicilio y tras asegurarse de que todo estaba bien se dispusieron a ponerse más cómodos. Al menos los niños. David corrió a su habitación en tanto los mayores charlaban.



-Vamos dentro. Acostaré a Leah y prepararé algo.- Dijo la modelo.-

-No te preocupes. Yo me ocupo de todo.- Sonrió su cuñado.-

-Quisiera echarte una mano.- Insistió ella dejando a la pequeña en su cunita.-

-Ya haces más que suficiente.- Afirmó Martin aproximándose a la joven y tomándole de las manos para agregar con un tinte culpable.- Desde que Dap se fue tú has sido la madre de David y Leah. Y no es justo para ti, tienes derecho a vivir tu vida. Están tus padres y está Trent.



            A Stephanie le dio un vuelco al corazón. Parecía que su cuñado hubiera leído su pensamiento. Enseguida contestó quitándole importancia a eso.



-Trent está tan ocupado con su caso que apenas si nos vemos. Y yo llena de trabajo en la agencia. Ya sabes…

-Pero ¿los dos estáis bien, verdad?- Se interesó su interlocutor mirándola ahora con gesto más inquisitivo.- Me refiero a…

-Sí, sí claro. Estamos bien.- Le interrumpió ella con expresión apurada.-





            Estaban tan próximos ahora que únicamente bastaría un pequeño impulso para que sus labios se tocasen. Aturdida y dándose cuenta de aquella situación, Steph se separó bruscamente.



-Quizás tengas razón.- Sonrió nerviosa.- Voy a llamar a Trent. ¡Cómo soy de egoísta! Ni he hablado con él, ni con mis padres tras lo que ha pasado… yo…

-Tus padres están bien.- La calmó Martin.- Pude llamarles desde el colegio. Pero de tu novio no sé nada.- Admitió con una media sonrisa para suavizar ese momento tan brusco.- Sería mejor que le llamases, sí.



            La joven asintió. No tardó en marcar el número de su pareja, aunque éste no respondía. Algo extrañada y sintiéndose inquieta comentó.



-¡Qué raro!

-Será mejor que vayas a buscarle a casa.- Opinó Martin.- Tranquila, estaremos bien…



            Stephanie convino en eso y tras despedirse de su cuñado y besar a Leah en la frente fue a decirle adiós a David.



-Me marcho, cariño. Que descanses.

-¿No te podrías quedar, tía Steph?- Le pidió con tono suplicante.-

-Bueno, tengo cosas que hacer, cielo.- Objetó ella, quién animosamente compuso una sonrisa para afirmar.- Pero mañana os veo otra vez. Te lo prometo.



            Y aunque no le gustó mucho esa idea, David no tuvo más remedio que asentir despacio y darle un abrazo a su tía. Ella se lo devolvió estrechándole entre sus brazos con todo su cariño. Al fin se separaron y la modelo se marchó.



-Lo siento, pero también tengo una vida. -Pensaba.- Dap, ¿dónde estarás? Al menos espero que te encuentres bien…



            Y en tanto deseaba aquello fue a ver a su novio, le llamó a su teléfono aguardando respuesta. Tras unos minutos él contestó. Quedaron al fin y cenaron juntos. Aunque Steph le encontró algo ausente. Seguro que sería debido a todo lo sucedido en ese día. Más cuando el chico le contó lo ocurrido en el juzgado. Omitiendo eso sí, aquel beso tan apasionado que la Arcoily le dio.



-¡Dios mío!- Se horrorizó ella.- Menos mal que esa mujer no eran tan mala después de todo.

-Al menos ayudó en lo que pudo.- Repuso él.-

-¿Y la han enviado a la cárcel?- Se interesó ella.-

-Bueno, creo que, a cambio de su colaboración para alguna cosa relacionada con el ejército, podrían rebajarle la pena.- Comentó Trent sin querer ser demasiado explícito.-

-Mientras no sea peligrosa para nadie.- Afirmó Steph.-



            Su novio no respondió a eso, aunque al cabo de unos instantes quiso variar su semblante a otro más animado y preguntar.



-¿Y tú qué tal?... quiero decir, con el trabajo y los niños…

-En fin, el trabajo está bien. Ahora es Sonia la que más se ocupa de eso. Mis sobrinos…, pues Leah es demasiado pequeñita, aunque a veces si que dice algo así como, mamá, mamá.- Se sonrió al añadir.- No sé si me lo llama a mí, o es que se acuerda de Dap.- Y dicho esto su sonrisa desapareció para suspirar con pesar.- Martin lo está pasando mal, pero el que peor está es David.

-Debe de ser muy duro para un niño.- Opinó Trent, sintiendo lástima por ese pobre crío.-

-Estaba muy unido a su madre, como es natural. Y que mi hermana se haya marchado le ha roto el corazón. Además, tras saber que Dap es…bueno.- Musitó Steph moviendo la cabeza para sentenciar.- Teniendo en cuenta lo que les enseñan en ese colegio. Mi sobrino no puede asimilarlo. Cree que su madre les ha abandonado a Martin y a él porque odia a los hombres. Ahora no quiere separarse de mí. Y hasta tiene miedo de que yo le deje también.

-Es muy triste, pero el hecho es que ella se ha ido.- Aseveró su pareja añadiendo.- Y ese pobre crio te ha tomado como referencia materna.





            Así era, Stephanie lo sabía perfectamente. Haría lo posible por estar con sus sobrinos pero no quería dejar de lado su propia vida. Lo mismo le sucedía a Sonia. Recordaba lo que su ex le contó hacía tan solo unas horas y de hecho, estaba tan indecisa como llena de temor y zozobra.



-No sé qué hacer. O mejor dicho, sé que, haga lo que haga…no me lo perdonaré nunca.- Meditaba la española con angustia.-



            Rememoraba como esa tarde cuando, tras ese terremoto, Rafa le trajo a Richard a casa, suspiró aliviada y abrazó al niño entre lágrimas. Tuvo que controlarse para no asustar al pequeño.



-Bueno Ricardito. Tendrás que ir a bañarte.- Comentó Rafael.-

-Sí ¿Verdad, hijo?- Sonrió Sonia tras secarse esas lágrimas de temor obsequiando al crio con la mejor de sus sonrisas.- Ahora mismo vamos a la bañera. ¿Quieres cielo?

-Sí.- Replicó el niño añadiendo.- Con mi patito.

-Claro.- Convino la modelo.-



            Y tras poner al niño dentro de la bañera con agua caliente y dejarle su patito de goma y otros juguetes, Sonia salió un momento del cuarto de baño para charlar con Rafa.



-No sabes cuánto te lo agradezco.- Le dijo muy reconocida.-



            Sin embargo, en esta ocasión su ex novio no sonrió de ese modo arrogante o confiado que solía mostrar según las circunstancias. Estaba muy serio e incluso daba la impresión que asustado. Eso era normal hasta cierto punto. Lo que la modelo no esperaba era que él casi la conminase.



-Tenemos que irnos de aquí…¡cuanto antes!

-Bueno, no temas por eso. La casa es segura. Han pasado algunos técnicos por la zona y está bien construida. No te preocupes, no corremos riesgos.- Quiso tranquilizarle ella.-

-No.- Rebatió él con tinte lleno de inquietud.- Me refiero a irnos de este planeta. Es un mundo condenado. Ya te lo quise decir antes.- Insistió él.-

-¿Condenado? ¿De qué estás hablando?- Le preguntó la modelo sin comprender.-



            Rafa suspiró llevándose una mano a la cabeza como si quisiera repasarse su engominado peinado. Al fin le contó.



-Algunos asteroides enormes se dirigen hacia aquí, están en rumbo de colisión y otra cosa todavía peor les sigue. Esa es la verdadera causa de los temblores. No son terremotos. Bueno, no soy científico pero creo que es algo relacionado con la gravedad.

-No lo comprendo.- Repuso ella con visible extrañeza.-

-Ya te lo he dicho, no sé explicarlo. Pregunta a tus amigas esas, las del grupo Fairy Five…te dije que hablases con ellas.- Le recordó.-

-¿Las compañeras de mi mujer?- interpretó Sonia.- Bueno, seguro que sabrán algo, pero hace días que no he podido charlar con ellas. Deben de andar muy ocupadas. Cuando Mei Ling vuelva…

-¿Es que no lo entiendes?- Estalló Rafa tomándola de los hombros.- ¡Tu mujer no volverá!



            La modelo se separó de él con expresión entre perpleja y molesta, movió la cabeza para replicar.



-Vaya, y yo que pensaba que habías cambiado. Rafa, admítelo de una vez. Yo amo a Mei Ling, me casé con ella y es mi esposa. Y ella me ama también a mí. Ahora está con sus padres pero retornará pronto. Cuando esos problemas en la Tierra se arreglen. Eso que planeabas y que me dijiste en el juicio nunca sucederá…



           

De hecho, Mei Ling había enviado un holo mensaje comentando que, por motivos de su visado y algunos trámites se iba a retrasar unos días, pero que ya estaba lista para volver. Sonia lo creía así de modo que añadió con determinación



- Y si tratas de hacerle el menor daño te aseguro que jamás te lo perdonaré y que nunca volverás a ver a Richard, me da igual lo que decidieran en ese juicio…



 Aunque volvió a quedar perpleja cuando su ex se acercó una vez más gesticulando para exclamar.



-¡Al diablo con el juicio! No me refiero a eso ahora. ¿Es que no lo comprendes? Tu esposa no volverá, no porque no quiera hacerlo, ni porque yo vaya a hacerle nada. Sencillamente no puede. Los vuelos desde la Tierra o cualquier otro planeta a Nature se han suspendido… indefinidamente. Nadie quiere venir aquí, ¡sería un suicido! Al contrario, todos se quieren marchar.



            Sonia abrió la boca y no supo qué decir, por unos instantes no reaccionó. Apenas pudo musitar…



-Mientes. Estás tratando de engañarme. Ya lo hiciste antes pero ahora no te funcionará.

-No te miento, no esta vez.- Insistió él.- Te lo he dicho. Habla con tus amigas las científicas. Hazlo antes de que sea demasiado tarde. Ya quedan muy pocas naves con las que salir de Nature. Yo tengo contactos, estoy bien relacionado. Me han advertido que salga de aquí. ¡Pero no quiero marcharme, no sin Ricardo y sin ti!



            Ahora Sonia se quedó sin palabras. Conocía a Rafa bien y ese gesto jamás se lo había visto. Estaba realmente asustado. Al fin suspiró largamente para afirmar.



-No puedo irme, tengo muchas responsabilidades aquí. Además, sé que Mei Ling vendrá. Sobre todo cuando sepa lo que sucede.

-¿Y estás dispuesta a arriesgar tu vida y la de nuestro hijo por una mera suposición?- Preguntó él con tono lleno de reproche y temor.- Además. Aunque viniera ¿qué pasaría después?. ¡Moriríais aquí!…No quedarían naves para evacuar. Sería demasiado tarde para huir.



            La voz de Richard llamándola le evitó el tener que replicar. Fue enseguida con el niño y fingiendo que todo estaba bien terminó de bañarle. Rafael se quedó observando a ambos desde la puerta. Sonia sacó entonces al crio y cariñosamente le envolvió en su pequeño albornoz.



-Ahora a secarte bien.- Le susurró con dulzura.-



            Miró a su ex quien ahora solamente tenía ojos para el crio. La modelo salió con el pequeño tras haberle secado el cuerpo y el pelo y le puso el pijama. Luego le dejó sentadito en su sillita en el salón y junto con Rafael fue a la cocina.



-Si eso que dices es cierto. ¿Por qué nadie ha dado la alarma?- Quiso saber manteniendo su escepticismo.-

-¡Parece mentira que no sepas la respuesta a eso! - Suspiró su interlocutor, contestando de inmediato con visible agobio.- ¡Cundiría el pánico, sería la anarquía, el caos más absoluto! Hay muchísima gente que ya está condenada. La mayor parte de la población no podrá salir del planeta. ¿Qué crees que harán cuando lo sepan? Y no quiero que tú y nuestro hijo estéis entre ellos.

-Haremos una cosa. Mañana mismo hablaré con la doctora Adams y con las demás. Si lo que me has contado es verdad, entonces…



            Y ahí se detuvo, sin tener idea de que añadir. Finalmente comentó con tono más conciliador.



-Te prometo que jamás dejaré que le suceda nada a nuestro hijo. Ahora es tarde. Te agradezco que hayas venido…

-Deja que me quede esta noche.- Le pidió él.-

-No.- Repuso contundentemente ella.- Eso no tiene ningún sentido.



            Sin mediar palabra Rafa la tomó entre sus brazos y con un deseo apenas contenido le susurró.



-Sé que todavía me quieres, Sonia…

-¡No! - Se resistió ella exigiéndole.- ¡Suéltame!



            Al fin la modelo logró desembarazarse de él lo suficiente como para abofetearle y espetar.



-¡Ya basta! ¿Y tú presumes de ser un hombre decente?...¿Tratando de forzarme con nuestro hijo en la otra habitación? ¡Sal de aquí!..



            Su interlocutor respiraba agitado pero, a pesar de sus ansias de tenerla, se controló. Por fortuna, el miedo de Sonia a ser obligada a algo que no deseaba no se confirmó.



-Lo lamento.- Suspiró él.- Sabes que todavía te amo…

-Si te permito estar aquí es solamente por Richard.- Declaró inflexiblemente ella.-

-A quien no hubieses tenido de no ser por aquella vez.- Le recordó Rafa con un tono de amargo reproche.-

-Confundes el amor que le tengo a mi hijo con otras cosas. Y sigues sin comprenderlo. Tú y yo ya no tenemos nada.- Sentenció la modelo.- Y ahora, te pido que te vayas, si es que Richard de verdad significa algo para ti…No querrás que nos vea así…



            Rafael bajó la cabeza y se giró, sin decir nada salió de la casa. Sonia aguantó hasta que él cerró de un portazo, luego rompió a llorar. Aunque la voz del crio entre asustada y curiosa la hizo sobreponerse…



-¡Mami!- La llamó el niño.-

-Ya voy cariño. Ya voy. - Se apresuró a  contestar enjugándose las lágrimas y lavándose la cara.-



            Por su parte, Rafa salió enfadado, decepcionado e incluso herido. Quizás se había precipitado pero deseaba tenerla a su lado con el niño, formando una familia. Tomó su deslizador y condujo hasta la sede de la iglesia de la Congregación de la Fe. Allí, el obispo Corbin le aguardaba. El joven no tuvo que decirle nada, aquel tipo enseguida comentó nada más verle aparecer.



-Supongo que ya te has convencido por ti mismo de lo que te avisé.

-Sí - tuvo que admitir sombríamente él.-

-Muy bien. Entonces. ¿Qué es lo que piensas hacer?

-Lo que usted me sugirió.- Repuso su interlocutor.-

-En tal caso, te aconsejo que no te demores. – Le dijo el obispo. -

-No lo haré.- Sentenció Rafael, dándose media vuelta y saliendo de allí.-



            Y Corbin sonrió, después, tomando una agenda de tapas negras y una pluma, garabateó unos trazos musitando.



-Quedan pocas páginas, pero las emplearé bien. Mi Señor, todo estará dispuesto. Se hará tu voluntad en medio del caos.



            En el cuartel central del UNISON, las explicaciones no se hicieron esperar. Susan, junto con alguno de sus oficiales de más alto rango, le mostraron a Ángela algunos prototipos mejorados de varitech. Los aviones estaban estacionados en un hangar subterráneo, a prueba de bombardeos. Al verlos la Arcoily no pudo evitar exclamar.



-¡Menudas bellezas!

-Lo son, y mucho más potentes que las versiones anteriores. Nuestros científicos e ingenieros han trabajado mucho. Quizás nos sirvan para repeler la amenaza de los asteroides. Pero precisamos de muy buenos pilotos y tiradores.- Le contó la capitana Hunter.-

-¿Cuántos de estos tienen?- Quiso saber Ángela con interés profesional.-

-Desgraciadamente no los suficientes.- Replicó Susan.-



            Después de mostrar a la “invitada” las especificaciones técnicas de esos aparatos, las dos salieron del hangar y se alejaron rumbo al despacho que tenía la jefa de las fuerzas armadas del planeta. Una vez allí, tomaron asiento en dos butacas enfrentadas y la Arcoily, después de mirar fijamente a los ojos de su interlocutora, sonrió.



-¿Qué es lo que te parece tan divertido?- Quiso saber Susan con desconfianza.-



            Y tras emplear un par de segundos en regocijarse con esa situación, Ángela respondió con tinte entre sarcástico y burlón.



-Trato de imaginar si eres audaz o sencillamente estúpida. Has conseguido que me suelten y aquí estamos. Podría matarte en un momento y escapar de aquí.

-Sí, podrías.- Admitió su contertulia sin alterar su gesto seguro, añadiendo con rotundidad.- Pero sabes de sobra que sería una estupidez. Y totalmente inútil.

-¿Y si te mato, abordo uno de esos cazas y huyo de aquí?- Contestó la Arcoily a modo de pregunta retórica.-

-¿Y si aceptas el reto que ya te planteé en tu celda, antes de que comenzase el juicio?- Sonrió Susan afirmando convencida.- Sé que, por encima de cualquier otra cosa, incluida tu libertad, deseas llevarlo a cabo. Una acción así solo tiene dos posibilidades, morir o triunfar y la recompensa para ambas es la gloria imperecedera. Si eres una Arcoily del tipo que yo supongo no lo vas a dejar pasar. No, ni por todas las riquezas, ni tan siquiera por la ocasión de huir de este lugar. Además, ¿huir? ¿A dónde? ¿A tu mundo en el que ni tan siquiera podrías respirar? ¿Con un caza sin la suficiente autonomía de vuelo para llegar?



            Y ahora la sonrisa desafiante de Ángela se apagó siendo sustituida por un rictus más serio e incluso algo molesto cuando finalmente declaró.



-Eso no es justo. Me conoces realmente bien, capitana Hunter. Usas mis mayores anhelos en mi contra.

-Pero funciona.- Replicó su interlocutora.-

-Puedes apostar a que sí. - Tuvo que concederle su contertulia para agregar con algo de sarcasmo también.- Lanzarnos a modo de escuadrilla suicida para destruir dos enormes meteoritos… ¿Quién podría negarse a eso?

-Uno realmente, el otro queda para los saiyajin.- Precisó Susan.- Es más grande incluso y está más próximo. Ellos son muchos pero no lo suficientemente fuertes como para destruir ambos a un tiempo…

-¿Ni siquiera contando con esos dos, el embajador Derail y su hija? – Opuso Ángela genuinamente sorprendida ahora, para afirmar.- Él no sé, pero esa chica es realmente muy fuerte. Y yo no halago a nadie a la ligera…y menos a un saiyajin…

-No lo sé. Pero el plan está diseñado para que lo hagamos de esa manera. Además, me temo que tanto ella como su padre, deberán reservarse para otra cosa aun peor…

-¿Algo peor? ¿Y qué demonios puede haber que sea?...



            Y la pregunta de Ángela se quedó congelada en mitad de esa frase cuando la capitana Hunter le acercó una carpeta que contenía un dossier cuyo nombre en clave era Stellae.



-Ahora lo comprendo todo.- Musitó la Arcoily entre atónita y horrorizada por lo que leyó, remachando.- Y de veras que te agradezco esta oportunidad…Al menos, la de morir luchando.

-Así es.- Convino su interlocutora.-



            Y gracias a su ágil intuición, Ángela enseguida dedujo…



-Fuiste tú, todo el tiempo. La que me dio ese soplo de que andaban tras de mí.

-Así es.- Admitió la capitana.-

-¿Por qué?- Quiso saber la Arcoily.-

- Tenía que sacarte de tu escondite y quería comprobar si mantenías tus destrezas.- Le explicó su interlocutora, remachando.- Bien, ahora que lo sabes todo, dime. ¿Tengo tu palabra de que harás cuanto sea necesario?

-La tienes.- Aseveró Ángela.-

-Muy bien. En ese caso, comenzarás a entrenar de inmediato en el uso del caza varitech.- Dictaminó Susan.-



Pasaron algunas semanas. Daphne seguía estando en la Tierra, en Nueva York. Al parecer las cosas habían mejorado. Transcurrieron unos días desde que comenzase a trabajar y no podía quejarse de su situación. Sólo el recuerdo de sus hijos y su hermana la lastraban. Y también el pensar en Sabra.



-Ya sé que no debo seguir creyendo que me quiere.- Se repetía una y otra vez.-



            Aunque su corazón se negaba a aceptar que la israelí ya no sintiera nada. Ella misma estaba confusa pero nunca había dejado de amarla. Todo lo malo que hizo, incluido su mayor error en la vida, cometer aquel perjurio, fue por celos al creerse traicionada y sentirse herida. Ahora sonreía con amargura, en un recreo, en tanto observaba a sus pequeños alumnos jugar y correr por el patio.



-Y al final todo esto ¿Para qué? ¡Hubiese pasado por lo mismo entonces y me habría ahorrado diez años! - Suspiró moviendo la cabeza.-



            Tampoco podía evitar otro razonamiento que la llenaba de culpabilidad. Se hubiese ahorrado tener a sus hijos, los que compartía con Martin. Trataba de apartar eso de su cabeza cuando el jefe de estudios se aproximó.



-¿Señorita Kensington? - La abordó, dado que Dap había decidido usar su apellido de soltera.-

Han venido preguntando por usted. Al menos eso creo.

-¿De quién se trata?- Quiso saber ella.-

-Es una mujer, de rasgos orientales. Vino a mi despacho y me preguntó por la nueva profesora, al principio mencionó el apellido Carson, luego, cuando le comenté que no teníamos a nadie así, me dio el suyo. Le dije que aguardase en recepción.

-Sí, soy yo.- Le confirmó su interlocutora.- Ahora tengo patio, luego iré…

-Dijo que era muy importante, no se preocupe, ya me quedo yo.- Se ofreció aquel hombre.-



            Tras darle las gracias Daphne se encaminó hacia la recepción. Allí vio a Mei Ling, la mujer parecía agitada, tanto que se dirigió hacia ella antes de que la atónita maestra pudiera ni saludarla.



-¡Daphne…tenemos que hacer algo!

-¿Hacer qué? ¿Qué sucede?- Quiso saber ésta.-

-Han cerrado el tráfico hacia Nature, ninguna nave va a viajar hasta allí. ¡El planeta está en peligro!- Le resumió con visible zozobra.-

-¿En peligro? ¿Qué está pasando?- Se sobresaltó Dap.-



            Tras respirar un poco más calmadamente y percatándose de las miradas de algunas personas que estaban alrededor, la oriental le sugirió.



-Si tienes tiempo, vayamos a donde podamos hablar más tranquilas. Te contaré hasta donde sé…

-Tengo clase en veinte minutos.- Le informó su interlocutora.-

-Bastará.- Aseveró la oriental. -

-Vamos al despacho de entrevistas de primaria, ahora estará libre.- Le indicó Daphne.-



            Así lo hicieron, en efecto no había nadie, se sentaron  alrededor de una mesa de juntas y Mei Ling le contó.



-Verás, tras despedirnos, como sabes, viajé a mi país natal para ver a mi padre. Bueno, él falleció...- Musitó bajando la cabeza.-

-Lo lamento mucho.- Quiso animarla Daphne, agregando con renovado dolor.- Mi hermano Byron también murió…

-¡Oh, cuanto lo siento!- Repuso Mei Ling a su vez, dándole sus condolencias más sinceras.-



            Y después de unos momentos de silencio y miradas consternadas, la oriental retomó la palabra para agregar.



-El caso es que estoy muy asustada y preocupada. Mi primo Zhao trabaja para el servicio de inteligencia chino. Cuando quise volver a casa me acompañó hasta el aeropuerto para tomar una lanzadera. Allí nos dijeron que todo el tráfico hacia Nature se había suspendido por tiempo indefinido.

-¿Por qué?- Inquirió la perpleja maestra.-

-Verás.- Suspiró su contertulia con tintes llenos de temor y pesar.- Han detectado varios asteroides en trayectoria de colisión contra el planeta…



            Daphne abrió la boca quedándose pálida. Se levantó de inmediato exclamando llena de angustia.



-¡Mi hermana, mis padres, mis hijos, Martin! Tengo que volver.

-No podemos. Eso es lo terrible.- Le recordó su contertulia con pesar.-

-Pero, ¡tiene que haber algo que se pueda hacer! - Gimió Dap.-

-Ni siquiera mi primo Zhao tiene las influencias necesarias para hacer nada.- Le comentó una descorazonada Mei Ling.-

-¡Dios mío!- Sollozó la mujer llevándose las manos a la cara.-



            Aquello la sobrepasaba. ¿Es que jamás se iba a terminar su sufrimiento? Había perdido su vida laboral, su familia, a su hermano. ¡Y ahora esto!



-Sonia me envió un mensaje, llegó hace un par de días, justo al poco de llegar aquí y entrar a trabajar con las Fairy Five de Nueva York. - Le relató una también compungida Mei Ling.- ¡Nuestro hijo ha desaparecido! Ese tal Rafa se lo ha llevado. Mi esposa estaba loca de desesperación. Cree que lo más seguro es que su ex haya conseguido abordar una nave y venga a la Tierra con Richard.



            Su interlocutora asentía aunque sin prestar demasiada atención. Bastante tenía ya con su propia y terrible situación. Entonces, tuvo una idea y propuso.



-Quizás tu primo no pueda hacer nada, pero Kerria sí. Ella es influyente, tiene muchos amigos. Su hermano es militar de un rango muy alto. Podrá hablar con alguien.

-¡Ojalá sea así!- Quiso creer su contertulia.-

-Pediré permiso, iremos a verla ahora mismo. No vive demasiado lejos de aquí.- Aseveró Daphne.-

-En mi caso, he tratado de hablar con Satory Masters y con Penélope Winters. – Le desveló.- Son las que componen las Fairy Five de aquí junto con Kaori Tomoe, Sharon Jensen y yo misma, al menos durante lo que dure mi estancia en la Tierra. Pero cuando les conté lo que sabía me dio muy mala espina. No dijeron nada, solo se miraron con una expresión de miedo y resignación…Me temo lo peor, estoy muy asustada. Pero voy a luchar para volver a ver a mi esposa y abrazarla. Y también para recuperar a nuestro hijo.

-Sí, eso haremos.- Sentenció Daphne tratando de sobreponerse.-

-El marido de Sharon, era ex piloto, Tracer creo que le llamaban. Ahora es senador. Y creo que, no sé… era amigo de alguien, no recuerdo. Un oficial de muy alto rango en Bios. La misma Sharon creo que conoce a….- Movió la cabeza suspirando con impotencia.- No me acuerdo, dijo algo en una conversación pero no presté demasiada atención entonces…

-Vamos a hablar con Kerria. Sus padres son muy conocidos también. Ella misma es ahijada de la princesa Mercurio. Me lo contó un día en su casa.- Recordó Dap, alegando.- Su madre, es muy amiga de esa mujer…Bertie, ella fue quien me consiguió este trabajo.

-Bertie Malden, ¡eso es!- Se acordó entonces Mei Ling.- Sharon pronunció ese nombre. Fue su maestra de la guardería o de primaria. La quiere muchísimo…





            Sin perder ni un segundo, Daphne le pidió permiso a su superior para irse. Éste, viendo el gesto de angustia de la mujer, accedió sin problemas. Más cuando le contó que tenía que hablar urgentemente con la señora Malden.  Así, las dos corrieron a tomar un taxi deslizador que, en menos de cuarenta minutos, las dejó a la entrada del chalet de esa familia. Con el corazón latiendo agitadamente llamaron a la puerta. La familiar voz del dueño las contestó.



-¿Sí?- Inquirió el hombre.-

-Señor Malden, soy Daphne Kensington.- Se identificó ella, entre agitada y nerviosa.- Por favor, ¿está su esposa?. Tenemos que hablar con ella urgentemente…

-Sí, está aquí, entrad.- Les ofreció.-



            Sonó un zumbido eléctrico que abrió la verja de hierro que custodiaba el jardín. Las dos entraron y caminaron deprisa. Al fin, llegándose ante la puerta de la casa, su dueño les abrió. Roy Malden, un hombre de alrededor de los setenta años, pelo encanecido y constitución todavía robusta, dijo.



-Pasad. Ahora llamo a mi esposa.

-Muchas gracias.- Sonrió apuradamente Daphne.-



            Las dos entraron,  la oriental enseguida inclinó la cabeza declarando.



-Perdone esta falta de educación por mi parte. Me llamo Mei Ling… Calderón.- Agregó tras dudar brevemente.-

-Encantado señorita, soy Robert Malden, pero llámeme Roy. Ahora vengo.- Repuso él.-



            Y se encaminó a llamar a su esposa. Al poco retornó junto con ésta. Bertie Malden sonrió al ver a Daphne pero enseguida disipó ese gesto al constatar el estado de esa chica.



-¿Qué te ocurre? ¿Va todo bien en la escuela?

-Señora Malden, Bertie.- Corrigió ella entre lágrimas.- Por favor, ¡ayúdenos!…



            Tras calmar en lo posible a esas dos agitadas jóvenes, el veterano matrimonio las hizo sentarse en el sofá del salón. Allí ambas les pusieron al corriente. Al concluir ese relato, Roy tomó la palabra.



-Nuestro hijo es el jefe de las fuerzas militares de Bios, es cierto.

-¿Y dices que Sharon es compañera tuya?- Intervino Bertie dirigiéndose a Mei Ling.-

-Sí, señora.- Afirmó ésta.-

-Hace tiempo que no la veo, se casó con ese muchacho, el amigo de nuestro hijo Leval. Tracer le llamaban.- Recordó la mujer.-

-Sí, él es senador, quizás si plantease esto ante el senado.- Terció Daphne de un modo algo atropellado, agregando.- Yo conozco a un congresista, lleva a su hija al colegio. Bueno, también pensé en contárselo a Kerria.

-Nuestra hija no está. Ella y Sam se han ido al extranjero.-Les comentó Roy.- De vacaciones, no sé si sabrás que nuestro nieto Brian hace poco que se fue a un largo viaje.- Suspiró ahora con tono más entristecido, remachando.- Sus madres están muy tristes y se fueron a intentar desconectar un poco de los recuerdos.

-Pero nosotros podemos ayudaros en esto.- Les sonrió Bertie prometiendo.- Llamaré a Sharon. Aunque si es compañera tuya de seguro que ya se lo habrá dicho a su marido.

-Verá, es que apenas pude hablar con mis colegas del Fairy Five de aquí. Justo llegué a América quise contarle esto a Daphne.- Se excusó Mei Ling con cierto apuro.-

-Tranquila. Por lo que mi hijo me contó de él, el senador Jensen es una buena persona. Si hay algo que pueda hacer por ayudaros de seguro que lo intentará.- Afirmó la señora Malden.-

-Por mi parte tengo unos cuantos buenos amigos que quizás puedan ayudar.- Terció Roy.-



            Y lo hizo pensando en sus compañeros de tantas batallas, aunque estuvieran jubilados como él. Sin embargo, al menos uno, su sobrino Mazoui, sí que seguía en activo. Y siendo el marido de Satory, que  a su vez trabajaba con esa chica china…



-Tu compañera, la doctora O´ Brian, también ha visto marchar a sus hijas. - Le comentó Roy a Mei Ling, quién sorprendida, asintió.-

-Fue la que más se entristeció cuando le conté lo Richard, el hijo de mi esposa y mío.- Matizó la oriental tras convenir en ello.- Aseguró que me comprendía muy bien, pero no dijo más. Tampoco hablé con ella en detalle de la situación en Nature. Debí contárselo todo nada más llegar. Pero pensé en Daphne y quise avisarla la primera.- Se censuró la oriental bajando la cabeza.-

-No te inquietes por eso, todos estamos en el mismo barco.- Convino el veterano ex jugador de baloncesto, que fiel a su estilo optimista, trató a alentar a esas dos mujeres.- No os preocupéis, vamos a  hacer cuanto podamos…



            Y así fue. Llamaron rápidamente a Sharon. Ésta ya estaba en casa con sus hijos. Su marido no obstante tenía una reunión en el senado. Una de las comisiones en las que estaba. Pero le prometió a Bertie que, en cuanto Tracer regresara a casa, le informaría de todo aquello. De hecho, ella ya le comentó algo, aunque Rick no prestó demasiada atención, andaba muy ocupado y lleno de cosas a las que atender. Y es que los años habían ido tornando a ese joven bromista y algo alocado, con tantos deseos de viajar y de aventuras, en un hombre maduro de perfil mucho más sereno y serio y sobre todo, práctico. Su esposa suspiraba a veces recordando los buenos años de juventud.



-Cariño.- Le saludó cuando él regresó.- Ha llamado Bertie.

-¿Qué tal está?- Se interesó Rick, tras besar a su esposa.-

-Bien, pero tenía una cosa importante que pedirte.- Le contó ella con tinte más preocupado.-



            Tras referirle aquello el senador se dejó caer sobre una butaca y suspiró. Se quitó la corbata y repuso con resignada consternación.



-No hay nada que pueda hacerse ante eso. Ha sido la propia ONU la que ha decretado el cierre del tráfico con Nature. Y lo mismo han hecho en Bios. Hace poco hablé con Leval. Cuando él se enteró de la magnitud del problema no pudo más que obedecer las instrucciones del alto mando y del gobierno de Bios que instaban a hacer eso mismo.

-Pero eso es terrible. ¡Esas pobres gentes estarán condenadas!- Exclamó una perpleja y horrorizada Sharon.-

-Lo sé.- Suspiró su marido.- Y lo lamento tanto como tú, pero incluso como piloto comprendo perfectamente que sería una locura enviar naves allí. Y como senador no puedo ni tan siquiera proponerlo. Sería un suicidio…

-¿Suicidio? ¿Acaso no crees que haya gente que quiera salvar a los habitantes de Nature?- Le recriminó su esposa.- No ibas a perder votos por eso. ¿Cómo puedes pensar en la política en un momento así?



            Rick suspiró moviendo la cabeza. Su mujer no le había comprendido, y no dudó en aclararlo.



-No se trata de perder votos. No me refiero a ese tipo de suicidio, sino a uno real. Cualquier nave que partiera de la Tierra tardaría semanas.- Opuso él.- Para entonces esos asteroides habrán impactado con el planeta, creando como poco un invierno nuclear. Tú lo sabes mejor que yo. Tú y tus compañeras.- Le recordó él a su vez, molesto por aquella especie de reprimenda.- De hecho habéis estado intercambiando información con las Fairy Five de Nature, entre las que se cuenta Mei Ling. No sé porqué ese mujer se hace la tonta ahora.

-No quería asustar a Daphne más de lo que ya está.- Suspiró Sharon.- Y además, Mei Ling no tenía datos actualizados de hasta qué punto peligra su planeta. Tampoco pudimos hablar mucho cuando llegó…

-Y vosotras ¿Qué le dijisteis?- Inquirió Rick reprochando a su vez.- ¿Acaso habéis sido sinceras con ella también?...¿Por qué no le contasteis lo que sabíais justo cuando llegó?. Que ninguna nave puede aventurarse allí por miedo a ser atraída por eso que se aproxima a Nature.



            Sharon no pudo contestar a eso. Era cierto. Ni Penélope, ni Satory…Ni tan siquiera la propia esposa del doctor Tomoe, que tenía a su propia hija viviendo allí, veían posibilidades. Sólo ansiaban que sus seres queridos huyeran cuanto antes de ese planeta utilizando las escasas naves que todavía tuvieran disponibles.



-No sé cómo podré decírselo a Mei Ling.- Suspiró Sharon bajando la cabeza.-

-En el fondo ella lo sabe perfectamente.- Musitó Rick ya con tono más suave.- Por eso han ido a ver a los Malden. Si existe alguna posibilidad de lograr un milagro, pasará sin duda por sus manos.



            La científica asintió despacio, eso era cierto. Luego telefoneó a Bertie y con tristeza le dio a entender que no se podía hacer nada. Beruche a su vez transmitió esa información a las dos mujeres que fueron a pedirle ayuda.



-Lo lamento mucho. Pero nunca perdáis la esperanza.- Quiso animarlas pese a todo.- Aun tenemos a los reyes de la Tierra y a las princesas planetarias. Y en Kinmoku a la princesa Kakyuu y a las Star light. Además de a algunos de mis seres más queridos.- Remachó con nostalgia pensando entre otros, en sus nietos.- Ellos no permitirán que nada malo suceda…



            Con ese exiguo consuelo las dos se marcharon, agradeciendo pese a todo los desvelos de los Malden. Daphne invitó amablemente a Mei Ling a su apartamento.



-Es muy tarde ya. Será mejor que pases la noche conmigo.- Le ofreció.-



            Y ante la perpleja expresión de la oriental, la ahora azorada maestra se apresuró a  decir.



-Bueno, ya sabes, cenamos y te acuestas en el dormitorio de invitados. Yo me iré a mi dormitorio. Sé que estás casada y todo eso…y no pretendía dar a entender…

-¡Claro, claro! - Asintió Mei Ling sonriendo con cara apurada.- Ya lo supongo…



            De modo que, tras tomar un taxi, llegaron al apartamento. Ya había atardecido y estaba a punto de oscurecer, cansadas y hambrientas se dispusieron a entrar y a preparar algo de cena. Aunque para sorpresa de Daphne había alguien dentro. Mei Ling se sorprendió y creyó reconocer a esa mujer, no así a su pelirroja acompañante. Sin embargo, percibió una extraña y familiar sensación con ambas.



-¡Sabra!- Exclamó Daphne nada más entrar y verla allí.-

-Hola. - Sonrió levemente la israelí, explicando.- Hemos vuelto de un largo viaje y quisimos pasar a ver como estabas. Al parecer tenías planes, lamentamos haberlos estropeado.

-¡No, no, no!...- Se apresuró a aclarar su interlocutora, presentando a la oriental.- Es una amiga, Mei Ling Calderón. Está casada y bueno…es algo largo de contar.

-Tenemos tiempo.- La animó Sabra, dirigiéndose a su propia acompañante.- ¿Verdad, Violette?



            La pelirroja asintió de forma suave. Por su parte Mei Ling no dejaba de observarlas con prevención. No comprendía porqué pero no se fiaba de ellas.



-Quizás deba irme.- Intervino entonces la oriental.-

-No seas tonta. Es muy tarde.- Repuso Daphne, alegando con un tinte más animado.- Tengo comida, compré bastante, podemos preparar cenar para las cuatro.

-No te molestes por nosotras.- Terció Violette con tono desapasionado.- Ya cenamos antes de venir.

-Os acompañaremos con una copa de vino.- Sugirió Sabra quien parecía haberse dado cuenta de la tensión que flotaba en el ambiente.- Voy a por ellas.

-Voy contigo.- Se ofreció Daphne que estaba deseando estar a solas con la israelí.-



            Las dos mujeres se fueron hacia la cocina. Por suerte para Daphne, aun siendo de estilo americano, pese a ser un piso sito en Nueva York, tenía una habitación aparte en la que podría hablar con Sabra, y en cuanto estuvieron al abrigo de ser escuchadas, le dijo.



-¡Te he echado muchísimo de menos!

-Solo han sido unas pocas semanas.- Replicó su interlocutora en tanto se hacía con un par de copas de una alacena.-

-No, me refiero a todos estos últimos años.- Le confesó Dap.- No hubo apenas ni un solo día en el que no pensase en ti.

-Bueno. Eso ya pasó.- Replicó Sabra con tono tranquilo e indiferente.-

-Lo siento. ¡Perdóname!- Gimió Daphne.- No debí haberte traicionado…fue eso que vi…seguramente lo imaginé. Pero no tengo excusa.



Ahora fue la israelí quién la miró con perplejidad. Y no pudo evitar preguntar.



-¿De qué me estás hablando?...



            Aunque su contertulia no pudo replicar. Fue la voz de Mei Ling la que se adelantó, precediendo la llegada de la oriental. Venía con el gesto desencajado por el temor. Sobre todo tras mirar a Sabra…



-Daphne. ¡Tenemos que irnos de aquí!

-¿Por qué?. ¿Qué pasa?- Quiso saber la maestra entre atónita y algo molesta por esa interrupción.-

-Te suplico que confíes en mí.- Le pidió Mei Ling.-

-Será mejor que seamos nosotras quienes nos vayamos.- Comentó la israelí, saliendo de la cocina.-

-No, ¡espera por favor!.- Intervino Dap que salió tras ella.-

-¡Déjala!- Le dijo la oriental.-

-¿Se puede saber que te ocurre?- Le reprochó la maestra, desvelándole.- Estaba tratando de tener una conversación privada con ella.



            Su interlocutora asintió con un rictus de miedo evidente para contestar de un modo atropellado.



-Sí, lo comprendo, y en otras circunstancias no hubiera interferido, pero…



            Daphne no tenía muchas ganas de escucharla pero a su vez se detuvo y Mei Ling guardó silencio cuando ambas oyeron a su vez a Sabra discutir con esa otra mujer.



-¡Espera Violette! No es necesario llegar a eso…

-Ella sabe quienes somos.- Replicó contundentemente su acompañante.-

-¡Vámonos!- le pidió la israelí.- Dejémoslas en paz…

-Demasiado tarde.- Sentenció su contertulia.-



            Sorprendidas y preocupadas por esas palabras, Daphne, junto a Mei Ling, salieron de la cocina. Allí estaba Sabra intentando frenar a esa pelirroja quien al verlas se sonrió con una expresión a medio camino entre el desdén y la malevolencia. La oriental al observarla volvió a sentir aquello. No podía apartar sus ojos de los de esa mujer que, al percatarse, declaró.



-Lo estás sintiendo. ¿Verdad? Percibes la conexión…

-¿De qué está hablando?- Quiso saber Daphne.-

-Será mejor que nos marchemos, ¡por favor Violette, por favor!...- Insistió Sabra.- No quiero que les ocurra nada.



            A su vez, Mei Ling le susurró a la anonadada y ahora inquieta maestra.



-¡Sal de aquí, corre y no mires atrás!



            Sin embargo, Daphne ya estaba harta de aquello y exclamó con un grito.



-¡No! No voy a huir, ya no más. Es suficiente, sea lo que sea que ocurra aquí, no puede ser peor que lo que ya he sufrido.



            Y sin vacilación se adelantó hasta enfrentarse a esa pelirroja quien la observaba ahora entre sorprendida y hasta divertida. Más cuando Dap dijo.



-Mira, Violette. No sé que pensarás de mí. No quiero interferir entre Sabra y tú. No te voy a engañar, todavía la quiero pero sé que ha rehecho su vida contigo…y…no seré una molestia, te lo prometo. Solo quería pedirle perdón…-Remachó bajando la mirada, musitando entristecida.- Únicamente eso.



            Sabra la observó con pesar aunque también con preocupación, Mei Ling se mantenía aparte, deseosa de salir de allí lo antes posible y Violette… ella sencillamente miró a esa mujer y se rio…



-¡Ja, ja, ja, ja! Esto es realmente delicioso, ¿no tienes ni idea de nada?¿No es así?...- Le preguntó la pelirroja mirando a la incauta maestra con regocijo.-

-¡No, Violette!. Te lo suplico.- Exclamó Sabra tratando de acercarse a ellas.-  

-Demasiado tarde, ya me he cansado y tengo hambre.- Siseó su compañera quién, mas rápida de lo que Mei Ling o la propia y aterrada Daphne pudieron seguir, agarró del cuello a la maestra y la elevó, apoyándola contra una pared y siseando.- Por cierto, no soy su novia, soy su madre.



            Dap apenas pudo creerlo, esa mujer era tremendamente fuerte y por si fuera poco sus ojos ahora brillaban con una tonalidad ambarina. Pero lo que más le horrorizó y fascinó a un tiempo fue ver como de sus sonrosados labios surgían dos largos y finos colmillos.



-Al parecer tú no eres como tu amiga. Ella se dio cuenta nada más vernos.- Declaró la pelirroja.-

-¿Qué está pasando?¿Qué eres?- Apenas pudo balbucir la asombrada y asustada maestra.-

-¡Son vampiros!- Le explicó una aterrorizada Mei Ling.- Lo sé porque a mí me mordieron y estuve a punto de convertirme en uno. Desde entonces puedo sentirlos.



            Aunque Daphne no tenía demasiado tiempo como para prestar mucha atención a esas explicaciones. Violette la bajó colocando  su cuello a merced de su boca. Sin embargo, Sabra se interpuso liberándola.



-¡No!- Siseó la israelí. Tomando en brazos a su antigua novia.-

-Gracias.- Sonrió débilmente Dap.-



            Aunque la sonrisa se le congeló en los labios cuando pudo ver el rostro de Sabra, sus ojos brillaban del mismo color que los de aquella otra mujer, y de su boca sobresalían asimismo unos colmillos de apreciable longitud. Al fin, paralizada por el pánico, Daphne la escuchó musitar.



-Lo siento. No quería que te enterases así…



            Aquello era irreal, cuando la israelí la dejó en el suelo Daphne se acurrucó contra la pared, temblando de pavor. Mei Ling se unió a ella abrazándola.  Por unos momentos esas dos vampiros las observaron con altivez, aunque al fin, Sabra suplicó a su compañera una vez más.



-Te lo imploro. ¡Ellas no! Ya han sufrido bastante. Violette, ten compasión.



            A regañadientes, la pelirroja recobró su apariencia humana normal, lo mismo hizo Sabra. Al fin, tras unos momentos de duda y desconfianza, esas dos aterradas mujeres se levantaron. La ex militar entonces les comentó, intentando sonar conciliadora y hasta cordial.



-Por favor. No temáis nada. Ahora os lo contaré todo…


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